Sep 212013
 

Ángel Paule Rubio.

Si ojeamos la Biblia, encontraremos citas notables, comparaciones, parábolas… donde el olivo es el símbolo de la sabiduría. El Eclesiastés XXIV dice: “La sabiduría es como un hermoso olivo colocado en medio de la llanura”. En el siglo XX diríamos: “El olivo es la cultura villanovense y, por extensión, la civilización de la Sierra de Gata”.

¡Qué hermosa es la leyenda del origen del olivo! La mitología dice así: Minerva y Neptuno discutieron sobre quien pondría nombre a Atenas. Pusieron por condición que sería aquel que inventara lo mejor y más útil para la humanidad. Neptuno golpeó con su tridente en el suelo y creó el caballo. Minerva clavó su lanza y creó el olivo. Minerva había ganado.

Lanzas y lanzas clavadas en el corazón de Villanueva de la Sierra. Vida e historia están unidas al mitológico olivo, cultura y civilización penden de sus ramas cual azabachescas aceitunas. Ríos de oro de un amarillo melifluo han llenado nuestra idiosincrasia y han formado nuestro estilo.

Alegría del ayer, nostalgia del hoy. Antaño, cánticos, júbilos, emoción. Hogaño silencio, tristeza, apatía.

Los viejos de tez aceitunada, surcada de arrugas cual ríos de salino sabor, llegan al suelo como verdaderos fertilizantes, cual una continua oración, cuentan historias a sus nietos: llega la aceitunera. Allá hace setenta, ochenta o más años. Amanece, llueve. No importa. Casi los pies descalzos, tal vez para que el agua no se encharque. Sale por el agujero de la bota. Es igual. Llegan las cuadrillas de Villas del Campo, Pozuelo, Guijo, Santibañez el Alto y el Bajo, Hurdes, Ahigal. Vienen a coger aceitunas. Villanueva es una babel. Confusión. Mujeres, mozas, hombres, mozos, también niños. Salen en cuadrillas. Van a jornal. Grupos grandes, medianos y chicos nutren y completan la familia del amo, según su cosecha. Llegan al olivar. Las mujeres y los niños a recoger las aceitunas una a una del suelo, de entre las piedras, sacadas del barro. Cantan, ríen, gritan y chillan. Por allí se oye un ji, ji, ji…!!! Algún mozo llega, se aproxima al corte. Nuevos jíes… A por él, dicen las mozas animadas por alguna vieja… ya está. ¿Huye?, ¿se enfrenta? Difícil dilema. Como toro bravo acorralado se defiende. Ellas ríen, disparatan. ¡Fuera pantalones! ¡marica! ¡no tienes nada! ¡estás capado!, dicen otras.

Por fin una voz autorizada dice: ¡Se acabó! El mozo cabizbajo se marcha, jurando y perjurando. Es así, paciencia. Pasar por un corte, es cosa de héroes. Los hombres cuando caminan solos, rodean. Cuando van en grupo… ¡ah!, dicen: ¡vamos a la juerga! Picarescas escenas.

Más allá otro y otro grupo. Se oye el repiquear de las varas tirando las aceitunas. Es un grupo de vareadores que conjugan en síntesis de vibraciones las coplas de sus gargantas y el tintinear de las varas. Las aceitunas caen, saltan, juegan. Es una bella oración a la Naturaleza. Todo el campo es un armonioso jolgorio. No hay infarto. Todo el mundo está allí, bajo los olivos, hasta las recién paridas mujeres llevan sus hijos en una artesuela y debajo del olivo, a la orilla del pareón a su resguardo o en la abrigada solana, lo colocan. Así se hacen fuertes los hombres de Villanueva mirando al olivo, oyendo canciones, escuchando el ruido de las varas, el jijear. Así somos los de Villanueva. Nos distinguimos. Es nuestro estilo. Yo también estuve en una artesuela. Bajo el olivo. Mi madre casi centenaria me lo ha dicho, me lo dice. Me emociono y… Así somos y queremos ser. Para qué cambiar. Hombres recios de conquistas, sin miedos, enjutos, surcados de arrugas, pero eso sí, la frente alta, no por la soberbia, sino por la lealtad, por la bravura.

Detrás de un viejo burro, cargado con tres sacos de aceitunas va el acarreador, como si fuera contando los pasos del jumento, encendido su cigarro y con las manos en los bolsillos. Van camino del moino, del lagar. De vez en cuando sus labios se abren para lanzar unas guajiras. Todos los caminos están llenos de acarreaores. Llevan blusones de lona, pantalones de pana y sobrero de paño. Llueve, pero esto no importa. Es habitual. Las aceitunas no se pueden dejar. Es trabajo de tres o cuatro meses. Cuando antes se cojan, mejor, pues el agua y los tordos son nuestros peores enemigos. Hay pinos que dan tres o cuatro sacos de aceitunas. No bromeo. Es historia.

Vamos a comer. Haz una buena fogata. El remuñior saca rachas de olivo, que es madera seca, pocha. Corta alguna rama. Arde. Las cuadrillas se sientan a su alrededor sobre las cestas. El humo va para las más guapas. La gente llora y ríe. Se cambian de lugar. Aquí se está mejor. Una ventolera de aire y… otra vez se deslizan las lágrimas por sus mejillas. Un mojeteo para los días de sol, es un excelente manjar. Aceitunas, cebollas, sal, aceite, vinagre y ajo, todo mezclado en una gran cazuela de barro o porcelana es el mojeteo. Comen en grupo, todos de la misma vasija. Detrás unos higos pasos, una sardina o un trozo de morcilla. El chorizo se deja para los días de fiesta. Poco tiempo dura el ágape. De nuevo sobre las cestas. Se llenan. Espera el remuñior con el saco abierto. Allí van las aceitunas. Negras, algunas verdes, estripadas unas, otras pasas. Todas al saco. Ya está lleno. Otro y otro.

Termina la jornada. La gente camina cansada con ganas de llegar a sus casas. Cuelgan en las llares las botas, pantalones y demás ropa mojada. Hay que sacarlos. Tiene que servir mañana.

Los forasteros van a los corrales, allí está su aposento. Un candil tenuemente ilumina la escena. Mantas sobre sacos llenos de paja es su lecho. Cenan pronto. Hay algo importante. Se oye el tamboril. Ya están ahí los mozos, van a bailar. El corral se convierte en una maravillosa verbena. Cantares de época, el tamboril y la flauta del tío Sixto entonan tarsicorianas canciones. Los hombres y mujeres esperan la jota. ¡Qué bonita! ¡Qué piernas! Cómo se mueven. La vuelta. Date la vuelta. Qué picaresca, sal y pimienta tiene el zapatazo y… le ha “levantao” la falda. La moza se ríe, no con menos picardía. Bendita ilusión. De allí a otro corral, nos están esperando y la escena se repite.

Ya es tarde hay que dormir. Hasta mañana. Adiós hasta mañana. El candil se apaga, la lumbre se esconde bajo el rescoldo de la ceniza que servirá para alumbrar y calentar el nuevo día.

Así es una jornada de nuestra aceitunera.

Cuando el amo termina, se hace una fiesta. Ya llegamos del acabijo. Suele ser el mejor sitio, más ameno y caliente. Aquel día nadie lleva merienda, es de cuenta del amo. Todo está dispuesto: carne, chorizo, queso añejo, casi siempre de cabra, vino de pitarra y como postre buñuelos de caña rebozados en miel, también de la tierra.

Se come, se charla, mientras el amo anima a comer. El vino que no pare, dice. ¿Es de tu cosecha? ¿Cuántos años tiene? tres o cuatro. Echa un par de nudos, la garganta sube y baja dos o tres veces, mientras el vino baja raspando y calentando nuestras sedientas gargantas. Comes poco. ¡Dale! Un día es un día. La reunión se anima. Surgen algunas notas. La gente rompe el hielo. Un chiste picante y otro trago. Así van las cosas mientras los estómagos se llenan. Ya no puedo más, pero hay que dejar un hueco para el sabroso buñuelo. Se hace un esfuerzo, se pega un salto y… ya cabe.

Sale el corte hacia el pueblo. Canciones de aceitunera el estrepitoso jijear, la vuelta al pueblo y a bailar. Es el acabijo del tío Fulano. El baile se llena, cazuelas, almireces, tamboril y flauta componen los instrumentos del momento. Ya es muy tarde la fiesta termina. Así son los acabijos de mi pueblo.

Ya están las aceitunas en los lagares. Van llegando a lomos de animales. Empieza la molienda para sacar el preciado y amarillento líquido, riqueza de Villanueva. Hay un camino y un arroyo inseparable, que tienen historia. Se llama “Arroyo de los Lagares”. A ambos márgenes se alzan toscas construcciones con rudimentarias maquinarias, geométricos chuiqueros de piedra de 3x4x1,5 los más grandes. Cada uno pertenece a una familia: Chilanes, Guillermatos, Duranes, Del Tío Recio. He contado dieciocho. Son de todas formas, estilos y épocas.

Os invito a hacer conmigo un recorrido antes que el caer del tiempo, el olvido, la indiferencia hagan de estos muros, de estos rudimentarios y manuales métodos, un montón de ruinas, un recuerdo y a veces… nada.

Estos colosos del pasado, minúsculos del presente, están llenos de afectividad. Allí se contaban historias. Cuantas veces al calor de la hornilla se veían sentados abuelos, padres, hijos y nietos, viendo el deslizar del aceite, oyendo el chirriar de la rueda, el ronronear de la piedra, el rompido del agua. Así de bello. Hermoso cuadro para un Goya o para un Dalí, o no menos cadencioso para un Beethoven o para los Beatles.

Empezamos: con la cinta métrica, lapona en una mano, libreta y lápiz en la otra iniciamos el periplo.

En la sierra de Dios Padre nacen varios regatos o regateras. Entre ellas enumero dos: una nacida en la Peña Serrana, llamada de Las Higueras, y otra nacida en la Mata de los Chilanes, llamada del Zaudillo. Ambas pobres en agua, secas en verano. La confluencia se realiza a unos cien metros aguas arriba de la Fuente del Arroyo. Fuente con agua potable, sabrosa y en uso. De construcción de piedra de granito en perfectas condiciones. Desde esta confluencia hasta su desembocadura en el río Tralgas, se le llama Arroyo de los Lagares, nombre que sin duda viene de los lagares enclavados en sus orillas.

De estos lagares nos vamos a ocupar.

 

1.- Lagar del Tío Pedro: llamado así por el nombre de su propietario. Características: Corralada a ambas partes del arroyo. Prensa hidraúlica. Motor eléctrico. En funcionamiento. A cincuenta metros aguas debajo de la Fuente del Arroyo.

 

2.- Lagar de Gonzalo Casasola: Características: Corralada a ambas partes. Dos prensas hidraúlicas. Motor eléctrico en funcionamiento.

 

3.- Lagar de los Guillermatos: llamado así por el nombre de sus dueños. Características: Corralada al margen derecho. Prensa hidraúlica y motor eléctrico. En funcionamiento.

 

4.- Lagar los Chilanes: llamado así por el apodo de sus dueños. Características: Corralada al margen derecho. Prensa hidraúlica. Motor eléctrico. Hoy comprado por la Cooperativa del Campo de Dios Padre donde está instalada.

 

5.- Lagar de los Benitos: por nombre de su dueño. Características: Corralada al margen derecho. Prensa hidraúlica. Motor eléctrico. Hoy propiedad de la Cooperativo de Dios Padre. Forma parte del inmueble.

 

6.- Lagar El Vínculo: enclavado en la calleja del Vínculo, que sale de la calle M. Durán, frente al antiguo bar Puertas, divide las eras de Tío Pantaleón y otro edificio de su propiedad. Llega hasta el arroyo. Desde la calle al molino hay unos cien metros, siguiendo la dirección de la calleja indicada. Características: no quedan restos. Según noticias era de viga y rueda de madera.

 

7.- Lagar Molino Cimero: Propietario Melecio Mateos. Características: Corralada al margen derecho. Rueda metálica vertical con cajilones de enormes proporciones. Recogida de aguas por canal naciente en el arroyo de “Los Mártires”, cruza la carretera por las eras, bordea la laguna, continúa por el lado derecho hasta la “Cruz del Cristo” por donde la atraviesa haciendo balsa. A cien metros de la Cruz está el lagar.

Cuando el agua se acababa molía con tahona. Era un montaje de cuatro ruedas o morejones que giraban en un alfange movido por mulas que daban vueltas alrededor de la tahona. Una vez molida la aceituna iba a la prensa, que era hidraúlica. Después se le acopló un motor de gasolina. Molía cosecha propia.

Las características de la rueda son: radio exterior 3,5 metros, 62 cajilones. Anchura de la rueda 0,38 metros. 11 radios dobles. 11 tensores dobles. Caída del agua sobre ella 9 metros. Al moverse mandaba la fuerza horizontal hacia el interior por un eje que convertía en horizontal la fuerza por sistema de ruedas dentadas, moviendo un morejos que trituraba las aceitunas.

 

8.- Lagar La Gasca: Características: Corralada al margen izquierdo. Rueda metálica con cajilones. Prensa hidraúlica. Hoy derruído. En su lugar y con las piedras se ha hecho un huerto. Está a 200 metros del anterior.

 

9.- Lagar La Barrera: Corralada margen derecho. Rueda metálica con cajilones. Prensa hidraúlica. Últimamente funcionaba por motor de gasolina. Es de socios. Conservado.

 

10.- Lagar Los Migueles: Corralada al margen derecho. Rueda metálica con cajilones. Prensa de viga con huso. Derruido. Conserva las paredes. A 50 metros del anterior.

 

11.- Lagar El Capitán: Por profesión militar de su dueño. Hoy llamado de Los Ricartes. Molino a la izquierda. Corralada a ambas partes. Rueda metálica con cajilones. Prensa hidraúlica. Es de socios. Se conserva: hornilla de 1,5 metros de diámetro. Junto a ella pila de cantería de 94 centímetros. Alfange de tahona de diámetro exterior de 3,2 metros e interior de 2,98 metros con solar de cantería. Tres morejones de diámetro: 54 centímetros, 64 centímetros y 84 centrímetros. A 200 metros de anterior.

 

12.- Lagar El Riscal: Características: Son dos molinos unidos. Caño común, uno de aceite con rueda metálica y otro de harina con cárcavo. Chiqueros a la derecha. Derruído.

 

13.- Lagar de A Medias: Hoy de D. Isaías Domínguez Barroso. Características: Rueda de madera. Más tarde de hierro con cajilones. Prensa de viga con huso con seis capacetas hechas a mano. Chiqueros y molino a la izquierda. Observación: El morejos tomaba la fuerza por abajo, por tener el eje de la rueda más bajo que el nivel del alfanje. Conserva tres tenajas de barro (tenajero) enterradas hasta la boca. Piedras de tahona para molturar cuando se terminaba el agua. Debajo del morejón hay una habitación por donde pasaba el eje de la rueda. Al lado del morejón paralelo a la rueda estaba la espechinera (depósito de asperchines). Hornillo en la pared oeste al lado de la viga en un rincón. Chineros a ambas partes. Camino empedrado de dos metros de ancho. Bajando por el lado derecho, atraviesa el arroyo, llega al molino y sale por el lado izquierdo de aguas abajo.

 

14.- Lagar de La Tendera: Llamado de Los Duranes, por su propietario. Características: Rodezno metálico. Anteriormente de madera. Caño de caída del agua en perfectas condiciones. Balsa para recoger agua de 20x10x2,5 metros. Tiene dos prensas de viga. Conserva dos tenajeros de tres tenajas de diámetro de 90 centímetros. El cuarterón (bloque granítico de forma troncocónica de diámetro de 1 metro y 80 centímetros respectivamente). Altura 90 centímetros. Peso aproximado 1000 kilos. Dos morejos de granito. Dos armaduras pétreas donde iban las vigas. Dada su buena conservación y antigüedad hago esquema del mismo.

 

(Lámina 1).

 

15.- Lagar del Manrique: Situado en el arroyo del Manrique. Arroyo paralelo al arroyo descrito. Junto al puente de las Muelas. Características: Corralada al margen derecho. Rueda metálica con cajilones. Prensa hidraúlica.

 

16.- Caga de Canana: Hoy propiedad de Valentín Domínguez y Gonzalo Simón. Está situado frente a la fuente del palacio. De reciente construcción. Doble finalidad: aceite y harina. Prensa hidráulica y motor de carbón que a la vez producía electricidad.

 

17.- Lagar del Río: En el río Tralgas. Lindante con fábrica de orujos. Propiedad de socios. Propietario mayor D. Ángel Rubio Machado y hermanos. Características: Carcavo. Prensa hidráulica. Anteriormente el rodezno era de madera. Tenía tahona. Hoy está totalmente debajo de un ingente montón de orujillo extractado que no se ve nada de su construcción y que difícilmente se volverá a ver. Se encuentra tal y como un día se dejó después de un normal funcionamiento, sin haber retirado ningún enser.

 

18.- Lagar de los Duranes: Enclavado en el río Tralgas. En lo que hoy es fábrica de orujo en funcionamiento. Tahona. Carcavo con rodezno. Viga. No quedan restos.

 

            Una vez enumerados quisiera hacer historia de sus funcionamientos y cambios estructurales a través del tiempo: El lagar tradicional constaba de una tahona de forma circular con cuatro morejones unidos por andamiajes de madera movidos por caballerías que girando molían las aceitunas. Una vez trituradas se llevaban a una prensa que constaba de seis capacetas circulares de 1,52 de diámetro, colocadas en una plataforma granítica también circular con canal en forma circular y un resalte para que no se saliese el líquido de unos 10 centímetros. Sobre estas capacetas repleta de masa triturada se colocaba una viga de 10 metros de larga por 1 metro de diámetro con su parte más ancha y 0,50 metros por el otro extremo, la viga que cito fue llevada desde el sitio “El prado” distante dos kilómetros del lagar hasta allí. Fue arrastrada por bueyes y tardaron en llevarla 15 días. Esta viga se apoyaba por la parte más delgada en dos canterías verticales de 1,83 metros de altura por 0,30 y 0,65 de lados básicos, separadas 0,60 metros con dos agujeros de 10 centímetros de diámetro por donde pasaban dos palos de madera de encina. Entre ambos palos iba la viga por su punta más delgada que caía sobre las capacetas. Seguidamente llevaba un agujero por donde pasaba un huso roscado de posición vertical  y que sujetaba y mantenía la viga en alto. Este huso tenía la misión de subir y bajar para aplastar las capacetas. Al final estaba el cuarterón de forma troncocónica de peso entre 1000 y 1500 kilos sujeto a la viga para aprisionar más a las capacetas, haciendo que el líquido almacenado en la masa saliese y bajase a la plataforma dicurriendo por los canalillos hasta la tenaja central, llamada de la calda. Desde allí por diferencia de densidades y de no miscibilidad del aceite pasaba alas tenajas laterales limpia de impurezas y agua. Hago notar que a la masa se le añadía agua caliente para facilitar mejor la expulsión del líquido, que juntos, agua y aceite, bajaban a la ya precintada tenaja central.

            El triturado se hacía con tahona movida por caballerías.

            Este arcaico sistema ha sufrido transformaciones.

            De la tahona se pasa a la rueda de madera vertical movida por una caída de agua, que llevaba la fuerza hacia un morejón que se movía en un alfange. La viga seguía sus funciones.

            Posteriormente la rueda de madera dejó su puesto a la de hierro y la viga era sustituida por la prensa hidráulica.

            Hoy, ya son instalaciones oleícolas que, conocidas por todos, no merecen consideración, por el momento, histórica.

            La vida en un lagar, de aquellos de nuestros abuelos de aquellos que contados ahora parecen fábulas, mitos, leyendas.

            Una jornada en un antiguo lagar es una historia llena de emoción.

            Yo he vivido los últimos coletazos, ya adulterados por los cambios sociales, económicos, culturales. Intento revivir, sacar del fango una de aquellas jornadas de trabajo.

 

            …Son las seis de la madrugada. Tío Segundo y tío Valeriano se levantan. No hace falta vestirse. El uno levanta la compuerta. El agua se desliza. El rodezno se mueve. El morejón gira. Las aceitunas crujen. El engranaje chirría. El otro atiza el fuego. La hornilla vomita fuego. Los carezos arden con llama viva, azulada, chispeante. El agua del calderón se calienta, hierva. La prensa desciende y las capacetas sueltas se vacían. Sus orujos van a montón. Mientras, el morejón rueda y rueda y la aceituna queda convertida en una masa negruzca, poco compacta, donde se aprecia el aceite virgen, de hebras doradas.

            Las capacetas se llenan de esta masa. Se aprietan en la prensa. El aceite discurre. El agua hirviente desprende mejor el líquido cayendo la mezcla en la teneja de la calda. De allí a las dos tenajas laterales. El cargo ha terminado. Ha durado cuatro horas.

            Los lagareros echan un trago. Es un vino añejo, que el amo ha llevado en un gesto desprendido y afectivo. Todos lo hacen. Toma un trago, dice el tío Valeriano al viejo que está sentado en el tajo de corcho, el otro, el de madera, lo ocupa el cronista, que también paladea el baconiano líquido. Buen vino tiene el tío Telesforo. Siempre lo tuvo bueno.

            La rueda runrunea, el morejón se desboca, el carozo arde “Media vida es la candela, pan y vino la otra media”.

            Las mujeres de los lagareros llegan. Llevan la comida. Todos comen. El ser lagarero es buen negocio. Se gana mucho. Por ello la familia come contenta, con ilusión.

            Tres muchachos llegan. Van a mojar sopa. Una rebanada de pan pinchada en un palo de jara se pone cerca del fuego, se calienta, se dora y ya está. Con el pan pinchado se mete en la tenaja del aceite, se moja bien, se escurre y a comer. ¡Qué rico! ¡Qué manjar! Algunos lo aliñan con zumo de naranja y unos granos de azúcar. Sabrosísimo. No hay nada que le iguale. Detrás vienen otros y otros, niños y niñas. El tío Juan bromeaba. El ruido no cesaba e impedía una conversación normal, había que hablar alto. Una voz se dejaba oír. Preguntaba si las patatas las habían metido en el rescoldo de la ceniza. Una mujer afirmó. Ya están asadas. Sácalas. Así lo hizo la mujer y ofreció a los contertulios. Todos tomaron una y puesta sobre la rodilla de un puñetazo se dejó ver el blanquear de su carne. Un poco de aceite, un polvillo de azúcar. Eso sí que estaba bueno. Los labios eran paseados por la lengua que extraía dulcemente el delicioso aroma, el enigmático dulzor.

            La tarde termina y las mujeres de los lagareros dicen adiós. Ellas marchan y ellos quedan. Un caldo de patatas con bacalao, unos torreznos de tocino y unos nudos de vino y a dormir.

            Una capaceta en el suelo y sobre ella una saca con paja y sin quitarse la ropa a excepción de las botas, se tumban a dormir, a orillas de la hornilla, junto al fuego. La ropa impregnada de aceite es fría, necesita calor. Aquellos dos hombres, ángeles del momento, sueñan, dormitan, roncan profundamente. El deber cumplido les ha deparado un dulce descanso. Duro trabajo es el de lagarero. Dos o tres meses dura la campaña. Dos o tres meses que el erotismo, el sexo está ausente de sus mantas. No hay lugar, ni tiempo, ni deseos. Parece que el trabajo domina los instintos y enriquece el amor platónico desprovisto de toda materialidad. ¡Qué felices eran mis lagareros! El tío Segundo y el tío Valeriano. Octogenarios ambos. Cuando nos vemos un abrazo y recordamos, y el rostro se rejuvenece y… ¡Qué tiempos aquellos!

 Dibujo

 

Sep 202013
 

José Luengo Blázquez.

Continuando con mi trabajo sobre la poesía trujillana, este año he querido recordar y con ello, a la vez que sirviera de homenaje, a uno de los hombres y que según los que le conocieron y por los escritos que nos ha dejado, se volcó y ayudó en cuanto pudo a sus semejan­tes. Al cual muy joven, a los 36 años de edad y le cor­taron su vida y su vena poética, aquellos que respaldándose en la política y en la Guerra Civil, por envi­dia, les vino la ocasión para asesinarle.

Este hombre, fue y es, ya que muchos, aún los que no le conocimos, le tenemos presente por su obra. Manuel Gómez Sánchez, natural de Madroñera y de ubi­cación Trujillano.

Manuel Gómez Sánchez nació en el cercano pueblecito de Madroñera, el día 10 de febrero de 1900, fiesta de Santa Escolástica. Por lo que al nacer ese día y su padrino llamarse Domingo se le puso en la pila bautismal el nom­bre de Manuel Domingo Escolástico.

Era hijo de Juan Gómez y Ana Sánchez, humildes pastores vecinos de Madroñera. Juan además de dedicarse al cuidado de su rebaño, aprovechaba el tiempo que podía en su ma­jada, en labrar pieles para hacer zahones, zamarras, etc. De donde le vino en este oficio, que en una mano le salió un carbunco, estuvo seis días enfermo declarándose la can­grena y muriendo de esto. Quedando la madre de Manuel viuda con cuatro hijos pequeños: Dámaso, José, Antonia y Manuel que sólo contaba la edad de diez meses. Por lo que la viuda para ganar el sustento de sus hijos tuvo que ponerse a ser­vir y Manuel que era el más pequeño, lo quedaba bajo el cuidado de la señora Teresa Sánchez, que tenía una hija, Emiliana (la cual actualmente vive en esta ciudad en la calle Afuera núm. 3) de la misma edad y a la vez que cuidaba y alimentaba a su hija, igual hacía con Manuel.

Así fue desarrollándose la vida de este niño con suma pobre­za, pero que siendo muy joven se distinguían en él mucha afición a los libros y estudios, más no tenía medios lo que le impedía hacer una carrera. No obstante, por sí solo se dio a la poesía, estudiando retórica y poética, mecanografía, etc.  

Casados sus hermanos, (excepto José, que murió en Melilla, cumpliendo el servicio militar, en un accidente que hubo y se hundió el techo donde él y sus compañeros estaban cobijados), para ayudar a su pobre madre, se mar­chó a Madrid, buscando alguna colocación que remediara sus deseos, pero nada de lo que allí vio le llenó; y re­gresó Madroñera. Donde el señor Adrián Sánchez Barquilla, hijo de una íntima amiga de su madre, la señora Alfonsa Bar­quilla (o Mérida como la distinguían en el pueblo), se había casado con una de Conquista de la Sierra, y puso un co­mercio de comestibles, telas, etc., y se llevó a Manuel de dependiente y ayuda. Y además del mucho aprecio que de él cogió, le quería como a uno de sus hijos y éstos como un hermano más.

Y es aquí, en Conquista de la Sierra, donde conoce a María Rita Loro, con la que pasado algún tiempo contrajo matri­monio el 3 de Septiembre de 1927.

            Pero un año antes de su boda, ya había publicado su pri­mer libro titulado “Juan el pastor”, un poema sencillo (como el mismo dice) en tres actos, en el que nos narra con una maestría y lleno de belleza la vida de su padre. Este libro o libreto fue impreso en Trujillo en la imprenta de Benito Peña (1926).

Cuando Manuel se casó, ya hacía algún tiempo que vivía en Trujillo, administrando muy sabiamente el comercio de Doña Dolores Aparicio, que había enviudado de su esposo D. Juan Peña. Y ya al casarse sin perder la amistad con esta señora y seguir prestando su ayuda siempre que la necesitaba, se es­tableció por sí mismo y puso su comercio en la Calle de San Miguel, que era propiedad de D. Narciso Corrales (donde posteriormente instaló el suyo el Sr. Blanco “Cabezota”), hasta que algún tiempo después trasladó su casa y su industria a la calle Margarita de Iturralde (antes Nueva) a la altura del número 7. Donde hoy se encuentra la frutería de Juan Miguel y la librería de Sobrino de Benito Peña, que entonces esta in­dustria ocupaba las dos casas antes citadas y la de donde reside y tiene su estudio el fotógrafo Cancho. Solamente que tenía en vez de cuatro puertas, dos.

El carácter abierto y amable de Manuel sobresalía tanto, que pronto con su simpatía y servicialidad su comercio de la “Idea”, como se llamó, fue lleno de muy continuos clientes.

En su vida, y según nos han podido indicar las personas que le conocieron, no hubo un vicio de vino, tabaco, etc. Su ilu­sión eran su esposa y su madre y sus hijos y su comer­cio de ultramarinos y comestibles y ¡sus poesías! Estas no las perdonaba porque en sus composiciones Dios le había dota­do de un talento perspicaz y a la vez con esto había ido creciendo en una cultura e inteligencia como no tenían muchos aristócratas y de carrera.

Cuando se fundó el Ateneo Regional en Trujillo, fue elegido Presidente del mismo y no faltaba a la reunión que tenían fijada. Estaba situado en la Calle San Miguel. En el desapa­recido semanario local “La Opinión” siempre traía alguna novedad de tan buen colaborador (poesías, artículos, etc.).

Estuvo en contacto muy estrecho, siempre, con escritores de su época, como fueron D. Juan Tena, Luís Chamizo, Ángel Mariana y Sánchez Mora “Yo-Fu”, con el astrónomo y poeta extre­meño Mario Roso de Luna.

Pero al hablar de su vida, no podemos dejar de hablar de aquello que junto con la envidia le llevaría a la muerte: la política. Sí, que le gustaba la política más que nada por el amor que sentía hacía los pobres, ya que él lo había sido desde su cuna. Por lo tanto no podía tolerar el que un rico pasará la vida regaladamente, abusando se sus pobres criados, que a duras penas, muertos de trabajo, no tuvieran ni cinco pesetas para comer o ir a la farmacia. Así se hizo y declaró, como nos lo muestra en una de sus poesías y la cual se ad­junta al presente trabajo, de izquierda republicana.

En su etapa política llegó a alcanzar escaños en el ayun­tamiento de esta ciudad, siendo cuando estalló la Guerra Civil segundo de alcalde y concejal. Aunque salió elegido por sus com­pañeros alcalde, renunció a ello quedándose en el puesto antes mencionado.

Fue uno de los pilares principales para los trámites y pos­terior consecución y construcción de los dos grupos escolares que, aún en la actualidad, tenemos en Trujillo y el de la carre­tera de Cáceres y Plasencia.

Sus ideas políticas no le impidieron que toda su vida fuera un buen cristiano. A las Hermanitas de los ancianos desamparados, a cuya Obra elogia en varios de sus poemas, las visitaba frecuen­temente junto con su esposa y sus hijos.

Durante los años 1922 y 1923, época en que reside en Madrid, como queda dicho antes, no se detuvo en su vena poética parti­cipando con sus artículos y poemas en varios periódicos de la capital, como lo refleja en un manuscrito que se conserva actualmente.

En su vida literaria, participó en varías veladas y concur­sos tanto de ámbito local, como nacional. Ganando el primer premio de Cortesía en los juegos florales de Málaga, en el año 1922 con su poema “Saludo”. Por esta época es cuando publica en el “Nueva vida de Madrid” varios artículos como el de: “Ha llegado el momento de ir decididos contra la guerra de Marruecos”.

En 1930, cuando estaban los RR.PP. Agustinos en Trujillo, se celebró con motivo del XV Centenario de la muerte de San Agustín, un concurso literario en el que participó con su poe­ma “Éxtasis de fe” ganando el primer premio sobre el tema sexto del concurso, recibiendo por ello dos ánforas.

Un hijo y dos hijas le regalaron el Señor: Manolo, Adela y María Rita, esta era muy pequeña cuando él murió (2 años). Pero con los otros dos después de la comida, los sábados, les leía los Evangelios y charlaba con ellos. Adela enseguida que tuvo edad comenzó a ir al colegio de las Hermanas Carmelitas. Fue muy devoto del Santísimo Cristo de la Salud (el de la ermita de San Lázaro) y de la Virgen de la Victoria y de la Morenita (Virgen de Guadalupe) a las cuales hace referencia y dedica varios de sus poemas.

Su amistad era igual con todo el mundo: ricos y pobres; e igual tuvo buenas relaciones con sacerdotes (ya difuntos) que con maestros, presidentes políticos. En su casa cabían todos.

Pero llegado el año 1936, cuando la tirana Guerra Civil ya comenzaron a aparecer sus contrarios o envidiosos que veían que Manuel con su trabajo y honradez sobresalía tanto que no pudieron soportar aquel comercio tan bien montado en Trujillo. ¡Como no había otro en aquellos tiempos!

El día 17 de Julio de 1936, Manuel regresa de Madrid a donde había ido a visitar a uno de sus familiares que se en­contraba enfermo. Un día más tarde estallaría la Guerra.

El día 19 de agosto del mismo año, se presentan en su casa dos falangistas, cuyos nombres prefiero no citar, a comunicar­le que antes de la tarde debe abandonar la Ciudad. Colocando en la puerta de su casa, una pareja de guardias civiles y otra de falangistas, haciendo guardia. Personas que vivieron junto con ellos este día nos han manifestado que no fueron capaces de comer nada.

Al comienzo de la tarde y alrededor de las 15,30 ó 16,00 horas, deciden trasladarse a Logrosán ha pasar unos días pa­ra ver si los acontecimientos del momento cambiaban o se cal­maban, a casa de un sacerdote de este pueblo amigo de la fam­ilia, D. Donato M. Sánchez Campo, párroco de esta localidad de Logrosán.

Ya en Logrosán, el día 23 de Agosto y tras salir de misa y al ir a despedir a unos sobrinos del sacerdote que los había acogido en su casa, se les acerca al matrimonio Gómez una pa­reja de la guardia civil, invitando a Manuel a que les acompa­ñe siendo de esta forma detenido.

María Rita, su mujer, llama a sus padres a Conquista de la Sierra, los cuales envían a unos primos de esta (Adrián con un coche particular a recogerla y de esta forma se junta con sus hijos, que desde el 14 de agosto estaban en Conquista con los abuelos).

El día 24 al mediodía paran a comer en Conquista un grupo de falangistas de Trujillo que se dirigían a por los presos que tenían en Logrosán. Al conocer esta noticia María Rita, y suponiéndose lo que más tarde pasaría, pide a su primo que era jefe local de los falangistas en Conquista, que viera a un señor, cuyo nombre tampoco citaré por encontrarse aún vivo, gallego de nacimiento, y que actualmente vive en Logrosán (médico en aquel entonces de Conquista) y que era hermano del que le había acusado de revolucionario, contestando este que no podía hacer nada, sin ni siquiera haberlo intentado (este señor debía bastantes favores Manuel, ya que siempre que iba a Trujillo se hospedaba en su casa).

            La noche del 24 al 25 pasan de nuevo los falangistas de regreso a Trujillo, y a la altura de la dehesa de Y Matabacas, en un trozo que lo llamaban “El Peral”, en el termino mu­nicipal de Conquista de la Sierra, junto con otros 15 compañe­ros, también traslados de la cárcel de Logrosán, es fusilado y posteriormente quemado su cuerpo con gasolina. Manuel, según testigos presenciales, ya que uno de los 16 pudo escapar, había pedido los Santos Sacramentos y no quisieron dárselos.

Avisados los vecinos de Conquista por el fuego de los cadáveres, acuden al lugar y haciéndose cargo los falangistas de darles cristiana sepultura junto al cementerio y en una fosa común, la cual estaba hecha de sacar el sepulturero la tierra para tapar las sepulturas de aquellos vecinos que eran enterrados en el suelo. Y allí aún reposan los restos de Manuel Gómez Sánchez.

No contentos con darle muerte, asaltan su casa y comer­cio apoderándose de sus bienes, quedando a su mujer e hijos con la ropa que tenían puesta y cobijados con los abuelos y familiares de Conquista de la Sierra.

En una de sus poesías al preguntarse él mismo ¿Quién soy yo?, se contestaba:

 

La vida parece

para mi una cosa vulgar y sencilla:

Se nace, se crece,

y al fin todo es nada, ¡pedazos de arcilla!

 

Ignoro quién soy

porqué nada es todo lo que hay en el mundo.

¡Lo que somos hoy,

no existe mañana; es flor de un segundo!

 

Para terminar diciendo:

 

Por eso os decía

que ignoraba fuera nada de este mundo;

que la vida mía

era como todas, ¡flores de un segundo! .

 

Madroñera, 1920.

 Así acabo su vida Manuel Gómez Sánchez, pero para nosotros y para los que le conocieron sigue aún vivo, pues como se dice, el hombre muere pero queda su obra.

NOTA. Por su extensión no hemos publicado el apéndice documental que puede consultarse libremente poniéndose en contacto a través de nuestras direcciones.

Sep 192013
 

Laureano Becerra Noriega.

Junto a su encanto, guardan nuestros pueblos una gran cantidad de valores histórico-artísticos tal, que aún esa nueva legión de investigadores modestos y localistas que recientemente vienen prodigando la sencilla y callada tarea, resultan demasiado pocos para conseguir que no desaparezcan esas frágiles reliquias por la incuria de los tiempos.

Y no es otra mi intención al participar una vez más en estos coloquios históricos de Extremadura, venturosamente ya en su décima edición, que la de dar no sólo a conocer una de esas obras a la que estoy seguro merece la pena prestar atención, sino la de aprovechar este momento tan especial por las personalidades que aquí concurren, a fin de rogarles tomen cartas en el asunto y se interesen por ella.

Se encuentra en mi pueblo, Feria, esa pequeña pero al mismo tiempo gran villa que duerme a la sombra de su roque­ro castillo, descansando de la tan movida época de su juventud en que aún daba su nombre a las más linajudas fa­milias, arcos y monumentos romanos, Condado y Ducado.

En su iglesia parroquial, dedicada a San Bartolomé, edi­ficio de una sola nave con bóvedas de crucería de finales del siglo XV, en el presbiterio, sobre la pared del lado de la epístola, y a la espera tan sólo de una delicada lim­pieza, aguarda nuestra mirada desde hace doscientos sesenta y un años un cuadro.

La obra a la que me refiero tiene unas dimensiones de: 2,50 x 4,50 metros, está, demostrado que es una pintura al ó­leo y se encuentra únicamente al descubierto el ángulo su­perior izquierdo que deja ver a San Bartolomé, de pie, con los brazos abiertos y la venerable cabeza en éxtasis . En esta pintura visible, lo mismo las carnes que los vestidos y fondos, son de gran calidad de cierto em­paste y buen color.

E1 resto de la obra se encuentra blanqueado, por lo que no puede apreciarse el conjunto artístico más al creer de algunos entendidos parece referirse a cierta escena del apóstol en Etiopía donde según el historiador Só­crates viajó para llevar el Evangelio.

Desde el mismo día de su descubrimiento, feliz coin­cidencia que fuese precisamente el día 24 festividad de San Bartolomé, no se ha dejado de investigar sobre tal obra desde el sitio que cada hijo del pueblo ocupa.

Y fue precisamente D. Carmelo Solí Rodríguez el primero que nos dio una pista. Recordaba, nos dijo que algo había leído sobre un cuadro de San Bartolomé en sus investigaciones por archivos para aquel trabajo sobre los órganos en Extremadura…

Afortunadamente algunos libros de fábrica aún pueden leerse, y un grupo de esos modestos investigadores lo­calistas se pusieron tras la aprobación del Párroco, D. Pedro, a leer lo posible al objeto de dar con el origen de aquel hallazgo.

Así en el libro de fábrica que data del año 1708, leímos:

 

“En la villa de Feria a cinco días del mes de junio de mil setecientos y veinte y uno. el Señor Don PEDRO LEON Y CAR­VAJAL, Visitador General del Obispado, hizo comparecer ante si a Don DIEGO DE VILLALOBOS Y BOTAFOGO cura de la Parroquia de esta villa y mayordomo de la fabrica de ella para que diese la cuenta de su mayordomía desde el veintidós de no­viembre de 1718 hasta finales de diciembre de 1720, el cual estando presente la dio y se le formó con cargo y data en la manera siguiente…”.

 

Se encuentran a continuación citados interesantes cargos entre los que merecen ser citados, los:

 

“- Ocho mil ciento treinta reales que se impusieron a censo sobre las rentas de la fábrica para dorar el retablo.

– Ciento cincuenta reales que se dieron a los doradores y pintor en diligencia, para comer, según el ajuste dado.

– Setecientos nueve reales que pagó a Miguel Muñoz y com­pañeros albañiles por blanquear la iglesia, sacristía, capilla del batisterio, coro, correr los tejados, solar de la iglesia, estucar el cuadro, poner otro y rejas del altar mayor.

– Ochocientos y diez y nueve reales que se pagó a Francia Ramírez Gordillo, rejero de Zafra, por la varandilla que hizo para el altar mayor donde se canta la epístola y el evangelio”.

 

Y por fin, casi a punto de perderse su lectura, podemos leer aún a pesar de la nitidez de las letras.

 

“- Un mil y quinientos y noventa reales que pago a DON FRANCISCO DOMINGUEZ, maestro de pintor, por doscientos y doce días que se ocupó en pintar el retablo y el cuadro de San Bartolomé que está en el lado de la epístola, a razón de siete reales y medio cada día.

-Item. Setenta y cuatro reales que importaron los colores que compró para la pintura del cuadro”.

 

Puestos al habla con la Biblioteca de la Fundación Universitaria Española, se consultó el Diccionario Histórico de Ceán Bermúdez, Viñaza y Veneci, se consultaron trabajos de Navarro del Castillo, Covarsí, Ponz, Vivas Tevero, siendo inútil toda búsqueda por encontrar más datos sobre el au­tor de la referida obra.

De todas maneras, y como decía al principio, no quiero desaprovechar esta ocasión para solicitar ayuda a fin de descubrir por completo la obra, y no es que las autoridades no se hayan interesado, pues desde el Sr. Presidente de la Diputación, el Sr. Delegado de Cultura, pasando por D. Pedro           García Moya, restaurador del Castillo, el Sr. Llopás, restaurador del retablo de Tentudía hasta llegar al res­taurador oficial el Sr. Fernández Moreno, el cual hasta hizo ciertas declaraciones en la prensa diciendo acometería la empresa, todos se han preocupado pero sigue siendo cierto que mientras nuestros más expresivos conjuntos y monumentos están siendo objeto de una bien cuidada y artística restauración, no es menos cierto que junto a estas excepciones produce rabia tener que decir que son numerosos los que se encuentran en un estado de abandono tal que de seguir así muchos de ellos desaparecerán, y con ellos algunos de nuestros pueblos sólo podrán guardar el sabor de su encanto pueblerino, su olor a era y a mosto, poco más.

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Oct 011980
 

ABAD PÉREZ, Antolin
«UN EXTREMEÑO DESCONOCIDO, FR. BALTASAR DE HERRERA, ESCRITOR EN TAGALO Y OBISPO DE CAMARINES»

Hijo del bien ponderado convento agustino de Salamanca, con ansias de apostolado pasó pronto a América, de donde hizo tránsito a Filipinas en 1635; pero llegaba ya con fama de buen orador por su gracia en el decir y exponer. Allí, en la perla del Mar de Oriente, como la cantó el poeta, engrandeció su fama y su capacidad de trabajo, su amor a las almas y su entrega al estudio, que dieron fruto en sus libros de Sermones en tagalo en su doble vertiente de «panegíricos» y «morales». Los superiores de su Provincia del Stmo. Nombre de Jesús le ocuparon en la doctrina de los tagalos y así sirvió las parroquias de Sala (1644), Quingua (1645), Tanoan (1647), Calumpit (1650) y hasta la de Parañaque en 1653. Tres años más tarde fue electo Definidor provincial y en 1656, tal vez llevado del deseo de vida más reformada y estricta, vistió el hábito en la Provincia franciscana de San Gregorio. En ella lucieron aún más sus talentos, porque dos veces fue Definidor provincial, Guardián de Manila y hasta Comisario Visitador de la Provincia; pero entonces fue presentado para Obispo de la Nueva Segovia y antes de tomar posesión de su sede, trasladado a la de Camarines, de la que tomó posesión por intermedio del P. Pedro de Espallargas, según los documentos que acompañamos. Enfermo, no llegó a su Diócesis y murió santamente en San Francisco de Manila en 2 de septiembre de 1675.

Treinta y cuatro años fue religioso agustino; dieciséis, franciscano y cuarenta años vivió en tierras filipinas. Para su patria chica ?Alburquerque (Badajoz)? siempre será un legitimo orgullo y para las letras filipinas timbre de honor y gloria del bien decir.

ALVAREZ LENCERO, Luis
«VIVENCIAS DEL POETA MONTERREY»

Yo quiero traer aquí, a este Trujillo en el que hasta las piedras se humanizan, el recuerdo de un gran poeta extremeño, Manuel Monterrey, que fue todo humanidad, y que lo mismo que fue relojero de oficio y poeta de vocación, fue sincronizador de unas tertulias literarias de ambiente familiar en las que aprendimos muchas cosas de él los que empezábamos a escribir versos por entonces. Por aquél su hogar pacense pasamos Eladia Morillo Velarde, su esposo y también poeta Hugo Emilio Pedemonte, Delgado Valhondo, Manuel Pacheco… Dentro de las peculiaridades personales de cada cual, Manuel Monterrey fue el aglutinador de una época de versos badajocenses que quedarán en el recuerdo de cuantos le conocimos.

Andador de cien caminos ?Monterrey vendía sus relojes por los pueblos? se encontró una vez con don Antonio Machado, al que pidió que le dedicara una de las obras machadianas que Monterrey llevaba en el bolsillo. Se extrañó Machado del fervor del viajante de relojes hacia su obra y después de hablar con él le preguntó si él también era poeta… Monterrey, humildemente, lo negó.

Y, sin embargo, lo era. Y muy bueno. Veamos unos versos suyos: «Un impulso sentí, mas fui cobarde / para extinguir de un golpe mis dolores: / ¡arrancarlos del pecho aquella tarde! / Mas si me quedo sin la roja estrella, / ¿Quién la hubiera arropado con las flores? / ¿Quién hubiera pedido a Dios por ella? / »…

ANDRÉS MARTÍN, Melquíades
«RUTA EXTREMEÑA DE LA ESPIRITUALIDAD FRANCISCANA EN EL SIGLO XVI»

ARROYO MATEOS, Juan Francisco
«COSA FÁCIL QUE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA ENSEÑO COMO REMEDIO DE TODOS LOS MALES»

Este trabajo, que es un producto de investigación, empieza por dar unas cuantas nociones biográficas del Patrón de Extremadura, deteniéndose en ofrecer algunos interesantes pormenores, como el que su nombre de pila fue Alonso; que fue en el convento de los Majarretes donde tomó y desde donde fue ya conocido como Pedro de Alcántara; y que casi todas las grandezas de este Santo estribaron primordialmente en su profundo antiarrianismo. Por último se expone meridianamente con palabras del mismo Santo Alcantarino, y cierto suceso milagroso acaecido durante su vida, cuál es esa cosa u obra fácil mediante la que, según él aseguró, nos podemos librar de todos los males, excepto de aquello en que el mal estarla en no sufrirlos, por ser necesarias cruces permitidas por el Altísimo, que no suelen faltar a ninguno.

«PROMESAS DEL SEÑOR A LOS DEVOTOS DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA»

Basándose en lo que fue revelado por Dios a Santa Teresa de Jesús, el autor de este trabajo investigativo descifra o desvela diez estupendas promesas divinas de las que se pueden hacer dignos los verdaderos devotos del Patrón Extremeño. Abreviándolas, son las siguientes: Merecerán ser socorridos con todo género de bienes; obtendrán pronta y perfecta salud en sus enfermedades; gozarán de una especial protección en todos los peligros; vencerán sus vicios y arribarán a una elevadísima santidad; alcanzarán el don de la santa castidad; lograrán la conversión y salvación de cualquier pecador; tendrán la dicha de recibir bien los últimos sacramentos; serán preservados de ir al Purgatorio; disfrutarán de una gran gloria en el Cielo; y no se verán privados de ninguna otra gracia que pidan para si mismos, para su familia y otros prójimos. Pero, ¿qué actos de devoción y de qué manera se deben realizar para conseguir todo esto? También a esta pregunta se responde muy claramente, y hasta con ejemplos enormemente probativos.

BASANTA BARRO, José María
«LOS CORRESPONSALES DE REYES HUERTAS» (NOTICIA DEL ARCHIVO)

En la ordenación del archivo familiar se ha adoptado un criterio rígidamente cronológico, tanto para los manuscritos como para las publicaciones impresas que no han formado libros. Convenientes índices alfabéticos, en los que figura la fecha de cada carta o publicación, permiten hacer la búsqueda fácil en cualquier caso.
Esta comunicación da cuenta sucinta del archivo literario y más pormenorizada de la correspondencia conservada, más de mil cartas. No es estrictamente una correspondencia literaria y, sin embargo, abundan en ella los juicios sobre la obra del autor, hasta el punto de poder componer su figura con párrafos que enjuician los géneros literarios que ha cultivado, entre los que la novela es sólo una parte; pero tan variada que, para emitir un juicio honrado sobre el escritor, hay que considerarla en conjunto. Esto parece desprenderse de los juicios apasionados de sus corresponsales.

«GABRIEL Y GALÁN EN GALICIA»

La estancia en Madrid, como alumno de la Escuela Normal Central, rodeó al poeta del ambiente propicio para familiarizarse con el ser de Galicia. Aquel entorno que componían los compañeros de estudios de origen galaico y, muy particularmente, la amistad singularísima con uno de ellos, hizo posible este viaje a Galicia. Allí le esperaba todo lo necesario, naturaleza y sentimiento, para que, ya en Frades, se encontrase a si mismo diferente.
De aquellas vivencias gallegas quedan testimonios escritos absolutamente fidedignos. Recomponer con toda la minuciosidad posible aquel tiempo e interpretar circunstancias es el objeto de esta comunicación, impulsada por el conocimiento de los lugares en que estuvo Galán, como le llamaba siempre su más Intimo amigo y el deseo de encontrar temas que, de algún modo, unan Galicia con Extremadura… y ¿por qué no decirlo? también la justificación de que suene mi acento gallego en estos coloquios…

BENITEZ FLORIANO, Santos
«LA NOBLEZA CACERENSE EN LOS DOCUMENTOS DEL ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES (1237-1493)»

Siguiendo las referencias del catálogo: «Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres», de D. Antonio Floriano, hemos confeccionado este trabajo en el que se reseñan algunas de las características y aspectos fundamentales de la nobleza cacereña en los siglos XIII al XV.
Manejamos doce documentos muy significativos, que van desde una carta abierta de Alfonso X de 12 de febrero de 1237, sobre caballeros pobres y viudas de caballeros, hasta una real provisión de los Reyes Católicos de 1 de julio de 1493, por la que se intenta frenar la práctica de ciertos vecinos de Cáceres que alegaban la condición de hijosdalgo, sin serlo, para no pagar el pecho.

BERMEJO JIMÉNEZ, Jesús
«UN CANÓNIGO SEGUNTINO EN PLASENCIA: DON SANTIAGO YAÑEZ RIAZA»

Presentamos desde una visual en cierto modo nueva y original la personalidad de D. Eladio Mozas Santamera, Fundador de las Religiosas Josefinas de la Stma. Trinidad, en Plasencia.
Son numerosos los elementos que configuran de un modo intelectual, humano y cristiano a un sabio, a un artista, a un santo, a un apóstol. La herencia psicosomática, la tierra nativa, el ambiente, la educación, las amistades y otros factores, colaboran al enriquecimiento interior y aun a la misma fisonomía exterior de la persona.

Algunos datos biográficos sobre D. Santiago Yáñez Riaza. Racionero en la Catedral de Sigüenza y traslado a la de Plasencia por concesión y nombramiento de S. M. la Reina, Isabel II. Toma posesión de esta canonjía el 1 de julio de 1857, último año del pontificado del Obispo José Ávila y Lamas, y permanece en Plasencia hasta su muerte, el 25 de abril de 1884.

Relaciones parafamiliares entre D. Santiago y D. Eladio. La experiencia del primero, su consejo, su discreta capacidad de persuasión, determinantes fuertes en momentos decisivos para el joven Eladio.

Tensión critica entre ambos, agudizada hacia 1880 y última conversación de D. Santiago. Durante muchos años su convivencia fue pacifica. Causas que originaron y agudizaron aquella situación critica. Solución no aceptable. Clarificación de la verdad y triunfo de la deseada paz para toda la familia. Conclusión.

CALERO CARRETERO, José Ángel
«AVANCE PARA EL ESTUDIO DE LA NECRÓPOLIS DE USAGRE»

CÁRCEL RAMOS, Adelardo
«OBISPOS ANDALUCES EN EXTREMADURA Y EXTREMEÑOS EN ANDALUCÍA (SIGLOS XIX-XX)»

D. Diego Mariano Alguacil Rodríguez, nacido en Córdoba, obispo de Badajoz, Vitoria y Cartagena (1858-1884).
D. Francisco Cavero Tormo, nacido en Murcia, obispo de Coria (1884-1849). D. Enrique Delgado Gómez, nacido en Valverde de la Serena (Badajoz), obispo de Almería y arzobispo de Pamplona (1943-1968).
D. Jesús Domínguez Gómez, nacido en Pilas (Sevilla), 1977 obispo de Coria. D. Manuel Fernández-Conde y García del Rebollar, nacido en Puertollano (Ciudad Real), obispo de Córdoba (1959-1970).
D. Gregorio María López Zaragoza, nacido en Villacañas (Toledo), obispo de Plasencia (1863-1869).
D. Fr. Diego de Melo y Portugal, nacido en Badajoz, obispo de Osma y Jaén (1798-1816). D. Ramón Montero, nacido en Fuencarral (Madrid), obispo de Coria y arzobispo de Burgos (1830-1848).
D. Antonio Montero Moreno, nacido en Churriana de la Vega (Granada), obispo auxiliar de Sevilla y de Badajoz (1969-1980).
D. Fr. Pedro Núñez Pernia, nacido en Benavente (Zamora), obispo de Coria (1879-1884). D. Esteban José Pérez Fernández, nacido en Jorairatar (Granada), obispo de Coria y Málaga (1865-1878).
D. Ramón Pérez Rodríguez, nacido en Mecina Fondález (Granada), obispo de Badajoz, Sión y Cádiz (1921-1937). Patriarca de las Indias. D. Fr. Antonio Ma Sánchez-Cid Carrascal, nacido en Fregenal de la Sierra (Badajoz), obispo de Coria (1852-1878).
D. Félix Soto y Mancera, nacido en Zafra (Badajoz), obispo de Badajoz (1904-1910). D. Marcelo Spinola Maestre, nacido en Isla de San Fernando (Cádiz), obispo auxiliar de Sevilla, Coria y Málaga y cardenal arzobispo de Sevilla (1880-1906). D. Manuel de Torres Torres, nacido en Córdoba, obispo de Plasencia (1913-1915).

CARRASCO MONTERO, Gregorio
«EL TORO DE SAN MARCOS DE BROZAS»

El ser humano siempre busca, aunque sea por caminos equivocados, el contacto con lo divino. Por eso muchas graves dificultades tuvo el cristianismo para penetrar en diversas culturas y transformar los distintos ambientes. «El cristianismo se apoya, donde y en lo que puede, en elementos aceptables del paganismo». Y los eleva de plano y categoría.

El toro, bus taurus primigenius, tiene mucha geografía, abarca parte de la historia, entra en el arte, contacta con la religión o con sus linderos. Príncipe de la fauna ibérica se convirtió en dueño y señor de dehesas y pastizales y hasta de la misma conciencia nacional.
.En Extremadura, polarizado en Brozas, existió un rito o culto religioso folklórico en el que el toro era pieza importante y base de la fiesta: El Toro de San Marcos .El Evangelista, sus Letanías Mayores y las Rubigalias Romanas. Importancia del Santo en el calendario festivo español. Sacerdote, Eucaristía y Toro ¿Divinidad? Teólogos tratan del Toro de San Marcos de Brozas. Cronistas y crónicas de los ss. XVI y XVII. Algunos lo ven como milagro y otros inician la critica. El P. Feijoo destaca por su estudio, averiguación de datos y critica. Detrás de todo esto ¿no habrá algo por lo que se pudiera haber considerado al toro como Dios de la Fertilidad?

Explicaciones posibles de la mansedumbre de la bestia en procesión y misa. Parece que después de condenada un obispo de Coria autorizó la fiesta con una condición. Condenación por diversas autoridades. Conclusión y pistas para una profunda investigación que ofrece Caro Baroja.

DÍAZ DÍAZ, Antonio Ventura
«EDUARDO LOZANO Y PONCE DE LEÓN»

Científico y altruista extremeño, olvidado por muchos, nacido en Campanario en 1844. Fue catedrático de las Universidades de Madrid y de Barcelona. En la pasada primavera se le hizo un homenaje en Madrid y se inauguró un monumento en una plaza que lleva su nombre.

DÍAZ TORTONDA, Coronada
«BIOBIBLIOGRAFIA DE ESCRITORES DE VILLAFRANCA DE LOS BARROS»

«JOSÉ DE ESPRONCEDA Y CAROLINA CORONADO EN LA BIBLIOTECA SANTA ANA DE ALMENDRALEJO»

DIEGUEZ LUENGO, Ellas
«UN PUEBLO EXTREMEÑO: VALENCIA DE ALCÁNTARA»

Para la futura formación del Catálogo Monumental de Extremadura, presentamos un estudio, con proyección de diapositivas en color, de los variados aspectos de Valencia de Alcántara: Prehistóricos, históricos, geográficos, monumentales, ecológicos, socio-económicos, artísticos, turísticos, gastronómicos, folclóricos, etc. etc., como una muestra de lo que creemos podría hacerse en todos los pueblos extremeños.

DOMEÑE SÁNCHEZ, Domingo
«LA JUNTA REVOLUCIONARIA DE 1868 EN VILLAMIEL (CÁCERES)»

DOMÍNGUEZ MORENO, José María
«LA SERRANA DE LA VERA: UN GENIO MITOLÓGICO TROGLODITA»

Siguiendo un método etnohistórico-comparativo analizo el fenómeno de la Serrana de la Vera, disintiendo de los planteamientos de escritores y eruditos que, a partir de la literatura dramática, ven en ella a un personaje histórico con unas características a destacar sobre sus contemporáneos. Discrepando de la concepción evehemerista, me inclino a aceptarla como un ser mitológico entroncado en el pensamiento animista indoeuropeo. La Serrana de la Vera, en todas sus variantes de dentro y fuera de Garganta la Olla, no es otra cosa que una personificación o símbolo de la Tierra, como se desprende de la dominación que ejerce sobre las fuerzas telúricas y de su identificación con los fenómenos supuestamente venidos del interior del planeta. Su paralelismo con Mari, las lamias, la encentra, la encanta y otros seres míticos del área céltica, así como sus propios atributos, hace que encontremos en la Serrana a una deidad que resultará indispensable para un mayor conocimiento de la religión prerromana en el espacio geográfico que hoy ocupa la Alta Extremadura.

ENCOMIENDA, Marqués de la
«AVANCE PARA UNA BIOBIBLIOGRAFIA DE ESCRITORES EXTREMEÑOS»

FERNANDEZ SÁNCHEZ, Teodoro
«¡MARCHEMOS SOBRE MADRID!»

FERNANDEZ SERRANO, Francisco
«LOS OBISPOS DE PLASENCIA EN LA ENCICLOPEDIA ESPASA Y EN EL DICCIONARIO DE HISTORIA ECLESIÁSTICA DE ESPAÑA»

«FUENTES BIBLIOGRÁFICAS EN «DATOS PARA LA HISTORIA ARTÍSTICA CACEREÑA»

GARCIA-MURGA ALCÁNTARA, Juan
«APUNTES SOBRE DECORACIONES PLATERESCO-RENACENTISTAS EN LA PROVINCIA DE BADAJOZ»

El plateresco en la provincia de Badajoz destaca por numerosos monumentos dignos de ser agrupados y estudiados en conjunto, destacando el carácter suntuoso y la gran riqueza de sus motivos decorativos, puestos de manifiesto de forma especial en esta comunicación.

Las fuentes para el estudio de las obras artísticas de esta época son problemáticas, dada la ausencia bastante frecuente de documentación «in situ», y la consiguiente dificultad para comprender los motivos que llevarían a la realización de estas muestras tan destacadas del arte del siglo XVI español; en el estudio de estas obras, la decoración aparece como uno de los elementos más complejos y de difícil interpretación, por proceder los motivos de repertorios o tratados arquitectónicos que no tenían mucho que ver con la realidad del lugar donde se ubicaba la obra arquitectónica.

En el caso de la región extremeña, se ignora de forma general, hasta en las historias del arte más completas en ocasiones, la existencia de importantísimas muestras del estilo plateresco, obras cuya debida valoración únicamente acarrearla beneficios a nuestra tierra, al aumentar de modo importante su tesoro cultural, con hitos como los majestuosos edificios gótico-renacentistas de las iglesias de Guareña, Fuente del Maestre, Almendralejo… El estudio decorativo de estas obras arquitectónicas supone para el investigador un continuo descubrimiento de bellezas ignoradas y posibilidades de exploración y debida puesta en valor.

GÓMEZ Y GÓMEZ, José
«EL ESTUDIO TALLER DE CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE ARTE ANTIGUO EN TRUJILLO»

Su puesta en marcha a partir del cursillo organizado por el Secretariado Nacional de Liturgia y Arte Sacro. Ideales hechos realidad por la colaboración de la Hermandad Virgen de la Victoria y el Excmo. Ayuntamiento. Sus frutos a lo largo del pasado curso 1979-80 por la actividad ilusionada de un grupo sensibilizado. Síntesis de procedimientos seguidos en las restauraciones realizadas y su exposición con diapositivas a color.

GÓMEZ GUILLÉN, Román
«LA ORQUESTA DE LA CAPILLA DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE PLASENCIA EN TRUJILLO CON MOTIVO DE LA VISITA HECHA A LA CIUDAD POR EL REY CARLOS IV EN 1796»

GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, Vicente
«CUATRO EXTREMEÑOS EN LA HISTORIA DE ESPAÑA CONTEMPORÁNEA»

Extremadura, cuna de soldados, caballeros, conquistadores, grandes maestros de órdenes militares, guerrilleros, santos, ascetas, jurisconsultos, filósofos, estadistas, políticos, teólogos, diplomáticos, artistas, gramáticos, polígrafos, magnates,… tierra dadivosa en esfuerzos y hombres, siempre ha tenido en el curso de los aconteceres históricos una significación apenas valorada en su verdadera magnitud y trascendencia.

El autor del trabajo enunciado ha querido, por ello, en breves semblanzas recordar la presencia de cuatro extremeños ilustres, entre otros no menos insignes y queridos, en el Gobierno y la política nacional, regional y local por sus ideales y preocupaciones en favor de España, de Extremadura, de Cáceres. Don Diego Muñoz Torrero, padre de la Constitución de 1812; Don Álvaro Gómez Becerra, Corregidor de Cáceres, Ministro, miembro del Gabinete de Regencia de Isabel II; Don Antonio Silva Núñez, Alcalde, adelantado en las relaciones con Portugal; Don León Leal Ramos, jurista, luchador y propagandista social, defensor de la Región Extremeña. Cuatro nombres, de cuatro personalidades pertenecientes a la Historia de España contemporánea que son lección, ejemplo y estimulo para toda la comunidad nacional.

GONZÁLEZ RAMOS, Vicente
«ALGUNAS CITAS SOBRE FRAY VICENTE DE VALVERDE Y LA VINDICACIÓN DEL MISMO POR EL P. MANUEL I. HERNÁNDEZ, O.P.»

Vindicar a Fray Vicente de Valverde equivale a defender a la Iglesia y a España en uno de sus hijos más preclaros. En este modesto trabajo se ofrecen unas citas sobre la actuación del conocido dominico antes de la batalla de Cajamarca. Las citas están tomadas del «Manual de Historia de España» (duodécima edición) de don Pedro Aguado Bleye; de «Francisco Pizarro (Colección Hijos Ilustres de España) del Rvdo. Sr. D. Juan Tena Fernández; de la «Vida de Francisco Pizarro», de Manuel José Quintana; de «Los Conquistadores Españolas», de F. A. Kirpatrick y de «Tres testigos de la Conquista del Perú», del Conde de Canilleros.

Luego se hace un resumen del folleto «Vindicación de Fray Vicente de Valverde, Primer Obispo y Mártir del Perú. Trabajo Histórico presentado al Concurso abierto por el Ateneo de la Juventud. Arequipa, 20 de Julio de 1926», del que es autor el P. Manuel I. Hernández, O. P. Está impreso en 1927 en la Imprenta Herder y Cía. Friburgo de Brisgovía (Alemania).

Precedido de una introducción de S. Hermoza S. titulada «Dos palabras», se trata de un interesante folleto de veinte páginas, con algunas ilustraciones. Su autor, refutando las diatribas del Dr. Legula y Martínez, aduce textos de Francisco de Jerez, Pedro Pizarro, Hernando Pizarro, Garcilaso de la Vega, el P. Remesal, Pedro Sancho, Fernández de Oviedo y Manuel de Mendiburu.

GUERIN BETTS, Patricio
«REMEMBRANZA DEL OBISPO RIBERA»

GUTIÉRREZ MACIAS, Valeriano
«SIGUIENDO LAS HUELLAS DE ASENSIO VEGA»

«HERRERA DE ALCÁNTARA, AVANZADA DE ESPAÑA EN PORTUGAL»

HERNÁNDEZ GARCÍA, Vicente
«ALMARAZ. UNA VILLA CON HISTORIA»

LOZANO RAMOS, José
«HISTORIA DEL FÚTBOL EN TRUJILLO»

La primera documentación que existe de un partido de fútbol jugado en Trujillo es el 27 de julio de 1907 en el campo de El Lancharejo,.entre el «Invencible» y el «Trujillo». La primera crónica es del 16 de septiembre de 1910, referente a un partido jugado entre el «Reina Victoria» y el «Juventud Trujillana» en la Plaza de Toros.

Ya a nivel nacional, don Julián García de Guadiana fundó el «Trujillo F. C.», jugando en Tercera División, 6° Grupo, en las temporadas 1943-44 y 1944-45. Para que no faltara nada, el poeta «Goro» regaló un himno al equipo el 1 de abril de 1943.

Este sueño termina con un hecho digamos nacional, ya que el «Trujillo F. C.» es el primer equipo de categoría nacional que es expulsado de la Federación al faltar a uno de los tres últimos partidos de la Liga, en carta de 19 de julio de 1945 y ratificada en carta del 30 de julio de 1945, además de ser obligado a pagar al «Toledo C. F.» la cantidad de 1.318,60 pesetas.

Ya de tiempos más modernos he recopilado Campeonatos, Directivas, Jugadores, entrenadores, etc., para recuerdo de la afición de la ciudad.

LUENGO BLAZQUEZ, José
«BREVE BIOGRAFÍA DE UN POETA EXTREMEÑO: MANUEL GÓMEZ SÁNCHEZ»

Continuando con mi trabajo presentado en la edición anterior de estos Coloquios, sobre la «Poesía Trujillana», en esta ocasión he optado por presentar la biografía de uno de estos poetas, un poco olvidados en los últimos cuarenta anos, victima del olvido a que han sido relegados todos aquellos que no comulgaban con las ideas franquistas. Este es Manuel Gómez Sánchez.

Natural del cercano pueblo de Madroñera, se traslada aun siendo joven a nuestra ciudad, donde se instala como industrial creando el ultramarino «La Idea». De ideales republicanos, no por ello dejan ni él ni su familia sus deberes religiosos, a los cuales siempre tuvo por encima de cualquier ideal. Tal fue su cariño al pueblo de Trujillo, que al estallar la República, ya era alcalde de esta ciudad.

Hombre muy relacionado con los escritores de su época, estuvo en contacto con algunos como don Juan Tena, Luis Chamizo, Goro, etc.

Al poco tiempo de estallar la guerra de 1936, como consecuencia de las envidias de los que se llamaron amigos suyos, cuyos nombres no viene a lugar citarlos, es sacado el 25 de agosto de 1936 a «paseo», siendo asesinado en uno de los campos próximos a la ciudad, dejando esposa, que al poco tiempo morirla, y tres hijos.

MARTÍN DE HIJAS Y LUENGO, Eduardo
«ENIGMAS DE LA PUEBLA DE NANCIADOS: ¿HUBO MINAS DE COBRE EN SU TERRITORIO?»

La toponimia de La Puebla contiene algunas palabras que, unidas a otras circunstancias concordantes, inducen a pensar razonadamente en la existencia de unas minas de cobre dentro de su territorio. Así las palabras Berceluño y Cardenilla, nombre de unas extensas dehesas del término municipal de El Gordo en la actualidad. Ni Berceñuño ni Berceluño vienen en el Diccionario. La terminación «uño», como «oso», es frecuente en la comarca. Las palabras que más se le parecen son bercelina y bercelita. Bercelina es el seleniuro de cobre; bercelita, sustancia mineral que raya el vidrio y chispea con el eslabón. Cardenillo es el nombre vulgar del subacetato de cobre y también pasta de color verde azulado que resulta de la combinación del cobre con otras sustancias, especialmente con los ácidos. También la palabra «Baftueco», nombre de otra dehesa, pudiera estar en relación con las minas. Pero es que da la coincidencia de que también en Candeleda, la villa hermana de La Puebla, existe otro Cardenillo, y sabida es la importancia metalúrgica de esta villa dentro de las «terrerías» de Avila. ¿No pudiera ser precisamente la existencia de estas minas la causa de esta unión y paralelismo histórico? ¿De dónde la importancia de aquella famosa «carrera de La Puebla» que unía a ambas villas? ¿No nos dice nada ese «vado de las carretas» que todavía se con-. serva en el Tiétar? ¿Por qué ese pleito del Monasterio de Guadalupe con el III Conde de Miranda por la posesión de Berceluño? ¿Extraerla de aquí el cobre para la fabricación de los objetos de este metal, que tanta fama adquirieron?

Hablaremos también de otros centros mineros de la zona, para que no nos parezca extraña la existencia de estas minas. Y de cómo pudiera estar aquí la clave de la importancia de La Puebla desde la época romana, produciendo el agotamiento de sus filones el decaimiento de la villa que, al concurrir con otras causas que otro año estudiaremos, produjeron la desaparición definitiva de tan histórica villa.

MARTÍN VIZCAÍNO, José
«EL EMPERADOR CARLOS EN LA VERA DE PLASENCIA»

El Señor de dos mundos, que recorrió todos los caminos y vio todos sus recodos, quiso escoger para su descanso el edén de La Vera de Plasencia, ese trozo extremeño de exuberante vegetación y con música propia: el agua.

Sus alegres, pequeñas y múltiples cascadas se despeñan, discurren y remansan en Yuste, como si les hubiesen encomendado la misión de recordar a este hombre, que hizo bien a España cual ninguno, los canales que le vieran nacer, en Gante, aunque aquellas aguas sean menos cristalinas, menos azules.

¡Qué grato es a un anciano recordar tiempos pasados! Recordar… No gustó en su existencia este placer Carlos V, no tuvo tiempo. Ahora, en cambio, se puede resarcir.

Recordar… Un amor fugaz y sin raíces, una figura gloriosa de la Historia de España. Es la herida al santo recuerdo del amor, del gran amor de su vida, y que tal vez, en desagravio de la misma, no besa al niño cuando le recibe.

Recordar… Su madre, que le obsesionaba, y que desde las regiones en que todos aman y no hay demencias ni dolor, le dirigía la palabra.

Recordar… Sus huestes, sus incomparables soldados extremeños, hombres de gran valor, corazón y audacia, que le regalaron más tierras que las que él habla heredado de sus abuelos. Justa retribución que eligiese la tierra de ellos para morir.

Recordar… Sus pocos amigos verdaderos: Don Luis Quijada, Borja el santo, Zúñiga el placentino. Sus enemigos: Los Comuneros, Lulero, Mediéis, los príncipes protestantes, Francisco el desagradecido.

Recordar es volver a vivir, si, pero con distinta vida. Bien lo supo Carlos. Sus adversarios ya no podían agraviarle el alma. Su recordar era tranquilo como los campos bellísimos que le rodeaban. La candela de la muerte, que tenia próxima a su mano, habla transformado con su agonizante luz todas las cosas, las habla tornado de diferente color.

MEMBRILLO MORENO, Isidro
«NOTAS SOBRE UNA TUMBA DE ÉPOCA VISIGODA EN MERIDA»

MORALES Y MARÍN, José Luis
«TIMOTEO PÉREZ, UN PINTOR DE OLIVA DE LA FRONTERA MODERNO»

MORENO LÁZARO, Juan
«BREVE NOTICIA DE ALGUNOS LIBROS SOBRE TRUJILLO DE RECIENTE PUBLICACIÓN»

HAIM BEINART. «TRUJILLO» (A Jewish Community in Extremadura on the Eve of the Expulsión from Spain). Híspanla Judaica. The Hebrew University. Jerusalem, 1980.
RUBIO MASA. Juan Carlos. «TRUJILLO». Ed. Everest. 1980. 144 páginas en 17 x 12. Plano de Trujillo. Mapa provincial. Magnificas fotos actuales.

MORILLO-VELARDE GÓMEZ, Pedro
«NOTICIA SOBRE UN LIBRO DE VISITACIÓN DE LA ORDEN DE ALCÁNTARA»

Fue en el año 1595 cuando el Comendador de la Orden de Alcántara Don Juan Rodríguez de Villafuerte realizó una visita canónica a las villas de Campanario y Quintana de la Serena, asi como a la aldea de La Guarda.

La visita quedó minuciosamente reflejada en un manuscrito de más de ochocientos folios que ha sido quemado en la pasada contienda civil española. En esta comunicación se da cuenta de la existencia de una copia parcial de este documento, que actualmente estudia el Fondo Cultural Valeria, creado recientemente en Campanario y que se propone publicarla cuando sea interpretada en todas sus dimensiones la vida de aquellos años en los núcleos de población descritos con tanta riqueza de pormenores.

MUÑIZ SÁNCHEZ, Antonio
«GRANDEZA Y MISERIA DE LA TIERRA» (ENTRE TAJO Y GUADIANA)

MURILLO DE QUIROS, María
«ERRORES DEL ESPASA SOBRE UN POETA TRUJILLANO Y PETICIÓN DE LA REEDICIÓN DE SU OBRA»

Martín de Centenera o Martín del Barco Centenera o Martín Barco de Centenera, que de las tres formas se firmó, era un clérigo natural de Logrosán, nacido en 1544 que marchó a las Indias y allí fue Arcediano de Asunción y defensor de los Indios.

Le denomina «poeta trujillano», otro poeta, que con algunos más le dedican varios sonetos a modo de prólogo en su obra «Argentina», poema que canta las bellezas del Nuevo mundo;, pero empieza recordando a su querida Extremadura bella, habla de Mérida, de Plasencia y de Trujillo y su prehistoria, de la que cuenta cosas peregrinas.

En el nombre de este poema se inspiraron para denominar a la actual República Argentina.

Esto no es nada nuevo y lo sabemos muchos, pero lo sorprendente es que el Diccionario Espasa lo ignora, ya que en alguna de sus ediciones dice que Martín del Barco Centenera nació en Logroño y en otras más modernas, que «nació en Gnessa, cerca de Trujillo», siendo tan falso lo uno como lo otro.

Podría hacer un largo trabajo sobre este conquistador y poeta, y su azarosa vida ya que tengo más de ochenta folios fotocopiados de trabajos suyos o que se refieren a él, sacados del Archivo General de Indias; pero considero más importante rogar a los señores componentes de estos Coloquios que desde aquí nos dirijamos al Diccionario Espasa para que en el primer apéndice corrija los errores sobre el lugar de nacimiento de Martín Barco de Centenera, haciendo constar que también firmó Martín de Centenera y además conseguir que se haga para Extremadura un facsímil de la primera edición del poema «Argentina», del que existe un ejemplar en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid y del que se han hecho ediciones para la República Argentina.

«EPISODIO ACAECIDO EN UN PUEBLO DE LA COMARCA TRUJILLANA PROTAGONIZADO POR SUS MUJERES»

En Torrecillas de la Tiesa tuvo lugar a principios de siglo un episodio digno de ser mencionado.

En la finca denominada «Los Baldíos», propiedad de la familia Flores, que llega muy cerca del pueblo, existe un arroyo y en éste, un charco con buen manantial. Desde tiempo inmemorial, la mayoría de las mujeres del pueblo iban a lavar allí la ropa, por la cercanía y las bondades del agua, denominando al manantial el «Charco Lavandero».

Murió el dueño de la finca y al pasar a los herederos, que no vivían en Torrecilla, se dieron cuenta de que era un gran perjuicio para los ganados que el agua fuera enjabonada y sucia. Se consideraron con derecho a prohibir la entrada a las lavanderas, muraron la finca y pusieron un guarda junto al charco. Un albañil levantaba el muro de día y las mujeres lo calan de noche y al guarda le acobardaron y dejó la guardería.

Después de denuncias y juicios en el pueblo y en Trujillo, los dueños entablaron un pleito poniéndolo en manos de un letrado de Madrid de mucha fama. Al enterarse las torrecillanas de que habla venido un abogado de campanillas, recorrieron el pueblo en filas bien ordenadas, cogidas del «bracete» y cantando, acompañadas de «la tocaora» del acordeón, relatando el episodio en coplas.

El abogado vio aquellas filas nutridas de mujeres cantautoras y no quiso encargarse del asunto; hizo lo mismo que el guarda del charco, dejarlo.

Además de la mayoría de las mujeres del pueblo, los principales protagonistas fueron: los dueños de la finca, el Juez de Torrecillas, el albañil, el guarda del charco, el arrendatario de la dehesa, que estaba del lado del dueño, así como algunos testigos que fueron a declarar a Trujillo y en las coplas les sacan a relucir sus trapos sucios.

Después de mucho tiempo y muchos disgustos, los dueños hicieron lo mismo que el guarda y el abogado, dejarlo también.

Aun se cantan en Torrecillas las coplas del «Charco Lavandero» y una viejecita, que era niña cuando ocurrieron los hechos, nos ha dictado varias letras de estas coplas.

NAHARRO RIERA, Alfonso
PARRA SAPO, Eric

«A FALA DU VAL DU RIU D’AS ELLAS» (EL HABLA DEL VALLE DEL RIO ELJAS)

En plena sierra de Gata y lindando con Portugal y Salamanca, nos encontramos con una reliquia lingüística: «A tala du val du riu d’as Ellas». Son tres poblaciones cacereñas: San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno las que emplean como método de comunicación oral el mañego, lagarteiru y valverdeiru, que se corresponden al gentilicio que nada tiene que ver con su denominación en castellano.

Este fenómeno lingüístico es anterior a la Baja Edad Media y se encuentra hermanado a nivel de origen con el Gallego, Portugués, Leonés y Bable, lenguas procedentes del latín que hablaban las legiones romanas del occidente de la Citerior (de ahí viene el topónimo «León», de legión).

En este trabajo, tratamos de demostrar el origen directo de estas «talas» y no su origen portugués como otros autores han querido demostrar. El valle del río Eljas tiene una vía de penetración cultural galaica por la región bracarensis, que desde la prehistoria nos viene dando datos.

Este trabajo se lo brindamos a los filólogos hispanistas para que ellos, como profesionales, se preocupen y lo completen, por esta causa les damos la idea y les animamos a desentrañar este misterio de nuestra cultura regional de la Alta Extremadura.

NUÑEZ CHAMORRO, Manuel
«PLAZAS DE TOROS DE MERIDA»

Al tratar de hacer una recopilación de datos de fábrica y existencia de la actual Plaza de Toros de Mérida, encuentro los datos que aporto, de la primera Plaza de Toros de Mérida, ubicada aprovechando las minas entonces visibles del Teatro Romano. (Fotografía).

Igualmente aporto fotocopias de documentos, de haberse celebrado festejos en ella en 1777, de festejos en la Plaza Mayor en 1789, así como solicitud de un vecino de Mérida, para que se le adjudicasen en propiedad dichas ruinas, a cambio de la reconstrucción de la Plaza de Toros, fechada en 1851.

Siendo inseparables en España, ferias y toros, van datos de la creación, casi anecdótica, de la actual feria de Septiembre, que data nada menos que de 1195, siendo comendador de esta Villa, Don Ramiro de Fruela.

Ya en 1258, se traslada a Mérida el rey Fernando El Santo, al objeto de conocer su feria, de gran renombre.

La actual Plaza de Toros, construida mediante acciones populares, se inició en 1902 y después de una paralización de las obras desde 1904 a 1912, se inauguró en 5 de Julio de 1914.

El costo de la misma, incluido terrenos, planos facultativos por el arquitecto Don Ventura Vaca, ascendió a 277.000 pesetas.

Reformas e incidencias más notables.

Carteles feriales, con nombres de espadas y ganaderías, desde su inauguración, hasta la fecha.

PALOMO IGLESIAS, Crescendo
«DATOS PARA LA HISTORIA DE CASAR DE PALOMERO: SU INDUSTRIA Y SUS CALLES»

PASTOR SERRANO, Juan José
«EL TEMPLE ENTRE BERZOCANA Y SANTA CRUZ»

PAULE RUBIO, Ángel
«LA ACEITUNA: ECONOMÍA Y CULTURA»

Por tradición oral recogida de vivientes casi centenarios va a ser comentada una aceitunera. Recorro un camino desde que la aceituna pende del árbol hasta convertirse en el dorado liquido. Analizo sus gentes, sus comidas, su género de vida. Una ruta de lagares y descripción y estudio de uno cualquiera, ya casi perdidos en el vientre de la tierra.

PÉREZ CHISCANO, José Luis
«BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE LA BOTÁNICA EXTREMEÑA»

PÉREZ REVIRIEGO, Miguel
«1880: FREGENAL DE LA SIERRA-SEVILLA-CADIZ. PRIMERA CONFERENCIA TELEFÓNICA MUNDIAL A LARGA DISTANCIA»

Tras las primeras experiencias realizadas por Alexander Graham Bell en marzo de 1877, España acoge entusiásticamente el nuevo invento. Sabida la noticia de las transmisiones efectuadas en La Habana por la guarnición española, la Dirección de Telégrafos de Madrid pide los aparatos para iniciar los estudios correspondientes.

Entre diciembre de 1877 y febrero de 1878, son más de diez las pruebas llevadas a cabo ¿casi todas con resultado positivo? desde Madrid y Barcelona con otros puntos del país.

1880 es el año clave. Se celebra entre Bostón y Providence la primera conferencia aérea. El 19 de marzo, el filántropo extremeño D. Rodrigo Sánchez-Arjona consigue del Gobierno la debida autorización para instalar una línea telefónica de 8 km desde su casa de Fregenal a la dehesa de «Las Mimbres». Durante los días 27 y 28 de diciembre, utilizando la línea telegráfica Fregenal-Sevilla-Cádiz, mantiene la primera conferencia telefónica mundial a larga distancia. Tras el éxito, junto a su colaborador el ingeniero D. Regino Butrón, proyecta la que serla Primera Red Telefónica Extremeña. La resistencia oficial malogra el proyecto. Hubiera sido la primera red interurbana de España y quizá, de Europa.

Aun en la red inaugurada el ? de octubre de 1913, no figuran todos los pueblos extremeños incluidos en el plan Arjona-Butrón de 1880.

PRIETO AGUILAR, Dionisio
«TREINTA AÑOS DE MAGISTERIO EN LAS HURDES»

Hasta la reciente creación de la Universidad de Extremadura, la enseñanza oficial en nuestra Región tenia como meta cultural suprema los estudios de Bachillerato y los de Magisterio.

La Universidad quedaba fuera de sus fronteras y lejos de las posibilidades económicas de sus clases sociales medias.

Por la brevedad de sus años de estudio y la posibilidad de su preparación libre, la carrera del Magisterio, aparte su vertiente vocacional siempre admirable, se ofrecía como la principal puerta de salida al futuro, puesta al alcance de la mayoría de las juventudes estudiosas extremeñas, de ambos sexos.

De este largo periodo, ya histórico, que podría distinguirse por el nombre de grata resonancia «de los Maestros Nacionales», resulta imborrable ?quién olvida a su primer maestro? la venerable figura del único maestro del pueblo de nuestros años escolares, enfrentado a la ímproba labor de alfabetización y enseñanza de un censo escolar superior a cien alumnos, muy frecuente en numerosos pueblos extremeños.

Entre los recuerdos más admirativos de esta noble profesión, quisiéramos resaltar la extraordinaria y ardua labor educativa, desarrollada durante más de treinta años en el humilde entorno de pobreza y analfabetismo de Las Hurdes, por los maestros nacionales don Guillermo Díaz García y don Alejandro Arroyo Blanco.

Semejante rasgo de abnegación mantenido durante media vida, indudablemente alcanza la superior categoría de la más exigente labor de apostolado.

RODRÍGUEZ AMORES, Lorenzo
«UN PUENTE DE LA MESTA EN EL RIO RUECAS»

SÁNCHEZ PRIETO, Nicolás
«FEDERICO GONZÁLEZ PLAZA (1877-1933)» (VOCACIÓN, PERIODISMO Y ARTE AL CIEN POR CIEN)

Nace: 19-VIII-1877. Muere: 7-111-1933 (trágicamente atropellado en Madrid). Hombre-síntesis. Puede encabezar muy bien una antología de personalidades extremeñas. Por puro azar, nace en Alía (Cáceres): su padre allí maestro. Pero toda su formación, familia, estilo, buen gusto, luminosidad de alma y prácticamente toda su vida y obra llevan sello y firma guadalupense. Allí: la Misa (2-IV-1905) y el mismo día nombramiento de Coadj. de su Parroquia; sus primeros escritos en «El M. de Guadalupe», rev. fundada por otro gran sacerdote cacereño, Lorenzo L. C.; investiga tradiciones, conservación monumental (descubrió muchas de sus telas ricas); copia Zurbaranes y destaca como gran miniaturista, al hilo de los Libros Corales; «cicerone» excepcional de Unamuno, mudo ante «mi Sordito». Con calle dedicada hace años, premio de pintura a su nombre, etc. En Zarzacapilla (Badajoz), de donde fue Párroco muy querido, también calle principal (la única que la República respetó), nombramiento de hijo adoptivo con lápida-crónica (de tan grande y detallada) en mármol en la fachada del Ayuntamiento y retrato de tamaño natural, costeado por sus feligreses, en lugar destacado de la Parroquia.

«INTRODUCCIÓN APRESURADA A UNA HISTORIA MÁGICA DE EXTREMADURA»

Mi lema, preocupación: «Lo que hayamos tenido está casi perdido o muy escondido; y lo que quede, casi por descubrir y dar a conocer».

Esta es la tarea de estos Coloquios Históricos de Trujillo. Pero la Historia está coja sin la Magia, que es como su Psicología, su conciencia refleja.

En busca de nuestra identidad: historia-mito-rito (La leyenda es la poesía de todo este conjunto) ¡Y qué poco hay de esto! (citar lo poco, de ello dos o tres comunicaciones de estos Coloquios Históricos. Yo me he empeñado hasta las cejas: 25.000 fichas hasta ahora, como para 8 vols.)

SANTANNA, José Jacob
«DOS FAMILIAS DE GARCIAZ EN EL BRASIL»

SAYANS CASTAÑOS, Marceliano
«DIOS MAYA DE LA NOCHE PROAL AL FUEGO NUEVO»

En el trabajo presentado se da cuenta de un Arte que tenemos y consideramos como único, dentro de la compleja y riquísima cultura de los símbolos que conocemos pertenecientes al viejo y sabio pueblo Maya.

Pocas, muy pocas, son las artes que perteneciendo al Viejo Imperio, nos son conocidas y fueron publicadas. En nuestra Nación no sabemos haya habido hallazgos que de algún modo se puedan relacionar con el nuestro.

En nuestro amplio estudio nos extendemos señalando cuánta es nuestra extrañeza ante la multiplicación de estelas y monumentos que se elevaron en memoria de katunes, y que conocemos, mientras que vemos la gran ausencia, silencio o ignorancia , en lo referente a artes, glifos u otras documentaciones conmemorativas que aludan a una fecha tan importante como debió ser vivir la última noche del «Siglo Maya». Creemos hallarnos ante el primer «escrito», con documentación plástica, referido a ese «Final».

Esperamos que la lectura del «mecapal», de la carga calendárica que porta el dios (lectura que nos es muy fácil conseguir y de la que ahora prescindimos por motivos que quedamos explicados) corresponda a 52 años, porque razonando sobre estos supuestos hemos llamado a este ídolo «dios maya de la noche proal al fuego nuevo».

SOLANO GARCÍA, Juan
«CASA-PALACIO DE LOS SANDE EN SU SEÑORÍO DE VALDEFUENTES»

Construcción por el cantero cacereño Pedro de Marquina. Reconstrucción de la fachada por el cantero trujillano Pedro Hernández. Vicisitudes de esta construcción por el abandono en que la dejaron los marqueses de Valdefuentes y su estado actual, al convertirse en casas particulares. Restos que quedan de su antigua estructura. Posible recuperación, al menos de la fachada, por la belleza! dé su arquitectura. El Patrimonio Histórico-Artístico de la Villa de Valdefuentes.

SOLIS RODRÍGUEZ, Carmelo
«LA PINTURA DEL XVI EN TRUJILLO»

Época de singular trascendencia en la historia artística de la ciudad, la empresa arquitectónica realizada a lo largo del siglo XVI sugiere una actividad pictórica de categoría análoga. La realidad es muy otra. Trujillo no es ciudad especialmente dotada para la pintura. No obstante, las escasas obras conservadas y la abundante documentación brindan material suficiente para reconstruir el panorama pictórico trujillano en aquella época.

En el pórtico del siglo se sitúa el retablo mayor de Santa Marta, obra de Fernando Gallego y su taller, del que hacemos un breve estudio iconográfico y aportamos datos inéditos sobre las diversas reformas sufridas por este importante ejemplar hispano-flamenco.

Entre los autores activos en la ciudad destacan, los placentinos Pedro de Mata, Gregorio de Córdoba y Miguel Martínez, de cierto prestigio en las Diócesis cacereñas, asi como los trujillanos Juan Jiménez y Gabriel de Miranda y otros artistas, que no sobrepasan el nivel de doradores.

El catálogo de obras existentes es muy corto, sobresaliendo el retablo de los Santos Juanes, de escuela moraliana, en la parroquial de Santa María, y el tríptico anónimo flamenco de la iglesia de San Martín. Los frescos del Ayuntamiento Viejo y la tabla de la Asunción allí conservada componen la mejor colección de pinturas del XVI en Trujillo, en la doble vertiente de pintura mural y en tabla.

Un panorama en definitiva modesto, que parece explicar la falta de vocación pictórica como una constante en la tradición trujillana hasta nuestros días.

SOLIS SANCHEZ-ARJONA, Antonio
«Na Sa DE LA CORONADA, DE VILLAFRANCA DE LOS BARROS»

SORIA SÁNCHEZ, Valentín
«HISTORIA Y PREHISTORIA DE EXTREMADURA»

Me han presentado un hacha bifaz y un raspador de Mérida. En Carrascalejo hay tumbas excavadas. En Talarrubias se han descubierto dos paneles de pinturas rupestres. En Barcarrota ha sido hallada un hacha neolítica. En Badajoz se ha excavado un yacimiento calcolítico con cerámica decorada. En Ahigal se ha descubierto la parte trasera de un verraco ibérico. En Malpartida de Cáceres ha surgido una piedra con esta inscripción: DDS / POSVERUNT /. Pero no se trata de «Vero», como hemos visto escrito. En Zalamea se ha excavado un santuario prerromano con datos fenicios y griegos del siglo VI antes de Cristo. En Garganta hay un capitel prerromano reutilizado posteriormente. En Trujillo he visto una transcripción con esta lectura: DIAC / INARBE / BETEO / BEIABE / ARBI/. En Jarandilla he visto un molino romano y una cerámica romana con unos caracteres. Según la tesis doctoral de José María Álvarez Martínez el puente de Mérida fue el primer monumento romano emeritense. En Cuacos hay una lápida cuya traducción es: AGRIPINA, HIJA DE SEPTIMIO / SEATE LA TIERRA LEVE / AÑOS VEINTE. En Cabeza del Buey ha surgido un mármol escultura de Venus. Inscripciones recientes: En Casas del Monte: CLETO / UNDER / CIETB / VRRILO / CELTIF / EXITEST / BVRRILLI/CELTIF/. En Fuente del Maestre: DMIV/FLAVIO/OFLMA/T. Otra piedra cilíndricaa de Casas del Monte: CONSTAN / TIONOBI / LISSIMO / CAESARI / DRTI /. En Plasenzuela hay esta lápida nueva: IVL / OFRUFU / SANXLV / HSESTT / L. En Madroñera:
IOV / MOMAX / SVMOC / IVSSANI / SCLMES / VSLANI. En Garciaz: MARIVS / VDIVS / RVSTICVS / ALVS. En Mérida el año 1979 se descubrieron pinturas que pueden pertenecer a la primitiva decoración del anfiteatro romano. Se está estudiando la necrópolis visigoda de Usagre. En el muro del ábside de la iglesia de Piornal hay un crismón visigótico. En Plasenzuela en la puerta occidental de la iglesia hay capiteles visigóticos tal vez reutilizados. En una columna de Garciaz hay una inscripción NIMENIK. Entre los restos arqueológicos de Calzadilla hay un tesorillo visigodo, una pulsera y un collar de plata y una inscripción griega.

«ERMITA DE SOPETRAN EN JARANDILLA»

Doy unos datos históricos sobre la ermita de Sopetrán en Jarandilla construida en 1739. «Itten es data dos mili y siette reales de vellón que el susodicho mayordomo satisfizo a Joseph de la Yncera Velasco maestro tallista que hizo el Retablo de N.ª S.ª «lten datta ziento y noventa y zinco reales y diez maravedises que tubo de costa y pago a los carreteros que condujeron las maderas para el retablo de N.ª S.ª…» (6-111-1750). «Itten ochozientos y doze reales que ymportaron las mandas que se hizieron por llevar a N.ª S.ª en la prozesion entrarla en su Capilla y ponerla en su trono el dia que se coloco en el retablo nuevo» (2-XII-1750). «Añádanse por más cargo dozientos quarenta y dos reales y veinte maravedises que a devido cobrar de los ofertorios de N.ª S.ª de la Cocepción de los años de 46, de 47, y de 48 que estuvieron a cargo de Carlos Trialaso y se aplicaron para la obra del retablo y camarín por comisión y mandato del Sr. Visitador» (2-IX-1750). «Itten se pasan tres mili quinientos dos reales y veinte y quatro maravedises los mismos que consto haver satisfecho a Joseph Manuel de la Ynzera Velasco vezino del Barrado en quenta a lo que se le deve del retablo» (2-IX-1750). «…y mandaron se ponga por nota que lo que se deve liquido del retablo y camarin de N.ª S.ª a los maestros Joseph y Ventura de Laynzera y de la cantidad de quatrozientos reales vellón mediante lo que después de ajustado uno y otro se añadió por dicho señor cura, Justicia y mayordomo asi de los nichos del retablo que no se estipularon como del adorno que buelbe por dentro del camarín y otras cosas por lo cual se liquidan en este dia todas las quentas con el expresado Bentura y quedo a su favor la expresada cantidad de quatrocientos reales…» (2-IX-1750). «Itten de la obra del retablo y camarín a sus maestros se resta últimamente cien reales» (2-IX-1750). Libro de la Cofradía de Sopetrán.

TELLEZ JIMÉNEZ, Luisa María
ROSCO MADRUGA, Juan-Vidal
CORDERO, Antonio
ALVARADO, Manuel

«PIEZAS DE ÉPOCA VISIGODA EXISTENTES EN MONTANCHEZ»

TENA AVILA, Mª de los Angeles
«UN ARTICULO DE DON JUAN TENA FERNANDEZ» (SANTA RITA DE CASIA EN SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

El citado articulo se publicó por primera vez en La Opinión, semanario de Trujillo, en el año 1933. Pertenece a una serie que el investigador trujillano escribía en aquella época en la Prensa de Extremadura bajo el titulo genérico «Del Solar Extremeño».

Don Juan Tena Fernández nació en Trujillo el año 1888 y falleció en la misma ciudad el año 1967.

VALVERDE LUENGO, Francisco de Jesús
«VIDA Y OBRA DEL POETA PLACENTINO PEDRO DE TREJO»

VERA CAMACHO, Juan Pedro
«LA MANCHA BAXA EXTREMEÑA, ZONA CULTURAL DESCONOCIDA»

En el Monasterio de Guadalupe existe un plano o croquis en el que la zona comprendida entre Siruela y Almadén, es llamada Mancha Baxa, para diferenciarla de la Mancha grande, ciudarrealeña. Pues bien, en esta zona hubo antaño un foco cultural determinado por diversas circunstancias que se fueron escalonando con el tiempo. Por ejemplo, el hecho de que en uno de aquellos pueblos naciera Fray Juan de Siruela, que fue educador de los hijos de los Reyes Católicos en Mirabel, finca cercana a Guadalupe; por ejemplo, que en Peñalsordo haya diez «abrigos» arqueológicos del Neolítico, con pinturas rupestres que descubrió el abate Breuill; por ejemplo, que en Puebla de Alcocer naciera Fray Juan de la Puebla, que tanta importancia tuvo en épocas pasadas, y que en Almadén viviera y trabajara el escultor Julio Antonio, muerto a temprana edad y que en su serie «Los Hombres de la Raza», esculpiera al «Minero de Almadén» y al «Ventero de Peñalsordo»; y por ejemplo, que en Puebla de Alcocer naciera Agustín Luengo Capilla, llamado el «gigante extremeño», cuyo esqueleto que vimos en el Museo Etnológico de Madrid, media, sólo huesos, nada menos que dos metros y veinticinco centímetros, estatura que no alcanzan los más altos jugadores de. baloncesto. Sin olvidar a Fray Juan de Herrera, que escribió el famoso «Manuscrito de El Escorial», ni el libro «El Jardín de los Ángeles», de Fray Juan de la Puebla, inencontrable. El croquis a que aludimos, estaba hecho precisamente por un escribano de Trujillo.

ZARAGOZA PASCUAL, Ernesto
«FRAY ALONSO BARRANTES, UN HIJO ILUSTRE DE TRUJILLO»

Fray Alonso de Barrantes nació en Trujillo a mediados del siglo XVI. Hacia 1577 tomó el hábito benedictino en el monasterio de Carrión de los Condes, de donde fue predicador y abad en dos ocasiones (1604-1607, 1617-1621). Fue también abad del monasterio alcarreño de Ntra. Sra. de Sopetrán (1625-26) y antes habla sido definidor (1598-1601, 1607-1610 y 1621-1625) y General de la Congregación de España e Inglaterra (1613-1617).

Fue uno de los monjes más entendidos en derecho y en leyes y uno de los que más trabajó para que la Congregación obtuviese el derecho activo y pasivo a la elección de su General, cosa que le discutía el monasterio de Valladolid, por considerarla como un privilegio propio.

Fray Alonso Barrantes murió en Madrid en 1626, pero sus restos fueron trasladados a Carrión y sepultados en un nicho del hermoso claustro, gracias a los desvelos de Fr. Bernardo de S. Esteban, el cual señaló la sepultura de nuestro monje con un elogioso epitafio.

En el archivo del monasterio de Sto. Domingo de Silos quedan numerosas cartas y escritos de nuestro monje. Esperamos dar a conocer todo este material en la biografía suya que pensamos publicar en 1982.

ZARAN DIETA ARENAS, Francisco
«ALMENDRALEJO: POBLACIÓN Y ESPACIO URBANOS EN 1665»

Almendralejo surgió en el territorio de la Orden de Santiago, como aldea dependiente de la ciudad de Mérida. La riqueza cerealística de sus tierras y la laboriosidad de sus habitantes la hicieron crecer rápidamente y sus moradores pensaron que debían independizarse, haciéndose «villa de por sí y sobre sí», lo que lograron definitivamente, comprando su jurisdicción el 5 de Junio de 1665.

Entre la documentación aportada al expediente que se elaboró al efecto, y que está recogido en el Libro de la Ciudad, manuscrito existente en el Archivo Municipal de Almendralejo, figura un vecindario casa por casa, objeto de nuestra comunicación.

Hemos logrado reconstruir con cierta aproximación, el espacio habitado y localizar en él, para la oportuna investigación socio-demográfica, las viviendas de hidalgos, clérigos, artesanos, jornaleros…

Junto a esta estructura profesional hemos estudiado las relativas a edad, sexo, estado civil, densidad familiar,…

Por último, tratamos brevemente, la incidencia negativa que la guerra con Portugal produjo en Almendralejo: casas derruidas, despoblación,…

Oct 011980
 

Miguel Pérez Reviriego.

Andrés Bernáldez es una de las figuras más enigmáticas y controvertidas del siglo XVI español. Muchos críticos modernos han estudiado su obra. La bibliografía adjunta, mínima parte de la existente, puede demostrarlo. Pero nadie lo ha hecho con tanto ahínco como M. Gómez-Moreno y J. de Mata Carriazo, a quienes se debe la mejor edición de sus textos.

Como para tantos otros, casi la única fuente de notas biográficas son sus propios escritos. Sabemos con certeza que nace en Fuentes de León (Badajoz) hacia 1450. Encontramos en su obra referencias a su padre, “Juan Alonso, hombre bueno”, y a “un mi abuelo difunto, que fue escribano público en la villa”. Nada más sabemos de estos años, siendo necesaria una investigación monográfica.

Los últimos años de su existencia parece que los pasó en Los Palacios (Sevilla), donde debió escribir sus “Memorias del reinado de los Reyes Católicos…”.

“(…) alguno mal informado -señala Rodrigo Caro- llamó a este autor el Bachiller Medina. Yo hice particular diligencia viendo los libros del baptismo originales que escribió y firmó en la villa de los Palacios, siendo allí cura, desde el año de 1488 hasta el de 1513, donde hallé escrito siempre Andrés Bernáldez, y algunas veces Bernal; y en los mismos libros apuntadas algunas cosas de las que en su tiempo sucedían”.

En cualquier caso, los libros consultados por Caro han desaparecido. Ya en 1870 Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca escribe: “Desgraciadamente no se conservan ya estas partidas, según carta del actual párroco de Los Palacios don Manuel Pérez y Jiménez, que en ella manifiesta conservarse la tradición en dicha villa de haber habitado Bernáldez y parado Colón en una casa contigua a la iglesia, señalada con el número 10 moderno de la calle del Hospital, en la cual dicho señor Pérez ha encontrado un trozo de mármol que parece pertenecer a una inscripción conmemorativa de Colón, cuyo nombre casi por completo, y la inicial de su apellido, se leen en dicho trozo”.

También ésta ha desaparecido. En la actualidad se conserva otra, colocada en 1892, cuyo texto es el siguiente: “D. O. M. S. EN ESTA IGLESIA SE CREEN SEPULTADOS LOS RESTOS MORTALES DEL CELEBERRIMO AUTOR DE LA HISTORIA DE LOS REYES CATOLICOS BACHILLER ANDRES BERNALDEZ CONOCIDO EN LA REPÚBLICA DE LAS LETRAS POR EL CURA DE LOS PALACIOS CUYO CARGO DESEMPEÑÓ DESDE 1488 HASTA 1513 AÑO DE SU FALLECIMIENTO. R. I. P. A. DON ANTONIO ALFARO CURA RECTOR DE LA SOBREDICHA PARROQUIA MANDO COLOCAR ESTA INSCRIPCION PARA PERPETUA MEMORIA DE VARON TAN INSIGNE. 1892”.

La inscripción trascrita, “de poca autoridad, cuyas noticias proceden de Caro” (M. Gómez-Moreno y J. de Mata Carriazo), fecha de 1488 a 1513 la estancia de Bernáldez en Los Palacios. Las “Memorias…”, sin embargo, ofrecen escasas referencias sobre este periodo: 1496 –”cuando vino (Colón) en Castilla la primera vez después de aver ido a descubrir, que fue mi huésped”-, 1507, 1509… Tampoco sobre la fecha de su fallecimiento hemos podido localizar documentación precisa. No ha podido probarse que muriera en 1513, como sostienen algunos investigadores.

La existencia de Bernáldez coincide, pues, con la de Cristóbal Colón, con quien nuestro autor entra en contacto en 1496, y cuyos viajes recoge en sus “Memorias…”.

Pero la figura de Bernáldez sigue estando rodeada de misterios. Ramírez Corría escribe: “Sería inacabable consignar los numerosos detalles que prueban cómo, utilizando tal vez alguna notícula, cuyo texto original hoy desconocemos por completo, ciertos avisados inventores de historias -escribanos o copistas demasiado listos- construyeron uno de los más sensacionales apócrifos de la vida de Colón, realizando, además, la estupenda hazaña de hacerlo pasar por fidedigno”. Bajo la autoridad de M. Gómez-Moreno y J. de Mata Carriazo, los grandes expertos en la materia, creemos que hay razones para disentir del hispanista cubano. Por lo demás, “El Cura de Los Palacios”, pasa por ser el autor de la primera crónica completa del descubrimiento colombino y el que se interesó por recoger, antes que nadie, todos los datos de los cuatro viajes realizados por Colón al Nuevo Mundo

BIBLIOGRAFIA

I. EDICIONES

  • BERNÁLDEZ, A.: “Historia de los Reyes Católicos D. Fernando y Dª. Isabel”. Ed. M. Lafuente Alcántara, Granada, Imp. de don José Mg. Zamora, 1856, 2 vols.
  • BERNÁLDEZ, A.: “Historia de los Reyes Católicos D. Fernando y Dª. Isabel”. Ed. F. de Gabriel y Ruiz de Apodaca, Sevilla, Sociedad de Bibliófilos Andaluces, 1869, 2 vols.
  • BERNÁLDEZ, A.: “Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel”. Ed. L. de la Calzada, Madrid, Aguilar (Crisol), 1946.
  • BERNÁLDEZ, A.: “Memorias del reinado de los Reyes Católicos”. Ed. M. Gómez-Moreno y J, de Mata Carriazo, Madrid, CSIC, 1962; reimpr. Sevilla, 1988.
  • ROSELL, C.: “Crónica de los Reyes de Castilla desde don Alfonso el Sabio hasta los Católicos don Fernando y doña Isabel”. Madrid (BAE, LXX), 1878, 3 vols. Los textos de Bernáldez se incluyen en el vol. III, pp. 567-788: reimpr. Madrid, 1931.

II. ESTUDIOS

  • GIL, J. y VARELA, C.: “Cartas de particulares a Colón y Relaciones coetáneas”, Madrid, 1984, pp. 19-23.
  • RAMÍREZ CORRÍA, F.: “Reconstrucción crítica del segundo viaje cubano de Colón. La ficción colombina del Cura de Los Palacios”, en “Archivo Histórico Pinero”, 2, 1955.
    • “Excerta de una isla mágica o Biografía de un latifundio”, México, 1959.
    • Ricard, R.: “Remarques sur le texte des chapitres de Bernáldez relatives aux Canaries”, en “Bulletin Hispanique”, XLI, 1939, pp. 364-367.
    • Varela, C.: “Diego Alvarez Chanca, cronista del segundo viaje colombino”, en “Historiografía y Bibliografía Americanistas”, XXIX, 1985, pp. 35-82.
Oct 011980
 

Miguel Pérez Reviriego.

Esta población se encuentra al suroeste de la provincia de Badajoz, en el límite con la provincia de Huelva y a 95 kms. de la capital pacense.

Según algunos autores, tras la conquista de la zona por Fernando III a mediados del siglo XIII, el monarca entregaría estas tierras a la ciudad de Sevilla. Algo más tarde, Alfonso X haría donación de las mismas a la Orden de Santiago, pasando posteriormente a la del Temple, en 1283, hasta que en 1312 pasan a depender de la ciudad de Sevilla, por concesión de Fernando IV. Sin embargo, otros investigadores mantienen la hipótesis de que la plaza fue cedida a la Orden del Temple por Alfonso IX de León en 1228. Tras una efímera recuperación por los musulmanes, la villa pasaría definitivamente al dominio cristiano, hacia 1247.

Las primeras noticias documentales han sido recogidas por la profesora Mercedes Borrero Fernández: “En 1309, el caballero Gonzalo Sánchez de los Trancones tuvo a Fregenal por juro de heredad tres años. Después, a la muerte de este noble sevillano, pasó a depender definitivamente de Sevilla, salvo el lapsus de la posesión que de la villa gozó por un año el Maestre de Alcántara”.

En el centro de la población se asienta la fortaleza. “Fregenal -dice Delgado Vallina- es un castillo de vaguada, bien cercado por los muy altos lienzos de su amplísima muralla. La gran dimensión interior de su recinto y su estratégica situación en la notable encrucijada de sendas militares nos obliga a considerarle como alcazaba”.

Resulta difícil esclarecer el origen de la construcción del castillo de Fregenal. Así, mientras Portela Sandoval habla de “una fortaleza de grandes dimensiones, construida por los templarios”, Quintero Carrasco aventura la posibilidad de que la obra quedara concluida con anterioridad a 1283, año en que la población es entregada por el rey Alfonso X a la Orden del Temple.

No se ha podido localizar documentación que haga referencia a los periodos constructivos del castillo. Parece que, al menos el trazado irregular de su cuerpo principal, puede corresponder al periodo de dominación musulmana. Tras sucesivas reparaciones, hoy no se aprecia ningún resto que pueda ser atribuido a los árabes. En la segunda mitad del siglo XVI la fortaleza fue cedida por Felipe II al que fuera embajador en Venecia, D. Carlos de Bazán, quien a su vez la donó a la parroquia de Santa María, pasando posteriormente bajo administración de Sevilla.

El castillo que hoy podemos contemplar se reduce sobre todo a sus muros perimetrales, habiendo desaparecido todas las instalaciones y dependencias interiores, con lo que resulta extremadamente difícil conocer los elementos de cada una de las etapas históricas que lo conformaron.

Sin embargo, su estructura aproxima esta obra a la arquitectura templaria. La planta se atiene al modo generalizado para este tipo de edificios, pudiéndose comparar con el de Jerez de los Caballeros. Éste y el de Fregenal “son los más occidentales, en territorio -señala el profesor Navareño Mateos- que con anterioridad correspondió a la Orden del Temple, posteriormente bajo administración de la de Santiago”.

Se conforma como un hexágono de grandes proporciones (“dado su tamaño, -escribe Portela Sandoval- debió de servir para concentrar tropas”), cerrado en un extremo por una cabecera ligeramente curva. En algunas partes el recorrido de sus lienzos se hace irreconocible por haber sido ocultado por edificaciones adosadas o haber sufrido derribos en otras. Creemos que las irregularidades de la planta obedecen a las reformas que, sobre el esquema árabe primitivo, realizaron las Ordenes del Temple y Santiago, cambiando el posible rectángulo original por la forma actual.

Presenta sillares bien escuadrados en las esquinas y el resto realizado en mampostería. A lo largo de gran parte de su coronamiento se levantan aún sus pretiles y almenas, bajo los cuales se abren aspilleras. La torre del Homenaje es la de mayores dimensiones. Al igual que las restantes, está construida con sillarejo y mampostería y sólo tiene sillares bien escuadrados en los ángulos. La puerta de acceso es de arco apuntado y las jambas llevan una imposta de donde arranca el arco. Sobre esta portada aparece un escudo sobre cuyo origen existen diferentes versiones. “Algunos investigadores -señala J. García Atienza- dudan de que este escudo estuviera allí desde la construcción de la fortaleza -que, al parecer, levantaron los templarios a partir de 1238, que fue la fecha en que la villa les fue entregada- y, sin embargo, el -simbolismo que encierra es lo bastante elocuente para sospechar con firmeza que fuera puesto -allí o en cualquier otra parte desde la que posteriormente fuera trasladado- por los caballeros templarios”. Así, Quintero Carrasco, antes citado, señala la posibilidad de que el escudo se colocase después de la construcción del castillo:

“He examinado atentamente la casi blanca piedra del escudo con la cruz sobre la media luna y sus cuatro rosetones y me da la sensación de que está colocada posteriormente a la construcción del castillo, y no exactamente bajo el matacán, sobre la perpendicular imaginaria que va desde el modillón del centro al vértice del arco ojival de la entrada del castillo, como fuera lo más natural cuando se levanta una construcción de esa clase desde el principio para guardar la estética, sino un poco separado a la izquierda de dicha perpendicular.

Como se podrá apreciar a simple vista, la piedra está rajada diagonalmente, como si esta avería, difícilmente producida una vez colocada, se la hubiera causado bien al arrancarla de otro lugar, en el transporte o al colocarla allí. Dicho escudo está completamente embutido rasante con la sillería por la parte superior, pero por la inferior sobresale un poquito de su asiento; es decir, que nos hace suponer que al labrar el hueco para colocar el escudo, la parte inferior del bloque se resistió y no se pudo o no se quiso profundizar más, o no les importaría que estuviera mejor o peor nivelado”.

En cualquier caso, la hipótesis de Quintero Carrasco coincide sustancialmente con el texto de Rodrigo Caro:

“Posteriormente, en el año 1283, con motivo de las discordias que reinaban entre don Alfonso y su hijo don Sancho el Bravo, por atraer el rey a su partido a don Juan Fernández Coy, Maestre del Temple de Castilla y a sus caballeros, les concedió y aseguró el dominio de Fregenal (…), habiendo puesto dicho Maestre en la puerta principal o fachada del castillo las armas de los templarios, que es una cruz esculpida en piedra blanca sin colores, la que aún permanece”.

Con todo, su estructura presenta una evidente relación con otros escudos templarios, siendo el ejemplo más significativo el del castillo de Monfragüe, con el que el de Fregenal ofrece una gran semejanza. “Estos casos de tanta semejanza entre estos dos escudos -escribe Delgado Vallina- deberían indicar un común origen. De ser así podría buscarse una muy probable relación entre los caballeros de Monfrag y los del Temple, que la proximidad del castillo templario de Alconétar permite suponer”.

“Lo enigmático -señala Rafael Alarcón- es que resulta frecuente encontrar escudos templarios donde la cruz griega está asociada con símbolos de viejos cultos ígneos: el creciente lunar, estrellas y soles -helicoidales o radiantes-; siguiendo siempre un esquema compositivo similar: cruz arriba y creciente lunar debajo, con las estrellas entre los brazos de la cruz o bajo la Luna. Las más significativas muestras son la citada piedra armera de Fregenal; otra piedra similar de la iglesia templaria de San Miguel, en Toledo; un sello del Temple inglés, fechado en 1303; y otro sello de la encomienda templaria de Huesca (…)”.

En conjunto, son más las razones que inclinan a pensar que, al menos, la fase inicial de la obra pudo tener lugar en el segundo cuarto del siglo XIII, promovida por la Orden del Temple, aunque ninguna suficiente para afirmarlo definitivamente.

Naturalmente, este castillo, que a lo largo de los años pasó por manos y situaciones tan dispares, hubo de sufrir múltiples reformas y alteraciones hasta llegar a la fisonomía definitiva con que lo hemos conocido. Pero sin duda, los cambios más apreciables se operaron desde finales del siglo XVIII. En el interior se ubican actualmente la plaza de toros, realizada hacia 1784, y el mercado de abastos de la localidad, construido entre los años 1914 y 1915. Todo ello confiere a esta fortaleza un aspecto que nada tiene que ver con su primitiva misión. Pensamos que sería interesante hacer desaparecer todos los elementos ajenos al recinto que mixtifican su primitivo carácter militar y medieval. “Esperemos -señala Delgado Vallina- que algún día no lejano pueda el Ayuntamiento frexnense ir dejando libre y limpio de añadidos todo el interior de la alcazaba. Esta, una vez restañados los viejos daños sufridos y con sólo unas mínimas restauraciones, podría ser una zona verde de uso público de extraordinaria belleza. Bastaría un adecuado ajardinado del patio de armas y la puesta en valor de las arquitecturas militares del castillo para transformar el actual caos urbanístico del corazón del baluarte en el más bello parque de la región y el mejor situado, al estar ubicado en el mismo centro de la villa”.

BIBLIOGRAFIA

  • ALARCÓN HERRERA, R.: “A la sombra de los templarios”. Barcelona, 1986.
  • BORRERO FERNÁNDEZ, M, de las M.: “Un concejo de la tierra de Sevilla: Fregenal de la Sierra (siglos XIII-XV)”, en Archivo Hispalense, núm. 183, 1977.
  • CALLEJO SERRANO, C.: “Guía artística de Badajoz y su provincia”. Barcelona, 1964.
  • DELGADO VALLINA, D.: “Castillos de Extremadura”. Badajoz, 1988.
  • GARCÍA ATIENZA, J.: “Guía de la España templaria”. Barcelona, 1985.
  • MADOZ, P.: “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar”. Madrid, 1847.
  • MÉLIDA, J. R.: “Catálogo Monumental de España. Provincia de Badajoz”. Madrid, 1925.
  • MUÑOZ DE SAN PEDRO, M.: “Extremadura”. Madrid, 1961.
  • NAVAREÑO MATEOS, A.: “Castillos y fortificaciones en Extremadura”, Cuadernos Populares, núm. 6, Salamanca, 1985.
  • PÉREZ REVIRIEGO, M.: “Fregenal de la Sierra: Villa templaria”, Cuadernos Populares, núm. 20, Salamanca, 1987.
  • PONZ, A.: “Viage de España”. Tomo VII. Madrid, 1784.
  • PORTELA SANDOVAL, F. J. (et. al): “Tesoros artísticos de España”. Madrid, 1984.
  • QUINTERO CARRASCO, J.: “Historia de Fregenal de la Sierra”. Don Benito (Badajoz), 1981.
Oct 011980
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

A orillas del inmenso Guadiana, el río de los ojos verdes en frase del que fue ágil periodista y cronista de España, Víctor de la Serna, en el paso de Portugal, se halla situada Badajoz, población fundada por los romanos que le dieron el nombre de Batallium; en 1089 recibió el nombre de Batalayoz y fue la capital del pequeño reino moro de los Aftásidas.

Badajoz es tierra de fronteras. Plaza fuerte. Ávida de pronto y en ocasiones frondosa, Badajoz es cuna de héroes, vivero de grandes hombres y luz especial del Oeste español, en frase del ilustre escritor y comediógrafo Alfonso Paso.

Badajoz registra activa vida industrial y comercial. Sus fiestas principales se celebran en honor de multitud jubilosa del 23 al 30 de junio en torno a San Juan. Hay que mencionar las típicas romerías de Botoa y de San Isidro.

Badajoz se distingue por su carácter regional y rico y auténtico folklore, que ahora está siendo estudiado en la mayor profundidad por investigadores plenos de inquietudes.

Los gentilicios propios de esta ciudad son los que consignamos seguidamente con los que se conocen a sus recios hijos: Badajocenses, Badajoceños y Pacenses, tal vez en lo eclesiástico. También hay que consignar Badajocies.

Entre la monumentalidad de Badajoz, hay que destacar la Catedral, dedicada a San Juan Bautista, fundada por Alfonso el Sabio el año 1528; la torre del Alpendiz o de Espantaperros, que presenció la reconquista de la ciudad a los musulmanes por Alfonso IX en 1230, la Puerta de Las Palmas, especie de arco triunfal con inscripciones que aluden a Carlos V y a su hijo el Príncipe Felipe, etc.

La ciudad de Badajoz vio nacer a Serafín Asensio Vega y Muñoz el año 1836. Era hijo de Ángel Asensio Vega y de doña Estrella Muñoz.

Fue Teniente Coronel de Caballería, Caballero Laureado de San Fernando, que puso siempre de relieve sus sólidas virtudes castrenses y sobresalió por su valor en grado sumo, heroico. Ostentó el empleo de Teniente con el famoso General Prim, una de las más grandes figuras militares y estadista de la nación que tanto se distinguió en la célebre batalla de  Los Castillejos, demostrando extraordinario valor militar y personal.

Más vayamos a registrar la carrera militar y vicisitudes de Serafín Asensio Vega, que bien merece ser estudiado por cuanto encierra ya que si se ha afirmado que todas las cosas tienen su historiador, con más motivo y satisfacción debe requerirlo una figura de la reciedumbre de ésta que estudiamos.

Cursó vocacionalmente los estudios propios que le dieron la gran formación castrense que tenía en la Academia General de la imperial ciudad de Toledo. Alcanzó el empleo de Alférez de Caballería en 1853. En el ejercicio de su carrera profesional participó en la guerra de África, donde conquistó la preciada recompensa de la Cruz Laureada de San Fernando por su heroico comportamiento en la batalla de Was-Ras, que los españoles, dignamente mandados por el glorioso General Leopoldo O’Donell (1809-1867) ganaron a los marroquíes, capitaneados por Muley Abbas, hermano del Emperador el año 1860.

Asensio Vega contribuyó a sofocar el movimiento revolucionario de Loja en 1863.

Durante la guerra Carlista, prestó sus servicios en la División que mandaba el General Don Domingo Morlones y Muhillo, Marqués de Orioqueta, (1823-1891), de extraordinarias dotes de mando y condiciones de gobernante.

Habiendo sido destinado a Cataluña, Asensio Vega fue Comandante General de Valls. Venció en diferentes combates a los Carlistas. Libertó a Caldas de Montbuy y levantó el bloqueo de Villanueva y la Geltrú.

Asensio Vega, a la caída del Rey Amadeo, fue de los primeros que proclamaron el régimen republicano en Badajoz.

Cuando Asensio Vega ostentaba el empleo de Teniente Coronel y movido por sus ideas proclamó la República en Badajoz el día 25 de julio de 1882. Le secundaron los Regimientos de Caballerías Villaviciosa, de su mando y de Infantería Gravelinas. La guarnición se le unió toda. Sin embargo no recibió los apoyos de las fuerzas con las que creía contar. No le secundaron otras guarniciones.

Los golpes militares son así. Como ha dicho el agudo periodista y laureado escritor militar, José Ramón Alonso: «Eran días terribles, con la convulsión histórica de nuestra nación. Había entonces conatos  de sublevación por todas partes».

El el siglo XIX hubo en España casi cerca de 200 Ministros de la Guerra. Esto da idea de los constantes cambios que se experimentaban y también en los demás Ministerios. Producto, al fin y al cabo, de una España agitada.

A la altura en que se hallaba la Restauración, resulta muy interesante esta proclamación de la República que indudablemente respondía a unas convicciones.

Fracasado en su intento, Asensio Vega penetró en Portugal con sus tropas, no obstante la resistencia que se le opuso de donde paso a Francia.

Amnistiado, en 1891 regresó a España y fijó su residencia en La Parra, donde falleció, ya entrado el presente siglo, el día 8 de febrero del año 1905.

Entre las anécdotas que se refieren del militar badajocense, militar de fuste, hay una en la que se alude a que al proclamar la República en Badajoz ordenó colocar un centinela a la puerta del Palacio Episcopal para evitar que nadie se metiese con el Prelado de la Diócesis, lo que prueba la distinción de que le hizo objeto y el concepto que tenía de la jerarquía eclesiástica y el respeto que le merecía. Un ordenanza gritaba constantemente: «¡Viva el Herodes!», en vez del héroe.

Asensio Vega, como buen militar, era de mucho carácter y francamente enérgico. Tenía buena cabeza, no obstante sus desaciertos de los que nadie está libre. A pesar de todo, hondamente humano, Serafín Asensio Vega y Muñoz era un personaje llamativo.

Su pensamiento lo exteriorizaba en lo concerniente al régimen republicano en estos términos:

– «Insisto: Unido por la razón hasta la fuerza». Así lo exclamaba arrogante, erguido y dirigiéndose al símbolo de la República, una alegría que tenía en su domicilio, de la que se mostró siempre tan partidario y defensor.

A su regreso del exilio dio una lección soberana de su energía en la propia estación de Madrid donde fue recibido con motivo de una interperancia de que fue objeto, casi diríamos persecución que pudo costarle la vida a  no ser por sus excelentes reflejos y rápida actuación de defensa personal.

Por las ideas que mantuvo en su existencia y que pretendía con su actuación plasmar en realidad, Serafín Asensio Vega fue conocido por el sobrenombre de «El Republicano de Badajoz».

Conforme consta anteriormente, Asensio Vega se refugió para siempre en La Parra, villa badajocense, perteneciente al partido judicial de Zafra que está ubicada en las faldas convergentes de dos sierras.

El terreno es montuoso en la mayor parte con una vega cercana a la localidad.

Su iglesia parroquial -considerada como una verdadera joya- está dedicada a la Asunción de Nuestra Señora. Es un edificio sólido.

Entre las construcciones de tipo espiritual hay que incluir las ermitas del Apóstol Santiago, que servía de ayuda a la parroquia y la de San Juan Bautista que se conserva en buen estado, Santa Lucía, los Santos Mártires y San Pedro, hoy en ruinas. (Ya habló Ortega y Gasset el original pensador, ahora más de actualidad con motivo del 25 aniversario de su fallecimiento, de la lírica de las ruinas).

La villa de La Parra fue en el pasado siglo arciprestazgo. Comprendía los siguientes pueblos: Morera, Nogales, Torres, Almendral, Valverde de Leganés, Salvaleón, Barcarrota, Salvatierra, Feria, Arconera, Villalba, Solana, Albuera y Santa Marta. Esta jurisdicción eclesiástica habla bien claro de la importancia espiritual de la localidad que abordamos.

La Parra tuvo un convento de clausura de Religiosas Clarisas fundado en 1673 por Sor María de Cristo, hija del pueblo.

HISTORIA

La villa se originó al ser el único paso de Mérida a Jerez y como era tan peligroso, los templarios tenían una fortaleza donde estuvo la primera casa del pueblo, que hoy es huerta y una horca en el pico de la sierra, así llamada a sus inmediaciones.

En el año 1706 fue desenterrada una lápida de mármol, que hoy sirve de pila del agua bendita en la citada ermita de San Juan, de vara y media de alta y media de ancha, con la inscripción, que traducida, dice: «Sagrados dioses Manes: Helvia, de una familia ilustre y virtuosa, murió de edad de cuarenta años. S.T.T.L. Lucio Blayo Calpurniano dedicó este monumento a su querida madre».

La Parra perteneció al famoso ducado de Feria. Fue bastante mayor de lo que es en la actualidad. Todavía existen restos de las calles Matadero, Tralasierra y Amarguras que han sido transformadas en productivos olivares. También se conservan restos de lo que antiguamente fue Palacio de los Templarios.

El gentilicio correcto con que son conocidos los hijos de esta localidad es el de «parreños».

En este pueblo son abundantes las cosechas de cereales y aceite.

En su termino municipal se cría bastante ganado: cerda, lanar, cabrío, vacuno. También hay que mencionar la caza mayor, que supone un renglón importante en la vida económica.

Las tradicionales ferias y fiestas locales tienen lugar en los meses de mayo, agosto y septiembre. Es famosa la feria de San Bartolomé con animación, extraordinaria. La afluencia de visitantes es grande, lo mismo de emigrantes que de viajeros visitantes de pueblos limítrofes. Es la época en que el pueblo cobra nueva vida cuando se congregan gozosamente todos los «parreños».

La Parra tuvo un establecimiento de Beneficencia que funcionó bien y después quedó arruinado. Servía para el abrigo de transeúntes y mendigos.

El bachiller Alonso Martín Galindo, de grata memoria, fundó una obra piadosa.

La Parra es una población con inquietudes y afanes culturales. Tuvo siempre una verdadera élite intelectual. Una biblioteca particular con buenos fondos fue la de don José Antonio Diosdado, persona que se distinguió además de por el placer por la lectura por sus acendrados sentimientos religiosos y acusada espiritualidad.

También hay que destacar que en esta casa existe un oratorio particular con puerta abierta al público dedicado a San Antonio de Pádua.

En este precioso escenario rural encontró refugio Serafín Asensio Vega, que amó mucho a La Parra, por lo que bien puede considerarse «parreño».

Tan experimentado y desengañado de la vida se hallaba Serafín Asensio Vega, que al final de su existencia sólo amaba los pájaros y las flores. No quería cuentas con nadie más. Esta es la realidad que hay que evocar.

Supone mucho la mujer en la vida del hombre. Es fundamental para su desenvolvimiento.

La mujer con quién Serafín iba a contraer matrimonio se llamaba Irene. Falleció en días anteriores a la unión, quedando por ello, sumido en la mayor tristeza, hasta el extremo de que no volvió a tener relaciones tan avanzadas con ninguna otra dama.

Cual si dijéramos que, cercado por sí propio, el viejo león se había retirado.

Serafín tenia casa en La Parra, pero vivía siempre en el término municipal, en una huerta de su propiedad que dedicó por entero a jardín para lo cual se auxiliaba de dos jardineros consagrados a su servicio, uno de ellos su antiguo asistente en la vida militar. El jardín lo tenia cuidado perfecta y amorosamente. Casi puede decirse que vivía en los últimos tiempos para sus flores.

Sin embargo, mostraba una rareza singular. No daba una flor a nadie ni siquiera para el exorno de la iglesia parroquial, aunque se lo pidiese con el mayor interés el sacerdote. Es cosa insólita y hay que registrarla.

Pero un día se le presentó una niña de unos siete años a pedirle también flores. Asensio Vega hizo con ella lo propio que con todo el mundo, se negó rotundamente a facilitarle las bellas flores que dieron fama a su jardín.

Ya cuando la despidió y se iba la niña, acertó a pasar por el sitio uno de los jardineros que la conocía y le dijo:
-Adiós, Irene.

Al escuchar este nombre el bravo militar puede decirse que se transformó como por encanto. Llamó a la niña:
– ¿Tú te llamas Irene?
– Sí, dijo tímidamente
.

Al contestar en forma afirmativa la prodigó palabras cariñosas, ya que el nombre le traía la viva presencia de su amada y a continuación le dijo:

– Mira, vete al jardín y coge todas las flores y de la clase que quieras. Desde ahora tienes permiso para venir cuantas veces lo desees y coger las flores.

Así empezó la protección de la angelical criatura. Que no en balde le recordaba a su gentil prometida de la que estaba tan profundamente enamorado.

Todo esto nos refleja la importancia, del nombre a lo que aludía con tan buen sentido Antonio Reyes Huertas -que buscaba nombres escogidos y significativos para sus narraciones- el maestro de la novela, el creador de la «estampa campesina extremeña», nuevo género literario, que dio a conocer en «El Debate», de Madrid, periódicos de Argentina, etc.

La escena que hemos descrito no es una bella leyenda, si no una realidad, que pone bien claro de relieve el aspecto humano del guerrero y los sentimientos que anidaban en su corazón atribulado por la pérdida tan enorme que experimentó al frustrar el destino un futuro de esperanza.

Cuanto queda expuesto sirve admirablemente para llevar a cabo un estudio interesante de la personalidad de Serafín Asensio Vega, que mostraba una rareza singular.

Su comportamiento con la niña pone de manifiesto el sentir de su corazón, pese a encarnar un militar de cuerpo entero y aparentemente rudo.

No todo es áspero en la vida castrense. También hay en sus componentes, en sus hombres los más puros sentimientos. Irene, la niña de siete años ablandó el corazón del laureado soldado.

Las flores de su jardín eran, como si dijéramos, una ofrenda a la bien amada que personificó en la niña.

La conducta, la anécdota reflejada no es si no el producto de la época del Romanticismo, que dio en Extremadura tipos ejemplares, muy representativos y en lugar destacado hay que citar a Carolina Coronado, la más bella flor del romanticismo.

LA FAMILIA

En la época que estudiamos en éste trabajo, la familia del ínclito Jefe de Caballería estaba constituida en la forma siguiente:

Ángel Asensio Vega y Muñoz, Coronel de Infantería. Era hermano del Jefe que proclamó la República en la capital badajocense. La vida militar casi toda y con grandes vicisitudes de Ángel, discurrió por el Caribe regresando enfermo a la Patria y al poco tiempo falleció. Contrajo matrimonio con una dama cubana.

Ángel también tenía mucho amor a la villa parreña, a cuyo regazo se acogió.

Al recibir el ordenanza de Serafín a la cuñada de éste, después, en un informe que facilitó a su Jefe, en las primeras impresiones ponderó sus encantos, no obstante su baja estatura. La información la facilitó en este estupendo retrato: «Como fea no lo es del todo; esmirriá, más negra que el carbón; habla como un hombre y encima juma».

Ángel, de brillantísima campaña y rápida y meritoria carrera, falleció a consecuencia de las fiebres que contrajo en Cuba.

Otro hermano de los anteriores fue Ventura, farmacéutico y hombre de campo, persona de no común inteligencia, que vivió en la capital de la Alta Extremadura entregado a sus afanes. Dos hijas suyas contrajeron matrimonio con dos dignos militares también. Ventura heredó de sus hermanos y recogió el archivo y la biblioteca, bastante importante, de Serafín.

BIBLIOGRAFÍA

  • BECERRA. DE BECERRA, Emilio: Información facilitada al autor de este ensayo.
  • DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ESPASA-CALFE. MADRID.
  • GARCÍA GUTIÉRREZ, Antonio: » La Parra». «Conozca su tierra». Sección semanal del Diario «Hoy». Badajoz. 5 de Julio 1980.
  • MADOZ, Pascual: «Diccionario histórico-geográfico de Extremadura», (La edición consultada fue debida al Departamento de Seminarios de la Jefatura Provincial del Movimiento. Cáceres 1953, que dirigió Domingo Sánchez Loro.
  • MIJARES ASENSIO VEGA, Antonio: Datos proporcionados al autor.
  • RAMÓN ALONSO, José: «Una censura: La crisis de Castelar». «El Noticiero Universal». Número correspondiente al día 28 de mayo de 1980.
Oct 011980
 

Patricio Guerín Betts.

En una noche de 1568 ó 69 sale furtivamente de Badajoz el Prelado de la Diócesis y ya arzobispo de Valencia, D. Juan de Ribera, hijo, aunque natural del duque de Alcalá, posteriormente virrey de Cataluña y de Nápoles, D. Pedro Enríquez y Afán de Ribera y Portocarrero, alias Perafán de Ribera. Sus bienes, dineros y alhajas (lo que le quedaba de ellos) los dejó a los pobres de la Diócesis.

Badajoz fue su escuela episcopal y seguramente no hubiese querido ninguna promoción, más, el Rey prudente juzgó que era necesario y que lo debía procurar en conciencia.

Sale, pues, Ribera en una noche, que no nos cuentan si fue oscura, como la que pinta San Juan de la Cruz, coetáneo del otro Santo.

Aparte el gran rango del padre, las cualidades del hijo justificaban toda la confianza que el Monarca y también el Papa depositaban en él. Al principio parecía que su destino iba a ser de catedrático de Salamanca. Discípulo fue de Soto y de Melchor Cano entre otros. La marca intelectual la llevaría siempre consigo cobo cosa adquirida, pero muy por debajo de su ardor pastoral, que fue lo que realmente le interesaba. Alma profundamente espiritual, buscaba su santificación personal y la de aquellos que Dios a través de sus representantes le encomendó.

Para los Coloquios de Extremadura me he fijado este año en este obispo tan importante de Badajoz, movido por la localización casual hace algunos años de dos escritos suyos en el archivo de Simancas. No puedo asegurar que sean autógrafos, aunque me parece probabilísimo, la primera cartita por lo breve y la letra de anciano y el otro escrito más largo y trascendente, por esa misma gravedad del asunto y por ser contestación a consulta del Rey. La letra parece algo distinta, más firme el pulso. Pudo suceder que por la misma razón que indico buscase un amanuense o que se esmerase en emplear una caligrafía óptima. Eso lo podrán decir los buenos conocedores de su letra. Yo envío las fotocopias.

Ambos escritos se conservan en la Sección ESTADO, legajo 209. La carta es del 27 de febrero de 1608. Consta de solas ocho líneas breves. Arriba una crucecita y abajo la rúbrica sin firma. El arzobispo ya contaba setenta y seis años. Sabemos que es suya por la indicación en página separada, donde dice: Un papel del Patriarca Arzobispo de Valencia. -Consejo pleno. -Consultado.

¿A quién va dirigida? «El duque me dio hoy ese papel, para que se le diese a Vm. Dice que Su Md. manda que Vm. le lea un día en Consejo de Estado pleno para que, mirado con la atención que se requiere, se le consulte lo que pareciere. Dios guarde a Vm. a 27 de febrero 1608» y la rúbrica. ¿De qué Estado pleno se trata y cómo la carta fue enviada al archivo de Simancas? Su Md. entiendo que era el Rey, aunque en la siguiente del mismo año ponga V. M.

¿versión valenciana?, pero ¿quién puede ser el V. m. a quien manda su Md. que lo lea en Consejo de Estado pleno? No veo solución, pero la carta es una reliquia y la fotocopia su fiel reproducción.

El segundo escrito es mucho más importante y extenso. En la cubierta bajo una crucecita pone:

Valencia A Su Md. 1608 El Arzobispo Patriarca de 13 de setiembre

conviene que se vea a la letra. Contiene la contestación razona de un asunto tan importante como la conveniencia o no de expulsar a los moriscos.

«Mándame Vuestra Majestat responder a diferentes cabos». El primer cabo es, si esta gente muestra gusto y voluntad de convertirse. «Respondo que no sólo no muestra esta voluntad pero que, habiendo tenido alguna noticia de que nos hemos de juntar los prelados a tratar sobre esta materia, se han alterado y mostrado nuevo enojo». De Aragón le habían enviado unos memoriales. Quién opinaba que se debía tomar la cosa con calma y enviar un predicador a Aragón, otro a Castilla y otro a Valencia. Había quien decía que, antes de enseñar la doctrina, convenía instituir cátedras de árabe, para que los predicadores fuesen doctos en esa lengua, por estar escrito el alcorán en árabe muy elegante. Otros que los predicadores conviviesen entre los moriscos. «Para cualquier cosa de éstas son menester no sólo años, pero siglos, demás que se deja considerar las imposibilidades que tendrá esto, puesto a la práctica.

¿Esperanzas de que perseverasen en la fe y se aquietasen y apartasen de veras de su secta y de maquinar contra el Bey y la seguridad y conservación de sus reinos? Ninguna, ni se puede tener de que perseveren en otra fe más que la suya, lo cual se sabía por experiencia de largos años y el ningún provecho que había resultado de los edictos de gracia. Nunca pensaban más que en traición y levantamiento y confiaban en el auxilio de los turcos. Sobre este peligro quien más sabía era el Arzobispo, informado por los párrocos.

Sobre el batallón valenciano contesta al Rey que solamente en Valencia saben disparar y eso porque él como virrey había restaurado las prácticas miltares.

¿Que qué remedio se le ofrecía contra estos peligros? Ya se lo había indicado al Rey en tres papeles de 1601. En el primero trató de las blasfemias de los moriscos y del peligro para la Corona de España. Lo aprobaron el Rey y el duque de Lerma. Indicó Ribera algunos posibles remedios y el Rey le pidió los especificase como lo hizo en los otros dos papeles, de los cuales no resultó nada. Quiso el Santo saber la causa y el conde de Villalonga le dijo que aquellos medios habían parecido rigurosos. Pensó dar explicaciones, mas,  lo fue demorando hasta que el Rey pidió de nuevo su parecer. Era éste que los medios propuestos por él en vez de rigurosos habían sido muy suaves, ya que los culpables lo que merecían era la muerte en vez del destierro. Los que querían medios más suaves, debían indicar los y si resultaban eficaces, que se aplicasen cuanto antes. Otro ministro le había indicado que, aunque se reconocía que la necesidad era gravísima y notoria, como del remedio habrían de resultar inconvenientes, convenía dejarlo correr hasta incurrir en los daños. «Esto parece opuesto a la virtud de la prudencia tan necesaria para el gobierno espiritual y temporal, de la cual es principal parte la providencia, cuyo fin es prevenir a los males y antever los peligros para evitarlos».

Había escrito los papeles con deseo de acertar y con estudio y consulta de libros de la facultad y los autores clásicos. Pudo haberse equivocado, por lo que aconsejaba al Rey pasase sus papeles a hombres doctos y celosos.

Sobre la expulsión de los moriscos habla extensamente el historiador Modesto de la Puente en el tomo XI de su Historia de España. Precisamente dice (p. l47, nota) que había consultado multitud de documentos del archivo de Simancas. De este documento concreto no hace mención y sin embargo, podría ser clave para conocer el verdadero pensamiento de libera.

Y todo esto como remembranza de ese obispo de Badajoz, que salió de esa Capital de noche y con lo más preciso, porque todo lo que le quedaba se lo había dejado a los pobres.

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Oct 011980
 

Vicente González Ramos.

La figura del dominico Fray Vicente de Valverde, tan destacada en la conquista y evangelización del Perú por los españoles, ha sido diversamente presentada por los historiadores, especialmente en la histórica «batalla de Cajamarca.

Nos proponemos en este modesto trabajo una finalidad sencilla: hacer algunas citas de diferentes libros y presentar el resumen de un folleto que con el título de VINDICACIÓN DE FR. VICENTE DE VALVERDE, PRIMER OBISPO Y MÁRTIR DEL PERÚ, original del P. Manuel I. Hernández, O. P., encontramos el verano de 1979 trabajando en la organización de la biblioteca de una asociación religiosa de Madrid. Como el folleto fue impreso el año 1927 en la imprenta de HERDER CÍA FRIBURGO DE BRISGOVIA (ALEMANIA) estimamos que, por los años transcurridos desde entonces, no será conocido de muchos. Sin embargo este trabajo conserva intacto un gran valor apologético e histórico.

Comenzamos las citas por el MANUAL DE HISTORIA DE ESPAÑA (duodécima edición) del que es autor el célebre historiador Don Pedro Aguado Bleye. En el tomo 22, capítulo XVIII, en el epígrafe 6 PIZARRO EN CAJAMARCA. PRISIÓN Y MUERTE DE ATAHUALPA escribe en la pág. 527: «Francisco Pizarro reunió a los capitanes y les expuso su plan: hacer prisionero a Atahualpa, delante de su ejército, con lo que éste quedaría aterrorizado. Era el medio mejor de evitar traiciones y asechanzas futuras. En efecto, al día siguiente, 16 de noviembre, por la tarde, se presentó Atahualpa en Cajamarca, llevado en rica litera abierta y acompañado de 500 o 600 indígenas. Al llegar a la plaza, se adelantó a saludarle Fray Vicente Valverde y le pidió, que abrazara la fe cristiana y reconociera la soberanía del rey de Castilla, el emperador Carlos V. El Inca le preguntó en nombre de qué autoridad hablaba. Fray Vicente, como respuesta, le mostró la Biblia. Atahualpa miró el libro y lo arrojó al suelo. Fray Vicente, escandalizado por el desacato y la irreverencia, fue a buscar a Pizarro, pidiendo venganza. Entonces salieron a la plaza las gentes de Pizarro, disparando sus arcabuces».

El querido e ilustre sacerdote e historiador trujillano Don Juan Tena Fernández en su libro FRANCISCO PIZARRO, de la colección HIJOS ILUSTRES DE ESPAÑA, dice en el capítulo XXXVI titulado ATAHUALPA PRISIONERO: «¿Qué es de estos barbudos?», preguntó con ufanía de su poder el Inca. «Estarán escondidos de miedo», contestó el cacique de Maixicavela.

Entonces una figura de impolutas vestiduras, como el ángel de los designios de España sobre un mundo nuevo, saliendo de la casa en que se ocultaba. Pizarro, y seguido del intérprete Felipillo, se adelantó hasta el portátil trono del Inca. Era el buen religioso dominico Fray Vicente de Valverde que con el crucifijo en la mano ofrecía la paz a Atahualpa, a la vez que le exponía los propósitos civilizadores de España al llegar hasta aquellas tierras. Pero como el Inca no buscaba la paz, sino la guerra, no atendió a lo que el Padre Valverde le exponía, o mejor dicho, no lo entendió. Comenzó a impacientarse y a dar muestras de indignación. Avizor Pizarro, conoció ser llegado el momento de ser acometido por aquella ingente muchedumbre de indios, que bajo sus ropas guardaban sus armas, y gritando ¡Santiago! se lanzó con los suyos al combate». (Págs 78-79).

En la VIDA DE FRANCISCO PIZARRO de Manuel José Quintana (C. Austral númº 388) leemos en las páginas 62 y 63: «Empiezan, en fin, a entrar los indios en la plaza… » En esto se le presenta con un intérprete el dominicano Valverde enviado por al gobernador a hacer las intimaciones y requerimientos de estilo (l). Llevaba en una mano una cruz, en la otra la Biblia. Puesto delante del Monarca peruano le hizo reverencia y le santiguó con la cruz, y después le dijo que él era sacerdote de Dios, cuyo oficio era predicar y enseñar las cosas que Dios había puesto en aquél libro y le mostró la Biblia que llevaba; añadió, según se dice, alguna cosa de los misterios de la fe cristiana, de la donación de aquellas regiones hecha por el Papa a los reyes de Castilla, y de la obligación en que el inca estaba de ponerse a su obediencia; y concluyó diciendo que el gobernador era su amigo, que quería la paz con él y se la ofrecía con la misma voluntad que hasta allí lo había hecho. El como sacerdote se lo aconsejaba también, pues Dios se ofendía mucho de la guerra; y que entrase a ver al gobernador en su aposento, donde le esperaba para conferenciar con él sobre todos aquellos puntos. Dicho esto, presentóle la Biblia, que el Inca tomó en sus manos, y volvió algunas hojas y la arrojó al fin al suelo con muestras de impaciencia y de enojo. Ni el libro, ni gran parte de las palabras del religioso podían en manera alguna ser inteligibles para él, por bien interpretas que fuesen, lo cual es muy de dudar. Pero lo que si entendió perfectamente bien fue lo que se le decía de las intenciones pacíficas de aquellos extranjeros, pues al tiempo de arrojar al libro, «bien sé dijo -lo que habéis hecho por ese camino y cómo habéis tratado a mis caciques y tomado la ropa de los bohíos». Quiso disculpar el religioso a los suyos echando la culpa a los indios; pero él insistió en su reclamación, afirmando en que habían de restituir cuanto habían tomado. Entonces Valverde, cobrado su libro, se fue para el gobernador a darle cuenta del mal suceso de su conferencia. Las antiguas Memorias varían sobre las razones con que lo hizo; pero todas convienen en que no dejaban tregua al ataque ni lugar al disimulo. Al mismo tiempo el inca se volvió a poner en pie y habló a los suyos; de que resultó entre ellos ruido sordo y movimiento, que probablemente fue la causa inmediata de precipitarse la acción, tomando aquel aspecto atroz y espantoso con que ha pasado a los siglos posteriores».

La nota (1) del texto dice: «El padre Remesal, en su HISTORIAS DE CHIAPA, dice que fue poco afortunado este fraile en escribirse sus sucesos por personas poco afectas a la religión dominicana y a la persona del mismo Valverde, para echarle la culpa, «que no tuvo», de la prisión del inca, por las voces que suponen dio cuando Atahualpa arrojó la Biblia en el suelo, como si, aunque hubiera dicho que creía en Dios como San Pedro y San Pablo, dejara de hacer lo que hizo quien antes de enviarle tenía apercibida la gente y a punto los arcabuces y mosquetes para lo que sucedió después. Es probable que la suerte del inca no hubiera sido otra le la que fue aunque el mismo Bartolomé de las Gasas fuera capellán de la expedición; pero Remesal debiera probar con documentos fidedignos la verdadera conducta de su fraile, el cual, aún por las relaciones antiguas que manos le cargan, y son las que se siguen en el texto, queda siempre con bastante culpa de lo que acaeció con al inca». (Véase la HISTORIA DE CHIAPA, lib. 9, cap. VII).

F. A. Kirpatrick, lector de español en la Universidad de Cambridge, escribe en su obra «Los Conquistadores Españoles» (C. Austral nº 130) lo siguiente: «Atahualpa se detuvo en el centro le la plaza y miró a su alrededor sin ver a nadie. «¿Dónde están los extranjeros?», preguntó, y los de su séquito le aseguraron que los españoles se escondían por miedo. Entonces Valverde, el capellán español, se adelantó solo y, acercándose al monarca, pronunció un discurso basado en la famosa «requisitoria», concerniente a la religión católica, la autoridad del Papa y la supremacía de la corona española. Al oír este sermón, cómicamente mal traducido por el indio Felipillo, pero inteligible en lo que se refería a las pretensiones de supremacía, Atahualpa contestó con indignado desprecio, y cuando le entregaron un breviario como muestra de la verdad, lo arrojó al suelo. Entonces se dio la señal con un disparo y surgió al grito de batalla: «¡Santiago!»; cañones, arcabuces y ballestas lanzaron sus proyectiles». (Cap. XIII La CONQUISTA DEL PERÚ (1530-1535) pág 112)

El recordado historiador extremeño Conde de Canilleros, en su libro TRES TESTIGOS DE LA CONQUISTA DEL PERÚ (C. Austral nº 1168) recoge los relatos de Hernando Pizarro, Juan Ruiz de Arce y Diego de Trujillo.

En la CARTA DE HERNANDO PIZARRO A LOS OIDORES DE LA AUDIENCIA DE SANTO DOMINGO, dice:

«Entraron hasta la mitad de la plaza, reparó allí e salió un fraile dominico (no nombra a Fray Vicente de Valverde) que estaba con el Gobernador a hablarle de su parte, que el Gobernador le estaba esperando en su aposento, que le fuese a hablar. E díjole como era sacerdote e que era enviado por el Emperador para que les enseñase las cosas de la fe, si quisiesen ser cristianos. E díjole que aquél libro era de las cosas de Dios. Y el Atabaliba pidió el libro e arrojóle en el suelo e dijo:

– Yo no pasaré de aquí hasta que deis todo lo que habéis tomado en mi tierra; que yo bien sé quién sois vosotros y en lo que andáis.

E levantóse en las andas e habló a su gente e hubo murmullo entre ellos, llamando a la gente que tenían las armas.

El fraile fue al Gobernador e díjole que qué hacía, que ya no estaba la cosa en tiempo de esperar más. El Gobernador me lo envió decir«. (Pág. 53)

En las ADVERTENCIAS DE JUAN RUIZ DE ARCE A SUS SUCESORES podemos leer:

«Entra Atabalica en la plaza con tanto poderío, que era cosa de ver. En medio de la plaza se paró. Como el Gobernador vio aquello, envióle un fraile, (tampoco nombra a Fray Vicente de Valverde) para que llegase más adelante a hablar con el Gobernador, porque se saliese más la gente.

El fraile fue y le dijo estas palabras:
– Atabalica: el Gobernador te está esperando para cenar y te ruega que vayas, porque no cenará sin tí.

El respondió:
– Habéisme robado la tierra por donde habéis venido y ahora estáme esperando para cenar. No he de pasar de aquí si no me traéis todo el oro y plata y esclavos y ropa que me traéis y tenéis, y no lo trayendo téngoos de matar a todos.

Entonces le respondió el fraile y le dijo:

– Mira, Atabalica, que no manda Dios eso sino que nos amemos a nosotros.

Entonces le preguntó Atabalica:
– ¿Quién es ese Dios?

El fraile le dijo:
– El que te hizo a tí y a todos nosotros. Y esto que te digo lo dejó aquí, escrito en este libro.

Entonces le pidió Atabalica el libro y el fraile se lo dio. Y como Atabalica vio el libro, arrojólo por ahí, burlando del fraile. Toma su libro y vuelve donde el Gobernador estaba, llorando y llamando a Dios. Y luego el Gobernador hizo la seña que estaba concertada y, como vimos la seña, salimos de tropel, con muy gran grito, y dimos en ellos y fue tanto el temor que hubieron, que se subieron unos encima de otros, en tanta manera, que hicieron sierras, que se ahogaban unos a otros». (Págs 93-94)

Concluimos con lo que dice la RELACIÓN DE DIEGO DE TRUJILLO:

«Entrado que fue Atabalipa en la plaza de Caxamalca, como no vio cristianos ningunos, preguntó al Inga que había venido con nosotros de Maricavilca y Varran.

– ¿Qué es de estos de las barbas?
Y respondió:
– Estarán escondidos.

Y hablando él que se bajase de las andas en que venía, no lo quiso hacer.

Y entonces, con la lengua, salió a hablarle Fray Vicente de Valverde y procuró darle a entender al efecto que veníanos, y que por mandado del Papa, un hijo que tenía, Capitán de la cristiandad, que era al Emperador nuestro señor. Y hablando con él palabras del Santo Evangelio, le dijo Atabalipa:

– ¿Quién dice eso?
Y él respondió:
– Dios lo dice.
Y Atabalipa dijo:
– ¿Cómo lo dice Dios?
Y Fray Vicente le dijo:
– Véslas aquí escritas.

Y entonces le mostró un breviario abierto, y Atabalipa se lo demandó y le arrojó después que le vio, como un tiro de herrón de allí, diciendo:

– ¡Ea, ea, no escape ninguno!

Y los indios dieron un grande alarido diciendo: «0h, Inga», que quiere decir: «hágase así».

Y el alarido puso gran temor. Y entonces se volvió Fray Vicente y subió adonde estaba el Gobernador:

– ¿Qué hace vuestra merced?, que Atabalipa está hecho un Lucifer.

Y entonces el Gobernador se demudó y tomó un sayo de arma y una espada y una adarga y una celada. Y con los veinticuatro que estábamos con él salimos a la plaza y fuimos derechos a las andas de Atabalipa, haciendo calle por la gente». (Págs 133-135)

Después de haber transcrito estas citas -que diversamente narran la actuación de Fray Vicente de Valverde en Cajamarca- vamos a resumir el folleto VINDICACIÓN DE FR. VICENTE DE VALVERDE, PRIMER OBISPO Y MÁRTIR DEL PERÚ. -Trabajo histórico presentado al concurso abierto, por el «Ateneo de la juventud» Arequipa, 20 de julio de 1926 y del que es autor el Padre Manuel I. Hernández, hermano de hábito de Fray Vicente de Valverde. Tiene el folleto 20 páginas, con algunas ilustraciones y la foto del autor, y está impreso -como decimos al principio- en la imprenta HERDER de FRIBURGO DE BRISGOVIA (ALEMANIA).

Se abre este trabajo con una introducción titulada DOS PALABRAS, firmada por S. HERMOZA S. (Cuzco, 10 de julio de 1927). De esta introducción queremos recoger dos párrafos. El primero de ellos dice: «No le importa al Padre Hernández que, en cerca de cuatro siglos de constante martilleo de calumnias contra el P. Valverde, el criterio histórico se haya visto poco menos que cohibido a devastar el monte de falsedades acumuladas sobre la verdadera actuación del ilustre y santo dominico». El segundo: «El P. Valverde en los primeros tiempos de ese abrazo fusional de dos razas que, por necesaria condición de la pendiente histórica, no se puede realizar sin desgarramientos dolorosos, representa a la Iglesia.

Era casi necesario que ese apóstol, a merced de pasiones encontradas, apareciera cual un monstruo apocalíptico, para deducir de ahí en contra de la misma Iglesia.

Es por esto que al breve pero jugoso estudio del P. Hernández viene a sumarse una significación de valor imponderable con caracteres de apología religiosa dentro del concepto histórico».

Entrando ya en la materia del folleto del Padre Hernández escribe éste: «Con el auxilio de la historia y de la razón, voy, pues, a embarcarme en esta difícil empresa, y contestar a las apasionadas diatribas que el Dr. Germán Leguía y Martínez endilga, impunemente, al venerable Padre Valverde. -Claro está que nada más ha hecho este elegante historiador, sino seguir las huellas de uno que otro historiador malévolo, sin pasarlas por el crisol de una crítica elevada y serena, cual convenía que lo hiciese, escribiendo como escribía en los comienzos del presente siglo (1910), heredero del espíritu crítico del anterior. Voy, pues, a compulsar, a pesar y aún a contrapesar, igual que en una balanza, las apasionadas y acusadoras frases del Dr. Leguía y Martínez con los testimonios paladinos e inapelables de no pocos autores de excepción. El autor de la «Historia’ de Arequipa» dice así: «La repugnante silueta de Vicente de Valverde, vagando siniestramente sobre las trágicas alturas de Cajamarca, proyecta su sombra fatídica sobre los claustros de la Iglesia colonial, manchándola de complicidad horrenda en las cruentas maniobras de la conquista». Y algunas páginas más adelante vierte su bilis en estos términos: «En su desesperada agonía, vio sin duda desenvolverse ante sus ojos, allá en el espacio inmenso, fija, pavorosa, sangrienta, la sombra vengativa de Atahualpa». (Págs 1-2)

Líneas más abajo escribe: «Pues bien, en oposición a este afirmativo categórico, veamos lo que dicen otros historiadores, a quienes se les concederá, por lo menos, tanta importancia y respetabilidad como a Don Germán»,

Para apoyar su defensa el Padre Hernández hace citas de Francisco de Jerez, Pedro Pizarro, Hernando Pizarro, Garcilaso de la Vega, el Padre Remesal, Pedro Sancho, Fernández de Oviedo y Manuel de Mendiburu. Y, al final de las mismas, formula esta pregunta: «¿Dónde está aquí la decantada «complicidad: horrenda del fraile maldito»?

En gracia a la brevedad vamos a recoger solamente la cita de Garcilaso de la Vega. Dice: «Garcilaso de la Vega, «con más larga y clara noticia que la que hasta ahora los escritores han dado», siquiera difiera de los otros cronistas en el detalle de la entrega del libro, refiriéndose a la inculpación hecha a Valverde, dice lo siguiente: «A Fr. Vicente de Valverde levantan testimonio los que escriben que dio arma pidiendo a los españoles justicia y venganza por haber echado el rey por el suelo el libro que dicen que pidió al fraile. Lo que dicen de Fr. Vicente de Valverde, que tocó arma pidiendo contra los indios, y que aconsejaba a los españoles que no hiriesen de tajo ni revés, sino de estocada porque no quebrasen las espadas; y que por esto fue la mortandad de los indios tan grande; ello mismo dice que fue relación falsa que hicieron los historiadores que escriben en España lo que pasó tres mil leguas della: que no es de imaginar, cuanto menos de creer, que un fraile católico y teólogo dijese tales palabras, que de un Nerón se puede creer, mas no de un religioso, que por su mucha virtud y buena doctrina mereció ser obispo, y murió a manos de indios por predicar la fe católica… Esto fuera mejor (enviar a Atahualpa a España) mas hicieron lo otro, a instancias de los que Almagro llevó; los cuales pensaban, o se lo decían, que mientras Atabalipa viviese no tenían parte en oro alguno hasta henchir la medida de su rescate. Pizarro en fin determinó matarlo por quitarse de cuidado, y pensando que muerto tenia menos que hacer en ganar la tierra». -¿Dónde está aquí la decantada «complicidad horrenda del fraile maldito»? (Págs 5-6)

Seguidamente escribe el Padre Hernández: «He aquí algunos testimonios que he podido haberlos a la mano. Si no son tan numerosos como habría deseado, son sobradamente selectos. Tres de ellos son protagonistas de la gesta conquistadora. Los restantes son de tanto peso, que inclinan la balanza en su favor, cuando la imparcialidad, no la pasión, son los jueces. Después de estos testimonios, respetables como los que más, ¿qué razón le asiste al Dr. Leguía y Martínez, archi-hiper-ultra enemigo del venerable Padre Valverde, para lanzarle, como desde un Olimpo, aquellos dardos inflamados, que si no ya su persona, el nombre quisieran aniquilarle? ¿Se dirá que sigue las huellas de Prescott, Gómara, Zarate? ¡Lástima grande que tan claro ingenio como le reconozco y admiro a Don Germán, no haya seleccionado mejor sus autores! ¿Prescott? Pero Prescott, don Guillermo H. Prescott, es luterano y a fuerza de tal no tiene empacho en desautorizar y aún denigrar los méritos del catolicismo y de sus ministros. Peca, pues, de parcial por sistema, y no se le debe seguir, a menos de contrariar la ley de crítica, según la cual no se ha de tener por inconclusas las afirmaciones de un autor cuyas costumbres, leyes, pasiones e ideas diversas lo apartan del resto de los autores que de la misma ciencia entienden; ni se ha de aceptar livianamente porque el Maestro lo dijo, sino que se las debe someter a detenido examen para ver si son o no ajustadas a los hechos.

¿Y Zárate? ¿Y Gómara? Autores son muy inferiores a los en que me apoyo para defender mi tesis, y hay grandes reparos que hacer a su voracidad y moralidad de historiadores». (Págs 8-9)

De la defensa que sigue haciendo de Fray Vicente de Valverde transcribimos los párrafos siguientes:

«A) Pero aun quiero dar mayor extensión al raciocinio.

Un seso no influenciado por juicios preconcebidos, no obnubilado por el error, es decir, una razón recta, sabe bien que una persona es tanto más digna de fe, cuanto su vida pública y privada trasuntan mejor la verdad moral e histórica; y como quiera que varios informadores e historiadores -cuéntanse entre estos Prescott, Gómara y Zárate- de los que han tratado la conducta del P. Valverde en la conquista, se resiente de la integridad moral y de la verdad histórica; se deduce legítimamente que sus afirmaciones, o deben aceptarse con las reservas consiguientes, o deben rechazarse de pleno como atentadoras contra la verdad histórica, ¿Se me motejará acaso porque en un estudio de índole netamente histórica incrusto un raciocinio filosófico con humos de escolasticismo? Pero esta censura implicaría indiscreción, por no decir ignorancia del íntimo parentesco que existe entre la filosofía y la historia, y de que por algo se ha reconocido y aceptado la ciencia que se llama «Filosofía de la Historia».

B)Pero sigamos argumentando con el silogismo favorito de Don Germán -el dilema-: El Venerable Padre Valverde o fue realmente el «fraile maldito» y el «fanático empedernido», como afirman sus enemigos, o fue «el santo y celoso misionero», como le llaman los imparciales. Si lo primero, ¿cómo se concibe que los Reyes Católicos, tan celosos de la libertad del indio y tan encarecedores de su cristianización, le nombraran, casi a raíz de la rota de Cajamarca, protector absoluto y defensor único de los regnícolas? Si lo segundo, ¿cómo hombres que se precian de historiadores probos y verídicos cometen la avilantez de enlodar su nombre venerando, dando testimonio inequívoco de carencia de aquella misma probidad y veracidad que blasonan?

C) El P. Valverde era todo un teólogo de Salamanca, por consiguiente conocía la pureza de los principios católicos, entre los cuales está el de autoridad; el P. Valverde era todo un fraile dominicano, es decir, uno de los más acérrimos propugnadores de los principios católicos. Ahora bien, si conocía aquel principio y estaba obligado a defenderlo, ¿en qué se fundan los adversarios para afirmar que desconoció y quebrantó la autoridad del César y del Papa, que le ordenaban defender y evangelizar a los conquistados?

D) Principio de sana moral es éste: «Nemo praesumitur malus nisi probetur; pues bien, ¿quién ha probado hasta la fecha, no digo ya apodícticamente, pero ni siquiera someramente, la culpabilidad del P. Valverde en la prisión y muerte de Atahualpa? Y si no se ha probado esta» maldad», si es imposible probarla, como dice Mendiburu, ¿en nombre de qué razón se calumnia y aún se maldice al primer apóstol del Perú? Se me volverá a citar unos cuantos autores malévolos; pero ya se ha visto que esas fuentes son impuras y hasta emponzoñadas, y por ende, indignas de que se las tome como «genovesi», criterio recto de verdad, emanado del común sentir de los doctos. Pero aun esos mismos, en algún momento en que su razón no está perturbada por el obstáculo intrínseco de una conciencia apasionada, han dicho por excepción una verdad: «Si la historia ha de ser justa, jamás debe olvidar que el P. Valverde fue religioso de un celo infatigable lo mismo por la conversión de los indios que por la bonificación de su condición». (Prescott)

E) Es condición humana, inherente a nuestro ser, el defender generalmente si no hay algún motivo especioso o verdadero que suspenda temporalmente esta obligación, -los fueros de la sangre y los vínculos de familia, porque en ello va no menos que el honor y la dignidad de uno mismo. Ahora bien, si Atahualpa fue preso y muerto por instigaciones del P. Valverde, ¿por qué el cronista Pedro Pizarro no lo expresó claramente para descargo de su primo el Marqués, a quien tanto y tanto se empeña en disculparlo?

F) Sin injuriar impunemente a los Reyes Católicos que por sí o por sus Consejos de Indias dictaron aquellos códigos, leyes y cédulas, de las que cada frase y aun cada palabra respira una humanidad admirable y la protección más completa a los indios, igualándolos en todo a los españoles; sin perjudicarlos, digo ¿cabe admitir que, como premio de la infame conducta que se atribuye al P. Valverde en Cajamarca, le presentasen para primer obispo del Perú?

G) Por mayo de 1534 los soberanos de España enviaron al Perú dos cédulas: en la primera de ellas reprenden acremente a Pizarro y a Almagro por haber ajusticiado al emperador de los Incas, manifestando que ha sido «muy en deservicio de la Corona y injurioso a la Divina Magestad»; en la segunda agradecen al P. Valverde por la parte que ha tomado, como fiel ministro de Dios, en los sucesos de Cajamarca. He aquí dos actos diametralmente opuestos de una misma autoridad; luego responden a dos estados de ánimo, también opuestos: de desagrado por la conducta reprensible de aquellos, de aplauso por el proceder caritativo de éste». ( Págs 10-14)

Después de referirse a la acusación del licenciado Antonio de la Gama, escribe: «¡Cuánto mejor harían los detractores del P. Valverde, si supieran siquiera dudar, antes que enlodar injustamente un nombre venerando! ¡Cuánto más viable se conceptuaría que, con espíritu verdaderamente crítico, estudiaran la psicología de aquel momento y de las circunstancias aquellas! De entre las muchas que pudieran señalarse apunto éstas: la ignorancia y torcida intención del intérprete Felipillo, con el que Pizarro fue menos afortunado que Cortés con su india Marina; el seguro y completo aniquilamiento de los castellanos si éstos no adelantaban el golpe; la ambición de Almagro y de muchos oficiales suyos; la esterilidad de todos los sacrificios hasta allí soportados; la permanencia de estos pueblos en la gentilidad, Dios sabe por cuanto tiempo más; etc» (Págs 14-15)

Se refiere luego el autor del folleto a las informaciones adversas contra el Padre Valverde dentro y fuera del Perú, a cómo no se le ocultó que con el transcurso del tiempo se habían de hacer cargos contra su persona y a la rectitud de su proceder en todo tiempo, para escribir más adelante: «Apenado su pecho apostólico a presencia de las infinitas gentes que aun vivían y perecían en las tinieblas de la ignorancia y de la idolatría por falta de sacerdotes, únicos capaces de disipar una y otra, él, cuyas entrañas eran devoradas por el celo de la religión católica, solicita el inmediato envío de los más idóneos obreros evangélicos que por entonces tenía la Península: los dominicos y los franciscanos». (Pág 17)

La conclusión del folleto encierra tales elogios de la persona y la obra del Padre Valverde que juzgamos necesario transcribir íntegros todos sus párrafos, con lo que damos fin a este modesto trabajo: «Pero en lo que el santo prelado se hombrea con los más aventajados apóstoles del mundo y emula el celo de los Montesinos, Las Casas, los Javieres, es en la defensa de la libertad del indio y en el empeño, por su bienestar político y religioso.

¿Pruebas? Hélas aquí: «Ansí mesmo, indios e indias libres de otras provincias que están en ésta quieren usar de su libertad y irse a sus tierras, han venido a mí que les ampare en ello, e no he podido, porque los tenientes y justicias me los han sacado de entre las manos encomendándoles por cédulas y quitándoles su libertad. Suplico a V. M. no consienta semejantes cosas que, éstas, porque se ofende grandemente Dios Nuestro Señor en ello, y semejantes injurias que éstas, cargan la conciencia de V.M.»

A poco de escritas estas frases se exhibe profundo filósofo y sociólogo, como lo acreditan estas palabras suyas: «V. M. tenga por cierto que estas proposiciones que se siguen: que los indios no se hagan esclavos, ni se les quite su libertad por otra vía, ni se echen a minas, ni se saquen de sus tierras y asientos, son proposiciones tan verdaderas y tan per se notas, en todo lo que descubierto ha de indios, que quienquiera que hablare contra ellas, no debe ser oído. Y pues que Dios Nuestro Señor, cuyo imitador V.M. debe ser, suavemente dispone todas las cosas y se sirve de cada una según su manera, que no ande cristiano sobrellos fatigándolos».

A vista de estos testimonios tan evidentes, y elocuentes además, ¿cabe todavía, honradamente, repetir y conceder valor histórico a la frase aquella de Don Germán: «La repugnante silueta de Vicente de Valverde proyecta su sombra fatídica sobre los claustros de la Iglesia colonial»?

A buena fe que son mucho más simpáticas y hasta más conformes a la historia -aunque no tengan la altisonancia de la frase leguiamartineza- estas palabras del P. Alberto M, Torres que cincelan la personalidad de «el venerable P. Valverde, compañero inseparable de Francisco Pizarro en la conquista del Perú; cofundador de las ciudades de Piura, Jauja y Cuzco; fervoroso catequizador de Atahualpa, a quien dio vida eterna mientras los hombres le quitaban la mortal; amoroso protector de los desvalidos hijos del Monarca; defensor ardiente de los indios de Sur-América; fiscal incorruptible de los oficiales reales en todos los ramos de la administración; fundador y primer Obispo efectivo de la Iglesia católica en América meridional; celoso guardador del culto y disciplina eclesiástica; impertérrito defensor de los derechos de la Iglesia; inconmovible sostén da la doctrina católica; pobre, cuando sus diocesanos nadaban en riquezas; tolerante y sufrido, cuando el bien de la paz lo exigía; intransigente, severo, siempre recto, cuando estaban de por medio los intereses de Dios».

Tales fueron los merecimientos y la dignidad de este santo obispo, que tiñó el Pontifical con la más pura grana de su sangre vertida por su Dios. Tal fue este varón ilustre, cuyo solo nombre nos trae a la imaginación una idea que revela toda su alma, que condensa toda su vida. Diríase que su alma, su vida, toda su acción no tienen más que una razón de ser: guiar a los hombres hacia la luz de la civilización y de la fe.

¡Padre!… ¡Maestro!… ¡Amigo!… todo lo fue. Fue verdad, fue abnegación, fue consuelo, fue paz, fue justicia, fue ejemplo… Fue amorosa providencia y tierna caridad con que apagó odios, aventó fraudes, desvió ignorancias, confortó desmayos, enamoró corazones, y como todo hombre justo y bueno provocó las iras del egoísmo avasallador de hombres sin entrañas».

Oct 011980
 

Vicente González Hernández.

La Historia de España, estudiada y comprendida en cada uno da los múltiples aspectos que la configuran, es apasionante, aleccionadora, importante por su contenido fruto de una vida nacional activa cuyas acciones regionales, locales e individuales, se complementan para cimentar nuevos comunes futuros de estabilidad política, desarrollo social y prosperidad colectiva. Cierto es que la existencia de particularidades geográficas e históricas, de hechos singulares, de propios usos y costumbres han modelado y determinan aparentas variantes de ella que, analizadas, constituyen una pluralidad armónica de la misma raíz. España es Galicia, cuna de la poesía, canto final de rutas peregrinas, vos de Patria sobre las olas de mares espejo de su verdor; es Asturias, alta cumbre sobre montañas con ecos de romances, cimiento del ara hispano, origen de Caminos entre tierras sembradas de laurel y sacrificios; es Castilla, solar de Imperios, amplio horizonte desbordado por vientos de conquista habladores de gestas; es Extremadura, firme tierra dadivosa, raíz de mundos pregoneros de audacias y trabajo coronados de sus glorias; es Aragón, fortaleza imbatida, pueblo portador de banderas y lealtades entre honores con reflejos de mar y de estrellas; es Andalucía, columna soporte de caucas compartidos por ríos de labores e ilusiones, puente de culturas, jardín de sueños; es Valencia, huella de luz, fértil campo extendido por el azul de las aguas y de las repúblicas; es Murcia, asiento del iris, grito al cielo de perfumas y da esfuerzos en el caminar del tiempo; es Cataluña, nave de todos los océanos, arca segura abierta a luminosos ideales y honrados empeños; es Navarra, manantial de efemérides en paisaje da hacendosa alegría y belleza, roca da tradiciones firmes; es Cantabria, marinera y laboriosa, esmeralda tallada entre cantos de generaciones que los montes hicieron lejanía; es Vasconia, puerto de la confianza, sirena permanente a la actividad proclama de seculares aconteceres imperecederos; es Baleares, amplio hogar da pueblos afirmados sobre rocas al mar da antiguas civilizaciones, faro y acogedor refugio en la ruta de las brisas; es Canarias, adelantada hispania, generosa y esforzada, sedienta del recuerdo, constante en pedir amor al aire que vibra encendido de amores y distancias; y son Ceuta y Melilla, luceros recordatorios de proezas; un todo, construido, fortalecido y enaltecido, con el aporte cotidiano de personales contribuciones a la comunidad nacional. Por ello, el privilegio de ser español es de todos los miembros de esta colectividad con orgullo, de rico lenguaje universal respetado. Los regionalismos apasionados son demoledores; invocados, generalmente, para satisfacer causas con finas de escaso crédito histérico.

Los nombres de los defensores de aquella integridad, de los valores y virtudes del pueblo constituido en Nación, forman una larga nómina en la que encontramos con satisfacción extremeños que en la historia española contemporánea e incluso regional y local, tuvieron destacada participación. Diego Muñoz Torrero, Alvaro Gómez Becerra, Antonio Silva Núñez y León Leal, Ramos, actualmente alcanzan una dimensión histórica, política y social que irá en aumento y será en su día justamente valorada, por el importante contenido de sus actos y escritos, el avanzado y español pensamiento de fistos y el ser hombres íntegros, lo que, ciertamente, en cualquier época, constituye la más alta dignidad humana merecedora de respeto y homenaje.

II

Diego Muñoz Torrero

Don Diego Muñoz Torrero, sacerdote, político inteligente y filósofo de claro entendimiento, desde su cátedra y rectorado en la Universidad de Salamanca hasta su muerte en la torre de San Julián de la Barca, de Lisboa, en 1829, fue el nombre de excepción con ideas claras que precisó abiertamente, con energía, los problemas urgentes a resolver para ordenar y encauzar la conciencia nacional por caminos de libertad y de progreso. El 24 de septiembre de 1810, fue su voz en las Cortes de Cádiz la que llenó el ambiente y ecos tuvo de aliento en favor de la renovación de normas sociales y de privilegios. Padre, llamado después de la Constitución que nacería sobre las bases de un reformismo ilustrado, señaló directrices para la nueva sociedad que ya declaraba su oposición al absolutismo del poder y defendió con entrega la universalidad de sus ideales y creencias hispanas, como quedó reflejado en el Documento discutido por el Pleno y aprobado el 19 de marzo de 1812, al definir como principio fundamental de nación española «la reunión de los españoles de ambos hemisferios».

El profesor Muñoz Torrero fue enviado a Cádiz por la Universidad de Salamanca al frente de un grupo escogido de hombres con amplitud de ideas y de criterios, consecuencia de la reflexión profunda y académica sobre la Ilustración. Era un liberal más; lo habían calificado sus comentarios de cátedra y el favorecer la introducción de novedades culturales en la Universidad de Salamanca, rompiendo moldes académicos y límites a la enseñanza. Sin embargo, el pensamiento de Diego Muñoz Torrero está mas cerca de la doctrina de Suárez y de Vitoria que de las ideas de Montesquieu, Locke y Rousseau; por ello, pudo, con equilibrado razonamiento y desapasionada oratoria, proclamar la soberanía nacional plena y desarrollar la filosofía de la nueva política deseada, de manera que sus exigencias fueran consecuentes con las de la Constitución tradicional. Merced a su evidente liberalismo controlado, fruto de sus conocimientos filosóficos, de su receptividad de opiniones, de su apertura al diálogo y a la controversia, de su capacidad de observación y reflexión, consiguió, junto con sus colaboradores y entusiastas partidarios, en palabras del catedrático don Ricardo de la Cierva, «fijar con carácter definitivo la orientación reformadora y liberal de las Cortes de Cádiz meses antes de que se iniciara la discusión constitucional en el Pleno»[1]. Muñoz Torrero se distinguió, entonces, por su fidelidad al espíritu español y por su trabajo continuado, activo y valioso, como presidente de la comisión constitucional que tuvo por misión preparar el anteproyecto del texto fundamental, frente a la brillante oratoria e intervenciones de don Agustín Argüelles, partidario entusiasta de la forma británica de gobierno.

En Cádiz nació una Constitución española con el sello moderado y reformador que supo imprimirle Don Diego Muñoz Torrero, extremeño, nacido en la villa de Cabeza de Buey, de la provincia de Badajoz, siendo el origen de una primera aspiración de gobierno democrático.

La negativa de Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, llamada de Cádiz, y la recuperación del poder absoluto el 4 de mayo de 1814 por el Rey a quien la Historia llama el Deseado, fueron el comienzo de incertidumbres, decepciones, angustias y fracaso de aquel empeño ilusionado de practicar una reforma social, política y administrativa progresista en España. Martínez de la Rosa, Villanueva, Calatrava, Argüelles, junto con otros diputados liberales de gran significación fueron detenidos. Muñoz Torrero, arrestado también, acabó recluido en el convento de San Francisco de El Padrón, en Galicia.

Prudente, sufrido, leal -virtudes del extremeño mal interpretadas histórica y sociológicamente, en muchas ocasiones- Diego Muñoz Torrero permanece apartado de la vida pública y discretamente censurado por el Vaticano que no dará el asentimiento a su designación de obispo de Guadix, en 1820. No fue olvidado, sin embargo. Su extraordinaria y valiosa contribución política y filosófica al pensamiento e ideario nacional, surgido como necesidad de ser pueblo respetado, libre y nuevo, hizo que fuera elegido Diputado en 1822 aunque por breve tiempo. El restablecimiento del absolutismo le obliga a huir a Badajoz y luego a Portugal, en donde por razones de su significación liberal será después encerrado por los partidarios de Don Miguel, en lugar cuya estrechez de fronteras hacen más alto y atrevido el pensamiento, más débil el cuerpo que, saturado de esclavitud, muere para dar mayor libertad al alma.

El extremeño Diego Muñoz Torrero, desde la amplitud de su doctrina e ideología, es un español universalista, caminante en pos de mundos desconocidos en los que alzará pendones de conquista que el tiempo y España harán propios. Muñoz Torrero hizo Historia española contemporánea; sólo dejó a Extremadura y a su villa natal, la dignidad de ser tierra sin mancha y su nombre, gloria nacional.

III

Álvaro Gómez Becerra

Nueve años antes que los restos mortales de don Diego Muñoz Torrero llegaran a Madrid para ser enterrados en el cementerio de San Nicolás, al lado de Mendizábal, Argüelles y Calatrava -grandes luchadores por una España renovada- habla fallecido el ilustre cacereño don Álvaro Gómez Becerra, magistrado, ejemplo de tenacidad, energía, templanza y ecuanimidad. En Madrid murió, el año 1.855, cuando ya eran recuerdos tanto los años que pasó en Cuenca, desterrado, por ser defensor de ideas y doctrinas progresistas, como los momentos de angustia que viviera ante un pelotón de ejecución francés, por defender con valentía el honor y los intereses de la Villa, entonces, que le tenía por Corregidor. Entre estas etapas su vida es ejemplo de honestidad y trabajo en favor de los ideales nacionales con base en la justicia, la libertad y el progreso fomentado por el poder e impulsado por el esfuerzo ciudadano colectivo; su actividad testimonio de entrega y servicio constante a la Nación y a la propia tierra extremeña cuyas inquietudes y valores conocía y a los que defendió frente a poderes diversos.

En Cáceres, Gómez Becerra vive los primeros encuentros con la política, al enfrentarse con la realidad social y problemática de su alrededor, condicionada por las exigencias de los franceses, desde su representación en el Municipio cacereño; advierte la necesidad de continuar los caminos iniciados por los liberales años atrás, al margen de luchas no conducentes mas que a distanciar las opiniones de moderados y progresistas. A Cáceres, villa a la que el Rey de León, Alfonso IX, otorgará en 1.229 propio Fuero, dos años después confirmado por Fernando III, el Santo, daría el primer periódico con noticias de los problemas locales, superados esos días de intranquilidad y opresión vividos durante los años de presencia francesa en España.

Se interesa por la política en 1.813, cuando funda y dirige «LA ASOCIACIÓN DE CÁCERES», cuyo solo ejemplar manuscrito por su colaborador don Claudio Constanzo divulgaba y recogía periódicamente noticias de interés para la comunidad cacereña. Don Álvaro Gómez Becerra, desde Cáceres se constituye en espectador inteligente y observador agudo del proceso Constitucional español de 1.812 con triste desenlace, debido, en gran parte, al rechazo de toda idea de reforma por el País que aceptaba el régimen de represión establecido por Fernando VII, adorado, sin embargo, por el pueblo español. El período de 1.820 a 1.823 le preocupará más ya que la insurrección constitucional se desbordó dando paso a una era de anarquía y desgobierno. Estos acontecimientos y sus resultados le proporcionaron los temas que desarrolló con personales conceptos y aportaciones de jurista excepcional en sus trabajos: «LA CERNOGIA» o «CONSTITUCIÓN DE UN PUEBLO» y «LA ANTICERNOGIA: CONSTITUCIÓN DEL ESTADO».

La nueva Constitución más amplia que el Estatuto real, votada el año 1.837 por moderados y progresistas, constituyó la prueba del cansancio por mantener situaciones desestabilizadoras de la concordia nacional, impropias de la sociedad defendida por ambos partidos, deseosos ya de llegar a una avenencia y evitar, también, que sus disensiones fueran utilizadas por sociedades u hombres con idearios absolutistas. Un extremeño, nuevamente, Diputado y Ministro de Gracia y Justicia, durante los años 1.835 y 1.836, había contribuido a aclarar la realidad española.

El prestigio de Don Álvaro Gómez Becerra era reconocido. Su capacidad de trabajo, su desinterés, inteligencia y equilibrados juicios dan medida de éste cacereño, estimado por los liberales, respetado por los progresistas, apreciado por los imparciales, honrado por las mismas Cortes al designarle miembro del Gabinete de regencia, constituido en 1.840, al renunciar la reina gobernadora Doña María Cristina a su función de regente y embarcarse para Francia dejando a Doña Isabel II y a su hermana en España. Gómez Becerra, calladamente, actuará con la lealtad propia de su honrados ideológica y carácter. Tal proceder es motivo de ser nombrado nuevamente Ministro de Gracia y Justicia el año 1.843, una vez proclamada ya la mayoría de edad de Isabel II por las Cortes, pese a no tener ésta cumplidos los 14 años.

Esta etapa del jurista cacereño y los siguientes años de su vida serán difíciles y no obstante aquellas virtudes personales y servicios a su Villa natal y a la Nación, le alcanzarán las consecuencias de pasiones políticas desbordadas, en las que las ambiciones, los egoísmos, las deslealtades, lamentablemente siempre, son determinantes de atonía nacional, con pérdida de valores la sociedad constituyente de la unidad española. Don Álvaro Gómez Becerra será perseguido y su libro «MI DESTIERRO A CUENCA» el balance espiritual de una vida dedicada al bien común con el epílogo del gran desamor de quienes ayudó y sirvió. Murió en Madrid en 1.855, fiel a sus creencias, siendo ya Cáceres por la que tanto se desveló Capital de la provincia de la Alta Extremadura.

IV

Antonio Silva Núñez

El título de Ciudad lo recibió Cáceres el 9 de febrero del año 1.882 por voluntad del rey Don Alfonso XII, reconocido a la lealtad y servicio de los cacereños a la Corona. Don Lesmes Valhondo Carvajal fue el primer Alcalde, sucediéndole hombres que procuraron el engrandecimiento del núcleo urbano con respeto y especial atención por todas las generaciones agradecido -al bello e importante conjunto arquitectónico de la gloriosa Villa, así como el bienestar de sus conciudadanos.

En esa lista de respetables regidores de la Ciudad se encuentra don Antonio Silva Núñez, oliventino de nacimiento, cacereño de corazón, profesor de mérito, alcalde prudente, bien recordado.

Don Antonio Silva era además un enamorado de Portugal. De aquí su insistente predicación de acercamiento al país vecino con el que nos une Historia y tradiciones, y la necesidad de fortalecer la amistad entre pueblos sin fronteras. No era el político de oportunidades; fue el español adelantado a su época que estableció tatos cauces modernos de comprensión internacional y de vías de recíproco trabajo por el bienestar común. Había en su empeño de hombre universal parte aplicada de una de sus magistrales clases de Física y Química, en el Instituto General y Técnico de segunda enseñanza, de Cáceres -que en alguna etapa dirigió- y la mesura de obrar llena de afecto y entrega que le caracterizaba como ciudadano rector de un Municipio con problemas. Las relaciones de Extremadura con Portugal, de España con la Nación lusitana, habían de ser como vasos comunicantes de inquietudes, de trabajo, de cultura, de ilusiones y de fraternales encuentros; un proyecto esperanzado que, pasados los años, la historia contemporánea ha convertido en eje de buena vecindad y de apoyo mutuo.

En don Antonio Silva hay que reconocer al anticipado de una política de intercambios entre pueblos y hombres, por el camino del conocimiento y de los afectos sin reservas; al maestro metódico perseverante, lúcido, que al espacio dio extensión de tierras con horizontes de nombres comunes y al tiempo el valor permanente de las generaciones con idénticas esperanzas; al español creador de la cátedra de lengua portuguesa en el primer centro docente de Cáceres que regía -y que es necesario más ampliamente restablecer, siquiera en su honor- y en el que cristalizaría también el acuerdo de crear becas para estudiantes de la América Latina, posteriormente apoyada esta iniciativa por el Consejo de Instrucción pública y sancionado aquel acuerdo por un Real Decreto.

Estas preocupaciones del profesor Silva Núñez, alentadas por el entusiasmo despertado por los Juegos Florales de afirmación regional e Iberoamericana, celebrados en la ciudad de Mérida el 3 de diciembre de 1.923, con presencia simbólica de Portugal, sería una constante en su vida de educador y de hombre público, despejada durante su Presidencia del Ayuntamiento de Cáceres el año 1.935. El llamado DÍA DE PORTUGAL, celebrado al fin el 31 de mayo, durante las Ferias y Fiestas tradicionales fue una realidad; mas efímera.

«Somos como nadie -escribió don Juan Milán Cebrián, al año siguiente en el folleto titulado «Cáceres»[2] – los del ímpetu y el brío; en nuestros impulsos, generosos siempre, es cierto que abarcamos amplios horizontes que no siempre sabemos ganar; que para ello es necesario un espíritu de continuidad, del que carecemos. Bellas iniciativas ideas nobles, concepciones trascendentes, se malogran apenas nacidas, aunque alumbraran llenas de santa furia, por discontinuidad en la acción. Inacción de la acción».

«Surgió en nuestra provincia -continuaba- y mejor diríamos en nuestra Ciudad, uno de esos impulsos, una de estas concepciones, de recia y potente espiritualidad y se acarició íntimamente, saudosamente, pero tuvo pudor de su aireación. Se limitó a la confidencia íntima. Una circunstancia, desgraciada por su causa, pero afortunada por su efecto, rompió aquel recatado pudor y surgió pujante aquel «Día de Portugal». La iniciativa que este ilustre caballero español, injertado en portugués, que se llama Don Antonio Silva -a él nos referimos- expusiera un día» necesitó, nada menos que una serie de circunstancias políticas, en nuestro país, que exigieron su presencia en la Alcaldía de Cáceres, para que, lo que no habla pasado de impulso, se reflejara en un hecho de alto valor para la hermandad hispano-lusa».

Efectivamente, no hubo continuidad en esta celebración de gran significado histórico, social, cultural y económico; mas aquella importante idea, tan abandonada al silencio por Extremadura, tuvo después un desarrollo a nivel de Gobiernos creciente, cuyo espíritu se mantiene.

En la Alcaldía tampoco estuvo mucho tiempo. Por el contrario su presencia en la cátedra fue constante, ejemplar, sin pausas, cultivando la amistad de los alumnos en quienes veía una prolongación de sus ilusiones por Extremadura y España. A estos desvelos respondieron por vez primera en la historia del Instituto de segunda Enseñanza sus discípulos, el año 1.940, reuniéndose en torno suyo en demostración de afecto. Al dorso de la fotografía realizada en las escaleras de acceso al Centro – establecido entonces en el que fuera antiguo convento de la Compañía puede leerse el testimonio de gratitud al profesor de Física y Química, don Antonio Silva Núñez, «de todo el curso sexto de bachillerato, por sus anhelos en hacernos buenos patriotas, excelentes ciudadanos, dechado de cristianos y estudiantes, que el día de mañana puedan dar gloria a España».

Don Antonio Silva Núñez había enraizado hondamente en la Ciudad que amó siempre, con aspiración española de acercarla a Portugal y al mar caminos de conquistas nuevas.

V

León Leal Ramos

«Pues bien, yo digo que cuanto hay de inteligencia, virtud, riqueza y fuerza en Extremadura está cada día más al servicio de la región, que es el servicio de la Patria, y cuanto hay de inteligencia, virtud, riqueza y fuerza en ambas provincial extremeñas salvará la región y contribuirá a la salvación de la Patria»[3]. Con estas palabras, don León Leal Ramos, ratificaba el año 1.925, la que, junto con su profesión de jurista, su vocación social y cristiana y su gran pasión por Cáceres, iba a constituir un tesa, una necesidad, un motivo de lucha durante toda su vida, Extremadura, la Región extremeña, con ejército de hombres en la Historia de España, con multitud de brazos tendidos al campo, en silencio, con huellas de cansados cuerpos por la geografía universal, le atrajo siempre, le cautivó, le hizo ser motor impulsor de empresas sociales en franca y abierta lucha de posibles reparaciones, portavoz de necesidades que remediar con urgencia.

El regionalismo de León Leal es de unidad interna, de solidaridad nacional, de combatividad; un futuro en el que la justicia, el trabajo y el respeto entre los hombres destruya fronteras de desorden, emigración, dolor. «La emigración -decía ya en 1.908- es una sangría que sufre España, nuestras aldeas se van despoblando, la gente emigra porque la vida es cara y no se encuentra trabajo. La emigración es una desgracia reveladora de otra mayor para el emigrante y para la Patria»[4]. Mas, el problema es también de educación cívica, de colaboración individual y colectiva consciente, de acciones da solidaridad amplia. Por ello, celebra, aplaude, le entusiasma la propuesta del maestro de Almoharín, don Fausto Maldonado, de consagrar a Extremadura un día al año, principalmente en las escuelas. Día de Extremadura. Día para recordar, conocer, honrar, sentir, proyectar y fortalecer a la Región Extremeña para mayor entendimiento entre los hombres y los pueblos, mejor aprovechamiento de la agricultura y de la industria, más grande florecimiento de la Cultura, Una grandiosa idea, falta de continuidad.

Desde las páginas de las Revistas del Grupo de la Democracia Cristiana, «Renovación Social» y «Asturias Agraria» y del diario cacereño «Extremadura» León Leal Ramos fue «defensor entusiasta y tenaz de las clases campesinas cuando eran víctimas de la usura, del cacique y de la miseria», en palabras de don Severino Aznar. En sus más de mil artículos publicados en periódicos y revistas, locales, nacionales y extranjeras, no menos de trescientas conferencias y discursos, don León Leal comunicó las propias inquietudes no solamente a los extremeños sino que, su coherente y sólida formación social, contribuyó a la iniciación, , desarrollo, permanencia y prestigio de obras de amplitud nacional. Escribió con sencillez, porque así fue toda su vida en la que prevaleció sobre otras virtudes la bondad. «Ahora digo, que sin esa bondad ni sus dotes de escritos ni su elocuencia de orador hubiera conseguido sus triunfos ni hubiera logrado de sus compañeros y amigos un cariño admirativo y fraternal, sin envidia, ni hubiera llegado a ser el orgullo plebiscitario de su región Extremeña»[5].

Extremadura, presente en la fundación y continuidad de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres; de la Caja Extremeña de Previsión Social; en el Instituto Nacional de Previsión; en la Academia de Ciencias Morales y Políticas; en el Ministerio de Trabajo, estuvo con León Leal Ramos y con él siempre aquellos dos versos del poema de Gabriel y Galán, «Regreso», que recordará la noche del 14 de enero de 1.954, durante su discurso recordatorio del cincuentenario de la muerte del poeta, preclaro hijo de Frades y de Guijo de Granadilla, por la emisora Radio Cáceres y días después por la de Salamanca.

«Para el Dios de la Cruz mi fe de roca y el amor de mi alma para todos»

En ningún momento quiso alejarse de Cáceres, rehusando cargos en Madrid aunque no la colaboración activa y orientaciones o consejos que le fueran solicitados. «El Gobierno no puede hacerlo todo» -decía- pero Extremadura «que existe a pesar de cuanto hizo el poder Central para desarticularla, a pesar de lo que hizo el caciquismo para disolverla y para ahogar todo intento de reconstrucción regional»[6], también precisaba de voluntades fuertes, de generosas entregas, de trabajo constante de ilusionados proyectos, de fe en su historia y en su destino. Don León, por ello, después de servir a España desde Santander y desde Madrid volvió a Cáceres para continuar trabajando por la Patria desde Extremadura, pues, con sus mismas palabras, «ni el regionalismo extremeño es un disfraz que oculta el egoísmo de la región, ni en Extremadura cupieron, caben, ni cabrán jamás exclusivismos ni regateos cuando del bien general se trate, pues precisamente Extremadura, que no carece de nada de lo que caracteriza a los demás elementos nacionales del Estado Español, ostenta, cual hizo notar el Sr. López Prudencio en un hermoso artículo, como una de las notas de su carácter, en esto como en todo, no poner el marchamo de su origen a nada de lo que ha hecho, ni exigir acuso de recibo en nada de lo que ha aportado a la vida española».

VI

La gloria de Extremadura está, por tanto, es la generosidad secular de sus hombres y tierras con grandeza de espíritu. De aquí su regionalismo afectivo, poco dado a súplicas conducentes a servilismos nada provechosos. Tal es el motivo de ser manantial de esfuerzos loables luego dispersos. Reunirlos es quehacer inmediato de las generaciones activas con voluntad regional fuerte, pues congregarlos, fortalecerlos, airearlos es potenciar la voluntad de este pueblo que, por historia y servicio de sus hombres a España, tiene bien ganado y merecidos cualesquiere Privilegios, Honores y Ayudas para su completo desarrollo y expansión.


NOTAS:

[1] Ricardo de la Cierva. -Historia General de España.T,VIII, pág 185, Madrid.1980.

[2] Editado por el Excmo. Ayuntamiento. 1936.

[3] «La Cruzada del amor y de la Justicia social». Discurso de Mantenedor en los Juegos Florales de afirmación regional e Iberoamericana, celebrados en Mérida el 8 de diciembre de 1.923.

[4] Por Caridad y por patriotismo. «La Acción Social». Nº 20. Revista fundada y dirigida por D. León Leal Ramos.

[5] Severino Aznar. Prólogo al libro de discursos y artículos de León Leal Ramos. Cáceres. 1.959. pág XIII.

[6] León Leal Ramos. Mérida 8.12.923.

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