Laureano Becerra Noriega.
Sean mis primeras palabras para expresar el más cordial de los saludos a todos los que de una forma u otra están relacionados con estos Coloquios Históricos; y mas especialmente a todos los comunicantes que cada año retornan ilusionados a este reencuentro llevando bajo el brazo el fruto de su callada tarea de conservar lo pasado, porque ellos saben que “donde no se conserve piadosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un sólo pensamiento original ni una idea dominadora”. (M. M. Pelayo).
INTRODUCCIÓN
En honor a la verdad, he de confesarles que, el titulo de mi comunicación no se halla completo; debería continuar añadiendo: “por uno que estaba al cabo de todo lo ocurrido”. Porque es así como reza en el original que conservo, y porque es precisamente este añadido lo que verdaderamente puede dar la originalidad al tema, ya que, si bien es cierto que el movimiento emancipador de nuestros dominios allende los mares está sumamente estudiado, nunca antes de ahora nos había sido presentado bajo el aspecto de un autor tan excepcional. Y digo excepcional, no sólo por haber vivido los hechos que describe, sino porque en él concurren una serie de circunstancias que difícilmente puedan darse en ninguna otra persona. En primer lugar, y debido a su cargo de Capitán General y Jefe Político, era la máxima autoridad de la isla; y en segundo término, porque en el transcurso del tiempo que va desde la revolución de la provincia hasta el momento de escribir su “Compendio”, sufre una serie de vicisitudes que son las que hacen posible la consecución de su trabajo, que es escrito, no para darlo a conocer, sino para desahogarse de una serie de vivencias particulares, que relacionadas de alguna manera entre si dejaron en nuestro hombre tan venerables vestigios, que no podía dejar de recordárselas así mismo.
Y es por ello, que en la soledad de su cuarto, donde poco después muere sumido en la pobreza, pasa el tiempo recordando… escribiendo… su casamiento con aquella extremeña de Valencia de Alcántara, su primer contacto con ultramar en los desembarcos y toma de la Isla de Margarita y Puerto Cabello, junto a D. Pablo Morillo. Y sobre todo aquellas pérdidas de sus dos hijos, militares como él que contenían toda su ilusión; uno, en aquella sublevación de tan infeliz memoria, fusilado junto al General Torrijos, y el otro victima del cólera morbo en la Habana. Su salida de Santo Domingo en aquel bergantín inglés, y su larga estancia en Liverpool.
Pero dejemos al autor para entrarnos con su obra a la que el empeño de no profanar con mi pluma torpe ha hecho se conserve con toda su frescura y sencillez de su época.
El “Compendio” da en principio una idea general de las gentes y las tierras, para pasar a detallar la revolución en si, incluyendo escritos recibidos procedentes del Jefe de la Revolución, para terminar enderezando una relación de jefes, oficiales, empleados y personas más visibles de los que apunta sus características más notables junto con datos personales y a veces íntimos de cada una.
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“Para tener un perfecto conocimiento de los antecedentes de esta revolución, convendrá dar, aunque en globo, una idea del carácter de sus habitantes, productos de la isla y recursos que ofrecía, como asimismo, la ninguna ventaja que proporcionaba a la nación española en el estado en que se hallaba, sin que por ello, se desconozcan las ventajas que resultarían si se hubiese fomentado su conservación.
Generalmente, los americanos son de carácter orgulloso, apático y vengativos enemigos de los europeos, sin ley para los amigos y parientes y aún para sus mismos padres y hermanos; el interés, les hace desconocer todos los principios del orden social; el único trabajo en que son incansables es andar a caballo pues se entran en las pulperías en donde suelen permanecer muchas horas bebiendo sin apearse. Allí sólo la gente de color es la que trabaja, pues conceptuar bajeza el que lo verifiquen los blancos, la prostitución y el robo en unos y otros les es característica.
Mas sin embargo sé que aborrecen a los españoles, no así a los de Santo Domingo, que les aprecian bastante, y son de un carácter más dócil y no tan viciosos como los de las otras partes; pero su docilidad misma, les hace servir de instrumento para la ejecución de los caprichos de aquellas personas que con su influjo, los dominan, moviéndose como máquinas por su resorte.
Pero así como son más tranquilos y no tan viciosos, son más holgazanes, guardando analogías las demás circunstancies en razón a su origen.
La isla de Santo Domingo esta dividida en dos partes, la menor, que es la de Oeste, era de los franceses, los cuales la perdieron en la sublevación de la mucha esclavitud que en ella tenían, quedando ésta dividida en dos gobiernos de mulatos y de negros que siempre fueron rivales y sólo olvidaban sus resentimientos cuando se veían amenazados por fuerzas de la Francia.
La parte del Este, cuya longitud tenia sobre 130 leguas y de latitud 40, era la que poseía la España, mas fue cedida a Francia en la paz de Basilea; no obstante, en la guerra de 1808, se levanta un caudillo llamado: D. Juan Sánchez Ramírez, quien con varios amigos y auxiliado por el Capitán General de Puerto Rico, arma a todos los habitantes contra los franceses, consiguiendo después de varios triunfos y reveses reconquistarla ayudado por cuerpos ingleses auxiliares.
Esta reconquista, no hay duda que hizo mucho honor a sus naturales, los que voluntariamente la ofrecieron a la España, mas el Gobierno de esta nación, o sea por lo poco que podía sacar de ella a causa del mal estado en que se hallaba o por otros fines particulares tácitamente, la dejó abandonada a su suerte contentándose sólo con mandar algunos jefes y recursos, la mayor parte imaginarios, olvidando el premio de aquellos que fueron para el reconquistador agraciados, aunque esto puede ser por la apatía que los capitanes generales de ella han tenido, este es el móvil de su perdida, según se verá.
La población de la parte española seria sobre 60.000 y pico de almas de las cuales más de 50.000 son de color. Las poblaciones se reducen a catorce o dieciséis pueblos, algunos de ellos con el nombre de ciudades, pero unos y otros tan informales que la mayor parte del vecindario, lo tienen repartido en cinco o seis leguas de terreno, habiendo una distancia enorme de unas cesas a otras, y estando reunidas a la que llaman iglesia muy pocas y esas de pajas, que llaman bohios; de aquí se exceptúan la ciudad de Santiago que es algo más formal y la de Santo Domingo, que contiene siete u ocho mil almas en un recinto en que con la mayor comodidad podían caber 10.000 vecinos o casas.
Esta ciudad tiene dentro de si terrenos grandes sin fábrica alguna, inmensidad de solares, cada casa tiene el suyo que es mucho mayor que ella y todos incultos; pero, sobre todo, lo que la hace a la vista desagradable es la multitud de bohíos o chozas entre otras hermosas casas y edificios regulares.
La gente, es poco amiga de cultivar el terreno feraz que posee, y sólo había unas pocas haciendas de europeos que con sus esclavos las sostenían siendo estos los únicos que trabajan en esta clase. Los demás se dedican al corte de caoba, la arriería y la caza de puercos monteses de que abunda el país; de modo que, exceptuando unas cortas raíces que los mismos esclavos siembran cerca de la ciudad y el ganado vacuno que produce el país, todos los demás recursos van de fuera.
La España tenía señalado un litigio de 300.000 pesos sobre México, pero esto era ilusorio y sólo se sostenía con los derechos que pagaban los pocos barcos que llevaban efectos y exportaban caoba, y aún estos hubiesen sido nulos si el nuevo Capitán General D. Pascual Real no se hubiese apresurado a modificar el último arancel; de modo que si cuando más entraban, no alcanzaba para dar medía paga a los oficiales, empleados, canónigos y otros, hubiera llegado el caso de perecer unos y otros.
La pobreza de los habitantes, no permitía exigirles una pequeña contribución, y estaban tan acostumbrados a ello, que costaría trabajo acostumbrarlos y convencerlos de lo contrario en ningún tiempo, baste decir que aún ni su diezmo pagaban y que el clero se mantenía de las casas.
Agregar a esto que en los meses de agosto, septiembre y octubre, no navegan buques por aquellos mares, y de consiguiente nada ingresa la hacienda.
No había más guarnición que 150 hombres de milicia negros, unos 70 mulatos y sobre 50 cadetes, y sólo del nombrado batallón de veteranos cuya fuerza total eran pocos, cansados y viejos y no se podían poner más milicianos sobre las armas por no haber con que mantenerlos.
La inmensidad de jefes y oficiales todos, todos inútiles, recargaba los gastos con los que muy bien se hubiera podido mantener un batallón.
El comercio de la ciudad, está la mayor parte en manos de franceses, pues los españoles, eran unos pobretones excepto dos o tres.
REVOLUCIÓN
Pues que queda demostrado el estado en que se hallaba la parte de Santo Domingo, paso a demarcar en parte su revolución. La colonia vecina, o sea, la parte francesa, se halló hasta el fin del año 20 dividida en los gobiernos mencionados, cuyas rivalidades constituían la seguridad de la española, pues ninguna de éstas podía extender sus miras sobre ésta, ya fuera porque sus fuerzas les fueren necesarias para atender a la otra o ya por el apoyo que la opuesta le daría; pero los desgraciados sucesos de los negros y la muerte de su rey Cristóbal, proporcionó a Boyer la unión de las dos en una sola republica, y desde esta época, ya no se podía contar como segura el resto de la isla, y algunas personas empezaron a temer, y con razón, máxime cuando a principios de abril se introdujo por los pueblos fronterizos esparciendo ideas alarmantes el Coronel mulato Desin Dalmasi; los ánimos se conmovieron, y el Capitán General D. Sebastián Kindelan se vio precisado a notificarlo a Boyer, pidiéndole políticamente una aclaración. Éste, hombre sagaz y político, contestó que no creyera lo que se decía del Coronel Dalmasi, “pues, aunque era verdad que había estado en la parte española, era en asuntos particulares de comercio los que de ordinario le hacían residir con más frecuencia en ella que en su país, y últimamente que es siempre, sería un amigo de la española, pero que si tenía alguna idea de temores de revolución existían en la ciudad de Santo Domingo”; esta contestación se publicó y aquietó en algún modo los ánimos, pero no tanto que disipase los recelos.
Hay motivos para creer que Boyer aspiraba a la posesión de toda la isla, pero no quería adquirirla por un rompimiento con España que le hubiera sido muy fácil, pues ninguna resistencia se le podía oponer, pero trataría de conectar la usurpación fomentando una revolución entre los mismos españoles; los sucesos acreditan esto.
El asesor del Gobierno, D. José Núñez de Cáceres, que a la sazón ejercía el empleo de Juez de Letras interino, era un hombre de bastante talento que, aunque con raptos de locura, tenía grande influencia sobre la gente, y una particular persuasiva; era de un carácter orgulloso e indómito, y los deseos de adquirir nombre, le hicieron concebir el proyecto de la emancipación.
Principió por seducir a los muchos oficiales que del tiempo de la reconquista habían sido agraciados por su jefe; estos, es hallaban sin despachos del Gobierno, y de este pretexto se valió para alucinarlos; les hizo ver las pocas ventajas que habían logrado con haberse sometido a la España, que esta nación, con el silencio, casi había desaprobado de hecho y que la prueba de ello era el no haberles aprobado sus empleos, los que habían adquirido a costa de sangre y trabajos; y, últimamente, que él sabía que volvían a ser vendidos a los franceses, lo que se evitaría separándose ellos de la España.
Estas razones y otras de que abundaba su ingenio, fecundó surtiendo un efecto que se proponía, y desde luego, contó con todos aquellos que podían acaudillar como anteriormente a los habitantes quienes a pesar de la docilidad y adhesión a, la España, los seguirían masivamente sin indagar el objeto; sólo restaba atraer a su partido al Teniente Coronel Comandante interino de morenos Pablo Alí, que tanto él como sus oficiales y soldados eran muy fieles y por esta razón, no verificaron la revolución el día 19 de marzo que era la época señalada y la defirieron para el Jueves Santo en cuyo intermedio, lograrían persuadir a algunos que faltaban, pero también se les frustró por el suceso siguiente:
En las inmediaciones de la ciudad, vivía un hacendado llamado D. Manuel Martínez, Capitán de las milicias de caballería, hombre limitadísimo, pero de bastante ascendente sobre los habitantes del sitio llamado “Montegrande” de los cuales se componía su compañía; Núñez juzgó necesario contar con él, y al efecto, mandó a D. Manuel Martínez Valdés, Diputado de la provincia. Este hombre, estúpido y bárbaro, no supo seducirle con política, pues Martínez necesitaba pocas razones para alucinarse, lo cierto que aquel al primer golpe le descubrió la conspiración y sujetos, que creyendo que supiera quienes eren se decidiría, pero este contesto redondamente que no, y quiso su desgracia que nadie presenciase la escena; la que familiarmente contó al Coronel de Artillería D. Luis Granados, y este dio parte de oficio al General Kindelán, quién parece llamó a Núñez y amigablemente le preguntó si era cierto porque en este caso el tomaría sus medidas; era muy natural que Núñez negase y exigiese una averiguación, como así sucedió y enseguida mandó a dar órdenes para que se suspendiese el proyecto por entonces.
Se forma un sumario ruidoso en que salían complicadas muchas personas de las principales, pero como los mismos eran los que debían declarar (que son los que Valdés descubrió a Martínez) todos negaron, y este hombre se vio comprometido por no poder probar el hecho, y recayó auto de prisión contra él, dado por el Alcalde D. Silvestre Aybar. Desde esta época aparecía como calumniador y nadie dudaba de la ruina; pero al fin hubo grandes empeños para una transacción amistosa, los contrarios, al principio se resistieron pero al fin, fingiendo que por compasión accedían, lo verificaron a condición de que se desdijese y pagase las crecidas costas; así sucedió que Martínez, por evitar mayores males, carga con la nota de mala fe y además su grande desembolso.
Los enemigos publicaron su victoria, y desde este momento pudieron, con toda seguridad, seguir sus maquinaciones, pues el ejemplo anterior puso un fuerte candado en las vacas de todos, de modo que públicamente se sabía la trama, y aún al mismo Capitán General se lo decían familiarmente, pero aseguraban que lo sabían y no podían dar parte formal ni probarlo.
En esta época, ya se hallaba encargado del mando el Brigadier D. Pascual Real, quién por no poder proceder al arresto de los que públicamente se señalaban, se veía en un grande compromiso, tomando la resolución de ofrecer premio a los soldados que delatasen algún seductor, y saliendo acompañado varias noches de sólo uno o dos ayudantes sin aparato alguno a observar por la ciudad pero, desgraciadamente, nada surtió efecto.
Como conoció el disgusto de todos los oficiales del país, que estarían arrinconados y casi olvidados del Gobierno, hizo reclamaciones enérgicas a éste de los despachos para aquellos, no omitiendo indicar el estado en que se hallaban y que comprometía la seguridad de aquella posesión. Se le contestó que se trataba de la remisión de otros despachos a la mayor brevedad. El General hizo publicar este aviso con el fin de aquietar los ánimos, pero ya era tarde.
No hay duda que esto lo han motivado, los antiguos capitanes generales, pula si con energía hubiesen hecho esta reclamación, lo hubiesen logrado, pero lo miraron con indiferencia y no evitaron el pretexto con que Núñez conectaba su revolución, bien es que ésta se hubiese dilatado pero al fin, como por la frontera se atizaba por otro sentido, sin remedio llegaría a suceder.
Ya sólo faltaba dar el golpe. De las tropas que había de guarnición, tenían ganadas las milicias de mulatos con todos sus oficiales, excepto el Coronel y algún subalterno (pocos). Los 50 individuos del Batallón Veterano lo estaban igualmente, con la mayor parte de los Oficiales, pero aún permanecían fieles los del batallón de morenos; más como para el golpe debían venir todos los milicianos del campo y de la distancia de 20 leguas, creyeron que aquellos o sucumbirían o se pasarían viendo a los demás contra si.
Para realizar la revolución, se trató por la Diputación Provincial de hacer un aniversario por la batalla de “Palohincado” que dieron contra los franceses en la reconquista y en la que fueron muertos o prisioneros todos, incluso el General Jerranz; jamás en Santo Domingo se habían acordado de semejante función hasta esta época, pero las ideas eran atraer a ella las gentes del campo y conectar por este medio la entrada de todos los milicianos que, como particulares, venían a divertirse. A una petición hecha por la Diputación Provincial no pudo oponerse el Capitán General, y fingió complacerse pero de antemano tomó las medidas conducentes a la tranquilidad repartiendo fuertes patrullas del Batallón de Morenos, que aún eran fieles y frustró de este modo sus deseos pues no se atrevieron a aventurar el golpe, pero sí consiguieron inflamar los ánimos por medio de canciones que les recordaban su valor y sus victorias adulando a sus caudillos como que debían ser los principales en la empresa proyectada.
Esta función que fue en el mes de noviembre se compuso de la iglesia, fuegos artificiales, música en el ayuntamiento y concluyó con baile y refresco en el palacio del Capitán General, en cuyo balcón principal se hallaba un dosel con el retrato del rey, y no faltó quien advirtiese u oyese decir a Núñez estándole mirando: “Miren que mequetrefe, ¿Y no es lástima que los robustos brazos de los dominicanos peleasen por él? No, no lo haría ahora porque están desengañados de lo mal que les ha pagado”.
Constantemente se recibían oficios de los Comandantes de la frontera, avisando los rumores que por los pueblos corrían; unas veces decían que Boyer estaba preparando un ejercito para invadir la parte española, y aún designaban los sujetos que estaban nombrados para los mandos de los pueblos; otras, avisaban que había emisarios de costa firme en Puertoprincipe y el Guarico para promover la revolución; pero lo que se decía (aunque con misterio), era que Núñez estaba en correspondencia con Boyer y que éste le ofrecía gente y, recursos para la revolución; esto si sería verdad pues Núñez lo decía públicamente después de realizada, y es de presumir que así sería y que Boyer daba fomento para después hacer lo que hizo, y que su usurpación no la había hecho a la España.
Estos rumores eran continuos, pero a mediados de octubre se inundó toda la parte Española de proclamas subversivas que desde el Guarico dirigían los que se titulaban emisarios de costafirme y desde luego, aparecieron estos seduciendo a los incautos habitantes haciéndoles ver que si ellos no lo hacían, entraría un ejercito matando y quemando. Estas amenazas surtieron su efecto pues por la frontera de Montecristi se declaró un Comandante subalterno llamado D. Andrés Amanante y reunió en los despoblados de Veler alguna gente más que fue creyendo que al día siguiente vendría una división en su auxilio, según le ofrecieron, pero viendo que todo era falso y que lo habían comprometido, se declaró contra los que le habían engañado y estos huyeron a territorio francés; más sin embargo de que conoció, su engaño no pidió perdón y si enarboló el pabellón de la Republica de Aytí acogiéndose a su protección, oficiando después al Comandante General de la Frontera de todo lo que le había sucedido y la determinación que había tomado. Al día siguiente apareció un Coronel de Boyer, y viendo su pabellón en territorio extranjero, se informó de todo, y contestó que aquel se debía respetar pues estaba bien puesto; de aquí se infiere que Amanante seguía el partido que Boyer quería, aunque ignorase el resorte porque se movía.
Toda esta conmoción de la frontera, se hubiese ahogado en su origen si no tuviera otras ramificaciones, pues de la parte de Santiago, salió el Capitán D. Pedro de Luna con algunos milicianos que reunió, y era tal el odio que tenían a los facciosos que despedazaron a los que tuvieron a las manos. El Teniente Coronel Comandante General de aquella parte D. Manuel Aybar siguió reuniendo más gente por si fuere necesario, pero en esto ocurrió el golpe en Santo Domingo.
De todo cuanto pasaba se dieron partes al Gobierno y hubo uno que por la vía de Francia debía conducir en posta el Capitán D. Pedro Vinchenti, y otro por Canarias y Cádiz debía seguir con la misma velocidad fuera de los que se daban en los correos mensuales por Puerto Rico; en ellos, se marcaban las ocurrencias, temores, escasez de recursos y origen de que todo procedía, estos iban reservados, pues no debían saberlo los secretarios ni oficiales por hallarse comprendidos en el complot.
El día de San Andrés se celebraba en Santo Domingo en los mismos términos que conertolendas y que se reduce a andar corriendo su caballo y ensuciarse unos a otros; concurren todas las gentes del campo y de este modo no se advertiría la cosa. Los Comandantes, llamaron a sus milicianos, estos vinieron sin saber a que, y aún después hubo muchos que no sabían lo que habían hecho; en suma, son máquinas que siguen a sus Jefes y Oficiales ciegamente y máxime si les merece algún concepto.
El día anterior llamó Núñez al Comandante de los negros Pablo Ali y le hizo ver que el Gobierno Español le había negado la carta de ciudadano a él y sus oficiales, que esto ya no era de aguantar, que todos los que hicieron la reconquista habían sido despreciados altamente porque los europeos aborrecían a los americanos pero, mayormente, a los que provenían como él de África; que mientras estuviesen por España no saldrían de miserias. Le ofreció hacerle Coronel, ascender a todos sus Oficiales, paga completa a todos en lo sucesivo, y la libertad de la esclavitud, si accedía al proyecto de la independencia que los haría felices. Ali, sin duda instruido por Boyer con quien se presume estaba en correspondencia, accedió y quedó concertado el golpe para la noche de San Andrés por las ventajas que les ofrecía, y quedan referidas.
Hay un pueblecito llamado Bani a diez leguas de la ciudad, donde se celebra una función que dura ocho o diez días que pilla intermedio la de San Andrés. En este pueblo debía darse el grito al mismo tiempo que en la capital, encargándose de ello un Teniente Coronel Español llamado D. Francisco Javier de Sola, perteneciente a los antiguos insurgente de Venezuela y que después de haber vagado por las colonias extranjeras, llegó a Santo Domingo donde fue sumariado, pero últimamente fue transigido su asunto creyéndole arrepentido; mas a esta generosidad correspondió con la mayor ingratitud, pues trató de sonsacar al Capitán General a la función de dicho pueblo cuyas gentes, y otras del campo, deseaban conocerle y a él también le convenía para orientarse del estado de los pueblos, y por último, políticamente le quería obligar bajo el pretexto de que sólo para él se había hecho un bohío y que no debía desairar a aquellas gentes; pero el General eludió esto diciendo que no se quería separar de la capital por los rumores que corrían, aunque bien ajeno de sospechar la perfidia de Solá quién trataba o estaba encargado de su arresto en aquel pueblo para que su influjo no presentara obstáculos en la ciudad, pero no consiguiendo su intento siguieron el plan proyectado.
Llegado el día de San Andrés y acudiendo a la orden de su Comandante todos los milicianos del campo, se hizo una pequeña reunión de ellos dentro de la ciudad, en la Plazuela del Carmen, a medía noche, a cuya hora, como ya los puestos de guardia estaban avisados dieron su golpe con el mayor sigilo empezando por recorrer aquellos que mudasen de contraseña, y cuya operación hicieron el Subteniente de Milicias D. José Ponce y el Cadete D. José Caballero, lo que efectuaron sin el menor obstáculo arrestando al Capitán D. Carlos Galo, el mejor Oficial de la Guarnición y que se hallaba de guardia en la Puerta del Conde. Con la fuerza, se hallaba de guardia otro Capitán también bueno, aunque algo aficionado a la bebida llamado D. José Granoti, el cual fue entretenido y convidado por el Sargento de ella llamado Alejandro Fernández, mientras se apoderaron de todo, valiéndole al Sargento esta hazaña el empleo de capitán.
Luego que se vieron con los puestos en su poder, se aproximó a la Puerta del Conde la reunión de 600 hombres que en el arrabal de San Carlos habían hecho los capitanes D. Manuel carvajal, D. Antonio Vázquez y D. José Lora, caudillos de la reconquista, abrieron las puertas con hachas y de este modo se introdujeron en la ciudad para con el mayor sigilo reunirse con los otros, pudiendo asegurarse que sólo los que de antemano estaban en el secreto, fueron sabedores de que lea revolución estaba hecha, hasta el día siguiente.
Dueños ya de la ciudad y bien armados todos por haberles franqueado los almacenes, el Teniente de Artillería D. Mariano Mendoza sólo le restaba el arresto del General y no hallaban sujeto que se encargara de ella, pues les causaba rubor, sino el pillo, el tramposo y holgazán D. Leandro Richard, quien con una escolta de más de cien hombres de infantería al mando del Oficial de Milicias, D. Patricio Rodríguez, se dirigieron a palacio cuya guardia se les unió. Se posesionaron de los dos patios con todo sigilo, se llevaron presos a los asistentes y ordenanzas que habitaban en su cuarto bajo de un patio; después subió Pichard con unos 20 hombres al comedor para intimar su comisión al General, dejando al paso seis u ocho a la puerta de mi cuarto que estaba en un tramo de la escalera y los demás con las armas preparadas en los patios apuntando a las ventanas, empezando a hacer ruido y llamando tanto a mi puerta como en la del General, y habiendo respondido éste le contestó Richard: “Sr. General, traigo un oficio del presidente de la Republica para usted, abra la puerta sin miedo pues venimos de paz y usted no tiene otro recurso pues todo, todo, esta por nosotros”; y al mismo tiempo dijo a los de abajo: “cuidado con el ayudante”.
En esto, tuve tiempo parea vestirme y ocultar todos los papeles que tenían relación con la revolución y que se hallaban sobre mi mesa, entre ellos una proclama que se debía imprimir y publicar al día siguiente que habíamos redactado aquella tarde; al tiempo de abrir el General su puerto le calaron bayoneta los soldados, y Pichar le hizo ver un par de pistolas, le entregó el oficio que llevaba, y sin embargo de que este le daba una hora de termino, le hizo salir al momento, y al paso salí yo de mi cuarto y nos pusieron ante una fuerte columna de infantería que nos esperaba a la puerta, incorporándose más adelante otra de caballería al mando de Sosa y Vázquez, dando gritos de viva la independencia y la Republica, Aytí Español. Entre esta gente, nos condujeron a las fuerza donde hallamos como 300 hombres formados y dos piezas de artillería enfiladas a la puerta; nos llevaron al calabozo llamado de los profetas, y habiendo el General pasado un recado político a Núñez para que fuere, pues quería hablarle, se resistía este alegando que tal vez por un efecto de desesperación le matase con alguna pistola que tuviese guardada, pero al fin venció su repugnancia y fue muy obsequioso ofreciéndonos su protección y diciéndole al General que él podía mandar aún en la plaza, con otras por el estilo. A mi me puso en libertad dejándome la ciudad por arresto con el objeto de ir a sacar los equipajes de palacio y desocuparlo.
El General permaneció en su prisión desde el amanecer hasta el mediodía en que Núñez con todo su acompañamiento le condujo de brazo a casa de una hermana que allí tenía y a cuya puerta puso una guardia de negros.
Fuimos bien tratados, sin el menor insulto, aunque tenían orden de franquear al General todos los papeles que necesitase.
Nos proporcionaron buque pera salir a Inglaterra, pagado de su cuenta, y nos embarcamos el 9 de Diciembre.
Así dejamos aquel gobierno naciente, pues como no había fuerza que oponerse, hicimos el cambio con la mayor serenidad sin advertirse la más pequeña alteración en tiendas y demás casas de yeso y ventas.
Lo único que les faltaba allanar era el atraer al Teniente Coronel D. Manuel Aybar que con las fuerzas que había reunido en Santiago y la vega, podía incomodarles, pero sus hermanos, el Deán y Alcaide, se ofrecieron a traerle y lo consiguieron.
Cacareaban mucho el apoyo de Boyer pero, posteriormente, acreditó cuales eran sus verdaderas ideas, pues luego que supo la revolución y que ya la parte de Santo Domingo no estaba por la España, se dirigió a ella, donde entró el 21 de enero con 7.000 hombres deshaciendo lo hecho y poniendo gobierno a su modo despreciando a los corifeos de la revolución que todos tuvieron que marchar o, por mejor decir, huir a las colonias extranjeras donde existen mendigando y pereciendo, excepto algunos militares que fueron a Puerto Rico y la Habana creyendo no se sabía de su conducta. Pero los que fueron al primer punto, están sumariados y sea cree habrá sucedido lo mismo a los del segundo, por relación que de ellos haya remitido el Teniente Rey D. Juan Neponemos de Cárdenas.
Núñez permanece en Santo Domingo, pues sin embargo de los raptos de locura, se remató viendo el chasco que le dieron Boyer y Ali y subsiste de una pequeña cantidad, que tiene asignada para su precaria subsistencia sin poder ejercer su oficio de judicatura.
Así decayó el orgullo de los dominicanos, quienes se pueden contar por los más entusiastas de su país, quedando sujetos al gobierno de los de color, por quienes son despreciados altamente, todos aquellos que no hacen ostentación de tener un origen igual al suyo, llegando el caso de que algunas familias, de las que más jerarquías han hecho información de él para ser iguales a ellos, tal es la de ROCHA y otras.
La relación que se pone al fin, manifiesta los sujetos más visibles, y por ella se echa de ver los pretendidos libertadores y tanto que sacaron de su vanidad.
COPIA DEL OFICIO PASADO POR EL NOMBRADO PRESIDENTE DE LA REPUBLICA AL SR. CAPITÁN GENERAL EN EL ACTO DE LA REVOLUCIÓN.
La independencia de América, es en todas partes un suceso determinado por el orden natural de las cosas humanas, que podrá ser determinado o acelerado, según las causas particulares que concurran a su desarrollo; pero en la parte española de esta isla es de una tan urgente y absoluta necesidad, que peligraría el bien de la Patria si se detuviera por algún tiempo más. Estamos amenazados de dos invasiones[1] y la España, no ha querido ni puede en el día protegernos y cuyos funestos resultados no pueden evitarse de otro modo. La chispa ha prendido en nuestros pueblos limítrofes[2] y si no se apaga con celeridad, iremos a degollarnos en sangrienta batalla con nuestros padres, hermanos, amigos y compatriotas. Así es que, convencidos los naturales y vecinos de la parte española de Ahití, de las fuerzas de estas circunstancias y del derecho que tienen por naturaleza para darse la forma de gobierno más conducente a la seguridad defensa y mejoras de su estado político, han venido en declararse independientes y en erigir un gobierno libre y democrático, la parte española de la isla de Haytí; quedando desde este día disueltos y rompidos para siempre los antiguos vínculos y relaciones que la unían a la España. La opinión, es tan general y acorde como debe Vd. conocerlo por el buen orden y tranquilidad con que se ha verificado esta mudanza.
El Gobierno y Presidencia del Estado, me ha cabido en suerte por máxime y espontánea elección[3] de los ciudadanos armados y no armados, que se han unido para sostener su libertad e independencia. Todas las fuerzas están en nuestras manos, y Vd. no tiene arbitrio ni modo de embarazar una obra concertada de voluntad y consentimiento del pueblo. En este concepto, me apresuro a comunicar a Vd. esta mutación, para que constándole haber cesado en las funciones de Jefe Superior Político y Capitán General que ejercía en él antiguo y extinguido gobierno español, tenga a bien no mezclarse en cosa alguna de sus atribuciones seguro de no ser obedecido, y al mismo tiempo, desocupar dentro de una hora la casa de su morada que actualmente ocupa, trasladándose con los individuos de su familia y asistencia a la que le indicara[4] D. Leonardo Pichardo[5], encargado de la entrega de este oficio y de conducir a Vd. a ella para evitar cualquier insulto a que se propone algún temerario (que nunca falta) contra la persona de Vd. que por tantos títulos, nos es sumamente apreciable y acreedora a todos los miramientos de la civilidad y cortesía.
Puede Vd. indicarme a cual de las islas extranjeras gusta dirigir su viaje, corriendo de mi cargo abreviarlo y remover cualquier obstáculo que lo retarde. Dios guarde a Vd. muchos años. Santo Domingo, capital del estado independiente de la parte española de Hayti, 14 de Diciembre de 1821. Año 1º de la Independencia. José Núñez de Cáceres,
RELACIÓN DE ALGUNOS JEFES OFICIALES EMPLEADOS Y ALGUNAS PERSONAS LAS MAS VISIBLES QUE HABÍA EN SANTO DOMINGO CON LA CUAL SE PUEDE VENIR A CONVENCIMIENTO DE LO POCO QUE SE PODÍA PROMETER EL GOBIERNO CON RESPECTO A SU SEGURIDAD.
1. Plaza Mayor
– Teniente Rey Coronel, D. Juan Neponeno de Cárdenas.- Hombre que mejor servia para escribano de aldea que para militar, y sólo sabía que lo era cuando tenía que sacar su medía paga; gran malversador de los fondos del nombre del Batallón de Veteranos; tuvo repetidas quejas del Capitán General y cuando iba a proceder a sumariarle ocurrió la revolución. No se mezcló en ella, y salió para Puerto Rico.
– Mayor de Plaza Coronel Graduado, D. Francisco Valderrama.- Muy hombre de bien, pero no militar pues era flojo y apático; su hoja de servicios está virgen, pues lo único que en ella consta es haberse entregado la Puerta del Conde cuando los franceses se rindieron el año de 1809; no se mezcló en la revolución y salió para Cuba.
– Teniente Coronel Agregado, D. José de la Vega.- Viejo de 86 años y pesado como una maza que por miedo de moverse, quedó, pero no porque le gustase la revolución. Era un hombre de bien.
– Otro ídem, Don Ramón Cano.- Viejo y quebrado, hablador sin segundo, no le disgustó la revolución, pero como esta varió con la venida de los negros, marchó.
– Otro ídem, D. Joaquín María Jofa.- Viejo y potroso, mucho más hablador que el anterior; nadie hablaba donde él estaba, caviloso en extremo; se presentó al presidente de la revolución después de realizada, ofreciéndose él y cinco hijos, pero después tuvo que salir por los mismos motivos que el precedente, y andaba intrigando para ser empleado creyendo no se sabía su hecho.
– Otro ídem, D. Francisco Javier de Sola.- Era de los principales corifeos de la revolución, se encargó de dar el principal golpe, convidando al General, al pueblo de Bani a una función donde debía asegurarle y proclamar la independencia al mismo tiempo que Núñez lo hacia en la ciudad; antiguo insurgente de Venezuela que mandó el año 12 una expedición contra Guayanz; anduvo mendigando por las colonias extranjeras, de donde pasó a la isla de Santo Domingo creyendo ocultar su crimen pero fue sumariado, últimamente se cortó el asunto, al que correspondió ingratamente. Fue hecho comandante de ingenieros pero fue despreciado por Boyer.
– Otro ídem, D. Manuel Peralta.- Viejo marrullero, compañero del anterior en la revolución de Venezuela, juntos corrieron sus aventuras por las colonias y así llegaron a Santo Domingo, fue sumariado como el anterior y tenia muy guardada la bandera tricolor.
2. Artillería
– Coronel, D. Luis Granados.- Cizañero misterioso y cobarde; antes de la revolución fue desafiado por Núñez y tuvo la bajeza de dar parte al Capitán General; amigo de criticar las operaciones de todo el que mandaba y de andar en chismes y enredos, por los que fue destinado a Cartagena por separarle de su compinche el Coronel de Ingenieros, pero no había salido de Santo Domingo.
– Capitán, D. Pedro González.- Muy hombre de bien, pero sedentario y flojo; salió para Cádiz. Era comandante interino por el nuevo destino del anterior.
– Otro, D. Luis Roldán.- Viejo que para poco servia, aunque de buenas ideas, salió.
– Otro, D. José Abren.- Cojo o inútil, fue de los primeros sabedores de la conjuración, no quiso entrar en ella, más tampoco avisó, le hacían coronel si aceptaba. Se ignora si salió ó quedó.
– Teniente, D. Mariano Mendoza.- Fue de los principales agentes, franqueó los almacenes y artillería, he hicieron coronel y capitán general interino a nombre de Carvajal; era un pobre tonto e ignorante.
– Alférez D. José Arroyo.- Buenas ideas, salió de la isla.
3. Ingenieros
– Coronel, D. Manuel de Hita.- Igual al de artillería, pero gran bebedor, casi siempre estaba alumbrado, salió para Cádiz y aquel para Cuba.
4. Caballería
Era un Regimiento de milicia que comprendía todos los pueblos de la parte española, y que nunca estuvo sobre las armas.
– Comandante Interino Coronel, D. Manuel Aybar.- Las noticias que tuve de este, pues no lo conocí por estar mandando la frontera del norte, son las de ser muy hombre de bien, persiguió a los primeros revolucionarios que en su jurisdicción aparecieron, pero dado el golpe en Santo Domingo depuso, las solas armas a invitación de sus hermanos y tomó partido.
– Ídem accidental Teniente Coronel, D. Francisco Medrano.- Cojo, y viejo indecentísimo y embustero, los enemigos, ni antes ni después le advirtieron, sin embargo, quedó con ellos,
– Capitán, D. Antonio Vázquez.- Hombre del campo, soez, bárbaro y grosero pero de gran ascendente sobre las gentes del campo por ser de los principales de la reconquista fue de los primeros con que contó Núñez y acudió con su gente a la revolución. Se cuenta que yendo a conferenciar el conquistador Sánchez, este y Carvajal con el marino Expino, al bordo de una goleta saludó diciendo: “El Señor sea en esta casa” fue hecho coronel.
– Otro, D. Manuel Carvajal, en todo igual al interior, fue hecho coronel y capitán General, pero se le nombró suplente que a su nombre lo desempeñase. Fue el segundo del reconquistador.
– Otro, D. Manuel Martínez.- Pobre hombre ignorante y adulador, este es el que fue a seducir a Valdés; es tan débil que se ofreció a Núñez después de la revolución y le delató algunas cosas para congraciarse, pero fue despreciado y últimamente se volvió loco.
– Ayudante, D. Vicente Saldaña.- ¿Maula? e inútil, quedó.
– Capitán, D. José Lora.- Igual en todo a Vázquez.
– Capitán, D. Francisco Javier Miura.- Maula y flojo, incapaz de separarse de su mujer, quedó.
– Alférez, D. Mariano Echavarría.- Era, de lo mejor, pero para nada servia, quedó.
– Otro, D. José Echavarría.- Ídem, pero renunció a su empleo y quedó.
5. Batallón Veterano
Era un batallón que componía de 50 hombres inclusos 17 cadetes, los soldados todos estaban propuestos para su retiro por viejos, achacosos y estropeados, unos y otros eran viciosísimos.
– Coronel Teniente Rey, D. Domingo Pichardo.- Estropeado del venereo, lo hizo Núñez comandante.
– Otro, D. José Gragoti.- Era capitán al servicio francés, prisionero en la reconquista tomó partido y fue muy fiel e hizo bastante sexo; era de lo mejor que había, aunque algo bebedor, quedó por casado.
– Otro, D. Carlos Galo.- También del servicio francés y, si cabe, mejor que el anterior. Salió con su familia.
– Otro, D. Francisco Vázquez.- Viejo marrullero y embrollador, jamás se le pudieron autorizar las cuentas de varias cantidades que compró en Samaná siendo comandante. Salió, pero fue por no poder quedar.
– Otro, D. Diego Lina.- Igual en todo al anterior, tuvo iguales embrollos con respecto a su comandancia de Sabana de la Mar, tomó partido en la república y después con los negros pero cuando vio que sus esclavos iban a ser libres, aprovecho la ocasión de poder embarcar unos cuantos en la escuadra francesa y marchó.
– Teniente, D. José Frerpre.- Ejercía sus funciones de Ayudante mayor. Era el único amigo del Teniente Rey por soplón y de perversas ideas. Entró en la conjuración y quedó.
– Otro, D. Manuel Machado.- Era Comandante de Samaná, insurgente por principios y de los antiguos de costafirme, proclamó la independencia en Samaná cuando se hizo en Santo Domingo; mediante hallarse en los secretos, juró a los negros, pero estos después lo dejaron sin empleo y últimamente huyó de los españolas cuando con la escuadra francesa se presentaron en Samaná.
– Subteniente, D. Miguel Román.- Muy hombre de bien, pero fue de los primeros metidos en la danza, debió ser comandante del batallón veterano pero no se presentó a. tiempo oportuno (se cree que arrepentido) y lo dejaron como estaba.
– Otro, D. Tomás Concha.- Hombre de bien y trabajador cuando se le mandaba. Salió para Puerto Rico.
– Otro, D. Lucas Concha.- Muy vivo, pero tronera y sin juicio, podía aún servir; quedó con le independencia y últimamente con los negros, con quienes, a fuerza de empeño, pudo conseguir le hiciesen sargento segundo de artillería.
– Otro, D. Juan Ramírez.- Muy hombre de bien, pero de facha antigua, se volvió loco y le obligaron a casar con una mulata.
– Otro, D. Joaquín María Jofa.- Hijo del Teniente Coronel Jofá, joven de muy bellos sentimientos, quedó porque quedó su padre, pero salió luego, puede ser hoy buen oficial.
– Otro, D. Francisco Borja Caro.- Hijo del Teniente Coronel Cano, loco y bestia, regenteó con grandeza gritos pero después de la revolución pues, para cosa ninguna servía.
– Otro, D. Nicolás Montenegro.- Joven muy enfermizo y acabado; tenia bastante prudencia, pero no para militar, renunció a su empleo.
– Cadete, D. José Caballero.- Pillo de playa, de los primeros que anduvieron en la jarana, y después muy insultante se quejaba del gobierno español porque no era oficial, cuando debieron ser pasados por las armas su abuelo, su padre y él por robos y asesinatos.
– Otro, D. Matías Sanfélix.- Igual al anterior menos en la última parte.
– Otro, D. Domingo Cabnal.- Mucho peor que los dos, era matón y espadachín hasta para las mujeres, borrachón y quimerista.
– Subteniente Ayudante de Plaza, D. Francisco Miura.- Hombre de bien pero muy borracho y abandonado, quedó en la, isla.
– Capitán de Llaves Subte., D. Nicolás Sáez.- Viejo casado y con mucha familia, muy hombre de bien y de los pocos que la revolución pusieron en calabozo.
– Sargento 2º, Alejandro Hernández.- Este se apoderó de la, fuerza embriagando al capitán Granoti, fue hecho capitán por este servicio. Era mulato.
– Músico Soldado, Manuel Galicia.- Era de los principales confidentes, anduvo con el retrato de Bolivar en procesión, después se quejaba porque no le habían premiado como debieran, decía que sus 30 años de servicio no los perdería pues la España debía mantenerle y que al efecto saldría para La Habana, últimamente, como mulato, fue de los mejor librados con Boyer pus le hizo Comisario de policía.
6. Milicias
Cuerpo que constaba de todos los alistados en la provincia, y que solía tener sobre las armas 60 u 80 hombres que se relevaban alternativamente y sólo los oficiales que hacían servicio disfrutaban de su paga.
– Coronel, D. Rafael Conti.- Padre de los viejos, y tanto que está ciego, tiene sobre 90 años, sirvió bastante tiempo a Fernando VI, y cuenta sobre 70 de servicio, no se podía mover, era muy hombre de bien, salió para Puerto Rico.
– Sargento mayor, D. Francisco Rodríguez.- Viejísimo, aunque tieso, hombre de Cantabria; en tiempos de Fernando VI, desertó de Puerto Rico a Santo Domingo, donde hizo su carrera. Quedó, pero después de la venida de los negros, salió para Puerto Rico donde está sumariado.
– Capitán, D. Miguel Labastida.- Un hombre de bien, pero amigo de la independencia, era escribano de ayuntamiento.
– Ayudante , D. José Antonio Rodríguez.- Hombre sin juicio e ignorante en sumo grado, ofreció su sexo, pero siendo despreciado salió Era un enredador borracho y quimerista.
– Teniente, D. José Ponce.- Oficial, de los mejores por su valor y viveza, fue de los principales de la revolución y quien con el cadete Caballero se apoderó de los puestos, mas no siendo premiado a su gusto, se lamentaba públicamente, teniendo que salir poco después para Puerto Rico donde se le forma causa.
– Otro, D. Patricio Rodríguez.- Hijo del Mayor de milicias, era un burro vicioso y borracho, iba mandando la tropa con que Pichardo fue a palacio; es malo en sumo grado.
– Otro, D. Silvestre Aybar.- Era un bestia con dos pies; alcalde 1º, le gusto la independencia e invitó a su hermano el Comandante de la frontera para que se pasase. Salió por la venida de los negros, pero después intentó una contrarrevolución, pero descubierta fue sentenciado a muerte.
– Subteniente, D. Baltasar Nova.- Joven atolondrado, contribuyó a la independencia en Samaná y después quedó con los negros,
– Otro, D. Rafael Conti.- Hijo del Coronel; muy hombre de bien aunque de poca experiencia, puede ser buen oficial. Salió con su padre.
– Otro, D. Diego Martín Fajardo.- Bestia de atar, viejo y bebedor, salió para la Habana pero fue por la venida de Boyer.
7. Batallón de Morenos
Organizado bajo el mismo pie que el anterior que tendría sobre las armas 150 hombres que alternativamente se relevaban; su Comandante y la mayor parte de los oficiales e individuos, eran de los negros franceses del Guarico.
– Teniente Coronel, D. Juan de Aranda.- Era un viejo de 85 años, cadete de Ferrando VI, se volvió niño para galantear a las muchachas, era hombre de bien.
– Comandante Interino, Pablo Ali.- Siempre fue hombre de bien pero últimamente tomó partido y se cree engaño a Núñez, por estar de antemano advertido por Boyer. Era negro.
– Capitán, N. Santillana.- Muy valiente, contribuyó a la revolución y fue hecho Teniente Coronel de artillería.
– Otro, N. Plutón.- Igual al anterior pero de malísimas ideas, fue ascendido también a Teniente Coronel.
– Alférez, Juan Miguel.- Hombre de bien, pero contribuyó y ascendió a Teniente.
Todos los oficiales de Morenos, tomaron partido en la revolución cuando su Comandante, y ascendieron, pero no tengo conocimiento sino de los más principales,
8. Corporaciones y empleados
8.1. Diputación Provincial
– Teniente Coronel de Dragones D. Juan Ruiz.- Viejo indecente y borrico, fue hecho Coronel por lo mucho que cooperó; llamó a los soldados de la jurisdicción del Seibo y Llanos para el golpe No le gustó la venida de Boyer, pues quedaron libres más de 200 esclavos que tenía.
– Doctor, D. Antonio Pineda.- Muy hombre de bien, pero de antemano estaba convencido para ir a felicitar a Bolivar.
– Doctor, D. Juan Neponemo Arredondo.- Intrigante y de malas ideas.
– Doctor, D. Juan Moscoso.- Viejo, hipócrita y falso.
– Comerciante, D. José Baroña.- No se mezcló, pero quedó tranquilo, tenía una famosa hacienda con más de 300 esclavos, estos a la venida de Boyer, se la quemaron y quedaron libres.
– Oro, D. Antonio Martínez Valdés, era el 2º papel de la revolución, mulato soberbio de malas ideas y muy bárbaro, este es el que fue a seducir a Martínez; como mulato, fue de los mejor, librados con Boyer, quien le hizo intendente.
– Otro, D. N. Mancebo.- Mulato de carácter corpulento.
Todos estos componían la diputación y en la revolución mudaron el nombre al de Congreso, en el que permanecieron.
– Escribano, D. Francisco Brenes.- Pícaro enredador y pleitista. Oficial de la secretaría.
– Otro, D. Matías Bernal.- Viejo enredador y pasquinero.
8.2. Ayuntamiento
– 1º Alcalde D. Silvestre Eybar.- Que era Teniente de Milicia.
– 2º Alcalde D. Antonio del Monte.- Se cree era sabedor de la conspiración.
– Regidor D. José Baralt.- Ídem al anterior.
– Otro D. FRANCISCO JAVIER MIURA, capitán de Caballería.
No tengo presentes los otros que faltan.
8.3. Hacienda
– Contador Intendente D. Felipe Fernández de Castro.- Hombre de luces y según opinión, sabia algo, salió.
– Tesorero D. Antonio Angulo.- Hombre de bien, aunque hipócrita. Salió
– Oficial 1º, D. Ángel Jerezano.- Fue sargento de Cantabria, desertó a Caracas donde hizo su carrera, era un borrico, aunque hombre de bien. Salió. Era el contador interino.
– Oficial 2º, D. Joaquín Gómez.- Maula de primera clase, fue cadete anteriormente y se quejaba alegando grandes méritos y servicios, siendo el principal y único en acudir a una alarma estando su mujer de parto. Quedó.
– Oficial 3º, D. Rafael Negrete.- Antiguo insurgente de Caracas y Capitán de Bolívar, era de los principales, de la revolución pero con la llegada de Boyer tuvo que salir a ofrecer sus servicios a costafirme; era un pícaro.
– Oficial 2º de tesorería, D. Matías Adrián.- Perverso, quedó.
– Cajero, D. José Fermín.- Hombre de bien pero quedó por viejo.
– Administrador de Samaná, D. Manuel Reyes.- En unión con Machado proclamó la independencia. Tomó partido con los negros, pero habiéndosele entregado 2.000 pts, para llevar a Samaná y pagar a Machado Lina y otros, se embarcó con el dinero en la escuadra francesa abandonando a su familia, cuya mujer quedó trabajando en presidio.
– Secretario de Intendencia, D. Francisco Fernández de Castro.- Hermano del intendente, hombre de algunas luces aunque caliente de cascos; a la sazón estaba comisionado en la Habana, pero luego que supo el hecho, regresó por la vía de Santo Tomas; era sabedor, según noticias.
8.4. Cabildo
– Ilmo. Sr. Arzobispo D. Pedro Calera.- Juró sin repugnancia.
– Deán, D. N. Aybar.- Hermano del alcalde y comandante de la frontera, a quién escribió para que cediese, pues éste trataba de defender al Gobierno Español, y así lo hizo.
– Arcediano, D. Juan Pichando.- Padre de las intrigas, había estado comisionado en el Guarico para el Pacto espiritual y vino lleno de dinero y alhajas que tomó a cuenta de unos responsos y misas que él podía decir; últimamente, intrigó para volver pero el Cabildo se opuso y fue otro en su lugar.
– Canónigo, D. Manuel Márquez.- Hombre enredador, pero no jura la independencia. Salió para la Habana.
– Otro, D. Francisco González Carrasco.- Enredador intrigante e insurgente.
– Otro, D. Romualdo de Formentera.- Loco jugador y borracho, amigo de Núñez,
– Doctor, D. José María Bobadilla.- Éste fue en lugar de Pichardo a la parte francesa, pero aseguran que con idea doble; pues trató con Boyer asuntos reservados, era hombre de bien.
Hay otra infinidad de quienes no tengo conocimiento.
– Secretario del Jefe Político, D. Joaquín Morel de Santa Cruz.- Hacia pocos días que tenía este empleo, era hombre de bien pero quedó empleado. Ignoro lo que haría con la venida de Boyer.
– Otro, SR. D. Manuel Carmona.- Era el antiguo Secretario de Jefe Político, hombre de bien y vivo, pero metido en la danza fue hecho auditor.
– Secretario de Capitán General, D. Manuel López Jiménez.- Hombre falso y traidor en todas sus acciones. De los antiguos insurgentes del Guamaná. Los asuntos de entidad, no podían pasar por la secretaria por ser de los principales papeles en la conspiración. Quedo de Secretario de Gobierno, compró una, famosa casa al capitán del Puerto después de la revolución pero se quedó sin ella luego que vino Boyer, perdiendo igualmente los esclavos que tenia a cuyas resultas, su mujer con todas las campanillas que tenia hacia de ama y criada, viéndose chasqueado y perdido, salió para San Tomas, desde donde esta intrigando para que se le emplee en la Habana.
– Capitán de Puerto Teniente de Navío, D. José Melgares.- Muy hombre de bien, salió para Cádiz, manteniendo a su costa algunos soldados de costafirme que llegaron después de la revolución.
– Auditor Interino, D. José Joaquín del Monte (risitas).- Hombre doble y de no muy sanas ideas, era sabedor de todo y después se hacía el sorprendido, quedó por entonces pero después no lo sé.
– Excelentísimo Sr. Presidente, D. José Núñez de Cáceres.- Era auditor en propiedad y últimamente, era juez de primera instancia, hombre de talento pero con raptos de locura. Tenía grande ascendente sobre las gentes, fue el móvil de la revolución, según se advierte por el compendio, era orgulloso y algún tanto presumía de su talento.
BIBLIOGRAFÍA
- “Compendio…” de D. Pascual Real González.
- Carta de D. A. Larrinaga a D. Pascual desde la Habana. 1830.
- Carta de D. Andrés de Jáuregui a D. Pascual (nueve).
- Resumen de conducta del Mariscal de Campo D. Pascual Real. Madrid, noviembre 1833.
DOCUMENTOS
- Certificado del Vicecónsul de España en Liverpool.
- Nombramiento de Capitán General en 25 de Junio 1820.
- Oficio reservado número 4, remitido por el Capitán General de la isla al Secretario de Estado y del Despecho de la Gobernación de ultramar.
- Reservado remitido por D. Pascual Real al Secretario de Estado y departamento de Hacienda.
ANEXO
El autor del Compendio en 1815 cuando se hallaba a las órdenes de D. Pablo Murillo
Escudo de armas del Capitán General D. Pascual Real González
Escenario en el que se desarrollan los sucesos del presente Compendio
NOTAS:
[1] Se contre hoy que decía que Boyer le amenazaba con una si no hacia la revolución, y que si la verificaba él le auxiliaría, y por otro lado, creía invasión también la cacareada por los carrasqueños tanto por la parte de la frontera como por la carta den sus corsarios.
[2] La farsa de Belén por Amarantes.
[3] Importuna que él se lo abrogó.
[4] Sin duda que es casa bien decente el calabozo de los profetas, en donde se aseguraban reos de consideración.
[5] Este D. Leonardo Pichardo era un hombre tramposo y sin vergüenza que se ofreció a ello por no haber quien lo hiciese. El oficio estaba hecho de antemano, según se advierte por la diferente letra de dicho nombre, cuyo claro habían dejado