Oct 012004
 

Francisco Vicente Calle Calle.
El origen de esta ponencia hay que buscarlo en la que hicimos el año pasado sobre las gárgolas de las catedrales, ya que alguna de ellas, como aquélla del claustro de la Catedral Vieja de Plasencia (D. 38) que representaba a un ser con cuernos, alas y una expresión de angustia en su rostro u otra de la Catedral Nueva con forma de ser antropomorfo de grandes orejas, con cuernos, el pecho abultado, con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas, cuyo cuerpo está cubierto de escamas (D. 39, D 40), fueron interpretadas como diablos. En esta ocasión vamos a estudiar otras representaciones del Maligno que se encuentran en dicha catedral.

 

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Oct 012004
 

Domingo Quijada González.
Cronista Oficial de Navalmoral.
1.- Introducción
Se han dicho y escrito numerosas verdades sobre el destacado comportamiento anarquista en la capital del Arañuelo, especialmente durante la etapa republicana. Pero también faltan otros muchos conceptos; y aclaraciones sobre datos erróneos o sesgados publicados, involuntariamente o no.

 

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Oct 012004
 

Teodoro Agustín López López.
INTRODUCCIÓN
De nuevo se vuelve a la memoria histórica de lo que ocurrió hace setenta y siete años. Pío Moa dice que es conveniente un «debate tan necesario como difícil» Existen dos líneas de trabajo en nuestra región: una, la asociación regional «pro memoria histórica», al exhumar de las fosas comunes los caídos perdedores; y otra, la comisión diocesana «pro mártires» a instancia de la Conferencia Episcopal Española y la Sede Apostólica al historiar las iglesias locales.

 

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Oct 012004
 

Valentín Soria Sánchez.

INTRODUCCIÓN.

Yuste hoy es un nuevo monasterio.

Otra vez en pie el retiro de Carlos V. España mira hacia Yuste. Todas las carreteras pueden llevar al monasterio jerónimo extremeño.

Piedra a piedra han surgido los dos claustros, el gótico y el plateresco.

También la iglesia conventual y las dependencias que emplearon los pocos cortesanos y ayudantes del Emperador. Ahora está la sede de la Fundación de la Academia de Yuste.

Dos fuentes con agua sugeridora hablan de ensueños imperiales en los reverdecidos jardines monásticos.

Amueblado intacto, nostálgico y solitario el palacio de Carlos de Yuste, parecido al edificio de Gante en Bélgica donde nació el Emperador, hijo de Felipe y de Juana.En reciente recopilación legislativa editada en Barcelona la numeración de los Austrias nombran a Felipe I, hijo de Carlos I, por considerar al esposo de Juana, rey consorte. El actual Príncipe de Asturias podría escoger para su futuro reinado la titulación de Pablo Felipe I. De este modo evocaría a los reyes de Grecia y a los Austrias. Será rey de Jerusalén, de Atenas y de Neopatria, pero solamente honorífico.

Así se comprobará lo austeramente que vivió el soberano de los mares y de las tierras hispanas. El altar mayor de Yuste culmina ahora por un escudo escoltado por las imperiales águilas bicéfalas. Una copia del cuadro «La Gloria» de Tiziano que está en el Museo del Prado de Madrid. Se han respetado las dos perforaciones hechas en el muro de la iglesias para seguir la misa desde su habitación.

Unas breves líneas biográficas del coronel jaraiceño Narciso Sánchez Morales.

Durante varios años Narciso Sánchez Morales fue vicepresidente y luego presidente de la Real Asociación de Caballeros de Yuste.Nació en Jaraíz de la Vera en 1917. Actuó como gobernador militar de Cuenca y profesor en el Centro Superior del Ejército de Madrid.

Realizó estudios filosóficos en Areneros, Madrid y en Insbruck, Austria y murió en Cáceres tras su jubilación.

Perteneció al Centro de Documentación Europeo y participó en varios congresos como los celebrados en Yuste y en el Escorial con Otto Roegele, católico director del Rheinischer Merkur de Köln, Alemania.

El día seis de noviembre de 1960 el alcalde Albino Fernández Pérez y su ayuntamiento rindió homenaje al gobernador Militar de Cuenca, Narciso Sánchez Morales.

Federico Muelas de Cuenca escribió entonces en Jaraíz dela Vera estos versos:

«Guerrero extraño en verdad
que planea operaciones
por altas constelaciones
con rumbo a la Eternuidad

Cruzado de la Verdad
limpio, sencillo, preciso
paradójico Narciso
que no se mira en la fuente
que vive y marcha de frente
¡un, dos¡ hasta el paraíso»
.

Ha colaborado en prensa en diversas publicaciones y en el libro «Yuste», Zaragoza,1962 de la Real Asociación de los Caballeros de Yuste.

En el periódico «Extremadura» de Cáceres(18,X,62) escribió sobre Yustismo y Yustidad Narciso Sánchez Morales:

«He aquí cómo se conjugan Yustismo y Yustidad a la manera que se conjugan Cristianismo y Cristiandad, Hispanismo y Hispanidad, pluralismo y pluralidad».

En este tiempo en que se habla de raíces cristianas en los proyectos de Constitución para Europa Narciso Sánchez Morales tiene plena actualidad.

«Podríamos decir, escribe Narciso Sánchez Morales, que este binomio Yustismo y Yustidad, es como un término cualquiera de la sucesión ilimitada de semejanzas cuya razón es Catolicismo y Catolicidad».

Fernando Bravo era un abogado cacereño, escritor e historiador, amigo de Sánchez Morales.

Dice Narciso Sánchez Morales:

«Yo invito al amigo Fernando Bravo de Garrovillas de Alconétar a que tome la alternativa y nos explique con su amena y fácil pluma todo el contenido que le ha sugerido la palabra tan linda de Yustidad.

Estamos trabajando todos comunitariamente y todo hay que aceptarlo con el solo fin de crear y redondear la tesis simbólica de Yuste».

Aparece la expresión de una teoría de Narciso Sánchez Morales:

«El yustismo es cambio de vida e implica esta mutua colaboración pues universalista y nada individualista».

Narciso Sánchez Morales escribió estas palabras en Salamanca y en octubre de 1962.

Sigue diciendo Narciso Sánchez Morales en su escrito:

«El ingenio de Fernando Bravo mas agudo y afilado que el estilete de un orfebre plateresco ha labrado con preciosidad este enmarque artístico de la Yustidad. Yo me inclino ante su erudición y le presto mi ayuda cultural.»

Por esos años se miraba hacia el monasterio jerónimo restauración ilusión y muchas esperanzas.

Narciso Sánchez Morales sigue: «Estamos creando un entorno espiritual que empuje hacia arriba la perla valiosisíma por su simbolismo de Yuste»

Se hace una pregunta Sánchez Morales y contesta:

«¿Qué es la Yustidad? Si Fernando Bravo me lo permite, es licenciado en derecho por la Universidad Salmantina, y creo que con esto interpreto su idea la Yustidad es la vivencia de las esencias del símbolo yustino .Cada uno que se acoge a tal símbolo vivirá inmerso en Yustidad. Será ella el motor que le lance a empapar el resto del mundo circundante de estas ideas.»

Sánchez Morales sigue pensando en lo que fueron ruinas de Yuste:

«Yustidad será tan sólo la virtuosidad sublimada del Yustismo».

Recalca Sánchez Morales: «La acción interna y externa, la aglomeración de miembros ,la expansión cultural y práctica que produzcan en Yuste a causa de esta vivencia todo eso sería Yustismo».

En el Libro «Yuste» editado por la Real asociación de Caballeros de Yuste en Zaragoza el ocho de julio de 1961 Narciso Sánchez Morales dedica un capítulo a «Yustismo e Hispanidad». Dice así en la página 70:

«Seremos señores auténticos de nuestra existencia (Yustismo) para entregarnos a los demás en la esperanza (Hispanidad) olvidados de nosotros mismos.

Dios quiera que todos en el momento oportuno tengamos también nuestro Yuste material de reposo y descanso».

Sigue escribiendo Narciso Sánchez Morales:

«Yustismo mirado en su aspecto metafísico es una fase o paso del fracaso de la esperanza plasmada en la Hispanidad.

Es el mundo luso hispano que engulle al romanismo cristiano para lanzarlo de nuevo a la luz fortalecida y vivificada.

Yo creo que como Carlos V pensó en componer el desequilibrio europeo con el predominio de lo ibérico, hoy, el mundo actual angustiado en un callejón sin salida no tiene mas solución que venir a beber a los veneros hispánicos para tener fe y esperanza en Dios».

«Carlos V es un fracasado o mejor dicho cronológicamente un desfasado ante la pujanza de los Estados soberanos nacientes al calor del humanismo renacentista.

Por ello viene a Yuste a cubrir ese fracaso compensarlo con una idea nueva y sagrada: la Hispanidad».

Hace algunos años el escritor Francisco Torres se retiró al monasterio mercedario de Poyo en Pontevedra cerca del mar. Encontrando su Yuste.

Narciso Sánchez Morales aclara sobre el retiro del literato: «Encontrar su Yuste es le objetivo de estas líneas Él paciente lector sabrá interpretar mis rodeos filosóficos e históricos para desembocar desde el yustismo en el conocido concepto de Hispanidad.

Todos padecemos de Yustismo. El ajetreo cotidiano de esta farragosa vida la complicada maraña de necesidades, dificultades y apetencias que enrarecen el aire puro espiritual que respiramos está pidiendo a voces un momento de soledad, de silencio, de autenticidad, de entrega a sí mismo.»

Se pone en primer término el monasterio jerónimo de Yuste en palabras de Narciso Sánchez Morales:

«El César Carlos V fue el primero encajar su Yuste y en verdad bello y encantador como todos los rincones de la Suiza hispana, la Vera de Plasencia. Reposo para su cuerpo y vapuleado mil veces por los vaivenes de sus múltiples viajes».

Entronca Sánchez Morales la Hispanidad:

«Su retiro a Yuste es la conversión de sus fuerzas espirituales hacia la Hispanidad.

Es el cuarto de giro del nórdico concepto de sacro romano imperio irrealizable en Europa hacia el romanismo católico hispano que remozado en la cumbre de la Reconquista salta impetuoso sobre los mares y se expansiona manejando alternativamente la cruz y la espada desde las Indias Orienta hasta las Occidentales del mar del Sur.»

Todos estos párrafos sobre el Yustismo están entresacados desde las páginas 65 a 70 del libro mencionado «Yuste», de Zaragoza.

El seis de febrero de 1962 en el periódico extremeño «Hoy» de Badajoz Narciso Sánchez Morales escribe sobre el Yustismo. Titula su artículo «Yuste, catalizador europeo». Dice:

«Estamos cerrando el paréntesis que ante la incomprensión de Carlos se abriera con la doctrina de Maquiavelo.
Sacrifiquemos algo nuestro nacionalismos y apretemos filas ante un sincero europeismo no para parar en él sino para desembocar en el ecumenismo que pide a voces la doctrina católica de Cristo.
Yuste hoy es una esperanza flor de almendro, flor blanca, que al abrigo de los hielos debe cuajar en fruto.»

Sigue Sánchez Morales escribiendo sobre Yustismo:

«Es lo que ofrece el reino de Yuste a todo aquel que a él se acoge: paz, aumento de salud, bienestar, ganas de volar con el espíritu, porque a Yuste se llega buscando a Dios pero su campanil te eleva hasta el punto mas alto que se desprende de la cima de la Sierra de Gredos, la ermita del Salvador. Y si subes allí te encuentras con el azul del cielo que limpio y puro te arranca el alma ya toda espíritu».

Sánchez Morales en el periódico «Hoy» de Badajoz escribe sobre Yustismo en su artículo «Un aniversario» el 20 de septiembre de 1962:

Yuste sigue siendo un símbolo, un símbolo de esperanza al que cuadra mas que a ninguno aquella estrofa del germanista Bergen Gruen: «Corre y vuela en la espesura. Al mundo vuelve la espada, que al fin de la singladura, verde luce una esmeralda».

María de Hungría estuvo en Yuste con Leonor y con Carlos V y llorando la muerte de Leonor en Talavera la Real quedó un breve tiempo, Sánchez Morales en su Yustismo copia la poesía del austriaco Rudiol Henz poniendo en boca de María de Austria estas palabras en Yuste:

«Juzga,Señor, mis cosas como quieras
débil soy y el temor de tus brazos me sumerge
!Ah! Ningún poder tan fuerte fuera
que al cabo temporal no se esfumara
El Bien eterno justo ánimo mediera
que el cuerpo y alma poseyera.
Señor Dios, ayúdame a dormir en puros gozos
ayúdame Señor, así te invoco»
.

El cinco de noviembre de 1961 en el periódico ABC Narciso Sánchez Morales escribía sobre Yustismo en su artículo «Peter Rassow y Yuste».

Peter Rassow fue nombrado doctor Honoris causa por la Universidad de Granada. Había escrito un libro «Carlos V el último emperador de la Edad Media. Narciso Sánchez Morales le acompañó en un viaje a Yuste. Escribe Sánchez Morales:

«Pasamos al coro de la gótica iglesia y nos asomamos al claustro gótico ya reconstruido mientras los jerónimos ayudaban a los obreros a seguir trabajando en las arcadas del claustro moderno posterior a la muerte del emperador Carlos V. Todos los excursionistas se expresaban en parecidas formas: !Quién pudiera encontrar un Yuste en los últimos días de la vida!»

«De tí, Peter Rassow, sé que has tenido tu Yuste en el retiro de tu casa de la Gyrgofstrasse en el Lindenthalen las afueras de Colonia, en Alemania cerca del Rin.
Ahora que vives la realidad de tus ideas sacrales de un imperio habrás encontrado la solución que aquí abajo no hallabas como el gran CarlosV.
Nosotros solamente anhelamos como tú que antes que la enfermedad nos visite un anhelo de yustismo que depare a nuestros afanes el lugar del reposo y de espera para lo eterno.
Ojalá sea el mismo Yuste suelo que nos vio nacer y tierra que pedimos para nuestra tumba»

Estas notas de Sánchez Morales estaban acompañadas en la prensa con unas fotografías de Yuste realizadas por el mismo.

En el periódico «Extremadura» del 23 septiembre de 1963 Narciso Sánchez Morales escribió:

«De Yuste a El Escorial». Dice sobre el Yustismo lo siguiente: «La Hispanidad Americana aunque manca no es por ello menos digna de ser un hada pues manco fue Cervantes mas su diestra suplió tal falta.

No obstante, había que agregar a ésta esa otra Hispanidad Europea que en penumbra en un campo no conquistado y de todo extraño a nosotros está proclamando a veces como voz clamante en el desierto la grandeza del genio ibérico en las letras, las artes, la teología y la mística.

Su mayor expresión fue el universalismo de Carlos V (Yustismo) que encontró sal conservadora en su hijo Felipe II espíritu tendente a realizar cultural y socialmente esta hispanización en las posesiones ultramarinas (Escurialismo):

«Compara Sánchez Morales dos sitios y dos ideas: «El Escorial es un Yuste colocado en el foco de una potente lupa.

Es mas, fue Felipe II quien primero aceptó y visitó el rincón yusteño como lugar de retiro del emperador. Que bien lo describe F. Schneider en su libro «Felipe II»:

«Felipe conoce Yuste Estuvo allí por encargo de su padre antes de partir por vez primera para Inglaterra. Debía él comprobar y ver de cerca si aquel lugar se prestaba para ofrecer la paz que necesitaba la última hora de Occidente. Esta orden, la mas importante y singular que podía dar Carlos V, la transmite él de una manera personal al hijo».

Sigue pensando Sánchez Morales: «Una Hispanidad Universal tal como nosotros la concebimos a despecho de los Espinas y Bergamines, tiene que valerse de esas dos alas, de Yustismo y Escorialismo, y bogar a través de los aires contrarios como el águila bicéfala de los Austrias mirando a Europa y a Ultramar.
Carlos V en Yuste justifica a Felipe II en el Escorial. El esquema yustino es grandeza y maravilla en el monasterio escurialense.
Es la hora de la fusión del Yustismo con el Escorialismo del crecimiento exuberante de ramas y del cuidado esmerado de raíces».

Las ideas de Yustismo de Sánchez Morales se entremezclan con ideas de Iberismo de Europeismo de Hispanidad, mirando siempre el monasterio extremeño jerónimo que conmoción en ruinas y vio restaurándose y restaurado.

El 20 de septiembre de 1963 Narciso Sánchez Morales publica en el «Hoy» de Badajoz el artículo El Carlos de Yuste de K. Burckhart. Dice:

«El yustismo no enmarque la cosmovisión cristiana que ante pone lo religioso y metafísico a lo temporal y caduco sin rescindir las ataduras que nos unen a los de aquí abajo.
A su mejor expresión es la Hispanidad universal, una manera original y típica de actuación del hombre religioso hispano y cuya hispanidad convive como hermana con las otras hijas de la Universitas Cristiana: germanidad sacra, cristianismo gálico, clemencia austriaca, espiritualidad oriental. Todas estas tendencias por la variabilidad de genes de su ascendencia estaban representadas y activas en Carlos V»

Dice con sinceridad Narciso Sánchez Morales:

«Hay quienes me creen sordo a las solícitas voces que me acusan de marcado germanismo o barbarismo en mis escritos.
Un día tal vez pronto conozcan la reconversión o la atracción de mis escarceos.
Quizás conmigo, tras mi, puedan oír de labios extranjeros las consoladoras palabras que un día Reinhold Schneider escribiera de sus mejores amigos: «Lo que realmente hay que decir no se puede expresar «El yustismo se basa en algunas actitudes del Emperador. Narciso habla de Carlos V: «Su imagen del mundo era teónoma. La voluntad del hombre para él, era soberana en cuanto coincidía cola voluntad de Dios. En esto estribaba la esencia de su obrar,de su fe en la igualdad y en la de unidad, porque solamente la suprema voluntad elimina la contradicción e impone la unión».

Dos personas imbuidas de Yustismo han sido Cristiana de Arteaga Superiora General de las Monjas Jerónimas en España y Gallego Burín, Director General de Bellas Artes durante la restauración última de Yuste. Antes el marqués de Lozoya había comenzado el renacer de Yuste. En el Abc del dos de enero de 1959 Cristina Arteaga escribe dando referencias de los días pasados en Yuste por Gallego Burín y la primera misa de fray Antonio de Lugo primer prior de Yuste restaurado: Pasé allí en Yuste -me decía en una sentidísima carta Gallego Burlin- algunas de las horas mas emocionantes de mi vida. Ese día asistí a la primera misa que se dijo después de la restauración a las seis y media de la mañana.

Creo que los tres únicos oyentes fuimos el señor cardenal de Sevilla y su familiar, que la oyeron en el coro y yo que estuve en el presbiterio de Yuste. Y vi amanecer en aquel paisaje soberano desde una de las ventanas del cuarto del Emperador desde el mismo lugar donde Carlos V vio romper muchas claridades.

Esos dos días de Yuste no los olvidaré nunca».

Sobre la Yustidad Narciso Sánchez Morales en el periódico «Extremadura» de Cáceres del 30 de agosto de 1958 escribe sus ideas en el artículo que lleva por título «Carlos V y la saudade galaico portuguesa». Este trabajo encontró eco en la prensa portuguesa de aquellos días.

Escribe sobre el Emperador en Yuste: «Carlos V lleva en Yuste una vida de contradicciones. La ilusión le eleva, la realidad le deprime.

El vive cada una de estas vivencias. Al no poder conjugar en sus sueños el binomio Poder-Gracia renuncia ala idea sacral de un imperio y escoge para su retiro el Monasterio de Yuste, oasis de soledad y belleza.

Tenía a sus pies una Extremadura seca y austera.

Como el que huye no puede evitar su popia sombra.

En Yuste sigue su temperamento en la misma alternancia de glorias y fracasos.

El Emperador vive en Yuste la vida metafísica de su propio yo.

En Yuste entre ensueños y realidades transforma su sacro imperio en cristiano iberismo.

En Yuste ve en la lejanía de las Villuercas a la Virgen de Guadalupe que bendice a la pléyade de misioneros y colonizadores que oleadas sucesivas marchaban al nuevo continentes para proseguir la recién iniciada obra de la Hispanidad.

Hispanidad y Yustidad siempre unidos en la pluma de Narciso Sánchez Morales.

En el periódico cacereño «Extremadura» de fecha 20 de septiembre de 1961 en su artículo «La hoja del castaño en Yuste» Narciso Sánchez Morales escribe: «Yustismo es plasmar este momento crucial del gran Carlos V en la propia conducta. Ser señores auténticos de nosotros mismos sabiendo renunciar a la caidizo para levantarse a lo intemporal y eterno.

Yustismo es morir en vida para entregarse a los demás en la esperanza resucitándolos ala verdadera vida.

En esta entrega tras el dominio propio brota un quehacer de Hispanidad.

Hispanidad que ya adulta y cada día más católica, universal en su etimología, salta por encima de barreras de razas, lenguas, credos no despreciándolos sino aglutinándolos porque toda raza o lengua es solamente diferencia en cuanto señala la distancia que hay que salvar para unir todos los seres y formar el universo o el concierto en una sola fe de Cristo.

Estamos en nuevo florecer de la fe y qué bello sería que a esta realidad cooperase la concepción del genio hispano: la Hispanidad»

Sánchez Morales en su nota concluye: «Dios quiera que sobre esto como miel sobre hojuela aun aquí en la tierra también encontremos nuestro reposo material en un Yuste»

Por esos años el notario de Jarandilla y primer presidente de la Real Asociación d Caballeros de Yuste. José Antonio García Calderón, escribía: «El tiempo se detuvo en un recinto y en el cielo, en el aire y en la tierra, desde el llano a la sierra, persistente se aferra la imagen imperial de Carlos V. El tiempo se paró y cada mañana se repite la eterna maravilla de ver la primavera en Jarandilla, cerca de Yuste. Pueblo que canta y ríe, reza y llora a los pies de su señora, la imagen de la Virgen Sopetrana!». Este mismo notario en el coro del Monasterio de Yuste asistiría a la inauguración del monasterio jerónimo con el notario madrileño Blase Piñar y moriría en Bruselas.

De esos tiempos hay un artículo en «Extremadura» de Cáceres del once de agosto de 1958 titulado «En torno a Yuste» de Guadalupe Blázquez Mellado. Narra una excursión. Escribe: «Allí hay una campamento del Frente de Juventudes. En ese recinto de Yuste la muchachada española concentrada entre las insignias del Cristianismo y de la Patria monta su guardia día tras día bajo las estrellas y tonifican sus cuerpos con los aires puros.»

En este artículo se incluye unas estrofas del poeta de Cuacos de Yuste Felipe Jiménez Vasco sobre el artístico y grandioso monasterio de Yuste:

«Tus muros encerraron un imperio
el día que un César de feliz memoria
rompió su espada en la final victoria
buscando en ti, retiro y cementerio»
.

Aurelio de Vega en el periódico «Extremadura» de 23 de agosto de 1958 en el artículo «Un catedrático neoyorquino en el campamento de Yuste exaltó el Yustismo de Narciso Sánchez Morales. El profesor García nacido en Cuba educado en España recogió en Yuste conversaciones de maestros y estudiantes de magisterio en el campamento de Yuste antes de la llegada de monjes jerónimos a Yuste.

Dice Aurelio de Vega: «Constituyen los campamentos de lona un medio de captación porque en ellos los muchachos sienten deseos de conocer mundo y recibir sensaciones nuevas. En los campamentos se educa alas nuevas generaciones para que alcancen las nevadas cumbres de lo divino siguiendo las consignas por el imperio hacia Dios».

«Aquí en pleno corazón de la Alta Extremadura vino a terminar sus días el César de las Españas Carlos I para que alguien pudiera llamar a Yuste «reposadero imperial».

Una hoja volandera de los Caballeros de Yuste en 1957 decía: «Entre las paredes de Yuste que resistieron la acción devastadora de la España decadente y aquellas otras que levantan la vigorosa España de hoy surgió la idea de conservar la memoria, de mimar el recuerdo, con toda la imponente significación del ideal gigantesco de su invicto y poderoso morador y de continuar a nuestro modo con nuestras escasas fuerzas la limpia ejecutoria de aquellos caballeros que se enaltecieron al servicio de su señor».

«Dirigidos por el mismo sentimiento de veneración y afecto a estas tierras olvidadas pero entrañables y a la memoria de quien las hizo entrar de lleno en la Historia un grupo de amigos nos reunimos en Yuste a rememorar las gestas y el espíritu de aquel paladín indomable de la Fe Católica cuya sombra perdura en las encrucijadas del bosque de Yuste tras los claustros silenciosos y sobre las paredes desnudas de su última mirada. Pudiera decirse que su espíritu flota en el ambiente y penetra en el alma de quien entra en el recinto de Yuste».

Esas ideas de Yustismo se extendieron hacia Austria e Hispanoamérica logrando asociar un grupo de intelectuales europeos que evocaban las gestas de Carlos de Yuste.

Hierónimo de Yuste el doce de mayo de 1930 en Cuacos escribe unos poemas que se publican en el periódico «Nuevo Día» en 1930. M. Luz Bautista cita estos versos:

«Yuste es como un recuerdo milenario
Alcázar del en sueño y la poesía
nido de ruiseñores en la umbría
de pasadas grandezas relicario.

Hoy sólo encierra escombros y ruinas
remembranzas de historias peregrinas,
silencios, evocación, eco lejano
de una vida imperial gloriosa y fuerte
que hundió aquí en las tinieblas de la muerte
la majestad de un César soberano»
.

Durante seis años este escritor de Cuacos de Yuste narró en crónicas la vida de unas ruinas de Yuste, fue un promotor del yustismo. Se han perdido al enviarlas a Madrid unos familiares suyos.

El padre jesuita de apellido Francés que explicó Historia en la Universidad de Comillas siguió la pista de Hierónimo de Yuste. Por los años cuarenta murió el padre Francés en Cantabria lejos de Yuste.

Hierónimo de Yuste dejó constancia dela visita del Rey Alfonso XII cuando desde Jarandilla dela Vera visitó el Monasterio de Yuste a caballo de Cuacos de Yuste.

El escritor correspondiente de la Real Academia de la Historia Domingo Sánchez Loro escribió que la peor impresión sobre Yuste fue al contemplar una lagartija en el ataúd de Carlos V en Yuste. Sánchez Loro ha escrito «Inquietud postrimera de Carlos V» en tres tomos

Hay unos versos que dicen:

«La casa para el César fabricada
¡Ay¡ Yace de lagartos vil morada
»

Pedro Galindo Vegas en «Extremadura», treinta de diciembre de 1958 «Viajeros en Yuste» escribe: «Yuste sintió de pronto la inquietud vivificadora del resurgimiento de una España Imperial cuya obra incompleta hoy queremos proseguir cortando nuestro espíritu por el patrón de estos hitos señeros de nuestra historia, mitología verdadera y de un venturoso y añorado siglo de oro cuando en Extremadura nacían y morían los dioses».

Oct 012004
 

Francisco Sanz Fernández.

Fernando Gallego ha sido tradicionalmente considerado junto al maestro Pedro Berruguete la cima de la producción pictórica castellana del cuatrocientos, y ello a pesar de las diferencias de concepto y sensibilidad, que no de fondo, que separan sus producciones, pues ambos se manifiestan fieles en los tipos compositivos e iconográficos a la tradición española enraizada en lo flamenco. Su obra ha sido objeto de atención para los principales estudiosos españoles de la materia -Tormo, Angulo Iñiguez, Gudiol Ricart, Camón Aznar o Gaya Nuño, entre otros-[1], que dieron a conocer la mayor parte de sus obras atribuidas al tiempo que abrieron el debate, aún de actualidad, sobre el origen de su formación y aprendizaje que, salvo Ricart y Silvia Maroto, adscriben a un viaje realizado por Gallego a Flandes antes de 1467, fecha en que el artista salmantino aparece ya ligado a su ciudad natal y a la Alta Extremadura, en la que dejará importantes trabajos -Coria, Plasencia o Trujillo-, gracias al mecenazgo y protección de la familia Carvajal[2].

La presente comunicación tiene por objeto aportar una visión renovada de las fuentes iconográficas en que pudo inspirarse el maestro para la realización de muchas de sus obras, debidas en gran parte a grabados alemanes de ciudades del Medio Rin -en lo que a fondos arquitectónicos se refiere- y de Martin Schongauer, así como aclarar la verdadera trascendencia que en sus tablas pudieron tener autores neerlandeses como Bouts, Memling o Rogier Van der Weyden (de la Pasture) y el proceso de castellanización o metamorfosis hispano-flamenca que experimentó su pintura.

Al margen dejamos, por tanto, aspectos tan fundamentales como los referidos a su formación, que como ya señalamos en trabajos anteriores tuvo lugar en Castilla y no en Flandes; quién o quiénes fueron sus maestros; o aquellos datos relacionados con su biografía, sobradamente conocidos.

Llegados al quinto centenario de la muerte de la reina Isabel la Católica, cuya memoria recuerda este año los Coloquios Históricos de Extremadura, gran aficionada a la pintura flamenca y promotora de la mayor colección reunida aquel tiempo en la Península, hemos querido sumarnos a este homenaje retomando la obra del gran pintor salmantino Fernando Gallego, tan ligado a la ciudad de Trujillo como lo estuvo la soberana castellana.

I. La metamorfosis hispánica de modelos germano-flamencos en la producción de Gallego

Las tablas de Fernando y Francisco Gallego están impregnadas de numerosas referencias a modelos compositivos de origen nórdico y neerlandés, que trascienden además al ámbito de la expresión y caracterización de los personajes, debidas, empero, a la libre imitación de modelos -señalada ya por Gaya Nuño- que el artista debió conocer a través de grabados, tapices o pinturas llegados del norte de Europa a Salamanca y su entorno inmediato[3]. Ángulo Iñiguez, siguiendo textos de Sentenach[4], daba ya noticias en 1930 de la influencia de Schongauer (foto, 3) en la obra de Fernando Gallego en relación con el calvario de la calle central del retablo del Cardenal Juan de Mella (foto, 1), obra no anterior a 1480 según Post[5] y que nosotros creemos inspirada en el Pontifical de don Luis de Acuña[6](foto, 2), en la que el artista salmantino empleó la escena teatral y espectacular de todos los protagonistas que participaron en la Crucifixión -la Virgen y San Juan; Longinos y Stephatón o Mª Magdalena -, característica de los últimos años del siglo XV, y bien distinta de la empleada más tarde en la espectacular miniatura del mismo tema esbozada en la ostia del San Gregorio de Trujillo.

A la copia de un grabado de Schongauer, Cristo camino del Calvario se debe también según Tormo la tabla del mismo tema hallada en la colección Hohenlohe y subastada por Sotheby`s en 1979[7], cuyo parecido con el grabado alemán es, no obstante, tan incuestionable como improbable la participación del artista salmantino en la obra. Pero si el influjo de Schongauer en numerosas tablas de Gallego resulta irrechazable, los tipos de escudos con forma de panela y decoración solar empleados por los soldados en las tablas dedicadas a la Pasión en Trujillo, las armaduras del gótico tardío alemán con bordes recortados en forma de lirio y filetes de latón dorado[8], los ropajes e incluso el canon desproporcionado de las figuras secundarias y los pliegues en afiladas aristas así lo aconsejan, por no mencionar la Virgen de la Rosa del artista alemán fechada en 1473 cuyo parecido con la Virgen de la Rosa del Museo Diocesano de Salamanca es incuestionable, no por ello debe deducirse que Gallego empleó exclusivamente estampas nórdicas, puesto que los artistas hispano-flamencos tuvieron acceso -como señala acertadamente Silvia Maroto[9]– a ilustraciones de grabadores neerlandeses como Iam Von Zwolle o Israel Van Meckenen el Joven, en cuyos grabados de El Prendimiento[10] y La Flagelación (foto, 4) parecen inspiradas las tablas mirobrigense y salmantina del mismo tema pintadas por Gallego: todas dominadas por composiciones centralizadas que generan movimientos centrífugos en torno a la figura de Cristo, que aparece además rodeado de actores menudos y de grotesca expresión. Personajes persistentes también en toda la producción de Francisco Gallego cuyo inferior talento le impidió expresarse más allá de la simple imitación de estos modelos.

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1, 2 y 3. Crucifixiones del C. Mella, Pontifical L. de Acuña y Schongauer.

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4 y 5. Flagelaciones de Fernando Gallego y I. Van Meckenen.

En ocasiones veremos también como aquellos artista de mayor prestigio reinterpretan y transforman estas estampas, usándolas parcialmente o tomando distintos modelos para una misma composición. Circunstancia que complica en no pocas ocasiones valorar si el artista ha tenido acceso directo a un determinado grabado o por el contrario lo conoce a través de intermediarios, como parece evidente en la obra de artistas ligados a grandes talleres. No debemos obviar tampoco que son muchas los casos en que artistas hispano-flamencos o aragoneses toman modelos nórdico-flamencos para transformarlos y adaptarlos al gusto más hispano con ropajes y tipos humanos con actitudes y rasgos cercanos a su entorno. Fernando y Francisco Gallego nos ofrecen varios ejemplos de entre su opus en los que resulta fácil hallar la huella parcial de Schongauer y Van Meckenen en una misma tabla, e incluso la aportación propia del artista en los paisajes al fondo, muy distintos en ocasiones de los empleados por los citados grabadores. Si observamos las tablas mirobrigense, zamorana y trujillana que inician el ciclo dedicado a la Pasión -La oración en el Huerto- veremos cómo la comitiva de soldados vestidos con lujosas armaduras -de acero en las tablas de las catedrales de Ciudad Rodrigo y Zamora y doradas en la de Trujillo- que se acerca a la entrada del períbolo sagrado en que acontece la agonía de Jesús durante su segunda tentación, acompañando a Judas el traidor, está inspirada en un grabado del mismo tema realizado por Schongauer -copiado también por el maestro Alejo para el altar mayor de Villalcázar de Sirga- y que la figura de Judas con los brazos cruzados, casi atados -en Trujillo y Ciudad Rodrigo- se basa en modelos del grabador neerlandés[11]. También la tabla trujillana de la predela dedicada a Jesús Camino del Calvario, debida a la mano de Francisco Gallego, toma parcialmente influjos de un grabado de Schongauer en la representación de la comitiva que precede la cruz, estampa que inspiraría también la tabla del retablo burgalés de Alonso de Sedano[12].

El grabado se convertirá así en el mecanismo de difusión más importante de las formas de representación teatrales características en la pintura y la escultura de la Baja Edad Media, alcanzando junto a la escritura el grado de compañero de la buena comprensión que permite conocer lo que fue, lo que es y lo que será el espíritu humano[13].

Ahora bien, si la inspiración en estampas de Van Meckenen o Schongauer fue habitual -como han señalado Lacarra y Silvia Maroto- en la producción de numerosos artistas españoles, resulta en cambio muy difícil encontrarnos con un artista contemporáneo cuyos paisajes al fondo se hallen tan vinculados a estampas alemanas como los pintados por los hermanos Fernando y Francisco Gallego. Los fondos de la predela del retablo trujillano muestran así en la tabla dedicada a laResurrección (Fotos, 37 y 38) una ciudad alemana -con certeza ni belga ni holandesa-, que bien podría ser -como nos señala el Dr. De la Riestra- Oberwesel, situada junto al Rin, no sólo por el agua y el paisaje de colinas, sino también por los edificios principales, uno rojo arriba y otro blanco abajo, además de unatorre escalonada entre ambos, que recuerdan por su característica reducción de los prismas superiores y los tipos de garitas esquineras a modelos alemanes del Rin medio. Tanto el edificio blanco como el rojo serían una traducción semi-libre de las iglesias de Ntra. Sra. y de San Martín de Oberwesel (foto, 5). La torre telescópica y cilíndrica nombrada, correspondería a la Torre del Buey de Oberwesel (foto, 6) mientras las restantes estructuras almenadas que forman la muralla corresponderían a las veintiuna torres originales de Oberwesel, de las que se han conservado dieciséis hasta hoy. Tan sólo el castillo existente en la ciudad alemana, también con un «palas» románico pintado de rojo y piñones escalonados, parece distinto en la tabla trujillana. Esta misma ciudad parece ser la que recrea una tabla del ciclo de la pasión que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid (foto, 7), no muy distinta de aquella otra que sirve de fondo a la Piedad del Museo del Prado, también de Fernando Gallego. La repartición de limosnas del museo de Arte de Sao Paulo, fechada en torno a 1490 y relacionada con la escuela castellana, esboza también la vista de una ciudad germana, Münster[14].

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6, 7 y 8. Panorámicas de Oberwesel, Altar Oberwesel M.N.E.V.

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9 y 10. Resurrección de Trujillo

Los cupulines cilíndricos que coronan las estructuras turriformes en la producción de Gallego -véanse los fondos de las tablas de Trujillo o Ciudad Rodrigo- son también muy corrientes en Alemania desde 1480, como pueden observarse en la ciudad de Colonia, de donde se extendieron a la producción de artistas castellanos a través de grabados, en ocasiones coloreados, como los recogidos en la Crónica Mundial de Hartmann Schedel (foto, 11), grabada en Nuremberg, en el Viaje de la Tierra Santa de Bernardo de Breindenbach (foto, 14), cuya edición castellana publicaba Pablo Hurus en Zaragoza el año 1498 ó en el Fasciculus temporum de Werner Rolevink de Laer (fotos, 12 y 13), publicado en Sevilla en 1480 por Bartolomé Segura y Alfonso del Puerto, y entre cuyo texto aparecen numerosas xilografías de inspiración alemana con vistas de ciudades y países como Roma, Verona, Sajonia o Toledo[15].

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11, 12, 13 y 14 Crónica Mundial

Viaje de la Tierra Santa y Fasciculus temporum.

Fernando Gallego y con él los artistas de su taller debieron tomar desde fechas muy tempranas referencias de estas ciudades alemanas, a través de libros comprados en almonedas, las ferias castellanas o pertenecientes a las colecciones particulares de aquellos promotores que les hacían encargos. Esta misma interpretación explica la fuente italiana del incunable mitopoético de Higinio –Poeticom Astronomicon- en que inspiró el autor su ciclo cosmológico de la Biblioteca de la universidad salmantina. Su estrecha relación con esta institución, reforzada por el ya señalado mecenazgo de la familia Carvajal, uno de cuyos miembros, el Cardenal de Santángelo anduvo mucho tiempo en Alemania[16], pudo ser decisiva para el artista, que exhibe en las tablas de Trujillo un repertorio de escenarios centroeuropeos muy verídico y temprano para la errónea cronología 1480-85 tradicionalmente aceptada.

Volviendo a las tablas de Trujillo, llaman poderosamente la atención dos motivos más de clara inspiración germánica: uno el Quebrantamiento de las puertas del infierno, situado en el banco del retablo (foto, 16); y otro la representación miniaturista de un calvario en la ostia que corona el cáliz de la tabla dedicada a San Gregorio.

La tabla perteneciente al ciclo de la pasión, que sepamos única de este tema conservada entre la producción de los Gallego, retoma una composición empleada poco antes de 1470 por Bartolomé Bermejo para una serie dedicada a la vida Cristo, quizás perteneciente a un mismo retablo, hoy custodiada en la colecciónAmatller de Barcelona (foto,15). Ésta constituye junto a la de Bermejo uno de los primeros y más realistas desnudos de la pintura española, en la que figuras con vejeces, deformidades y vientres gruesos aparecen acompañadas de un excelente bestiario de demonios y animales deformes, tomado con toda probabilidad de grabados coloreados alemanes como los hallados en la biblioteca del monasterio de Santa María de la Vid (Burgos) del Liber Chronicarum de Hartmann Schedel[17]: xilografías dibujadas por el maestro de Durero Michael Wolgemuth; o quizás del tríptico valenciano del Juicio Final atribuido al discípulo de Weyden llamado Van Der Stockt[18] (foto, 17).

Ignoramos, desde luego, si Fernando tomó los aspectos principales de la composición del artista cordobés, si bien el parecido entre las dos tablas o las habituales inscripciones en latín y hebreo con que ambos artistas ilustran sus pinturas y representan, siguiendo modelos nórdicos, la imagen de la Virgen -basta una rápida mirada a la Virgen de la Leche del Museo del Prado, atribuida a Bermejo[19] y a la tabla trujillana de Fernando dedicada a la Natividad para entenderlo-, resultan elementos de juicio suficientes para suponer, cuando menos, fuentes cercanas o comunes de inspiración.

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15 y 16. Descenso al Limbo según B. Bermejo y F. Gallego. 17 .Detalle Juicio final Stockt.

La crucifixión esbozada en la ostia que sostiene la tabla de San Gregorio -que trataremos a fondo en las páginas siguientes- retoma, y aquí no hay especulación posible, un modelo iconográfico de origen alemán[20], escasamente representado, que acompaña la tradicional representación de Cristo en la cruz custodiada a la siniestra de San Juan, de la figura del rey David, que se sitúa tocando el arpa en el lugar reservado repetidamente por la iconografía para la Virgen.

Finalmente, no podemos ignorar dentro de este recorrido por las fuentes nórdicas el debate que abrieron Mayer, Camón Aznar y Gaya Nuño[21], entre otros, acerca de los réditos que la obra de Fernando Gallego tomó de las grisallas de Konrad Witz en las representaciones de la iglesia y la sinagoga para los retablos del Cardenal Juan de Mella y el mayor de San Lorenzo de Toro, o del exagerado endurecimiento de los paños de la Piedad Weibel recuerdo del ángel de laAnunciacióndel Museo de Nuremberg, salida de

la mano del artista alemán. Influjos en todo caso indirectos, ya que nunca pudieron derivar, dada la cronología vital del artista alemán (1410-1457?), del encuentro entre ambos pintores[22].

Si evidente resulta la fuente de inspiración de la obra y el taller de Fernando Gallego en estampas de origen nórdico, menos claro se presenta, en cambio, constatar y concretar el influjo propiamente flamenco, que lo hubo, por cuanto éste aparece más diluido y enriquecido por fuentes diversas, que en no pocas ocasiones hacen muy difícil su concreción. En este sentido los estudiosos de la obra del artista del Tormes aceptan la figura de Dierick Bouts como la más influyente en los trabajos de Gallego, si bien no llegan a concretar mas que en triviales asertos su hipótesis, especulando incluso con un posible viaje a Lovaina del artista castellano, que habría entrado así en contacto directo con el arte de los antiguos Países Bajos. Parece evidente que el amaneramiento de algunas obras de Fernando –Juicio final de Ciudad Rodrigo o Epifanía de Ohio- o los tipos compositivos de las tablas dedicadas a San Cristóbal[23] y la Virgen de la Rosa -Museo Diocesano de Salamanca- o a la Virgen con niño[24] -Museo del Louvre- recuerdan, como los modelos desnudos de extremidades rudas y feroz expresión del Quebrantamiento de los infiernos[25], el arte del pintor de Lovaina, pero estos ecos resultan puntuales -recordemos que sólo en las tablas de Ciudad Rodrigo aparece ese manierismo desmedido de forma constante y sobre un conjunto en el que se advierten al menos cuatro manos distintas- y en no pocas ocasiones accidentales, como sucede cuando Fernando emplea composiciones convencionales y muy conocidas que han podido llegarle de terceros artistas. Pensemos en la tabla dedicada alPrendimiento de la colección Krees -retablo de Ciudad Rodrigo- (foto, 19) cuyo parecido con la pintura del mismo tema hecha por Bouts no antes de 1467 (foto, 18) es asombroso, y sin embargo, no tenemos noticia alguna de que esta obra fuera contemplada o conocida en Castilla en los años en que Gallego pintaba para la catedral mirobrigense; en cambio sí sabemos que un grabado de Van Meckenen (foto, 20) idéntico a la composición utilizada por Bouts sirvió de fuente directa al pintor hispano-flamenco Pedro Díaz de Oviedo (foto, 21) para un retablo de la catedral de Pamplona. No resulta más fácil pues buscar el origen del modelo que tomó Gallego en la estampa del joven grabador neerlandés y no en la tabla boutsiana, que en todo caso sí pudo ser fuente directa para Van Meckenen.

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18 y 19. Prendimientos según D. Bouts y F. Gallego (C. R)

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20 y 21. Prendimientos según van Meckenen y P. Díaz de Oviedo

Esta misma duda nos planteamos cuando afrontamos la tabla de San Cristóbal de Gallego con los santos pintados por Petrus Christus y Dierick Bouts, que Mayer y Nuño consideraron fuente de inspiración. para la pintura del Museo Diocesano de Salamanca, en tanto se trata de un tema convencional, frecuentemente repetido en la iconografía contemporánea, enriquecida en Castilla con la libre circulación de los Flos Sactorum[26] o hagiografías, de las que la reina Isabel poseía un ejemplar, y la traducción hispana de La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine realizada por Juan de Burgos a finales del siglo XV[27], e imposible de adscribir con seguridad al influjo del artista de Lovaina o al del cualquier otro maestro, como el de San Juan Bautista, cuyo grabado del santo guarda, no obstante, mayor relación en los afilados plegados de la túnica, las arquitecturas al fondo o el paisaje rocoso con la tabla de Gallego que las referidas de Witz y Bouts.

Más fácil resulta, en cambio, percibir los ecos de Bouts en las tablas de la Anunciación (foto, 24)y la Crucifixión (foto, 23) pintadas por Fernando para el Alta Mayor de la Catedral de Zamora, hoy en Arcenillas, la primera de la cuales retoma la perspectiva lineal y el extraño paisaje lateral de la Anunciación boutsiana del Gulbenkian Museum (foto, 25). En la segunda tabla, en cambio, para la que el pintor salmantino escogió la escena frecuente en el siglo XV que consistía en agrupar, a la derecha de Cristo, a los discípulos del Salvador, en este caso la Virgen sostenida por San Juan y otras dos Santas Mujeres, y a su izquierda, el grupo de los judíos que no tenían fe, integrado por tres hombres, más dos soldados romanos; todos vestidos según la moda borgoñona del último cuarto del siglo XV, el influjo boutsiano, que enlazaría con el Tríptico del Descendimiento de la Capilla Real de Granada, parece debido a un discípulo del artista de Lovaina, el llamado Maestro de la Silvia Tiburtina, que Gluck identificara en 1931[28] con Dierick Bouts el Joven (foto, 22), y de quien se conserva en la colección del marqués de Villabrágima una pintura del mismo tema y asombroso parecido compositivo con la crucifixión zamorana.

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22 y 23. Crucifixiones D. Bouts el joven y F. Gallego (Arcenillas).

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24 y 25. Anunciaciones de F. Gallego (Arcenillas) y Bouts

Finalmente, hemos hallado dos tablas más de Fernando Gallego que podrían relacionarse con pinturas flamencas de Van Eyck y Hans Memling, amen de los ecos weydianos, ya advertidos por Camón Aznar para la Piedad del Museo del Prado y por otro lado tan habituales entre los artistas hispano-flamencos, algunos de los cuales formaron el grupo más numeroso de seguidores del artista de Tournai. La primera de estas pinturas, un Calvario, es en realidad una obra miniaturista, apenas apreciable sin macrofotografía, que el artista esbozó sobre el coro alto del templo en que representó el tema de la Aparición de Santa Leocadia, ejecutado para el retablo del Cardenal Juan de Mella. Se trata de la representación reducida y menos teatral de cuantas se emplearon en los años finales de la Edad Media, es decir, aquella en que aparecen únicamente San Juan, la Virgen y Jesús; muy distinta por cierto de las representadas en la tabla central de este mismo retablo, en Zamora o en Trujillo. Los ecos eyckianos del tema se advierten en la composición y en la solemnidad y rigidez de las figuras, que recuerdan al Calvario del Museo del Estado de Berlín del artista de Maesyeck, o a la tabla del mismo contenido descubierta por Bermejo en una colección particular de Madrid hace unos años[29].

La segunda tabla a que nos referimos destaca, además de por ser la única versión del tema conservada en el opus de Gallego, por ser una de sus pinturas con mayor influencia flamenca, en lo que a estructura compositiva se refiere. Hablamos de la tabla mirobrigense del Juicio Final, que ya Bertaux relacionó con el retablo del Hospital de Beaune, de Van der Weyden[30], y cuya paternidad no dudaron en atribuir a Fernando Gaya Nuño y Quinn, entonces ocupados en agrias discusiones sobre la autoridad de las tablas entre el artista salmantino y al llamado Maìtre aux Armures.

Sea como fuere la tabla de Ciudad Rodrigo guarda relación con el tríptico de Rogier de la Pasture como señaló Bertaux, pero aún más evidentes son los ecos del tríptico del Juicio Final pintado por Hans Menling para Jacobo de Tani, hoy custodiado en el Danzig Museum, y de la retrotábula del Museo del Prado atribuida a Stockt, cuyo arte trasciende en la concepción de grupos y expresiones al estilo del artista de Salamanca.

La tabla de la colección Kress recrea el alargamiento figurativo y horror vacui del tríptico de Danzig, además de adoptar la misma composición y recrear un conjunto de ángeles con funciones y actitudes muy similares, características que no coinciden con la tabla weydiana. Tan sólo la ausencia de la psicostasia o el peso de las almas en la pintura de Ciudad Rodrigo genera ciertas dudas acerca de la fuente en que se inspiró Gallego, si bien la representación del arcángel San Miguel aparece también en los tríptico de Weyden y Stockt, por lo que su ausencia en la tabla de Gallego podría deberse a una libre interpretación del tema empleado en Flandes, y que también se dio en la espectacular escena de la bóveda del ábside de la catedral salmantina.

En definitiva la obra de Fernando Gallego se mueve entre los influjos de artistas alemanes como Schongauer y la copia indirecta de fuentes flamencas, a través de estampas y tablas de imitadores contempladas en España; circunstancias que por sí solas restan credibilidad, en nuestra opinión, al tantas veces repetido viaje a Flandes del artista castellano. Podemos pues afirmar que la obra de Fernando Gallego experimentó una metamorfosis hispánica de modelos germano-flamencos, si bien esa castellanización no siempre se debió a su libertad creativa, sino a la contemplación e imitación de pinturas ya contaminadas por el diseño de otros artistas.

II. El Calvario miniaturista de la tabla trujillana de San Gregorio

El ciclo de pinturas dedicado a los Evangelistas y los Padres de la Iglesia son un buen ejemplo de la capacidad de Fernando para individualizar en personalísimos rasgos el rostro de sus personajes. Son pinturas carentes del volumen y la profundidad de su escena de exterior, pero al mismo tiempo resultan más reales e impactantes.

La tabla dedicada a San Gregorio Magno, situada en el extremo izquierdo del ático del retablo trujillano, constituye uno los muchos ejemplos aún conservados entre la producción de artistas hispano-flamencos que mantienen diversos réditos del estilo amanerado o internacional de las primeras décadas del cuatrocientos. El telón dorado, estarcido con profusa decoración de hojas, frutas y flores -tomada de tapicerías flamencas- sobre el que se recorta en un primer plano la figura del Papa Gregorio Magno con un nimbo de brocado negro y oro en que se lee Santus Gregorius, prolonga el sistema de representación bidimensional característico de aquel momento, que explica también la jerarquía, centralidad y simetría que dominan la composición. El entramado geométrico del pavimento compuesto por piezas octogonales y cuadrangulares que alojan una riqueza semiótica de letras incisas, muy rara entre la producción del autor[31], esboza sin embargo, un intento de focalidad acorde a la ensayos empíricos característicos de la escuela castellano-flamenca.

La caracterización del rostro con una expresión y rasgos de acusado realismo y patetismo, expresión metafísica del nominalismo de Occam[32], se ajusta a los modelos y la estética devocional de otros artista contemporáneos como el maestro de Portillo, de quien se conserva un San Marcos muy parecido en el museo catedralicio de Valladolid[33].

Pocas son las obras conservadas de Fernando Gallego en las que predominan los telones dorados de fondo, resueltos, no obstante, con la riqueza y cuidado que caracterizó toda su producción. A la citada tabla de San Gregorio debemos unir las dedicada a los cuatro Evangelista y San Agustín, todas en Trujillo, el excelente San Pedro de la colección Pani de Méjico, el San Marcos y Santo Tomás de la predela de la colección Tucson (Arizona) y las tablas del banco del retablo zamorano del Cardenal Juan de Mella, con las que comparte numerosas semejanzas la tabla trujillana.

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26. San Gregorio Magno 27. Detalle

Sentado como Padre de la Iglesia sobre una cátedra ornamentada con fina tracería calada, se yergue con gran corpulencia, como se describía así mismo en sus epístolas, el hijo de Santa Silvia, autor de numerosas obras, como el Liber regulae pastoralis, las Homilías sobre Ezequiel o los Libri Morales[34], abad y fundador del monasterio benedictino del monte Coelius. San Gregorio Magno, cuya biografía fue escrita por Pablo Diácono y popularizada en el siglo XIII por Santiago de la Vorágine en la Leyenda Dorada, aparece representado como Papa, tocado con una tiara blanca exornada con perlas y tres ricas coronas de oro con incrustaciones de piedras preciosas. Viste una túnica blanca sencilla pero ampulosa recortada con los característicos pliegues a cuchillo del autor, y se cubre con una dalmática bordada de oro sujeta con un broche de pedrería. Porta en la mano derecha una gran cruz pontificia de dos travesaños -aunque lo correcto serían tres- sujeta a una sencilla macolla; y en la siniestra un cáliz de estilo gótico sobre el que se atisba la silueta de una ostia exornada por una crucifixión, obra miniaturista de un hondo patetismo, probablemente inspirada en alguna estampa alemana, por cuanto retoma la versión como typos y antitypos[35] en que aparecen los profetas de la Crucifixión, el rey David y San Juan Evangelista, típicamente germana[36]: Cristo crucificado sobre un cruz sin titulus aparece acompañado a su izquierda de San Juan Bautista que eleva su mano derecha señalando y saludando al Redentor en la cruz como lo hiciera ante el pueblo de Jerusalén cuando Jesús fuera a bautizarse en el Jordán, diciendo Ecce Agnus Dei; a su diestra aparece el rey David, tañendo su arpa en recuerdo del salmo 22, que dice Forerunt manus et pedes meos (“… han taladrado mis pies y mis manos”). La rareza de este tema que Réau asocia a pinturas alemanas de la primera década del siglo XVI, demuestra una vez más la deuda de la obra de Fernando Gallego con grabados de origen nórdico, como ya señalamos, perfectamente reconocible también en los fondos de ciudades alemanas del medio Rin como Oberwesel. El porqué de esta inusual crucifixión, muy distinta de los modelos empleados en los retablos del cardenal Juan de Mella (catedral de Zamora) -probablemente inspirado en una estampa de Schongauer o en el Pontifical de don Luis de Acuña[37]– y de Arcenillas, de raíz eyckiana, se debe a un anacronismo en la representación concebida todavía como la unión simbólica entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, en lugar de como escenificación teatral y espectacular de todos los protagonistas que participaron en la Crucifixión -el Buen y el Mal ladrón, el Lancero y el Portaesponja, la Virgen y San Juan-, consolidada ya en los primeros años del siglo XVI. A esta idea contribuye la representación del sol y de la luna encima de la cruz cuya explicación hallamos en las palabras de San Agustín que comparan el astro lunar con el Antiguo Testamento que toma su luz del Sol, y en aquellas otras de La Ciudad de Dios (XVI, 26) que afirman: “El Antiguo Testamento es el Nuevo con un velo, y el Nuevo es el Antiguo desvelado”[38]. Los hechos profetizados en el Antiguo Testamento -las ya citadas palabras del rey David que acompaña la Crucifixión o la representación simbólica de la luna- y aquellos que se cumplen en el Nuevo como la Crucifixión de Cristo retoman así lo que el profesor Santiago Sebastián denominó como iconografía tipológica medieval, es decir, la oposición iconográfica de los hechos profetizados en el Antiguo Testamento, denominados antitypos por los exegetas de la Biblia, con aquellos descritos por el Nuevo acerca de la Encarnación de Cristo, que llamaron typos.

Por toro lado, la representación de este santo desprovisto de sus atributos habituales tales como la paloma inspiradora o la imagen del emperador Trajanoliberado del Purgatorio, y su recreación, en cambio, con el citado cáliz y la ostia, debe su origen a la iconografía de uno de sus temas eucarísticos, la Misa de San Gregorio, a menudo representada en el último cuarto del siglo XV[39], durante la cual San Gregorio sufrió la duda de uno de los asistentes acerca de la presencia real de Cristo en la ostia. Celebración que culminó tras las plegarias del Papa, con la aparición del Redentor sobre el altar.

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28 y 29. Macrofotografías de la tabla de San Gregorio en que pueden verse un Calvario: Cristo crucificado, S. Juan y el rey David, que toca el arpa.

La vinculación ideográfica de la crucifixión incisa en la Ostia a este suceso y el recuerdo de los episodios eucarísticos del santo nos muestran una imagen distinta, debida sin duda a la formación teológica del promotor de la obra.

En conjunto la tabla dedicada a San Gregorio resulta una imagen rotunda y poderosa que exhibe una labor minuciosa en el tratamiento de los detalles y complementos, así como un exquisito dibujo relleno con la pincelada suelta y nerviosa característica del maestro. La expresión ahogada de los ojos, perfilados de rojo y el rictus realista de su cara recrean con gran precisión la castellanización de su pintura, inspirada en personajes de su entorno.


NOTAS:

[1] Nos referimos a los estudios de CAMÓN AZNAR, J. Pintura medieval española, Espasa-Calpe, Madrid, 1978. POST, A Histoy of Spanish Painting, Cambridge, Tomo IX, 1947. SÁNCHEZ CANTÓN, F. J., “Tablas de Fernando Gallego en Zamora y Salamanca”A.E.A.A., 1929. ANGULO IÑIGUEZ, D. “ Gallego y Schongauer”, AEAA, VI, 1930.

[2] Esta hipótesis quedó demostrada en nuestro trabajo de investigación sobre el artista de Salamanca y el su participación en el Altar Mayor de Trujillo. Véase: SANZ FERNÁNDEZ, F. Memoria de investigación histórico-artística del Retablo Mayor de Santa Mª de Trujillo, en Memoria de Restauración del retablo de S. Mª, I.P.H.E., 2004.

[3] Sobre este particular, debemos considerar la importante colección de tapices flamencos que pertenecieron a miembros de la nobleza castellana como el de Tarquino Prisco, de estética boutsiana, donado ya a comienzos del siglo XVII a la catedral de Zamora por el conde de Alba y Aliste, y del que nos daba noticias Gómez Moreno en 1927. Véase: Gómez Moreno, Catálogo Monumental de la Provincia de Zamora, Madrid, 1927.

[4] SENTENACH. “Las tablas antiguas del Museo del Prado”, B.S.E.E., 1900, pp. 99-ss.

[5] POST. Op. cit.

[6] A este respecto cabe añadir otra de las tablas del Retablo del Cardenal Juan de Mella que conserva un Calvario miniaturista de clara inspiración eyckiana, un modelo diferente a los empleados por el autor en la tabla central de este mismo retablo, en Arcenillas o en la ostia del San Gregorio de Trujillo. Acerca de la influencia de Schongauer en las tablas de Gallego, véase también: AA.VV. Reyes y Mecenas (Catálogo de la exposición), Ministerio de Cultura, Electa, 1992, p. 363-364.

[7] Ibidem, p.406-407. Cfrs. etiam. TORMO y MONZÓ, E. Catálogo de las tablas de Primitivos españoles en la colección de Doña Trinidad Scholtz-Hermensdorff, viuda de Iturbe. Madrid, 1911.

[8] A este respecto resulta interesante observar las diferencias existentes entre los modelos alemanes que emplea en la tabla trujillana de la Adoración en el Huertoy aquellos empleados en las restantes tablas más cercanos a modelos castellanos. El catálogo de la exposición Reyes y Mecenas contiene descripciones muy interesantes de estos conjuntos militares. AA.VV. op. cit. p.494-ss

[9] SILVIA MAROTO, P. “Influencia de los grabados nórdicos en la pintura hispano-flamenca”, A.E.A., nº. 243, 1988, 271-ss. Este magnífico artículo de nuestra mayor experta en pintura hispano-flamenca revela los muchos réditos que artistas hispanos de la segunda mitad del cuatrocientos tomaron de artista nórdicos y neerlandese, si bien hasta hoy ningún autor había señalado la influencia de Van Meckenen en la obra de Fernando Gallego.

[10] En este grabado de Van Meckenen se inspira también la tabla del mismo tema hallada en la catedral de Pamplona, obra cercana al círculo de Pedro Díaz de Oviedo.

[11] No obstante sería también acertado señalar el parecido entre la tabla de la predela trujillana dedicada a la Oración en el Huerto y la tabla del mismo tema en paradero desconocido que Bermejo recoge en su tratado sobre la Pintura de los primitivos flamencos en España, atribuida al grupo Stockt.BERMEJO, E. Op. cit. p. 146.

[12] SILVIA MAROTO, P. Op. cit., p. 285-286.

[13] En estas palabras se expresaba Diego de Valera, allá por 1482, en su dedicatoria a la reina Isabel la Católica, que el escritor castellano recogía en su obraCrónica de España. Este texto aparece citado en: AA.VV. Reyes y Mecenas (catálogo de la exposición), op. cit. p.202.

[14] DE LA RIESTRA, P. “Pintura do gótico tardío no Museu de Arte de Sao Paulo com uma vista da ciudade de Münster au fundo», Revista de História da Arte e Arqueología, nº, 4, Universidade Estadual de Campinas, Brasil, 2000.

[15]Sobre esta última obra, véase: GARCÍA VEGA, J. El grabado del libro español. Siglos XV-XVI-XVII, Valladolid, 1984.

[16] Pon nota del libro de Plasencia

[17] De esta obra nos habla don Juan José Vallejo Penedo de la Orden de San Agustín en: AA.VV. Libros y documentos en la Iglesia de Castilla y León(Catálogo de las Edades del Hombre), Burgos, 1990, pp., 205-206.

[18] Sobre este maestro, véase: BERMEJO, E. La pintura de los primitivos flamencos en España, Tomo, I, Instituto Diego Velázquez, Madrid, 1980, pp. 139-ss

[19] CAMÓN AZNAR, J. Op. cit. p. 498-ss.

[20] En este sentido y aunque no acompaña con imágenes sus asertos Réau señala el origen alemán bajo medieval y la rareza del motivo iconográfico para las crucifixiones que acompañan la habitual representación de Cristo crucificado y San Juan de la figura de David, quien como prefiguración o antitypos del Antiguo Testamento sustituye a la imagen de la Virgen. No tenemos noticia de la existencia de este tema en el arte español contemporáneo a Gallego lo que convertiría nuestro hallazgo en prueba irrefutable del contacto de Fernando con grabados llegados de Alemania. Véase: RÉAU, L. Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia, tomo I, Serbal, , Barcelona, 1997p. 512.

[21] Gaya Nuño considera, no obstante, poco probable este influjo del artista alemán en tanto murió en la mitad del cuatrocientos, circunstancia que le hace reflexionar sobre un posible viaje a Basilea del artista salmantino. CAMÓN AZNAR, J. Op. cit. p.566; GAYA NUÑO, J. A. Op. cit. pp.14-15. Cfrs etiam: MAYER, A. L. Historia de la Pintura Española, Madrid, 1947, pp.161-ss.

[22] Esta opinión la expresaba ya Gaya Nuño a comienzos de 1958 en su monografía sobre el artista. GAYA NUÑO, J. A. Op. cit. p.14.

[23] Mayer opina que la tabla de San Cristóbal pudo estar inspirada en la obra del mismo tema realizada por Petrus Christus. Véase: MAYER, A. L. Op. cit.

[24] Didier Martens ha estudiado a fondo este influjo boutsiano en diversas pinturas españolas, algunas de las cuales se conservan en la colección de la Capilla Real de Granada. Especial interés muestra por el tema de la Virgen con niño que en la tabla de Bouts aparece acompañada de varios ángeles, que en posteriores interpretaciones de artistas hispano-flamencos desaparecen o modifican su ubicación dentro de la obra. Así ocurre en la madona de Gallego conservada en el Louvre, que parece inspirada en un modelo boutsiano. DIDIER MARTENS, «Metamorfosis hispánica de una composición de Dieric Bouts», Goya, nº, 262, Madrid, 1998, pp. 2-12. Cfrs etiam, SILVIA MAROTO, P., «Dos nuevas tablas del taller del llamado maestro de los Luna«, A.E.A. nº. 257, Madrid, 1992, pp. 75-ss.

[25] Especialmente a la composición boutsiana del Juicio Final

[26] FAULHABER, C. Libros y bibliotecas en la España medieval, Valencia, 1987

[27] CARO BAROJA, J. Las formas complejas en la vida religiosa, Madrid, 1978, p.78.

[28] Este dato lo recoge: BERMEJO, E. Op. cit. p., 55.

[29] BERMEJO, E. «Influencia de Van Eyck en la pintura española», A.E.A., nº. 252, Madrid, 1990, pp. 566-567.

[30] Citado por GAYA NUÑO, J. A. Op. cit. p., 24.

[31] Aunque muy abundantes en todas su pinturas, los suelos geométricos brabanzones de Gallego tomados de artistas como Bouts, Weyden o Van Eyck son mayoritariamente lisos y monócromos. Existen varias excepciones en las que el autor de la ciudad del Tormes emplea una rica variedad de tonalidades y formas geométricas, pero tan sólo en dos de su pinturas opta por rellenar las baldosas con signos y letras de compleja lectura: San Gregorio Magno y la Dormición de la Virgen, ambas en el retablo de Trujillo.

[32] CAMÓN AZNAR, J. Pintura medieval españolaop. cit.

[33] Sobre este autor, véase: AA.VV El arte de la iglesia de Castilla y León (Catálogo de la exposición Las Edades del Hombre), 1998, p. 258-260.

[34] RÉAU, L. Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los Santos, tomo II, Serbal, , Barcelona, 1997, pp. 47-ss.

[35] SANTIAGO SEBASTIÁN. El mensaje simbólico del arte medieval, Encuentro, Madrid, 1994, p. 232-233.

[36] RÉAU, L. Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia, tomo I, Serbal, , Barcelona, 1997p. 512.

[37] A este respecto cabe añadir otra de las tablas del Retablo del Cardenal Juan de Mella que conserva un Calvario miniaturista de clara inspiración eyckiana, un modelo diferente a los empleados por el autor en la tabla central de este mismo retablo, en Arcenillas o en la ostia del San Gregorio de Trujillo. Acerca de la influencia de Schongauer en las tablas de Gallego, véase: AA.VV. Reyes y Mecenas (Catálogo de la exposición), Ministerio de Cultura, Electa, 1992, p. 363-364.

[38] SEBASTIÁN, S. Op. cit. p. 233.

[39] Al propio Gallego le atribuye Gaya Nuño una tabla que representa la Misa de San Gregorio, considerada por el citado autor su primera obra conocida. GAYA

Oct 012004
 

Martiría Sánchez López.

Historiadora.

Índice:

  1. Objetivos y actividades: Las Ordenanzas
  2. Cofrades y Cargos directivos.
  3. Cuentas y visitas.
  4. La Ermita de San Benito.

1. Objetivos y actividades. Las Ordenanzas.

Es una de las cofradías de gloria más importantes de Jaraiz, no por su potencial económico, ni por su importancia cultural, folklórica o litúrgica, sino por la profundidad con que intenta cumplir con el mandato evangélico de Cristo «amarás al prójimo», en el sentido más amplio y profundo de estas palabras, que sus ordenanzas mandan realizar por encima de todo.

Impresiona y sorprende cuando por primera vez se examinan estas ordenanzas y se ve que sus fundadores quieren que esta Cofradía se llama «Cofradía de la Caridad» Se siente una gran emoción y orgullo al comprobar la grandeza de espíritu de nuestros antepasados y la nobleza de sentimientos de aquellos hombres y mujeres de los siglos XVII, XVIII y XIX de Jaraiz, y cómo entendían esto mandato fundamental del Evangelio, la Caridad. La Caridad en sentido más amplio; en primer lugar, el amor a los pobres y necesitados ayudándoles y socorriéndolas de una manera muy efectiva, como veremos en sus mandatos. En segundo lugar algo muy interesante; el amor entre todos los vecinos de tal manera que reinara entre ellos la paz y el cariño de hermanos. Por esto, ellos se proponen como una de sus principales metas el que reine la paz y la armonía entre todas las familias del pueblo, intentando solucionar cualquier problema que pudiera alterar la convivencia pacífica entre ellos.

Para esto, como veremos a continuación, se buscaran expertos que serán los llamados «hombres buenos» del pueblo, a quien todos respeten, y a los que acudirán los cofrades, cuando estos no puedan solucionar las desavenencias entre los vecinos.

El patrono de la Cofradía, San Benito, está muy en la línea de los objetivos de ésta. San Benito de Nursua vivió entre el año 480 al 544 y fue el patriarca del monaquismo occidental, incluyendo las Ordenes Mendicantes las cuales tenían como objetivo fundamental la labor caritativa y social. Se retiro del mundanal ruido a Subiaco y luego fundó en 520 el Monasterio de Motecasino. A este gran patrón le invocaron los cofrades con gran devoción y le aclamaron en sus fiestas para rendirle su más entrañable homenaje y culto, con el fin de que les ayudara a cumplir la misión espiritual que se habían comprometido.

La Cofradía de S. Benito se fundó a principios del s. XVII en 1617, según consta en el libro de la Cofradía depositado en el Archivo Parroquial de S. Miguel, Legazgo 4 documento 6.

La portada del libro es muy original, por su decoración tiene una especie de cartela rectangular que enmarca toda la titulación, que a la vez se inscribe en una cenefa en forma de ángulo cuyo vértice está adornado con un florón .

La titulación es la siguiente:

«Libro de la Cofradía del Señor S. Benito.
Prosiguen las entrados desde el año de veintiuno en adelante. Ansimismo sallara en este libro las urdenanças desta cofradía, hinbentario de escritura ya asientos en este año de mil setecientos y veinte idos»
.

La primera página del libro contiene las ordenanzas y la fecha de la fundación de la Cofradía. Esta se fundó en el «año del Señor de 1617» según consta en esta página. El resto del libro es del s. XVIII y comienza a escribirse en 1721 como pone el título.

Por este motivo no conocemos el funcionamiento de la cofradía en el s. XVII solo en el XVIII y XIX. A partir de esa fecha de 1721 nos encontramos pues con una gran laguna documental, aunque sabemos por los libros que conservamos de otras cofradías, que en los tres siglos funcionaban esta instituciones de manera semejante, solo les diferenciaban los matices propios de cada periodo.

Las Ordenanzas comienzan manifestando el deseo de que se llame «Cofradía de la Caridad» Después de invocar a la Sma. Trinidad, a la Virgen María y a San Benito dicen «queremos que se llame la Cofradía de la Caridad por ser la caridad raíz y principio de las virtudes y nuestro deseo intentar servir a nuestro Dios y Señor, y acudir al remedio de los más pobres necesitados y procurar la paz y la concordia entre los hermanos y prójimos. «A continuación consta la fecha de la fundación: 1617, y el nombre del Obispo que ha de confirmar la fundación, a quién piden licencia para usar sus ordenanzas: «En el lugar de Jaraiz a dos días del mes de abril del año del Señor de mil seiscientos y diecisiete, siendo obispo deste obispado de Plasencia Fray Enrique Enrique, debajo de cuya protección y confesión se funda esta cofradía, suplicándole nos haga la merced de confirmarla y darnos licencia para usar de sus ordenanzas que son las siguiente…»

Las Ordenanzas son cuatro y vienen especificadas con todo detalle además de estar muy bien redactadas. Las dos primeras se refieren a los objetivos principales de la fundación, que era la acción caritativa, teniendo como una obligación primordial el pedir limosnas para socorrer a los necesitados según se expresa en la Primera Ordenanza que dice así: «Primeramente ordenamos y mandamos que dos cofrades de esta santa cofradía, dando ante todas las cosas licencia para ello el señor obispo, a quien suplicamos se sirva de dárnosla: sean obligados a pedir limosna por todo el lugar los domingos del año por las mañanas cada dos cofrades un mes, como les cupiere en orden por el libro donde están asentados y la limosna que juntasen la han de repartir a los pobres vergonzantes de este lugar. Informándose de los curas que pobres hay en su feligresía y de los dos hermanos que el mes antes cogieron la limosna, y conforme a la necesidad lo repartan a su disposición».

Vemos por el texto lo bien que están redactadas los mandatos y con la precisión y contundencia que lo hace para que lo cumplan todos los cofrades, sin que ninguno pueda evadirse, ya que pedirán limosnas según el orden que tengan en la «lista de asientos» del libro, indicando el día que han de realizar su cometido. Además, intentan que hay la mayor equidad posible en el reparto, para lo que se aconsejaran del sacerdote, aunque ellos hagan el reparto entre los necesitados según sus criterios.

En el Catastro de Ensenada, de 1753, hemos estudiado la población que tenía Jaraiz en esa época era de 314; entre estos, según el texto 15 eran pobres de solemnidad, además de 11 viudas 2 doncellas y 2 hombres impedidos. En total había unos 30 necesitados que tenían que socorrer todos los meses.

La segunda ordenanza nos parece, además de interesante, dé gran originalidad y de difícil cumplimiento, pero importantísima ya que impone la obligación de procurar el amor entre los hermanos, donde debe reinar la paz y la concordia entre todos, porque a veces cuesta más perdonar las ofensas que dar una limosna, dice así: «I ten ordenamos y mandamos que los dos hermanos cofrades que fueren nombrados para cobrar las limosnas del mes, tengan obligación de procurar paz y concordia si supieren que alguno de los hermanos ha tenido o tiene algún pleito, disensiones o enemistades con alguna persona. Y para ello sean obligados, si por sus personas no bastase, a valerse de los curas u otras personas a quienes tengan respeto para que por intersección suya se acaben las enemistades y estén en paz y concordia todos».

Como podemos apreciar esta ordenanza tiene la finalidad de procurar la paz y la concordia no solo entre los cofrades, sino entre todos los vecinos del pueblo. Pero ello da la solución cuando esta sea difícil de conseguir por los cofrades, por lo que manda que busquen personas capacitadas para ello, como el sacerdote o personas de prestigio del pueblo, los llamados «hombres buenos».

Las últimas ordenanzas tratan de las festividades y del culto al santo patrón, San Benito y de las obligaciones que tienen los cofrades de la asistencia a todos ellos. La tercera dice así. «Item ordenamos y mandamos que todos los domingos últimos de mes se diga una Misa por todos los cofrades de esta Cofradía en la Iglesia del Señor San Miguel. Y la limosna de ella se pague de la renta de dicha cofradía a costa de los dichos cofrades».

La cuarta y ultimo ordenanza manda lo siguiente «Item ordenamos y mandamos que el día de nuestro patrón San Benito se diga una Misa cantada con solemnidad en la Iglesia del Señor San Miguel y asistan a ella todos los cofrades so pena de ocho maravedíes».

Podemos apreciar por esto dos últimas ordenanzas la sencillez con que se celebraban las fiestas del Santo en el s. XVII. Consistía solamente en la celebración de una solemne Misa cantada con la obligación a su asistencia por parte de los cofrades bajo la multa de ocho maravedíes. También celebraban la misa mensual por los hermanos sin especificar si era por los cofrades vivos o difuntos.

Con esta sencillez se rendía culto a San Benito durante el s. XVII, pero esto cambiara a partir del siguiente siglo como hemos comprobado en los textos de 1723 en adelante. En el Cabildo que tuvo lugar en esa fecha se habla de la celebración de las Vísperas del día de la fiesta; dice lo siguiente: «Así mismo en la función que se hace el día de S. Benito con sus Vísperas antecedentes del domingo de Quasimodo… en la iglesia de S. Miguel» En otros documentos dice que se celebraba en «La Dominica in Albi».

También hemos observado que en este periodo ya el Santo tenía su Ermita, de la que hablaremos en el siguiente apartado. Imagen de S. Benito permanecía allí hasta que se le subía al templo durante las fiestas. Consta en los textos lo que se pagaba a una persona por subirle y bajarle desde su pequeño santuario. «Tuvo de costa el día de baja del santo a la ermita tres reales«.

A partir de 1830 comenzó a celebrarse la festividad de S. Benito con toda solemnidad en su Ermita, donde acudía todo el vecindario en animada Romería. A los gastos de esta Romería, que comenzó a ser sus muy importante, contribuía el Ayuntamiento, pagando de sus rentas una cantidad importante, como viene constatado en el Catastro de Ensenada: «De la romería de San Benito se pagan ciento y diez i nueve reales».

La Festividad se hacia ahora con toda solemnidad en la Ermita de S. Benito. Se celebraban Misas cantadas con gastos de incienso en abundancia y buena iluminación con velas y cirios: «Se pagan treinta y seis reales al Vicario y Beneficiado por los misas que se celebran en la ermita de San Benito la Dominical in Albis». Así mismo constan los gastos del incienso y las velas de la siguiente forma: «Se pagó dos reales por los gastos de incienso y vente i ocho reales para las velas y cirios del Santo».

A partir de 1725 aparece en la festividad de San Benito un elemento folklórico muy importante en este tipo de romerías, la flauta y el tamboril, que era los encargados de amenizar la procesión alrededor de la ermita, el Ofertorio, también comenzó ahora a celebrarse y las danzas en honor al Santo y bailes propios de oda las fiestas y romerías; al son de la flauta y tamboril los vecinos bailaban para hacer más agradable la convivencia, en fraternidad, que era una de las características y objetivos fundamentales de esta Cofradía. Así consta lo que se pagó al tamborilero en las fiestas del año 1725, «Se pagó al tamborilero treinta reales por las fiestas del Santo».

Consta también otros gastos de la fiesta sin especificar a que se refiere, solo dice «Se gastaron treinta reales en los gastos de las funciones del Santo».

2. Cofrades y Cargos Directivos.

En el libro de la Cofradía constan todos los cofrades que se integraban cada año, separando en las listas los hombres de las mujeres. Las listas eran muy importantes, pues para desempeñar los cargos de la cofradía con sus respectivas obligaciones se nombraban por el orden que tenían en las listas. Antes de 1746 constan por separados la lista de hombres y de las mujeres, pero a partir de esa fecha ya se asientan o se alistan juntos.

A los cofrades dados de alta se les denomina «Entrados» y se citan con nombres apellidos y la relación familiar. En las lista de 1722 se citan doce hombres y treinta y cuatro mujeres; en el 1730 constan como «Entrados» veinte mujeres y trece hombres; en 1736 entran ocho mujeres y once hombres, … etc. La cuota que pagaban era un importante ingreso para la cofradía, así en las cuentas de 1730 constan que las mujeres pagaron 120 reales y los hombres sesenta reales.

Todos los cofrades reunidos formaban el Cabildo o Asamblea General. Estos se reunían todos los años al «son de la campana tañida» como en las demás cofradías; aquí se nombraban los cargos y se trataban los asuntos referentes a la Cofradía. «Juntos la mayor parte de los cofrades de la Cofradía de San Benito a Cabildo llamados por la campana tañida como es costumbre para nombrar Mayordomo y Alcaldes…» La elección como hemos dicho, se hace por orden de lista… … «y les tocó por el libro como es costumbre a…» En el Cabildo de 1723, presidido por el Sr. Vicario, salieron como alcaldes «Juan Manzano, yerno de Juan García y Juan Martín, yerno de Andrés Fernández, a los cuales les requiere aceptar dicho cargo y cumplir sus obligaciones. Por supuesto, estos cargos directivos siempre recaían en los hombres, dada la discriminación por razón de sexo que había en esta época.

Las obligaciones de los alcaldes vienen especificadas entre estas destacan: «Que asistan a los entierros a llevar las insignias y achas de dicha cofradía». Así mismo en la función que se hace el día de San Benito con sus Vísperas, preparen las andas y limpien el camino para llevar al Santo a su ermita y lo demás que fuese necesario. En el Cabildo de 1738 se nombra Mayordomo a Juan Fernández y como alcaldes son nombrados Luis Zepeda y Juan Espino (cuando leí este nombre fue una agradable sorpresa para mí al ver que uno de mis antepasados pertenecía a esta Cofradía tan importante. Juan Espino es un antecesor de mi abuelo materno Francisco Espino López Enciso)

3. Las Cuentas y las Visitas.

Con respecto a las cuentas de la Cofradía viene bien especificadas, tanto las entradas económicas como los gastos que tenían. La mayor parte de las rentas provenían de los réditos que producían los Censos, estos producían 60 reales y 19 maravedíes en 1721. Posteriormente tienen un aumento considerable, llegando en 1730 a producir 142 reales. A partir de esta fecha se especifican bien a quien pertenecen los siete censos que poseían la Cofradía, con toda clase de detalles, sobre el dinero que presto además de los bienes sobre los que pasaban la hipoteca, lo que producía cada censo, con el fin de que todo estuviera de acuerdo con los Mandatos de las Visitas del Obispado.

Aparte de las rentas de los censos, la cofradía contaba con otras rentas provenientes de algunas heredades que poseía. Entre estas heredades estaban los olivares de la Cerca, la heredad de los Albarranes, un terrazgo en la Alameda, de cuyo arriendo se obtenía diez reales. También la cofradía poseía una ganadería vacuna, la que producía una renta considerable con la venta de los terneros para carne. En las cuentas de 1732 vienen especificado los gastos que producían los gastos y el guarda de ganado. Se pagó treinta reales a la Viuda de Juan Domingo por las yerbas y guarda de reses que tienen dicho santo. Es curiosa otra cita donde habla de lo que tuviesen que pagar a un hombre por buscar un becerro que se perdió: «Se pagó seis reales aun hombre con su caballería en buscar un becerro que se desgració y no apareció.

Como en los demás libros de Cofradías, en las cuentas aparecen los cargos o entradas que tienen y las Dattas que son los gastos.

Entre los gastos o Dattas aparecen los derechos del Cura o del beneficiado, de sacristanes, monacillos así como lo empleado en incienso, en velas y cirios, vestuario, en Misas y Vigilias. En otras partidas aparecen los gastos que tuvieron para arreglar la Ermita: «Se pagaron tres reales por los reparos de la Ermita».

En las cuentas de 1724 hay unas entradas o Cargos de 215 reales y unos gastos o Datas de 238 por lo que les sale un déficit de 33 reales.

En las cuentas de 1725 desaparece este déficit porque venden la heredad de la Alameda.

En las cuentas de 1730 se observa un aumento considerable de las rentas debido principalmente al aumento de los réditos de los Censos y de las altas de los Cofrades «Entrados», además de comenzar a ser rentable la ganadería. En total los Cargos obtenidos fueron de 503 reales; también aumentan los gastos de la romería, tamborilera, etc, con un total de 487; tuvieron un saldo a favor de 15 reales.

Las cuentas de la Cofradía se siguieron llevando en los libros de ésta hasta principios del s. XIX, después se incluyeron en las de la Parroquia. Esto fue debido a que con motivo de las primeras leyes desamortizadoras que se dieron en las Cortes de Cádiz de 1812, se enajenaron los bienes muebles de las Cofradías.

Por este motivo ya no tenía razón de ser el que se llevaran cuentas apartes, pues solo les quedaron las rentas de los Censos. Entonces, estas rentas se incluirán en las cuentas de «Fabrica» o de las parroquias. Por eso, al final de este libro de la cofradía de San Benito hay unos documentos de 1813 y 1814 que se refieren a las cuentas de la iglesia de San Miguel, dando vienen inclu9idos los censos de las cofradías, entre los que se encuentran los Censos de la Cofradía de San Benito.

En cuanto a las Visitas del Obispado eran muy importantes para este, ya que controlaban las cuentas de esta cofradía como de las demás. En 1725 el encargado por el Obispado placentino de realizar la que D. José Teodoro de Vergara, que dice «las hallo (las cuentas) en buena formalidad y sin error…. por lo que las apruebo». Después habla en los mandatos que los Censos tienen «poca claridad por lo que mando que haga un inventario autentico de las rentas Zensales, quienes fueron sus impostores, la cantidad de réditos y sobre que bienes están impuestos, diciendo donde están y quienes son los linderos actuales…»Luego les amenaza con excomunión Mayor si no los cumplen y da ordenes al párroco para que las cumplan. Al margen aparece una nota del párroco que dice: tengo cumplido este Mandato.

4. La Ermita de San Benito.

Estaba situada en la Dehesa Boyal en un bello paisaje de colinas onduladas salpicadas por hermosas encinas, cuyo verdor de sus ramas contrastan con las amarillas dorados de sus pastos en el estío y conjugan con las verdes praderas de la primavera jaraiceña.

Al fondo, el manto de nieve que durante la mayor parte del año cubre el murallón de Gredos, ilumina este impresionante paisaje cuando los rayos del sol acarician las altas cumbres.

Las aguas cristalinas de las charcas o pequeñas lagunas de la Dehesa forman parte de este singular paisaje, cuyos campos de abundantes pastizales siempre han alimentado la ganadería de los vecinos del pueblo… y en medio de tanta belleza se situaba la Ermita de San Benito, a mitad del camino entre la población y el río Tiétar, Veredas y caminos recorridos por hombres desde la épocas más remotas hasta la actualidad dejaran aquí sus huellas, comenzando por la población prehistórica. Después aquí los romanos fundaron una de sus típicas «Villas» o explotaciones agrarias de típico latifundista dedicada al cultivo de los cereales. Hacemos esta afirmación porque aquí, junto a restos de la ermita de San Benito se han encontrado una serie de monedas romanas de la época de Constantino el Grande, del s. IV ya dentro del Bajo Imperio.

En este mismo lugar existen una serie de restos que nos hablan de civilizaciones de la Alta Edad Media, probablemente relacionada con la cultura visigoda. Parece ser que allí se refugiaron unas eremitas siguiendo las reglas de San Benito y fundarían su pequeño ermitorio en la época visigoda, por los s. VI y VII. Algunos de los restos que aquí se han encontrado están muy relacionados con esta cultura, como son una pila de agua bendita y una rústica columna con una decoración a base de talla a bisel donde se representa una cruz griega enmarcada en un cuadrado de clara influencia visigoda.

Sobre la ermita donde se rindió culto a San Benito en los s. XVII, XVIII y XIX, poco podemos decir en cuanto a su estilo y sus características, puesto que solo queda algunos restos de los muros, pero que hoy forman parte de unos secaderos y una vivienda. Podemos pensar que no se diferenciara demasiado del tipo de ermitas de la Vera, con planta rectangular, con cubierta de madera, con pórtico sostenido por dos columnas… Tampoco tenemos idea de cómo era la imagen de San Benito, ya que no tenemos ninguna referencia, debió ser de madera policromada, pero no podemos saber a que estilo perteneció pues aunque la Cofradía se fundó en el s. XVII, la Imagen podía haber recibido culto antes de esta época.

La importancia que tuvo este interesante santuario fue grande para Jaraiz, pues además de rendir en él el culto a San Benito, organizando allí su festividad y su típica romería, aquellos cofrades que les interesaba ante todo el amor a los hermanos en el sentido más integro y profundo de las palabras evangélicas de Cristo, fue también este lugar algo muy importante para el pueblo. Según los documentos consultados, como el Catastro de Ensenada , allí se celebraba un mercado anual, fundamentalmente de ganado, aunque no faltaban otros productos. Pero este mercado duraría hasta la primera mitad del s. XVIII ya que a finales del este siglo, en 1791, ya no consta su existencia en los documentos; así en el Interrogatorio de la Audiencia de Cáceres no lo menciona, sino que dice que en Jaraiz solo se celebraba un mercado anual junto a la ermita de la Virgen del Salobrar, en el río Tietar; así lo expresa el documento. Solo hay una feria de corta consideración en el sitio del Salobrar, distante dos leguas en el segundo domingo de Mayo donde se vende algún paño basto, zapatos y otros géneros

La ermita de San Benito fue enajenada junto a los demás bienes eclesiásticos después de las Leyes desamortizadoras de Mendizábal, lo que supuso ser abandono y posteriormente ruina, desde la segunda mitad del s. XIX que fue cuando, con motivo de su enajenación fue comprada por un vecino del pueblo en pública subasta.

COFRADÍA DE MARIA MAGDALENA

Esta Cofradía se fundó en marzo de 1996, cuando un grupo de fieles decidieron rescatar del olvido, con gran entusiasmo, a esta Imagen que se encontraba en una casa particular, sin participar en los desfiles procesionales durante algún tiempo.

Este grupo de fieles se constituyó en Cofradía y decidieron continuar la tradición de nuestros mayores, volviendo a conseguir con gran devoción y entusiasmo que María Magdalena acompañara al señor y su Sma. Madre el día de Viernes Santo, en la solemne procesión que recorre las calles tradicionales del pueblo, como en su día les acompañó camino de la Cruz hacía el Calvario, y después junto al Sepulcro; «Estaban allí María Magdalena y la otra María sentadas frente al sepulcro» (Mt. 27.60.61) Allí recibieron las gracias del Salvador, siendo el gran consuelo de las santas mujeres. Por ello afirma San Jerónimo: «Las mujeres perseveraron en su deber esperando lo que Jesús había prometido; por esta razón merecieron ser las primeras en ver la Resurrección…».

Sin esta Imagen, la Semana Santa jaraiceña quedaba incompleta, ya que durante muchos años ha sido admirada y acompañada por todos creyentes, por lo que hay que agradecer a este grupo numeroso de cofrades la devoción y el entusiasmos con que posesionan a su Imagen.

La imagen de María Magdalena es una escultura de la primera mitad del s. XX, perteneciente a la escuela de Olot. Se caracteriza por el patetismo de su expresión, con la mirada baja para centrarse más en el drama de Cristo. Los rubios cabellos se deslizan sobre sus hombros acentuando la belleza de su rostro. Sus brazos caen paralelos al manto que cubre hasta unirse en sus manos que quieren expresar con toda su fuerza el dolor contenido. La policromía es suave y equilibrada, contratada por los resplandores dorados de la diadema que la corona.

El número de miembros de la cofradía se acerca al centenar, de los que unos 35 forman parte de la banda de cornetas y tambores que acompañan a la Imagen durante la procesión. Visten hábitos y capirucho azul, contrastados por cinturón y guantes blancos y por una capa de color marrón.

Oct 012004
 

José Antonio Sánchez de la Calle y María del Rosario Leonato González.

1.- INTRODUCCIÓN

El grado de desarrollo de una comunidad se mide, entre otros, por su nivel cultural, que está muy relacionado con la edición y producción de libros, revistas y material impreso. Parece lógico, por tanto, que la imprenta placentina sea objeto de una atención especial que, hasta el momento, no había tenido. Y ello sin menospreciar las aportaciones de Francisco Fernández Serrano1, y otros eruditos relacionados con la prensa, como Joaquín Rosado Munilla2, Germán Seller de Paz3, Tomás Nogales y Mercedes Pulido,4 Diego Blázquez de Yáñez5, o José Antonio Sánchez de la Calle 5-b. Pero es que, además de estas razones, soy un enamorado de los libros; un bibliófilo, que valora los escritos por su contenido, forma, rareza o valor material. Y esos artesanos, profesionales, impresores que permitieron a nuestra ciudad destacar en el ámbito regional durante siglos, constituye el tema de este trabajo, que pretende dar a conocer, al menos de forma somera, parcial y resumida, a los responsables de esos talleres y sus principales publicaciones que vieron la luz en Plasencia desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad; y que contribuyeron a formar un importante patrimonio cultural.

Esto ha sido un trabajo de historia centrado en dos ámbitos diferentes: la historia de archivo, y la historia oral. De la primera soy el único responsable; de la segunda, debo profundo agradecimientos a buena parte de los impresores vivos placentinos; a un enamorado de la historia local y regional (Pedro Luna); y a un buen amigo de la familia, Manuel Muñoz Palomino, por su asesoramiento y búsqueda de documentación 6.

2.- EL ORIGEN DE LA IMPRENTA EN EXTREMADURA

Las primeras publicaciones extremeñas estuvieron muy relacionadas con la Iglesia, las instituciones religiosas o las sedes episcopales, lo que demuestra la estrecha relación que existía entre el mundo eclesiástico y las manifestaciones culturales. En este sentido destacan Coria y su Blasón General y Nobleza del Universo(1489), del gallego Pedro Gracia Dei. Guadalupe y Mérida, con su Abito y armadura espiritual (1544-45), de Diego Cabranes, y editado por Francisco Díaz Romano, originario de Guadalupe. Trujillo y su Apología de la destreza de armas, de Juan Fernando Pizarro Y Badajoz y sus Ordenanzas de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Badajoz, ya en el siglo XVIII (1767). También en el siglo ilustrado aparecen Llerena y Plasencia; aunque Cáceres debería esperar al siglo XIX para sacar su primera obra en 1822, el Semanario Patriótico.

3.- LA HISTORIA DE LA IMPRENTA EN PLASENCIA

3. 1.- La imprenta de José Cordero y el primer libro editado en Plasencia. Estaba situada en el Rincón de San Nicolás, y su responsable, José cordero, era un clérigo en 1795, pero como no terminó la carrera eclesiástica se dedicó a la impresión. Posteriormente se trasladó a la calle de Coria. En esta imprenta salió la que hasta el momento se creía primer libro en la ciudad, Instrucción de Cazadores, de José Varona, en 17987. Pero últimamente se ha descubierto que Ramón Máximo Spartal 8 tradujo del francés otra obra relacionada con los viajes de Gulliver en tres tomos. Uno de ellos salió en 1800, otro en 1798, y se desconoce la fecha del segundo. Estos datos cuestionan la primacía de Instrucción… Además, J. Varona y R. M. Spartal se conocían, pues el primero fue apoderado del segundo. Las primeras obras que salieron del taller, además de las ya mencionadas, fueron impresos jurídicos, varios impresos sobre estancias de militares en el Hospital de Santa María, anuncios de feria de mayo, la Aurora Patriótica. En 1827 todavía funcionaba y hasta entonces tenemos 12 obras fichadas, resumidas y clasificadas.

3. 2.- Imprenta de los Ramos: Entre 1827 y 1832 la imprenta pasó a Manuel Ramos Collazos, quien fue un gran colaborador del Marqués de Mirabel. En los libros que se publicaron en 1834 se hacía constar de que esta imprenta era la única que existía en la ciudad. Hay 15 libros fichados de la Imprenta de Manuel Ramos entre 1832 y 1858; y 6 con el nombre de Imprenta de Ramos, entre 1845 y 1855, lo que significa que unas veces se ponía el nombre completo del dueño, y otras sólo el apellido.

Manuel Ramos Collazos se casó con Antonia Pis, cuya familia procedía de Oviedo, dando lugar a la famosa saga de libreros de los «Pis», cuyo establecimiento estaba situado en la Plaza Mayor. A la muerte del dueño, en 1859, el taller se trasladó a la calle del Marqués de Mirabel, número 29, duplicado. Hubo unos años en que los libros tenían un pie de imprenta diferente: Viuda de Ramos en 1860; Hermanos Ramos (Isidra y Felipe), en 1861, y Menores de Ramos en 1862. Su hijo, Felipe, continuó con el negocio familiar, porque en 1887 las publicaciones tenían su firma; y sus hijos, Manuel y Ángel, heredaron el negocio hasta principios del siglo XX, en que desapareciera la relación de la familia con el trabajo (en torno a 1913-15).

A nombre de su viuda sólo aparece un libro; al de Menores de Ramos, o de los Hermanos Ramos, cinco ejemplares; y al de Felipe Ramos, otros tres; y a sus hijos Manuel y Ángel, seis y tres, respectivamente. Además de estas treinta y nueve obras, el negocio familiar publicó El Mosquito (1869), El Tío Lilailas (1869), elBoletín Eclesiástico del Obispado de Plasencia (1862-1869), El Noticiero (1887), El Dardo (1899). La imprenta tenía la sede en la calle del Rey (Marqués de la Constancia, 24).

Existió otra imprenta, denominada Ramos y León, que tuvo su sede durante los años ochenta en la calle Valdegamas, 6; y posteriormente se trasladó a la calle del Rey, 23. Además de los 4 libros de que tenemos constancia, El Eco Lusitano (1880), La Voz de Plasencia (1883), El Norte de Extremadura (1881), y El Ateneo Placentino (1883). Hubo otro periódico, El Látigo, que se publicó durante una temporada en esta imprenta, si bien posteriormente se elaboró en la de Evaristo Pinto Sánchez.

3. 3.- Imprenta de Evaristo Pinto Sánchez: Las sucesivas direcciones que tuvo esta imprenta fueron las siguientes: Rincón de San Esteban, 10, calle de Trujillo, 12, y calle de Santa Ana, 28. Tuvo un socio, Juan González, que murió durante el incendio de una casa situada en la Plaza mayor a finales del siglo XIX. Una de las publicaciones más populares fue el periódico El Demócrata, (1869), que poco después cambió de nombre y pasó a titularse El Cantón Extremeño (1869-1879). Desde entonces, hasta 1884 desaparece la publicación; pero en esta fecha renace con el nombre de El Extremeño, que tuvo una vida activa hasta 1896. Otros periódicos que vieron la luz en este taller fueron los siguientes: La Gaceta Agrícola (1867); el Boletín de Noticias de la Gaceta Agrícola (1868) y La Situación(1869). El Látigo, se realizó en la imprenta de E. Pinto (18885), aunque posteriormente pasó a imprimirse en la de Ramos y León. En 1888 aparecía El Diluvio, en 1890 La Defensa de la Verdad, en 1898 La Crónica de Plasencia, y en 1899 El Nieto de Mayorga.

Este taller editó bajo dos denominaciones: la del titular, «Evaristo Pinto Sánchez» y la de «El Cantón Extremeño». En el estudio de un corpus de casi mil seiscientos libros relacionados con Plasencia, se han detectado 15 obras. E. Pinto fue autor de una obra titulada Datos Biográficos de Don Mansá Esperabé Lozano. Rector que fue de la Universidad de Salamanca, pero curiosamente no se editó en su imprenta, sino en La Minerva, situada en la calle de Santa Ana número 6, lo que permite suponer que, al estar ubicada en la misma calle del taller (Santa Ana, 28), podría ser la misma.

3. 4.- Imprenta de los Hontiveros: Con el nombre de Hontiveros aparecen dos hermanos: José y Gregorio. El primero de ellos, tuvo su imprenta en la calle de los Quesos, 3 (1888); posteriormente en la calle del Marqués de Mirabel, 6; luego en la Plaza Mayor, (actual farmacia de «Doña Vicenta»); y por último, en 1927, en la calle del Marqués de la Constancia, 19. En este taller se confeccionó El Centinela (1888). Por su parte, Gregorio situó la suya en la calle del Marqués de la Constancia, 13, donde se elaboró El Relámpago desde 1892. La edición de libros en los talleres de José y Gregorio refleja que el primero fue el más prolífico, pues contamos con trece obras entre 1885 y 1930; mientras que del segundo únicamente tenemos tres (entre 1889 y 1904). Entre 1928 y 1934 se han fichado 2 ejemplares, con el nombre de I. Hontiveros, lo que parece indicar que los talleres llegaron a fusionarse. También merecen destacarse algunas revistas, como las de feria de 1926 y 1927, en la calle Marqués de la Constancia, 19. Por último, conocemos la existencia de un libro escrito por José Hontiveros, titulado A la subida al cielo de nuestros tres queridos hijos, publicado en Plasencia, en 1887. El autor lo elabora usando las numerosas cartas que recibió a raíz de la muerte de sus tres hijos durante la epidemia de sarampión que sufrió Plasencia durante el verano de 1887.

3. 5.- Imprenta de Generoso Montero: Los talleres se encontraban en la calle Hernán Cortés (Quesos), 4; pero más tarde se trasladaron al número 1 de la misma calle; y el último cambio ubicó la sede en la Plaza Mayor (antigua Plaza de la Reina María Victoria, 20).

G. Montero murió durante la feria de 1935, y el negocio tuvo que ser llevado por algunos de sus seis hijos: Generoso (el hijo mayor), José Montero Neria (Que llegó a ser Secretario General de Sindicatos) y Cecilia. Cuando los herederos decidieron dejar el negocio, la imprenta fue traspasada a los empleados; es decir, a los padres de los que luego fundarían Sapar: Saavedra Señorán Pulido, Pablo Baños, y Amador Calatayud, que se trasladaron a la calle de Zapatería, cambiando la denominación a I. Montero. Pablo y Saavedra murieron, y Amador Calayatud se trasladó a Barcelona, pidiendo su parte en la liquidación; pero el negocio quedó en manos de los hijos de los primeros, a los que se unió Angel Carrero. A la muerte de éste último, su hijo entró en el negocio. Al final sólo quedaron los hijos de Carrero y de Baños, con el taller colindante a la Imprenta Padilla, de Doroteo Merino.

A lo largo de más de cuarenta años este taller sacó a la luz pública diferentes periódicos, como La Derecha del Tajo (1894), El Lío (1895), El Dardo (1899),Plasencia Artística (1902); El Cruzado Extremeño (1903), El Eco Extremeño (1906); La Opinión (1914), La Región (1915), Las Noticias (1917), El Regional (1952 y 1979), Ortus (1935), Plasencia (1936) y Victoria (1936). En cuanto a impresos, merece citarse uno que causó una importante controversia en la opinión pública placentina: A Nuestros Electores y Habitantes en General, con motivo de la destitución de varios concejales por el Gobernador de la Provincia el 10 de septiembre de 1932. El caso del famoso periódico El Regional merece un comentario aparte. Los primeros ejemplares salieron a la calle el 30 de noviembre de 1907, y pudieron llegar hasta 1914, dirigido por su fundador, José Polo Benito, y editado en la Imprenta de Ramos. La segunda etapa se inició en marzo de 1920 y duró hasta 1936, con la redacción y administración en la calle del Marqués de la Constancia, 31, y editado por la imprenta de Mariano de San José. El primer número de su tercera época salió el 1 de enero de 1952, con la Dirección en la Plaza de España, 5, y la edición en Imprenta Montero, hasta diciembre de 1979. Desde el 8 de enero de 1980 el periódico se publica por Editorial Extremadura, S. A., con domicilio en Cáceres; y tras varias etapas de vaivenes económicos, dejó de salir el 25 de diciembre de 1984.

Se tienen fichados 35 libros; y el Boletín Oficial del Obispado de Plasencia (que había sido editado durante buena parte del siglo XIX por la imprenta de los Ramos); y varias revistas de feria, entre las que destacan la de 1945, y las encargadas entre 1956 y 1958 por la A.C. «Pedro de Trejo»; y también la de Semana Santa de 1947.

3. 6.- Imprenta de Sagrera-Mariano San José: J. Sagrera tenía su imprenta en la confluencia de las calles La Tea y Vidrieras, al lado del actual restaurante «Rincón Extremeño»; y tenía amistad con otro impresor, Mariano de San José, quien poseía el taller muy cerca del anterior. Éste último era natural de Valladolid, y vino a Plasencia como Alcaide de la cárcel, aunque también era tipógrafo. Al morir Sagrera, su viuda siguió con el negocio. Posteriormente contrajo matrimonio con M. de San José y acabaron uniendo los talleres. Las publicaciones periódicas que salieran de la mano de Sagrera y su viuda fueron La Nueva Unión (1907), El Guasón (1911); y la Revista Hurdes, en su primera época (1904-1907). 6 libros salieron de sus prensas. La prensa que salió de los talleres de M. de San José fue:Ave de Paso (1918), El Liberal Extremeño (1919), La Crónica (1920), y El Regional (1920-1936). Un total de 3 libros salieron de sus talleres.

3. 7.- La Minerva Extremeña y Placentina; Imprenta de Plasencia, Comercial Placentina y La Moderna: Es posible que con el nombre de Minerva Extremeña no llegara a existir taller en la ciudad9. Tampoco los eruditos locales tienen noticia de su existencia; por lo que, caso de haber abierto, debió llevar una vida bastante breve. La única publicación de la que hasta ahora nos queda constancia salida de La Minerva Placentina, que se ubicaba en la calle de Santa Ana, 6, es la de La Nueva Unión, que se había editado anteriormente en la Viuda de Sagrera. Salió en julio de 1907. Sólo consta un libro publicado. Con respecto a la Imprenta de Plasencia y la Comercial de Plasencia, es posible que ambas fueran las mismas. De lo que sí estamos seguros es de que en la segunda se publicó desde 1903 hasta 1907 La Unión, cuya dirección y administración estaban en la calle del Marqués de Mirabel, 29, y posteriormente se trasladó a la calle Santa Ana, 6. De La Moderna tampoco tenemos información sobre libros, revistas ni periódicos, aunque podría dedicarse solo a la publicidad, lo que nos induce a pensar en un posible error, pues donde sí existió una con este nombre fue en la capital cacereña.

3. 8.- Imprenta de L. Núñez, I. de Víctor Escalente, El Extremeño y La Extremeña: En 1895 funcionaba este taller, de donde salieron periódicos como El Eco de PlasenciaEl Cantón de Plasencia (1895), El Correo Placentino (1901), y tan sólo un libro. La imprenta de Víctor Escalante Pérez estaba situada en la plazuela de San Martín número 17, planta baja. A lo largo de su andadura, salieron publicaciones como La Bandera Regional, que tuvo dos épocas (1897-1898, y 1899). Además, llevó a cabo la impresión de folletos publicitarios y programas conmemorativos y festivos, como el Programa General de los Grandes Festejos en el Tercer Centenario del Quijote, que se celebraron en la ciudad durante los días 6 y 7 de mayo de 1905. Sólo salió un libro de sus talleres, en 1905. En el mismo taller, pero bajo el nombre de Imprenta La Extremeña, apareció La Aurora (1903) y La Luz Verde (1907), No se han localizado libros elaborados en estos talleres, aunque hay 6 publicados por la Imprenta El Extremeño.

3. 9.- Imprenta de Plasencia Artística, Imprenta Placentina, Comercial Placentina y de Luis Heras: Pocos datos tenemos relacionados con Plasencia Artística, si bien sabemos que estaba a cargo de R. Acebes, se encargaba de imprimir una publicación periódica que salía los días 10, 20 y 30 de cada mes, y tenía su sede en la calle del Marqués de la Constancia, número 23. El número 6 de Plasencia Artística, Revista Decenal Ilustrada de Ciencias, Artes y Literatura, Leyendas, Tradiciones y Crónicas Decenales, correspondiente al 6 de mayo de 1902, aparecía como del año I. La suscripción mensual valía 60 céntimos y poseía bastante publicidad. Con respecto a la Imprenta Placentina y Comercial Placentina, algunas personas de cierta edad se inclinan por identificar ambas, si bien no son capaces de ubicarlas en el paisaje placentino. Aunque hasta el momento no disponemos de datos para avalar esta presunción, lo cierto es que las fechas de las publicaciones periódicas difieren algo en el tiempo. Por ejemplo, sabemos que la imprenta Placentina funcionaba en el año 1896, que tenía su sede en la calle de Cervantes, 10, y que fue la predecesora de la de Luis Heras. También tenemos constancia de que en 1931 se trasladó a la calle del Obispo Laso ya con el nombre de Imprenta Heras. Los primeros ejemplares que salieron de sus rotativos fueron El Boletín Médico Farmacéutico Extremeño, en 1896, dirigidos por el farmacéutico placentino Joaquín Rosado Munilla. También salieron El Liberal (1904), y las dos ediciones de la Guía de la Ciudad de Plasencia, por un placentino (1905-1906), también por J. Rosado10.

En Comercial Placentina, ubicada en la calle del Obispo Laso, 26, salió el periódico Avances (1931-1934 y 1934-1936), que se cambió en Avance («Órgano de la Casa del Pueblo del Partido Socialista de Plasencia»). También se editaron algunas revistas, como la de Semana Santa de 1930. Pero antes de funcionar con este nombre, aparecería como Imprenta Placentina y luego Comercial Placentina, y estaba situada en la calle de Cervantes numero 1011. De hecho, la revista de Semana Santa de 1930, aparece como impresa en la Comercial Placentina, perteneciente a Luis Heras González, cuyo domicilio estaba en la calle Cervantes 10. Posteriormente fue trasladada, en 1931, a la calle del Obispo Laso (de Trujillo), en la esquina de enfrente del actual Palacio de Justicia, donde permaneció durante setenta años. El hecho de que en su imprenta se publicara desde 1931 hasta 1936 prensa de carácter liberal, le granjeó serios problemas durante la guerra civil. Se publicaron seis libros y dos guías. En 2003 se trasladó a un local cerca del Cañón de la Salud, al final de la misma calle, mientras se realizaban los trabajos para modernizar el local en el que siempre estuvo.

3. 10.- Imprenta La Victoria: Julián Pérez Bravo había trabajado de joven en la oficina de los talleres de José Hontiveros, pero al regreso del servicio militar no readmitido, y formó sociedad con Maíllo en la «Banca Gamonal», hasta que quebró. El padre de Julián había sido sargento en Guinea, y cuando regresó a la península trajo unos ahorros que empleó para que su hijo y Pablo pudieran establecerse por su cuenta. En 1928 ambos socios inauguraron la imprenta «La Victoria» (cuyo nombre procede de la marca de una máquina que se utilizaba en impresión), en la calle de Valdegamas. Sanguino ponía la experiencia de impresor, y Julián el dinero. Pero a los seis meses, Pablo se fue por su cuenta para fundar otra imprenta. Los trabajadores que desarrollaron su actividad desde los años treinta fueron numerosos, y hasta principios del presente siglo hubo dos «generaciones». No en vano «La Victoria» ha sido y sigue siendo una de las más prestigiosas de mayor volumen de facturación de la ciudad 12.

Los talleres comenzaron su andadura con una máquina de mano alemana, conocida como «La Victoria»; si bien posteriormente se introdujo la primera automática por corriente eléctrica que llegó a Extremadura, la «Zeus», fabricada en Lepzig (también Alemania), que utilizaba aire, y constaba de dos cuerpos que podían ser manejados en caso de necesidad en forma manual. Posteriormente se adquirió una máquina más grande, la «Plana de Impresión Tipográfica»; seguida de otra con las mismas características marca «Heildelberg»; y de una guillotina germana de marca «Krausser». El paso de los años contempló la llegada de una máquina de Aspas con la tecnología Offset Tipográfica, que también hacía estampación en oro; acompañada de otra con las mismas características de la marca «GTO». Por último, con la llegada de la informática, la empresa adquirió ordenadores Mackintosch, dos escáneres preimpresión en color, y otro material de apoyo13.

Las buenas relaciones de la familia del impresor con el clero placentino, facilitó la edición de numerosos trabajos para el obispado y el seminario, como la revista anual Mi Seminario, El Sembrador La Patria Chica. También se hicieron numerosas ediciones de estampas religiosas; y el primer catecismo que sustituyó al famoso Ripalda, del que se sacaron millones de ejemplares para todas las diócesis del país. Ellos fueron los encargados de realizar la cartelería, invitaciones, publicidad, folletos y catálogos del popular Salón de Pintura de Otoño; los Otoños Musicales de la Diputación Provincial de Cáceres; la revista Plaza de Toros; y numerosas revistas de Semana Santa en Plasencia, y algunas de ferias para pueblos de las comarcas cercanas. Asimismo durante los años cincuenta trabajaron imprimiendo enormes cantidades de ejemplares para la empresa Malagón, anclada en Ciudad Real, donde tenía su sede el flan «Más a mí». Y un sin fin de otras revistas a lo largo de estos casi 75 años de vida.14. Los libros publicados desde 1928 hasta principios del siglo XXI ascienden, hasta el momento a 88.

3. 11.- La Imprenta Sanguino: Pablo Sanguino Liberal vino a Plasencia procedente de Badajoz en 1926, y estuvo trabajando con José Hontiveros en la calle del Rey. Es posible que el tipo de acuerdo al que llegaran, en el que el dinero lo ponía unilateralmente por un socio, condicionara la posterior disolución de acuerdo, una vez que el taller se había nutrido de profesionales de renombre. Seis meses después, Sanguino se independizó y puso taller por su cuenta, con la sede en la calle Hernán Cortés-11, en el local que hoy día está ocupado por la librería Mayorga. Aunque era un auténtico artista en su género, a Pablo le gustaba disfrutar de la vida en el más amplio sentido de la palabra. Tuvo dos matrimonio y una separación. El negocio funcionaba muy bien, pero las consecuencias de la guerra civil, el encarecimiento del papel, la imposibilidad de conseguirlo y la falta de capital, provocó unos momentos muy delicados en el negocio.

En 1941 la Imprenta Sanguino, después de pasar por momentos críticos, cambió su nombre a Sanguino Sucesora, y fue adquirida por Dolores Franco Merino, esposa de Vicente Sandoval Merchante y madre de Ildefonso, el actual dueño. Vicente poseía una situación económica saneada, por lo que se hizo con el control de los talleres y, para no desaprovechar el buen nombre que tenía el negocio, cambió la denominación a Sanguino Sucesora. Aunque el verdadero responsable fue Sandoval, Pablo Sanguino se quedó de gerente-jefe de taller. En 1952 cambió el nombre por Gráficas Sandoval, el que aún perdura. A la muerte de Pablo Sanguino, la relación de su hijo José Luis con Ildefonso (quien se encargaba de la oficina, no de la imprenta) se hizo tensa por diferencia de caracteres, y el primero abandonó el trabajo 15.

José Luis abrió un negocio con el nombre de Librería Papelería Sanguino, en la calle de Valdegamas, 16, donde se vendía material de oficina escolar, plumas estilográficas, bastidores-lienzos, paletas-pinceles, caballetes y pinturas. En las revistas de feria aparecía ya en 1951. Estaba situada junto a la antigua panadería Yuste (INPANSA), y elaboraba impresos con una máquina de mano, marca «Boston», con la que hacía pequeños trabajos, que luego fue sustituida por un artilugio automático. Paulatinamente fue desplazando la atención a la librería y se fue metiendo de lleno en la imprenta, donde Doroteo Merino, que había sido despedido de Sandoval, trabajaba de manera temporal.

Después de casarse, J. L. Sanguino, estuvo trabajando unos meses con la empresa MAESPA (Manipulados Especiales de Papel), cuya sede estuvo en la Avenida de la Vera, y luego en la travesía de los Arcos de San Antón, 39. Como su dueño pretendía ampliar el negocio y en Plasencia no tenía posibilidades, decidió vendérselo a José Luis y él se trasladó a Cataluña. Aunque en 1969 la empresa funcionaba como independiente, entre 1975 y 1976 se hizo cargo de ella Sanguino, con toda la maquinaria y una interesante cartera de clientes. Luego se pudo hacer con la matrícula de un taller que había cerrado en Fuente de Cantos, y con esta licencia pudo abrir una imprenta en la calle Eulogio González, 19, con el nombre de Sanguino-Offset, donde ha permanecido hasta el año 2003. En esos momentos, el dueño pasó por una seria enfermedad y cerró el negocio, sin que su sucesor, Pablo, sintiera atracción por continuar la tradición familiar.

La primera imprenta estaba en las calles Bailén, 1 y Berrozana, 2; y las revistas que han salido de estos talleres han gozado siempre de un gran prestigio, iniciándose su publicación en el año 1926. Entre ellas, por la calidad y estilo de su elaboración, pueden citarse las de feria de 1944 a 1950, que fue el período en el que el jefe de taller y compositor y realizador de las mismas era Pablo. Posteriormente, habría que esperar a los años setenta y noventa para presenciar una segunda y tercera «oleada» de publicaciones anuales procedentes de otras maquinarias. Las revistas de contenido taurino se localizan a principios de los años ochenta; y las de Semana Santa en los años sesenta.

Otras publicaciones fueron: Despunte, Revista Informativa de la Asociación de Cultivadores de Tabaco (1987-1988), El Norte de Extremadura (sólo en la primavera de 1993), Mirador, Publicación Gratuita de la Asociación de Vecinos Miralvalle para el Barrio (tres números entre 1987 y 1999); y algunas de tipo deportivo, como Campeonatos de España de Pesca, 30 Segundos, y Revista de Baloncesto, una publicación que nació en 1993. En 1996 salió Plasencia entre valle; y un año más tarde se publicaba la Guía Turístico-Comercial de la Zona Centro. Por último, se publicaron un total de 30 libros.

3. 12.- La Imprenta Gabriel y Galán: Este negocio abrió sus puertas hace unos sesenta años, en la calle de Talavera, con el nombre de Librería Gabriel y Galán, aunque poseía una pequeña máquina de mano para imprimir. El primer dueño fue Juan Gabriel y Galán (procurador), hijo del famoso poeta J. Mª Gabriel y Galán, y se dedicaba sobre todo a imprimir y publicar la obra de su padre. En 1951 se trasladó a la calle Hernán Cortés, 6 (frente a la librería Sandoval), junto a lo que hoy en día es el Bar Cáparra; y luego se ubicó en la calle de Maldonado, 8. La primera constancia de ese cambio aparece en una revista de Feria de 1966. El inicial propietario se trasladó a Cáceres, y traspasó el taller a Félix García Mateos, quien estuvo asociado a Antonio Sañudo Muñoz, Jefe Local del Movimiento, quien acabaría trasladándose a Tarragona, donde murió a finales de los ochenta. Por entonces prestaban sus servicios dos trabajadores (Manolo y un maquinista, llamado ¿Manrique?, además del dueño, Félix. Actualmente la lleva su hijo Ricardo García, y cuenta con dos trabajadores.

Junto con Sandoval editaron la Revista de la Asociación Cultural Placentina «Pedro de Trejo», que salió de manera semestral desde noviembre de 1954 hasta la feria de 1973. De manera independiente imprimieron numerosas revistas de feria, entre las que destacan las de 1947, de 1951 a 1961, 1966, 1986 y 1989. Los encargados de ilustrar las portadas eran Miguel Cantero Mozos y Ricardo; y entre los directores artísticos y literarios destacaban Juan Gabriel y Galán, Félix García Mateos y Antonio Sánchez Paredes. Las revistas de toros, por su parte, están representadas por Plaza de Toros de Plasencia, algunas ediciones del Club Taurino Placentino, la Semana Taurina, y algunas informaciones relacionadas con el mundo de los toros en el Martes Mayor. De Navidad, se encargaron de sacar dos revistas, correspondientes a los años 1954 y 1955 (la primera en colaboración con Gráficas Sandoval, y con clichés cedidos por la Editorial Sánchez Rodrigo).

Desde 1952 se publicó A. R. S. Revista Trimestral Reverendas. Hijas de María Madre de la Iglesia 16. A finales de los ochenta surgió la revista Amigos en Marcha; y también se publicaron algunas revistas de los Campeonatos de España de Agua Dulce (2002 y 2003); y programas de festejos en honor a la Patrona la Inmaculada Concepción (años ochenta), para el Regimiento de Infantería Órdenes Militares número 37. Entre los libros que se han podido fichar se cuentan seis ejemplares.

3. 13- Imprenta Garcilaso: Baldomero Laso entró a trabajar en 1950 en la imprenta de Sandoval, que por entonces todavía se llamaba Sanguino Sucesora. Allí permaneció cerca de ocho años, por lo que fue testigo del cambio de nombre de los talleres desde 1952 a Gráficas Sandoval, y del reajuste laboral que se llevó a cabo en torno a 1958, siendo él uno de los primeros despedidos. Luego trabajó de representante en otras actividades comerciales; y desde principios del año 1960 ya estaba instalado, formando una Comunidad de Bienes, con Vicente García. Tomando la primera sílaba del primer apellido de cada socio (Garci-Laso), formaron el nombre del negocio emulando el del célebre poeta español del siglo XVII, Garcilaso de la Vega. La primera sede estuvo en la travesía del Sol, 6 (frente al Bar Royal). Cuando se quedó sólo, Baldomero contrató a Julián Paniagua, un joven que estudió por la noche y, tras terminar su carrera en Badajoz, terminó ordenándose sacerdote. Poco antes, V. García, al no funcionar la sociedad, se marchó y fundó la imprenta Vimar.

Desde finales de los sesenta y principios de los setenta se produjo el cambio a la calle Bravo-16 (posteriormente Vinagras)17, El negocio contó con otro trabajador durante unos tres años, Dionisio, que tuvo que darse de baja por enfermedad. Actualmente, después de jubilarse B. Laso, la imprenta Garcilaso sigue desarrollando su actividad, aunque a nombre de Álvaro Laso, su hijo, y con la concurrencia de un trabajador, Javier Muñoz Martín.

Los trabajos que se realizaban consistían en revistas de ferias, papeletas de las primeras elecciones democráticas en la provincia de Cáceres (junto con la Imprenta La Victoria), boletos de la suerte para los bares, y material de oficinas y empresas. Entre sus clientes figuraban la Viuda de Ángel Lucio y el Matadero de Mérida (CARCESA), etc. En una primera época contaron con una máquina Fuji Plana; posteriormente con una Minerva Barcino de marca Hildeberg, con letras de plomo (fundición de tipo movible); y la última adquisición fue una GTO, Offset. Entre las revistas de feria tenemos fichadas las de Plasencia de 1966 y la de Almendralejo de 1968; la Revista Trimestral RR. Hijas de María Madre de la Iglesia (A.R.S.) (1967); algunas de las fiestas patronales de San Miguel de Tejeda de Tiétar (1975); varios programas sobre el Martes Mayor de Plasencia (1985-1989); algunos del Concurso Hípico Nacional (1967); y el Convenio Colectivo de los Trabajadores de la Región de París durante varios años(1974) 18. Se tienen fichados un total de 15 libros.

3. 14.- Imprenta Vimar: Esta imprenta está situada en la avenida de Calvo Sotelo, 41. Su nacimiento data del año 1971-72, y el nombre tiene su origen en la composición del nombre del dueño y su mujer: Vicente García Sánchez y María Rodríguez Corredor. El dueño entró a trabajar a los 14 años en la imprenta de Generoso Montero, donde conoció a la que en el futuro sería su mujer. Allí se formó hasta que volvió del ejército. Y también prestó sus servicios en el taller de Sandoval (desde 1953 a 1961), donde conoció a Baldomero Laso y Doroteo Merino. Desde 1960-61 Vicente formó sociedad con Laso, dando lugar a la imprenta Garcilaso; pero el tandem no funcionó y durante un tiempo trabajó con Sanguino, desde 1970 a 1971. Aunque D. Merino se jubiló en la imprenta Padilla, teniendo en cuenta la gran amistad que le unía con la familia de Vicente, presta su asesoramiento en Vimar desde el fallecimiento del dueño en 1996.

En la actualidad el negocio está dirigido por las dos hijas: Gema y Mª Rosario García Rodríguez, que cuentan con una máquina Minerva (comprada a José Luis Sanguino), y apenas publican libros, dedicándose sobre todo al papel de oficina. Desde el año 1978 hasta 1981 el negocio se cambió cien metros más arriba, donde ahora funciona el servicio de recaudación provincial, mientras duraron las obras para acondicionar el edificio en el que funciona ahora la maquinaria. En estos talleres se publicó el boletín de La Voz de Mayorga,desde1987 hasta 1991; el Boletín Eclesiástico del Obispado de Plasencia, durante un tiempo; y algunas revistas de las Fiestas del Barrio San Juan (1989). Publicaron un total de 6 libros.

3. 15.- Imprenta Padilla: El origen de Padilla proviene de un grupo de trabajadores que fueron despedidos de la imprenta Sandoval: Vicente García, Angel Carrero, y Doroteo Merino. Formaron una sociedad por poco tiempo, pues A. Carrero se marchó a Sapar (junto con Pablo Baños y Saavedra Señorán Pulido); Vicente García formó, tras un tiempo a las órdenes de Sanguino, estuvo en la sociedad de la Imprenta Garcilaso, y por fin terminó fundando Vimar. Y Doroteo Merino, por su parte, terminó jubilándose en la imprenta Padilla.

El negocio de D. Merino tenía su sede en la calle de las Moreras, 23. Al jubilarse (1983-84), el dueño de la casa donde estaba el taller le pidió que abandonara el local, por lo que pasó a la imprenta Vimar, donde actualmente ayuda en las tareas a las hermanas Rosario y Gema, hijas de su compañero y amigo Vicente García Sánchez. La actividad de este impresor se limitó, en los años en que tuvo su imprenta propia, a la confección de papelería para oficina, publicidad, propaganda, impresor, sobres y tarjetas de visita. La mayor parte de las revistas de feria que salieron de esta imprenta estaban encargadas por la Asociación Cultural «Pedro de Trejo», como las de 1963, 1964, 1965, 1966, 1969, 1970, 1971, 1973, 1974 y 1975. Las portadas de las mismas eran obra de Durán, Medina, Valverde, Montero o Cantero, que se encargaban de dibujarlas. En los últimos años colaboraba también la plumilla de Jaime J. Jiménez y Pincel. Además, aquí se elaboraba la revista de la Asociación de Antiguos Alumnos de San Calixto (mensual). No se publicó ningún libro.

3. 16.- Imprenta Poblador e Imprenta San Pedro: El responsable de esta imprenta era Isidro Poblador, una persona que prestó sus servicios en Sandoval y, posteriormente en SAPAR. Problemas personales, laborales y una cierta adición, le llevó al suicidio. Su viuda, de Robledillo de Trujillo, vendió el negocio a Francisco Blanco, que era empleado de Isidro cuando todavía vivía. Con él trabajó también desde los años setenta, Víctor Guillén, quien posteriormente pasó a formar sociedad junto con Ángel y Manolo en Gráficas de Plasencia, Sociedad Cooperativa. Los talleres estaban situados en la calle de San Pedro, pero posteriormente se ubicaron en la calle del Chantre, 11. Un total de 7 libros hemos contabilizado como impresos en este taller, relacionados con las cooperativas del Valle del Jerte, de Arroyomolinos de la Vera y Malpartida de Plasencia; también se editaron calendarios deportivos y algunas poesías. Desde el cambio de local, F. Blanco, (que en su día prestó sus servicios durante un tiempo en la Editorial Sánchez Rodrigo, y luego en Sandoval), dirige el negocio, junto con su hijo. Se dedica al material de oficina, publicidad y encuadernación. No se conoce libro alguno que haya salido de esta imprenta 19.

3. 17.- Ediciones Gráficas Plasencia, Sociedad Limitada: Al cerrar la editorial Sánchez Rodrigo, un grupo de antiguos trabajadores constituyó una sociedad, quedándose con buena parte de la maquinaria, papelería y material de la antigua editora. Se trasladaron a la carretera de Cáceres, 42, en una amplia nave donde se imprimen calendarios, material de oficina, impresos, y revistas de feria, toros y fiestas. Los socios eran Víctor Guillén Salgado, Ángel Martín Flores, y los hermanos Manuel y José Antonio Martín Real. Ángel, antes de entrar en Sánchez Rodrigo, realizó su aprendizaje con Sanguino; Manolo entró directamente en la editorial a los catorce años; Víctor, por su parte, prestó servicios en la Imprenta Poblador. Y José Antonio, al poco tiempo de funcionar la empresa, la abandonó para fundar Plasencia Diseño Gráfico, S. L. En Ediciones Gráficas Plasencia, se imprimió Dos Semanas (1990-1992), las revistas de feria de 1991 y 1992, los carteles de toros, y la revista Por Verónicas, una publicación editada por el Club Taurino «Juan Mora » de Plasencia. También se publicaron 8 libros en sus talleres.

3. 18.- Imprenta Sandoval: El origen de esta imprenta se remonta al acuerdo por el cual Julián Pérez Bravo y Pablo Sanguino Liberal crearon La Victoria. Sin embargo, poco después Pablo se separó y fundó otro taller, con su apellido. A Vicente Sandoval le sonrió la fortuna durante la guerra y la posguerra, lo que le permitió hacerse con la propiedad y la dirección de la imprenta de P. Sanguino, aunque éste último siguió como gerente-jefe del negocio. En 1941 se cambió la denominación por Sanguino, Sucesora, y quedó a nombre de la mujer de Vicente Sandoval Merchante, Dolores Franco Merino, madre del actual dueño, Ildefonso; y por fin, en 1952 apareció el nombre que todavía hoy presenta: Gráficas Sandoval. A la muerte de Vicente, su hijo y el de Pablo tuvieron momentos de tirantez por diferencia de caracteres, lo que provocó la independencia del segundo. Se trata de unos talleres dotados con moderna maquinaria y un equipo de profesionales altamente cualificados, lo que les permite dedicarse a todo tipo de producción: cartas, sobres, propaganda, libros, etc. Buena parte de los libros que se han publicado en la ciudad en los últimos años han visto la luz en esta firma. Hasta la fecha tenemos fichados un total de 60 ejemplares 20.

Desde mediados de los años cincuenta comenzaron a imprimirse revistas de feria. Pero las que más destacan son las de Semana Santa, pues desde 1992, de manera invariable, se encarga de imprimir una revista editada por la Cofradía de la Soledad y Santo Sepulcro. Son revistas lujosamente presentadas, de gran formato, y con numerosos artículos de fondo, redactados por personajes del mundo de la cultura, la iglesia, la historia, etc. Carecemos de suficiente información sobre las publicaciones periódicas, aunque sabemos que los dos primeros números de Ateneos de Extremadura, Revista Cultural, se elaboraron en sus talleres.

3. 19.- Sapar: Hasta hace unos años era una Sociedad Cooperativa, pero posteriormente cambió a una Sociedad Limitada. El núcleo de esta imprenta estuvo en la de Generoso Montero. A la muerte de este famoso impresor, y tras dirigirla por un tiempo dos de sus hijos (Cecilia y José), decidieron traspasarla a tres trabajadores: Saavedra Señorán Pulido, Pablo Baños y Amador Calatayud, quienes cambiaron los talleres a la calle de Zapatería (Marqués de Mirabel), frente al actual Cuartel de la Policía Nacional, con el nombre de Imprenta Montero, aprovechando la fama del antiguo impresor. Posteriormente decidieron clausurar el negocio y abrir uno nuevo con el nombre de SAPAR, cuyas letras coincidían con la primera del nombre de cada uno de los asociados: S (Saavedra), A (Ángel Carrero Quijada), P (Pablo), A (Amador), y R (Rufino Isidro Poblador), colocándola en la esquina de la calle Morenas, 25, al lado de la imprenta de Doroteo Merino; si bien al final se ubicó en el número 15. Poco después, A. Calatayud dejó la sociedad y se trasladó a Barcelona, e I. Poblador se trasladó a la imprenta de su mismo nombre, en la calle de San Pedro. Tanto Saavedra como Pablo procedían de la imprenta Montero; y A. Carrero y D. Merino, de Sandoval.

A la muerte de los tres socios que quedaban, sus respectivos hijos (Juan Antonio Señorán Manzano, Pablo Baños Rivero y Ángel Carrero) continuaron con el negocio, pero éste último pidió su parte después 14 años de trabajo y se fue en 2000, por lo que sólo quedan Juan Antonio y Pablo. Aquí se elaboraban unos magníficos carteles para las corridas de toros; y se imprimió El Regional, que duró hasta diciembre de 1984; una Revista Deportiva; y se hacía el Boletín Oficial del Obispado, hasta que posteriormente se hizo cargo la imprenta La Victoria y Vimar. Últimamente sólo se trabaja en albaranes, facturas, sobres, tarjetas, y material de oficina. Entre su maquinaria cuentan con una Heidelberg, Tipografía de Aspa; otra Heidelberg GTO Offset; y cortadoras, grapadoras y separadoras 21. Sólo se publicó un libro.

3. 20.- Plasencia Diseño Gráfico, S. L. En 1992 tres socios decidieron fundar un negocio de impresión con el nombre de Plasencia Diseño Gráfico S. L., en la calle de Castilla, s/n: José Antonio Martín Real (que procedía de la extinta Editorial Sánchez Rodrigo), Juan Manuel Jiménez Castelló (que prestaba servicio en la empresa Renault de la ciudad), y Jesús Martín (que trabajaba en la oficina central de Caja Extremadura). El personal con el que contaban se nutría de dos maquinistas procedentes de la imprenta «La Victoria», (uno de los cuales era Manuel); Pedro Arroyo, que antes había trabajado en Gráficas Plasencia; Pilar, y otro más hasta llegar a los cinco componentes. Sin embargo, a lo largo del verano de 1992 hubo dificultades financieras y una cierta falta de sintonía entre algunos de los socios, por lo que a finales del citado año y principios de 1993, el administrador J. A. Martín y uno de los socios, J. M. Jiménez Castelló, decidieron vender sus respectivas participaciones al miembro restante y a su mujer «Berni», a nombre de los cuales quedó definitivamente el negocio.

Entre las revistas que se imprimieron destacan El Cotillo, la guía Plasencia, ¡Acércate!, Feria de 1994, Ap Arte, Anacusia, Pymecón, la Revista Internacional de Estudios Económicos y Empresariales (desde el número 10), Carpe Diem, La Voz Juvenil, el Anuario de Monfragüe, y el Boletín Informativo del Colegio Santísima Trinidad («Josefinas»). Doce libros han sido fichados como procedentes de sus talleres.

3. 21.- Imprenta Sánchez Rodrigo: El fundador de esta imprenta nació en Serradilla en 1870, en el seno de una familia de labradores acomodados. Desde muy temprano fue un personaje que mostró una fuerte inquietud por la cultura, fundando la revista El Cronista y el Ateneo Serradillano, con su correspondiente Boletín. Del mismo pueblo era natural Ángel Rodríguez Álvarez, un maestro que, junto con su hermano, desarrollaron el popular método «Rayas», para la enseñanza de la Lectura y de la Escritura. El modelo pedagógico funcionó y alcanzó gran difusión en las escuelas españolas e hispanoamericanas. A principios del siglo XX, en 1905, Agustín Sánchez empleó toda su fortuna en la adquisición del citado método; pero murió arruinado en 1933, sin poder contemplar el éxito del famoso método, cuyos mejores años fueron desde los cuarenta hasta los sesenta 21.

La Editorial Sánchez Rodrigo fue trasladada en 1946 a Plasencia, a un local de la calle de las Claras, (actual Pub «Blues Mary»), donde se guardaba la moderna maquinaria. En sus mejores tiempos (años setenta) llegaron a trabajar en torno a cuarenta empleados, aunque a mediados de los ochenta la empresa quedó reducida al edificio que hoy ocupa la Delegación de Hacienda, con tan sólo siete personas, entre los que se contaban los tres hermanos Martín Real (Manuel, José Antonio y otra joven), Ángel, Pedro y Jacinto. El cierre de esta editorial plantea numerosas controversias, aunque el común denominador de las personas consultadas coincide en que el negocio, que funcionaba bien durante decenios, no fue debidamente atendido a partir de finales de los setenta y principios de los ochenta. Es posible que La clausura se produjera en torno al año 1986, según testimonios de sus trabajadores. De hecho, los últimos libros de los que se tiene constancia proceden de 1984. Algunos de los que salieron fundaron otros talleres, como Ediciones Gráficas Plasencia, S. Coop. Ltda., y Plasencia Diseño Gráfico, S. L 22.

Fue una empresa que se dedicó sobre todo al trabajo editorial de los libros, aunque también tocó otros ámbitos impresores, como las revistas de Navidad, de Feria y de toros, las dedicadas al Valle del Jerte; las del Centro de Iniciativas Turísticas, de las Fiestas del Barrio de San Juan, y algunas encargadas por los pueblos de alrededor, como la del Cristo de Tornavacas, de 1979. Se tienen fichados 240 libros diferentes; pero sin contar el elevado número de reediciones que de algunas obras se hizo.

3. 22- La Constancia: El Regimiento de Infantería Órdenes Militares número 37 tenía su sede en el enorme edificio que fue concebido como Colegio del Marqués de la Constancia a finales del siglo XIX y principios del XX. Allí comenzó a funcionar, después de la guerra civil, una imprenta, conocida como «Tipografía Regimiento de Infantería Órdenes Militares número 37 de Plasencia», dirigida por el Teniente Coronel Algarra, el alma de la publicación. En ella se elaboraban los boletines internos, las órdenes del día y una revista llamada: Descanso23. Desconocemos el inicio y el final de la citada publicación, aunque contaba con una Minerva Barcino, que se la vendió Baldomero Garcilaso, cuando éste compró la máquina alemana Heidelberg. No se conocen ningún libro publicado por la misma.

3. 23.- Maespa: La empresa Maespa (Manipulación Especial de Papel) tuvo su primera sede en la Avenida de la Vera, y posteriormente se trasladó a la travesía de los Arcos de San Antón, 39. El responsable se llamaba Benito, y tuvo algún tipo de relación comercial con un tal Arroyo. El dueño pretendía ampliar el negocio, pero aquí no encontraba posibilidades, por lo que terminó vendiéndoselo a José Luis Sanguino, y él se fue a Barcelona. Está comprobado, (por el pie de imprenta de una revista de ferias), que en 1951 ya funcionaban sus talleres; así como por la publicidad insertada en la revista de la Asociación «Pedro de Trejo» Plasencia, Navidad de 1954. Lo que no está tan claro es el año de cierre. Sabemos, sin embargo que en 1969 todavía funcionaba de manera independiente, aunque entre los años 1975 y 1976 fue adquirida por Sanguino. Sólo tenemos constancia de la publicación de un libro.

3. 24.- R. & C. Servicio Gráficos, S. L.: En 1993, después de abandonar Plasencia Diseño Gráfico, S. L., y Gráficas de Plasencia, José Antonio Martín Real fundó una nueva imprenta de efímera vida, localizada en la carretera de Montehermoso. Contó con un empleado, que salió de Plasencia Diseño Gráfico y prestó sus servicios durante tres o cuatro meses, para la elaboración de guías comerciales. La denominación de R & C, recogía posiblemente las letras iniciales de Real y Charo, apellidos y nombre del dueño y su mujer, respectivamente. Debía de funcionar en la primavera del citado año, porque en el número 1 de El Norte de Extremadura, fechado en mayo, venía anunciado su negocio, como imprenta, papelería, regalos, folletos, catálogos, revistas, libros e impresos en general. A pesar del poco tiempo que permanecieron abiertos sus talleres, se imprimieron algunas revistas, como Plasencia Magazine, la Revista de Ferias de 1993, y La Unión, de la Asociación de Vecinos de San Miguel. No conocemos la fecha exacta del cierre, pero una vez que éste se produjo, el dueño quedó sumamente endeudado con los proveedores, bancos y organismos oficiales. No publicó ningún libro.

4. – CONCLUSIONES

Desde finales del siglo XVIII hasta el presente la ciudad ha contado con 35 imprentas, de las que hoy en día funcionan diez: Vimar, Gabriel y Galán, San Pedro, Heras, Garcilaso, Sapar, La Victoria, Sandoval, Plasencia Diseño Gráfico y Gráficas Plasencia, de las cuales sólo las cuatro últimas imprimen libros. Atendiendo a los ejemplares fichados, un total de 580 libros han sido impresos a lo largo de esos dos siglos largos, lo que representa algo más de la tercera parte del corpus que tenemos trabajado (1560 libros).

Durante el siglo XIX los talleres de Plasencia fueron prácticamente los únicos que atendieron la demanda del Norte de Extremadura, pues las imprentas de Coria, Serradilla, Jaraíz y Navalmoral o no existían entonces, o su producción era insignificante. A partir de principios del XX aparece tímidamente la competencia en Navalmoral (1905); Serradilla (1910); Coria (en la segunda mitad de la centuria, aunque existió la imprenta Montero en 1886); y Jaraíz (Imprenta La Verata en los años sesenta). Esto significa que las imprentas placentinas han sido las responsables de la difusión de libros, artículos y revistas en buena parte de la geografía regional, llegando incluso a trabajar en el ámbito nacional. Destaca la Editorial Sánchez Rodrigo por el volumen de producción (240), especialmente motivado por el triunfo del método «Rayas»; seguida de La Victoria (88), y Sandoval (60). En casi todos los talleres se ha ido produciendo un proceso de modernización tecnológica que les ha llevado a la utilización de maquinaria tipo Offset y tecnología digital; si bien en algunas persiste todavía la utilización de herramientas «clásicas».

Merece destacar el elevado número de revistas que se imprimen para consumo local o foráneo; aunque cada vez se hacen más encargos en imprentas foráneas, extendiéndose la costumbre de no colocar el pié de imprenta para no revelar el origen, evitar el pago de ciertos impuestos, o conseguir reducir los costes («Publisher» en Navalmoral; las dos «Romero» en Jaraíz de la Vera, o en «Carro» de Coria).

Las revistas de Feria, Semana Santa, Toros, Navidad y Martes Mayor, alcanzaron un nivel de virtuosismo admirable en las décadas comprendidas entre los cuarenta y los sesenta; destacando asimismo por la calidad de sus artículos. Desde los años setenta asistimos a un declive en las ideas, hay falta de imaginación, y se reduce el contenido en cantidad y calidad de los artículos. Los ochenta y noventa son testigos de sistemáticas repeticiones de otras revistas publicadas entre los años cuarenta y sesenta, lo cual refleja una crisis de creatividad. Sólo se mantienen en cierto grado algunas revistas de Semana Santa, si bien tienden a repetirse esquemas como la historia de las diferentes cofradías.

A pesar de ello, la abundante producción compuesta por libros, periódicos, revistas y folletos, frutos del saber, el gusto estético y la habilidad de los impresores placentinos, constituyen elementos valiosos e imprescindibles de la comunicación humana. Es un orgullo pertenecer a una ciudad que ha colocado el listón del mundo de la imprenta tan elevado, dejando muestras que constituyen hitos en el mundo del libro y de las revistas.


NOTAS:

1 FERNÁNDEZ SERRANO, FRANCISCO. «La imprenta en Plasencia hasta la muerte de Fernando VII». En Revista de Estudios Extremeños. Badajoz, Diput. Prov. de Badajoz, 1950, número 3-4, págs. 601-655

2 ROSADO MUNILLA, JOAQUÍN. «La prensa periódica placentina. Apuntes para su historia». En Guía de la Ciudad de Plasencia por un placentino. Año 1905. Plasencia, 1905. Imprenta Placentina, págs. 41-54

3 SELLERS DE PAZ, GERMÁN. La prensa cacereña y su época (1810-1990). Cáceres, 1990. Institución Cultural «El Brocense». Excma. Diputación Provincial de Cáceres, 679 págs. 21 X 28 cms.

4 PULIDO CORDERO, MERCEDES Y NOGALES FLORES, TOMÁS. Publicaciones periódicas extremeñas, 1808-1988. Badajoz, 1989. Depart. de Publicacs. de la Diput. de Badajoz, 481 págs. 17 X 24 cms

5 BLÁZQUEZ DE YÁÑEZ, DIEGO. Historia de la Prensa Placentina. 2 Tomos. Mérida, 1996. Editora Regional Extremeña. Junta de Extremadura. Consejería de Cultura y Patrimonio, 967 págs. 15 X 21 cms

5-b SÁNCHEZ DE LA CALLE, JOSÉ ANTONIO. «Patrimonio Bibliográfico de Plasencia. Las Revistas del Siglo XX». En XXXI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2003. Centro de Iniciativas y Turismo, págs. 435-481. Del mismo autor, pero en colaboración con LEONATO GONZÁLEZ, MARIA DEL ROSARIO: «La «Voz de Mayorga», tres lustros de historia en la ciudad del Jerte». En XXX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2002. Centro de Iniciativas Turísticas, págs. 533-575. Y también «Aproximación a la bibliografía de Plasencia. Hacia la elaboración de un catálogo bibliográfico». En XXXII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2003. Centro de Iniciativas Turísticas, págs. 501-523.

6 Debo agradecer públicamente el tiempo, la disponibilidad, y la deferencia que han tenido personas como Baldomero Laso, Julián Pérez, Félix García, Gema y Rosario García, Doroteo Merino, Víctor Guillén, Ángel Martín Flores, Manuel Martín Real, Ildefonso Sandoval, Juan Antonio Señorán, Pablo Baños Rivero, Jesús Martín y su mujer «Berni», y Tomás Heras.. Y de manera especial Manuel Muñoz y Pedro Luna.

7 VARONA Y VARGAS, JOSÉ. Instrucción de cazadores. Por Joseph Varona y Vargas, Regidor Perpetuo de la ciudad de Plasencia. Facsímil de la primera edición (Plasencia, 1798). Badajoz, 1976. Institución Cultural «Pedro de Valencia», 138 pág.. 10,5 X 17 cms

8 MÁXIMO SPARTAL, RAMÓN. Viajes del Capitán Lemuel Gulliver a diversos países remotos. 3 vols. Plasencia, 179…1800; 2º tomo, 179 págs.; 3º tomo, 211 págs., 10 X 14,5 cms.

9 Probablemente, los datos que ofrece Germán Sellers de Paz puedan estar equivocados y hacer referencia a un establecimiento cacereño. Lo prueba el hecho de que no hemos encontrado (al menos hasta el momento), ninguna publicación, folleto, publicidad ni libro con este pie de imprenta en Plasencia.

10 Hay algunos especialistas que sostienen que llegó a editarse la de 1907, pero si fue así, hasta el momento no se ha localizado.

11 No está suficientemente claro, pero según D. Merino, el impresor más antiguo de la ciudad (85 años), L. Heras compró el negocio a Mariano de San José, para quien trabajaba antes de independizarse, quien antes había unido su imprenta con la de la viuda de Sagrera. Sin embargo, hay datos que no concuerdan con esta teoría, pues la localización de estos últimos talleres se situaba en la confluencia de la calle La Tea con la de Vidrieras. Y los de Luis Heras, se ubicaban en la calle de Cervantes. Es posible que antes de ser traspasada a Heras, los esposos trasladaran el negocio a la citada calle de los Quesos.

12 Los trabajadores que desarrollaron su actividad desde los años treinta fueron los siguientes: Julián Andaluz Solís (cajista), Luis Cruz Sobrino (maquinista); Marcos González (cajista y cuñado de Angel Corcho, trabajador durante mucho tiempo en el Sindicatos); Inocente Amaro Martín (un excelente cajista); Félix Castellano Juan (cajista y maquinista); Rafael Hernández Gutiérrez (controlador de la primera máquina «La Victoria» conque contó el taller, también árbitro de fútbol durante los años cuarenta, y conocido como «El sordo»); Miguel Hernández Aguilar (cajista-maquinista, un auténtico artista, de técnica exquisita); Pedro Hernández Cano (tío de Jesús Gómez Hernández); Antonio Fernández (maquinista, que terminó en Navalmoral, antes de fallecer). También hubo un trabajador que duró muy poco ¿Gonzalo?. El manipulado del material se realizaba en un local que la imprenta tenía en la calle Padilla, 5.

13 Una segunda generación de trabajadores estuvo formada por Jesús Gómez Hernández (manipulador y sobrino de Pedro Hernández Cano), Jesús Escobero Pérez (primo de Julián hijo), Manuel Hermoso Bordallo; Julio Colombo Masa (es el más antiguo de los trabajadores que actualmente se han quedado con el negocio, tras la jubilación del jefe); Francisco Timón Alonso (ordenadores, composición); Honorio Hernández Quijada (maquinista); y José Luis Martín Flores (compañero de Manolo, el de Gráficas de Plasencia). Estos últimos cuatro operarios fueron los que se quedaron la empresa al jubilarse Julián Pérez, convirtiendo la empresa en una Sociedad Cooperativa y denominándola «Honticomar», que corresponden a la unión de Honorio (Hon), Timón (Ti), Colombo (Co) y Martín (Mar). Junto a ellos hay dos empleados que son José Luis Marcos Corchado (sobrino de Angel Corchado); y Franklin Darío, un ecuatoriano polivalente en cuanto a rendimiento laboral.

14 En el apartado dedicado a las revistas sobresalen las de Ferias de 1941, 1944, 1945, 1951, 1975, 1985, 1987 y 2002; y las de Semana Santa de 1959, 1970, 1972, 1976 y 1989. Durante la década de los sesenta y parte de los setenta se celebraron en Plasencia trece ediciones de los Festivales de España, patrocinados por el Ministerio de Información y Turismo, cuyas actividades fueron recogidas en sendas revistas tituladas Festivales de España en Plasencia, que recogía el programa de actuaciones, horario, precios, localidades, y biografía e historia de los principales componentes del espectáculo. La edición de estas publicaciones contaba con un importante valedor, Arturo Requejo. Por último, también se editaron la Revista de Estudios Económicos y Empresariales, la Revista de Investigación Universitaria, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Plasencia, el Aula Literaria José Antonio Gabriel y Galán,

15 En esta época se produjeron unos reajustes de personal, y salieron de los talleres Vicente García, Doroteo Merino y Angel Carrero que formaron Sapar. Posteriormente, Vicente se asocia con Baldomero Laso, formando Garcilaso; quedándose Ángel y Doroteo en la imprenta; aunque luego el segundo forma la imprenta Padilla, y el primero se queda en Sapar.

16 Esta revista vio la luz coincidiendo con la Coronación (abril) de la Virgen del Puerto, Patrona de la ciudad de Plasencia. Salía trimestralmente y su directora era Doña Rosario del Río. La Congregación de la Madre Matilde (conocidas popularmente como las «Azules»), tenían su sede en la calle de Monroy, 20. Desconocemos hasta cuando se publicó, pues el último número del que tenemos constancia es el 50, de. Abril-Junio de 1965. Aunque el 57, de Enero-Marzo de 1967 ya lo sacó Garcilaso.

17 En ese local había estado antes la Cooperativa de Consumidores fundada por Don José, conocido como el «Cura comunista», de la H.O.A.C.; y antes, la Sastrería «Larios».

18 En Imprenta Garcilaso se publicaba el famoso Catálogo de libros que la Editorial Sánchez Rodrigo ofrecía al público, pero sin que apareciese el nombre de Baldomero, sino el de la citada editorial. Durante muchos años se encargó también de imprimir la Orden del Día del Regimiento Órdenes Militares Número 37, por tener el Ejército constantes problemas con su propia imprenta; así como ciertas conmemoraciones de la festividad de la Inmaculada Concepción en el Cuartel.

19 A pesar de la insistencia del autor, no ha sido posible entrevistar a Francisco Blanco, pues las diferentes ocasiones en que se le he intentado, no ha sido posible por diversas ocupaciones; por lo que he creído conveniente no continuar con mi pretensión, a riesgo de parecer molesto. Ha sido, junto con J. L. Sanguino (seriamente enfermo), el único impresor a quien no he podido entrevistar.

20 En la misma imprenta trabajaban Marino Barbero (primo hermano del que luego llegaría a ser famoso juez del Tribunal Constitucional, con el mismo nombre), y Mario Gil. Ambos emigraron a Cali (Colombia). También prestaban servicio otros trabajadores, que a en la segunda mitad de los años cincuenta (1956-58) fueron despedidos: Angel Carrero, Doroteo Merino, y dos «peques»: Pedro Gómez y Baldomero Laso. La expulsión se produjo por una «reconversión», ante las dificultades económicas por las que atravesaba la empresa, y no poder hacer efectiva la nómina. Posteriormente, la dirección tomó contacto con Hidroeléctrica Española, empresa implicada en la construcción de la Central Nuclear de Almaraz, y llegó a unos suculentos acuerdos para trabajarla en régimen de casi exclusividad; lo que permitió volver a coger nuevo personal. Pero ninguno de los que habían sido despedidos fueron readmitidos, porque ya habían tenido tiempo de instalarse por su cuenta. El negocio tenía un almacén de manipulado en papelería, donde trabajaban cuatro chicas (entre ellas Petra Sandoval, Josefa Montero y Rosa); la imprenta, en la calle de Berrozanas, 1; y la Papelería-Librería, en la calle Bailén, 2.

21 Como exposición conservan restaurada una impresora manual que procede de la Imprenta Montero y, antes, de la de Generoso Montero

21 Su inquietud cultural le llevó a convertirse en escritor, siendo el autor de los siguientes libros de marcado carácter antropológico: Un año de vida serradillana, Apuntes para la historia de un pueblo, Folklore serradillano.

22 La asociación de G. Sánchez-Rodrigo, con Orantos, arquitecto municipal, y el exdirector del Faro de Vigo, (traído expresamente de Galicia para organizar y gestionar un proyecto que los tres socios tenían en mente) no funcionó. Se trataba de adelantarse en la impresión de millones de libros (en Pinto, Madrid) de la reforma educativa a mediados de los ochenta que planeaba el P.S.O.E. (la L.O.G.S.E.). El problema fue que los gestores jugaron con una información que creyeron definitiva, pero lo cierto es que el Ministerio de Educación retrasó y cambió los criterios pedagógicos de los manuales, lo que hizo inútiles los cientos de miles de libros que se habían impreso. Las deudas hicieron que el Juzgado subastase buena parte del material para pagar a los acreedores.

23 Tenía un tamaño de 15 X 21 cms y, basándonos en el examen de los números 376 (5-VI-1949) y 423 (5-VI-1950), contaba con unas 20 páginas, con artículos relacionados lógicamente con el ámbito militar y otros centrados en diferentes aspectos de la ciudad del Jerte, como los jardines, los programas de las fiestas cercanas, algunos consejos prácticos, poesías, entretenimientos, sección de humor, y páginas de fotografías.

Oct 012004
 

Rosario Rubio Orellana.

Conmemoramos este año el quinto centenario de la muerte de Isabel La Católica, figura histórica situada, peligrosamente, entre el mito y el tópico, con el consiguiente riesgo de que dándola por sabida acabe en desconocida.

Obviamente no pretendemos sumergirnos en su oceánica e inabarcable biografía. Las hay muchas y muy buenas, y por muchas, muchas incompletas. Sí pretendemos detenernos en el perfil del fondo de sus actuaciones. También, detenernos en una página de su reinado.

Su perfil nos dice que en toda su actuación existiría un criterio político que fue la piedra angular, la clave, de aquél arco que amparara su trayectoria; en él quedaban comprendidos un sentido de legalidad y de justicia, de firmeza y autoridad, de generosidad y flexibilidad, virtudes, éstas que componen la mejor figura del gobernante.

Sí detenernos, decíamos también, en una página de las primeras de su reinado y del que sería prólogo, prólogo denso y brillante, de un grueso y rico tomo de historia de un reinado del que cualquiera de sus capítulos sería causa suficiente de glorificación. El prólogo sería Extremadura, el tomo España, síntesis de unos reinos en que aquélla se fragmentó.

El criterio político del que hablamos, y que todo lo rigió, podemos apreciarlo en todas cuantas acciones acometió y a las que hubo de hacer frente.

Así lo vemos cuando, de una manera terminante, rehúsa aceptar el trono de Castilla de mano de los nobles que se lo ofrecían, que no sería principalmente por negarse a ser objeto de banderías políticas, sino, sobre todo porque tal nombramiento, al que ella pretendería, carecía de base legal, diciéndole a aquellos nobles señores,-Marqués de Villena, Arzobispo Carrillo, Conde de Benavente-, al tiempo de la negativa: «Primero es menester que él (el Rey) sea quitado de los ojos de los hombres que yo acometa tomar el nombre de Reina»

Sólo con el rey trataría, y de un modo directo, la cuestión de su posible condición de heredera del trono, reivindicando para si tal condición, que le fue reconocida por aquel, proclamándola Princesa de Asturias y heredera de la corona de Castilla y León, el 18 de septiembre de 1468, en la Concordia de los Toros de Guisando, lugar éste a mitad de camino entre Ávila y Madrid.

Otro signo de lo que venimos llamando criterio político, con su componente de autoridad, -una monarquía a la que la crisis de autoridad la había debilitado-, sería, a poco de su proclamación como reina, cuando con motivo de un motín en el Alcázar de Segovia, dice y se impone a los amotinados: «Soy la reina de Castilla y no estoy acostumbrada a recibir órdenes de mis súbditos reales…», y sigue diciendo a los amotinados, pasando del tono autoritario al comprensivo y amoroso: «y bien ¿qué queréis? ¿cuáles son vuestros agravios? Yo los remediaré, en cuanto pueda, porque estoy cierta de que vuestro bien es el mío y el de toda la Ciudad».

También cuando depuesto, arbitraria e ilegítimamente, el Alcaide del Alcázar de Segovia por los linajes que pretendieron, más tarde, negociar con la reina, a la que querían imponer condiciones, les respondería así a sus emisarios: «Decid a esos caballeros y ciudadanos de Segovia que yo soy la reina de Castilla y esta ciudad es mía y me la dejó mi padre; y para entrar en lo mío no son necesario leyes ni condiciones».

Su relación con Fernando tropezó con algunas dificultades al principio de su reinado, pero que con su destreza política fueron suavizadas.

Fernando tenía pretensiones de suceder a Enrique IV, como pariente varón más próximo, olvidando que en Castilla no primaba la condición de varón sino el pariente más cercano, fuera este varón o mujer, para la sucesión en el trono.

Al tiempo de convencerlo de lo equivocado de su postura le hace la reflexión de qué es con esa norma, como su hija podrá acceder, en su día, al trono y que no fuera un colateral quién lo heredara, lo que convendría, decía: «porque placiendo a la voluntad de Dios la princesa nuestra fija ha de casar con príncipe extranjero, el cual se apropiaría de él».

La concordia de Segovia, acordada al poco de su proclamación como Reina, dirimirá felizmente esta cuestión y situará a Fernando en un plano de igualdad formal.

También, siguiendo en esta línea, la desvinculación de los nobles del cargo de maestres de las Ordenes Militares, que para pasar a ser ejercidos por la Corona.

Los anteriores muestras, en modo alguno exhaustivo, son significativas de quién se dispondría a iniciar su entrada en la Historia.

La página fue Extremadura, una página con ribetes de partida de ajedrez, en el que, como tal, la jugaban dos damas, una pretendida reina y una reina muy sobrada, valga la expresión, acompañadas de sendos reyes, Alfonso V de Portugal, pretendido también rey de Castilla a la que querría anexionarse y anular; y Fernando cuyo matrimonio con Isabel supuso la unión de los dos reinos, de Aragón y Castilla, arquetipo éste del político, según Maquiavelo, quién no parece que llegara a reparar en Isabel; de otro modo, estamos seguros habríamos conocido su arquetipo del estadista.

Los primeros años del reinado fueron muy difíciles y duros, los que transcurren entre 1474 y 1479. A la muerte de Enrique IV se suscita una lucha sucesoria entre los partidarios de Juana, motejada la Beltraneja, y cuya filiación, como hija del difunto monarca, más que dudosa, la negaban, los que por tal causa se oponían a su ascenso al trono, siendo el propio Alonso de Palencia, en su crónica en latín de Enrique IV que llama farsa a su primer matrimonio diciendo que «Mientras ella (su esposa) se esforzaba en agradarle y ganar su cariño, el hubiera deseado que otro cualquiera atentara al honor conyugal para conseguir, a ser posible, con su instigación y su consentimiento, ajena prole que asegurara la sucesión al trono». La segunda esposa debió, al parecer, no ser tan escrupulosa; abunda a esta creencia su propia conducta personal.

Apoyaban la causa de Juana sus partidarios con idea de mediatizarla gran parte de ellos y Alfonso V de Portugal y Alfonso XI de Francia. De la otra parte los partidarios de Isabel.

Esta lucha reaviva más que enciende, la guerra civil en el interior y origina una contienda internacional en las fronteras comunes.

El reinado de Isabel se iniciaría, bajo el signo de la pasión itinerante, proclividad fomentada y entendemos que acentuada, por las circunstancias en que se desarrollaban los acontecimientos. Necesidad la mayoría de las veces y conveniencia otras de la presencia real en los lugares más dispares y distantes de la geografía española. Ningún monarca español antes o después los superaría por este notable afán de recorrer incansables aquellos territorios, juntos o separados, los Reyes Católicos transitan Castilla y León, principal escenario de la contienda en un primera fase, -la segunda y definitiva se libraría en Extremadura-.«Los reyes en poco tiempo plantaron la justicia, andando por el reino de unas provincias a otras, para que con su presencia temiesen los insolentes y osasen pedir justicia los temerosos».

Le contaba al emperador, de sus abuelos, su consejero Galíndez de Carvajal. Gracián, dos siglos más tarde, abundando en el significado de su itinerante reinado, decía » que más que el lugar importaba el centro real de mando».

La caída de Zamora y de la fortaleza de Burgos, en poder de los rebeldes, son hitos importantes en la lucha por la causa de Isabel. A partir de este momento se producen adhesiones a su causa, por arrepentimiento, que contempla con satisfacción y magnanimidad. Más tarde la encarnizada Batalla de Toro, contra las huestes de Portugal, el1 de marzo de 1474, inclina la balanza a favor de Isabel la Católica, batalla victoriosa, pero que resultaría no haber sido decisiva.

En cualquier caso Castilla y León estaban pacificadas, circunstancia ésta que le permitiría realizar nuevos viajes en cumplimiento de la misión que se había impuesto: pacificación de los territorios previo al desarrollo de un programa político. Así iniciarían los Reyes Católicos viaje a Sevilla por diferentes rutas, separándose en Casarrubios del Monte.

Isabel más que pasar por Extremadura, recalará en Extremadura en donde permanecería algún tiempo retenida por los numerosos problemas planteados en la región y por el fantasma de la guerra con Portugal, un fantasma tangible y por ello de temer.

Su lugar de arribada será el Monasterio de Guadalupe, un buen lugar para la oración, el reposo y la meditación.

Entre la meditación podemos incluir, en su caso, el estudio de estrategias para el restablecimiento de la paz interior y exterior. Erigido por Alfonso XI hacía ciento treinta años en cumplimiento de voto hecho a la Virgen Santa María en el campo de batalla.

Con frecuencia sus frailes actuarían de consejeros de los reyes y escuchados con respeto.

Toda su vida estaría vinculada a Guadalupe. Desde su infancia a su muerte.

De niña, sería el Prior de Guadalupe, Fray Gonzalo de Illescas, en cumplimiento del deseo expresado por su padre el rey Juan II, en testamento, quién se ocupará del nombramiento de sus maestros y de la vigilancia de su educación.

En su muerte, disponiendo que su propio testamento, -el más importante de la Historia de España-, se guardara y custodiara en el Convento: «Para que cada e cuando -decía- fuera menester verlo originariamente lo puedan así hallar».

En el año 1502 se había despedido de la Virgen y a la que en él volvería a recordar asignándole sustanciosa manda.

Para Isabel, Guadalupe lo fue todo. Allí tenía ella su «paraíso». Así llamaba a un pequeño oratorio que se ha había hecho construir y en el que oraba al tiempo que, en las horas canónicas, lo hacían los frailes, a la que distinguían dándole un trato espiritual fraterno

En su itinerante reinado siempre, si próxima, desviaría su ruta para visitarlo si es que no se dirigía a él.

Ahondando en su vinculación a Guadalupe, sería Fray Hernando de Talavera, fraile de Guadalupe, su director espiritual, «He aquí el confesor que yo buscaba»decía, cuando al tiempo de iniciarse su relación, le recuerda la Reina a aquél que el confesor de reyes, se arrodilla ante ellos para recibir su confesión». Ante su negativa: «No lo haré yo así, -respondía aquél-, que en el Tribunal de la Penitencia represento a Dios, que ante ningún señor de la tierra dobla rodilla»; la soberana inicialmente perpleja aprecia haber encontrado a alguien a su altura y con humildad se plegaría.

Poseía una amplia preparación y cultura de los que es muestra el paralelismo de su biblioteca con la del Monasterio de Guadalupe, de la que un veinte por ciento era libros de religión.

Seguía con mucho interés lo relacionado con la cultura religiosa; recibiendo a su solicitud lecciones que Fray Hernando escribió y que a los frailes impartía; entendía Fray Hernando que «lo que a los religiosos se enseña y exige no es conforme con lo que los seglares deben oír», rindiéndose al final Fray Hernando ante el argumento que en sus insistencia aducía Isabel: «Que religiosos y laicos coinciden en el mismo camino de la búsqueda de la perfección».

Lo anterior es muestra de que la anécdota que seguidamente contamos no es signo de frivolidad sino señal de persona vital e interesada en todos los aspectos del momento y la época en que vive y el rango en que se desenvuelve.

En ocasión de estar en Barcelona la reina le daba cuenta de su estancia en la ciudad; decía no haberse hecho vestidos nuevos. «Sólo uno de seda con tres cenefas de oro, lo más sencillo posible», también le decía que «si no se suprimía la fiestas de los toros»– acababa de formar allí, en Barcelona, el firme propósito de no volverlos a ver. Curioso su antitaurinismo para quién su vida, la posibilidad de su reinado se había enmarcado entre toros,-perdón por lo festivo del comentario-, entre los toros de Guisando y la batalla de Toro, y la finca de ganadería de toros donde se desarrolló la batalla de la Albuera.

En Guadalupe reposaban los restos de su hermano Enrique IV, al que siempre tuvo en su memoria, al que honró en su vida respetándolo, y para el que dispuso un sepulcro digno de un Rey de Castilla, concluidas las obras del enterramiento dispondría el depósito de los restos mortales de Enrique IV en aquél y la celebración de solemnes honras fúnebres en sufragio de su alma.

Determinados acontecimientos históricos de importancia sobrevendrían residiendo ella en el Monasterio. Este sería el caso de 1479 tan pródigo en ellos: así ratificación de la paz con Francia en enero, y muerte del Rey de Aragón, Juan II; la batalla de la Albuera en febrero, que pone fin a la guerra con Portugal, negociaciones de paz con Portugal en Trujillo, adonde se ha trasladado, y seguidamente a Alcántara, para seguirlas y sacarlas adelante:

Su «paraíso» será el Monasterio de Guadalupe, en él haría larga escala, eran muchos y muy serios los asuntos que la ocuparían. Los problemas suscitados con la nobleza estaban ya resueltos de «iure», de hecho había, en algunos casos, dificultades de tipo técnico, diríamos hoy, pero que, en ningún caso, supondría regresión.

Las derivadas de las relaciones con la nobleza estaban prácticamente resueltas con escasas, pero preocupantes, excepciones. Atrás quedaban dificultades de entendimiento y dolorosas y traumáticas defecciones.

La habilidad negociadora de Isabel, su buena voluntad y generosidad no habían servido para satisfacer las peticiones, peticiones imposibles, planteadas al propio tiempo en términos de ultimátum de dos controvertidos personajes. Se trataba de la Condesa viuda de Medellín, Beatriz Pacheco, bastarda del Marqués de Villena y el Clavero de Alcántara. Aquella pretendía apoderarse de los bienes y derechos de su hijo, al que tenía aherrojado y al que le venía usurpando aquellos.

El Clavero, Alonso de Monroy, quería el Maestrazgo de Alcántara comprometido en las difíciles negociaciones con la Casa de Stuñiga, y cuya última decisión correspondía, por otra parte, al Papa.

Isabel supo hacer compatible la justicia con la clemencia confirmando a los linajes y haciéndoles ver la imposibilidad de incrementar sus estados por medio de revueltas políticas. Desde entonces el servicio de la monarquía habría de ser lo más importante para ellos.

«Aquella mujer sentada en el trono y gobernando bien, anotaba, – asombrado y admirado-, Alonso de Palencia, cronista de la corte y habitual acompañante en su nomadismo: «Que en lugar de castigar a quienes se le enfrentaron como aquellos Girón o Stúñiga y a muchos más que hicieron todo lo posible para que nunca llegara a reinar los admitía a su servicio» «Se reconciliaba con ellos y triunfaban mucho en la corte» terminaba el cronista.

Esta conducta correspondía al programa político que se dispondría a desarrollar y para el que necesitaba la colaboración de aquél estamento. No olvidó, como se ha insinuado en alguna ocasión, a sus leales que sirvieron a su causa de forma entregada y generosa.

Concertó acuerdos con emblemáticas casas nobles -cuatro fueron estas-, contribuyendo con ello a un mejor conocimiento de su política pacificadora. Una de ellas sería la extremeña casa de Stuñiga de solar navarro afincado en Extremadura y cuyo apellido quedaría castellanizado en Zúñiga. Las negociaciones fueron difíciles y harto generosas y satisfactorias por lo que sin merma ni daño se incorporaban al nuevo régimen.

Tales acuerdos servirían a la nobleza de pauta, y en cierto modo de garantía, admitiéndose por aquella haber incurrido en errores que se disponían a rectificar, reconociendo la legitimidad de los Reyes Católicos.

Entre los llamados errores de la nobleza, recordamos uno, de Stuñiga, titulado Duque de Arévalo, Conde de Plasencia, su «error» estuvo, entre otros similares, nada menos, que haber protegido en su señorío de Plasencia, la proclamación como Rey de Castilla de Alfonso V de Portugal camino de, la entonces sublevada, Castilla.

Se había respetado al máximo en lo posible situaciones creadas, e incluso apropiaciones indebidas, que las razones políticas atenuarían lo que de injusto pudieran tener. En algunos casos, no obstante, los excesos habían llegado tan lejos, que, en determinadas situaciones se impondría la restitución de propiedades y derechos adquiridos ilegítimamente.

Este sería el caso de Trujillo, ciudad de realengo, usurpada por el muy poderoso, ambicioso y belicoso Marqués de Villena, al que la política de Isabel había conseguido atraer, aunque se dudaba si definitivamente, a su causa, dada su tornadiza e interesada condición. Este mantenía contenciosos con la Corona en diversos lugares de sus extensos dominios en Chinchilla, Almansa y Albacete, y estaba aún en posesión del Castillo de Trujillo, usurpado al amparo de las luchas con la Corona en tiempo de Enrique IV, y que había de devolver, a lo que se resistía con añagazas, tales como, retenerlo en garantía del cumplimiento de compromisos para con él de la Corona.

Estas situaciones perturbaban el clima de armonía que se pretendía conseguir. Isabel ante renuencia tal, desde el mismo Guadalupe, ordenaría al Alcaide de la fortaleza que procediera a su entrega quién rehusaría así hacerlo, invocando las leyes de la Caballería. Con arreglo a éstas no podía entregarla sino de quién las hubiera recibido.

Respetuosa la reina, aquí aflora su sentido de la legalidad, con tan justificada excusa por parte del Alcaide conminó desde el mismo Guadalupe, al marqués para su inmediata personación en Trujillo bajo severas penas de destierro si su orden no fuera acatada. Lo que aquél procedió a cumplir de modo tan rápido como le fue posible, haciendo entrega a la Corona, previamente este la había recibido del Alcaide del Castillo. El principio de autoridad quedaba a salvo y su ejemplaridad resplandeciente.

Particular interés y grave preocupación revestía la presencia de tropas portuguesas en la frontera de Extremadura, presencia que cabía interpretar como tácito aviso de intenciones conocidas y recordadas con frecuentes acciones hostiles, incluso con ocupación de algunos lugares como sería el caso de Alegrete, cuya orden de reforzar su guarnición dada por Isabel había sido desobedecida por causa de discordias internas de los Extremeños, la reina decidió lo que de momento estaba a su alcance: ordenar a sus capitanes de la frontera, Alfonso de Cárdenas, el Conde de Feria y Alonso de Monroy que tuvieran preparado y alerta a su gente, reforzándole sus poderes y pidiendo a las ciudades andaluzas el envío de formaciones de caballería.

Tal situación prolongada acentuaba una sensación de precariedad y debilidad defensiva, lo que causaría grave alarma en los Reyes y el desplazamiento desde Sevilla del propio Fernando y del apresurado regreso de Isabel a Guadalupe desde aquella.

Alarma, atenuada, al constatarse los escasos apoyos con que se habían quedado los portugueses caso de alguna iniciativa por su parte, creencia un tanto engañosa, pues si bien los apoyos serían escasos las posiciones y lugares con que sus aliados contaban podían ser estimadas como decisivas por aquellos. El Clavero de Alcántara, Alonso de Monroy, dominaba Montánchez, Azagala y Piedrabuena, imponentes fortalezas que aguardaban el paso de Portugal al interior del reino; Beatriz Pacheco, condesa viuda de Medellín, tenía guarniciones fieles: Mérida y Medellín, donde todavía se reconocía como reina a doña Juana.

No recibirían, sin embargo, ayuda alguna por parte del Marqués de Villena en contra de lo presumido por los portugueses que recibían supuestas noticias desde Chinchilla y Garcimuñoz de insurrecciones que, sin embargo, no llegarían a acaecer. Un ejército en pie de guerra necesita poco para disponerse a entrar en ella. Cualquier incidente, provocado o fortuito, serviría de pretexto para iniciarla.

En este caso sería la llamada revuelta de Medellín, en las que el pueblo se amotinó a favor del Conde de Medellín, víctima de la ambición de su propia madre que con diversas argucias lo había tenido secuestrado, anulado y usurpados todos sus derechos, funciones y privilegios.

Las fuerzas reales no llegaron a tiempo, como fuera su deseo, de intervenir a favor del Conde de Medellín. Ambas formaciones, las del Clavero de Alcántara y la de Alfonso de Cárdenas, tuvieron más tarde un encuentro fortuito en el que entablada lucha entre ambas quedaría derrotada las del Clavero de Alcántara que se replegaría a Mérida. Este y la Condesa de Medellín ante la dificultad de sofocar por ellos mismos la sediciosa actitud de los sublevados pedirían ayuda a los portugueses lo que sirvió a éstos de pretexto para cruzar la frontera e irrumpir en tierras extremeñas. A la vista de la situación Alfonso de Cárdenas, capitán de las fuerzas reales, concentró estas, siguiendo órdenes de la Reina, en Lobón, lugar equidistante de todos los posibles puntos de ataque, al propio tiempo que aquella disponía de envío de refuerzos posibles.

El campo de lucha elegido por Alfonso de Cárdenas resultó ser muy favorable, entre Mérida y la frontera portuguesa en medio el río Albuera, posición que resultaría una sorpresa para los portugueses, y que reforzaría la superioridad de las tropas castellanas: Badajoz, fuertemente guarnecido queda a espalda de los portugueses que estaban obligados a cumplir un objetivo conocido: el socorro de Mérida. Planteada batalla se ajustaría en todo, todavía al molde clásico medieval.

No sería una gran batalla pero sí, que es lo importante, una batalla decisiva, al contrario de la que resultó ser la de Toro. Un triunfo rotundo de las fuerzas de Isabel vencedoras y dueñas totalmente del terreno. En todo caso, repetimos, una batalla muy importante: pone fin a aquel turbulento proceso histórico, al tiempo de las armas, abriendo el camino de la paz. Una paz a construir firme, estable y duradera.

El tiempo siguiente, sería el de las negociaciones, negociaciones que de forma inmediata va a proponer abrir, quizá con afán de parecer más personalizada que inducida su iniciativa, la Duquesa de Braganza y cuya postura personal y la de su marido había sido contraria a esta guerra y ello en un intento, al parecer, inicialmente de mediación pero que lógicamente tendría que ser, como así resultaría, de negociación.

Actitud favorecida por el príncipe heredero y boicoteada más o menos subrepticiamente por Alfonso V y el Clavero de Alcántara, al tiempo que alimentaban focos a aplastar: Mérida, Medellín, Deleitosa, Azagala, Castilnovo, Piedra buena y Mayorga.

Sería Alcántara, perteneciente a la Orden de Alcántara, y de la que ésta tomó nombre, en su fortaleza, el lugar elegido por las egregias damas, apresurándose a acogerlas el administrador de la Orden, Álvaro de Stuñiga, y padre del preconizado Maestre, a ponerla a la disposición de aquellas. Las negociaciones, cabe decir de ellas, serían una conversación de estado envuelta en «Plática de familia», entre tía, doña Beatriz, y sobrina, reina Isabel, hablada en el portugués de aquella y en el de su infancia en Arévalo junto a su madre portuguesa, y sus azafatas todas portuguesas.

En esta nueva fase, como en todas sus actuaciones, decíamos, aparece ese criterio político que las rige y envuelve que potenciaba su propia intervención ante lo vital., que para ella fuera alcanzar la paz con Portugal, concluir de modo satisfactorio esta larga lucha fratricida y dar paso a situaciones esperanzadas ya presentidas. Aquellas negociaciones marcarían el rumbo futuro de ambas monarquías.

Las materias a tratar eran las propias de los contenciosos que habían venido manteniendo: uno la cuestión dinástica; las demás cuestiones lo serían de intereses o conflictos políticos o económicos. Así respecto al primero, había de convenirse el destino y situación que tendría doña Juana; respecto a los demás: las futuras relaciones entre Portugal y Castilla; tratamiento a castellanos que hubieran militado en el bando opuesto; las navegaciones en aguas africanas.

El papel de Isabel fue relevante, negociando con notable y sorprendente habilidad, se ha dicho y así consta documentalmente, habiendo dado signos de gran inteligencia y sensatez. Lo corroboraba el Condestable Pedro Fernández de Velasco, su más directo consejero en aquél momento y alcanzaron positivos resultados en las sesiones del 20 y 21 de marzo. La tercera y última tuvo lugar el 22, con un cariz sorprendente. Beatriz retrocediendo inesperadamente en el camino por el que mucho se había adelantado. Una explicación posible de ésta actitud sería la de que Beatriz hubiere traspasado los limites que le estuvieran permitidos, o también que formaran parte de maniobras dilatorias de Alfonso V para ganar un tiempo, sin pensar, seguramente, que su tiempo se había acabado.

Isabel se había adelantado en veinte días a la llegada a Alcántara de la Duquesa de Braganza , que lo hizo en 19 de marzo, para mejor estudiar los asuntos a tratar en aquellas transcendentales conversaciones que se avecinaban. En un afán de apurar al máximo todas las posibilidades permanecería Isabel en Alcántara hasta un mes más tarde: el 23 de abril, esperando, inútilmente, una actitud constructiva y abierta que permitiera concluir formalmente aquellas negociaciones en las que se había llegado muy lejos y en las que se recogían propuestas y fórmulas para una armonía y convivencia entre ambos reinos, que en modo alguno podrían dejarse de acordar y materializar. Podía concluirse que aunque no se hubiera llegado a un buen fin constituían una base sólida y definitiva tan interesantes y ricos materiales, para un ulterior tratado que ineluctablemente habría de tener lugar, como así acabaría siendo.

A tal fin la reina otorgó poderes para negociarlo a Rodrigo Maldonado de Talavera que culminaron en el llamado Tratado de Alcáçoba, firmado en esta localidad el 4 de septiembre de 1479. El 27 del mismo mes lo confirmaba Isabel en Trujillo, entre esta última fecha y el 5 de octubre fue sometido a estudio y tomado las medidas iniciales para el cumplimiento de los documentos que componían un grueso paquete. El 30 de septiembre a punto de abandonar Trujillo, disponía que todos los presos fueran puestos en libertad sin rescate.

Isabel, sola o con Fernando frecuentó Extremadura. Guadalupe fue visitado en 1477 dos veces, en 1478 y 1479, en 1482 y 1483, en 1486 y 1489, en 1492 dos veces y en el nuevo siglo, en 1502, lo que suma once visitas; en su reinado siete fueron las visitas que hicieron a Trujillo, y otras tantas a Cáceres.

Se convino en el Tratado que Doña Juana podía optar entre el matrimonio y el estado religioso, lo que finalmente hizo. El tratado era de muy amplio contenido, hasta el punto se puede decir que equivalía a cuatro tratados dada la diversidad y extensión de su contenido.

En él se reconoce el legítimo derecho de los reyes portugueses, adquirido por Conquista y ocupación, sobre todas las tierras situadas desde el Cabo Bojador hacia el sur, incluyendo las islas Azores, Madeira y Cabo Verde, excepto las islas Canarias descubiertas y por descubrir. El Papa Sixto IV el 21 de junio de 1481, por la Bula «Aeternitis Regis» confirmaba este tratado. Quedaba así prohibido a los castellanos navegar al Sur de Canarias.

Isabel estuvo, estaría siempre y siempre querría estar en Guadalupe. Estuvo varias veces en Trujillo, en Cáceres, en Alcántara. En ese su primer viaje, que sería decisivo para un afianzamiento en el trono. Trazó la espina dorsal de su futura creación, transitó aquellos caminos intransitables, la que hemos llamado pasión itinerante, era realmente peregrinación, un peregrinar por unos fines que se extendían y transcendían de lo meramente territorial, una España, síntesis de aquellos reinos en que se transformó la verdadera España fragmentada; no establecería la unidad de España meramente por la territorialidad, importante como base física, pero insuficiente si sobre ella no se establecía un criterio, un espíritu de unidad, en el que se envolviera o sintetizara una unidad espiritual.

Realmente no se trataría de establecer, sino de reestablecer la nación española, que nace y se conforma definitivamente el 8 de mayo del año 589, fecha del tercer concilio de Toledo, y en el que nació la unidad de la nación española. Fundía en una fe, en un espíritu los elementos étnicos de España. No se funda en una razón étnica, -tan propensa al surgimiento de hechos diferenciales-, sino en una razón espiritual: en una unidad de fe.

La primera eficacia de este histórico Concilio sería la de fundir en el crisol de aquella fe, toda la multiplicidad étnica que por entonces habitaba en la península. No se temería ya a un fantasma de entonces, una invasión oriental; el genio nacional estaba ya fraguado, en una sola fe, que era la fe católica. Así se pensaba y así de algún modo sería. La reconquista fue la prueba, informada y conformada, ella en la naturaleza con que nació en Toledo dicha unidad de fe.

A una situación más abigarrada, confusa, étnica y social, habrían de enfrentarse los Reyes Católicos, Isabel de modo principal pues el espíritu de Castilla y de cuanto ella dependía estaba imbuido de aquellos principios, como lo demuestra su contumacia en finalizar la Reconquista.

La población de los reinos peninsulares estaba constituida por un mosaico que iba desde cristianos viejos, -en minoría en muchos territorios-, morisco s, cristianos de dudosa sinceridad, judíos, todos ellos de costumbres muy diferentes entre sí y tan arraigadas, que hacían imposible alcanzar el denominador común de una fusión de pueblos o razas. Sobre tan difícil realidad obrarían los Reyes Católicos para lograr la unidad ideológica sobre la base religiosa.

En este sentido, la política real cumple unas etapas, a las que hacen referencia en su documentado e interesante artículo de la Revista de la Asociación de Amigos de la Real Academia de Extremadura, Don Santos Benítez Florián y don José Antonio Ramos Rubio. En él, certeramente, señalan las etapas en que había de basarse la política a seguir para lograr aquella unidad: «1ª Tutela Real de la Iglesia, cuyas jerarquías son seleccionadas por la corona; 2ª Expulsión de los adictos a religiones extrañas; 3ª Instauración de un régimen que vela por la pureza de los dogmas como instrumentos de unidad; y 4ª Reforma y disciplina del clero para su fortalecimiento»

Ese camino andado de Guadalupe, Trujillo, Cáceres, Alcántara, compondría el hilo de seda oro y acero, con el que Isabel tejería el tapiz de diversos y armónicos colores del que emergería España, y con ella la creación del estado moderno, fuerte, en el que los señores no eran señores feudales (la Sentencia de Guadalupe extinguiría en 1484 el feudalismo residual de Cataluña), y los reyes no eran reyes absolutos.

Esta monarquía original y moderna sería lo que ha dado en llamarse MONARQUIA HISPANICA ya la que estudiosos y tratadistas, vienen prestando una atención y un interés creciente. Fue su máxima creación.

Los Molinos, 20 de agosto de 2004.

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Oct 012004
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Andrada.

1. Definición

Entendemos por sepulturas antropomorfas los volúmenes que intentan conseguir la semejanza del cuerpo humano mediante el vaciado de la roca bien sea esta de granito, pizarra, mármol etc. Las que ahora estudiamos lo fueron en granito y solamente recuerdan esa forma por la cabecera y una ligera mayor amplitud en ese mismo lado. Las razones económicas, sentimentales etc que hicieron alojar dos cuerpos en un solo sepulcro determinaría por ampliar la parte inferior correspondiente a los pies.

Estos volúmenes fueron logrados posiblemente con la utilización del cincel y la maceta o martillo y aunque sus formas prismática tienden a la rectangularidad, en la mayoría de las ocasiones hay una ligera diferencia de unos 5 cm. Por lo general su volumen se acerca a los 0,315 cm3.

2. Localización

El pequeño espacio en el que se realizaron muchos monumentos acarrea serios problemas de localización a la hora de ser visitados tras una noticia divulgativa. La posible falta de precisión de las coordenadas facilitadas por el divulgador o la difícil interpretación en la realidad del visitante acarrea serios trastornos que impiden el conocimiento, al menos con prontitud, de muchos monumentos por la característica señalada al comienzo.

Por otra parte la exacta localización que pueda ofrecernos un GPS, vía satélite, por lo general no está al alcance del aficionado medio.

Para subsanar en lo posible estas carencias abordamos los problemas de la localización en tres aspectos: a) facilitando las coordenadas geográficas siempre que lo juzguemos conveniente; b) incluyendo un croquis de la zona en el que aparecen señaladas las sepulturas; con las lindes más importantes tales como callejas, cordeles y límites de propiedades rurales existentes en el mapa 1/25000, a esta red hemos añadido, sin exactitud en la escala, los límites de propiedades menores no existentes en el mapa mencionado y finalmente en el aspecto c) nos ayudamos de la palabra escrita para precisar algo más su situación.

3. Metodología

Nuestro trabajo no pretende recoger el catálogo de todas las sepulturas, es decir ser exhaustivo, pero si recoger un buen número de ellas lo suficientemente amplio para realizar deducciones bastante fiables. Por razones de facilidad en la exposición hemos dividido en diferentes zonas aquellas superficies del berrocal en las que hemos observado sepulturas; hacemos una corta descripción de su paisaje y enumeramos los restos arqueológicos que hemos observado con las características a nuestro entender más notorias.

Las sepulturas van precedidas de una letra, que corresponde a su zona, seguida del dígito de su enumeración, ello nos sirve para localizarlas en los croquis que ofrecemos al comienzo de cada estudio. Suele continuar un orden basado en el topónimo predominante, con él intentamos precisar su situación. El orden en la enumeración por lo general sigue el de la lecto-escritura, de arriba a abajo y de izquierda a derecha; en algunas ocasiones hemos debido de prescindir de este sistema ya que la minúscula parcelación del terreno nos restaba claridad recurriendo en estos casos –zonas E, F y G- a su situación real con respecto a lindes, vías etc.

4. Zonas

ZONA A

graf1Es ésta una zona periférica situada en la parte NW del berrocal. Puede visitarse marchando por la calleja que desde Huertas de Ánima comunicaba varias fincas, La Casita entre ellas, y además sirve de deslinde a las cercas de Doña Juana y Casillas de los Núñez. Debemos de situarnos al final del berrocal en los comienzos de la finca de La Casita.

Las sepulturas de la cerca del Peral

A-1. Peral I.- El punto geográfico que ocupan esta próximo al formado con una latitud de 39º 31´ 39´´ y de longitud 5º 54´ 18´´ del mapa 1/25000, hoja número 679-IV, denominada Aldea de Trujillo (actualmente del Obispo). En la terminación de la calleja por el N se abre un ancho portón que da entrada a la finca. Próxima por el NE se observan los restos de una zahúrda; puestos en su esquina NW y caminando 38 pasos en sentido N encontrareis un conjunto de tres sepulturas.

Su orientación es idéntica en las tres. Denominamos Peral I a la situada más al N; se realizó a ras del suelo y nos ha llegado inacabada. No se observan trazos que denoten su preparación para tener moldura superior externa, ni siquiera presenta indicios de alisamiento, igual cuestión ocurre con la cabecera que, como ahora se verá, debería ir al S que es la parte más ancha. El hueco que nos ha llegado tiene de largo 1,82 m; su ancho mayor es de 0,40 m y la profundidad en la parte N, la más profunda es de 0,14 m. A medida que el hueco se extiende hacia el S la profundidad disminuye quedando únicamente señalado su límite en esa parte.

A-2. Peral II.- Se localiza 5 pasos hacia el S del primer sepulcro de este conjunto. El largo de este sepulcro es de 1,92 m, su ancho oscila entre 0,47 – 0,45 m y la profundidad máxima es de 0,40 m en la parte S. Hacia el N hay un rebaje paulatino de la profundidad de apariencia más tosca, habiéndose practicado un rústico desagüe superior en el NW. Posee una cabecera bastante centrada y algo asimétrica en el lado S cuyo largo es 0,05 m, el ancho 0,20 m y 0,25 m de profundidad; presenta un parcial alisado superior; la altura externa de este monumento es de 1,44 – 1,33 m. Este segundo monumento tiene un rachón en su parte SE que no altera la forma del sepulcro.

A-3. Peral III.- Se localiza 3 pasos al SE del segundo sepulcro y se eligió de soporte una roca cuya altura está en torno a 1 m; este soporte se redondeó al N y W para evitar algo su tosquedad. Superiormente no presenta moldura pero sí un alisamiento. En él se apuntó una amplia cabecera al lado S.

Internamente presenta tendencia oval con una longitud máxima de 1,95 m; el ancho oscila entre 0,48 y 0,43 m y la profundidad esta en 0,41 y 0,22 m. En este sentido se observa, como en la sepultura anterior, un paulatino rebaje de hacia el N desde la parte central y el mismo tipo de desagüe que en la anterior. Este monumento tiene grandes rachones en su parte E aunque los grandes fragmentos no se han separado ni decompuesto las formas.

Las sepulturas de la cerca de la Costera

Se sitúa al E de la anterior, el terreno es semejante; falta la fuente mencionada por lo que la sequedad es mayor y también la acción antrópica del hombre, hay restos más esporádicos de canteras y de prospecciones mineras.

A-4. La Costera I. El punto geográfico donde se realizó está muy próximo al determinado con una longitud de 5º 54´ 22´´ y latitud de 39º 31´ 42 ´´ del mapa 1/25000, denominado Aldea de Trujillo, hoja nº 679-IV.

Aunque se encuentra muy tapado por un alto escobar, éste no es muy extenso. Tiene fácil localización ya que se encuentra a 9 – 10 pasos de la pared que sirve de linde entre la finca de la Costera y una cerca de ella adherida en su extremo NW llamada del Peral. Justo al N de la charca de está última cerca y cruza la pared lindera mencionada un único “cancho”, la medida en pasos, siempre hacia el N, se debe hacer desde esa roca.

Está marcadamente orientada al N – S. Tiene la sepultura de largo máximo 1,82 m; el ancho va desde 0,63 m en la parte mayor, la S, a 0,555 m en la menor; está algo colmatada de tierra y diferentes restos por lo que solamente ofrece una profundidad de 0,30 m. El monumento presenta una gran rotura en la parte central del lado E. Internamente presenta un buen labrado hecho con pulcra rectitud por ello llama la atención tanto el trazado de la cabecera, que mide 0,27 m de ancho, 0,05 m de largo y 0,20 m de profundidad pero que se realizó en el N, el lado menor, generalmente reservado a la parte inferior del cuerpo como el trazado marcadamente asimétrico de la misma a 0,10 m del lado izquierdo y 0,13 m del derecho. No presenta moldura pero si un marcado alisamiento superior.

A-5. La Costera II. Para visitar este monumento hemos de caminar desde La Costera I 150 pasos 80º – 90º hacia el E, podemos fijarnos en una superficie próxima y algo elevada hacia el lugar mencionado. Esta sepultura está construida solamente en sus comienzos, podemos deducir que se seleccionó un bloque de granito tendente a la forma prismática, se desbastó hasta lograr unas superficies bastante lisas sobre todo la parte superior y las caras E y W.

Tiene el bloque de largo 2,33 m, mide de ancho máximo hacia la parte N 0,90 m y 0,46 m la parte S y de alto mide 0,58 m. Su orientación es N – S.

La cara superior del bloque tiene perfectamente visible tres trazos labrados: uno ocupa el lado E, otro el W y el tercero se extiende por todo el lado N. Las dos primeras solamente están esbozadas, la del lado N es más profunda lo que apunta a un vaciado exterior de la reoca para lograr un prisma externo o tal vez quería lograr una moldura en la parte superior; de cualquier modo el ancho del volumen en la parte S, solamente 0,46 m, le impidió proseguir su obra antes de comenzar a conseguir el hueco central. Externamente se desbastó hasta lograr unas superficies bastante lisas sobre todo la parte superior y caras E y W.

Las sepulturas de la finca de La Casita

Los monumentos que contiene se observan al final de la calleja de Casillas en una extraña penetración que tiene la finca mencionada en la finca de Casillas.

A-6 y 7. Casita I y II.

Dada su proximidad de 10 o 15 m, tanto un sepulcro como el otro, les situamos en el mismo punto geográfico determinado por unas longitud de 5º 54´ 20´´ y latitud de 39º 31´ 46´´ en el mapa 1/25000 denominado Aldea de Trujillo, nº 679-IV.

La tumba situada más al N, Casitas I, tiene una orientación de 10º al NE-190º SW y Calleja de Casillas II está orientada a 90º E y 270º W. Mide de largo máximo 1,54 m, siempre medidas interiores, 0,59 m de ancho y 0,23 m de profundidad.

Actualmente no presenta acabado superior con moldura u otro ornamento e interiormente carece de cabecera marcada. Su interior debió retocarse para conseguir una forma marcadamente tronco piramidal rectangular; posteriormente se debieron abrir superiormente sus lados y rebajarse posteriormente su altura dada la forma y escasa profundidad que muestra. Una rotura en el lado N nos impide conocer exactamente su longitud. El soporte que se eligió fue exteriormente trabajado para lograr algo de redondeo.

El otro sepulcro, Casitas II, está orientado a 90º E y 270º W. presenta unas medidas de 1,38 m de largo, 0,50 cm de ancho y solamente 0,20 m de profundidad y como su antecesor presenta interiormente una forma ligeramente oval. La parte que da al W está rota lo que impide conocer su longitud con exactitud aunque se observa el inicio de la curvatura del lado W, ello nos acerca a las medidas dadas. En el E hay claros indicios de haberse intentado realizar un tosco desagüe tanto por el interior como por la parte exterior estando rebajada la altura por esta parte. Externamente el lado superior está alisado aunque carece de moldura.

YACIMIENTOS CERCANOS A LA ZONA A DE SEPULTURAS

La zona A presenta diferentes restos del pasado propios de una población poco estable y escasa. Nos han dejado unos restos cuyas construcciones son de carácter agroganadera, , minero y si hubo población humana establecida, esta debió ocupar pequeñas superficies y realizadas con materiales pobres y escasos cuyo arrasamiento es total.

Otros elementos fundamentales de la acción antrópica destacables son: los restos de un pequeño chozo de horma en el E. Inmediata una zahúrda, ya mencionada, con 26 cochineras perfectamente levantadas y cubiertas por aproximación de hiladas, se ubica en la mitad de la falda opuesta al cerro de los Hinojos, hacia el E. Para alimentar a este ganado, su limpieza etc, es necesario una determinada cantidad de agua que debía ofrecer una fuente natural, casi anegada por zarzas, situada unos 100 m bajo la charca actual de la finca; no descartamos algún otro manantial hoy completamente cubierto.

Otro tipo explotación debió ser la extracción de granitos de pequeñas canteras por toda la superficie, en especial hacia el NE. Finalmente señalamos las pequeñas explotaciones mineras en cortas y superficiales labores de escasísima entidad que en zanjas, ya casi colmatadas, también pueden observarse.

A parte de lo mencionado destaca por su potencia el del cerro del Hinojo. Su situación geográfica en el mapa mencionado es determinada por una longitud de 5º 54´ 21´´ y de latitud 39º 31´ 40´´. Se halla unos 90 pasos 340º al NW de la sepultura denominada Casitas I, fuera ya del terreno granítico. Ocupa un cerrete con amplias vistas al W y la potencia de sus restos llega en el lugar de mayor acumulación a los 3 m, la extensión está en torno a 1 ha. En la superficie arada para las faenas agrícolas se observan numerosos sillares parcialmente labrados, restos de cerámica de uso común, sin decoración, muy fragmentados, con ausencia casi total de los fragmentos identificativos del tipo de recipiente, bordes, asientos, asas etc. Lo que indica un “peinado” del lugar. Entre esos restos y aunque escasos hay algunos fragmentos de tegulasEn la parte alta, casi oculto por los restos de vegetación, hay un tosco tambor cilíndrico cuyo largo es de 1,60 m y su diámetro 0,30 m. Su datación de época romana ofrece pocas dudas.

ZONA B

graf2Sepulturas Zona B

Geográficamente la mayoría de los sepulcros de esta zona se localizan inmediatos al punto determinado por una latitud de 39º 31´ 03´´ y longitud de 5º 54´16´´ del mapa 1/25000, hoja nº 679-IV denominada Aldea de Trujillo -hoy del Obispo-. Dada la proximidad no mencionaremos localizaciones particulares; el punto mencionado corresponde a los restos de un chozo de horma que desde una leve colina central, parece presidir el cercano entorno.

La zona ocupa un espacio inmediato a la charca de Casillas de los Nuñez, exactamente en el cerro de la península central que presenta la margen derecha del pantano. Es pues inmediata a la parte SW de la zona A.

La charca, en forma de cuerno, fue construida para utilizar el agua embalsada como fuerza motriz en la molturación de tres molinos; superada esta función se recurrió al regadío de una pequeña parte de la finca. Tampoco este tipo de agricultura se sigue practicando en el lugar, por lo que desciende escasos metros de nivel salvo en épocas de prolongada sequía o que otros imprevistos lo motiven. Existen los restos de una pequeña presa destruida en su centro y en ella un pequeño molino hoy sumergido en el extremo del ”cuerno” situado más al SE.

El paisaje de las inmediaciones del pantano está totalmente desforestado y el suelo, de naturaleza muy arenosa y gruesa, ofrece una cubierta de pastos más bien pobre aunque no tanto como habríamos de suponer al ver sus escasos nutrientes. Excepcionalmente en las inmediaciones del agua, la hierba crece incluso en el estío.

Una fuente natural, hoy sumergida, se sitúa cerca de la punta NE de la forma de cuerno irregular que tiene el embalse; próxima a unas rocas redondeadas y de buen tamaño que se ofrecen en la orilla N.

El sepulcro localizado en la finca Doña Juana

Esta finca se encuentra al E de Casillas y linda al N con las del Peral y la Costera. El terreno está igualmente desforestado y por toda ella discurre un pequeño regato que va a dar a la charca cerca de la mencionada fuente y formando la punta del “cuerno situado al NE. Su explotación actual es de carácter ganadero especialmente ovino y bovino.

B-1. Doña Juana I.- El punto geográfico que determina la situación de este monumento está cerca del determinado por una longitud de 5º 54´ 20´´ y 39º 31 ´ 25´´ de latitud de la hoja señalada.

Para conocerle hemos de situarnos en la calleja que sirve de separación entre las fincas de Casillas y Doña Juana, a la altura del segundo arroyo -el situado más al N- que cruzando la calleja desde Doña Juana desemboca muy próximo a la charca de Casillas.

Situándonos de cara al N, apreciaremos como el muro de la derecha monta un grupo de rocas; marchemos allí y crucemos el muro; después caminemos 100 pasos en dirección 30º E y estaremos en el precioso monumento realizado sin duda con mucha delicadeza que casi no ha sido alterado por el tiempo.

Su orientación es de 20º N – 200º S. El hueco interior de este monumento mide de largo 1,84 m, su ancho oscila entre 0,50 y 0,42 m y su profundidad es de 0,37 m. Tiene la cabecera orientada al N y situada en el ancho mayor, es de forma prismática cuya base inferior es un pequeño trapecio sutilmente redondeado; mide de largo 0,16 m, 0,30 m de ancho y 0,30 m de profundidad. Externamente en la parte superior posee una moldura en relieve de 0,20 m de ancho y 0,10 m de alto.

La roca que sirve de soporte posee algunos retoques tendentes a ser redondeada y en la parte S destaca un pequeño escalón que facilita la subida a la parte superior ya que la roca está elevada de la actual superficie en torno a 1,50 m, o quizás sería destinado a tener otra función.

Las sepulturas de la finca de Casilla de los Nuñez

B-2-3-4 y 5. Casillas I-II-III y IV.- Las tres primeras se construyeron muy próximas y, aunque están sumergidas, se localizan marchando del chozo 280-290 pasos en sentido NE 45º, es justo la dirección de la fuente que está a mayor distancia. La IV está solamente a 180 pasos en el mismo sentido. Dada la circunstancia mencionada anteriormente no podemos ofrecer con claridad las fotografías que son de una o de otra ya que nos ha sido imposible comprobar fotografías de años pasados, por esta circunstancia las acompañamos de una interrogación en el catálogo fotográfico. Ninguna presenta moldura superior.

B-2. Casillas I.- Esta sepultura es la situada más al E y solamente es visible su parte SW ya que está parcialmente colmatada por la arena. Los restos que se pueden observar tienen de largo 1,10 m y de ancho 0,5 m; su profundidad alcanza los 0,42 m. Su disposición aproximada es NE-SW prestando una cuidada cabecera hacia el SW. Actualmente está realizada a escasa altura del suelo.

B-3. Casillas II.- Se realizó tres pasos hacia el SW de la I; debido a la invasión de la arena únicamente es visible la parte lateral SE en su ángulo SW. La orientación es también próxima al NE-SW. Lo que se observa de ella tiene de largo 1,4 m, el ancho en torno a los 0,5 m y de profundidad 0,23 m.

B-4. Casillas III.– Está a un paso en la misma dirección SW en sentido próximo al NW-SE, presenta cabecera bien marcada en el SE. Su longitud es de 1,8 m, el ancho en torno a 0,5 m y por estar parcialmente colmatada de arena presenta 0,2 m de profundidad.

B-5. Casillas IV.- Se halla en la misma dirección pero, como ya se ha mencionado, más cerca del chozo. Su sentido aproximadamente sobrepasa los 45º NE no llegando a los 270º W. La parte más ancha se situó en el SW y está colmatada de arena por lo que ignoramos su profundidad y si posee cabecera. La longitud que nos ha llegado es de 1,68 m, y el ancho 0,50 m.

B-6. Casillas V.- Esta nueva sepultura se halla en un emplazamiento situado 70 – 80 pasos hacia el S de la horma del chozo que nos está sirviendo de referencia. Tiene una orientación N-S y como las demás de esta zona las paredes son rectas. Mide de largo 1,94 m; su ancho oscila entre 0,49 y 0,35 m, no podemos ofrecer su profundidad por estar bellamente colmatada por un plantón de césped natural. No posee moldura superior pero unos decímetros al N tiene un fuerte grabado paralelo al lado N; se realizó en U y tiene de largo 0,32 m, su profundidad es de 0,07 m y 0,13 m de ancho. Tal vez tenga como finalidad desviar el agua que de la parte superior de aquella parte de la roca pudiera acceder al interior del sepulcro.

B-7. Casillas VI.- Este sepulcro se encuentra a 127 pasos del chozo de referencia, algo más al SW, en un espolón que hacia el S emite la península central. Tiene una orientación de 80º NE – 260º SW; es de paredes rectas, alisada en toda la parte superior de la roca que le sirvió de soporte, actualmente está escasamente elevada del suelo. Tiene una longitud de 1,9 m, su ancho es de 0,59 – 0,56 m y su profundidad es de 0,32 m estando algo colmatada por restos de naturaleza vegetal. Presenta cabecera al E profundizando por lo general 4 o 5 cm. Su lado SE es recto y el NE es algo convexo al exterior.

B-8 Casilla VII.- Esta sepultura se interrumpió en sus comienzos. Se realizó muy cerca de la pequeña presa construida sobre el arroyo del canalizo, pasada ésta en su margen derecha a no más de diez pasos.

Tiene una orientación N-S; su longitud máxima es de 1,66 m, el ancho oscila entre 0,49 y 0,53 m y la profundidad alcanza solamente los 0,14 m. El volumen conseguido posee un desagüe producido por una rotura -voluntaria o no-, en el ángulo del NE, es también el lateral más estrecho de la roca. La altura del soporte es de unos 2 m por el W y ronda el ras del suelo por el E y N. No presenta indicios de cabecera ni ornato superior.

B-9. Casilla VIII.- Un último sepulcro tuvimos la suerte de localizar, algo retirado de la mayoría entre 700 y 1000 m, hacia el SE pasado el cuernos de la charca. Se localiza exactamente a unos 100 pasos en sentido S del ángulo que hace la pequeña y antigua presa hacia esa misma parte. Ocupa una pequeña mesetilla por donde cruza el deslinde de espino que sirve de separación a dos de las partes en que hoy está dividida esta finca ocupando una roca de granito situada a tres pasos W. El sepulcro está actualmente al nivel del suelo y se halla colmatado por tierra y diversos materiales; un alisamiento de la roca hacia el N despertó nuestra curiosidad.

Tras un limpiado superficial podemos incluir su orientación: 280º W – 100º E; posee una marcada cabecera hacia el E y otra anómala, circular en el W y aparentemente desviada hacia el lado S. Tiene de longitud máxima 1,81 m y de ancho mayor 0,51 m

YACIMIENTOS CERCANOS A LA ZONA B DE SEPULTURAS

En la pequeña costana que da a poniente el cerro del chozo, entre los dos grupos de tumbas mencionados en esta zona, hay una elevación ataludada como de un metro de alta; una observación más atenta nos hará ver grandes piedras que constituyen los restos de muros. Caminando hacia la orilla del pantano, si tenemos la suerte de que este haya bajado algo de su nivel habitual, observaremos gran número de cerámicas fragmentadas entre las que se observan bastantes tegulas.

Principalmente me llamó la atención una pequeña maza de granito pulido (fig 1-IV) y un elevado número de cerámicas (Fig 1).

Entre estas la mayoría son de pasta y factura común, serían el grupo I; en él hay un conjunto I-a, de gruesas paredes y buen diámetro pertenecientes a grandes recipientes de almacenaje tal como las tinajas de lagar, granero etc, cuyo uso a través del tiempo, aunque con altibajos, ha correspondido a formas muy semejantes y por esto poco pueden aportar cronológicamente razón por la que no las representamos.

El resto de las comunes, conjunto I-b, presenta paredes más finasen él podemos hacer dos grupos: al primero, I-b-1, pertenecen los recipientes de boca mas ancha que el cuerpo, cuya función es preferentemente realizar lavados, ensaladas, fritos o incluso la misma limpieza corporal, serían tipos semejantes a las actuales fuentes, jofainas, baños o ensaladeras; el segundo, grupo I-b-2, está constituido por recipientes de boca más estrecha que el resto de las paredes -ollas- y generalmente están destinados al almacenaje o cocción de alimentos. Llama la atención el número de fragmentos pertenecientes a diferentes fuentes 8 y solamente 6 muestran las ollas cuestión inversa a lo habitual en este tipo de yacimientos. Al menos los platos o fuentes I-b-1-3 y I-b-1-8 tienen representación formal, junto a las formas de ollas, en las excavaciones realizadas en los restos romanos de Alconetar (Caballero, 1970).

Está representado por un pequeño número de fragmentos el grupo II, pertenecen a recipientes de fina pasta, rosácea muy clara, bastante delgados… pero que nos ha llegado en un estado deplorable de conservación. Una de ellas (Fig 1, II-1) mantiene restos de su decoración y apunta alguna variedad de sigillata. En el conjuntoIII no están ausentes tampoco las ánforas o dolium (Fig 1, III-1 y 2), recipientes generalmente destinados al almacenaje o al traslado para el comercio de líquidos -vino y aceite- o sólidos, cereal, leguminosas e incluso ciertas conservas. Presentan pastas ocre claro con anchas paredes y buena cocción; sus formas aunque variadas son por lo general cilíndricas, acompañadas de dos anchas asas; presentan la característica de un fondo puntiagudo, apropiado para esperar el embarque en la arena de la playa o ser sostenidos con piedras, basar etc (Fig 2). Otra función de estas ánforas es el ser utilizadas como lugar de enterramiento mediante su división en dos partes el difunto era depositado en su interior, tal y como se observa en determinadas necrópolis (Almagro, 1995).

También vimos fragmentos de escoria de fundición, una pizarra pirogenada ,totalmente extraña al lugar, un pequeño núcleo amorfo de silex, una pesa de telar mediana y otro trozo de mineral de color rojizo.

No considerando necesario mostrar más relaciones dado el elevado número de indicios antes señalados, estos nos permiten sacar conclusiones incluso a pesar de no existir estratigrafía. Todo ello nos conduce a afirmar que se trata de los restos de una explotación rural romana sin intentar perfilar más detalladamente la cronología de ésta.

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ZONA C

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Podemos localizar esta zona al N de la casa de la finca Torreaguda, lindera por el N con el río Marinejo y con otra finca, hoy dividida, que se denomina el Barranco; ocupa la margen izquierda del río. El terreno situado más al S de éste está formado por granitos y el de su margen derecha por diferentes tipos de pizarra; es pues una zona de contacto entre ambos sistemas geológicos; en ella existe una fuente natural que sin duda es un importante fundamento para el asentamiento humano.

La vegetación en estas dos parte es bien diferente: el terreno de la margen derecha está desforestado y habitualmente ha sido terreno de labor aunque actualmente está dedicado a pastizal; por el contrario el terreno de la margen izquierda es plenamente encinar escasamente arreglado ofreciendo carrascas junto a otras xerófilas por doquier en espacios que a veces, hace difícil el paso. Se dedica principalmente a pastoreo de ovejas. Existe un terreno algo más privilegiado al N del palacio de Torreaguda que por su bien probada calidad se dedicó a huerta y recreo; actualmente es un descuidado olivar.

C-1 Torreaguda I. El punto geográfico donde se encuentra está muy próximo al obtenido con una latitud de 39º 31´ 35´´ y una longitud de 5º 51´29´´, mapa 1/25000, hoja nº 679-IV, denominada Aldea de Trujillo -del Obispo-.

La sepultura se localiza en la calleja que desde la finca comunal La Dehesilla se dirigía a diversas dehesas como Torreaguda, El Barranco, D. Lucas, Burdallo…(ver mapa 1/25000). Este camino no pasaba delante de la casa de Torreaguda y partían de ella dos cortos ramales uno al NW y otro situado más al NE. Saliendo del palacio de la citada finca por el ramal situado más al NW, debemos continuar al llegar al camino hacia nuestra izquierda 30 – 35 pasos hasta llegar a la sepultura.

Este sepulcro se realizó sobre una roca de granito a 1,06 m de altura y actualmente está semicolmatado de diferentes restos especialmente huesos de animales. Tiene una orientación NW – SE. Le corresponde una profundidad próxima a los 0,37 m; su largo máximo es 1,675 m y mínima, sin las dos cabeceras, de 1,365 m; el ancho máximo por el centro es de 0,55 m, por el NW tiene 0,52 m y por el SE 0,485 m. Contiene dos cabeceras bien realizadas de las cuales la del NW ha sido levemente rebajada en su parte superior para permitir evacuar algo del interior.

Presenta un buen alisado superior con ancha moldura hacia el SW de 0,14 m de ancha y 0,12 m de alta.

YACIMIENTOS CERANOS AL GRUPO DE SEPULTURAS C

Pasado a la margen derecha del río Marinejo, se halla la finca de El Barranco, hoy dividida en diversas partes, tomemos la situada más al W; justo en el lindero parte un cercado de piedra en esa dirección, hoy casi derruido, en él se observan grandes sillares y en un próximo pasado había depositado en la pared un sarcófago de granito, bastante bien conservado. Actualmente falta de este lugar; en torno a ese muro semiderruido, más bien hacia el N, existen los restos de un buen yacimiento, de 1 ha aproximadamente de superficie, que arrojan un considerable número de tegulas y cerámicas comunes romanas. Hoy es difícil observar cualquier tipo de restos ya que al no roturarse el terreno se depositan anualmente varios centímetros de pastizal ya que su consumo por el ganado en esa parte de la finca es mínimo. A título anecdótico, debo señalar que esta pequeña información la recibí por primera vez, en el mismo lugar, por D. Juan Tena en uno de los largos paseos escolares que tan gustosamente nos organizaba.

ZONA D

graf6El paisaje de esta zona continúa siendo granítico, con algunos grandes bolos muy redondeados hacia el S inmediato. La vegetación arbustiva es escasa, más bien testimonial, y nada copiosa cómo vimos ocurría en las ligeras umbrías de las zonas de Torreaguda y La Costera; es también menos arenosa que las inmediaciones de la charca de Casillas. Siguen los aprovechamientos ganaderos de bovino en terrenos de escasa profundidad propios de finos y tempranos pastizales junto acompañados de las naturales plantas xerófilas.

Situamos estos sepulcros en el interior del berrocal; esta zona como las siguientes ocupan una parte del nacimiento del arroyo denominado del Canalizo, al menos en esta parte alta, y contribuye a llenar en buena medida la charca de Casillas donde describimos las zonas A y B. Pueden localizarse al NW de la charca denominada Nápoles en la parte izquierda de la carretera de Plasencia ya pasada la barriada de Huertas de Ánimas. En la zona que ahora estudiamos he localizado dos sepulcros: sin concluir el uno y en sus últimos vestigios el otro.

D-1 Canalizó I.- Esta sepultura está próxima al punto geográfico determinado con una longitud de 5º 53´ 09´´ y latitud de 39º 29´59´´ del mapa 1/25000, hoja 705-II, denominada Trujillo, edición 1966 del Instituto Geográfico Nacional. Puede visitarse machando a la cerca del Canalizo -ver croquis- y situados en el extremo NW de la casa hemos de caminar 250 – 260 pasos 330º NW. Se encuentra entre dos rocas algo altas, bastante escondida, por lo que pasa desapercibida en el paisaje inmediato por esto no es fácil su hallazgo.

Esta tumba presenta una orientación N-S y tiene perdidos tres de sus lados, del cuarto solamente nos llegó un trozo de la parte S donde se ubicaba una bien trazada cabecera aunque aparenta estar desviada hacia el SE. Por los restos que perduran podemos saber que su longitud se acercaba a 1,70 m, el ancho rondaría los 0,45 m y la altura del resto del lado conservado mide 0,28 m.

La tendencia a conseguir externamente un aspecto prismático rectangular es evidente, ello le acercaría a los sarcófagos que denotan una mayor perfección técnica y por lo tanto solían de pertenecer a personas de mayor posición social. Si el monumento es o no un sarcófago no lo hemos averiguado por no saber si termina la parte inferior inmediatamente o si continúa la roca.

D-2 Pilitas I.- Se localiza al SW de la anterior de la que dista más de 1 km. Hay que trasladarse a la finca del mismo nombre a la que se llega por una calleja situada al final de la mencionada charca de Nápoles. Tomemos la segunda desviación a la derecha y continuad hasta un cruce de caminos. La puerta que se ubica al SW es la de la cita da finca. Debemos continuar el camino que marcha en ese mismo sentido y que comunica con otra denominada La Breñilla. Pasada una serie de grandes bolos a la izquierda, poco antes de salir de La Pilita, a mano derecha y muy próxima al camino encontrareis este monumento sin dificultad.

El paisaje es más abierto, la desforestación más acusada, el terreno es nuevamente más arenoso, continúa el pastizal escaseando bastante cualquier otro tipo de vegetación. Igualmente continúa el mismo tipo de producción ganadera.

El punto geográfico donde se encuentra está muy cercano al formado con una latitud de39º 29´ 36´´y de longitud 5º 53´ 38´´ en la misma hoja del mapa antes mencionado.

Esta sepultura tiene una orientación de 50º NE – 230º SW. En su ejecución solamente se profundizó 0,04 m y está rota en su parte SW. Lo que de él se conserva tiene una longitud de 1,14 m, el ancho interior es de 0,56 m, La roca que le sirve de soporte mide de largo 1,70 m y 0,78 m el ancho mayor y el alto máximo exterior es de 0,43 m.

YACIMIENTOS CERCANOS AL GRUPO DE SEPULTURAS D

La cerca lindera al S con la del Canalizo es Las Herraeras,, por lo general ocupa ligeramente una mayor altitud. En un altozano próximo a la tumba -unos 400 m- y fácilmente localizable situándose en el ángulo NW de la casa de esta nueva finca y caminando 39 pasos en sentido 340º NW se encuentran restos. El pequeño yacimiento está muy arrasados y tienden a ofrecer una forma triangular rectangular con abertura al NW; en él no se observan restos cerámicos pero en una pila próxima, inmediata, realizada en una roca que se eleva unos 0,50 m en el W, alguien fue depositando restos cerámicos hasta casi colmatarla; esta mide de diámetro 0,42 m y tiene forma de cono invertido de paredes curvas, aspecto bastante singular en este tipo de recipientes. La cerámicas que contiene suponemos que proceden del yacimiento inmediato que alguien ha ido almacenando en el mismo con cierta delicadeza para evitar su extravío. Esas cerámicas son por lo general bastante gruesas, toscas, faltando elementos definitorios del tipo de vasijas; entre ellas hay varios fragmentos de tégulas lo que al menos nos permite incluirle en época romana. Es posible unir estos restos con el sepulcro de Pilitas I de la manera habitual que lo estamos haciendo aunque la distancia es de poco más de 1 km o tal vez se relacionara con otro asentamiento más cercano que por ahora nos es desconocido.

ZONA E

graf7Esta zona está situada en un espacio no muy alejado del anterior, hacia el W, una vez cruzada la carretera de Trujillo-Plasencia. Del cordel de ganados que en dirección al puerto de Miravete cruza de N a S todo el E de la barriada de Huertas de Ánima parte un ramal en dirección de la Aldea del Obispo. La mayoría de las calles que apuntan hacia el N en Huertas lo hacen a ese ramal y dos de ellas se prolongan en dirección a las fincas de Torreaguda, El Barranco y en general a varias más situadas en ese sentido; pronto se unen, en una plazoleta donde se localiza a la izquierda el pequeño charco de la tía Rentera. La zona objeto de nuestro estudio se sitúa entre la carretera de Plasencia y la calleja más al E de Torreaguda.

El encinar es bastante numeroso aunque muy irregular, el pastizal temprano y fino propicia esencialmente la cría de ganado bovino y ovino. Existen en la mayoría de las pequeñas fincas norias o pozos cuyos orígenes de algunos pudo ser una fuente natural ya que la zona es muy húmeda excepto en pleno estío. La parcelación es extremadamente pequeña y debido a esto no nos ha sido posible averiguar el nombre de algunas cercas ya que sencillamente no lo poseen. Toda esta zona es conocida en Huertas de Ánima como “cerca de la Mora” sin que exista un lugar definido para él, recurrimos pues a este topónimo, tan peculiar, para enumerar nuestras sepulturas a las que posiblemente haga referencia..

E-1 La Mora I.- Tomando la calleja, ramal W, que nos llevaría a la finca de Torreaguda, debemos entrar a la primera cerca de la parte derecha, hay unas rocas algo destacables hacia su límite S, en ellas se encuentra, algo elevada, la primera sepultura que enumeramos en esta zona.

Tiene una orientación 60º NE – 240º SW; posee dos cabeceras. Su longitud es de 1,73 m; el ancho oscila entre 0,55 m y 0,47 m y la profundidad mayor es de 0,37 m; llama la atención la mayor altura de la parte SW, 0,15 m más que la NE. No posee moldura superior aunque si un pequeño alisado.

E-2 La Mora II.- Continuemos por la calleja que traíamos unos pasos más y encontraremos a la izquierda una bien conservada sepultura, aunque plena de inmundicias. Está próxima al punto geográfico determinado por una longitud de 5º 52´ 45´´ y una latitud de 39º 29´30 ´´. Este punto ha de servirnos de referencia para las demás sepulturas de esta zona.

Fue realizada a ras del suelo. Tiene una orientación próxima a 20º NE – 200º SW; se realizó con dos cabeceras, bien trazadas; su longitud es de 2 m y el ancho oscila entre 0,68 y 0,62 m y la profundidad ronda los 0,30 m. No presenta moldura superior aunque si un pequeño alisamiento. A penas destaca del suelo.

E-3 La Mora III.- La pequeña cerca que la posee es la segunda propiedad de la parte izquierda de este ramal; se accede a ella por una pequeña verja de hierro que abre hacia la calleja. Es un bello cercado, plano, de tendencia rectangular; la sepultura ocupa la única roca que se eleva levemente en su centro.

Su orientación 90º E- 270º W es muy definida y tiene dos cabeceras claramente indicadas. Mide de largo 1,80 m y su ancho oscila entre 0,50 y 0,56 m; la profundidad es de 0,34 m. Superiormente no tiene moldura aunque presenta algún alisamiento.

E-4 La Mora IV.- Situados nuevamente en la calleja debemos continuar hacia el N; pronto esta vía dobla hacia la derecha ofreciendo, en ese mismo lado, una puerta que da entrada a otra propiedad. Las rocas inmediatas ofrecen “majanos” formados por piedras de pequeño tamaño y amontonadas con cierto orden en su base, entre ellas hay numerosos fragmentos de cerámicas correspondiente en su mayoría a tejas curvas, grandes recipientes y algunas tegulas. El sepulcro está a 69 pasos al E de la puerta e inmediato al “majano” de mayor altura.

Actualmente se encuentra a ras de tierra y ha sido colmatado con el mismo tipo de rocas y tierra hasta 5 cm del borde. Tiene una orientación de 70º NE – 250º SW; su longitud de 1,66 m; el ancho es de 0,51 m y la profundidad nos resulta desconocida. Igualmente no sabemos si tiene cabecera, pues como antes se dijo, su volumen está ocupado por los fragmentos de roca. Superiormente no presenta moldura pero si está algo alisado.

E-5 La Mora V.- Continuamos por la calleja hasta desembocar en el segundo ramal que conduce a las fincas citadas de Torreaguda, El Barranco etc. En el cruce, justo enfrente, acaba o parte un deslinde, algo elevado y hacia el E; en la propiedad de la izquierda, muy cercana al vértice del ángulo que forman las dos paredes, se localiza este sepulcro.

Realizado en una roca de 0,50 m de altura, presenta una orientación de 10º NE – 100º SW; su longitud es de 1,79 m; el ancho oscila llamativamente entre 0,54 m y 26,5 m y la profundidad es de 0,35 m. Tiene cabecera poco señalada en la parte más ancha, el NE; en esta parte se realizó una pequeña moldura de unos 0,12 m de ancha e igualmente observamos ciertos rebajes de la roca al E y NW

E-6 La Mora VI.- Volvemos en dirección a Huertas de Ánimas por este nuevo ramal situado más al E. Hacia la mitad del mismo se divisa a nuestra derecha una humilde edificación a la que se accede por un corto camino tras franquear una puerta. Marchemos por él y muy pronto a la derecha observaremos una roca rodondeada en forma de hongo aunque ovalada.

Tiene una altura de 1,15 m: tiene un estrangulamiento a 0,50 m del suelo, realizado con tosquedad, se observan las diferentes señales de cuñas, sin duda se ha intentado arrancar la parte superior. Si nos acercamos veremos su interior.

Esta nueva tumba tiene una orientación de 45º NE – 225º SW. La longitud oscila raramente, desde los 1.81 m que ofrece la parte W los 1,94 m que tiene la E; también es muy variable el ancho que va desde 0,61 m en el S a 0,33 m en el N; la profundidad es de 0,45 m. Presenta dos cabecera realizadas por paulatino rebaje de los laterales quedando estos de forma cóncava en su parte central interior; siguen una larga curva mientras que en sus zonas centrales se consiguió un pequeño escalón de 0,05 m; superiormente las líneas de los lados resultan algo convexas hacia el W. Superiormente presenta un alisado bastante simple.

Externamente presenta una rotura considerable en el lado W que afecta al depósito y otra más pequeña al S que no llegó al interior.

E-7 y 8 La Mora VII y VIII.- Continuemos hacia la pequeña casa de inestable construcción. Muy próximas hacia el W se ven dos nuevas sepulturas. LlamamosLa Mora VII a la que está más cercana al edificio y fue realizada a ras del suelo. Presenta una orientación 340º NW – 160º SE. Su longitud es de 2,11 m y el ancho o,60 – 0,70 m; la profundidad es más normal, está en torno a los 0,38 m. Es la de mayor volumen de las estudiadas.

Presenta doble cabecera, realizadas, como en La Mora VI por rebaje de los laterales mayores quedando estos cóncavos hacia su parte central igualmente trazados son los dos pequeños escalones que centralmente las completan; sus paredes también son algo cóncavas al E. Tiene alisado superior completado con una moldura de unos 0,13 m de ancho y 0,05 m de alta en el N y llega solamente a 0,20 m en el NW. Externamente se intentó conseguir una forma prismática mediante simbólicos rebajes de la roca sobre todo por el E, S y SW.

La Mora VIII corresponde en realidad a los restos de un sepulcro violentamente tratado. Está situado un metro al SW del anterior en una roca que sobrepasa el metro de altura. Su orientación está próxima a 135º SE – 315º NW. Su longitud se aproximaría a 1,85 m no pudiendo precisar otras características por estar rota en grandes fragmentos. No parecía tener moldura ni alisamiento superior.

YACIMIENTOS CERCANOS A LA ZONA E DE SEPULTURAS

Ya hemos mencionado como en los amontonamientos de piedra se observan restos de materiales que, en su mayoría pueden ser recientes, no obstante entre ellos se encuentran escasos fragmentos de tégulas romanas, de los que también hemos encontrado entre las piedras de las paredes de las lindes sobre todo en la zona señalada en el gráfico.

Incrustada en la pared de la calleja situada más a poniente hay una roca del mismo material que contiene al menos doce cazoletas.

ZONA F

graf8Esta zona está poco separada de las dos anteriores -entre 500 y 1000 m-, distancia que, aunque corta, suponemos marcaba dos pequeños núcleos poblacionales diferentes y también lo aprovechamos por indudables razones de comodidad en la exposición.

No hemos encontrado un topónimo adecuado para estas cercas que nos pudiera servir en la nomenclatura y recurrimos a la edificación de un pajar en cuyas inmediaciones se encuentran diseminadas las tumbas. El punto geográfico de esta construcción está muy próximo al formado por las coordenadas: longitud 5º 52´ 20´´ y latitud 39º 29´ 43´´, mapa 1/25000, hoja nº 705-II denominado Trujillo. Edición 1996 del Instituto Geográfico Nacional.

El terreno que las rodea es de suave berrocal muy desforestado actualmente dedicado a pastos suaves y tempranos con cría de ganado vacuno y bovino. No existen en las inmediaciones terrenos húmedos, ni pozos o fuentes naturales que no se agoten en el estío aunque si lo están algo más distantes -zonas de La Mora o La Dehesilla-.

Pueden visitarse con facilidad partiendo de la sepultura denominada Mora V. Situados en el muro de deslinde entre las fincas marcharemos hacia el E hasta alcanzar unas rocas de cierta altura donde el lindero dobla al N; justo en el primer ángulo se avista de frente y cercano el mencionado pajar a unos 50 m.

F-1 Dehesilla I. Este sepulcro se encuentra en la finca comunal de Trujillo; se localiza caminando desde el pajar 230 pasos en sentido N-NE y franqueando el muro de separación de las propiedades. Se escogió una roca de unos 0,60 m de altura, redondeada e irregular que ocupa el espacio central de una pequeña mesetilla. Su estado de conservación es excelente.

Tiene una orientación de 45º NE-225º SW. Mide de largo1,97 m; su ancho oscila entre 0,63 m en el SW, donde se realizó con mucha perfección la cabecera, y 0,45 m en el NE; la profundidad está en torno a los 0,31 m.

Externamente en la parte superior de su borde, presenta una moldura de forma trapezoidal con un ancho superior de 0,10 m y 0,17 m en la parte inferior; su altura es oscilante según el nivel de la roca aunque por termino medio está en los 0,14 m.

F-2 Pajar I. La mencionada construcción nos sirve para aplicar la nomenclatura en el resto de los monumentos de esta zona. Esta tumba se sitúa 17 pasos al NE de la edificación. En este caso la roca que le sirve de soporte ocupa una suave costana hacia el N y solamente se eleva del suelo por ese lado un par de decímetros.

Tiene una orientación N-S con una cabecera bien realizada al N. Su largo es de 1,86 m y el ancho oscila entre 0,49 en la cabecera y 0,47 en el lado opuesto que es redondeado; la profundidad es de 0,30 m.

Superiormente tiene una moldura de 0.10 m de ancha por lo general pero de pequeña e irregular altura.

F-3 Pajar II. Este sepulcro está a 25 pasos de la construcción -pajar- en dirección SE-S pasada una pared caída. La roca está elevada a algo más del metro del suelo y tiene algún material en su interior. Su orientación es 90º E – 270º W.

Actualmente mide de larga 1,65 m, está roto el lado más ancho que suele corresponder a la cabecera, el E, está medida oscila entre 0,45 m y 0,40 m, su profundidad es de 0,40 m y el lado que da al SW se realizó convexo. No posee molduras ni siquiera aparenta tener alisamiento o desbaste superior.

F-4 Pajar III. Este nuevo monumento se localiza 90 pasos al S- SW del pajar. Tiene cerca una pared que sirve de deslinde hacia ese mismo lado. La roca que la soporta se eleva del suelo 0,40 m. Su orientación es 110º E – 280º W.

El hueco del sepulcro tiene de largo 1,94 m; su ancho oscila entre 0,56 y 0,46 m y la profundidad es de 0,39 m. Posee doble cabecera. Una sencilla moldura de 0,12 m de ancha y entre 0,15 y 0,27 de alta limita todo su contorno superior.

El hueco está colmatado hacia su mitad por pequeñas rocas y numerosos fragmentos de cerámica gruesa, con numerosos degrasantes de buen tamaño, casi siempre de cuarzo y correspondientes a paredes de grandes recipientes de almacén.

YACIMIENTOS CERCANOS A LA ZONA F DE SEPULTURAS

No hemos localizado restos de edificaciones en sus inmediaciones que presentaran alguna personalidad aunque no son extraños los fragmentos de grandes recipientes generalmente dedicados a almacén de diversos productos. Pueden localizarse entre los amojonamientos de piedras, en el suelo y sobre todo, como ya se ha mencionado, en el interior del sepulcro Pajar III . La ausencia entre ellos de restos pertenecientes a bordes, asientos, asas etc, nos lleva a suponer que esta zona ya ha sido “peinada” en alguna ocasión anterior.

ZONA G

graf9Para acometer el estudio de esta zona periférica del NE del berrocal hemos de marchar desde la barriada de Belén por la carretera que conduce a la de Torrecilla – Aldeacentenera. Poco antes de llegar al río Marinejo, justo al terminar los granitos, cruza una calleja que limitaba y comunicaba toda la zona de contacto del batolito por esa parte. Tomemos el ramal de la derecha; actualmente es el camino indicado para visitar la casa – palacio de Palacio Viejo. Pasado poco más de 1 Km la calleja se encuentra que viene de la Dehesilla -finca comunal-, es el antiguo camino desde Trujillo a Garciaz, con grandes tramos ya perdidos. Doblemos hacia la ciudad -el W- brevemente y observemos como a nuestra izquierda, pasada una puerta de hierro y alambres, continúa la calleja que traíamos. Dejemos el coche y marchemos a ella. La cerca berrocaleña de la derecha se denomina de Santa Rosa y en ella se encuentran las dos sepulturas que estudiamos. Pronto avistaremos cerca de la pared de la derecha los cuatro muros de una escasa construcción; poco antes de llegar a ellos, en una pequeña vaguada, hay una charca de cortas dimensiones y próximos, a la derecha del arroyo que la colma destaca un grupo de rocas, entre ellas se distingue con facilidad un sepulcro.

La cerca de Santa Rosa se encuentra totalmente desforestada siendo el pastizal para aprovechamiento del ganado lo predominante. En las proximidades del río Marinejo -zona de contacto- existen al menos tres fuentes naturales y el mismo río ofrece algún charco con agua incluso en los veranos más secos. Por lo general hoy están cubiertas de zarzas o se han acondicionado como charcas para abrevadero del ganado.

G-1. Santa Rosa I.– Situamos este sepulcro en el punto geográfico obtenido por una latitud de 39º 28´ 41´´ y longitud de 5º 49´ 06´´ en el mapa 1/25000, nº 706-I, denominado Madroñera y editado por el Instituto Geográfico Nacional en el año 1996.

Es fácil de visitar si partimos de los muros de la pequeña edificación mencionada que se encuentra muy cerca del muro W de la calleja. Si partimos de su esquina NW y caminamos 80 pasos en ese mismo sentido encontraremos las rocas ya avistadas desde la calleja y mencionadas.

Esta sepultura se realzó a 1,30 m de altura; tiene una orientación muy próxima a 45º NE y 225º SW. Su forma presenta una marcada forma convexa hacia el W lo que indica que el constructor la hizo desde el E, sin apenas variar su posición. Su longitud es de 1,90 m; el ancho oscila entre 0,55 m del SW y 0,50 del NE; la profundidad en general es de 0,42 m. Tiene doble cabecera Más profunda en el SW que en el NE.

Externamente posee una moldura superior que presenta una altura entre 0,20 y 0,30 m y de ancha 0,12 m. Su estado de conservación es excelente.

G-2. Santa Rosa II.- Esta tumba se construyó algo más al SW. El punto geográfico se localiza en la misma hoja del mapa con una latitud de39º 28´ 37´´ y de longitud 5º 49´ 01´´.

Para visitarla debemos continuar por la calleja que traíamos en el límite del berrocal. Pronto avistaremos los cuatro paredones de otra construcción en completo desuso. Marchemos a su muro W. Caminemos 320 pasos en sentido NW 320º, con facilidad veremos el sepulcro en el centro de una corta llanura sin que apenas sobresalga del suelo.

La orientación de esta sepultura está muy próxima al N-S. Su largo es de1,92 ; el ancho por el centro es de 0,50 m para disminuir por los dos extremos en forma curva entre 0,05 y 0,08 m; la profundidad ronda los 0,39 m, su parte S a sufrido un rebaje de la roca hasta quedarla en 0,26 m. Posee dos cabeceras, bien apuntada la del N y algo más difusa la del S. Esta parcialmente colmatada de pequeñas piedras sin que se observe entre ellas cerámicas u otro objetos.

Superiormente presenta un buen alisado, en el N y el NE se rebajó externamente la roca consiguiendo una moldura de 0,15 – 0,16 m de alta y 0,12 de ancha.

YACIMIENTOS CERCANOS AL TIPO DE SEPULTURAS G

Por el momento en esta zona no hemos encontrado restos significativos de estructuras habitacionales de relieve y con personalidad suficiente para definir una época. Hay que reseñar la existencia de buen número de amontonamientos de piedras, generalmente de pequeño tamaño, situados preferentemente entre ambas sepulturas, -ambos pajares-; en ellos la presencia de cerámicas es muy corta y está integrada por fragmentos gruesos y atípicos que poco nos aportan.

ZONA H

graf10La zona H ocupa un espacio algo polémico debido a la localización en él o no del antiguo convento eremitorio franciscano de Nuestra Señora de la Luz.

El arroyo de La Luz es uno de los dos de más entidad que forman el pequeño río del Marinejo. Ese arroyo parte del interior del berrocal y se dirige en sentido E para torcer bruscamente hacia el N una vez dejado el batolito trujillano. Tiene la misma sequedad que otros semejantes pero poco antes de dejar los granitos ocupa un pequeño espacio de húmedo de unas pocas hectáreas de superficie; aunque muy atenuada el agua está presente en ella todo el verano y el resto del año sorprende por su buen caudal, tanto que la calleja que traíamos para visitar la zona G hubo de ser dotada de un rústico pero bien construido puente par vadearle.

La zona en general está casi desforestada por completo aunque no faltan la presencia de encinas y demás arbustos serófilos; en el espacio húmedo cercano al cauce, el pastizal alcanza buena altura y abundan los sauces, nombre que recibe la cerca que contiene este habitat y donde se realizaron los dos sepulcros que estudiamos en la zona H. Hacia el centro hay un buen cuidado pajar.

En la nomenclatura hemos preferido el nombre del arroyo por los antecedentes históricos que tiene.

H-1. Luz I.- Se situó en el punto geográfico determinado por una latitud de 39º 27´53´´ y por una longitud de 5º 49´06´´ en la mima hoja del mapa 1/25000, nº706-I denominada Madroñera.

Fue realizado en una roca relativamente alta -1,32 m, unas decenas de pasos hacia el W del pajar y muy próxima al muro de la calleja paralela al antiguo camino de Madroñera.

Tiene una orientación de 20º NE y 200º SW; su longitud es de 1,85 m, el ancho máximo es de 0,51 m, en la parte central y una profundidad de 0,55 m. Se realizó con dos cabeceras levemente marcadas. Superiormente no posee molduras aunque si un alisamiento de la superficie.

Llama la atención, como en otros ejemplares, la forma curva, excesivamente convexa hacia el NE.

H-2. Luz II.- Este nuevo sepulcro se encuentra muy cercano, a unos pasos, hacia el SE del Luz I y ocupa una roca de 1 m de altura estando parcialmente cubierto por un zarzal hacia el N y muy deteriorado hacia el W.

Su orientación es de 280º NW – 100º SE. Los restos que nos han llegado tienen una longitud de 1,40 m, presentan un ancho máximo de0,50 m y la profundidad es 0,40 m. Presenta una cabecera en el SE y superiormente no tiene ni moldura ni apenas se observan alisados.

RESTOS ARQUEOLÓGICOS CERCANOS A LA ZONA H

La cerca de Los Sauces es cruzada de W a E por el Arroyo La Luz, en su rincón NE ofrece restos completamente arrasados que hacia la parte que da al arroyo presenta una potencia de 2,60 m, no ocurre lo mismo en la parte de la calleja que está a ras de tierra. Los restos que sin duda guarda esta elevación no son muy extensos y debieron ser anteriores al trazado de la calleja ya que los restos de muro se introducen en ella un par de metros estrechándola hasta que finalizan. No obstante ni en las paredes de la calleja ni en la superficie hemos observado restos de cerámica característicos de alguna época.

ZONA I

graf11La superficie que ocupa esta zona es inmediata por el SE de la zona anterior. Se extiende en torno a la casa-palacio medieval del Carneril. El paisaje continúa siendo desarbolado con algunas encinas testimoniales en medio del pastizal temprano y fino -propio del berrocal-; la ganadería es su recurso predominante.

Existe en plena calleja una excelente fuente natural que no se agota ni los veranos de mayor rigor de la cual se abastecía el palacio en sus mejores años; de ella mana un pequeño regato que llena una charca inmediata acondicionada para beber el ganado.

I-1. Cucharera I.- Corresponde esta denominación a un doble sepulcro ya que comparten uno de los lados longitudinales. Se realizó en el punto geográfico determinado en el mapa 1/25000 por una latitud de 39º 27´35´´ y longitud de 5º 49´32´´. La hoja es la misma que venimos utilizando en el estudio de las zona G y H.

Para visitar este monumento hemos de tomar la calleja del Carneril, situada en la carretera de Trujillo a Guadalupe en el extremo del berrocal a la derecha -es continuación interrumpida de la que traíamos desde el camino de Palacio Viejo-. Poco antes de llegar a la casa-palacio del Carneril atraviesa una calleja que es el antiguo camino de Madroñera. Situados en dirección a esta ciudad, a nuestra derecha se extiende la finca de la Cucharera, en su esquinazo del NE, muy próxima a una puerta de acceso, se encuentra este monumento tan singular, que, por desgracia nos ha llegado bastante deteriorado.

Tienen una orientación NW 340º – SE 160º. Tienen una longitud externa de 2,27 m. Por no ser completamente iguales ofrecemos también la longitud de los volúmenes interiores conservados; la sepultura situada más al S mide 2,07 m y 2,05 m la contigua hacia el N. El ancho exterior es de 1,70 m y también difieren sus anchos internos que se sitúan en 0,57 m y 0,60 m. La profundidad roza los 0,45 m. El lado que comparten tiene de ancho 0,24 y en todo su contorno se labró la roca para conseguir unas paredes de unos 0,12 m, ciertamente esbeltas pero frágiles.

YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS LOCALIZADOS EN LAS INMEDIACIONES DE LA ZONA I

No hemos encontrado restos en las inmediaciones aunque sí hay vestigios romanos algo distantes -2,250 km-, hacia el E, en las proximidades de la cota 507, de la llanura externa al berrocal -latitud 39º 38´ 01´´ y longitud 5º 48´ 10´´, mapa 1/25000 en la hoja que manejamos para esta zona.

ZONA J

graf12Dejamos el E y nos acercamos a las tierras algo más caldeadas del S. Esta zona se sitúa en la finca de La Viña, en su parte S donde el berrocal acaba, poco antes de llagar al río Magasca.

El terreno es semejante a los mencionados, quizás algo más arbolado de encinas; los granitos ocupan mayores volúmenes que por el E y el escobar más tupido. Semejante es también el aprovechamiento económico. Existe una excelente fuente natural en las proximidades del río Magasca en su margen derecha frente a la desembocadura del arroyo Mordazos y en torno a ella un humedal algo más amplio que el del arroyo de la Luz.

Para visitar el único sepulcro que nos ha llegado debemos marchar por el cordel que tras dejar la vieja ermita de Santa Ana se dirige por el río Magasca hacia el S. La finca de La Viña se extiende por toda la parte derecha poco después de dejar el cruce con la autovía de Extremadura; poco antes de llagar al río existe una puerta que comunica mediante un camino, con otra entrada de la misma finca situada en el W de la misma finca, cerca de la autovía y a una altura semejante. Tomemos este camino y a 400 pasos de la puerta cercana a la autovía debemos serpararnos hacia el berrocal 20 pasos;allí se encuentra este maltratado monumento.

J-1. La Viña I.- Se localiza en torno al punto geográfico determinado por una latitud de 39º 25´ 34´´ y longitud de 5º 52´ 34´´ del mapa 1/25000, hoja nº 705-II denominada Trujillo. Instituto Geográfico Nacional, edición de 1996.

Este monumento no se encuentra en su posición primitiva ya que con las obras de la autovía fue caprichosamente arrancado de su ubicación primitiva, estaba unos m más al N y en otra posición; también fue desprendida por efectos de la máquina parte del espacio superior derecho lo que ha traído una perdida de profundidad por ese lado.

Actualmente tiene una orientación de 350º NW – 170º SE. Su longitud es de 1,85 m; el ancho mayor de 0,58 m está en el NW y el menor de43,5 m en el SE. Tiene dos cabeceras y presenta una altura sobre el suelo de unos 0,43 m. No posee moldura pero si está la superficie superior bien alisada.

YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS CERCANOS A LA ZONA J

Existe un yacimiento romano de cierta extensión a menos de 500 m, en la margen derecha del arroyo Mordazos, poco antes de desembocar este en el río Magasca, En él se observan restos de cerámica características y en la década de 1970 – 80 aparecieron numerosas inscripciones publicadas por Miguel Beltrán Lloris y que los antiguos dueños de la finca se negaron a entregar al museo provincial. En sus manos deben haberse perdido o al menos no están en su lugar. Posteriormente hace un par de años existieron señales en el yacimiento de haber sido expoliado mediante detectores de metales.

ANEXO

ZONA K

graf13Posteriormente a la presentación del trabajo que estudia las sepulturas anteriores hemos tenido la suerte de localizar por varios fuentes de información, otros cinco sepulcros que hemos dividido en tres zonas las cuales añadimos en este anexo por no alterar la organización del trabajo.

Esta es la Zona situada más al N del berrocal del berrocal. Se localiza cerca del esquinazo NW de la denominada cerca Redondon pero es difícil dar con ella dada la fragosidad de la humbría donde se halla. Su situación no está lejos del cordel, calculamos a unos 300 pasos y a unos 800 del muro lindero por el N. Nos fue anunciada por D. Miguel Villa Palacios quien nos acompañó a su localización.

La sepultura de la cerca de Redondo

A-I. Redondo 1.- El punto geográfico que ocupa está próximo al determinado por las coordenadas: latitud 39º 32´15 ´´ y longitud 5º 53´20´´ del mapa 1/25000, hoja 679-IV denominado Aldea de Trujillo (Aldea del Obispo); edición 1996.

Se realizó sobre una roca de 1,48 m de alta; su orientación es de 70º NE-E y 250º SW-W. Tiene doble cabecera, muy anchas y superficiales.Su largo interior máximo es 1,85 m; el ancho mayor es de 0,55 m y la profundidad es de 0,41 m. El plano superior fue rebajado cerca de la esquina NW y presenta un tosco orificio en el centro del fondo de la parte SW-W. Aunque muy irregular presenta una moldura cuyo ancho está en torno a los 19 cm.

Hacia el SE de esta tumba se observan algunos restos de construcciones de escasa personalidad y pobre apariencia. No hemos localizado en las proximidades ningún manantial de agua.

ZONA L

graf14Agradecemos a los dueños de la finca y a D. Tomás Sánchez Mateos las facilidades dadas para la localización de este pequeño grupo de sepulturas.

Se encuentran situadas en la finca denominada la Breña, cerca de los límites del berrocal en su caída hacia el E. La primera no presenta grandes dificultades de localización como veremos en cambio la segunda presenta mayor problema debido a la abundancia y densidad de granito con formas poco significativas en sus inmediaciones.

Las sepulturas de La Breña

L-1. La Breña I.- Su situación está próxima al puntogeográfico de terminado por una latitud de 39º 39´ 40 ´´ y una longitud de 5º 54´10´´ del mapa 1/25000, hoja 705-II, denominada Trujillo, Instituto Geográfico Nacional, Edición 1996. Su localización es fácil, como ya hemos dicho, pues se sitúa en el lado derecho del camino que sube desde la casa de la finca hacia la parte superior, está muy próxima a una de las torretas de alta tensión, la tercera de la finca contando desde el N, justo en el lugar de cruzarse el tendido con el camino.

Se realizó en una roca de granito de unos 0,60 m de alta de forma prismática de esquinas reondeadas. Su orientación es muy próxima al N-S. Posee doble cabecera inferiormente sin concluir, parece mejor acabada la de la parte S; el ancho interior oscila entre los 0,50 m del S y los 0,46 m del N; el largo mayor es de 1,80 m y su profundidad es muy significativa ya que tiene su máximo al S con 0,26 m y al N solamente tiene 0,13 m lo que nos confirma su estado inacabado. Esta sepultura se encuentra desbastada en su parte externa, excepto una corta superficie inferior del lado W; se dejaron unos laterales de solo 0,10 m de anchos. También es evidente una rotura de unos decímetros de extensión en el lateral superior del lado E.

Se trata de la construcción de un sarcófago que fue abandonado en el lugar de su construcción por rotura del mismo en un momento tardío de su vaciado.

L-2. La Breña II.- Algo más difícil resulta precisar la situación geográfica de esta segunda pieza como ya se insinuó. Aproximadamente el punto geográfico se encuentra determinado, en el mismo mapa, por una latitud de 39º 29´53´´ y una longitud de 5º 54´ 06´´.

Igualmente que la sepultura anterior presenta externamente una clara tendencia a la forma prismática, bien labrada hasta los 0,20 m de la parte superior e inferiormente a esta medida apenas si está desbastada. El vaciado interior de la roca ha determinado unos laterales de 0,10-0,12 m de ancho, como en el caso anterior un ancho más bien escaso; hay una gran rotura en el lateral superior W acompañada de un profundo racheado que divide en sentido transversal a este monumento. La orientación de esta nueva sepultura es de de 70º NE-E y 250º NW-W. Presenta cabeceras inconclusas en sus partes inferiores; su ancho interior oscila entre 0,52 m y 0,38 m; el largo máximo interior es de 1,54 m y la profundidad máxima es de 0,38 m y el ancho oscila entre los 0,52 y 0,38 m.

Por lo mencionado podemos afirmar que se trata de otro sepulcro inconcluso, abandonado posiblemente por rotura de una de sus estrechas paredes. Parece que esta costana fue una cantera para realizar numerosas excreciones de granito con vistas a la construcción, una de ellas fue, sin duda, esta parcela del suceso funerario.

ZONA LL

graf15Esta zona está cercana al barrio de Huertas de Ánimas. Se localiza en la salida NW en la calleja que, paralela a la carretera de Plasencia, parte hacia la finca comunal de la Dehesilla, a la izquierda, sentido N y poco antes de cruzar el cordel.

Las sepulturas de la cerca del Pozo

Ll-1 Pozo I.- La roca soporte se localiza en una pequeña solana que, cerca de su pared N, tiene la cerca señalada en el mapa, la segunda antes de llegar al cordel y a unos 30 pasos del lindero con la calleja. No podemos decir que el volumen logrado en esta roca de granito sea una sepultura, al menos no lo es de manera totalmente concluida.

Su localización geográfica está muy próxima al punto determinado por las siguientes coordenadas: latitud 39º 29´25´´ y longitud 5º 52´50´´ de la hoja 705-II, denominada Trujillo y editada en 1996 por el Instituto Geográfico Nacional.

Orientada claramente de E a W, externamente no presenta regularidad aunque hay un inicio de alisamiento superior y una alteración granulosa en el ángulo SW superior. El volumen logrado tiene de largo 1,62 m, su ancho es de 0,63 m y la profundidad oscila entre los 0,32 m de la parte N y los 0,16 m del S; el hecho de no contar con cabecera y su escasa profundidad nos inclina a pensar que no se llegó a utilizar por alguna causa que desconocemos o que tal vez su realización no obedeció a ninguna finalidad funeraria.

Ll-2 Pozo II.- No creemos oportuno dar la situación geográfica de Pozo I y Pozo II dada su proximidad al anterior. Debemos torcer a nuestra izquierda, una vez pasada una pequeña puerta que hacia el W tiene esta cerca; divisaremos muy cerca, en el centro de la pared que se dirige al S un pozo, con su arbolito, y bajo el la inconfundible forma prismática de esquinas redondeadas de un bien cuidado sarcófago.

Se construyó en granito y presenta una altura exterior de 0,73 m. Su orientación actual es muy próxima al N-S magnético. Presenta en la parte N y S dos pequeñas roturas en la parte superior que han sido reparadas cuidadosamente con cemento. Posee una sola cabecera al N y es bastante acusada la forma poligonal del cuerpo. La longitud máxima externa es de 2,10 y la interior de 1,75 m; su ancho exterior máximo es de 0,87 m y 0,54 m en el interior y su profundidad ronda los 0,38 m. Por lo general el ancho de la pared es 0,17 m. Este monumento debió de ser reubicado cerca del pozo para darle una finalidad diferente a la funeraria; aunque no hemos buscado con minuciosidad en sus proximidades, no hemos localizado otros restos que los que enunciamos al hablar de la zona de La Mora, inmediata por el N.

RELACIONES

Nuestro trabajo quedaría algo incompleto si silenciásemos los trabajos de J. A, Ramos Rubio sobre este mismo tema. En el primero (Ramos, 1998) posee un breve contenido con el que se pretende realizar una breve reseña periodística con el fin de acercar al tema a sus posibles lectores. En el segundo (Ramos, 2002) añade poco a lo ya expuesto en su anterior trabajo introduciendo localizaciones poco claras y generalizando en los datos lo que comunica escasa precisión.

CONCLUSIONES

Por lo expuesto se deduce que cada tumba tiene su gestación. Se comenzarían con la elección del lugar, que ni en su orientación ni soporte hay uniformidad ya que unas fueron realizadas algo apartadas, centradas en pequeñas llanuras, cual es el caso de La Mora III y La Dehesilla I; para otras se eligió un soporte algo elevado en una suave solana -Doña Juana I-; pero la mayoría no parece que sus realizadores tuviesen estos sentimientos poéticos para su última morada y escogieron unas rocas normales incluso inapropiadas a nuestro parecer para este tipo de monumentos. Los primeros pasos debían comenzar por el trazado rectangular que ocuparía el vaciado representado en La Costera II; estas primeras andaduras posiblemente no se realizaron en todas, ya que algunas están conseguidas de manera bastante irregular e incluso se observa el abandono por error en sus primeros cálculos –La Costera II-.

No sabemos si los autores serían profesionales desde luego sí tenían pericia en el manejo de las herramientas; la mano de algunos se ve en más de una tumba generalmente de la misma zona o de zonas próximas ya que presentan unas características personales que les denota pues dejaron a veces su forma inconfundible de operar. Hay unas que presentan paredes ligeramente curvas hacia uno de los lados como traducción de la falta de movilidad del cantero en el trabajo utilizando el cuerpo y las manos, en buena medida, como si fueran un compás -La Mora VI y VII; Santa Rosa I y La Luz I.; En otras ocasiones el trazado de la cabecera se realiza de forma partícular e idéntica en un par de tumbas –La Mora VI y VII-. Otras denotan un olvido que se soluciona finalmente de forma precipitada y de mala manera –Costera I-; otras un añadido –Casilla VIII-.

Una vez concluido el sepulcro el vaciado de la piedra realiza plenamente su función, esto es recibir el cadáver o los cadáveres, comenzando a ser también parte del recuerdo del personaje. Después se sellaría la tumba de forma que como veremos nos resulta poco conocida y sería recordada diariamente por sus allegados que morarían allí mismo a unos metros, ello denota posiblemente unos lutos rigurosos con una memoria duradera del difunto alimentada diariamente por la presencia de su tumba y posiblemente algún ritual que de momento deconocemos.

Decíamos que un problema por resolver es el sellado final de estas tumbas. En algunas resulta fácil descartar el empleo de una losa rectangular ya que carecen del adecuado alisamiento y nivelación superior, en otras su disposición parece acercarse más a esa forma de cubierta. No obstante la ausencia en ellas o en sus inmediaciones de fragmentos de rocas bien labradas, de forma prismática, que destacarían en el entorno por su regularidad; añadamos que tampoco esos restos materiales aparecen entre las edificaciones asociadas a los viejos poblamientos inmediatos tales como chozos, zahurdas, pajares etc todo esto nos aconseja de momento desechar esa modalidad de acabado.

La tumba denominada Casillas VIII presenta unos materiales asociados singulares dentro del panorama local que estudiamos. Estos están formados por pequeñas piedras -granitos y un corto número de pizarras planas, tierra y fragmentos de cerámica, en su mayoría toscos, gruesos, correspondientes a paredes de grandes objetos: tanto recipientes de almacén como tejones; entre ellos no se observan tégulas. Sobre todos estos materiales, en el exterior de la parte superior, una piedra irregular, de buen tamaño -la moverían dos o tres hombres- se apoya fijamente de parte a parte en ambos laterales. Es posible que el resto de la superficie de la parte superior estuviese completado con otras rocas semejantes; bien acuñadas con otra menores y tierra formarían un pequeño túmulo y completarían la función del sellado.

Finalmente hay que hablar de su desaparición. Las explotaciones, sus caseríos, casi siempre humildes, y las tumbas fueron abandonadas; las alimañas con mayor o menor inteligencia carroñearon a su antojo. Comenzó su imparable declive hacia otra cosa cerca ya de la nada del no ser lo que otro quiso que fuera, del recuerdo humano, ya tan lejano. Unas arrancadas, esperan en algún museo; otras fueron destruidas inmersas en el odio religioso contra “el moro”; a otras se las buscó una nueva utilidad como pilas para apacentar al ganado o darles de beber…la mayoría están intactas, duermen el sueño de los justos esperando una maquinaria pesada que las triture, despedace y aplaste. Este peligro, próximo, fue el último motivo que nos llevó a conservar su memoria a través de estos Coloquios.

Creemos que todos estos sepulcros pertenecen a una misma tipología (González, 1990): se intentó conseguir un vaciado prismático de tendencia rectangular y se consiguió un acabado con variaciones e irregularidades propias más bien de la indiosincracia del cantero. En ellos se traza por lo general una parte unos centímetros más ancha que la otra -en una ocasión esta diferencia es acusada por tratarse de una tumba individual –La Mora V-; en la parte más ancha se realiza la cabecera pero en la mayoría se realizan dos cabeceras opuestas y en ocasiones la segunda con graves irregularidades –Casilla VIII y Costera I-. Finalmente son numerosos los que se adornan simbólicamente con una recta moldura en su intento de acercarse a los sarcófagos prismáticos rectangulares; otros se alisan y en algunos se queda la roca como está.

Cronológicamente nuestro trabajo deja pocas dudas sobre la utilización de la mayoría de estas tumbas en época romana debido a la cercanía de los yacimientos con los que las hemos relacionado. Posiblemente en una época imperial tardía, cuando la ruralización fue más acusada.

Nos llama la atención el minifundismo agropecuario de carácter familiar que parecen traducir el estudio somero de estas zonas aunque no descartamos otras actividades; su posible pobreza representada en los escasos y pobres materiales observados aunque ignoramos muchas otras características del mismo que nos gustaría conocer y que debería afirmarse con la excavación de algunos.

Como más probable su desaparición sería debida a la imposibilidad de continuar con el tipo de economía que tuviesen, quizas debido a una época de inestabilidad continuada propia de los finales del Imperio Romano, muy cercanas ya a la época de las invasiones o a otra razón que nos resulta desconocida.

Otro aspecto a tener en cuenta es su corto número con relación a cada yacimiento lo que indica que la relación economía-creencia que motivo la realización de estos monumentos en este medio duró poco tiempo -pensamos que no más de medio siglo- y que los individuos que la utilizaron fueron pocos, debieron ser grupos familiares, pues no se comprende bien la imposición minoritaria de la presencia diaria de sus enterramientos a los demás individuos del poblamiento y que estos lo toleraran de buen grado.

Cabe señalar la presencia de otro corto número de yacimientos romanos, en apariencia externa semejante, que no parece que dieron sepultura a sus difuntos de la misma manera ya que, en sus inmediaciones no aparecen este tipo de tumbas.

BIBLIOGRAFÍA

  • Almagro Gorbea, Martín (1995): Las necrópolis de Ampurias. Barcelona, vol II
  • Caballero Zoreda, Luis (1970): Alconetar en la Vía de la Plata, Garrovillas (Cáceres). E. A. E. Nº 70. Madrid.
  • González Cordero, Antonio (1990): Los sepulcros escavados en la roca de la provincia de Cáceres. Jornadas Internacionales: Los visigodos y su mundo. Arqueología, Paleontología y Etnografía, nº 4. Madriod.
  • Ramos Rubio, José Antonio (1998): Tumbas altomedievales en Trujillo. Revista de fiestas de La Piedad. Trujillo (Cáceres).
    (2002): Tumbas antropomorfas en Trujillo. Alcántara, 57. Diputación de Cáceres.

DOCUMENTACIÓN GRÁFICA:

ZONA A
a1Peral I a2

Peral II

a3

Peral III

a4

Costera I

a5

Costera I I

a6

La Casita I

a7

La Casita II

ZONA B
b1

Doña Juana I

b2

¿Casilla I?

b3

¿Casilla II?

b4

¿Casilla III?

b5

¿Casilla IV?

b6

Casilla V

b7

CasillaVI

b8

CasillaVII

b9

CasillaVIII

                                                                                ZONA C

c1

Torreaguda

d1

Pilitas I

 

ZONA D

d2

Canalizo I

ZONA E
e1

Mora I

e2

Mora II

e3

Mora III

e4

Mora IV

e5

Mora V

e6

Mora VI

e7

Mora VII

e8

Mora VIII

ZONA F
f1

Pajar I

f2

Pajar II

f3

Pajar III

f4

Dehesilla I

ZONA G
g1

Santa Rosa

g2

Santa Rosa I-a

g3

Santa Rosa II

ZONA H
h1

Ángeles I

h2Los Ángeles II
ZONA I i1

Carneril I y II

ZONA J ZONA K
j1

LaViña I

k1

Redondo I

ZONA L
l1

Breña I

l2

Breña II

ZONA LL  ll1

Pozo II

Oct 012004
 

Antonio Luís Rol Benito.

INTRODUCCIÓN

Constituyen los centenarios de acontecimientos relevantes, especialmente cuando están relacionados con la biografía de personajes destacados, la ocasión ideal para acercar la historia a una sociedad mucho más preocupada por una actualidad siempre cambiante. Ocurrió, coincidiendo con el cambio de siglo, con Felipe II y Carlos V, y vuelve a suceder ahora con la figura no menos significativa de Isabel la Católica. Sin duda el reinado de Isabel sigue despertando un gran interés, suscitando un continuo debate entre los especialistas debido a las consecuencias que tuvieron muchas de sus decisiones, algunas de ellas de gran actualidad, como tendremos ocasión de comprobar.

Un aspecto considerado prioritario por Isabel fue la administración de justicia. Sobre la base de una justicia eficaz desarrolló la Reina buena parte de su actuación política, siendo un aspecto fundamental para consolidar la mayoría regia sobre una nobleza que, hasta entonces, había disputado el poder político a la monarquía. Este es el argumento principal del presente trabajo: la Reina Isabel consiguió mantener la preeminencia conseguida tras el término de la guerra con Portugal gracias, en buena medida, a la importancia que adquirirán a partir de entonces los tribunales de justicia, y con ellos juristas y burócratas.

Pero hay otro punto que merece una especial atención, cual es que el reinado de Isabel se encuentra enmarcado en un periodo de transición, a medio camino entre dos tiempos históricos. Es por esto por lo que la importancia de sus decisiones no pueden ser medidas únicamente durante el periodo vital de la propia reina, siendo necesario ampliar el marco cronológico del trabajo tanto al periodo precedente, en el que tiene lugar la lucha entre la nobleza y la monarquía por el poder político, como a los momentos posteriores a la muerte de Isabel, cuando se alcanzó y consolidó el nuevo equilibrio favorable a la monarquía, especialmente durante los Austrias Mayores.

Una vez concretada la cronología, falta por definir el contexto geográfico en el que se centrará el estudio y en el que se podrán investigar los diferentes aspectos del reinado de Isabel la Católica. Tal contexto no puede ser otro que todo el ámbito peninsular, y especialmente en el reino de Castilla; sin embargo, para profundizar aún más en las cuestiones que se plantean la atención se centrará en la villa extremeña de Garrovillas de Alconétar, cuya jurisdicción pertenecía al noble linaje de los Enríquez de Guzmán, en su calidad de condes de Alba de Liste. La condición señorial de la villa es fundamental para este trabajo, como tendremos ocasión de comprobar.

NOBLEZA Y MONARQUÍA. LA LUCHA POR EL PODER POLÍTICO

Permítaseme utilizar la expresión de L. Suárez[1], a quien se acude en las siguientes líneas para conocer la lucha por el poder político entre la monarquía y la nobleza durante el siglo XV. La llegada en la dinastía Trastámara en el siglo XIV supuso un acrecentamiento del poder monárquico, con un programa basado en la supremacía regia con el apoyo de una nobleza fuerte. En el primer caso, tuvo lugar una profunda reforma de las instituciones, creándose unas nuevas pautas para el funcionamiento de la Cancillería, y sobre todo creándose la Audiencia (1371), tribunal supremo de causas civiles, y el Consejo Real (1385), para causas penales y como organismo de control del resto de oficiales. Junto a las medidas políticas llegaron las hacendísticas, con la consolidación de un nuevo sistema hacendístico que se mantendrá en sus líneas maestras durante toda la Baja Edad Media[2]. También las Cortes adoptaron un nuevo diseño, siendo convocadas según la voluntad real y con tres funciones esenciales: el voto de nuevos impuestos, la sucesión y promulgación de leyes.

Respecto a la nobleza, Enrique II tuvo el acierto de no castigar al sector que había apoyado a Pedro I, y accedió a consolidar a este grupo social hasta convertirlo en la élite de la sociedad. Las famosas «mercedes enriqueñas» supusieron un importante aumento de los señoríos y de las rentas de los linajes. Pronto los más altos representantes de cada Casa empezaron a ocupar puestos destacados en la administración, dominando especialmente el Consejo Real. Pronto surgieron facciones y partidos que lucharon por el poder, frenando de este modo el crecimiento del poder real hasta tal punto que reyes y herederos eran unos peones más dentro de una partida jugada por los nobles entre sí. Fernando de Antequera, Álvaro de Luna, Beltrán de la Cueva, Juan Pacheco, Miguel Lucas de Iranzo, todos nombres de los nobles que, cada uno en su momento, dominaron la voluntad real, todos con sus aliados y, por supuesto, con un partido enemigo; sin excepción, cuando uno de estos líderes caía en desgracia, el bando emergente procedía a repartir los despojos de los vencidos, volviendo a activar de esta manera el mecanismo de nuevo. Cada uno de ellos se veía en la necesidad de promocionar a sus aliados y debilitar a los enemigos, pero sin eliminarlos completamente, pues al fin y al cabo todos eran parte de un mismo grupo social.

Esta situación alcanzó su cenit en la década de los sesenta. Ante la debilidad demostrada por Enrique IV, y la incertidumbre que creaba la sucesión a la corona, el bando contrario a los intereses del rey llegó a deponerle en efigie en la Farsa de Ávila, en 1465; no se podía llegar más lejos. En 1474 los ingresos de la corona llegaban para cubrir a duras penas los gastos propios de su posición.

Los Enríquez de Guzmán forman parte de todo cuando se viene hablando. Enrique Enríquez era hijo del Almirante Alfonso Enríquez, quien entroncaba con la familia real por vía ilegítima. Su posición respecto a las luchas venía marcada por su hermano Fadrique, quien había heredado el almirantazgo y el mayorazgo más importante de la casa, que tenía en Medina de Rioseco su posesión más preciada. En 1459 consiguió del rey el título de conde de Alba de Liste[3], y su matrimonio con una hermana del duque de Medina Sidonia, María de Guzmán, supuso un importante aumento de las rentas de la casa, pues aportó como dote, entre otros bienes, la villa de Garrovillas de Alconétar.

La situación a la llegada de Isabel al trono, tras el convulso periodo de la sucesión, debido a la guerra con Portugal y a las dudas sobre su legitimidad, era ciertamente caótica. Acabado el tiempo de la guerra, llegó el momento de empezar las reformas.

EL REINADO DE ISABEL

Será imposible saber a quién se debe cada una de las realizaciones políticas que se llevaron a cabo durante el reinado de los Reyes Católicos, pues desde el principio Isabel y Fernando actuaron con los mismos poderes, y la capacidad política del rey aragonés queda fuera de toda duda[4]. Sea como fuere, lo cierto es que durante el reinado de Isabel se tomaron decisiones que tuvieron una honda trascendencia posterior.

En primer lugar, y tras vencer al enemigo portugués hubo que llegar a una conciliación con aquel sector de la nobleza castellana que había provocado el conflicto: los Stúñiga, Pacheco, Téllez Girón, Álvarez de Sotomayor y algunos otros linajes menores. Sin embargo, una vez vencidos los nobles recibieron un trato diferente al que había sido la tónica durante el siglo XV: nada de represalias a los sublevados, ni tampoco grandes mercedes para los propios partidarios. Un ejemplo claro de esta política es el trato que recibió Alfonso de Fonseca, arzobispo de Santiago y firme defensor de la causa isabelina en Galicia, quien a pesar de sus esfuerzos recibió como recompensa la presidencia de la Audiencia de Valladolid, en otras palabras, honor e influencia, pero nada de nuevas villas o rentas como antaño. Hasta el marquesado de Villena, principal enemigo de Isabel, fue respetado.

Una vez sofocados los últimos rescoldos de la rebelión en Extremadura y Andalucía, llegó el momento de acometer las reformas que convertirán el reinado de los Reyes Católicos en tema de continua reflexión para los historiadores. Hay que advertir que los Reyes Católicos, al rediseñar el entramado institucional, no fueron grandes innovadores, sino más bien continuadores de la política marcada ya desde los primeros representantes de la Casa Trastámara. De este modo se llevó a cabo un reforzamiento de los organismos de gobierno de la monarquía, y en primer lugar el Consejo Real, que tras las Cortes de Toledo de 1480 pasó a componerse en su mayor parte de letrados y expertos en leyes hasta en número de ocho o nueve, frente a los tres miembros pertenecientes a la nobleza y a un único miembro del estamento eclesiástico.

Las Cortes perdieron peso dentro del entramado institucional. Tras las convocatorias de Madrigal en 1476 y Toledo en 1480 destinadas a reorganizar el reino, no fueron convocadas con excesiva frecuencia, toda vez que los Reyes contaban con otras vías de comunicación con la comunidad política castellana, cuales fueron la Santa Hermandad, una suerte de policía interior que logró pacificar el interior del reino, y la extensión del sistema de corregidores, también hombres de leyes en su mayor parte, que fue utilizado para acabar con los últimos reductos de libertad de los municipios. No faltaron tampoco las reformas en la Hacienda: restauración del patrimonio real, con la «Declaratoria de juros» como mejor ejemplo, y obtención de nuevos ingresos, como los «servicios» de la Hermandad o la consolidación de otros impuestos de carácter extraordinario[5]. La Contaduría sería a partir de ahora el organismo encargado de vigilar un correcto funcionamiento de la hacienda regia.

LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA Y LA NOBLEZA

En efecto, desde la llegada de Isabel al trono la administración de justicia cobra una dimensión especial, hasta el punto de ser considerada, junto con la política exterior y el ejército, como la base sobre la que se construyó el Estado Moderno[6]. Sus intenciones al respecto quedaron suficientemente claras en las Cortes de Madrigal y Toledo:

«…Y como Él hizo sus vicarios a los reyes en la tierra e les dio gran poder en lo temporal, cierto es que mayor servicio aberá de aquestos e mas le son obligados que aquellos a quien menor poder dio. Y esta obligación quiere que le sea pagada en la administración de justicia, pues para esta les prestó el poder…»

«…Y creyendo y conociendo que en esto se fallara Dios de nos sevido y nuestros reynos y tierra e pueblos que nos encomendó aprovechados y bien gobernados, tenemos contino pensamiento e queremos con acuciosa obra esecutar nuestro cargo faciendo e administrando justicia. Lo cual como sea obra e edeficio grande ha menester regla que vaya derecho e su fin se enderece a Dios (…) e esta regla es la ley…«.[7]

La idea queda clara. No debe extrañar pues que también la Audiencia -Chancillería-, con sede en Valladolid, recibiera un nuevo cuaderno de ordenanzas, y se vio descargada de parte de sus responsabilidades al crearse otro alto tribunal que se encargaría de las causas civiles de las localidades ubicadas al sur de la línea marcada por el Tajo, con sede en Ciudad Real y, desde 1505 en Granada[8]. En 1476, cuando aún no había terminado la guerra, los representantes de las ciudades pidieron a los Reyes que se ocuparan aquellos puestos que se encontraban vacantes en la Chancillería y en el Consejo Real, los principales tribunales del reino, y que se subiera el salario de los jueces que allí fueran nombrados[9]. Los Reyes aceptaron esta petición de los procuradores, pero tanto la petición como la respuesta parecen enormemente significativa de la situación en que se encontraba la administración de justicia antes del periodo isabelino, así como de la intención de los Reyes al respecto.

Será mediante el uso de su «mayoría de justicia» como los Reyes traten de consolidar los avances obtenidos tras la victoria en la guerra contra el portugués y las reformas de las Cortes de 1476 y 1480. Los Reyes decidieron incluso atender personalmente estas funciones todos los viernes de cada semana[10] y, en verdad, no les faltó trabajo, pues muchos de los pleitos en los que intervinieron cuestionaban la estabilidad del reino y el delicado equilibrio entre nobleza y monarquía; se trata de los pleitos relacionados con la sucesión en mayorazgos.

En efecto, a pesar de que la sucesión por vía de mayorazgo era ya un procedimiento legal extendido y apoyado desde la monarquía, los pleitos relacionados con la sucesión de importantes señoríos no faltaron durante el reinado de Isabel; pleitos, además, que se encontraban agravados por los continuos enlaces matrimoniales entre los diferentes linajes, de manera que la muerte sin descendencia del titular de un señorío podía suponer que todo un Estado pasara a engrandecer a otro linaje, lo que podría significar la ruptura del equilibrio de fuerzas logrado tras la guerra de los años setenta. Veamos algunos ejemplos: la voluminosa herencia de Álvaro de Luna, el enfrentamiento entre los Álvarez de Toledo y los Zúñiga por el señorío de Miranda del Castañar[11]. Quizá el más grave tuvo lugar en Galicia, donde el conde de Lemos, Pedro Álvarez de Osorio, había muerto sin descendencia masculina por lo que, a pesar de tener varias hijas, decidió legitimar a su nieto natural Rodrigo Enríquez Osorio. Adjudicar la herencia, al menos los mayorazgos, a las hijas de don Pedro suponía ampliar otras Casas, en concreto, las de Benavente con su titular Rodrigo Alfonso Pimentel, y las de Treviño, con Pedro Manrique, quienes no tardaron en reclamar la herencia. Por si fuera poco, la villa de Ponferrada reclamaba su paso al realengo. Isabel decidió entonces nombrar al almirante y al marqués de Astorga para que, como jueces árbitros, dictasen una sentencia que fue la siguiente: Rodrigo sería conde de Lemos, pero debería pagar a las hijas su parte de la herencia, lo cual a su vez suponía numerosas deudas, por lo cual Ponferrada quedaría en depósito. Esto no significa más que los Reyes acabarían pagando la suma correspondiente a las hijas. Rodrigo, insatisfecho, se levantó en armas en Ponferrada; tuvo que capitular, sin que los Reyes modificaran la sentencia[12].

No se habla, pues, de una cuestión baladí[13]. El condado de Alba de Liste no escapó a esta difícil situación. A finales del siglo XV el condado se veía enfrascado en dos pleitos relacionados con herencias y sucesiones[14]: el primero, por el derecho de Diego Enríquez de Guzmán, aún menor de edad, a la sucesión nada menos que al ducado de Medina Sidonia, al que tenía derecho por su abuela, María de Guzmán; el segundo, tenía que ver con la inclusión de la villa de Garrovillas y su tierra en el mayorazgo de Alba de Liste, al que Pedro Enríquez, tío de Diego, aspiraba. A continuación se verá cómo se resolvieron tan importantes causas[15].

Respecto a si Garrovillas era bien de mayorazgo o partible, es decir, si pertenecía a Diego o Pedro podía reclamar su derecho a la villa, fue el propio conde don Alfonso quien lo puso en mano de los Reyes antes de morir buscando justicia y previendo problemas en el seno de la familia. Isabel la Católica entonces mandó que Pedro fuera recibido en el Consejo y presentase todas las escrituras que estimara conveniente, tras lo cual se recuerda que todos los implicados aceptaron el testamento y mayorazgo del conde y de la condesa, que consintieron que se separaran ciertos bienes del mayorazgo, y que todas las partes implicadas sabían que el mayorazgo tenía el consentimiento de los Reyes. Así que los miembros del Consejo decidieron que

«…que con aquellas firmezas e clabsulas que quedaron e estavan vinculados los otros sus bienes e villas vasallos que dexo a vos el dicho conde por titulo de mayoradgo como sy la facultad real que para hazer el dicho mayoradgo hera menester e el poder de la dicha condesa aquí fuese encorporado e declaramos que la dicha villa de las Garrovillas e villas e lugares e vasallos e rentas e derechos e heredamientos que el dicho conde vuestro padre e la dicha condesa vuestra madre vos dexaron con el dicho titulo de conde de Alba de Liste e todo ello es llamado e preferido e todo ello pertenece por el dicho titulo e mayoradgo…»

El Consejo se limitó a adoptar el sentido común y hacer cumplir lo que contenía el testamento y mayorazgo del conde don Alfonso. Por esto no debe extrañar que la decisión del Consejo fuera que Pedro mantuviera aquellos bienes que se le adjudicaban en el testamento y mayorazgo:

«…la villa de Quintana con su fortaleza e tierra e juredición segund que agora la tiene e posee la dicha doña Teresa e la heredad e pan de renta que ay en Pajares e que sobre esto sabida bien la verdad e verdadero valor dello le cumplan fasta complimiento de quinientos mill mrs. de renta en juro e en otras heredades que lo valgan con tanto que entre en esto el juro de heredad que ay situado en el obispado de Çamora… «

Nada que objetar. Realmente la reclamación de don Pedro Enríquez sobre la villa de Garrovillas de Alconétar no tenía ninguna legitimidad; el testamento y mayorazgo eran lo suficientemente claro al respecto, y los Reyes no hicieron otra cosa después que confirmar la sentencia.

Más delicada era la cuestión en la que había que decidir la sucesión del ducado de Medina Sidonia, en posesión de la familia Guzmán. Era uno de los señoríos más importantes de la península, que abarcaba buena parte de las actuales provincias de Huelva y Sevilla, incluyendo entre otras las villas de Huelva, Ayamonte, Alfaraque, Valverde del Camino, Bollullos, San Juan del Puerto, Vejer, Chiclana y La Palma. Pues bien, el entonces conde de Niebla, don Enrique de Guzmán, dio a su hermana María de Guzmán como dote la villa de Garrovillas de Alconétar cuando contrajo matrimonio con el primer conde de Alba de Liste, don Enrique Enríquez. A don Enrique de Guzmán le sucedió su hijo Juan, quien murió sin descendencia, heredando el ducado una línea ilegítima. El conde don Alfonso inició el pleito ya en 1485, y no se sentenció de manera definitiva por los Reyes hasta 1500. Don Alfonso argumentaba que era su nieto don Diego el legítimo heredero por su bisabuela María de Guzmán, y no le faltaba razón. Sin embargo, para los Reyes entregar el ducado de Medina Sidonia hubiera sido una decisión muy arriesgada, por trastocar el complejo equilibrio de poder que se tramaba en torno a Sevilla, donde esta Casa mantenía un duro enfrentamiento con los Ponce de León. Todavía más, si los Reyes entregaban el ducado a don Diego Enríquez convertirían un condado de segunda fila en uno de los señoríos más poderosos de Castilla, lo que a su vez suponía colocar, junto a Enrique Enríquez, mayordomo de los Reyes, y al poderoso almirante Fadrique Enríquez, a un miembro más de esta familia, Diego Enríquez, en primera fila de la nobleza castellana. Los Enríquez, que junto con el condestable Fernández de Velasco eran los únicos en disposición de convertirse en validos de los Reyes[16], tendrían señoríos repartidos por todo el reino, desde la Galicia hasta Andalucía. ¿Cómo hubieran reaccionado los miembros de las otras Casas? ¿No se corría el riesgo de revivir tiempos pasados?

Ante semejante perspectiva la Sentencia de los Reyes fue la de no entregar el ducado de Medina Sidonia, a pesar de la ilegitimidad de su titular. Obviamente había que compensar a don Diego Enríquez por la pérdida, pues de otra manera aparecería un fuerte resentimiento que tampoco convenía a los intereses de la monarquía; fue por esto que el conde de Alba recibiría a cambio de su renuncia treinta millones de maravedís, una cantidad fabulosa que recibiría en varios plazos[17].

De este modo se puede ver cómo la sólida posición conseguida por los Reyes tras los enfrentamientos bélicos de finales de los años setenta les permitió ejercer en la práctica, y no sólo en la teoría como hasta ahora, la función de arbitraje debida a su «mayoría de justicia» entre los linajes nobiliarios, al producirse «querellas, disputas y debates» entre ellos debido a la sucesión en los mayorazgos. Esta función ayudó a controlar a una nobleza recalcitrante sobre la que pesaba una inercia intervencionista y devoradora del patrimonio real , que hubo de sustituir el uso de la fuerza por los más sutiles caminos que marcaba el Derecho; los Reyes intervinieron en numerosas ocasiones en procesos que tenían que ver con la nobleza, pero el peso de las gestiones empezaba a ser soportado por el Consejo y las Chancillerías. Así, los ejércitos nobiliarios fueron poco a poco sustituidos por equipos permanentes de abogados presentes en los principales tribunales del reino, como tendremos ocasión de comprobar.

LOS PLEITOS ANTISEÑORIALES

Pero los señores de vasallos no se enfrentaron únicamente entre sí en los tribunales, pues la confianza que inspiraban las reformas que los Reyes Católicos realizaron en las instituciones del reino, y en especial su decidido apoyo a la administración de justicia, además de su sólida posición por encima de la nobleza decidió a muchas villas y lugares a llevar a demandar a sus señores. Esta posibilidad, en principio, no le había sido negada nunca a las comunidades campesinas, pero ¿podían confiar realmente en los tribunales del Rey?

Seguramente no. Ya hemos visto cómo la nobleza disputaba a la monarquía el poder político, recibiendo continuas mercedes en forma de villas y juros y títulos; cómo dominaban los principales órganos de gobierno del reino y en especial el Consejo Real; cómo la Chancillería y el Consejo tenían puestos vacantes y sus jueces recibían un salario insuficiente… Por si esto fuera poco, los titulares de los señoríos actuaron con entera libertad dentro de sus territorios presionando a sus vasallos, a veces violentamente, con el fin de controlar los gobiernos municipales y conseguir aumentar las rentas a ellos debidas. Muchos investigadores así lo mantienen; José L. Martín asegura que:

«(…) A lo largo del siglo XV las revueltas nobiliarias a escala nacional sirvieron o fueron utilizadas para afianzar el poder local de los nobles, que se hicieron conceder u ocuparon violentamente tierras de campesinos, de monasterios o del rey, usurparon la jurisdicción real y utilizaron su fuerza económica y política para aumentar su control de las ciudades, la autoridad sobre los campesinos y también sobre la pequeña nobleza que, ante la pérdida de valor de sus bienes y rentas, se vio sometida con mayor dependencia a las familias dominantes contra las que apoyaría, en ocasiones, a los campesinos sublevados».[18]

Como ejemplo representativo, cuando Alfonso de Torres, un representante de Beltrán de la Cueva en el ducado de Alburquerque, se sintió ofendido y agraviado por la actitud de su señor, no le quedó más salida que tomar las armas y fortificarse en el formidable castillo de esta villa pacense. Si hubiera recurrido a la mediación de Enrique IV o a los tribunales reales, ¿hubiera sido posible una solución contraria a tan poderoso señor?

El programa de gobierno de los Reyes Católicos disparó, indirectamente, la tensión entre señores y vasallos. Tras las Cortes de Toledo de 1480, que sancionaron un nuevo programa de gobierno en el que la concesión de nuevas mercedes ya no tenía cabida, la nobleza, que había hecho y deshecho a su antojo, se vio de pronto limitada a los señoríos que ya poseía, territorios sobre los que fijaron su atención por constituir la única posibilidad de expansión de unas rentas siempre insuficientes. Esta es una de las causas principales por las que los conflictos antiseñoriales se multiplicaron a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, pero no la única. Otro importante motivo por el que los señores hubieron de acudir a defender sus intereses a las Chancillerías y al Consejo fue la resistencia, muy duradera en el tiempo, de muchas villas a cambiar su jurisdicción del realengo al señorío, mutación que en no pocas ocasiones venía acompañada de reformas contrarias a los intereses de las oligarquías locales, que encontraron en Consejo y Chancillerías la mejor manera de defender sus intereses.

Para comprender mejor cuanto se viene defendiendo, vamos a profundizar en el estudio de un señorío extremeño que resulta ser un caso paradigmático pero en sentido negativo, por no presentar durante el reinado de Isabel y Fernando ningún enfrentamiento, judicial o no, entre señor y vasallos. Se trata del condado de Alba de Liste, que poseía la villa de Garrovillas de Alconétar y los lugares de Cañaveral, Hinojal y Santiago del Campo. Veamos las razones que explican el entendimiento que hubo entre ambas partes.

La villa de Garrovillas de Alconétar era territorio de señorío desde mucho tiempo atrás. En 1418 fue cedida, junto con el ducado de Alburquerque, a don Enrique, uno de los infantes de Aragón[19]; con posterioridad, perteneció a la familia Guzmán, condes de Niebla. Como ya se ha apuntado, el conde don Enrique de Guzmán se la entregó a su hermana María de Guzmán al casarse con Enrique Enríquez, primer conde de Alba de Liste, pasando a formar parte del mayorazgo principal de esta Casa al morir la condesa[20]. En esta villa, los condes tenían amplias facultades jurisdiccionales: nombraban a un corregidor entre personas de su confianza, y los oficiales del regimiento, elegidos mediante el procedimiento de personas dobladas, debían contar con el beneplácito señorial. También tenían la jurisdicción civil y criminal, alta y baja, con mero y mixto imperio; o lo que es lo mismo, la administración de justicia estaba también entre sus potestades.

Aún más. La definitiva fijación del poblamiento en la tierra, al desaparecer los pequeños asentamientos de Prescribán, Monrobel, Cabezón y Casasola en la segunda mitad del siglo XV, dieron a los titulares del condado la posibilidad de contar con otras tantas dehesas que se arrendaban a las poblaciones que permanecieron, y que les convirtieron en los mayores terratenientes en la comunidad de villa y tierra.

Por si fuera poco, el conde recaudaba en su beneficio todas las alcabalas y rentas reales debido a una concesión de Fernando el Católico como recompensa a los servicios prestados en la batalla de Toro[21]. Caso similar presentaban los diezmos debidos a la iglesia, que el conde recaudaba para sí debido quizá a una rémora de la época en que la villa fue templaria[22]. Como resultado, los diferentes señores de la villa recaudaban la nada despreciable cantidad de dos millones de maravedís en 1500[23].

La relación entre señor y vasallos fue reformada en 1482, una fecha muy significativa. En este año, el conde aceptó a retirar los cambios que deseaba introducir en el funcionamiento de los oficiales locales, en especial en el corregimiento. Desgraciadamente no dice en qué consistían tales novedades, pero no fueron del agrado de la oligarquía local, que consiguió que el conde don Alfonso las retirara. Pero al mismo tiempo, fijó de manera definitiva los derechos y deberes de cada uno de los componentes del cabildo municipal; o lo que es lo mismo, reguló de manera definitiva el funcionamiento del regimiento, que no sería modificado en lo sustancial en las siguientes décadas[24].

Sólo quedaba un cabo suelto: la percepción de las rentas. No hay que olvidar que la residencia del conde radicaba en Zamora, ciudad sobre la que aspiraba a ejercer un dominio absoluto similar al que los Fernández de Velasco ejercían en Burgos o los duques del Infantado en Guadalajara. Allí se encontraba también la tesorería general del condado. Para solucionar esta diferencia, se recurrió de nuevo a pactar con la oligarquía garrovillana: a cambio de suprimir unas obligaciones debidas al conde claramente anacrónicas, las rentas a él debidas serían llevadas por los vecinos de la villa hasta su residencia en la ciudad del Duero. Este compromiso, además, fue revisado varias veces en la primera mitad del siglo XVI, siempre de manera consensuada entre ambas partes[25].

Así pues, a unas desarrolladas prerrogativas jurisdiccionales se unió una no menos amplia capacidad fiscal, situación que era completada con una actitud tendente al consenso entre ambas partes, lo que explica que entre el conde y la comunidad de villa y tierra no existieran casi encuentros en los juzgados.

Pero los señoríos en la época de los Reyes Católicos no presentaban, por lo general, unas circunstancias tan ideales. La nobleza, siempre necesitada de recursos, deseaba ampliar las capacidades jurisdiccionales y económicas de sus señoríos, ante la imposibilidad de obtenerlo por la vía tradicional de las concesiones regias, lo que casi nunca fue del agrado de unos vasallos que, ahora sí, podían recurrir a los tribunales reales.

¿Cuál fue la actuación de Isabel y Fernando ante semejante problema? Los señoríos concedidos en el recién conquistado Reino de Granada, donde no había ni derechos ni usos de ningún tipo con anterioridad, nos permiten acercarnos a la política que los Reyes Católicos deseaban llevar a cabo con respecto a la nobleza. Según López de Coca Castañer[26], en los nuevos señoríos granadinos la nobleza contaba con la posesión de todas las fortalezas, el señoríos solariego de todo el territorio, la administración de justicia en lo civil y lo criminal, la posesión de todas las tierras comunales, el nombramiento de los oficiales del señorío y cualquier tipo de rentas, sobre todo las de origen musulmán. En otras palabras, los Reyes Católicos deseaban una nobleza fuerte, que contara con amplias potestades jurisdiccionales en sus dominios, aspecto de vital importancia debido a que suponía controlar el gobierno de los municipios y las oligarquías locales, aunque no se traducía en beneficios económicos. Y por supuesto una amplia base económica, costeada por los vasallos y que permitiera sufragar el «modo de vida noble» que de los titulares de cada señorío se esperaba.

Sin embargo, la prerrogativas señoriales no eran absolutas. Los monarcas también impusieron condiciones que salvaguardaban la autoridad regia en lo militar, al impedir la erección de nuevas fortalezas sin su consentimiento e imposibilitando la recuperación de tiempos ya pasados; y también en lo judicial, pues los tribunales reales mantenían su supremacía ante los tribunales señoriales, y los escribanos públicos, figuras de vital importancia para la justicia local, serían siempre escribanos públicos.

Queda clara, pues, la importancia que a la administración de justicia otorgaron los monarcas en su esfuerzo por doblegar a la nobleza. Reservar para los tribunales reales la posibilidad de apelar implicaba poder intervenir en el seno de los territorios señoriales, pudiendo ejercer, de nuevo, funciones de arbitraje y pacificación. Ninguna causa, independientemente de la gravedad de las cuestiones que hubiera que abordar, sería entonces rechazada en las Chancillerías, pues los pleitos ayudaban a consolidar a la Monarquía en su mayoría política.

Pero no hay que olvidar que hablamos de líneas maestras, no de realidades incontestadas. Lo cierto es que, estudiando casos concretos, los Reyes Católicos aplicaron estas directrices hasta donde les fue posible. Así, en el condado de Fuensalida, los vecinos de esta misma localidad acudieron a la Chancillería en una fecha bastante temprana (1477) para quejarse de ciertos abusos recibido de su señor, quien mediante violentos mecanismos de coerción consiguió controlar el nombramiento de funcionarios municipales, además de recibir de sus vasallos impuestos que nunca antes habían tenido que pagar. La decisión de la Chancillería supuso una reorganización del señorío: el conde tendría la posibilidad de nombrar hasta cuatro regidores, elegidos entre ocho candidatos, y se determinó la cuantía y la periodicidad de las cargas a las que los vasallos estaban obligados. Además, la sentencia incluía la abolición de impuestos similares a los que el conde de Alba de Liste renunció en Garrovillas de Alconétar en 1482, y una amonestación al conde por abusar de manera «tiránica» de sus vasallos, recordándole que debía acatar«las leyes y ordenanzas del reino» así como sus «usos y costumbres»[27].

Los juristas de la Audiencia, pues, consolidaron al conde un poder jurisdiccional que había sido obtenido por la fuerza tiempo atrás, otorgándole la posibilidad de crear entre las minorías dirigentes de la localidad una red clientelar afecta a sus intereses. También racionalizaron el sistema de impuestos que recibiría de sus vasallos, y por supuesto le recordaron la superioridad legal de la monarquía. Podría parecer que la sentencia es favorable a los intereses nobiliarios, lo cual es cierto; pero también lo es que alivió a los vasallos de una carga fiscal abusiva, y creaba un precedente de derecho sobre esta cuestión que el conde se vería obligado a respetar en lo sucesivo. Ninguna de las dos partes solía obtener una victoria completa en este tipo de pleitos.

El ejemplo que se acaba de exponer se repite en otros mucho lugares: en Lerma[28], en Peñaranda de Bracamonte[29], Galisteo[30], etc. No serían estos, sin embargo, pleitos antiseñoriales, por no estar en tela de juicio la jurisdicción de cada localidad; los vasallos únicamente piden que el correspondiente señor únicamente disfrutara de aquellos privilegios que le correspondieran. En otras ocasiones la jurisdicción sí se cuestionaba, siendo a veces la causa principal del recurso a la justicia. En estos procesos la oligarquía solía encabezar la causa local, sintiéndose amenazada por el paso a la jurisdicción señorial, como sucedió en Alburquerque en 1464, donde la oligarquía que monopolizaba el poder real cesó en su rebeldía cuando don Beltrán se comprometió a respetar los privilegios de la villa[31]. Ya vimos en el caso de Alba de Liste que los pactos garantizaban paz y orden público en los señoríos, pero ¿qué pasa si el descontento persiste? En estos casos, los pleitos suelen sucederse en el tiempo de manera indefinida, y con ellos la relación entre señor y vasallos. Esto es lo que sucede en Nájera[32], en Chinchón[33], en Ampudia, en Dueñas[34], en Medellín[35] etc. Durante el reinado de Isabel la Católica la actuación de la monarquía en estos casos fue siempre la de apoyar a la nobleza, toda vez que habían sido los propios reyes -da igual si ellos mismos o sus antecesores- quienes habían concedido la autoridad a los señores sobre la villa en cuestión. No podía haber marcha atrás sin menoscabo de la autoridad real, algo a lo que Isabel no estaba dispuesta, sin mencionar el más que posible desencuentro con el señor a quien se negarían aquellos mismos privilegios que se le habían concedido con anterioridad, problema que la reina deseaba evitar a toda costa.

La casuística en ambos casos es muy variada, dependiendo, según López-Salazar de «las facultades concretas recogidas en la carta fundacional en cada señorío, de la naturaleza del mismo, de la fecha de fundación, de que una de las partes logre probar posesión inmemorial o no lo logre, de que exista un pacto contractual por escrito, de cómo se interprete este y, también, por qué no, de lo eficaces y hábiles que sean los letrados de las partes[36]«, pero la tendencia es, en general, la misma: jurisdicción para la nobleza, fiscalidad razonable para los vasallos y superioridad jurídica y política para la monarquía. Así parece confirmarlo este mismo autor, quien sostiene que los pleitos sobre alcaldes mayores que se dirimieron en ambas Chancillerías durante el siglo XVI, especialmente en su primera mitad, fueron siempre ganados por el señor en cuestión; en cambio, las causas que tuvieron que ver con «agravios, abusos, alteraciones y capítulos» cometidos por la nobleza en sus señoríos, que también tiene lugar especialmente a principios de siglo, fueron ganados en su mayor parte por los vasallos. Los «aprovechamientos de dehesas y términos» presentan una disposición similar: los litigios provocados por la señorialización de una villa se resuelven manteniendo la situación anterior a dicho proceso, los provocados por el deseo por parte de un señor de obtener una participación superior a la que le corresponde suelen ser ganados por los vasallos, lo que explica que los señores acudieran en numerosas ocasiones a los tribunales por este motivo. Pero hablamos ya del siglo XVI, pues un siglo antes, como se ha visto con anterioridad, los señores jamás hubieran tomado la iniciativa de acudir a los tribunales para defender sus intereses. Mucho habían cambiado los tiempos, como comprobaremos más abajo.

Isabel y Fernando procuraron por todos los medios consolidar a la nobleza como estamento social privilegiado, debidamente jerarquizado y consolidado mediante el recurso al mayorazgo. Élite sí, pero sin disputar la preeminencia a una monarquía que, a partir de los Reyes Católicos, ejercerá su superioridad en lo político. Para ello, hubo que evitar la vuelta a los tiempos de Enrique IV, cuando los principales linajes nobiliarios, divididos en bandos o partidos, mediatizaban de manera definitiva la voluntad regia. Con este fin los monarcas tomaron diversas decisiones, como la de no castigar a la facción contraria tras el fin de la guerra, consiguiendo así su fidelidad y evitando la formación de nuevos partidos nobiliarios; cumplir los compromisos adquiridos durante el conflicto con personajes destacados; y sobre todo recurriendo a la mayoría de justicia que la monarquía ahora podía ejercer gracias a la reforma de las Chancillerías y el Consejo, sin olvidar su implicación personal en aquellos casos que así lo requerían. Las sentencias emitidas seguían unas directrices claras, que buscaban el evitar enfrentamientos entre diferentes Casas y una adaptación de los señoríos a los nuevos tiempos.

Cabría preguntarse si los Reyes pudieron aplicar siempre estas directrices. Ciertamente no, pues durante el reinado de Isabel la monarquía no podía permitirse contradecir a los grandes linajes del reino en cuestiones relacionadas con el gobierno de sus señoríos; tal es el caso de los Manrique y la actitud que mantenían en su villa de Paredes de Nava, cuyos vecinos acudieron al Consejo Real para quejarse de los abusos que recibían de su señor sin obtener respuesta[37]. No debe extrañar, pues Isabel no podía humillar a tan importante Casa, que la había apoyado desde el principio en su deseo de llegar al trono y que contaban con unos recursos inmensos. Además, otros grandes nobles podrían unirse a su descontento, resucitando épocas ya pasadas.

EN EL TIEMPO LARGO. EL LEGADO DE LOS REYES CATÓLICOS

La muerte de Isabel fue un duro contratiempo para la estabilidad política de Castilla, lo que prueba el prestigio que gozó en vida. El llamado «tiempo de regencias» fue observado por la nobleza como una oportunidad de sacudirse el control al que se hallaba sometida, razón por la cual apoyaron a Felipe el Hermoso frente a Fernando. La muerte del primero truncó toda posibilidad de vuelta al pasado, pero mostraba que la nobleza, al menos en sus filas más influyentes, todavía no compartía enteramente el proyecto monárquico.

Mientras, otras Casas menos destacadas entendieron antes que, además de la compra de nuevas villas y los matrimonios ventajosos, el servicio a la Corona era la vía más óptima para acrecentar el patrimonio; también es cierto que los Reyes promocionaron el ascenso de este grupo en lo posible. De nuevo hemos de hablar del condado de Alba de Liste, que mediante el servicio a la Monarquía consiguió, durante el periodo de los Austrias, numerosas mercedes: todos los derechos reales en sus señoríos, el regimiento perpetuo, la alcaldía de sacas, la escribanía mayor de rentas, alférez mayor, y alcaide de la fortaleza de la ciudad de Zamora, miembro del Consejo de Estado, virrey de Sicilia, de Nueva España y del Perú, la grandeza de España y, por último, alcayde de la fortaleza y alcázar de Toledo. A esto habría que unir otros cargos de tipo honorífico, como la mayordomía de la reina Margarita de Austria y la princesa Isabel Clara Eugenia o Gentil Hombre del Rey[38].

Más rápida fue la ascensión de otros Estados menores. La familia de la Vega pasó de tener un pequeño señorío en Tierra de Campos a poseer una enorme fortuna y conseguir el virreinato de Sicilia[39]. Los Sandoval, desde sus posesiones en Lerma[40], consiguieron también una rápida ascensión, hasta conseguir el valimiento durante el reinado de Felipe III.

Para los titulares de los señoríos más importantes la guerra de las Comunidades fue el acontecimiento decisivo[41]. La nobleza se mantuvo expectante, manteniendo una posición ambigua hasta que sus intereses se vieron afectados; los acontecimientos acaecidos en Dueñas desencadenaron movimientos en los territorios del condestable, del condado de Benavente y del duque de Nájera. O lo que es lo mismo, Fernández de Velasco, Pimentel y Manrique. Sucesos que muestran que la obra de los Reyes Católicos había tenido un alcance limitado, especialmente en los territorios de los grandes; se reabrieron heridas mal cicatrizadas, pues se trataba de villas como Dueñas, Nájera o Chinchón, casos que ya se habían estudiado con anterioridad, y que protestaban por el mal gobierno recibido o que deseaban su regreso al realengo, motivos nada extraños.

Sin embargo, estos sucesos decidieron el apoyo de la alta nobleza a la causa de Carlos V, siendo sus ejércitos protagonistas en la jornada de Villalar. Los intereses de nobleza y monarquía fueron, a partir de entonces, compatibles, y los grandes no disputaron el poder político a su rey en adelante: desempeñaron destacadas labores al frente del ejército, formaron parte de los Consejos de la Monarquía, realizaron importantes embajadas, y entre sus filas se encontraban la mayor parte de los virreyes. Sus opiniones e intereses eran tenidos en cuenta, pero no eran definitivos; Carlos V recordó a su hijo Felipe II que había que mantener al Duque de Alba alejado de determinados puestos administrativos, a pesar del enojo que esto pudiera causarle.

Los Austrias Mayores, por otro lado, no olvidaron las directrices marcadas por sus antepasados, y en especial el asunto que tratamos, la administración de justicia. Durante el siglo XVI ambas Chancillerías no sólo aceptaron cualquier causa procedente de territorios señoriales, sino que además tenían autoridad suficiente como para sentenciarlas, por muy delicadas que fueran las cuestiones que se trataran; y sus decisiones, que eran puntualmente cumplidas, supusieron en no pocos casos una reorganización completa de la relación entre señor y vasallos siguiendo las antiguas directrices marcadas Isabel y Fernando: derechos jurisdiccionales para el señor, y fiscalidad asumible para los vasallos. Sirva como ejemplo el caso que nos relata Lopez-Salazar en el marquesado de Cenete[42]. Fue en 1565 cuando los vecinos de Paredes de Nava pudieron, tras acudir a la Chancillería de Valladolid, regularizar su relación con la familia Manrique[43].

Como resultado, y a pesar de la resistencia nobiliar[44], los señores acabaron por adaptarse hasta convertirse en visitantes asiduos de los juzgados: el condestable se encontraba implicado en al menos diecinueve pleitos en 1603[45]. Llegó a ser habitual que los nobles se encontraran rodeados de amplios consejos de juristas, en los que invertían cuantiosas sumas de dinero. El conde de Alba de Liste gastaba ya en 1510 la cantidad de 99760 maravedís para pagar a sus representantes en Valladolid y Granada[46].

En conclusión, es posible afirmar que la administración de justicia fue un asunto que revistió la mayor importancia durante el reinado de Isabel I en Castilla. Sus reforma en las instituciones en general y en los principales tribunales del reino en particular ayudaron mantener la mayoría de los Reyes conseguida tras la guerra con Portugal y los nobles desafectos a la causa isabelina, siendo un aspecto que, quizá por ser menos llamativo que otros como la Guerra de Granada, el descubrimiento de América o los movimientos realizados en política internacional, ha recibido una atención menor. Por otro lado, los estudios dedicados a los señoríos en este periodo suelen reducirse, por lo general, a un único territorio y a un periodo bastante reducido en el tiempo, no siendo infrecuente encontrar trabajos realizados para un único hecho en particular. En mi opinión, para el estudio de los señoríos de este periodo es necesario ampliar el arco cronológico para lograr una mayor perspectiva, sin olvidar la vinculación que entre Estados señoriales y evolución de la Monarquía se produce en este periodo. Ambas son realidades interrelacionadas, por lo que deben ser contempladas como un único problema.

Por último, faltan estudios que sigan la pista de la época de los Reyes Católicos en el tiempo largo, al menos durante los siglos inmediatamente anterior y posterior. Como reinado de transición, las decisiones que se tomaron supusieron una importante innovación con respecto a lo anterior, pero no tuvieron efectos inmediatos en la mayoría de los casos; ¿alguien discutiría que las ventajas del descubrimiento de América las disfrutaron más los Austrias Mayores que los propios Reyes Católicos? Del mismo modo, Isabel y Fernando desarrollaron y ampliaron la burocracia dentro del entramado institucional, pero no hasta el punto que logró Felipe II, rey que puede ser considerado él mismo un burócrata. Y como estas cuestiones, la administración de justicia recibió un importante apoyo regio, pero sus efectos no deben ser investigados únicamente en el periodo del reinado de los Reyes, a pesar del destacado papel que desempeñó en el mantenimiento del orden público en una época que se había caracterizado por la violencia nobiliar, sino rastreados más allá de la muerte de los monarcas y especialmente durante el Quinientos.


NOTAS:

[1] Suárez Fernández, L.: Nobleza y Monarquía. Entendimiento y Rivalidad. El proceso de construcción de la corona española, Madrid, 2003.

[2] Ladero Quesada, M. A.: La Hacienda Real de Castilla en el siglo XV, Sevilla, 1977. Durante el reinado de Enrique III se acabaron de fijar las líneas maestras del sistema hacendístico, que incluía impuestos tan importantes como la alcabala o el servicio y montazgo.

[3] A.H.N. Nobleza, Frías, C. 1421, D. 14

[4] El protagonismo de ambos monarcas es tema que la historiografía actual no se cuestiona. Siendo puntillosos, se puede conjeturar que el protagonismo de Isabel en cuestiones religiosas fue mayor que el de Fernando, quien por el contrario llevó más fuertemente las riendas de la política exterior. Cfr. Suárez Fernández, L.: Los Reyes Católicos. Fundamentos de la Monarquía, Madrid, 1989, pp. 19 y 20.

[5] Ladero Quesada, M. A.: op. cit.,, pag. 245.

[6] Suárez Fernández, L., Los Reyes Católicos…, pag. 16

[7]Cortes de los antiguos reinos de Castilla y León, tomo IV. Edición de la Real Academia de la Historia. 1863-1882, pp. 1 y 104.

[8] El traslado de la Chancillería a Granada fue una decisión de Fernando, quien deseaba contrarrestar el poder del conde de Tendilla en esta ciudad, muestra inequívoca del uso que de la administración de justicia tuvieron los Reyes, tal y como se intentará probar a continuación.

[9] Cortes…, tomo IV, pag. 12.

[10] Cortes…, tomo IV, pag. 120.

[11] Ladero Quesada, M. A.: Los Reyes Católicos. La corona y la unidad de España, Valencia, 1989, pag. 151.

[12] Suárez Fernández, L.: Isabel I, reina, Barcelona, 2004, pag. 360.

[13] Los pleitos por mayorazgos fueron numerosos en esta época. Para ver un nuevo ejemplo, Franco Silva, A.: «Gandul y Marchenilla. Un enclave señorial de los Velasco en la campiña de Sevilla!», en Señores y Señoríos, Jaén 1997

[14] No fueron los únicos en que este condado se vio envuelto en la época que tratamos. Don Alfonso hubo de mantener también pleitos con el obispo de Zamora, pues en el mayorazgo se incluían bienes eclesiásticos; con un nieto de Álvaro de Luna, quien reclamaba Alba de Liste como una parte de la herencia de su abuela; y con Juan Alfonso de Haro, que sostenía que Villacid y su castillo le pertenecían. El condado, no obstante, consiguió mantenerse compacto. Con todo, los pleitos más significativos son los que se desarrollan en las siguientes páginas. Suárez Fernández, L.: Los Reyes Católicos…, pag. 136.

[15] Para el seguimiento y resolución de ambos pleitos, véase A.H.N. Nobleza, Osuna, C. 2452, D. 5, s.f. Para aligerar el texto no se repetirá el anotado.

[16] Los Enríquez estaban emparentados con la Casa real, pues la madre de Fernando el Católico fue Juana Enríquez. Por otra parte, el condestable Pedro Fernández de Velasco había ocupado el cargo de virrey durante la guerra de Granada, buena muestra del poder de este noble. El valimiento de ambos fue evitado por los Reyes.

[17] La sentencia, sin embargo, no se cumplió. En 1510 Fernando volvió a dictar sentencia sobre este particular, elevando a 34 los millones de maravedís de la indemnización debida al conde de Alba, cantidad que empezó a pagar depositando el dinero en un monasterio de la localidad zamorana de Monta Marta. Sin embargo, la cantidad depositada, aproximadamente 7 millones, fueron tomados por Fernando cuando la guerra de Granada, y seguramente no se devolvieron nunca. Por su parte, los sucesivos titulares del ducado de Mediana Sidonia tampoco acataron la sentencia, pues el pleito sigue abierto a finales del siglo XVII A.H.N. Nobleza, Osuna, C. 870. D. 2. Un caso parecido ocurrió en el también secular pleito entre el condado de Alba de Liste y el marquesa de Távara.

[18] Martín, José L.: La península en la Edad Media, Barcelona, 1993, pag. 729-730.

[19] A.H.N. Nobleza, Osuna, C. 875, D. 1.

[20] A.H.N. Nobleza, Osuna, C. 875, D. 5.

[21] A.H.N. Nobleza, Osuna, C. 875, D. 2.

[22] Valencia Rodríguez, J. M.: Señores de la Tierra. Patrimonio y rentas de la Casa de Feria (Siglos XVI-XVII), Mérida, 2000, pag. 87. Un caso similar al de Garrovillas de Alconétar se encuentra en las villas de Oliva de la Frontera y Valencia de Mombuey, parte del señorío ducal de Feria.

[23] A.H.N. Nobleza, Osuna, C. 2452, D. 5.

[24] A.M.G. Derechos de las justicias de la villa. S.f.

[25] A.H.N. Nobleza, Osuna, C. 875, D. 3. Este pacto fue revisado en 1510 y en 1538.

[26] López de Coca Castañer, J. E.: «Los señoríos del reino de Granada (1490-1568). Introducción a su estudio», Actas del Congreso Señorío y Feudalismo en la península Ibérica, t. I, pp. 142 y ss.

[27] Franco Silva, A.: El condado de Fuensalida en la Baja Edad Media, Cádiz, 1997, pp.

[28] Franco Silva, A.: «El linaje Sandoval y el señorío de Lerma en el siglo XV». Señores y Señoríos, Jaén, 1997, pp. 95-114.

[29] Franco Silva, A.: «El mariscal Pedro de Ávila y los orígenes del condado de Peñaranda de Bracamonte», Estudios de Historia y de Arqueología medievales,V-VI (1985-1986), Cádiz, pp. 215-237.

[30] Clemente Ramos, J.: Ordenanzas de Galisteo (1531), Cáceres, 2001. El autor narra a lo largo del libro numerosos atropellos realizados por el conde de Osorno García Fernández Manrique a finales del siglo XV y principios del siglo XVI. No se menciona, sin embargo, el resultado del pleito, pero no extrañaría que la causa quedara inconclusa, debido al amplio arco cronológico en que se incluyen las fechorías cometidas por el conde, que pertenece al poderoso linaje de los Manrique, con quien los Reyes, como veremos, no podían enemistarse, como veremos más adelante.

[31] Franco Silva, A.: «¡Viva el duque nuestro señor! Las revueltas contra don Beltrán de la Cueva en Alburquerque», en Estudios sobre D. Beltrán de la Cueva y el ducado de Alburquerque, Cáceres, 2002, pp. 103 y ss.

[32] Suárez Fernández, L.: Los Reyes Católicos…, pag. 92 y ss.

[33] Franco Silva, A.: «El condado de Chinchón. Los problemas internos de un señorío en tierras de Segovia», en En la Baja Edad Media, Jaén, 2000, pp. 257-296.

[34] Reglero de la Fuente, C. M.: «Conflictos antiseñoriales al sur de la Merindad de Campos (1480-1504), en Sarasa Sánchez, E. y Serrano Martín, E. (eds.):Actas del Congreso Señorío y Feudalismo en la península ibérica, t. IV, Zaragoza, 1993, pp. 163-176.

[35] Suárez Fernández, L.: Los Reyes Católicos…op. cit., pag. 107.

[36] López-Salazar Pérez, J.: «Los pleitos antiseñoriales en Castilla la Nueva. Tipología y factores de conflictividad», en Sarasa Sánchez, E. y Serrano Martín, E. (eds.): Señorío y feudalismo en la península ibérica, t. II, Zaragoza, 1993, pp. 390 y ss.

[37] Martín Cea, J. C.: El mundo rural castellano a fines de la Edad Media. El ejemplo de Paredes de Nava en el siglo XV, Valladolid, 1991, pag. 73 y 74.

[38] A.H.N. Nobleza, Frías, C. 1420, D. 5, 7, 8, 10, 16, 18 19, 21.

[39] Franco Silva, A.: Grajal de Campos. Un señorío leonés en la Baja Edad Media, Cádiz, 2001

[40] Franco Silva, A.: «El linaje Sandoval…» op. cit.

[41] Para el seguimiento de las Comunidades y la actitud de los grandes, véase Pérez, J.: Los Comuneros, Barcelona, 2001, pp. 164 y ss.

[42] López-Salazar Pérez, J.: op. cit., pag..395 y ss.

[43] Martín Cea, J. C.: op. cit., pag. 75.

[44] García Hernán, D.: La aristocracia en la encrucijada. La alta nobleza y la monarquía de Felipe II, Córdoba, 2000, pp. 59 y ss. La alta nobleza en su conjunto firmó un memorial pidiendo al rey que se respetaran sus privilegios jurídicos, especialmente en materia de apelaciones. No tuvo éxito, pero parece muy esclarecedor respecto a lo que se viene defendiendo.

[45] Kagan, R. L.: Pleitos y pleiteantes en Castilla, 1500-1700, Valladolid, 1991, pag. 36

[46] A.H.N. Nobleza, Osuna, C. 869.

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