Dic 132013
 

 

…sobre la ermita de San Lázaro de Trujillo a partir de 1630 y estatutos de su cofradía.

Antonio Cantero Muñoz.

1. INTRODUCCIÓN

La presente comunicación forma parte de un trabajo de investigación mucho más amplio, sobre manifestaciones de religiosidad popular en la localidad cacereña de Trujillo durante la Edad Moderna (1), y es un avance del que estoy realizando sobre las que tenían lugar en la ermita de San Lázaro, y se fundamenta en los siguientes testimonios hasta ahora inéditos (2):

– Contrato de patronato sobre la ermita San Lázaro, por parte de don Luís de Tapia Paredes y su esposa, fechado en 1630.

– Bulas Apostólicas confirmatorias de dicho patronato.

– Indulgencias y jubileos concedidos a los patronos y cofrades de San Lázaro y San Blas.

– Ordenanzas de la cofradía de San Lázaro y San Blas.

(1) En mi página web www.juanvalera.org se puede consultar todos los trabajos de investigación que he realizado sobre Trujillo, las localidades cordobesas de Baena y Doña Mencía, así como la granadina de Motril.

(2) Archivo Histórico Nacional. Consejos Libro 4094. Contrato de assiento del patronazgo de la Ermita de Señor San Lazaro de la ciudad de Truxillo, en fauor de los Señores don Luis de Tapia y Paredes Corajo, del Consejo Supremo de su Magestad, y doña Mencía de Herrera y Cardona su mujer, y sus sucessores. Bvlas Apostolicas confirmatorias del dicho Patronazgo, y de Indulgencias y Iubileos concedidos a los dichos Señores, y a los Cofrades de la Cofradia, sita en la dicha Ermita, y a las demas personas que se valieren della. Y ordenanzas hechas por autoridad de Su Santidad, para el gouierno y administracion de la dicha Cofradia: sacado todo de los originales que estan en el Archiuo del dicho Señor don Luis. Mientras que no hagamos cita expresa, me estoy refiriendo a esta documentación.

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2. CONTRATO DE PATRONATO SOBRE LA ERMITA DE SAN LÁZARO DE TRUJILLO POR DON LUÍS DE TAPIA Y PAREDES

 El punto de partida de nuestra exposición, es el contrato de patronato suscrito entre don Luís de Tapia y Paredes con la cofradía de San Lázaro de la ciudad extremeña de Trujillo, fechado el 3 de febrero de 1630, y del que ya da noticia don Juan Tena Fernández (3), que también reflejó la importancia social de don Luís de Tapia y Paredes Corajo, en razón de la nobleza de sus antepasados y las importantes responsabilidades políticas y administrativas que desempeñaba (4). Asimismo, debemos apuntar la relevancia de la cofradía de San Lázaro, pues como veremos más adelante, era de las más antiguas de la ciudad de Trujillo, y también se titulaba “de los caballeros”, reflejando de esta forma su carácter elitista.

Este importante testimonio nos hace saber la identidad de los miembros de la junta de gobierno de la cofradía: Gonzalo de Carmona, alcalde; Francisco Pizarro y Jerónimo García Jiménez, diputados; Juan Altamirano de Torres, mayordomo del arca y de la cera; Diego Sánchez Parejo, mayordomo de la ermita; Mateo Sánchez en calidad de escribano. Y para mayor seguridad jurídica y firmeza, el acuerdo fue suscrito en escritura pública otorgada ante el escribano Bartolomé Zorzo (5) conforme al testimonio de 12 de febrero de ese año, actuando como testigos Pedro González de la Rua, Gaspar Díaz y Juan de Zaldivar (6).

(3) TENA FERNÁNDEZ, J.: “Trujillo histórico y monumental” Salamanca 1988, pp. 103-104.

(4) CORDERO ALVARADO, P.: “Trujillo Guía Monumental y Heráldica”. Cáceres 1996, p. 137. Don Luís de Tapia y Paredes era caballero de Santiago, alcalde de Casa y Corte, consejero de Indias y Castilla.

(5) “En la ciudad de Truxillo a doze días del mes de Febrero de mil y seiscientos e treinta ñaos, yo Bartolome Zorço, escribano publico del numero, e jurisdicción de la dicha ciudad, por merced de su Paternidad Reuerendissima el Padre Prior e Conuento de nuestra Señora Santa Maria de Guadalupe, con aprouacion Real hize sacar y saque este traslado de las capitulaciones y condiciones originales de vn libro que me fue entregado en q se assientan las entradas de los hermanos que se reciben en la Cofradia de Señor Sant Lazaro desta dicha ciudad, donde esta escritas las dichas capitulaciones, el qual traslado va cierto e verdadero y concuerda con los originales donde se saco, que boluia a quien me las entrego, a que me remito, e fueron testigos a la ver sacar, corregir y concertar Pedro Sanchez Holguin y Alonso Fernandez, vezinos de dicha ciudad. Va entre renglones, y oficiales, baste, y obligaciones, y enmendado en el dicha vala. Va testado pro eron no vala. En testimonio de verdad Bartolome Zorço.”

(6) “assi lo dixeron y otorgaron, siendo testigos Pedro Gonçalez de la Rua notario, y Gaspar Diaz ensamblador, e Iuan de Saldiuar, vezinos de la dicha ciudad, e firmarolo los otorgantes, a los quales yo el escriuano doy fee conozco. Don Luis de Tapia e Paredes Corajo, Gonçalo Antonio de  Carmona, Geronimo García, Iuan Altamirano de Torres, Diego Sánchez Parejo. Passo ante mi Bartolome Zorco, escriuano publico del Numero y jurisdicción de la ciudad de Truxillo, por merced de Su Paternidad Reuerendissima el Padre Prior y Conuento de nuestra Señora Santa María de  Guadalupe, con aprouacion real presente fui, y en fee dello lo signe. En testimonio de la verdad. Bartolome Zorçco”.

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 Don Luís de Tapia Paredes, expuso que por la mucha devoción que profesaba a San Lázaro, su cofradía y ermita, y el haber formado parte de ella sus antepasados( 7), quería hacerse cofrade junto con su esposa doña Mencía de Cardona y Herrera, y constituirse en patrón perpetuo de su templo, que luego continuarían sus sucesores, ofreciendo a cambio una jugosa dotación económica, que incluía hacerse cargo de las obras de la fábrica del citado templo (8).

Dicha solicitud fue examinada por el alcalde y oficiales de la cofradía, que hicieron la correspondiente junta de hermanos en la ermita el 3 de febrero de 1630, una vez finalizada la misa que por costumbre antigua se oficiaba el primer domingo de cada mes (9). Y se acordó de forma unánime su aceptación, pero sujeta a las condiciones siguientes:

1.- Que don Luís de Tapia Paredes se convertía en patrono perpetuo de la ermita de San Lázaro, privilegio que luego disfrutarían sus herederos y sucesores. Asimismo, se le facultaba para agregar este patronato a su mayorazgo (10).

2.- Que don Luís de Tapia y Paredes y sus sucesores, tendrían derecho a poner a su costa en la ermita (tanto en su interior como exterior) los escudos de armas de los Tapias y Paredes “en piedras de cantería, laminas de hierro, o de metal, o pintura, y en casullas, o otros cualquier ornamentos que hizieren o dieren a la dicha Ermita”, así como los de su esposa don Mencia de Herrera y Cardona. Lo anterior, sin perjuicio de que cualquier persona aunque no fuera

 (7) “por la devoción que tiene al dicho Señor San Lázaro, y a su Iglesia, Ermita y Cofradía; y deseando como desea su aumento, por auer sido hermanos della sus passados”.

(8) “ofrece a la dicha Cofradía cinco mil marauedis de renta y censo en cada un año de a razón de a veinte mil marauedis el millar, y de situallos en bienes libres quantiosos, y dar poder en causa propia, para que se cobren de la renta dellos, y de reparar la dicha Iglesia y ermita de lo necesario”.

(9) “Gonçalo de Carmona Alcalde de la dicha Cofradía, Francisco Pizarro, y Geronimo Garcia Ximenez Diputados; Iuan Altamirano de Torres Mayordomo del arca y de cera, y Diego Sánchez Parejo Mayordomo de la dicha Iglesia y Ermita, y Mateo Sánchez Procurador y Escriuano de la dicha Cofradía, y Iuan de Herrera Daualos Clérigo presbytero y Capellán della, Francisco Gil Villegas, Iuan Pulido Regodón, Martín Fernánde Cabeçudo, Bartolomé Cabello, y Bartolomé López Leonardo, Diego Rebollo Cabeçudo, Pedro Gonçalez de la Rua, Blas de Valverde, y Pedro de Auiles, hermanos de la dicha Cofradía”

(10) “assi de mayorazgo regular de varones y hembras, y de masculinidad de varones, agregándole a otro qualquier mayorazgo feco o por hazer de agnacion por descendencia cotinuada de varones, sin mezclarse hembra, o disponiendo en qualquiera de las dichas formas, o en todos los casos que quisiere, o por bien touiere, o dexandole por bienes hereditarios a toda su libre voluntad; de manera que el dicho Patronazgo solo tenga dependencia del dicho Señor don Luis de Tapia Paredes Corajo, con q si dexare dos o mas herederos, en el uno solo aya de andar el dicho Patronzago; de manera q los oficiales de la dicha Cofradia no han de conocer, ni tener mas de un patron de la dicha Ermita”.

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cofrade, donara algún ornamento, sin estar obligado a poner los escudos de los patronos, pero sujeto a determinadas condiciones (11.)

3 En calidad de patrono, don Luís de Tapia y Paredes y sus sucesores, ostentarían una serie de privilegios, pues en todas las juntas y reuniones (tanto ordinarias como extraordinarias), ocuparán el lugar más preferente o importante, votando siempre en primer lugar. De igual forma, en caso de celebración de cabildo general, sería siempre avisado el patrono para que pudiera asistir, comprobando sí estaba en la ciudad, pues en caso contrario serían nulas y penados con 12 reales los oficiales que no cumpliera el mandato anterior. Lo dicho, no significada que el patrono y sus sucesores, pudieran impedir las elecciones de oficiales conforme a lo dispuesto en los estatutos, las fiestas de San Lázaro y Santa Inés, lo que acordase la cofradía, ni las juntas ordinarias ni extraordinarias. Pero siempre era preciso el previo aviso, aunque no estaba obligado a asistir a las referidas juntas.

4.- Que los sucesores en el patronato, pasaban a ser de forma automática cofrades de San Lázaro, “sin que sea necessario nueua elección y recibimiento, por quanto por este contrato queda fecho de todos, cada uno en su lugar, y successiuamente perpetuamente para siempre jamás, sin que aya de pagar cosa alguna”.

5.- Cuando falleciera don Luís de Tapia y su esposa doña Mencía de Herrera y Cardona, así como los sucesores en el patronato y sus legítimas esposas, la cofradía y sus miembros debían de acudir a la iglesia donde fueran enterrados con las insignias y cera, celebrando las misas cantadas y rezadas que conforme a la costumbre se oficiaban por los cofrades. Sí el entierro no tuviera lugar en Trujillo, serían avisados en forma el alcalde y mayordomo del arca, para que acudiera la cofradía, y se obtenían las gracias e indulgencias que tenía concedidas.

6.- Conforme a costumbre inmemorial, para ser miembro de esta cofradía le exigía realizar una información previa de limpieza de sangre12, y frente a esta regla genera ly con carácter

(11) “Pero sí alguna persona de la dicha Cofradía, o fuera della hiziere algun ornamento de oro, o plata, seda, o qualquier otra tela, y lo diese a la dicha Cofradia, Iglesia y Ermita, no tenga obligación a poner las dichas armas en los tales ornamentos, e pueda poner las que quisiere el que hiziere la tal donazion en altares particulares, que hagan con aquerdo de la dicha Cofradia, con que esto sea sin perjuyzio del dicho Patronazgo, y no en las partes comunes de la dicha Ermita, e Iglesias dellas, porque en estas el dicho Señor don Luis, y los dichos sucessores priuatiuamente han de poder poner las dichas armas, sin que se muden, quinte ni alteren por ningun caso puestas una vez.”

(12) “que por quanto esta Cofradia esta en costumbre inmemorial, de uno, diez, veinte, treinta, quarenta, cinquenta, e mas años a esta parte, y de tanto tiempo, que memoria de hombres no es en contrario, de que los hermanos y cofrades della, y sus ascendientes paternos e maternos in infinitum ayan de ser y sean, y ayan sido Christianos viejos, limpios de toda mala raça de iudios, moros, e nueuamente conuertidos a nuestra Fe Catolica, no penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición por causa de heregias o sospecha dellas, e para mayor conseruacion, firmeza y perpetuidad de la dicha costumbre, pretende la dicha cofradia hazer estatuto y ordenaca de limpieza, como va dicho”.

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excepcional don Luís de Tapia y Paredes practicaría esta diligencia en Roma. Además, las nuevas diligencias que sobre este particular se hicieren, la cofradía debería avisar o citar a don Luís de Tapia y Paredes, que estaba facultado para dar su parecer (13).

7.- Esta condición se refiere a la importante dotación económica que hizo don Luís de Tapia y Paredes para convertirse en patrón de la ermita, que alcanzaba la importante cantidad de 5000 maravedis de renta anuales en los siguientes términos:

“Impone y carga en fauor de la dicha Cofradía Alcalde, oficiales y cofrades  della, que son, e por tiempo fueren, cinco mil marauedis de renta de censo en cada vn año a razón de a veinte mil marauedis el millar redimibles, generalmente sobre todos sus bienes auidos e por auer, y en especial, y con hipoteca particular, e por vía de renta ordinaria del tal censo sobre las alcaualas de la vlla de Plasençuela, que el dicho Señor don Luis compró a Su Magestad en vn quent e nouecientas e tantas mil marauedis de suerte principal, por su priuilegio despachado en forma, y le pertenecen, y sobre la dehessa de Passauados, que está en eérmino desta ciudad, que compro de don Bernardino de Tapia y Solano en precio de quatro mil ducados, conforme a los títulos de la dicha ompañía, y sobre dos censos que le pagan, e tiene impuesto sobre sus bienes en fauor del dicho Señor don Luis los Señores don Miguel de Tapia y Eraso, y Doña María de Tapia Sotomayor su muger, el vno de treinta y siete mil y quinientos marauedis de renta en cada un año por cession que del le hizieron los Patrones de las memorias que fundó el Señor don Pedro Ponce de León, Obispo ue fue de Plasencia, y el otro de veinte y vn mil y ducientos y cincuenta e nueve marauedis de renta por la legítima de los Señores Gonçalo de Tapia, y oña María de Paredes sus padres, que los dichos don Miguel, y Doña María le vendieron e fundaron, conforme a los títulos y escrituras que dello ay con poder en causa propia, para que de todas las dichas rentas, y cada una dellas, y sus arrendadores y cogedores se puedan auer y cobrar en el ínterin que no se redima el dicho censo por el dicho Señor don Luis, o por quien causa suya ouiere”.

 (13) “el dicho Señor don Luis se ha de obligar y obligue a hazer diligencia en Roma e en parte competente para que se confirme la dicha ordenaça que se hiziere, y asimismo las demas que al dicha Cofradia tiene o hiziere de nuevo, y las unas y las otras se han de comunicar al dicho Señor don Luis, y ha de dar su parecer en ellas como cofrade, con la calidad de tercera condicion, aunque este ausente desta dicha ciudad, embiandose las escritas a la parte donde se hallare a la sazon, como sea dentro del Reyno; pero no queda obligado a conseguir la confirmacion, sino solo a hazer las diligencias”.

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 8 .- Cuando don Luís de Tapia procediera a redimir los 100.000 maravedís de la suerte principal del censo antes citado, o la parte que se quisiere de dicha cantidad, era obligatorio requerir al alcalde y oficiales de la cofradía de San Lázaro, con una antelación de tres meses, y poner ese dinero en manos del mayordomo del arca, que no estaría obligado a volverlo a emplear, sino que quedaba a cargo de la cofradía. En caso contrario, la redención no tendría eficacia, y la hermandad cobraría los réditos del censo como sino se hubiera redimido.

9.- Se establece que el pago de intereses se realice con moneda de vellón, y en ningún caso con plata y oro, pues este numerario no se utilizo en su imposición.

10.- Tanto don Luís de Tapia y Paredes como sus sucesores, estaban obligados a reparar a su costa la ermita (14), y se tenían que ejecutar las obras después del aviso que el mayordomo de la ermita diera al patrono, en diferentes plazos en función del lugar donde se encontrará este último: dentro de los 8 días siguientes en caso de residir en Trujillo; 40 días cuando estuvieran fuera de la ciudad pero en el reino; 8 días también cuando el patrono estuviera fuera del reino, sien do suficiente en este caso con avisar a sus mayordomos o administradores de bienes que estuvieran en Trujillo. Y en caso de incumplir lo indicado, el citado mayordomo haría los reparos a costa de don Luís de Tapia y sus sucesores en el mayorazgo (15).

11.- Los patronos estaban obligados a hacerse cargo de las reparaciones de la ermita, siempre que no fueran causados por dolo o culpa de los cofrades, o estos no avisaren en el término indicado en la condición anterior.

En virtud del testimonio documental que estamos analizando, el alcalde y oficiales de la cofradía de San Lázaro recibieron como cofrades a don Luís de Tapia y Paredes y doña Mencía de Herrera y Cardona, y el primero como patrono perpetuo de la ermita, privilegio que continuarían disfrutando sus herederos y sucesores.

Para perfeccionar el contrato y en cumplimiento de la condición 7ª, el 13 de febrero de 1631 don Luís de Tapia y Paredes abonó al mayordomo del arca de la cofradía la primera cantidad

(14) “han de tener obligación a mandar hazer reparar a su costa la dicha Ermita de todos los reparos mayores e menores que en qualquier tiempo tobiere necessidad”

(15) “y en lo que costare aya de ser y sean creídos por su juramento, o lo puedan cobrar de sus bienes, y el dicho auiso basta hazer de los oficiales, o Mayordomo de la dicha Cofradía, por carta que para ello escriua al Señor don Luis y a sus sucessores en el dicho Patronazgo, y en lo que compre haya de ser y ean creidos por su juramento, e lo puedan cobrar de sus bienes, y el dicho auiso basta hazer de los oficiales, o Mayordomo de la dicha Cofradia, por carta que para ello se escriua al  dicho Señor don Luis, o a sus sucessores en el dicho Patronazgo, y en lo que costaren ayan de ser y sean creídos por su juramento, y lo puedan cobrar de sus bienes, y el dicho auiso baste hazer de los  oficiales, o mayordomo de la dicha Cofradía, por carta que para ello se escriua al dicho Señor don Luis, o a sus sucessores en el dicho Patronazgo, e teniendo certificacion de auer recebido la dicha carta de auiso, ayan cumplido con la obligacion del”.

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 de dinero estipulada, que suponía un censo de 5000 maravedis de renta a razón de veinte mil el millar, hasta que el principal de dicho censo fuera redimido o pagado. Y dicho censo fue cargado sobre los bienes que a continuación se expresan:

“Primeramente sobre las alcaualas de la uilla de Plasençuela, que son suyas propias por venta que dellas le hizo Su Magestad, que le constaron un quento e nouecientos o tantas mil marauedis.Iten sobre la dehessa de Passauados, que tiene en término desta ciudad, que compró de don Bernardino de Tapia Solano ya difunto, vezino que fue della, en precio de quatro mil ducados. Iten sobre cincuenta y ocho mil y setecientos y cincuenta e nueve marauedis que debe pagar de renta y censo en cada un años don Miguel de Tapia y Erasso, Cauallero de la Orden de Calatraua y doña María de Tapia Paredes su muger, vezinos desta dicha ciudad, señores de las villas de Plasençuela, Guijo y Auililla por dos escrituras de censo que contra ellos tiene, la una de treinta y siete mil y quinientos marauedis y la otra de treinta y un mil y ducientos y cinquenta e nueue marauedis”.

Asimismo, la escritura de imposición de censo fijaba los condiciones requisitos:

1. Que los referidos bienes eran de don Luís de Tapia y Paredes y libres de cualquier carga (16), y cuando no fuera así se le podría cobrar al primer patrón y sucesores las cantidades estipuladas por vía ejecutiva de otros bienes de su propiedad.

2. Por responder los citados bienes del cumplimiento de la obligación dineraria, no se podían vender ni cambiar y tampoco enajenar de ninguna forma, hasta que el censo se quitara o fuera redimido, pues al estar hipotecados con dicho censo, cuando se vendieran no tendría valor ninguna la referida enajenación.

3. Cada nuevo sucesor en la titularidad de esos bienes, debía reconocer el referido censo, y pagar la cantidad anual antes indicada.

4. Que los bienes gravados con el censo no se podrían dividir ni partir, y sí así se procediera esa actuación sería nula y sin ninguna validez.

5. Tanto don Luís de Tapia y Paredes como sus sucesores estaban facultados para redimir este censo, pero con carácter previo pagarían a la cofradía de San Lázaro 100.000 maravedis de

(16)  “que los dichos bienes son suyos propios, e libres de otro censo e tributo, obligación, hipoteca, aniuersario, vínculo e mayorazgo, y de otra carga, y que cada y quando que lo contrario parezca sin perjuyzio del derecho criminal, se pueba cobrar de su merced, y de sus bienes e rentas dicho censo principal e reditos executiuamente”.

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principal en moneda de vellón, conforme lo dispone la octava condición y abonando también los réditos pendientes. Por el contrario, la cofradía estaba obligada a otorgar la redención de censo, quedando libres los bienes.

El 14 de febrero de 1630 don Luís de Tapia y Paredes tomó posesión del patronato sobre la ermita de San Lázaro de Trujillo en los siguientes términos:

«En la ciudad de Truxillo a catorze días del mes de Febrero de mil y seiscientos e treinta años, ante mi el escriuano público e testigos yuso escritos, estando en la Iglesia y Ermita de Señor Sant Lázaro de la dicha ciudad, estando presentes Gonçalo Carmona, Alcalde de la cofradía del bendito Sant Lázaro, y Gerónimo García Ximenez Diputado, e Ioan Altamirano de Torres Mayordomo del Arca, y el Licenciado Ioan de Herrera Clérigo presbytero, Capellán de la dicha Cofradía, el Señor don Luis de Tapia e Paredes del Consejo de Su Magestad en el Supremo de Indias, e Patrón de la dicha Iglesia y Ermita, por nombramiento que en el hiziero el dicho Alcalde y demás oficiales de la dicha Cofradía, por escritura que ante mi se otorgó en treze deste presente mes, dixo, que quería tomar y tomaua la possession del dicho Patronazgo, el qual se passeo por la dicha Iglesia y Ermita, y cerró y abrió las puertas della. Todo lo qual dixo hazia y hizo en señal de posession, y que protestaua e protesto de continuarla: y de como tomaua y tomo quieta e pacíficamente la dicha possession, y sin contradicción de nadie, lo pidió por testimonio, y de como el dicho Alcalde y oficiales de la dicha Cofradía que estauan presentes lo consistieron, e touieron por bien. E yo el escriuano doy fee, como el dicho Señor don Luis de Tapia e Paredes tomo la dicha possession del dicho Patronazgo en la firma dicha sin ninguna contradicion, de consentimiento de los dichos Alcaldes, y oficiales de la dicha Cofradía, a lo qual fueron presentes por testigos don Grabiel de Tapia Caruajal del Consejo de Su magestad, en el nueuo Reyno de Granada, en las Prouincias del Piru, estante al presente en esta Ciudad, y don Luis de Tapia Caruajal Cauallero del Abito de Santiago, y Miguel Carrasco Clérigo Presbytero, vezinos de la dicha ciudad. Passo ante mi Bartolomé Zorço.

 

3. BULA DE INDULGENCIAS DE LA ERMITA DE SAN LÁZARO

 Esta bula (17) fue dada por el Papa Urbano VIII el 5 de diciembre 163018, y fue traducida del latín al castellano por Alonso Gracián Berruguete el 31 de julio de 1631, concediendo los

(7) Bula es un documento pontificio relativo a materia de fe o de interés general, concesión de gracias o privilegios o asuntos judiciales o administrativos. Lo expide la Cancillería Apostólica y autorizado por el sello de su nombre u otro parecido estampado en tinta roja.

(18) “Dat en Roma en Santa maria la Mayor en el año de la Encarnacion del Señor de mil seiscientos y treinta, a cinco de Diziembre el año octauo de nuestro Pontificado. Lugar de la Bula de plomo pendiente”.

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importantes beneficios espirituales que vamos a mencionar.

1. En primer lugar indulgencia plenaria y el perdón de todos los pecados a todos y cualesquier fieles cristianos, hombres y mujeres, en los siguientes casos:

– Ingresar en la cofradía de San Lázaro, y el primer día de su entrada, contritos y confesados, recibieran el Santísimo Sacramento.

– A todos los cofrades que contritos, confesados y comulgados, en el artículo de muerte “inuocaren el nombre de Iesus con el coraçon, si no pudieran con la boca”.

– A todos los cofrades que contritos, confesados y comulgados, visitaren la ermita de San Lázaro el día de San Luís, “desde las primeras Visperas hasta ponerse el Sol del dicho día todos los años, y alli rogaren a Dios por la exaltacion de la Santa Madre Iglesia, por la extirpacion de las heregias, y por la paz y concordia entre los principes Christianos, y por a Salud del Pontifice Romano”.

 2. En segundo lugar, el perdón de siete años “y siete quarentenas de penitencias dadas o de qualquier manera no cumplidas”:

Cuando los cofrades que contritos, confesados y comulgados, visitaren la ermita en las estividades de la Natividad de la Virgen, Asunción de Nuestra Señora, Santiago Apóstol, y San Lázaro, y rezaren en cualquiera de estas cuatro celebraciones.

3. En tercer lugar, se perdonaban 60 días de penitencias dadas y en cualesquier manera no cumplida, en los supuestos a continuación expresados:

Los cofrades que estando presentes en los Santos Oficios a celebrar en la ermita, o reuniones publicas o secretas de la cofradía, ejerciendo alguna obra pía, procesiones de la cofradía, demás actos celebrados con licencia del ordinario, el enterrar a los muertos, acompañar al Santísimo cuando es llevado a los enfermos o impedidos, así como “quando oyeren la campanilla, rezaren de rodillas un Padre nuestro, y un Aue Maria por el tal enfermo, o albergaren, y dieren posada a los pobres peregrinos, o pusieren paz entre los enemigos, o reduxeren al camino de la saluacion a alguno que fuere apartado del, o enseñaren a los ignorantes los preceptos diuinos, y lo que conuiene para saluarse, por cada vez que hizieren cada una de las dichas obras pias”.

Asimismo, el documento pontificio señaló que esos beneficios espirituales eran perpetuos al no estar sujetos a término (19). Por último, contemplaba la posibilidad que la de San Lázaro se agregare a otra cofradía, en cuyo caso se seguirían obteniendo las citadas gracias cumpliendo

(19) “duren por todos los tiempos venideros”.

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 con lo expuesto (20). La licencia

para la obtención de las indulgencias contenidas en la bula anterior, fue dada en Madrid el 24 de julio de 1631 por fray Antonio de Sotomayor.

4. BULA DEL PATRONATO SOBRE LA ERMITA DE SAN LÁZARO

 Este documento pontificio es de Urbano VIII, y fechado el 23 de junio de 631, y también fue traducido al castellano por don Francisco Gracian Berruguete el 17 de abril de 1635. Valoraba especialmente, el importante desembolso económico que hizo don Luís de Tapia Paredes al convertirse en patrono de la ermita de San Lázaro (21), expresando que no era un templo colativo por no tener erigido ningún beneficio eclesiástico y ser propiedad exclusiva de la cofradía. A continuación repetía las once condiciones que hemos visto en el contrato de patronato, y mencionaba que don Luís de Tapia se había obligado a costear un retablo nuevo

(20) “empero queremos, que si la dicha Cofradia estuviere agregada, o en adelante se agregare a alguna Archicofradia, o en qualquier otra manera se uniere, o instituyere en ella, para conseguir sus indulgencias, o participar dellas, de ninguna manera le aprouechen, ni ualga las anteriores, o qualquier otras letras sobre ello alcançadas, sino es las presentes, antes desde entonces sean totalmente nulas coipso”.

(21) “Vrbano Obispo, sieruo de los sieruos de Dios, Al amado hijo el Prouisor del venerable Hermano nuestro el Obispo de Plasencia, Salud y bendicion Apostolica. La obligacion del oficio Pastoral, en que por la disposicion diuina presidimos, pide, que de buena gana nos conformemos con la voluntad deseos de todos los fieles Christianos, en particular de los que siendo de noble linaje piadosamente gastan sus haziendas en mantener, adornar y dotar Iglesias, Capillas y Oratorios de Cofradias, donde co mayor feruor y frequencia se alabe a Dios, y que haziendo especiales fauores y gracias a los tales fieles Christianos, les ayudemos en el exercecio destas obras pias, según saludablemente veemos conuiene en el Señor, considerada como se deue la calidad de los lugares y tiempos. Y por quato poco ha por parte del amado hijo y noble varon el Licenciado Luis de Tapia y Paredes Corajo, del Consejo Supremo de Inidas del carissimo hijo nuestro Felipe Rey Catolico de las Españas, y de la amada hija en Christo Mencia de Cardona y Herrera su muger de la ciudad de Truxillo, Diocesis de Plasencia de la Prouincia de Compostela, y de los amados hijos los Cofrades de la Cofradia de San Lazaro, canonicamente fundada en la Ermita de San Lazaro de la dicha ciudad, o su partido, se nos ha presentado una peticion, diziendo, que en tiempos passados los dichos Luis y Mencia, por la singular deoucio que tenia a la dicha Cofradia, les parecio assentarse por Cofrades en ella, y señalaron a la dicha Cofradia un censo de principal de cien mil marauedis, y de cinco mil marauedis de renta en cada vn año de moneda de aquellas partes, el qual se pudiese redimir de qualquier manera, impuesto sobre todos los bienes de los susodichos, y se obligaron a pagar el dicho censo, y a reparar la dicha Iglesia, y proueerla de lo q por tiepo huviesse menester. Ypor otra parte los dichos Cofrades estando cogregados en la forma acostumbrada, en memoria de ta grande beneficio como se les hazia, de comun consentimiento, y sin discrepar ninguno dellos, les concedieron a los dichos Luis y Mencia su muger ya Cofrades, para ellos, y para sus herederos y sucessores, empero vno despues de otro, y no muchos juntos, el titulos honoroso de Patrones perpetuos de la dicha Iglesia, que no es colatiua, ni esta recta en titulo de beneficio Eclesiastico, y de la qual los dichos Cofrades son libres y absolutos Patrones, y los pactos, conciertos, y capitulaciones echas, prometidas y juradas entre ambas las partes, para guardarse perpetuamente”. 

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para el altar mayor de la parroquia de Santiago22, y “el hazer donazion del (excepto de la Custodia del Santisimo Sacramento) a la dicha Iglesia de San Lazaro, y prometio de hazerle poner alli en el Altar mayor”.

Es indudable que la importante posición política que disfrutaba don Luís de Tapia y Paredes, le permitía importantes relaciones en distintos ámbitos, entre los que se incluiría el diplomático. Por lo que le sería fácil hacer las correspondientes gestiones ante la Santa Sede para que se sancionara canónicamente en las más altas instancias mediante esta bula, su patronato sobre la ermita de San Lázaro. Su deseo se vio cumplido como acredita el siguiente testimonio, sobre todo desde que la autoridad eclesiástica tenía constancia que se había efectuado el importante desembolso económico prometido (23):

Por Apostolicos escritos mandamos a vuestra discreción, que constandonos primero gítimamente, que el dicho censo esta assignado y donado verdadera, y real, valedera y perpetuamente, y que la dicha Iglesia no es colatiua,sino propia y absoluta de los dichos Cofrades, y no antes, ni en otra manera: Por nuestra autoridad perpetuamente aproueis y confirmeis la dicha donación del Patronazgo, y las dichas capitulaciones, y demas conciertos, decretos y establecimientos de auerse de guardar la costumbre sobre la dicha limpieza de sangre, y las escrituras de razo desto hechas, y todo lo en ellas contenido”.

 Otro aspecto destacable de esta bula, es que sanciona la exigencia de limpieza de sangre entre quienes quisieran ser cofrades de San Lázaro, cuestión que abordaremos con más detalle al estudiar sus ordenanzas sobre este particular. También que a cada uno de los cofrades y oficiales, debían tener conocimiento exacto del contrato de patronato.

5. ADJUDICACIÓN Y POSESIÓN CANÓNICA DEL PATRONATO

 Estando la silla episcopal del Tormes vacante24, las bulas antes estudiadas le fueron presentadas a don Antonio Braceros, arcediano de Trujillo, canónigo de la Santa Iglesia

(22)  MENDEZ HERNÁN, V y RAMOS RUBIO, J.A.: “El patrimonio eclesiástico de la ciudad de Trujillo” Cáceres 2008, p. 130.

(23) “los dichos Cofrades Luis y Mencia desean, que todo ello sea perpetuamente roborado con nuestro patrocinio y de la Sede Apostólica, suplicandosenos humildemente por parte de los dichos Cofrades Luis y Mencia, q intepusiessemos en todas las dichas cosas la fuerça de la confirmación Apostolica, y que por la benignidad Apostolica fuessemos seruidos de proueer en las dichas cosas como conuiniesse”.

(24)  Cuando la sede episcopal se halla vacante, son los miembros del cabildo catedralicio quienes ejercen sus funciones.

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 Catedral en calidad provisor y vicario general, pidiendo la autoridad vaticana que se recibiera información testifical sobre las ordenanzas de la cofradía, y el nombramiento como hermanos de don Luís de Tapia y su esposa como cofrades, y el cumplimiento de todas las condiciones recogidas en la bula del patronato, especialmente el de la dotación económica y exigencia de limpieza de sangre.

Cumplidos todos los extremos anteriores, también se le pidió que en su ejecución se le dieran a don Luís de Tapia y Paredes título de patrono perpetuo, que le fue dado el 12 de mayo de 1633, conforme al siguiente tenor literal:

“Adjudicaua, y adjudico, hazia, y hizo colacion, e institucion canonica a los dichos señor don Luis de Paredes y Corajo, y D. Mencia de Herrera y Cardona su muger, para ellos, y sus sucessores perpetuamente para siempre jamas del Patronazgo de dicha Iglesia y Ermita, para que le ayan y obtengan, y por tales sean auidos y tenidos, y puedan poner sus escudos de armas, y gozar de las exempciones y honras, que como tales le son y fueren deuidos, y pertenecientes,  según se estiende y acata en dicha Bula y letras Apostolicas. Y mandaua  mando a qualquiera de los Curas, o sus tenientes de las Parrochiales de dicha ciudad de Truxillo, y a otro qualquier Presbitero que sea requerido, les den, o a quien su poder ouviere, la possession real, actual, ciuil, natural, velquasi de dicho Patronazgo, y en ella les amparen y defiendan: y daua y dio licencia al Alcalde y Cofrades de dicha Cofradia, para que puedan otorgar, recebir, acetar las escrituras necessarias en razon de lo susodicho, con las clausulas que conuengan, a las quales su merced interpone su autoridad, y decreto judicial para su validacion, y mando se despache titulo en bastante forma para el resguardo y perpetuidad de dicho Patronazgo […] Y por nos visto mandamos dar las presentes, por las quales y su tenor, vsando de la autoridad Apostolica a nos concedida, al tenor, y según se acta y estiende en dichas Bulas, y letras Apostolicas, y en la mejor via y forma que podemos, y ha lugar de derecho, damos, adjudicamos, y nombramos por Patrones de dicha Iglesia y Ermita de Señor San Lazaro a los dichos Señor don Luis de Tapia Paredes y Corajo, y doña Mencia de Herrera y Cardona su muger, y despues dellos a sus hijos y sucessores en su casa y mayorazgos perpetuamente para siempre jamas, y dellos hazemos colacion canonica, y como tales Patronos puedan poner sus escudos de armas en la puerta principal, y demas partes de dicha Iglesia Ermita que les pareciere, y vsar del asiento, y lugar, gracias, honores, y exempciones que les fueren deuidas, y pertenezcan en qualquier manera, a los quales encargamos miren mucho por el aumento, amparo, lustre, y repardos de dicha Iglesia, de manera que siempre vaya en aumeto para mayor seruicio de nuestro Señor: y mandamos en virtud de Santa obediencia, y sopena de excomunión mayor trina canonica monitione en derecho premissa, al 

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 y Alcalde, oficiales, y Cofrades que son y fueren de dicha Cofradia, les reciban, ayan, y tengan por tales Patrones perpetuos de dicha Iglesia Ermita, y despues dellos a sus sucessores en su casa y mayorazgos; y so la dicha pena de excomunion mayor mandamos a qualquier Sacerdote que sea requerido por ante Notario, o Escriuano que dello dé fe, les de, o a quien su poder ouiere, la possession real actual, vel quasi del dicho Patronazgo, y en ella les amparen y defiendan; y ansimismo mandamos debaxo de dichas censuras, y de dozientos ducados que aplicamos para gastos de guerra contra infieles, que ninguna persona les inquiete, ni perturbe en dicha possession”

Por último, el 20 de mayo de 1633 se le otorgó a don Luís de Tapia y Paredes la posesión del patronato sobre la ermita, y se practicó esta diligencia en la persona de su apoderado Pedro González de la Rua, y actuando como fedatario don Francisco Gil Martínez, escribano del Rey y notario publico de la Audiencia Episcopal de Plasencia, estando presentes como testigos Francisco Bote Monroy, Alonso López Camargo, y Juan Sánchez (25).

6. ESTATUTOS DE LA COFRADÍA DE SAN LÁZARO DE TRUJILLO

 6.1. Fundación y carácter de la cofradía de San Lázaro. A partir de ahora nos vamos a centrar en el análisis de las ordenanzas de la cofradía de San Lázaro, lo que nos va a permitir conocer sus notas más relevantes (26): ser de gloria; no tener a su cargo ningún hospital o lazareto; la exigencia

(25) “Estando junto a la Ermita de Señor San Lazaro en el campo fuera de los muros de la ciudad de Truxillo en veinte dias del mes de Mayo de mil y seiscietos y treinta y tres años, Pedro Gonzalez de la Rua, vezino de la dicha ciudad en nobre de los Señores don Luis de Tapia Paredes Corajo del Consejo Supremo de Su Magestad, y D. Mencia de Cardona y Herrara su muger, y en virtud de su poder requirio a mi el Notario con el titulo de Patronazgo de suso, para que le de la possession del Patronazgo de dicha Iglesia y Ermita, e yo el Notario le asi por la mano, y meti en dicha Iglesia, y se passeo por ella, cerro, y abrio las puertas, y echo fuera a los que estauan dentro, y esparcio agua bendita, y toco la campana, todo en señal de possession de dicho Patronazgo: el qual pidió testimonio de como la ha tomado quieta y pacificamente, sin contradicion de persona alguna e yo el Notario doy fe no huuo contradicon y fueron presentes por testigos Francisco Bote de Monroy, vezino de don Benito, y Alonso Lopez Camargo presbytero, y Iuan Sanchez, vecinos desta dicha ciudad. Y en fe dello yo Francisco Gil Martinez Escriuano del Rey nuestro Señor, Notario publico Apostolico y ordinario de la Audiencia Episcopal de Plasencia descripto en el archiuo de la Curia Romana fue presente, y lo signe, y firme. En testimonio de verdad, Francisco Gil Martinez Notario”.

 (26) No podemos exponer de forma completa las ordenanzas de la cofradía de San Lázaro, por lógicas razones de limitación de la comunicación que presenta cada persona que participa en los Coloquios Históricos de Extremadura, por lo que más adelante abordaré su examen completo en un trabajo de la que esta exposición es un avance.

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 de limpieza de sangre para formar parte de ella; el no estar formada por personas que pertenecían a un mismo gremio (27).

En primer lugar, estamos en presencia de una cofradía que la podemos incluir dentro de la categoría de cofradía de gloria, que tienen por objeto venerar algún santo o santa específica o a la Virgen como reina gloriosa28, que en el presente caso su advocación titular sería el hermano de Marta y María y fue resucitado por Jesucristo (29).

Una duda que pretendo aclarar es sí tiene el carácter de hospitalaria, que eran aquellas que realizaban una labor caritativa en los establecimientos sanitarios y asistenciales que tenían a su cargo, en un momento histórico en que la asistencia social estaba exclusivamente en manos de instituciones religiosas. En Trujillo ya existían las de la Caridad y del Espíritu Santo, y esta cuestión deriva de la existencia de un lazareto junto a la ermita de San Lázaro30, lo que nos puede hacer pensar que era su oratorio, y que ambos estaban a cargo de la hermandad.

Del estudio de sus estatutos, que sin ningún género de duda son un testimonio documental de primera categoría, no aparece en ningún momento referencia alguna a asistencia hospitalaria de ningún tipo31, ni al referido lazareto, por lo que podemos afirmar que entre ambos no existía ninguna relación, salvo que estaban ubicados juntos en las afueras de la ciudad. Debemos tener muy presente cual es la relación de los lazaretos con la devoción a San Lázaro, que tiene su origen cuando los guerreros de Occidente fueron a Palestina a liberar los Santos Lugares a principios del siglo XII de la dominación musulmana, y crearon una orden religiosa militar bajo la advocación de San Lázaro para el cuidado de los leprosos, por cuanto los cristianos designaron a la lepra con el nombre de mal de San Lázaro, al creer que murió de esa enfermedad el hermano de María y de Marta resucitado por Jesús. Y al volver de Tierra Santa fueron

(27)  “Vrbano PP. VIII. Para perpetua memoria. Siendo assi según auemos sido infomados, que en la Iglesia o Ermita de San Lazaro de la ciudad de Truxillo, Obispado de Plasencia, de la Prouincia de Compostela, esta canonicamente instutuida vna pia Cofradia de fieles Christianos, hombres y mugeres, debaxo de la inuocacion del dicho San Lazaro (no empero para personas de vna misma arte, en especial)”.

(28) MORENO NAVARRO I.: “Las hermandades andaluzas, Una aproximación desde la antropología” 2ª edición Sevilla 1999 pp. 30-31. Otro tipo son las penitenciales centradas en algún momento de la pasión y muerte de Jesús o los dolores de la Virgen. El último son las sacramentales, dedicadas especialmente a la adoración de la Eucaristía.

(29) Evangelio de San Juan 11, 1-44.

(30) TENA FERNÁNDEZ, J.: “Trujillo histórico y monumental” Salamanca 1988, p. 103.

(31) Sólo en el preámbulo de los estatutos aparece la siguiente referencia: “que esta Cofradia de San Lazaro por la cortedad de su hazienda, no puede yo auer todos aquellos exercicios de piedad y caridad que ay en otras Cofradias; y Hospitales, instituidos a honra y gloria deste glorioso Santo”.

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 acogidos por el rey francés Luís VII que les concedió cerca de París una casa, y la transformaron en un lazareto (32). Por todo lo dicho, es fácil de deducir que existiendo en las afueras de Trujillo la ermita con esta advocación, cuando se construyó el lazareto se consideró que el lugar más apropiado era junto al templo, por estar en las afueras de la localidad y tenor cerca un edificio sacralizado que tenía una advocación con la que estaba muy relacionado. Todo ello sin perjuicio de las importantes funciones  asistencias que ejercía esta cofradía, como era habitual en este tipo de asociaciones durante la Edad Modern (33).

Para nuestra exposición vamos a utilizar las primitivas ordenanzas de la cofradía (34), junto con las importantes reformas adoptadas después que don Luís de Tapia y Paredes se convirtió en su patrono, fechadas el 10 de octubre de 1634 (35). A tal fin se reunieron los siguientes cofrades en la ermita de San Lázaro:

“Auiendonos juntando en esta Santa Ermita de Señor S. Lazaro extra muros desta muy noble y muy leal ciudad de Truxillo, el Alcalde, y oficiales, y cofrades desta Santa Cofradia, conuiene a

(32) Lazareto es un establecimiento sanitario donde se aislaba a los infectados o sospechosos de enfermedades contagiosas, así como un hospital de leprosos. Por esta razón estaban ubicados en las afueras de las localidades y tenían por objeto evitar los contagios.

(33) Por razones de espacio las omitimos en la presente exposición, y aparecen recogidas en los siguientes capítulos: Capítulo VII Que se velen los enfermos. Capítulo IX De los hermanos que murieren, de las misas que se han de dezir por cada vno. Capítulo X Como e han de enterrar los hermanos. Y del acompañamiento de los entierros. Capítulo XI Del entierro de los que mueren en casa de hermanos o hermana. Capítulo XII De los pobres que ha de enterrar la cofradía. Capítulo XIII Del acompañamiento en los entierros.

(34) “nos ha parecido valernos de las ordenanças antiguas y tomar dellas todas las que iran trasladadas a la letra como estan, para que de sus razones y palabras se conozca, por la mucha antigüedad de la Cofradia, la deuocion y piedad de sus primeros fundadores, que con ventaja de mucho tiempo antes precedieron a los que pusieron en forma las dichas ordenanças, añadiendo, o quitando como añadiremos, y quitaremos, lo que por la diferencia de los tiempos parece mas conueniente, e orden a lo qual, y en conformidad del assiento que tenemos tomado con el Señor don Luis de Tapia Paredes Corajo […] que remitimoa al dicho Señor don Luis en dias passados las dichas ordenanças antiguas, y las que de nuevo auemos hecho a la Villa de Madrid, donde esta firmado a Su Magestad, y recibimos su respuesta, y auemos visto las apuntamientos y aduertencias que le parecieron conuenir; y auiendo conferido y placticado sobre todo diuersas vezes, y estando de vn acuerdo y parecer, y precediendo el cumplimiento y execucion de todo, en virtud de letras Apostolicas de su Santidad le concedio confirmatorias de dicho Patronazgo, y faculta de hacer estas ordenanças, usando dellas, y de la expedición y despacho que de las dichas letras hizo el Señor Prouisor de Plasencia, a quien vinieron cometidas”.

(35) “Para firmeza de lo qual assi lo otorgamos ante el dicho Iua Pulido Regodo, escriuano de nuestra Cofradia, y en presencia de los testigos infraescritos, en la dicha ciudad de Truxillo estando en esta dicha Ermita en diez dias del mes de Otubre año del nacimiento de nuestro Saluador Iesu Christo de mil y seiscientos y treinta y quatro, siendo testigos Iuan Garcia, y Miguel Sánchez Baço, y Iuan Antonio de Paz escriuano de la dicha ciudad, y lo firmamos los que supimos, y por el que dixo no saber vn testigo. […] Passo ante mi Iuan Pulido Regodon”.

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sauer, Pedro Gonçalez de la Rua, Alcalde, y Iuan de Nauas, y Blas de Valuerde Diputados, y Diego Blaco mercader, mayordomo del arca y de la cera, y Antonio Solis, mayordomo de la Iglesia y Ermita de Señor S. Lazaro de la dicha ciudad, y Iuan Pulido Regodon, Martin Fernandez Cabeçudo, Iuan Becerra de Aguilar, Iuan Gomez Aparicio familiar del Santo Oficio, don Iuan de Chaues Orellana, don Alonso de Mendoça, Adolfo Garcia Cabeçudo, Martin Fernandez Brabo, Pedro Manglano, Bartolomé Lopez Leonardo, Iuan de Nauas, Blas de Valuerde, Alonso de Solis, Francisco Hermandez de Viuar Clerigo, Christoual Garcia Villalon Clerigo, Francisco de la Cueua Altamirano Clerigo, Iuan Sanchez Auiles Clerigo, Alonso del Toril y Xara Clerigo, Diego Gonçalez Clerigo, Pedro de Auiles, Mateo Sanchez, Diego Rebollo Cabeçudo, Andres de Rosales Calderon, Iuan Altamirano de Torres, Iuan Xerez Clerigo, Francisco Piçarro, Antonio de Soto, y Martin Gonçalez Cabeçudo, todos cofrades de la dicha Cofradía, los quales prestaron voz y caucion por los ausentes, llamados para este efeto con la diligencia acostumbrada, y en presencia de mi Iuan Pulido Regodon escriuano desta Cofradia”

 Las reglas comenzaban con un preámbulo que expresaba la razón de crear  esta cofradía bajo la advocación de San Lázaro, y nos hace saber que por entonces ya existía la ermita36. La fecha de su fundación es la de 21 de enero de 1488,

(36 )En el nombre de Dios Padre, e Hijo e Espiritu Santo, q son tres personas, e una essencia, e un solo Dios verdadero, a cuyo honor y reuerencia se establecio y ordeno esta Cofradia del glorioso Martir Señor S. Lazaro, porque es cosa notoria a todos los fieles Christianos que trabajaron por dexar buena memoria, vnos haziendo Ermitas, e Casas de Oracion, e otros faziendo limosmas, e obras pias, e otros ordenando Cofradias a honor de los Santos, porque ellos sean interiores y rogadores para ganar la gloria del Paraiso, y glorificar la potencia-eternal, e para esforçar estas cosas dotaron muchas de sus haziendas, por que su buena obra, e deseo no pereciesse en este siglo para dar exemplo a los que despues dellos vinieren, y como según nuestra Santa Fe Catolica se halla en la Sacra Escriptura, que los Apostoles, e Martires, e Santos padecieron muchos, e diuersos martirios, por merecimiento de los quales ganaron, y alcançaron la gloria del Paraiso, y son muchos allegdos a Nuestro Señor, el qual por ruego, e intercession destos, nos da gracia para que nos saluemos, e para nos guardar de los peligros, e angustias, y en el otro colocarnos en la gloria del Paraiso para siempre jamas. Amen. Por ende establecemos, e ordenamos vna Cofradia, e Hermandad, a honor, e alabança del bienauenturado Señor S. Lazaro, al qual nombramos, e escogemos que sea nuestro abogado, e a cuya conmemoracion e vocacion se ordena esta Cofradia, y Hermandad en la Iglesia de Señor S. Lazaro, e porque todas las cosas en este mundo, que es perecible quieren buenas gouernaciones, por ene todos los que en esta Hermandad se trabajen por la lleuar adelante, e trabajar de la sustentar, e honrar en manera que Dios sea seruido, e el bienauenturado Señor S. Lazaro honrado, e alabado, como sea ensalçamiento de nuestra Santa Fe, e honra del Rey, e de la Reyna nuestros Señores, e de sus justicias, so el qual amparo ordenamos estas ordenanças, que adelante se seguiran, a las quales hemos de ser todos obedientes, so las penas en ellas contenidas.

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 y por ahora son las más antiguas que hemos documentado sobre la ciudad de Trujillo (37).

 

 6.2. Órganos de gobierno y administración 

En este apartado analizaremos cuales eran sus órganos de gobierno, competencias y forma de elección de sus responsables. El capítulo I establecía quienes gestionaban la cofradía38: el alcalde, escribano, dos mayordomos y dos diputados. El alcalde era la máxima autoridad al señalar “que a la obediencia del tal  Alcalde todos estemos a sus mandamientos”, y con carácter general en caso de desobediencia se le impondría al cofrade la pena de media libra de cera, sin perjuicio de otras para casos particulares. Con la modificación de las ordenanzas efectuada en 1634, se aumentó su cuantía a 2 libras de cera, y se anotaba en la entrada del referido hermano, quedando facultados los miembros de la junta de gobierno para ejecutarla, moderarla o remitirla.

Con respecto a los mayordomos, uno sería de la ermita, cuyas funciones eran las siguientes: cuidado de su adorno y aderezo, fábrica y reparos necesarios, conforme a la condición 10ª del contrato de patronato. De igual forma tenía a su cargo la cera, debiendo acudir con ella a los entierros y fiestas, cuidando de todos los ornamentos y servicios del altar, ermita y cofradía, llevando el correspondiente inventario. El otro mayordomo era del arca, responsable “del dinero y Hazienda de la dicha Cofradía”, y cuidaría cobrar lo que se le debiera, el pago de misas, oficios, u otros gastos.

El escribano daba fe de todas las actividades de la cofradía, cuidando de la redacción de los documentos. Sería nombrado por el alcalde y oficiales, y se le exigía que escribiera bien y diestramente, debiendo asistir a todos los cabildos, y estar presente en la toma de cuentas de los mayordomos.

Con respecto a los diputado , las ordenanzas antiguas les facultaban para comprobar, junto a los demás miembros de la junta de gobierno sí algún cofrade se consideraba agraviado por penas impuestas por el alcalde, competencia que seguían manteniendo, y podrían tratar de moderarla o no ejecutarla. Con la reforma debían “asistir juntamente con el Escriuano a nuestro Alcalde para   conferir y determinar cosas particulares, para cuya resolución no se juntare   Cabildo general”. Cada uno estaba obligado durante 6 meses a nombrar persona que pidiera limosna, conforme al uso y costumbre de la cofradía.

(37) La primera cofradía penitencial de la que tenemos documentada su existencia es la Vera Cruz que ya existía en 1518, y de las sacramentales la del Santísimo Sacramento en 1490.

(38) CANTERO MUÑOZ. A: “La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna”, Badajoz 2006. Estos cargos son los mismos que las cofradías penitenciales de Trujillo, y son comunes al resto de las hermandades de la localidad.

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 una vez recogida la debía entregar al mayordomo del arca, firmando su recibo. Cuando  l diputado se descuidare en su obligación, se le impondría la pena de 8 reales.

El capítulo XIX contemplaba la ausencia de los oficiales por cualquier necesidad, y las ordenanzas originales disponían que debían designar otro que lo sustituyese. Con la reforma, el alcalde era sustituido por uno de los diputados que él nombrare, y cuando estuvieran ausente, por uno de los mayordomos.

El capítulo XXI de las ordenanzas antiguas regulaba la elección de oficiales, exigiendo que lo fueran entre personas hábiles y suficientes. A partir de 1634, se acordó que tendría lugar durante la Cuaresma, concretamente el Domingo de Lázaro que era una de sus fiestas principales (39), reuniéndose el día anterior después de las Vísperas en la ermita los miembros de la junta de gobierno saliente para proceder a la designación en la siguiente forma:

Traten y confieran entre si, que personas seran mas a proposito para gouernar la Cofradía el año siguiente, jurando antes de la eleccio en manos del Alcalde, y este en las del Capellan, que la haran según todo su entender, como mas conuenga al seruicio de Dios, bien y vtilidad de la Cofradia, echando mano de personas horadas, y de conciencia, y no inquietas, ni reboltosas”.

Cuando no se pusieran de acuerdo, los miembros de la junta de gobierno escogerían otros tres hermanos para que también participara en la votación, y entre todos elegirían los que obtuvieran más votos. Los designados no podían excusarse bajo la pena de 2000 maravedis, salvo que ya fueran oficiales de otra cofradía.

Ese mismo día se elegían otras personas que aunque no formaban parte de sus órganos de gobierno, colaboraban con sus responsables, que eran el capellán, muñidor y ermitaño:

“El mismo dia se ha de elegir vn Capellan que diga las Missas votiuas de la Cofradia, y capitule y haga oficio en las Visperas de S. Lazaro, y Santa Ines, y por cada Missa rezada le daran dos reales, y por cada vna de las cantadas seis, buscando el por su cuenta vna de las cantadas seis, buscando el por su cuenta ministros que le siruan de Diacono y Subdiacono en las Missas cantadas de S. Lazaro, y Santa Ines. Tambien se ha de elegir vn muñidor que este a obediencia de nuestro Alcalde y oficiales en las cosas tocantes a la Cofradia, lleuando y recogiendo en las fiestas y entierros la cera que le entregare el Mayordomo de la Ermita. Tambien se ha de elegir vn Ermitaño, o Ermitaña que

 (39) Era una práctica habitual de las cofradías trujillanas el renovar sus oficiales el día de su fiesta principal o su víspera.

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 viua en la Ermita de S. Lazaro y sea mayor de edad, de buena vida y costumbres, y tenga cuidado con la limpieza, y aseo de la Ermita, y ha de pedir limosna para la lampara del Santo Christo, y de S. Lazaro, y de lo que juntare ha de tener cuidado de cerrar y encender las dichas lamparas, sin que dello se le pida cuenta”.

La referencia del anterior testimonio a la “lampara del Santo Christo” es muy importante, pues es una referencia expresa al Cristo de la Salud (40), y nos hace saber que en 1634 ya se le rendía culto en la ermita, aunque en las ordenanzas no hay más referencia que esta, lo que significa que no existía más vinculo que el mencionado.

 

6.3. Ingreso en la cofradía de San Lázaro

 El capítulo XVI se titulaba “De la entrada de los cofrades y sus calidades”, y en sus primeras reglas lo único que se exigía era pagar 300 maravedis y otras cantidades de dinero y alimentos (41).

A partir de la reforma de 1634, se entregarían 6 ducados y 2 libras de cera o 12 reales por ella. Además, el pretendiente comparecía ante el alcalde y diputados y les haría saber cual era su voluntad, y el primero avisaría a todos los cofrades para que se juntasen el primer domingo después de la misa de hermanos u otro día más conveniente, debiendo votar a favor dos tercios de los asistentes.

Mucho más importante era la exigencia de limpieza de sangre para quienes pretendían formar parte de la misma:

 “Las calidades de los q huuieren de entrar en la Cofradia, ha de ser de Christiano viejo, limpio de toda mala raza de Iudio, Moro, Turco, ni de los nueuamente conuertidos a nuestra Santa Fe Catolica, ni penitenciado por la Santa Inquisicion por delito de heregia, o dissonante de nuestra Santa Religion: ni han de ser esclauos, ni hijos de esclauos”.

(40) CANTERO MUÑOZ, A.: La devoción al Cristo de la Salud en tierras cacereñas: los casos de Trujillo, Aldea del Obispo y Garciaz. En Actas I Congreso Nacional Advocación de la Salud, Córdoba 2005 pp. 541-556.

(41) “que quando algun cofrade se recibiere en esta nuestra cofradia, de su entrada primeramente en dinero trescientos marauedis. Item que de de alça de las andas y ferramientas veinte y quatro maravedis. Item una hanega de harina. Item que de una arroba de vino o sesetna marauedis  porella. Item vn carnero, o ciento y sesenta marauedis, mas vna libra de cera”.

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 Y entre los requisitos formales que eran precisos para formar parte de la hermandad, se exigía practicar una información sobre las cualidades del pretendiente, y que tenía por objeto conservar la limpieza de sangre entre sus miembros:

“Han de ser naturales desta ciudad, y si alguno viniere a viuir a ella, y pretediere entrar en nuestra Cofradia, iran a su costa el Alcalde, o vno de los Diputados a hazer informacion de las dichas calidades. Y para que todos nuestros hermanos sepan, o se informen de las de los pretendientes de nuestra Cofradia, han de ser auisados, doze dias antes que se proponga la pretension: en que encargamos a todos los presentes, y que despues de nosotros vinieren, procedan prudente y chrstiana y desapassionadamente, como conuiene al seruicio de Dios, y reputacion de nuestra Cofradia, sin dissimular por ningunos respetos ninguna mala raza paterna, ni materna del que quisiere ser cofrade, por quanto conuiene a la reputacion y estimacion de la Cofradia, que no entre en ella persona que tenga alguna mala raza, o opiniendo della, especialmente estando confirmado este estatuto de limpieza de nuestra Cofradia”.

Marciano de Hervás explica con rigor la razón de ser de estas normas en los siguientes términos (42):

“En la sociedad del Barroco, no tenía validez el argumento de la judaización de los cristianos nuevo porque ya no judaizaban. Los descendientes de conversos se comportaban como cristianos temerosos de Dios. Así lo manifestaban en las cofradías y en las instituciones públicas. La única excusa esgrimida en la sociedad barroca era que sus antepasados habían sido judíos. Su único delito era que sus tatarabuelos habían nacido judíos. Con esta excusa, la comunidad cristianovieja ortodoxa, pues había un sector que participaba con la comunión de los neófitos, dirigió la batería estatutaria racial contra los descendientes de cristianos nuevos de raíz judía”.

Esta actitud discriminatoria también se da en las cofradías (43), e igual ocurre con varias de la ciudad de Trujillo, en concreto la del Santísimo Sacramento de Trujillo (44), y del Espíritu Santo (45). Marciano de

(42) MARCIANO DE HERVÁS: “Judios y cristianos nuevos en la historia de Trujillo” Badajoz 2008, p. 306.

(43) MARCIANO DE HERVÁS: “Judios y cristianos nuevos en la historia de Trujillo” Badajoz 2008, pp. 313-314.

(44) CANTERO MUÑOZ, A.: Ordenanzas de la cofradía del Santísimo Sacramento de Trujillo durante la Edad Moderna. En Actas de XXXVI Coloquios Históricos de Extremadura (en prensa). En la ciudad de Trujillo las cofradías penitenciales de la Vera Cruz, Nazareno y Soledad de Nuestra Señora no exigían limpieza de sangre. Sin embargo, en la del Santísimo Sacramento se excluía de forma expresa en su artículo 18º a los condenados por la Inquisición, o aquellos que fueran o hubiesen sido esclavos así como sus descendientes: “Ordenamos y mandamos que no se pueda Recebir  por Hermano desta sancta coffradia ninguno que aya sido penitenciado por el Sancto officio ni a sus descendientes ni ningún esclauo que actualmente lo sea o lo aya sido ni se pueda mandar por Herencia ni en otra manera y si algunos officiales lo Recibieren contra lo contenido en esta Hordenanca paguen de pena cada uno una arroua de cera para la dicha coffradia y lo executen los officiales que sucedieren so la misma pena y sea sin Remission”. Esa prohibición de volvió a repetir en los mismos términos en la ordenanza 51º que fue aprobada el 22 de enero 1664, pero ampliándola al incluir “a ningún negro linbo ni mulato, aunque sean ni ayan sido exclauos y sí de hecho fueren no ualgan ni sean tenidos por tales hermanos, y el alcalde y oficiales incurran en media arroau de cera, de pena cada uno, sí los recibieren”.

 

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Hervás también nos hace saber de la existencia de testimonios relativos a cumplimiento de trámites para acreditar la limpieza de sangre los cofrades de San Lázaro (46).

De lo expuesto, es fácil deducir que quedaban excluidos de forma expresa los grupos sociales marginados de la época, como los cristianos nuevos, moriscos o esclavos, que muchas veces utilizaban el ingreso y pertenencia en una cofradía, como único medio de integración social, en la sociedad estamental en la que ocupaban el lugar más bajo.

 

6.4. Funciones religiosas

El capítulo V se refería a las festividades más importantes que celebraba, y en las antiguas reglas disponían que todos los cofrades estaban obligados a ir a la ermita a vísperas y a la misa del señor San Lázaro en sus dos fiestas: una en Cuaresma que era el Domingo de Lázaro47, y otra en la víspera de Santa María de la O, es decir el 17 de diciembre que es su fiesta principal. Asimismo, a las misas de los Apóstoles en los doce primeros domingos de cada mes, conforme al orden siguiente: San Pedro, San Andrés, Santiago el mayor, San Juan; Santo Tomás, Santiago el menor, San Felipe, San Bartolomé, San Mateo, San Simón, San Tadeo, San Pablo. En caso de falta de asistencia a estas celebraciones, estando a una distancia de u a legua de la ciudad de Trujillo48, debían pagar un cuarterón de cera.

(45) MARCIANO DE HERVÁS: “Judios y cristianos nuevos en la historia de Trujillo” Badajoz 2008, pp. 313-314.

(46) MARCIANO DE HERVÁS: “Judios y cristianos nuevos en la historia de Trujillo” Badajoz 2008, p. 314.

( 47) El Domingo de Lázaro, es el quinto domingo de Cuaresma o Domingo de Pasión o Domingo de Ramos.

(48) La legua equivale a 5572,7 metros.

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 A partir de 1634 se mantuvo todo lo anterior, pero las misas de los Apóstoles serían rezadas y las de San Lázaro y Santa Inés cantadas con diácono y subdiácono, y se daría a los hermanos velas que tendrían encendidas:

“Desde Sanctus hasta que el Sacerdote consuma el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Iusu Christo y hanse de dezir por el augmento y estado de nuestra Santa Fe Catolica, paz, y concordia de los Principes Christianos, y por los Señores Patrones passados, y presentes, y por los hermanos viuos, y difuntos, y bienhechores de la Cofradía, y al fin de cada Missa dira el Capellan un responso por los Señores Patrones, y hermos difuntos”.

La fiesta de Santa Inés era el 28 de enero, concurriendo en su víspera todos los oficiales y cofrades en la ermita, y tenía lugar en la siguiente forma:

“Y se se hallen presentes a las Visperas cantadas, y despues el dia de la fiesta a la Missa, que la ha de cantar nuestro Capellan con Diacono y Subdiacono, y darase a los hermanos las velas que encederan al tiempo que se canta el Euangelio, y acabado, se han de matar hasta que empiece el Sanctus Sanctus, y entonces boluerse a encender, hasta que el Sacerdote huuiere consumiso: y el hermano que faltare sin forçoso impedimiento, pague las penas referidas en la ordenança antigua, con declaracion, que la pena del quarteron de cera no se entienda con los ausentes, aunque esten dentro de una legua desta ciudad, sino con los presentes arriba a la villa, o abaxo , o en el barrio de Santo Domingo solamente: y la pena del quarteron de cera sea para la Cofradia, y assi en esta fiesta, como en la de S. Lazaro, el Mayordomo de la Ermita ha de tener cuidado de adornarla con colgaduras, lo mejor que pudiere, y ha de estas puesto el estandarte”.

 

7. INVENTARIO

 A continuación aportamos un testimonio documental muy relevante, como s el inventario de la ermita de San Lázaro, que tiene por fecha el 11 de octubre de 1783, y que sin perjuicio de que existan otros, en por el momento el más antiguo del que tenemos noticia:

Estando en la Hermita que dizen de Señor San Lazaro, Extramuros de esta Ciudad en onze dias del mes de octtubre de mill settezienttos ochentta y ocho, el Lizenziado Dn Agustin Marquez Vizioso, Abogado de los Reales Consejos Administrador nombrado de los efecttos, vienes y renttas de la 

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Cofradía de aquella, yo el Escriuano en uirtud de la Comision que se me confiere en el anttterior y hauiendo Joseph Prieto Hermitaño della y a cuio cargo estaban las llaues abierto sacristía, cajones y Lazenas que en ella ay, hize enttrega a dicho Dn Agustin de los efectos siguientes:

Primeramente un caliz Labrado a buri mui dezentte con cuchara= otro comun un ynzensario y nabetta con cuchara de plata= uinajeras y Plattillo de lo mismo= Un Misar nuebo= Otro biejo sirue diariamente= Cuatro paños de caliz de disttintos colores= Una Lampara de Platta= Tres zingulos con tres amitos finos= tres albas la una ina y las otras mas bastas= Un terno de damasco color blanco y campo uerde= una capa plubar del mismo color= un terno morado con zenefa bordada de plata compuesto de casulla y dos planetas= Otro encarnado Entero= Una capa morada= Una casulla encarnda de tapiz= una banda morada= una cortina de gassa nueba para el terno= cinco enaguettas de Su Magd y las que tiene puestas todas de telas ricas= una cortina de […] encarnada, dos bandas, una azul y otra morada de tafettan= Yd las vestiduras de las Ymagenes, mantteles de ttres alttares= Yd otro recado para la Misa= Yd unas andas, mesas y bancos que se hallan en la Hermitta= Yd ochenta y tres velas sin enzentar de tres en libra= Yd veinte y siete enzenttadas de la misma, y diferentes cabos= Yd, treze o cattorze libras mas de dicha nueba, labrada y pagada que se halla en poder de Paredes= Yd recados de dezir Missa con todos sus adornos= disttintas bolsas de corporales con ellos= en todos los cuales dichos uienes se ha dado pr entregado el menzionado Dn Agustin Marquez como tal Admor nombrado”.

 

9. CONCLUSIONES

Sin negar el fervor religioso de don Luís de Tapia y Paredes profesaba a San Lázaro, creo que al convertirse en patrono de su ermita, pretendía reflejar de forma perpetua su importancia social, utilizando los lugares que durante la Edad Moderna eran más emblemáticos, como eran los edificios religiosos de la ermita de San Lázaro y la iglesia de Santiago donde tenía su panteón familiar (49).

Este dato es muy relevante, pues pone de manifiesto como las linajudas familias trujillanas, reflejan sus prerrogativas sociales ostentando el patronato de altares, oratorios o ermitas de aquellas imágenes religiosas que gozan de gran devoción popular. De esta forma, se pone de manifiesto como la religiosidad expresa la apropiación simbólica del suelo por parte de la nobleza local, que proclama de esta forma su

(49) TENA FERNÁNDEZ, J.: “Trujillo histórico y monumental” Salamanca 1988, p. 376.

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 poder económico y social. Pero no solo es simbólica, pues como hemos visto este patronato quedaba agregado a su mayorazgo (50), siendo una más de las muchas propiedades de las que estaba formado.

De igual forma, hemos visto como conforme a la condición tercera del contrato de patronato, en todas las juntas y reuniones de la cofradía, tanto ordinarias como extraordinarias, ocuparán el lugar más preferente o importante, con lo que se reitera de forma pública el mantenimiento en los actos religiosos, del tejido social jerarquizado del Antiguo Régimen.

(50) El mayorazgo es una institución jurídica del Antiguo Régimen, que tenía por objeto evitar la prodigalidad de la nobleza. Lo podemos definir como un tipo de propiedad vinculada caracterizada en que un conjunto de bienes se convertían en unidades inalienables e indivisibles, que se transmitían de generación en generación. Como estamos viendo, esta masa patrimonial no se limitaba a bienes rústicos y urbanos, pues incluía cualquier tipo de propiedad, como el caso del patronato sobre la ermita de San Lázaro.

Dic 132013
 

…de la Guerra de la Independencia en Extremadura, 1808-1812.
Álvaro Meléndez Teodoro.

1. A MODO DE INTRODUCCIÓN

 El presente trabajo no pretende ir más allá de un mero ejercicio de recopilación y ordenación cronológica de los acontecimientos que conformaron la epopeya extremeña en la Guerra de la Independencia.

Lógico es significar que usar el término cronología es una pretensión vana, si tenemos en cuenta la cantidad de eventos a recoger y, además, el espacio al que debe reducirse esta comunicación.

Para la elaboración del presente escrito se ha partido de los Historiales de las diversas Unidades militares que tomaron parte en la campaña. Las Unidades militares deben recoger, al menos así se disponía en los reglamentos, todas las vicisitudes cotidianas para elaborar los preceptivos informes.

Los agobios de la campaña en Extremadura, los altibajos en los resultados de las operaciones, las derrotas estrepitosas y sangrientas en que se vieron envueltas, los movimientos continuos en persecución o huida y, en fin, los desastres todos de la guerra hacen que estos historiales hayan desaparecido en su mayoría, sean muy incompletos o, no es improbable, simplemente se encuentren traspapelados en algún perdido Archivo pendiente de la adecuada investigación.

Otro fondo muy interesante, y poco explorado en este tema, pueden ser los Archivos locales y regionales, como el Histórico Provincial de Badajoz. De reciente aparición es el libro del profesor doctor don José Sarmiento sobre la Junta Suprema de Extremadura, tema que no se había tocado, prácticamente desde los tiempos de don Román Gómez Villafranca allá por los eventos del I Centenario y por las fechas en que se redactan estas líneas comienzan a publicarse algunos trabajos más locales enmarcados en el “Premio José María Calatrava”.

He podido consultar, que no estudiar en profundidad, las dos obras fundamentales que sobre el aspecto militar de esta campaña se han publicado: la del general Gómez de Arteche, de la segunda mitad del siglo XIX, redactada a la vista de documentos originales, y la del Servicio Histórico Militar, dirigida por don Juan Priego López, de los años sesenta del pasado siglo, recientemente reeditada y corregida. Ambas son, al día de hoy, las obras que más se han ocupado de Extremadura durante la Guerra de la Independencia. Si, es cierto, en Extremadura, principalmente en su Universidad, se han desarrollado numerosos estudios sobre la sociedad, la economía y la política de la época, pero no s han llevado a cabo estudios en profundidad sobre el factor bélico-militar, lo que tratándose de una Guerra es, cuando menos, curioso.

No debemos olvidar, como fuente documental interesante, los trabajos publicados generalmente en prensa, en algunos momentos puntuales: el homenaje al General Menacho, muerto en la defensa de Badajoz en 1811, que se llevó a cabo en esta ciudad en 1893, los actos y convocatorias del I Centenario, de los que no podemos dejar citar los trabajos redactados para la Revista Archivo Extremeño o Extremadura y los premios convocados en 1811, I Centenario de la batalla de La Albuera, por el Ateneo de Badajoz.

El presente trabajo es ligero y eveneméntico. No pretende presentar un análisis de los hechos sino meramente su encuadre. En primer lugar, y casi único, porque los conocimientos del que escribe no alcanzan para afrontar tan compleja tarea, necesitada de un equipo multidisciplinar adecuadamente formado, preparado y dotado y además porque mi humilde objetivo es llevar estos “apuntes” a los historiadores e investigadores locales para que puedan investigar o enmarcar adecuadamente documentación localista o, simplemente, apuntarles acontecimientos desarrollados en sus pueblos.

A lo largo de la documentación y escritos estudiados hay una cosa que se ve muy clara: ningún pueblo de Extremadura se vio libre de esta terrible campaña. Si no fueron acontecimientos bélicos directos, batallas, encuentros, acciones diversas, fueron indirectos, represalias, saqueos, impuestos, alistamientos o requisas. En todos ellos hay materia para el estudio.

De muchos de ellos, y así aparecen en el texto, apenas nos ha llegado el eco de una referencia en un Historial de Regimiento o en una Hoja de Servicio de alguno de los protagonistas. Sería muy interesante saber que conocimiento hay en cada localidad de lo expuesto en el presente trabajo y me refiero, claro es, a las localidades menos conocidas, ya que en otras los acontecimientos ha sido, y están siendo, adecuadamente estudiados: batallas de Medellín, Albuera y Arroyomolinos, sitios de Badajoz y un muy corto etcétera. Por el momento.

2. AÑO 1808

 Mayo

2.- Levantamiento en Madrid. En la tarde de este día don Juan Pérez Villamil redacta el parte que firman los alcaldes de Móstoles, Andrés Torrejón y Simón Hernández, alertando al resto de España de los acontecimientos. Pedro Serrano, postillón andaluz, se ofrece a llevarlo a Extremadura y Andalucía. Sale a las siete de la tarde.

3.- En la mañana de este día alcanza Casas de Miravete y las autoridades lo remiten a las localidades limítrofes. El Corregidor de Trujillo, don Antonio Martín Rivas, alerta a 82 pueblos de su partido, mandando alistar hombres, armas y caballos preparados para emprender la marcha a Madrid.

4.- En la madrugada de este día el parte de los alcaldes de Mostoles llega a Mérida. El alcalde, Ciro Meneses Camacho, lo hace llegar a Badajoz, Almendralejo, Fregenal y Jerez de los Caballeros.

5.- El Capitán general interino, Mariscal de campo Toribio Gragera de Vargas, Conde de Torre del Fresno, redacta una proclama antifrancesa.(1).  Se considera la primera que una alta autoridad del estado emite contra los responsables de los sucesos madrileños y envía avisos de lo acontecido en Madrid al General Carrafa, Capitán general titular, que se hallaba en Lisboa en apoyo de las tropas del Mariscal Junot. El parte llega a Fregenal de la Sierra y las autoridades lo trasmiten a Higuera la Real, que a su vez lo pasará a Cumbre de San Bartolomé.

Ya desde estos primeros momentos hay en marcha una conspiración para acometer un levantamiento general. Son acontecimientos aún no suficientement estudiados y en los que participarán distinguidas personalidades civiles y militares, al igual que ocurría en otros puntos de Españas. Al parecer, para Extremadura, estaba previsto en los primeros días de junio.

6.- El bando de Móstoles llega a Guareña, procedente de Trujillo.

23.- Lunes. Tumulto popular en Badajoz, aplacado por el obispo y cabildo catedral, sin consecuencias

 (1) …Aunque las noticias no son del todo auténticas, deben ser suficientes para que los buenos españoles se armen y se dispongan a defender la Patria…Que todo ello se ejecute con la brevedad del rayo, para que el enemigo se convenza de que los españoles jamás conocen peligros cuando es preciso salvar y vengar al Rey, la Religión y la Patria…

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 24.- El obispo de Badajoz, Mateo Delgado y Moreno, designa al párroco de Talavera la Real, José Antonio Gallego, para que le represente en el Congreso de Bayona2, convocado por Napoleón para el 15 de junio.

25.- El Ayuntamiento de Badajoz designa para el antecitado Congreso a don Juan de Morales Guzmán, como éste se excusa por su avanzada edad se nombra a don Félix Ovalle.

29.- El Conde de Torre del Fresno recibe noticias de Sevilla informando de la constitución de una Junta de Gobierno y solicitando su apoyo. Torre del Fresno convoca una Junta de Autoridades para el día siguiente a fin de tomar postura (3).

30.- Un nuevo levantamiento popular en Badajoz, justificado en no haber disparado las salvas de ordenanza en la onomástica del Rey Fernando y en un supuesto “afrancesamiento” del Capitán general interino, concluye con el asalto a su palacio y la muerte de éste que había intentado refugiarse en el cuerpo de guardia de la Puerta de las Palmas.

Ese mismo día se reúnen las “fuerzas vivas” de la plaza para constituir la Junta Suprema de Extremadura. El General Galluzo es nombrado Presidente de la misma y Capitán general de la Provincia de Extremadura (4).

En Elvas, el General francés Kellerman5 se disponía a moverse contra Badajoz cuando recibe la orden de trasladarse a Lisboa, dejando una corta guarnición en la plaza, ante la amenaza de un desembarco inglés y en medio de la insurrección y fuga de las tropas españolas.

 Junio

3.- La primera providencia del Capitán general Galluzo es ordenar un alistamiento general, que será reiterado en 27 de junio y 11 de julio, con un cupo asignado a cada pueblo.

(2) Convocado para dar forma a una Constitución, Carta o Estatuto de Bayona, que legitimara la abdicación de Carlos IV en Napoleón.

(3) En su residencia de la Plaza de las Descalzas en Badajoz, luego Palacio de Capitanía General.

(4) De esta primera Junta formaban parte, entre otros, el obispo de Badajoz Mateo Delgado Moreno, el Brigadier Juan Gregorio Mancio, el Auditor de Guerra Gonzalo Hurtado Valdovinos, el Oidor de la Audiencia de Extremadura Francisco Carbonell del Rosal, el Canónigo de la Catedral de Coria Mateo Fernández de la Jara y el Subdelegado de Rentas de Trujillo José Tamayo y Vélez.

(5) Kellerman había entrado con el Mariscal Junot en el año anterior y era el mando militar del Alentejo. Desagradablemente sorprendido con la deserción de las tropas españolas que le auxiliaban, que mayoritariamente se refugiaron en Badajoz, decidió emprender una acción de castigo, con la finalidad, posiblemente, de hacerse con el control del puente de la ciudad, una importante vía de comunicación.

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 7.- Entre las primeras disposiciones de la Junta Suprema destaca la de levantar un Ejército, para ello se aumentarán y dotarán las Unidades existentes, se reorganizarán aquellas que van llegando, huidas, de Madrid o Portugal, y se levantarán Unidades propias extremeñas, aprovechando las buenas disposiciones mostradas por el pueblo y las autoridades en toda la región: Regimiento de Infantería de Línea 1º de Badajoz, Batallón Real de Zapadores y Minadores de Extremadura, Regimiento de Infantería Ligera Voluntarios de Plasencia, Regimiento de Infantería Voluntarios de Trujillo, 4º Batallón de Reales Guardias Walonas, Batallón de Cazadores de Llerena, “el leal”, Tiradores de Mérida, Voluntarios de Valencia y Alburquerque, Batallón de Infantería Cazadores de Alcántara, Batallón de Infantería Cazadores de Zafra, Batallón de Infantería Cazadores de la Serena, Tiradores de Badajoz, Partida de Caballería de Cáceres, Regimiento de Caballería Cazadores de Alcántara, Regimiento de Húsares de Extremadura y otros más que seguirán formándose posteriormente.

8.- Motín popular en Plasencia con detención de varios vecinos acusados de afrancesados o colaboracionistas.

9.- En Plasencia un nuevo motín acaba con el linchamiento de Jerónimo Baena.

11.- Aparece en documentos la primera referencia a la constitución de la Junta de Plasencia, entre sus componentes figura el general Antonio Vicente de Arce, como vicepresidente, y el Brigadier Vicente Vargas Laguna como vocal.

13.- En Plasencia son asesinados por la turbamulta Antonio Moreno e Isidro Clemente, detenidos el pasado día 8.

17.- Se publica, con el auspicio de la Junta Suprema, el primer número del “Diario de Badajoz”.

23.- Se aprueba el “Reglamento para gobierno de la Suprema Junta de esta Provincia”(6).

La insurrección es general en España y Portugal, Junot, mando supremo francés en Portugal, debe mover sus guarniciones constantemente para sofocar múltiples levantamientos populares y contrarrestar una posible amenaza inglesa por mar.

Julio

A lo largo de este mes recibirá su bautismo de fuego el Ejército de Extremadura. La región portuguesa del Alentejo, al mando del General Francisco de Paula Leite, se levanta tras la marcha de Kellerman y

(6) Redactado por Martín de Garay, Felix Ovalle y el Provisor de la diócesis de Badajoz Gabriel Rafael Blázquez Prieto.

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 ayudados por fuerzas dele jército de Extremadura, atacan a la guarnición de Elvas.

De Extremadura sale, en apoyo de la Junta alentejana, el Coronel Federico Moretti con unos 1.200 hombres de Húsares de María Luisa, granaderos provinciales, una llamada Legión Extranjera, formada en Juromeña con desertores portugueses y armados por los españoles, y alguna tropa de artillería.

23.- El Mariscal Junot dispone que el General Loisón avance contra Évora para sofocar la rebelión lusa en el Alentejo.

29.- Loisón alcanza Évora y, para su sorpresa, encuentra a las fuerzas insurrectas del Coronel Moretti y el General portugués Leite formadas para batalla campal, en número de unos 3 ó 4.000 hombres, mal instruidos y peor armados, que habrán de hacer frente a 7.000 experimentados franceses. El combate es rápido y feroz. Las fuerzas aliadas son desechas al primer intento y se retiran para intentar desesperadamente defenderse en la ciudad, que es asaltada sobre la marcha aqueada y sus defensores, casi todos, aniquilados sin cuartel.

 Agosto

 1.- El General francés Loisón sale de Évora para Elvas dispersando a su paso las partidas que cercaban la plaza. Nombra Gobernador de la misma al Comandante Girod de Novillars.

Comienza a desembarcar en la bahía del Mondego la expedición británica que ha de ponerse a las órdenes de Sir Hew Dalrymple.

4.- El General Loisón se dispone a atacar Badajoz pero recibe órdenes de retornar a Abrantes ante el desembarco de ingleses en Portugal.

17.- Combate de Roliça entre británicos y franceses. Los franceses han de ceder sus posiciones pero causan muchas bajas a sus rivales.

21.- Batalla de Vimieiro en la que los británicos derrotan a los franceses pero no rematan la acción permitiendo su retirada y reorganización. Poco después entrarán en conversaciones que finalizarán en la firma de un acuerdo de suspensión de hostilidades.

30.- Se firma el Convenio de Çintra, entre británicos y franceses, con la oposición de portugueses y españoles que ni siquiera fueron consultados, que permite la total evacuación de Portugal, con armas y bagajes, del Ejército francés del Mariscal Junot.

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 Septiembre

 Enterados los españoles y los insurrectos alentejanos de los acuerdos de Çintra, manifiestan su disgusto y oposición. Aprovechando la ocasión el General Galluzo decide tomar Elvas.

7.- Al mando del Mariscal de campo José de Arce, fuerzas españolas del Ejército de Extremadura atacan la plaza de Elvas y sitian a la guarnición francesa. El Comandante francés, Girod de Novilars, se atrinchera con sus 1.400 hombres en el Fuerte de Lippe, actual Fuerte de Graça. Al norte de la plaza. El sitio durará hasta el día 20. Toman parte, entre otros, el Regimiento de Infantería Badajoz y los Regimientos de Caballería 1º y 2º de Húsares de Extremadura.

8.- El General Gregorio Laguna (7) es comisionado por la Junta Suprema para dirigirse a Lisboa y organizar una División con la tropa española que allí había sido liberada por los británicos, que además habría de proporcionarle armamento y dinero para reforzar el Ejército de Extremadura. Cumplida la misión, el General Laguna será destinado, con toda la tropa y su material, a Cataluña según órdenes de la Junta Central.

20.- En estas fechas aparecen en Elvas las tropas británicas que, de acuerdo al Convenio de Çintra, han de hacerse cargo de la plaza y escoltar a las francesas que deben embarcar en Lisboa.

25.- El General Galluzo firma un “estadillo” de formación en el que se señala que el Ejército de Extremadura cuenta en sus filas con 6.020 hombres de Infantería de Línea, 5.050 de Infantería Ligera, 1.150 de Caballería, con 1.076 caballos, 500 hombres de Artillería a pie y 184 de Artillería a caballo, con 136 caballos. En total 12.904 soldados y 1.212 caballos (8).

En este día queda constituida la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino, instalada el Palacio Real de Aranjuez, contará con dos representantes de la extremeña: el Intendente Martín de Garay y el tesorero del Ejército de Extremadura Félix Ovalle.

30.- La Junta Suprema Central, Conde de Floridablanca, ordena a la de Extremadura aprestar su Ejército y moverlo a Castilla.

 Octubre

4.- El Teniente Jacinto Ruiz Mendoza, herido en la defensa del parque de Monteleón el 2 de mayo, presenta instancia a la Junta Suprema solicitando el Escudo de distinción a los fugados de Portugal

(7) Será nombrado Capitán general de Extremadura tras la guerra..

(8) En la época al hablar de “caballos” hay que entender “soldados de caballería”.

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 e incorporados al Ejército de Extremadura. La Junta contesta el mismo día de forma elogiosa concediendo el Escudo pero …le señala la misma Suprema Junta otro nuevo Escudo de distinción como premio del valor, del qual deverá usar antes de aquel. Este escudo será una Corona de Laurel y en la circunferencia dirá: Por Ferndº 7º y la defensa del Parque de Artª el día dos de Mayo de 1808…

 7.- El Ejército de Extremadura al completo, mandado por el General Galluzo, inicia su marcha hacia Madrid. Quedan encargados de reorganizar las reservas y nuevas Unidades el Marqués de Monsalud y el General Antonio de Arce.

18.- El Ejército de Extremadura alcanza Madrid. Galluzo será relevado del mando, al señalar carencias en el equipamiento e instrucción, que se le dará al inexperto Conde de Belvedere.

30.- El Gobernador de la plaza de Alcántara, Fernando de Manuel Villena, avisa al ayuntamiento de Zarza la Mayor la llegada en los próximos días de fuerzas expedicionaria británicas a las que deben acoger y suministrar.

Éste mismo día llegan también a Badajoz para marchar por el Camino Real a Madrid.

Noviembre

2.- Fuerzas británicas procedentes de Badajoz llegan a Talavera la Real, cuyo Ayuntamiento ha de pedir fondos para abonar los suministros que debe proporcionarles.

10.- Belveder con parte del Ejército de Extremadura, no esperó a tenerlo todo reunido y desplegado, planta batalla en Gamonal, inmediaciones de Burgos. La derrota de los españoles es aplastante y la ciudad de Burgos es saqueada. Tras la huida de Belveder el mando de los restos se le entrega al General José de Heredia,

 Diciembre

Las derrotas de Gamonal y Somosierra abren las puertas de Madrid a Napoleón. Los restos del Ejército de Extremadura, reagrupados en Talavera de la Reina, provocan un motín en el que resulta asesinado el General Benito San Juan y en el que toma parte el Regimiento de Húsares de Exttremadura. Galluzo  vuelve a tomar el mando e intentará cerrar los pasos del Tajo: Puente del Arzobispo del Conde, de Almaraz y del Cardenal. Fuerzas inferiores, desorganizadas y una mala dirección, no impedirán el paso de los franceses. El General Galluzo hace volar el puente de Almaraz9 y se retira hacia el sur. La Junta

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 Suprema le retira el mando y le abrirá una causa.

2.- La Junta Central, ante la ocupación de Madrid por los franceses, decide trasladarse a Extremadura, camino de Sevilla.

9.- La Junta Central está establecida en Trujillo, donde en esta fecha, y dado el desbarajuste introducido en las fuerzas españolas tras las derrotas de Gamonal, Espinosa de los Monteros, Somosierra y la cupación de Madrid, autoriza a todo Jefe militar de localidad o Ayuntamiento de la misma a imponer la pena máxima a desertores.

10.- Ante la aparición en las fronteras de Extremadura de partidas francesas la Junta Central decide continuar viaje a Sevilla y pide dinero para ello.

11.- El obispo de Plasencia, don Juan Francisco Marco y don Francisco de Sales Andrés proporcionan a la Junta Central 90.000 reales para su traslado. Ese mismo día emprenden la marcha.

En Fuente de Cantos un alboroto popular tilda de traidor al presbítero Juan José Fernández y asalta su casa tratando de matarlo.

12.- La Junta Central alcanza Miajadas.

13.- La Junta Central alcanza Mérida, donde la Junta Suprema extremeña pide a su Presidente, Floridablanca, que el General Cuesta, que marchaba en calidad de arrestado por desavenencias con la Central, pase a mandar el Ejército y la Capitanía de Extremadura.

Combates en defensa del puente de Almaraz, General Galluzo. Regimiento de Infantería Jaén, Regimiento de Infantería Voluntarios de Trujillo, Regimiento de Infantería Mallorca y Guardias Españolas de Infantería, entre otras.

16.- Nueva algarada callejera en Badajoz que termina en el asesinato de cinco personas: dos presos franceses, un colaboracionista portugués al que llaman Vasconcelos, el coronel Tiburcio Carcelén10 y el afrancesado Antonio Noriega de Bada (11), son linchados en su prisión de Puerta de Palmas. La tensa situación impone la creación de un tribunal militar, presidido por el Teniente

(9) No sería adecuadamente reconstruido hasta 1845.

(10) El Coronel Tiburcio Carcelén mandaba el Batallón I de la División 2 de Granaderos Provinciales de Castilla la Nueva, que había operado a las órdenes del General Carrafa en Lisboa, cuando la invasión de Junot. Se le había sustanciado causa por no haberse fugado de los franceses en junio, a pesar de habersele avisado por la Junta de Extremadura. Al parecer en la fecha en que fue asesinado la causa llegaba a su fin y podría salir con una sanción muy baja o libre de culpa.

(11) Político asturiano, adepto a Godoy y colaboracionista con el Rey José. Había sido Diputado en Cortes y Tesorero Real, su casa fue saqueada tras el motín de Aranjuez y él encarcelado, quedó y libre y fue detenido por una patrulla enviada por la Junta de Extremadura en julio. En octubre el Consejo de Castilla le exoneró de toda culpa y él se había dirigido en diversas ocasiones a la Junta Suprema pidiendo su puesta en libertad. Amigo y colaborador de Jovellanos, había sido retratado por Goya.

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coronel Mariano Ricafort, para calmar los ánimos. Son detenidos, y serán juzgados, varios de los responsables.

23.- Combates en el Puente de Almaraz. Toma parte el Regimiento de Infantería Badajoz.

24.- Encuentros armados en Valdelacasa en los que combate el Regimiento de Caballería Montesa.

25.- Combate en Trujillo en el que participará el Regimiento de Infantería Badajoz.

26.- Combates en el entorno del Puente de Almaraz en los que interviene el Regimiento de Caballería Montesa.

27.- La Junta Suprema pasa una circular a todas las localidades ordenando que se formen partidas con los cazadores y conocedores de la zona para incomodar al invasor.

Algarada popular en Usagre en la que mueren el Alcalde mayor y el padre del párroco.

28.- Los franceses pasan el Tiétar por La Bazagona y se dirigen a Plasencia donde montan el Cuartel general. Alrededor de 1.000 hombres de Caballería se establecen en Galisteo, desde donde ocupan Aldehuela, Carcaboso, Valdeobispo, Montehermoso, Mirabel y Torrejoncillo.

La Junta Central y Gubernativa del Reino aprueba el “Reglamento de Partidas y Cuadrillas” (Gazeta del 3 de febrero de 1809).

 3. AÑO 1809

Enero

1.- Alborotos populares en Santa Marta de los Barros con motivo de la elección de cargos concejiles.

Los franceses salen de Galisteo, Plasencia y Montehermoso en dirección al puerto de Baños.

19.- Combate de Deleitosa. Interviene el Regimiento de Infantería Badajoz. Los franceses entran en Trujillo. El General Foy monta su Cuartel general en el Palacio del marqués de San Miguel.

25.- Los franceses salen de Trujillo.

28.- Combates en el puente de Almaraz que es recuperado por los españoles. El General Henestrosa, Jefe de la Vanguardia del Ejército de Extremadur reorganizado a toda prisa por el General Cuesta, lleva el peso de la acción y es felicitado por la Junta Suprema que le obsequia

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 con un anteojo (catalejo). Toma parte el Regimiento de Caballería Montesa

Febrero

18, 19.- Los franceses saquean el Monasterio de Guadalupe.

20.- Combate de Valdelacasa.

26.- Combate de Jaraicejo donde interviene el Regimiento de Caballería del Infante.

Marzo

 La reacción de la Junta Suprema aprestando fondos y alistados al General Cuesta propicia una reacción inmediata que logra recuperar el terreno “perdido” por el General Galluzo, Por una momento parece que se ha expulsado a los franceses de nuestra región, pero se ha logrado rechazar a los elementos de exploración, En marzo comienza la ocupación, que culminará en la batalla de Medellín y el dominio francés de casi toda la ruta a Sevilla.

10.- Combate en el paso del río Ibor en él toma parte el Regimiento de Infantería Badajoz.

12.- Combates en el Tiétar en los que toma parte el Regimiento de Infantería Madrid.

13.- Fallece en Trujillo, donde será enterrado al día siguiente, el Teniente Ruiz Mendoza, “el tercer hombre del 2 de mayo” (12).

15.- Por un informe de este día, del Intendente interino del Ejército, conocemos los Hospitales militares establecidos: Badajoz, Alcántara, Cáceres, Llerena, Mérida Olivenza, Plasencia, Villanueva de la Serena y Trujillo.

Los franceses, con alrededor de 26.00 hombres, inician la ocupación de Extremadura por la zona del Puente del Arzobispo, en dirección al de Almaraz.

16,17.- Combates de Mesas de Ibor. Victoria y ocupación francesa. Combatirán el Regimiento de Infantería Badajoz. y el de Caballería del Infante. El Mariscal Víctor vence al Duque del Parque.

17.- Combate de Fresneda o Fresnedoso. Victoria francesa.

(12) Fue enterrado en la Iglesia de San Martín y en 1909 trasladados sus restos a Madrid. En la Sala del Estandarte del Regimiento de Infantería Castilla, en Badajoz, se conserva una pequeña urna de plata con restos de la tierra que cubrió su tumba, recuerdo de la escolta de honor que formaron en el traslado.

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 18.- Combate de los Callejones (Trujillo), Regimiento de Caballería del Infante y ataques al puerto de Miravete que han de desalojar los españoles el 19.

19.- El Cuartel general del General Cuesta se establece en Puerto de Santa Cruz.

21.- Combate de Miajadas. Victoria española sobre los franceses del 10º de Cazadores. Regimientos de Caballería del Infante y de Almansa. El general Henestrosa vence a Subervie y Bordesoulle.

29.- Batalla de Medellín. El Mariscal Víctor vence al General Gregorio de la Cuesta. Bien posicionados los españoles, en un primer momento, logran “encerrar” a las fuerzas francesas al sur del puente de Medellín. Los españoles, para su desgracia, formaron en una sola línea que cerró sobre el invasor que retrocedía sobre Medellín. Solo hizo falta que la caballería enemiga aprovechara el hueco dejado en uno de los flancos por la caballería española, que huyó de forma inexplicable, para logar romper el despliegue y envolver. En aquella llanura entre Don Benito y Mengabril más de 8.000 españoles fueron muertos por los franceses que no dieron cuartel. Nuevamente el Ejército de Extremadura era deshecho de un solo golpe.

Abril

 1.- En esta fecha la Junta Central, Real Alcázar de Sevilla, comunica a la de Extremadura la concesión de premios a los combatientes de Medellín: Cuesta obtendrá el grado de capitán general, los oficiales distinguidos obtendrán un grado, los Cuerpos distinguidos serán recompensados con un escudo de distinción y doble paga; los familiares de los muertos con las pensiones correspondientes  (13).

2.- El teniente general Arthur Wellesley es nombrado Jefe del Ejército expedicionario británico a Portugal.

3.- La Junta Suprema dispone a petición del Coronel Lope de Mesa la creación del Batallón de Reunión, con las partidas, dispersos y alistados que van concentrándose en Badajoz ante el avance francés.

5.- Ante la posible amenaza francesa se da la orden de evacuar , las tropas, la plaza de Olivenza y clavar la artillería. Ante el abandono manifiesto por parte de la Junta Suprema se suceden los alborotos populares y ataques a propiedades que se mantendrán hasta el día 16.

(13) Puede parecer paradójico, pero esta conducta de premiar a los combatientes incluso en las derrotas, que se mantendrá a lo largo de toda la campaña, redundará en los beneficios que supone mantener alta la moral y la capacidad de reaccionar y volver a rteorganizarse. Así, por ejemplo, tras la batalla de Medellín los restos se reorganizan en la zona de Monesterio y el 20 de abril ya hay Cuerpos dotados al completo de personal, que reaccionarán eficazmente y en julio, ayudados por los británicos, combatirán y vencerán en Talavera de la Reina.

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 6.- Los franceses ocupan sin resistencia Alcántara, abandonarán ese mismo día la plaza ante la posible llegada de fuerzas aliadas.

9.- El Batallón de Reunión, formado en esta fecha por 1 capitán, Miguel Méndez, 3 tenientes, Matías Chaparro, Antonio Izcar y José Zacares, 5 subtenientes, Santiago Gómez, José Campanón, Bernabé Santibañez, Juan Manuel Suero y Francisco Vigil de Quiñones, 12 sargentos, 1 tambor y 424 entre soldados y cabos es destacado a la plaza de Alcántara.

12.- Los franceses, en número de 7.000, ocupan la plaza de Alcántara, con leve resistencia del vecindario que apenas ha recibido refuerzos.

18.- La Real Audiencia de Extremadura se establece en Aliseda, donde permanecerá hasta el 30 de octubre.

20.- La Junta Suprema dispone …que los Cuerpos de paisanos para alarma general de toda la Provincia usen la Bandera negra con la Cruz roja y todas las disposiciones de las Cruzadas observadas en Europa contra los infieles y herejes… Será comisionado para esta organización don Juan Hernández.

22.- Wellesley desembarca en Lisboa. La Junta Suprema comisiona a don José Gallego y al Brigadier Federico Moretti.

25.- Don Juan Hernández, organizador de los Cuerpos de Cruzada, tiene establecido su puesto de mando en la plaza de Alburquerque. En este día recibe un mensaje del General francés Burgoigne, desde Casas de Don Antonio, reclamando 720 raciones de pan, la respuesta fue de los alburquerqueños fue…que estaban deseando dárselas con las bocas de los cañones…

 26.- La Junta Central aprueba las disposiciones de levantar Cruzada contra los franceses tomada por la Junta de Extremadura y anima a que se extienda en lo posible esta iniciativa. Combate de Villar del Rey. A las once de la noche del día 25 se presenta en dicha villa una partida francesa para recoger impuestos y provisiones, individuos de la población, capitaneados por el párroco don Francisco Sáez Valero, les hacen frente y causan algunas bajas …un sargento que hemos tirado a un regato para que se lo coman las fieras…

 27.- Los comisionados de la Junta Suprema presentan al Alto Mando aliado en Lisboa, General Arthur Wellesley, un plan de acción y necesidades de apoyo por parte de los británicos y portugueses. Wellesley responderá, en escrito del día 28, en el que expone la situación de sus fuerzas y no se compromete a nada hasta establecer contacto con el General Cuesta.

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 Mayo

2.- Segunda acción de Villar del Rey. En represalia a los ataques del día 26 una fuerte partida francesa se presenta en la localidad. Se planta batalla por los españoles, mandados por don Juan Hernández y el Brigadier Sociats, que son severamente derrotados. En la acción intervienen elementos de los Regimientos de Infantería Badajoz y Madrid.

Los franceses tienen en Fuente del Maestre 1.500 hombres de infantería y caballería con 2 obuses y 2 cañones de montaña; en Aceuchal 600 de caballería, en Villalba 90 de caballería …en un cañaveral que hay detrás del castillo… En anta Marta de 300 a 400 …dentro del pueblo y en unos olivares detrás de la Iglesia…En Almendralejo de 400 a 500 de infantería y 90 a 100 de caballería; en Mérida de 1.600 a 2.000 hombres…

3.- La Junta local de Mérida rinde pleitesía al Rey José, a quien dirigen en esta fecha una exposición de sumisión.

6.- Según parte del Marqués de Monsalud, desde su Cuartel general en Nogales, la villa de Feria se niega a pagar tributo a los franceses y pretende presentar resistencia si vuelven. Para ello han desenterrado un viejo cañón de hierro, del que solo disponen de cuatro disparos, y lo han montado sobre unas maderas a modo de cureña.

10.- Combate de Santa Marta. El marqués de Monsalud dirige tres pequeñas columnas, desde Nogales, contra esta localidad. En sus proximidades se traba combate en la tarde del día 7. Las fuerzas españolas la formaban algunos Húsares del 2º Regimiento de Extremadura, una compañía de Dragones 14 de Cáceres, Comandante Ventura Correges; otra de Cazadores de Zafra, Comandant José Álvarez; una partida montada de Escopeteros de la Cruzada, Teniente coronel José Berrio; y Lanceros.

Las columnas estaban mandadas por el Vocal de la Junta Suprema Juan Diego Pacheco, el Teniente coronel Santiago Porta y el Teniente coronel Antonio Díaz Ceballos. Las bajas atribuidas a los franceses hablan de 1 sargento y 8 dragones muertos y 1 sargento y 9 dragones heridos. Por parte española se reconocen 2 heridos y el Cadete, de Dragones de Cáceres, Antonio Mercado, que quedó prisionero.

12.- Los franceses desalojan todas las localidades ocupadas en la comarca de los Barros y se concentran en Mérida a fin de reorganizar sus fuerzas. En esta zona sostienen encuentros con elementos de los Regimientos de Infantería Badajoz y Madrid.

(14) Los Dragones son fuerzas de Caballería cuyo armamento e instrucción les permite combatir a pie, si es necesario. Son empleadas generalmente en misiones de vigilancia y control.

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 Combate de Brozas. Intervienen el Regimiento de Caballería nº 11 y la Leal Legión Lusitana de Portugal.

13.- Alcántara que, tras la ocupación francesa del pasado 12, había quedado prácticamente abandonada de sus vecinos, esquilmados primero por los franceses y pocos días después por las fuerzas aliadas que llegaron en su “ayuda”, es de nuevo sitiada por los invasores. En esta ocasión dirige la resistencia el Brigadie británico William Mayne que combatió toda esta jornada y la del 14, ayudado por las Milicias urbanas de la plaza. Tras su retirada en la tarde del 14 los franceses saquean la ciudad y causan numerosos daños en vidas y propiedades.

14.- Primer combate del Puente de Alcántara. Víctor se enfrenta a Mayne que manda tropas portuguesas. Interviene la Leal Legión Lusitana, portuguesa. Retirada de los aliados.

Bando emitido en Alburquerque, por el Brigadier Sociats y el Corregidor Modesto Galván, a fin de impedir la fuga de los vecinos ante la amenaza francesa de ocupar la plaza.

16.- Combate y ocupación, por los franceses del General Casagne, de Valencia de Alcántara. La Junta Suprema ordenó que se publicasen en el “Diario de Badajoz” los nombres de los clérigos distinguidos en la defensa de la plaza: Alvaro Higuero, Fernando Valverde, Diego Matos Granados, Matías Lozano, Juan Barriga, Simón Ganchoso, Fray Román de San Vicente, Fray Pedro de Brozas, y Fray Juan de San Antonio.

19.- Son ahorcados en Badajoz cinco de los responsables de los alborotos del pasado 16 de diciembre: Jacobo Perraso, Juan Maldonado, Francisco Ciriaco, Francisco López y Ramón Gómez.

22.- Convocatoria a Cortes por la Junta Central del Reino.

 Junio

 10.- Segundo combate del Puente de Alcántara. Intervienen la Leal Legión Lusitana, el Regimiento de Cazadores nº 5 y los Regimientos de Infantería nº 8, 6 y 18, de Portugal. El General Mayne ante su incompetencia para frenar la ofensiva francesa ordena volar el puente romano (15).

(15) No sería reconstruido definitivamente hasta 1862.

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 Julio

3.- El General Wellesley entra en España por Zarza la Mayor.

10.- La Junta Suprema de Extremadura acuerda pedir opinión, a Instituciones y personas destacadas de la provincia, acerca de las cuestiones relativas a la convocatoria de Cortes.

27.- Batalla de Talavera de la Reina, que finalizará al día siguiente. El General Cuesta manda las fuerzas de Extremadura. Aunque la victoria puede señalarse claramente a favor de los aliados, el exceso de prudencia de estos hace que no se explote el éxito adecuadamente persiguiendo y causando más daño al Ejército francés del Centro.

 Agosto

 1.- A fin de contrarrestar los efectos de la batalla de Talavera, y con la intención de cortar el retorno a sus bases portuguesas del Ejército aliado, las fuerzas francesas del Mariscal Soult penetran por el norte de Cáceres. En este día ocupan Plasencia, donde montarán el Cuartel general.

Los desmanes, exigencias y represalias francesas serán terribles en los pueblos de esta comarca. Entre otros varios Serradilla y Casatejada serán arrasados, saqueados y quemados. Wellesley, en adelante vizconde de Wellington por su victoria en Talavera,se repliega por la izquierda del Tajo en dirección a Badajoz. El paso de las fuerzas británicas por Extremadura, su aprovisionamiento y manutención, será el remate aciago para esta pobre región totalmente despojada de recursos.

12.- Presenta su dimisión el Capitán general de Extremadura, Gregorio García de la Cuesta.

Los franceses incendian el Monasterio de Guadalupe, desaparecen los Archivos, las provisiones de primera necesidad y casi todas las edificaciones.

29.- Es asesinado en Hoyos el obispo de Coria don Juan Álvarez de Castro.

 Septiembre

15.- El General Francisco de Eguía, ahora Jefe del Ejército de Extremadura,

sale con su Cuartel general de Trujillo en dirección a Miajadas.

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 Octubre

1.- Soult desaloja Plasencia y las fuerzas ocupantes se retiran a Castilla.

Noviembre

 6.- El Duque de Alburquerque toma el mando, en Deleitosa, del llamado Ejército del Tajo destinado principalmente a operar en La Mancha. Durante est mes se moverá por esta zona cacereña y a finales de año bajará a Villanueva dela Serena, Medellín y Don Benito.

12.- A propuesta del General Carlos de Witte, Gobernador de Badajoz, la Junta Suprema dispone que el Teniente coronel Félix Domínguez Torrado reorganice la Partida llamada “de los Mayas” que, a modo de policía, contribuya a limpiar de malhechores los caminos, a reunir dispersos y a detener desertores.

 Diciembre

 8.- La Junta Suprema dispone el alistamiento general en las “Partidas de Cruzada” (16).

24.- El Duque del Parque, Jefe del Ejército de la Izquierda, se establece en San Martín de Trevejo. Éste Ejército, disperso y fugitivo, tras la derrota de Alba de Tormes (28 de noviembre) se refugia en la Sierra de Gata intentando ponerse a salvo y reorganizarse. Las epidemias, el mal estado de la economía de la zona tras el paso de los franceses y las malas comunicaciones de la zona hacen casi imposible el suministro. A pesar de la falta de medios la Junta Suprema comisiona a don Luis Mendoza y al Conde de Casa Chaves para que reúnan provisiones en la zona de Plasencia y se les haga llegar.

 4. AÑO 1810

Enero

El Duque de Alburquerque, con el Ejército del Tajo, recibe la orden de moverse a La Mancha, para reforzar el Ejército del Centro y cerrar el paso a Andalucía. Ante la certeza de dejar

(16) Como hemos visto, ya anteriormente se habían organizado Unidades regulares de este tipo. Ahora para implicar a todos aquellos ciudadanos que por diversas razones, eclesiásticos los más, no eran entusiastas de someterse, de manera directa, a una organización reglada como la militar, se ofrecía la oportunidad de organizar o alistarse a alguna partida de este tipo.

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desguarnecida la provincia dispone que las Divisiones I y III, brigadieres Senén de Contreras y Rafael Menacho, retrocedan a Badajoz y Mérida.

En los últimos días de éste mes llega a Badajoz el Marqués de la Romana para recobrar el mando del Ejército de la Izquierda.

Solo con dos Divisiones, y en mal estado, se contaba para sostener a toda Extremadura, ya que los restos refugiados en Gata, bastante hacían con sobrevivir Se dispuso que la División Senén marchara a Llerena y Jerez de los Caballeros, para cerrar el sur y Menacho permaneciera en Olivenza atendiendo Badajoz.

29.- La Junta Central establece un Consejo de Regencia de 5 personas, entre ellas el General Castaños y el obispo de Orense Quevedo y Quintano, natural de Villanueva del Fresno.

31.- La Junta Suprema aprueba la petición del inglés John Downie, efectuada el día 29, de levantar, a su costa y en esta región, una fuerza armada denominada Leal Legión de Extremadura.

 Febrero

1.- Los franceses toman Sevilla y se dirigen rápidamente contra Cádiz.

2.- La Junta Suprema escribe a Wellington solicitando apoyos para la defensa.

Comienzan a llegar a Extremadura refugiados y huidos de Andalucía, que se procura desviar a Portugal.

5.- Los franceses llegan a Cádiz y comienzan sus ataques.

9.- Sin resistencia apenas, las fuerzas españolas de la zona están encerradas en Cádiz o dispersas tras los combates por Sevilla, las fuerzas francesas comienzan a entrar en Extremadura. En este día partidas de reconocimiento llegan hasta el puente de Mérida, sin entrar en la ciudad. Todas las localidades del Camino Real de Sevilla, Ruta de la Plata, estaban indefensas y controladas por fuerzas invasoras.

Se aceleran los trabajos de fortificación en Badajoz, siempre con graves carencias de material, personal técnico y combatientes. En éste día se informa que toda la pólvora y municiones de los polvorines de San Gabriel y Cerro del Viento ha quedado recogida en los sótanos de la Catedral.

11.- El General Mortier se presenta ante Badajoz y pide su rendición. Combate de San Roque (Badajoz). Un numeroso grupo de vecinos de Badajoz, organizados en la Milicia Honrada [Urbana], salen para enfrentarse a los franceses del general Mortier en los campos de San Roque

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 y son estrepitosamente derrotados. La Junta Suprema de Extremadura acuerda:

…Hoy 11 de febrero de 1810 = Se acuerda que las familias de los que hayan fallecido en este día en la gloriosa salida que ha hecho contra los enemigos n crecido número de vecinos honrados, se les consigne una peseta diaria que han de gozar de la Rl. Hacienda…

 Los fallecidos son enterrados en el convento de la Santísima Trinidad y conocemos algunos de sus nombres: Joaquín Ximénez, domiciliado en la calle de las Peñas nº 33, Francisco Sajara, cuñado del anterior, Manuel Aparicio, Juan Doncel, Francisco López, que habitaba en elCampillo, Juan Maldonado, Felipe Garaño y otros.

12.- Mortier se repliega con sus fuerzas a Llerena, perdiendo la oportunidad de apoderarse de la plaza de Badajoz, prácticamente indefensa.

Los franceses, 7.000 hombres de Infantería y Caballería con 17 piezas de artillería entran en Trujillo.

18.- Combate de Valverde de Leganés. El Comandante de partida Antonio Morillo señala la sorpresa que le dio al ocupante francés de la localidad al que causó más de cien bajas, entre ellas un general. Señala como destacada en la acción a Catalina Martín López de Bustamante. El parte lo firma en Salvaleón el 20 de febrero.

Éste día firman, en Medina de las Torres, un grupo de patriotas un escrito, dirigido a la Junta Suprema, para levantar una partida que ha de denominarse “Los Leones Irritados o Los Verdaderos Españoles”. La petición la signaban: Juan Lino Palacios, presbítero, Francisco Canseco Diosdado, Fernando de Vera, José Hermida y José Tinoco. Duró poco más de dos meses y, al parecer, fue disuelta por los conflictos generados con otras partidas y el mando militar.

20.- La Junta Suprema acuerda este día declarar el Estado de Sitio en la plaza de Badajoz.

Ante la falta de elementos de defensa en la región, toda la zona sur queda en poder de los franceses que acopian víveres, recogen impuestos y saquean donde no se les sirve bien.

Don Benito Boza pide permiso para armar una partida en Aracena.

 Marzo

Las fuerzas del Ejército de la Izquierda, en la Sierra de Gata, se reorganizan y aprestan dos Divisiones, al mando de los generales Martín de la Carrera y Francisco Ballesteros.

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 3.- La Junta Suprema dispone que la División del General Senén de Contreras -Batallón de Infantería Ligera Tiradores de Mérida, Batallón de Infantería Cazadores de la Serena y Batallones II y III de Leales de Fernando VII- marche a la zona de Jerez de los Caballeros.

El General francés Reynier llega a Trujillo para tomar el mando de aquellas fuerzas.

4.- El General Contreras emprende la marcha desde Badajoz con la misión de asegurar el territorio, reunir dispersos, requisa de caballos y armamento y reagrupar las partidas bajo su mando a fin de aprovechar bien los recursos militares. Establece su Cuartel general en Higuera de Vargas, desde donde observa la mucha fuerza de que disponen los franceses.

7.- La División Ballesteros, procedente de la Sierra de Gata, entra en Badajoz. La Junta dispone que se le entreguen 500 pares de zapatos y , algunos días  después, sesenta tiendas de campaña. Los vecinos de Olivenza hicieron para ellos, gratuitamente, 1.404 pares de pantalones y 652 pares de botines.

8.- En la noche del 8 al 9 las fuerzas francesas, en número cercano a los 4.00 hombres saquean Jerez de los Caballeros sin respetar casa ni mujer alguna, gran parte de la población se había dado a la fuga.

10.- El General Contreras se traslada a Alconchel.

12.- La División Contreras alcanza Jerez de los Caballeros.

13.- La Junta Suprema ofrece recompensas a quien presente, vivos o muertos, a Napoleón o al Rey José Bonaparte. La Junta Central calificó esta baladronada como …un rasgo de patriotismo excesivo…

 14 y 15.- Combates en Cáceres. Regimientos de Infantería Zamora, Sevilla y Navarra y de Caballería Reina, Borbón y Sagunto.

18.- Combates en Zafra en los que toma parte el Regimiento de Infantería Fernando VII.

22.- Partidas francesas entran en Cáceres.

30.- El General Contreras pasa a Cantillana. Durante algunos días había estado sometido a las órdenes del General Ballesteros, según disposición del Marqués de La Romana, y posteriormente, de nuevo al mando de su Unidad, muy mermada por bajas y tropas que se llevó Ballesteros, retoma su actividad.

31.- La División Contreras en Burguillos del Cerro.

 Abril

Ante la amenaza del Mariscal Massena, Wellington se refugia en las Líneas de Torres Vedras en torno a Lisboa. Se pierde toda esperanza de ayuda de los aliados de Extremadura que queda así

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 entre dos fuegos: Massena en Portugal y Soult en Sevilla, pendiente de reforzar a éste, según órdenes de Napoleón para aniquilar a los británicos. En su camino está Extremadura y la plaza fuerte de Badajoz.

1.- El General Contreras pasa a Burguillos y de aquí a Anadalucía, con diversas localizaciones hasta el funesto encuentro de Constantina el día 9, lo que le costará el mando, que la Junta y el Marqués de la Romana resolvieron encargárselo al Brigadier José Imaz.

6.- A instancias del Marqués de la Romana, en este día se publica el primer número del periódico “Memorial Militar y patriótico del Ejército de la Izquierda” que a los largo de su existencia sostendrá duras controversias con la Junta Suprema. Desaparecerá en enero de 1811, prácticamente con la muerte del Marqués de la Romana.

9.- Combate de Aldeanueva del Camino. El Batallón de Infantería Lemus (17), mandado por Antonio Ponce, 30 caballos al mando de Joaquín de Mera y la Primera Partida de Patriotas de Castilla (18), al mando de Isidoro Armengol, sorprenden a un batallón enemigo de 800 hombres, causándoles 200 bajas y apresando un vasto botín.

10.- En Aldeanueva de la Vera combate el Regimiento de Caballería Borbón.

13.- La Regencia confiere la Capitanía general de Extremadura y la Presidencia de la Real Audiencia al Teniente general Juan de Henestrosa y Horcasitas.

15.- Combate de Zalamea. El generalfrancés Mortier vence a Ballesteros.

Combate en Villamesias. Este Domingo de Ramos la partida de Manuel Ojeda y Cristóbal Pantigoso atacan a una columna francesa de 300 hombres y 60 carros, apoderándose de todo. Luego sostendrán una querella, ante la Junta Suprema, atribuyéndose ambos los méritos únicos de la victoria.

19 al 21.- Combates de La Roca de la Sierra. Toman parte tropas de los Regimientos de Infantería del Infante, Sevilla, Granada, León, Victoria, Fernando VII y Navarra y de Caballería Borbón.

29.- Combate de Garlitos. El Jefe de Partida Ventura Jiménez combate contra 600 infantes y 100 caballos que le obligan a retirarse dada la superioridad, no obstante logra herir al Jefe de los franceses.

(17) Así aparece en el libro consultado, pero es más probable que fuera el Batallón de LENA.

(18) Su denominación oficial era Primera Partida de Observación de Castilla la Vieja, había al menos diez. Su entidad era tipo compañía, unos 100 hombres y en documentos del Archivo Histórico Provincial de Badajoz consta, en 20 de mayo, que su Jefe, el citado Armengol, había resultado prisionero de los franceses. Bien pudiera haber sido en esta ocasión. Las mencionadas Partidas dependían de la División de Vanguardia, General Martín de la Carrera, del Ejército de la Izquierda, Marqués de la Romana.

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Mayo

 9.- Combate de Fuente del Maestre. El parte del combate lo firma el Capitán Jerónimo Henestrosa ese mismo día, remitido al General Pablo Morillo que lo pasa a la Junta Suprema.

A grandes rasgos el combate se desarrolla de la siguiente manera: el Capitán Henestrosa dispone de fuerzas de su Regimiento de Caballería del Infante al que se le unen 60 infantes del Batallón de Cataluña, mandados por el Capitán Benito Pals, y 40 caballos de la Cruzada de Alburquerque, al mando del Capitán Francisco Victorino.

Organiza tres columnas, una a las órdenes de su Teniente Francisco Mancha, otra a las del Alférez del 1º de Húsares de Extremadura Juan Calderón y la tercera a las del Capitán de Granaderos a Caballo de Fernando VII Tomás Montero.

Alcanzan al enemigo cuando salen de la localidad por el camino de Almendralejo y una vez en contacto siguen en alcance, obligándoles a formar el cuadro (19) repetidas veces y recuperando gran parte del botín e impuestos recaudados en Fuente del Maestre y otras localidades …incluso una mula del coronel del  15º de Infantería que conducía su ordenanza que murió… La persecución continuó hasta cerca de una legua de Almendralejo, causándole 11 muertos y apresando a un sargento, tres granaderos y un volteador (20). Sin bajas propias.

14.- Combates en Cáceres en los que toman parte los Regimientos de Infantería León, Victoria y Fernando VII y de Caballería de la Reina y Sagunto.

15.- “Sorpresa” de Trujillo. Intervienen el Regimiento de Infantería de la Victoria y el de Caballería del Infante.

18.- El Brigadier Isidoro Mir, jefe de partida, ataca a un destacamento francés que debe atrincherarse en la iglesia de la localidad. La llegada de refuerzos le hizo retirarse combatiendo a Escurial.

19.- El Regimiento de Infantería del Infante combate en la localidad de Feria. Tendrá nuevos encuentros, en esta misma villa, el día 25 y el 5 de junio

(19) Ante el ataque de caballería numerosa los infantes se agrupan, formando dos o tres filas según el personal, se relevan por por filas en la operaciones de cargar y disparar y con las bayonetas impiden el acercamiento del enemigo.

(20) Traducción directa de “voltigeur”, soldado francés de exploradores, tropas ligeras que en España se denominaban “cazadores.

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Junio

 Los franceses presionan constantemente en Extremadura. Reynier en el norte, extendiéndose en ocasiones al sur del Tajo, Mortier al sur con amagos para reunirse con Reynier y en el centro las partidas sueltas enemigas esquilmando el territorio con requisas e impuestos. Para ponérseles contábamos con Menacho en Olivenza, Carlos España en Alburquerque, Martín de la Carrera y O’Donnell en el norte y Senén de Contreras y Francisco Ballesteros en el sur.

En definitiva una situación altamente insatisfactoria para nuestro territorio que soportaba cargas imposibles. Los españoles, sin ayuda de los aliados, bien atrincherados en Torres Vedras, no cuentan con fuerzas y equipamiento suficiente para resolver la ocupación.

9.- A las once de la mañana una patrulla de caballería francesa, en una acción muy rápida, se acerca a los muros de Badajoz y roba un rebaño de ganado sin que la guarnición tenga tiempo para reaccionar.

18.- Acción del camino de Talavera, en las inmediaciones de Badajoz. La partida de Fray Celedonio Durán es destacada por el Marqués de la Romana ante la cercanía de exploradores franceses. Éste divide a su partida en dos grupos, el primero se dirige contra el enemigo que ocupa el camino alto, logra rechazarlo y rescata a un dragón del Regimiento de Caballería Lusitania que habían capturado.

Los franceses retroceden para unirse al resto de su Unidad, sobre el camino real, y desde allí sostienen el fuego. Fray Celedonio señala tres bajas del enemigo y soldado muerto, junto a él, de la partida, al que lleva a enterrar a Badajoz.

28.- Combates en Burguillos del Cerro, toman parte los Regimientos de Infantería del Infante, Victoria y Fernando VII.

29, 30.- Acción del fuerte de las barcas de Alconetar.

 Julio

5.- Combate en Jerez de los Caballeros. Toman parte los Regimientos de Infantería del Príncipe, Princesa, Navarra, Sevilla, León y Victoria.

9.- El Regimiento de Cabllería Borbón sostiene combates en la zona de Montijo-Pesquerito.

10.- El Mariscal Massena toma Ciudad Rodrigó, defendida heroicamente por el General Pérez de Herrasti, tras 25 días de brecha abierta y entra en Portugal.

11.- Combate de Berlanga. El Comandante de partida José Valladares informa a la Junta Suprema, el día 12, de que reunido con la partida del Comandante Bernabé Cabeza presentaron

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batalla a los franceses en la entrada del pueblo, en las alturas de la ermita, llegando la refriega hasta las calles de la localidad. Ha causado al enemigo 8 muertos y 6 heridos y ha tenido 3 muertos y 10 heridos. Señala como muy destacada al soldado Pablo Ortega que recibió siete heridas de un capitán francés al que logró dar muerte, en combate singular, delante de todo el pueblo, en el combate siguiente cayó del caballo y recibió un balazo en la pierna: …vive pero se duda de su curación

 14.- El Mariscal Soult es nombrado General en Jefe de Andalucía.

23.- Se celebra la sesión de la Junta Suprema en la que se eligen los diputados que Extremadura debe llevar a las Cortes.

25.- Desde Lisboa, don Pascual Tenorio de Moscoso hace llegar un informe a la Junta Suprema solicitando que se impida a los ingleses sacar más cabezas de ganado merino. El problema arrancaba del pago que exigían por los suministros, armamento o caballos, en ocasiones en dinero, o, mejor, en cabezas de ganado lanar. Lograron el permiso, los asentaron en su país y, dada la situación aótica de España, se estaban apoderando de todo el comercio y explotación de lana y carne.

27.- Elementos del Regimiento de Caballería Borbón sostienen encuentros con los franceses en la zona de Alconétar.

30.- Combate de Garrovillas en el que toma parte el Regimiento de Caballería Borbón.

 Agosto

5.- Las fuerzas del Marqués de la Romana salen de Badajoz en dirección a Zafra y Llerena, ocupados por la expedición del general francés Mortier.

11.- Batalla de Cantalgallo. El Marqués de la Romana intenta cortar el paso a las fuerzas francesas de Mortier que, al parecer, intentan alcanzar Portugal para cooperar con Massena. Los franceses ocupan las alturas, al oste de Villagarcía y los españoles la zona de Cantalgallo. Choque frontal y retirada ordenada de los españoles; la caballería del Brigadier Martín de la Carrera cubre el repliegue. Aunque puede considerarse una derrota de los españoles las fuerzas francesas, que saquearán los pueblos de los alrededores no continúan su marcha a Portugal. La Romana monta el Cuartel general en Almendralejo y, reforzado con la División portuguesa del General Madden, volverá a plantar batalla en Fuente de Cantos, a mediados de septiembre. Toman parte entre otros los regimientos españoles de Infantería Príncipe, Princesa, Navarra, Sevilla, León, Victoria, Cataluña y Fernando VII y de Caballería de la Reina.

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 26.- Real orden del Consejo Supremo de Regencia por el que se dispone que el número de vocales que han de constituir dicha la Junta de Extremadura queda establecido en nueve.

Septiembre

 8.- La Junta de Extremadura comunica a la Regencia que se ha cumplimentado la reducción del número de Vocales que la componen, quedando elegidos: Marqués de Monsalud, Francisco Romero de Castilla, Fructuoso Retamar, Vicente de Vargas, José Gallego, Andrés González Pacheco, Juan Cabrera de la Rocha, Manuel Madera y Luis María de Mendoza.

11.-Combates en Monesterio en los que intervienen elementos del Regimiento de Caballería Borbón.

14 y 15.- Combate de la dehesa del Campo (Fuente de Cantos). Intervienen los Regimientos de Infantería del Infante, Sevilla y Fernando VII, de Caballería Reina, Infante, Borbón y Sagunto, y de Caballería portuguesa nºs 3, 5 y 8, que forman la Brigada del General, inglés, Madden.

Choque con la caballería francesa y retroceso de la española que es reforzada por Madden y hace replegarse a los franceses a sus líneas. La gran cantidad de bajas españolas señalan , cuando menos, una victoria pírrica. Pocos días después el Marqués de la Romana, sin que nadie lo pidiera, acude a ayudar a los ingleses en Portugal, resignando el mando en el 2º Jefe Gabriel de Mendizabal.

16.- Orden del Marqués de la Romana, Cuartel general de Mérida, para que la Junta Suprema abandone Badajoz que, a su entender, debe considerarse como plaza sitiada.

20.- La Junta Suprema emprende la marcha de Badajoz, para establecerse en Valencia de Alcántara.

24.- Sesión inaugural de las Cortes de Cádiz. La representación extremeña, doce diputados, la forman: Pedro Quevedo Quintano, obispo de Orense y Presidente de la Regencia; José Casquete de Prado y Botello, obispo prior de San Marcos de León; Diego Muñoz Torrero, rector de la Universidad de Salamanca; Antonio Oliveros, canónigo en Madrid; Manuel Luján; Francisco Fernández Golfín, coronel; José María Herrera; Manuel María Martínez de Tejada; Juan Capistrano Chaves y Vargas; Gregorio Laguna, general, por la ciudad de Badajoz; Alonso María de la Vera y Pantoja, por la de Mérida y Francisco María Riesco por la Junta Suprema.

27.- Por decreto de la Regencia el General Menacho es ascendido a Mariscal de campo y designado gobernador de la plaza de Badajoz que debe considerarse en “estado de sitio” y, por

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 tanto, asume todas las competencias la autoridad militar.

Octubre

Establecida la Junta Suprema en Valencia de Alcántara, dispondrá la publicación de la “Gazeta de Extremadura” …a fin de que llevara sus órdenes a toda la provincia… En este mes sale su primer número, a cargo de don Ambrosio García Becerril, que en cierto modo es la continuación del “Diario de Badajoz”.

 Noviembre

1.- Jura en las Cortes de Cádiz su cargo como Diputado por la Provincia de Extremadura José María Calatrava, en sustitución del obispo de Orense Quevedo y Quintano que renunció a sus cargos políticos.

Diciembre

8.- Combate de Azuaga. Regimiento de Caballería del Infante.

10.- Por Real orden de este día el Ejército de Extremadura pasa a denominarse 5º Ejército.

31.- Soult parte de Sevilla contra Extremadura.

La marcha se ejecuta en dos columnas: A la derecha la mandada por Latour  Maubourg que avanza por Guadalcanal, Llerena, Usagre. A la izquierda la deSoult, con Mortier de segundo al mando por El Ronquillo, Santa Olalla, Monesterio.

La primera citada se compone de cuatro regimientos de Caballería del 1er cuerpo y la División de Infantería Girard, acantonada en Llerena desde otoño. La segunda compuesta por la División de Infantería Gazán -2ª del 5º Cuerpo- y la Brigada de Caballería Briche, da escolta al tren de sitio, 34 piezas de artillería y más de sesenta mil kilos de pólvora con 2000 bueyes de arrastre. Ambas columnas tienen previsto reunirse entre Los Santos de Maimona y Almendralejo.

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 5. AÑO 1811

Enero

 3.- La columna Latour encuentra en Usagre a la caballería del Ejército de Extremadura, que cubre la retirada de la División Mendizabal quien, por Mérida, cruza el Guadiana y no destruye el puente, como le había ordenado el Marqués de La Romana.

4.- Latour alcanza Almendralejo. En Calera de León fuerzas españolas de la División Ballesteros presentan resistencia a las fuerzas de Gazán y se repliegan a Fregenal, desde donde siguen amenazando el flanco francés. La columna de sitio de los invasores encuentra muchas dificultades en el camino y se halla muy retrasada y dispersa, cuando la cabeza alcanza Monesterio la cola se halla empantanada entre El Ronquillo y Santa Olalla.

Ballesteros, siguiendo órdenes, se dirigirá al condado de Niebla y el bajo Guadiana. Gazán le perseguirá inútilmente durante tres semanas, logrando así el general español dividir y distraer fuerzas importantes del escenario extremeño.

5.- La Brigada Briche alcanza Zafra.

6.- Briche se reúne con Latour.

7.- La caballería de Briche ocupa Mérida y explora la margen norte. Mendizábal se retira a la zona de Alburquerque. Latour toma posiciones en La Albuera para vigilar la guarnición de Badajoz y cubrir el movimiento contra Olivenza.

11.- Las fuerzas francesas llegan frente a Olivenza, plaza débilmente defendida, escogida como primer objetivo por Soult dada la lejanía de Gazán y el retraso de los trenes y bagajes.

Olivenza, mandada por el General Herck, no reunía condiciones de defensa, a pesar de lo cual Mendizabal, antes de su retirada, la había reforzado con una brigada lo que elevó el número de defensores a algo más de 4.000 hombres.

14.- El Marqués de la Romana ordena a la Brigada Carlos España, 1.500 hombres, que desde Abrantes marche a unirse a Mendizabal.

20.- El resto de fuerzas españolas en Portugal, Divisiones La Carrera y Carlos O’Donnell, parten de los alrededores de Lisboa hacia Badajoz.

23.- Se rinde, sin condiciones, Olivenza. Quedan prisioneros 4.000 hombres que serán conducidos a Córdoba. Muchos logran fugarse por el camino. La plaza es guarnecida por los franceses con un batallón de unas 400 plazas y un destacamento de zapadores encargados de reforzar las defensas.

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 Muere en Cartaxo (Portugal) el Marqués de la Romana Jefe del Ejército de Extremadura, se nombra para sustituirle al General Castaños y mientras se incorpora toma el mando el Teniente general Gabriel de Mendizabal.

Amplia reforma en éste 5º Ejército español:

El General Martín de la Carrera pasa a Jefe de Estado mayor del mismo, su División de anguardia la mandará el General Carlos España; el General Carlos O’Donnell es destinado a Cataluña y su División pasa al Mariscal de campo José Virués; la División Mendizabal la ocupará el Mariscal de campo Juan José García.

26.- Soult parte contra Badajoz y esa tarde alcanza la plaza. Se decide a sitiarla con tan pocas fuerzas -Gazán está en Huelva, dos batallones escoltan prisioneros, otro en Olivenza y el tren de sitio no acaba de llegar- ya que ha recibido órdenes del Emperador de mandar el Cuerpo de Mortier hacia el Tajo para cooperar con Massena en la invasión de Portugal. Piensa que amenazando Badajoz los aliados enviarán las fuerzas del Marqués de la Romana y alguna otra en su ayuda, descargando así la resistencia contra Massena.

En este día bloquea el sur de la ciudad y Latour, cruzando el Guadiana por Talavera la Real y el Gévora cierra por el norte.

28.- Comienzan por el cerro del Viento, al sur, las obras de sitio contra la plaza de Badajoz. La caballería francesa se apercibe de la presencia en Portalegre de fuerzas españolas.

29.- Las fuerzas españolas en Portugal alcanzan Elvas.

31.- Salida de los defensores de Badajoz contra las baterías del cerro del Viento, mueren el jefe de la fuerza española, Coronel Bassecourt, y el Comandante Cazín jefe francés. Toma parte el Regimiento de Infantería Sevilla

El Consejo de Regencia encomienda el mando del Ejército de Extremadura al General Castaños.

 Febrero

1.- Mendizabal, en Elvas, a donde llega con los restos de su División, la caballería de Butrón, procedente de Portalegre, y la portuguesa de Madden, venida de Campo Mayor, reúne cerca de 15.000 hombres.

3.- Gazán alcanza Valverde de Leganés, a donde ha llegado por Puebla de Guzmán, Cerro de Andévalo, Fregenal de la Sierra, Jerez de los Caballeros. Esa noche está en Badajoz, a tiempo para repeler una nueva salida de los españoles, por la Puerta de Palmas, contra las obras de aproche en la que participa el Regimiento de Infantería Sevilla y el de Caballería Sagunto.

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 4.- La artillería francesa abre el fuego contra la plaza de Badajoz. Muchos de sus habitantes la abandonan aprovechando que el sector norte no está suficientemente controlado.

5.- Ante el avance de fuerzas españolas la caballería francesa de Latour se repliega hasta Montijo, esa misma noche Mendizábal con sus 15.000 hombres acampa en Santa Engracia y rompe el bloqueo de Badajoz.

6.- Combate junto al puente del Gévora, en las inmediaciones de Badajoz. Intervienen los Regimientos de la Caballería portuguesa nº 3, 5 y 8.

7.- La guarnición de Badajoz, ampliamente reforzada, efectúa una salida contra las líneas francesas del cerro de San Miguel y el Almendro: la caballería portuguesa de Madden amenaza la izquierda francesa, por Puerta Palmas y cuatro batallones del General Carlos España salen por Puerta Trinidad hacia Picuriñas y el Almendro. Toman las posiciones enemigas aunque no pueden “clavar” toda la artillería; los franceses reaccionan con fuerzas superiores y en el repliegue los españoles sufren grandes pérdidas. Toman parte los Regimientos de Infantería Rey, Princesa, Sevilla y Cataluña y de Caballería Reina y Sagunto.

9.- Mendizábal retira de la plaza de Badajoz sus tropas y se establece de nuevo en las alturas de Santa Engracia.

10.- Reconocimiento armado sobre la cabeza de puente establecido por los franceses aguas arriba de Badajoz, toma parte el Regimiento de Infantería Princesa y el de Caballería Borbón.

11.- Los franceses toman por sorpresa el Fuerte de Pardaleras, inmediato y al sur de Badajoz.

13.- Soult bombardea desde el sur del Guadiana las posiciones españolas en Santa Engracia, éstas se alejan, perdiendo el apoyo, del Fuerte de San Cristóbal.

Operación de las tropas sitiadas en Badajoz contra un puente, levantado por los franceses, sobre el río Gévora. Intervienen los Regimientos de Infantería del Rey y del Príncipe.

Combates en Fregenal de la Sierra en los que toma parte el Regimiento de Caballería Santiago.

18.- Fuerzas de infantería francesa comienzan a pasar el río Guadiana, aguas arriba de Badajoz, para unirse a la caballería de Latour.

19.- Los franceses, mandados por Mortier, sorprenden a los españoles en las alturas de Santa Engracia. El Ejército de Extremadura, 5º Ejército español, sufre más de 800 muertos, 4.000 prisioneros, pierde la artillería y el bagaje… prácticamente desaparece. Entre otras Unidades destacan los Regimientos de Infantería Rey, Princesa, Zamora, Navarra, Sevilla, León, Victoria y Cataluña y de Caballería Santiago, Borbón y Sagunto.

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 Marzo

 2.- Salida de los defensores de Badajoz, tres compañías del Regimiento de Infantería del Príncipe, contra las posiciones francesas. Destruyen obras de aproche y recogen material de ingenieros.

El gobernador francés de Zafra, Coronel Niboyet, trás un juicio sumarísimo, sentencia a la pena de muerte al jefe de partida Manuel Rodríguez Mogena.

4.- Los franceses montan una batería de brecha contra la cortina del baluarte de Santiago, los defensores inician una nueva salida contra ella y el General Menacho, Comandante de la plaza que la dirigía desde la muralla, muere alcanzado por un grano de metralla en el vientre. Es relevado por el General Imaz. Toma parte en la salida el Regimiento de Infantería del Príncipe.

7.- La batería francesa de brecha inicia el fuego directo contra el muro de la plaza de Badajoz.

10.- En Badajoz el muro presenta una brecha de unos veinte metros. Soult intima a la rendición con condiciones honrosas.

11.- A pesar de la diversidad de opiniones entre la Junta de Jefes españoles, el general Imaz rinde a los franceses la plaza de Badajoz.

El Consejo de Regencia publica el “Reglamento provisional para el gobierno de las Juntas de Parovincia”.

14.- Soult, con ocho batallones de infantería y tres regimientos de caballería, sale de Badajoz para Sevilla. Mortier, Duque de Treviso, sale de Badajoz contra Campo Mayor. Latour Mabourg sale de Badajoz contra Alburquerque.

El Ejército de Extremadura queda prácticamente destruido y sus principales plazas fuertes neutralizadas. La frontera portuguesa queda de nuevo abierta para los franceses.

15.- Sin presentar batalla, el gobernador de Alburquerque, General José de Cagigal, capitula con sus 800 hombres del Regimiento de Infantería Fernando II y 17 piezas artilleras.

16.- Valencia de Alcántara es evacuada por las fuerzas españolas y ocupada por las francesas que toman la artillería y aportillan sus muros. La Junta Suprema se establece en Garrovillas.

21.- Tras seis días de dura resistencia capitula, con honores, la plaza de Campo Mayor.

22.- El Cuerpo aliado, al mando de Beresford, procedente de Abrantes alcanza Portalegre.

24 y 25.- Tras desmantelar las defensas de Campomayor los franceses conducen la artillería, 32 piezas de diversos calibres, y otros materiales, a Badajoz; son alcanzados por fuerzas británicas

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 y sostienen continuos enfrentamientos hasta llegar a dicha plaza con su botín.

27.- Los aliados ocupan Alburquerque donde se establecerá la caballería española de los Brigadieres Penne- Villemur y Pablo Morillo.

La caballería francesa del Barón de La Martiniére, con 1.500 caballos, ocupa Trujillo

28.- Los aliados recuperan Valencia de Alcántara.

La columna francesa de La Martiniére ocupa Miajadas y apresa a diversos alcaldes de la zona, exigiendo el pago de impuestos como rescate.

30.- Entrevista en Juromeña de los Generales Beresford y Castaños. Acuerdan combinar sus operaciones: Castaños ocupará Mérida y presionará en dirección sur y los aliados entrarán por el oeste, dirección Albuera Los Santos, Fuente de Cantos.

31.- La Junta Suprema acuerda pasar de Garrovillas a San Vicente de Alcántara.

 Abril

 1.- La caballería española del General Pablo Morillo alcanza Mérida, los franceses se repliegan a Almendralejo.

3.- Sobre un puente de circunstancias, levantado en la zona de Juromeña, las fuerzas aliadas comienzan a pasar el Guadiana.

7.- El General Castaños traslada su Cuartel general a la villa portuguesa de Vilaviçosa. Desde aquí desplegará una política amistosa y de estrecha colaboración con la Junta Suprema de Extremadura, todo lo contrario que su predecesor el Marqués de la Romana.

9.- Tras muchas dificultades, una vez completado el paso del Guadiana por los aliados, el General Beresford inicia su avance contra Olivenza, que quedará cercada este mismo día.

12.- Combates en Villafranca de los Barros en los que toman parte los Regimientos de Caballería de la Reina y Borbón.

14.- Reforzado el sitio de Olivenza con artillería y aportillada la muralla, los franceses deciden rendirse. Olivenza vuelve a ser española.

Fuerzas españolas de la División Ballesteros, que operaba en la zona de Niebla y bajo Guadiana, son empujadas por las francesas de Maransin que las derrotan en Fregenal de la Sierra, alcanzan Salvatierra de los Barros y entran en contacto con los aliados en Santa Marta.

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 16.- Combate de Los Santos de Maimona. Los regimientos portugueses de Caballería nº 1 y 7, se enfrentan a la retaguardia francesa de Latour., que se retirará a Sierra Morena, ocupando los españoles y aliados Zafra y Llerena en vigilancia de posibles contraataques.

18.- Desembarca en Ayamonte un cuerpo expedicionario que la Regencia envía en ayuda de Extremadura. Viene al mando del General Blake con las Divisiones Zayas y Lardizabal.

20.- El General Wellington llega a Elvas y al día siguiente se acerca a reconocer la plaza de Badajoz.

23.- Wellington dicta el plan de operaciones para el sitio de Badajoz y marca detalladas instrucciones a Beresford, en ellas le previene de que si Soult acude en ayuda de Badajoz puede plantarle batalla en Albuera o retirarse a Elvas o Portalegre.

La Junta Suprema, a instancias del General Castaños, sale para establecerseen  su Cuartel gneral de Santa de los Barros.

27.- La junta Suprema, procedente de San Vicente de Alcántara, se establece en santa Marta de los Barros. Estaba formada en aquellas fechas por: el marqués de Monsalud, Vicepresidente y Vocales, Marqués de la Alameda, Francisco Romero de Castilla, Fructuoso Retamar y Oliva, Juan Cabrera de la Rocha, Vicente de Vargas y Mateo Fernández Jara.

28.- El Regimiento de Caballería Borbón sostiene combates en la zona de Casas de Reina.

 Mayo

 5.- Los aliados establecen un puente de pontones sobre el río Caya para suministrar adecuadamente a las fuerzas que sitian Badajoz.

8.- Se abren las primeras trincheras contra Badajoz. La primera idea será atacar el Fuerte de San Cristóbal para dominar la margen derecha del Guadiana.

Tropas francesas se concentran en Sevilla para partir en ayuda de Badajoz.

10.- La columna del Mariscal Soult sale de Sevilla para Extremadura.

11.- El Ejército francés de Soult, en ayuda de Badajoz, alcanza Santa Olalla y entra en contacto con Latour Maubourg. Beresford manda avisos a Castaños y Blake para que se concentren en La Albuera como tenían previsto.

12.- Blake y su cuerpo expedicionario se encuentran en Barcarrota. Tras diversas tentativas, inútiles y con gran pérdida de vidas, contra Badajoz, Beresford decide levantar el sitio y enviar a Elvas la artillería y todo el material posible. Este “segundo sitio de Badajoz”, del 8 al 12 de mayo,

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 costó a los aliados más de 700 bajas.

La columna Soult alcanza Monesterio.

13.- Los franceses de Soult alcanzan Fuente de Cantos. La caballería aliada se repliega sin plantar combate, según instrucciones recibidas, pero sin perder el contacto a Fuente del Maestre y Santa Marta.

Beresford sale de Badajoz para Valverde de Leganés, donde conferenciará con Blake y trazará los planes de una posible batalla.

14.- La columna de Soult alcanza Fuente del Maestre y Villafranca de los Barros.

Blake se traslada de Barcarrota a Almendral.

15.- El ejército aliado se concentra en La Albuera, 35.284 combatientes. Los franceses ocupan Santa Marta y se extienden por el camino real hasta la margen derecha del arroyo Albuera, en las inmediaciones de la población, alrededor de 24.262 soldados.

16.- Batalla de La Albuera. El Ejército francés al mando de Soult acude en ayuda de la sitiada guarnición de Badajoz y las fuerzas aliadas les cortan el paso en dicha localidad, como tenían previsto. Choque frontal con cuantiosas bajas por ambos bandos que, de manera lógica, se atribuyen la victoria: los franceses no volverán a entrar en Portugal, a pesar de dominar Badajoz y sus almacenes, y los aliados no conseguirán recuperar dicha plaza hasta casi un año después.

Los aliados sufrieron 6.924 bajas y los franceses unas 7.900, La batalla dela Albuera fue la más sangrienta de la Guerra de la Independencia en proporción de los efectivos empeñados.

18.- El Ejército francés inicia su repliegue desde Albuera y débiles fuerzas aliadas le persiguen. Se combate en el bosque de La Natera, donde interviene, entre otros, el Regimiento de Infantería portugués nº 1. Los aliados retoman el cerco de Badajoz.

19.- Wellington, que se encuentra entre Nisa y Elvas de camino a Badajoz, recibe la noticia de la batalla de La Albuera.

20.- Soult alcanza Aceuchal y Solana de los Barros donde hay encuentros de retaguardia en los que. intervienen los regimientos de Caballería portuguesa nº 1 y 7.

21.- Soult alcanza Villafranca y Fuente del Maestre.

22.- Soult alcanza Usagre y Llerena. Deseando conocer la fuerza que le persigue destaca una gran fuerza de caballería, alrededor de 3.000 mandados por Latour Maubourg, para plantar combate.

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 25.- Fuerzas aliadas se establecen en las alturas de Santa Engracia para atacar el Fuerte de San Cristóbal de Badajoz.

25 y 26.- Combate de Usagre. Las fuerzas de Latour, tras rechazar diversas avanzadas españolas en Villagarcía alcanzan Usagre. Las fuerzas aliadas, al mando del General Lumley, de la que formaban parte los Regimientos de la Reina y Borbón, tres regimientos británicos, 3º de Dragones de la Guardia, 4º de Dragones y 13º de Dragones ligeros y cuatro regimientos portugueses, ocupan la orilla norte de un escarpado arroyo cuyo único paso estaba en la localidad, con un puente.

Sin haber reconocido adecuadamente el campo enemigo Latour comienza a atravesar y, cuando parte de sus fuerzas han ocupado la orilla opuesta, y sin tiempo a desplegar. son sorprendidos por la carga aliada que les causa, en muy poco tiempo 250 bajas entre muertos , heridos y prisioneros.

Latour desmonta a sus fuerzas y se atrinchera en el pueblo para cubrir el repliegue. En Usagre se mantendrá la línea de separación de ambos ejércitos durante cerca de un mes.

27.- Soult se detiene en Llerena y con su caballería cubre Usagre y Monesterio. La caballería aliada se establece en una línea entre Hinojosa y Fuente de Cantos aproximadamente. Soult pide a Marmont que baje de Salamanca, con el Ejército de Portugal, en ayuda de Badajoz.

Combate de Montemolín en el que toma parte el Regimiento de Infantería Cataluña.

Beresford cesa en el mando del ejército aliado en Extremadura, le sustituirá el General Hill.

28.- En esta fecha, siguiendo el Cuartel general del general castaños, la Junta Suprema esta asentada en Olivenza, donde comienza a publicarse la segunda época de la “Gazeta de Extremadura”.

31.- El General Hill alcanza Elvas, de camino a Almendralejo donde montará su Cuartel general.

 Junio

3.- Se abre el fuego de artillería de los sitiadores aliados contra Badajoz. Los objetivos en este tercer sitio de la plaza eran el Fuerte de San Cristobal y la Alcazaba, sector este.

Marmónt parte de Salamanca en dirección Extremadura.

5.- Marmont alcanza Ciudad Rodrigo.

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 6.- Asalto al Fuerte de San Cristóbal (Badajoz) saldado con un rotundo fracaso. Intervienen 180 voluntarios de los regimientos británicos 51º y 88º y portugueses del 7º, 17º y 19º.

9.- Segundo asalto contra el Fuerte de San Cristóbal. Toman parte 400 hombres de los regimientos 51º, 85º, Brunswick Oels y Cazadores Británicos y el 17º portugués. Fue rechazado con 54 muertos y 85 heridos.

La cabeza de la columna Marmont, General Reynier, atravesando por Baños y Béjar llega en este día a Plasencia.

10.- Ante el avance francés Wellington ordena levantar el sitio de Badajoz. En los dos días iguientes se efectuará una completa retirada de artillería, equipos y materiales.

11.- El General Reynier alcanza Almaraz.

13.- Desde el Sur, Soult ordena a sus fuerzas iniciar el movimiento hacia Mérida en dirección a Los Santos y Villafranca.

14.- El Regimiento de Infantería Murcia, muy destacado en la batalla de La Albuera, da escolta a la celebración del Corpus en Santa Marta cuando es sorprendido por una patrulla de caballería francesa con la que traba combate en las calles del pueblo hasta conseguir que se retire.

Marmont se incorpora a la retaguardia de su columna en Malpartida., cuando la cabeza de su columna, caballería ligera, entra en Trujillo.

La fuerzas francesas emprenden movimiento desde Llerena al norte.

16.- Fuerzas de Soult ocupan Villafranca de los Barros y Almendralejo.

17.- Las fuerzas de vanguardia del Mariscal Marmont alcanzan Mérida, que ya había sido ocupado por fuerzas del Mariscal Soult.

El ejército aliado al completo se retira a Portugal, a la línea Elvas-Campomayor-Ouguela.

El General Blake, con su cuerpo expedicionario, combatientes en La Albuera, atraviesa el Guadiana por Juromeña y se dirige al sur camino de Sevilla. La finalidad es amenazar la capital andaluza, Cuartel general francés, para hacer que Soult detenga su futuro avance hacia Badajoz y Elvas.

17.- Con toda precipitación la Junta Suprema abandona Olivenza para establecerse de nuevo en Valencia de Alcántara.

18.- Las fuerzas francesas en Mérida, alrededor de 60.000 hombres , inician el movimiento sobre Badajoz y La Albuera, esperando encontrar resistencia. Los aliados se han retirado y en la tarde del 19 alcanzarán Badajoz sin problemas.

20.- Marmont y Soult entran en Badajoz con todos los honores. Una columna se desplaza a Olivenza, que fue abandonada por los aliados el 17.

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 22.- Los franceses inician un reconocimiento general de las líneas aliadas en la margen derecha del Guadiana. El ejército aliado, unos 54.000 hombres, se encuentran bien asentados, en un frente de 32 kilómetros con tres fortalezas artilladas de apoyo y dispuestos a plantar batalla en un terreno muy favorable a la defensa. Los mariscales franceses renuncian a la iniciativa.

24.- Soult recibe noticias adversas de Andalucia y decide su regreso a Sevilla, dejando gran parte de sus fuerzas, al mando de Drouet, en ayuda de Marmont.

27.- Tras varios días de ocupación en espera de órdenes, la División francesa Godinot abandona Olivenza, volando sus muros, y se repliega a Valverde de Leganés.

28.- Godinot emprende la marcha al sur por Los Santos y Monesterio. Soult abandona Badajoz en dirección a Sevilla por el camino real.

 Julio

La primera quincena de este mes viene marcada por la labor, de las fuerzas francesas, de aprovisionamiento y municionamiento de Badajoz. Moviéndose en las comarcas limítrofes logran llenar los almacenes con víveres para seis meses para una guarnición de 4.000 hombres, que continuaría al mando del General Philippon.

11.- El Consejo de Regencia publica en Cadiz el “Reglamento para las partidas de guerrilla”.

12.- Combates en Arroyo de la Luz en los que interviene el Regimiento de Infantería León, son encuentros ligeros de patrullas.

15.- Marmont, que considera que Badajoz está suficientemente reforzada y las poblaciones de alrededor totalmente esquilmadas decide replegarse a diversos acantonamientos para facilitar su manutención. Establecerá una División en Trujillo, a mitad de la ruta entre el puente de Mérida y los pasos del Tajo. Drouet dejó la Brigada Briche, caballería ligera, en Santa Marta y se asentó con el resto de fuerzas en Mérida, Los Santos y Zafra. Los franceses quedan, pues, dueños de la “ruta de la plata” como vía principal de comunicaciones entre sus fuerzas.

18.- Los aliados, aquejados de los mismos problemas de suministro, tras su larga permanencia en la misma zona, que los franceses “rompen filas” para acantonarse. En la zona de Elvas, vigilando Badajoz, permanecerán la División 2 británica, en Vilaviçosa, y la División portuguesa Hamilton, en Fronteira.

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 Agosto

 28, 29.- Combates en Arroyo de la Luz en los que toman parte los Regimiento de Infantería León y Victoria y de Caballería Borbón.

30.- Patrullas del Regimiento de Caballería Borbón sostienen combates e Cáceres.

 Septiembre

 1 y 2.- Combates en Casar de Cáceres y Cáceres donde intervienen el Regimiento de Infantería de la Victoria y el de Caballería Sagunto.

14.- Combates en Cáceres donde toma parte el Regimiento de Infantería León.

17.- Combates en Montijo en los que interviene el Regimiento de Caballería Borbón.

Octubre

 Un verano muy caluroso y una sequía extrema, además de los movimientos de tropas en la primera mitad del año, habían dejado a los pueblos de Extremadura  n la última miseria, lo que impidió movimientos de tropas numerosas por la zona y una relativa calma, rota únicamente por ligeros encuentros de patrullas de reconocimiento o acciones de partidas guerrilleras.

Al comenzar octubre el Príncipe D’Erlon es el General en jefe de las tropas francesas del sur en la zona. Establece su Cuartel general en Almendralejo y el General Girard, con una Brigada y dos regimientos de caballería ligera domina Mérida y su puente.

La única zona donde podían conseguirse algunos suministros era en Cáceres y su comarca con sus cultivos de cereales y donde se aprovisionaban las fuerzas españolas del General Castaños, III Ejército, acantonados en torno a Valencia de Alcántara.

11.- Las fuerzas del general Girard salen de Mérida, 4.200 hombres de ellos 900 de caballería, con la finalidad de alcanzar Brozas y batir a las fuerzas españolas, principalmente de caballería mandadas por el Conde de Penne Villemur y establecerse en Cáceres para tomar todos los suministros de la zona. Est noche duermen en Montanchez.

12.- Las fuerzas españolas de Penne Villemur abandonan Cáceres, con dirección general a Salorino, tras reunirse con las tropas del Brigadier Morillo que desplegaba en Torremocha,

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sin presentar combate por inferioridad pero sin perder de vista a las fuerzas invasoras para informar de sus movimientos.

13.- La División francesa del General Girard ocupa Cáceres y avanza destacamentos a Malpartida, Casar de Cáceres, Arroyo de la Luz, donde combaten patrullas del Regimiento de Caballería de la Reina y otras localidades. Se traban diversos combates de patrullas y la falta de víveres hará que el saqueo por partede los invasores sea lo habitual.

El General Castaños que, estrechado en Valencia de Alcántara, había trasladado su Cuartel general a Alburquerque solicita el auxilio de los aliados.

15.- Fuerzas de caballería francesa sorprenden en Oliva de la Frontera a una partida de la milicia portuguesa escoltando una partida de ganado, 300 cabezas de vacuno y 2.500 ovejas, que le arrebatan y conducen a los almacenes de Badajoz.

22.- Las fuerzas aliadas, al mando del General Hill inician su movimiento en dirección Cáceres desde Portalegre.

23.- La columna del general Hill, por La Codosera, llega a Alburquerque.

24.- Las fuerzas aliadas se Hill se reunen en La Aliseda con fuerzas españolas mandadas por el General Pedro Agustín Girón.

25.- Informe de la Junta de Extremadura al Consejo de Regencia del estado calamitoso de diversas localidades del partido de Trujillo, con la finalidad d que se les considere como pago de impuestos reales todos los suministros efectuados a los ejércitos españoles. La regencia aprobará las decisiones de la Junta en 23 de noviembre. Pueblos arruinados: Trujillo, Casas del Puerto, Jaraicejo, Deleitosa, Campillo, Fresnedoso, Higuera, Romangordo, Mesas de Ibor, Castañar de Ibor y Villamesía.

Pueblos saqueados varias veces: Torrecillas, Aldeacentenera, Madroñera, Herguijuelas, Conquista, Santa Cruz, Puerto de Santa Cruz, Cumbre, Plasenzuela, Ruanes, Zarza de Montanchez, Salvatierra, Botija, Santa Ana y Garciaz.

Es ejecutado, en Valencia de Alcántara, Benito María de Ciria ·el Nerón de la Mancha”, gobernador josefino de Almagro, que había sido apresado el 29 de septiembre por una partida y conducido a Extremadura.

Combates en Arroyo de la Luz.

26.- Las fuerzas de Girad abandonan Malpartida, se reagrupan en Cáceres y por Torremocha retroceden sobre Mérida. El avance aliado es muy cauteloso y sus fuerzas no son apercibidas a pesar de mantenerse siempre a no más de una legua.

27.- Creyéndose Girad lo suficientemente lejos de Portugal hace noche en Arroyomolinos sin extremar las medidas de seguridad. Los aliados, por Aldea del Cano y Casas de San Antonio alcanzan Alcuéscar donde vivaquean.

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 28.- Batalla de Arroyomolinos. Las fuerzas aliadas, al mando del general  ritánico Hill, alcanzan en esta localidad a la División francesa de Girad que se replegaba a Mérida, su Cuartel general, desde Cáceres y su comarca. La derrota francesa es total y se le hicieron cerca de 1.000 prisioneros, entre ellos los generales Montbrun y Duque de Aremberg, se les tomó la artillería y el general Girard pudo huir a pie por las montañas. Intervinieron, entre otros el Regimiento de Infantería de la Victoria y el de Caballería Sagunto.

29.- Las fuerzas aliadas alcanzarán Mérida, de donde desalojan al General D’Erlon.

Poco después los aliados retornarán a sus bases en Portugal al no contar con fuerzas suficientes para una ocupación definitiva y los españoles volverán a sus bases en Cáceres y comarca.

 Noviembre

 1.- El General francés Demboski ocupa nuevamente Mérida y poco después se reocuparán Lobón. Talavera la Real y Arroyo de San Serván.

En esta fecha el General Girad, que había huido a pie, con 800 hombres, por Ibahernando, Zorita, Navalvillar y Orellana, entra en contacto con sus fuerzas.

 Diciembre

13.- Combate de Llerena. Encontramos algunos datos en el Historial del Regimiento de Caballería Algarbe:(21)

…No menos valientemente se porta este cuerpo en la toma de Llerena el trece de diciembre, si bien con la merma de tres soldados y el teniente, graduado de teniente coronel, comandante, D. Joaquín de Mera, uno de los oficiales más distinguidos en valor, talento y conducta. Pues apenas se presentó la partida de guerrilla enemiga, el comandante de ésta invita al español a un combate personal. Mera acepta el reto, y mandando uno y otro comandante hacer alto a  sus partidas, salen estos a medir el campo. Tenía Mera la desgracia de ser de  vista miope y por este defecto n  notó hasta pocos instantes de haber salido que  venía a su encuentro un soldado enemigo, el cual le disparó un pistoletazo en la  cabeza. Entonces los franceses ac meten para llevarse al herido; más los soldados algarveños al ver un hecho tan inicuo, los cargan con tal furor que haciendo morder la tierra al comandante contrario y a una porción

(21) Conde de Clonard, tomo XV.

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de individuos detropa, recogen a su desgraciado jefe que a poco tiempo espiró en brazos de sus valientes soldados. Esta muerte fue sentida no solo del general en jefe marqués de la Romana, que había vuelto a mandar el ejército, sino también de los demás generales, tropas y pueblos que conocían las relevantes prendas de Mera.

 En esta acción desgraciada fue hecho prisionero el capitán don Basilio  Cabaleri. Obligado por los enemigos a que declarase el número de tropas que tenía el ejército español, con expresión de cada arma, y que generales había, contestó que no podía satisfacer esas preguntas por hacer mucho tiempo se hallaba empleado en partidas avanzadas. Semejante respuesta no llenaba naturalmente os objetos del interrogatorio, y se le volvió a intimar que sería fusilado si no decía la verdad; pero el heroico Cabaleri replica con valentía: “hace o que queráis de mi; nada puedo añadir a lo que tengo dicho.” El enemigo ealizó su amenaza; Cabaleri fue pasado por las armas en diez y siete de mayo. Enterado el general en jefe marqués de la Romana por los desertores y prisioneros de un hecho tan cruel, de los doce sables de honor que recibió de la Regencia para distribuirlos a los que más se distinguiesen, destinó el primero al valiente y leal Cabaleri, mandando se entregara a un hermano suyo que era canónigo de Sevilla; y no habiendo podido recibirlo éste por haberlo llevado a Francia prisionero el gobierno intruso, se hizo cargo de este honroso premio, su anciana madre…

 16.- El General Ballesteros se apodera de los molinos que, en los alrededores de Llerena, trabajaban para los franceses destruyéndolos y apoderándose de toda la harina.

17.- El General Mendizabal se establece en Bienvenida. Los franceses desalojan Villagarcía y Llerena trasladándose a Azuaga. Combates de patrullas en Berlanga.

18.- El General Butrón con caballería española persigue a los franceses de Azuaga, donde se combate, aunque no logran desalojar al enemigo.

19.- Los franceses abandonan Azuaga en dirección a Guadalcanal.

27.- El General Castaños propone al Teniente coronel Carlos de Haro, Gobernador militar de la villa de Gata, como Vicepresidente de la Junta de Partido de las Sierras de Gata y San Martín.

29.- Combate de Membrío. El general francés Neveux vence al británico Hill.

31.- Combate de Mérida. Interviene el Regimiento de Caballería portuguesa nº 4.

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 6. AÑO 1812

Enero

En este mes toma el mando de la Capitanía general de Extremadura don Juan Nieto y Aguilar, II Marqués de Monsalud.

1.- Fuerzas francesas procedentes de Fuenteovejuna entran en Azuaga y Valverde de Llerena. Su objetivo es recuperar Llerena y sus almacenes de suministros.

Combate de Almendralejo. Intervienen los regimientos de Caballería portuguesa nº 4 y 10.

3.- Combate de Fuente del Maestre. Interviene el Regimiento de Caballería portuguesa nº 4.

19.- Las tropas aliadas toman la plaza de Ciudad Rodrigo (Salamanca).

31.- Acción del camino de La Albuera (Badajoz). Efectuada por la partidadel Comandante Joaquín Sierra, en el arroyo Mimbrero, junto al cortijo de Laguna, sobre el camino Real a Sevilla.

Con su partida embosca un convoy de suministros para el Badajoz ocupado.  En un primer ataque se apodera de 21 caballerías mayores y monta a su infantería, y él mismo, sobre los mulos para dar más sensación de fuerza. Los arrieros andaluces y la escolta le hacen frente, pero valiéndose de la sorpresa mata a uno de los arrieros y a siete granaderos de escolta.

La escolta reacciona y forma el cuadro protegiendo a cerca de 800 ó 900 caballerías y ante eso se retira al monte cercano, se reagrupa yse dirige a Valencia de Alcántara, donde firma el parte el 2 de febrero, señalando además que solo había recibido 1.000 cartuchos de los 2.000 que había pedido, que en la refriega le aprisionaron un hombre al que hubo de rescatar a viva fuerza porque lo pasarían por las armas …como el haría con los franceses…, que por el camino abandonó cuatro de las caballerías por no poder seguir el ritmo y que las otras las había vendido en la localidad para cubrir los gastos de caballería.

Febrero

La Junta Suprema acuerda suspender la publicación de la “Gazeta de Extremadura” debido a sus gastos. La publicación continuará merced al impulso del Marqués de Monsalud.

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 16.- Procedentes de sus posiciones en la zona de Ciudad Rodrigo, casi todo el Ejército de operaciones se encuentra en este día acantonado en la zona de Elvas (Portugal).

25.- Artillería británica llega a Elvas.

Marzo

 5.- Wellington sale de Freineda para la zona de Badajoz.

8.- El tren de artillería de sitio, del Ejército aliado y compuesto de 52 piezas, se encuentra reunido y aprestado en las inmediaciones de Elvas. Wellington dispone para su empleo de 300 artilleros ingleses y cerca de 600 portugueses. Al mando de la Artillería estaba el Mayor Alexander Dickson y como jefe de los Ingenieros se nombró al Coronel Fletcher

12.- Wellington establece su cuartel general en Elvas.

14.- El tren de sitio aliado inicia su movimiento desde Elvas contra Badajoz.

15.- Los aliados montan un puente de pontones sobre el Guadiana, unos 12 kilómetros aguas abajo, aproximadamente entre Telena y Albalá. Comienza el cruce de Unidades.

El General Hill reune sus fuerzas entre el río Zapatón y Alburquerque.

16.- Las Divisiones británicas 3, 4 y Ligera, cruzan el Guadiana e inician el cerco de Badajoz, en lo que será el cuarto sitio plantado contra esta plaza fuerte a lo largo de la Guerra de la Independencia.

El General Graham, con las Divisiones británicas 1, 6, 7 y la Caballería de Slade y Marchand, unos 19.000 hombres, toma el camino de Sevilla, por Santa Marta y Villafranca de los Barros, para dar cobertura a las fuerzas sitiadores por el sur del Guadiana. El General Hill, División 2 británica, División portuguesa Hamilton y Caballería de Long y Campbell, unos 14.000 hombres, avanza por Montijo y Mérida para dar cobertura por el norte del río.

17.- Hill ocupa Mérida y despliega unidades en los alrededores en persecución de los franceses.

Se completa el cerco sobre Badajoz y se inician los trabajos de aproche que, en un primer momento parten del Cerro de San Miguel, al sueste de la ciudad, contra el Fuerte de la Picuriña.

19.- Salida de los defensores franceses de Badajoz contra las obras británicas de cerco en el Cerro de San Miguel.

25.- En la noche de éste día los sitiadores aliados toman por asalto el Fuerte de la Picuriña en Badajoz.

27.- El General Graham alcanza Maguilla y Valencia de las Torres.

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 29.- Salida de los defensores de Badajoz contra los aliados en la margen derecha del Guadiana. Fue rechazada rápidamente.

31.- Hill detiene la persecución y se establece en Mérida.

 Abril

 1.- En Granja de Torrehermosa fuerzas francesas en retirada sorprenden a fuerzas de caballería británicas causándole diversas bajas.

2.- La columna de Graham recibe orden de establecerse en Fuente del Maestre, Almendralejo y Villafranca de los Barros, una División en cada localidad, deteniendo la persecución de las fuerzas francesas.

5.- Las brechas abierta en los baluartes de Trinidad y Santa María, en la  muralla sur de Badajoz se encuentran practicables según los sitiadores aliados. Los franceses las defenderán con toda clase de artificios explosivos y elementos varios que harán imposible su accesibilidad.

6.- A las 22 horas de este día se dispone el asalto general a la plaza de Badajoz. La columna Picton, División 3, atacaría por el sector este, hacia el castillo, más bien con finalidad de diversión. El ataque principal lo llevarían la División 4, Genera Colville, contra la brecha de la Trinidad y la División Ligera, a la izquierda, contra la brecha de Santa María. Por último la División 5, General Leith, se ocuparía del sector oeste atacando el baluarte de San Vicente.

El ataque principal sobre las brechas fue un sonoro fracaso por las acertadas disposiciones de los defensores, que produjeron una auténtica matanza entre los atacantes. Hubo de ser Leith el que penetrara por San Vicente, junto a la Puerta de las Palmas, girando a la derecha para coger de flanco a los defensores de la brechas el que ayudara a desenredar la situación. Picton ya hacía tiempo que había tomado el castillo, sorprendiendo a la débil defensa, y lo ocupaba sin poder salir de él.

El General Philippon al ver atacantes dentro de la ciudad, en varios puntos, decide retirarse al Fuerte de San Cristobal, donde se rendirá al amanecer del día

8.- El Mariscal Soult recibe en Villafranca de los Barros la noticia de la rendición de Badajoz, que durante varios días será saqueada por los asaltantes británicos, que causarían más daño en la población civil de los que habían provocado los ocupantes durante cerca de un año.

24.- Wellington ordena a Hill que se prepare para atacar “Lugar Nuevo”, en las proximidades de Almaraz.

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 Mayo

 Dueño Wellington de la frontera portuguesa decide asestar un golpe por la zona norte, Salamanca, lo que le permitiría penetrar en Castilla y cortar las principales vías de comunicación con Francia, quedando casi aislados los ejércitos franceses de Andalucía y del centro.

El llamado Ejército francés de Portugal, establecido en Salamanca y nortede Cáceres, era dueño del Camino Real de Madrid, lo que permitía una rápida reunión de éste ejército con el de Andalucía, como ya había sido probado anteriormente.

7.- Wellington despacha la orden de ataque a Lugar Nuevo, puente de barcas establecido y custodiado por los franceses en las inmediaciones del derruido puente de Almaraz.

El Mariscal francés Marmont ordena al General Foy, División 1, que refuerce la vigilancia de Lugar Nuevo.

11.- El general británico Hill parte de Almendralejo en dirección Mérida, donde ha de reunirse con nuevas fuerzas para dirigirse a Jaraicejo.

12.- El Regimiento de Infantería 2º de Jaén entra en Olivenza, donde permanecerá hasta el 20.

13.- Hill atraviesa el Guadiana por Mérida y toma el camino de Madrid, el

14 pernoctará en Villamesía y el 15 en Trujillo.

16.- Las fuerzas de Hill se establecen en un bosque cercano a Jaraicejo con la misión de sorprender al día siguiente a las guarniciones franceses en el puerto de Miravete.

17.- Las tropas del General Hill, divididas en tres columnas, dos para atacar la altura de Miravete y una para atacar lugar Nuevo son advertidas por los franceses, bien atrincherados en el castillo antiguo y otras obras controlan el paso.

18.- Al anochecer de éste día Hill con su columna de ataque inicia el avance por el Paso de la Cueva hacia La Higuera y Romangordo , para alcanzar su objetivo, Fuerte Napoleón, al amanecer del 19.

19.- El paso del río Tajo estaba custodiado al sur, margen izquierda, por el llamado Fuerte Napoleón, en una altura que dominaba el paso y una obra fortificada en la misma orilla, cabeza de puente, y por el norte, margen derecha, por una pequeña luneta y el llamado Fuerte Ragusa.

Hill despliega sus 3.000 hombres, sin ser notado, muy cerca de Fuerte Napoleón, defendido por unos 200 franceses. Al amanecer se inicia un ataque de diversión en las alturas de Miravete y poco después el asalto de unos 500 hombres contra el Fuerte Napoleón y la obra de la orilla, otros 500 soldados aliados, permaneciendo el resto como reserva en caso necesario. Tras una primera  resistencia francesa, muy dura, son superados y deben replegarse a la cabeza de

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puente, donde el pánico se apodera de la guarnición que incluso se arroja al río para escapar. Al norte Fuerte Ragusa intenta ayudar , con sus fuegos de artillería,pero al ver a los aliados atravesar el el Tajo se dan a la fuga sin combatir.

Los ingleses se apoderan de Lugar Nuevo y algunas patrullas llegan incluso a Almaraz, luego destruyen todas las obras y el puente de barcas, dejando imposible el paso del Tajo.

20.- Se retiran todas las fuerzas aliadas de la zona de Mirabete. Hill permanecerá dos días en Trujillo antes de alcanzar Mérida el 27.

21 y 22.- Escándalo en Valdefuentes donde un teniente del Batallón de Infantería de Mérida se conduce de manera violenta contra las autoridades reclamando diversas raciones de pan y carne.

24.- Los franceses reaccionan tarde ante esta sorpresa y, no pudiendo pasar el Tajo en este punto, el General Foy lo hará por el Puente del Arzobispo el 21. Alcanzan el 22 Bohonal y al día siguiente Romangordo. El 24 Jaraicejo y Trujillo el 25.

Coincidiendo con esta operación, el General Wellington encarga al Coronel Sturgeon y al Mayor Todd el arreglo del Puente de Alcántara.

28.- Tras dejar patrullas en el Puerto de Santa Cruz y Trujillo, el General Foy retrocede por la comarca de Guadalupe. Alcanza Torrecilla esta noche y Castañar al día siguiente.

 Junio

1.- El Regimiento de Caballería Sagunto sostiene combates en Santa Marta de los Barros.

5.- Combates en Usagre, donde toma parte el Regimiento de Caballería Sagunto.

10.- Combate de Berlanga. Interviene el Regimiento de Caballería Sagunto.

11.- El Puente de Alcántara queda practicable, incluso para la artillería, lo que significa una mejora de las comunicaciones norte sur de las fuerzas aliadas;que tiene mucho más valor al contar con la pérdida francesa del paso del Tajoen Lugar Nuevo.

Combate de Maguilla.

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 Julio

 24.- La Regencia confiere la Capitanía general de Extremadura y la Presidencia de la Real Audiencia al Marqués del Palacio, Domingo Mariano Traggia y Uribarri .

 Octubre

 24.- Se constituye la Diputación provincial de Extremadura y se disuelve la junta Suprema de Extremadura.

 

7. FUENTES DOCUMENTALES.

 ARCHIVO GENERAL MILITAR DE SEGOVIA, Hojas de servicio y expedientes personales.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE BADAJOZ, Colección Documental de la Junta Suprema de Extremadura, Comisión Militar,

 INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA MILITAR, Madrid, Colección documental del Fraile.

8. BIBLIOGRAFÍA BÁSICA.

 – ALBA ABAD, J. Parte activa que tomaron las armas de Infantería y Caballería en los diversos combates que tuvieron lugar en la provincia de Badajoz con motivo de la Guerra de la Independencia, Badajoz, Ateneo, 1908 (22).

– CHABY, CLAUDIO DE, Excerptos históricos e collecçao de documentos…, Lisboa, Imprensa Nacional, 1875.

– CLONARD, Conde de, Historia orgánica de las Armas de Infantería y Caballería, Madrid, 1851-1859.

– FLETCHER, I. Badajoz 1812, Wellington’s bloodiest siege, Oxford, Osprey Publishing, 1999.

– FREIRE LÓPEZ, ANA Mª. Índice bibliográfico de la Colección Documental del Fraile, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1983.

– GÓMEZ DE ARTECHE, J. Guerra de la Independencia. Historia militar de España de 1808 a 1814, Madrid, Imprenta del Crédito Comercial, 1868.

(22) …Obra premiada por el Ateneo de Badajoz en el Concurso de 16 de Abril de 1908…

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 – GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura en la Guerra de la Independencia Española, Badajoz, Tipografía Uceda Hermanos, 1908 (23).

– LAMARE, C. Relación de los sitios y defensas de Olivenza, Badajoz y Campo Mayor en 1811 y 1812, Badajoz, Tipografía La Alianza, 1934.

– LAMILLA PRÍMOLA, J. “La Guerra de la Independencia en Fuente de Cantos a  la luz de los Libros sacramentales” en VII Jornada de Historia de Fuente de Cantos, Badajoz, Diputación Provincial, 2007.

– MELÉNDEZ TEODORO, A. Apuntes para la historia militar de Extremadura, Badajoz, 4 Gatos, 2008.

– REGIDOR, DIEGO B. “Reseña de la batalla de Canta-Gallo (Llerena) aclarando a cual de los dos ejércitos beligerantes correspondió la gloria en aquella jornada” en Revista Archivo Extremeño nº 4, Badajoz, 25 mayo 1908, página 112.

– RINCÓN GIMÉNEZ, J. Periódicos y Periodistas Extremeños (De 1808 a 1814), Badajoz, Editor Vicente Rodríguez, 1915.

– SÁNCHEZ ALZÁS, CARLOS J. “La presencia francesa en Plasencia durante la Guerra de la Independencia (1808-1812)” en Revista Alcántara nº 59-60, Diputación Provincial, 2004.

– SAÑUDO, J. J. Base de datos sobre las Unidades militares en la Guerra de la Independencia española, Madrid, Minisdef/Instituto de Historia y Cultura Militar, 2007.

– SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ, La Junta Suprema de Extremadura en la Guerra de la Independencia Española, Badajoz, Junta de Extremadura/Consejería de Cultura, 2008.

– SERVICIO HISTÓRICO MILITAR, Diccionario bibliográfico de la Guerra de la Independencia Española, Madrid, Talleres del Servicio Geográfico, 1944-47.

– SERVICIO HISTÓRICO MILITAR, Guerra de la Independencia, ponente Juan Priego López Madrid, editorial San Martín, 1989-2000.

(23)  Hay una reedición, solo de la 1ª Parte, en : … Badajoz, Muñoz Moya Editores Extremeños, 2004, impresa en Sevilla.

Dic 042013
 

Juan Antonio González Caballero. 

 

   ● Trayectoria vital hasta ser nombrado Diputado en las Cortes de Cádiz

 Nació Diego Francisco Muñoz Torrero en el municipio de Cabeza del Buey (Badajoz) el 21 de enero de 1761. Su familia era de origen modesto[2], pero cuando nació Muñoz Torrero, su familia pertenecía a la clase media[3] del municipio.  No poseían ningún título nobiliar, aunque esto no implicaba que la familia no hubiese ejercido algún cargo dentro de los oficios concejiles del municipio, al tiempo que por tradición familiar, varios de sus miembros se habían dedicado al oficio de la fe. El padre de Muñoz Torrero, Diego Antonio Muñoz Torrero, pertenecía a una de las familias acomodadas y de cierta influencia política dentro del pueblo, se había licenciado por la Universidad de Salamanca en la especialidad de Farmacia y en Cabeza del Buey ejercía de farmacéutico y de profesor de Latín, además de algún cargo dentro del ayuntamiento. La madre de Muñoz Torrero se llamaba María Francisca Ramírez Moyano y tenía veinte tres años de edad cuando se casó con Diego Antonio, tuvo dos hijos con éste, uno es el protagonista de esta comunicación y el otro es su hermana llamada María Ursula, ambos nacidos en un corto período de tiempo, lo que melló la salud de María Francisca de tal modo que falleció al poco de nacer su hija. 

 

Muñoz Torrero comenzó sus estudios en su pueblo, demostrándose muy pronto su buena aplicación e interés en los mismos. Su padre pronto lo encaminó por la vía de la carrera eclesiástica, una de las pocas opciones que podía tener Muñoz Torrero, como habitante del pueblo llano que era, para poder alcanzar cierto renombre y desahogo[4] vital. Esto no quita del hecho de que el propio Muñoz Torrero sintiera la llamada de la fe para dedicarse al oficio de la religión, hay que tener en cuenta que estamos en una sociedad, donde la religión era vivida con auténtica pasión y devoción. Al tiempo que parecía resolverse el futuro del joven, éste destacaba en los estudios de Latín impartidos por su padre, lo que le llevó a que a la temprana edad de once años[5], corría por tanto el año de 1772, le acompañara a la Universidad de Salamanca para que prosiguiera allí sus estudios, aunque no aparece constancia como registrado como estudiante en los archivos de esta institución hasta 1776[6].

 

Estos años son los años del reformismo de Carlos III que impregnan todos los ámbitos de la vida política, social, cultural y económica de la nación española. Por tanto la vetusta Universidad salmantina no iba a verse a salvo de tales reformas, dentro de ella se vivía un intenso debate entre diversas fuerzas sociales e intelectuales, unas mas apegadas al reformismo y a la luz de la ilustración y de la razón humana[7] y otros mas apegadas al conservadurismo y encajonados en los dictados bíblicos[8].Las materias impartidas, los libros y las Cátedras sufrieron una revisión profunda[9], al aprobarse en 1771 un nuevo Plan General de Estudios, que modernizaba la institución salmantina al acorde de los nuevos tiempos de la luz de la razón. En estos años en Salamanca se podía respirar por tanto un nuevo aire que impregnaba las viejas aulas universitarias, eran los aires de la ilustración y del primitivo liberalismo, un aire que venía de más allá de los Pirineos y que poco a poco se extendía por la Península. Ciencias como las matemáticas, la física, la medicina, las ciencias naturales o la jurisprudencia sufrían un renovado ímpetu acorde con los nuevos tiempos[10]. Por tanto, es plausible pensar que Muñoz Torrero se viera impregnado de este renovado e ilustrado ambiente cultural, matriculándose el 10 de enero de 1777, una vez demostrados sus conocimientos en lengua latina, gramática y retórica en la Facultad de Artes (Filosofía), pasando a residir en el Colegio Mayor Calatrava. Muñoz Torrero era un alumno aplicado y trabajador[11] quedando constancia de su buen espíritu y constancia de sus estudios en las notas  y citas que sus profesores hacían de él.  A finales de 1778 obtiene, previo examen, el título del Bachillerato en Artes, lo que le permitía el ingreso en cualquiera de las facultades mayores.

 

En lo siguientes años orientará su formación hacia los estudios teológicos y filosóficos, que le servirían de base para su carrera eclesiástica. El 11 de junio de 1783, con 22 años, se gradúa como Bachiller en Teología, prosiguiendo los estudios con el fin de Licenciarse. Sus notas, actitud y trabajo son de sobresaliente, lo que hace que sus profesores se fijen en él para nombrarlo en 1784 primeramente Catedrático de Filosofía en sustitución de un profesor convaleciente y dos años después Catedrático de Regencia de Artes. Durante este periodo de febril actividad académica, el joven Muñoz Torrero se decide definitivamente por la vida religiosa. Un par de años después consigue el grado de Licenciado en Sagrada Teología y es reconocido por el claustro de profesores como una persona de gran categoría intelectual y humana, lo que hace que, apenas transcurridas tres semanas desde su nombramiento como licenciado, sea elegido Rector. El cargo de Rector por esta época era detentado durante dos años y demuestra el alto grado de estimación al que había llegado el protagonista de este relato entre sus compañeros de carrera y profesores, y aunque su posesión estaba aparejada a numerosos gastos que corrían de la cuenta del titular, esto no achanto de ninguna forma a Muñoz Torrero, para ejercerlo. Con apenas 27 años ejercía de Rector, de la universidad española más importante de la época, el joven Muñoz Torrero, que declaro durante la presidencia de su primer Claustro:

 

Muy gozoso me hallo por la obtención de tan honrado empleo (…) ofrecía y dedicaba (su persona y empleo), desde luego, al servicio de la universidad, esperando que por ésta se le comunicasen las órdenes y preceptos necesarios para ponerlos en ejecución con toda puntualidad, exactitud y debido cumplimiento”[12]

 

Ejerció en su nuevo puesto de forma inteligente y cordial, entregado al trabajo que se le encomendaba y totalmente respetuoso con la tradición universitaria y con la institución a la que representaba[13]. Introdujo algunas novedades, que a su modo de ver podían hacer mejorar la investigación y el progreso de la docencia en el seno de la Universidad, pero del mismo modo, le toco el ejercicio de su cargo durante unos años difíciles, cuando el temor a la Revolución se extendía por toda Europa y las luchas dentro de la universidad a favor y en contra de las nuevas filosofías y conocimientos estaban a la orden del día. Además de estos “nuevos peligros” acordes con los acontecimientos históricos del momento, hay que señalar que en su conjunto la Universidad española estaba en clara decadencia, faltaban los medios y quizás los espíritus para renovarla y hacer que sus programas de estudios fueran mas acordes con los nuevos tiempos, dotándolos de la energía y de los medios para llevarlo a cabo.  A pesar de todas estas dificultades, Muñoz Torrero no desfalleció en su trabajo y siempre lucho por la calidad de los estudios universitarios impartidos en Salamanca. Durante su ejercicio como Rector llevó a cabo una serie de medidas que demuestran el alto grado de esfuerzo y valía personal que puso en su trabajo, entre otras medidas son a destacar las siguientes: la conservación de la colección de Yerbas existente en la Universidad; su particular interés por el incremento de los fondos existentes en la Biblioteca Universitaria; su actuación positiva para solventar los conflictos existentes entre las Facultades de Medicina y Artes por un lado, y las de Teología y Jurisprudencia por otro; el esfuerzo que le supuso la creación del Colegio de Filosofía; su preocupación por la reforma de los métodos de enseñanza en todos los centros universitarios, especialmente en Filosofía, Matemáticas y Medicina o la labor desarrollada en materia de cambio de planes de estudio, prácticas académicas y libros de textos; son todas estas acciones, ejemplo de la capacidad de trabajo y dedicación que Muñoz Torrero ejerció durante su rectorado de la Universidad. Durante los dos años de su rectoría, de noviembre de 1787 a 1789, además de llevar a cabo todos proyectos antes mencionados, dedicó Muñoz Torrero su tiempo libre a la lectura, sacando provecho de la rica biblioteca de la Universidad, donde sin duda consultaría no sólo obras de teología y filosofía, sino también toda producción extranjera novedosa sobre asuntos de reformas políticas y sociales, conociendo en profundidad los acontecimientos acaecidos en Francia y el sistema de gobierno inglés. Sin lugar a dudas, fue durante estos años cuando Muñoz Torrero fue configurando su personalidad, llenándola de valores políticos e intelectuales que tanto le iban a guiar en los futuros años, durante su actividad parlamentaria en las cortes gaditanas. También acudía durante estos años a las tertulias organizadas por el abogado Ramón de Salas en su casa o en su despacho, donde militares, juristas, estudiantes, nobles o filósofos intercambiaban ideas y opiniones, todas ellas encuadradas en el espíritu de los nuevos tiempos. Durante esta época trabó amistad con diversos personajes, que nutrirían posteriormente las filas del liberalismo, como el poeta Manuel José Quintana[14]. Concluido su ejercicio como Rector, decidió dedicarse en exclusiva al ejercicio de la vida religiosa, abandonando la Universidad.

 

Desde el abandono de la universidad hasta la primavera de 1808, las noticias sobre la  vida de Muñoz Torrero son escasas. Si hay constancia de que Muñoz Torrero se trasladó a finales de 1792 a Madrid, para opositar a una de las capellanías que se encontraban vacantes adscritas a la iglesia de San Isidro[15]. Quiso la historia que en esta misa época el también extremeño Manuel Godoy llegara a la calidad de Primer Ministro del Reino, aunque esta coincidencia de origen de poco sirvió a Muñoz Torrero para acceder a la capellanía que opositaba, pues a pesar de realizar brillantes ejercicios, al final la capellanía fue dada a uno de los adictos a Godoy. A pesar de esta injusticia, quiso la suerte del destino sino es mejor decir la valía propia de Muñoz Torrero, que el Marqués de Villafranca del Bierzo se fijara en su persona para concederle una canongía, como patrono que era de una Colegiata[16]. A partir de este momento las noticias sobre la vida de Muñoz Torrero son mayores, corriendo ya el año de 1808; permanecerá ocupando la canongía hasta su traslado a la Isla de León, a finales del verano de 1810, en la condición de diputado por la Provincia de Extremadura. Es a partir de estos años cuando Muñoz Torrero comienza a labrarse su puesto en la historia de España, al tiempo que los avatares de este personaje comienzan a entrelazarse con la patria a la que defendería en contra del invasor francés. Se suceden los acontecimientos de mayo de 1808 en Madrid, de los que no es ajeno Muñoz Torrero, pues es uno de los que arengan al pueblo madrileño en contra del invasor[17]; tras estos hechos, se dedica a organizar en la clandestinidad la resistencia patriótica y se pone en contacto con amigos y afines de la causa patriótica de Andalucía y Extremadura[18]. Testimonio excepcional de los acontecimientos de 1808 sobre suelo extremeño nos lo da José María Blanco White que en el momento del alzamiento se encontraba viajando por tierras extremeñas, pudiendo ver la “ciega ira del pueblo” contra todo aquel que fuera sospechoso de colaborar con los franceses y que en mas de una ocasión pusieron en serio peligro al escritor y sus acompañantes; algunas de su impresiones fueron:  “En muchos pueblos importantes, la capa de patriotismo había servido de excusa para entregarse a la desdichada propensión que tienen los españoles del sur a derramar sangre y que deslustra sus muchas buenas cualidades (…) la mayor parte de los asesinatos que nos contaron eran de españoles que con toda probabilidad debieron su triste suerte a envidias y venganzas particulares, y no a sus opiniones políticas” , en el pueblo de Almaraz sus habitantes declaraban a las autoridades: “queremos matar a alguien señor (…) En Trujillo han matado a uno; en Badajoz, a uno o dos; en Mérida a otro y nosotros no queremos ser menos. Señor, queremos matar a un traidor[19].”

 

            Muñoz Torrero añadió su granito de arena, con sus sugerencias y consejos a diversos personajes, para organizar las Juntas de Defensa contra el enemigo francés. Se ve pues en la actitud tomada por Muñoz Torrero, ante los acontecimientos extraordinarios por los que pasaba la nación, a un religioso con ideas políticas liberales, un liberalismo eso si, con carácter moderado, que defiende la independencia de su patria frente a la invasión extranjera y que defiende al mismo tiempo, el derecho y la soberanía del pueblo para defenderse contra la agresión llegada de allende de los Pirineos. A medida que se alargaba el conflicto contra el francés, aumento la opinión de que era necesario la convocatoria de Cortes, ante los continuos reveses militares, pues muchos eran de la opinión de que parte de estos desastres, se debía al echo de carecer de instituciones adecuadas, que hicieran frente a los acontecimientos tan extraordinarios por los que atravesaba el país[20]. Si la guerra contra Francia había contribuido decididamente a afirmar el concepto de nación española entre las gentes que se levantaban en armas[21], será bajo la supervisión de la burguesía revolucionaria auténticamente afrancesada, en Cádiz, cuando se de consistencia legal y constitucional a este concepto[22]. De todas formas, en opinión de diversos historiadores, las Cortes de Cádiz surgen y se desarrollan en base a un triple problema de legitimidad, de representación y de autoridad[23]. A la altura de 1809, un amplio sector de la opinión ilustrada estimaba que sólo unas Cortes estaban legitimadas para legislar[24]; como bien cuenta Jovellanos a su amigo Lord Holland, su convocatoria se convierte en “la grande affaire” y Alcalá Galiano ven en las mismas “el fiel traslado del estado de la nación”.

 

A Extremadura le correspondían, nueve representantes por la provincia, uno por la Junta superior de la misma y otro por cada una de las ciudades extremeñas, que lo hubiesen enviado a las Cortes de 1789, con lo cual ocupaba la posición octava dentro de las treinta y dos provincias o comarcas llamadas a constituir las Cortes[25]. Muñoz Torrero consigue el apoyo de sus correligionarios[26] para representar a su región en las Cortes, como diputado por la Provincia de Extremadura. Antes de su elección, el 23 de julio de 1810 se habían reunido en la ciudad de Badajoz los 24 electores de partido a quienes correspondía nombrar, de entre ellos, a los 12 representantes en Cortes por la provincia extremeña. Hubo diversas irregularidades durante la sesión, muestra del ambiente crispado de las discusiones es el hecho de que hasta las dos de la madrugada del día siguiente no se dio por concluido la reunión; la elección de Muñoz Torrero fue puesta en tela de juicio y recurrida ante la junta electoral[27] por varios personajes, como el Prior de Magacela, el Gobernador de Villanueva de la Serena y otros representantes parroquianos de la comarca, todos ellos se oponía a la elección de Muñoz Torrero como diputado en Cortes, por que veían en él a un individuo de marcada y reconocida tendencia liberal[28].

 

 

● Diputado en las Cortes gaditanas  

 

Los gaditanos esperaban con esperanza y expectación el inicio de las Cortes[29],  encontrándose Muñoz Torrero en la Isla de León (Cádiz) el 24 de septiembre en la apertura de las Cortes[30]. Los testimonios de aquel histórico momento, nos describen a Muñoz Torrero como un anciano venerable, que vestía el hábito sacerdotal, de reposado y majestuoso continente, de dulce, pero enérgica mirada y con un semblante austero y simpático. Pidió la palabra y todas las miradas de la sala volvieron sus ojos hacia el ángulo del salón de donde salía la voz de sacerdote extremeño, en tanto que éste, con tranquilo y reposado ademán, pero iluminado por la grandeza del momento, esperaba que la presidencia le concediese el uso de la palabra[31]. Y con gran valentía tomó la voz, “como movido por un designio misterioso de la providencia de los pueblos”[32], para dirigirse a los diputados y se puede afirmar que sus palabras no iban sólo dirigidas a éstos, sino a todos los habitantes de aquella España convulsionada, a los ejércitos ocupantes y a un Fernando VII ausente y mezquino.  Su voz, sus palabras, con su significado y trascendencia, formarían parte de la historia de España con letras de oro; sus palabras eran mas poderosas que mil bayonetas y demuestran que la voz y espíritu de un individuo antes anónimo, pueden cambiar el curso de la historia de los pueblos[33].  En aquel pequeño  punto de la geografía patria, resonó la voz de Muñoz Torrero, para dar aliento a aquellos que veían desvanecerse a la patria en el fuego de la guerra y para hacer frente a aquellos que se oponían a las Cortes o a los afrancesados que años después declararía en folletos:

 

“Esa Constitución, que habéis proclamado, ¿quién ha de establecerla? ¿para qué pueblo la habéis formado? ¿de donde os viene la misión para arreglar los derechos de una nación que esta bajo otro dominio? Esos títulos de regentes y representantes con que tan fastuosamente os decoráis, ¿qué significan?  ¿en nombre de quien intentáis gobernar, y a quién representáis? ¡Insensatos! El voto de una facción encerrada en el último punto de la monarquía no puede prevalecer contra todas las provincias, que no anhelan sino la paz que vosotros alejáis”[34]

 

Las crónicas de la época y los estudios históricos posteriores, destacan el carácter afable de Muñoz Torrero, unido esto al prestigio adquirido en Salamanca, a su edad superior a la de la mayoría de los diputados liberales y a su condición de sacerdote, tuvieron que señalarle como el mas idóneo para pronunciar aquel discurso inaugural y transcendental[35]. Y ante los diputados declaró:

 

…cuán conveniente sería decretar que las Cortes Generales y Extraordinarias estaban legítimamente instaladas; que en ellas reside la Soberanía; que convenía dividir los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, lo que debía mirarse como fundamental, al paso que se renovase el reconocimiento del legítimo Rey de España, el Sr. Fernando VII, como primer acto de la Soberanía de las Cortes, declarando al mismo tiempo nulas las renuncias hechas en Bayona, no sólo por falta de libertad sino, muy principalmente, por la del consentimiento de la Nación…”[36]

 

La falta de taquígrafos nos impide leer de forma exacta su intervención, pero estas palabras, entre otras, fueron declaradas por Muñoz Torrero con serenidad y definen los principios fundamentales en que había de basarse el proceso revolucionario de Cádiz: Los Diputados allí reunidos, eran auténticos representantes de la Nación española, que se declaraban legalmente constituidos en Cortes Generales y Extraordinarias; que en ellas residía la Soberanía Nacional y, la necesidad y conveniencia de la separación de los poderes, como pilar básico donde se asentase el nuevo edificio constitucional. Las sentencias hechas por Muñoz Torrero fueron recogidas en una minuta[37], que fue discuta por los diputados, en una sesión que se prolongó hasta las 12 de la noche del mismo día[38], para ser aprobada posteriormente por unanimidad, tras acalorado debate, para ser publicada para conocimiento del público y ratificada por el Consejo de Regencia para darle validez legal y base jurídica para el futuro. La declaración decía así:

 

“Los Diputados que componen este Congreso y representan a la Nación española se declaran legítimamente constituidos en Cortes Generales y Extraordinarias, en las que reside la Soberanía Nacional”

 

Estas palabras, recogidas en el primer párrafo del documento significaban que las Cortes se constituían como un poder revolucionario, auténtico depositario de la soberanía y que las decisiones aprobadas por ellas, guardaban preeminencia sobre el resto de disposiciones de las Instituciones del Estado. Mas adelante afirmaba que:

 

Las Cortes generales y extraordinarias, conformes en todo con la voluntad general, pronunciada del modo más enérgico y patente, reconocen, proclaman y juran de nuevo como único y legítimo Rey al señor Don Fernando VII de Borbón, y declaran nula, de ningún valor ni efecto, la cesión de la Corona que se dice hecha en poder de Napoleón, no sólo por la violencia que intervino en aquellos actos injustos é ilegales, sino principalmente por haberle faltado el consentimiento de la Nación”

 

Estas afirmaciones declaraba nula la irregular cesión de los derechos de la Corona española hechas a Napoleón y por tanto se declaraba ilegítimo e ilegal el reinado de su hermano José Bonaparte. A los dos principios antes mencionados se unían otros, como el de la separación de poderes; el de la responsabilidad del poder ejecutivo ante el legislativo; el de designación parlamentaria del Gobierno, el de la inviolabilidad de los Diputados y el de que las Cortes serían competentes para el nombramiento y remoción de las autoridades de todo tipo. Con estos principios comenzaba su andadura una nueva concepción de Estado, que hacía entrar a España en la Historia Contemporánea y se ponía fin al poder arbitrario y absoluto del titular de la Corona. El Decreto de 24 de septiembre iba a significar la piedra angular sobre la que iba a basarse la Constitución que dos años mas tarde se juraría[39] y su transcendencia futura fue tal, que puede considerarse como el acta fundacional del partido progresista en España[40]. En los siguientes meses, Muñoz Torrero, se dedicó en cuerpo y alma a su oficio de Diputado, pasaba muchas horas en la Sala de las Cortes preparando las sesiones, discutiendo  en los pasillos o interviniendo en los debates parlamentarios. Fue Muñoz Torrero un orador de discursos cortos y concisos, prefería la brevedad al lucimiento personal con discursos retóricos, llenos de elementos estilísticos al que eran propensos otros diputados como Agustín de Argüelles o José María Calatrava. El objetivo final y deseado por Muñoz Torrero era la aprobación de un texto constitucional que sirviera de soporte para la España que él y muchos diputados imaginaban en su cabeza, una nación renovaba por los principios liberales y que sin duda, no sólo harían a esta nación vencer a sus enemigos actuales, las tropas invasoras francesas, sino que también servirían para acabar con los enemigos internos: el mal gobierno, el despotismo, la oscuridad de la religión y la falta de la luz de la razón y de la cultura entre el pueblo anónimo del que aquellos diputados eran representantes.

 

Las intervenciones de Muñoz Torrero eran seguidas por atención por los diputados y el público que asistía a las discusiones de las Cortes, pronto se gano fama de ser persona modesta y humilde y las palabras vertidas en sus discursos denotaban todo aquel saber acumulado por los años pasados en Salamanca. Participó en nueve comisiones creadas por las Cortes, para tratar diversos asuntos[41], presidió las mismas Cortes por algún tiempo y participó activamente en muy diversos debates, sobre todo aquellos en los que estaba en juego las doctrinas liberales a las que era tan apegado, tales como la Libertad de imprenta, la redacción del texto constitucional o la abolición del Santo Oficio. En palabras de Rafael María de Labra:

 

“su carácter y rasgo personal, su intervención en los actos y resoluciones más señaladas de las Cortes gaditanas, su posición o influencia dentro de ellas (…) le hacen muy superior a todos sus compañeros y le aseguran tal representación que no se puede hablar absolutamente de aquellas Cortes sin hablar de Muñoz Torrero”[42]

 

Además de la actividad parlamentaria, escribió artículos periodísticos para hacer conocer a un número mayor de público, todas aquellas discusiones y negociaciones que dentro de las Cortes ocurrían, para que el pueblo no fuera desconocedor de los asuntos tratados allí, además de servir como reflejo de las ideas que defendía. En las siguientes páginas analizaré con más detenimiento algunas de las intervenciones donde la figura de Muñoz Torrero tuvo especial relevancia durante estos años de Cortes:

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La Constitución. A finales de 1810 se planteaba dentro de las Cortes, la urgencia de redactar un texto constitucional; para recoger en él los principios en los que debía fundamentarse las acciones del nuevo Estado ideado por los diputados. Al poco tiempo se creaba una Comisión formada por trece diputados, entre los que se encontraba Muñoz Torrero, para que propusieran un Proyecto de Constitución Política de la Monarquía. La tarea de confección de dicho documento comenzó en marzo de 1811, fecha en la que también fue elegido Muñoz Torrero para presidir la Comisión[43], al tiempo que su participación dentro de dicha Comisión fue de mucha relevancia, pues parte de su ideario se vio traducido poco después en la elaboración de los artículos 1,2,3 y 13 del proyecto constitucional. En agosto de 1811 se presentaron ante el Congreso los resultados de la Comisión y al poco tiempo se iniciaron los debates acerca del proyecto, con lo que en palabras de su Presidente se colocaba:

 

“la primera piedra del magnífico edificio que ha de servir para salvar á nuestra afligida Patria y hacer la felicidad de la Nación entera, abriéndonos un nuevo camino de gloria”[44]

 

Muñoz Torrero participará activamente para defender o aclarar los numerosos artículos del texto constitucional, al tiempo que paradójicamente afirmaba que en él no se hallaban nada nuevo que no estuviese ya consignado en los diferentes cuerpos de la legislación española; lo que demuestra el intentó que hizo por unir los nuevos principios liberales con las tesis mas conservadoras que defendía la continuidad tradicional. El texto constitucional tuvo que ser defendido de aquellos diputados que lo acusaban de estar hecho en base de los principios revolucionarios franceses y de no respetar las antiguas leyes, que desde tiempos antiguos venían rigiendo los reinos que formaban España. Muñoz Torrero y los demás diputados liberales tuvieron que preocuparse por impedir que los principios liberales contenidos en el texto constitucional fueran modificadas y evitar que no fueran cambiados en el futuro cercano.

 

El principio de Soberanía Nacional. Ésta se hallaba depositada en las Cortes en su calidad de único órgano de representación y estaba recogido en el Título I, Capítulo I (arts. 2 y 3) del proyecto de Constitución. La cuestión de la Soberanía Nacional dividió a los diputados en dos grupos, para los absolutistas, ésta no existe si no es refiriéndose al monarca. Para los liberales, la nación se sitúa por encima del soberano, que se limita a ratificar y hacer ejecutivas las decisiones adoptadas por las Cortes, primera institución del reino. Muñoz Torrero defendió con verdadera pasión el principio de Soberanía Nacional defendido por los liberales, contra aquellos conservadores que arremetían contra él, pues representaba por escrito el pensamiento del diputado extremeño. Muñoz Torrero defendía que la Soberanía había residido siempre en la Nación, aunque fue despojada de ella por la actuación arbitraria y despótica de sucesivos Gobiernos tras la implantación de la monarquía absoluta. Los antiguos códigos legales de los diferentes reinos o provincias que componían la Península demostraban que, en otro tiempo, los reyes no habían tenido en exclusiva el poder de gobierno sobre sus vasallos y que sus actuaciones habían estado sometidas a las normas aprobadas por las Cortes.

 

El concepto de Nación. Establecido el concepto de Soberanía Nacional, éste va ligado al de Nación, que debía ser libre e independiente. La Nación era para los liberales gaditanos y por tanto para Muñoz Torrero, una e indivisible, se debía alcanzar la unificación legal de todos los territorios que la constituían, que debían ser divididos en provincias, eliminando de esta forma los diferentes fueros existentes en diversos territorios de la nación. Logrando estas premisas previas, se conseguiría un Estado independiente, fuerte y homogéneo. A nivel local, el ayuntamiento es más que un agente ejecutivo, pues sus actividades se rigen por reglas uniformes. El centralismo preconizado por los liberales gaditanos en nombre de la eficacia, se aplica también a las posesiones de ultramar, pues ven que los movimientos nacionalistas surgidos allá, llevan hacía el desmembramiento de la metrópoli.

 

La configuración del Estado liberal. Para la configuración del soñado Estado liberal se era necesario una división de poderes, que vendría a sancionarse en el título II, capítulo III (arts. 15, 16 y 17) del proyecto constitucional, donde se recogen las atribuciones y competencias de cada uno de estos poderes. Muñoz Torrero defendió esta división de poderes al tiempo que defendía las diferentes parcelas de poder acotadas a cada uno de ellos. Después se interesó por el papel que debía jugar la Corona dentro del nuevo Estado. Aunque la Constitución declaró que “la persona del Rey es sagrada e inviolable” Muñoz Torrero defendió que las atribuciones del Monarca debían ser reducidas a simple cabeza del poder ejecutivo, creándose por tanto como forma de gobierno en la nación española la Monarquía parlamentaria[45].  La Constitución de Cádiz restringe los poderes ejecutivos del Monarca después de haber suprimido sus poderes legislativos. El Rey debía estar asesorado por un secretario de Estado y un organismo consultivo: el Consejo de Estado. Entre el Rey y los ciudadanos se interponen los jefes políticos, dotados de amplios poderes, que preconizan a los poderosos gobernadores civiles de tiempos posteriores.

 

Los derechos individuales. El tema de los derechos individuales aparecen formalmente por primera vez durante la discusión del art. 5º del proyecto constitucional, por parte de los diputados. Posteriormente los derechos individuales vendrían recogidos también en los arts. 6, 8, 9, 10 y 247 del texto constitucional. Las palabras de Muñoz Torrero recogidas por el Diario de sesiones son que:

 

hay dos clases de derechos, unos civiles y otros políticos: los primeros, generales y comunes a todos los individuos que componen la Nación, son el objeto de la justicia privada y de la protección de las leyes civiles; los segundos pertenecen exclusivamente al ejercicio de los poderes públicos que constituyen la soberanía”[46]

 

Estas palabras de Muñoz Torrero denotan que los derechos civiles, aparecidos en el momento en que el individuo junto a otras personas forman una sociedad, deben ser defendidos, extendidos y conservados en todo momento y circunstancia por la justicia. En cambio, los derechos políticos podían cambiar y variaban en función con el sistema elegido como forma de gobierno por cada comunidad de individuos. La concepción de Muñoz Torrero era por tanto igual a la defendida desde tiempo atrás por los teóricos del liberalismo burgués, que defendían la trilogía clásica de: libertad civil, igualdad y propiedad. El individuo podía hacer uso de sus derechos políticos, participando en el poder legislativo o eligiendo a los representantes de los órganos de gobierno o de la gestión gubernativa. Una de las libertades fundamentales para Muñoz Torrero y que defendió con especial fuerza fue la de la Libertad de expresión. Los diputados liberales defendieron la libertad de imprenta, como una de las bases del mantenimiento de un régimen liberal de gobierno. Tengo que decir que, la prensa y su libre circulación había aumentando muchísimo debido a las excepcionales circunstancias por las que atravesaba la nación y por tanto los diputados congregados en Cádiz vieron necesario su regulación. Otra de las libertades esenciales era la de la igualdad legal entre los individuos, lo que se tradujo en discusiones entre diputados peninsulares y los americanos, que veían socavados sus derechos frente a éstos primeros. Muñoz Torrero defendió una nivelación, aunque con matizaciones, de los derechos individuales entre peninsulares y ultramarinos, pues ambos eran ciudadanos españoles. También no vio necesario la inclusión en el articulado de la futura Constitución un punto explicito que hiciera referencia al derecho de la igualdad legal entre los individuos.

 

Muñoz Torrero tomo una posición un tanto ambigua en la discusión llevada a cabo en relación con el intento de unidad de fueros para toda clase de personas, lo que se traducía por una igualdad civil. Se posicionó del lado de aquellos diputados que defendían una jurisdicción privativa para el estamento militar, pues veía que un reforzamiento de las prerrogativas militares, haría que el espíritu de estos aumentara y que sería beneficioso de cara a la tenaz guerra que estaban librando contra el francés. Quizás la actitud tomada por Muñoz Torrero en este punto se deba no tanto a una incoherencia con los principios liberales que tan bien había defendido anteriormente, sino que debido a la excepcional coyuntura bélica que atravesaba el país, tuvo la necesidad de dar su apoyo al estamento militar, para que éste se sintiera unido al proyecto que se intentaba sacar adelante en Cádiz y que al mismo tiempo, se pedía que defendiera con especial sacrificio contra la fuerza militar que invadía a la nación sobre la que se quería aplicar el compendio de leyes de Cádiz.

 

La reforma eclesiástica y las relaciones con la Iglesia. Muñoz Torrero fue quizás el más destacado partícipe en las cuestiones relacionadas con la religión discutidas en Cortes[47]. La aprobación por unanimidad del artículo XII de la Constitución, que dice así: “La Religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera” demuestra que, los diputados liberales más radicales se abstuvieron de atacar de frente a institución de la Iglesia. Muñoz Torrero subrayó que en la Constitución sólo se consideraba a Dios con respecto a la sociedad, es decir, se proclamaba que Dios es el origen y el fundamento de la sociedad[48]. Su condición de eclesiástico nunca se vio reñida con la defensa a ultranza de los principios políticos liberales, fue siempre una persona que compartió en su interior dos tipos de fe, uno dedicado a los principios religiosos católicos y otro a los de sus ideales liberales. Apoyo medidas encaminadas a suprimir varias prerrogativas de la Iglesia y que esta aumentara su contribución económica al esfuerzo de la guerra, pero del mismo modo que se puso de lado de los diputados liberales para estas medidas, se opuso con igual contundencia al cambio de principios en lo concerniente al principio de unidad religiosa y se mantuvo un tanto indeciso e incluso contrario, frente a las ideas defendidas por los diputados liberales mas exaltados que proponían la separación estricta entre Iglesia y Estado. La discusión sobre la supresión del Santo Oficio también copó los discursos de Muñoz Torrero, que junto a otros sacerdotes como Joaquín Lorenzo Villanueva o Antonio Oliveros, se enfrentaron a otros sacerdotes defensores del Santo Oficio, como el inquisidor Riesco. Desde años atrás la discusión sobre el mantenimiento de esta Institución venía caldeando el ambiente de las discusiones de los diputados gaditanos. Muñoz Torrero fue realizando un ataque contra el Santo Oficio de forma gradual, en un primer momento centró su ofensiva contra esta Institución demostrando que su pervivencia era incompatible con el funcionamiento del nuevo sistema de gobierno de principios liberales ideado por los constituyentes de Cádiz, mas adelante atacó a dicha institución basándose en principios de naturaleza teológica. Se desató un acalorado debate en contra y a favor del mantenimiento de la Inquisición, que se extendería durante los siguientes meses, para finalmente dar como resultado la supresión de tan vil Institución en 1813. Finalizados los debates concernientes a la Inquisición, bajaron las intervenciones de Muñoz Torrero dentro de las Cortes, aunque siguió asistiendo de forma permanente a las mismas. A finales de 1813 propuso el traslado de las Cortes, fuera de la ciudad de Cádiz, pues esta estaba sufriendo un despiadado brote de fiebre amarilla, después de esto, la pista de Muñoz Torrero se pierde por algunos meses, para volver a tener noticias suyas debido al hecho de la persecución que el absoluto rey Fernando VII había dado orden sobre los todos los defensores y padres del régimen liberal ideado en Cádiz.

 

● Martirio de un liberal: persecución y muerte

           

Muñoz Torrero se convierte en una sombra para la historia entre finales de 1813 y mayo del año siguiente; se desconoce si permaneció en Cádiz o si se encaminó a Madrid, donde se instalaron las Cortes Ordinarias[49]. El único dato cierto es que cuando Fernando VII vuelve a restablecer el Antiguo Régimen, declarando nulo todo lo dispuesto por las Cortes de Cádiz, el protagonista de esta historia ya se encontraba instalado en la capital. En la ciudad de Valencia, la población, reunida en la antigua Plaza de la Virgen de los Desamparados, arranca el letrero de la plaza que reza: “Plaza de la Constitución” y lo sustituye por el de “Plaza real de Fernando VII”; se quema el texto de la Constitución en Badajoz, Murcia, Zaragoza, Vitoria, lugares  donde el liberalismo tenía cierta impronta, por ser núcleos urbanos de cierta importancia[50]. Algunos constitucionales se pasan al lado de Fernando VII, conocido es la actuación de Espoz y Mina, futuro jefe de los liberales, que manda colocar el texto constitucional en una silla, frente a un pelotón de soldados y lo hace fusilar por los mismos.

 

La represión llevada a cabo por los dictados de Fernando VII fue brutal; es interesante recordar las palabras vertidas por Napoleón recogidas por Les Cazes  sobre este nefasto monarca español: “no lo acerté al secuestrar al joven rey (…) sino que debía haber dejado que todo el mundo le conociese para desengañar a los que interesaban por él. Cometí, sobre todo, el error de no consentir en su continuación en el trono. Las cosas hubieran ido, en España, de mal en peor”. El gobernador militar y político de Madrid, el general Eguía a través de sus subalternos[51] ejecutó las ordenes emanas desde el “deseado” rey. Se detuvo a todas aquellas personas que tuvieran algo que ver con la elaboración de la Constitución o la participación en las Cortes, se incautaron todos los papeles y escritos sospechosos de estar impregnados de ideología liberal y poco a poco todas las personas acusadas de liberal fueron acabando con sus huesos en la cárcel[52]. Del ambiente vivido en Madrid, sirvan de reflejo las palabras de Antonio Alcalá Galiano:

 

“Alborotose la plebe, siendo la madrileña a la sazón muy amante de su rey (…) desahogaron la rabia los sediciosos en insultos a los emblemas de las leyes derribadas, y rompiendo en gritos de muera contra las personas objetos de su odio, mostraron intentos de querer pasar de los dichos a los hechos, aunque se hubieron de contentar con la infamia no corta de proferir sus amenazas e insultos hasta delante de las rejas de las cárceles donde las recién encerradas victimas en la primer zozobra y congoja de su desdicha padecían la afrenta de oírse vilipendiar (…) mas de un día duraron tales desmanes, conteniéndose un tanto, pero no del todo, cuando el rey hizo su entrada solemne en la corte (…) nada hizo (Wellington) y nada dijo para mitigar el rigor de la persecución, o para indicar al gobierno una vía por donde caminase siguiendo el espíritu de su siglo”[53]

 

            Sirva también de ejemplo ilustrativo el recuerdo que tiene de aquellos aciagos días el diputado en las Cortes Extraordinarias Villanueva, que recogió en un libro los acontecimientos que rodearon la detención de los diputados liberales en Madrid:

 

“Amanecido el día 11 de mayo, comenzó a explicarse la ira por largo tiempo represada. Arrancada aquella mañana la lápida de la Constitución, se entregó a una porción de gente prevenida al intento, la cual la arrastró por las calles con algazara, prorrumpiendo en execraciones contra la Constitución, contra las Cortes y contra los presos (…) llevaron esta tumultuaria procesión por la calle escusada donde está la cárcel de la Corona, creciendo a la vista de ella con el ansia de los sediciosos, el clamor de los seducidos: algunos de ellos se propasaron a encaramarse hasta el cuarto principal, diciendo: “mueran los liberales” Dentro de la misma cárcel se oyó una voz que decía: “Lo que se hace con la lápida, debía hacerse con los autores de la Constitución” (…) Siguieron los insultos de esta facción en los días inmediatos. Viéronse varias de estas cuadrillas capitaneadas por eclesiásticos (…) Hasta por las noches iban a las cárceles a diferentes horas, tropas de mujeres cantando versos mezclados con insultos; en una de estas visitas se oyó que decía: “que nos los entreguen a nosotros, que pronto pagaran lo que merecen”. Fue esta una continuada y no reprimida sedición de días y de noches (…) Del plan completo de ella se vio una muestra en la siguiente copla, que se puso en boca de varios, al parecer para que se cantase después de consumado el sacrificio:

 

Mueran los liberales

 Murió la Constitución

           Porque viva el Rey Fernando

                                                  Con Patria y Religión

 

Por fortuna se canto esta copla estando vivos los que ella suponía muertos. (…) El día 12 presentó otra escena, si cabe mas horrible. La Nación y la Europa entera vieron los periódicos de la Corte y de algunas provincias, cuyos autores ocupados exclusivamente en fingir los mas execrables delitos, los imputaban a los presos con tanta seguridad, como si se les hubiesen legalmente probado. Anunciabanlos como enemigos, no solo de la soberanía, sino de la sagrada persona del Rey, como refractarios, de nuestra santa religión, como destructores del gobierno monárquico”[54]

 

Este fue el inicio de los siguientes seis  años de ignominiosa persecución de todo lo que significara ser liberal, con lo que se puede afirmar que Fernando VII ha sido el monarca español mas amado y odiado de la Historia de España[55]. Pero la llama del liberalismo no podía ser extinguida, como bien afirmaba Jose Maria Blanco White “el partido  liberal que había sido destronado, no podría ser extinguido porque cada generación que vaya apareciendo, la flor de los españoles que está creciendo ahora, se halla destinada por una necesidad inevitable a aumentar las fuerzas de aquel bando”.

 

Uno de los primeros en ser arrestado y en sentir la frialdad de la celda absoluta fue Muñoz Torrero, después fue acompañado en su reclusión por numerosos diputados y demás personas liberales, como Agustín Argüelles, Francisco Martínez de la Rosa, Pedro Agar, etc. El general Eguía transmitió a todos los detenidos que:

 

“se declaraba reos de lesa Majestad y, en consecuencia, incursos en pena de muerte (…) á todos cuantos de cualquier manera acatasen las Cortes y sus decretos”[56].

 

Las autoridades absolutistas fueron recogiendo muy diverso material con la intención de culpar a los liberales llegado el momento del juicio, al tiempo que la prensa absolutista y los adictos al nuevo régimen acusaban a los encarcelados de herejes, de jacobinos, de enemigos de Dios y de intentar atentar contra los derechos más sagrados y contra la persona del rey Fernando VII. Pero a pesar de estas arremetidas emanadas desde el trono, los jueces encargados de juzgar a los acusados de tan grabes acusaciones no podían hallar causa alguna de delito en la actuación de los inculpados por la ira real, pues no había precedentes en el registro judicial de los cargos y condenas a aplicar para los delitos por los que eran acusados aquellos personajes. Finalmente, el propio Monarca decidió juzgar, a través de una comisión dependiente de él, a todos los inculpados; esta actitud demuestra la arbitrariedad y la total falta de respeto a la división de poderes por parte del rey. A los encarcelados se le concedió la gracia de formar una comisión, entre cuyos personajes se encontraba Muñoz Torrero, donde recoger sus suplicas, que hipotéticamente serían llevadas ante el Monarca en propia persona. Pedían los detenidos que se les fuera restituido su honor, además de la libertad, previo pago de una indemnización por las penalidades pasadas desde su encarcelamiento. Finalmente esta y otras súplicas no fueron no solo escuchadas por el Monarca, sino que ante la tardanza de una resolución judicial, decidió condenar personalmente a los inculpados; su decisión fue por Real Decreto de 15 de diciembre de 1815, que los inculpados laicos cumplieran pena de prisión en las diversas cárceles del país  y que lo eclesiásticos fueran recluidos en diferentes conventos. La trascendencia de la decisión tomada por el rey, más que en la importancia de las penas reside en la arbitrariedad con que fueron atribuidas, desentendiéndose por completo de todo procedimiento legal tanto regular como extraordinario. Fernando VII afirmaba con total claridad su intención de gobernar personalmente, haciendo caso omiso de las decisiones y opiniones de los tribunales llamados a colaborar en la gestión de gobierno. El Monarca al erigirse en cabeza de un partido, se condenaba necesariamente a usar el poder del Estado contra los representantes de las posturas políticas vencidas.  La opinión de Wellesley refleja la visión de aquellos que, aunque simpatizantes con el régimen, no veían con buenos ojos lo desmedido de la represión,  en uno de sus despachos, con fecha de 6 de julio de 1814, decía: “Sigue prevaleciendo un gran descontento con motivo del retraso en llevar a cabo las intenciones del rey en su proclama de 4 de mayo, así como por el prolongado confinamiento de las personas arrestadas con ocasión de la entrada de S.M. en la capital”.

 

Muñoz Torrero, tras haber pasado dieciocho meses entre la cárcel de la Corona y otros calabozos, fue condenado a seis años de reclusión en el convento franciscano de Erbon, en Galicia. A principios de 1816 fue conducido Muños Torrero a este convento, perteneciente al municipio de Padrón, en A Coruña; solo llevaba con él sus hábitos, algún libro y unos cuantos enseres personales[57]. Su vida transcurrió en este monasterio, dedicando su tiempo entre la oración y la lectura, visitaba regularmente la biblioteca del convento para aprovisionarse de libros y pasó los siguientes cinco años totalmente ajeno a los acontecimientos políticos que ocurrían en el país, hasta el advenimiento del Trienio Liberal.  A principios de 1820 la noticia del levantamiento de Riego en Cabezas de San Juan se extiende por toda la Península y llega a oídos de Muñoz Torrero. El 21 de febrero se produce el levantamiento liberal en A Coruña y a finales del mismo mes le libera el coronel Félix Acevedo[58] de su reclusión. Muñoz Torrero se traslada a La Coruña para colaborar durante unos tres meses con la Junta Superior de Gobierno en la defensa del régimen liberal. Posteriormente es elegido diputado por Extremadura en las Cortes ordinarias del Reino, que se reúnen en Madrid; la prensa da a conocer su nombre como diputado de las nuevas Cortes, el 23 de mayo[59]. Dada la escasez de medios con los que contaba y su pobreza, pues acostumbraba de repartir entre los más necesitados sus escasos de por si recursos pecuniarios, debe ir cambiando su residencia en la capital cada poco tiempo, para finalmente instalarse en una pequeña habitación del convento de las monjas de Góngora.

 

En esta etapa, Muñoz Torrero se coloca, dentro de la que empezaba a ser la fragmentada familia liberal, entre los moderados, pues no eran de su agrado las medidas propuestas por los exaltados. Realiza como diputado el mismo tenaz trabajo y dedicación al que estaba acostumbrado desde que defendiera las ideas liberales en Cádiz, a pesar de contar ya con sesenta años de edad; quizás debido a esta edad y a la fama que acumulaba su persona, en numerosas ocasiones fue designado para formar parte de numerosas comisiones de tipo honorífico y protocolario. Pero Muñoz Torrero siguió participando activamente en la vida parlamentaria, sus palabras quedan recogidas en muy diversos debates en la Cámara, entre otros como el acaecido con la ley de libertad de imprenta, el Plan general de Enseñanza Pública o el Reglamento interior de las Cortes. Además de participar activamente en los debates parlamentarios, fue elegido Presidente de la Diputación Permanente de las Cortes a principios de noviembre de 1820, su actuación en éste órgano fue la de potenciar la concordia y la tolerancia entre las relaciones entre los diputados. Desde su puesto de autoridad se preocupó por apaciguar los disturbios callejeros en Madrid auspiciados por los liberales mas exaltados.

 

En enero de 1821, el Gobierno, a propuesta de las Cortes, solicitó a la Santa Sede la concesión de las Bulas preceptivas para la elevación de los eclesiásticos José Espiga y Diego Muñoz Torrero a las mitras del arzobispado de Sevilla y obispado de Guadix, respectivamente. El Nuncio Apostólico en España no puso obstáculo a la tramitación de dicha solicitud, dada la demostrada calidad como personas y carrera meritoria de ambos personajes propuestos. Pero, ante la sorpresa de los peticionarios españoles, ninguno de los dos personajes propuestos salieron elegidos para el puesto solicitado; esto provocó tensiones diplomáticas entre el Vaticano y el Gobierno español, que a punto estuvieron de provocar la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambas entidades e incluso un cisma dentro de la iglesia española. Las negociaciones del gobierno español siguieron pero de forma infructuosa, sin duda, esta actitud de cerrazón por parte de la máxima cabeza de la iglesia y sus ministros, debió de alguna formas afligir a Muñoz Torrero, una persona que desde su juventud se había dedicado a la práctica religiosa, que siempre había llevado una vida piadosa, que había repartido sus pocos bienes con los mas necesitados y a pesar de atender a su otra creencia, las ideas liberales, nunca había abandonado el ejercicio de la profunda religiosidad católica que profesaba. Sin duda su participación en la discusión a favor sobre la abolición del Santo Oficio, la reforma de regulares y la abolición del diezmo influyeron para que la jerarquía religiosa no le perdonase estas acciones como verdaderos  “pecados terrenales” merecedores con su oposición a su nombramiento como Obispo. Sobre este asunto, sirvan de reflejo las palabras de Carlos Le Brun que en una obra coetánea sobre los políticos partícipes en la revolución de España describe este asunto de la siguiente manera:

 

“Hubiera hecho este diputado el mejor obispo del mundo, si el Papa le hubiera confirmado el nombramiento que hizo en él Fernando para el obispado de Guadix, influenciado por los liberales. No le valió para eso ni su honradez, ni su buen corazón: en Roma no corre esa moneda sino unida a la metálica, o a las opiniones que la produzcan”[60]

 

A este revés en el ámbito religioso se suma el hecho de la pérdida de su acta como diputado, debido a las elecciones celebradas a finales de 1821 en Badajoz, donde fueron elegidos diputados de corte liberal exaltado. A mediados de febrero de 1822 tuvo que abandonar su puesto en las Cortes y con ello llegaba a su fin su carrera política, para dedicarse de nuevo en exclusiva al ministerio eclesiástico. Se dedicó al ejercicio como canónigo en la colegiata de Villafranca, durante el año corto que le quedaba de vida al régimen liberal; al tiempo que es nombrado en 1823 miembro de las Academia Nacional en la sección de Ciencias Morales y políticas. Caído el régimen liberal del Trienio, de nuevo llegó la persecución contra los liberales, con las acciones de las fuerzas contrarrevolucionarias diseminadas por el territorio nacional y con la llegada de las tropas del Duque de Angulema. El clima de represión fue mucho mas duro que en la primera etapa fernandina y el país se sumió en un verdadero “terror blanco” contra todos los liberales. Muñoz Torrero ante las noticias de tan dura represión y ante un aviso confidencial anunciándole su próxima detención[61],  decidió abandonar la capital para dirigirse a Badajoz, donde hallaría la protección de sus amigos y correligionarios políticos. En esta ciudad permaneció algún tiempo, pero ante el imparable avance de las fuerzas contrarrevolucionarias por territorio extremeño se decidió como única vía de escape, dirigirse a Portugal. En este país encontró refugio, pues no en vano, su gobierno era de índole liberal[62] y estableció su residencia en Campo Maior, donde permaneció durante los siguientes cinco años de forma anónima y pasando algunos apuros económicos. Ocupo su tiempo al ejercicio de la fe, a charlar con otros exiliados y a poner por escrito las ideas y las razones personales de su actuación durante las Cortes gaditanas y durante el gobierno liberal para que fueran de conocimiento del público.

 

Pero parece ser que el odio absolutista perseguía a este liberal a donde quisiera refugiarse de sus perseguidores; al poco de instalarse en Campo Maior se producía en suelo portugués el levantamiento del infante Don Miguel, que lideraba el bando de la contrarrevolución en tierras lusas. Esta situación hacía peligrar la vida de los emigrados españoles en tierras portuguesas; pronto el gobierno fernandino recibió informes sobre la situación de éstos en tierras del país vecino.  La situación empeoró a la muerte de Juan VI, cuando en Portugal estalló una dura guerra civil entre miguelistas (absolutistas) y partidarios de D. Pedro (liberales), éste último, desde Brasil había otorgado a Portugal una Carta Constitucional y nombrado en su ausencia, una regente en la persona de María II. Los absolutistas de España y Portugal estaban interesados por controlar los grupos de refugiados y guerrilleros liberales que pululaban a sus anchas en la raya[63] entre ambos países. Finalmente el gobierno español pasó a su homólogo portugués una lista negra sobre personajes de demostrado carácter liberal y que se encontraban refugiados en el país luso, para que el gobierno de éste mandase su detención, para un posterior traslado a España. La persecución de los liberales españoles en suelo portugués continuó e incluso se recrudeció a pesar del abandono por parte del gobierno fernandino del apoyo prestado hasta entonces a la causa absolutista en el reino vecino y el reconocimiento de la regencia constitucional.

 

La situación empeoró para los liberales instalados en suelo luso aún más, cuando Don Miguel se hizo con las riendas del poder en Portugal derribando al gobierno constitucional y se proclamó Soberano de Portugal.  Desde el nuevo ejecutivo absolutista se llevó a cabo una verdadera política de exterminio de todo aquel sospechoso de albergar ideas liberales; la persecución llegó hasta la comarca de Campo Maior, lugar donde hasta entonces se  había vivido casi al margen de estas disputas. Muñoz Torrero sufrió muy diversos atropellos, los agentes de D. Miguel no tuvieron en cuenta su condición de religioso para registrar su casa aleatoriamente, confiscarle el correo, para finalmente decidir el propio Muñoz Torrero su reclusión en su casa para evitar los atropellos que recibía en la calle por los adictos al régimen absolutista. Finalmente Muñoz Torrero agotado por estas penurias decidió abandonar Campo Maior y se dirigió a Lisboa, con la intención seguramente de embarcarse camino a un exilio mas tranquilo en tierras de Francia o Inglaterra. Pero apenas llegado a la capital portuguesa fue detenido por los miguelistas y recluido junto a otros liberales españoles en la torre de San Julián de la Barra, una vieja edificación militar situada a las afueras de Lisboa y habilitada en este tiempo como cárcel para liberales portugueses y españoles.

 

Muñoz Torrero era en 1829 un anciano que ya poco podía aguantar las penalidades de otra reclusión carcelaria. Su salud pronto se vio afectada por las torturas y el trato vejatorio al que era sometido por parte del responsable de la cárcel, un miguelista sin escrúpulos, llamado José Téllez Jordán, quede el nombre de esta vil persona impreso en este trabajo, como recuerdo de su ignominiosa actuación al frente del presidio de liberales. Apenas sobrevivió cuatro meses Muñoz Torrero a este trato, a finales de enero de 1829 sufría un primer ataque de apoplejía del que sólo pudo recuperarse gracias a los cuidados de José Fernández Ballesteros, uno de los compañeros de prisión. Muñoz Torrero mostró la determinación que le caracterizaba incluso en sus último días de vida; apeló a su condición de ex parlamentario y religioso para hacer llegar a las autoridades lusas una queja por el trato dispensado a su persona y a los allí recluidos, pero estas quejas cayeron en saco roto, e incluso provocaron que el trato hacia su persona fuera aún peor[64]. Muñoz Torrero consciente del abandono que de los allí recluidos hacían las autoridades españolas y lusas, dedicó su último aliento a aguantar con cristiana resignación los sufrimientos allí sufridos y a intentar ánimos a sus compañeros de reclusión. Los golpes sufridos por Muñoz Torrero hicieron que finalmente se cumplieran los propósitos de los mismos; sufrió una nueva apoplejía cerebral y quedó en estado agónico. Éste fue el momento que escogió José Téllez para acabar definitivamente con su vida:

 

“ordenando que ataran al mártir una soga á los pies y le bajaran arrastrando por una escalera de treinta y cuatro peldaños de madera, en cada uno de los cuales fue dando otros tantos golpes la venerable cabeza de aquel grande hombre (después) mandó envolver su cadáver en cueros, en una levita vieja, y ponerle unos zapatos de munición sin taloneras; y en esta guisa fue colocado en un hoyo inmediato á una tapia del castillo con la cabeza al Norte”[65]

 

Contaba a su muerte Muñoz Torrero 68 años de edad, siendo el 16 de marzo de 1829 la fecha de su muerte. José Téllez Jordán intentó incluso después de su muerte, seguir maltratando el cuerpo del finiquitado héroe liberal, impidiendo su entierro en sagrado, argumentando que era masón y que no había recibido los últimos sacramentos, esto último verdad por haberlo impedido él mismo. Como epitafio hay que decir que hasta el fin de sus días mantuvo sus creencias, tanto ideológicas como espirituales, llevó siempre una vida ejemplar y regida por unos principios humanos envidiables que sirven de ejemplo emulador a todo aquel que quiera seguir tanto en el pasado como en el presente alguna de las dos carreras en las que tanto destacó este extremeño sin par, la religión o la política. La figura de Muñoz Torrero aún tardaría algunos años en ser rescatada del olvido, se tendrían que producir en España el fin del gobierno fernandino y el advenimiento isabelino, que basó su llegada al trono en el apoyo de los liberales, al tiempo que en tierras lusas, se producía la derrota de los absolutistas. Sobre su personalidad y obra, vertieron opiniones muy diversos personajes, la gran mayoría de ellos, incluidos sus enemigos políticos, loaron la figura de este humilde hijo de Cabeza del Buey, prócer de la España contemporánea. Carlos Le Brun se refirió a él con estas palabras:

 

“El patriarca del partido liberal de las primeras Cortes y el presidente de la comisión de constitución. Bondad de corazón y desinterés los tenía por arrobas: ilustración e instrucción de gabinete…tal cual (…) La constitución la sabía por arriba y por abajo: la descomponía y volvía a componer en medio segundo; la reducía a sus solos principios en un abrir y cerrar de ojos, y la convertía otra vez en constitución con un soplo, como hacen los jugadores de manos, y sabía darle todas las formas, que se quería, sin que dejara de ser constitución. Su entusiasmo por ella le había facilitado su manejo, de modo, que la tiraba por alto de mil maneras y caía siempre en sus manos enterita, como está en el libro (…) se ha dicho de él, que es, como un buen libro, que no se puede aprovechar a si mismo, sino al que lo lea; y en verdad, que han tenido razón los que lo decían: en su cabeza está los principios incontestables verdaderos”[66].

 

Un pequeño folleto fechado en 1821, realizado por un cura perteneciente al arzobispado de Toledo, se refería a Muñoz Torrero:

 

“La ingenuidad, la imperturbabilidad y las virtudes mas sólidas se hallan en este digno eclesiástico extremeño; pregunten a los que le cuidaban en su prisión y responderán que se hallaba en la misma disposición  que le vemos en las Cortes cuando saca la caja para dar un polvo a sus dignos compañeros; su ciencia y erudición son bastísimas, y en una y otra legislatura habló poco, y decidió mucho; ni quiere mitras ni birretes aunque las merezca mejor que otro, y solo desea que le dejen quieto y con tranquilidad”[67]

 

            El escritor Evaristo Escalera, autor de una historia de la España del siglo XIX, le dedica un fragmento importante de su obra a la vida y obra de Muñoz Torrero. Cuando recuerda la figura de éste, se refiere a él como:

 

“uno de los primeros mártires del progreso, uno de sus mas decididos adalides, uno de sus mas ardientes soldados, y su recuerdo será siempre objeto de gratitud y veneración, para todos los que trabajan a favor del triunfo de las verdaderas doctrinas”[68]

 

Familiares de Muñoz Torrero y liberales españoles admiradores de la persona y de la obra de éste, se trasladaron a Lisboa para investigar sobre el paradero de los restos del fallecido. El 9 de octubre de 1834, D. Tomás de Comyn, Cónsul General de España y, durante su vida, amigo personal y admirador de la obra de Muñoz Torrero, pidió al gobierno luso los efectos personales del finado en el momento de su muerte. Meses después se localizó el cuerpo de Muñoz Torrero siendo nuevamente enterrado pero esta vez de forma más católica y honorífica en el cementerio de la villa de Oeiras, cercana a Lisboa. En 1864 sus restos mortales fueron trasladados a Madrid, para ser enterrados en el Mausoleo Conjunto, monumento hecho por suscripción popular, que se encuentra dentro del recinto del poco visitado y casi olvidado Panteón de Hombres Ilustres. Para muchos fue el padre de la Constitución de 1812[69], para los extremeños fue un insigne hijo de nuestra tierra del que sentirnos orgullosos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

1. FUENTES MANUSCRITAS

 

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– Expediente Personales. Diego Muñoz Torrero. Salamanca, 1776-1778.

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            Archivo del Congreso de los Diputados

-Actas electorales. Extremadura. Elecciones y poderes de los Diputados. Leg. 1, Exped. 11.

 

            Archivo Histórico Nacional

            Archivo Histórico Provincial de Badajoz

 

2. FUENTES IMPRESAS

 

            Biblioteca Nacional de España

            Biblioteca del Congreso de los Diputados

            Centro de Estudios Extremeños. Diputación Provincial de Badajoz

            Biblioteca Fondo  Antiguo de la Universidad  Complutense de Madrid

            Biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM

            Biblioteca del Centro Superior de Investigaciones Científicas en Madrid

           

2.1. FOLLETOS Y DIARIOS

 

            Biblioteca de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz

– Diario de las Sesiones de las Cortes Constituyentes, 1810-1814

 

2.2. LIBROS Y ARTÍCULOS

 

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[1] AUTOR: Juan Antonio González Caballero. Licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, en la especialidad  de Historia Contemporánea. Actualmente ocupa el puesto de Language assistant de español en la Universidad de Kent en el Reino Unido y trabaja en diversos proyectos de investigación relacionados con la Guerra de Independencia española y americana, el primer liberalismo y las relaciones diplomáticas hispano-británicas en el siglo XIX.

[2] Para A. Fernández de los Ríos: “descendía de una familia oscurecida e ignorada que no podía ejercer ninguna influencia”. Cita de la pag. 6 de su libro Muñoz Torrero. Apuntes biográficos. Madrid, Impr. Las Novedades, 1864. También para J. Mª. Romero y Rizo en su obra Muñoz Torrero. Apuntes históricos-biográficos. Cádiz, Impr. De Manuel Alvarez Rodríguez. 1910. Página 31, Muñoz Torrero había nacido en el seno “de una familia modesta, sin gran posición social y sin riquezas”.

[3] Escalera, Evaristo: La España del siglo XIX: sus hombres y acontecimientos más notables. Madrid, Imprenta y Litografía de J. J. Martínez, 1864-1866, (IV vols.). I vol, pag. 240. 

[4] Como apunta Corona Baratech, C. E. en “Teoría y praxis del despotismo ilustrado”, en Menéndez Pidal, R (Dir), Historia de España, t. XXXI. La época de la Ilustración. El estado y la Cultura (1759-1808). Madrid, edit. Espasa-Calpe, 1987. En la p. 201 que muchos padres de la época dirigían la carrera de sus hijos hacia la carrera eclesiástica debido a que en ella “encontrarían un puesto, beneficio o capellanía cuyas rentas le permitirían vivir, con despreocupación de si tenían o no vocación para la vida religiosa”

[5] Entre otros, dice A. Fernández de los Ríos: “a los once años estaba el cursante en aptitud de poder emprender una carrera literaria, y su padre mismo le llevó a la Universidad de Salamanca”. Op., cit. Pag 6.  También cita este hecho Pérez Jiménez, N: Muñoz Torrero y su época (Historia general de la comarca de la Serena y particular de Cabeza del Buey). Badajoz, Tip. “La Económica de Pimentel, Corchero y Compañía”, 1888.  pag. 12.

[6] Archivo de la Universidad de Salamanca, Diego Muñoz Torrero. Expediente Personal. Salamanca, 1776.

[7]  Los conocidos como “golillas”, que venían profesionalmente del cuerpo de abogados.

[8]  Los privilegiados, pertenecientes a órdenes religiosas y colegiales.

[9] En los progresos de ese nuevo espíritu filosófico e ideas progresistas tuvo mucho que ver la lectura de numerosas obras impresas en Francia e Inglaterra que circulaban con fluidez en la Salamanca de aquellos años. Así lo refleja Jovellanos en sus Diarios, citado en la página 34 del libro Jovellanos de Valera, J. publicado en Madrid, en Alianza Editorial, 1988. Menéndez Pelayo, M. en su Historia de los heterodoxos españoles, t. VII. Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1932,  asegura que en la universidad salmantina era práctica corriente la lectura de libros de Voltaire, Rousseau, Young, etc.

[10]  En los progresos de ese nuevo espíritu filosófico e ideas progresistas tuvo mucho que ver la lectura de numerosas obras impresas en Francia e Inglaterra que circulaban con fluidez en la Salamanca de aquellos años. Así lo refleja Jovellanos en sus Diarios, citado en la página 34 del libro “Jovellanos” de Valera, J. publicado en Madrid, en Alianza Editorial, 1988.) Menéndez Pelayo, M. en su “Historia de los heterodoxos españoles”, (2ª edic. refundida), t. VII. Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1932,  asegura que en la universidad salmantina era práctica corriente la lectura de libros de Voltaire, Rousseau, Young, etc.

[11] En palabras de N. Pérez Giménez: “por su aplicación, su talento, su carácter y su irreprensible conducta, siendo celebrado tanto por sus maestros como por sus mismos condiscípulos, quienes veían en Muñoz Torrero al hombre pensador, al leal amigo, al joven virtuoso, al varón sincero y franco que se movía siempre con abierta intención y nunca con manto de la hipocresía”. Cita de la p. 12 de su libro Muñoz Torrero y su época (Historia general de la comarcar de la Serena y particular de Cabeza del Buey).  Badajoz, Tip. “La Económica de Pimentel, Corchero y Compañía”, 1888.

 

[12]  Libro de Claustros, 1787-1788. Claustro Pleno de 14 de noviembre de 1787. Lib. 244 bis, fol. 4 r y 4 v.

[13] FUENTES, Juan  Francisco: José Marchena. Biografía política e Intelectual. Barcelona, Crítica, 1989.  pag. 32

 

[14]  DÉROZIER, Alberto: Quintana y el Nacimiento del Liberalismo en España. Madrid, Turner, 1978.

[15]  PÉREZ GIMENEZ, N., op. cit., pag.16.

[16] GIL NOVALES, Alberto: Diccionario Biográfico Español. 1808 -1832 (Personajes Extremeños). Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1998. pag. 125

[17] La opinión de José Luis Majada Neila en la página 107 de su obra: Juegan blancas y ganan. Biografía cultural y política de un sacerdote maldito, debelador de la inquisición, Diego Muñoz Torrero (1761-1829). Madrid, Dirección General de la ONCE, 1998,  difiere sustancialmente de esta opinión generalizada al decir: “Aparte las descripciones fantásticas que nos muestran a Muñoz Torrero arengando a los madrileños el día 2 de Mayo y repartiendo sus bienes entre los huérfanos y las viudas de los combatientes –descripciones que yo no voy a negar, pero que me gustaría ver documentadas-“. Luis Cucalón y Escolano en la página 307 de su obra Panteón de los mártires españoles, sacrificados por la libertad e independencia. Madrid, Imprenta de D.E. Tamarit, 1848-1849, recoge la siguiente impresión sobre la participación de Muñoz Torrero en la jornada del 2 de mayo: “Muñoz Torrero socorría a los jefes de tropas con metálico y arengaba al paisanaje de continuo, remediando a las familias de los que perecían, y consolando a las de los que estaban ausentes”. Lo que le hizo ser conocido entre el pueblo y recordado a la hora de nombrar representantes para Cádiz.

[18]  En la ciudad de Badajoz, José Mª Calatrava junto a otros patriotas celebraron desde los primeros días de mayo, ante la mala gestión de las autoridades, diversas reuniones a fin de organizar el levantamiento general contra los franceses y probablemente todos estos personajes serían aquellas personas con las que Muñoz Torrero mantuvo contacto. El relato de los acontecimientos acaecidos en Badajoz, lo podemos encontrar en la obra de: García Pérez, J., Sánchez Marroyo, F. y Merinero Martín, Mª. J., Historia de Extremadura. IV. Los tiempos actuales. Badajoz, Universitat , 1985.

[19] BLANCO WHITE, José: “Cartas de España”. Madrid, Alianza, 1977. pags 312-313.

[20] De esta forma opina también Emiliano Fernández de Pinedo en su obra: Centralismo, ilustración y agonía del Antiguo Régimen. (1715-1833). Barcelona, labor, 1982 en la pag. 274.

[21]  González Antón, Luis: España y las Españas. Madrid, Alianza Editorial, 1997. p. 425.

[22] Esta es la idea defendida por Miguel Artola en su obra Los orígenes de la España contemporánea. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1975-1976.

[23] FUSI, Juan Pablo y PALAFOX, Jordi: España 1808 – 1996. El desafío de la modernidad. Madrid, Espasa, 1998. pag. 22.

[24] AYMES, J. R: La Guerra de la Independencia en España (1808 – 1814). Madrid, Siglo Veintiuno de España, 1986.

[25] GÓMEZ VILLAFRANCA, R., Los extremeños en las Cortes de Cádiz. En Archivo Extremeño. Número 1. Badajoz, 1911. pag. 288.

[26]  Según palabras de Fernández de los Ríos, A.: “la ilusión, el patriotismo y las virtudes de Muñoz Torrero le habían granjeado ya una popularidad que le valieron el honroso cargo de representar al país”.op. cit., p. 9.

[27] Según estipula la Instrucción para las elecciones de diputados a Cortes, se debían cumplir los requisitos de tener 25 años cumplidos y estar avecindado con casa abierta en la provincia para poder ser admitido como elector y elegible.  Archivo del Congreso de los Diputados, “Acta de las elecciones de los Señores Diputados para las Cortes Generales por esta provincia de Extremadura”, en Actas electorales. Extremadura, Leg. 1, Exped. 11.

[28] Como apuntan el autor Emiliano Fernández de Pinedo. op. cit.  P. 267: “Pero también la Iglesia, incluso en España, tendrá una componente liberal y progresista, siempre minoritaria y silenciada por los poderosos de todos los tiempos, pero no por eso menos existente”.

[29] ALCALÁ GALIANO VILLAVICENCIO, Antonio: Memorias de D. Antonio Alcalá Galiano. Madrid, Imprenta de Enrique Rubiños, 1886. Pág. 268.

[30]  Es muy interesante el relato de los hechos acontecidos previos y durante la inauguración de las Cortes, contados en el libro de Toreno, José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia, Conde de, Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España, Madrid, Atlas, 1953.

[31] ESCALERA, Evaristo: op. cit., pag. 239.

[32] FONTANA, Josep: “La época del liberalismo”, Volumen 6 de La Historia de España, Fontana, Josep y Ramón Villares (dir.). Barcelona, Crítica/Marcial Pons. 2007. Pág. 59.

[33]  Según Modesto Lafuente, D., en su Historia general de España. Edad Moderna. Tomo XXIV, cap. XII. Madrid, 1861: “El público aguardaba con impaciencia y ansiosa curiosidad el momento de ver cómo inauguraba sus tareas la nueva representación nacional. Tocó esta honra el diputado por Extremadura D. Diego Muñoz Torrero, venerable, docto y virtuoso eclesiástico, rector que había sido de la Universidad de Salamanca, el cual se levantó a proponer lo conveniente que sería adoptar una serie de proposiciones que llevaba dispuestas, y que con admiración y asombro general fue desenvolviendo y apoyando en un luminoso y erudito discurso, citando leyes antiguas y autores respetables, y haciendo aplicación a las circunstancias actuales del reino”

[34] El Traydor. Madrid (s.n.), 1812.  Folleto que forma parte de un volumen facticio conservado en la Biblioteca del Congreso de los Diputados de Madrid.

[35] VILCHES, Jorge: Liberales de 1808. Madrid, Editorial Fundación Faes, 2008.   Pág. 234.

[36] Diario de las Sesiones de las Cortes Constituyentes. Sesión de 24 de septiembre de 1810. 

[37] Conocida como el “Decreto de 24 de Septiembre” que iba a convertirse en el primer texto legislativo de las Cortes y pilar fundamental de todo el posterior proceso revolucionario. Diario de Sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias. Sesión de 25 de septiembre de 1810.

[38]  Escalera, Evaristo. op. cit., I vol, pag. 243.

[39]  FERNÁNDEZ ALMAGRO, Melchor: Orígenes del régimen constitucional en España. Barcelona, Labor, 1976. pag. 81.

[40] Esta es la opinión de María Cruz Romeo Mateo en su artículo “La tradición progresista: Historia revolucionaria, Historia nacional” p 81-113, en SUÁREZ CORTINA, Manuel (edit.): La redención del pueblo: la cultura progresista en la España liberal. Santander, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria: Sociedad Menéndez Pelayo, 2006.

 

[41]  Las  nueve comisiones eran: Alhajas de las Iglesias, Comisiones del Congreso, Constitución, Honor, Libertad de Imprenta, Lista de Empleados, Mensajes, Restablecimiento del Consejo de la Inquisición y Traslación de las Cortes.

[42] LABRA, R. Mª.: “Muñoz Torrero y las Cortes de Cádiz. Historia de la primera Asamblea constitucional”. Colección de conferencias históricas pronunciadas en el Ateneo Científico, Literario y Académico de Madrid acerca de “La España del siglo XIX” durante el curso 1885-1886. Madrid, Libr. De D. Antonio San Martín, 1886-1888. p.11.

[43]  Para F. Suárez, como director de la obra titulada: Cortes de Cádiz. Informes oficiales sobre las Cortes. Andalucía y Extremadura. Navarra, EUNSA, 1974, una de las dos aportaciones fundamentales que correspondieron a la Comisión, “Los Principios Generales de la Nación Española”, fue obra de Muñoz Torrero.

[44] Diario de las Sesiones de las Cortes Constituyentes. Sesión de 25 de agosto de 1811.

 

 

[45] Para Ignacio Fernández de Castro, en la página 35 de su libro De las Cortes de Cádiz al Plan de Desarrollo, Paris, Ruedo Ibérico, 1968; todas estas medidas forman “un simple programa anticipado para una revolución burguesa futura pero todavía irrealizable”.

[46] Diario de Sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias. Sesión del 6 de septiembre de 1811, p. 1790.

 

[47] GARCÍA PÉREZ, Juan: Diego Muñoz Torrero. Ilustración, religiosidad y liberalismo. Mérida, Editorial Regional de Extremadura, 1989.

[48] LA PARRA LÓPEZ, Emilio: “El primer liberalismo y la Iglesia”. Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert: Diputación provincial, 1985. p. 37.

[49] Según lo recogido en la Constitución, el nombramiento de Muñoz Torrero como diputado en esta nueva reunión de Cortes resultada imposible debido a su participación en las Cortes Extraordinarias.

[50] AYMES, J. R. op. cit., pag. 107.

[51]  El general Eguía envió “ordenes reservadas” al ministro togado D. Francisco de Leiva y éste a su vez a otros ministros, en estas órdenes se declaraba que: “á los ministros togados Don José María Puig, Don Jaime Álvarez Mendieta y Don Antonio Galinano para que procedan al arresto de todas las personas y al recogimiento de sus papeles, á saber: de aquéllos que se crean á propósito para calificar después su conducta política (…) El Cuartel de Guardias y la cárcel de la Corona son lugares á propósito para la custodia de los más señalados. Y, respecto á que hay entre ellos algunos eclesiásticos, se impartirá el auxilio del Vicario de Madrid y, en todo caso, por nada se suspenderá el arresto…”. Recogido en la pág.  54 del libro de CASTRO, C: El Rey felón y los seis años inicuos. Rafael Caro Regio Edit, Madrid, 1929.

[52] Hay que apuntar que para la elaboración de las listas negras de personajes a detener, fue esencial la colaboración de numerosos delatores, algunos de ellos ex diputados de tendencia ultra conservadora como Andrés Lasauca, Blas Estolaza, Antonio Joaquín Pérez, etc.  

[53]ALCALÁ GALIANO VILLAVICENCIO, Antonio: Historia de España: desde los tiempos primitivos hasta la mayoría de la reina doña Isabel II: redactada y anotada con arreglo a la que escribió en inglés el doctor Dunham. Madrid, Imprenta de la Sociedad Literaria y Tipográfica, 1844-1846. Págs. 39 y 40.

[54] VILLANUEVA, Joaquín Lorenzo: Apuntes sobre el arresto de los vocales de cortes, ejecutado en mayo de 1814. Encerrados en la cárcel de la Corona. Madrid,  Imprenta de don Diego García y Campoy y compañía. 1820.

[55] Esta opinión es compartida por Manuel Moreno Alonso en la página 17 de su artículo titulado La “fabricación” de Fernando VII. p. 17- 41, en la revista Ayer, nº 41. Ramón Villares Cortina (Direct.)Editado por la Asociación de Historia Contemporánea Marcial Pons, Ediciones de Historia, S.A. Madrid. 2001.

[56]  CASTRO, C. op. cit., pag 55.

[57]  Muñoz Torrero se había caracterizado por su desprendimiento y generosidad lo que le había convertido en un hombre muy pobre de recursos. En el momento de su detención, dos años atrás, contaba uno de sus compañeros de presidio: “todo el capital con que contaba eran tres escudos de veintiuno y cuartillo, sin que, aparte algunos libros, dejara en casa bienes de mayor entidad, porque el dinero no tenía mucho más uso en su mano que el de pasarle á los que de él necesitaban para socorrer á sus desgracias. A tal punto llegó su escasez, que ya iba á tener por alimento el rancho de la cárcel cuando Álvarez Guerra tomó á su cargo enviarle la comida”. FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, A. op. cit. Pags. 12 y 13.

[58] GIL NOVALES, Alberto. op. cit., pag  125.

[59]  DÉROZIER, Alberto. op. cit., pag. 693.

 

[60]  LE BRUN, Carlos: Retratos políticos de la Revolución de España. Impreso en Filadelfia (EEUU), 1826. Pág. 43.

[61] CUCALÓN Y ESCOLANO, Luis. op. cit., pag. 325.

[62] En agosto de 1820, la Monarquía absoluta portuguesa había sido sustituía por un gobierno constitucional. Dos años después, el Rey Juan VI implantaba en el país un régimen liberal cuya actuación siguió muy de cerca el modelo de reformas recogidas en la constitución gaditana.

[63] Es como popularmente conocemos los extremeños a la frontera entre ambos países.

 

[64]  Recoge J. Mª Romero y Rizo en la pág. 86 de su libro antes citado: “El gobernador hizo entonces más horrible aún la situación del mártir; le separó de D. Francisco Calver y de D. José Castillejos, que le aliviaban en sus trabajos (…); le obligó á bajar á un pozo y á limpiar, por espacio de varias horas diarias, la inmundicia, arrancando con las manos los ásperos arbustos que había en las paredes; y no paraba aquí su bárbara inventiva, sino que hacía que desde arriba le tirasen algunas piedras, diciéndole, por vía de mofa, que buscase en el fondo del pozo la libertad que tanto ansiaba”

[65] ROMERO RIZO, J. Mª. op. cit. p. 88.

[66] LE BRUN, Carlos. op. cit. pags. 42 y 43.

[67] D. A. F. G: Verdaderas y genuinas semblanzas de los padres de la patria para la legislatura de 1820 y 1821. Madrid, editorial Espinosa, 1821.  Pag 23.

[68] ESCALERA, Evaristo: op. cit., pag. 240.

[69] BORDEJÉ Y MORENCOS, F. Fernando de: Galería de personajes españoles. Arganda del Rey (Madrid), Egartorre. 2007. Pág. 462.

Dic 042013
 
Jesús Barbero Mateos.

CONSIDERACIONES PRELIMINARES

 La rebelión armada del 18 de julio de 1.936 supuso, para la educación, en general y para el magisterio, particularmente, un tremendo mazazo, por cuanto significó el retroceso en la formación de las sucesivas generaciones de españoles, a la vez que instauró un régimen de terror entre los docentes, al someterlos a un cruel y perverso proceso de depuración política, que debía determinara las adhesiones al nuevo “régimen” o, por el contrario, identificar a los maestros, “desafectos” al mismo, para aplicar sobre ellos ensañadas sanciones. Cerca de 1.200 maestros de la provincia de Cáceres, según la documentación obrante en el Archivo General de la Administración, padecieron el proceso, en el que presunción de culpabilidad era el principio rector en la tramitación de los expedientes, en una de las pocas acciones decididas en la política de los primeros tiempos del franquismo, en medio de la desidia administrativa general.

 

La Junta de Defensa Nacional no perdería el tiempo emitiendo, a propuesta del Rector de la Universidad de Zaragoza, “órgano superior de la enseñanza”, un Decreto[2] el día 19 de agosto de 1.936, con instrucciones que orientaban el procedimiento.

 

El día 26 de agosto de 1.936, Eduardo Málaga, Inspector Jefe de la provincia, concretó para los alcaldes y maestros, Instrucciones[3] relativas al comienzo del curso escolar. En ellas se establecía la necesidad de demostrar en las zonas ocupadas, la normalidad en el funcionamiento de los organismos oficiales, entre ellos la escuela, “como piedra fundamental del estado, que ha de contribuir a la españolización de las juventudes del porvenir, orientada en los últimos años en sentido inverso”.

 

Para ello se dotaba de poderes plenos a los alcaldes, que debían vigilar que la enseñanza impartida era la adecuada y exaltaba el “patriotismo sano”; informar “las debilidades y orientaciones opuestas” de los maestros y si sus conductas habían “perturbado las conciencias infantiles”, en cuyo caso, los Rectores ordenarían con toda urgencia su sustitución; y comunicar los maestros que se hubieran presentado el día uno, únicos a los que los habilitados estaban autorizados a pagar. En los pueblos donde no se hubiese presentado, el alcalde designaría a un sustituto interinamente, entre los maestros de la localidad o de localidades situadas a menos de 5 kilómetros. Si no se encontraban maestros, podría nombrarse a cualquier titulado universitario, eso sí, de reconocida moralidad y patriotismo.

 

Por su parte, el Gobernador Civil de Cáceres, mediante Circular[4] de 1 de  septiembre de 1.936, establecía que “la Guardia Civil, procederá a averiguar y formar relación de los maestros nacionales clasificados por ideas socialistas, comunistas y francamente izquierdistas, a fin de ordenar su destitución”.

 

Hasta aquí los prolegómenos del proceso. Pronto comenzaría a normalizarse el mismo en todo el territorio, con normas comunes.

 

El Decreto de 8 de noviembre de 1.936, creaba las Comisiones Depuradoras, al considerar que “la atención que merecen los problemas de la enseñanza, tan vitales para el progreso de los pueblos, quedaría esterilizada si, previamente, no se efectuase una labor depuradora en el personal que tiene a su cargo una misión tan importante como la pedagógica (…)”[5]. Las Comisiones Provinciales de depuración, supervisadas por la Comisión General Central de Depuración del Magisterio, solicitaban informes de los maestros en modelos normalizados, a las “personas de orden” de las localidades donde estaban ejerciendo: Guardia Civil, Alcalde, Juez, Cura, Jefe de Falange, cabezas de familia de acreditada moralidad, etc., a partir de los cuales proponían la absolución, o bien, imputaban cargos y proponían las sanciones que creían más adecuadas.

Una Orden de 7 de diciembre de 1.936, señalaba las sanciones a aplicar, que iban desde el traslado forzoso, a la separación definitiva del servicio.

El 18 de marzo de 1.939, otra Orden señalaba causa suficiente de sanción, la pasividad de quienes pudiendo haber cooperado con los sublevados, no lo hicieron.

 

Como colofón del proceso, el gobierno rebelde aprobó una Ley el 10 de febrero de 1.939, en la que se compilaban las normas depuradoras, tratando de actuar con rapidez para identificar y reintegrar a los afines y localizar y sancionar a los que “contribuyeron a la subversión y prestaron asistencia a quienes por la violencia se apoderaron de los puestos de mando de la Administración”.

La Disposición Adicional Segunda establecía: “La depuración del personal docente que depende del Ministerio de Educación nacional, se efectuará con arreglo a las normas especiales que al efecto se dicten”.

En todo caso, como este proceso “purificador” se extendió también a los maestros “no contaminados”, al terminar la guerra, los que pudieron probar su hostilidad a la República, tuvieron que superar unos exámenes y seguir unos cursos de orientación profesional, “para saturar su espíritu del contenido religioso y patriótico que informa nuestra cruzada”[6].

 

A continuación trataremos de arrojar un poco de luz sobre la depuración del magisterio que ejercía en el ámbito de lo que es hoy el CRA “Las Villuercas”, ocho localidades en total, pertenecientes a tres partidos judiciales. Para ello se han consultado y analizado los expedientes de los 17 maestr@s que ejercían en estos pueblos, obrantes en el Archivo General de la Administración, que acarrearon desiguales consecuencias, como veremos. Hemos agrupado la información obtenida en cuatro bloques, referidos a datos personales; características profesionales; aspectos socio-políticos y una cuestión abierta. Pondremos de manifiesto las principales características de los tres primeros bloques, centrándonos a continuación en los procesos seguidos a dos maestros, cuyas consecuencias fueron la destitución fulminante en un primer momento, y la sanción al finalizar la tramitación de sus correspondientes expedientes.

 

CARACTERIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN EN LAS “VILLUERCAS BAJAS”

 

Comenzaremos fijándonos en las personas que ejercieron la tarea de  informantes, para ubicarnos adecuadamente en las fuentes de que las que se nutría la administración, para conocer sobre el magisterio. Sus informaciones, según se desprende del análisis de los expedientes, están cargadas de subjetividad, por cuanto sobre un mismo maestro aparecen, en algunos casos, informaciones radicalmente opuestas entre unos informantes y otros, llegando, incluso, a advertir unos sobre las posibles inexactitudes aportadas por otros.

 Eran individuos que ocupaban puestos de responsabilidad local y que eran requeridos por la Comisión Depuradora, para informar y emitir juicios de valor sobre los maestros, cumplimentando un cuestionario elaborado al efecto.

Esta función fue desempeñada, en la práctica, por los estamentos a los que el régimen consideraba los pilares de la nueva sociedad: El Alcalde, el Cura, el Comandante de Puesto de la Guardia Civil, el Juez, el Jefe de Falange y “personas de orden” con reconocida moralidad e intachable conducta religiosa, política y social.

En las Villuercas Bajas, los informantes fueron:

 

 

Alcalde

(10)

G. Civil

(6)

Cura

(7)

Falangista

(4)

Juez Municipal

(3)

Otros

(4)

Campillo de Deleitosa

Jerónimo Rivero

Bernardino Coca

Ildefonso Díaz Astudillo

 

Antonio Salas Curiel

 

Deleitosa

Marcelino Soleto

Gonzalo Jiménez

Maximiliano Buenvarón

José Novoa Oropesa

Tomás Palacios Bañegil

Hilario Palacios Jácome

Manuel ¿?

Alejandro Izquierdo

Fausto Rodríguez

Navezuelas

Román Benito

Antonio Durán

Vicente Álvarez Alama (1º Tte.)

Evaristo Blázquez Maeso

Fernín Roa Alonso

José Blanco Gallego

 

 

Tomasa Porras Sánchez

Robledollano

A. Muñoz

José Novoa Oropesa

Melquíades García

Adolfo Carrasco

 

 

Roturas de Cabañas

Pedro González

Fermín Roa Alonso

Ezequiel Morcillo Cuadrado

Ciriaco Rodríguez López

 

Primitivo Araújo

 

Retamosa de Cabañas

José Novoa Oropesa

Evaristo Blázquez Marro

Ezequiel Morcillo Cuadrado

Inocencio Serrano Díaz

 

Cabañas del Castillo

José Novoa Oropesa

Francisco Fernández Estacio

 

 

Casas de Miravete

Ulpiano Domínguez

Eurico Gómez Rubio

 

 

Andrés Moreno

Eugenio Monroy

 

 

 

DATOS PERSONALES.

 

Maestros y Escuelas. De los diecisiete expedientes analizados, ocho son de maestras y nueve de maestros. En todo caso hay que aclarar que en la zona no hay, por ello, diecisiete escuelas, sino trece, ya que cuatro de ellos están sustituyendo a los titulares. En el caso de Deleitosa, por destitución gubernativa; en Campillo de Deleitosa, porque la maestra se había fugado con los “rojos”; en Retamosa, porque el maestro estaba en el frente; y en Navezuelas, el titular fue destituido y el sustituto se incorporó a filas, por lo que era el cura el que realizaba las funciones propias de maestro.

En todo caso, conviene aclarar que, administrativamente, diez maestros eran propietarios, cinco interinos, uno sustituto y otro del denominado grado profesional.

 

Estos profesionales atendían cinco escuelas unitarias de niñas, cinco de niñas y tres unitarias mixtas en Campillo de Deleitosa, Roturas de Cabañas y Cabañas del Castillo, atendidas por maestras.

 

Localidad

Tipo de escuela

Maestr@ titular

Maest@ sustitut@

Causa de la sustitución

Deleitosa Unitaria niños Evaristo Jiménez Sánchez    
Deleitosa Unitaria niños   Florián López Muñoz Destitución del titular
Deleitosa Unitaria niñas Eufemia Ramos Gil    
Campillo Unitaria mixta Manuela Alonso    
Campillo Unitaria mixta   Mª Luz Dguez. Expósito Fuga de la titular con los rojos
Roturas Unitaria mixta Ignacio Serrano Díaz    
Robledollano Unitaria niños Primitivo Martínez Flores    
Robledollano Unitaria niñas Lucila Carrasco Muñoz    
Casas Miravete Unitaria niños Alipio Vicente Rodríguez    
Casas Miravete Unitaria niñas Pilar García Peña    
Cabañas Unitaria mixta Ana Ruiz Barba    
Retamosa Unitaria niños Lorenzo Barrado    
Retamosa Unitaria niños   Tarsicio Chamorro Herrero Marcha del titular al frente
Retamosa Unitaria niñas Antonia Gallego Rodríguez    
Navezuelas Unitaria niños Jacinto Romero Pardo    
Navezuelas Unitaria niños   Gregorio Lirón Parra Destitución del titular
Navezuelas Unitaria niños   José Blanco Gallego (cura) Marcha al frente del sustituto
Navezuelas Unitaria niñas Casilda Avedillo Huertas    

 

De estos profesionales, trece eran de la provincia de Cáceres y los otros cuatro eran de las provincias de Toledo, Salamanca, Ávila y Zamora.

Sobre sus filiación personal, sabemos que el magisterio de la zona era mayoritariamente joven, con predominancia de la soltería y escasez de hijos, salvo el caso de una maestra que tiene cinco. En su mayor parte eran católicos practicantes.

Es significativo el hecho de su escaso tiempo de permanencia en las localidades de destino, lo que confirma que las escuelas de la zona, ya por aquellas fechas constituían un destino de paso para los docentes.

 

 

MAESTROS

MAESTRAS

Edad Menores de 25 años: 4

Entre 26-30 años: 2

Entre 31-35 años: 1

Mayores de 35 años: 2Menores de 25 años: 3

Entre 26-30 años: 2

Entre 31-35 años: 0

Mayores de 35 años: 1

Sin determinar edad: 2Estado CivilSolteros: 4

Casados: 5Solteras: 4

Casadas: 2

Sin determinar: 2Nº de hijosNinguno: 6

Un hijo: 1

Dos hijos: 2Ninguno: 4

Un hijo: 2

Cinco hijos: 1

Sin determinar: 1PermanenciaMenos de 1 año: 3

Entre 1-5 años: 4

Entre 6-10 años: 1

Entre 11-15 años: 1Menos de 1 año: 2

Entre 1-5 años: 3

Entre 6-10 años: 1

Sin determinar: 2CatolicismoBuen católico: 5

Sin religión: 3

Desigual: 1Buena católica: 6

Sin determinar: 2

 

La dedicación del tiempo libre resultaba netamente distinta para maestros y maestras, ateniéndose a los socialmente bien visto en la época. Mientras que las maestras fuera de la escuela, asumen todas las tareas domésticas, que como mujeres les asignaba la sociedad y participaban de las acciones caritativas, los maestros, en ningún caso las asumen. Por el contrario, los maestros disponen de elementos de ocio personales y participan activamente en la vida política de las localidades.

 

Estas son las principales dedicaciones señaladas:

 

 

Maestras

Maestros

Ocio

  Pasar ratos de recreo. Actividades y expansiones naturales. Caza. Pasear con su señora y vivir en familia. Poesía.

Laboral

Trabajos propios de su propio sexo. Bordar. Quehaceres domésticos  

Educativo

Formativo

Dar clases particulares. Dar clases particulares gratuitas. Estudiar. Enseñar instrucción militar a falangistas y niños.

Político

social

Enaltecer a la patria Hacer propaganda política del Frente Popular.

Asistir a reuniones comunistas, socialistas y revolucionarias. Asuntos de engrandecimiento de la patria como jefe de Falange. Hacer de vivo caballero ejemplar. Distracciones con funcionarios de mal proceder político.

Socio Religiosos

Hacer obras de caridad. Promover el celo católico. Orientar a los jóvenes por el bien. Actividades de Acción Católica. 

 

DATOS PROFESIONALES.

En el cuestionario se incluían cuestiones relativas al planteamiento, desarrollo e implicación de los maestros con su profesión, impregnadas de un marcado contenido socio-político, que aclarase la comunión o no del docente con el régimen en ciernes.

Las horas dedicadas a la escuela, pretendían saber, indirectamente, si dedicaba su tiempo a cuestiones “poco patrióticas”. Pues bien, siete maestros dedicaban seis horas diarias a la escuela, mientras que otros cinco, dedicaban cinco horas. De tres maestros se afirma que las horas dedicadas a la enseñanza eran las reglamentarias y del resto no se especifica esta información.

Sobre la implicación de los maestros con su labor, en nueve casos enseñaban bien y con entusiasmo; en dos, enseñaban regular y con entusiasmo; en otros dos, enseñaban mal y sin entusiasmo; y en los demás no se especifica.

 

También se solicitaba información sobre los juegos que los maestros aplicaban con los niños, por si éstos se estaban utilizando como forma de adoctrinamiento político o de entrenamiento bélico. En las escuelas de la zona tenemos: recreos, juegos infantiles propios de la edad y tradicionales del país, instrucción militar, juegos patrióticos basados en la educación física, juegos recreativos, morales, sanos, instructivos, pedagógicos y buenos, la peonza, el corro “dime niña”…

En cuanto a la simbología política, dos cuestiones se centraban en recabar información sobre su uso dentro de la escuela, haciendo hincapié, únicamente, en la de tendencia izquierdista. Tan sólo en un caso se afirma que se cantaba la internacional y se saludaba puño en alto.

 

DATOS POLÍTICOS.

El último asunto sobre el que se incide en la encuesta, quizás el más significativo en relación con su objetivo, trataba de localizar e identificar, para sancionar, a los maestros izquierdistas. Hacía referencia a las actividades políticas y asociativas. A raíz de las respuestas de los informantes, se iniciaron procesos civiles y penales contra los maestros, tres en el ámbito de la zona considerada, dos maestros y una maestra, de los trece maestros titulares, lo que supuso en torno al 23% de la plantilla.

En cuanto  la afiliación política, a tenor de las informaciones recogidas en los documentos, tenemos que tres maestros eran de la CEDA; dos eran de Falange, uno de ellos jefe en Roturas y uno era de Izquierda Republicana, presidente en Deleitosa.

Posteriormente se interroga sobre el carácter asociativo del magisterio. En total cuatro docentes estaban integrados en asociaciones: dos maestros pertenecían a la Asociación Provincial del Magisterio; una maestra a la asociación de estudiantes católicos y otra maestra a las cinco asociaciones religiosas había en la localidad.

Finalmente, se recogen las observaciones más significativas que realizaron los informantes, en el caso de algunos de los docentes de la zona. Son las siguientes:

Manuela Alonso, propietaria de Campillo, “se ha marchado con los comunistas a Mesas de Ibor. Su fe era casi nula y su hijo dijo que ir a misa era como ir al baile e día 20, patrón de la localidad”.

Mª Luz Domínguez Expósito, interina que sustituye a la titular de Campillo, “siempre ha sido de derechas, como su familia. Fue nombrada por el alcalde al irse la titular con los comunistas, sustituyendo a la fugada”.

Ignacio Serrano Díaz, propietario de Roturas, era el Jefe de Falange en la localidad.

Primitivo Martínez Flores, propietario de Robledollano, “en las clases nocturnas ensañaba a los adultos que no tenían que ir a misa los domingos, porque decía que la República había quitado tal obligación”. Alcalde y cura coinciden en que “es cumplidor y carente de vicio y merece el máximo respeto y consideración como maestro y como persona”.

Lucila Carrasco Muñoz, sustituta de Robledollano (nada se dice de que hubiese una propietaria), “merece el máximo respeto y consideración. Ha llevado en fila a los niños a misa y les ha enseñado cantos religiosos. La localidad está muy ilusionada con ella por su incansable labor profesional y elogiosa vida privada”.

Pilar García Peña, propietaria de Casas de Miravete, “da ejemplo con su intachable conducta, es católica y patriota, por lo que fue perseguida por las izquierdas del pueblo. Socorre a las familias necesitadas siguiendo el espíritu cristiano, aún en tiempos adversos. Durante unos mese dio clases a la hija de Isidoro Moreno Moreno, Alcalde, jefe del Partido Socialista y delegado de las organizaciones obreras del partido”.

Alipio Vicente Rodríguez, propietario de Casas de Miravete, “de conducta moral intachable, buen patriota al servicio de la causa de la nueva España. Ejemplar caballero católico”. Por otra parte, “no tiene condiciones para enseñar, pues se burlan de él los niños. Aunque es de derechas, convivió con las izquierdas cuando éstas se adueñaron del poder”.

Ana Ruiz Barba, interina de Cabañas del Castillo, es “ferviente católica y se ha visto perseguida por sus ideas derechistas”.

Tarsicio Chamorro Herrero, propietario de Retamosa, “está en el frente desde octubre de 1.936. Enseña doctrina de crudo materialismo monístico, como el origen simiano del hombre, conforme, totalmente, al evolucionismo de Darwin”.

 

Estas son las principales características de los maestros de la zona, durante el proceso de depuración política, que una vez puestas de manifiesto, nos llevan a centrarnos en dos de los maestros expedientados, cesados y sancionados injustamente, por el ensañamiento de los alcaldes de Deleitosa y Navezuelas, respectivamente.

Ante tamaña injusticia se rebelaron los vecinos y, también, las sucesivas autoridades de ambos pueblos, apostando por ellos y dejando en evidencia la falsedad de las acusaciones, que les acarrearon injustas sanciones profesionales y amargos trances personales, como veremos a continuación, al tratar las vicisitudes acontecidas a Evaristo Jiménez Sánchez, maestro de Deleitosa y a Jacinto Romero Pardo, maestro de Navezuelas.

 

LA REBELIÓN DE LOS JUSTOS

 

EVARISTO JIMÉNEZ SÁNCHEZ. Maestro de Deleitosa.

 

En primer lugar tratamos el caso del maestro de Deleitosa, Evaristo Jiménez Sánchez. Sobre él se ensañaron el cura y el alcalde de la localidad en los primeros momentos de la rebelión. La intervención de las autoridades y, sobre todo, del vecindario, aclarando las falsedades vertidas sobre el maestro, hicieron rectificar a la administración, aunque, se verá la amargura vivida por él y su mujer, así como las trágicas consecuencias del retraso en la resolución de su expediente.

 

El informe inicial. El alcalde de la localidad, Marcelino Soleto, remite dos documentos fechados el 10 de septiembre y el 9 de octubre de 1.936, al Gobernador Civil de la Provincia de Cáceres y al Rector de la Universidad de Salamanca, informando sobre el maestro Evaristo Jiménez Sánchez, al que acusa de tener avanzadas ideas comunistas, que procura exteriorizar en toda ocasión. Informa también que se marchó a Cebreros (Ávila) al principio de las vacaciones y no había regresado a la localidad.

 

La Destitución. Con esa información, el maestro es cesado de manera fulminante.

 

Informes solicitados por la Comisión Depuradora. A lo largo del mes de octubre se remiten a la comisión depuradora del magisterio de Cáceres, los informes cumplimentados por el alcalde, el brigada de la guardia civil de Trujillo, José Novoa Oropesa, el  cura, Hilario Palacios Jácome y dos personas de orden, Jacinto Robledo y Fausto Rodríguez, que aportan interesante información.

El maestro, de 57 años, natural de la provincia de Toledo, casado y sin hijos, llevaba 15 años en la localidad. No ejercía como católico y en su tiempo libre hacía propaganda extremista y revolucionaria del Frente Popular, asistiendo a reuniones políticas.

A la escuela dedicaba 5 horas diarias, enseñando mal y sin entusiasmo, saludando con el puño en alto y cantando la internacional, aunque el cura lo niega.

Desde el día 16 de febrero de 1.936 era presidente local de Izquierda Republicana, partido al que estaba afiliado desde el 14 de abril de 1.931. se le acusaba, además de masón. Había sido suspendido de empleo y sueldo.

Apostillan, para finalizar, que el maestro se encuentra en campo rojo desde que el movimiento se inició, en concreto, en Calera y Chozas (Toledo), donde fomentó y auxilió a la rebelión cuanto pudo junto con su sobrino, no presentándose a la apertura del curso escolar. Un evadido de Madrid informó que estaba en la capital.

Cura, Hilario Palacios Jácome: al principio se portó como católico perfecto, luego, aún antes de proclamarse la República, dejó las prácticas cristianas y terminó en estos últimos tiempos siendo ateo. Iba poco a la escuela. Un sobrino que vivía con él, que era comunista, pues aquí pertenecía a la juventud socialista y que mandaba blasfemar a los niños, era el encargado de ella, mientras él se dedicaba a la propaganda comunista. Cuando el jefe de los socialistas iba a la escuela, se saludaba con el puño en alto, salvo algunos de familias de derecha, que no lo hacían, exponiéndose a ser castigados. Asistía con los niños a las manifestaciones.

Antonio Floriano Cumbreño,  inspector de educación, resume estos informes el día 7 de abril de 1.937, haciéndose eco de las principales acusaciones que aportan, para constancia de la comisión depuradora provincial.

 

El pliego de cargos. La comisión, como siempre, sin mayor contraste, da por buenas las informaciones aportadas y, el día 3 de mayo de 1.937, acuerda imputar y remitir al maestro el siguiente pliego de cargos: Hacer ostentación de ideas izquierdistas. Cantar la internacional y saludar con el puño en alto en la escuela. Asistir con los niños a manifestaciones socialistas. Presidir Izquierda Republicana. Abandonar la escuela en manos de su sobrino de juventudes socialistas, que obligaba a los niños a blasfemar. Fomentar y auxiliar con entusiasmo la rebelión roja. Pertenecer a la masonería.

 

La imposibilidad de realizar los descargos. El pliego de cargos se remitió a Deleitosa, para que fuera entregado al maestro, pero como éste estaba ausente, e día 7 de mayo de 1.937, el alcalde lo devolvió a la Comisión que, una vez recibido, ordena, el 12 de junio de 1.937, la publicación de un requerimiento en el Boletín Oficial de la Provincia, instando al maestro a fijar residencia. El mismo se publica el 16 de junio.

 

Sanción. Agotados todos los tramites y no habiendo logrado la audiencia del maestro,, el día 20 de agosto de 1.937,  la comisión provincial depuradora eleva a la comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado, la propuesta de sanción: separación definitiva del servicio. La comisión asume la propuesta el 16 de noviembre y la amplía con la inhabilitación para cargos directivos y de confianza. La sanción es ratificada el 26 de octubre por la comisión superior dictaminadora, que la hace firme y se consuma con la Orden del Ministro de Educación Nacional, de 30 de diciembre de 1.939, que imponía al maestro la separación definitiva del servicio y baja en el escalafón.

 

Regreso del maestro a Deleitosa. Hasta aquí se extiende la primera parte del proceso a Evaristo Jiménez Sánchez, quien no es consciente de la situación administrativa por la que está pasando, al no encontrarse, no ya en la localidad, sino en el bando rebelde, cuyo gobierno le estaba depurando. Finalizada la contienda, el maestro regresa a Deleitosa y es informado de su situación de suspensión, encontrándose a cargo de la escuela el maestro interino, Florián López Muñoz, quien estaba en su puesto desde octubre de 1.936.

 

Solicitud de revisión del expediente. El maestro comienza las gestiones para que su expediente sea revisado, remitiendo al Ministro de Educación Nacional, el día 23 de enero de 1.940, una solicitud de revisión, en la que alega que no se encontraba en Deleitosa cuando estalló el Movimiento, porque se había ido el día 16 de julio de 1.936 a Madrid, para someter a sus esposa, anciana de 60 años, a un tratamiento médico. Había permanecido en zona roja hasta la total victoria de las armas Nacionales, concretamente en la parroquia de San Felipe Neri, de Alicante. Cuando se reintegró a su destino nuevamente, presentó declaración para su expediente, pero sin tiempo para acompañar documentos acreditativo de su conducta, los cuales había enviado con posterioridad. Prosigue, informando de que en los 32 años que lleva de servicio, 16 en Deleitosa, no ha tenido una sola nota desfavorable, pudiendo acreditar las autoridades locales y el vecindario su  buena conducta pública y privada, como ciudadano y como maestro. Se lamenta de que habiendo sido separado del magisterio, teniendo 62 años y enfermo con una afección cardiaca, que le incapacita para el trabajo corporal y que tanto él como su anciana esposa carecen de familiares que pudieran ampararlos, la sanción le condena a mendigar su sustento, llevando el estigma sobre la frente.

Finalmente, suplica la revisión de su expediente.

Nuevamente vuelve a remitir la solicitud al ministro el día 25 de febrero de 1.940, pero en esta ocasión, aportando cuatro documentos de aval, que considera de tremenda importancia.

El primero, fechado el 8 de febrero de 1.940 en Alicante y firmado por el párroco de San Felipe Neri, D. Manuel Arivente Aguilar, quien certifica que el maestro vivió en su casa desde primeros de noviembre de 1.936 hasta julio del año 1938, habiendo observado una conducta inmejorable, no interviniendo en política ni figurando en nada con los rojos.

El segundo documento, de 23 de febrero de 1.940, lo fieman en Deleitosa las autoridades locales, Alcalde, Comandante de Puesto, Juez, cura y Jefe de Falange, quienes ponen de manifiesto que antes de iniciarse el Movimiento, perteneció a un partido de izquierdas, en el que no consta que hiciera propaganda ni se ocupara en dar mítines, cumpliendo con sus deberes profesionales y particularmente hacía una vida conviviendo con todos los vecinos. Unos días antes del 18 de julio de 1.936, se ausentó de esta localidad y le sorprendió en movimiento en zona roja, donde permaneció hasta la victoria final, desconociéndose su actuación en dicha zona.

 

Explicaciones del maestro. El propio maestro redacta el día 24 de febrero una declaración jurada, en la que hace constar  que no ha pertenecido a ningún partido político ni ha ostentado cargo alguno, habiendo vivido para su profesión de maestro, como atestiguan los informes de autoridades padres y vecinos. Se sincera relatando sus avatares personales, para justificar su militancia en Izquierda Republicana: “Con motivo de tener a mi esposa enferma, en el año 32 me trasladé a Madrid, a que fuera reconocida por un especialista. Como este dijo que necesitaba ingresar en una clínica, careciendo de recursos para el sostenimiento de la misma, ya que su estancia en ella había de pasar de un mes y no conociendo a nadie a quien acercarme para que ingresara en un establecimiento benéfico, me acerqué, aunque sin conocerle, al entonces diputado por esta provincia, D. José Giral, a quien expuse mi situación y logré su ingreso, aunque no su curación.

Cuando llevaba en Deleitosa más de medio año de mi regreso de Madrid, me sorprendió un día el correo con una credencial de Jefe de Acción Republicana y una carta del Sr. Giral que, a cambio del favor que me hizo, me pedía lo aceptara. Con la República nefasta, este caso excepcional y fortuito me hizo pertenecer a un partido de izquierdas de hecho, no de derecho, del que no hice caso alguno, siguiendo las normas que me tracé al terminar mi carrera: enseñar y sólo enseñar en mi escuela, no asistiendo a acto político alguno que pudiera desdecir del papel que debe representar todo maestro en la sociedad”.

 

Primer aval del vecindario. El mismo día, ocho vecinos de la localidad, firman un aval al maestro, en el que aseguran que desde que fue destinado a esta escuela, observó “una conducta intachable moral y profesional, no se preocupó de otra cosa que no fuera enseñar, dando ejemplo de honradez y ciudadanía. Durante la nefasta república, perteneció a un partido de izquierda, pero no se le vio actuar en política, no acudiendo a mítines, reuniones ni acto alguno que pudiera estimular con su presencia a los demás. Al iniciarse el Movimiento estaba en Madrid, donde fue acompañando a su señora, que padeciendo una dolencia visual, necesitaba consultar a un especialista”. Firman: Casáreo Moreno, Benito Ciriero, Julián Durán, Apolinar Buenvarón, Aniceto Robledo, Bibiano García, Constantino Moreno y Francisco Buenvarón. El Alcalde, Gonzalo Jiménez, certifica las firmas.

 

Revisión del expediente e inicio de actuaciones. En compás de espera queda el asunto, hasta que la administración lo retoma dos años después. Mientras tanto, el maestro y su mujer vivieron de la caridad del vecindario, muriendo la esposa de pura inanición, según el testimonio de algunos vecinos, que vivieron la situación y recuerdan al maestro y las penalidades que hubo de pasar.

Pasados que fueron dos años desde la solicitud de revisión del expediente, el día 6 de febrero de 1.942, el ministro accede a lo solicitado por el maestro y ordena que se remita el expediente a la comisión Provincial, para que comience el trámite de comunicación de cargos y se dé audiencia al maestro, lo que se traslada a Cáceres el día 23 de febrero de 1.942.

 

Pliego de cargos. La comisión cacereña comunica al maestro el pliego de cargos el día 15 de mayo de 1.942, dándole diez días para que formule los descargos que estime oportunos y remita la documentación exculpatoria que crea de su interés para su defensa, plazo que empieza a corres desde el día 29 de mayo, cuando le es entregado al maestro.

 

Alegato de descargos. Evaristo Jiménez Sánchez, que cuenta ya con 63 años, contesta el día 4 de junio de 1.942 a los siete cargos, tratando de desmontarlos a base de testimonios y certificaciones.

No hizo nunca ostentación ni tuvo jamás ideas socialistas ni comunistas, siendo contrario a las mismas, no pudiendo persona alguna de esta localidad decir me viera asistir a reuniones socialistas ni oyera que en mi escuela se cantara nunca jamás la internacional, ni se saludara con el puño en alto, como igualmente que no asistí ni solo ni acompañado de los niños de la escuela a manifestaciones de ninguna clase.

Si bien es cierto que recibí nombramiento de presidente de Izquierda Republicana, con el cago de constituir partido en este pueblo, nadie puede decir que hice la menor gestión para reunir partidarios, haciendo constar que este nombramiento lo acepté y no devolví, en agradecimiento a favores recibidos de D. José Giral, tal como hice constar en el escrito de solicitud de revisión de mi expediente.

Nunca abandoné mi escuela, aunque mi sobrino, de 14 años, me ayudaba en la enseñanza de los pequeños, bajo mi exclusiva dirección, no siendo cierto que éste obligara a blasfemar a los niños.

Juro por mi honor que no fomenté ni auxilié a la rebelión roja, ya que siempre fui enemigo de este falso ideal; juro que ignoro lo que es la masonería y por tanto no podía pertenecer a esta organización.

Finalizaba instando a la comisión para que solicitara informes suyos a las autoridades y al pueblo en general, pues él no podía acompañarlos al expedirse éstos, únicamente, a requerimiento de la comisión.

Adjuntaba certificados de los curas de Garciaz, Deleitosa y San Felipe Neri, quienes certificaban que no había hecho ostentación de ideas izquierdistas, ni manifestado deseos de que triunfara la revolución roja. Era un hombre honrado y pacífico, de intachable conducta moral social y religiosa, que frecuentaba los sacramentos y asistía todos los días festivos a cumplir los deberes de buen cristiano. Asistía puntualmente a la escuela, cumpliendo bien con sus deberes profesionales.

 

Segundo aval del vecindario. Pocos día después, el 10 de junio de 1.942, el maestro remite a la comisión un nuevo escrito, para agregar un nuevo documento de descargo a su expediente. Se trata de un aval firmado por varios vecinos de Deleitosa, “personas de la mayor solvencia moral, de intachable conducta y de absoluta adhesión al Glorioso Alzamiento Nacional”, según sus propias palabras, que “hace caer como columna rota por su base, los infundados cargos que se me hacen”.

En el aval, firmado por 32 vecinos de la localidad, se hace constar que el maestro,  al que conocen desde hace diecinueve años, “tanto por su conducta pública, moral, como privada es un perfecto caballero, adornado de buenos sentimientos. Es un fiel cumplidor con los preceptos de la Iglesia, habiendo asistido asiduamente con los niños de su escuela, lo mismo al Santo Sacrificio de la Misa, cuanto a la práctica del Rosario. En el orden político, ignoramos el ideal que haya profesado, pero si ha pertenecido a algún partido, jamás se le ha visto hacer ostentación de ello, ni trabajar para sumar adictos a su causa. Firman: Constantino Romero, Marcos Muñoz, Bibiano García, Tomás Robledo, Ovidio García Soleto, Francisco Buenvarón, Apolinar Buenvarón, Adolfo Robledo, Daniel Jiménez, Julián Durán, Gonzalo Jiménez, Aniceto Robledo, Venancio Robledo, Anselmo Rodríguez, Guillermo Jiménez, Severiano García, Victoriano Barambones, Luis Robledo, Narciso Ruiz, David Carbonero, Cesáreo Moreno, Siro Vadillo de Vega, Balbino Montero, Calixto Barambones, Emilio Moreno González, José Cartagena Pacheco, José Moreno, Juan Palomo, Isidoro Luengo, Ramón Álvarez, Benedicto Ramos Gil y José Muñoz.

El alcalde, Maximiliano Buenvarón, certifica las firmas.

 

Nueva propuesta de sanción. La comisión provincial elabora la nueva propuesta de sanción definitiva el día 18 de junio de 1.942. en la misma se consideraba como única actuación sancionable al maestro, la presidir de su comité local de Izquierda Republicana. Por ello, se propone sancionarle “con la suspensión de empleo y sueldo por el plazo de dos años, para los que le servirá de abono el tiempo que ha estado separado de sus funciones; inhabilitación para cargos directivos y de confianza en instituciones culturales y de enseñanza y traslado forzoso fuera de esta provincia”. El día 30 de junio es remitido el expediente a Madrid, para su definitiva resolución. Allí se unen al mismo las consideraciones que sobre el asunto hace la Dirección General, para que sean tenidas en cuenta por el Juzgado superior de revisiones. Se considera que las nuevas informaciones aportadas, atenúan los cargos inicialmente imputados, aunque “lo de Presidente de Izquierda Republicana no hay quien se lo quite”. Por ello se estima procedente “dejar la última pena, como dice la Comisión, para casos más destacados.”

 

Sanción definitiva. Considerado ultimado el expediente, el día 18 de diciembre de 1.942, el juzgado superior de revisiones propuso anular la orden de 30 de diciembre de 1.939, así como imponer la suspensión de empleo y sueldo por dos años, con abono del tiempo haya permanecido en dicha situación, inhabilitación para cargos directivos y de confianza y traslado forzoso fuera de esta provincia, con prohibición de solicitar vacante por un periodo de cinco años.

Nuevamente la tramitación del asunto sufre un considerable retraso, pues no sería hasta dos años después, cuando el día 1 de diciembre de 1.944, el juez revisor solicitase a la unidad administrativa correspondiente de Cáceres la hoja de servicios del maestro, para ver la edad y los años de servicio.

 

Muerte del maestro. Para entonces ya era trágicamente tarde. La administración cacereña contesta al juez revisor el día 13 de diciembre, que el maestro había fallecido el día 20 de febrero de 1.944, cuando contaba con 64 años y 32 años de servicios. Ante tal eventualidad, el 18 de diciembre se ordena el archivo definitivo del expediente.

 

JACINTO ROMERO PARDO. Maestro de Navezuelas

 

El otro caso de ensañamiento de las autoridades ocurrió en la localidad de Navezuelas, recayendo las acusaciones sobre el maestro Jacinto Romero Pardo.

 

La acusación. El día 9 de septiembre de 1.936, el alcalde de Navezuelas, Román Benito, comunica al Gobernador Civil de Cáceres que el maestro Jacinto Romero Pardo “ha sido muy comunista”.

Destitución. Con esta información, el día 21 de septiembre de 1.936, el Gobernador destituye a maestro, a través del servicio de inspección.

El maestro se defiende. El día 7 de octubre, tras recibir la noticia de su cese, el maestro remite dos escritos y diversos certificados de conducta al inspector jefe, para que sean tramitados, así como otro escrito al gobernador, suplicando que le reponga en su cargo.

Alegaba que siempre había desempeñado su trabajo con convicciones católicas y que no había pertenecido a ningún partido político ni asociación, a la vez que estaba sumado al movimiento, afiliado a las milicias de su pueblo, Herreruela, donde le había sorprendido el Movimiento. “Asaltaron los rojos el cortijo donde con mis familiares me encontraba pasando las vacaciones, en las proximidades de Puebla de Obando (Badajoz), donde fui amenazado de muerte para que entregara las armas y, además, robado y maltratado”. Termina suplicando que se recaben informes suyos si alguno fue “equivocado” y adjunta uno sobre su personalidad, para que lo tenga en cuenta.

El segundo de los escritos, iba avalado por la firma de 314 cabezas de familia de Navezuelas, mayores de 25 años, personas de intachable conducta, en el que, habiéndose enterado de la destitución del maestro y “como personas interesadas en la enseñanza de los chiquillos, hombres del mañana de nuestro pueblo”, manifiestan su  profundo pesar, por tratarse de un funcionario competente. Suplican que sea repuesto en su cargo para, basado en los principios de religión y patria, dote a los niños de suficiente civilización y cultura; porque goza de la simpatía y afecto del vecindario, es digno del más entusiasta aplauso de los padres de familia, por su labor, en nada contraria al Movimiento Nacional.

Aporta varios certificados, fechados el 30 de septiembre en Herreruela y firmados por el alcalde, Tomás Bas Flores; el cura, Gregorio Rocha Fernández y el jefe de Falange, Urbano Chaparro Moreno. Todos ellos coinciden en afirmar que Jacinto Romero Pardo, al igual que su familia, es de conducta intachable moral y religiosa, es considerado como persona de orden y de derechas. Había llegado a Herreruela con sus padres a primeros de agosto, solicitando vigilancia armada, por huir de los rojos que habían asaltado el cortijo donde se encontraban. Desde entonces estuvo en las milicias patrióticas, prestando servicios de vigilancia.

Se recaban informes. Pero los trámites del proceso de depuración continúan de forma inexorable. En enero de 1.937 se remitieron a la comisión depuradora del magisterio de Cáceres, a requerimiento de ésta, los informes del maestro. Fueron dados por el Alcalde, Antonio Durán, el cura, José Blanco Gallego y el vecino Román Benito (que, como anterior alcalde, había informado negativamente sobre el maestro, por lo que éste fue destituido).

Según estos informes, Jacinto Romero Pardo, que llevaba más de tres años en la localidad, era natural de Herreruela, de 30 años, estaba casado y tenía dos hijos. Todos coinciden en que no era católico practicante, apuntando el alcalde que su familia sí lo era. Fuera de la escuela se ocupa de los asuntos de su casa, pasear con su familia y “distraerse con funcionarios de mal  proceder político”.

Dedica a la escuela las horas reglamentarias, con juegos tradicionales del país y de la edad. Enseñaba bien y con entusiasmo y estaba afiliado a la Asociación Nacional de Maestros de Primera Enseñanza, habiendo sido suspendido.

En las observaciones se señala que era apreciado por el vecindario y que tenía más amistades con los de izquierdas que con los de derechas. El cura profundiza con más detalles “se acompañaba del médico, don José Mateo y de otro maestro, Fernando Collado, sin cargo, que eran de mala conducta. Se dice de él que inspiraba en el socialismo al casero. Votaba a izquierdas, aunque en mis tiempos no se le vio haciendo mofa de los actos religiosos. Ahora cumplía y paseaba con el cura, antes nada de eso”.

Pliego de cargos. Con estas informaciones, la Comisión formula el pliego de cargos y se lo comunica al maestros el día 16 de mayo de 1.938. En el mismo se le acusa de hacer ostentación de ideas izquierdistas, socialistas y comunistas, votando al Frente Popular y teniendo sus amistades entre los elementos destacados de izquierdas.

Alegato de descargos. El día 28, desde Navezuelas, remite el maestro sus descargos y doce certificaciones de defensa a la comisión de Cáceres. Sabedor de su inocencia, en el escrito no profundiza mucho sobre su defensa, indica que como las certificaciones que deben obrar en poder de la Comisión y las que remite prueban suficientemente su ayuda moral, personal y económica desde el primer día al Glorioso Movimiento, así como su conducta moral, profesional y política y, sobre todo, “que no es cierto ninguno de los cargos que han motivado el expediente que se me instruye, prescindo de defenderme acusando y de hacer sucios retratos morales y políticos”.

De los doce documentos exculpatorios que remite, seis se emiten en Herreruela  por el Secretario del ayuntamiento, Pedro Holguera Chaparro; el comandante de puesto de la Guardia Civil, Diego Pérez Barra; el alcalde, Gerardo Gómez Pardo; el Juez municipal, Fidel Hidalgo; el cura de Herreruela, Gregorio Rocha Fernández y el jefe de Falange, Urbano Chaparro Moreno. Estos informes acreditan que el maestro había demostrado incondicional adhesión al movimiento, pertenecía a Falange, donde había desempeñado varios cargos: instructor de flechas, delegado sindical y delegado de prensa y propaganda; había prestado servicio en las milicias del pueblo, cumpliendo con lealtad y entusiasmo, contribuyendo con las suscripciones, demostrando patriotismo, de intachable conducta pública y privada, cumplidor como buen católico y apreciado por vecinos y autoridades.

Por su parte desde Navezuelas, el vecino Vicente Álvarez, además de afirmar que la conducta del maestro había sido siempre intachable, benéfica y justiciera, libre de rencillas, hace el siguiente relato: “el 21 de febrero de 1.936 por la tarde, como ciertos individuos socialistas insultaron y quisieron asesinar a los hijos del primer teniente de alcalde de entonces y ahora, D. Vicente Álvarez Alama, acertando a pasar por allá para ir a su casa, les afeó su pésimo proceder y sosteniéndoles con harto peligro de su vida, no tanto con razones, cuanto con su propio cuerpo, libróles a Pedro y Flaviano Álvarez Cortijo, hoy en los frentes de combate, de un atropello y muerte ciertas. Lo digo en nombre de mis hijos ausentes”.

La presidenta del Consejo local de Primera Enseñanza, Tomasa Porras Sánchez, certifica que ha desempeñado su labor admirablemente, ajeno a la política y con el aplauso de los vecinos, dando facilidades para que los niños pudieran santificar la fiesta. “No enseñó nada en contra de la patria, la moral o las buenas costumbres, ni en su escuela se cantó la internacional, marsellesa o himno de Riego”. Jamás vertió ideas izquierdistas ni se le vio en manifestaciones ni mítines del Frente Popular, ni estuvo en la casa del pueblo, ni promovió algaradas ni escándalos.

El cura matiza positivamente y rectifica parcialmente sus indicaciones iniciales. Ahora asegura que aunque no frecuentó la iglesia antes del alzamiento, “fue por miedo a perder su escuela, no por irreligioso. En ningún momento coartó la libertad de su familia, habiendo bautizado a sus hijos “y al que murió lo enterró cristianamente”. Tampoco había impedido a los niños de la escuela asistir a oficios religiosos y “si los monaguillos llegaban tarde, no les ponía mala cara”.

Las autoridades locales, junto al comandante de puesto de Berzocana, Evaristo Blázquez Maeso, también se implicaron a favor del maestro, asegurando que no había estado afiliado a ningún partido y que era incierto que manifestara ideas izquierdistas, dado mítines ni conferencias, pisado la casa del pueblo, o ido a manifestaciones. En la escuela estuvo alejado de la política y “no cantó internacional, marsellesa ni himno de Riego”, ni saludado. En las clases nocturnas explicó la constitución republicana, pero se resistió a poner la bandera tricolor. No votó las candidaturas de izquierdas.

Nuevamente, aporta un escrito firmado por 314 vecinos de Navezuelas, informando muy favorablemente sobre el maestro, en estos términos: “en la escuela su cumplimiento ha sido demasiado rigorista, invirtiendo más tiempo del mandado, tratando a niños y adultos por igual, no sembrando ideas contrarias a nuestra nación e historia y proporcionando a los escolares más material del presupuestado, abonándolo de su dinero y juzgando que a nuestros niños, dado su medio ambiente no se les podía pedir más erudición. Su conducta privada y pública ha sido digna de los mejores aplausos, siendo el verdadero maestro que enseña con el ejemplo. Jamás le hemos visto actuar en política ni asistir a manifestaciones o participar en actos perniciosos”.

Propuesta de sanción. Analizada toda la documentación por parte de la comisión, el día 20 de agosto de 1.938, se propone la sanción, al estimar completo el expediente. Por unanimidad se acuerda proponer la suspensión de empleo y sueldo por trece meses y un día, sirviéndole de abono el tiempo ya suspendido.

Sanción definitiva. Sería más de un años después, cuando el 26 de octubre de 1.939, la comisión superior propusiera al Ministro, sin atender en nada las verdaderas circunstancias del maestro, el traslado forzoso dentro de la provincia, con prohibición de solicitar cargos vacantes, durante un periodo de dos años e inhabilitación para el ejercicio de cargos directivos y de confianza en Instituciones Culturales y de Enseñanza.

Esta fue la sanción que debió sufrir el maestro, por las acusaciones, falsas a tenor de los informes aportados, del alcalde de Navezuelas, Román Benito, apoyado inicialmente por el cura de la localidad, José Blanco Gallego.

Se cierra el expediente de este maestro, como el de otros tantos miles en todo el territorio, con una injusta sanción, fundamentada en falsas acusaciones de las autoridades, en los primeros momentos de la rebelión.

 

En resumen, en el caso de Evaristo Jiménez Sánchez, la causa real de su acusación estuvo en que había acudido desesperado a Madrid para tratar de buscar curación a la enfermedad ocular de su mujer. Ante su falta de recursos, se dirigió al diputado por la provincia de Cáceres, José Giral, quien le ayudó, a cambio de su nombramiento como presidente de Izquierda Republicana en Deleitosa. El maestro aceptó el cargo, pero no lo ejerció.

Cuando se produjo el golpe de estado, el maestro se encontraba nuevamente en Madrid con su mujer, lo que fue aprovechado por el alcalde de Deleitosa para cargar contra él, acusándolo de comunista y de haberse fugado a zona roja.

Como los intentos de localización del maestro por parte de la comisión depuradora de Cáceres, para comunicarle los cargos, resultaron infructuosos, se le sancionó con la separación definitiva del servicio, mientras él se encontraba con su mujer en Alicante, a la espera de regresar a Deleitosa en cuanto le fuera posible.

A su regreso, enterado de su cese y con otro maestro ocupando su puesto, el maestro solicitó la revisión de su expediente, con el apoyo de vecinos y nuevas autoridades locales, revisión que fue concedida dos años después. Tras las correspondientes alegaciones a los cargos y presentación de avales, nuevamente de los vecinos y autoridades, transcurridos que fueron otros dos años, atendieron sus alegaciones y dieron por amortizada la nueva sanción, con el tiempo que había transcurrido sancionado desde 1.936. Sin embargo, el maestro no pudo disfrutar de su reintegración al magisterio. Ya había muerto, al igual que su mujer, que lo hizo años atrás, por pura inanición, a decir de vecinos de la localidad, que aún recuerdan tan amargo trance. La tramitación del expediente había durado la friolera de ocho años.

 

Consideraciones finales.

 

El análisis de los expedientes de depuración de los maestros Evaristo Jiménez Sánchez, de Deleitosa y Jacinto Romero Pardo, de Navezuelas, obligan a realizar algunas apreciaciones en torno a la consideración que de los maestros se tenía en el ámbito de las Villuercas Bajas.

De forma general, puede entenderse demostrado que, en los primeros momentos de la rebelión armada, se produjo un ensañamiento de las autoridades con los maestros, informando sobre falsedades en torno a los mismos al aprovechar la coyuntura de caos.

Tras realizarse las acusaciones, los maestros se ven imposibilitados para demostrar su inocencia, aún aportando informes y certificaciones de conducta muy favorables, de los propios elementos del régimen en ciernes. Resultan vanos todos los intentos de exculpación, ante la presunción de culpabilidad impulsadas por los alcaldes, con la aquiescencia de los curas.

A ello se une la tremenda lentitud en la tramitación de los expedientes, tres años en un caso y ocho años en el otro, que origina que los maestros sufran, de hecho, mayor sanción que la que definitivamente se les impondría. En el caso de Jacinto Romero Pardo, se le comunican los dos años de sanción, cuando llevaba suspendido más de tres. En el caso de Evaristo Jiménez Sánchez, los dos años de sanción se le imponen cuando llevaba ocho años suspendido y, lo que es más grave, cuando ya había fallecido.

Ello había originado en ambos casos una angustiosa situación personal, ante la falta de ingresos para sostener a sus familias. Especialmente en el caso de Evaristo Jiménez, cuya esposa, a decir de los vecinos de Deleitosa que recuerdan el caso, había fallecido de pura inanición.

Sin embargo de todo ello, un hecho positivo quedó claramente de manifiesto. El apoyo del vecindario de las localidades de Deleitosa y Navezuelas a su respectivo maestro hizo, aún en las peores condiciones políticas, que imperara su apreciación y criterio, desenmascarando a las autoridades que, valiéndose de sus cargos, habían cargado las tintas sobre los maestros que estaban tratando de ilustrar a sus vecinos más pequeños, los niños. Triunfaría de esta forma LA REBELIÓN DE LOS JUSTOS.


[1] La realización de este trabajo se ha hecho con las ayuda concedidas por la Consejería de Educación de la Junta de Extremadura, al amparo de las Órdenes por las que se convocan ayudas para la constitución de Grupos de Trabajo de Investigación sobre la Historia de la Educación en Extremadura.

[2] Archivo Histórico Provincial de Cáceres (AHPC). Legajo sobre Educación. Sin clasificar. Documento de fecha 19 de agosto de 1.936.

[3] AHPC. Legajo sobre Educación. Sin clasificar. Documento de fecha 26 de agosto de 1.936.

[4] AHPC. Legajo sobre Educación. Sin clasificar. Documento de fecha 1 de septiembre de 1.936.

[5] Citado por DOMÍNGUEZ LÁZARO, M. “La escuela en Plasencia en la primera parte del siglo XX”, en Revista ALCÁNTARA  12 (septiembre-diciembre. 1.987).

[6] AHPC. Legajo sobre educación. Sin clasificar. Orden Ministerial de 28 de diciembre de 1.939.

Dic 042013
 

  Pablo Iglesias Aunión.

 “Los sucesos acaecidos en España entre noviembre de 1807 y mayo de 1808 ante la presencia del poderoso ejército francés y bajo la influencia omnipresente del emperador, cambiaron profundamente la coyuntura de la política española en el siglo XIX”.[1]

Introducción

 Jornadas, Coloquios, Congresos, Seminarios y exposiciones que llenan prácticamente desde finales del pasado año del 2007 nuestra amplia geografía con el ánimo de buscar en el recuerdo y desde la investigación todo aquello que gira en torno al Bicentenario de la Guerra de la Independencia o como dirían portugueses, británicos y franceses, la Guerra Peninsular.

Durante los años que van desde 1808 a 1814, España conocer el desaliento de una Monarquía Borbónica que no supo jugar bien las cartas de su política exterior y terminó como Fontana ha afirmado, entrando en el juego del “gato y el ratón” en unas reglas marcadas por el Emperador Napoleón. El siglo XIX y el XX serán buena muestra de ello con multitud de escritos, estudios e investigaciones en referencia a este tema.

Quizá por ello, 1808 supone y es obviamente un año que para Extremadura, de manera extraordinaria, le permite entrar por la puerta grande a un proceso que desde un mundo excepcional y como expresa José María Guerrero Acosta[2] “…se alzó desde la más enconada actitud en una resistencia armada de navajas contra corazas y la cólera de los excesos de un rey extranjero identificado con el secuestro familiar”. Precisamente ha sido la lectura de esta obra y en concreto esta misma cita, la que me ha sugerido parte del título que me trae una año más a estos fabulosos Coloquios Históricos en Trujillo.

Es una vez más, la mano del investigador la que desciende para encontrarse cara a cara con este período difícil de nuestra Historia. Mano que saborea los legajos de los archivos municipales, parroquiales, diocesano y provinciales, eclesiásticos y privados para poder posteriormente con el análisis y el estudio concienzudo, ascender hacia una realidad compleja, trágica, pobre y mísera en la que se vio sucumbida la población extremeña que de por sí, estaba instalada en los modelos sociales, económicos, políticos y religiosos del Antiguo Régimen, precisamente aquello que Francia había destruido a finales del siglo XVIII, generó como hijo de la Revolución, la dictadura de un Emperador que quiso hacer de toda Europa una provincia de Francia.

Es cierto que junto al análisis bélico que durante muchos años ha sido la única cara con la que se nos ha presentado este período, incluso a niveles de enseñanza, donde las hazañas del héroe popular de heroica gesta se nos presentaba a lo largo de todos los años de la Guerra desde su superficial e inesperado levantamiento del 2 de mayo de 1808 hasta el peso de la guerrilla que oscurecía un ejército profesional que parecía no existir en este enfrentamiento frente al todo poderoso ejército imperial francés, la historiografía ha ido avanzando para mostrarnos una nueva posibilidad de estudio sobre este periodo que lleva a muchos historiadores a realizar una rica producción investigadora que ya no puede ser obviada por nadie que se precie investigar en serio la presencia de la Guerra de la Independencia para una zona, comarca o región del territorio español, en este caso, la Baja Extremadura y una vez más, la Comarca Emeritense. Se trata del enfoque que nos presenta la Guerra como el primer intento de Revolución Liberal Burguesa, la muestra inefable de que las férreas estructuras del Antiguo Régimen que venía caracterizando España desde el siglo XVI con muchos de sus elementos y modelos nacidos incluso en el Medioevo, ahora, se quebraban y se venían abajo para que incluso tras la restauración del Absolutismo de Fernando VII y durante su mismo reinado, el Trienio Liberal (1820-1823) volviera a recuperar la obra constitucional de Cádiz donde el nombre extremeño tanto tuvo que decir[3].

Junto a este nuevo enfoque, tremendamente interesante que plantea la apertura de este mismo trabajo de investigación hacia el análisis de la crisis de los modelos propios del Antiguo Régimen en los pueblos que configuran la anteriormente mencionada Comarca Emeritense, el presente trabajo de investigación para esta nueva edición de los Coloquios Históricos de Extremadura en Trujillo en este año del 2008, se precia a desglosar el impacto social, económico, político y religioso que tuvo la Guerra de la Independencia, especialmente los sociales y económicos desde la mirada del pueblo, desde la organización local ante la presencia no ya solo del los soldados franceses que como lógicos enemigos causaron tremendas pérdidas en todos los sentidos sino también, del mismo ejército español y británico y, de los continuos requerimientos de la Junta Provincial en conceptos de granos y dineros.

Desde esta perspectiva que podemos denominar, “desde abajo”, presento este trabajo para un mayor conocimiento de lo que fue el proceso de Independencia en Extremadura a través de lo que es la Baja Extremadura y los pueblos de la entonces Comarca Emeritense: Montijo, Puebla de la Calzada, Torremayor, Lobón, La Garrovilla, La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago y el lugar llamado Dehesa y Monasterio de San Isidro de Loriana (de origen franciscano) configurándose de esta manera el presente estudio que he querido titular, insisto, en honor al reciente trabajo publicado por José Manuel Guerrero Acosta, “Navajas contra Corazas. Historiografía de la Guerra de la Independencia desde la Baja Extremadura: 1808-1814”.

 

  P.1. Una Intensa Historiografía Sobre Este Periodo En Nuestra Región

 Desde el mismo momento en que se comenzaron a producir los primeros levantamientos en Badajoz, Cáceres, Plasencia o Coria (junio de 1808), se formó en la mencionada Comarca Emeritense de la Baja Extremadura, un pasillo natural que comprendía Talavera, Lobón, cruzando el río Guadiana hacia Puebla, Montijo, Torremayor, La Garrovilla (como vía de escapa hacia Mérida) y La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, Loriana y Alburquerque en dirección a Portugal. Sin duda se formó una zona de claro enfrentamiento donde la población tuvo que soportar, entre otros efectos, la presencia no sólo de enfrentamientos bélicos y duras luchas, unas veces organizadas y otras esporádicas[4].

Fue España modelo de resistencia a los franceses para muchos países de Europa que igualmente estaban sometidos al poder napoleónico[5]. Pero no podemos entrar en este análisis muy interesante de la más reciente historiografía sobre la Guerra Peninsular. Nos interesa obviamente centrarnos en la región extremeña y de manera más concreta en la Comarca Emeritense desde esta zona de la Baja Extremadura que durante ya varios años viene visitando estos Coloquios Históricos desde sus diferentes temáticas. La Comarca refleja metodológicamente un modelo y un espacio adecuado tanto en la percepción de sus causas lejanas como de las próximas. El trabajo me ha permitido analizar la grave situación social, económica y política, el tremendo malestar en el que se vio inmiscuido la población (ciertamente es el verdadero objetivo del trabajo).

La crisis de subsistencia y los problemas que venía suscitando el agotado modelo del Antiguo Régimen, en regiones y zonas como la extremeña alcanza escandalosas expresiones que nos llevaron a claras situaciones de miseria, hambre y pobreza con la presencia del ejército napoleónico, los requerimientos de la Junta Provincial y la atención a los ejércitos españolas y británicos. Y a pesar de que todo ello respondía claramente a un sistema anquilosado desde siglos, en la población española en general y la extremeña en particular, caló aquella falsa idea de unos “monarcas secuestrados”[6]. Una población que además, junto a una situación cambiante en los económico y en lo social desde finales del siglo XVIII ahora, también observaba cambios políticos que en ocasiones no entendía pues, quien ayer era enemigo (Portugal, Gran Bretaña) hoy eran aliados y quienes, lo fueron como tal (Francia), hoy eran enemigos invasores.

Se plasmó este malestar en muchos de los pueblos de la Comarca Emeritense donde los elementos sociales con más peso, alentarán al pueblo sencillo y llano a luchar por esos mismos ideales que se veían amenazados y en ocasiones, imposible de atender como veremos más adelante. No olvidemos que en un proceso tan complejo como el de la invasión y defensa del territorio peninsular, los antecedentes deben siempre ser perfectamente analizados y España como lógicamente Extremadura, heredaba una infraestructura tan tremendamente anquilosada y arruinada en los más tradicional, que como primera conclusión ya a los por qué del levantamiento y la lucha, la visión del pueblo de un país lleno de conspiraciones, vacío de poder y en el que, bajo el abuso de la confianza de pasar hacia Portugal y plantear el famoso bloqueo Atlántico a los británicos, Napoleón se quedaba en sus tierras. Y no es nada exagerado hacer descender estas ideas hasta una Extremadura que ni mucho manos estaba ajena a todo estos sucesos.

La entrada en el siglo XIX para nuestra Región y Comarca, es claramente la entrada en un encadenamiento de crisis de subsistencia donde la demanda de productos por parte de una hambrienta población era superior a la agotada productividad de la tierra[7]. Imaginemos por un momento lo que ante una realidad como esta supone para la población extremeña la entrada en la guerra. Hablarán claramente en nuestros pueblos, villas y aldeas las fábricas de parroquias, de hospitales de pobres, de cofradías, de obras pías (algunas imposible en estas fechas ya de poder ser sostenidas por algunos miembros de la nobleza local); lo dirán los fondos ante los requerimientos Provinciales los mismos Concejo con sus cuentas sobre el trigo y grano de los Pósitos y lo dirá un comercio que si ya era muy localista, ahora dificultaba la llegada de productos porque escaseaban y porque las cuadrillas del ejército enemigo acechaban por los caminos y alrededores de ríos como el Guadiana o el Lorianilla para nuestro caso.

El descontento pues se irá generalizando conforme la nueva Centuria del Diecinueve avance y tendremos en nuestros pueblos los descontentos de todos los sectores sociales, comenzando por la Iglesia que veía en los poderes anteriores puntos de conflicto tanto con la política de Carlos IV como la de Godoy ya que los aires desamortizadores no traerían buenos recuerdos; igualmente la nobleza y clases más privilegiadas que escuchaban la posible misma amenaza que a la Iglesia en sus tierras y además de que estaban siendo apartados de los principales centros de poder, las ideas liberales hablaban de una pérdida de los privilegios. De la burguesía, apartada de esos puestos y cansado de ser la que tenía que soportar los continuos gastos de las guerras y soportar los efectos de las crisis de subsistencia, es mejor no hablar ante una coyuntura de guerra.

Es la misma realidad que nivel general nos describe Joseph Pérez[8]: “Cuando Murat dio la orden a la tropa de atacar, lo que desencadenó el levantamiento…la batalla causo durante todo el día estragos en las calles de la capital, en los alrededores de la Puerta del Sol. Primero se combatía con trabucos, cuchillos y bastones…contra los mamelucos.”

La misma respuesta se ira generalizando según la información que hemos podido estudiar desde nuestros archivos provinciales, municipales y eclesiásticos. Se evidencia de estos documentos, una desconfianza hacia la Corona total y absoluta, lo vamos a poder comprender mejor con algunas de las citas textuales que el trabajo recoge y donde los pueblos de la Comarca Emeritense, acusaron claramente en sus instituciones civiles y eclesiásticas como tendremos también de la misma manera oportunidad de mostrar.

Pero hay un aspecto que es realmente en el que quiero insistir mucho a lo largo del presente trabajo y que suele siempre acompañar a estos grandes acontecimientos y es, el cómo y la manera en la que nuestra población tuvo que soportar desde las presiones de la Junta Provincial con exigentes requerimientos de suministros, alimentos y dineros sin mirar la realidad de aquellos a quienes se les requería a la presencia un tripe ejército compuesto por el enemigo francés (el más peligroso), el británico (poco considerado con nuestra población) y el español (receloso de saber que en ellos estaba la base de la guerrilla nada profesional). Es quizá esa mencionada historia desde abajo que en algunos campos de la Historiografía Española y Europea, sobre todo para períodos Medievales y Modernos se ha insistido en determinados momentos.

Como las capas de la sociedad del primer tercio del siglo XIX, como si fueran las finas láminas de un cebolla, se desgranan a favor del trono y de expulsar al enemigo francés interviniendo en todo ello, desde elementos relevantes del clero como de los concejos, a los campesinos que cambiaban la azada por el puñal o usaban la primera como si fuera la segunda. Pero también, junto al pueblo sencillo y llano, párrocos como jerarquía eclesiástica o miembros al servicio de la nobleza, caso en ambos ejemplos en Montijo del cura párroco instigando a los levantamientos (don Gonzalo Vélez de Guevara) a administradores de rentas de los condes (don Manuel Flores Calderón[9]).

En definitiva, que la situación general que se vivía en España y en toda Extremadura, como era de esperar llegó hasta estos pueblos y como rápidamente vamos a poder comprobar, las fuentes documentales tanto municipales como parroquiales nos hablan de que muchos fueron los casos en los que la ya mencionada realidad de la guerra, privó de alimentos y provocó la muerte de muchísima población con altos porcentajes (quedarán más adelante recogidos en sus respectivas tablas y gráficos comparativos) entre los clasificados socialmente como pobres de solemnidad y los párvulos.

En el año 1999, pudo obtener un documento bastante clarificador a este respecto cuando en la iglesia parroquial de La Garrovilla (Nuestra Señora de la Asunción), el día dos del mes de marzo del año 1812, el cura párroco y ecónomo de la misma, dio sepultura al cadáver de Francisco Mateo Rodríguez, vecino de esta localidad, marido de Olalla Moreno, del que se hace constar que era

 

“…divorciado, de edad de unos cincuenta y cuatro años y de ejercicio mendicante. Recibió el Santo Sacramento de la Extremaunción y la penitencia interpretativa sub condicione y consta que como motivo de su fallecimiento, el parajismo mortal en el que cayó y murió por la falta de alimentos.”[10]

     

 P.2. UN TRISTE DIÁLOGO CON EL ENFRENTAMIENTO: LAS CLAVES PARA ENTENDER LA GUERRA PENINSULAR EN LA COMARCA EMERITENSE: 1808-1814

 Que fácil pues, nos resulta comprender con todos los datos y análisis que nos van surgiendo de las primeras conclusiones en el estudio de estas fuentes, el auténtico caos socio-económico que provocó la entrada de las tropas napoleónicas en la Península y como España. Extremadura y nuestros pueblos, contemplaban que aquel paseo a tomar Portugal con el anhelo de poder de esta forma bloquear a la Antigua Europa desde el Atlántico con los ojos puestos en Gran Bretaña no supuso otra cosa que “los deseos de una venganza por la humillación sufrida en Bailén y donde la Junta Central perfeccionó su control polít5ico mediante la reforma de unas instituciones…Juntas superiores y provisionales e observación y defensa…”[11], pero mientras tanto, pueblos como los estudiados desde el último cuarto del siglo XVIII con la nefasta política de Carlos y Godoy, se veía ahora más que nunca ahogada.

Desde luego lo que si iba quedando ya claro y quedará más aún tras finalizar el presente estudio es que, el desmoronamiento del Antiguo Régimen de manera institucional había comenzado según algunos historiadores de una manera clara ya en marzo de 1808, desde que la familia real portuguesa había huido a Portugal y las tropas francesas comenzaban a tomar posiciones sobre España[12].

Y finalmente, que lástima no poder adentrarnos con mayor exactitud o profundidad en muchas ideas que pulularon por nuestros pueblos dentro del mundo afrancesado y que arrancó incluso entre algunos miembros de la misma nobleza local e igualmente de administradores y funcionarios a su servicio[13]. Con todo lo anteriormente expuesto, creo poder estar más que en disposición de adentrarnos de lleno en el análisis de las causas, la realidad social y económica de las poblaciones estudiadas[14]. Como es normal, dentro de una amplia zona que abarca como se indica una número considerable de poblaciones, he escogido por su extensión demográfica en aquellos momentos y su importancia una triple realidad sobre la que irán girando todas las demás: Montijo y Puebla de la Calzada esencialmente pero, sin desmerecer documentalmente en ningún momento el resto de la información que aporta el resto de la población. Lo reflejo en la siguiente tabla donde aparece recogida la documentación inédita utilizada:

  

LOCALIDAD

 

TIPO DOCUMENTAL

-ARCHIVO DE PROCEDENCIA

FECHAS EXTREMAS

 

 

 

La Garrovilla

– Registros Sacramentales: Libros de Defunciones.

– Fábrica Parroquial

– Cofradías y Hermandades[15]

– Reparaciones y arreglos de la templo;

– Comunicaciones e Intendencia

 

 

 

Archivo Parroquial

De Nuestra Señora de la Asunción

 

 

 

 

1626-1919

 

 

 

Montijo

– Libro Fábrica Parroquial; – Colecturía de Cura, Clero y Perpetuas;– Libros de Fábricas de – Cofradías y Hermandades[16].– Sección de Quintas y Milicias

 

Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol

 

Archivo Histórico Municipal

 

1713-1836

 

 

1800-1833

 

 

Puebla de la Calzada

– Sección Quintas y Milicias. Documentación relacionada con la Junta Provincial-Hospital Misericordia y Cofradías[17].

Archivo Histórico Municipal

 

Archivo Parroquial de Ntra. Sra. De la Encarnación

 

1808-1814

 

 

1569-1833

Torremayor

-Libro de Defunciones– Quintas y Milicias

 

Archivo Parroquial de Santiago

1762-1828

Esparragalejos

 

Carece de información

Archivo Municipal

1901

La Nava de Santiago

 

 

Quintas y Milicias

 

Archivo Histórico Municipal de Montijo

 

1819

Lobón

Registros Sacramentales

Cofradías y Hermandades

 

Archivo Parroquial de Nuestra Señora

 

1800-1833

Puebla de Obando

 

Documentación variada

 

Archivo Parroquial de

 

1760-1860

P.2.1. Las graves consecuencias de una planificación de guerra: exigencias desde la Junta Provincial.

 

            La Junta Provincial desde el mismo momento en que llegan noticias del levantamiento en mayo de 1808 en Madrid y de que, podríamos decir en cascada se va sucediendo en muchas capitales españolas, uno de los principales problemas comenzó siendo el suministro de las tropas y el alistamiento de soldados dispuestos a luchar contra el ejército de Napoleón. Pero a nosotros nos interesa saber que, entre junio y julio de ese año, Badajoz[18], Mérida, Cáceres, Plasencia, Coria y otras localidades extremeñas comienzan a levantarse. Y además, comencemos con las palabras que aparecen recogidas en rico y significativo documento dirigido a todos los ayuntamientos desde Sevilla y del que podemos encontrar una copia en el Archivo Histórico Municipal de Puebla de la Calzada:

 

“Ya no tenéis ni leyes ni liberta, ni bien alguno: ya se os ha forzado a hacer esclava a toda Europa, haciendo derramar vuestra sangre y la de vuestros hijos; ya esa Familia que no es francesa, reina por vosotros en varias naciones de Europa sin ningún interés de la Francia, de ningún pueblo. Quedaba España, vuestra aliada perpetua, y que por mil medios como sabéis, ha ocurrido a vuestros inmorales triunfos. Se os han arrebatados vuestras leyes, su monarca y su grandeza y hasta su misma Religión se amenaza…”[19]

           

Aquí es nada lo que al pueblo extremeño en general y los analizados para este trabajo en particular supone la llegada de misivas de este tipo pero que al investigador se le ofrece de un gran interés y además anima y alienta a escudriñar sobre los aspectos y motivaciones políticas que hicieron que representantes de todos los sectores sociales intervinieran en dicho conflicto. La Guerra de España y Francia tiene un aliciente muy particular para el investigador y que sobradamente se refleja en estas localidades: el sentido patriótico que va surgiendo en todo momento desde que el mismo pueblo, por sencillo o culto que fuera, teniendo en cuenta los altos índices de analfabetismo en España y una vez más, extraordinarios en Extremadura.

La Historiografía por general suele atribuir a estos enfrentamientos unas connotaciones patrióticas que son alimento para que las mismas fuerzas militares no se vengan abajo. Pero en el caso de la Guerra de la Independencia, no era precisamente a un ejército profesional al que iban dirigidos esos ánimos patrióticos desde las plazas de los pueblos o desde los mismos púlpitos. La ya mencionada documentación que aparece en la tabla recogida anteriormente, me ha permitido de una manera definitiva articular este trabajo de investigación siguiendo las siguientes directrices:

 

  • El aspecto moral-anímico que provoca la invasión y el aliento a la defensa de la tierra, de ese único medio de sustento que ahora incluso en sus aprovechamientos municipales donde la propia población participó, los Pósitos, no quieren ver entregados a manos ni británicas, ni francesas y me temo que tampoco a manos del mismo ejército español puesto que las cantidades que les requieren a modo de censos, vamos a ver como fueron en muchas localidades falseadas. Junto a ello, la problemática a la hora de los alistamientos forzosos cuando familias completas veían su economía deteriorada al tener que marchar al frente quienes estaban en condiciones de trabajar la tierra, acudir a los mercados, vender en las ferias de Mérida o Badajoz, Cáceres o Plasencia.
  • Una segunda línea de investigación me ha permitido comprender los terribles efectos económicos donde los concejos, fábricas parroquiales, cofradías y hermandades, hospitales, hospicios, conventos y demás instituciones de carácter social paralizaron, empeoraron o dejaron incluso de funcionar.
  • En tercer lugar, la transformación de unas estructuras propias del Antiguo Régimen que a la vez abre otro apasionante estudio sobre los cambios de modelos de este Régimen a la futura llegada del Liberalismo a pesar de la frustración del reinado de Fernando VII.

 

P.2.2. Una sociedad mermada anímicamente y alentada a lucha: sociedad y economía deficitaria en la Comarca Emeritense.

 

            Montijo como he indicado anteriormente, junto a Puebla de la Calzada, se convierten en núcleos esenciales de referencias como claro ejemplo de lo que se generaliza y sucede en torno al resto de la Comarca. Las palabras de don Gonzalo Vélez de Guevara el 28 de agosto del año 1808, con el Santísimo Sacramento expuesto y ante la asistencia masiva del pueblo entre los que encontramos a los mismos miembros de la Corporación como eran los alcaldes ordinarios, regidores y secretarios pues, eran figuras muy unidas en el panorama social del Antiguo Régimen[20], hijosdalgos, clero. Religiosos del convento de Seráfico Padre San Francisco Hospicio de Montijo, donde Vélez de Guevara, en un ardiente tono se dirige a los presentes esgrimiendo y razonando los motivos por los cuales han de ser defendidas las tierras y casas de Montijo ante la invasión del enemigo francés. Resaltó el Licenciado Guevara las virtudes patrióticas de los montijanos y gentes de la comarca y expuso la ya tradicional y muy repetida imagen por muchos de los pueblos y ciudades nos solo de Extremadura en particular sino de España en general, de un Napoleón contrario a la fe católica, que tenía secuestrados a la familia real en Bayona y de donde además nace una pseudo constitución que no recoge la oficialidad del catolicismo: no existe referente igual[21].

            Y obviamente de las palabras del párroco contra una Francia que ocupa y a favor de una España a la que alienta directamente mediante su feligresía al levantamiento, se esconde también la gravísima situación por la cual en lo económico, la guerra causó en nuestra Comarca.

            Nuestros pueblos se vieron literalmente ahogados por una crisis que ya venía de los años anteriores del siglo pasado y a la que ahora se le dice:

 

“Urge mucho que sin perder un momento se dirija todo el trigo que existe en el pósito, pues es necesaria en esta Plaza (Badajoz) para formar almacenes, capaces de mantener a la tropa y a la población de esta provincia para su defensa y la de nuestro soberano el señor don Fernando VII, con el que se ha puesto el pueblo en armas.”[22]

 

            La Junta Provincial. Limitándose obviamente a ejecutar las órdenes que le llegaban a través de las Reales Provisiones, muchas de las cuales a modo de copias se conservan tanto en los archivos municipales como parroquiales, exigía de manera rápida y urgente, primero el envío de los censos de las producciones de todos los pueblos, que se hiciera además de manera amplia y detallada. Circulares y ejecutorias dirigidas especialmente a los alcaldes de las localidades:

“Que se embargue todo el grano, informando de las tierras aprovechadas y de las cabezas de ganado existentes…”[23]

 

            La tarea por supuesto no sólo no presentaba fácil, sino que las propias autoridades eran conscientes y sabían sobradamente que se ocultaban datos o se falseaban las cifras para que a la hora del cálculo de los requerimientos de provisiones, los pueblos no fueran tan diezmados. Había por tanto si queremos denominarlo así, una mirada recelosa por ambas partes y la Junta Provincial hacia un especial hincapié en el tema de los Pósitos.

            Los Pósitos hemos de entenderlos bien y comprenderlos la importancia que jugaron en momentos no ya sólo de enfrentamientos bélicos como pudo haber sido con anterioridad la Guerra de Secesión de Portugal a finales del siglo XVII; los pósitos jugaban igualmente un papel esencial ante la crisis de subsistencia por ejemplo puesto que eran, para que los podamos entender con una imagen clara auténticos almacenes de subsistencia. Eran edificios que en algunas de las localidades estudiadas en esta Comarca tuvieron creación exclusivamente de carácter caritativo o benéfico especialmente cuanto más nos movemos hacia sus orígenes medievales. La legislación sobre los pósitos llegaría con Felipe II (1556-1599) exactamente en el año 1584 pero, no sería hasta el siglo XVIII cuando no tuvieron un auténtico interés en ser centros de planificación, inversión y préstamos para la siembra. Hasta el año 1751, año en los que quedaron unificados bajo la supervisión de la Secretaría de Justicia y posteriormente otros organismos y ministerios, carecieron de un control único.

            En el año 1773, existían 5.255 pósitos con unos depósitos que alcanzaban las cifras de 7.000.000 de fanegas de trigo y más de 42.000.000 de reales en metálico. Las regiones donde más peso tuvieron fueron Castilla la Vieja, Extremadura (en nuestra Comarca como veremos fueron extraordinariamente importantes), Andalucía y en menos grado en la entonces Castilla La Nueva.

            Muy cercana ya a las fechas de la contienda que ocupa nuestro interés y en el reinado de Carlos IV, el recurso a los bienes de los pósitos para paliar las crisis financiera iniciaron un proceso de abuso que le llevaron a la decadencia y máxime si tenemos en cuenta que en el último cuarto del siglo XVIII atendieron de manera clara las peticiones por las ya expresadas necesidades. En la Guerra de la Independencia jugaron, al menos por lo documentado en la Comarca Emeritense un papel esencial y en el caso de la villa de Montijo tenemos conocimiento del pósito[24] a mediados ya del siglo XVIII pues con anterioridad se tiene localizadas unas sileras bajo el suelo en las proximidades de los dos templos que fueron (uno de ello aún lo es) parroquiales desde el siglo XV a  la actualidad. Remodelado en el año 1789 un nuevo edificio nacería en la II República y acabaría posteriormente convirtiéndose en Escuela de Primeras Letras.

            La Junta Provincial consciente de la existencia de estos grandes graneros en los pueblos, dirige a Montijo la siguiente circular:

 

“Exorte y excite el patriotismo de esos hombres, vecinos para que franqueen Toto el trigo y cebada que puedan gratuitamente como lo hacen y lo aportan todo los pueblos de esta Provincia, confirmando el amor al Rey que tiene acreditado.”[25]

 

            Quedemos por un momento de lado, las dudas sembradas sobre la realidad de las aportaciones que deberían nuestras localidades hacer llegar a la Junta Provincial y veamos como tanto en grano y carne, los pueblos villas y aldeas de la Comarca Emeritense si tuvieron forzosamente que hacer a la mencionada Junta. A ello uniremos un nuevo aspecto, los usos y abusos como tónica dominante y donde los responsables de las juntas y de la administración eran conscientes, intentado de frenarlas igualmente con órdenes y circulares que nuestros archivos vuelven a mostrarnos para su investigación.

            Por ejemplo, existen reclamaciones hechas por la práctica totalidad de pueblos de la Comarca Emeritense recogidas en los llamados Libros de Labradores[26]en los cuales aparecen las quejas de estos pueblos del partido tanto de Mérida como además de Badajoz y en los que se dice:

 

“Se atiendan por todo lo que ha padecido y sufren las actuales circunstancias y por las urgencias que les ocasionan nuestros acuerdos…”[27]

 

            Las normativas por tanto no se hicieron esperar y la necesidad de un cambio de mentalidad por parte de los responsables era necesaria si se quería para ello que los pueblos prestasen la adecuada ayuda:

 

“Que se libre a todo labrador, la mitad de los carros y bestias que tengan empleados en aquel servicio, y que se reemplacen con las del uso que solo sirven para la comodidad y ostentación de los poderosos”.

 

“El que se ponga mucho cuidado con los granos que salen para atender las necesidades del ejército aliado…Se había permitido que se acopiasen en esta Provincia y extranjericen a Portugal, dos mil fanegas de cebada para el suministro del Ejército británico, pero que en los sucesivo no se sacasen mayor cantidad, ni de esta especie, ni de trigo sin expreso y Real permiso.” [28]

           

Desde luego la situación general de todos nuestros pueblos era realmente lamentable y quedó agravada considerablemente porque, tanto instituciones como población, civiles como eclesiásticas sufrieron la idea de que sobre ellos se iba a generalizar una grave situación:

 

“Las tropas se ha mantenido en esta Provincia por el método perjudicial de exigir raciones y hacer requisiciones de los demás efectos. Extremadura, acostumbrada a tantos sacrificios voluntarios a favor de la causa común, haría gustosa este nuevo según sus posibilidades, si hubiera arreglo y una economía justa. Pero, como se ha exultado las exacciones, cada jefe, cada comandante ha hecho las que les ha parecido, sin ninguna intervención del mismo público.”[29]

 

            Las exigencias fueron cada vez mayores y las respuestas cada vez más penosas para nuestros pueblos. El Comisario de la Guerra de la 1ª División del 2º Cuerpo que residía en La Garrovilla, pide a Montijo nada menos que la cantidad de cien fanegas de arrobas de trigo, dos mil raciones de pan, cien fanegas de cebada, doscientas de paja, cuarenta de carne y dinero, destinado a sofocar los gastos de ejército y del hospital. A la misma localidad, Montijo, se le piden cuatrocientos cincuenta reales; a Torremayor, doscientos; a La Garrovilla ciento setenta y seis y a Esparragalejos, cien reales.

            Las siguientes tablas nos dan una idea de estos requerimientos y la forma en la que las mencionadas poblaciones actuaron:

 

MODELO I:

Resultados de los requerimientos del Pósito.

Existencias en los Pueblos de la Comarca de Lácara.

 

          Cobro y cargo: 440 fanegas que se encontraron en dos paneras; cobradas 180 fanegas: tres paneras que utilizaba para el suministro del ejército y que producción 18 fanegas.[30]

          Distribución de especies entregado a la Provincia en víveres, por tercera parte del requerimiento según orden de la Junta de Intendencia: 148 fanegas; remitidas el ejército 27 fanegas y total de lo distribuido, 395 fanegas.

 

De todos estos datos nace la primera de las TABLA INDICATIVA[31]

 

Suministros

Fanegas

Precio de cada fanega[32]

Valor Total

Remitidos a Lobón

91

47 r.v. y 22 mv.

4.359 r.v. y 4 mv.

Remitidas a Talavera

21

58,8 r.v.

1.397 r.v. y 22 mv.

Primer Suministro

113

74 r.v y 4 mv.

8.429 r.v. y 22 mv.

Segundo Suministro

150

52 r.v. y 32 mv.

8.377 r.v. y 32 mv.

Tercer Suministro

7

84 r.v.

633 r.v. y 30 mv.

Total

390

23.195 r.v, y 8 mv.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Suministro en todas las especies para varios pueblos desde Enero hasta Abril de 1810

 

Alburquerque

Alburquerque

Puebla

La Roca

Montijo

Badajoz Provincia

Mérida Provincia

Sueltos

Total

Vecinos

8

1

6

3

2

7

6

33

Ración de Pan

9

6.122

2.200

4.065

240

32

1.068

Fanegas de Trigo

1.031 f.

80 f.

1117 f y 19 c.

42 f.

Y 3 c.

78 f.

58 f.

y 15 c

6 f.

1394,64

Cebada

21 f.

21

Habas

6 f. y 9 c.

6 f – 9c

Ración de Tocino

 

 

 

 

 

 

 

1894

Garbanzos

7 f.

7

Paja

 

 

—-

200

200

 

 

Suministro de carne a las Tropas de S.M. con toda expresión año 1810[33]

 

Pueblos

Recibos

Ganado vacuno

Ganado Lanar

Ganado Cabrío

Ovejas, expresadas en cabezas

Raciones

Torremayor

6

22

12

917

Garrovilla

22

61

1813

Esparragalejo

20

—58

1821

Carrascalejo

13

1

27

962

La Nava

12

92

12

1131

Cordobilla

 

 

 

 

 

 

Puebla de Obando

11

12

12

1759

Carmonita

1

3

22

1113

La Roca

12

940

 

 

            Podemos deducir de los datos que aparecen recogidos en la antedicha tabla que, La Roca de la Sierra, Badajoz Provincia y Montijo fueron los lugares con una mayor aportación en especie para el suministro de las tropas. Como ejemplo que lo que decimos y en referencia a la Tabla primera, La Roca de la Sierra aportó un 48,95%, situándose en los primeros pueblos (más fronterizo a Portugal) y Montijo, núcleo poblacional de mayor extensión demográfica, lo hizo con un 15,09%. No debe para nada extrañarnos la idea de que una población que realmente era pequeña pues según el Censo de Floridablanca, nos situaría a esta localidad en el último cuarto del siglo XVIII (1761) en torno a los 540 vecinos, no nos debe resultar como digo nada extraño por cuanto La Roca de la Sierra era prácticamente la puerta de salida hacia Villar del Rey y Alburquerque cerquita de Portugal por lo que era zona importante de tránsito de los ejércitos aliados a la vez que por su proximidad a las estribaciones de la Sierra de San Pedro, lugar perfecto para la práctica de la guerrilla.

            Finalmente en la elaboración de todo este conjunto de datos no podemos olvidarnos del suministro de carne a la tropa de su Majestad, es decir, del monarca mientras que la Junta Provincial garantizaba el pago de todas estas entregas en especie siempre y cuando las circunstancias, según afirman las propias circulares, lo permitieran.

            Queda claro además, que en dichas entregar, no se realizará únicamente la recaudación y petición de granos y ganado sino que, igualmente se les pediría dinero. En el caso de aportaciones en monedas contantes y sonantes, he tomado como ejemplo Montijo y Puebla de la Calzada quien aportó 840 reales en 1810 la segunda, y Montijo la cantidad de 26.000 reales.

            Hay un claro reflejo de la herencia de la sociedad que ha pervivido durante tantos siglos donde la estamentalización ha sido claramente definida por el concepto de “privilegio”. Digo esto porque a la hora de hablar de cantidades económicas aportadas, no podemos jamás olvidar que, esa misma estamentalziación también hizo acto de presencia en periodos de guerra. Se dieron los casos de familias que, para que sus hijos pudieran librarse del llamamiento a filas, entregaron grandes cantidades de dinero a modo de colaboración con la Junta y el mismo gobierno provisional, quien además lo prefería antes que el abandono es decir, la deserción. Vecinos de Montijo y Puebla de la Calzada lo hicieron:

 

“Sin perder un momento, todos los soldados y cualquier cuerpo que sean, con los desertores, salgan inmediatamente a la ciudad de Trujillo, disponiendo de todos los vecinos honrados de cada pueblo que sean armados.”[34]

 

            El ejército en función a como marchaba la guerra, se veía de manera continuada a tener que realizar ajustes y las reclamaciones unas veces iban a los ayuntamientos en peticiones más de trigo, cebada, pan, carne, etc., otras veces hombres y otras incluso caballeriza para el combate y armas. Claro que tampoco fue siempre tan sencillo, esencialmente cuando esas órdenes llegaban a miembros de la nobleza o la oligarquía local:

 

“Traer a este ciudad (Badajoz), todos los hombres y caballos que haya en esa población sin distinción (Puebla de la Calzada)…””…Para la recaudación de caballos de toda la provincia, por la tierra y el poco patriotismo de varios tenedores, que ellos ocultan en las casas a fuero de privilegiando a fin de evitar que se exijan para un servicio.” [35]

 

 

La proximidad de la llegada de las tropas francesas a Mérida[36] avisado por el General Cuesta en sucesivas ocasiones, hizo que saltaran todas las alarmas en los pueblos de su comarca que rápidamente buscarían como puerta más rápida de salida y camino más corto su huida hacia Alburquerque. Por ello, el 18 de abril del a1809, esta misma Villa de Alburquerque hace saber que la casi totalidad de vecinos de Montijo han huido y son los primeros resultados de nuestro siguiente análisis que es quizá donde, junto a lo económico, la Guerra de la Independencia más impacto lógicamente en las localidades estudiadas: los efectos demográficos.

  

 P.3. LOS DESASTRES DE LA GUERRA EN LOS ÍNDICES DEMOGRÁFICOS: MORTALIDAD. POBRES DE SOLEMNIDAD Y PÁRVULOS

 Necesitaríamos todo unos Coloquios de Historia para poder analizar el tremendo impacto que supuso para la población ésta, una de las más terribles guerras que Extremadura sufrió en mucho tiempo. Que los índices demográficos de nuestras poblaciones se vieron afectados queda claro y lo vemos con exactitud en momentos de máxima crudeza de la guerra que coinciden precisamente con los momentos de máxima fuerza a nivel peninsular.

Las fuentes documentales parroquiales se convierten ahora en un elemento de primera mano, no ya solo por lo que va a ser en sí o por lo que ha supuesto el estudio de los Registros Sacramentales en cuanto al tema de libros de finados sino porque, en este punto, quiero unir junto a los económico anteriormente tratado y a lo demográfico ahora, lo estructural.

He estudiado y por tal incluido en este capítulo, como la guerra causó no sólo bajas económicas significativa y poblaciones evidentes sino que todo en conjunto, uniendo cada diversidad de los casos estudiados, forman un todo que incide y se deja caer sobre el hundimiento definitivo de instituciones que suponían las verdaderas arterias de vida para estos pueblos. No podemos dejar de lado que nos encontramos en los año iniciales del siglo XIX y que por la corona que se lucha y por el rey que se quiera sea devuelto a España es, no el de un sistema Liberal Parlamentario o Democrático sino más bien todo lo contrario: a la vieja usanza.

Por ello, que en localidades cuyos núcleos de población más altos quedaban representados en Montijo con 3105 vecinos o Puebla de la Calzada con 1.395, siendo el resto de villas y aldeas estudiadas poblaciones que oscilaban como mucho entre los 200 a 300 vecinos, que instituciones como hospitales, parroquias, obras pías, capellanías, cofradías y hermandades e incluso como en el caso de Montijo, beneficencia que corría directamente a cargo de algún noble y que ahora tiene públicamente que manifestar que no puede seguir haciendo frente a los gastos que ello les ocasiones, la Guerra de la Independencia fue tremendamente cruel para nuestra población extremeña particularmente.

Y quiero hacer hincapié en ello porque a continuación, aparecerán cifras, gráficos con alzas y bajas, medias ponderadas y búsqueda de causas para obtener unos resultado pero no olvidemos en ningún momento, que la Historia es un disciplina humana que tiene por objeto algo que ninguna otra ciencia llega a tratarlo con el mimo y el amor que merece: el ser humano. La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, Montijo, Puebla de la Calzada, La Garrovilla, Esparragalejos y todos los demás pueblos que abarcarían varias comarcas naturales de la Baja Extremadura son sólo un ejemplo de las necesidades, hambres y miserias que al final quedaron traducidos en muerte, desolación y abandono de los hogares. Hay  localidades que año después, como el caso de la villa de Torremayor, en el año 1814 todavía está intentando económicamente construir un cementerio nuevo por la cantidad de fallecidos en los últimos años cuando prácticamente en esta zona desde finales de 1812 e inicios de 1813 casi no se pegaba un solo tiro.

Los llamados efectos demográficos por tanto fueron muy importantes y será a través de los Libros de Finados dentro de la serie de los Registros Sacramentales de estas localidades, las que no han permitido elaborar y analizar los siguientes gráficos:

  

DEFUNCIONES ENTRE 1808-1814

        

PUEBLOS

1808

1809

1810

1811

1812

1813

1814

Montijo[37]

77

90

60

65

80

65

62

Torremayor[38]

14

18

31

27

36

20

24

La Garrovilla[39]

15

14

14

27

23

9

18

La Roca[40]

9

28

10

23

35

21

16

La Nava[41]

1

1

1

7

8

11

4

Totales

11

151

116

149

182

126

124

 

Los datos recogidos en esta tabla los representamos a continuación en gráficos que nos permiten ve los índices de defunciones y pedimos especial atención para cada una de las localidades en los años que están comprendidos entre 1809 y finales de 1812 puesto que fueron los momentos de máxima crudeza en la lucha con el ejército napoleónico encajando perfectamente con lo que está ocurriendo en todo el territorios español.

En la tabla anteriormente configurada, aparece junto al nombre de cada localidad, el Archivo Parroquial del cual ha sido extraído especialmente las actas de defunciones en los años que van desde 1808 a 1814. No sólo han sido estudiados de la documentación eclesiástica los registros sacramentales. De la práctica totalidad de localidades, también los libros de fábricas parroquiales y de algunas cofradías se han podido estudiar para tener una mayor visión de esos efectos anteriormente mencionados dentro del periodo de la guerra.

Es esta la única manera de poder posteriormente afirmar que, existieron parroquias que prácticamente desaparecen en sus libros de cuentas los asientos por datas y que dentro de los cargos o ingresos, una parroquia como la de cualquiera de estas localidades no se mantenía de otra cosa que no fuera esencialmente la venta de trigo y granos y del ganado. Contaban con importantes gastos: monaguillo, sacristán, meseros, organistas, muñidor, adquisición de cera y aceita para la lámpara del Santísimo y por supuesto, dependían muy mucho de las prestaciones económicas que a su vez podían hacerles cofradías, capellanías y obras pías.

Un ejemplo de las dificultades que pudieran encontrarse estas parroquias y estas mismas localidades reside en las cuentas de mayordomía. Generalmente dichas cuentas eran presentadas ante los alcaldes ordinarios, normalmente siempre dos (de mayor contribución) y el cura párroco. Durante los años que van desde 1809 a 1812, los alcaldes ordinarios suelen ser uno, hay casos y es normal que sea la viuda del mayordomo quien tenga que hacerse cargo de la presentación de las cuentas y quedan reflejados en los encabezamientos de sus partidas de fábrica que la situación económica es compleja ante la presencia del enemigo invasor francés.

El caso de la parroquia de San Pedro Apóstol de Montijo en el año 1812, la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario expresa, a modo de ejemplo que nos sirve para aunar el que se da en otras muchas localidades antes de pasar a analizar los gráficos demográficos anteriormente citados.

En este año, es mayordoma doña Leonor Barrena, viuda de don Gabriel Pinilla, ya que su difunto marido no puede ejercer en estos momentos tal función a causa de haber fallecido por las actuales circunstancias de la invasión enemiga. A finales de la guerra, la misma Cofradía en el año 1813, siendo mayordomo Fernando Coco, verifica que los caudales de este año son los pocos que hasta el día de la toma de cuenta se exponen por la invasión del enemigo y en 1814, Bartolomé Guisado dice que no hay movimiento más dentro de la economía de la fábrica de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario por los enemigos franceses invasores[42].

Por razones técnicas provisionalmente no se ofrecen las siguientes tablas.

  escanear0028

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escanear0031

 De una gran efectividad puede resultarnos el cuadro donde aparecen los totales y en un análisis comparativo de las defunciones que se produjeron en los años de la contienda.

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 P.3.1. Miseria, hambre pobreza y mortalidad infantil durante la Guerra de la Independencia en la Comarca de Lácara.

 Uno de los aspectos que realmente más me han llamado la atención y sobre los que incidiré de manera directa en este apartado es, como la guerra afectó a los elementos sociales más desfavorecidos. Se que éste es por sí mismo un fenómeno que podemos deducir de cualquier enfrentamiento pero, en el caso de la Guerra de la Independencia en la Comarca de Mérida, afectó a todos los pueblos en dos elementos sociales especiales: los pobres de solemnidad y los párvulos, que ya sabemos era recogidos –en algunas ocasiones incluso en libros a parte de los finados de adultos- antes de cumplir el año.

Hay localidades como por ejemplo Torremayor, donde del total de 174 individuos fenecidos en el año 1810, el 6,8% los son pobres y el 40,8% los son párvulos. La Garrovilla presentó en ese mismo año de un total de 120 fallecidos, un 40,8% de pobres o La Roca de la Sierra lo hizo en idénticas fechas de la guerra con un 32,1% de párvulos de un total de 174 fallecidos. Así lo hacen constar en sus libros de registros los sacerdotes:

 

“…es sepultado Francisco Cisnero, el cual murió de la enfermedad del tabardillo, producido por la suma indigencia y la falta de alimentos que en este pueblo como causa general en estos años.”[43]

 

            Otro ejemplo claro está también en aquellas anotaciones que ponen de relieve las enormes penalidades que los enfrentamientos contra el enemigo provocaba en pueblos sencillos, donde su principal subsistencia era la producción directa de la tierra y los escasos productos que llegaban de aquellas ferias y mercados más cercanos. En julio del año 1810 fallece Andrés Requena, alcalde de La Roca de la Sierra y en su acta de defunción aparece:

 

“…en la partida que se le formó el uno de abril del presente año, en el ataque que hubo a esta villa entre las tropas francesas y las nuestras, donde fue asesinado por el enemigo en la zona llamada Machacona de esta villa.”[44]

 

            Tan solo dos años después, en la misma villa de La Roca, el cura párroco toma asiento de la muerte y sepultura de José, soldado de Infantería del Regimiento XIV de la Vª Compañía de Granaderos portugueses[45]. Unimos por tanto a las defunciones propias de la guerra, las indirectas por indigencia, el de aquellos soldados pertenecientes a los ejércitos aliados como también ocurre en la parroquial de La Garrovilla:

 

“En la única iglesia parroquial de esta villa de La Garrovilla, a diez días del mes de septiembre de mil ochocientos doce. Yo,  su cura ecónomo, di sepultura eclesiástica a José, militar de los Reales Ejércitos del dicho Reino, número Seis de su Compañía. Ignoro apellidos, Patria y Padres porque el sargento y los soldados que lo trajeron, pasaban a conducir enfermos a la ciudad de Elvas y no supieron , ni se apearon a dar más razón de la expresa. Hice el funeral gratis”.[46]

 

Y de esta forma podríamos ir repasando todas y cada una de las localidades que he incluido en este presente trabajo de investigación hasta poder llegar a descender, a los efectos más negativos de la propia guerra como fue la paralización de las funciones básicas y esenciales de ayuntamientos, parroquias e instituciones tan necesarias en estos momentos como los hospitales de pobres y los hospicios.

 

P.3.2. La paralización de instituciones: parroquias, cofradías, obras pías y hospitales.

 

Si todo lo anterior es claramente las consecuencias de la propia guerra pero, a la vez, de unas estructuras que ya hemos analizado de un Antiguo Régimen en el que se encontraban inmerso las economías, sociedades e instituciones de nuestros pueblos, la guerra tendrá a la vez como efecto esencial, la paralización de algunas instituciones que esa sociedad misma del Antiguo Régimen eran las encargadas de atender a pobres, enfermos, vagabundos, mendigos y desamparados.

            En la villa de Montijo, el Hospital de Pobres Jesús Nazareno, creado a finales del siglo XVII por los Hermanos Hospitalarios del convento emeritense del Padre Cristóbal de Santa Catalina, quedó paralizado totalmente precisamente cuando más necesaria era su asistencia. En muchas localidades, Montijo fue una de ellas, el ejército enemigo ocupaba edificios tanto civiles, particulares como eclesiásticos y éstos se veían prácticamente paralizados en todas sus actividades y qué decir en su economía.

            Entre los años 1812 y 1813, el entonces mayordomo del mencionado hospital montijano, tuvo que pagar trescientos treinta reales al maestro alarife Manuel Antonio Rodríguez, por preparar las bóvedas, el púlpito y pintar las paredes, así como reorganizar los tejados y arreglarlos.

            En La Roca de la Sierra y en La Nava de Santiago, como puntos neurálgicos de lugares naturales para la salida de población hacia Portugal pues se encuentran en zonas muy fronterizas, los enfrentamientos con los soldados franceses fueron mayores y basta tomar como ejemplo el estudio de los libros de fábrica de sus parroquias y cofradías: absolutamente paralizados y arruinados.

            Lo mismo ocurre con aquellas edificaciones religiosas que albergan en zonas rurales alguna imagen de santos o patronos como es la Dehesa de Barbaño con la imagen de Santa María de Barbaño, patrona de Montijo donde su imagen titular tuvo que ser trasladada hasta la parroquial de la villa (la ermita dista unos seis kilómetros) para que no fuera objeto de las iras de los franceses. Bienes y ornamentos tanto de estas ermitas como de algunas parroquias, son conducidas en carros hacia Badajoz, a la Catedral para que pudiera ser librado del expolio enemigo. Algunas parroquias como el caso de Puebla de la Calzada sufrieron directamente la destrucción de parte de sus registros sacramentales, ya saben que esta era una práctica muy habitual durante la Edad Moderna y que ahora se sigue utilizando para borrar lo que podríamos llamar “memoria de un pueblo”.

            Salvar los pocos bienes que una parroquia o una cofradía, un hospital o una ermita había logrado acumular con el paso del tiempo fue una preocupación constante:

 

“Cuarenta reales pagados según dos recibos a Alonso Pizarro, por conducir con su carro los santos desde la ermita a esta iglesia y llevar la plata a Badajoz.”[47]

 

En estos lugares donde la guerra fue mucho más abierta y clara, donde la presencia de tropas enemigas era constante, muchas de sus actividades como festividades el día de su patrón, sermones, peticiones de dinero, préstamos de unas instituciones a otras para obras o reformar, diezmos, censos, ganado y venta de sus productos quedó totalmente anulado.

Además, las parroquias también al igual que las cofradías o las Obras pías, tuvieron que hacer frente a donaciones económicas para el ejército. En el año 1810, la parroquia de San Pedro Apóstol de Montijo, trae de la Dehesa de Casa Cañama en la zona de la Alcazaba cercana a Badajoz la cantidad equivalente a una carretada de granos para el suministro de las tropas pagándole a Juan de la Cruz por su transporte.

Los mismos edificios como hemos dicho, sufrieron destrozos que una vez terminada la guerra, las fábricas tuvieron que hacer verdaderas maravillas para poder arreglar y adecentar sus estructuras. Los casos más habituales fueron los llamados Campos Santo o Cementerios, donde a partir de estos momentos, aunque ya existían en Badajoz órdenes desde 1806 de que no se enterraran ni en las Iglesias ni tampoco en sus atrios de los que eran propietarios las parroquias, se tuvieron que edificar o trasladas cadáveres.

Finalmente, a modo de ir concluyendo con el presente estudio de investigación, ofrecemos una serie de realidades que ponen de manifiesto el cómo y de qué manera se vivió la guerra en estos pueblos:

 

1.- Años 1803-1814: la parroquia de Nuestra Señora del Prado, en la Roca de la Sierra, en sus registros sacramentales se dice: “En este año, cuando los enemigos pasaron a Villar del Rey, hicieron mansión dos días y consumieron todos los granos y los animales, según ansí lo manifestó ante la Contaduría de la Catedral de Badajoz”.[48]

            La parroquia estuvo económicamente inmovilizada entre los años 1808 a 1810, ahogada literalmente por los enormes destrozos y la imposibilidad de poder arreglar por falta de liquidez. Juan Sánchez y Pedro Rosa, informan que no pudieron recoger nada los años 1809 y 1810 porque: “…fueron desfalcados por los enemigos a razón de fanega de trigo cada año”.[49]

            En el año 1811, la casa parroquial es reparada y adquiere ornamentos y enseres como casullas, se repara el retablo, crucifijos, etc.:

 

“Es data la cantidad de tres reales que se pagan para reponer la casa de la fábrica de esta parroquia, que heredada del padre Carrasco, en la construcción de todas las puertas, techos doblados y pesebres, el enemigo y los aliados destrozaron en el desamparo del pueblo, en el año de mil ochocientos once años.”[50]

 

 

La misma situación trágica de La Roca de la Sierra la encontramos reflejada en la documentación perteneciente a la Real Hacienda donde se informa sobre la contribución que este pueblo tiene que hacer y que asciende a doce mil setecientos reales, los cuales manifiesta el Concejo no puede hacer frente a dicho pago, porque en el año de la última reclamación de 1812, únicamente se encuentra en el pueblo veinte vecinos.

 

2.- Años 1803-1812: la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de La Garrovilla, expresa que no tiene en sus libros de fábrica nada que mostrar debido a que la economía se ha paralizado. Entre los años de 1808 y 1812, se han logrado amontonar algunos granos que se recogen de la Dehesa de Casa Cañama sobre los cuales, el párroco don Francisco Dorado Brozas, dice necesitar para ello y para escoltar al Santísimo a los alabarderos en el Jueves Santo. No habrá en esta fábrica parroquial cuentas hasta el año 1814.

 

3.- Años 1808-1817: la iglesia parroquial de Santiago en Torremayor, muestra en su amplia información que la guerra ha transformado literalmente todas las instituciones de la localidad así como al forma de vida de sus habitantes. Que en la villa hay tropas aliadas que recogen todo. Algunos de estos soldados e incluso familiares son enterrados en el cementerio parroquial[51]

            Será además la villa de Torremayor quizá el ejemplo más claro de una mayor duración no ya de la guerra sino de sus mismas consecuencias de todos los pueblos estudiados. Cuanto en el año 1814, año en el que no solo no hay soldados sino que además la guerra ha terminado, parroquia y ayuntamiento inician el proceso de apertura de un nuevo cementerio dependiente de la parroquia y en terreno de la misma por la cantidad de fenecidos que ya son imposibles sean enterrados en el atrio parroquial. El cura párroco que también lo es de La Garrovilla, don Francisco Dorado Brozas, fray Francisco pues era miembro de la orden de los franciscanos, Lector de Sagrada Escritura y Licenciado en Teología afirma y autoriza:

 

“…se de traslación de cadáveres del antiguo cementerio de la parroquial al nuevo…sito en la ermita de San Ildefonso, inmediata a este pueblo y por se casa casi arruinada”.[52]

 

            Finalmente, será el caso de Puebla de la Calzada el ejemplo ya mencionado anteriormente de los efectos más negativos en cuanto al destrozo por parte de las tropas francesas de sus fuentes documentales sin embargo, Puebla de la Calzada se ha convertido en uno de los puntos esenciales de estudio por la riqueza de las series de Quintas y Milicias, Circulares y Correspondencias con las que cuenta su Archivo Municipal.

   

P.4. CONCLUSIÓN FINAL

 El fuerte impacto que causó la Guerra de la Independencia en la Comarca Emeritense es, ejemplo pequeño de lo que sucedió en Extremadura y en toda España pero de un lenguaje que permite un claro diálogo con unas fuentes documentales que nos han servido y nos servirán, pues no están analizadas totalmente, para comprender lo que debió ser la vivencia de la guerra desde los sectores más pobres de la sociedad a las instituciones civiles y eclesiásticas.

España y, concretamente Extremadura, la Comarca Emeritense en la Baja Extremadura, refleja algo claro: la guerra debe ser mirada generalmente también desde “abajo”, desde la población que no forma parte de ejércitos ni administración, que no entra en fases burocráticas ni dicta ejecutorias ni da órdenes. De esa población que como creo queda demostrado en este presente trabajo, venía ya mermada desde el último cuarto del siglo XVIII durante las crisis de subsistencia de las políticas de Carlos IV y Manuel Godoy.

Una población que además de sencilla y acostumbrada a los desalientos y a los abusos en los requerimientos como hemos podido comprobar, tuvo también que amoldarse a las noticias que le llegaban de una cambiante situación política: ahora monarquía borbónica, ahora napoleónica, ahora Juntas Provinciales, ahora Constitucionalismo. El pueblo defendió lo que era suyo y de lo que vivía: su tierra. Los pueblos de la Comarca Emeritense, entran a formar parte de esos pueblos que le hicieron cara al gigante napoleónico donde pudo en esta ocasión más las navajas que las corazas.

Espero haber podido a través de esta nueva edición de los Coloquios Históricos de Extremadura en Trujillo aportar algo más al conocimiento de la Guerra Peninsular ahora que estamos inmersos en su Bicentenario. Que desde la Iglesia a los Municipios, desde las Juntas Provinciales a los párrocos que alentaban en los púlpitos al pueblo a luchar. Que desde el labrador que acudía tras una dura jornada a casa y se encontraba que tenía forzosamente que compartir lecho con el enemigo que despreciaba el grano de su trabajo, que desde todo ese enorme esfuerzo, los pueblos podamos seguir construyendo un futuro donde los congresos y las jornadas de Historia no tengan ya que llevar delante ningún calificativo de “guerra”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

P.5. FUENTES INÉDITAS UTILIZADAS

 

Fuentes Parroquiales.-

 

          Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo. Libro de Fábrica de la Parroquia: 1794-1851; Registros Sacramentales. Libro de Defunciones. Libro Primero: 1807-1835; Cofradías y Hermandades de la Santa Cruz, Nuestra Señora de Barbaño, Dulce Nombre de Jesús, Nuestra Señora del Rosario, Santísimo Sacramento, Santos Mártires y Hospital Cofradía Jesús Nazareno. Libros de Fábrica de todas estas asociaciones comprendidas entre los años 1734 a 1835.

          Archivo Parroquial de la iglesia de Santiago de Torremayor. Registros Sacramentales. Libros de Difuntos I y II: 1762-1877.

          Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. La Garrovilla. Registros Sacramentales: libros de defunciones I, II, III y IV. Años: 1795-1864; Cofradías y Hermandades de las Ánimas, Santísimo Sacramento, Santísimo Cristo de la Piedad y Santos Mártires. Libros de Fábrica de estas cofradías en fechas extremas de: 1712-1834; Documentación suelta de la parroquial de Nuestra Señora referente a obras y reparaciones. Años: 1805-1919.

          Archivo Parroquial de Nuestra Señora del Prado. La Roca de la Sierra. Registros Sacramentales. Libros de Defunciones I, II, III y IV desde 1784 a 1835. Libro Primero de la Fábrica Parroquial. Años 1803-1814. Cofradías y Hermandades de la Vera-Cruz y del Santísimo Sacramento. Años: 1724-1859.

 

Fuentes Civiles.-

 

          Archivo Municipal de Puebla de la Calzada.  Sección de Quintas y Milicias, Correspondencia y Atención al ejército. Caja 12, legajos de 12 al 13; carpetas de la 30 a la 34. Años: 1800-1811.

          Archivo Municipal de Montijo. Correspondencia, Expedientes de nombramientos de Cargos, Secretaría General, Certificaciones, Circulares y Carpetas de Intendencia desde 1808-1833

          Archivo Municipal de Torremayor, Esparragalejo, La Garrovilla, La Nava de Santiago, Puebla de Obando. Censo de Archivos Municipales de Extremadura. Volumen III. Páginas de la 1421 a la 1697. Todo lo relacionado con Correspondencia e Intendencia: 1800-1814

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

P.6. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

 

          PÉREZ, JOSEPH: Historia de España. Edita: Círculo de Lectores. Madrid, 2000.

 

          SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ: La Junta Suprema de Extremadura en la Guerra de la Independencia Española. Comisión de Gracia y Justicia (1808-1812). Junta de Extremadura. Consejería de Cultura y Turismo. Badajoz, 2008.

 

          ARTOLA, MIGUEL: Los afrancesados. Alianza Editorial. Madrid, 2008.

 

          IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Historia de la Comarca de Lácara desde el Medioevo a la Transición. Tomos I y II. Edita: Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz y Adecóm-Lacará. 2000-2002.

 

          IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Aprovisionamiento y tropa en la Baja Extremadura durante la Guerra de la Independencia. II Jornadas de Historia. Archivo Municipal de Mérida. Actas sin editar. Mayo, 2008

 

          GUERRERP ACOSTA, J.: Memorias del 2 de mayo. Editorial Alfaguara. Selección de textos. Madrid, 2008.


[1] ARÓSTEGUI SÁNCHEZ, JULIO: Un nuevo sistema político. Historia de España. Edita: Historia 16. Varios autores. Madrid, 1990. Pág. 764.

[2] GERRERO ACOSTA, J.M.: Memorias del 2 de Mayo Editorial Alfagura. Selección de Textos. Madrid, 2008. Página 9

[3] Me refiero al Acto Inaugural de dichas Cortes llevado a cabo por el extremeño liberal, sacerdote y catedrático Diego Muñoz Torrero,  nacido en Cabeza del Buey en 1761 y muerto en  San Julián de la Barra, Portugal, en el año 1829. Recordemos que fue el primer diputado en intervenir haciendo varias propuestas de corte netamente liberal.

[4] El archivo parroquial de Santa María de Lobón, en sus registros sacramentales concretamente en sus libros de Defunciones entre 1808-1810, recogen en varias ocasione la muerte de vecinos cuya causa es el fortuito encuentro con cuadrillas de soldados franceses. Incluso en algunas de sus expresiones aparece la misma sorpresa de las autoridades: “…muerto por susto de los franceses”.

[5] De hecho, la misma historiografía general sobre Napoleón y sus contiendas en Europa afirma que, en el Oeste la derrota Peninsular alentó en el Oriente europeo a la Rusia de los zares contra el Emperador, actuándose así de a modo de acordeón que puso fin al dominio imperial francés. Véase la Historia de España editada por Historia 16 de varios autores (Blanco Frejeiro, Julio Mangas, José Luis Martín, Domínguez Ortiz, Tuñón de Lara, Jun Pablo Fusi y otros) en su capítulo IX (Crisis del Antiguo Régimen. De Carlos IV a Isabel II) págs. 747-801, las amplias expresiones y referencias a este proceso que hacen.

[6] Recordemos que una de las imágenes que más se difundieron por la España de 1808 a 1814 era precisamente que, tanto Carlos IV como su hijo Fernando VII y con ellos toda la familia real, estaban secuestrados por Napoleón en Bayona.

[7] ¿Qué es si no una crisis de subsistencia? Estas se plantearon a lo largo de toda la Edad Moderna y tuvieron sus repercusiones y presencia en buena parte del siglo XIX. La población demanda por encima de lo que se es capaz de atender, pero atender en las necesidades más básicas para subsistir. De aquí el nombre

[8] PÉREZ, JOSPEH: El fin del Antiguo Régimen. Historia de España. Editorial Círculo de Lectores. Barcelona, 1988. Página 380

[9] En un trabajo realizado por Javier Iglesias Berzosa, cuya copia se encuentra en los fondos bibliográficos del Archivo Parroquial de San Pedro, se nos habla de cómo don Manuel Flores Calderón, quedará estrechamente ligado a la historia de Montijo al participar en los levantamientos siendo el administrador de las rentas de la Condesa montijana, doña María Francisca de Sales Portocarrero. Dicho administrador, en palabras que recoge Iglesias Berzosa afirma: “…desastres de una guerra que con ella se ha iniciado un quinquenio monstruoso, sírvase de ejemplo para la realidad a la que se enfrenta la población de la comarca.

[10] Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Registros Sacramentales. Libro Segundo de Finados. Años: 1795-1847. La Garrovilla. Folio 64-ca. Año 1812. Aclarar igualmente que el “parajismo” es una expresión para hacer referencia al desmayo que ocasiona la mala alimentación.

[11] ARTOLA GALLEGO, MIGUEL: 1808. La revolución española. Editorial Alianza. Madrid, 2008. Página 23.

[12] SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ: La Junta de Extremadura en la Guerra de la Independencia Española. Comisión de Gracia y Justicia (1808-1812). Junta de Extremadura, Consejería de Cultura y Turismo. Dirección General de Patrimonio. Archivo Histórico Provincial. Badajoz, 19 de marzo de 2008. Página, 23

[13] ARTOLA GALLEGO, MIGUEL: Los afrancesados. Editorial Alianza. Madrid 1989, 2008. Recomendamos encarecidamente la completa lectura de esta magistral obra en la que el lector obtendrá una visión acertada, seria y objetiva de los afrancesados.

[14] Insisto en ellas para tener siempre una idea de la documentación a la que he procedido a vaciar: Lobón, Montijo, Puebla de la Calzada, Torremayor, La Garrovilla, La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, la Dehesa y Monasterio Francisca de San Isidro de Loriana y La Roca de la Sierra. En alguna ocasión, para aseverar o refutar alguna idea recurro a documentos que se encuentran en localidades como Carmonita, Cordobilla o Esparragalejos. En definitiva, aproximadamente un marco que acoge un total de quince localidades que configuran indudablemente una amplia realidad geográfica de la Comarca Emeritense.

[15] Corresponde a las siguientes: Santísimo Sacramento, Ánimas Benditas del Purgatorio, Nuestra Señora de la Caridad, Santísimo Cristo de la Piedad y Santos Mártires. Sus carpetas, legajos y series aparecen en el apartado de Fuentes Inéditas

[16] Corresponde a las siguientes: Dulce Nombre de Jesús; Santa Vera-Cruz; Nuestra Señora de Santa Ana; Santos Mártires; Santísimo Sacramento; Nuestra Señora de Barbaño; Virgen del Rosario. Sus carpetas, legajos y series aparecen en el apartado de Fuentes Inéditas

[17] La realidad de Puebla de la Calzada respecto a la documentación parroquial se ciñe exclusivamente en Cofradías a la del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de la Concepción. En este caso, Puebla ofrece una mayor riqueza en sus fuentes Municipales. Sus series y legajos aparecerán recogidos en el apartado de Fuentes Inéditas.

[18] GARCÍA PÉREZ, JUAN y SÁNCHEZ MARROYO, FERNANDO: Guerra, reacción y revolución (1808-18033. La Guerra de la Independencia Historia de Extremadura. Tomo IV. Editorial Universitas. Biblioteca Básica Extremeña Badajoz, 1985. Páginas 651-709.

[19] Archivo Histórico Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Caja 11. Legajo, 11. Carpeta 69: 29-05-1808. Circulares. Carta dirigida a los ayuntamientos de la Provincia de Badajoz, Firmada en Sevilla el 29 de junio de 1808 por Juan Bautista Estellez y Juan Bautista Pardo.

[20] Sírvase la presentación del ejercicio de cuenta en los libros de fábrica de las parroquias o de cualquier cofradía donde ante los alcaldes o alcalde ordinario, dependiendo de la categoría de los pueblos y el número de mayores contribuyentes, se hacía comparecer al mayordomo de la expresa institución en presencia también del párroco.

[21] IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Historia, Religión y fe en Nuestra Señora de Barbaño. Piedad y Religiosidad Popular en la villa de Montijo. Edita: Parroquia de San Pedro Apóstol y Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Pág. 74.

[22] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Petición de trigo para la defensa del ejército de Fernando VII. Badajoz. Caja 11. Legajo: 11. Carpeta 65. Fecha: 5 de junio de 1808.

[23] Archivo Municipal de Montijo. Sección: Circulares y Reales Órdenes. Real Orden desde el Gobierno de Mérida. Legajo 15. Carpeta: 115. Fecha: 13 de mayo de 1809.

[24] Hoy felizmente conservado el edificio como Biblioteca Municipal y Centro Cultural, sede que ha sido de Jornadas y Coloquios precisamente de Historia.

[25] Ibídem nota 22.

[26] Una de estas reclamaciones es bastante seria y se guarda documentalmente en el Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Idéntica documentación existe en el de Montijo y en el de Torremayor. Todos ellos fechados entre los meses de noviembre de 1909 a octubre de 1810 es decir, como podemos ver un uso habitual..

[27] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Caja 12. Legajo: 13. Carpeta 8. Fecha: 9 de noviembre de 1809.

[28] Normativas tomadas de la referencia que aparece en la nota 26, concretamente en la Caja 12-3carpeta8. 9 de octubre del año 1810. Véase también el trabajo presentado en las II Jornadas de Historia del Archivo Municipal de Mérida, celebradas en mayo en el trabajo sobre los requerimientos y aprovisionamiento que yo mismo presente como ponencia. Finalmente el estudio generalizado para la Comarca de Lácara sobre el siglo XIX, editado por la Excma. Diputación Provincial de Badajoz.

[29] Véase nota número 26. Caja 12. Legajo 13. Carpeta 9. 17 de octubre del año 1810

[30] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Pósito. Caja 12. Legajo 13. Carpeta, 14. Año 1808.

[31] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Caja 12. Legajo 13. Carpeta, 36..30 de diciembre de 1810.

[32] La expresión en abreviatura r.v. es reales de vellón y mv. maravedíes.

[33] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias Caja 12. Legajo 13. Carpeta, 39. 31 de diciembre del año 1810.

[34] Archivo Histórico Municipal de Montijo. Sección: Quintas y Milicias. Real Orden con fecha del 11 de diciembre de 1808. Legajo 4. Carpeta 94.

[35] Archivo Histórico Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Reclutamiento. Caja 11. Legajo 11. Carpeta, 63. Fecha: 5 de junio de 1808.

[36] DÍAZ CHECA, M.A.:Aspectos socioeconómicos de la Guerra de la Independencia en Montijo. Actas de las II Jornadas de Historia en Montijo. Excelentísimo Ayuntamiento de Montijo. 1996

[37] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Registros Sacramentales. Libro Primero de Defunciones: 1807-1835. Villa de Montijo

[38] Archivo Parroquial de Santiago. Registros Sacramentales. Libro Primero de Defunciones: 1762-1828. Villa de Torremayor.

[39] Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Registros Sacramentales. Libro Segundo de Defunciones: 1795-1847. Villa de La Garrovilla

[40] Archivo Parroquial de Santa María del Prado. Registros Sacramentales. Libro Tercero de Defunciones: 1784-1810. Libro Cuarto: 1810-1821. La Roca de la Sierra. He de reseñar que este es uno de los mejores archivos parroquiales actualmente no sólo conservados, sino además completos con series documentales de gran interés para el campo de la investigación incluyendo censos y propiedades de Cofradías de los siglos XV-XVI.

[41] La imposibilidad de poder visitar el archivo Parroquial de la Nava de Santiago, los datos han sido tomados de la obra de Fernando Villalobos Cortes en un estudio local que hace de la villa y recoge a Guerra de la Independencia en uno de sus capítulos.

[42] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Sección: Cofradías y Hermandades. Libro de Fábrica de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario. Libro II: 1794-1833. Montijo

[43] Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Registros Sacramentales. Libro Segundo de Defunciones. Años: 1795-1847. La Garrovilla. Folio 59-ca. Año: 1810

[44] Archivo Parroquial de Santa María del Prado. Registros Sacramentales. Libro Tercero. Años: 1784-1810. Libro Cuarto. Años: 1810-1821. La Roca de la Sierra. Folio 2-ca. Año 1810.

[45] Ibíd.

[46] Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Registros Sacramentales. Libro Segundo de Defunciones. Años: 1795-1847. La Garrovilla.

[47] IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Historia, religión y fe en Nuestra Señora de Barbaño. Piedad y religiosidad Popular en la villa de Montijo. Edita: Parroquia de San Pedro Apóstol y Ayuntamiento de Montijo. Septiembre, 1999. Pág. 75

[48] Archivo Parroquial de Nuestra Señora del Prado. Sección: Economía. Libro de Fábrica de la Parroquia. Sin poder clasificar las fechas extremas al encontrarse el libro en muy mal estado.

[49] Íbidem nota 48.

[50] Ibíd.

[51] Caso por ejemplo de Rita Soto hija de Josef  Soto, Teniente Coronel de Regimiento de las Milicias de Toledo.

[52] Archivo Parroquial de Santiago. Registros Sacramentales. Libro Primero de Defunciones: 1762-1828. Torremayor.

Nov 292013
 

 Luis Vicente Pelegrí Pedrosa.

 Introducción. El levantamiento patriótico en Extremadura: una reinterpretación.

 Badajoz, lunes, 30 de mayo de 1808, pasadas las dos horas de la tarde, bajo un sol abrasador una multitud vociferante de paisanos y soldados arrastra un cadáver. La víctima  es el capitán general de la provincia de Extremadura, Toribio Grajera de Vargas, III conde de la Torre del Fresno, acusado de afrancesado y víctima de un tumulto. Con este hecho sangriento estalla la revuelta extremeña contra el gobierno y la ocupación napoleónicos, siguiendo la estela de otros territorios. Era el resultado de un mes de mayo convulso y complejo en acontecimientos, que revela la profunda crisis política que vivía España. Con el presente trabajo intentamos una relectura, lo más exhaustiva posible, de las fuentes y una revisión de los planteamientos. A la luz de datos inéditos, y de nuevos enfoques, marcamos un objetivo esencial: desmentir la apariencia de motín espontáneo y popular a favor de otra interpretación más compleja.

 

Empleamos un punto de vista microhistórico, a partir de un homicidio analizamos una revuelta de poco más de doce horas de duración y los antecedentes y el contexto que la explican. Para ello se contrastan los testimonios de un consejo de guerra, cuyo sumario intentamos reconstruir, así como una correspondencia, no estudiada hasta ahora, entre el capitán general de Extremadura y el general francés Kellerman, que hemos hallado en el Archivo Histórico Nacional, y  que constituyen las fuentes esenciales de este trabajo . Dejamos ante todo que hablen los protagonistas, para luego analizar sus palabras. Gracias a los testimonios conocemos como se percibieron, por parte de algunas de las principales autoridades de la provincia, los prolegómenos de la  Guerra de Independencia: la conjura y el proceso del Escorial, las abdicaciones de Bayona, el levantamiento popular del 2 de mayo en Madrid, el bando del alcalde de Móstoles, la presencia de las primeras tropas francesas en Extremadura y, en definitiva, la difícil coyuntura de mayo de 1808. Para entender los hechos, sus antecedentes, evolución y consecuencias, es necesario conocer su contexto.

 

1-Badajoz, capital de Extremadura y plaza de frontera desguarnecida

 

            Badajoz, como fortificación junto a Portugal, era la principal plaza militar de Extremadura y una de las más destacadas de España. Como sociedad de frontera, su historia ha estado siempre marcada por la constante de la guerra, el paso de las tropas y el peso de los ejércitos. En 1801, siete años antes de los hechos que nos ocupan, fue base de operaciones para la invasión de reino vecino, promovida por el pacense Manuel Godoy[1].  Para desgracia de la propia ciudad,  un gran militar, como el mariscal Soult, apreció su valor estratégico en 1811: “Yo insistía recordando que en España no quedaban por tomar más que cinco o seis plazas, y que el asedio de Badajoz, con el de Ciudad Rodrigo, eran los más importantes. Badajoz, que permanecía sin ocupar, dejaba libres al enemigo Extremadura, Andalucía y la Mancha”[2].

 

            En 1808 Badajoz era sede de obispado, y, como capital de una de las provincias de Castilla, también lo era de intendencia[3], corregimiento[4], capitanía general  o comandancia de las armas[5], así como del gobierno militar  y político de la plaza. Tenía además derecho de voto en las Cortes de Castilla[6]. Badajoz era, por tanto, el principal centro de poder político y militar de la provincia de Extremadura, salvo en el aspecto judicial, encabezado por la Audiencia, establecida en Cáceres desde 1791. Con  algo más de 11.000 habitantes era la ciudad extremeña más poblada[7].

                                                                              

            Podemos resumir el estado militar de Badajoz, el 30 de mayo de 1808, afirmando que se trataba de una plaza bien protegida, por su imponente sistema de murallas, fuertes y baluartes, pero mal guarnecida y peor defendida en caso de un previsible asedio francés[8], como demuestra el estudio de sus tropas y cuarteles.

 

Madoz describe, hacia 1850, los cuarteles e instalaciones militares de la capital pacense, la mayoría de los cuales existían en 1808[9]: 1) el parque de ingenieros, en el campo de San Francisco; 2) la maestranza de artillería “de bastante capacidad y buen gusto en la fábrica y un cuartel de infantería, que ocupa la compañía de artillería destinada a la plaza”, en el campo de la Cruz; 3) el cuartel de infantería de Santo Domingo con capacidad para 1.000 hombres, 4) en el mismo campo de Santo Domingo, el cuartel de los gitanos, para 100 caballos y sin alojamientos para hombres y, por último,  5) el cuartel de caballería de la Bomba, en el baluarte de San Juan, con cabida para 200 caballos.

 

Teóricamente, en Badajoz, se encontraban destinadas unidades militares correspondientes a las diversas  armas del ejército español; de infantería de línea, el tercer batallón del regimiento de Mallorca y el primer batallón del regimiento de Órdenes Militares; de caballería, el primer regimiento de Húsares de María Luisa, o Húsares de Extremadura[10]. Había una compañía fija de artillería y soldados del regimiento de ingenieros zapadores[11]. Se trataba de una guarnición importante, apropiada para una destacada plaza militar de frontera y sede de una capitanía general.

 

Pero la realidad era muy distinta. Puede resultar exagerada la descripción que hace Toreno de la indefensión de la capital, hasta el punto de parecerle una temeridad el levantamiento antifrancés pero, sin embargo, parece ajustarse a la realidad de la escasez de tropas que padecía.[12]

“Casi desmantelada la plaza y desprovistos los habitantes de lo más preciso para su defensa, estando el enemigo no lejos de sus puertas. Ocupaba Yelbes el general Kellerman. Y recurriendo a mil estratagemas que estorbasen un posible ataque. La guarnición estaba reducida a 500 hombres[13]. La milicia urbana cubría a veces el servicio ordinario. Uno de los regimientos provinciales estaba fuera de Extremadura, y el otro desarmado”.

 

Sólo si se hubiera encontrado completo el regimiento de húsares, acuartelado en la Bomba, la plaza tendría al menos una guarnición de 700 hombres[14]. Hay que tener en cuenta, para explicar esta situación, que gran parte de las tropas pacenses acompañaron al anterior capitán general, Carrafa, en la invasión de Portugal junto a las tropas francesas del general Junot, por entonces aliadas, en virtud de Tratado de Fointenebleau. Por otro lado, había regimientos extremeños fuera de la provincia, por ejemplo, el regimiento provincial, al que se refiere Toreno, el de Milicias Provinciales de Badajoz, se hallaba destinado en Ayamonte[15]. Por tanto, en el momento de estallar el motín, sólo se encontraban en Badajoz una parte de los militares allí destinados. Las fuerzas más destacadas eran el regimiento de Húsares de María Luisa, o de Extremadura, y las milicias urbanas[16]. Así no es de extrañar que estas últimas realizasen funciones que correspondían a unidades regulares o de línea. No obstante, a aquella agrupación de caballería ligera le correspondería un destacado protagonismo en los acontecimientos del día 30 de mayo.

 

 

2-El conde de la Torre del Fresno, de militar cortesano a capitán general

 

           

Toribio Grajera de Vargas (1757-1808), III conde de la Torre del Fresno, nació en Talavera la Real, donde se encontraba la residencia solariega de sus antepasados[17]. Ejerció los cargos honoríficos de alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición de Llerena y regidor perpetuo de Badajoz. Formaba parte de la nobleza que encabezaba la oligarquía extremeña.

 

            Conocemos su carrera militar gracias a las anotaciones de Gómez Villafranca.  En 1793,  durante la Guerra contra la Convención francesa se ofreció para participar en puestos de mando en primera línea del frente. En 1799 comenzó a servir como gentilhombre de cámara de Su Majestad, al servicio del infante don Francisco de Paula, precisamente el niño cuya salida del Palacio Real provocó el estallido del motín del 2 de mayo en Madrid. En 1802 fue ascendido mariscal de campo de infantería –general de división-. Torre del Fresno comenzó a ejercer como gobernador interino de la plaza  en septiembre de 1807 y después ascendió a la comandancia o capitanía general, también interino, en diciembre del mismo año, por ausencia del titular, el general Juan Carrafa que fue destinado a dirigir una división de las tropas invasoras de Portugal, en colaboración con las fuerzas francesas[18]. La residencia de Torre del Fresno y donde, por tanto,  convocaba las juntas militares y de autoridades, se hallaba en el palacio de la plaza de las Descalzas que durante muchos años sería sede de la capitanía general.

                                                              

3-Los hechos. Asesinato del capitán general. Rebelión militar y motín popular

           

 

El 16 de febrero de 1816, a instancia de la viuda del finado, doña Juana Topete y Argüello, representada por su yerno, el teniente coronel don Carlos María de Combes, el capitán general de Extremadura recibió orden de celebrar en Badajoz consejo de guerra, e investigación sumaria, para averiguar la conducta militar y política del conde de la Torre del Fresno. El 6 de marzo fue nombrado fiscal Manuel Cabrera, comandante agregado al regimiento de infantería de Extremadura, asistido del teniente del regimiento de infantería de Mallorca, Ventura Fernández, como secretario, quienes instruyeron el sumario y comenzaron pocos días después el interrogatorio[19].

 

El sumario nos permite reconstruir, paso a paso, el tumulto gracias a la información de testigos presenciales que formaban parte de las más altas instancias civiles, militares y eclesiásticas de Badajoz y, por tanto, tenían conocimiento de causa de la situación previa. Entre los eclesiásticos, seis en total, deponen el obispo, Mateo Delgado, un inquisidor de Llerena, Francisco María Riesco, el provisor de la diócesis, Gabriel Rafael Blázquez Prieto,  un presbítero, el deán, Francisco Romero Castilla, y el  maestrescuela del cabildo catedralicio, Juan Caldera.[20].  Entre los militares, el grupo más numeroso, con once declarantes, testifican, teniendo en cuenta la graduación que habían alcanzado en 1816, un comandante, tres tenientes coroneles, dos coroneles, dos generales: el marques de Monsalud y José Galluzo, jefe de la compañía de artillería, y un capitán y un teniente coronel de milicias urbanas. Igualmente podemos considerar entre éstos últimos al teniente de rey, o segundo en el mando interino de la plaza, Juan Gregorio Mancio.

 

Se trata de las principales autoridades militares y eclesiásticas de la ciudad y de la provincia. Muchos de ellos formaron parte de la Junta Suprema de Extremadura, radicada en Badajoz, que dirigió la defensa y la administración de la provincia durante la guerra[21]. Son más prolijos en detalles, e insisten más en la defensa del capitán general, los testigos que mantenían con él una relación más estrecha. Son los casos del provisor Blázquez o  del teniente de rey Mancio. Destaca la ausencia, entre los testigos, de autoridades civiles, como regidores, u otros altos cargos de la administración militar. Entre éstos últimos destacaron, Félix de Ovalle, tesorero del ejército, o Martín de Garay, intendente del ejército de Extremadura, ambos formaron parte de la Junta de Extremadura, primero y de la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino después, el último incluso llegó a ser ministro de hacienda con Fernando VII y promotor del primer plan presupuestario del gobierno en 1817[22]. Entre los ciudadanos sin cargos relevantes sólo son destacables un presbítero y un comerciante.

 

Cada testigo resalta un aspecto prioritario, según el momento que vivió o del que tuvo referencia directa. (Ver apéndice I). Los  testimonios de los eclesiásticos se muestran más completos, sobre todo el del provisor eclesiástico que narra con minuciosidad la composición y la trayectoria del motín[23]. Por el contrario, los militares ofrecen noticias sustanciales para el desenlace final. No obstante,  llama la atención lo resumido de las intervenciones de los oficiales de mayor rango, como los brigadieres Monsalud y Galluzo que, por su posición inmediata al capitán general, en la escala de mando, tendrían una amplia perspectiva de los acontecimientos. Por otro lado sorprende el laconismo e incluso frialdad de Galluzo.

 

3.1-Comienzo de la junta, acuartelamiento de las tropas y estallido del motín

 

 

            Torre del Fresno convocó  una junta de autoridades para el día 30:

“Desconfiando de si mismo deseaba luces y consejos en tan críticas circunstancias, por lo que, habiéndole yo acompañado en su despedida, en la puerta misma del palacio episcopal, manifestó allí deseos de que le visitase. En efecto, pasé a ver al señor conde la mañana del día 29 de mayo y, hallándose acompañado de varias personas, solamente dijo separadamente a don Vicente Godino, difunto, alcalde mayor de esta ciudad, y a mi, que había recibido noticia del levantamiento de Sevilla y de la muerte del conde del Aguila, y que pensaba convocar una Junta, lo que nos parecía bien, haciéndole yo un ligero recuerdo de su citada circular impresa”.

 

            Así lo vivió Blázquez. Al día siguiente, durante la junta, comenzó el tumulto:

“Llegué en efecto a su casa, y rodeado, según era ordinario, de muchas personas, tardó bastante en vestirse de ceremonia para pasar a la sala en que se celebró la junta. En ella, apenas había manifestado el señor conde las noticias que tenía, y sus buenas disposiciones para cuanto pudiese practicarse en beneficio de nuestro amado soberano, de su augusta real familia y de todos los españoles, y hablaron otros insustancialmente, sin proponerse ni resolverse cosa alguna. Cuando resonaron continuos cañonazos de esta plaza, con grande gritería, lo que me excitó a decir por dos veces, dirigiéndome al señor conde, pues no mediaba entre los dos sino el señor don Martín de Garay, que convenían prontas y enérgicas providencias, sin detenerse en largos e impertinentes discursos”.

 

La versión del General Galluzo simplifica la del provisor: “A poco rato de esta propuesta, -meditar los medios de defensa- se notó conmoción popular y dio una salva, que sin orden del difunto, hizo el pueblo, enarbolando la bandera, con cuyo motivo se disolvió la junta sin  acordar cosa alguna”. Al mismo tiempo, el teniente coronel Huertas, desde la calle, aproxima la hora del comienzo:  “Se hallaba el pueblo incomodado porque, siendo día de San Fernando y a las nueve de la mañana, no se había echo salva”.

 

Todos los autores que se han ocupado del tema, desde el conde de Toreno, han insistido en los cañonazos provocados por los paisanos como detonante del motín, ya sea para resaltar su espontaneidad o, todo lo contrario, como señal convenida por una conspiración previa. Toreno cuenta que: “Se apiñó la gente en la muralla y una mujer atrevida, después de reprender a los artilleros, cogió la mecha y prendió el cañón. Al instante dispararon otros y a su sonido levantóse en toda la ciudad el universal grito de viva Fernando VII y mueran los franceses”[24]. Gómez Villafranca da nombre a la responsable: María Cambero la “Maricona” –o marimacho-[25]. Sin embargo, no hay constancia de este particular en los principales testimonios del sumario. Tal vez responda a una tradición oral. Tenemos así planteado en Badajoz otro tópico del levantamiento patriótico: la heroína popular, la mujer artillera. Tampoco hay pruebas para asegurar que el estallido del motín se precipitase, aunque Toreno ofrezca incluso fechas concretas[26]. Es significativo, el dato que éste aporta: “Cuadrillas de gentes recorrieron las calles con banderolas, panderos y sonajas, sin cometer exceso alguno”. Es decir, no hubo los saqueos y destrucciones que suelen acompañar a una explosión espontánea de ira popular[27].

 

3.2-Salida del las tropas rebeldes y recorrido del motín

 

Poco antes de comenzar la junta las tropas habían sido acuarteladas, por orden del capitán general, tal y como reconoce el teniente coronel Fuentes: “Estaba con los demás oficiales del regimiento de Húsares de María Luisa, reunidos en el cuartel de la Bomba, esperando órdenes, pues así se les mandó en la orden que se les dio entre las 9 y las 10  de la misma mañana”. Lo que en principio parecía arrancar como un motín popular deviene en rebelión militar: “Había estado toda la mañana en el cuartel, como todos los demás oficiales y tropa, hasta que fue el populacho y echó fuera toda la tropa de los cuarteles”, declara el  coronel Garrigó.  El comandante Vergara lo complementa:

“Hallándose en el cuartel de la Bomba, a cosa de las once o doce del expresado día treinta, con la mayor parte de los oficiales de su regimiento, reunidos en aquel punto por disposición de los jefes, oyeron ruido como de tumulto  y saliendo todos a la puerta del cuartel, vieron venir a un inmenso pueblo gritando: Viva el rey nuestro señor Fernando VII, mueran los traidores. Y haciendo alto en aquel sitio pedían saliese la tropa en su compañía. Pero habiéndoles contestado el que declara, y demás oficiales, que estaban pendientes de la voluntad de los jefes superiores, sin cuya orden no podían disponer de dicha tropa, se contuvieron algunos instantes. Repentinamente volvieron a esforzar las voces, atropellando la centinela y oficiales, y consiguiendo por este modo violento llevarse a todos los soldados pie a tierra”.

 

 

            Este episodio revela que las primeras tropas destacadas en los desórdenes fueron las de húsares, como se ha adelantado. Por otra lado, resulta chocante la poca capacidad que demostraron los oficiales para evitar que salieran los soldados, contraviniendo así la orden de acuartelamiento.

 

El comandante Vergara describe  también el avance de los amotinados:  “Observé como se dirigió dicho pueblo hacia la calle donde vivía el general, conde de la  Torre del Fresno, a quien daban el título de traidor, y clamando que muriera”. Mancio, topó con el grupo al salir de su casa –debía de llegar tarde a la junta, porque estaba convocado-: “gritaban pidiendo se pusiera la bandera”. Ambos testigos confirman  que, desde el principio, se pedía celebrar la onomástica del rey y la muerte del conde.

 

El provisor Blázquez se encontraba mientras en la junta:

“Inmediatamente propuso uno de los concurrentes, que no recuerdo quien, que saliese el señor obispo, y un regidor de esta ciudad, con objeto de tranquilizar a los alborotadores y de asegurarles que todos los individuos de la junta estaban animados de los más leales y patrióticos sentimientos, conformes a los de todo su pueblo y que, en seguida, se darían todas las providencias que pareciesen convenientes, a lo que conduciría la tranquilidad pública. El señor don Martín de Garay se opuso a que saliese el ilustrísimo señor arzobispo obispo y me propuso a mi, lo que se acordó sin dilación, siendo igualmente nombrado el señor don Pedro Martín Saavedra, regidor perpetuo de esta ciudad. Salimos los dos, e informados de que, hacia el convento de la Trinidad, se hallaba el gran número de los alborotados, caminamos reunidos. Al llegar a la calle de San Blas, salía de ella al campo de San Juan, llamado, ya plaza Real de Fernando VII, una gran porción de hombres y mujeres, entre la que, por su calidad y circunstancia, no recuerdo haber conocido a persona alguna. Retrocedimos algunos pasos para hallarnos en medio de dicha plaza y nos separamos deliberadamente envueltos en el gentío. Era indecible la gritería de viva la religión, viva el rey, mueran los traidores, y otras cosas semejantes. Los hombres estaban alborotados, pero las mujeres no parecían menos que furias infernales. Apenas con mucho trabajo podía hacerme oír de alguno de los alborotados, y en cuanto era posible hacía presente ya a uno, ya a otro, lo que me parecía oportuno, reducido a que sus voces e inquietudes para nada podían ser útiles, que en tal estado no podían adquirir la conveniente instrucción y que las autoridades militares y civiles estaban reunidas y eran muy amantes de la religión, del rey y de la patria y determinarían lo más conducente a la satisfacción del pueblo y utilidad pública.

           

Los lemas eran similares a  los de otros motines, acaecidos días antes en otros puntos del país: religión, rey y patria, motores ideológicos del levantamiento. El provisor intentó utilizar su autoridad moral de la misma forma que en otra revuelta, una semana antes, el 23 de mayo. Ese día el cabildo, con el obispo al frente, salió en procesión y “el pueblo, en medio de gran alboroto, obedeció con la mayor reverencia, y a las cuatro y media ya estaba pacífico”[28]. Pero, el día 30, cuando el provisor y el regidor se encontraba en la plaza del Rey, aparecieron  en escena nuevos protagonistas que dieron otro cariz al motín:

“El trabajo, en medio del gentío alborotado, con un sol abrasador, fue mucho y no habría sido infructuoso, si al cabo de hora y media, poco más o menos, que mi compañero y yo manteníamos a los alborotadores en la dicha plaza, disminuyéndose más que aumentándose la gente y el tumulto, no hubiese venido una pequeña columna de hombres, al parecer casi todos soldados vestidos a la manera que están en sus cuarteles, algunos armados con fusil y bayoneta, otros con fusil sin bayoneta y otros con sable sin fusil, muchos tambores y dos banderas, una regular de regimiento y otra muy pequeña y muy antigua, que luego vi en casa del señor general don José Galluzo, y entendí haber sido sacada de la iglesia del convento de San Agustín. Esta columna, con paso sumamente acelerado y con gran ruido de tambores, vino por la calle de San Juan y se dirigió a la plaza, llamada de las descalzas, sin que hubiese habido tiempo para contenerla, lo que, según mi entender, no habría sido posible sino que quien se hubiese puesto al frente habría sido arrollado”.

 

            La chupa de color azul, -chaleco o chaqueta sin mangas que se vestía debajo de la casaca- parece indicar que estos soldados pertenecían al regimiento de Húsares de María Luisa. En realidad, no tenemos completa certeza de que la chupa de este regimiento fuera azul celeste, como los calzones y la pelliza, -el dolmán o casaca adornada de alamares era roja- pero sí tenemos seguridad de que no se trataba de soldados zapadores, el otro cuerpo que participó en los tumultos, porque la chupa reglamentaria de los ingenieros solía ser roja.”[29]

 

            Así pues, el motín, tras un largo marasmo en la plaza de San Juan, incluso parecía que podía disolverse, fue avivado por la presencia un pelotón de soldados, que en uniforme cuartelero o de faena, pero en formación, avivó el tumulto y lo empujó hacia la casa del conde. Sería un segundo acto acelerador del motínel primero fue el segundo cañonazo durante el primer diálogo con el conde-.  La marcha de los amotinados rebela, en múltiples detalles, un plan organizado.

 

3.3-Concentración en la plazuela de las descalzas

 

El regidor y el provisor siguieron con los amotinados hasta llegar a la plazuela de las Descalzas, el primero lo relata así:

“Luego que pasó la columna, desfilaron en su seguimiento las gentes que en dicha plaza real habíamos contenido mi compañero y yo, que entonces pudimos volver a vernos y reunirnos. Y en seguida nos dirigimos a la plazuela de las Descalzas, llena de gentes, entre la que volvimos a separarnos. Me acerqué a la puerta del convento de dichas religiosas descalzas, desde donde vi al ilustrísimo señor arzobispo obispo y a otros individuos que existían en una sala con las ventanas abiertas, diversa de aquella en que se había empezado la junta”.

 

Mancio, en cuanto llegó a la junta, entre los rebeldes, comunicó al conde lo que pedían. Huertas ratifica los hechos y la impresión que la causaron éstos:“Oyó al populacho que pedía que se pusiese la bandera y se hiciese la salva, a lo que contestó el conde que él no se había negado (…) se haría a las horas acostumbradas. (…) En aquel terrible día todos parecían locos. Huertas y Toro completan el relato:

“En aquella misma mañana había mandado, delante del que declara, el conde de la Torre del Fresno al ayudante de esta plaza, don José Hernández, que ya ha muerto, que fuese inmediatamente para que se arbolase la bandera y, habiendo pedido el populacho, de que se hiciese la salva de artillería, lo mandó también, faltando a la costumbre que, de tiempo inmemorial había en esta plaza, pues las tres salvas se ejecutaban la primera una hora antes de ponerse el sol, la segunda media  y la última al tiempo de ponerse”.

 

El obispo, al mismo tiempo, ofrece la visión desde dentro del edificio

“Se presentó el populacho alborotado delante de su casa a él que se procuró contener y tranquilizar, saliendo a los balcones así el conde como varios de los que habían concurrido a ella, sin que hubiesen sido suficientes razones algunas para conseguirlo, ni haberse prestado el conde a que se disparasen la artillería, como se disparó, y  a dejar o entregar el mando en vista de la desconfianza que manifestaban los alborotados”.

 

Pero el conde, con los rebeldes delante de su residencia,  aún tuvo tiempo de dar nuevas órdenes,  según Mancio : “Al poco rato de formarse la Junta me marché a apaciguar los presos de la cárcel, por disposición del mismo difunto” Por tanto, el capitán general intentó apaciguar la situación desde un principio, reduciendo su autoridad, al ceder a la petición de los amotinados, incluso renunciando al mando. Pero reaccionó a tiempo evitando que se abriera un tercer frente de participantes, nada menos que los reos de la cárcel. Esta escena del diálogo entre la autoridad contra la cual se levanta el tumulto y los rebeldes, tiene lugar en otros casos, los más próximos, el que ese mismo día se estaba produciendo en la Coruña, iniciado por un excusa similar, o el tumulto de días antes en Cádiz.[30]

                                                                                                                            

Delante de la puerta de la casa, Blázquez describe una interesante ceremonia que parece acercarnos a los rituales de la milicia:

“Rodeando me acerqué a la puerta de la casa del señor conde de la Torre del Fresno, a la mano derecha, según se entra y allí vi que, cuatro o cinco soldados, con chupas azules, situados al frente de la misma puerta, con sable en mano, como cuando se presentan armas y con una faja encarnada, tendida por cima de las puntas de los sables, dieron algunos brincos o saltos de baile, elevando bastante la faja, y a poco rato apuntaron los sables hacia la puerta, por la que entraron ellos y otra mucha gente, y especialmente los de la columna, estrechándose a porfía con gran prisa. Cuando ya entraba menos número de personas hice movimiento para entrar en la casa y me cogió por detrás un criado mío quien se opuso a mi intento. Me agradó la fidelidad del criado a quien no había visto hasta que me sorprendió, reflexioné y me acerqué por el mismo camino a la puerta de la dicha iglesia de las descalzas”.

 

            La faja encarnada que nos presenta Blázquez no puede ser otra cosa que un fajín de general. Este rito amenazador, antes de entrar en la casa, es otra evidencia de la preparación minuciosa de la rebelión por parte de los conspiradores y su fin inmediato: subvertir el orden establecido matando a su principal titular[31].

 

Toreno afirma explícitamente que el conde huyó: “Ciegos de ira y sordos a las persuasiones de los prudentes, enfureciéronse los más y treparon sin demora hasta entrarse por los balcones. Acobardado Torre del Fresno, se evadió por una puerta falsa, y en compañía de dos personas, aceleró sus pasos hacia la puerta de la ciudad que da al Guadiana”[32]. Sin embargo, Gómez Villafranca aclara que “si trató de evadirse, no consta”[33]. Los testigos conducen el relato hacia la idea de un intento de mediación del conde, sin ninguna compañía,  en contacto directo con la multitud, pero fue empujado y arrastrado hacia Puerta de Palmas. Ese exceso de confianza en su ya esfumada autoridad, le condujo a la muerte. El propio obispo, desde dentro del inmueble, expone:  “Habiéndose éstos entrado en la misma casa del conde, atropellando la guardia, entonces bajó, se incorporó con ellos y llevándolo por donde quisieron”.

 

Por si fuera poco, entra en escena un nuevo elemento catalizador que, como el ceremonial militar y los cañonazos ya descritos, precipita los acontecimientos. Blázquez lo presenció:

“En esta situación sobrevinieron unas voces de que había llegado un correo y había traición, con lo que di por perdido todo trabajo, además que yo no podía más con tanta fatiga y excesivo calor. Y así me dirigí con mi criado por la calle del Gobernador Viejo a la expresada plaza real, en la que vi dos caballos de posta, que caminaban hacia la calle de San Juan, y en el uno iba montado un mozo como postillón, y detrás, en el otro que parecía ser el de posta o correo, iba montado un hombre con una larga capa de paño pardo, como un labrador, y llevaba derecho al lado izquierdo un fusil con bayoneta calada”.

 

En este punto, la versión que ofrece Toreno coincide con los testigos: “Se encaminaron a casa del gobernador, cuya voz se empleó exclusivamente en predicar la quietud. Impacientáronse con sus palabras los numerosos espectadores, y ultrajáronle con el denuesto de traidor. Mientras tanto, y azarosamente, llegó un postillón con pliegos, y se susurró ser correspondencia sospechosa y de un general francés”[34].  Sin embargo, Blázquez describe que impresión que la causó el episodrio:  “Aunque en el día 30 resonaron voces de haber llegado un correo y haber habido traición “ (…) “Ni entonces ni después, habiendo sido individuo de la junta de gobierno de esta provincia, he llegado a saber que fuese cierta, y no figurada, la llegada de tal correo, ni que haya habido pliegos o escritos algunos contrarios al buen nombre y reputación del señor general difunto”. Tenemos aquí el segundo acto que aviva del motín, cuando parecía que se encontraba en otro punto muerto, y que vuelve a agitar a las masas, como ocurrió antes con el desfile del pelotón. De todo ello se deduce que se puso en marcha, semanas antes, un eficaz “aparato de propaganda” que caló fácilmente en la opinión pública

 

Efectivamente, Torre del Fresno recibió correos del general Kellerman, auténtico jefe en esos momento de las tropas franceses que pululaban al sur del Tajo. Pero la última fue del 18 de mayo y, tal vez, el tono intimidatorio de la misma decidiera finalmente al capitán general a emprender la defensa preventiva -Ver apéndices-. Lo que no es demostrable, con la documentación que hemos hallado, es que se negociase en ningún momento la entrega de la plaza, ni menos aun que hubiera habido cualquier correo el  día 30. Por ello, como se ha visto, es muy desconcertante la noticia que da Monsalud de que llegaron a la par correos de Junot y Murat, salvo que en realidad se refiera a que se recibieron órdenes del gobierno encabezado por éste último, como lugarteniente mayor del reino. En cualquier caso, pudo exasperar a los vecinos de Badajoz la corrección con la cual mandó tratar el capitán general a los ciudadanos franceses que había en la ciudad.  Por tanto, la evidencia de las fuentes indican lo que podríamos llamar el montaje del postillón. El ardid sólo pudo elaborarse por alguien que, próximo al capitán general, conocía el flujo de comunicaciones entre el mando español y el francés e incluso su contenido.

 

3.4-Refugio y muerte en Puerta de Palmas. Escena del crímen

 

            Del testimonios de los oficiales que acudieron en ayuda de Torre del Fresno y, que por tanto presenciaron directamente los hechos, podemos deducir tres momentos en el refugio y acoso del capitán general: a) mediación de los oficiales, intentando protegerle; b) segundo intento de diálogo con las masas para tranquilizarlas, incluso ofreció ceder el mando, c) asesinato.

 

            Según el teniente coronel Fuentes:

“Estando comiendo en casa de su coronel, el marqués de Monsalud, vinieron a avisar a éste que, si no acudía pronto a la Puerta de Palmas, iba a suceder una desgracia con el conde, porque el pueblo, allí reunido, le quería quitar la vida. En el momento se levantaron de la mesa y fue acompañando a su expresado coronel con el capitán, entonces teniente de su mismo regimiento, don Domingo Losada, al citado puente de Puerta de Palmas, en donde encontraron un inmenso pueblo reunido y alborotado, y el conde refugiado en el cuarto del oficial de guardia. En tan crítico momento, empezaron a persuadir al pueblo de la inocencia del conde, que se sosegasen, pues de esto modo todo se podría componer, pues que nada se adelantaba con lo que pedían, que era que saliese el conde de aquel puesto para quitarle la vida”.

 

            El mismo testigo lamenta que:

“Todo fue infructuoso, a pesar de que el mismo conde, subido a una mesa, y sin ninguna divisa de mando, les decía: hijos, yo no quiero tener mando alguno, y soy vuestro compañero y paisano, y como tal verdadero y constante español, que me vanaglorio, se hará todo lo que sea debido en defensa de mi rey y señor, don Fernando VII, y de mi patria”.

 

El general Galluzo resta importancia a este último intento de conciliación: “Ignoro si el conde exhortó, a las 2 o las 3 de la tarde, a los alborotadores a que guardasen moderación y tranquilidad, prometiéndoles que en esta provincia se haría lo que en las demás del reino, ni tuve noticia que el difunto conde hubiera entregado el mando ni tuviera deseos de ejecutarlo”. Este último aspecto de su declaración pierde credibilidad, según el coronel Garrigó: “El conde entregó el bastón de mando a don José Galluzo y los papeles que llevaba en el bolsillo los entregó a un tal Enríquez –el ayudante que envió a disparar las salvas- ”. Parece que preveía su final y no quería dejar un vacío de poder. El objetivo del complot se acercaba.

 

3.5-Autores del crimen y arma homicida

 

            Dónde, cuándo, cómo y quienes, al menos su adscripción profesional y social, están claros. El teniente coronel Losada describe los hechos:

“La casualidad hizo que a las dos y media de la tarde de aquel día se hallase en el Campo de la Cruz, inmediato al cuerpo de guardia de la Puerta de Palmas, acompañando al excelentísimo señor marqués de Monsalud, que en el referido cuerpo de guardia se hallaba el conde de la Torre del Fresno, acosado de la multitud del pueblo, que todos clamaban porque aquel día se hiciera la salva de artillería de costumbre y gritando muera el traidor. Entre estos suceso observó que varios acometieron al conde con sables cortos y en pocos instantes lo vio muerto en el suelo. Al fin consiguen arrancarlo de aquel punto y a muy pocos pasos le vio tendido en el suelo el declarante, sin que pueda asegurar quien fue el que le mató, porque materialmente no lo vio, por el horror que le causaba tal barbarie y porque ya conoció que nada podían adelantar sus persuasiones”.

           

El teniente coronel Huertas completa la visión del último momento, además de confirmar el segundo intento de diálogo del conde con las masas:

“Que aunque no se acuerda si fue con esas mismas expresiones: hijos míos yo no quiero tener mando ninguno yo soy vuestro compañero y paisano. Es seguro decía al pueblo eso mismo, que aún lo estaba repitiendo en el momento que le dieron el primer golpe por la espalda que fue con un palo de los que forman los caballos de frisa, el cual, con la punta de hierro que tiene, se lo metieron por la espalda y casi le sale por la barriga”.

 

El coronel Garrigó añade nuevos detalles:

“A las doce del día, media hora, más o menos, en cuya hora se hallaba dicho conde en la guardia de Puerta de Palmas, donde se presentó el declarante e hizo cuanto pudo para evitar dicha muerte, conteniendo todo el ímpetu de la gente, abierto de pies y manos en la misma puerta. Hasta que vio que, por la ventana que caía al paseo, la rompió el populacho y entraron algunas personas por ella, lo que visto por siete u ocho húsares de su regimiento, que igualmente estaban ayudando al que declara para contener  la gente, le avisaron que mirara lo que hacía porque el pueblo estaba muy alborotado, hasta que viendo que por ningún estilo cesaban , los mismos húsares cogieron al que depone por cuerpo y piernas y lo llevaron junto a la misma puerta que estaba cerrada. Que, cuando esto sucedió, se acuerda que un zapador levantó el machete para darle al que depone, y uno de los húsares le dijo que mirara lo que hacía. Que luego oyó decir que aquel mismo zapador había dado un machetazo en la cabeza al conde de la Torre del Fresno”.

 

El coronel Garrigó se contradice con sus compañeros en adelantar la hora del suceso, a las 12 y media. Es el único que lo sitúa tan temprano, mientras que los demás coinciden en que ocurrió en torno a las 2 de la tarde. Incluso los testigos de oído ratifican el momento. El maestrescuela, Juan Caldera: “tiene noticias de la muerte violenta del conde, entre las 3 y las 4 de la tarde”.  El comandante Vergara, afirma que : “ No habiendo presenciado más de la ocurrencia de este día, en razón a estar empleado por sus jefes a la mira del cuartel, en donde supo, después de las dos de la tarde, que dicho general había sido muerto en aquella”. Con bastante certeza, a las dos y media de la tarde del lunes 30 de mayo de 1808, el III conde de la Torre del Fresno y capitán general de Extremadura había dejado de existir.

 

            En cualquier motín la autoría suele quedar diluida en la responsabilidad colectiva de la masa, pero en el caso que nos ocupa no es así. Para el obispo, “le dieron varios golpes y le quitaron la vida, siendo víctima de un populacho desenfrenado y ciego”. “Los hombres estaban alborotados, pero las mujeres no parecían menos que furias infernales”, percibió Blázquez, mezclado entre ellos para calmarlos. Los epítetos más completos corresponden al teniente coronel Huertas: “Desgraciadamente mataron a su lado al conde de la Torre del Fresno, pero que no le es posible citar quien en razón a que estaba allí todo el populacho alborotado, y que se componía de mujercillas, soldado y paisanos en gran número, con tambores, clarines y banderas de pañuelos, que había muchos borrachos”. Mancio también emplea estas categorías: “habiendo pedido el populacho que se hiciese la salva de artillería”. Artola muestra sorpresa por esta descripción de los amotinados, insinuando una visión de los informantes más cercana al prejuicio social que a la realidad[35]. Por el contrario, Riesco, que no presenció los hechos, trata de “arrebatos populares”. Y Monsalud se refiere explícitamente a un “motín popular”, soslayando a los soldados.

 

En cualquier caso, estas afirmaciones, con mayor o menor objetividad, delatan que, independientemente de quienes fueran los instigadores,  los participantes en el tumulto pertenecían al pueblo en general, a las clases bajas, ya fueran civiles o militares. Es reveladora la expresión de Blázquez: “una gran porción de hombres y mujeres, entre la que, por su calidad y circunstancia, no recuerdo haber conocido a persona alguna”. Es decir, ningún mando militar ni autoridad civil, se hicieron visibles durante el tumulto, lo que, obviamente, no les excluye de su participación y preparación.

 

A pesar de que, según Gómez Villafranca: “Si puede afirmarse que fueron soldados quienes descargaron los primeros y mortales golpes, no parece lícito tenerles por los principales autores de la muerte que probablemente, ni ellos ni los paisanos, premeditaron[36]”, las evidencias parecen demostrar lo contrario. Para el maestrescuela, Juan Caldera y para el propio  Blázquez los responsables estaban claros:

“Oyó decir a algunos testigos de vistas que los principales agresores fueron varios soldados que se hallaban en esta plaza y que, al parecer, debieron ser seducidos para cometer tan horrible atentado, pues que a los paisanos, sin embargo de estar mezclados con ellos, no se les vio la menor demostración que amenazase la persona del conde, cuya particularidad fue pública en toda la ciudad”. (…) “En cuya ejecución intervinieron militares más eficazmente que los habitantes de esta población”.

 

El tipo de arma empleada delata a las unidades que intervinieron en la agresión y asesinato del conde. Al cruzar los testimonios de los testigos, averiguamos que se produjo en la siguiente secuencia: le amenazaron con sables cortos, no le dejaron acabar su plática reconciliatoria porque le clavaron por la espalda un palo con punta, “al modo de los palos de frisa”, y lo remataron de un machetazo. El sable corto era característico de los cuerpos de caballería ligera, como eran los húsares[37], y, tanto el machete como el caballo de frisa[38] eran armas propias de ingenieros zapadores[39]. Por tanto, es evidente, que el capitán general murió a manos de uno de los húsares y de uno de los zapadores bajo su mando. El regimiento de Húsares de Extremadura de distinguió precisamente por su insubordinación, hasta el punto de que fue disuelto en diciembre de 1808[40].

 

Parece existir un verdadero pacto de silencio entre los militares. La mayoría se centran, en el sumario, en destacar su  papel, bastante ineficaz, por cierto, intentando contener a la multitud y evitar la muerte del conde. Es muy revelador el laconismo de Galluzo, y el detalle de guardar en su casa la bandera que portaron las tropas rebeldes por las calles, como denuncia Blázquez. Es desconcertante la escasa información que aporta Monsalud, y la poca autoridad que demuestra, a pesar de ir seguido de tres mandos inmediatamente subalternos, para hacerse respetar por sus tropas en Puerta de Palmas, cuando luego fue un gran líder militar de la Guerra de la Independencia en Extremadura. También es cierto que no es menos llamativo, como se ha dicho, la incapacidad de los oficiales para retener a las tropas acuarteladas, que hacen pensar más en una inhibición premeditada de los mismos.

 

El provisor Blázquez narra el triste fin de la historia:

“Entré en mi casa y, a la media hora, o poco más, observe que muchas personas se retiraban de prisa con la noticia de la muerte del señor conde, como si por entonces estuviese el negocio concluido. Y no lo quedó con la inhumanidad bárbara de haber arrastrado el cadáver por las calles, desde la Puerta de Palmas, hasta colocarlo en el zaguán de su casa, sino que, por haberse hallado reparo y dificultad en que se le diera sepultura, el ilustrísimo, mi prelado, y yo tratamos, después de las 9 de la noche, sobre ello, y más tarde se verificó el enterramiento, sin ceremonia alguna, en la iglesia de las religiosas descalzas”.

 

            Hay que tener en cuenta que los condes de Torre del Fresno eran patronos de este convento y, por tanto, tenían derecho de enterramiento en él. El acto de encarnizarse con el cadáver de un supuesto culpable, arrastrándolo por las calles, corresponde a la costumbre que se denominaba vigurizar. Este protocolo se utilizó en otros motines del levantamiento de mayo[41].

 

Como síntesis, se puede establecer el siguientes recorrido y secuencia horaria. 9 horas, comienza la Junta; 9-10 horas, se acuartelan las tropas y estalla el motín con el primer cañonazo; 11-12 horas, salen las tropas a la calle desde el cuartel de la Bomba; 12-13.30 horas, avance por las calles en dos trayectorias que convergen hacia la plazuela de las Descalzas: desde la puerta de Trinidad  una y desde el cuartel de la Bomba otra; diálogo con el conde en el balcón, rito de amenazas, nuevo cañonazo, e irrupción en la casa, desde la cual el conde es empujado hacia Puerta de Palmas; 13.30-14 horas: intento de refugio en el cuerpo de guardia y de segundo diálogo con la multitud y asesinato del conde, cuyo cadáver es arrastrado por la calle hasta el umbral de su casa;  21 horas, entierro del cadáver, en el convento de las Descalzas, cuando se ha tranquilizado completamente la situación.

 

 

4-Móvil aparente: carteo para entregar la plaza y honores reales incumplidos

 

            El estudio del móvil aparente, así como de los descargos que, frente a éste, se pueden aducir a favor del capitán general, nos retrotraen, por lo menos, a unas semanas antes de que se produjeran los hechos, y demuestran el ambiente de incertidumbre que se vivía en la capital, representativo de la situación en el resto de Extremadura. El temor a un asedio francés no carecía de fundamento. Baste afirmar que las tropas napoleónicas se encontraban acantonadas en Yelbes, -Elvas, Portugal-.

 

A cerca del móvil, Galluzo se limita a confesar: “Ignoro cual fue la causa que dio motivo a su violenta muerte”. Para el teniente coronel Fuentes: “Los motivos infundados que tenía el pueblo era decir que no se hacía la salva como día de San Fernando”. Sin embargo, para el comandante Vergara:  “El motivo había sido por haberle descubierto que tenía concertado, con el general francés Kellerman, entregarle en dicha noche la plaza, lo cual fue asunto de la conversación en muchos días por los paisanos, pero en opinión de las gentes sensatas no se daba asenso a estas voces y el que y el que declara tuvo siempre por cierta la acusación”. El teniente coronel Huertas compartía la misma opinión.

 

El marqués de Monsalud, tan escueto como Galluzo, aporta datos ambiguos que no ofrece ningún otro informante:

“Debo manifestar que el conde de la Torre del Fresno, fue inocente víctima de un alboroto popular, que no podía estar enterado del modo de pensar de los que mandaban,  no podía persuadirles de que las providencias dadas por Torre del Fresno en el mes de abril para el armamento general y las posteriores, y particularmente la de aquel día en la Junta que se celebró de jefes, para vestirse de gala la guarnición y la salva correspondiente, a el augusto día que se celebraba de nuestro soberano, no podían convencerles de que era decidido por la buena causa, pues tuvo el incidente fatal en el mismo día, y poco antes de su muerte, de entrar un correo despachado por el general Junot y otro de Murat para aquel general, lo que hizo fermentar más el alboroto y atribuir lo que era casualidad a considerarlo el pueblo como sospechoso”.

 

            De ser cierta la primera fecha aducida, abril, esta sería, sin duda, la primera proclama contra los franceses de toda España. Tampoco es demostrable la desconcertante afirmación de las cartas de Junot y Murat. Es también difícil aceptar que, con el clima de crispación y miedo que existía desde hacía un mes, por lo menos, el pueblo no pudiera estar enterado de la proclama del conde y de sus intenciones iniciales, sino era porque existía una evidente intoxicación de la opinión pública, fácilmente modelable, por otra parte, en una población mayoritariamente analfabeta. Ya se ha visto la opinión tajante de Blázquez sobre la escena del postillón.

 

El presbítero Romero Sequera ahonda en detalles sobre la ausencia de contactos controvertidos entre el conde y los franceses, incluso negando las cartas:

“Y por haberle visto lleno de la mayor melancolía cuando se tuvo certeza de la violencia cometida por Bonaparte en aprisionar a nuestro rey en Bayona, lamentándose amargamente de la situación tan lastimosa que le había cabido de mandar una provincia en unas circunstancias tan críticas, que sólo le restaba consumir sus rentas y hacienda y derramar su sangre por el Rey y la causa pública. Que cree que dicho señor no tendría  correspondencia alguna con los franceses, pues jamás le oyó hablar cosa alguna a favor de ellos, ni celebrar aquellas batallas, ni demás cosas ruidosas que ejecutaban, como celebraban otros, y en prueba de ello, el que habiendo hecho pedazos la cómoda en que reservaba los papeles que más le interesaban,  ninguno se halló que lo manifestase”.

 

 

5-Descargo y conducta del capitán general: fidelidad al rey, proclama y junta

 

            Los testigos justifican la conducta del capitán general basándose en su fidelidad al rey, demostrable en sus decisiones políticas, como su animadversión pública a los franceses; la convocatoria de juntas consultivas de autoridades, y la publicación de una proclama, de la que algunos adjuntan copia como prueba. Los informantes, en relación a estos temas, nos transportan a la situación de incertidumbre que se vivía en la capital pacense desde el 2 de mayo.

 

A-Fidelidad al rey y odio a los franceses

 

            Huertas deja claro en un episodio presenciado por él mismo, cuando llegaron las famosas cartas francesas:

“Muy pocos días antes de su muerte estaba el declarante en casa del general, tomando la orden como ayudante que era, llegó un oficial francés en posta, con pliegos y recibiéndolo pidió el general quien lo leyese, diciendo que ni sabía el francés ni quería saberlo, siguiéndose a esto que habiendo salido dicho oficial del corredor, porque se le trastornó la cabeza manifestó el expresado general que le incomodaban los franceses”.

 

            Mancio coincide en la misma apreciación:

 

“Cómo el más inmediato que era yo a él  por mi empleo de gobernador, tanto en cosas de oficio como confidenciales, que algunas veces hablábamos, le observé un exacto desempeño en las órdenes del soberano, un afecto y amor singular a nuestro amado Fernando VII y toda su real familia” (…) declarándose siempre a favor de la buena causa, vociferando odio a los franceses

 

Por otro lado, la información que aporta el maestrescuela, Juan Caldera, reitera, junto a  otras ya expuestas, que no hubo negativa, por parte del capitán general, a cumplimentar la onomástica del rey: “Que no solamente ofreció el conde a los amotinados que en esta provincia se haría lo que en las demás del reino sino que, contra las órdenes positivas de gobierno, mandó hacer la segunda descarga de artillerías para darles una satisfacción”. Por tanto, no puede sostenerse la opinión que ha mantenido tradicionalmente la historiografía especializada, siguiendo a Toreno, de que: “El gobernador había ordenado que no se hiciese la salva ni se enarbolase la bandera”[42]. Ese mismo día estallaba otro motín en la Coruña, con el mismo pretexto, el presunto olvido de celebrar el día de San Fernando, lo cual refuerza la idea de que se trata de un móvil aparente utilizado como coartada[43].

 

B-Proclama y defensa

 

Diversos testigos utilizan la circulación de la proclama como prueba de la lealtad del conde a la causa patriota, en cuanto tuvo noticia de los sucesos de Madrid. El deán Romero Castilla  se centra, casi exclusivamente, en este aspecto: “Hizo imprimir la proclama, se fijó en los parajes públicos, y aun como corregidor que era el conde de esta ciudad y partido, mandó que se aumentaran los verederos para que, con más prontitud, llegaran a los pueblos los ejemplares impresos de aquélla”

 

Al mismo tiempo, el capitán general intentaba contactar con el gobierno para poder decidir ante una avalancha de noticias confusas, como demuestra el precioso informe del capitán Aldana:

“El día treinta no se hallaba en esta ciudad y sí en un cortijo con toda su familia, divirtiéndose había días, y en el anterior de haber salido para él había llegado de Madrid en donde había estado nueve días. Que ha tenido y tiene al expresado general por inocente y que, ni el estar las plazas principales del reino ocupadas y mandadas por los ejércitos franceses, ni el estar tan próximos a Badajoz, poseyendo y mandando en Elvas, que sólo dista tres leguas, pudieron eclipsar por un solo momento su fidelidad y verdadero patriotismo. Y, en crédito de ello, y para combinar las operaciones más análogas al intento, hizo que el declarante saliese el día 5 de mayo, que fue el siguiente de haber llegado a esta plaza la noticia comunicada por el alcalde de Móstoles, en dirección a Madrid, encargado de conmover a los pueblos del tránsito, de estar preparados para el día que se les avisase y que permaneciera en Madrid los días que fuesen necesarios para enterarse de las ideas de los franceses y del estado en que se hallaba la Castilla, pues en esta se ignoraba por la falta de correos, lo que verificó trayendo a dicho conde las noticias más puntuales de lo que se le había encargado”.

 

La tensión era palpable a esas alturas[44]. El 4 de mayo, el día antes de publicar su proclama, Torre del Fresno aún mantenía una actitud prudente, temiendo el doble frente de los desórdenes y de la amenaza francesa. Ese mismo día le comunica, desde Medellín, el comandante de dragones de la Reina: “Avisos revolucionarios han venido a ésta, no me muevo sin orden del general, a cuyo aviso está mi escuadrón pronto aguardando a caballo”[45].

 

            Para García Pérez, la actitud contemporizadora se aprecia en el tono ambiguo y gandilocuente de la proclama, acomodaticia, según este autor,  a cualquier cambio de la situación[46]:

“Los avisos que se han recibido manifiestan que nuestro amado soberano y el gobierno se hallan en riesgo eminente, y cuando todos los pueblos se encuentran resueltos a morir antes que se haya destruido el gobierno, conviene que usted haga publicar, en los de su partido. Que, aunque las noticias no son del todo auténticas, deben ser suficientes para que los buenos españoles se armen y se dispongan a defender la patria si, por desgracia, saliese cierto que nuestros aliados correspondían con perfidias a la amistad y buena fe con que los recibimos. En su consecuencia, y siendo preciso para nuestra conservación y defensa que ésta se haga con el mejor orden, y correspondamos así a las esperanzas de la patria. (…) Yo me glorío y  me honro de ser comandante general de una provincia fiel y valiente, que en ningún momento ha desmentido su valor, y me prometo que en esta ocasión se acreditará, más que nunca, que sabemos preferir todos los contratiempos y todos los trabajos a una opresión injusta[47]

 

No obstante, y a pesar de que Torre del Fresno no hace mención explícita a los franceses, –tampoco la había en la que emitió su paisano Godoy pocos años antes- y de que todavía alberga esperanzas sobre su lealtad, se toman medidas concretas para el reclutamiento, pertrecho y transporte de un ejército extremeño, bien incorporado a los regimientos de línea, de guarnición en la provincia, o bien creando unidades de voluntarios.

 

Más allá de una declaración formal, el capitán general inició preparativos efectivos de defensa tal y como demuestra el capitán de milicias urbanas, José Rivero:

“Con motivo de encontrase en aquella época en el empleo de ayudante mayor de las milicias urbanas de esta plaza, (…) dando la orden para que, el que declara, sacase del real arsenal el oportuno armamento y se repartiese entre las catorce compañías de dicho cuerpo de milicias urbanas, pertrechándolas de fusiles, cartucheras, cartuchos y piedras de chispa y que, efectivamente se pusiesen sobre las armas, como lo empezaron a hacer desde el día seis de dicho mes de mayo”.

 

A pesar de haber dado aquel paso decisivo, el capitán general mandó, el mismo día de la proclama, un emisario a informarse a Madrid, como se ha visto. Al día siguiente retomó la correspondencia con el general Kellerman (Ver apéndice II), y otro día después, ya el 7 de mayo, remitió al concejo de Badajoz la orden del ministro de Guerra que condenaba la revuelta del 2 de mayo y llamaba a la tranquilidad. La todavía máxima autoridad de la provincia pensaba:“Está pronta esta ciudad, en general y particular, a contribuir al sosiego y tranquilidad de este vecindario y a lo demás que se ofrezca con motivo de las actuales circunstancias”[48]. Todo ello es revelador de la complicada coyuntura en la que tuvo que desenvolverse.

 

             Toreno cree tener la explicación para este nuevo giro de la situación:

“En su apuro se asesoró con el marqués del Socorro, general en jefe de las tropas que habían vuelto de Portugal. Ambos convocaron a junta militar, y de sus resultas se dio el 5 una proclama contra los franceses, la primera quizá que en este sentido se publicó en España, enviando además a Lisboa, Madrid y Sevilla, varios oficiales con comisiones al caso e importantes. Obraron de buena fe Torre del Fresno y Socorro en paso tan arriesgado, pero recibiendo nuevos avisos de estar restablecida la tranquilidad en la capital, así uno como otro mudaron de lenguaje y sostuvieron con empeño el gobierno de Madrid. Habían alucinado a Socorro cartas de antiguos amigos suyos, y halagándole la resolución de Murat de que volviese a su capitanía general de Andalucía, para en donde, en breve partió. Su ejemplo y sus consejos arrastraron a Torre del Fresno”[49].

 

 

            Los resultados expuestos confirman la afirmación de Toreno y desmienten a Gómez Villafranca, que sostiene que no hay constancia de la Junta del día 4. No obstante y, como afirma este último autor, no es segura la participación de Solano en la proclama ni en su invalidación efectiva, llamando a la tranquilidad.[50]. Testigos cualificados lo desmienten implícitamente. El coronel Garrigó afirma:

“Que, desde que llegó la noticia de lo acaecido el día dos de mayo en Madrid, todo Badajoz se volvió un alboroto, unos ofreciendo mulas para la artillería, otros ofreciéndose voluntariamente para servir y que en aquella sazón se hallaba allí el difunto marqués del Socorro, con quien se avistó el conde de la Torre del Fresno, como gobernador que era, y que no tiene presente si dieron o no proclamas con dicha fecha, pero si que aquel alboroto se sosegó un poco y se empezó a estar con cuidado por los enemigos que había en Yelbes”.

 

Entre los testimonios de eclesiásticos que insisten en la actuación autónoma del capitán general, uno de los más evidentes pertenece al maestrescuela Juan Caldera:

“Estaba decidido, como muchas veces dijo al declarante, a ser el primero en tomar las armas contra cualquier nación que se manifestase enemiga de su patria. (…) Se hallaba el general Murat a la cabeza del gobierno, la plaza de Elvas estaba ocupada por los franceses. Y ningún otro general del reino le había servido de modelo, lo que cubre de gloria al desgraciado conde, y hace ver hasta la evidencia su declarada decisión por la justa causa, y su prudente previsión en circunstancias tan difíciles”.

 

Para Blázquez, “después que tuve noticia de la terrible fiereza con que Murat y sus satélites se manejaron el día 2 y 3 de mayo en Madrid, dando muerte a innumerables inocentes de todas clases”,  la proclama es prueba esencial de que fue un adelantado y que “no sólo debió haberle preservado de su desgracia, sino que pudo haberle adquirido el título de primer patriota de la nación, pues no he visto que ningún jefe o magistrado, haya dado antes, ni al propio tiempo, ninguna señal tan decidida y tan pública de alarma contra los franceses, los que, si hubiesen al cabo dominado, no se la habrían perdonado[51]

 

            En definitiva, el análisis de los testimonios demuestra que el conde convocó una primera junta de autoridades para preparar la proclama de alarma de la provincia, que equivalía a una declaración de guerra implícita a las tropas francesas, para, en los días siguientes, neutralizarla de hecho acatando las órdenes del gobierno. Pero ni de una ni de otra iniciativa  hay pruebas contundentes de que no fueran una decisión propia. Por otra parte, no parece casualidad que los principales alegatos sobre el valor de la proclama procedan de eclesiásticos. De hecho, ningún militar la destaca. Garrigó, como se ha visto, declara que: “no tiene presente si dieron o no proclamas con dicha fecha”. Más desconcertante aun es el silencio explícito de Galluzo que ni siquiera trata el tema.  Contradictoriamente, los representantes del ejército hacen así un desprecio velado a una de las primeras medidas de carácter  tomadas en  la serie de levantamientos de mayo de 1808.

 

C-Segunda Junta de Autoridades

 

             La convocatoria de esta segunda y última juta fue decidida por el capitán general con premura, lo cual da idea de la incertidumbre que vivió en sus últimos días. El deán Romero Castilla, lo confirma:

“Llegado el día 30 de mayo, e inquietándose el pueblo, reunió el conde en su casa a las primeras autoridades y a otras personas, según así fue pública, y hallándose el declarante con otros canónigos en la casa del intendente, que entonces era el Ecxmo. Sr. don Martín de Garay, tratando un asunto de su cabildo, en la mañana del referido día 30, llegó un recado del conde llamando a dicho intendente, quien inmediatamente salió para la casa de aquél. En esta Junta, según entendió el declarante, se trató y resolvió la alarma general y defensa contra los franceses”.

 

A pesar de no ser explícito el motivo de la junta, hasta oficiales que no fueron convocados, como el teniente coronel Fuentes,  presuponían el motivo: “Medios que se habían de tomar de defensa en tan críticas circunstancias en que se hallaba la plaza y provincia”

Así lo confirma  también Blázquez. Pero el provisor dudó desde un principio de la eficacia de la junta, por culpa de los propios convocados, como si hubiera un intento premeditado de dilación que crispase aun más la situación:

 “Cómo salí de la junta con la comisión que llevo referida, observé mientras estuve en ella, que se divagaba en conversaciones sin hacerse proposiciones ni acordar, y menos ejecutar, resoluciones. Era el tiempo inoportuno para esta en medio de los cañonazos y alboroto popular sin entenderse unos a otros. Vi, según tengo expuesto, al ilustrísimo señor obispo y  a otros individuos en sala diversa de aquella en que empezó la junta, como si estuviese disuelta, sin haber entendido que se hubiese hecho, publicado y ejecutado acuerdo alguno, y fue tan extraordinario e imponderable el aturdimiento mío y de todos generalmente en aquel día y en los sucesivos, con gran peligro de ser cualquiera un gran traidor sin quererlo ni saberlo el mismo interesado nada puedo decir por no constarme de lo ocurrido en la Junta después de mi salida hasta su conclusión”.

 

No obstante, y a pesar de aquella convocatoria por iniciativa personal de Torre del Fresno, hay que recordar que se producían relaciones entre focos próximos de levantamientos, con el envío de circulares primero y de representantes después, como hizo la Junta de Sevilla, para agilizar los cambios que explican, en gran parte, la simultaneidad y rapidez de los acontecimientos[52]. Personalidades tan distintas como el general Galluzo o el obispo Moreno, resaltan la importancia de la conexión con la capital hispalense: “Me citó a Junta para las 8 o 9 de la mañana del día 30 de mayo, sin expresar la causa. Y, reunidos, manifestó que, con motivo de los acontecimientos de Madrid y oficios de la Junta Suprema de Sevilla, era necesario meditar los medios que debían adoptarse para la defensa de la provincia”[53]

 

 

El obispo expone además la difícil tesitura:“como los franceses, que estaban apoderados del gobierno, circulaban continuas y repetidas  órdenes que comprometían a los pueblos y a las autoridades, y hubiese al mismo tiempo recibido un pliego de la Junta que se formó en Sevilla, invitando esta provincia para que se uniese a ella”. Riesco es meridianamente claro al respecto, resaltando el papel impulsor de la junta sevillana en la revuelta, aunque fuera indirectamente y a última hora:

“Por no haber publicado, tan breve como deseaba la plebe, algunos pliegos de Sevilla, que anunciaban el levantamiento de aquella ciudad, se apoderó la efervescente preocupación de algunas personas de las clases comunes y atentaron contra su vida, lo cual supe más de cerca cuando pasé posteriormente a esa ciudad a servir la vocalidad de la Junta de Gobierno”

 

 Blázquez hace la interpretación de mayor alcance sobre las relaciones externas del movimiento pacense y de la vertiente política de sus motivos:

“La muerte del señor conde de la Torre del Fresno, provino, según mi concepto, por el solo motivo de tener la comandancia general de esta provincia a su cargo, de la conjuración fraguada contra él como también contra los señores Conde del Aguila en Sevilla y marqués del Socorro en Cádiz”.(…) “Fue omiso en convocar la junta o tomar por si otras determinaciones, sin la más mínima dilación desde que vino uno de Sevilla, que no conocí, con la noticia del levantamiento de aquella ciudad y de la muerte del señor conde del Águila[54]

 

            A pesar de todo ello, la teoría de que el conde de la Torre del Fresno era un afrancesado fue asumida incluso por la nueva administración al servicio del rey José que, en virtud de su sacrificio, propuso como recompensa el ascenso de sus yernos, también militares de carrera[55]. Finalmente, el conde fue exonerado, gracias a la investigación sumaria abierta por su viuda, por real resolución de 4 de agosto de 1817[56], y declarada  que, con su conducta, “logró además que la posteridad le señale entre los primeros que levantaron el grito por la independencia de la nación”[57].

 

Para su buen amigo, el provisor Blázquez, era también “un buen extremeño, que se condolía del cautiverio de la familia real y del fatal estado de la nación”.Llama poderosamente la atención que se abriera un sumario para dilucidar la conducta del conde, ocho años después de los acontecimientos y  gracias a la insistencia de la viuda del asesinado y que, por el contrario, no se investigara la autoría del crimen en su momento, máxime cuando otro motín contra las autoridades pacenses, el 16 de diciembre del mismo año, dio lugar a una investigación y a un juicio que, con presteza, condenó a muerte a los responsables[58].

 

6-¿Conspiración y pronunciamiento?

 

Las insinuaciones sobre la existencia de la conspiración son meridianamente claras, precisamente por parte de los testigos que ofrecen la narración más completa de los hechos, y que estaban más próximos al difunto: Blázquez y el obispo Moreno. A ellos se añaden los testimonios de Manuel Madera, casi idéntico al del obispo, y el del teniente coronel Huertas:

“Llamado para la junta que se había de tener en la mañana del día 30, concebí al concurrir a ella, por el dicho de alguna persona, que no me es posible recordar, que estaba en peligro la vida del señor general, por haber contra él alguna conjuración”(…)

“A pretexto de varias e infundadas desconfianzas, que fueron demasiado ordinarias y repetidas en aquella época, aun contra los más decididos por la justa causa, si es que no tuvo algunos agentes ocultos que diesen impulso a la conmoción por venganza y resentimientos particulares”.

 

El teniente coronel Huertas, “oyó decir por la mañana, a los que iban hablando por las calles, de resultas de estar algunos paisanos reunidos en complot en la plazuela en donde vivía el general”. Contamos además con la referencia clásica del conde de Toreno, seguida por la historiografía posterior que se ha ocupado del hecho[59]:

“La fermentación crecía, menguaba la confianza hacia su persona, y avivando las pasiones, los impresos de Madrid que tanto les despertaron en Sevilla, trataron entonces algunas personas de promover el levantamiento general. Se contaban en su número y eran los más señalados, don José María Calatrava, después ilustrado diputado de cortes, el teniente de rey Mancio y el tesorero don Félix de Ovalle, quienes se juntaban en casa de don Alonso Calderón. Concertóse un plan que el 3 o 4 de junio debía ejecutarse al mismo tiempo en Badajoz y cabezas de partido”[60].

 

Tenemos  pues dos asertos claros; uno, existía una conspiración; otro, se señalan unos responsables de la misma. En el estado actual de la investigación no podemos demostrar la responsabilidad directa de los tres mencionados. Desconocemos la fuente de información de Toreno en este aspecto  y su grado de fiabilidad. Resultaría chocante confirmarlo en el caso del “leal” Mancio. Sí es cierto que el testimonio de dos de ellos, Ovalle y Calatrava, se hecha en falta en el sumario, y que ambos comenzaron a partir de ese mismo acontecimiento una rápida escalada política, aun tomando caminos distintos[61]. Por su parte, tanto Mancio, como Ovalle, como es sabido, progresaron en el movimiento juntista, que tomó el poder y organizó la defensa. En cuanto a los militares, Monsalud y Galluzo, fueron ascendidos  directamente de coronel y brigadier respectivamente a tenientes generales, saltando en el escalafón. Galluzo, además, se convirtió en presidente de la Junta Suprema de Extremadura y, poco después, en jefe del prontamente formado y más rápidamente derrotado ejército de Extremadura.

 

Resulta sumamente atractiva la hipótesis de Toreno, basada en la existencia  de instigadores en la sombra que ni siquiera se desvelan como tales al final del proceso. En cualquier caso, no parece consistente, por falta de pruebas, la exculpación que esgrime Gómez Villafranca para los tres mencionados: no consta que acusasen al conde,   Mancio asistió a la junta del día 30, y Calatrava,   Félix y Ovalle, o no asistieron,

o si asistieron no mostraron disconformidad con Torre del Fresno[62]. De hecho, Mancio aclara la amplitud de la convocatoria: “Mandando recado para Junta en su casa a todos los magistrados, jefes de plaza y de todos los cuerpos de la guarnición. No contamos con la relación completa de los presentes, pero no fue excluida ninguna autoridad.

 

Lo cierto y demostrado es la existencia de la conspiración. Los motivos pudieron ser dos: uno personal, basado en rivalidades y recelos profesionales o familiares, menos demostrables, y otro, plenamente político, ampliamente documentado, como puede verse. Los objetivos del motín se cumplieron, una vez eliminado el conde de la Torre del Fresno y, como certifica Toreno, se formó, la misma tarde del motín, con el cuerpo del conde aún caliente, una Junta Central de la provincia en Badajoz, presidida por Galluzo, y otras, a su semejanza y bajo su acatamiento, en los partidos[63]. Tal rapidez en la organización sólo es posible gracias a un plan previo organizado, que buscara romper con las viejas instituciones, inertes ante la vorágine, la principal de ellas el Consejo de Castilla [64]

 

Las insinuaciones veladas del provisor Bláquez, amigo personal y buen conocedor del pasado del conde, son muy sugerentes para presuponer una conjura estimulada por motivos personales: “No pudiendo sospechar su desgracia, en medio de sus paisanos que le habían estimado, aun adulado sus flaquezas juveniles”(…) “Ni sea . regular que desconfiase el pueblo entero, como no creo recelasen sino algunos malvados asesinos, locos o borrachos”.

 

 Toreno ofrece una visión particular de la personalidad de Torre del Fresno: “Carecía de prendas que le realzasen, general cortesano y protegido como paisano suyo por el príncipe de la Paz, placíale más la vida floja y holgada que las graves ocupaciones de su destino. Sin la necesaria fortaleza aun para tiempos tranquilos, mal podía contrarrestar el torrente que amenazaba”[65]. En realidad, con esta descalificación, el ilustre historiador liberal pretende explicar y acuñar una actitud vacilante, e incluso pusilánime, que choca, como se ha expuesto, con la visión de los testigos.

 

 En otro orden de cosas, Toreno, involuntariamente, aporta una pista para entender las motivaciones del motín que acabó con la vida del capitán general: su vinculación con el antiguo primer secretario de Estado. Esta relación era familiar, de paisanaje, y puede que también política, aunque sólo fuera como favorecedor de su carrera[66]. En relación a la imagen de militar cortesano, alejado de la vida militar activa, no se debe más que a su cargo de gentilhombre de cámara[67]. El conde de la Torre del Fresno llegó a ofrecer sus bienes y rentas para las necesidades de la guerra contra la Convención, y solicitó ser destinado, junto a su regimiento, a la frontera francesa. Manuel Godoy, le traslada, de su puño y letra, el 13 de febrero de 1793, la gratitud del rey por “esta demostración de lealtad que tendrá presente en ocasión más urgente”[68]. Este planteamiento no deja de ser una mera hipótesis por contrastar, pero que, en caso de demostrase, puede explicar mejor las causas de  la conspiración de 1808, como un golpe de fuerza para cambiar viejas autoridades, en el caso del conde afín a Godoy, por otras nuevas. En este sentido, el caso de Badajoz sería tanto un motín de Aranjuez como un motín de 2 de mayo.

 

Por el contrario, para Gómez Villafranca es difícil hacerse cargo de las rivalidades íntimas o familiares como motivación. La conjura, según él, fue dirigida más contra la autoridad que representaba y las decisiones superiores que debía ejecutar, que contra su propia persona[69]. En este mismo sentido, Toreno [70] cifra su responsabilidad en los acontecimientos, primero porque, en su opinión, fue una imprudencia la proclama del día 5 bajo la amenaza francesa, sin defensa efectiva de la ciudad, y después lo fue, igualmente, su empeño en restablecer la situación anterior, acatando las órdenes del gobierno. El resultado fue el adverso, estimular involuntariamente la situación de inseguridad colectiva.

 

Es muy significativo que el mismo día 30 por la noche, cuando parecía que todo había concluido, el concejo de Badajoz convocase cabildo extraordinario para restablecer el orden público. Los regidores se muestra desbordados por la gravedad de los acontecimientos, que perciben como similares a los que ocurren en otros puntos del país y, aún a estas alturas,  por la duda sobre las intenciones de las tropas francesas: Ha ocurrido una conmoción, como las sucedidas en los cuatro reinos de Andalucia y otras poblaciones” (…)“Que se retiren a sus casas, -los vecinos- (…) en la inteligencia de que en caso, no esperado, de alguna invasión, están tomándose todas las providencias, y se tomarán todas las que corresponda, para la completa seguridad de este vecindario”.

 

 

Torre del Fresno, como buen militar y titular de una capitanía general que, con el marasmo del gobierno, eran, junto a las audiencias, las únicas instituciones con capacidad de maniobra, pagó con su vida su fidelidad al orden establecido, que en ese momento, aunque fuera una ficción jurídica, era el emanado de las abdicaciones de Bayona, celebradas, paradójicamente, el mismo día que él emitió su proclama de alarma y defensa[71]. El levantamiento de Badajoz se parece mucho al de Cádiz en su final, el asesinato del capitán general que, para más coincidencia, no fue otro que José Solano, marqués del Socorro[72]. En realidad, el motín pacense se inscribe en los episodios de “matanzas de capitanes generales” y autoridades que no consiguieron encauzar los acontecimientos[73].

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONCLUSIONES

 

La intranquilidad era evidente tras conocerse  los sucesos del 2 de mayo. A todo ello hay que añadir la difícil situación económica y, posteriormente, las primeras derrotas y desastres de la guerra. De hecho, el del 30 de mayo no fue ni el primer ni el último motín que sufrió la ciudad durante aquel año de crisis. La evolución del levantamiento observa un primer paso de avance, con una proclama y juntas de autoridades, y otro de retroceso, siguiendo las llamadas a la calma del gobierno, como ocurrió en otros casos. En cuanto al motín, podemos asentar unas conclusiones claras.

 

1-Los móviles aparentes son fútiles. El capitán general nunca pretendió obviar las honras al rey en su onomástica, es más, estaban preparadas. La supuesta entrega de la plaza a los franceses, prometida en las cartas,  fueron bulos hábilmente utilizados, aprovechando la confusión del momento, como demuestra la escena del postillón. El móvil asemeja el motín de Badajoz al de la Coruña, producido el mismo día.

 

2-El detonante, el disparo del cañón, es más una señal convenida que un acto espontáneo. El hecho plantea el tópico del motín fortuitamente adelantado y de la heroína popular que participa en su estallido.

 

3-La evolución es muy similar a otras conspiraciones y motines del levantamiento patriótico: a) intentos previos en días anteriores; b) mensajes y enviados incitando a la revuelta de otras juntas;  c) marcha por las calles, con un recorrido fijado de antemano y con actos rituales que arrastran a la multitud  que, en el caso de Badajoz, son bastante originales:  desfile del pelotón, ritual del fajín y el sable, segundo cañonazo, escena del postillón; c) diálogo, por dos veces, entre los rebeldes y la autoridad que se pretende derribar, que intenta, ingenuamente, calmar la situación; d) inhibición de los mandos militares y participación explícita de las tropas en la rebelión; d) desenlace sangriento o impactante, que permite crear un nuevo órgano dirigente mixto entre viejas autoridades y hombres nuevos, entre ellos se encuentran los presuntos promotores. La evolución del tumulto se asemeja también al coetáneo de la Coruña, en los intentos de mediación por parte del principal afectado que, como en Cádiz, le costó la vida.

 

4-El estudio de los participantes demuestra que las tropas de húsares lideran el tumulto. La apariencia de motín popular espontáneo, al grito de “Viva el Rey, mueran los traidores”,  esconde una rebelión militar y un golpe de fuerza político, con una conspiración previa,  para eliminar y sustituir a la principal autoridad de la provincia. Se trata, por tanto, de un auténtico pronunciamiento que, organizado por civiles y militares, es ejecutado por estos últimos, si bien miembros de ambos grupos pasan a ejercer el poder.

 

La teoría conspiratoria y del aparato previo, con mayor o menor organización, amplitud territorial y claridad de fines, pensamos que  recobra fuerza  con el estudio de ejemplos como el de Badajoz[74]. El motín y el asesinato del conde de la Torre del Fresno fue resultado de una planificación exhaustiva. Ya había fracasado un primer intento de levantamiento una semana antes. Por ello, el definitivo estuvo mejor preparado, tanto que se presenta muy original en su escenificación. Y, lo más importante, surtió efecto: puso en pie de guerra a Extremadura frente a la amenaza francesa y eliminó a la máxima autoridad de la provincia. Nuevos hombres, la mayoría con viejas ideas, accedían al poder a través de nuevas instituciones  que mantendrían casi todo igual. Probablemente nos encontramos, en mayo de 1808, en Badajoz, con una de las primeras declaraciones de guerra contra la ocupación francesa, con la formación de uno de los pocos focos originales del alzamiento que derivó en la creación de una junta suprema provincial[75], y con uno de los primeros pronunciamientos de la España contemporánea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

APÉNDICES DOCUMENTALES

APÉNDICE I. RESUMEN DE LAS DECLARACIONES DEL SUMARIO. 1816

NOMBRE Y CARGO SITUACIÓN EL DÍA DE AUTOS HECHOS QUE TESTIFICA CONDUCTA DEL capitán general
José Aldana, capitán de milicias urbanas En un cortijo en las afueras En misión en Madrid Fidelidad al rey
José Rivero, Tte coronel milicias Ayudante mayor de milicias urbanas Le encargó armar del arsenal a la milicia Fiel vasallo del rey y buen patriota
General José Galluzo En Junta de autoridades Estallido del tumulto La ignora
Gregorio Mancio, gobernador internino En Junta de autoridades Estallido del tumulto Ordenó honras al rey, ante la multitud
Manuel Madera, comerciante En la calle, junto a la casa del conde Diálogo con la multitud en el balcón Prometió la honras la rey, pero a su hora
Comandante Joaquín Vergara Conteniendo multitud en cuartel  la Bomba Multitud saca tropas del cuartel Incierto rumor de entregar la plaza
Coronel Diego del Toro En casa del conde cuando estalló motín Diálogo con la multitud en el balcón Ordenó honras al rey
Teniente coronel Laureano de las Fuentes. Comiendo en casa de  su coronel, Monsalud. Conteniendo motín Muerte del conde en Puerta de Palmas Intentó calmar a la multitud
Teniente coronel Domingo Losada Conteniendo con su coronel  Monsalud Muerte del conde en Puerta de Palmas Intentó calmar a la multitud
Teniente coronel Manuel Huertas Conteniendo a la multitud Muerte del conde en Puerta de Palmas Intentó calmar a la multitud.
General Marqués de Monsalud, Conteniendo a la multitud Cartas: Junot y MuratProclama en abril Fidelidad al rey
Coronel José Garrigó Conteniendo a la multitud Muerte del conde en Puerta de Palmas Entregó el bastón de mando a Galluzo
General Marqués de Monsalud Conteniendo a la multitud Correos franceses Fidelidad al rey
Manuel Madera, del comecio En la calle, junto a la casa del conde Diálogo con la multitud en el balcón Prometió la honras la rey, pero a su hora
Francisco M. Riesco, inquisidor de Corte En Llerena, Proclama  Fidelidad al rey,
José Romero  y Sequera, presbítero En Badajoz No hallaron papeles comprometidos Fidelidad al rey
Juan Caldera, maestrescuela Conoció la muerte sobre 3 de la tarde Asesinato cometido por soldados Proclama y defensa
Francisco Romero de Castilla, deán En casa de intendente Garay. Proclama y Junta Fidelidad al rey
Mateo Delgado Moreno, obispo En Junta de autoridades Diálogo en el balcón, entrada de multitud Fidelidad al rey.Infundios contra él.
Gabriel R. Blázquez provisor eclesiástico En Junta. En la calle, intentando apaciguar. Evolución y final del motín Fidelidad al rey.

 

 

 

 

 

 

APÉNDICE II. CORRESPONDENCIA ENTRE EL GENERAL KELLERMAN Y EL CONDE DE LA TORRE DEL FRESNO.

 

Archivo Histórico Nacional. Sección Colecciones-Diversos, legajo 136, número 36.

 

Carta primera

 

Badajoz, 6 de mayo de 1808, a las siete de la tarde.

El mariscal de campo, conde de la Torre del Fresno, comandante general de la provincia de Extremadura y gobernador de la plaza de Badajoz. Al excelentísimo señor Kellerman, comandante general de las tropas francesas en la provincia del Alentejo.

Señor general: Tengo el honor y particular satisfacción de comunicaros que, según órdenes de mi gobierno, que acabo de recibir por el correo que ha llegado, han variado las desagradables circunstancias que habían dado motivo a la interrupción de nuestra correspondencia. Así es que marcha el correo para ese reino con la correspondencia pública que trae desde mi Corte, en que no dudo irán órdenes y cartas para vos y demás generales e individuos de vuestra nación. Me apresuro con semejante motivo a manifestaros, sin embargo de lo que esta mañana os he insinuado por medio de un oficial, que se os habrá presentado, la particular complacencia que me resulta por las noticias que ha traído dicho correo, de quedar todo tranquilizado en la corte de mis soberanos, y de aseguraros con los más finos sentimientos que siempre soy vuestro más apasionado seguro servidor, que os saluda muy particularmente.

 

Carta segunda

 

Elvas, 8 de mayo de 1808

Kellerman, general de división, comandante de las provincias al sur de Tajo, al señor conde de la Torre del Fresno, capitán general de Extremadura y gobernador de Badajoz. Señor General: He leído con mucho gusto las explicaciones que vuestra excelencia me ha dirigido por su carta de ayer. Veo con placer que la efervescencia se calma, y espero que las causas que la han ocasionado no serán tan desagradables como habíamos podido temer. Os doy gracias por los cuidados que habéis tomado para seguridad de los franceses en Badajoz y para la de Martín Chegarai (sic) y del correo, que me tenía con inquietud. Os ruego le continúes vuestra petición. Pascual carretero francés que se haya preso en las prisiones de esa ciudad y tiene corte corto número de caballos y acaba de interesarme en su suerte para que se le ponga en libertad. Es un padre de familia, extraño a las disensiones políticas, que no puede experimentar sino desgracias por efecto de su detención. Os pido pues, señor gobernador, que tengáis a bien hacerlo poner en libertad, tomando disposiciones concernientes, a fin de que no le suceda ningún daño y que sus caballos y carruajes se le entreguen y no se empleen en el servicio público.

Tengo el honor de saludar a usted con la más alta consideración.

 

Carta tercera

 

Excelentísimo señor. Luego que recibí una agradable carta de antes de ayer, hice que se preguntase al momento al carruajero Pascual, sobre los males que hubiese padecido, para hacérselos reparar inmediatamente. Pero el papel que acompaña, firmado de su mano, comprobará vuestra excelencia que las quejas que le dieron carecían de fundamento. Dicho Pascual jamás ha estado en prisión ni sus caballos se han empleado en uso público alguno, por el contrario se les ha mantenido con todo esmero, y yo hubiera castigado cualquier exceso de esta clase. Lo mismo Pascual que otros varios pasean libremente por la plaza del cuartel, atienden a sus carros y presencian el cuidado que se tiene de sus caballos. No han marchado ya porque ellos mismos han querido esperar a que todo el camino esté cubierto con los piquetes de caballería que ordené repartir. Espero pues de la justicia y penetración de vuestra excelencia que no dará crédito a las voces mentirosas que sean contrarias a cuanto les tengo asegurado, y que no durará jamás que vigilaré incesantemente en que no se perjudique a francés ninguno.

Tengo el honor de saludar a vuestra excelencia con todas las muestras de la más alta consideración.

 

Certificación. Pedro Pascual, vecino de Bayona, tiene dos carros con nueve caballerías, las cuales están depositadas por disposición del señor general de Badajoz, las que, de la misma orden, se les da cebada y paja para su manutención, sin haberlas hecho trabajar, cuya disposición y requerimiento tuvo a bien dicho señor general, tanto con los franceses como con las caballerías, para evitar unas fatales consecuencias de la conmoción popular, pues del contrario hubieran podido peligrar nuestras vidas, de lo que estamos satisfechos, como del buen trato. Badajoz, 10 de mayo, de 1808.

 

Carta cuarta

 

Señor conde. No puedo mirar ya mas tiempo, con una indiferencia que manifestaría debilidad, el proceder de los habitantes de Badajoz, en cuanto a los franceses que sus negocios o las órdenes conducen a esa ciudad. Ello es inaudito, que estén continuamente expuestos a un pueblo ofuscado de la razón, no conoce respeto ni consideración, ni los derechos de la sociedad. Y que la protección vigilante que yo concedo a todos los españoles que pasan a Yelves, o a esta provincia, no pueda producir sobre los espíritus el sentimiento de una justa correspondencia. Esto pertenece a vuestra excelencia, como a los demás depositarios de la autoridad, calmar por último esta enajenación por mucho tiempo continuada. (…) Esto es lo que os requiero expresamente a hacer conocer, publicando mi carta. Tengo el honor de renovaros la seguridad de mi alta consideración. El general Kellerman. Yelves, 18 de mayo de 1808.

 

 

 

           



[1] Para la herencia de la frontera y la guerra en Badajoz en los tiempos modernos, Vid. CORTÉS, CORTÉS, F.: Una ciudad de frontera. Badajoz en los siglos XVI y XVII. Badajoz, 1990.

[2] “Memorias del mariscal Soult”. En VALDÉS FERNÁNDEZ, F.: La Guerra de la Independencia en Badajoz. Fuentes francesas. Ia.  Memorias. Badajoz, Diputación Provincial, p.39.

[3] La intendencia, principal organismo que, fruto del reformismo borbónico, aportaba cierta cohesión institucional y administrativa a toda la provincia, junto a la capitanía, ejercía amplias facultades en hacienda, guerra, justicia y policía, en competencia en las dos últimas materias con el corregidor, hasta que de dividieron ambos bloques de materias entre las dos instituciones en 1766. La intendencia fue en sus orígenes una institución surgida, durante la Guerra de Sucesión, para apoyar a la administración militar en las necesidades del ejército. Por ello se distinguían,  intendencias de ejército, como Extremadura desde 1720, junto a otras siete más, e intendencias provinciales. GARCÍA-BAQUERO, GONZÁLEZ, A.: “Las estructuras del reformismo borbónico”. Historia de España. Barcelona, Planeta, 1989, vol.7, pp.44-52.

[4]  El Badajoz un alcalde mayor servía el corregimiento, interinamente desde 1769.

Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Badajoz. Asamblea de Extremadura, 1994, p.36.

[5] La capitanía general ocupaba el segundo nivel en la jerarquía de la administración militar,  detrás de la Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra. Hasta 1767 se denominaba comandancia, en vez de capitanía, cuando coincidía en una provincia con audiencia, desde entonces se terminó la duplicidad, aunque podía existir un comandante general como sustituto del capitán general. Además, las capitanías se acomodaron al ámbito territorial de las audiencias judiciales. En cada provincia existía un gobierno mancomunado, el real acuerdo, entre la audiencia, que actuaba como órgano consultivo  y el capitán general que la presidía. Sin embargo, en la administración de justicia, la audiencia era independiente bajo la presidencia de un regente. Extremadura era una de 13 capitanías generales existentes en España en 1808. ÁLVAREZ SANTALÓ, L.: “Restauración del prestigio: los instrumentos de fuerza y negociación”. Historia de España, cit., p.110.- GARCÍA-BAQUERO, cit., p.49.

[6] El derecho de voto en Cortes se repartía por turnos con las ciudades de Mérida, Plasencia, Trujillo y las villas de Alcántara y Cáceres. Interrogatorio, p.36.

[7]  En 1791 Badajoz contaba con 3.230 vecinos, por ello, superaba los 11.000 habitantes. Interrogatorio, cit., p.37.- RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, A.: “El número de extremeños en los tiempos modernos”. Historia de Extremadura, Cáceres, Universitas Editorial, vol. II, p.502.

[8][8] Desde la Guerra de Secesión Portuguesa, Badajoz poseía con una de las fortificaciones más inexpugnables del país, formada por ocho baluartes, tres puertas principales, tres revellines o fortines exteriores principales y otros tres secundarios, como construcciones esenciales de la defensa. GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: “La fortificación abaluartada de Badajoz”. Apuntes para la Historia de la ciudad de  Badajoz. Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2002 vol. I, pp.13-22.

[9] MADOZ, P.: Diccionario Histórico-geográfico de Extremadura. Cáceres, edición de la Jefatura provincial del Movimiento, 1953, vol.I, pp.238-239. Los edificios sufrieron las consecuencias de la guerra.  La mitad del parque de ingenieros fue destruida, por hallarse inmediato al principal frente de ataque francés en el sitio de 1811. El cuartel de Santo Domingo quedó casi arruinado completamente, y cuando lo describe Madoz aún no se había reedificado. Para entonces, los cuarteles eran insuficientes para las necesidades de la plaza y se habían habilitado algunos conventos.

[10] Badajoz albergaba uno de los dos regimientos de húsares que, desde la reforma de 1805, existían en la caballería española. El otro era el regimiento de Húsares Españoles. Era frecuente que los batallones de un regimiento se repartiesen entre varios destinos, especialmente los de infantería de línea, ya que un regimiento de este arma contaba, en 1808, con tres batallones de cuatro compañías cada uno. ARTOLA GALLEGO, M.: La España de Fernando VII. Madrid, Espasa-Calpe, 1999, p.109.

 

[11] Había una compañía fija de artillería en cada una de las 15 principales plazas fortificadas del país. Algunas de estas unidades habían sido destinadas aquí pocos años antes, pues no aparecen referidas en 1791, en los Informes de la Audiencia. Entonces la guarnición estaba formada, además de por la citada compañía de artillería y las milicias urbanas, por el segundo regimiento de infantería ligera de Cataluña y el de infantería de Extremadura, la bandera del regimiento de infantería de Zamora, el batallón de voluntarios de Aragón, el escuadrón de voluntarios a caballo de España y una compañía de inválidos. Interrogatorio, cit., p.46.

[12] TORENO, -conde de-.: Historia del levantamiento, guerra y revolución de España. Paris, Librería de Baudry, 1838,  vol. I, p.130. -Archivo Municipal de Sevilla. Biblioteca-.

[13] Autores actuales asumen las cifras de tropas que ofrece Toreno. CASINELLO PÉREZ, A.: “La guerra peninsular de 1808: del entusiasmo a la frustración”. Revista de Historia Militar, 2005, número extraordinario.

[14] Si consideramos que cada batallón de infantería  estaba formado en esos momentos por un mínimo de 500/600 hombres, sólo de este arma debería haber contado la plaza con 1.000/1.200 hombres más. De todas formas, en vísperas de la guerra muchos regimientos  se hallaban incompletos. El mismo conde de la Torre del Fresno estuvo al frente, unos años antes, como brigadier, del regimiento de infantería de línea de Extremadura, con poco más de 700 hombres, la mitad de su plantilla efectiva.

[15] El regimiento de infantería de línea de Extremadura, cuya denominación denota su origen y reclutamiento, como era ya usual en la época, estaba destinado en Tarragona.. Para Todos los aspectos tratados de organización y uniformidad militar, Vid. GÓMEZ DE ARTECHE Y MORO, J.: Guerra de la Independencia: historia militar de España. 1808-1814. -14 vols.- Madrid, Depósito de Guerra, 1868-1903, y la web ingenierosdelrey.

[16] Las milicias urbanas a las que se refiere Toreno eran fuerzas de reserva de infantería, reclutadas y costeada por cada municipio. Badajoz contaba con 14 compañías de este cuerpo.

[17] El título fue obtenido por su abuelo, Toribio Grajera, en 1747. Hijo de don Joaquín Grajera y Roco y de doña Florencia de Argüello y Amesquida. Contrajo matrimonio en Badajoz el 8 de abril de 1.775,  con Juana Topete y Argüello, con quien tenía parentesco. Tuvieron cuatro hijas: Carmen, Florencia, Joaquina y Petra, casadas todas ellas con militares. Vid. Blasones hispanos y crónicas de Talavera, direcciones web, para aspectos genealógicos y locales.- Archivo General de Simancas. Secretaria del Despacho de Guerra, 7326, 21, fols. 281-289.

 

[18] Vid. GÓMEZ VILLAFRANCA, R.: La Guerra de Independencia en Extremadura. Memoria histórica y colección diplomática.  Sevilla, Muñoz Moya, 2004  pp. 18 y 19. Esta autor indica que fue nombrado gobernador militar y político de Badajoz el 28 de julio de 1807 y tomó posesión del cargo el 7 de septiembre. Al ocupar Toribio Grajera el puesto de capitán general, ascendió a gobernador militar y político  de la plaza, Juan Gregorio Mancio,  que era teniente de rey, o segundo jefe de la plaza, como el mismo explica en el sumario. No obstante, en diversas fuentes, como las cartas con Kellerman, Torrefresno se titula gobernador de la plaza. Probablemente Torre del Fresno abarcó éste último cargo y el de capitán general si, como afirma, Rincón, Mancio fue nombrado corregidor en septiembre de 1808. Vid. RINCÓN, J.: El regañón. Periódico extremeño de iniciativa particular, publicado en el año de 1811. Badajoz, Arqueros, 1926, p.143.

[19] GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., Para la segunda parte, la colección diplomática, que contiene el interrogatorio del juicio sumario, hemos utilizado la edición original de la Biblioteca de Extremadura, -Badajoz-, editada por Tipografía Uceda, Badajoz, 1908. Documentro nº 9, pp.7-17. Para reducir citas  no referimos la página de cada testimonio, puesto que es fácil de localizar dentro del documento.

[20] El cabildo de la catedral de Badajoz constaba de siete dignidades, por orden: deán, arcediano de Badajoz, chantre, arcediano de Jerez, tesorero, maestrescuela  y prior, detrás se situaban los canónigos. Interrogatorio, cit., p.40.

[21] Fueron miembros de a misma: el obispo, Mateo Delgado; el deán, Francisco Romero Castilla, el inquisidor Riesco que primero fue presidente de la Junta de partido de Llerena; los brigadieres, marqués de Monsalud y  José Galluzo,  o el teniente de rey Juan Gregorio Mancio Vid. RINCÓN, cit., pp.125-172.  Rincón ofrece una relación sucinta de los principales méritos de cada miembro de la Junta.

[22] ARTOLA, cit., p.468.

 

[23] Vid., GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p21. Esta autor también insiste en esta apreciación.

[24] TORENO, cit., p.129.

[25] El propio Gómez no tiene constancia segura del personaje: “podía ser media hora antes disparado por una mujer, dicen que maría Cambero, la Maricona”. GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.20. Solar y Ordóñez desarrolla literariamente el tópico como trama esencial  a lo largo de su documentada y amena novela. Vid. SOLAR Y ORDÓÑEZ, cit.

[26] “Concertóse en las diversas reuniones un vasto plan que el 3 o 4 de junio debía ejecutarse al mismo tiempo en Badajoz y cabezas de partido”.- Vid. TORENO, cit., p.129

[27] TORENO, cit., p.29.

[28] GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., documento nº 8.

[29] Colección legislativa de España. Tampoco se trataría de artilleros, pues según las ordenanzas de 1802 “El uniforme del artillero será casaca y pantalón azul turquí; chaleco, vuelta, cuello, forro y vivo encarnado Contra esta argumentación se podría oponer la trayectoria de las tropas. Si el cuartel de húsares era la Bomba, lo normal es que hubieran aparecido en la plaza de San Juan, directamente desde el Campo de San Francisco, no por la calle de San Blas, provenientes de Puerta Trinidad. Parece que este punto cobra especial interés como arranque de las oleadas del motín que lo avivan y precipitan.

[30] ARTOLA, cit., p.82

[31] Es difícil creer, con el carácter formalista que siempre ha tenido, y tiene, el Ejército, y que envuelve cualquier de sus actos, que éste pudiera ser un hecho espontáneo sin más significación.

[32] TORENO, cit., p.129

[33] GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.20

[34] El postillón era el mozo a caballo que precedía a la posta, o tiro de caballerías que, en este caso, llevaban las valijas del correo.

[35] ARTOLA, cit., p.84

[36] Toreno por su parte indica que en la muerte participaron tanto paisanos como militares. GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.22.- TORENO, cit., p.129.

[37] QUESADA SANZ, F.: “La espada del coracero”. Aventura de la Historia. Nº 118, (agosto 2008), pp.92-94. El sable de húsar era algo más corto que el de caballería de línea o pesada, pero de tendencia curva y corte en un sólo filo. El sable de artilleros y zapadores era más corto, ancho y recto..

 

[38] El caballo de frisa es un madero regular atravesado por púas metálicas que, enclavado en el suelo, servía de defensa frente a la caballería.

[39] El testimonio ocular del coronel Garrigó desmiente a Toreno, quien afirma que el golpe final lo asestó un artillero, salvo que el citado zapador se hayase encuadrado en la compañía fija de artillería, y de ahí venga la identificación. TORENO, cit., p.129

[40] El regimiento fue disuelto por Real Orden de la Junta Suprema Central, el 20 de diciembre de 1808, a propuesta del teniente general Galluzo. El entonces teniente coronel y sargento mayor del regimiento, José Garrigó, presentó alegaciones a favor de su unidad y de su conducta –menciona al capitán Manuel Huerta- que, entre otros hechos, se vio implicada en la sedición  y el asesinato del general San Juan, en Talavera de la Reina, tras la derrota de Somosierra, así como en las retiradas provocadas por las derrotas del Ejército de Extremadura ante las tropas imperiales, tanto “que por todas partes se les decía con encono el apodo de María huye” –en palabras del propio Garrigó-. Vid. GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.281-283.

[41] Vid. DUFOUR, G.: La Guera de la Independencia. Madrid, Historia 16, 1989, p.43.

[42] Toreno, cit., p.129. Artola, por ejemplo, afirma que el olvido de las ceremonias, con motivo del día de San Fernando, fue la chispa que encendió el motín. ARTOLA,  cit., p.84.

[43] Toreno señala la coincidencia, pero con el fin de destacar lo contrrio, su teoría del estampido espontáneo. TORENO, cit., p.129.

[44] Pasó pronto el regocijo de las fiestas por la coronación de Fernando VII, que comenzaron con procesión, repique de campana e iluminación general la tarde domingo 17 de abril y se extendieron hasta el día 21 con rogativas. GÓMEZ VILLAFRANCA, cit. Documentos nº 2 y 3.

[45] Archivo Histórico Nacional. Colecciones-Diversos, legajo 142, nº 5.

[46] GARCÍA PÉREZ, cit., p.662. Ayala y Alzás siguen esta opinión, el último además califica sin más la actitud del conde de cobarde. AYALA VICENTE, F.: “La Guerra de Independencia en Extremadura”. Revista de Cultura Militar, 2001, nº 15, p.53-60.- CARLOS J. SÁNCHEZ ALZÁS, “La presencia francesa en Plasencia durante la guerra de la Independencia” (1808-1812).

[47] GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., Documento nº 4. Es claro el ambiente de confusión con la expresión, “aunque las noticias no son ciertas”, si bien es evidente que ya había calado la imagen propagandística del rey secuestrado y engañado en Bayona.

[48]Ibídem. Colección Diplomática, documento nº 5. Se trataba de la circular del ministro O`Farril, de la Junta de Gobierno, que comenzó su mandato al marchar Fernando VII a Bayona, del día 3 de mayo, condenando el alzamiento del día anterior y llamando al orden.

 

[49] TORENO, cit., p.128

[50] Según este mismo autor, la junta, si se produjo, tal vez no fuera sólo militar, ya que los jefes militares que testifican en el sumario, y que deberían haber acudido a ella, no la mencionan, sino una tertulia de notables y autoridades de todos los órdenes. GÓMEZ VILLAFRANCA, p.19-20. Artola da por sentado que se celebró dicha junta, y que Solana participó tanto en ella como en la elaboración de la proclama.- ARTOLA, cit., p.86.

 

[51] Tal vez sólo el corregidor de Trujillo se adelantase, el mismo 3 de mayo, a circular la alarma general. GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.16.

 

[52] ARTOLA, cit., p.76-78.

[53] Desconocemos aún el peso real que pudieran tener esos oficios de la Junta de Sevilla para precipitar los acontecimientos.

 

 

[54]  TORENO, cit., p. 130. Se refiere al enviado de la Junta de Sevilla, el capitán Ramón Gavilanes, que tuvo gran influencia en los primeros días de la Junta establecida en Badajoz.

[55] El 17 de junio de 1808, el secretario del despacho de Guerra recibió solicitud para  agregar a Carlos Reboul, ayudante de campo de Torre del Fresno, a un regimiento de caballería, y  recomendar al marqués de Camarena la Real, coronel del regimiento de infantería de Valencia; a  Francisco Álvarez Caballero, comisario ordenador y Carlos Decombes, ayudante del regimiento de caballería de la Reina. Archivo General de Simancas. Secretaria del Despacho de Guerra, legajo 7326, número 21, fols. 281-289

[56] Colección Legislativa de España, año 1817, p.374. A pesar de todo ello, la viuda de Torre del Fresno, ofreció uno de los más generosos donativos para el ejército de Extremadura. GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.25-30.

[57] Recientemente ha sido reivindicada la memoria del conde de la Torre del Fresno por su propia ciudad. El Ayuntamiento le ha dedicado una plaza en el barrio de Cerro Gordo. Vid La crónicadeBadajoz. 18 de junio de 2008.

[58] GARCÍA PÉREZ, cit., p.667.

[59] Vid, GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.21.- GARCÍA PÉREZ, J.: “Guerra, reacción y revolución”. Historia de Extremadura. Badajoz, Universitas Editorial, Badajoz, vol.IV,  p.652.

[60] TORENO, cit., p.129.       

[61] José María Calatrava sería diputado en Cádiz y  un destacado político liberal. En 1808 era procurador del concejo de Badajoz. Bullón insinuó la vertiente liberal de la conspiración, si bien no ha vuelto a insistir en ello. Ovalle fue elegido, el 25 de mayo, representante por el concejo en las Cortes de Bayona. Vid. BULLÓN DE MENDOZA, A.: “Historia política y militar”. Historia de la Baja Extremadura. Badajoz,  Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. 1986, T.II, p.1032.- “Introducción” a GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.10-17 y 273.

[62] Cfr. GÓMEZ VILLAFRANCA,  cit.,, pp.21-22. Para empezar, no conocemos la lista completa de los convocados a la junta del día 30 en casa del conde.

[63] GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.24.

[64] ARTOLA, cit., p.287

[65] TORENO, cit., p.129.                     

[66] El conde de la Torre del Fresno compartía parentesco lejano con Godoy, por línea materna, a través del apellido Roco. Solar sugiere diversas enemistades familiares, inevitables dentro de cualquier oligarquía, que abren nuevas líneas de investigación. Vid. SOLAR ORDÓÑEZ, J.J.: 30 días de mayo. Badajoz, 1808-1848. Badajoz, Ayuntamiento, 2003. También Rincón insiste en venganzas personales ocultas. Vid. RINCÓN, J.: “Los sucesos del 30 de mayo”. Revista del Centro de  Estudios Extremeños. 1935, vol. IX, p.79-86. IDEM.:  El clero extremeño en la Guerra de la Independencia. Badajoz, Imprenta del Noticiero Extremeño, 1911,np.17

[67] GÓMEZ VILLAFRANCA, cit., p.19.

[68] Ibídem, p.19

[69] Ibídem, p.21

[70] “Víctima inocente de su imprudencia, nunca mereció el injurioso epíteto de traidor con que amargaron sus últimos suspiros”. TORENO, cit., p.129.

[71] No hay que olvidar que el propio rey Fernando VII, antes de partir para Bayona, ordenó a la Junta de Gobierno contemporizar con las tropas francesas, que Carlos IV, cuando recuperó la corona, y antes de entregarla a Napoleón, designó a Murat lugarteniente geneal del reino y, que, Castaños fue el único militar con mando superior que tomó iniciativas por su cuenta, y se puso a disposición de la Junta de Sevilla. ARTOLA, cit., p.86.

[72] Paradójicamente también, Solano era el suegro del marqués de Monsalud.

[73] DUFOUR, cit., p.43. Fueron los casos, entre otros, del capitán general Borja en Cartagena, del conde del Águila en Sevilla, o del conde de Albalat en Valencia,.

[74] Las investigaciones de los últimos años desmienten cada vez más el tópico de motines populares espontáneos. Esta teoría ya fue asentada por Corona. Vid. CORONA C.: Revolución y reacción en la España de Carlos IV. Madrid, 1957.

[75] Se trata de ocho focos originales. Vid. ARTOLA, cit., p.78.

Nov 292013
 

Una familia de escribanos de la Tierra de Trevejo en el tránsito del siglo XVII al XVIII

Javier Campos Garrido.

 

1. INTRODUCCIÓN

 

1.1. ESTADO DE LA CUESTIÓN

 

 Como afirma Francisco Chacón Jiménez[1], la historia de la familia y la historia social constituyen algo más que una relación entre objeto de investigación y tendencia u orientación historiográfica. Las enormes posibilidades que ofrece la institución familiar para entender y comprender la organización social de cualquier comunidad, independientemente del territorio de que se trate o de la época a investigar, refleja la pluralidad y diversidad de perspectivas que desde el concepto y la realidad familia que ofrece al análisis y a la teoría social, pero sobre todo, pone de manifiesto una continua interacción e interrelación de esas mismas perspectivas.

 

 En el último tercio del siglo XX asistimos a una verdadera explosión historiográfica y a una profunda renovación de los conceptos vigentes hasta los años setenta y que con anterioridad se habían comenzado a cuestionar. [2] Pero el principal problema y el gran salto que la historia de la familia no ha dado todavía, al menos de manera clara y suficiente, es el de su inserción en el estudio de la comunidad. La familia existe no sólo por razones biológicas o de la necesaria regulación jurídica ligada al matrimonio, así como por la reproducción y perpetuación unidos a la transmisión de bienes y valores culturales y simbólicos, sino porque toma cuerpo en un grupo concreto y queda ligada al conjunto de la sociedad.

 Desde la cita clásica de Levi Strauss: “sin familia no habría sociedad, pero sin sociedad no habría familia”, la familia, entendida como construcción social, abre y ofrece una serie de vías de investigación que están transformando el análisis sobre la organización social y nos obligan a romper una serie de barreras académicas y de procesos sociales. De todas formas, es necesario precisar que ésta no existe ni como objeto historiográfico autónomo ni como entidad aislada. Esto significa que la familia analizada en sí misma y de manera independiente no es un instrumento capaz de explicar ningún modelo. Son las redes de ascendientes, descendientes y colaterales, en el caso de que los haya, así como los de aliados, amigos, vecinos, quienes sitúan a la familia en un contexto que no puede ser dejado al margen: parentesco, vecindad, comunidad y, por supuesto, los lazos y el tipo de vínculos existentes.

 Esto ha sido posible gracias al avance teórico que el método nominativo, por una parte, y la antropología social con la introducción en el análisis histórico del parentesco en su dimensión social, han llevado a cabo en las dos últimas décadas. A partir de aquí, se ha entrado en una dimensión relacional, tanto horizontal, con informaciones procedentes de fuentes notariales, parroquiales, judiciales o de otro tipo y que tienen al individuo como protagonista, como de tipo vertical, en la que el ciclo de vida se ha convertido en fundamental para conocer las fases que atraviesa la familia y/o las opciones que se presentan a los individuos. Pero la verdadera dimensión relacional y social se adquiere cuando ponemos en práctica el método de genealogía social. No se trata de levantar genealogías que permitan observar los enlaces familiares a través del matrimonio, con ser importante, sino tener en cuenta, además la transmisión del patrimonio, los oficios y cargos, y detectar así las posibilidades de promoción y movilidad social, ascendente o descendente, que nos aproximan a las diferencias y desigualdades sociales, cuya permanencia y/o posibilidades de cambio nos sitúa ante un horizonte teórico enormemente sugestivo: nos referimos al concepto de reproducción social. Un concepto que lleva implícito, por una parte, el sentido de evolución, es decir, los mecanismos que utilizan las distintas clases sociales para lograr la reproducción y, por otra, el ideal de perpetuación vinculado a los grupos y familias de poder que pondrían en práctica determinadas estrategias para reproducir y mantener un determinado estatus y nivel social y patrimonial, o bien aspirar a él.

 

 El presente trabajo analiza por un lado, a una familia siguiendo para ello el esquema de reconstrucción de familias, analiza al grupo cuyo cabeza de familia se dedica a la burocracia y administración, grupo social diferenciado del resto de la comunidad, y por otro, al análisis de la cuantificación de las escrituras y contratos notariales como base de la economía familiar y fin para sus principales campos de inversión.

 

 La investigación de este tema pretendía aprehender todas las actuaciones, las estrategias y las relaciones sociales de personas consideradas poderosas, así como entender su mentalidad, sus ambiciones, sus temores, sus pasiones y sus sentimientos. Con ello se intenta sacar fruto de las propuestas de la nueva historia social[3], que aspira a no dejar en el olvido en las investigaciones al verdadero protagonista de los procesos históricos, el hombre[4]. Por este motivo se ha utilizado una metodología basada en la reconstrucción de familias y en el posterior análisis del universo creado en torno a los personajes que integraban este grupo parental.

 Como afirma Giovanni Levi, la microhistoria permite desde lo particular, utilizando una escala reducida y considerando el pequeño indicio como paradigma científico, interpretar los fenómenos sociales sin caer en simplificaciones, hipótesis dualistas, o tipologías excesivamente rígidas[5]. Por otro lado, la reconstrucción genealógica facilita el examen de un ámbito de la vida social muy importante en la Edad Moderna: la familia[6].

 

1.2. METODOLOGÍA EMPLEADA

 

 La metodología de trabajo que hemos llevado a cabo para elaborar este trabajo de investigación ha constado esencialmente de tres fases:

 

 Por una parte, el vaciado y recogida de fuentes en algunos de los archivos históricos que se encuentran en la ciudad de Cáceres.

 El análisis del comportamiento social y cognitivo de las gentes del ámbito rural extremeño, requiere la utilización de documentación muy diversa. Como no se cansan de repetir los historiadores que trabajan esta materia, no existen fuentes específicas para estudiar lo mental, y por esta razón cualquier tipología es susceptible de ser empleada en trabajos que pretendan adentrarse incluso en el pensamiento de los hombres del Antiguo Régimen. Así pues, es necesario interrogar las fuentes tradicionales, procurando extraer de ellas cualquier indicio que nos lleve a conocer el universo mental de los hombres del pasado. Eso supone que, además de analizar documentación seriada y sistematizada, debemos tener en cuenta todos los datos cualitativos que muestren los sentimientos, la ideología y, la forma en que percibían la realidad los seres historiados.

 La documentación eclesiástica, sobre todo la contenida en los registros parroquiales de nacimientos, matrimonios y defunciones, contenida en el Archivo Diocesano de Coria- Cáceres, ha sido esencial para realizar la reconstrucción de familias. Sin la elaboración de genealogías sería muy difícil evaluar los comportamientos familiares y las estrategias matrimoniales.

 Los Protocolos Notariales resultan imprescindibles por su variedad y su riqueza informativa. Aunque en el Archivo Histórico Provincial se ha encontrado poca documentación personal familiar, si que ha sido abundante la emitida por su órgano gestor, la escribanía, lo que nos ha permitido elaborar cuantitativa y cualitativamente la economía y los ingresos básicos de la familia en cuestión.

 

 En segundo lugar, hemos simultaneado la labor de vaciado de fuentes con la búsqueda de material bibliográfico sobre el tema de la investigación.

 

 Por último, afrontamos la elaboración de datos e interpretación, para su posterior publicación y entrega.

 

La familia que sirve como modelo de reflexión en el siguiente estudio se integra dentro de una élite local rural de la Alta Extremadura, que vivió entre finales del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII. La elección de una familia de escribanos de la villa de San Martín de Trevejo, en una arco cronológico que va desde 1689 a 1767, ha sido fortuita, por la disponibilidad de fuentes necesarias para este tipo de estudio microanalítico, pues cuenta con un archivo parroquial y notarial en buen estado de conservación.

 

 San Martín de Trevejo es uno de los pueblos de la Sierra de Gata, en el Norte de la provincia de Cáceres, no lejos de la frontera portuguesa. La comarca desempeñó gran protagonismo a lo largo del siglo XII y comienzos del siglo XIII, con ocasión de la Reconquista de la Alta Extremadura. La mayor parte del territorio pasó entonces a manos de la orden militar de alcántara, aunque San Martín de Trevejo, con Villamiel y el caserío de Trevejo, fueron cedidos por el Rey leonés Fernando II a la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en 1184.

 Administrativamente esta localidad se encuentra en la provincia de Salamanca hasta 1833, que pasa a integrarse en la provincia de Cáceres. Hasta mediados del siglo XX ha pertenecido a la administración religiosa de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, pasando entonces a depender del obispado de Coria Cáceres.

 En esta zona, y siguiendo estos presupuestos, es donde se va a desarrollar nuestro estudio.

 

2. LA FAMILIA COMO UNIDAD DE REPRODUCCIÓN BIOLÓGICA Y SOCIAL

 

2.1. UNA HISTORIA FAMILIAR. UN EJEMPLO DE FAMILIA RECONSTRUÍDA.

 

 De acuerdo con el método que describíamos en la introducción, en las siguientes líneas se refieren las biografías de la familia que nos sirve de estudio. Se trata de un análisis exhaustivo de las pautas de comportamiento empleadas a lo largo de dos generaciones, aunque se alargue la investigación algunos años más, por resultar interesante para la comprensión del proceso.

 

 El primer protagonista de nuestra historia es Bernardino Madera, escribano público del Número y Ayuntamiento de la Villa de San Martín de Trevejo. Creemos que pudo ser natural de la villa de Fuenteguinaldo, provincia de Salamanca como podemos ver en los rituales post-mortem al tener como devoción imágenes y santos de Salamanca. 

No sabemos si comenzó a ejercer su función pública en dicha villa de San Martín el día 4 de enero del año 1689[7], o por lo menos es el primer protocolo notarial que encontramos más antiguo en su escribanía firmado de su puño y letra. Sea como fuere, después de casi cinco años, interrumpe su trabajo el día 14 de diciembre de 1694[8]. Su labor como escribano público fue bastante fructífera, como podremos ver mas adelante. Con el sueldo fijo y las ganancias de escrituras y protocolos notariales realizadas al año, le permitía vivir una vida holgada y desahogada, y conformar una élite burocrática y formada, con pocos que le alcanzaran en estatus. La interrupción de su labor pudo ser motivo de alguna larga enfermedad o por ser persona ya de avanzada edad, pues al año siguiente, el día siete de abril del año 1695 murió sin testar y sin dejar ninguna disposición[9]. No sabemos si Bernardino estaba casado o no, o si tenía hijos.

 Encontramos en estos años desempeñando labores y cargos similares a varias personas que con el mismo apellido, y naturales de la villa de Fuenteguinaldo, (Salamanca), desempeñan el mismo trabajo de escribano en pueblos cercanos y limítrofes a San Martín de Trebejo. Se conserva un protocolo notarial referido a Ignacio Madera fechado en 1673, correspondiente a la villa de Valverde del Fresno[10], y otro fechado en 1740, compuesto por las escrituras emitidas en el despacho de Pedro Luís Madera en la aldea de Eljas. Este último no sabemos si pudo ser padre o hermano de Bernardino, pero más conocimiento tenemos del segundo.

 Ignacio Madera tiene establecido su domicilio en la villa de Valverde del Fresno, donde contrae matrimonio con María Alonso, aproximadamente entre finales de la década de los cincuenta y comienzos de los sesenta del siglo XVIII. Este matrimonio bautiza el día dieciocho de diciembre de 1669 a Pedro Madera, en la Parroquia de la Asunción de esa villa de Valverde del Fresno[11].

A partir de aquí no sabemos nada más de Bernardino, Ignacio o Pedro Luís Madera.

 

Familia Madera Manso

 

 Como bien se ha expuesto muchas veces, en el ámbito rural extremeño de los tiempos modernos, se llevaba a cabo una adecuada utilización de una estrategias coherentes, en las que los hijos desempeñan un papel clave en el conjunto de las pautas que estos individuos empleaban para perpetuarse, y a ser posible, incrementar su poder generación tras generación[12]. No mucho tiempo después de abandonar la escribanía y este mundo, nuestro primer protagonista, Bernardino Madera, ascendía al cargo de escribano público del Ayuntamiento de San Martín de Trevejo, su sobrino, Pedro Madera, heredando el menester de su tío y su despacho. No hemos encontrado nada acerca de su examen en la Corte, ni de su nombramiento como tal, pero comienza su ejercicio el último día de mayo de 1695[13].

 

 Pedro Madera con veintitrés años, hijo de Ignacio y de María contrae matrimonio con Juana Mansa, de edad más o menos similar, hija de Francisco de Bascones y María Mansa, en la Parroquia de San Martín el día seis de abril de 1692, y son velados el diez de agosto de ese mismo año[14].

 Hasta el día veintisiete de noviembre del año 1700, no encontramos ningún nacimiento y bautismo de algún hijo, siendo el primogénito un varón al que pusieron por nombre Pedro[15]. El día dos de abril de 1704 nace y es bautizado en los tres días siguientes, Bernardino[16], segundo hijo del matrimonio. Dos años después el veinticinco de marzo de 1706, es bautizado Lorenzo[17]; lo mismo que harán con su única hija Liberata[18], el veinticinco de julio de 1709, y con su último hijo Antonio[19], el día ocho de junio de 1711.

 El primogénito debió morir cuando aún no había pasado la edad infantil, pues no lo encontramos ni en listas de confirmados, ni en matrimonios posteriores, ni en testamentos de su padre. Lo mismo nos pasa con Antonio, su hijo ulterior.

 No encontramos absolutamente nada de información referida a su familia y vidas personales, ni en sus protocolos, ni en los de los escribanos que ejercen su labor en la misma villa y son coetáneos a ellos, como son los escribanos Cristóbal Lozano Ruiz (1698– 1704)[20], y Juan Piñero (1708–1743)[21]; además de no haber llegado hasta nosotros la documentación emitida en el despacho del escribano Madera desde 1701 hasta prácticamente el final de sus días de trabajo en el año 1727.

 Por ello no vamos a poder llevar a cabo una cuantificación de documentación completa de esta escribanía, aunque sí haremos comparaciones con la anterior y posterior en el tiempo.

 

 De los cinco hijos que engendró este matrimonio, solamente tenemos constancia, de que tres de sus hijos siguieron adelante. Por tanto, Pedro, el primer hijo, y Antonio, el último, debieron morir aún jóvenes. No hemos encontrado sus partidas de defunción, pudiendo haber pasado ese trance en distinto lugar del domicilio familiar. Bernardino, Lorenzo y Liberata recibieron el Sacramento de la Confirmación de manos del Obispo de Ciudad Rodrigo, el día dos de mayo de 1717.

 La desaparición del cabeza de familia marcó la vida de esta unidad familiar, pues se produjo el día veinticinco de marzo de 1730[22], cuando el mayor de sus hijos poseía 24 años y la menor 19. Pedro Madera no había situado a ninguno de sus vástagos, y su viuda, ahora se veía obligada a realizar esa tarea. Juana podía haberse vuelto a casar, para sacar adelante a su prole, pero finalmente decidió no romper el núcleo familiar y optó por llevar la casa con la ayuda de su hijo mayor.

 

Árbol 1. Genealogía de la familia Madera Manso

 

Línea de Bernardino Madera; familia Madera Manso – Martín Martín

 

 Bernardino supo cumplir bien su misión de manera acertada. Heredó el título de primogenitura, accedió al mercado matrimonial, contrayendo matrimonio con María Martín en 1731, natural y vecina de Villamiel; y con el paso de los años heredó las tareas administrativas como lo hizo su padre años antes.

De su matrimonio nacieron cuatro hijos; la primogénita correspondió a una niña que pusieron por nombre Cristina, bautizada el día veintitrés de julio de 1732[23]; el segundo fue Martín, bautizado el día dieciséis de noviembre de 1734[24]; el tercer hijo, correspondiente a otra niña fue Luisa, que bautizaron el día seis de noviembre de 1737[25]; todos ellos fueron confirmados en San Martín el día ocho de octubre de 1740[26]; y por último, María, bautizada y ungida por óleos, el día veinte de octubre de 1740[27].

 

 En los protocolos de la escribanía de Juan Piñero, colega de profesión y amigo íntimo como se demuestra en la documentación, y en los padrinazgos de algunos de sus hijos, encontramos el día ocho de marzo del año 1728, la renuncia de su padre Pedro Madera de la escribanía, porque “se halla con algunas ocupaciones de forma que no puede asistir a el oficio del tal escribano publico de numero y ayuntamiento que es desta dicha villa”[28]. No especifica cuál es ese oficio que tan ocupado le tiene, por lo que pide con esta renuncia al Comendador de la villa, Fray don Juan de Villalobos y Tapia, caballero de la orden de San Juan, que admita la renuncia a favor de Bernardino Madera Manso, por considerarlo “persona abil y suficiente en quien concurren todas la cualidades necesarias para el uso y exercicio de dicho oficio”[29]. Varias semana después, exactamente el día treinta de ese mismo mes y año, el comendador Fray don Juan de Villalobos y Tapia, haciendo uso de su derecho de “nombramiento de escribania del numero y de su encomienda en virtud de privilegio que para ello tiene, y ante lo de que una de las esribanias de esta dicha villa se halla vacante por dexacion y renuncia que hixo de ella Pedro Madera, nombro por escribano publico del numero y ayuntamiento de esta dicha villa a Bernardino Madera Manso, vecino y natural de dicha villa de San Martín de Trevejo, persona abil y suficiente para dicho oficio y en quien concurren todas las cualidades necesarias para ello[30]. No había sido examinado aún para obtener el título y licencia de escribano oficial, y por ello su padre “pide y suplica a dicho Sr Comendador le de el nombramiento de el para que se presente ante los Sres del Real Consejo de Castilla y que estos le examinen y aprueven (…) y en caso de no darle el nombramiento de dicho oficio le den en si para usarlo y exercerlo como hasta aqui lo ha hecho[31]. Lo mismo pide el Sr. Comendador “a su Mag (que Dios Guarde) y Señores de su Real Consejo que presentandose ante dichos señores el dicho Bernardino con este nombramiento y allandole abil y capaz para ejercer dicho oficio le manden dar titulo y Licencia en forma para exercerlo, usarlo y requiere a las justicias y demas vecinos de esta dicha villa(…) y le tengan por al escribano guardandole y haciendole guardar todas las preeminencias y honores que por dicho oficio le tocan y deben (…), como en la forma que hasta aora se ha hecho con los demas sus antecesores”[32].

 Después de ejercer el oficio que desempeñó desde 1727 hasta 1742, muere en su villa natal el día trece de mayo de 1743, “aviendo recibido los Stos Sacramento de Penitencia, viatico y extremauncion y otorgando poder para testar nombrando en la sepultura testamentarios y herederos, el cual se le dio a la dicha su muger y a Juan Piñero essno”[33].

 Dejó a su esposa sola con sus hijos y en compañía de su hermano, y cuñado de ésta don Lorenzo Madera. Una vez más la desaparición del cabeza de familia marcaría la vida de esta unidad familiar. Bernardino Madera no había situado a ninguno de sus hijos y viuda, ahora esta se veía obligada a realizar esa tarea. Con los once años de su hija mayor, aún quedaría mucho para que contrajera ella y sus hermanos matrimonio. Por el momento esta unidad familiar tendría que vivir de las rentas que repercutían de su hacienda y posesiones. No ha llegado hasta nosotros, ni hemos podido saber la cantidad de bienes muebles e inmuebles que disponían la familia a la muerte del padre cabeza de familia, creemos que no fueron pocos, como veremos más adelante, o por lo menos, los que tuvieran le ayudaría a tirar hacia delante, y poder llegar hasta el momento de que sus hijos contrajeran matrimonio. Un modo de obtención de medios que la madre y tutora de esa familia, utiliza para la subsistencia, es la de la venta de bienes raíces, como vemos en una escritura de venta fechada en 1748 de “seis castaños y dos castañeras que tiene y posee, al sitio de las Canalexas, (…) a Phelipe Martin, en precio y quantia de ochenta y siete reales de vellon y cuatro mrs cada uno”[34]. La familia no vuelve, después de esto, a realizar ninguna transacción de venta ni de compra.

Cristina fallecerá el día veinticuatro de mayo de 1749 a los 17 años de edad, siendo aún soltera[35].

 

 Poco después, en el mes de mayo de 1755, fallece la madre, truncando una vez más el porvenir de sus hijos[36]. “Estando enferma en cama de larga enfermedad”, corrigió un codicilo el quince de mayo de ese mismo año, su testamento conjunto que otorgó con su hija Cristina, ya difunta[37]. Dejaba dos hijos huérfanos y menores de edad. Las autoridades de la villa dispusieron todo para que “sus bienes tengan el conveniente recaudo y no padezcan deterioracion ni quiebra”[38], por lo que se dispusieron a hacer inventario de sus bienes, y nombrar curador y tutor de sus hijos a alguien.

 Los bienes que dejaba en su casa no pasaron más allá de instrumentos cotidianos de uso. Arcas, platos, mesas, artesas, algunos libros como Catecismos, barriles, cantaros…[39]. De bienes raíces se inventaría cinco castaños en el sitio de las Canalexas, cinco huebras de olivos y media cuarta de viña en el sitio de Asomante, otra cuarta de viña con cuatro olivos en la Callexa del Pino; otra cuarta de viña más con un pedazo de tierra y una noguera grande y otra pequeña en Eljas; y mil doscientos reales de vellón que le debía Miguel Franco por la compra de la media casa donde vivía la viuda[40].

 Respecto al nombramiento de curador, siendo mayores de doce y catorce años Bernardino como María, dijeron “no nezessitan de curador ad bona, que quieren gobernarse y administrarse sus bienes por si solos, pero por si se les ofrece poner o de defenderse de algun pleito nombran por su curador ad libiten vel ad lites a Francisco López, mayor en dias vecino de esta villa”[41]. Los Señores alcaldes ordinarios y el escribano Leonardo Martín de Saavedra notificaron el nombramiento de curador a dicho Franciso López, y “ante cruz hizo en forma de derecho, de usar bien, y fielmente el oficio de curador”[42].

 Bien podrían haberse valido los hijos con la hacienda que heredaron de su madre, como así lo harían, ayudados de familiares cercanos y del curador, hasta cumplir la mayoría de edad. Por ello, el día ocho de diciembre de 1760, hacen una venta real por juro de heredad de una media casa situada en la calle de la fuente, por la cantidad de setecientos setenta reales de vellón[43]. Y al año siguiente, el catorce de febrero de 1761, con veinticuatro y dieciocho, venden al convecino Miguel Franco, al mismo que compran la media casa donde vivían con su madre, otra casa situada en la misma Calle de la Fuente, por mil cuatrocientos reales de vellón y treinta y cuatro maravedíes[44].

 A partir de aquí ya empezarían a disponer de bienes económicos, y de perspectivas para tenerlos, y así estarían dispuestos a dar el paso siguiente en sus vidas, conformar la dote y llegar al matrimonio[45].

 Por ello, Bernardino, el día trece de enero de 1762[46], con 26 años de edad, contrae matrimonio con Bernarda Ribas, hija de Miguel Ribas y Apolonia Domínguez, naturales todos de la villa de San Martín. No hemos encontrado nada acerca de la dote que llevaron al matrimonio. Lo que si sabemos es que esta nueva familia, bautizó a su primer retoño el día treinta y uno de enero de 1763, imponiéndole el nombre de Baleria[47]; el segundo, un hijo varón, bautizado el día seis de noviembre de 1765, al cual pusieron el nombre de Pedro[48]; y Cristina, bautizada el día veinticinco de julio de 1768[49]. No le dio mucho tiempo al padre disfrutar de esta última hija, pues el día veintiocho de agosto de ese mismo año, murió habiendo recibido los sacramentos, y dejando viuda y tres hijos[50]

 Algo similar ocurrió con su hermana María, que contrajo matrimonio el día cinco de septiembre de 1764 con Antonio López Rodríguez, el cual era hijo de Juan de Dios López, natural de Villa de Peña Mocón, Reino de Portugal, del obispado de la Guardia; y de María Rodríguez, natural y vecina de San Martín[51]. Nacieron de este matrimonio Margarita, que recibió el sacramento del Bautismo el día veintiuno de julio de 1765[52], y Ángela, la cual recibe el mismo sacramento el día trece de septiembre de 1667[53]. No hay constancia de que la pareja tuviera más descendencia, o por lo menos que vivieran al momento de recibir el Bautismo. El día dieciséis de septiembre de 1769 moría disponiendo, “que en atención a no tener vienes algunos, disponia si su marido lo permitia, enterrarse en la iglesia parrochial de dicha villa junto al sepulcro donde yace el cuerpo de Martín Madera, su hermano[54]

 

 Los dos cuñados no permanecerían muchos años solos, pues el día veintiocho de julio de 1773, contraen ambos matrimonio canónico en segundas nupcias[55]. El patrimonio familiar se acumularía en una nueva familia. Además hemos encontrado, que ambos engendran un hijo que ponen por nombre Laureano Alejo[56].

 

Árbol 2. Genealogía de la familia Madera Manso – Martín Martín

 

 

Línea de Lorenzo Madera

 

 Lorenzo, permaneciendo soltero toda su vida se consagró al servicio de la abogacía de los Reales Consejos[57], muriendo en este estado civil a los 37 años de edad en 1743.

Lorenzo, participó activamente en la vida familiar, siendo padrino de varios de sus sobrinos, como en el bautismo de Cristina[58], o de Martín[59].

 Después de treinta y siete años murió soltero. Seguramente que viviera en la casa de su hermano Bernardino, y que le asistiera su cuñada María Martín, pues le deja en herencia una huebra de olivos viejos, una cuarta más, y cuatro castaños. Al igual que le deja “por siempre jamás las arcas que tengo y todo se lo mando en agradecimiento de lo vien que siempre lo ha hecho conmigo, y asi tenia que ha hecho a mis enfermedades”[60]. Nombraba por testamentario y heredero universal a su hermano Bernardino, y al escribano Juan Piñero. Su hermano abandonaría este mundo, un mes después.

 

Línea de Liberata Madera; familia Arroyo Pérez – Madera Manso

 

Respecto a la tercera hija, Liberata, y conforme a lo dispuesto por sus hermanos Bernardino y Lorenzo, contrajo matrimonio el día diez de octubre de 1731, con 20 años de edad, en la Parroquia de San Martín, con Francisco Arroyo, hijo de Francisco Arroyo y María Pérez, vecinos y naturales de la villa de Valverde del Fresno[61]. Tres meses antes lo había hecho su hermano Bernardino.

 Del matrimonio de Liberata y Francisco Arroyo nacerán siete hijos; Cristina en noviembre de 1732[62]; Juana, en noviembre de 1734[63]; María en mayo de 1736[64]; Beatriz, en julio de 1738[65]; Luís en mayo de 1740[66]; Isabel, en agosto de 1743[67], y por último Buenaventura, en julio de 1748[68]. Este último parto tuvo que complicarse, pues diez días después de dar a luz a su último hijo, murió a los 39 años recibiendo “los Santos Sacramentos, viatico y extremauncion sepultandose en la parrochial en el primer arco, era pobre de solemnidad por lo que no testo ni se hicieron sufragios algunos”[69]

No tenemos información sobre la dote o el patrimonio inicial entregado por la familia a la recién casada. A pesar de que constituía un elemento invariable y estructural dentro del complejo sistema que formaban el matrimonio y la familia, para la joven, no contar con bienes necesarios para aportar una dote, por reducida que fuera, significaba verse excluida del acceso al matrimonio[70]

Pero por lo que vemos no debió ser así. Las razones por las que acaba pobre no las sabemos, al igual que si su marido rehizo su vida; rastreando los libros de matrimonios, no hemos encontrado evidencia alguna.

 

Árbol 3. Genealogía de la familia Arroyo Pérez- Madera Manso

 

2.2. LA VIDA Y CONDUCTA FAMILIAR

 

 La vida familiar se inicia desde el mismo instante en que se formaliza legalmente el matrimonio. Este comienzo, sacramentalizado por la Iglesia, está presidido por una serie de disposiciones de índole legal que coartan la libertad biológica de los individuos. Así, la Iglesia Católica, que prohíbe la celebración sacramental entre Adviento y Epifanía, y Cuaresma y domingo de Pascua, contribuye formalmente a que la nupcialidad presente una distribución peculiar en los meses del año[71].

 Por lo que hemos podido ver en los protagonistas de nuestra familia, todos obedecen las disposiciones que el concilio tridentino establece.

 

Cuadro I. Celebraciones de Matrimonios[72]

 

Matrimonios

Fechas

Pedro Madera con Juana Mansa (1692)

6 de abril

Bernardino Madera con María Martín (1731)

23 de abril

Liberata con Francisco Arroyo (1731)

10 de octubre

Martín Madera con Bernarda Ribas (1762)

13 de enero

María Madera con Antonio López (1764)

9 de septiembre

 

 La constitución de una nueva célula familiar no era posible si no tenía lugar la celebración del matrimonio, que, tanto desde el punto de vista religioso como legal, actuaba como el elemento legitimador de la convivencia de una pareja que decidía formar una nueva familia.

 Sin duda, estos factores, como bien ha señalado I. Testón[73], presentaban una “etiología cultural y económica que condicionaron buena parte del componente mental de los españoles de los Tiempos Modernos”. De ahí que el matrimonio y la familia puedan ser considerados como un sistema definido por una serie de elementos y por las relaciones que se establecen entre ellos. Estos elementos son esencialmente el sacramento, el sustrato cultural, el consentimiento mutuo y la dote, y las relaciones que se establecen entre ellos son relaciones que se caracterizan por la interdependencia y la multiplicidad.

 Un matrimonio en la Extremadura de los Tiempos Modernos “empezaba a serlo a partir del momento en que la pareja disponía de bienes económicos, o de perspectivas para obtenerlos”[74]. Estos bienes estaban constituidos fundamentalmente por la dote, que en las leyes se definía como algo que da la mujer al marido por razón de casamiento, aunque también los varones realizaban algunas aportaciones económicas al patrimonio inicial de la pareja. No sabemos exactamente la cantidad de dotes que aportarían los miembros de nuestra familia. Según se desprende de los Protocolos Notariales de la villa de San Martín de Trevejo, y de las limítrofes, no es costumbre realizar tales contratos. Por ello nos vamos a basar en caracteres generales para la región[75].

 La dote constituía un elemento invariable y estructural dentro del complejo sistema que formaban matrimonio y la familia. Para una joven, no contar con los bienes necesarios para aportar una dote, por reducida que ésta fuera, significaba verse excluida del acceso al matrimonio, en una sociedad en la que éste constituía, junto con el convento, para el que también era necesario tener dote, el único destino decoroso que le era asignado y permitido a la mujer. Las miembros de la familia Madera no constituyeron dote para el convento, sino más bien para lo contrario, y un ejemplo de ello lo vemos cuando los hermanos, Martín y María Madera comienzan a vender los bienes inmuebles heredados de su madre, en vísperas de contraer matrimonio.

 Probablemente, la dote que la joven o la pareja llevaría al matrimonio, y que constituía el seguro material sobre el que se asentaba la convivencia matrimonial, era fijada en el momento mismo en que se concertaba el matrimonio. La cuantía de la dote se establecía mediante un conjunto de factores[76]. No sólo intervenía la fortuna del donante, sino también la valoración que él mismo hacía de su porvenir económico, su estado de salud, la esperanza de heredar algunos bienes… pero también se veía influida por la posición que la familia de la joven dotada ocupaba en la escala social, una posición que tenía mucho que ver con la dedicación profesional de su padre o familiares más próximos. La profesora Hernández Bermejo establece para el grupo de oficiales de la burocracia, administración y profesionales liberales para el siglo XVIII una media de 9.820 mrs en dinero[77]. Señala, además, que tras la nobleza, las dotes más elevadas fueron las que aportaron las mujeres cuyos padres o futuros esposos ocuparon cargos en el ayuntamiento de la villa, como escribanos, procuradores, contadores, abogados, o dependientes de rentas. En todos estos individuos existe un deseo de ennoblecerse, de imitar las formas de vida de la nobleza. Los tres bloques de bienes que representa la parte más importante en la inversión de la dote, y hacia lo que se oriente esencialmente el dinero, son los bienes raíces e inmuebles, el dinero y la ropa blanca, que en el siglo XVIII es sustituida por las prendas de vestir[78].

 Respecto a la contribución masculina al patrimonio inicial, destaca, que los burócratas y profesionales liberales, como los escribanos, cuando contraían matrimonio con jóvenes pertenecientes a su mismo estado social, llevaban como caudal propio algunos bienes raíces, inmuebles, ganado o dinero.

 

 La determinación de la edad a la que acceden los cónyuges al matrimonio tienen una gran importancia que no es preciso destacar aquí; el sentido básico de estos datos radica en la influencia que la edad con la que se accede al matrimonio ejerce sobre cuantificaciones tan notables como la duración, tiempo de convivencia conyugal y fecundidad[79]. El profesor Rodríguez Cancho, analiza para la villa de Cáceres la estructura profesional, y distingue las diferencias de acceso al matrimonio según las profesiones de los cónyuges varones. Cada individuo que practica un oficio se comporta de modo peculiar al contraer nupcias, en función de los condicionantes que su actividad laboral le impone y de las expectativas de trabajo que la coyuntura económica general pueda depararle. Establece para los grupos profesionales de la villa de Cáceres en el siglo XVIII, la edad media al casarse de 29,6 años[80]. En nuestro caso nos encontramos con los siguientes datos.

 

Cuadro II. Edad de acceso al matrimonio de los varones de la familia Madera Manso – Martín Martín[81]

 

Miembro

Edad al casarse

Pedro Madera Leal (1669-1730)

23

Bernardino Madera Manso (1704 – 1743)

27

Martín Madera Martín (1734-1768)

28

 

 Excepto Pedro, que contrae matrimonio con menos edad, los demás, Bernardino y Martín, contraen matrimonio ya en más avanzada rozando la década de los treinta años. Ello sin duda reflejará la corta vida marital que llevaran a cabo con sus esposas, y a la consiguiente defunción, sin que la mayoría de sus hijos, o por lo menos el primogénito, sena mayores en días.

 En el siguiente cuadro, reflejamos la edad de acceso al matrimonio de las mujeres de la familia.

 

 

Cuadro III. Edad de acceso al matrimonio de las mujeres de la familia Madera Manso – Martín Martín[82]

 

Miembro

Edad al casarse

Juana Mansa (¿…?-1730)

¿…?

Liberata Madera Mansa (1709-1748)

22

María Madera Martín (1740-1767)

24

 

 Excepto para la edad de Juana que no la sabemos, tía y sobrina accedieron al matrimonio casi a la misma edad. La vida de pareja con sus respectivos matrimonios son las siguientes.

 

Cuadro IV. Años de convivencia matrimonial de los miembros de la familia[83]

 

Matrimonio

Años de vida conjunta

Pedro Madera con Juana Mansa (1692)

38

Bernardino Madera con María Martín (1731)

12

Liberata con Francisco Arroyo (1731)

17

Martín Madera con Bernarda Ribas (1762)

6

María Madera Martín con Antonio López (1764)

3

 

 Respecto a la procedencia geográfica de los miembros de la familia encontramos que la mayoría de los miembros de las familias son de villas distintas a la natural de la familia. Esto podría ser para crear vínculos y enlaces entre familias poderosas, o por ser los padres u otros familiares vecinos de ellas.

 Por ejemplo, la esposa de Bernardino Madera, María Martín, que es de Villamiel; o el esposo de Liberata, Francisco Arroyo, es de la villa de Valverde del Fresno, cercanas ambas a San Martín de Trevejo. O por último, el cónyuge de María Madera Martín, Antonio López, su padre desciende de la Villa de la Peña Mocón, Reino de Portugal, obispado de la Guardia.

 

 La mortalidad elevada era uno de los males endémicos que padecía la sociedad española en los tiempos modernos. La muerte como afirma la profesora Testón Núñez[84], se ceñía sobre los hombres con tal encono que se había convertido en un elemento más del vivir cotidiano. Pero no por ello la sociedad española se resignaba a aceptarla como algo irremisible que habría que asimilar. Cuando la muerte truncaba una familia llevándose consigo al marido o a la esposa, él cónyuge superviviente trataba de rehacer su vida contrayendo un nuevo matrimonio que aliviase el sufrimiento y permitiese poner en funcionamiento un hogar deshecho por el golpe de la muerte. La decisión de recibir nuevamente el sacramento del matrimonio era asumida con bastante rapidez, y tras un corto período de luto, que oscilaba entre unas semanas y tres años, más o menos, los cónyuges viudos se inclinaban por volver a contraer matrimonio, presentando el hombre una conducta más apresurada que la mujer. Como podemos ver con las segundas nupcias de Antonio López viudo de María Madera, el cual al quedarse sólo con sus hijos, contrajo matrimonio cuatro años después con su cuñada Bernarda Ribas, viuda también desde hacía cinco años[85]. Esta actitud se vincula con factores de tipos psicológicos y mentales. Los primeros aluden a la mayor necesidad que existe en el varón de contraer nupcias, puesto que la esposa le es imprescindible para la asistencia y reanudación de la vida cotidiana del hogar. Las causas psicológicas y mentales nos ponen en contacto con una serie de convencionalismos sociales que impiden a la mujer, tras enviudar, unirse en matrimonio con la misma libertad que el hombre. Pero de todos modos, las necesidades vitales eran mucho más imperiosas que las costumbres y las trabas impuestas por una sociedad intransigente.

 El acceso al matrimonio es una forma de relación social y el modo legal con que la sociedad autoriza la procreación y tenencia de hijos. Una vez fijada la edad media al contraer nupcias se ha definido cuándo comienza el período de vida conyugal, que se delimitará en definitiva al conocer la edad media de la madre al nacimiento del último hijo. Entre ambas fechas transcurrían los nacimientos de los diferentes hijos habidos en el matrimonio ya que se puede considerar como período medio de fecundidad[86].

 

 La tenencia el primer hijo es, teniendo en cuenta la mentalidad de la época y los escasos recursos anticonceptivos, el segundo momento de la historia familiar iniciada con el matrimonio. La tenencia de los hijos se estudia según el ritmo genésico en un doble sentido; el intervalo transcurrido desde la fecha de la boda al nacimiento del primer hijo, período protogenésico, para ello hemos utilizado la reconstrucción completa de familia, abarcando tiempos de comportamiento demográfico situados entre dos extremos, uno la fecha de matrimonio, y otro, la desaparición física de uno de los cónyuges; y los intervalos entre los sucesivos nacimientos,  períodos intergenésicos.

 

 Los resultados obtenidos para los tiempos demográficos de la familia han sido los siguientes:

Cuadro V. Intervalos protogenésicos

 

Miembro

Intervalo en meses cumplidos

Juana Mansa

8 años y 5 meses

María Martín

12 meses

Liberata Madera

11 meses

Bernarda Ribas

12 meses

María Madera Martín

11 meses

 

 Podemos considerar al pie de estos datos, que en esta familia no ha habido concepciones prenupciales. Todas estas matizaciones han sido realizadas siguiendo una metodología manual y por ello puede haber posibilidades de que la selección resulte errónea en algunos días más o menos. Pero aproximadamente transcurrieron esos espacios. En estudios realizados para la villa de Cáceres en los siglos  XVI y XVIII, encontramos que nivel económico y profesión paterna son factores influyentes en la aceleración del hecho procreador. Es indudable que en esta familia existe la costumbre, o la necesidad, de transmitir la profesión paterna al primer procreado varón. Ello explicaría a su vez, la escasísima movilidad social de la población en los tiempos modernos. El intervalo medio protogenéscio que se da en Cáceres en el siglo XVI, en la profesión de los padres cuyo trabajo es en régimen de monopolio, como escribanos, el periodo protogenésico, es de 10-13 meses[87].

 

Cuadro VI. Intervalos intergenésicos

 

Miembro

Media de meses de nacimiento de hijos

Juana Mansa

37,5

María Martín

37,3

Liberata Madera

31,6

Bernarda Ribas

38,5

María Madera Martín

26

 

 Para Cáceres los resultados obtenidos afirmaban que cuanto más sedentaria es la profesión del cabeza de familia, mayor número de partos y menor espaciamiento entre los mismos. Las familias con profesiones que exigen movilidad, cuantifican menor número de partos y, estos, aparecen más espaciados. La clasificación profesional es otro factor de distinción. Los médicos, por ejemplo, conciben menor número de hijos en tiempos cortos. La categoría profesional diferencia al número de hijos habidos y su espaciamiento. A mejor situación económica y menor saturación profesional, corresponden en los ejemplos indicados, menor número de hijos. Además de los médicos, ocurre con los licenciados, escribanos y procuradores.

 

2.3. EL DESARROLLO DE LA VIDA FAMILIAR DE UN ESCRIBANO RURAL DEL SIGLO XVIII

 

  La denominación de notario, durante la Edad Moderna, no correspondió, exclusivamente, a los escribanos del número, sino que se extendió a otros funcionarios de la monarquía.

 Los escribanos públicos tenían a su cargo la redacción y registro de las escrituras notariales otorgadas en las ciudades y villas del Reino y el autorizar las escrituras de los actos y contratos que se celebren entre particulares en los que interviniera como fedatario público. A los del número se les conoce como tales por estar limitado el número de miembros de la corporación y porque podían ejercer sus funciones sólo dentro del territorio para el que fueron creados. Sus competencias, compatibilizaban la función notarial de dar fe a la gestión municipal y a la justicia local. Para ejercer el oficio, nos dice Escriche, que “es necesario tener veinticinco años, ser persona lega y no eclesiástica, haber adquirido la competente instrucción, gozar de buena fama, estar examinado y aprobado por la Superioridad y presentar el título ante la justicia y ayuntamiento del pueblo”[88]. El aspirante tenía que demostrar su limpieza de sangre, su legitimidad, y su condición de miembro de la iglesia católica, todo debidamente certificado porque, a juzgar por la reiterada normativa al respecto, el fraude y el engaño estarían a la orden del día.

 

 En lo que se refiere al nombramiento de titular de una escribanía del número durante el Antiguo Régimen, éste suponía por ley una adscripción temporal al oficio, pues ningún escribano del reino podría optar a cubrir una plaza vacante por segunda vez, después de renunciar a su primera escribanía, si antes no la había regenteado en un periodo inferior a ocho años.

 

Cuadro VII. Años de ejercicio en San Martín de Trevejo de Escribano público[89]

 

Nombre del escribano

Periodo

Número de años

Bernardino Madera

1689-1694

5

Pedro Madera

1695-1727

32

Bernardino Madera Manso

1728-1742

14

 

 El escribano en el siglo XVIII, como ya había sucedido en siglos anteriores, es una figura imprescindible en los cabildos municipales. No en vano, era el encargado de registrar los acuerdos capitulares y dar fe de todos los documentos y expedientes generados por el Ayuntamiento. Pero aún siendo requerida su presencia en las reuniones del Concejo y en redacción de documentos, no podían intervenir, por ley, dando su opinión ni su voto en las decisiones municipales. Por tanto, su función se reducía a otorgar validez jurídica a las resoluciones del concejo, quedando fuera de sus competencias influir o participar en sus determinaciones[90]. El escribano, en esencia, era un funcionario del cabildo que dependía directamente del Comendador de la Tierra de Trevejo.

 

 El estatus económico de los escribanos públicos no tenía carácter uniforme; dependía, sobre todo, de las circunstancias personales y profesionales, así como del éxito o fracaso en el ejercicio del oficio. Obviamente, el salario de notario público se quedaba corto, en general, para satisfacer las necesidades, incluso de supervivencia, de algunos profesionales. La realización de contratos y escrituras no generaba sustanciosas sumas de dinero, pues una media en torno a las 80 actas notariales al año no podía enriquecer a nadie. El salario de escribano público, el Catastro de Ensenada, concede un valor fiscal a la propiedad del oficio de 600rs., mientras que a la hora de calibrar los ingresos, varían según la importancia del bufete.

 A pesar de los gastos permanentes había que unir otros extraordinarios y derivados del ejercicio de la profesión que dejaban en números rojos sus economías domésticas. A este respecto, todos los notarios, antes de conseguir la carta de escribano real, se costeaban los derechos de examen y viaje a la Corte, lo que motivaba, en ocasiones, endeudamientos. Del mismo modo, estaban obligados a hacer frente con su dinero a posibles errores o actuaciones ilegales que hubieses realizado durante el ejercicio del oficio. No sabemos si los miembros de nuestra familia fueron a examinarse a Madrid o tuvieron que desembolsarse alguna negligencia en su oficio. Si consta la disposición de Bernardino Madera, de ir a examinarse a la Corte[91].De todas formas, los escribanos rurales disfrutaban de un estatus privilegiado.

 

 Averiguar, con rigurosa exactitud, el nivel cultural de los escribanos de nuestra familia de San Martín de Trevejo, plantea dificultades por escasear fuentes documentales al respecto. La formación educativa la adquirían primero en la escuela y en las cátedras de gramática y, más tarde, en la etapa de aprendizaje en el despacho de otro escribano. Evidentemente, antes de entrar a practicar con un escribano se le exigía al aprendiz que conociese y manejase los rudimentos de la lectura y la escritura, imprescindibles para el ejercicio del oficio. Con posterioridad, el maestro incidía en el perfeccionamiento de la ortografía y en el conocimiento de los usos notariales y de las leyes del Reino que afectaban a sus quehaceres profesionales. Tras unos años, en una o varias escribanías realizando prácticas, en nuestro caso en las de sus familiares directos, padre y tío, se hallaban en inmejorable situación para adquirir mediante examen en el Consejo, la carta de escribano real.

 Si utilizamos el análisis de las firmas reseñadas en los testamentos para determinar el grado de alfabetización, como se viene haciendo en las recientes investigaciones sobre protocolos notariales, detectamos que nuestros escribanos, como es obvio, sabían escribir con toda perfección. Por ello, en este contexto general los escribanos gozaban de una situación privilegiada con respecto al conjunto de la población. Junto a presbíteros, comerciantes y profesionales liberales, conformaban la élite cultural de la villa. Sus conocimientos jurídicos y su maestría para el arte de la escritura les proporcionaba el aprecio y consideración, materia cultural, de sus convecinos.

 Por lo que respecta s sus esposas, el nivel de alfabetización no debió ser similar, lo que nos confirma que los casamientos de nuestros escribanos, fueron con mujeres que no pertenecían a un elevado estatus dentro de la jerarquía social de la villa. Como encontramos en el testamento de María Martín y Cristina Madera, esposa e hija mayor de Bernardino Madera Manso, que “no firman por no saber”[92]. Además en esa época la mujer quedaba en un segundo puesto a la hora de recibir cultura y aprendizaje. La mentalidad de la época y la literatura religiosa desaconsejaban la ampliación de estudios por parte de las mujeres, porque se creía que podían deformar sus débiles mentes. Las mujeres, ciertamente, quedaban relegadas a la administración de la casa y a las tareas domésticas.

 En cuanto a la lectura de libros, los testamentos no nos ofrecen noticias al respecto. Excepto el inventario de bienes de María Martín, del cual se extrae que tiene en su casa “…un Cathecismo de la Doctina Christiana, un libro sin principio ni fin, y un librito con un pergamino de pasta”[93]. Ciertamente no sabemos si era de ella o de su marido, por lo que no podemos afirmar con certeza, que supiera leer.

 Los escribanos públicos rurales, antes de entrar en posesión de alguna escribanía, necesitaban acreditar la condición de “notario público en la Corte y señoríos de la Monarquía”, así como un nombramiento personal e individualizado en el que se indicaba la escribanía para la que había sido designada. De este modo, sólo la monarquía tenía la potestad de acreditar la condición de notario público, mediante la concesión de títulos o cartas signadas, lógicamente previo examen del candidato.

A pesar de esta potestad real, se requería además, para ocupar la escribanía de San Martín de Trevejo, un nombramiento del Comendador de la Orden de San Juan de la Tierra de Trevejo[94].

 

 Las actitudes religiosas de los escribanos y de sus congéneres, no diferían de las manifestadas por el resto de la comunidad de San Martín de Trevejo. El escribano, una vez más, se hacía portavoz de la sociedad atestiguando con su conducta el ambiente barroco y postridentino que pervivía en pleno siglo XVIII. Impregnadas de una piedad popular, las claúsulas notariales no hacían más que recoger las creencias que contaban con la aceptación y aprobación del vecindario. Evidentemente, la documentación no nos permite adentrarnos con total fiabilidad en el complejo mundo de las vivencias y creencias personalizadas, pues el papel no suele ser testimonio exacto del sentir individual. No obstante, si refleja las conductas ritualizadas y los hábitos sociales, y en este sentido, nos aproxima a un modelo de comportamiento religioso.

 La proximidad de la muerte, impulsaba a los testadores a otorgar la última voluntad para evitar las penas que el alma podía sufrir en el Purgatorio. Normalmente se esperaba a tener una grave enfermedad para registrar la memoria testamentaria en el oficio del escribano. En la familia en estudio vemos que los escribanos eran menos previsores que otros colectivos a la hora de hacer la memoria testamentaria, ya que Pedro Madera y su hijo Bernardino testaron, a pesar de no conservarse los testamentos, en la semana anterior al fallecimiento[95]. Quizás pensaban que siempre tendrían tiempo suficiente para dejar transcrita la última voluntad. Fijémonos en el caso de Pedro Madera, el cual tuvo que hacerlo en lugar distinto al que se enterró[96]. Como contrapartida, las esposas de los escribanos se mostraban más previsoras que sus cónyuges. Vemos que María Martín, esposa de Pedro Madera, emite su testamento seis años antes de morir, al estar enferma y en cama, y realizará un codicilo dos antes del óbito[97].

 

 En el intento de asegurar la salvación del alma, los miembros de nuestra familia, solicitaron que se amortajasen al morir. La mortaja, según la piedad popular, actuaba como sacramental y escudo protector para alcanzar la vida eterna. Por tanto, una vez fallecido y antes de acabarse de enfriar el cadáver, se le vestía con un hábito de una orden religiosa. Las preferencias de nuestra familia se decantaron por el franciscano, debido al prestigio y popularidad que gozaban esos frailes entre los vecinos de la villa. Además eran conscientes del elevado número de indulgencias concedidas al citado hábito por el Vaticano y, por ello, de los beneficios espirituales que obtendrían si lo elegían.

 También disponen por escrito el ritual post-mortem, que indudablemente el acompañamiento funerario era el acto público y social por excelencia. La muerte perdía cualquier connotación de carácter privado para convertirse en manifestación colectiva de religiosidad. El número de miembros de la comitiva y el lujo del cortejo funerario simbolizaban el prestigio económico y social de los fallecidos. La muerte, en efecto, era la última oportunidad, que tenía el individuo para autoafirmarse ante sus conciudadanos y hacer constar el estatus que había disfrutado en vida, tanto él como su familia.

Encontramos que Pedro Madera[98], don Lorenzo Madera[99], Bernardino Madera Martín[100] y Juana Mansa[101], piden “que su cuerpo sea sepultado con el habito de Ntro Pa Sn Frco”. No disponemos de información sobre el cortejo fúnebre.

 Sin duda, la sepultura, el cortejo fúnebre y los sufragios oficiados por el alma del difunto componían en pleno siglo XVIII los tres pilares básicos del ritual público de la muerte. No obstante, la doctrina cristiana y la literatura religiosa concederán un valor superior a las misas sobre el resto del ceremonial por rememorar el sacrificio de la muerte del Hijo de Dios. Imbuidos por esa tradición, todos pidieron que se les oficiara una vez fallecidos “misas pro remedio animae”. El número de sufragios dependía de los recursos económicos que tuvieran disponibles, aunque a nuestros protagonistas no les debió de importar, pues aplicaron el número que era “costumbre”[102]. Analicemos unos por una las costumbres post-mortem que siguen.

 

 En primer lugar, Bernardino Madera, que muere en 1695, “enterrose en la parrochial distancia en tercer arco. Hizose el dia de su entierro oficio de seis leciones, missa cantada con diaconos y misas rezadas y ofrendadas de todos los sacerdotes desta villa y religiosos del conbento. Mas se le hizo oficio como el dia de su entierro excepto que no fue mas que de tres lñeciones y cuatro religiosos, missa de devocion misa rezada al santo de su nombre, otra al angel de su guarda, otra a nuestra señora del Rosario desta villa, otra para san Antonio de dicho convento en su altar, otra en la Capilla del Marqués de Cerralbo de Ciudad Rodrigo, otra a nuestra señora de Francia en su capilla, otra al santisimo Cristo de las Batallas de Salamanca, por penitencias masl cumplidas y cargos inciertos seis missas rezadas, a las obras pias y casa santa” [103].

 Lo mismo dispuso su sucesor en la escribanía, tenían la misma devoción, o por lo menos siguen la misma costumbre. “mandó que su cuerpo fuese sepultado en la iglesia parrochial de esta villa (…) el dia de su entierro sele hiciese nueve leciones, missas catada con diaconos y misa rezada todos los sacerdotes de esta villa y los religiosos de Ntro Padre San Francisco extramuros de ella, asistiendo la comunidad y la missa se pague a pan, vino y cera según costumbre. Item mando que los dos dias siguientes en cada uno de ellos se haga un oficio de seis leciones, missa cantada con diaconos y misa rezada todos los sacerdotes de esta villa y sus religiosos de dicho conbento y que su limosna se pague a dinero según costumbre. Item mandaron que alcabo de año se haga como el dia de su entierro. Item mandaron que se haga una novena y que se compre Bulla de difuntos y que su cuerpo sea sepultado con el habito de nº Señor Sn Francisco, missa rezada al santo de su nombre, otra al angel de su guarda, otra a nuestra señora del Rosario desta villa, otra para san Antonio de dicho convento en su altar, otra en la Capilla del Marqués de Cerralbo de Ciudad Rodrigo, otra a nuestra señora de Francia en su capilla, otra al santisimo Cristo de las Batallas de Salamanca, por penitencias mal cumplidas y cargos inciertos seis missas rezadas, a las obras pias y casa santa”[104]

 Juana Mansa al morir en 1730 dispone “que su cuerpo sea sepultado en la parrochial junto a su marido Pedro Madera y que sea con le habito de Ntro Padre San Francisco, nueve leciones, missa cantada con diaconos y missa rezada todos los sacerdotes de esta villa y los sacerdotes del conbento, y su limosna sea a pan, vino y cera como es costumbre. Item manda que al cabo de un año se haga como el dia de su entierro. Item mandaron que se haga una novena y que se compre Bulla de difuntos y que su cuerpo sea sepultado con el habito de nº Señor Sn Francisco, missa rezada al santo de su nombre, otra al angel de su guarda, otra a nuestra señora del Rosario desta villa, otra para san Antonio de dicho convento en su altar, por penitencias mal cumplidas y cargos inciertos seis missas rezadas, a las obras pias y casa santa”[105]

A Liberata, “por ser pobre de solemnidad no se le hicieron sufragios algunos”[106].

 Don Lorenzo dispone lo siguiente; el dia de su entierro sele hiciese tres leciones, missas catada con diaconos y misa rezada todos los sacerdotes de esta villa y los religiosos de Ntro Padre San Francisco extramuros de ella, asistiendo la comunidad y la missa se pague a pan, vino y cera según costumbre. Item mandaron que se haga una novena y que se compre Bulla de difuntos y que su cuerpo sea sepultado con el habito de nº Señor Sn Francisco, missa rezada al santo de su nombre, otra al angel de su guarda, otra a nuestra señora del Rosario desta villa, otra para san Antonio de dicho conbento”[107].

 Bernardino Madera Manso dispone a sus testamentarios lo mismo prácticamente que a su hermano Lorenzo[108]. María Martín, su viuda,  “dispuso que su cuerpo fuese sepultado en la iglesia de esta villa y su entierro se llevase mano de cera de cinco dedos y se le cantase oficio de seis leciones y missa con diaconos y que asistieran todos lo sacerdotes de la villa y cuatro del combento”[109]. El mismo número de misa ofrecen por el alma de Martín Madera en 1768[110], y María Madera, mujer de Antonio López dijo que “en atencion a no tener vienes algunos, disponia si su marido lo permitia, enterrarse en la iglesia parrochial de dicha villa junto al sepulcro donde yace el cuerpo de martín Martin Madera, su hermano, que el dia de su entierro se le cantase missa, vigilia y oficio de sepultura y se llevan mano de cera de cinco dedos. missas al santo angel de la guarda, al santo de su nombre y dos por penitencias mal cumplidas”[111]

 

 En general, y en síntesis, todos los miembros de nuestra familia, en la medida que su economía lo permite, aplican por sus almas los mismo sufragios. Sin duda, la muerte, como último acto social de los escribanos, dejaba traslucir, también en este caso, la mentalidad y hábitos de conducta. El ritual funerario se constituía, una vez más, en baluarte expresivo de la dignidad socioprofesional y de las actitudes del difunto ante la vida. Apegados a la tradición y vanidades barrocas, los escribanos públicos, como expertos portavoces de la comunidad, no modificaron un ápice, con respecto a la sociedad local, sus modos de vivir y morir[112].

 

3. LA FAMILIA COMO UNIDAD DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO

 

3.1. LA ECONOMÍA FAMILIAR

                             

 Como ya hemos comentado antes, el estatus económico de los escribanos públicos, no tenía carácter uniforme; dependía, sobre todo, de las circunstancias personales y profesionales, así como del éxito o fracaso en el ejercicio del oficio.

 Obviamente, el salario de notario público se quedaba corto, en general, para satisfacer las necesidades, incluso de supervivencia, de algunos profesionales. 

 En este momento del estudio vamos a cuantificar la cantidad de documentación emitida por la escribanía. Lo hemos realizado mediante un recuento manual de las fuentes, y para calcular la cantidad en dinero que le repercutía a las arcas familiares, nos hemos guiado por los precios públicos que se disponen en el año 1693 en la escribanía de Ignacio Madera, en Valverde del Fresno[113].

 

 Para saber el monto total de partida presupuestaria que el ayuntamiento y villa de San Martín de Trevejo paga de salario a los esrcribanos en el siglo XVIII, hemos tenido que consultar el Catastro de Ensenada, la copia de las respuestas generales de dicha villa[114]. Así pues, el salario que reciben los escribanos, según la pregunta 25 de esa fuente, es el siguiente. “Mill reales de vellon al essno del ayuntamiento por hacer el aforo y tazmia de tratos y frutos de los vecinos, y repartimentos de alcabalas, cientos, sisas y demas contribuciones provinciales, con que deben servir a S. M.; trescientos reales al mismo por serbir la escribania del ayuntamiento…”

Por lo tanto, el escribano rural de San Martín de Trevejo, en pleno siglo XVIII, cobraría un sueldo total de 1300 reales de vellón por utilidad media. A ello habría que añadir lo que recibiera por servicios prestados al común de la población, que como hemos comentado antes, variaban según los años, y las épocas[115]. (Ver ANEXO DE TABLAS, páginas 24-25).

 

 David González Cruz[116], afirma, para la Huelva del siglo XVIII, que el salario de notario público se quedaba corto, en general para satisfacer las necesidades, incluso de supervivencia, de algunos profesionales. La realización de contratos y escrituras no generaba sustanciosas sumas de dinero. El salario de escribano público, en esta provincia andaluza del Setecientos, ascendía a unos dos mil quinientos reales de vellón., cantidad insuficiente a todas luces, para mantener con comodidad una familia y enfrentarse a los riesgos de la profesión a las circunstancias de la vida. Por este motivo, el escribano estaba obligado a completar sus ingresos con el ejercicio en otras escribanías, como las de Millones, Alcabalas, Rentas… este salario, además no siempre lo cobraba en su totalidad, ya que no eran extraños los impagos de sueldo por parte del Concejo Municipal o las escrituras y contratos adeudados al notario por diferentes vecinos de la villa.

  Junto a los ingresos generados por el oficio de las diferentes escribanías, el escribano recibía, por supuesto no en todos los casos, rentas extraordinarias. La principal fuente de carácter extraordinario se originaba en la explotación de propiedades agrícolas, tal como se constata en los testamentos de algunos de nuestros miembros. Era extraño que realizasen funciones de prestamistas porque sus escasos recursos no permitían, normalmente, dedicar fondos a otros menesteres que no fuesen el asegurarse el sustento diario o costear la dote y educación de sus hijos.

 A pesar de lo expuesto, los escribanos analizados, gozaban de una situación de privilegio con respecto a la mayoría de los ciudadanos, y otros colectivos de profesiones liberales.

 

 4. CONCLUSIONES

 

 En síntesis, en este estudio hemos reconstruido una familia y hemos podido comprobar, las relaciones que mantienen entre ellos, el desarrollo de la vida familiar, no muy dispar de la del resto de la población, y el análisis de su producción documental, tal y como lo planteábamos en el principio. Convencidos de que en cada decisión referida a estos aspectos se jugaban su honor, su orgullo, su poder político y económico, no dudaron en materializar una serie de pautas de comportamiento sostenidas por el intervencionismo familiar y también por los roles sociales de la época, que casi todos asumían y respetaban. En esa lucha por perpetuar la categoría social del grupo familiar, los hijos quedaron convertidos en piezas de ajedrez que los padres utilizaban para materializar sus esquemas trazados por una ideología que consideraba al matrimonio como un contrato puramente económico-social, casi sin tener en cuenta otros aspectos como el amor o los sentimientos de los jóvenes. Esta práctica favorecía la creación de sólidas redes de poder formadas por las familias más destacadas de cada localidad, al igual que conseguía la acumulación de los bines en pocas manos.

 En la sociedad moderna, caracterizada por la primacía de los varones, el sexo determinaba el futuro de los hijos. Las mujeres no participaban en la vida pública y por esa razón no recibían habitualmente una educación específica. Casi siempre eran destinadas al mercado matrimonial con el único fin de crear a través de ellas enlaces que diesen prestigio y buenos contactos a la familia.  Los varones eran los encargados de llevar el peso de la familia y, por esa razón, recibían una educación esmerada. Como puede comprobarse en la documentación utilizada, raro era el individuo de los grupos privilegiados que no sabía firmar. La salida habitual para ellos era el matrimonio, para formar así una nueva unidad familiar.

 La familia era uno de los pilares básicos sobre los que se sustentaba el poder de los pudientes. La solidaridad y la colaboración entre los diferentes miembros del grupo de parientes se hacían imprescindibles en múltiples aspectos de la vida cotidiana: la asistencia en la vejez, el cuidado en las enfermedades, la dotación de los jóvenes huérfanos, la ayuda a los más desfavorecidos de la familia,… Las muestras de cariño, afecto, respeto u obligación de que dan fe las mandas testamentarias llegaban con mas frecuencia a los parientes cercanos pero, en menor medida, también a los demás miembros. La solidaridad familiar era lo que la sociedad exigía y solicitaba a sus miembros. Los hijos debían respeto y obediencia a sus padres, y los demás familiares estaban obligados a poseer una relación amigable. No sólo se trataba de una cuestión de exigencia, sino también de convivencia.

 Las relaciones sociales que se creaban, ya fuera por amistad, parentesco, colaboración profesional o vecindad, contribuían al establecimiento de una estructura de poder que marcaba de forma constante el transcurso de la vida política en cada villa. Esta estructura integraba en su seno a las diferentes familias nucleares, a su vez englobadas en grupos familiares extensos, que a su vez estaban unidos a otros grupos de parientes mediante alianzas más o menos duraderas. En este organigrama se integraban todos los notables de cada localidad y también, por su relación con ellos, el resto de vecinos, lo cual pone de manifiesto la importancia de la familia dentro de las relaciones sociales del período moderno. Los vínculos más poderosos siempre se creaban a través de las alianzas matrimoniales y éste se convertía siempre en el parámetro que más influía a la hora de elegir aliados.

 

 No debemos olvidar que la función del historiador debe orientarse hacia la vida, y más en concreto hacia la vida del hombre común. Así, la historia se humaniza y pone en circulación el concepto y el ideal de la historia total. El historiador debe hacer de la historia un laboratorio en el que pueden experimentarse, cuantificarse, analizarse e interpretarse todas las vidas de todos los hombres de todos los tiempos[117], o al menos, lo hemos intentado.

 

 

ANEXOS

Tabla 1. ESCRIBANÍA DE BERNARDINO MADERA (1689-1694)

 

Tipo de documento

Cantidad media anual

Precio

Ingreso total anual

Testamentos

12

2 reales

24

Codicilos

4

2 reales

8

Inventarios de bienes

3

3 reales

9

Poder

6

2 reales

12

Trueque y cambio

2

2 reales

4

Cartas de Venta

42

2 reales

84

Obligaciones

6

1 real

6

Arrendamientos

4

2 reales

8

Reconocimientos de censos

5

2 reales

10

Escrituras

8

2 reales

16

Apartamiento de querella

1

2 reales

2

TOTAL

93

 

183 reales

 

Tabla 2. ESCRIBANÍA DE PEDRO MADERA (1695-1700)

 

Tipo de documento

Cantidad media anual

Precio

Ingreso total anual

Testamentos

17

2 reales

34

Codicilos

7

2 reales

14

Inventarios de bienes

9

3 reales

27

Poder

14

2 reales

28

Trueque y cambio

5

2 reales

10

Cartas de Venta

44

2 reales

88

Obligaciones

7

1 real

7

Arrendamientos

8

2 reales

16

Reconocimientos de censos

2

2 reales

4

Escrituras

13

2 reales

26

Apartamiento de querella

1

2 reales

2

TOTAL

127

 

256 reales

 

Tabla 3. ESCRIBANÍA DE BERNARDINO MADERA MANSO (1727-1739)

 

Tipo de documento

Cantidad media anual

Precio

Ingreso total anual

Testamentos

21

2 reales

42

Codicilos

14

2 reales

28

Inventarios de bienes

11

3 reales

33

Poder

58

2 reales

116

Trueque y cambio

12

2 reales

24

Cartas de Venta

54

2 reales

108

Obligaciones

8

1 real

8

Arrendamientos

4

2 reales

8

Reconocimientos de censos

2

2 reales

4

Escrituras

16

2 reales

32

Apartamiento de querella

5

2 reales

10

TOTAL

205

 

413 reales

 

 

 

 



[1] “Propuestas teóricas y organización social desde la historia de la familia en el España Moderna”, en Studia Historica,18. pp. 17-26. Universidad de Salamanca, 1998.

[2] Como ejemplo tenemos las perspectivas abiertas por autores como C. GINSZBURG.

[3] Aunque la historia social y de las mentalidades surgió en la década de los años 20, de la mano de L. FEBVRE y M. BLOCH, no es hasta la década de 1970 cuando se produjo el verdadero despegue de la historia de las mentalidades y la vida cotidiana del hombre. Desde entonces, hasta el momento presente, han salido a la luz numerosos trabajos de gran interés sobre la familia, el amor, la sexualidad, las actitudes ante la muerte, la religiosidad, el miedo…

[4] GIL SOTO, A; Deudos, Parciales y Consortes. Estrategias políticas y sociales de la oligarquía rural extremeña (siglos XVII y XVIII), Cáceres, 2003.

[5] LEVI, G; “Sobre microhistoria”, en BURKE. P. (ed): Formas de hacer Historia, Madrid, 1993, pp. 119-143.

[6] Para la región extremeña, que es el ámbito de estudio seleccionado, destacan trabajos como los de TESTÓN NÚÑEZ, I.; Amor, sexo y matrimonio en Extremadura, Badajoz, 1985; HERNÁNDEZ BERMEJO, M. A.; La familia extremeña en los tiempos modernos, Badajoz, 1990; RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, A.; “El poder y la familia. Formas de control y consanguineidad en la Extremadura de los Tiempos Modernos”, en CHACÓN JIMÉNEZ, F. y HERNÁNDEZ FRANCO, J. (eds): Poder, familia y consanguinidad en la España del Antiguo Régimen, Barcelona, 1992, pp. 15-34.; o BLANCO CARRASCO, J. P.; Demografía, familia y sociedad en la Extremadura Moderna. 1500-1860, Cáceres, 1999.

[7] Archivo Histórico Provincial de  Cáceres (en adelante A. H .P. C.). Protocolos Notariales. Legajo 1460.

[8] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2056.

[9] Archivo Diocesano de Cáceres (en adelante, A. D. C.) Libro 23 de difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 23

[10] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1460.

[11] A. D. C. Libro 3 de bautismos de Valverde del Fresno (1645-1688),  fol  58

[12] HERNÁNDEZ BERMEJO, M. A.; La familia extremeña en los tiempos modernos, Badajoz, 1990, p. 90.

[13] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1461.

[14] A. D. C. Libro 15 de matrimonios de San Martín de Trevejo (1622-1748), fol 189.

[15] A. D. C. Libro 3 de bautismos de San Martín de Trevejo (1698-1733),  fol  58.

[16] A. D. C. Libro 3 de bautismos de San Martín de Trevejo (1698-1733),  fol  73.

[17] A. D. C. Libro 3 de bautismos de San Martín de Trevejo (1698-1733),  fol  84 v.

[18] A. D. C. Libro 3 de bautismos de San Martín de Trevejo (1698-1733),  fol  119.

[19] A. D. C. Libro 3 de bautismos de San Martín de Trevejo (1698-1733),  fol  135v.

[20]  A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1436.

[21]  A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2054-57.

[22] A. D. C. Libro 23 de difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762),  fol  192.

[23] A. D. C. Libro 3 de bautismos de San Martín de Trevejo (1698-1733),  fol  364.

[24] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  12.

[25] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  37 v.

[26] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  43.

[27] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  67.

[28] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2054, s. f.

[29] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2054 s. f.

[30] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2054 s. f.

[31] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2054 s. f.

[32] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2054 s. f.

[33] A. D. C. Libro 23 de difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762),  fol 661.

[34] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[35] A. D. C. Libro 23 de difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762),  fol 871 v.

[36] A. D. C. Libro 23 de difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762),  fol 941

[37] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[38] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[39] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[40] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[41] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[42] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[43] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[44] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1642 s. f.

[45] HERNÁNDEZ BERMEJO, M. A.; La familia extremeña en los tiempos modernos, Badajoz, 1990: pp 123.

[46] A. D. C. Libro 16 de Matrimonios de San Martín de TRevejo (1748-1764), fol. 51 v.

[47] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  334.

[48] A. D. C. Libro 5 de bautismos de San Martín de Trevejo (1764-1784),  fol  14

[49] A. D. C. Libro 5 de bautismos de San Martín de Trevejo (1764-1784),  fol  58.

[50] A. D. C. Libro 24 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1723-1774), fol 36 v.

[51] A. D. C. Libro 16 de Matrimonios de San Martín de Trevejo (1748-1764), fol 19.

[52] A. D. C. Libro 5 de bautismos de San Martín de Trevejo (1764-1789), fol 11.

[53] A. D. C. Libro 5 de bautismos de San Martín de Trevejo (1764-1789), fol 146 v.

[54] A. D. C. Libro 24 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1723-1774), fol 49v.

[55] A. D. C. Libro 16 de Matrimonios de San Martín de Trevejo (1748-1764), fol 143v.

[56] A. D. C. Libro 5 de bautismos de San Martín de Trevejo (1790-1813), fol 43

[57] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 192.

[58] A. D. C. Libro 3 de bautismos de San Martín de Trevejo (1698-1733),  fol  364.              

[59] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  12.

[60] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2057 s. f.

[61] A. D. C. Libro 15 de Matrimonios de San Martín de Trevejo (1622-1748), fol 335

[62] A. D. C. Libro 3 de bautismos de San Martín de Trevejo (1698-1733),  fol  367

[63] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  12v

[64] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  126v

[65] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  44 v.

[66] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  64.

[67] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  91

[68] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  110.

[69] A. D. C. Libro 4 de bautismos de San Martín de Trevejo (1733-1764),  fol  126 v.

[70] Hernández Bermejo, M. A.; La familia extremeña en los tiempos modernos, Badajoz, 1990: pp 123.

[71] RODRÍGUEZ  SÁNCHEZ, A.; Cáceres: Población y comportamientos demográficos en el siglo XVI, Cáceres, 1977; pp 213.

[72] Fuentes parroquiales varias. Elaboración propia.

[73] TESTÓN NÚÑEZ, I.; Amor, sexo y matrimonio en Extremadura, Badajoz, 1985, p. 21.

[74] RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, A.; “Un modelo metodológico: las cartas de dote en Extremadura” Pp. 165-176, en Actas de las II Jornadas de Metodología Histórica Aplicada.  La documentación notarial y la historia. I. Santiago, 1983, pp. 165-178.

[75] HERNÁNDEZ BERMEJO, M. A.; op. Cit; pp 123-125.

[76] HERNÁNDEZ BERMEJO, M. A.; op. Cit; pp 141-142.

[77] Ibidem, pp. 143.

[78] Ibidem, pp. 163.

[79] RODRÍGUEZ  CANCHO, M.; La villa de Cáceres en el siglo XVIII. (Demografía y sociedad), Cáceres, 1981, pp. 175.

[80] Ibidem, pp. 180.

[81] Fuentes parroquiales varias. Elaboración propia.

[82] Fuentes parroquiales varias. Elaboración propia.

[83] Fuentes parroquiales varias. Elaboración propia.

[84] TESTÓN NÚÑEZ, I.; op, cit, pp 116-118.

[85] A.D.C. Libro 16 de Matrimonios de San Martín de TRevejo (1748-1764), fol. 45 v.

[86] RODRÍGUEZ  CANCHO, M.; op. Cit., pp. 207-208; RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, A,; op. Cit. Pp 213-219.

[87] RODRÍGUEZ  SÁNCHEZ, A.; Cáceres: Población y comportamientos demográficos en el siglo XVI, Cáceres, 1977; pp 218.

[88] ESCRICHE, J. Diccionario razonado de legislación, París, 1831, voz “escribano”; de CUESTA MARTÍNEZ, M,; Oficios Públicos y sociedad, Córdoba, 1997, pp 410-411.

[89] Este cuadro ah sido realizado tomando como fuente el inventario de Protocolos Notariales del Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

[90] GONZÁLEZ CRUZ, D.; Escribanos y notarios en Huelva durante el Antiguo Régimen. (1701-1800), Huelva, 1991, pp 59-61.

[91] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 1640 s. f.

[92] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2057 s. f.

[93] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2057 s. f.

[94] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2057 s. f.

[95] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 13

[96] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 660.

[97] A. H. P C. Protocolos Notariales. Legajo 2057 s. f.

[98] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 13

[99] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 660.

[100] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 192

[101] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 493

[102] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 13

[103] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 192

[104] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 660

[105] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 493

[106] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 862

[107] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 192

[108] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 12

[109] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 12

[110] A. D. C. Libro 23 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1690-1762), fol 36 v.

[111] A. D. C. Libro 24 de Difuntos de San Martín de Trevejo (1764-1795), fol 36 v.

[112]  GONZÁLEZ CRUZ, D.; op. Cit, pp. 113.

[113] A. H. P. C. Protocolos Notariales. Legajo 1460.

[114] Para ello hemos consultado dicho documento en el Portal de Archivos Españoles en red, que el ministerio de cultura pone a nuestra disposición en la página web PARES.

[115] Para ello se han elaborado unas tablas que resumen la producción de la escribanía de cada miembro de la familia analizada. EL monto o saldo total que percibe el escribano, debemos entenderlo como el total entre los documentos públicos del Concejo de la Villa de San Martín de Trebejo, y los documentos de índole privada, realizados por los vecinos de dicha Villa.

[116] Op, cit, pp. 71.

[117] RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, A.; Introducción. Actas de las II Jornadas de Metodología y Didáctica de la Historia, Cáceres, 1983.

Nov 292013
 

 Felicísimo García Barriga y Rocío Periáñez Gómez.

 En una sociedad como la nuestra, tan dada a la conmemoración de efemérides históricas, no se podía dejar de lado una fecha tan señalada como es el segundo centenario del levantamiento del pueblo de Madrid contra los franceses y del consiguiente inicio de la llamada Guerra de la Independencia. Ello supone redescubrir los hechos pasados, evocar grandes gestas, pero también profundizar en el estudio de lo acontecido, intentando realizar nuevas aportaciones que nos aproximen a un mejor conocimiento y comprensión de la historia.

Sin embargo, tanto en este como en otro tipo de conmemoraciones se suele insistir en el recuerdo de hechos notables de gran carga simbólica y que han tenido además un mayor impacto sobre la memoria histórica de los ciudadanos. En contrapartida son muy pocas las veces en las que se hace alusión a los efectos que los conflictos bélicos tuvieron sobre la población fuera militar o civil. En este caso la Guerra de la Independencia es un ejemplo de cómo se han magnificado momentos aislados, utilizándolos para exaltar el patriotismo nacional, pero se han olvidado las consecuencias que la guerra tuvo sobre todo el territorio nacional, consecuencias que fueron desastrosas desde el punto de vista humano, económico, social, etc.

Una de las mejores muestras de lo que acabamos de señalar es, sin duda, el caso extremeño. Salvo raras excepciones, la historiografía sobre la Guerra de la Independencia en Extremadura se ha referido casi en exclusiva a los hechos de armas más importantes del conflicto como las batallas de La Albuera, el puente de Almaraz o Medellín o los sitios de Badajoz. Sin embargo, poco se ha escrito acerca de las terribles repercusiones que la guerra tuvo sobre los extremeños a quienes les tocó vivirla. Extremadura se constituyó desde el principio del enfrentamiento en uno de sus principales escenarios debido a su carácter de zona de paso entre Madrid y Lisboa por un lado, y Castilla la Vieja y Andalucía por otro.

De esta manera la presencia constante en nuestra tierra de ejércitos tanto enemigos como aliados supuso sumir a los pueblos extremeños en una situación cercana al caos en que la persistente necesidad de recursos de todo tipo para mantener el esfuerzo bélico conllevó una enorme presión sobre las poblaciones, tanto humana como económicamente. Este es el problema que trataremos de abordar en este trabajo, intentando paliar, con nuestra modesta aportación, el déficit de atención historiográfico del que hablábamos antes. El objetivo de esta comunicación será, por tanto, analizar las consecuencias que la guerra contra los franceses tuvo para los pueblos extremeños y sus habitantes. Así contemplaremos los efectos del conflicto desde distintos puntos de vista (material, humano, social, moral…) utilizando como hilo conductor la trayectoria vital de dos extremeños que se vieron inmersos en los acontecimientos y que sufrieron las secuelas en sus propias carnes. Se trata del coronel don José López Berrio y del sargento Bonifacio Ramajo; el primero, un militar profesional que como tal participó en diversas acciones y misiones hasta su ejecución por los franceses en 1811 y el segundo, un civil reclutado a la fuerza en 1807 para la invasión de Portugal, previa a la guerra y que se mantuvo en el servicio hasta que finalizó el conflicto.

Para conseguir este propósito, y como en cualquier trabajo histórico, hemos tenido que recurrir al uso de diversas fuentes documentales. Para trazar la biografía de nuestros dos protagonistas hemos contado, en el caso de López Berrio con papeles personales conservados por su familia que, junto a su hoja de servicios y otros documentos notariales, nos han proporcionado noticias suficientes para acercarnos a su figura; con respecto a Bonifacio Ramajo, el hallazgo en un protocolo notarial de cartas autógrafas nos reveló su existencia permitiéndonos conocer parte de su vida, información que posteriormente hemos completado con otras fuentes. 

Desde el punto de vista general, para conocer el desarrollo de la Guerra de Independencia en Extremadura y sus consecuencias, es indispensable consultar la documentación emanada de la Junta Suprema de Extremadura, órgano de gobierno constituido tras el levantamiento del 2 de mayo para coordinar el esfuerzo de guerra y llenar el vacío de poder existente tras la quiebra del sistema político del Antiguo Régimen provocado por la invasión napoleónica. Los documentos generados por esta institución abarcan múltiples cuestiones; sin embargo, hemos centrado nuestra atención fundamentalmente en los aspectos referidos a la financiación y abastecimiento del ejército y a las quejas de los ayuntamientos al respecto. No obstante, no hemos olvidado la documentación relacionada directamente con el ejército (formación de las tropas, evolución general del conflicto, documentación de carácter judicial, pasaportes, etc.) que nos proporcionan, al mismo tiempo, noticias indirectas sobre los efectos de la guerra sobre la población.

 

  1. 1.      La Guerra de la Independencia en el contexto extremeño

 

De todos es conocido lo sucedido en España tras el 2 de mayo de 1808. En Extremadura, las noticias sobre el levantamiento de los madrileños y el manifiesto del alcalde de Móstoles llegaron prontamente causando una reacción que tuvo consecuencias de diverso tipo. Aunque la violencia no fue la protagonista, hubo algunos hechos aislados de gran relevancia. Entre ellos, destacan los acontecimientos vividos en Badajoz el 30 de mayo que culminaron con la muerte del Capitán General interino de la Provincia, conde de la Torre del Fresno, tras haber sido acusado de traidor por el pueblo.

Este crimen pone de manifiesto la situación de caos político, de desgobierno y de incertidumbre que vivía la sociedad extremeña en ese momento. La inexistencia de una autoridad reconocida que articulase la resistencia contra el invasor supuso que órganos políticos de ámbito provincial, como las Audiencias y Capitanías Generales, tuvieran que asumir un papel que no les correspondía y a cuya altura no supieron estar. En este contexto surgieron instituciones improvisadas en las que se mezclan las antiguas élites gobernantes con los elementos populares para intentar encauzar la oposición a los franceses y que emanaban más de la voluntad del pueblo que de las instituciones del Antiguo Régimen; nos estamos refiriendo a las Juntas de Gobierno, surgidas en las ciudades y villas más importantes del país en general y por supuesto de Extremadura. En nuestra región, así, se crearon en mayo de 1808 juntas en Badajoz, Cáceres y Plasencia; de ellas, pronto adquirió protagonismo la Junta de Badajoz, al encontrarse en esta ciudad las principales instituciones de la provincia, excepto la Real Audiencia. De esa primigenia institución procedería, por tanto, la Junta Suprema de Extremadura, constituida a principios de junio de 1808; a partir de ahí, la Junta de Extremadura se convierte en el principal órgano de gobierno de la provincia, debiendo enfrentarse a la formación y financiación de un ejército para luchar contra los invasores. Para ello tuvo que arbitrar una serie de medidas de carácter militar y económico y financiero de las que hablaremos más adelante.

Sin embargo, la Junta no tuvo que hacer frente a la amenaza enemiga hasta que,  tras la batalla de Bailén, Napoleón decidió acabar con la resistencia española e invadió el país con el grueso de sus tropas. El ejército francés llegó a Extremadura en diciembre de 1808 penetrando en  la provincia por el noreste. El primer enfrentamiento directo entre los invasores y las tropas españolas tuvo lugar en el puente de Almaraz. Tras los intentos de los franceses por cruzar el Tajo, la primera gran batalla en Extremadura se libró en Medellín el 28 de marzo de 1809, con desastrosas consecuencias para el ejército comandado por el general Cuesta. Desde esas fechas, hasta finales de 1810, no se produjeron encuentros armados de gran relevancia en territorio extremeño, a pesar de lo cual el paso de tropas tanto enemigas como propias fue constante, teniendo en cuenta además que un ejército ingles bajo el mando de Wellington había entrado por Zarza la Mayor en junio de 1809.

La invasión francesa de Portugal a mediados de 1810 cambió radicalmente esta situación al convertir a Extremadura en la retaguardia de la ofensiva enemiga y, por lo tanto, en un objetivo militar de primer orden. Ello explica la intensificación de la presencia francesa en la Provincia y como consecuencia inmediata el sitio y conquista de la plaza de Badajoz entre enero y marzo de 1811. Desde ese momento, la recuperación de Badajoz constituyó el principal empeño de las tropas aliadas; en ese contexto se inscribe la batalla de La Albuera librada el 16 de mayo de 1811, uno de los más sangrientos episodios de toda la guerra con cuantiosas pérdidas humanas por parte de los dos bandos.

El cambio en la coyuntura bélica a partir de 1812, motivado en parte por la retirada de tropas francesas destinadas por Napoleón a la campaña de Rusia, favoreció la ofensiva aliada lo que permitió, tras la liberación de Ciudad Rodrigo, la recuperación de Badajoz el 6 de abril de dicho año. Tras esta victoria y el repliegue de los franceses, Extremadura se convierte en un escenario menor, quedando libre de enemigos en agosto de 1812. A pesar de ello, el ejército y los irregulares extremeños siguieron en pie de guerra contribuyendo a la expulsión definitiva de los franceses en 1813[1].

  1. 2.      La contribución de los extremeños a la Guerra de la Independencia.

 

Históricamente, todas las guerras han supuesto gravísimos daños para las economías de los territorios en los cuales se han desarrollado. En el caso extremeño, los conflictos civiles de la Corona de Castilla a finales del siglo XV, la guerra de Secesión de Portugal o la Guerra de Sucesión española provocaron en nuestra región una situación de crisis económica derivada tanto de los ataques enemigos como del asentamiento en el territorio de tropas que esquilmaban a las poblaciones.

La Guerra de Independencia no va a suponer en este sentido un ejemplo más por cuanto representa en su grado máximo el efecto negativo de los conflictos bélicos sobre la población civil. A ello contribuyó sin duda alguna el carácter de guerra total que adquirió desde el principio, con un invasor que permaneció varios años sobre el terreno comportándose con una avaricia y una crueldad prácticamente desconocidas hasta el momento, y por tanto la necesidad de aumentar enormemente el esfuerzo de guerra con el fin de expulsar a los odiados franceses del territorio nacional.

Como señalábamos anteriormente, a la Junta Suprema le correspondió la labor de crear, organizar y mantener un ejército para defender Extremadura de la invasión francesa. Ello hizo que la responsabilidad de llevar a cabo esa tarea recayera sobre el pueblo extremeño ya que, carente de medios, la Junta tuvo que recurrir a los ayuntamientos de la Provincia para recabar todo lo necesario con la finalidad de dotar al nuevo ejército, tanto de efectivos humanos como materiales. La realización de ese enorme esfuerzo de guerra tuvo profundas repercusiones en prácticamente todos los ámbitos. Así, los constantes y crecientes gastos quebraron la economía regional de una forma desconocida desde la Guerra de Secesión de Portugal a mediados del siglo XVII. De esta forma lo manifiesta la enorme cantidad de peticiones, documentos de agravios y quejas emitidas tanto por los ayuntamientos como por particulares debido al cobro de impuestos, la requisa de alimentos, animales de labor o carros, los gastos de transporte, el alojamiento de tropas, etc.

Las dificultades económicas acarrearon a su vez considerables problemas desde el punto de vista social y político que en gran medida continuaban situaciones engendradas en la segunda mitad de la centuria anterior y que también son preludio de la conflictividad política y social que vivirá Extremadura durante todo el siglo XIX. Así, en el ámbito social, la Guerra supuso en muchos casos una modificación de las estructuras sociales de los pueblos, ya que muchos vecinos aprovecharon la situación para enriquecerse especulando con alimentos, malversando fondos públicos o manipulando la venta de terrenos concejiles para convertirse en grandes terratenientes. También se produjo por parte de algunos ayuntamientos el intento de acabar con los privilegios de la nobleza incluyendo a los hidalgos en repartos de impuestos y, al tiempo, tuvieron lugar motines y levantamientos relacionados con la ocupación de tierras por labradores y jornaleros, continuando el proceso reivindicativo de los campesinos extremeños iniciado en el siglo XVIII. Por último, desde el punto de vista político, los decretos de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 supusieron el establecimiento de un régimen liberal que, no obstante, chocó con la oposición de los que veían en peligro su privilegiada situación. Ello se reflejó en Extremadura tanto en las propias actuaciones de la Junta como en sus relaciones con los mandos militares y en sus intervenciones en la vida política local.

En este apartado, por tanto, trataremos las dos vertientes de esta situación: por un lado, las medidas que adoptó la Junta para sostener el esfuerzo de guerra y en segundo lugar, la repercusión que sobre las localidades extremeñas tuvieron esas medidas.

 

2. a. La actuación de la Junta Suprema de Extremadura

 

Uno de los objetivos principales de la Junta Suprema de Extremadura fue la financiación de la guerra; ya que ésta no podía ser cubierta de ninguna manera con los ingresos procedentes de los impuestos ordinarios, tuvo que arbitrar servicios y donativos de carácter extraordinario. Es ejemplo de ello el empréstito forzoso de 8 millones de reales establecido en julio de 1808 y que se repartió entre los pueblos de manera proporcional a la cuantía de los productos en que se evaluaban las rentas provinciales. Se estableció una contribución que gravaba las propiedades de los propietarios forasteros, dueños de encomiendas y señores jurisdiccionales, y otra consistente en el 10% de las rentas procedentes del arrendamiento y venta de tierras[2]. Teniendo en cuenta que el sistema impositivo del Antiguo Régimen no sufrió cambios, al menos al principio de la guerra, la mayor parte del esfuerzo económico para sostener al ejército aliado recayó, como siempre, en las clases más humildes de labradores y jornaleros, mientras que los pudientes no sufrieron directamente la presión fiscal.

Junto al sistema tributario se tuvo que recurrir a otras vías con el fin de facilitar los medios precisos para sostener al ejército. En este sentido, la Junta de Extremadura comisionó a militares y otras personas con el encargo de recorrer zonas concretas de la Provincia para obtener desde dinero hasta información sobre el enemigo pasando por la captación de posibles reclutas o el traslado de desertores. De ello es ejemplo uno de los personajes que hemos elegido como guías de nuestro recorrido, el coronel José López Berrio. Antes de referirnos a las tareas que realizó para la Junta, resulta ineludible hacer una breve semblanza de su biografía.

Don José López Berrio nació en Zalamea de la Serena el día 6 de marzo de 1774. Hijo de don Manuel López Berrio y de doña Manuela Hidalgo Abrios, fue bautizado en la parroquia de Santa María de los Milagros de Zalamea el día 21 de marzo de 1774[3]. Su padre, natural de Villanueva de la Serena, pertenecía al estado noble como hidalgo que era. Sin embargo la familia tuvo que recurrir a la confirmación del privilegio a la Chancillería de Granada, al menos por dos ocasiones. La última de ellas en 1796, bastantes años después del nacimiento de José y seguramente basada en la necesidad de demostrar su condición de noble en la villa de Zalamea, a donde se había trasladado desde su Villanueva natal[4]. El 17 de diciembre de 1801, con 27 años, López Berrio contrajo matrimonio en Badajoz con doña María Antonia Hurtado Baldovinos y Becerra, hija de don Gonzalo Hurtado Baldovinos, Auditor de guerra[5], y doña Isabel Becerra, ambos vecinos de Valverde de Leganés[6]. Fruto de ese matrimonio fue el único hijo que tuvo la pareja, un niño nacido en julio de 1809 que recibió el nombre de José y que seguiría, como su padre, la carrera militar[7]. Parece que tras la boda, el matrimonio se asentó en la villa de Solana de los Barros, si bien la profesión ejercida por don José, le obligaba a permanecer lejos de su hogar.

En cuanto a su trayectoria profesional, aunque no conocemos con precisión la fecha de su ingreso en el ejército, según su expediente adquirió el rango de soldado distinguido en Infantería en 1794, siendo ascendido a subteniente en 1800. Sirvió en los regimientos de Infantería de Extremadura y en el Regimiento de Trujillo y estuvo de guarnición en las plazas de Madrid, Badajoz y Alcántara hasta el 20 de Mayo de 1801 para pasar después de agregado a la artillería a hacer el servicio durante la guerra de Portugal[8]. Posteriormente fue ascendido a capitán y a teniente coronel, en lo cual influirían diversos factores. Sin dudar de sus cualidades como militar, el parentesco adquirido con un notable personaje como era su suegro, don Gonzalo Hurtado Baldovinos y la coyuntura bélica facilitarían el ascenso de José en la jerarquía militar. El 10 de septiembre de 1808 fue ascendido a capitán como premio por el donativo voluntario que realizó para el mantenimiento del ejército[9] y, sólo tres semanas después, el 28 de septiembre recibe el grado de teniente coronel[10].

Su actividad durante la guerra fue diversa; por un lado, participó en la defensa de Badajoz como ayuda de campo del general Gabriel de Mendizábal, labor que le valió el ascenso a coronel:

 

don José López de Berrio, Teniente Coronel de los Reales Exércitos, estuvo en Extremadura a mi inmediación, haciendo servicios distinguidos a la Patria, me acompañó en todas las ocurrencias de Badajoz, salió conmigo de dicha Plaza la noche de 5 de Febrero de 1811 atravesando la Cavallería enemiga a la Plaza de Elvas, a encontrar la División Española que venía de Cartaixo; por todo lo que, y su buen desempeño militar, le concedí el grado de Coronel, y fue comprehendido en la relación que remití al Señor Ministro de la Guerra, desde Estremoz en Portugal en 7 de marzo de dicho año de 1811; (…) Por su celo en los apuros del sitio de Badajoz, su voluntad a prestarse a todo lo que se le mandaba, y sus conocimientos del país, más de una vez le empleé en comisiones arriesgadas y todas fueron perfectamente desempeñadas[11].

           

Pero, sobre todo, su cometido durante el conflicto se desarrolló sobre el terreno, desempeñando los encargos comisionados por la Junta de Extremadura. Así, el 24 de febrero de 1810 recibió, junto con el presbítero don Antonio González Pecellín, la orden de la Junta:

 

para que en uso de su acendrado patriotismo se constituyan en los pueblos de esta provincia y otros que más combenga y con la Partida que llevan y demás que se le reúnan incomoden al enemigo en sus correrías, impidan los suministros que se le hacen desbartando y aniquilando el País; alarmen los pueblos y reúnan quantos escopeteros y gente útil encuentren, armándola con las armas que haya en los mismos; regojan los dispersos que handen vagando por ellos y los que residan en despoblado, remitiéndolos a esta capital para su incorporación al Exército con la seguridad correspondiente aunque sea por el Reyno de Portugal; y finalmente harán requisición de cavallos de toda clase que sean útiles para el servicio y operarán en los demás puntos según combenga a beneficio de la Patria[12].

 

Es decir, su misión comprendía desde acciones de guerrilla, reunir tropas y armas, estorbar a los invasores, perseguir a los desertores y proveerse de monturas para el ejército.

En otras misiones la labor de López Berrio se centró en el reclutamiento de tropas. Así el 2 de abril de 1809 remite a la Junta un informe de la actividad desempeñada en las villas de Valverde, Almendral, Torre, Nogales y Morera, para reclutar y remitir a Lobón “unos 600 hombres que resultaron armados con escopetas, chuzón y demás que fue posible, socorridos por cuatro días y encargadas sus respectivas justicias de remitirles víveres suficientes”. Al tiempo, recababa información sobre los movimientos del enemigo[13] como podemos saber por la petición que en septiembre de ese año realizaba a la Junta para que se le abonase el dinero gastado “en la observasión voluntaria que disfrazado hize por espacio de nueve días, con diferentes paysanos que saqué de la villa de Solana y otros pueblos, de la posición y giro que ocupaban los Enemigos, hasta que llegaron a la ciudad de Mérida, Montijo, Arroyo de San Serván, Calamonte y Torremejía”[14].

 

La eficiente labor realizada por el coronel acabó en septiembre de 1811, cuando los franceses le apresaron en la villa de Zahínos, donde se hallaba ejerciendo las funciones por las que había sido comisionado, con los documentos que acreditaban su condición y demostraban sus actividades. Esta circunstancia precipitó los acontecimientos, pues José López Berrio fue trasladado por las tropas francesas a la cercana villa de Fregenal y encerrado en la cárcel pública. Se practicó un consejo de guerra rápido, pues las pruebas halladas en su contra eran concluyentes y condujeron a la condena a muerte por traidor a Napoleón y al Rey, tal y como hicieron públicos los mandos franceses ordenando fijar en la plaza un documento en que se explicitaban los detalles de la condena. De esta forma, el 10 de septiembre de 1811 fue llevado a las afueras de Fregenal, al lugar conocido como el Egido, donde fue fusilado por la espalda y enterrado, pues según certificó años después el cura párroco de Santa María de dicho lugar, los franceses no permitieron que se le diese sepultura eclesiástica. Es más, sólo tras muchos ruegos de algunos vecinos del lugar consintieron que pudiese confesarse con un sacerdote y se le permitiese hacer su testamento, que realizó ante Antolín de Aniebas Solís, escribano de Fregenal. Por él podemos conocer el estado en que se encontraba el coronel en los momentos que precedieron a su muerte, pues terminaba el testamento con esta aclaración del notario: “el señor otorgante a quien doy fe conosco así lo dijo y no firmó por tener el pulso sobresaltado, lo hizo a su ruego uno de los testigos”[15].

Los documentos referidos sobre las misiones encomendadas a López Berrio -así como a otros comisionados[16]– muestran los intentos de la Junta por obtener la colaboración del pueblo en el esfuerzo bélico, que no siempre era correspondido de buen grado. De hecho, muchas de esas órdenes preveían la imposición de multas y otras medidas, incluyendo el uso de la fuerza para las justicias o particulares que se mostraran remisas a cumplir con lo mandado[17]:

 

Las Juntas y Justicias le prestarán los auxilios de que huvieren menester y los correspondientes a la subsistencia y alimentos de la tropa y alarmados, facilitándoselos de contado, bajo toda responsabilidad, con la prevención y encargo más serio que se les hace en su cumplimiento y la que se maneje morosa en él o el ciudadano que se resista a prestarse a la defensa pudiendo hacerlo, darán cuenta a esta Suprema Junta, para el castigo que deva imponersele por el Consejo de Guerra permanente creado con este y otros objetos”[18].

 

Todo ello prueba que, a pesar de la buena voluntad tanto de las autoridades como del pueblo extremeño para contribuir en la derrota del enemigo, en muchas ocasiones, la situación económica impedía a los pueblos hacer frente a lo solicitado. En esas circunstancias, como veremos también más adelante, la Junta solía ser inflexible y no aceptaba las quejas que se le formulaban.

 

2. b. La respuesta de los extremeños ante la Guerra de la Independencia

 

Si en el apartado anterior hemos visto la actividad de la Junta Suprema de Extremadura para cubrir las necesidades surgidas como consecuencia de la coyuntura bélica, ahora debemos ocuparnos de la respuesta que los requerimientos de las autoridades provinciales suscitaron en el pueblo extremeño y los gobernantes locales. Para comentar todas estas cuestiones, vamos a utilizar como hilo conductor y ejemplo la trayectoria vital de un extremeño que fue protagonista directo de los hechos; sin embargo, al contrario que José López Berrio, quien como militar profesional participó activamente en la guerra y murió como consecuencia de ella, este hombre fue militar a su pesar, y en cuanto finalizó el conflicto volvió a su hogar para vivir y morir entre los suyos. Nos referimos a Bonifacio Ramajo, cuyos datos biográficos vitales son los siguientes: hijo de Domingo Ramajo y María la Recolada, nació en Navas del Madroño, actual provincia de Cáceres, el 5 de junio de 1785. Contrajo matrimonio en dos ocasiones: por primera vez en 1806 con María Elena Guzmán, y ya viudo en segundas nupcias con Vicenta Teomiro en 1820. Tuvo 13 hijos, dos de su primer matrimonio y once del segundo, de los cuales sólo llegaron a la edad adulta cinco. Para finalizar, murió en su pueblo natal el 2 de mayo de 1838, a punto de cumplir los 53 años de edad.

Bonifacio Ramajo fue uno de los muchos extremeños cuya vida dio un giro de 180 grados como consecuencia de la invasión francesa y de la Guerra de Independencia. Sin embargo, él ha conseguido librarse del anonimato de la mayoría de sus compañeros y su nombre ha llegado hasta nosotros gracias a su propia palabra escrita. Se da la circunstancia, además, de que la vida de Bonifacio se vio afectada por la guerra antes de que ésta empezase, puesto que fue uno de los participantes en la invasión de Portugal llevada a cabo conjuntamente por los ejércitos español y francés en 1807.

Esta invasión, desconocida para muchos, constituyó el preludio de la ocupación española a partir de 1808; recordemos que desde 1800 la política exterior española estaba absolutamente sujeta a los designios de Napoleón Bonaparte; a pesar de las consecuencias negativas de esa alianza (sirva como mejor ejemplo la terrible derrota naval de Trafalgar), los gobernantes españoles, con Carlos IV y Godoy al frente, no fueron capaces de liberar al país de la influencia del emperador de los franceses. Así, el 27 de octubre de 1807 España y Francia firmaban un nuevo tratado en Fontainebleau. En el mismo se estipulaba el nacimiento de dos nuevos estados: Lusitania para la recién destronada reina de Etruria y el principado de los Algarves para Godoy. Pero, más importante, el acuerdo establecía la posibilidad de que las tropas francesas pudieran entrar por España para hacer cumplir el pacto.

En virtud de ese pacto, por tanto, se producía en noviembre de 1807 la invasión de Portugal por un ejército francés comandado por el general Junot y uno español dirigido por los generales Carrafa y Solano. En este ejército español participó el regimiento provincial de Plasencia, junto con el de Trujillo uno de los dos regimientos de “voluntarios” existentes en ese momento en Extremadura; y en ese regimiento estaba integrado como soldado raso Bonifacio Ramajo, tal y como sabemos por una carta suya enviada a su padre en septiembre de 1807 desde Valencia de Alcántara. Participó por tanto en la invasión, ya que en marzo de 1808 se encontraba en Elvas y en abril en Lisboa, desde donde remitió a su padre cartas pidiéndole dinero; en esas cartas Bonifacio narraba la penosa situación en la que se encontraban los soldados españoles, tanto por sus problemas de abastecimiento[19] como por la evidente hostilidad que los mandos franceses empezaban a manifestar contra los españoles, sabedores de las dudas e intranquilidad que su presencia en suelo español estaba despertando[20].

Desde ese momento, perdemos totalmente la pista de Bonifacio Ramajo; con toda probabilidad volvió a España cuando tras el levantamiento del 2 de mayo de 1808 y la invasión inglesa de Portugal los franceses desarmaron a los soldados españoles y les devolvieron a su patria[21]. Conocemos, por otra parte, que el regimiento provincial de Plasencia participó activamente en la guerra en tierra extremeña, sobre todo en la defensa de la ciudad de Badajoz. Y allí es precisamente donde encontramos de nuevo a nuestro hombre, ingresado en el hospital militar de la plaza en octubre de 1814, con el grado de sargento segundo. Ya finalizada la guerra, en 1815, volvió a Navas, donde reanudó su vida hasta su muerte acaecida, como hemos dicho antes, en 1838.

Sin duda, la vida de este extremeño de principios del siglo XIX es todo un ejemplo de cómo la guerra obligó a quienes la sufrieron a adaptarse a circunstancias totalmente nuevas y a padecer en sus propias carnes los efectos del conflicto, no sólo desde el punto de vista personal sino también en su economía y su forma de vida. En este sentido, la Guerra de Independencia se caracterizó por ejercer su influencia sobre prácticamente todos los ámbitos, tanto públicos como privados. Y ello es lo que vamos a intentar describir en las páginas siguientes.

Hemos visto cómo, al principio de la Guerra, la Junta de la Provincia de Extremadura intentó hacerse cargo de todos los gastos generados por el conflicto recurriendo a impuestos ordinarios y extraordinarios y a la requisición de víveres y dinero mediante comisionados. Con el transcurso del conflicto, no obstante, el aumento de las necesidades financieras, la presencia del ejército francés desde principios de 1809 y, por tanto, la ocupación permanente de amplias zonas del territorio extremeño de la que no se podían obtener ingresos y el aumento consiguiente del esfuerzo bélico para expulsar a los invasores obligó a la Junta Suprema a tomar dos decisiones de importantes consecuencias para el futuro: en primer lugar, las autoridades provinciales dejaron en manos de los pueblos la tarea de mantener a los ejércitos aliados por medio de alojamientos, donativos y contribuciones, lo que supuso para las localidades y sus habitantes unos gastos extraordinarios en muchos casos imposibles de asumir.

Por otro lado, la Junta tuvo que tomar decisiones que comenzaban a alterar el marco político, social y económico del Antiguo Régimen. Entre esas medidas tuvo sin duda una mayor trascendencia el decreto promulgado a finales de marzo de 1810 por el que se autorizaba a los municipios a vender la tercera parte de los bienes de propios y la mitad de los terrenos baldíos, permitiendo asimismo el cerramiento de las propiedades vendidas, y que comentaremos con detalle en las páginas siguientes.

Volviendo al primer punto que comentábamos, la presencia directa de numerosos contingentes de tropas en el territorio obligó a la Junta a dejar su mantenimiento diario en manos de los ayuntamientos donde se alojaba el ejército. Para ello, se recurrió a dos soluciones paralelas y, en muchas ocasiones, complementarias: por un lado, que los municipios y sus habitantes suministraran las raciones a los soldados y sus animales, y por otro, el establecimiento de contribuciones extraordinarias, casi siempre en especie, para abastecer a determinados cuerpos de ejército o, en la mayoría de los casos, a las tropas pertenecientes a los cuarteles generales.

Con respecto a los suministros directos a la tropa, las necesidades eran enormes, incesantes y además muy variadas, y por todo ello casi imposibles de asumir por parte de una sola localidad. Sirva como ejemplo el estado de las raciones que a principios de julio de 1811 necesitaban las tropas pertenecientes al Quinto Ejército; repartido entre dos cuarteles generales, los de Valencia de Alcántara y Fuente del Maestre, y diversas localidades extremeñas (Mérida, Alburquerque, Alcántara, Plasencia, Cáceres, Zafra, Coria, etc.), sus necesidades se evaluaban en 35.160 raciones de pan y otros alimentos, y 6.482 raciones de forraje[22].

Los pueblos extremeños se vieron, por tanto, enfrentados a una situación insostenible, en la que los recursos existentes debían ponerse a disposición de los ejércitos aliados; la situación era aún más grave teniendo en cuenta que desde 1804 la coyuntura agraria era claramente negativa[23], y que por tanto el campo extremeño era incapaz de alimentar a los habitantes de la provincia. La presión añadida y enorme de la presencia militar aumentó la necesidad y sumió al territorio extremeño en una crisis de subsistencias de desastrosas consecuencias.

Cabe señalar, por otra parte, que el propio desarrollo del conflicto y la presencia de los franceses en la provincia determinaron que el esfuerzo bélico no se pudiese repartir entre todos los pueblos de manera equitativa, sino que en cada momento tenían que ser las localidades libres de enemigos quienes recibiesen sobre sus hombros la mayor parte de los gastos. A ello debemos unir el hecho de que la Junta fue evacuada de Badajoz en septiembre de 1810, iniciando un largo periplo que la llevó primero a Valencia de Alcántara, luego a San Vicente, Garrovillas, Santa Marta de los Barros, Arroyo de San Serván y Olivenza para establecerse finalmente de nuevo en Valencia, donde permaneció hasta la reconquista de Badajoz por los ingleses en abril de 1812[24]; por tanto, los territorios adyacentes a la sede del máximo órgano de gobierno provincial, y sobre todo la zona en torno a Valencia de Alcántara, Alburquerque y Alcántara, sufrieron con mayor rigor los suministros a las tropas.

Los ayuntamientos reaccionaron casi siempre con voluntarismo y deseos de ayudar al esfuerzo bélico, pero la magnitud de las necesidades militares hicieron que muchas localidades no tuvieran más remedio que acudir a la Junta de la Provincia para solicitar bien la exención de los suministros solicitados, bien su reducción. En otros casos, los ayuntamientos solicitaban permiso para arbitrar medidas de carácter extraordinario con las que financiar los alimentos y otras necesidades de las tropas aliadas. Por último, algunas autoridades municipales actuaron con renuencia, dilatando los plazos de entrega de lo pedido o alegando su simple falta para evitar tener que cederlos a los militares encargados de la requisa de víveres.

En el primer grupo, la respuesta por parte de la Junta era casi siempre negativa; ese fue el caso de Herreruela, quien solicitaba la exoneración de la carga de tropas estantes en el pueblo “…por haverse quedado los vecinos exhaustos de granos…[25]. También le sucedió lo mismo a la villa de Valencia de Alcántara, sin duda una de las que en mayor medida sufrió los rigores de la guerra por su carácter de sede de la Junta y, durante un tiempo, también de cuartel general del general Castaños, solicitaba en mayo de 1811 que el depósito de granos del Quinto Ejército se trasladase “…en país más abundante y se reparta al menos entre los pueblos inmediatos para que limitándose en éste el número de consumidores se retarde el hambre horrorosa que amenaza manteniendo los restantes en las casas de los que tengan algo[26].

Más abundantes son los casos de pueblos que solicitan permiso de las autoridades provinciales para pagar los suministros; en esta circunstancia lo habitual era que los vecinos particulares se hiciesen cargo de los gastos y luego los ayuntamientos les abonasen el valor de lo suministrado. Sin embargo, dada la crisis financiera en la que los concejos locales vivían a causa del paso de tropas, éstos tuvieron que recurrir a instrumentos extraordinarios que a corto plazo solucionaban el problema pero que a la larga minaban las bases económicas de los ayuntamientos.

Entre esas medidas la más usada fue, sin duda, la venta de terrenos concejiles, tanto a través de la medida general autorizada por la Junta como por peticiones posteriores de cada concejo. En el primer caso, se trató de la autorización a todos los ayuntamientos para vender la tercera parte  de los terrenos de propios y la mitad de los baldíos, acordada por la Junta a finales de marzo de 1810 y definitivamente permitida por el Consejo de Regencia en mayo de ese año[27]. Esta medida, que afectó a todos los pueblos de la provincia, supuso la venta de una buena parte de la tierra de cultivo en la Extremadura del Antiguo Régimen, ansiada por los terratenientes para aumentar sus propiedades y reforzar su poder económico, social y político en los pueblos. En este sentido, la venta de 1810 puso en el mercado muchas de esas tierras, aunque desde luego no contribuyó a una mejor distribución de la propiedad al quedar casi todas, como señalábamos, en manos de los principales propietarios de cada localidad, además de que las ventas se vieron rodeadas de una gran cantidad de abusos, corruptelas y manipulaciones que no podemos detallar aquí por no ser el tema principal de nuestro trabajo.

A largo plazo esta decisión, tomada con el propósito de que los ayuntamientos pudieran así pagar los suministros realizados por sus vecinos a las tropas aliadas, suponía algo mucho más importante, como era la práctica desamortización de esos bienes que se suponía que eran inalienables; sería, por tanto, la segunda de las cuatro desamortizaciones que desmantelaron las bases económicas del Antiguo Régimen, junto con la de las propiedades de capellanías, hospitales y obras pías (1799) y las más conocidas de bienes eclesiásticos o desamortización de Mendizábal (1834) y de bienes civiles y municipales o desamortización de Madoz (1855). Como veremos más adelante, la quiebra del Antiguo Régimen empezaba como resultado de unas necesidades económicas acuciantes para las autoridades de la provincia de Extremadura y continuaría desde 1811 y sobre todo 1812 con las disposiciones legales emanadas de las Cortes liberales de Cádiz.

No obstante, estas ventas fueron en bastantes ocasiones insuficientes para subvenir a todos los gastos ocasionados por el conflicto; ello obligó a muchos pueblos a seguir recurriendo a ese recurso, pidiendo el obligado permiso a la Junta. En muchos casos, sin embargo, ese permiso fue denegado. Quizás los miembros de la Junta eran conscientes de que la guerra estaba poco a poco desmontando los cimientos del Antiguo Régimen, y no quería que eso sucediera más de lo estrictamente necesario para conseguir la victoria; así, por ejemplo, se denegó la autorización solicitada por Esparragosa de Lares para vender más terrenos por los señalados en la orden de 1810[28].

Junto a la venta de terrenos públicos, también se recurrió a otras medidas, que al igual que la ya descrita tuvieron consecuencias económicas y sociales muy importantes; la  más importante fue sin duda el recurso a los bienes de instituciones eclesiásticas, que hasta ese momento habían sido intocables pero que las necesidades bélicas obligaron a usar poniendo por primera vez en grave aprieto el sostenimiento de la Iglesia. Se dio así permiso a los concejos de las Hurdes (Casar de Palomero, Caminomorisco y Pinofranqueado) para utilizar los fondos del real noveno, casas escusadas, diezmos, real encomienda y también para vender bienes de cofradías, obras pías e iglesia, reservando solamente lo necesario para la lactancia de los niños expósitos y el sostenimiento de la parroquia y el cura[29]. Algo parecido sucedió en Arroyo de la Luz, a cuyo ayuntamiento se concedió autorización para usar las partes del diezmo de la villa correspondientes al obispo y cabildo eclesiástico de Coria, el noveno extraordinario que correspondía al rey, el voto de Santiago y las primicias y por último los bienes de una capellanía vacante en ese momento[30].

Por supuesto, también había autoridades locales que, como señalábamos anteriormente, se mostraban bastante renuentes a la hora de cumplir con los suministros solicitados. Ya sabemos que la Junta era bastante rigurosa en esos casos, y autorizaba a sus comisionados a realizar todas las diligencias oportunas para obtener los recursos necesarios, incluyendo entre ellas el uso de la fuerza armada. Desde luego, cuando eran compañías enteras las que necesitaban los suministros para mantenerse y los pueblos no se los facilitasen con la presteza debida, el peligro de represalias armadas era muy grande.

Del primer caso hay diversos ejemplos, como el de Ceclavín, cuyas autoridades relataban en 1811 que

 

…En la noche anterior entraron en este pueblo un comisionado de la Junta municipal de este partido de Alcántara auxiliado de dos oficiales y 46 sargentos, cavos y soldados a exigir de esta justicia y ayuntamiento las 1200 raciones de pan y carne que le había pedido para las tropas que existen en aquella plaza, y los artículos de aguardiente, vino, vinagre y azúcar que también había pedido para el hospital militar de ella, y asimismo los 500 ducados de la multa que le había impuesto en el caso de no verificarlo, que parece ascienden ya y según lo denota el oficio con que requirió dicho comisionado a la total cantidad de 38500 reales por mayor, y a conducir presos por vía de apremio dos de los individuos de dicho ayuntamiento sin haver estimado la referida junta las fundadas y notorias causas que se habían manifestado a la misma junta…[31]

 

El mismo propósito era el que animaba a la Junta cuando “…inteligenciada de que varios pueblos de la provincia han faltado al apronto de raciones que se les ha prebenido reiteradas veces para el suministro de nuestras tropas… comisionó al comisario de Guerra don Julián de Ibarra “…para que presentándose en los pueblos que tenga por conveniente haga exigibles el suministro de raciones que sean necesarias para el socorro de la división al mando de usted…”[32]

Por otra parte, conflictos entre los pueblos y las tropas que se alojaban en ellos fueron constantes durante toda la guerra; el problema residía siempre en diferencias de opinión en cuanto a las cantidades de alimentos y dinero solicitadas y al tiempo transcurrido entre la petición y la entrega. Ello sucedía, por ejemplo, en Brozas a mediados de 1812; por un lado, la comisión de subsistencias de la villa se quejaba de que “…desde el mes de diciembre hasta el día de hoy ha mantenido esta villa más tropas que las que ha podido corresponderle según el número de los que constantemente ha habido en el partido de Alcántara, añadiendo las infinitas que con intermisión de un solo día transitan por ella…”, por lo que solicitaba la ayuda de otros pueblos cercanos y la marcha de algunas de las tropas alojadas en el pueblo. Sin embargo, el brigadier don Joaquín Astraudi, al mando de la compañía de caballería residente en Brozas, se quejaba a su vez de

 

lo mal que se comporta la junta de subsistencias de esta villa con las tropas que se hallan acantonadas en ella, y a mis órdenes   correcciones que creo haya tenido de V. E. para su remedio, me es preciso hacer presente a v. E. que lejos de conocer esta junta la justicia y humanidad con que deben ser tratadas las tropas nacionales cada día se ve menos fruto de las tareas y travajos que tanto decantan en el suministro que deben acerlas. Este no solamente es desfalcado en cada ración diaria de media libra de pan y una onza de arroz, sino que generalmente jamás se logra lo perciba la tropa, sino muy raro día, hasta entre diez y once de la noche del mismo para en que debe servir y se ha dado caso de repartirse el pan algún día a la una de la mañana[33].

 

Pero junto a los suministros directos a las tropas, los pueblos de la provincia de Extremadura tuvieron que sufrir peticiones constantes de la Junta tanto de dinero como de otros elementos necesarios para el adecuado funcionamiento del ejército. En cuanto a los primeros, las contribuciones extraordinarias estuvieron presentes desde el principio de la guerra, como dijimos anteriormente, y su frecuencia y cuantía aumentaron considerablemente con el transcurso del conflicto. En muchas ocasiones, además, esas contribuciones se hacían sin el permiso de la Regencia y la Junta Central, quienes en teoría eran los que poseían la soberanía en nombre de Fernando VII.

Debido precisamente a una encuesta de esas instituciones formulada para conocer las contribuciones creadas durante la guerra sabemos qué repartimientos se realizaron por la Junta de Extremadura entre los pueblos de la provincia entre el 19 de septiembre de 1811  y el 9 de julio de 1812[34]. Los datos de la Junta son elocuentes: en esos escasos diez meses, se había repartido una exacción de 700.000 reales entre los pueblos más importantes de los partidos de Alcántara y Valencia de Alcántara (Alcántara, Valencia, Brozas, San Vicente, Zarza, Ceclavín…), dos exacciones similares, a cuenta de la contribución extraordinaria de guerra, de dos millones de reales entre los partidos de Alcántara, Trujillo, Mérida, la Serena y Plasencia; una exacción con calidad de reintegro en terrenos en los partidos de Alcántara y Cáceres, de 1.250.000 reales, y otra para pago de portes en los pueblos libres de Alcántara y Plasencia de 120.000 reales. En total, se habían cobrado (o pretendido cobrar) más de dos millones y medio de reales; la distribución por partidos de esta enorme cantidad ratifica, a su vez, lo que dijimos en las páginas precedentes: la ubicación de la Junta en Valencia de Alcántara durante buena parte del conflicto hizo que la zona limítrofe a esta villa fuera la que padeciera con mayor intensidad los peticiones del gobierno de la provincia. Así, mientras que al resto de partidos se le solicitaron entre 200.000 y 400.000 reales, el de Alcántara tuvo que pagar la astronómica suma de 1.174.000 reales. No resulta extraño, por tanto, que fueran los pueblos de esta comarca los que se quejaran a la Junta con mayor frecuencia.

Lo mismo sucedía en cuanto a las contribuciones en especie, tanto de trigo, otros cereales y paja como de carros para transportar armas y bagajes. Por ejemplo, en 1811 la Junta comisionaba a don Tomás Respau para obtener granos y ganados en los pueblos del partido de Alcántara; las cantidades repartidas eran enormes: 828 fanegas de trigo, 191 vacas y 2610 cabras, destinadas a alimentar a los muchos regimientos que en ese momento se encontraban acantonados en la villa de Valencia de Alcántara[35]. Tan frecuentes e intensas como las peticiones de alimentos fueron las necesidades de recabar transportes para esos mismos suministros o para armas y pólvora; así, entre 1811 y 1813 se realizaron las siguientes peticiones de carros y acémilas para efectuar transportes de diversos elementos:

– Pedido de treinta carros al partido de Cáceres para la conducción de armamento, municiones y demás efectos que están haciendo notable falta en el ejército y existen en los almacenes de Abrantes.

– Primer expediente sobre pedido de 59 carros y 62 caballerías para la conducción de víveres a los pueblos del partido de Alcántara.

–  Comisión a don Justo Hernández de Tejada para la exacción de ochenta carros en el partido de la plaza de Badajoz.

–  Pedido del general Wellington de 20 carretas para la conducción de pólvora a Badajoz desde Portugal.

–  Segundo expediente de pedir 91 carretas, 259 barricas y 284 acémilas a los partidos de Alcántara y Cáceres por órdenes de 18 de febrero de 1812.

–  Repartimiento de 101 bueyes y 37 carretas a disposición del comisario don Luis Vélez para la limpieza de Badajoz.

–  Repartimiento de doscientas cabezas para la conducción de víveres desde los almacenes de Abrantes, reino de Portugal[36].

 

A la vista de estos datos, no resulta extraño que la mayoría de los pueblos no pudieran suministrar todo lo solicitado o pidieran a la Junta que les exonerase del servicio; así, Herreruela vio reducida su obligación de entregar tres carretas a sólo una, a Santiago de Carbajo se le permitió sustituir los carros por 16 caballerías. Curiosamente, además, mientras que los pueblos pequeños, a pesar de su tamaño y pobreza, hacían frente a las peticiones, las villas más grandes solían ser las que más problemas ponían a la hora de efectuar las entregas. De esa manera aparecen constantes requerimientos a las justicias de las villas de Brozas, Alcántara, Garrovillas, Ceclavín o San Vicente de Alcántara para que cumplan con lo exigido.

 

Todo lo expuesto demuestra claramente la presión enorme a la que las villas y lugares de Extremadura tuvieron que hacer frente para sostener el esfuerzo bélico en la provincia; la primera consecuencia de ello fue, como no podía ser de otra forma, que la situación de la economía provincial, tanto la de los particulares como la de las haciendas locales, se resintiera y cayera en una profunda crisis de la que tardó bastantes años en recuperarse.

Sin embargo, junto a las repercusiones económicas la Guerra de la Independencia tuvo otras consecuencias menos evidentes pero de un mayor calado por cuanto suponían una modificación sustancial del sistema social y político propio del Antiguo Régimen. Si es cierto que todas las guerras provocan grandes daños en  las sociedades que las padecen, la Guerra de la Independencia fue en ese sentido un fenómeno que modificó sustancialmente las bases de las sociedades española y extremeña del siglo XIX.

En el caso extremeño, la guerra agudizó la conflictividad social que había dominado la provincia desde mediados del siglo XVIII y sobre todo en la última década de dicha centuria. Por tanto, van a ser los campesinos quienes protagonicen los principales problemas sociales de la Guerra de la Independencia, problemas relacionados, como los de la centuria dieciochesca, con la escasez de tierras de cultivo. Casi todos los movimientos sociales, además, coincidirán con la puesta en marcha de la venta de baldíos y propios; ante la evidencia de que esas tierras no serían repartidas entre los campesinos, sino que pasaban a manos de los grandes propietarios, en numerosas ocasiones labradores y jornaleros pasaron de las palabras a los hechos e invadieron fincas en varios pueblos. Sucedió así, por ejemplo, en Cañaveral; cuando se comenzaban a deslindar las tierras según sus escrituras de venta, los labradores las invadieron y rompieron la tercera parte de la dehesa y la mitad de los baldíos que se habían enajenado[37]; la venta de terrenos fue también la causa del motín acaecido en Zarza de Montánchez, donde los labradores

 

en el mismo día de Santiago en el quince de agosto y el quince de septiembre se reunieron varios vecinos hasta el número de cincuenta o sesenta obligaron a la justicia a que mandase tocar la campana para un concejo avierto y con escándalo, descompostura y menosprecio de aquellos alcaldes mandaron que éstos y los anteriores rindiesen las cuentas de los suministros hechos a las tropas, que no se vendiesen ningunas tierras, que se arruinasen las cercas de las vendidas, que se rebajase el salario al cirujano y que se entregase por el alcalde la causa que había formado sobre el primer alboroto acompañado estas pretensiones con tales amenazas que los individuos de justicia temieron con razón funestas consecuencias, mayormente quando entre otras cosas decían que ninguno de los de ayuntamiento havía de salir sin que se les entregase la referida causa, que ya no havía gobierno que se havía de hacer más que lo que ellos quisiesen, que a Solano y Torrefresno los mataron y muertos se quedaron, que la comisión de la Junta superior era nula porque todos los que componían la junta  como todos los que mandavan heran unos traidores y por último procedieron tumultuariamente a derrivar las paredes de las cercas o terrenos vendidos a don Simón Ojeda, Rafael Fernández, Pedro Plaza y otras que han sido reconocidas y tasado su perjuicio que asciende a catorce mil y más reales[38].

 

            Como vemos, los objetivos de los amotinados de Zarza iban más allá de la queja por la venta de las tierras, intentando modificar el orden social imperante hasta el momento en el pueblo, e incluso haciendo graves manifestaciones contra las autoridades provinciales.

            En otros casos, las quejas iban dirigidas contra los abusos que las autoridades locales y los poderosos practicaban en los repartimientos tanto de tierras como de contribuciones, aprovechando el caos del conflicto y la ausencia de una autoridad indiscutida en la provincia que pusiera freno a esas actitudes. Por ejemplo, en Navas del Madroño el procurador síndico general se quejaban en 1811 de los abusos de la justicia y en concreto el alcalde Diego Romero Flores habían cometido en la venta de tierras para pagar los suministros, adjudicándose para sí mismo y sus familiares y paniaguados los mejores terrenos[39]. En Alcántara, el gremio de labradores se quejaba ante el general Castaños de que eran los mayores perjudicados en los repartos de impuestos y suministros, mientras que ni los privilegiados ni los otros grupos sociales eran gravados de la misma forma[40]; por último, en Casar de Cáceres también el procurador síndico protestaba porque

 

las intrigas de unos vecinos con otros, los varios partidos contrarios entre sí, las relaciones de parentesco y amistad entre los vecinos con los miembros de justicia y comisión, la falta de actividad en la justicia para realizar las providencias de dicha comisión, la frialdad de la junta de propios y comisionado de enajenaciones, la indolencia de las justicias anteriores en la liquidación de sus ministros con la contaduría y dación de quentas de los caudales que manejaron y finalmente las travas que continuamente están poniendo varios vecinos a los repartos y demás providencias de esta comisión insensiblemente van ocasionando la ruina de este pueblo, la privación al ejército considerable suministro con que ha podido y podrá auxiliar y por último la imposibilidad de poder la comisión y justicia dar el debido cumplimiento a las continuas superiores órdenes[41].

 

En general, la respuesta de la Junta a todas estas peticiones fue bastante ambigua, amonestando a las autoridades por los abusos cometidos pero, en la práctica, incapaz de ponerles freno.

Si los campesinos eran los sufridores principales de los abusos, o al menos quienes más se quejaban de ello, no es menos cierto que los estamentos privilegiados, aquellos que habían gozado de una posición de predominio en la sociedad del Antiguo Régimen, empezaron a ver minadas las bases de su poder. En este sentido, sin duda fue la Iglesia quien salió más perjudicada por la guerra, puesto que sus importantísimos bienes patrimoniales se convirtieron en un recurso muy importante para subvenir a los gastos del conflicto. Esa era la justificación que daban los alcaldes de Villar de Plasencia a su petición de vender las fincas de capellanías y obras pías, ya que el pueblo “…por su situación tanto por la inmediación de Plasencia quanto por hallarse en la carera, havía quedado exhausto de toda clase de efectos y enseres, sin ganados y sin comercio, y lo que es peor sin yuntas y sin bestias con que poder continuar su corta labranza…”[42].

 En muchos casos, las tierras se vendieron sin autorización de la Junta, lo que suscitó las quejas de los afectados; gracias a ello conocemos ejemplos como los de Pozuelo de Zarzón, cuyo párroco se quejaba de que los alcaldes “…han vendido y están vendiendo las haciendas pertenecientes a la Iglesia, curato, cofradías y demás pertenecientes a obras pías para suministros a las tropas francesas sin preceder tasa de peritos ni cubrir su tercera parte siquiera, todo contra las órdenes del rey nuestro señor y aprovechándose de las tristes circunstancias que prestan la proximidad del enemigo…[43].

También la nobleza vio en algunos pueblos sus privilegios en peligro; no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que los alcaldes vieron en la guerra la ocasión para imponer un reparto de los impuestos más equitativo y acabar con la exención de tributos de la que gozaban los hidalgos. Así lo demuestran las quejas formuladas por los administradores de títulos extremeños como el Vizconde de Peñaparda de Flores, el Marqués de la Encomienda o los Condes de la Encina y Canilleros[44].

Para finalizar, y en íntima relación con los problemas sociales, la Guerra de la Independencia supuso para la política de los pueblos extremeños un período de gran agitación. En unos casos, las autoridades legítimas fueron removidas de sus puestos acusadas de connivencia con el enemigo o simplemente de cobardía; así le sucedió a don Andrés Amat, alcalde mayor de Llerena, quien fue destituido de su cargo tras haber sido hecho prisionero por los franceses acusado de no haber hecho lo suficiente para evitar la invasión enemiga[45]. También se dio el caso de que, huidas o apresadas las justicias, los pueblos eligieron un nuevo gobierno sin tener en cuenta ni el procedimiento habitual en esas circunstancias ni las órdenes de la Junta de Extremadura, como sucedió por ejemplo en Ceclavín[46].

En otras localidades, fueron los gobernantes quienes intentaron evitar la elección de comisiones encargadas de los suministros o de la venta de terrenos, que les privarían de sus funciones y por tanto de poder manipular dichos procedimientos en beneficio propio. Fue esto lo que sucedió en Corte de Peleas, cuyos alcaldes ordinarios intentaron impedir la elección de una junta de embargos para suministrar víveres al ejército, y al no conseguirlo declararon nulos los sorteos efectuados por la junta perjudicando a los vecinos más pobres de la población[47].

Dentro de este contexto general de problemas, merece una mención especial la villa de Olivenza; recién incorporada a la monarquía española tras la Guerra de las Naranjas de 1801, sus gobernantes no tenían ni mucho menos garantía de la lealtad de los oliventinos, dudas que se demostraron ciertas cuando, aprovechando el caos provocado por la guerra, se produjo en 1809 un intento de sublevación que acabara con el gobierno español, asesinando a todos los españoles y entregando la plaza a los franceses. Una vez abortada la revuelta, hubo otras manifestaciones de descontento, como la resistencia al pago de contribuciones o al cumplimiento de obligaciones militares. Así el gobernador de la plaza decía que

 

no se puede dudar que esta plaza y su partido está recién conquistado que sólo por esta circunstancia no pueden sus habitantes disimular el disgusto o resentimiento de verse bajo distinta dominación que la de su naturaleza… Para prueba nada equívoca de la insubordinación basta sólo poner en la alta consideración de V. E. que los alistados solteros que llevó para el ejército a esa capital don Juan Tovar en 27 de mayo último se han desertado los más, según se me ha informado, como cierto y lo creo, en lo que manifiestan el poco respeto y amor a nuestro gobierno y desprecio de la defensa en la justa causa que defendemos contra los franceses[48].

 

            En definitiva, multitud de problemas y conflictos aquejaron a los pueblos de la provincia desde el principio de la guerra; desafortunadamente, la situación se prolongó durante varios años, lo que aumentó la gravedad del daño infligido a la economía de la provincia y sus localidades, al mismo tiempo que tuvo efectos distorsionantes sobre las estructuras políticas y sociales. En este sentido, la guerra no constituyó más que el preludio de una etapa de enormes cambios y dificultades que se extendería, en realidad, hasta mediados del siglo XX.

 

 

 

 

 

 

 

 

FUENTES:

 

ARCHIVO GENERAL MILITAR DE SEGOVIA:

           

Expediente militar de don José López Berrio, hidalgo.

Expediente militar de don José López Berrio Baldovinos.

 

ARCHIVO DE LOS HEREDEROS DE DON JOSÉ LÓPEZ BERRIO

 

Libro de documentos del coronel don José López Berrio, Año de 1811. Fusilado por los franceses en Fregenal de la Sierra en 10 de Septiembre de 1811.

 

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE BADAJOZ

 

Junta Suprema de Extremadura,

          Comisión de Justicia, legajos 1-16

          Comisión de Subsistencia, legajos 17-27.

          Comisión Militar, legajos, 28-45.

          Comisión de Hacienda, legajos, 46-100.

          Gobierno, legajos 101-136.

 

Protocolos notariales, leg. 2624.

 

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁCERES

 

Protocolos notariales, leg. 382.

 

 

ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE GRANADA

 

– Sala 301, leg. 4664.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

AYALA VICENTE, F.: “La Guerra de Independencia en Extremadura”, Militaria, Revista de Cultura Militar, 2001, nº 15. pp. 53-60.

GARCÍA PÉREZ, J., SÁNCHEZ MARROYO, F. y MERINERO MARTÍN, M. J.: Historia de Extremadura, t. IV, Los Tiempos actuales. Badajoz, 1985.

GÓMEZ VILLAFRANCA, R.: Extremadura en la Guerra de la Independencia. Memoria Histórica, Badajoz, 1908.

MONTAÑÉS PEREIRA, R.: “La Guerra de la Independencia en Extremadura: desorden institucional y crisis económica”, en MELÓN, M. A., LA PARRA, E. y PÉREZ, F. T. (Eds.): Manuel Godoy y su tiempo, t.1, Badajoz, 2003. pp. 279- 299.

SARMIENTO PÉREZ, José: La Junta Suprema de Extremadura en la Guerra de la Independencia Española. Comisión de Gracia y Justicia (1808-1812), Badajoz, 2008.

 

 

 



[1] La información más detallada sobre el desarrollo de la Guerra de Independencia en Extremadura se encuentra en la ya clásica obra de GÓMEZ VILLAFRANCA, R.: Extremadura en la Guerra de la Independencia. Memoria histórica, Badajoz, 1908 y GARCÍA PÉREZ, J., SÁNCHEZ MARROYO, F. y MERINERO MARTÍN, M. J.: Historia de Extremadura, t. IV, Los Tiempos actuales, Badajoz, 1985. pp. 651-720.

[2] SARMIENTO PÉREZ, J.: La Junta Suprema de Extremadura en la Guerra de la Independencia Española. Comisión de Gracia y Justicia (1808-1812), Badajoz, 2008, pp. 127-129.

[3] Archivo General Militar de Segovia, Expediente militar de don José López Berrio hidalgo.  

[4] Archivo de la Real Chancillería de Granada, Sala 301, legajo 4664, pieza 197.

[5] Don Gonzalo Fernández Hurtado Baldovinos nació en Valverde de Leganés en 1744. En 1769 fue aprobado como abogado de los Reales Consejos pasando a ejercer la abogacía en su pueblo natal y en la ciudad de Badajoz hasta 1787, año en el que fue nombrado Abogado Fiscal del Juzgado de Guerra del Ejército y Provincia de Extremadura. Por último, fue nombrado Auditor de Guerra por Real Cédula concedida el 20 de diciembre de 1793. Prosiguió ejerciendo su cargo hasta la invasión francesa, ocupando entre 1808 y 1810 el puesto de vocal en la Junta Suprema de Extremadura.

[6] Archivo de los herederos de don José López Berrio, Libro de documentos del Coronel don José López Berrio. Año de 1811. Fusilado por los franceses en Fregenal de la Sierra en 10 de Septiembre de 1811. f. 21.

[7] Archivo General Militar de Segovia, Expediente militar de don José López Berrio Baldovinos.

[8] Archivo General Militar de Segovia, Expediente militar de don José López Berrio hidalgo.  

[9] Un documento firmado por José Galluzo exponía: “La Junta Superior de Gobierno ha visto con la mayor satisfacción la oferta que ha hecho V. a la Junta Permanente de cien fanegas de Cevada por vía de donativo voluntario para atender a las actuales urgencias del Estado, y da a V. las más expresivas gracias por el patriotismo que acredita, encargándole que haga la entrega en el punto prefixado en circular de 10 de Junio de 1808”. Archivo de los herederos de don José López Berrio, Libro de documentos del Coronel don José López Berrio. Año de 1811. Fusilado por los franceses en Fregenal de la Sierra en 10 de Septiembre de 1811. fs. 18 y 42 (bis).

[10] Archivo de los herederos de don José López Berrio, Libro de documentos del Coronel don José López Berrio. Año de 1811. Fusilado por los franceses en Fregenal de la Sierra en 10 de Septiembre de 1811. f. 19.

[11] Archivo de los herederos de don José López Berrio, Libro de documentos del Coronel don José López Berrio. Año de 1811. Fusilado por los franceses en Fregenal de la Sierra en 10 de Septiembre de 1811. f. 24 y Archivo General Militar de Segovia, Expediente militar de don José López Berrio hidalgo.

[12] Archivo de los herederos de don José López Berrio, Libro de documentos del Coronel don José López Berrio. Año de 1811. Fusilado por los franceses en Fregenal de la Sierra en 10 de Septiembre de 1811. f. 16.

[13] Por ejemplo, en el mismo informe señalaba que “se extiende la voz entre estos vecinos y familias dispersas que ocupan la población de haverse internado el enemigo por Lovón, Talavera, Alvuera y otras poblaciones inmediatas a esa capital en bastante número”. Archivo Histórico Provincial de Badajoz (en adelante A.H.P.B.), Junta Suprema, Comisión de Gobierno, Correspondencia, Órdenes y Decretos, legajo 107.

[14] Archivo de los herederos de don José López Berrio, Libro de documentos del Coronel don José López Berrio. Año de 1811. Fusilado por los franceses en Fregenal de la Sierra en 10 de Septiembre de 1811. f. 20.

[15] A.H.P.B., Protocolos notariales, legajo 2624, fs. 119v.-121.

[16] Así puede comprobarse de la consulta a los documentos emanados de la Comisión de Subsistencia de la Junta de Extremadura: A.H.P.B., Junta Suprema, Comisión de Subsistencia, suministro al ejército, legajos 17-27.

[17] A.H.P.B., Junta Suprema, Comisión de Subsistencia, suministro al ejército, legajo 17.

[18] Archivo de los herederos de don José López Berrio, Libro de documentos del Coronel don José López Berrio. Año de 1811. Fusilado por los franceses en Fregenal de la Sierra en 10 de Septiembre de 1811. f. 16.

[19]Padre, esta sólo se dirige para dezirle a usté como nos allamos en esta de Yerves con la mayor miseria que dezir se puede; le digo a usté como tenemos la orden para que nos socorran a 4 cuartos nada más, pero éstos los dan cuando ay dineros por lo que se nos pasan los días sin cojer agusto, para nada sólo nos mantenemos con lo que nos dan de la tapa o vien de vaso muelas, es nuestra comida, teníamos vino y carne, todo se a acabado, lo mismo que el prez, primero a 8 cuartos, luego a 5 y ahora a cuatro, de manera que presto no tendremos nada, por lo que me obliga partizipárselo a usté para que me mande dineros, lo uno por lo dicho y lo otro el tener que emplear algunas cosas que aquí ay, en combenienzia que en ésa balen doblado el dinero”: Archivo Histórico Provincial de Cáceres (en adelante A.H.P.C.), Protocolos notariales, legajo 382, “Cartas personales de Bonifacio Ramajo, cabo de escuadra del regimiento provincial de Plasencia de la compañía de granaderos de él, que se halla en la guerra contra la Ynglaterra, dirigidas a su padre Domingo Ramajo”.

[20] “También le digo a usté como an tenido los franzeses un gran ataque con los ingleses en este puerto, motivo de aver estado 3 días y 3 noches sobre las harmas sin dormir nada ni salir del cuartel para estar prontos a salir a la primera orden por estar la armada inglesa todos los días a la vista, diziendo an de entrar a matar el general francés y quitarles las riquezas que a quitado a los portugueses, pues no se sabe los millones que dicho hombre a juntado asta la plata de las yglesias a sacado, sólo a quitado las procesiones y los sermones y todas las cosas sagradas, nosotros no nos hemos confesado todavía no tampoco ánimos de ello, pues pronto estaremos prestos en la erejía, cosa que no pueden ver los portugueses por ser gente muy cristiana, los que gustavan mucho de ver ívamos a misa, pero el franzés, viendo se llevan vien con nosotros nos an quitado la comunicación con ellos y que nos tengan sugetos en egerzicios y guardias para evitar no se metan con los franceses y ayga algunas muertes como a avido con ellos y nosotros pues estamos muy encontrados con ellos”: A.H.P.C., Protocolos notariales, legajo 382, ibídem.

[21] Por ejemplo, en la revista de las tropas que tenía el Regimiento de Cazadores Voluntarios en la Plaza de Alcántara a finales de 1808, se contabilizan hasta quince soldados incorporados a este regimiento en julio de ese año procedentes del ejército de Portugal: A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión Militar, revistas, legajo 32.

[22] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Gobierno, legajo 114.

[23] La crisis agraria afectó sobre todo al interior peninsular; así se hizo presente con dureza en Segovia  (GARCÍA SANZ, A., Desarrollo y crisis del Antiguo Régimen en Castilla la Vieja. Economía y sociedad en tierras de Segovia, 1500-1814, Madrid, 1977, p. 89), y fue severa en otras partes de la Mancha, Madrid, Talavera de la Reina o Castilla la Vieja (LÓPEZ SALAZAR, J., Estructuras agrarias y sociedad rural en la Mancha (siglos XVI y XVII), Ciudad Real, 1986, pp. 280-281; GONZÁLEZ MUÑOZ, Mª del C.: La población de Talavera de la Reina (siglos XVI-XX), Toledo, 1974; PÉREZ MOREDA, V., Las crisis de mortalidad en la España interior. Siglos XVI-XIX, Madrid, 1980, pp. 375-389; CARBAJO ISLA, Mª F.: La población de la villa de Madrid desde finales del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX, Madrid, 1987, p. 321); sin embargo parece que Galicia y Cataluña no fueron afectadas ( PÉREZ GARCÍA, J. M.: Un modelo de sociedad rural de Antiguo Régimen en la Galicia costera: la península del Salnés, Santiago de Compostela, 1979; NADAL, J.: “Les grandes mortalités des années 1793 à 1812: effets à long terme sur la démographie catalane”, en Problèmes de mortalité. Actes du Colloque International de Demographie Historique, París, 1965, pp. 409-421).

[24] GARCÍA PÉREZ, J., SÁNCHEZ MARROYO, F. y MERINERO MARTÍN, M. J.: Historia de Extremaduraop. cit. p. 656.

[25] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, legajo 12.

[26]A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Subsistencia, legajo 17.

[27] GÓMEZ VILLAFRANCA, R., Extremadura en la Guerra de la Independencia. Memoria histórica, Badajoz, 2004, p. 173

[28] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, legajo 8.

[29]A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, legajo 8, “Comisión dada a las justicias de Casas de Palomero, Caminomorisco y Franqueado para que puedan hacer uso del primer noveno y para que vendan varias fincas a fin de atender al suministro de la tropa, 10 de diciembre de 1811”.

[30] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, legajo 8, 8 de julio de 1810.

[31] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Subsistencia, legajo 17.

[32] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Hacienda, factorías, legajo 83.

[33] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Subsistencia, legajo 18, “La comisión de Brozas y el brigadier don Joaquín Astraudi sobre el suministro a las tropas existentes en dicha villa”.

[34] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Hacienda, correspondencia, órdenes y decretos, legajo 54, “Relación de las cantidades de mrs. que están en contra de los pueblos de esta provincia según las contribuciones que se le han cargado desde 19 de septiembre de 1811”.

[35] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Hacienda, factorías, legajo 83, “Comisión dada a don Tomás Respau para la exacción de granos y ganados en los pueblos del partido de Alcántara”.

[36] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Subsistencia, legajos 22 y 27.

[37] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, legajo 1, Real Audiencia, “Expediente sobre el alboroto de los labradores del Cañaveral arrojándose a labrar los valdíos y propios demarcados para pago de suministros”.

[38] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, legajo 9.

[39] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Subsistencia, suministros al ejército, legajo 18.

[40] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Subsistencia, suministros al ejército, legajo 17.

 

[41] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Subsistencia, suministros al ejército, legajo 19.

[42] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, justicia municipal, legajo 8.

[43] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, justicia municipal, legajo 10.

[44] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Justicia, justicia municipal, legajo 8.

[45] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Hacienda, contaduría de Reales Maestrazgos, legajo 95.

[46] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Gobierno, Ayuntamientos, legajo 102.

[47] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Gobierno, Ayuntamientos, legajo 102.

[48] A.H.P.B., Junta Suprema de Extremadura, Comisión de Gobierno, Ayuntamientos, legajo 102.

Nov 292013
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

Licenciado en Historia con Grado por la UEx.

Estudiante de 4º de Derecho en la UEx.

Resumen:

La Educación ha sido una de las actividades públicas que más atención ha tenido desde inicios del siglo XX. Es en esos años cuando se desgajó del Ministerio de Fomento el novedoso Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, antecedente inmediato del actual Ministerio de Educación. Del abandono secular que había estado sumida la Escuela Pública tradicionalmente, la lectura de esta comunicación demuestra una clara evolución de la situación en 1900 y la realidad efectiva en 1930. De esta manera, crecen los recursos humanos y también los materiales o se tecnifica la Enseñanza. Sin embargo, la Educación seguía siendo un gran problema a la altura de 1930. Era un problema porque aún no se había dotado de las suficientes estructuras para atender a la instrucción de las primeras letras a una población infantil en crecimiento. No obstante, se puede detectar el esfuerzo de la Administración Central y Local en mejorar las instalaciones durante los primeros treinta años del siglo XX. Pero el cambio se produjo durante la Dictadura de Primo de Rivera, época en la que se generalizó la construcción de grupos escolares y la dotación material y personal.

1. Estado material de las infraestructuras educativas a principios del siglo XX.

            Tradicionalmente, la educación había sido sostenida por los municipios. Esta circunstancia originó una precariedad secular de este servicio público. Por esta razón, y hasta muy entrado el siglo XX era frecuente la «escuela habilitada», es decir, el alojamiento en edificios no construidos para este fin. La primera escuela estable en Monesterio la instaló el Ayuntamiento en un edificio religioso hacia 1829, estando en servicio hasta la década de 1960. Este edificio había sido la ermita de un hospital de transeúntes conocida como de la Virgen de Gracia. En ese mismo edificio habitaba el maestro[1].

A principios del siglo XX había sido reclamado este edificio al Ayuntamiento, junto a otros, por las autoridades eclesiásticas, aunque sin obtener ningún éxito. Esto consta en un informe reservado del Párroco al Obispado en 1926: «Los edificios – ermitas de Ntra. Sra. de Gracia, sito en la calle de este mismo nombre, hoy destinado a escuela nacional de niños, y de la Candelaria, contiguo al cementerio católico, ya demolido para dar ensanche a éste, fueron arbitrariamente expoliados por este municipio en los años 1907 y 1920 respectivamente, sin que fueran bastante a impedir tan incalificable despojo, hecho por fuerza caciquil, las gestiones y protestas que entonces hicieran los que desempeñaban el cargo parroquial en esta iglesia»[2].

En los últimos años del siglo XIX el Ayuntamiento adquirió de los fondos de propios dos viviendas en la calle Sevilla expresamente para instalar una escuela. En la sesión del Pleno Municipal del 23 de diciembre de 1888 se dio conocimiento de la autorización para adquirir estas dos fincas urbanas: «Gobierno Civil de la Provincia de Badajoz. Secretaría. Sección 2ª. Negociado Ayuntamientos. Número 820. Por la Dirección General de Administración Local ha remitido a este Gobierno de Provincia el expediente instruido por ese Ayuntamiento en solicitud de autorización para adquirir una casa a fin de construir un local con destino a Escuelas Públicas […] ha acordado autorizar a la Corporación que U. preside para sin necesidad de previa subasta pueda adquirir el edificio a que se refiere el expediente indicado. Dios guarde a U. muchos años. Badajoz 13 de diciembre de 1888». La escritura de compraventa dice así:

«En la villa de Monesterio a treinta de diciembre de mil ochocientos ochenta y ocho, ante mí, don Ignacio Murillo López, Notario del Ilustre Colegio de Cáceres y de esta vecindad, comparecen en este acto con los testigos que se dirán, de una parte D. Rafael de Alba y Pizarro, de cincuenta y cuatro años, casado, propietario, de esta vecindad, por sí, y de otra D. Feliciano Villalba y Vasco, de la misma vecindad, edad y cualidad de propietario, en concepto de representante del Ayuntamiento Constitucional de esta propia villa, como su Alcalde-Presidente […] Que el primero es dueño en propiedad y posesión de una casa sita en esta villa y su calle de Sevilla, señaladas con lo número nueve y once, midiendo veinte y seis metros de frente y veinte y cuatro de fondo, que hacen seiscientos veinte y cuatro [metros] cuadrados, libre de cargas, lindante por la derecha entrando con otro de los herederos entrando con otra de los herederos de D. Manuel Villalba Vasco, por la izquierda con la de Antonio Delgado Garrote, y por la espalda con la calle del Tránsito, habiéndola adquirido por herencia de su padre don Juan de Alba y Méndez, fallecido en el año mil ochocientos cincuenta y cinco […] Don Rafael de Alba y Pizarro da en venta real para siempre al Ayuntamiento Constitucional de esta villa […] por precio de siete mil trescientas ochenta pesetas».

            Sin embargo, estas precarias infraestructuras fueron insuficientes cuando aumentó la población escolar y cuando se crearon administrativamente más escuelas. Más bien se establecía la plaza de maestro nacional y el Ayuntamiento habilitaba un edificio para su habitación y para ejercer su profesión. En 1921 el Consistorio arrendó por seis años dos viviendas para instalar a sendos maestros. El primero, propiedad de José Manzano Conejo estaba situado en la calle Sevilla número 28 y sería la sede de la Escuela de Niñas cuyo titular era Sofía Entrialgo. También fue sede para otra Escuela de Niñas el local propiedad del farmacéutico Sixto Jiménez Martín de Yanguas, precisamente era la escuela de su esposa, la Maestra Nacional Carmen Puig Roldán[3].

            Con respecto a la vivienda alquilada a José Manzano Conejo, a los pocos meses el Ayuntamiento rescindió unilateralmente el contrato por diversos motivos: «La presidencia expuso a la corporación que había recibido numerosas quejas de los padres de las niñas que asistían a la Escuela instalada en la calle de Sevilla nº 28 de esta población, porque el dueño del inmueble, don José Manzano Conejo, que habita la misma casa, no permitía hiciesen uso del corral de ella para hacer aguas mayores y menores, teniendo que salir a la vía pública, lo que constituía un ataque a la moral, cosa que no podía tolerarse en modo alguno, máxime cuando el ayuntamiento disponía de otros locales en mejores condiciones, y el contrato de arriendo de dicha casa adolecía de vicios de nulidad, y por el dueño se habían ejercido actos de daban motivos a la rescisión del contrato, puesto que en la cláusula primera sólo se reserva aquel las habitaciones de la derecha, haciendo cesión del resto del inmueble en la cláusula tercera que cuyo motivo el corral de la misma era para uso de las niñas asistentes a la Escuela allí establecidas»[4].

            Pocos días después anuló este acuerdo y quedó sin efecto aquel: «Seguidamente, la presidencia expuso a la corporación que el local de escuelas y casa habitación para instalar a los maestros consortes, don Vicente Pelayo, y doña Sofía Entrialgo, que le tenía destinado el ayuntamiento no reunía condiciones de habitabilidad, y para [folio 29] conseguirlas, habría que verificar obras de importancia, para las cuales no existía crédito presupuesto a pesar del tiempo que en ella se invertirá con el cual quedará abandonada la enseñanza. Para evitar estos inconvenientes no existía otro remedio que dejar subsistente el arriendo que el ayuntamiento tenía con don José Manzano Conejo, en cuya casa podían instalarse y así lo habían solicitado dichos maestros, además de tener allí una de las escuelas. El ayuntamiento, en virtud de estas manifestaciones, acordó dejar subsistente dicho contrato»[5].

            La vivienda que había adquirido en 1888 el municipio en la calle Sevilla estaba en estado insalubre y el Ayuntamiento decidió trasladar la Escuela nº 2 a la travesía de la carretera general, en la entonces calle Real (hoy Paseo de Extremadura). Al poco tiempo el propietario requirió al Consistorio que dejara libre el inmueble. Así consta en el acuerdo municipal: «El Sr. Presidente expuso a la corporación que estando instalada la Escuela Nacional de Niños nº 2 con carácter provisional en la casa propiedad de D. José Sayago Hidalgo, calle Real, y habiendo requerido el propietario varias veces a la Alcaldía para que verificase el traslado de dicha escuela, cuyo contrato de arriendo estaba vencido, y por necesitar dicho inmueble, y teniendo en cuenta que la instalación en dicha casa sólo tenía un carácter provisional, toda vez que este ayuntamiento tiene local propio en la Calle de Sevilla nº 9, que sólo necesita algunas reparaciones, proponía a la corporación se verificaran las obras necesarias en dicho local, y tan pronto como estas terminen, se lleve a cabo dicho traslado»[6].

            Al mismo tiempo, en la Escuela de la «Virgen de Gracia» también se daban clases nocturnas a los adultos, por lo que tenía instalada incluso energía eléctrica. La escuela trasladada de nuevo a la calle Sevilla necesitaba de algunas reparaciones. Hay que decir que el piso de la entrada era de tierra: «Se dio cuenta de un oficio que pasa el maestro de la Escuela nº 1, solicitando la instalación del alumbrado eléctrico para la clase de adultos, instalación que desapareció al verificarse las obras en este año, y que hay que colocar de nuevo, así como la colocación de algunos cristales. Así mismo, se dio lectura de otro oficio del maestro de la Escuela nº 2 en que solicita también la colocación de cristales, instalación de luz, y colocación de unas tablas en forma de estantería para libros y material, así como el arreglo del piso de la entrada, hoy de tierra, obras todas de poca importancia»[7].

            El Ayuntamiento también costeó material educativo para las escuelas de Monesterio. La aprobación de facturas por el pleno municipal ha permitido hacer un sucinto inventario de objetos que se adquirieron en la década de 1920:

            «A don Manuel Durán, treinta y dos pesetas con sesenta céntimos por mapas servidos a este ayuntamiento para las escuelas nacionales de esta población»[8]. «Se acordó se abonen del capítulo de imprevistos a don José Sayago el importe de ochenta tinteros para las mesas bipersonales de las Escuelas Nacionales, dándole encargo para que los adquiera en Sevilla»[9]. «Antonio Parra, tres pesetas, portes de ferrocarril y conducción a ésta de material para las escuelas nacionales, donado por el Ministerio de Instrucción Pública»[10].

            En 1923 el Ayuntamiento encargó la construcción de bancas para las escuelas: «El Sr. alcalde expuso a la corporación las repetidas quejas que vienen formulando los maestros nacionales por la insuficiencia de material fijo de que disponen para la enseñanza, haciendo imposible la estancia de los niños en las escuelas, por no tener donde sentarse y como estas quejas eran justificadas había hecho gestiones cerca de los maestros carpinteros Juan Álvarez Tomillo y Carmelo Sevilla para que construyan veinte bancas bipersonales ajustadas al modelo del Museo Pedagógico Escolar, los que habían quedado conforme con proceder a dicha construcción a razón de cincuenta pesetas por cada banca»[11].

            Del año 1923 es la primera noticia que existe sobre la realización de ejercicios físicos: Autorizó al Sr. alcalde para que ordene una pequeña reparación en el piso del corral o patio de la escuela de niños número 2 de esta población, con objeto de dejarla en condiciones para los niños puedan hacer ejercicios físicos de gimnasia en dicho patio»[12]. En los inicios de la Dictadura de Primo de Rivera, y ante el aumento de la población en edad escolar, la Junta Local de Enseñanza Primaria solicitó la creación de dos escuelas más, y pocos meses después dos de niñas:

«Se dio cuenta de la sesión celebrada por la junta Local de Primera Enseñanza, celebrada bajo la presidencia del Sr. delegado Gubernativo del Partido, y el ayuntamiento acordó adherirse en un todo a dicho acuerdo, y autorizar al alcalde para que haga las gestiones necesarias para habilitar locales necesarios para instalar dos escuelas de niños, y ofrecérselas al Estado, así como el material necesario, y que se consignen créditos suficientes para subvenir a estas atenciones en el presupuesto trimestral prorrogado que ha de confeccionarse para los meses de abril a junio»[13].

«Dada cuenta de un oficio de la junta Local de 1ª Enseñanza, proponiendo la creación de dos Escuelas de cada sexo, esta corporación, después de estudiar las disposiciones legales que cita la expresada junta, y comprendiendo los beneficios que el aumento de Escuelas proporcionan, acordó acceder a la propuesta hecha, comprometiéndose a facilitar locales, material de instalación, y casa habitación para los maestros, y autorizar al Sr. alcalde para acudir a la superioridad a estos fines»[14].

            Este solicitud sirvió de acicate para que el Alcalde de entonces, Luis Megía García retomara un proyecto de la corporación anterior consistente en la construcción de un Grupo Escolar. Así se trasluce del acuerdo plenario tomado en el 19 de diciembre de 1924:

            «El Sr. Presidente expuso a la consideración de los concejales que habiendo acordando en la sesión extraordinaria celebrada por el Pleno el veinticinco de noviembre último solicitar la creación o aumento de dos escuelas de niños y dos de niñas, comprometiéndose a facilitar locales y material de instalación de las mismas, se hacía preciso ocuparse de llevar a efecto el Proyecto y para ello el medio que consideraba más aceptable era el de concertar con el Instituto Nacional de Previsión para la construcción de un Grupo Escolar de seis grados análogos al del folleto publicado por el Instituto titulado Fomento de Construcciones de Escuelas Nacionales, lo que resolvería en esta localidad el problema de la enseñanza. Para ello, y poder tener una base firme de apreciación del coste de dicho edificio en esta localidad, y poder marcar la cuantía del préstamo al solicitarlo del Instituto o sus Cajas Colaboradoras, consideraba lo más pertinente, gestionar de dicha entidad la venida de uno de sus arquitectos para que formulase planos, proyectos, memoria y demás condiciones que diesen el conocimiento suficiente al ayuntamiento para solicitar el préstamo, y en armonía con las condiciones económicas del municipio, establecer los plazos de amortización. Como esto había de requerir también gastos, se necesitaba habilitar al arquitecto sus honorarios en la realización de estos trabajos».

            Se ha constatado suficientemente que ante la insuficiencia de locales para instalar escuelas el Ayuntamiento se veía obligado a alquilar algunas viviendas. En 1926 se acordó instalar la Escuela de Niñas nº 2 en la calle Sevilla número 8: «Seguidamente, se dio lectura del contrato de arrendamiento por la alcaldía con don Antonio Rincón Huerto, de la casa propiedad de éste, calle Sevilla nº 8, para destinarla a morada de la maestra de niñas de la Escuela nº 2, y local para la instalación de la Escuela que la misma dirige, siendo las condiciones de dicho contrato por plazo de lo que resta del actual ejercicio, y cuatro años más, y precio del alquiler el de doscientas cincuenta pesetas noventa y tres céntimos para el actual trimestre, octubre, noviembre y diciembre, y mil ciento treinta y ocho pesetas con setenta y cinco céntimos en los años sucesivos y pagos anticipados»[15].

            Mientras se terminaban los trámites administrativos de construcción del Grupo Escolar, el Estado creó una nueva escuela unitaria. En 1927 autorizó una de niñas, y el Ayuntamiento tuvo que buscarle alojamiento en una casa particular: «Acto seguido, se dio conocimiento de los contratos de alquiler celebrados con don Julián Lancharro González y don José Manzano Conejo, para instalar en los edificios de su propiedad una escuela de niños, y otra de niñas de esta población de nueva creación con carácter provisional, y hasta que se habiliten locales propios. El ayuntamiento, después de una ligera discusión, acordó aprobar dichos contratos, y que se hagan constar en los mismos dicha aprobación»[16].

2. Creación de innovadoras infraestructuras educativas en la década de 1920.

            Una de las construcciones más singulares de la localidad es el grupo escolar de la Plaza de Ramón y Cajal. El expediente para la petición de la construcción de ese edificio principió el 18 de julio de 1922. El Alcalde de entonces, el liberal Antonio Sayago Delgado, propuso su creación en unas condiciones que más tarde no fueron asumidas por la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas:

«Petición al Estado para construcción de escuelas. De orden de la Presidencia, yo el secretario, di lectura de la circular publicada por la Inspección de Primera Enseñanza de la Provincia, inserta en el boletín de dieciséis de mayo último, que contiene las disposiciones referentes a construcción de edificios escolares, y abierta discusión sobre los extremos contenidos en dichas disposiciones, teniendo en cuenta la perentoria necesidad de la construcción de edificios escolares que reunían las condiciones necesarias y de capacidad para esta población que en la actualidad carece en absoluto de ello pues de cuatro escuelas unitarias, tres están instaladas en casas particulares y otra en un edificio que fue ermita, que tampoco reúne condiciones para el fin a que se destina, siendo además insuficiente este número de escuelas para dar enseñanza a todos los niños de la población era de urgencia, y así lo acordó la corporación se solicite del Excmo. Sr. Ministro de Instrucción Pública la construcción por cuenta del Estado de escuelas graduadas de ambos sexos. Así mismo, la corporación acordó ofrecer las aportaciones siguientes. Diez por ciento del total costo de dichas obras con destino al material fijo de las mismas, y la consignación legal y anual en su presupuesto para la conservación del edificio. También acordó aportar en metálico, y en la forma que el Estado determine, el cuarenta por ciento del costo de las mismas. Por último, también se acordó autorizar al alcalde para que conforme previene la R. O. de 31 de mayo de 1921 solicite del Excmo. Sr. Ministro de Instrucción, por conducto de la Inspección de 1ª Enseñanza, en cumplimiento de este acuerdo, acompañando los documentos que enumera dicha disposición»[17].

Además, en nota adjunta al expediente se puso de manifiesto las características del emplazamiento:

«Indicaciones a la nota de la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas: «Solar: El solar, cuyo plano se acompaña, está situado en sito alto, seco, bien soleado, de fácil acceso y aislado de otras edificaciones por estar en pleno campo, cerca de un parque, el terreno es ligeramente inclinando y alejado por completo de todo lugar cuyas emanaciones puedan viciar el aire. Plano: El que se acompaña, pudiendo ampliarse en su extensión por ser terreno del municipio en donde está enclavado. Rasante y orientación: Van indicadas en el plano. Calles. No tiene calles adyacentes por estar en pleno campo, pudiendo comunicarse con la población por medio de una carretera que lo una con el Parque de Ramón y Cajal. Distancias: Dista de la población unos 200 metros. Nivel de las Aguas Subterráneas. Es completamente seco. Cimientos: Se encuentra el firme para cimentar […] Extensión del solar: Además de la extensión que se marca en el plano puede ampliarse en otras dos hectáreas. Suministros de aguas y alejamiento de materias residuales: El depósito general de aguas potable para el abastecimiento de la localidad está a corta distancia del sitio del emplazamiento y en lugar más alto pudiendo llevarse a las escuelas por una derivación o cañería toda la cantidad necesaria para los usos de la misma con un costo insignificante. Y las materias residuales pueden ser conducidas al arroyo que se marca en el plano. Monesterio a 18 de julio de 1922. El Alcalde, Antonio Sayago [sello de estampilla: “Alcaldía Constitucional de Monesterio”]. El Maestro de la Escuela nº 2, Vicente Pelayo».

El impulso de esta iniciativa estaba en la circular de 9 mayo de 1922 de la Inspección de Primera Enseñanza de Badajoz[18]. Ésta recordó las disposiciones estatales acerca de la construcción de locales para escuelas y casa habitación de los maestros para que desde los pueblos se estudiara el problema de las instalaciones escolares. La intención de la Inspección Provincial era «que en todas las poblaciones se excite a los padres de familia y amantes de la educación popular a que agrupados alrededor de las corporaciones municipales contraigan el compromiso (con ofertas de cuanto puedan y estén dispuestos a realizar en pro de esta gran idea) de acabar con los edificios escolares que hoy son causa de nuestro sonrojo». Según la Real Orden de 31 de mayo de 1921, los expedientes contendrían la siguiente documentación, dirigida al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes:

1º. Certificación del acta de la sesión celebrada por el Ayuntamiento en la que se acordó solicitar la construcción de edificio escolar, expresando en este documento las aportaciones a que se compromete el municipio, que habrán de ser destinada a material fijo de indicado edificio, así como la consignación anual en sus presupuesto para conservación del mismo.

2º. Certificado en la que consten el censo y matrícula escolares, en el año último, de la localidad en que haya de construirse el edificio escuela.

3º. Informe de la Inspección de Primera Enseñanza de la Provincia acerca de la necesidad de la construcción pretendida.

4º. Certificación de la citada Inspección que acredite el hecho de reunir la cada de los maestros del municipio las condiciones higiénicas y de capacidad necesarias.

5º. Croquis del plano del solar, con todas las indicaciones que se especifica en la nota redactada por la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas.

Sin embargo, de este asunto no se supo de este asunto hasta 1927. También acordó el Ayuntamiento en esas fechas ceder una parte del Parque de Ramón y Cajal para su construcción[19]. En la sesión plenaria del siete de agosto de 1928 se dio cuenta del resultado de la subasta de las obras. Se hizo con éstas la empresa de Badajoz «Construcciones y Montajes». Su director técnico fue el arquitecto pacense Martín Corral Aguirre. Unos meses después, el Ministerio de Instrucción Pública le concedió al Ayuntamiento una subvención de 60.000 pesetas. Así quedó reflejado en la siguiente Real Orden que literalmente dice:

            «Ilmo. Sr., visto el expediente incoado por el Ayuntamiento de Monesterio (Badajoz), solicitando subvención del Estado para construir directamente un edificio con destino a dos escuelas graduadas, con tres secciones cada una, para niños y niñas, con arreglo al proyecto formado por el arquitecto D. Martín Corral. Resultando que la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas informa que los locales representados en dicho proyecto reúnen en general las condiciones técnico – higiénicas exigidas para este género de edificios. Considerando que en la tramitación del expediente se han cumplido los preceptos del Real Decreto de 17 de diciembre de 1922, las Instrucciones aprobadas por Real Orden de 26 de enero de 1925, S. M. el Rey (q. D. g.) ha tenido a bien disponer:

            «1º. Que se apruebe el proyecto redactado por el arquitecto D. Martín Corral, para la construcción por el Ayuntamiento de Monesterio (Badajoz) de un edificio con destino a dos escuelas graduadas, con tres secciones cada una, para niños y niñas.

            «2º. Que se conceda en principio al referido Ayuntamiento la subvención de 10.000 pesetas por cada una de las secciones de las dos escuelas graduadas que se mencionan, abonándose la totalidad de dicha suma de 60.000 pesetas, después de terminadas e inspeccionadas las obras en la forma que se determine al resolver en su día sobre la concesión definitiva de este auxilio. Y

            «3º. Que cuando la construcción del edificio se halle en las condiciones que señala la Real Orden de 27 de agosto de 1927 (Gaceta del 1º de septiembre), deberá el Ayuntamiento comunicarlo a este Ministerio a fin de que se gire la oportuna visita de inspección por un arquitecto escolar.

            «De Real Orden lo digo a V. I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid, 10 de marzo de 1928. Callejo. Señor Director General de Primera Enseñanza»[20].

A raíz de estas obras, en el Gobierno Civil de Badajoz se recibieron unas quejas que llevaban la firma apócrifa del Secretario. Este delicado asunto generó un debate en el propio consistorio. Así consta en un acta plenaria:

            «El señor Presidente manifestó que la a la sociedad “Construcciones y Montajes”, contratista de las obras municipales, se le había dirigido un anónimo con procacidades e insultos de la más baja estofa, tomándose en mencionado papelucho el nombre del Secretario de este Ayuntamiento, y vertiendo conceptos que hieren la honorabilidad de expresado funcionario, digno de todos los respetos. Con posterioridad, y seguramente de la misma procedencia, se ha dirigido al Gobierno Civil este escrito también anónimo en que se atribuyen faltas de cumplimiento del contrato y otras a referida sociedad, haciendo responsable a esta Alcaldía de mencionadas faltas. Como quiera que el autor de estas falsedades, de poderse descubrir no debe quedar impune, ponía los hechos en conocimiento de la Comisión para que ésta adoptase los correspondientes acuerdos. La Comisión acordó autorizar a la Alcaldía Presidencia para que realice cuantas gestiones y averiguaciones estén a su alcance, y de tener sospecha de alguno o algunos, se valga de peritos calígrafos para la comprobación de las ilegalidades de referidos anónimos con otras de los que resulten sospechosos»[21].

            Sin embargo, la polémica siguió en el ambiente político, y fue necesario que el Ayuntamiento contratara a dos peritos albañiles independientes para visaran las obras cada quince días[22]. Así, uno de los técnicos pertenecía al antiguo Partido Liberal, Baldomero Mejías Cantillo[23], y el otro era conservador, Juan Vila Barbosa[24]. Un año después, el 2 de junio de 1930, el primer edil, el liberal José Sayago Romero, propuso que se eliminaran esas visitas periciales. Esta actitud mostraba que eran los liberales quienes estuvieron detrás de las denuncias y de los rumores. A principios de 1931, el edificio escolar estaba prácticamente terminado, aunque se observaron algunas anomalías menores en su interior. Esto también fue tratado en una sesión plenaria:

«El Sr. Presidente manifestó que los pasillos del Grupo Escolar se llenan de aguas tan pronto se producen algunas lluvias a causa de los ventanales o huecos que dan al patio, así como las entradas de los mismos están al descubierto, produciéndose los consiguientes desperfectos. Así mismo, los pórticos que daban entrada a dichos edificios, que también están al descubierto, eran refugio de mendigos y depósito de basuras, cosa que también era necesario evitar a todo trance. Por último, al no poderse utilizar las aguas de las cañerías del Pilar, cuyo aprovechamiento figuraba en los proyectos, había que utilizar las procedentes del pozo que está en el patio de las referidas escuelas, y para ello proponía [que] se le ordenase al Arquitecto Director de las obras formule proyectos y presupuestos complementarios para la colocación de verjas de cerramientos en los pórticos del Grupo Escolar, portería de cristales en los huecos y entradas que dan a los pasillos, e instalación de aguas para los usos generales del edificio. La corporación, después de discutidas ampliamente las proposiciones del Sr. Alcalde, acordó de conformidad con las mismas, y que se comunique este acuerdo al Arquitecto, y a los contratistas»[25].

En agosto de 1931 se inició el proceso de graduación por parte del Ministerio de Instrucción Pública de ese edificio escolar. Se trató sobre esta cuestión en la sesión plenaria de 17 de agosto. En ésta se dio cuenta de un acuerdo de la Junta Local de Primera Enseñanza de 28 de noviembre de 1930 en la que se solicitó la homologación del mismo. El traslado de las escuelas habilitadas al Grupo Escolar se efectuó a principios de 1932. También se procedió a un cambio de los pabellones destinados a niños y niñas. Además, se autorizó al Alcalde, el cuatro de enero, para que ordenase «la reposición de cristales en el Grupo escolar y preservación de los mismos protegiéndolos con una tela metálica así como también que se proceda al aseo de los locales; y por último que la parte inferior de los ventanales se cubran con el papel especial que imita al esmerilado para evitar que desde la parte exterior se pueda distraer la atención de los niños». Asimismo, se acordó colocar un alambrado de espino para delimitar el recreo.[26]El Grupo Escolar se inauguró definitivamente el 17 de enero, y para ello el Ayuntamiento ofreció un refrigerio[27].

3. El magisterio local.

            En 1922 se organizó una comisión pro homenaje a Luis García-Gill y Alba, Maestro Nacional de Monesterio durante más de cuarenta años. El homenaje consistió en colocar una placa en fachada de la Ermita de Gracia, su escuela donde impartió su magisterio. Decía: «En este local cumplio con su grandiosa misión durante cuarenta años el benemérito maestro nacional don Luis García-Gill y Alba. Sus discípulos acordaron premiar su laboriosidad dedicándole esta lápida para perpetuar su memoria. Monesterio, septiembre de 1922»[28]. Al respecto existe además este acuerdo municipal:

«Homenaje al maestro Gill de Alba. Seguidamente, se dio lectura de la solicitud presentada por don Emilio García, don Vicente Pelayo y otros para que se dé el nombre de calle de Gill de Alba a la que en la actualidad lleva el nombre de Feria, y se les autorice para colocar una lápida conmemorativa en la fachada del edificio destinado a Escuela titulada “Virgen de Gracia”, en donde desempeñó durante más de cuarenta años el cargo de maestro don Luis García-Gill de Alba, como reconocimiento del trabajo y labor desarrollada por dicho profesor durante su larga actuación. El Ayuntamiento acordó adherirse a la idea iniciada, autorizando la colocación de mencionada lápida, y considerando así mismo la variación de la calle actual de Feria por el de García-Gill de Alba, y para contribuir a la suscripción popular para satisfacer el costo de dichas inscripciones en diez pesetas, que serán abonadas del capítulo de imprevistos a la comisión encargada del homenaje»[29].

            Como sustituto de García-Gill llegó a Monesterio un maestro excepcional. Se llamaba Vicente Pelayo. Fue un incasable promotor de la educación en Monesterio. Creó el «Campo de experimentación agrícola» y la «Biblioteca Circulante del Labrador». Fundó diversas asociaciones culturales y fue el principal valedor en la solicitud para la construcción del Grupo Escolar de Ramón y Cajal. Siempre atento a estas cuestiones no escatimó medios para promover las inquietudes de sus alumnos, incluso en la distribución de premios:

«El ayuntamiento acordó que en virtud de que figuran consignado trescientas pesetas para premios en las Escuelas Nacionales, se haga entrega de dicha suma a los maestros D. Vicente Pelayo y D. José Manzano, a fin de que procedan a distribuir entre los niños de las Escuelas que dirigen, y que a juicio de los mismos lo merezcan, los premios en metálico, ropa y objetos y en la forma que dichos profesores ordenen»[30].

Al caer la monarquía alfonsina, los maestros nacionales que ejercían en Monesterio la enseñanza oficial eran Juan Calero González[31], Encarnación Cortés Amat[32], Domingo Malillos Arenales[33], Lucía Eusebio Martín, Carmen Puig Roldán[34] y Miguel Díaz Acosta[35]. Además, en la población existían otros profesores que no ejercían la instrucción de manera oficial. Eran Isabel Carretero Vasco[36], Amalia Guerra Matitos[37], Carmen Vázquez Rico[38], Ascensión Díaz Acosta[39], y María de Lourdes Vasco Mestre[40]. Gracias al recibí de la nómina de las subvenciones de la casa-vivienda de maestros[41] se conocen las identidades de los maestros nacionales que ejercían en 1934. Eran Miguel Díaz Acosta, Carmen Puig Roldán, Juan Calero González, Nieves López Acosta, José González Camacho, Florencio Vega Moreno, Enriqueta Nieto de la Rosa, Gregorio Ayllón Cansado, María Martín Mateos, Ramona Serrano Camacho y Encarnación Cortés Amat.

4. Una actividad extraescolar: La Fiesta del Árbol (1921-1936).

Por Real Decreto del Ministerio de la Gobernación, de 5 de enero de 1915 (Gaceta de Madrid, 6 de enero) se instituyó la «Fiesta del Árbol». El artículo 1º decía: «Se declara obligatoria la celebración anual de una Fiesta del Árbol en cada término municipal. La fecha en que ha de celebrarse se fijará por las corporaciones correspondientes en sesión ordinaria, y el acuerdo se hará público para conocimiento de todos los habitantes del municipio. El Ayuntamiento deberá invitar a todos los funcionarios, asociaciones y entidades tanto oficiales como particulares, que en el término municipal residan».

Según disponía el Art. 2º de este Real Decreto, en los presupuestos municipales debía constar la correspondiente partida presupuestaria para su organización. Si no se cumplía este mandato «los gobernadores [civiles] no aprobarán ningún presupuesto municipal sin que en él figure partida, por pequeña que sea, destinada al fin indicado». Además, «los secretarios de los ayuntamientos tendrán la obligación de enviar al Gobernador de la Provincia, por duplicado, una memoria de la celebración de la Fiesta del Árbol, debiendo figurar en ella la fecha en que se celebre, el número de árboles plantados, el número de asistentes a la solemnidad, señalando de modo especial los alumnos de las escuelas que concurran, personas que más se distingan por su colaboración a las fiestas, y estados de las plantaciones ejecutadas en los años anteriores».

Todas las memorias locales servirían para aportar la información necesaria para confeccionar por los Gobernadores Civiles una memoria general de toda la provincia para elevarla a la Dirección General de Agricultura. Por Real Orden Circular de 16 de agosto de 1918 se aclaró un extremo. Así, tras la solicitud de ciertas entidades defensoras de intereses fruteros, el Ministerio de la Gobernación interpretó que se podía optar por la celebración de la «Fiesta del Árbol» o la del «Árbol Frutal», según dispusiera el Ayuntamiento correspondiente.

Desde 1921 hasta 1936, anual e ininterrumpidamente, se celebró en Monesterio, y promovida por el Ayuntamiento y con apoyo de la Junta Municipal de Primera Enseñanza y la docencia oficial. Fiesta del Árbol. La celebración durante una jornada de esta experiencia suponía romper con  la rutina habitual en las mismas escuelas, y salir a la calle, al aire libre y aprender más cosas en un escenario distinto. Pues esta actividad iba dirigida a los escolares sobre todo, por ello era un día donde se fomentaba el civismo, representado en la siembra de árboles. Sin embargo, como queda explicado en esta exposición el apoyo de las autoridades municipales fue esencial para el buen desarrollo de este acontecimiento. Aquél se encargaba de la compra de las plantas, de contratar a obreros para realizar las hoyas, y el compromiso de poner todos los medios a su alcance para que los árboles sembrados perduraran.

            Por ello, esta fiesta fue aprovechada por las autoridades municipales para adecentar la población, pues la imagen de los árboles en las calles era poco habitual o rara anteriormente. Pero este nuevo elemento no podía competir con el tradicional trasiego de animales por las mismas, los cuales dañaban, irreparablemente a veces, estos árboles. De ahí el compromiso municipal de proporcionar protección a tales elementos, ya sea por bandos que advirtieran tal infracción y su pena, ya sea por el establecimiento de un guarda, o la instalación de castillejos.

            En Monesterio, ya en años anteriores, había iniciado el Ayuntamiento una labor de adecentar algunas calles, si su anchura así lo permitía, consistente en la siembra de árboles, en cada lado de la vía pública, emulando las ilustraciones que aparecían en revistas y libros de parques y jardines de las grandes ciudades. De esta manera, en 1913, el alcalde Felipe Sayago Romero propuso a la corporación la siembra de plantas de eucaliptos, aunque poco estético, de crecimiento rápido, en la Calle de la Fuente[42] (actualmente las calles Primero de Mayo, Eduardo Naranjo, y Ramón y Cajal). Varios meses más tarde vuelve hacer otra propuesta similar, pero esta vez referida a la carretera, entonces calles Real y Mártires, hoy Paseo de Extremadura, para sembrar en él árboles:

«Acto seguido dio cuenta el señor alcalde [Felipe Sayago Romero] de que por comunicación fechada el 15 de febrero último por el Sr. Ingeniero de Obras Públicas de esta provincia había sido concedidos a este Ayuntamiento cien árboles del vivero, del Estado, de Villafranca de los Barros, de donde podía recogerlos, lo cual había efectuado por lo que estaba en el caso de disponer la plantación de los mismos, y el Ayuntamiento, previa discusión, y por unanimidad, acordó que por el regidor síndico [José Delgado Villalba], acompañado por el capataz de la carretera, se proceda a designar el sitio de la misma en que se hallen de colocarse, autorizando además al señor alcalde para que ordene se coloque a cada uno un castillejo y abone los gastos que se originen con arreglo al capítulo 11, artículo único, del presupuesto municipal»[43].

            La primera noticia de la celebración es de 1921. La iniciativa la llevó a cabo el Alcalde Carlos Flores Ambrosio, que expuso que aunque era de obligatoria celebración hasta la fecha aún no se había celebrado: «El Sr. alcalde expuso a los Sres. concejales que no habiendo llevado a efecto la Fiesta del Árbol, declarada obligatoria, y teniendo en cuenta era la época de poder realizarla en atención a que a la vez de cumplir con un precepto ordenando, se hermosearía una de las vías más céntricas de la población, procedía tratar este asunto. Enterados los señores del ayuntamiento de lo manifestado por el dicho Sr., después de una detenida discusión, se acordó por unanimidad que ésta se verifique el día 27 del corriente, para cuyo caso invítese a las autoridades de todos los órdenes, así como a los Sres. Profesores de Instrucción Primaria, al objeto de que concurran con los alumnos a dicho acto, y proceder después de los trámites que el caso requiera a la plantación de los árboles ya preparados al efecto, en la calle Eugenio Silvela y Plaza del Príncipe»[44].

En 1922, según recoge un acuerdo concejil, el alcalde Antonio Sayago propone colocar, a los árboles sembrados en la Fiesta del Árbol de esa edición, castillejos, para protegerlos de la voracidad animal. Además también refleja tal acuerdo la creación de un vivero, vallado con alambre de espino, en la zona del Llano del Pilar, germen del parque que se desarrolló varios años después[45]. Un acuerdo tomado varios meses más tarde, ajeno a la Fiesta del Árbol, propone la siembra de plantones de eucaliptos en la carretera de la Fuente, la actual calle de Eduardo Naranjo y Plaza del Pilar, además de la contratación, con el haber diario de una peseta con veinticinco céntimos, de un guarda para el vivero y los árboles, siendo el primero Vicente Bayón Ramayo[46].

            Sin embargo, el vecindario no ponía ningún tipo de cuidado a los plantones, por lo que en ese mismo año se acordó, según consta en el acuerdo tomado el 24 de septiembre de 1922, la publicación de bandos donde se hacía saber al vecindario la obligación de respetar los árboles recientemente plantados, además de advertir de la multa de veinticinco pesetas para aquellos que maltrataran alguna planta de la recién llamada, entonces, calle y avenida de Ramón y Cajal, nombre que sustituyó, el 28 de mayo de 1922, a la calle de la Fuente y al ensanche conocido como Cruz del Pilar: «Con objeto de que sean más respetadas las plantaciones de árboles de las calle y avenida de Ramón y Cajal, se acordó que la Alcaldía publique un bando haciendo saber al vecindario la obligación que tiene de respetar dichas plantaciones, e imponiendo la multa de veinticinco pesetas al que verifique algún daño, sin prejuicio de resarcir el daño»[47].

            La circunstancia de ser esta zona la salida hacia Calera de León y hacia Cala, así como el acceso a las tierras de los vecinos, además de estar emplazada allí la fábrica electro-harinera de los señores Jiménez, Sayago y Compañía, asimismo de la existencia en el lugar de un arroyo y del Pilar del Tejar, era un lugar propicio para el establecimiento de las bestias de labor y de carga. No en vano, el rodeo de la antigua feria ganadera de Monesterio se celebraba en esa zona. Ello suponía que si los árboles allí sembrados no estaban suficientemente protegidos desaparecerían sin remedio. A pesar de todo, algunos árboles, sembrados en la época descrita, han llegado hasta la actualidad por haber quedado dentro del recinto de los grupos escolares antiguos del Llano, creados en 1927, construidos en 1930, e inaugurados éstos en 1932.

            El acuerdo municipal de 30 de diciembre de 1923 muestra, a pesar del cambio político que se había iniciado en España con la Dictadura de Primo de Rivera, el anhelo de continuidad. Así, se acordó celebrarla en febrero de 1924. Además, fue un acuerdo conjunto de la Junta Municipal de Primera Enseñanza y el Ayuntamiento, dirigido, entonces, por José Delgado Garrote. En la primera fiesta que celebra Luis Megía como alcalde, o sea, la edición de 1925, se consigue que el jefe de la 5ª Región Hidrográfica-Forestal remitiese, para la celebración de la Fiesta del Árbol, 200 plantones de eucaliptos, lo que muestra la esplendidez de tal edición, existiendo bastantes árboles para sembrar[48].

            En la edición de 1926, y en su acuerdo así se hizo referencia, se ofreció por primera vez a los niños participantes una merienda[49]. En ese mismo año se menciona, por primera vez, la existencia del Parque de Ramón y Cajal vallado con alambre de espino. Sin embargo, actualmente éste muestra una fisonomía distinta, además de ser más reducido, circunscrito al recinto inmediato al Pilar de Llano, tiene solería, a excepción de unos cortos arriates. En 1927 se procedió a la contratación de operarios para abrir las correspondientes hoyas: «Seguidamente se acuerda autorizar a la presidencia para que ordene la apertura de hoyas para la plantación de árboles, y adquisición de éstos a fin de poder celebrar la Fiesta del Árbol, y los gastos que se produzcan en dichos trabajos y adquisición se giren de la consignación correspondiente»[50]. Esta edición se celebró el jueves 7 de enero de 1927.

            Para la edición de 1928 se menciona por primera vez la siembra de plantones de moreras[51] en la zona del Llano del Pilar y en el ejido junto al Arroyo del Cañuelo. Aunque todas han desaparecido, en cambio, el topónimo ha perdurado. En la ilustración número 2, realizada en la década de 1960, muestra la Cruz del Pilar y la primitiva morfología de los grupos escolares, y juntos a éstos, todavía se conservaba un ejemplar de morera, muy menguado, sembrado en esas ediciones de la Fiesta del Árbol; además al fondo de la imagen aparecen los últimos eucaliptos, que aún se conservan en el patio de esos colegios. Todavía, y en uno de los patios interiores del citado colegio, se conservan varias moreras.

            En 1929, y ajeno a la Fiesta del Árbol, el Ayuntamiento sembró cien plantones de moreras[52]. Sobre la celebración en abril de este evento, apareció esta nota en un diario de la capital pacense: «Se celebró la Fiesta del Árbol, concurriendo los niños y niñas de las escuelas nacionales con sus respectivos maestros. Terminada la siembra de los árboles, marcharon todos los niños, acompañados de sus profesores y autoridades, al Ayuntamiento, donde se procedió al reparto de meriendas, dándose con ello por terminado el acto»[53]. De las ediciones de 1930 a 1933 se carecen de noticias, pero es posible su celebración por tener una consignación en el presupuesto municipal, y se utilizaba para abonar los gastos ocasionados.

            La edición de 1935 fue organizada por el alcalde republicano-radical Carlos Flores Ambrosio. El texto del acuerdo, tomado éste el 4 de abril de 1935, es del siguiente tenor:

«Fiesta del Árbol. Siendo una fiesta grandemente simpática y beneficiosa, signo indudable del progreso y cultura de los pueblos, se acuerda celebrarla el próximo domingo, día siete, invitándose al acto autoridades y personas de relieve social, maestros y niños de las escuelas nacionales, invitándose a los escolares con una merienda, y a los demás invitados con un refrigerio, facultándose a la alcaldía para organizar el acto, siempre dentro de la consignación que figura en el presupuesto vigente».

            La Fiesta del Árbol de 1936 se celebró a finales de marzo. En el pleno del día 18 de ese mes se designó una comisión compuesta por los concejales socialistas Gabriel Ramos, Federico Luján y Antonio Chavero. Por razones del destino, estos tres concejales, junto a varios más, lograron salvar la vida frente a otros que fueron fusilados meses más tarde, en el contexto de la represión de la Guerra Civil. Los gastos abonados, por ser la última Fiesta del Árbol celebrada, lo detallamos a continuación, pues ello nos da una ligera idea del acto social en que se convertía, tal actividad, en los últimos años de su celebración.

De esta manera, el detalle de los gastos es el siguiente: 62 pesetas con cincuenta céntimos a Magdalena Naranjo Granadero por quinientos bollos; a Antonio Ramos 62´50 pesetas por ciento veinticinco panes que se repartieron a los niños asistentes; a Daniel Córdoba 63 pesetas por dos cajas de Cervezas y una arroba para el refresco a las Autoridades; a Francisco Ramírez treinta pesetas por seis cajas de puros habanos; a Francisco Quintero Real ciento veinticinco pesetas por el suministro de chorizos y lomos; a Celestino Barragán 296 pesetas por el suministro de árboles, mil naranjas, y treinta kilos de chorizos; y a los obreros Agustín Vázquez Muñoz, Teófilo Melo Guijo y Antonio Moya Naranjo 27 pesetas por dos jornales por los trabajos auxiliares para la siembra de los árboles.

5. El Campo de Experimentación Agrícola.

Durante esta época estuvo funcionando una actividad educativa aneja a una de las escuelas de niños de la localidad. Se desarrollaba fuera de los locales escolares y era la puesta en práctica de un huerto. Esta iniciativa nació en la etapa monárquica de los años veinte, y fue considerada como una innovación con destino casi exclusivo para el ámbito rural. De esta forma, los principales objetivos de esta actividad, conocida como «Campo de Experimentación Agrícola», era la de rehacer la mentalidad pública de los futuros labradores. Los maestros encargados de esta innovación debían adquirir conocimientos acerca de la agricultura e inculcarlos a los alumnos. Tal como se indicó en la Real Orden de 17 de octubre de 1921 (Gaceta de Madrid del 26), «la misión del maestro es dirigir la atención de los niños hacia la naturaleza, y despertarles la afición a los hábitos y trabajos rurales, sembrar en las tierras inteligencias, las verdades primordiales de la ciencias agronómica moderna, y abrirles el camino de una perfección cultural que, sin esa labor previa de la escuela, mañana rechazaría su ignorancia».

De esta forma, los profesores tenían que proporcionar a los niños ocasiones y motivos para que vieran, analizaran e hicieran las cosas desarrollando sus facultades en provecho la cultura general y agrícola. Para ello, el maestro podía utilizar unos métodos y procedimientos recomendables, que eran principalmente los siguientes:

a)       Observación directa y razonada de los hechos.

b)      Ejercicios prácticos sobre la vida de las plantas, y sencillas experiencias y reconocimiento de tierras, semillas y abonos.

c)       Cultivos en el agua, en macetas y en pequeños cuadros de ensayo.

d)      Visitas y excursiones a granjas, establecimientos agrícolas modelo o a fincas bien cultivadas.

e)       Formación de herbarios y de productos de la región.

La escuela que quisiera tener asignada esta actividad la debía solicitar mediante una memoria o proyecto ante el Inspector Jefe de Primera Enseñanza de la provincia. Además, tenía que disponer de un terreno adecuado para poder instalar el «Campo de Experimentación». Los dos únicos maestros de niños de la localidad, Vicente Pelayo González, y Manuel Emilio Mejías Balsera, solicitaron unas parcelas al Ayuntamiento. Éste les otorgó a ambos, en caso de ser estimadas sus solicitudes, una hectárea a cada uno en el «Ejido del Llano del Pilar»[54]. Los dos proyectos fueron estimados. Sin embargo, quedaron fuera de la subvención que concedía el Ministerio de Instrucción Pública por no disponer éste de crédito suficiente. De esta forma, las dos solicitudes de los maestros de Monesterio quedaron inclusas en el apartado 3º de la Real Orden de 17 de diciembre de 1921 (Gaceta de Madrid del 5 de enero de 1922). Así, se tendría en cuenta para el futuro las dos peticiones de Monesterio para cuando existiesen fondos. En otra nueva convocatoria, se aprobó el «Campo de Experimentación Agrícola» de Monesterio. Sólo fue aceptado el proyecto de Vicente Pelayo González, que iba a ser subvencionado anualmente con la cantidad de 1.000 pesetas[55].

La situación del «Campo de Experimentación» no fue el «Ejido del Llano del Pilar», sino el «Ejido de los Escobalitos». Estaba situado éste en la otra parte del núcleo urbano. El cambio obedecía a la construcción en el «Ejido del Llano del Pilar» de un Grupo Escolar de seis secciones. Además, ese lugar estaba más cerca de la escuela que dirigía Vicente Pelayo, que por estar en el casco urbano no podía tener anejo una hectárea de terreno. El director del «Campo de Experimentación Agrícola» debía poner en práctica los siguientes puntos[56]:

a)   Empleo racional de toda clase de fertilizantes, especialmente de los abonos químicos.

b)   Influencia de las semillas seleccionadas sobre el rendimiento, comparándolas con la simiente ordinaria sin seleccionar, y ensayo de variedades nuevas de gran producción.

c)   Alternativa de cosechas.

d)  Conveniente preparación del terreno, ventajas de las labores profundas y demostraciones de un mismo cultivo con distintas labores y diversas formas de siembras.

e)   Aplicación, cuando sea posible, de maquinaria agrícola moderna, especialmente de los tipos de arado más apropiados a los terrenos del pueblo de que se trate.

f)    Limpieza e higiene de las plantas y empleo de insecticidas.

g)   Estudio de la climatología local en el límite y relación de las necesidades de los cultivos.

h)   Aplicación de una contabilidad agrícola sencilla.

Por otra parte, las funciones del maestro – director del «Campo de Experimentación Agrícola», según quedó reflejada en la Real Orden de 17 de octubre de 1921, del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, eran las siguientes:

a)      Los encargados de los campos agrícolas formaran el plan de cultivos y de demostraciones a realizar, teniendo en cuenta la naturaleza de los terrenos disponibles, las exigencias del clima y de las plantas de la región y las prácticas culturales que conviene mejorar. No deben olvidar tampoco que no se trata de hacer investigaciones nuevas, sino de divulgar los procedimientos ya conocidos y sancionados como buenos por la experiencia, y que no se persigue alcanzar la cosecha más abundante que puede producir un terreno, sino el beneficio máxime de un cultivo, deducidos los gastos de una explotación racional del suelo y de las plantas.

b)      Los maestros a quienes se confíe un campo agrícola llevarán un registro de todas las operaciones de gastos e ingresos del cultivo con arreglo a un sencillo modelo que se publicará. Este registro estará a disposición de todos los vecinos que quieran examinarlo, a fin de divulgar, entre los labradores, las prácticas de contabilidad agrícola.

c)      Para el estudio de los principales elementos de la climatología local, los encargados de los campos llevarán un registro meteorológico, en el cual anotarán los días de lluvia, de nieve y de granizo, o cantidad de agua caída, días de niebla, de rocío, y de escarcha, temperaturas máxima y mínima diarias, días de helada, de tormenta y vientos dominantes. Se adquirirá para este estudio un pluviómetro Hellmann, y un termómetro de máxima y de mínima. Estos instrumentos podrán instalarse en el mismo campo o en otro lugar donde sea más fácil la observación, y teniendo presente, para la mayor exactitud de los datos, los instrumentos que conviene saber para la colocación y uso de los mismos.

d)     Un día a la semana, el maestro llevará a los niños al campo agrícola para que presencien las labores que en él se ejecuten o vean las operaciones realizadas, y les explicará en qué consisten y en qué principios se fundan las mismas, haciéndolos notar las diferencias y ventajas de los procedimientos empleados con las prácticas comunes de la localidad. Se recomienda que el maestro explique lecciones análogas a los adultos, aprovechando días festivos u otra oportunidad. Los niños intervendrán únicamente en las operaciones agrícolas sencillas, pudiendo tomar parte en los trabajos apropiados a su edad.

e)      En la época de la recolección de cada planta, se procederá escrupulosamente a la apreciación de la cosecha, determinando el rendimiento de cada cultivo. Asimismo, una vez concedidos los productos o que pueda hacerse la valoración de los mismos, el maestro hará un balance de los gastos e ingresos y beneficio obtenido. El beneficio del campo agrícola, después de pagados todos los gastos, se distribuirá del modo siguiente.

  1. 1.      El 50 por 100 se destinará a mejoras del terreno y cultivos, construcción de vallas, cobertizos, gallineros, etc.
  2. 2.      El 25 por 100 se aplicará a bonificaciones de la Mutualidad Escolar, y si ésta no funcionara todavía, este 25 por 100 se destinará a la cantina, ropero, colonia de vacaciones u otra institución complementaria de la escuela.
  3. 3.      El 25 por 100 restante quedará a beneficio del encargado de campo.

Además, el «Campo de Experimentación Agrícola» de Monesterio tuvo adscrita una actividad de préstamos de libros, conocida como Biblioteca Circulante del Labrador, cuyo proyecto fue llevado a cabo y desarrollado por el maestro Vicente Pelayo González. Esta iniciativa comenzó a gestarse unos años antes por el citado maestro cuando actuaba como Presidente de la «Juventud Cultural Recreativa»[57]. La biblioteca fue inaugurada en junio de 1927 por Sebastián García Guerrero, Presidente de la Diputación Provincial[58]. Además, esta institución realizó un acto público en el «Salón Hidalgo» para informar de la venta de acciones del Matadero Industrial de Mérida. Vicente Pelayo desarrolló su labor en Monesterio hasta 1928. Desde unos años antes sus éxitos profesionales generaron algunas envidias entre algunos vecinos y en el otro maestro nacional, Miguel Díaz Acosta. Para acabar con su carrera en Monesterio formularon algunas denuncias contra él, desconociendo los motivos que las justificaron[59]. Tras abandonar la localidad Vicente Pelayo, la actividad pasó a ser gestionada por Díaz Acosta:

         «Vacante la Dirección del “Campo Agrícola” anejo a la Escuela de Niños de Monesterio, que desempeñaba D. Vicente Pelayo, y con el fin de que no se interrumpieran los trabajos y cultivos de dicho campo, esta Dirección General ha dispuesto que provisionalmente, y hasta que se proceda a nombramiento definitivo, se encargue de la Dirección de dicho campo el maestro de dicho pueblo D. Felipe [sic, Miguel] Díaz Acosta, con los derechos y obligaciones correspondientes a dicho cargo. Lo digo a V. S para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid, 27 de julio de 1929. El Director General, Suárez Somonte. Sr. Inspector Jefe de Primera Enseñanza de Badajoz»[60].

 Durante la Republica Díaz Acosta fue Presidente de la «Casa del Pueblo» e implacable denunciador de la Dictadura que resolvió sus aspiraciones y mejoró notablemente su posición social y económica. Tras el asesinato de Díaz en 1936 en Badajoz y hasta la inscripción fuera de plazo de la muerte de Díaz en 1940, en los ámbitos administrativos se presumía vivo. Así, en 1937 se inició un expediente de depuración en el ámbito educativo[61]. En la sesión plenaria del 25 de septiembre de 1936 el Ayuntamiento -a iniciativa de Luis Megía- propuso a la Inspección de Enseñanza que Juan Calero se ocupara del Campo Agrícola en sustitución de Díaz Acosta. Pero antes de esta propuesta Calero, aprovechando la muerte de Díaz, ya tenía en su poder todo el material:

            «Puesto a discusión el asunto objeto de este epígrafe, se acuerda proponer a la Inspección de Primera Enseñanza de esta provincia, como encargado del campo agrícola de esta localidad al maestro nacional don Juan Calero González, teniendo en cuenta al hacer esta designación que es el maestro más antiguo, y además gran entusiasta de este ramo especial de la enseñanza. Participándole también que dicho Sr. Calero se ha hecho cargo interinamente de todo el material agrícola y cantidad determinada de cereales de referido campo, rogándole que esta Comisión Gestora vería con agrado fuera confirmado este nombramiento, por las razones aducidas».

6. La creación de la primera Biblioteca Escolar Popular (1925).

Otra actividad desarrolla en Monesterio y que se salía de la mera actividad de instrucción fue la creación de la primera Biblioteca Escolar. Ya existía con anterioridad la «Biblioteca Circulante del Labrador» adscrita al Campo de Experimentación Agrícola. Sin embargo, esta iniciativa desbordaba a la existencia de los típicos libros escolares y tuvo una proyección más ambiciosa. La única noticia sobre este hecho consta en el diario de Badajoz Correo de la mañana del día 6 de marzo de 1925.

La «Biblioteca Escolar Popular» nació el 25 de febrero de 1925 en el Local de la Escuela Nacional número 2 de Monesterio, cuyo titular era Miguel Díaz Acosta. Llevó por título «La Alborada». En ese día se reunieron las personas más influyentes de la localidad. Eran el Alcalde, Luis Megía García, el Párroco, Francisco Rodríguez Hervás, el coadjutor Pablo Espinosa de los Monteros y Amaya, el Primer Teniente de Alcalde, Juan González Lergo, el ex Juez Municipal y ex Alcalde Carlos Flores Ambrosio, a Médico Emilio García Álvarez del Vayo, al Veterinario y ex Alcalde Santiago Blanco Garrón, al Farmacéutico Sixto Jiménez Martín de Yaguas, el Secretario del Ayuntamiento José Méndez Chaves, el Comandante accidental del Puesto de la Guardia Civil José María Flores González, el propietario Miguel Romero Romero, los comerciantes Juan Llimona Argacha y Horacio Conejo Garrón, y el estudiante Juan Manuel Lancharro Sayago.

Dijo Díaz Acosta en el acto de constitución dijo que hacía «tiempo, considerando la carencia de simpáticas y utilísimas instituciones como ésta en la localidad, germinaba y creció en él el deseo de iniciarla para que le sirva de auxiliar poderoso en su obra educadora y para que despierte e instigue la afición a la lectura, al estudio, al saber». Díaz había recibido antes de la creación de la «Biblioteca Escolar Popular» numerosos donativos, tanto en libros como en dinero para acrecentarla. Se distinguieron en las donaciones de obras -las cuales llegaron al número de 150 el día de la inauguración- los vecinos Emilio García Álvarez del Vayo, Luis Megía García, Jerónimo Jiménez Villalba, Aniceto Gañán, Daniel Delgado Martínez, Pedro Flores Carballar, José Minero Minero, Dionisio Valencia Romero, Asunción Real de Amaya, Miguel Romero Romero, Higinio Burgos Bermúdez y Manuel Fernández Ortega.

La lista de los donativos en metálico la encabezaba el Ayuntamiento con 100 pesetas. Le seguían Santiago Blanco Garrón, Antonio Lancharro González, Julián Lancharro González, Sixto Jiménez Martín de Yanguas, Casimiro Esteban Cámara, Juan Llimona Argacha, Horacio Conejo Garrón, Luis Blanco Garrón, Francisco Contador Torres, Francisco Martínez Olmo, Manuel Calderón Conejo, Bruno Otero Sanpedro, Nicolás García, José Sánchez Guerra, Jerónimo Giraldo Escudero, José Cuerpo Jariego, Sebastián de Castro Baños, Domingo Sánchez Carrasco, Carlos Flores Ambrosio, José Méndez Chaves, Francisco Romero Romero, Juan González Lergo. La cantidad ascendió a 295 pesetas. Una comisión formada por el propio maestro, el párroco Francisco Rodríguez Hervás, el Médico Emilio García, el Secretario municipal José Méndez Chaves, y Segundo Cuerpo Moreno.

Lesmes Reina, alumno de Díaz Acosta, fue designado como bibliotecario de la «Biblioteca Escolar Popular». Fue encargado de leer un discurso de agradecimiento a las personas que apoyaron esta iniciativa. Este discurso acogió estas ideas: «Es en la escuela donde se ha de forjar la regeneración patria», «con frases de Costa nos dice que la escuela es una célula gigantesca, cuya membrana externa abarca toda España y cuyo nucleolo es el domicilio oficial» o «se equivocan cuantos, tratando de regeneración nacional, citan como problemas fundamentales: La construcción de carreteras, ferrocarriles, canales, fertilización de campos, repoblación forestal, etcétera, etcétera, pues que, sin un grano a propósito de preparación social de los ciudadanos, serían inútiles tales mejoras». La Biblioteca estaría regida por una junta formada por el Maestro y sus alumnos.

 APÉNDICE FOTOGRÁFICO

 Antonio Manuel 1

1. VISTA AÉREA DEL GRUPO ESCOLAR DE MONESTERIO EN 1956.

 Antonio Manuel 2

2. FACHADA PRINCIPAL DEL GRUPO ESCOLAR DE MONESTERIO.

 Antonio Manuel 3

 3. ESCUELA UNITARIA DE NIÑOS DE DON VICENTE PELAYO GONZÁLEZ, EN LOS AÑOS 20 (Fotografía de F. Bautista Oliva).

Antonio Manuel 4

4. ESCUELA PARTICULAR DE MATILDE RODRÍGUEZ MUÑOZ (Fotografía de F. Bautista Oliva).

Antonio Manuel 5

5. ESCUELA PARTICULAR DE DON JOSÉ CUERPO JARIEGO EN LA DÉCADA DE 1910 (Fotografía de F. Bautista Oliva).

Antonio Manuel 6 

6. ESCUELA DEL AVE MARÍA DE MONESTERIO (Fotografía de F. Bautista Oliva).


[1] «…Se hace conveniente la agregación a esta Cofradía [la Sacramental] de los censos que se pagaban y deben pagarse a la Ymagen de Ntra. de Gracia, que está colocada en la parroquial desde la invasión de los franceses, que derrotaron la que han llamado impropiamente ermita, siendo más que una casa, y colocado en su zaguán un altar para decir misas y depositar los cadáveres de los que morían en el Hospital, que no merece tal nombre, continuo a la ermita (…) que al presente sirve para la educazión de los niños de primeras letras, habitando el maestro en ella (…) Monesterio, junio, 16 de 1829. Francisco Ruibal y Durán». APM, legajo 6, expediente 5, folio 38r.

[2] APM, legajo 11, expediente 53.

[3] Archivo Municipal de Monesterio (AMM), acta plenaria, 16 de enero de 1921.

[4] AMM, acta plenaria, 23 de agosto de 1921.

[5] AMM, acta plenaria, 30 de agosto de 1921.

[6] AMM, acta plenaria, 24 de julio de 1923.

[7] AMM, acta plenaria, 14 de octubre de 1923.

[8] AMM, acta plenaria, 24 de septiembre de 1922.

[9] AMM, acta plenaria, 4 de septiembre de 1923.

[10] AMM, acta plenaria, 30 de diciembre de 1923.

[11] AMM, acta plenaria, 3 de abril de 1923.

[12] AMM, acta plenaria, 16 de marzo de 1924.

[13] AMM, acta plenaria, 16 de marzo de 1924.

[14] AMM, acta plenaria, 25 de noviembre de 1924.

[15] AMM, acta plenaria, 26 de septiembre de 1926.

[16] AMM, acta plenaria, 13 de junio de 1927.

[17] AMM, acta plenaria, 9 de julio de 1922.

[18] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 16 de mayo de 1922.

[19] AMM, acta plenaria, 12 de agosto de 1927.

[20] Gaceta de Madrid, 23 de marzo de 1928.

[21] AMM, Comisión Municipal Permanente, 13 de mayo de 1927.

[22] AMM, acta plenaria, 22 de agosto de 1929.

[23] Tenía 75 años, y estaba casado con Victoriana Sánchez Lancharro, de sesenta y uno. Sus hijos se llamaban José, Clotilde y Baldomero Mejías Sánchez, de veintisiete, veintidós y dieciséis años respectivamente. Vivían en la calle Ramón y Cajal número 22, actualmente Primero de Mayo. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 604.

[24] Residía también en la calle de Ramón y Cajal, en el número treinta y cuatro. Contaba con cincuenta y ocho años, y su esposa se llamaba Concepción Pando López, de cincuenta y tres. Sus hijos eran Purificación -de 27 años-, José Antonio -de veintiséis-, Antonia -de 21- y María Vila Pando -de dieciséis-. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 613.

[25] AMM, acta plenaria, 21 de enero de 1931.

[26] AMM, acta plenaria, 24 de octubre de 1932.

[27] AMM, acta plenaria, 16 de enero de 1932.

[28] BAUTISTA OLIVA, F. «La enseñanza y la educación en Monesterio (finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX)», en Revista de Ferias, Monesterio, Ayuntamiento de Monesterio, 2005.

[29] AMM, acta plenaria, 10 de septiembre de 1922.

[30] AMM, acta plenaria, 6 de febrero de 1923.

[31] Calero González llegó a Monesterio en 1928. Era natural de Torremocha (Cáceres), tenía 30 años, estaba soltero, y vivía con su hermana Catalina, de diecisiete años y estudiante, en la Calle de Eugenio Silvela número cincuenta y dos (hoy Barrio de la Cruz). AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 1.005.

[32] Encarnación Cortés llego a Monesterio, al igual que Calero, en 1928. Tenía 24 años y era natural de Félix (Almería). Se alojaba en la calle de los Mártires número veinte, con sus hermanos Francisco y Antonio, estudiantes y de veintidós y veinte años respectivamente, y con su madre viuda, Luisa Amat Pérez, de 45 años. Vivían de alquiler en la casa de Antonio Garrón Naranjo, concejal durante la Dictadura de Primo de Rivera. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 1.497.

[33] Este maestro nacional, natural de Salamanca, contaba con treinta años de edad, y estaba casada con la también maestra Lucía Eusebio Martín, de treinta años. Residían en la calle Sevilla número ocho. En dicha vivienda también vivía la madre de aquél, Remedios Arenales Hernández, de sesenta y ochos años, natural de Valdelosa (Salamanca) estaba viuda. AMM, censo de población de 1930, cédulas familiares núms. 344 y 345.

[34] Esta maestra nacional llegó a Monesterio en 1919. Tenía treinta y tres años y era natural de Puebla de Guzmán (Huelva). Estaba casada con el farmacéutico Sixto Jiménez Martín de Yanguas, de cincuenta y tres años, natural de Oliva de Mérida y residente en la localidad desde 1911. Sus hijos se llamaban Carmen, Cándida y Miguel Jiménez Puig, de nueve, siete y un año de edad respectivamente. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 660.

[35] Díaz Acosta era además el Presidente de la «Casa del Pueblo». Tenía 36 años, ejercía en Monesterio desde 1924 y estaba casado con Carolina Blanco Garrón, de treinta y cuatro. Vivieron de alquiler en la Plaza del Príncipe número cuatro. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 315. En 1936 su vivienda, también alquilada, estaba en la calle Pablo Iglesias número 2 (hoy Paseo de Extremadura).

[36] Residía en la calle Templarios número veintinueve con su madre viuda, María Vasco Villalba, y de sesenta y tres años, y con su hermano José, de treinta y dos años, soltero y comerciante. Isabel Carretero había nacido hacia 1908. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 639.

[37] Amalia Guerra era vecina de Isabel Carretero, pues vivía en el número treinta y uno. Tenía cuarenta años, y era natural de Cabeza la Vaca, estaba casada con Francisco Flores Ambrosio, éste de cuarenta y siete y mecánico de profesión. Ambos residían en Monesterio desde 1927. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 641.

[38] Vázquez Rico tenía veintitrés años, y residía con sus padres -Antonio Vázquez Carrasco, de 47, y Belén Rico Zapata, de 46- y con sus hermanos -María Dolores, de diecinueve, y Elena, de diez-, en la calle Real número 61. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 1.346.

[39] Habitaba la casa número uno de la calle Hernán Cortés. Tenía treinta y dos años, y era natural de Zafra. Era hermana de Miguel Díaz. En aquélla residían también sus padres -Miguel Díaz Trejo, de 74, Secretario municipal retirado, y Ángeles Acosta Moreno, también de 74 años- y su hermana Presentación, natural de Badajoz, de treinta y nueve años y profesora en partos. En esa vivienda habitaban también el pintor Eduardo Acosta Palop, de veinticinco años, y su padre, Antonio Acosta Moreno, que era zapatero y tenía setenta y seis años. AMM, censo de población de 1930, cédulas familiares núms. 302 y 301.

[40] Tenía 37 años y estaba soltera. Vivía en la calle de Gallego Paz número veintiuno con su madre viuda, Nieves Mestre Acosta, de sesenta y tres años, y con sus hermanos Concepción, de veintitrés, y José, que era zapatero y que contaba con veintiún años. AMM, censo de población de 1930, cédula familiar núm. 117.

[41] AMM, depositaría, mandamiento de pago número 268/1934.

[42] AMM, acta plenaria, 19 de enero de 1913. «Seguidamente, y a propuesta del señor alcalde, acordó, por unanimidad, comprar ciento cincuenta plantas de eucaliptos que se plantarán en la calle Fuente hasta la salida del camino de Cala, colocándose sus castillejos a cada una, librando el importe a los gastos que se originen con cargo al capítulo 11, artículo único del presupuesto municipal».

[43] AMM, acta plenaria, 16 de marzo de 1913.

[44] AMM, acta plenaria, 20 de marzo de 1921.

[45] AMM, acta plenaria, 28 de febrero de 1922. «El Ayuntamiento acordó, que para dar mayor impulso a la Fiesta del Árbol, y a fin de que al mismo tiempo que revista los caracteres de solemnidad suficientes a dejar un recuerdo grato, se obligue de ella algo de positivo e inmediato beneficio, que sirva de orientación para lo sucesivo, se proceda a la adquisición de plantas que serán protegidas por los castillejos de madera. En el Llano del Pilar se hará una plantación y vivero, circundándose para protegerlo de toda clase de daños, de una valla formada de espino artificial».

[46] AMM, acta plenaria, 14 de marzo de 1922.

[47] AMM, acta plenaria, 24 de septiembre de 1922.

[48] AMM, Comisión Municipal Permanente, 5 de enero de 1925.

[49] AMM, Comisión Municipal Permanente, 8 de febrero de 1925.

[50] AMM, Comisión Municipal Permanente, 21 de febrero de 1927.

[51] AMM, Comisión Municipal Permanente, 2 de abril de 1928.             

[52] AMM, Comisión Municipal Permanente, 28 de enero de 1929: «El Sr. Alcalde manifestó que había ordenado la apertura de hoyas para la plantación de cien moreras que remite la Comisaría de la Seda, encargando dichos trabajos a Ángel Vázquez Nogues».

[53] La Libertad (Badajoz), 9 de abril de 1929.

[54] AMM, acta plenaria, 1 de noviembre de 1921.

[55] Gaceta de Madrid, 14 de octubre de 1922, Real Orden de 2 de octubre.

[56] Gaceta de Madrid, 26 de octubre de 1921, Real Orden de 17 de octubre.

[57] AMM, acta plenaria, 8 de enero de 1924.

[58] AMM, Comisión Municipal Permanente, 25 de mayo de 1927.

[59] AMM, correspondencia, salida núm. 316, 26 de agosto de 1926. Alcalde a Inspector Jefe de 1ª Enseñanza, Badajoz. «Significándole, con motivo de la denuncia formulada por varios maestros y vecinos de esta localidad contra el maestro nacional de la Escuela nº 1, D. Vicente Pelayo González, para que informe la Junta Local de Primera Enseñanza, en sesión plenaria que formando parte de dicha Junta como vocales cuatro de los firmantes de la denuncia, manifiesto si deben tomar o no parte en la sesión que referido organismo celebre para emitir el informe que solicita».

[60] Gaceta de Madrid, 29 de agosto de 1929.

[61] BOPB, 10 de febrero de 1937. «La Comisión Depuradora de Maestros Nacionales requiere a los señores don Miguel Díaz Acosta, Maestro de Monesterio […] que en 18 de julio último tenían sus escuelas en las mencionas localidades, para que en el plazo de diez días comuniquen su actual domicilio a dicha Comisión. Badajoz a 6 de febrero de 1937. El Presidente, Ricardo Carapeto».

Nov 082013
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz. 

Introducción

 Las obras que estudian este mismo tema lo hacen de manera general, es decir, estudian el Ejército de Extremadura encuadrado en los diferentes hechos de la Guerra de la Independencia de España -en realidad Peninsular-.

  Otras obras limitan su actuación en aquella guerra, inscribiendo sus hechos de manera más bien secundaria en los sucesos bélicos de la provincia de Extremadura, sin insertarlos adecuadamente en el contexto de las grandes operaciones militares peninsulares, para estos trabajos son los sucesos de tal o cual ciudad u otros hechos notables lo que mayormente acapara el estudio. En ambos casos el Ejército de Extremadura no tiene el papel protagonista que nosotros desearíamos ofrecer.

  Corríamos el riesgo de caer en lo contrario, es decir, ceñirnos demasiado al tema de nuestro ejército silenciando las actuaciones generales y particulares del contexto de la guerra en la que tanto participó.

  Por ello hemos intentado equilibrar estas cuestiones. Desde luego no hemos renunciado a describir muy brevemente las operaciones generales donde se insertaba la invasión de nuestro territorio, ni hemos silenciado las actuaciones de nuestro ejército más allá de los límites provinciales o en su interior, por muy perdedor que, en general, pueda ser considerado. Hemos tenido muy en cuenta que, en la mayoría de las ocasiones que el francés nos invadió, Extremadura era una pieza, de variable tamaño y valor, según las campañas proyectadas por Napoleón, sobre todo para la conquista de Portugal.

  Parecido panorama presentan los estudios de los demás Ejércitos provinciales surgidos tras la marcha y abdicación de los reyes a Francia. Aunque hay excepciones, no  cuentan con monografías a ellos dedicadas, pienso que, quizás la causa sea el panorama sombrío que suelen transmitir a nuestro “necesario” idealismo. En este sentido no somos esta vez la excepción.

  Nos llamó pues la atención  que Extremadura careciese de un estudio particularizado sobre su Ejército y para contribuir a llenar la ausencia del mismo decidimos realizar este pequeño estudio a la vez que nos servía para ofrecer de esta manera nuestro homenaje a todos los militares y civiles participantes en aquella contienda.

  Como bien indica el título, no se trata de una obra terminada, es solo un bosquejo, es decir los trazos fundamentales de un trabajo que debe ampliarse y completarse sobre todo con más documentación de primera mano, a ser posibles de fuentes directas. No obstante pensamos que es un trabajo histórico que merece ser conocido y aprovechado.

  El eje de nuestras consultas han sido las publicaciónes sobre la Guerra de la Independencia en Extremadura. Una, la del general D. José Gómez de Arteche y Moro, titulada Historia Militar de España.1808-1814, editada en Madrid 1868, que fue parcialmente impresa en 1898 por la Revista Extremadura para conmemorar el primer centenario; ahora la Diputación de la provincia de Cáceres ha digitalizado esos capítulos para conmemorar el segundo.

 Otra obra es la titulada Extremadura en la Guerra de la Independencia. Memoria histórica, de Ramón Gómez Villafranca y reeditada por Muñoz Moya Editores Extremeños en el año 2004.

 En ambas se observa cierto temor y huída ante los episodios con signos de evidente derrota acudiendo a la mala suerte o al silencio casi total. Es en este aspecto donde procuramos clarificar más las actuaciones.

 Para completar esos relatos hemos unido noticias encontradas en numerosas biografías de personajes de cierto relieve, participantes en aquella contienda, narraciones de batallas, historias del hecho en diferentes localidades etc.

 Hemos añadido una documentación gráfica que, a veces no nos ha sido posible averiguar su autoría y propiedad.

 1. Creación del Ejército de Extremadura.

 Como antecedente a la denominación de este Ejército puede tomarse el existente en la Guerra de Restauración de Portugal (1640 – 1668) estudiado por Fernando Cortés Cortés y editado por la Universidad de Extremadura en 1985.

  El denominado Ejército de Extremadura, de nuestra Guerra de la Independencia,  fue fundado en Badajoz, en los primeros días del mes de junio de 1808, por mandato de la recién constituida Junta Suprema de Extremadura, en su sección de defensa.

   Se había recibido el aviso del alcalde de Móstoles el 4 de mayo de 1808 y, posteriormente, se tomaron medidas para luchar contra el ejército francés muy presente en el cercano Alentejo portugués; en total eran unos 10.000 soldados. Al pueblo, el esfuerzo bélico del marqués de  Torre del Fresno, recién nombrado Gobernador Mariscal de Campo de Extremadura, debió parecerle equívoco e insuficiente -la turba le acusaba de traidor-, y caería asesinado en el levantamiento antifrancés, medio militar medio popular, ocurrido en Badajoz, el día de S. Fernando de ese mismo año -30 de mayo de 1808-.

 Tras el asesinato del gobernador, dadas las especiales circunstancias que atravesaba la monarquía española, hubo un vacío de poder. Se solucionó con toda celeridad     creando la Junta Suprema de Extremadura, de carácter provincial, a semejanza de las fundaciones de otras Juntas de ámbito similar surgidas en las demás provincias. No hemos dado con la denominación clara e inequívoca del título del cargo de primer Presidente, da la impresión que en los documentos se elude la escritura de este título. Sabemos que en ella se creó la sección de Guerra (1) presidida por D. Juan Nieto Aguilar, II Marqués de Monsalud y por el general D. José Galluzo, éste fue aclamado por el pueblo General Jefe del Ejército de Extremadura, por esto, según la normativa vigente, le correspondía también la jefatura política de la presidencia.

  En el verano de 1808 se organiza el primer contingente del Ejército de Extremadura al que, sin conseguirlo, se intentó completar con las fuerzas de élite desplazadas a Portugal como apoyo al ejército francés mandado por el duque de Abrantes, Andoche Junot.

  Todavía no se había estructurado el ejército adecuadamente cuando tuvo su primera acción participando, junto a los portugueses, en el asalto a los fuertes de Élvas y Campomayor, a la sazón defendidos por franceses, el 2 de julio de 1808 (2).

  Durante todo el verano de 1808 los reclutados acudieron a las poblaciones más importantes de la provincia, que en la práctica eran las convocantes directas del llamamiento a filas. A veces la estancia de los reclutados en ellas aumentó las tensiones entre los seguidores de las diferentes tendencias políticas -de Fernando VII, de Godoy, liberales patriotas y liberales afrancesados etc.- buen ejemplo de ello fueron los denigrantes sucesos de Plasencia (3). Para sostenerse a si misma y para alimentar y pertrechar toda esta tropa la Junta Provincial Suprema de Extremadura hubo de organizar, con toda rapidez, una economía que casi siempre resultó deficitaria moviéndose en la estrechez y la carencia.

 La noticia de la victoria del general Castaños en la batalla de Bailén el 17 de julio de 1808, sobre el ejército francés del general Dupont, debió despertar la euforia en todo el país. Sabemos por un estudio publicado en el Diario de Jaen el 19-7-2008 que en esta batalla participó una milicia de Trujillo formada por 290 hombres puestas bajo el mando del marqués de Coupigny. La posterior marcha de José I de Madrid hacia la frontera francesa, siguió inflando, ya de manera generalizada, nuestra valoración y nuestras posibilidades militares.

2. Batalla de Gamonal (Burgos).

  Lamina I Esquema de la batalla de Gamonal

Lám. 1.- Batalla de Gamonal, Burgos

A primeros de septiembre de 1808 ya estaba formado el Ejército de Extremadura compuesto por un total de 12.904 soldados: 11.970 de infantería, 1.150 de caballería y 684 artilleros  (4).

  El 25 de septiembre de 1808, ya ausente el rey José Bonaparte de Madrid, se constituyó en Aranjuez, la Junta Suprema Central Gubernativa, presidida por Floridablanca; ésta, unos días después, a primeros de octubre, ante los rumores de una gran contraofensiva francesa, comunica a la ya solamente Provincial de Extremadura la movilización del Ejército extremeño hacia el norte, solo cuatro meses después del comienzo de su reclutamiento.

 El último día de julio de 1808 el general inglés John Moore salió de Inglaterra para completar un potente ejército inglés en Portugal. La segunda derrota del ejército francés en el verano de 1808 la sufrió el general Junot en Portugal –batalla de Vimeiro, dada el 21 de agosto de 1808- a cargo de Wellesley, futuro lord Wellington; el 31 de agosto de 1808 se firmó la Convención de Sintra; el 6 de octubre de 1808 John Moore se encontró al mando del poderoso ejército inglés en Portugal, unos 38.000 hombres. Poco después, ansiando gloria, según Charles Esdaile, desobedece las indicaciones de sus superiores políticos y busca el cuerpo a cuerpo con las tropas francesas adentrándose hacia el centro de la peninsular.

Terminado el verano, Napoleón, que debía tener noticias exactas de estos movimientos, decide resolver directamente los problemas militares de la Península Ibérica. Pasa la frontera el 4 de noviembre de 1808 y el 8 está en Vitoria; marcha decidido al mando de 200.000 hombres; sin duda su objetivo era doble: uno la reconquista de Madrid, el otro la derrota del ejército inglés. Así quedarían lavadas las derrotas de Bailén y Vimeiro.

  A primeros de octubre, el 7 de octubre de 1808, nuestro Ejército, mandado por el general Galluzo y en número de unos 10.000 soldados se dirigen al norte; vía Madrid pasan a defender Burgos. El marqués de Monsalud queda en Badajoz organizando la reserva. En el trayecto son notorias las quejas de Galluzo a la Junta Suprema Central sobre las deficiencias de equipamiento, armas y demás de su ejército (documento nº 1). En los días finales de esta marcha, una orden de la Junta Central sustituye el mando de Galluzo por el del conde Belveder, que marchaba al servicio de Gallazo y era hijo del marqués de Castelar a la sazón Capitán General en Madrid quién tenía como segundo a D. Francisco Palafox a la sazón en la Sección de Guerra de la Junta Suprema Central (5).

 

 Nuestros soldados están acantonados el 8 de noviembre en Burgos. El día 10 de noviembre de 1808, Napoleón envía a combatirlos al experimentado mariscal Soult, manda unos 20.000 hombres. Ante la proximidad del ejército francés, el conde Belveder decide adelantarse y presentar batalla, muy cerca de Burgos, en la llanura de Gamonal; indeciso, retrocede tras un corto y positivo combate. Apenas continuado el siguiente día, los franceses ponen en fuga desordenada a Belveder y sus soldados. Éste, prosiguió por Lerma y Aranda hasta Segovia, donde recaló con su 3ª división; la mayor parte del resto fue acuchillada o pudo llegar a Burgos junto a las tropas francesas que les perseguían. Hubo unas 2.500 bajas aunque no faltaron algunos gestos de heroicidad por parte española. Burgos capituló (Lám I).

 

 Muy pronto la Junta Central Suprema tuvo conocimiento del resultado negativo de las batallas de Espinosa y Gamonal, libradas el mismo día por distintos ejércitos provinciales. La Junta sustituyó sus mandos: el conde Belveder lo fue por D. José de Heredia en el Ejército de Extremadura y el general Blake, en el de Galicia o de la Izquierda, por el marqués de La Romana a la sazón llegado de Dinamarca el mismo día 10 (6).

 

 Parece ser que, a escala militar -políticamente no oficial-, lo previsto era que los dos ejércitos mencionados, el ejército del Centro o de Andalucía, mandado por el general Castaños, más las tropas británicas mandadas por Moore, deberían haber luchado juntas contra las fuerzas napoleónicas, pero una mala coordinación entre ellos y las órdenes de la Junta Suprema Central desviando de este proyecto al general Castaños hicieron imposible su realización (7) (documento nº 2). Desde luego la falta de prudencia y una milicia poco preparada debió ser un factor importante a la hora de enjuiciar el resultado de esta primera batalla.

 

 Hemos dejado a la mayoría de los restos del ejército de Extremadura, que participó en la batalla de Gamonal, retirados en Segovia esperando como reservas el resultado de la batalla de Somosierra, decisiva para la reconquista de Madrid por los franceses.

 

Entre ambas batallas tiene lugar el asesinato del marqués de Perales en Madrid, el 23 de noviembre del 2008. La batalla de Somosierra, dada el 30 de noviembre de 1808, enfrentó a las tropas mandadas directamente por Napoleón y las españolas dirigidas por el general español Benito Sanjuán; aunque menos cruenta que Gamonal, su resultado fue parecido: huida en desbandada hacia Segovia donde se reunieron con el resto de las extremeñas allí estacionadas. Desde Segovia, siempre perseguidos por los franceses, se trasladaron ambos generales al Escorial. Tras tener noticias de la capitulación de la capital, Madrid, retrocedieron más al sur con los restos de sus atemorizados ejércitos y en medio de una cruel anarquía, llegaron a Talavera de la Reina, donde el general Benito Sanjuán fue asesinado por uno de los soldados el 7 de diciembre de 1808. Fue el triste final del Ejército de Extremadura en esta desafortunada campaña (8).

 

3. La primera defensa del puente de Almaraz.

 Así las cosas; todos huyendo hacia el sur, por el camino real,  todos llenos de pavor, con el ejército napoleónico pisándoles los talones. Entre ellos va también la Junta Central Suprema, acompañada de los numerosos asuntos que proporciona el cuidado de la patria y en medio de un desprestigio creciente por las recientes derrotas.

 

 Ante este panorama, la Junta de Extremadura intenta salvar lo que resta de su ejército y vuelve a encargar al general Galluzo de reunir y disciplinar, en lo posible, aquella tropa, la dé ánimos y regrese. El alférez Morillo, futuro jefe de guerrillas, contribuye eficazmente a devolverles algo la moral, ante el anuncio de la llegada de su antiguo jefe, tan injustamente apartado del mando por la Central.

 

En éste, su segundo mandato, el general Galluzo tenía un primer e inmediato objetivo militar, muy concreto: defender, desde su margen izquierda, el paso del río Tajo; pero a la vez debió ocuparse de reunir, alimentar, vestir, pertrechar y dar moral a su defraudada tropa.

 

 Para llevar a buen fin la operación mencionada, dividió su Ejército. Había que defender cuatro puentes: el puente del Arzobispo, -desvío del camino real por Oropesa-; el del Conde -vía Talavera la Vieja-; Almaraz y el del Cardenal en el enlace Trujillo- Plasencia.

 

 El objetivo principal era mantener el puente de Almaraz, ya que era el único que permitía el paso, con facilidad, de la artillería pesada y ofrecía posteriormente un trazado mejor mantenido y recto hacia las ciudades más importantes del centro y sur de Extremadura. Supuso bien, sin duda debía ser el que los enemigos uitilizarían. A su defensa quedó el mismo general, con la mayor parte de su ejército; ordenaba la defensa del puente del Cardenal al batallón de las guardias Walonas y a un escuadrón; al general Trías le encomendó defender el puente del Conde y cortar el del Arzobispo.

 

 Todo inútil, la caballería francesa al mando de Sebastiani había pasado ya este último puente y se adentraban por la sierra a cortar las tropas de Galluzo por su flanco derecho. El 25 de diciembre de 1808, el Ejército de Extremadura recibe la orden del general Galluzo de retirarse hacia el sur, hasta Zalamea de la Serena (9).

 

 De haber presentado batalla abierta en las inmediaciones del río Tajo para defender su paso, dados los diferentes efectivos de ambos contendientes y las especiales circunstancias de nuestro ejército, se habría expuesto a un probable aniquilamiento, pero como veremos, por el momento no era ese el objetivos de los franceses del IV cuerpo.

 

 Otra de las posibles razones que alegó Galluzo era la protección de la Junta Suprema Central, a la sazón huida en Mérida desde el 10 de diciembre de 1808; atemorizada y dudosa entre su establecimiento en su primer destino, fijado en Badajoz o, en vista de los acontecimientos militares, proseguir hacia Sevilla, en territorio más seguro. Finalmente se siguió esta opción.

 

 La Junta Provincial de Extremadura debió juzgar una conducta negligente en Galluzo y lo cesó. Es significativo observar que el general Sebastiani hacia su entrada en Plasencia el 24 de diciembre de 1808 (10), justo cuando se perdió el puente de Almaraz, así pues poco pudo perseguir al general Galluzo y nuestro Ejército por tierras del centro y sur de Extremadura. No era ese su objetivo.

 4. D. Gregorio García de la Cuesta, Capitán General del Ejército de Extremadura.

 La Junta Suprema Central, tras su paso por Trujillo, estaba detenida y duvitativa en Mérida. Entre los asuntos pendientes tenía  la causa abierta contra el afamado general cántabro D. Gregorio García de la Cuesta, al que llevaba detenido, acusado por apresar al almirante Antonio Valdés, delegado de la Junta del Reino de León.

 

 Cuesta era de feliz memoria para los militares extremeños ya que había tenido destino en Badajoz y marchado en 1793 con fuerzas de esta provincia, a luchar en la guerra de la Convención, en el sur de Francia.

 

Como anillo al dedo. La Junta Suprema Central fue reticente en un principio al deseo de la Provincial de Extremadura, que significaba dar carpetazo a la detención de Cuesta,  las circunstancias se impusieron y ante la necesidad de proseguir el viaje a Sevilla, Floridablanca accedió al canje: viaje expedito a Sevilla a cambio de la rehabilitación del general. Cuesta fue nombrado de esta manera Capitán General de Extremadura y comandante de su ejército el 29 de diciembre de 1808 (11).

 

No tardó excesivamente el nuevo Capitán General del Ejército de Extremadura, D. Gregorio García de la Cuesta en tener un ejército organizado y fija su cuartel general en Badajoz; después, emprende la reconquista del territorio extremeño ganado por los franceses en la margen izquierda del río Tajo en  su primera incursión por tierras extremeñas.

 

 El general Henestrosa, veterano en todas las campañas del Ejército de Extremadura desde su participación en la batalla de Gamonal, conquista Trujillo al mando de una división de 5.000 hombres. Cuesta hacía lo propio con el puente de Almaraz el 29 de enero de 1809 (12).

 

 Según estos relatos narrados por Gómez de Arteche, llama la atención en el ejército francés, su repentina pérdida de acometividad; dando signos de retroceso militar,  pierde un precioso terreno; no figura el nombre de ningún mando francés de ninguna categoría, ni el número de muertos, heridos o prisioneros de esta rápida campaña. Esto nos hace sospechar que su número debió ser muy corto y su significado militar sobradamente inflados por Arteche y otros autores. Sin embargo, no cabe dudas que el ejército de Extremadura, con estas victorias locales, cobra moral, ¿pero que hechos pueden haber influido también en el cambio de actitud del invasor francés?.

 

 La composición del ejército francés en esta primera aparición por Extremadura estuvo, a cargo principalmente del IV Cuerpo del Ejército Imperial a cuyo mando estuvo, según algunos, el general Lefebre. Según otras biografías, ya antes de la batalla de Gamonal, Napoleón sustituyó a Lefebre de su puesto por su segundo, el general Sebastiáni, como jefe de este IV Cuerpo (13).

 

 Hemos apuntado que la mayor parte de este Cuerpo del ejército francés no tenía intención de conquistar tierras por debajo del río Tajo y se dirigió a Plasencia en donde estuvo desde el día 28 de diciembre de 1808 -día de la llegada del General Galluzo a Zalamea, recién perdido el puente de Almaraz-, hasta el 1 de enero de 1809 que marcharon hacia el norte, hacia Castilla.

 

 Como bien menciona el mismo autor, aunque muy brevemente,  el objetivo primordial de esta primera invasión del territorio extremeño era  impedir cualquier  refuerzo o unión con las tropas británicas del general sir John Moore quién, penetró en España por Extremadura, parte de su ejército sigue el camino Real desviándose finalmente hacia Salamanca. Después pasa a los alrededores de Tordesilla donde parecía querer presentar batalla. Hasta el día 26 de diciembre no decide claramente retroceder hacia Galicia dirigiéndose por Benavente, con toda rapidez, antes que el mariscal Jean de Dieu Soult le cortara la retirada por el norte. Es entonces cuando las tropas francesas del IV Cuerpo, al mando de Sebastiani, abandonan Plasencia siguiendo hacia el norte en esa misma dirección. Los problemas inmediatos para los franceses como se ve, estaban en otra parte.

 

 No pudo el general Soult aniquilar al ejército británico que llegó a embarcar en La Coruña, pero acabó con la vida de su jefe Moore, en la batalla de Elviña, el 16 de enero de 1809 (14). Embarcado con la mayor rapidez el ejército inglés en La Coruña y alejado de las costas españolas, Soult debía proseguir su plan que no era otro que la reconquista de Lisboa. La llegada del ejército británico había alterado los planes de Napoleón que, tras la reconquista de Madrid era conseguir la invasión del territorio portugués por el centro-este. Ahora, la nueva situación de Soult en Galicia, le aconsejó iniciar la invasión de Portugal desde el norte. Éste, tras la conquista de la mayor parte de Galicia, entró en Portugal a partir del 4 de marzo de 1809; en Oporto, Soult lo hacía victorioso el 29 de marzo de 1809 (15).

  Siguiendo los planes de Napoleón, con intención de imponer definitivamente su poder en Portugal; el mariscal Víctor, al mando del I Cuerpo, lo invadiría algo después. Primero conquistaría la provincia de Extremadura; después penetraría en Portugal por el centro, siguiendo el camino Real, hasta unir sus fuerzas  a las de Soult que bajaría desde Oporto y ambos se apoderarían de Lisboa. Más tarde se conquistaría Andalucía.

 

5. La segunda defensa del Puente de Almaraz

Lamina II Voladura del puente de Almaraz

Lám. 2.- Voladura del puente de Almaraz

 Una vez desembarazados del ejercito británico de Moore, a mediados de enero de 1809, los franceses prepararon enseguida la invasión por Extremadura. El mariscal Victor al mando del I cuerpo del Ejército francés, unos 20.000 hombres, ha de adentrarse en el centro de Extremadura para proseguir después hacia Lisboa unido a las tropas de Soult que descenderían desde Oporto. Nuestro Ejército detecta una avanzadilla de reconocimiento que había penetrado por el Puente del Arzobispo el 19 de febrero de 1809, la milicia allí destacada, al mando del general Trías, entabla con ella una lucha. Los franceses, a pesar de ser hostigados, avistan Guadalupe y después retroceden.

 

 Debieron ser momentos duros y de gran inquietud en la comarca trujillana donde, recordemos, el día 13 de marzo de 1809 fallecía el teniente Ruiz de Mendoza.

 

 Tenemos noticias por la prensa de Badajoz de aquella época -Almacén Patriótico nº 2-, de que el teniente Ruiz, herido el 2 de mayo de 1808, defendiendo el Parqur de Artillería en Madrid, pudo huir muy pronto y aún convaleciente de sus heridas llegó a Badajoz donde le aguardaba su nuevo destino militar. Su llegada es muy temprana, en el mes de julio de 1808; la noticia del citado periódico cuenta su estancia y su estado convaleciente: menciona la presencia al menos de dos heridas, una de ellas en el costado infectada -purulenta dice el citado artículo-.

 

 Podemos suponer con lógica, que con notable mejoría pudo subir desde Badajoz con las tropas del general Cuesta para acometer la reconquista y defensa posterior del puente de Almaraz o bien que, agravada su salud, se retiró a Trujillo donde tenía familiares militares. Su estado no debía ser del todo bueno a finales de invierno; quizás el esfuerzo de su debilitado cuerpo en el camino, si es que lo recorrió entonces, pudo motivar la recaída y posterior muerte del héroe, a mediados de marzo en Trujillo. Su desaparición y el entierro  debió ser un acontecimiento en nuestra población repleta entonces de militares para los que, especialmente era un héroe. Ante la inminente llegada de los franceses se inflamaría la moral de ciertos militares, pero en la de otros, ya sacudidos por la derrota, debió ser un mal presagio (16) (Documento 3 y 4).

  

  Hemos mencionado que no tardaron en volver los franceses; el 15 de marzo de 1808 Leval y Lasalle -nuevamente y por sitio parecido-, pasan el río Tajo más al oeste del puente de Almaraz,  por Talavera de la Reina -un puente por encima del Arzobispo que no había sido utilizado en su anterior campaña-. Practican una acción envolvente por la derecha, muy semejante a la practicada contra el general Galluzo, menos de tres meses antes. Entablaron un combate ciertamente poco afortunado para el Ejército de Extremadura mandado por  Cuesta, quien, voló el puente de Almaraz el 15 de febrero de 1809 (17), (Lám II). No fue obstáculo para que el mariscal Victor pasara el río Tajo con el grueso del I cuerpo de su ejército. Cuesta se repliega ordenadamente, primero hacia Trujillo y luego más al sur, vía Sta Cruz de la Sierra, hacia Medellín. En esta retirada no faltan escaramuzas entre nuestra retaguardia, mandada por D. Juan de Henestrosa y los grupos de la vanguardia francesa de Lasalle. Entre ellas se mencionan las del berrocal, ya pasado Bajondo y la librada en las proximidades de Miajadas, ambas nos fueron favorables.

 

 Espoleado por estas pequeñas victorias, cierto que poco cruentas, Cuesta decide presentar nuevamente batalla. La ocasión se le presenta favorable cuando el mariscal Víctor decide separar sus fuerzas; unos van a Mérida y otros a Medellín.

 

  6. Batalla de Medellín.

Lamina III Esquema de la batalla de Medellin

Lám. 3.- Esquema de la batalla de Medellín

El ejército de la Mancha al mando de D. José María de la Cueva y de la Cerda, XIV duque de Alburquerque, nos prestó su ayuda con 4.000 hombre, de los que 200 eran de caballería; el Ejército de Extremadura aportaba unos 15.000 soldados. Tras su entrevista con Cuesta, en Villanueva de la Serena, el 27 de marzo de 1809, decidieron presentar batalla inmediatamente.

 

 Ya reagrupados los franceses, ambos Ejércitos avanzaron resueltamente el 28 hacia Medellín con un  número de tropas parecido. Todo inútil. Nuestro ejército, tras varios kilómetros de marcha, sufrió otro tremendo descalabro: 10.000 bajas, algo más del doble que el ejército francés; después se dispersó para volver a concentrarse en los alrededores de Monesterio. Por esta vez La Junta Suprema Central se mostró agradecida con la labor de Cuesta y sus mandos pero se le prohibió realizar, de momento, combates abiertos (18) (Lám III).

 

 A pesar de todo, por difícil que parezca, muy pronto Cuesta puede disponer de 14.000 hombres  con los que proseguir la lucha. En la consecución de tan nutrida representación de los pueblos de Extremadura, es necesario destacar el trabajo del II marqués de Monsalud, quién, como dijimos al comienzo, fue, junto con el general Galluzo, encargado de la Sección de Defensa en la Junta de Extremadura ocupando también el cargo de vicepresidente. Monsalud, según su biógrafo, estuvo moviéndose por toda la provincia, recabando pertrechos, hombres, cuestiones dinerarias etc. (19)

 

 Durante los meses siguientes, el ejército francés estuvo estacionado en el centro de Extremadura; desde el río Tajo, las inmediaciones de Trujillo, a las cercanías de Mérida.

 

 Cuesta y sus hombres les molestaban cuanto podían quizás ajenos a la causa de esta inmovilidad. Sin duda Victor esperaba noticias positivas de la marcha de Soult desde Oporto a Lisboa. Como es sabido esta marcha no se llegó a producir.

 

 El 22 de abril, Arthur C. Wellesley había desembarcado en Lisboa con más refuerzos británicos; estos, unidos a las tropas portuguesas, acometieron directamente a los franceses en Oporto el 12 de mayo de 1809. Soult con su ejército hubo de emprender rápida retirada hacia la frontera española por la parte de Lugo. Ante esta inesperada retirada de Soult, Wellesley pudo realizar una ofensiva por Extremadura para tantear liberar Madrid.

 

A tal efecto se puso en comunicación con el general Cuesta a través del coronel Bourke, quien debía intentar, entre otras cuestiones, lograr cierta cooperación entre ambos ejércitos, el anglo-portugués y el Ejército de Extremadura.

 

 Ante estas noticias, tan desagradables para los franceses pues suponían renunciar al segundo plan de Napoleón para la conquista de Portugal, y el anuncio de que Wellesley estaba cruzando Portugal, descendiendo desde Oporto hacia Extremadura, el general Víctor temió que su posible retirada hacia el norte fuera cortada y con sus tropas abandona con rapidez las posiciones del centro de Extremadura para cruzar de nuevo el río Tajo por el puente de Almaraz y por la margen derecha, aguas arriba, se estaciona entre este puente y el del Arzobispo. Cuesta con nuestro ejército le sigue en su retirada y establece su cuartel general en la margen derecha, muy cerca del puente citado; sus tropas vuelven a pasar con comodidad por ambas márgenes por los puentes citados.

 

7. Batalla de Talvera.

Lamina IV Esquema de la batalla de Talavera

Lám. 4.- Esquema de la batalla de Talavera

 El día 20 de julio de 1809 se reunieron Cuesta y Wellesley en Oropesa, se ultimaron los planes generales para dar la batalla; entre los dos reunían un formidable ejército de cerca de 55.000 hombres -siguiendo a Arteche Moro-.

 Ya el 21 de julio de 1808 hubo alguna escaramuza con iniciativa de parte francesa entre Oropesa y Talavera. La batalla decisiva se dio en las proximidades de esta ciudad el 27 y 28 de julio de 1809. Días antes, el 23, Cuesta a punto estuvo de caer en una encerrona de estrategia francesa. Tras la victoria hispano-inglesa de Talavera, Cuesta con el ejército extremeño sostuvo estas posiciones de la entonces provincia extremeña, pero Wellesley, lod Wellington, optó por regresar a la frontera portuguesa por el sur, en la margen izquierda del Tajo; siguió a toda prisa el camino Real hacia Badajoz, alegó  escasez de víveres y la imposibilidad de salvaguardar con seguridad tan extenso territorio. Puso de manifiesto su equilibrio entre valor y prudencia (Lám IV).

 

 No era para menos, los informes le debieron anunciar que el  ejército francés se acercaba forzando máquinas y hombres; rápidamente descendían desde León y Zamora. En efecto el día 1 de agosto de 1809, Soult, Ney y Motier con los restos de sus tropas entraban en Plasencia -solamente dos días tras la batalla de Talavera-. Allí permanecieron 6 días, los justos para comprobar que el ejército inglés se había replegado completamente hacia la frontera portuguesa; continúan después hacia Talavera de la Reina (20).

 

 Cuesta nunca se entendió bien con Wellington, los desencuentros fueron evidentes como se desprende de la lectura de su célebre manifiesto dirigido a la Europa… El ejército de Extremadura se sintió abandonado por los ingleses en estos momentos que Cuesta debió juzgar decisivos. No debió verlo así la Junta Central.  Ésta, tras la batalla de Talavera, concedió a Wellington el título de Capitán General; su gobierno –el gobierno inglés- el título de lord vizconde Wellington de Talavera; Cuesta alcanzó la Gran Cruz de Carlos III y hacia lo propio con el IV Duque de Alburquerque ascendiéndole además a Teniente General (21).

 

 Es evidente que Cuesta en un principio intentó mantener las conquistas de la margen derecha; su deseo posible hubiera sido que ambos ejércitos siguieran atacando a los franceses hasta reconquistar Madrid. Pero Wellington era consciente de las limitaciones económicas, la escasez de todo tipo que había en las poblaciones; muy pronto los víveres faltaron, como bien sabía el británico. Realmente no había comida en aquellas poblaciones y nuestro ejército hubo de fijar la frontera de nuevo hacia el sur, en la margen izquierda del  río Tajo.

 

 El temor a una nueva invasión francesa por los puentes de Almaraz y el Arzobispo, tras los regresos de Soult, Ney y Motier, pesó de nuevo sobre la moral de nuestro ejército. El general Cuesta abrumado por todo esto y sobre todo por su desencuentro con Wellingtón y por la opinión que de él iba manifestando éste  en el sentido de su imprudencia y temeridad le hizo dimitir. Posteriormente en Mallorca escribió su célebre manifiesto dirigido a la Europa justificando sus actos (documento nº 5). De todo lo ocurrido notificó a la Junta Central desde la ciudad de Trujillo.

  El mando del ejército de Extremadura pasó entonces al general Eguía, el 12 de agosto de 1809.

  Vimos que, ante la imposibilidad de cortar la retirada del ejército británico mandado por Weslesley en la batalla de Talavera -por muy poco-, el 7 de agosto de 1808, los franceses de Soult, Ney y Motier habían marchado desde Plasencia al valle central del río Tajo. Soult, el rey José, el mariscal Victor, y demás jefe del ejército francés que habían escapado de Portugal y Talavera, buscaban un nuevo planteamiento de la guerra.

 

 La vuelta de los citados mandos a Plasencia el día 10 de agosto de 1809, una vez reconquistados los territorios de la margen derecha del río Tajo, pone de manifiesto  la inutilidad objetiva de la victoria aliada de Talavera y, a nuestro entender, justifica el acierto de Cuesta en cuanto a su dimisión. Una vez en Plasencia, Ney y Motier con sus respectivos cuerpos del ejército, marcharían hacia Salamanca; el mariscal Soult quedó en esta ciudad con el suyo, observa expectante y atento durante casi dos meses.

 

 

8. La batalla de Ocaña.

 Lamina V Esquema de la batalla de Ocaña

Lám. 5.- Croquis de situación de la batalla de Ocaña

El ejército de Extremadura durante estos meses queda en las mismas posiciones. Sin embargo, muy pronto la Junta Central Suprema decide dividir este ejército. Ya comenzado septiembre de 1809, quedan en defensa de Extremadura 12.000 hombres, al mando del duque de Alburquerque y, según nuestros cálculos a partir de los soldados que intervinieron en la batalla de Talavera,         marchan hacia el SE en sierra Morena, al menos otros 20.000. Eguía es nombrado por la Junta Central Suprema, capitán general de los agrupados ejércitos del Centro; tiene a su mando de 51.689 hombres y, a primeros de octubre de 1809 fija su cuartel general en Daimiel.

 

 Soult, establecido en Plasencia desde agosto, conoció muy pronto estos movimientos de alejamiento de gran parte del ejército de Extremadura, ahora al mando del general Eguía, y posiblemente también, de las intenciones de la Junta Central Suprema de reconquistar Madrid. El día 1 de octubre de 1809 abandona la ciudad placentina, en dirección al centro de España, concretamente hacia los alrededores de Aranjuez -salió de Plasencia solamente unos días después de salir Eguía hacia Sierra Morena-. Está presente como Mayor General con parte del cuerpo de su ejército el 19 de noviembre de 1809 en Ocaña, acompaña al rey José y a Sebastiani; Víctor con el 1 cuerpo quedó algo más a retaguardia.

 

Ante la presencia de los 1 y 4 cuerpos militares de Víctor y Sebastiani, pronto manifestó el Capitán General Eguía su prudencia, dudas o temor retirándose con su numeroso y bien pertrechado ejército, a lugar seguro algo más al sur, en Sierra Morena. Este hecho fue tomado por la Junta Central Suprema quizás como cobardía o al menos como indecisión. Sus deseos eran  marchar hacia Madrid forzando con la mayor rapidez la máquina de guerra; por ello fue sustituido rápidamente en el mando.

 

 El nuevo mando de este gran Ejército  recayó en el veterano general Areizaga desde el 22 de octubre de 1809. La batalla se libró el 19 de noviembre de 1809.

 

 Alburquerque con los restos del Ejército de Extremadura también debía colaborar en este macroplán de intentar reconquistar Madrid tras lograr otro “Bailén” en Ocaña y, siguiendo las órdenes de la Junta Central Suprema, simula una nueva invasión de la margen derecha del río Tajo el 25 de octubre de 1809 adentrándose por Almaraz y el puente del Arzobispo; se intenta hacer creer al enemigo que un potente ejército británico acompaña nuestra retaguardia y así atraer parte del ejército francés situado en el centro.

 

 Deberían contar con buena información los franceses pues la maniobra no surtió efecto y el ejército francés siguió reagrupado en torno a Aranjuez.

 

Ya hemos apuntado el resultado desastroso de la batalla de Ocaña donde el número de nuestras bajas fue muy elevado, unos autores dan el número de 18.000 bajas entre muertos y prisioneros, otros una cifra aún mayor. Nuestros 25.000 hombres presentes en el agrupado ejército del Centro casi desaparecieron (Lám V).

 

 Al general Areizaga, gestor de aquel desastre, se le atribuye la siguiente conversación en plena batalla y transferida por uno de sus ayudantes.

 

 Subido trabajosamente al campanario de la torre de la iglesia de Ocaña conversaba:

    –   ¿Quiénes son aquellos que asoman allí?.

          Mi general, son los franceses del cuerpo del ejército del mariscal Víctor.

          ¡ Buena se va a armar!, contesta el general, sin tomar decisión alguna.

          ¿Y aquellos que vienen por allí?.

          Son los cuerpos del ejército del mariscal Jourdán.

          ¡Buena se va a armar!, repetía el general.

Tras la retirada de nuestras tropas Areizaga comentó:

    –    Ya lo decía yo!. ¿No les decía a ustedes que se iba armar una? (23).

 

Después de Ocaña, el general Areizaga, al mando de los restos del ejército del Centro, hostigó, aunque más bien poco, a los franceses en su invasión de Andalucía.                   

 

 Resumiendo: El plan de la Junta Central Suprema, situada en Sevilla, de formar dos  grandes Ejércitos españoles para marchar a la reconquista de Madrid fracasaron en las batallas de Ocaña y de Alba de Tormes dada el 30 de noviembre de 1809. Las cuantiosas pérdidas humanas y de material bélico dejaron al Ejército español, muy debilitado y en una dificilísima situación.

 

 Los franceses fueron conscientes de ello y obraron en consecuencia; dadas las claras posibilidades que ofrecía decidieron conquistar Andalucía.

 

 El mariscal Soult concibe un plan para su conquista con un nuevo contingente de tropas distribuidas en varios cuerpos a las órdenes del rey José y los mariscales Víctor, Portier y Sebastiani.

 

 Víctor manda el cuerpo del Ejército francés situado más al oeste y, a través de Almadén, deberá conquistar Córdoba y después dirigirse a Sevilla. El 12 de enero de 1810 comenzó a acometerse este plan. Con su cuerpo de ejército de 20.000 hombres, Víctor se lanzó a la conquista de Almadén.

 

 El general español Zerain con 1.500 hombres defendía esta plaza; su inferioridad era manifiesta y pidió ayuda urgente el siguiente día -13 de enero de 1810- al ejército de Extremadura a las ordenes del recién nombrado Teniente General de nuestro ejército, Duque de Alburquerque.

 9. Marcha del Ejército de Extremadura a Cádiz en defensa de la Junta Central Suprema

 Gran parte de los 12.000 hombres que componían el grueso de este ejército se hallaba en la zona central, entre Mérida y Don Benito y sin dilación Alburquerque movilizó su ejército hacia Almacén. No había cruzado este ejército la comarca de la Serena cuando se recibieron noticias de la pérdida de dicha ciudad.

 

Tras estos sucesos el Duque de Alburquerque debió tener la seguridad de que los franceses intentaban de nuevo conquistar Andalucía. El mariscal Víctor, con su ejército, una vez conquistada Córdoba se encargaría de adueñarse de Sevilla y deponer a la Junta Suprema Central donde entonces residía.

 

 Sin pérdida de tiempo quedó 4.000 hombre para defender Extremadura al mando de D. Juan Senes y Contreras y el brigadier D. Rafael Menacho. Él, con la mayor parte del Ejército de Extremadura, unos 8.000 hombres, dividido en dos cuerpos, marchó hacia Sevilla; uno seguía el Camino Real a través de Santa Olalla; el otro lo hacia más al este por Guadalcanal. Pasada esta población y situados en el Pedroso se recibieron ordenes de la Junta Suprema Central de dirigirse a Sevilla con la mayor urgencia.

 

 Bajaron a Cantillana , al este de Sevilla, cambiaron de margen cruzando el río Guadalquivir. Nuevas contraórdenes de la Suprema Central desde Sevilla en el sentido de marchar a defender Córdoba. Alburquerque viendo la imposibilidad de cumplir este cometido decide enviar un mensajero a Sevilla para que exponga su situación y posteriormente recibir nuevas órdenes. A su regreso, éste le pone de manifiesto el caos que vive la ciudad de Sevilla y la huida de la Junta Central Suprema hacia Cádiz.

 

 Los 10.000 soldados que formaban entonces el Ejército de Extremadura al mando de Alburquerque, deciden descender algo más y se establecen en Carmona, el 26 de enero de 1910; desde allí se enviaron destacamentos  a Marchena, Fuentes de Andalucía y Écija; en esta última ciudad nuestros hombres entran en contacto con la caballería de la vanguardia del mariscal Víctor. Nuestras tropas, viendo que la cercana Sevilla era indefendible entre otras cosas por nuestra inferioridad numérica, abandonaron Carmona y se dirigieron a marchas forzadas al sur, hacia Cádiz, para sumarse a la defensa de esta ciudad donde residía ya el gobierno de España en aquel momento todavía La Junta Central Suprema.

 

 Todos los cuerpos del Ejército francés empleados en el plan de conquistar Andalucía cumplieron sus primeros cometidos. El 28 de enero el mariscal Víctor y su ejército se apoderaron de Carmona y su zona; el 1 de febrero de 1810 pactó Sevilla su rendición; rápidamente forzaron la marcha en su intento de impedir que Alburquerque y su ejército llegaran a Cádiz.

 

 El Ejército de Extremadura en dos jornadas avanzó desde Utrera a Jerez de la Frontera -74 km- donde llegaron el 31 de enero de 1810. Continuaron sin apenas descanso hacia Puerto Real siendo ya hostigados por la caballería de vanguardia de Víctor. Por fin, el 4 de febrero de 1808 nuestras tropas llegaron a Cádiz   Hombres y animales estaban demacrados, hambrientos, descalzos… recibieron la ayuda, los aplausos y vítores de los gaditanos; más tarde quedaron enrolados en las fuerzas que defendían la ciudad, todos bajo el mando de Alburquerque (24) -el Consejo de Regencia, presidida por el general Castaños, había sustituido a la Junta Central Suprema el 2 de febrero de 1810 y el 3, de ese mismo mes y año, los franceses iniciaron la conquista de Extremadura por el sur -.

 

 La ciudad de Cádiz era ya la capital de la España patriótica y esta prudente y obligada retirada del Ejército de Extremadura a la ciudad, tuvo una gran importancia en el posterior desarrollo de la guerra ya que su refuerzo, añadido a las fuerzas y defensas de todo tipo que ya tenía la ciudad, supuso la imposibilidad de su conquista por los franceses y la inmovilidad del cuerpo del Ejercito francés mandado por el mariscal Víctor quien posteriormente recibiría otros refuerzos. El mismo 9 de febrero de 1810, Víctor,  lanzó sin éxito su primer ataque ( 24); no levantaría el sitio hasta el 25 de agosto de 1812 tras la batalla de los Arapiles (22 de julio de de 1812); el 12 de agosto de 1812 Madrid había sido nuevamente tomado por las tropas aliadas mandadas por el duque de Wellington.

 

10. Invasión de Extremadura por el sur.

 Los siguientes meses de 1810 no fueron precisamente de calma para el disminuido Ejército de Extremadura. Recordemos que de los 40.000 soldados que reuniera el general Eguía, más de la mitad marcharon a combatir a Ocaña; 8.000 descendieron a Cádiz, con el ahora Capitán General del Ejército del Sur, Duque de Alburquerque. Restaba una guarnición de 4.000 hombres; de estos una división quedó al mando del brigadier Menacho defendiendo Badajoz; la otra, al mando del brigadier Contreras se distribuyó de forma variable por el centro y sur de Extremadura.

 

 Numerosos soldados más había en la fecha indicada, distribuidos en la guerrilla; aunque  el estudio de ésta, no es objeto de este trabajo, si queremos mencionar por sus rasgos pintorescos la constituida por la Leal Legión Extremeña, formada por el irlandés Juan Downie el 21 de enero de 1810 y que según narra el conde de Toreno fue el depositario de la espada de Pizarro, por donación de la marquesa de la Conquista.

 

  A estas cortas defensas hay que añadir la ayuda prestada por el Marqués de la Romana con un mayor ejército, aunque ya mermado tras la derrota de Alba de Tormes el 28 de noviembre de 1809, procedente del Ejército de Izquierda o de Galicia que estaba establecido, desde comienzos de 1010, en el norte de la actual provincia de Cáceres.

 

  Soult, tras la marcha de Alburquerque y sus hombres, se dio cuenta enseguida de la falta de protección de Extremadura y el mismo 3 de febrero de 1810, dos días después de la capitulación de Sevilla y uno antes de recalar Alburquerque en Cádiz, envió al mariscal Mortier, con el V cuerpo, a conquistar o al menos tantear la conquista de  Extremadura por el sur; en especial la ciudad fortificada de Badajoz. Ante sus muros  se presentó el francés Mortier con su ejército pidiendo la rendición, el 10 de febrero de ese mismo año. Sin embargo, dadas sus carencias, no juzgó oportuno el asedio, pidió refuerzos a Sevilla y, en espera de ellos, se retiró con la mayor parte de su ejército, algo más hacia el sur, a la zona de Llerena. Hasta el 2 de agosto no le llegó una división al mando del general Girard.

 

 Ante esta situación, el marqués de la Romana decide intervenir y comienza el descenso con sus hombres desde sierra de Gata en el norte de la actual provincia de Cáceres; se le suma a la acción la división del Ejército de Extremadura bajo el mando del brigadier Contreras, quedando encuadrada ahora, muy a su pesar, bajo las órdenes del general Ballesteros. Ambos distribuyen su numerosos personal en varios puntos del sur de nuestra región.

 

 La estancia en Badajoz del marqués de La Romana, con el resto del Ejército de la Izquierda o de Galicia, entre 20 y 30.000 soldados, más las divisiones de Contreras y Menacho, protegiendo nuestro territorio, no significó, como se creía por su elevado número, una garantía para repeler a las tropas de Napoleón. La Romana fue derrotado en Cantaelgallo, 11 de septiembre de 1810, y Fuente de Cantos el 15 de septiembre de ese mismo mes y año. 

 

 El brigadier Contreras, por las mismas fechas, lo fue en Constantina siendo sustituido en el mando de los restos de nuestro ejército, por el brigadier Imaz. Menacho con su división quedó defendiendo Badajoz. 15 de agosto de 1810.

 

 Por tercera vez Napoleón intentó conquistar Portugal; formó un  ejercito de 80.000 soldados, “La Armée de Portugal”, a su mando colocó al experimentado mariscal Massena.

 

 Inmediatamente después de los hechos relatados, el marqués de la Romana marchó a Portugal a unir sus fuerzas a las del ejercito anglo-portugués de Wellington, en la línea de Torres Vedras. Así las cosas, la puerta de Extremadura por el sur, quedaba de nuevo abierta y Soult no lo ignoró. En enero de 1811 subió de Andalucía con un potente ejército para socorrer a Massena, se hacia imprescindible conquistar Extremadura, especialmente Badajoz y las demás plazas fuertes fronterizas con el fin de no dejar enemigos en la retaguardia.

 

 La nueva situación de Regencia como forma de gobierno nacional, desde el 13 de enero de 1810,  nombró al veterano general D. Juan de Henestrosa, el 13 de abril de 1810 para dirigir y organizar -en lo posible aumentar- el exiguo ejército extremeño; por ello fue ascendido a Capitán General; dados los aires centralizadores, lógicamente también se le nombra presidente de la Junta Provincial de Extremadura el 22 de mayo de ese mismo año.

 

 Ante el peligro de la pronta invasión francesa, en las últimas semanas de septiembre de 1810, La Romana había ordenado el traslado de la Junta Provincial de Extremadura a Valencia de Alcántara; como Presidente con parte de la misma marchó D. Juan de Henestrosa; el brigadier Don Rafael Menacho, ahora ascendido a Mariscal de Campo, quedó como jefe militar en Badajoz; ante la marcha de su capitán general, los restos del Ejército de Extremadura preparados para la defensa de Badajoz, quedaron bajo su responsabilidad y mando.

 

La ciudad de Badajoz estaba guarnecida por el resto de los 4.000 a 5.000 hombres dejados por Alburquerque. A la división de Menacho se debieron unir los restos de la división de Contreras, que, derrotada en Constantina era ahora mandada por Imaz que, como veremos, se hallaba en Badajoz. También había diversos militares de otros cuerpos hasta completar el número de unos 10.000 hombres.

 

 Hasta 1811 el ejército francés procedente de Sevilla, al mando de Soult y dotado de la correspondiente artillería, armas, caballería etc. no formalizó los sitios de Olivenza y Badajoz (25).

 

 Aunque tarde para Massena, el ejército francés actuó: Olivenza cayó en su poder el 22 de enero de 1911. Como consecuencia de ello parte del ejército de la Izquierda o de Galicia volvió desde Portugal en ayuda del corto ejercito extremeño, ya sitiado en Badajoz y otras plazas fronterizas; a su mando venía el general Mendizabal pues el Marqués de La Romana había fallecido el 23 de enero de 1811.

 

  Conquista francesa de Badajoz.

Lamina VI Sitio francés de Badajoz

Lám. 6.- Croquis del sitio francés de Badajoz.

 El sitio de Badajoz y con él, los restos del Ejército de Extremadura que la defendían, comenzó a finales de enero de 1811. Tras la heroica muerte del mariscal D.. Rafael Menacho el 4 de marzo, le sucedió el brigadier D. José Imaz en el puesto de mando quién, admitió la posibilidad de rendición; ello le llevó a autorizar una consulta democrática con sus colaboradores inmediatos. El 10 de marzo del 1811, el ejército francés al mando del mariscal Soult logró la capitulación, sin duda demasiado precipitada. Los restos del Ejército de Extremadura quedaron prisioneros de los franceses y se encaminó hacia Talavera de la Reina (26). El general Philippon quedaría al mando de la plaza. Otras fortificaciones fronterizas cercanas, se rendirían en días sucesivos.

 

 Muy pronto, el 16 de mayo de 1811 se daría la batalla de Albuhera un importante triunfo aliado en el que el Ejército de Extremadura no llegó ya a participar como tal.

 

 En el invierno de 1812, el Consejo de la Segunda Regencia nombró a Wellington Generalísimo de todos los ejércitos hispanos (27)  y  toma el mando único del ejército en la Península Ibérica. El 19 de enero de ese mismo año tomó Ciudad Rodrigo que significó claramente el inicio del declive napoleónico en la Península Ibérica.

 

 Esta tendencia a unificar el mando de los diferentes ejércitos españoles ya se venía notando con distintas realizaciones como la unificación de los ejércitos correspondientes al antiguo reino de Aragón bajo el mando de D. Joaquín Blake en la primavera de 1809. Es posible que el marqués de la Romana también lo fuera del Ejército de la Izquierda y el de Extremadura. Su comportamiento absolutamente dominador en su paso por esta provincia es notorio en sus órdenes a la Junta Provincial y a D. Juan de Henestrosa, nombrado ya Capitán General del Ejército de Extremadura desde el 13 de abril de 1810.

 También en 1810 el general Blake rehace el Estado Mayor.

  El  V Ejército al mando del general Castaños fue situado al centro-oeste de Extremadura, cerca de la frontera portuguesa, ya en gran medida bajo mando del general inglés Wellington. Pensamos que la denominación de este V Ejército por algunos autores como verdadero Ejército de Extremadura, por lo menos es dudosa; el contar con cuerpos extremeños entre sus variados componentes, debe ser entendido como una integración de los restos del Ejército extremeño en el mismo (ver documentos 5 y 6 del apéndice). Las fuentes que hemos consultado como proclamas, numerosas narraciones de segunda mano etc. no lo mencionan así y sí como V Ejército. Denominación centralista hacia la que evolucionaron los ejércitos provinciales, como antes se apuntó, y que, más marcadamente se notó, tras la recreación de su Estado Mayor (28).

 

 

CONCLUSIONES

 Para terminar y como conclusión cabe preguntarse cada cual a manera de reflexión, si tanto sacrificio de nuestro Ejército había sido fructífero o estéril para la marcha de la guerra.

 

 En primer lugar debemos destacar la indudable contribución que los 10.000 hombres de Alburquerque prestaron a la defensa de   Cádiz, en un momento clave y, posteriormente facilitando las tareas de gobierno de Juntas, Regencias y Cortes. Bajo nuestro punto de vista, este hecho puede unirse en categoría estratégica militar a la defensa de Lisboa por la línea fortificada de Torres Vedras ya que fueron los dos objetivos inalcanzados de Napoleón.

 

 Cabe señalar, como hemos señalado, el retraso que supuso dicha defensa a la hora de poder contar con el ejercito sitiador francés en otros puntos especialmente en el retraso de la ayuda de Soult al mariscal Massena atascado ante Torres Vedras. A este retraso debe añadirse otras obstaculizaciones menores que se llevaron a efecto indirectamente.

 

 Fuera de estas cuestiones el Ejército de Extremadura, como el resto de los ejércitos provinciales, tuvieron una actuación en general bastante deficiente, acentuada a partir del desastre bélico que supuso para España la batalla de Ocaña. Tras ésta, la aspiración de la primera Regencia, significaba una vieja esperanza política hecha realidad entonces, a partir de la mencionada derrota que tanto desprestigio ocasionó a la Suprema Junta Central.

 

 Se seguía improvisando demasiado, ni estaban previstas situaciones posteriores; a veces da la impresión de sacrificar vidas de militares y civiles, el pueblo al fin, sin la menor valoración. Mejor aspecto militar ofrecen nuestras guerrillas produciendo, como en el resto de la Península Ibérica, una alteración continua en el engranaje del ejército francés.

 

 En fin, esperemos que cada cual haga sus propias valoraciones con suficiente objetividad.

 

 

 

 

 

 

 

 

APÉNDICE DOCUMENTAL

 

Documento nº 1

 

   En vista del oficio de V. E. de 10 del actual, la Suprema   Junta ha determinado se equipen y armen con toda prontitud las tropas del Exercito del mando de Vuestra Excelencia proporcionandolas quantos auxilios sean necesarios para que no carezcan de quanto sea preciso a su subsistencia tomando las providencias mas activas y energicas para su realización.

   Dios guarde a Vuestra Excelencia mas altisima. Badajoz 12 de Octubre de 1808.   

 

 

Documento nº 2

 

  “ Ya tengo dicho a Vuestra Excelencia de orden de la Suprema Junta quan urgente hera el que ese Exercito en el mayor numero posible de tropas de Infantería y Caballeria, se dirigiese a unirse con el del General Castaños. Por momentos crece la precision de que esta marcha se verifique sin perder un momento, pues los enemigos van a ser eforzados, y deben ser atacados antes que llegue aquel caso, y podran serlo si Vuestra Excelencia, aunque sea por diversas rutas marcha con su Exercito hacia Agreda, que es donde se halla dicho general, y si hubiese sobre este punto alguna variación se avisara a Vuestra Excelencia. La Patria debe ser socorrida prontamente. Cualquiera detencion la mas pequeña podria traer perjuicios irremediables y asi espera que convencido Vuestra Excelencia de tal situación  se apresurara a librarla de los peligros que la amenazan. Todo urge, urge mucho la Caballeria y la Artilleria con muchas municiones de toda especie cuias armas deberan marchar todavía con mas viveza, y avisara Vuestra Excelencia del dia de la salida del todo del Exercito para las providencias ulteriores que convenga tomar. De orden de la Junta lo aviso a Vuestra Excelencia para su inteligencia y gobierno, y cumplimiento; y con el mismo extraordinario me mandara Vuestra Excelencia aviso de su recibo.

 

   Y lo paso anoticia de Vuestra Excelencia en cumplimiento de mis deberes, y a fin de que se activen los medios de y auxiliársete Exercito, en termino de cubrir su desnudez, y que no falte para su subsistencia; y al General Don Antonio Arce prebengo lo conveniente al efecto.

 

   Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Trujillo 10 de Octubre de 1808.-Excelentisismo Señor-Josef Gallazo.-Excelentisimos Señores Vocales de la Suprema Junta de Gobierno de esta Provincia de Extremadura.”       

 

 

Documento nº 3

 

Excelentisimo Señor, Presidente, y demas Vocales de la Junta Suprema.

   Don Jacinto Ruiz y Mendoza, Primer Teniente del Real Cuerpo de Guardias Walonas con el respeto devido hace presente: Que a su llegada a esta Plaza desde Madrid donde se hallaba, en la curación de las heridas que recivio el dia 2 de Mayo en la defensa del Parque de Artilleria, no hizo precente á Vuestra Excelencia ni su cerito en aquella accioón, ni los deseos que le asistian de llevar un distintibo que lo autorizare á la vista del Publico. Por el Gefe del Estado Mayor se le pasó un aviso para que así el, como todoslos Oficiales y Soldados de su cuerpo que llegaron a tiempo, pudieran llebar el Escudo concedido á los profugos de Portugal.  

   No solicita el exponente ser preferido a nadie ni hacer ostentación de un Servicio que cualquiera otro Oficial huviera hecho en iguales circunstancias, ni tampoco manifestar que la grave herida que aun tiene abierta, fue efecto de otra cosa que de las vicisitudes de la cosa Militar, pero si desearia que Vuestra Excelencia como tan justo, recto y generoso, (y á quien tantos motivos tiene para vivirle agradecido,) se dignase mandar que se le habilite una orden, Certificación o cualquier otro documento, para autorizarle a llebar á aquel distintivo, o cualquier otro que Vuestra Excelencia quisiera señalarle en consideración á acreditar el deseo de sacrificarse por la Nacion, el Rey, Religión y esta Provincia.

   Cuartel General de Badajoz 4 de Octubre de 1808.- Excelentisimo Señor =Jacinto Ruiz y Mendoza.     

 

 

Documento nº 4

 

   Librese la certificación del Primer Teniente de Reales Guardias Walonas Don Jacinto Ruiz y Mendoza diciendo se le ha concedido, por esta Supreme Junta el mismo Escudo de distinción, señalado a todo Militar fugado de Portugal hallandose prisionero de los Franceses por el Amor y Patriotismo, con que huió de Madrid, luego que las graves heridas que recivió tan gloriosamente, el dia 2 de Mayo en aquella Corte, le permitieron dejar la cama, con las cuales abiertas aun se presentó a alistarse entre los defensores de esta Provincia, por cuio motivo, y el distinguido Merito que contrajo en el Parque de Artilleria, le señala la misma Suprema Junta otro nuebo Escudo de distinción com premio del valor, del cual deberá usar antes de aquel. Ese Escudo sera una Corona de Laurel y en la circunferencia dira. Por Fernando 7º y la defensa del Parque de Artilleria el dia 2 de Mayo de 1808.

   Badajoz 4 de Octubre de 1808=Josef Galluzo.

              

 

Documento nº 5

 

“MANIFIESTO QUE PRESENTA A LA EUROPA EL CAPITÁN GENERAL DE LOS REALES EGERCITOS DON GREGORIO GARCIA DE LA CUESTA SOBRE SUS OPERACIUONES MILITARES Y POLITICAS DESDE EL MES DE JUNIO DE 1808 HASTAEL 12 DE AGOSTO DE 1809 EN QUE DEJO EL MANDO DEL EGERCITODE EXTREMADURA”

 

 

Documento nº 6

 

“EL CAPITAN GENERAL DE LOS REALES EXERCITOS Y XEFE DEL 5º DE OPERACIONES D. FRANCISCO XAVIER CASTAÑOS: A LOS LEALES Y CONSTANTES CASTELLANOS, MANCHEGOS Y EXTREMEÑOS, QUE COMPRENDE EL DISTRITO DE SU MANDO.”

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

TEXTOS

 

(1) Bullón y Gómez Vallugera, Alfonso (1986): Historia Político-Militar de la Baja Extremadura en el s. XIX. Historia de la Baja Extremadura, t. II. Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes.

 

(2) Muñoz Maldonado, José (1908): Efemérides de julio. 1808 Sublevación del Alentejo Badajoz. R. de E. vol 10.

 

(3) Paredes, Vicente (1908): Los franceses en Plasencia en 1808 y 1809: entrada primera. R. de E., vol X.

 

(4) Bullón. Op. cit.

 

(5) Guerra de Independencia española 1808-1814. Noviembre. 10-11-1808. La batalla de Gamonal.

file://Guerra de Independencia española 1808-1814 A.htm

 

(6) Guerra de Independencia española 1808-1814. Noviembre 10-11-1808. La batalla de Gamonal. Op. cit.

 

(7) Esdaile, Charles: El general y el gobierno: La intervención británica en España en 1808. mhtml:file://E:\El general y el gobierno: La intervención británica…

 

(8) Guerra de Independencia española 1808-1814. Noviembre 10-11-1808. La batalla de Gamonal. Op. cit.

 

(9) Gómez de Arteche y Moro, José. (1908): La guerra de la Independencia en Extremadura: efemérides de enero: 1809 acción del puente de Almaraz. R. de Ex., vol. 10.

 

(10) Paredes, Vicente (1908): Op. cit.

 

(11) Rodríguez Gómez, José Manuel: Talavera 1809. Gregorio García de la Cuesta. http://www.geocities.com/pentagon/barracks/9049/bio_cuesta.html?20085

 

(12) (Gómez de Arreche y Moro, José: 1908). Op. cit.

 

(13) Rodríguez Gómez, José Manuel: Talavera 1809. Horace-Fançoi-Bastien Sebastiani.

htpp://wwwgeocities.com/pentagon/barracks/9049/bio-

 

(14) Sir Jhon Moore Simson http://www.1808-1814.org/personin/moore.html.

 

(15) Richard, J. (11 de marzo de 2008), el mariscal Soult la invasión de Portugal, 1809, htpp://www.historyofwar.org/articles/campaign_soult_portugal.html).

 

(16) Baeza Herrasti, Alberto (1983): Jacinto Ruiz, hijo de Ceuta, héroe de España. Caja de Ahorro y Monte de Piedad de Ceuta.

 

(17) Comunicación del 16-2-1809 del General Cuesta al Presidente de la Junta de Gobierno de la Provincia de Badajoz.

Mhtml:file://F\Fecha%20de%20de%20la%20destrucción.mht

 

(18) Gómez de Arteche y Moro. José. (1908): Efemérides de marzo. 1809 batalla de Medellín. R de Ex. Vol 10.

 

(19) Maestre, Luis. “htpp://es.wikipedia.org/wiki/IIMarq%C3%A9sdeMonsalud”.

 

(20) Sánchez Alzás, Carlos J.: La presencia francesa en Plasencia en la guerra de la Independencia (1808-1812).

 

(21) Rodríguez Gómez, José Manuel.

http.//www.geocites.com/pentagon/barracks/9049/bio_wellington.html’20082

 

http.//www.1808-1814.org/batallas/btalaver.html

 

(22) http.//www.1808-1814.org/batallas/btalaver.html

 

(23) Solís, Ramón (1873): La Guerra de la Independencia Española. Editorial Moguer. Barcelona.

 

(24 ) Miguel Santillana en la retirada del Duque de Alburquerque.

Htpp://www.fundaciondosdemayo.es/media/docs/relato%20FAMILIAR_%20Miguel%de%20Santillana%20en%20la%retirada%20duque%20de%20Alburquerque1.pdf.

 

(25) Gómez Villafranca, Román (2004): Extremadura en la Guerra de la Independencia. Memoria histórica. Muñoz Moya Editores Extremeños. Brenes.

 

(26) http://www.1808-1814.org/persones/albur.html

 

(27) 1811. Guerra de la Independencia Española (IV):

http://servicios.elcorreodigital.com/especiales/guerra-de-la–independencia-1808/pdfs-anuales/1812.pdf.

 

(28) Canales, Esteban (2000): Militares y civiles en

la conducción de la Guerra de la Independencia: La visión de Francisco Javier Cabanes. Congreso Internacional sobre la Guerra de la Independencia. Zaragoza, diciembre 1997.

 

GRABADOS Y LÁMINAS

 Lamina I Esquema de la batalla de Gamonal

Lám I.- Batalla de Gamonal (Burgos)

 Lamina II Voladura del puente de Almaraz

Lám II.- La voladura del puente de Almaraz

Lamina III Esquema de la batalla de Medellin

Lám III.- Esquema de la batalla de Medellín

Lamina IV Esquema de la batalla de Talavera

Lám IV.- La batalla de Talavera

Lamina V Esquema de la batalla de Ocaña

Lám V.- Croquis y situación de la batalla de Ocaña

Lamina VI Sitio francés de Badajoz

Lám VI.- Croquis del sitio francés de Badajoz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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