Oct 011987
 

Emilia Arroyo Silvero.

1. METODOLOGÍA E IMPORTANCIA DEL MOTE

“Llena de peligros es la tarea de recoger apodos; pues, si bien es cierto que hay a quien no le importa el mote heredado de sus padres o abuelos y que son muchos los que lo tienen como un blasón y no reparan en ponerlo al frente de su negocio, en sus tarjetas de visitas e incluso en las esquelas de defunción, no lo es menos que abundan también aquellos para quienes el apodo, el mote o el remoquete es el peor ultraje que se les pueda inferir, y el solo hecho de pronunciarlo, y no digamos de escribirlo, justifica la agresión personal contra quien ingenuamente o de propósito se atreve a decirlo o a ponerlo en letras de molde”[1].

Poco es el material que existe sobre el tema, tan sólo unos artículos, de los cuales tres son los que he podido conseguir para su consulta. Si se lee detenidamente la opinión anterior, observamos que estamos ante la realidad; pues, es cierto que a un número de gentes te encuentras que le molesta el mote, mientras que a otros no y lo asumen completamente. A la hora de la recogida del material para este trabajo la gente de este pueblo, por lo general, ha colaborado con agrado y se han ofrecido a contar todo lo que sabían con respecto al tema. La única metodología que se puede emplear para este tipo de trabajo es la encuesta. Unas veces, la encuesta hecha directamente a las personas motejadas; otras veces, la recogida de material lo hacía a través de les encuestas indirectas, debido a que a veces era una persona ajena al motejado el que conocía le historia del origen del mote.

Han colaborado en este trabajo tanto ancianos, como gente de edad media o jóvenes. El total de motes recogidos, en este primer sondeo, ha superado los doscientos, entre los cuales la mayoría son de tradición, sin quitar algunos de nueva creación[2].

El uso de apodos, en muchas ocasiones, se hace necesario si se quiere conocer a quien se nombra.

El mote o apodo puede ejercer las funciones de determinaciones de un apellido y muchas veces, hay confusión entre mote, apellido, nombre o hipocorístico[3]. Esta confusión está ligada a la entonación con que una persona nombra a otra motejada. Así tengo recogidos algunos de estos ejemplos como los siguientes: “Cirilo”, se les llama así a los hombres de una familia desde hace ya dos generaciones. Visto por la mentalidad de la gente del pueblo es un apodo, pero era el nombre del padre del entrevistado. En alguna ocasión, al pedir motes a la gente, incluían el de “El Tulo”; sin embargo, deriva de un hipocorístico del nombre de la esposa de a quien lo dicen, la cual se llamaba Gertrudis y de ella ha pasado al marido y al hijo. Esto es debido a que esta mujer era bien conocida por todos, ya que fue la comadrona del pueblo durante muchos años. Este caso sólo lo he podido registrar en esta ocasión.

Hay que decir, por tanto, que este tipo de ejemplos nos demuestran que las fronteras entre motes, hipocorísticos o apellidos no están delimitadas totalmente. Con respecto al caso anterior, es curioso observar cómo tal denominación he pasado sobre todo el marido y al hijo y no ha arraigado tanto en la hija; esto es debido principalmente a que la hija durante muchos años ha estado fuera del pueblo.

Por último, dentro de estas fronteras, conviene hacer mención a los apellidos que, debido a la entonación con la que se dicen y a la mentalidad de la gente, se toman como motes. Así podemos oír decir del apellido “Machio “ Machia, Machios o Machias, los cuales reciben los morfemas de género y de número y lo mismo sucede con el apellido “Casquero”, el cual recibe también esos morfemas que nos hacen oír “Casquera, Casqueros y Casqueras”.

Los apodos son un hecho de habla, que ya se viene utilizando desde muy antiguo. Por tanto, como prueba de tal hecho, hay que apuntar que raro es el monarca que no ha tenido una denominación de este tipo, y así encontramos: “El Monje”, “ El Cruel”, “El Bravo”, “El Hechicero”, etc.

Este recurso está en constante actividad y uso, con tal motivo volvemos a retomar les palabras de J. R. Fernández Oxea quien afirma:

“No faltará quien diga que la costumbre de poner motes en las gentes es cosa pasada e impropia de personas cultas y de los tiempos que corremos, y aún no podrá argüir que en las grandes ciudades no se conocen ni se emplean los apodos, lo cual no se ajusta a la realidad; pero, aunque así fuese, podríamos decir que en vida de las grandes agrupaciones urbanas se producen polarizaciones de sus habitantes que obedecen a causas diversas, como son la profesión, oficio u empleo, la vecindad en calles o barrios o en cualquier otra forma de agrupamiento o de reunión, en las que, indefectiblemente surge el mote alusivo a cualquier aspecto, defecto o circunstancia del motejado”[4].

A estas opiniones hay que añadir, que en la población que estoy estudiando, de unos cuatro mil habitantes, la costumbre de los apodos está más extendida entre la clase más baja socialmente y son quienes mejor los aceptan. Por el contrario, ocurre, que entre las personas de más elevada posición social, está menos arraigada la utilización de motes, e incluso, conocen muy mal sus motes propios y son quienes más se molestan si los llaman con ellos.

Por tanto, esto nos hace deducir que los apodos son un fenómeno socialmente importante, pues nos ayuda a entender el comportamiento de unos grupos con respecto a otros y nos hacen darnos cuenta de la importancia de estos estudios.

Los apodos no sólo se extienden en una ciudad o en un pueblo donde el ámbito de extensión es amplio, sino que se desarrolla entre grupos, o bien de trabajo o incluso en los cuarteles, donde los quintos para ser conocidos no tardan en ser apodados por sus compañeros o jefes, debido a alguna circunstancia, o al lugar del que procede o a algún rasgo físico.

Los apodos, según Fernández Oxea, “dan una identificación más que el nombre de pila”[5].

Muchos apellidos tienen origen en apodos; estos apodos perdieron vigencia a lo largo de generaciones sucesivas, y así se da el caso de apellidos originados por taras o defectos, como Cojo, Rubio, Moreno, Rojo, Alcalá, Arroyo (derivados de lugares de procedencias) se han convertido en apellidos comunes.

Desde el punto de vista folklórico, uno de los estudios más interesantes de cuántos pueden hacerse es el de los apodos que aplican a los naturales de determinadas localidades, como apunta R. W. Tompson en un artículo en el que señala que: “A través de ellos (los motes) se encuentran noticias curiosas, hechos raros y aún disparatados, que se inventaron para justificar su empleo”[6].

Otra de las causas, por las que surgen los apodos, es la enemistad entre pueblos, pero no es este nuestro caso. Otros, como he señalado antes, nacen con el afán de ridiculizar los defectos que se encuentran entre los habitantes de tal o cual lugar y así, podemos encontrar en Arroyo de San Serván motes como: “El Cojo”, “El Mentirola”, “El Trola”, “Vinagre”, “El Gordito”, “La Rubia” etc. Otros surgen con el propósito de distinguir a los habitantes procedentes de una localidad de los de otra, de este tipo encontramos motes como: “ El habero”, “el Fontané”, “las Zarceñas”, “el Sevillano”, etc., o como distinción de ocupación o modo habitual de vivir de la mayoría de los habitantes del lugar. Algunos ejemplos de esta, los tenemos en: “El Herrero”, “los Esparteros”, “los Esquiladores”, “el Litri” (Electricista), “el Pollero”, etc.

Una vez hechas estas aclaraciones, pasaré a ordenar el material recogido, separándolo por Campos léxicos.

2. APODOS RECOGIDOS Y DISTRIBUIDOS POR CAMPOS LÉXICOS

– Oficio: Dentro de este campo he incluido todos los motes derivados directamente de un oficio; pero también alguna otra palabra, que aunque no sea directamente un oficio deriva de él.

Dentro de los oficios hay algunos que se refieren a la venta de un producto. De ellos he recogido los siguientes: “Aceitero”, “Huevero”, “Pollero”, “Trapero” y “sardinero”…

Un buen porcentaje de apodos son los referidos a un oficio propiamente dicho. En este subgrupo estarían los siguientes ejemplos: “Barbera” (este lo adquirió la familia a la que se lo dicen porque cuando pequeños los cuidó un tío suyo barbero), “Castañera”, “Correo”, “Dulcero”, “Enterrador” (encargado del cementerio), “Escardadora”, “Espartero”, “Esquiladores”, “Estanquera”, “Guardiña”, “Herrero”, “Los del Leda”, “Pescador”, “Picapedrera”, “Piconera”, “Pintor”, “Tratante”, “Vaquero” y “Zapatero”.

Otro subgrupo sería el que se refiere a algún objeto o misión del oficio del que derive. Aquí se incluiría: “Mollete” (un tipo de bollo de pan. Se dice a un panadero) y “Reluce” (muy arraigado. Deriva del oficio de construir objetos de metal, los cuales tenían que quedar relucientes).

Algún mote surge por la comparación de una persona con otra de un oficio y es el caso de “el Barrilero”.

También los hay motivados por una afición, como por ejemplo: “Forrajero (por la afición de robar forraje)”, “Guardahaba” (no se sabe exactamente de dónde viene, pero hay una especie de refrán que dice: eres más torpe que un guardahaba. Este hecho hace pensar que pudo deber se a la poca afición del motejado por la escuela cuando era pequeño), y “Torero”.

Los más nuevos, en cuanto a tiempo de creación son los siguientes: “Barrilero”, “Castañera”, “Correo”, “Churrera”, “Estanquera”, “Guardahaba”, “Mollete”, “Pollero”, “Tratante” y “Los del Leda”. Los demás vienen ya de tradición y han perdurado desde hace varias generaciones. Algunos de estos citados, como nuevos, están en vía de permanecer, como “Tratante”, “Castañera”, o “Churrera”.

De todos los motes recogidos en este apartado sólo son propios de oficio de mujer y son: Churrera y Castañera, el resto admiten femenino o masculino y plural.

– Objetos: Este campo es muy general. En él incluyo objetos que claramente lo son y otros motes que lo parecen.

Motes como: “Parrilla”, “Tarro” y “Tijeras”, son objetos claros, pero nadie sabía la causa que los motivó.

Si nos fijamos en el mote “Boriles”, observamos que viene de Bolindres, que en su formación intervendría el lenguaje infantil y como consecuencia la supresión de algunas letras del objeto el que se refiere. Por tanto, también se podría incluir en otro apartado relacionado con lo infantil.

Entre estos motes tenemos también “Cachorrosca” (surgido por una anilla que había colgada en una chimenea, de la que el motejado pidió un cacho), “Cohete” (motivado por una frase que decía un zapatero, tío del motejado, cuando iban a recoger algunos zapatos arreglados y era la siguiente: ¡Esto vale menos que un cohete!), “Camión” (por tener una mula grande), “Carburo” (no se conoce exactamente su procedencia, pero puede ser por el color oscuro de la piel, ya que los carburos echaban mucho humo oscuro), “Chinita” y “Chena” (el primero surgió que el segundo, debido a le afición de jugar a las chinitas), Taquilla (por pasar una bandeja para recolectar dinero cuando se construyó el campo de fútbol en el pueblo) y “Tocorro” (motivado por el hecho de tirar palitos pequeños a la lumbre, a los cuales denominaba así).

– Campo: He hecho dos subdivisiones. Una referida a plantas, frutos o árboles y otra referida a objetos del campo, que hayan dado origen a algún mote.

En el apartado referido a las plantas, árboles o frutos estarían: “Árbol sin fruto” (debido a su escaso rendimiento en el trabajo y a que es muy alto), “Castaña” (a partir de un cesto de castañas que vertió el abuelo del actual motejado a una mujer que las vendía en la plaza del pueblo), “Frijones” (cuando era pequeño esta persona coincidía en que cuando le preguntaban que iban a comer decía que frijones)[7], “Garbancito” (creo que puede deberse al hecho de resaltar la poca altura de un hombre, en contraposición con garbanzo que es pequeño), “Guinda” (no se conoce el motivo), “La Lirio” (se refiere a un hombre para resaltar su aspecto de afeminado en la adolescencia), “Perejila” (originado del hecho de echarle perejil a un guiso de peces en una importante comida), “Pilistra” (se debe a la afición por la jardinería, ya que es un tipo de maceta), “Repollo” (por el aspecto físico de bajo y regordete) y “Tomate” ( no se conoce tampoco la causa).

Dentro del apartado referido a objetos del campo tenemos: “cavadera” (se aplica a un hombre al que no le gusta el trabajo en el campo), “Collerón”[8] (persona dedicada a hacer este tipo de objetos), “Morral” (no he averiguado el motivo), “Porreta” (se debe a la confusión por no haber entendido “Rosata” al preguntar por una persona que tenía siempre colores en la cara[9]. También existe Porrina), “Biendra” (surgido porque una persona se confundió cuando fue a pedir un Bielda y lo llamó Biendro. Al pasar el mote se le aplicó el femenino) y “Villega” (por decir que una tierra estaba villarosa y alguien lo rectificó diciendo que era villagosa).

Los motes más arraigados de este campo léxico anterior son: Castaña, Guinda, Perejila, Collerón, Porreta y La Lirio perduran desde hace varias generaciones.

– Cocina o Comida: En este apartado tenemos algunos apodos que sirven para señalar algún aspecto físico: “Perola” (cabeza grande) y “Cazo” (forma de la cara). Otro mote es el de “Caramelo”, que se debe al hecho de que siempre los tenía en los bolsillos para darlos a los niños. “Vinagre”, está relacionado con el carácter de la persona. Y, por último, en este apartado ha de incluirse “Jilimoje”, se llama así al picadillo de tomates, y se quedó, como mote, porque a la persona motejada le gustaba tanto que dejaba sin comer el resto de la familia. De estos tan sólo “Caramelo” y “Vinagre” lleven varias generaciones existiendo.

– Vestimenta: Muy reducidos son los motes existentes sobre este aspecto. “Camisón” y “Ropa” irían referidos a la persona que se deja los harapales fuera. Y “Tacones” se llama a una mujer que cuando niña siempre llevaba botas con tacones.

– Moneda o peso: Pocos son también los que encontramos. “Cuarterón”; como antes estaba vigente esta unidad de peso, un señor al ir un día a comprar un litro de aceite se confundid y pidió un cuarterón. “Millón” es otro de los apodos, se le llama al hombre que decía que le faltaba una peseta para el millón. Por último, habría que señalar “Peseta”, comenzaron a llamar así al hombre que iba a ver mucho a un cantante, que venía, al que le decían: Vales más que las pesetas.

– Animales: Es uno de los campos léxicos mis abundantes y en él encontramos los siguientes apodos: “Bicho” (motivado del hecho de que un hombre se encontró un azadón. Cuando lo fue a coger vio que venía otro que podía verlo y para disimular dio un rodeo diciéndole que había un bicho. Ese segundo hombre pasó por el lugar y comprobó el motivo que llevó el primero a dar la vuelta y exclamó: ¡Ay, el del bicho!, a partir de ahí se le quedó como mote). Otras veces los motes de nombres de animales resaltan el carácter de una persona astuta o espabilada. Así, se encuentran los siguientes: “Carpa”, “Pajarito”[10] y “Zorro”; o también el carácter de la persona que se enfada con frecuencia, a quien se suele llamar hedionda. Aquí incluiríamos motes como: “Bobillo” y “Chinche”. A personas pequeñas físicamente se las llama o bien Rata, o bien Mosquito. Tenemos motes, al igual que el primero citado, derivan de un hecho anecdótico, como por ejemplo: “Conejita” (puede referirse a la persona pequeña, pero más bien se refiere a la persona que se casó dos veces y tuvo hijos de los dos matrimonios, a imitación de los conejos), “Corneja” (por la imitación del sonido del animal), “Correcaminos” (a las personas que andan aprisa), “Chicharro” (por tener una voz potente y hablar mucho al igual que el sonido que hacen las cigarras o chicharras), “Chiva” (se debe al hecho de matar un chivo en un peladero[11]; cuando lo más corriente eran los pollos), “Gato” (no sé conoce la causa), “Gatina” (deriva del anterior por trabajar un antepasado, de los actuales motejados, con una persona que ya se apodaba Gato), “Grillo” (por cantar bien), “Guarrino” (por la forma de comer (con la boca abierta), “Hormigo” (no he podido averiguar exactamente la razón, pero puede ser por trabajar mucho, como las hormigas), “Lagarta” (por tomar el sol cuando acababa el trabajo, a imitación de los lagartos), “Leone” (se llama así al hombre que cuando venía algún circo con leones decía: ¡Si yo me entrara ahí ya estarían domados esos bichos!), “Lobo” (por vivir muchos años en un cortijo cerca de la sierra del pueblo), “Matagato” (se debe a ese hecho, como bien señala la palabra), “Patita” (tampoco se conoce la causa), “Pavo” (a la persona que en un cortijo criaba pavos), “Pelícano” (a la persona un poco mentirosa), “Perrete” (a quien le gustaba mucho los perros ) y Rana (a la persona que se dedicaba a cogerlas. También hay otro derivado de tal hecho “La Ranera”, pero no son de familia y “Perdigón” (también a quien cantaba mucho) y “Cucufata” (para la persone pequeña. Es un pájaro.

De estos motes algunos no forman el femenino como: “Bicho”, “Corneja” (aunque la palabra sea femenina se refiere a un hombre), “Chinche”, “Grillo”, “Guarrino”, “Leone”, “Lobo”, “Matagata”, “Pajarito”, “Pavo”, “Perdigón”, “Perrete” y “Zorro”. Otros sólo son para mujer, como: “Liebre” y “Patita”. La mayoría de ellos vienen de tradición. Los creados hace poco tiempo son: “Corneja”, “Correcaminos”, “Chinche”, “Grillo”, “Guarrino”, “Leone”, “Lobo”, “Perrote” y “Zorro” (de este último hay varios motejados los cuales no se son nada).

– Aspecto físico: Es otro de los campos más numerosos y tenemos los siguientes: Para denominar a la persona que se peina mucho y se arregla “Arriscado” y “ Peinado”, pero también “Presu”. Para hacer referencia a algo que físicamente se tiene, existen motes como: “Barba”, “Bigote”, “flequi” y “flequillo”, “Chatos” (hay tres que no se son nada. Se les llama así o porque tienen la nariz así o grande), “Luceras”, “Oreja” (por orejas grandes) y “Peluca”. Cuando se quiere resaltar algún defecto físico o algo característico de la persona se crean los siguientes: “Chiquitín”, “Peque”, “Feo”, “Maceo” (de más y feo), “Gordo” y “Gordito”, “Grande”, “Manco” (al que tiene defecto en la mano), y “Mellizas”, “Morroña” (la persona sucia), “Pelma” (a un cojo), “Pancho” (persona regordeta y bajilla), “Patapalo” (por tener el antepasado une pierna ortopédica), “Picudo” (por la forma de la cabeza), “Ronca” y “Vozarra” (para las personas que tienen la voz ronca y potente respectivamente), Tartalla (persona tartallosa) y Coqui (a la que no hablaba casi nada cuando era pequeña), “Tuerta” (a quien le falta un ojo) y “Minga fría” (es el único apodo referido al sexo. No se conoce la causa, pero, lo más seguro, es que se deba a que es soltero). Hay varios motes que hacen referencia al color del pelo: “Cano” (hay cuatro, pero no se son nada), “Colorara”, “Colorado”, “Negro” (referido al pelo y a la piel), “Moro” (por la misma razón), “Tordo”, “Rubia”. “Remolo”, hace referencia al remolino en el pelo y “El Niño” (al que era el más pequeño de la familia y, cuando era niño su madre lo llamaba así). “Arrallado”, es le persona pecosa.

Una buena parte de motas se refieren a una cualidad de las personas o moral o fisiológica. Encontramos, sobre estos aspectos, los siguientes: “Torreloca” (la persona locaranda, que no se pera a reflexionar), “Abuelo” (al niño que era sabihondo), “Buena” (se refiere a la persona que es completamente distinta al significado de la palabra), “Cantarera”, “Trola” y “Mentirola” (sirven para denominar a la persona mentirosa, pero el último surgió cuando iba a decir la verdad), “Chapu” (es el chapucero en el trabajo), “Hurga” y “Ligero” (para las personas que les gusta hacer las cosas rápidas), “Pena” (a la persona alegre que no tiene penas), “Pelota”, “Piru” (a la persona que le gusta piropear), “Pólvora” (al travieso), “Tirilla” (no se conoce el motivo que lo originó), “Tuno” (persona un poco pícara), “Chulo” y “Traga tierra” (el que le gusta de tener muchas tierras en renta o propias para trabajarlas), y, por último, habría que citar “Kiki” (persona que siempre estaba manchada) y “Carahierro” (no se conoce la causa).

– Lugares: Aquí se incluyen los motes derivados del lugar de procedencia de alguien que se asienta o de alguien que haya trabajado en alguna finca. Tenemos: “Campanario”, “Fontené” (persona de la Fuente del Maestre), “Habero”, “Valenciana”, “Aragón”, “Zarceña” y “Sevillano”, para referirnos a lugar de procedencia y “La de los Araclanes”, “Cubilianero”, “Los del Encina” y “Perales”, relacionados con fincas (el último se refiere a alguien, que al dirigirse a esa finca en una burra, se cayó y se rompió el brazo).

– Motes relacionados con algún personaje conocido: Los más numerosos son los referidos al deporte o a algún actor. Destacan los siguientes: “Breitner” (por ser del Real Madrid, como lo fue él), “Pirri” (por tener, como él, las orejas grandes), “Thachenco” (por ser bajo a diferencia del jugador), “Zunzu” (por marcar un gol parecido a uno que marcó Zunzunegui), “Casares” (por gustarle la política y derivado del nombre de Casares Quiroga), “Colombo” (tomado del policía de la serie de televisión), “Gajarda” (derivado de unas gentes del pueblo vecino con las que trabajó y tenían ese apellido), “Juan el Español” (puesto por su parecido con un personaje de la serie de televisión y par tener en común la calva. Ese personaje lo encarnó F. Delgado), “El Lute” (por sus conocidas travesuras), “Morgan” (porque le gustaba mucho jugar a los pistoleros y hubo quien se llamó así), “El Jáli” (por que tenía un perro que se llamaba con ese nombre), “La Reina” (tomado de la cantante de copla Juanita Reina, por cantar bien), “Rogelia” (por ponerse un pañuelo en la cabeza cuando trabaja para que no le diese el sol y lo adquiere por comparación con doña Rogelia), “Roque” (era un hombre que se llamaba así, y llevaba siempre una capa, igual que la llevaba el motejado cuando era joven), y por último, incluiremos en este apartado dos motes que no están relacionados con un personaje conocido; se trataría de un subgrupo relacionado con las canciones de las que surgen los motes: “Cachito” (siempre cantaba la canción: “Cachito de cielo que Dios me dio…”) y “Pañerito” (surgido de una canción que cantaba cuando iba al campo y que era algo así como:”Pañerito soy y paños vendo…”). Todos ellos son bastante recientes y producto de una moda o momento.

– Motes relacionados con un nombre o apellido: Estos los incluyo como motes porque así los interpretan. Así tenemos: “Ñoña” (proviene de Catalina, pero hace dos generaciones, por lo menos, lo cual hoy hace que se tome como mote), “Cirilo”, “Jeromo” y “Piri” (del apellido Pérez, por no ser capaz una maestra de acordarse de su apellido cuando lo nombraba), “Vergara” (puede ser porque le gusta beber y es el apellido de la firma de brandy Palomino y Vergara).

– Motes surgidos por motivación infantil: Aquí podrían volverse a incluir “Boriles” (ya que surgió por no ser capaz de pronunciar bolindres, cuando pequeño), “Chali” (deriva de no haber sido capaz de decir “Sardi”, reducción de Sardinero, él cual está incluido en el apartado de oficios), Cholo (cuando era niño decía: “Yo voy cholo” en lugar de solo), “Chuino” (viene de chulino) y “Maina” (de madrina). En este apartado tendríamos que hacer también alusión a la persona que se le conoce con el apodo de “Yiyo”, derivado de Angelillo, nombre que no sabía decir su hermana cuando era pequeña. Aunque se tome como mote, lingüísticamente es un hipocorístico. Una vez más se nos demuestran las dificultades que pueden plantearse dentro de le Onomástica.

– Otros apodos: La mayoría de los apodos que incluyo aquí, un poco aislados de lo que veníamos llamando campos léxicos, están en este apartado por el problema que supone clasificarlos, ya que muchas veces no se conocen las causas que los hicieron surgir. Encontramos motes, por tanto, como: “Atarafales”, relacionado con la caza; “Chofer”, persona que cuando sale a otro pueblo lleva él el coche y por eso lo llaman así; “Chavales”, se lo pusieron porque después de la Guerra Civil venían soldados de Madrid, los cuales a los niños los llamaban Chavales y derivado de tales hechos, él lo dijo una vez y dio lugar a que le pusieran mote. Hay dos motes que derivan de una expresión o de un saludo y son: “Micomprende” (por decir, como muletilla, cuando habla: ¿Me comprendes?) y “Buenas-Tardes”.

Motes como: “Zupia”, “Tapina” y “Sargento Pitarra” se relacionan con el mundo de la bebida. El primero y el tercero porque a los motejados les gustaba beber y el segundo porque el padre tenía una bodega y siempre jugaba con las tapas de las garrafas.

Otros motes de difícil clasificación son: “Marrupe”, “Caraba” (este puede deberse a que era una persone muy ocurrente y graciosa, ya que cuando hay una persone así se dice: “¡Eres la caraba!”), “Cagabarriles”, “Porrilla”, “Pingalla”, “Chili”, “Jaramilla”, “Farcona”, “Repijo”, “Cachimba”, “Maca”, “Cachurro”, “Caporra”, “Gajilla”, “Mohino” y “Papú” (por imitación del sonido del tren, ya que la primera vez que viajó en tren lo definió como: “Bicho gran de que hacía papú”), “Varón” (porque eran muchos hombres en la familia) “Bomba” (eran muchos hermanos y los llamaban la cuadrilla el bomba, porque el Bomba era un torero) Cabezarrota (se cayó de una mula y le dieron 17 puntos.

Una vez recogido el material conviene presentar los porcentajes por campos léxicos:

Agrupamientos de motes Número de motes Porcentaje (%)
Oficios 32 13,53
Objetos 12 5,06
Campo 16 7,21
Cocina o comida 5 2,10
Vestimenta 3 1,27
Moneda o peso 3 1,07
Animales 32 13,54
Aspecto físico 45 19,13
Cualidades 18 7,59
Lugares 11 4,68
Relacionados con algún personaje conocido 14 5,90
Relacionados con la canción 2 0,84
Relacionados con nombres o apellidos 5 2,11
Por imitación infantil 6 1,54
Caza 1 0,42
Automovilismo 1 0,42
Derivados de palabras introducidas o expresiones 3 1,27
Bebidas 3 1,27
Sin clasificar 18 7,62
Motes totales 237

E1 cuadro anterior nos refleja con claridad el número de motes que se encuentran distribuidos en los distintos campos léxicos. A través de la clasificación, hemos ido viendo la dificultad que supone hacerle, ya que, incluso, algunos motes por estar relacionados con distintos campos podrían colocarse o en uno o en otro. Así podemos poner como ejemplo “Perejila”, el cual puede situarse o en el campo léxico referente al campo o en el referido a la cocina. Estos hechos nos vienen a demostrar la falta de nitidez que existe aún en el terreno de la Onomástica.

Si observamos atentamente el cuadro, está claro que los apodos más numerosos son los referidos al aspecto físico (19,13%) aproximadamente, seguido del de los animales (13,54%), del de oficios (13,53%) y del relacionado con el campo (7,21%). Como ya he señalado, dentro de los oficios se entrevé una distinción de oficios propios del hombre y de la mujer. Los del hombre se relacionan principalmente con el sector primario (agricultura y ganadería), así encontramos motes como: “Guardahaba”, “Guardiña”, “Vaquero”, y con el sector servicios entre los que estarían: “Huevera”, “Sardinero”, “Pollero”, “Zapatero”, etc. En cuanto a los oficios de la mujer tenemos sólo: “Churrera” y “Castañera”, lo que nos demuestra que es más corriente que le mujer permanezca en la casa. Algunos de los motes de oficio de hombres se aplican a la mujer, pero es porque han pasado a ellas y no porque desempeñen esos oficios.

De los apodos que se limitan a destacar una cualidad, los más generales son los referidos a algo de la cara, como: la nariz, las orejas, el pelo, la barba, o los relacionados con el aspecto de persona gorda o fea.

Del grupo de los animales los más destacables son aquellos que quieren destacar la pequeñez de una persona o su escasa estatura, como: “Mosquita” y “Bate”; o para destacar el carácter fuerte de una persona: “Chinche” o “Bobillo”. Varios son también los motes empleados para señalar a la persona mentirosa: “Trola”, “Cantarera” y “Mentirola”; a la que canta bien: “Perdigón”, “Grillo” y “Chicharra”; o a la muy espabilada: “Carpa” y “Pajarito”.

Es muy rica la diversidad de campos, aunque de algunos sólo se registren un mote, como ocurre en el de la caza, el automovilismo o el sexo. Una gran parte de motes, como hemos venido viendo, vienen de tradición, pero los referidos a aspecto físico son de creación más reciente.

3. RASGOS MORFOSINTÁCTICOS EN LA FORMACIÓN DE APODOS

La mayoría de los apodos referidos a oficio se formen con el sufijo -era, que exprese precisamente oficio, como: “Aceitero” o “Espartero”. Hay uno formado con el sufijo -iña: “Guardiña”, que da un matiz peyorativo a la palabra.

Muchos de los motes admiten tanto el femenino como el masculino y esto es camún a todos los campos léxicos. Así tenemos motes como: “Picapedrera”, “Chiva”, “Cano” etc. El femenino se forma de las siguientes maneras:

  • Sustituyendo el morfema masculino -o por el de femenino -a: Carburo/a, Pelícano/a, En otras ocasiones se añade una -a: Pescador/a, Pintor/a. Un caso tenemos en que el masculino utiliza otra palabra distinta a la que sé utiliza para el femenino: Chena/Chinita.
  • Algunos casos se forman por el cambio de artículo el para masculino y la para femenino. Son bastante abundantes. Podemos encontrar: El Rana/La Rana, El Porrilla/La Porrilla, El Guinda/La Guinda, etc.

Hay casos en los que sólo existe uno de los dos géneros. En masculino encontramos: “Frijones”, “Tomate”, “Vinagre”, “Garbancito”, “Enterrador”, “Tijeras” (es femenina la palabra, pero se utiliza para un masculino). En femenino encontramos: Liebre, Patita, Churrera, etc.

Otro recurso que utiliza la lengua para la formación de motes es la composición y derivación. Dentro del segundo encontramos la utilización de sufijos de diminutivo:-ino, -in, -ito (“Chiquitín”, “Guarrino”, “Gatino”, “Pajarito”). En otras ocasiones es el uso del aumentativo el que contribuye a la formación de ellos: -ete, -ona,-arra(“Perrete”, “Farrona”, “Vozarra”). El diminutivo se emplea con fines afectivos mientras que el aumentativo adopta un matiz peyorativo.

Dentro de la composición encontramos palabras armada por:

  • Verbo más sustantivo: “Guardahaba”, “Picapedrera”.
  • Sustantivo más sustantivo: “Cachorrasca”.
  • Sustantivo más adjetivo: “Pelícano”, “Torreloca”.
  • Sustantivo más verbo: “Cabezarrota”.
  • Pronombre más verbo: “Micomprende”.
  • Utilización de sintagmas: “Minga fría”, “Árbol sin fruto”…
  • Frases hechas: “Buenas-Tardes”.

4. RECURSO FÓNICO

Otro recurso que afecta a la formación de motes es el uso del lenguaje infantil y con él la supresión de grupos consonánticos o silabas:

  • Desaparición del grupo -nd y metátesis de l-r en “Boriles” en vez de Bolindres.
  • Paso de “s” a “ch” en “Cholo” en lugar de Solo y “Chali” por Sardi (en este segundo ejemplo hay también pérdida de r implosiva). En “Chuino” tenemos pérdida de la lateral “l”, en vez de Chulino, y en “Maina” pérdida del grupo -nd de Madrina. Estas pérdidas se deben a la dificultad de pronunciación en la infancia y estaría dentro de lo fónico.

5. RASGOS DEL HABLA EN LO MOTES

Si en el apartado anterior hemos hablado de algunos rasgos del lenguaje infantil, ahora vamos a ver los vulgarismos y rasgos dialectales que en la pronunciación de los motes se detectan. Así, encontramos los siguientes:

  • Pérdida de la “d” fricativa en motes como: “Enterraor” por Enterrador, “Esquilaores” por Esquiladores…
  • Pérdida de “l” y “r” final en: “Morrá” en vez de Morral, “Pintó” lugar de Pintor…
  • Aspiración de la “h” inicial en motes compuestos como: “Guardahaba” y en otros no compuestos como: “Hormigo” (H´ormigo)[12] (Guardah’aba). También hay motes de este tipo que no se aspiran, por ejemplo: Carahierro ni tampoco se aspira la “h” intervocálica en casos como: Cohete.
  • Aspiración de la “s” implosiva en algunos motes como: “Pilistra” (que se dice Pilihtra), y “Mosquita” (Mohquita) [13].

6. FACTORES LÉXICOS QUE INFLUYEN EN LOS MONTES

En algunas ocasiones para la formación del mote se utiliza la abreviatura de las palabras. Se encuentran ejemplos en: “Chapu” en vez de Chapuza, “Zunzu” por Zunzunegui, “Presu” por Presumida etc.

Uno de los fenómenos léxicos utilizados por la lengua para la formación de motes es la Sinonimia y encontramos palabras como: “Trola”, “Mentirola” y “Cantarera” para designar al mentiroso. Otras veces la Antonimia, y en vez de ponerle a una persona baja un mote relacionado con su estatura le ponen “Thachenko”, todo lo contrario para resaltar su forma física. Desde mi punto de vista podría hablarse incluso de Eufemismo en ocasiones como el mote “Liebre”, el cual se le dice a la persona en lugar de llamarla directamente ladrona, pero quizás es el único caso que encontramos.

7. CONCLUSIÓN FINAL

Nos damos cuenta, a través de este trabajo, que el proceso de creación de motes está en continua evolución. Hemos ido viendo los distintos recursos que utiliza la lengua para su creación.

En este trabajo pueden encontrarse la mayoría de los motes existentes en el habla de Arroyo de San Serván y digo mayoría porque seguramente se me ha pasado alguno al recoger al material. De las gentes que no son del pueblo he recogido los que están más arraigados y que se sienten ya como propios del mismo y, en cambio, he dejado por recoger algunos de gente que no viven ya en el pueblo, pero que se recuerdan. Todo esto nos hace observar la importancia que tienen los trabajos sobre Onomástica, como se ha venido demostrando.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

  • CASARES, Julio: Diccionario igeológico de la lengua española. Barcelona: Edit. Gili Gaya, 1979.
  • FERNANDEZ OXEA, J. R.: “Mil y pico de apodos oresanos”, en: R.D.T.P., t. XXVII, 1971, págs. 345-347.
  • LAPESA, R.: Historia de la Lengua española. Madrid: Edit. Gredos, 1984.
  • THOMPSON, J. R. W.: “Ocho apodos en el Alto Aragón, en: R.D.T.P., t. VIII, 1952.

NOTAS:

[1] FERNÁNDEZ OXEA, J. R.: “Mil y pico de apodos oresanos”, EN: R.D.T.P., XXVII, 1971, pág. 345.

[2] Nueva creación se refiere a los apodos que aún no están muy arraigados.

[3] Hipocoriatico, se llama así al nombre abreviado; Ej: Tare, Pili, etc.

[4] FERNÁNDEZ OXEA, J. R.: Art. cit., pág. 346.

[5] Ibídem, pág. 347.

[6] THOMPSON, R. W.: «Ocho apodos en el Alto Aragón «, en: R.D.T.P., t. VIII, 1952, pág. 465.

[7] Frijones, lo que se conoce en otros lugares con el nombre de judías o frijoles.

[8] Collerón, según el diccionario, es in collar de cuero o lona que se pone en las caballerías.

[9] Porreta, según el diccionario, son las hojas de los puerros o ajos, de ahí que lo incluya aquí.

[10] También hay otro mote Pajarito referido a que le gustaban cuando pequeño y jugaban con ellos.

[11] Peladero era el día de los preparativos de una boda antiguamente. Era el día antes y se celebraba en la casa de la novia.

[12] H’, este signo indica que la h es aspirada.

[13] En el caso de la aspiración de la “s” intervocálica, lo señalo con una “h” dentro de paréntesis.

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