Soledad Ucedo Villa
En esta edición 2021 de los Coloquios Históricos de Extremadura, se conmemora el L aniversario de su celebración, por lo tanto, este año es una convocatoria muy especial en la que a lo largo de toda la semana, en las diferentes ponencias, se hará alusión a las interesantes historias que se han contado a lo largo de todo este tiempo.
Al no dedicarse a un tema en concreto, participo a través del CPR de Trujillo, con una comunicación sobre la educación femenina que se llevó a cabo en el siglo XIX en España, concluyendo con el desarrollo de la educación en este siglo, en el Colegio de las RR. Carmelitas de la Caridad de Trujillo siguiendo el modelo de Santa Joaquina de Vedruna, fundadora de esta Congregación, que priorizaba la enseñanza de las niñas y mujeres, ya que hasta entonces, había estado bastante olvidada en la historia.
Joaquina de Vedruna, nació en Barcelona el 16 de abril de 1783. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era un acaudalado miembro de la nobleza catalana y alto cargo del gobierno. Su familia, muy católica y practicante, por eso ella quiso ingresar a las Carmelitas Calzadas a la edad de doce años, pero la superiora entendió que no tenía la madurez suficiente para tal decisión y le recomendó que se fuera a casa y viviera con sus padres.
En 1799, con tan sólo 16 años, contrajo matrimonio con un rico hacendado, don Teodoro de Mas, natural de Vich (Barcelona), muy amigo de su padre y empleado oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquete de dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: ¡Me encantan las almendras! Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como esposa. Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó, se centró en su vida familiar y tuvieron ocho hijos.
Cuando Napoleón invadió España en la guerra de la Independencia (1808-1814), el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus hijos tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich, durante el trayecto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño. Joaquina, sólo estuvo casada 16 años, enviudo a los 33 años, y quedó sola con sus ocho hijos. Desde aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica y se dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta que se estaba volviendo una gran persona, ayudando a los que padecían miseria y/o enfermedad. [1]
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa. Se encontró providencialmente con un sacerdote, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una Comunidad de Religiosas dedicada a la vida activa de apostolado, éste redacta las constituciones de la nueva Comunidad, y el 26 de febrero de 1826 el obispo Corcuera aprobó el nuevo Instituto, que fue colocado bajo la protección titular de Nuestra Señora del Carmen. Y en 1850 fue aprobada de manera canónica la Congregación que conocemos como “Hermanas Carmelitas de la Caridad”[2]
Su Comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, tan sólo trece religiosas y en poco tiempo son más de cien, llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la provincia. [3]
Por el año 1876, en la época de las guerras carlistas, serie de contiendas civiles que tuvieron lugar en España a lo largo del siglo xix y que se debieron, por un lado, los carlistas, que luchaban bajo el lema de «Dios, Patria y Rey», encarnaban una oposición reaccionaria al liberalismo y defendían la monarquía tradicional, los derechos de la Iglesia y los fueros y por el otro, los liberales, que exigían hondas reformas políticas por medio de un gobierno constitucional y parlamentario. [4] Joaquina, que defendía la iglesia y partidaria de los carlistas, fue perseguida por los liberales, hasta tal punto que tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada varios años. Finalizados los conflictos bélicos, concretamente en el año 1843, volvió a España y empezó a crecer su Comunidad y las Casas se fueron multiplicando cada vez más. Tanto es así, que esta congregación se ha extendido por América, Europa (Albania, Italia y España), África y Asia.
En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto alguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo, dejó a otras personas que dirigieran la Congregación, concretamente el Padre Bernardo Sala, benedictino, se encargó de dirigir a las religiosas en las diferentes Comunidades.
Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y se iba inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla. Poco después, se desencadenó una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida el 28 de agosto de 1854. Fue beatificada por el papa Pío XII el 19 de mayo de 1940 y canonizada el 12 de abril de 1959 por el papa San Juan XXIII.
La Congregación, como hemos dicho anteriormente, se extendía muy rápido a pesar que por la enfermedad no era dirigida por la Santa, aunque todas las casas que se iban abriendo seguían su estilo. Así ocurrió en Extremadura, que llegó la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad después de la muerte de Joaquina de Vedruna.
El siguiente cuadro recoge las primeras Casas en Extremadura.
Cuadro Nº1. Carmelitas en Extremadura
LOCALIDAD | AÑO | DENOMINACIÓN |
Cabeza del Buey | 1882 | Santa Teresa |
Trujillo | 1885 | San José |
Cáceres | 1890 | Santa Cecilia |
Villafranca d l. Barros | 1897 | Ntra. Sra. Del Carmen |
Todas las fundaciones eran conocidas por el mismo escudo, símbolo que estaba y está visible en fachadas, capilla, patios, comedor, etc.
El escudo consta de:
Doce Estrellas por encima de la corona, simbolizan los doce grandes favores
y gracias que concedió la Virgen a su orden y de manera especial, los doce privilegios y
gracias singulares con el que el Señor ensalzó a María.
Una Montaña estilizada de color marrón, con las laderas redondeadas, y en cuya cima se proyecta hacia el cielo. Se refiere al Monte Carmela, lugar de origen de la
Orden. Los espacios en blanco simbolizan, en conjunto con la cúspide
marrón, hábito Carmelita.
Tres Estrellas
De seis puntas: una en el centro de la montaña y las otras en el fondo
de color blanco. La estrella inferior, de color blanco, representa a la
Santísima Virgen, protectora de la Orden; mientras las otras dos
estrellas, de color dorado, representan a los profetas Elías y Eliseo.
Una Corona
Ubicada por encima de la montaña, ésta representa la
magnificencia de Dios, Todopoderoso. Él es el Soberano supremo del
Carmelo.
Un Brazo
De la corona sale un brazo que sujeta una espada con punta de fuego
que simboliza al Profeta Elías cuando dio muerte a los falsos profetas
de Baal, por la honra del Señor. [5]
En la actualidad son Centros Concertados dependientes de la Consejería de
Educación de la Junta de Extremadura. Los que permanecen aún en
Extremadura, “Santa Cecilia” en Cáceres y “Nuestra señora del Carmen”
en Villafranca de los Barros.
En Trujillo, El colegio “Carmelitas” fue fundado, igual que los demás, al estilo de Santa Joaquina de Vedruna, en el siglo XIX.
En un principio, se instalaron un pequeño grupo de Hermanas Religiosas Carmelitas en el año 1885, en diferentes edificios, durante mucho tiempo estuvo situado en la esquina enfrente a la iglesia de San Francisco, dando a las dos calles: Sola y S. Francisco.
La llegada de estas Hermanas religiosas ocasionó que pudieran ser
atendidas un mayor nº de niñas, de chicas adolescentes y jóvenes, funcionaron siguiendo los mismos criterios y objetivos que en otros centros:
- Satisfacer las necesidades y demandas de las distintas poblaciones.
- Impartir las clases con una línea, dos o tres dependiendo del número de alumnas matriculadas.
- Educar teniendo en cuenta la diversidad de sus características personales con una educación integral.
- Proporcionar, mediante su esfuerzo y ayuda profesional, una buena formación, tanto académica como humana, que las prepare bien para las etapas posteriores de su vida.
- Impartir una educación de calidad, atenta a los cambios que genera la evolución social.
El Colegio contenían tres tipos de alumnas: Internas,
mediopensionistas y externas. A pesar que el objetivo de Joaquina de
Vedruna era la educación gratuita en todos los centros creados por los años
1826, en el 1885 ya las alumnas abonaban las siguientes cantidades:
60 ptas. mensuales las internas
30 ptas. mensuales las mediopensionistas
10 ptas. mensuales las externas.
Se mantenía, haciendo honor a la caridad, el compromiso de acoger en el
Centro al menos a cuarenta alumnas de familias humildes, recibiendo una
enseñanza gratuita.[6]
El alumnado, como venimos diciendo, era exclusivamente femenino, en la
época de su fundación, la educación de las niñas y mujeres tomó un auge
importante, hasta ahora, la enseñanza había estado muy influenciada por la
Iglesia en todos los niveles y la mujer tenía un papel secundario. Según la
Iglesia católica ésta debía ser piadosa, buena madre y buena esposa. Su
incorporación al sistema educativo era una forma de moldear en principios
y valores cristianos al elemento cohesionador de la familia y el hogar y
buscaba alfabetizarla y adiestrarla en algunos quehaceres domésticos para
el mejor funcionamiento del hogar y de la familia.
El 7 de marzo de 1814, a través de las Cortes de Cádiz, cuya Constitución
había sido aprobada el 19 de marzo de 1812, se emitió un
Dictamen y proyecto de Decreto sobre la enseñanza pública, el cual, por el
Golpe de Estado que puso fin a la era liberal de las Cortes Gaditanas, no
tuvo aplicación hasta finales de siglo, es entonces, cuando en España se
toma conciencia del problema de la mujer y su educación se presentará
como la condición previa más importante para la emancipación femenina.
Se citan los artículos 115 y 116 de la Educación de mujeres que dicen
literalmente:
“Art. 115. Se establecerán escuelas públicas, en que se enseñe a las niñas a
leer y a escribir, y a las adultas las labores y habilidades propias de su sexo.
Art. 116. El Gobierno encargará a las Diputaciones provinciales que
propongan el número de estas escuelas que deban establecerse en su
respectiva provincia, los parajes en que deban situarse, su dotación y
arreglo.» [7]
Es precisamente a finales de este siglo cuando llega esta Congregación a
Extremadura y a Trujillo priorizando la educación de las niñas que son a las
únicas que se les permite asistir a las clases para recibir educación en esos
valores que se están poniendo en marcha en toda España.
En el Centro de Trujillo, al igual que en otros fundados al modelo de la Santa, además de la educación femenina, se dedicó también al cuidado de los pobres, enfermos y necesitados, siguiendo la ideología Vedruna que se puede resumir en:
AMOR, esencia de la Congregación.
CERCANÍA Y SENCILLEZ, fomentando un ambiente familiar.
CARÁCTER ACTIVO, REALISTA Y PRÁCTICO de la labor educativa.
EDUCACIÓN IMDIVIDUALIZADA Y PERSONALIZADA de las niñas y de las jóvenes.
EDUCACIÓN MOTIVADORA, donde cada persona construye su propio aprendizaje, apoyándose en el interés por aprender.
FLEXIBILIDAD Y EXIGENCIA, compatibilizando ambas características en las formas y en los objetivos. [8]
En todas las casas la indumentaria era la misma. Las hermanas al principio vestían como se aprecia en la imagen de la estampa de la Santa al inicio de la fundación de la Congregación, después evolucionó con un hábito más cómodo y en la actualidad van casi de calle.
Las niñas vestían y visten con uniforme, en un principio era una especie de bata blanca, enseguida el cambio se produjo y por los años 1950 ya lucían con un vestido negro y cuello blanco. Poco tiempo después evolucionó y pusieron también los botones blancos.
Por entonces el edificio estaba ya en Marquez de Albaida nº1. Seguimos cambiando y en poco tiempo el uniforme se compone de pichi azul marino y camisa blanca.
En la actualidad el uniforme se compone de falda plisada azul marino, una camisa blanca y jersey azul marino también.
Además de las clases regladas donde se pueden cursar los niveles desde primaria hasta bachillerato, de acuerdo con la ley que rige el país en cada época, se realizaban actividades destinadas a la educación en valores con el fin de que la mujer tuviera una formación adecuada y poder así ocupar puestos importantes en la sociedad.
Como alumna de este colegio tengo gratos recuerdos de mi escolarización, que inicié en el curso 1960/1961 y finalicé en el 1973/1974 al concluir mis estudios de Bachiller Superior. Los primeros años, aún se mantenía la existencia de algunas aulas gratuitas, cuyas alumnas no vestían uniforme, sólo “un babi” de cuadritos blanco y azules. Resalto de aquellos primeros años a mis compañeras, ya que se creó un lazo sólido de amistad que perdura hoy y que cuando nos encontramos siempre recordamos anécdotas de esta etapa, con algunas tengo contacto en mi vida actual. Cito una gama de actividades que recuerdo con cariño que se realizaban como complemento a las clases regladas.
En la capilla, muy acogedora, grupos de alumnas cada año tomaban su Primera Comunión, con una bonita ceremonia organizada por las hermanas y con la participación activa de las familias, potenciándola como prioridad para que la vida de las niñas transcurriera de forma normal y con una infancia feliz.
Eran muy interesantes las actividades que se realizaban para celebrar el día de la fundación, en Febrero y el de la Santa, en Mayo, un gran abanico de posibilidades: tómbolas, con la participación de mucha gente y era como tradición; deportivas, principalmente el baloncesto; bailes a especie de concurso; dramatizaciones, en ocasiones representaciones de estampas de la vida de la Santa y otras escenas,… todo siempre bien cuidado en detalles y con una buena organización.
Por los años 1990, en toda la sociedad en general, la crisis económica y el control de natalidad, es la causa que disminuya el número de escolares, lo que obliga a cerrarse algunos centros educativos. En Trujillo existían dos colegios concertados: “Las Carmelitas de la Caridad” y “el Sagrado Corazón de Jesús” además del CEIP “Las Américas”. En el 1992 se abrió el Colegio privado- concertado “Paz de Orellana”, lo que ocasionó la necesidad de eliminar el Colegio Carmelitas.
El edificio, fue sometido a obras, muy necesarias, para poder utilizarlo, pero, como respeto por la cantidad de años que funcionó como colegio, se decidió mantener su estructura en la medida de lo posible. Hoy es un edificio de múltiples usos: supermercado, joyería relojería, notaría, embutidos, veterinarios, etc. en los bajos del edificio y en las plantas superiores pisos de viviendas familiares.
FUENTES Y WEBGRAFÍA.
[1] Ramón Sopena. Enciclopedia Universal. Volumen 5. Editorial Sopena, 1969. [2] Yolanda Moreno. Raíces Vedruna en un mundo fecundo. Revista Vida Nueva (2977). Editorial Suplemento Carisma. [3] https://es.m.wikipedia.org [4] Espasa Calpe. Enciclopedia Universal ilustrada. Tomo V. 1195-1196. Editorial Espasa Calpe, S.A. Madrid 1929. [5] Wikipedia [6] https://es.m.wikipedia.org [7] Espasa Calpe. Enciclopedia Universal Ilustrada. Tomo XV. Editorial Espasa Calpe S.A. Madrid 1979. Pp. 23 y 24 [8] Ramón Sopena. Enciclopedia Universal. Volumen 5. Editorial Sopena, 1969.Apéndice fotográfico
Fig. Nº 1. Vida familiar de Joaquina
Fig. Nº 2 .Joaquina ayuda en los hospitales
Fig. Nº 3. Estampa de la fundación
Fig. Nº 4. Escudo Carmelitas
Fig. Nº 5. A derecha, colegio a principios del S. XX
Fig. Nº 6. Uniforme niñas en la década de los 50
Fig. Nº 7. Uniforme en la década de los 60
Fig. Nº 8. Edificio Carmelitas
Fig. Nº 9. Dramatización
Fig. Nº 10. Edificio actual