José Carvajal Gallego.
Conoce personalmente a Don Casimiro y lo traté. Figura nacional y conocida, de todos. Era un hombre que daba la impresión de hosco, en el sentido de esquivez, y agrio; poco afable y cariñoso pero luego una vez tratado y «personalizado» con él era afable y atento, abierto y comprensible; y sobre todo, si simpatizabas y le caías y venías bien en cosas que le agradaran se daba y entregaba de verdad, pero si era lo contrario se hacia huidizo y poco acogedor. Tenía un defecto, quizás, sin hacerlo con malicia, pero que fastidiaba, era su acepción de persona. Tenía también cualidades muy buenas y sobre todo las derrochaba a placer con aquellos con los que trataba íntimamente, las vamos a ver y a considerar a través de este trabajo.
No intentamos contar su vida, esa vida que inesperadamente un día se quebró…Nos fijaremos y diseñaremos las fases más marcadas. Queremos sea, como una especie de memoria de su vida, por ello, ya que se haría interminable y no es objeto de estos Coloquios, prescindiremos de otros aspectos menos interesantes y destacaremos más bien su perfil humano y sacerdotal. Llama la atención su espíritu de iniciativa, quizás de lo mas original en él, y sobre todo su tenacidad para realizarlas y llevarlas a la practica. No había problema pastoral que no detectara con esa sensibilidad tan exquisita que le caracterizaba. Enamorado de las clases humildes y los ayudaba a ir hacia adelante y a abrirse camino en la vida a cuantos estaban a su lado.
«Seriedad en todo. En su correspondencia, en su trato. Jamás una carta sin contestar, jamás una cita a la que no acudiera. Todo en orden y a su tiempo. Daba gusto colaborar con el por eso. Y al mismo tiempo, esa seriedad unida a una humanísima comprensión. Bastaba darle unas explicaciones para desamarle por completo y hacer que se le pasara el enfado que hubiera podido tener por alguna informalidad que le hiciésemos. Pulcro, sin afectación ninguna. Lleno de detalles de buen gusto en su casa, en el membrete de sus cartas, en el obsequio que hacía a un amigo. Cordial, afectuoso, pero enteramente alejado del empalago. Viril, pero no brusco. Era generoso. Exigía, pero sabia corresponder». Así lo retrata uno de sus íntimos colaboradores. Todo lo exponente de lo que vamos a tratar aquí.
Nació en un pueblecito extremeño ZARZACAPILLA: «provincia de Badajoz -Arciprestazgo de Puebla de Alcocer- Titular San Bartolomé. Municipio y villa a 209 kilómetros de la capital de su provincia y a 24 Kilómetros de Puebla de Alcocer, que es la cabeza de su partido judicial. La estación de ferrocarril más cerca es la de Cabeza del Buey, a 11 kilómetros. Altitud, 601 metros. La extensión de su término municipal es de 90 kilómetros cuadrados. 1.119 habitantes». Así le describe la «Guía de la Iglesia en Toledo» de 1.975 realizada por D. Luis Moreno Nieto, Cronista Oficial de la Provincia de Toledo a cuya archidiócesis pertenece ZARZACAPILLA. Y aquí nació un 17 de octubre de 1914. Muy niño aún perdió a su padre y jovencito entró en el Seminario de Toledo para hacer allí, desde 1925 al 32 sus estudios de Humanidades y Filosofía.
De seminarista le sorprendió la República, tiempos duros y de prueba, pero que el clero estaba bien forjado para desafiar ese ambiente ya que D. Casimiro fue de los que resistieron aquel hosco ambiente y perseveraba firme en su vocación. Era un recuerdo amargo pero que animaba y empujaba a trabajar por la evangelización de los humildes, quizás más que hoy, en el sentido de que entonces era más eficaz, y hoy es más de palabra y de ambiente social, pero sin realización positiva.
En 1.932, a Roma. Inicia sus estudios universitarios y obtiene la licenciatura en Teología. Guarda gratísimos recuerdos del Colegio Español y de esa Roma eterna y católica en la que le sorprende el estallido de la guerra civil española. Con diez y ocho meses de dispensa se ordena de sacerdote (18-4-37) para, terminado el curso, volver a su diócesis desbastada. Toledo es su sede y para siempre, no saldrá de aquí, sino a esos viajes de compromisos y a las obligaciones y exigencias que el azar de la vida exige y pide. Preciosas descripciones nos ha dejado de su estancia aquí pero la premura y el fin de nuestro trabajo no nos permiten copiar.
Primero de capellán castrense, después en el 1938 era nombrado capellán del Asilo Provincial de Toledo en donde estuvo hasta el fin de su vida. Cargo que apreciaba extraordinariamente, hasta el punto de que toda su preocupación, al ser nombrado canónigo, era si podría o no conservarlo. Era, Toledo, su congénita soledad, su reacción hosca de un hombre un tanto desvalido tiraban de él imperiosamente hacia este refugio toledano. En 1940 se reorganizó con ímpetu científico la Facultad teológica de la Cartuja en Granada. Un profesorado brillante, una orientación moderna llamaron la atención de D. Casimiro y allá fue, el curso 40-41 a terminar su doctorado en Teología. Su tesis doctoral verso sobre «DOCTRINA DE LA IGLESIA SOBRE SEMINARIOS DESDE EL CONCILIO DE TRENTO HASTA NUESTROS DIAS». Dejó Granada, en los pocos meses que estuvo allí, huella fecundísima en su alma. Vuelve a Toledo, a ese Toledo destrozado y deshecho, no basta el poco clero que hay, tienen que esforzarse todos y atender más y más cosas. Así empezó en el Seminario por ser profesor de Latín y Humanidades pasando así a través de los años a empeñar otras cátedras hasta su llegada por nombramiento a la Universidad Pontificia de Salamanca. Durante este periodo, es fecundo en publicaciones, llevado de su preocupación sobre el seminario, junto con ello llevaba el Asilo, lo Castrense y además atendía a un batallón más y a los que descombraban el Alcázar, junto con algunos presos, lo que dio ocasión ese contacto, su afán para orientar sus escritos en plan de tipo popular.
Sus años más fecundos son a partir del 44, en que, libre ya de preocupaciones militares lanza la revista «Liturgia» juntamente con su íntimo amigo D. Juan Francisco Rivera Recio, 1946 que aun vive.
Nació con un optimismo y una osadía que hoy nos asombra. Dos años después, la Abadía de Santo Domingo de Silos se hacía cargo de ella, en la que se habían marcado una nueva línea llevada sin interrupción con constancia y desinterés roturando el campo litúrgico en esos años difíciles pero en el numero 255 de octubre-diciembre de 1971 se nos comunica:
«Según anunciamos en nuestro número anterior, LITURGIA suspende indefinidamente su publicación a partir de este número final de 1971». Aquí damos el «requiem» por una revista que era símbolo de «las primeras manifestaciones de una preocupación por la liturgia que había de acompañarle hasta el final de sus días».¿Qué diría hoy de su denodada donación a los monjes benedictinos de Silos?. Como las cosas comienzan, comenzando, acaban, acabando…
INCUNABLE: En 1948 había nacido Incunable. Inútil presentar su labor en Incunable, todos la conocen, al menos los sacerdotes, y pesó mucho para el acercamiento de Incunable, solo por leer sus cosas, muchos renovaban la suscripción. También después de 28 años de misión le damos el «requiem» en su numero 317, ya ha desaparecido Incunable, periódico sacerdotal que de tantas cosas podría considerarse un «símbolo». Hizo mucho bien. Su desaparición lo de siempre. Según su director D. Lamberto de Echeverría señala estas causas: dice, «la muerte fue dura con nosotros» y nombra a varios colaboradores entre ellos a D. Casimiro… dejaron huecos difíciles que llenar». Y la eterna economía, «el periódico nunca cubrió sus gastos, quería salir bien presentado y dirigirse, en cambio a un publico pobre, como el sacerdote. Y, claro, el déficit era inevitable. Pero lo principal de «su muerte» lo señala D. Lamberto agudamente en estas dos razones: Porque en gran parte sus objetivos ya están logrados. Es el lado positivo, dice. El negativo, es el vacío de seminarios y casas religiosas de formación, la falta de vocaciones, el aumento de las deserciones… Descanse Incunable ¿que diría D. Casimiro?,… quede en el aire…
«RAMANSO»: El mismo D. Casimiro lo contó en Incunable en noviembre de 1954. Es otra página autobiográfica. Fue allá por los años 51 en una reunión de Seminarios hablando con Javierre y Cirarda surgió la idea. «¿No está haciendo falta en España, decía él, una colección de temas religiosos a estilo de la francesa «Bibliotheque Catholique des Sciences Religieuses» que en lo externo tenga un parecido con la «Austral»? Pero habría de hacerse a base de títulos originales, nada de traducciones». Aquello fue un simple esbozo y manos a la obra. Javierre les busco el editor, el mismo de su «San Pío X» tan en moda entonces de tanto éxito. Cuando volvió a Toledo escribió a Lamberto y ya le envió una posible colección de títulos acoplados en cinco secciones de la que cada uno sería director y agregaron también a D. Juan Francisco Rivera canónico de Toledo y especialista en Historia Eclesiástica.
Y empezaron las cartas esperanzadoras y los proyectos y los esquemas y el ejercitarse en el arte difícil de templar gaitas. Para ello los días 2 y 3 de enero del 52 tuvimos una reunión inolvidable, nos dice el mismo, en Ciudad Ducal. Se perfilaron detalles, se decidió el título, que sería colección «Ducal»; se buscó un símbolo un poco vago, pero decorativo: una piña. Era el ambiente quien nos proporciona todo aquello. Sigue D. Casimiro; con gracia y gracejo:
«Estábamos entusiasmados. Creíamos que la colección aparecería en la primavera próxima. Y comenzaron las cartas con D. Juan Flors. Y nacieron las dificultades. Cirarda se retiraba por no poder atender la idea, a causa de sus múltiples quehaceres. En Barcelona al ir a registrar el título adoptado en las Navas del Marqués, se encontraban con que estaba ya «cogido» por no se que empresa. Vuelta buscar nombre a la criatura. Tras muchas consultas y cavilaciones, se convino en el de «REMANSO». No era muy eufónico pero sí mas expresivo…».
La Colección se ha ahogado también. La damos el «requiem», y decimos lo mismo ha prestado su servicio y buen servicio. Y todo el bien que la colección ha hecho y hace, pues algo queda se debe a D. Casimiro que llevó todo su peso. Yo recuerdo con nostalgia esos libros, sencillos, facilones, amenos, llevaderos, que con gusto, en mis años de cura rural, leía y releía para contar algo a las gentes en esas tardes frías y tibias entre los trigales y el campo precioso de Castilla y en esos paseos largos que en invierno me daba y en esas idas y venidas, cuando sin prisa iba al anejo y cortaba y hacia mas llevadero el camino con la suavidad y entretenimiento de su lectura. Hoy no existe, y creo que ni el editor. ¿Quien no recuerda: «La Misa y su Liturgia», «Un católico va al cine», Cartas a Juan José», «Santos para hoy», «El Cuerpo Místico» «Dos sacerdotes por Europa», «Sillón de ruedas», Etc, etc.? Yo creo que no han llegado al centenar.
P.P.C. lo único que sobrevive de aquellos cuatro «inventos» del polifacético, dinámico, inquieto, serio y exigente D. Casimiro. Un día escribió D. Casimiro un artículo en «Ecclesia» sobre el anaquel parroquial, cuando al mismo tiempo se habló de una posible edición de folletos de divulgación en una reunión que nos cuenta sabrosamente Ángel Orbegozo en una de sus cartas con ocasión de la muerte de D. Casimiro, dirigida a Lamberto, dice: «¿Recuerda Vd. el 23 de diciembre de 1964? En el huertecico soleado de D. Casimiro, colgado sobre la brecha del Tajo, aquella tarde pusimos una pica en Flandes en la cuestión más batallona de los folletos. Hacia yo mis primeras faenas de lidia a la economía de PPC, y cuando ya estuvo bien ahormado el toro, fue D. Casimiro y lo despachó con una estocada hasta el puño, inventando la fórmula que nos dio el porvenir de la aventura. Le revivo de pie, como nervioso y fatigado del asunto, pero metido en él hasta el tuétano; así le he visto muchas veces antes de dar en el clavo con el martillo de su experiencia «aldeana», de su sagacidad y palpito en orden a «lo popular». Luego, ya sabe Vd.: en los apuros de PPC yo le he mirado muchas veces a los ojos antes de lanzarme al delicioso camuflaje verbal de lo apostólico bajo lo financiero. El ha estado desde entonces, 23 XII-54, en pie para PPC.
Es posible que gracias a él PPC este en pie». Y es una profecía, quizás desde el cielo este ayudando poderosamente. Ya que él fue el que gestionó la audiencia con el Sr. Cardenal Primado que acogió el proyecto con calor, él, D. Casimiro añadió al proyecto dos cosas aparentemente muy sencillas pero que a la hora de ponerlo en marcha resultaron decisivas: que no vinculásemos los folletos excisamente a la actualidad y que estableciéramos un sistema de suscripción… Y un buen día todo aquello cuajó y se firmo el acta fundacional de Propaganda Popular Católica el 10 de octubre de 1955. D. Casimiro estampaba su firma como representante de la Universidad Pontificia de Salamanca y seis entidades se habían reunido para trabajar coordinadamente en íntima unión en favor de la cultura popular católica que tanto hacía falta y tanto bien está haciendo. Pero hoy PPC, ya no es PPC podemos decir con orgullo que es una Editorial para el bien de la Iglesia de España y que D. Casimiro aunque no tuvo en la tierra la dicha de sembrar en ese campo todo cuanto hubiera querido, desde el cielo complacido y lleno de gloria lo contemplará, disfrutada y bendecirá para que PPC siga siendo lo que se deseaba, se pensó y se ejecutó.
LA LITURGIA: La Liturgia era su pasión dominante, ya que sus aficiones se orientaron hacia el campo de la Liturgia, en donde tuvo la suerte de que en esa época ya la Liturgia no era solamente y exclusivamente, gracias a Dios, ceremonias sino también instituciones. En el número del «Boletín Oficial Eclesiástico» especial, que se publico en Toledo, con ocasión de ambas muertes la del Sr. Obispo Auxiliar Monseñor Miranda y la del M.I.Sr.D. Casimiro Sánchez Aliseda dice: «lega también a los sacerdotes un ejemplo de sumo interés por el apostolado litúrgico y pastoral que promovió desde su cátedra de Pastoral y el Instituto de Pastoral en la universidad Eclesiástica de Salamanca, con sus conferencias en distintas diócesis, y, sobre todo, con sus numerosas obras publicadas, e igualmente su celo por el apostolado popular con la dirección y total redacción de la hoja «EL BUEN AMIGO», de muy numerosa tirada, y «EL AMIGO DE LOS NIÑOS». En su folleto «Sacerdotium» publicado en 1944 en Barcelona, y conjunto de reflexiones expone con sencillez y profundidad lo que se y entiende por Liturgia, permítanme la copiemos al pie de la letra: LITURGIA es conocer a fondo mi misa y mi breviario: intelligite quod tractatis.
Liturgia en practicar escrupulosamente las ceremonias. Liturgia en la ornamentación de la Iglesia. Liturgia en los cantos sagrados. Liturgia en explicar con frecuencia la Misa, que el pueblo tiene hambre y sed de conocer y entender el Santo Sacrificio. Liturgia en propagar los misales populares, para que los fieles sigan atentamente y con fruto la misa. Liturgia en la participación del pueblo en el culto, y en que todo el pueblo tanque Liturgia en imponer a los niños desde pequeños en el significado de los ritos y en la implantación de la misa recitada. Liturgia en los sacramentos: bautismo, matrimonio explicando sus hermosísimas ceremonias. Liturgia en resucitar las vísperas cantadas los domingos. Liturgia en propagar libros de vulgarización litúrgica y en anhelar por una revista litúrgica en castellano.
Esta afición litúrgica manifestada y compendiada en estos «eslogans», yo quisiera resumirla, ya que el tiempo apremia, en tres etapas o conjuntos: a) los Coloquios Nacionales de Liturgia en los que participé personalmente; b) sus publicaciones, sobre todo sacerdotales y litúrgicas y c) su apostolado litúrgico.
a) Coloquios nacionales de Liturgia: En abril de 1954 aparecía tímidamente la noticia en Incunable de que se iban a celebrar unos Coloquios Litúrgicos sin concretar donde. D. Casimiro ya había comprometido a varios de sus colaboradores y por fin se anuncian en Bilbao en donde su Obispo, D. Casimiro Morcillo, les acogió paternalmente y del 10 al 13 de Junio tuvieron lugar. Así se inició la fecunda labor de los Coloquios que han ido recorriendo toda la geografía patria:
I Coloquios de Pastoral Litúrgica en Bilbao no asistí a ellos por encontrarme en plenos exámenes de fin de Curso y era ya mi último año de estancia en el Seminario, a todos los demás si asistí.
II Coloquios de Pastoral Litúrgica en León sobre «Los Sacramentos en la concepción litúrgica» del 23 al 26 de Agosto de 1955.
III Coloquios de Pastoral Litúrgica en Albacete sobre «Pastoral y Liturgia de los Domingos» del 28 al 31 de agosto de 1956.
IV Coloquios de Pastoral Litúrgica en Cuenca sobre «Pastoral y Liturgia de la Enfermedad y de la Muerte» del 20 al 23 de Agosto de 1957.
V Coloquios de Pastoral Litúrgica en Palma de Mallorca sobre «La celebración litúrgica» del 8 al 11 de julio de 1988.
VI Coloquios de Pastoral Litúrgica en Zamora sobre «Liturgia y Música» del 7 al 10 de julio de 1959.
VII Coloquios de Pastoral Litúrgica en Santiago de Compostela sobre «Participación Litúrgica de los fieles en la Santa Misa» del 5 al 8 de julio de 1960. En estos Coloquios, ausentes ya por la muerte, sus antiguos Presidente y Secretario se tuvo el día 6 a las 10 de la mañana un solemne Funeral. Fueron los últimos Coloquios que se celebraron y ya no hubo más, después de ellos se celebraron semanas de Pastoral Litúrgica. Los Coloquios eran sabrosos, orientadores y prácticos y al clero rural de entonces nos servían para salir un tanto de nuestra rutina y poder cambiar de ambiente, pues lo más útil en estas convivencias o coloquios eran impresiones que teníamos unos con otros y los cambios de ambiente eclesial que entonces pululaban. Después de ellos a poner en práctica cuanto se había oído, que algo se hacía y quedaba.
b) Sus publicaciones: Señalaré nada más las sacerdotales y litúrgicas. En ellas plasma su labor de renovación pastoral en España. Abierto a todas las corrientes extranjeras ya que su afán por la Liturgia se abre a un sin fin de publicaciones, no sólo en artículos como en «Ecclesia», «Apostolado Sacerdotal», «Ephemerides Liturgicae», «Incunable», «Liturgia», etc. etc. sino en libros: «El Breviario Romano», obra extensa y amena de la que no me resisto a copiar su dedicatoria, en ese latín hermoso que él dominaba como buen profesor de la lengua del Lacio:
«D.O.M. IN SACERDOTIO FRATIBUS-QUI LAVORANTES SICUT BONI OFERARII IN VINEA DOMINI- FERUNT PONDUS DIEI ET AESTUS-HOS OPUS DE OFFICIO DIVINO-AUCTOR OFFERT CORDE SINCERO- PRO UNOQUOQUE EXOPTANS-UT VERA SIT SENTENTIA AUGUSTINIANA- PSALTERIUM MEUM GAUDIUM MEUM». «El Breviario de los fieles» sencillo y acomodado conciliando lo exquisito con lo útil. «Historia y Liturgia de la Misa», descubriendo al hombre medio los secretos del Santo Sacrificio y enseñándoles a poner interés y devoción en la asistencia a él. Javierre, dice de este libro: «El lector adivinará, por debajo del estilo sencillo con que están escritas, los amplios conocimientos del autor que sabe ponerle a la vista la esencia y el significado de rito y plegarias que se remontan al siglo I».
«Cuaresma y Semana Santa», como orientador ante la reforma de la nueva Semana Santa implantada por primera vez. Fue un éxito clamoroso en todas partes por el interés de los pastores por la docilidad de los fieles y por el clima de expectación que se había creado en torno a la misma, que culminó en una celebración viva y auténtica. Aprovechando este clima, como hacía siempre, D. Casimiro aprovecha esta circunstancia para lanzar su libro de bella presentación y fácil manejo, como un «vademecum». Son sus cuatro obras principales. Después como divulgador empedernido tiene mucho: «Vida de Jesús para el pueblo», «Misas propias de la Diócesis de Toledo», «Sermones escogidos de San León Magno», «Sobre la muerte de los perseguidores» de Lactancio, «Los misterios del Rosario»,»Oficio de prima y completas para los fieles», «Devocionario del cristiano» etc. y folletos un sinnúmero. Yo tengo un elenco de 33 libros.
c) Su apostolado litúrgico y pastoral: Iba siempre al grano y era enemigo de retórica y hojarasca y es verdad, y además muy práctico. Dice Orbegozo: «El iba al grano en lo pastoral y en lo litúrgico, conciliando inteligentemente, y cómo, lo exquisito con lo útil». Montero dice de él: Desde luego, Casimiro, es con mucho la personalidad mas rica y compleja de toda la panda». Dio vida a la campaña litúrgica iniciada por Pío XII y en aquellos primeros Coloquios de Begoña, en Bilbao se ponía en marcha la Nueva Junta Nacional del Apostolado Litúrgico, bajo la presidencia de D. Francisco Miranda y de la que D. Casimiro había de ser hasta el final de su vida eficacísimo Secretario. Fruto de ello: la asistencia de España al Congreso de Asís-Roma, la edición de sus actas, la reunión científica de Montserrat para estudiar el ritual, la preparación de un directorio litúrgico para toda España, hay que reconocer que trabajaron incansablemente. Uno de sus colaboradores con razón se lamentaba: «!Que caminos tan imprevisibles tiene la Divina Providencia!… parecían piezas imprescindibles en la campaña del apostolado litúrgico ya puesta en marcha y con los mejores augurios. Y sin embargo en un momento todo queda decapitado… bendito sea el Señor».
Su apostolado pastoral lo señalo y condenso nada más que en esto, pues no terminaríamos nunca, en EL BUEN AMIGO, la simpática hoja parroquial, que bajo su dirección alcanzo una tirada muy grande, y al morir él superaba los cien mil ejemplares. Y ni esto sólo. Pensando en los niños de pueblo, fundó en 1950 el semanario infantil catequístico EL AMIGO DE LOS NIÑOS. Pensando en los mayores escribió su preciosa VIDA de JESUCRISTO PARA EL PUEBLO. Y preparó las hojitas de cumplimiento pascual, que tantos servicios nos han hecho en las parroquias a la hora de prepararlo. Y el catecismo infantil de la misa, etc. etc.
Quiero terminar, por ello sentiría de veras que esta memoria de D. Casimiro fuera tan solo como un recuento de su persona y sus obras, por eso hemos prescindido a posta de otros aspectos más oficiales: su nombramiento de Capellán de Reyes, su promoción a la dignidad de Tesorero de la Catedral Primada, su sueño dorado y de la que tomó posesión en el cielo, la «Cruz pro Ecclesia et Pontifice», que le concedió la Santa Sede en 1948, su incorporación como académico de número a la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (l949) para fijarnos más en el sacerdote.
Vivió con intensidad su sacerdocio, soy testigo de ello en lo poco que lo trate y vi y observe. Una fe solidísima, su amor a la Iglesia, su preocupación por las almas, amor a la Virgen su entusiasmo grande por la Santa Misa, su filial sumisión a la jerarquía, su vida ascética, de verdad, su entusiasmo por la limpieza y el decoro de la Casa de Dios. No solo predicaba sino que practicaba, llevaba a punta de lanza su fidelidad por la oración mental. Y sobre todo era sacerdote, siempre sacerdote, con polifacético e inagotable concepto del sacerdocio, vivido con amor, con pasión, con ejemplaridad, con sus limitaciones y miserias humanas, pero de verdad. Nos interesa meditar en la vida de este sacerdote ejemplar. Ver su labor de renovación pastoral realizada en España. Decide quien era este hombre ha sido mi propósito y querer aprender en cómo llenar una vida del todo entregada al servicio de la Iglesia. Termino con aquel elogio que le dedicaba el número extraordinario de «Incunable» qué nos ha servido de fuente para este pequeño trabajo, además de otras obras que poseemos y de que disponemos:
HEU HEU LUGEMUS O LECTOR
AMICUM SUAVISSIMUM CASIMIRUM SÁNCHEZ ALISEDA MORTE MAGIS RAPTUM QUAM ADUCTUM A D IIII IDUS MARTIAS AN MCMLX FUIT OPERE ALACER ANIMO SOLERS INGENIO BONO PROBOQUE DISCIPULIS DOCTOR PRAECELSUS
RUDIBUS SIMPLEX PATRIAE CULTOR EXTERORUM
OBSERVANS VETERA NOBIS AUXIT ANIMORUM SALUTEM
QUOMODOCUNQUE QUAERENS DOMINUS EUM REQUIE DONET
INTERMINA.
Así sea.
Zaragoza a 6 de Julio de 1977.