Ángeles Quesada Durán.
La ciudad es el reflejo de las personas que viven en ella, expresa su sentir, su personalidad y modo de vida de dichos habitantes.
La ciudad, con el aspecto que adopta en las diferentes épocas o etapas por las que va pasando, por encima de las variaciones que va sufriendo, les iguala un denominador común: su historia y la del hombre se identifican. Para que sean comprendidas no se pueden separar.
El plano de una ciudad se ha ido configurando poco a poco a través de fases de expansión urbana. En el presente estudio se ha creído oportuno dividir en siete fases: romana, musulmana, siglos XIII-XIV, siglos XV-XVI, siglos XVII-XVIII, siglos XIX y XX.
A la hora de realizar un estudio de tipo urbano es imprescindible analizar la situación y emplazamiento del núcleo y los factores que lo condicionan. Posteriormente pasaremos a estudiar la morfología y la trama urbana (en cada fase de expansión) que darán como resultado el plano urbano.
Cada etapa refleja unas determinadas funciones urbanas que son las impulsoras y las que condicionan la forma que van adquiriendo plano.
INTRODUCCIÓN
Situación y emplazamiento: factores determinantes
Existen una serie de factores que determinan la situación y el emplazamiento de un núcleo de población y condicionan su posterior evolución y desarrollo.
Un grupo de personas que se establecen en un lugar concreto por un motivo o una serie de motivos que les impulsan a tomar esta determinación (presencia de agua, carácter defensivo, etc.), y una serie de factores que inciden en el desarrollo del asentamiento primitivo (relieve, vías de comunicación, movimiento de la población, etc.).
Estudiamos la situación, porque es el espacio concreto y material sobre el que la ciudad se asienta. Es la topografía, el soporte físico, que desde su fundación y a lo largo de su historia va a condicionar, en buena medida, su paisaje urbano y su desarrollo espacial.
El emplazamiento es el entorno geográfico más amplio en el que la ciudad se enmarca y en relación al cual se organiza. Hace referencia a las condiciones generales que rodean la ciudad (ríos, naturaleza del suelo, vías de circulación, etc.).
Localización de la zona o área de estudio
La ciudad de Trujillo se localiza en el oeste peninsular, en la submeseta sur, en la región de Extremadura Central, y está situada en el centro-sur de la provincia de Cáceres.
Tomando como punto de referencia la plaza mayor de dicha ciudad, sus coordenadas geográficas son: Latitud, 39º 27´ 40” N / Longitud, 2º 31´ 30” W.
La ciudad se levanta sobre un batolito granítico que tiene una extensión de 35-40 km.2 y una forma superficial aproximadamente elíptica, estando su eje mayor en dirección N-S, y localizándose su centro en la ciudad de Trujillo.
El batolito emerge y queda encajado en una llanura antigua (2.000 km.2 aprox.), constituida por materiales precámbricos, lo que da lugar a que en la zona de contacto entre el granito y los materiales precámbricos se origine una aureola de metamorfismo acusado.
En el centro del batolito (donde se levanta la ciudad) encontramos un granito aplítico, es de grano medio-fino, a veces microgranoto, con componente de mica, que resulta ser una roca compacta y dura. Rodeando este granito aplítico esta otro de tipo porfídico que constituye el borde externo del batolito. Rodeando el plutón granítico se desarrolla una aureola con un metamorfismo de contacto progresivo que da lugar a la aparición de pizarras mosqueadas.
El contraste entre el granito y el precámbrico y el granito, es mar carísimo del paisaje: el primero está formado por moles quedan al paisaje un falso carácter montuoso, y el segundo, da origen a terrenos totalmente llanos.
El hecho de que Trujillo se sitúe sobre una masa granítica inducirse claramente sobre su paisaje urbano de varias formas. Las edificaciones han tenido que adaptarse a las floraciones rocosas en una especie de forcejeo, resultando en ocasiones vencedor el material subyacente, así, por diversas calles encontramos este material aflorando a la superficie (Lanchuelas, Arco de Santiago, etc.). El granito es material predominante en las edificaciones trujillanas desde tiempos prehistóricos (monumentos megalíticos), pasando por las civilizaciones romana y musulmana (castillo y murallas), renacentista (palacios), hasta hoy. Pero no solamente en edificaciones se gusta esta roca, sino también en monumentos y elementos de ornato público (fuentes, cruces, royo, e incluso la misma Virgen de la Victoria).
Hidrología
No se puede decir que las rocas intrusitas sean del todo impermeables ya que generalmente forman cuerpos separados. Los granitos tienen un alto grado de consolidación y de aquí su escasa permeabilidad. Pero a veces presentan una permeabilidad relativa debido a la frecuente existencia de fracturas, que puede llegar a formar redes suficientemente densas como para constituir acuíferos, si bien estos serán generalmente mediocres y superficiales.
Como rasgo particular de este granito que encontramos en Trujillo, al incluir en su composición lítica granos de cuarzo, hay que destacar la formación de suelos sobre estos cuerpos intrusitos y en sus bordes que, dada su buena permeabilidad intergranular constituyen, a pesar de su poco espesor, acuíferos a tener en cuenta.
Dadas estas características, entró y yo encontramos escasos pozos y manantiales, estos generalmente situados en zonas donde la roca granítica está más degradada. De esto se deduce la presencia y proliferación de aljibes para recoger el agua de lluvia que debido a la impermeabilidad de la roca puede ser perfectamente conservada.
Trujillo se encuentra a 43 km. del río Tajo por el norte y a 90 km. del río Guadiana por el sur. La presencia de cursos de agua cercanos a la ciudad es prácticamente inexistente. Los más cercanos se encuentran a cierta distancia rodeando el batolito sin penetrar en él, por el noreste circula el río Merlinejo, y hacia el sureste luche el río Almonte. A pesar de estos, una serie de arroyos y regatos penetran en el batolito, con la característica de ser intermitentes, es decir, permanecen secos durante el estiaje.
Una vez visto esto, es fácil deducir que la ciudad de Trujillo no es precisamente rica por la presencia de agua, factor fundamental para la subsistencia de la población.
Organización topográfica
Una amplia zona aplanada constituye la penillanura cacereña que destaca por su monotonía topográfica. Mantiene una altitud oscilante entre los 400 y 500 metros de altura que es interrumpida por el resalte granítico a modo de monte-isla, donde se emplaza la ciudad de Trujillo con una cota máxima de 584 metros de altura.
Observando las curvas de nivel (gráfico), vemos que la ciudad se sitúa en el punto más elevado de la zona, a partir de éste las alturas descienden y no van a ser superadas.
Realizando una serie de cortes topográficos en diferentes direcciones (norte-sur y oeste-este) se puede observar cómo el relieve difiere seriamente entre una zona y otra. Al superponer los cortes se ve perfectamente como en la dirección norte-su se mantienen prácticamente las mismas alturas excepto en el resalte en que se encuentra la ciudad. Pero de oeste-este se observa como el terreno desciende hacia el oeste y asciende hacia el este. Centrando la tensión en el monte-isla ocupado por la ciudad, se ve de forma clara como las pendientes son más suaves en el norte y sur, moderadas en este y fuertes hacía el oeste. Esto determinará el desarrollo de la ciudad.
Vías de comunicación
Trujillo se encuentra en una encrucijada de caminos. Aquí confluyen los caminos de Plasencia, Madrid, Logrosán, Badajoz, La Cubre y Cáceres. Esto proporciona a la ciudad una función comercial y de tránsito.
La población o número de habitantes que posea un núcleo y su movimiento (defunciones, nacimientos, emigración, inmigración) es un factor importante y a tener en cuenta para comprender el desarrollo espacial de dicho núcleo.
Resulta prácticamente imposible cuantificar la población existente en cada época (anterior a la aparición de los censos de población).
El primer censo se realizó en 1717, se denominó “vecindario”, y consistió en un recuento de vecinos. De parecidas características son los censos de 1768 y 1787. En el siglo XIX se llevan a cabo censos en los años 1822, 1826, 1846 y 1850. Estos fueron realizados con fines fiscales y militares. El primer censo moderno este 1857, a partir de este año se realizan censos cada diez años.
De épocas anteriores a los censos tan sólo podemos intuir cuando se producen descensos de población (motivados por epidemias, entierras, emigraciones, etc.) y cuando la población experimenta una expansión (motivada por oleadas de inmigrantes, desarrollo económico, etc.).
El hecho de traer a colación la cuantificación numérica de la población, es para localizar cuando se producen expansiones y regresiones de la misma que irán íntimamente ligadas al desarrollo espacial de la ciudad.
La evolución de la población trujillana, a grandes rasgos sería la siguiente: el número de habitantes va ascendiendo numéricamente desde que se instalaron las tribus aborígenes hasta la época musulmana en la que se alcanzó un primer punto culminante. En tiempos de la Reconquista debió haber un estancamiento en el crecimiento producido por las continuas guerras. A finales del siglo XV y principios del XVI la población volvió a descender por la emigración hacia el Nuevo Mundo. Entre mediados del siglo XVI y XVII aumentó de nuevo la población por causa del regreso de los emigrantes y llegada de inmigrantes atraídos por el florecimiento de la ciudad. La población recae hasta entrado el siglo XVIII a partir de donde comienza a ascender, esto continúa así hasta mediados del siglo XIX que se produce un estancamiento que dura hasta finales del siglo. A principios del XX hay un gran crecimiento de población hasta mediados del siglo (población máxima alcanzada por Trujillo), desde entonces la población se estanca con un ligero bache en 1970, punto a partir del cual la población comienza a descender.
Una vez analizados los factores que inciden sobre la situación y el emplazamiento de la ciudad, veamos cómo inciden en su desarrollo:
Trujillo se encuentra emplazado sobre una colina dominando una amplia zona que se extiende a sus pies. Este determinado emplazamiento responde a una función militar y de control del territorio, así como defensiva que tuvo en sus orígenes.
La falta de adecuación del emplazamiento primitivo para las necesidades de vida moderna y el cambio de función que experimentó la ciudad en época renacentista, y más concretamente en el siglo XIX, unido a que el núcleo primitivo es incapaz de hacer frente a las necesidades de espacio urbano y albergar un número creciente de habitantes, por todo ello hubo que buscar un nuevo asentamiento extramuros y dar un giro a las funciones del primitivo emplazamiento.
La ciudad se va extendiendo hacia las zonas de menor pendiente, en las que se hace más fácil el desarrollo de las actividades urbanas, sobre todo en lo que se refiere a los accesos.
Trujillo tuvo en el pasado y lo ha transmitido hasta nuestros días una situación de encrucijada, de lugar de confluencia de vías de comunicación. Dichas vías se encuentran y confluyen en las zonas más bajas y llanas de la ciudad, donde se hace más factible el acceso.
Como ya se ha mencionado, Trujillo en sus orígenes fue ciudad defensiva, cualidad que le viene dada por el relieve, así que dicho emplazamiento fue elegido por este motivo. Uno de los motivos claves que condicionan el establecimiento de una ciudad es la presencia de agua, al escasear en Trujillo este elemento, se puede deducir que esta ciudad no se estableció teniendo en cuenta ese punto de partida. Pero se tuvo en cuenta un elemento que es origen de muchas ciudades, como es ser punto de encrucijada de caminos.
ETAPAS DE EVOLUCIÓN DEL PLANO DE LA CIUDAD
Asentamiento prehistórico
Existen noticias, y determinados restos las confirman, de que el roquedal trujillano, en época del Cuaternario estuvo habitado por un activo aborigen.
La vida de estos pobladores giraba en torno a la caza y la pesca, por este motivo habitaban en las márgenes de los arroyos y en abrigos del berrocal. Esto sucedía durante el Neolítico. A esta época pertenecen construcciones megalíticas que se localizan en las cercas de los Toros, de los Calderones, de la Tercera Orden, de Castrejos y del Avión. Son restos de poblados que fueron habitados por los clanes o tribus indígenas, éstas se instalaban en las partes más bajas del resalte granítico.
Poblamiento romano
Trujillo fue Villa importante del Imperio Romano desde el año 206 a.C. hasta el año 414 de la era cristiana. Los restos epigráficos nos hablan de la importancia de esta población.
La civilización romana desarrolló y consolidó tres modelos de morfología y estructura del plano urbano: modelo irregular de calles tortuosas y estrechas; modelo radiocéntrico; y modelo en damero. No nos queda ningún indicio del tipo de plano emplearon los romanos en Trujillo.
Los romanos tomaron la ciudad de Trujillo como punto estratégico con un fin militar y defensivo, por ello construcción en el solar donde hoy se encuentra castillo una fortificación que les servía de guarnición. Se trataría de una ciudad-campamento.
De la presencia romana nos queda una necrópolis situada en la banda de poniente casi unida a la muralla en dirección a la puerta de la Coria. Esta necrópolis estaría separada del núcleo de doblamiento, ya que los romanos realizaban los enterramientos en un lugar alejado de su residencia.
Estos son los únicos restos importantes que dejó la presencia de la civilización romana en la ciudad de Trujillo. De ello se deduce que se instalaron en la zona donde actualmente está el castillo, y la zona de la necrópolis serían las afueras de la ciudad.
Ciudad musulmana
Trujillo estuvo dominado por los musulmanes desde el año 714 hasta 1232, año en el que la ciudad fue reconquistada por las órdenes militares y el obispo de Plasencia.
Los árabes aprovecharon la construcción defensiva levantada por los romanos, la remodelaron y quedó como actualmente se puede ver aunque con algunas modificaciones de etapas posteriores.
Los musulmanes se establecieron en Trujillo con una finalidad defensiva y militar, por ello levantaron, como ya se ha dicho, la fortaleza y construyeron un muro o muralla alrededor de su ciudad para hacer frente a los ataques enemigos. Estas murallas fueron construidas en los siglos X y XI. Para poder acceder a la ciudad amurallada se abrieron una serie de puertas que eran custodiadas por torres defensivas.
El plano de la ciudad musulmana es caótico, anárquico y completamente desordenado, no sé si que un diseño concreto.
Este desorden místico lo impone el “adarve”, que consiste en una serie de edificaciones formando estrechas calles que se abren a un callejón común es derecho y angosto, éste solamente tiene una apertura. Presenta una gran dificultad para la circulación interna debido a lo compacto que resultan.
La casa musulmana es de mala calidad (de ahí que no se conserven en nuestros días). No tiene apenas vanos ni aperturas. Los musulmanes sólo salen de sus casas para asistir a las funciones comerciales y religiosas. Las casas tienen terrados con una doble función: sirven de aljibe y para contemplar los espectáculos.
La ciudad árabe se forma a partir de un núcleo central o “medina” en torno al cual se desarrollan los elementos claves de esta.
Los “zocos” son los centros comerciales, se denominan “azoguejo” o “mercadillo”. Eran pequeñas plazoletas que se formaban por el cruce de varias calles, y aquí se desarrollaba la actividad comercial. En esta época había un gran progreso de la ganadería y el comercio, por ello la existencia de dos centros comerciales: uno se localizaba donde actualmente está la parroquia de San Andrés, era el mercado de abasto; el segundo mercado se situaba en la zona que hoy ocupa la plaza mayor, era una feria de ganado y por ello se encontraba afuera de los muros de la ciudad en la confluencia de los caminos de Madrid, Plasencia y Cáceres.
Otro aspecto importante de la ciudad lo constituyen los lugares destinados al baño público (herencia romana). La “alberca” era lugar destinado para este fin. Esta palabra que proviene del léxico Al-birka, hace referencia a la piscina que es depósito de agua y sirve para bañarse.
Los “aljibes” eran obras ideadas por los árabes para recoger el agua de la lluvia y utilizarla en tiempos de sequía, dada la escasez de agua en la zona. Encontramos varios aljibes entre los que cabe destacar los del castillo y los de la Plaza de Altamiranos.
La “mezquita” era el centro de poder religioso, se situaban en lugar donde actualmente está la iglesia de Santa María.
Muy característico de las ciudades musulmanas era la creación de “arrabales” fuera de los recintos amurallados. Arrabal, quien un sentido jerárquico superior a barrio. Cada barrio se organiza en función de sus creencias y se define por una dedicación específica.
La ciudad musulmana de Trujillo tuvo un arrabal de extramuros, éste comienza a formarse desde de dos puntos diferentes: uno, saliendo del Arco de Santiago donde se encontraba el lugar destinado al mercado de ganado; y el segundo, debido a la creación de un zoco extramuros que sustituyó al de la plaza de San Andrés y se situó en la Plazuela del Azoguejo (arteria importante de tránsito).
Así se crea un arrabal que tendrá los elementos propios de la ciudad musulmana. Como ya se ha mencionado, el zoco se sitúa en la Plazuela del Azoguejo. La mezquita estaría en el lugar donde posteriormente se levantó la iglesia de San Francisco.
Todo ello hace suponer que el arrabal se localizaría de este el Arco de Santiago bajando a la Plaza Mayor, Calle Tiendas, Cuatro Esquinas y Carnicerías, donde tendría su inicio y se prolongaría hacia las calles Nueva, Herreros y San Francisco.
Fuerza de lo que sería el arrabal, existen indicios de lo que pudieron ser elementos árabes. Tenemos noticias de la “atalaya” (torre defensiva), se situaría en lo que hoy son las traseras del Parador Nacional. Podría haber sido una torre de vigilancia desprendida del recinto amurallado a modo de avanzadilla. Al final de la calle Garciaz y cerca del camino de Plasencia se encuentra la fuente Almohada.
La ciudad de los siglos XIII-XIV. Cristiana-Medieval.
La ciudad de Trujillo fue reconquistada en el año 1232, y desde aquel momento pasó a ser cristiana. En 1234 se le concedió la categoría de Villa Realenga.
En la Reconquista participaron familias nobles (Añascos, Bejaranos, Altamiranos, etc.) que una vez tomada la ciudad se asentaron en ella ocupando los cargos más relevantes y comenzaron a construir sus casas palaciegas.
Ante esta época son el Alcázar de los Bejaranos, y empiezan a levantarse el Alcázar de los Altamiranos y el Alcázar de Luis de Chaves el viejo. Como su mismo nombre indica, son construcciones de carácter militar y defensivo, realizadas apoyadas sobre la muralla a la que se refuerza.
Trujillo durante esta etapa continuó teniendo un carácter defensivo, como queda atestiguado por los datos anteriores. Se consolido la fábrica y organización de la fortaleza-castillo, y en el siglo XIV las murallas que rodean la Villa fueron construidas y reforzadas mediante la construcción de edificios palaciegos.
La ciudad de Trujillo comienza a tomar una función religiosa. Ya en el siglo XII se había comenzado a construir el convento de San Miguel con el fin de servir de oposición a la influencia morisca. Sobre la mezquita de intramuros comienza a construirse la iglesia de Santa María. Al lado de una de las puertas de la ciudad se edifica la iglesia de la Vera Cruz. Como colofón de símbolo de cristiandad, en el patio del castillo se construye la iglesia de San Pablo.
Las calles medievales son estrechas y tortuosas al tener que ir adaptándose a las irregularidades del terreno. Uno de los ejemplos más claros de cómo eran estas calles lo encontramos en la calle de la Garguela.
Hasta mediados del siglo XIV el desarrollo urbanístico se desenvuelve dentro de las murallas, donde se construyen casas solariegas pertenecientes a las personas relevantes de la época. Pero a partir de entonces las murallas dejan de ser obstáculo para el desarrollo urbano y comienzan a levantarse las primeras edificaciones fuera del recinto.
En el último cuarto del siglo XIV las casas consistoriales se trasladarán desde el interior de la Villa a la zona que fue mercado en época árabe y que actual mente es la plaza Mayor.
Las construcciones religiosas son puntos determinantes hacia los cuales se dirige el crecimiento de la ciudad. Comienza levantarse la parroquia de San Martín en el área del mercado. Al lado de lo que fue la mezquita de extramuros se construye la capilla de Nuestra Señora de la Gía, en el lugar donde se cruzaban los caminos de Castilla y Sevilla, era parada de oración obligatoria para los caminantes que pasaban por la ciudad.
Una vez conquistada la ciudad, comienza a llegar población judía. No se sabe si vinieron con los caballeros a la conquista, o si lo hicieron a saber que había sido conquistada la ciudad. Estos judíos se instalaron al lado de lo que fue el arrabal árabe e incluso ocuparon parte de este. El arrabal judío ocuparía, aproximadamente, las calles del Gurria, Chupete o Pozuelo (hoy desaparecida), Zurradores y Sillerías.
El área arrabalera se fue ampliando.
Ciudad renacentista: siglos XV y XVI.
Trujillo pasó de ser Villa Realenga a la categoría de Ciudad. Este título se lo concedió Don Juan II por Real Cédula en Astudillo el 12 de abril de 1430 y confirmado en Zamora en 1432.
Durante el Renacimiento se producen cambios en algunos componentes del paisaje urbano, para adaptar la ciudad a las nuevas exigencias económicas y políticas.
Se concede gran interés al mundo clásico, la ciudad renacentista es la síntesis de la ciudad hispano-musulmana. Se acentúa el gusto por el señorío y la sobriedad.
En la ciudad de intramuros se forman los tejidos medievales y aparecen nuevas tipologías de edificaciones con grandes repercusiones urbanísticas.
Se terminan de construir algunos edificios iniciados en épocas anteriores como el Alcázar de Luis Chaves el viejo y el Alcázar de los Altamiranos.
La marcha de familias al Nuevo Mundo y el posterior regreso de éstas enriquecidas repercute directamente sobre el urbanismo. Se comienzan a construir dentro de los muros palacios y casas solariegas sobre los antiguos tejidos medievales. A modo de ejemplo se pueden citar el palacio del Marqués de Lorenzana, la casa de Hinojosa Vargas, la casa-fuerte de los Escobar, etc.
Dentro de las murallas se instalan conventos de religiosas como el convento de las Jerónimas y el convento de la Coria. Se construirán más iglesias que darán fe del impulso que la religión cristiana está adquiriendo y del poder eclesiástico, se trata de la parroquia de San Andrés (sobre el lugar que ocupó el mercado árabe) y la iglesia de Santiago, ambas situadas al lado de las respectivas puertas de la ciudad.
Prolifera el gusto por las plazas y los espacios abiertos que en la Villa se manifiestan con la creación de diversas plazas y plazuelas (Plazuela de Santa María, Plazuela de los Moriscos, etc.). Las calles continúan esta misma línea de espaciosidad y amplitud (Calle de los Naranjos, Calle de Palmas, etc.).
Las primeras transformaciones urbanas se realizan a finales del siglo XV con los Reyes Católicos. Se organiza un nuevo tejido urbano extramuros en torno a la Plaza Mayor. El proceso de salida de intramuros se hace intentando buscar urbanizar el espacio exterior. El espacio vinculado a la puerta atrae al agente y se convertirá en Plaza Mayor. En las ordenanzas de los Reyes Católicos se dice que una plaza debe ser rectangular, cerrada, soportalada, etc. Las plazas mayores tienen elementos definitorios: son lugares de comercio, reunión y diversión.
En la plaza se instalaron las Casas Consistoriales ya en el siglo XIV, y en el XVI se costó entre el Palacio Municipal (Ayuntamiento Viejo). A su lado se instala el Archivo de Escribanos, la Cárcel Real (Cañón de la Cárcel) y una serie de edificios públicos. Se levantan casas solas griegas y palacios, entre otros son la Casa de la Cadena, el palacio del Marqués de Piedras Alvas, el palacio del Marqués de la Conquista, etc.
Elemento imprescindible en la Plaza Mayor es el representante de la función religiosa expresado en la parroquia de San Martín.
Las construcciones religiosas se multiplican fuera de las murallas, la instalación de estas iglesias darán origen a la creación de un arrabal a su alrededor. Como ejemplos podemos citar los siguientes:
- Parroquia de San Martín: arrabales San Martín.
- Parroquia de San Clemente: arrabal de San Clemente.
- Parroquia de Santo Domingo: arrabal de Santo Domingo.
- Convento e iglesia de San Francisco: arrabal de San Francisco.
- Ermita de la Virgen de la Piedad: Arrabal de la Piedad.
Aparte de estas, encontramos construcciones religiosas aisladas: convento de la Merced, ermita de San Lázaro, convento de la Encarnación, etc. La instalación de estos centros religiosos es lo que marca el desarrollo del plano de la ciudad y los que determinan las áreas de expansión urbana.
Existió un Calvario que iba desde lo que hoy es la calle de las Cruces hasta la ermita de San Lázaro.
Un capítulo muy importante de la vida de la ciudad renacentista lo constituyen los gremios artesanales. Eran grupos de artesanos que se instalaban en calles de tal forma que cada oficio o gremio ocupaba una calle en las que realizaban sus tareas artesanales. Los determinados oficios de estos dieron nombre a estas vías. Pasaron a llamarse calles de cambrones, Herreros, Romanos, Olleros, Carnicerías, Tiendas, Sillerías, Ballesteros, Zurradores, etc.
Como algunos de estos oficios eran impropios para ser realizados dentro de la ciudad, sobre todo en lo que se refiere a la preparación de los materiales, se tenían que desarrollar fuera de los límites urbanos. Aparecerá la Charca de los Barreros, donde se preparaba el barro para después el laborar los útiles de este material; ésta se localizaba donde está el barrio del Milinillo. Las Tenerías eran edificaciones donde se preparaban y cordial las pieles, estaban situadas en el campo de San Juan. El grano era convertido en harina en molinos que se localizaban en pequeños promontorios muy alejados de la ciudad (molineta y molino de viento).
A mediados del siglo XVI, Enrique IV premió la lealtad de Trujillo otorgando a esta ciudad el privilegio de Mercado Franco en los jueves de cada semana. El mercado en un primer momento tuvo como lugar de celebración la Plaza Mayor, pero al resultar pequeña para este fin, se trasladó a la Plaza de la Encarnación en 1581, el Royo o Picota (símbolo de jurisdicción civil y criminal) que se encontraba en este lugar tuvo que ser trasladado al Campillo (1585). Debido al establecimiento del mercado en esta área, la calle encarnación se pobló de posadas y mesones para dar aposento a los transeúntes.
Para hacer frente a las exigencias sociales hubieron de crearse diversas instituciones: hospitales (Espíritu Santo, de la Caridad, etc.), casa de comedias, alhóndiga (depósitos de grano), matadero, casa de expósitos, casa de la preceptoría de estudios, lavadero público (estanque de San Lázaro), etc.
Como ya se mencionó para la ciudad de intramuros, un aspecto que caracteriza la ciudad renacentista, es la apertura de plazas y espacios amplios. En la ciudad de extramuros también se desarrollan estas plazas y plazuelas, entre otras podemos destacar las plazuelas de Guadalupe, Altozano, San Judas, Quiroga, etc.
En torno a la Plaza Mayor y cerca de la ciudad amurallada se verifican casas palaciegas entre las que destacan la casa de Orozco, el palacio de Santa Marta, la casa de los Orellana, el palacio de Juan Pizarro de Orellana, etc.
Alejado del núcleo urbano encontramos el barrio del Campillo de la Añora, que era propiedad del ayuntamiento. En él se encuentra ya a finales del siglo XVI el Royo o Picota, una plaza de toros y el Arco del Campillo. Este era el área de expansión urbana.
A las afueras de la ciudad existían arcos como éste del Campillo y otro que estuvo en la calle Garciaz, que servía de puertas a la ciudad cuando a causa de las epidemias se levantaba muros alrededor de la población que eran destruidos cuando éstas pasaban, y lo único que se quedaba en pie eran las puertas.
En los caminos de salida de la ciudad y para delimitar el término de ésta se colocaban una serie de cruces de piedra denominadas “cruces del término” (Cruz Dorada, Cruz de los Ángeles, etc.).
Ciudad de los siglos XVII y XVIII
Nos encontramos en una etapa de estancamiento en lo que se refiere al desarrollo del urbanismo. El plano de la ciudad no crece y permanece prácticamente estático desde finales del siglo XVI hasta los vicios del XIX.
Estamos en una fase de crisis urbana. Ello se debe a los acontecimientos bélicos producidos en esta etapa, que traen como consecuencia una disminución de la población y por lo tanto el municipio no tiene necesidades de expansión.
La importancia adquirida por la Villa antigua o ciudad amurallada comienza a decaer, la clase alta que quedaba en su interior quiere salir de la muralla y establecerse en la zona que en este momento se ha convertido en centro urbano.
Ya no se edifica en el interior de la Villa a excepción del Hospital de la Concepción. Las viviendas al ser deshabitadas comienzan a deteriorarse. Este área pasa a ser ocupada por una clase social obrera baja. Lo que había sido un barrio de gentes de relevancia social se convierte en un barrio obrero. El suelo de intramuros se encuentra depreciado y su valor disminuye notablemente.
En esta fase encontramos dos tendencias urbanísticas: por un lado, se restauran los edificios religiosos y civiles, dirigiéndose la otra tendencia a la construcción de nueva planta, pero sin salirse fuera de los límites de la ciudad.
Se produce una avalancha de edificios religiosos que se sitúan en los bordes de la ciudad marcando el límite urbano y marcando el antecedente del posterior desarrollo del plano. Se trata del convento de San Antonio, la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, el convento de la Encarnación, la iglesia de Jesús, el convento de la Merced, la iglesia de la Sangre y la ermita de San Judas.
La Plaza Mayor y sus calles aledañas se convierten en el “centro urbano”. Alrededor de esta se edificarán palacios como el del Marqués de Sufraga y el palacio de Juan Pizarro de Aragón.
La zona situada alrededor de las calles Tiendas, Nueva, Encarnación y Sillerías se convertirá en un espacio dedicado a fines industriales y comerciales.
El mercado de la Plaza de la Encarnación sigue funcionando, y esta calle se va poblando de posadas y mesones.
De lo dicho se deduce que los límites establecidos por la ciudad renacentista no han sido superados, definiéndose así esta etapa por un estancamiento del plan urbano.
La ciudad del siglo XIX
A principios del siglo XIX (1809) pasó el ejército francés por la ciudad de Trujillo. A su marcha, tanto la Villa amurallada como la ciudad de extramuros, quedaron muy dañadas.
Dentro del recinto amurallado la francesada se ensañó destruyendo principalmente los edificios religiosos (iglesia de la Vera Cruz, iglesia de Santa María, etc.), aunque también esta destrucción alcanzó a las edificaciones civiles.
Fuera del recinto amurallado cedió lo mismo, y gran parte de las edificaciones, tanto religiosas como civiles quedaron en ruinas o muy afectadas.
Después de esta primera etapa de destrucción urbana, la difusión espacial y las trasformaciones son principalmente morfológicas: desarrollo en altura, retoque del viario, el viejo caserío se sustituye por otro tipo de vivienda, etc.
Se produce un proceso de edificación que afectan fundamentalmente al casco urbano antiguo (las murallas son barreras fiscales). Dentro de éste se construirán las viviendas debido a que el precio del suelo es más barato y al gran espacio sin edificar que existía dentro de las murallas. Las tendencias que se seguirán son: ampliar edificios, construir sobre las ruinas y edificaré solares vírgenes. El negocio no está en hacer una nueva ciudad, sino en consolidar el suelo urbano ya existente.
Durante la primera mitad del siglo se sigue la misma dinámica en la ciudad de extramuros. El interés está en el centro, por el que la burguesía siente una cierta predilección e intenta desagregarlo del resto de la ciudad.
Se realizan edificaciones de nueva planta hacia lo que es en este momento la zona de expansión urbana que se localiza en la Calle de las Cruces y en los barrios del Mercadillo y del Campillo.
Durante la desamortización, las religiosas fueron expulsadas de sus conventos. Una vez pasada ésta, algunos de ellos pierden función y desaparecen como tales (convento de la Encarnación, Convento de la Coria, Convento de San Francisco, etc.). esto sería vicioso son empleados para otros fines y cambiadas sus funciones: el convento de la Encarnación pasa a ser un colegio preparatorio militar; el convento de San Francisco pasa a ser un depósito de caballos del ejército y, posteriormente, casa de vecindad.
En esta primera mitad del siglo XIX el ayuntamiento no planea las zonas de expansión urbana, solamente se limita a indicar cómo deben ser las edificaciones.
Se crean nuevos centros de servicios públicos como son un edificio para correos y telégrafos, hospital municipal, teatro, casino, cuartel de regimiento provincial, plaza de toros, etc.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX las ciudad comienza a desarrollarse fuera de sus antiguos límites (impuestos en el siglo XVI) hacia zonas periféricas. Entramos en una etapa de urbanismo planificado y dirigido por el ayuntamiento que es quien determina las áreas de expansión urbana y quien parcela y distribuye los solares. Las nuevas arias de expansión serán la Calle de las Cruces, el Campo de San Juan, la Ronda de San Lázaro, Cruz de los Ángeles y Ronda de la Piedad.
En esta época se cierran una serie de calles que al parecer no resultan útiles como, por ejemplo, las calles Vizonche, Chupete o del Pozuelo, Alférez, etc.
El mercado se traslada desde la Plaza de la Encarnación a la Plaza Mayor, lo que indica la pérdida de importancia de la función comercial.
El urbanismo de esta época está encaminado a la adaptación de las calles a las nuevas necesidades. Había que ajustarse al crecimiento de la población y al creciente tráfico rodado. Aparece en el principio de la regularidad y la línea recta. El ayuntamiento lleva cabo el ensanche y alineación de una serie de calles que no se ajustaban a las necesidades urbanas, este proyecto afecta a las siguientes calles: San Miguel (1861); Carnicerías (1866); Lanchuela (1869); Zurradoresun, Parra y Tintoreros (1879); Cuatro Esquinas (1880); San Pedro, Duraznos y Garciaz (1882).
En todas las ciudades importantes comienzan a realizarse ensanches, ya que el casco antiguo se hizo insuficiente para contener el fuerte crecimiento demográfico. El derribo de murallas o cercas era el paso previo para la realización de esta expansión. El espacio anteriormente ocupado por la muralla se convirtió en calle de circunvalación y enlace con los barrios del ensanche.
Esto no sucederá en Trujillo, ya que la población no era tan numerosa como para que hubiera un déficit tan elevado de suelo urbano y porque la topografía no lo permite. Lo que se hizo fue proyectar zonas de expansión urbana hacia las cuales se dirigirá el crecimiento de la ciudad.
A finales del siglo XIX se realizan grandes obras de ingeniería. Se lleva a cabo la toma de aguas desde las Villanuevas al depositó situado en la Plaza de Santa María. Se construye el paseo Ruiz de Mendoza, se le faltan los muros del cementerio y se instala la primera fábrica de luz eléctrica.
La ciudad del siglo XX
La actividad constructiva cesa en el interior de la ciudad amurallada, tan sólo se restauran algunos edificios. Esta pasa de tener una función residencial a ser una zona turística y cultural.
Nos encontramos en una etapa de un urbanismo planificado. Comienzan aparecer textos legales que regulan el desarrollo urbano, estudios urbanismo y planes de ordenación urbana.
El desarrollo de las edificaciones toma dos caminos diferentes: se realizan edificaciones en altura que se localizan principalmente en el interior del casco urbano o en los bordes, y se construyen viviendas unifamiliares en barriadas que se localizan separadas del casco urbano.
A principios del siglo comienzan a crearse barriadas obreras. Están constituidas por tiendas unifamiliares de una o dos plantas, unidas entre sí y formando calles. Éstas se localizan alejadas de la zona urbanizará.
La primera de ellas se situó sobre lo que en épocas anteriores fue la Charca de los Barreros. Se trata del Barrio del Molinillo. En 1929 se crea la barriada construida por Margarita de Iturralde en la carretera de Plasencia.
En 1916 se abre la calle del Marqués de Abadía y en torno a ella comienzan a edificarse. El barrio resultante sería lo que más se puede asimilar, en Trujillo, a la idea de ensanche del siglo XIX. Esta zona es ocupada por una clase social media.
En 1939 se hacen las Escuelas Nacionales de la carretera de Plasencia y de la carretera de Cáceres.
A partir de la década de los cuarenta comienza edificarse en torno a la carretera de Cáceres y se establecen la barriada de Nuestra Señora de la Victoria y la barriada del Generalísimo Franco.
Hacia mediados del siglo comienza a construir la clase elevada hotelitos o chalés en la carretera de Cáceres.
Durante la primera mitad del siglo la ciudad se extiende preferentemente en el ángulo formado por las carreteras de Cáceres y Badajoz, y en menor grado hacia la carretera de Plasencia.
En 1946 salen a la luz la Ley del Suelo y la Ley de Ordenación Urbana. Se exige un planeamiento que consiste en un control del uso del suelo público y privado en beneficio del interés general mediante la subdivisión de la ciudad en zonas de uso que determinan los emplazamientos y en zonas de volumen que se define según la superficie edificable y la altura de los edificios. Este planeamiento se hace vigente desde 1956.
En 1953 se proyecta un ensanche vario entre Trujillo y Huertas de Ánimas, es lo que conocemos como La Avenida, y se comenzó a construir en 1954.
Durante la segunda mitad del siglo se sigue una dinámica parecida a la que se llevó a cabo en la primera mitad. Se crean barriadas fuera del casco urbano como es la Barriada de Juan Fernández Paredes, en la carretera de Plasencia. Son viviendas unifamiliares de Protección Oficial.
A lo largo de la Avenida comienzan a instalarse chalés adosados (años 70-80).
Existen barriadas de localización periférica con problemas de integración a la trama urbana, con deficientes equipamientos y baja calidad de construcción.
La expansión del plano del siglo XX se produce hacia las vías de comunicación.
La ciudad tiene más exigencias que nunca, y por ello necesita un buen y abundante equipamiento urbano: matadero municipal, mercado regional de ganados, silo para grano, mercado de abastos, ambulatorio, cuartel de la Guardia Civil, colegios, institutos, centros deportivos, Parador Nacional de Turismo, hoteles, restaurantes, etc.
Se crea un área especial para la industria ganadera y un polígono industrial, localizándose el primero en la carretera de Badajoz y el segundo en la carretera de Madrid.
Nos encontramos ante una ciudad sin un diseño concreto, se limita a ir parándose a la topografía.
La población de plano y sus límites fueron marcándose por las fundaciones que la ciudad fue adquiriendo a lo largo de su historia.
En las etapas romana y musulmana, nos encontramos un plano totalmente influenciado por la actividad militar. A partir de la instalación de los cristianos en la ciudad y hasta el siglo XIX, se puede observar como el plano va creciendo hacia las zonas en las que se van instalando edificaciones religiosas. De este siglo XIX hasta hoy, la ciudad crece en torno a las vías de comunicación destacando la defunción comercial sobre la militar y la religiosa.
BIBLIORAFÍA:
- ANDRÉS ORDAX, S. y PIZARRO GÓMEZ, F. J.: “Trujillo histórico y monumental”.
- CAPEL, H.: “La definición de lo urbano”.
- GARCÍA Y BELLIDO, A.: “Resumen histórico del urbanismo en España”.
- TENA FERNÁNDEZ, J.: “Trujillo histórico y monumental”.
- ZÁRATE, A.: “El mosaico urbano. Organización interna y vida de las ciudades”.