Domingo Quijada González. Licenciado en Geografía e Historia. Cronista Oficial de Navalmoral de la Mata. PROVISIONAL
1.- El Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia
El Retablo Mayor, prototipo de los retablos españoles del siglo XVII, es un claro ejemplo de retablo catequético, con abundantes imágenes que configuran una lección doctrinal de la Iglesia surgida de Trento.
Según el estilo barroco propio de ese siglo, sigue aún la base renacentista, sobre el que se suceden los elementos propiamente barrocos: tallas de madera policromada según la técnica del estofado, pinturas barrocas y relieves del mismo estilo.
Este retablo es de gran tamaño, adaptándose a las dimensiones del edificio. La distribución del mismo es la siguiente:
Se estructura en dos cuerpos afectando a las cuatro calles externas, mientras que las tres internas constan de tres cuerpos. Siete calles pues en total, con ático (incorporado al tercer cuerpo central) y predela (en la base). Y una serie de relieves en los espacios que separan los cuerpos. Más unas esculturas coronando los diversos cuerpos.
Las obras duraron varios años por diversos motivos (destacando la enfermedad de Gregorio Fernández, ya en la etapa final de su vida), por lo que se ejecutaron durante el mandato de los siguientes prelados[1]:
Titular Nombramiento Cese
Sancho Dávila Toledo 11-VII-1622 5-XII-1625
Francisco Hurtado de Mendoza y Ribera 27-I-1627 1630 (renuncia)
Cristóbal de Lobera y Torres 2-XII-1630 22-X-1632
Plácido Pacheco 18-VII-1633 7-X-1639
Diego de Arce y Reinoso 8-X-1640 10-XII-1652
Juan Coello de Sandoval 11-XII-1652 13-IX-1655
Francisco Guerra 3-IV-1656 3-XII-1657
1.- Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia
Como es lógico, esta magnífica obra (una de las mejores de España) partió del diseño que realizó el arquitecto Alonso de Balbás, vecino de Ciudad Rodrigo (año 1623 y siguientes).
Para realizarlo, la arquitectura fue encargada a los maestros entalladores Cristóbal y Juan Velázquez, de Valladolid y colaboradores de Gregorio Fernández. Y las esculturas al famoso maestro Gregorio Fernández (año 1625 y siguientes), con tallas de madera policromada según la técnica del estofado. El dorado y estofado se deben a los pintores madrileños Luis Fernández y Mateo Gallardo, así como al dorador Simón López. Mientras que los cuatro óleos ubicados en las calles segunda y sexta (primer y segundo cuerpo) son obras de tres pintores: Francisco de Rizzi (uno de los mejores del momento), que realizó dos cuadros a partir de 1652, la Anunciación y la Adoración de los Pastores; el citado Luis Fernández, que pintó la Adoración de los Reyes; y el mencionado Mateo Gallardo, que hizo lo mismo con la Circuncisión de Jesús.
2.- Imagen central de la Asunción
La arquitectura, escultura y pintura están en consonancia maravillosa, en una armonía rara de encontrar en obras semejantes. La iconografía es una lección de la Iglesia contrarreformista, que intentó resaltar el historicismo de la Iglesia como institución. En el centro, el origen de toda fe, la Virgen rodeada de sus padres, San Joaquín y Santa Ana; al lado, los patronos del obispado y a continuación los patrióticos santos: Santiago, San José y Santa Teresa, todos ellos enmarcados por las potestades angelicales. Todo este programa se justifica porque debajo está el gran misterio, el de la Muerte en la Cruz. Hay una magnífica concordancia entre los temas y la solución técnica de la talla; a la Asunción se le da un papel esencial y la talla es una réplica de la que hizo en Miranda do Douro. El espacio en el que se mueven las esculturas centrales es el de movimientos más bruscos, sobrevuelan, rebasan los tableros. Es un espacio barroco tan complejo como el mensaje teológico. Si nos detenemos a comparar unas imágenes con otras, las mejores calidades artísticas están en las cabezas, parecen ser las que salieron de la gubia del maestro, mientras es lógico pensar que los cuerpos fueran obra de los ayudantes de su taller.
En el tabernáculo se venera una imagen de Nuestra Señora del Sagrario, de estilo gótico y que data del siglo XII. El original es de madera recubierta de plata y se expone en el museo catedralicio.
3.- El Calvario
4.- Escultura de San Juan Bautista
5.- Detalle de los relieves
SU PROYECCIÓN
Como es evidente, dicho retablo fue el espejo en que se miraron otros templos de la región; no sólo de la diócesis placentina, sino de otras foráneas. Aunque en mayor o menor grado son varios los que guardan alguna relación con él: Casar de Cáceres, Malpartida de Plasencia, etc.), hemos seleccionado dos que nos son muy familiares, uno de cada diócesis, que se parecen mucho entre sí y que imitan al retablo de la ciudad del Jerte: el de la parroquia de San Andrés de Navalmoral de la Mata (de su sede) y el de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso (perteneciente a la de Coria). Ambos se construyeron unos años después del placentino, pero en el mismo contexto histórico y artístico.
Como es lógico, dada la economía de ambos municipios y otros factores[2], ambos retablos son más modestos, pero guardan cierto paralelismo con el placentino.
2.- El Retablo de la iglesia de San Andrés de Navalmoral
Algunas notas para la introducción[3]
Según adelantábamos, los retablos suelen adoptar una disposición geométrica, dividiéndose en cuerpos (secciones horizontales, separadas por molduras) y calles (secciones verticales, apartadas por pilastras o columnas). Las unidades formadas por esta cuadrícula de calles y cuerpos se denominan encasamentos, y suelen albergar representaciones escultóricas o pinturas. El conjunto de elementos arquitectónicos que enmarcan y dividen el retablo se denomina mazonería. También hay ejemplares que se organizan de forma más sencilla, con una escena única centrando la atención.
El retablo suele elevarse sobre un zócalo para evitar la humedad del suelo. La parte inferior que apoya sobre el zócalo se llama banco o predela, y se dispone como una sección horizontal a modo de friso, que a su vez puede estar dividida en compartimentos y decorada. El elemento que remata toda la estructura puede ser una luneta semicircular, o una espina o ático; como corresponde a su posición dominante, suele reservarse a la representación del Padre Eterno o a un Calvario. Todo el conjunto se protege a veces con una moldura llamada guardapolvo, muy habitual en los retablos góticos.
2.1. Lo que había antes de este retablo
A partir del siglo XV, tomó relevancia el tabernáculo o sagrario (lugar donde se guardan las formas sagradas), que paulatinamente centralizó el espacio del retablo hasta convertirse, en ocasiones, en su elemento principal, adoptando incluso formas exentas e independientes.
En la iglesia de San Andrés, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, hubo un primer retablo con las características que acabamos de describir. Atisbos de ello los tenemos en la margen izquierda del retablo, a la altura de la imagen de San Pedro. Queda señal del hueco del sagrario, al mismo tiempo que puede observarse el picado de la piedra, para deshacer la parte que quedaba fuera del actual retablo; pero queda el resto detrás, y que rodeaba la situación del sagrario.
Debió ser hermoso. Todo de piedra. Con adornos de columnas, conchas y figuras, que aún pueden observarse, y que permanecen, tras la calle izquierda del actual retablo y que se pudo observar cuando se realizó la última restauración del mismo.
2.2. Algo de historia del retablo
Al igual que el de la catedral de Plasencia, el actual retablo de San Andrés data del s. XVII y es de madera sobredorada. Según veremos más tarde, debió ejecutarse entre 1640 y 1659. Es decir, durante los obispados de los prelados ya señalados para esa época: Diego de Arce y Reinoso (1640-1652), Juan Coello de Sandoval (1652-1655) y Francisco Guerra (1656-1657).
Consta de predela, dos cuerpos sobre ella y rematado con el ático. Consta de cinco calles separadas por columnas estriadas rematadas con capiteles corintios.
Hay toda una reseña del desarrollo del pago de la construcción del retablo, en los archivos parroquiales. Principalmente se encuentra en el Libro de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario. En él se consignan los distintos pagos que se le hicieron a Jerónimo de Bricuela, constructor del mismo. El tal Jerónimo de Bricuela, era vecino de Cuacos. Así aparece en una nota de pago donde dice:
«En la villa de Navalmoral del Concejo y campana de la Mata en dos días del mes de Abril de 1644 ante mi Domingo Caballero? compareció presente Jerónimo de Bricuela, vecino del lugar de Cuacos, jurisdicción de la ciudad de Plasencia”.
Lo que no podemos asegurar es que fuera natural de allí, pues con frecuencia estos constructores se desplazaban de un lugar a otro, con el fin de cumplimentar encargos que se les hacían.
La primera mención que aparece en las cuentas que allí se registran de los ingresos datan después de la visita del 26 de Noviembre de 1644, pero que se supone que no son indicativas del comienzo de la construcción del retablo, dice:
«Jerónimo de Bricuela tres varas y media a seis reales. 714 maravedís» (Folio 8)
No obstante, en otro lugar aparecen pagos que se hace anteriormente, en el que se autoriza pago al maestro que hace el retablo:
”Pago Jerónimo de Bricuela maestro del retablo 1.166 reales. Septiembre de 1640”.
Esto nos indica que antes de 1640 o en el mismo 1640, la construcción del retablo está en ejecución.
Después prosiguen los abonos, como éste otro, que se refiere a una anotación en el folio 14 de dicho libro, pareciendo que corresponde al año 1643, en la que se dice:
(Margen: Retablo; Pasada; hízomela buena ante escribano)
«Y data yo Jerónimo Bricuela maestro que hizo la obra del retablo de esta iglesia del Señor San Andrés de este villa del señor licenciado Juan Fraile mayordomo de ella recibí doscientos y cinquenta y nueve, con la partida de arriba en que todo entró en esta carta de pago y lo firme en Navalmoral a quatro de ¿Octubre? de el 43» Firmado Jerónimo de Bricuela.
Y uno más posterior:
«En la villa de Navalmoral del Concejo y campana de la Mata en dos días del mes de Abril de 1644 ante mi Domingo Caballero ? compareció presente Jerónimo de Bricuela, vecino del lugar de Cuacos, jurisdicción de la ciudad de Plasencia y confesó haber recibido del licenciado Juan Frayle, vecino de esta villa y mayordomo de ella 992 reales a cuenta de la hechura del retablo que está labrando para la iglesia de dicha villa, de lo cual…hago carta de pago en presente firma y lo fizgo ansi ante mi el presente siendo testigos Juan González de Martín González y Pedro García y Francisco Gallego vecinos todos de dicha villa … le conozco lo firmo de su nombre de que doy fe”.
Firmado Jerónimo de Bricuela Ante mi Domingo Caballero
Más este otro:
“Pagué a Jerónimo de Bricuela, maestro del retablo 761 reales a quenta de la hechura del retablo ha sido 66 reales que le dio Juan Granado y se hizo cuenta el día 2 …. ? ? de 46”.
Es más, por lo que puede leerse en la misma nota de cuenta, en relación con la construcción de la base o zócalo del retablo, se hace el detalle del importe de dichos trabajos.
En la misma página constan diversas cuentas de la piedra, cal y peonadas para el transporte o hechura de la base del retablo, con detalles de a quienes se abonaron. En total importaron 12.834 reales.
Y de ese mismo año 1646 existe otra cuenta de pagos atrasados:
“Retablo: Primeramente se le pasan en cuenta trescientos y quince mil cuatrocientos y cuarenta y seis maravedís que parece a pagado a el maestro que hizo el retablo y de el asiento de el como costo por cartas de pago que mostró. Mas se le pasan en cuenta siete mil y cuatrocientos ochenta maravedís que gastó con el maestro que traxo la yglesia para tasar el retablo consta por carta de pago.
(9) Mas pagué a Jerónimo Bricuela ochocientos y quarenta y quatro reales de la hechura del retablo
Mas le pagué treinta y seis reales de dicha hechura del retablo.
Mas le di al dicho veinte y seis reales.
Mas quinientos reales que di a Bricuela, de la hechura del retablo.
(10) Pasense en quenta mil setecientos y seis reales por trabajos que pareció haber pagado a quenta del rretablo.
(11) Mas da en data pagado a Florentina Díaz viuda de Jerónimo de Bricuela a cuenta de la hechura del retablo 18,520 (530) reales como ¿correduras cartas de pago que tiene la suso dicha y se le pasaron”.
Como podemos constatar con nombres, hubo intervención de varias personas, que construyeron dicha base del retablo. Pero nos queda la duda de si esta intervención fue cuando el retablo, una vez construido, se trataba ya de colocarlo definitivamente o al comienzo.
Algo interesante que se puede consignar es que la madera que se usa en el retablo es de pino y que no debería proceder de muy lejos de aquí (tal vez de los pinares del Tiétar, lugar más donde existían entonces), pues en una pequeña nota se consigna una partida que dice:
“Madera: más pagué ocho reales a la sobreguarda porque dejare cortar los pinos para el retablo”.
El pago del retablo se continuó realizando en varias partidas pues, ya que después de las realizadas en 1644 y 1646 hay consignadas otras partidas:
“(Margen: hizomela buena ante escrivano). Carta de pago del retablo
Digo yo Jerónimo de Bricuela maestro de la obra del retablo de esta villa de Navalmoral que recibí del licenciado Juan Frayle mayordomo de la parroquial de esta villa, conviene a saber mil y cuarenta y ocho reales a fin de pago por obra del dicho retablo y por que es verdad que los recibí y no haber escribano de presente dí esta firma la de mi nombre ante Pedro Marcos Cura teniente a dieciseis días del mes de Agosto de mil y setecientos ? cuarenta y nueve.
Firmado Jerónimo de Bricuela Pedro Marcos»
Así, en 1653 dice: “Pagué 800 reales a Jerónimo de Bricuela a cuenta del retablo de que tengo carta de pago hecha fecha a tres de enero de 1653”.
La muerte de Jerónimo, debió ocurrir en 1659, pues a partir de esa fecha ya no aparece en ningún sitio.
Aunque por los apuntes que se encuentran en dicho libro, es de señalar, que el pago total del retablo no se completó hasta después de la muerte de Jerónimo de Bricuela, puesto que hay indicios de pago, tanto a su viuda, como hijos. Incluso se ve que tuvieron que intervenir para que se pagaran las deudas a los mencionados. Así nos encontramos con:
“28 de noviembre de 1663. Se le pasan en cuenta 900 maravedís que ha de pagar a José de Bricuela heredero de Jerónimo de Bricuela a cuenta de lo que se le debe de la hechura del retablo
Herederos
Se le reciben en data 574 reales que ha pagado a los herederos del que hizo el retablo de esta iglesia según consta de cartas de pago que rubricadas se entregaron al dicho mayordomo que valen. Manda su merced no le paguemos hasta que se ajuste la cuenta de lo que se le restare”.
Y consta otra más posterior, concretamente de 1671:
“Recibí del Sr. Alonso Martín de Arias, mayordomo de la iglesia parroquial de esta villa de Navalmoral 4 fanegas de trigo en grano a cuenta de lo que se me debe de la mitad de lo que dicha iglesia está debiendo de la hechura del retablo de dicha iglesia como (celonaria) de Florentina Díaz, mi tía, mujer que fue de Jerónimo de Bricuela , su marido, la cual quedó por bienes gananciales como lo declara una ffca= (fecha) que tengo en mi favor del pleito que seguí con los herederos de Jerónimo de Bricuela y porque los recibí di esta carta de pago en Navalmoral en treinta días del mes de Agosto de 1671
4 fgas. trigo Firmado y rubricado Joseps Ximenez”
“Digo yo Alonso del Barco Isla que recibí de mano de Alonso Martín de Arias mayordomo de la iglesia de Navalmoral por quenta de lo que tengo de recibir de la parte que me toca por la hechura del retablo, cincuenta reales que son de ciento y sesenta y tres reales en que fue (alcancada) dicha iglesia por mayor ajustadas todas cuentas y por la verdad de que los recibí esta fecha en catorce de noviembre de mil y seisciento y setenta y uno. A los cuales dichas cuentas me hallé presente.
Firmado y rubricado: Alonso del Barco Isla”.
“Mas da en data pagado a Florentina Díaz viuda de Jerónimo de Bricuela a cuenta de la hechura del retablo 18,520 (530) reales como ¿correduras cartas de pago que tiene la suso dicha y se le pasaron”.
Posteriormente sufrirá distintas restauraciones, como la de 1721-23, que afectó tanto a las pinturas como a las imágenes, por encontrarse muy deterioradas[4].
2.2.1. Tasación del retablo:
Era costumbre, según parece, el de hacer una tasación final del trabajo realizado, tanto por parte de la iglesia como del propio interesado constructor. Tasación que había que pagar, y que en el caso que nos incumbe consta. Podemos leer:
Tasación de retablo.
«Digo yo Gaspar Díaz de Carrasco vecino de ciudad de Trujillo y maestro ensamblador, persona nombrada por parte de la iglesia de esta dicha villa que tengo recibido de dos días, que he asistido a la tasación del retablo de la iglesia de esta villa y tres de mi camino, doscientos veinte reales de mi trabajo y ocupación y por ser verdad que lo tengo recibido de mano de Rvdo. Juan Frayle, clerigo presbítero y mayordomo de dicha iglesia, lo firmé de mi nombre en Navalmoral a siete días del mes de Febrero de mil seiscientos y cincuenta y tres años
Firmado Gaspar Díaz Carrasc”.
Declaraciones del retablo
“Pagué a Francisco Cordero, Cura de esta villa y Francisco Iñigo notario de las declaraciones y peticiones que se hicieron cuando vinieron a tasar el retablo por mitad nueve reales.
Tres reales que pagué en ¿Plasencia? de vista, dile y declaraciones y comisiones para la retasa.
Dos reales que pagué a Vbº? del vicario de Jaraiz que mandaba llevar seis reales a cuenta y a ¿costo? otros y no se paguen más de tre ? y seis cuartos que me llevaron en ¿plaza? de la suspensión de las censuras”.
Después de todas estas anotaciones de pagos que hemos consignado, no sabemos quienes o quien es el autor de los cuadros, puesto que no siempre era el retablista. También nos quedan dudas, como veremos, de qué imágenes eran las originales para este retablo, puesto que en el inventario que se consigna nos encontramos con las siguientes imágenes, de las cuales algunas aún existen:
2.2.2. Lista de imágenes:
. Un Xto. Crucificado grande en el altar mayor (probablemente es el que estaba en el ático del retablo). Si se trata del hallado recientemente, y que hemos catalogado en agosto de este año, se trata de un cristo muy antiguo, de finales del siglo XIV (pudo proceder de otro templo, quizá de Santa María de la Mata, que por entonces había perdido su esplendor).
. Un S. Andrés del culto. Tal vez el gótico que aún se venera.
. Un S. Blas. Que hoy no existe en San Andrés. Sin embargo, sí hay una talla del mismo en la ermita de San Isidro que se erigió a mediados del siglo XX por los vecinos del barrio del Cerro y de La Peligrosa, agricultores y ganaderos en su mayoría. Aunque esa talla está muy restaurada, posiblemente a finales del XVIII o principios del XIX, sobre la anterior.
. Una imagen de S. Sebastián (situada en la parte izquierda superior del arco principal; encima del púlpito).
. Una imagen de S. Gregorio de madera tallada. Que ya no existe, pues debió llevarse al templo matriz de Santa María de la Mata (hoy ruinas de San Gregorio), donde se celebraba una famosa romería en el siglo XIX. Al desaparecer la Campana en 1855 se arruina la iglesia.
. Una imagen de Sta. Ana (situada en la parte derecha superior del arco principal; encima del Resucitado).
Las imágenes citadas de San Blas, San Sebastián y San Gregorio nos señalan la economía básica de Navalmoral en el pasado, eminentemente ganadera y agrícola.
Las posteriores se irían adquiriendo después a otros templos talladores.
Tabla 1: Ubicación de los elementos del Retablo de San Andrés
7.- Esquema del retablo de San Andrés de Navalmoral
8.- Fotografía antigua del retablo
9.- Retablo de San Andrés de Navalmoral en la actualidad
2.3. Descripción del retablo.
Como ya se ha dicho, el retablo es del s. XVII, período en el que más se trabaja en toda la región. Pero también se realizó en época en que Navalmoral y comarca padecían una gran crisis económica, entre otras causas, por los elevados costes que conllevó la consecución del título de Villa y emancipación de la ciudad de Plasencia
Había en este siglo y anterior tendencia a imitar en los retablos de algunas iglesias la estructura y configuración de la iglesia catedral más cercana, o de la misma diócesis. Algo de esto tiene el retablo de S. Andrés, en relación con el de la catedral de Plasencia; aunque, como es de suponer, en menor escala. Podríamos poner como algo similar el retablo de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción de Montehermoso, retablo muy parecido a este de S. Andrés, con las mismas distribución y factura, según veremos en el siguiente apartado.
Para el visitante de este último, puede notar una diferencia actual ya que éste último de S. Andrés no tiene, en el lugar del sagrario, el manifestador que aquel tiene. Pero se ha de advertir que éste de S. Andrés lo tenía, aunque no se sabe cuando desapareció. No obstante sí hemos conocido las bivalvas de dicho manifestador, que estuvieron mucho tiempo como base de la cruz parroquial. No obstante, hay notificación gráfica de él.
Hay la impresión, que la repisa donde está colocado el sagrario actualmente, se hizo de los restos del manifestador, dándole la forma que ahora tiene. ¿Cuándo? ¿Por qué?
La tabla del fondo indica perfectamente la presencia de un manifestador del Santísimo, puesto que todo tiende a la adoración por parte de los ángeles al Señor expuesto, quedando en lo no pintado lo ocultado por las bivalvas.
Es posible que todo ocurriera, cuando se puso un altar y manifestador de mármol, de la casa Granda, que desapareció, cuando se hizo la reforma interior del templo.
Fuera lo que fuese de dicho manifestador, la distribución actual del retablo es la siguiente:
Se compone de dos cuerpos, cinco calles, con ático y predela, y una serie de pinturas en cuadros de separación de cuerpos. (Ver Esquema y situación de los elementos).
- El ático, como era normal, está con una pintura del Calvario. Con el fondo de la ciudad, sobresalen las figuras del Crucificado, teniendo a su derecha a su Madre Dolorosa y a su izquierda Juan, el discípulo amado.
Durante mucho tiempo, la figura del Crucificado, fue sustituida por un crucifijo que ocultaba buena parte de la tabla. Al realizar la limpieza y reparación del retablo fue restituido todo a su forma originaria.
- Entre el ático y el segundo cuerpo nos encontramos con cuatro pequeños cuadrados apaisados:
Encima de la primera calle de la izquierda (según lo ve el espectador) se halla uno de Santa Lucía. De gran devoción en el pasado, patrona de la vista debido a una leyenda en la Edad Media que decía que, cuando Lucía estaba en el tribunal, aun sin ojos, seguía viendo. También es patrona de los pobres, los ciegos, de los niños enfermos y de las ciudades de Siracusa, Venecia y de Pedro del Monte. Así como de los campesinos, electricistas, choferes, fotógrafos, afiladores, cortadores, cristaleros y escritores.
Durante la Edad Media, debido al retraso acumulado por el Calendario Juliano, la festividad de Lucía coincidía con el solsticio de invierno y, por tanto, el día más corto del año.
A continuación, siguiendo a la derecha, tenemos una escena que parece ser del Antiguo Testamento. En realidad no sabemos cuál es. Da la sensación de la manifestación de Dios a Moisés, con el fondo de la zarza ardiendo.
El cuadro que aparece en la calle siguiente representa la escena en que un cuervo le trae a Elías un pan para alimentarse, cumpliendo lo que Dios le había dicho anteriormente y que aparece en el libro 1 Reyes, 17,4: “he ordenado a los cuervos que allí te suministren alimento…” Va en consonancia con la tabla anterior también del Antiguo Testamento.
En el extremo derecho de la referida fila, se encuentra una santa mártir (porque parece portar la espada o la palma del martirio) que nos es desconocida.
- Bajando al 2º cuerpo, en la primera calle de la izquierda, está la talla de San Ramón Nonato. Probablemente es una de las imágenes originales de este retablo, pues parece adaptarse a la hornacina que la alberga. Curiosamente, también en Montehermoso se le tiene gran devoción (con retablo incluido), ya que es el santo patrón de los partos, matronas, niños, embarazadas y personas acusadas falsamente (su epíteto nonnatus –no nacido– se deriva de haber sido extraído de su madre por cesárea después de que ella hubiera fallecido).En la calle central de este cuerpo hay un habitáculo mayor que alberga una imagen de San Andrés, titular del templo y patrón de la localidad, de escasa calidad. En su origen presidía este espacio un cuadro al óleo del titular, que sufrió tantos retoques que hoy está en muy mal estado en la sacristía y no merece la pena restaurarlo (a juicio de los expertos, cuando repararon el retablo en 1989).
- Otro de los grandes misterios del cristianismo aparece en el cuadro siguiente: la Venida del Espíritu Santo, o momento en que comienza la andadura de la Iglesia. Destaca principalmente la Virgen María, presidiendo el grupo y manteniendo la oración comunitaria de la Iglesia.
- Seguidamente nos encontramos con un cuadro grande, con uno de los misterios principales del cristianismo. La Resurrección del Señor. Por lo que podemos ver, se trata del mismo momento de dicha resurrección, pues no aparece nadie: si exceptuamos a los soldados que, como podemos comprobar, no estaban dormidos como querían determinar los sumos sacerdotes y fariseos. Esbelta la figura de Cristo.
Se remata este cuerpo (primera calle por la derecha) con la imagen de San Francisco de Asís (que también aparece en el retablo de Montehermoso, aunque la escultura es más pequeña). Santo de gran devoción en todos los tiempos y que actualmente ha suscitado las miradas de todos por haberse puesto el Papa ese nombre, para resurgir al espíritu de pobreza de la Iglesia.
- Entre cuerpo y cuerpo del retablo hay otra serie de cuadros de menor tamaño, apaisados como los superiores:A continuación, y en la segunda calle, aparece la transverberación de Santa Teresa (del latín transverberatĭo, que significa «traspasar»). Según el diccionario, “es una experiencia mística que, en el contexto de la religiosidad católica, ha sido descrito con un fenómeno en el cual la persona que logra una unión íntima con Dios siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural. El ejemplo más conocido es de Santa Teresa de Jesús. En este cuadro contemplamos los elementos que la Santa nos describe en su Libro de la Vida, capítulo XXIX.Y, en la calle exterior derecha, nos encontramos con un cuadro de San Antonio de Padua, con gran devoción en Extremadura, España, Portugal (país de nacimiento) e Italia (donde ejerció gran parte de su corta vida).
- Otro hecho insólito nos encontramos en la siguiente pintura de la segunda calle intermedia: S. Ildefonso, santo español arzobispo de Toledo, que es investido con una casulla por la Virgen (de acuerdo con el supuesto milagro de su encuentro con María). La ayuda un ángel.
- En la primera calle de la izquierda se representa a una santa, pero que no sabemos quién es: para unos se trata de Sta. Águeda de Catania (relacionada por su origen siciliano con Santa Lucía, por eso tal vez se hallan en la misma calle). Aunque para otros pudiera ser Santa Catalina de Siena, monja dominica, prueba de la influencia que los frailes dominicos procedentes del convento de Santa Catalina de Aldeanueva de la Vera ejercieron sobre la comarca, a la que misionaron a finales del siglo XVI y principios del XVII.
- Para todos es conocible la imagen que ocupa la hornacina de la primera calle de la izquierda (según la vemos) del primer cuerpo del retablo: se trata de la imagen de S. Pedro Apóstol. Las llaves que lleva en sus manos le delatan como el portador del primado de la Iglesia que Jesús le dio, después de haber sido examinado de amor. Esta imagen, una talla formidable, se ve claro que no es primigenia del retablo. Debió venir de otra parte, o pudiera que, al igual que los retablos de los altares laterales, procediera de alguno de los conventos que se ubicaban en la zona y que por distintas causas desaparecieron (aunque el esquema prototipo de esa época nos anima a aseverar que en su origen hubo otra talla de San Pedro).
- Tanto la hornacina que ocupa el Cristo de Medinaceli (segunda calle por la izquierda), como la que ocupa la Virgen de Guadalupe (segunda por la derecha), fueron originariamente cuadros (tal vez representando a la Anunciación y al Nacimiento de Cristo[5]), que fueron robados en los primeros años del siglo XX[6]. De hecho en la parte posterior de la del Cristo de Medinaceli hay una inscripción que dice quien la hizo. En su lugar se colocaron las imágenes citadas.
Entre ambas tallas, en la calle central, está el lugar del antiguo Manifestador y ahora el Sagrario.
En la última calle de la derecha está la talla del Buen Pastor. Aunque es muy posible que antes ocupara este espacio una imagen de San Pablo, haciendo juego con San Pedro (como en Montehermoso o la catedral de Plasencia).
10.- Talla de San Pedro
11.- Escultura del Buen Pastor
- Los cuatro cuadros que componen la predela son estampas de la Pasión del Señor: En nuestro caso nos encontramos con el primero por la izquierda que representa la Flagelación del Señor. A continuación se halla La coronación de espinas. En la segunda calle comenzando por la derecha está el Encuentro con María camino del Calvario. Elocuente es el cruce de miradas entre Madre e Hijo. Y, la calle del extremo derecho, La Piedad. Notamos la presencia de Jesús muerto. María que lo sostiene en sus piernas, con la cabeza en su brazo izquierdo. Juan. Y a los pies Mª Magdalena.
12.-Una de las pinturas de la Predela
2.4. ÚLTIMA REPARACIÓN Y LIMPIEZA DEL RETABLO
AÑO 2000
Como todas las cosas, el paso del tiempo. Así había ocurrido con el retablo. Los últimos años había recibido un grave deterioro, principalmente a causa de las termitas.
Habían entrado por detrás del retablo, por la parte baja y habían atacado principalmente las columnas de la parte derecha, en el primer cuerpo.
Se contrató un equipo de restauradores, que, puesto manos a la obra, dejaron el retablo con una nueva visión de las pinturas y limpieza del resto de la estructura, al tiempo que ésta se había reforzado en los anclajes.
Cuando todo estuvo concluido, en la limpieza y restauración del retablo, una misa en acción de gracias celebrada el 21 de enero del 2001, presidida por D. Carlos López, Obispo de la Diócesis, junto con el Sr. Cura Párroco, D. David González, da por terminada una presentación del retablo de la iglesia parroquial de S. Andrés de Navalmoral de la Mata.
3.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso
Ya había intentado imitar algunas características de la Catedral Nueva de Plasencia: como es el caso de primitiva bóveda del techo (iniciada, pero no finalizada), que se pretendía descansar en proyectados haces de columnas cuyos nervios no parten desde los capiteles, sino desde los basamentos mismos, extendiéndose ramificados entre las bóvedas y creando de éste modo un efecto de gran belleza y únicos en el mundo (difícil técnica con la que, además, algunos tratadistas insinúan que los autores pretendían mostrar la unión de la Tierra con el Cielo). Como no se pudo rematar, se conservaron los arcos que separan los diferentes tramos y el inicio de los citados haces…, rematándose con bóveda de artesonado de madera.
Ubicado en la capilla mayor, el retablo es de notables proporciones pues cubre tres lienzos del ochavo, adaptándose también en su ático y remate al perfil de los nervios del abovedamiento.
Consta de banco, dos cuerpos con cinco calles y remate o ático.
Aunque, como en el caso de San Andrés de Navalmoral, imita al de la catedral de Plasencia (pero éste posee siete calles, dada la mayor extensión del ábside de la sede episcopal), y al igual mencionado de Navalmoral y de otros muchos templos, el de Montehermoso es más clasicista, con menos manifestaciones barrocas; siguiendo un modelo que se reiteraba en aquella época, con una estructura y forma en apariencia más renacentista.
Las columnas que separan las calles son estriadas y de orden compuesto. Las que separan las calles intermedias de las exteriores son dobles, para recalcar el ángulo del ábside.
Respecto a las figuras que componen el mismo, se distribuyen de la siguiente manera[7]:
- Calle central: en el cuerpo bajo presenta un expositor, cuyas características nos hacen pensar que es posterior a la ejecución del retablo. Con pequeñas tallas muy populares de San Francisco, Santo Domingo y Jesús Salvador.
- Sobre él, y ya en el segundo cuerpo, un grupo escultórico en el que destaca la Asunción de la Virgen (a cuya advocación está dedicado el templo), rodeada de ángeles muy toscos.
- Dicha calle finaliza con el remate, en el que sobresale el grupo del Calvario y la coronación con el Padre Eterno.
- Las calles intermedias presentan cuatro lienzos pintados, dos en cada cuerpo: en el inferior la Inmaculada (izquierda) y San José con el Niño (derecha, ambos de estilo popular y con imágenes desproporcionadas; en el cuerpo superior hay sendos óleos representando a la Anunciación (izquierda) y San Miguel (derecha) que, como las anteriores, poseen un mediocre valor artístico y parecen posteriores al tallado del retablo (tal vez de mediados del siglo XIX[8]).
- En las calles exteriores aparecen cuatro imágenes de bulto, pero siguiendo la estructura de las pinturas anteriores: San Pedro (izquierda) y San Pablo (derecha) en el cuerpo inferior, mientras que en el superior están San Andrés (izquierda) y Santiago el Mayor[9] (derecha). Todas ellas de pliegues duros y ampulosos, posturas forzadas (con un barroquismo patente) y rústicos rostros.
- El banco se decora con toscos relieves de los Evangelistas esculpidos en él.
- En los espacios comprendidos entre los dos cuerpos, y entre el segundo y el ático, hay unos espacios rectangulares apaisados con relieves similares a los del banco.
El conjunto fue pintado, dorado y estofado por Miguel Martínez, sin fecha.
Como hemos visto y comprobado en el esquema, es muy parecido al de San Andrés de Navalmoral, variando sólo las imágenes (de acuerdo con la devoción de los fieles de cada localidad). Ignoramos si el autor de la arquitectura fue el mismo que el de Navalmoral (Jerónimo de Bricuela), siendo rematado por el mencionado Miguel Martínez. Pero no hemos hallado datos en el Archivo Parroquial ante la dispersión que han sufrido sus documentos (gran parte de ellos desaparecieron y los Libros básicos se hallan en Cáceres, en el Archivo Diocesano). Pero lo que sí es evidente es que, si no lo realizó él, al menos tuvo conocimiento del de Navalmoral y del de la catedral de Plasencia. Por lo que suponemos que se ejecutó en las mismas fechas o posteriores a cuando se realizaron los anteriores, a los que imita. En esa semejanza pudo influir el hecho de que en la época de la construcción (entre 1640 y 1650) era Señora y III duquesa de Galisteo (a cuyo Señorío pertenecía el lugar de Montehermoso) Ana Apolonia Manrique de Lara; esposa de Baltasar de Ribera Barroso, a quien el 16 de agosto de 1621 concedieron el Condado de Navalmoral. Aunque quince años después, y quizá para evitar esto, nuestra localidad compró la libertad o exención (por eso, este título se encuentra vacante, pero el citado Baltasar Rivera siempre se tituló I Conde de Navalmoral).
Lo que sí es cierto es que no imitó al de la sede de su diócesis, Coria; ya que éste es muy posterior, de un siglo después; con el que sólo tiene en común la advocación a la Nuestra Señora de la Asunción y el grupo escultórico relativo a ello. Es lógico que Coria tuviera otro anterior, tal vez del siglo XVI (cuando se labraron el coro y la verja protorrenacentista), pero no del XVII.
13.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso
14.- Tabla 2: Ubicación de los elementos del Retablo de Montehermoso
15.- Esquema del retablo
16.- Fotografía antigua del retablo de Montehermoso
17.- Talla de San Pedro
18.- Talla de San Pablo
19.- Sagrario
20.- Un relieve de la Predela
21.- Óleo de la Inmaculada
22.- Óleo de San José
23.- Grupo escultórico de la Asunción de la Virgen
[1] es.wikipedia.org/wiki/Anexo: Obispos_de_Plasencia
[2] En 1636 la Campana de la Mata compra el título de Villa y la exención de la ciudad de Plasencia, por 7.565.000 maravedíes, de los que un tercio correspondieron a Navalmoral. Mientras que en esa misma época Montehermoso pertenecía al Señorío de Galisteo, bajo la jurisdicción de los Manrique de Lara, que grababan sus tierras con numerosos impuestos (alcabalas, una parte de las tercias reales, bienes mostrencos, etc.).
[3] Para este apartado nos ha sido de gran utilidad el estudio realizado por don Juan de la Fuente Remedios, anterior sacerdote de este templo.
[4] Archivo Parroquial de San Andrés. Libro
[5] BUENO ROCHA, J.: Navalmoral, 600 años de vida. Navalmoral, 1985.
[6] Archivo Municipal. Correspondencia. Publicado por QUIJADA GONZÁLEZ, D. en el periódico local “Quince Días”: Se produce un ‘horrendo sacrilegio’ en la Iglesia durante la mañana del 11 de enero de 1908, según comunica el párroco al alcalde, y sin que nos expliquen los hechos (pues todo el mundo lo sabría).
[7] ANDRÉS ORDAX, S. y otros: Monumentos artísticos de Extremadura. Editora Regional. 2006
[8] GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ, A.: Montehermoso, estudio histórico. Caja Duero. Salamanca. 1990
[9] Los Manrique de Lara, Señores de Galisteo a quien pertenecía Montehermoso, construyeron el templo en el siglo XVI y tal vez financian el retablo un siglo después, según veremos. Y eran caballeros de Santiago.