
Serafín Martín Nieto
El linaje de Carvajal cabe Santa María
Este linaje de Carvajal es de varonía Ulloa. El apellido Carvajal lo heredaron, como veremos, de Gracia de Carvajal.
- Fernán Pérez de Ulloa.
- Lorenzo Fernández de Ulloa “el Caballero”. Camarero del rey don Enrique II, quien ganó carta de hidalguía contra el concejo de Cáceres, dada en Illescas el 17 de diciembre de la era de 1416, anno Domini de 1378[1]. Parece que fue el primero de esta familia en asentarse en Cáceres. No queda memoria de quién fue su esposa.
- Fernán Pérez de Ulloa, señor de Malgarrida. Casado con Gracia de Carvajal, hija de Álvar García Bejarano, señor de Orellana la Nueva, y de Mencía González de Carvajal; nieta materna de los placentinos Diego González de Carvajal y Sevilla López de Villalobos.
Procrearon a Lorenzo de Ulloa, progenitor de los señores de Malgarrida; Juan de Carvajal el Viejo, de quien derivan varias ramas; Pedro de Carvajal; que sigue; Mencía Pérez de Ulloa, mujer de Diego García de Ulloa el Rico[2].
El 11 de diciembre de 1450, Fernán dio poder a sus hijos para testar.

Foto 1. Armas de Carvajal en el oratorio. Serafín Martín Nieto
- Pedro de Carvajal. Desposó a María de Mayoralgo, hija de Diego García de Mayoralgo, 4º señor de la Torre de Mayoralgo, y de Jimena Gómez de Orellana; nieta paterna de Luis García de Mayoralgo y María Martínez de Orellana, materna de Hernán Alonso de Orellana, 3º señor de Orellana la Vieja, y Juana González de Carvajal[3].
Pedro ya había fallecido cuando, el 28 de enero de 1482, María de Mayoralgo y Alfón de los Nidos se repartieron, ante Pedro de Moreda, unas tierras que tenían proindivisas en Santiago de Bencaliz[4].
El 19 de octubre de dicho año, Juan de Carvajal el Viejo, curador de sus sobrinos: Francisco, Juan, Diego, Fernando, doña Gracia y María, ante el alcalde real bachiller Gonzalo Hernández de Ciudad Real y el escribano Pedro de Moreda levantó inventario de los bienes de su difunto hermano Pedro[5]. Pronto falleció la mayor parte de esta fratría. Solo sobrevivieron Diego de Carvajal y María de Mayoralgo.
María profesó en el convento de Santa María del Valle de Zafra, conocido como Santa Clara de Zafra. Previo a su ingreso, el 12 de abril de 1499, ante Pedro de Herrera, escribano de Mérida, otorgó carta de testamento y de fundación de capellanía en Santa María la Mayor, de cinco mil maravedís de renta anual, con la obligación para el capellán de celebrar tres misas semanales en el convento de Santa María de Jesús. Dejó a su hermano Diego de Carvajal como heredero universal de todos sus bienes y patrono de esta obra pía[6].
- Diego de Carvajal “el Viejo”. Casó con Felipa de Villalobos y Vargas, hija de Diego de Villalobos y Teresa de Vargas.
El 19 de octubre de 1509, ante Pedro de Amarilla, junto con su suegra, en virtud de poder, otorgó las últimas voluntades de su mujer[7]
El 3 de noviembre de 1527, ante Francisco Gómez, contando con facultad real, dada en Madrid el 17 de marzo de 1517, instituyó vínculo y mayorazgo al que agregó, entre otros muchos bienes, la casa objeto del presente trabajo, otra situada enfrente que lindaba con las del comendador Hernando de Ovando, el heredamiento de Santiago de Bencaliz, que aún continúa en sus descendientes. Llamó a gozarlo, en primer lugar, a su hijo varón, y mayor, Diego de Carvajal el Mozo, del que trataremos más ampliamente, y sus descendientes; y en su defecto, a su hija Teresa de Carvajal, alio nomine Teresa de Vargas, mujer de Álvaro de Aldana, señor de la Lagartera. El poseedor estaba obligado a apellidarse Carvajal y a no agregarlo a ningún otro mayorazgo[8].
Aunque se reservó vitaliciamente los bienes, sin embargo, el 15 de octubre de 1530, ante Francisco Gómez, dio posesión del mayorazgo a su hijo, que se materializó en las casas principales conforme al ritual de rigor: “anduvo por las dichas casas e tomó por la mano al dicho señor Diego de Carvajal, su señor e padre, e le sacó fuera dellas. E salido, çerró las puertas de las dichas casas e con su mano lo tornó a meter en ellas para que por él y en su nonbre las biviese e morase e estuviese en ellas por su voluntad” [9].
Las casas de la Rúa, fronteras a las principales, las había comprado el 28 de agosto de 1512, ante Gaspar Sánchez, estando dentro de la iglesia de Santa María, a Pedro de Ovando, hijo de Hernando de Ovando. Lindaban por todos lados con las del comendador Hernando de Ovando y por delante la calle real y el altozano del cementerio parroquial, actual plaza de Santa María. Asimismo, unas casillas contiguas al corral y solares de las principales por ochenta mil maravedís[10].
El 10 de abril de 1531, ante el teniente de corregidor, bachiller Rentería, por el corregidor Felipe Pernía, comparecieron Diego y Álvaro para solicitar la apertura del testamento que su padre y suegro, respectivamente, había otorgado cerrado el 1 de febrero de 1529, ante el escribano Francisco Gómez, “estando dentro de las casas e morada del señor Diego de Carvajal, que son dentro de los muros e çerca de la dicha villa”. Mandó hacer un retablo para Santiago de Bencaliz con las representaciones de Santa María de la Antigua y Santiago a caballo, con el oro y la plata necesarios. En él ratificó el mayorazgo que había fundado en cabeza de su hijo homónimo, pero amplió los llamamientos, en caso de extinción de su descendencia directa, a los hijos de Juan de Carvajal y Mencía de Toledo; en su defecto, a los de Francisco de Solís y doña Juana; a los de Francisco de Carvajal, Hernán Pérez de Carvajal y Gonzalo de Monroy, sucesivamente[11].
- Diego De Carvajal “el Mozo”. Contrajo nupcias con doña Beatriz de Figueroa, hija de Juan de Figueroa y doña Isabel de la Cerda; nieta paterna de Santos de Figueroa y Mencía de Contreras, materna de Gonzalo de Ulloa y Juana González de Valdivieso.
El 29 de enero de 1511, ante Gaspar Sánchez, Juan de Figueroa dispuso sus últimas voluntades. Eligió como última morada la tumba de su padre en Santa María. Mejoró, por vía de vínculo, a su hija Beatriz con las casas principales de la Cuesta del Río, las de las Seguras con las tierras de pan llevar y los alcaceres; propiedades que debían pasar a su nieto mayor, que debería apellidarse Figueroa[12].

Foto 2. Blasones familiares en la reja de la capilla de San Miguel. Serafín Martín Nieto.
El 3 de septiembre de 1555, ante Juan Pardo, teniente por el corregidor Francisco Calderón, Lucas Holguín, en representación de Diego de Carvajal, solicitó la apertura del testamento de su suegra, Isabel de la Cerda, otorgado cerrado el 5 de julio de 1554 ante Cristóbal de Cabrera. En él, mandó diez mil maravedís anuales a su nieto mayor, Baltasar de Carvajal; a su nieto segundo, Gaspar de Figueroa, por vía de vínculo, la mitad de las rentas de hierbas que poseía, con la obligación de llevar los apellidos y armas de Ulloa y Figueroa[13].
Por la proximidad a su casa fuerte de Santiago de Bencaliz, Diego de Carvajal residía, a temporadas, en Casas de Don Antonio, donde había adquirido diferentes bienes.
El 18 de agosto de 1580, ante el licenciado Bernal de Herrera, teniente de corregidor, por el corregidor Francisco Mateo de Valcárcel, Francisco de Aldana solicitó la apertura del testamento que su tío Diego de Carvajal, fallecido hacía dos horas, había otorgado cerrado ante Pedro González[14]. Sin embargo, la partida de defunción fija su muerte en el día 19, que debió de ser el del entierro[15]. En él agregó al mayorazgo de su padre una serie de tierras que había comprado en Santiago de Bencaliz, Aldea del Cano y Casas de Don Antonio.
El 31 de octubre de 1590, ante el alcalde mayor, licenciado Valero Becerra, por el corregidor Benito Díez, Pedro Gutiérrez Flores solicitó la apertura del testamento de doña Beatriz de Figueroa, otorgado cerrado el 25 de agosto de 1586 ante Juan Romero. Mandó enterrarse en Santa María, con su padre, junto a la capilla de San Miguel. El 4 de enero de 1571 ante Martín de Cabrera había hecho mejora de tercio y quinto en sus hijos Gaspar de Figueroa y Melchor de Ulloa. El 12 de julio de 1576, otorgó un primer codicilo en el que fundaba tres memorias de misa, una en San Francisco y dos en Santa María[16]. El 8 de mayo de 1587, el segundo[17]. Fue sepultada el día de Todos los Santos de 1590[18].
Tuvieron cinco hijos: Baltasar de Carvajal, el mayorazgo, Gaspar de Figueroa, Melchor de Ulloa de la Cerda, Juan de Carvajal y Bernardino de Carvajal.
Ya hemos señalado que doña Isabel de la Cerda instituyó vínculo a favor de su nieto segundogénito Gaspar de Figueroa, alio nomine Gaspar de Carvajal, quien falleció soltero, dada su condición de presbítero, el 7 de mayo de 1589, mientras estaba redactando su testamento[19]. El 16 de junio de 1593, los dos hermanos supervivientes, Baltasar y Melchor llegaron a un compromiso para repartirse la cuantiosa herencia materna y la fraterna[20].
- Baltasar de Carvajal Figueroa. Casó tres veces. La primera con doña Juana de Acevedo, huérfana de Gutierre de Sotomayor y María de Monroy, vecinos de Badajoz.
Dejó este mundo el 24 de febrero de 1576. En su testamento mandó ser sepultada en el convento de Santo Domingo. No obstante, en la partida de defunción se señala el monasterio de San Francisco como destino sagrado de sus restos, seguramente en la capilla de los Carvajal[21].
De este enlace nació doña Isabel de Carvajal, mujer de Diego Messía de Ovando, señor de los Corbos, y en segunda nupcias, de Fernando Golfín, señor de Torrearias.
La segunda, en Garrovillas, el 6 de diciembre de 1584 con Luisa de la Peña, hija de Rodrigo Palomeque y Luisa de la Peña Saavedra. Sin sucesión.
La tercera, en San Mateo el 18 de noviembre de 1587[22], con doña Cecilia de Ovando, hija de Rodrigo de Ovando y Francisca de Mendoza y Vera; nieta paterna de Gutierre de Ovando e Isabel de Vargas; materna de Rodrigo de Cárdenas y Juana de Sandoval, naturales de Mérida.
Baltasar finó el 12 de junio de 1594[23]. Este mismo día, ante el licenciado Sedeño de Tapia, alcalde mayor por el corregidor Diego Canales de la Cerda, Diego de Ovando de Paredes, tío de doña Cecilia, solicitó la apertura del testamento que Baltasar de Carvajal había otorgado cerrado ante Juan Romero el 14 de noviembre de 1592. En él, agregó al mayorazgo familiar los bienes libres que había heredado de su padre, a saber, ciertas tierras en Santiago de Bencaliz y Mayoralguillo, la casilla a espaldas de las principales que su padre hubo comprado a Gutierre de Solís. Fundó vínculo de tercio y quinto a favor de su hija segunda, doña Beatriz[24].
Doña Cecilia testó por primera vez el 26 de octubre de 1610 ante Pedro de Pérex. Mandó enterrarse con su marido en la capilla de los Carvajal en Santa María[25]. Por segunda el 31 de agosto de 1633, ante Juan Vega. Dispuso su entierro en San Francisco junto con su marido. Por codicilo de 1 de diciembre de 1636, ante referido escribano, puntualizó que los 780.444 maravedís de renta de hierbas en el Collado, Suertes de Paredes y Ramosgil, que había dado a su hijo don Diego José de Carvajal -que ella había heredado de sus hermanas doña Juana de Sandoval y doña Mariana de Ovando, monjas en San Pablo, y estas a su vez de su tía doña Cecilia de Vargas-, debían destinarse a alimento a una o varias de sus nietas, con preferencia de las monjas a las seglares[26][27].
De este tercer matrimonio, nacieron Diego José de Carvajal, que sigue; Beatriz de Carvajal Figueroa, por otro nombre Beatriz de Ulloa, esposa de su primo hermano Gutierre de Ovando y Cárdenas; Francisca de Carvajal; Francisca de Mendoza, mujer de Gonzalo de Ulloa Carvajal.
- Diego José de Carvajal y Figueroa. Bautizado el 3 de julio de 1589. Caballero de Alcántara.
Desposó por poderes, representado por su primo hermano don Gutierre de Ovando, a doña María Carrillo Chumacero, hija del licenciado Francisco Carrillo y Catalina Carrillo. El 27 de enero de 1614, él, en persona, ratificó este casamiento[28].
Se enterró el 29-8-1620[29].
Procreó a Catalina María de Carvajal Carrillo, mujer de Juan Ramírez de Arellano, sin sucesión.
Casó nuevamente con Beatriz Portocarrero Golfín, hija de Pedro Alonso Golfín Portocarrero, señor de Casa Corchada, y Leonor de Carvajal; nieta paterna de García Golfín de Figueroa, señor de Casa Corchada, y Beatriz Portocarrero; materna de Juan de Carvajal y Sande, señor de la Quinta de la Enjarada, y Luisa de la Peña.
De este enlace, nació una amplia fratría: doña Cecilia de Carvajal, que sigue; Baltasar Antonio; Pedro José de Carvajal, que sigue; Leonor de Carvajal, monja en el monasterio de Santa María de Jesús; el capitán Melchor de Carvajal; María de Carvajal, Beatriz Portocarrero e Isabel de Carvajal, monjas en Jesús; Francisca Antonia, Isabel, Diego Melchor; Francisca de Carvajal, mujer de Alonso Antonio de Perero Ulloa, y Teresa.
Don Diego José falleció abintestato el 13 de mayo de 1653. El 21, ante Pedro de Artajona Portillo, se inventariaron los bienes libres que había dejado: rebaños lanares y vacunos, piaras de cerdos, tierras sembradas, partes en dehesas, algunas piezas de plata, casas, muebles y enseres[30].
- Pedro José de Carvajal y Figueroa. Bautizado el 17 de julio de 1627.
Casado y velado el 9 de septiembre de 1654 con Leonor de Carvajal Rol y Cerda, hija de don Bernardino de Carvajal e Isabel de Perero Carvajal; nieta paterna de Gonzalo de Carvajal y Sande, señor de la Quinta de la Enjarada, y de Felipa de Carvajal; materna de Alonso de Perero y Leonor de Saavedra Carvajal.
Testó el 4 de noviembre de 1659, ante Miguel Jiménez de Valverde. Dejó a su mujer como usufructuaria de sus bienes libres y, en su defecto, a su tío don García Golfín Portocarrero. Fallecidos ambos, se agregarían todos al mayorazgo de Diego de Carvajal “el Viejo”. El 19, se protocolizó el codicilo que había dictado a su confesor, el franciscano fray Alonso Cerrato. En él declaró como hijo natural a Pedro de Carvajal, de siete u ocho años, al que criaba en su casa, habido en mujer soltera siendo él también soltero, al que señaló doscientos ducados anuales de alimentos. Aunque no la reconoció, parece que tenía otra hija, María Pérez, a la que legó doscientos reales anuales de alimento para que la metieran monja[31].
Pedro murió soltero el 31 de mayo de 1696, dejando una hija natural de siete años, llamada Ana, habida en mujer viuda.
A falta de hijos legítimos, heredó su hermana primogénita los mayorazgos familiares.
- Doña Cecilia de Carvajal y Figueroa. Bautizada el 2 de abril de 1625.
Casada, previa dispensa papal, el 12 de noviembre de 1653, con don García Golfín Portocarrero[32], hijo de Pedro Portocarrero y Francisca Golfín, señora de Torrearias; nieto paterno de Fernando Golfín, señor de Torrearias, y doña Isabel de Carvajal: materno de García Golfín de Figueroa, señor de Casa Corchada, y Beatriz Portocarrero.
Doña Cecilia permaneció largos años viuda, desde la muerte de su marido, acaecida el 12 de septiembre de 1661, hasta la suya, sobrevenida el 13 de julio de 1706.
El mismo día del óbito, Juan Digán Muesas, procurador de don Pedro José Golfín, solicitó al alcalde mayor, don Manuel de Bonilla y Dávila, la apertura del testamento que había otorgado cerrado el 4 de junio de dicho año ante Gabriel Antonio Briceño de Muesas. En él, eligió como última morada la capilla de San Miguel. Dejó por heredero a su hijo don Pedro José, el único que sobrevivió de los tres que tuvo, pues Francisca y Manuel fallecieron en edad pupilar[33].
- Don Pedro José Golfín de Carvajal Portocarrero, señor de Torrearias y Santiago de Bencaliz, caballero de Alcántara. Nacido el 2 de mayo de 1665.
Con él, los mayorazgos de Diego de Carvajal y los vínculos de Juan de Figueroa y de Isabel de la Cerda se integraron en la Casa de los Golfines. Debido a las incompatibilidades de la fundación, en algún caso sucedió en él el varón segundogénito. Pero la mayor parte de las veces hasta la disolución de los mayorazgos, permaneció indisociable en la línea principal en cabeza del inmediato sucesor a los vínculos de los Golfines.
LA MORADA TERRENAL
Es Fernán Pérez de Ulloa, marido de doña Gracia de Carvajal el primer propietario documentado de la casa de los Carvajal cabe Santa María o Casa Quemada, como se la conoció largos años por haber sufrido un incendio en el siglo XIX. Tal vez, la heredara de su padre, Lorenzo Fernández de Ulloa “el Caballero”, origen de este linaje en Cáceres.

Foto 3. Fachada principal. Serafín Martín Nieto.
El 27 de julio de 1451, ante Luis González, Lorenzo de Ulloa y Juan de Carvajal “el Viejo” otorgaron el testamento de su padre: “sygujendo la voluntad del dicho Ferrand Peres, nuestro señor e padre, que vos, Pedro de Carvajal, nuestro hermano, ayades de mejora para vos, por juro de heredad, las casas de morada de la dicha villa de Cáçeres en quel dicho Ferrand Peres morava, con todos sus corrales e entradas e salidas, segund e en la manera quel dicho nuestro padre las poseya antes e al tienpo de su fallesçimiento”[34].
Pedro de Carvajal y María de Mayoralgo comenzaron a reformarlas. Pero el corregidor Lope Alfón de Laguna, “sin ninguna cabsa le ovo mandado e defendido que no fase nj hedificase unas casas que avía començado a faser en la dicha villa en la calle de (en blanco)”. Carvajal recurrió a la reina Isabel, la cual, estando en Sevilla, el 30 de abril de 1478, ordenó al nuevo corregidor, doctor Ruy González de la Puebla, que no pusiese impedimento alguno a la obra[35].
La heráldica atestigua la impronta dejada por este matrimonio en el edificio. En la crujía que daba al corral, hoy jardín, aparecen una ventana gótica con cresterías y los escudos de ambos linajes, Carvajal y Mayoralgo, que se repiten en el patio, en disposición cruzada bajo las gárgolas que canalizan las aguas pluviales hacia el aljibe central. Los del patio, curiosamente, son de pequeñas dimensiones.
El estilo de la parte baja del claustro no se corresponde con el gótico del momento de esta reforma, sino más bien con el renacentista de mediados del siglo XVI, cuando su nieto, Diego de Carvajal “el Mozo” acometió varias mejoras.

Foto 4. El vergel. Serafín Martín Nieto.
Coincido con Mayoralgo en la probabilidad de que la torre cilindríca o cubo no sea de época almohade. En modo alguno, podemos compartir la afirmación que se está generalizando, sin el menor apoyo documental, de que en ella fueran masacrados por el califa Abu Yaacub Yúsuf los fratres de Cáceres. Nos inclinamos a pensar que fuera levantada por Lorenzo Pérez de Ulloa, toda vez que, en la casa de su hijo Juan de Carvajal “el Viejo”, junto al alcázar real, también existió una torre cilíndrica, por lo que era conocida como la Casa del Cubo[36]. Curiosamente, en ninguno de los documentos conservados se menciona la torre de Carvajal.
Muy interesante es el oratorio, emplazado en los bajos de la torre y decorado bellamente con frescos renacentistas, atribuidos a Juan Bautista Pachi, con escenas de la vida de la Virgen y Cristo, elementos vegetales, dos sibilas y varios blasones de Carvajal. Don Álvaro Cavestany al restaurar la casa en 1969, las descubrió, pues estaban enjabelgadas. En la foto aparecida en el Diario Hoy, se aprecia que la bóveda de media naranja, actualmente blanqueada, también estaba decorada[37].

Foto 5. El claustro. Serafín Martín Nieto.
Esta es la escueta mención a la casa asentada en el mencionado inventario de Pedro de Carvajal: “primeramente, unas casas en que bivían”. La ya referida fundación de mayorazgo de Diego de Carvajal “el Viejo” es bastante más prolija. La primera vinculación la constituyen “las mis casas principales que yo tengo en esta villa, dentro de los muros della, en que bivo, que ove y heredé de mis padres, que alindan de una parte con el ciminterio de la yglesia de Nuestra Señora Sancta María i de la otra parte con la calle que dizen de la Rúa e por la otra parte con la calle de doctor Valdivieso e de la otra parte con casas que fueron de Hernando de la Cerda i son agora de Juan de la Peña i por do mejor parte” [38].
Con el intención de ampliarlas, llegado el caso, Diego de Carvajal “el Viejo”, el 28 de marzo de 1528, solicitó de don Juan López de Miranda, obispo de Castoria, administrador del obispado de Coria, en ausencia de don Ínigo López de Mendoza y Zúñiga, licencia para comprar por 310 maravedís y dos gallinas los 260 y las gallinas que la capellanía de Marina Jiménez, mujer de Gonzalo González, cuyo capellán era el vicario Hernán Galíndez, poseía sobre las casas de Francisco de León, en la calle de la Rúa, linde las de Juan de la Peña, las que fueron de Gonzalo de Cáceres y por las espaldas casas y solares de Diego de Carvajal. Argumentaba que Francisco de León era mal pagador, que debía siete u ocho años de renta y que los capellanes se veían compelidos a frecuentes reclamaciones judiciales. Esta transacción, tan desventajosa para Carvajal, solo es entendible bajo el objetivo de una futura anexión. El 18 de agosto de 1530, el cura Juan Galíndez, en su parroquia de San Mateo, falló a favor ante el notario Gaspar Hernández[39].
Sin embargo, dada la lentitud de los procesos, sería Diego de Carvajal “el Mozo” el que otorgaría la carta de trueque. El 12 de enero de 1533, ante Alonso de Trujillo, Carvajal situó lo 378 maravedís, incluidas las gallinas, sobre un censo de mayor cuantía en la casa a la Zapatería en que vivía Pedro de Vara, hijo de Pedro de Vara[40].
El 26 de abril de 1541, estando dentro de las casas principales, Diego de Carvajal se concertó con el cantero Pedro Gómez, “veçino que se dixo ser de la çibdad de Salamanca”, “estante en esta dicha villa”, para que le hiciera, a destajo, “en la dicha su casa una chimenea françesa que tenga ocho pies en luengo y una vara de medir de hueco, y toda de cantería por de dentro hasta el trasdós de las dovelas y con su can y sobrecan a la parte de fuera. Y más le a de poner los pisos de cantería que sean menester para entrar en la pieça donde se a de hazer j questos pisos sean de syete pies en largo y hen el fin destos pisos una portada toda de cantería con sus pies derechos y debolsores de una vara de medir en alto con su escaçanes de cantería de la parte de dentro y que sea capialçado”.

Foto 6. Un salón. Serafín Martín Nieto.
Además, Gómez se comprometió a abrir dos ventanas, una en dicha estancia, similar a la existente en la casa del doctor don Bernardino de Carvajal en la calle Ancha, pero algo más alta y ancha, de buena cantería y del mismo estilo –la que posiblemente habría ejecutado este cantero. Y otra “a cuadrado”, para la habitación que decidiera Carvajal. Gómez recibiría por su trabajo diez mil maravedís más todos los materiales de cal, arena y madera, andamios precisos, pues el cantero solo se obligó a sacar la piedra, transportarla, labrarla y asentarla en la casa. Comenzaría este encargo en cuanto terminase el que estaba realizando en la casa de Benito Moraga. En cualquier caso, debería estar finalizado para 30 de junio de dicho año y no podría simultanearlo con otro encargo. Gómez cobraría el importe en las tres pagas habituales en estos contratos: la primera, al empezar a sacar la piedra de la cantera, la segunda, cuando estuviera labrada; la última, cuando finalizara[41].
La casa conserva una chimena de cantería con el blasón de Mogollón en su dintel, que no reputamos como la de Pedro Gómez, sino más bien de acarreo.
La elección del cantero no fue casual. Pedro Gómez trabajaba entonces en la obra de la iglesia de Santiago y en las casas principales de los Saavedra de San Juan. Es uno de los principales artífices del estilo renacentista en Cáceres, donde se estableció.
Por estas fechas, Carvajal estaba públicamente excomulgado. El 30 de abril de 1541, dio poder al clérigo Juan de Cornieles para que ante el obispo de Coria o su provisor para su remisión, por cuanto había reconocido la culpa, que no menciona el documento[42].
Diego de Carvajal acometió otras reformas. Sin duda, la del patio y la fachada principal, que no se corresponden con el gótico imperante en tiempos de su abuelo Pedro de Carvajal, sino al renacentista de la época que le tocó vivir. En su testamento, de 17 de septiembre de 1579, ante Pedro González, reconoce que hubo comprado a Antonio García de Cáceres, clérigo, y a su hermano Francisco de Andrada un solar de casa en la calle de la Rúa, colindante con las principales “en el qual dicho pedaço de solar yo edifiqué la sala primera con su escalera que sube a ella y con su cámara y recámara y retrete y alcoba y cavalleriza, questá debaxo, e la bodega y la mitad del patio; y toda la otra escalera prinçipal que sube a toda la casa; con todo lo demás que está edificado de todo lo susodicho hasta las tejas de los tejados”. Toda esta obra nueva, agregada a las principales, se había construido de tal manera que, si se quería, se podía segregar y volver a abrir la puerta que tenía a la Rúa, “e ansí apartado, quedan hechas unas buenas casas”. En la crujía que da a la calle Tienda, asoma la que fue portada de entrada y, a simple vista, se distingue la agregación.
El 29 de enero de 1563, ante Cristóbal de Cabrera, estando en Santiago de Bencaliz, Diego de Carvajal y doña Beatriz de Figueroa donaron propter nuptias a su hijo primogénito Baltasar de Carvajal, con ocasión de su primer matrimonio con doña Juana de Acevedo, copia de granos anuales, las tierras de Bencaliz, cuyo usufructo se reservaba Diego, para que junto con las que siguiera comprando, se vinculasen al mayorazgo; y doña Beatriz, por su parte, las casas principales de los Figueroa a la Puerta del Río, con sus corrales y vergeles junto con la que fue de Leonor Álvarez la Pineda, linde por arriba las de Diego de Vargas Figueroa, por abajo las de Lorenzo de Ulloa Porcallo y los corrales con los de las casas que fueron de García Sánchez Carrillo, clérigo difunto; más la mejora de tercio y quinto[43].
En el mencionado testamento, Diego concedió a su hijo la facultad de trocar las casas de la Cuesta del Río por la agregada de la Rúa, “lo qual es mucho e me costó todo mucha cantidad de maravedís”. En caso de que no lo aceptase, mandó que se segregara de las principales y se incluyese en la mejora de quinto.
El 18 de agosto de 1580, sus testamentarios levantaron inventario de todos sus bienes en el que se recoge el contenido de las casas principales.
El 28 de julio de 1579, ante Pedro González, doña María de Ovando Valdivieso había ratificado la venta privada realizada por su marido, Gutierre de Solís, el año anterior a Diego de Carvajal en 85.000 maravedís, de dos pares de casas, en la calle de Valdivieso (hoy de la Amargura) que ella había heredado de su tío el prior Arias González de Valdivieso, frente a la portería nueva del monasterio de Santa María de Jesús; una lindaba con las de don Juan de Orellana y la de los hijos de Juan Copete, con su corral frente a las monjas; la otra, más pequeña, justo enfrente, con la que fue la de la Digana, perteneciente a una capellanía, y por atrás las principales de los Carvajal, con carga de 400 maravedís al cabildo eclesiástico[44].

Foto 7. Fachada lateral en la calle de la Amargura. Serafín Martín Nieto.
Ambas, junto con el censo sobre la casa de la Rúa que fue de León, se adjudicaron a Gaspar de Figueroa en el reparto de los bienes libres de su padre entre su madre doña Beatriz de Figueroa y sus hermanos Baltasar de Carvajal, y Melchor de Ulloa. El 24 de septiembre de 1583, Gaspar traspasó su legítima paterna a su hermano mayor por 140.000 maravedís. Previamente, los tres hermanos se habían concertado en vender a Baltasar, por el precio de tasación, toda heredad que lindase con las del mayorazgo[45].
Para dar luz a una de las alcobas, doña Cecilia de Ovando, curadora de su hijo Baltasar, mandó abrir una saetera en el grueso de la pared que daba a la techumbre de una casa pequeña que Diego Cano de la Rocha poseía en la calle de Tiendas, colindante por todas partes con las principales del mayorazgo de Carvajal y frontera a la principal de los Cano. El 19 de julio de 1598, se obligó a cegarla en cuanto fuese requerida[46].
Don Diego José de Carvajal falleció abintestato el 13 de mayo de 1653. El 21, ante Pedro de Artajona Portillo, se inventariaron los bienes libres que había dejado: una casa dentro de los muros, linde la de Valdivieso y el jardín de las casas principales[47].
Don Pedro José Golfín de Carvajal y Portocarrero, marido de doña Graciana del Águila Montalvo, como hijo único de doña Cecilia de Carvajal, conservó juntos todos los mayorazgo; pero a su muerte, ocurrida el 8 de octubre de 1712, pasó a su hijo segundogénito en 1715, don Pedro Gil de Carvajal Golfín reclamó el de Carvajal a su hermano mayor don García Manuel. En su testamento cerrado de 6 de marzo de 1728, ante Francisco Tiburcio Maderuelo, agregó al mayorazgo las partidas de hierbas que había recibido de los bienes libres de su abuela y padre. Amplió las casas principales, que fueron las de su morada: “gozo y poseho una casa, que está en la calle de las Tiendas, que io incluí en la casa principal en que vibo del maiorazgo que poseho y fundó don Diego de Carvajal, que la ube tanbién por herenzia de dicha señora mi abuela”[48].
Don Pedro Gil falleció soltero, dada su condición de clérigo, el 20 de junio de 1728. En su hermano don García Manuel Golfín del Águila, mayorazgo de los Golfines, recayeron todos los bienes libres que le legó por testamento, pero el mayorazgo de los Carvajal quedó momentáneamente vacante, pues se lo disputó su hermana doña María Golfín de Carvajal, también llamada doña María de Carvajal Montalvo, mujer de don Pedro Antonio Roco de Godoy y Contreras. Durante el litigio, se nombró administrador judicial a don Luis Antonio Gómez. En las cuentas que este rindió el 1 de julio de 1730, se contabilizaron cuatrocientos reales del arriendo a doña Micaela de Mayoralgo de las casas principales y cien, por las de enfrente, a Juan Ambrosio[49].
El Consejo de Castilla, en 1731, en juicio contradictorio de tenuta, amparó el derecho de don Pedro Matías Golfín de Carvajal, conde de Torrearias -quien lo disfrutó durante la vida de su padre-, frente a las pretensiones de su mencionada tía paterna[50]. Sin embargo, por fallecimiento de su madre, doña Juana Golfín Ágreda y Cabrera, entró en posesión de varios mayorazgos. Una vez más, se suscitó la cuestión de la incompatibilidad. Por ello, el 18 de enero de 1769, lo solicitó para su hijo García Manuel Golfín Carvajal y Colón. El 19, el alcalde mayor, licenciado don Juan Antonio de San Juan y Elgueta, abogado, se la confirió en las casas intramuros, “como pieza principal”, conforme al ritual de rigor, quien la disfrutó hasta su óbito, siendo célibe, en octubre de 1787.
A la muerte de don García Manuel Golfín del Águila, sobrevenida el 17 de abril de 1789, su hijo el mencionado don Pedro Matías tomó posesión de todas las vinculaciones familiares por vía paterna, excepto de la de Diego de Carvajal, por incompatibilidad. Por ello, el 23 de dicho mes y año, su hijo e inmediato sucesor, don Pedro Cayetano Golfín Colón de Carvajal, marqués de Santa Marta por su matrimonio con doña María Asunción de las Casas y Mendoza, avecindado entonces en Trujillo, tras el entierro de su abuelo, reclamó la posesión civil que, ese mismo día, el corregidor don José Jiménez de Cernarbe, se la confirió “estando constituido a las puertas principales de dicha casa, que ace esquina a las calles de Tiendas y Amargura desta dicha villa, lo tomó por la mano, lo entró en ella, reconoció sus piezas altas y vajas, abrió y cerró sus puertas, y hizo otros actos en señal de posesión”[51]. Uno de los testigos fue el presbítero don Simón Benito Boxoyo.
Don Pedro Cayetano, II conde de Torrearias, murió en Cáceres el 13 de febrero de 1822. El mayorazgo lo gozó, por poco tiempo, su hija doña Antonia Golfín y Casas, III condesa de Torrearias y marquesa de Santa Marta, fallecida en Cáceres el 5 de agosto de 1823, sin sucesión de su marido y deudo don Manuel de Velasco y Colón. Las Cortes del Trienio Liberal, habían dispuesto el 27 de septiembre de 1820 la supresión de las vinculaciones mediante la división por mitades entre el entonces poseedor y el inmediato sucesor. En una liquidación de rentas correspondientes a doña Antonia en el periodo comprendido entre el óbito de su padre y abril de 1823, figura el siguiente asiento: “otra casa en la calle de Tiendas, llamada Quemada. La vive el conde de Mayoralgo y pagó por ella, hasta San Juan de 1822, 1.100 reales y corresponden a la testamentaría por su prorrata a la poseedora doña Antonia por la suya 689” [52]. Parece que ya se había producido el incendio y que ya entonces era conocida como la Casa Quemada.
Su hermana doña Petra Golfín y Casas, desposada con don Jorge Miguel Gordón y Retes, única sobreviviente de la fratría, sucedió en todos los bienes familiares. Su hija unigénita, doña María de la Concepción Gordón y Golfín, V condesa de Torrearias y VII marquesa de Santa Marta, mujer de don Enrique Pérez de Guzmán el Bueno y Gallego, enajenó la Casa de Carvajal. El 15 de diciembre de 1871, don Juan Guerra Carrasco, administrador de la aristócrata, dió a censo reservativo a don Joaquín Muñoz Bueno, abogado, las dos casas de la calle de Tiendas: la principal, identificada con el número 2, en 73.333 reales y en 2.200 de renta anual; la situada enfrente, número 1, en 18.000 y una renta de 540. Si Muñoz quisiese redimir los principales, tendrían que convenir el precio de venta, pues el estipulado era válido solo para esta transacción. El comprador se haría cargo de todos los gastos. Ambas casas estaban arrendadas y sus contratos cumplían el 8 y el 29 de junio de 1872, respectivamente[53].
Se elevó a escritura pública el 26 de octubre de 1883, ante el notario don José Enciso Parrales. Era administrador de la marquesa don José Elías y Prats, quien llegaría a ser alcalde de Cáceres. Muñoz contaba ya 72 años y permanecía soltero. Así se deslinda la casa principal: “una casa sita en la calle de Tiendas de esta ciudad, señalada con el número primero antiguo y dos moderno, de una estensión superficial cuarenta y un metros de fachada por veinte y un metros de fondo, lindante por la derecha entrando en ella con otra de doña Petra Samaniego, por la izquierda con dicha calle de Tiendas y por la espalda con otras de herederos de don Manuel Sandianes y de don Juan Samaniego”. La de enfrente, de 18,30 metros de fachada y 7 de fondo, lindaba por la derecha con la de don Miguel Muñoz Mayoralgo, que fue antes de Juan Trejo, izquierda, esquina a la plazuela de Santa María y por las espaldas con las de don Tomás Muñoz y Lizaur y los herederos del conde de Mayoralgo[54].
En 1969, don Álvaro Cavestany y Anduga y su mujer, la cacereña doña María Dolores Carvajal Sánchez de Orduña, acometieron la restauración de la casa. Su heredero don Juan Manuel de Bethencourt Carvajal la vendió a la Excelentísima Diputación de Cáceres en sesenta millones de pesetas el edificio más otros siete por todo el contenido. Por acuerdo ordinario de 20 de septiembre de 1985 y extraordinario de 28 de noviembre aprobó la adquisición para adaptarlo a oficinas para el fomento del turismo y artesanía de la provincia de Cáceres[55]. Uso que hoy en día alberga esta histórica casa cacereña. Durante algunos años, estuvo abierta a las visitas turísticas como prototipo de casa nobiliaria cacereña, pero al destinar parte de la planta alta a oficinas de la Diputación, se limitó la visita al claustro bajo y al jardín.
Además de las casas principales de los Carvajales y las mencionadas de los Figueroa en la Cuesta del Río, el mayorazgo poseyó la imponente casa fuerte del heredamiento de Santiago de Bencaliz. En él, se conservan las importantes ruinas de la ermita de Santiago, adonde cada 3 de mayo acuden en romería los vecinos de las localidades próximas. El 8 de enero de 1575, Diego de Carvajal el Mozo dio poder a Rodrigo López, procurador de Badajoz, a fin de requerir al obispo o su provisor para que, conforme al breve y letras apostólicas del Papa por él ganadas, se compeliese al cura y beneficiado de Aldea del Cano, Gonzalo de Baeza Carvajal, a que todos los domingos y fiestas de guardar oficiase la santa misa, por estar anexa la capilla a su beneficio, pues percibía la mitad de los diezmos que generaba[56].
LA MORADA ETERNA
La primitiva capilla funeraria familiar se ubica en la iglesia del monasterio de San Francisco, al lado del Evangelio, en el crucero de la misma, al lado de las de los Saavedra y la del mariscal Torres y frente a la de sus parientes los Ulloa, señores de Torreorgaz. En sus muros campean varios blasones de Carvajal y uno de Mayoralgo.
Juan de Carvajal el Viejo, en su testamento de 2 de agosto de 1504, ante Gregorio de Grajos, fundó una memoria de misas quincenales por su abuelo, Lorenzo Fernández de Ulloa, en su capilla de la iglesia de Santiago, donde reposaban sus restos[57].
Por ende, la de San Francisco debió de construirla Fernán Pérez de Ulloa, quien, acaso por estar aún en obras, se enterró en Santa María. Para su sepultura, Lorenzo de Ulloa y Juan de Carvajal “el Viejo”, sus hijos y disponedores, en el citado testamento, encargaron una laude, por valor de 270 maravedís, con las armas paternas.
En la capilla del San Francisco, presidida por un crucifijo, se enterraron su hijo y nuera, Pedro de Carvajal y María de Mayoralgo. Sin embargo, Juan de Carvajal “el Viejo” quiso esperar el juicio eterno junto con su madre, doña Gracia de Carvajal, en la capilla mayor de Santa María. No obstante, una de las misas semanales de la capellanía que fundó se debía celebrar en San Francisco, “en mi capilla por mjs defuntos”. Evidentemente, se trata de la de los Carvajal, en la que tendría derecho de enterramiento.
En su ya mencionado testamento, Diego de Carvajal “el Viejo” mandó enterrarse en la iglesia conventual de San Francisco, con su padre o madre, en dicha capilla, “y djgan por mj padre un trejtanarjo y otro por mj madre y otro por mjs hermanos y otro por mj mujer y hijos y otro por mj. Y por sus ánjmas y mja digan tresientas mjsas. Y todas estas mjsas y treitenarjus digan los flayres de San Françisco y quel dja de mj enterramjento se haga lo acostunbrado y mentyerre la cofradja de la Cruz y vista djes pobres”.

Foto 8. Capilla del Crucifijo en San Francisco. Serafín Martín Nieto.
Diego de Carvajal “el Mozo”, en el suyo, fundó una capellanía de una misa semanal “por las ánimas de Pedro de Carvajal e María de Mayoralgo, su muger, mjs abuelos de parte de padre, e por María de Mayoralgo, mi tía, e por Diego de Carvajal, mi señor padre”, a la que dotó con dos mil maravedís de renta perpetua.
El 6 de noviembre de 1582, cumpliendo la voluntad de su padre, Melchor de Ulloa de la Cerda, a quien su padre había beneficiado con el quinto de sus bienes con esta obligación y la de construir la capilla de San Miguel, concertó con los frailes dicha memoria, cuya dotación aumentó, por propia voluntad, a 2.210 maravedís, que señaló sobre la renta de hierbas heredada en la dehesa del Hocino de Abajo[58].
Pero, Diego de Carvajal “el Mozo” tenía decidido fundar una capilla funeraria en Santa María. El 2 de noviembre de 1545, se concertó con Hernán Álvarez de Toledo, mayordomo de la parroquia, la adquisición del enterramiento en la capilla mayor que dicha iglesia hubo vendido al obispo placentino don Gómez de Solís “por quanto el dicho señor obispo, en su vida nj en su muerte, no tomó el dicho enterramiento nj en su testamento lo señaló para nenguna persona nj se acabó de pagar más de dozientos ducados”. Carvajal ofreció por el sitio 420 ducados y puso la condición de que a la subasta, que se cerraría el segundo día de Pascua de Navidad, solo podrían concurrir caballeros, hijos y nietos de caballeros, con renta superior a los 200.000 maravedís, sin que se pudiera adjudicar a persona de distinta calidad, aunque ofreciese más. El Camarero Sancho de Paredes pujó en nombre de otro postor por mejor precio[59].
Don Gómez lo había comprado para sepultura de los restos de su tío, el maestre de Alcántara don Gómez de Solís. Con el asentamiento del retablo mayor, iniciado por los escultores Guillén Ferrant y Roque Bolduque, durante la mayordomía justamente de Diego de Carvajal en 1547-1548, se rompió “el ochabo questá junto al entierro del maestre por que cupiese el retablo” [60].
La contratación del retablo obligó a allegar fondos para pagarlo. El conquistador Francisco de Godoy compró suelo en la sacristía para su entierro.
Ante la oposición de los Solís, Diego de Carvajal cambió de emplazamiento. Se fijó en el altar de San Miguel, en el colateral del lado del evangelio, por el que ofreció 200 ducados de limosna, la edificación de una capilla dotada con retablo y reja. Así, la parroquia que determinó “se dé un sytio de capilla en el ochavo del altar de San Myguel, que es dentro en la dicha yglesia, en el qual dicho ochavo se abra un arco conforme a el de la capilla del Cruçifixo, la qual capilla es de los Blázquez, y dentro del dicho arco, en el çementerio de la dicha yglesia, se pueda hazer la dicha capilla con dos enterramientos a cada lado el suyo, conforme a la dicha capilla del Cruçifixo, el qual dicho sytio se a de dar a la persona que más limosna diese a la dicha yglesia”. Ahora bien, dicha pared albergaba el altar de San Miguel, con un retablo viejo pequeño con una pintura del árcangel, los blasones y la leyenda que había mandado colocar María Gutiérrez de Valverde, mujer de Juan de la Peña difuntos. Conocido este propósito por don Antonio de Monroy, señor de la villa de Monroy; Pedro Rol de la Cerda, marido de doña Isabel de la Peña; el regidor Diego de Ovando de Cáceres, esposo de doña Francisca de Torres, descendientes de la comitente, el 4 de septiembre de 1550, se opusieron rotundamente. La iglesia alegó, al día siguiente, que el sitio era de su propiedad y que la donación de dicho retablo, que vino a reemplazar a otro anterior de la misma advocación que fue colocado por la parroquia, no implicaba su posesión, ni tampoco el hecho de la proximidad de la sepultura de la Valverde, pues era una más de las tumbas allí existentes. Para evitarse los costes de un largo pleito, lo dejaron al arbitrio de los abogados licenciado Gonzalo Martínez Espadero y bachiller Prado, quienes el 4 de septiembre de 1550, resolvieron a favor de la iglesia fundamentándose en que el altar estaba medio desvencijado y que los familiares de la Valverde disfrutaban de capillas con enterramientos en otros templos. Argumento que también podrían haber hecho extensivo a Carvajal, poseedor la amplia capilla familiar en San Francisco.
Allanados los inconvenientes, el 8 de noviembre, el mayordomo Gutierre de Solís, ante Cristóbal de Cabrera, la sacó a la venta en almoneda con las condiciones siguientes:
“Primeramente con condiçión que se abra un arco en el ochavo de altar de San Myguel conforme a el de la capilla del Cruçifixo y que dentro de dicho arco en el cimenterio de la dicha yglesia puedan hazer una capilla con dos entierros a los lados conforme a la capilla del Cruçifixo, que se entiende que para poder hazer el dicho arco para la dicha capilla, a de tomar desde el boçel que junta al entierro de Mayorazgo hasta el otro boçel que junta con el entierro de María Gutiérrez de Valverde.
Otrosy. Con condiçión que la persona que oviere el dicho sytio de capilla a de hazer el dicho arco y capilla y todo lo demás que convenga para la dicha obra a su costa.
Otrosy. Con condiçión que a de poner rexa y altar y retablo, que sea el dicho retablo y capilla de avocaçión de señor san Mjguel, syn que en todo ello y lo demás la dicha yglesia gaste cosa alguna.
Otrosy. Con condiçión que la persona que ansy quedare con el dicho sytio de capilla pueda a su costa poner dentro y fuera de la dicha capilla y en ella los escudos que qujsiere en la obra que ansy se hiziere.
Otrosy. Con condiçión que pueda, sy fuere nesçesario para la dicha capilla, quitar la puerta y caracol del canpanario que agora está y aprovecharse del suelo, que lo pueda hazer, con tanto que haga entrada y lo pase a otra parte por donde se pueda servir el canpanario por el caracol, todo a costa de qujen oviere el sitio de la dicha capilla, según dicho es.
Otrosy. Con condiçión que la persona o personas en qujen se rematare el dicho sytio de capilla, sea obligado a dar y pagar la limosna en que fuere rematada a la dicha yglesia e a su mayordomo en su nonbre, luego que el dicho remate se haga”.
Es interesante observar que la primitiva torre de Santa María se emplazaba en la cabecera, al lado del evangelio, como se conserva en la parroquia de San Juan. Sobre la capilla de San Miguel permanecen unos muñones, quizá resto del campanario primitivo. Tanto se demoraría la ejecución de la capilla que la torre ya se había desplazado a los pies cuando se empezó la obra.
El remate se fijó para el día siguiente, domingo, al primer toque de las cuatro después del mediodía. Acto seguido, Diego de Carvajal pujó por los 200 ducados prometidos. Se publicaron cédulas a las puertas de las parroquias por si hubiere alguna mejora. Al dar las cinco de la tarde el reloj de la Plaza, se adjudicó a Carvajal como único postor. En el altar de San Miguel se montaba el monumento de Semana Santa.
El día 23, reunidos en cabildo dentro del templo, Juan Cornieles, teniente de cura; Gutierre de Solís, mayordomo; los feligreses Francisco de Solís, Antonio de Sotomayor, Hernando Álvarez de Toledo Carvajal, Gonzalo de Andrada, hijo de Paulo de Mayoralgo, Álvaro de la Cerda, el licenciado Prado, Francisco de Andrada, hermano de Antonio García de Cáceres, Micael de la Rocha y Diego Durán otorgaron la escritura de venta[61].
Las cuentas de Gutierre de Solís de este año recogen ya el pago: “más se le cargan que cobró de Diego de Carvajal dozientos ducados que dio de limosna a la yglesia porque le dio liçençia para fazer una capilla conforme contrataçión y escritura que de ello ay en el altar de san Mjguel”[62].
El 4 de agosto de 1571, Diego de Carvajal, en consideración a que su hijo Melchor le había sido muy obediente y le profesaba gran amor, concertó su matrimonio con doña María Pizarro Aldana. Para que se pudieran mantener con dignidad, le donó, por vía de mejora, el quinto de todos sus bienes, con la obligación de cumplir con las cargas que por su alma dispusiere en su testamento o codicilo, así como las mandas y obras pías que dispusiere, y la de terminar la capilla de San Miguel y dotarla de reja y retablo, aunque se reservó el usufructo vitalicio de dichos bienes. Acto seguido, el hijo “hyncó la rodilla en el suelo y besó la mano a el dicho señor Diego de Carvajal, su padre, por la merçed, honrra y benefiçio que le hazía”[63].
Diego de Carvajal, en su testamento, dispuso ser enterrado en la capilla de San Miguel; y mientras no estuviese acabada, su cuerpo se depositaría en la tumba de su suegra, en la capilla mayor. Con cargo a la mejora de tercio y quinto legada a su hijo Melchor determinó “que la dicha capilla se haga como la capilla del Cruçifixo questá en la dicha yglesia de Nuestra Señora, exçepto quel casco de la dicha capilla sea mejor e más costosso e se le haga un retablo bueno conforme a la dicha capilla e una rrexa de hierro dorada en las partes que convinjere. Y en el suelo de la dicha capilla, se haga un carnero con su tapadera y argollas e con escaleras de cantería por donde baxen a él”. Una vez acabada la obra, se trasladarían allí sus huesos y los de su mujer con celebración de misa de réquiem[64]. El 19 de agosto de 1580, su testamentario Francisco de Aldana entregó en depósito al cura, licenciado Rojo, los despojos mortales de Carvajal[65].
Pero Melchor no mostró mucho celo. Por ello, su hermano Baltasar le puso pleito que sustanció, en Coria, el provisor licenciado Pedro López Sierra, el 8 de agosto de 1587. Se concedió a Melchor treinta días de plazo para empezarla y proseguirla hasta su conclusión, so pena de excomunión[66]. No debió conformarse y apelaría a la Audiencia Metropolitana de Salamanca, por cuanto Baltasar, el 15 de septiembre de 1587 y el 15 de junio de 1589, otorgó sendos poderes a procuradores de dicha instancia[67].

Foto 9. Capilla de San Miguel. Interior. Serafín Martín Nieto.
El 23 de agosto de 1590, seguramente por haber perdido el recurso, Melchor se obligó a tenerla ya comenzada para el día de San Miguel de 1591 y acabada el mismo día de 1593. Para el cumplimiento de los plazos aseguró una fianza de quinientos ducados[68].
Por fin se acometió la obra, pero, llegado el momento de romper la pared, el fiscal del obispado se opuso. El vicario remitió el expediente al obispo, pero como no llegaba la licencia, el 9 de mayo de 1594, recelando que su hermano y el cura licenciado Pacheco lo ejecutasen, solicitó al alcalde mayor, licenciado Francisco Sedeño de Tapia, que se consignara la fianza, lo que se materializó en el depositario general de la villa, Lorenzo Pizarro. El 3 de junio, Baltasar de Carvajal, para evitar más dilaciones, solicitó al corregidor que el depositario fuera pagando los gastos y el trabajo del cantero Francisco Martín Paniagua.
El 20 de noviembre de 1595, Melchor de Ulloa pidió que se le rindiera cuentas del empleo del dinero consignado. El alcalde mayor citó también a la viuda de Baltasar . El 22 de enero de 1596, presentó las siguientes justificaciones:
“Quenta y rrazón que da Lorenço Piçarro, depositario jeneral, de los quinientos ducados que en su poder depositaron para la obra de la capilla de Baltasar de Carvajal y Melchor de Hulloa, el qual depósito pasó ante Françisco Mogollón escrivano, la qual tomé yo, Pedro Gonçales, persona por ellos puesta por Melchor de Ulloa, e Juan de Ocanpo en nonbre de doña Çeçilia de Ovando, la qual queda en la forma siguiente:
- Primeramente, se le descargan noventa y seis rreales que dio a Françisco Paniagua para conprar seis palos para andamios, como paresçió por la carta de pago de veinte y dos de mayo. ……………………………………………………. XCVI.
- Más. Se le descargan setenta y ocho rreales que por librança del dicho Françisco de Paniagua dio a Antón Sánchez Bermejo, carretero, y a Diego Gómez, cantero, como paresçió por la dicha librança y cartas de pago de los susodichos. ………………………………………………………………………………. LXXVIII.
- Se le descargan çiento y çinco rreales que dio por carta de pago del dicho Françisco Paniagua, fecha a veinte e çinco de junio de noventa y quatro. ……………………………………………………………………………………………. CV.
- Se le descargan noventa y quatro rreales que por carta de pago del dicho Françisco Paniagua paresçió aver pagado. …………………………… XCIIII.
- Se le baxan duzientos y treynta y ocho rreales que por quenta y carta de pago del dicho Françisco Paniagua paresçió aver rreçibido. …… CCXXXVIII.
- Se le baxan çiento y veinte y quatro rreales que por quenta y carta de pago del dicho Françisco Paniagua paresçió aver reçibido. ………….. CXXIIII.
- Se les descargan çiento y quarente y dos rreales que pagó a Françisco Paniagua como pareçió por su carta de pago. ………………………………… CXLII.
- Se le baxan çiento y treinta y ocho rreales que pagó e dio a el dicho Françisco Paniagua, como pareçió por su çédula y carta de pago. …………………………………………………………………………………………….. CXXXVIII.
- Se descargan sesenta rreales que pagó al dicho Françisco Paniagua, como pareçió por su quenta y carta de pago. ……………………………………… LX.
- Se le baxan noventa y quatro rreales dio al dicho Françisco de Paniagua, como pareçió por çédula y carta. ………………………………….. XCIIII.
- Se le bajan ochenta y siete rreales que dio al dicho Françisco de paniagua por çédula y carta de pago suya. ………………………………… LXXXVII.
- Se le baxan çiento y quarenta y dos rreales que por çédula y carta de pago del dicho Françisco Paniagua pareçió aver rreçibido. …………….. CXLII.
- Se le baxan çiento y treçe rreales que pagó a Françisco Paniagua como pareçió por su carta de pago. ………………………………………………………… CXIII.
- Se le baxan sesenta y çinco rreales que pareçió aver dado a Françisco Paniagua por çédula suya. ………………………………………………………………. LXV.
- Se le baxan çiento y diez rreales que pagó a Françisco Paniagua como pareçió por su carta de pago. ……………………………………………………………. CX.
- Se le baxan setenta y ocho rreales que dio por mandado del dicho Françisco Paniagua como paresçió por su çédula. ………………………. LXXVIII.
- Se le baxan çien rreales que pagó a Françisco Paniagua como paresçió por su carta de pago. ………………………………………………………………………….. C.
- Se le baxan ochenta rreales que pagó a el dicho Françisco Paniagua por çédula suya. …………………………………………………………………………… LXXX.
- Noventa y ocho rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle pagado. ……………………………………………………………….. XCVIII.
- Se le descargan sesenta rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle pagado. ………………………………………………………. LX.
- Sesenta y ocho rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. …………………………………………………………………… LXVIII.
- Çiento y treinta y quatro rreales que por çedula del dicho Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………………………. CXXXIIII.
- Senta (sic) y dos rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………………………………………….. LXII.
- Se le baxan çínquenta rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. …………………………………………………………….. L.
- Se baxan setenta y quatro rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. …………………………………………………… LXXIIII.
- Se baxan otros setenta y quatro rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. ………………………………… LXXIIII.
- Se le pasan en quenta noventa y quatro rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle pagado. …………………………………………………. XCIIII.
- Se baxan çiento y ocho rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………………. CVIII.
- Çiento y quarenta y ocho rreales que por çédula y quenta del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. ………………………………. CXLVIII.
- Ochenta y ocho rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………………………. LXXXVIII.
- Çiento y veinte y çinco rreales que por quenta y çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. ………………………………….. CXXV.
- Se baxan duzientos y quarenta rreales que por una çédula del dicho Paniagua pareçió aver dado Juan Ortiz por quanta del dicho Lorenço Piçarro. ……………………………………………………………………………………… CCXL.
- Se le baxan çiento y diez y siete rreales que por çédula y carta de pago del dicho Françisco de Paniagua pareçió avérsele dado. …………………. CXVII.
- Se le baxan çiento y un rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………………………………….. CI.
- Se le baxan çiento y diez y siete rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió avérsele dado. ………………………………………………….. CXVII.
- Çiento y diez y siete rreales y medio que por otra çédula del dicho Paniagua pareçió avérsele dado. …………………………………………………. CXVIIº.
- Çiento y treinta rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle dado. ……………………………………………………………………………….. CXXX.
- Se le baxan sesenta rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle dado. …………………………………………………………………………………….. LX.
- Çiento y veinte y quatro rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………………………….. CXXIIII.
- Se le baxan çiento y veinte y ocho rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………….. CXXVIII.
- Çiento y diez y nueve rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle dado. …………………………………………………………………………………. CXIX.
- Çiento y diez rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………………………………………………………. CX.
- Noventa y seis rreales que por çédula del dicho Paniagua pareçió averle pagado. ……………………………………………………………………………………….. XCVI.
- Sesenta y dos rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle pagado. …………………………………………………………………… LXII.
- Çiento y çinquenta rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. ………………………………………………………….. CL.
- Quarenta y ochos rreales que por çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle pagado. …………………………………………………. XLVIII.
- Sesenta y un rreales que por otra çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió averle dado. …………………………………………………………. LXI.
- Se le baxan çiento y quatro rreales que por otra çédula del dicho Françisco de Paniagua pareçió aver pagado. …………………………………… CIIII.
- Se le baxan duzientos rreales que el dicho Lorenço Piçarro dize que Baltasar de Carvajal y Melchor de Ulloa le mandaron por el trabaxo desta administraçión ………………………………………………………………………………… CC.
En todas las quales dichas partidas de suso rreferidas, montan çinco mill e quatroçientos setenta y siete rreales y medio, según consta y pareçe por çinquenta y una çédulas firmadas del dicho Françisco de Paniagua y con la partida del dicho Lorenço Piçarro, en los quales suman çiento y ochenta y seis mill y duzientos y treinta y çinco maravedís, los quales sacados de los quinientos ducados que el dicho Lorenço Piçarro tiene rreçibidos, pareçe que es alcançado el dicho Lorenço Piçarro por mill e duzientos y sesenta y çinco maravedís. Con lo qual la dicha quenta va buena, çierta y verdadera a mi pareçer. Lorenço Piçarro. Pedro Gonçales”.
El 26 de enero de 1596, para liquidar la cuenta, Melchor propuso que se dieran al cantero Paniagua los treinta y seis reales del alcance contra Pizarro. Hecho, el 27, Ulloa aprobó las cuentas[69].
El resultado es una preciosa capilla renacentista, en la que los escudos de Carvajal forman parte esencial de la decoración. La cierra una reja, pintada y dorada, coronada por los armas de Carvajal y Ulloa en el centro, Figueroa y Cerda a los lados. Por fuera, frente a las casas principales, las paredes se adornan con sillares almohadillados y blasones. No en vano, Francisco Martín Paniagua es uno de los grandes canteros cacereños que dejó su impronta en diversas obras, entre ellas en el colegio Seminario de San Pedro.
La capilla se decoró con un retablo de Juan Hernández Mostazo que fue sustituido por el actual, de Diego Martín Durán de 1743 que alberga la magnífica imagen de San Miguel, muy en la línea de Luis Salvador Carmona.

Foto 10. Capilla de San Miguel. Exterior. Serafín Martín Nieto.
Los hermanos Baltasar y Melchor tuvieron también pleitos por la partición de bienes de su madre, de su hermano Gaspar y por los vinculados de sus abuelos maternos. Para dirimir las diferencias, el 14 de noviembre de 1590, nombraron por árbitros a Andrés González Briceño, al boticario Pedro González y, por tercero en discordia, a fray Francisco de Toro, prior del convento de Santo Domingo. La partición tuvo lugar el 15 de febrero de 1592[70].
Baltasar, en su testamento, reclamó el remanente que hubiera quedado del quinto que su padre había dejado para esta empresa[71].
A pesar de tantos desvelos como desplegó para la consecución de la capilla de San Miguel, Baltasar mandó ser “sepultado con el ábito de Sanct Françisco, y en la su yglesia, en la capilla de los Carvajal, en el enterramiento que es propio de la cassa de mi padre, questá cabe la puerta de la capilla del Mariscal, en la dicha capilla de los Carvajal ”. Y entre las mandas, destaca el ofrecimiento a la iglesia de Santa María de una lámpara de plata para la capilla mayor, por un valor de novecientos reales, para que alumbrase junto con las dos que estaban ya colocadas[72].
En 1610, cuando testó, doña Cecilia de Ovando declaró que su marido había sacado el importe de la lámpara del quinto que mandaron a su hija doña Beatriz. Como cuando falleció aún no estaba acabada la capilla, quedó el dinero en poder de doña Cecilia. Por no haberla mandado labrar, encargó a su hijo don Diego José que lo cumpliera[73]. El 31 de agosto de 1633, en su segundo testamento, doña Cecilia declaró que había traspasado dicha obligación a su hijo “y si no estuviere pagada quando yo muera esta deuda de los novezientos reales, ruego a mi hijo la pague por que Dios me perdone y yo descargue mi conzienzia, pues quedó a su cargo el hazer la dicha lámpara”.
Don Diego José de Carvajal y Figueroa en su testamento eligió por última morada la capilla de San Miguel “donde están enterrados mis padres, hermanos y abuelos”.
Al fundirse el linaje de Carvajal con el de los Golfines, siguió siendo utilizada como capilla funeraria familiar, hasta su desarraigo de Cáceres. Así lo evidencia el testamento de don Pedro Gil de Carvajal, hijo de don Pedro José Golfín de Carvajal y Portocarrero y de doña Graciana del Águila Montalvo, nieto de doña Cecilia de Carvajal: “mando que quando la voluntad de su divina Maguestad fuere servido de llevarme desta presente vida, sea sepultado en la capilla de señor San Miguel, que está en la yglesia de Nuestra Santa María, parroquial maior de esta villa, que es el entierro de los Carvajal de mi casa, donde están enterrados los dichos señores mis padres y mis abuelos, en una de las dos sepulturas que están en dicha capilla” [74].
Su sobrino primogénito, don García Manuel Golfín del Águila, señor de Torrearias, recibió sepultura el 19 de abril de 1789 “en sepulcro de su casa que está en la capilla de señor San Miguel” [75].
Tras el derribo de la iglesia del monasterio de Jesús y después de varios traslados, los restos del camarero Sancho de Paredes Golfín han encontrado en ella descanso a la espera del juicio final.
SERAFÍN MARTÍN NIETO
[1] ARCHIVO DE LA FUNDACIÓN TATIANA PÉREZ DE GUZMÁN EL BUENO. Sección Cáceres (AHFTPGB. CA.), 64/011.
[2] LODO DE MAYORALGO, José Miguel: “Los Ulloa de Malgarrida y los primeros Carvajal de Cáceres” in Revista Hidalguía. Año XXXII. Núms. 184-185. Págs. 552-553.
[3] LODO DE MAYORALGO, José Miguel: Viejos linajes de Cáceres. Obra Cultural de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres. 1971. Págs. 61-62.
[4] AHFTPGB.CA. 17/054.
[5] AHFTPGB.CA. 18/007.
[6] AHFTPGB.CA. 32/005.
[7] AHFTPGB.CA. 29/013.
[8] AHFTPGB.CA. 57/012. y en ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁCERES. (A.H.P.Cc.). Protocolos de Alonso Pacheco. Caja 4.102. Traslado a petición de Baltasar de Carvajal.
[9] AHFTPGB.CA. 50/008.
[10] AHFTPGB.CA. 19/080. Al alzar su casa Nicolás de Ovando, conlindante con la de su padre el comendador, Carvajal “el Viejo” le permitió que vertieran las aguas sobre la casa anterior. Ovando se había obligado, por albalá privado, a cambiar el desagüe en cuanto fuese requerido (Ibid. 19/081). Sin embargo, el 19 de junio de 1533, ante Alonso de Trujillo, Carvajal “el Mozo” le obligó a elevarlo a documento público, Dichas casas las tenía dadas en arriendo para botica y vivienda al boticario Lorenzo Jiménez (Ibid. 19/082). El 30 de septiembre de 1572, Hernando de Ovando Ulloa, caballero de Santiago y regidor perpetuo, heredero de su tío Nicolás de Ovando, renovó esta obligación. Tras la muerte del boticario, la vivía el bachiller Francisco Romero, cirujano (Ibid. 43/039. y A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.637).
[11] AHFTPGB.CA. 57/012. y A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.626. Se encuentra el testamento original, bastante deteriorado, entre los documentos del cuaderno de 1543.
[12] AHFTPGB.CA. 29/017.
[13] AHFTPGB.CA. 56/018.
[14] AHFTPGB.CA. 29/039. y A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro González. Caja 3.831.
[15] Archivo Diocesano de Coria-Cáceres. Parroquia de Santa María de Cáceres (A.D.C.-Cc.Stª.Mª.). Libro nº 38. Difuntos. Colecturías. 1564-1651. Fol. 75.
[16] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro González. Caja 3.829.
[17] AHFTPGB.CA. 30/008.
[18] A.D.C.-Cc.Stª.Mª. Libro nº 38: Difuntos. Colecturías. 1564-1651. Fols. 124v.-125. Una vez más, la fecha del entierro figura como la del fallecimiento.
[19] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.641. Testamentos 1576-1590.
[20] AHFTPGB.CA. 29/042.
[21] A.D.C.-Cc.Stª.Mª. Libro nº 38. Difuntos. Colecturías. 1564-1651. Fol. 44v.
[22] A.D.C.-Cc. San Mateo de Cáceres. Libro nº 33. Matrimonios. 1552 –1587. Fol. 58v.
[23] A.D.C.-Cc.Stª.Mª. Libro nº 38. Difuntos. Colecturías. 1564-1651. Fols. 158v.-159.
[24] AHFTPGB.CA. 30/011.
[25] AHFTPGB.CA. 30/022.
[26] AHFTPGB.CA. 30/022.
[27] AHFTPGB.CA. 30/022.
[28] A.D.C.-Cc.Stª.Mª. Libro nº 22. Matrimonios 1571-1662. Fol. 77.
[29] A.D.C.-Cc.Stª.Mª. Libro nº 38. Difuntos. Colecturías. 1564-1651. Fol. 318.
[30] AHFTPGB.CA. 38/019.
[31] AHFTPGB.CA. 30/035.
[32] A.D.C.-Cc.Stª.Mª. Libro nº 23. Matrimonios 1640-1764. Fol. 23v.
[33] AHFTPGB.CA. 31/002.
[34] AHFTPGB.CA. 31/025.
[35] ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, RGS,LEG,147804,76.
Principio del formulario
MAYORALGO Y LODO, José Miguel de: Torres señoriales cacereñas. Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras. Cáceres, 1993. Págs. 32-33.
[36] MAYORALGO Y LODO, José Miguel de: Torres señoriales cacereñas. Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras. Cáceres, 1993. Págs. 32-33.
[37] DIARIO HOY. 28 de agosto de 1969. Pág. 9.
[38] AHFTPGB.CA. 57/012.
[39] AHFTPGB.CA. 19/085.
[40] AHFTPGB.CA. 20/039. La casa de León lindaba entonces con la que fue de Isabel de la Cerda y la de Antonio García de Cáceres.
AHFTPGB.CA. 19/085. En el ínterin, León había vendido las casas a Juan de la Peña de Cáceres. Este reconoció el censo a favor de dicha capellanía el 4 de enero de 1533 ante Alonso de Trujillo, estando ya difunto León. La casa lindaba con la del difunto Hernando de la Cerda, tío de de la Peña, y solares de casas de Antonio García de Cáceres.
AHFTPGB.CA. 20/038. y en A.H.P.Cc. Protocolos de Cristóbal de Cabrera, Caja 3.629. El 4 de febrero de 1567, don Gonzalo de Cáceres Andrada reconoció dicho censo a favor de Diego de Carvajal. La casa lindaba por arriba con las de Carvajal y por abajo con las que don Gonzalo había heredado de su tío Hernando de la Cerda.
[41] A.H.P.Cc. Protocolos de Cristóbal de Cabrera, Caja 3.626.
[42] A.H.P.Cc. Protocolos de Cristóbal de Cabrera, Caja 3.626.
[43] AHFTPGB.CA. 46/008. Todas estas casas están hoy derrocadas y convertidas en jardín del palacio de los Golfines de Abajo.
[44] AHFTPGB.CA. 19/084.
A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.141. El 12-11-1618, don Diego José de Carvajal Figueroa reconoció el censo sobre esta casa, junto a las principales, que había heredado de la legítima de su padre, que lindaba entonces con otra de don Micael de Solís Ovando y la de la capellanía de Juan Digán.
[45] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.645.
[46] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.131.
[47] AHFTPGB.CA. 38/019.
[48] AHFTPGB.CA. 31/009.
[49] AHFTPGB.CA. 27/004.
[50] AHFTPGB.CA. 27/021.
[51] AHFTPGB.CA. 56/025.
[52] AHFTPGB.CA. 08/021.
[53] AHFTPGB.CA.16/018.
[54] AHFTPGB.CA.16/019.
[55] ARCHIVO DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE CÁCERES (A.D.P.Cc.) . ES.10037.ADPCC 08999 / 001.
[56] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 3.640.
[57] AHFTPGB.CA. 29/008.
[58] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro González. Caja 3.831.
[59] AHFTPGB.CA. 36/012.
[60] A.D.P.Cc. DIVERSOS. Libro de cuentas de la iglesia de Santa María de Cáceres. 1501-1607. pendiente de catalogación.
[61] AHFTPGB.CA. 29/043.
[62] A.D.P.Cc. DIVERSOS. Libro de cuentas de la iglesia de Santa María de Cáceres. 1501-1607. Pendiente de catalogación.
[63] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.636.
[64] AHFTPGB.CA. 29/040.
[65] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro González. Caja 3.831.
[66] AHFTPGB.CA. 29/045.
[67] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.647.
[68] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.648.
[69] AHFTPGB.CA. 29/044.
[70] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.648.
[71] AHFTPGB.CA. 30/011.
[72] AHFTPGB.CA. 30/011.
[73] AHFTPGB.CA. 30/022. y en A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 3.136. 26-10-1610
[74] AHFTPGB.CA. 31/009.
[75] AHFTPGB.CA. 46/044.
