Oct 011992
 

Mercedes Pulido Cordero y Montaña Pulido Cordero.

Resulta bastante llamativo, el escaso eco que en los repertorios bibliográficos han tenido los libros de carácter pedagógico. Los catálogos de “librerías de viejo” sólo excepcionalmente ofrecen alguna publicación de este tipo, por lo que es difícil localizar tratados teóricos de pedagogía o textos escolares, especialmente los que estuvieron vigentes durante el siglo pasado. Es claro que agotado su momento de servicio, perdida su actualidad metodológica, su interés académico, fueron desechados y olvidados para, en el mejor de los casos, ocupar silencioso y oscuro espacio en desvanes y doblados; no volvieron a inspirar interés y mucho menos curiosidad, no digamos al profesional de la enseñanza o al estudioso de la historia de la Pedagogía o a quien pretende localizar las claves que determinan los comportamientos de una sociedad, sino que también han sufrido la indiferencia de bibliógrafos y de bibliófilos. Y sin embargo, y no es nuestra intención justificar su importancia, esta bibliografía  es una parcela a tener muy en cuenta, tanto por el pedagogo como por el interesado en la ciencia histórica al ofrecer adecuada información sobre las exigencias y necesidades de la sociedad de un tiempo sin olvidar que ilustra sobre una actividad intelectual.

Hemos seleccionado para estos Coloquios una pequeña muestra de la actividad desarrollada por algunos buenos maestros y pedagogos extremeños en el campo de las publicaciones didácticas y de la teoría pedagógica. Estos trabajos tienen unas notas comunes: se trata de textos escolares editados en Cáceres durante el siglo XIX, son de corta extensión, están escritos con un estilo sencillo que pretende sobre todo la claridad en la exposición y sus autores ejercieron su profesión en Cáceres.

Algunos datos de carácter biográfico acompañan a estos autores que citamos a continuación por orden alfabético:

Antonio Beltrán, maestro de la escuela gratuita de Cáceres, fue pensionado para estudiar en la Central de Madrid. Ejerció desde 1856 como profesor de Gramática y Aritmética en la Normal de Maestros de la que llegó a ser director. Y como profesor de Lectura y Escritura en el Instituto hasta su fallecimiento en 1858. En algún momento debió desempeñar el puesto de inspector de escuelas.

Es autor del método didáctico titulado: Juego Ortológico o Nuevo Método de Lectura redactado por Don , segundo maestro de la Escuela Normal Provincial. Este método se publicó en Cáceres en 1846. Los maestros de la época hacen verdad aquello de «cada maestrillo con su librillo» y no sólo desarrollan en su escuela el resultado de su experiencia sino que divulgan y publican su método. En este caso, el aprendizaje de la lectura comprende el de la adecuada articulación de los sonidos y de las palabras. Posteriormente publicó Complemento al Manual de Lectura.

Luís Codina Sánchez era, en 1846, profesor de Instrucción Primaria en Navalmoral de la Mata y es en este mismo año cuando publica Reflexiones sobre la reforma de la profesión de Instrucción Primaria (Imp. de Concha y Cª, Cáceres). Veinte años después lo encontramos de director de la Escuela Normal de Maestros; por entonces publica en El Eco de Extremadura, periódico de Cáceres, una serie de artículos bajo el título “Necesidades y medios de mejorar la educación de los pueblos”. También es autor de Cartas a Floro (Imp. de Nicolás Mª Jiménez, Cáceres, 1864). En 1885, ya próximo a su jubilación, era Regente de la Escuela de Práctica Aneja a la Normal de Cáceres.

Es autor del texto escolar, Lecciones de Urbanidad e Higiene para uso de las Escuelas primarias de ambos sexos. Cáceres. Imp. de Nicolás Mª Jiménez, 1885, que se implantó en las escuelas cacereñas y que debió tener bastante éxito pues esta edición de 1885 era la tercera.

La necesidad de que los alumnos adquirieran «porte y modales decorosos» incitó a Luís Codina a escribir este tratado de urbanidad, muy breve de contenido pues  es presentado en pequeño formato, de treinta páginas más índice y en el que siguiendo la forma habitual de preguntas y respuestas, se dan las elementales normas de convivencia haciendo especial hincapié en las que deben conocer y respetar las niñas.

Joaquín Cuadrado Retamosa nació en 1839, posiblemente en Trujillo, pues aquí vivía ya jubilado, en la calle García de Paredes nº 25, por los años 1910 y 1911, año en que falleció. Es, además, el autor de la letra del himno a la Virgen de la Victoria de Trujillo. Fue profesor de Instrucción Primaria, y maestro de una de las  Escuelas Públicas de Cáceres en 1887.

Escribió una Cartilla Agraria en verso para uso de las escuelas de primera enseñanza. Imp. de Nicolás M. Jiménez,  Cáceres, 1887, 64 págs más cubierta. Cuadrado Retamosa, asesorado por Juan Campón y Valiente, catedrático de Agricultura en la Escuela Normal Superior de Maestros de Cáceres, publica estas lecciones en verso con la finalidad de que los alumnos las aprendieran «al recitado», método memorístico muy en boga entonces. No dejan de ser curiosas las costumbres  que describe e igualmente los términos agrícolas empleados en este tratado.

Juan Daza Malato era natural de Valencia de Alcántara y se estableció en Cáceres en 1852 para ejercer su título de licenciado en Derecho. Aquí se manifiesta  como hombre inquieto y activo a juzgar por las actividades a que se dedicó y que quedaron interrumpidas por su fallecimiento pocos años después. Fue representante en la provincia de “La Protectora”, sociedad de seguros contra la muerte e inutilidad completa de los ganados de carga y tiro, dirigió y redactó El Regenerador Extremeño, periódico que se editaba en Cáceres  en los años 1852 1856, fue poeta, novelista, autor de teatro (estrenó la comedia en verso  “Seis años después o favores por agravios», estrenada el 30 4 1853) y primer bibliotecario de la Biblioteca Provincial de Cáceres.

Entre otros trabajos de temática diversa, escribió una Cartilla Geográfico Estadística de Extremadura. Cáceres. Imprenta de la Viuda de Burgos e Hijos, 1854. Se trata de un folleto, de 16 páginas que contiene lecciones de Geografía y de Estadística sobre Extremadura y que posiblemente, según Vicente Barrantes, fue declarado texto para las escuelas por el Consejo de Instrucción Pública. Aparece dividido en 8 lecciones en las que se formulan preguntas muy concretas y se responde a las mismas con excesiva brevedad.

Vicente Barrantes reproduce esta obra en el tomo II de su obra Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura. Madrid, 1870. Y Víctor Chamorro también la incluye en el tomo III de su Historia de Extremadura.

José Gerber de Robles se nominaba doctor en ciencias médicas, fue catedrático de Historia Natural en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cáceres hasta su fallecimiento en 1849. Perteneció a la Sociedad Económica de Amigos del País de Cáceres y a otras corporaciones científicas y literarias.

Es el autor de Elementos de Historia Natural, que imprimió Lucas de Burgos en Cáceres en 1843.

Alejo Leal y Jiménez. En 1855 era segundo maestro interino en una escuela de Cáceres. Antes de 1881 ejercía en Cáceres como maestro de primeras letras. Mantuvo una escuela particular en la Plaza de los Golfines de Cáceres y ejerció, en 1891 y en 1904, el cargo de secretario de la Junta de Instrucción Pública de la Provincia. Sus alumnos aprendieron Geografía en un texto de título larguísimo, que él escribió en verso para facilitar la retención de lo leído. Es el siguiente:Geografía Descriptiva en verso. Comprende un vocabulario geográfico, la Geografía general de Europa, la general y particular de España y la general de Asia, África, América y Oceanía. Cáceres. Imprenta de Nicolás M. Jiménez, 1881.

Oct 011988
 

Mercedes Pulido Cordero y  Montaña Pulido Codero.

Tomás Pulido transcribió la parte correspondiente del Archivo Histórico de Cáceres referente a los protocolos de esta villa. Precisamente, de esta labor de investigación, hemos entresacado el documento, una carta de poder, que reflejamos a continuación, dada en Cáceres, ante el escribano Juan Romero, el 24 de mayo de 1599, que proporciona la noticia de dos libros, “Recreación y Alivio de Trabajadores”, en verso, y “Orden y Manera de Beneficiar las Viñas”, en prosa, que escritos por Cristóbal de Soto Holguín, en los finales del siglo XVI, tal vez quedaran inéditos, a pesar de los afanes y deseos de su autor.

El documento dice así:

Sepan quantos esta carta de poder vieren, como yo Xpoval de Soto Golfín, vº de la muy noble y leal villa de Cáceres dogo: que yo tengo compuestos dos libros, el uno yntitulado Recreación y alivio de trabajadores, en verso, y el otro, en prosa, yntitulado Orden y manera de beneficiar las viñas, los cuales, con el favor de ntro. Sr. Dios y con trabaxo myo, tengo de tal forma compuestos que creo serán provechosos a la rrepública y por ympedimentos que tengo no puedo por mi persona lo que por éste pretendo. Por tanto, en la vía que más lugar haya, otorgo y conozco que doy e otorgo poder cumplido y bastante como yo los e y tengo y de derecho se rrequiere a vos, Juan de Luxán, estante en la villa de Madrid, corte del rrey ntro. Señor, y a… (aquí el nombre de varios procuradores de Madrid) para que en mi nombre pueda pareçer ante su magt en el su Consejo de Castilla y onde convenga y presentar los dichos dos libros escriptos de my mano y le pedir e suplicar se sirva de hacerme medio y limosna de conçederme liçençia para que se puedan imprimir y vender por la quantidad que su magt fuere servido y por tiempo y espaçio de veinte años, más o menos, lo que fuere su magt servido, y por mi muerte puedan venderlo mys herederos, y yo y ellos aver y cobrar lo que resulte de la venta de los dichos libros. Y que ninguno los pueda vender ni aprovecharse dellos y en razón dello hacer presentar las súplicas y peticiones y lo demás que convenga y sea neçesario… etc. Testigos que fueron presentes Tomé García Cabeçalvo, escribano y Pedro Hernández, criado de Martín de Paredes, vecinos de la dicha villa y Francisco Romero, vº del lugar del Casar. En Cáceres, ante Juan Romero, 24 de mayo de 1599”.

La personalidad del autor no deja de tener algún interés por más de un concepto. En los protocolos cacereños dejó numerosas huellas de sus frustraciones, entre las que debió ocupar un primer lugar la de sus ilusiones literarias.

Los Soto Holguín (sabido es la simultaneidad del empleo de los apellidos Holguín y Golfín, dejando su uso, las más de las veces, a la opción o criterio del escribano o notario), vivían en el barrio de la Zapatería, junto a los mesones de la Molera y Ojalvo, con mucha aproximación a lo que llaman las Cuatro Calles, en la línea del jardín del palacio de Roco-Godoy, más a la esquina de la Zapatería Baja o calle de la Audiencia, barrio de menestrales en el que apenas se diferenciarla la familia Soto como no fuese en la naturaleza de la materia que trabajaban, el esparto, pues eran esparteros, quizá denunciante, esta circunstancia, de su procedencia, no ya sólo geográfica, sino también racial. En dos palabras: ¿moriscos murcianos? El trabajo del esparto y en las tierras de este producto, era ocupación de moriscos y aún no siendo exclusiva de estos, es bastante probable que ya por emigración voluntaria, ya por exilio forzoso se desplazasen de su tierra de origen hacía otros lugares. Por otra parte, no hemos encontrado en Cáceres, entre las notas consultadas en el archivo de Tomás Pulido, más Soto que una hermana de Cristóbal y un número bastante elevado de moriscos apellidados de este modo, en su mayoría procedentes del reino de Granada y sus proximidades murcianas.

El mismo tipo psicológico con que se nos ofrece Cristóbal Soto Holguín, se despega mucha del medio ambiente que rodeaba a los cacereños de su tiempo. Soto Holguín debió resultar un inadaptado ante la elemental sociedad de su tiempo y aún más en relación con el trabajo colectivo, meramente mecánico, lo que hace de él una verdadera excepción ya que la inadaptación procede de motivos y preocupaciones que no caben en mentes humanas, incapaces de acomplejarse más o menas. Ello fue posible en la vida de Soto Holguín, arruinada entre ráfagas de esperanzas, y tormentos hogareños, pues su mujer se peleó constantemente con él en defensa de su dote, y hubo de abandonar Cáceres para refugiarse en Sevilla, al amparo de la Casa de la Contratación de Yndias y del movimiento demográfico que, como correa sin fin, transcurría entre aquel El Dorado y la villa de Cáceres, a través de la ciudad hispalense.

No hay tampoco que dejar de tener en cuenta que estas inclinaciones de Soto Holguín partiesen en él de devociones interiores que hubiesen surgido momentánea o esporádicamente, porque los propios títulos de sus obras nos hablan de las raíces de sus aficiones y esperanzas, y que, en definitiva, afluyeron con sus jugos a marcarle su vida temperamental y con ello el abandono de su honrado oficio, su ruina familiar y su fracaso intelectual.

Puede parecer exageración tomar en serio a un hombre como Soto Holguín, pero sólo el descubrimiento de estos manuscritos -en el caso, como creemos, de que no pasaran de tales- o de otros desconocidos, pueden darnos o quitarnos la razón. Carecemos de muestras de su quehacer literario y con sólo los títulos que dio a sus obras no se puede sacar gran cosa, ni ninguna, solo una realidad, el contacto, más lejano o más cercano, de este presunto literato con las letras de su tiempo al utilizar un titulo tan castizo y tan «Siglo de Oro» como el de “Recreación y Alivio de Trabajadores”, en verso; ya que el otro, “Orden y Manera de Potenciar las Viñas”, nos descubre otra faceta de su ingenio, tal vez influido y marcado por un interés mas personal que intelectual o científico, puesto que, tanto su padre, como él y como su mujer, eran propietarios de viñas.

Nov 011987
 

Mercedes Pulido Cordero.

Hoy día, es imprescindible la utilización de la prensa como herramienta de trabajo en los estudios de la historia contemporánea, y no digamos como fuente, de todo punto necesaria, para el conocimiento de su propia historia. El periódico es testimonio de una actividad intelectual en la que están implicados muchas facetas del hombre que aún en sus manifestaciones más humildes tienen un valor humano indiscutible cuyo alcance proporciona sorpresas y aportaciones que aunque no contribuyan a modificaciones espectaculares del curso general de la historia, regional en este caso, sí al de algunos aspectos que pueden influir en la interpretación de los hechos.

La panorámica que ofrece Extremadura respecto a la actividad periodística desplegada en el siglo XIX puede ser considerada como importante, amplia y variada. Desde 1808 en que aparece Diario de Badajoz, primer periódico extremeño del que se tiene noticia, se editarán en la región publicaciones periódicas de carácter variado, aunque prolifera el político sobre el religioso, administrativo, literario, benéfico, publicitario… Del conjunto, he querido destacar hoy, un periódico cacereño, surgido en la mitad del siglo pasado: El Regenerador Estremeño.

El Regenerador Estremeño (así, con “s”), inicia su andadura el día 30 de noviembre de 1852 como «Periódico Administrativo, Literario y de Intereses Materiales». Sus números tuvieron una periodicidad semanal hasta el número 63, a partir del cual, aparecieron los martes y sábados de cada semana.

Fue fundado y dirigido por Don Juan Daza Malato, su propietario, y, al parecer, único redactor de personalidad polifacética que desplegó actividades varias, pues fue poeta, dramaturgo, novelista, historiador (como autor de una pequeña historia sobre la Patrona de Cáceres “La Virgen de la Montaña”, impresa en el establecimiento de la Viuda de Burgos e Hijos en 1854), geógrafo (publica una Cartilla Geográfica-Estadística de Extremadura, folleto impreso en el taller de la Viuda de Burgos, también en 1854), hombre de negocios, bibliotecario, periodista, gacetillero… Desde luego, su faceta más importante fue la de periodista, y es en el Regenerador donde puso de manifiesto lo bien dotado que estaba para ello como poseedor de un fino instinto publicitario, calibrando el valor de la noticia y sabiendo hacer discretas concesiones al interés de sus lectores.

Fue el órgano oficial de la Sociedad Minera «La Europea», aunque no debió fundarse El Regenerador para ocuparse de minas, pues hasta el número 13 (11 de enero de 1853) no hay alusión alguna a ellas. En este número anuncia la llegada a la provincia de un tal M. Paillet, director o gerente de varias empresas mineras, con objeto de examinar algunas de las minas en que se trabajaba en aquellos momentos en la provincia. Referente a ellas proporciona abundante información sobre la explotación, entre otras, de «Palacio y Golondrinas» (sociedad formada por Vicente Maestre, Germán Petit y Clemente Roswag), o sobre la formación de sociedades varias mineras; la intervención en estos negocios de técnicos y capitalistas extranjeros y también españoles de alta categoría: el infante D. Francisco, el Duque de Riansares, el de San Carlos…, y vecinos cacereños: Carlos Godínez de Paz, Mauricio Ceresoles, Manuel María Muro… Es curiosa la información que propicia sobre el descubrimiento de nuevas minas, así., en su número 149 (2-5-1854) dice: “… tenemos entendido que una persona altamente conocida en esta capital, y caracterizada en la provincia por una situación distinguida, acaba de salir precipitadamente para las Cortes de París y de Londres a entenderse con capitalistas de alta banca sobre el arreglo definitivo de una mina importantísima de diamantes y otras piedras preciosas, al parecer, recientemente descubierta en Castilla, sobre las lindes de Extremadura”.

Siempre estuvo dispuesto, Daza Malayo, a tratar, en el periódico, asuntos y problemas de interés extremeño, y claro es, dedicó mucho espacio al tema de los ferrocarriles. El Regenerador, pedía la enajenación de todos los terrenos baldíos de la provincia y la aplicación de su producto al ferrocarril que, suponía, abriría perspectivas nuevas y de mejora, que repercutirían de modo trascendente en Extremadura. En el número 108 (9-12-1853), precisa: “… y después de todo lo dicho en otros artículos y en distintas ocasiones acerca de la importancia de una línea ferrada que nos ponga en comunicación con Madrid y Lisboa o, lo que es lo mismo, con París y con Londres…».

En el número siguiente, desarrolla el tema de los baldíos, encontrándose conforme con el dictamen que dio la Comisión nombrada a tal efecto.

También atendió El Regenerador otros aspectos de la vida local, proporcionando precios de mercado, información publicitaria que hoy permite conocer, entre otras cosas, la existencia por entonces, en Cáceres, de un fabricante de relojes de torre que habitaba en la calle Cadenas número 2; de otro que construye máquinas para limpiar y escoger trigo; o la de un artífice organero que había practicado estudios de su arte en las fábricas de Milcour (Francia) y que no sólo construía y restauraba órganos, sino que además fabricaba «cierto aparato especial llamado Monoclave que permitía aplicarlo a un órgano y tocar con él cualquier persona en sólo quince minutos de lección». El anunciante se llamaba José Alfredo Moro. También utiliza la sección de anuncios, Antonio Bechi, italiano, para informar y anunciar sus clases a domicilio sobre el siguiente contenido: “1. Cocina y Pastelería; 2. Licores de toda clase, incluso el Ron de la Jamaica; 3. Toda clase de Vinos Generosos; 4. Toda clase de helados…”. En el número 100 (11-11-1853), comienza a publicar una serie de trabajos sobre la traída de agua, del Marco a la ciudad, en los que su autor, anónimo, además de concretar su pensamiento en este asunto, se permite ofrecer ciertas curiosidades etimológicas, arqueológicas, históricas, etc., relativas a Cáceres.

En otro orden de cosas hay que decir que sabrosas fueron las gacetillas que marcaban el curso de la vida local. En el número 135 (14-3-1854) aparecía lo siguiente:“Buen Pensamiento: Hemos oído decir que el señor Conde de Adanero no recibe para servir en su casa a ninguno que no sepa leer y escribir”.

A pesar de que El Regenerador Estremeño, y por lo mismo, su director, se había distinguido en su ya no corta vida por un invariable tono discreto en lo referente a la política nacional, tras golpe revolucionario de julio de 1854 abandona la información y comentarios mineros, convirtiéndose en portavoz de los triunfantes liberales y ofreciéndose a la disposición de la Junta. En el número 178 (15-8-1854) Daza Malato expone una parte de su programa de gobierno, es decir, lo que él haría y diría, si le cupiese el honor algún día de ocupar un escaño.

Contó, Daza y su periódico, con buenos colaboradores, la mayoría de las veces plumas anónimas, pero pueden citarse algunos nombres: Juan González Hernández, Manuel Gil de Rodas, Felipe León Guerra y Cumbreño, José Viú, Vicente Maestre…

El periódico desaparece en enero de 1855. Es posible, que por entonces Daza Malato llevase recogidas algunas ingratitudes a las que no debió ser ajena la actividad periodística, o quizá viese la posibilidad de medro en el terreno político. Daza, que tal vez careciese de recursos creadores, es personalidad modesta y, sin embargo, curiosa si tenemos en cuenta las condiciones ambientales tan poco propicias para la inquietud intelectual, y por lo tanto, merecedora de tenérsela en cuenta en la historiografía local.

Título: El Regenerador Estremeño.

Localidad: Cáceres.

Primera fecha de publicación: 30-11-1852.

Última fecha de aparición: 12-01-1855.

Periodicidad: semanal – bisemanal.

Números editados: 220.

Difusión: local.

Tipografía: Imprenta de la Viuda de Burgos e Hijos, en Portal Llano, 19.

Tamaño: 440 mms x 310 mms; 4 páginas a 3 columnas.

Suscripción mensual: 6 reales.

Fundador, Editor y Director: Juan Daza Malato.

Puntos de Suscripción: En la imprenta y librería de la Vda. de Burgos e Hijos, y en todas las Administraciones de Correos y en la Redacción con carta franca.

Oct 011986
 

Mercedes Pulido Cordero.

FICHA DE LA PUBLICACIÓN
TÍTULO: Zurra-Tontainas
SUBTITULO: Periódico joco-serio de Primera Enseñanza (núms. 1 al 6). Defensor de los intereses Morales y Materiales de la provincia, y particularmente, de la capital (núm. 7).
TIPO: Periódico
CARÁCTER: Satírico
PERIORICIDAD: Quincenal
PRECIO DEL EJEMPLAR: “Gratuita para todos los señores maestros y señoras maestras de nuestra provincia». Para el resto, el núm. suelto era de 0.05 pesetas.
TAMAÑO: 32 cms x 21 cms
PÁGINAS: 8 páginas a dos columnas.
FECHA DEL NÚM. UNO: 5 de octubre de 1908.
FECNA DEL ULTIMO NÚMERO PUBLICADO: 30 de noviembre de 1908.
TOTAL NÚMEROS PUBLICADOS: 7 núms.
IMPRENTA: Tip. “La Minerva” de Serafín Rodas.
FUNDADOR: Eduardo Sánchez Garrido.
PROPIETARIO: Eduardo Sánchez Garrido.
DIRECTOR: Eduardo Sánchez Garrido y José Bernal Távora.
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: En Calle Barrionuevo, núm. 54
COLABORADORES: Diego Benito Regidor y Romero, Juan Luis Cordero y “Demi Marinoni”.

En 1908 surge en Cáceres Zurra-Tontainas, que dice ser “Periódico Joco-Serio de Primera Enseñanza”, gratuito para todos los Sres. Maestros y Sras. Maestras de esta Provincia, y aunque en su número siete, y último de la colección, se declara defensor de los intereses Morales y Materiales de la provincia y muy especialmente de la capital, la realidad es, que tuvo como objetivo primero, y yo me atrevería a decir que único, el de servir a su fundador y propietario, don Eduardo Sánchez Garrido, a combatir a Manuel Castillo y Quijada[1], director del Instituto General Técnico de Cáceres y a don Manuel Sánchez de Castro, que lo era de La Educación, “Órgano de la Asociación Provincial del Magisterio Cacerexio”. El motivo de tal antagonismo venía dado por la implantación en Cáceres de las Escuelas Graduadas que Castillo y Castro propugnaban y defendían sobre la Unitaria, lo que a juicio del responsable de Zurra-Tontainas representaba por entonces:

“1.- Un imposible económico o de perras, aun cuando éstas fueran de a cinco céntimos la pieza.
2.- Un imposible profesional o respecto del profesorado.
3.- Un atropello de los derechos de este último a funcionar como la ley le ordena que lo haga y así lo verifica.
4.- Ninguna ventaja sustancial ni demostrada, para la enseñanza y la educación de la niñez, sobre las que recibe en las escuelas en que hasta lo de ahora se ha educado y se ha instruido”.

Sin embargo, el periódico, o lo que es lo mismo, Sánchez Garrido, manifiesta los propósitos que persigue la publicación en la primera página de su número uno, y afirma:

“Zurra-Tontainas no va ahora ni ha de ir nunca jamás contra las escuelas graduadas, siempre que éstas se proyecten, se establezcan y funcionen con arreglo y sujeción a como el Estado quiere y manda que dichas tres cosas se hagan”.

Los primeros números de Zurra-Tontainas, debieron estar dirigidos por Don Eduardo, e incluso, podría decirse que todos, pero a partir de su número cinco figura Don José Bernal Távora, de profesión “pintor adornista”, domiciliado en la Calle Barrionuevo, núm. 54, justamente donde figuraba la redacción y administración del periódico.

Don Eduardo Sánchez Garrido, personalidad polémica y polemista, maestro de párvulos, fundador de periódicos, y director y colaborador de muchos, de una cultura literaria amplísima, asombrosa, al decir de Floriano Cumbreño[2], que afirma, al fijar los rasgos de esta individualidad cacereña, que jamás conoció“polemista más demoledor, por la suavidad o por la violencia, usando la ática o la expresión fricativa y contundente, anonadaba a sus adversarios”; que“leía y traducía el latín a libro abierto”; que “fue, fervoroso monárquico, y antes, igualmente, fervoroso republicano con ribetes anarquizantes…”; escribió su autobiografía en verso en la revista Alma Extremeña, en sucesivos números[3] y, además, ilustrándola y enriqueciéndola con la caricatura que de él hizo su hijo, el gran pintor cacereño, Conrado Sánchez Varona, precisamente, Tomás Pulido en los comentarios sobre la pintura de Varona, aludía, en artículos publicados[4] a la incidencia de este vinculo y de esta herencia en la vida y obra del artista; Tomás Pulido conoció a Sánchez Garrido, y lo define como hombre genial, y especifica: “…de una genialidad que lo era de calidad antes que de pura manifestación, es decir, que lo era en esencia antes que de forma: corno si dijéramos, una genialidad de categoría, no de anécdota”.

La actividad periodística de Sánchez Garrido se manifiesta a lo largo de la historia del periodismo cacereño de finales del siglo pasado y principios de éste. A él se debe la fundación de “Las Antorchas” en 1886, “Periódico Satírico de tendencias juiciosas y moralizadoras sin miramientos perniciosos a clases ni individuos”, y la de “El Muerto Resucitado” en 1888, publicación motivada por la curiosidad y expectación que levantó el proceso que dio nombre a este periódico, y conocido como “La Causa del Muerto Resucitado”. En 1904 funda y dirige “Aurora de Juventud”, revista quincenal de cortísima vida. “Zurra-Tontainas”, será su última experiencia como responsable directo de una publicación.

En Zurra-Tontainas, colaboraron dos buenos amigos suyos y activos periodistas, Juan Luis Cordero Gómez, autor de varios libros de poemas, responsable de revistas literarias, como “Brisas Nuevas” o “Extremadura Literaria”, y de periódicos de carácter político; y Diego Benito Regidor Romero, que ya había dirigido “El Periódico”, y luego “El Periodiquín” y, más tarde, en 1913 fundaría “El Correo Extremeño”, Periódico Jaimista. En Zurra-Tontainas, también utilizó su seudónimo, que ya había aparecido con generosidad en la mayoría de la prensa cacereña, “Ego”. El propio Sánchez Garrido firmaba sus diatribas con el de “Demi-Marinoni”.

Ya fuera por cansancio de Garrido, o de sus antagónicos (más bien esto último), Zurra-Tontainas termina con su séptimo número, y con él una de las muestras más sabrosas de la publicación periódica satírica de la provincia de Cáceres.

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NOTAS:

[1] Manuel Castillo nació en los años setenta del pasado siglo. Falleció ya nonagenario en México. Se avecindó en Cáceres en 1897 como Catedrático de Francés de su Instituto, del que fue director así como de la Escuela Normal de Maestros hasta 1918 en que se traslada a Valencia. Hizo famoso en la prensa cacereña el seudónimo de “Don Nadie”, sobre todo en “El Noticiero” del que fue director desde su fundación en 1903 y fue miembro fundador de la inolvidable “Revista de Extremadura”, en la que también desarrolló la función de administrador durante cuatro años.

La personalidad de Castillo, interesante por muchos motivos, destacada entre los que le conocieron, importante en el medio cacereño en el que se desenvolvió, se ha visto reforzada con el legado que él y sus hijos, también fallecidos, hicieron a la ciudad de Cáceres al dejar una parte de su fortuna a empresas culturales y benéficas de la ciudad.

[2] FLORIANO CUMBREÑO, Antonio C.: “La pedagogía del Maestro Garrido, con frecuencia dada en el Paraninfo del Instituto de 2ª Enseñanza”. Cáceres, 1953.

[3] SÁNCHEZ GARRIDO, Eduardo: “Autobiografía”, en: Alma Extremeña, (1908-1905) núm. 7 y ss.

[4] PULIDO Y PULIDO, Tomás: “Exposición en memoria de los artistas cacereños desaparecidos”, en: periódico Extremadura, del día 3 de marzo de 1960.

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