Oct 142023
 

 

Dra. Guadalupe Pérez Ortiz. mgperort@gmail.com

Dr. Francisco González Lozano. fglozano@hotmail.com

Dña. Rocío Pérez Ortiz. rocioperezortiz@gmal.com

 

RESUMEN: La labor educativa realizada por la Iglesia a lo largo de su historia es conocida por todos. El paso de los siglos reclamó la creación de una nueva institución que reglara la formación de los sacerdotes. Fue el Concilio de Trento quien ordenó la creación de los seminarios como centros eclesiales educativos. El trabajo que presentamos se centra en el Seminario de San Atón, una entidad fundada en la ciudad de Badajoz en 1664. Su trayectoria educativa ha sido referente en Extremadura dado su prestigiosa influencia formativa, humanística y religiosa. Con este trabajo queremos mostrar la importancia que esta entidad tuvo durante los siglos XVII-XIX en el panorama educativo extremeño, cuando asume ser la sede del primer Centro de Enseñanza Secundaria en Badajoz y la primera Universidad de Extremadura cuando en las postrimerías del siglo XVIII aún carecía de ella.

 

PALABRAS CLAVES: Seminario San Atón de Badajoz, primera sede Universidad, referente educativo, referente cultural.

 

  1. Introducción

 

El seminario de Badajoz ha sido a lo largo de su historia un referente importantísimo en toda Extremadura. En primer lugar, como centro para la formación del clero y en segundo término, como centro educativo.

El objetivo que nos proponemos con la realización de este trabajo es mostrar la importancia que esta entidad tuvo durante los siglos XVII-XIX en el panorama educativo de Extremadura, cuando asume ser la sede del primer Centro de Enseñanza Secundaria en Badajoz y la primera Universidad de Extremadura. Para ello abordaremos su trayectoria histórica, centrándonos especialmente en los aspectos relativos de la educación en Extremadura.

  1. Aproximación a la historia del Seminario Conciliar de San Atón: hacia la fundación de la Universidad de Extremadura

 

La finalidad principal de los seminarios era la educación de niños y jóvenes que aspiraban al sacerdocio. En base a ello presentaremos la historia del Seminario de Badajoz en cinco etapas marcas por diversos acontecimientos educativos: desde su fundación, en el año 1664, hasta los primeros pasos de índole universitaria; la segunda etapa comenzará con los pasos previos a la fundación de la Universidad en el Seminario, en 1793; una tercera etapa marcada por las directrices pedagógicas del Concordato de 1851; el cuarto periodo se centrará en la eclosión educativa a principios del siglo XX y el quinto periodo de la Guerra civil española hasta nuestros días.

 

2.1. Inicios de la educación en San Atón

 

Las problemáticas que se sucedían  en España para llevar a cabo la creación de los seminarios no son ajenas a la diócesis de Badajoz. En primer lugar, hemos de señalar que fueron numerosas las causas del retraso de la creación del Seminario. Badajoz, ciudad fronteriza con Portugal, estaba influenciada por largas guerras[1]. Una segunda razón se centra en la oposición de los cabildos, que no querían que una nueva institución asumiera la labor educativa que hasta el momento se estaba desarrollando en la catedral. A estas dos causas, se sumó la inestabilidad y poca duración de los prelados en la sede pacense.

Habrá que esperar a un nuevo obispo que encontrara mejores circunstancias para poder llevar a término la fundación del seminario[2]. Este obispo fue Fray Jerónimo Rodríguez Valderas, quien gracias a la donación de unas casas del canónigo Rodrigo Dosma, dio inicio al Seminario Conciliar de San Atón en 1664; nombrado como primer rector a don Juan López Izquierdo y Jaramillo. La inauguración oficial del Seminario tuvo lugar el 8 de septiembre de 1664. La vida interna de los colegiales y los objetivos marcados por el prelado para esta institución quedarán reglados en las Constituciones.

Hasta el siglo XVIII los únicos estudios impartidos en el Seminario fueron los de Gramática[3]; el maestro de Gramática dirigiría los estudios de latinidad y el maestro de Capilla, el canto y la liturgia. Tras estos primeros estudios, los colegiales salían a los conventos a recibir cursos de Artes y continuar con la Teología y el Derecho Canónico[4].

La matriculas en San Atón no fueron muy numerosas hasta principios del siglo XVIII, fecha en que el obispo Valero y Losa cuadruplicaba los pupitres del colegio habiendo conseguido medios económicos[5]. De este modo, el seminario aumentaba considerablemente sus solicitudes de ingreso. Será en 1727, bajo el episcopado de Pedro Francisco Levanto y Vivaldo cuando se piense en comprar un terreno para una nueva sede dado que la primera se estaba quedando pequeña[6], aunque este deseo no se pudo hacer real hasta el gobierno del obispo Amador Merino Malaguilla, que haciendo un estudio económico, vio la posibilidad de comprar unas casas a su amigo el conde de Viamanuel. Añadido este terreno a las ya adquiridas casas de Gonzalo de Carbajal y a las propiedades del Marqués de Gramosa que se comprarían posteriormente[7]. El 26 de octubre de 1754 se inauguró la nueva sede en el campo de San Francisco[8]. A este edificio se trasladaron doce seminaristas becarios, diecinueve porcionistas, el rector José González, el maestro de Gramática Pedro Muñoz y el pasante de estudios Francisco Núñez.

El 21 de noviembre de 1755 tomaba posesión de la diócesis el obispo Manuel Pérez Minayo;  actualizó las Constituciones del Seminario decretando  nuevos aspectos organizativos del centro para que se adecuara el espacio a la nueva formación que tenía en mente.

  • Hacia la fundación de la Universidad en Extremadura

 

El advenimiento de los Borbones en el trono de España influirá significativamente en el status quo de la Iglesia y, por extensión, de los seminarios, llevando a estos establecimientos por los caminos de la Ilustración[9].

Carlos III procuró llevar a cabo esta nueva concepción organizativa del Estado en la que la Iglesia se relegaba a un segundo plano. Culmen de este absolutismo será la Pragmática sanción de 2 de abril de 1767 por la que se expulsaba de España a la Compañía de Jesús[10]. Se reservaba el Rey la aprobación final del gobierno interior de los seminarios tras escuchar las propuestas de los prelados; se anticipaba así el control que el Estado quería marcar respecto a la institución eclesial.

El control universitario por parte del Estado comenzó a extenderse: así la jurisdicción universitaria la tendría el Gobierno[11]. Paralelamente se controlaban los colegios mayores, anunciando que el Rey cuidaría y administraría sus rentas, organización y gobierno[12]. En la misma línea se pronunciará el regalista Covarrubias en 1785, sosteniendo que la Iglesia no tenía autoridad en lo temporal[13].

El siguiente paso respecto a la formación en los seminarios lo encontraremos en la figura de José Moñino. En su Instrucción reservada (1787) afirmaba la necesaria educación de un clero ilustrado, formándose en los seminarios y en las órdenes religiosas mediante el estudio de la Santa Escritura y de los Santos Padres junto al derecho público, político, económico y las ciencias exactas. El lenguaje de la instrucción es secularizante, dejando poca o ninguna libertad a la propia Iglesia[14]. Incluso el Rey se reservaba el derecho de aprobar o dictaminar constituciones para los seminarios[15].

Otro exponente de esta concepción lo hallamos en Muñoz Torrero quien, en 1789, siendo rector de la Universidad de Salamanca, emitía un dictamen en el que se afirmaba que la Iglesia no podía impedir la tolerancia del Estado respecto a los herejes de la época, sino que se dejaba a manos del gobierno la libertad de condenarlos o no[16].

Ante estas intervenciones políticas en el ámbito de los seminarios la reacción de los prelados españoles fue el conformismo[17]. Tal vez la Iglesia no supo anticiparse a las consecuencias que tendrían estas nuevas tesis, sino que, debido a las penurias económicas por las que pasaban sus diócesis y seminarios, vieron un lugar donde refugiarse.

Ante estos acontecimientos, el obispo nombró en 1777 a Fernando Ledesma y Vargas como visitador del Seminario de Badajoz[18], quien debía elaborar un informe sobre el estado material, económico y educativo del establecimiento. Las conclusiones presentadas pretendían realizar una reforma sustancial de los estudios para elevar la calidad de la enseñanza. Para ello se apuntaba la mejor preparación de los catedráticos, la institución de los estudios de Artes y Teología en el propio Seminario y la incorporación a alguna de las Universidades del Reino.

Tras la lectura del informe, el obispo pedía al visitador que iniciara los trámites para la incorporación del Seminario a alguna de las Universidades del Reino. Iniciaba los pasos Ledesma y Vargas informando al Rey del estado paupérrimo de la educación en la provincia y que para dar una solución digna a este declive el único centro que podría elevar esta situación era el Seminario[19]; en él ya existían cátedras de Filosofía y Teología, pero solicitaba que se adscribiera a alguna Universidad para obtener una titulación oficial. El agravio comparativo de la provincia de Badajoz con el resto de provincias españolas llevaría al Rey a plantear esta adscripción a la Universidad de Sevilla.

En 1777 el Fiscal respondía al expediente de adscripción indicando que debería unirse el Seminario de Badajoz a la Universidad de Salamanca, de la cual adjuntaba el plan de estudios[20] y hasta que no existieran unas cátedras adecuadas no podría realizarse este nuevo proyecto[21]. Para ello se mejoraron notoriamente las cátedras existentes y se insistió al Rey para la concesión de este nuevo grado académico[22].

Un nuevo obispo, don Alonso Solís y Gragera, sería el encargado de continuar los trámites universitarios. Uno de los requisitos expuestos por el Fiscal exigía al prelado la edición de nuevas Constituciones. Nuevamente, en el trasfondo de esta normativa está el fomento de la virtud y el cultivo de la vida de piedad como base para la formación de los clérigos; ya se observa una apertura ilustrada en el terreno académico de las mismas y una notable influencia jansenista en los manuales teológicos[23].

Le correspondería al entonces rector Mateo Delgado dar un nuevo empuje a todo el proceso: el 18 de mayo de 1789 escribía al prelado comunicándole que tenía la oportunidad de llegar a manos del Rey la propuesta de inscripción a la Universidad. La ocasión venía dada por la amistad que Delgado mantenía con Gabriel Álvarez de Faria, tío carnal de Manuel Godoy. Realizó las diligencias en Madrid, durante dos años, para abrir de nuevo el expediente de San Atón, hecho que acontecería el 25 de abril de 1792[24]. Hechas todas las diligencias el Fiscal decide aprobar definitivamente el expediente. Los estudios se incorporarían a la Universidad de Salamanca.

Así, la Real Cédula de Carlos IV[25] dio cumplimiento a los arduos trabajos y al ansiado deseo del Seminario Conciliar de Badajoz de ver en sus aulas el nacimiento y crecimiento de la Universidad en Extremadura. Se implantaron las Facultades de Artes, Teología, Leyes y Cánones gracias a las cátedras y profesores que existían ya en el centro. Incorporándose a la Universidad de Salamanca, obtendrían los grados académicos y su total reconocimiento a nivel civil, siendo los estudios equiparables a los de cualquier otro centro.

El 18 de octubre de 1793 se iniciaron las clases en la Universidad de Extremadura, localizada en el Seminario Conciliar de San Atón en Badajoz.

Años después, la Real Cédula de 17 de julio de 1807, del monarca Carlos IV, concede al Seminario Conciliar de San Atón mantener privilegios para seguir impartiendo docencia dado que Extremadura era un lugar donde no existía universidad pública.

 

  • Reestructuración del Seminario de Badajoz tras el Concordato de 1851[26]

 

El liberalismo y la secularización dirigirán los procesos educativos de la enseñanza a mitad del XIX. La educación, marcada por la necesidad de ser orientados a la democracia y a la libertad, se alejará del cobijo de la Iglesia[27]. Tras la firma de este acuerdo, los seminarios dan un giro académico radical. La formación estaría en manos de los prelados, emancipándose así de la tutela estatal hasta entonces vigente[28]. El 28 de septiembre de 1852 el ministro de Gracia y Justicia firmaba el nuevo plan de estudios para los seminarios conciliares[29].

Este cúmulo de circunstancias nos da una visión panorámica de la situación general de los seminarios a comienzos de la segunda mitad del siglo XIX: falta de unidad entre los obispos, formación insuficiente, abandono del latín, búsqueda de reconocimiento económico y social por parte de los sacerdotes, descenso del reconocimiento cultural de los sacerdotes, falta de contenidos en la predicación, en el sacramento de la Penitencia y en el culto divino, etc.

La solución a esta situación crítica debía comenzar por una reforma estructural de los seminarios y de la formación que en ellos se impartía. Una vida seria de piedad y la elevación del nivel intelectual de los candidatos podrían ser la base de una reforma eclesial y clerical. Se iniciaba así el nuevo plan de estudios aplicado al Seminario, dividido en tres etapas: Latinidad y Humanidades; Filosofía y Teología. En esta fase, la influencia de los obispos en la organización, gestión, dirección y formación de los seminarios es muy notable.

Fijémonos en las directrices de los prelados en esta época para realizar un esbozo histórico de la trayectoria del Seminario Conciliar de San Atón[30].

Francisco Javier Rodríguez Obregón (1848-1853)[31]: en primer lugar, dictaminó unas nuevas Constituciones para el Seminario, datadas a 3 de octubre de 1849. El segundo aspecto fue la continuación de la tradicional concesión de becas a los colegiales para los cuales se exigían nuevas condiciones[32]. Tras su fallecimiento, se conceden los primeros grados de Bachiller en Sagrada Teología[33].

Manuel García Gil (1853-1858): durante su gobierno se impulsaron nuevamente las becas a los colegiales más pobres[34]. Su preocupación respecto a la hacienda del Seminario y a la devolución de los bienes desamortizados años atrás la encontramos en el contencioso que mantuvo con el Gobierno Provincial de Badajoz. El 8 de marzo de 1858 se resolvía devolver todas las propiedades al establecimiento[35].

Diego Mariano Alguacil Rodríguez (1859-1861): en relación a su actuación en el Seminario, el primer documento hallado en el archivo está datado a 28 de diciembre de 1858[36]. Se trata de la resolución positiva a la súplica que el día 20 del mismo mes había realizado Miguel Gragera para retrasar el abono de ciertas cantidades de dinero provenientes de un censo. Al mismo tiempo, la documentación custodiada en el archivo recoge la concesión de las tradicionales becas[37].

Pantaleón Montserrat Navarro (1862-1863): de los hechos más destacados relativos al Semanario señalamos la promulgación de un nuevo Reglamento[38]. Otra preocupación del prelado respecto a su Seminario fue la disciplina y la economía; así, el 17 de septiembre de 1863, el Seminario recibe una comunicación por parte del obispo sobre la nueva organización de las juntas de disciplina y administración del centro[39]. Además continuaba la tradición de la concesión de becas a los colegiales[40].

Joaquín Hernández Herrero (1864-1865): dejó nuevas  normativas de concesión de becas[41] y la preocupación por la remuneración de los catedráticos del centro[42].

Fernando Ramírez Vázquez (1865-1890): su preocupación por la hacienda del Seminario y por mantener las becas ofrecidas era notable. La situación respecto al pago de dichas becas subvencionadas, en parte, por el gobierno era de bastante retraso; de ahí su insistencia en que se dotara al Seminario de lo que le correspondía por acuerdos. Junto a la hacienda, el interés del prelado respecto al nivel académico de los colegiales se recoge en la solicitud que realiza al claustro de profesores para que calificaran por asignaturas sueltas el aprovechamiento de los alumnos[43].

Le tocaría vivir al obispo Ramírez la situación del Sexenio Revolucionario. En Badajoz, el pronunciamiento se produjo el 30 de septiembre de 1868[44]. En lo que respecta al Seminario, fue clausurado el 8 de octubre[45]. Dos años más tarde, en 1871, sería devuelto al prelado. La información recogida en el archivo del Seminario, respecto a la revolución de 1868 y a sus consecuencias la encontramos en unas breves líneas de las actas de la junta de hacienda, celebrada el 30 de noviembre de 1882. Allí se detalla que, desde el año 1868, el Seminario de Badajoz había pasado graves apuros, consecuencia principalmente de “los trastornos políticos ocurridos en nuestra patria y que al presente si no tienen existencias, tampoco tienen deudas”[46]. Tras el Sexenio volvería la normalidad a San Atón.

Francisco Sáenz de Urturi Crespo (1891-1894): la oración, el estudio, la convivencia y la dinámica interna del establecimiento habrían de girar sobre el encuentro personal del candidato con quien lo llamó un día al servicio de la Iglesia. No se olvidaría el prelado de ser generoso con los alumnos más necesitados, concediendo más ayudas para poder estudiar en el centro[47].

Ramón Torrijos Gómez (1894-1903): el 27 de agosto de 1895 el nuevo prelado mandaba una circular relativa al siguiente curso académico: en ella daba cobertura legal a los seminaristas que realizaban sus estudios en el Colegio de Segura de León, confiriendo validez académica y eclesiástica a los cursos allí realizados[48]. Ese mismo día, el prelado apuntaba que sería de su agrado que los alumnos teólogos cursaran sus estudios siendo internos[49].

Mientras tanto, en España, el inicio del siglo XX no conoció una mejora de los seminarios conciliares. El nuncio Rampolla, en 1895, propuso la creación de una Universidad Católica Central, reformando los seminarios por completo y estableciendo un Colegio en Roma para la elevación cultural del clero español. Pocas serían las excepciones a la evaluación de estos centros eclesiásticos a principios del siglo XX, entre las cuales podemos incluir al Seminario Conciliar de San Atón.

 

  • Esplendor educativo en San Atón en el primer tercio del siglo XX

 

El Seminario Conciliar de San Atón se convirtió, en el primer tercio del siglo XX en promotor de cultura, elevando el nivel social y académico de la región.

Varias nubes ensombrecieron las relaciones Iglesia-Estado a finales del siglo XIX y perduraron en los inicios del XX. En 1887 se sometían todas las asociaciones políticas, artísticas o benéficas a la inspección del Gobierno, exceptuando las religiosas que hubieran sido señaladas en el Concordato; un año después se prohibía a las comunidades religiosas adquirir bienes[50]. Los años finales del siglo XIX no estuvieron escasos de fronteras artificiales que trataban de limitar el campo eclesiástico[51]. Fue el gabinete del general Azcárraga el que produjo el mayor distanciamiento Iglesia-Estado. El último gabinete de Sagasta se encargó de dictar leyes anticlericales instrumentalizándolas como verdadera arma política.

Se suavizó levemente la relación entre ambas instituciones en 1902, cuando la Santa Sede y el Estado español lograron llegar a un acuerdo tácito, extendido el siguiente Concordato, en la que se reconocía la libertad y legalidad de cualquier asociación religiosa que se inscribiera civilmente[52]. Estas idas y venidas en la “cuestión religiosa” dependieron de las decisiones parlamentarias españolas, aumentando la diatriba anticlerical en algunos momentos y disminuyendo en otros. Le tocaría a José Canalejas Méndez formar un gabinete para tratar el tema religioso. Negoció con el Vaticano, en este caso con el cardenal español Merry del Val, sobre la soberanía de la Santa Sede en materia  religiosa dentro del Estado español. Todas estas circunstancias hicieron reaccionar a los católicos que protestaron contra las políticas anti eclesiales del Gobierno[53].

La situación educativa en España era desesperanzada, con un elevado índice de analfabetismo. La educación se convirtió en eje de batalla; el Estado pretendió despojar a la Iglesia de su “poder docente”[54]. La Iglesia por su parte se arraigaba en mantener su presencia en la docencia pública reivindicando constantemente sus derechos[55].

Los datos educativos nos plantean un panorama desolador en Extremadura[56]. Mientras tanto, el Seminario de Badajoz comenzaría a despuntar en Extremadura, como centro educativo de referencia.

José Hevia Campomanes (1903-1904): no tardaría en tomar decisiones relativas al Seminario; el 25 de septiembre de su primer año de gobierno se designaba a sí mismo como prefecto de estudios del Seminario[57].

Félix Soto Mancera (1904-1910): no descansó hasta elevar el nivel cultural de los que se preparaban en el establecimiento, organizando adecuadamente la enseñanza, nombrando profesores de indudable preparación y estableciendo mecanismos de afianzamiento educativo. En noviembre, el obispo decretaba el comienzo de una serie de predicaciones que se llevarían a cabo desde el primer domingo de Adviento en adelante[58]. Además, tal y como hizo su predecesor don Ramón Torrijos en 1900, el prelado cumplió con el deber de realizar la visita pastoral al Seminario[59].

Ramón Pérez Rodríguez (1920-1929): en orden a sostener económicamente el Seminario, instituyó oficialmente en 1927 la “Obra de Fomento de Vocaciones Eclesiásticas”, encargada de velar por la manutención de los colegiales y llamada a orar por las nuevas vocaciones[60].

Llegaba, de nuevo, el momento de la renovación y la puesta al día en el espacio de ubicación del centro. Le correspondería al obispo Pérez Rodríguez abordar esta nueva edificación que diera respuesta a los tiempos modernos. Las cuestiones económicas y las consultas del prelado en relación a la posible construcción de una nueva sede fueron significativas[61]. Tras varias deliberaciones con el Cabildo, puesto que el obispo deseaba la aprobación de dicha institución para la compra y construcción del nuevo edificio, y habiendo mantenido contactos con la Diputación de Badajoz para la venta del edificio de la plaza Minayo, se adquirió una huerta y vaquería en la Cañada de Sancha Brava. El nuevo Seminario estaría dotado de espacio suficiente e higiene adecuada para los colegiales. El arquitecto Francisco Vaca Morales sería quien redactara el proyecto[62].

Pero la tarea educativa más importante respecto al Seminario fue el decreto de erección de un nuevo Reglamento para su centro, dado en Badajoz a primero de septiembre de 1928[63].

Afirmábamos al comienzo de esta etapa que se trataba de un periodo de esplendor educativo que influiría notablemente en la región extremeña. Los datos relativos al quehacer de los obispos en el Seminario demuestran la trayectoria de un Seminario abierto y en crecimiento en todos los aspectos, frente a la tipología general de otros seminarios conciliares marcados por tintes apologéticos y encerrados en sí mismos. A estas características del Seminario pacense, le sumamos la encomiable labor de un claustro de profesores altamente cualificado. De entre los primeros destacamos las figuras de Tirso Lozano Rubio, Enrique Triviño Forte, Eloy Pedrajas Núñez Romero o Fernando Castón Durán. De los alumnos que se formaron en las aulas del Seminario San Atón de Badajoz durante esta etapa y que tuvieron enorme repercusión cultural en nuestro país destacamos: Enrique Vázquez Camarasa, Leopoldo Pastor Sito o Antonio Reyes Huertas.

 

  • De la Guerra Civil a nuestros días

 

José María Alcaraz y Alenda (1930-1971): su preocupación por el fomento de las vocaciones fue extraordinaria; habiendo disminuido notablemente el número de seminaristas, el prelado se preocupó, cada año, de recordar en sus cartas pastorales la necesidad de orar por las vocaciones y el sostenimiento económico del Seminario[64].

Mientras tanto, Roma quería comprobar el estado académico y material de todos los establecimientos educativos sacerdotales[65]. Ya la Congregación de Seminarios había adoptado medidas para mejorar la educación en todos los centros[66]. En la mente del Papa estaba la intención de crear Seminarios interdiocesanos, reformar el plan de estudios y la vida disciplinar y potenciar colegios o centros de selección a los aspirantes al seminario. Gran parte de estas directrices se verían reflejadas en la Constitución Deus Scientiarum Dominus. Una relativa calma doctrinal marcaba los devenires teológicos de la Iglesia tras las revueltas provenientes del Modernismo. Afloraron numerosos centros teológicos y la organización era dispar, lo cual requería unas directrices homogéneas que aclararan la distribución de materias. Pío XI volvió a organizar los centros educativos con una ley de carácter universal.

Entre 1933 y 1934 el Papa envió a tres delegados pontificios con el fin de tomar el pulso a los seminarios españoles. El encargado de inspeccionar el de Badajoz fue don Marcelino Olaechea[67]. En su informe recogía aspectos relativos al edificio, definiéndolo como bien estudiado y sencillo, el cual respondía a la disciplina de un verdadero Seminario. Un total de quince profesores componía el claustro; junto al rector, ecónomo y director espiritual –un jesuita que no residía en el centro- formaban un plantel digno, preparado académicamente en el Seminario de Comillas. Los seminaristas ascendían a ochenta y nueve. Los estudios estaban distribuidos en las tres etapas designadas: Latín y Humanidades; Filosofía y Teología[68]. Además, los actos literarios se llevan a cabo con dignidad y los exámenes con rigor. Reflejaba el buen ambiente del establecimiento y la adecuada vida de piedad, moral y disciplina, solicitando informes a los párrocos durante los periodos estivales. La biblioteca era amplia, pero poco utilizada. Las únicas recomendaciones que recogía en su informe:  los muebles antiguos y la conveniencia de que el director espiritual residiera en el Seminario.

Si comparamos estas conclusiones con las de otros seminarios destacamos que el de San Atón sobresalía con notoriedad[69]; continuaba, por tanto, su excelencia educativa.

Pero irrumpió violentamente la Guerra Civil. El Movimiento nacional sorprendió a los seminaristas en las vacaciones de 1936; al finalizar aquel curso académico de 1936-1937, sólo se examinaron 48 alumnos. Al siguiente curso San Atón permaneció cerrado; hubieron de trasladarse los colegiales a Villafranca de los Barros[70], cursando allí los estudios un total de 51 alumnos. El año académico 1938-1939 los alumnos de Teología y Filosofía –siete en total- realizaron sus estudios en el Seminario de San Carlos Borromeo de Salamanca, mientras que los más pequeños continuaban en Villafranca. “Concluida la Guerra, los seminaristas volvieron a Badajoz”[71].

Vuelta la normalidad al Seminario, inusualmente, el obispo se nombraba a sí mismo como rector. Se preocupó Alcaraz y Alenda de sostener económicamente el centro que se había visto reformado tras el regreso de los colegiales[72]. Aprovechó cada carta pastoral para insistir en la responsabilidad de toda la comunidad cristiana en favor del fomento de las vocaciones[73] y en el sostenimiento del Seminario[74].

La protección del Estado a todos los seminarios, y en particular al de Badajoz, se notaba en la dotación económica que presupuestaba. La medida que confirió mayor estabilidad al Seminario fue la aprobación del Reglamento disciplinar, Plan de Estudios y Reglamento Escolar de 1941[75]. Esta normativa, basada en el Código de Derecho Canónico de 1917, en Deus Scientiarum Dominus y en las directrices de los Papas León XIII, Benedicto XV y Pío XI, rigieron la vida académica y espiritual de San Atón, al igual que del resto de seminarios conciliares, hasta 1968, cuando los obispos españoles aprobarían la nueva Ratio institutionis sacerdotalis[76].

Tras el Concilio Vaticano II se promulgó el decreto Optatam totius, y seguidamente surgieron varias directrices que regularían adecuadamente la formación de los seminarios conciliares. Desde el 18 de enero de 1988, siendo ya obispo de la diócesis don Antonio Montero Moreno (1980-2004), la Sagrada Congregación para la Educación Católica reconoció como Centro Superior de Estudios Teológicos al Seminario de Badajoz; afiliado a la Universidad Pontificia de Salamanca, su andadura académica estará vinculada al nivel universitario confiriendo el grado de Bachiller en Teología, que se convalida a nivel civil por Licenciatura en Ciencias Eclesiásticas[77].

Esta normativa de los Papas, la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Española se actualizará y adecuará al Seminario Metropolitano San Atón[78] de Badajoz en el año 2007 con la aprobación del Plan de Formación para el Seminario aprobado por el obispo don Santiago García Aracil (2004-2015).

 

 

  1. Conclusiones

 

A modo de conclusión debemos señalar la importancia del Seminario San Atón de Badajoz como referente educativo y cultural en sus más de tres siglos de existencia.

La enseñanza de calidad, avalada en un claustro docente formado, la existencia de una biblioteca ampliamente dotada para las cuestiones formativas de sus alumnos y la red de centros agregados a san Atón para difundir una educación de calidad en toda la provincia de Badajoz fueron sin lugar a duda pilares fundamentales para que a finales del siglo XVII el Seminario Conciliar de San Atón se convirtiera en la sede de la primera Universidad de Extremadura ofreciendo un servicio de calidad a todos los alumnos que se formaron en ella.

 

  1. Fuentes y Bibliografía

 

4.1. Fuentes documentales

 

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A.S.M.M.B. Sección gobierno, caja 1.

A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 7.

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A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 2.

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A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 62.

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[1] CORTÉS CORTÉS, F. El Real Ejército de Extremadura. Cáceres: Servicio de Publicaciones, Universidad de Extremadura, 1985; Id. “Las relaciones hispano-portuguesas en la Edad Moderna” en Boca Bilingüe II (1990), pp. 32-26; MELÉNDEZ TEODORO, A. Visión española de las guerras con Portugal. En: Apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz. Ponencias y Comunicaciones, vol. II. Badajoz: Editora Regional, 2002, pp. 59-78; OLIVERA MARINHO, A. Guerras entre España y Portugal: una perspectiva portuguesa. En: Apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz. Ponencias y Comunicaciones, vol. II. Badajoz: Editora Regional, 2002, pp. 79-86.

[2] Cfr. CORTÉS CORTÉS, F. “La Diócesis de Badajoz entre 1664-2014” en Revista de Estudios Extremeños LXX/nº extraordinario (2014), pp. 11-54.

[3] BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, B. Las escuelas de gramática, en BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, B., Historia de la acción educadora de la Iglesia en España, t. II. Madrid: BAC, 1997, pp. 631-644.

[4] HERNÁNDEZ L.; GALMÉS, L. Labor educadora de los dominicos, en DELGADO, B. (dir.) Historia de la Educación en España y América, t. II. Madrid: Morata, 1992-1994, p. 458.

[5] Cfr. A.S.M.M.B. Sección administración, libro 124, fol. 20.

[6] Cfr. Ibid., fol. 254, vto.

[7] Cfr. Ibid., fols. 194 y 344.

[8] Cfr. PÉREZ ORTIZ, G.; GONZÁLEZ LOZANO, F. “La Biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón de Badajoz” en Hispania Sacra 133 (2014), p. 132.

 

[9] Cfr. EGIDO, T. El regalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XVIII, en Historia de la Iglesia en España. Madrid: BAC, 1979, pp. 125-249.

[10] Cfr. VÁZQUEZ CALVO, J.C. Historia de la Educación Pública de Extremadura en el Antiguo Régimen (siglos XVI, XVII y XVIII). Mérida: Junta de Extremadura, 2004, pp. 495-506.

[11] Real Decreto de 8 de noviembre de 1770 y 14 de octubre de 1771.

[12] Real decreto de 22 de febrero y 3 de marzo de 1771.

[13] COVARRUBIAS, J. de. Máximas sobre recursos de fuerza y protección, con el método de introducirlos en los tribunales. Madrid: Imprenta de Joachin de Ibarra, 1785, p. 14.

[14] Cfr. ABOL-BRASÓN; ÁLVAREZ-TAMARGO, M.  El conde de Floridablanca y la política de su época, en MENÉNDEZ PELÁEZ, J. (coord.). José Moñino y redondo, Conde de Floridablanca (1728-1808). Estudios en el bicentenario de su muerte. Gijón: Fundación Foro Jovellanos, 2009, pp. 55-178.

[15] VERGARA CIORDIA, J. “Jerarquía eclesiástica y secularización en el Antiguo Régimen (1768-1833)” en Anuario de Historia de la Iglesia XIX (2010), pp. 73-94.

[16] Cfr. Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición. Cádiz: Imprenta Nacional, 1813, pp. 303-306.

[17] Cfr. VERGARA CIORDIA, J. La actitud de la jerarquía eclesiástica ante el fenómeno de la secularización docente ilustrada, en Id. (coord.) Estudios sobre la secularización docente en España. Madrid: UNED, 1997, pp. 61-97.

[18] Rubio Merino, P. El Seminario de San Atón de Badajoz (1664-1994). Madrid: Monte de Piedad y Caja Genera del Ahorros de Badajoz, 1964, pp. 131-137; Blanco Cotano, M. El primer centro universitario de Extremadura. Badajoz 1793. Historia pedagógica del Seminario de San Atón. Cáceres: Universidad de Extremadura, 1998, pp. 155-159.

[19] Cfr. A.H.N., Sección Consejos, legajo 5494, nº 15, fol. 3 vto.

[20] Cfr. SIMÓN REY, D. Las Facultades de Artes y Teología de la Universidad de Salamanca en el Siglo XVIII. Salamanca: Universidad, 1981, p. 73.

[21] Cfr. A.H.N. Sección Consejos, legajo 5494, nº 15, fol. 12.

[22] Cfr. Ibídem, fols. 16-17.

[23] MESTRE, A. “El jansenismo español en el siglo XVIII. El Estado actual de la investigación” en Divus Thomas LXXXVIII (1975), pp. 407-430; TOMISCH, M.G. El jansenismo en España. Estudios sobre las ideas religiosas de la segunda mitad del siglo XVIII. Madrid: Siglo XXI de España, 1972.

[24] Cfr. A.H.N. Sección Consejos, legajo 5494, nº 15, fol. 157.

[25] Real Cédula de S. M., aprobando el Plan de Cátedras del Seminario Conciliar de San Atón de Badajoz. Madrid: Imprenta de la viuda de D. Joaquín Ibarra, 1793.

[26] PÉREZ DE ALHAMA, J. “Presupuestos político económicos al Concordato Español de 1851” en Scriptorium victoriense II (1962), pp. 245-275.

[27] Cfr. CUENCA TORIBIO, J.M. Historia de España. Barcelona: Danae, 1973; COMELLAS, J.L. Historia de la España moderna y contemporánea. Madrid: Rialp, 1978; MENÉNDEZ PIDAL, R. Historia de España. Introducción. Madrid: Espasa Calpe, 1978; TUÑÓN DE LARA, M. (dir.). Historia de España. Barcelona: Labor, 1980-1984; VICENS VIVES, J. Aproximación a la Historia de España, 9ª ed. Barcelona: Vicens-Vives, 1988; FERNÁNDEZ ALMAGRO, M. Orígenes del régimen constitucional español. Madrid: Espasa-Calpe, 1928.

[28] COMELLA GUTIÉRREZ, B. “El devenir pedagógico de los seminarios conciliares” en Hispania Sacra 64 (2014), pp. 339-371.

[29] Cfr. Plan de estudios para los Seminarios Conciliares de España. Colección legislativa de España, t. 57. Madrid: Imprenta Nacional, 1853, pp. 199-210.

[30] GONZÁLEZ LOZANO, F. Historia pedagógica del Seminario Conciliar de San Atón: 1851-1962. Badajoz: Fundación Caja Badajoz, 2015, pp. 47-102.

[31] Cfr. FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA, F.J. “Los obispos de Badajoz en el siglo XIX” en Pax et Emerita III (2007), pp. 265-266.

[32] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 2.

[33] Cfr. A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 7, fol. 1 vto.

[34] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 2: decreto de concesión de becas a varios seminaristas.

[35] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 2: cartas enviadas al gobierno provincial y resoluciones contestadas al efecto.

[36] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 2.

[37] Cfr. Ibídem.

[38] Cfr. A.S.M.M.B. Sección gobierno, caja 1.

[39] Cfr. A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 7, fol. 4.

[40] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 62. Expediente de oposiciones a becas.

[41] Cfr. A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 7, fol. 6.

[42] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 2.

[43] A.S.M.M.B. Sección gobierno, caja 1. Actas del consejo de disciplina, fol. 5.

[44] Un estudio detallado de la influencia y las circunstancias que afectaron al obispado de Badajoz lo encontramos en BLANCO NIETO, G. “El Gobierno Provisional de la Revolución de 1868 y el Obispado de Badajoz” en Revista de Estudios Extremeños XLVIII (1992), pp. 221-233.

[45] Cfr. A.A.M.B. Sección cancillería (Seminario), legajo 2, fol. 20.

[46] A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 7, fol. 9.

[47] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 3.

[48] Cfr. B.O.O.B. 27-8-1895, p. 128.

[49] Cfr. B.O.O.B. 27-8-1895, p. 130.

[50] Cfr. CUENCA TORIBIO, J.M. El Catolicismo en la Restauración (1875-1931), en GARCÍA VILLOSLADA, R. Historia de la Iglesia…, op. cit., pp. 277-288.

[51] Cfr. CUENCIA TORIBIO, J.M. Estudios de Historia moderna y contemporánea. Madrid: Editora Nacional, 1973, pp. 245-270.

[52] Cfr. CUENCA TORIBIO, J.M. El Catolicismo en la Restauración (1875-1931), en GARCÍA VILLOSLADA, R. Historia de la Iglesia…, op. cit., p. 282.

[53] Cfr. JAVIERRE, J. M. Merry del Val. Barcelona: Juan Flors, 1965, pp. 403-427.

[54] Cfr. Historia de la educación en España y América. Madrid: Fundación Santa María, 1994, pp. 553-560.

[55] Cfr. TURIN, I. La Iglesia y la escuela en España, de 1874 a 1902. Madrid: Aguilar, 1967, p. 136.

[56] Cfr. GARCÍA PÉREZ, J.; SÁNCHEZ MARROYO, F.; MERINERO MARTÍN, MªJ. Historia de Extremadura, t. IV. Badajoz: Universitas, 1985, p. 949; REY VELASCO, F. “El movimiento obrero en Extremadura entre los siglos XIX y XX” en Revista de Estudios Extremeños LIV/II (1998), p. 3; SÁNCHEZ, F. Movimientos populares y reforma agraria. Badajoz: Diputación Provincial, 1992.

[57] Cfr. B.O.O.B. 1-10-1903, p. 247.

[58] Cfr. B.O.O.B. 15-11-1905, p. 362.

[59] Cfr. A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 8, fols. 2-3. Cfr. PÉREZ ORTIZ, G.; GONZÁLEZ LOZANO, F. “Las visitas pastorales de los obispos Ramón Torrijos Gómez y Félix Soto Mancera…, op. cit., pp. 311-333.

[60] Cfr. B.O.O.B. 31-3-1957, p. 57.

[61] Cfr. Ibídem, p. 264.

[62] Cfr. GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A. El Seminario Diocesano San Atón…, op. cit., p. 52.

[63] Cfr. B.O.O.B. 1-9-1928, anexos, pp. 1-50.

[64] B.O.O.B. 16-7-1932, p. 121.

[65] Cfr. CÁRCEL ORTÍ, V. Informe de la Visita apostólica a los seminarios españoles en 1933-1934. Edición del Informe y estudio sobre “La formación sacerdotal en España” (1850-1939). Salamanca: Sígueme, 2006, pp. 476-478.

[66] Cfr. A.A.S. 22 (1930), pp. 146-148.

[67] Cfr. B.O.O.B. 24-4-1932, p. 94.

[68] CÁRCEL ORTÍ, V. Informe…, op. cit., p. 363.

[69] Ibídem, p. 72.

[70] Cfr. B.O.O.B. 31-12-1937, p. 248.

[71] B.O.O.B. 7-11-1940, pp. 247.

[72] Cfr. B.O.O.B. 29-11-1940, p. 250.

[73] Cfr. B.O.O.B. 22-4-1940, p. 66.

[74] Cfr. 10-3-1938, p. 39 y B.O.O.B. 22-4-1940, p. 68.

[75] Cfr. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA. Comisión de Seminarios y Universidades. Reglamento disciplinar, plan de estudios y reglamento escolar. Valladolid: Imprenta Castellana, 1941.

[76] Cfr. VERGARA CIORDIA, J.; COMELLA GUTIÉRREZ, B. “El Seminario Conciliar en las relaciones Iglesia-Estado en España desde Trento al Concilio Vaticano II” en Revista de Estudios Extremeños LXX nº extraordinario, (2014), p. 574.

[77] El Real Decreto 3/1995, de 13 de enero, vino, en un primer momento, a dar cumplimiento al Acuerdo 3 de enero de 1979, estableciendo el reconocimiento de efectos civiles a los títulos de Diplomatus, Baccalaureatus, Licentiatus y Doctor, y, posteriormente, el Real Decreto 1619/2011, de 14 de noviembre, dictado con motivo de la nueva ordenación de las enseñanzas y títulos universitarios que supuso la Ley Orgánica 4/2007 de 12 de abril,  concretada por el Real Decreto 1393/2007.

[78] El día 28 de julio de 1994 el Papa Juan Pablo II, por la bula Universae Ecclesiae sustinentes creó la nueva Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz; desde entonces la sede Metropolitana residirá en Mérida-Badajoz, por lo que el Seminario pasará a llamarse Metropolitano.

Dic 262020
 

Dra. Guadalupe Pérez Ortiz. Directora de los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz y de la Biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón mgperort@gmail.com

 

Dña. Rocío Pérez Ortiz. Técnico de la Biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón rocioperezortiz@gmail.com

 

Dr. Francisco González Lozano. Párroco de San José (Almendralejo) fglozano@hotmail.com

 

 

Resumen: con el desarrollo de este trabajo trataremos de dar a conocer a los interesados en la materia algunas de las principales obras que sobre Astronomía se conservaban en la Biblioteca del Seminario de Badajoz al alcance delos investigadores y que fueron lectura recurrente en una época concreta de nuestra historia. La Biblioteca del Seminario, como veremos en páginas sucesivas, alberga entre sus muros, casi en silencio, algunos ejemplares de gran valía y riqueza para el estudio de esta antiquísima ciencia.

 

 

  • Introducción: aproximación al concepto de astronomía

 

Es por todos conocida la importancia que la Astronomía ha tenido a lo largo de la historia para las diversas civilizaciones y culturas. Este trabajo pretende ser prueba de ello, aunque si bien es cierto, que desde una vertiente muy específica, la que a la literatura se refiere. Con el desarrollo del mismo trataremos de dar a conocer, a cuantos puedan estar interesados, algunas de las principales obras que sobre Astronomía se conservaban en la Biblioteca del Seminario Metropolitano de San Atón de Badajoz, la cual alberga entre sus muros algunos ejemplares de gran valía y riqueza para el estudio de esta antiquísima, pero nunca obsoleta, ciencia.

Antes de emprender el estudio de las obras que sobre Astronomía se conservan en la Biblioteca del Seminario queremos señalar, muy brevemente, algunos datos interesantes sobre esta ciencia que nos permitan acercarnos al menos someramente al fenómeno que vamos a analizar.

La Astronomía (del griego αστρονομία = άστρον + νόμος, etimológicamente “ley de las estrellas”) es la ciencia que se ocupa del estudio de los cuerpos celestes, así como todos los fenómenos ligados a ellos[1]. Todas las civilizaciones han tenido, en mayor o menor medida, contacto con esta ciencia y personajes de la talla de Aristóteles, Tolemo, Copérnico, Brahe, Kepler, Galileo, Newton, Kirchhoff, Eistein, etc., han sido algunos de sus máximos cultivadores.

La historia de la Astronomía se remonta a los orígenes mismos del hombre. Antiguamente se ocupaba exclusivamente de los movimientos de los objetos visibles a simple vista. En Babilonia encontramos el Disco Celeste de Nebra que es considerado como la representación más antigua, hasta la fecha conocida, de la bóveda celeste. Más tarde, los antiguos griegos hicieron importantes contribuciones a esta ciencia tales como la definición de magnitud[2]. Ellos postulaban que la Tierra era plana siguiendo el modelo aristotélico y definían lo celestial como un concepto que pertenecía a la perfección mientras que lo terrestre era imperfecto y opuesto ello.

La Astronomía Observacional estuvo estancada durante la Edad Media en Europa a excepción de las aportaciones que hizo el rey Alfonso X el Sabio con sus tablas alfonsíes[3], pero si había florecido en el mundo Persa y Árabe. Prueba de ello es que a finales del siglo X Al-Khujandi, astrónomo persa, había construido en Teherán (Irán) el que fue el observatorio más importante de la antigüedad[4]. También en Persia, Omar Khayyam llevó a término la reforma del calendario acercándose mucho al Gregoriano. A finales del siglo IX otro astrónomo persa, Al-Farghani, se centró en el estudio del movimiento de los cuerpos celestes dando lugar a interesantes trabajos. En el siglo XV, Abraham Zacuto adaptó las teorías astronómicas que hasta el momento se conocían aplicándolas a la navegación[5].

Durante siglos, la visión egocéntrica de que el Sol y otros planetas giraban alrededor de la Tierra fue una máxima no cuestionada. Sin embargo, en el Renacimiento Copérnico propuso el Modelo de Heliocentrismo del Sistema Solar que más tarde sería defendido, divulgado y corregido por Galileo[6] y Kepler[7]. Galileo añadió el uso del telescopio como algo novedoso, lo que le permitió precisar mucho en sus observaciones. Al principio sólo se obtuvieron reglas Ad-hoc como las Leyes de Movimiento Planetario de Kepler (s. XVII). Fue, más tarde, Isaac Newton quien extendió a los cuerpos celestes las teorías de la gravedad terrestre conformado la Ley de Gravitación Universal[8], inventando así la mecánica celeste con la que explicó el movimiento de los planetas consiguiendo unir el vacío entre las teorías de Kepler y Galileo. Este hecho supuso la unificación entre la Astronomía y la Física (Astrofísica). Tras la publicación de los Principios Matemáticos de la Filosofía Natural por Newton se transformó considerablemente la navegación marítima. A mediados del siglo XVII y gracias a la utilización de modernos instrumentos de latitud y relojes se ubicó cada lugar de la Tierra en los mapas. Más tarde, a finales del siglo XIX, se descubrió que al descomponer la luz del Sol se podían observar multitud de líneas de espectro. Se descubrió también que las estrellas eran objetos muy lejanos y similares al Sol pero con variadas temperaturas, masas y tamaños.

La astronomía moderna ha descubierto gran variedad de objetos tales como quásares, radiogalaxias, agujeros negros, etc., y ha utilizado estas observaciones para desarrollar teorías físicas que describen estos objetos. La Cosmología ha hecho grandes avances durante el siglo XX como el modelo del Big Bang, la radicación de fondo de microondas, la Ley de Hubble, etc.[9]

 

  • La biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón de Badajoz: breve recorrido histórico
  1.  

Inicios y desarrollo

 

Los orígenes de la biblioteca van ligados a la historia del Seminario, a aquellos comienzos el 3 de mayo de 1664, con los primero colegiales, Domingo Tablero y Antonio de Silva y, cómo no, con la fundación definitiva gracias al obispo fray Jerónimo Rodríguez Valdera. En sus comienzos no puede hablarse una biblioteca a la imagen de lo que conocemos hoy, siglos a atrás siempre se hacía referencia a la “librería” del Seminario, nacida a la vez que la institución aunque con pocos medios debido a la escasez de recursos para la creación de la misma. Esa “librería” primigenia estaba formada por un reducido número de textos bíblicos que poco a poco fue aumentando gracias a las donaciones de otras instituciones, así como de fieles que entregaban parte de sus fondos a la misma. Claves era los 60 reales[10] que los alumnos del seminario pagaban al ingresar en el mismo y que se destinaban a su formación y, por tanto, a la compra de obras para la enseñanza.

Para el obispo Solís y Gragera la biblioteca fue esencial en su magisterio. En las constituciones del Seminario puso en valor a la biblioteca como el medio necesario y primordial para la formación de los alumnos, dotándola de normativa propia y, cómo no, de recursos económicos propios. En el capítulo XXI de las mencionadas Constituciones Generales (1784) se recogen los elementos constitutivos de la misma, punto por punto. Son las únicas Constituciones en las que se alude directamente a la biblioteca.

Pero no se queda ahí la relación del obispo con la biblioteca, consiguió ponerla en funcionamiento a imagen y semejanza de un centro moderno, como en otras diócesis españolas y muy especialmente en Francia e Italia. Tal era el vínculo que se estableció entre el obispo y la “librería” que: “Hemos determinado ceder como en efecto, hemos cedido ara ello los libros y obras mas selectas de nuestra Librería propia y hecho trasladar a dicho Seminario estas, y las que nos han parecido más útiles y convenientes de los libros que se hallan en nuestro Palacio Episcopal…”.

Estas palabras fueron pronunciadas por el obispo Solís y Gragera al consolidar oficialmente la Biblioteca del Seminario de Badajoz, a finales del 1786. Hay que remontarse al 9 de diciembre de 1786, fecha en la que Solís y Gragera y el Cabildo catedralicio firmaban un edicto de consolidación para la Biblioteca.

El trabajo incesante del Obispo, con las constituciones formuladas para su creación, va dando vida poco a poco a la misma. Hay que destacar que en sus orígenes y para poder ya hablar de la existencia de una biblioteca, parte muy importante de los fondos de la primitiva “librería” fueron los libros llegados del Colegio de la Compañía de Jesús de Badajoz y las 14 cargas del Colegio de Jesuitas de Higuera la Real[11]. Queda así patente el papel tan importante de los Jesuitas en cuento a la cultura, de manera especial en relación a la educación y pedagogía.

Hasta el momento los fondos eran en su mayoría relativos a las ciencias religiosas y con la llegada del material de la Compañía las ramas se diversifican: astronomía, física, botánica, medicina, matemáticas, etcétera.

Muchos han sido los que han escrito sobre esta biblioteca, ya los hemos mencionado en líneas anteriores, los estudios de Solar y Taboada[12], Rubio Merino[13] y Blanco Cotano[14] respaldan que Solís y Gragera junto con el cabildo catedralicio firmaron la consolidación de Biblioteca el 9 de diciembre de 1786, un documento cuyo fin principal era reafirmar la Constitución de 1784. Pero si hay una medida que resaltar y que mayor repercusión haya tenido con el paso de los siglos es la apertura de la Biblioteca del Seminario de Badajoz al público, convirtiéndose en la primera biblioteca pública de Badajoz.

Para esta primera biblioteca pública en la ciudad Solís y Gragera decide que “hasta que pueda disponer de mayores arbitrios que le permitan enriquecer y aumentar la biblioteca ha determinado ceder los libros y obras más selectas de su biblioteca personal y trasladar al seminario las obras que le habían parecido más útiles sitas en el Palacio Episcopal[15]”. Y es ahora cuando se establece lo que podíamos considerar el primer reglamento para el funcionamiento de la biblioteca a finales del siglo XVIII.

En esta época el fondo de la biblioteca contaba con 821 títulos, más de 2000 volúmenes, y poco a poco, en los años siguientes casi llegar a duplicarse el número debido a los libros provenientes de bibliotecas de los colegios jesuitas extinguidos y a las donaciones recibidas, hay que destacar las de los obispos don Amador Merino y Malaguilla (1730-1755) y don Alonso Solís y Gragera (1783-1797). Se crea en esta etapa el Catálogo Fundacional de la Biblioteca. ¿Qué podemos encontrar en él? Un gran número de ejemplares de la Biblia, comentarios de las Sagradas Escrituras, obras de Teología Dogmática, Escolástica y Moral, obras de Filosofía, varios ejemplares de historia de la Iglesia y de historia profana y otras obras que fueron incluidas bajo el título de “asuntos varios” y que eran, en gran medida, manuales de apoyo a la docencia.

Tomada forma la Biblioteca llega el reconocimiento del Seminario como Centro Universitario adscrito a la Universidad de Salamanca, por la Real por Real Cédula de Carlos IV, de 17 de agosto de 1793, estableciéndose cuatro facultades: Arte, Teología Escolástica y Moral, Derecho Civil y Derecho Canónico.

La etapa de gloria y esplendor de la Biblioteca en la historia antigua se cierra con el fin del mandato de Solís y Gragera, quien dio todo y trabajo por conseguir que el prestigio y reconocimiento de la Biblioteca se perpetuara en el tiempo y así lo demuestras los escritos han llegado a nuestros días.

Años más tarde, con Delgado Moreno, que fue arzobispo de la diócesis, volvió el interés por la Biblioteca y todo lo que conlleva la misma, pero los avatares de la época que llevaron a la ocupación de Badajoz por parte del ejército francés, hicieron que lo que se había conseguido hasta 1808 se viniera abajo, la Guerra de la Independencia había comenzado.

El funcionamiento del Seminario sufrió un notable retroceso con la guerra viéndose particularmente afectada la Biblioteca, muchos libros fueron robados, otros tantos desaparecieron, algunos quemados, todo ello conllevó la pérdida para siempre de importantes obras y, por tanto, la desaparición de piezas singulares para la historia y la cultura en general. Eso sí, hubo libros que tuvieron la suerte de volver al Seminario en 1814, había permanecido hasta entonces en manos de las autoridades militares. Una vez recuperadas las obras, Delgado Moreno manda ordenar la documentación conservada por clases y estantes. En el año 1819 se realiza un nuevo catálogo, que también es conservado en la actualidad, en éste se reflejarán las pérdidas sufridas durante los saqueos de la guerra, más de mil títulos de diferente temática desaparecieron para siempre, principalmente de ámbito teológico.

El débil patrimonio bibliográfico con el que se quedó la Biblioteca tras la guerra fue poco a poco aumentando y durante los siglos XIX y XX recibió grandes donaciones que fueron un revulsivo para el fondo. ¿De dónde venían esas remesas de libros? En primer lugar, llegaron las obras incautadas a los conventos masculinos de la ciudad de Badajoz durante las desamortizaciones, eso sí, el volumen era testimonial, pues la mayoría de títulos se destinarios a la Biblioteca Pública de Badajoz y a la Diputación Provincial. En segundo lugar, la valiosa donación del obispo Soto Mancera (1904-1910), tan voluminosa como rica por la calidad de sus obras, tal es así que gran parte de los incunables y de los ejemplares de mayor valor bibliográfico con los que la biblioteca ha contado fueron donados por él.

 

La biblioteca hoy

Es necesario hacer referencia a otras épocas más recientes para así poder conocer la historia de la biblioteca en sí, sin ahondar en la materia pero al menos con los datos primordiales para tener una información general, de este modo hay que destacar la llegada de donaciones de bibliotecas personales, destacamos la de don Aquilino Camacho Macías (Derecho e Historia); don José María Robles Febré (Literatura), don José García (Sagrada Escritura) y don Tomás Fernández Tamayo (Filosofía) y un nutrido conjunto de obras, de variada índole, donadas por el arzobispo don Antonio Montero. A todo esto hay que sumar la gran donación del sacerdote de la diócesis, don Antonio García Moreno, ya no solo de biblioteca personal, sino de publicaciones actuales que llegan periódicamente a la institución y que él se encarga de sufragar. En el último lustro el que fuera arzobispo de la diócesis, don Santiago García Aracil, donó su biblioteca particular de la que había estado haciendo uso durante mandato y que tuvo a bien legar a la Biblioteca del Seminario permitiendo así enriquecer considerablemente el fondo de la misma, no solo por su cantidad, sino por la calidad y variedad de los mismo.

Los años pasan y la Biblioteca sigue creciendo, poco a poco y gracias a esas grandes y prestigiosas donaciones va recuperando el nivel y la importancia de aquella biblioteca por la que tanto luchó Solís y Gragera. Llegamos a nuestros días con una instalación que desde 1927 se sitúa en el Seminario Metropolitano de San Atón y que ha sufrido modificaciones con el paso de los años; el gran cambio tuvo lugar en 2015, con el arzobispo don Santiago García Aracil, que tanto veló por la cultura, se inauguran las instalaciones que actualmente son la biblioteca, un moderno edificio anexo al Colegio Diocesano San Atón, con entrada directa desde la calle que facilita así el acceso de la misma por parte de estudiantes e investigadores de diversa índole.

El edificio está distribuido en tres plantas, la principal con una primera sala de trabajo y estudio, y una gran habitación en la que se encuentran los libros que corresponden al fondo moderno. La primera planta en la que se custodian con mimo las obras pertenecientes al fondo antiguo y que con este gran cambio en las instalaciones han ganada, pues un moderno sistema controla la temperatura, humedad y luz para que estas obras de siglos atrás sigan vivas. Y la segunda planta en la que se recoge las revistas a la que la biblioteca está suscrita y se reciben de forma periódica, las revistas inactivas y una parte dedicada al archivo histórico del Seminario.

En cuanto al fondo del que hemos hecho referencia, podemos decir que pertenece en su mayoría al ámbito de las ciencias religiosas, aunque no por ello se han descuidado otras ramas del saber, gracias a las múltiples donaciones se han ido enriqueciendo otras temáticas. En la actualidad existen alrededor de 50.700 volúmenes, los cuales se encuentran ubicados en esos armarios/archivadores que se disponen entre las tres plantas con las que la Biblioteca cuenta. Además, la entidad mantiene más de 75 suscripciones activas a revistas (teológicas, filosóficas, pedagógicas, históricas y literarias). Esto supone estar hablando de más de 3.000 volúmenes adicionales que no son libros. Estos fondos llegan a nuestras instalaciones por medio de compras, suscripciones a editoriales y por donaciones, tanto de entidades culturales extremeñas como de particulares, destacando muy especialmente las del clero extremeño.

Los fondos se organizan siguiendo una clasificación temática diseñada específicamente para nuestro centro a finales del siglo XX. Las grandes materias de las que se constituye son: A (arte), B (bibliografía), D (derecho civil), F (filosofía en sus diversos tratados, filosofía de la naturaleza, historia de las ciencias), FC (filología clásica: autores griegos y latinos) H (historia), L (literatura, lingüística y filología castellana, francesa, italiana, inglesa, alemana, etc.), S (sociología) y T (Teología).

En cuanto a los fondos cabe destacar las obras clasificadas con la signatura EN (ediciones notables) custodiadas de manera especial puesto que podrían clasificarse bajo la condición de «raros», como sucede en otras bibliotecas. Los incunables (1484-1499) con los que cuenta el centro son: SALIS, Baptista de, Summa casuum conscientiae. Rosella casuum. Venetiis: GeorgiusArrivabene. (1495); BENITO, Santo. Regula. Compilatio regulae S. Benedicti. In Monasterio BMV de Monteserratto. (1499); BIONDO, Flavio. Historiarum ab inclinatione Romanorum imperiidecades. Venetiis: Thomas de Blavis. (1484); ZUTPHANIA, Gerardu de, De spiritualibusascensionibus. In Monasterio BMV de Monteserrato: Johannes Luschner. (1499); MARCELO, Nonio. De proprietatelatinisermonis. Venetiis: Antonius de Gusago. (1498); CESARIENSE, Prisciano. Opera. Venetiis: BonetusLocatellus: impens. OctavianiScoti. (1496); Pseudo Buenaventura. De instructionen ovitiorum. De quattuor virtutibus cardinalibus. De triplicivia, sive Incendium amoris, alias Fons vitae. Meditationes vitae Christi In Monasterio BMV de Monteserrato. (1499).

Pero no queda aquí el interesante y rico grueso de obras, destacamos la extraordinaria Políglota de Amberes o Biblia Regia de Arias Montano (1569). No faltan otras Biblias interesantísimas del siglo XVI, particularmente las ilustradas dado que sus múltiples grabados se llegan a considerar puras piezas de arte. También pueden citarse, como ejemplo, la edición «princeps» romana de El Fisiólogo de San Epifanio (1587), de la que uno de los pocos ejemplares existentes en España es el de la Biblioteca del Seminario. Por recordar sólo algunos libros de estas ediciones notables y raras bástenos citar los Sermones de San Vicente Ferrer (1509), la Catena aurea de Santo Tomás de Aquino (1520), las Obras de Virgilio (1527), la edición italiana del Orlando Furioso de Ariosto (1556), la edición de 1558 de la Gramática latina de Nebrija o, del mismo año, el Catecismo del arzobispo de Toledo Bartolomé Carranza, uno de los poquísimos ejemplares existentes en el mundo.

 

  • Libros de Astronomía en la Biblioteca del Seminario San Atón de Badajoz

 

En la Biblioteca del Seminario pacense existen un total de 18 títulos sobre astronomía. Éstos, que fueron escritos por autores de la talla de Camile Flammarion o Galileo Galilei, se distribuyen entre los siglos XVI-XIX (1573-1880). Procedamos en este momento al análisis de cada una de estas obras. Para ello, presentamos una ficha técnica, ordenada cronológicamente, en la que se nos dan a conocer los datos más significativos de estos ejemplares. Además, incluiremos imágenes de cada una de ellas.

 

 

 

 

 

 

1

 

 

 

 

 

 

Autor

Pérez de Moya, Juan. (San Sebastián del Puerto, 1513- Granada, 1597). Matemático, mitógrafo y escritor español. Estudió en Salamanca donde alcanzó el grado de bachiller. Fue un vulgarizador de las disciplinas matemáticas y escribió el libro más importante de esta disciplina en castellano en el siglo XVI, Diálogos de aritmética práctica y especulativa (1562). Compuso, además, Arte de Marear (1564), verdadera exposición de los conocimientos del momento donde recogió cómo se trazaban las meridianas en las cartas de navegación, el uso del astrolabio, las alteraciones de la aguja o el uso de la ballesta para la estrella polar; un Tratado de matemáticas (1573), un Tratado de Geometría (1573) y unas Reglas para contar sin pluma y de reducir unas monedas castellanas a otras.
Título Tratado de cosas de Astronomía y Cosmographia y Philosphia Natural.
Publicación Alcalá de Henares: Por Juan Gracian, 1573.
Signatura C 5006 (2)
 

 

Contenido

Descripción científica en tres libros de toda clase de elementos terrestres, marítimos y celestes, con indicación precisa de los movimientos de las estrellas y nociones fundamentales de filosofía natural, del estudio de la esfera, la cosmografía (se incluyen las longitudes y latitudes de algunos pueblos) y la navegación (sobre el manejo del astrolabio, así como el uso de los «reloxes solares, orizontales y verticales», disciplina que el autor denomina «horologiographia»). Nos interesa de forma particular la segunda parte de la obra, la cual se dedica exclusivamente a la Astronomía. Dividida en 26 capítulos los cuales oscilan indistintamente entre cuestiones de Astronomía y Astrología.

 

 

 

 

 

 

 

 

2

Autor Valle, Bartolomé del.
Título Explicación y pronóstico de los dos cometas.
Publicación Granada: por Francisco Hielan y Pedro de la Cuesta, 1616.
Signatura C 6105 (6)
Contenido Acceder a datos técnicos sobre la obra resulta una tarea compleja, debido, a nuestro juicio, a que en ningún momento llegó a ser impresa de forma independiente sino que compartió estructura dentro de un tratado general de Astronomía, editado por el mismo autor. Su volumen da prueba de ello, tan solo 24 páginas que recogen un interesantísimo estudio con aires un tanto novelescos sobre el fenómeno de los cometas.

 

En especial, el autor se centra, de una forma casi literaria, en dos de los más importantes cometas estudiados hasta la fecha (principios del siglo XVII): posición, tamaño, brillo, forma, etc, son algunos de los aspectos analizados en la obra, en la que cuesta un tanto discernir si se trata de un estudio puramente científico o engalanado de aires literarios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3

 

 

 

 

Autor

Tosca, Tomás Vicente (Valencia, 1651-1723). Eurito valenciano, matemático, cartógrafo y teólogo.Ingresó en la Academia valenciana estudiando Gramática, Filosofía y Teología. Estudió Griego, Hebreo e Italiano. Se dedicó durante su juventud al estudio de las Ciencias Matemáticas. En 1672 obtuvo el título de Teólogo. En 1686 funda el movimiento de los Novatores (grupo de pensadores, científicos, filósofos españoles del siglo XVIII que desarrollan un interés preilustrado por las novedades científicas atomistas en oposición al Escolasticismo tomista y neoaristotélico). Al momento de su muerte, con 71 años, dejó una biblioteca de 1000 volúmenes.
Título Compendio matemático en que se contienen todas las materias más principales de las ciencias que tratan de la cantidad. Tomo VI: que contiene la Astronomía.
Publicación Madrid: Imprenta de Antonio Marín, 1727
Signatura C 5013
 

 

 

 

 

 

 

 

Contenido

Se trata de la obra más importante de este autor.Se encuentra la obra dividida en 9 tomos: 1. Geometría elemental, Aritmética inferior y Geométrica práctica. 2. Aritmética superior, Álgebra, Música. 3. Trigonometría, Secciones cónicas, Maquinaria. 4.Estática, Hidroestática, Hidrotécnica, Hidrometría. 5. Arquitectura civil, Montea y Cantería, Arquitectura militar, Pirotécnica o Artillería. 6. Óptica, Perspectiva, Catóptrica, Dióptrica y Meteoros. 7. Astronomía. 8. Geografía y Náutica. 9. Gnomónica, Ordenación del tiempo, Astrología.

 

Tomás Vicente Tosca dedicó un volumen de su obra por entero a la Astronomía por considerarla la ciencia más importante dentro de las matemáticas cuyo origen sitúa en el origen mismo del mundo. En este tratado divide la Astronomía para su estudio en: Esferas celestes; Sol; Luna; Eclipses; Estrellas fijas; Planetas Superiores y Planetas inferiores.

                                         

 

 

 

 

 

4

 

 

Autor

Galilei, Galileo. (Pisa, 1564- Florencia, 1642). Astrónomo, filósofo, matemático y físico que estuvo relacionado estrechamente con la revolución científica. Sus logros incluyen la mejora del telescopio, gran variedad de observaciones astronómicas, la primera Ley del Movimiento y un apoyo determinante para el copernicanismo. Ha sido considerado como el «padre de la astronomía moderna», el «padre de la física moderna» y el «padre de la ciencia». Su trabajo se considera una ruptura de las asentadas ideas aristotélicas y su enfrentamiento con la Iglesia Católica Romana suele tomarse como el mejor ejemplo de conflicto entre la autoridad y la libertad de pensamiento en la sociedad occidental.
Título Opere di Galileo Galilei. Tomo I.
Publicación Padua: Stamperia del Seminario: appresso Gio: Manfré, 1744
Signatura C 5046 (1)
 

 

 

 

 

 

Contenido

Esta obra es una de las más importantes escritas por Galileo. A través de sus cuatro volúmenes se exponen algunas de las teorías más significativas sobre la ciencia astronómica que han partido del autor o de otros investigadores. No debemos olvidar que el autor fue considerado como el padre de la Astronomía moderna, lo que nos permite postular que este ejemplar fue obra de referencia en bibliotecas y otros centros culturales y científicos.

 

En el primer tomo se exponen algunas de las aseveraciones dispuestas por el autor sobre teorías del campo de la astronomía que han sido postuladas por otros científicos de todos los tiempos. De este modo podemos acceder a las disertaciones de Galileo sobre las cartas de Tolomeo, el discurso apologético de Ludovico della Colombe, las consideraciones sobre el libro de Vicenzio Grazia.

 

5
Autor Galilei, Galileo.
Título Opere di Galileo Galilei. Tomo II.
Publicación Padua: Stamperia del Seminario: appresso Gio: Manfré, 1744.
Signatura C 5046 (2)
 

 

Contenido

Este segundo volumen de la obra es utilizado por Galileo para exponer a los investigadores, estudiantes, científicos y al público en general que se haya interesado en cuestiones de Astronomía algunas de sus teorías y disertaciones. Así podemos acceder al Tratado de la Esfera o a diversas   operaciones astronómicas. Además, se exponen múltiples datos sobre los cometas, haciendo especial alusión al cometa que fue visible en el año 1618. La obra se completa con las letras que Galileo escribió al príncipe Leopoldo aclarándole algunos de sus postulados más significativos, que el segundo curioso por las cuestiones de astronómicas pero con poco conocimiento en las mismas no llegaba a comprender. Este hecho nos permite observar la buena conexión existente entre el príncipe y el científico, y entender como en ciertas ocasiones Galileo fue enormemente beneficiado por las clases poderosas.

 

6
Autor Galilei, Galileo.
Título Opere di Galileo Galilei. Tomo III.
Publicación Padua: Stamperia del Seminario: appresso Gio: Manfré, 1744.
Signatura C 5046 (3)
 

 

 

Contenido

El tercer tomo lo dedica Galileo a dos cuestiones que han estado presente a lo largo de toda su obra: la gravedad y la materia. Respecto a la primera expone algunas de sus teorías que fueron de suma relevancia para la sociedad de su época y rebate ciertos principios arraigados en la sociedad que consideraba anquilosados en el pasado y carentes de todo fundamento científico. Este hecho supuso que otros científicos del momento mantuvieran continuos enfrentamientos con Galileo. En relación a la materia, Galileo expone el tema a través de su Diálogo de la Ciencia Nueva, ofreciendo a los investigadores máximas nuevas que han servido a la ciencia a lo largo de largos periodos de tiempo.

 

 

7
Autor Galilei, Galileo.
Título Opere di Galileo Galilei. Tomo IV.
Publicación Padua: Stamperia del Seminario: appresso Gio: Manfré, 1744.
Signatura C 5046 (4)
 

 

 

 

Contenido

El último tomo de la obra es utilizado por el autor para exponer algunas de sus más afamadas disertaciones, como fueron las P. Calmet. Además, recoge una síntesis general pero exhaustiva sobre los diferentes puntos que han sido tratados a lo largo de toda la obra, exponiendo un conjunto de máximas y postulados que pueden venir a resumir los estudios e investigaciones realizadas por el autor hasta la fecha. Este resumen final es considerado por algunos investigadores tanto de tiempos pasados como actuales como el compendio perfecto sobre Astronomía del siglo XVIII.

 

 

8
 

 

 

 

 

 

Autor

Hervás y Panduro, Lorenzo. (Horcajo de Santiago (Cuenca), 1735- Roma, 1809). Polígrafo jesuita, lingüista y filólogo español. Escribió unos 90 volúmenes. Su obra fundamental es una especie de enciclopedia escrita en italiano, la Idea dell’Universo, (Cesena, 1778-1792). La obra se divide en once tomos repartidos en 21 volúmenes y tres partes: «Historia de la vida del hombre», «Elementos cosmográficos» y, sobre todo, «Lengua». Esta última parte fue la que más fama le dio: contiene un compendio o catálogo de muy diversas lenguas, muchas de ellas exóticas, y una relación bibliográfica de los autores que escribieron gramáticas y diccionarios en diversos idiomas. En 1792 publicó Analisi filosofico-teologica della natura della carita. En esta época publica también Virilità dell’ Uomo («Virilidad del Hombre», en 4 volúmenes., 1779-80); Vecchiaja e morte dell’ Uomo (1780), Viaggio estatico al Mondo planetario (1780), de la que después hará una versión revisada en español); Storia della Terra (1781-83)
Título Viaje estático al mundo planetario: en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo. Parte primera. Tomo I.
Publicación Madrid: Imprenta de Aznar, 1793.
Signatura C 5012 (1)
 

 

 

 

 

Contenido

Tomo 1: La importancia del cielo es sobradamente conocida por todos. También lo fue para este autor que lo definía como “algo sorprendente y admirable por su indefinida extensión y por el número, variedad y fenómenos que sus astros ofrecen continuamente al hombre”.

 

Esta obra que mezcla los aspectos puramente científicos con un aire novelesco se presenta dividida en 4 volúmenes. En ellos, el autor acomete un viaje que le lleva a diferentes lugares. En el primer tomo al Sol para analizar su tamaño, color, luz, propagación de la luz, distancia entre el Sol y la Tierra, etc.

 

9
Autor Hervás y Panduro, Lorenzo.
Título Viaje estático al mundo planetario: en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo. Parte primera. Tomo II.
Publicación Madrid: Imprenta de Aznar, 1793.
Signatura C 5012 (2)
 

 

 

Contenido

Tomo 2: El segundo tomo de la obra prosigue con el viaje iniciado en el tomo anterior. Se presenta dividido en tres jornadas de viaje: en la primera de ellas continúa su viaje al Sol, comenzado en el tomo anterior, y emprende un nuevo trayecto hacia Mercurio y Venus, dos planetas que considera claves para el estudio y conocimiento del mundo planetario. En la segunda jornada se centra en el planeta Mercurio estudiando su movimiento y grandeza. Por la gran cantidad de datos que aporta sobre el mismo podemos manifestar que es un profundo conocedor de su historia. Por último, llega a Venus para analizar su figura, masa y densidad.

 

 

10
Autor Hervás y Panduro, Lorenzo.
Título Viaje estático al mundo planetario: en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo. Parte segunda. Tomo III.
Publicación Madrid: Imprenta de Aznar, 1793.
Signatura C 5012 (3)
 

 

 

 

 

 

 

 

 

Contenido

Tomo 3: Se trata del viaje más largo acometido por el autor dado que se integra por 4 intensas jornadas:

 

1º Le lleva a la Luna. Por los datos que aporta sobre la misma podemos manifestar que conoce la conoce al detalle y que su aportación es de gran calidad. De ella nos habla sobre su iluminación, eclipses, distancia con respecto a la Tierra y el influjo de esta respecto a los hombres. Este último dato es de gran significación dado que, en muchos casos, el hombre del siglo XVIII otorgaba a la Luna ciertos poderes que significaban beneficio y prosperidad, pero, en otros casos, eran enfermedades y calamidades.

 

La 2º jornada de viaje discurre en el planeta Marte para mostrarnos su grandeza, color, manchas, etc.

 

El 3º día se destina exclusivamente al planeta Júpiter donde nos muestra su color, tamaño, órbita.

 

Y por último, va a Saturno donde nos habla de su densidad, anillo, movimiento, etc. El estudio que se aporta relativo al anillo de Saturno colma las expectativas el hombre del siglo XVIII y en algunos matices supone un adelanto a las investigaciones realizadas hasta la fecha.

 

 

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Autor Hervás y Panduro, Lorenzo.
Título Viaje estático al mundo planetario: en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo. Parte segunda. Tomo IV.
Publicación Madrid: Imprenta de Aznar, 1793.
Signatura C 5012 (3)
Contenido Tomo 4: En el cuarto volúmen se ejecuta la última jornada de viaje que le lleva a centrarse exclusivamente en el fenómeno de los cometas. En este tomo analiza en primer lugar algunas cuestiones de carácter general referidas a los cometas: qué son, sus movimientos, tamaños, formas, colores, etc., así como la distancia entre ellos y la Tierra. Posteriormente, aporta datos exhaustivos de los cometas que han acontecido hasta la fecha de la obra (1793), así como la repercusión de los mismos en la sociedad y la ciencia del siglo XVIII.

 

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Autor

Biot, Jean Baptiste. (Paris 1774-1862). Es considerado como uno de los físicos franceses más prestigiosos del siglo XIX. También cultivo con interesantes resultados la Química, la Matemática y la Astronomía. Fue la primera persona en descubrir las propiedades ópticas únicas de la mica, y del mineral basado en la mica denominado biotita (el nombre del mineral se puso en su honor). En el año 1804 elaboró un globo y ascendió con Joseph Gay-Lussac a una altura de cinco kilómetros en lo que sería las primeras investigaciones sobre la atmósfera terrestre. Se conoce la magnitud adimensional en termodinámica como número de Biot.
Título Traité élémentaire d`astronomie physique.
Publicación París: Bachelier, imprimieur-libraire, 1841-1857.
Signatura C 5024
 

 

 

Contenido

Prueba de sus trabajos sobre Astronomía es este libro dividido en tres volúmenes que en la Biblioteca del Seminario aparecen encuadernados conjuntamente, suponemos que para facilitar el estudio a los interesados en la materia. En él, se ha prescindido totalmente del texto para centrarse únicamente en los objetos que son estudiados por esta ciencia. De este modo, a lo largo de la obra aparecen 65 láminas sobre elementos y tratados fundamentales de Astronomía Física. La calidad de los grabados y dibujos es significativa por ello fue tomada como obra de referencia para otros investigadores.

 

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Autor

Flammarion, Camille. (Francia 1842-1925). Era un astrónomo francés conocido por sus obras de popularización de la astronomía. Comenzó su carrera como astrónomo en 1858 como colaborador del Observatorio de París. En 1883 fundó un observatorio astronómico en Juvisy-sur-Orge. En 1887 fundó la Sociedad astronómica francesa.

Flammarion fue el primero en sugerir los nombres actuales de Tritón, satélite de Neptuno y de Amaltea, luna de Júpiter, si bien estos nombres serían aceptados oficialmente únicamente varias décadas más tarde. Sus numerosas observaciones de Marte le otorgaron el honor de que uno de sus cráteres recibiera su nombre. Entre los muchos honores que recibió en vida destaca la condecoración de la Legión de honor en 1912 por su labor de popularización de la astronomía.

Título Narraciones de lo infinito: historia de un cometa, la vida universal y eterna.
Publicación Barcelona: Jané Hermanos, 1869.
Signatura C 6274 (4)
Observaciones Traducida de la última edición francesa por A. López Llasera. Obra ilustrada con grabados.
 

 

 

 

Contenido

No se trata esta obra de una novela de ficción, como a muchos lectores podría parecerles, sino de todo lo contrario. Es un estudio riguroso y preciso nacido del suelo cinético.

 

El cometa que va a presentarse en escena a lo largo de toda la obra ha existido. Muchas personas lo vieron brillar por todo el mundo. Las fechas de sus apariciones no son arbitrarias ni elegidas al azar son las reales, así como el conjunto de lugares. De todos los fenómenos descritos en la obra no hay ni uno sólo inventado, todos son base de profundas y exhaustivas investigaciones científicas. Por ello, esta obra es considerada como uno de los mejores trabajos de investigación sobre cometas hasta la fecha existentes. Supuso un punto y aparte de lo escrito hasta el momento, muchas investigaciones sobre los cometas cayeron por tierra asentando las bases de una nueva etapa en este desconocido campo.

 

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Autor Flammarion, Camille.
Título Historia del cielo.
Publicación Madrid: Imprenta de Gaspar y Roig, 1874.
Signatura C 6281
Observaciones Traducida al español por C. Ochoa. Contiene interesantísimos grabados.
 

 

 

 

 

Contenido

Cuenta el autor que encontrándose reunido en el cabo de Flamanville con una serie de eruditos mantenían una interesantísima conversación en la que muy pronto la Astronomía se convirtió en el eje de la misma. Así se fueron forjando una serie de sesiones en las que se iba tomando nota de lo que allí se hablaba. De estas anotaciones surge la obra Historia del Cielo.

 

Las páginas que configuran este libro despliegan la vista ante la historia popular de la Astronomía. Hecho muy interesante dado que es una de las escasas obras conservadas en la Biblioteca que presenta esta vertiente de la Astronomía: la muy apreciada Astronomía popular. Se divide en 16 capítulos que corresponden a cada una de las reuniones que aquel grupo de amigos mantuvo para conversar sobre el cielo y la Tierra, la filosofía del cielo según los Galos, la antigüedad de la Astronomía, el origen de las constelaciones, los signos del zodíaco, naturaleza, la estructura del cielo, los sistemas astronómicos, el mundo terrestre de los antiguos, el mundo de los primeros cristianos, el mundo de la Edad Media, la superstición de los números, grandeza y decadencia de la astrología y el tiempo y el calendario.

 

 

 

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Autor Flammarion, Camille.
Título Las tierras del cielo: astronomía popular, descripción astronómica, física, climatológica y geográfica de los planetas.
Publicación Madrid: [s.n.], 1877.
Signatura C 6264
Observaciones Versión española por Segundo Flórez.
 

 

 

 

Contenido

Se trata de una obra sumamente precisa sobre Astronomía. Dividida en 9 libros y otros tantos capítulos, dentro de cada uno de ellos abarca todos y cada uno de los aspectos de esta ciencia. A nuestro juicio puede ser considerada más que como una obra de placentera lectura como un trabajo científico y de conocimiento. Sin embargo, la historia constata todo lo contrario. Es considerada como un exponente de referencia dentro de este campo científico. Debemos señalar que incorpora una parte muy significativa sobre la Astronomía popular.

 

Comienza con un análisis detallado de la óptica a finales del siglo XIX (señalar que el mismo supuso punto y aparte de las investigaciones efectuadas hasta a fecha), para posteriormente centrarse en el conocimiento del Sol, el planeta Mercurio, Venus, la Tierra, La luna, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. De todos ellos se muestran interesantes estudios sobre sus características, volumen, densidades y otras propiedades.

 

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Autor Fuertes Acevedo, Máximo. (Oviedo, 1832- Madrid, 1890). Cursó sus estudios de Ciencias en las Universidades de Oviedo y de Madrid. Su labor intelectual es varia y de interés dentro de la cultura asturiana. Cultivó sobremanera los estudios científicos, histórico-biográficos y literarios. Como biógrafo de asturianos supo continuar la especialidad histórica fundada en el S.XVIII por Campomanes y el canónigo González Posada. Entre sus obras publicadas, cabe destacar: Curso de Física elemental y nociones de Química (1879); Mineralogía asturiana (1880); El darwinismo: Sus adversarios y defensores (Badajoz, 1883); Noticias históricas de la prensa periodística de Asturias (1868); Bosquejo acerca del Estado que alcanzó en todas las épocas la literatura en Asturias, seguido de una extensa bibliografía de los escritores asturianos (Badajoz, 1885); Vida y escritos del Marqués de Santa Cruz Marcenado (1886); La atmósfera: su composición, su importancia en la vida terrestre, presión atmosférica y modo de apreciarla (1885); Influencia de los Agustinos en la literatura española (Badajoz, 1887). Fundador del Boletín-Revista del Instituto de Badajoz.
Título Estudios sobre astronomía, física y meteorología al alcance de toda clase de personas.
Publicación Badajoz: [s.n.], 1880.
Signatura C 6279
Observaciones El ejemplar que se conserva en la Biblioteca aparece dedicado por el autor de la obra. Este hecho puede ser debido a la estancia del autor en la ciudad.
 

 

 

Contenido

El libro aparece divido en tres grandes partes que se corresponden con el título de la obra. La dedicada a la Astronomía es la de mayor tamaño y a nuestro juicio la más pulcramente tratada ofreciendo un análisis digno de toda mención y referencia para otros autores, investigadores y público en general. Como en muchas de las obras expuestas en el apartado dedicado al autor, nos presenta un recorrido escueto pero exhaustivo de elementos claves de esta ciencia: el Sol, la Tierra, la Luna, los planetas, los asterorides, los cometas, las estrellas fijas, las constelaciones, las nebulosas, la vía láctea, etc.

 

 

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Autor Ball, Robert Stanele.
Título La historia de los cielos: tratado popular de astronomía.
Publicación Barcelona: Ramón Molina, [s.a.]
Signatura C 6301
Observaciones Obra dotada de multitud de grabados y cosmolitografias.
 

 

 

 

 

Contenido

Tal es el título de nuestro maravilloso libro. Trátese, a decir verdad, de una historia maravillosa y si pudiéramos narrarla convenientemente se reconocerían desde luego su incomparable interés, su belleza exquisita, que conducen a la contemplación de los más poderosos esfuerzos de la naturaleza y de los más admirables coronamientos del genio humano”.

 

De este modo da comienzo esta interesante obra en la que se trata de dar respuesta a un conjunto de preguntas sobre los aspectos más interesantes de esta ciencia: ¿Qué es el Sol, qué calor produce, que volumen y a qué distancia se halla de la Tierra?; ¿Qué es la Luna, qué paisajes nos presenta, cómo se mueve y que relaciones guarda con nuestro globo?; ¿Son los planetas como la Tierra?; ¿Qué sabemos de los satélites de Júpiter y de los anillos de Saturno?; ¿Qué diremos de todas las variedades de estrellas?; ¿Qué es la Vía Lactea?, y por último ¿qué se sabe de las nebulosas que los telescopios permiten ver?…

 

 

 
Autor Flammarion, Camille.
Título Las maravillas celestes.
Publicación Barcelona: Jané Hermanos, [s.a.]
Edición
Signatura C 6274 (1)
Observaciones Traducida de la última edición francesa por A. López Llasera. Obra ilustrada con 57 grabados.
 

 

 

 

 

Contenido

Miles de ejemplares se han editado de este pequeño libro que pretende difundir de manera única las maravillas de la naturaleza y que se debe, según palabras del autor, al progreso creciente de la Astronomía. Si comparamos algunas de las diferentes ediciones existentes de la obra podremos comprobar como cada reimpresión ha sido corregida y aumentada siguiendo la marcha de la ciencia. Son incluidos nuevos grabados que realzan la calidad de este estudio.

 

En el ejemplar que se conserva en la Biblioteca del Seminario San Atón hemos podido observar como aparecen algunas aportaciones novedosas respecto a otras ediciones. El capítulo del Sol aparece modificado con los últimos descubrimientos del análisis espectral. A los capítulos sobre Marte y Júpiter se les ha otorgado mayor importancia. El de los eclipses ha sido completado con los nuevos sucesos acaecidos hasta la fecha   (septiembre de 1877). El capítulo de las estrellas dobles ha sido corregido. Además, los grabados han sido aumentados hasta 57 diferenciándose notoriamente de la primera edición.

 

  • Conclusiones
  1.  

A modo de conclusión queremos manifestar la importancia de la Biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón de Badajoz con un extenso fondo de más de 50.000 volúmenes que permiten el estudio de numerosas disciplinas y, aunque bien es cierto, que el mayor volumen y relevancia lo tienen las obras de Teología, la selección de grandes obras sobre Astronomía expuestas a lo largo de estas páginas dan prueba de ello.

 

  • Bibliografía

A.S.M.M.B. Sección Gobierno, Constituciones (1783-1797).

A.S.M.M.B. Sección Administración, Libro de contabilidad (1783-1789).

ARRUTI, A. “La rebelión de los astrónomos: Copérrnico y Kepler” en Nueva revista de política, cultura y arte, LXXVI (2001), pp. 83-85.

BERNAL GONZALEZ, A. “Plutón y las Leyes de Kepler” en Tribuna de Astronomía: revista de Astronomía, Astrofísica y Ciencias del Espacio, LXXX (2006), pp. 68-69.

BLANCO COTANO, M. El primer centro Universitario de Extremadura: Badajoz 1793. Historia pedagógica del Seminario de San Atón. Cáceres: Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1998, pp. 218-222.

DEYERMOND, A. Historia de la literatura española I. Barcelona: Ariel, 1985. p. 166.

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PANNEKOEK, A. History of astronomy. New York: Dover books, 1989.

PEREZ DE LABORDA, A. “Kepler y Galileo: la ciencia moderna” en Cuadernos Salmantinos de Filosofía, VI (1979), pp. 31-46.

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SAMSÓ, J. “Abraham Zacuto y la astronomía europea en el mundo árabo-islámico” en Revista de Investigación y Ciencia, CCCXXII (2003), pp. 68-75.

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[1] Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de la lengua española. 23ª ed. Madrid: Espasa, 2004.

[2] PANNEKOEK, A. History of astronomy. New York: Dover books, 1989.

[3] DEYERMOND, A. Historia de la literatura española I. Barcelona: Ariel, 1985. p. 166.

[4] TEKELI, S. Biography in Dictionary of Scientific Biography. New York, 1970-1990. (voz: Al-Khujandi).

[5] SAMSÓ, J. “Abraham Zacuto y la astronomía europea en el mundo árabo-islámico” en Revista de Investigación y Ciencia, CCCXXII (2003), pp. 68-75.

[6] PEREZ DE LABORDA, A. “Kepler y Galileo: la ciencia moderna” en Cuadernos Salmantinos de Filosofía, VI (1979), pp. 31-46.

[7] ARRUTI, A. “La rebelión de los astrónomos: Copérrnico y Kepler” en Nueva revista de política, cultura y arte, LXXVI (2001), pp. 83-85.

[8] BERNAL GONZALEZ, A. “Plutón y las Leyes de Kepler” en Tribuna de Astronomía: revista de Astronomía, Astrofísica y Ciencias del Espacio, LXXX (2006), pp. 68-69.

[9] KEESING, R.G. “La Historia del manzano de Newton” en Contemporary Physics, XXXIX (1998), pp. 377-91.

[10] A.S.M.M.B. Sección Gobierno, Constituciones (1783-1797).

[11]Libro de contabilidad del Seminario Metropolitano San Atón (1783-1789), fol. 123 en ASMMB.

[12] SOLAR Y TABOADA, A. El Seminario de San Atón de Badajoz. Badajoz, 1945, pp. 85-89.

[13] RUBIO MERINO, P. El Seminario Conciliar de San Atón. (1664-1964). Madrid: Artes gráficas Maribel, 1964, pp. 304-310.

[14] BLANCO COTANO, M. El primer centro Universitario de Extremadura: Badajoz 1793. Historia pedagógica del Seminario de San Atón. Cáceres: Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1998, pp. 218-222.

[15]A.S.M.M.B. Sección Gobierno, Constituciones (1783-1797).

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