Nov 222022
 

MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS

Cronista Oficial de Montijo y Lobón

 

La vida y obra de fray Diego de Ocaña, monje jerónimo del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, ha sido bastante desconocida por los investigadores durante siglos. Su manuscrito[1], permaneció olvidado casi siglo y medio, hasta que su hermano del monasterio de Guadalupe, fray Francisco de San José, a mediados del siglo XVIII (1743), da noticias de su viaje al virreinato del Perú[2] a recoger donativos que los fieles, principalmente extremeños, dejaban en sus úl­timas voluntades testamentarias ofrendas a la Virgen de Guadalupe del monasterio de las Villuercas. Pero aquellas noticias sacadas a la luz a mediados de la centuria del dieciocho quedarían de nuevo silenciadas hasta los prolegómenos de la coronación canónica de Ntra. Señora de Guadalupe como Reina de la Hispanidad (12/X/1928).

El jesuita Constantino Bayle[3] con la aquiescencia del cardenal primado y arzobispo de Toledo, don Pedro Segura y Sáenz, publicaba un folleto de treinta y dos páginas bajo el título “Nuestra Señora de Guadalupe de Extremadura en Indias”. Folleto al que Geromín de Guadalupe daba luz y difusión publicitaria en el diario Correo Extremeño[4], valorando de manera notable la publicación del padre Bayle.

El historiador jesuita conectaba a Guadalupe con el obispo extremeño don Alonso Ramírez de Vergara (1550-1602)[5], el cronista jerónimo fray Diego de Ocaña y la devoción que los chuquisaqueños, profesan a su Mamita Gualala (Virgen de Guadalupe), patrona de la ciudad de Sucre (Bolivia)[6].

En el Archivo del Monasterio de Guadalupe se conserva el folleto publicado por Constantino Bayle[7]. Transcribo una parte de su texto:

“Para cerrar desaguaderos y asegurar que las finezas de la devoción (Guadalupe) no se desviasen contra la voluntad de los donantes, los frailes jerónimos resolvieron enviar a Indias a algunos padres por sí recogiesen las limosnas. Con este fin llegó uno al Alto Perú a principios del siglo XVII; halló en Potosí tantos extremeños, todos devotos de su Virgen, que les regaló el cuadro con que pedía, a condición de lo pusieran en el nicho principal de la capilla mayor de San Francisco; y así lo ejecutaron”.

Un año después de lo escrito por Bayle, el franciscano Carlos Gracia Villacampa (Caspe, Zaragoza 1889-Jerez de la Frontera, Cádiz 1948)[8] accedió al original del manuscrito de fray Diego, estudiando y difundiendo el entusiasmo y fecunda actividad que el jerónimo desarrolló en su viaje religioso y pastoral de unas 21.748 millas (35.000 km) a lo largo de prácticamente nueve intensos años[9]. Pues el final de sus días los pasó en Nueva España[10]. A finales de los años sesenta, del siglo XX, el entonces bibliotecario del Monasterio de Guadalupe, Arturo Álvarez[11], fue el primero que publicó la obra completa de fray Diego de Ocaña, tanto el viaje como la Comedia a la Virgen de Guadalupe, siguiendo las huellas del monje jerónimo para entender mejor su hazaña[12]. Algunos investigadores han estudiado la obra de fray Diego desde las fiestas, representaciones teatrales, aspectos literarios y del culto popular. En 2010 salió a la luz una edición crítica sobre el manuscrito del monje guadalupense, “Viaje por el Nuevo Mundo: de Guadalupe a Potosí, 1599-1605, fray Diego de Ocaña”[13].

La obra de fray Diego muestra la geografía de parte del Nuevo Mundo, así como las costumbres de sus habitantes, lo que la convierte en una auténtica crónica de Indias. El manuscrito fue redactado en Lima a partir de las notas que tomó el fraile jerónimo durante su viaje por la América española, a la que había arribado en 1599. En su relato ofrece dos dimensiones: la autobiográfica y la testimonial[14].

En esta edición de los Coloquios Históricos de Extremadura se estudia la realidad física, histórica, social y económica que vivía la sociedad indiana en algunas de las ciudades más importantes del Virreinato del Perú, que fray Diego dejó escrita en su crónica. Deteniéndonos en las ciudades de Lima, Trujillo, La Plata, Potosi y Cuzco, entre otras.

 

1.- FRAY DIEGO DE OCAÑA (1570-1608)

Antes que el manchego entrara en la Real Casa, un hijo de la Villa y Puebla de Guadalupe, Gregorio López[15], oidor de la Chancillería de Valladolid y fiscal del Consejo de Indias durante 1543-1558, había destacado como redactor de dictámenes, informes y textos sobre las Leyes de Indias. Siendo la evangelización la finalidad primera y la justificación de las guerras de conquista y de los descubrimientos. Las leyes de Indias debían reflejar tres fundamentos ineludibles: buen trato de los indios, respeto a su libertad y condena de abusos y latrocinios de algunos españoles[16].

El jurista extremeño, Antonio Agúndez Fernández, en su obra Gregorio López y las Leyes de Indias, refuerza el valor del guadalupense: “Si Colón hizo redondo el globo terráqueo, en su descubrimiento, seguido del abrazo de razas. Gregorio López le dio, por su quehacer legislativo desde el Consejo de Indias, el global ordenamiento jurídico capaz de regular las nuevas situaciones sociales que las nueva tierras exigían”[17].

Fray Diego era natural de la villa manchega de Ocaña (Toledo), hijo de Juan de Huerta y María de Salcedo. Se presupone su nacimiento allá por 1570[18]. Hizo la profesión religiosa el 8/VI/1588[19]. Era prior del Monasterio, fray Gabriel de Talavera[20]. En su manuscrito señala que es joven y había sido ordenado sacerdote cuando partió para América.

El 3/I/1599 inicia el viaje en compañía de fray Martín de Posada, dirigiéndose primero a Sevilla y, más tarde, a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde embarcaron con destino a Tierra Firme. Tras dos escalas en Puerto Rico y Cartagena de Indias, arribaron a Portobelo, atravesando el istmo para llegar a la ciudad de Panamá. Después de varios meses de reposo, ya que fray Martín estaba enfermo, navegaron a Lima, descendiendo del barco en la ciudad de Paita por la agravación de la afección de su compañero de viaje, el cual falleció en aquella población peruana.

A partir de aquella fatal circunstancia, fray Diego de Ocaña siguió el viaje en solitario, relatando en su manuscrito tanto sus penas como sus momentos de éxito[21]. La finalidad del viaje de fray Diego y fray Martín, no olvidemos, era difundir la devoción a la Virgen de Guadalupe, recoger los donativos que en aquellas tierras se hacían al monasterio extremeño y reglamentar su envío para el futuro[22].

Con la misión cumplida en el Virreinato del Perú se traslada a Nueva España, donde al parecer tenía previsto realizar la misma tarea de recoger limosnas ofrecidas a la advocación extremeña de la Virgen de Guadalupe, y difundir su devoción, en espíritu de prudencia, fidelidad y religión. Sin embargo, los años de viaje habían debilitado su salud, alcanzaba cuarenta años, falleciendo en México a mediados de 1608[23].

 

2.- EL MANUSCRITO

¿Dónde redactó fray Diego la crónica de su viaje? Todo apunta a la Ciudad de los Reyes, en Lima, en 1605, donde estuvo enfermo varios meses, hasta que se trasladó a Ica[24]. Se trata de un códice manuscrito autógrafo de trescientos dieciocho folios de texto, en papel. El autor intercaló en el texto dieciséis ilustraciones a plumilla y color, siete dibujos lineales y cuatro mapas de Chile, desatando su inteligencia, que si no son obras maestras de pintura, si están realizados con movimiento y gracia[25].

Junto a la narración de su objetivo, el monje jerónimo describe la vida, usos y costumbres de los indios, la flora y la fauna, el ambiente de la colonia y los criollos…; con infinidad de detalles[26], fruto de su enorme curiosidad y habilidad para ilustrar con dibujos algunos pasajes del relato y hasta pormenorizar sus sentimientos íntimos y estados de ánimo en aquellos momentos difíciles de enfermedad, abandono y graves contrariedades, por las que tuvo que pasar a lo largo del viaje. También incluye la comedia en honor de la Virgen de Guadalupe que fray Diego compuso.

El manuscrito se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, ms. 215, procedente del Archivo del Monasterio de Guadalupe[27]. Llegó a la sede ovetense, tras pasar por diversos propietarios, formando parte de un lote de volúmenes que el Estado adquirió a don Roque Pidal, en 1935.

Conocido en el siglo pasado, el manuscrito ha sido estudiado parcialmente por centrarse el interés de los investigadores en la comedia que fray Diego de Ocaña escribió sobre la Virgen de Guadalupe para la representación que, con motivo de las fiestas de entronización de su lienzo-imagen en la catedral de Sucre, se celebraron en enero de 1602[28].

Desde la Real Casa de Guadalupe se ha dicho sobre el manuscrito, conocido ahora por el título Viaje de fray Diego de Ocaña en el Virreinato del Perú, impreso en varias ocasiones, que contiene la Comedia de Nuestra Señora de Guadalupe, escrita en verso por el mismo cronista, pintor de lienzos guadalupenses y procurador del monasterio en Indias[29]. Considera el que fue bibliotecario y archivero del Monasterio de Guadalupe, fray Arturo Álvarez, que el texto, en su vocabulario no es difícil. Aparte de las palabras usuales en la Castilla de su tiempo, emplea muchos vocablos recogidos en los pueblos de su ruta.

La vida intelectual de fray Diego fue intensa. Fue tomando apuntes de los sucesos del viaje durante sus estancias, alternando con la pintura de la Virgen, organizando las complejas fiestas barrocas de entronización de las imágenes[30].

Mucho más tiempo le tuvo que llevar la composición de la comedia a la Virgen y sus milagros. Además de su actividad religiosa de sermones y difusión del culto a la Morenita de las Villuercas. Fundar cofradías, buscar mayordomos, recoger limosnas y preparar el envío hasta Sevilla para que allí lo recogieran sus hermanos[31]. Fomentando una buena actividad de relaciones públicas, buscando apoyos para programar los desplazamientos, alojamiento en conventos, espacio para pintar los cuadros, concertar acuerdos con las comunidades religiosas para depositar los lienzos de la Virgen en sus iglesias y todo lo que esta actividad sugiere[32].

 

3.- DE GUADALUPE AL NUEVO MUNDO

Acudo al momento preciso de la partida de dos monjes de blanco y pardo sayal, que decían adiós a su convento de Guadalupe, en dirección a tierras andaluzas y al mundo virgen al que la obediencia los encaminaba:

“Partimos el padre fray Martín de Posada[33], mi compañero, y yo, de nuestra sancta casa de nuestra Señora sancta María de Guadalupe, despedidos de todo el convento y con la bendición de nuestros prelados padres y mayores, a los 3 de enero del año 1599 a la una del día, después de comer. Acompañándonos hasta la puerta de la hospedería, donde subimos a mula, todos nuestros hermanos y amigos, de los cuales nos despedimos con muchas lágrimas y sentimiento de todos; y en particular fueron en mucha copia y abundancia las que yo derramé en los brazos de mi querido y amado hermano fray Pedro de Segovia, las cuales lágrimas mi compañero y yo de continuo fuimos derramando hasta que llegamos al humilladero de San Sebastián[34], que es donde se pierde de vista la casa; y allí volvimos las riendas a las mulas y, vueltos los ojos a nuestra gloriosa patria y casa, nos volvimos a despedir de nuestra gran patrona la serenísima reina de los ángeles, como lo habíamos hecho antes en el coro, pidiéndole nos guiase en nuestro viaje y nos llevase y volviese con bien a su santísima casa, de donde con tan gran dolor y sentimiento nos apartábamos por tan largo espacio; pues veníamos en busca del Nuevo Mundo descubierto”[35].

En la ciudad de Sevilla[36] fueron a la Casa de la Contratación donde presentaron las cédulas del rey, junto con las licencias del Padre General de los Jerónimos y Prior de Guadalupe, fray Pedro de Santiago[37]. Concedidas las licencias para embarcarse en los galeones de su majestad que llegaban hasta Puerto Rico. Tras apercibir las cosas de su matalotaje (avituallamiento), partieron de Sevilla el 26 de enero, río abajo, en barco, hasta el puerto de Sanlúcar de Barrameda. Punto de llegada y salida de numerosos viajes y expediciones con fines militares, comerciales, religiosos y científicos[38].

El 2 de febrero, festividad de la Purificación de la Virgen María (La Candelaria), fray Diego de Ocaña celebró misa en su altar de Barrameda[39], embarcándose en los galeones. Fray Martín de Posada lo hizo en la nave capitana con el general Francisco Coloma. Fray Diego viajó en la nave almiranta con el almirante Juan de Urdaire[40].

Fray Diego, antes de embarcar, se lamentó de no haber llegado los mozos (criados) y un donado que estuvieron esperando, con la falta grande que nos hicieron, escribió, notando su ausencia en algunos momentos del viaje. La travesía se realizó sin grandes novedades, aunque fray Diego estuvo siete días en cama de lo mareado que estaba; tras unos vómitos comenzó a estar bueno. A la vista de las islas Canarias, con una gran calma, hizo la promesa de cantar todas las noches la salve a Nuestra Señora de Guadalupe, pidiendo tener brisa y poder navegar.

Este es el itinerario que fray Diego hizo desde que salió de España hasta su muerte en México:

 

FECHA DESCRIPCIÓN
3 de enero de 1599 Parte de Guadalupe
2 de febrero de 1599 Embarca para el Nuevo Mundo, en Sanlúcar de Barrameda
24 de marzo de 1599 Arriba a Puerto Rico
Primeros de mayo de 1599 Llega a Portobelo
3 de agosto de 1599 Zarpa de Panamá rumbo al Perú
11 de septiembre de 1599 Desembarca en Paita, fallece el padre Martín de Posada
23 de octubre de 1599 Llega a Lima
8 de febrero de 1600 Embarca en Callao, para Chile
Mediados de abril de 1600 Arriba al puerto chileno de Coquimbo
18 de julio de 1600 Llega a Potosí
10 de noviembre de 1601 Arriba a Chuquisaca (Sucre)
27 de junio de 1603 Llega a Chuquiapo (La Paz)
25 de julio de 1603 Sale de Arequipa
24 de agosto de 1603 Llegó a Cuzco, camino de Lima
Enero-agosto de 1604 Reside, enfermo, en Lima
Agosto de 1604 Baja hasta Ica de Perú
Navidad de 1605 Embarca para Nueva España
1608 Fallece en México

 

Durante la travesía ocupa los días en saciar su curiosidad, observando la fauna marina, según describe, buscando la conversación instructiva para ampliar los conocimientos y fomentar la amistad:

“Traía otro gusto muy grande que era venirme parlando con el piloto mayor hasta después de medianoche, tratando del secreto de la navegación, de los grados de las alturas y de las alturas, del conocimiento de los ocho vientos principales que trae la aguja de continuo pintados; ver cómo va de continuo apuntando al norte. Y lo que mayor contento me daba era ver el movimiento de los cielos y cómo cada noche el norte se nos iba escondiendo y bajándose más hasta que vino a quedar a nuestra perspectiva orilla de las aguas, como se parece Portabello. Y con esta conversación del piloto supe muchas cosas que no sabía del globo del mundo, y pasaba las noches con mucho gusto[41].

En aquellas aguas el guadalupense, neófito en cosas del mar, vio ballenas y bufeos, marsopla o delfín, también peces voladores, al que llama dorados, depredadores de otros peces, como las sardinas.

Todo lo ameno y pacífico que resulta el traslado a América se transformará, posteriormente, en sorpresa, enfermedades, trabajos, robo, miedo a perder la vida y penalidades de todo tipo, hasta tener que empuñar las armas para defenderse.

 

4.- PORTOBELO, PAITA, PIURA, OLMOS Y SAÑA

La expedición llega a Puerto Rico el 24 de marzo, donde fueron acogidos en el convento de Santo Domingo, partiendo a Cartagena de Indias. Trescientas leguas de recorrido. Llegando el Viernes Santo, pasando tres días, embarcándose hacia Portobelo, en Panamá. Arribando el sábado por la mañana del Domingo de Quasimodo, alojándose en el convento de la Merced. Fray Diego escribe: “hay mucha falta de pan y de carne porque todo se trae de Panamá. La carne que se come es de vaca” (13 vto).

Después de quince días, bajaron los arrieros de Panamá para llevar a los pasajeros. Donde esperaron que bajasen los navíos del Perú para embarcarse por el Mar del Sur a la ciudad de Lima. Un viaje que duró tres meses, tiempo en los que estuvo en cama fray Martín de Posada, compañero de fray Diego, por unas calenturas muy recias que le dieron[42].

El 3/VIII/1599, seis meses del embarque en Sanlúcar de Barrameda, partió para la ciudad de Lima. Dieron fondo los navíos en el puerto de Paita[43] después de haber navegado treinta días por el Mar del Sur. Los dos religiosos optan por hacer el camino desde Paita hasta Lima a pie, a través de doscientas leguas con grandísimos arenales[44].

En la fiesta de la Natividad de la Virgen, 8 de septiembre, ante la gravedad de fray Martín de Posada, recibió confesión y comunión, en el convento de la Merced[45]. Tres días después el religioso jerónimo recibió la Extremaunción, y a las diez de la noche expiró en los brazos de fray Diego[46]. En el funeral se le dijo una vigilia y misa cantada en el convento de la Merced, donde se le dio sepultura junto al altar mayor.

Fray Diego escribe que las casas están hechas de bahareques (voz taína, pared de palos hincados, entretejidos con cañas y barro). En el puerto de Paita es el primer carnero que se come, trayéndose la carne desde Quito, que está a cien leguas. Las noches son serenas, la luna clara como si fuera de día y los arenales blancos. Hay mucha fruta y melones. Fray Diego confirma las cualidades del puerto de Paita: “Aquí tocan todos los navíos que vienen de Panamá y de México y los que bajan de Lima a México, para tomar refrescos de carne, y gallinas que valen baratas, a dos reales cada una”[47].

Parte de Paita con cuatro caballos alquilados a los indios de Olmos, uno para él y otro para llevar la cama[48]. A causa de las cuartanas que padecía el monje jerónimo, hace el camino por los arenales de noche, porque de día se abrasaban de calor las personas[49]. La dureza del viaje se agrava por la falta de agua, llevándose en unos calabazos grandes, para las cabalgaduras y para las personas. De Paita llegó a Piura, donde alimentaban a los carneros (llamas, alpacas, vicuñas y guanacos) con algarroba que por allí había, resultando gordos y sabrosos, los mejores del Perú. También se cultivaba algodón que se llevaba a Lima, aunque no mucho. El viajero podía comer tollo (cazón) que se cogía en el puerto de Paita. No se cultivaba trigo, trayéndose las harinas de los valles de arriba, de Trujillo. En Piura dejó nombrados mayordomos de la Virgen a Pedro Días Argüelles y a Bartolomé Sánchez, naturales de Guadalupe en Extremadura (Ocaña 28 vto.).

De Piura pasó a Olmos, precisando de un guía indio, porque las cuarenta leguas de despoblado estaba llena la tierra de arena menuda, y con el viento les cegaba y a las cabalgaduras, caminando de noche y sesteando de día. Fray Diego expone la realidad socioeconómica que vivían los indios: “los mantenimientos eran baratos. Valen seis panes de a libra, un real; dos pollos, un real; una gallina, un real; tres melones como la cabeza, un real; un cabrito, cuatro reales; doce huevos, un real; y de esta manera por el consiguiente las demás cosas de comida valen baratas”[50].

De Olmos llegó a Saña[51], con gran necesidad, por habérsele acabado la plata, no teniendo un real que gastar[52]. En Saña se curtía el cordobán y se hacía todo el jabón que se gasta en Perú. Estas dos cosas formaban los tratos de Saña. Cogían trigo para el consumo. Fray Diego describe los trajes que vestían los indios de los llanos hasta Chile. Pintando dos láminas a color en su manuscrito:

Los indios traen el cabello que les cubre todo el cuello por la parte de detrás, y por la frente le cortan dedo y medio por encima de las cejas. Traen sobre la cabeza sombrero conforme los españoles lo usan. Usan en el cuerpo, en lugar de ropilla, una camiseta de algodón sin mangas; porque si no son los caciques, que usan de jubón[53] y andan calzados y con medias y cuellos de lechuguilla[54] y con traje españolado, todos los demás traen los brazos y las piernas de fuera. La camiseta les llega por encima de las rodillas cuatro dedos. Unos zaragüelles[55] muy cortos como pañetes de lienzo, hasta las corvas debajo de la rodilla; de ordinario descalzos y algunas veces ponen unas ojotas en los pies como sandalias de frailes franciscanos, que no tiene sino la suela, que andan por el suelo con unas cuerdas atadas por encima del empeine del pie. Cúbranse por encima de los hombros con una manta cuadrada, sin ningún pliegue sino de algodón y lana, con sus cuatro esquinas como una sobremesa….El traje de las mujeres es una ropa entera como capuz[56], que no tiene más abertura que por dónde sacan la cabeza y los brazos; y de ordinario son de algodón y lana negra; y algunas los traen de colores la mitad y la otra mitad de otro color; pero lo común y más ordinario es de ser negros. Y en todo su cuerpo no trae adorno ninguno ni otra vestidura sino aquel capuz, de suerte que quitado aquel, quedan desnudas como sus madres las parieron.

Asiéntanse de continuo en el suelo sobre la arena a tejer el algodón, de que se visten; y hacen unas mantas cuadradas para los hombres, y para ellas aquellos capuces. A los niños los traen cuando van a alguna parte, no en los brazos, sino en las espaldas, envueltos en aquellos sacos como costales pequeños, los bracitos y las piernas de fuera. En toda la vida no usan de lienzo, sino de aquellas camisetas como cilicio[57].

La dieta alimenticia de los indios eran hierbas que llamaban yuyos con un poco de maíz tostado o cocido; al tostado le llamaban anca y al cocido mote. Todo lo guardaban para vender a los españoles que caminaban por los arenales hasta Lima. Una gallina valía un real; dos pollos, un real; doce huevos, un real; un cuarto de carnero, dos reales; seis panes, un real. De suerte, señala fray Diego, que todo vale por estos llanos hasta Lima muy barato; y todo esto nunca los indios lo dan de su voluntad, y aunque lo tienen dicen mana, que quiere decir no hay. De Saña el monje guadalupense, en la víspera de la festividad de San Jerónimo, parte al convento de frailes agustinos de Ntra. Señora de Guadalupe, donde había colegio y se leían artes.

El que fue bibliotecario del monasterio extremeño de Guadalupe, Arturo Álvarez, que fue el primero que publicó la obra completa de fray Diego de Ocaña, ante la escasez de datos sobre el templo guadalupense más antiguo de Suramérica que ofrece fray Diego, informa: “En 1531 el capitán Francisco Pérez de Lezcano -sevillano con raíces vascas- entra con Gonzalo Pizarro en Cajamarca, e interviene en la prisión de Atahualpa. Luego se establece con su familia en Trujillo y posee tierras en el valle de Jequetepeque, junto al pueblo de Pakatnamú, que los españoles llamaron Pacasmayo. En 1560, Lezcano, con su esposa Luisa de Mendoza, regresa con una peregrinación al santuario extremeño de Guadalupe. Allí agradeció a la Virgen haberse librado de la horca segura y afrentosa, a que por envidia le condenó el corregidor Jerónimo Benel de Trujillo (Perú). Y cumpliendo su voto, trajo una preciosa imagen de Guadalupe, labrada en cedro por un artista sevillano”[58].

Desde el monasterio agustino de Guadalupe, el jerónimo viajero llegó a Chiclayo y desde él a Etén, donde estaba por doctrinante de los indios un fraile franciscano, hijo de un escribano extremeño de Trujillo, llamado fray Francisco de Santa María. Gracias a él, fray Diego satisfizo el hambre que había pasado días antes.

 

5.- LA CIUDAD DE TRUJILLO

La víspera de la festividad de San Francisco, 3/X/1599, fray Diego de Ocaña llegó a la ciudad de Trujillo. Tras haber atravesado grandísimos arenales que tanto fatigan las cabalgaduras y los cuerpos de las personas. Así como por trasnochar al huir de la inclemencia del sol que hace arder la arena y pone al suelo de fuego[59]. Acudo a lo que narra fray Diego sobre la ciudad trujillana del Perú: “Lo que hay notable en esta ciudad es, que fue de las primeras que los españoles fundaron en aquestos valles y de donde, sacaron más riquezas a las espaldas de Trujillo, en el camino de la sierra. Por el camino real que viene desde la ciudad de Quito hasta Lima, está el tambo Piscobamba[60], donde los primeros españoles que entraron en el Perú prendieron al Inca que venía caminando desde Quito para Pachacamac[61]; y aquí, en este tambo, prometieron los indios, porque soltase a su rey, de llenarles de oro y plata” (Ocaña 43 vto. y 44)[62].

Fray Diego afirmaba: “Es una sala muy grande y hasta el día de hoy permanece en ella la raya que hicieron los españoles hasta donde los indios llenaron de plata y oro. Y de este oro y plata que los indios dieron por rescate del Inca, fue de lo primero que se le llevó al emperador de Alemania, donde estaba a esta sazón y tiempo; de que quedó más aficionado a las cosas de las Indias y acudió a la conquista de ellas con más cuidado desde entonces”. A su llegada a Trujillo fray Diego escribe:

En esta ciudad están los mayores edificios de huacas[63] (que son unos entierros donde los indios se enterraban), que hay en todo el Perú. Son estos sepulcros de adobes y barro; tienen unas paredes muy gruesas y debajo de tierra tantas cuevas y escondrijos y vueltas de unas partes a otras, que los laberintos de Creta quedan muy atrás con estas cosas, porque cuando aquellos cobraron fama y nombres en el mundo, no se habían descubierto estos edificios ni se tenía noticia de ellos; los cuales pueden ser famosos por todo el mundo, ansí por su grandeza como por los grandes tesoros y riquezas que en sí encierran y de ellos han sacado; pues ha sido tanto, que los primeros conquistadores llevaban en carretas a la ciudad el oro y la plata que de estas huacas sacaban. Y la razón de haber tanta riqueza en estos entierros y huacas sacaban. Y la razón de haber tantas riquezas en estos entierros y huacas, es que cuando moría algún cacique principal, que es decir como un duque en Castilla, enterraban con él toda cuanta riqueza tenía de oro y plata y ropas de cumbé[64], preciosas. Y así, al día de hoy hay grandísimas riqueza escondida que no saben de ella; y los indios viejos no quieren decirlo; y porque viven con un engaño que dice que si lo descubren, que luego el Zupay[65], que quiere decir el demonio, les aparece y los espanta, y que les riñe y amenaza que los tiene de llevar consigo si lo descubren; y por este engaño no quieren decir nada a los españoles. Y ponían los antiguos sobre estas huacas unas figuritas de piedra del tamaño de un dedo, al cual llaman guardahuaca, y aquel dicen que les habla y no quieren llegar a él; y de estos bultillos, que son como idolillos, llevo yo a España uno por curiosidad.

Todo el Perú costero es una inmensa necrópolis que custodia entre sus arenales el recuerdo de las culturas Paraca, Chimú y Nasca: y a pocos pasos de Trujillo tenemos las ruinas chimúes, que forman la zona arqueológica más importante. Pero es cien kilómetros al norte de esta ciudad donde están las numerosas huacas, sobre el río Jequetepeque, en el antiguo poblado de Pakatnamú. Allí, en una amplia extensión que cae al Pacífico, se aprecian las líneas borradas por el aire y los siglos de los que fue gran urbe chimú[66].

Fray Diego expresa que la ciudad de Trujillo[67] no era de mucha gente, pero la que hay es gente noble, vecinos encomenderos de indios y nietos de conquistadores:

Hay frailes y conventos de todas órdenes; de san Francisco y de Santo Domingo, agustinos y de la Merced[68]. Se coge aquí mucho trigo, y de estos valles se llevan harinas para Panamá y para toda la tierra de abajo y para todos los demás valles; y así todo el trato de aquí es harina y algunas aceitunas que cogen para agua, y son tan buenas y más gordas que las de Sevilla. Y para que los árboles den fruto, los podan cada año, como podan las vides en España. Hay también mucha azúcar, de que se hacen muchas conservas y se sustenta la ciudad de Lima con el azúcar que de estos valles se trae. El temple de la ciudad es buena y templado, ni frío ni calor. Dase el trigo todos los meses del año. Está en altura de nueve grados, un poco apartada de la mar más de dos leguas. Y desde aquí hasta Lima hay ochenta leguas, todo de arenales muy grandes y penosos de caminar, como todo lo demás (Ocaña 45).

Desde Trujillo, fray Diego prosigue viaje hasta el pueblo de Santa, donde mediaban cuarenta leguas, todo de grandes arenales. En Santa pasó tres días, en un aposento oscuro debido a los mosquitos[69]. Destacando que es un pueblo pequeño y de pocos españoles. Del pueblo de Santa partieron para la ciudad de Lima, que hay cuarenta leguas.

 

6.- LIMA. LA CIUDAD DE LOS REYES

Superados los trabajosos caminos, el jerónimo guadalupense entra en Lima el 23/X/1599[70], teniendo posada en el convento de Santo Domingo donde lo recibieron el vicario general, el provincial y prior. Acudió el religioso guadalupense ante el virrey don Luis de Velasco[71]. Visitando al arzobispo Toribio Alfonso de Mogrovejo[72], y a los inquisidores, oidores y otras dignidades. En los que se ocupó durante cuatro días[73], presentando las letras y cédulas reales que traía de España. Junto al objetivo de su viaje: “pedir limosna y asentar cofrades de Nuestra Señora de Guadalupe a todos los que quisieren serlo, como consta por su real cédula” (Ocaña 56). La petición que hizo fray Diego tuvo su aprobación, siendo nombrado mayordomo de la Virgen de Guadalupe Blasco Fernández de Toro, hidalgo conocido, natural de la ciudad de Trujillo en Extremadura, muy rico (56 vto.); quien ayudó a fray Diego a conseguir sus objetivos[74].

Al terminar de asentar cofrades de Nuestra Señora, el matrimonio extremeño, de Medellín, Alonso Ramos Cervantes y Elvira de la Serna, construyeron una ermita en las afueras de Lima, camino de Pachacamac[75], para la que fray Diego pintó un lienzo de la Virgen de Guadalupe: “Hízose una imagen muy linda y rica, del mismo tamaño que la de España, pintada en lienzo; y allí puestas muchas perlas y piedras de esmeraldas, y con tanta curiosidad, que toda la ciudad acude a verla; y le han ofrecido seis lámparas de plata, y hace muchos favores a toda la ciudad, con quien todos tienen grandísima devoción y con ella son las limosnas” (Ocaña 58)[76].

El día de la fiesta, cuando se puso el lienzo de Nuestra Señora, predicó fray Diego de Ocaña las grandezas de Nuestra Señora de Guadalupe, y el día octavo otro, y con éstos se animó toda la ciudad, y encendió en devoción, con muchos milagros que oyeron del fraile guadalupense (Ocaña 58 vto).  En esta ciudad, prosigue en su crónica;

“hay universidad con muchos doctores que la ilustran mucho, con las mismas constituciones de Salamanca. Hay cátedras de todas ciencias; provéense por oposición; tiénenlas muy buenos supuestos. Florecen mucho los criollos de la tierra en letras, que tienen muy buenos ingenios. Y en particular los conventos, donde también se leen artes y teología, y cada semana hay conclusiones en los conventos que son muchos y muy buenos, con muy curiosas iglesias” (Ocaña 60 vto).

Lima acogía cuatro colegios muy principales que ilustraban a la ciudad, como el Colegio Real, San Martin, el del Arzobispo y el seminario de los padres de la Compañía; sólo éste tiene ciento veinte colegiales, contaba fray Diego. En estos colegios se graduaban muchos en todas facultades, con lo que la universidad va aumentando y la ciudad de Lima ilustrando mucho.

Tenía hospitales para españoles y para indios, muy buenos y bien proveídos, que atendían las necesidades sanitarias, como el de San Andrés, que era de los españoles; el de Santa Ana, de los naturales; de San Pedro, donde se atendían a los clérigos pobres. Otro en las afueras de la población, el de San Lázaro, donde se curaban llagas[77]. Comenta que “hay muchas cofradías en todos los conventos, y todas hacen sus fiestas y con mucha abundancia de cera que gastan; y las noches de las vísperas ponen en las iglesias luminarias y arrojan cohetes y hacen muchas invenciones de fuegos, con que en esta tierra nueva se celebran las fiestas”(Ocaña 61). El cronista se adentra en el urbanismo de la capital peruana, narrando que:

“Está situada a orilla de un río caudaloso el cual en tiempo de aguas no se puede vadear. Del río salen muchas acequias, las cuales van por las calles y cuadras de la ciudad, sirven de limpieza de las casas, aunque algunas veces se azolvan[78] y revienta el agua y están las calles llenas de lodo y malos pasos. Y con otras acequias grandes, que va corriendo todo el valle abajo, riegan todas las tierras de pan, que se da mucho y bueno; y los alfalfales, que es una hierba, con la que se sustentan todas las cabalgaduras. Riegan las chacras, platanares y olivares; y ya comienzan a hacer aceite; llevan mucha aceituna y muy buena y gruesa, y para adobar son buenas y gustosas” (Ocaña 61 vto)[79].

Los edificios de los templos son buenos, en especial el de la iglesia mayor[80]. Los de las casas son todos de adobes de barro, secos al sol, no cocidos; y las casas que están dentro de la ciudad, son dobladas, tienen cuartos altos y bajos, y buenos balcones de madera de cedro, la cual cesta muy cara; se traen de Panamá y de Guayaquil. Hay unas cañas tan gruesas, que con tres palmos se abarcan, las cuales sirven de viga para cubrir los techos, los cuales no tienen tejados ni están cubiertos de tejas, sino con unas esteras que hacen de cañas hendidas; y sobre ellas echan mucho estiércol de las caballerizas y con esto se cubren las casas (Ocaña 62 vto.) … Hay mujeres muy hermosas, de buenas teces de rostros y buenas manos y cabellos, y buenos vestidos y aderezos; y se tocan y se componen muy bien, particularmente las criollas, que son muy graciosas y desenfadadas… El traje de los hombres es bueno y galán, porque todo cuanto gastan es seda y todos andan bien vestidos y galanes. Hay muchos caballeros y caballos, de suerte que cuando hay carrera, se juntan más de cien hombres de a caballo… Los lacayos son negros, porque en esta tierra no hay otro servicio sino negros y negras; y se pasa mucho trabajo con ellos porque se huyen de sus amos, y las mujeres no tienen de quien confiarse sino de negras para sus cosas secretas; y así le suceden mil pesadumbres y desgracias. Hay en Lima más de doscientos mil negros y muchas más negras[81], porque el español que más tiene, mejor lo pasa, porque ellos son los que andan en el campo y chacras y los que dan de comer a sus amos con los jornales que ganan” (Ocaña 63 y vto.)[82].

Fray Diego de Ocaña percibe la realidad social del momento que se vive en aquellos territorios:

“Hay muchos hombres antiguos que tuvieron mucha plata y hacienda, y por ser tan largo en el gastar, están hoy día en mucha necesidad. Esta ha sido la causa de algunos alzamientos, por donde ha estado esta tierra en puntos de perderse, como parece por las muchas cabezas de traidores al rey que están por las plazas del Cuzco y Chuquisaca y otras partes de estos reinos” (Ocaña 64).

El monje guadalupense señala las contrariedades que hay entre España y el Perú. Desde el clima[83], los tratos y contratos, el faltar en las escrituras y pagos, y en levantarse los unos con las haciendas de los otros. Esta es la rotundidad con la que deja escrita las contrariedades:

“Muchas mentiras y poca justicia en todo; particularmente en Potosí, que matan a los hombres  y después los matadores en los demás pueblos se pasean; y al fin con la plata todo se negocia y el que la tiene es honrado principal, noble y caballero; y el que no la tiene, aunque tenga todo lo dicho, no es nadie ni es estimado, ni hay quien se acuerde de él. Y de esta manera van procediendo en todas las demás cosas” (Ocaña 64 vto.).

Lima, a finales del siglo XVI, tenía dos compañías de gentileshombres, la una de arcabuces y la otra de lanzas (Ocaña 65 y vto)[84]. Dos compañías que guardaban el reino y la ciudad, las cuales guardaban la ciudad en Jueves Santo, y cuando había Auto de Inquisición[85]. “Lima es una ciudad de muchos temblores, escribe fray Diego, y después que pasó uno muy grande, que derribó mucha parte de las casas, no ha habido después acá otro ninguno, que haya hecho semejante daño; pero temblores pequeños muchos, particularmente a la entrada del verano” (Ocaña 66 vto.)[86].

La Cuaresma de Lima es muy regalada, dice fray Diego, porque “tiene abundancia de pescados y buenos, como son cabrillas y pejerreyes y chitas y tollos que traen de Panamá, y bonitos, que es un pescado como atún; y grandísima abundancia de anchovetas, que son como sardinas pequeñas y muy sabrosas. Hay también muchas corvinas y algunos pescados en abundancia; y muchas legumbres y buenas, y algunos camarones con que se hacen locros[87] muy vistosos y apetitosos. Hay mucha abundancia de frutas, uvas, higos, peras, membrillos, camuesas, y muchos melones y otras muchas frutas de la tierra, de diversos nombres, como son: aguacates, paltas, mameyes, guayabas, granadillas, pepinos de la tierra, que es una fruta muy regalada, y muchos plátanos y maní, y otras muchas frutas” (Ocaña 70).

En el tiempo cuaresmal, afirmaba el monje jerónimo guadalupense, que andan por la calle muchas negras vendiendo conservas y muchas cosas de dulces, turrones y melcochas[88], leche y natas, rosquetes y bizcochos, aceitunas y otras mil cosas apetitosas, que aunque no haya gana de ellas, como pasan por las calles convidando con ello, da ganas de comprar de ello… Y esto es lo que hay en Lima, que es el mejor pueblo en temple (temperatura) y en todo lo demás, de todas las Indias. Y fuera de esta ciudad no hay pueblo de consideración, sino en Potosí (Ocaña 70 vto.).

Fray Diego de Ocaña, el 6/II/1600 se embarca en el puerto del Callao[89] en la nave que tenía por nombre Galizabra en busca del reino de Chile. El monje guadalupense recorre: Coquimbo, Copiapó, Santiago, Chillán[90], Concepción, Angol[91], La Imperial[92], Valdivia[93], Purén[94], Osorno (Ocaña 92)[95], Chiloé[96]. Fray Diego dice de los indios de Chile:

“Generalmente son indios de razón y de traza, en particular para las cosas de la guerra: y aunque son bárbaros, no tienen las costumbres bárbaras y bestiales que tienen los de Paraguay… las armas que comúnmente usan los indios, son arco y flechas, lanza y macana[97], coselete y celada de cuero de vaca crudo. Su pelear es a pie y a caballo, cada uno como mejor se halla y con el arma que más se ha ejercitado… Lo que estos indios cogen es trigo, cebada, maíz, papas, frijoles, porotos o pallares, quinua y otras muchas semillas” (Ocaña 101 vto. y 102 vto.)[98].

 

Cuando pretendió regresar a Lima, le sorprendió la sublevación de los mapuches contra los españoles, viéndose obligado a cruzar la cordillera los Andes. Transitando una buena parte de las pampas argentinas (Ocaña 142 y vto.)[99], llegando a Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba; y, ya en su camino de regreso, atravesó el Paraguay y Tucumán para finalmente llegar a las ciudades de Potosí y La Plata[100].

 

7.- LA VILLA RICA DE POTOSÍ

Desde Tucumán a la Villa Imperial de Potosí, el religioso guadalupense sufrió unas calenturas que no se le quitaron en veinte día, no pudiendo caminar ni a pie ni a caballo; y apenas podía comer, ni tenía que, sino un poco de maíz. Y a tres jornadas de Potosí, en una chácara (pequeña propiedad rural) donde había gente, tuvo reposo durante ocho jornadas, animándose a comer[101], reparándose un poco. Partió para Potosí el 18/VII/1600, llegando a la portería del convento de Santo Domingo[102]. Donde convaleció de su enfermedad durante dos meses. También con la ayuda que le prestaron Miguel Juárez y su mujer Francisca de Ulloa, naturales de la Puebla y Villa de Guadalupe.

En la fecha en que hace su crónica fray Diego, hallábase Potosí en el cenit de su grandeza[103]. España prestó particular atención a su industria de la plata que extraían de su Cerro Rico. El monje guadalupense considera que el Cerro Rico de Potosí es la octava maravilla del mundo y la mayor de todas. “Todo de plata que no hay puñado de tierra que no sea de plata; de donde tantos millones se llevan a España cada año” (Ocaña 168 vto. y 169).

Potosí proveyó el sustento material de la maquinaria de guerra más poderosa de la época; financió el Imperio donde nunca se ponía el sol. La riqueza del Potosí fue decisiva para la formación del primer Estado territorial moderno y la primera potencia hegemónica mundial. Todo el aparato burocrático militar del Reino de España se nutrió de sus socavones; la moderna tecnología de gobierno sobre las poblaciones se forjó como producto emergente de los ingentes esfuerzos de la Corona por extender el control eficiente sobre la vida en las colonias, de donde provenían los medios de su poderío. El argentum metal era conducido desde Potosí hasta el puerto de Arica y desde él a Callao y Panamá. Embarcaciones que eran custodiadas por navíos de la Armada del Mar del Sur.

El cerro de Potosí[104], de la parte del mediodía hacia la parte sur, tiene, señala fray Diego, cuatro vetas principales, que corren desde la punta del cerro hacia abajo: que la primera se llama Mendieta, y la segunda del Centeno, y la tercera se llama la Veta Rica, y la cuarta del Estaño. Trabajan dentro de este cerro, todos los días, ocho mil indios, todos con velas de sebo, sin los que sacan los metales, que son otros cuatro mil. (Ocaña 169). Fray Diego denuncia la explotación a la que estaban sometidos los indios en el trabajo de las minas:

“Pasa esta gente gran trabajo y mueren muchos indios de enfermedad, otros despeñados, otros ahogados, y otros descalabrados de las piedras que caen; y otros quedan allá dentro enterrados… A mí me quebraba el corazón de ver cuando los indios salían los miércoles a comer a las bocas de las minas, a recibir la comida que les llevan las mujeres, los lloros y las lágrimas de ellas, de ver a sus maridos salir llenos de polvo y flacos y amarillos y enfermos y cansados, y sobre todo esto azotados de los mineros y aporreados porque no cumplieron los montones de metal que está tasado que ha de sacar cada día… Y al fin no hay libra de plata que no cueste otra tanta sangre y sudor a los miserables de los indios; pues a costa de su sangre se saca lo que se beneficia” (Ocaña 183 vto. y 184)[105].

En Potosí, el jerónimo guadalupense tomó los pinceles para hacer una imagen de la Virgen de Guadalupe, que acrecentara la devoción, pues observó tibieza en la gente[106].  Una vez terminada, fray Diego determinó colocarla en el convento de San Francisco, en la capilla mayor, sobre el sagrario, y porque en este convento hay más devoción que en los demás (Ocaña 149 vto.).

Se detiene el cronista guadalupense en describir las casas de los indios, como pocilgas o zahúrdas de pueblos; unas piedras puestas, por la mayor parte en redondo con un poco de barro, y por la parte de arriba con paja, y tan baja que apenas se puede estar en pie (Ocaña 174). La bebida ordinaria se llamaba chicha, la cual se hace de harina de maíz; la echan en agua hirviendo, y en cinco días la beben. Es tan fuerte que embriaga y emborracha mucho, y desde el sábado en la noche hasta el lunes a mediodía, no dejan de beber (Ocaña 185 vto.).

En Potosí nunca faltan uvas. Hay muchas camuesas, higos verdes, pasados y pasas. Frutas de la tierra, hortaliza y verdura, rábanos y cardos, y legumbres de berzas y otras hierbas.  Hay muchos cántaros de leche y por las calles venden requesones. Mucho pescado salado y fresco del río Pilcomayo; todos los viernes muchos sábalos. Hay mucha caza, siempre de perdices. En todo tiempo hay gallinas. Está la plaza muy proveída de tocino del pueblo de Tarija, que es la mejor cecina de todo el Perú. Una arroba de carbón vale cuatro reales, que se tiene por barato por el mucho gasto que hay de él, porque alrededor de Potosí, en aquellos lugares altos donde hace de ordinario mucho viento, hay mucha cantidad de guayras[107] (Ocaña 182,183).

En medio de las catorce parroquias de los indios, está el pueblo de los españoles, donde está la iglesia mayor en la plaza. Y alrededor de ella, están los conventos de santo Domingo y San Francisco y de la Merced y de San Agustín y los padres de la Compañía de Jesús (Ocaña 181)[108]. La gente española que en Potosí hay, es mucha, casi tanto como los indios; y muchos soldados (Ocaña 177 vto.). El trato comercial en Potosí, dice fray Diego que es todo a peso de plata. Señalando que es la mejor plaza en provisión de todo el Perú.

 

8.- LA CIUDAD DE LA PLATA

Acabadas las fiestas de Potosí, fray Diego de Ocaña emprendió viaje hacia la ciudad de la Plata[109], adonde llegó en los primeros días de noviembre de 1601, hospedándose en casa del deán[110] de Las Charcas, Juan de Larrategui. Al que define fray Diego: “un caballero muy honrado y de mucho nombre en los reinos del Perú, por el bien que a todo género de gentes hace” (Ocaña 216).  Pocos días después de su llegada, el sábado once de noviembre, vivió la experiencia de un gran terremoto que pareció ser el fin del mundo. (Ocaña 217 y vto.). Lo cogió celebrando la Santa Misa, en el Gloria, exclamando: “Madre de Dios de Guadalupe, favorecednos aquí”[111].

No parece que fray Diego tuviera intención de ir a La Plata; pero un encuentro en Potosí con el obispo extremeño, don Alonso Ramírez de Vergara, natural de Segura de León (Badajoz)[112], decidió el viaje y dio origen a la pintura en la que efigió la Morena de las Villuercas.

Así describe su autor cómo obró con sus pinceles la imagen de la Virgen de Guadalupe de las Villuercas: “Comencé, pues, en casa del deán[113] a hacer la imagen como si yo fuera el pintor más extremado del mundo, y puedo afirmar con verdad… y con la ayuda de nuestra Señora, favoreciendo a mi buen deseo, es de manera la pintura, que no han tenido que enmendar famosos pintores que después vinieron, no sin admiración de todos”. Afirmando “Se hizo una imagen tan rica como se dirá adelante, y con tantas fiestas como parecerán por la relación que se hizo y envió a España, la cual también yo pondré aquí con lo demás” (Ocaña 218).

Acabado el lienzo de  Ntra. Señora de Guadalupe, se fijó como fecha de bendición el domingo siguiente al día de Epifanía, trece de enero. La pintura de cuadros de la Virgen que fray Diego comenzó en Panamá, siguiendo en Lima, Ica, Cuzco, Potosí y La Plata, termino siendo una herramienta de evangelización, motivo de devoción y reclamo importante de limosnas para el monasterio extremeño de las Villuercas[114].

Los actos de entronización de la Virgen fueron acompañados de un novenario de fiestas que repitieron, en parte, el mismo concepto de Potosí con juegos de cañas y sortija, justas poéticas, corridas de toros, escenificación de la comedia que compuso fray Diego a la morenita extremeña[115]. La comedia compuesta por fray Diego de Ocaña, fue dada a conocer por el franciscano Carlos Gracia Villacampa. Pero antes que el franciscano Villacampa lo hizo, en un primer estudio, Vicente Barrantes (1829-1898), historiador y bibliófilo. Sin embargo, el reconocimiento a Barrantes se empaña porque adaptó su versión del texto de una copia defectuosa realizada por el entonces famoso crítico Manuel Cañete[116] y porque, al seguir los apuntes de Cañete, atribuyó como él la pieza teatral a un fray Diego de Prades[117].

A grandes rasgos, lo que cuenta la obra en la primera parte es la pérdida de España por culpa del rey Rodrigo y sus devaneos con la Cava. En la parte segunda, cuya trama sucede unos cuantos siglos después, se refiere al hallazgo milagroso de la imagen de la Virgen y la elección de ésta como patrona en la guerra contra el moro, lo que permite al rey Alfonso vencer en la decisiva batalla del Salado[118].

La comedia se basa en los libros de milagros que existen en el monasterio de Guadalupe, pero dándole carácter literario y sobre todo, aplicado a los destinatarios americanos de fray Diego: indios, mestizos y españoles[119].

Acabada las cosas en Chuquisaca el jerónimo guadalupense llega a Chuquiabo (hoy ciudad de La Paz)[120]. De allí a Chucuito, pueblo a orillas del lago Titicaca, a pocos kilómetros de Puno, donde visitó la Virgen de Copacabana. De la que llegó a decir que era una imagen muy devota que ha hecho y hace grandes y muchos milagros (Ocaña 303, vto.). Y también Carabuco, puerto costero al norte del lago. Fray Diego viajó hacia Arequipa, pasando por el volcán de los Ubinas, el más activo de Perú, llegando a la cuesta de Chihuata (Ocaña 319 vto.)[121]. En Arequipa escribió que estuvo cuatro días sin ver el sol, pues a los dos de la tarde era menester encender velas por la mucha oscurana que había, por la ceniza que andaba por el aire, con haber ya pasado cuatro años que sucedió al reventar el volcán (Ocaña 320).

De Arequipa[122], fray Diego, basándose en los informes facilitados por el contador de la Hacienda Real, Sebastián de Mosquera, y otras personas todas honradas y fidedignas, dice: “Esta ciudad es que tiene vestigios de haber sido de las mejores del Perú, la más rica y la más regalada, porque un año con otro entraban en ella setecientos mil pesos para emplear en vino, y ahora no alcanzan un poco de maíz; pero de trigo se coge y se da, lo que es menester” (Ocaña 327 y vto.)[123]. El jerónimo guadalupense partió de la ciudad de Arequipa el 25/VII/1603 para el valle de los Collaguas. Llegó a Yanque, donde estaba de corregidor Gonzalo Rodríguez de Herrera, que se había venido de Castilla con fray Diego. Desde Yanque partió fray Diego para Cuzco[124].

 

9.- CUZCO. CABEZA DEL PERÚ

Llamada así por haber tenido en ella los incas, reyes antiguos de los indios, su corte y asiento. Llegó el monje jerónimo por el camino real que viene de Chucuito al Cuzco. En este camino está la tierra más alta de todo Perú, no montuosa sino de altura natural. Llegó a la ciudad el 24/VIII/1603. Apeándose en el convento de San Francisco[125], donde los religiosos le hicieron mucha caridad, recibiéndole con muestras de alegría.

La ciudad de Cuzco, dice fray Diego, tiene todas las casas de piedra y con tejados, como en la forma de ella, se parece mucho a las de España, por no estar como otras edificadas por cuadras. Hay frailes de Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, de la Merced y padres de la Compañía, y un convento de monjas de Santa Clara. Está el obispo y la catedral del Cuzco[126], que es muy grande obispado y de mucha renta. Cógese trigo en abundancia. Vino no tiene ninguno; llévase de la Nazca y de Ica (Ocaña 335 vto. y 336)[127].

Fray Diego encontró en Cuzco un pueblo sano, matizando que de diez años a esta parte ha entrado una enfermedad en la ciudad, que llaman tabardillo[128], que muere mucha gente a la entrada y salida del verano. Las muchas frutas que tienen son por haber poca salud; porque dan por ocho reales cincuenta camuesas, por un real cincuenta duraznos, y de esta manera las demás frutas. Y todo el año está la plaza llena de fruta, y no se coge en el valle de la ciudad sino en los valles de alrededor, donde están las chacras de la coca; los cuales valles se llaman los Andes del Cuzco, que quiere decir tierra caliente y de frescura y arboleda, porque el valle de la ciudad no tiene arboleda (Ocaña 338 vto.). El monje guadalupense deja Cuzco el 20/X/1603 para viajar hacia Lima, pasando por Huamanga[129], Jauja[130] y Huarochiri[131].

Fray Diego llegó a la Ciudad de Los Reyes en diciembre de 1603, destrozado por la enfermedad debido a los trabajos sufridos. Durándole la convalecencia hasta comienzos de agosto de 1604. Fecha en la que el virrey don Luis de Velasco dejaba el gobierno de los reinos del Perú, por la llegada de don Gaspar de Zúñiga, conde de Monterrey. El virrey Velasco, devoto de la Virgen de Guadalupe, hizo la merced de donar cincuenta fanegadas de tierra en el valle de Ica (Ocaña 352 vto.)[132], tomando posesión de aquella hacienda fray Diego.

En Ica determinó tomar trabajo y hacer una imagen de la Virgen de Guadalupe como las demás que dejó en otros pueblos. La gente acudió con devoción, haciendo solemne procesión, por haber en aquel pueblo mucha gente de Trujillo y de Extremadura (Ocaña 356 vto.)[133]. En todo aquello estuvo cuatro meses, y cuando iba a embarcar para México le dio una enfermedad que le puso al extremo de la vida, porque los grandes soles que pasé, afirmó, me hicieron mucho daño[134].

Llegada la Pascua de Navidad, fray Diego embarcó para Nueva España. Fue en Lima y México donde el jerónimo guadalupense dio cuerpo a las notas que había tomado en su viaje desde que salió del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, su casa, el 3 de enero de 1599. Seis años vividos en tierras ajenas al cobijo de las Villuercas, al silencio de los claustros y rezos de peregrinos que buscaban el altar de la bella extremeña, lucero, sol, antorcha, estrella y norte. Fue en el Virreinato de Nueva España (México), en el que terminaron sus días sin regresar a España, pues allí falleció[135].

 

10.- CONCLUSIÓN

Los jerónimos de Guadalupe envían a fray Diego de Ocaña y fray Martín de Posada con la finalidad de propagar la devoción a la Virgen de Guadalupe, catequizar mediante la creación de cofradías marianas y por ende cofrades integrados en ellas, y la recaudación de limosnas, reglamentando éstas, junto con las demandas testamentarias y donaciones.

Minuciosamente fray Diego fue relacionando las limosnas que fue recibiendo a lo largo de su periplo por el Virreinato del Perú, cifrándose en 65.750 pesos, 230 ducados y 2.000 reales[136]. Consolidando con su recorrido el sistema de recaudación y el culto guadalupano cada vez más extendido e intenso. Pero aquel viaje en el que sufrió toda clase de vicisitudes[137] acabó con su vida.

Se apunta que el motivo de la marcha a Indias de los dos monjes se justifica con la fundación del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (1562), quedando Guadalupe oscurecido. En los últimos años del dieciséis se inician amplias construcciones en la Real Casa de las Villuercas, reafirmando la importancia del monasterio recuperando glorias pasadas. Entre 1595 y 1597, el arquitecto Nicolás de Vergara, el Mozo, maestro mayor de la Catedral Primada de Toledo, construyó en Guadalupe la Capilla de San José o de las Reliquias. Un año después de conocerse la muerte de fray Diego de Ocaña, el arquitecto cortesano Juan Gómez de Mora, firmaba en Valladolid la planta de cómo se había de hacer el Retablo Mayor de Nuestra Señora de Guadalupe.

Fray Diego escribió y dibujó cuanto pudo ver. Además de relatar sus aventuras y desventuras en los caminos, describe las tierras por donde pasa, pernocta y habita; da cuenta de su actividad y quehacer en beneficio de la Virgen de Guadalupe; compone un grupo de dibujos de asunto, en general, etnológico e histórico y, en ocasiones, apunta referencias a hechos de la conquista y de la colonización del virreinato del Perú[138].

Fray Diego de Ocaña quiso sacar de apuros económicos a la Real Casa de Guadalupe en las Villuercas, centro de peregrinación, a la que llegaban romeros y pobres que cada día llamaban a su puerta, cumpliendo la fidelidad del mandato de la Señora: “Y mandóme más que dijese a los que tuvieron cargo de su Casa que diesen de comer a todos los pobres que a ella viniesen una vez al día”[139].

A fe, que el santuario en sus siete siglos de vida, ha cumplido con esmero el encargo de la Morena de las Villuercas. Sosteniendo además el gasto de al menos cuatro hospitales, botica y Escuela de Medicina[140]. La asistencia a los necesitados fue y sigue siendo expresión abierta de caridad y ayuda. Aspecto que todos los historiadores y cronistas del monasterio, antiguos y modernos, han resaltado y recogido con vivos ejemplos[141].

 

 

 

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VÉLEZ PICASSO, J.M.: La Villa de Valverde del valle de Ica (siglo XVI). Ica, 1931.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Relación del viaje de fray Diego de Ocaña por el Nuevo Mundo (1599-1605).

[2] El Virreinato fue una entidad político-administrativa fundado en 1542 tras el sometimiento del Imperio Inca. Abarcó en su máxima extensión, territorios que actualmente se corresponden con Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, parte de Argentina y Chile.

[3] (Zarza de Granadilla, 1882-Madrid, 1953). Se formó en la Universidad de Comillas hasta que, en 1902, ingresó en los Jesuitas de Granada para hacer el noviciado. De allí fue destinado a Ecuador, de donde regresó en 1911. Tras estudiar Teología, se ordenó sacerdote el 19/VIII/1919. Ese mismo año se instala en Madrid, donde comienza a dirigir la revista Razón y Fe (editada por la Compañía de Jesús desde 1901), labor que desempeñó hasta su muerte.

[4] Cf. CORREO EXTREMEÑO, núm. 7.596, 18/VII/1928, pg.7

[5] Natural de Segura de León (Badajoz), maestro en Artes por Salamanca y licenciado en Teología por Alcalá, canónigo magistral de Málaga y obispo en La Plata (1594-1602). A él se debe la capilla del sagrario, donde puso su sepultura, colocando una imagen de la Virgen de Guadalupe que pintó fray Diego de Ocaña. CASTAÑEDA DELGADO, P. y MARCHENA FERNANDEZ, J.: “Los Obispos extremeños en las diócesis del Nuevo Mundo (1500-1850)”.  En Actas y estudios, edición a cargo de Fr. Sebastián García (OFM), 1990, pg.76.

[6] Antes llamada Charcas, La Plata, Chuquisaca y Sucre desde 1825.

[7] Agradezco la consulta de esta documentación a Antonio Ramiro Chico, Cronista Oficial de Guadalupe.

[8] Fue director de la publicación “El Monasterio de Guadalupe” (1919-1929). Archivero y bibliotecario de Guadalupe. Director de la Revista “La Voz de San Antonio” (1929-1932; 1941-1948); fundada por la Provincia Bética Franciscana en 1895. Académico correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, de la de San Fernando de Madrid y de la Hispano-Americana de Cádiz.

[9] Cal­culadas estas cifras aproximadamente por su magnitud y variedad de las travesías, y por falta de los datos finales de su vida. CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F.J.: “El Monje Jerónimo Fray Diego de Ocaña y la Crónica de su viaje por el Virreinato del Perú (1599-1606)”. Estudios Superiores del Escorial, pg.4.

[10] El Virreinato de Nueva España ocupó, en su máxima extensión, América Central, las Antillas, el centro y sur de los Estados Unidos y Filipinas.

[11] (Valdecañada, León, 1928-Madrid 2021). Director del archivo y biblioteca de Guadalupe. 1956-1966. Director de la Revista Guadalupe durante 1962-1966. Miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras (1958) y de la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife (1966). Autor, entre otras obras, de La Virgen de Guadalupe en el Mundo y Guadalupe, arte, historia y devoción mariana.

[12] Publicado con el título Un viaje fascinante por la América Hispana del siglo XVI. Ediciones Studium, Madrid 1969.

[13] De Blanca López de Mariscal y Abraham Madroñal Durán. Editorial Iberoamericana. Universidad de Navarra. Madrid 2010. Junto con varios trabajos publicados por el profesor Francisco J. Campos y Fernández de Sevilla (OSA), Rector de los Estudios Superiores del Escorial (1990-1998), donde desarrolla su actividad docente e investigadora. Y la obra de Beatriz Carolina Peña Núñez: “Fray Diego de Ocaña: olvido, mentira y memoria”. Universidad de Alicante, 2016. Esta última obra crítica algunas informaciones que tiene en su manuscrito el jerónimo guadalupense.

[14] ALTUNA E.: “En esta tierra sin memoria. El viaje de fray Diego de Ocaña (1599-1605). Revista Crítica Literaria Latinoamericana, Año XXII, núm. 43-44, Lima 1996, pg. 123.

[15] Falleció en Guadalupe el 1/IV/1560. Su obra cumbre, en la que se exponen sus pensamientos sobre Indias, lleva por título Las Siete Partidas del Sabio Rey Alfonso el Nono, Salamanca 1555, por el editor Andrés de Portonariis.

[16] GARCÍA RODRÍGUEZ, S. (OFM): “Guadalupe de Extremadura: Su proyección americana”. En Guadalupe siete siglos de fe y de cultura. Madrid 1993, pg.516.

[17] En Actas “Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo”, Madrid 1990, pgs.229-254.

[18] FRAY ARTURO ÁLVAREZ: Un viaje fascinante por la América Hispana del siglo XVI. Madrid 1969. Introducción. pg. IX.

[19] ARCHIVO MONASTERIO DE GUADALUPE (AMG). Legajo 39.

[20] Autor de la Historia de Nuestra Señora de Guadalupe, consagrada a la soberana magestad de la Reyna de los Ángeles, milagrosa patrona de este sanctuario. Toledo, en casa de Thomás de Guzmán, año 1597. Petrus Ángelus, fecit.

[21] LÓPEZ GUZMÁN, R. y MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, P. (coords.): La Virgen de Guadalupe de Extremadura en América del Sur. Arte e iconografía. Cáceres 2019, pg.21.

[22] ROSO DÍEZ, J.: “El fraile jerónimo Diego de Ocaña. Un apunte sobre devoción mariana, arte y literatura en la América hispana del barroco”. En Anuario de Estudios Filológicos, Servicio Publicaciones UEx, vol. XXXI, 2008, pg.197. También GARCÍA, S. (OFM): Guadalupe de Extremadura en América. Madrid, 1990. pg.104-105. La devoción a la Virgen de Guadalupe de España arraiga en el Nuevo Mundo, con prontitud. Las iglesias acogen capillas y altares dedicados a esta advocación; así como conventos, ermitas y santuarios que pueblan la geografía de Iberoamérica.

[23] CAMPOS Y FERNÁNDEZ: El Monje Jerónimo Fray Diego… Op. cit. pg.27. Anterior a fray Diego de Ocaña había recorrido el Virreinato del Perú durante doce años, fray Diego de Losar, compañero de hábito jerónimo. Natural del pueblo toledano de Villafranca del Puente del Arzobispo. Profesó en Guadalupe en 1565. ÁLVAREZ ÁLVAREZ, A.: “La cofradía de Guadalupe en el virreinato del Perú (siglos XVI-XVII). En Revista Guadalupe, núm. 833, 2013, pg.24.

[24] Llamada también Ica de Valverde. Ciudad fundada por Jerónimo Luis de Cabrera (1528-1574), adelantado y gobernador de Tucumán. Con acuerdo y parecer de don Pedro de las Casas, en cumplimiento del mandato del virrey conde de Nieva. VÉLEZ PICASSO, J.M.: La Villa de Valverde del valle de Ica (siglo XVI). Ica, 1931.

[25] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg. XXIX.

[26] Entre las relaciones de sucesos que ofrece el texto, fray Diego narra lo acaecido durante algunos de los terremotos que le tocó vivir a lo largo de su viaje, entre ellos, los de Arequipa (1600 y 1604), La Plata (1601), y Lima (1605); así como también un auto inquisitorial celebrado en Lima en 1605. LÓPEZ DE MARISCAL, B.: “La relación del viaje de fray Diego de Ocaña y su memoria de las cosas (1599-1601). En Actas del VII Congreso de la AISO, 2006, pg.413. Centro Virtual Cervantes.

[27] La borrasca desamortizada de 1835 y posterior exclaustración de la comunidad jerónima produjo la incautación de sus bienes, muebles e inmuebles, afectando gravemente a su biblioteca y gran parte del archivo, iniciándose un doloroso éxodo hacia otras bibliotecas estatales y privadas.

[28] CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F.J.: “Dos crónicas guadalupenses de Indias: Los Padres Diego de Ocaña y Pedro del Puerto”. En Guadalupe de Extremadura: Dimensión hispánica  y proyección en el Nuevo Mundo, Madrid 1993, pgs. 405-458).

[29] Cf. GARCÍA: Guadalupe de Extremadura… Op. cit. pg.515. La comedia se representó primero en Potosí y un año después, durante Epifanía, en Chuquisaca (Sucre), siempre interpretada por compañías de cómicos profesionales y con gran éxito de público. MADROÑAL DURÁN A.: “Un fraile toledano de viaje por el nuevo mundo: Fray Diego de Ocaña y su Comedia de la Virgen de Guadalupe”. En Homenaje a Félix del Valle y Díaz, Real Academia de Bellas Artes y Ciencias de Toledo, 2009, pg.657.

[30] Describiendo el ritual: Repique de campanas, pregón, procesión, carrozas y alegorías. Actos religiosos, con misas, novenas y sermones. Representaciones teatrales, toros, juegos de cañas, fuegos de artificio y certámenes literarios.

[31] Felipe III, el 13/IV/1608, había autorizado poder introducir, libre de gasto, lo que trajese de Nueva España por valor de 20.000 ducados. AMG. Documentos Reales, carpeta R-XII. Ninguna orden religiosa tuvo tantas fundaciones y dotaciones por los reyes y la nobleza, como la Orden de San Jerónimo.

[32] CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F.J.: “La relación del viaje de fray Diego de Ocaña por el virreinato del Perú (1599-1606)”. En Revista del Archivo General de la Nación (Lima) 34/2 (2019), pg.19.

[33] Natural de Posadas de Llanes (Asturias). Profesó en Guadalupe el 1/X/1580.

[34] Se trata de un antiguo humilladero, situado en el camino de Mérida o del Sur, actual de San Blas.

[35] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante por… Op.cit., pg.2. Tardaron veinte días en recorrer los caminos desde Guadalupe a Sevilla, utilizando mulas por cabalgaduras.

[36] Se desconoce dónde se hospedaron en la capital hispalense. Dos casas jerónimas tenía Sevilla: San Jerónimo de Buenavista y San Isidoro del Campo. Me inclino por el primero, pues fray Diego Martínez de Medina, monje en el monasterio de Guadalupe, fundó en 1414 el monasterio de San Jerónimo, a las afueras de Sevilla, con el apoyo del arzobispo Alonso de Ejea.

[37] Estas cédulas fueron los documentos que sirvieron en su largo camino para demostrar la autenticidad de su misión. Ninguna orden religiosa tuvo en la península tantas fundaciones y tan espléndidamente dotadas por los reyes y la nobleza como los hijos espirituales de San Jerónimo.

[38] De Sanlúcar partió el II Viaje de Colón y la I Circunnavegación marítima de la tierra, completada por Juan Sebastián Elcano.

[39] Los dos jerónimos guadalupenses se hospedaron en el Monasterio de Nuestra Señora de Barrameda o de los Remedios, conocido por Convento de los Jerónimos. Sanlúcar de Barrameda fue lugar natural de espera de los misioneros que iban a Indias, estableciéndose en él varias órdenes religiosas.

[40] La expedición estuvo formada por seis galeones, diecisiete velas, y varias naves de distintas clases, todos de armada. Transportaba cuatrocientos hombres y al nuevo gobernador de Puerto Rico, Alonso de Mercado, para reconquistar la ciudad atacada y saqueada por el corsario inglés George Clifford.

[41]  OCAÑA, D. de: Relación del viaje de fray Diego de Ocaña por el Nuevo Mundo (1599-1605). Biblioteca Universidad de Oviedo, ms.215, fol.9 vto. Anterior a fray Diego de Ocaña, los jerónimos de Guadalupe enviaron a Indias, en 1587, a fray Diego de Losal que no consiguió asentar de forma indefinida el culto a la Virgen de Guadalupe. En adelante las citas de la obra de fray Diego de Ocaña serán cifradas en el texto de este trabajo con el número de folio que aparece en su manuscrito.  Ejemplo (Ocaña 28 vto).

[42] Los gastos de botica fueron dados en limosna por Simón de Torres, boticario que era natural de la Puebla de Guadalupe. De las malas noches que pasó fray Diego, asistiendo a su compañero, le dieron unas cuartanas que le dejaron secuelas hasta que llegó a la ciudad de Trujillo. Ibídem. fol.19.

[43] Paita era tierra de buen temple y bastante de pan y vino y carne y de muchas frutas y de mucha caridad a todos los pobres que vienen de Castilla; en esta villa les favorece y les ayuda en su avituallamiento. POMA DE AYALA, F.G.: El primer Nueva Corónica y buen gobierno. Editorial Siglo XXI, Madrid 1992, pg.935.

[44] Destaca fray Diego que desde Paita hasta Lima “no hay por los llanos una rama verde, si no es en los valles por donde pasan los ríos” (54 vto).

[45] Nuestra Señora de las Mercedes de Paita es la patrona de la arquidiócesis de Piura. Las cualidades del puerto de Paita fueron admiradas por Francisco Pizarro desde que lo vio por primera vez en 1528 (segundo viaje), razón por la que en 1532, decidió fundar la primera ciudad cerca del mismo. Paita fue desde entonces paso obligado de cuantos arribaban a este territorio.

[46] Antes de morir, ambos religiosos, en la festividad de Ntra. Señora de Guadalupe, padecieron nostalgia de su casa, pues sus hermanos ese día lo viven con regocijo y alegría. Pidiendo a la serenísima Reina de los ángeles, salud y fuerzas.

[47] LÓPEZ DE MARISCAL B. MADROÑAL DURÁN, A.: Viaje por el Nuevo Mundo: de Guadalupe a Potosí, 1599-1605. Editorial Iberoamericana. Universidad de Navarra. Madrid 2010, pgs.102 y 103.

[48] Refiere fray Diego que de no llevar cama, el viajero dormirá todo el camino en suelo desnudo, porque no hay casas en los tambos sino unos poyos y barbacoas de piedra. Un tambo (del quechua tanpu) era un recinto situado al lado de un camino importante usado como albergue y centro de acopio. Los otros dos caballos eran para los dos criados que le auxiliaban.

[49] Caminaban de tres de la tarde hasta las ocho de la noche; y después desde las dos de la madrugada hasta las ocho del día;  porque si no era de esa manera se abrasaban por los arenales.

[50] LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pgs.106 y 107.

[51] Capital del distrito de su nombre, en la provincia de Chiclayo de la Región Lambayeque. Ciudad colonial conocida por Santiago de Miraflores de Zaña, nombre por el que fue fundada en 1563. Su crecimiento y desarrollo en el siglo XVII, parece que rivalizó en importancia con la ciudad de Trujillo.

[52] Fray Diego salió de la estrechez económica vendiendo algunas cosas que llevaba, en particular curiosidades de imágenes, especialmente de una que había hecho durante su estancia en Panamá.

[53] Vestidura que cubría desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada al cuerpo.

[54] Adorno que se usaba para rematar las camisas y gorgueras a partir de mediados del siglo XVI. De origen español, en sus inicios se trataba de un pequeño reborde que se plegaba o rizaba formando unas ondas que la asemejaban a las hojas de la lechuga rizada, lo que determinó su denominación.

[55] Calzones anchos.

[56] Vestidura larga y holgada, con capucha y una cola.

[57] LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pgs.112-114. Fray Diego sentencia que aquellas mujeres no se lavaban, sino cuando van a la mar. Y en casa aunque tiene las manos y las caras puercas, nunca se las lavan.

[58] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.55 en nota. La imagen se circunscribe a los escultores hispalenses que por esas fechas trabajan en la ciudad hispalense: Roque Balduque, Juan Bautista Vázquez, el viejo, y Gerónimo Hernández. Cf. ESTABRIDIS CÁRDENAS, R.: “Perú, Reino de María. La entronización de la Virgen de Guadalupe de Extremadura”. En Quiroga. Revista de Patrimonio Iberoamericano. Universidad de Granada, núm. 12, 2017, pg.6.

[59] Fray Diego de Ocaña estuvo siete días en Trujillo, donde hizo cofrades de Guadalupe a toda la ciudad. Trujillo es la capital de departamento de La Libertad. Fue fundada en 1534 por Diego de Almagro en el valle del río Moche. Francisco Pizarro luego de fundar la ciudad de Lima, el 18/I/1535, arribó a Trujillo a oficializar su fundación. Lo hizo bajo el patronato del apóstol Santiago, el 1/III/1535. Consideración hecha por el Instituto Histórico del Perú. Felipe Guamán Poma de Ayala (1615-1616) informa que los habitantes de Trujillo son gente de poca caridad y que es tierra de buen temple y tiene iglesia, monasterio y cristiandad, y pulicía, de comida y poca carne y pobre de plata y oro. POMA.: El primer nueva… Op.cit., pg.937.

[60] Forma parte de la llamada Ruta Inca y capital de la provincia de Mariscal Luzuriaga.

[61] Lugar arqueológico al sur de Lima que tuvo una intensa vida en la época prehispánica.

[62] Arturo Álvarez anota, en su obra “Un viaje fascinante por la América Hispana del siglo XVI”, que no consta en historiador alguno contemporáneo que Atahualpa fuera llevado vivo a Trujillo, ni que los españoles hubiesen cortado las manos a sus portadores por arrebatarles el oro.

[63] Se documenta por primera vez, con la acepción “lugar o construcción consagrados al culto de los dioses de algunas culturas americanas precolombinas”, en 1551, en la obra de J. Betanzos titulada Suma y narración de los incas. En 1571 se registra como “sepultura en las que se depositan, junto al cadáver, objetos de valor, en algunas culturas americanas precolombinas”, en las Ordenanzas para los oficiales reales de Huamanga. Pocos años después, en 1609, se registra la primera documentación de la acepción “imagen u objeto de culto que se adora como deidad en algunas culturas americanas precolombinas”, en los Comentarios Reales a los Incas del Inca Garcilaso. DICCIONARIO HISTÓRICO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (DHLE).

[64] Ropas de ceremonia.

[65] Simboliza el mal en todas sus manifestaciones, la adversidad, el dolor y la miseria.

[66] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.65, en nota.

[67] Fundada el 1/III/1535, liderada por Francisco Pizarro, quien estableció el cabildo con sus alcaldes ordinarios Rodrigo Lozano y Blas de Atienza. Trujillo fue, en febrero de 1619, epicentro de un terremoto que sacudió el norte de Perú, alcanzando a Piura, Cajamarca, Saña, Santa y Lima, dejando en escombros a la ciudad trujillana. SEINER LIZÁRRAGA, L.: Historia de los sismos en el Perú. Catálogo, siglos XV-XVII. Lima, 2009, pg.247.

[68] Fray Diego no deja constancia en su crónica de la catedral trujillana de Santa María de la Asunción, elevada a catedral por el Papa Paulo V en 1616. El Obispado de Trujillo fue erigido, a solicitud de rey Felipe II, por el papa Gregorio XIII a través de la Bula “Illus fulciti praesidio” el 15/VI/1577, pero sin ejecutarse el decreto hasta que Pablo V, el 20/X/1609, procedió a su institución. La jurisdicción comprendía desde Santa (Ancash) hasta Ayabaca (Piura). Fue preconizado obispo, el 25/V/1610, don Jerónimo de Cárcamo, quien se vio acompañado desde Sanlúcar de Barrameda hasta Perú por el monje jerónimo fray Pedro del Puerto, profeso en San Jerónimo de Sevilla, que realizó en 1612-1623 un viaje por el Virreinato del Perú con similar objetivo que fray Diego de Ocaña. SILVA, F.J.: “Viaje de un monje jerónimo al Virreinato del Perú”. En Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 82, 1923, pg.134. La ciudad de Trujillo, en 1604, contaba con una población de 3.264 habitantes. Censo mandado a realizar por el corregidor Felipe Lezcano Gaona. CASTAÑEDA MURGA, J.: “Notas para una Historia de la Ciudad de Trujillo del Perú en el siglo XVII”. La tradición andina en Tiempos Modernos. Luis Millones y Hiroyasu Tomoeda (eds) Osaka, pg.164.

[69] Refiere fray Diego que los mosquitos de allí, no sé yo si los de Egipto fueron tan penosos como aquellos lo fueron a nosotros,

[70] Fundada el 18/I/1535 por Francisco Pizarro. Lima era el asiento del virreinato. Poma de Ayala la llama “Ciudad de los Reyes de Lima, corte real, adonde reside su magestad y su corona real, pricidentes y oidores, alcaldes de corte y justicias, dotores, licenciados, y los excelentísimos señores bisorreyes, da donde gobiernan todas las Yndias orentales, osedentales”. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.141, en nota.

[71] Noveno virrey del Perú, 1596-1604. Durante su gobierno trató de mejorar las condiciones de trabajo de los indígenas, particularmente en las minas de Potosí, Huancavelica y Castrovirreina. Fomentó nuevos recogimientos, convento de mujeres y centros educativos.

[72] (Mayorga de Campos, Valladolid, 1538-Saña, Perú, 1606). Nombrado arzobispo de Lima en 1595. Celebró trece sínodos y tres concilios provinciales, abordando la reforma del clero. Levantó un seminario en Lima. Fundo un convento de religiosas clarisas. Dominó la lengua quechua, con la que se dirigía a los indios. Fue beatificado en 1679 y canonizado en 1726. Es Patrono del Episcopado Latinoamericano.

[73] En su crónica de la ciudad de Lima, fray Diego muestra el aparato civil y religioso que ostentaba el poder en una ciudad de su importancia.

[74] El hidalgo trujillano extremeño le entregó un donativo de doscientos ducados de Castilla, por la mucha devoción que con Nuestra Señora de Guadalupe tenía.

[75] El matrimonio donante condicionó la donación de la capilla y heredad anexa a que los monjes jerónimos levantaran en ella un monasterio; al no ser cumplido, los donantes cambiaron su voluntad, entregando la ermita de Guadalupe y los terrenos a los franciscanos, levantando éstos el Colegio de San Buenaventura. Cf. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.143, en nota. FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.87, en nota.

[76] Fray Diego, de esta forma, dio origen con sus pinturas a las llamadas Vírgenes triangulares, tomándose como referencias al lienzo de la catedral de Sucre, que al haberse conservado, es fácil conocerlo y reconocerlo. CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F.J.: “Difusión de la imagen de la Virgen de Guadalupe de Extremadura en el Virreinato del Perú en el siglo XVII”. Revista de Temas de Estética y Arte (Sevilla), XXX, 2016, pg.124.

[77] Fundado en 1563, gracias a un donativo del español Antón Sánchez. En él se recibían enfermos de lepra, muchos de ellos eran esclavos. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.148, en nota. José Neyra Ramírez, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y miembro de la Academia Nacional de Medicina de Perú, considera que está demostrado que la lepra no existió en el período precolombino, contrariamente a la tuberculosis que sí estuvo. La lepra llegó con los españoles desde la conquista y luego se extendió por la costa. También indica que los amos de los esclavos estaban obligados a pagar cuatro reales el primer año de internamiento. Para liberarse de esta carga, éstos optaban por concederles la libertad. NEYRA RAMÍREZ, J.: “El Hospital de San Lázaro de Lima”. En Folia Dermatológica Peruana. Vol. 17, núm. 3, 2006.

[78] Acción de cegar o tupir con alguna cosa un conductor de líquido.

[79] Fray Diego refiere la humedad que hay en las chacras y huertas, ocasionando gran número de mosquitos que resultan ser ponzoñosos cuando pican. El malestar por los mosquitos es referido varias veces en su crónica.

[80] En referencia a la catedral, en la que trabajó el arquitecto de Trujillo en Extremadura, Francisco Becerra (c.1545-1605), uno de los grandes nombres de la arquitectura española en América. Además de la catedral hizo las obras del Palacio de los Virreyes, la fortaleza del Callao y la catedral de Cuzco.

[81] Estimamos cifras muy desorbitadas. Autores que han estudiado la esclavitud cifran en algo más de diez mil a comienzos del XVII. La esclavitud llegó al Nuevo Mundo con los conquistadores. Muchas de las primeras expediciones de conquista tuvieron entre sus integrantes a varios esclavos africanos. A los esclavos se les denominaba piezas de ébano, debido al color de su piel. La población de Lima a comienzos del XVIII tenía un censo de 34.724 habitantes. PÉREZ CANTÓ, P.: “La población de Lima en el siglo XVIII”. En Boletín americanista, Universidad de Barcelona, núm.32, 1982, pg.390.

[82] En Lima había caballeros de las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y muchos vecinos encomenderos de indios y otra gente lustrosa que cada uno se sustenta y pasan la vida como pueden, unos con sus rentas y todos con tratos y contratos.

[83] Escribiendo: “El invierno en esta ciudad es un tiempo muy triste, no frío sino templado; pero tiempo que causa mucha melancolía porque acontece no ver el sol en todo el mes y en toda la semana. Y está de continuo el cielo como con un toldo de niebla que entristece mucho y causa enfermedades” (Ocaña 62 vto.)

 

[84] La primera con cincuenta hombres y un sueldo de cuatrocientos pesos ensayados. La segunda cien hombres cuyo sueldo era de ochocientos pesos ensayados.

[85] Auto que dice haber presenciado fray Diego en su segunda visita a Lima el 13/III/1605, salieron veintitrés judíos portugueses, de los que quemaron a tres que no se quisieron convertir, y todos los demás judaizantes con sambenitos reconciliados.

[86] ? Un temblor, en 1590, tuvo a Cuzco por epicentro. En 1600, se produjo un fuerte seísmo causado por la explosión del Volcán Huaynaputina (Omate), la lluvia de ceniza obscureció el cielo de la Ciudad de Arequipa. Se desplomaron todos los edificios con excepción de los más pequeños. En 1604, la conmoción sísmica arruinó las ciudades de Arequipa y Arica (puerto de embarque para la plata de Potosí). Un tsunami destruyó la ciudad de Arica y el puerto de Pisco. De éste último dejó testimonio fray Diego en su manuscrito.  FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.101, en nota. También en la misma obra, pgs.290-292

[87] Plato combinado de vegetales, en el que se usan papas, zapallo (calabaza), choclo (maíz), y otros ingredientes. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.156, en nota.

[88] Pasta comestible compuesta principalmente de miel muy concentrada

[89] Puerto de Lima, lugar obligado para embarcar pasajeros y mercancías que se dirigían hacia el sur del continente  o hacia Panamá para posteriormente continuar a Castilla.

[90] Los nombres de los pueblos de los indios promaucaes, refiere fray Diego, eran Tango, Lampa, Yupeo, Pomaire, Talagante, Melipilla, Aculeo, Rancagua, Peteroa y Mataquito. Tierra que se riega con acequias que salen de los ríos. Produciendo frutales.

[91] Donde había tres conventos con pocos frailes, San Francisco, Santo Domingo y la Merced.

[92] Fundada por Pedro de Valdivia el 16/IV/1552. Abandona y destruida por el levantamiento mapuche. Sobre sus ruinas, en 1882 se refundó una ciudad con el nombre de Carahue.

[93] Fundada en 1552 por el conquistador extremeño Pedro de Valdivia (1497-1553).

[94] Tierra de pantanos. Lugar de significación histórica, donde los mapuches opusieron resistencia a las tropas españolas en la llamada Guerra de Arauco.

[95] De la ciudad de Osorno quedó escrito en su manuscrito fray Diego: “Es esta ciudad la segunda de la gobernación, porque es casi tan grande como Santiago, en gentes como en lo demás; y en los términos de ella, hay una gran suma de indios, más que en los demás, porque es tierra más aparejada para ello por las buenas tierras que alcanza de sementeras”.

[96] Isla mayor del archipiélago de su nombre, último poblado de Chile en 1600. Fray Diego pensó que Chiloé era lo más cercano al estrecho de Magallanes. Hasta aquí avanzó en sus conquistas el sucesor de Valdivia, García Hurtado de Mendoza (1535-1609).

[97] Arma ofensiva, a manera de machete o de porra, hecha con madera dura y a veces con filo de pedernal

[98] Porotos o pallares es una judía del Perú, gruesa como un haba, casi redonda y blanca. Las hojas tiernas de la quinua se comen como espinacas, y cuyas semillas se usan en sopas y bebidas.

[99] Escribe fray Diego: “Toda esta tierra desde el puerto de Buenos Aires, del Paraguay y Tucumán, y todo el reino de Chile, caminé y anduve en cinco meses y medio, sin detenerme e todo el Paraguay y Tucumán en pueblo ninguno más de cuanto habíamos menester para hacer matolaje (equipaje y provisiones) para pasar adelante, el cual yo pedía por amor de Dios, porque no tenía un real para comprarlo”.

[100] Ciudades en las que vive desde 1600 hasta 1603.

[101] Harina de maíz con azúcar y miel para el abasto de gente pobre. Y unas puches o gachas, hechas de harina cocida  con agua y sal. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.226 y en nota.

[102] Construido en 1555. Fue ampliado en 1606, cubriendo con madera de cedro sus techumbres. A mediado del XVII se añadió al templo primitivo una amplia capilla mayor.

[103] A finales del siglo XVI e inicios del XVII, Potosí contaba con cien mil habitantes. MILLS, K.: “La memoria viva de Diego de Ocaña en Potosí. Anuario 1999, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, pg.205.

[104] Se halla a 4.060 metros sobre el mar y la cima del monte está a 4.739 metros. Se dice que el cerro de Potosí, cono perfecto, con aspecto rojizo y triste, está sangrado por cinco mil galerías. FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.187, en nota. Los metales del cerro los bajaban las llamas, animal típico del altiplano.

[105] Fray Diego de Ocaña, sin embargo, coincide con los informes que a veces mandaron los misioneros a los reyes de Castilla sobre la indolencia del indio y su pereza en el trabajo. El texto que procede de esta nota, aunque dramático, es el fiel retrato de una realidad que no estaba permitida y si castigada por las Leyes de Indias; pero éstas no podían evitar que entre los soldados y colonizadores hubiera abusos. Al fin aquello no era lo ordinario ni España lo aprobó. Ibídem. pg.203, en nota.

[106] La hizo pintada, con tantas perlas y piezas de oro sobrepuestas, que es más curiosa que si fuese de bulto, declara fray Diego. La imagen se determinó recibirla en la festividad de la Natividad de la Virgen, 8 de septiembre. Celebrándose días de regocijos y fiestas.

[107] Horno pequeño de barro en que los indios fundían los minerales de plata aprovechando la fuerza del viento. DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (DRAE).

 

[108] De los que dice que tienen una cofradía del Niño Jesús muy rica. Y la mañana de Pascua de Resurrección  hacen alrededor de la plaza una procesión digna de ver.

[109] Llamada Charcas (fundada en 1538 por el conquistador y explorador español Pedro Anzúrez), luego fue Chuquisaca, después La Plata, y finalmente, desde 1839, Sucre, en homenaje al general Antonio de Sucre. La ciudad de La Paz es la capital de Bolivia. Sin embargo, la Constitución del país establece en el artículo sexto que la capital es Sucre, considerada la capital histórica que sirve de sede al poder Judicial.

[110] De la que dijo fray Diego: “adonde yo procuré vivir de tal suerte como si estuviera en un convento”.

[111] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.214.

[112] GARCÍA CIENFUEGOS, M.: “El extremeño don Alonso Ramírez de Vergara, obispo de La Plata (1594-1602), devoto de Ntra. Señora de Guadalupe”. En Revista Guadalupe, 874, 2021, pgs.12-18. Falleció el 19/XI/1602, quedando el obispado huérfano de un tan buen prelado. CALDERÓN BERROCAL, M.C.: “Un extremeño ilustre. Alonso Ramírez de Vergara”. En Actas XXIV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo 1995, pg.73.

[113] CAMPOS Y FERNÁNDEZ: El Monje Jerónimo Fray Diego. Op. cit., pg.31

[114]  Ibídem. pg.4.

[115] LÓPEZ Y MOGOLLÓN: La Virgen de Guadalupe de Extremadura… Op. cit. pg.34. El obispo don Alonso Ramírez de Vergara mandó que, de todos los pueblos de indios que están alrededor de la ciudad, viniesen los curas con todas las cofradías, cruces y pendones y andas y danzas de indios.

[116] El manuscrito le fue cedido por su propietario, Felipe de Soto Posada. Con anterioridad perteneció al bibliófilo extremeño Bartolomé José Gallardo.

[117] PEÑA NÚÑEZ: “Fray Diego de Ocaña: olvido… Op. cit., pg.225. todo porque uno de los poseedores del códice, entre otros entretenimientos caligráficos con que llenó sus primeros dos folios en blanco, escribió en ellos repetidas veces el nombre de fray Diego de Prades.

[118] En su composición, por estrofas, la que más abunda es la redondilla con 1856 versos; seguida de las quintillas con 410, el romance con 56 versos, los mismos que las octavas. 36 versos de endecasílabos, 14 de un soneto y 11 versos sueltos. En suma, el sistema que estaba imponiendo el dramaturgo Lope de Vega con su comedia nueva. MADROÑAL: Un fraile toledano… Op. cit. pg.665.

[119] LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pgs.37-38.

[120] Fundada en 1548 por el capitán Alonso de Mendoza, por orden del presidente de la Audiencia de Perú, don Pedro de la Gasca, en acción de gracias por el tratado de paz con Gonzalo Pizarro y para proteger el comercio entre Cuzco y Arequipa con Potosí y Chuquisaca (La Plata). FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.224, en nota.

[121] Afirmando fray Diego: con tanta oscuridad de ceniza, que no se parecía cielo ni tierra sino un caos tan condenso de tinieblas y la cuesta tan derecha, que me pareció bajábamos al infierno.

[122] Fundada en 1540, por orden de Francisco Pizarro, por Manuel García de Carvajal, en un valle feraz, junto al río Chili y a los pies de los volcanes Misti, Pichu Pichu y Chachani. FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.247, en nota.

[123] Informa fray Diego que había frailes de San Francisco, de Santo Domingo, de San Agustín y de la Merced, y padres de la Compañía de Jesús; y dos monasterios de monjas.

[124] Ciudad cortesana, capital administrativa del imperio, donde se centralizaba el poder del estado. Llegó a disponer de una población cercana a doscientos mil habitantes. La segunda ciudad más grande América, después de Tenochtitlán. MIRA CABALLOS: Francisco Pizarro… Op. cit. pgs 16, 18 y 288.

[125] La presencia de los franciscanos en Cuzco data de 1534, fecha en la que Pizarro conquistó la ciudad. Año en el que fray Pedro Portugués levantó el primer convento. En 1549 los franciscanos Pedro de Algarves y Hernando de Hinojosa construyeron el edificio actual, donde se alojó fray Diego. El convento tuvo importancia en la historia de la orden seráfica, como casa de estudios y noviciado, y cabeza de la provincia franciscana de los Charcas desde 1607. FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.253, en nota.

[126] A la que dio traza el extremeño Francisco Becerra, arquitecto trujillano.

[127] Informa que en Cuzco está el templo del Sol y la fortaleza del Inca. Pulidas sus piedras y aplanadas, que no tienen argamasa ninguna en medio. La fortaleza del Inca anda todo desbaratado porque los españoles le han deshecho para hacer portadas de las casas con las piedras labradas de la fortaleza.

[128] Enfermedad peligrosa, que consiste en una fiebre maligna, que arroja al exterior unas manchas pequeñas como picaduras de pulgas, y a veces granillos de diferentes colores.

[129] La economía de la ciudad giraba alrededor de las minas de azogue de Huancavalica. Huamanga se ubica en la región de Ayacucho. Es la provincia más poblada y la de mayor producción agrícola.

[130] Refiere fray Diego que en el valle de Jauja hay muchos pueblos de indios. En él se coge mucho maíz y la cecina de puerco es la mejor de toda esta tierra, como la cecina de Tarija, más allá de Potosí.

[131] Ubicando en la parte central y oriental del departamento de Lima.

[132] En su recorrido desde Lima hasta Ica, describe los pueblos de Pachacamac, Chilca, Cañete, Lunahuaná, Chincha y Pisco. Por la venta de las tierras donadas le dieron dos mil quinientos pesos. En Cañete narra la isla de los lobos marinos, que es un pescado, dice, que aúlla propiamente como lobo, y salen a tierra en aquella isla que es pequeña..

[133] A mediados del XVI los viajeros que partían al Perú eran en su mayoría (80%) andaluces, extremeños y castellanos. BAUDOT, G.: La vida cotidiana en la América española en tiempos de Felipe II: Siglo XVI. México, 1983, pg.45.

[134] Fray Diego deja en el manuscrito, testimonio del temblor grande tierra que sufrieron aquellas tierras en la víspera de la festividad de Santa Catalina, 24/XI/1604. Muchos pueblos quedaron asolados y puestos por el suelo.

[135] Cf. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.11. El Archivo de Guadalupe dejó constancia de ello: En 17/XI/1608, vino la nueva de la muerte de Fray Diego de Ocaña, sacerdote, que murió en las  Indias, en la Nueva España. Hízose por él, el oficio de presente, septenario, treintenario y cabo de año”, Necrológico de Monjes, 1600-1747, AMG, ms. C61, fol.7.

[136] CAMPOS Y FERNÁNDEZ: El Monje Jerónimo Fray Diego… Op. cit. pg.79. Este autor refiere que estas cantidades son brutas, incluidas las ofrendas en especie y vendidas, y sin descontar algún gasto hecho con este dinero, como el que tomÓ para la enfermedad de fray Martín de Posada.

[137] Enfermedades, trabajos, robos, miedo a perder la vida y penalidades de todo tipo. Ibídem, pg.43. En contraste con la que llevaban sus hermanos en las Villuercas: vida ascética y retirada, oración y trabajo.

[138] PEÑA NÚÑEZ: Fray Diego de Ocaña: olvido… Op. cit., pg.31

[139] A.M.G. Códice 1: Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe, 1407-1497, c.4.

[140] Ibídem. C-69. Bula del Papa Eugenio IV “Ad decorem Sacrae Religionis”, 11/IX/1443. Bulario 1394-1504, fol. 20 vto. Hospital de San Juan Bautista o de hombres. Hospital de Mujeres o Nuevo. Enfermería de los monjes enfermos y Hospital de Obispo. A.M.G. C-99, Libro de Oficios. Legajo 53, Hospitales y Boticas. En el transcurso del tiempo aparecieron nuevos centros hospitalarios, hasta siete. Centros de acogida de peregrinos, enfermos y pobres transeúntes.

[141] GARCÍA RODRÍGUEZ, S. (OFM): “Medicina y Cirugía en los Reales Hospitales de Guadalupe”. En Revista de Estudios Extremeños LIX-1, 2003, pg.12.

 

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