Resúmenes 1976
ABAD PÉREZ, Antolín
«APORTACIÓN EXTREMEÑO-FRANCISCANA A LA LINGÜISTICA EXTREMO ORIENTAL»
Si toda la panorámica educacional de Filipinas arranca de tas iniciativas del P. Juan de Plasencia con sus reducciones, gramática, vocabulario y Catecismo, otros extremeños continuaron dignamente esa línea por todo aquel ámbito extremo oriental. Empalma directamente con él, todavía en la centuria decimosexta, el P. Juan de Garrovillas, quien envió los religiosos a Japón, dirigió la Provincia franciscana de San Gregorio en los años finales de siglo, le toca y alcanza la gloria del martirio de San Pedro Bautista y compañeros (1597), procuró su glorificación, abriendo el proceso informativo de su muerte y virtudes. Es también quien hace la primera estadística de religiosos franciscanos y, en la línea del P. Plasencia, fundó el Colegio de música de Lumbang, donde se formaron artísticamente los cantores para toda la administración franciscana, sosteniendo allí hasta 400 niños nuestras parroquias bajo la dirección del Beato Juan de Santa Marta.
Todos esos logros y realizaciones en el campo de la educación de los PP. Plasencia y Garrovillas quedaron recogidos en las Constituciones de 1655 y principalmente de 1696, bajo el gobierno del P. Alonso de Zafra.
Como escritores de gramática y vocabularios, mejorando y enriqueciendo, los del padre Plasencia, contamos al P. Domingo de los Santos, natural de Torrejoncillo, y al P. Manuel de Olivenza, quien tras un recorrido épico por los montes del Caraballo Sur, describió todas esas rancherías en la relación de sus viajes. Y también al P. Francisco de la Zarza, quien imitando al anterior y trabajando por la elevación de estas gentes, escribió el Arte del Idioma Egongot, Catecismo y Ritual de administración de Sacramentos. Pero en la línea del tagalog, todavía en el siglo pasado, hallamos al P. Joaquín de Coria, que publicó la Gramática tagala, que fue adoptada como texto en la Universidad de Madrid para su enseñanza.
En otro de los grandes campos misionales de Extremo Oriente, como la Indochina, trabajaron los franciscanos y allí destaca el P. Francisco Hermosa, natural de Plasencia, quien escribió Vocabularios, Doctrina cristiana y confesonarios en la lengua cochinchina con otros tratados diferentes en servicio de las Misiones.
Y como resumen y colofón de esa actuación franciscano-extremeña en aquellas tierras lejanas valga un nombre, el del P. Fernando de Moraga, natural de Puebla de Alcocer, quien remitido como Embajador de Filipinas a España, hizo su camino o andadura por tierra desde la India, en casi dos años de marcha, que puede calificarse de histórico y transcendental para Filipinas, ya que a sus ruegos, instancias y Memoriales se evitó el abandono de Filipinas por la España de Felipe III.
Reembarcado con una Misión para allá, naufragó en aguas de Cádiz con toda la escuadra.
BIBLIOGRAFÍA:
Lorenzo Pérez, OFM. «Los Franciscanos en Extremo Oriente». Madrid, 1916.
– «Labor patriótica de los Franciscanos en el Extremo Oriente».Madrid, 1929.
– «los Aetas e llongotes de Filipinas.» Madrid, 1927.
– «Naufragio de una armada». 1922.
ALVAREZ RUIZ, Fernando
«LA ORDEN JERONIMA Y SU PROYECCIÓN SOCIAL EN LA ALTA EXTREMADURA»
La vida monástica, en su forma cristiana, ha existido desde principios del cristianismo. Ya en el siglo IV había monjes eremitas como San Jerónimo o San Juan Crisóstomo.
La Orden Jerónima, que fue fundada en el siglo XIV, no es, paradójicamente, una fundación de San Jerónimo. Los fundadores fueron Fray Pedro Fernández Pecha y Fray Fernando Yáñez de Figueroa. San Jerónimo, nacido en los alrededores de Emona, cerca de Venecia, viajó por oriente y se hizo monje en el desierto Sirio. Aprendió hebreo, griego y arameo y fue un pozo de ciencia de su época. También aprendió austeridades y la esencialidad monacal, proclamando su amor a la humanidad y su espíritu evangélico con sus disciplinas y sus investigaciones bíblicas, que le hicieron fuera el encargado por el Papa de la traducción bíblica latina llamada Vulgata.
La Orden Jerónima, como casi todas las Ordenes religiosas, dieron un gran impulso a las artes y oficios, de manera especial contribuyeron a la solidificación de las hermandades, cofradías y gremios, que tanto bien produjeron en la España del siglo XV. Fueron unos adelantados de la reforma social, dando al hombre un auténtico valor y una dignidad que hasta entonces no se les había reconocido. Basta citar la labor de los monjes en el Real Monasterio de Guadalupe, a cuya sombra se forjaron los guadalupanos, que fueron orfebres, bordadores, pendolistas y miniaturistas. Una auténtica concepción gremial y corporativa.
En Trujillo, las monjas Jerónimas rezan y trabajan desde el siglo XV, junto a las casas de los Altamiranos, los Vargas, los Carvajales y los Pizarros.
Así lo entendía y así lo realizaba esa gloria de la Orden Jerónima que fue Sor Cristina de Arteaga. Es decir, una ascética social y un ideal de vida comunitaria para el trabajo, el desprendimiento y la pobreza. Un mensaje evangélico con el germen de una proyección puramente social y de perfección que han dado a la Alta Extremadura, formas esenciales de verdaderos artífices de la fe, del trabajo y de las artes. Una manera ideal y fecundante de forjar hombres sobre un espíritu religioso.
ARROYO MATEOS, Juan Francisco
«SAN LORENZO DE HUESCA DISFRUTO DE PRIVILEGIADA CONCEPCIÓN INMACULADA»
Cada región española tiene su idiosincrasia. A Extremadura se la conoce como «tierra de los conquistadores» y «lugar donde nacían los dioses». Pues bien, el trabajo que presentamos hace honor a ambas ideas. Porque, escrito en una provincia extremeña, se refiere a conquistar tres grandes mundos irredentos, que son:
- El uterino, en el que cada año moran cien o más millones de seres humanos privados de gracia antes de su nacimiento.
- El Limbo de los niños, al que van por lo menos, cada doce meses, más de treinta millones de pequeñuelos, que son víctimas de abortos y drogas, muriendo sin Bautismo en el seno materno.
- Y los Orbes siderales, donde existen, según lo probamos hasta mediante la Santa Biblia, muchísimos seres semejantes a nosotros, necesitados bastantes de ellos de oportunos beneficios de la Redención (Col., 1, 19-20, Efe., 1, 9-12; Heb., 12, 26-28).
Concluimos que las cosas no deben seguir así, si arde todavía en nuestro corazón un auténtico amor a Dios y al prójimo como a nosotros mismos. Consiguientemente, con gran osadía teológica y sin temores ni respetos humanos, nos atrevemos a deducir el modo de conquistar todas esas personas para el Señor, su gracia y la vida eterna. El gran fundamento son las palabras del Concilio Tridentino: «Dios no preceptúa cosas imposibles, sino que, al mandar, amonesta a que hagas lo que puedas, y pidas lo que no puedas, y ayuda para que puedas» (Denz. 804). Casi sólo nos ceñimos a glosar profundamente esta frase, ayudados de la Sagrada Escritura y de muchos datos serios no exentos, casi nunca, de refrendo bíblico. El resultado ha sido haber dado con cuatro o más modos de adelantar la gracia a los niños antes de su Bautismo. Destacamos entre ellos el Método Laurentino u obras que pusieron los padres de San Lorenzo de Huesca para conseguir que este Santo disfrutase de privilegiada concepción inmaculada. Ello nos movió a resaltar en el título tan inaudita conclusión. Después agregamos argumentos no menos fundados y sólidos que demuestran la posibilidad y enseñan la manera de salvar a los seres existentes en el Limbo de los niños, pues no llegaron en vida a cometer imperdonables pecados de alevosía diabólica o contra el Espíritu Santo, que son de los que Cristo dijo que no se perdonaban ni en este mundo ni en el otro. Por último, a la par que lo va exigiendo el texto, desciframos enigmas increíbles, trayendo sobre todo deducciones de gran apoyadura bíblica, que inducen a sostener que existen seres angélicos o del espacio, capaces, en su día, de recibir los beneficios salvíficos del Sacrificio de la Cruz (Col. 1, 19-20) en sentido en que todavía no sean beneficiarios, y reuniéndose con los hombres, en mutua comunión de bienes, por cuando la Iglesia o Reino fundado por Cristo, llegue a ser cual árbol en el que las aves del cielo o seres inteligentes y viadores de otros mundos (Efe., 1, 9-12; Mat., 13, 32) moren o aniden en sus ramas, arribándose a la Era Interplanetaria del Reino Universal de los Sagrados Corazones. Ayudarlos Extremadura, a todos, a los beneficios de la gracia es hacer de la región extremeña cuna de quienes, participando de la naturaleza divina (2 Pe., 1, 4), vengan de este modo, o por participación, a ser «dioses» (Efe., 4, 13; 3, 19; Jn., 17, 20-26; Apoc., 3, 21).
BUENO ROCHA, José
«LOS CRISTIANOS EXTREMEÑOS DE LAS ÉPOCAS ROMANA Y VISIGODA»
Estas reflexiones son un avance del estado de nuestra investigación sobre los datos suministrados por las inscripciones cristianas de la época.
Aunque parezca paradójico, hoy podemos conocer mejor a los cristianos que vivían en Extremadura hace más de 1.200 años que a los que vivieron hace 600. Sólo los epígrafes nos han suministrado un rico elenco de 87 nombres propios de cristianos entre los siglos III-VIII, mientras los medievales apenas llegan a la docena. Conocemos de la Edad Media nombres de ilustres personajes, pero el pueblo nos es desconocido. Por el contrario, los epígrafes paleocristianos nos suministran nombres de los cristianos que componían aquellas comunidades, con un pequeño puñado de nombres más ilustres. Se diría que el cristianismo extremeño medieval es aristocrático mientras el primitivo es democrático.
Las inscripciones cristianas de la época romana y visigoda forman un Corpus de 116 epígrafes; la casi totalidad hallazgos casuales, no sistemáticos. De ahí que este número pueda ser incrementado ampliamente por las excavaciones arqueológicas. De este Corpus, el grupo más numerosa es el sepulcral, que totaliza 74. Es realmente interesante, pues casi todas las inscripciones están fechadas y nos ofrecen un pequeño curriculum vitae.
En cuanto a la onomástica (85 nombres propios), el 72 por 100 son nombres latinos, el 22 por 100 griego y sólo el 6 por 100 godo. Lo que quiere decir que el conjunto de las comunidades cristianas estaba formado en sus 3/4 partes por hispano-romanos y por un grupo no despreciable de griegos.
En cuanto a la longevidad, es mayor en varones (48 años de vida media) que en hembras (sólo 23,5 años), tal vez debido a muertes por parto. Algunos hombres adquieren gran longevidad: un 33 por 100 murió entre los 66-80 años.
En cuanto a los estamentos sociológicos, la Iglesia aparece jerárquicamente organizada y representada: obispos, presbíteros, diáconos, abades, abadesas, monjes, vírgenes, matrimonios, penitentes. Es de destacar la presencia de diáconos y presbíteros griegos. Muy interesantes los datos matrimoniales, referentes a los años de matrimonio. Y sobre todo, especialmente interesante el grupo de penitentes públicos, reconciliados a la hora de la muerte.
El elenco de profesiones es brevísima: sólo se indica el de un médico y de un auriga del circo de Mérida, Tampoco aparecen representados los grandes señores tanto godos como romanos, lo que hace presumir la poca penetración cristiana en estas clases sociales.
CALLEJO SERRANO, Carlos
«EL PARTIDO DE TRUJ1LLO ANTES DE LA DIVISIÓN PROVINCIAL DE 1833»
La actualidad del presente trabajo se basa en las polémicas y diferencias de opinión habidas en los últimos años entre algunos estamentos de las dos provincias de Badajoz y de Cáceres. Los irreductibles localistas de ambas provincias han defendido en realidad una entelequia sin fundamentos históricos ni siquiera étnicos, puesto que la división provincial de 1833, que aún continúa vigente, se trazó atendiendo sin duda a razones de peso, pero sin tener en cuenta para Rada las circunstancias históricas. Esta línea divisoria que partió en dos la que hasta entonces se llamaba simplemente provincia de Extremadura, no puede en forma alguna considerarse más que como un límite administrativo sin fundamentos geográficos ni humanos.
La mejor prueba de lo que venimos diciendo es que el partido de Trujillo constituyó durante toda la Edad Moderna una vastísima agrupación de términos que cogía tanto a la actual provincia de Cáceres como a la de Badajoz, tomando de esta última toda su parte oriental, con la Siberia extremeña y alcanzando por el Sur nada menos que hasta Hinojosa del Duque y Belalcázar, hoy en la provincia de Córdoba. Por este motivo se considera como capitán extremeño de la conquista americana al famoso Sebastián de Belalcázar, a veces mal escrito Belalcázar, fundador de la actual nación ecuatoriana.
En el texto del trabajo que aquí resumimos, se expresan las fuentes de las que hemos podido reseguir el vastísimo término trujillano, el más grande y el más poblado (puesto que al finalizar el siglo XVIII era e] único que sobrepasaba los 100.000 habitantes) de los ocho partidos en que estaba dividida la provincia de Extremadura y que eran, además de Trujillo, los de Alcántara, Badajoz, Cáceres, Llerena, Mérida, Plasencia y Villanueva de la Serena. Al sobrevenir la reforma de 1833, el partido de Trujillo sufrió más amputaciones que los demás, puesto que perdió todo lo que hoy pertenece a la provincia de Badajoz en ambas vegas del Guadiana, amén del Señorío de Belalcázar, que pasó a Córdoba. En cambio toda la cuenca derecha del río Ibor y la zona de Guadalupe, que pertenecían a la provincia de Toledo, se incorporaron a la de Cáceres, incluyéndose en los partidos de Navalmoral de la Mata y Logrosán, y recientemente al perder esta última villa su cabecera judicial, se ha incorporado su territorio al de Trujillo.
En toda la Edad ‘Moderna, pues, si alguna división hubo en la provincia extremeña, fue, según un meridiano y no según un paralelo; las denominaciones de Alta y Baja Extremadura que ahora se dan a las tierras cacereñas y badajocenses, son falsas, tanto orográfica como históricamente; pues la Alta Extremadura estuvo siempre constituida por la parte alta de las cuencas de los grandes ríos, es decir, por los grandes partidos de Plasencia al norte y de Trujillo al centro y sur, siempre en la parte oriental de Extremadura, que también se llamó Extremadura castellana cuya capitalidad eclesiástica estuvo, como está ahora, en ‘Plasencia.
CANDEL CRESPO, Francisco
«DON SANCHO DAVILA Y TOLEDO, OBISPO DE PLASENCIA»
Es Don Sancho Dávila y Toledo (1546-1625) una interesante figura episcopal de la España del Siglo de Oro en sus postrimerías.
No debemos considerarlo como una figura estelar del Episcopado español de aquella época (como un Siliceo, un Quiroga o un Juan de Ribera), pero desde su discreto segundo término, como una de aquellas místicas figuras enlutadas que contemplan el «Entierro» del Conde de Orgaz, contribuyó eficazmente con su acción pastoral y su vida ejemplarísima y devota a la reforma de costumbres del Clero y al pueblo que tuvo encomendado en sus cuatro diócesis (Cartagena, Jaén, Sigüenza y Plasencia), con una serie de constantes que se repiten en estos Obispados por él regidos. Visitas Pastorales minuciosas; sínodos diocesanos, reconocimiento y veneración de reliquias de Santos (una de las grandes aficiones de su vida), fundación en Murcia del Seminario de San Fulgencio y en las otras diócesis de austeros Conventos de la «descalcez» (Franciscana, Carmelita o Trinitaria).
Otros interesantes aspectos de la vida de este Obispo son su clara ascendencia, su parentesco muy cercano con la Casa de Alba y Oropesa. Sus amistosas relaciones con Santa Teresa de Jesús, a la que llegó a ver beatificada, predicando uno de los primeros Sermones en honor de ella.
Renombrado escritor para su tiempo, reseñado por el sabio Nicolás Antonio con elogio, su obra monumental «De la veneración que se debe a los cuerpos de los Santos» mereció los honores de la imprenta en 1611 con alabanzas del Claustro de la Universidad de Salamanca, donde él había cursado sus estudios.
Forma parte Don Sancho Dávila de la larga lista de Obispos placentinos en el siglo XVII; la riqueza de este Obispado, «sólo comparable a las Sedes Metropolitanas», al decir del Duque de Maura («Vida de Carlos II»), lo hacía retiro apto y apetecible para Obispos llenos de años y méritos. Tal es el caso de nuestro Don Sancho, que por esta razón ocupa la sede placentina sólo tres años, a pesar de lo cual, tanto como en sus anteriores diócesis, dejó fama de prudente, discreto y santo varón.
Se ocuparon de él, con elogio, el Maestro Gil González Dávila, Carramolino y Martín, Tello y Martínez y Fray Luis Ariz en Ávila; el Licenciado Cáscales, Díaz Cassou, Pío Tejera y García Soriano en Murcia; Jimena Jurado en Jaén y Fr. Alonso de Malpartida en Plasencia, amén de la biografía que en sus «Obispos de Sigüenza» le dedicara el Padre Minguella. Todas estas y otras muchas noticias, a veces, como suele ocurrir, contradictorias, así como diversos archivos, sobre todo murcianos, me sirvieron para componer la vida de este Obispo Postridentino, que gracias al mecenazgo de la Excma. Diputación Provincial de Ávila a través del Instituto de Estudios Abulenses «Gran Duque de Alba» vio la luz en diciembre de 1968.
CÁRCEL ORTI, Vicente.
«ÍNDICE COMPLETO DE LOS INFORMES SOBRE EL ESTADO DE LAS DIÓCESIS EXTREMEÑAS, QUE LOS OBISPOS DE BADAJOZ, CORIA Y PLASENCIA ENVIARON A LA SANTA SEDE DESDE FINALES DEL SIGLO XVI HASTA PRINCIPIOS DEL XX»
Parece innecesario hacer notar el extraordinario interés de estos documentos de Archivo Secreto Vaticano, muy poco conocidos y que nadie hasta ahora ha estudiado. Se limita esta comunicación a los VI Coloquios Históricos de Extremadura a dar índice de los mismos, indicando el nombre del obispo que lo redactó y el del procurador que se encargó de entregarlo personalmente en Roma. En dichos informes los obispos hablaban del estado material y espiritual de sus diócesis, dando noticias y datos de tipo geográfico, histórico, demográfico, etc.
Sería lo más interesante que algún investigador local tomara a su cargo la divulgación de estos documentos desconocidos para la historia de las tres diócesis extremeñas.
CÁRCEL ORTI, Vicente
«BIOGRAFÍA VALENCIANA DE UN TRUJILLANO ILUSTRE»
Se publicó, hace años, en el periódico valenciano «Levante», y recogió no solamente las noticias de la estancia valenciana del Dr. D. Manuel Rubio Cercas, sino muchas noticias antecedentes y subsiguientes a los años en que este ilustre trujillano fue, en la ciudad del Turia, la mano derecha de su arzobispo Salvador y Barrera.
Período extremeño.-Rubio Cercas nace en Trujillo el año 1884 y estudia en Plasencia los cursos de Latín y Humanidades y Filosofía.
Primer período madrileño.-Al cambiar el siglo, su madre, viuda, se traslada a la capital de España, y con ella sus hijos numerosos. Manuel continúa su carrera sacerdotal en el seminario de Madrid, donde cursa los cinco años de Teología. Después viene la ordenación sacerdotal: 21 de diciembre de 1907; la licenciatura en Teología por Toledo, 1911; y el doctorado en 1917.
La enseñanza en el seminario de Madrid es su tarea fundamental, aunque no exclusiva. Allí enseña latín y castellano, geografía e historia de España y universal, retórica y poética castellana, preceptiva literaria, metafísica, oratoria sagrada, y pedagogía catequística, y aun teología dogmática, hasta el año 1917.
Estancia valenciana.-Trasladado a Valencia el entonces obispo de Madrid, D. José María Salvador y Barrera, llevó consigo, en calidad de su mejor auxiliar, al Dr. Rubio Cercas, y le nombró Rector del Seminario Conciliar y vicecanciller de la Universidad Pontificia y en seguida Canónigo tras brillantes oposiciones. Al frente de rectorado y de la Universidad Pontificia operó una serie de reformas e innovaciones, que fueron casi verdaderas revoluciones en el ambiente de los seminarios de la época. Pero la muerte prematura del arzobispo Salvador y Barrera dejó en mantillas todo aquel plan de renovación de estudios y de la misma institución.
Muerto el arzobispo Salvador y Barrera, aun siendo Canónigo de la Catedral valentina, Rubio Cercas no se hallaba ya en situación cómoda, y en cuanto le fue posible volvió a su diócesis de Madrid.
Segundo período madrileño.-Corre desde 1922 a 1970. En Madrid de nuevo fue primero párroco de Nuestra Señora de los Ángeles, en Cuatro Caminos, y después de la guerra, de San José, donde, al final de la vida, acabo por jubilarse.
Para nadie es secreto que en más de una ocasión estuvo propuesto para la dignidad episcopal, y que otras tantas hubo de declinarlas; pero eso no le impidió colaborar, muy de cerca, con el obispo-patriarca de las Indias, D. Leopoldo Eijo y Garay, que reconocía la valía singular de Rubio Cercas.
CARVAJAL GALLEGO, José
«EN TORNO AL BICENTENARIO DE LA REAL CAPILLA DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA DE ARENAS»
San Pedro de Alcántara fue como un profeta grande que emerge en medio de un bosque de otros profetas que llenaron su siglo. De hecho todos los que le conocieron le admiraron extraordinariamente, muy impresionados por su encuentro.
«Era hombre corpulento e de buena estatura, buen rostro, color baxo e la cabeza grande e muy calva, e unas arrugas grandes en la frente», dijo de él algún testigo de vista en el proceso de su beatificación.
Y Santa Teresa hizo de él este retrato célebre; «…Mas era muy viejo cuando le vino a conocer, y tan extrema su flaqueza, que no parecía sino hecho de raices de arboles. Con toda esta santidad era muy afable, aunque de pocas palabras si no era con preguntarle. En estas era muy sabroso, porque tenia muy lindo entendimiento». Allí cuenta aturdida sus penitencias extraordinarias. Había nacido en Alcántara, en la raya de la Extremadura española y la Extremadura portuguesa, en 1499.
Extremadura… tierra seca y sin suavidades, que forja a sus hombres en barro cocido, más recio que el bronce… Así era Pedro… Pero dejemos su figura y ocupémonos de su Real Capilla.
Es lamentable que haya desaparecido la memoria escrita por el infatigable fray Vicente Extremera sobre este grandioso monumento, fue testigo ocular y principal propulsor de la obra. ¡Muchas e importantes noticias nos aportaría!.
10 de julio, dominica sexta post Pentecostés, año del Señor de 1757 se puso la primera piedra, reinando Fernando VI y siendo Papa Benedicto XIV.
Pero, como sabemos, fue Carlos III el mayor contribuyente y por tal nombrado patrono de la misma, ostenta en ella sus armas reales. Unos diez años duró la obra.
Nace aquí la restauración del estilo del Renacimiento, decaído entonces y en ninguna parte, mejor que en ella, acentúa Don Ventura Rodríguez de la Vega, a quien le fue encomendada, su oposición a las extravagancias del barroquismo churrigueresco.
De figura octogonal y toda ella revestida de mármoles variados. Soberbias pilastras, ricos capiteles, cornisas elevadas, etc., realzan su belleza y suntuosidad. Cúpula con franjas de rostones, seis riquísimas puertas y cuatro tribunas que la dan grandiosidad.
Solo tiene tres altares. El mayor ocupa todo el frente, realizando por el arevalense, autor de la Cibeles, don Francisco Gutiérrez y costeado por el Duque del Infantado en 1773 En él se halla la urna que guarda las reliquias de] Santo, regalo del Duque de Medinaceli en 1777. Los dos altares laterales, uno a San Pedro Bautista, protomártir del Japón y novicio de este convento y a San Pascual Bailón, ambos pintados por Maella, pintor de cámara de Carlos 111. Hay una preciosa araña donada por don Luis, suegro de Godoy, cuyo cuerpo estuvo enterrado ahí hasta que su sobrino lo trasladó a El Escorial.
Está consagrada la Capilla y lo fue por el obispo de Salamanca, don José Zorrilla en 1776 asistido por el auxiliar de Toledo.
CARVAJAL GALLEGO, José
«LA CALZADA DE OROPESA (TOLEDO) PUERTA DE EXTREMADURA»
Nueve son los pueblos que forman la llamada «Campana de Oropesa». Y el hermano mayor es La Calzada, de calles amplias y una iglesia de sillería, reforzada con contrafuertes; una buena Cruz de los Caídos, y un patio árabe en el convento de las Agustinas Recoletas. Toda ésta, dicen las historias, no ha sido plenamente toledana hasta hace unos años, pues en el orden civil fue antaño de Cáceres y en el eclesiástico de Ávila, hasta la reforma de Javier de Burgos en 1833 y la de 1 de octubre de 1955, respectivamente.
Y decimos La Calzada «puerta de Extremadura» por su proximidad a ella, es el pueblo extremo de la Provincia de Toledo. Su origen muy antiguo. Su nombre proviene de la época romana. Por aquí pasaba la Calzada que unía a Emérita Augusta con Toletum. Era ruta obligada en el paso de Castilla a Portugal y Extremadura.
Pero más. La decimos «puerta de Extremadura» porque durante siglos -1676 a 1976-, tres siglos, ha albergado a las Monjas Agustinas Recoletas, que poseen su mejor tesoro, el Santo Cristo de las Misericordias; ellas, procedentes de Serradilla, según la visión de Madre Isabel de la Madre de Dios, fundadora del Monasterio de la Calzada, y émulas, también, del Santo Cristo de la Victoria. Origen y casa ‘Madre de dicho Monasterio, será el tema central.
Don Carlos II dio su licencia, previsto todo, para la fundación a 25 de febrero de 1676. Y el obispo de Avila don fray Juan Asensio (1673-1683), por hallarse impedido, comisionó al cura de La Calzada, don Juan Muñoz Ballesteros, a 22 de abril de 1676, para que en su nombre asistiera a la entrada en clausura de las fundadoras, conforme a lo que prescriben las Constituciones de las Agustinas Recoletas.
Y la Madre Priora de Serradilla, Sor Luisa Margarita de Jesús María, obtuvo asimismo la licencia conveniente del señor Provisor y Vicario Genera] de la diócesis de Plasencia, don Juan Parrón y Arjona, obispo después, a 25 de abril de dicho año. Fue comisionado el Padre Francisco Ignacio del Castillo para elegir a las cinco fundadoras. Y el 10 de mayo llegaron a Serradilla los enviados del Conde de Oropesa que habían de acompañar a las expedicionarias. El 11 emprendieron la marcha en una comitiva de eclesiásticos y seglares que pasaron por Miravel, Malpartida de Plasencia, Toril, Casatejada, Valparaiso y por la tarde llegaron a La Calzada «al ponerse el sol» del día 13. El 17 se cerró la clausura con gran regocijo y danza y mucha clerecía y fieles.
En la capilla del Rosario de la Iglesia de La Calzada está enterrado don Lorenzo Igual de Soria y Martín de Hijas, natural de El Gordo y obispo que fue de Plasencia, muerto aquí el 15 de septiembre de 1814. Su madre era calzadereña.
De don Pedro de Ayala, formado en el convento de San Vicente de PP. Dominicos de Plasencia, obispo de ésta y de Ávila.
De los Condes de Belvís, Deleitosa y Jarandilla. Y de otros personajes más y lugares y acontecimientos.
CROCHÉ DE ACUÑA, Francisco
«ZAFRA, AYER Y HOY»
Un problema que debe preocuparnos a todos debe ser la divulgación de la Historia y del Arte. El pueblo llano no tiene tiempo ni capacidad para investigar e incluso ocasión para leer con detenimiento los trabajos que eruditos y entendidos han escrito sobre lo histórico y lo artístico de nuestra región. La cultura no debe ser patrimonio, de unos pocos y el extremeño no debe permanecer al margen de ésta.
Todos estamos convencidos de que debe darse a conocer de un modo sencillo, pero eficaz, los tesoros de nuestro patrimonio artístico e histórico. Todo lo que huele a antiguo tiene ya, de por sí, un poco de tendencia repelente por parte de una sociedad que busca el confort de hoy, incomprendiendo el pasado. Pero, por otro lado, hay también en la actualidad una cierta inquietud entre las gentes de descifrar los secretos de los tiempos anteriores a nuestra época, por valorar las reliquias artísticas de su entorno, sintiéndose orgullosas de ellas. Es necesaria una divulgación que ponga a su alcance la comprensión y la valoración de lo artístico y de lo histórico.
Avivado por esta inquietud de «repartir el pan a los pequeñuelos», he trabajado mucho en estos últimos años en charlas y conferencias de divulgación de los valores culturales más importantes de nuestra tierra extremeña.
Sobre temas de nuestro pintor Zurbarán y su huella humana y artística en la región, sobre los castillos de la provincia y la historia que flota en torno a sus ruinas y sobre las manifestaciones artísticas que en Extremadura se dan en todos los aspectos, he elaborado unos sencillos trabajos de atractiva presentación, con la ayuda de fondos musicales apropiados y la proyección simultánea de infinidad de diapositivas. Estos han tenido una aceptación extraordinaria, incluso en ambientes lejanos a nuestra región, como Madrid y Lisboa.
Una muestra de lo que puede ser un trabajo tal de divulgación de los valores culturales de una ciudad es este que presento con el nombre de «Zafra, Ayer y hoy».Es una conferencia de tipo audio-visual en plan de divulgación, con unos fondos musicales y la voz grabada con una gran dignidad artística por un locutor con un montaje técnico apropiado y con la proyección simultánea de unas doscientas diapositivas.
Este trabajo ha tenido una aceptación extraordinaria entre los habitantes de Zafra y ha servido como embajada artística de la ciudad en otros ambientes y poblaciones.
En el concurso que la Delegación Nacional de la Juventud convoca anualmente sobre el tema «Ciudades de España», «Zafra, ayer y hoy», consiguió el primer premio provincial en el año 1974, y en su convocatoria a nivel nacional, entre seiscientos presentados, consiguió el segundo puesto, después del que presentara la imperial Toledo.
«Zafra, ayer y hoy» es un intento de aprovechar los recursos sugestivos que ofrecen hoy los elementos audiovisuales y las técnicas de los medios de comunicación social, para poner al alcance del público medio el testimonio de nuestros pasado y de sus hombres. No es un trabajo de erudición ni un resumen exhaustivo de todo lo interesante que ofrece la ciudad de Zafra, sino un ejemplo o, más bien, una invitación a frecuentar y elaborar este tipo de trabajo, medio eficacísimo para fomentar el interés de las gentes por la cultura de nuestra región extremeña.
DIEGUEZ LUENGO, Elías
«DOCUMENTOS CONSERVADOS EN DOMICILIOS PARTICULARES. ARCHIVOS PRIVADOS. ESTUDIO DE DOS ARCHIVOS PARTICULARES DE VALENCIA DE ALCÁNTARA»
Aún permanecen ocultos y sin publicar multitud de documentos que pueden esclarecer la historia de nuestra Extremadura. Tal es el caso de dos colecciones importantísimas de documentos conservados casi desconocidos en los domicilios particulares de la señorita Paulita Peñaranda y en el de los herederos del Marqués de Labrador, nuestro Embajador en el Congreso de Viena en 1815. La colección de la señorita Peñaranda perteneció al historiador don José de Viu, autor de la primera obra arqueológica sobre a región extremeña. Numerosos manuscritos de los Reyes Católicos, de Carlos I, de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, de Doña Juana la Loca, forman esta valiosa colección que hemos fotocopiado y estudiado. En nuestro trabajo para estos Coloquios presentamos varias fotocopias con comentarios.
El otro archivo particular consta de numerosos documentos relativos a la actividad como Embajador en el Congreso de Viena del extremeño don Pedro Gómez Labrador, Marqués de Labrador. Documentos que reivindican al Marqués de Labrador, quién ha tenido siempre juicios adversos. Con estos documentos se ponen de manifiesto el patriotismo y la honradez de nuestro Embajador, quien se negó a firmar las actas del Congreso por considerar que España no resultó bien tratada allí en 1815.
Con este trabajo queremos llamar la atención a los estudiosos e investigadores para que indaguen en sus lugares de residencia, donde aún pueden encontrarse valiosos documentos, como los que son objeto de esta aportación.
Queda aún mucho por hacer en la Historia de Extremadura. Busquemos por nuestros pueblos posibles datos.
DIEGUEZ LUENGO, Elías
«ESTUDIO Y COMENTARIO DE LOS ÚLTIMOS FOLLETOS TURÍSTICOS SOBRE EXTREMADURA.
APARECIDOS: CONVIVENCIA DE UNA REVISIÓN TOTAL PARA LA CORRECCIÓN DE ERRORES QUE SIGUEN FIGURANDO EN DICHOS FOLLETOS. COMENTARIOS»
En Hoteles, Paradores y Oficinas de Turismo hemos ido recogiendo los diversos folletos turísticos que sobre Extremadura han ido apareciendo.
En varias ocasiones nos hemos hecho eco de los errores que contenían, sin que en posteriores ediciones se corrigiesen.
Presentamos y comentamos tres de estos folletos recientemente aparecidos y deseamos que el Centro de Iniciativas Turísticas de Trujillo se haga portavoz de este trabajo para que en posteriores folletos desaparezcan tales errores y sean realmente exponente de lo que es Extremadura.
FERNANDEZ SÁNCHEZ, Teodoro
«UN INSIGNE MARINO NACIDO EN LAS SECAS TIERRAS EXTREMEÑAS»
Menguado perfil de una personalidad gigante, poco conocida y menos valorada por sus mismos coterráneos. Desde simple voluntario de guardiamarina, alcanzó honradamente el supremo escalón de la Armada, capitán general.
Y tengo un compromiso de honor, hecho a dos académicos de la Historia, de completar los menguados estudios que hay sobre la colosal figura del primer marqués del Socorro, don José Solano Bote, honra de la Marina y de la tierra que pisamos los cacereños.
Nació el 6 de marzo de 1726 en Zorita (Cáceres), siendo bautizado por el obispo de Plasencia, doctor fray Francisco Laso de la Vega, invitado por el abuelo materno, don Juan Bote de Escobar, gran amigo del prelado. Honor que no todos los cristianos pueden ostentar.
Hizo algunos estudios en Salamanca. El año 1742 sentó plaza de guardiamarina en Cádiz, siendo destinado al navío «El León». Pasó a la escuadra de Liano y tomó parte en el combate de Sicié, el 2 de febrero de 1742.
A los 18 años era alférez de fragata. Por designación real acompañó a Jorge Juan en su viaje científico por los mares de Europa.
Inusitadamente ascendió a alférez de navío, luego a teniente de fragata y en seguida de navío, para conseguir el año 1754 el título de capitán de fragata. Fue nombrado 4° comisario para el tratado de límites con Portugal, en 1757, por cuyos méritos ascendió a capitán de navío.
Durante la guerra contra Inglaterra y Portugal, en 1762, se le encomendó el mando del navío «El Rayo».
El mismo año, el 21 de junio, contrajo matrimonio, por poder, con doña Rafaela I. J. Ortiz de Rozas, siendo ratificado con contrato sacramental en Cádiz, el 14 de octubre siguiente.
Por sus excelentes cualidades fue nombrado, el 12 de junio de 1763, gobernador y capitán general de Venezuela. Para ostentar este cargo necesitó que se invistiesen el hábito de Caballero de la Orden de Santiago. Su gestión estuvo llena de prudencia y eficacia. Con gran intuición fomentó el comercio y la producción agrícola en ultramar.
El 20 de septiembre de 1770 fue designado gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo.
Cesó a los cinco años y ascendió a brigadier. El 24 de abril de 1779 fue nombrado jefe de escuadra de la Real Armada, para recibir el siguiente año el mando de doce navíos de línea con 12.000 hombres. Su. actuación causó pánico y mereció ser llamado «El terror del Atlántico». Sus triunfos y heroísmos se vieron compensados con el ascenso a teniente general de la Real Armada.
El rey le honró en 1784 con el título de primer marqués del Socorro, para sí y sus descendientes.
La Real Sociedad Vascongada de Amigos del País le eligió Socio Emérito. Y en 1791 fue condecorado con el título de Caballero Gran Cruz de la Orden de Carlos III.
Al comenzar el año 1795 era ya capitán general de tierra y mar, con mando político y militar, y sin acabar el año fue nombrado gentil-hombre de Cámara con ejercicio. Igualmente recibió la condecoración de Caballero Gran Cruz de la Sagrada Religión de San Juan.
Por directo nombramiento del rey fue consejero de Estado. Y en 1802, siendo capitán genera] de Marina, fue comisionado para ir a Nápoles a buscar a la princesa de Asturias, futura esposa de Fernando VII
Esta figura eminente de la raza extremeña, que recibió tantos cargos y honores merecidos con justicia, debe ser más conocido y estimado por sus paisanos y todos los extremeños.
Para inmortalizarle es suficiente este hecho: Siendo jefe de la Escuadra Española en América atacó los establecimientos enemigos de las escuadras de Bull y Chateaux, arrasando y echando a pique más de 100 buques ingleses, para entrar finalmente en Vigo como insuperable triunfador.
El 24 de abril de 1806, a los 80 años de edad y 64 de honrosos servicios a los reyes y a España, falleció en Madrid el primer marqués del Socorro, don José Solano Bote.
El sentimiento causado por la muerte de este héroe empujó al monarca a saltar la prohibición protocolaria y asistir en persona a los funerales.
Don José Solano Bote era un dechado de honor, de hidalguía y de caballerosidad, ejemplo de firmeza y probidad, cortés, afable y bondadoso. Su nombre y sus hechos merecen recuerdo y admiración.
FERNANDEZ SERRANO, Francisco
«LOS PERIÓDICOS DE TRUJILLO. 90 AÑOS DE PERIODISMO LOCAL»
En el año 1974 se apagaron dos vidas trujillanas: la física de Federico Acedo Tovar, hijo de Federico Acedo Trigo, y la cultura] de «La Opinión».
A dos años de distancia resulta inútil entonar lamentaciones tardías por el uno y por la otra. Pero es buena ocasión para examinar cómo empezó y cómo terminó el ciclo periodístico trujillano:
1) Mi Lagarero y Yo (1884).
2) El Liberal (1884-1885).
3) El Liberal (1890-1892).
4) El Mercantil (1892-1893).
5) La razón (1893).
6) La Defensa (1893).
7) La Región (1896-1900).
8) El Cornetín (1897-1898).
9) El Binomio (1899).
10) El Eco extremeño (1899).
11) El Liberal (1899-1900).
12) La voz de Trujillo (1901-1902).
13) El Eco de Trujillo (1902-1913).
14) El Campeón (1905-1907).
15) El Obrero (1905).
16) La Voz Regional.
17) La Opinión (1908-1974).
18) Ensayo (1925).
19) La Muralla (1932-1937).
En mis informes de la prensa periodística de Trujillo creo que puedo decir que fueron los que están en mi lista, pero que tal vez no estén todos los que algún día fueron periódicos de Trujillo. Y los coloquios VI tales omisiones pudieran subsanarlas.
FERNANDEZ SERRANO, Francisco
«SEDES VACANTES DE PLASENCIA EN EL ULTIMO SIGLO (1876-1976). GOBERNANTES»
1906-1907.
Doctor D. Inocencio Portabales Nogueira. Arcipreste. Vicario Capitular Interino.
Licenciado D. Eugenio Escobar Prieto. Deán. Vicario Capitular.
Doctor D. José Benavides Checa. Chantre. Ecónomo de la Mitra.
Don León García Revuelto. Secretario del Gobierno.
1912-1913.
Doctor D. Jesús María Echevarría y Mayora. Doctoral. Vicario Capitular Interino.
Doctor D. Jesús María Ecrevarría y Mayora. Doctoral. Vicario Capitular.
Licenciado D. Bernardo Domínguez Martín. Magistral. Ecónomo de la Mitra.
Doctor D. José Polo Benito. Maestrescuela. Secretario del Gobierno.
1914-1915.
Doctor D. Teodoro Sánchez Marcos. Canónigo. Vicario Capitular Interino.
Doctor D. Jesús María Echevarría y Mayora. Doctoral. Vicario Capitular.
Licenciado D. Manuel Lumeras Campos. Canónigo. Ecónomo de la Mitra.
Doctor O. José Polo Benito. Maestrescuela. Secretario del Gobierno.
1924-1925.
Doctor D. Francisco Javier FIórez Gómez. Canónigo. Vicario Capitular Interino.
Doctor D. Francisco Javier FIórez Gómez. Canónigo. Vicario Capitular.
Doctor D. Miguel Juliá Vilaplana. Deán. Ecónomo de la Mitra.
Doctor D. Manuel Fernández Méndez. Canónigo. Secretario del Gobierno.
1930-1935.
Doctor D. Francisco Javier FIórez Gómez. Canónigo. Vicario Capitular Interino.
Doctor O. Francisco Javier FIórez Gómez. Vicario Capitular y Ecónomo de la Mitra.
Licenciado D. José María Rivas y Rivas. Canónigo. Secretario de] Gobierno.
Doctor D. Augusto Quiroga Móndelo. Magistral. Secretario del Gobierno.
1946-1948.
Doctor O. Francisco Javier FIórez Gómez. Maestrescuela. Vicario Capitular Interino.
Doctor D. Francisco Javier FIórez Gómez. Maestrescuela. Vicario Capitular.
Licenciado D. Pedro Cancho Bernardo. Canónigo. Vicario Capitular.
Licenciado D. Pedro Cancho Bernardo. Ecónomo de la Mitra.
Don Florián Miranda Alcón. Canónigo. Secretario del Gobierno.
1973-1978.
Licenciado D. Rafael García López. Deán. Vicario Capitular Interino.
Doctor D. Pelayo Mártil Barbero. Magistral. Vicario Capitular.
Don Marcos Mesonero Nieto. Ecónomo de la Mitra.
Licenciado D. Román Gómez Guillen. Canónigo. Secretario del Gobierno.
GARCÍA ARROYO, Marta María
«LA INDEPENDENCIA DE LA CUMBRE, EN 1599. SU VENTA A DON PEDRO BARRANTES Y RAZONES DE LOS REYES PARA VENDERLA»
GARCÍA SÁNCHEZ, Francisco
«EDUARDO RODRÍGUEZ GORDILLO, PÁRROCO DE SAN MARTÍN, HISTORIADOR DE MEDELLIN»
En un lugar abandonado del Castillo de Medellín yace enterrado el último historiador de esta villa de Medellín. Con este trabajo se pretende dar a conocer la personalidad y la obra de este gran sacerdote, fiel guardador de los tesoros históricos de sus antepasados y lazo-puente para el estudio de la historia moderna de Medellín.
Su personalidad:
Nace en Herrera del Duque. Estuvo de sacerdote dos meses en Abertura. Fue párroco de San Martín de Medellín 41 años. Carácter fuerte. Generosidad. Trabajador. Gran orador sagrado. Mal perdedor en los juegos con sus vecinos y amigos. Vida sencilla de un «cura rural». Delicadeza de alma. Pierde la vista ya anciano. Hombre con vocación innata a los estudios de historia.
Su obra:
Doble faceta: Obra literaria: «Apuntes Históricos de Medellín». Interesantes datos que completan la obra del famoso arcipreste escritor don Juan Solano de Figueroa y Altamirano, alma del Monumento a Hernán Cortés en 1890. Todos los periódicos y revistas de su tiempo se ocupan de su labor; en la fecha memorable del 2 de diciembre del 1890, inauguración del Monumento.
Obra efectiva:
A él se debe el guardar la Pila Bautismal donde se bautizó Hernán Cortes. La toza de la puerta de la casa donde naciera. El escudo en piedra de Hernán Cortés remataba el mausoleo de su difunto padre don Martín. Localización de lápidas romanas e interpretación.
Epílogo: La obra de don Eduardo Rodríguez Gordillo debe salir de anonimato. Medellín está en deuda con este gran sacerdote y debe honrar su memoria.
GARCÍA SUÁREZ, Ismael
LOZANO GALÁN, José Carlos
«LA DESAMORTIZACIÓN EN LA COMARCA DE MONTÁNCHEZ»
GÓMEZ GÓMEZ, José.
«DOS LAPIDAS DE LOS PIZARROS: UNA EN ALCOLLARIN Y OTRA EN LA CONQUISTA»
La de Alcollarín es una laude sepulcral que ha estado en diversos lugares de la iglesia parroquial, y ahora está formando parte del umbral interior en la portada de la pared N.O. El texto, en letras góticas, dice escuetamente: «SEPULTURA DEL SEÑOR DIEGO PIZARRO, QUE TOMO POR ABOGADA A LA MADRE DE DIOS».
La de La Conquista, colocada también en la iglesia parroquial, y también trasladada en diversos tiempos y ocasiones, se halla hoy convenientemente adosada al muro de acceso al coro del templo. Su texto, de letras renacentistas, suena así: «AQUÍ LLASE MARÍA DE AGU1LAR, HIJA DE GONCALO PICARRO».
Las dos lápidas llevan, grabado en el centro de las mismas, el viejo escudo familiar de los Pizarro.
GUERIN BETTS, Patricio
«EL PADRE MUÑIZ, HISTORIADOR DE ALCANTARA»
De gran importancia para los Coloquios Históricos Religiosos de Extremadura ha de ser cuanto se refiera a Alcántara. Trátase de un punto estratégico en la Reconquista y que dio nombre definitivo a una de las más importantes Ordenes militares.
Sobre Alcántara han escrito varios extensamente. Nosotros queremos dar a conocer al presente una obra de más de cuatrocientas páginas, acaso ignorada por muchos. Lo cierto es que no se cita en la bibliografía del artículo del Diccionario de Historia Eclesiástica de España de D. W. Lomax, tan reciente.
Sin embargo, ahí está la obra escrita con la competencia y seriedad propias del padre Roberto Mufiiz, autor de la Médula Cisterciense, que consta de nueve tomos y el séptimo va dedicado entero a la historia de Alcántara.
Tan desconocido como será para muchos, tan conocido y apreciado es de los que nos ocupamos de la historia de la Orden cisterciense en España. Antonio Dionisio Muñiz: Rodríguez nació en Sabugo (Avilés) el 9 de octubre de 1739 y fue bautizado el mismo día por D. Antonio Muñiz. Hijo de José y Ana. En 3 de mayo 1755 tomó el hábito en el monasterio cisterciense de Matallana, y cambió el nombre por el de Roberto. De sus estudios no tenemos datos, aunque por aquella época es casi seguro que cursaría filosofía en el colegio del monasterio de Meirá y luego pasaría a Salamanca o Alcalá. Lo que sí consta es que se apreciaban sus dotes, ya que fue designado sucesivamente abad de Rioseco, Sacramenia y San Martín de Castañeda. Fue, además, Examinador Sinodal del arzobispo de Sevilla y confesor en las Huelgas de Valladolid y de Burgos. Todos estos cargos suponen cierto grado de cultura, si bien no tienen relación directa con la historia. De su afición y estima de la misma son prueba manifiesta esos nueve tomos de la Médula, especialmente el último, que es, nada menos, que la Biblioteca Cisterciense Española. El padre Muñiz hubo de morir alrededor de 1803, algo prematuramente.
MEDULA HISTÓRICA CISTERC1ENTE -TOMO VII- ORIGEN, PROCESOS, MÉRITOS Y PRERROGATIVAS DE LA ÍNCLITA MILICIA DE ALCÁNTARA DE LA ORDEN DE CISTER. Valladolid, 1789.
HURTADO DE SAN ANTONIO, Ricardo
«IDENTIFICACIÓN Y LOCALIZACION DE LOS MUNICIPIOS ESTIPENDIARIOS QUE SUFRAGARON EL PUENTE ROMANO DE ALCÁNTARA»
Un testimonio importantísimo -por desgracia incompleto- sobre la romanización de la amplia zona portuguesa y extremeña que comprendía la Provincia Lusitana en la época de los Antoninos, nos lo aporta la inscripción sobre el pilar izquierdo del arco triunfal del puente romano de Alcántara, catalogada por Hüber con el número 760.
Es la única inscripción durante largo tiempo conservada de las dos que existirían y en las que se debieron grabar veintisiete municipios estipendiarios lusitanos que sufragaron la construcción del puente. La pieza epigráfica que nos ocupa aporta once de dichos municipios, colocados por orden geográfico; casi todos al norte del puente. A la par que un documento de romanización, se nos presenta como la pervivencia de raíces y formas indígenas que se resisten a perder su individualidad.
La localización de tales topónimos ha sido objeto de estudios y controversias. Tras un estudio de los diversos criterios y una exhaustiva comprobación de la única ciencia -la epigrafía- que nos puede ofrecer las más seguras pistas en esta clase de investigaciones, he llegado a las siguientes conclusiones, cuya demostración ahorro aquí, pues tengo presente que se me ha pedido un resumen de la comunicación.
IGAEDITANI: Civitas Igaeditanorvm. perfectamente localizada en Idanha a Velha (Portugal), a 45 kilómetros de Castello Branco; a la altura de Zarza la Mayor.
LANCIENSES-OPPIDAN1: No lejos de Aldea de San Salvador (Portugal), a mitad de camino entre Guarda y Castello Branco; a la altura de San Martín de Trevejo. José Viu, tras un razonamiento peregrino basado en dos inscripciones interpoladas, sitúa Lancia en el término de Alcántara, en la Casa del Castillejo, sobre el Tajo y el Jartín.
TALCRI: En San Vicente de Alcántara, posiblemente. Mientras no se me den razones válidas, descarto que se trate de Talabrica, cerca de Aveiro (Portugal). Hipótesis de trabajo sugestiva y con visos de realidad.
INTERANNIENSES: En el término municipal de Zarza la Mayor. Tras el estudio de una inscripción inédita, difícilmente puede ubicarse ya en Villanueva de la Serena, Salvaleón o Valverde del Fresno.
COLARNI: Si se pudieran identificar con los Coelerni, su habitáculo se hallaría en Chaves, al norte de Vila Real (Portugal). La principal dificultad estriba en que los coelerni pertenecían al Conventus Bracarensis. Tampoco vale identificarlos con Coa (río Cuda) por una analogía de voces. Los colarni y coelerni son, pues, distintos.
LANCIENSES-TRANSCUDANI: De la familia de los anteriores lancienses. Aunque su ubicación exacta no se conoce, he llegado a la conclusión de que se esta blecieron al N. de los Lancienses-Oppidani, en la margen derecha del río Cuda, afluente portugués del Duero, y seguramente en el término de Sabugal (Portugal), a la altura de Villasrrubias.
ARAVI: Civitas Aravorvm. Sin ninguna duda en la localidad de Deveza, junto al Mansialva y Meda (todas en Portugal), al sur del Duero; a la altura de La Fregeneda (Salamanca).
MELDUBRIGENSES: Mencionados por Plinio (4, 35, 118). El topónimo más parecido es Merobriga, pero su identificación es improbable, ya que Merobriga es el actual Santiago de Cacen, junto a Sines, en el distrito portugués de Setúbal, y en la fecha de la construcción del puente pertenecía al Conventus jurídico de Pax Ivlia, lo cual tampoco es dificultad insalvable, pues estaba dentro de la Provincia Lusitana. Josa Viu, arbitrariamente, los identifica con los habitantes de la portuguesa Arameña.
ARABRIGENSES: Deben ser los mismos que Plinio denomina Axabrigenses (4, 35, 118). Desecho la posibilidad de que se ubicaran en Sesimbra o un lugar cerca de Sanrarem (Portugal). Tampoco tienen que ver con los ciudadanos de Arabrica o Arubrica («El Gallego», en Aroche, Huelva), pues, éstos tributaban a la Botica. Afirmo que su localización está en Araya, término de Arroyo de la Luz, cerca del río Salor, en el camino hacia Brozas. Su misma raíz celta Ara (cerca, alta) tendría vinculaciones con el posterior Arrugia o arroyo germano, generalizado por los visigodos en Arroyo.
BANIENSES: El vocablo responde al municipio de Baños, perteneciente al convento jurídico emeritense; pero, ¿puede identificarse con Baños de Montemayor (la Mansio Caecilio Vico del Itinerario de Antonino Pío)?
PAESURES: Hoy por hoy, sólo conocemos su existencia y su contribución al puente de Alcántara. No podemos identificarlos con los astures Praesamarci y Paesici. situarlos en la comarca portuguesa de Cubillana, no deja de ser una mera posibilidad sin fundamento histórico.
Esperemos que los futuros hallazgos arqueológicos aclaren definitivamente este sugestivo capítulo de nuestra pasada historia. Mientras esto no llegue, nuestra aportación puede aceptarse como válida.
LOZANO RAMOS, José
«HERÁLDICA TRUJILLANA» (II)
Presentábamos en los Coloquios del pasado año un inventario de escudos de armas existentes en exteriores de edificios trujillanos. En total sumaban 150 ejemplares distintos y muchos repetidos.
Completamos en la presente edición, dentro de lo posible y con las lógicas ausencias, aquel inventario, con una catalogación de los que aparecen en sepulturas, chimeneas, etc., en interiores de la población. Hemos podido recoger hasta 158 de distintas armas y, otra vez, muy numerosos en que éstas se repiten.
Reunidos tanto los de interiores como de exteriores, repetidos y no repetidos, suman en total 618 ejemplares, que dejan fuera la iglesia de San Miguel -desde hace tiempo en obras-, las de Belén y el Pago de San Clemente y el Alcazarejo. Terminamos con un apéndice que recoge 19 escudos, de los que no hemos podido encontrar el apellido correspondiente, por más que hemos investigado, así como una relación de familias que tuvieron en Trujillo su residencia y de cuyos blasones, al parecer, ninguno ha subsistido.
Dejamos a disposición de los estudiosos este modesto trabajo, incompleto, por supuesto, pero al que, al menos temporalmente, ponemos fin.
MARTÍN VIZCAÍNO, José
«JOSÉ MONTERO NERIA, HIJO ILUSTRE DE PLASENCIA»
El próximo día 15 de noviembre se cumple el VI aniversario de su muerte.
Dios se lo llevó con una rapidez impresionante, abriendo larga herida en el afecto de muchos. La muerte le acechaba para cortar con violencia el curso caudaloso de su vida. José Montero Neria debía morir así: como un árbol tronchado, mientras desplegaba al viento la fronda joven de su ramaje.
Murió al filo de los 55 años -nació en Plasencia el 27 de agosto de 1915-, cuando su vida, aunque colmada de frutos copiosísimos, estaba henchida aún de promesas. Murió en una bellísima tarde otoñal, cuando todo sonreía, como sonreíamos las amistades al verle en sus proyectos, tan lleno de generoso optimismo, símbolo reverbero de una vida lograda y fecunda.
Primer hermano mayor de la Cofradía madrileña de la Santísima Virgen del Puerto y autor de sus Estatutos -en colaboración con otro placentino ¡lustre de gratísima memoria y primer director espiritual de la Cofradía, monseñor doctor don Ildefonso Prieto López-, Jamás supo de desalientos y vacilaciones en su labor apostólica e instructiva. Sentía la seguridad de su propia fortaleza -que era poca en el cuerpo y mucha en el espíritu-, y del amor sé sus cimeros ideales. Y por encima de todo, la seguridad y el fervor del amor y de la confianza en Dios y en la Virgen del Puerto, como correspondía a un buen cristiano y placentino.
Falangista de la etapa fundacional de José Antonio -de la Cruzada y de la paz-, abogado por la Universidad de Salamanca, con carnet núm. 1 del SED, delegado provincial de Sindicatos en Albacete y Barcelona, secretario nacional de Sindicatos, procurador en Cortes en tres Legislaturas consecutivas, asesor nacional de Sindicatos, directivo del Hogar Extremeño y fundador de su revista mensual, consejero del Banco Rural y Mediterráneo, director gerente de Cifesa, consejero del Instituto Nacional de Previsión, director general de la Mutualidad de Banca y Bolsa, director delegado de Mutua Rural de Previsión Social… fueron los índices señeros de su vida, formada en tan numerosos y elevados troqueles. De los mismos ha dejado recuerdos fecundos -que serán perdurables- en muchas poblaciones de España, y sobre todo entre sus subordinados y amigos.
Madrid se lo pagó con esa gentileza hidalga que la hace tan simpática, en un tributo póstumo de cariño. Desde «el puesto que tiene allí» se lo habrá agradecido cumplidamente.
Al fin fue esta cosmopolita y acogedora capital, a quien él amaba ya casi con ilusión, la que dio cobijo a sus despojos. Desde entonces su cielo radiante, su paisaje agreste y bravío, pero amoroso y tierno como el regazo de una madre, cantará siempre para los que le hemos conocido y amado, la dolora de sus días, relativamente breves.
Que la Santísima Virgen del Puerto, nuestra Excelsa Patrona, a la que tanto quería le tenga en su seno.
NAHARRO RIERA, Alfonso.
«LAS ESTELAS DECORADAS DE EXTREMADURA» Estela de Zarza de Montánchez
Zarza de Montánchez es una bella población cacereña, rica en agua y con buenos pastos, poblada de olivos e higueras; en su huerta, los habitantes encuentran todos los productos necesarios para el propio consumo; con terrenos para sembrar cereales, no resulta extraña la era en el egido con sus hombres aventando el grano, las habas, el garbanzo o el altramuz.
Sus habitantes son abiertos y acogedores, el forastero encuentra entre ellos un poco de ese paraíso perdido tan extraño en la ciudad. Cuando en la hora baja, el calor estival ha cedido un poco, el pueblo resucita del silencio de la siesta y llena sus bares y tabernas en el continuo diálogo comunicativo que caracteriza 3 está gentilidad del viejo terreno, que en el devenir de los tiempos ha visto pasar a tantas civilizaciones que han formado nuestra historia.
Coincidimos en Zarza allá por el mes de mayo, en la anual romería de la Virgen de Fátima; esta romería, aunque no de vieja tradición, reúne a sus gentes en el encinar extremeño bajo el suave sol de primavera; pues bien, por estas fechas tuvimos la primera noticia de una piedra que asomaba en medio del Camino de la Sierra, y, según nos contaban, tenía unos grabados curiosos que merecían contemplar por si de algún interés arqueológico se tratara. Pero por aquello de las fiestas y la galvana que la resaca de la juerga proporciona, lo dejamos para mejor ocasión, ya que prometimos a unos amigos volver en el verano y recorrer la agreste sierra de granito, con su ermita y su cueva de Atambores, con su Peña Cuadrada y su Nava Redonda.
La ocasión llegó y también la dicha de poder aportar a nuestro patrimonio artístico este interesante ejemplar arqueológico, que se viene a sumar en la casi única serie de estelas decoradas que alcanza su mayor concentración en esta olvidada tierra de Extremadura. La estela de la Zarza de Montánchez, podemos decir sin equivocarnos que es una de las mejores que se conocen en el mundo, junto con la de Solana de Cabañas, descubierta por Roso de Luna a finales del siglo pasado, encabezan la serie por su belleza y complejidad, siendo las que mayor número de elementos de ajuar guerrero contienen y mejor definidos.
La estela contiene siete elementos típicos y está en la línea de las estelas del suroeste, tipo II (según Almagro). Contiene un carro, una figura esquemática antropomorfa, una espada, un casco, un espejo, un escudo con escotadura en «V» y una lanza. Tiene una longitud o altura de 1,65 metros por 0,95 metros de ancho y 0,26 metros de grueso; está grabada en granito claro y duro, y es de forma irregular. La estela asomaba una parte de su anchura en todo su largo, su posición era inclinada, formando un ángulo aproximado de 45 grados con el suelo.
Ampliamos este resumen con un extracto de las estelas decoradas que hasta hoy se conocen en el mundo y que M. Almagro denomina como tipo II, exceptuando la de Bensafrín (Algarve) y las tres de San Martinho (Castelo Branco), por diferir en esto con el señor Almagro.
En la provincia de Cáceres: Santa Ana de Trujillo, Robledillo de Trujillo, Ibahernando, Solana de Cabañas, Torrejón el Rubio (tres), Brozas, Valencia de Alcántara (tres), Trujillo (aunque aparecieron dos, una de ellas no la incluimos en este tipo), Madroñera y Zarza de Montánchez.
En la provincia de Badajoz: Fuente de Cantos, Almendralejo, Cabeza del Buey, Magacela, Granja de Céspedes y Alburquerque.
Fuera de Extremadura: Carmona y Córdoba; en Portugal, Figueira (Algarve) y Meimao (Castelo Branco); en Francia, una en Montpellier.
Con este resumen general nos podemos hacer una buena idea de la dispersión de estas estelas bronce-hierro, que alcanzan su mayor concentración en la comarca de Trujillo (Cáceres), disminuyendo hacia Badajoz y casi desaparecidas en el suroeste peninsular, por lo que me atrevería a denominarlas como estelas decoradas del oeste peninsular.
NUÑEZ MARTÍN, Ramón
«MADRE ÁNGEL DE LA CRUZ (LA TRUJILLANA)»
Hasta hace poco, esta mujer era totalmente desconocida en Trujillo. Sólo se la conocía en el convento de San José, de Ávila -primera fundación religiosa de Santa Teresa-. Era una mujer insigne, fuera de serie, que nació en esta ciudad extremeña de Trujillo en el año 1667. Por eso en su Comunidad se la llamaba así, «La Trujillana».
Su nombre, Juana María Ángel Chaves, y era hija de padres nobles, mas que por su sangre por sus grandes virtudes. Eran sus progenitores don Álvaro de Chaves y Hinojosa y Paredes y doña Violante de Chaves y Orellana. Les hizo Dios el regalo de siete hijos, a quienes supieron conducir por el recto camino. Cada uno de ellos tiene una historia interesante. Era una familia de santos.
A todos los hermanos sobrevivió nuestra carmelita. Era de niña muy viva y, aunque piadosa, enemiga de ser monja. Perdió a su madre a los nueve años. En su primera juventud, como Santa Teresa, se aficionó a las comedias y leía con avidez libros de la biblioteca de su padre, uno de los hombres más doctos de su tiempo. Después de morir su padre, Juana, a los dieciocho años, con una hermana más pequeña y una tía, entró de señora de piso en el convento de la Coria, de San Francisco el Real, de Trujillo. Escogió como guía de su alma a un padre dominico muy de Dios y lleno de sabiduría, fray Pedro Claro. Y entró en deseos de una mayor perfección en relación con la vida contemplativa.
En la fiesta de la Anunciación, el 25 de marzo, refiere ella que se le apareció la Virgen, diciéndole: «Mi voluntad y la de mi Hijo es que seas carmelita descalza en San José de Ávila».
Tenía una tía hermana de su padre en este convento de San José que llegó a ser priora, llamada Antonia de Cristo, mujer también de grandes virtudes y a quien don Álvaro había regalado el códice del cántico espiritual de San Juan de la Cruz y que todavía conserva esta Comunidad teresiana como un preciado tesoro.
Cuando Juana pidió ingresar en San José no había plaza vacante, y cuando ya se encaminaba para entrar provisionalmente en el convento de Carmelitas de Segovia, falleció inesperadamente una religiosa en el convento de Ávila, y con gran contento de todas fue admitida. Su ingreso obedecía ciertamente a un designio providencial. La madre Teresa, que era priora, le refirió que unos años antes, cuando ella no tenía la más pequeña noticia de su existencia, otra aspirante llamada Juana pidió ingresar, y oyó una voz del Señor que le decía: «Otra Juana, no ésta, ha de venir, que me es y me será siempre muy agradable».
En el noviciado brilló por su carácter apacible y bondadoso, siendo un verdadero ángel por su pureza, caridad y obediencia. Padeció muchas pruebas interiores. sobre todo sequedad y desolaciones de espíritu. La Cruz iba a ser compañera inseparable de su vida. Ángel de la Cruz en el nombre y Ángel de la Cruz en la vida espiritual. Las enfermedades hicieron de ella una mártir por los grandes sufrimientos que la proporcionaron. Llena de compasión para con una hermana religiosa que padecía terribles dolores de estómago, pidió a Dios que la curase y que si era esa su voluntad la traspasase a ella el mal. Dios le concedió lo que pedía. Tanta era su generosidad y sus deseos ardientes de padecer por Cristo, a imitación de San Juan de la Cruz. Una de las pruebas más grandes de su vida fue el quedar totalmente ciega durante unos años. Le pidió al Señor que le devolviese la vista y el Señor escuchó sus súplicas, para al poco tiempo quedar ciega de nuevo.
En los cargos que desempeñó después de profesa, y que fueron: tornera, maestra de novicias y priora en dos ocasiones, demostró grandes dotes de gobierno, sabiendo unir la caridad a la fortaleza.
El Señor la concedió gracias místicas extraordinarias. Una fue un éxtasis en la fiesta de la Asunción de la Virgen que la duró todo el día, y otra fue la que el Señor la comunicó en el último Viernes Santo de su vida, haciéndola sentir algo de los dolores de su pasión.
Murió el viernes 10 de julio, a las tres de la tarde del año 1739, quedando muy hermosa, pues no se le había desfigurado el rostro.
Cuando las gentes de Ávila se enteraron de su muerte, hubo un comentario general: «en las Madres ha muerto una santa». Y en las actas del convento se refiere que una sierva de Dios que vivía lejos tuvo una revelación particular de que al morir se había ido derecha al cielo, sin detenerse nada en el purgatorio.
En los cuatro siglos de existencia que lleva el convento de San José, junto con la beata Ana de San Bartolomé y la bendita madre Isabel de Santo Domingo, la tenemos por gran santa.
Estas son las referencias que ha proporcionado la actual Comunidad y que son nada más que un breve resumen de una publicación existente en el convento sobre la vida de la madre Juana Ángel de la Cruz.
PARRÓN FERNANDEZ, Felipe
«LA SERRANA DE LA VERA, UNA LEYENDA MEDIEVAL CON VARIAS VERSIONES»
Son varios los escritores extremeños que hablan acerca de esta famosa leyenda de «La Serrana de la Vera»; pero de esos varios son distintas las versiones que se hacen; los romances que se hacen sobre la excepcional mujer, como lo fue ésta, o mejor dicho, la protagonista de este trabajo, en el que van insertadas tres versiones que sí se parecen un poquito las dos últimas; de éstas a la primera son completamente distintos los versos.
La primera versión, y al parecer la más antigua, fue publicada por Gabriel Azedo de Berrueza, en sus «AMENIDADES Y FLORESTAS DE LA VERA ALTA Y BAJA», allá por el año de 1672; este Gabriel Azedo nace en Jarandilla en la primera mitad del siglo XVII, y en la fecha que ya hemos comentado publica su obra, en la que va incluido el famoso romance; este romance cuenta con sesenta versos, en los que este escritor se introduce como protagonista, es decir, se hace pasar por el pastor o peregrino que consigue burlar a esta mujer, pues él mismo lo confiesa en e; verso tercero, «salteóme una Serrana»; lo que me parece curioso es que en el verso número trece llegue él mismo a tratarse incluso de niño; el verso dice, «Tomárame por la mano». Pongamos que en realidad fuera él el protagonista del romance, al decir «tomárame por la mano» podría haber dicho también «Obligóme a ir con ella», creemos que esto hubiera sido más correcto, puesto que lo demás contradice en cierto punto al verso número treinta y seis, «Y me hace acostar con ella»; en este verso no se ven las mismas reacciones del poeta, cuando deberían verse.
Ramón Menéndez Pidal, en su «Flor nueva de Romances Viejos», y que aparece recogida en Villanueva de la Vera por García Matos. Esta es fácil de encontrar, por lo que se da a conocer una tercera versión, recogida por Julio Ateneo y publicada en el «Cancionero Popular de Extremadura» por Bonifacio Gil.
En esta tercera versión se le da al romance un aire completamente distinto! a la primera, son ya distintas formas de actuar de la Serrana y es ya, también, otro personaje el que protagoniza el romance; es un vulgar pastor el que entra en acción, un vulgar pastor que hace del romance algo más perfecto, pues consigue burlar a esta mujer con mayor facilidad; así lo confiesa el final del romance, a pesar de que sea ella la que acaba de hablar. «Anda, villano!, le dice, que me dejas descubierta, que mi padre era pastor y mi madre fue una yegua, que mi padre comía pan y mi madre comía hierba»; esta versión, aparte de ser distinta, cuenta con setenta y ocho versos.
En la primera mitad del actual siglo nace, en Cuacos de Yuste, Felipe Jiménez Vasco; es en la actualidad miembro de la Real Academia de la Historia de Copenhague; en el año 1974 ve la luz pública su opúsculo de ochenta y seis páginas «Yuste y la Serrana de la Vera», en el que hace una cuarta versión; él mismo confiesa que escritores como Lope de Vega, Vélez de Guevara, Valdivieso y otros va ríos escribieron comedias con el título de «La Serrana de la Vera». En cuanto a Vicente Barrantes y Paredes Guillen, como dice Felipe, escriben temas relacionados con esta mujer, que echada al monte tras sufrir el dardo envenenado de unos amores infelices, de vástago de un joven conde (este conde debe ser el que dice Valeriano Gutiérrez Macías, en su trabajo «De Garganta la Olla y la Serrana de la Vera», que según Valeriano se llamaba don Luis de Carvajal, y que era sobrino del prelado de la diócesis).
Esta versión de Felipe Jiménez cuenta con noventa y dos versos, y como habrán podido apreciar la diferencia por orden de romances señalados en el presente trabajo es de dieciocho y catorce.
PAULE RUBIO, Ángel
«HURDES DE AYER Y DE HOY»
Si te encuentras en una comarca donde el río juega con las rocas, donde las aguas parecen espejos, donde los picos se alzan como góticas agujas, donde se estrecha el cielo y donde se elevan las almas, estás en Hurdes.
Cuando el autor por primera vez fue a Hurdes, se prometió no volver, por no quitar el fascinante sabor de la primera impresión. Ha traicionado su promesa y ha vuelto. Unas veces por acompañar al amigo, al pariente; otras, por precisar el detalle que no caló en sus anteriores visitas.
Son muchas las cuartillas manchadas con el pincel del escritor contándonos sabores y sinsabores, realidad y fantasía, hiriente unas veces, con nobles ideales otras, con exquisitas metas.
Hombres, ríos, cultura, flora y fauna pasarán por su mente para quedar plasmados en el libro de la Historia, en el lienzo del presente como testigo del pasado.
Illas safurdads, Jurdes o Hurdes, morada de hurdanos, ingratas en productividad, mosaico de arroyos y picachos, leyenda y poesía, arte e historia, será el estudio, no exhaustivo, de este aprendiz de aprendices que siente el aroma embriagador de la Historia,
RODRÍGUEZ AMORES, Lorenzo
COBBA-DARSA: UNA GESTA EXTREMEÑA EN ÁFRICA. «TOPONIMIAS RURALES»
SÁNCHEZ ALEGRÍA, Eleuterio
«RAZAS Y PAISAJES DE LAS EXTREMADURAS HACE 2.000 AÑOS»
Con motivo de una conferencia que el autor de esta comunicación pronunció en el «Hogar Extremeño» de Barcelona para conmemorar el bimilenario de Mérida, el 20 de diciembre de 1975, esbozó algunos datos sobre las primitivas razas que habitaron las tierras hoy extremeñas y que en sus correrías empezaban en las riberas del Duero y pasando el Tajo rebasaban incluso el río Guadiana. Es decir, en amplias comarcas denominadas Vetonia, Lusitania y Veteria se extendieron y actuaron juntas en su pillaje por tierras del Sur, hoy Andalucía, desde sus territorios de origen hasta la llegada de los romanos, que fundando la colonia «Emérita Augusta» y constituyéndola en «Caput Lusitaniae» inició la romanización en forma rápida y progresiva de todas aquellas tribus célticas…
Analizando su «modus vivendi» e interpretando a través de afirmaciones de geógrafos antiguos, como Estrabón, e historiadores notables, como Polibio y Tito Livio, el paisaje de aquellos tiempos, llegamos a conclusiones más o menos positivas de la agricultura, ganadería… aficiones y gustos de los antecesores remotos de nuestros actuales extremeños. Lo curioso del caso es que, al cabo de siglos, el paisaje es casi similar en arbolado y producciones, aunque hayamos de suponer sus montañas más pobladas de vegetación y caza mayor sobre todo.
SÁNCHEZ MAURANDI, Antonio
«RELIGIOSAS DE TRUJILLO EN MULA»
1.º Acuerdo de fundar convento de Clarisas en Mula.
2.° Designación de religiosos del convento de San Antonio de Trujillo para fundadoras del Real Monasterio de la Encarnación.
3.° Salida de Trujillo.
4.° Llegada y estancia en Madrid.
5.° Nombramiento de patronos.
6.° Admisión en Madrid de varias solicitantes.
7.° Salida para Muía.
8.º Llegada y alojamiento provisional.
9.º Alojamiento definitivo.
10° Fallecimiento de la fundadora y primera abadesa.
11° Destrucción de una urna funeraria y de los restos.
12° Veneración del pueblo.
SOLIS RODRÍGUEZ, Carmelo
«SANTA MARÍA DE LA CONCEPCIÓN JERONIMA» la (Datos para Historia de este Monasterio en el siglo XVI)
Comunicamos en este trabajo algunos datos inéditos sobre el monasterio de Santa María de la Concepción Jerónima, partiendo de las noticias de eruditos locales, que han prestado especial atención a este cenobio trujillano, uno de los más interesantes en la historia monacal de la ciudad.
Se desconoce la fecha exacta de la erección del monasterio, situado intramuros de la ciudad y a la sombra de la torre románica de Santa María. Sabemos de la existencia de un beaterío en el siglo XV («beatas cabe Santa María», dicen las actas del Ayuntamiento), agraciado en 1477 por la reina Isabel con un privilegio de 3.000 maravedíes sobre las alcabalas cristianiegas e judiegas de la ciudad».
El 18 de agosto de 1570 el licenciado Avalos, provisor y vicario del obispo don Pedro Ponce de León, procede a la anexión del monasterio de Jaraicejo (Clodoaldo Naranjo y Tena Fernández leyeron equivocadamente Jaraiz de la Vera), que había quedado reducido a nueve religiosas, al de Santa María de Trujillo. Desde entonces la nueva comunidad llevaría el apelativo de Santa María y la Magdalena. Esta circunstancia exigió la ampliación de la casa, comenzando en 1571 una serie de obras hasta configurar el espacio habitado por unas cuarenta religiosas.
La iglesia, construida en el primer cuarto del siglo XVI, presenta cabecera ochavada y una sola nave de doble tramo abovedado con cubiertas de crucería. Al lado del Evangelio están situadas dos capillas con bóvedas de arista y la inmediata al presbiterio comunica con éste mediante un arco en esviaje. Aquí se encuentra el sepulcro de doña Beatriz Pacheco, benefactora de la comunidad, labrado en 1608 por el cantero trujillano Diego González, autor asimismo de dicha capilla. Otros sepulcros dignos de mención son el del noble caballero Gómez Sedeño de Solís y el de Francisco Pizarro de Vargas. De los retablos, ninguno se ha conservado, y también desapareció el órgano que en 1595 construyera el napolitano Horacio Fabri.
La fábrica del monasterio -completamente desfigurado en la actualidad- data de 1571 y en ella intervino el famoso Francisco Becerra, autor de las catedrales de Puebla de los Ángeles y de Lima y «el mejor arquitecto que pasó a América en el buen tiempo de la arquitectura española», en opinión de Llaguno. En 1585, con motivo de la información llevada a cabo en la ciudad de los Reyes para optar al cargo de maestro mayor de las provincias del Perú, el trujillano Juan Ramiro declaró que Becerra «hizo en Santa María, monasterio de monjas, cuatro capillas de ladrillos por arista estribadas en tres pies de grueso de pared y una puerta en rincón viaje muy bien labrada». El estudio documental y el análisis directo de los restos, que aún sobreviven, nos dan base suficiente para asegurar que la obra ejecutada por el maestro Becerra fue un lienzo de claustro, del que restan unos estribos de mampuesto y una pequeña galería tapiada. En una hornacina estarían situadas las imágenes de Nuestra Señora y la Magdalena, titulares del monasterio. Una Virgen sedente, con el Niño, en piedra, se hallaba en la puerta principal de la iglesia, y hoy preside la escalera noble del palacio de los duques de San Carlos, residencia actual de las Jerónimas; por su estilo puede ser la que refiere el documento, y es, sin duda, la más hermosa escultura del siglo XVI en Trujillo. La Magdalena «emigró» hace pocos años.
A este núcleo inicial se anexionaron más tarde diversas mansiones contiguas -hoy en ruinas-, conformando definitivamente el espacio conventual: en 1599, mediante contrato de compraventa, quedan incorporadas al monasterio las casas del mayorazgo de don Diego de Vargas Carvajal. La portada principal, decorada con los escudos nobiliarios de la familia, y la hermosa torre llamada «el mirador de las Jerónimas», son los únicos restos de este palacio, que aún permanece en pie. En 1617 don Gómez de Solís y Vargas y don Francisco de Vargas Carvajal donan «las partes que tienen en unas casas que son en esta ciudad en los muros de arriba» colindantes con las ya incorporadas en el dicho monasterio.
Completamos nuestro estudio -reducido al siglo XVI- breve catálogo de documentos que obran en poder de las religiosas Jerónimas y una sucinta relación de los bienes y rentas que poseía el monasterio en aquella época.
SORIA SÁNCHEZ, Valentín
«PANORAMA DE ARQUEOLOGÍA EXTREMEÑA»
El Departamento de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid ha señalado a los trilobites de Valencia de Alcántara quinientos mil años. Hemos visto en Alcuéscar un fósil equino, un caracol y un galápago. Ha aparecido un fósil almeja de la era terciaria en Valencia de Alcántara. Registramos un hacha del paleolítico inferior en Jaraiz de la Vera, un hacha tallada y pulimentada en Alcuéscar, y varias hachas neolíticas en Jaraiz de la Vera, Trujillo, Garlitos y en Alcuéscar. En el museo claretiano de Don Benito (Badajoz) hemos visto una hoja de sílex, dos puntas de sílex, cuatro raspadores tallados, y raedor roto en dos trozos, cortante por ambos lados, un cuchillo pizarroso bifaz, una punta de flecha con pedúnculo, un raspador con talladura por dos aristas y un percutor tallado y pulimentado. En Santiago de Alcántara han sido descubiertas pinturas neolíticas con figuras humanas. Cerca de Cáceres, en el arroyo Villoluengo, han aparecido pinturas y relieves con formas humanas. En el museo dombenitense claretiano hay también un hacha de granito, tres hachas con hendiduras profundas para encajarlas y adaptarlas con cuerdas a mangos de madera, y nueve hachas pulimentadas, y tres hachas pulimentadas pequeñas. Un hacha pulimentada ha sido encontrada en Mengabril por don Antonio Sánchez Nieto. En el mencionado museo claretiano hay dos balas pulimentadas de piedra, una bala de plomo para ser rellenado de piedra, arena o metal, una punta de lanza de hierro. Según ha indicado el alcalde de Segura de Toro, don Matías Simón, existe una inscripción primitiva con letras de carácter ibérico en uno de los toros de piedra colocados en la plaza del pueblo. En el mencionado museo claretiano hay una cabeza de tierra cocida, un exvoto, un recuerdo idolátrico de la diosa púnica Tanit. De confirmarse este parecido a las numerosas cabezas de cerámica de Tanit encontradas en Baleares, estudiadas en el décimo Congreso Nacional de Arqueología y fotografiadas en sus actas publicadas, daría una prueba de la influencia púnica en Extremadura. También en dicho museo hay una pieza de hilar, una mesa de alfarero y dos «pondus» romanos. Un equipo dirigido por don Alfonso Naharro ha encontrado en Pinofranqueado una inscripción, que a nuestro juicio es ibérica, y se está analizando y estudiando una inscripción prelatina hallada en Aldehuela. En Cáceres se ha encontrado un aljibe romano y en Miajadas ha salido una piedra de molino y cerámica romana en el sitio conocido por el Ladrillar. En Mérida ha surgido el foro romano. En Valdecalzada (Badajoz) se ha encontrado una tumba romana con restos humanos y una vasija romana. A las afueras de Cáceres han sido hallados restos humanos en una villa romana. Se han divulgado dos inscripciones romanas en Zorita por don Ricardo Hurtado. Una inscripción árabe ha sido estudiada por don Alfonso Naharro. Me han sido presentadas una moneda constantiniana por don Ángel Sánchez, de Jaraíz de la Vera, y una moneda hebrea por don José Valero. Ahora reseñamos unos grabados en piedra en Jarandilla, una piedra suelta grabada situada en el jardín del Ayuntamiento de Trujillo, una inscripción zoomorfa y otro grabado en piedra en Trujillo, cerca del convento de la Magdalena. Destacamos un ídolo de Robledillo de Gata, un hacha hallstática de Plasencia, unas fosas prehistóricas y unas ruinas romanas de Santibález el Alto y en Olivenza. Anotamos unas monedas ibéricas y romanas en Alcuéscar, una inscripción hebrea de Alcuéscar, un verraco fragmentado de Jaraiz de la Vera y unas monedas constantinianas de Fuente de Cantos (Badajoz).
URDICIAIN MORÓN, Joaquín
«EL CONVENTO EREMÍTICO DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA PENITENCIA EN EL DESIERTO DE LA VICIOSA»
Introducción: Forma de vida: Pobreza y comida: Gobierno del convento: Modo y manera de habitar las ermitas: Días y colaciones en que se han de juntar los ermitaños en el convento: Silencio y obras de mano: Epílogo.
VALVERDE LUENGO, Francisco de Jesús
«LA CENTENARIA COFRADÍA DEL «NIÑO DIOS» DE GALISTEO»
La villa de Galisteo conserva en una de las noches más señaladas del año, la Nochebuena, una tradición con más de cuatro siglos de antigüedad, siendo sus artífices los cofrades o hermanos de la «Cofradía del Niño Dios». Esta Cofradía data del primer tercio del siglo XVI, con estatutos dictados en 1663 y con modificaciones en 1812 y 1817. El número de cofrades está fijado en treinta y tres, existiendo los siguientes cargos: decano, el hermano más antiguo de la Cofradía; muñidor, cuya misión es tocar «la caja» o tambor para convocar a los distintos actos; mayordomo, en cuyo domicilio tienen lugar las reuniones o cabildos, y es el que conserva en su poder durante el año de su mayordomía los textos de los Autos Sacramentales que se representarán en la tarde del día de Navidad; regla, es el encargado de dirigir los ensayos del Auto Sacramental y desempeña el papel de escribano para levantar acta de los cabildos.
El ingreso en la Cofradía cuando se produce alguna vacante se somete a votación en el cabildo que se celebra antes de la cena de Nochebuena, siguiendo un mé todo de votación secreta, en la que cada hermano echa en una bolsa un garbanzo, el SI, o un altramuz, el NO. Para poder pertenecer es necesario ser hijo de Galisteo o estar casado con una galisteña, no siendo admitidos los menores de veintidós años.
Los actos comienzan el domingo siguiente a la festividad de Todos los Santos, con la primera reunión, en la que el mayordomo da a conocer la obra que ha elegido para representarla. Desde este día dan comienzo los ensayos, participando en la obra los propios cofrades o sus familiares. En la Nochebuena, al caer la tarde, sale el muñidor tocando la caja y convocando a cabildo en casa del mayordomo, donde en lugar principal se ha colocado una cuna con una imagen del Niño Dios y al que todos los cofrades, según entran, hacen reverencia. Celebrado el cabildo, todos los hermanos, ataviados con sus antiguas capas de grueso paño, y acompañados de la caja, recorren las calles de la villa cantando villancicos. A esta ronda por el pueblo se le da el nombre de hacer las «rajas», y los villancicos que interpretan tienen un rancio sabor popular, como:
Cantemos, bailemos
y hagamos las rajas
que ha nacido el Niño Dios
esta noche entre las pajas.
Al día siguiente, temprano, asisten a misa en procesión, llevando a la cabeza la «mayordoma» la cuna del Niño. Terminada la misa, a las doce, tiene lugar una comida de hermandad que ofrece el mayordomo, para a continuación, en la plaza de la villa, al aire libre, en un tablado levantado al efecto, representar el Auto Sacramental. Momentos antes, un nuevo personaje entra en escena, es «la carantoña», o máscara burlesca, que recorre las calles del pueblo asustando a los niños, tal vez en recuerdo de la martirización de los Santos Inocentes. Terminada la representación, de nuevo en procesión con el Niño, vuelven a casa del mayordomo a celebrar el último cabildo y elegir a nuevos cofrades si hubiera lugar.
Es digno de mencionar la rica colección de Autos Sacramentales que posee la Cofradía, tanto por su antigüedad, habiendo manuscritos e impresos del siglo XVIII, como por su número. En algunos de estos libros, bastante bien conservados, se lee en las primeras páginas, escrito a lápiz, el haberse representado también en la localidad salmantina de Peñacaballera, datando el día y el año, lo que demuestra una relación entre ambas localidades y estas celebraciones. Relación mucho mayor tiene con la Cofradía también limada del Niño Dios, de la localidad verata de Pasarón, que también representa un Auto Sacramental el día de Navidad. Pero esta similitud es explicable al ser Pasarón localidad que estuvo bajo el señorío de los duques de Galisteo y donde también los Manrique de Lara dejaron huella de su amor a las artes, quedando en pie aún el palacio que levantara don Garcí Fernández Manrique de Lara III, duque de Galisteo.
VERA CAMACHO, Juan Pedro
«UN FABULISTA EXTREMEÑO»
Extremadura ha tenido y tiene grandes novelistas, poetas y artistas. Que nosotros sepamos, jamás había tenido un FABULISTA, hasta que apareció en escena el cace reño Juan José Velo Nieto, que bajo el seudónimo de «Veliso» -se lo brindo a mi amigo Fernández Serrano para su trabajo investigatorio sobre el tema- se atrevió a escribir dos libros de fábulas tan estupendos, que uno de ellos fue prologado por José María Cossío y otro por Evaristo Acevedo, ambos con dibujos de Galindo, y con un «laudo» acertado de Jardiel Poncela. Si Poncela, Acevedo y Galindo, tres de nuestros mejores humoristas modernos, colaboraron en los libros de Velo Nieto, es que éstos, sin duda, lo merecían y eran humorísticos también.
«FABULARIO BOREAL» y «FÁBULAS EDIFICANTES» son los títulos del fabulista extremeño, y veamos algo de lo que en los prólogos respectivos escriben los prologuistas: «Con este libro considero que Juan José Velo Nieto presta un gran servicio patriótico. Si las leen los ministros de la Vivienda y las altas jerarquías a sus órdenes, quizás se incremente el ritmo de la construcción en el país. Si meditan sobre ellas los representantes de algunas inmobiliarias, tal vez bajen algo el precio de los pisos. Y los descendientes de don Pelayo, que empezó a edificar la independencia hispana arrojando piedrecitas a la cabeza de los sarracenos, le quedarán agradecidísimos. Como he quedado ya tras la lectura de este fabulario. Evaristo Acevedo. Madrid, abril de 1970. Año del Sr. Urtain».
Y José María de Cossío dice en el otro prólogo: «Este halago he sentido leyendo las graciosas fábulas de Velo, tan llenas de vida e ingenio, y tan ingenuamente aleccionadoras… perfila sus relatos desinteresado de alojarlos en provincia alguna poética, y al dotar de vida a máquinas y herramientas y objetos mecánicos les encamina sin pensarlo al mundo de la poesía. Frente al ideal moderno de mecanizar la vida, Velo quiere dar expresión vital a la mecánica».
Efectivamente, en las fábulas de Velo Nieto, primorosamente rimadas, no hablan los animales, como es común en La Fontaine, Fedro, Esopo o Samaniego, sino máquinas y artefactos, cosa más difícil todavía, que Velo salva con su humorismo magistral, del que tenemos buena prueba los asistentes a la tertulia literaria de Madrid, en la que nos leyó un sainete que escribió sobre las Hurdes pleno de humor, en un viaje que hizo por allá con Dámaso Alonso. Jardiel Poncela escribió esto de las fábulas de Velo: «Ya que el autor solicita / en su volumen escrita / una glosa, como honrosa / resumen que glose el numen / de sus fábulas, lo gloso / diciendo que es FABULOSO /. Y no existe otro resumen / que honre más por elogioso / las fábulas de un volumen, / tan instructivo y jocoso».
La falta de espacio no nos permite insertar algunas de las fábulas maravillosas de Velo. Dedicados tengo sus dos libros, y con ello me honro.