Ene 082020
 

Manuel Jesús Ruiz Moreno.

Monfragüe o Monsfragorum, monte fragoso, monte abrupto, para el historiador Velo y Nieto es el nombre que le dieron los romanos a esta zona del norte de la provincia de Cáceres, que linda por su margen izquierda con el rio Tajo (VELO Y NIETO, 1968 : 349). Aunque según las investigaciones de Ramos Rubio, bien pudiera venir de la forma Mons fractus, que en la lengua leonesa evolucionó hacia la forma Monsfrag, como monte fracturado, un monte cortado por el rio Tajo, como puede observarse en la realidad (RAMOS RUBIO, 2016: 13). Esta zona estuvo habitada desde tiempos prehistóricos. Como así lo atestiguan los numerosos testimonios encontrados, en forma de pinturas rupestres y estelas funerarias decoradas, atribuidas a la Edad del Bronce y del Hierro (PULIDO, 1991: 72). En lo alto del picacho de 465 m. de altura parece que se construyó un pequeño reducto defensivo que se atribuye ya a la Edad del Bronce. Tras su posterior dominación por Roma, sus legiones debieron construir un punto de vigilancia aprovechando las construcciones anteriores. Al que añadieron otra atalaya al otro lado del rio Tajo, en el lugar que se conoce como Cerro de Gímio, con la intención de controlar un camino secundario al de la ruta de la plata, en opinión de Lavado Paradinas (LAVADO, 1985: 128).

Imagen nº1. Monsfrag o monte fracturado. Fotografía propiedad de Francisco Mateos Cotrina

Los árabes se asentaron construyendo una fortaleza que denominaron Al-mofrag, y es su poder estaría hasta una fecha comprendida entre los años 1165 y 1169. Periodo en el que habría sido tomado por un aventurero portugués llamado Geraldo Sempavor al servicio del rey Alfonso I de Portugal. Este guerrero efectuó unas conquistas espectaculares en la futura zona de expansión del reino de León. Tomando Cáceres, Montáchez y Trujillo, entre otras plazas de esta zona de la transierra leonesa (CARDALLIAGUET, 1988: 87). En 1169 Sempavor intentó el asalto a la ciudad de Badajoz, pero Martínez Díez es de la opinión que no contaba con las fuerzas suficientes para tomarla con un golpe de mano, por lo que debió pedir ayuda a su monarca para rendir la población. Alfonso I se presentó con los refuerzos necesarios, pero el rey de León, Fernando II, acudió en socorro de la ciudad, defendiendo su derecho a anexionar la población en fechas posteriores (MARTÍNEZ DÍEZ, 1995: 106) En esta acción los leoneses fueron apoyados por Fernando Rodríguez de Castro, noble castellano que se encontraba al servicio de los almohades. Señala Ruiz Gómez, en su estudio sobre las guerras y los pactos, que don Fernando Rodríguez procedía de la familia de los Castro, una de las familias más influyentes en las Coronas de Castilla y León en el siglo XII. Don Fernando “el Castellano” hubo de abandonar la Corte del reino de Castilla debido a los enfrentamientos con la familia de los Lara, a causa de la tutela del futuro rey Alfonso VIII. Razón por la que se desnaturalizó marchando a servir al reino de León. Pasándose después al servicio de los almohades. El ejercito combinado, venció a los portugueses, y sus líderes fueron tomados prisioneros. Para recuperar su libertad, los portugueses debieron entregar parte de sus conquistas. Recibiendo Fernando II la plaza de Cáceres, mientras el de Castro recibía las plazas de Montánchez, Trujillo, Santa Cruz y Monfrag (RUIZ GÓMEZ, 1996: 155).

Imagen nº 2. Tras la ofensiva de los almohades las fortalezas de Cáceres, Almofrag y Alcántara son tomadas por los musulmanes. Cortesía del grupo de recreación medieval Fronteros de Extremadura. Fotografía propiedad del autor

La Crónica Latina de Castilla lo refiere así: “Tunc et captus fuit Giraldo qui dicebatur sine Pavors et traditus in manus Roderici Castellani cui proliberatione sua dedit idem Giraldus Montanges, Turgellum, Sancta Crux, Monsfrague”. Territorio en el que formó un señorío independiente. Un año después, 1170, los almohades realizan una campaña contra el reino de Castilla, razziando la vega del Tajo, llegando hasta la ciudad de Toledo. Ello provocó una gran alarma en este reino y en los vecinos de León y Portugal. Ante esta situación de peligro Fernando II intentó fortalecer con guarniciones fiables las nuevas plazas adquiridas en primera linea de frontera. Y con el apoyo de Fernando Rodríguez de Castro y Armengol VII de Urgel, ambos caudillos aliados de rey de León, se creó una hermandad armada con sede en Cáceres. Lugar del que toma su nombre “Fratrum de Cáceres”o,”militum de Canceris”, según aparece en la documentación de la época. Documentos recogidos por el profesor Martín Rodríguez en el apéndice documental de su estudio “Los orígenes de la Orden Militar de Santiago” el 1 de agosto de 1170, según el Calendario de Uclés, la Ordinem de Cáceres comienza a andar bajo el mando de un maestre, Petro Fernandi (Pedro Fernández). Con la finalidad de luchar contra el infiel y defender la cristiandad. A imitación de otras Órdenes militares ya existentes, como los templarios y los calatravos (MARTÍN, 1974: 7). Siguiendo la investigación de Martín Rodríguez sabemos que al años siguiente el arzobispo de Santiago de Compostela se interesa por los fratres y firma con ellos un acuerdo de hermandad acogiéndolos bajo su protección. En febrero de 1171 los caballeros de Cáceres pasan a convertirse en los Caballeros de Santiago, nombre por el que serán conocidos desde entonces y tomando como enseña una espada roja. Entre los primeros bienes donados por el rey leonés a la nueva Orden de Santiago, en ese mismo año (1171) encontramos la fortaleza de Almofrag, “castillo situado a orillas del Tajo, en la frontera musulmana”. Firmando como confirmante Fernandus Roderici, propietario de este castillo en aquellos momentos, lo que nos verifica el apoyo del “Castellano” a esta nueva cofradía militar (MARTÍN, 1974: 17). Entre los primeros miembros de la Orden de Santiago encontramos al Conde Rodrigo Álvarez de Sarria, noble leonés perteneciente a una acaudalada familia de Lugo. Al que se le nombra comendador mayor de la Orden. Sus buenos contactos con el reino portugués harán revertir grandes beneficios a los santiaguistas, como anota el historiador Velo y Nieto en su estudio “La Orden de Caballeros de Monsfrag”. Entre ellos la donación del rey Alfonso de Portugal a la Orden de Santiago de los castillos de Abrantes y Monsanto con la expresa condición de que “los había de poseer el comendador Don Rodrigo y no otro alguno” (VELO Y NIETO, 1950: 42). Sobre las mismas fechas, opina Lavado Paradinas en “El castillo de Monfragüe y la Orden de Montegaudio”, Rodrigo Álvarez podía haber estado al cargo de la custodia del castillo de Monfragüe por parte de la Orden de Santiago (LAVADO, 1985: 130). Pero poco duraron esas posesiones en manos de los caballeros de Santiago. Las treguas entre el reino de León y los almohades se terminan en el verano de 1174. Momento en el que aprovecharon los musulmanes para lanzar una ofensiva contra el territorio leonés. Las fecha de la caída de las plazas de Cáceres y almofrag en manos de los musulmanes es muy discutida. Unos dicen que fue en 1173 (MUÑOZ, 1974: 66). Otros como el profesor Huici Miranda, Navarro del Castillo y Mota Arévalo piensan que fue en 1174. Atendiendo a este criterio sabemos que el 3 de septiembre del citado año (1174), parte de Sevilla una expedición bajo el mando de Abu Hafs, hermano del Califa, con destino a Ciudad Rodrigo (HUICI, 2000: 272). En dicha expedición no se lograría conquistar la citada población, pero en el camino de vuelta arrasarían y tomarían otros puntos fuertes como fueron Alcántara, Cáceres y Almofrag. Cáceres como ciudad en la que estaba asentado el convento principal de la Orden de Santiago, fue la población que más resistencia opondría a los almohades, y en la que caerían la mayor parte de sus caballeros (NAVARRO, 1980: 298). Momento en el que las diferencias entre los supervivientes de la Orden de Santiago y el rey Fernando II provocaría la ruptura de relaciones entre ambos. Por lo que la Orden de Santiago pasaría a fundar su nuevo convento matriz en el reino de Castilla. La villa de Uclés donada por el rey Alfonso VIII tiempo antes, en enero de 1174, se convierte en el cuartel general de los caballeros santiaguistas (MOTA, 1962: 27). Pero en este tiempo, ocurrió un hecho que daría mas tarde origen a la Orden de Monfragüe. El enfrentamiento entre Rodrigo Álvarez y el resto de sus miembros con motivo de las divergencias en la forma de organizarse los santiaguistas. Sabemos ya de las primeras desaveniencias del conde Rodrigo, desde los primeros pasos con los fratres de Santiago,cuando expresó en un documento su deseo de entrar en la Orden del Temple si abandonaba sus votos con los santiaguistas (GONZÁLEZ, 1960: 584). Pero es a finales de 1173 o principios de 1174, cuando Rodrigo Álvarez lleva a cabo su separación efectiva de la Orden. Aprovechando la estancia del legado papal, el cardenal Jacinto, en el reino de León, Rodrigo se entrevistó con él y le pidió salirse de la Orden de Santiago y fundar una nueva Orden más estricta (LOMAX, 1965: 46). Y en la que no se aceptara el matrimonio a sus miembros, como ocurría en la de Santiago (FOREY, 1994: 251) Deseo que le fue concedido por el Cardenal y mientras se procedía a su aprobación se confinó con sus seguidores en otro lugar. Quizás el castillo de Abrantes, señala Julio González, para seguir la regla cisterciense (GONZÁLEZ, 1960: 585). En los primeros momentos la Orden no aparece con denominación alguna en los documentos que se la relacionan (AYALA, 2003: 103). Solo sabemos que el papa Alejandro III confirma lo acordado, en diciembre de 1175 (FOREY, 1994: 251) y que le prohibe admitir a antiguos miembros de la Orden de Santiago, así como recibir castillos y villas que pudieran ser fuente de discordia entra ambas órdenes (GONZÁLEZ, 1960: 585). Tomando como enseña una cruz: la mitad blanca y la mitad roja. Símbolo impuesto por el abad del Císter que los había acogido (GONZÁLEZ, 1960: 585). Buscando nuevos reinos en los que guerrear sin tener problemas con los santiaguistas marchó hacia Aragón. Reino donde sabemos que la nueva Orden ya contaba con algunas donaciones concedidas previamente por el rey aragonés Alfonso II, en julio de 1174, tales como la recién conquistada fortaleza de Alfambra (FOREY, 1994: 252). Siendo en este lugar en el que el monarca quiso que fijaran su convento principal. Razón por la cual comenzó a conocerse como Orden de Alfambra (MARTÍNEZ, 2002: 44).

Imagen nº 3. Fortaleza de Alfambra, primera posesión de la Orden de Montegaudio en el reino de Aragón. Fotografía propiedad del autor

La cesión de dicho territorio a la nueva orden recién fundada, puede haber sido debida a los intentos del rey de Aragón de desvincularse del apoyo de las Órdenes Militares internacionales como el Temple y el Hospital. Órdenes que podían perseguir unos objetivos distintos a los de la Corona. Con estas donaciones, Forey es de la opinión de que el rey Alfonso II trataba de asegurarse una ayuda en la defensa de sus fortalezas fronterizas poniéndolas en la mano de una orden más pequeña, y por lo tanto mas manejable que la del Temple (FOREY, 1994: 252). También podemos pensar que esta donación podía estar influida por la presencia del cardenal Jacinto que estaba en este reino desde principios de 1174. Ya que sabemos que el delegado papal se encontraba en enero de dicho año en Zaragoza, para asistir al matrimonio del rey Alfonso II con la infanta Sancha de Castilla (RODAMILANS, 2018: 950). La Orden siguió creciendo en la Corona de Aragón, pero el conde Rodrigo poco tiempo permaneció en dicho reino, pues se sabe que marchó a Tierra Santa, sobre 1176. Allí adquirió una propiedad en el un monte cercano a Jerusalén. Éste punto era el primer lugar desde donde se veía la ciudad. Por lo que se lo conocía como “Monte del gozo”, Monte Gaudio, Monte de la alegría o Montjoy (GONZÁLEZ, 1960: 585). A partir de ese momento la orden asumió el nombre de “Militia Sanctae Mariae Montis Gaudii de Jerusalem”, es decir, Milicia de Santa María de Montegaudio de Jerusalén (MARTÍNEZ, 2002: 45). No está claro si ya había algún tipo de fortificación en dicho monte, o lo construyeron los hombres del Conde Rodrigo, lo cierto es una bula Papal fechada en 1180 indica que el citado Conde estaba construyendo una capilla en aquel lugar y que en la fecha de expedirse la bula, el templo no estaba terminado (FOREY, 1994: 253).

Imagen nº 4. Reconstrucción de ermita de Monte Gaudio. Cortesía del grupo de recreación medieval Fronteros de Extremadura. Fotografía propiedad del autor

Conocemos de la existencia de algunas donaciones en octubre de 1176 y junio de 1177 por parte de Reinaldo de Chatillon, y confirmadas por el rey de Jerusalén, Balduino IV. Concesiones con la condición de que Rodrigo y sus compañero luchasen de forma continua contra los infieles desde las nuevas fortalezas entregadas (FOREY, 1994: 253). También recibió otras donaciones por parte de Guillermo de Monferrat, la princesa Sibila y el Prior del capítulo del Santo Sepulcro (JASPERT, 2005: 84). Pero pese al número importante de donaciones, el alistamiento a la Orden de Montegaudio debió tener poco éxito. Pues en noviembre de 1180 Rodrigo consigue del Papa un privilegio en el que se le permitía aceptar como hermanos de su orden a vascos, aragoneses y demás brabanzones, siempre que hubieran nacido libres y hubieran sido absueltos de sus crímenes y pecados. Esto es, mercenarios y carne de horca que solo podían redimirse ingresando en una orden militar, como apunta el profesor Alain Demurger (DEMURGER, 2005: 70).

Imagen nº 5. Caballeros de Montegaudio entrenando. Cortesía del grupo de recreación medieval Fronteros de Extremadura. Fotografía propiedad del autor

Durante estos años la Orden siguió acumulando donaciones, tanto en en Tierra Santa, Italia, Aragón, Castilla y León. Años en los cuales el maestre Rodrigo realizó varios viajes visitando sus posesiones. En 1182 el rey Alfonso VIII dona mediante documento fechado el 15 de diciembre en Median de Rioseco a la Orden de Montegaudio la población de Villaviudas en el valle de Balna, entre Tablada y Reinoso (González, 1960: 827) Para el profesor Rodríguez-Picavea, la orden de Montegaudio fue la primera milicia hispánica en tener posesiones en el Oriente Latino. Pero anota que aunque la denominación avocara al convento en el monte del gozo, la realidad es que el cuartel general efectivo de la orden, seguía siendo la fortaleza de Alfambra (RODRIGUEZ-PICAVEA, 2008: 97). En otoño de 1186, el profesor Carlos de Ayala anota que se produce el primer intento de anexión de la orden de Montegaudio por una orden mayor, en esta caso la del Temple. La iniciativa partió de Fr. Pedro de Ciliis, comendador de Alfambra (AYALA, 2003: 105). Dicho comendador ofreció al maestre provincial del Temple todas las fortaleza y propiedades de la Orden en Aragón, Castilla y Galicia (GONZÁLEZ, 1960: 586). Operación que a decir de Martínez Diez fue abortada por el propio maestre y la no conformidad del rey de Aragón que se opuso a dicha incorporación (MARTÍNEZ, 2002: 45). En este tiempo de crisis interna de la orden de Montegaudio, un suceso dio otra vuelta de tuerca a la situación crítica de la misma. En julio de 1187 se produce la batalla de Hattin, entre los cruzados y las tropas de Saladino. Enfrentamiento en el que, en opinión de Terence Wise en su estudio “The knights of Christ” participó un pequeño destacamento de la Orden de Montegaudio, muriendo todos en el combate (WISE, 1993: 31).

  

Imagen nº 6. Recreación de la batalla de Hattin. Cortesía de Silverio Fernández

A los sucesos dramáticos de la toma posterior de Jerusalén por parte de los musulmanes, en octubre del mismo año, y la probable pérdida de todas las posesiones de los montegaudios en Tierra Santa, se unió la muerte del maestre Rodrigo, ocasionando una pérdida de rumbo de citada milicia, y una vuelta a las posiciones de partida en la fortaleza de Alfambra (MARTÍNEZ, 2002: 45). Pero el rey Alfonso II no estaba por la labor de ceder ante los templarios, e intentó revitalizar a la orden de Montegaudio, que aún conservaba esa denominación, con la donación en diciembre de 1187 del castillo de Villel, situado al sur de Alfambra (FOREY, 1994: 257). Ante el vano intento de sacar a la orden adelante, y hallándose ésta sin maestre efectivo desde la muerte del Conde Rodrigo; el rey aragonés dispuso en octubre de 1188 que se crease una nueva Orden militar denominada “Del Santo Redentor”. Orden en la que se unirían los efectivos y bienes de una orden hospitalaria, fundada poco tiempo antes en Teruel, para la caridad y la redención de cautivos, llamada “el Hospital del Santo Redentor”; con la Orden de Montegaudio. Documento de fusión en el que la Orden de Montegaudio es denominada también como Orden de Alfambra. Confirmando dicho acuerdo Rodrigo González comendador de la Orden en Castilla y Juan García comendador de Alfambra. (GONZÁLEZ, 1960: 587). Pero la nueva Orden no nacía con buen pie, las disensiones entre los miembros hospitalarios y los militares pronto se hicieron patentes. Además surgió la lucha por el poder entre las facciones castellanas-leonesas y las aragonesas, por lo que Alfonso II decidió en 1196 fusionar a la Orden del Santo Redentor en Aragón a la Orden del Temple (MARTÍNEZ, 2002: 45). El 29 de abril de 1196 Fralino de Luca con el título de maestre de Montegaudio y del Santo Redentor y de Alfambra hace entrega al Temple de todos los castillos y tierras pertenecientes a su Orden en la Corona de Aragón. González anota que esta medida no fue aceptada por los miembros castellano y leoneses de la Orden, que acudieron a exponer su caso al Papa Inocencio III, para evitar esta anexión. La investigación de esta reclamación se inicia en Roma en 1198. Entre tanto los templarios leoneses, siguiendo las directrices de sus hermanos de Aragón, ocupan todas las posesiones de los montegaudios en ese reino (GONZÁLEZ, 1960: 588). Mientras se suceden estos acontecimientos en el reino de Castilla se esta produciendo una gran ofensiva almohade que está arrasando el territorio defendido por los freires de Trujillo. Tras la batalla de Alarcos en 1195 los musulmanes van a explotar esta gran victoria dirigiendo un ataque contra los castellanos. Partiendo de Sevilla el 15 de abril de 1196, los almohades van a arrasar y tomar el flanco occidental del reino castellano. Lo cuentan los Anales Toledanos de la forma siguiente: “Priso el Rey de Marruecos a Montachez, e Santa Cruz e Turgiello e Placença e vinieron por Talavera e cortaron el Olivar e Olmos, Santa Olalla e Escalona e lidiaron Mqueda e non la prisieron e vinieron cercar Toledo e coertaron las viñas e los arboles”. Trujillo no sería recuperada por los castellanos hasta 1233, pero Plasencia si, en ese mismo año se 1196 (RUIZ, 2015:82). Ante esta situación tan crítica para el reino castellano, Alfonso VIII vería con muy buenos ojos la implantación en su territorio de los miembros castellanos de la Orden de Montegaudio, y seguramente en ese mismo años de 1196, les donase el castillo de Monfragüe. Castillo cercano a Plasencia que ya había pertenecido a la Orden de Santiago siendo comendador el conde Rodrigo Álvarez y que también se habría recuperado junto con la anterior ciudad (GONZÁLEZ, 1960: 589). La nueva Orden creada eligió como maestre a Rodrigo González, líder de la disidencia contra la rama de los Montegaudio aragoneses, tomando el nombre de Orden de Monfragüe o Monfrag. Por ser este castillo el lugar donde asentaron su convento principal (VELO Y NIETO, 1950: 72).

Imagen nº 7. Castillo de Monfragüe. Fotografía propiedad de Francisco Mateos Cotrina

A ella seguramente podrían haberse unido algunos miembros supervivientes de la Orden de Trujillo. Ya que todas las posesiones de los trujillenses habían sido desmanteladas en la ofensiva almohade, y ambas estaban bajo la regla cisterciense. A esta razón puede obedecer los testimonios de algunos investigadores como Publio Hurtado en su libro dedicado a los castillos y torres de la provincia de Cáceres (HURTADO, 1989: 181), Ponz en sus libros de viajes por Extremadura (PONZ, 1983: 156) y Naranjo Alonso en su publicación sobre Trujillo y sus monumentos, en los que se expresa una relación de anexión o pertenencia entre los trujillenses y los de Monfrag. (NARANJO, 1983: 75). Incluso la Enciclopedia de la Religión Católica en el apartado dedicado a la Orden de Monjoie dice que después de la caída de Jerusalén, los miembros de esta Orden se refugiaron en Europa, donde el rey Alfonso IX de León les entregó los castillos de Monfrac y Trujillo. Pero al poco tiempo bajo dichas denominaciones formaron dos Órdenes distintas. La ocupación por parte de los caballeros del castillo de Monfragüe debió implicar remodelaciones en el mismo para reforzar su defensa y amoldarse a la nueva situación de ser el convento principal de esta Orden. Ya que, según la opinión de Lavado Paradinas, debía encontrarse en malas condiciones tras el paso de la ofensiva musulmana ese mismo año. Sería en aquellos años cuando se construiría la torre redonda que actualmente puede observarse en el lado oriental, así como el recinto defensivo que protege a dicha torre, incorporando además un aljibe, situado entre los muros del primer y segundo nivel de defensa de la fortaleza. Siendo la torre pentagonal que ahora se observa, de construcción posterior a su dominio por los caballeros de Montfragüe. Probablemente del siglo XV, cuando el castillo estaba ya en poder de familias nobiliarias de Plasencia (LAVADO, 1985: 133).

Imagen nº 8. Torre del castillo de Monfragüe, posiblemente construida por los caballeros de Montegaudio. Fotografía propiedad del autor

Las concesiones del rey y particulares a la Orden de Monfragüe se sucedieron durante los años siguientes. En enero de 1197 unas rentas sobre las salinas de Talavera. En junio de 1206 una heredad en Magán. Las Diffiniciones de la Orden y Cavallería de Calatrava conforme al Capítulo General celebrado en Madrid, año de MDCLII dice así: “A vos Don Rodrigo González Maestre de Monfrac, de la Orden de Montegaudio”. En 1210 los de Monfragüe debían tener en su poder la villa de Segura, pues es permutado por otros bienes a petición del rey Alfonso VIII de Castilla, según aparece en la publicación de Zapater: “El Cister militante en la campaña dela iglesia contra la Sarracena furia” (ZAPATER, 1662: 220). En cuanto a la ubicación de esta villa de Segura hay criterios dispares. Publio Hurtado menciona tres fortalezas que llevaron el nombre de Seguras en la provincia de Cáceres: una cerca del municipio de Cáceres, que junto con una torre perteneció a la familia de los Mogollones; otra cerca de la villa de Alcántara; y la tercera junto al pueblo del mismo nombre entre Plasencia y Hervás. Según el citado autor, esta última fortaleza perteneció a los templarios (HURTADO, 1989: 87). Marciano de Hervás en sus apuntes históricos sobre los orígenes de la población de Hervás anota que según la documentación consultada por él en el Archivo Histórico Nacional, la permuta de Segura haría alusión a Segura de la Sierra en la provincia de Burgos (MARCIANO MARTÍN, 1060: 1999). Personalmente nos decantamos por la ubicación señalada por Julio González en su estudio sobre la repoblación de Castilla la Nueva, en la que hace mención que la población de Segura, junto con la de Oliva, se situaban en el camino de Plasencia a Salamanca (GONZÁLEZ, 1975: 295).

Imagen nº 9. Aljibe del castillo de Monfragüe. Fotografía propiedad de Francisco Mateos Cotrina

Confirmando con Hurtado que dicha denominación sería la actual Segura de Toro. Pero el pleito con los templarios continuaba y éstos seguían insistiendo en adueñarse de todos los bienes que habían sido de la Orden de Montegaudio. Por ello los caballeros de Monfragüe buscaron un aliado entre las Órdenes militares de obediencia cisterciense, la Orden de Calatrava (GONZÁLEZ, 1960: 590). En este tiempo de incertidumbre para el futuro de la Orden, el rey Alfonso VIII realizó en 1212 una incursión en territorio almohade buscando el enfrentamiento directo con los ejércitos musulmanes, e intentar vengarse de la derrota de Alarcos de 1195 (RUIZ, 2015: 86). El combate entre castellanos y almohades se llevo a cabo en las Navas de Tolosa y se convirtió en una de las mayores victoria de las armas cristianas contra los musulmanes. En palabras del arzobispo Jiménez de Rada, recogidas por el profesor García Fitz en su estudio sobre la citada batalla: “Todas las Órdenes Militares, tanto las hispánicas como las internacionales con intereses en Castilla, estuvieron presentes en las Navas” (GARCÍA, 2005: 198). Por lo que no es aventurado pensar que aunque con pocos miembros en su haber, y aunque ninguna crónica haga referencia a la presencia de caballeros de Monfragüe en dicha batalla; la afirmación del arzobispo, y las condiciones de apoyo incondicional que debieron mantener los citados caballeros a aquel que había sido su benefactor, el rey castellano Alfonso VIII haría posible que miembros de la Orden de Monfragüe luchasen por su rey en dicha batalla. Siguiendo a García Fitz en su citada investigación sabemos que a pesar de la escasa información que nos ha llegado sobre los contingentes de las Órdenes Militares participantes en dicha batalla, el citado autor sugiere que debieron emplearse a fondo y que pagaron un alto precio en vidas humanas. Información que se puede deducir de la posición que ocuparon en el orden de batalla: el núcleo central del ejército castellano, una de las posiciones más expuestas; así como la muerte en batalla o a consecuencia de ella, de muchos de los máximos dirigentes de las Órdenes Militares que se allí se personaron, como el maestre de Santiago, del Temple y el de Calatrava (GARCÍA, 2005: 199). Observaciones que nos permiten lanzar la hipótesis de que si los calatravos estaban en primera línea de la batalla de las Navas de Tolosa, sus protegidos de Monfragüe no debieron estar muy lejos, seguramente encuadrados en sus filas. Consecuencia muy importante para la supervivencia de los de Monfragüe, porque aunque se había conseguido la victoria para el lado cristiano, con la pérdida de los milites de Monfragüe en dicha batalla, la Orden estaba abocada a una pronta desaparición.

Imagen nº 10. Recreación de la batalla de las Navas de Tolosa. Fotografía propiedad de Silverio Fernández.

En el capítulo general de la Orden del Císter llevado a cabo en 1215, se estudió el caso entre el Temple y los de Montegaudio y se consideró que la acción mas beneficiosa debía ser la incorporación de la Orden de Monfragüe a la de Calatrava. Pero esta indicación de integración en los calatravos no fue aceptada por una parte importante de los caballeros de Monfragüe, y se mantuvieron independientes. Pruebo de ello es que siguieron recibiendo donaciones, como la recibida pos su maestre Rodrigo Bermúdez en 1218 del castillo de Miravete, ubicado entre Albalat y Trujillo. Fortaleza cedida por el concejo de Plasencia (RODRIGUEZ-PICAVEA, 2008: 100).

Imagen nº 11. Restos de la fortaleza de Miravete, donada a los caballeros de Monfragüe. Fotografía propiedad del autor

En 1221, el rey de Castilla Fernando III decide terminar con esta situación sancionando que todos los bienes de la Orden de Monfragüe pasen a Calatrava “Considerans etiam penuriam, et annulationem ordinis de Montfrag, qui licet quodam magnus fuerit, aminiculo indiget iam externo istum in dictum Calatravensem ordinem and Christi serviti augmentum cupies commutarii (…) Dono itaque Deo ordini et magistro et tratibus supradictis castellum de Montfrag cum omnibus gragiis et petinentiis suis” (AYALA, 2003: 107). Pero de nuevo algunos freires de Monfragüe se negaron a la asimilación y mantuvieron su autonomía, reivindicando sus derechos ante la Santa Sede. Ésta, tras una larga deliberación, consensuó en junio de 1234 que las reclamaciones de los de Monfragüe estaban bien fundamentadas y que podían seguir siendo independientes. Pero la decisión real no fue revocada y la Orden de Monfragüe desapareció (FOREY, 1994: 265). Sus escasos miembros y los bienes inmuebles que les quedaban fueron asimilados por la Orden de Calatrava (RODRIGUEZ-PICAVEA, 2008: 100).

Bibliografía

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Ene 052020
 

Dr. Juan Carlos Rodríguez Masa.

juancarlosrm@unex.es

Introducción

Los campesinos de nuestra geografía otorgan a San Antonio Abad el patronato de los animales, pero esto no siempre fue así. Nada en su hagiografía hacía presagiar su abogacía especial. Su historia de vida fue escrita en griego, alrededor del año 375, por San Atanasio de Alejandría y, posteriormente, traducida al latín por Evragio de Antioquía e irradiada por todo el Occidente medieval. Efectivamente, su hagiografía presenta la figura de un hombre que crece en santidad, y lo convierte en modelo de piedad cristiana.

San Antonio Abad, según la Vita Antonii de San Atanasio, nació hacia el año 251 en la aldea de Coma (hoy Quaeman-el´Arous)[1], al sur de Menfis (Egipto), de padres campesinos y acaudalados. Según cuenta la leyenda, en una Misa resonaron en él estas palabras de Jesús: “si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres”. Por ello, al morir sus padres vendió todos sus bienes, donó el dinero a los pobres y se consagró a la vida eremítica. De esta manera San Antonio Abad se convirtió en uno de los iniciadores de las comunidades de monjes en la historia del cristianismo, que luego se fueron extendiendo por todo el mundo y que siguen existiendo en nuestros días. Durante su vida de anacoreta, en los desiertos de Nitria y Scete (Bajo Egipto), fue atormentado y tentado por el demonio, quien le ofreció riquezas y placeres, a los que San Antonio respondió con un incremento de sus oraciones y penitencias.

San Antonio Abad falleció en el año 356, probablemente a los 105 años de edad. Fue sepultado por sus discípulos en un lugar secreto, siendo su cuerpo milagrosamente hallado dos siglos más tarde. Sus restos fueron desenterrados en el año 561, durante el gobierno del emperador Justiniano. Según cuenta una leyenda, popularizada en el siglo XV por una traducción del latín al francés de Pierre de Lanoy, el obispo Teófilo habría descubierto el cuerpo de San Antonio Abad envuelto en una túnica de fibras de palma que le habría regalado San Pablo ermitaño. En el año 663, con motivo de la revuelta del pueblo egipcio contra el emperador Heraclio, los restos fueron trasladados a la iglesia San Juan Bautista de Constantinopla.

En el 1070, las reliquias del Santo Ermitaño, procedentes de Oriente, son trasladadas desde Bizancio a Francia a manos de un caballero francés llamado Jocelyn, Señor de Castronovo, Albenciano y la Mota de San Desiderio, quien había estado luchando como cruzado en Constantinopla, allí las recibió de manos del emperador como regalo por los servicios prestados tras su viaje a Tierra Santa. El interés de este caballero francés por conseguir las reliquias de Antonio el Ermitaño, es debido a la curación del mismo, al parecer por intercesión directa del Santo tras ser gravemente herido durante una batalla. Dichas reliquias se colocaron inicialmente en la Iglesia Parroquial de Santa María, localizada en la Villa de San Desiderio. En el 1074, las reliquias del Santo se trasladaron a la nueva Iglesia de Mota “Motte Saint-Didier” (Vienne, Francia), construida para este fin, y donde se conservan hasta la fecha.

En aquel tiempo y lugar de la llegada de las reliquias de San Antonio Abad a Francia, entre 1085 y 1095, una epidemia misteriosa denominada “ignis sacer”, “fuego sagrado” o “mal de los ardientes”, asoló las regiones de Europa medieval. Dicha epidemia fue descrita por las crónicas como una extraña enfermedad, concebida como castigo divino por sus profundos estados alterados de conciencia y cuyos síntomas, similares a la lepra en su fase más avanzada, consistían en fuertes dolores en brazos y piernas. Los afectados acudían a la iglesia donde se veneraban las reliquias de San Antonio Abad invocando su intercesión, pues la popularidad de este Santo taumaturgo era conocida de Oriente a Occidente por la Vita Antonii. Uno de los afectados por el “Fuego de San Antón” fue el hijo de un noble delfines[2] llamado Gastón de Valloire, que ante la gravedad de su hijo, prometió al Santo que si éste sanaba fundaría un hospital, anejo a su iglesia de la ciudad, para la atención de afectados y mendigos, dando origen a la Orden Hospitalaria de San Antonio Abad, llamados popularmente Antonianos.

A partir del siglo XI, fue cuando su fama milagrosa, como sanador, se extendió entre el pueblo mediante la Orden Hospitalaria de los monjes Antonianos. Desde aquellos remotos e iniciales tiempos de la fundación de la Orden por Alfonso VII en 1146 y hasta 1787, año de su supresión, transcurrieron casi seis siglos y medio, donde miles de peregrinos fueron testigos de la hospitalidad y fervor de unos monjes entregados a los pobres y desfavorecidos.

La Iglesia, en su interés por transmitir a los fieles el ejemplo de santidad que había llevado a cabo este “cristiano ejemplar”, encargó a los mejores artistas representar sobre lienzo la “Vida” de este ilustre monje anacoreta. Así pues, las “Tentaciones de San Antonio Abad” han sido motivo de inspiración de los artistas desde el Renacimiento, y continúan siéndolo hasta la actualidad. Basta recordar algunos de los artistas más significativos que han llevado el tema al lienzo, como Fra Angelico (1395-1455), Joan Reixach (1411-1484), Jheronimus Bosch “El Bosco” (1450-1516), Quinten Massys (1466-1530), Juan de la Abadía el Viejo (1470-1498), Joachim Patinir (1480-1524), Fray Juan Bautista Maíno (1581-1649), Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599​-1660), David Teniers (1610-1690), Francisco Rizi (1614-1685), Francisco de Goya (1746-1828). Y entre los pintores más modernos, Cézanne (1839-1906), Diego Rivera (1886-1957), Max Ernst (1891-1976) y Salvador Dalí (1904-1989) han seguido esta tradición y, de una forma sorprendente, pusieron de actualidad las “tentaciones” del Santo anacoreta de los desiertos de la Tebaida. Un importante número de estas piezas, pertenecientes a distintas técnicas, épocas y estilos, se exponen en las salas del Museo Nacional del Prado de Madrid.

  1. San Antonio Abad. Un Santo viejo[3] muy actual

Los habitantes de nuestra geografía otorgan a San Antonio Abad, o San Antón[4], el patronato sobre los animales y señor del fuego, pero esto no fue así desde el principio, donde la devoción resulta más próxima a los cánones eclesiásticos que a los que se suponen populares. La devoción a San Antonio Abad, por popular que pueda llegar a ser, tiene como referencia una serie de motivos proporcionados y difundidos por las narraciones eclesiásticas. Para conocer la vida de San Antonio Abad, también conocido como Antonio El Grande o El Magno[5], y más popularmente como San Antón, estudiaremos su hagiografía[6], tomando como texto fundamental para la composición de este apartado La Vida, obra del insigne patriarca San Atanasio de Alejandría[7].

La Vida[8], escrita en griego, fue compuesta a mediados del siglo IV (pocos años después de la muerte de San Antonio) y posteriormente traducida al latín por Evragio de Antioquía[9] y difundida por todo el Occidente medieval[10]. Dicha obra hace dudar de la historicidad del personaje por la veracidad histórica del contenido[11], pero, a pesar de lo creíble, o no, de sus hechos, lo que parce indiscutible es el gran impacto que San Antonio ejerció en la devoción popular medieval[12].

 

 Imagen I. San Antonio Abad

Reixach, Joan

Temple sobre tabla, 91 x 64 cm.

Hacia 1450 – 1460

Madrid, Museo Nacional del Prado[13].

Toda la cronología se basa en la hipótesis de que las fechas en La Vida son correctas. Esta obra fue la fuente principal utilizada por Santiago de la Vorágine[14] para redactar su Leyenda Dorada en año 1478. La influencia de la Leyenda Dorada en la cultura occidental es un hecho incuestionable, sus traducciones y ediciones hispanas son las denominadas Flos Sanctorum o libros de las vidas de los Santos, entre las que sobresalen las forjadas por El Padre Pedro Ribadeneira[15] y el Maestro Alonso de Villegas[16].

 

 Imagen II. San Antonio Abad meditando

Lodi, Giovanni Agostino da

Óleo sobre tabla, 42,5 x 30,5 cm.

Hacia 1510

Madrid, Museo Nacional del Prado[17].

En los Flores Sanctorum de Villegas y Ribadeneira[18] la vida de San Antonio Abad está presente. En la traducción de Villegas, de finales del siglo XVI, aparecen algunas novedades en la vida, milagros y hechos prodigiosos atribuidos a San Antonio Abad como es la Tau y el cerdo de su iconografía[19]: “… el Tao con que pintavan á este Santo, denota, que por virtud de la Cruz alcanço vitoria de los demonios. Pintanle tambien á sus pies un puerco con una capanilla: y es la razon, porque en Francia, teniendose devocion grande con S. Antonio, por estar alli su cuerpo, acostumbraran en todas la piaras, y crias de puercos, señalar uno, poniendole una campanilla, para ofrecerle cierto dia; y estiman en tanto aquel puerco, que si le hurtan, sienten mas su perdida, que si les fuesen hurtados otros muchos; y este es el que pintan junto al Santo…”[20].

 

Imagen III. Las tentaciones de San Antonio Abad

El Bosco

Óleo sobre tabla de madera de roble, 73 x 52,5 cm.

Hacia 1510 – 1515

Madrid, Museo Nacional del Prado[21].

Otro repertorio bastante completo de los sucesos relacionados con la vida de San Antonio Abad son las obras de Blas Antonio de Ceballos, denominadas: Libro nuevo, Flores sagradas de los yermos de Egypto, publicada en Madrid en el año 1686; Flores del yermo, pasmo de Egipto, asombro del mundo, sol del occidente, portento de la gracia: Vida y milagros del grande San Antonio Abad, publicada en Madrid en 1779. Ceballos nos habla de las vueltas que los labradores daban a la Iglesia para proteger a sus animales[22], costumbre que ha llegado hasta nuestros días[23].

Los elementos contrastados y acentuados por las diversas fuentes, muestran a San Antonio con un comportamiento bien definido: “…reservado, silencioso, pero ardiente y apasionado en sus esfuerzos, tenaz y constante en sus proyectos, dotado de un gran equilibrio, afable, afectuoso y fiel en la amistad, siempre alegre, desde el momento en que sus visitantes veían su mirada. En definitiva, un hombre de gran voluntad y serenidad, pero, a la vez, un teólogo…”[24].

  1. Hagiografía de San Antonio Abad: padre del cenobitismo, anacorismo y ascetismo

2.1. Nacimiento y juventud

San Antonio, venerado por la iglesia como patriarca de los cenobitas, esto es, de los religiosos que viven en comunidad bajo un mismo convento y una misma regla, nació a mediados del siglo III en una aldea del Egipto. El lugar y fecha de nacimiento de San Antonio son inciertos, ya que existen discrepancias entre los diversos autores. En lo referente al lugar, la opinión más extendida, suele citar como lugar de origen la aldea de Coma (Kiman-el-Arus), cerca de Heracleópolis Magna en Fayum, en el Egipto Medio. En lo referente a la fecha de nacimiento, El Santo, habría nacido entre los años 250 y 260[25]:“…el hijo fue nuestro Padre San Antonio, que nació, según escrive San Geronymo, y Sozomeno, (i) año de doscientos y cincuenta y tres, ó cinquenta y quatro, siendo Summo Pontifice Fabiano, y Emperador de Roma Decio, cruelísimo perseguidor, que fue de la Iglesia. Y es de advertir, que por escusar prolijidades, no descrivo las varias opiniones, que hay entre los Autores, acerca de el Lugar, y año fixo en que nació…”[26]. San Atanasio plasma en La Vida la fecha de muerte del Santo en el año 356[27], el cual: “…tenía en esa fecha ciento cinco años de edad…”[28], según esto, San Antonio nació en el año 251[29].

San Antonio, según su hagiógrafo San Atanasio, fue egipcio de nacimiento y sus padres eran cristianos acomodados[30]: “…Fue San Antonio natural, y tuvo su origen de una Provincia de Egypto llamada en lengua Arabiga, Layde, de una Ciudad llamada Laytun; el nombre de su Padre era Bpeahex, y de Su Madre Gabix; los quales eran Nobles, no solamente de linage, sino tambien de costumbres, eran en fin buenos Christianos, y tenian singular devocion al Arcangel S. Miguel; eran muy ricos en rentas, heredades, y davan la mayor parte de sus cobranzas, y frutos por amor de Dios á los pobres…[31].

San Antonio, tras la muerte de sus padres, heredó una cuantiosa herencia. Tenía entonces unos veinte años y quedó al cuidado de su única hermana, mucho más joven que él. Poco tiempo después, sintió la necesidad de dedicarse a la oración, inclinándose en la lectura reparó en un paisaje evangélico perteneciente a San Mateo “…si quieres ser perfecto, anda, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; después, ven y sígueme…”[32]. Para conseguir este recogimiento espiritual repartió todos sus bienes entre los necesitados y dejó a su hermana al cuidado de una comunidad de vírgenes para que se encargaran de su educación: “…y dejando su casa, se retiró a un sitio no muy distante, del lugar; porque todavía no se había introducido la costumbre de que los solitarios viviesen muy separados de las poblaciones, ó solos en los desiertos. Escogió por guia y por maestro, en la nueva carga que comenzaba, á un santo viejo que desde su juventud se había retirado á la soledad. Admiraron al maestro los progresos del discípulo. No sabía estar ocioso. Empleaba en el oficio manual ó en el trabajo de manos, el tiempo que no ocupaba en la oración. Su humildad, su modestia, su dulzura, su devoción, su igualdad de ánimo le hicieron tan amable á todos los solitarios, que comúnmente le llamaban el “amado de Díos”…”[33].

2.2. Vida ascética y combates con los demonios

Cumplidas estas premisas, el Santo se retiró cerca de su propia casa y comenzó su carrera de vida ascética[34]. Durante este periodo, de iniciación, se producen los primeros combates del Santo con los demonios descritos por su hagiógrafo en La Vida: “…primero trató de hacerlo desertar de la vida ascética recordándole su propiedad, el cuidado de su hermana, los apegos de su parentela, el amor al dinero, el amor a la gloria, los innumerables placeres de la mesa y todas las demás cosas agradables de la vida (…) El perverso demonio entonces se atrevió a disfrazarse de mujer y hacerse pasar por ella en todas las formas posibles durante la noche, sólo para engañar a Antonio…”[35].

Imagen IV. Las tentaciones de San Antonio Abad

Patinir, Joachim; Massys, Quinten

Óleo sobre tabla, 155 x 173 cm.

Hacia 1520 – 1524.

Madrid, Museo Nacional del Prado[36].

El Santo, en su esfuerzo por la perfección, decidió trasladarse a vivir a los sepulcros que se hallaban cerca de su aldea natal y estableció su residencia en una tumba vacía durante aproximadamente quince años. Durante su estancia en la tumba, su hagiógrafo, describe nuevamente los extraños conflictos entre el Santo y los demonios: “…así llegó una noche con gran número de demonios y lo azotó tan implacablemente que quedó botado en el suelo, sin habla por el dolor. Afirmaba que el dolor era tan fuerte que los golpes no podían haber sido infligidos por ningún hombre como para causar semejante tormento…”[37].

La vida ascética de San Antonio, fue testimonio y modelo de lucha contra los demonios con un amplio margen a lo maravilloso mediante las visitas de varios seres fantásticos: “…en cierta ocasión, al iniciar su nueva existencia de anacoreta, se vio fuertemente asediado por deseos de fornicación. Luchó con tales apetitos, rezó y pidió a Dios que le permitiera ver con sus propios ojos al diablo que tentaba a los jóvenes con esas cosas. Tan pronto como con el recurso de su fe logró superar aquella prueba, un demonio en forma de niño negro, se presentó ante él, se postró a sus pies y le dijo: yo soy ese al que acabas de vencer…”[38].

Imagen V. Tentación de San Antonio Abad

Anónimo (Círculo de Guercino)

Lápiz negro, Sanguina sobre papel marrón, 404 x 269 mm.

Siglo XVII

Madrid, Museo Nacional del Prado[39].

El demonio, arropado bajo distintos disfraces, acosa al anacoreta en su soledad, se aparece e intenta apartarlo de su camino de muchas maneras llegando a infringirle crueles torturas morales y físicas: “…estando san Antonio un día en oración, se le apareció una joven de bello rostro y aspecto adornado; blanco era su vestido como la nieve, su color rosado y bonita en exceso; sus cabellos del color del oro y su vestimenta real. Azorando ante tanta belleza y temiendo las artimañas del diablo, el santo eleva la vista al cielo (…), y le pide a Dios le muestre la verdadera figura del tentador; quien despojado de su disfraz se convierte, de nuevo, en un niño de manos y pies retorcidos…”[40].

Imagen VI. Las tentaciones de San Antonio Abad

Coecke van Aelst, Pieter

Óleo sobre tabla, 41 x 53 cm.

Hacia 1543 – 1550

Madrid, Museo Nacional del Prado[41].

San Antonio sufrió las acometidas del demonio viéndose tentado por la lujuria, el poder y la riqueza que trataban de hacer abandonar su firme propósito. La tentación carnal[42], una de la pruebas a las que debe enfrentarse el Santo, fue narrada con detalle por San Atanasio[43]:“…pero el demonio, que odia y envidia lo bueno, no podía ver tal resolución de un hombre joven, sino que se puso a emplear sus viejas tácticas también contra él. Primero trató de hacerlo desertar en la vida ascética recordándole su propiedad, el cuidado de su hermana, los apegos de su parentela, el amor al dinero, el amor a la gloria, los innumerables placeres de la mesa y todas las demás cosas agradables de la vida. Finalmente le hizo presente la austeridad y todo lo que va junto con esta virtud, sugiriéndole que el cuerpo es débil y el tiempo es largo (…). El perverso demonio entonces se atrevió a disfrazarse de mujer y hacer pasarse por ella en todas las formas posibles durante la noche, sólo para engañar a Antonio. Pero él llenó sus pensamientos de Cristo, reflexionó sobre la nobleza de alma creada por Él, y solo su espiritualidad, y así apagó el carbón ardiente de la tentación…”[44].

Imagen VII. Tentaciones de San Antonio Abad

Teniers, David

Óleo sobre tabla, 51 x 71 cm.

Hacia 1647

Madrid, Museo Nacional del Prado[45].

2.3. La búsqueda de la soledad en el desierto

A la edad aproximada de treinta y cinco años, San Antonio, en su perseverancia por la práctica ascética, decidió retirarse de la tumba donde habitaba y buscó la soledad absoluta del desierto. El Santo se marchó hacía una montaña llamada Pispir, cerca del Nilo, y en un fortín deshabitado se encerró durante veinte años para practicar la vida ascética, para ello, se abasteció de agua y pan para seis meses, y bloqueó la entrada e impidió el paso a toda persona, desapareció como en un “santuario”: “…sólo dos veces al año recibía pan, que le dejaban caer por el techo…”[46]. San Antonio no dejó entrar a sus amigos y peregrinos que venían a verlo, los cuales, inducidos por la vida monástica se congregaron en la montaña y formaron la primera colonia de ascetas.

Imagen VIII. San Antonio Abad en un paisaje

Maíno, Fray Juan Bautista

Óleo sobre tabla, 61 x 155 cm.

Hacia 1612 – 1614

Museo Nacional del Prado[47].

El Santo pasó encerrado casi veinte años y practicó solo la vida ascética, no salió nunca y fue raramente visto por otros. Pero debido a que había muchos que ansiaban y aspiraban imitar su vida, cedió de sus importunidades y decidió salir. Sus propios amigos fueron los que forzaron y echaron la puerta abajo, según su hagiógrafo: “…Antonio salió como de un santuario, como un iniciado en los sagrados misterios y lleno de Espíritu de Dios (27). Fue la primera vez que se mostró fuera del fortín a los que vinieron hacia él. Cuando lo vieron estaban asombrados al comprobar que su cuerpo guardaba su antigua apariencia: no estaba obeso por la falta de ejercicio ni macilento por sus ayunos y luchas contra los demonios: era el mismo hombre que habían conocido antes de su retiro…”[48].

San Antonio, tras veinte años de vida ascética, abandonó su soledad y se convirtió en “Padre Espiritual”, dedicándose a la organización e instrucción de un grupo de monjes. Muchos cristianos atraídos por esta nueva espiritualidad, se trasladaron a vivir junto a San Antonio, iniciándose así la primera comunidad de ermitaños de vida en común, pero sin ninguna regla.

2.4. Milagros en el desierto

El anacoreta, tras cinco años como instructor de su doctrina, decidió retirarse nuevamente al desierto, en esta ocasión el lugar elegido fue el interior de la Alta Tebaida (región del Antiguo Egipto), entre el Nilo y el Mar Rojo. Aquí pasó los últimos cuarenta años de su vida, pero al contrario que en Pispir, recibió generosamente a sus visitantes. Durante este periodo de tiempo obró varios milagros y sanó a muchos enfermos en el desierto[49]: “…por él el Señor sanó a muchos de los presentes que tenían enfermedades corporales y liberó a otros de espíritus impuros…”[50].

San Antonio recibió a todos los discípulos y admiradores que se acercaban a verle, como su hagiógrafo y amigo San Atanasio: “…la amistad de San Antonio y San Atanasio (293-373) debió surgir en las largas visitas que este sabio prelado hacía a los ermitaños del desierto, admirado y edificado de aquel tipo de espiritualidad y de ortodoxia cristiana. San Atanasio llegó a ser obispo de Alejandría y luchó sin desfallecer toda su vida contra la arraigada herejía arriana, contando siempre con el apoyo de su amigo Antonio, que incluso en algún momento se trasladó a Alejandría para ayudarle en su predicación contra esta grave desviación de la doctrina…”[51].

El interés de San Antonio llegó hasta los emperadores: “…cuando Constantino Augusto, oyeron estas cosas, le escribían como a un padre, rogándoles que les contestara…”[52]. Pronto su fama comenzó a extenderse y su popularidad se hizo patente entre sus devotos, hasta el punto de que un gran número de seguidores le tomaron como maestro y muchos peregrinos lo buscaban para la salvación de sus almas. El Santo, se convirtió en un personaje de leyenda, la fama de su doctrina, austeridad y absoluta soledad recorrieron todo Oriente.

Cuando San Antonio llegó a la edad de 90 años, pensó que él era el monje más solitario del desierto, pero descubrió que no estaba en lo cierto, un sueño le reveló la existencia de otro anacoreta, “San Pablo Ermitaño”, que también vivía en el desierto, a quién visitó al día siguiente en una cueva adentrada en el desierto: “…en el año 341, habiendo llegado S. Pablo a los ciento trece años de su vida celestial en la tierra, y habitando en otra soledad S. Antonio (8), que a la sazón era nonagenario (cómo el mismo solía decir), empezó a molestarle una tentación de vanagloria, fijándose en su mente el pensamiento que nadie habría servido a Dios por tanto tiempo en la austeridad de vida como la suya y retirado de toda comunicación con todo el mundo retirado en los grandes desiertos. Dios permitió esta tentación para cumplir sus altísimos destinos. Y en efecto, mientras Antonio descansaba, en la noche siguiente, le fue revelado que otro ermitaño había mucho mejor que él y que debía ponerse en camino para visitarle…”[53].

Tras el encuentro de ambos Santos, San Pablo predice que pronto moriría y le pidió a San Antonio el manto que le había dado el Obispo Atanasio, para enterrar su cuerpo con él. Cuando San Antonio regresó dónde estaba San Pablo, lo encontró muerto, su hagiógrafo en La Vida nos describe este momento: “…Antonio encuentra a Pablo orando de rodillas y con las manos extendidas, aunque ya había muerto. Y, finalmente, dos leones llegan a todo correr para dar su adiós al Santo con grandes gemidos y a cavar con sus garras la fosa que recibiría su cuerpo. Antonio lo envuelve en la capa de Atanasio…”[54].

 

Imagen IX. San Antonio Abad y san Pablo, primer ermitaño

Velázquez, Diego Rodríguez de Silva y

Óleo sobre lienzo, 261 x 192,5 cm.

Hacia 1634

Madrid, Museo Nacional del Prado[55].

2.5. Muerte del Santo

El anciano Santo, poco antes del final de su vida, bajó de la montaña hasta Alejandría para predicar contra los arrianos y toda la ciudad corrió a ver al “Varón de Dios”: “…respondiendo al llamado de los obispos y de todos los hermanos (70), bajó de la montaña y entrando en Alejandría denunció a los arrianos. Decía que su herejía era la peor de todas y la precursora del anticristo (…). Todo el pueblo se alegraba al escuchar a semejante hombre anatemizar contra la herejía que luchaba contra Cristo (…)También los paganos e incluso los mal llamados sacerdotes, iban a la iglesia diciéndose: “Vamos a ver al Varón de Dios”…”[56]. Después San Antonio regresó a la Montaña, donde tuvo una visión y predijo los estragos de la herejía arriana[57]: “…La ira está a punto de golpear a la Iglesia, y ella está a punto de ser entregada a hombres que son como bestias insensibles…”[58].

Cerca de los ciento cinco años de vida, San Antonio, tuvo la premonición de su muerte, y como tenía costumbre de visitar a los monjes en el Montaña se lo hizo saber: “…esta es la última visita que les hago y me admiraría si nos volvemos a ver en esta vida. Ya es tiempo de que muera, pues tengo casi ciento cinco años…”[59] Tras informarles se dirigió en soledad hacia la Montaña dónde acostumbraba vivir. Pocos meses después enfermó y llamó a dos discípulos suyos que le acompañaban y visitaban a causa de su avanzada edad y que al igual que él hacían vida ascética y les dijo: “… Me voy por el camino de mis padres, como dice la Escritura (cp. Re 2,2; Jos 23, 14), pues me veo llamado por el Señor (…), háganme ustedes mismos los funerales y sepulten mi cuerpo en tierra, y respeten de tal modo lo que les he dicho, que nadie sino ustedes sepan el lugar. En la resurrección de los muertos, el Salvador me lo devolverá incorruptible. Distribuyan mi ropa. Al obispo Atanasio denle mi túnica y el manto donde yazgo, que él mismo me dio pero que se ha gastado en mi poder; al obispo Serapión denle la otra túnica, y ustedes pueden quedarse con la camisa de pelo (47, 2). Y ahora, hijos míos, Dios los bendiga. Antonio se va y no está más con ustedes…”[60]. Ellos entonces, siguieron las indicaciones que él les había dado, prepararon y envolvieron el cuerpo y lo enterraron en la tierra.

La edad de la muerte de San Antonio es incierta[61], ya que existen discrepancias entre diversos autores:“…Murió San Antonio á los diez y siete de Enero del año del Señor de trescientos y sesenta y uno, según San Geronymo, y el trescientos y cinquenta y ocho según el Cardenal Baronio, de edad de ciento y cinco años…”[62]. Efectivamente, diversos autores afirman que Antonio vivió hasta los 105 años, y que dio orden de que sus restos reposasen a su muerte en una tumba anónima. Sin embargo, alrededor de 561 sus reliquias fueron llevadas a Alejandría, donde fueron veneradas hasta alrededor del siglo XII, cuando fueron trasladadas a Constantinopla (nombre histórico de la actual ciudad de Estambul).

 

 Imagen X. Funeral de San Antonio Abad

Angelico, Fra

Temple sobre tabla de madera de chopo, 19,7 x 29,3 cm.

Hacia 1426 – 1430

Madrid, Museo Nacional del Prado[63].

  1. Reliquias y orden monástica de San Antonio Abad

En el 1070, las reliquias del Santo Ermitaño, procedentes de Oriente (veneradas desde el siglo VI en Alejandría y consecutivamente en Constantinopla), son trasladadas desde Bizancio a Francia[64] a manos de un caballero francés llamado Jocelyn[65], Señor de Castronovo, Albenciano y la Mota de San Desiderio, quien había estado luchando como cruzado en Constantinopla, allí las recibió de manos del emperador como regalo por los servicios prestados tras su viaje a Tierra Santa. El interés de este caballero francés por conseguir las reliquias de Antonio el Ermitaño, es debido a la curación del mismo, al parecer por intercesión directa del Santo tras ser gravemente herido durante una batalla[66].

Dichas reliquias se colocaron inicialmente en la Iglesia Parroquial de Santa María, localizada en la Villa de San Desiderio. En el 1074, las reliquias del Santo se trasladaron a la nueva Iglesia de Mota “Motte Saint-Didier” (Vienne, Francia), construida para este fin, y donde se conservan hasta la fecha[67]. En aquel tiempo y lugar de la llegada de las reliquias de San Antonio Abad a Francia, entre 1085 y 1095, una epidemia misteriosa denominada “ignis sacer”, “fuego sagrado”, o “mal de los ardientes”[68] que asoló las regiones de Europa medieval. Dicha epidemia era descrita por las crónicas como una extraña enfermedad, concebida como castigo divino por sus profundos estados alterados de conciencia[69] y cuyos síntomas, similares a la lepra en su fase más avanzada, consistían en fuertes dolores en brazos y piernas“…les consumía las entrañas, les pudría los miembros, que se volvían negros como el carbón. O morían de modo miserable, o bien arrastraban una vida miserable, después de que se les desprendieran las manos y los pies en estado de putrefacción…”[70]. Los afectados acudían a la iglesia donde se veneraban las reliquias de San Antonio Abad invocando su intercesión, pues la popularidad de este Santo taumaturgo era conocida de Oriente a Occidente por la Vita Antonii.

Los resultados avalan el procedimiento, se habla de curaciones milagrosas, entre ellas la del hijo de un poderoso e importante noble delfines[71]. Tras la curación de éste último, su padre ofrece su hacienda al Santo y funda, junto a su hijo milagrosamente sanado y varios caballeros con conocimientos médicos, una pequeña comunidad laica denominada Hermanos de San Antonio o Antonianos, quienes habilitan en el año 1095 una casa-hospital junto a la Iglesia que albergaba las reliquias de San Antonio (Francia) llamado “Casa de los Pobres[72] para cuidar y curar a aquellos afectados por el fuego sagrado[73]: “…ante la llegada masiva de enfermos a la iglesia donde se veneraban las reliquias de San Antón Abad, se creó una fraternidad de laicos, dedicada a atenderles. Tenían conocimientos médicos y corazón caritativo. Al principio fueron pocos: Gastón, el fundador, su hijo Guerín y ocho compañeros. Junto a la iglesia de las reliquias, habilitaron una casa-hospital que se llamó “casa de los pobres”. A los enfermes les llamaban “hermanos de los pobres” o “de la limosna”…”[74]. La iniciativa de estos caballeros que prestan gratuitamente sus servicios, son profesionalmente médicos y vocacionalmente monjes, puso las bases para constituir una nueva orden hospitalaria, comenzando así la aventura antoniana en Europa. Será en las sesiones del concilio de Clermont, celebrado en el año 1095 cuando se apruebe, por voluntad de Urbano II, la asociación hospitalaria que tomó el nombre de Hospitalarios de San Antonio[75].

A partir de ese acontecimiento, la devoción y orden de San Antonio, así como la tarea hospitalaria que representaba, se desarrolló y expandió dentro y fuera de Europa, mediante la fundación de un importante número de casas[76]. Los afectados por la enfermedad imploraban a San Antón para librarse de este “mal divino”. Por este motivo, hasta tiempos recientes se invocaba a San Antón como protector de las enfermedades de la piel.

Desde aquellos remotos e iniciales tiempos de la fundación de la Orden Hospitalaria de San Antón por Alfonso VII en 1146, hasta 1787, año de su supresión, transcurrieron casi seis siglos y medio, donde miles de peregrinos fueron testigos de la hospitalidad y fervor de unos monjes entregados a los pobres y desfavorecidos afectados por el fuego de San Antón.

Los monjes Antonianos disfrutaron de diversos privilegios reales que les permitió recorrer, exentos de tributos, y acompañados de puercos, campanillas, bacines y atabaques, los lugares del Reino y pedir limosna para el mantenimiento de sus encomiendas y hospitales, conocida esta costumbre como “la demanda de San Antón”, práctica que recorrió, durante varios siglos, las ciudades, villas y lugares de España[77].

Efectivamente, despareció la Orden, pero no la advocación a San Antón Abad que sigue dando sentido a los signos que rodean su figura: el cerdo, la campanilla, el fuego, la Tau, etc. Asimismo, sus costumbres y ceremonias de veneración y culto sobrevivieron a sus máximos promotores, los Antonianos, y se pueden constatar en multitud de tradiciones locales, unas se perdieron y han sido recuperadas y otras se han mantenido a lo largo de los siglos.

 Notas

[1] “…Como lugar de origen se suele dar la aldea de Coma (Kiman-el-Arus), en el Egipto medio, cerca de la antigua Heracleópolis…” San Atanasio de Alejandría. “Vida de San Antonio Padre de los monjes”. Apostolado Mariano. Serie los Santos Padres. Nº 10. Sevilla, 1991. Página 7.

[2] El Delfinado: antigua provincia del sureste de Francia con capital en Grenoble, que corresponde desde 1790 con los departamentos de Isère, Drôme y Hautes-Alpes.

[3] La caracterización de “viejo” es peculiar y deben ser tomados en consideración sus varios sentidos. Se refiere, por un lado, a que la iconografía suele comúnmente mostrar una figura de monje “viejo”, aunque no estrictamente anciano, especialmente en las escenas del desierto. Por otro lado, está integrado dentro de lo que se podría tomar como el estrato antiguo de devoción cristina bien enraizado con la religiosidad popular pero posteriormente postergado por devociones a otros santos, promovidas por órdenes religiosas con creciente presencia social o fomentadas por los prelados en sus respectivas diócesis o cumpliendo normas provenientes de la Santa Sede. Velasco Maíllo, Honorio M. “naturaleza y cultural en los rituales de San Antonio”. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. Vol. LXIV. Nº1. Instituto de Lengua, Literatura y Antropología (CSIC). Madrid, Enero-junio de 2009. Página 238.

[4] “…De ana (arriba) y de tenens (teniente, tenedor o el que tiene algo), deriva la palabra Antonio que significa tener o poseer cosas de alto valor; nombre acertado para este santo, que despreció los bienes de este mundo y disfruto de los celestiales…”. De la Vorágine, Santiago. La leyenda dorada. Alianza Forma Editorial, S.A. Madrid, 1987. Página 107.

[5] “…San Antonio aparece en la hagiografía del catolicismo de oriente con los apelativos de El Grande y El Magno. No obstante, la tradición cristiana occidental también lo conoce con el nombre de san Antonio de Vienne, al su de Lión, en el margen izquierdo del río Rhône, se conservan unas reliquias que pertenecieron al santo anacoreta…” Limón Pons, Miquel Ángel. “Historia y ritual de la fiesta de San Antonio Abad en la Isla de Menorca”. Narria: Estudios de artes y costumbres populares. Número 109-102. Menorca, 2005. Página 60.

[6] Historia o relato de la vida de un santo. Del griego hágios (santo) y grafía (descripción).

[7] “…San Atanasio, nació alrededor del año 295. En el año 325, siendo diácono, acompañó al patriarca Alejandro, su predecesor, al Concilio de Nicea, donde fue condenada la herejía arriana. Fue consagrado obispo de Alejandría el 8 de junio de 328. Toda su vida se vio envuelta por la controversia u las luchas desencadenadas por el arrianismo, constituyéndose él uno de los baluartes de la verdadera fe proclamada por el Concilio de Nicea. Cinco veces tuvo que sufrir el deterioro de su sede, bajo los emperadores Constantino, Constancio, Juliano y Valente. Entre 335 y 337 estuvo en Tréveris; entre 339 y 346, en Roma; los últimos tres destierros los pasó en el desierto de Egipto: 356-362, 362-363, 365-366. Vuelto finalmente a Alejandría, muere en 373 (…).Es indudable también que, fuera del influjo doctrinal, la presencia de San Atanasio fue decisiva en la orientación esencialmente escriturística y evangélica del movimiento monacal. Y, entre todas sus obras, en su “Vida de San Antonio” la que constituye su aporte más significativo al desarrollo del espíritu monacal…”. San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Páginas 3-5.

[8] San Atanasio escribió la “Vida” según unos con ocasión de su primer destierro en el desierto, en la Tebaida, encontrándose entre los monjes, 356-362; según otros, la habría escrito a su vuelta definitiva a Alejandría, después de 366. Actualmente ya nadie discute que haya sido San Atanasio quien efectivamente escribió la “Vida”. Lo que si se discute entre los entendidos es el carácter de esta biografía, es decir, cuál es su género literario, la veracidad histórica de su contenido, lo propio del pensamiento de San Antonio. Como todo documento antiguo, incluido el Nuevo Testamento, también la “Vida” da más lugar de lo probable al mundo de lo maravilloso y, por ende, de lo demoniaco. La “Vida de San Antonio” fue escrita por San Atanasio en griego. Del texto griego se conocen 165 manuscritos. Más de la mitad de ellos se conservan en la forma que recibieron en la compilación de Simeón Metafrasto, el hagiógrafo griego, a fines del siglo X. San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Páginas 6 – 11.

[9] “…La “Vida de san Antonio” fue escrita por san Atanasio en griego. Del texto griego se conocen 165 manuscritos. Más de la mitad de ellos se conservan en la forma que recibieron en la compilación de Simeón Metafrasto, el hagiógrafo griego, a fines del siglo X. Este texto ha tenido hasta ahora sólo dos ediciones originales. La edición príncipe fue hecha por David Hoeschel en 1611, por este texto conoció la “Vida” todo el siglo XVII. En 1698, los benedictinos de la Congregación de San Mauro, J. Loppin y B. de Montfaucon publicaron la primera edición crítica de las obras de san Atanasio. Es la edición benedictina la que todavía figura en la “Patrología griega” de Migne (tomo 26, columnas 837-976). De hecho, ambas ediciones, salvo algunas variantes, siguen utilizando el texto “metafrástico”. Sería necesaria una edición crítica del texto griego. Del texto original hay dos versiones latinas y varias orientales. La versión latina más conocida es la debida al presbítero Evagrio de Antioquía, que en el año 388 llegó a ser obispo de su ciudad; Evagrio era amigo de san Jerónimo, y dedicó su traducción a Inocencio, amigo común de ambos, muerto en 374. Esta versión es, pues, del tiempo mismo de san Atanasio, y debió ser hecha poco después de la publicación del original, lo que demuestra su amplia difusión y popularidad…” San Atanasio de Alejandría. “Vida de San Antonio”. Traducción al castellano de la versión de Evagrio por los Monjes de la Isla Liquiña. Cuadernos Monásticos. Año 10. Número 33-34. Chile, 1975. Página 176.

[10] “…la vida de san Antonio escrita por san Atanasio y acompañada de la traducción latina de Evagrio en Patrología Griega XXVI, col. 835-976. Un buen estado de la cuestión con referencias bibliográficas e iconográficas en “Antonio Abate”, Bibliotheca Sanctorum, vol. II Roma (1989), p. 106-136. Una traducción contemporánea comentada y con un índice de revisión de fuentes en Sant Atanasi, Vida de sant Antoni, Publicacions de I´Abadia de Montserrat, Barcelona, 1989. La controversia sobre las fuentes ha sido caldo de cultivo para los historiadores de la Iglesia. El texto griego hoy dispone, según la opinión de Daniel Codina i Miquel Estradé, monjes de Monstserrat, no es suficientemente crítico. El texto de Evagrio, ha llegado hasta nuestros días en mal estado…”. Nuet Blanch, Marta. “San Antonio tentado por la lujuria. Dos formas de representación en la pintura de los siglos XIV y XV”. Locus Amoenus. Número 2. Barcelona, 1996. Página 114.

[11] Atanasio había recogido directamente sus enseñanzas y, aunque las corrigió estilísticamente, no hay razón para pensar que sean inauténticas las lecciones sobre su vida. No se pone en duda la historicidad del personaje, pues la crítica ha establecido sólidamente la autenticidad atanasiana de la famosa Vita Antonii y el obispo de Alejandría compuso este libro hacia el año 375, cuando se encontraba exiliado en el desierto. Sánchez Domingo, Rafael. La encomienda de San Antón de Castrojeriz. Derecho de asistencia en el Camino de Santiago. Ediciones Trea, S. L. Asturias, 2004. Páginas 34-36.

[12] “…San Antonio no es, pues, una figura mítica, pura creación de san Atanasio, como tampoco lo son las diversas circunstancias y etapas de su vida. Sin embargo, hay que conceder que las diversas anécdotas, individualmente consideradas, no poseen todas las mismas calidades. La mayor dificultad estriba en la presentación de la doctrina espiritual de san Antonio y en algunos aspectos de su lucha contra los demonios; es evidente que si en lo esencial san Atanasio es fiel a la figura de su héroe, no es menos cierto que expone sus propias reflexiones sobre el tema. No creemos que se pueda ir tan lejos como afirmar que la “Vida” es un tratado de espiritualidad; ella es, efectivamente, una biografía, que pretende credibilidad histórica (5-7), pero que tiene, además de esta finalidad confesa, también otra, abiertamente declarada: dar a los monjes un modelo digno de imitación (4; 93, 1.9; 94, 1). Es posible que san Atanasio haya tomado en cuenta el género biográfico de la antigüedad y que incluso haya conocido determinadas biografías de autores paganos que pudieran haberle servido de modelo…”. San Atanasio de Alejandría. “Vida de San Antonio”. Opus cit. Página 173.

[13] “…Representado como un anciano de cabellos y barba grises, san Antonio lleva la túnica blanca, el escapulario azulado y el manto parduzco con capucha de los antonianos en cuyo hombro está bordada la tau en azul que le identifica (…)Además de este atributo, el autor incluye en la composición otros elementos que permiten reconocer al santo: el libro de la regla de la orden de los antonianos y la campana para ahuyentar a los demonios en la mano derecha, el bordón -casi un báculo- en la mano izquierda, el cerdo alusivo al demonio y las tentaciones de la carne tras él, y, a sus pies, las llamas que brotan del suelo, conocidas como «fuego de san Antón», relativas a la enfermedad que los miembros de la orden se dedicaban a curar…”. Silva, P. Donación Várez Fisa. Museo Nacional del Prado, Madrid, 2013. Página 34. Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[14] Santiago de la Vorágine, (Varazze, 1230 – Génova, 1298) fraile dominico del siglo XIII y llegó a ser Obispo de Génova, ha pasado a la historia por ser el autor de la Leyenda Dorada, probablemente la más importante recopilación de biografías de santos y la más influyente en el arte europeo de todos los tiempos.

[15] Pedro de Ribadeneira (Toledo, 1526 – Madrid, 1611), biógrafo, historiador de la Iglesia y escritor ascético español del Siglo de Oro.

[16] Alonso de Villegas (Toledo, 23 de octubre de 1533 – 23 de enero de 1603), también conocido por su personaje semiacrónimo Selvago, que puede ser también su segundo apellido, de origen genovés fue un eclesiástico y escritor español.

[17] “…Pintada sobre madera de haya, muestra a San Antonio Abad (c. 251-356) leyendo un libro -probablemente el de la regla de la orden de los Antoninos, fundada en el siglo XI- que descansa en una roca. Sobre ésta aparece una campana, utilizada por los ermitaños para espantar demonios y ahuyentar tentaciones, y apoyado en ella un bastón en forma de tau, símbolo de la vida futura y de la dignidad abacial de su propietario; elementos iconográficos habituales en la representación del santo. La fisonomía de éste, un anciano calvo de luengas barbas con la frente surcada de arruga…” Falomir Faus, M. Pintura italiana del Renacimiento. Guía. Museo Nacional del Prado. Madrid, 1999. Página 122. Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[18] “…Nos se puede fácilmente creer la multitud, grandeza, y utilidad de los milagros que Dios Nuestro Señor hizo por san Antonio en todo genero de enfermedades y males, y particularmente contra los demonios; sobre los quales, como vitorioso y triunfador, tuvo tan gran señorio e imperio, que bastaba su solo nombre para atormentarlo y echarlos de los cuerpos…” Pedro Ribadeneira. Flos Sanctorum o Libro de la vida de los Santos. En el qual se contienen las Vidas de Christo Señor Nuestro y de su Santíssima Madre, y de todos los Santos que reza la Ygesia Romana, por todo el año. Ed. de Luis Sánchez. Madrid, 1616. Folio 124.

[19] “…El pueblo, que para todo tiene su explicación, atribuye el hecho de aparecer un cerdito a los pies de San Antón a una leyenda que dice que, habiendo parido una cerda, uno de los cerditos nació anormal y no podía tenerse en pie; la piedad del Santo hizo que éste se compadeciese del pobre animal y le bendijese; en aquel momento el cerdo sanó y pudo andar; tanto agradeció al Santo su curación que se puso a caminar a su lado…” De Hoyos, Nieves. “Las Fiestas de San Antón”. Temas Españoles. Número 299. Publicaciones Españolas. Madrid, 1957. Página 4.

[20] De Villegas. Alonso. Opus cit. Folio 111.

[21] “…De forma totalmente original y única entre las versiones que dio del santo, el pintor le muestra absorto, sumido en sus pensamientos en la soledad de la naturaleza, encarnada en ese tronco de árbol hueco que le cobija y que está magistralmente traducido. Ni siquiera sostiene un libro en las manos; lo tiene cerrado, colgado de su cinturón. Nada parece alejarle de esa concentración interior, y lo mismo puede decirse de su atributo, el cerdo con la campanilla en la oreja que descansa a sus pies, ajeno al ataque del diablo que está a punto de golpearlo…”. Silva, P. El Bosco, La Exposición del V Centenario. Museo Nacional del Prado. Madrid, 2016. Páginas 251-257. Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[22] “…Nicolás Rusier, Morador de la Ciudad de Napoles, año de 1455, tenía una Mula manca, que no podia andar, sino con mucha dificultad: y viendo que otros Labradores, el dia de San Antonio, llevavan sus ganados, y cavalgaduras a la Iglesia del Santo, para que diesen en contorno de ella, las bueltas que la devocio de los Fieles acostumbra, llevó lo mejor que pudo su Mula, confiando en el bendito Abad, que se le avia de sanar, y no le salio vana su esperanza: porq apenas huvo dado tres bueltas, quando la vio sana, y que corria tan ligeramente, como sino huviera tendido ninguna lesion…”. Ceballos, Blas Antonio de. Libro nuevo, Flores sagradas de los yermos de Egypto. Ed. de Antonio Gonçalez de Reyes, Madrid, 1686. Folio 362. Transcripción paleográfica realizada por el autor.

[23] Uno de los rituales más relacionados con la festividad del Santo es la bendición de animales, que va seguido del ceremonial o cabalgata de las tres vueltas o vueltas sagradas que se celebran en muchos pueblos de España, donde los jinetes efectúan tres vueltas en torno a un lugar sagrado: la iglesia, la imagen del Santo, una ermita o la hoguera de San Antonio. Una de las celebraciones más singulares que nos encontramos en Extremadura es la Encamisá o Carrera de San Antón de Navalvillar de Pela (Badajoz), que se celebra la noche del 16 de enero. Véase Rodríguez Masa, Juan Carlos. Historia, tradición y fe en un pueblo de la Sierra de Pela: Navalvillar (1418-2018). Diputación de Badajoz. Badajoz, 2018.

[24] Brugada, Mrtiriá. “San Antonio Abad, una vida alternativa”. Colección Santos y Santas. Nº 101. Centro de Pastoral Litúrgica. Barcelona, 2005. Páginas 3 y 4.

[25] “…El grande san Antonio (…) nacido en el año 251. Era natural de Cómo, lugar pequeño cerca de Herácla en el alto Ejipto…” Croisset. Año Cristiano y fastos del Crsitianismo. Glorias, martirios, peregrinaciones, padecimientos, vida, virtudes y milagros de todos los santos del año que celebra la Iglesia, con todas las dominicas, epístolas y evangelios de cada día. Madrid, 1846. Página 157.

[26] Ceballos, Blas Antonio de. Flores de el Yermo. Opus cit. Folio 6.

[27] “…a vista de los espíritus celestiales que estaban presentes para ser testigos de su último aliento, entregó el alma a su Criador el día 17 de enero del año 356, que se contaba el noveno del imperio de Constancio…”. Ibídem. Página 167.

[28] San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Página 7.

[29] “…Nace Antonio en Egipto, cerca de Menfis, en el año 251…”. Fernández Peña, María Rosa. “El culto a los Santos: devoción, vida, arte y cofradías”. Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas. Simposium 16. San Lorenzo de El Escorial, 2008. Página 679.

[30] “…Habiendo muerto sus padres, cuando Antonio contaba con tan solo veinte años de edad, se halló heredero de una rica herencia, y con el cuidado de una hermana de pocos años…”. Croisset, Juan. Año Cristiano. Opus cit. Página 83.

[31] Navarro, Joseph. Vida y milagros del príncipe de los anacoretas y padre de los cenobiarcas, nuestro Padre San Antonio Abad, el Magno. Barcelona, 1683. Folios 1 y 2.

[32] La Santa Biblia. 18 Edición. Ediciones Paulinas. Madrid, 1987. San Mateo, 19, 21.

[33] Croisset, Juan. Opus cit. Página 83.

[34] “…Todo el que quería enfrentarse consigo mismo sirviendo a Cristo, practicaba la vida ascética solo, no lejos de su aldea. Por aquel tiempo había en la aldea vecina un anciano que desde su juventud llevaba vida ascética en la soledad. Cuando Antonio lo vio, “tuvo celo por el bien” (Gl 4,8), y se estableció inmediatamente en l vecindad de la ciudad (…). Ahí, pues, pasó el tiempo de su iniciación y afirmó su determinación de no volver a la casa de sus padres ni de pensar en sus parientes, sino de dedicar todas sus inclinaciones y energías a la práctica continua de vida ascética…” San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Páginas 17 y 18.

[35] Ibídem. Página 19.

[36] “…La tentación que sufre san Antonio por la intervención de tres mujeres jóvenes ricamente vestidas que tratan de apartarle del camino de la virtud, incitándole a la lujuria, en presencia de la joven alcahueta (…), no aparece en ninguna de sus hagiografías, frente a lo que sucede con otros pasajes de su vida incluidos en ella. La manzana que le ofrece una de las jóvenes -como moderna Eva- al santo alude al pecado original, mientras que la que está a su espalda, acariciándole el cuello, deja ya ver su naturaleza demoníaca en la forma de la cola de su traje, y el mono, símbolo del demonio …”Silva, P. Patinir. Estudios y catálogo crítico. Museo Nacional del Prado. Madrid, 2007. Páginas. 242-253. Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[37] Ibídem. Página 22.

[38] Nuet Blanch, Marta. Opus cit. Página 115.

[39] “…En el dibujo se representa a San Antonio arrodillado en primer término apoyando una mano en un libro y alza la otra para detener el ataque de un demonio que, volando, intenta golpearle con un bastón; en el suelo, otro, se acerca amenazante al santo…”. Mena Marqués, M. Catálogo de dibujos. VI. Dibujos italianos del siglo XVII. Museo del Prado. Madrid, 1983. Páginas 105 y 106- Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[40] Nuet Blanch, Marta. Opus cit. Página 114.

[41] San Antonio es tentado por el Diablo, transformado en una bella mujer desnuda y al que acompaña una bruja. El fondo con la ciudad en llamas, así como los monstruos y demás elementos. Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[42] “…El peligro representado por la mujer, y sus distintas formas de representación, encajan perfectamente en el marco de una concepción cultural determinada, aunque no estática. En el Antiguo Testamento, Eva es la persona elegida por el diablo para caer en la tentación. La pérdida del estado de gracia en manos de la mujer revertirá en la condición ulterior de la humanidad. El Nuevo Testamento, en contradicción con el Antiguo, proporcionará una nueva luz sobre el asunto. La conversión de María Magdalena, la Samaritana y otras mujeres de vida disoluta a una vida santa, y la aceptación del cambio por parte de Jesucristo, representarán una novedad en el ideario de las antiguas escrituras. La iglesia primitiva, a través de la palabra de san Pablo y a partir del modelo de vida de los padres del desierto, en particular, preferirá, ante el debate sobre la naturaleza de la mujer, inclinarse a favor de una ideología de rechazo a lo femenino…”. Nuet Blanch, Marta. Opus cit. Página 116.

[43] “…Poniale el demonio delante, como cebo, los apetitos blandos, y deleytosos de la carne; pero él con el escudo de la Fe, con ayunos, y vigilias domaba su carne, y de ellos se defendía. Aparecióle algunas veces en figura de una doncella sobremanera hermosa, y lasciva, para provocarle á mal; y él acordándose del fuego infernal, del gusano roedor, de las tinieblas perpetuas, y de la desesperación y confusion eterna de los que sueltan la rienda a los apetitos bestiales, fácilmente desechaba, y vencia aquellas sucias representaciones (…). A esta voz se estremecio todo el edificio, y las paredes se abrieron, y salieron aquellos infernales monstruos en campo contra Antonio, tomando, para mas espantarle, varias, y horribles figuras, de leones, de toros, de lobos, de aspides, de serpientes, de escorpiones, de osas y osos, y otras bestias fieras, dando cada una sus bramidos, y sus voces, conforme a su naturaleza de figura. Acometenle con su vista espantosa, con sus garras, con sus dientes, con sus cuernos, y hacen para él despedazando sus carnes con un dolor terribilisimo; y el valeroso, é invencible Soldado de Christo estaba intrépido, puestos los ojos, y el corazon en Dios, y haziendo burla de sus enemigos, les decía: muy flacos y cobardes debeis de ser, pues venis tantos contra uno solo…” Ribadeneyra, Pedro. Flos Sanctorum, de las Vidas de los Santos. Madrid, 1761. Folios 185 – 187.

[44] San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Página 19.

[45] En esta iconografía, se representa el tema de las Tentaciones de San Antonio Abad. En la escena vemos a una joven diablesa que irrumpe, con un acompañante, y reemplaza a la vieja de las versiones precedentes y del original de la Gemäldegalerie Berlín, en el cubículo del santo. El surrealismo ambiental y los monstruos de estirpe demoníaca evocan imágenes bosquianas, pero la elegancia del gesto y la indumentaria de la pareja, símbolo de vanidad y lujuria, encubren el dramatismo intrínseco del relato. Los personajes sugieren, de forma pintoresca, la presencia de los pecados capitales; la Gula, con expresión bonachona y un amplio collar de salchichas, penetra en la cavidad rocosa a caballo de un esqueleto, y la Pereza se reconoce en la joven con aspecto cansino que apoya el mentón en su mano; en el ángulo izquierdo, la Ira cabalga victoriosa sobre un león, y vencida a sus pies figura la Envidia, simbolizada por una manzana, y en el ángulo opuesto, la Avaricia; el embudo que sirve de caso al jinete volador simboliza la Lujuria, y los motivos sobre el altar, la vanidad de la vida; personificaciones que toma de las Artes Morales de Coornhert. Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[46] San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Página 25.

[47] “…Este eremita temprano se hizo muy popular a lo largo de toda la Edad Media, sobre todo por el poder sanador de enfermedades contagiosas que se le atribuyó. Aparece sentado de frente al espectador parapetado por una formación rocosa de perfiles redondeados bañados aquí por las sombras de lo que parece un plácido atardecer junto a un ancho río. En la orilla opuesta, y junto a unos frondosos árboles, puede verse una iglesia, seguramente una alusión a su condición de fundador de la Orden de los Antoninos o Antonitas…”. Ruiz, L. Juan Bautista Maíno: 1581-1649. Museo Nacional del Prado. Madrid, 2009. Páginas 136 y 137. Procedencia de la imagen: https://www.museodelprado.es.

[48] San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Página 26.

[49] “…Un hombre llamado Frontón, oriundo de Palatium. Tenía una horrible enfermedad: se mordía continuamente la lengua y su vista se le iba acortando. Llegó hasta la montaña y le pidió a Antonio que rogará por él. Oró y luego le dijo Frontón: “Vete, vas a ser sanado”. Pero él insistió y se quedó durante días, mientras Antonio seguía diciéndole: “No te vas a sanar mientras te quedes aquí. Vete, y cuando llegues a Egipto verás en ti el milagro”. El hombre se convenció por fin y se fue, y al llegar a la vista de Egipto desapareció su enfermedad. Sanó según las instrucciones que Antonio había recibido del Señor mientras oraba. Una niña de Busiris en Trípoli padecía de una enfermedad terrible y repugnante: una supuración de sus ojos, nariz y oídos se transformaba en gusanos cuando caía al suelo. Además su cuerpo estaba paralizado y sus ojos eran defectuosos. Sus padres supieron de Antonio por algunos monjes que iban a verlo, y teniendo fe en el Señor que sanó a la mujer que padecía hemorragia, les pidieron que pudieran ir con su hija. Ellos consistieron. Los padres y la niña quedaron al pie de la montaña con Pafnucio, el confesor y monje. Los demás subieron, y cuando se disponían a hablarle de la niña, él se les adelantó y les habló todo sobre los sufrimientos de la niña y de cómo había hecho el viaje con ellos. Entonces, cuando le preguntaron si esa gente podía subir, no se lo permitió sino que dijo: “Vayan y, si no ha muerto, la encontrarán sana. No es ciertamente ningún mérito mío que ella haya querido venir donde un infeliz como yo; no, en verdad; su curación es obra del Salvador que muestra su misericordia en todo lugar a los que lo invocan. En este caso el Señor ha escuchado su oración, y Su amor por los hombres me ha revelado que curará la enfermedad de la niña donde ella está”. En todo caso el milagro se realizó: cuando bajaron, encontraron a los padres felices y a la niña en perfecta salud…”. San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Página 53.

[50] Ibídem. Página 26.

[51] Fernández Peña, María Rosa. Opus cit. Página 681.

[52] San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Página 65.

[53] Ibídem. Página 87.

[54] San Jerónimo. “La Vida de San Pablo, el primer ermitaño”. Introducción, traducción y notas de Fernando Rivas, osb (Abadía de San Benito, Luján). Cuadernos Monásticos. Nº 115. Buenos Aires, 1995. Página 553.

[55] El asunto está tomado de La leyenda dorada de Jacobo de la Vorágine (siglo XIII), donde se narra el viaje de san Antonio Abad para visitar a san Pablo, el primer ermitaño cristiano (siglo IV), en el desierto de Egipto. San Antonio, a quien Velázquez presenta vistiendo el hábito marrón con capa negra de los hospitalarios de San Antonio, aparece cinco veces en el cuadro: a lo lejos se le ve preguntando el camino a un centauro y también en conversación con un sátiro. Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[56] San Atanasio de Alejandría. Opus cit. Páginas 59 y 60.

[57] “…detestaba la herejía de los arrianos (69), y exhortaba a todos a no acercárseles ni a compartir su perversa creencia. Una vez, cuando algunos de esos impíos arrianos llegaron donde él, los interrogó detalladamente; y al darse cuenta de su impía fe, los echó de la montaña, diciendo que sus palabras eran peores que venenos de serpientes…”. Ibídem. Página 59.

[58] Ibídem. Página 67.

[59] Ibídem. Página 70.

[60] Ibídem. Páginas 71 y 72.

[61] “…Nace Antonio en Egipto, cerca de Menfis, en el año 251…”. Fernández Peña, María Rosa. Opus cit. Página 679.

[62] Ribadeneyra, Pedro. Opus cit. Folio 192.

[63] “…Se trata de una de las escenas de la predela de un retablo dedicado a la vida de san Antonio Abad, monje fundador del movimiento eremítico. Esta tabla se ha tenido siempre como obra de la escuela o círculo de Fra Angelico, pero tras su estudio y restauración en el Museo del Prado, puede afirmarse que fue pintada por el propio Angelico. Así lo sugieren sus notorias concomitancias técnicas, formales y compositivas con piezas de características similares atribuidas a este pintor florentino…” Falomir, M. Memoria de Actividades 2016. Museo Nacional del Prado. Madrid, 2016. Páginas 82 y 83. Procedencia de la imagen: www.museodelprado.es

[64] Las reliquias de San Antonio Abad, procedentes de Oriente, llegaron a un lugar del delfinado francés, cercano a Vienne, denominado entonces la-Motte-aux-Boix y ahora Saint-Antoine-I´Abbaye. Llegaron privadamente, en el equipaje de un caballero, de nombre Geilin o Jocelyn, que había ido como cruzado a Bizancio a luchar contra los tucos. Ollaquindia Aguirre, Ricardo. “La orden hospitalaria de San Antonio en Navarra”. Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra. Nº 74. Navarra, 1999. Página 595.

[65] “…Un hombre originario del Delfinado, un tal Jocelyn, señor de Castronovo, Albenciano y la Mota de San Desiderio, las llevaría consigo a su regreso a Francia, depositándolas en La Motte S. Didier o en la Motte –aux-Bois, traslado que habría tenido lugar durante la segunda mitad del siglo XI, concretamente el año 1074, durante el pontificado de Alejandro II. Desde entonces se veneran en Vienne unas reliquias insignes de un gran eremita en el templo que construyó en su honor Guión Desiderio , heredero de Jocelyn…”. Sánchez Domingo, Rafael. “Una institución hospitalaria en el Camino de Santiago: la ciencia médica de la Encomienda antoniana de Castrojeriz (Burgos)”. Estudios Superiores del Escorial. La Iglesia Española y las Instituciones de Caridad. Actas del Simposium 1/4-IX-2006. Colección del Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas. Ediciones Escurialenses (EDES). Servicio de Publicaciones. Madrid, 2006. Página 547.

[66] “…Cavallero muy valeroso, exercitado en armas, llamado Jocelino, Señor de Castro-Nuevo, Albenciano, y de la Mota de San Desiderio, y de otras muchas Fuerzas, y Lugares; el qual estando por Capitan General en servicio del Rey de Francia, en guerra, que en aquel siglo se hacia contra los Helvecios, que son los que moran en los Cantones, fue en una sangrienta batalla, que se dio un dia cerca del Monte Jura, derribado en el cavallo con tres mortales heridas, quedando en el campo tendido entre los muertos, y como tal, fue de noche sacado a una Hermita, que estaba a poca distancia de alli, dedicada a San Antonio, donde estuvieron velandole toda la noche; pero assi que queria amanecer bolvio en su acuerdo, con gran admiración de sus compañeros, á quienes refirió lo que por él havia pasado aquella noche, y como se le havian aparecido multitud de demonios, que le havian querido ahogar, y llevar a las penas eternas, porque no havia cumplido cierta promesa de visitar los Santos Lugares de Jerusalen, que le havian encargado su padre a la hora de la muerte, que cumpliese por él; y que estando padeciendo tan temerosa vision, llamó con todo su corazon a Dios, para que le socorriesse: Y el piadoso señor Señor, en aquel mismo momento lo consolo, embiando a su favor a nuestro Sagrado Abad, el qual, con gran Magestad reprehendio á los espiritus malignos, porque se havian atrevido a entrar en su Hermita, y maltratar a su huesped; pero que assi que los demonios le vieron, no pudiendo impacientes su venerable presencia, se ausentaron, dando grandes aullidos, San Antonio se llegó á él, y le dixo con palabras de mucho amor, que no temiesse, porque él era el Protector de aquella Hermita, y le havia assistido, y se libraria de todos quatos le quisiessen ofender; con condicion, que luego se pusiesse en camino para los Lugares Santos de Jerusalen, y cumpliesse, como buen hijo, la promessa, que havia ofrecido á Dios cumplir por su padre, y quando la huviesse cumplido, se viniesse por Constantinopla, donde á fuer agradecido, por el beneficio recibido, traladasse del el Oriente á estas partes de Europa las reliquias de su cuerpo…” Ceballos, Blas Antonio de. Flores de el Yermo. Opus cit. Páginas 277 y 278.

[67] “…Haviendose acabado con piedad, y limosna de los Fieles, y con el fervoroso zelo, y solicitud de Guion Desiderio, el Templo de nuestros Bienaventurado Padre, se ordenó colocar en él su bendito cuerpo, con tan grandes demostraciones de amor, fiestas, luminarias, e intervenciones de fuego, que es imposible el poderlo significar; y en particular el sumptuoso aparato, y grandeza con que se vieron adornadas, con riquisimas colgaduras, flores, y oloradas yervas las calles de aquella dichosa Villa, por donde havia que pasar la Procesión; la qual se hizo con tan copiosas luces, devoción, solemnidad, y regocijo de musicas, alternadas de dulces voces, y varios instrumentos, que sensiblemente enamoraban, y alegraban las danzas, acompañamiento de Soldados, tambores, trompetas, y chirimias, que jamás en aquella Villa se vió otra semejante, ni mas plausible; porque ademas del gran concurso de gente que de toda Francia assistio a ver esta sagrada colocacion, tambien se hallo en ella muchos Nobles Cavalleros Titulares, y el Ilustrisimo Señor Arzobispo de Viena, vestido de Pontifical, assistido de toda la Clerecia, y otros ilustres Prelados, y Religiosos (…) dentro de la caxa se halló un vaso de metal cerrado con cera, y el Señor Arzobispo públicamente le abrió, halló en él una cedula de pergamino, con unas letras antiquisimas, que casi no se dexaban leer uqe decian: ESTE ES EL CUERPO, Y LAS RELIQUIAS DEL GLORIOSO CONFESSOR SAN ANTONIO ABAD, TRAHIDAS DE EGIPTO…”. Ceballos, Blas Antonio de. Flores de el Yermo. Opus cit. Página 280.

[68] “…Tal enfermedad se extendería en Centroeuropa de desde el siglo X vinculada al consumo del pan del centeno y a la mala alimentación común entre los más pobres. En realidad se trata del ergotismo gangrenoso siendo una intoxicación, el herpes zoster o culebrilla, causada por el virus varicella-zoster (VZC), el mismo que provoca la varicela. Dicho virus, que puede ser contraído en la infancia, se propaga por el organismo del afectado al envejecer o al darse un debilitamiento de las defensas inmunitarias. A las pocas semanas el enfermo presentaría erupciones cutáneas en forma de ampollas, cuyas segregaciones provocarían el contagio. La neuralgia desencadenada puede llegar a ser muy dolorosa y prolongada, dando lugar al nombre medieval asignado a dicha enfermedad…” Sánchez Martín, Carlos. “La extinción de la orden medieval de San Antonio abad en Toledo. Un ejemplo de regalismo eclesiástico”. La desamortización: el expolio del patrimonio artístico y cultural de la Iglesia en España. Actas del Simposium 6/9-IX-2007. Madrid, 2007. Página 543.

[69] Investigaciones relativamente recientes, llevadas a cabo por estudiosos de la microbiología sagrada, como Albert Hofmann y Gordon Wason, han venido a descubrir que ese cornezuelo de centeno que produce el ergotismo, contiene alcaloides que, si son administrados convenientemente, también son capaces de producir profundos estados alterados de conciencia, acompañados de visiones, muy semejantes a los producidos por ingestión de sustancias psicotrópicas como el LSD o el cacto peytol de que hacen uso varios pueblos indígenas de las altiplanicies mexicanas, como los tarahumara y los huichocles, incluso Hofmann ha informado que, con toda probabilidad, estas sustancias alucinógenas que ingerían los mystes en los misterios eleusianos para alcanzar determinados estados superiores de conciencia, que los llevarían a sus visiones de lo trascendente y a la comprensión de los misterios que estarían preparadas a base de tortas hechas de harinas contaminadas con el cornezuelo. Sánchez Domingo, Rafael. “Una institución hospitalaria en el Camino de Santiago…”. Opus cit. Páginas 557 y 558.

[70] Pascual Mayoral, Pilar y García Ruiz, Pedro. “Los Antonianos y la Cofradía de San Antonio Abad de Calahorra”. Kalakorikos, 14. 2009. Página 415.

[71] “…La Sagrada Religión Antoniana tuvo principio, por la divina gracia, y favor de Dios, en un Lugar del Arzobispado de Viena, llamado Mota, año de la Encarnación del Señor de mil y noventa y cinco (…) que guardan la Regla de San Agustin, y militan debaxo de la invocación de nuestro Gran Padre San Antonio, que fundaron dos Cavalleros, padre, é hijo, llamado el uno Gaston, y el otro Girondo; los quales, estando padeciendo una gravisima enfermedad, se valieron de la intercesión de San Antonio: eran sus devotos, y con muchas lagrimas, y devocion le prometieron, que si les alcanzba de la divina gracia la salud que deseaban, de emplearse toda su vida en su servicio, y distribuir su hacienda en beneficio de los pobres; y fue tan del agrado de Dios esta promesa, que al punto que la hicieron, se hallaron con tan enteras, y robustas fuerzas, como si no huvieran estado enfermos; y no fue solo este el favor que recibieron de este Santo, porque a la siguiente noche, estando acostado Gaston en la cama, se le aparecio el Santo, y le dixo, que por su intercesión gozaban salud, y los recibia por sus hijos, y aceptaba el voto que le havian hecho, con condicion que en aquel Lugar de la Mota, cuidasen con caridad a los pobres afligidos enfermos, que padecen, por secreto juicio de Dios, la enfermedad del fuego sacro (…) y viendo el Santo su humilde recelo, le dio el baculo, que trahia en su resplandeciente mano , que parecia estar hecho al modo de una letra Griega T y le mando que se fixasse en la tierra; y haviendo el virtuoso Cavallero obedecido, vió que instantáneamente creció en un ameno, y deleytoso arbol, y que sus ramas se esparcian por todo el Orbe, con abundancia de flores, y hermosos frutos, y febaxo del arbol se veian muchos pobres llagados y afligidos, y consumidos, sin pies, ni manos, y que a la sombra del arbol se recreaban, sustentaban, y consolaban, y justamente vio de salir del Cielo un mano de incomprehendible hermosura, que les bendecia, con celestial favor, y admirando Gaston con tan divina vision, no sabia que queria significar aquello que veia, y entonces San Antonio le dio a entender, como aquel arbol florecido significaba la caridad, y Religion Antoniana, que su piadoso afecto, y devocion, se havia de fundar en aquel Lugar, en servicio de Dios Nuestro Señor, y beneficio de los pobres…” Ceballos, Blas Antonio de. Flores de el Yermo. Opus cit. Páginas 284-286.

[72] “… la llegada masiva de peregrinos enfermos a la iglesia de Montmajour, situada cerca de la ciudad francesa de Vienne, movilizó a la población de la comarca que de manera voluntaria comenzó a socorrer a peregrinos. Un grupo de laicos con conocimientos médicos habilitaron una casa junto a la Iglesia que albergaba las reliquias de San Antón y comenzaron a atender enfermos. Esta primera casas-hospital se llamó “Casa de los Pobres” y a los enfermos laicos que la atendían “Hermanos de los Pobres” o “Hermanos de la Limosna”. Poco después construyeron un hospital que llamaron “Hospital de Desmembrados”, donde realizaron las primeras operaciones quirúrgicas importantes, como la amputación de manos y piernas, para evitar la expansión de la gangrena. Esta intervención sería denominada “Serratura”. Por suerte, un experto cirujano apellidado Barthomé dejó testimonio escrito de las técnicas utilizadas durante las amputaciones, y de la composición del brebaje que utilizaban par anestesiar a los enfermos engangrenados: El paciente estaba sentado en una silla y era sujetado a ella por los ayudantes. Le ponían un velo sobre el rostro. Le hacían tomar un preparado a base de opio, morelle, jusquiame y mandrágora, bien líquido, y muy fuerte. Le ponían en la boca una esponja humedecida con agua de vinagre y un trozo de cuero para apretarse los dientes. Cuando el enfermo perdía el conocimiento el cirujano cogía la sierra que estaba depositada en el brasero. Durante la recuperación el enfermo era tratado con hierbas medicinales y una alimentación sana, a base de “buen pan elaborado con harina no contaminada de cornezuelo, buen vino a ser posible de la “santa viña” y buena carne de cero criado por los Antonianos”. Los tratamientos incluían también el “vino santo”, elaborado con uvas seleccionadas. Este vino era pasado por las reliquias del Santo y utilizado a continuación para tratar lesiones menores de los afectado por el “fuego de San Antón”…” Pascual Mayoral, Pilar y García Ruiz, Pedro. “Los Antonianos y la Cofradía de San Antonio Abad de Calahorra”. Kalakorikos, 14. 2009. Página 416.

[73] “…Aquí tuvo origen, y principio en las partes Occidentales su nobilísima Religión, aunque muy diferente del que tuvo en las Orientales de la Thebayda, donde fundo sus primeros Conventos (…). Aquí en una aparición milagrosa, que hizo el Santo al noble Cavallero Gaston, y a su hijo Girondo les dio la insignia, o señal del poder, figurada en la Cruz, o letra T, que en Griego es llamado Tau, de quien hace mencion el Profeta Ezequiel en el cap. 9. De aqui se extendió este Orden Sagrado por todas las regiones de Europa, y mas alla, cuyo blanco de su profession fue siempre el amor, y caridad con los pobres…” Navarro, Joseph. Opus cit. Páginas 254 y 255.

[74] Ollaquindia Aguirre, Ricardo. “La orden hospitalaria…”. Opus cit. Página 595.

[75]“…el III Concilio Ecuménico de Letrán, celebrado en 1179 bajo el pontificado de Alejandro III intervino en el lamentable estado de aislamiento a que eran sometidos los leprosos, declarando que siendo fieles como los demás, no debían ser indignos de alterar con sus semejantes, de manera que para hacer más soportable su existencia, muchos de ellos adoptaron el sistema de peregrinaciones, con profundo sentido práctico, adoptando mejores medidas de higiene y cambiando de clima, aún sin contar con la asistencia espiritual que impetraban, ayuda que pronto recibirán de la nueva Orden de los hijos de san Antonio…”. Sánchez Domingo, Rafael. “Decreto de extinción de la Orden de San Antonio de Vienne en España. Un ejemplo de intransigencia religiosa”. Revista de la Inquisición: (intolerancia y derechos humanos). Nº 14. 2010. Páginas 138 y 139.

[76] “…desde el departamento de Isère, en Francia, la orden se extiende hacia el sur, en la región de Drôme, en los Alpes, conformando la abadía di Bourg-St. Antoine, la filial primogénita. En Susa se establecieron en 1188, conformando residencia estable. Hacia 1190 se inició la edificación de la primera casa en Roma; en 1191, la de Memmingen, en Alemania; en 1199, la preceptoría de Montferrand (Puy de Dôme), al igual que en Aumônièrs (Saone), Besançon (Doubs), Grandvaux (Marne), así como la primera y más importante fundación en Castilla, el monasterio de Castrojeriz, en Burgos, y poco después en Olite, Navarra. En virtud de importantes donaciones la nueva orden se expandirá por Oriente Medio, de manera que el año 1218 se suscita una agria controversia entre la orden de San Antonio y el patriarca de Jerusalén por la posesión de la casa de San Juan de Arce, en Palestina. En 1230 se instaura la orden hospitalaria en Versucchien, en el Alto Marne; en 1236, en Fráncfort, y en 1250, en la ciudad holandesa de Maastricht y en Albi, al sur de Francia…”. Sánchez Domingo, Rafael. La encomienda de San Antón de Castrojeriz. Opus cit. Página 50.

[77] Rodríguez Masa, Juan Carlos. “Puercos, campanillas, bacines y atabaques” para la demanda de San Antón: un Real Privilegio en la España de los Reyes Católicos”. XLV Coloquios Históricos de Extremadura: dedicados a: a la figura del Rey Fernando el Católico, con motivo del V centenario de su fallecimiento en Madrigalejo (Cáceres). Trujillo del 19 al 25 de septiembre de 2016. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Cáceres, 2017. Página 568.

Ene 032020
 

José Pastor Villegas, Doctor en Ciencias (Sección de Químicas) e investigador en Historia de la Ciencia y la Tecnología y Jesús. F. Pastor Valle, Ingeniero Industrial.

Resumen

El Real Museo de Pinturas, origen del actual gran Museo Nacional del Prado (MNP), fue inaugurado el 19 de noviembre de 1819. Esta fecha, sin más, dice poco si no se consideran los antecedentes científicos y tecnológicos de la Ilustración española (1700-1808 o 1814).

Tras los reinados de Felipe V y Fernando VI, Carlos III y José Moñino Redondo, conde de Floridabanca y secretario del Despacho de Estado, decidieron alrededor de 1779 construir un edificio científico y tecnológico en la parte media del Paseo del Prado, junto al Real Jardín Botánico de Madrid, que estaba en traslado avanzado desde la Huerta de Migas Calientes y fue inaugurado inaugurado solemnemente en 1781. El nuevo edificio que quisieron construir incluiría la Academia de Ciencias Naturales, como alto organismo de docencia e investigación, el Real Gabinete de Ciencias Naturales y otras instituciones científicas y tecnológicas conexas; las obras comenzaron en 1785 según proyecto definitivo y dirección del arquitecto madrileño Juan de Villanueva y de Molina.

Reinando Carlos IV, el conde de Floridablanca encargó los Estatutos académicos al prestigioso químico Domingo García Fernández en 1791, siendo poco conocido o desconocido que José Antonio Pavón Jiménez y Pedro Gutiérrez Bueno, dos científicos extremeños ilustres en Madrid, fueron propuestos como académicos pensionados. El también extremeño Manuel Godoy y Álvarez de Faria, secretario de Estado, decidió en 1796 no establecer la Academia de Ciencias Naturales.

Las obras del edificio académico finalizaron antes de la Guerra de la Independencia (1808-1814). Reinando Fernando VII, se reparó el edificio de la non nata academia, y se inauguró el Real Museo de Pinturas en la fecha mencionada al principio.

Hace cuarenta años que Xavier de Salas Bosch (Barcelona, 1907 –Madrid, 1982), recién finalizada su dirección del MNP (1971-1978), y ya vinculado con Trujillo (Cáceres), se preguntó ¿Qué es el Museo del Prado? Su respuesta está recogida en el presente trabajo, a la que sumamos unos apuntes científico-tecnológicos nuestros sobre el MNP del bicentenario.    

 

  1. Introducción

Corriendo el convulso siglo XIX español, el 19 de noviembre de 1819 se inauguró el Real Museo de Pinturas reinando Fernando VII, cuyo nombre oficial se cambió tres veces en ese siglo. En 1830, se llamó Real Museo de Pinturas y Esculturas, denominación que se mantuvo hasta que la reina Isabel II fue al exilio en 1868. Desde ese año hasta 1872, se denominó Museo Nacional de Pinturas. Desde 1872 hasta el presente, se denomina oficialmente Museo Nacional del Prado.

Obviamente, se cumplirán los doscientos años de la inauguración en el mes de noviembre próximo. Según hemos leído, la idea motriz difundida institucionalmente es celebrar el Bicentenario del Museo Nacional del Prado como el gran regalo que se ha dado la nación española y explicar, cómo, a consecuencia de acontecimientos sociales y políticos, una colección privada concebida para deleite de unos pocos acabó convirtiéndose en la institución cultural principal de todos los españoles.

Así pues, los Coloquios Históricos de Extremadura de 2019 se celebran casi coincidentes con tal efemérides. Acertadamente, están dedicados a la figura de Xavier de Salas Bosch (Barcelona, 1907 – Madrid, 1982), quien fue director de tan importante museo mundial de 1971 a 1978; él y su esposa Carmen Ortueta Martínez (Santander, 1913-Trujillo, Cáceres, 2012) fundaron la Asociación de Amigos de Trujillo en 1972, y tomaron la decisión de establecer la Fundación Xavier de Salas en 1981 con sede en el Convento de la Coria, donde se celebran estos XLVIII Coloquios Históricos de Extremadura.

En estudios nuestros sobre la Historia de la Ciencia y Tecnología, conexos con Extremadura y América, no han faltado imágenes artísticas como documentos. A título de ejemplo, en nuestro libro Páginas extremeñas sobre el caucho, editado por la Fundación Xavier de Salas[1], la lámina del polifacético Cristoph Weiditz con texto en alemán corresponde a la exhibición del juego de pelota en 1529, documento que nos sirvió para concluir que el extremeño Hernán Cortés trajo el primer material de caucho a Europa en su viaje a la España de Carlos V en 1528, es decir, tras el descubrimiento y conquista del Imperio Mexica durante la expedición cortesiana (1519–1521), hecho que hemos recordado en el congreso internacional celebrado recientemente en Medellín y Trujillo[2].  

Pues bien, en el presente trabajo tratamos de los antecedentes científicos y tecnológicos inmediatos del Real Museo de Pinturas, insuficientemente conocidos, sin olvidar a los intelectuales de la Ilustración Española oriundos de Extremadura. En segundo lugar, recordamos lo que fue el Museo Nacional del Prado para el mencionado director Salas Bosch, vinculado con Extremadura. Y, en tercer lugar, apuntamos una mirada científica y tecnológica nuestra a los materiales que se conservan en el bicentenario de tan gran museo internacional.

 

  1. Preilustración e Ilustración en España

Publicaciones diversas que tratan de la Historia de la Ciencia y la Tecnología Española vienen a coincidir en señalar que España estuvo ausente del punto de partida de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII[3], revolución que marca una etapa anterior y otra posterior. La llamada Ciencia moderna (macro y microcosmo) surgió con las aportaciones de grandes científicos europeos, siendo uno de ellos el conocido matemático, físico y astrónomo británico Isaac Newton (Woolsthorpe, Lincolnshire, 1642 – Londres, 1727)[4], autor de la importante obra Philosophiae naturalis principia mathematica (Principios matemáticos de la Filosofía natural), publicada en Londres en 1687.

En España, en el reinado de Felipe II (1556-1598), se inició un apagón científico y tecnológico. Como es sabido, se impuso en 1558 la obligación de obtener autorización para publicar cualquier libro y prohibió al año siguiente los estudios en universidades extranjeras para evitar la contaminación del protestantismo. En opinión del médico y bioquímico Severo Ochoa de Albornoz (Luarca, 1905 – Madrid, 1993)[5], Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959[6], compartiéndolo con el bioquímico Arthur Kornberg (Brooklyn, Nueva York, 1918 – California, 2007), por estar más interesado en los asuntos de allá arriba que en los de aquí abajo, es decir, una religión mal entendida[7]. En nuestra opinión, tal apagón fue una realidad tras la Primera Expedición Científica a América (1571 – 1577), que se organizó y realizó en dicho reinado[8].

La atonía comenzó a remontarse en el reinado de Carlos II (1665-1700). En ese reinado, se tomó conciencia del atraso científico español. Se denunció el atraso correspondiente a la medicina moderna y conocimientos iatroquímicos y biológicos afines en la Carta filosófico-médico-chymica…, de Juan de Cabriada (Valencia, 1665 – Bilbao, post 1714), médico, fisiólogo y químico[9], publicada en 1687[10], es decir, el mismo año que Isaac Newton publicó su célebre obra antes mencionada; es un manifiesto, entre cuyos principales fragmentos figura:

 

“Que abramos los ojos, para poder ver las amenas y deliciosas provincias, que los escritores modernos, nuevos Colones y Pizarros, han descubierto por medio de sus experimentos, así en el macro como en el microcosmos. Y que sepamos que hay otro mundo nuevo, esto es, otra medicina más que la galénica, y otras firmísimas hipótesis sobre que poder filosofar”.          

 

El mencionado Juan de Cabriada y otros, conocidos como novatores, fueron científicos y tecnólogos preilustrados sin cabida en las instituciones existentes, por lo que tuvieron que depender de nobles y clérigos, y agruparse en “tertulias” independientes o en torno a mecenas. La única institución docente de relieve desde 1625 fue los Reales Estudios del Colegio Imperial de Madrid, de la Compañía de Jesús[11].

Hubo instituciones preilustradas para el desarrollo científico y tecnológico en España[12]: Colegio de San Telmo, fundado en Sevilla en 1681; Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias, fundada en Sevilla en 1681; Academias de Ingenieros de Barcelona (c. 1715) y de Guardiamarinas de Cádiz (1717); y el Real Seminario de Nobles de Madrid (1726). En otras palabras, instituciones vinculadas a cuerpos sociales (médicos, ejército y marina mercante) y a ciudades peninsulares (Madrid, Sevilla, Barcelona y Cádiz).

Como es sabido, la Ilustración fue un hecho en Francia, Alemania y en otros países, entre ellos España, en el siglo XVIII, cuya característica principal fue la aplicación de la razón por intelectuales y grupos sociales relevantes para iluminar los asuntos de la Edad Moderna en curso, de ahí que se denomine también Siglo de la razón o Siglo de las luces.

En España, hubo ilustración entre 1700 (llegada de Los Borbones) y 1808 (invasión de España por las tropas napoleónicas) o 1814 (fin de la Guerra de la Independencia). Durante la Ilustración española se sucedieron los reinados de Felipe V (1700-1724-1746), Luis I (1724-1724), Fernando VI (1746 – 1759), Carlos III (1759 – 1788), Carlos IV (1788 – 1808), José I (1808-1814) y comenzó el reinado de Fernando VII (1814 – 1833); hubo reformas diversas y se desarrolló una gran actividad ideológica, social y política, con su cenit en el reinado de Carlos III. La muerte de este rey, casi coincidente con el inicio de la Revolución Francesa (1789), marca un punto de inflexión pues las aspiraciones reformistas pierden su vigor en comparación con los reinados borbónicos anteriores, y se llegan a pagar las luces de la razón, sucediéndole un absolutismo monárquico en todo su apogeo[13]. Insistiendo, la esperanza desmesurada en el papel regenerador de la Ciencia y Tecnología moderna empezó a decaer al comienzo de la Edad Contemporánea.

            Con los Borbones, contando con el apoyo y la colaboración de políticos ilustrados, se impulsó la ciencia y la tecnología para recuperar el atraso científico y tecnológico, abriéndose España a Europa. Las medidas políticas ilustradas tendentes a la recuperación fueron[14]:

  • Contratación en el extranjero de un número importante de científicos y tecnólogos, que viniesen a ejercer en España.
  • Selección de españoles para completar su formación en el extranjero de pensionados por cuenta del Estado. Los países preferidos fueron Francia, Inglaterra, etcétera.
  • Establecimiento de nuevas instituciones para sumar el esfuerzo de los científicos y tecnólogos foráneos arraigados en suelo español y los pensionados repatriados, una vez completada su formación. Los más en la Villa y Corte de Madrid, pero muchos también en provincias, fueron surgiendo establecimientos diversos: jardines botánicos, gabinetes de Historia natural, observatorios astronómicos, laboratorios físicos y químicos, colecciones de máquinas, escuelas de ingeniería, etcétera.
  • Establecimiento de una Academia de Ciencias, con categoría de auténtica universidad.

 

  1. Antecedentes científicos y tecnológicos en los reinados de Felipe V y Fernando VI

Reinando Felipe V, se fundaron la Real Academia Española (1713), también conocida como Real Academia de la Lengua, y la Real Academia de la Historia (1738). En el mismo reinado surgió un proyecto de Academia general, es decir, sin desligar letras y ciencias.

Del reinado de Fernando VI data la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando (1752), denominada actualmente Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sita desde 1773 en el palacio de Goyeneche (Madrid, calle de Alcalá, 13). Del mismo reinado data el primer Real Jardín Botánico de Madrid, sito en el soto de la Florida de Madrid, en la llamada Huerta de Migas Calientes, a orillas del río Manzanares, en donde estuvo desde 1755 hasta ser ordenado su traslado el 25 de julio de 1774 al Paseo del Prado de San Jerónimo[15], es decir, reinando Carlos III.

Un proyecto de Academia general surge también en el reinado de Fernando VI por iniciativa de José de Carvajal y Lancaster (Cáceres, 1768 – Madrid, 1754), estadista, diplomático y ministro[16], quien buscó el asesoramiento de Ignacio Luzán Claramunt de Suelves y Gurrea (Zaragoza, 1702 – Madrid, 1754)[17], hombre de letras con conocimientos científicos. Más interesante es que, siendo ministro de Estado, pensionó en Roma en 1748 a José de Hermosilla y Sandoval (Llerena, Badajoz, 1703 – Leganés, Madrid, 1776)[18], ingeniero militar en el Real Cuerpo de Ingenieros de Madrid e interesado por la arquitectura civil. Este hecho tiene importantancia porque Fernando VI le encargó la construcción del nuevo Hospital General de la Corte (calle Santa Isabel); dirigió las obras durante algún tiempo según su proyecto de 1755, continuando la dirección de las obras el arquitecto real Francesco Sabatini (Palermo, Italia, 1721 – Madrid, 1797)[19], quien añadió parte de su nuevo proyecto. Después, reinando Carlos III, el llerenense tuvo protagonismo en la urbanización del Paseo del Prado y el arquitecto Ventura Rodríguez (Madrid, 1717 – Madrid, 1785)[20] en el embellecimiento.    

Otro proyecto académico del reinado de Fernando VI data de 1753, más interesante que el anterior, fue el establecimiento en Madrid de una Sociedad Real de Ciencias, concebida como centro de investigación y de enseñanza. Tal proyecto fue un encargo expreso de Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada (1702 – Medina del Campo, Valladolid)[21], desde la Secretaría de Marina e Indias; contó con la colaboración de Jorge Juan y Santacilia (Novelda, Alicante, 1713 – Madrid, 1773), náutico, físico, astrónomo, geógrafo y cartógrafo[22]. Ni este proyecto ni el anterior se realizaron.

  1. Antecedentes científicos y tecnológicos en el reinado de Carlos III

Del reinado de Carlos III data el Real Gabinete de Historia Natural, cuyo origen es de 1771 y está detallado en la Gaceta de Madrid[23]. Por Real orden de 17 de octubre de 1771, que firma el marqués de Gimaldi en San Lorenzo de El Escorial en esa fecha, se admitió la oferta que Pedro Franco Dávila hizo al rey del Gabinete de Historia Natural que había formado y tenía en París. El mismo rey destinó en seguida varias curiosidades de su propiedad particular para enriquecer tal gabinete y muchos particulares enviaron también materiales y colecciones para el desarrollo de la nueva institución científica. En la misma publicación oficial se dio noticia el 2 de enero de 1775 del importante establecimiento del Gabinete de Historia Natural, también llamado Museo de Historia Natural, y más adelante se avisó al público que desde el 4 de noviembre de 1776 (festividad de San Carlos) podían visitarse tres salas en el piso segundo de la calle de Alcalá, donde estaba establecida la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando, visitado también frecuentemente por el rey y familia. Tras la muerte de su primer director, el nuevo establecimiento continuó funcionando y por Real orden de 11 de diciembre de 1787 se introdujo también la enseñanza de las Ciencias Naturales y continuó con la denominación de Real Gabinete de Historia Natural hasta bien avanzado 1815. Después, por Real orden de 1 de octubre de 1815 se denominó Museo de Ciencias Naturales hasta 1913. Desde ese año se denomina Museo Nacional de Ciencias Naturales[24], estando dedicado al estudio y difusión de tales ciencias.

En el bicentenario de la muerte del mencionado Pedro Franco Dávila[25], se insistió acertadamente que si bien es verdad que en 1752, reinando Fernando VI, Antonio de Ulloa[26] proyectó un Estudio y Gabinete de Historia Natural, el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid inaugurado en el reinado de Carlos III fue la base y fundamento del actual Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid[27].    

Figura 1. Carlos III, óleo sobre lienzo de Rafael Antón Mengs, 1774. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

Tras estos necesarios pormenores, destacamos que Carlos III y José Moñino Redondo (1728, Murcia – Sevilla, 1808)[28], conde de Floridablanca, secretario del Despacho de Estado (1777 – 1792), centraron su atención en los asuntos científicos y tecnológicos en el Paseo del Prado de San Jerónimo, como resume a continuación.

Figura 2. José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, óleo sobre lienzo de Francisco de Goya y Luciente, 1783. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

En 1781, ya prestaba servicio parte del Real Hospital General (edificio ocupado hoy por el Centro de Arte Reina Sofía), terminada su construcción en la parte baja de dicho paseo por el arquitecto Francesco Sabatini. En relación con las Ciencias de la salud, fue un avance ilustrado importante pues en los bajos del nuevo hospital comenzaría su actividad el Real Colegio de Cirugía de Madrid el 1 de octubre de 1787.

Figura 3. El Jardín Botánico desde el paseo del Prado, óleo sobre tabla de Luis Paret y Alcázar, hacia 1790. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

También, en 1781 fue inaugurada solemnemente por Carlos III la nueva sede del Real Jardín Botánico, sito en la parte media del Paseo del Prado, trasladado desde su primer emplazamiento antes mencionado a propuesta de Casimiro Gómez Ortega (Añover de Tajo, Toledo, 1741 – Madrid, 1818), científico de amplio currículo: médico, boticario mayor de los Ejércitos, etcétera. En el nuevo jardín continuó siendo catedrático primero de Botánica y director, y fue gestor de la política ilustrada en lo referente a la Historia natural metropolitana y ultramarina en los reinados de Carlos III y Carlos IV[29]. Hoy, el Real Jardín Botánico de Madrid, con extensión menor que en su inauguración, depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y es una de las instituciones más visitadas del Madrid científico, accediendo por la Puerta Norte, en la Plaza de Murillo, frente a la fachada sur del cercano edificio Villanueva del Museo Nacional del Prado que más adelante mostramos.

En el Real Jardín Botánico de Madrid se impartió docencia de Botánica general y aplicada para médicos, cirujanos y boticarios de acuerdo con el Reglamento de 16 de marzo de 1783. En los solemnes actos celebrados el 6 y 9 de diciembre de 1786, a los que asistió el conde de Floridablanca, en representación del rey, y numerosas personalidades nacionales y extranjeras, el entonces boticario Vicente Cervantes Mendo (Ledrada, Salamanca – México, 1829)[30] pronunció un discurso brillante el primer día[31], en el que reflejó el momento político-científico español y sus perspectivas de futuro, aludiendo en uno de los párrafos a la obra visible ya de la Academia de Ciencias Naturales y a algunas de sus dependencias. En otras palabras, en nuestra opinión, reforzaba la defensa de España ante Europa con criterio científico en base al Real Jardín Botánico de Madrid y a su entorno científico. No hay que olvidar que casi coincidente con la disertación de Vicente Cervantes Mendo, se informaba de la publicación de la Oración apologética por la España y su mérito literario…[32], obra del conocido extremeño Juan Pablo Forner y Segarra (Badajoz, 1756 – 1797)[33], jurista, a quien el propio conde de Floridablanca había encargado la respuesta oficial al escritor francés Nicolas Masson de Morvilliers en la polémica sobre el pasado científico español; polémica inútil y que contribuyó a dudar de sobre la capacidad hispana para dedicarse a la Ciencia y una visión excesiva sobre su papel en la renovación de las estructuras socio-económicas españolas[34].

El mencionado Vicente Cervantes Mendo, discípulo distinguido de Casimiro Gómez Ortega, no era extremeño de nacimiento pero sí con ascendientes maternos de Casar de Cáceres (Cáceres) y casado después con extremeña de Hervás (Cáceres), se había formado profesionalmente como boticario y botánico en el Madrid de los años finales del reinado de Carlos III; tuvo vinculación profesional con el Real Hospital General de Madrid antes de pasar a Nueva España como catedrático de Botánica de México formando parte de la Real Expedición Botánica a Nueva España (1787-1803), llegando a ser un insigne científico hispanomexicano[35].

Pues bien, estando en construcción el nuevo jardín botánico madrileño, Carlos III y el conde de Floridablanca decidieron alrededor de 1779 establecer también una Academia de Ciencias Naturales, como alto organismo de enseñanza e investigación en Madrid. Sobre tal academia se ha sabido relativamente poco hasta la publicación de Rumeu de Armas (referencia 14).

Para ello, escogieron un solar extenso en el bello y concurrido Prado de San Jerónimo, próximo al monasterio del mismo nombre y al palacio del Buen Retiro. En 1785 fue elegido el arquitecto Juan de Villanueva y de Montes (Madrid, 1739 – Madrid, 1811)[36], en cuya biografía consta:

Figura 4. Juan de Villanueva, busto en mármol de José Grajera y Herboso, 1877-1878. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

“El año 1785 es crucial en la biografía artística de Juan de Villanueva, ya que en febrero, mientras dirige la recepción y consolidación del Patio de Mascarones de El Escorial, comienza a proyectar por orden del secretario de Estado, a la sazón José Moñino, conde de Floridablanca, un Real Museo de Historia Natural en el paseo del Prado, junto al Jardín Botánico. El proyecto del edificio que será Museo del Prado es presentado el 30 de mayo de 1785 a Carlos III cuando se encuentra acompañado del príncipe [futuro Carlos IV] y del mismo Floridablanca. Para responder al encargo que el ministro de Estado le hizo, Villanueva presentó entonces dos opciones posibles de edificio. Una de ellas, ilustrada en cuatro láminas que se conservan en la Academia de San Fernando, tenía unos característicos pórticos cubiertos para el paseo público. De la otra, muy distinta y sin tales pórticos, ha quedado constancia únicamente por la maqueta de madera que se conserva en el propio Museo, ya que sus planos se han perdido. Este último proyecto sin pórticos exteriores fue elegido por el propio Rey para su construcción en paralelo al antiguo Paseo del Prado de Atocha, en continuidad con el jardín Botánico y bajo la iglesia y el doble claustro de los Jerónimos. A finales de aquel mismo año de 1785 se inician los movimientos de tierras y la apertura de zanjas de cimentación del futuro edificio, que en 1788, año de la muerte de Carlos III, veía elevarse sus muros sobre la rasante del terreno.

La utilidad pública era una condición irrenunciable de las obras de la Ilustración y el futuro edificio del Museo del Prado tenía para Villanueva un doble compromiso: hermosear la ciudad y crear un establecimiento para el estudio, la investigación y la instrucción pública. En concreto, el programa de necesidades que el Museo tenía que alojar en su interior con la solidez y extensión apropiadas incluía un Gabinete de Historia Natural con salas de estudio, una Academia de Ciencias Naturales con capacidad para sus instrumentos, laboratorios, aulas y biblioteca, y un gran salón para las juntas académicas. Tres establecimientos en un único gran edificio.

El solar del futuro Museo se elegía entonces para crear un frente prolongado paralelo al Prado de Atocha, a los pies de la iglesia y convento de San Jerónimo, con una fachada alargada de escaso fondo construido y asentado sobre un terreno que en su estado natural presentaba una doble pendiente, con una fuerte inclinación desde los jerónimos hacia el Paseo del Prado, y con un desnivel más suave entre la fuente de Neptuno y la antigua puerta de Atocha. Para preparar el solar y sacar partido de las pendientes del terreno, Villanueva creó un muro de contención en ángulo y en relación con él hizo el vaciado necesario para dejar definido un plano horizontal, a la cota del Prado, sobre el que elevar el edificio. De este modo, la nueva topografía del lugar estaba modelada para comenzar a responder por sí sola al triple uso requerido, ya que favorecía que existieran tres diferentes accesos sobre diferentes niveles del terreno y en tres orientaciones también diferentes.

La principal idea del proyecto de Villanueva consistía en crear dos plantas bajas funcionalmente independientes, con circulaciones interiores siguiendo esquemas de fondos de saco, y dispuestas una encima de otra. La destinada a Academia de Ciencias tenía entrada y salida por la puerta sur, enfrentada al jardín Botánico y a su misma cota. Y el Museo-galería de Historia Natural tenía entrada y salida a una cota superior por la puerta norte, a cuya altura se accedía desde el Paseo del Prado gracias a una característica rampa que recortaba en curva la pendiente natural del terreno. Se creaba así un edificio de un extraño neoclasicismo pintoresco, nacido de las condiciones topográficas de un lugar que explican su configuración tanto funcional como compositiva.

El resultado de esta operación de adaptación al terreno creaba una obra con dos entradas distintas, en niveles también distintos y en orientaciones opuestas, cada una de ellas a dar acceso a una única planta del edificio y caracterizada por un orden clásico propio, de capiteles corintios asociados a la puerta de la Academia y jónicos para la puerta del Museo. Faltaría para responder al programa de necesidades inicial dar forma y posición al salón de juntas. Éste es, de nuevo, un edificio independiente, de eje perpendicular a los dos anteriores, con su propia puerta de entrada y salida, el pórtico dórico central orientado a poniente, e imaginado por Villanueva como un gran templo laico de tipo basilical y cabecera absidial”.

Figura 5. Vista de las fachadas norte y principal (oeste o de Velázquez) del Museo del Prado y fotografía de Xabier de Salas Bosch. Fuente: Cartel de los XLVIII Coloquios Históricos de Extremadura, 2019.

En nuestra opinión, el cartel ilustrativo de los XLVIII Coloquios Históricos de Trujillo (Figura 5), además de destacar a Xavier de Salas Bosch, sirve para ilustrar los párrafos anteriores. La Figura 6 es también muy ilustrativa.

Figura 6. Vista de la fachada sur del Museo del Prado, desde el interior del Jardín Botánico, óleo sobre lienzo de José María Avrial y Flores, hacia 1835. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

Volviendo a Rumeu de Armas, hubo cierta discrepancia entre el arquitecto y el ministro en la denominación del edificio:

“La idea de Carlos III era que el edificio fuese conocido con el nombre de Academia de Ciencias, el organismo más importante a cobijarse dentro de sus muros. Pero el arquitecto Villanueva, por su cuenta y riesgo, decidió bautizarlo con la denominación de Museo de Ciencias, dada la importancia de las instituciones que se iban a integrar en el mismo y el carácter acentuadamente experimental con que estaban concebidas las enseñanzas de dichas disciplinas.

Al conde de Floridablanca no le agradó ni poco ni mucho el arbitrario cambio operado en la concepción original, y continuó aferrado a la idea de que el verdadero objeto de la edificación era cobijar una Academia de Ciencias Naturales.

Ha de advertirse que a la Academia de Ciencias, como alto organismo rector, venían a sumarse diversas instituciones encargadas de investigar y difundir las más variadas disciplinas; por esta razón puede afirmarse que la nueva entidad se asemeja en todo a una auténtica Universidad de las Ciencias”.

 

Hubo también polémica con Bernardo de Iriarte (Puerto de la Cruz, Santa Cruz de Tenerife, 1735 – Burdeos, Francia, 1814)[37] y Tomás Iriarte (Puerto de la Cruz, Santa Cruz de Tenerife, 1750 – Madrid, 1791)[38] . El conde de Floridablanca iba encaminado a establecer una Academia de Ciencias Naturales en un gran edificio (conocido hoy como edificio Villanueva del Museo Nacional del Prado) en donde iban a establecerse también el Real Gabinete de Historia Natural y otras dependencias científicas y tecnológicas: Laboratorio químico, Observatorio astronómico, Gabinete de máquinas y la Academia de las tres artes (si fuera posible). En cambio, los eruditos hermanos insistían en el establecimiento de una Academia general (Ciencias y Letras).  

 

    

Figura 7. Portada del discurso leído por Pedro Gutiérrez Bueno en la apertura de la Real Escuela de Química, Madrid, Imprenta Real, 1788. Fuente: Biblioteca Nacional de España, fotografía recibida con autorización para publicación.

En particular, concerniente a la Química, mencionamos brevemente que mientras se terminaba la construcción del edificio proyectado por el arquitecto Villanueva, se estableció provisionalmente la Real Escuela y Real Laboratorio de Química en lo que fue Botica del Convento del Carmen Descalzo, con entrada por la calle de Alcalá. La enseñanza pública de la Química comenzó en esta institución, dependiente del Ministerio de Estado, el 2 de enero de 1788 (último año del reinado de Carlos III) con un discurso inaugural pronunciado por el catedrático primero Pedro Gutiérrez Bueno (Figura 7), boticario, a quien se considera en algunas publicaciones madrileño cuando en realidad es Pedro Gutiérrez Jiménez (Cáceres, 1743 – Madrid, 1822)[39]. En el discurso pronunciado elogió al rey (Carlos III) y al Ministerio de Estado, manifestando la conexión de la Química con otras ciencias y con las artes, la necesidad de esta ciencia para justificar la necesidad de su enseñanza y la gloria que en el futuro proporcionaría. En particular, hablando de la necesidad de la Química dijo[40] lo que a continuación se transcribe con ortografía actual:

“Pongamos la consideración en los lentos y sucesivos conatos con que el entendimiento humano ha ido formando y perfeccionando las artes que sirven al uso de la vida. Sale el hombre de las manos de la naturaleza; y sin otro auxilio que la sagacidad de su entendimiento, se ve en la tierra rodeado de incomodidades y de peligros que le molestan, le oprimen, y le acongojan. Quiere sustentarse, y halla desabridos los frutos que le ofrece la fecundidad de la naturaleza no cultivada. Quiere abrigarse, y desgajando ramas, y matando fieras, fabrica una cabaña rústica, y se ciñe con su vestido áspero. Estimulado del deseo de apartar de sí la incomodidad de estos auxilios, medita, examina, experimenta; y en este punto, valiéndose de la actividad del fuego, derrite, o ablanda con él los metales, y de esta primera operación química salen como en tropel los instrumentos más necesarios que sirven a la Agricultura, a la Arquitectura, y a las fábricas. Acompañó después la Química a todas las restantes operaciones de la comodidad y de la magnificencia con inseparable unión, contribuyendo perennemente a este esplendor, a esta majestad, a esta infinidad de invenciones que dan tan ilustre prueba de la fuerza, grandeza y divinidad del espíritu que nos anima. Ella desenterró el oro en las entrañas de los montes, fundió la plata, suavizó el hierro, modificó el bronce, proporcionándolos a la infinita variedad de labores y usos con que hoy nos sirven y nos recrean. Ella reveló la naturaleza íntima de todas las piedras, descubrió sus principios, mostró sus usos. Ella proveyó de instrumentos maravillosos a la Astronomía, para que trasladando su vista a la inmensidad del espacio, corra de sol en sol, de planeta en planeta, de mundo en mundo, observe sus concertados giros, siga y calcule sus movimientos, describa las leyes del Universo, y perciba el orden admirable de los entes que dominamos. Ella suministró vidrios al Físico para desentrañar la luz, separar sus rayos, dividir sus colores, y producir los maravillosos efectos de la Óptica. Ella dio al Pintor los materiales con que la superficie de una tabla o de un lienzo abulta los seres, emula los milagros de la naturaleza, y retrata sus obras, tal vez mejorándolas. Ella enseñó… “

 

La enseñanza química impartida estaba más o menos en sintonía con la Revolución Química que se estaba iniciando en esos años, principalmente desde la publicación en 1789 del Traité élémentaire de Chimie, del gran científico Antoine Lauret Lavoisier, conocimientos que convirtieron definitivamente la Química en ciencia (ciencia experimental) y la dejaron en condiciones de continuar su desarrollo para llegar al estado actual. Tal tratado fue pronto conocido y traducido al español en España y virreinato de Nueva España[41]. En otras palabras, España, ausente en el inicio de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII como dijimos en el apartado segundo, estuvo en la iniciación de la Revolución Química del siglo XVIII.

Otros dos Laboratorios de Química se establecieron en Madrid casi coincidentes con mencionado centro inaugurado, ambos de Química aplicada. Uno fue el Laboratorio de Química metalúrgica, a cargo del químico francés contratado Françoise Chavaneau (Notron, Francia, 1754-Francia, 1842)[42], funcionó primero en la calle Hortaleza de Madrid y después en la calle del Turco (hoy Marqués de Cuba). El otro fue el Laboratorio de Química aplicada a las artes, a cargo del prestigioso químico español de formación francesa Domingo García Fernández (Belorado, Burgos, c. 1759? – 1829 pos.)[43], autor de diferentes investigaciones y publicaciones nacionales e internacionales, una de ellas con el mencionado Juan Pablo Forner Segarra[44], jurista que también tuvo relación con Pedro Gutiérrez Bueno. Los tres laboratorios madrileños y el segoviano, a cargo del químico francés contratado de gran reputación europea Joseph Louis Proust (Angers, Francia, 1754 – Angers, 1826)[45], fueron refundidos con posterioridad, de lo cual nos hemos ocupado en trabajos anteriores.

 

  1. Academia de Ciencias Naturales non nata en el reinado de Carlos IV y Real Museo de Pinturas en el reinado de Fernando VII

Siguiendo a Rumeu de Armas (referencia 14), el conde de Floridablanca, ya en el reinado de Carlos IV, contactó en 1791 con el mencionado Domingo García Fernández, pidiéndole asesoramiento para establecer los Estatutos de la futura Academia de Ciencias Naturales de Madrid como centro de enseñanza e investigación; informó a mediados de ese año que en su opinión los académicos serían de cuatro tipos: honorarios, asociados, pensionados y supernumerarios. De ellos, los pensionados (Matemáticas, Astronomía, Geografía, Mecánica e Hidráulica, Física experimental, Reinos animal y mineral, Botánica, Química y Medicina y Cirugía) eran los más importantes y deberían residir en Madrid, fijando su número en veinticuatro y proponiendo sus nombres. Entre los académicos pensionados que seleccionó figuraban dos ilustres extremeños residentes en Madrid: el boticario y botánico José Antonio Pavón Jiménez (Casatejada, Cáceres, 1754 – Madrid, 1840) como botánico, y el mencionado Pedro Gutiérrez Bueno como químico. De ambos, hemos escrito en trabajos anteriores, el más reciente en el trabajo presentado en los Coloquios de 2017, que estuvieron dedicados a la Ilustración en Extremadura[46].

Sin embargo, tras la destitución del conde de Floridablanca en 1792, la Academia de Ciencias, todavía non nata, fue clausurada por decisión de Manuel Godoy y Álvarez de Faria (Badajoz, 1767 – París, Francia, 1851)[47], siendo secretario de Estado. La decisión fue tomada en orden reservada el 6 de septiembre de 1796, escribiendo “no se verá concluido el establecimiento”. Por consiguiente, se cumplieron los vaticinios de Leandro Fernández de Moratín, hechos en 1787, sobre la suerte que correría la Academia de Ciencias Naturales a la caída del conde de Floridablanca. Sin embargo, las demás instituciones más o menos conexas con tal academia le debieron cierto desarrollo y progreso, declarándose él mismo su protector (referencia 14).

Obviamente, con la decisión tomada se perdieron los grandes esfuerzos del conde de Floridablanca, quien en una Instrucción reservada para la dirección de la Junta de Estado, establecida por Real Decreto de 8 de julio de 1787, decía en nombre del rey Carlos III[48]:

 

“Las enseñanzas públicas y las Academias tienen por objeto el complemento de la educación, que es la instrucción sólida de mis súbditos en todos los conocimientos humanos. En esta parte, lo que hace más falta es el estudio de las Ciencias Exactas, como las Matemáticas, la Astronomía, la Física Experimental, Química, Historia Natural, la Mineralogía, la Maquinaria y otras ciencias prácticas. Con el fin de promover entre mis vasallos el estudio, aplicaciones y perfección de estos conocimientos, he resuelto fundar una Academia de Ciencias, y encargo muy particularmente a la Junta coopere a estas ideas, y las recuerde con frecuencia y oportunidad”.                  

De aquel proyecto de Carlos III de instituciones científicas reunidas en un único edificio junto al Real Jardín Botánico han llegado hasta nuestros días dos instituciones científicas dispersas: Museo Nacional de Ciencias Naturales (sito en el antiguo Palacio de las Artes y la Industria del Paseo de la Castellana, calle José Gutiérrez Abascal, 2) y Real Observatorio Astronómico (construido en el Cerrillo de San Blas y constituido en 1790, reinando Carlos IV, reanudando su actividad en 1845). En cambio, el nacimiento del establecimiento académico científico tuvo que esperar hasta la Regencia de María Cristina de María Cristina de Borbón Dos Sicilias (1833 – 1840), estableciéndose primero la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid por Real Decreto de 7 de febrero de 1834. Reinando Isabel II (1843-1868), tal academia científica fue declarada suprimida trece años después y establecida la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid por Real Decreto de 25 de febrero de 1847, que llega hasta nuestros días. Desde 1897, la sede de esta academia científica es la calle Valverde de Madrid, números 22 y 24 (anterior sede de la Real Academia Española), en la que celebramos el 17 de abril de 2018 uno de los actos del bicentenario del nacimiento del insigne ingeniero civil extremeño Cipriano Segundo Montesino y Estrada (Valencia de Alcántara, 1817 – Madrid, 1901), que fue su tercer presidente.

Finalizada la Guerra de la Independencia (1808-1814), que había quedado al país en ruina, y sin entrar en más detalles, se inauguró el Real Museo de Pinturas el 19 de noviembre de 1819 con solo 311 pinturas expuestas en tres salones (154 en el primero, 136 en el segundo y 21 en el tercero), todas de autores españoles, catalogadas en catálogo de ese año[49]; asistió Fernando VII (Figura 8) y su esposa María Josefa Amalia de Sajonia. José Gabriel de Silva y Waldstein (¿Viena, Austria, 1782 – Madrid, 1839), académico, diplomático y político[50], fue el primer director palatino (1819-1820), quedando abierto el museo al público tan solo los miércoles; la apertura continuó hasta marzo de 1826, cerrando durante dos años para acometer reformas, como es sabido (referencia 14).

Figura 8. Fernando VII con manto, óleo sobre lienzo de Francisco de Goya y Lucientes, 1814-1815. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

  1. El Museo Nacional del Prado según Xavier de Salas Bosch

El currículo del historiador del arte Xabier de Salas Bosch (Barcelona, 1907 – Madrid, 1982) figura como historiador del arte en el Diccionario biográfico español, de la Real Academia de la Historia[51], en el que consta que estuvo vinculado con el Museo Nacional del Prado, como subdirector (1962-1971) y director (1971-1978). En cambio, no figura en el currículo referenciado el folleto que tiene por título ¿Qué es el Museo del Prado?[52] (Figura 9), raro de encontrar, que hemos localizado en la actual Biblioteca y Archivo del Museo Nacional del Prado (MPN) tras insistir.

Siendo subdirector del MNP durante las direcciones de Francisco Javier Sánchez Cantón (1960-1968) y de Diego Angulo Íñiguez (1968-1971), uno de los problemas que le preocupó fue la contaminación química atmosférica interior por afectar la conservación de las obras de arte, contaminación producida por diferentes fuentes contaminantes, fijas y móviles:

“El número de visitantes aumentaba de día en día, la amplitud tomada por el turismo en España, fenómeno social que incidía preferentemente en las zonas costeras, pasaba en parte por Madrid, estando los turistas cultivados ansiosos de conocer las colecciones. Los visitantes crecieron en estos años a un ritmo que se acercó en mucho a los 100 000 anuales, situándose en las cercanías del millón de visitantes, sin contar más que parcialmente a los estudiantes habituales del mismo. Esto comportaba una contaminación atmosférica interior que agravaba la exterior, ya que Madrid, crecido monstruosamente, y convertido en una ciudad de tres millones de habitantes, no tenía medidas dispuestas, ni aun previstas, para contrarrestar la contaminación debida a las industrias de su extrarradio, a las calefacciones de toda la ciudad y al extenso parque de automóviles que, para colmo de males, pasa por el Paseo del Prado, formando un río ininterrumpido que recorre todo un frente del museo [fachada occidental o de Velázquez].

El subdirector entonces, que es quien escribe esta historia, desde su primera declaración a la prensa, denunció la existencia de este grave problema, que afectaba gravemente la conservación de las obras de arte. Su primera llamada de atención (1961) cayó en vacío; la reiteró numerosísimas veces, algunas con escándalo de quienes tenían en su manos la posibilidad de emprender su remedio. En tanto las necesidades del museo hicieron preciso el aumento de personal. Pero disposiciones desafortunadas de la Administración fueron causa de que el taller de restauración iniciara su descomposición, pues las plazas fueron declaradas a extinguir. Se soñó en organizar la restauración según modelo italiano, sin tener en cuenta, ni tenía ni podía tener en muchos años, ni el personal ni los medios, del que fue tomado como modelo”.

 

            Nos dice también que su gestión como director entre 1971 y 1978 no fue fácil por la maraña administrativa, afirmando que “las reglas de la Administración no tienen relación con el funcionamiento diario de un organismo como el Museo del Prado”. Entre las dificultades, señala la problemática de la instalación del aire acondicionado en el recinto del museo, problemas de personal, etcétera. Muchos problemas los heredó su sucesor en la dirección José Manuel Pita Andrade (1978-1981):

 

“Heredó éste las obras de instalación del aire acondicionado paralizadas desde hace más de un año; los graves problemas de personal; la necesidad de revisión conjunta de los fondos en depósito, que no hallando el que suscribe manera de conseguir personal para ello, fue iniciada por con personal universitario por medio de la ayuda a la Investigación, siendo interrumpida al alcanzar las obras del museo el local en que trabajan. Heredó también el afán sentido por todos los que conocen la vida del museo de que precisa resucitar al Patronato del mismo con facultades suficientes para conseguir vencer la maraña administrativa”.        

Y finaliza respondiendo a su pregunta con el párrafo que resaltamos:

“El museo del Prado es patrimonio común a todos y una de las mayores colecciones que jamás han sido reunidas. Algo que es orgullo de España, y que precisa conservar adecuadamente para el futuro”.

Figura 9. Portada del folleto escrito por Xavier de Salas Bosch en marzo de 1979. Fuente: Fototeca de José Pastor Villegas, fotografía realizada con autorización en la Biblioteca y Archivo del Museo Nacional del Prado, Madrid, 08.08.2019, con autorización para publicación.

  1. Apuntes científicos y tecnológicos nuestros sobre el Museo Nacional del Prado del bicentenario

Como es sabido, el MNP conforma en la actualidad un campus museístico, iniciado en 1995, que se suele llamar Campus del Prado, formado por el Edificio Villanueva, el Claustro de los Jerónimos, el Casón del Buen Retiro, el Edificio administrativo y el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Sin duda, tal complejo es uno de los más importantes del mundo.

Corriendo 2019, se está conmemorando el bicentenario del MNP, uno de los más importantes del mundo. Según circular de su director actual, Miguel Falomir Faus[53], datos de la Biblioteca y el Archivo de la institución a tener en cuenta son:

– Una colección artística, accesible a más de dos millones y medio de visitantes anuales, y con un fondo bibliográfico y documental accesible, tanto a los usuarios internos como externos.

– En el Casón del buen Retiro, actual sede del Centro de Estudios del MNP, se encuentra la Biblioteca, cuya sala de lectura, denominada Sala Giordano, se ubicada desde 2009 bajo la espléndida bóveda pintada por Luca Giordano, en donde se sirven los fondos de la biblioteca y del archivo.

– La Biblioteca del MNP cuenta con unos 100 000 libros (monografías y obras de referencia), 1500 títulos de revistas, 260 títulos de catálogos de subastas, materiales audiovisuales, recursos electrónicos especializados, carteles y folletos. Además, conserva un destacado patrimonio bibliográfico (impresos y manuscritos) anteriores a 1900, importante por su cantidad (7000 volúmenes), por su especialización (tratados de pintura y arquitectura, libros de fiestas, cartillas de dibujo y libros de iconografía, emblemas, anatomía y fisiognomía) y por la rareza de algunos de sus ejemplares.

– El Archivo del MNP reúne, organiza, conserva y difunde la documentación generada o recibida en el ejercicio desde su fundación en 1819. Custodia los fondos propios del propio MNP y otros fondos. El conjunto de la documentación asciende a aproximadamente 5200 unidades de instalación.

Pues bien, considerando:

– Que la Química es la ciencia experimental que tiene por objeto el estudio de la composición, estructura, propiedades y transformaciones de la materia, así como los cambios energéticos conexos con tales transformaciones.

– Que el origen de la Química está en la conquista del fuego, desarrollada en el transcurso del tiempo del tiempo en lugares diversos y por intereses diversos, a la que nada ha escapado o que nada funciona sin ella, es decir, que está presente en la vida y en todos los aspectos de la vida.

– Que mirando al pasado, se pueden distinguir cinco etapas históricas: Prealquimia (desde tiempo inmemorial hasta el siglo IV a. C.), Alquimia (desde el siglo IV a.C. hasta 1500, aproximadamente), Etapa de Transición a la Química (Iatroquímica entre 1500-1650 y Época Inicial de la Química entre 1650-1775), Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794) y la Revolución Química, y Química Contemporánea (Edad Contemporánea).

– Y el discurso de Pedro Gutiérrez Bueno pronunciado en la inauguración de la Real Escuela y Real Laboratorio de Química en 1788, en el que afirma la utilidad de la Química “porque ella dio al Pintor los materiales con que la superficie de una tabla o de un lienzo abulta los seres, emula los milagros de la naturaleza, y retrata sus obras, tal vez mejorándolas”.  

Hemos decidido terminar el presente trabajo con unos apuntes sobre la Fragua de Vulcano (Figura 10), importante obra de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, 1599 – Madrid, 1660)[54], pintada en Roma, vendida en España en 1634, que fue una de las 311 que se expusieron en la inauguración del Real Museo de Pintura, y que se conserva en el MNP. De acuerdo con un trabajo anterior[55], la escena recoge el momento en que Apolo irrumpe en la fragua de Vulcano, quien está trabajando una pieza de armadura en su fragua junto con los cíclopes Brontes, Estéropes y Piracmon, para avisarle que su mujer le ha sido infiel con el dios Marte; un personaje aparece en el fondo, que puede ser un ayudante, o bien el gallo, personaje que alerta a los amantes y protege para que no sean descubiertos; figuran también los materiales propios del trabajo en una fragua. El estudio de la obra mediante análisis químicos y otras técnicas experimentales proporcionó información interesante del soporte sobre el que está realizada la obra, pintura del lienzo central y tiras verticales, etcétera.  

Afirmamos que hay mucha química conexa con las obras del MNP: materiales y técnicas. Asimismo, algunas obras enseñan calladamente química y otras ciencias experimentales, y también tienen interés tecnológico y didáctico.

Figura 10. La Fragua de Vulcano, óleo sobre lienzo de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Velázquez), 1630. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

  1. Conclusiones
  2. Los antecedentes inmediatos del Real Museo de Pintura, inaugurado el 19 de noviembre de 1819 se encuentran en la Ilustración española (1700-1808 o 1814), siendo principalmente científicos y tecnológicos pues el denominado actualmente Edificio Villanueva en el llamado Campus del Prado se proyectó e inició su construcción en el reinado de Carlos III para sede de la Academia de Ciencias Naturales non nata y otras instituciones científicas y tecnológicas reunidas: Laboratorio químico, Observatorio astronómico, Gabinete de máquinas y la Academia de las tres artes (si fuera posible). Reinando Carlos IV, los Estatutos se redactaron, figurando dos ilustres extremeños residentes en Madrid propuestos como académicos comisionados: el casatejano José Antonio Pavón Jiménez y el cacereño Pedro Gutiérrez Bueno, ambos de profesión farmacéutica. En ese reinado, el también extremeño Manuel Godoy y Álvarez de Faria, secretario de Estado, decidió en 1796 que tal academia científica no se construiría.
  3. El conocido historiador del arte Xavier de Salas Bosch (Barcelona, 1907 – Madrid, 1982), vinculado con el Museo Nacional del Prado y con Extremadura, recién terminada su dirección (1971-1978) es autor del interesante folleto ¿Qué es el Museo del Prado?: su historia y sus problemas, en el que termina afirmando en marzo de 1979 queEl Museo del Prado es patrimonio común a todos y una de las mayores colecciones que jamás han sido reunidas. Algo que es orgullo de España, y que precisa conservar adecuadamente para el futuro”.
  4. En nuestra opinión, el Museo Nacional de Prado conserva algunas obras que enseñan calladamente Historia de la Ciencia (Ciencias Experimentales) y la Tecnología (incluyendo la Técnica) y necesitan de los avances científicos y tecnológicos para su conservación y estudio integral.

 

Agradecimientos y dedicatoria

Al personal de los numerosos archivos y bibliotecas que hemos visitado. En particular, al personal de la Biblioteca y Archivo del Museo Nacional del Prado por la solvencia y diligencia con que nos han atendido.

Reiteramos nuestro agradecimiento a la Asociación Cultural Coloquios Históricos de Trujillo, organizadora. En particular, nuestro deseo de que pronto pueda sumar el Prof. D. Vicente Pastor González.

Finalmente, reiteramos nuestra gratitud a la Fundación Xavier de Salas que ya expresamos en 2003 como autores del libro Páginas extremeñas sobre el caucho.  

Notas

[1] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, Páginas extremeñas sobre el caucho, Trujillo, Cáceres (España), Ediciones la Coria, Fundación Xavier de Salas, 2003, pág. 128-129.

[2] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús F., “De1spués del Imperio Mexica: aspectos científicos y tecnológicos prehispánicos aportados por Hernán Cortés, novohispanos e hispanomexicanos”, en Actas del Congreso Internacional Hernán Cortés en el siglo XXI. V Centenario de la llegada de Hernán Cortés a México, Medellín y Trujillo, 4, 5 y 6 de abril de 2019, en prensa.

[3] LÓPEZ PIÑERO, José María, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona, Labor, 1979, págs. 371-384.

[4] ALFONSECA, Manuel, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, págs. 154-155.

[5]ALFONSECA, Manuel, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, págs. 157-158.

[6] ALFONSECA, Manuel, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 1, pág. 120.

[7] OCHOA, Severo, “Prólogo”, en RAMÓN Y CAJAL, Reglas y consejos sobre investigación científica, Madrid, Espasa Calpe, 1995, págs. 9-10.

[8]PASTOR VIILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, PASTOR VALLE, Montaña Belén, “Las expediciones científicas a América y las expediciones a América dirigidas por Miguel de la Quadra-Salcedo y Gallarre”, en XLV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, Cáceres, Ciempozuelos (Madrid), Estugraf Impresores, 2017, págs. 381-409.

[9] LÓPEZ PIÑERO, José María, “Cabriada, Juan de”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, vol. 1, págs. 149-152.

[10] LÓPEZ PIÑERO, José María, “La carta filosófica-médico-chymica (1867) de Juan de Cabriada. Punto de Partida de la Medicina Moderna en España”, Asclepio, 1965, 17, 207-214.

[11] LÓPEZ PIÑERO, José María, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona, Labor, 1979, págs. 387-401.

[12] LAFUENTE, Antonio, PESET, José Luis, “Los inicios de la institucionalización de la ciencia moderna en España”, en MARTÍN FERRO, P., Actas del simposium CCL aniversario del nacimiento de Joseph Celestino Mutis, Cádiz, 1986, págs. 49-58.

[13] PUERTO, Javier, “La Ciencia durante la Ilustración y la Guerra de la Independencia”, An. R. Acad. Nac. Farm., 2009, 75 (E), 527-576.

[14] RUMEU DE ARMAS, Antonio, Origen y fundación del Museo del Prado, Valencia, Instituto de España, 1980.

[15] CORRAL, José de, La vida cotidiana en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, Ediciones La Librería, 2000, págs. 171-185.

[16] OZANAM, Didier, “Carvajal y Lancaster, José de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, vol. 28.

[17] PALACIOS GUTIÉRREZ, Elena, PALACIOS FERNÁNDEZ, Emilio, “Luzán Claramunt de Suelves y Gurrea”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, vol. 21.

[18] DICCIONARIO BIOGRÁFICO ESPAÑOL, “Hermosilla y Sandoval, José de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 25, págs. 729-730.

[19]DÍEZ-PASTOR IRIBAS, Concepción, “Sabatini, Francesco”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010, vol. 16.

[20] GAVILÁN MONLEÓN, Gavilanes, “Rodríguez Tizón, Ventura”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, vol. 44.

[21] GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, “Somedevilla y Bengoechea, Zenón de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, vol. 23.

[22] NAVARRO BROTÓNS, Victor, “Juan y Santacilia, Jorge”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Península, 1983, vol. 1, 483-486.

[23]JANER, Florencio, “El antiguo Gabinete de Historia Natural”, Gaceta de Madrid 1858, núm. 219, 7 de agosto de 1858, pág. 4.

[24] CALATAYUD ARINERO, María de los Ángeles, Catálogo de las expediciones y viajes científicos españoles, Madrid, C. S. I. C., Imprenta Aguirre, 1984, pág. 20.

[25] CALATAYUD, María de los Ángeles, “Franco Dávila, Pedro Dávila”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 20.

[26] NAVARRO BROTÓNS, Victor, “Ulloa, Antonio de”, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, vol. 2, págs. 382-385.

[27] CALATAYUD ARINERO, María de los Ángeles, “Antecedentes y creación del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid”, Arbor, 1986, núm. 482, págs. 9-33.

[28] VALLEJO GARCÍA-HEVIA, José María, “Moñino Redondo, José”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, vol. 49.

[29] PUERTO SARMIENTO, Francisco Javier, “Gómez Ortega, Casimiro”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 23, págs. 505-508.

[30] PASTOR VILLEGAS, José, “Vicente Cervantes Mendo: lugar y fecha de nacimiento, bicentenario no conmemorado y próximo 250 aniversario”, An. R. Acad. Nac. Farm., 2007, 73, págs. 747-762.

[31] PASTOR VILLEGAS, José, “La formación y ejercicio profesional en España de Vicente Cervantes Mendo”, Asclepio, 2010, 70, núm. 2, julio-diciembre, págs. 517-540.

[32] Memorial Literario, Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid, diciembre de 1786, pág. 50.

[33] CAÑAS MURILLO, Jesús, “Forner y Segarra, Juan Pablo”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 20, págs. 477-481.

[34] PUERTO SARMIENTO, Francisco Javier, Ciencia e Historia en España (Oración de gracias), Discurso leído el día 28 de octubre de 2012 en el acto de su recepción por el Excmo. Sr. D. Francisco Javier Puerto Sarmiento, y contestación por el Excmo. Sr. D. Luis Alberto Cuenca, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012.

[35]PASTOR VILLEGAS, José (ed. y coord.), Ledrada, el insigne científico hispanomexicano Vicente Cervantes Mendo y Zafra, Béjar (Salamanca), AGH Impresores, 2011.

[36] MONLEÓN GAVILANES, Pedro, “Villanueva y de Montes, Antonio de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, vol. 50, 2013.

[37] QUINTANA BERMUDEZ, Covadonga de, “Iriarte, Bernardo de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 27.

[38] PRIETO DE PAULA, Ángel de, “Iriarte, Bernardo de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 27.

[39]PASTOR VILLEGAS, José, “Pedro Gutiérrez Bueno [Jiménez], farmacéutico y químico ilustrado e ilustre extremeño en Madrid”, en Actas de las I Jornadas de Historias locales de Extremadura, Garrovilla de Alconétar (Cáceres), 23 de mayo de 2009, Plasencia, Gráficas Rozalén, 2010, págs. 243-249.

[40] Memorial Literario Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid, 1788, febrero de 1788, págs. 302-309.

 

[41]PASTOR VILLEGAS, José, “El insigne científico Vicente Cervantes Mendo”, en PASTOR VILLEGAS, José (ed., coor.), El insigne científico Vicente Cervantes Mendo, Ledrada y Zafra PASTOR VILLEGAS, José (ed. y coord.), Ledrada, el insigne científico hispanomexicano Vicente Cervantes Mendo y Zafra, Béjar (Salamanca), AGH Impresores, 2011, págs. 297-311.  

[42]PORTELA MARCO, Eugenio, “Chavaneau, Francisco”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, vol. 1, págs. 214-216.

[43] DICCIONARIO BIOGRÁFICO ESPAÑOL, “García Fernández, Domingo”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 21, pág. 378.

[44] FORNER SEGARRA, Juan Pablo, GARCÍA FERNÁNDEZ, Domingo, Noticia de las aguas minerales de la fuente de Solán de Cabras en la sierra de Cuenca, Madrid, Viuda de Ibarra, Hijos y Cía, 1787.

[45]PORTELA MARCO, Eugenio, “Proust, José Luis”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, vol. 2, 201-205.

[46] PASTOR VILLEGAS, José, “Apuntes sobre los Reales Hospitales de Guadalupe en la Ilustración y tres insignes científicos extremeños conexos con las reformas sanitarias ilustradas”, en XLVI Coloquios Históricos de Extremadura, Ciempozuelos (Madrid), Estilo Estugraf Impresores, 2017, págs. 571-589.

[47] LA PARRA LÓPEZ, Emilio, “Godoy y Álvarez de Faria, Manuel”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 23, págs. 222-228.

[48] DURÁN MIRANDA, Armando, “La Ciencia española vista por los académicos desde la Academia”, en La Real Academia de Ciencias 1582-1995, Madrid, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1995, págs. 187-253.

[49] Catálogo de los cuadros de Escuela española que existen en el Real Museo del Prado, Madrid, Imprenta Real, 1819.

[50] CORRAL RAYA, José de, “Silva Bazán y Walstein, José Gabriel de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, vol. 46.

[51] GARCÍA SEPÚLVEDA, María del Pilar, “Salas Bosch, Xavier de”, Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, vol. 45

[52] SALAS BOSCH, Xavier de Salas, ¿Qué es el Museo del Prado? Su historia y sus problemas, Madrid, Ediciones Orgaz, 1979, 22 págs.

[53] FALOMIR, FAUS, Miguel, Resolución del Director del Museo Nacional del Prado por la que se aprueba la instrucción por la que se establece el procedimiento de funcionamiento de los servicios de la Biblioteca y del Archivo del Museo Nacional del Prado, Madrid, 27 de marzo de 2019, págs. 1-7.

[54] PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E., “Rodríguez de Silva y Velázquez, Diego”, en Diccionario biográfico español, 2013, vol. 44.

[55] GARRIDO PÉREZ, María del Carmen, CABRERA, José María, McKIM-SMITH, Gridley, NEWMAN, Richard M., Boletín del Museo del Prado, 1983, vol. 4, núm. 11, págs. 79-95.

Dic 202019
 

Fernando Moreno Domínguez, Francisco Pérez Solís, Alberto Durán Sánchez, Gregorio Francisco González.

 Un año más nos sentimos honrados de participar en unos Coloquios Históricos de Extremadura convertidos desde hace tiempo en referente indiscutible de la investigación histórica y arqueológica en la provincia de Cáceres. Unos encuentros que realizan una labor de divulgación y sociabilización tan encomiable como necesaria, con la cual, dentro de nuestras modestas posibilidades, nos orgullecemos de colaborar mediante la presente comunicación. Como viene siendo habitual en nuestras anteriores intervenciones, presentamos una serie de descubrimientos arqueológicos realizados por nosotros mismos, de muy diversa índole y cronología, quizás en arriesgada mezcolanza que casi alcanza el totum revolutum. A pesar de todo, entendemos que esta fórmula proporciona unas ventajas superiores a los posibles inconvenientes: nos permite realizar exposiciones ligeras, en absoluto definitivas, de estos hallazgos casuales; genera un relato ameno, accesible al público general, acorde con la labor sociabilizadora que reconocemos en estos Coloquios, y que tantas veces es obviada en los trabajos científicos (no olvidemos que es la sociedad, y no las fuerzas de seguridad, ni mucho menos la administración, quien tiene el poder de proteger y salvaguardar el patrimonio cultural); en última instancia, nos permite realizar un recorrido cronológico, desde la prehistoria hasta los tiempos más modernos, que muestra la extraordinaria riqueza arqueológica que guardan las tierras de Trujillo. Una riqueza latente aún, que, bien gestionada, podría generar infinidad de recursos sociales. Este patrimonio, estamos convencidos de ello, no solo abarca a los restos del pasado, sino que supone garantías de futuro.

Ajustándonos a la presentación, nos centraremos en un área muy concreta del berrocal trujillano, los parajes de la Canchera y del Castrejón, en el flanco sureste del batolito granítico que circunda la ciudad. Una zona que no deja de proporcionar hallazgos prehistóricos[1] desde que en el año 1998 don Manuel Rubio Andrada, coordinador de estos Coloquios, publicase la existencia del poblado del Acebuche[2]. En esta intrincada área del berrocal desgranaremos en primer lugar el entorno inmediato de este yacimiento, donde hemos podido localizar un variado repertorio de asentamientos asociados a períodos calcolíticos. En segundo lugar, casi contiguo a los anteriores, analizaremos un poblado fortificado islámico (tipo hiṣn o qarya) que viene a arrojar luz sobre el poblamiento rural de esta época en el batolito trujillano.

Entre medias, la excursión arqueológica se desplazará hasta el término de Ibahernando para visitar el yacimiento romano de la Higueruela, aunque prestando atención a un elemento mucho más antiguo: una mesa de ofrendas prehistórica.

Una vez más, tenemos que agradecer al doctor Antonio González Cordero la inestimable paciencia y desinteresada ayuda que nos ha ofrecido a la hora de abordar los problemas interpretativos que plantean los hallazgos aquí presentados.

Ilustración n.º 1: Situación de los yacimientos visitados en la excursión (Fuente: SIGPAC)

 

  1. NUEVAS APORTACIONES A LA PREHISTORIA DEL BERROCAL TRUJILLANO, EN TORNO AL YACIMIENTO DEL ACEBUCHE.

 

Han pasado 21 años desde la publicación, en estos mismos Coloquios Históricos, de un artículo al que queremos rendir homenaje, puesto que ha servido de base para las páginas que ahora nos disponemos escribir. Aquel estudio hacía referencia al yacimiento del Acebuche (Trujillo, Cáceres), siendo seguido en años posteriores por la publicación de los poblados de Aguas Viejas[3] o el Avión[4], todos ellos localizados en el intrincado paisaje del berrocal trujillano. La primera parte de nuestra comunicación pretende profundizar en el análisis del entorno físico de aquel primer yacimiento, que no se presenta aislado, sino formando parte de una intrincada y compleja red de poblamiento prehistórico.

Situado en el margen sur del batolito, entre dos arroyos estacionales que vierten al río Magasca, el yacimiento del Acebuche se configura como un pequeño asentamiento rodeado por grandes bolos graníticos, en torno a los 518 msnm, un emplazamiento a priori similar al resto de morros rocosos del entorno. En la publicación del año 1998 se realizó un estudio de los fragmentos cerámicos vistos en superficie (platos, cuencos o vasos) lo que permitía al autor incluir este yacimiento en la etapa calcolítica, más concretamente en la llamada Cultura del Suroeste.

Incentivados por los datos ofrecidos por esta publicación, hemos realizado diferentes excursiones a esta hermosa, aunque compleja, zona del berrocal, en la que resulta fácil desorientarse entre cerros, valles y prominentes afloraciones rocosas. Pronto pudimos comprobar la veracidad de las palabras de don Manuel Rubio cuando afirmaba que son numerosos los puntos donde se pueden detectar materiales prehistóricos a ras de suelo, por lo general en escaso número y poco relevantes. A pesar de ello, sí nos gustaría destacar una serie de elementos situados en las mismas cercas que el poblado del Acebuche, en el paraje de la Canchera de don Pedro, todos ellos dentro de un radio de 550 m. a partir del asentamiento (en dirección sur-sureste). Se trata de siete nuevos yacimientos arqueológicos, de distinta naturaleza y entidad, que no solo presentan restos cerámicos sino también estructuras, pinturas y otros elementos singulares, al menos a nuestro entender, para poder ir completando el sucinto puzle de la prehistoria de la comarca de Trujillo.

  1. Canchera de don Pedro I: a apenas cien metros de distancia en línea recta al sur del Acebuche encontramos un covacho que actualmente no reúne condiciones de habitabilidad, aunque al estar colmatado de tierra desconocemos las dimensiones reales que, no obstante, no deben de ser amplias permitiendo a lo sumo su uso como refugio. Lo destacable de este espacio es la extraordinaria cantidad de restos cerámicos facturados a mano visibles en su interior. Evidentemente, las condiciones de estos materiales impiden una descripción o estudio pormenorizado de los mismos (extremo que debería contar con la pertinente intervención arqueológica) aunque entre ellos destacan las formas con mamelones redondeados, los bordes con moldura triangular o los apliques de cordones con decoración impresa, características todas ellas que nos retrotraen a períodos calcolíticos o del bronce inicial, en plena concordancia por tanto con el yacimiento del Acebuche.
  2. Canchera de don Pedro II: si continuamos otros cien metros hacia el sur, encontramos un segundo asentamiento, esta vez al aire libre y amurallado, de pequeño tamaño (unas 0,2 has.), de planta redondeada con un diámetro cercano a los 40 metros. En todo su perímetro se aprecia un suave terraplén donde se acumulan los mampuestos de granito de mediano y gran formato, en buena medida ocultos por el pasto y las retamas que pueblan el paraje. Sobresalen en este recinto murado dos torres semicirculares, de unos dos metros de diámetro cada una y cuatro metros de separación entre ellas, de las que solo se observa una única hilada de grandes bloques graníticos. No se distinguen más torres en el recinto, por lo que cabe la posibilidad de que estén flanqueando una puerta de acceso, en cuyo caso estaría orientada al suroeste. Los únicos materiales que permiten asociar este fortín con el poblado del Acebuche son los restos cerámicos dispersos abundantemente por la zona, casi todos ellos galbos a mano de alisado tosco, cocción reductora y desgrasantes de cuarzo y mica. Aunque este recinto amurallado se sitúa en torno a los 500 msnm, una elevación menor que la del Acebuche, quizás se beneficia de una posición más ventajosa en cuanto que, próximo a la llanura del río Magasca, aprovecha la ladera natural del valle, asegurándose un completo control visual del mismo. En referencia a su reducido tamaño, estas dimensiones cuestionan su uso como asentamiento propiamente dicho, debiendo ser, quizás, considerado un lugar fortificado con funciones específicas (almacenaje, control del territorio, defensa puntual…) que solo una excavación arqueológica podría desvelar[5]. En cualquier caso, podemos encontrar paralelos de fortificaciones similares en otros yacimientos calcolíticos de la comarca, como Cortijo Zacarías[6] (salvando evidentemente las diferencias de escala, Almendralejo, Badajoz), Castillejos (La Cumbre), así como de fuera de ella[7].

Ilustración n.º 2: Bastiones semicirculares en el yacimiento de Cancheras de don Pedro II.

  1. Castrejón I, II, III y IV. Al este y sureste de este último poblado amurallado, encontramos sendos paneles de grabados rupestres de cazoletas esculpidos en abrigos de reducido tamaño. El más cercano de ellos (Castrejón III), unos 115 m. al este de Cancheras de don Pedro II, es quizás el más destacado, debido a las impresionantes formas que la erosión ha otorgado a los enormes bolos que lo coronan. Castrejón I y II se sitúan a poca distancia uno del otro y apenas superan la veintena de cazoletas por panel.

En cuanto a Castrejón IV, presenta características muy particulares, situándose a unos 980 m. de distancia al suroeste del poblado del Acebuche, frente a un poblado islámico que ocupará la tercera parte de nuestra comunicación. Se trata de un afloramiento granítico desgajado de su base y retallado en todos sus bordes, seguramente como resultado de su explotación como cantera. No obstante, en su cara superior presenta una notable constelación formada por medio centenar de cazoletas de desigual tamaño alineadas en largas hileras.

  1. Don Pedro: uno de los sitios más interesantes del entorno del yacimiento del Acebuche es sin duda una estrecha cueva situada a apenas 250 metros hacia el este del mismo. Alberga varias manifestaciones de pintura rupestre, realmente escasas en nuestra comarca debido a los procesos de erosión del soporte granítico. Adquiere forma de grieta estrecha y alargada (longitud transitable 5,77 m., anchura máxima 2,35 m.) a partir de la superposición de grandes masas rocosas, en especial un gigantesco bolo granítico que le sirve de apoyo en su lateral occidental. Otros peñascos de menor volumen la cierran encajonados por el resto de lados. La cavidad permanece camuflada en el paisaje, pasando completamente inadvertida hasta que se alcanza la misma base del roquedal. La entrada es muy estrecha, pues, aunque en su base alcance el 1,20 m. de anchura, por arriba se estrecha bastante de modo que el acceso se debe hacer reptando. El interior, de sección triangular, tampoco es espacioso ni cómodo, con una altura máxima de 1,90 m. Pese a que el suelo actual está formado por tierra proveniente de escorrentías y arrastres, sospechamos que las medidas originales no diferirían demasiado de las actuales. Las paredes están muy deterioradas. Además de la disgregación natural del granito (de grano muy grueso en esta zona del berrocal) se observan manchas de humedad y hollín, resultado de la reutilización de este espacio. Tanto en el interior de la cueva como en su entorno son frecuentes los hallazgos de fragmentos cerámicos de factura manual, cocción reductora y desgrasantes de cuarzo y mica.

Ilustración n.º 3: Cueva de Don Pedro, croquis general de la planta.

Ya desde el exterior se adivinan las primeras cazoletas (panel 1, con unas dimensiones visibles de 1,56 m. × 1,15 m.), en una lanchuela granítica a nivel de suelo decorada con dieciocho insculturas semiesféricas (de entre 8 cm. y 3 cm. de diámetro) agolpadas todas en la mitad occidental de la roca. Juste enfrente, en la pared oeste, encontramos otras veinticuatro cazoletas (panel 2) dispuestas las más en líneas paralelas, aunque otras se apartan del grupo principal y se sitúan en los bordes del panel. Los diámetros de las cazoletas en este segundo panel oscilan entre los 2 cm. y los 4 cm.

No obstante, es el fondo de la cavidad la que nos depara las mayores sorpresas. En una de las rocas que parece dividir el interior en dos, encontramos un soliforme pintado en excepcional buen estado de conservación. Solo borrado en uno de sus lados (quizás simplemente oculto tras las manchas de humedad), presenta una altura de 12 cm. Son visibles diez rayos que no siguen un trazado radial, sino que parecen más bien agrupados en paralelo de dos en dos. Hemos de resaltar la singularidad de que, pese a situarse en la zona más profunda de la grieta, este soliforme queda en ocasiones iluminado por los rayos de sol, tal y como pudimos constatar con sorpresa en una de nuestras primeras visitas al sitio[8]. Junto a él, en una de roca a menor altura, encontramos lo que parece un grabado formado por cuatro segmentos alargados y un rebaje romboidal, que en conjunto recuerdan una huella zoomorfa (quizás de lobo).

Ilustración n.º 4: Soliforme.

 

Ilustración nº. 5: Cueva de Don Pedro, exterior. La flecha roja marca el acceso al interior.

Los hallazgos continúan en el exterior de la cavidad. En el bolo ciclópeo que recibe al visitante al llegar al paraje, partido en dos por una rectilínea grieta natural, encontramos al menos otras tres pinturas rupestres[9]. Una de ellas es la huella de una mano izquierda en positivo (36 cm. de longitud, incluyendo dedos, palma y muñeca; quizás también parte del antebrazo, aunque podría deberse a que el pigmento se ha desdibujado; se observan todos los dedos, aunque el pulgar no de forma completa). Una segunda podría representar a un antropomorfo en posición vertical (10 cm. de longitud, la cabeza apenas marcada, brazo derecho de escaso desarrollo mientras que el izquierdo cae en arco, extremidades inferiores unificadas en una especie de faldón) mientras que la tercera se encuentra aún más desdibujada, apenas un borrón sobre la roca (8 cm. de longitud). Todos los motivos de la cueva de Don Pedro son monocromos, en tonalidades rojizas y por el grosor de los trazos parecen ejecutados utilizando la yema de los dedos directamente como pincel.

Estas manifestaciones vienen a sumarse al resto de pinturas rupestres ya documentadas y publicadas en el término trujillano[10], respectivamente en la Cueva Larga de Pradillo y en los Canchalejos de Belén.[11] Con todo, no dejan de ser minoritarias respecto a los paneles ejecutados sobre cuarcita u otros tipos de roca en la región (hace nueve años se contabilizaban medio centenar de casos de pinturas en soporte granítico en toda la provincia de Cáceres). Cabe destacar, en primer lugar, la relación de estos pictogramas con las cazoletas y con el resto de materiales cerámicos dispersos en la cavidad. En ocasiones se ha apuntado al uso funerario de estos espacios cerrados, a modo de dólmenes naturales. La asociación entre pinturas y restos materiales es frecuente en otras zonas de la provincia, con un arco cronológico establecido entre períodos neolíticos y calcolíticos, en sintonía, por tanto, con el resto de yacimientos expuestos del entorno del Acebuche. En segundo lugar, nos gustaría resaltar la impronta de mano, debido a la larga tradición historiográfica de este tipo de pinturas rupestres, que en nuestro país son difíciles de encontrar lejos de la cornisa cantábrica, excepción hecha, claro está, de la insigne Maltravieso[12], en la capital cacereña. La aparición de este motivo supone una brusca ruptura temporal respecto al contexto arqueológico de la cueva, remontándose hasta etapas del paleolítico, lo cual plantea interesantes cuestiones acerca de los orígenes de la frecuentación de este paraje y/o sobre la continuidad de estas figuras en periodos posteriores de la prehistoria.

Sea como fuere, lo que sí es segura es la presencia de más pinturas en otros abrigos del entorno de la cueva de Don Pedro. En concreto, digitaciones y otros motivos peor definidos a unos 20 metros de distancia por encima de la cavidad; indicios más que suficientes para asegurar un prometedor potencial arqueológico, aún inédito, a esta zona del berrocal trujillano.

Ilustración n.º 6: Pinturas rupestres en el exterior de la cueva de Don Pedro.

 

  1. LA MESA DE OFRENDAS DE HIGUERUELA (IBAHERNANDO).

 

En la cabecera del arroyo de la Higueruela, corriente de escaso recorrido tributaria del río Gibranzos, encontramos el yacimiento romano del mismo nombre, en medio de la penillanura que caracteriza al espigón norte del término municipal de Ibahernando (Cáceres). En esta zona, a una altitud media de 500 msnm, los extensos pastizales rodean casas y cortijos de notable antigüedad, muchos de ellos asentados sobre villae romanas, presentando sus muros gran cantidad de elementos reutilizados de notable interés. Estas tierras han sido cultivadas hasta nuestros tiempos y, aquí y allá, el arado ha levantado bloques labrados, sillares, materiales latericios o mampuestos, y no faltan tampoco los sempiternos fragmentos de tégulas que constituyen el indicio más visible de la presencia de un asentamiento romano-tardorromano. Estos elementos se encuentran hoy día dispersos, o bien amajanados, siendo difícil discernir los límites reales del yacimiento/s, a falta de una investigación arqueológica en mayor profundidad que pudiera proporcionar información fiable acerca de la extensión, entidad o la secuencia cronológica del asentamiento. Lo que sí parece claro es que debió adoptar la forma de una o varias villae, a tenor de los elementos asociados a la producción de vino y/o aceite actualmente repartidos por los cortijos del entorno. A saber: un mortarium en la casa de Higueruela del Espadero, un lapis pedicinus en el cauce del arroyo, un contrapeso cilíndrico en el camino de acceso o, algo más alejado, un segundo lapis en la casa de Higueruela Santa.

A pesar de la sugerente toponimia referida[13], queremos centrar esta parte del trabajo en etapas anteriores a la romanización de estas tierras, pues el triangulo comprendido entre las localidades de Ibahernado, Ruanes y La Cumbre alberga una enorme cantidad[14] de grabados rupestres sobre granito, la mayoría de los cuales caracterizados por la presencia de un número variable de insculturas o cazoletas. Sin embargo, sin lugar a dudas el grabado más singular de todos se localiza en el yacimiento de la Higueruela, podríamos decir que en una posición marginal, aunque encontramos restos romanos tanto al este como al oeste de nuestro elemento. Se trata de una mesa de ofrendas labrada en un bloque de granito exento (1,8 m. × 1,63 m.) que en origen debió ser ovalada pero el desgaste o fracturación de uno de sus laterales le ha proporcionado la forma redonda que muestra hoy día. Resulta evidente que el bloque fue trabajado con esmero, puliendo todos sus bordes (aunque los animales la hayan usado posteriormente de rascadero) y, sobretodo, alisando una cara superior que más tarde recibió los grabados rupestres. La mesa parece conservarse in situ, tal y como indica el canal (1,17 m. de longitud, 5 cm. de anchura media) que recorre uno de sus bordes y que termina convergiendo en su punto más bajo, hacia el saliente. En ese lateral la acción del agua (quizás también del hombre) ha rebajado la tierra, siendo el único punto donde se observa completo el canto de la pieza (45 cm.).

 

Ilustración n.º 7: Mesa de ofrendas de Higueruela (Ibahernando).

El grabado se localiza en la cara superior de la mesa. Se compone de una serie de elementos de sobra conocidos en esta comarca, cazoletas y canalillos; podríamos decir incluso recurrentes, ya presentados en otros trabajos anteriores publicados en estos Coloquios Históricos[15]. Hemos contabilizado un total de 98 cazoletas, solo aquellas que se distinguían con claridad pues debido a la erosión del granito podría haber contado con más, lo que supone una notable concentración dado lo reducido del soporte. Estas cazoletas presentan un diámetro medio de 3,5 cm. (la mayor 10 cm., la menor 2 cm.) y una profundidad media de 0,5 cm. Se disponen de forma aparentemente anárquica, en el plano inclinado del panel, si bien las de mayor tamaño se disponen en el centro del grabado, aunque ligeramente desplazadas hacia la mitad septentrional. Buena parte se aprecian solo con dificultad debido a la notable erosión que presenta la superficie. Muchas de ellas están unidas de dos en dos mediante un canalillo corto, otras aparecen alineadas, cuando no ensartadas, patrones recurrentes en nuestra comarca comunes a decenas de grabados rupestres que suelen ser situados, a falta de una mayor precisión cronológica, en periodos calcolíticos o de la edad del bronce. Mucho más singular resulta, por ejemplo, la cazoleta unida a un canalillo circular (cuya forma recuerda vagamente a una sortija), la cazoletilla provista de dos canales a modo de canales o los canalillos en recodo que unen algunas cazoletas en la parte baja del panel. Estas manifestaciones, sin embargo, no dejarían de ser un ejemplo más en el amplio corpus de grabados similares de la zona si no fuera por el soporte donde se encuentran. Ya hemos aludido al plano inclinado, a la roca redondeada y al canal perimetral, pero habría que añadir también una zona libre de cazoletas, alisada con esmero, situada en su zona más elevada, que parece destinada a recibir cualquier elemento depositado sobre la roca, una especie de foculus (se marca con una A en la Ilustración n.º 8). Nos parecen todos ellos elementos suficientemente elocuentes que permiten otorgar al monumento un carácter ritual, relacionado con libaciones, quizás incluso con sacrificios. De función incierta, hartamente discutida, las cazoletas suelen vincularse con asentamientos cercanos, monumentos megalíticos o espacios de culto y, dentro de estos últimos, las dispuestas en planos inclinados se identificaban con ceremonias que entrañaban manipulación y vertido de líquidos [16]. Pese a todo, entendemos que ningún otro grabado descubierto hasta la fecha permite relacionar las cazoletas con estos ritos de un modo tan evidente, como lo hace el de la Higueruela, siendo posible incluso reconstruir el modus operandi del oferente: el contenedor de líquidos era depositado en el foculus y desde allí vertido sobre la superficie de la mesa. El líquido era recogido de forma desigual por las cazoletas y el sobrante evacuado por el canal perimetral. Dejando volar la imaginación (tal y como hicieron algunos eruditos de la primera mitad del siglo XX cuando se enfrentaron con los lagares rupestres diseminados por los campos extremeños), podríamos incluso suponer sacrificios de sangre en el foculus.

Ilustración n.º 8: Grabado de la mesa de la Higueruela.

Desconocemos por completo el ritual que seguían los oficiantes en la mesa de la Higueruela, pero la disposición perimetral del canal de desagüe, en el borde de la roca, sin relación alguna con el conjunto de insculturas, nos permite otorgar a este elemento un carácter funcional, como si el mismo líquido vertido sobre el panel fuese considerado también sagrado y por ello debiera ser recogido en un recipiente dispuesto al pie del monumento. En cualquier caso, no deja de ser una hipótesis interpretativa que difícilmente podría ser comprobada. Apuntábamos anteriormente al desgaste del soporte por su lateral norte, pero sin embargo entendemos que el conjunto se encuentra completo en su mayor parte, si no de forma íntegra. Las dos cazoletas de gran tamaño (8 cm. de diámetro) situadas, una a continuación de la otra, en el extremo del canal parecen cerrarlo a modo de ataguías.

Como decíamos, la mesa de la Higueruela es un caso único, pero no aislado, puesto que en el área del yacimiento romano encontramos otros grabados de cazoletas, e incluso un posible antropomorfo (formado por un tridente inciso con una inscultura en cada extremo del segmento central) a poco más de 200 metros de distancia de la mesa.

Por último, nos gustaría resaltar la relación, al menos espacial, entre el yacimiento romano y los grabados de cazoletas. Sería absurdo afirmar que la presencia de los segundos determinó la instalación de los primeros (los llanos cerealísticos son reclamo más que suficiente para el asentamiento romano) pero sí resulta evidente que los moradores de las villas conocieron y respetaron estas rocas grabadas que, con toda seguridad, les resultaban tan enigmáticas y misteriosas como a nosotros. El grabado de la Higueruela parece guardar una composición uniforme, no apreciándose a priori signos de la apropiación simbólica que sí hicieron los latinos en otros santuarios precedentes como el archiconocido caso de Panoias (Vale de Nogueiras, Vila Real, Portugal). Tampoco se observan indicios de cristianización de la mesa (tan comunes en tantos grabados y altares de nuestra comunidad, exorcizados mediante cruces y calvarios[17]), lo cual podría indicar que, quizás, una vez agotadas las fases de ocupación romanas la mesa de la Higueruela ha pasado desapercibida para los moradores de estos pagos hasta la actualidad.

 

  1. EL POBLADO ISLÁMICO DEL CASTREJÓN (TRUJILLO).

 

Cerramos nuestra comunicación abandonando la prehistoria con un hallazgo no menos interesante que los anteriores, en cuanto que arroja algo de luz al poblamiento alto medieval de las tierras de Trujillo, quizás uno de los aspectos menos conocidos de la Madinat Turyilo. Resulta sorprendente que un asentamiento de esta entidad haya pasado inadvertido hasta el momento, mucho más si tenemos en cuenta que domina el vado del río Magasca en la Cañada Real Leonesa, uno de los principales accesos al batolito trujillano desde el sur (posteriormente reforzado en el s. XV con la construcción del puente de la Aldehuela de Mordazo). Justo allí se levanta el poblado del Castrejón, camuflado entre el fragoso paisaje del berrocal, beneficiándose de una posición discreta que le ha garantizado un aceptable estado de conservación. No hemos encontrado referencias a este yacimiento en la bibliografía publicada hasta el momento, a excepción de una vaga cita en la obra de Tena Fernández que lo relacionaba, no obstante, con periodos neolíticos[18]. A pesar de todo, el poblado del Castrejón dista apenas 1 km. de distancia del yacimiento del Acebuche, que nos servía de hilo conductor en la primera parte de la comunicación.

Ilustración n.º 9: Vista general del poblado islámico del Castrejón.

Los restos materiales dispersos en superficie y las estructuras asociadas al asentamiento delimitan una extensión de algo menos de dos hectáreas, ocupando uno de los primeros cerros del berrocal bañado por el río Magasca. Por el este, un arroyo de curso estacional le proporciona acceso directo al agua corriente y un lote nada desdeñable de tierras de huertas. La parte superior del cerro está rodeada por una muralla, a modo de alcazarejo, pero la población no se circunscribía al interior de esta cerca, sino que la rebasaba ampliamente en dirección al arroyo y al río Magasca. En este último lado, se observan incluso largas alineaciones de mampuestos que sugieren la presencia de un camino que se dirigía al río.[19]

Los cimientos de las casas se pueden observar a simple vista en los dos mencionados arrabales. Son de planta rectangular, formado el basamento con grandes bloques graníticos sin apenas labra, a excepción de las jambas de acceso que se desbastan groseramente. En la parte superior de algunos bolos se observan mechinales rebajados en la roca, que debieron servir para soportar una techumbre o cubierta, conformando un hábitat semirupestre de clara economía de medios constructivos, similar al de otros asentamientos altomedievales de la provincia cacereña.[20]

La muralla constituye la construcción más relevante del poblado describiendo, como decíamos, un alcazarejo de planta circular de media hectárea de superficie. En su construcción se aplicaron los mismos principios de economía, apoyándose su trazado en los imponentes afloramientos graníticos que jalonan las barreras. Entre bolo y bolo, siguiendo la curva de nivel, conserva puntos de hasta un metro de altura, con tramos de muro bien careado ejecutado con mampuestos de mediano y gran tamaño. En ocasiones, las menos, los bloques presentan mejor labra para adoptar la forma de sillarejos. En el flanco norte, el paramento se asienta directamente sobre la pared rocosa, aprovechando las posibilidades defensivas de esta barrera natural. En este punto la muralla debió contar con una considerable altura, a tenor de los derrumbes observados al pie de esta pared. Además, en el ángulo noroeste del sistema, quizás el lado más vulnerable, pudo existir un bastión defensivo (alguna especie de fortín o puerta fortificada) del que solo son visibles unos cimientos que delimitan un espacio rectangular de considerable tamaño. Dentro de este alcazarejo, en el punto más elevado del yacimiento, contamos con un bolo granítico alargado, no demasiado alto, que tuvo que desempeñar funciones de mirador o zona de vigía, como evidencian los toscos escalones tallados en una de sus caras para acceder a él. Desde allí se obtiene una amplia panorámica de la penillanura trujillana, entre el berrocal y la sierra de Santa Cruz, pero al mismo tiempo se mantiene el contacto visual con las torres más altas del casco antiguo de Trujillo, caso de los campanarios de la iglesia de Santa María o del propio castillo.

Ilustración n.º 10: Detalle de la muralla, entre dos bolos graníticos.

A pesar de que en el área del yacimiento encontramos alguna dolia y algún fragmento de tegula, la mayoría de los materiales cerámicos apuntan a periodos islámicos, (jarras acanaladas, asas de cinta, teja curva..).

Hace cuatro años, cuando publicábamos el sugerente conjunto rupestre de la Cerca de Polo[21], donde pudimos identificar varios grabados e inscripciones islámicas de carácter religioso, nos preguntábamos de dónde procederían los fieles que se congregaban para orar en los canchos de este eremitorio. Desconocedores entonces de la existencia del poblado del Castrejón, situado a menos de tres kilómetros de distancia de la Cerca de Polo, lo relacionábamos directamente con la ciudad de Trujillo. Pero este nuevo descubrimiento nos obliga a considerar una red poblamiento rural plenamente asentada en el berrocal en torno a la medina, que quizás continúe con los villorrios presentes en otras cercas del entorno como las Calderonas o Tercera Orden. Los períodos islámicos son quizás los más desconocidos de la historia de Trujillo[22], pero el ámbito rural asociado a esa etapa supone una frontera aún más lejana e ignota. Por tanto, nos mostramos esperanzados de que el poblado del Castrejón pueda suponer una punta de lanza en el mayor conocimiento de los husūn, burūŷ y qurā (fortalezas, torres y aldeas) con que, sin lugar a dudas, contó Madinat Turyilo a lo largo de su extenso berrocal.

 

  1. BIBLIOGRAFÍA.

   COLLADO GIRALDO, H., GARCÍA ARRANZ, J.J., 2009: Pintura rupestre esquemática sobre granito en la provincia de Cáceres: los ejemplos de la Cueva Larga del Pradillo y los Canchalejos de Belén (Trujillo), Zephyrus LXIV, julio-diciembre, Universidad de Salamanca, pp. 19-38.

  DELGADO CORREIA DOS SANTOS, M.J., 2015: Santuarios rupestres de la Hispania Indoeuropea, Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza, Servicio de Publicaciones.

  GONZÁLEZ CORDERO, A; BARROSO BERMEJO, R. 1996-2003: El papel de las cazoletas y los cruciformes en la delimitación del espacio. Grabados y materiales del yacimiento de San Cristóbal (Valdemorales-Zarza de Montánchez, Cáceres), Norba Revista de Historia, vol. 16, pp.75-121.

  GONZÁLEZ CORDERO, A., 2005: Estructuras defensivas de la Edad del Cobre en la comarca de Trujillo. Paisaje de poder en un escenario milenario. Actas del congreso La tierra de Trujillo, desde la Época Prerromana a la Baja Edad Media, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, pp. 59-112.

  JIMÉNEZ VALDOS, A., 2017: Puentes históricos en las tierras de Trujillo vol. I, II, III, Ed. ArtGerust, Madrid.

  MASIP FELISART, O., 2014: Análisis de las construcciones en piedra y los recintos en fosos en la región del suroeste de la Península Ibérica (IV-III milenio a.n.e), Estudio del ámbito social, Trabajo de Final de Grado en Arqueología, Universidad Autónoma de Barcelona.

  MORENO DOMINGUEZ, F., PÉREZ SOLÍS, F., DURÁN SÁNCHEZ, A., FRANCISCO GONZÁLEZ, G., 2015: Los grabados rupestres de la cerca de Polo, Trujillo (Cáceres), Açafa On-line n.º 10, Vila Velha de Ródão, pp. 1-29.

  MORENO DOMINGUEZ, F., PÉREZ SOLÍS, F., DURÁN SÁNCHEZ, A., FRANCISCO GONZÁLEZ, G., 2016: El grabado de los Altamirano y la inscripción de la Atalaya, XLV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, pp. 361-379.

  MORENO DOMINGUEZ, F., PÉREZ SOLÍS, F., DURÁN SÁNCHEZ, A., FRANCISCO GONZÁLEZ, G., 2018: De recientes descubrimientos arqueológicos en la comarca de Trujillo, XLVII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo.

  MURILLO GONZÁLEZ, J.M., 2014: La vega del Harnina. Arqueología, territorio y poblamiento. Ed. José María Murillo González.

REBOLLO BOTE, J., 2016: Re-conociendo el Trujillo islámico, XLV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, pp. 479-501.

  RIPOLL VIVANCOS, P.J., 2013: Higueruela: cuando la higuera puede no ser un árbol. Estudios de Frontera 9, pp. 667-689. Diputación de Jaén.

RIPOLL LÓPEZ, S., RIPOLL PERELLÓ, E., COLLADO GIRALDO, H., MAS CORNELLÁ, M., JORDÁ PARDO, J.F.,1999: Maltravieso. El santuario extremeño de las manos, Trabajos de Prehistoria 56, n.º 2, pp. 59-84.

  RUBIO ANDRADA, M, 1998: Tres poblamientos prehistóricos del berrocal trujillano I (El Acebuche), XXVII Coloquios Históricos de Extremadura, pp. 569-576.

  RUBIO ANDRADA, M, 2001: Tres poblamientos prehistóricos del berrocal trujillano II. El poblamiento del Avión. XXVIII Coloquios Históricos de Extremadura, pp. 531-555.

  RUBIO ANDRADA, M, 2001b: Tres poblamientos prehistóricos del berrocal trujillano III. El poblamiento de Aguas Viejas. XXIX Coloquios Históricos de Extremadura, pp. 449-476.

RUBIO ANDRADA, M., RUBIO MUÑOZ, F. J., 2017: Un nuevo poblamiento Calcolítico en el Berrocal trujillano: el asentamiento y las cazoletas de la Cerca de los Toros, XLVI Coloquios Históricos de Extremadura, pp. 719-743.

TENA FERNÁNDEZ, J., 1988: Trujillo histórico y monumental. Ed. Hijas de la Virgen de los Dolores.

 

[1] Rubio Adrada, M., Rubio Muñoz, F. J., 2017.

[2] Rubio Andrada, 1998.

[3][3] Rubio Andrada, 2001b.

[4] Rubio Andrada, 2001.

[5] Encajaría en la categoría poblado-fortín, equiparable a una atalaya o fortaleza, según la definición de González Cordero, 2005.

[6] Murillo González, 2014.

[7] Vide Vila Nova de São Pedro en Masip Felisart, 2014.

[8] En la primavera, durante las primeras horas del ocaso.

[9] Tenemos que agradecer de nuevo la ayuda prestada por el Dr. González Cordero a la hora de aplicar el programa DStretch y de interpretar estos pictogramas.

[10] Collado Giraldo, García Arranz, 2009.

[11] Esta última estación ha desaparecido.

[12] Ripoll López et alii, 1999.

[13] Vide las interpretaciones que ha tenido el topónimo Higueruela, tan frecuentemente unido a restos arqueológicos, en Ripoll Vivancos, 2013.

[14] A día de hoy, sin haber realizado ningún recuento exhaustivo, más allá de nuestro conocimiento personal de esta zona, tenemos localizados más de cincuenta paneles con grabados de cazoletas, siguiendo el tramo alto del río Gibranzos y el cordel del Montánchez. Semejante concentración resulta muy interesante y, esperamos, en el futuro pudiera dar pie a algún tipo de estudio en profundidad sobre el tema.

[15] Moreno Domínguez et alii, 2016; Moreno Domínguez et alii, 2018.

[16] González Cordero y Barroso Bermejo, 1996-2003, p. 86.

[17] Vide la Peña Carnicera (Mata de Alcántara) o la Zafrilla (Malpartida de Cáceres) en Delgado Correia dos Santos, 2015.

[18] Tena Fernández, 1988.

[19] Posteriormente, en el siglo XVII, se construyó un segundo puente (puente del Castrejón) justo en frente de nuestro poblado. Jiménez Valdós, A. 2017.

[20] El más emblemático, sin lugar a dudas, es la Peña Aburacá de Alcántara.

[21] Moreno Domínguez et alii, 2015.

[22] Rebollo Bote, 2016.

Dic 142019
 

En memoria de D. Pedro Oliva Claver, cuyos hijos cursaron brillantemente el Bachillerato en el IES Augustóbriga moralo

Domingo Quijada González.

Profesor de Enseñanza Secundaria jubilado y Cronista Oficial de Navalmoral.

Tras una etapa arcaica en el siglo XIX, cuando los escasos hijos de familias pudientes o de funcionarios (caso de los primos Lozano, D. Isidoro Marcos, hermanos González Serrano, D. Pablo y D. Emilio Luengo, D. Casto Lozano, D. Julián Marcos Mirón, los hijos de don Isidoro Marcos Lozano, los de Valentín Marcos Casas, etc.) tuvieron que salir fuera para iniciar sus estudios secundarios (especialmente a Madrid), en el ámbito local hubo un vacío en este sentido durante muchas décadas.

 

Los primeros proyectos individuales

 

Hasta que surgen algunos intentos particulares en los albores del siglo XX, que utilizaron habitaciones del infrautilizado Hospital Moyano (posterior Antipalúdico y sede de los Juzgados en la actualidad): como el colegio Nuestra Sra. de las Angustias, de don Ramón Aquiles (1902-1906); o el de la Purísima Concepción, cuyo promotor fue el militar jubilado D. Gonzalo Ares de Parga (1904-1905)[1]. Pero ambos fracasarán…

De nuevo surge otra laguna a partir de esa época, reiterándose la situación decimonónica: como tuvieron que hacer D. Agustín, Carreño, D. Urbano Casas, D. Rafael Rodríguez Oliva, D. Álvaro Lozano Morales, José Mª Pérez Lozano y tantos otros.

 

Primeros proyectos oficiales

 

Y habrá que esperar a que surjan los primeros propósitos oficiales, que tampoco se llevan a cabo:

. El primero durante la 2ª República[2], que pretendía ubicar un Instituto en el “herrenal” de D. Casto Lozano (Parque actual).

. El de D. Agustín Carreño (alcalde entre 1942 y 1957), en 1950 (basado en el Decreto del 23-XII-1949), que ofrece tres solares[3]: “La Peligrosa” –donde unos años después se edificaría un grupo de viviendas–, “Las Minas” y parte del Parque Municipal –solar donde en 1968-69 se instalaría la actual iglesia de las Angustias–. Que tampoco prosperará.

. Como el tema se demoraba, en 1952 se conforman con un Instituto Laboral, de tipo Agrícola-Ganadero: aunque en 1956 prefieren que sea Industrial. Y proponen como lugar idóneo la Fundación Concha (algo que no logro entender, porque fueron esos años los de mayor afluencia de párvulos en dichas modélicas instalaciones…)[4].

 

Sin que cesaran los particulares o cooperativas

 

A la par que esas incumplidas aspiraciones, cada vez era más numeroso el número de adolescentes –y especialmente los padres– que deseaban continuar sus estudios tras finalizar la etapa escolar. Por lo que prosiguen los pequeños centros o clases particulares, como las que impartían don David Casado y don Gregorio Lirón: éste funda en 1944 el colegio de 2ª Enseñanza llamado «Ave María«[5], que cerrará más tarde, cuando se marchó.

En esto que regresa don Fernando Flores Muñoz (que ejerció como maestro-director del colegio Urbano González durante la República, pero que fue represaliado y expulsado del Cuerpo, repuesto años después), y también se dedica a dar clases privadas. Luego se une con don Paco Lozano, don Manuel Marcos y don Jenaro Cajal, incrementando las Enseñanzas Medias en la localidad (1944-45). D. Fernando fue el fundador del grupo, pues además de maestro era licenciado[6].

Hasta que se trasladan a la actual Avenida del Magisterio (frente al colegio Sierra de Gredos), donde fundan el Colegio Autorizado de 2ª Enseñanza «Virgen de las Angustias» en 1958[7]. Se les unen don Emiliano Núñez, don Julián Moro, don Alfonso Galán, don Higinio Aragón, don Leandro Sánchez, don Guillermo Pérez, don Isidoro Flores y otros (las religiosas sor Mercedes y Mª Teresa, del colegio Inmaculada, con experiencia en su centro, según veremos después). Aunque estaba “autorizado”, se examinaban en Cáceres.

En 1959 construyen un colegio nuevo en el Canchigordo[8]: reconocido oficialmente para impartir Bachiller Elemental (hasta 4º, Reválida en Cáceres); y después el Superior (5º y 6º, Letras y Ciencias). Y allí permanecen hasta 1969, fecha en que se inaugura el Primer Instituto de Enseñanzas Medias de Navalmoral (como conoceremos).

Tanto el primero, como ese último, sólo eran masculinos; habiendo un agravio que resolverán las Religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos con el colegio de la Inmaculada.

 

O los impartidos por el colegio privado de la Inmaculada

 

El 20 de enero de 1928 llegan las primeras monjas, de las «Religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos», al Colegio de la Inmaculada. Procedían de Béjar y Plasencia y se instalaron en un edificio donado por las hermanas Georgina y Josefina Arnús y Gallón (de Barcelona), para instalar el colegio[9].

El día 23 se lleva a cabo la inauguración oficial, en presencia de las autoridades locales y del arcipreste de la diócesis (no pudo asistir el obispo). Y, el 1 de febrero, se inician las clases en tan digno centro educativo, comenzando con 42 alumnas; cuyos méritos sería imposible resumir en estas páginas, tanto en enseñanza primaria como secundaria, en preescolar o en Magisterio (según las épocas).

Tras unos conflictivos años durante la 2ª República, en los que prohíben a las religiosas ejercer la docencia en abril de 1933, de acuerdo con la Ley de Congregaciones Religiosas aprobada el 6-IV-1933[10], tras la Guerra Civil se restablece la normalidad en dicho colegio y, unos años después –concretamente en 1944– incorporan los estudios de Bachiller Elemental, femenino y enseñanza libre, pues se examinaban en el Instituto San Isidro de Madrid[11].

Como se incrementaba la demanda desde los pueblos del entorno, al año siguiente abren el internado. Y, justo a mitad de siglo, incorporan los estudios de Magisterio, cuyos exámenes realizaban en la Escuela Normal de Cáceres.

Volviendo a los estudios de Enseñanza Media, en 1954 ya consta como “Colegio Homologado” del Instituto Brocense de Cáceres[12], para impartir Bachillerato Elemental y Superior, Ciencias y Letras, femenino.

Pero, al igual que le sucedió al citado colegio “Virgen de las Angustias”, al inaugurarse el primer Instituto en 1969 la matrícula desciende notablemente. Aunque resiste hasta 1974, cuando deja de impartir clases y se centra sólo en la Enseñanza Infantil y Primaria.

 

Hasta que se vislumbra la luz del primer Instituto oficial: fecha histórica

 

No obstante, «el que la sigue la consigue…» ─como dice el popular adagio─. Y, así, llegamos a una fecha histórica para los habitantes de esta localidad y comarca puesto que, según Decreto del 30 de enero de 1964, publicado en el BOE del 10 de febrero de ese mismo año, se aprueba oficialmente el Instituto Laboral de Navalmoral[13], de la modalidad Agrícola-Ganadera.

Para ello, el municipio debería ceder gratis un solar de cuatro hectáreas: una para edificar el centro, más otras tres para realizar las prácticas. Además, tenía que sufragar un tercio del importe de las obras (unos 12 millones de las antiguas pesetas), aportar 74.000 pesetas anuales para el mantenimiento del mismo y responsabilizarse de algún que otro gasto.

Nuestra Corporación aprueba lo anterior en febrero de ese año[14], y deciden ceder esos terrenos en el lugar conocido entonces como «Las Majaíllas» (actual barrio de «Navarrosa» y su entorno, incluyendo el presente Instituto «Zurbarán»). Por cierto, la elección de ese paraje daría origen a posteriores controversias, dado que los alumnos tenían que cruzar la variante de la carretera nacional (que se construyó en 1958) y la vía del ferrocarril.

Además, y a pesar de que los capullos florales ya se intuían, también las espinas de ese anhelado rosal surgían por doquier, puesto que esa superficie pertenecía a una veintena de propietarios particulares, lo que dificultaba la operación. Por consiguiente, hubo que iniciar un proceso de compra-venta (al precio estipulado de 15.000 pesetas la hectárea), que en el verano de 1964 ya estaba casi ultimado (pues sólo faltaba que convencer a un dueño que residía en Plasencia).

Adquisición de suelo que se llevó a cabo mediante un curioso procedimiento: por un lado, a través de aportaciones voluntarias de los vecinos; y, de otro, por medio de una serie de «acciones» que emitió el «Gremio de Comerciantes de Navalmoral» y otros colectivos (a «fondo perdido«). Respaldado todo ello por el Ayuntamiento, que promete el apoyo económico necesario[15].

 

Al fin se aprueba…

 

Resuelto el asunto anterior, el 27 de septiembre de 1965, el entonces Director General de Enseñanzas Laborales don Vicente Aleixandre (no confundir con el famoso Premio Nobel…) aprueba la creación de un Centro de Enseñanza Media y Profesional[16] en Navalmoral (pues sufrió en este intervalo una reconversión, tras el inicial proyecto de Instituto Laboral). Y, poco después, vuelven a modificar ese acuerdo, matizando que impartiría los estudios de Bachillerato Elemental Mixto (aparcaron por unos años la Formación Profesional, según veremos más adelante), con capacidad para 500 alumnos y dependiente del Distrito Universitario de Salamanca; de acuerdo con el proyecto del arquitecto don Santiago Fernández Pirla, que importaba 13.502.315’43 pesetas (81.150’5 euros actuales). Por lo que la Corporación agradece la decisión del señor Aleixandre[17].

Prosiguiendo con curiosidades, sepamos que en un principio se había decidido que este Instituto fuera sólo masculino (es bien conocido el injusto problema de la marginación de la mujer en el pasado, incluyendo el acceso a la educación…). Por lo que tuvo que intervenir el concejal don Francisco Bermejo (maestro de profesión, que en esos momentos era director del colegio del «Pozón», y padre de dos hijas…), instando al Director General de Enseñanza Media y Profesional la admisión también de las chicas, como así se aprobaría después.

Comienzan por fin las obras de tan deseado centro que, tras diversas peripecias secundarias, finalizan en la primavera de 1969. Y, en junio de ese mismo año, el Director General de Enseñanza Media y Profesional (D. Agustín de Asís) ratifica que el Instituto sería Mixto y de Bachillerato Elemental, y que las clases comenzarían el 1 de octubre de 1969[18].

Pero surge un nuevo problema (…), y es que no habían contado con el tema del alcantarillado. Por lo que el 6 de agosto ha de reunirse la Corporación para celebrar Sesión Extraordinaria, en la que acuerdan ─entre otros asuntos─ efectuar dichas obras, desde el Instituto (que estaba a punto de abrir y, sin embargo, no contaba con ese servicio) hasta el colector que pasaba junto a la carretera del Cementerio, tras desechar la instalación de una fosa séptica (inapropiada para un centro de características tan singulares). El aparejador municipal (don Evaristo Regueira) hace el proyecto, que ejecuta don Máximo Movilla Cañadas (el mayor adjudicatario de obras durante esos años en Navalmoral, especialmente en temas de alcantarillado y pavimentación)[19].

Por cierto, en septiembre de ese mismo año el concejal y primer teniente de alcalde D. Vicente Rincón propone que el Instituto lleve el nombre de don Emilio García y García, «por la labor desarrollada en relación con la enseñanza: consiguió el colegio General Franco («El Pozón», de 12 unidades), el Grupo Rural del Rollo (de dos aulas), la rehabilitación del colegio Primo de Rivera (la «Vía», con 8 grados), sus esfuerzos para lograr la Escuela de Capacitación y para que el Instituto de Enseñanza Media y Profesional sea una realidad» (como consta literalmente)[20]. Pero no lo aceptaron las “instancias superiores”, ya que dicho ex alcalde sufrió ciertas represalias: fue cesado el año anterior (1968, en unión de los alcaldes de Plasencia, Coria y otros) por oponerse el trasvase Tajo-Segura, que pretendía y logró desviar las aguas del Tajo a Levante mientras los proyectados riegos del «Plan Valdecañas» seguían sin iniciarse (en plena crisis agraria).

 

1.- Y SE INICIAN LAS CLASES EN EL PRIMER INSTITUTO

 

En pleno otoño ya, concretamente el 1 de octubre de 1969, se inaugura el Curso Escolar en el Instituto de Navalmoral (que, por el momento, era su nombre “oficial”), lo que constituyó un hito histórico y una fiesta en la localidad.

Unos días después ─el 24 de octubre─ anuncian un concurso para poner en marcha el transporte escolar al mismo, ya que ha comenzado el Curso y reconocen dos problemas: la distancia al casco urbano y el peligro que entrañaba el cruce de la carretera nacional-V. También el comedor escolar.

El primer Claustro[21] de ese año quedó compuesto por 20 profesores y un director espiritual:

– Equipo Directivo:

. Director: Alfonso Galán Galán. Lic. en Pedagogía. Filosofía.

. Vicedirector: Julián Moro Marcos. L. Química. Ciencias Naturales.

. Secretario: Manuel Marcos Manzano. L. Química. Matemáticas.

. Vicesecretario: Mª del Carmen Moreno Arranz. L. Clásicas. Griego

. Jefe de Estudios: P. Luis Sánchez Pérez de Colosía. Lengua y Literatura.

Resto de Profesores:

. David González Hernández: Director espiritual.

. Julio Blanco Paredes: profesor titular de Religión.

. Leandro Sánchez Bote: p. auxiliar de Religión.

. Mª Cristina Blanco de la Calle: Geografía e Historia.

. Ángel de Álvaro Nieto: Dibujo.

. Constantino Barroso Martín: Matemáticas.

. Petronila Bravo Castañeda: Física y Química.

. José Luis Tuda Alarcón: Latín.

. Soledad Porras Lozano: Lengua y Literatura.

. Dorotea Gómez y Gómez de Carvallo: Inglés.

. Alicia Suárez de Ron: Francés.

. Carmen Rodríguez García, maestra: Formación del Espíritu Nacional femenina.

. Isidoro Flores y Flores, maestro: Formación del Espíritu Nacional y Ed. Física masculino.

. Jesús Rubio Fernández: Educación Física masculino.

. Francisca Casas Vega: Hogar y Educación Física femenina..

. Mª Ángeles Marcos Martín: Música.

Se completaba con el personal: Juan Carlos Rebate García (administrativo), Micaela Galán y Galán (subalterno) y Sacramento Picado Bermejo (subalterno).

 

En ese primer Curso 1969-70, se impartió todo el Bachiller Elemental y Superior), del siguiente modo[22]: cinco 1º (3 de varones y 2 de chicas, con 219 alumnos/as en total), tres 2º (dos de chicos y uno femenino, que completaban 65 alumnos), tres 3º (dos varones y uno de hembras, con 73 estudiantes), tres 4º (dos masculinos y uno femenino, con 112 alumnos/as), un 5º (mixto, con 46 discípulos en total) y un sexto (mixto, con 38 asistentes). En total, 553 alumnos: 386 chicos y 167 chicas.

De esos estudiantes, 136 gozaban de matrícula gratuita: 46 por familia numerosa, 31 por escasez de recursos y 59 por ser becarios (las del PIO, gracias a las cuales yo pude estudiar).

Respecto al profesorado, se trataba de un equipo provisional, ya que todos eran interinos y contratados. Al siguiente curso se comienzan a cubrir plazas “en propiedad” mediante el concurso de traslado, caso de don Ramón Portabella Cremades (y Dori, su esposa, que impartiría francés), que será el nuevo director. Más otros que llegan después: Miguel Ángel Villoria Juanes, Juan Antonio Fernández Moreno y José Francisco Martín Matos.

Pero fue tal el éxito alcanzado que, ya en el primer curso, se queda pequeño ante el aluvión de matriculados y nuevas solicitudes. Por lo que, en febrero de 1970, el Gobernador informa[23] que el MEC construirá un nuevo Instituto de Enseñanza Media con capacidad para 1.250 alumnos, «por ser ya el actual insuficiente» (y sólo llevaba 4 meses abierto…).

Rápidamente se moviliza la Corporación[24] y los vecinos. Buscan terrenos para ubicarlo, «pero ruegan que se amplíe el cupo a 1.500 alumnos«, a la vez que desean hacer también un Colegio Menor junto al nuevo Instituto, viviendas para los profesores y otros usos.

Como el municipio tenía que aportar los terrenos, los vecinos llevan a cabo el sistema usado con el otro, durante ese verano, para conseguir dinero con que comprar solares para el nuevo Instituto de Enseñanza Media. Logran algo más de un millón de pesetas, y deciden que el lugar elegido sea en las «Eras del Cerro», «por su mejor ubicación y condiciones«.

Nos encontramos ya a 9 de septiembre, cuando celebran Sesión Extraordinaria para tratar el asunto de los terrenos adquiridos para el nuevo Instituto y otros fines: compran un total de 35.852 m2, que pertenecían a 16 propietarios, por un importe de 1.621.490 pesetas (a una media de 45 pesetas/m2, aunque pagaron algo más ─50 pesetas─ por los que lindaban con la carretera). Más adelante, uno de esos 16 ─el marqués de Comillas─ dona su parcela (506 m2).

Además del citado millón, faltaban otras 450.000, para lo que tuvieron que habilitar su correspondiente Presupuesto Municipal Ordinario.

El 15 de octubre de ese año 1970[25] se publicó en el BOE el anuncio de otra subasta: las obras del nuevo Instituto, que habría de realizarse en 15 meses y por 24.174.308 pesetas.

El 27 de octubre[26] (aunque las Escrituras se harían más adelante) se entregan los terrenos al MEC para el nuevo Instituto, así como los destinado a viviendas a la Delegación Nacional de Sindicatos (a la Obra Sindical del Hogar y Arquitectura). Y deciden que, el resto, se donarán a su debido tiempo a los organismos a que vayan destinados.

A mediados del año 1972 ya ha cesado Daniel Serrano como Delegado Provincial de Educación y Ciencias, por lo que Bermejo propone que se le agradezca su aportación al nuevo Instituto de Bachillerato («ya que a él se debe en gran parte su concesión«). El alcalde le apoya e, incluso, avanza que estaba dispuesto a dedicarle una calle en la zona de ese Instituto que se está construyendo. Mientras, acuerdan que «conste en acta este agradecimiento«[27].

Finaliza el Curso 1971-72 con más de 700 discípulos. Y suponen que habrá unos 900 para el siguiente.

En septiembre de ese año se dirige el director al Director General de Educación, informándole que han concluido las obras del nuevo Instituto, pero que urge el mobiliario y material necesario para habilitarlo. Por lo que le envía un inventario completo, que se conserva en el centro[28].

Y, en noviembre, la Corporación decide que el nuevo Instituto lleve el nombre de Mª de los Ángeles Galino Carrillo, Directora General de Ordenación Educativa[29], «pues gracias a ella se ha conseguido en un espacio de tiempo mínimo«, y así lo solicitan al ministro de Educación y Ciencias. Pero en el próximo mes contesta la propia Mª Ángeles, agradeciendo este detalle pero aclarando que «es criterio del Consejo Nacional de Educación el que no se den a los Centros educativos el nombre de personas vivas. Sin embargo, en 1979 la Corporación morala le dedica una calle junto al Instituto, que aún lleva su nombre.

Mientras llega el material solicitado, el Curso 1972-73 se inicia en las primitivas instalaciones; a la vez que observan cómo va llegando el utillaje.

 

El Traslado al nuevo edificio

 

De tal modo que en enero de 1973, tras las vacaciones navideñas, profesores y alumnos estrenan el nuevo centro. Ya bajo la dirección de D. Luis Valverde.

Cierra el primer instituto. Sus aulas se aprovechan para acoger a escolares que no disponían de espacio en sus colegios (debido al gran crecimiento demográfico experimentado por Navalmoral entonces, entre otras cosas por la construcción de la C.N. de Almaraz). Hasta que en 1975 vuelve a abrir, pero como “Instituto de Formación Profesional” (actual IES Zurbarán). Del que hablaremos después.

En 1977 anuncia el Bachillerato Nocturno para el próximo Curso. Y, en las vísperas de las Navidades de ese año, gran parte de sus profesores fueron agraciados con el 2º Premio de la Lotería de Navidad.

Años después, a fínales de la década de los ochenta, se bautizaría como “Augustóbriga”: en memoria de aquella ciudad romana, sobre cuyas ruinas se levantaría Talavera la Vieja (desde 1963 también desaparecida, al inundarla las aguas del embalse de Valdecañas).

Como es lógico, y dado que en ese año 1973 ya se está construyendo la Central Nuclear de Almaraz, la población de Navalmoral crece vertiginosamente (9.706 habitantes en 1970, 13.852 diez años después, 14.915 en 1990… y 17.484 empadronados el año pasado)[30] y, consecuentemente, el alumnado enseguida alcanzará los 700 alumnos matriculados (800, 900, 1.000…). Lo mismo sucedería con el claustro de profesores: de los 20 iniciales, se ha llegado casi al centenar (97 en el Curso 2018-2019).

Por eso, en 1991 tuvieron que construir un edificio más. Con ampliaciones, restauraciones y reparaciones diversas a partir de entonces. En el 2007 hubo otra gran reforma en el centro.

En esa etapa, imposible de resumir, destacar que –al margen de los cursos de Bachillerato– entre el 16-I-1989 y 1998 en sus aulas se impartieron cursos de la UNED, hasta que se trasladaron a la Casa de Comillas. Y, desde abril de 1989 hasta hoy en día, también acoge por las tardes a la Escuela Oficial de Idiomas. Ambas dependientes de Plasencia.

Al igual que el Zurbarán –pero más aún–, varios profesores de diferentes etapas impulsaron el teatro, de donde surgieron diferentes grupos, algunos de los cuales alcanzaron gran renombre y duración: caso de “Balumba”. Al final aportaremos más datos.

En este medio siglo, numerosos han sido los equipos directivos, por lo que sólo citamos a los/as directores/as: Alfonso Galán, Ramón Portabella, Florencio Campos, Luis Valverde, François Arden, Pilar García, Alfonso Galán (2ª vez), Juan Pérez, Maruja Carrero, Félix Salgado, Alicia Suárez, Mercedes Hernández, Gema Fernández, Mª Ángeles, Fraiz, Félix Salgado (2ª vez) y Marta Víctor (actual).

 

ESTADO ACTUAL[31]

 

PROFESORES: 97

ALUMNOS: 962 en el curso 2018/2019. Destacan los de ESO (43’9 / 100), Ciclos Formativos (31’7/100) y Bachillerado diurno (17’3/100).

ENSEÑANZAS:

  • ESO: 17 cursos, de 1º a 4º. Con el PMAR (Programa de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento), que dura dos cursos académicos y se aplica en 2º y 3º ESO. Y el PRAGE (Programa de Refuerzo y Atención en Grupo Específico), continuidad del anterior, pero destinado a 4º ESO. Totalizaron 422 alumnos/as.
  • FP Básica de Informática de Oficina. 18 alumnos entre los dos niveles (1º y 2º).
  • ESPA (Educación Secundaria para Adultos): que se ha impartido desde el 2005 hasta este Curso 2018-19 (sólo se dará en el Centro de Educación de Adultos).
  • BACHILLERATO: de Ciencias (con las variantes de Ciencia de la Salud y el Científico-Tecnológico) y el de Humanidades y Ciencias Sociales. Con sus materias troncales y específicas. 166 matriculados en total.
  • Bachillerato Nocturno: único en Navalmoral desde 1978, para aquellos mayores de 18 años que trabajan. Con 68 alumnos/as.
  • Ciclo Formativo de Grado Medio: Sistema Microinformáticos y Redes (SMR). Con 51 alumnos entre ambos cursos.
  • Ciclos Formativos de Grado Superior:

. Administración de Sistemas Informáticos en Red (ASIR).

. Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma (DAM).

. Desarrollo de Aplicaciones Web (DAW)

. Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma en modalidad On-Line (DAM Online).

  • En total los cursaron 237 alumnos, de los que 144 pertenecen al DAM Online.

 

Planes y Proyectos

 

  • Sección bilingüe de Inglés.
  • Sección bilingüe de Francés.
  • Tercera Lengua Extranjera: Portugués, como segunda lengua extranjera.
  • Programa de Auxiliares de Conversación.
  • Red Extremeña de Ecocentros.
  • Red de Bibliotecas Escolares de Extremadura (REBEX) y Programa Librarium.
  • Portfolio Europeo de la Lengua (PEL).
  • El programa ERASMUS +
  • El proyecto CALIDEX (Calidad en Centros Públicos de Extremadura)..
  • El Programa eScholarium.
  • Programa CPDEX (Capacidad Profesional Docente de Extremadura).
  • Programa de Ayuda entre Iguales.
  • Proyecto @
  • Programa IMPULSA.
  • Foro Nativos Digitales.
  • Programa CITE (Centros Innovadores del uso de Tecnologías en la Educación).
  •  

 

2.- LOS 44 AÑOS DEL INSTITUTO ZURBARÁN

 

De acuerdo con lo adelantado, en 1973 se clausura el primer Instituto de Bachillerato de Navalmoral, que se traslada a sus nuevas instalaciones. Y, aunque el edificio anterior se destina a diversos fines educativos (aulas escolares) o culturales, las autoridades y vecinos de Navalmoral insisten en que el primer Instituto se convierta en un Centro de Formación Profesional. Lo que se consigue en octubre de 1974, cuando el MEC[32] aprueba la Sección de Formación Profesional: de Primer Grado y dependiente inicialmente del Instituto de Formación Profesional de Hervás (porque no se había presupuestado ese año la creación de ningún otro a nivel provincial…).

De tal modo que, el 5 de octubre de 1975, comienza a impartir sus clases. Estos fueron los datos más significativos[33]:

. 105 alumnos: 72 de la rama Administrativa y 33 de la Eléctrica, de Primer Grado (al finalizar positivamente los dos curso recibían el título de «Técnico Auxiliar de F.P.«).

. 10 profesores: José María Zabala Alonso (profesor de Ciencias e Inglés…, que hacía la veces de director), Juan Santos Palacios Manzano (secretario y profesor de electricidad), Isidoro Flores y Flores (Educación Cívico-Social y Físico-Deportiva), Carmen Rodríguez García (Formación del Espíritu Nacional), Jesús Rubio Fernández (Educación Física), Carmen Mateos Pérez (Educación Física), Francisca Casas Vega (Hogar), Julio Blanco Paredes (Religión), Juan Barroso Navas (Contabilidad y Máquina) y Carmen María Donoso Cortés (Lengua, Humanística y Ciencias Naturales). Como podemos comprobar, algunos procedían del equipo inicial del primer instituto de bachillerato. En el próximo año (1976/77) llegan –entre otros– Urbano Moreno Merchán (Mecanografía y Prácticas) y David González (Religión). En el 77/78 lo hacen Gregorio Murillo, Ricardo del Monte, Paloma Pavón y Aurora Rodrigo (enero del 78). En el 79 se presentan Fisina Bacas y Mª del Carmen Failde. En el 80 Félix Martín Olivar y Juan Antonio Moreno Santos (que se convierte en Jefe de Estudio e impulsor de la Reforma en este Centro, junto con otros.

Regresando a la evolución del Centro y sus estudios reglados, en noviembre de 1977 el MEC[34] aprueba que se imparta el 2º Grado de FP (comenzando por Administración, incorporándose Electricidad y Química en 1979-80), lo que constituyó una gran alegría local y comarcal. Por ese motivo, en enero del próximo año se aprueba una importante obra de adecuación en este Centro, que importaría más de 7 millones de pesetas (de las de entonces).

Pero aún no tenía nombre (al igual que el de Bachillerato), hasta que en el Claustro celebrado el 24-X-1980 aprueba que se llame «Zurbarán«. Sin embargo, no utilizarán «oficialmente» ese nombre hasta dos años después[35]. Por tanto, durante esos dos años consta como «Instituto de Formación Profesional de Navalmoral«.

El primer Consejo de Dirección[36] (o «Consejo Escolar») se creó el 14 de enero de 1981, de acuerdo con el R.D. aprobado el 4 de diciembre de 1980, con participaciones similares a las actuales: equipo directivo, profesores, padres, alumnos y personal laboral del centro.

A partir de entonces se inician una serie de obras para ampliar el Centro en 360 plazas más (con vistas a la Reforma que veremos a continuación), destacando las de octubre del 83-84 (en pleno Curso Escolar, lo que originaría huelgas…): gimnasio, las cuatro aulas situadas encima del túnel, calefacción (que apenas calentaba…), reparaciones en cubiertas, pintura, etc.

Durante esa etapa –y desde su puesta en marcha– la jornada era partida: con clases de mañana y tarde, por lo que funcionaba el Comedor Escolar. En los años 80 dedicaban la tarde del miércoles a las Actividades Extraescolares, con una destacada participación en los «Juegos Escolares» (primero) y «Juegos Deportivos Extremeños» (después).

Pero ya en 1984 comienzan a solicitar la «jornada continua”. Lo que consiguen en el Curso 1989-90[37].

Si nos referimos a la Reforma, hay que matizar primero que este Instituto, a pesar de la imagen distorsionada que tenía al principio en ciertos sectores (mientras funcionó sólo la FP, los colegios “aconsejaban” matricularse en este centro a los alumnos que habían cursado la EGB con bajas calificaciones, como yo comprobé…), siempre fue pionero en el apartado de la innovación, de la anticipación y renovación (quizás por el carácter experimental emanado de la Formación Profesional, donde siempre ha predominado la práctica sobre la teoría).

De ese modo, en el Curso 1983-84[38] se incorpora a la famosa REM (Reforma de las Enseñanzas Medias), con la puesta en marcha de un curso de Bachillerato General, con 42 alumnos.

Desde ese momento, ya conviven en el Instituto «Zurbarán» dos tipos de enseñanza: la reglada de FP (de 1º y 2º Grado) y la experimental de la Reforma. Tras ese Bachillerato General o básico se accedía a sendos Bachilleratos: al de Ciencia o Tecnológico, y al de Administración y Gestión, a través de los cuales podían pasar a los Módulos Superiores –o de Nivel III– de Electricidad o Administración y Gestión, o bien a la Universidad.

Ese espíritu reformista motiva que este centro se incorpore muy pronto a los nuevos proyectos que van surgiendo, como el «Atenea», el «Mercurio» (para la informática y medios audiovisuales) y otros. O que se adhieran a la solicitud de un Centro de Profesores para Navalmoral y comarca. Todo ello en 1986, que se logra al año siguiente.

En junio de 1987 se incorporan al «Proyecto de Orientación Educativa en EEMM”.

Al año siguiente, la Ley de 1988 regula los Módulos Profesionales que afectaban a la REM: diferencia los de Nivel II y Nivel III (como antes decíamos), según los citados Bachilleratos que se cursaran.

Esa Reforma[39] ya se planea hacerla reglada –u obligatoria– en los próximos años y, para prevenir, numerosos profesores comienzan a asistir a cursos relacionados con la REM (la mayoría celebrados en Madrid) durante esos años.

 

Llega la LOGSE

 

En el Curso 90/91 se inicia la LOGSE en el Instituto «Zurbarán»[40] (con casi medio millar de alumnos y 42 profesores), de forma voluntaria o anticipada. En el 92/93 (Curso en el que yo me incorporo, tras aprobar la Oposición el año anterior y posterior concurso de traslado) se lleva a cabo la experimentación de 3º de ESO en el Aula, así como la planificación de 4º y la incorporación de los nuevos Bachilleratos LOGSE: por eso se levanta un nuevo Pabellón (D) y pistas deportivas. En el 93/94 ya funcionan todos ellos con normalidad, a la vez que se revisan los programas, deja de impartirse la pasada Formación Profesional y se generalizan los «Ciclos Formativos» de Grado Medio y Superior (de acuerdo con la nueva normativa).

Desde esas fechas, desaparece como centro de Formación Profesional Y se convierte en Instituto de Educación Secundaria[41], a la vez que va observando cómo se van incorporando a la LOGSE, obligatoriamente, todos los Institutos de España. Pero, como podrán comprobar, fuimos los pioneros de algo que ya se ha generalizado.

En el Curso 1989-90 José Antonio Moreno Santos releva a Zabala en la dirección. Pero vuelve al Departamento de Orientación en 1992, motivando que nombraran director a Gregorio Murillo Fernández, que dirigió el Centro hasta el 2004.

En esa etapa, los cambios experimentados fueron espectaculares, cuantitativa y cualitativamente, con numerosos premios obtenidos tanto a nivel individual como del Centro. Se lograron grandes éxitos, pero también tuvimos que afrontar malos ratos: como cuando perdimos a varios compañeros/as, tanto en el estamento docente como laboral.

Ante el incremento de alumnos con los cambios experimentados en estos últimos años, unido a las nuevas normas emanadas de la política educativa de la Junta de Extremadura (como la aplicación de las «Nuevas Tecnologías»), en el año 2003 se decide ampliar y reformar el Centro[42]. Obras que se estrenan en el 2005-2006.

 

Los últimos tiempos

 

La situación actual es ya más conocida por todos, dentro y fuera del recinto escolar.

En el Curso 2004-2005 se producen nuevos cambios[43] en la faceta directiva: siendo aprobada la encabezada por Eduardo Arrojo Martín (cuarto director en cuarenta años…).

En el 2006 inician unos ciclos de conferencias sobre “Sociedad y Cultura”, que perduró varios años y presentó a numerosos y conocidos especialistas en esos temas.

Un año después introducen el programa Leonardo da Vinci para complementar la FP en el extranjero.

En el 2014, ya se aproximaba a los 700 alumnos y 70 profesores, 4 conserjes y otras tantas personas responsables de la limpieza del Instituto, dos administrativos, una educadora social, una orientadora y un programador informático.

Mientras la ESO, Bachillerato y Formación Profesional prosiguen sus parámetros programados Se han incorporado algunas novedades como la Formación Profesional Dual, que ha generado una gran expectativa; así como la Formación Profesional Básica, más centrada en temas de diversificación y trabajo en equipo, a través de proyectos y trabajos cooperativos, siempre bajo una correcta orientación.

 

Planes y Proyectos[44]

  • Muy pronto introdujo el Atenea, Mercurio, Sócrates, etc.
    • Sección bilingüe de Inglés.
    • Segunda lengua extranjera: Francés.
    • Red Extremeña de Ecocentros.
    • Red de Bibliotecas Escolares de Extremadura (REBEX) y Programa Librarium.
    • Portfolio Europeo de la Lengua (PEL).
    • Proyecto Lingüistico de Centro en el área del PEL.
    • El programa ERASMUS + para Ciclos Formativos de Grado Superior de Formación en centros de trabajo en el extranjero (Italia, Portugal y Malta).
    • El proyecto CALIDEX (Calidad en Centros Públicos de Extremadura).
    • El Programa eScholarium.
    • Programa CPDEX (Capacidad Profesional Docente de Extremadura).
    • Programa de Ayuda entre Iguales.
    • Foro Nativos Digitales.
    • Programa CITE (Centros Innovadores del uso de Tecnologías en la Educación).
  • Proyecto MOVIN + para Ciclos Formativos de Grado Medio.
  • Programa COMENIUS.
  • Programa de Nuevas Tecnologías en Información y Comunicación (NTIC).
  • Programa del Geoparque Villuercas, Ibores y Jara.
  • educarex.es

En el 2017 presentan la I Feria de FP en el espacio púbico del “Jardincillo”, con presencia de varios centros de la comarca y Extremadura.

Y, el año pasado (julio de 2018), Roberto Correas Abad asume la Dirección del Centro.

 

El resumen de la situación actual en el recién finalizado Curso 2018-2019 es el siguiente[45]:

  • Aulas:

. 15 de la ESO

. 8 de Bachillerato: 4 de Ciencias (Tecnológico o Ciencias de la salud) y otros 4 de “Letras” (Humanidades y Ciencias Sociales).

. 15 de Ciclos Formativos: 6 de Grado Medio (2 de Comercio, 2 de Gestión y Administración y otros 2 de Equipos e Instalaciones Electrotécnicas), 8 de Grado Superior (2 de Comercio Internacional, 2 de Administración y Finanzas, 2 de Instalaciones Electrotécnicas y 2 de Formación Dual -Automatización y Robótica Industrial, conjuntamente con la central nuclear de Almaraz, desde el 2013-) y uno de Formación Profesional Básica.

  • Alumnos = superaron los 700.
  • Profesores = 76.

 

3.- Y, no hay dos sin tres: el nuevo Instituto de Navalmoral, el IES ALBALAT

 

Los antecedentes hay que buscarlos en el proyecto de la LOGSE de sacar los alumnos de la ESO de los colegios, llevándolos a los institutos. Como consecuencia, el 7-V-1996 hubo una gran manifestación en la localidad[46], convocada por las AMPAS escolares, solicitando un tercer instituto. Pero habrá que esperar…

El equipo de gobierno municipal anunció, a principios de 1999, la creación de un nuevo Instituto de Secundaria en Navalmoral de la Mata[47].

Poco después, y ya en el mes de abril, el director provincial -entonces- del MEC (don Macario Herrera) ratifica[48] la construcción de un nuevo Instituto en Navalmoral para el próximo año. Tema éste que se reiterará durante todo el año 1999, con polémicas a veces (incluyendo sus posibles y divergentes ubicaciones).

Como decíamos, aún dependía del MEC. Sin embargo, en enero de 2000 la Junta de Extremadura asumió las competencias educativas. Y, de nuevo en el mes de abril pero de ese año, el director general de Educación –Ángel Benito– confirma[49] que ese nuevo Centro está incluido entre los 44 que iba a construir la Junta en los próximos años. Daba a conocer que contaría con 12 unidades de Secundaria, 4 de Bachillerato y con Ciclos Formativos de Formación Profesional; y que se edificaría sobre un espacio mínimo de 8.500 m2, de los que más de 3.000 serían útiles. Contaría con 14 aulas polivalentes, taller de tecnología, dos aulas de informática, una de música, dramatización y audiovisuales, plástica y visual, biblioteca, gimnasio, seminarios, laboratorios, administración, vivienda para conserje y los espacios necesarios para los Ciclos Formativos.

En julio de 2000 la Junta de Gobierno del Ayuntamiento[50] pone a disposición de la Junta de Extremadura los terrenos del nuevo Instituto, junto al colegio concertado Virgen de Guadalupe, al final de la Avenida de las Angustias, actual calle Trashumancia, en el extremo opuesto al Augustóbriga, en una zona de reciente y gran expansión urbana[51].

Un año después, insisten en que el nuevo Instituto de Educación Secundaria se edificará, de acuerdo con el proyecto presentado por la empresa ACS, del que es autor el arquitecto don Gerardo Ayala Hernández[52].

Se había programado para el viernes día 28 de junio de ese año la visita a Navalmoral del consejero de Educación, Ciencia y Tecnología, Luis Millán Vázquez de Miguel quien, en unión de la alcaldesa (Salud Recio Romero), otros miembros de la Corporación y autoridades pondrían la «primera piedra» del nuevo Instituto de Enseñanza Secundaria de Navalmoral, a construir en el espacio señalado antes. Sin embargo, por problemas de la Consejería, dicho acto se aplazó al miércoles día 3 de julio[53]. El presupuesto alcanzaba los 300 millones de euros. Pero será el 19 de agosto cuando comienzan de verdad las obras (a pesar de que estaba financiado casi en su totalidad por el Fondo Monetario Europeo).

La citada empresa ACS informa en el verano del 2003[54] que las obras están próximas a concluir, y que dentro de unos días serán entregadas a la Junta.

En un santiamén se acepta y habilita y, el 15 de septiembre de ese año 2003, comenzaron las clases[55].

Aunque estaba programado para impartir 12 aulas de Secundaria (con capacidad para 30 alumnos cada una de ellas), 4 de Bachillerato (similares a las anteriores) y dos ciclos formativos de Grado Medio relacionados con Ciencia de la Salud (dada su proximidad al Hospital Campo Arañuelo y al proyectado Centro de Salud): Cuidados Auxiliares de Enfermería (SAN21) y Dietética, ese Curso 2003-2004[56] comenzará sólo con alumnos de la ESO (1º, 2º y 3º) y un curso de FP de la rama sanitaria, que se fueron incorporando desde los colegios moralos (al suprimirse los cursos de 1º y 2º de la ESO en dichos centros) o de la comarca, más algunos de los otros dos institutos locales debido a la cercanía de sus domicilios. En total, ese primer año el número de alumnos inscritos ascendió a 320, y los profesores fueron 20. Siendo su primer director D. Manuel Escalonilla, que se desplazó desde el Augustóbriga (donde había desempeñado la Jefatura de Estudios).

Y, en la primavera del año siguiente, el Claustro[57] acuerda bautizarlo con el nombre de “Albalat”, en memoria de aquella ciudad musulmana hoy en fase de importante excavación (caso similar al Augustóbriga…).

Posteriormente, los dos ciclos formativos citados se cambian[58]: uno de Auxiliar de Medicina (de Grado Medio, que más tarde pasa a denominarse de Cuidados Auxiliares de Enfermería) y otro de Higiene Bucodental (Grado Superior).

En la Sesión Ordinaria[59] del 6-2-2006 aprueban el Plan Urbanístico del entorno del Albalat, para acceder a él mediante el acerado y ajardinado del espacio situado enfrente.

En ese mismo año 2006 fue uno de los centros de Extremadura seleccionado para la gestión del programa “Rayuela”, que más tarde se generalizó a todos.

En el año 2012 ya superaba los 500 alumnos (34 profesores). Por 700 el Zurbarán (67 docentes) y más de 1.000 el Augustóbriga (un centenar de educadores).

 

Planes y Proyectos[60]

 

  • Sección bilingüe de Inglés.
  • Red de Bibliotecas Escolares de Extremadura (REBEX) y Programa Librarium.
  • Portfolio Europeo de la Lengua (PEL).
  • El programa ERASMUS + para Ciclos Formativos de Grado Superior de Formación en centros de trabajo en el extranjero
  • El proyecto CALIDEX (Calidad en Centros Públicos de Extramadura)..
  • El Programa Scholarium.
  • Programa CPDEX (Capacidad Profesional Docente de Extremadura).
  • Programa de Ayuda entre Iguales.
  • Foro Nativos Digitales.
  • Programa CITE (Centros Innovadores del uso de Tecnologías en la Educación).
  •  
  • Proyecto Albalat Salud: REXEPS (Red Extremeña de Escuelas Promotoras de la Salud).
  • Programa de Inteligencia Emocional y Ayuda entre Iguales.
  • Programa Campus Albalat.
  •  
  • Foro Nuevos Digitales.
  • Proyecto “La Ciudad de las Mujeres”.
  • Proyecto “Rosa azulado” (para la igualdad de género) y Algarabía.

 

Tres directores han asumido el cargo en esta etapa: Manuel Escalonila, Inmaculada González Cuesta y Carolina Molina Fernández (actual).

Y, para finalizar, he aquí le resumen del Curso 2018-2019 que acaba de finalizar:

. Aulas = 20: 12 de ESO (con la modalidad Bilingüe incluida), 4 de Bachillerato (2 de Ciencias y Tecnología: Ciencia de Salud y Tecnológico por una lado; y dos Letras: Humanidades y Ciencias Sociales por otro) y 4 de Ciclos Formativos (2 de Cuidados Auxiliares de Enfermería, de Grado Medio; y otros 2 de Higiene Bucodental, de Grado Superior).

. Alumnos/as = 450.

. Profesores = 42.

 

4.- Un caso especial: el Centro de Formación del Medio Rural

 

El 7 de julio de 1860 la Confederación Hidrográfica del Tajo solicita al municipio[61] una parcela, de 80 a 100 hectáreas y en la carretera de Talayuela, para crear un Centro Agronómico. El Ayuntamiento le ofrece 100 has.

Pero el asunto se demora. El 31 de marzo de 1964 la Corporación desea que se construya la Escuela de Capataces (nueva denominación del Centro Agronómico citado) en la Dehesa Boyal, para lo que hay que ceder 5 hectáreas para el edificio y 95 para el usufructo (“por 30 años, prorrogables”)[62].

En julio de ese año ceden las 100 hectáreas a la Dirección General de Capacitación Agraria, para el citado centro. El Director informa que, de esas 100, 5 tienen que ser donadas (gratis y en propiedad) para ubicar los edificios. A lo que acceden en diciembre.

Nuevo paso: el 18 de marzo de 1966 se anuncia la construcción de la Escuela, por un importe de 21.519.132’18 pesetas. El técnico que lo redactó fue el ingeniero D. José Mateos González, natural de Huertas de Ánimas[63].

En julio de 1968 finalizan las obras y, el 3 de marzo de 1969, comienza el Curso por vez primera (1ª Promoción). Que será inaugurada oficialmente un mes después, a cuyo acto asistió el Ministro de Agricultura (el pacense Adolfo Díaz Ambrona)[64].

Según consta en la memoria del proyecto, en aquel momento se planteaban varias especialidades de cursos breves de adiestramiento y perfeccionamiento profesional para agricultores jóvenes y adultos, como capataces, jefes de explotación, hortofruticultura, viveros, mecánica agrícola, plagas del campo, ganadería, etc.

Desde entonces la escuela ha cambiado varias veces de nombre, siendo el actual Centro de Formación del Medio Rural; ha renovado sus dependencias y estudios y ha acogido a más de 3.500 alumnos/as tanto de Extremadura como de comunidades vecinas, «siendo pionero en la región como apoyo al propio Servicio de Extensión Agraria»[65].

Como se intuye de lo antes expuesto, en un principio dependía del Ministerio de Agricultura, Dirección General de Capacitación Agraria. Pero, como el resto de los existentes en nuestra Comunidad, en 1981 fue transferido a la Junta de Extremadura, Consejería de Agricultura y Medio Ambiente.

En el aspecto formativo que estamos tratando, al margen de los numerosos cursos de formación profesional no reglada que han impartido en estos 50 años de vivencia, sobre todo referentes a los temas antes mencionados (tanto en Navalmoral como en los pueblos del entorno), tras la implantación de la LOGSE se incorpora a las Enseñanzas Medias que estamos analizando del siguiente modo[66]:

  • Ciclo Formativo de Grado Medio: Trabajos Forestales y Conservación y Aprovechamiento del Medio Natural. Fue el primero que se implantó, comenzando en 1996 con 16 alumnos. Aún prosigue.
  • En el pasado Curso 2018-2019 se habilitó uno más, que desde hace años se impartía como módulos profesionales de ‘Cuidado y manejo del caballo’ y ‘Doma básica del caballo’: Ciclo Formativo de Grado Medio de Actividades Ecuestres. 20 alumnos.
  • Ciclo Formativo de Grado Superior: Gestión Forestal y de los Recurso Naturales y Paisajísticos. Se inició en el Curso 2003-2004, con 17 alumnos. Continúa.

 

CONCLUSIÓN

 

A lo largo de este medio siglo de las Enseñanzas Medias en Navalmoral, numerosos han sido los premios y reconocimientos a nivel individual (como los diversos Primeros Premios de Bachillerato y FP) y general, imposibles de resumir. Pero sí nos gustaría –a modo de síntesis–, reseñar dos de ellos: en la convocatoria de junio de 2000, el IES «Zurbarán» obtuvo el primer puesto (de 71) en las Pruebas de Acceso a la Universidad a nivel regional, mientras que el IES «Augustóbriga» alcanzó el 4º puesto en dicha convocatoria (y el 1º en la de septiembre); y al año siguiente, el IES «Augustóbriga» obtuvo el primer puesto (de 81) en la convocatoria de junio de 2001, y el 3º en la de septiembre; mientras que el IES «Zurbarán» alcanzó el 9º puesto en dicha convocatoria, y el 6º en la de septiembre.

O el Primer Premio “Euroscola” que obtuvo un grupo del IES Albalat en el 2013, Concurso Europeo de inglés convocado por el Parlamento Europeo.

Han participado en un gran número de Concursos (Olimpiadas Matemáticas, Jornadas Científicas, Salud, Paz, etc.), Muestras, Exposiciones, etc., referentes a muy variados temas.

En el año 2008 los institutos de la zona solicitan que puedan celebrar la PAU (actual EBAU) en Navalmoral, lo que consiguieron una década más tarde.

Desde hace tiempo, las AMPAS de los centros han creado las “Escuelas de Padres”.

Han realizado muchos intercambios de profesores y alumnos con el extranjero, con una finalidad lingüística, temática y social. Y han recibido a diversos y reconocidos escritores en sus aulas para promover y estimular la literatura.

En el año 2014 el Ayuntamiento crea los Premios a la Excelencia Académica, para ayudar económicamente a los alumnos con mejores notas al finalizar el Bachillerato o la FP, que le sirvan para matricularse en la Universidad. La Fundación Concha hace algo similar.

En mayo de 2018, la Fundación Bankia y la Asociación FPempresa premian la FP Dual del IES Zurbarán.

Y, ya para finalizar, destacada está siendo la aportación de los institutos moralos (e, incluso, algunos otros y colegios de la comarca, alumnos y profesores) a la “fiesta grande” de la localidad, el Carnaval moralo, desde el año 2015, por el recorrido habitual de Carrozas y Comparsas, el viernes por la mañana, dando inicio al mismo bajo la denominación oficial de “Carnaval estudiantil”.

Apéndice fotográfico

1.- Colegio del Canchigordo

2.- Alumnos de Bachillerato del Canchigordo

3.- El colegio de la Inmaculada

4.- Primitivas instalaciones del primer Instituto de Navalmoral

5.- Segunda y actual ubicación del Instituto, 1973

 6.- Primer Claustro del primer instituto

7.- Génesis y evolución del IES ZURBARÁN

8.- IES Albalat

 9.- Actividad del Centro de Formación del Medio Rural

 10.- Comparsa del IES Zurbarán en el Carnaval del 2015

NOTA: además de las notas a pie de página y otras aclaraciones, toda la información consta en mi amplia Base de Datos que como Cronista Oficial llevo recopilando desde hace 40 años, y que publicaré en el futuro como “Historia Contemporánea de Navalmoral”.

[1] Archivo Municipal. Libro de Sesiones nº 12 (del 01-I-1898 al 04-IV-1904) y 13 (del 08-V-1904 al 04-II-1911).

[2] Ibídem: nº 24 (del 08-II-1935 al 20-I-1939).

[3] Ibídem: nº 28 (del 09-XI-1947 al 30-IX-1950).

[4] Archivo Municipal. Libro de Sesiones nº 29 (del 20-XI-1950 al 07-XI-1952) y 31 (07-VI-1955 al 29-I-1958).

[5] QUIJADA GONZÁLEZ, D.: “Navalmoral durante el franquismo”, La Gaceta del Campo Arañuelo, cap. XXVII.

[6] QUIJADA GONZÁLEZ, D.: obra citada, cap. XXX.

[7] QUIJADA GONZÁLEZ, D.: obra citada, cap. XCII.

[8] QUIJADA GONZÁLEZ, D.: obra citada, cap. XCVIII

[9] FRAILE SIMÓN, Mª del P: “La Enseñanza Primaria en Navalmoral: la Escuela Antigua”, XIV Coloquios Histórico-Culturales del Campo Arañuelo. Navalmoral. 2008.

[10] QUIJADA GONZÁLEZ, D.: Navalmoral de la Mata. Publisher, Navalmoral, 1997.

[11] Archivo del colegio que, aunque cerró en el 2005, aún conservan en buen estado.

[12] Ibídem.

[13] Archivo Municipal. Libro de Sesiones nº 32: del 02-II-1958 al 23-I-1965.

[14] Ibídem

[15] Ibídem.

[16] Archivo Municipal. Libro de Sesiones nº 33 (del 06-III-1965 al 06-II-1970)

[17] Ibídem.

[18] Ibídem.

[19] Ibídem

[20] Ibídem

[21] Secretaría del primer Instituto de Navalmoral. Libro de Claustros.

[22] Secretaría del primer Instituto de Navalmoral. Libro de Matrículas.

 

[23] Archivo Municipal. Libro de Sesiones nº 33 (del 06-III-1965 al 06-II-1970).

[24] Ibídem.

[25] Ibídem. Nº 34 (del 26-II-1970 al 26-V-1971).

[26] Ibídem

[27] Ibídem, nº 34 (del 26-II-1970 al 26-V-1971).

[28] Secretaría del IES Augustóbriga.

[29] Maestra con el nº 1 de su oposición, pedagoga (licenciada en Filosofía y Letras Pedagogía), catedrática de la Universidad Complutense (la 1ª mujer en obtener la cátedra por oposición, en 1953), una de las redactoras del Libro Blanco de la Educación (Ley de 1970), defensora del feminismo, pero a través de la formación, etc.

[30] QUIJADA GONZÁLEZ, D.: Navalmoral de la Mata. Publisher, Navalmoral, 1997.

[31] Secretaría y Dirección del IES Augustóbriga.

[32] Archivo Municipal. Libros de Sesiones nº 36: del 09-III-1973 al 24-X-1974

[33] Archivo de la Secretaría del Centro.

[34] Ibídem.

[35] Porque las autoridades locales preferían que se dedicara a personajes ilustres de la localidad.

[36] Archivo de la Secretaría del Centro.

[37] Ibídem.

[38] Ibídem

[39] Ibídem

[40] Archivo de la Secretaría del Centro.

[41] Ibídem.

[42] Ibídem.

[43] Archivo de la Secretaría del Centro.

[44] Ibídem

[45] Archivo de la Secretaría del IES Zurbarán.

[46] Periódico local “Quince Días-El Moralo”. Mayo de 1996.

[47] Ibídem. Febrero de 1999.

[48] Ibídem. Abril de 1999.

[49] Ibídem. Abril del 2000.

[50] Archivo Municipal: Libro de Sesiones correspondiente al año 2000.

[51] Aprovechando la cesión de los mismos, por la reconversión de terreno rústico en urbanizable.

[52] Periódico local “Quince Días-El Moralo”. Noviembre del 2001

[53] Ibídem. Julio de 2001.

[54] Ibídem. Agosto de 2003.

[55] Archivo de la Secretaría del IES Albalat.

[56] Ibídem.

[57] Ibídem.

[58] Archivo de la Secretaría del Centro.

[59] Libro de Sesiones correspondiente a ese año.

[60] Ibídem

[61] Archivo Municipal. Libro de Sesiones Nº 32: del 02-II-1958 al 23-I-1965.

[62] Ibídem.

[63] Su familia donó en 2018 los Planos y la Memoria de la obra al centro, donde constan.

[64] Archivo Municipal. Libro de Sesiones Nº 33: del 06-III-1965 al 06-II-1970.

[65] Según nos comenta su jefe de estudios.

[66] Archivo de la Secretaría del Centro.

Dic 112019
 

Carlos María Neila Muñoz.

            Introducción

            La dos grandes crisis demográficas de España en el siglo XX, fueron la pandemia de gripe de los años 1918 y 1919 y la Guerra Civil y la postguerra, en la horquilla de tiempo que transcurre entre los años 1936 y 1949.

            El estudio de las personas fallecidas en las cuarenta y siete localidades de la provincia de Cáceres en el año 1941, es un apartado importante para comprobar, desde cualquier disciplina académica, la historia reciente de la provincia y, por extrapolación, de la comunidad extremeña. Igualmente, la información cuantitativa de los datos recogidos en las distintas poblaciones es el paso previo a la explicación social, sanitaria, demográfica e histórica. Aspectos como la fecha de fallecimiento (mes y año); el sexo; el estado civil; la edad y el motivo, sirven como base para comprobar cómo han evolucionado en ese año las defunciones y sus causas, bien sean inmediatas o fundamentales.

            ¿Por qué el año 1941? Porque en todos los manuales, estudios e investigaciones divulgativos al uso que se expresan lejos de todo posicionamiento en cualquiera de las gamas de colores y tonalidades del arco iris social español, se señala que el hambre y las repercusiones en la vida cotidiana de los extremeños que sobrevivieron al conflicto fratricida, fueron los protagonistas que ayudaron en el mejor de los casos a poblar, y hasta a saturar, los cementerios que quedaron pequeños y, en el peor de los casos, a abonar la tierra anónima, seca y pobre, de los campos de Extremadura.

            Así, todos los valores según avanzaba el siglo XX se sitúan dentro del proceso general de transición demográfica en el cual, las variables demográficas que intervienen en el crecimiento demográfico, modifican sus valores cuantitativos en descenso (mortalidad) y en alza (natalidad), desarrollándose ambos con una temporalización que aúna criterios sociogeográficos similares en función de factores tales como el desarrollo económico, el grado de urbanidad frente a ruralidad, la higiene privada y pública y la dieta alimenticia amplia y variada. En las cuarenta y siete localidades se ha desmenuzado, cotejado y comparado las actas de defunciones depositadas en los registros civiles para evaluar cómo ha incidido la situación social en las distintas trayectorias de la variable demográfica. Toda una evolución histórica, antropológica, sanitaria y demográfica en los años de “nuestra” Guerra Civil y de “nuestra” difícil, dura y miserable postguerra, porque fue de “nuestros” abuelos; fue de “nuestros” padres y será de “nuestros” descendientes para no volverla a repetir.

            Metodología de trabajo

            El trabajo de campo que se ha realizado para conseguir los valores cuantitativos y cualitativos propios de esta investigación se ha prolongado desde el mes de agosto de 2013 hasta la actualidad (agosto, 2019). Los datos anónimos e impersonales (la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de carácter personal, tiene por objeto “…garantizar y proteger, en lo que concierne al tratamiento de los datos personales, las libertades públicas y los derechos fundamentales de las personas físicas, y especialmente de su honor e intimidad personal y familiar. Se entiende por datos de carácter personal: cualquier información concerniente a personas físicas identificadas o identificables”) que aparecen en ella, salvo los exclusivos de los censos poblacionales del INE, se han extraído de los libros Dde defunciones depositados en los Registros Civiles de las 47 localidades de la provincia de Cáceres desde el año 1871 que es cuando se crearon estos organismos administrativos en España y se comenzó a tener constancia de los movimientos de población como herramienta administrativa, legal y del Estado en igualdad de condiciones con los documentos que hasta ese momento monopolizaba la iglesia en el control de la administración de los tres sacramentos relacionados directamente con el nacimiento, el matrimonio y la muerte.

Se ha efectuado el trabajo de campo con las certificaciones de los libros oficiales depositados en los correspondientes registros recopilando los datos clasificados en las siguientes variables cuantitativas y cualitativas:

  1. Tomo del libro-fuente
  2. Número de la certificación
  3. Localidad del fallecimiento
  4. Sexo de la personas fallecida
  5. Estado civil de la persona fallecida
  6. Mes en que ocurrió
  7. Año en que ocurrió
  8. Edad del hombre
  9. Edad de la mujer
  10. Causa del fallecimiento

Las 47 localidades de la provincia de Cáceres objeto de estudio, análisis, comparación y evaluación en el momento de cerrar temporalmente esta investigación (agosto, 2019), han sido:

Acehúche, Alcántara, Aldehuela de Jerte, Aliseda, Benquerencia, Botija, Brozas, Cáceres, Calzadilla, Cañaveral, Carcaboso, Casar de Cáceres, Casas de Millán, Casillas de Coria, Coria, Galisteo, Garrovillas, Herreruela, Hinojal, La Cumbre, Madroñera, Malpartida de Plasencia, Mirabel, Monroy, Morcillo, Montehermoso, Navas del Madroño, Pedroso de Acim, Plasencia, Plasenzuela, Portezuelo, Robledillo de Trujillo, Santa Ana, Salorino, Santiago del Campo, Sierra de Fuentes, Talaván, Torrecillas de la Tiesa, Torrejón el Rubio, Torremocha, Torreorgaz, Torrequemada, Torre de Santa María, Valdefuentes, Valdemorales, Villa del Rey y Zarza de Montánchez.

(Cuadro nº 1: Mapa de la provincia de Cáceres con la distribución geográfica de las 47 localidades objeto de estudio)

            Población de Cáceres (1842-2011) según los censos de población

            La población de Hecho y de Derecho de las 47 localidades de la provincia de Cáceres, según los datos que obran en el INE (Instituto Nacional de Estadística) y recogida en los correspondientes censos municipales ha sido la siguiente:

 

 

Censos de Población (1877 – 2011)

«Población Derecho». Comparación y Evolución

 

 

 

 

 

 

 

Población de Derecho

Localidad: Cáceres

Población de Derecho

Localidad: Plasencia

Población de Derecho

Resto de localidades

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1877

11847

6404

67205

 

 

1887

13749

7608

75052

 

 

1897

13665

8067

76739

 

 

1900

13617

7965

79104

 

 

1910

14562

8923

88850

 

 

1920

20218

10016

91810

 

 

1930

24352

11805

100933

 

 

1940

29030

15308

111723

 

 

1950

40009

17507

118967

 

 

1960

45960

20962

119817

 

 

1970

55341

26051

95491

 

 

1981

65758

31201

74006

 

 

1991

74589

36060

68832

 

 

2001

82716

36690

66267

 

 

2011

95616

41162

64769

 

                   

(Cuadro nº 2: Censos de población de las 47 localidades de esta investigación (1841-2011). Comparación y evolución de la población de Derecho. A partir del censo de 2001, la población que aparece es la población «Residente», equivalente a la de «Derecho»)

            En el cuadro nº 2 se aprecia cómo ha ido evolucionando la población en las localidades de Cáceres y Plasencia y en el resto de las 45 localidades de la provincia de Cáceres desde el censo poblacional de 1877 hasta el de 2011. En el cuadro nº 3, las variables cualitativas se traducen en tres líneas claramente diferenciadas:

(Cuadro nº 3: Comparación y evolución de la Población de Derecho de las 47 localidades, desde el censo de 1877 hasta el de 2011)

            La población de Cáceres, como capital de la provincia ha mantenido su progresión constante en el siglo XIX y en el XX. La localidad crece como foco de atención laboral, administrativo, sanitario y político de la provincia del norte de Extremadura. La segunda población en número de habitantes, tomando como referencia el censo poblacional de 2011, es Plasencia, centro neurálgico del norte de la provincia de Cáceres. Si se toma como base los últimos cuatro censos de población (1981, 1991, 2001 y 2011), las localidades que han crecido en número de habitantes –además de Cáceres y de Plasencia-, han sido: Casar de Cáceres (de 3758 ha pasado a 4792 habitantes); Coria (de 10390 a 12994 habitantes); Torreorgaz (de 1302 a 1740 habitantes); Montehermoso (de 5480 a 5888 habitantes) y Sierra de Fuentes (de 1623 a 2059 habitantes). En todas las demás localidades se ha observado un descenso poblacional a partir del censo de 1960 que se ha ido estabilizando a partir del censo del año 1981. A partir de aquí, la población se ha mantenido con regularidad y con más o menos fluctuaciones cuantitativas.

            Fallecimientos. Demografía (1936-1949).

Las personas fallecidas en las 47 localidades que han sido objeto del trabajo de campo en las Registros Civiles de la provincia de Cáceres durante los catorce años que duró la contienda fratricida y la postguerra, han sido 39934, tal y como se observa en el cuadro nº 4:

 

 

Defunciones (1936-1949)

 

 

Años

Frecuencia

Porcentaje

 

 

 

 

 

 

 

1936

3240

8,11

 

 

1937

3765

9,42

 

 

1938

3067

7,68

 

 

1939

2699

6,75

 

 

1940

2900

7,26

 

 

1941

4843

12,12

 

 

1942

2779

6,95

 

 

1943

2494

6,24

 

 

1944

2390

5,98

 

 

1945

2474

6,19

 

 

1946

2676

6,70

 

 

1947

2248

5,62

 

 

1948

2106

5,27

 

 

1949

2253

5,64

 

 

 

 

 

 

 

Total

39934

 

 

(Cuadro nº 4: Personas fallecidas: frecuencia y porcentaje por años: 1936-1949)

            Los valores anteriormente citados, se visualizan en el cuadro nº 5.

(Cuadro nº 5: Personas fallecidas por años en las 47 localidades de la provincia de Cáceres, 1941)

            Según los datos de las defunciones, ¿cuántas eran hombres y cuántas eran mujeres? Han fallecido un 11,15% más de hombres (55,57%) que de mujeres (44.42%). Cuadro nº 6.

 

Años 1936-1949

 

 

 

Sexo

Fallecimientos

Porcentaje

 

 

 

Hombres

22195

55,57%

Mujeres

17739

44,42%

 

39934

 

(Cuadro nº 6: Hombres y Mujeres fallecidas la provincia de Cáceres (1941))

De los 39934 fallecimientos, pormenorizados en función del sexo, corresponden al año 1941 un total de 4843 fallecimientos, como valor más alto en la línea estadística resultado de los valores cuantitativos, tal y como aparece en el cuadro nº 7.

 

Año 1941 (47 localidades)

 

 

 

Localidades

Hombres

Mujeres

 

 

 

Acehúche

10

9

Alcántara

31

18

Aldehuela de Jerte

3

1

Aliseda

12

19

Benquerencia

2

4

Botija

1

4

Brozas

28

21

Cáceres

178

155

Calzadilla

7

5

Cañaveral

11

12

Carcaboso

3

1

Casar de Cáceres

11

17

Casas de Millán

4

5

Casillas de Coria

7

7

Coria

31

21

Cumbre, La

8

7

Galisteo

7

5

Garrovillas

25

24

Herreruela

2

1

Hinojal

11

10

Madroñera

18

10

Malpartida de Plasencia

33

23

Mirabel

7

4

Monroy

11

8

Montehermoso

27

30

Morcillo

0

0

Navas del Madroño

20

13

Pedroso de Acim

5

1

Plasencia

49

49

Plasenzuela

9

7

Portezuelo

3

4

Robledillo de Trujillo

13

11

Salorino

14

11

Santa Ana

4

3

Santiago del Campo

15

7

Sierra de Fuentes

25

15

Talaván

11

5

Torre de Santa María

8

8

Torrecillas de la Tiesa

10

5

Torrejón el Rubio

8

8

Torremocha

11

14

Torreorgaz

25

16

Torrequemada

10

12

Valdefuentes

13

18

Valdemorales

4

7

Villa del Rey

5

9

Zarza de Montánchez

8

8

(Cuadro nº 7: Personas fallecidas por sexo en las 47 localidades de la provincia de Cáceres, 1941)

            Según los datos de las defunciones, ¿cuántas eran hombres y cuántas eran mujeres? Han fallecido un 19,48% más de hombres (59,75%) que de mujeres (40,24%). Cuadro nº 8.

 

Año 1941

 

 

 

Sexo

Fallecimientos

Porcentaje

 

 

 

Hombres

2894

59,75

Mujeres

1949

40,24

 

4843

 

(Cuadro nº 8: Hombres y Mujeres fallecidas la provincia de Cáceres (1941))

            Temporalización

            ¿En qué meses del año se han producido mayor número de fallecimientos en el año de referencia de 1941? Para contestar a esta pregunta es necesario conocer la frecuencia y los valores cuantitativos porcentuales para una valoración del mes de fallecimiento (cuadro nº 9).

 

Meses

Hombres

Mujeres

Total

 

 

 

 

Enero

247

156

403

Febrero

243

134

377

Marzo

332

179

511

Abril

308

157

465

Mayo

304

153

457

Junio

262

104

366

Julio

295

224

519

Agosto

218

202

420

Septiembre

163

147

310

Octubre

179

175

354

Noviembre

191

149

340

Diciembre

152

169

321

 

 

 

 

Total

2894

1949

4843

(Cuadro nº 9: Fallecimientos totales por meses con sus respectivos porcentajes)

            Los datos cuantitativos globales, sin distinción de sexo, se ven reflejados en el cuadro nº 10.

(Cuadro nº 10: Fallecimientos por meses (1941)

            Los meses de julio (519 fallecimientos); marzo (511 fallecimientos) y de abril (465 fallecimientos) han sido en los que se han producido más fallecimientos en el período de tiempo que trascurrió entre enero y diciembre de 1941, meses en los que comienzan los primeros calores que hacen estragos en la población infantil de todas y de cada una de las localidades, bien sean las que aquí se relacionan o bien, las del resto de la provincia de Cáceres, junto con los meses de enero, febrero y agosto: frío y calor se dan la mano para aumentar el número de personas fallecidas en este año de terribles consecuencias para la demografía española.

            Edades de fallecimiento

            En el estudio de los fallecimientos en las localidades es necesario conocer la edad de las personas muertas. En el cuadro nº 11 se muestran los porcentajes de las edades tanto de hombres como de mujeres conjuntamente en el año cronológico de la investigación (1941):

 

Tramos de edades

Porcentaje

 

 

<1

20,54

1-9

8,56

10-19

2,56

20-29

4,39

30-39

6,31

40-49

8,44

50-59

12,65

60-69

15,91

70-79

12,07

80-89

4,85

>=90

0,66

¿…?

2,99

 

 

 

4843

(Cuadro nº 11: Fallecimientos por tramos de edades en el año 1941 con porcentajes, sin distinción de sexo)

            A continuación, aparecen en el cuadro nº 12 los datos de las 4843 personas fallecidas sin distinción de sexo y en función de los valores cuantitativos que aparecen en el cuadro nº 11.

(Cuadro nº 12: Fallecimientos por tramos de edades sin especificar sexo: 1941)

           Los tramos del cuadro nº 13, pormenorizados en los dos sexos, junto con la frecuencia y los respectivos porcentajes, son:

 

Tramos de edades

Hombres

(Porcentajes)

Mujeres

(Porcentajes)

 

 

 

<1

18,79

23,14

1-9

7,39

10,31

10-19

2,24

3,027

20-29

4,45

4,30

30-39

7,53

4,51

40-49

10,12

5,95

50-59

16,34

7,18

60-69

17,17

14,05

70-79

10,08

15,03

80-89

2,48

8,36

>=90

0,31

1,18

¿…?

3,04

2,92

(Cuadro nº 13: Fallecimientos por tramos de edades en el año 1941, por razón de sexo, con porcentajes)

            Para expresar lo más diáfano posible las edades de las personas fallecidas, hay que conocer cómo se distribuyen esos óbitos en función del sexo (hombres y mujeres), tal y como se muestra en el cuadro nº 13.

 

 

(Cuadro nº 14: Fallecimientos por tramos de edades de Hombres y de Mujeres, en valores porcentuales)

            Los niños y las niñas menores de un año, representan el 20,54%, una cifra porcentual muy alta, tal y como se aprecia en el cuadro nº 11. Todos los tramos de edades son similares o paralelos, en hombres y en mujeres, por lo menos hasta los 49 años de edad. Hasta aquí, se observa que el número menor de fallecimientos está entre los 10 y los 19 años de edad (2,56%). A partir de los 20 años hasta los 49, se igualan los óbitos para ambos sexos. A partir de este momento, la esperanza de vida en los hombres es menor que en la mujeres, entre los 60 y 69 años en el sexo masculino y entre los 70 y 79 años en el sexo femenino. Más adelante, las personas sobrevivientes son meras anécdotas demográficas.

Como resumen, se aprecia que los fallecimientos en los primeros meses de vida es muy alto, seguido por el tramo de edad comprendido entre los 50-69 años, para los hombres y los 60-79 años, para las mujeres.

            Mortalidad infantil

            Un aspecto importante en el estudio de las personas fallecidas es la incidencia de la mortalidad infantil en el cómputo o resumen final del año 1941 en el periodo de tiempo denominado «postguerra». En este trabajo de campo, se hace referencia a la «mortalidad infantil» como la que se produjo entre los 0 y los 9 años de edad, estando este tramo o intervalo de edad abierto hasta los diez años, en los que comienza el siguiente intervalo. En el cuadro nº 15 se aprecian tales óbitos en función del sexo.

 

 

Edades

Totales

Porcentajes

 

 

 

 

 

 

 

<1

995

20,54

 

 

1-9

415

8,56

 

 

 

1410

 

 

(Cuadro nº 15: Edades de las personas fallecidas menores de nueve años)

            Los niños y las niñas entre 1 y 9 años, suman la cantidad de 1410, lo que corresponde a un 29,10% del total de fallecimientos. Lo que supone una cifra considerable demográficamente hablando.

            ¿Y los meses? ¿Qué se observa en el número de defunciones en las personas menores de diez años?

 

 

Meses

Hombres

Mujeres

Porcentaje

Hombres

Porcentaje

Mujeres

Total

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ENE

57

36

7,51

5,52

93

 

 

FEB

49

41

6,46

6,28

90

 

 

MAR

57

59

7,519

9,04

116

 

 

ABR

48

36

6,33

5,52

84

 

 

MAY

40

45

5,27

6,90

85

 

 

JUN

84

42

11,08

6,44

126

 

 

JUL

146

122

19,26

18,71

268

 

 

AGO

86

91

11,34

13,95

177

 

 

SEP

49

52

6,46

7,97

101

 

 

OCT

63

49

8,31

7,51

112

 

 

NOV

53

38

6,99

5,82

91

 

 

DIC

26

41

3,43

6,28

67

 

 

 

758

652

 

 

 

 

(Cuadro nº 16: Temporalización por sexo con datos porcentuales)

            Pero, ¿de qué fallecieron esos niños y esas niñas «menores de 10 años»?. En las 47 localidades objeto del trabajo de campo quedan agrupadas en 26 bloques. Hay que reseñar algunos problemas con respecto al uso de la terminología diagnóstica sobre las causas de las muertes. La «moda diagnóstica» o la «empatía diagnóstica» ha servido hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX para que algunas enfermedades fueran más propensas a diagnosticarse que otras o a enmascararse con síntomas parecidos o semejantes o que eran de común padecimiento en un momento o situación determinada, lo que llevó consigo, desde la perspectiva actual, una confusión a la hora de una clasificación más o menos estándar (Sanz Gimeno y Ramiro Fariñas, 2002). A lo largo del periodo de tiempo estudiado cualitativamente, y como consecuencia de los avances médicos, las enfermedades han sido mejor y más concretamente diagnosticadas. En el cuadro nº 17, se observan esas mismas causas pero ordenadas por porcentaje cuantitativo de importancia, comenzando por un 17,50% que corresponde a «gastroenteritis»).

 

Causa

%

   

Gastroenteritis

9,32

Gastroenteritis aguda

8,18

Bronconeumonía

7,38

Atrepsia

6,53

Debilidad congénita

6,43

Bronquitis capilar

3,60

Bronquitis aguda

3,48

Enterocolitis

3,47

Diarrea verde

3,46

Enterocolitis aguda

2,74

Enteritis aguda

2,16

Insuficiencia de desarrollo orgánico

1,89

Bronquitis

1,87

Atrepsia infantil

1,39

Eclampsia infantil

1,37

Bronconeumonía aguda

1,18

Toxicosis

0,93

Neumonía

0,81

Enteritis

0,76

Septicemia

0,76

Falta de desarrollo

0,73

Falta de desarrollo orgánico

0,73

Eclampsia

0,73

Raquitismo

0,47

Falta de vitalidad

0,47

Bronconeumonía gripal

0,41

(Cuadro nº 17: Causas de los fallecimientos de los/as niños/as menores de nueve años, con una frecuencia igual o mayor a 0,11%)

            Se observa que los motivos relacionados con el aparato digestivo, son dígitos muy elevados con respecto al resto de los demás aparatos del cuerpo humano, seguido del respiratorio. García-Consuegra (2013: 344) escribe que «la ignorancia higiénico-sanitaria era uno de los más visibles exponentes de la miseria económica y educativa que reinaba entre las clases populares; en este contexto, las pésimas condiciones de la higiene pública y privada asumían recurrentemente la culpabilidad de las extraordinarias cifras de morbilidad y mortalidad del ataque epidémico porque el virus gripal no atacaba con la misma intensidad a todos lo individuos. La pobreza en connivencia con el hambre limitaba los recursos biológicos para poder enfrentarse con mínimas garantías de éxito a cualquier patología; por no mencionar el acceso a los medicamentos que no siempre estaba amparado por la beneficencia municipal y que, como cualquier otro producto, estaba sometido a las leyes de oferta y demanda de los mercados«.

            Estado civil de las personas fallecidas

            Otra variable que sirve para seguir profundizando en la intrahistoria de la muerte en las distintas localidades de la provincia de Cáceres objeto de esta investigación, son las personas que han fallecido en función del estado civil que tenían en el momento del óbito.

            En el porcentaje de las 4843 personas fallecidas según su estado civil, en el año 1941, el más numeroso es el de «solteros/as» (41,99%), seguido por «casados/as» (33,16%) y a «viudos/as» (24,26%)

Cuadro nº 18: Estado Civil de las personas fallecidas con expresión porcentual en función de su sexo en 1941)

            El cuadro resumen (nº 19), es el siguiente:

 

 

Frecuencia

Porcentaje

 

 

 

Soltero/a

2034

41,99

Casado/a

1606

33,16

Viudo/a

1175

24,26

NS/NC/SI

28

0,57

 

 

 

Total

4843

 

(Cuadro nº 19: Estado Civil de las personas fallecidas con expresión porcentual en función de su sexo)

            Conclusiones

            Las personas fallecidas en los dos períodos de tiempo que han servido de referencia en la investigación: 1936-1949 y 1941, aparecen reflejadas en el cuadro nº 20, donde el año 1941 representa el 12,12% del total, teniendo el privilegio –entre comillas- de ser considerado el año con más fallecimientos en la historia reciente de España.

 

Sexo

1936-1949

1941

 

 

 

 

 

Hombres

22195

39934

2824

4843

Mujeres

17739

1949

(Cuadro nº 20: Resumen de las personas fallecidas en los períodos de tiempo: 1936-1949 y 1941)

            De un análisis pormenorizado de las variables cuantitativas y cualitativas se extraen las siguientes conclusiones:

  1. Del total de núcleos geográficos estudiados, desde el censo de población de 1981 hasta el del 2011, únicamente han crecido en población las localidades de Cáceres, Plasencia, Casar de Cáceres, Coria, Torreorgaz y Sierra de Fuentes. Seis de 47. Si se queda a un lado Cáceres y Plasencia, se ha observado un descenso poblacional a partir de 1960. Se ha ido estabilizando a partir del censo de 1981, manteniéndose con regularidad hasta la actualidad.
  2. Desde 1936 a 1949 (Guerra Civil y postguerra), las personas fallecidas, cuyos datos se han catalogado –a excepción de nombres y apellidos- han sido 39934, siendo el año 1941 con más número de óbitos (12,12%), seguido por el año 1937 con 9,42% y 1936, con un 8,11%. De esos datos, la mayor incidencia la tuvo el sexo masculino (55,57%) frente al 44,42% del femenino. Es, por tanto, la segunda gran crisis demográfica del siglo XX en España, después de la provocada por la mal llamada «gripe española» de 1918 y 1919, con sus cuatro grandes oleadas pandémicas.
  3. Tomando como referencia el año 1941 en su conjunto con la temporalidad mensual son julio (519: 10,71%%); marzo (511: 10,55%) y abril (465: 9,60%) los meses con más frecuencia de muertes, seguido a corta distancia de mayo, enero y agosto.
  4. En cuanto a las edades de las personas fallecidas. Los niños y las niñas entre 0 y 9 años (29,10%) fueron de especial incidencia por las características concretas de estas edades en este entorno geográfico con unas condiciones determinadas paupérrimas de calidad de vida. A este tramo de edad le sigue, sin distinciones de sexo, entre los 50 y los 79 años.
  5. En cuanto a la mortalidad infantil, son los meses de julio (268: 19,00%), agosto (177: 12,55%) y junio (126: 8,93%) en los que fallecieron mayor número de niños y de niñas, meses estivales de calor, de muerte y de ataúdes blancos en comitiva desde la iglesia hasta el cementerio, todo derecho. Por este motivo, muchas calles de muchas localidades de la provincia de Cáceres se denominaron, y se denominan en la actualidad, «calle Derecha».
  6. Los motivos por los que los niños/as menores de nueve años fallecieron, se agrupan en 26 bloques de enfermedades, siendo las diez primeras causas que acumula más frecuencia la gastroenteritis con un 17,50%. Si los juntamos por aparatos, el digestivo sufrió más los envites del tiempo, de las condiciones higiénico-sanitarias, de la alimentación… con un 30,09%, seguido por el respiratorio, con un 18,73%.
  7. En cuanto al Estado Civil, es lógico que los «solteros/as» sea el grupo que englobe a más fallecidos con un 46,12%, casi la mitad de óbitos, seguido por las personas casadas (30,95%) y las viudas (21,56%).
  8. Se puede considerar que el año 1937 fue el año de la muerte por causas relacionadas con la Guerra Civil de manera directa (frente de batalla en la contienda) e indirectamente (retaguardia: heridos) y que, el año 1941, se toma como el año «después» de la guerra con todo tipo de factores consiguientes a las miserables condiciones de vida de las personas «mal sobrevivientes» en las tierras y en los campos cacereños donde el hambre, la miseria y las pésimas condiciones de vida dormían con los extremeños (hombres y mujeres) por las noches y no sabían si se iban a despertar juntos, al día siguiente, para ver amanecer.
  9. Las localidades de la provincia de Cáceres han pasado de una alta mortalidad infantil y juvenil en los últimos años del siglo XIX y comienzos del siglo XX, a ser prácticamente nula en las últimas décadas del siglo XX y primeras décadas del siglo XXI. Esta mortalidad se ha desplazado a edades más avanzadas. El descenso de la mortalidad (Gómez Redondo, 1985) se ha debido, entre otras causas, a una mejora sustancial de las condiciones de vida, una disminución de los vectores derivados de una inadecuada alimentación en cuanto a cantidad, digeribilidad y dosificación, y a las medidas de intervención como desecación de charcas y pozos o a la reconversión o diseño de espacios de agua estancada e insalubre. A esto se puede unir mejoras en la higiene tanto personal como pública, un constante y continuo desarrollo en materia higiénico sanitaria, la ampliación y extensión de la red sanitaria en el ámbito rural y la asistencia médico-ambulatoria-sanitaria. Otros factores a tener en cuenta es la mejora en el abastecimiento de aguas a la población, el alcantarillado, el encauzamiento de aguas fecales y la adopción de medidas de higiene públicas a cargo de las instituciones políticas y administrativas competentes. En la segunda década del siglo XX, lo único que existía era la aspirina como antitérmico y analgésico pero carece de importancia en la evolución de la gripe; por otra parte, los pacientes solían morir de complicaciones infecciosas pulmonares (no había nada que hacer pues no había antibióticos ni sulfamidas) o fallos multiorgánicos. A partir de los años cuarenta, con los avances médico-sanitarios, el acceso a las sulfamidas y antibióticos, la intervención médica sin distinción de sexo y la mentalidad más acorde con el transcurso de los años, han hecho posible que el descenso de la mortalidad se haya convertido en un hecho significativo, relevante e imparable.

 

Localización geográfica

47 localidades en la provincia de Cáceres

Localización temporal

Año 1941

Fuente

Actas de Fallecimiento de los Registros Civiles

Total Fallecimientos en el año 1941

4843

Fallecimientos Hombres

59,75%

Fallecimientos Mujeres

40,24%

Meses de los fallecimientos

(1941)

Marzo: 511 personas

Julio: 519 personas

Tamos de edades

sin distinción de sexo

<1 año: 20,54%

60-69 años: 15,91%

<1 año

Hombres: 18,79%

Mujeres: 23,14%

Hombres

Entre 50 y 69 años

33,51%

Mujeres

Entre 60 y 79 años

29,08%

Estado Civil

Solteros/as: 41,99%

Causas Menores de 9 años

Aparato digestivo

Aparato respiratorio

(Cuadro nº 21: Resumen de las personas fallecidas en el año 1941 en las 47 localiades)

            Bibliografía

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NEILA MUÑOZ, C. M. (2019): “La muerte en la Guerra Civil y en la postguerra (1936-1949) en la provincia de Cáceres (Extremadura; España)”. XII Congreso de la Asociación de Demografía Histórica. «Demografía e historia: de la Catástrofe al Riesgo Global». Porto (Portugal), 4-7 de septiembre 2019.

—– (2018b): “Morir en la provincia de Cáceres durante la Guerra Civil (1936-1939). Aproximación demográfica”. Congreso «Extremadura durante la Guerra Civil (1936-1939)». (XIV Congreso historiográfico del GEHCEx). Cáceres, 16 y 17 de noviembre de 2018. En imprenta.

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—– (2015): “Demografía contemporánea de Brozas (Estudio socio-antropológico: años 2000-2014)”, en Revista Aldehuela, nº 194; año Noviembre-Diciembre, 2015. Páginas 12-13. Asociación Cultural “Francisco Sánchez de las Brozas”. Brozas (Cáceres).

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—– (2005): “Demografía contemporánea de Brozas (Estudio antropológico: años 2000-2004)”, en Revista Aldehuela, nº 130; año XXVII, Marzo-Abril, 2005. Páginas 18–19. Asociación Cultural “Francisco Sánchez de las Brozas”. Brozas (Cáceres).

RAMIRO FARIÑAS, D. y SANZ GIMENO, A. (1999): «Cambios estructurales en la mortalidad infantil y juvenil española. 1860-1990», en Boletín de la Asociación de Demografía Histórica. Vol. XVII, I. Páginas 49 – 87. ADEH (Asociación de Demografía Histórica). CSIC (Centro de Ciencias Humanas y Sociales). Madrid.

SANZ GIMENO, A. y RAMIRO FARIÑAS, D. (2002): «La caída de la mortalidad en la infancia en la España interior, 1860-1960. Un análisis de las causas de muerte», en Cuadernos de Historia Contemporánea. Vol. 24. Páginas. 151 – 188. Universidad Complutense. Madrid.

 

Dic 092019
 

Antonio González Cordero.

anmais.gc@gmail.com

Resumen: Entre la rutinaria arquitectura doméstica de los asentamientos romanos de la provincia cacereña, algunos edificios se singularizan por su destacada posición y originalidad constructiva. Son las thermas o balneas, tipologías ambas que participan en la voluntad de transmitir una cultura higiénico-terapéutica que se proyecta tanto sobre el ámbito público como privado, procurando en ambos casos, un intencionado protagonismo escenográfico. Ambos constituyen una parte esencial del tejido urbano y rural de las grandes villae, espacios desafortunadamente menos excavados de lo deseable en el ámbito provincial, repercutiendo su escasez, en el deficiente conocimiento de este tipo de estructuras, si bien, la calidad y variedad de lo conocido, nos impulsó a facilitar este inventario, donde destacamos el tratamiento de ambientes balnearios inéditos o parcialmente descritos de la cuenca del embalse de Valdecañas y de otros lugares de la provincia poco o nada conocidos.

  1. LOS CONJUNTOS TERMALES DE LA PROVINCIA DE CÁCERES.

Desde la década de los ochenta, las intervenciones arqueológicas en la provincia de Cáceres centradas del mundo romano habían sido muy escasas, pero coincidiendo con el auge de la construcción, se hicieron necesarias operaciones de acompañamiento, sobre todo en el apartado de obras públicas, trabajos que se tradujeron en cuantiosas y novedosas aportaciones al conocimiento de la antigüedad, aparte de las que también alumbraron otros proyectos centrados en la conservación y excavación de yacimientos conocidos como el de la villa romana de los Términos en Monroy, la ciudad de Cáparra, o las resultantes de operaciones de salvamento, caso de la villa del Olivar de Centeno o el palacio de Mayoralgo. En lo que afecta al campo termal o balnear, el balance no fue muy significativo en un panorama ya de por sí escaso, pero sí proporcionaron una variedad de estructuras y tipologías con una amplia cadencia temporal, lo cual unido al hallazgo de otra serie de complejos inéditos destapados por una serie de prospecciones, nos han impelido a redactar al menos una reseña que facilite su conocimiento.

 

Hasta la reciente excavación de Cáparra y el reexamen de las ruinas de Augustóbriga, municipios romanos ambos donde se localizaron las primeras termas urbanas de la provincia, la mayor parte de los balnea cacereños se habían identificado en el ámbito doméstico rural, abundando en la descripción de sus estructuras, trabajos que con carácter recopilatorio los han actualizado sucesivamente [1], si bien, la extrema dificultad para sondear todas las publicaciones que con carácter local se han publicado en Extremadura, impiden acceder a la totalidad de la información de los mismos, produciéndose alguna omisión que aquí intentamos subsanar, por ello, sólo insistiremos en aspectos útiles para ayudar categorizar los complejos balnearios más desconocidos y conectarlos con la tipología edilicia en los casos donde fuera posible. [2]

 

Los baños siempre fueron una de las mayores expresiones de la sociabilidad romana y una forma de ostentación particular en el caso de los balnea, además de una manera notoria de proyectar el evergetismo de las élites dentro de una ciudad, mientras de cara al exterior, las termas constituían una de las enseñas publicitarias más reconocidas del nivel económico de una urbe y tal vez de la implicación de sus habitantes en la cultura del ocio y la higiene que Roma exhibía, especialmente entre los pueblos colonizados. La cultura balnearia sin embargo no era desconocida para los pueblos indígenas, sobre todo entre las comunidades castreñas de los habitantes del noroeste peninsular, aunque la inmersión en estos espacios denominados genéricamente saunas, en principio no debían de estar destinados a un uso mayoritario de la población, más bien al contrario, según se deduce de un corto pero significativo repertorio mobiliar asociado a las mismas, permite intuir el uso ritual de estas estancias como lugares reservados a alguna especie de liturgia social, privativa o ceremonial de las élites aristocráticas o guerreras, tendente a reafirmar la identidad y cohesión del grupo. [3]

 

En la provincia de Cáceres no existen indicios de lo anteriormente reseñado, por lo que la cultura del termalismo, aparte de la adoración que suscitaba la presencia de fuentes con virtudes curativas para los pueblos prerromanos [4], fue una aportación exógena romana, heredada a su vez del mundo griego, con gran impacto en las zonas más romanizadas, de ahí que la comparación con la vecina provincia de Badajoz nuestro solar manifieste las carencias de un provincianismo más ramplón. Sin ánimo de profundizar en la cuestión y a título comparativo, la riqueza de las vegas del Guadiana, Tierra de Barros y otras comarcas aledañas se tradujo en una mayor aparatosidad constructiva, hecho que se refleja en el lujo y la ostentación de aquellas partes destinadas a pregonar la munificencia de sus propietarios. Ejemplos elocuentes de lo dicho son los complejos termales de la Nava en Cabeza del Buey [5], Pesquero en Pueblonuevo del Guadiana [6], Torreáguila en Barbaño-Montijo [7] La Cocosa [8], Las Tiendas [9] o La Sevillana [10], sin contar con el ejemplo emeritense, que por sí solo, casi cuadruplica los ejemplos que a continuación ofrecemos.

 

1.1. ¿Balnea o termae? de La Cantamora (Talavera la Vieja).

Estas instalaciones ubicadas en la desaparecida ciudad de Talavera la Vieja forman parte un municipio romano conocido por el nombre de Augustóbriga [11], un lugar cuya historia ha estado a punto de no escribirse nunca, pues condenada a la inmersión, tras la construcción del embalse de Valdecañas, la propia composición arcillosa del terreno, la ligera pendiente y el continuo batir de las aguas, que en esta parte lo hacen de forma bastante violenta, han abocado sus ruinas, cuando emerge periódicamente, hacia una destrucción imparable.

 

Hace veintiseis años se produjo el mayor descenso de las aguas embalsadas desde los 315 m de máxima capacidad, hasta la cota de los 295 m, momento que aprovechamos para documentar todas las construcciones del mundo romano y de la tardo antigüedad repartidas por la cuenca del pantano [12] y estudiar por primera vez lo que en Talavera la Vieja se conocía por el nombre de la Barranca, límite norte de la ciudad y reborde amesetado sobre la cual se asentaba esta población a orillas del Tajo, con cuyo cauce mantenía una diferencia de nivel de 20 m. Durante el tiempo que duró el vaivén de las aguas, circunstancia que se repite periódicamente, los arrastres más cercanos al promontorio han sido tan intensos que la capa de tierra que sirve de cobertura a las ruinas más antiguas, ha llegado a sufrir un rebaje entre 20 y 40 cm, deslizándose el material resultante de los procesos de solifluxión y deflación hacia el interior de la cuenca del pantano. Ha sido entonces, cuando a lo largo de una cambiante orilla, quedaron al descubierto estructuras que habían permanecido sepultadas hasta ese momento, muros, suelos de viviendas, conducciones hidráulicas, cloacas, cocinas, baños, necrópolis, parte de un gran terma, e incluso sepulcros del periodo orientalizante, ofreciendo una oportunidad única, sino dramáticamente irrepetible para registrar en el escaso tiempo que emergían las ruinas, cuantos datos fueran posibles con el fin de evitar una pérdida completa de los hallazgos que se iban sucediendo.

 

Augustóbriga se edificó sobre un pequeño escarpe asomado al Tajo, a lo largo del cual se fueron distribuyendo algunos de los principales monumentos de la ciudad, el propio foro romano, los templos conocidos como la Cilla y Los Mármoles, y diversas dependencias balnearias, de las cuales dos son objeto de atención en estas páginas. La primera la localizamos en un extremo del perímetro urbano, a corta distancia de su centro, dando la espalda a una vaguada que corta perpendicularmente la Barranca y las primeras estribaciones de esta junto a una salida de la ciudad, tradicionalmente conocida como de la bajada a La Barca, pues en época moderna y tal vez en la antigüedad, el paso del río por esta parte, se realizaba a través de una balsa. La situación del edificio, limitado por dos calles, asomando al río, quizá sacrificaba la orientación óptima contraviniendo las normas vitrubianas, partidarias de la ubicación de los balnea al mediodía, aunque sin el estorbo de otros edificios podía garantizarse una exposición permanente a la luz del sol, en tanto que la existencia de un desnivel, favorecía la alimentación de los hypocausta sobre el cual se hallaba el caldarium, al diseñarse el praefurnium bajo la pared del lado norte, es decir el punto más bajo del edificio. Indirectamente, su adición a otros equipamientos urbanos de cierto prestigio repartidos a lo largo del cantil de la Barranca, pudo contribuir como parte de un plan intencionado a dibujar un perfil mayestático de la ciudad, más espectacular si cabe, desde la otra orilla del río.

 

La existencia de las termas era totalmente desconocida por los últimos habitantes Talavera la Vieja, pues solo en un extremo asomaba la boca de un colector al que los talaverinos conocían por el nombre de la Cueva de La Cantamora, el resto de las construcciones, quedaban bajo la cimentación de un edificio moderno y un solar vacío cubierto por un manto de tierra. Dado que en este lugar la pendiente del terreno solo contaba con un muro de mampostería de 5 m como protección, muy pronto la acción del agua embalsada propició un descarnado rápido, máxime cuando la naturaleza del terreno compuesto en su mayor parte por margas y arcillas envolviendo cantos rodados de distinta granulometría, favorecía esa pérdida, sobre todo de las capas más superficiales. [13]

 

En años sucesivos, todo aquello que no era piedra sólida o muro quedó despejado como si de una verdadera excavación arqueológica se tratara, exhumando la parte canónica de un circuito termal mediano, en total cinco ambientes extendidos a lo largo de una superficie aproximada de 200 m2, aunque esta medida que consignamos, dista mucho de abarcar la totalidad del edificio, pues no menos de un tercio del mismo aún queda a cubierto bajo un nivel deposicional de abandono y, sobre él, derrumbes de las estructuras perimetrales de las viviendas de época moderna y contemporánea, como se puede advertir en los planos que trazamos (Fig. 1).

 

Figura 1.– Plano general de los distintos ámbitos termales de La Cantamora (Talavera la Vieja). A: apodyterium; F: frigidarium; P: piscina; C: caldarium; T: tepidarium; C: Colector; Ac: Acueducto.

 

El edificio es probable que tuviera dos entradas en el lado oriental, una parece insinuarse en lo que hemos interpretado como el apodyterium, y otra unos metros más al norte, en una de las esquinas del establecimiento. La última, sin ninguna duda, está marcada por las huellas de implantación de una puerta en un umbral con dos rieles y unos escalones tallados en sillares de opus cuadratum, de los cuales tan solo se mantienen in situ la mitad de los que vimos veinte años atrás. Una vez traspasado el umbral de la puerta de la esquina norte, se abre un pequeño rellano desde el que se podía accedía directamente a la estancia caliente del balneum o descender por las escaleras hacia el propnigeum que albergaba el praefurnium, un espacio de 2,75 m de ancho por 2,5 m de longitud que parece proyectarse hacia el exterior y que se utilizaría con el fin de acceder con más facilidad a la alimentación del hypocaustum y a la ventilación rápida de las estancias.

 

El primer ambiente es una sala de 7,14 m de ancho por 6,70 de longitud con un remate medio semicircular en el extremo oeste. Aquí un pilar interrumpe el recorrido completo del arco para abrir un espacio de tránsito, entre el propio pilar y la pared, donde a nivel del suelo encontramos los huecos de varios mechinales que marcan la altura del praefurnium. El pavimento inferior o area es un forjado de opus caementicium con un grosor de 14 cm sobre el cual descansan fragmentos del suelo radiante. Los muros, fueron revocados con mortero blanco sobre el que se adhirieron losas de mármol de 2,5 cm de grosor. De las piezas enteras encontradas, se deduce que combinaron placas cuadradas y rectangulares, las primeras de 20 por 20 cm de lado y las segundas de 20 por 40, medidas que por otro lado reflejan la existencia de patrones estandarizados, según se comprueba en las instalaciones de las termas ilerdenses. El empleo de losas de mármol fue habitual, habiéndose comprobado su utilización en el Saucedo, donde también formaron parte del zócalo del caldarium, en Torre Águila y en Santa Vitoria do Ameixal [14], las termas del suburbio marítimo de Baelo Claudia [15], entre otras. El descubrimiento en el presente año de algunas de estas losas de mármol con molduras y pernos para el anclaje permite aventurar además el empleo de un tipo de decoración aplicada a los zócalos, o como parte de un enmarque decorativo en el revestimiento de los alzados parietales. [16].

 

Las dos habitaciones calefactadas, tal vez un tepidarium al que nos hemos referido y el caldarium contiguo, están cubierta de cascotes y sus materiales constructivos revueltos por el agua del pantano y en parte por los habitantes de la ciudad moderna, que rebuscaban entre las ruinas con el fin de reutilizar los sillares, ladrillos y las placas marmóreas para su reconversión en cal, costumbre extendida tanto en el medio urbano como rural con un ejemplo cercano en la villa romana de Torre Águila [17]. La costumbre de reaprovechar material antiguo llegó a tal extremo en Talavera la Vieja, que se troceó incluso el hormigón del acueducto y de las cisternas para emplearlo como aparejo constructivo, una conducta comprensible si tenemos en cuenta que la materia prima de cierta consistencia, salvo los cantos rodados provenientes de la raña situada a espaldas de la ciudad, se encuentra a más de tres kilómetros de distancia.

 

Es entre los cascotes de esta habitación, donde encontramos dos clavijas de terma con el extremo apuntado y la cabeza moldeada en forma de carrete, detalle que nos lleva a pensar en la construcción de una concameratio, para facilitar la circulación de aire caliente a través de las paredes en este ámbito. Todos estos datos ayudan a identificar la habitación como un espacio de calor seco para la sudoración –sudatio-, pero al no conservarse las partes elevadas de la estancia, no es posible tampoco determinar el sistema de repartos de tubos por donde circularía la calefacción, ni las salidas del humo del hypocaustum. Fuera de este contexto y el de la suspensura han aparecido también ladrillos rectangulares con lengüetas u orejetas (38 x 29 x 4 cm) que se alternarían con placas de lengüeta lateral para facilitar precisamente el apoyo entre ambos. Uno de los dos tipos presenta una ligera curvatura con el fin de dibujar con simetría la rosca de la bóveda que cubriría la habitación.

 

Estos ladrillos de lengüeta tienen dos tamaños y su forma trapezoidal en la parte inferior más ancha presenta un pequeño entalle en forma de ángulo recto a ambos lados y en la superior dos salientes rectangulares a izquierda y a derecha (Fig. 2). Los tamaños como se puede deducir de los ejemplos emeritenses son muy variables [18] y su utilidad diversa como reconoce Bouet [19], pero la mayoría de las veces están asociados a las termas y dentro de estas la construcción de bóvedas o como ladrillos especiales para el encaje de otras piezas con las que se construyen los espacios vacíos para las cámaras por las que circula el calor a través de las paredes. Aparte de estas piezas se constata la presencia de un volumen considerable de tegulae fragmentadas y muy pocos imbrex.

Figura 2.- Piezas latericias y moldura de mármol procedentes de las termas de La Cantamora (Talavera la Vieja).

 A la estancia contigua que hemos interpretado como el caldarium se accede desde el tepidarium, ambas pensamos estaban alimentadas por un único praefurnium orientado al Norte y ya completamente perdido. En esta se abre un espacio de morfología rectangular de 5,85 m. de ancho por 11,20 metros de longitud con un remate absidial en forma de arco rebajado en el extremo oeste. El agua del pantano ha trabajado intensamente este sector, engullendo una cuarta parte del area, parte de la cual permanece hoy hundida por su propio peso al desaparecer el suelo que la sustentaba. Está capa, compuesta por un rudus de cal, canto rodado y sobrantes de cerámica es de una dureza extraordinaria y posee numerosas huellas de fuego, rubefacciones en los ladrillos y ceniza en una capa espesa presente en todos los rincones de la habitación (Fig. 3).

 Figura 3.– Estado del area del caldarium de La Cantamora (Talavera la Vieja) en el descenso de 2018.

 De la estancia apenas se conserva el nivel de arranque de un hypocaustum, y en ocasiones ni siquiera esto, sólo la huella de las pilae de ladrillos asentadas sobre una torta de argamasa, saqueados o destruidos en una etapa imprecisa de abandono. Los ladrillos bessalis tienen medidas aproximadas entre 14 y 16 cm de lado x 3 cm de grosor, pero además de estos hay ladrillos rectangulares más abundantes y de módulo no regularizado cuyas medidas oscilan entre los 40 cm de largo por 25 cm de ancho x 7,6 cm de grosor, medida que se aproxima al ladrillo denominado lydion, cuyo módulo es el más frecuente hallado en construcciones termales urbanas de la Península Ibérica [20], con un ejemplo muy claro en la ciudad de Anmaia [21]. Estos ladrillos constituían las pilae, distribuidas sobre el area a lo largo de nueve tramos en la horizontal y nueve en la vertical, conformando un total de 81 pilae.

 

Figura 4.– Primeros ladrillos que daban inicio a las pilae de la suspensurae en las termas de La Cantamora (Talavera la Vieja).

 El arranque de los arcos se ha podido documentar en dos series de pilares, pegados al flanco sur de la pared. De la suspensurae por tanto, sólo queda la impronta o como mucho los primeros ladrillos que daban inicio a las pilae (Fig. 4). Las columnas están separadas entre ellas 43 cm en el eje norte-sur y 80 cm en el eje este-oeste. El fondo absidiado pudo disfrutar de un alveus para el baño caliente o bañeras independientes habituales en este tipo de recintos, no necesariamente de obra, pero el estado de ruina de este sector no permite mayores concreciones. En cualquier caso, hay ejemplos sobrados para ambas propuestas de recintos que acogieron un baño semicircular en su interior o simplemente abarcaba un diáfano espacio templado muy similar al de las termas más antiguas de la parte sur de Conímbriga [22].

 

Todo este ámbito está rodeado de fuertes muros de 60 cm de grosor, capeados con mampuestos de granito y cantos rodados trabados con abundante argamasa de cal –opus incertum– y con un alzado de 1,67 m. El que hace las veces de pared medianera, entre el escalón superior y el inferior de la terma, lleva además intercalados sillares y cuidada mampostería de aparejo isódomo, sin observar una regularidad en la distancia que guardan entre los primeros, aunque tienden a colocarse en las esquinas, en el origen de un muro y en lugares que necesitan incrementar la resistencia de la pared.

 

En el nivel superior, detrás del mencionado muro se abren tres estancias en paralelo a las anteriores, la de la izquierda, aún cubierta por tierra, nos hace suponer que allí se encontraba un vestibulum o atrio, en tanto el ámbito intermedio haría las veces de apodyterium/frigifarium, sirviendo a la vez de distribuidor hacia la planta caldeada a la que se descendía seguramente a través de una escalera de madera. En torno al ángulo noroeste se aprecia parte de un pavimento de opus signinum, recortado probablemente como resultado de intrusiones moderna en el solar. Mide la habitación 6,80 m de longitud, pero su anchura por el momento no es verificable porque a partir de este punto aumenta el espesor de los escombros.

 

Por último, se constata la presencia de un vano que da paso a una pequeña piscina de forma trapezoidal, tal vez parte del frigidarium, con 3,40 m. en los lados mayores y 2,50 m en el lado más corto. No se puede medir su profundidad porque se halla colmatada de piedras, sólo en una esquina son apreciables los restos de una media caña o cordón hidráulico vertical en el remate entre dos paredes, las cuales deberían de estar revocadas con opus signinum de buena calidad.

 

En relación al abastecimiento de agua y evacuación hay muy pocas termas en las que se puedan estudiar en conjunto los sistemas empleados, pero en el extraordinario proceso de erosión a que ha sido sometidas las estructuras construidas dentro de la cuenca de Valdecañas, ha permitido acceder a partes de la red habitualmente ocultas, en este caso a una conducción de agua y a un colector.

 

Talavera la Vieja, como ocurría en Mérida y otras ciudades, tenía una gran cantidad de pozos y cisternas, muchas de las cuales han sido reutilizadas, pero el agua de calidad no procedía de estos pozos ni del río Tajo, sino de un afluente del mismo y de las fuentes que manaban al pie del cerro que domina la ciudad, donde eran captados por un acueducto. El trazado de esta obra sigue una curva de nivel al pie de una raña y por encima de la ciudad, tal vez para asegurarse la pendiente necesaria para llegar con cierta presión a cualquier punto de la misma. Aún no ha aparecido completo, sólo tramos del mismo, el de mayor longitud con un recorrido visible superior a los 33 m, pero en años venideros, con el incremento de la erosión, es posible que acabemos por averiguar algo más de su recorrido. De momento, su orientación noroeste-sureste apunta claramente al arroyo Quebrantas donde se construyó un embalse del cual queda parte de la pantalla de retención [23].

 

Comenzando por los conductos hidráulicos de los balnea de Talavera la Vieja, estos constituyen uno de los pocos casos estudiados, destacando en este sentido las termas de Braga [24], Chaves [25] o Cáparra [26] en los cuales se conoce la infraestructura general de abastecimiento y evacuación [27], mientras que se ha perdido la información referente a los sistemas de alimentación más directa de calderas y piscina, algo comprensible si tenemos en cuenta la naturaleza de los vestigios conservados y la destrucción ocasionada en esta parte a raíz de la instalación de un edificio en tiempos modernos.

 

Del sistema primario de abastecimiento se conserva solo una parte del libramento de la conducción de agua, visible a 10 metros del edificio termal principal. Básicamente se trata de un canal, que, a diferencia del colector descrito en el siguiente punto, se ha fabricado enteramente con hormigón hidráulico opus caementicium. Consiste en una rodera de 16 cm de profundidad por 27 cm de anchura, cubierto por piezas latericias soldadas con cal a la conducción. El canal, por donde habría de discurrir el agua fue impermeabilizado con una capa de mortero de casi 2 cm de grosor, aislándola de posibles filtraciones. Este canal imaginamos que a nivel subterráneo partía en el pasado del depósito o cisterna de agua que se encontraba al mediodía según las descripciones y testimonios consignados en las Memorias de Hermosilla cuando en 1762 realiza la famosa inspección publicada por la Real Academia [28]. Se trataba probablemente de un estanque descubierto de nuevo durante unas obras a mediados del siglo XX, al que iban conectados un canal y una cañería de plomo que no debía de ser el único elemento de conducción, pues en fechas más recientes a escasos metros de las termas, hemos encontrado fragmentos de este tipo de piezas denominadas tubus o tubulus [29], consistentes en tubos cilíndricos de color caolín amarillento con los extremos machihembrados y con restos de cal en el punto de inserción. Este hallazgo da respaldo a una noticia similar transmitida por los talaverinos relativa a una conducción de estas características descubierta en la calle Enrollada [30]. Desgraciadamente aquel receptáculo fue troceado y del mismo tan solo quedan fragmentos de duro hormigón reaprovechados en la construcción de paredes e igual que gran parte de la canalización de suministro de agua. [31]

 Figura 5.– Salida del colector de La Cantamora (Talavera la Vieja) a la barranca del Tajo.

 En cuanto a los sistemas de evacuación del agua, esta se realizaba a través del Colector de la Cantamora. Sobre el mismo hay que decir que las especiales circunstancias, propiciadas por la erosión, facilitan una nueva lectura de su estructura arquitectónica, al quedar bajo el pavimento central de una calle y mostrar con total claridad su destino como colector o cloaca (Fig. 5). Su dura fábrica de hormigón y el hecho de que gran parte del mismo se encontrase enterrado, han ayudado a su conservación, sucumbiendo al poder lesivo de las aguas una ínfima parte de su recorrido final, justo donde puede apreciarse perfectamente cada una de las partes del esqueleto constructivo. Se trata de una galería levantada a base de mampuestos irregulares de granito trabajos con cal, de 1,10 m de altura, medidos desde el suelo hasta la piedra clave la pequeña bóveda de cañón que la remata. Su anchura es de 60 cm, donde un angosto pasillo siguiendo el desnivel natural de la ciudad, facilitaba la evacuación del agua caduca reutilizable hacia la vertiente del río y una deriva parcial hacia las posibles huertas escalonadas a lo largo de la pendiente. Resulta interesante comparar este colector con el de Regina o Curiga, la actual Monesterio, pues en anchura, en altura y en características constructivas son prácticamente idénticos [32], de la misma manera que se aproximaba a las medidas del emeritense de 1,20 m por 0,80 m.

 

El suelo de la galería es visible dentro del specus interior, consistiendo este, como apuntara Hermosilla, en un enlosado de ladrillos de gran grosor que igualan en longitud al ancho del conducto; no obstante, es posible que este no fuera el suelo original, sino el solar de fondo, pues más adentro quedan restos de revoques de opus signinum en paredes y suelo. Por último, señalar que entre el colector y la piscina del frigidarium, situada a escasamente a dos metros de distancia, se intuye la existencia de un albañal de descarga conectado a la cloaca

 

El gran calibre del sistema de alimentación, evacuación, la extensión del edificio, la implantación urbana, la preocupación artística en la decoración interna, con espacios amplios y aparentemente despejados de la parte conservada de las termas, en nuestra opinión, indica un inequívoco alejamiento de funciones domésticas o residenciales, lo cual podría ayudar a corroborar el carácter público del establecimiento. Ignoramos por otra parte si sus dimensiones, fueron suficientes para un servicio prolongado o se construyeron otros recintos balnearios que en el estado de la ciudad son imposibles de rastrear, salvo en la cercanía del foro, donde asoma un balneum superviviente de la estructura de otro edificio destruido hasta sus cimientos. No podemos afirmar por tanto que se trate de las termas mayores de la ciudad, pues si tomamos como ejemplo otras ciudades del rango de Augustóbriga, y a la altura en que se encuentra la investigación de estas estructuras en la Península, el hecho de que una ciudad posea varios complejos termales constituye un hecho redundante.

 

Su datación sin embargo es más problemática dada la escasez de materiales, pues de momento tan solo podemos remitirnos a nuevos hallazgos efectuados durante el reculaje de 2018, los cuales situaron la baliza más antigua pasada la mitad del siglo I, final de época augústea y comienzos de la época flavia, es decir hacia los años ochenta de la primera centuria, cuando el centro monumental de la ciudad ya se hallaba en pie y sus habitantes podían disfrutar de los espacios públicos y de ocio que procuraban fundaciones como esta. Sustentan esta fecha unos pocos fragmentos de cerámica recuperadas en los rellenos de los muros de la fachada sur del caldarium consistentes en cerámicas sigillatas hispánicas y un fragmento de subgálica, decoradas y lisas; tipo Dragendorff 36B, 37 y 27, además de un fragmento de paredes finas y dos fragmentos de cerámica decorada de tradición indígena. Otras procedentes de arrastres y colmatación del edificio no han sido tenidas en cuenta, pues entre ellas predominan producciones de época moderna consistentes en vasijas meladas o tazones de fondo rehundido vidriados de color blanco. Aparte hay que valorar tres pequeños bronces de Valentiniano hallados en el revuelto de materiales del solar, quizá las únicas pruebas de que las termas aún se hallaban activas a principios del siglo IV. Un dato subjetivo pero interesante a considerar, sería el relativo a la disposición de las salas de las termas organizada en torno a una circulación axial y retrógrada, más propia de las termas más antiguas de la parte occidental del imperio, tal y como se ha podido verificar en las termas de Braga [33].

 

De cara a identificar eventuales fases diferenciadas, remodelaciones, restauraciones o ampliaciones, en el estado actual de nuestros conocimientos no parece posible, más bien al contrario, la lectura que se desprende de la contemplación de un bloque de ámbitos tan compacto, es que habría conservado su estructura original a lo largo del periodo de utilización, comprendido, entre el siglo I y finales del siglo IV. De confirmarse este extremo se evidenciaría la importancia alcanzada por el edificio en el contexto social de la vida de la ciudad.

 

1.2. El balneum de Los Mármoles (Talavera la Vieja).

Esta denominación le viene dada por su posicionamiento a pocos metros hacia el oeste del lugar donde se encontraba el templo conocido por ese nombre, posicionado en el límite de La Barranca y entre dos hileras de cimentaciones emergentes de en torno a un metro de grosor, alguna de las cuales llega a interceptar en su base parte de la necrópolis del Periodo Orientalizante que se encontraba en esta área (Fig. 6).

 

 Figura 6.– Detalle de la cisterna de los Mármoles (Talavera la Vieja).

Solo conserva una piscina muy maltratada por los embates del agua que con el tiempo la ha fracturado en tres partes, dos de las cuales resisten a duras penas la erosión incesante. Su fábrica es de hormigón revestida totalmente de opus signinum, con una anchura de 2,50 m y una longitud superior a los 4 m, medidas que no dan pie a calcular su capacidad, pues solo conserva la mitad interior habiéndose perdido el resto. Posee unas molduras de cuarto de círculo o media caña que recorren horizontalmente la totalidad de los extremos perimetrales de su planta, para evitar fundamentalmente las filtraciones en los puntos de inflexión. En el alzado se observan dos capas de revoque en las paredes internas con una veladura de almagre que embellecía el exterior. Por debajo, la erosión nos ha dado la oportunidad de documentar su zapata constructiva caracterizada por una rebaba de argamasa. En la parte mejor conservada alcanzaba la piscina 0,65 m. de altura, medida cuyo reborde confirma como profundidad total.

 

La parcialidad de lo conservado aconseja no ser demasiado categóricos en nuestra opinión sobre el destino final a falta de otros ámbitos que completasen el mapa definitivo de la estructura, pues igualmente podría tratarse de una cisterna perteneciente a un edificio industrial necesitado de estas instalaciones, como otra pequeña piscina que asoma en el Cercado de Benita, al oeste y en las afueras de la ciudad, pero el entorno, de una calidad residencial, no ofrece lugar a dudas de que se trataba de un ambiente doméstico.

 

En una publicación anterior que ahora corregimos [34] se hablaba de un tercer colector situado junto al pie mismo de la piscina como una obra contemporánea de la misma, sin embargo la limpieza, otrora tan perjudicial que acarrea el agua, ahora nos ha permitido desvelar el verdadero carácter de esta conducción que tiene todos los visos de modernidad, pues para su construcción se han utilizado materiales impropios de una obra de época romana, entre las cuales se incluye parte de un basamento tallado en granito y colocado de canto, perteneciente a un edificio de gran porte, tal vez del mismo templo de los Mármoles. A este albañal le continúa un suelo pavimentado de sillares, parcialmente despejado de ripio, siendo muy significativa también la conversión de basas de gran tamaño en pilas para abrevadero de los ganados.

 

1.3. La estancia calefactada de la Cañada de los Judíos (Berrocalejo).

 

 Figura 7.- Plano de la villa de la Cañada de los Judíos (Berrocalejo).

En el entorno de Augustóbriga se han descubierto varios asentamientos de carácter rural, agropecuario y fabril, algunos de los cuales fueron dotados de ambientes termales. Uno de estos parajes responde al nombre de la Cañada de los Judíos, un complejo de viviendas, tal vez un pequeño vicus alfarero, asociado a espectaculares restos de la hidráulica romana (Fig. 7), entre ellos dos embalses que regulaban el abastecimiento de una villa, regaban los campos de una vega e incluso mantenían en funcionamiento los cinco hornos de cerámica que se han descubierto en el entorno de la pars urbana del edificio principal [35].

 

El acceso de los usuarios a este complejo termal, se realizaba desde un corredor del pórtico que da vista al patio interior y se unía a los distintos espacios de la zona residencial. Una estancia abierta a este corredor, pudo servir de ambiente introductor, un pequeño apodyterium desde el que se accedía directamente al caldarium/tepidarium.

 

El interior de la estancia termal fue dotado de un hypocaustum que ocupaba la totalidad de su superficie, montado sobre un praefurnium al que el personal de la villa accedía desde el exterior de la casa, donde aún son visibles capas de carbón y ceniza procedente de la combustión de la madera empleada. La sala mide 4,10 m. por 2,80 m. y la presencia de fragmentos de pintura mural con imitación de mármol, evidencia algunos rasgos decorativos constituidos por rectángulos rellenos de color rojo enmarcados por líneas de color verde y amarilllo. Fueron estos fragmentos pintados y los estucos moldurados, las técnicas decorativas más usuales en los paramentos de las instalaciones termales. Paralelos de las mismas se pueden encontrar en las termas de Munigua, Astorga [36], Alhama de Murcia, etc. [37]

 

Toda la estancia y otros posibles ámbitos han sido muy dañados por la acción de agua el pantano. Gran parte del area permanece soterrada y sólo una porción de las pilae de ladrillos bessalis han resistido, permitiendo su identificación con una cámara de calor donde se reconoce el arranque de la suspensura sostenida por arcos latericios como viene siendo habitual en las estructuras balnearias de esta provincia hispana (Fig. 8). La villa no se ha excavado, pero se aprecia perfectamente que hubo una remodelación, quizá en algún momento entre los siglos IV-V d. C. Aquella obra afectó a la distribución original, embutió algunos ábsides, dejándolos ocluidos en los muros, partes que seguramente también pertenecieron a un gran balnea. Esta amortización dificulta el seguimiento de la estructura original y las cámaras del complejo balneario, de por sí perjudicados por la redundante erosión del agua.

Figura 8.– Arranque de la suspensurae en la estancia termal de la Cañada de los Judíos (Berrocalejo).

 Detrás de tan evidentes reformas en el recinto termal pueden hallarse en un cambio de mentalidad y hábitos balnearios de la población romana, visible también en otros contextos [38], pero que aquí tuvieron que ver seguramente con la necesidad de reconducir el agua para alimentar los obradores de arcilla que hacían que funcionar cinco hornos de cerámica, un taller de fundición y sospechamos por la presencia de cardales, una antigua factoría textil.

 

El abastecimiento de agua de este lugar lo hemos puesto en relación con dos embalses, pero dentro de este complejo de estructuras, en Cañada de los Judíos II, a 500 m. de la anterior, se ha descubierto una cisterna o alberca de forma circular, de 3,48 m. de diámetro, construida a base ladrillos gruesos con el revoque habitual de signinum y una piscina con el mismo tipo de recubrimiento, rematada en las esquinas por una moldura en forma de media caña. Su longitud era de 1,67 m. de largo por 65 cm. de diámetro y su uso pudo guardar relación con una actividad distinta a la que es propiamente de un balneario o se trataba de un simple pediluvio o lavatrinae.

 

1.4. El alveus de los Baños de la Cuadra (Peraleda de San Román).

A media ladera del castillo de Alija, en las cercanías de una necrópolis con sepulcros excavados en la roca de época Altomedieval, se encuentran vestigios de unas captaciones de aguas, abastecedoras de un probable complejo termal romano, al que los naturales de Talavera la Vieja conocieron como los Baños de la Cuadra.

 

Uno de aquellos estanques de captación, fue construido en torno a un manantial anulado por la crecida de las aguas pantanosas, las mismas que indirectamente han contribuido a desenterrar parte de su estructura. Se trata de un depósito de agua de 1,95 m. de longitud por 1,62 m. de ancho y 0,45 m. de profundidad, cuyas paredes y suelos están pavimentados con una capa de mortero impermeable de color rojo. Cuenta con un rebosadero a ras de suelo en el interior del muro oeste y una entrada de aguas en la esquina sureste formada por tres ladrillos que delimitan un pocillo rectangular de 28 cm. de diámetro. A través de ese pocillo se recogía el agua que manaba de una fisura en el granito, junto a la cual se construyó el estanque. Otro pocillo y un agujero controlaban la salida del agua por una conducción hoy perdida y enfocada al abastecimiento de los baños situados más abajo en la desembocadura del Gualija en el Tajo conocidos como Baños de la Cuadra, donde quizá confluían el valor curativo de sus aguas y el disfrute de los baños higiénicos.

 

Una de sus esquinas se ha derrumbado y parte de las paredes se están deteriorando rápidamente por efecto de la inmersión continuada, pero sobre todo por la acentuada pérdida de su recubrimiento, que tuvo un grosor de 3,5 cm. Las esquinas se hallaban rematadas por una media caña que aseguraba su estanqueidad, aunque sólo es visible ya en una de ellas.

 

Los Baños de la Cuadra estuvieron en funcionamiento hasta la inundación, por lo que tenemos algunos datos su estructura. Contaba con varias piscinas bajo techo, en estancias protegidas por muros de sillares de gran tamaño. También había al parecer pequeñas aras con inscripciones incrustadas en las paredes que podrían ser la prueba de que este complejo y sus manantiales fueron conocidos y utilizados en época romana. Un ejemplar anepígrafo ha sido rescatado recientemente en esta zona del pantano.

 

1.5. Las Torrecillas (Alcuéscar).

Hacer historia de las instalaciones termales en nuestra demarcación es sin quererlo bastante antigua, pero la forma en la que trascendió el primer hallazgo de estas características, no dio lugar a una interpretación correcta del mismo, de ahí que haya pasado desapercibido incluso en los más actuales recuentos. Nos referimos al hypocaustum del yacimiento de las Torrecillas, un asentamiento rural de grandes dimensiones situado a escasa distancia de la Vía de la Plata (Fig. 9).

Figura 9.– Plano y alzado del praefurnium de la villa de las Torrecillas (Alcuéscar), En (Abascal, 1996: 277).

 Su conocimiento debe mucho a Juan Sanguino, secretario de la Comisión de Monumentos de Cáceres, que fue quién llevó a cabo unas excavaciones en el sitio a principios del siglo XX y a E. Mª. Rodríguez, que se encargó de la planimetría. Ambos documentaron a lo largo de sus trabajos la presencia de un hypocaustum, y si bien no supieron interpretar lo hallado, pues se cita reiteradamente a la estructura como un sótano o subterráneo. Es de agradecer, sin embargo, la minuciosidad de las descripciones y dibujos, pues facilitaron su posterior reconocimiento [39] y el rescate más actualizado de su plano y restos recogidos en las inmediaciones [40].

 

En una descripción somera, este ámbito presentaba de arriba a abajo una primera capa opus signinum, sobre el que suponen se instaló un pavimento musivo desaparecido. Debajo de esta capa, nos dice Sanguino, que había material terroso y a continuación otra capa de argamasa sustentada por lajas de pizarra que evidentemente constituían el techo del hypocaustum.

 

Debajo se hallaba la cámara de calor, la cual abarcaba un espacio de 5,70 por 6,50 m., levantando del suelo aproximadamente unos 50 cm. de altura. En ella se instalaron varias galerías, nueve de este a oeste y cinco de norte a sur, sustentadas por 36 pilae de ladrillo de poca altura. Dos de las paredes laterales eran de fábrica y para las otras dos se aprovechaba la roca del terreno en el que se había excavado la cámara. En el plano publicado por Abascal [41] no se especifica bien donde se encuentra la entrada del praefurnimum, aunque se alude a la presencia de una clavija de concameratio, por lo que sabemos que tenía pasos en las paredes para la circulación de aire caliente.

 

Las excavaciones no prosiguieron, tan solo se centraron en este habitáculo, es por ello que desconocemos la extensión real o la estructura del circuito balneario que debía de corresponder al de una lujosa villa, pues de aquí procede la estatua que se conserva en casa de los Hernández Pacheco de Alcuéscar, la Minerva de bronce expuesta en las vitrinas del museo cacereño y otros materiales tales como columnillas, losas, un pedestal con un pie humano, una mano, capiteles todos trabajados sobre mármol, bronces, un simpulum de hierro, etc. Su ubicación, a menos de 1 km de la calzada conocida como Vía de la Plata y a distancia similar del ramal que partía desde un punto cercano en dirección a Turgalium, convierten a este lugar en un nudo caminero privilegiado que de alguna manera debió de influir en una condición ambivalente del asentamiento y no dependiente tanto de la actividad agropecuaria que se desarrollaría en su entorno, por esta razón, Sanguino llegó a relacionarlos con la mansio ad Sorores mencionada en los itinerarios antiguos relativos a la Vía del a Plata, e incluso más recientemente con los restos epigráficos que delataban un culto a Ataecina en el solar de la basílica del Trampal [42].

 

Dicho lugar, según estuvo ocupado al menos desde el siglo I al s. VII como se colige de los numerosos objetos recuperados, la mayoría corresponden la época Alto Imperial, pero no faltan revestimientos de suelos y paredes y otros con ornamentaciones típicas del epígono visigótico que testimonian la presencia de población al menos hasta esta época [43].

 

1.6. Santiago de Bencáliz (Cáceres).

La exploración de las termas de este lugar es aún mucho más parcial que el anterior, pues ante la imposibilidad de continuar con las excavaciones debido a las abusivas condiciones impuestas por la propietaria del terreno, sólo se pudo identificar lo que según su excavador es el apodyterium del balneum [44], una estancia de 25,2 m2 que presenta varios nichos semicirculares con remate en bóveda de horno, situados a 94 cm. de altura y separados por 65 cm donde se supone el usuario de las termas podía depositar sus ropas y objetos personales. Este ambiente podría tener no obstante una función doble y constituir a su vez el frigidarium. El suelo de la habitación fue pavimentado primero con una capa de opus signinum correspondiente a la primera fase de construcción de la villa al que se añaden mosaicos de tema geométrico, cuyo deterioro limita su presencia a una esquina de la habitación, en tanto que las paredes conservan pinturas que reproducen la decoración marmórea y añaden detalles otros detalles de imitación arquitectónica.

 

La villa pudo ser de fundación temprana, si consideramos la inclusión de nichos en las paredes de los apodyteria como propio de los edificios termales de la primera etapa [45], sintonizando, tal vez, con una serie de establecimientos escalonados a lo largo de la Vía de la Plata, precedidos por el asentamiento de las Torrecillas de Alcuéscar, separado de Bencaliz apenas seis millas romanas, es decir menos de dos horas de camino. También se la ha identificado con la mansio ad Sorores citada en los itinerarios de Rávena y en el de Antonino, sin embargo, los datos disponibles por el momento sólo permiten garantizar un uso residencial del sitio desde el s. III hasta el siglo V. La presencia de materiales que juzgamos de cierto lujo como son la presencia de mosaicos, pinturas y mármoles desperdigados por las construcciones de los alrededores, obliga a calibrar esta villae entre las de cierta importancia y calidad a nivel provincial.

 

1.7. Villa de los Términos (Monroy).

El asentamiento de Los Términos ha acaparado una producción bibliografía muy importante acerca de sus estructuras residenciales y de trabajo, sus restos arqueológicos y las actividades desplegadas por sus moradores, llegando a ser uno los asentamientos rurales mejor conocidos de la Lusitania romana [46]. No insistiremos por tanto en una descripción pormenorizada de la misma, sino en la instalación termal que se abre al oeste del complejo doméstico.

 

Los ámbitos balnearios de hallan separados del resto de las estancias habitacionales ocupando un espacio considerable que cubre aproximadamente 400 m2 e independiente del edificio-residencia, lo que refuerza el carácter íntimo de la misma. La falta de espacio dentro de la domus, la cercanía al pozo y al embalse y la prevención de posibles incendios causados por el sistema de calefacción, movieron seguramente a los dueños a construirla en un edificio aislado e independiente, más visible y con posibilidades de expandir sus dependencias si fuera necesario.

 

Se maneja la hipótesis que una parte de los baños, la que se encuentra situada más al norte fuera parte de un primitivo conjunto termal, probablemente de la fundación de la villa en el siglo I d.C., anulado parcialmente en una reforma que afectó a gran parte del núcleo residencial IV y V, cuando se construiría una nueva infraestructura para el hipocaustum separado 10 m del más antiguo, notablemente deteriorado. El resultado es un complejo laberinto de estancias donde aún es posible comprender su estructura orgánica y en las cuales hipotéticamente se quiere reconocer como la parte más antigua, a los restos de un hpocaustum que sustentó un caldarium y anexo tal vez un frigidarium, con una piscina, encajada de tal manera que aparenta ser parte de una estancia absidiada. La parte moderna cuenta con un apodyterium/tepidarium, según Cerrillo [47] y frigidarium con piscina para García-Entero [48]; el vaso es de forma circular, tiene dos escalones y fue revocado por entero con cemento hidráulico y encajada en un espacio cuadrangular que sobresale al exterior. En cualquier caso, este ambiente comunicaba con el caldarium, donde la entrada se halla marcada por una baldosa con una huella de pies, tal vez una advertencia al usuario sobre la temperatura del suelo. Otra villa extremeña el Hinojal, repite este tipo de imagen, y como polémico trasunto sobre su significado, es debatido por Reis [49] y García Entero [50]. El propnigeum y el praefurnium se sitúan bajo este ámbito con la entrada orientada hacia el norte como en las termas de Talavera la Vieja. De los mismos, solo se ha conservado los restos de un vano practicado en un muro [51] y parcialmente las pilae de la suspensurae con una galería de cinco tramos de norte a sur y de ocho tramos de este a oeste constituidas por arquillos sobre los que se elevó el pavimento del caldarium, del cual solo quedaba una porción testimonial en la esquina sureste. Faltan, a decir de García-Entero [52], un espacio destinado al baño de agua caliente, imprescindible para un edificio de esta cronología

 

A la luz de estos datos, la instalación termal de Los Términos se puede considerar un complejo con un modesto desarrollo de las salas balnearias más básicas, típicas de un establecimiento termal de clásica estructura, apuntando algunas carencias, sin duda debidas al desmoronamiento de un parte de la misma y al arrasamiento que afectó al ala oeste, donde se extiende un pavimento de función desconocida que parece también haber formado parte de este complejo.

 

Los materiales recuperados dividen en dos fases del total del registro de tres que afectan a la construcción de la villa, siendo precisamente a la segunda, comprendida entre finales del siglo IV y principios del siglo V, la época en la que se construyen los ámbitos termales a los que se incorpora un caldarium.

 

1.8. El Torrejón (Cáceres).

En uno de los asentamientos rurales de los llanos de Sierra de Fuentes, localizamos en 1981 los restos de una pequeña bañera rectangular que tal vez formó parte de una modesta instalación termal doméstica. Está colmatada parcialmente por piedras, una de las cuales resultó ser una inscripción funeraria con un antropónimo Norbano [53]. Extraídas las más superficiales, se pudo apreciar el revestimiento interior de opus signinum, el refuerzo en los ángulos mediante un remate en bocel y la existencia de un banco y/o escalera, por lo que su identificación con un espacio para contener agua parece plausible (Fig. 10). Probablemente constituiría el balnea de la vivienda o la piscina de un frigidario, parte quizá de un vicus, pues ni tamaño ni calidad de restos del asentamiento permiten sospechar lo contrario. No obstante, esta hipótesis, habrá que verificarla arqueológicamente en el futuro con estudios sobre el terreno. La noticia de la existencia de este balneum aparece recogida también en una anterior publicación [54] extraída a su vez de un artículo de Fernández Corrales [55].

Figura 10.- Imagen de la cisterna del Torrejón (Cáceres).

                                                                                        

1.9. Olivar del Centeno (Millanes).

Esta villa que tuvo su origen a principios del s. II, sufrió una profunda remodelación en el s. IV, durante la cual se construyeron nuevas habitaciones que se decoraron con ricos mosaicos. La excavación en 1990 reveló la existencia de una pompa triumphalis, una galería de retratos y una escena de caza [56]. Se da por supuesta la existencia de un balnea en un espacio anexo a la villa [57], muy cerca de donde los gruesos muros de hormigón sirvieron para nivelar y reforzar una de las esquinas. Las pruebas sin embargo son aún poco fiables, apoyadas en el hallazgo de tegulae manmata y en la declaración de quienes aseguran haber visto las pilae de un hypocaustum expuestos tras una excavación en busca de un supuesto tesoro.

 

1.10. Cáparra (Oliva de Plasencia).

Es un complejo termal de gran amplitud, [58] localizado en la intersección de los dos ejes viarios más importantes de la ciudad, el cardo, coincidente con la denominada Vía de la Plata que cruza la ciudad de Norte a Sur bajo el arco cuadrifonte, y el decumano, que la corta de Este a Oeste, permitiendo el acceso directo al edificio por ambos lados. Su posición central dentro de la retícula urbana de la ciudad, es muy similar a la que ofrecen otras instalaciones de este tipo, siendo en este caso muy sugerentes las conocidas como Termas Mayores localizadas en Astorga [59], ciudad de destino hacia el Norte de la calzada que cruza la ciudad. Su ubicación en un extremo del foro, uno de los espacios más atractivos, garantizaban su visualización para los propios residentes y viajeros que transitaban por la calzada, respondiendo así, al modelo propagandista de construcciones representativas de la civilización romana, al mismo tiempo que facilitaba su ingreso en los baños de una gran instalación, seguramente de categoría pública.

 

A la espera de una monografía que complete el estudio de las termas de esta ciudad, las únicas referencias son el artículo de una publicación local de la cual hemos extraído los datos descriptivos donde se pone de relieve la importancia de este complejo balneario [60] y las páginas de una reciente tesis doctoral [61]. Ambas descripciones son a veces difíciles de compaginar, y divergen en el reconocimiento de algún ámbito, pero resultan complementarias por los detalles que cada uno aportan.

 

Se construyen durante la segunda mitad del s. I d.C., en época Flavia, cuando la ciudad alcanza la categoría de municipium, dejando de funcionar, según marcan las dataciones efectuadas sobre material proveniente de las cloacas de las termas, entre mediados de siglo IV y primer cuarto del siglo V [62].

 

En conjunto se trata de un edificio que ocupaba una ínsula de planta cuadrada adaptado tipológicamente al esquema lineal-simple, transformado en lineal-angular tras una ampliación posterior en la que se cierran algunas dependencias y se acondiciona el apodyterium, que incluyó en los lados sur y norte respectivamente una palestra porticada y unos almacenes o tabernae [63]. El circuito dispone además de apodyterium o vestibulum con una letrina anexa, dos frigidarium, dos tepidarium y un caldarium.

 

En el recorrido circuitario, es visible el acceso del vestibulum, y el umbral de mármol que marca la entrada del apodyterium, ambos con revocados con un pavimento de opus signinum. Desde aquí se podía acceder por el lado norte, a las dos piscinas del frigidarium, la mayor de 6 m, por 3,40 m de ancho con cuatro escalones que se sumergen hasta 1,20 m de profundidad. Por el lado este, se adentra en el tepidarium con un hipocaustum de 24 pilae de granito que permitían soportar el gran peso ejercido por la suspensurae, con una estructura suis generis marcada por el uso de unos pilares de granito en forma de ancla

 

Un paso de calor da paso a dos dependencias anguladas, al norte un tepidarium soportado por otro hipocaustum construido sobre 36 pilae de ladrillo y al oeste un caldarium con otro praefurnium apoyado de nuevo en 40 pilares de granito. La reconstrucción de [64] contempla la existencia de un ambiente anexo al norte del tepidarium, donde se instalarían dos alveus realizadas en ladrillo y revestidas de un fino mortero y la de Reis la existencia de una palestra y una zona porticada [65].

 

Igual que en Talavera la vieja, se han documentado tuberías ensambladas a base de tubos cerámicos para la conducción de agua desde una cisterna, que a su vez haría acopio del agua del pantano romano existente al sur de la localidad. Al mismo tiempo se han localizado desagües conectados con una arqueta de 80 cm. por 40 cm. de ancho tapadas con losas y soterradas que conducían el agua hacia fuera de las termas y hacia el centro de la calle por debajo de las mismas.

 

Es asimismo espectacular el diámetro del pozo excavado junto a la palestra que aún conserva el perímetro de su brocal a base de piezas de granito, un excelente reservorio de agua en caso de escasez para el abastecimiento de las termas, además de una cisterna que ocupaba un área de 9 m2. Se alza por último junto a esta estructura un muro superior a los 10 metros que al parecer es el único resto que queda de una iglesia levantada sobre las ruinas de las termas dedicada a la Virgen de la Bella Flor.

1.11. Cáceres.

Es el más reciente de los conjuntos termales que se han dado a conocer y su hallazgo tiene que ver con la primera excavación acometida en el recinto urbano de la ciudad antigua cacereña, en concreto en el patio del palacio de Mayoralgo.

 

Aquí, entre un laberinto de estructuras, se identificaron los restos de unas termas domésticas, así como un lacus de grandes dimensiones o ninfeo que pudo pertenecer al foro de la ciudad en su etapa fundacional y una cisterna que a tenor del hallazgo de una canal que parte de su pared este, parece ser que sirvió para abastecer las termas [66].

 

La parte localizada corresponde básicamente a la cámara subterránea excavada en el terreno geológico natural, en concreto de un hypocaustum encajado dentro de un espacio rectangular de 2,70 metros de longitud, por 2,95 m. de anchura. El alzado de la caja del hypocaustum es de ladrillos en consonancia con el único sistema de arcos consecutivamente alineados de norte a sur y en paralelo a lo largo de seis tramos muy parecida a la cámara del Pago de Salazar en Granada [67], con una equidistancia entre las pilae de 41 y 44 cm y un ancho en las bases que oscila entre los 32 y 34 cm. Los ladrillos de la suspensurae son bessalis trabados con argamasa y presentan huellas de calentamiento y ennegrecimiento, producto de su contacto con el fuego.

 

Los arcos no completan la rosca de su recorrido, pues en toda la galería ha cedido la parte central de los mismos, incluyendo la boca del praefurnium, el cual y siguiendo el relato de sus excavadores se orientaba hacia el noreste [68]. El suelo sin embargo parece ser propio del terreno en el que se asienta, una arcilla compacta y homogénea.

 

1.12. La Alberquilla (Malpartida de Plasencia).

Entre las actuaciones preventivas que se llevaron a cabo durante las obras de la autovía de la Plata en el tramo de Plasencia-Cáceres, la que lleva la denominación Yacimiento nº 6-8 Plasencia Sur-Cañaveral Este, comprendió la excavación de una villa con varias estancias organizadas en torno a un patio central en un grado de arrasamiento que impedía conocer las funciones de muchas de ellas, aunque la excavación en extensión facilitó la recogida de materiales que fechaban el uso del edificio en la transición del mundo romano al de la etapa visigoda. En una de las estancias arrasadas, el hallazgo de ladrillos de forma trapezoidal utilizados en la construcción de los pilares de sustentación de la suspensura en un hipocaustum, pudo indicar la existencia de una construcción termal según los autores de la intervención [69].

 

1.13. El Chorrero Bohonal de Ibor.

En la finca del Chorrero hay una construcción de traza confusa cuya primera impresión nos indujo a plantear la posibilidad de que se tratara de un edificio de carácter religioso de época visigoda [70]. Percatados más tarde de la proximidad de lo que en apariencia habíamos interpretado como un par de ábsides sobresaliente de una estructura rectangular, cabría la posibilidad de orientar la interpretación del edificio con arreglo a la tipología de un edificio termal con sendos alvei.

 

Nuestras dudas en la identificación derivan del parcial conocimiento que tenemos de una observación a distancia del edificio, pues este se halla dentro de una finca cerrada por una alambrada cinegética electrificada y con un acceso muy restringido por los propietarios. Desconocemos quién lo excavó, pero la operación se hizo de una forma no regulada e incompleta, aunque la presencia de sillares en las inmediaciones comporta la existencia de un edificio de cierta importancia anexo a un asentamiento rural de época romana.

 

Persiste pues la sospecha de que se trate del ámbito de un probable circuito termal cuya planta rectangular se cierra en una cabecera doblemente absidiada que nos recuerda extraordinariamente a una de las estancias excavadas en un solar de la calle Hernán Cortés de Mérida donde se pueden contemplar un par de alvei sobre una misma pared correspondientes a un caldarium [71]. Sus paralelos más cercanos se encontrarían en la propia capital emeritense y en otros asentamientos hispanos de la calidad de Milreu.

 

  1. VALORACIÓN FINAL.

Llama la atención en estos últimos años la multiplicación de publicaciones en relación a los espacios balnearios en paralelo a actuaciones arqueológicas que han revolucionado la forma de ver de los espacios termales, ya sean de carácter higiénico o terapéutico. Esto ha abierto la puerta a nuevas valoraciones, las cuales han superado la clásica visión de este tema, cuyo estudio habitual se concentraba en el reiterativo normativismo de sus arquitecturas. La contemplación de elementos exógenos y el concurso de otras disciplinas han ido enriqueciendo el discurso, y de la parcialidad a la totalidad, se ha ido construyendo una nueva visión, donde lo contextual (geográfico, económico, político, social y/o territorial) han jugado un papel importante, dando voz a otros aspectos, algunos propios de la ingeniería hidráulica, que habían sido relegados a un segundo plano, frente el cúmulo de referencias de los anteriores. Es por ello, que más que un análisis detenido de las circunstancias de los enclaves documentados, a modo de reflexión final, y en el escaso espacio disponible para estas comunicaciones, queremos hacer un pequeño balance del estado de la cuestión que constituya el punto de partida desde el que abordar el ámbito de las construcciones termales cacereñas.

 

Nuestros resultados preliminares ilustran acerca de dos tipos de edificios según se hallen implantados dentro de la esfera campestre o ciudadana. Los primeros, vinculados a la esfera de asentamientos rurales poseen menor entidad urbanística, y surgen a partir de un concepto de higiene e imitación, adaptados al poder económico de sus propietarios. En este sentido podríamos hablar de complejos con estructuras sencillas y sin grandes alardes arquitectónicos, pero con un circuito orgánico y funcional de escaso lujo, si acaso disimulado por la incorporación de algunos mármoles y estucos pintados. Por otro lado, se hallan aquellos establecimientos caracterizados por localizarse en áreas de perímetro urbano, donde nos encontramos tanto termas públicas como baños privados. Con respecto a los segundos, todavía no se ha documentado ninguno con el recorrido completo, tan solo partes del mismo ejemplificadas en el praefurnium del palacio de Mayoralgo o el alveus de los Mármoles en Talavera la Vieja. Las thermae públicas, sin embargo, sobre dimensiones mayores, presentan estructuras más complejas tendentes a la monumentalización con un elevado número de salas para distintos tratamientos, destacando la de Cáparra como la más completa.

 

Por zonas, se nota mucho que una gran parte del conocimiento que tenemos de los baños debe mucho al azar, de ahí que su estudio se halla concentrado mucho más en cuencas como la de Valdecañas, donde la labor erosiva de las aguas de un pantano ha facilitado en gran medida su localización. Esta casuística es la que determina el hecho de que en territorio correspondiente al antiguo municipio romano de Augustóbriga, se concentre el mayor número de ejemplos balnearios del ámbito rural y urbano de la provincia. Una contribución, con interesantes novedades, las cuales complementan y corrigen un trabajo anterior [72] añadiéndose el ya de por sí extenso corpus de este tipo de edificios, cuyo recuento más actual para la Península, si era de 437 en el 2005 [73] se acerca ya al medio millar de conjuntos.

 

En el proceso de descripción, hemos tratado de la forma más detallada posible, dar a conocer algunos complejos e incorporarlos a través del análisis de sus rasgos funcionales y tipológicos, sobre todo porque la mayoría de ellos se encuentran en serio trance de desaparecer. En algunos casos, nuestro intento de documentarlos llegó tarde, caso de la villa de Las Monjas (El Gordo), donde se intuye la presencia de más de una sala balnearia, si damos crédito a la presencia de ladrillos de pilae y tegulae mammatae y a parte de un alveus de forma rectangular con un revestimiento hidráulico [74].

 

            En relación a su tipología, el edificio de Talavera la Vieja, por citar uno de los casos más relevantes entre los aquí tratados, se rige por el principio de simplicidad planimétrica, encajando en el grupo de los planos lineales en su variante de paralelos, caracterizado por la sucesión de cuerpos rectangulares con ábsides y bañeras interiores, cuyo diseño permitía fragmentar en dos corredores la configuración de los ambientes es decir tepidarium-cadarium (quizá con un alveus desaparecido en el fondo) apodyterium-frigirarium-piscina. Encierra por tanto un recorrido retrógrado, en el que el usuario debía de retroceder hasta el frigidarium para completar el circuito termal. El recorrido por cada una de las estancias balnearias podía cambiar según la apetencias personales [75], y revertir la rutina en función de la estación del año e incluso acomodarse a la ubicación latitudinal, prefiriéndose normalmente comenzar por las salas calientes para abrir los poros de la piel, para posteriormente dirigirse al baño frío, o según la calidad del establecimiento, intercalar el entrenamiento en la palestra, una estancia que en la provincia cacereña hasta el momento, solo tenemos certeza de su existencia en Cáparra.

 

Otras valoraciones sobre la parcialidad del conjunto recuperado nos hacen ser prudentes, pues, y aunque tan solo conocemos una porción del conjunto termal, al menos en la parte visible, el trazado se ajusta a los primeros esquemas de época imperial típicos de las domus emeritenses, aplicados en Hispania a partir de la segunda mitad del siglo I d. C [76]. Coincide todo ello además con el de muchas ciudades del convento Caesaraugustano, que es la provincia donde más analogías registramos, respondiendo con algunas variantes a uno de los modelos constructivos más conocidos [77].

 

  La planta también corresponde a un modelo ampliamente difundido entre centros urbanos menores o ciudades que tienen otros espacios termales, y si bien sabemos que no hay una estructura termal igual a otra, en el juego de combinaciones que debe ofrecer un sencillo circuito termal, no resulta difícil tropezarse con fórmulas ensayadas en otros lugares, llegando a entablarse notables parecidos, por ejemplo entre determinados ambientes de Talavera la Vieja con el de la Casa del anfiteatro de Mérida, concretamente en la disposición del tepidarium y el caldarium [78] y con el de Mas dels Frare [79], en el plano del tepidarium con las de Segóbriga [80]; en la disposición de ambientes con las Termas de Pujol de Beniató en Castellón etc., coincidencias que no cabe achacar forzosamente a una imitación, sino a la respuesta que se da a idénticas necesidades estructurales. Un detalle interesante al respecto de los ejemplares cacereños es la preponderancia de las arquerías frente a las pilae y el uso de mampostería en la construcción de los muros en detrimento del material latericio, muy en sintonía con las construcciones del territorio lusitano.

 

El diseño de las termas augustobrigenses, sigue pues la línea de los edificios termales de esquema simple, más cercanos a los balnea domésticos que a los de las grandes termas públicas con sus ámbitos repartidos entre dos alturas. Su distribución en sendos bloques paralelos, en apariencia de igual superficie, si bien, no alcanza las dimensiones de las que presumen estas estancias en otras termas hispanas, lo juzgamos suficiente para el número de habitantes que debió de albergar Augustóbriga, muy parecido a los acogió Idanha a Velha o Cáparra, cuya superficie urbana es de similar extensión, y donde también hay que contar seguramente con la presencia de baños privados y quizá de alguna terma pública más. El mayor tamaño de las termas caparenses hay que ponerlo en relación, además de los propios habitantes, con los usuarios de la vía de comunicación al lado de la cual fue edificada, modelo por otra parte bien conocido y propio de lugares con trasiego de viajeros, donde estos equipamientos se convertían en más que necesarios para el ocio y la higiene cotidiana, sumándose a esta actividad la que podían dispensar las tabernae o cauponae que ocupaban un lateral del cardo.

 

En cuanto a los usos como balnearios públicos o privados, este es un concepto variable y dependiente según los distintos tratadistas, de una relación entre número de ámbitos, tamaño y lujo [81]. El tamaño de las instalaciones, en cualquier caso, no resulta útil para definir el uso comunal o privado, pues este se halla evidentemente en relación con el número de bañistas que pueden utilizarla y/o la preeminencia social del edificio y sus inquilinos. Es decir, que pudieron estar destinadas a satisfacer las necesidades de un grupo determinado de la población, restringidas a un sector de la ciudad, hecho documentado en otros lugares [82], o tuvieron un carácter semipúblico. A propósito del recinto de Talavera la Vieja con una superficie ligeramente superior a los 200 m², tal extensión se puede rastrear entre las dimensiones medias de muchas residencias urbanas con baños privados, que poseen una superficie similar e incluso superior. A propósito, se pueden citar la domus del Francolí (Tarraco), con 360 m2; la de Cercadilla (Corduba), con 450 m2; la casa de Hipolytus (Complutum), con 700 m2, o la Ínsula dos Cabalheiros (Bracara Augusta) con más de 830 m², pero tampoco son inusuales en termas municipales. Ategua, (Córdoba) es un ejemplo pues con una superficie parecida a la de Talavera la Vieja y con un cuarto de las mismas sin excavar [83] se caracteriza igualmente por esta austeridad y simpleza donde se insiste también en el predominio de la planta rectangular o cuadrangular, aunque se asocia a contextos tempranos.

 

En el capítulo de la contextualización, tanto las termas de Caparra como de Talavera la Vieja destacan como espacios privilegiados, con una intención evidentemente propagandística y de exhibición de uno de los símbolos del poder civilizador de Roma e indirectamente alusivo también a la capacidad edilicia relativa al control hidráulico, de abastecimiento y saneamiento de la ciudad, sobre todo en relación a las termas urbanas. La elección de los lugares en los que estas se levantaron, parece entonces obedecer a una cuidada planificación del espacio, donde las calles principales desempeñaban un papel muy importante. En el caso de Augustóbriga las termas se hallan al final del decumano, formando una esquina con una calle transversal que cortaba en ángulo hacia la salida natural de la ciudad en dirección al río. Sobre este relativo alejamiento tal vez pesaran otros aspectos tales como la búsqueda de un lugar donde el riesgo de incendio fuera mínimo, el suministro de agua estuviera garantizado y las condiciones del terreno facilitaran el drenaje e incluso su visibilidad. Ejemplos semejantes donde pesan las mismas circunstancias aparecen recogidos en un texto de reciente publicación [84].

 

Más claro es si cabe el caso de Cáparra, donde resulta difícil pensar que el lugar donde se ubican, al pie de la Vía de la Plata, en el ángulo que forman el cardo y el decumano máximo de la ciudad al cruzarse bajo el arco cuadrifonte y frente al foro, sea el producto de una casualidad y no de un acto deliberado, máxime, cuando tras cotejar los planos de otras ciudades romanas del imperio observamos una reiterada presencia de los edificios balnearios en la proximidad de los fora [85]. Su construcción, parte como hemos dicho de una ordenación del espacio urbano, y pudo corresponder en un principio a una iniciativa municipal, aunque nada tendría de raro la implicación de un patrono que lo sufragase a título particular, pues no son raros los casos de evergetismo múltiples en esta ciudad, uno de los cuales tiene que ver con la construcción del célebre arco y otra con una conducción hidráulica, según consta en una inscripción de carácter monumental [86]. Andreu recoge 16 casos de evergetismo conectados con obras o restauraciones termales de los 32 casos conocidos en torno a esta actitud de munificencia de notables municipales hispanos [87], la de Caparra evidentemente no figura entre ellas, pero a la vista de la espectacularidad del edificio termal se puede sospechar de una relación entre este y la inscripción, pues el evergeta en cuestión podía intervenir para pagar el edificio entero, partes del mismo, su mantenimiento o el sistema de conducciones de agua perducta o caduca relacionadas con ella.

 

La asistencia a los baños se convirtió en una parte de la rutina social de la vida urbana, una actividad tan habitual para todos los habitantes del imperio, que resulta difícil encontrar otra estructura comunitaria tan diversa, donde se operen tantas reformas y obras de reacondicionamiento a lo largo de su historia. Por esa razón, no es raro tropezarse en las excavaciones con un registro de fases constructivas en un mismo edificio, al cual se van incorporando mejoras técnicas y nuevos ambientes dotados de mayor confortabilidad, quizá, como respuesta a la competencia entre los establecimientos de una misma urbe, sobre todo aquellas donde más se hizo notar un incremento demográfico. Disponer de una simple piscina en la vivienda era entonces un rasgo distintivo de sus habitantes, un símbolo más del estatus, ya sea en el ambiente rural o urbano, donde respondía a la necesidad de la familia propietaria de poner de relieve su condición social y económica, convirtiéndola en un símbolo identitario del rango adquirido. En este sentido, es comprensible, que, en capitales de provincia de la importancia de Mérida, donde convergía un gran número de ricos propietarios, la cantidad de ámbitos privados para la higiene integrados en viviendas superara los 27 conjuntos [88], los cuales, sumados a las termas públicas y periurbanas en el año de la publicación de la tesis de Mª P. Reis [89], disparan hasta 52 la cifra de balnearios identificados.

 

Trasladados al ámbito rural y dentro de las limitaciones a la que dan lugar el que sólo exista un yacimiento intervenido en extensión o con intervenciones incompletas los restantes, puede decirse que las viviendas reproducen el comportamiento urbano, pues los baños se hacen imprescindibles, aunque la mayoría de las ocasiones lo sea con visible modestia. Tan solo Bencaliz y Las Torrecillas apuntan a un desarrollo mayor a tenor de la ornamentación a base de estucos pintados de la primera y el uso de materiales lujosos empleados en la segunda, fruto evidente de un mayor nivel económico de sus poseedores, pero también de un proceso de monumentalización y enriquecimiento, en paralelo al registrado en otros ámbitos a lo largo de los siglos II y III en las villae más sobresalientes [90].

 

La localización de restos impide señalar de algún modo la posible integración de los mismos dentro de la vivienda principal o como una entidad independiente, salvo en la villa de los Términos, donde el balneum, dentro del conjunto de la pars urbana de la villa se localiza en una posición tangencial a la misma probablemente por razones de seguridad y comodidad, pues igual que en Talavera la Vieja, aprovecha también el declive de la colina donde se asienta.

 

Acerca de la época de construcción de complejos termales como el de la ciudad de Augustóbriga, estos se inscriben dentro del periodo cronológico que va desde principios del último cuarto del siglo I hasta finales del siglo IV, siempre con las debidas reservas debido al carácter provisorio que puedan tener frente a una investigación más exhaustiva, pues el material que se tiene en cuenta para la datación, es una amalgama de restos recogidos en el lugar sin posición estratigráfica reconocible, aunque se trata de un contexto cerámico muy homogéneo. Cuadra no obstante esta baliza cronológica con la implantación del esquema lineal paralelo, presente igualmente a lo largo de los mismos siglos [91].

 

A finales del s. I d.C. también entran en funcionamiento el de Las Torrecillas y Los Términos, pero parece claro, pese a los pocos datos disponibles, que es entre los siglos III y IV, cuando se produce una intensificación en la actividad edilicia termal, reformando muchas de ellas, tal vez incluso la de la Cañada de los Judíos, donde nos encontramos ante una modesta estancia calefactada integrada en el cuerpo residencial de una villa, cuya ocupación se desarrolló hasta principios del s. VII. En la cuarta centuria se halla también funcionando Bencáliz y probablemente los balnea de Baños de la Cuadra, el Torrejón y el Olivar de Centeno, según se deduce de los restos conservados. Todo lo cual concuerda con lo que opinan algunos autores, que consideran paradójicamente a dicho siglo, como el de mayor esplendor en los complejos termales domésticos.

 

Por último, advertir simplemente que los únicos baños que han quedado excluidos de este catálogo son aquellos que gozaron de carácter terapéutico, pese al inestimable valor que por ejemplo tuvieron los existentes en Baños de Montemayor y otros muchos que de forma pormenorizada han sido tratados en distintas publicaciones [92], aunque a título de estudio de estructuras, esto nos afecta mínimamente, pues lo conservado de esta tipología balnearia diverge del termalismo de ocio e higiene, y en las modificaciones que casi todos presentan, lo conservado se limita a la presencia de piscinas, cuando no toscas albercas, siendo más interesante el estudio de sus contextos a partir de elementos periféricos como la presencia de epígrafes o exvotos.

 

 

FUENTES.

[1] Arribas, 1999; Reis 2004; García Entero 2005, Reis, 2014.

[2] Conviene hacer una aclaración acerca de que es lo que se debe considerar un balneum o una therma, pues aún persiste el desacuerdo entre los investigadores que han abordado este tema, tal y como lo han reflejado Arribas o García-Entero (1999: 428; 2005: 17) en las páginas de introductorias al trabajo sobre los balnea privados en el ámbito rural de la Lusitania. En este sentido, la opción de los investigadores antes mencionados nos parece bastante coherente y pasa por considerar a los primeros según el sentido que a ambos términos otorga Nielsen (1990: 3), según la cual thermae “designaría únicamente los monumentales y simétricos complejos de carácter público, como los que se documentan en Roma, dotados a menudo de otras dependencias como: palestra, gymnasium, etc; por otro lado balneum se referiría solo a aquellos baños públicos de dimensiones más modestas y que carecerían de las dependencias lúdicas mencionadas”, o como añade Reis (2015: 17), aquellos que tiene garantía de uso privado.

[3] Villa, 2011: 9.

[4] Haba y Rodrigo, 1991; Rodrigo y Haba, 1992.

[5] Calero, 1988: 163.

[6] Rubio, 1988: 195.

[7] Rodríguez, 1988: 203.

[8] Serrá Ráfols, 1952.

[9] Álvarez, 1976.

[10] Aguilar, 1991: 450.

[11] Al municipio augustobrigense, se han dedicado un importante número de investigaciones, ponderando sobre todo su imponente templo, la única de las construcciones romanas salvada de la inmersión. Una parte de aquellos trabajos constituyen fuentes historiográficas indispensables, y lo componen una colección de dibujos, escritos acerca sus monumentos, epígrafes y diversos objetos ligados a un espléndido pasado, tratado bajo el punto vista de eruditos e ilustrados, los mismos que en los siglos XVIII y XIX redescubren el valor de las ruinas de esta ciudad e impulsan su estudio.

Investigaciones posteriores no pueden prescindir hoy de aquellas aportaciones y una gran mayoría, aún se limitan a interpretar lo que Hermosilla (1796) y Córnide (1797) publicaron, cometiendo a veces los mismos errores, tales como la identificación de la localidad con la Ebura carpetana. Será con Hübner (1869) y Mélida (1924: 88) cuando la historia de Augustóbriga se empieza a percibir desde un punto de vista más científico, sobre todo a partir del descubrimiento de una inscripción en la que se menciona al “Senatus populusque Augustobrigensi” (C.I.L. II, 933), donde parece quedar claro que esta localidad es la mencionada por Plinio en el s I d.C., como uno de los pueblos estipendiarios de Lusitania. El trabajo posterior de Salas (1985), aborda la naturaleza municipal del enclave, que parece alcanzar este estatus en la época Flavia.

Entre las investigaciones que se sucedieron, una podría haber resultado clave, nos referimos a las que García y Bellido lleva a cabo ante el inminente y obligado abandono de la localidad en 1963. Sus excavaciones podrían haber arrojado algo de luz, pero sólo se centraron en aspectos puntuales de los templos, la muralla y el peristilo del foro, sin abarcar más del espacio necesario que pudiera comprometer además la continuidad de las obras del embalse. Así, en la única publicación que existe sobre aquellos trabajos (García y Bellido, 1962), sólo se hace referencia a los objetivos de las intervenciones que lleva a cabo desde 1956, ofreciendo datos muy someros que teóricamente ampliaría en una Memoria que nunca llegó a ver la luz. Más tarde gracias a las investigaciones de Mª. Blanca Tablada y Carlos Morán, Javier Jiménez, José Ortega y quién suscribe estas páginas, una parte de este legado ha podido ser recuperado.

Pese a todas las carencias, es un hecho comprobado que la fundación de la ciudad arranca en época augústea y se mantiene con seguridad hasta mediados del s. V, fecha en la que entra en decadencia y probablemente se abandona, pues hasta el momento no se ha encontrado ninguna prueba que permita pensar en su continuidad que supere el periodo de transición entre la Edad Antigua y la Edad Media. A su alrededor, sin embargo, prosperarán algunos núcleos, las villae de Cañada de los Judíos y el vicus de Peñaflor, en los que hay constancia de ocupaciones hasta la etapa emiral y califal respectivamente. La instalación en la Edad Media de una serie de fortalezas en lo que se denominó Marca Media del Tajo, contribuyó a despoblar una amplia franja a ambos lados del río, hasta que a fines del s. XIV, pobladores abulenses fijan su residencia en el castillo de Alija, para finalmente, en el siglo XVI, pasar a ocupar el espacio urbano de la antigua Augustóbriga, que se refunda con el nombre de Talavera la Vieja.

[12] González y de Alvarado, 2003.

[13] Un trabajo relativamente reciente, hace balance de los sitios con restos arqueológicos localizados dentro de la franja comprendida entre la cota máxima y la mínima del pantano de Valdecañas e incluye una lista de 42 yacimientos (González y Morán, 2005). En esta relación, que dista de ser definitiva, se encuentran muchos establecimientos rurales romanos (González, 1996), con las estructuras tan bien conservadas, que al menos en cinco ocasiones, se ha podido recrear su planta y un alzado axonométrico de su estructura (González y de Alvarado 2003, 84).

[14] Chaves, 1938: 96.

[15] Bernal et al, 2013: 142.

[16] Convendría analizar el material de las losas y compararlo con los mármoles grisáceos con vetas azuladas de las canteras de Borba, de donde parece proceder la serie de placas de menor grosor. No obstante, otra posible fuente de abastecimiento pudo hallarse en calizas marmóreas de las canteras en el Valle de San Román, 6 km. al sur de Talavera la Vieja. De este lugar se sospecha procedan también la cal para la argamasa y el plomo, pues frente a las canteras de caliza marmórea, hay abiertos filones en una mina de malaquita y galena con huellas de laboreo muy antiguo.

[17] Rodríguez, 1988: 207.

[18] Bejarano, 2016: 143.

[19] Bouet, 1999: 96.

[20] Fernández et al, 1999: 300.

[21] Reis, 2014: 380.

[22] Correia y Reis, 2000: 271.

[23] González, 2012: 142.

[24] Martins, et al, 2011.

[25] Carneiro, 2013.

[26] Río-Miranda e Iglesias, 2002.

[27] González, 2012: 148-149.

[28] Real Academia de la Historia. 1796: 353, Fig. 4. let. Q

[29] Vitrubio, VIII, 7,6.

[30] González, 2012: 149.

[31] En su visita, Hermosilla recorrió los alrededores del pueblo, buscó en sus construcciones antiguas y modernas, fragmentos arquitectónicos reutilizados e intentó comprobar la existencia de vestigios de algunos templos de época romana, sin realizar ninguna excavación sistemática. Su narración es meramente descriptiva, un simple catálogo de los restos hallados, para los que aventura algunas hipótesis, a veces erróneas como en el caso de la Cueva de La Cantamora, que interpreta como parte de un acueducto subterráneo, sin que los investigadores que le suceden, incluyendo a Ponz (1784, reed. 1983: 80), (1897: 393), Forner (s/f) o el propio Mélida la cuestionen (1922: 90).

[32] Barrragán, 2014: 215.

[33] Martins et al, 2011: 8.

[34] González, 2005: 180.

[35] González y de Alvarado, 1999.

[36] Sevillano y Vidal, 2000: 201.

[37] Baños et al, 1997: 335.

[38] García-Entero, 2005: 870

[39] Sanguino, 1911: 446.

[40] Marín, 2014: 259.

[41] Abascal, 1996: 277.

[42] García-Bellido, 1996.

[43] González, 1985: 189.

[44] Cerrillo, 1982: 179.

[45] Nielsen, 1990: 67.

[46] Cerrillo et al., 1988).

[47] Ibid.: 173.

[48] García-Entero, 2005: 367.

[49] Reis, 2004:147.

[50] García-Entero, 2005: 845.

[51] Arribas, 1999: 436.

[52] García-Entero, 2005: 368.

[53] González et al., 1990: 121.

[54] García-Entero, 2005: 363.

[55] Fernández Corrales, 1983: 218.

[56] García-Hoz, 1998-99.

[57] García-Hoz et al., 1992: 387.

[58] La extensión total a falta de una monografía que actualice estos datos es aproximativa, de ahí que la extensión publicada en las dos únicas referencias que tenemos de este sitio no muestra una coincidencia. En la publicación de Río Miranda la cifra que da es de 1188 m2, mientras en la tesis de Mª. Pilar Reis la extensión adjudicada es de 809,80 m2 y aproximadamente 1042 m2 en la segunda fase.

[59] Sevillano y Vidal, 2000: 200.

[60] Río-Miranda e Iglesias, 2002.

[61] Reis, 2014: 394.

[62] Cerrillo, 1982: 136.

[63] Gijón, 2013.

[64] Río-Miranda e Iglesias, 2002: 9.

[65] Reis, 2014: 395.

[66] Chautón, 2008: 165.

[67] Caballero y Montes, 2016:85.

[68] Chautón, 2008: 166.

[69] Vargas y Matesanz, 2006: 137.

[70] González, 2011: 172.

[71] Bejarano 2016: 130 y 139.

[72] El primer análisis de este edificio fue debatido públicamente en las Charlas Coloquio del Campo Arañuelo (González, 2005), pero la escasa difusión de la publicación de este trabajo y el hecho de que otros conjuntos termales del territorio cacereño permanezcan inéditos o en publicaciones locales muy antiguas y sin reditar, nos decidieron a replantar el tema elaborando una síntesis descriptiva y actualizada.

[73] García-Entero, 2005: 18.

[74] González y de Alvarado, 2002: 77.

[75] Beard, 2008: 341.

[76] Magallón et al, 1995: 18.

[77] Rebuffat, 1991: 7.

[78] Barrientos, 1997: 279.

[79] García-Entero, 2005: 180.

[80] Abascal et al., 1997: 42.

[81] Dos Santos, 2013: 2.

[82] Núñez, 2008: 167.

[83] Gómez, 2011: 213.

[84] Vega, 2010: 307.

[85] De Laine, 1999: 68.

[86] Stylow, 1986: 306.

[87] Andreu, 1999: 290.

[88] Barrientos, 2011.

[89] Reis, 2014.

[90] García-Entero, 2005: 869.

[91] Ibid: 750.

[92] Haba y Rodrigo, 1991; Rodrigo y Haba, 1992.

 

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Dic 042019
 

Miren Gardoqui Iturriarte.

 Alexandre Laborde (1773-1842) nació en París en 1773 y muere en esta misma ciudad 69 años después. Procedente de una familia de comerciantes y viajeros y descendiente de españoles[1]. Concretamente fue el séptimo hijo del matrimonio entre el Primer Marqués de Laborde, Jean-Joseph de Laborde y Rosalie de Nettine[2], quiénes le proporcionaron una temprana educación viajera y militar.

Con su madurez, fue un hombre que desempeñó diferentes profesiones y, como referirá algunos años más tarde Guigniaut, su “vida va a ser improvisación constante”[3]. Además de artista fue arqueólogo, erudito e historiador, también fue militar, hombre diplomático, administrador civil, diputado, economista y alcalde[4]; aunque para las líneas que a continuación se ofrecen, focalizaremos la atención en su faceta como viajero y escritor.

Fue enviado por su padre a vivir a Austria cuando tenía 15 años, junto al resto de su familia, al estar amenazado su progenitor por la monarquía francesa. Las primeras noticias profesionales del joven Alexandre de Laborde le sitúan durante la década de los 90 del siglo XIX, concretamente en 1792, cuando tenía 19 años, durante la Guerra de Francia contra Austria, momento en el que está apoyando al bando austríaco, y poco después, en 1794, su padre será ejecutado en la guillotina francesa.

Durante este periodo de su juventud viajó por el Imperio Austríaco, Moldavia, Suiza, Holanda, Inglaterra, Italia y España[5], por motivos comerciales y familiares ya se apreciaba entonces en el joven su especial interés por la observación detenida de los monumentos y de los lugares que recorría. Admiraba el pasado clásico y las ruinas que denotaban la grandiosidad de Roma, pero cuando Laborde visitó España, se mostró cautivado por un país con una herencia inexplorada y sustancialmente desconocida que le caracterizaba, y caracteriza, por la presencia de la cultura clásica y andalusí. El descubrimiento de los monumentos mudéjares, produjo gran impacto en el joven viajero francés, como podemos comprobar en la descripción que hizo sobre el Monasterio de Guadalupe: “[…] qu´une sorte de charme se répand dans l´ame […] Le cloitre est remarquable par le genre d´architecture qui y regne, mélange de gothique et d´arabe, comme presque tous les édifices de cette espece en Espagne[6].

Finalizando el siglo XVIII, en 1797, cuando tenía 24 años, y una vez que había finalizado el exilio, volvió a su Francia natal y fue en ese momento cuando comenzó su vinculación con las esferas de los poderes políticos. Destacaremos que durante esta época consiguió numerosos honores y reconocimientos gracias a su alineación con el poder napoleónico.

Laborde era un hombre polifacético, amante de las letras y el arte y, como afirma Guigniaut, los viajes que realizó por Europa agudizaron el espíritu de su curiosidad: “La experiencia precoz y variada de los hombres y de las cosas, adquiridas durante la larga estancia en el extranjero, que desde aquel momento marcó la doble vocación de viajero y erudito al mismo tiempo, y de artista, así como de observador, curioso y práctico de las instrucciones, de las costumbres, de todo el estado social de los pueblos”[7].

El primer viaje que realizó a España junto a su equipo, acompañado de una veintena de artistas y especialistas, tuvo lugar entre los años 1798 y 1806, con el patronazgo regio español y del Imperio francés. En este mismo año (1806), se publicó el primer volumen de su obra Voyage pittoresque et historique de l´Espagne en la Imprenta de Firmin Didot en París. Recorrió la península en condición de arqueólogo, recogiendo y produciendo material para crear su obra monumental Voyage pittoresque et historique de l´Espagne[8], publicándose la primera edición francesa en en París y al año siguiente (1807) la primera edición traducida al Castellano, de la que en primera instancia solo se publicó la primera parte del primer volumen[9] y por los sucesivos avatares históricos, la publicación completa de la obra se dilató hasta 1820, ya que hizo falta que llegase la caída de Napoleón en 1816 para que, cuatro años después, pudiera publicarse el cuarto y último tomo que formaba la primera obra completa de carácter enciclopédico de este autor sobre nuestro país, que fue fruto del viaje que Laborde realizó por las provincias españolas.

No obstante, tras su primer viaje a la Península (1789-1806), regresó en 1808 bajo el amparo de un Napoleón victorioso y durante esta época a nuestro protagonista se le encomendaron misiones diplomáticas e internacionales por los países estudiados en otros de sus libros, como fue el caso de su Viaje a Austria al año siguiente.

Laborde fue el guía de Napoleón en su inmersión en España, ya que dominaba la lengua castellana y además, también jugaba a su favor la amistad que le unía con Godoy. Precisamente fue durante el año de 1808 cuando comenzó a trabajar como auditor del Consejo de Estado Francés y salió a la luz la primera edición en París de su segunda gran obra sobre España, Itineraire descriptiff de l´Espagne, en el que se incluía un atlas de 28 mapas.

La primera edición de la obra traducida al castellano la localizamos en 1816 realizada por Mariano Cabrerizo y Bascuas, impresa en la Imprenta de Ildefonso Monpié en Valencia. Según la profesora Krauel Heredia[10], esta obra pudo servir de guía a los ejércitos franceses durante la Guerra de la Independencia para su incursión y toma del territorio español. No obstante, debemos comentar que las obras de Laborde han sido interpretadas de diversa manera; algunos como Krauel las han entendido como un manual de guerra, además de un libro de viajes o una obra de carácter enciclopédico. Pero otros autores como D´Ormesson y Thomas, defienden que no fue una herramienta de espionaje y de carácter bélico, afirmando que esta postura está impregnada de prejuicios por parte de la Corte española y el país, enmascarando así su verdadero contenido histórico, artístico y social[11] que debemos valorar.

Laborde fue siempre un hombre ligado al Régimen Napoleónico. Los acontecimientos políticos estarán muy relacionados con su obra; el gobernante francés se interesó por ella por ser una valiosa fuente de información para las campañas francesas contra España durante la Guerra de la Independencia, creándose la polémica con la publicación de la obra, ya que estuvo auspiciada por la Corona Española[12], dedicándole un grabado en el frontispicio de la obra a Godoy, el Primer Ministro de Carlos IV.

La obra de Laborde, publicada en 1806 en París, le fue muy útil a las potencias amigas pero sobre todo a los ejércitos invasores de las enemigas, conteniendo material fundamental para la invasión francesa en 1808[13]. En los albores del siglo XIX, Francia necesitaba una buena guía de España escrita en su propia lengua, porque hasta el momento, la mejor obra al respecto que existía era Viaje a España de Antonio Ponz[14] (1783), pero estaba escrita en castellano y sin traducción.

A su vez, hay que recalcar que Laborde tomó esta obra como fuente principal para la realización de su Viaje Pintoresco, al igual que el militar y espía inglés, amigo de Jovellanos, Alexander Jardine[15], trazando una imagen más neutral y realista de lo habitual de España, buscando posibles causas económicas y políticas para poder explicar el supuesto atraso de un país expresando a la vez su admiración por esta tierra que en cierto modo, había sido castigada por la historia[16].

El proyecto se inició en épocas de paz entre los países vecinos a comienzos del siglo, cuando el monarca español, hizo una concesión de un privilegio al Pintor de Cámara Antonie de Boudeville, para editar el Viaje pintoresco, a lo que Alexandre de Laborde se asoció a él y se inició el proyecto[17].

Hubo una asociación de hombres ilustrados en Madrid, que se unieron para contribuir con la obra. La asociación estaba formada por Juan Fernández de Roja, M. Cerat, como encargado de la redacción del texto original de Laborde traducido al castellano y encargado de recoger los documentos históricos y los artistas grabadores François Ligier y Jacques Moulinier.

A pesar de la publicación en París de la edición francesa al completo, el segundo y último tomo de la edición española se dilató hasta 1823 por la situación belicosa e inestable que atravesaba el país. La circunstancias provocaron un retraso en las publicaciones españolas, quedando incluso sin editarse, la última parte del libro. Por ello, la calidad gráfica del segundo volumen se reduce.

Además la obra de Laborde, jugó un papel fundamental para el conocimiento de la riqueza del patrimonio español en el resto de Europa, a comienzos del siglo XIX. España era un país periférico, separado del resto del continente europeo por la gran barrera natural de los Pirineos y por tanto, desconocido para el resto de los europeos, decayendo el interés por España a favor de otros destinos dentro del espacio europeo incluidos dentro del Grand Tour, un tipo de viaje para los jóvenes aristócratas que tuvo un gran impulso desde la segunda mitad del siglo XVIII convirtiéndose en una gran moda[18].

La obra de Laborde situó al país al mismo nivel que Grecia, entre Oriente y Occidente por su gran y diversa riqueza arqueológica señalada por el francés en su Viaje Pintoresco. La visión que aportó Laborde sobre nuestro país sería una visión arqueológica, que se interesaba fundamentalmente por la Antigüedad Clásica y sus restos.

La valía de estas obras surgidas del ambicioso proyecto humanista de carácter enciclopédico del viajero galo, suponen una fuente muy reconocida a niveles culturales y científicos, porque incluso en la actualidad es una de las fuentes principales a caballo entre los siglos XVIII y XIX y antecesora de diversos géneros literarios y disciplinas de estudio e investigación.

A pesar de ello, entendiendo la Historia desde su más amplia complejidad, es una afirmación que se sostiene por sí sola la de que la obra, y sobre todo el material cartográfico que incluía (planos, mapas, vías de comunicación, caminos, etc.), se emplearían como mecanismo estratégico de guerra, pero incuestionablemente es de agradecer que haya quedado recogido un material de esta calidad y valor cultural para el estudio.

Este hombre es su plena madurez y al final de su trayectoria tuvo la suerte de ser reconocido por sus coetáneos en vida ya que, el año 1809, se le otorgó el título de Conde del Imperio. El mismo año comenzó otro de sus grandes proyectos que contribuirían para lograr ese reconocimiento, al reunir cronológicamente todas las “riquezas monumentales” de Francia, con intención de recopilar la información y catalogar el patrimonio, obra que se publicó bajo el título de Monuments de la France clessés chronologiquemenr er considérés sous le rapport des faits historiques et de l´etude des arts (1809, París), publicado también en la imprenta de Didot y en la prensa nacional en 1816.

A comienzos de la década de los años 20 del siglo XIX publicó Voyage pittoresque en Austrichey, en estas fechas, fue elegido diputado y se mostró contrario a la Guerra Carlista de 1823.

Laborde fue pionero en varias disciplinas, como lo fue la archivística francesa, labor que será continuada por su único hijo varón, León Laborde, gran aficionado a los grabados, a los viajes y a lo pintoresco por influencia de su padre.

En la década de los 30, fue nombrado Informador de la Comisión de Antigüedades de Francia y fue entonces cuando publicó el segundo tomo de Monuments de la France (1836) y, por su amistad con Luis Felipe I de Francia , realizó la obra Versailles ancien et moderne (1839), elaborada a modo de una guía práctica recreando un itinerario por el palacio al lector y evocándole los diferentes momentos históricos.

También se le otorgó el título de académico de la Académie des inscriptions et belles-lettres, además del de la Académie des Sciences morales et politiques (en la sección de economía y política) y la Classe d´Historie et Literature Ancienne.

A pesar de todo este prestigio social, la situación económica de Alexandre de Laborde comenzó a truncarse en 1840, y se vio en la necesidad de abandonar y dimitir de sus cargos y funciones, viéndose obligado a abandonar Francia. Durante un corto periodo de tiempo se dedicó a viajar por Italia, Suiza, Alemania y Grecia, pero volvió a su Francia natal un par de años después, falleciendo en París en 1842.

Nos resulta muy atractiva e interesante la figura de este hombre de letras, ilustrado, viajero, artista, conocedor de la Historia y el arte. Realizó grandes aportaciones que hoy nos sirven de herramienta, en este caso, desde la óptica de la Historia del Arte y del patrimonio Histórico-artístico.

En los tiempos modernos, una serie de viajeros recorrieron el territorio español con diversos fines y nos sirven de fuente y guía fundamental del patrimonio español, ya que sus textos aportan una rica documentación de tradiciones, costumbres y obras de arte y patrimonio. Estas ediciones como las de otros viajeros como la de Antonio Ponz Viaje de España (1772-1794), se convirtieron en una de las obras clave en las que se basarían muchos otros después, entre ellos el autor galo cuyos pasos tratamos de seguir en este estudio. Habrá otros, como Joseph Ortiz, el viajero español que recorrió y documentó las provincias españolas apoyado económicamente por Carlos III y Carlos IV, al igual que lo hizo Laborde. Ortiz sostuvo varios pleitos con los extranjeros que acompañaron y asistían a Laborde, como con el arquitecto Ligier, y también con el arquitecto y grabador Jean Moulinier, el pintor de arquitecturas Jean-Lubin Vauzelle, así como con el propio Alexandre Laborde.

José Cornide también realizó un viaje por España y Portugal entre los años 1754 y 1801[19], y el espionaje implícito en sus viajes a Portugal se ha comparado con los “verdaderos” fines de la obra de Laborde.

Ya sea por unos fines o por otros el tema de los viajes y la figura del viajero está presente en nuestra cultura desde épocas tempranas y nos aportan una nueva visión del territorio, porque utilizando las palabras de Juan Goytisolo: “La iluminación súbita de la visión explica el hecho de que los extranjeros aprehendan y aprecien el valor de lo que los nativos no ven, sino que reconocen en cuento a decorados o paisajes integrantes de sus vidas. La rutina empaña o vela la nitidez de la mirada. No vemos el encuadre natural que nos enmarca: forma parte de nuestra existencia y el extraño lo capta mejor que nosotros”[20].

Realizando una revisión histórica por la literatura de viaje o relatos de viaje, género en el que se enmarca la obra de Laborde, se ha de hablar de un antecedente en la Antigüedad Clásica como es el Viaje de Pausanias, recogido en su obra “Periégesis de Grecia” (10 vols., Grecia, S. II a. C.).

El interés por los viajes, el conocimiento del territorio y del mundo ha caracterizado al hombre en los sucesivos siglos, arraigándose durante la Edad Moderna, como comentábamos previamente, el Grand Tour, un tipo de viaje que realizaban los jóvenes aristócratas por el viejo continente como un proceso de aprendizaje, pero no se debe perder de vista el doble sentido que albergaba la motivación a realizar estos viajes. Se convirtió en una manera de aumentar la distinción social gracias a los diferentes suvenires que adquirían por el camino, como piezas arqueológicas, obras de arte, piezas de ruinas clásicas, etc. que se convirtieron en un motivo de deseo entre algunos de estos viajeros[21].

Avanzando en el tiempo, y situándonos en el periodo que nos concierne entre el siglo XVIII y XIX localizamos figuras de las Letras como Chateaubriand, amigo de Laborde[22] y novelista galo moderno que escribió Itinéraire de París a Jerusalém (París, 1835), quién estableció los precedentes clásicos del Viaje Pintoresco.

Este autor coincidió en el tiempo con su compatriota Laborde, autor cuyas obras Voyage pittoresque et historique de l´Espagne (París, 1806) y Itineraire descriptiff de l´Espagne (París, 1808) trataremos por su valor para el análisis histórico-artístico que se realizará, y por la calidad gráfica de las láminas grabadas por el autor francés y sus ayudantes grabadores.

Precisamente Chateaubriand indicó así la importancia de los documentos gráficos o grabados del siglo XIX en este tipo de obras: “Si el grabado se hubiera conocido en los tiempos de Pausanias, tendríamos hoy un tesoro inestimable; Veríamos por entero y en pie esos templos cuyas ruinas podemos admirar ahora”[23].

Los turistas de finales del siglo XVIII conocidos como los Turistas Románticos y los de principios del siglo XIX conocidos como Turistas Neoclásicos, cambiarán la concepción de sus viajes.

El viajero comienza a preocuparse cada vez más por la observación de los lugares que visita. Desde este momento el principal objetivo de los viajeros del XIX y de los posteriores turistas como tales, sobre todo durante el siglo XX, será el conocer los lugares que visita mediante una percepción visual a partir de la observación de los principales monumentos, paisajes y lugares que visite de una determinada región o país (en inglés se conoce como sightseeing)[24], contribuyendo y caminando en paralelo con la aparición de la reproducción de imágenes seriadas, como los grabados o las posteriores artes industriales y obviamente la fotografía del siglo XX y las postales.

No obstante, también hemos de tener en cuenta que en los últimos años nos estamos sumergiendo en una cultura en la que nos regimos por el “tanto aparentas, tanto vales” frente al “tanto tienes, tanto vales” de antes, por lo que muchas veces cuenta más el hecho de sacarse una fotografía en un lugar determinado para que los demás lo vean más que por el propio gusto de la contemplación y el disfrute in situ.

El libro de viajes con ilustraciones será el precursor de las guías turísticas, nacidas en la segunda mitad del siglo XIX, con auge en el XX y manteniéndose hasta la actualidad. Este turismo burgués nació en el siglo XIX y es heredero de los sentimientos y la búsqueda romántica del paisaje y las genuinas culturas de los pueblos, que no tardarán en convertirse en “pintoresquismo” y folklore en los siglos inmediatamente posteriores.

El tipo de itinerarios que se realizaban en el Gran Tour ya citado, y con los viajes pintorescos, muestran un alto grado de similitud con el actual turismo cultural e incluso con las becas de estudio en el extranjero. Siglos después siguen realizándose anotaciones con rutas, recomendaciones o curiosidades variando los cuadernos por las guías o incluso los blog de la web sobre actividades turísticas.

En cierta medida podemos hablar de un gusto del viajero decimonónico por vivir, experimentar en primera persona, sentir, documentar, describir y plasmar todo dato, tanto objetivo como subjetivo sobre las experiencias vividas en el viaje, como hicieron autores anteriores como A. Ponz o el propio Laborde.

En el siglo XVIII el tercer Conde de Shaftesbury mencionaba la necesidad de vivir y sentir in situ para conocer, comprender y describir un lugar, germen que estallaría, como venimos comentando, en esta transición entre los siglos XVIII y XIX, marco cronológico en el que se inscribe la base de este estudio: “ Por conocimiento del mundo yo entiendo aquel que resulta de la observación de los hombres y las cosas desde un contacto con las costumbres y uso de otras naciones, con una visión interna de sus políticas, gobierno y religión […] esta es la madre de las ciencias que todo caballero debe comprender y de la que nunca han oído nuestras escuelas y colegios”[25].

No obstante no debemos perder de vista que las obras de Laborde, fruto de su viaje por España a comienzos del XIX, eran libros de viaje ilustrados que además de los motivos históricos, artísticos, científicos o sociales que los habían movido, jugaron un papel de un arma de doble filo en cuanto a aportación y destrucción, desde la óptica nacional española y de algunos autores.

El viajero francés, con su condición de turista romántico también desempeñaría, como comentábamos antes, la función de informante para el Gobierno y el ejército napoleónico. Sus obras a pesar de servir para conocer el propio patrimonio cultural de nuestro país y nuestra región, y resultar útil para el conocimiento de nuestro territorio para la potencias enemigas e invasoras.

Volviendo a nuestro cometido y avanzado en la línea cronológica respecto a esta literatura de viajes donde se enmarca la obra de Laborde, nos encontramos con las guías turísticas del siglo XX, guardando paralelismos con los mecanismos de difusión que constituían los libros de viajes, pero más de 100 años después.

El tren y las obras públicas de vías de comunicación, irán despegando en Europa con la revolución industrial y se irá diluyendo el carácter singular y subjetivo de estos relatos. El viajero pasa a ser turista y éste se vuelve habitual en las ciudades históricas. Lo que en la actualidad conocemos como turismo moderno lo reconoceos a partir de la invención de la máquina de vapor por James Watt al aumentar así, el desarrollo del ferrocarril y la navegación, produciéndose, un aumento de la velocidad de desplazamiento y crecimiento de las rutas y vías de comunicación.

Serán cruciales algunos personajes considerados los “padres del turismo moderno” entre ellos Karl Baedecker (1801-1859) quién se convirtió en editor de guías de viajes o turísticas de gran calidad desde finales de la década de los años 20 del siglo XIX hasta mediados de los 40 del mismo siglo[26].

Elías Tormo, gran humanista, fue otro personaje que dejó una fuerte huella en la Historia del Arte y el turismo moderno. Fue el primer Catedrático en Historia del Arte y tuvo un gran número de discípulos. En la docencia fue un gran y constante impulsor del contacto directo con la obra de arte, fomentando los desplazamientos y el excursionismo, dejando muestra de este incansable interés en varias de sus obras como los cuadernillos de “El arte en España”, “Cartillas excursionistas”, etc. :”Los viajes profesionales y las prácticas y docencia directa en los museos […] vocación educativa […]como rememora en sus memorias: repito los miércoles todos de octubre a junio de cada año con conferencias-visitas a las obras de arte de los Museos de Madrid, no a alumnos, sino al público que me sigue”[27].

Así hemos alcanzado en la actual era post-industrial una potentísima fuente económica que es la del turismo, con un amplio abanico de `posibilidades y modalidades.

Hoy en día el turismo cultural es un mecanismo poderoso por contribuir a reforzar la identidad comunitaria y permite restablecer las diferencias y similitudes entre los países (UE, 1993), regiones, provincias, localidades, etc.[28].

Entre estas nuevas modalidades destacan los itinerarios culturales que suponen un hilo conductor entre elementos patrimoniales de diferentes zonas y permiten una trascendencia de escala que supone “[…] una vinculación entre pueblos, ciudades, regiones e incluso continentes”[29]. Precisamente, las dos grandes obras de Alexandre Laborde sobre España, pueden y constituyen una posibilidad para este nuevo mercado.

La obra Voyage pittoresque et historique de l´Espagne de Laborde se divide en cuatro partes, a su vez, divididas en dos tomos cada una. Por tanto se fracciona la obra en cuatro secciones de carácter histórico-artístico para el desarrollo de la obra completa: la primera sección corresponde a “La España romana” y en ella se incluye Cataluña, con las ciudades de Tarragona, Valencia y Saagunto y Extremadura con la ciudad de Mérida. La 2ª sección denominada “La España árabe” incluye las ciudades de Córdoba y Granada. La 3ª sección está formada por “La España gótica” y está integrada por monumentos medievales del País Vasco, Galicia, Aragón, Asturias y León, destacando las ciudades de Santiago, Burgos, Valladolid y Toledo. Por último la 4ª sección “La España moderna” está dedicada a Madrid. También contiene a modo de anexo un breve texto sobre la evolución de las artes en España desde la época de los Reyes Católicos acompañado de 8 láminas grabadas.

Lo referente a Extremadura se recoge en las páginas de la mitad en adelante del segundo libro (Tomo I, 2ª parte). Entre las páginas 107 (374 en la digitalización de la Hemeroteca Digital de la BNE) a la página 130 (467 en la Hemeroteca digital) se intercalan junto al texto, 46 láminas con 53 grabados de 25 monumentos de Extremadura, 3 esculturas, 3 láminas dedicadas a fragmentos decorativos y arquitectónicos de los monumentos extremeños y algunas vistas generales y pintorescas. Incluye obras de Badajoz, Mérida, Alange, Alconetar, Alcántara, Cáceres, Coria, Talavera la Vieja, Cáparra, Yuste, Guadalupe y Zalamea de la Serena, dominando aquellos municipios en los que se conservan restos de la Antigüedad Romana. El dibujante y el grabador de cada lámina se indican en a izquierda y derecha bajo el grabado, 9 de estos grabados son de Laborde, mientras que los demás serán obra de Ligier y Moulinier como comentábamos antes.

En el volumen de la obra del francés Itineraire descriptiff de l´Espagne se incluye un anexo con 28 láminas grabadas de mapas de diferentes zonas de la Península Ibérica y las Islas Baleares.

Laborde nos habla de poblaciones extremeñas en dos capítulos de esta obra, uno dedicado a Extremadura y otro dedicado a la provincia de Andalucía pero donde sin embrago localizamos poblaciones de la Baja Extremadura. El primero establece 5 rutas que atraviesan la región y dos láminas con planos que las ilustran[30], y en el siguiente, dedicado a Andalucía, se añaden otras dos rutas que recorren parte de la Baja Extremadura e incluye otras 3 láminas, en dos de las cuales[31] se aprecia parte del territorio extremeño y, en la tercera, la prolongación de las vías de comunicación que vienen desde Mérida.

A pesar de que en su primera publicación Voyagge pittoresque, en Itineraire descriptiff incluye algunas poblaciones extremeñas, que a pesar de su valor histórico y patrimonial, que en lo que el autor llama “Ruta desde las fronteras de Castilla la Nueva, por Talavera de la Reyna, hasta la de Portugal, 38 leguas y media (V. En el Atlas, láminas 25 y 24)”[32], dentro del recorrido por la “Calzada de Oropesa”: Navalmoral de la Mata, la actualmente dehesa e inexistente villa del “Espadañal”, Almaraz, Casas del puerto de Miravete, Jaraicejo, Trujillo, Miajadas, la ya desaparecida aldea de San Pedro, Trujillanos, Mérida y Badajoz hacia Portugal.

Sin duda resulta indiscutible el protagonismo de la antigüedad romana en estas dos publicaciones de Laborde que analizamos, y consecuentemente la abundancia de descripciones, comentarios e imágenes grabadas de la ciudad emeritense, la actual capital provincial y regional. Sin embargo y para no solapar la información brindada en tantas publicaciones sobre esta cuestión, consideraremos la ciudad de Trujillo en la provincia cacereña, sobre la que el autor galo brinda una información lacónica únicamente en su Itinerario descriptivo para un estudio más detallado de la obra del francés sobre este enclave y su patrimonio.

Para ello tendremos en cuenta [33] el artículo del Dr. En Lengua y Literatura Francesa por la Universidad de Caen (Francia) Francisco Vicente Calle Calle “Trujillo visto por algunos viajeros de lengua francesa” presentado en 2006 a los XXVII Coloquios Históricos de Extremadura para tratar de aportar un análisis histórico artístico detallado de la visión de esta ciudad decimonónica y comparativa de este viajero y otros de los que bebió, contratando los datos extraídos con una realidad más reciente.

La carretera general de Madrid a Badajoz atravesaba el municipio de Trujillo como nos indica Madoz, siguiendo la trayectoria y pasando por el Puerto de Miravete, Jaraicejo “[…] para de postas del Carrascal, Trujillo, Puerto de Santa Cruz, Villa Mesías y Miajadas […]”[34], que formaban parte del mismo partido judicial.

El autor nos habla de tres partes diferenciadas en la ciudad: el castillo, la ciudad antigua y la ciudad nueva[35]. La descripción que hace el viajero francés presenta muchos puntos en común con la realizada por Ponz en 1784, aunque este hacía una división de la ciudad en dos partes: La villa (castillo y la villa medieval intramuros) y la ciudad (ciudad renacentista extramuros)[36].

El Casco Histórico de Trujillo fue declarado Bien de Interés Cultural bajo la categoría de Conjunto Histórico con la fecha del 5 de septiembre de 1962.

El francés continúa la descripción de la ciudad mencionando el abastecimiento de agua a través de cisternas: “[…] provisto de muchas cisternas, de las cuales existen algunas, con un depósito de agua manantial, adonde se baxa por una escalera espiral”[37]. Parece que el viajero siguió la descripción de Ponz pero difiere al situar “la cisterna con escalera espiral” en el castillo: “el castillo que está en la parte más elevada, era en otro tiempo muy fuerte, y provisto de muchas cisternas, de las cuales existen algunas […] adonde se baxa por una escalera espiral”[38], mientras que Ponz concretó más diciendo: “[…] Había en el castillo y otros parages muchas cisternas […] hay una alberca o pozancon con escaleras para baxar alrededor por agua manantial”[39].

Probablemente la referida cisterna sea la que en la actualidad se conoce como la alberca, como bien decía Ponz años antes que Laborde.

El castillo[40] fue un enclave importante durante el periodo de dominación árabe (califal) y tras la reconquista cristiana fue remodelado en varias ocasiones entre 1451 y 1584[41]. Antonio Ponz nos describe así la villa medieval en la que se incluye el castillo: “Aquella es un paraje elevado con cerca de murallas, castillo, altísimas torres y plaza de armas, donde hay una ermita dedicada a San Pablo, en cuyo día se conquistó de los moros”[42], haciendo alusión al periodo de la reconquista cristiana.

Tras la Guerra de la Independencia y el paso de las tropas francesas el castillo quedó en ruinas, reparándose y remodelándose nuevamente a finales de la década de los años 30 del siglo XIX (1838)[43], como nos informa Pascual Madoz en su Diccionario Histórico-Geográfico: “Y a su extenso NE. Se halla un fuerte castillo que estaba muy deteriorado cuando vivíamos en paz, pero que repararon los franceses y que fue mejorado en 1837, hallándose en buen estado” [44], indicando un buen estado de conservación a mediados del siglo XIX.

Laborde también nos habla de la muralla, de la plaza de armas intramuros y de la “Casa de la Nobleza” con torres y blasones[45], que así mismo describió Ponz en su Viaje de España[46]. El autor galo continúa describiendo la ciudad señalando la regularidad del urbanismo, en lo que denomina la Ciudad Nueva[47], es decir, la ciudad extramuros.

Laborde nos informa en su Itinerario descriptivo que la ciudad de Trujillo tenía 5 parroquias, 4 conventos de religiosos, 4 de religiosas, 4 hospitales y la plaza mayor, de la que señala que es: “[…] notable por su belleza y regularidad; es cuadrada, y esta circuida de pórticos […]”, denominada la Plaza del Pan[48], como añade Ponz.

Aunque Laborde no nos concreta qué parroquias, conventos u hospitales son los que conoció en su paso por Trujillo, hemos recurrido a la obra de A. Ponz para tratar de localizar las obras o bienes que existían en la ciudad por la proximidad existente entre ambas publicaciones. En la obra están citadas la parroquia de San Martín, la de San Andrés, la de la Vera Cruz y la de Santiago. 4 conventos masculinos y otros 4 femeninos como el de Santo Domingo, San Francisco La Real (de la Coria), la Merced y el de San Pedro de Alcántara para el primer caso, y el de Santa Clara, San Pedro, San Miguel y la Concepción de religiosas para el segundo caso[49]. También se mencionan 4 hospitales, el de la Caridad, el de la Concepción, el del Espíritu Santo y el Hospital de San Francisco.

Laborde nos proporciona algunas descripciones algo más amplias y detalladas de ciertos inmuebles como la Iglesia Parroquial de San Martín, donde destaca la calidad de las pinturas de “San Pedro” y “La Adoración de los Reyes” existentes en su interior[50], la Iglesia de Santa María con el sepulcro de D. Diego García Paredes y la Casa del Ayuntamiento (hoy Palacio de Justicia) con el salón en el que menciona que había unas pinturas[51], que también señala Antonio Ponz[52].

Cuando Laborde menciona los templos trujillanos incluye una que denomina como “Iglesia de San Jayme”: “La Iglesia de San Jayme tiene una bella estatua de un santo apóstol de Gregorio Hernández”[53], de la que no hemos localizado algún dato que indicase la existencia en Trujillo de una iglesia con esta advocación, por lo que probablemente se refiera a la Parroquia de Santiago, que si es citada por Ponz pero no por Laborde: “[…] Parroquia de Santiago es, a mi entender, el más estimable de esta ciudad […] bellísima es la estatua del santo á mi parecer, de Gregorio Hernández”[54].

Este conjunto de monumentos, entre otros, componen el gran conjunto urbano de la ciudad de Trujillo, que hoy cuenta con una declaración BIC[55].

Descripción / Análisis histórico-artístico del Conjunto Histórico de Trujillo:

Trujillo se compone de un importante complejo urbano conformado a partir de diferentes épocas históricas, musulmana, medieval cristiana, moderna y contemporánea, cuyos elementos arquitectónicas hacen de esta ciudad un hito en lo que al patrimonio arquitectónico se refiere. En el S. IX, periodo de dominación musulmana (época califal), se inician las obras del castillo y en el siglo XI están configuradas las murallas, cuyo aspecto, como el primero, se modificará tras la Reconquista, quedando muy pocos restos de la original como ya indicó Mélida a comienzos del siglo pasado. Se trata de un recinto rectangular de mampostería y sillería jalonado por 17 torres dispuestas a intervalos irregulares. De aquella primitiva muralla se conservan la puerta de la Coria (Arco del Triunfo), la de San Andrés y la de Santiago. Trujillo fue reconquistada por Fernando III en 1232 pero hasta mediados del siglo XIV el desarrollo arquitectónico de la ciudad se concentra en el interior del recinto murado, lo que después se conocerá como “Villa”. Por estas fechas surgen las primeras fases de la expansión de la ciudad extramuros con las primitivas fábricas eclesiásticas de San Martín y San Clemente. El elemento que definitivamente impulsó el desarrollo de Trujillo fue la concesión del título de Ciudad por Juan II en 1430, diferenciándola de la Villa y pasando a denominarla Ciudad. Entre finales del siglo XV y principios del XVI se fundan y construyen los primeros conventos trujillanos como los de San Miguel, La Encarnación y San Francisco y se edifican las nuevas Casas Consistoriales en la Plaza Mayor, las cuales hasta el último tercio del siglo XV habían permanecido en el interior de la Villa. Esta plaza en el siglo XVI se denominaba Plaza Pública, Plaza del Arrabal o Plaza de San Martín. La estructura fisionómica de la plaza termina de configurarse con otra serie de edificios concejiles. Los edificios de la plaza se articulan en dos o tres niveles con un cuerpo de soportales (portales del pan) con arcos de medio punto sobre pilares. Durante el siglo XVI la ciudad superará con creces sus antiguos límites, por lo que el incremento de los patrimonios solariegos impulsó el desarrollo urbanístico y arquitectónico. Dicha expansión remodelará las antiguas fábricas eclesiásticas y poblará la ciudad de nuevas construcciones nobiliarias y proporcionará a Trujillo es aspecto con el que llega al siglo XVIII.

Las dos zonas diferenciadas en la ciudad (Villa y Ciudad) mantendrán una evolución arquitectónica diferente. Los elementos góticos y militares que caracterizan la Villa desaparecerán en la ciudad donde, la arquitectura tendrá un carácter más palaciego y renacentista. Durante el siglo XVII las acciones constructivas se orientarán fundamentalmente a la conservación, aunque en la parte de la villa se comenzará a dar una situación arquitectónica regresiva y casi de abandono. En el siglo XVIII comienzan a manifestarse síntomas de un cambio en la mentalidad urbana, arquitectura y urbanismo, aunque habrá que esperar hasta el siglo XIX para que se produzca un movimiento expansivo arquitectónico-urbanístico. Se conserva una tipología de casa- fuerte en la zona de la Villa que protegían las puertas de ingreso a la ciudad amurallada, el Alcázar de Luis Chaves El Viejo, situado junto a la puerta de Santiago. En la Plaza Mayor se encuentra un importante conjunto de edificios nobles, como el Palacio de San Carlos (S. XVI –XVII) y el Palacio de los Pizarro o del Marques de la Conquista (S. XVI), del que también da cuenta Laborde en su obra Itinerario descriptivo de las provincias de España, “[…] también es patria de Francisco Pizarro, conquistador del Perú” (LABORDE, 1816, p. 388). En la fachada de ambos se abren sendos balcones de esquina, constituyendo el del Marqués de la Conquista el caso más interesante de esta solución constructiva que se trasladaría al otro lado del Atlántico, sobre todo a Perú. Del resto de los edificios civiles de la Plaza cabe destacar el Palacio de la Cadena, obra de los siglos XV-XVI, con una torre notable llamada del Alfiler que formaba originalmente parte del Alcázar de los Chaves- Orellana. También el Palacio de Juan Orellana Pizarro, antigua casa-fuerte que protegía el lienzo de muralla y la Cuesta de la Sangre, edificio que fue reconstruido por el contero en el siglo XVI y convertido en un inmueble exclusivamente palaciego en el que destaca su patio renacentista por el cantero Alonso Becerra, quién trabajó en muchas obras de la ciudad como nos indica Pardo Fernández en un reciente artículo. En cuanto a la arquitectura religiosa de Trujillo, contaba con más de diez conventos, entre los que se conservan las ruinas del Conventual de San Francisco el Real de la Coria, de los siglos XV-XVI, en la zona de la Villa y, en la parte de la Ciudad el de San Pedro (S. XV), que surge en el arrabal entorno a la Iglesia de San Clemente (S. XIV), sobre la cual se edificaría en el siglo XVI el Convento de Santa Clara, convertido hoy en Parador Nacional de Turismo, del que se conservan el claustro y el templo. Se conservan otras construcciones religiosas trujillanas, la iglesia de Santiago (S. XIII), la de Santa María la Mayor (S. XIII-XVI), los edificios parroquiales más importantes de la Villa y, extramuros la Iglesia de San Martín (XVI) sobre una primitiva fábrica del siglo XIV, dominando y cerrando actualmente uno de los frentes de la Plaza Mayor, junto a la escultura pública ecuestre de Pizarro.

Declaraciones:

El Conjunto Histórico de Trujillo fue declarado Bien de Interés Cultural bajo la categoría de Conjunto Histórico el 02/09/1962 y publicado en el B.O.E. Número 215 del 07/09/1962. En la Ley 2/1999, de 29 de marzo, del Patrimonio Histórico y Cultural, en el artículo 8, se especifica el contenido de un expediente para la declaración de un BIC, que es una figura de protección jurídica del patrimonio histórico español. Como se especifica en el B.O.E. (No 215) Decreto 2223/1962, del 5 de septiembre por el que se declara la ciudad monumental histórico-artística el conjunto urbano de la ciudad de Trujillo (Cáceres): “Se haría interminable la lista de edificios, calles y plazas que claman por la definición de Trujillo como ciudad Monumental, su castillo, sus parroquias de Santa María la Mayor y San Martín, la Plaza Mayor, el Rollo de jurisdicción, los aljibes árabes, el Alcázar de los Bejaranos, la Casa de los Escobar, la de los Alvarado, el solar de los Carvajal y Sande, el Palacio del Obispo o vicario foráneo, la Casa de las Cadenas… como interminable sería también el censo de los personajes cuya vida discurrió en estas mansiones […]”[56]

Las declaraciones BIC individualizadas respecto a algunos de los monumentos más significativos de Trujillo son las siguientes: La Alcazaba fue declarada BIC en 1925. La Iglesia de Santa María la Mayor fue declarada BIC en 1943. El Palacio de San Carlos fue declarado BIC en 1978. El Alcázar de Luis Chaves el Viejo fue declarado BIC en 1986. El Palacio de los Pizarro o del Marqués de la Conquista fue declarado BIC en 1987. El Palacio de Juan Orellana Pizarro fue declarado BIC en 1989. Las Casas Principales de los Chaves- Orellana, el Antiguo Palacio de la Cadena con la Torre del Alfiler, fue declarado BIC en 1992.La Plaza de Toros fue declarada BIC en 1998.

Restauraciones:

En el momento en el que se comienzan las obras de remodelación de la plaza, veinte años antes de haberse producido la declaración del Conjunto de 1962, cuando lo habitual era restaurar de forma inmediata una vez declarado el monumento o conjunto en cuestión. La restauración se hizo siguiendo los criterios que responden a la concepción legal que se tiene en ese momento del término Monumento y la ampliación del concepto que se recogerá en la Carta de Venecia desde la óptica teórica. Estas labores de restauración llaman la atención porque hasta el momento pocos conjuntos se habían declarado en España y en Extremadura solo se había declarado Guadalupe (1943), pero el Comisario General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional emitió un informe y comunicado al Director General de Bellas Artes del Ministerio de Educación Nacional reclamando la inmediata actuación en Santa María, de la cual se había incoado expediente de declaración, así como de la Plaza, y la zona de la Villa ente otros para salvar el estado de “[…] de esta desgraciada ciudad, como nos indica la Dra. En Historia del Arte y Patrimonio por la Universidad de Extremadura, Pardo Fernández en su reciente artículo Una “Toledo Extremeña” en la revista De Arte de la ULE. En las labores de restauración de Santa María y la mayoría de monumentos llevadas a cabo durante la década de los 50 estuvo al frente D. José Manuel González Valcárcel siguiendo las pautas del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional. En la década de los 60, poco antes de la declaración del Conjunto, se aprobó el proyecto que había diseñado para la Plaza la Dirección General de Arquitectura.

Retomando la figura del viajero francés Alexandre Laborde y el acercamiento a su obra que hemos realizado, nos ha permitido tomar conciencia de la relevancia histórica, social, cultural y patrimonial del viaje que realizó por el territorio extremeño, pudiendo ampliar sus fronteras a los países vecinos luso y galo con los que cuenta un gran número de kilómetros fronterizos para poder entender estos viajes románticos y decimonónicos como un Itinerario Cultural, una línea que cada vez tiene más relevancia y estando en auge en la más inmediata actualidad, ofreciendo una alternativa a través de estos cuadernos de viaje como el de Alexandre Laborde, para poner en valor el patrimonio natural y cultural de Extremadura, así como la red viaria que conecta España con Portugal desde la Antigüedad hasta nuestros días.

En ocasiones, estas visones de nuestro territorio aportadas por extranjeros serán fundamentales para conocer la riqueza del patrimonio extremeño y su evolución. Partiendo desde una óptica que mira hacia la búsqueda romántica y el paisaje, así como la cultura natural de los pueblos, podemos construir el gran puzle histórico que constituye nuestro territorio. En el Viaje pintoresco de Laborde, habrá monumentos que se incluyan por su valor artístico, mientras que otros, interesan por su valor histórico como es el caso de Yuste o Guadalupe, donde el propio Laborde comenta la fama que adquirieron, el primero por ser el lugar de retiro de Carlos I, y el segundo por la gran devoción a la Virgen que se desarrollaba y desarrolla en España. Además, mediante proyectos de recuperación de las vías y caminos seguidos por este autor francés, se recuperan lugares que han ido quedando apartados de las grandes y rápidas rutas de circulación y consecuentemente a su patrimonio, aunando la visión romántica con la contemporánea, como hemos visto en el caso de Trujillo.

Resulta interesante apreciar la transformación que ha tenido durante el siglo XX el territorio del Itinerario descriptivo de Laborde. Los campos que pudo contemplar Laborde a su paso por Extremadura a comienzos del siglo XIX poco tienen que ver con el que hoy puede contemplar el viajero que lo recorra. Entre los bienes catalogados y documentados por Laborde predominan las edificaciones religiosas cristianas y de la Antigüedad Clásica, pero también se conservan importantes testimonios de la arquitectura civil o militar como en el caso que hemos analizado con el conjunto trujillano. Mérida destaca por el interés excepcional de su conjunto Arqueológico Romano y por los restos de su pasado visigodo, y Trujillo, como conjunto medieval y renacentista.

La mayoría de los bienes indicados por Laborde se conservan en la actualidad, muchos rehabilitados o restaurados, aunque otros han desaparecido por las contiendas y otras circunstancias de la Historia, especialmente cuando se refiere a los edificios pacenses descritos en las obras de Laborde.

El recorrido que realizó este viajero es especialmente rico por la variedad monumental existente, tanto cronológica como estilísticamente, al localizarse en el recorrido importantes testimonios de la Antigüedad, como en Talavera la Vieja o en Mérida; de la Edad Media, como los Castillos de Trujillo o Belvís de Monroy, y numerosas realizaciones renacentistas y barrocas en la mayoría del patrimonio religioso conservado.

También es interesante comprobar los resultados de los diversos proyectos de restauración, consolidación y rehabilitación efectuados sobre el patrimonio edificado durante el último siglo que ha recuperado algunos conjuntos, como es el caso de Trujillo o el de Mérida.

 

 

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[1] Elías TORMO, “Centenario de Alexander de Laborde, el hispanista magnánimo, 62 hojas impresas (20,5 x 14 cm) con correcciones manuscritas numeradas a mano 41-103 (falta 61, en un sobre con la anotación “Charlas Laborde”), Documentos de trabajo, Boletín de la Real Academia de Historia, Núm. 43, 2013/01, Biblioteca Histórica UCM, p. 261

[2] José CABALLERO RODRÍGUEZ, Alejandro Laborde y Mérida. Pequeñas historias de grandes granados, Artes Gráficas Rejas, Mérida, 2004, p. 31

[3] Joseph Daniel GUIGNIAUT, “Notice historique sur la vie et les trabaux de M. le conte A. de Laborde, París, Sesión Pública Anual del 7 de diciembre de 1860”, en Jordi CASANOVAS I MIRÓ y Francesc M. QUÍLEZ I CORELLA (coms.), El viatge a Espanya d´Alexandre de Laborde (1806-1820). Dibuixos preparatoris, MNAC, Barcelona, 2006, p.23

[4] Zenon MEZINSKI, “La figura d´Alexander de Laborde” en Jordi CASANOVAS I MIRÓ Op. Cit., p. 23

[5] Alexandre de Laborde viajó por España entre los años 1798 y 1806 (MEZINSKI, 2006, Op. Cit. )

[6] Alexandre LABORDE, Voyage pittoresque et historique de l´Espagne, Presse de Firmin Didot, París, 1806, p. 120

[7] Joseph Daniel GUIGNIAUT, Op. Cit., p. 7

[8] Biblioteca Nacional de España, www.bne.es

[9] Pilar PEDRAZA, “Alexandre de Laborde y su `Viaje Pintoresco’ por España”, Viaje por España. Tras los pasos de Laborde, segundo centenario de “Voyage pittoresque et historique de l´Espagne” [1806-1820], en Xabier MORET, et. al., Viaje por España, tras los pasos de Laborde, Barcelona, Fundación Bancaja, 2006, p. 19

[10] Blanca KRAUEL HEREDIA, Un viaje por el mundo a través del libro, [on line] en http://www.dpm-cultura.org/2002/aa2002viajelibro02.html [consultado 01/07/2017]

[11] José CABALLERO RODRÍGUEZ, Alejandro Laborde y Mérida… Op. Cit., p. 32

[12] Pilar PEDRAZA, “Alexandre de Laborde… Op. Cit., p. 17

[13] Íbidem, p. 13

[14] Antonio PONZ, Viaje de España, Madrid, Imprenta de Joachin Ibarra, 1783

[15] Elena LORENZO ÁLVAREZ, “El extracto de una carta de Jovellanos a Alexander Jardine (18 de octubre de 1794)”, Cuadernos de estudio del siglo XVIII, Núm. 18, p. 25

[16] Pilar PEDRAZA, Op. Cit., p. 11

[17] Íbidem, p. 19

[18] Jesús A. MARÍN CALVARRO, “Extremadura en los relatos de viajeros de habla inglesa (1760-1910)”, Badajoz, 2002, pp. 13-27 en Jennifer ROL y Ángela ALONSO, “Extremadura, la mirada de una tierra por el paso de los viajeros durante los S. XVII, XVIII, XIX y XX” en XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura (pp. 617-632), Núm. 34, Trujillo, 2005, p. 618

[19] Juan Manuel ABASCAL y Rosario CEBRIAN, Los viajes de José Cornide por España y Portugal de 1754 a 1801, Real academia de la Historia, Madrid, 2009

[20] Juan GOYTISOLO, “El Misterio de Tánger”, El País, [on line] http://elpais.com/diario/2003/08/30/opinion/1062194407_850215.html 03/08/2003 [consultado 01/07/2017]

[21] Luis Alfonso GARAY TAMAJÓN, “Los orígenes del turismo. El Grand Tour y los viajeros ilustrados en Europa” en Revista de estudios turísticos, Núm. 5, 2005 [on line] en http://www.museodelturismo.org/index.php/exposiciones/historia-del-turismo/item/536-elgrand-tour-antecesor-del-turismo-moderno [consultado el 15/07/2019], pár. 6º

[22] “Estuvo a su lado cuando regresó a Francia tras su exilió (1797)” en Zenon MEZINSKI Op. Cit., p. 24

[23] José CABALLERO RODRÍGUEZ, Op. Cit,, p. 42

[24] Jesús RIVAS GARCÍA, “El viaje entre el XVII y el XIX” en Estructura y economía del mercado turístico, Septem Ediciones, Oviedo, 2003, p. 47

[25] Anthony ASHLER, The Characteristics of men, manners, opinions times, ed. De Douglas den Uyl, Liberty Found, Indianápolis, (I ed. 1732), ed. Adaptada 2001, 3 Vols., [on line] en http://hoy.libertyfound.org/titles/1851 [consultado 03/08/2018]

[26] Lourdes OLMOS JUÁREZ y Rafael GARCÍA CEBRIÁN , “Contextualización del sector turístico”, Estructura del mercado turístico (2ª ed.), Ediciones Paraninfo, Asturias, 2016, p. 8

[27] José Manuel LIZARRAGA ECHAIDE, Archivo personal de Elías Tormo y Monzó, Col. Documentos de trabajo, Biblioteca Histórica UCM, 2013/01, Madrid, 2013, p. 7

[28] Josep BALLART HERNÁNDEZ y Jordi Juan I TRESSERRAS, “Patrimonio como arma de identidad e imagen de marca” en Gestión del Patrimonio, Ariel, Barcelona, 2001, p. 206

[29] Mª Rosa SUAREZ INCLÁN, Comité Internacional de Itinerarios Culturales (CIIC). Reunión científica sobre “La independencia conceptual y sustantiva de los itinerarios culturales respecto a los paisajes culturales”, Madrid, 04/12/2002 [on line] en http://www.esicomos.org/nueva_carpeta/CII_esp.htm [consultado 10/07/2017]

[30] Lámina (en adelante Lam.) XXV y XXIV, Ruta de las fronteras de Extremadura, por Talavera de la Reyna, hasta Madrid. Lam. XXIV, Ruta desde Mérida a Badajoz, fronteras de Portugal, por la Puebla de la Calzada. Lam. XXIV, Otra ruta desde Mérida hasta Badajoz por Lobón, pp. 386-404

[31] Lam. XXIII, Ruta desde Llerena en Extremadura hasta Sevilla. Lam. XX, Ruta desde las fronteras de La Mancha, hasta Córdoba por Andujar, pp. 404-458

[32] Mariano CABRERIZO Y BASCUAS, Itinerario descriptivo de las provincias de España. Trad. Libre del que publicó el francés Alexandre Laborde. Acompaña un atlas con 29 mapas, Valencia, 1816, p. 387, Lam. 25

[33] Francisco Vicente CALLE CALLE, “Trujillo visto por algunos viajeros de lengua francesa” en XXVII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2006, [on line] en https://chdetrujillo.com/trujillo-visto-por-algunos-viajeros-de-lengua-francesa/ [consultado 02/08/2019]

[34] Pascual MADOZ, Diccionario Histórico-Geográfico de Extremadura, Cáceres, Publicaciones del Departamento de seminarios de la Jefatura Provincial del Movimiento (Reed.), Cáceres, 1955, t. IV, p. 203

[35] Mariano CABRERIZO Y BASCUAS, Itinerario descriptivo…Op. Cit., p. 388

[36] Antonio PONZ, Viajar por Extremadura, Salamanca, Universitas Editorial, 1983, [reedición de Antonio PONZ Viaje de España en el que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberes, que hay en ella, Madrid, Imprenta de D. Joachin Ibarra (Impresor de Cámara de S. M.) (2ª ed.), 1784, t. I, carta 7ª (27 y 28), pp. 164-165

[37] Mariano CABRERIZO Y BASCUAS, Itinerario descriptivo…Op. Cit., p. 389

[38] Íbidem, p. 389

[39] Antonio PONZ, Viajar por Extremadura… Op. Cit., t. I, carta 7ª (28), pp. 164-165

[40] Declarado Monumento Nacional el 7 de abril de 1925 en la Gaceta de Madrid, Núm. 108, publicado el 18 de abril de 1925, p. 367

[41] Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, Restauración Monumental durante la postguerra en Extremadura y la Dirección General de Bellas Artes 1940-1958, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2011, p. 246

[42] Antonio PONZ, Viajar por Extremadura… Op. Cit., t. I, carta 7ª (27), p. 164

[43] Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, Restauración Monumental… Op. Cit., p. 246

[44] Pascual MADOZ, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, (1845-1850), 1849, t. XV, p. 169

[45] Mariano CABRERIZO Y BASCUAS, Itinerario descriptivo…Op. Cit., p. 389

[46] Antonio PONZ, Viajar por Extremadura… Op. Cit., t. I, carta 7ª (27), p. 164

[47] Mariano CABRERIZO Y BASCUAS, Itinerario descriptivo…Op. Cit., p. 389

[48] Antonio PONZ, Viajar por Extremadura… Op. Cit., t. I, carta 7ª (40), p. 171

[49]Antonio PONZ, Viajar por Extremadura… Op. Cit., t. I, carta 7ª (40), p. 171

[50] Mariano CABRERIZO Y BASCUAS, Itinerario descriptivo…Op. Cit., p. 389

[51] Íbidem., p. 389

[52] Antonio PONZ, Viajar por Extremadura… Op. Cit., t. I, carta 7ª (40), p. 171

[53] Mariano CABRERIZO Y BASCUAS, Itinerario descriptivo…Op. Cit., p. 389

[54] Antonio PONZ, Viajar por Extremadura… Op. Cit., t. I, carta 7ª (37), p. 169

[55] Declarado Bien de Interés Cultural el Conjunto Urbano de la Ciudad de Trujillo el 5 de septiembre de 1962 y publicado en el B.O.E. el 7 de septiembre de 1962

[56] B.O.E. (Núm. 215) Decreto 2223/1962, del 5 de septiembre de 1962

Apéndice fotográfico

 

 

 

 

 

 

 

Dic 042019
 

Martiria Sánchez López.

Cronista Oficial de la Villa de Jaraíz de la Vera.

 

ÍNDICE

A INTRODUCCIÓN

B LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y SUS FACTORES

               B.1. La Energía Eléctrica

               B.2. Las comunicaciones:

                                   B.2.a. Carreteras

                                   B.2.b. El sueño del Ferrocarril

                                   B.2.c. Medios de comunicación modernos

           B.3. Materias Primas y la Revolución Agraria

C LAS INDUSTRIAS Y SUS FÁBRICAS

             C.1. Fábrica de conservas vegetales, “El Monasterio de Yuste”

             C.2. Fábricas de aceite: Almazaras

             C.3. Fábrica de jabón

              C.4. Fábrica de harina

             C.5. Otras industrias

D MERCADOS Y TIENDAS

             D.1. Características Generales

             D.2. Establecimientos comerciales

             D.3. Mercados

E CONCLUSIÓN

A INTRODUCCIÓN

           Hemos demostrado en ponencias anteriores que Jaraíz, durante este periodo histórico, se convierte en uno de los núcleos más importantes de la Alta Extremadura. Esta generación y sus dirigentes ponen las bases de su desarrollo integral.

Recordamos que en otros trabajos ya estudiamos la gestión de estos gobernantes y cómo supieron afrontar las crisis políticas. También hablamos del gran pensador Unamuno, que conoció nuestro pueblo en su camino a Yuste y quedó admirado de esta sociedad, de la que dice, en su libro Por Tierras de España y Portugal: “El Ayuntamiento es pobre, pero los vecinos no lo son, y prestan a este cuanto necesita” Esto lo hemos comprobado en las Actas Municipales, donde consta que prestaron su dinero en varias ocasiones para solucionar los problemas económicos del municipio.

En esta Ponencia vamos a estudiar la Revolución Industrial y sus factores en este periodo, así como también la importancia del Comercio local y de los Mercados.

En el capítulo dedicado a los tipos de Industrias, dejaremos de lado lo referente a la Industria del Pimentón, ya que, por ser la más importante la hemos dedicado una Ponencia en exclusiva en coloquios anteriores.

Para el estudio de este periodo histórico contamos con documentos muy valiosos, como son las Actas Municipales del Archivo Municipal, los documentos de los Archivos de las dos Parroquias, Sta. María y S. Miguel más los del Juzgado de Paz.

B LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y SUS FACTORES

Son varias las causas por las que se desarrollan de una manera tan espectacular una serie de industrias relacionadas, en su mayoría, con los productos agrícolas de la comarca.

Entre los factores más importantes destacamos los siguientes: la instalación de la Energía Eléctrica, el desarrollo de las Comunicaciones y la Revolución Agrícola, cuyos productos, en general, serán las “materias primas” para estas industrias.

Tenemos, por ejemplo, el caso del cultivo del pimiento para la obtención del “Pimentón” del que ya hablamos ampliamente en otra Ponencia. Allí señalamos que se crearon unas veinte fábricas, de las cuales todavía siguen funcionando algunas, como la marca “La Dalia”, que obtuvo medalla de oro en la Exposición Universal de Barcelona de 1.929.

El desarrollo de las comunicaciones fue fundamental para la comercialización y por ello lucharon hasta conseguir carreteras, telégrafos, Correos, el teléfono… No consiguieron el ferrocarril, aunque intentaron sin éxito que pasara una línea por La Vera. Por este motivo, muchos industriales, exportadores de Pimentón trasladan sus fábricas a Plasencia, privando a Jaraíz de esta extraordinaria clase de emprendedores.

A todo esto hay que añadir el carácter del hombre verato, tenaz, trabajador y emprendedor hasta conseguir lo que se propone. Lucharon por la conquista de las nuevas técnicas para modernizar sus antiguas artesanías y para la creación de nuevas industrias, siendo pioneros en alguna de ellas. Citamos como ejemplo, la famosa Fábrica de Conservas Vegetales “Monasterio de Yuste”, única entonces en Extremadura en este periodo histórico.

B.1. LA ENERGÍA ELÉCTRICA

La energía eléctrica cambió por completo las costumbres y la vida rural de los pueblos. Pero, además fue la luz de la Revolución Industrial.

Las antiguas factorías que habían funcionado con la Energía Hidráulica, pasaron a ser las grandes industrias de la zona.

Se fueron abandonando los antiguos Molinos instalados en las márgenes de las “gargantas” que habían funcionado durante siglos con la energía hidráulica. Ahora se comenzarán a construir en torno a los núcleos urbanos diferentes fábricas, con un mejor acceso a la energía eléctrica.

Fue en Losar de La Vera donde se construyó la Central Hidroeléctrica que dará servicio a toda la Comarca. Según los documentos consultados, en Jaraíz se terminaron las necesarias instalaciones en Diciembre del año 1903, y el 28 de ese mes, comenzó su funcionamiento. Así consta en el texto: “La Sociedad Electro-Industrial Antón Martínez Herranz manifiesta que habiéndose terminado el 5 de Diciembre felizmente las pruebas del alumbrado, desde aquella fecha en adelante se dará a este pueblo oficialmente la luz, y estando satisfecho por las pruebas, acordaron declararla oficial”. Pero no solo fue la iluminación con “Luz eléctrica” de calles y plazas del pueblo, que hasta entonces habían sido iluminadas con “farolas de gas” sino que esta Energía fue la base fundamental de la Industrialización.

B.2. LAS COMUNICACIONES

B.2.a. Carreteras

Las comunicaciones eran imprescindibles para la industrialización del pueblo y de la Comarca. Las Carreteras, el Ferrocarril y los nuevos medios de comunicación, teléfono, telégrafo y estafeta de correos, eran cada día más necesarios para la comercialización de los productos obtenidos de las industrias y de la agricultura, ya que su exportación al exterior dependía de estos medios de comunicación.

Al comenzar el siglo XX, era tal el retraso de las Comunicaciones, que aún seguían existiendo los “caminos de herradura” por los que los “Arrieros Forasteros” transportaban las mercancías. El río Tiétar se cruzaba por barcas, pues hasta 1930 no se construyó el puente Cuaterno. Durante el reinado de Alfonso XIII se va a dar un gran paso, con la construcción de carreteras y la instalación del telégrafo, la estafeta de correos y el teléfono.

La carretera de Casatejada. Fue en 1910 cuando se construyó en Jaraíz la primera carretera de tercer orden o “camino vecinal”. Esta unía el pueblo de Casatejada a través de las Barcas de Jaranda en el río Tiétar, cuya jurisdicción pertenecía a Plasencia. Una vez terminada la carretera que unía al pueblo con la estación de Ferrocarril más próxima se solicitó la construcción de un puente en 1919, pero no se consiguió hasta la década de los años 50 del siglo XX.

Durante el reinado de Alfonso XIII, en 1907, el Ministerio de Obras Públicas concedió a Cáceres 2470 Km de carreteras de tercer orden. El Ayuntamiento de Jaraíz solicita entonces una “carretera que les una con Casatejada”. La solicitud fue dirigida al “Sr. Ingeniero de Obras Públicas de Cáceres, a su vez se solicita al alcalde de Casatejada la construcción de la carretera que les separa del río Tiétar”.

El proyecto fue admitido en 1908. El Ingeniero Provincial, al revisar las obras, se percata de la poca consistencia del “Puente de la Carba” por lo que insiste para que el Ayuntamiento solicite la construcción de un Puente Nuevo en el “Sitio del Cerezo”. Lo pudieron conseguir aunque, según los textos, “tuvieron que pagar un 26% en lugar del 25%”.La carretera con su nuevo puente se terminó en 1910.

Tan importante fue esta primera carretera para Jaraíz que se crea ese mismo año una “plaza de caminero” para su cuidado y reparación.

La carretera de La Vera . Muy importante para Jaraíz era la carretera de La Vera, que unía Plasencia con Oropesa, pasando por todos los municipios veratos. Siendo alcalde Don Venancio Trujillo se hacen las gestiones al Ministerio de Obras Públicas y rápidamente comienzan las obras. Pero en 1917 surge un problema ya que los Ayuntamientos de Tejeda y Pasarón no quieren pagar las indemnizaciones. Entonces expuso el Alcalde el problema y D. Ramón Arjona y D. Víctor Jiménez se ofrecieron a pedir créditos para que el Banco de España les concediera el dinero necesario, y que el Ayuntamiento pudiera pagar los intereses, que era 1375 ptas. Así solucionaron el problema y en 1919, la carretera de Jaraíz a Plasencia era una realidad.

La carretera de Navalmoral. Esta no se construyó hasta 1930, después de la visita de Alfonso XIII a la Comarca, ya que se interesó por la construcción del Puente Cuaterno sobre el río Tiétar, como le habían pedido los veratos. Jaraíz tuvo que indemnizar a los veratos afectados por las obras de construcción de la carretera según consta en el Acta Municipal de la época. También consta la construcción de las carreteras de Pasarón y Garganta.

En 1929 se instaló la primera gasolinera en Jaraíz solicitada y concedida a Don Antonio del Rosal y Pico.

B.2.b. EL SUEÑO DEL FERROCARRIL

Durante casi un siglo, los jaraiceños van a luchar para conseguir el paso del Ferrocarril por su pueblo: desde el reinado de Isabel II hasta la II República.

Para convencer y hacer más presión ante las Compañías Ferroviarias para que hicieran realidad este sueño, no dudaron en invertir en ellas el 80% del capital que habían obtenido con la venta de los bienes del Municipio o “Bienes de Propios” con motivo de las leyes de la desamortización. Fue en el reinado de Alfonso XII, a partir de 1876, cuando se intensifican las gestiones para que pasara una línea ferroviaria por La Vera, al pasar el tren por Navalmoral. El Acta Municipal de 19 de Junio de 1880 dice: “Fue aprobada una proposición de ley relativa a la construcción de un ramal de ferrocarril que partiendo del puente de la Bazagona se aproxime a las inmediaciones de la Villa”. Ante esto el Ayuntamiento dará toda clase de facilidades a las Compañías, según consta en el texto: “El Ayuntamiento acuerda no exigir indemnización ninguna a las empresas constructoras por los perjuicios que puedan causar en algunos montes de “Propios” de esta Villa”. Este proyecto fracasó incluso después que se trasladó el Capital de Propios a las “Compañías Ferroviarias Madrid- Cáceres- Portugal” que eran las encargadas de realizar el proyecto.

Al comenzar el reinado de Alfonso XIII, el Estado se planteó la construcción de líneas secundarias para reactivar la economía de las zonas rurales. En 1904 se publica la primera Ley de Ferrocarriles Secundarios y Estratégicos, con un proyecto de 4644 Km. Esta ley fue acogida con gran euforia, ya que se veía en ella la solución a los problemas viarios y económicos de la región.

Una de las líneas que se solicitó fue la que enlazaría Navalmoral con Jarandilla, y otra que uniría Jarandilla con Plasencia, pasando por Jaraíz. Las ilusiones que se pusieron en este proyecto fueron enormes y enseguida se movilizaron para obtener recursos. Así, en 1910 la Corporación Municipal tomó los siguientes acuerdos: “…que se proceda a la enajenación de un solar de Sta. Ana y de la finca llamada Canaleja”. También se recurre a cobrar nuevos impuestos: “…que se carguen 2000 pts. al gremio de líquidos…y 500 pts. al arriendo de los pastos de la dehesa”. No fueron necesarios tantos sacrificios de los vecinos ya que, de nuevo, fracasó el proyecto que tantas ilusiones había despertado.

Pero los jaraiceños seguirán luchando por conseguir el sueño del Ferrocarril y, durante la década de3 los años veinte, volverán a intentarlo de nuevo, ya que cada vez lo veían más necesario debido al desarrollo que estaba adquiriendo la industria pimentonera. Ahora es cuando un grupo de empresarios fundan sus fábricas de pimentón, obteniendo grandes producciones para la exportación. Esto hacía cada vez más imprescindible ese medio de comunicación que les abriera las puertyas del mundo, ya que la única carretera que les unía a la estación de Casatejada, tenía que atravesar el río Tiétar en la Barca de Jaranda, pues el puente no se construyó hasta los años cincuenta.

El 1919 vuelven a surgir dos nuevos proyectos. Uno fue el de la vía “que partiendo de Madrid pasara por San Martín de Valdeiglesias, Arenas de San Pedro, La Vera y Plasencia. El otro era una línea de vía ancha desde Oropesa, Candeleda, Jarandilla y Jaraíz”. Aunque los jaraiceños no estaban de acuerdo en que terminara en Jaraíz aceptaron, al ser tratados por los demás pueblos de “obstruccionistas”. Pero otra vez todos los esfuerzos resultaron inútiles y volverán a intentarlo de nuevo en la época de la Dictadura de Primo de Rivera.

Ahora surgen otros dos proyectos. El primero fue en 1925, cuya línea partiría de la estación del Alberche hasta Malpartida, pasando por La Vera. El otro fue en 1928, después de la visita de Alfonso XIII a Jaraíz. Se trataba del Ferrocarril Madrid-Plasencia, que terminaría en Portugal pasando por La Vera.

Pero el sueño del Ferrocarril nunca llegó a convertirse en realidad, peso a tantos esfuerzos durante generaciones, a través de casi cien años. Las consecuencias fueron desastrosas para la economía jaraiceña, ya que la mayor parte de los grandes exportadores de pimentón, instalaron sus fábricas en Plasencia, privando al pueblo de una generación de empresarios cuyas industrias pimentoneras contribuirán al desarrollo de la Ciudad del Jerte.

B.2.c. MEDIOS DE COMUNICACIÓN MODERNOS

La gran revolución de los medios de comunicación modernos que tuvo lugar a principios del siglo XX, se extendió a todo el país y su implantación en Jaraíz será uno de los objetivos más importantes de las actuaciones de sus gobernantes.

El telégrafo fue el primero de estos medios que se instaló en Jaraíz. Las gestiones se iniciaron en 1913, siendo alcalde D. Máximo Aparicio y concejales D. Antonio López Enciso, D. Justo Sánchez y D. Esteban Sanz entre los doce concejales que formaban la Corporación Municipal.

Este equipo de gobierno intentará la modernización del pueblo y hará lo posible por hacer realidad la implantación de los medios de comunicación modernos.

Para que la solicitud de implantación de Telégrafo se hiciera realidad lo antes posible, exponen una serie de causas referidas principalmente al aislamiento de Jaraíz, según el acta del Archivo municipal, en el que consta lo siguiente: “Teniendo en cuenta la importancia de la población y lo aislada que se encuentra, puesto que dista de la Estación Férrea 23 kilómetros […]debiéramos colocar una estación telegráfica para comunicar con las demás poblaciones en todo tiempo”. Entonces el Ayuntamiento ofreció a la Compañía una serie de ventajas : “ Los auxilios que estamos dispuestos a facilitar para su colocación son: la casa para la oficina, vivienda para el encargado y mobiliario necesario para ello”. (A.M)

Con todos estos ofrecimientos, el Telégrafo se instaló en Jaraíz inmediatamente, siendo una realidad en 1914. Este fue el primero de estos medios que tanto beneficiarán a la economía local.

En 1917 se instaló el servicio de Correos. Hasta ese año, el reparto de correos seguía el sistema tradicional, consistente en la recogida de correspondencia por un “peatón” en la estación ferroviaria de Casatejada. En Septiembre de 1917, los industriales exportadores de pimentón y comerciantes de Jaraíz manifiestan un gran interés por que se instale aquí una Estafeta de Correos, que consideraban imprescindible para sus negocios, aunque suponía un gasto para el Ayuntamiento. La Corporación Municipal lo consideró muy importante y asintió de la siguiente forma: “Es muy justo, por lo que damos nuestra aprobación” (A.M.) Apoyándose en la importancia industrial y comercial de Jaraíz, con ferias anuales y mercados mensuales, aparte de los establecimientos comerciales fijos, el Ayuntamiento acordó por unanimidad solicitar la petición de la Estafeta de Correos basándose en este criterio. Un mes después, en Octubre de ese mismo año, la Estafeta ya era una realidad en Jaraíz. En un primer momento, se ubicó en la calle Pedreros y después se trasladó a la Plaza Mayor.

En esta época, se hacen las gestiones necesarias para la instalación del Teléfono, que se conseguirá unos años después.

B.3. MATERIAS PRIMAS Y LA REVOLUCIÓN AGRARIA

La agricultura tuvo un desarrollo espectacular en este periodo histórico. La causa fundamental fue el paso de la “propiedad de la tierra” a los vecinos con motivo de la Desamortización. Las grandes dehesas de encinas y pastos, comenzaron a ser cultivadas y convertidas en tierras de regadío, por los vecinos.

El producto estrella fue el Pimiento para la obtención del Pimentón, con la instalación de más de 20 fábricas alrededor del casco urbano.

También se da un gran impulso al cultivo del olivo, frutales y hortalizas, que serán las “materias primas” para las nuevas industrias.

A lo largo del siglo XIX se fueron abandonando los cultivos tradicionales, como la seda y el lino, que eran la base de las diferentes artesanías que tanta importancia tuvieron a lo largo de los siglos. Estas tierras de cultivo fueron convertidas en olivares, cuyas aceitunas fueron la base de las grandes “almazaras” que se construyeron alrededor del casco urbano, con instalaciones eléctricas.

Otros linares se convirtieron en huertos donde se cultivaron extraordinarios productos hortofrutícolas, que serán la materia prima para la Fábrica de Conservas Vegetales.

Otro producto muy importante para la comarca fue el cultivo del tabaco, que se inició hacia 1923. El Ministerio de Agricultura, solicitó a los Ayuntamientos de Jaraíz y Jarandilla la posibilidad de realizar las primeras pruebas sobre el cultivo del tabaco en la zona. Las pruebas fueron satisfactorias, por lo que poco a poco se va a ir ampliando su cultivo.

Según los textos consultados, por los años 1930 comienza a construirse el primer “Centro de Fermentación de Tabaco” de la Comarca, en Navalmoral de la Mata, como núcleo estratégico de comunicaciones para la comercialización.

En la segunda mitad del siglo XX, este producto se convertirá en el cultivo “estrella” de la Vera, desplazando en parte al pimiento (sólo en parte y en algunas zonas).Por esta época se construyen en Jaraíz y en Jarandilla los respectivos Centros de Fermentación.

C LAS INDUSTRIAS Y SUS FÁBRICAS

A partir de los años veinte, se van a crear una serie de industrias, cuyas materias primas proceden de los productos agrícolas, principalmente.

Desde entonces se van a ir consiguiendo los factores imprescindibles para la industrialización: la energía hidroeléctrica, el avance de las Comunicaciones para la comercialización de los productos y el desarrollo de la agricultura para la obtención de las Materias Primas necesarias.

Ya comentamos en el trabajo anterior que la principal industria fue la del Pimentón con unas 20 marcas registradas, pero también destacaron otras.

           C.1. FÁBRICA DE CONSERVAS VEGETALES,

                         “EL MONASTERIO DE YUSTE”

La Fábrica de Conservas Vegetales, “El Monasterio de Yuste” fue la primera fábrica de este tipo que se creó en Extremadura. Fue fundada por D. Marcelino Sánchez Tovar y D. Teodoro Sánchez Sánchez en el año 1927, pioneros en este tipo de empresas.

Los productos manufacturados de esta fábrica estaban basados en los obtenidos en la Vera, como el tomate, el pimiento morrón y los frutales: el melocotón, la pera o la ciruela. Todas estas conservas, con la marca registrada “El Monasterio de Yuste”, llevaron el nombre de Jaraíz y de Yuste a todas las regiones de España.

La extraordinaria calidad de estos productos eran debido a la técnica empleada para su fabricación, y a las exquisitas frutas y productos que se cultivaban en la Comarca, tan alabados siempre, a través de la historia por poetas y escritores.

La técnica empleada fue totalmente artesanal, por el método de “asperización” con el pelado a mano y sin ningún aditivo para la conservación. Con esta técnica, el sabor natural de tan extraordinarios frutos no sufría ninguna alteración.

Muy interesante, y también insólito en aquella época, fue la fabricación de Conservas de “piezas de caza” de la comarca, entre las que destacaban el conejo y especialmente las perdices. Estas conservas fueron muy demandadas por las mejores mesas del país, especialmente por los catalanes, dada su calidad y exquisitez.

La fábrica contaba con una planta con maquinaria “punta” para la fabricación de envases de hojalata, cuyos moldes eran de distintos tamaños.

La empresa contaba con un “aserradero de madera”. Tenía una triple función: a) mantener a un número de obreros fijos durante todo el año, b) proporcionar materia prima a los carpinteros de la zona, c) fabricar cajas-envases para las conservas y su facturación.

Esta empresa cerró sus puertas en 1969.

  1. 2. FÁBRICAS DE ACEITE: ALMAZARAS

El olivar y su aceituna ha sido uno de los productos importantes de Jaraíz a través de las distintas épocas. En los documentos consta como uno de los más demandados para la exportación, junto a la castaña, la seda y famosos “lienzos” obtenidos en los linares, hasta finales del siglo XIX.

La obtención del aceite se llevaba a cabo en típicos “lagares” instalados en las márgenes de la Garganta de Pedro Chate. En documentos del siglo XVIII, como “El Interrogatorio de la Audiencia de Cáceres” se citan dos lagares instalados en dicha Garganta, con los nombres de los dueños y los beneficios que percibían anualmente.

Estos “lagares” funcionaban igual que los molinos de harina y pimentón, con la ·energía hidráulica”. Pero a partir de 1903, cuando se instaló en Jaraíz la energía hidroeléctrica, estos “lagares o molinos de aceite” se abandonaron.

Es ahora cuando comienza a construirse la nueva fábrica de aceite o Almazara alrededor del casco urbano, que era donde podían acceder mejor a la energía hidroeléctrica.

Entre las nuevas Almazaras, llamadas también Prensas, destacamos la Prensa del Cerro, propiedad de la familia “Morales”, la llamada Prensa de la Calleja Villa de la familia “Gómez Guillén”. Otra, la del Egido, perteneció luego a los Hijos de Pedro Sánchez. También fue importante la de la familia “Los Zapatas”.

Además de estas Almazaras se fundó una Cooperativa de pequeños productores de aceituna, llamada “Cooperativa Virgen del Salobrar”, que es la única que funciona en la actualidad. Esta Cooperativa ha construido una nueva planta en el Polígono Industrial, con modernas instalaciones y maquinaria. Los resultados han sido muy satisfactorios, ya que produce uno de los mejores aceites de la región.

  1. 3. FÁBRICA DE JABÓN

La fábrica de jabón de Jaraíz fue fundada por los Sres. D. Germán Gómez y D. Carlos Gómez en el año 1920.

La materia prima empleada en esta fábrica para la obtención del jabón fue el “orujo”. El “orujo” es un producto procedente de los residuos de las aceitunas después de ser trituradas y exprimidas en las almazaras para la obtención del aceite.

Este residuo era muy abundante debido al desarrollo que se produjo en esta época en la fabricación de aceite de calidad en las modernas almazaras. El lugar de su ubicación estaba relacionado con la proximidad de las prensas, por la facilidad del transporte de la materia prima. La planta fue construida entre la “prensa del Egido” y la “prensa de los Zapatas”. En la actualidad aún se puede admirar su altísima “chimenea”, testigo de aquella época de industrialización del Jaraíz de los años veinte, y cuyos “humos” se elevaban a tanta altura que no podían contaminar el espacio ambiental de su entorno ni de la población.

Los jabones fabricados en esta planta eran utilizados para la limpieza general, sin ningún aditivo ni perfumes especiales. La comercialización se limitaba a la Comarca y a ciudades de la región, siendo muy demandados por su calidad. Esta industria cerró sus puertas en el año 1960.

C.4. LA FÁBRICA DE HARINA

La fábrica de harina se fundó en 1919. La harina siempre fue la base de la alimentación de la población, por lo que se consideró el producto imprescindible y necesario en la época de la fundación de Jaraíz y las demás aldeas. Cuando en el siglo XIII, Alfonso VIII reconquistó la comarca y comenzaron a fundarse los municipios, una de las primeras leyes que dio en el Fuero de Plasencia, fueron las referentes a la fundación de molinos para la obtención de la harina. En ellas se dan unas normas sobre cómo han de ser sus medidas, la distancia que deben separarlos y el régimen de aguas y canales.

Estos molinos funcionaban con la energía hidráulica, por lo que tenían que instalarse en las márgenes de las gargantas. Aquí, en Jaraíz, se instalaron varios en la garganta de Pedro Chate y en la de Jaranda. Estos molinos estuvieron funcionando durante los distintos periodos históricos hasta principios del siglo XX. Fueron los famosos “molinos harineros”, que en la temporada del pimiento se convertían en “molinos pimentoneros”. Todavía podemos contemplar restos de ellos y algunos convertidos en modernos mesones. Fueron abandonándose poco a poco cuando se instaló la energía hidroeléctrica y se construyó la fábrica de harina en Jaraíz.

Esta fábrica de harina comenzó a funcionar en 1919.El fundador fue D.Tiburcio Enciso Aparicio y se denominó “Fábrica de Harina La Jaraiceña”. Estuvo funcionando hasta la década de los años sesenta en que cerró sus puertas. Durante este largo periodo de existencia la regentaron distintos dueños y pasó por varias remodelaciones e instalaciones de maquinaria moderna. Entre los distintos empresarios a quién perteneció destacamos a la familia de “Los Bergas”.

Estos propietarios, con un sentido empresarial excepcional y una dedicación total y eficaz, lograron unos resultados sorprendentes, convirtiendo esta planta en una de las más importantes de la comarca, tanto en el producto obtenido como en el sistema de comercialización. El capital obtenido fue muy importante y lo invirtieron en la adquisición de tierras de regadío, dejando la fábrica de harina.

En estas tierras de regadíos cultivaron el pimiento, pero principalmente el tabaco, convirtiéndose en unos de los más importantes productores de tabaco, no sólo en La Vera sino también en el Campo Arañuelo, que era donde estaban los principales Centros de Fermentación del Tabaco.

La Fábrica de harina siguió funcionando con distintos empresarios hasta la década de los setenta.

C.5. OTRAS INDUSTRIAS

Además de las industrias citadas que eran de nivel regional o nacional, se crearon otras pequeñas industrias para las demandas de la localidad. Entre ellas destacamos las siguientes.

Fábrica de Gaseosa. Comenzó a funcionar a finales del siglo XIX. Su fundador fue D. Dámaso García, continuando al frente de ella su hijo D. Miguel García Sánchez.

Fábrica de Bombones y Chocolate. Fue fundada por D. Venancio Bote en 1930, con la marca registrada “El Cafelate”

Fábrica de Caramelos y Dulces. Perteneció a D. Manuel Beites, su hijo y sucesor trasladó la empresa a Plasencia, donde tuvo un gran éxito en toda la región.

Vinos, Aguardientes y Licores. Se obtenían de manera tradicional en las bodegas pertenecientes a los vecinos. Solamente se fundó una Fábrica de Aguardiente de calidad, para el consumo local. Su fundador fue D. Julio Hernández.

  1. MERCADOS Y TIENDAS

D.1. CARACTERÍSTICAS GENERALES

Al comenzar el siglo XX, el comercio tanto exterior como local estaba en manos de los que los textos llaman “arrieros forasteros”. Eran comerciantes o “trajinantes” que intercambiaban los productos que traían al pueblo a través de “caminos de herradura” a lomos de sus caballerías. Eran los que compraban el pimentón y los demás productos a los agricultores y se encargaban de venderlo por todo el país. También se encargaban de traer al pueblo productos de primera necesidad que no había. Poco a poco fueron introduciendo los carruajes y diligencias hasta que se construyeron las carreteras y los medios de comunicación modernos. Hasta 1910 no se construyó la primera carretera en Jaraíz, que la uniría con Casatejada, donde estaba la estación del ferrocarril más cercana. El gran inconveniente era que tenían que cruzar el río Tiétar por la Barca de Jaranda.

Fue en el 1919 cuando cambió la situación comercial con la finalización de la carretera de Plasencia a Jaraíz. También por estas fechas se instaló el Telégrafo, la Estafeta de Correos y el tendido del Teléfono, que llegará unos años más tarde.

No obstante, muchos productores y exportadores de pimentón habían trasladado sus fábricas a Plasencia donde el ferrocarril era el medio más seguro para la exportación de este producto, como hemos estudiado ampliamente en el trabajo que expusimos sobre el pimentón.

En cuanto al comercio local, se siguieron potenciando los Mercados Anuales, pero decaen los mensuales y semanales hasta desaparecer en esta época.

La gran novedad fue la creación de establecimientos comerciales fijos dentro del casco urbano, en las principales calles y plazas. Son las llamadas “tiendas”, con sus trastiendas y demás locales para desarrollar este tipo de comercio.

En 1917 RENFE creó en Jaraíz un “Despacho” con una red de transporte propia, que dará un gran impulso a este tipo de comercio local. Con todos sus transportes motorizados, irán desplazando poco a poco a carruajes y diligencias, que seguirán conviviendo durante algunos años.

En estos establecimientos o tiendas se vendían una gran variedad de productos: tejidos, paquetería, confecciones o calzados y también los llamados “Coloniales”: café, azúcar o sal.

Jaraíz se convirtió en un centro comercial de primer orden. Aquí venían a realizar sus compras los vecinos de los pueblos limítrofes: Garganta, Pasarón, Cuacos, Aldeanueva, Collado, Torremenga, Piornal…Estos también traían aquí sus productos para venderlos ya que eran muy apreciados.

D.2. ESTABLECIMIENTOS COMERCIALES 

El primer establecimiento comercial que se fundó en Jaraíz fue en el año 1890, por Don Benito Sánchez-Oro Vaquero. Este era un comerciante ambulante procedente de un municipio de La Mancha, Puebla de Don Fadrique. Aquí se estableció, siendo el fundador de este tipo de comercio fijo, desconocido hasta esa fecha. Le sucedió su hijo Don Marcelino Sánchez Tovar, quien amplió el negocio con nuevos locales y gran variedad de mercancías. En 1900 se fundó el segundo establecimiento de este tipo, por Don Liberato García, quien instaló su comercio en un local de la Plaza Mayor. En 1920 pasó a su sobrino Don Celestino Sánchez Aparicio. Debido a su pronto fallecimiento, fue dirigido por su viuda Doña Adelaida López Ávila, por lo que popularmente era conocido por “el comercio de la viuda”.

Por estas fechas, fue fundado otro establecimiento de este tipo por Don Luis Fernández López, adquirido después por Don Jesús Pérez Roldán. También, en 1910, se creó otro tipo de establecimiento más especializado, “la Ferretería”, fundada por Don Tiburcio Enciso Morales.

Unos años después, en 1912, se fundó el primer estanco en Jaraíz. Hasta esa fecha, el tabaco se vendía en los diferentes comercios del pueblo. El primer “estanquero” que hubo en Jaraíz fue Don Epifanio Trujillo.

D.3. MERCADOS

Durante este período histórico, se dio gran importancia a los mercados anuales, y los mercados mensuales y semanales fueron decayendo hasta su total desaparición. Los alcaldes estaban interesados en que siguieran existiendo, por lo que intentaron potenciarlos. Por este motivo suprimieron el impuesto que debían pagar por el puesto que ocupaban para la venta de sus mercancías en la Plaza Mayor, que era donde se celebraban. A pesar de estas ventajas, desaparecieron en esta época.

Los Mercados Anuales adquirieron mucha importancia, especialmente el que se celebraba a primeros de Diciembre, denominado “Feria de San Andrés”. No sólo lo potenció el Ayuntamiento, sino los comerciantes con sus establecimientos fijos, ya que en esos días de mercado aumentaban mucho sus ventas.

Ahora se fija el día exacto de su celebración, que será el primer domingo de Diciembre. Un mes antes, se sorteaban los puestos que debían ocupar los mercaderes en la Plaza Mayor, por el que pagaban un impuesto. Las mercancías que se vendían eran de todo tipo: desde los famosos “Turrones de la Alberca” pasando por los “Calderos de cobre y demás objetos” de Guadalupe, objetos de guarnicionería, de calzado, mantas, confecciones, juguetería, cacharrería…etc.

La otra faceta de la Feria de San Andrés era la de “Feria ganadera” que se celebraba en el Egido, donde el Ayuntamiento se había preocupado de la construcción de abrevaderos y piletas de agua para los animales que serían objeto de venta. Los ganaderos comerciaban con toda clase de ganado: ovejas, cabras, vacas, caballerías…y muchos vecinos esperaban esta feria para comprar los cerdos para la matanza imprescindible en todas las familias.

También es esa época se creó el mercado de Abril, “La Feria de Abril”, potenciada tanto por el Ayuntamiento como por los comerciantes del pueblo, ya que este tipo de mercados suponían grandes ventajas para sus negocios, por la gran cantidad de personas que acudían a hacer sus compras desde todos los pueblos limítrofes.

Esta Feria tuvo menos vigencia que la de San Andrés, pero en todo lo demás era semejante: el sorteo de los “puestos” para la venta de las mercancías en la Plaza Mayor, el pago del impuesto, los mismos tipos de mercancías…etc.

El mercado ganadero seguía celebrándose en el Egido. Aquí acudían los ganaderos con las distintas especies y los tratantes y comerciantes de ganado con sus caballerías imprescindibles en las labores agrícolas. Los Mercados semanales desaparecieron.

D.4. CONCLUSIÓN

Debemos poner fin aquí a nuestra ponencia, debido a la extensión del tema y a la abundancia de documentos consultados: Archivos municipales y del Juzgado de Paz, archivo de las parroquias de San Miguel y Santa María, entre otros.

Nos quedan por estudiar aspectos muy interesantes, como el urbanismo y el alcantarillado o la construcción de nuevas avenidas. Muy importante fue el aspecto cultural, con la creación de la Banda Municipal de Música, excepcional en aquella época, la creación de la Biblioteca Municipal y un colegio de segunda enseñanza.

También en el aspecto artístico podemos destacar cuatro monumentos construidos en este período de los que ya solo se conserva uno de ellos: el Colegio del Niño Jesús.

Algunos de estos temas serán objeto de estudio en nuestras próximas ponencias.

 

Nov 292019
 

Manuel García Cienfuegos.

Cronista Oficial de Montijo y Lobón.

 

El freinetismo fue una tendencia escolar vanguardista, cuyo propósito era cambiar radicalmente la vida y la concepción de la enseñanza en la escuela. Pretendía que la escuela y la vida misma no fueran dos ámbitos distintos, separados y antagónicos; esto es, lograr que los niños no sintieran la frontera que normalmente viven al entrar en el recinto escolar y dejar la vida ordinaria atrás, tan rica y viva para ellos, como si de dos mundos se tratara[1].

 

1.- CÉLESTIN FREINET (GARS, 1896-VENCE, 1966)

Pedagogo francés, impulsor de métodos de renovación dentro del marco del movimiento llamado la escuela nueva. Es uno de los más importantes innovadores en la educación del siglo XX. La relación con sus alumnos le hace ser consciente de que la escuela no responde a las necesidades educativas de los escolares, como tampoco responde a su concepto sobre lo que es educar en la escuela primaria. A partir de entonces, entra en contacto, primero mediante la lectura de sus trabajos y posteriormente de forma personal, con los distintos pedagogos e ideólogos que, en aquellos momentos, estaban realizando una crítica a la escuela tradicional y pugnaban por una escuela nueva. No sólo se dedicó a recoger información y métodos de sus colegas, sino que participó en el movimiento de renovación pedagógica aportando nuevas ideas y técnicas que se fueron adaptando, a lo largo del siglo XX, a los cambios sociales y educativos.

Célestin Freinet fue uno de los referentes innovadores más importantes de la pedagogía moderna y popular, tanto por sus teorías, radicalmente antiautoritarias y democráticas, como por la aplicación de un amplio abanico de técnicas que le conceden al alumno un grado notable de libertad y protagonismo, permitiéndole adquirir un aprendizaje más sólido, crítico y eficiente. Técnicas que estimulan el tanteo experimental, la libre expresión infantil, la cooperación y la investigación del entorno.

En las aulas de Freinet los niños se organizan en asambleas que sirven para regular la vida del grupo, revisar el trabajo, proponer proyectos y tomar decisiones; en la biblioteca consultan libros, monografías, artículos de prensa y archivos fotográficos; elaborando textos libres que, después de corregirlos colectivamente, los imprimen y forman parte de la revista o periódico escolar que se distribuye entre las familias y se intercambia con alumnos de otros centros. La educación natural preconizada por Célestin Freinet se estructura en torno a la vida y las actividades del niño, poniendo en práctica una serie de técnicas originales, basadas en un conjunto de principios como la motivación, la expresión y la socialización[2].

 

2.- LAS TÉCNICAS DE FREINET

Célestin Freinet concebía la escuela como lugar de renovación social para instaurar una sociedad popular donde ésta tuviera una relación consciente con los otros ámbitos sociales. Sus propuestas nacen de la realidad escolar cotidiana. Sus aportes constituyen el punto de arranque del movimiento pedagógico nucleado en la Federación Internacional de Movimientos de Escuela Moderna[3] que pretenden la renovación educativa por medio de la organización de una comunidad escolar auténticamente humana.

El niño tiende a organizar su primitiva experiencia a tientas, en formas cada vez más ricas, que se convierten naturalmente en experiencias sociales, en las cuales se integra con otros niños, y a dejar de ser puro juego para ser juego-trabajo. Su técnica es conocida como la tipografía de la escuela, produciéndose en las clases varios elementos y técnicas para crear textos, dibujos, correspondencia, ficheros y lo que llama libro de la vida, donde los escolares narraban sus historias y la de la clase. Su función era que los niños se expresaran y se comunicaran de manera espontánea, cambiando así las relaciones entre la escuela y la vida, algo más útil y práctico de manera personal y social. El trabajo colectivo y el método activo también suelen representar su trabajo. En eso radicó su invención: llevar la comunicación y la creatividad a un sitio que, aunque parezca extraño, lo había dejado de lado para enfocarse en la memoria y la repetición.

Las técnicas de Freinet ayudaron a constituir una pedagogía moderna que se ocupaba del aprendizaje de una manera más humana, desde un acercamiento a tientas hacía el conocimiento. Se trata ante todo de la necesidad imperiosa, física y psicológicamente, de salir del aula para ir a buscar la vida en la oferta del rico entorno. Donde se observará el medio natural y humano, del que se llevará a la escuela, primero desde los ecos orales y después los escritos.

Los textos así producidos se corregirán, enriquecerán y constituirán la base de los aprendizajes elementales clásicos que los convierten en un instrumento directo de mejora de la comunicación. El estudio del medio, la imprenta, el diario y la correspondencia escolares se convertirán en los instrumentos primordiales de una revolución pedagógica[4]. Las técnicas de Freinet constituyen un abanico de actividades que estimulan el tanteo experimental, la libre expresión infantil, la cooperación y la investigación del entorno. Están pensados sobre la base funcional de la comunicación.[5].

Las transformaciones que Freinet introdujo en la escuela forman parte del imaginario colectivo de la profesión docente, el ímpetu por crear una escuela centrada en el alumno, es decir en el niño y en los maestros, asentada bajo la enseñanza de pensar y cultivar la motivación y el aprendizaje libre, relegando la función de instruir o enseñar bajo los parámetros de un modo más tradicional. Un elemento importante a destacar, es la ruptura del individualismo tanto en la docencia como en el trabajo del alumnado, proponiendo las bases de un trabajo cooperativo promoviendo la ayuda y la solidaridad entre compañeros. La puesta en práctica de las diversas técnicas de Freinet supone plantearse que la principal finalidad de la escuela debe ser potenciar todas las capacidades del alumno para obtener respuestas dentro de un proceso centrado en su propia investigación y aprendizaje[6].

Freinet liga al niño con la vida, con su medio social, con los problemas que le atañen a él y su entorno. La escuela Freinet es una escuela viva, continuación de la vida familiar, de la vida del pueblo y del medio. La única forma de despojar a la educación de la mística aristocrática en que se encuentra envuelta y de convertirla en una preparación y puesta a punto para la vida proletaria, es ligarla, cada vez más vigorosamente, con la vida, con el pueblo, con sus problemas y realidades[7].

 

3.- LA LLEGADA DEL FREINETISMO A ESPAÑA Y EXTREMADURA

Fueron tres las vías abiertas para la recepción de las técnicas de la Escuela Moderna en España. La primera se abrió en 1926, gracias al maestro Sidonio Pintado Arroyo, del Grupo Escolar Bailén de Madrid. La inquietud y la curiosidad invitaron al maestro a visitar, alrededor de 1925, la escuela de Bar-sur-Loup, Francia, donde Célestin Freinet realizaba los primeros tanteos con la imprenta escolar y daba los primeros pasos para la organización de la Cooperativa de Enseñanza Laica (CEL).

Poco tiempo después se abrió la segunda vía. En agosto de 1927 se celebró en Tours (Francia) el I Congreso de la CEL, coincidiendo con el Congreso Anual de la Fédération de l´Enseignement. A éste asistió Manuel Juan Cluet Santiberi, por aquel entonces maestro de una escuela de Madrid. También lo hizo Célestin Freinet, que intervino como secretario sindical de la región de los Alpes Marítimos. Allí entablaron contacto, quizás casualmente, quizás a instancias del primero.

En esas mismas fechas se abría una nueva vía, ahora en Cataluña, para la recepción de las técnicas de la Escuela Moderna en España. Esta tercera vía encontró un ambiente educativo más favorable que la madrileña, ya que durante la segunda década del s. XX había surgido en Lérida un grupo de maestros, conocidos como grupo Batec, que fue la semilla donde fructificó la Cooperativa española de la Técnica Freinet[8]. La división española del movimiento freinetiano internacional la integraron, al menos, doscientos veinticuatro seguidores, de los que ciento sesenta y ocho fueron maestros de primera enseñanza; tres profesores de Escuela Normal; otro, alumno normalista; dos más, colaboradores desvinculados de la enseñanza o que habían renunciado a ésta; y cuatro, fueron inspectores escolares.

El grueso de freinetistas españoles nació en el medio rural generalmente, en un ambiente socioeconómico deprimido y culturalmente poco estimulante. Se formaron en un tiempo en el que los estudios de magisterio comenzaban su lenta y costosa revitalización y modernización. Las Normales de Barcelona y Lérida fueron las que más peso tuvieron en la formación del grupo freinetiano, seguidas, muy de lejos, de las de Huesca y Madrid. Estas mismas provincias fueron las que, a la postre, albergaron a un mayor número de maestros y escuelas freinetistas: Barcelona a sesenta y dos y Lérida a cuarenta y uno. Seguidas por Huesca, Baleares, Cáceres con once y Badajoz con siete, entre otras[9].

La esposa de Celestín Freinet, Élise, en el libro que recoge el recorrido histórico de la escuela promovida por su marido, se refiere, entre los primeros iniciadores de la misma en España, al maestro José Vargas, de la provincia de Cáceres, junto a otros maestros más conocidos: José de Tapia, Simeón Omeya y Patricio Redondo, vinculados al grupo cátalo-aragonés.

El maestro José Vargas Gómez pudo conocer las enseñanzas de Freinet durante su destino en Burujón (Toledo), cercano a Torrijos y Camerana, con maestros que aplicaban la corriente del freinetismo que se ejercía en Madrid. José Vargas compartió la corriente pedagógica de Freinet con su compañero en Las Hurdes (Caminomorisco-La Huerta), Maximino Cano Gascón. Éste último al ser destinado a Montijo difundió a Freinet en algunos de los maestros que ejercían el magisterio en los grupos escolares Giner de los Ríos y 14 de abril. Montijo fue el principal centro de difusión del resto de experiencias escolares en la región, pues desde él partieron las técnicas de Freinet hacia Calamonte, Puebla del Maestre, Valencia de Alcántara y Arroyo del Puerco (Arroyo de la Luz). En esta última población con el maestro Ricardo Gil-Toresano Cabañero para la última población[10]. Este maestro era hijo del médico afincado en Arroyo, proveniente de Alcántara, Ventura Gil-Toresano Ocaña, y de Sofía Cabañero y Cambronero, una noble que había sido educada en París. Ricardo Gil-Toresano estuvo casado con otra maestra arroyana, Jacoba Franco, vivieron en la calle Germán Petit. Ricardo falleció en 1975[11].

 

4.- LA ENSEÑANZA EN LA II REPÚBLICA

Su llegada supuso la implantación de un sistema político que tuvo en la educación uno de sus pilares fundamentales, tanto por la constatación del abandono en el que estaba, como por la necesidad de plantear en la práctica profundos cambios en un sentido progresista, dentro de un proyecto más amplio de creación de un estado del bienestar, al considerar la educación como un motor de transformación social, partiendo de los movimientos de renovación pedagógica que habían comenzado con la Institución Libre de Enseñanza.

La enseñanza, según señalaba la Constitución, promulgada el 9 de diciembre de 1931, será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana. Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos (art. 48). La nueva Constitución recogía las ilusiones colectivas que suscitó el cambio de régimen político en España. Constaba de 10 títulos, una disposición transitoria y 121 artículos[12], muchos de los cuales, singularmente el 3, 26, 27 y 48, rompían abiertamente con la tradición constitucional española, aún la de tintes más liberales. Tres políticos destacaron en el impulso a la educación: los ministros Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos, que ocuparon la cartera de Instrucción Pública, y Rodolfo Llopis, director general de Primera Enseñanza.

La Constitución de 1931 establecía que el servicio de la cultura era atribución del Estado y se prestaría en instituciones educativas, según un sistema de escuela unificada, es decir, que se planteaba un nuevo sistema educativo y común. Así, una de las prioridades a instancias de la Institución Libre de Enseñanza fue la de proporcionar a la población una enseñanza obligatoria pública que desarrollara el nivel cultural y permitiera al país alcanzar el progreso económico y social del que disfrutaban otras naciones europeas.

A tal fin se proyectó un ambicioso plan quinquenal de construcción de escuelas, hasta 27.000 centros escolares. Las penurias presupuestarias impidieron alcanzar ese objetivo, pero se hizo un verdadero esfuerzo para que hubiera escuelas en todos los rincones del país. Al tiempo que se impulsaban los institutos-escuelas, las colonias escolares de vacaciones y la puesta en marcha de las Misiones Pedagógicas, integradas por voluntarios que llevaban a los pueblos lectura, música, teatro, cine y arte[13].

Había que formar ciudadanos nuevos porque la República, según Marcelino Domingo, heredó una tierra poblada de hombres rotos. La República recibió una inmensa carencia de escuelas y de maestros, un lastre que el sistema educativo español arrastraba desde hacía más de cien años. Las carencias todavía eran más evidentes al considerar la precariedad de los edificios dedicados a escuelas, la situación de la educación de la mujer, la formación del profesorado, la educación de adultos, etc. En 1930 la tasa de analfabetismo en España era del 32,6% a la edad de 7 años[14].

 

5.- LA SITUACIÓN ESCOLAR EN MONTIJO

La propaganda primorriverista, en 1929, a través del “Barógrafo de un lustro: Memoria demostrativa del avance dado por la provincia de Badajoz”, recopilaba, desde 1923 a 1928, lo realizado por la Unión Patriótica, el partido creado desde el poder en 1924. La implantación de la Unión Patriótica tuvo un éxito completo, con un gran número de afiliados que ocupaban buena parte de los cargos políticos, alcaldes, concejales y diputados, controlando los resortes del poder local[15]. Por lo que respecta a Montijo, se informa en el Barógrafo de un lustro, “que el Ayuntamiento ha invertido entre los años 1923-1928: 78.742,82 pesetas en acerados y empedrados; en el matadero, 5.049,45 pesetas, en el cementerio 30.840,78 pesetas; en reforma de la Casa Consistorial 47.123,70 pesetas; en la creación de dos grupos escolares 200.000 pesetas, y subvención para caminos vecinales 21.055,36 pesetas”[16].

Se dice en la Memoria que se habían subastado las obras de un Cuartel para la Guardia Civil, con un presupuesto de 128.680,48 pesetas y de una Plaza de Abastos, en 194.123 pesetas[17]. Para la realización de estos proyectos el Ayuntamiento solicitó del Banco de Crédito Local una operación de préstamo por importe de 570.000 pesetas. Junto con ensanches de vías públicas, adquisiciones, expropiaciones y gastos[18]. Aunque muchas de estas obras no fueron ejecutadas hasta los años centrales de la II República.

Desde el Ayuntamiento, el 23 de mayo de 1931, a poco más de un mes de la proclamación de la República, aprobaba el gasto de 2.721,28 pesetas para medicamentos a pobres de la Beneficencia durante el primer trimestre del año[19]. Estas cifras aducen las dificultades que atravesaba un sector de una población que sobrepasaba diez mil habitantes. Aquellos primeros aires republicanos tuvieron que afrontar el gravísimo problema por el que atravesaba la clase trabajadora. Los jornaleros creían ver en el nuevo régimen político el remedio que solventaría sus problemas ancestrales, especialmente la cuestión agraria[20].

A finales de mayo la Corporación Municipal aurorizaba el pago de “273 pesetas por jornales empleados en la limpieza del campo de los nuevos Grupos Escolares”[21]. El presupuesto municipal aprobado el 24/IX/1929 destinaba de los gastos (383.795,76 pesetas) el 3,92% (15.062 pesetas) a Instrucción Pública. Siendo las mayores partidas para Obras Públicas (27,79%) y Obligaciones Generales (26,68%); apartado en el que incluían las deudas contraídas a corto, medio y largo plazo[22].

En este contexto, en la cercana población de Lobón, las autoridades municipales se habían propuesto acabar con el analfabetismo, obligando la escolarización de los niños. Esta medida tomada resulta clarificadora:“que se publique bando haciendo saber que los niños de uno y otro sexo que no asistan a clase sin causa justificada, sus padres serán multados de una a quince pesetas”[23]. La preocupación por la enseñanza en los adultos la plantearon los concejales montijanos: “que fuera expuesto al público anuncio indicando la apertura de clases de adultos en las Escuelas Nacionales, y que para dichas clases se ordena la instalación del alumbrado necesario”[24].

El problema fundamental con el que se enfrentó la Segunda República fue la insuficiencia del número de escuelas, lo cual ocasionaba que un número importante de niños y adolescentes estuviese sin escolarizar. Las causas de la desescolarización tenían su origen en razones de carácter social y económico[25]. Las escuelas existentes en Montijo no reunían las condiciones necesarias. Eran escuelas unitarias con nula o poca coordinación entre ellas; se localizaban de manera dispersa por el casco urbano en casas alquiladas por el Ayuntamiento a particulares. El Magisterio local estaba formado por doce maestros[26]. Existían también algunas escuelas particulares, especialmente de párvulos, donde sus responsables no tenían titulación oficial.

La República consideraba que el país no sería una auténtica democracia mientras la inmensa mayoría de sus hijos, por falta de escuelas, se vieran condenados a la perpetua ignorancia, encaminados al trabajo en edades muy tempranas. Esta preocupación no quedó en intenciones, sino que, como ya hemos dicho, se acometió un ambicioso plan de construcción de escuelas. Montijo no fue ajeno a estas medidas. Así, la Inspección Provincial de Primera Enseñanza concedió la creación de cuatro escuelas graduadas, dos de cada sexo y una de párvulos[27]. Era alcalde el socialista Juan Brugera Vega. Quedando constituida la Comisión de Instrucción Pública de Primera Enseñanza, formada por Juan Gutiérrez Arias, concejal; Teodomiro Cayetano, médico, Inspector Municipal de Sanidad; Juan José García Martínez de Tejada y Emilia Ruiz Diaz, maestros nacionales; Antonio Cabezas y Rafaela Alba, padres de familias[28]. De inmediato se procedió a edificar un primer grupo escolar en el viejo edificio del Pósito[29], con cuatro escuelas para niños y otras cuatro niñas, al que llamaron Giner de los Ríos, construido por el maestro de obras Pedro González Gragera[30].

Pocos meses después, aparecen noticias de la construcción de un segundo grupo escolar[31], por nombre 14 de abril, también conocido por ‘colegio de las eras’, dotado de ocho escuelas, cuatro para cada sexo, y las casas de los maestros en el patio de recreo. Esta información se refiere al grupo escolar que referenciamos en la relación de obras del Barógrafo de un lustro. Durante el período que duraron las obras los maestros y alumnos tuvieron que utilizar las Escuelas de Jesús, junto a la ermita de su mismo nombre, la planta baja de la Plaza de Abastos y algunas casas que alquiló el Ayuntamiento.

Las carencias en materia educativa eran muchas. El maestro Juan José García Martínez de Tejada, en calidad de secretario de la Comisión de Instrucción Pública de Primera Enseñanza, instaba al Pleno Municipal “para que los alumnos que asisten a las escuelas tengan las mínimas comodidades de trabajo, cifrando el importe del material escolar en 2.492 pesetas”. El concejal, señor Gutiérrez, veía que “la petición era muy justa, pero el Ayuntamiento en virtud de su situación económica le es imposible acceder a esta petición”[32]. A comienzos de 1932 el anteproyecto del presupuesto municipal destinaba 20.271,75 pesetas a Instrucción Pública, el 6,14% del total de los gastos para el ejercicio[33]. Tras el fallecimiento del alcalde Sebastián Gabardino Acevedo[34], accedió a la Alcaldía el también socialista Miguel Merino Rodríguez[35], que apoyará varios proyectos educativos como seguidamente veremos.

El primero de ellos fue, a petición del Consejo Escolar de Enseñanza Primaria, la apertura de una Cantina Escolar para los niños más desfavorecidos, acordando instalarla en la planta baja de la Plaza de Abastos[36]. El respaldo al Magisterio hace que el director del Grupo Escolar Giner de los Ríos, dirija un oficio, en el que afirma el “reconocimiento del Magisterio a la labor realizada por la Corporación sobre la enseñanza.”[37].

 

6.- EL MAESTRO MAXIMINO CANO GASCON DESTINADO A MONTIJO

Nació en 1892 en Huesca. En 1910 obtuvo el título de maestro y enseguida comenzó a ejercer en pequeñas localidades aragonesas. Primero en Maleján, a los pies del Moncayo, y más tarde en la oscense de Ayera. En 1920 editó un librito de poemas y narraciones breves de resonancias modernistas, “El primer amor”. Su portada fue ilustrada por Ramón Acín (Huesca 1888-1936)[38].

Tras la muerte de su padre, Maximino solicitó empleos en poblaciones alejadas de su ciudad natal, por desavenencias familiares, en la que no volvió a residir. De este modo, le llevó a impartir docencia en Campillos (Málaga), Sanlúcar la Mayor (Sevilla), Caravaca de la Cruz (Murcia) y el pueblo turolense de Lechago[39]. En los primeros meses de 1930 su peregrinar hizo escala en un destino que le marcaría de por vida. Pasó a dirigir la escuela de una alquería perdida, llamada La Huerta, junto a Caminomorisco, enclavada en Las Hurdes, una de las comarcas más aisladas y paupérrimas del país.

En ese entorno extremo, al que algunos llamaron el fin del mundo, Maximino Cano inició una aventura educativa que podemos calificar de asombrosa en compañía de José Vargas Gómez, originario del pueblo murciano de Abarán, responsable de la cercana escuela de Caminomorisco. Ambos maestros, con el fin de dotar de humanidad, dar una oportunidad y un porvenir a los niños decidieron poner en práctica un sistema de enseñanza pionero en Europa. Sin dejarse intimidar por las penosas condiciones en las que se vivían sus alumnos, aplicaron en sus colegios las innovadoras teorías del pedagogo Célestin Freinet, basadas en la experimentación, el contacto con la realidad circundante y el trabajo en equipo como instrumentos básicos de educación.

Tras intentar paliar las carencias materiales más acuciantes (se crearon un comedor escolar, aseos y un ropero, y las Misiones Pedagógicas llevaron libros), ambos maestros abandonaron el recitado de lecciones en voz alta, de memoria, por monótonos coros infantiles en favor de actividades más ilustrativas y participativas. Cuando no se daban largos paseos por el campo para estudiar el medio natural, las plantas y los animales, se observaban con atención las labores de los adultos, se organizaban talleres de manualidades, se aplicaba el cálculo a problemas cotidianos o se redactaban textos de tema libre para exponer y debatir en clase. Un objetivo siempre presente fue el de armonizar el cuidado de los materiales, el respeto por los otros y la responsabilidad con una formación lúdica y amena, porque la educación sin alegría es una educación a medias.

José Vargas y Maximino Cano compraron pequeñas imprentas con la que los escolares las manejaron y publicaron sus trabajos en periódicos escolares. En abril de 1933 aparecía el primer número de Ideas y Hechos, en Caminomorisco, y sólo unos días después lo hacía el ejemplar inicial de Niños, Pájaros y Flores, en La Huerta[40]. Los logros y experiencias se pusieron en común con otros colegios y en el extranjero. Se enviaron a centros escolares mexicanos, uruguayos, franceses y belgas plantas disecadas, dibujos, cuentos oídos o inventados, sellos, etc. Los niños escribían en castellano, pero dejaban espacios en blanco donde el maestro traducía el texto al francés. Y el mismo sistema empleaban los franceses y belgas en sus respuestas.

No se sabe con certeza cuál de los dos maestros correspondió la iniciativa de introducir los métodos freinetianos, su trabajo fue de los más tempranos en España. Tal vez el freinetismo llegó a Las Hurdes por otras vías, gracias a contactos y experiencias previas de José Vargas o a través de libros y revistas especializadas[41]. El caso es que desde Las Hurdes se extendió a otras zonas de Extremadura, pues Maximino Cano fue trasladado en septiembre de 1933 a Montijo, una población mayor, en la provincia de Badajoz. Localidad en la que se crearon dos periódicos escolares: Floreal y Alborada. Sus centros educativos se convirtieron en referente para muchos otros. En poco tiempo, casi una treintena de maestros bebieron de ese manantial, cada vez más fecundo[42].

El maestro Maximino Cano formó parte del Real Patronato de las Hurdes[43], creado tras la visita que Alfonso XIII, a petición del doctor Gregorio Marañón, hizo a la comarca en junio de 1922. Tras este viaje se impulsaron medidas con la finalidad de atajar males como las enfermedades endémicas de bocio y el cretinismo, la falta de comunicación al exterior, la educación, etc. El 18 de julio, un mes después de la visita del monarca, se creó el Patronato, “una institución de Beneficencia destinada a remediar la situación material, social y moral en que se encontraba la zona”[44], es decir, un organismo encargado de dirigir y promover el desarrollo de Las Hurdes. En la primera Junta de Consiliarios fue nombrado vicepresidente el obispo de Coria, don Pedro Segura Sáenz[45], al que se le consideró el apóstol de Las Hurdes.

 

7.- EL MONTIJO QUE SE ENCONTRÓ MAXIMINO CANO

Maximino Cano Gascón llegó a Montijo a comienzos de curso a la Graduada núm.1 del Grupo Escolar Giner de los Ríos[46]. Se encontró un pueblo con elevadas cifras de paro, pobreza y hambre. La subida de los precios era una constante. Se reivindicaba una jornada laboral de ocho horas, salarios dignos y subsidio de paro. No faltaban las protestas, manifestaciones y huelgas, en espera de la aplicación de la Reforma Agraria que diera trabajo con el reparto de las tierras. El laicismo creó malestar por las medidas tomadas para regular el toque de campanas, las procesiones, blanquear escudos y blasones, control de las clases de Religión, etc. La llegada de Maximino Cano obedecía a la creación de los dos nuevos grupos escolares, pues la preocupación de las autoridades locales, junto al interés de la República por la educación, estimaban, como ya dijimos, que debía ser uno de los pilares fundamentales que la sociedad necesitaba[47].

Sin embargo, el maestro Cano Gascón no encontró para sí un ambiente favorable. Él mismo lo manifiesta en el expediente de depuración que se le abre: “Mi vida en esta localidad, desde el día que en que tomé posesión, ha estado llena de sufrimientos morales. El hecho de proceder del Real Patronato de Las Hurdes y de haber llegado a Montijo con una carta de presentación para el sr. cura párroco, me creó un ambiente de hostilidad… me decían, que era uno de los maestros del cardenal Segura. Sufrí coacciones, amenazas más o menos veladas; se me hizo saber que varios de los inspectores de primera enseñanza eran socialistas y pertenecientes a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza, y que en la provincia de Badajoz no querían maestros cavernícolas”[48]. En este entorno, el Ayuntamiento pagaba 276 pesetas por 16 arrobas de aceite para la Cantina Escolar[49]. En esa misma sesión el concejal Juan Brugera Vega[50] fue nombrado representante del Ayuntamiento en el Patronato de la Cantina Escolar.

 

8.- EL FREINETISMO EN MONTIJO

Será un maestro, compañero del recién llegado Maximino, el que cambie su destino. Se trata de Juan José García Martínez de Tejada, que llegó a Montijo en 1927 para la escuela núm. 2 de niños. Pertenecía al Partido Socialista, delegado en Montijo de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE-UGT) y secretario del Consejo Escolar. Maximino Cano debió mostrarle a Martínez de Tejada su experiencia pedagógica con la corriente freinetiana, junto con los periódicos escolares propios y ajenos que había intercambiado con otras escuelas en su etapa en Las Hurdes.

La afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento de Maximino Cano, abrieron las puertas de la amistad[51]. Maximino Cano, a partir de entonces, se convirtió en referencia necesaria, como maestro experimentado en la corriente pedagógica de Freinet, pasando a ser considerado; aunque para llevar a efecto su proyecto debía contar con el Ayuntamiento. Fue Juan José García Martínez de Tejada con peso político, cuya voz era tenida en cuenta por las instituciones y por la administración educativa quien hizo posible que la pedagogía de Freinet se impartiera en los grupos escolares montijanos.

Así, la Corporación Municipal estudiaba, a comienzos de diciembre, el presupuesto municipal para 1934, destinaba 34.431,76 pesetas para el capítulo de Instrucción Pública. Días después el Gobierno Municipal acordaba “dotar de una imprenta modesta, pero lo más completa posible, en las más beneficiosas condiciones de economía a cada Grupo Escolar de los existentes en Montijo, quedando autorizado el señor alcalde presidente para practicar las gestiones conducentes al cumplimiento de este acuerdo”; se cita al margen del acta: “Compra de una imprenta”[52]. El freinetismo había llegado a Montijo. “A la Casa Richard Gans, de Madrid, por diversos útiles para las imprentas de los Grupos Escolares, doscientas treinta pesetas. A la Cooperativa Española, por igual concepto, setenta y tres pesetas”[53]. “A Pedro López, por varias piezas auxiliares precisas para el manejo del equipo de Imprenta Freinet, concedido por el Ayuntamiento a los Grupos Escolares, cuarenta pesetas”[54]. “A Artes Gráficas, por diez y siete kilos y medio de letras, cajas y un cliché, para las imprentas de Freinet de los Grupos Escolares, ciento dos pesetas con noventa y cinco céntimos”. “A don Antonio Agudo, por cuatro resmas de papel blanco de ocho kilos resma y una más de colores variados para los grupos escolares, ochenta y cuatro pesetas con cuarenta céntimos”. “A Richard Gans, tipografía de Madrid, por material para los equipos de Freinet de los Grupos Escolares, ciento setenta y nueve pesetas con treinta céntimos”[55].

 

9.- MAESTROS FREINETIANOS. UNA TENDENCIA VANGUARDISTA

Con la nueva experiencia escolar ya en marcha, los maestros participaron en ella con mayor o menor entusiasmo[56]. Los protagonistas de la nueva corriente pedagógica fueron: en el grupo escolar Giner de los Ríos, Maximino Cano Gascón que fue el que propagó las enseñanzas de Freinet de las que hizo partícipe a Juan José García Martínez de Tejada. Ambos fueron los promotores, el primero más que el segundo, de la publicación del periódico escolar Floreal[57].

En el grupo escolar 14 de abril, los maestros más significados fueron Jerónimo Ruiz Lara, maestro con experiencia, y Antonio Márquez Tabares, más joven pero muy entusiasta, al que se le debe gran parte de la expansión de esta corriente pedagógica por algunas escuelas extremeñas. Ellos fueron los responsables de la edición del periódico escolar Alborada. A este grupo hay que añadir al maestro Eduardo Almada Rodríguez, destinado a Montijo en 1935.

¿Qué hacían los niños en las escuelas donde se aplicaban las técnicas de Freinet, en definitiva, cómo era la escuela cotidiana? Por lo general, los maestros se atenían a las directrices generales marcadas para la enseñanza (contenidos, tiempos y modos), es decir, continuaban la marcha ordinaria de la escuela, pero introducían las nuevas técnicas con la finalidad de lograr que la escuela y la vida (la experiencia personal y el aprendizaje) no fueran dos ámbitos extraños.

Se cultivaba el texto libre, composición de los alumnos propiciada por alguna experiencia preparada previamente por el maestro. Era muy habitual organizar pequeñas excursiones campestres o culturales en las que la observación directa ayudaban en los alumnos preguntas o inquietudes que después ellos mismos escribían. Luego se seleccionaban y corregían los textos para imprimirlos después en la imprenta, acaso la técnica nuclear de la escuela, fuente de una cadena de trabajos escolares.

El periódico escolar, compuesto con los textos de los muchachos y elaborado por ellos mismos, era el fruto más logrado y gratificante de la imprenta. Los alumnos, de este modo, dejaban de ser sujetos pasivos para convertirse en emisores activos, creativos y capaces de transmitir sus propias ideas[58].

El intercambio y la correspondencia lanzaban de escuela a escuela el periódico escolar y los trabajos que los niños elaboraban. Ellos mandaban a otras escuelas amigas sus conquistas, recibiendo de ellas el trabajo equivalente de los amigos desconocidos. La red de intercambios fue tan amplia que las escuelas recibían material de todos los rincones de aquella España más incomunicada y atrasada, pero también de Francia, Bélgica, tal vez también de Alemania y de varios países hispanoamericanos. De esta manera se producía una lectura colectiva.

El profesor García Madrid ha recogido el testimonio de un alumno de cuarto grado del maestro freinetiano Juan José García Martínez de Tejada, en el grupo escolar Giner de los Ríos de Montijo: “Una de las cosas que nos enseñó fue la Imprenta Floreal. Se inventó unas barritas de metal en forma de V donde encajábamos las letras para imprimir los escritos. Después sólo nos quedaba humedecerlas en la tinta e imprimirlas en el papel. De esta manera nos comunicábamos con los alumnos de otros pueblos de Cataluña; ellos nos contestaban a nosotros contando sus costumbres. Para enseñar la Gramática usaba un procedimiento que nos divertía, aprendiéndola en poco tiempo: nos enseñaba las oraciones gramaticales en lectura y después hacíamos en el suelo de la clase con tiza todos los círculos que puede tener una oración: nombres propios, verbos, sujetos, adjetivos, etc. Mientras él leía las oraciones, cada uno de nosotros salía de la fila y se colocaba en el círculo correspondiente a la parte de la oración que a ella le había asignado. Este método nos gustaba a todos y aprendíamos pronto.

Otra cosa que hacíamos algunos jueves por la tarde (que no había clase) era salir al campo y trazar en la hierba figuras geométricas y después con una cinta métrica, medíamos la extensión de aquella tierra. Así nos enseñaba algo que aprendíamos pronto. Por último, nos enseñó dibujo; pintábamos a todos los ministros que entraron en el Gobierno después de marcharse Alfonso XIII. Yo hice el retrato de Alcalá Zamora y el de Azaña”[59].

Dejemos que sea Maximino Cano quien nos sorprenda con la enseñanza de la escritura que él quería para los alumnos: “Es un error pretender que los niños comiencen el aprendizaje de la escritura trazando las letras manuscritas corrientes, con sus caídos, perfiles, enlaces, etc. Eso resulta demasiado lento y tan difícil que con frecuencia vemos como a veces, cuando no recuerdan bien el trazado de alguna letra, sobre todo de las mayúsculas, tienden a imitar los caracteres de imprenta. La enseñanza de la escritura, igualmente de la lectura y escritura simultáneas, debe hacerse a base de las letras que ofrezcan la menor dificultad posible; letras sueltas, es decir, sin enlaces; lo esencial es que los niños aprendan a expresar su pensamiento por medio de la escritura en el plazo más breve posible; después ya tendrán tiempo para realizar primores caligráficos. El mejor tipo de letra para la enseñanza de la escritura en los primeros grados será, sin ningún género de duda, aquel cuyos elementos hayan sido reducidos a su más simple exposición, una vez suprimidos los adornos, perfiles y sin más trazos que los indispensables”[60].

 

10.- LOS PERIÓDICOS ESCOLARES FLOREAL Y ALBORADA

Ya dijimos en el capítulo 2 de este estudio que las técnicas de Freinet se avenían en el texto libre, los manuales escolares y periódicos confeccionados por el propio alumno, la técnica de la imprenta, la correspondencia inter escolar y el intercambio de trabajos entre escuelas. Todas estaban orientadas a hacer de la enseñanza algo muy próximo, muy experiencial, muy vivido, muy enraizado en la cultura diaria.

Estamos hablando de un método didáctico que poseía ya los principios fundamentales en los que se apoya la pedagogía moderna: enseñanza centrada en la acción, resolución de tareas y actividades significativas contextualizadas; experimentación, trabajo en equipo, incorporación de las tecnologías a las tareas de clase[61].

A pocos meses de la llegada de Maximino Cano Gascón a Montijo, marzo de 1934, se editaba el periódico escolar Floreal[62], en el grupo escolar Giner de los Ríos, que como hemos señalado tenía en su estructura y composición, afinidad con el periódico hurdano Niños, pájaros y flores. Floreal nacía bajo el lema: Siempre adelante[63].

El periódico se ve ilustrado, separando los temas, por pequeños dibujos hechos por los escolares y otros atribuidos a Maximino y su amigo Rafael González Castell, secretario del Ayuntamiento. Los trabajos de los niños[64] nos acercan al texto libre por ellos creados. Así se manifiesta, entre otros, en “Mi cuartilla”[65] y “Lo que presenciamos en el cine”, narrado por Joaquín Trejo y Pedro Sánchez, alumnos de cuarto grado[66]. En las últimas páginas de Floreal, los alumnos Lorenzo Carretero y José Lavado, de cuarto y tercer grado, dan a conocer varios datos sobre Montijo: población, situación, colegios, vías de comunicación, agricultura, ganadería, cultivos e industria. Informando que “actualmente se está construyendo un puente sobre este río (Guadiana) de 600 m. de largo”[67].

Un mes después del nacimiento de Floreal, aparece en el grupo escolar 14 de abril, el periódico escolar Alborada, conservando el Archivo Municipal de Montijo el cuarto número, publicado en julio de 1934. Número en el que Agustín Pérez Trujillo, Inspector Jefe del Consejo Provincial de Primera Enseñanza de Badajoz, se dirige a los pequeños redactores del periódico: “Magníficas condiciones se reúnen en Montijo para realizar en vosotros esa obra. Unas autoridades inteligentes construyeron esos grupos que son hoy vuestro templo de trabajo, otras no menos inteligentes, acogieron con entusiasmo las sugerencias de vuestros cultos maestros, que querían introducir en sus escuelas los métodos y procedimientos del pedagogo francés C. Freinet y os donaron la imprenta con que editáis vuestro periódico”[68].

En sus artículos, los escolares ofrecen, desde el texto libre, espontaneidad en sus descripciones. Como ejemplo citamos el comentario de las Eras[69], y otros como las “Plantas que nos visten. Mis impresiones en una función de circo. La velada de San Antonio. Los rápalos. Feria de Sevilla. Lo que yo quiero ser”. Terminando con una sección de noticias en la que se informa de la marcha para el siguiente curso escolar de los maestros: Francisca García Rivero, María del Carmen Doncel Moriche, Enrique Castellano Castillo y Amalia Torres Cabezas, destinados a Castuera, Alburquerque, Buen Suceso y Lobón. Así mismo informan que habían recibido del presidente del Montijo F.C., Miguel Gómez, de Manuel Carretero Feria, corresponsal del diario Hoy, un lote de novelas y revistas, y de Emilio Fernández Conde, maestro nacional de Puebla de la Calzada, otro de escogidas obras[70].

Las dos páginas finales de Alborada, están escritas por los directores Emilia Ruiz Diez y Fernando Alvarado Pascasio, en el que decían: “Por mediación de este periodiquito los alumnos van habituándose a hacer el trabajo en grupos o equipos destruyendo en parte el egoísmo personal sin eliminar el individual, que reflejen impresiones intransferibles; pero tenemos ya una ventaja, la sociabilidad que entablan los de un equipo entre sí y las de unos equipos con otros; si a esto se agrega la comunicación de estos alumnos con las de otras regiones y países, el ensayo no nos parece mal, teniendo en cuenta el poco tiempo de prueba. Los resultados hablarán”[71].

 

11.- DIFUSIÓN DEL FREINETISMO DESDE MONTIJO

Las ideas escolares llegadas de Las Hurdes a Montijo, puestas en práctica en unos meses, se extendieron de manera rápida. El protagonismo en este punto fue, en exclusiva, de los hermanos Márquez Tabares, con actuación especialísima de Antonio, el mayor de los tres, precisamente el que tenía destino en Montijo. En Calamonte, la escuela número dos de niños puso en marcha las técnicas Freinet e imprimió el periódico escolar Gérmenes en 1934. El maestro responsable era Ricardo Márquez Tabares, un joven muy inquieto y preocupado por la escuela y la enseñanza. Logró que en mayo de 1934 el Ayuntamiento aprobara, como lo había hecho en Montijo, la compra de una imprenta escolar y del material oportuno para proceder con la innovación docente. Convencido de las nuevas técnicas por su hermano Antonio.

También las técnicas freinetianas llegaron a Puebla del Maestre y a su escuela, siendo Antonio Márquez Tabares quien se encargó de toda la empresa. En mayo de 1935 dejó Montijo. Las razones sorprenden, dado que Puebla del Maestre era entonces un destino menor que el de Montijo[72]. Este maestro nada más llegar al lugar reinició de inmediato la innovación escolar que había experimentado en Montijo, consiguiendo una imprenta, imprimió un periódico y desplegó la actividad escolar. Al menos lo hizo hasta los primeros meses de la guerra civil, durante los cuales dio a unos y a otros una lección de civismo. En Valencia de Alcántara se imprimió el periódico escolar Voluntad. Freinet llegó a esta población cacereña, gracias al maestro Manuel Márquez Tabares, el menor de los hermanos Márquez Tabares. Tal vez en el marco geográfico de la comarca de Alcántara le llegase al maestro Ricardo Gil-Toresano Cabañero, las técnicas de Freinet en su destino de Arroyo del Puerco (hoy Arroyo de la Luz).

Meses antes del comienzo del enfrentamiento bélico de 1936, Maximino Cano, publicó en Montijo, Rayas y Letras, método moderno de lectura y escritura simultánea, prolongación del que había publicado en 1933 en Caminomorisco y del que en 1942 hizo una tercera edición[73].

 

12.- DEPURACIÓN, REPRESIÓN Y FINAL

España se vio envuelta, desde el 18 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939, en una larga, enconada, cruenta y cruel guerra civil que, por su violencia y por sus connotaciones ideológicas y políticas, conmocionó la conciencia del mundo occidental[74]. La primera columna del ejército sublevado con dirección hacia Madrid salió de Sevilla el día 2 de agosto al mando del teniente coronel Asensio. Un día después salió otra a las órdenes del comandante Castejón. El 11 de agosto, la columna finalizó con éxito la ofensiva contra Mérida, día en el que se incorporó al mando de ella, por orden del general Franco, el teniente coronel Yagüe.

Tras la ocupación de Mérida, las tropas africanas se desviaron para tomar Badajoz, la principal ciudad extremeña. Punto esencial para concluir la unificación de las dos secciones y cubrir la totalidad del flanco izquierdo a lo largo del itinerario de las columnas. Sobre las cinco de la mañana del 13 de agosto, procedente de Mérida, llegaban a Lobón los primeros soldados de la llamada Columna Madrid, mandada por Juan Yagüe Blanco, teniente coronel de infantería, militar africanista legionario[75]. Las tropas de Yagüe, formadas por profesionales experimentados en combates en la guerra de África, no encontraron oposición de ningún tipo para llegar al interior del casco urbano de Lobón.

Como su objetivo era llegar a Badajoz lo más rápidamente posible, las tropas no se desviaron hacia las poblaciones de Montijo y Puebla de la Calzada, ordenando a los Ayuntamientos de estas poblaciones que enviasen comisiones con representantes de los partidos políticos garantizándose la entrega de ambos pueblos.

Antes del enfrentamiento de la Guerra Civil los maestros Antonio Márquez Tabares y Jerónimo Ruiz Lara, seguidores de Freinet, dejaron Montijo por otros destinos. Ruiz Lara marchó a Medellín y posteriormente hacia Alcázar de San Juan donde fue ejecutado en noviembre de 1939. Antonio Márquez Tabares cambió destino por Puebla del Maestre, salvando la vida por la lección de civismo que dio en uno y otro bando político, pero la depuración le separó del magisterio, viéndose privado de empleo y sueldo durante unos años. En Montijo los acontecimientos y la locura se precipitaron a partir del 28 de agosto, pues la consigna era no dejar sospechosos en la retaguardia. Los maestros freinetianos Juan José García Martínez de Tejada[76], Eduardo Almada Rodríguez[77] y Ricardo Márquez Tabares[78] fueron asesinados a finales de agosto o a comienzos de septiembre de 1936.

Por último, Maximino Cano Gascón, pieza clave en la difusión del freinetismo en Extremadura. Este hombre bueno y buen profesional de la enseñanza, tuvo mejor suerte, que no menor sufrimiento que sus compañeros freinetianos destinados en Montijo. En los primeros meses de la guerra, estando en Montijo, no fue molestado, pero sí observado con sospechas. A la desgracia personal de ver como moría su joven esposa[79], se sumó, por una denuncia malintencionada, la cárcel y una causa de información de la justicia militar que pudo acabar mal. Se le acuso de sindicalista y espía. Su afición a la radio y a la imprenta fueron las causas. El buen criterio, los testigos y los hechos se sucedieran en noviembre de1937, cuando la virulencia de la tormenta había amainado, le salvaron la vida. Se le acusó de haber pertenecido al Frente Popular y haber sido afiliado a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza. Sufrió prisión durante tres meses en Badajoz y fue suspendido de empleo y sueldo durante un año. Maximino, en julio de 1940 volvió de nuevo a la escuela de Las Hurdes, viudo y con tres hijas pequeñas, teniendo por delante los años durísimos de la postguerra[80].

Maximino Cano Gascón escribió artículos en prensa, poesía, cuentos, novelas y obras de teatro. Fue aficionado a montar aparatos de radio y antenas. Aficionado a la electrónica y la fotografía. Constructor de cometas y papiroflexia. Dibujante y aficionado a la pesca[81]. Persona culta y sociable que en Medina de Rioseco fue jefe de la Oficina de Información y Turismo y encargado de la Biblioteca Municipal.

Los maestros dejaron las enseñanzas de Freinet con el inicio de la guerra civil. Algunos murieron trágicamente y otros fueron depurados, pero no por el freinetismo, al que la represión no identificó ni lo convirtió como causa. Otros autores afirman que los maestros que defendía métodos innovadores fueron apartados de la docencia bajo la acusación de propagandistas y “desafectos al régimen”, considerados peligrosos por divulgar ideas contrarias al Movimiento[82].

Aquella pedagogía vanguardista fue desechada con la Ley de la Reforma de la Segunda Enseñanza de 1938, donde la educación dejó de ser laica, basándose en un firme fundamento religioso, patriótico y humanístico[83].

 

13.- FUENTES DOCUMENTALES

Archivo Municipal de Montijo. Registro Actas Sesiones, Tomos IV al XIV. Años 1928-1936. Periódico Escolar Alborada, núm. IV, julio 1934. Archivo Municipal de Lobón. Legajo 87, Carpeta 1. Sesión 25/VI/1932. Registro Civil de Montijo. Libro VL de Defunciones (1937-1940)

 

14.- BIBLIOGRAFÍA

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VALENCIA INFANTE, E.: Las teorías de Freinet en la escuela. Trabajo fin de grado. Facultad de Educación. Universidad Camilo José Cela. Madrid 2014.

 

 

 

 

 

 

[1] Así define esta corriente pedagógica el profesor Antonio García Madrid, que es quien ha estudiado hasta ahora con mayor profundidad la vida y trayectoria profesional de los maestros José Vargas Gómez y Maximino Cano Gascón, que trajeron las técnicas de Freinet a Extremadura.

[2] Para la biografía de Célestin Freinet se han consultado las obras: LEGRAND, L.: Célestin Freinet (1896-1966). Perspectivas. Revista trimestral de educación comparada. Oficina Internacional de Educación, UNESCO, Vol. XXIII, núm. 1-2, año 1993. SOLA, B.: Célestin Freinet: La cooperativa de enseñanza laica. En encuentro profesional de Educación y Arte, www.educacion.deacmusac.es BIOGRAFÍAS Y VIDA. La enciclopedia biográfica en línea, https://www.biografiasyvidas.com COCA BLANCO, M.P.: Enseñar historia según Freinet. Trabajo fin de grado. Facultad de Humanidades. Universidad Carlos III de Madrid, 2016.

[3] La historia del movimiento de la Escuela Moderna es, ante todo y merced al profundo instinto cooperativo de Célestin Freinet, su iniciador y principal impulsor.

 

 

[4] LEGRAND: Célestin Freinet… Ob. cit. HISTORIA BIOGRAFÍA. Biografía de Célestin Freinet https://historia-biografia.com/celestine-freinet/ CHOURIO MUÑOZ, J.A. y SEGUNDO MELEÁN, R.: Pensamientos e ideas pedagógicas de Célestin Freinet. Universidad Rafael Belloso Chacín (Chile), núm. 4, año III, 2008.

[5] VALENCIA INFANTE, E.: Las teorías de Freinet en la escuela. Trabajo fin de grado. Facultad de Educación. Universidad Camilo José Cela. Madrid 2014

[6] SANTAELLA RODRÍGUEZ, E. MARTÍNEZ HEREDIA, N.: La pedagogía Freinet como alternativa al método tradicional de la Enseñanza de las Ciencias. Profesorado, revista de currículum y formación del profesorado. Vol. 21, núm. 4, 2017, p. 374. El profesor García Madrid explica que “las técnicas de Freinet son herederas de la Ilustración y de la Escuela Nueva, que se aplicaban ya, pero lo genuino en Freinet es aplicarlas como un bloque, con una finalidad y una función dentro de la enseñanza, sobre todo, primaria”. Conf. Los herederos del pedagogo francés Célestin Freinet. Universidad Pontificia de Salamanca.

[7] PALACIOS, J.: La cuestión escolar. Barcelona 1984.

[8] HERNÁNDEZ HUERTA, J.L. HERNÁNDEZ DÍAZ, J.M.: Freinet en España (1926-1939). Revista Historia y Educación. Volumen 16, número 36, 2012, pp. 14-18.

[9] Ibidem. pp. 31-32. Asimismo, en este contexto, pueden consultarse los trabajos de HERNÁNDEZ HUERTA, J.L. y SÁNCHEZ BLANCO, L.: La influencia de Celestín Freinet en España durante la década de 1930. Fuentes, bibliografía, líneas de investigación. Papeles Salmantinos de Educación núm. 13. 2009. También de estos autores: Ideas, materiales y prácticas Freinet en España durante la II República. Universidad de Santiago de Compostela. Innovación Educativa núm. 23. 2013.

[10] GARCÍA MADRID, A.: Los maestros freinetianos de las Hurdes durante la II República. Noticias documentadas. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Revista de Educación núm. 340, año 2006. También del mismo autor: Freinet en Las Hurdes durante la Segunda República. Los maestros José Vargas Gómez y Maximino Cano Gascón. Mérida 2008. El primer freinetismo en Extremadura: Maestros, Escuelas y Periódicos (1932-1936). Foro de Educación, núm. 11, 2009.

[11] Agradezco la cesión de estos datos a Francisco Javier García Carrero, doctor en Historia y Cronista Oficial de Arroyo de la Luz.

[12] FERRARY, A.: La Segunda República. El bienio 1931-1933. Historia contemporánea de España (s. XX), Barcelona 2000. p. 488.

[13] ARES, A.: Maximino Cano Gascón, un maestro freinitiano en el Bierzo. Revista del Instituto de Estudios Bercianos. Núm. 40, 2017, p. 117.

[14] GABRIEL FERNÁNDEZ, N.: Alfabetización y escolarización en España (1887-1950). Revista de Educación. Madrid 1997, p. 220.

[15] AYALA VICENTE, F.: Orígenes del Movimiento Obrero en Extremadura. Revista de Estudios Extremeños. LVIII- I. Badajoz 2002. p. 176.

[16] BARÓGRAFO DE UN LUSTRO. Madrid 1929. pp. 263-264. La página 265 se ve ilustrada con una fotografía del Grupo Escolar situado en las Eras, más tarde llamado “14 de abril”.

[17] Ambos fueron redactados por el arquitecto Fernando Echeverria y construidos por Joaquín Izquierdo González.

[18] ARCHIVO MUNICIPAL DE MONTIJO (AMM). Registro Actas de Sesiones (1928-1930) Tomo IV. Sesión 23/II/1929, fol. 20.

[19] AMM. Registro Actas de Sesiones (1930-1931). Tomo V. Sesión 23/V/1931, fol. 30

[20] Se censaban en Montijo más de un millar de obreros en paro forzoso. Cf. AMM. Registro Actas de Sesiones (1931). Tomo VI. Sesión 5/VIII/1931. Fol. 10 vto.

[21] AMM. Sesión 30/V/1931, fol. 32 vto.

[22] AMM. Registro Actas de Sesiones (1928-1930). Tomo IV. Fol. 37 vto.

[23] ARCHIVO MUNICIPAL DE LOBON (AML). Legajo 87, Capeta 1. Sesión 25/VI/1932.

[24] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931-1932) Tomo VII. Sesión 24/X/1931. Fol. 37 vto.

[25] PÉREZ GALÁN, M.: La enseñanza en la Segunda República. Revista de Educación. La educación en España en el siglo XX. Número extraordinario. 2000, p. 324.

[26] GARCÍA MADRID, A.: Un ejército de maestros. Experiencias de las técnicas de Freinet en Castilla y Extremadura (1932-1936). Salamanca 2009. p. 194.

[27] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931). Tomo VI. Sesión 1/VIII/1931. Fol. 8. El paso del modelo de escuela unitaria a escuela graduada es uno de los más significativos de nuestra historia de la educación ya que implica no sólo un importante cambio de mentalidad en los métodos de trabajo de los maestros, sino también nuevos espacios y nuevos materiales didácticos.

[28] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931-1932) Tomo VII. Sesión 14/XI/1931. Fol. 44 vto.

[29] Construido en 1789, de una sola planta, en un lugar alto, sano y saludable. Pascual Madoz en 1846 describe que por su obra y capacidad es uno de los mejores edificios de la población.

[30] Las obras se liquidaron el 7/XI/1932, según acuerdo del Pleno Municipal, por importe de 42.713,23 pesetas. AMM. Registro Actas de Sesiones (1932). Tomo IX. Fol. 36 vto. Con posterioridad se aprobaron obras de instalación eléctrica, escaleras y servicios.

[31] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931-1932). Tomo VII. Sesión 29/II/1932. Fol. 24.

[32] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931). Tomo VI. Sesión 5/XII/1931. Fol. 50 vto.

[33] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931-1932). Tomo VII. Sesión 16/I/1932. Fol. 14 vto. Cantidades similares fueron invertidas en el presupuesto para 1933.

[34] Nombrado el 15/XI/1932, falleció el 4/I/1933, seguidor del socialista Largo Caballero.

[35] AMM. Registro Actas de Sesiones (1932-1933). Tomo X. Sesión 18/I/1933. Fol. 16. Para saber más sobre este alcalde puede consultarse la obra de MOLANO GRAGERA, J.C.: Miguel Merino Rodríguez. Dirigente obrero y alcalde Montijo (1893-1936). Badajoz 2002.

[36] AMM. Registro Actas de Sesiones (1932-1933). Tomo X. Sesión 20/III/1933. Fol. 34.

[37] AMM. Registro Actas de Sesiones (1932-1933). Tomo X. Sesión 29/V/1933, Fol. 56. Eran directores del colegio Pablo Sánchez Fernández y su mujer Manuela Montes Sánchez.

[38] Ramón Acín fue un humanista nacido a finales del siglo XIX. Con una extensa cultura y gran capacidad para destilar los nuevos conceptos estéticos que removieron los primeros años del siglo XX, desarrollando una particular forma de ver el arte. Cf. Fundación Acín https://fundacionacin.org/ con quien Maximino Cano coincidió en Las Hurdes en el rodaje de la película “Tierra sin pan” de Luis Buñel, que Acín patrocinó. Crudo testimonio social que escandalizó a espectadores y atizó conciencias. Acín fue profesor de dibujo de la Escuela Normal de Huesca.

[39] MARTÍN SORIANO, A.: Maximino Cano Gascón: un maestro freinetiano en Lechago. Cuadernos del Baile de San Roque, núm. 29, 2016. Centro de Estudios del Jiloca.

[40] En su portada figuran dos pajaritas que rememoran al “Monumento a las Pajaritas”, de su paisano Ramón Acín, erigido en 1929 en el parque de los niños, en un lateral del parque Miguel Servet de la ciudad de Huesca.

[41] Referenciadas en el apartado: La llegada del freinetismo a España y Extremadura. Entre los primeros promotores de Freinet en España figura Jesús Sanz Poch, que dio a conocer las teorías en la Escuela Normal de Lérida. Allí coincidió con Herminio Almendros quien las divulgó por los pueblos de la provincia de Huesca. En la capital oscense, Almendros intimó con Ramón Acín, cuyas hijas, recibieron clases de acuerdo a los postulados freinetianos. Quizás Maximino Cano conoció a Freinet por su paisano Ramón Acín.

[42] RUIZ PEREZ, J.F.: Aragonautas. Aragoneses olvidados. Náufragos de la historia. Zaragoza 2017.

[43] Su escuela pertenecía a la Factoría de los Ángeles de Caminomorisco, institución benéfica en cuyo edificio se acogía el centro de salud, la escuela, estafeta de Correos y el cuartel de la Guardia Civil. Maximino Cano mostró su conciencia social en una comarca llena de miseria.

[44] DOMÍNGUEZ, J.P.: Real Patronato de las Hurdes (1922-1931): Una institución de beneficencia al servicio de las Hurdes. Revista de Estudios Extremeños. Vol. LXIII, núm. 1. Badajoz 2007. p. 101.

[45] Fue arzobispo de Burgos, Toledo y Sevilla. Nombrado cardenal por el Papa Pío XI.

[46] A finales de septiembre también llegaba a Montijo, Rafael González Castell (1885-1965), un hombre culto; abogado, escritor, poeta, caricaturista, dramaturgo, humorista, crítico de arte y teatro, para hacerse cargo de la Secretaría del Ayuntamiento. Mantuvo una saludable amistad con Maximino Cano. González Castell colaboró en los periódicos escolares “Floreal” y “Alborada”.

[47] El índice de analfabetismo en Montijo era del 60%. MOLANO: Miguel Merino… Ob. cit. p. 227.

[48] GARCÍA: Un ejército de maestros… Ob. cit. p. 178.

[49] AMM. Registro Actas de Sesiones (1933-1934). Tomo XI. Sesión 30 de octubre de 1933, folio 12 vto.

[50] Fue alcalde de Montijo desde el 16/IV/1931 hasta el 24/X/1932. Formó parte de la candidatura socialista para las elecciones a diputados a Cortes por la provincia de Badajoz. Elecciones que se celebraron el 19/XI/1933, siendo el séptimo de catorce candidatos, encabezados por Margarita Nelken.

[51] Cano Gascón, en el afán de acercarse a los que no le miraban bien, se afilió a la Agrupación Socialista y al sindicato de los Trabajadores de la Enseñanza. En su expediente de depuración reconoció haber pertenecido tres meses al Partido Socialista, alegando que luego se dio de baja. También dejó la Federación de Trabajadores de la Enseñanza al ser incompatible con la Asociación Nacional del Magisterio a la que pertenecía.

[52] AMM. Registro Actas Sesiones (1933-1934). Tomo XI. Sesiones 4 y 23/XII/1933.

[53] Ibid. Sesión 10/II/1934.

[54] Ibid. Sesión 24/II/1934.

[55] AMM. Registro Actas Sesiones (1934). Tomo XII. Sesiones 24 de marzo, 19 de mayo y 7 de julio, folios 3 vto., 17 y 29 vto.

[56] En los periódicos “Floreal” y “Alborada”, colaboraron también los maestros: Enrique Castellano Castillo, Francisca García Rivero, Amalia Torres Cabezas, Emilia Ruíz Diaz, Fernando Alvarado Pascasio, Pablo Sánchez Fernández, Manuela Montes Sánchez y Agustín Pérez Trujillo. Éste último Inspector Jefe y presidente del Consejo Provincial de Primera Enseñanza de Badajoz.

[57] Con esquema similar al periódico escolar hurdano “Niños, pájaros y flores”.

[58] ARES: Maximino Cano… Ob. cit. p. 118.

[59] GARCÍA: Un ejército de maestros… Ob. cit. p. 194.

[60] Ibid. p. 257. Maximino Cano proponía la llamada letra “Futura”, al considerar que sus elementos son rectas, circunferencias y arcos sencillos. Los niños aprenden a trazarla en muy pocos días.

[61] ARES: Maximino Cano… Ob. cit. p. 119

[62] Nombre tomado de la revista que Ramón Acín, paisano de Maximino, había fundado en 1919 con otros compañeros de la Agrupación Libre de Huesca, según señala la profesora Álida Ares, filóloga, lingüista, traductora y doctora en Didáctica de la Lengua y la Literatura.

[63] Joaquina Sánchez, alumna de tercer grado, decía sobre el nombre del periódico: “¿Qué os parece queridas amiguitas, del nombre de nuestro periódico? A mí, me resulta muy simpático; Floreal, me recuerda un ramillete de flores con sus variados colores y con sus ricos perfumes. ¿No os agradan las flores? Procuremos todas cuidar las plantas y no hacerles daño”.

[64] En su presentación los niños se dirigían a sus compañeros de las escuelas de España y de las Repúblicas hispano-americanas, diciendo: “Gracias a la generosidad del Ayuntamiento de esta villa que nos ha regalado un equipo de imprenta Freinet podemos ponernos en comunicación y establecer lazos de amistad y camaradería, al propio tiempo que dar a conocer nuestras costumbres, juegos e impresiones a todos los niños que hablan la inmortal lengua de Cervantes… Si no tenéis periódico desearíamos que vuestro Ayuntamiento os donara pronto el equipo de imprenta para que comencéis su publicación”. Floreal se reproduce en la obra citada del profesor García Madrid, pp. 262-279.

[65] Antonio Galea Ramírez, alumno de segundo grado escribe: “En el pueblo de Montijo hay muchos obreros que piden trabajo para las atenciones de su casa y dar de comer a sus hijos que pasan necesidades por falta de alimento”.

[66] Basado en la película “Trader Horn” que fue nominada al Óscar en 1932 como mejor película. Filmada en África muestra las aventuras con safaris, animales y caníbales de la selva africana, que emocionaros a los narradores de Floreal.

[67] Se trata del Puente de Lobón, llamado también de Los Suspiros por el tiempo que tardaron en construirlo. Vino a unir las poblaciones de las dos orillas del Guadiana, pues antes de su construcción el río se cruzaba en barca.

[68] AMM. Periódico escolar Alborada, Núm. IV, julio 1934, p. 2

[69] Ibid. p. 11. Lo escribe Bartolomé García Delgado, alumno de primer grado. “Por la ventana de mi clase se ven las eras, con montones de trigo, cebada, habas, garbanzos, avena, estos cereales los traen en carros, los extienden, las mulas los pisotean, después lo trillan y lo aventan para recoger el grano limpio. Este año hay buena cosecha”.

[70] Ibid. pp. 29 y 30. Este maestro fue el padre de don Manuel Fernández Conde y García del Rebollar (1909-1970). Nombrado obispo de Córdoba (1959-1970) por el Papa Juan XXIII.

[71] Ibid. p. 32.

[72] Márquez Tabares pudo ser atraído, tras la construcción de su moderna escuela, por Manuel Durán Rodríguez, ilustre personalidad que ocupó importantes cargos en Argentina, siendo condecorado por ello. Fue un mecenas para Puebla del Maestre, construyendo en 1930 el Grupo Escolar (hoy C.P. Río Viar), con seis escuelas y capacidad para 400 alumnos. En 1931 sólo había dos maestros en el centro.

 

[73] ARES: Maximino Cano Gascón… Ob. cit. pp. 120-121.

[74] FUSI, J.P. y PALAFOX, J.: España: 1808-1996. El desafío de la Modernidad. Madrid 1998, p. 268.

[75] ESPINOSA MAESTRE, F.: La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz. Madrid 2003, p. 57.

[76] Fusilado en Montijo el 7 de septiembre de 1936. Cf. ESPINOSA: La columna… Ob. cit. p.401.Tenía 32 años, casado con Rosa Álvarez y con dos hijos, Julio César y Rafael. Era natural de San Cristóbal de Vega (Segovia). Su padre, Teógenes García Olmedo fue alcalde de Simancas (Valladolid).

[77] Fusilado el 5 de septiembre de 1936 en Villanueva del Fresno, su pueblo natal, del que fue alcalde, tenía 42 años. Fue detenido en Montijo. Estaba casado y tenía dos hijas, Su hermano fue Rodrigo Almada Rodríguez, diputado socialista por Badajoz en las elecciones generales de 1931. Catedrático de Matemáticas en Badajoz, Cuenca y Alicante. ESPINOSA: La columna… Ob. cit. p. 425.

[78] Hermano de los maestros Antonio y Manuel Márquez Tabares. De 29 años, maestro en Calamonte, fue asesinado en los cerros de Lobón. ESPINOSA: La columna… Ob. cit. p. 387.

[79] Sotera Martín Sánchez, natural de Caminomorisco (Cáceres), bastante más joven que el maestro que le llevaba veinte años. Falleció el 31/III/1939 a causa de una fimia pulmonar. El matrimonio tuvo cinco hijos: Aurora, Maximino, Esperanza, Matilde y Teresa. Vivieron en la calle Cardenal Portocarrero. Cf. REGISTRO CIVIL DE MONTIJO. Tomo VL de Defunciones (1937-1940). Fol. 137 vto. Acta núm. 274. Fallecieron también sus hijos Teresa y Maximino.

[80] En 1946, Maximino Cano llegaba a la escuela de Miranda (Asturias). En 1948 estaba en la Figaredo (Asturias), hasta 1952, siendo trasladado a la escuela leonesa de Villadepalos, en el Bierzo. Pasando los dos últimos años de su magisterio en Medina de Rioseco (Valladolid), donde se jubiló en 1958, tras más de cuarenta años de servicio. Falleció en Ponferrada en 1973. Cf. GARCÍA: Freinet en Las Hurdes… Ob. cit. pp. 225, 226, 320 y 321.

[81] Su amigo Rafael González Castell, secretario del Ayuntamiento de Montijo, le hizo una caricatura pescando, a la que tituló: “Un maestro que no sabe lo que se pesca”.

[82] ARES: Maximino Cano Gascón… Ob. cit. p. 122.

[83] BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO, 23 de septiembre de 1938. Artículo preliminar, primero.

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