Mar 012014
 

  José Antonio Ramos Rubio.                            

     1.- SIGNIFICACION RELIGIOSA DE LAS PROCESIONES.

                La Semana Santa son fechas cruciales del calendario litúrgico español, durante las cuales el drama de Cristo vivido en Judea se rememora en múltiples actos de tipo religiosos y tradicionales.

                Desde los comienzos del Evangelio, el binomio muerte-resurrección es el quicio sobre el cual gira la creencia de Jesús. Con toda probabilidad, lo que se ritualizó primitivamente fue la Pascua. El engrandecimiento de la muerte de Jesús que significaba ensalzar el triunfo sobre ella. La Iglesia Católica ha buscado en todo momento que sus manifiestaciones culturales tengan un sentido docente y ayuden con carácter vicario a su augusta misión de Magisterio Ecuménico. Por ello las sagradas imágenes que salen en procesión y que imantan nuestra mirada, haciendo brotar la oración, gozan de gran unción sagrada, sirvieron durante siglos a la devoción de élites religiosas cultas y, por supuesto, al pueblo cristiano y aún hoy desfilan anualmente en su pública procesión penitencial.

                Estas procesiones en la Semana Santa toman un gran impulso en los años finales del siglo XVI, respondiendo a ese acercamiento de lo divino y a ese atractivo popular y social de la religión, típicos de la Contrarreforma. Las escenas de la Pasión de Cristo vienen a ser verdaderas representaciones, cuyos «pasos» equivalen a los actos de un drama. El pueblo vive los sucesos conmemorados con el mismo apasionamiento con que entra en situación en el teatro; y el hecho de que no sean actores, sino imágenes, quienes los representen, da más fuerza a la evocación. Un sentimiento de respeto llevaba a no presentar nunca en la escena teatral a las Personas divinas, sino encubiertas bajo símbolos; sólo con la madera inocente podía encarnarlas, recibiendo su forma de la inspiración artística conducida por la fe. La escultura religiosa española no se hubiera producido tal cual es si los artistas no hubieran puesto en ella otra finalidad más trascendente que la de un trabajo artesano o puramente estético.

                Trujillo, al igual que los demás pueblos creyentes, se dejan seducir por la impresionante tragedia del Calvario, y prende el dramatismo de su conmemoración, rememorando los hechos con un realismo insospechado. Las procesiones eran organizadas por Cofradías piadosas, formadas por seglares, agrupados por razones profesionales, y sus fines incluían la ayuda mutua en sus necesidades, el fomento entre sus miembros de una vida de activa piedad y el ejercicio de la caridad con los menesterosos.

                Estas primigenias Cofradías han llegado a nosotros, tras haber pasado muchas vicisitudes y muchos cambios, de una forma u otra agrupadas en la Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad.

                Las procesiones que en la actualidad recorren las calles de Trujillo durante los días de la Semana Santa, constituyen un gesto de hondo sentido religioso y cristiano. Esta celebración se enmarca dentro del ciclo festivo de primavera. La procesión del Domingo de Ramos es la única procesión litúrgica que se desarrolla en las calles de Trujillo. La Liturgia cristiana ha recogido esta manifestación profundamente religiosa y humana a través de la Biblia, y destaca ante todo el carácter social que tienen las procesiones. Las procesiones de la liturgia son pocas si se tiene en cuenta la tipología de esta manifestación. Además de la procesión de entrada de la Misa y la de las ofrendas, a lo largo del año están establecidas la procesión de las calendas el día 2 de febrero, la del Domingo de Ramos, la procesión de traslado del Santísimo Sacramento al Monumento del Jueves Santo, la procesión tras el cirio pascual en la noche de Pascua, la procesión del Corpus Christi, y las procesiones con las reliquias de los mártires y de los santos.

                Por tanto, las procesiones con las imágenes de la Pasión y Muerte de Cristo que recorren nuestras calles, no son propiamente litúrgicas, sino que pertenecen a lo que se denomina la religiosidad popular. No son universales, como las primeras, sino que responden al estilo y al carácter religioso de cada pueblo, han nacido de la vivencia de la fe y de la contemplación de unos hechos en los que se produjo la redención de los hombres.

                Caminar es una imagen de la vida misma. Ir en procesión contribuye a formar grupos, a crear sociedad. Significa caminar juntos compartiendo un itinerario ya marcado por la Junta de Cofradías y Hermandades Penitenciales de la Semana Santa de Trujillo.

                 Desde el año 1986, con el mayor recogimiento posible, la Asociación de Padres de Alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, vienen representando en la parroquia de San Francisco de Trujillo los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en vivo. Con esta representación se han recuperado la Pasión del Señor y la Divina Tragedia que los alumnos del Colegio La Salle Santiago de Trujillo encarnaban en los años sesenta.

 

 

 2.- PROFUNDIDAD HISTORICA Y RELIGIOSA DE LA SEMANA SANTA        TRUJILLANA.

 

 

                La ciudad de Trujillo es de suma importancia no solo desde el punto de vista histórico-artístico,, sino también como punto clave de encrucijada de comunicaciones en la Alta Extremadura, abasteciendo a una extensa comarca agropecuaria, centro de servicios, ciudad turística y cultural.

                La celebración de la Semana Santa en Trujillo viene de tiempo inmemorial. Podemos partir de la primera mitad del siglo VII, el recuerdo y la contemplación de los Misterios de la Pasión en la basílica visigoda de Trujillo, tras muros de la Puerta romana de Coria. El Cristianismo enalteció por medio de celebraciones litúrgicas las diferentes escenas de la Pasión, con toda la trama que emanan de los hechos acaecidos en tierras de Palestina. Partiendo de que la celebración de la misa es la rememoración del punto culminante del sacrificio, la Iglesia representó tales hechos en las fiestas del Triduo Sagrado: Jueves, Viernes y Sábado Santo, dentro del recinto sagrado.

                La dominación musulmana, durante centurias, hizo caer sobre Trujillo el velo del abandono. Pero, la posición estratégica de nuestra ciudad la convirtió en centro apetecido por los cristianos. Fueron aquellas Semanas Santas anticipo de otras, conmemoradas en un ambiente religioso y guerrero.

                La creación de las Ordenes Militares en el alborear de la Baja Edad Media es un aspecto de suma importancia desde el punto de vista histórico-artístico, aparte de las connotaciones sociológicas, políticas y económicas, como es evidente. La finalidad de éstas es concreta y específica, los caballeros de Cristo, han de cumplir la defensa de la cristiandad frente a los poderes islámicos que son los enemigos de la Cristiandad[1].

                La reconquista definitiva de Trujillo se produce el 25 de enero del año 1232. La defensa de la villa le volvió a ser otorgada a las Ordenes Militares[2]. La Hermandad más antigua existente en Trujillo, del tipo de las militares era la de los caballeros de la Orden Truxillense, en la que aparecen reguladas reuniones anuales para adorar a Dios y rendir culto al patrón San Andrés, estableciendo prescripciones religiosas, de paz y de caridad. Así todos acudían a misa en común, para luego acusarse públicamente de sus culpas y recibir el castigo corporal adecuado, en una iglesia sita en el lugar de la actual parroquia de San Andrés, de la que aún se conserva la torre.

                Debieron de existir otras cofradías semejantes en esos tiempos oscuros medievales; pero sírvanos ésta como exponente y reflejo del espíritu de fraternidad cristiana.

                Hemos de mencionar en la Baja Edad Media los Vía Crucis que, traídos a Occidente por los franciscanos que se instalan en el convento de la Luz en Trujillo, en virtud de la bula pontificia Super Familiam Domus, de Alejandro VI (25 de julio de 1499), era la liturgia importada de Jerusalén[3]. Es secular la consoladora devoción del Vía Crucis, que primeramente contemplaba solo siete estaciones, hasta que el franciscano Leonardo de Porto Mauricio las elevó a catorce, en la forma que, poco más o menos, meditamos ahora.

                 Los «oficios», íntimamente ligados a la vida municipal trujillana, renacen el día en que los Concejos arraigan en el suelo español. Por el Fuero conocemos que una de las atribuciones primitivas del Concejo era la política de la industria y el comercio[4], lo que prueba que los menestrales y mercaderes formaban los «oficios», ya constituidos y que se agrupaban en las calles colindantes a la Plaza y que irán adquiriendo un fuerte protagonismo en la vida social de nuestra ciudad.

                Una efervescencia cofradiera vive Trujillo en los años finales del siglo XV, dirigida por los franciscanos fray Pedro de Melgar y fray Juan de Guadalupe, y propiciada en Castilla y León por los Reyes Católicos en un deseo de restaurar la maltrecha moralidad pública, imprescindible para crear el ambiente religioso que propiciase el de cruzada para culminar con éxito el último bastión que quedaba en España, la conquista de Granada. Esos gremios participaban en celebraciones masivas en Trujillo en Autos Sacramentales. De los textos escritos por los evangelistas se pasaba a obras compuestas exprofeso, representadas en las naves de las iglesias de San Martín y Santa María. Posteriormente, denostados por la censura eclesiástica que llegó a prohibir su representación en el interior de los templos, tuvieron que trasladarse estos dramas litúrgicos al atrio de la iglesia de San Martín[5].

                Los atrios llegaron a ser pequeños, así el sentimiento de caridad que despertaban los impedidos que no podían asistir a estas representaciones que duraban hasta bien entrada la madrugada, consiguió que estos actos salieran a la calle. Serán los gremios artesanos existentes en Trujillo, acogidos cada uno a la advocación de una imagen procesional, los que llenen las calles de «pasos» (del latín «passus», sufrimiento). los que se encargen de organizar procesiones religiosas en estos tiempos medievales. Sus reglas están presididas por la obra de misericordia que supone enterrar a los muertos, ya sean hermanos cofrades, pobres o ajusticiados, atendiendo a su inhumación, exequias y sufragios.

                La economía agrícola de los siglos XIV y XV, con frecuentes años de malas cosechas, las sucesivas epidemias que diezman la población española, junto a la mortalidad ocasionada por las guerras, inducen a actos penitenciales públicos, pidiendo favores celestiales como remedio de los diversos males. Así, se van configurando las cofradías de penitencia, uno de cuyos rituales es la celebración de un Vía-Crucis, que partiendo de la iglesia de la Vera Cruz, pasaba por la plazuela de los Descalzos, llegaba a la iglesia de Santiago, para regresar de nuevo a la Vera Cruz por la calle Gargüera.

                Por tanto, la constitución de Hermandades o Cofradías en Trujillo, tal y como las entendemos hoy día, surgen en los años finales del siglo XV, un antecedente de las mismas podría ser la Gilda germánica, asociación que tenía por objeto la defensa y asistencia de sus miembros, el establecimiento y posterior desarrollo de los artesanos debio determinar el florecimiento de las Hermandades, en primer lugar, y, posteriormente, las Cofradías, según el derecho canónico.

                La fidelidad a la temática religiosa, constituía la base esencial de los artistas en los tiempos medievales y así cuando un artista se disponía a tallar una imagen, su interés se cifraba en la forma o líneas intrínsecas dejando como secundaria la manifestación extrínseca. No era el propósito de aquellos artistas alcanzar la belleza sensible por el arte, sino el manifestar la verdad sentida.

                Tras la prohibición del pontificado de Aviñón de las prácticas expiatorias y colectivas que llevaban aparejado el derramamiento de sangre, los cofrades comienzan a utilizar un ropaje amplio y a cubrirse la cabeza con un capirote o capuz. Desde los orígenes de las estaciones de penitencia hasta el Concilio de Trento, se van diversificando los tejidos y los colores de las túnicas y se generaliza el capirote alto.

                La representación plástica de los momentos de la Pasión y Muerte de Cristo se multiplicarán de modo impresionante en Trujillo en los años finales del siglo XVI, imágenes que saldrán en procesión con un profundo sentido de religiosidad. Con el arte religioso como factor perceptible de la facultad sensitiva-humana puesta al servicio de la fe movió a más almas sencillas que la dialéctica de sus apologistas y así el efecto trágico de un Cristo en la cruz, llevaron a muchos corazones a una mayor compunción que algunas pláticas carentes de fondo.

                En la floración del espíritu cofradiero está la devoción más sincera. En los estatutos de estas primitivas cofradías se regulaba la actividad interna: sistema de ingreso, constitución de cabildos y las periódicas reuniones a campana tañida, elección de los cargos (alcaldes y mayordomos). En consideración de la cuota pagada se distinguía entre Hermanos normales y Hermanos oficiales, entre los que se establecía una graduación más. Estos estatutos evolucionarán al ritmo de los tiempos.

                Tras el Concilio de Trento (1546-1563) se multiplican en nuestra localidad estas conmemoraciones multitudinarias, con la formación de hermandades y cofradías, que se encargarán del ornato y culto de una imagen o «paso» en concreto. Los viejos estatutos de las Cofradías se hacen tremendamente exigentes al señalar las condiciones de ingreso en las mismas.

                A partir de la Contrarreforma vamos a asistir a una potenciación del interés estético en todo lo que concierne al vivir religioso en las localidades. La pomposidad del culto y la búsqueda de emociones son inseparables de una imaginería procesional dirigida a mover a la devoción. Es la influencia del Concilio de Trento que adquiere importancia en los años finales del siglo XVI.

                El Concilio de Trento y sus decretos exigían a la jerarquía el cuidado de todo tipo de expresión de religiosidad popular con objeto de conformarla de manera que sirviera de misión evangelizadora de cara al pueblo. Así, las cofradías eran un vehículo para mover a una religiosidad externa. Pero, para no desvirtuar el sentido de la Pasión, en un principio las salidas procesionales se limitaban a los días estrictamente conmemorativos, Jueves y Viernes Santo, siendo posterior la incorporación de los restantes, en función del número e importancia que han ido tomando los desfiles procesionales.

                De mediados del siglo XVI data la Cofradía de la Caridad de Trujillo que comenzó a edificar en 1578 un hospital e iglesia en la Plazuela de la Encarnación bajo la advocación de San Lorenzo, siendo favorecidos por el Ayuntamiento que colaboró en la edificación de la obra con 20.000 maravedís y Gonzalo de Sanabria otros 20.000 maravedís[6]. El 6 de enero de 1586 el Concejo y la citada Cofradía concertaban por Escritura Pública, ante Juan Velardo, recibir ésta de los Propios de la ciudad trescientos ducados con Facultad Real para terminar en el plazo de breves días las obras, a las que con otras menores limosnas, ya había subvenido el Ayuntamiento[7]. La iglesia estuvo bajo el patrocinio y advocación de San Lorenzo. El Hospital era conocido con el nombre de la Caridad, por la Cofradía a quien se debía tal construcción.

                El espíritu de fraternidad cristiana que les movía a ejercitar la caridad no sólo con ellos, sino con el prójimo, está reflejado en estas palabras de los estatutos: «Extendamos y ejercitemos sus obras, a saber: la limosna con todos los pobres de Cristo, y, principalmente, con nuestros cofrades de la Santa Caridad, que a diario trabajando en el serviicio de Cristo y de sus pobres soportan el peso en invierno y en verano».

                Gran importancia tuvo en nuestra ciudad a lo largo del siglo XVI la Cofradía de la Vera Cruz, la única que tenía disciplinantes. En la tarde del Viernes Santo, anualmente, concurrían a la iglesia de la Vera Cruz, confesados, jurando ante el mayordomo hallarse perdonados y contritos. Llevaban preparadas sus disciplinas y sus cuerpos despojados, cubiertas sus caras y exentos de cualquier signo que pudiera identificarles. La procesión que organizaba la Cofradía citada, el Viernes Santo, partía de la parroquia de la Vera Cruz, seguía por la plazuela de los Descalzos, bajaba por la cuesta de San Andrés y pasando por la calle del Paso (antes Olleros), en cuya plazoleta se tenía lugar el encuentro de la Virgen del Mayor Dolor, de la Cofradía de Caballeros de San Martín, procedente de la parroquia de San Martín[8], con el Cristo Crucificado que venía del templo de la Vera Cruz, continuaban juntos hacia la iglesia de la Encarnación[9]. La calle que corre paralela a este templo, se la conocía como vía del Mayor Dolor, por un acto de flagelación que realizaban los disciplinantes que acompañaban a estas imágenes en la procesión del Viernes Santo. Todos los penitentes llevaban los pies descalzos y algunos aumentaban la mortificación atados a un grueso madero, recibiendo los nombres de aspados. Cuando los disciplinantes regresaban a la iglesia de la Vera Cruz, el mayordomo tenía preparadas esponjas y toallas para lavar las heridas[10].

                Un acuerdo concejil del 13 de abril de 1581 nos habla de esta procesión: «E luego el señor Corregidor dijo que la cuesta y paso que está desde la puerta de la Vera-Cruz hacia la Encarnación está muy agrio y mal empedrado, y como pasan por allí las procesiones y disciplinas del Jueves y Viernes Santo, que se conviene que se aderece y repare, y así se acordó que el señor Melchor González lo haga traer en pregones y de razon dello a esta ciudad, para que se haga como mejor y más barato sea y con brevedad»[11].

                El día 26 de marzo de 1582 era ensanchada la calle de la Vera-Cruz por disposición del Ayuntamiento, tomando terreno de un cercado de Pedro Calderón Altamirano.

                En los años finales del siglo XVI es cuando se establece la costumbre del Desclavamiento o Descendimiento en Trujillo[12]. Aún se conserva una imagen de este período del Crucificado, con sus brazos articulados. Su función se orienta a que el «pueblo pecador» crucifique al Nazareno cada año y luego, también, cada año, acabe llorando y arrepintiéndose de su delito. Pero, la teoría se aleja mucho de la práctica y la pretendida funcionalidad queda en entredicho[13]

                En la literatura ascética hispana, influyó mucho la traducción a fines del siglo XVI del libro medieval: La Imitación de Cristo, del venerable padre Tomás de Kempis, cuyo capítulo XII del libro II, que trata del camino real de la Santa Cruz, produjo y sigue produciendo hondo impacto en los cristianos. También, fueron consultadas las obras del padre Fr. Luis de Granada, como secuela del ambiente religioso conseguido, sirviendo -entre otras obras exegéticas- de fuente a los imagineros.

                El siglo XVII va a constituir un hito decisivo de los desfiles procesionales pasionistas. El Barroco, como nueva modalidad cultural, en su afán de realismo y de gran teatralidad, desarrollará en España la escultura procesional, favorecido por una religiosidad que lo inundaba todo y por la propia Corona. A mediados del siglo XVII, surge la Cofradía de Jesús de Nazaret, que piden la oportuna licencia al Sr. Obispo de Plasencia don Diego de Arce Reinoso para hacer la procesión, adquirir la imagen de Jesús Nazareno que era venerada en la iglesia de San Lorenzo, e incorporarla, como un capítulo más, a sus Ordenanzas. Esta imagen de Jesús Nazareno, se conserva actualmente en el coro de la iglesia de San Francisco. A esta procesión asistían todos los cofrades con túnicas moradas, ceñidas con cordones de esparto y cruces al hombro. La procesión visitaba las parroquias para hacer estación ante el Santísimo Sacramento, expuesto en ellas.

                En la segunda mitad del siglo XVII, los gremios trujillanos acogidos a la Cofradía de la Santa Caridad y Cofradía de Jesús de Nazaret organizan la Semana Santa[14].  El 11 de enero de 1671, ante el escribano Francisco Márquez, se otorgó escritura pública de «Contrato y Concordia entre la Cofradía y Hospital de la Caridad y la Cofradía de Jesús de Nazaret en razón de poner un retablo en el Altar Mayor de la dicha iglesia». En dicho retablo estuvieron colocadas las imágenes que salían en procesión en Semana Santa. En el centro del retablo estaba la imagen de Jesús de Nazaret, debajo de ella el Sagrario para el Santísimo Sacramento, para que los enfermos del Hospital de la Caridad pudieran recibirlo. A ambos lados, las imágenes de la Verónica y San Juan Evangelista, y en el ático del retablo, la imagen de San Lorenzo. En un lateral, la Coronación de espinas, y frente de él se haga otro para el Señor atado a la columna[15]. Ese mismo año la iglesia de San Lorenzo cambia su nombre por iglesia de Jesús[16].

                De todas estas imágenes, en la actualidad solamente se conserva la imagen de Jesús de Nazaret, en lamentable estado; el Señor atado a la columna y San Lorenzo, éste se encuentra en la iglesia de Ibahernando, pues cuando cesó el culto en la dicha iglesia de Jesús en el año 1923, las imágenes que allí había fueron repartidas por los templos de Trujillo y su comarca.

                En los Estatutos de las Cofradías se citan algunas condiciones muy exigentes sobre el ingreso a las mismas; las obligaciones del alcalde (de la cofradía) para convocar juntas, imponer multas a cofrades desobedientes, encargas obras para reparar la fábrica de la iglesia, el orden de los pasos en las procesiones, etc. Por otra parte, uno de los derechos del Concejo por su Patronazgo sobre los conventos era que uno de sus caballeros Regidores llevase colgado al cuello la llave del Sagrario durante el Jueves Santo hasta los oficios del siguiente día[17].

                Estas celebraciones multitudinarias florecen en toda España en los siglos XVII y XVIII, a pesar de contar con detractores como los economistas liberales y los enciclopedistas, que abogaban por la extinción de las cofradías sacramentales con el achaque de que eran contrarias a la Ley 4, tít. 14, Lib. 8 de la Nueva Recopilación[18].

                La Semana Santa tanto en Trujillo como en el resto de España, conmemorativa de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, es como un mensaje recordatorio de la Redención, en que por medio de imágenes más o menos artísticas se evoca con un profundo sentido espiritual este Misterio, que es lo esencial en las procesiones, mientras que algunas corrientes del siglo XVIII, dirigidas por los llamanos «Cristiano-progresistas», pretendieron atacar esta manifestación de fe, con la pretensión de que suprimiéndolas quedaran solamente los actos litúrgicos, cuando en realidad se pueden complementar recíprocamente los actos litúrgicos con las procesiones. Además, eran muy populares entre los ciudadanos de Trujillo las representaciones teatrales que la Cofradía de la Caridad hacía en la Casa de Comedias[19].

                En el siglo XVIII, los abusos seudorreligiosos que incluso entran en la superstición crean las primeras crisis, Carlos III publica en 1777 una Real Cédula en la que prohibe la presencia de disciplinantes, empalados o aspados y otros espectáculos en las procesiones de Semana Santa. Es, precisamente, por estos años cuando se acrecienta el uso de los hábitos, quizás para preservarse de las manchas de cera o tal vez para evitar el deterioro de la ropa en la estrechez de las callejuelas. Hasta entonces, la única cofradía que marchaba en las procesiones con túnica y capa era la de Jesús Nazareno. Los nuevos hábitos tendran el color característico del mandil gremial al que representaban, naciendo así el cromatismo en los hábitos de la Semana Santa que fue desapareciendo en nuestra ciudad a lo largo de los años.

                Tras el Decreto de Carlos III, en 1783, en el cual ordena la extinción de hermandades gremiales y todas las erigidas sin autoridad real o eclesiástica, decretando que únicamente podrán subsistir las aprobadas por ambas jurisdicciones y las Sacramentales, desaparecen por completo las cofradías de la Vera Cruz y de Caballeros de San Martín, que en la práctica de la realidad casi eran inexistentes, se limitaban a acompañar en los desfiles procesionales a las cofradías de la Caridad y de Jesús Nazareno, éstas sí continuarán organizando la Semana Santa.

                Las cofradías trujillanas ven como su acervo espiritual se enriquece con la concesión de nuevas indulgencias o ratificación de otras antiguas, con el consiguiente aumento del fervor de sus miembros y mayor veneración de sus advocaciones titulares. Todo este auge se va a ver interrumpido con la Guerra de la Independencia. Precisamente, en Trujillo, se suspenden los desfiles procesionales de 1809, ante la proximidad de las tropas francesas y el consiguiente abandono de la ciudad por parte de sus vecinos[20]. Sin duda, fue el momento más difícil tanto para la población como para algunas de nuestras antiguas cofradías.

                Con la invasión francesa, en 1809, desapareció la Cofradía de la Caridad con la destrucción del Hospital. La iglesia no corrió la misma suerte, quedó abierta al culto y continuó en ella la Cofradía de Ntro. Padre Jesús que siguió celebrando los cultos de Semana Santa a partir del año 1811, fecha en la que se fundará la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad.

                 El día 12 de diciembre de 1820, un grupo de representantes de los ciudadanos de Trujillo acudieron al Jefe Político Superintendente de la Provincia, en súplica de que la Caja de Crédito Público no se incautase de los bienes y rentas del Hospital de la Caridad, pues aunque estaba arruinado el edificio que servía para curar a los enfermos a causa de la guerra de 1809, proyectaba el Concejo destinar los bienes para la creación de un Hospital Municipal. En 1856 un vecino de Trujillo adquiere el Hospital de la Caridad por 8.200 reales[21]. Por Real Orden de 1874, El Jefe Político accedió a la creación de un Hospital Municipal, que fue creado en la plazuela de los Descalzos[22].

                A las funciones que anualmente celebraba la Cofradía de Ntro. Padre Jesús acudían un gran número de cofrades y devotos. Oradores sagrados ocuparon el púlpito de la iglesia de Jesús predicando en sucesivos Miércoles de cuaresma y en riguroso orden los hechos más destacados de la Pasión: Oración en el Huerto, venta, prisión de Jesús, bofetada, azotes, colocación de la corona de espinas, cruz a cuestas, concluyendo todos estos actos con el canto del «Miserere», a excepción del último Miércoles que era santo y al concluir la predicación, a las cinco de la tarde, se iniciaba la procesión a las cinco de la tarde de Ntro. Padre Jesús y los demás pasos que componían el desfile de ese día: Oración en el Huerto, Verónica, Señor atado a la Columna, Señor de las Espinas, San Juan Evangelista, Bendita Magdalena. El Jueves Santo a las ocho de la noche tenía lugar el sermón de la Pasión[23]. La procesión del Viernes Santo era organizada por la Cofradía de la Soledad que tenía sus propios estatutos y actuaba ajena a la otra Cofradía.

                En Noviembre de 1846 los hermanos de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno acuerdan llevar un distintivo en los actos públicos a los que asistan, éste consistirá en un escapulario con la imagen de Nuestro Padre Jesús llevando la cruz a cuestas, estampada en tafetán, color morado y en el reverso una inscripción (N.P.J.N)[24].

                El 28 de marzo de 1847, las Cofradías de Ntro. Padre Jesús y la Soledad acuerdan organizar las procesiones y las funciones religiosas en común, pero aún habría que esperar un año para la unión de ambas cofradías. Todas estas reuniones tenían lugar en la sacristía de la iglesia de Jesús. Se solicita al Ayuntamiento ayuda económica ante la precaria situación de la población a raíz de la Desamortización para las funciones religiosas[25].

                La Cofradía de Ntro. Padre Jesús organizaba la procesión del Miércoles Santo y la de la Soledad, el Viernes Santo. En Junta celebrada el Domingo de Ramos, 28 de marzo de 1847, se avienen a que la procesión que hace la Cofradía de Ntro. Padre Jesús el Miércoles Santo asistan los hermanos de la Soledad con sus insignias, estandarte y seis velas; participando también éstos, en la procesión que el Viernes Santo hace la de la Soledad. Y que los hermanos de ambas Cofradías asistan a los actos religiosos que en la Semana Santa se celebran en el templo de San Francisco, siendo uno de ellos el Sermón de las Siete Palabras, Descendimiento y Soledad, el Viernes Santo[26].

                Los pasos que salían en la procesión del Miércoles Santo: Oración en el Huerto, la Verónica, el Señor atado a la Columna, el Señor de las espinas, Jesús Nazareno, la Magdalena, San Juan y la Soledad[27]. El recorrido procesional era el siguiente: De la calle Encarnación a la calle Nueva, en dirección a la plazuela de San Miguel, subía por la calles Sofraga y Sillerías hasta la Plaza Mayor, en donde daba la vuelta alrededor de la misma, seguidamente bajaba por las calles Carnicerías y Herreros hasta el templo de San Francisco, en donde concluía. Las imágenes eran trasladadas el Jueves Santo a la iglesia de Jesús, después de sermón de Pasión.

                En el año 1848, se agrega la Cofradía de la Piedad a la de Jesús, considerando además que la imagen de la Virgen de la Piedad se venera en la iglesia de Jesús, desde la destrucción de su ermita con motivo de la invasión francesa de 1809[28]. Desde entonces, la divisa de la Piedad iniciará el desfile procesional del Miércoles Santo junto con el estandarte de la Cofradía de Jesús. Atendiendo a los beneficios que producían los miembros de la Cofradía de la Piedad a la de Jesús Nazareno, se acordó que en obsequio y culto a la Virgen se haga una fiesta el domingo siguiente al día de la Asunción de Ntra. Sra. el 15 de agosto[29].

                El día 5 de febrero de 1848 se unen las Cofradías de Jesús y la Soledad[30], que se habían reorganizado aún con mayor fuerza que antes de que fueran extinguidas con motivo de la Desamortización.              

                Es penoso no conocer algunas obras de cierta calidad artística que han desaparecido, pero que formaron parte de la Semana Santa de Trujillo y que conocemos gracias a los Libros de Cofradías[31]. Una tradición en la imaginería española del siglo XIX ha sido la imitación de modelos prexistentes, tanto escultóricos como pictóricos. Trujillo no podía ser en este caso una excepción. La Cofradía de Ntro. Padre Jesús adquirió algunas imágenes que vendrían a sustituir a otras homónimas que se encontraban en mal estado de conservación, como es el caso de la imagen de San Juan. Sus hermanos cofrades asistían al entierro y funeral de los hermanos de paso ue fallecían, con las insignias y estandartes de la Cofradía, según constaba en un artículo de su Constitución[32].

                En 1923 cesó el culto en la iglesia de Jesús. Su retablo fue depositado en la parroquia de San Francisco. Un año después, la Cofradía de Ntro. Padre Jesús fue reorganizada bajo el título de Cofradía de Jesús del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad, que obtenía el título posesorio de la iglesia de Jesús ante el Juez de Primera Instancia don Rufino Gutiérrez. De esta manera el espíritu cofradiero de Trujillo conoció una renovación espiritual, intensificando los cultos a sus advocaciones titulares.

                Las convulsiones político-sociales que vive España desde el año 1936 a 1939, no influirán mucho sobre esta Cofradía, continuando los desfiles procesionales. Tan solo, no se celebraron comitivas en la Semana Santa de los días 9 y 10 de abril de 1936. Gobernaba la II República el Frente Popular, ganador de las elecciones en el mes de febrero, presidido por Azaña. El ministro de la Gobernación, Amós Salvador, el lunes 30 de marzo dio el siguiente decreto: «En mi deseo de asegurar la tranquilidad pública ante las próximas elecciones municipales, prohibo desde el día de hoy las manifestaciones en la vía pública cualquiera que sea su carácter y sentido». Trujillo se limitó a colocar los pasos, que deberían salir en procesión, sobre sus andas y exponerlos en el interior del templo de San Francisco a la veneración de los fieles.

                Tras esta tímida paralización de las procesiones de Semana Santa, volvieron las imágenes a las calles, aumentando el recorrido de las mismas de acuerdo con el ensanche de la población. Sin ninguna duda podemos asegurar que una de las épocas más brillantes de las procesiones de Trujillo fue la que corresponde a la década de los cincuenta, no solo por la brillantez que adquieren entonces los desfiles procesionales sino por el número de personas que se reune en los cultos que se realizan en la parroquia de San Francisco.

                En los sesenta, por el contrario, suponen cierto retroceso de las procesiones de Trujillo. La emigración desvinculó de la ciudad a muchas personas tradicionalmente ligadas a la Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad. Algunas imágenes dejaron de salir en procesión, tal es el caso de San Juan o la Bendita Magdalena. Parte de la juventud vive el síndrome del Mayo del 68 parisino. Influye también, la creación de nuevos barrios en todo ello, con la consecuente desvinculación de las familias a sus antiguas parroquias.

                En los años ochenta se inicia una recuperación de cofradías y desfiles. En el año 1984 se funda la Cofradía de San Juan y un año después se actualiza la Hermandad del Cristo del Perdón con la renovación de sus estatutos (fundada en el año 1952). En el corto espacio de dos años irán surgiendo nuevas cofradías en Trujillo que se sumarán con sus hermanos de paso y luz, imágenes, estandartes y bandas de música, a los desfiles procesionales. De esa recuperación fueron protagonistas un buen número de personas jóvenes que se incorporaron a las tareas cofradieras. Al mismo tiempo que se alejaba el miedo, vivido en los setenta, de tener que dejar en el templo, por falta de hermanos de carga, alguna imagen.

                En el año 1992, se crea con renovadas ilusiones la Junta de Cofradías y Hermandades Penitenciales de Trujillo que tiene encomendada la tarea de la organización de las procesiones de Semana Santa. Se reanudan los famosos pregones en la voz carismática de don Agustín Villanueva, que habían decaido en los años setenta parejos a las procesiones, y la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias editan nuevas guías y carteles. En la actualidad, estas cofradías y hermandades han llevado a cabo la loable labor de restaurar sus imágenes e influyen decisivamente en la brillantez de los desfiles procesionales.

 

 

3- LA PASION EN LAS IMAGENES DE LA SEMANA SANTA.

               

 

3.1.- ENTRADA TRIUNFAL DE JESUS EN JERUSALEN.

 

                Este paso, conocido popularmente como «La borriquita» sale en procesión el Domingo de Ramos. Es imagen de Olot adquirida por la parroquia de San Martín en 1952.

                Es la única procesión litúrgica que se celebra y desarrolla en las calles de Trujillo durante la Semana Santa.

 

3.2.- ORACION EN EL HUERTO.

 

 

                Esta imagen representa el momento en que el Angel de Getsemaní muestra a Jesús el cáliz de su pasión. Es una obra un poco alejada del dramatismo con que los evangelistas describen esta escena, ésta se halla inundada de paz, serenidad y calma, quedando marcada por ese ángel de apolínea belleza, en contraste con la figura más pequeña de Cristo, cuya cabeza se alza, elevando los ojos hacia el cáliz que ya ha sido aceptado.

                Fue adquirida en el año 1917 en un taller valenciano para incorporarla a las que ya salían en procesión. La iniciativa partió de la familia Blázquez Mediavilla que la donó a la parroquia de San Francisco para tal fin. Este paso ha sido restaurado en 1992 en el Taller de Restauraciones Artísticas de Trujillo.

                En 1989 se funda la Cofradía de este paso. El hábito está compuesto de capirote y túnica negros con botones y cinturón verdes, capa verde con escudo central en el cinturón.

                Sale en procesión el Martes Santo desde las Escuelas de la carretera de Cáceres hasta el templo parroquial de San Francisco para iniciar el desfile procesional del Jueves Santo. El elemento fundamental de la procesión es la espontaneidad que rezuma, ya que la imagen es acompañada por prácticamente la totalidad de los vecinos del barrio.

 

 

 

3.3.- CRISTO AMARRADO A LA COLUMNA.

 

 

                Es la única figura conservada en Trujillo del paso de la flagelación. Es, probablemente, obra de hacia 1678, realizada por algún discípulo del taller madrileño de Pedro Alonso de los Ríos, imitador tardío de Gregorio Fernández. Esta imagen es semejante al Cristo atado a la Columna del Convento de las Bernardas del Sacramento. Es obra de buena calidad artística, con líneas serenas, modelado de sobrio realismo y ampuloso paño anudado a la cadera.

                El artista ha sabido expresar en esta imagen de Trujillo el gusto popular por lo emotivo como cauce de expresión religiosa. Esto justifica también la tendencia realista que se manifiesta con gran crudeza.

                Es evidente la acentuación de los valores puramente formales y la fuerza con que está tratado un tema de tanta hondura dramática. La figura de Jesús muestra un modelado muy acabado, con la habitual morbidez y en elegante postura su curvado cuerpo. Este modelado es de un fuerte naturalismo y de gran belleza, amortiguada por la profusión de heridas. La cuidada y bellísima cabeza resume impecablemente las calidades exquisitas del artista. El rostro, presenta los ojos suplicantes, la boca entreabierta y los labios hinchados, es de un patetismo conmovedor.

                Es obra anónima de la escuela castellana del siglo XVII. Perteneció a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús y se veneró en la iglesia de Jesús. Hoy es propiedad de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor y se encuentra en su filial San Francisco.

                Es acompañado por penitentes de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias con capirote y túnica burdeos y capa blanca. Utilizan como insignia la Santa Cruz con el sudario.

 

3.4.- CRISTO CAUTIVO.

               

                Vulgarmente conocido como «Cristo de Medinaceli», por exponerse en besapiés el primer Viernes de marzo, a imitación del célebre Nazareño madrileño. Esta imagen sustituyó en el siglo XIX a una notable obra artística de Jesús Nazareno, del siglo XVII, que aún se conserva en la iglesia de San Francisco, aunque en muy mal estado de conservación. Esa imagen del Nazareno era la titular de la iglesia de Jesús en la que se daban cita la mayor parte de imágenes procesionales de la Semana Santa, antes de que cesara el culto en ella.

                La imagen del Cristo Cautivo fue originariamente un Nazareno cruciferario, siendo variado de postura y colocados sus brazos en otra posición, durante una restauración llevada a cabo en los años veinte. Esta devotísima imagen viste túnica bordada por el célebre modisto don Enrique Elías, que a su vez es el Presidente de dicha Cofradía, el cual conserva la imagen de Cristo Cautivo y acrecienta su culto.

                La Cofradía del Cristo Cautivo fue fundada en 1987. Un año después se unió con la Cofradía de San Juan, formando en la actualidad una sola.

                Sus penitentes visten túnica morada y capirote de seda amarilla. Utilizan como insignia la Cruz Trinitaria. Sale en procesión el Jueves Santo.

 

 

3.5.- «JESUS NAZARENO».

 

                En nuestra nomenclatura piadosa reservamos el título de Jesús Nazareno a las representaciones de Cristo cargado con la cruz, camino del Calvario, aunque en sí mismo el apelativo sea en cierto modo gentilicio por haber vivido Jesús en Nazareth.

                De la frase evangélica tomada de San Mateo y San Lucas: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome a cuestas su cruz y sígame», surgió en la ascética cristiana, desde remotos tiempos, multitud de stauróforos o amantes de la cruz, staurofilia que fue cultivada de modo singular por los franciscanos que llegaron a Trujillo[33].

                No es extraño que los penitentes de las cofradías se llaman también nazarenos; es posible que la razón secundaria -la principal es el recuerdo de Cristo- derive del grupo hebraico de los nazarenos, que se consagraban particularmente al culto de Dios, no bebían licor alguuno que pudiera embriagar y no se cortaban la barba ni el cabello[34].

                Aguda unción sagrada emana de la figura de Jesús Nazareno, que se conserva en el Convento de San Pedro de Trujillo, obra del siglo XIX. Fue donado al citado Convento por los hermanos Vázquez, del capital que debían[35]. Es una imagen que invita a la profunda y participativa conmiseración y delata los carismas de su anónimo autor, que estaba formado evangélicamente para ejecutar esta obra con acierto. El paso ha sido representado doliente, angustiano, pero todavía posee entereza física para seguir cargando con el madero por la Vía Dolorosa. Posee volúmenes bien contorneados y dramatismo expresivo con afiladas aristas en el rostro y cabellera, tratada como conjunto sin pormemorizar. Viste una hermosa túnica bordada por las franciscanas terciarias de Trujillo que lo custodian.

                Fue constituida esta Hermandad el 28 de agosto de 1987. Años atrás salía en procesión acompañada por operarios de AJUSA, que vestían un hábito color morado, ceñido con correaje de esparto. En la actualidad los hermanos de luz y carga visten hábito blanco con cordón y botones rojos con capirote y capa rojos exhibiendo el anagrama de Jesús con la Cruz a cuestas.

                Sale en Miércoles Santo en procesión desde el convento de San Pedro, lugar en el que recibe el culto y el cuidado de las religiosas franciscanas de la T.O.R., para unirse al Cristo del Perdón que desciende de la Villa bajomedieval, para continuar juntos la procesión hacia el templo de San Francisco. El Jueves Santo sale en procesión con el resto de las imágenes.

 

 

3.6.- CRISTO DEL PERDON.

 

 

                Recibe culto en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, en la capilla de los Loaisas. Se le conoció anteriormente como Cristo de la Misericordia, troncándose este nombre por el del Perdón a raíz de unas intercesiones populares en los años de la postguerra civil española.

                Es obra de la segunda mitad del siglo XVIII, presentando paño de pureza anudado al lado derecho, y rostro doliente, bien tallados los huesos y las venas. Representa a Cristo en su agonía, con la cabeza inclinada sobre el pecho, «mirando a cualquier persona que estuviese orando al pie de él», cuidada barba y cabellos rizados y revueltos, y con la boca y ojos entreabiertos. Conserva su policromía original, pero algo dañada y con la pátina del tiempo. Se halla dentro de la línea barroquizante del realismo del siglo XVIII, aunque éste es moderado, dotado de una expresión patética pero sin extremismos, de modelado correcto.

                Esta obra no aparece documentada en los libros de fábrica de la parroquia, es muy probable que se trate del mismo Crucificado que estaba en la dehesa de los Quintos de Bobadilla. Esta dehesa fue propiedad de la iglesia de Santa María, hasta el 23 de junio de 1800. En dicha fecha se vendió al conde de Torres Arias y Marqués de Santa Marta en 930.000 reales. En esta dehesa había una ermita en la que era muy venerada una imagen de Cristo crucificado[36].

                La fundación de esta Hermandad data del año 1952. A partir del año 1985 se actualizó está Hermandad con la renovación de Estatutos y la incorporación de nuevos hermanos. En la actualidad es la Hermandad más numerosa en cuanto al número de socios. En el año 1991, don Tomás Terrones Tamayo y don Andrés Martínez Grande, artesanos locales, donaron a la Hermandad unas artísticas andas en madera de nogal, extraida de Navezuelas, que ellos habían ejecutado para que el Cristo del Perdón fuera portado en ellas. En las andas aparece magníficamente talladas algunas escenas relativas con la Pasión y Muerte de Cristo, y la imagen de Ntra. Sra. de la Victoria, Patrona de Trujillo.

                El hábito de los hermanos está compuesto de capa morada y capirote del mismo color con túnica blanca. Utilizan como insignia tres clavos circundados por la corona de espinas. Es impresionante observar a los penitentes que acompañan a la imagen portando una pesada cruz a cuestas.

                Se traslada procesionalmente el Miércoles Santo desde el templo parroquial de Santa María la Mayor, lugar en el que recibe la veneración de los trujillanos a lo largo del año, hasta la iglesia de San Francisco. El Viernes Santo inicia el desfile procesional al que se suman el resto de las imágenes. También, en la procesión del Silencio, acompaña a la Soledad para regresar de nuevo al templo de Santa María.

 

 

3.7.- NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS.

 

                Este notable grupo escultórico procede de la iglesia de Jesús y fue trasladado a la parroquia de San Francisco, en cuyo retablo mayor fue colocado, cuando cesó el culto en aquélla iglesia.

                Es obra de fina ejecución y gran nobleza. De la rica y brillante policromía de los paños resalta fuertemente el rostro de María con un dolor contenido, sin extremismos, así como la cabeza serena de Cristo, que la Madre sujeta con amoroso cariño. Es un conjunto escultórico de exquisito realismo, según el tipo de Alejandro Carnicero, de mediados del siglo XVIII.

                Visten sus cofrades túnica y capirotes burdeos y amplia capa blanca.    Sale en procesión el Jueves Santo.

 

 

3.8.- SAN JUAN.

 

                Perteneció a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno que lo adquirió en 1884 para sustituir a otra imagen del siglo XVIII que se encontraba en mal estado de conservación. La efigie antigua de San Juan fue entregada a doña Paz Orellana, en atención a los beneficios que esta señora estaba haciendo a la Cofradía de Ntro. Padre Jesús[37]. Esta señora era viuda de don Juan Malo de Molina, que durante muchos años había sido alcalde y benefactor de esta Cofradía.

                La imagen de San Juan formó el Calvario junto a la imagen de la Soledad y la Magdalena, junto con el Cristo de Limpias, que actualmente se encuentra en la sacristía de San Francisco, retirado del culto. Fue retirado del desfile procesional de Semana Santa en los años sesenta de nuestro siglo.

                La Cofradía de San Juan fue fundada en el año 1983 por un grupo de amigos que lograron recuperar el popular paso de San Juan para que formara parte de los desfiles procesionales, tras haber estado en el olvido veinte años. A esta Cofradía se debe la iniciativa de que los cofrades de carga vistieran hábito para portar las imágenes. Esta Cofradía se unió en el año 1988 a la del Cristo Cautivo, dando lugar a la Ilustre Cofradía de Cristo Cautivo y San Juan, tras haber sido nombrado Miembro Honorario y Cofrade Mayor el Ilmo. y Exmo. Sr. D. Juan Pablos Abril.       

                Sale en procesión el Viernes Santo. Sus cofrades visten túnica morada y capirote dorado los cofrades de luz, mientras que los cofrades de carga llevan capirote al estilo monacal de color morado y apretado cíngulo de ambos colores.

 

 

3.9.- CRISTO YACENTE.

 

                Es una de las imágenes titulares de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad.

                Esta talla moderna, de los talleres de Olot, fue donada a la Cofradía por doña María Guillén Cano en el año 1923, quedando depositada bajo el altar de la iglesia de la Consolación que aquel mismo año era abierta el culto, merced al esfuerzo y generosidad de la bienhechora doña Margarita de Iturralde. Es un Cristo yacente, muerto, tendido sobre una sábana, desnudo -salvo un paño de pureza sujeto a las caderas-, que reclina su cabeza sobre un cojín. El modelado del cuerpo es de una gran belleza plástica, que se concentra en la cabeza, de honda expresividad, pero sin concesiones a efectismos dramáticos de facilón realismo. Presenta rasgos bien definidos de una cabeza noble, ojos sermicerrados, boca entreabierta, con los cabellos y la barba extendidos en cuidados mechones. Todos estos rasgos se unen para expresar de una forma más adecuada el sereno reposo de la muerte tras el sufrimiento en la cruz.

                 Esta imagen vino a sustituir a una talla de principios del siglo XVII, la cual se habilitó con brazos articulados para el acto emotivo del Descendimiento, era el Crucifijo que presidía el Sermón de las Siete Palabras. Antes de la procesión del Viernes Santo, era trasladado con todos los respetos a un arca para salir en procesión.

                Desfila procesionalmente el Viernes Santo, acompañada por sus cofrades vestidos dignamente de riguroso luto, y acompañada por hermanos de luz que visten hábito y capirote negro, y capa blanca, realzado por la Cruz de Jerusalén. Es la Cofradía de mayor tradición en Trujillo.

 

3.10.- NTRA. SRA. DE LA SOLEDAD.

 

                Es imagen de tambor, solamente tiene talladas las manos, la cabeza y los pies. Fue adquirida en el siglo XIX por la Cofradía de la Soledad, vino a sustituir en las procesiones a una dolorosa castellana de bastidor, obra del último tercio del siglo XVII, que se conserva en el coro alto del Convento de San Pedro. Es propiedad de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. Está retirada del culto.

                El manto que actualmente lleva la Virgen de la Soledad se consiguió en 1966, por la cantidad de 175.000 ptas, gracias a donativos populares y con la iniciativa de doña Soledad Quiles Blanco, ya que el que tenía se encontraba en deplorable estado de conservación. Este mismo año, la Asociación de Antiguos Cruzados, se hacen cargo del desfile procesional de la imagen y del ornato de la misma, en colaboración con la familia de don Diego Romero Domínguez. En esa misma fecha se adquirió el trono de la Virgen en 78.000 ptas.

                Sus cofrades visten los colores de la bandera de los Antiguos Cruzados, el blanco en la capa y en el capirote, y el rojo en el hábito. Utilizando como insignias las mismas que la Asociación. Es el paso que cierra los desfiles procesionales en Trujillo.

 

 

3.11.- OTRAS IMAGENES.

 

 

                En este apartado vamos a estudiar el resto de imágenes que en otras épocas formaban parte de las procesiones de la Semana Santa y que en la actualidad se conservan en templos y conventos de la ciudad, custodiados celosamente por religiosas o sacerdotes.

                Tal es el caso de la Magdalena, imagen de tambor, que solamente tiene talladas la cabeza, manos y pies. Es obra del siglo XIX, fue adquirida por la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno[38]. Esta imagen podía venerarse hasta los años 60 en un retablo que había en el muro de la Epístola de la parroquia de San Francisco, y procedía de la iglesia de Jesús. En la actualidad se encuentra en el coro de la citada iglesia de San Francisco.

                En el convento de San Pedro se conserva una imagen de Ntra. Sra. de la Soledad. Es obra de estimable factura del último tercio del siglo XVII, de bastidor, tiene talladas la cabeza, las manos y los pies. Estuvo en la iglesia de Jesús. Con motivo de la Desamortización, se extinguieron las Cofradías de Ntro. Padre Jesús y Ntra. Sra. de la Soledad, que fue reorganizada algunos años después[39].

                La imagen de Ntra. Sra. de la Soledad, fue trasladada el 7 de mayo de 1846, provisionalmente, a la iglesia conventual de las MM. Jerónimas. Pero, el sacerdote don Francisco Navarro, a instancias del Sr. Obispo de Plasencia don Pedro Casas y Souto, ordenó el 9 de abril de 1879 que fuera trasladada esta imagen al convento de San Pedro de Trujillo, el Viernes Santo después del sermón de Soledad, para que fuese cuidada y atendida por las franciscanas de San Pedro, quedando allí definitivamente[40]. El día 15 de mayo de 1886, el Alcalde Presidente de la Cofradía de la Soledad envió una solicitud al Sr. Obispo don Pedro Casas para que la imagen de la Soledad fuera trasladada a la iglesia de San Francisco. Pero, el Sr. Obispo rechazó esta solicitud el 31 de mayo del citado año, considerando que en el convento de San Pedro estaba mejor conservada y era más venerada por las religiosas franciscanas[41].

                La imagen de Ntra. Sra. del Mayor Dolor, de estimable factura y expresivo realismo, es obra castellana del primer tercio del siglo XVIII, llegó al monasterio de San Miguel de Trujillo en el año 1836. Procedía del extinguido Convento de la Encarnación, hoy conocido como Colegio de la Salle. Con motivo de la Desamortización el 9 de marzo de 1836, los frailes dominicos fueron exclaustrados[42]. Las dominicas del Convento de San Miguel reclamaron la venerada imagen de Ntra. Sra. del Mayor Dolor. Pero, el 31 de mayo de 1836 tuvieron éstas que abandonar su monasterio, suprimido por Orden Ministerial, marchando al Convento de la Encarnación de Plasencia, lugar en el que estuvieron durante catorce años. Una de las religiosas era nieta de un vecino de Trujillo, un sastre llamado don Pedro Peña. Este conservó en su casa algunas imágenes del monasterio de San Miguel en el tiempo en que las religiosas estuvieron en Plasencia, entre ellas la Virgen del Mayor Dolor. A su regreso a Trujillo, el 4 de noviembre de 1850 (según Real Orden de Isabel II), don Pedro Peña devolvió las imágenes al monasterio de San Miguel[43]. En 1852 se levantó, por fin, la prohibición de admitir novicias, y las monjas de clausura lograron mantenerse.

 

 

4.- RECORRIDO PROCESIONAL DE LAS IMAGENES.

 

 

 

                Trujillo en Semana Santa se detiene en el tiempo, invitando a todos a vivir la emoción interna que se siente durante estos días de recogimiento. Hombres y mujeres están dispuestos a continuar una tradición que viene de siglos. De esta manera, durante estos días, todo Trujillo es templo y todas sus calles son altares.

                En la actualidad, comienzan las procesiones con la entrada triunfal de Cristo en su Jerusalén de Trujillo. Mientras que los niños están impacientes para acompañar a la imagen de «La borriquita», en el interior del templo, la lectura de la Pasión situará a los creyentes en la ambientación plena de la Semana que da comienzo. A la salida del templo de San Martín, los niños agitan las palmas desnudas, caminando radiantes, acompañando a la imagen de Jesús en la borriquita.

                El martes, entre olivos, Cristo arrodillado ante el ángel suda sangre. Es la procesión que la Cofradía de la Oración en el Huerto con gran recogimiento ha organizado desde las Escuelas Nacionales hasta el templo de San Francisco, lugar sagrado donde se van a ir dando cita las imágenes de la Semana Santa Trujillana.

                La noche del Miércoles Santo se va adentrando, el público se concentra en la Plaza Mayor esperando ver el encuentro del Cristo del Perdón y del Nazareno. En el corazón de la Villa el redoble de los tambores ponen paso marcial, un silencio deambula al resplandor de los faroles, es la procesión de la Hermandad del Stmo. Cristo del Perdón que desde el majestuoso templo de Santa María se abre paso con su Crucificado por las angostas calles medievales. El tiempo se ha parado, el aire se ha dormido contagiado por el sueño secular de los sillares de la iglesia y el resplandor de los ciriales. La noche canta una saeta de soledad desde el atrio del templo de Santiago.

                Mientras tanto, en el convento de San Pedro, la Hermandad de Jesús Nazareno, sobre el itinerario marcado, parecen dormir la majestuosa quietud de un silencio universal. En la alta noche, por una calle angosta y rumorosa camino de la Plaza, aparece la procesión y hace un alto a la espera del Crucificado. Entre los dos aleros del Palacio de San Carlos, las estrellas guiñan su temblor divino, de los balcones cuelgan las almas de la nobleza trujillana, entre hermanos cofrades y mantillas avanzan lentamente los pasos para encontrarse en la Plaza. De pronto, entre la multitud ha brotado una voz, es una saeta cantada por el sentimiento elevado de un trujillano. Inmediatamente nos sentimos arrebatados por una emoción que nos aparta de lo vulgar. Entre aplausos, continua la procesión y Cristo Crucificado y el Nazareno navegan en un mar de corazones en la solemnidad del Miércoles Santo camino del templo de San Francisco.

                El Jueves Santo la gente se apiña en las calles de Trujillo para ver la comitiva que con acompasado ritmo camina por ellas como si buscara el camino de la redención. Imágenes de calidad artística salen en procesión: La Oración en el Huerto, el Señor atado a la columna, Cristo Cautivo y la Soledad.

                En el Viernes Santo se viven dos momentos que no nos hacen olvidar la tristeza propia del tiempo. Hasta la tarde, son frecuentes las visitas al «Monumento» expuesto en nuestras iglesias. Es un lugar de adoración a la cárcel en la que está prisionero Jesús en espera del martirio de la jornada siguiente. El Viernes Santo significa luto, tristeza y muerte, y este es el ambiente que se observa en las calles. Por la noche, el rito penitencial alcanza el momento más álgido con la procesión del Santo Entierro, que en otros tiempos venía precedida, sobre velo enlutado, del sermón de las siete palabras escritas con el mismo laconismo que nos recuerda el Evangelio. Luego, la representación ritual de bajar a Cristo Crucificado de la cruz, que en el interior del templo de San Francisco aparecía clavado como en otro Calvario. Acto de exquisita de devoción que en Trujillo se ha perdido, y que congregaba emocionada al pueblo cristiano.

                En la procesión del Viernes Santo desfilan las imágenes del Nazareno, el Cristo del Perdón, Las Angustias, Cristo tendido sobre un sudario blanco, su discípulo amado San Juan, y la Soledad. 

                El sonido de un tambor destemplado que suena en la madrugada del Viernes Santo inicia la procesión del silencio, que se ha vuelto a resurgir hace algunos años. Sigilosos penitentes acompañan al Cristo del Perdón y a la Soledad por las calles taciturnas de Trujillo. Es un silencio tan conmovedor que hasta se escucha el gotear de la cera perdida de los velones. El frío de las altas horas se rompe contra la gente que se agrega en las aceras para presenciar la comitiva.

                En la Plaza tras el emotivo encuentro, la Virgen regresa a la iglesia de San Francisco mientras que el venerado Cristo del Perdón se pierde en la noche por el Arco de Santiago camino de la parroquia de Santa María.

 

 



[1]AZCARATE RISTORI, J. Mª de: «Las Ordenes Militares y el Arte». Actas del Simposio: El Arte y las Ordenes Militares. Cáceres, 1985, p. 27. Sobre la participación de las Ordenes Militares en la Reconquista, véase LOMAX, D. W.: La Reconquista. Barcelona, 1984, p. 153.

[2]PALACIOS MARTIN, B.: «Alfonso VIII y su política en la frontera de Extremadura». A.E.M. 1989, p. 160. Ya, en la primera reconquista de Trujillo por parte del ejército cristiano, en 1186, el rey Alfonso VIII la había entregado a la Orden de Trujillo, nacida expresamente para la defensa de esta plaza. MONTAÑA CONCHIÑA, J. L.: La Extremadura Cristiana. Memoria de Licenciatura, Cáceres, 1990, p. 38.

[3] Vid. sobre la existencia del franciscanismo en Trujillo. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. en Trujillo. Cáceres, 1991.

[4]Fuero concecido por el rey Alfonso X el 27 de julio de 1256, 1-1-5-1, fol. 123, num. 33. Archivo Municipal Trujillo.

[5]Libros de Cuentas de las citadas parroquias. Cit. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio histórico artístico de la iglesia parroquial de Santa María de Trujillo. Cáceres, 1989.

[6]Archivo Municipal de Trujillo, 1-2-70-95, 2 fols.

[7]Archivo Municipal de Trujillo, 1-1-14-154-8, fols. del 13 al 15.

[8]Ordenanzas de la Cofradía de San Martín, erigida para caballeros, en la parroquia de este mismo nombre en Trujillo. 8 fols. 1-2-72-10. Archivo Municipal de Trujillo.

[9]TENA FERNANDEZ, J.: Trujillo histórico y monumental. Alicante, 1967, p. 522.

[10]Fue Carlos III, en el año 1777, el que prohibió los disciplinantes y todo tipo de mortificación sangrienta en cualquier procesión penitencial.

 

[11]TENA FERNANDEZ, op. cit., p. 523.

[12]La inauguración del Concilio tuvo lugar bajo el pontificado de Lucio III, quien hace convocatoria para 1545 y 1546. Es este Papa el que mediante bula autoriza la celebración del Descendimiento en Bercianos de Aliste (Zamora). Arch. Parroq. Es el primer dato escrito sobre esta costumbre. Siguiéndole el resto de poblaciones en los años finales del siglo XVI.

[13]Sobre la práctica del Desclavamiento véase a DOMINGUEZ MORENO, J. Mª: «La Crucifixión y el Desclavamiento en el norte de Cáceres». Antropología Cultural en Extremadura. Mérida, 1989, p. 143.

[14]Contrato y Concordia entre la Cofradía de La Caridad y la de Nuestro Padre Jesús, 1674. Archivo Municipal de Trujillo.

[15]Contrato y Concordia entre la Cofradía y Hospital de la Santa Caridad y la Cofradía de Jesús de Nazaret, 11 de enero de 1674. Francisco Márquez, escribano. Arch. Municipal de Trujillo, fol. 1.

[16]Archivo Municipal de Trujillo, 1-4-157-9, 13 fols. Traslado a 11 de enero de 1671.

[17]Acta de sesiones del Ayuntamiento, 24 de diciembre de 1707. Arch. Municipal de Trujillo.

[18]Dictámenes enviados al Consejo de Castilla, 23 de abril de 1789. Archivo Histórico Nacional. Sala de Gobierno de Castilla, leg. 827.

[19]Archivo Municipal de Trujillo, Legs. 240 y 244, Acuerdos del 1 de julio y 5 de agosto de 1709.

[20]Es muy explícito el fol. 1 del Libro de Bautismos, 1809-1833. Arch. Parroquia de Santa María. También, hay varios libros en el Arch. Municipal de Trujillo que recogen la situación precaria de la población tras la invasión francesa. Leg. 444. Acuerdos, 1842, fol. 138. Leg. 962. Libro 3. MADOZ, P.: Diccionario geográfico-histórico de España y sus posesiones en Ultramar. Madrid, 1846, t. XV, pp. 169.

[21]A.D.H. Leg. 56. Bienes Nacionales. Expediente de ventas núm. 202.

[22]Sobre las vicisitudes que tuvo que pasar el Hospital de la Caridad véanse varios documentos existentes en el Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 469. Libro de Acuuerdos de 25 de marzo de 1867, fol. 30 y vº; Leg. 1215, libro 3. Expediente de subasta para la reedificación de parte del edificio del Hospital Municipal de Trujillo.

[23]Desde el año 1847 comenzó a predicarse el Jueves Santo en la iglesia de San Francisco. Con anterioridad, se celebraba en la madrugada del Viernes. Pero, al cometerse muchas irreverencias en la noche del Viernes, se cambió al día anterior. Libro de Acuerdos de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1847, fol. 8. Arch. Parroquial de Santa María de Trujillo.

[24]Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846, fols. 1 y 5 vº.

[25]Arch. Municipal de Trujillo, leg. 449. Acuerdos del 12 de marzo de 1847, fol. 21.

[26]Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1847, fol. 13.

[27]Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1847, fols. 15 y 16.

[28]Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 7 de enero de 1848, fol. 20 vº. Archivo Parroquial de Santa María de Trujillo.

[29]Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 14 de febrero de 1876, fol. 99.

[30]Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846-1884, fol. 11 y 22.

[31]Constituciones y reglamento de la Cofradía de Jesús Nazareno, 1882. Archivo parroquial de Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús en donde se anotan los hermanos de luz de la citada cofradía, 1846. Archivo parroquial de San Martín de Trujillo.

[32]Libro de Cuentas de las Cofradías de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de la Piedad, 1889, p. 20. Archivo Parroquial de Santa María de Trujillo. Existen varios folios en donde se anotan los hermanos de paso de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús que han fallecido, 1848-1889.

[33]Vid. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. en Trujillo, op. cit. «Aproximación histórica sobre el convento de Ntra. Sra. de la Luz en Trujillo». Actas de los XXI Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 1992.

[34]No hemos de olvidar que Trujillo fue una ciudad habitada por una populosa comunidad de judíos, hasta su expulsión en 1492. LACAVE, J. L.: Sinagogas y juderías extremeñas. Sefarad, t. XL, fasc. 2. Madrid, 1980.

[35]RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. de Trujillo. Cáceres, 1991, p. 81.

[36]Cláusula que se encuentra en el Libro Misas de Difuntos, 1707. Archivo Parroquial de Santa María de Trujillo.

[37]Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 27 de febrero de 1884, fols. 135 y 137 vº.

[38]Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, 1846-1884, fol. 11 y 22.

[39]Acuerdos y Concordias de la Cofradía de Jesús de Nazaret. Arch. Parroquial de Santa María de Trujillo.

[40]Documentos pertenecientes a Ntra. Sra. de la Soledad que se venera en la iglesia del convento de San Pedro. Arch. Convento de San Pedro. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. de Trujillo, op. cit., p. 78.

[41]Documentos existentes en el Archivo de Convento de San Pedro de Trujillo.

[42]Real Decreto, 1836, fols. 120-130. Cit. REVUELTA GONZALEZ, M.: La Exclaustración (1833-1840). B.A.C. Madrid, 1976, pp. 386-389.

[43]R.R. MONASTERIO DE SAN MIGUEL: «Breve reseña histórica de la imagen de Ntra. Sra. del Mayor Dolor de la iglesia conventual de San Miguel de Trujillo». Folleto Semana Santa, 1992, p. 49.

Mar 012014
 

 Luis Vicente Pelegrí Espinosa.

Tramites y costos de los bienes de difuntos

             Los capitales que recibieron los herederos de los indianos de Trujillo difuntos en las Indias sufrieron unos costos en tiempo y en dinero, tanto en América como en la Casa de Contratación. Desgraciadamente la información que ofrecen los expedientes manejados no permiten conocer los costos en América al carecer de resolución de cuentas que nos informen de los gastos burocráticos y de las mandas testamentarias allí efectuadas, sin embargo, podemos conocer los costos de envío, contenidos en la fe de registro de la Casa de Contratación, del dinero que llegó, así como el descuento que experimentó por el proceso llevado a cabo en esta institución hasta su cobro por los herederos mediante la carta de pago. Por tanto, los costos en tiempo y en dinero de los autos de bienes y difuntos estaban sujetos al ritmo de la Carrera de Indias,

de la burocracia indiana y de la Casa de Contratación.

 

            El ritmo de las flotas, como es sabido, condicionó el tráfico de personas, mercancías, y por supuesto, caudales. Gracias a las salidas y llegadas de los navíos conocemos las fechas concretas de algunas remesas de capitales que de otra manera no podrían precisarse, si bien, este ritmo fue más marcado en la costa y en las zonas próximas a Sevilla, cabecera del monopolio del sistema colonial español, que en territorios peninsulares de tierra adentro como los estudiados por nosotrosCáceres.

No obstante, el flujo del tráfico mercantil ayuda a precisar momentos determinados de salidas o vueltas de emigrantes, así como de envíos de capitales que los protocolos notariales no siempre pueden datar con exactitud[1]

           

Atendiendo al tiempo empleado por las flotas en su travesía hay que destacar que los retornos, en los que venían los caudales, fueron más lentos que las idas, al verse afectados por los regímenes de vientos y corrientes. Si las idas podían ocupar un promedio de tres meses de travesía, en los regresos se empleaban hasta cuatro o cinco meses. Y además, como señala Haring, las salidas anuales no eran la regla invariable, aunque fuera el propósito procurado y a veces conseguido. Pero lo cierto es que cada vez se espació más el ritmo con el que zarpaban las flotas hacia las Indias, y, por tanto, el plazo  de los retornos y con ello de los envíos de dinero[2].

 

            Si matizamos, por otro lado, la fase de trámite de los autos de bienes de difuntos en la Casa de Contratación hay que señalar que había unos plazos legalmente establecidos, generalmente de 30 días, para que los herederos de los difuntos presentasen las informaciones y abonos correspondientes para cobrar los envíos, y, de dos o tres meses para demostrar la institución de las fundaciones y el cumplimiento de mandas y legados, una vez que se había enviado a los familiares la carta de diligencia que les avisaba de la llegada de los caudales.

 

            Estos plazos se cumplieron en la mayoría de los autos estudiados[3], pues si transcurrían dos años desde que se iniciaban las diligencias en la Casa de Contratación, sin que hubiera reclamación alguna, los bienes pasaban a la Real Hacienda.[4] De hecho, la mayor parte del tiempo, sobre todo en los autos más lentos,  se ocupaba en las probanzas por parte de los familiares y en dirimir a quien correspondían los caudales. En algunos casos esta circunstancia llevó a enconadas disputas entre los posibles herederos

           

Una vez hecha la carta de diligencia de los autos de bienes de difuntos, era publicada en la localidad de origen del fallecido para aviso de los interesados, propagando, con ello, las noticias de las Indias[5].

           

            No obstante, hay que tener en cuenta también en el tiempo empleado en los envíos de las remesas de bienes de difuntos no sólo los elementos habituales de la Carrera de Indias y de la Casa de Contratación ya comentados, sino también los excepcionales que provocaron por su parte cierta demora en los trámites, y por consiguiente,  aumento también en los costos. Entre estos factores excepcionales se encuentran los peligros en la travesía, como los ataques piráticos o los naufragios, y, por lo que respecta a la Casa de Contratación, las trabas inconvenientes en la entrega de los caudales, principalmente a causa de los secuestros o requisas que la Corona realizó, en ocasiones, de los bienes de difuntos.

 

            De todos estos contratiempos los de menor relevancia en la Carrera de Indias fueron los primeros, pues los asaltos de piratas importantes fueron escasos ante la efectividad de la navegación en conserva de los buques protegidos por los galeones armados[6].

 

Los costos en dinero de los envios de caudales de bienes de difuntos a Trujillo experimentaron también, al igual que los costos en tiempo,  dos fases, una en las Indias[7]  y otra en la Casa de Contratación, donde, además de otros gastos burocráticos, se pagaban los derechos de la Carrera de Indias, como se ha indicado.

 

Entre estos costos hay que considerar los impuestos que gravaban los envíos de capitales indianos en su travesía por el Atlántico, como la avería y el almojarifazgo, y los gastos derivados de los trámites burocráticos en la Casa de Contratación[8].

Los 15 autos que hemos analizado poseen carta de registro, sin embargo sólo siete de ellos contienen actas de entrega, que, como se ha dicho, certifican que efectivamente los herederos de los indianos cobraron los caudales y que éstos llegaron a Trujillo. Esta documentación ofrece un destacado nivel de información a este respecto si la comparamos con otros repertorios de bienes de difuntos, pues en los expedientes procedentes de Perú en los siglos XVI Y XVII, ya citados, sólo la mitad cuentan con cartas de registro y el 42% con actas de entrega.

 

Matizando todas las circunstancias descritas sobre los costos de los autos de bienes de difuntos, y estableciendo comparaciones con los autos de Perú, podemos afirmar que los expedientes trujillanos no sufrieron graves costos ni en términos de tiempo ni en términos de dinero. Para establecer los primeros, es decir, los costos en tiempo contamos con tres índices: la fecha aproximada de la muerte o del testamento, la fe de registro y la carta de entrega. El tiempo que media entre los dos primeros documentos refleja la duración de los autos en América, que en los doce casos en los cuales hemos podido conocerlo asciende a nueve años, y presenta como valores extremos los 25 años de los autos de Sebastián González y tan sólo dos años en los de Diego Sánchez. Tal vez esta rapidez puede explicarse porque los bienes de los trujillanos no sufrieron algunas de las incidencias extraordinarias descritas que azotaron el trasporte de los caudales, como los ataques de los piratas o los secuestros de caudales por parte de la Corona, o al menos no ha quedado constancia de ello en la documentación consultada.

 

El lapsus comprendido entre el segundo y el tercer documento reflejan, por su parte, el proceso burocrático en la Casa de Contratación, que en la mayoría de los expedientes trujillanos se resolvió en un año, cumpliendo así con la legalidad descrita de tramitar los autos en este plazo, tan sólo en uno de ellos se dilató, en el de Gracia Sosa que duró cinco años.

 

El plazo legal se cumplió incluso cuando las mandas testamentarias eran más complicadas, tal y como ocurrió con las de doña Teodora de Salazar. Los oficiales de la Casa de Contratación  requirieron a los herederos certificación de haber cumplido con la manda testamentaria de Gracia de Sosa que fundó una capellanía en el Convento de la Puerta de Coria. La fe de registro es de 16 de junio de 1627, la certificación del citado Convento y la carta de pago de agosto de ese mismo año[9].

 

Podemos precisar los costos en dinero en España debidos a los trámites de la Casa de Contratación desde que se registraron los caudales llegados en las flotas y se descontaron los costos de la travesía, gracias a que contamos con todas las cartas de registro podemos establecer, como se ha indicado, que el caudal de todos los autos estudiados que arribó a la Casa de Contratación ascendió a 659.064 reales, e decir, 82.383 pesos, como puede apreciarse en el cuadro 3, sin embargo, sólo podemos demostrar que llegaron a Trujillo 281.821 reales, es decir, 35.227 pesos, el 42,7% del dinero registrado, al faltar la mitad de las cartas de registro, por tanto, la diferencia entre uno y otro documento no es valida para conocer los costos en España.

 

             Tenemos que recurrir, por ello, a calcular los costos sólo en los siete casos en los que podemos contrastar la carta de pago con la fe de registro, y obtenemos una media global del 14%, en la que se incluyen los impuestos de envío, como fletes y averías, y los trámites burocráticos hasta entregar el dinero a los herederos. Los valores extremos oscilaron entre el máximo en los autos de Gracia de Sosa, el 35%, a menos del 1% en el expediente de Juan Pizarro de Sosa. Sin embargo, fuera de estos ejemplos no son apreciables grandes diferencias, ni tampoco entre las cantidades registradas y las entregadas, a pesar de que éstas se expresaban en maravedíes, frente a los envíos que solían indicarse en pesos como unidad de cuenta, con las divergencias que introducían las fluctuaciones de los cambios, y los métodos de contabilidad propios de una etapa preestadística como el periodo al que nos estamos refiriendo.

 

                Tanto los costos en tiempo como en dinero no presentan ninguna tendencia apreciable ni al alza ni a la baja en relación a su cronología, sino unas oscilaciones que pudieron estar en consonancia con cualquiera de los factores descritos que afectaron a la Carrera de Indias y a la burocracia indiana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mandas y legados en Trujillo: religiosidad y añoranza de la tierra.

 

            Las mandas que los trujillanos establecieron en sus testamentos incluían la fundación de capellanías en Trujillo con las que contribuir a la salvación de su alma. El principal, o capital de dotación de estas instituciones estaba ya incluido en el capital registrado en la Casa de Contratación, desde donde se velaba por su cumplimiento. Las capellanías eran dotadas con bienes inmuebles y con capital líquido, que se invertía en préstamos a censos al quitar, una forma de crédito hipotecario sin plazo fijo de amortización y con un interés medio del 5% en la época que nos ocupa, y que convertían a las capellanías en la banca del momento, ante la carencia de otras instituciones que pudiesen proporcionar crédito.

 

CUADRO 4. CAPELLANIAS INDIANAS EN TRUJILLO.

 

Fundado

Fecha

Lugar

Dotación

-reales-

Fincas

Patrón

Capellán

Misas

Juan Pizarro de Sosa, Pbro 1605   22.000   B.me Fdez Tello   4 rs cada misa
Gracia Sosa 1617 Hospital Caridad   3.000 Dehesa Fco González Sosa Juan Rodrígue

Pbro

 
Dª Teodora Salazar 1619 Convento de S.Fco de la Puerta de Coria 13.200       Misa octava de difuntos y una por la Magda

lena

Diego HernándeCabe

zudo

1625 Iglesia

Mayor

    Sobrino

pbro

  4 misas semana

                                                                                                                                        

                 Como se aprecia en el cuadro anterior, los fundadores de capellanías fueron cuatro, es decir, el 27% de los emigrantes que fundaron cuatro capellanías con una dotación total de 18.300 reales, que, repartidos entre las tres fundaciones cuyo principal conocemos, asciende a una media de 6100 reales por capellanía. Estos valores no son espectaculares, pero sí es marcada entre los trujillanos la preocupación por este tipo de fundaciones que procurasen la salvación de su alma, a la vez que reforzar los vínculos con su tierra de origen después de la muerte. El valor total de esta inversión en la salvación no es elevada, pues sólo supone el 6% del capital que efectivamente llegó a Trujillo a través de las cartas de pago, pero es muy probable que realmente se invirtiera por el escrupuloso seguimiento que tanto las instituciones indianas como las castellanas hicieron del cumplimiento de las mandas testamentarias, y más aun en lo referente al “quinto del alma”, o cupo establecido en el activo de los capitales para fundar capellanías y costear misas por el alma del difunto.

 

                El testimonio más expresivo de una fundación es el contenido en el testamento del presbítero Juan Pizarro de Sosa, fechado en el pueblo de Zicacica, cerca de Potosí, donde probablemente era doctrinero,  el 30 de abril de 1605: “Item, quiero y es mi voluntad que cumplido y pagado este mi testamento, mandas y legados, y obras pías en él contenidos, se saquen de mis bienes, de lo mejor y más bien parado de ellos, dos mil patacones, de a ocho reales cada peso, los cuales mis albaceas envíen a la ciudad de Trujillo, en los reinos de España, en Extremadura, en la primera ocasión de armada, por mi cuenta y riesgo, libres de costo, alcanzando mi hacienda dirigidos y encaminados a mi cuñado Bartolomé Hernández Tello, vecino de la dicha ciudad, o si fuere muerto a sus hijos mayores, y por falta a los menores, para que el que de ellos los recibire los eche en renta a censo, al redimir y quitar, o perpetuo, sobre pensiones valiosas y cuantiosas, y de lo que en cada un año rentaren quiero que por mi ánima perpetuamente, y para simpre jamás, se me haga e instituya una capellanía en la iglesia, parte y lugar, que el dicho Bartolomé Fernández, mi cuñado, o sus hijos, quisieren, la cual goce y sirve el hijo mayor suyo, siendo ordenado de cura, o el hijo menor que fuere, siendo idóneo para ello”. “Y cada vez que se redimiere el censo sobre que se echaren los dos mil pesos, luego al punto, sin dilación, se han dar y tornar, y cobrar a censo, de manera que siempre paren, pero que se digan las misas que alcanzaren, que son cuatro reales cada misa”.

 

 

           

 

 

Apéndice documental

 

Carta de Alonso Hernández Cabezudo, vecino de Trujillo, a Antonio Hernández Cabezudo, su primo, residente en Cuzco. Trujillo, 3 de febrero de 1614. A.G.I. Contratación, 342, A.

 

Estando con grandísimo cuidado de no haber recibido carta de usted en esta armada, no se que es la causa por donde usted me ha dejado de hacer merced, así suplico me la haga de no me olvidar de hacer merced de avisarme de su salud, y que para mi es un gran contento.

 

Lo que hay por acá de que avisar a usted es lo siguiente. Es que Nuestro Señor fue servido de llevarse al señor Diego Hernández Cabezudo, padre de usted, el cual está gozando de Dios, según su buena vida, de lo cual fue para mí de mucho disgusto, téngale Dios en el cielo y a usted le de salud para que ruegue a Dios por él. Murió muy pobre en casa de su hermano de usted, Martín Hernández Cabezudo. Que a duras penas hubo para su entierro, el cual hice yo como quien era y padre de tales hijos. Que se le hizo un entierro muy honrado y muy bien cumplido de todo y se le dijeron todas las misas que se pudieron decir, aunque yo me holgara porque fuera más cumplido. Más no se pudo hacer porque mi posible es corto, y Martín está muy pobre, y así yo he acudido a todo por ser deudo tan cercano y lo otro por ser padre de usted, toda la ciudad nos hizo muchas mercedes, todos estos caballeros acudieron con muchas velas a su entierro, y está enterrado en San Martín de esta ciudad, murió veintitrés de septiembre de mil y seiscientos trece.

 

También fue Dios servido de llevar a su hermana de usted, doña María de las Casas, a su santa gloria, murió seis de junio de mil seiscientos ocho. Quedó de seis hijos, el más chico se murió, el otro tiene mi señora doña Francisca de Orellana, como durador a el señor don Juan Francisco, su primo, le regalan y le estiman como quien es.

 

Su hermana de usted, Marina de los Angeles es monja profesa en el Convento de la Concepción de esta ciudad, y esto no pudo por su favor y amparo de usted. Y es el caso que ella había dos años que estaba en el convento y no hacía profesión por no tener con que, ni su padre de usted lo tenía, y visto que murió y a ella la quisieran hechar del convento, confiado en la merced me obligué con otros amigos, y esto se hizo por que no se perdiere esta monja, porque ya sabe usted las cosas de este mundo lo que son, donde sirviendo y rogando a Dios por nosotros. Y tomándonos a todos con su buena licencia de usted esa limonsa, que, en cobrados los dieciseis mil reales, podré pagar todo el gasto del dote y propinas del convento, así que usted me ha de hacer merced, como siemproe, para que yo pague lo que ya estoy obligado porque en otra merna quedaré destruido y perdido. Las diligencias que se han hehco en la cobranza son estas. Hice diligencias en Madrid, se ha gastado algunos dineros en hacer estas diligencais, y máximo que con el favor de Dios tendrá buen fin, y suceda como yo deseo, y si usted se halla con posible, como me dicen, vengase usted a vernos a todos y a gozar de su patria y deudos.

 

Fecho a tres de febrero de mil y seiscientos catorce años, Trujillo. Su primo de usted besa las manos. Alonso Hernández Cabezudo, en la ciudad del Cuzco de los reinos del Perú. Salud.

 

Carta de Pedro Alonso Calderón a Antonio Hernández Cabezudo, residente en Cuzco.

Trujillo, 8 de febrero de 1614. A.G.I. Contratación, 342, A.

 

La merced que me ha de hacer usted en esa tierra es que mi tío Pedro Alonso Catalán, clérigo, murió en esa ciudad del Cuzco, habrá ocho años. El cual tenía una doctrina, pienso en Andahuaylas, que usted sabrá donde murió. Y lo que es menester saber es si hizo testamento, y a quien ya quiera quedase por heredero, que por acá se ha dicho que dejó a Francisco González de Loaisa, mi sobrino, y para saber esta verdad, y si en el testgamento hace mención de una ochava parte de viña que tenía en esta tierra, y si la manda estga dicha parte de viña al dicho pedro Gómez, la compre para mí a razón de como se compraron las demás partes, que yo daré el dinero aquía a su hermano Martín Hernández Cabezudo, o a quien usted ordenare.

 

Fue servido de llevar al señor Diego Hernández, que Dios tiene en el cielo, que yo como beneficiario que soy de San Martín le enterré, y puedo decir que según su cristiandad goza de Dios, el cual guarde a usted, a quien suplico que me haga la merced susodicha, y me envíe un tanto del testamento del dicho mi tío, que yo pagaré la saca a quien usted mande, daré con lo demás del susodicho, y no más.

 

 Trujillo, y febrero, ocho, de mil seiscientos y catorce años. Pedro Alonso Calderón a

Antonio Hernández Cabezudo. Salud y vida en los reinos del Perú, en la ciudad del Cuzco. Va de España, de la ciudad de Trujillo.

 

Carta de Martín Hernández Cabezudo a su hermano Diego Hernández Cabezudo, residente en Lima. Trujillo, 28 de febrero de 1613. A.G.I. Contratación, 342, A.

 

La Santísima Trinidad sea con un usted señor hermano, y esta halle a usted con la salud que seamos en esta casa. Y estoy con grandísima pena de no haber tenido carta de usted esta armada. Que como usted había de escribir y emviar plata. Y así mismo me lo escribió un amigo que estuvo con usted, que se dice, Juan Ramírez de Arellano, que iba para alcalde mayor entre el Cuzco y Potosí.

 

Y nuestro padre estaba con grandísima confianza de que usted le había de favorecer para pagar la dote de nuestra hermana Mariana González de los Angeles, que está monja en el Convento de Santa Clara de esta ciudad. Y como vino el armada hemos hecho muchas diligencias a ver si usted escribía, y anque han venido peruleros de la tierra no ha habido nuevas ni cartas, de lo cual tuve gran pesadumbre.

 

Nuestro padre estaba malo de unas cuartanas en mi casa, donde la truje como le vide, así que estaba muy apenado de la muerte de nuestra hermana doña María, mujer de don Juan, y de un nieto suyo, el segundo que murió, y el otro estuvo para ello, de garrotillo, y murió doña María, víspera de Nuestra Señora de Agosto, y el hijo a ocho días de unas pesadumbres y otras que le cercaron. Que dios fue servido de se llevar para siempre a nuestro padre en la víspera de Nuestra Señora de la O, de este año, que fue para mí gran desconsuelo, y le enterré muy principalmente, y he hecho decir todas las misas que he podido. E hizo una memoria y nos quedó por testamentarios a mí y a Alonso de Fuentes. Y lo de nuestro hermano Antonio no he podido cobrar, aunque he hecho la diligencia posible, y se ha gastado muchos dineros en ello, en ir a Córdoba y a Madrid, tenemos la esperanza que con el favor de Dios se cobrara de ello.

 

 

 

 

Alonso Fuente quiere hacer pago de la dote de nuestra hermana porque ha más de dos años que está en el convento y por no haber con que no ha profesado. Y también fue servido Dios de llevarme un ánima, que tenía la mayor ocho años, de garrotillo, este año, y se llamaba María Alonso, como su madre, que está en el cielo, y se parescía todo a ella, de lo que nos a dado mucha pena, según su costumbre y principio ella se criaba para el cielo. Dios le hizo merced de poco remedio, que yo vengo porque el oficio en este lugar está perdido que si no es Alonso fentes no hay quien tenga que hacer ni se pueda sustentar.

 

Ana Hernández, mi mujer, envía a usted grandes recaudos, con gran deseo de ver a usted en esta su casa. Y con gran cuidado encomendamos a Dios a usted, nos le guarde y deje ver, como vemos a otros que vienen de dichas partes. Nos han quedado con dos hijos, un niño de dos años y una niña de uno, y se nos han muerto otros cuatro. Y Ana Hernández no los puede criar porque del primero que crió le quedaron los pechos tales que no puede criar y asíme ha costado muchos ducados, y estamos muy gastados y con mucha necesidad, a Dios gracias yo procedo lo mejor que puedo.

    

Y estoy con gran confianza que a usted y a nuestro hermano antonio Hernández me han de hacer merced, y más en falta de nuestrom pardre, que está en el cielo. Y yo tengo gran confianza en usted que nos ha de hacer merced, como siempre, pues hemos quedado tan solos, a Dios sean dadas gracias. Y antes que nuestro padre muriese tenía escrita esta carta para usted, que se que va con esta y usted se sirva que seaños merecedores de saber de usted, que lo deseamos como la salvación, y nos mande en cosas de su servicio.

 

Trujillo veintiocho de diciembre de mil seiscientos trece, su hermano de usted, que más que así le quiere, Martín Hernández Cabezudo a Diego Hernández Cabezudo, salud y vida en los reinos de Perú, en la ciudad de Lima. Va de España de la ciudad de Trujillo, de su hermano Martín Fernández Cabezudo.

 

 

 

 

 

Carta de Gonzalo Becerra de Torres a don Juan de Ribera de Torres, su sobrino, residente  en Cuzco. Trujillo, 2 de marzo de 1614. A.G.I. Contratación, 342, A

 

Todas las veces que oviere ocasión no la perderé ni tendré el descuido que usted tiene en avisarnos de su salida. Que es sólo el fin que yo pretendo, que desde que por la vía de don Juan de las Casas, una de usted con el aviso de la muerte de Rodrigo Gonzalo de Torres, no he visto más carta de usted. Esta nos tiene a todos lastimados con nueva tan triste y pérdida tan grande como la de un deudo tan principal, téngale Dios en su Santa Gloria e guarde a usted, de quien nos dan cada día muy buenas nuevas de su honrado proceder y buenas partes y entendimiento. Con que me consuelo en parte, y por otra me aflijo con deseo de ver a usted en esta tierra, aunque sea pobre.

 

Que su tía de usted, mi prima doña Isabel, dice que lo que tiene es todo para usted, y no es tan poco que no come más de quinientos ducados de renta cada año. No le quedaron hijos ningunos de sus maridos. Y también está con ella mi hermana doña Juan, viuda, cargada de hijos y pobre. Y a doña Isabel, mi hermana, tiene salud y la tiene su marido Alonso de Toro.

 

La que hubo de usted por la vía de don Juan, para mi hermano Jerónimo Becerra, le di en mano propia el día que la rescibí, llegó él de Roma, a donde tiene él pretensión de volverse, que es muy favorescido de un cardenal. Aunque yo más quería fuese a buscar a usted para traerle entre los suyos, ya que tan pocos hemos quedado.

 

Su tía de usted, Inés de Ribera, y Diego Pizarro, su marido, tienen salud, este año estuvo aquí su primo de usted, con Alonso de Ribera, que vino de Aguilar a vernos, es muy principal caballero y desea mucho a usted, como todos. El mayor enviaré ahora a Salamanca, pues por aquí vemos han salido otros que son hoy dioses de esa tierra, y de otras del mundo.

 

Este año hemos traido carta de don Diego de Chaves, mi cuñado, ni sabemos más de que se casó, avíseme usted con quien, e como siempre de su salud e sucesos, doña Catalina besa las manos de usted, bendígale Dios como deseo. Trujillo, y dos de marzo de mil y seiscientos y catorce.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

[1] Para conocer el funcionamiento de las flotas y sus costos en tiempo y en dinero en la época que nos ocupa pueden consultarse, entre otras, las siguientes obras: Haring, C.H: Comercio y navegación entre España y las Indias en la época de los Habsburgo. México, 1939.- Hamilton, E: El tesoro americano y la revolución de los precios. Barcelona, 1975.- García Fuentes, L: El comercio de España con América. 1650-1700. Sevilla, 1980.- Lorenzo Sanz, El comercio español con América en la época de Felipe II. Valladolid, 1980.- García Baquero, A: Cádiz y el Atlántico. 1717-1778. Sevilla, 1976.- Martínez, J.L: Pasajeros a Indias. Viajes trasatlánticos en el siglo XVI. Madrid, 1983.-  Chaunu, P: Conquista y explotación de los nuevos mundos..- Barcelona, 1973.- Chaunu, P: Sevilla y América. Siglos XVI y XVII. Sevilla, 1983. Wallerstein, I: El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Madrid, 1979.- Veitia Linaje, J: Norte de la Contratación de las Indias Occidentales. Madrid, 1981.- (Ed.Facsímil).- Vázquez de Prada, V: Historia económica y social de España. Madrid, 1978, pp.632-655.

 

[2] Como se sabe, desde 1564, se proyectaron dos flotas anuales, la flota de Nueva España que solía salir en primavera, y los galeones de Tierra Firme que solían hacerlo en agosto. La travesía Sanlúcar de Barrameda-Veracruz podía hacerse en un mínimo de 60 días, aunque lo normal eran 90. Ambas flotas, por lo general, regresaban juntas desde La Habana en la primavera siguiente de haber salido. Es decir, que una flota solía emplear como mínimo un año o año y medio en ir y volver de las Indias. Fuera de las flotas sólo navegaban sueltos pequeños barcos correos con alguna carga, los avisos, y en los que no solían embarcarse caudales particulares.

 

Desde 1580 se hicieron frecuentes las salidas cada dos años, y, a partir de 1650, coincidiendo con la decadencia del tráfico en la Carrera de Indias, las flotas de Nueva España observaron promedios de dos años y los galeones de Tierra Firme de tres. El consulado de mercaderes era la primera instancia interesada en el espaciamiento del despacho de las flotas para que, a través de la escasez del abasto, mantener el alto precio de las mercancías en las ferias americanas en las que se vendían sus cargamentos. Haring, cit. p.260.- García Fuentes, cit. pp.164-165, 218, 417-424.- Lorenzo Sanz, cit. pp.262-272.

 

[3] Gutiérrez Alviz, F: Los bienes de difuntos en el derecho indiano, 1942.- Heredia Herrera, A: La carta diligencia de bienes de difuntos. «Archivo Hispalense», 174 (Sevilla, 1974), pp.39-48.

[4] González Sánchez, cit. p.41

[5] Al tercer día del ingreso de los caudales en el arca de las tres llaves se colocaba una relación de los difuntos y su lugar de origen en la puerta de la Casa de Contratación y en la del Perdón de la catedral de Sevilla. Si transcurrido un mes desde  el anuncio no los reclamaba nadie se enviaba un diligenciero a la localidad de donde procedía el finado que presentaba la diligencia a las autoridades para su publicación González Sánchez,  cit. p.40

 

[6] Los tesoros apresados por piratas fueron escasos y los desastres de este tipo en la Carrera de Indias fueron muy contados. En 1628 los holandeses se apoderaron de la flota de Nueva España, y en 1656 los ingleses impideron la llegada de la mayor parte de los galeones de Tierra Firme. Y de 1656 a 1658 la armada británica embotelló las flotas en España retrasándolas o impidiéndoles zarpar. Pero todo ello responde a los momentos de debilidad de la monarquía española. Hamilton, cit. p.32.-  García Fuentes, cit. p.174.

[7]  Los costos en América estaban formados por el pasivo segundo. Los componentes, del pasivo segundo se desglosaban como sigue. Los  gastos mortuorios se refieren al entierro y el funeral: misas cantadas y rezadas, sepultura, asistencia de las cofradías y órdenes religiosas, el ataúd y la mortaja, la cera, y el pago a los clérigos celebrantes. Las mandas pías correspondían al encargo de misas por el difunto o por quien éste dispusiese, así como a limosnas, a ornamentos para iglesias, y, por último, a la fundación de obras pías y capellanías. Los legados, finalmente,  eran bienes o cantidades pecuniarias destinadas a familiares y amigos en tierras americanas.

 

            En muchas ocasiones los bienes no alcanzaban para pagar todas las mandas y legados del difunto, así pues los testamentos recogen lo dispuesto, mientras que las resoluciones de cuentas expresan lo efectivamente realizado. Por supuesto los difuntos encargaban también mandas y legados concretos en España, pero éstos, claro ésta, se realizaban con el dinero allí repatriado.

 

                González Sánchez denomina gastos generales postmorten a los derivados del funcionamiento del Juzgado de Bienes de Difuntos y a los trámites burocráticos en las Indias que incluye, según este autor las siguientes partidas: derechos de escribanos por la confección de documentos, el cobro de los albaceas por la ocupación en los bienes, y el traslado de los caudales desde el lugar del óbito hasta el puerto de embarque hacia España, incluyendo también los gastos de preparación y embalaje. El resultado de descontar el pasivo segundo era el líquido segundo o liquido a repatriar. González Sánchez, cit. p.104, 138-146, 161-162

           

[8] Los principales impuestos que pagaban los caudales indianos en la travesía del océano eran, como en cualquier otra mercancía, la avería y el almojarifazgo, impuestos ad valorem destinados a financiar la defensa de las flotas y los gastos de los órganos administrativos encargados del comercio y tráfico con las Indias. Según Vázquez de Prada el valor de la avería, creada en 1521,  oscilaba entre el 6% y el 15%, dependiendo de la tranquilidad de los mares y las coyunturas políticas. González Sánchez afirma que era el derecho de mayor cuantía que pagaban los caudales de bienes de difuntos en los autos peruanos por él estudiados, en éstos el 15% fue el costo más habitual por éste gravámen. Por su parte, el almojarifazgo comenzó gravando, en 1543, el 5% del valor de las mercancías importadas desde las Indias, y el 2.5% de las exportadas desde España. Además, desde 1644 la plata de particulares debía pagar el 12% de su valor. Los maestres de plata, encargados de la conducción de los capitales, como se sabe, solían cobrar el 1% del registro.

 

            González Sánchez señala que los bienes de difuntos pagaban también los siguientes costos en la Casa de Contratación: el 2% cobrado por mitad a su entrada y salida, en beneficio del tesorero y del contador a partes iguales, más el uno por mil a su salida recibido por el portero de la Audiencia. También habría que incluir los gastos del diligenciero para localizar a los herederos y hacerles llegar, a través de la autoridades locales y el pregón público, la diligencia en la que se les avisaba de la llegada de los caudales.Estos diligencieros cobraban cuatro reales a mediados del siglo XVI, y, en torno a doce en la segunda mitad del siglo XVII.

 

                Todos los costos descritos, y según siempre la metodología desarrollada por este autor, forman el pasivo tercero de cuyo descuento resulta el líquido tercero que era la cantidad que debían cobrar los herederos. Por otro lado, los mercaderes de plata, que, como ya se indicó, se encargaban de amonedar los tesoros de particulares, podían obtener como beneficio un 0.5% sobre el valor de puja en la subasta en la que adquirían el metal, lo cual condicionaba la cantidad final obtenida por los propietarios de los caudales indianos. García Fuentes, L: La economía indiana, p.226.  Vázquez de Prada, cit. pp.460.520.- Martínez, cit. p.42.- Lorenzo Sanz, cit. pp.366-367.- Haring, cit. p.106. Hamilton, cit. 33-37, 80.- Céspedes del Castillo, G: La avería en el comercio de Indias. Sevilla, 1945.- González Sánchez, cit. p.41, 163, 164.

 

               

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Feb 282014
 

Raúl Aguilar Rodas.

Por 1520 nació en Trujillo, en Extremadura, Gaspar de Rodas, de familia distinguida, cuyo apellido había adoptado su bisabuelo[1], quien muchos méritos hizo como uno de los militantes en la Orden de los Caballeros de Rodas. Pasó al Nuevo Mundo en 1539, en la expedición del Adelantado y Gobernador de San Juan, Pascual de Andagoya, y así llegaron a las costas del mar del sur, en territorios de la actual Colombia, al año siguiente. En estos territorios desarrolló toda su actividad, como capitán, Teniente de Gobernador, Capitán General y finalmente Gobernador de la provincia de Antioquía hasta su muerte en julio 9 de 1607.

 

“Era natural de la ciudad de Trujillo en Extremadura, e hijo legítimo de Florencio(sic) de Rodas Carvajal y de Giomar Méndez Cotiño(sic) Barreto, hija de Martín Barreto Cotiño, portugués, gran privado del rey don Juan de Portugal. Pasó a estas tierras muy mozo, con dos hermanos suyos, que también se ocuparon en el Perú en guerras y pacificaciones con muy lucidos efectos, hijos de la noble sangre de sus venas”[2](En su testamento[3] designa a sus padres como Lorenzo y Giomar Méndez Collea, hija de Martín Barreto Cotiño)

 

En octubre de 1546, cuando fue muerto el Mariscal Jorge Robledo, fundador de la ciudad de Antioquía en 1541, por el Adelantado y Gobernador de Popayán, Sebastián de Belalcázar, éste nombró a Gaspar de Rodas como su Teniente de Gobernador en esa ciudad, en la cual ocupó varios cargos; fue minero, encomendero y uno de los vecinos principales. “La conducta de Rodas, que era uno de los más importantes miembros de la ciudad, puso término a todas las contrariedades ocurridas y así principió a desarrollarse la población con mejores bases de paz y de progreso. Era una de sus más notables cualidades la bondad para con los indios, a quienes procuró atraerse por medio de amistosas relaciones…”[4]

 

En 1571 llegó a su reciente Gobernación de “Antioquía y Entre los dos Ríos” el capitán Andrés de Valdivia, la cual paradójicamente no incluía la ciudad de Antioquía, y fue muerto por los indios en 1574. La Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada designó a Gaspar de Rodas para hacer justicia y pacificar a los indios, tras lo cual lo nombró Gobernador encargado, hasta que el rey Felipe II capituló con él la gobernación por dos vidas en 1578, y le anexó la ciudad de Antioquía.

 

“Nosotros observamos que si Valdivia fue el primer gobernador de Antioquia en el tiempo, Rodas fue quien formó los verdaderos fundamentos de la gobernación con sus especiales dotes de gobernante, en el largo tiempo que supo mantener su prestigio, tanto entre gobernados como entre sus superiores, y en duración tal, que es difícil pensar que desde este punto pueda alguno superarlo…..Fácilmente se observan en su robusta personalidad aquellos atributos de quien ha nacido para el mando, sin imposición. Una prueba más de sus sobresalientes capacidades se puede notar en el hecho de que oscureció no poco la línea de sus seguidores…..La fortuna parecía seguirle donde quiera que llegaba….” [5]

 

El territorio de la gobernación fue ampliado y comprendía desde el Golfo de Urabá en el Atlántico hasta unos cuatrocientos kilómetros al sur, y desde el río Atrato -que desemboca en el mismo golfo- hasta el río Magdalena, que desemboca al norte de la ciudad de Cartagena, limitando con esta gobernación. Las costas de Urabá fueron descubiertas en 1501 por Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa, en cuya conquista participaron otros valientes capitanes como Rodrigo de Bastidas, Vasco Núñez de Balboa y el mismo Francisco Pizarro, quien fuera Teniente de Gobernador, nombrado por Ojeda, en la primera población que fundaron allí, que se llamó San Sebastián.[6]

 

De las entradas para encontrar las minas, de los pueblos que habitaban aquella región, de la flora y de la fauna y de los descubrimientos primeros y fundación de la ciudad de  Antioquía, nos trae magníficos y extensos relatos Pedro de Cieza de León, quien fue testigo presencial y muy amigo del Mariscal Jorge Robledo.[7] El cronista Juan de Castellanos, cura beneficiario de Tunja, en el Nuevo Reino de Granada, quien escribió en el siglo XVI Las Elegías de Varones Ilustres de Indias[8], se ocupa de la historia de la Gobernación de Antioquia largamente y trae un capítulo que llama Elogio a Gaspar de Rodas, donde describe sus trabajos desde que fue promovido a gobernador, hasta la fundación de la ciudad de Zaragoza

 

En la época de la gobernación de Gaspar de Rodas el desarrollo de la región fue muy notable, las ricas minas, que se habían disputado por años las gobernaciones de Popayán y Cartagena de Indias, empezaron entonces a ser de gran interés para la Corona por su gran producción de oro[9]. “…Rodas, uno de los primeros residentes de la región y de vigorosa personalidad….había sido el propulsor del rápido progreso de la Villa de Santa Fe que Robledo había dejado como un campo minero insignificante, trasladando a ella los vecinos de Antioquia la vieja, con sus encomiendas de indios. Fundó a Cáceres en 1576, a Zaragoza en 1581 y condujo varias expediciones contra los obstinados indios del Chocó y de Mariquita….”[10]

 

Dado que hay solamente informaciones puntuales sobre Gaspar de Rodas, aparte de algunas cartas enviadas por él al rey[11] y de muchos documentos sobre cesión de tierras, ejecutorias y pleitos poco estudiados[12], decidí hacer una investigación minuciosa empezando por la ciudad de Trujillo y los archivos de España. Esta investigación la he hecho personalmente, con ayudas de algunos archiveros y paleógrafos en Madrid, Valladolid y Sevilla en España y Bogotá y Medellín en Colombia, desde 1990. En Madrid, en la Biblioteca Nacional he empleado más de 500 horas revisando una extensa bibliografía que hay sobre aquellas épocas, no sólo de los antiguos cronistas, sino de los muchos libros publicados con motivo de los 500 años del descubrimiento de América.

 

La ubicación de la información sobre el origen del apellido Rodas en las Crónicas Trujillanas del siglo XVI, la información de Fray Pedro Simón sobre su madre y abuelo, y el encuentro de algunos Rodas que estuvieron en América en aquella época, me llevaron a caracterizar el personaje y encontrar con detalle las circunstancias en que se desarrollaron los antecedentes, y la situación social y económica de Trujillo y en general de Extremadura en aquellos tiempos.

 

Fue así como fui formando la historia que desarrollé en el libro La Montaña de Oro, nombre que hace relación a la fama que desde muchos años antes tenía Buriticá, a cuyo alrededor se desarrollaron vida y ejecutorias de Gaspar de Rodas, de la cual Pascual de Andagoya escribió al rey en 1540 “….Buriticá que es donde creo que en el mundo no hay mejores minas de oro….porque tengo por cierto que, de sola ella, le ha de ir más oro que de todas las Indias juntas.”[13]. He dividido el texto en capítulos, siendo el primero una introducción narrada en primera persona por Gaspar de Rodas, antes de su muerte, que muestra la perspectiva total. El segundo, sorpresivamente, se refiere a Las Cruzadas, de las cuales el Nuevo Mundo es parte, porque ese propósito se tuvo desde los Reyes Católicos, y con nuestro relato porque al final se enlazan históricamente, en Trujillo, con la familia Rodas. El tercero es la explicación de ese enlace. El cuarto y el quinto relatan la vida e influencias que se vivían en aquellas épocas en Trujillo y en España y el conocimiento que había de la conquista y de los conquistadores. El sexto es su viaje y encuentro del Nuevo Mundo, al lado de Andagoya y el influjo que éste tuvo sobre él. El séptimo es sobre Belalcázar y su relación con él. El octavo es sobre su primer viaje a Antioquia. El noveno trata del Mariscal Jorge Robledo y su relación con él, hasta su muerte. El décimo sobre Antioquia, su pacificación y población, desde 1546 a 1569. El undécimo sobre el efecto de la conquista en los naturales y la simbiosis socio-cultural. El duodécimo es sobre la expedición al norte, la fundación de San Juan de Rodas y la gobernación de Valdivia. El décimo tercero es sobre la pacificación de Antioquia, la pacificación de los indios Gualí y la gobernación de Rodas. El décimo cuarto es sobre las preocupaciones con respecto a la Inquisición y a las creencias y fábulas sobre Antioquia. El décimo quinto son sus reflexiones faltando pocos días para su muerte, que incluye una revisión de personajes que participaron en ese período de la vida de Antioquia, muchos de los cuales han sido olvidados hasta el presente.

 

Aquella gobernación de Gaspar de Rodas fue un enclave geográfico y humano, separado del resto del Nuevo Reino de Granada, hoy República de Colombia, por largos y peligrosos caminos, al cual lenta, pero persistentemente, fueron llegando nuevas familias españolas, que doscientos años después de la muerte de Rodas empezaron su expansión territorial hacia las tierras del sur, y tras dos siglos más han llegado a establecerse, fundando pueblos muchas veces, en casi todos los rincones de Colombia. Se estima que la tercera parte de la población de Colombia es descendiente de aquellos colonizadores, de los cuales unos 4 millones viven dentro del territorio del departamento y otros 8 millones viven en otras regiones.

 

Es actualmente el Departamento de Antioquia una de las primeras regiones de Colombia, por su desarrollo económico y por la pujanza de sus gentes, muchos de los cuales son descendientes de extremeños. Uno de los apellidos más frecuentes, ya en gran parte de Colombia, es el Jaramillo, originario de Zafra, de donde desde el siglo XVI y principios del siguiente llegaron varios parientes de este apellido; Pedro Jaramillo de Andrade, Rodrigo de Carvajal Jaramillo y su esposa doña Mayor Vásquez,

Fernando de Zafra Centeno (que dijo ser de Badajoz), García Jaramillo de Andrade, quien en 1561 pasó a Indias con su madre y tres hermanas, y Juan Jaramillo de Andrade, que aunque nacido cerca a Granada, su padre, el Escribano Real Alonso Jaramillo de Andrade, era de Zafra.  Igual ocurre con los Zapata, que desde 1584 llegaron dos hermanos Zapata de Cárdenas, oriundos de Llerena. Los Rodas, que además de Gaspar pasaron a Antioquia Juan de Rodas y Ramiro de Rodas. Y para concluir con los primeros llegados, tenemos al capitán Juan Taborda, nacido en Alburquerque, quien llegó a Antioquia en 1546 con su esposa y dos hijas, de quien descienden numerosas familias colombianas.

 

Ha sido mi intención, al presentarme en LOS COLOQUIOS HISTORICOS DE EXTREMADURA, de  contribuir con estas informaciones a la bien merecida fama de Extremadura, y en particular de Trujillo, en relación con los descubridores, conquistadores y constructores de nuestros países Hispanoamericanos e iniciar el estudio de los aportes que prestaron a la construcción de la actual sociedad colombiana, y en forma especial hacer una presentación formal de Gaspar de Rodas, personaje casi desconocido en Extremadura, sólo mencionado por Don Públio Hurtado en su libro Indianos Cacereños (Barcelona 1892), pero de quien aún falta mucho por conocer e investigar, en especial en los archivos españoles.

 

Trujillo, septiembre de 1996

 

 

 

 

 

RAÚL AGUILAR RODAS

 

 

NOTA: Se anexa un mapa de la región para mayor comprensión.

 

 

 

 

 



[1] Documento manuscrito del cronista Diego de Hinojosa de Vargas, escrito por 1550, en el Archivo del Conde de Canilleros. Ver Crónicas Trujillanas del siglo XVI.

[2] SIMÓN, FRAY PEDRO. Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, 9 volúmenes, Bogotá 1953.

[3] ARCHIVO HISTÓRICO DE ANTIOQUIA. Copia de la introducción del testamento.

[4] RESTREPO EUSSE, ALVARO. Historia de Antioquia. 1903.

[5] DUQUE BETANCUR, FRANCISCO. Historia del Departamento de Antioquia, Medellín 1967

[6] FERNÁNDEZ DE OVIEDO, GONZALO. Historia General y Natural de las Indias, capítulo IV del octavo libro de la segunda parte, pág. 141. Biblioteca de Autores Españoles, Madrid 1959

[7] CIEZA DE LEÓN, PEDRO. La Crónica del Perú, Primera Parte, capítulos VI a XXV. CSIC e Instituto “Gonzalo Fernández de Oviedo”, Madrid, 1984

[8] CASTELLANOS, JUAN DE. Elegías de Varones Ilustres de Indias, Segunda edición, Madrid 1850. Biblioteca de Autores Españoles. Págs. 506 a 553.

[9] CÉSPEDES DEL CASTILLO, GUILLERMO. Historia de España, Tomo VI, pág. 127. Edición dirigida por Manuel Tuñón de Lara, Editorial Labor, Barcelona 1992.

[10] PARSONS, JAMES. La Colonización Antioqueña, Medellín 1978.

[11] ARCHIVO GENERAL DE INDIAS Y ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL de Madrid.

[12] ARCHIVO HISTÓRICO DE ANTIOQUIA y ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Bogotá.

[13] Manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid, citado en RELACIÓN Y DOCUMENTOS DE PASCUAL DE ANDAGOYA, Edición de Adrián Blásquez. Historia 16, Madrid 1986.

Feb 272014
 

Alonso José Corrales Gaitán.  

En homenaje a  Luis Chamizo,

 Poeta Extremeño, en el primer

 centenario   de  su  nacencia

 (1.894 – 1.994) 

         En el mes de enero del año 1.993, salía a la luz mi libro relativo a un tema que a pesar de estar latente en Cáceres ciudad y en otras muchas localidades extremeñas, no había sido tocado en profundidad hasta el momento por ningún investigador. Por primera vez se descubría al lector una serie de construcciones que han permanecido durante siglos ocultas a los ojos humanos: mazmorras, aljibes, galerías, etc…

 

 

         Las investigaciones las había iniciado años atrás, concretamente en la primavera del año de 1.986 como consecuencia de haber encontrado diversas menciones del pasadizo por el cual se reconquistó Cáceres en el año 1.229, iniciándose así para mi un interés (que aun hoy me dura) por este apasionante tema, el cual he sabido contagiar a familiares y amigos, que en definitiva son mis primeros colaboradores a la hora de descender bajo el suelo de mi milenaria ciudad natal.

 

 

         Hasta este preciso instante he estudiado mas de una treintena de estas construcciones solamente existentes en Cáceres, así mismo he llevado mis investigaciones a las localidades de Plasencia, Hervás, Alcántara, Coria, Trujillo, Badajoz, Mérida, así como a determinadas de la vecina Portugal.

 

 

         Dada la limitación lógica que debe tener esta comunicación, voy a tratar en ella solamente determinados casos, que para mi son los más representativos de todos los que hasta el momento conozco.

 

 

 

         Construcciones aquí tratadas:

 

– Palacio de los Gaitán. (A).

– Palacio de los Mayoralgos. (B).

– Oratorio / Enfermería / Convento de S.         Pedro de Alcántara. (C).

– Palacio Episcopal. (D).

– Ermita de la Magdalena. (E).

– S.I.Concatedral de Sta. María La Mayor. (F).

 

 

 

A.-  En la actualidad se la conoce como Casa-Solar de los Aldanas. Está situada en la cuesta del mismo apellido, cerca del templo de San Mateo y unida a la casa de los Sandes o del Aguila.

     La historia nos dice que Rodrigo Alvarez de Aldana vino a Cáceres en el siglo XIV, casando con Doña Inés Fernández de la Cámara y Sotomayor comprando a Don Alfón Pérez Gaitán (regidor del Ayuntamiento), la casa en que vivía, quedando así constituido el solar de los Aldanas.

     En el actual siglo sufre este edificio todo tipo de castigos: primero y durante varios años se encontró sumido en un total abandono, para pasar a convertirse en vivienda, volvió a cerrarse la parte baja por algún tiempo para seguidamente ser transformada en restaurante. Era el final de la década de los años ochenta. Pero curiosamente durante todo este tiempo, la zona existente debajo de la planta baja, lo que podemos denominar el sótano, permaneció invariable durante al menos una centuria.

     No es hasta el 16 de Enero de 1.991 cuando pude acceder por primera vez a estas construcciones subterráneas, habiendo empleado con anterioridad unos quince días en sacar con una motobomba los miles de litros de agua que inundaban esta zona. Después de descender por media docena de escalones observé dos pisos muy diferenciados y separados por un pequeño muro de albañilería. En primer término y a mano derecha según se desciende, me encontré con dos habitaciones, una al lado de la otra. La primera más pequeña y baja. La segunda es bastante más espaciosa y en dos de sus laterales conserva unos pollos de mampostería, así como ciertos orificios en la pared y argollas metálicas. En la planta baja observé una amplia zona que parecía un enorme depósito de agua, hecho en la propia roca y con pequeñas cavidades (al parecer realizadas por la mano humana), al frente un muro que fue levantado no hace muchos años para separar ésta de la zona subterránea de la denominada popularmente como Casa del Aguila. Pero continuando a mano derecha de este enorme depósito, es decir, prácticamente debajo de las dos habitaciones anteriormente descritas, localicé lo que parecían ser dos entradas de pasadizos con dirección a la Casa del Mono, con una inclinación de unos sesenta grados.

 

     A los pocos días pude realizar una segunda y tercera visita a aquel lugar y más detenidamente estudiar cada una de las zonas de tan peculiar construcción. Encontré huesos que posteriormente me indicaron que son de asno, cordero y gato, así como pequeños fragmentos de barro y cristal. Acompañado por un colaborador (mi cuñado), nos introducimos en las supuestas entradas a las galerías que iban dirección a la Casa del Mono, después de un incómodo recorrido a los pocos metros nos vimos obligados a interrumpir nuestro «paseo», ya que un derrumbamiento nos impidió continuar. La humedad era considerable lo cual nos dificultaba la respiración. No hay que olvidar que esta construcción permanece prácticamente todo el año inundado por el agua que emana de las dos cavidades hechas en el suelo de esta estancia, así como por varias filtraciones del pozo que existe en las proximidades.

     Unos dos años después dos colaboradores bajaron al pozo del antiguamente denominado Museo del Mono, hoy biblioteca Alonso Zamora Vicente, localizando tal y como era de esperar, lo que quedaba de una antigua comunicación subterránea con los palacios de los alrededores que llevaban dos direcciones: una hacia el palacio de los Aldanas o Gaitán y otra hacia la Facultad, para muy posiblemente salir del recinto amurallado a los pies de la Torre del Horno (siglo XII); desgraciadamente y como consecuencia de las toneladas de escombros vertidas dentro del pozo cuando se realizó la restauración del edificio en su última fase (principio de los ochenta), dificultaron notablemente el poder recorre la totalidad del pozo y por consiguiente las comunicaciones subterráneas.

 

B.-  En julio de 1.988 y acompañado por varios colaboradores (según invitación hecha por los entonces dueños de dicho palacio), accedimos al patio interior donde se nos enseñó lo que aquella familia había considerado en los últimos cien años como el brocal de un pozo en desuso, lo que había motivado que se vertiese en él gran cantidad de desperdicios. Hecho el oportuno estudio llegamos a nuestra particular opinión de que aquello no había sido nunca un pozo, motivo por el que solicitamos de sus dueños el permiso necesario para intentar vaciar todo lo allí encontrado.

     Después de un mes de agotador trabajo en el que siete personas ayudadas por varios cubos, palas y cogedores, sacamos una nada despreciable cantidad de escombros y desperdicios, vertiendo posteriormente varios miles de litros de agua, lo que facilitó el acceso a aquella estancia en el mes de Septiembre del mismo año.

     Varias fueron las personas que pudieron descender unos tres metros por debajo del suelo actual, entre los que desgraciadamente no puedo incluirme por mi peso y altura (no podemos olvidar que se bajaba a los voluntarios a pulso con una cuerda de alpinismo). Estos primeros afortunados se encontraron en una habitación de unos siete metros de largo por cuatro de ancho y casi tres de altura, con el techo de medio cañón a ladrillo descubierto.

 

     En estas condiciones se realizaron al menos media docena de visitas, efectuando las correspondientes mediciones, así como no pocas fotografías, al tiempo que se seguía trabajando en el vaciado de la habitación hasta llagar a sacar el 50 % de su contenido.

     En el mes de Septiembre encontramos otro acceso a mencionada habitación, también por el techo, encontrando otro orificio a unos tres metros de distancia del primero y ligeramente más pequeño que aquel; lo realmente curioso es que se encuentra exactamente debajo del muro que divide el patio en dos distintas alturas. Lo que vino a demostrar que los accesos a la estancia subterránea tenían por lo menos entre doscientos y trescientos años de antigüedad.

     Desgraciadamente nos vimos obligados a abandonar la tarea de investigación a medias por la llegada de las primeras lluvias en el mes de Septiembre.

     No fué hasta el verano del año 1.990 cuando pudimos volver al Palacio de los Mayoralgos. Por el nuevo acceso pude bajar a la estancia descubierta en 1.988 junto con un colaborador y una escala. Tras un minucioso estudio descubrimos grandes fragmentos del lucido primitivo de la mencionada estancia, un zócalo pintado de color rojo oscuro, y la existencia de unos toscos restos de dibujos que representaban figuras humanas y grandes ojos.

     Al extremo contrario del primer acceso, localizamos lo que consideramos escalones, que podían llevar a otra u otras habitaciones situadas debajo de ésta y que su ubicación podría muy bien estar bajo los Adarves, es decir, saliendo del recinto amurallado. No podemos olvidar que este Palacio fué levantado en el siglo XIV sobre doce viviendas que ocupaban aquel terreno, lo que nos da a pensar que esta habitación subterránea es parte de una de aquellas viviendas, con sus correspondientes tomas de aire.

     Por desgracia para nosotros en el verano de 1.992 es vendido el Palacio, lo que nos impidió llevar a término nuestra investigaciones.

 

C.-  Después del fracaso de dos intentonas, logré acceder en el mes de Julio de 1.991, y gracias a la atención de los obreros que allí estaban en aquel momento trabajando, a este edificio religioso en sus orígenes y que está situado frente a la Audiencia Territorial de Extremadura.

     Por encima de todos los tejados de esta zona que aparecen ahogar a este noble edificio, sobresale la cúpula de una capilla desconocida para la gran mayoría de los cacereños. Una vez dentro del patio descubrimos restos de aquellas edificaciones inauguradas el 5 de Agosto del año del Señor de 1.718, sobre un terreno donado por Don Juan Sánchez Digán, según testamento realizado en 1.668, edificio donde residieron durante muchos años la Comunidad de Franciscanos Descalzos que existió en Cáceres, lo que provocó abundantes enfrentamientos entre las distintas órdenes religiosas establecidas en esta ciudad, teniendo incluso que intervenir el propio Obispado.

 

     A pesar de acceder a mencionado edificio en una época en el que estaba lleno de andamios, ladrillos y escombros, así como todo tipo de muebles repartidos por habitaciones y pasillos, además de la Capilla, (debido a las profundas obras de rehabilitación que allí se estaban realizando), pudimos apreciar la gran belleza que debió tener en los primeros tiempos de su construcción, hoy desgraciadamente profundamente transformado.

     Lo que me llamó profundamente la atención fue el descubrir que lo que hoy es simplemente un pasillo, localizado bajo la capilla, ha permanecido inexplicablemente, durante los últimos cincuenta años, oculto (Galería subterránea), en medio del cual se descubrió un pozo que según nuestras notas se comunica con un amplio aljibe por donde a su vez se podría acceder al Palacio de Justicia, antiguo Hospital de la Piedad (siglo XVII). En esta primera visita se estudió la posibilidad de descender a mencionado pozo para poder localizar mencionado lugar, tarea que se abandonó para mejor ocasión.

     De igual modo localicé y visité estancias que habiendo permanecido ocultas o disimuladas en los últimos años, ahora transformadas, en sus orígenes iban a ser utilizadas para muy distintos fines: trasteros, leñera, despensa, etc. pero que fueros hechas como depósitos de cadáveres, o lugar donde tener a los enfermos incurables. Todas estas pruebas y otras descubiertas posteriormente, vienen a darnos la razón de que debajo del actual suelo existen dependencias que no han sido restauradas por no aumentar los gastos de las obras.

     En el verano de 1.992 intenté realizar una segunda visita a este edificio pero las religiosas propietarias del mismo no me autorizaron a ello y menos con cámara fotográfica.

     Queremos pensar que tal vez en la próxima rehabilitación los propietarios de este antiguo Convento se decidan a profundizar más en los cimientos y así poder encontrarnos con elementos muy interesantes para estudiar las construcciones ocultas cacereñas.

 

D.-  En este edificio he encontrado dos tipos de construcciones ocultas muy distintos; la primera se refiera a un gran aljibe que en sus orígenes ocupaba todo el actual patio y por el cual se accedía por una ventana  a una pequeña estancia, que fue construida hace bastante tiempo para que en caso de inminente peligro poder esconder todo aquello que se considerase de valor.

     El Obispo Galarza llegó a ver dicho aljibe en su práctica totalidad y el investigador local Don Miguel A. Ortí Belmonte le dedicó no poco tiempo para su localización exacta y posterior estudio.

     Cuando el Obispo Don Manuel Llopis Iborra realiza las obras de acondicionamiento en dicho Palacio, vuelve a salir a la luz este aljibe, pero el tema es rápidamente olvidado por considerara muy costoso su arreglo y manutención.

 

 

 

 

     Es muy posible que si estudiásemos detalladamente este Palacio, nos encontraríamos con restos de numerosas construcciones de muy variados tipos. La primera obra de edificación se remonta al año 1.261, cuando se construyen las por entonces denominadas «Casas Episcopales». En 1.418 nuevas obras de remodelación llevadas a cabo bajo la dirección del entonces Obispo de nuestra Diócesis, Fray García de Castronuño, que construye gran parte del edificio que hoy podemos apreciar, produciéndose en 1.544 nuevas e importantes obras, añadiéndose al Palacio el terreno de casas colindantes.

     La otra construcción subterránea localizada en este Palacio es un pasadizo que fue descubierto hace unos veinte años, y que según la información, llegaba hasta el Palacio de Galarza o casa de los Trucos (pasadizo), situado en la Plaza de la Concepción. En sus primeros metros fue visitado por un sacerdote hoy fallecido, manifestando que se encontraba en muy buen estado de conservación a pesar del elevado grado de humedad allí reinante.

     Existe, no obstante, otra información respecto a este pasadizo que dice lo siguiente: «Al realizarse unas obras en la Plaza Mayor, en las proximidades a la Torre de Bujaco (siglo XII), se cortó un pasadizo que unía el Palacio Episcopal con la casa de los Trucos, encontrando así mismo otro que debe ser el que llega hasta el conocido Paseo Alto» (según declaraciones del investigador cacerense del siglo XVIII Don Simón Benito Boxoyo).

     La llamada popularmente Casa de los Trucos fue comprada por el Obispo de Coria Don García de Galarza a la familia Dávila, quienes la habían adquirido a los Cohen, hebreos, cuando estos fueros expulsados por los Reyes Católicos de toda España en el año 1.492, siendo residencia aquel Palacio del insigne rabino cacereño Sargas Cohen.

     Se da la curiosa circunstancia que fue este Cohen un gran entusiasta  del mundo subterráneo de Cáceres, llegando a visitar algunas de estas construcciones, incluso a crear algunas, principalmente en casa de sus hermanos de raza, así como en su propia casa. Siendo incluso uno de sus descendientes quién se aventuró a realizar un plano de toda esta red pensando tal vez en que con el tiempo podrían llegar a ser estas peculiares construcciones tan importantes como los propios edificios que las ocultaban.

 

E.-  Hoy no existe en Cáceres ningún edificio con este nombre. La fábrica así llamada fue construida en el siglo XIII por Don Fernán Pérez Gallego, Maestre de la Orden de Alcántara, siendo nombrado en aquel lugar y en acto solemnísimo en 1.335 Don Gonzalo Martínez Oviedo como nuevo Maestre. El terreno que dicha ermita ocupaba es el que hoy tiene el jardín, el cementerio y parte del propio Convento de San Pablo, ubicado en la zona más alta del recinto amurallado de Cáceres, cerca de la Iglesia de San Mateo.

     Estuvo abierta al culto hasta mediados del siglo XIV, en el que se igualó el terreno y se construyó el beaterio y posterior convento anteriormente mencionado.

     En los años cuarenta un matrimonio que tuvo al cuidado el jardín del mencionado Cenobio de religiosas, aprovechando la enorme sequía que hacía días sufría Cáceres, y observando que el pozo no tenía ni gota de agua decidieron bajar en busca de monedas, para lo cual fabricaron una rudimentaria escalera de palos, pero apenas llegaron a la mitad de la misma cuando el jardinero observó que allí abajo existía comunicación entre varias habitaciones, y al carecer de luz, contactaron con el Director del Museo Provincial (Sr. Ortí Belmonte), posponiendo para mejor ocasión la visita, la cual se realizó a la semana siguiente, bajando un total de tres personas, descubrieron dos habitaciones que aún contenían en sus paredes los símbolos de los primeros cristianos; las cubiertas de las estancias eran de medio cañón. Se encontraron restos de columnas y capiteles, así como dos monedas y un puñal.

     Ya en la década de los años sesenta las propias religiosas, como consecuencia de ciertos arreglos de albañilería realizados en el jardín, vieron en varias ocasiones habitaciones con arcos y algunas columnas. Con posterioridad se han vertido toneladas de tierra por aquel lugar para así poder plantar gran variedad de flores y árboles, lo que ha transformado notablemente el jardín.

F.-  En lo referente a este templo habría que hablar largo y tendido, pues en los años que llevo estudiándolo (desde el verano de 1.984) he descubierto infinidad de motivos para llenar gran número de folios: enterramientos antiquísimos, zonas huecas, escaleras tapiadas, pinturas casi desaparecidas, etc… En esta ocasión tan solo hago referencia  a lo que desde el momento de su descubrimiento se ha bautizado como cripta del Cristo Negro.

     En el hoy lejano verano del año 1.989 y como consecuencia de haberse partido la losa que cubría la entrada de la cripta de los enterramientos existentes en el suelo de la capilla de los Blázquez de mencionado Templo, entre el Altar Mayor y la Sacristía Mayor (hoy convertida en museo), fui llamado por el entonces Obispo Don Jesús Domínguez Gómez a fin de que descendiese allí para ver lo que había en dicho lugar a los pies de la Imagen de un Crucificado del siglo XIV conocido popularmente como Cristo Negro.

     Entre Agosto y Septiembre realizamos tres bajadas a una habitación de algo más de 170 cm  de alta por poco más de ancha y unos tres metros de larga. Allí estaban los huesos de al menos siete personas, adultos, que aunque en un principio creímos se trataban de antiguos miembros de la Hermandad, posteriores investigaciones demostraron que eran restos de las familias nobles cacerenses: Blázquez, Ovando y otras, cuyos escudos aparecen en los laterales de la capilla. También encontré en aquel mismo lugar, suelas de sandalias, clavos, maderas de las cajas, pequeños pedazos de telas de las ropas y un rudimentario cordón. Tras minucioso estudio observamos en siguientes visitas, que el suelo de la mencionada cripta era artificial, es decir, que no era el autentico ya que se encontraba relleno de tierra. Por estas mismas fechas antiguos sirvientes me informan del pasadizo que los Ovando construyeron en el siglo XVI-XVII entre el Palacio de su propiedad, (hoy de los descendientes del Conde de Canilleros) y este Templo. Hasta este preciso momento no ha sido aun localizado. Creemos como más lógico, que de existir verdaderamente este pasadizo, que sale de la leñera de mencionado edificio hasta el Templo, lo lógico sería que se comunicase con la Capilla que fue construida por dicha familia y que han poseído durante siglos. Para respaldar esta afirmación hubiese bastado con haber vaciado el suelo de la cripta, pero la inesperada enfermedad del Sr. Obispo y su posterior fallecimiento provocó unos repentinos trabajos de albañilería para acoger a quien en vida fue Don Jesús Domínguez Gómez, Obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres, al aldo de los otros siete restos humanos que gozan de tan espacial lugar de enterramiento.

     Pero no quisiera finalizar este rápido repaso a un tema tan interesante en nuestra ciudad, sin referirme brevemente a la que considero la galería modelo de cuantas conozco en Cáceres, es la galería por donde se reconquistó la ciudad en el año 1.229 y que los cacereños bautizaron como Galería de la Victoria y que fue descubierta en marzo de 1.942 por el entonces Director del Museo Provincial de Cáceres, D. Miguel A. Ortí Belmonte, gracias a los datos recopilados durante años por Don Juan Sanguino Michel y Don Publio Hurtado Pérez, dos investigadores locales que dedicaros muchos momentos de sus vidas a su localización, como consecuencia del inesperado hundimiento del muro sur del jardín de dicho edificio. Se descubrió una escalera de caracol, así como una muy pronunciada rampa debido al gran desnivel existente entre la entrada y la dirección de la galería llegando a recorrer un tramo de algo más de doce metros. La salida de mencionado túnel se descubre a bastante distancia del Museo, concretamente en la muralla, a los pies de la denominada Torre del Gitano (siglo XII), salida que en los últimos treinta años se encontraba disimulada por la existencia de una casa. Aparece con estos vestigios perfectamente determinada la galería de la Victoria, siendo romana en la entrada, y árabe y cristiana en el resto. Esta antiquísima construcción por la que entraron las tropas de Alfonso IX para reconquistar la ciudad, tiene bóveda de cañón. En la actualidad y como consecuencia de las innumerables e incontroladas construcciones que se han realizado sobre el terreno por el que transcurre la galería, es muy posible que la inmensa mayoría de la misma haya sido destruida, salvo el tramo que se encuentra bajo el museo y en las proximidades de la mencionada torre.

     Es mi particular opinión que con un mínimo esfuerzo económico llevado a cabo por nuestras autoridades podríamos recuperas y mantener un gran número de estas construcciones, contando con la inestimable colaboración de los propios profesionales responsables de la rehabilitación de estos edificios, para lo cual a su vez sería necesaria la información que pudiesen aportar los dueños de estos, así como los estudiosos del tema.

 

         Evidentemente el presente estudio no finaliza aquí, ni mucho menos, pues existen infinidad de construcciones ocultas por mi estudiadas y que están repartidas por prácticamente toda la ciudad monumental de Cáceres y alrededores, así como por toda la provincia. A las que deberíamos sumar aquellas que nosotros aún no conocemos y que sin duda también deben ser una cantidad considerable.

 

 

         Sirvan de claro ejemplo de lo que estamos diciendo las construcciones ocultas registradas en los lugares que seguidamente relaciono:

 

– Palacio de los Toledo-Moctezuma.

– Casona de la Duquesa de Fernán Núñez o Casa del Tesoro.

– Convento de la Compañía de Jesús.

– Cámara de Comercio e Industria.

– Palacio de Rodrigo de Ovando.

– Palacio de Ulloa.

– Palacio de la Duquesa de Valencia.

– Casa del Sol

– Casona de Don Gonzalo de Ulloa Ramírez de Aros.

– Palacio de los Sandes (del Aguila).

– Gobierno Militar.

– Excma. Diputación Provincial.

– Golfines de Abajo.

– Golfines de Arriba.

– Proximidades del Santuario de la Montaña. etc…

 

 

         Pudiendo continuar con lo que nosotros denominamos zonas huecas, tales como: El Calerizo; calle de San Francisco el Real; Plazuela de la Concepción; calle Pizarro; Calle Torremochada; Rivera del Marco; etc…

 

 

 

Alonso José Corrales Gaitán.

Feb 272014
 

 Miguel Alba Calzado.     

 Parte integrante del rico patrimonio cultural de Trujillo son las muestras de artesanía tradicional que conserva la localidad. El retroceso de los oficios artesanos en las últimas décadas ha puesto de evidencia que se trata de un patrimonio amenazado. No faltan apelativos para describirlo relativos a su incidencia económica: actividad marginal, residual o anacrónica son algunos de los términos con que se definen en la actualidad los oficios menestrales. Pero lo cierto es que constituyen un legado transmitido -no sin cambios- cuyo valor cultural está por encima de cualquier otra consideración. No obstante, artesanía y rentabilidad no son términos contrapuestos. En gran medida la demanda de productos artesanos depende de una adecuada promoción y presentacion al público. En cuanto a este último aspecto, el comprador valorará la información sobre el origen y manufactura del artículo artesanal y, más aún, si se le facilita la observación directa del proceso de elaboración. Las vías para aunar desarrollo económico y conservación del patrimonio etnográfico apenas han sido fomentadas con todas sus posibilidades en Extremadura, aunque deben reseñarse los esfuerzos de alguna Escuela Taller en este sentido.

      En el pasado, Trujillo fue un importante centro alfarero que abasteció al Sureste de la Alta Extremadura. Hoy representa el oficio un único alfar que se mantiene  fiel   a la factura tradicional: el consumo de barros locales, elaborados en un proceso completamente manual, el modelado con torno de pie, la cocción en horno de leña y el mantenimiento de una amplia gama de obra utilitaria avalan esta categoría. Lo que en apariencia puede parecer una situación de atraso posee un carácter cultural que merece conservarse. Pero para conservar hay que valorar y, antes, conocer.

      En futuros coloquios nos ocuparemos de las construcciones específicas que intervienen en el proceso de producción, de las piezas resultantes y de su difusión comercial, para concluir con noticias del pasado alfarero de la localidad y su trayectoria hasta la última década de nuestro siglo.

      En esta primera parte[1] se tratará de las diferentes fases que precisa la elaboración de una vasija  en Trujillo; proceso que se inicia con el acopio de arcilla en el barrero y concluye en la cocción.

     

     

EXTRACCIÓN Y TRANSPORTE DE MATERIA PRIMA:   

 

      Desde tiempo inmemorial generaciones sucesivas de alfareros trujillanos han venido extrayendo arcilla de una finca particular llamada Mordazo, alejada del núcleo urbano unos 6 kms. por carretera (N-V en dirección Sur) y 5 kms. por caminos. El barro no suponía coste alguno para los artesanos, pues, según una antigua claúsula que figura en el registro de la propiedad, en el caso de que el terreno fuese adquirido por un nuevo propietario, éste se comprometía a respetar el derecho de los alfareros a aprovechar gratuitamente el subsuelo de la finca. No se trata de renovar un permiso, ni una licencia especial, sino de una cesión sin límite temporal y al margen de los intereses concretos del dueño que podrá disponer a voluntad del uso y aprovechamiento de la tierra de cultivo, el suelo, pero sin interpornerse en los intereses de los alfareros. Se explica así como Mordazo, una finca en plena explotación (roturada y sembrada) es un terreno sin cerramientos por el que los vehículos de motor, como antaño los carros y caballerías, podían circular libremente, siguiendo antiguas veredas o abriendo otras nuevas a través del cultivo, como se ha hecho generación tras generación, cuando se iba a por cargas de barro. Este derecho supone una pervivencia de las antiguas cláusulas gremiales[2] que favorecían al oficio y de forma indirecta beneficiaban a la población y a la comarca, suficientemente abastecidas de recipientes utilitarios de óptima calidad cuando ningún otro material estaba tan divulgado como la cerámica.

            La tarea de «ir a por barro» se realiza una vez al año, preferentemente en los meses de primavera o a principios de verano, en viajes sucesivos, hasta reunir la materia prima suficiente que se consumirá en el transcurso de ese año. Otros alfareros, de acuerdo con el espacio disponible en el alfar para el almacenamiento y ritmo de consumo, preferían acudir al barrero períodicamente. Hasta hace poco tiempo los alfareros venían a por arcilla en carros o en caballerías, aunque no era estrictamente necesario su desplazamiento, pues­to que había cargueros, llamados «arrancadores», ajenos al oficio, que conocían bien las vetas de arcilla útil, las extraían y transportaban hasta el alfar, donde el artesano les pagaba la cantidad acordada. De igual manera, acarreaban leña para las hornadas.

      En los últimos años la labor es menos ardua que en el pasado, aunque siga siendo manual. Los alfareros del único taller actualmente activo se desplazan al amanecer con una camioneta hasta el barrero. El camino se traza a través del sembrado y la dirección depende de los resultados obtenidos la última vez que se extrajo la «grea». En el trayecto se pueden observar agujeros diseminados o trincheras al pie de túmulos, antiguas catas abandonadas. Algunos alfareros ponían buen cuidado en tapar los cortes agotados para no perjudicar el arado del campo, costumbre no siempre seguida a juzgar por el aspecto del terreno. A veces, había que apresurarse a cubrir los lugares donde la arcilla fuese buena y abundante, para evitar la intromisión de otros alfareros o arrancadores en la veta hallada. El barrero de Trujillo es uno de los más alejados y pobres en cantidades de barro de entre los núcleos alfareros extremeños. Por ello, la escasez originaba conflictos. En compensación, la materia prima originaria de Mordazo posee unas magníficas cualidades para el desarrollo del oficio, gracias a su comportamiento en el modelado, secado y en la cocción; y, lo que es más importante,  las vasijas resultantes ofrecen un excelente servicio al usuario por su resistencia al fuego y para el almacenaje de alimentos y líquidos.

      Apenas hay  que  profundizar para encontrar la arcilla, pero poca es la apropiada y a pocos centímetros aparece el subsuelo de pizarra. Excepcionalmente se encuentra alguna vez una veta que alcanza un metro de potencia. Por ser el resultado imprevisible, no hay ningún criterio para elegir el lugar de extracción. Lo normal es efectuar catas que indican al alfarero si debe continuar cavando o intentarlo en otro zona. La elección es, por lo tanto, azarosa. La operación se inicia apartando el primer palmo de tierra desechable, la de siembra, conocida como la «fusca». Limpio el terreno, con pico y pala se profundiza para retirar el estrato arcillo siguiente denominado «cabeza», de casi medio metro de potencia e inservible también para el trabajo alfarero, hasta descubrir la veta estrecha de arcilla útil cuya profundidad dependerá de la adaptación a las irregularidades de la roca madre (generalmente tiene entre uno y tres palmos de poten­cia). En la veta, una vez descubierta y limpia de «chinatos» y raíces, se distingue, al tacto y con la vista, el barro flojo del fuerte, «que lleva más carga y va por debajo». Con el «azaón» y el pico se extraen ambos tipos de barro en terrones o témpanos, que son cargados en esportillas de esparto con la pala o  con la azada. Cuando se disponía de caballerías se situaba a éstas al  pie del corte y  se cargaban directamente paleando la tierra a los serones. El número de cortes abiertos y su extensión dependerán de la cantidad y calidad de la arcilla hallada. Con un par de asnos o mulos la jornada se repetía en días sucesivos hasta conseguir la cantidad deseada. El vehículo de motor ha acortado tanto  el tiempo empleado en el transporte como el número de viajes al barrero.

 

 

LA PREPARACIÓN  DEL BARRO:

 

            Una parte de la arcilla en bruto, si no urge su empleo, es transportada hasta el alfar y almacenada en un cobertizo del patio destinado para tal fin (aunque tampoco es perjudicial para el barro permanecer al aire libre) o bien la totalidad de la carga queda extendida al sol junto a las construcciones del pilón y las eras (alejadas del barrio alfarero aproximadamente 1 kms.) para, después del oreo, iniciar el proceso de elaboración.

 

      Cuando se han secado los terrones se desmenuza la tierra con unos mazos de madera de encina de mango largo. La arcilla floja y fuerte, sin cribar, se echa en el pilón y es mezclada con abundante agua, sacada con un caldero de un canal aledaño  que parte de la charca de San Lázaro y más recientemente de un pozo ubicado en la fuente de los Mártires. A continuación se bate a mano con una tabla (es la acción de «tablear») hasta conseguir una pasta homogénea y semilíquida: «el caldo». Seguidamente, con  el mismo caldero, se trasvasa el barro disuelto a las eras anexas colándolo a través de un haz de matojos de escobas, superpuestos a la boca de la era, que, a modo de criba, retiene el pasto y demás impurezas. En el suelo de la era se esparce arena cribada para sanear la arcilla y con objeto de poderla desprender sin dificultad cuando se haya oreado. Dicha arena servirá como degrasante especialmente beneficioso para la obra de fuego.

 

      El proceso de sedimentación del barro precisa cerca de tres horas de reposo a partir de la última carga colada. La arcilla disuelta, más pesada, queda depositada en el fondo, en tanto que el agua de la superficie recuperará su claridad original. Sólo cuando está bien asentado el barro en cada una de las dos eras de que dispone cada alfarero, se le da salida al agua, retirando una piedra que, a modo de exclusa, se halla en una de las esquinas achaflanadas de la parte baja de las eras. Ambas construcciones desaguan conjuntamente por un pequeño canal excavado en la tierra. Tras ser  liberada de la capa superficial de agua, la arcilla queda expuesta al aire, perdiendo humedad progresivamente, hasta que al cabo  de unas horas empieza a cuartearse. Esta fase del proceso es más rápida que en otros centros alfareros extremeños, porque las eras de Trujillo son amplias, poco profundas y con el suelo de tierra, factores que contribuyen a una deshidratación acelerada, sobre todo en días soleados. LLegado este momento, el alfarero con  una hoz corta la masa en porciones o «témpanos», que  son trans­portados envueltos en sacos hasta el alfar y amontonados en el «cuarto del ba­rro». La arcilla arropada con plásticos se conserva en unas condiciones óptimas de humedad, hasta el momento de su utilización y mejora sus propiedades con un prolongado almacenamiento. Esta habitación, de ambiente fresco y semisubterránea, no dispone de ventanas y se ubica próxima a los tornos y resguardada de las corrientes de aire, para que el barro no se reseque. Si hay prisa por trabajar la arcilla y ésta presenta un exceso de humedad, se acostumbra a pegarla y extenderla en la pared del obrador hasta que haya adquirido la textura adecuada para pasar al amasado.  

 

 

AMASADO:

 

            El amasado se realiza sobre una losa de granito, junto a los tornos. El alfarero empieza por espolvorear unos puñados de arena en la parte central del «amasaero». La arena, además de servir de antiadherente, se emplea para suavizar la textura de la arcilla. Cuanto más fuerte se encuentre, más arena necesitará, de modo que se le irá añadiendo al tiempo de amasarla.

      La preparación es manual, empujando con el peso del cuerpo, que transmite la fuerza a las palmas de las manos. Al princi­pio la arcilla ofrecerá bastante resistencia, según el tiempo que haya estado  depositado en el cuarto del barro, pero irá cediendo conforme progrese el amasado. Para ablandarlo, de vez en cuando se golpea con fuerza la masa utilizando un mazo de madera de encina y dejándola caer contra la lancha para, a continuación, volver a la faena añadiendo más desgrasantes. El proceso se repite tantas veces como sean necesarias hasta que la masa sea un bloque homogéneo y dúctil. Cuando está lista, se corta en porciones y se les da forma redondeada o cónica. Estas pellas pueden pasar directamente a ser trabajadas en los tornos. Mientras, con una espátula se raspa la superficie de la losa para que, una vez limpia y espolvoreada de arena, esté prepa­rada para el amasado de un nuevo bloque de arcilla.

 

 

EL TORNEADO Y EL TORNO:

 

      El torneado se inicia centrando la pella con un golpe seco sobre la cabeza de la rueda para evitar que salga despedida con los primeros movimientos giratorios. Después, el alfarero moja sus manos en un tiesto con agua colocado frente a él en la mesa del torno al tiempo que acciona la rueda inferior impulsándola con el pie. Las manos rodean la pella suave pero firmemente, manteniendo los dedos juntos y las palmas extendidas. Centrada la masa, se introducen los pulgares presionando ligeramente hacia adentro hasta lograr abrir el barro. Las manos, siempre húmedas, se combinan en distintas posiciones que guiarán el barro hacia arriba, adelgazando y corrigiendo simultáneamente las paredes de la vasija por dentro y fuera, al tiempo que se esboza la forma de la futura pieza abierta o cerrada. Las posiciones coordinadas de las palmas de la mano y de los dedos durante el torneado responden a unas mismas pautas generales constantables en alfares distantes, aunque hay que precisar que, lejos de una ley estricta, cada artesano desarrolla un estilo propio tras años de experiencia siguiendo el simple criterio de la efectividad-comodidad. Las manos operan conjuntamente combinando múltiples posturas, así como los brazos y las muñecas, que transmiten el peso del cuerpo. De no ser zurdo, en el modelado, la mano derecha suele ir por fuera y la izquierda por dentro de la vasija.

      El torno, denominado «rueda» en Trujillo, es elevado, inscrito en una estructura de madera, compuesta por la mesa, el asiento y las patas que sostienen el conjunto, formadas por cuatro troncos insertados en el suelo, es decir, se trata de un torno fijo.

      El disco superior de metal (sustituto del de madera tradicional) se denomina «cabezuela», el eje que la une con la rueda inferior o vuelo es el «husillo». Mediante la «abrazadera», el husillo queda vertical  y sujeto por su parte superior al «palo maestro»,  que a su vez se inserta en la pared del obrador.  El extremo inferior del eje recibe el nombre de «gozne», que gira gracias a un rodamiento, aunque en el pasado lo hacía sobre una piedra engrasada. El travesaño de madera, sobre el que descansa el pie derecho mientras que el izquierdo impulsa la rueda, es el «estribo».

 

            Los útiles empleados en el modelado son:

 

      Las cañas: de varios tamaños, la más larga sirve para rebajar la arcilla de la base de la vasija y para, al finalizarla, desprenderla de la cabeza del torno. La más corta y manejable es para dar forma a los perfiles del recipiente y alisar las superficies. Entre estas dos, hay otras escalas in­termedias. Las cañas se disponen sobre la mesa del torno o, más frecuentemente, en el interior del «alpilote», recipiente abierto donde el alfarero moja sus manos repetidas veces durante el modelado y a donde va a parar la arcilla sobrante o babas, rebajada con las cañas o con los dedos. Para mejorar el acabado, sin retirar todavía la pieza del torno, se pasa por el cuerpo de la vasija un trozo de cuero mojado, denominado «badana».  Concluido el modelado, la pieza es retirada de la cabeza del torno con un cordel con dos palitos atados a los cabos.

 

      Aquellos recipientes que por su gran tamaño no pueden hacerse en una sola fase, como la tinaja, el cuezo, el cántaro, etc, se elaboran por partes, que son cortadas con la caña o con el dedo y añadidas posteriormente. Este recurso se emplea no tanto porque el barro carezca de la resistencia necesaria para que las paredes no se vengan abajo conforme se les da altura (al contrario, ya se ha señalado la «fuerza» que caracteriza a la arcilla trujillana), sino por la imposibilidad física de levantar la pared de una pieza por encima del codo del alfarero y por el enorme esfuerzo muscular que ello supondría. Ocasionalmente pueden emplearse hormas o «rodales» de madera de unos 40 cms. de diámetro superpuestas a la cabeza del torno para modelar recipientes de base amplia y paredes abiertas, como baños y cazuelas, sin riesgo de deformarlos al ser retirados del torno y para facilitar su traslado hasta el lugar de oreo. La unión de los complementos, tales como asas, piches y cordones se realizará después de unas horas de oreo, cuando las superficies hayan adquirido la consistencia necesaria para presionar sin desformarlas. Las asas son siempre del tipo cinta, anchas, finas y verticales, elaboradas por estiramiento a partir de una pella. Por lo general el tiempo que transcurre entre el torneado y el enasado puede ser en invierno superior a un día y en verano el que media entre la mañana y la tarde.

 

 

EL SECADO:

 

      Tras el modelado, las piezas se van colocando sobre tablas de pino de unos 80 cms. de largo dispuestas en la mesa del torno, desde donde, en conjuntos de cinco a diez piezas, son trasladadas a las zonas de oreo o secado definitivo. En ningún momento las piezas son expuestas al sol. Durante la fase de secado, de seis a ocho días, permanecen en el suelo en posición normal e invertida, ocupando el zaguán y el pasillo de la vivienda-alfar. En épocas de lluvias, de frío o en días de aire conviene arropar con mantas, lienzos o telas las piezas para que el secado transcurra lenta y progresivamente sin cambios bruscos que descompensen el grado de humedad de la superficie respecto al interior, de la parte superior respecto al «hondón» y del cuerpo respecto a sus «gobiernos» (asas, bocas, etc.).

 

LA COCCIÓN:

 

      En la actualidad, la cocción se efectúa cada dos meses o dos meses y  medio. Es opinión unámine entre los alfareros que la estación preferible es el verano o finales de la primavera, acortando, en lo posible, el tiempo entre las hornadas, por haber mayores garantías de «sacar más loza sana». Con anterioridad a la crisis del oficio, los alfares mantenían una media de dos cocciones mensuales e, incluso, los talleres con más operarios lo hacían semanalmente.

      Se empieza por reunir en distintos grupos las piezas de igual tipo y situarlas lo más cerca posible del horno. De la colocación de la carga en la cámara se encarga personalmente el maestro, mientras que los oficiales,  por lo común  hijos del maestro, organizan una cadena que le hace llegar las piezas. Es frecuente que la mujer e hijas del alfarero colaboren en esta tarea.

      En el «piso» de la cámara del horno se sitúan los recipientes más grandes evitando coincidir con las fogoneras, puesto que la incidencia directa del fuego calcinaría la pieza. En la parte más baja, independientemente del tamaño, van los recipientes vidriados por necesitar temperaturas más elevadas para el fundido del «alcohol de hoja» (plomo). No hay compartimentos ni soportes que mantengan separadas las piezas vidriadas, lo que obliga a poner cuidado para que no se peguen unas con otras (besos), orientándolas debidamente o interponiendo trozos de cerámica o cartón, aun a costa de dejar irregularidades en la superficie.

      El resto de la carga se amontona preferentemente boca abajo, ocupando  cualquier  hueco libre, incluyendo el espacio interior de las piezas grandes que albergan a las pequeñas, hasta sobresalir apiladas por encima del borde de la cámara. Por último, se cubren suporponiendo más de una capa de cascotes de piezas defectuosas de cocciones precedentes.

      Se dedican alrededor de cuatro horas para colocar concienzudamente unas 200 piezas, que es lo que viene a admitir la cámara del horno.

      Antes de prender la lumbre se hace una señal de la cruz con la horquilla de empujar la leña en la boca de la caldera: una forma de encomendar la hornada para su propicia evolución. En el encendido y mantenimiento intervienen varios tipos de leña: de encina, para la primera fase de caldeo y cualquier leña de más lenta combustión como son desde las vigas de antiguas casas derrui­das hasta las cajas de desecho. La segunda fase de cocción precisa fuego fuerte por lo que se atiza la caldera con escobas de monte con las que se consigue una llama viva y constante.

      La primera fase de calentamiento («templar el horno») se realiza con fuego suave, atizándolo con leña gruesa de seis a siete horas, hasta que deja de salir un humo espeso, negro primero y blanco después, y se «aclara la cámara». Entonces se pasa a avivar las llamas introduciendo, con ayuda de una horquilla, haces de escobas de monte, que serán reemplazadas en cuanto ardan. Se invierten de dos a dos horas y media de fuego fuerte en el que el horno alcanza la máxima temperatura, al cabo de las cuales se deja de alimentar el fuego y se tapa la boca de la caldera con la chapa de un bidón para retener las calorías y en prevención de fatales corrientes de aire; se pasa seguidamente a la tercera fase de lento enfriamiento. Son precisos dos días para que pueda efectuarse el desenhorne.

      En la descarga se repiten los mismos pasos que en el enhorne, pero, claro está, a la inversa. De nuevo se organiza una cadena y las piezas son reunidas según su tipología para atender los pedidos concertados y para su directa comercialización en el alfar o en los mercados comarcales. A parte quedarán las piezas inútiles que  irán a engrosar el montón del testar o serán reaprovechadas parcialmente para cualquier otro fin.

 

 

                              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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     [1]Los datos expuestos han sido recopilados en sucesivas entrevistas con el último maestro alfarero de la localidad, don Marcelino Rodríguez Pablos y sus hijos Vicente y Carlos (oficiales). También nos han proporcionado información algunos miembros de la familia conocida por «Los patuleques». A todos ellos, nuestro agradecimiento.

La exposición de esta comunicación se acompañó de diapositivas para ilustrar cada una de las fases del proceso.

     [2]Este aspecto ya lo tratamos en los Coloquios Históricos de Extremadura del año 1993 en la comunicación «El sistema gremial y su persistencia en la alfarería tradicional extremeña».

Feb 262014
 

Roberto C. Montañez Pereira. 

“ No me importa, por mi, que mis palabras caigan una vez más en el vacío. Aunque eso implicare un desaire o un desprecio para mi, yo hablaría porque quiero a mi pueblo y no quiero ser de esos muchos que en tertulias y cafés censuran indignados los desaciertos de los Alcaldes, Ayuntamientos, particulares, y comisiones, y no hacen más que esa labor negativa, de censura, , que a ellos por su pasividad, les cuadra mejor que a cuantos, si no aciertan, arriman al menos el hombro”[1]

 En este repaso por la trayectoria vital e ideológica de León Leal Ramos vamos a separar con evidentes intenciones didácticas  y clarificadoras tres aspectos fundamentales que yuxtapuestos e interrelacionados nos ofrecen un perfil completo de lo que su figura ha significado y representado para Cáceres durante este siglo. Estos tres campos en los que hemos creído conveniente detenernos de manera pormenorizada son : 1/  Su contexto histórico, es decir, el entorno social que cautiva su sensibilidad humanitaria y el trasfondo ideológico en el que se desenvuelve su pensamiento 2/ Algunos apuntes biográficos que nos permiten acercarnos más directamente a su personalidad y finalmente 3/ Su obra, en donde canaliza todo su pensamiento y las ideas que tan vehementemente defendía.

1. Su contexto histórico

A comienzos de la presente centuria un problema hasta entonces desconocido acaparaba el centro de atención de la opinión pública y sembraba el desasosiego en los medios sociales más acomodados: la “cuestión social del campo”. Con esta definición imprecisa y ambigua se hacía referencia al deterioro permanente y continuado del campesinado extremeño que el fuerte impacto del proceso desamortizador había generalizado. En efecto, el proceso seguido en la subasta y venta de los cuantiosos patrimonios rústicos que salieron al mercado según las periódicas disposiciones emanadas por gobiernos de impronta liberal   marginó a la inmensa mayoría de la población, cuyo escaso nivel de renta les impedía pujar de manera competitiva. El resultado final no fue otro que la fuerte concentración de la propiedad y el absentismo de  los titulares de mayor calibre,  miembros de casas nobiliares y de la burguesía financiera y mercantil oriunda de la capital del reino. La tercera y más importante consecuencia de la Desamortización que nos permite concretar el perfil del campesinado extremeño y la merma progresiva de su nivel de vida serían las disposiciones que amparaban la enajenación de los patrimonios concejiles de los municipios ( tierras comunales, bienes de propios, dehesas boyales etc..). Nos estamos refiriendo a la polémica aplicación del Decreto Madoz de 1 de Mayo de 1.855, de gran aplicación en Extremadura y consecuencias sociales de primer orden, en especial para aquellas zonas en las que predominaba esta modalidad posesoria.

La proyección social que contempla este fenómeno se debe a que éstos inmuebles cumplían una labor benéfica particularmente significativa para el alivio de las crisis agrarias en el medio rural, es decir, se definían por su funcionalidad social.

Las dehesas Boyales, espacios adehesados de explotación ganadera reportaba beneficios particulares, sin embargo, constituían un ejemplo de lo antedicho en el momento en el que su explotación pasaba a ser colectiva  siendo de gran beneficio para el vecindario en época de carestía y penuria económica. En estas situaciones, un cuarto de la misma se destinaba a labor parcelándolo entre todos los vecinos del municipio a cambio de un pequeño canon. En resumen, estos espacios permitían, con mayor o menor garantía, un acceso masivo a la tierra y una salida honrosa para las economías campesinas en momentos de gran aflicción. La enajenación de estos patrimonios rústicos, su concentración para uso estrictamente pecuario y las frecuentes usurpaciones en los que quedaron indemnes alejaron a una gran masa de campesinos del terrazgo, degradándolos de status en la estructura social rural para terminar como simples braceros desheredados. La paulatina introducción de las relaciones sociales y laborales enarboladas por la lógica capitalista cuyo ideario básico se resumía en la obtención del máximo beneficio y la mínima inversión consagró la separación entre una sociedad de clases cada vez más polarizada presta a reactualizar de forma virulenta y generalizada las viejas prácticas de insubordinación rural. Estas nuevas formas se tradujeron en la degradación súbita y profunda de las condiciones de vida de las clases más humildes cuyo resultado más  vergonzante y dramático fueron la explotación en el trabajo de mujeres y niños cuya contratación resultaba más rentable por cuanto su remuneración suponía la mitad de los honorarios del varón, la precariedad de los salarios, cuya cuantía impedía la satisfacción de las necesidades vitales más perentorias,  las deplorables condiciones de trabajo y  la insalubre habitabilidad de las viviendas obreras. Estas funestas consecuencias  tenían que estar necesariamente en contra del sistema de valores morales vigentes en la sociedad de la Restauración que abanderaba la Iglesia y motivaba las críticas de la oposición política de signo republicano y talante demócrata.

Sin embargo, el detonante final para una abierta toma de partido y posicionamiento se produjo a raíz de la extensión de los nuevos credos redentores de las clases humildes que partían de nuevas doctrinas políticas formuladas en el siglo XIX: anarquismo y socialismo. El temor a que estas ideas destructoras del orden social ganaran terreno en los ámbitos obreros determinó la implicación de los dos puntales del sistema sociopolítico en el tema: El Estado, como celoso guardián de la ortodoxia social,  a través de la fundación de la Comisión de Reformas Sociales en 1.883 y la Iglesia, como autoridad rectora en el plano de la mentalidad y el esquema de valores.

Particularmente para nuestra exposición nos interesa la acción de ésta última porque será en su seno y desde su filosofía e inspiración donde realiza su labor social y canaliza su sensibilidad cristiana  nuestro protagonista.

El inicio de la respuesta y de la implicación directa de la Iglesia en los candentes temas de actualidad social tiene una efeméride concreta, la promulgación por parte del papa León XIII de la Encíclica Rerum Novarum en 1.891 en la que resume los ideales que alientan la intervención eclesiástica  en esta materia y cuyos rasgos fundamentales son: el sentido cristiano y la dimensión social de la riqueza, aspecto que contraviene y condena las ideas del capitalismo liberal basada en el lucro. En este sentido, se apuesta por el concepto de justicia social cimentado en las idea del amor fraternal, eje de las relaciones laborales para la Iglesia,  de cuya aplicación se derivará la paz, la concordia y la reconciliación entre las clases sociales. Defendiendo en todo momento el carácter sagrado de la propiedad privada, pilar del orden social, la Iglesia establece un claro límite moral en su disfrute. Así, cuando la riqueza se convierte en ostentación  se desvirtúa la moral cristiana ya que la fastuosidad de unos pocos contrasta con la mezquindad de muchos. En definitiva, el deber del propietario termina en el hambre de su vecino desarraigado que exige su caridad benevolente como modelo de conducta socialmente justa y moralmente elevada. Las caridad social se convierte en el instrumento idóneo de la Iglesia para conjurar cualquier amenaza externa y paliar las desigualdades y los desajustes sociales. A la postre, esta concepción no sería más que una solución parcial destinada a aliviar peligrosas contingencias en un marco que admitía escasas novedades y pequeños cambios. Con todo, la postura de la Iglesia se basaba de manera ingenua pero ilusionante en la evolución, diseñada desde los sectores dirigentes de la sociedad, aprovechando los márgenes legales y morales adecuados frente a la estrategia contundente de la revolución social predicada por los nuevos profetas libertarios y socialistas.

 

En este momento de encrucijada, de encuentro y yuxtaposición entre tradición y modernidad doctrinal aparece descollante la insigne figura de León Leal Ramos, una de las personalidades más emblemáticas de la sociedad cacereña del siglo XX, personaje cuya singularidad  proviene de su admiración y reconocimiento generalizado desde todos los ámbitos sociales, por encima de posiciones partidistas y diferencias ideológicas[2]. Si bien no  pretendemos enmarcar este somero estudio sobre su vida, obra y significación en una hagiografía inflamatoria de dudosa rigurosidad histórica, resulta incontrovertible la enorme relevancia de su figura de apostolado social laico en la andadura histórica cacereña durante los últimos cien años si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de las conquistas y las mejoras sociales que se articulan en la provincia parten bien de su ámbito de decisión o tienen en él su fuente de inspiración.

 

2. Algunos retazos biográficos

 

 El cacereño León Leal Ramos nace el 11 de Abril de 1.881, en el seno de una familia acomodada de clase media. De su padre, dedicado a la enseñanza, hereda su especial sentido didáctico, su claridad expositiva y su locuacidad. Estas virtudes pronto se revelarán desde su infancia y primera juventud y darán forma a un joven inquieto y vivaz que desarrolla tempranamente desde su etapa estudiantil  una honda preocupación social que sería su estandarte y vocación durante toda su vida. Con 15 año finaliza sus estudios de enseñanza media y marcha a la Universidad de Salamanca para estudiar Derecho, carrera que finaliza brillantemente en 1.902, siendo distinguido con la obtención del premio extraordinario de Licenciatura. El mundo de la judicatura pronto se convertirá para el inquieto cacereño en el instrumento adecuado para materializar las ideas reformistas que en materia social va madurando . Durante su estancia en Madrid, convertida en este momento en hervidero de ideas regeneracionistas, a donde acude con la intención de doctorarse, cobra protagonismo entre los círculos reformistas de ideas católicas  y se revela como audaz cultivador del pasatiempo intelectual de la época, “el arbitrismo” . Su verbo fácil y su riqueza de ideas le catapultan a foros de debates y a encuentros académicos en los que expone las líneas maestras de su pensamiento social, cuyo epicentro radica en la inexistencia de instituciones de crédito y la descapitalización del medio rural[3].

A su vuelta a Cáceres, circunscribe sus actividades sociales en la esfera del catolicismo social merced a su cargo de Presidente del Consejo Diocesano de las Corporaciones Católico-obreras, bendecida por las autoridades eclesiásticas y nacida bajo los auspicios de destacadas personalidades de la vida social cacereña bajo una clara inclinación paternalista.

Es en este momento cuando se afianza la amistad que había trabado ya en Salamanca con el periodista itinerante Manuel Sánchez Asensio, quien por aquel entonces representaba la voz más contundente  del círculo de la intelectualidad católica cacereña y se le reconocía por su habilidad para generar hondas polémicas en su seno.

Años más tarde, cuando rememoraba su trayectoria vital desde su lúcida senectud en aquellos breves artículos autobiográficos aparecidos en el Diario “ Extremadura” bajo la denominación genérica de “Ráfagas” , evocaba estos momentos de profunda militancia católica y advertía como el  intransigente pensamiento de Sánchez Asensio, de  claras inclinaciones integristas le enajenaba el apoyo de sus correligionarios y le sumía en profundas dificultades  económicas. Sin embargo, la impronta de Asensio estuvo patente en la faceta propagandística y publicistíca de León Leal y bajo su consejo adquirió conciencia  de la importancia de los medios de comunicación para la difusión de su pensamiento.[4]

 En este sentido, considerando como prioritaria la divulgación del ideario católico en materia social funda la publicación “ La Acción Social”, órgano de expresión del Consejo Diocesano de Acción Católica, en la que difundió sus ideas renovadoras y comprometidas con la acción social hasta el cese de su publicación en 1.909.

Su ingreso en el mundo de la judicatura ensanchó notablemente sus horizontes reformadores en materia social ya que desde su cargo de abogado  fiscal en la Audiencia Territorial  conocía de primera mano los entresijos, motivaciones y consecuencias de la dimensión delictiva en el mundo rural y su directa imbricación con la cuestión social, a cuya solución pronto dedicó sus desvelos. En efecto, protagonista directo de varios procesos incoados en la Audiencia Territorial de Extremadura por hurto de frutos y cargas de leña, pronto se percató de que el predominio y la extremada frecuencia de los atentados contra la propiedad  en Cáceres escapaban de los patrones etiológicos más habituales que conducían a las prácticas delictivas y advertía la naturaleza social de las mismas. Así, serían las estrecheces de las clases humildes en el medio rural, tradicionalmente alejado del marco de actuación benéfico-asistencial, y su permanente ausencia de capacidad adquisitiva las que en última instancia empujarían a estos sujetos a realizar este tipo de actividades “ en cuya casi totalidad pudiera y debiera apreciarse al menos la atenuante de necesidad que ya va siendo estimada con frecuencia por la Sala de lo criminal de aquella Audiencia” .[5]

Durante estos años León Leal alternó sus obligaciones profesionales con su pasión vocacional por el análisis de las realidades sociales circundantes, apoyando, cuando no dirigiendo cualquier iniciativa que redundara en el mejoramiento moral y material de sus conciudadanos. A estos fines desplegó una intensa labor propagandística de su pensamiento cristiano, impartiendo conferencias, publicando artículos y en definitiva encabezando el movimiento de renovación cristiana en la ciudad cacereña que tuviera un contenido social. En esa labor, su optimismo contagioso, su ilusión desbordante y en suma su crédito como analista social le granjearon el reconocimiento de la clase dirigente, la misma a la que trataba de comprometer y concienciar en la resolución de estas cuestiones. Consecuente con su idea de que la teoría debía materializarse en acciones concretas, intentó ponerla en práctica con la colaboración de la autoridad y los miembros más honorables de la vida municipal cacereña , de la inestimable colaboración de su amigo, el citado Manuel Sánchez Asensio junto al esfuerzo del Secretario de la Junta Local de la Liga Catolica,  Casto Ibarlucea El esfuerzo conjunto bajo la batuta de León Leal cristalizó en la ejecución del más destacado proyecto ansiado por el abogado cacereño, la fundación de la primera institución de crédito basada en los ideales benéficos  de armonía social postulados por la Iglesia. De esta manera, el 19 de Marzo de 1.906, coincidiendo con la celebración del patrono de Cáceres, San Jorge, se inauguraba la Caja de Ahorros y Monte de Piedad  bajo el patrocinio de la Liga Católica de la ciudad.[6]

El nacimiento de este organismo representaba la respuesta de todos aquellos que venían denunciando la práctica inhumana de la usura desproporcionada y sus perversos efectos sobre las clases menos favorecidas, obligadas a recabar sus servicios ante la ausencia de entidades de crédito adecuadas a sus ingresos. Habida cuenta del importante papel social desempeñado por esta institución benéfica, fueron numerosas las personalidades de la vida cacereña las que se implicaron en el proyecto y contribuyeron bien mediante donativos o participando directamente en su capital social como accionistas[7]. El capital inicial con el que disponía para comenzar sus operaciones era de 19.395 pesetas, de las cuales 1.000 habían sido donadas por Alfonso XIII en ocasión de su visita a Cáceres.

Tras su fundación, la Caja  de Ahorros desempeñó un importante papel capitalizador   en la vida de los cacereños tal y como mostraría la contabilidad de su primer ejercicio económico, que concluiría con la apertura de 334 libretas de ahorro que sumaban 33.249 pesetas y los nimios beneficios obtenidos daban cumplida cuenta de la misión asistencial y caritativa de la institución. La Memoria de la Caja de Ahorros publicada en 1.910 ratificaba esta tendencia e insistía en que se estaban implantando los hábitos de ahorro y previsión como válvulas de escape para conjurar las posibles contingencias e imprevistos. Pero también reseñaba el aumento de la  inversión, dando así una utilidad real al dinero en lugar de dedicarlo a fines improductivos o poco provechosos. El número de imposiciones reflejaba plenamente la extensión de estas virtudes tal y como muestra el incremento de sus depósitos en relación con las imposiciones de pequeña cuantía que se habían triplicado en un año toda vez que el grueso de los beneficiarios eran pequeños ahorradores. También aumentaron notablemente el resto de imposiciones de mayor relieve. Por lo que se refiere al Monte de Piedad, éste constituía un órgano de especial funcionalidad social  en momentos de precariedad y donde la caridad, como instrumento de solidaridad, era llevada a sus últimos extremos. Por esta razón este servicio era el más utilizado por las capas sociales más desfavorecidas. El aumento sensible de los empeños de efectos materiales, fundamentalmente ropa, sobre alhajas y otros objetos valiosos nos sitúa en la desgarradora realidad de las condiciones de vida de las clases bajas, obligadas a empeñar objetos de escaso valor ( por lo general no excedían de cinco pesetas) para salvar sus apuros más perentorios[8].

Hasta ahí el alcance social tan importante de esta institución crediticia de  carácter benéfico diseñada e inspirada por León Leal Ramos.

Su labor de propagandista de las excelencias del ahorro y de la previsión como soluciones destinadas a acabar con la usura, el principal mal que aquejaba a las clases menesterosas, encontraba otra base argumental en los beneficios que ambos pilares traerían como fuentes de riqueza material y dignidad moral. Siguiendo esta línea de actuación, tuvo una participación notable en la fundación del Instituto Nacional de Previsión ( 1.910). En 1.911, como reconocimiento a su profundo activismo tras lograr la apertura de 11.000 libretas- pensión fue condecorado con la Medalla de Plata de la Previsión por dicho organismo. No fue ésta la única muestra de favor personal que recibió. Su talante honesto y comprometido le valió la fervorosa adhesión de sus conciudadanos y la respetabilidad de aquellos que no creían en su función social. En cualquier caso su figura pública  no dejaba a nadie indiferente y pronto se convertiría en referente emblemático de la vida cacereña durante la primera mitad del siglo XX, ligado a sus avatares y problemas.

En 1.921, a su cargo de Director Gerente de la Caja de Ahorros de Cáceres sumó el de consejero delegado de la nueva institución de crédito de ámbito regional, la Caja Extremeña de Previsión Social.

Durante todos estos años no dejó de concurrir allí dónde se abordaban temas sociales, ya se tratase de foros regionales o encuentros nacionales para impartir conferencias y compartir disertaciones, manteniendo en todo momento la coherencia  doctrinal que había sostenido siempre, quizás algo tamizada por los vertiginosos cambios económicos, sociales y culturales que tuvo que presenciar a lo largo de su dilatada andadura vital y cuyas aportaciones en el plano de la mentalidad o en la escala de valores le hacían adoptar una postura más crítica, combativa y finalmente, integrista.

Al final de su intensa vida, liberado de sus responsabilidades oficiales y retirado de la vida pública, adoptó una actitud de paciente recapitulación de lo vivido, ensimismándose  en sus recuerdos y vivencias pero alejándose del modelo convencional del simple repaso autobiográfico y de la erudición de pretensiones historicistas para ofrecer un relato impresionista trazado de pequeñas estampas intrahistóricas, autodenominadas genéricamente “Ráfagas” en las que contemplar bajo su prisma el pálpito vital de su ciudad, Cáceres, a lo largo de medio siglo. En sus “Ráfagas”, aparecidas primero en el Diario “Extremadura”  y compendiadas más tarde en una publicación como homenaje póstumo a su memoria, este perspicaz observador de la realidad, como le apostilla Antonio Floriano en el Prólogo, retrata en clave realista personas, calles, sentimientos, anhelos, costumbres, emociones, todo el microcosmos cacereño con el hilo argumental de sus evocaciones más personales. Éstas sólo aparecen sublimes y solemnes tras el convencimiento de quien tan sólo tiene por certeza el paso del tiempo, el pasado por toda identidad. Este momento anuncia la llegada del merecido tributo y en el caso de León Leal, éste es de incuestionable realidad y es que a estas alturas  había atesorado multitud de muestras de deferencia y gratitud (Medalla de Oro de la Previsión en 1.946, Medalla de Oro de la Mutualidad Escolar al año siguiente, Medalla del Mérito en el Ahorro etc..) Pero sin duda el mayor reconocimiento a su labor de apostolado social y de  lucha por la causa de los humildes desde la óptica católica le llegó en forma de Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo otorgada en el Consejo de Ministros celebrado el 23 Agosto de 1.957.

Murió el 6 de Febrero de 1.959, tras permanecer 46 años al frente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres.

 

3. Su obra y pensamiento

 

A lo largo de su dilatada existencia y trayectoria profesional al frente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, León Leal tuvo tiempo para convertirse en el más activo propagandista del catolicismo social en Cáceres. En este sentido no sorprende lo fecundo de su producción escrita, que comprende todo tipo intervenciones como conferenciante, articulista etc..Sin embargo, como hizo notar Sánchez Marroyo, en vida no publicó un solo libro y tan sólo a raíz de su muerte se recopilaron sus trabajos anteriores para su edición libraria[9]. Nos estamos refiriendo a dos publicaciones que siguiendo en la línea de homenajes que se habían iniciado antes de su fallecimiento, sintetizaban lo más granado de su obra y aislaban sus objetivos e intenciones. Ya hemos hecho alusión a la recopilación de sus pequeños artículos de carácter vivencial, sus “ráfagas” evocadoras de tiempos pretéritos, aparecidas en 1.960. De menor carga emotiva pero de mayor interés de cara al análisis de su pensamiento social, resulta de gran transcendencia la selección de sus artículos , discursos e intervenciones publicada en 1.959 bajo el título Temas sociales, jurídicos y religiosos, cuya importancia reside precisamente en el carácter antológico que se imprime en la obra. Ésta presenta a mi juicio dos notas de gran interés: por un lado nos permite conocer de manera secuenciada su línea argumental y discursiva. En suma, nos permite navegar por el denso universo ideológico de su pensamiento  para determinar sus discontinuidades y sus permanencias en el tiempo. Por otro lado, este intento de sistematizar su producción en un único volumen nos permite acercarnos a textos que de otra manera habrían sido de muy difícil localización y por lo tanto consulta, ya que fueron recogidos en publicaciones especializadas, aspecto que habría motivado la ingente búsqueda del material hemerográfico en pos de la mayor rigurosidad analítica para la mejor comprensión de su obra.

En el prólogo de este último libro, obra de una insigne figura del movimiento social-católico, Severiano Aznar, se hace inventario de la totalidad de su producción para a partir del mismo dictaminar las líneas básicas de los contenidos temáticos que presidieron su labor publicista y divulgativa. A grandes rasgos podemos establecer cuatro grandes campos temáticos los abordados por León Leal, elementos todos ellos perfectamente incardinados dentro de su proyecto católico de redención social: 1/ la acción social católica y el movimiento asociativo en el medio rural 2/ el crédito agrícola como garantía de previsión social 3/ la crítica hacia el sistema de propiedad con el fin de que su reforma redundara en la mejora de las condiciones de vida de las clases campesinas y 4/ su peculiar visión del “regionalismo” extremeño

 

El primer núcleo temático fue el que más tempranamente ocupó a León Leal ya que capitalizó la serie de artículos que éste escribió en la Revista Católica de Cuestiones Sociales todavía durante su estancia en Madrid. En este momento participa de la irrupción del movimiento católico social liderado por el Padre Vicent, cuyos postulados eran el fiel reflejo del nuevo espíritu de compromiso social que la Iglesia quería infundir entre sus fieles y que encontró en la Encíclica del Pontífice Luis XIII Rerum Novarum

 ( 1.891) su modelo de referencia. Los pilares fundamentales sobre los que se asentaba esta nueva doctrina eran la consecución de la justicia social en las relaciones humanas y laborales. En síntesis se lanzaba una doctrina alternativa a los dos modelos socioeconómicos en pugna, capitalismo y socialismo surgida, de la censura de ambas propuestas y en el propósito de conciliarlas. La citada Encíclica condenaba contundentemente los abusos del capital frente a las clases menesterosas y la explotación de la pobreza ajena a fin de obtener pingües beneficios de forma lucrativa.

Por otra parte anatematizaba al socialismo  juzgándolo como doctrina materialista y atea que perseguía la transformación revolucionaria del orden social  mediante la lucha de clases y la ruptura de la unidad familiar, célula esencial de la convivencia social.

Pero lo más destacado del nuevo talante impulsado por León XIII era el activismo y la responsabilidad de la comunidad eclesiástica respecto a los desventurados, culpabilizando especialmente a las clases acomodadas del estado de aflicción y miseria de los oprimidos. Denunció la postura acomodaticia de estas clases despreocupadas y les avino del peligro de subversión social que se vislumbraba en el horizonte de no mediar reforma alguna que pusiese coto a tales desigualdades. 

Su marco de actuación excedía la habitual desmovilización de las masas, que habían ido cayendo en la abulia y la resignación más desesperanzadora , caldo de cultivo de las nuevas liturgias redentoras de corte socialistas, que por aquel entonces habían encontrado evidentes vías de penetración por las fisuras abiertas en el edificio social de las sociedades occidentales. El temor a que las masas descristianizadas abrazaran las nuevas ideas constituyó un estímulo para la nueva labor reformadora desde el seno de la Iglesia. Ésta, obligada a tomar partido en el rápido proceso de descomposición social que se cernía sobre los otrora sólidos pilares de la estructura social, plasmó su propio modelo de respuesta ante la cuestión social abogando por la fundación de instituciones sindicales en el medio rural, el más necesitado de soluciones para que buscasen las vías de conciliación entre los sectores sociales contrapuestos con el fin de alcanzar el restablecimiento de la paz social . Para esta doble misión: implicarse en las necesidades de los fieles y arbitrar medidas tendentes a su bienestar material y por otra parte, “recristianizar” a las masas y conjurar cualquier amenaza de contagio de las nuevas doctrinas socialistas se hacía necesario la participación activa de todos los representantes eclesiásticos, tanto laicos como seglares. En definitiva se persigue la implicación y el compromiso de todos los estamentos de la Iglesia con el fin de articular mecanismos que perpetúen los cauces de armonía social propios de la sociedad cristiana; para que se apliquen los preceptos de la Iglesia en las relaciones entre patronos y obreros con el fin de que se relajen las diferencias entre el capital y el trabajo. En este sentido, se muestra especialmente crítico con el capitalismo y su modelo de relaciones sociales que conduce al campesinado a la explotación más ignominiosa. La lógica de esta realidad ha hecho que anatematice estas prácticas económicas basadas en el individualismo económico, en el beneficio del capital frente al beneficio del trabajo, juzgando amoral el desarrollo desbordado de aquel. En resumen, para León Leal, la Iglesia debería convertirse en refugio y sostén de las masas desarraigadas.

Para él, los pilares fundamentales del edificio social que deberían arraigar en toda obra social serían: la justicia social y la caridad desinteresada, instrumentos capaces de socavar la humanidad doliente y oprimida[10]. Corresponde a los sacerdotes, miembros de la Iglesia más cercanos a los problemas de sus feligreses, esta ingente labor de apostolado social con el fin de proporcionar las soluciones y remedios más adecuados para mejorar su suerte.  

La clave de este proceso de movilización  la hallamos en la organización asociativa y en la creación de órganos de difusión propagandística de los nuevos ideales. A estos propósitos responde la Acción Social Católica, cuya expresión en Cáceres la encontramos en la Liga Católica. Desde las página de su órgano de expresión “ La acción social”, publicación que él dirigía continuaría en su labor publicista de las bondades del societarismo de signo católico. Con estas palabras sintetizaba el ideal de apostolado social de la Iglesia “ ..ha de estar preparado el párroco rural para defender a los labradores contra toda suerte de injusticias, ha de estar el sacerdote de la ciudad a fin de amparar a los obreros contra los abusos de los amos y patronos, hasta ha de estarlo, decíais, el capellán de monjas, recordando el ejemplo de aquellos que han sabido organizar entre los educados pobres de los conventos de religiosas, hermosísimas asociaciones, obras de cristianización, que serán defensa y pan de esas infelices niñas cuando sean mujeres obreras y madres de familia”.[11]

En este momento, el pensamiento de León Leal todavía no se encuentra plenamente definido sino que se enriquece constantemente a partir de su formación y se nutre de manera mimética de los escritos teóricos de los reformistas sociales que tan en boga circulaban entre la intelectualidad católica de la época. Todavía su pluma no ha adquirido la originalidad discursiva que le caracterizaría más tarde pero ya era un encendido orador en cuanto abordaba la temática de las cuestiones sociales.

El contraste entre las soluciones teóricas y la realidad social daría una dimensión más práctica e incisiva a su pensamiento. En este momento entiende que la falta de capitalización en el campo cacereño es la causa última que explica el estado de postración económica y miseria social que vive la región. La falta de liquidez casi permanente que siembra el desasosiego entre las clases campesinas se ve aumentada y amplificada por la tupida red de prestamistas usureros que abundan por pueblos y ciudades de la geografía extremeña  a los que se ven obligados a recurrir en momentos de carestía para poder hacer frente al pago de las elevadas rentas de los arrendamientos o para satisfacer las deudas que mantienen con tenderos etc.. Esta situación conduce directamente  a la depauperación de estas frágiles gentes.

La única solución que se impone para terminar con este calamitoso estado de cosas pasa por dotar de instituciones de crédito a estos campesinos pobres. Sin embargo para el adalid de la acción social cacereña la naturaleza de éstas instituciones difería notablemente del marco habitual de actuación de las entidades financieras. Así,  estos organismos crediticios estarían inspirados en principios benéficos y caritativos mediando en las operaciones un ínfimo interés e incluso la fianza apalabrada frente al préstamo hipotecario impuesto por las entidades lucrativas. Por lo tanto, había que diseñar todo un entramado de instituciones especiales de crédito adecuadas a la naturaleza social de sus beneficiarios y acordes con los principios humanitarios y doctrinales de sus inspiradores. Nace así el concepto de crédito agrícola especialmente concebido para surtir de capitales el anquilosado agro extremeño, necesitado de inversiones que mejorasen sus sistemas productivos con vistas a racionalizar los cultivos e introducir mejores rendimientos. Sólo garantizando la optimización de los recursos podría lograrse la estabilidad de los colonos en los arrendamientos y afianzarse la pequeña explotación unifamiliar, disminuyendo de este modo la población asalariada, la más necesitada.

Este ambicioso proyecto heredaba los fines asistenciales de los Pósitos, las viejas instituciones del pasado encargadas del préstamo de semillas, grano o el reparto de pan en momento de crisis de subsistencias. Estas se encontraban en franca decadencia y no respondían ya a las necesidades de abastecimiento de la población ni a las operaciones capitalizadoras que la moderna agricultura exigía. Para León Leal había que resucitar el espíritu benéfico que animó durante siglos el funcionamiento de los Pósitos y aplicarlos a las nuevas instituciones de crédito.[12]

Sin embargo, no fue fácil la introducción de estas nuevas ideas de financiación en el medio rural, tradicionalmente reacio a las innovaciones y preso en su esquema mental de las viejas prácticas y costumbres, aun cuando éstas  eran profundamente dañinas para el campesinado Con estos precedentes, León Leal tiene el acierto y la gran visión de anteponer la difusión de las ventajas de las Cajas Rurales de crédito a su implantación estéril. Había que realizar toda una campaña proselitista  que introdujera a los desconfiados labradores en las excelencias de las operaciones de crédito en condiciones ventajosas que defendía la Iglesia como medio más conveniente para desterrar la plaga de la usura, cuya práctica diezmaba la nómina de campesinos independientes.

Esta labor difusora estaría encabezada por los representantes del clero rural, principal referente para las clases bajas dentro de una línea de actuación claramente paternalista que perseguía el control de las masas campesinas. Sin embargo en el pequeño universo local, la autoridad moral del párroco, modelo de virtud era incuestionable e indiscutible y sobre estos pilares se levantaba su poder espiritual , su papel rector de la comunidad rural. Con estas palabras lo entendía León Leal: “ padre amoroso de todos los desheredados y honrados trabajadores de su feligresía, celoso guardador de las buenas costumbres y constante anatematizador y perseguidor de toda clase de vicios y pecados, entre otros, el detestable de la usura. Es quien mejor puede tomar la iniciativa para la organización de las antes estudiadas Cajas Rurales”.[13]

En definitiva, se encomendaba la labor divulgadora del crédito agrícola al párroco para que llevara este nuevo evangelio de regeneración social  hacia los labradores desesperados. Para ello debería servirse de los instrumentos de la asociación y la cooperación cristiana, desde los cuales ahondar en la consecución de los propios fines eclesiales de tipo espiritual.

Los rasgos más notable de este tipo de entidades eran contemplados por León Leal en seis puntos esenciales:

1/ Simplificación de las operaciones de crédito ya que el exceso de requisitos formales y trabas burocráticas alejan al campesino temeroso y desconfiado.

2/ la naturaleza social de la entidad impediría tasar los préstamos con elevados tipos de interés. Así pues los réditos serían meramente testimoniales.

3/ Las condiciones del préstamo deberían ajustarse a la dinámica vital de los campesinos a los que va dirigido para poder cumplir así la misión benefactora de este tipo de entidades. Teniendo en cuenta que los principales beneficiarios eran los pequeños agricultores, sus plazos de reembolso serían variables y de larga duración puesto que su capacidad adquisitiva dependía del resultado de las cosechas. Así pues, estas entidades darían condiciones flexibles de pago mediante amortizaciones parciales y prorrogas en los plazos, con el fin de no agobiar al colono o no forzar su endeudamiento y ruina.

4/ Consignaba León Leal las dificultades de financiación de unas entidades que no perseguían el enriquecimiento sino el auxilio social. La naturaleza de estos fines limitaba sobremanera su disponibilidad financiera de sus exiguos fondos. Esto hacía que se racionalizase notablemente la concesión de préstamos y que la Junta Administradora encargada de su gestión estableciera  escrupulosos mecanismos de control para evitar la malversación o la multiplicación de las operaciones de crédito de manera desvirtuada y arbitraria con respecto a los objetivos que autorizaban su  destino final . Había que infundir temor en la utilización del crédito, entenderlo como una medida de urgencia, en ningún caso como solución habitual.

5/ Concesión de préstamos a labradores necesitados de numerario. Los criterios fundamentales que regulaban su concesión serían: la solvencia económica del prestatario, su probada honradez y su responsabilidad moral . De ellos se valoraban más éstos últimos, es decir la calidad humana del individuo  por encima de sus recursos económicos. Esto hacía que en numerosas ocasiones bastara la fianza de la palabra para concertar los préstamos .

6/ La institución de crédito agrícola debería  tener un ámbito local, ya que el pueblo es el marco donde se desarrolla la cotidianidad y las vicisitudes de estos individuos y es el escenario dónde es fácil consignar su dedicación o laboriosidad, donde atesoran sus recursos, dónde ejercitan su moralidad  y dónde lloran sus quejas. Esta circunstancia hace que sea fácil fiscalizar la función social del préstamo y por lo tanto su utilidad.

Desde sus profundas convicciones religiosas, León Leal reconoce que el crédito como solución económica tiene otra dimensión moral y espiritual, en el sentido de proporcionar una virtud moderadora, un sentido de la responsabilidad cimentado en el ahorro y la previsión social. Es necesario conjugar los intereses morales con los intereses materiales, el capital con el trabajo, la propiedad con la utilidad pública o social y la libertad individual con las atribuciones propias del Estado.

El ahorro, cima del pensamiento lealiano constituye el nexo de unión entre el crédito como fórmula del mejoramiento material de los desposeídos y la previsión contra las contingencias. Ambas vertientes forman la columna vertebral de las instituciones que bajo la aureola de preocupación social  contribuyen a la creación de riqueza y a la vez como mecanismo de defensa ante el infortunio. Este pensamiento, lejos de ser banal y baladí supone la primera piedra, el embrión de la moderna concepción de Seguridad Social pues las inversiones sociales realizadas desde sus fondos contribuyen a tejer toda una trama de actividades preventivas o asistenciales que complementan la estricta función aseguradora o crediticia ( sanidad, cultura, educación) .

Pero además no podemos obviar la dimensión moral e instructiva que para León Leal lleva aparejado el ahorro. Así , esta virtud tendría una función moralizadora y reparadora de molestos vicios y nocivas costumbres ejercitando la austeridad como patrón de conducta y eliminando el peligro de la debilidad de la voluntad que conduce al despilfarro.

Por su falta de lucro y espíritu social las Cajas de Ahorro fomentarían la previsión y el ahorro, favoreciendo a los pequeños ahorradores que amasan insignificantes fortunas en las que cimentan sus proyectos e ilusiones, infravalorados y desatendidos por cualquier otra entidades de crédito. El ideal social que preside estas instituciones de crédito popular sería la salvaguarda de los pobres ante las eventualidades funestas que tuvieran que afrontar ya que las Cajas contarían con órganos subsidiarios al objeto de instruir al ciudadano en la responsabilidad social de la previsión. 

Para León Leal, las Cajas de Ahorros  Benéficas  constituían un factor estable de Seguridad Social que la sociedad tenía que favorecer y el Estado amparar mediante la concesión de ventajas impositivas con el fin de eliminar las trabas que impidieran el ejercicio autónomo de su labor social. Entendía que la acción aislada de instituciones de crédito social no eran eficaces y avisaba de la necesidad de articular un Plan de Seguridad Social en el que tuvieran cabida y coordinaran sus acciones todas las instituciones de Previsión Social existentes en colaboración con organismos subsidiarios y especializados como las Mutualidades Escolares y otros cotos sociales de previsión infantil. Esta coordinación no sólo debería revestir un carácter nacional sino que consciente de la validez universal de la previsión abogaba por el hermanamiento internacional entre todas las Cajas Benéficas de Ahorro con el fin de lograr la completa extensión de los cauces de la Seguridad Social[14].

El elemento que aporta estabilidad a las sociedades pues irradia los valores que ésta necesita para lograr la armonía social no es otro que la Educación, otro de los grandes vectores que ocupa la producción intelectual de León Leal.

La Educación ante todo ha de ser concebida como un instrumento de solidaridad para la expansión de lo valores cristianos. El magisterio requiere de una orientación cristiana basada en la transmisión de los principios de austeridad y caridad  para que éstos puedan ser entendidos  como vías por dónde canalizar la sensibilización hacia los temas de índole social. La escuela ha de ser  la institución destinada a detentar el peso de la responsabilidad moral de los hombres del futuro en tanto receptores de un mensaje de paz y de justicia social .

Para León Leal, la paz no solamente se consigue con el progreso material ni con la multiplicación de las riquezas sino que debe contemplarse de manera paralela y simétrica con la riqueza moral y de espíritu, ambas dimensiones estarían indisolublemente relacionadas y sería  cometido de la escuela primaria el sostenimiento de esta filosofía.

Precisamente, es el convencimiento de la abismal separación entre ambas facetas la que motiva la intransigencia del propagandista católico cuando aborda este tema. Su preocupación excesiva por la desmoralización de las masas reviste caracteres pseudoapocalípticos en sus escritos insistiendo en el peligro de cataclismo social, de desintegración social que se abate sobre la sociedad desvalorizada  que es preciso y necesario conjurar desde las aulas[15].

Podemos sintetizar sus principales conclusiones acerca del mundo educativo concretando los problemas que atenazan a la sociedad y las soluciones educativas por las que se decanta:

Entre los primeros podemos destacar:

1/ Denuncia  de la sociedad materialista, frívola y hedonista, causa de la desmoralización de las costumbres.

2/ Condena del dinero y la vida fácil que degenera en sed ilimitada de placeres y vicios, fuentes de desordenes sociales.

A partir de la interpretación de estos problemas sociales enumera una serie de soluciones tendentes a remediar este estado de cosas y que corresponden a la escuela poner en práctica para desterrar la superficialidad que según él parece imponerse como hábito social. Entre las soluciones propuestas destacamos:

1/ Acción coordinada de los tres pilares fundamentales de la sociedad en sus respectivos ámbitos de actuación para conjurar la “descristianización” social y su consecuencia, el egoísmo materialista: Iglesia, familia y escuela. En cualquier caso entiende que las medidas profilácticas han de venir por la vía de la educación desconfiando de la efectividad de cualquier actitud cohercitiva de represión estatal.

2/ Actuación de la educación a modo de antibiótico que regenere la salud del cuerpo social. Para ello corresponde a la Iglesia su proyección sobre las conciencias, “inyectando” su código normativo y sus elementos de definición doctrinal constitutivos: caridad, austeridad, justicia social etc..

 La cruzada que abandera frente a la “descristianización” considera necesario poner en juego todos los resortes pedagógicos con el fin de purificar los valores e inmunizar el sistema social del contagio de peligrosas tendencias materialistas.

 A es te fin establece la triple implicación de las unidades básicas sobre las que descansa la sociedad: sacerdote, maestro y padre de familia para la búsqueda conjunta  de remedios a los males sociales, siempre bajo la tutela del Estado.

Entre las soluciones que postula como las más óptimas y cercanas al pensamiento eclesiástico destacan:

1/ Potenciación de las virtudes morales defendidas por la Iglesia: moderación, austeridad y elegancia espiritual. En estos principios hallamos dos de las dimensiones más significativas de su pensamiento: el ahorro, entendido como la expresión económica de la contención, de la autolimitación voluntaria y la previsión, entendida como manifestación de cordura y responsabilidad en la administración de los bienes.

2/ Fomento de la asociación como instrumento de sociabilidad en la escuela. En este campo se situarían las Mutualidades Escolares y otros organismos de previsión destinados a la infancia[16]. En definitiva se pretendía vencer y superar el modelo de educación individualista, entendida como coto de librepensamiento.

 

A este segundo punto destinó León Leal gran parte de sus esfuerzos, potenciando el papel de las Mutualidades Escolares, asociación mutualista de niños, quienes mediante una pequeña cotización semanal o mensual proporcionarían a sus asociados asistencia médico-sanitaria y farmacéutica en caso de necesidad y enfermedad, gastos funerarios y un seguro de vida en caso de fallecimiento, una dote para la mayoría de edad y una pensión de retiro para la vejez.

Con la fundación de estas instituciones se pretendía infundir desde edades tempranas los hábitos de ahorro y previsión, garantías del desarrollo social, para evitar los problemas de desabastecimiento u otras contingencias que aumentarían la pobreza de los menesterosos. Para ello reclamaba  el concurso de las autoridades y del Ministerio De Instrucción Pública con el fin de que no infravaloraran estas instituciones y no cayeran en la indiferencia. También se quejaba lacónicamente León Leal de la actitud mezquina de los que tan sólo ven en las Mutualidades escolares oportunidades de negocio en la venta de seguros desconsiderando su finalidad social en el sentido de fomentar el ahorro y la previsión: “ es de prever que a la obra mutualista  de la previsión escolar no escatimen cooperación los mejor educados  y más versados en cuestiones prácticas de previsión, lo cual ya sería un positivo bien por cuanto representaría  un eficaz, un valioso concurso que había de arrastrar el de otras personas prestigiosas para el fomento y desarrollo de las Mutualidades Escolares”.[17]  

Uno de los temas más candentes durante las tres primeras décadas del siglo fue el problema social del campo, del que también León Leal no pudo sustraerse, como representante cualificado del catolicismo social, y se pronunció exponiendo sus opiniones y análisis. Partía el abogado cacereño de una realidad incuestionable, la extreme pobreza en la que desarrollaban sus vidas grandes masas de población en la provincia de Cáceres llamando la atención sobre la falta de desarrollo orgánico que la inanición provocaba en sus habitantes: “ ¿ Y sabeis señores  porqué está aquella raza tan empobrecida y tiene tan pocas resistencias orgánicas?. Pues sencillamente porque no come, porque no gana para comer”.[18] Con estas duras palabras resumía la calamitosa situación e la mayor parte de los pueblos de la provincia. Entendía que la causa principal del estado de miseria endémica se acentuaba por el desequilibrio en el reparto de la propiedad, que estaba excesivamente atesorada en pocas manos y además deficientemente explotada. Advertía la fractura social entre acaudalados y desheredados como el peligro más grave para la estabilidad social y reclamaba reformas urgentes que atacaran de raíz el gran mal con el que se enfrentaba la agricultura extremeña: la injusta distribución de la propiedad que derivaba en su excesiva concentración con grandes superficies y el absentismo y la indolencia de los propietarios con respecto a la administración de sus explotaciones.

En esta senda, hacía una feroz crítica de las condiciones impuestas en los arrendamientos de tierras, en especial consideraba especialmente sangrantes las clausulas leoninas que depauperaban a los colonos, obligándolos al endeudamiento, la ruina y finalmente su proletarización como simples asalariados agrícolas.

Para mejorar la suerte de los labradores exigía la realización de un paquete de reformas que otorgasen estabilidad y garantizasen solvencia al arrendatario. Entre estas figuraban la rebaja de los elevados precios de los arriendos, la prohibición de las prácticas de subarriendo y la mayor equidad en las condiciones de concertación. Sin embargo León Leal fue más allá de estas simples medidas reformistas al juzgarlas insuficientes. Entendía que la situación social del campo solamente era transformable a partir de la modificación integral del sistema de propiedad. Sin cuestionar la validez de la propiedad privada  abogaba por la limitación de la misma o su expropiación por utilidad social en el caso de aquellos predios incultos, infraexplotados o de rendimientos insuficientes.

Partidario de la explotación colectiva de las propiedades expropiadas, reconocía, no obstante, las dificultades que este tipo de titularidad suponía para su conservación y adecuada puesta en cultivo ya que la experiencia había mostrado como la multiplicación de pequeños propietarios y la pequeña unidad de explotación familiar frecuentemente derivaban en el endeudamiento y finalmente la enajenación para pasar a engrosar el gran patrimonio rústico de los grandes terratenientes. En cualquier caso, la línea de pensamiento que en esta materia sigue León Leal sigue las directrices generales trazadas desde la Iglesia consistentes en defender el acceso masivo de campesinado a la tierra, aunque en todo momento se deja entrever la audacia del abogado cacereño en la claridad expositiva y la contundencia argumental con la que defiende el alcance y naturaleza de la reforma que debe protagonizar el Estado y que afecta de lleno a los propietarios para armonizar los intereses públicos y privados con el fin de que se resuelva la cuestión social, facilitando trabajo y por otra  parte garantizando un cultivo adecuado resolviendo la cuestión agraria: “ La reforma tiene que ser gradual, metódica, reflexiva y a la vez de una gran elasticidad “.[19]

Finalmente, el último gran bloque temático abordado en el pensamiento de León Leal es el relativo al “regionalismo” extremeño, de tal forma que a su condición de “propagandista católico-social” sumó su vocación de “propagandista regional”.

En todo caso, León Leal, aborda el tema de manera poco profunda y esporádica, fundamentalmente como parte consustancial en los capítulos de agradecimientos en sus conferencias o como prólogo y epílogo de algún escrito en el que busca deliberadamente la comunión con el auditorio o lector en la sublimación de valores reconocidos como positivos por ambas partes y en el intento de encontrar el contrapeso adecuado en la transcendente dimensión espiritual frente al carácter técnico o excesivamente teórico de sus escritos sobre temas económicos y sociales.

Esta circunstancia hace que, lejos de los proyectos programáticos que abanderan las más insignes figuras del regionalismo extremeño, como Elviro de Berdeguer, Juan Luis Cordero o López Prudencio, León Leal tan sólo exprese los ideales más profundos de su sensibilidad extremeña y que sus escritos estén vacíos de contenido político. Así pues, en sentido estricto, no debemos ver en León Leal un activista político de regionalismo sino a un católico militante comprometido con la riqueza y el progreso material y espiritual de su pueblo. Es este sentimiento de enorme afectividad el que preside sus discursos inflados de retórica enfatizadora  de la “ raza” extremeña y el que le hace adherirse a la causa encabezada por las personalidades antes mencionadas.

El único momento en la producción lealiana en el que  pudo manifestar de forma clara y monográfica sus ideales respecto a la región extremeña fue durante la celebración de  los Juegos Florales y la jornada de afirmación regional e Iberoamericana acaecida en Mérida el día  8 de Diciembre de 1.923. En aquella ocasión  si hacemos caso a las crónicas de la época, León Leal entusiasmó a los asistentes con su elocuencia habitual y encandiló a las masas con sus grandes dotes de encendido orador.[20]

A continuación enumeramos los puntos esenciales en los que se desglosa el pensamiento de León Leal en lo relativo a la conciencia extremeña:

1/  Tesis espiritual del “regionalismo” extremeño. Frente a la exaltación de temas políticos y a la elaboración de programas de acción gubernamental de la intelectualidad extremeñista,   el padre de la acción social cacereña  pone su mirada en los valores espirituales que impregnan la psicología colectiva del pueblo extremeño. Sin embargo encuentra  su punto de conexión con aquellos en el sentimiento colectivo integrador en la realidad doliente y en la conciencia de abandono y zozobra en la que está inmersa la región aunque silenciando la crítica hacia la inhibición de los poderes públicos de ámbito nacional, tan en boga en los círculos regionalistas más progresistas.

2/ Necesidad de despertar la adormecida conciencia regional como paso previo a la formulación de reivindicaciones de contenido político. Para el abogado cacereño, la madurez espiritual ha de preceder por lógica a cualquier sentimiento de cohesión regional para una vez robustecida la personalidad y la peculiaridad de Extremadura exigir niveles competenciales en los que ejercer su autonomía. Sólo por añadidura de lo antedicho se alcanzará el progreso material de la región.

3/ Denuncia del caciquismo como obstructora de la conciencia regional. En efecto, el entramado del “clientelismo político” se muestra abiertamente perjudicial en tanto que la acción de sus representantes no parte del amor a Extremadura, controla el régimen de la administración local y lo coloca al servicio de las directrices emanadas desde los partidos de ámbito central, de acuerdo a  los intereses de una camarilla política en vez de las demandas generales del pueblo.

4/ Exaltación de la “raza” extremeña a través de una fecunda campaña de exaltación “patriótica” en la que se compendien los elementos de identidad regional que cohesionan el cuerpo social  En este sentido se aboga por la recuperación de sus raíces históricas y la difusión global de su patrimonio cultural mediante la búsqueda en el pasado de los rasgos que conforman su peculiar personalidad. A este objetivo obedeció la labor publicista de los más doctos y letrados intelectuales comprometidos con Extremadura cuyas aportaciones engrandecieron los blasones regionales. Entre las iniciativas tomadas para el conocimiento de la cultura regional descolla la fundación del Centro de Estudios Extremeños patrocinado por López Prudencio.

5/ Valoración y preeminencia  de las iniciativas internas de progreso regional frente a las ideas impuestas por el poder central, que parten del desconocimiento del medio social y económico en el que se aplican.

6/ Exaltación de las viejas glorias y los grandes prohombres de la región extremeña, tomados como marcos de referencia en los que identificarse. León Leal demuestra sus dotes para la alegoría y la asociación e ideas estableciendo una comparación entre los conquistadores gloriosos de tiempos pasados y los propagandistas regionales prestos a conquistar la redención social del pueblo y luchar por la mejora de las condiciones de vida de las gentes extremeñas.

7 Compatibilidad entre el ideal de engrandecimiento de Extremadura y el amor a la totalidad de las tierras de España. Se persigue la consonancia intrínseca entre ambos aspectos partiendo de una relación de fraternidad que se extiende mediante lazos históricos de solidaridad y un legado cultural común  con las tierras de Portugal e Iberoamérica, entendida esta última como proyección continental del solar extremeño.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RESUMEN

LEON LEAL RAMOS ( 1.881- 1959):

UNA VIDA ENTREGADA AL APOSTOLADO SOCIAL

 

 La presente ponencia pretende ser una retrospectiva crítica de la figura de León Leal Ramos ( 1.881- 1959), personaje destacado en la historia cacereña durante la primera mitad del siglo XX. Su transcendencia histórica derivaría del importante papel que desempeñó en la provincia altoextremeña en su lucha por la mejora humana y material de las clases sociales más humildes. Desde sus hondas convicciones religiosas como activo propagandista del movimiento de Acción Social, León Leal personifica todos los proyectos de redención social desde diversos frentes temáticos y planos de la realidad.

El objetivo de este estudio no es otro que la sistematización de las líneas generales de su pensamiento social a partir del análisis de la prolífica y fecunda producción intelectual que dejó su vocación divulgadora de los problemas sociales a lo largo de cinco décadas de intensa dedicación al apostolado social. Sus trabajos, revisten la mayor de las veces un solemne tono de denuncia amarga y desgarrada que deja entrever una luz para la esperanza Su espíritu generoso, optimista y vivaz, unido a su enorme voluntad de trabajo le permitió diseñar desde una óptica religiosa diversas soluciones sociales que comprendían desde medidas de índole socioeconómica como la fundación y expansión de instituciones de crédito popular ( Cajas de ahorro) o la transformación del sistema de propiedad rústica con vistas a una distribución equitativa de la riqueza ,hasta medidas de alcance moral , la potenciación de la educación como instrumento de regeneración social.          

 

    

 

 

 

 

              

 

 

 

  

 

 

 

 


[1] Palabras de León Leal recogidas en el artículo “En la asociación está el remedio” firmado por Juan de Extremadura en el  Semanario El Bloque. Periódico Liberal 12 de Marzo de 1.919.

[2] Sirva como botón de muestra de la admiración que despertaba su figura en la capital cacereña el hecho de que a la edad de  tan sólo 35 años fuese declarado hijo predilecto de la ciudad en sesión plenaria celebrada por el consistorio de Cáceres el 20 de Octubre de 1.916 ante la insistencia de los vecinos.

[3] Publica su primer artículo en la Revista “ Estímulos” que versaba sobre los terribles efectos de los prestamistas usurarios en el campo.

[4] Leal Ramos, León: Ráfagas. Cáceres, 1.960.

[5] Leal Ramos, León: El problema social de la tierra en Extremadura. Cáceres, 1.921 p 7.

[6] La importancia transcendente que tuvo para la ciudad la fundación de la primera entidad de ahorro y previsión social, los valores  que la Iglesia trataba de infundir como pilares de la regeneración social constituyeron una oportunidad ideal para la propaganda de la labor social eclesiástica de la ciudad a tenor de la pompa y el ritual adoptado en las celebraciones inaugurales. El acto se abrió en la Concatedral de Santa María con el oficio religioso del Prelado de la Diócesis de Coria- Cáceres Ramón Peris Mencheta, quien ostentaba el cargo de Presidente honorífico de la nueva institución. A continuación, la celebración se llevó al Ayuntamiento de la ciudad . Allí  intervinieron  León Leal , quien  dio lectura a una Memoria sobre la institución y el Obispo, quien dijo unas breves palabras de agradecimiento a los accionistas y alos donantes caritativos. El acto concluyó con la apertura de domicilio social de la institución y con la entrega simbólica de la primera libreta de ahorro a nombre del niño más pobre nacido en ese día.

[7] La práctica totalidad de personalidades de renombre en la ciudad encabezados por los miembros de la Junta Local Católica con el Conde de Canilleros a la cabeza y seguidos por políticos como el alcalde cacereño Juan Muñoz Fernández de Soria y miembros de las clases acomodadas contribuyeron como accionistas a la capitalización de este organismos. El número de accionistas  iniciales era 97 y el precio de la acción 25 pesetas. En lo concerniente a su gestión y administración, su Consejo de Administración estaba presidido por el Obispo de la Diócesis de Coria- Cáceres Peris Mencheta, en calidad de Presidente honorífico. El presidente en funciones era desempeñado por José Miguel Mayoralgo y Ovando, político “maurista” cacereño. Las figuras más relevantes y representantes de las clases medias acomodadas

 ( medicos, abogados etc..) copaban los puestos de vocales. Para León Leal se reservó una dedicación más técnica y funcional  acorde con su conocimiento excelso en materia de previsión social se le nombró Director Gerente de la Caja tras haber sido Consejero durante algunos años.

[8] Memoria del ejercicio económico de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres. 1.909. Publicada en El Adarve 2-3 Marzo de 1.910.

[9] Sánchez Marroyo, F: Sindicalismo agrario y movimiento obrero. ( Cáceres 1.906- 1.920 ). Cáceres. Obra cultural de la Caja de ahorros y Monte de Piedad de Cáceres, 1.979 p 96.

[10] Aun reconociendo en el ejercicio de la caridad la principal herramienta del cristiano para alcanzar la justicia social, ésta sola se muestra insuficiente y pos sí sola es incapaz de resolver la cuestión social. El mismo caso sucede con la resignación como remedio para aliviar los males de los desheredados, reverso de la moneda patrimonializado por las clases humildes. Para León Leal la resignación no es quietud ni fatalismo sino conciencia serena que busca soluciones sosegadas a los problemas. De esta manera apuesta por la acción firme y decidida pero responsable y cabal de las clases humildes en contraposición con la estrategia de la convulsión como solución defendida desde los movimientos de índole socialista llevados por la desesperación irracional.

[11] Leal Ramos, León: Hacia los humildes ( Breves Consideraciones  sobre el Apostolado Social de la Iglesia). Conferencia impartida en el Exmo Ayuntamiento de Cáceres. 7 de Noviembre de 1.915. Cáceres, 1.915 pp 5-6.

[12] León Leal no abogaba directamente por la sustitución de los Pósitos, sino que pretendía su continuidad desde una revisión profunda de sus funciones y objetivos así como una transformación integral en su administración. Establecía tres medidas esenciales:

1/ Necesidad de adecuarse a las nuevas demandas de capital, ampliando sus operaciones merced a su buen funcionamiento, alejando a los elementos de la administración caciquil, principales responsables de su decadencia por los abusos cometidos en su gestión y la frecuente apropiación de sus fondos para usos de corrupción municipal

2/ Garantizar la administración modélica de los Pósitos, evitando la confusión competencial de lo público y lo privado, causa primera de su pérdida de funcionalidad social.

3/ Capacidad de maniobra para poder combatir con garantías las crisis agrarias y dejando paso en todo caso a las instituciones de crédito agrícola más capacitadas para estos fines.

Leal Ramos, L: “ La Usura, los Pósitos y el crédito agrícola”. Revista de Extremadura. Vol VII. 1.905.

[13] Leal Ramos, León: Íbid, p 475.

[14] Leal Ramos, León: El ahorro  y las Cajas de ahorro benéficas, factores de la Seguridad Social. Comunicación presentada al Primer Congreso Iberoamericano de Seguridad Social de Madrid. Mayo de 1.951. Madrid, Imprenta Juan Pueyo, 1.951.

[15] Leal Ramos, León: Labor social de la Escuela primaria y el maestro ( austeridad, previsión y ahorro. Caridad y justicia social). Conferencia dada en la XLVI Semana de Orientación Pedagógica organizada por el S.E.M. y celebrada en Cáceres del 10 al 15 de Diciembre de 1.951. Madrid. Gráficas Ibérica, 1.951.

[16] Consciente de la eficacia de las instituciones de previsión social para la educación y el progreso social ,

el Estado , a través del Ministerio de Instrucción Pública incentivó la constitución de las Mutualidades Escolares, mediante la concesión de facilidades como la exención del pago de impuestos , la financiación de los gastos originados por su regularización burocrática, la edición de material informativo y propagandístico y otorgando todo tipo de bonificaciones.

El R.D 7 de Julio de 1.911 se reguló el funcionamiento de estos organismos y según el Reglamento de 11 de Mayo de1.912 estas asociaciones se constituirían con arreglo a la Ley de asociaciones de 30 e junio de 1.887 con los siguientes fines:

1/ Finalidad fundamental del ahorro y la Previsión en la escuela

2/ Constitución de dotes infantiles

3/ formación de pensiones de retiro para la vejez

4/ realización de cualquier obra de interés social ( seguros de enfermedad, cantinas escolares, colonias y viajes escolares, obras antialcohólicas, obras de higiene social etc..)

[17] Leal Ramos, León: La Mutualidad Escolar. Su influencia en la educación y progreso social. Cáceres,        Pp 10-11.

[18] Leal Ramos, León: El problema social de la tierra en la Provincia de Cáceres. Madrid, 1.921 p 6.

[19] Leal Ramos, León: Íbid, p 59.

[20] Así definía un periodista la intervención en los Juegos Florales de Mérida : “ Los aplausos suscitados por las palabras del Sr. Leal Ramos no eran sólo el merecido premio que un auditorio culto otorga a la belleza retórica. Significaba que el orador consiguió evocar el sentimiento regional de los extremeños y ondearlo como bandera de afirmación patriótica..”. Juegos Florales de Afirmación Regional e Iberoamericana celebrados en Mérida el 8 de Diciembre de 1.923. Mérida, 1.923 pp 55-56.

Feb 222014
 

José María González-Haba Guisado

José María González-Haba Guisado.

  Trujillo es pura roca. Algunos dicen que su nombre significa sin agua. Pero piedra y sequedad que necesitan de las alturas.

         Un día, el Trujillo creado por la DIVINIDAD se conjugó con las piedras modeladas por el hombre. Abrazadas, naturaleza y arte engendraron el Trujillo de granito y de aridez que empezó a elevarse. Se hizo vertical.

 

         De dos maneras Trujillo se acercó al cielo. Una, tiene sus raices en la fe; otra, encuentra su ser en la ilusión. Aquella tiene su reflejo en la Torre de SANTA MARÍA DE LA ASUNCIÓN; éste, ve su arquetipo en el Torreón de Chaves el Viejo.

 

…………….

 

         La Torres de Santa MARÍA, buscó su modelo, y lo halló en el Apocalipsis. Aparecerá como un prodigio en el cielo, lo vestirá el sol, la luna descansará bajo sus pies y bajarán para adornarla las estrellas.

         Cuenta la historia, que sobre una mezquita, esencia del Islam, simbolizado por la media luna, purificada con sal y agua, por el Obispo de Plasencia, recibió su consagración.

         Va elevándose desde sus cimientos y conquistando lo encumbrado, primero en su base de sillería en las esquinas y mampostería, y más tarde y alto todo en sillería, en su esencia más bella de tres sectores de vano y baquetones que se multiplican en su ascenso.

         Así hasta detenerse en el instante y lugar donde su belleza tardorrománica era impecable. Por ello, es en su estilo la más linda que conoció Extremadura.

         De tal suerte fue erigida. Para en el día ser abrazada por las llamas del sol que la revisten, ser alunada de plata en la noche y acoger la luz de todas las estrellas.

         Los vientos la acaricieron y el agua bajaba a besarla.

         Pero, un día en 1.521, y otro, más tarde, en 1.755, fue embestida por la fuerza de los sismos que la hirieron de muerte. Tanto que, hubo de ser abatida. También leí haber tenido parte en su mal el peso de sus doce campanas.

         Las heridas la convirtieron en ruinas, para que Trujillo supiere del sentido pasajero de la vida, el valor de aquello que pasó.

         Al lado de la Torre, un templo, y en él la maravilla de un retablo que tiene como eje la singular pintura de la CORONACION DE MARÍA, ordeada de doce tablas, luceros de su vida, de las que destacan  la DORMICIÓN y la ASUNCIÓN. Esta, la más original que trazara el hombre: MARÍA, toda blancura, respaldada por la lumbre dorada del sol, sostenida por los Angeles y el asombro del hombre.

         Los despojos de piedra de la abatida Torre fueron recordados, y por ser Torre de la ASUNCIÓN, tenían su destino en el cielo. Subió otra, como aquella otra ASUNCIÓN apócrifa, que es poco más o menos así:

         Un día, MARÍA, notó el final de su prociosísima estancia en la tierra, por que desfallecía de amor. Su tez morena empezaba a palidecer. Sus ojos se agrandaron por la luz que en ELLA vivía. San Juan avisó a los discípulos que volaron al lado de la MDRE. Estando en medio de todos, no se sabe si se durmió o si estaba muerta.

         En parihuelas, rodeada de flores, la llevaron a una tumba habida en Getsemaní. Delante, iba San Juan llevando una palma amarilla que bajó del cielo el Arcangel Gabriel, el día que la llamó LLENA DE GRACIA, cuando se inventó el AVE MARÍA.

         Arriba, en las alturas, su HIJO ordenó a San Miguel que con una legión de Angeles bajara con el alma de su MADRE para juntarla de nuevo al cuerpo.

         Con suavidad la tomaron, al igual que la palma amarilla y la alzaron, para siempre, al lado de la TRINIDAD.

         En el camino, MARÍA, abrió los ojos.

         Como ese hacer sucedió en la Torre de la ASUNCIÓN. Trujillo tomó el cuerpo roto de su maravilla y comenzó a elevarla. En su trayecto de asunción las piedras de SANTA MARÍA abrieron sus ojos, a través de los vanos de su reconstruido campanario.

 

……………………..

 

         El Torreón de Chaves el Viejo se presenta revestido de otros colores y sentidos. Su verticalidad se integra de tres cuerpos que descansan en una de las rocas más sólidas del lugar, defendiendo una puerta hecha a tajo sobre la misma piedra. En su seno se mezclan cantería maciza y sillería, en las esquinas de los cuerpos superiores, y al ser necesario algo de luz, se acude a aspilleras, a una ventana mudéjar y dos ventanucos. El más alto, aquel que vuela al final de la estatura de la Torre, sirvió para satisfacer la curiosidad de Trujillo. Desde él se asomó, en el siglo XIV, y conoció que eran confines. Muy lejanos barruntó murmullo de olas y olor de mares que entonces, no conoció.

         Junto a la verticalidad aparece la horizontalidad, que conjugadas engendraron la geometría sentimental e histórica de un pueblo.

         Ha sido el sostén de la puerta más importante de Trujillo, la de Santiago, y otra vez con su  fisgoneo supo como nadie de la vida lugareña.

         Mucho le ayudó la paralela Torre allá alzada, con su Campana del Concejo, a través de sus toques tañidos, repicados o abiertos, y el diario repique del toque de queda.

         Hasta allí llegaron las crónicas de la existencia de los linajes, divididos para regir la Villa entre Altamiranos, Añascos y Bejaranos, finalizados en 1.347 por Pedro I con el reparto de los cargos en terceras partes desiguales.

         Sufrió con los males de banderías, y sintió en sus salones la prohibición del uso de armas.

         Le dolieron las noticias de la estocada final de Juan Paredes, en la Plaza Mayor, y que antes había privado de la existencia a su esposa y suegra.

         O las de aquel cruce de aceros, el Jueves Santo de 1.508, en la Iglesia de SANTA MARÍA.

         De las reacciones de los sobrinos de Pascual Gil tras el asesinato del hijo de éste.

         O del hallazgo del cadáver de García de Orellana en el mismísimo Arco.

         Hechos que hicieron llorar a estas piedras trujillanas que tienen corazón.

         Le alegraron las letras de concesión de la categoría de Ciudad, en 1.430, por Juan II.

         No pudo narrar el relato de las bodas reales fallidas, en 1.474, de Doña Juana que había sido llevada al Alcázar.

         Fue posada real y en su seno de piedra, se formó su señorío y lealtad a sus Reyes. Por lo mosmo presenció derrumbarse alturas aleves con el desmoche de sus torreones.

         Su día más feliz, el de la unidad de España, que la hizo, ahora sí, entender aquello del sabor de mares y sonido de olas.

         Vivió con intensidad el descenso de Trujillo, desde las alturas, hasta el llano de la Plaza Mayor, a la que trasladaron Torres y Campanarios, ylas puertas vieron su reflejo en sus soportales.

         Gozó cada vez que el nombre de un trujillano que van ganando el horizonte lejano.

         En la conquista de Granada, en Ceriñola el llamado “brazo del Gran Capitán”, y sobre todo al sembrarse el nombre de Trujillo en Honduras por Francisco de las Casas, en Perú por Francisco Pizarro, en Venezuela por García de Paredes.

         Pero un día enmudeció. Enhiesta y soberbia se conserva, para vivir en la añoranza.

         El último embate lo recibió en 1.817, cuando de su lado le arrancaron la Campana del Concejo.

 

………………………..

 

         Hay otras Torres. El Mirador de las Jerónimas, donde una celosía de ladrillos rojos fue capaz de separar la soledad sonora de un cenobio del mundanal ruido.

         Torre de los Bejaranos, donde están enlazados para siempre, historia y leyenda, heroismo y amor.

         Torres de San Martín y del Alfiler. Torres y Torres de Trujillo.

 

Trujillo, 19 de septiembre de 1.998.

José María González-Haba y Guisado.

Feb 202014
 

   Alonso J. R. Corrales Gaitán.                 

   Creo que ni este es el lugar, ni por supuesto ante ustedes es necesario ponerse a hablar largo y tendido sobre Cáceres, pues por muy amplia que hiciese esta explicación, sin duda me quedaría corto. Seguro que otras personas que me han precedido, han hecho esta descripción mas completa y detallada.

                        En este trabajo lo único que voy a tratar de aportar, son unas pocas ideas de cómo hacer mas entretenida la visita a Cáceres. Para ello se me ha ocurrido apuntar unos itinerarios o rutas, fáciles de seguir que cualquiera, acompañado por una libreta para tomar notas de lo que consideramos interesante, y llevar una cámara fotográfica, eso sí con varios carretes de repuesto.

                        Partimos de la base que el supuesto visitante va a pasar en Cáceres como mínimo un fin de semana, de no ser así este entretenido estudio no podría ser aplicable.

                        Antes de continuar tengo que decir que particularmente he seguido una a una todas las rutas, que aquí voy a tratar y por ello puedo asegurar que cualquiera las puede recorrer, disponiendo únicamente del tiempo necesario y de ropa cómoda.

                        Las rutas que propongo son las siguientes:

                       

          Ruta de la muralla.

          Ruta de la heráldica.

          Ruta de los palacios.

          Ruta de las fuentes.

          Ruta de los museos.

          Ruta de las ermitas.

          Ruta de los tesoros.

          Ruta de las leyendas.

          Ruta del subsuelo.

Y    Ruta de las casas con nombre propio.

                       

                        De esta manera podemos hacer nuestra visita más entretenida y completa, pues es mas que evidente que si nos limitamos a acceder a la ciudad monumental, aunque en ello empleemos varias horas, lo más probable es que se pasen muchos casos por alto.

                        Lo verdaderamente positivo que tiene este sistema que yo apunto, es que puede conocerse bastante bien un tema o ruta, sin necesidad de dedicar mucho tiempo  otro que a lo mejor no nos agrada tanto. Es como si estudiásemos una carrera, en este caso Cáceres, tomando asignatura por asignatura, que en este caso concreto son las distintas rutas.

                        A falta, hasta este preciso instante de un libro que sirviéndonos de guía, contenga todas las rutas aquí señaladas, nos deberemos ayudar con otras publicaciones que ya iremos apuntando a lo largo de este trabajo.

 

                        RUTA DE LA MURALLA.- Es recomendable realizar este itinerario en dos ocasiones, una de día y otra de noche, en ambos casos se podrá disfrutar de la belleza de tan magnífico conjunto monumental.

                        Este itinerario se debe iniciar por el Arco de la Estrella o Puerta Nueva, y continuarlo hacia la derecha subiendo los denominados Adarves, de esta sencilla manera conoceremos las distintas entradas a la ciudad monumental y sus numerosas torres defensivas.

                        Lo ideal sería poder hacer este paseo por encima de la muralla, pero como esto no es posible nos conformaremos con hacerlo por la parte interior de la misma. Esta primera ruta puede durar algo mas de la hora. No podemos olvidar que son dos kilómetros aproximadamente de longitud.

 

                        RUTA DE LA HERÁLDICA.- En este tema, es Cáceres una  de las  ciudades mas ricas y completas, pues están registrados varios centenares de escudos heráldicos y de armas, tanto en los exteriores como en los interiores de los edificios civiles y religiosos de la ciudad. Es una manera relativamente sencilla de estudiar las familias que representan, así como los estilos de los mismos y la influencia en las distintas zonas del recinto medieval.

                        En esta gran variedad de escudos heráldicos se puede encontrar el visitante, a familias originarias de prácticamente todos los lugares de España, así como de zonas de Portugal, Francia o Italia, que intervinieron o bien en la Reconquista de la ciudad, en el siglo XIII, o que en fechas posteriores aquí se asentaron levantando su palacio o casa familiar.

                        Recomendamos iniciar este itinerario partiendo de la entrada ya mencionada anteriormente del Arco de la Estrella, y desde allí partir a través de la Plaza de Santa María hasta la parte mas alta del recinto amurallado, hasta así recorrerlo todo, pero para ello debemos de ir con los ojos bien abiertos, pues cientos de escudos están situados en los lugares mas insospechados además de los clásicos de sobre puertas o ventanas.

 

                        RUTA DE LOS PALACIOS.- Considerando que en Cáceres existen mas de medio centenar de estos nobles edificios, que poseen toda la riqueza histórica de un conjunto monumental único, declarado Patrimonio de la Humanidad, se pueden llegar a encontrar infinidad de elementos muy interesantes, formando parte de esta gran variedad de construcciones.

                        Por desgracia no todos los palacios están abiertos al público, existiendo no obstante un elevado número de ellos que lo están únicamente por la mañana, por ubicarse allí organismos oficiales, pero en algunos casos determinados, a pesar de ser casas particulares, dada la buena disponibilidad de los ciudadanos cacereños y su carácter abierto y agradable, es muy posible que dejen acceso limitado a su casa-palacio. Algo que sin duda el turista no olvidará.

                        La visita a estos edificios puede prolongarse por varias horas, dado que existe un elevado número de detalles arquitectónicos o de mero adorno, además de permanente lugar de custodia de no pocas obras de arte de todo tipo.

 

                        RUTA DE LAS FUENTES.- Para poder realizar una visita a estas tan peculiares construcciones, es necesario que sepan desplazarse algo mas libremente por nuestra ciudad, ya que las fuentes se encuentran diseminadas por distintas y distantes zonas de Cáceres, destacando muy especialmente las que aún se conservan próximas a la denominada Ribera de Cáceres, algunas de las cuales han sido restauradas en los últimos años.

                        En sus mejores tiempos nuestra ciudad llegó a contar con una docena de estas fuentes, ubicadas en las proximidades del recinto amurallado y alguna mas a pocos kilómetros. Siendo aún utilizadas en la primera mitad del presente siglo para abastecer a la población cacerense, especialmente en los años de fuertes sequías.

                        En la actualidad son un simple recuerdo de aquellas épocas, conservando su nombre originario y alguna historia o anécdota curiosa, entre las mas conocidas o las más importantes por encontrarse más cercanas al núcleo urbano, tenemos:

 

                        Fuente del Concejo.- Situada en la Ribera, cerca de la Puerta y Arco del Cristo, fue construida en el siglo XV por iniciativa de Alfonso Golfin, como consecuencia del ensanche que se ha producido en aquella zona con relación al tráfico rodado, ha sufrido numerosas transformaciones, la más significativa en los años ochenta del siglo XX. Hasta la década de los años sesenta los cacereños bebíamos de sus aguas y muchas familias la utilizaban para guisar.

                        Fuente del Rey o del Marco.- Se encuentra mas arriba del Convento de San Francisco El Real, es encauzada en 1501 y se cierra con un muro en 1570. Durante los años treinta, cuarenta y cincuenta era frecuente ver allí a infinidad de jóvenes cacereños bañándose, pescando o cogiendo ranas y culebras. No hace muchos años todo aquel entorno ha sido profundamente remodelado por la escuela taller municipal, convirtiéndose en un atractivo lugar.

                        Fuente Nueva y Pilar de San Francisco.- La primera es arreglada en el siglo XV, y los pilares son reconstruidos en el año 1683, de los dos que originariamente se encontraban en aquella zona, el mas bonito se trajo en los años setenta al Foro de los Balbos, junto al Ayuntamiento.

                        Fuente Fría. Situada entre el Puente de San Francisco y el Convento que lleva este mismo nombre, se construyó en el siglo XV, ha pasado por épocas muy malas en las que estuvo a punto de desaparecer por la suciedad y el abandono municipal, hasta hace cuatro o cinco años su agua seguía utilizándose por numerosas familias cacerenses para guisar y beber. Afortunadamente desde hace algunos años todo aquel terreno ha sido remodelado y no peligra su existencia.

                        Fuente de Aguas Vivas.- También fue canalizada en el siglo XV, durante la época de los reyes católicos se le conocía como “fuente de las arañas”, por la gran cantidad de esos bichos que siempre tenía en sus inmediaciones.

                       

                        Otras fuentes y manantiales que existieron en las  afueras y dentro de la población, fueron: de la Concepción, del Paseo Alto, Valhondo, Hinche, Balincero; Santa Ana, Santa Olalla, Arropez, etc. Algunas de estas aún existen en la actualidad aunque o no dan agua o ya no es potable.

                         La gran mayoría de ellas daban un agua sabrosa y muy buena para guisar, existiendo algún manantial que según la opinión ciudadana de la época, daba un agua que curaba ciertos males del cuerpo y del alma.

 

                        RUTA DE LOS MUSEOS.- Los visitantes no deben ignorar que en esta ciudad hay media docena de museos de contenido  muy variado, así como la existencia de otras exposiciones complementarias situadas en distintos lugares de la ciudad.

                        Entre otros tenemos: El Museo Provincial situado en el Palacio de las Veletas; el Diocesano de la Concatedral de Santa María; el Museo Municipal Permanente en la Casa Mirón; el Museo de la Casa Pedrilla; el instalado en la Casa ärabe; y el  Palacio de Carvajal.

                        No obstante y desde mi particular punto de vista, en una ciudad como la nuestra podrían existir algunos museos más, ya que se dan una serie de características adecuadas para ello, incluso hay gran variedad de elementos y objetos que podrían exponerse, como por ejemplo el patrimonio de las cofradías penitenciales, de la cofradía de la Virgen de la Montaña, de pintura costumbrista, de maquetas de distintas construcciones de la ciudad, etc.

                        Con la observación detenida de todo lo contenido en estos lugares, se puede hacer un completísimo estudio histórico-cultural de la ciudad, y de las distintas generaciones que nos han precedido.

 

                        RUTA DE LAS ERMITAS.- No obstante y a pesar de lo hasta ahora apuntado, existen muchos temas que en Cáceres se dan en una gran medida, como es el caso que nos ocupa.

                        A lo largo de nuestra dilatada historia, han llegado a pertenecer al término municipal de Cáceres, un total de 44 ermitas de todos los tipos y estilos, de las cuales 17 han desaparecido totalmente; 8 se han transformado en iglesias o con otra finalidad; siendo en la actualidad otras 8 las ermitas que como tal se conservan en la ciudad. Y en los cercanos alrededores quedan otras 11 algunas en completa ruina.

                        Desde el punto de vista artístico e histórico, sería muy interesante que el visitante pudiese conocer estar construcciones, levantadas al más puro estilo cacerense y que a pesar del tiempo transcurrido desde su creación, aún conservan el encanto popular de sus remotos orígenes y el particular trabajo de las personas que vivieron relacionadas con ellas.

                        Incluso de disponer de mas tiempo, se podría estudiar todo el patrimonio que las ermitas poseen y las cofradías que se hicieron cargo de su cuidado, además de sus celebraciones y origen.

                        Afortunadamente para todos nosotros,  con el inicio de la década de los años noventa del siglo XX, se despertó un general interés por la recuperación de determinadas ermitas que se encontraban en un estado lamentable, desgraciadamente aún quedan algunas otras en completa ruina. En el año 1998 publiqué el libro titulado “Ermitas Cacerenses”, donde están todas estas 44 construcciones y su historia, obra que puede resultar apropiada para conocer estas populares construcciones.

 

                        RUTA DE LOS TESOROS.- A partir de este punto, iniciamos el recorrido por un apartado muy especial que muy bien podríamos subtitular “Paseo por el Cáceres mágico”.

                        En este primer paso se pueden visitar aquellos lugares donde según la tradición oral o de las leyendas populares, en distintos momentos de la historia fueron escondidos tesoros, con la esperanza de recuperarlos, una vez hubiesen llegados tiempos mejores.

                        Y así tenemos los siguientes casos:                                                                                      – Una de las historias más curiosas que aún merodean  por la ciudad de Cáceres y que por desgracia es desconocida para una gran mayoría de sus ciudadanos, es que esta ciudad sirvió en varias ocasiones como lugar donde se ocultaron distintos bandoleros  y sus seguidores, además de ocultar aquí sus tesoros.

                        Dicho esto debemos recordar que en las inmediaciones del Santuario de la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres, es decir en lo alto de la llamada Sierra de la Mosca, el bandolero  martín Paredes, liberal, polígamo, ladrón de templos y conventos, poseía un espléndido escondite, con capacidad para media docena de caballos y jinetes, y que solía utilizar gran parte de su valioso botín.

                        Esta cueva-refugio era un lugar abierto por la naturaleza y que a principios del siglo XIX, oculta su entrada por una alta vegetación sirvió de importante almacén de variadas joyas y objetos valiosos, hasta que el año 1823 fue detenido el bandolero por la autoridad, y a partir de ese momento nada más se supo de toda aquella riqueza.

                        Desde el mes de octubre de aquel año fue encarcelado hasta que falleció de un infarto en 1840 cuando era trasladado camino del patíbulo instalado en la Plaza Mayor.

                        Durante años fueron muchos los aventureros que vagaron la totalidad de la Sierra de la Mosca en busca del tesoro del bandolero, accediendo a las distintas cuevas que allí existían, nada se sabe del resultado de dichas excursiones.

                        Hasta el principio de la década de los setenta del siglo que finaliza, estaba a la vista la boca de una cueva que según los viejos del lugar era la cueva de Martín Paredes, posteriormente su entrada fue ocultada con toneladas de escombros.

                        Hoy el tesoro continua sin aparecer.

                       

                        – Una historia increíble.

                        Lo que en la actualidad es Colegio Infantil de San Antonio, de los padres franciscanos, edificio que se encuentra adosado al templo de Santo Domingo, se construyó en el año 1493 como Convento de Nuestra Señora del Rosario, de la orden de los dominicos predicadores y bajo cuyo cuidado permaneció el edificio hasta el año 1822, en que dichos religiosos se marcharon de Cáceres.

                        En 1873 el Convento era adjudicado al  Ministerio de Hacienda, instalándose allí la Tesorería de la misma, y resulta que el funcionario responsable, en determinadas ocasiones se quedaba hasta altas horas de la noche, contabilizando las grandes sumas de monedas en oro que la caja de seguridad guardaba. Ocurrió que una de estas veces, según cuentan las crónicas de la época, varias personas accedieron a dichas dependencias sin que de ello se percatase el confiado tesorero, dándose el inexplicable  caso policial que tanto el funcionario como la gran cantidad de oro que allí se guardaba desapareciesen sin dejar rastro alguno.

                        Vinieron expertos de distintos puntos de España, tanto policiales como seguidores de pistas, pero el misterio de la desaparición continuó sin ninguna pista. Lo que sorprendió a cacereños, extremeños y a todos cuantos conocieron dicho suceso.

                        En el año 1902 un enorme incendio daba fin a la ubicación de la Delegación de Hacienda en lo que fue Convento de los Dominicos. Los años fueron pasando con más o menos suerte para el edificio en su conjunto, pero no fue hasta el año 1936 cuando se realizaron unas profundas obras de restauración en toda la construcción, lo que sacó a la luz infinidad de objetos y elementos arquitectónicos y artísticos de todo tipo.

                        En un determinado lugar del destrozado edificio apareció un esqueleto completo, corriéndose inmediatamente la voz de que se trataba sin duda del desaparecido tesorero. Aprovechando la disculpa del hallazgo varios aventureros descendieron por el pozo que tiene el patio principal del citado edificio, ello en busca de las sustanciosas monedas. Pero lo encontrado nada tenía que ver con aquel magnífico tesoro. Se sacaron una docena de monedas de todo tipo, un rosario y poco más.

                        Lo desaparecido ascendía a varios millones de pesetas, según valoración de aquella época, Aún en la actualidad no ha aparecido nada de nada. ¿Estará oculto en el pozo? ¿Será cierto que existen galerías subterráneas de comunicación entre el pozo y otras construcciones próximas?

                        Lo mas seguro es que nunca lleguemos a saber la verdad de este misterioso asunto.

 

                        En la ciudad de Cáceres existen una docena de historias por el estilo,            relacionadas con “tesoros escondidos”. Existiendo edificios que durante siglos se han conocido como Casa del Tesoro; la Huerta del Tesoro; los tesoros encontrados en la Calle de Pintores; Calle Machacona; Cuesta de Aldana o Torre de Bujaco, etc- Son algunos de los casos más populares referidos a esas sumas de dinero o joyas escondidas y que fueron encontradas por distintas personas. Sin duda todo esto puede representar una nueva atracción para los turistas que visitan nuestra ciudad. Para poder seguir mejor esta pista, no haya nada como adquirir la obra “Aproximaciones a los Tesoros escondidos en la provincia de Cáceres y Badajoz”, publicado en el año 1995, o consultar la obra titulada: “Leyendas y curiosidades de Cáceres”.

 

             – Y siguiendo por este camino del “Cáceres mágico”, apunto un tema que me parece tremendamente atractivo tanto para los visitantes como para los propios cacerenses, me estoy refiriendo al titulado Ruta de las Leyendas. Para ello además de conocer la propia historia de las mismas, sería muy interesante estar en el lugar exacto donde se produce la leyenda, así podremos estar mejor en situación de comprender esa misteriosa historia..

                         Hasta este preciso instante he podido recuperar de prácticamente el olvido histórico, una treintena de leyendas de todos los tiempos y épocas, que agrupadas pueden darnos una idea clara de la riqueza cultural  sobre la que se asienta la ciudad de Cáceres.

                        Como consecuencia de la limitación lógica de este trabajo, nos vamos a limitar a relacionar algunas de las leyendas más curiosas. De interesar a alguien este apartado nos agradaría mucho profundizar largo y tendido en él

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                        La leyenda de la Galería de la Reconquista, vinculada en una gran parte al patio del Museo de las Veletas, de Cáceres; la leyenda de mansa Alborada, encantamiento que se produce próximo a la denominada Huerta del Conde, en una pequeña callejuela junto al Convento de San Francisco El Real; el trono regio de piedra, asiento pétreo único superviviente del desaparecido alcázar de la ciudad, que era utilizado por la Reina Católica en sus sesiones con el Concejo; el pendón de San Jorge, estandarte originario de la reconquista de la ciudad en el siglo XII y guardado celosamente en el Ayuntamiento de Cáceres; la Casa de los Trucos, comprada por el Obispo Galarza a la familia hebrea de los Cohen, donde existen infinidad de secretos; el pozo de los enamorados, existente en la carretera de Cáceres a Trujillo y donde se suicidaron dos enamorados hace varios siglos; la existencia y el recorrido real de Río verde,  corriente subterránea de agua que transcurre bajo gran parte de la ciudad antigua y que inunda numerosas ruinas y desvanes de la ciudad; la autentica fundación del Convento de San Francisco El Real, hoy Complejo Cultural dependiente de la Diputación Provincial; la existencia de la Ermita de la Excomunión o del  Lignum Crucis, levantado en el patio interior del palacio de los Duques de Abrantes; restos de la ermita de la Magdalena y sus accesos, construcción existente bajo el Convento de San Pablo; contenido del amplio terreno conocido popularmente como Huerta del Conde o Calerizo desde la época de la reconquista de la ciudad; la existencia en Cáceres de un personaje misterioso llamado Ceresole; la vida de un ermitaño muy especial Astrágalo;; y un largo etcétera son algunas de esas leyendas que pueden ser un importante atractivo de la ciudad.

                        Y así llegamos hasta la:

 

             – RUTA DEL SUBSUELO.- Sin lugar a dudas esta es la mas complicada de recorrer, pues aunque se conoce un gran número de estancias que transcurren bajo el suelo de la ciudad de Cáceres, muy pocas pueden llegar a ser conocidas o vistas por el curioso y menos por el turista.

                               Desde mi particular punto de vista este es uno de los más grandes atractivos que tiene hasta este preciso momento mi ciudad, la existencia de numerosas construcciones subterráneas. Su ubicación ha sido dada a conocer en muchas ocasiones, pero sobre todo con mis dos publicaciones aparecidas en 1993 y en 1997 respectivamente y actualmente agotadas, además de innumerables conferencias y artículos periodísticos.

                        Todo lo cual puede dar una idea bastante clara al visitante de la demostrada ubicación de este interesantísimo mundo subterráneo que muchas veces parece sacado de las obras de Julio Verne. Medio centenar de casos vienen a respaldar todo lo dicho, con la gran posibilidad de que queden otros muchos hoy desconocidos incluso para los investigadores del tema.

                        Ciertamente es un tema muy de actualidad pues rara es la ocasión que se comienzan las obras en alguna casa antigua y no aparece alguna construcción de este tipo, desgraciadamente la gran mayoría de las veces se oculta el hallazgo a la autoridad correspondiente pero en otras ocasiones da tiempo a verla incluso a fotografiarla, a pesar de que seguidamente desaparezca, la mayoría de las veces para siempre.

                        Me estoy refiriendo a pasadizos, aljibes, habitaciones, escaleras, bodegas, mazmorras y un variado etcétera. De fácil construcción dado lo irregular del terreno y las distintas alturas sobre las cuales está levantada toda la ciudad monumental de Cáceres.

                        El origen de las mismas es bastante variado, destacando muy especialmente las realizadas en la época musulmana, hebrea o incluso de tiempos posteriores.

                        Una visita a una construcción subterránea que puede muy bien servir de modelo para este gran número de casos, es en el Restaurante Bodega  Medieval, existente desde hace unos en la parte mas alta de la ciudad medieval dentro del Palacio de los Aldanas, originariamente llamado de los Gaitán. Allí se conservan perfectamente arregladas varias habitaciones que se utilizan de comedor, con infinidad de elementos originarios de la época en que se construyó, en el siglo XIV.

                        En la calle Ancha, en el conocido popularmente como Palacio del Vino, existen igualmente dos habitaciones bajo el nivel del suelo que también pueden dar una idea clara de todo este tipo de construcciones repartidas por nuestros Palacios y edificios históricos. Así como el aljibe existente debajo de la Iglesia de la Preciosa Sangre, junto a la Plaza de San Jorge, o las dependencias bajas de la Diputación Provincial y sus pozos. Estos son los casos más fáciles de observar en todo el recinto amurallado, el resto están únicamente para el uso particular y en casos muy concretos  para el curioseo del investigador de turno.

                        Sería algo muy positivo el hacer un plano de la ubicación y situación actual de todas estas construcciones, algo que serviría para ofrecer otro atractivo mas de Cáceres. Inexplicablemente algo así aún no ha interesado a las autoridades y lo mas probable es que no llegue nunca a interesar dada su aparente poca repercusión económica.

                       

                        Y la última ruta que por ahora apunto, es la de aquellas viviendas que han llegado hasta nosotros con nombre propio, ello motivado por alguna particularidad , actividad ocurrida en las mismas o por el simple  apodo de las personas que en algún momento la ocuparon..

                        Así nos podemos encontrar con:

–          Casa de los trucos.

–          Casa del Tesoro.

–          Casa del Mono.

–          Casa de los Judíos.

–          Casa de los aljibes.

–          Casa de las culebras.

–          Casa de los Palomares.

–          Casa del águila.

–          Casa de los Sarmientos.

–          Casa quemada.

–          Casa del gigante.

–          Casa del Sol.

–          Casa de los caballos.

–          Casa de los Crehuet.

–          Casa del candelabro.

–          Casa del duende.

–          Casa de la Virgen.

 

             En un trabajo como el que estamos presentando aquí, en el que contamos con un espacio y tiempo limitado, nos es francamente imposible el desarrollar abiertamente todo lo apuntado en el mismo, por tal motivo nos vamos a limitar a apuntar brevemente la ubicación de cada una de las casas relacionadas.

Se da el nombre de Casa de los Trucos, al edificio es conocido oficialmente como Palacio del Obispo Galarza, se levantó en el siglo XV. Está situado en la calle general Ezponda, próximo a la Plaza de la Concepción y frente a la Plaza Mayor. Tal y como ya hemos apuntado en otro apartado del presente trabajo, en sus orígenes el edificio fue levantado por la familia hebrea Cohen, siendo comprado por el Prelado en el año 1492. Desde el inicio de los años noventa del siglo XX está deshabitado. Es propiedad del  Obispo.

A la casona de la Duquesa de Fernan Núñez, se le conoce popularmente como la Casa del Tesoro, como consecuencia de la superstición local de creerse allí enterrado un fabuloso tesoro dentro de varios cántaros de barro desde el siglo XV.

La situación de dicho edificio, es en las proximidades del Ayuntamiento de Cáceres, en la Plazuela de las Piñuelas, se conoce también a este edificio como Casa de D. Publio Hurtado Pérez, por haber vivido durante muchos años en aquel  lugar, el insigne investigador, quien la compró el año 1870.

Originariamente este conjunto de lo que hoy parece un solo edificio, es el resultado de tres construcciones unidas por el tiempo.

La más próxima físicamente al Ayuntamiento fue construida en el año 1909, la central que compró el Sr. Hurtado Pérez y la que da a la Gran Vía, que sufrió una profunda reforma en el año 1932, colocándole ka galería acristalada y la fachada curva.

Desde hace un par de años ocupan dicho edificio distintas dependencias del Ayuntamiento.

“De ore leonis liberame” (de las fauces del león defiéndeme), es el lema del escudo principal de est Palacio, que se construyó en el siglo XV y que está situado a mediados de la conocida Cuesta de Aldana, calle que transcurre desde el Palacio de su mismo nombre hasta la Plaza de Santa María. Con el paso del tiempo a este edificio también se le ha llamado Palacio de Espadero Pizarro, Cáceres Andrada y Cáceres Nido, como consecuencia e tener en sus muros escudos heráldicos de mencionadas familias.

Se le conoce como Casa del Mono por un simio encadenado que se encuentra esculpido en el arranque de su escalera interior.

Desde el año 1971 y hasta 1989  como museo de pintura, albergó distintas obras de arte religioso, para convertirse desde entonces hasta nuestros días en la sede de la biblioteca de D. Alonso Zamora Vicente.

Hay que aclarar que en la actualidad no se conserva en nuestra ciudad ningún edificio que se llame Casa de los Judíos, esta fue una denominación popular por haber levantado inicialmente el edificio varios miembros de esta religión, pues allí estaba ubicada la sinagoga nueva, lo que ocurría en el siglo XV.

Se le conoce oficialmente como Palacio de la Isla y está ubicado próximo a la Plaza de la Concepción, el edificio que hoy se contempla fue construido en el siglo XVI por la familia Blázquez. En los años veinte del siglo XX fue una casa de huéspedes, para ser vendido en 1948 al Ayuntamiento, quién poco después lo convertiría en Biblioteca Pública y  Archivo Histórico Cultural. En el año 1992 finalizaba esta tarea cultural en dicho edificio.

El edificio histórico que hace varios siglos se conoció como  Casa de los Aljibes, posteriormente se llamaría Casa de las Veletas que es la denominación con la que ha llegado hasta nuestros días. Se trata de la sede del  Museo Provincial de Cáceres, desde el mes de diciembre del año 1931.

La Casa de las Veletas es lo que queda del que fue Alcázar árabe, cuyo origen se remonta al siglo XIII, esta emplazado en lo mas alto de la ciudad medieval cacerense, cerca de la Iglesia de San Mateo. Mencionado baluarte ocupó prácticamente la totalidad de aquel terreno y fue destruido en tiempos del monarca Enrique, para ser reedificado por los descendientes de Vasco Porcallo de Ulloa.

Con la denominación de Casa de las Culebras se han mantenido hasta los años cincuenta como denominación a una vivienda existente en las cercanías de la Real Audiencia de Extremadura, construida en el siglo XVIII y cuyo título se lo comenzaron a dar a partir del siglo XIX cuando un domesticador de serpientes ocupó las habitaciones de la planta baja y como consecuencia de que se le escaparan varios de dichos reptiles,  el vecindario comenzó a llamar el lugar con dicho calificativo.

Los cacereños de varias generaciones han llamado Casa de los Palomares, a la casa número 3 de la calle Sancti Spiritu, de antiguo aquel lugar había sido enfermería de los religiosos dominicos del próximo Convento de Santo Domingo, con el que estaba y está unido mediante un pasillo elevado sobre la Calle Río Verde. Y el título tan peculiar le viene dado por vivir durante muchos años en dicha casa la familia apellidada Palomares.

La casa del Aguila fue construida en el siglo XV por la familia Sande, y está  ubicada detrás de la Iglesia de San Mateo cerca de la Casa del Sol y pegada a la Casa de Los Aldanas o Bodega Medieval.

Recibió hasta hace poco el nombre de Casa de Los Sarmientos, la vivienda que con el número 2 se levanta en la calle Moreras, que fue construida en el siglo XVII, y reedificada casi en su totalidad en el siglo XVIII por sus propietarios, la familia Sarmientos.

 A la Casa Quemada, oficialmente se le conoce como Palacio de Carvajal, que fue construido en el siglo XV, adosándolo a la torre cilíndrica árabe del siglo XI-XII, que se conoce popularmente como Torre de la Higuera, siendo su primer propietario D. Pedro de Carvajal, que casó con Doña María de Mayoralgo.

A finales del siglo XIX se produjo un misterioso incendio que dañó totalmente determinadas zonas del palacio, motivo por el que comienzan a llamarlo Casa Quemada, este hecho acompañado de varias curiosas leyendas supuestamente ocurridas en este edificio, lo hacen sumamente interesante tanto para los cacerenses como para los foráneos.

Tenemos que desplazarlos por la Calle de Caleros, más allá de la Ermita del Vaquero, en la parte derecha en una pequeña plazoleta camino de Fuente Concejo, allí  durante varios siglos existió una casa que los vecinos conocían como casa del Gigante, esto era como consecuencia de vivir allí  en el siglo XVII, Juan Pérez, que con casi dos metros de altura, era la atracción de aquella zona. Procedía de Segovia y estaba casado con Juana Jiménez, de estatura normal. Ni que decir tiene que los propios muebles, tales como sillas y cama eran de proporciones especiales, además de su ropa y demás objetos particulares, lo que motivó que a su muerte tanto sus descendientes como amigos recogieron todos estos objetos y por su particularidad los guardaron como verdaderas reliquias.

Pero tal y como hemos señalado al comienzo de este apartado de las Casa, en Cáceres existen otros muchos edificios que por una serie de particularidades se conocen popularmente con otro adjetivo distinto al  nombre oficial, así podemos visitas Casa del Sol, o residencia de los Solís, hoy ocupada desde el siglo XIX por los Religiosos de la Preciosa Sangre y se encuentra detrás de la Iglesia de San Mateo, en la facha principal aparece un espléndido sol, de ahí su título.

También tenemos a la denominada Casa de los caballos por recordar que en su interior durante algún tiempo se reguardaron varios de estos animales, utilizados por las tropas militares, en la actualidad es una dependencia más adjunto al Palacio de las Veletas por la parte de las traseras o de la judería.

 Con el fin de no cansar a los presentes solamente diremos que nos quedan: la casa de los Crehuet, la del candelabro, del duende, o la de la Virgen. Siendo algunas de las más conocidas, pero no cabe duda que otras muchas viviendas con un nombre especial existen en Cáceres, que con el mero hecho de visitarlas y conocer parte de su historia peculiar, puede significar otro atractivo turístico para la ciudad.

Además señalar que junto a las rutas aquí tratadas podemos también añadir la Ruta de las reliquias, la de los libros o alguna otra.

Tal y como puede ver cualquiera, todo un amplio abanico de posibilidades.

Por todo esto y por otros muchos atractivos más, Cáceres bien merece una detenida visita.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                        D. PUBLIO HURTADO PEREZ   (1850-1929).

 

 

 

                        Antes de comenzar a desgranar los datos referidos a este insigne investigador cacerense, he de confesar a todos los presentes que es mi investigador preferido. Sí, D. Publio ha sido para mí durante todos estos años una auténtica enciclopedia del saber de nuestra tierra, lo admiro profundamente y he leído todo cuanto de él se puede leer, lo publicado y lo inédito. Prácticamente todos mis temas de investigación tienen un apoyo documental en los trabajos que en su día realizó el Sr, Hurtado.

            Mi amistad con dos de sus descendientes, D. Alfonso Artero Hurtado y D. Miguel Hurtado Urrutia, me han ayudado especialmente en muchas de mis tareas, y ha servido para que amplíe notablemente mis conocimientos sobre esta tierra.

            Tanta admiración siento por D. Publio Hurtado Pérez, que mi anterior libro titulado: “Ermitas Cacerenses”, decidí dedicárselo a él, a quién tal y como ha ocurrido con otros tantos investigadores o artistas en vida, no se le ha dado el valor  que merece, ni prestada la atención que necesita.

            Este admirado cacerense nació el día 21 de enero de 1850, siendo el mayor de cinco hijos, tres varones y dos hembras, que tuvo el matrimonio formado por D. Antero Hurtado Valhondo, Relator de la Real Audiencia de Extremadura, y Rosalía Pérez Sandoval, los dos naturales de esta ciudad.

                               Nació en la por entonces Calle de Grajas, hoy Donoso Cortés, lugar donde con el paso del tiempo se levantó la que por muchos años fue la sede de Correos y Telégrafos, y que desde hace algunos años ocupan unas dependencias primero de la Universidad de Extremadura y después de la Junta. Fue bautizado D. Publio el 25 de enero de 1850 en la Iglesia parroquial de San Juan bautista, por el sacerdote D. Blás Gómez Durán, siendo su padrino el abuelo paterno, D. Ignacio Hurtado y Grande de Vegas, y por costumbre de la época le impusieron los siguientes nombres: Publio, Fructuoso, Ignacio, Ramón y Antonio.

                        En honor a la verdad hay que decir que según sus notas parece que no fue un estudiante brillante aunque no es menos cierto que al menos aprobaba las asignaturas en junio, sin tener necesidad de examinarse en septiembre. Y se da la circunstancia de que obtenía las mejores notas en Ciencias que en Letras.

                        En 1864 contrajo unas denominadas fiebres nerviosas, que tardaron bastante tiempo en curar, pero que le dejaron secuelas durante toda su vida. Esto le complicó bastante el finalizar sus estudios, pero no impidió que se dedicase casi plenamente a la lectura, e investigación, además de escribir algunos poemas.

Su primer trabajo en verso  aparecería en el año 1866, titulado “Ilusiones

de una noche”. Cursó Estudios de Derecho en Salamanca y Madrid. Después de no pocas interrupciones como consecuencia de sus continuas fiebres, consigue el grado de Licenciado en derecho Civil y Canónico el 26 de enero de 1872. Tal y como era de esperar dado su interés por todo lo que significaba cultura, durante su estancia en Salamanca participó en cuantas tertulias pudo, escribiendo y dirigiendo el periódico “El Independiente”. Una vez finalizados sus estudios regresa a Cáceres incorporándose al Colegio de Abogados el 3 de febrero de 1872. En el mes de junio de dicho año es nombrado Vice-Consul de Portugal en la provincia de Cáceres, cargo que debió de desempeñar con gran clase dado que el Rey Lusitano le nombró por ello Caballero de la Real Orden Militar de Nuestro Señor Jesucristo, primer galardón que recibía.

                        Como otros muchos ciudadanos es llamado a filas por estar desarrollándose en  aquellos  momentos la tercera guerra carlista, pese a sus fiebres y a su gran miopía le dan aquí en Cáceres apto para el servicio de armas, pero afortunadamente en un nuevo reconocimiento que se le realiza en Badajoz es dado definitivamente por no apto, con fecha 20 de noviembre de 1874. Y es en este mismo año cuando edita una obra en Lisboa, titulada: “Amor y Martirio”.

                        En el año 1877 contrae matrimonio con  Doña María del Sagrario Muro y Muro, pasando a vivir la pareja a la casa con el número 10 de la Plaza de Concepción. Pero dada la pequeña fortuna que había logrado reunir D. Publio, le permitió comprar una casa en el año 1881 a la Duquesa de Fernán Núñez, ubicada en la denominada Plazuela de las Piñuelas Altas, dicha compra ascendió a la nada por entonces despreciable cantidad de 40.000 reales, allí viviría hasta el día de su fallecimiento en el año 1929.

                        Ya en su hogar, es nombrado por el Ayuntamiento como Cronista de la venida a Cáceres de los monarcas de España y Portugal, con motivo de la inauguración del ferrocarril Madrid- Lisboa. Todo lo que sucedió fue magníficamente narrado y detallado por D. Publio, fue un acontecimiento muy importante para nuestra ciudad y sus vecinos.

                        Y es a partir de este año 1881 cuando se intensifica la actividad literaria de nuestro insigne cacerense, apareciendo tanto obras literarias incluidas en revistas de tirada nacional como algunos poemas. Pero a toda esta creación se van uniendo poco a poco trabajos de investigación que sin duda es lo que más le gusta a nuestro protagonista, todo esto motivado por la relativa facilidad que tiene para poder acceder a los archivos tanto públicos como privados, ojeando todo papel que cae en sus manos, dándose la particularidad que llegó a anotar los extractos de los libros de acuerdos hasta el año 1837, algo que hoy es imposible de hacer por haber desaparecido los correspondientes tomos. Otra de las prácticas que solía utilizar con bastante frecuencia era el interrogar a cuantas personas mayores vivían por entonces, quienes les facilitaron muchos de sus datos por haberlos vivido en primera persona.

                        Casi paralelo a la aparición de sus obras, le fueron dados los distintos nombramientos, tales como: Académico Correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Académico de la Historia, Vocal de la Junta Promotora del IV Centenario del Descubrimiento de América, y es aquí donde presenta su primer trabajo serio titulado: “Indianos Cacereños”. Que fue premiado y publicado por la Diputación Provincial de Cáceres.

                        En 1905 presentaría su obra titulada “Los extremeños en América”, que quedó sin publicar y que ha salido a la luz en 1993 gracias al empeño de sus herederos (D. Alfonso y D. Miguel). Pero junto a la aparición de estas obras, continúan los malestares de D. Publio, por lo que las visitas a los balnearios es algo habitual, además de aparecerle otras muchas complicaciones tanto externas como internas. En el año 1894 escribe la novela titulada “Alonso Golfín”.

                        Fue D. Publio Hurtado Pérez uno de los promotores y fundadores de la Revista de Extremadura, lo que ocurría en febrero de 1899; en estos años de existencia de la mencionada Revista comienzan a aparecer los trabajos literarios que ascienden a mas de una docena, pero además va dando a conocer poco a poco sus investigaciones como por ejemplo: “Historia de Cáceres”, “Supersticiones Extremeñas”, “Alonso Ramos o un poeta concepcionista”. De la primera obra mencionada, decir que en la actualidad permanente inédita, ya que por aquel tiempo se limitó a presentar un simple apéndice titulado “Los Carvajales” ; otra obra también escrita en su día, pero no publicada  es “Recuerdos cacereños del siglo XIX”, hoy se encuentra en preparación y posiblemente salga a la luz a finales del año 1999. Luego vendrían las obras “Tribunales y Abogados Cacereños (1910)”; “Castillos, Torres y Casas Fuertes de la provincia de Cáceres”, cuya primera edición apareció el año 1912, apareciendo la segunda edición mas completa y salvando los errores correspondientes en el año 1927. En febrero del año 1915 puso a disposición del Ayuntamiento una gran obra de investigación  que durante cinco años había realizado  en el Archivo Municipal, esta se llamó “Ayuntamiento y familias cacerenses”, en la actualidad se ha convertido en un auténtico tesoro bibliográfico imposible de encontrar un original, pero que durante muchos años los ejemplares que sobraron, se utilizaban por el personal del Ayuntamiento para encender las estufas, motivo por el que desaparecieron por lo menos una veintena de los mismos, así como para calzar las mesas o armarios, claro nos estamos refiriendo a hace mas de cincuenta años, A partir de estos momentos, tanto por su avanzada edad, así como por la variedad y riqueza de sus obras, comienza a ser llamado por todos  “Patriarca de las Letras Extremeñas” .

                        La Real Academia de la Historia le encargó en el año 1912 la reorganización de la Comisión de Monumentos, lo que aceptó hasta el año 1920 coincidiendo con el descubrimiento del  tesoro de Aliseda.

                        En 1914  D. Publio Hurtado fue nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de Declamación, Música y Buenas Letras de Málaga, y en 1918 de la de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, ya era desde 1915 Presidente de la Junta Provincial de Turismo, y en 1917 lo era como Presidente de la Junta del Patronato del Museo de Bellas Artes.

                        Pero continúan las publicaciones con la obra “La Parroquia de San Mateo y sus agregados”, aparecida en 1918, según no cuentan sus descendientes, los datos aquí aparecidos venían de una obra inédita de D. Publio, y a la que dedica prácticamente toda su vida, titulada “Cáceres histórico monumental”, En 1920 aparecía “Extremadura en Toledo”.

                        La figura de D. Publio Hurtado Pérez había calado tanto en la sociedad cacerense d aquella época, que sus habitantes solicitaron a la Corporación Municipal un reconocimiento oficial hacia su figura, bautizando con su nombre la plazuela donde estaba su casa, al mismo tiempo que se solicitaba a la Diputación la concesión de la medalla al Mérito Provincial, actos estos promovidos fundamentalmente por el escritor D. Federico Reaño García (1878-1927).

                        Poco después era creado el Ateneo de la ciudad de Cáceres, el cual comenzó sus actividades el lunes 12 de octubre de 1925, y fue en aquel mismo día cuando se descubrió una bella placa hecha con azulejos, que afortunadamente hoy se conserva, por la cual se daba el nombre de Publio Hurtado Pérez a aquella plazuela llamada hasta entonces como de las Piñuelas. Acto al que acudió todo el vecindario y autoridades de Cáceres bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. Arturo Aranguren , agradeciéndolo emocionado D. Publio desde uno de los balcones de su casa con unas entrañables palabras. Por la tarde en el salón de actos de la Diputación Provincial se inauguraba el Ateneo y se imponía la medalla al Mérito Provincial al gran cacerense “patriarca de las Letras Extremeñas”, quién ya por entonces estaba medio ciego, presidía el acto el Presidente de la Diputación D. Gonzalo López Montenegro y Carvajal.

                        En señal de agradecimiento hacia las autoridades y todos sus paisanos, el Sr. Hurtado dedicó la fantasía mitológica “El Cinturón de Afrodita”, primero en el periódico El Noticiero y posteriormente en separata. Y fue en este mismo año de 1925 cuando la Comisión Provincial de Monumentos propuso que se le concediese el ingreso en la Orden Civil de Alfonso XII, lo que fue secundado por la Diputación y el Ayuntamiento de Cáceres, así como los doce periódicos de la època, por lo cual se le concedió dicho galardón el 22 de enero de 1926.

                        A partir de estos momentos tan felices, su trabajo va decreciendo como consecuencia de su falta de vista así como su elevada edad, pero a pesar de ello concluye el trabajo titulado “Apodos Cacereños”, además de pronunciar algunas conferencias y atender tal y como siempre ha hecho siempre en su casa, a cuantas personas inquietas quieren saber algo de Cáceres. En 1928 aparecería su obra titulada “Nobleza cacereña”, lo que ocurre en la revista malagueña Blasón.

                        Junto a su familia pasa los últimos años de su vida en su casa, realizando pocas actividades y aún menos viajes. En uno de estos marcha en 1928 a Badajoz, para pasar unos días con su hijo Manuel, donde contrae una fuerte gripe, la cual continua padeciendo a su regreso a Cáceres, sin que los médicos consigan recuperarle, lo que precipita su fallecimiento el día 3 de enero de 1929.

                        Así fallece el insigne D. Publio Hurtado Pérez, pero los cacereños continuarían varios meses después, recordándole tal y como lo demuestran distintas actividades culturales que se realizaron en nuestra ciudad, de todo tipo.

                        Hoy, habiendo transcurrido ochenta años desde su fallecimiento, afortunadamente se le sigue recordando y si cabe se le valora cada día más. Sus  libros son verdaderas piezas documentales, muy apreciadas por los investigadores incluso por los bibliófilos.

 

                        A la vista de todo lo expuesto y de infinidad de datos inéditos, que aún permanecen guardados en su archivo y biblioteca, podemos afirmar rotundamente que la influencia cultural que ha ejercido D. Publio en Cáceres y provincia, e incluso me atrevería a decir que en toda Extremadura, es enorme.

            Es mas que probable que en los próximos años, salgan publicados algunos trabajos que en su día fueron realizados por este fructífero investigador, y que en la actualidad se conservan inéditos gracias a la especial dedicación de su biznieto D. Alfonso Artero Hurtado, quién guarda tan impresionante fondo documental en Huelva, su lugar habitual de residencia.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

                        COLOQUIOS    HISTORICOS   DE   EXTREMADURA

 

 

 

 

 

            TRUJILLO   1999 .-

 

 

 

 

 

 

 

                               Comunicaciones de  D. Alonso J. R. Corrales Gaitán.

 

 

 

 

 

                               CACERES  Y  SUS  RUTAS.-

 

 

 

 

 

                        Buenas Tardes.  Creo que ni este es el lugar, ni por supuesto ante ustedes es necesario ponerse a hablar largo y tendido sobre Cáceres, pues por muy amplia que hiciese esta explicación, sin duda me quedaría corto. Seguro que otras personas que me han precedido, han hecho esta descripción mas completa y detallada.

 

                        En este trabajo lo único que voy a tratar de aportar, son unas pocas ideas de cómo hacer mas entretenida la visita a Cáceres. Para ello se me ha ocurrido apuntar unos itinerarios o rutas, fáciles de seguir que cualquiera, acompañado por una libreta para tomar notas de lo que consideramos interesante, y llevar una cámara fotográfica, eso sí con varios carretes de repuesto.

 

                        Partimos de la base que el supuesto visitante va a pasar en Cáceres como mínimo un fin de semana, de no ser así este entretenido estudio no podría ser aplicable.

 

                        Antes de continuar tengo que decir que particularmente he seguido una a una todas las rutas, que aquí voy a tratar y por ello puedo asegurar que cualquiera las puede recorrer, disponiendo únicamente del tiempo necesario y de ropa cómoda.

 

                        Las rutas que propongo son las siguientes:

 

                       

 

          Ruta de la muralla.

 

          Ruta de la heráldica.

 

          Ruta de los palacios.

 

          Ruta de las fuentes.

 

          Ruta de los museos.

 

          Ruta de las ermitas.

 

          Ruta de los tesoros.

 

          Ruta de las leyendas.

 

          Ruta del subsuelo.

 

Y    Ruta de las casas con nombre propio.

 

                       

 

                        De esta manera podemos hacer nuestra visita más entretenida y completa, pues es mas que evidente que si nos limitamos a acceder a la ciudad monumental, aunque en ello empleemos varias horas, lo más probable es que se pasen muchos casos por alto.

 

                        Lo verdaderamente positivo que tiene este sistema que yo apunto, es que puede conocerse bastante bien un tema o ruta, sin necesidad de dedicar mucho tiempo  otro que a lo mejor no nos agrada tanto. Es como si estudiásemos una carrera, en este caso Cáceres, tomando asignatura por asignatura, que en este caso concreto son las distintas rutas.

 

                        A falta, hasta este preciso instante de un libro que sirviéndonos de guía, contenga todas las rutas aquí señaladas, nos deberemos ayudar con otras publicaciones que ya iremos apuntando a lo largo de este trabajo.

 

 

 

                        RUTA DE LA MURALLA.- Es recomendable realizar este itinerario en dos ocasiones, una de día y otra de noche, en ambos casos se podrá disfrutar de la belleza de tan magnífico conjunto monumental.

 

                        Este itinerario se debe iniciar por el Arco de la Estrella o Puerta Nueva, y continuarlo hacia la derecha subiendo los denominados Adarves, de esta sencilla manera conoceremos las distintas entradas a la ciudad monumental y sus numerosas torres defensivas.

 

                        Lo ideal sería poder hacer este paseo por encima de la muralla, pero como esto no es posible nos conformaremos con hacerlo por la parte interior de la misma. Esta primera ruta puede durar algo mas de la hora. No podemos olvidar que son dos kilómetros aproximadamente de longitud.

 

 

 

                        RUTA DE LA HERÁLDICA.- En este tema, es Cáceres una  de las  ciudades mas ricas y completas, pues están registrados varios centenares de escudos heráldicos y de armas, tanto en los exteriores como en los interiores de los edificios civiles y religiosos de la ciudad. Es una manera relativamente sencilla de estudiar las familias que representan, así como los estilos de los mismos y la influencia en las distintas zonas del recinto medieval.

 

                        En esta gran variedad de escudos heráldicos se puede encontrar el visitante, a familias originarias de prácticamente todos los lugares de España, así como de zonas de Portugal, Francia o Italia, que intervinieron o bien en la Reconquista de la ciudad, en el siglo XIII, o que en fechas posteriores aquí se asentaron levantando su palacio o casa familiar.

 

                        Recomendamos iniciar este itinerario partiendo de la entrada ya mencionada anteriormente del Arco de la Estrella, y desde allí partir a través de la Plaza de Santa María hasta la parte mas alta del recinto amurallado, hasta así recorrerlo todo, pero para ello debemos de ir con los ojos bien abiertos, pues cientos de escudos están situados en los lugares mas insospechados además de los clásicos de sobre puertas o ventanas.

 

 

 

                        RUTA DE LOS PALACIOS.- Considerando que en Cáceres existen mas de medio centenar de estos nobles edificios, que poseen toda la riqueza histórica de un conjunto monumental único, declarado Patrimonio de la Humanidad, se pueden llegar a encontrar infinidad de elementos muy interesantes, formando parte de esta gran variedad de construcciones.

 

                        Por desgracia no todos los palacios están abiertos al público, existiendo no obstante un elevado número de ellos que lo están únicamente por la mañana, por ubicarse allí organismos oficiales, pero en algunos casos determinados, a pesar de ser casas particulares, dada la buena disponibilidad de los ciudadanos cacereños y su carácter abierto y agradable, es muy posible que dejen acceso limitado a su casa-palacio. Algo que sin duda el turista no olvidará.

 

                        La visita a estos edificios puede prolongarse por varias horas, dado que existe un elevado número de detalles arquitectónicos o de mero adorno, además de permanente lugar de custodia de no pocas obras de arte de todo tipo.

 

 

 

                        RUTA DE LAS FUENTES.- Para poder realizar una visita a estas tan peculiares construcciones, es necesario que sepan desplazarse algo mas libremente por nuestra ciudad, ya que las fuentes se encuentran diseminadas por distintas y distantes zonas de Cáceres, destacando muy especialmente las que aún se conservan próximas a la denominada Ribera de Cáceres, algunas de las cuales han sido restauradas en los últimos años.

 

                        En sus mejores tiempos nuestra ciudad llegó a contar con una docena de estas fuentes, ubicadas en las proximidades del recinto amurallado y alguna mas a pocos kilómetros. Siendo aún utilizadas en la primera mitad del presente siglo para abastecer a la población cacerense, especialmente en los años de fuertes sequías.

 

                        En la actualidad son un simple recuerdo de aquellas épocas, conservando su nombre originario y alguna historia o anécdota curiosa, entre las mas conocidas o las más importantes por encontrarse más cercanas al núcleo urbano, tenemos:

 

 

 

                        Fuente del Concejo.- Situada en la Ribera, cerca de la Puerta y Arco del Cristo, fue construida en el siglo XV por iniciativa de Alfonso Golfin, como consecuencia del ensanche que se ha producido en aquella zona con relación al tráfico rodado, ha sufrido numerosas transformaciones, la más significativa en los años ochenta del siglo XX. Hasta la década de los años sesenta los cacereños bebíamos de sus aguas y muchas familias la utilizaban para guisar.

 

                        Fuente del Rey o del Marco.- Se encuentra mas arriba del Convento de San Francisco El Real, es encauzada en 1501 y se cierra con un muro en 1570. Durante los años treinta, cuarenta y cincuenta era frecuente ver allí a infinidad de jóvenes cacereños bañándose, pescando o cogiendo ranas y culebras. No hace muchos años todo aquel entorno ha sido profundamente remodelado por la escuela taller municipal, convirtiéndose en un atractivo lugar.

 

                        Fuente Nueva y Pilar de San Francisco.- La primera es arreglada en el siglo XV, y los pilares son reconstruidos en el año 1683, de los dos que originariamente se encontraban en aquella zona, el mas bonito se trajo en los años setenta al Foro de los Balbos, junto al Ayuntamiento.

 

                        Fuente Fría. Situada entre el Puente de San Francisco y el Convento que lleva este mismo nombre, se construyó en el siglo XV, ha pasado por épocas muy malas en las que estuvo a punto de desaparecer por la suciedad y el abandono municipal, hasta hace cuatro o cinco años su agua seguía utilizándose por numerosas familias cacerenses para guisar y beber. Afortunadamente desde hace algunos años todo aquel terreno ha sido remodelado y no peligra su existencia.

 

                        Fuente de Aguas Vivas.- También fue canalizada en el siglo XV, durante la época de los reyes católicos se le conocía como “fuente de las arañas”, por la gran cantidad de esos bichos que siempre tenía en sus inmediaciones.

 

                       

 

                        Otras fuentes y manantiales que existieron en las  afueras y dentro de la población, fueron: de la Concepción, del Paseo Alto, Valhondo, Hinche, Balincero; Santa Ana, Santa Olalla, Arropez, etc. Algunas de estas aún existen en la actualidad aunque o no dan agua o ya no es potable.

 

                         La gran mayoría de ellas daban un agua sabrosa y muy buena para guisar, existiendo algún manantial que según la opinión ciudadana de la época, daba un agua que curaba ciertos males del cuerpo y del alma.

 

 

 

                        RUTA DE LOS MUSEOS.- Los visitantes no deben ignorar que en esta ciudad hay media docena de museos de contenido  muy variado, así como la existencia de otras exposiciones complementarias situadas en distintos lugares de la ciudad.

 

                        Entre otros tenemos: El Museo Provincial situado en el Palacio de las Veletas; el Diocesano de la Concatedral de Santa María; el Museo Municipal Permanente en la Casa Mirón; el Museo de la Casa Pedrilla; el instalado en la Casa ärabe; y el  Palacio de Carvajal.

 

                        No obstante y desde mi particular punto de vista, en una ciudad como la nuestra podrían existir algunos museos más, ya que se dan una serie de características adecuadas para ello, incluso hay gran variedad de elementos y objetos que podrían exponerse, como por ejemplo el patrimonio de las cofradías penitenciales, de la cofradía de la Virgen de la Montaña, de pintura costumbrista, de maquetas de distintas construcciones de la ciudad, etc.

 

                        Con la observación detenida de todo lo contenido en estos lugares, se puede hacer un completísimo estudio histórico-cultural de la ciudad, y de las distintas generaciones que nos han precedido.

 

 

 

                        RUTA DE LAS ERMITAS.- No obstante y a pesar de lo hasta ahora apuntado, existen muchos temas que en Cáceres se dan en una gran medida, como es el caso que nos ocupa.

 

                        A lo largo de nuestra dilatada historia, han llegado a pertenecer al término municipal de Cáceres, un total de 44 ermitas de todos los tipos y estilos, de las cuales 17 han desaparecido totalmente; 8 se han transformado en iglesias o con otra finalidad; siendo en la actualidad otras 8 las ermitas que como tal se conservan en la ciudad. Y en los cercanos alrededores quedan otras 11 algunas en completa ruina.

 

                        Desde el punto de vista artístico e histórico, sería muy interesante que el visitante pudiese conocer estar construcciones, levantadas al más puro estilo cacerense y que a pesar del tiempo transcurrido desde su creación, aún conservan el encanto popular de sus remotos orígenes y el particular trabajo de las personas que vivieron relacionadas con ellas.

 

                        Incluso de disponer de mas tiempo, se podría estudiar todo el patrimonio que las ermitas poseen y las cofradías que se hicieron cargo de su cuidado, además de sus celebraciones y origen.

 

                        Afortunadamente para todos nosotros,  con el inicio de la década de los años noventa del siglo XX, se despertó un general interés por la recuperación de determinadas ermitas que se encontraban en un estado lamentable, desgraciadamente aún quedan algunas otras en completa ruina. En el año 1998 publiqué el libro titulado “Ermitas Cacerenses”, donde están todas estas 44 construcciones y su historia, obra que puede resultar apropiada para conocer estas populares construcciones.

 

 

 

                        RUTA DE LOS TESOROS.- A partir de este punto, iniciamos el recorrido por un apartado muy especial que muy bien podríamos subtitular “Paseo por el Cáceres mágico”.

 

                        En este primer paso se pueden visitar aquellos lugares donde según la tradición oral o de las leyendas populares, en distintos momentos de la historia fueron escondidos tesoros, con la esperanza de recuperarlos, una vez hubiesen llegados tiempos mejores.

 

                        Y así tenemos los siguientes casos:                                                                                      – Una de las historias más curiosas que aún merodean  por la ciudad de Cáceres y que por desgracia es desconocida para una gran mayoría de sus ciudadanos, es que esta ciudad sirvió en varias ocasiones como lugar donde se ocultaron distintos bandoleros  y sus seguidores, además de ocultar aquí sus tesoros.

 

                        Dicho esto debemos recordar que en las inmediaciones del Santuario de la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres, es decir en lo alto de la llamada Sierra de la Mosca, el bandolero  martín Paredes, liberal, polígamo, ladrón de templos y conventos, poseía un espléndido escondite, con capacidad para media docena de caballos y jinetes, y que solía utilizar gran parte de su valioso botín.

 

                        Esta cueva-refugio era un lugar abierto por la naturaleza y que a principios del siglo XIX, oculta su entrada por una alta vegetación sirvió de importante almacén de variadas joyas y objetos valiosos, hasta que el año 1823 fue detenido el bandolero por la autoridad, y a partir de ese momento nada más se supo de toda aquella riqueza.

 

                        Desde el mes de octubre de aquel año fue encarcelado hasta que falleció de un infarto en 1840 cuando era trasladado camino del patíbulo instalado en la Plaza Mayor.

 

                        Durante años fueron muchos los aventureros que vagaron la totalidad de la Sierra de la Mosca en busca del tesoro del bandolero, accediendo a las distintas cuevas que allí existían, nada se sabe del resultado de dichas excursiones.

 

                        Hasta el principio de la década de los setenta del siglo que finaliza, estaba a la vista la boca de una cueva que según los viejos del lugar era la cueva de Martín Paredes, posteriormente su entrada fue ocultada con toneladas de escombros.

 

                        Hoy el tesoro continua sin aparecer.

 

                       

 

                        – Una historia increíble.

 

                        Lo que en la actualidad es Colegio Infantil de San Antonio, de los padres franciscanos, edificio que se encuentra adosado al templo de Santo Domingo, se construyó en el año 1493 como Convento de Nuestra Señora del Rosario, de la orden de los dominicos predicadores y bajo cuyo cuidado permaneció el edificio hasta el año 1822, en que dichos religiosos se marcharon de Cáceres.

 

                        En 1873 el Convento era adjudicado al  Ministerio de Hacienda, instalándose allí la Tesorería de la misma, y resulta que el funcionario responsable, en determinadas ocasiones se quedaba hasta altas horas de la noche, contabilizando las grandes sumas de monedas en oro que la caja de seguridad guardaba. Ocurrió que una de estas veces, según cuentan las crónicas de la época, varias personas accedieron a dichas dependencias sin que de ello se percatase el confiado tesorero, dándose el inexplicable  caso policial que tanto el funcionario como la gran cantidad de oro que allí se guardaba desapareciesen sin dejar rastro alguno.

 

                        Vinieron expertos de distintos puntos de España, tanto policiales como seguidores de pistas, pero el misterio de la desaparición continuó sin ninguna pista. Lo que sorprendió a cacereños, extremeños y a todos cuantos conocieron dicho suceso.

 

                        En el año 1902 un enorme incendio daba fin a la ubicación de la Delegación de Hacienda en lo que fue Convento de los Dominicos. Los años fueron pasando con más o menos suerte para el edificio en su conjunto, pero no fue hasta el año 1936 cuando se realizaron unas profundas obras de restauración en toda la construcción, lo que sacó a la luz infinidad de objetos y elementos arquitectónicos y artísticos de todo tipo.

 

                        En un determinado lugar del destrozado edificio apareció un esqueleto completo, corriéndose inmediatamente la voz de que se trataba sin duda del desaparecido tesorero. Aprovechando la disculpa del hallazgo varios aventureros descendieron por el pozo que tiene el patio principal del citado edificio, ello en busca de las sustanciosas monedas. Pero lo encontrado nada tenía que ver con aquel magnífico tesoro. Se sacaron una docena de monedas de todo tipo, un rosario y poco más.

 

                        Lo desaparecido ascendía a varios millones de pesetas, según valoración de aquella época, Aún en la actualidad no ha aparecido nada de nada. ¿Estará oculto en el pozo? ¿Será cierto que existen galerías subterráneas de comunicación entre el pozo y otras construcciones próximas?

 

                        Lo mas seguro es que nunca lleguemos a saber la verdad de este misterioso asunto.

 

 

 

                        En la ciudad de Cáceres existen una docena de historias por el estilo,            relacionadas con “tesoros escondidos”. Existiendo edificios que durante siglos se han conocido como Casa del Tesoro; la Huerta del Tesoro; los tesoros encontrados en la Calle de Pintores; Calle Machacona; Cuesta de Aldana o Torre de Bujaco, etc- Son algunos de los casos más populares referidos a esas sumas de dinero o joyas escondidas y que fueron encontradas por distintas personas. Sin duda todo esto puede representar una nueva atracción para los turistas que visitan nuestra ciudad. Para poder seguir mejor esta pista, no haya nada como adquirir la obra “Aproximaciones a los Tesoros escondidos en la provincia de Cáceres y Badajoz”, publicado en el año 1995, o consultar la obra titulada: “Leyendas y curiosidades de Cáceres”.

 

 

 

             – Y siguiendo por este camino del “Cáceres mágico”, apunto un tema que me parece tremendamente atractivo tanto para los visitantes como para los propios cacerenses, me estoy refiriendo al titulado Ruta de las Leyendas. Para ello además de conocer la propia historia de las mismas, sería muy interesante estar en el lugar exacto donde se produce la leyenda, así podremos estar mejor en situación de comprender esa misteriosa historia..

 

                         Hasta este preciso instante he podido recuperar de prácticamente el olvido histórico, una treintena de leyendas de todos los tiempos y épocas, que agrupadas pueden darnos una idea clara de la riqueza cultural  sobre la que se asienta la ciudad de Cáceres.

 

                        Como consecuencia de la limitación lógica de este trabajo, nos vamos a limitar a relacionar algunas de las leyendas más curiosas. De interesar a alguien este apartado nos agradaría mucho profundizar largo y tendido en él

 

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                        La leyenda de la Galería de la Reconquista, vinculada en una gran parte al patio del Museo de las Veletas, de Cáceres; la leyenda de mansa Alborada, encantamiento que se produce próximo a la denominada Huerta del Conde, en una pequeña callejuela junto al Convento de San Francisco El Real; el trono regio de piedra, asiento pétreo único superviviente del desaparecido alcázar de la ciudad, que era utilizado por la Reina Católica en sus sesiones con el Concejo; el pendón de San Jorge, estandarte originario de la reconquista de la ciudad en el siglo XII y guardado celosamente en el Ayuntamiento de Cáceres; la Casa de los Trucos, comprada por el Obispo Galarza a la familia hebrea de los Cohen, donde existen infinidad de secretos; el pozo de los enamorados, existente en la carretera de Cáceres a Trujillo y donde se suicidaron dos enamorados hace varios siglos; la existencia y el recorrido real de Río verde,  corriente subterránea de agua que transcurre bajo gran parte de la ciudad antigua y que inunda numerosas ruinas y desvanes de la ciudad; la autentica fundación del Convento de San Francisco El Real, hoy Complejo Cultural dependiente de la Diputación Provincial; la existencia de la Ermita de la Excomunión o del  Lignum Crucis, levantado en el patio interior del palacio de los Duques de Abrantes; restos de la ermita de la Magdalena y sus accesos, construcción existente bajo el Convento de San Pablo; contenido del amplio terreno conocido popularmente como Huerta del Conde o Calerizo desde la época de la reconquista de la ciudad; la existencia en Cáceres de un personaje misterioso llamado Ceresole; la vida de un ermitaño muy especial Astrágalo;; y un largo etcétera son algunas de esas leyendas que pueden ser un importante atractivo de la ciudad.

 

                        Y así llegamos hasta la:

 

 

 

             – RUTA DEL SUBSUELO.- Sin lugar a dudas esta es la mas complicada de recorrer, pues aunque se conoce un gran número de estancias que transcurren bajo el suelo de la ciudad de Cáceres, muy pocas pueden llegar a ser conocidas o vistas por el curioso y menos por el turista.

 

                               Desde mi particular punto de vista este es uno de los más grandes atractivos que tiene hasta este preciso momento mi ciudad, la existencia de numerosas construcciones subterráneas. Su ubicación ha sido dada a conocer en muchas ocasiones, pero sobre todo con mis dos publicaciones aparecidas en 1993 y en 1997 respectivamente y actualmente agotadas, además de innumerables conferencias y artículos periodísticos.

 

                        Todo lo cual puede dar una idea bastante clara al visitante de la demostrada ubicación de este interesantísimo mundo subterráneo que muchas veces parece sacado de las obras de Julio Verne. Medio centenar de casos vienen a respaldar todo lo dicho, con la gran posibilidad de que queden otros muchos hoy desconocidos incluso para los investigadores del tema.

 

                        Ciertamente es un tema muy de actualidad pues rara es la ocasión que se comienzan las obras en alguna casa antigua y no aparece alguna construcción de este tipo, desgraciadamente la gran mayoría de las veces se oculta el hallazgo a la autoridad correspondiente pero en otras ocasiones da tiempo a verla incluso a fotografiarla, a pesar de que seguidamente desaparezca, la mayoría de las veces para siempre.

 

                        Me estoy refiriendo a pasadizos, aljibes, habitaciones, escaleras, bodegas, mazmorras y un variado etcétera. De fácil construcción dado lo irregular del terreno y las distintas alturas sobre las cuales está levantada toda la ciudad monumental de Cáceres.

 

                        El origen de las mismas es bastante variado, destacando muy especialmente las realizadas en la época musulmana, hebrea o incluso de tiempos posteriores.

 

                        Una visita a una construcción subterránea que puede muy bien servir de modelo para este gran número de casos, es en el Restaurante Bodega  Medieval, existente desde hace unos en la parte mas alta de la ciudad medieval dentro del Palacio de los Aldanas, originariamente llamado de los Gaitán. Allí se conservan perfectamente arregladas varias habitaciones que se utilizan de comedor, con infinidad de elementos originarios de la época en que se construyó, en el siglo XIV.

 

                        En la calle Ancha, en el conocido popularmente como Palacio del Vino, existen igualmente dos habitaciones bajo el nivel del suelo que también pueden dar una idea clara de todo este tipo de construcciones repartidas por nuestros Palacios y edificios históricos. Así como el aljibe existente debajo de la Iglesia de la Preciosa Sangre, junto a la Plaza de San Jorge, o las dependencias bajas de la Diputación Provincial y sus pozos. Estos son los casos más fáciles de observar en todo el recinto amurallado, el resto están únicamente para el uso particular y en casos muy concretos  para el curioseo del investigador de turno.

 

                        Sería algo muy positivo el hacer un plano de la ubicación y situación actual de todas estas construcciones, algo que serviría para ofrecer otro atractivo mas de Cáceres. Inexplicablemente algo así aún no ha interesado a las autoridades y lo mas probable es que no llegue nunca a interesar dada su aparente poca repercusión económica.

 

                       

 

                        Y la última ruta que por ahora apunto, es la de aquellas viviendas que han llegado hasta nosotros con nombre propio, ello motivado por alguna particularidad , actividad ocurrida en las mismas o por el simple  apodo de las personas que en algún momento la ocuparon..

 

                        Así nos podemos encontrar con:

 

–          Casa de los trucos.

 

–          Casa del Tesoro.

 

–          Casa del Mono.

 

–          Casa de los Judíos.

 

–          Casa de los aljibes.

 

–          Casa de las culebras.

 

–          Casa de los Palomares.

 

–          Casa del águila.

 

–          Casa de los Sarmientos.

 

–          Casa quemada.

 

–          Casa del gigante.

 

–          Casa del Sol.

 

–          Casa de los caballos.

 

–          Casa de los Crehuet.

 

–          Casa del candelabro.

 

–          Casa del duende.

 

–          Casa de la Virgen.

 

 

 

             En un trabajo como el que estamos presentando aquí, en el que contamos con un espacio y tiempo limitado, nos es francamente imposible el desarrollar abiertamente todo lo apuntado en el mismo, por tal motivo nos vamos a limitar a apuntar brevemente la ubicación de cada una de las casas relacionadas.

 

Se da el nombre de Casa de los Trucos, al edificio es conocido oficialmente como Palacio del Obispo Galarza, se levantó en el siglo XV. Está situado en la calle general Ezponda, próximo a la Plaza de la Concepción y frente a la Plaza Mayor. Tal y como ya hemos apuntado en otro apartado del presente trabajo, en sus orígenes el edificio fue levantado por la familia hebrea Cohen, siendo comprado por el Prelado en el año 1492. Desde el inicio de los años noventa del siglo XX está deshabitado. Es propiedad del  Obispo.

 

A la casona de la Duquesa de Fernan Núñez, se le conoce popularmente como la Casa del Tesoro, como consecuencia de la superstición local de creerse allí enterrado un fabuloso tesoro dentro de varios cántaros de barro desde el siglo XV.

 

La situación de dicho edificio, es en las proximidades del Ayuntamiento de Cáceres, en la Plazuela de las Piñuelas, se conoce también a este edificio como Casa de D. Publio Hurtado Pérez, por haber vivido durante muchos años en aquel  lugar, el insigne investigador, quien la compró el año 1870.

 

Originariamente este conjunto de lo que hoy parece un solo edificio, es el resultado de tres construcciones unidas por el tiempo.

 

La más próxima físicamente al Ayuntamiento fue construida en el año 1909, la central que compró el Sr. Hurtado Pérez y la que da a la Gran Vía, que sufrió una profunda reforma en el año 1932, colocándole ka galería acristalada y la fachada curva.

 

Desde hace un par de años ocupan dicho edificio distintas dependencias del Ayuntamiento.

 

“De ore leonis liberame” (de las fauces del león defiéndeme), es el lema del escudo principal de est Palacio, que se construyó en el siglo XV y que está situado a mediados de la conocida Cuesta de Aldana, calle que transcurre desde el Palacio de su mismo nombre hasta la Plaza de Santa María. Con el paso del tiempo a este edificio también se le ha llamado Palacio de Espadero Pizarro, Cáceres Andrada y Cáceres Nido, como consecuencia e tener en sus muros escudos heráldicos de mencionadas familias.

 

Se le conoce como Casa del Mono por un simio encadenado que se encuentra esculpido en el arranque de su escalera interior.

 

Desde el año 1971 y hasta 1989  como museo de pintura, albergó distintas obras de arte religioso, para convertirse desde entonces hasta nuestros días en la sede de la biblioteca de D. Alonso Zamora Vicente.

 

Hay que aclarar que en la actualidad no se conserva en nuestra ciudad ningún edificio que se llame Casa de los Judíos, esta fue una denominación popular por haber levantado inicialmente el edificio varios miembros de esta religión, pues allí estaba ubicada la sinagoga nueva, lo que ocurría en el siglo XV.

 

Se le conoce oficialmente como Palacio de la Isla y está ubicado próximo a la Plaza de la Concepción, el edificio que hoy se contempla fue construido en el siglo XVI por la familia Blázquez. En los años veinte del siglo XX fue una casa de huéspedes, para ser vendido en 1948 al Ayuntamiento, quién poco después lo convertiría en Biblioteca Pública y  Archivo Histórico Cultural. En el año 1992 finalizaba esta tarea cultural en dicho edificio.

 

El edificio histórico que hace varios siglos se conoció como  Casa de los Aljibes, posteriormente se llamaría Casa de las Veletas que es la denominación con la que ha llegado hasta nuestros días. Se trata de la sede del  Museo Provincial de Cáceres, desde el mes de diciembre del año 1931.

 

La Casa de las Veletas es lo que queda del que fue Alcázar árabe, cuyo origen se remonta al siglo XIII, esta emplazado en lo mas alto de la ciudad medieval cacerense, cerca de la Iglesia de San Mateo. Mencionado baluarte ocupó prácticamente la totalidad de aquel terreno y fue destruido en tiempos del monarca Enrique, para ser reedificado por los descendientes de Vasco Porcallo de Ulloa.

 

Con la denominación de Casa de las Culebras se han mantenido hasta los años cincuenta como denominación a una vivienda existente en las cercanías de la Real Audiencia de Extremadura, construida en el siglo XVIII y cuyo título se lo comenzaron a dar a partir del siglo XIX cuando un domesticador de serpientes ocupó las habitaciones de la planta baja y como consecuencia de que se le escaparan varios de dichos reptiles,  el vecindario comenzó a llamar el lugar con dicho calificativo.

 

Los cacereños de varias generaciones han llamado Casa de los Palomares, a la casa número 3 de la calle Sancti Spiritu, de antiguo aquel lugar había sido enfermería de los religiosos dominicos del próximo Convento de Santo Domingo, con el que estaba y está unido mediante un pasillo elevado sobre la Calle Río Verde. Y el título tan peculiar le viene dado por vivir durante muchos años en dicha casa la familia apellidada Palomares.

 

La casa del Aguila fue construida en el siglo XV por la familia Sande, y está  ubicada detrás de la Iglesia de San Mateo cerca de la Casa del Sol y pegada a la Casa de Los Aldanas o Bodega Medieval.

 

Recibió hasta hace poco el nombre de Casa de Los Sarmientos, la vivienda que con el número 2 se levanta en la calle Moreras, que fue construida en el siglo XVII, y reedificada casi en su totalidad en el siglo XVIII por sus propietarios, la familia Sarmientos.

 

 A la Casa Quemada, oficialmente se le conoce como Palacio de Carvajal, que fue construido en el siglo XV, adosándolo a la torre cilíndrica árabe del siglo XI-XII, que se conoce popularmente como Torre de la Higuera, siendo su primer propietario D. Pedro de Carvajal, que casó con Doña María de Mayoralgo.

 

A finales del siglo XIX se produjo un misterioso incendio que dañó totalmente determinadas zonas del palacio, motivo por el que comienzan a llamarlo Casa Quemada, este hecho acompañado de varias curiosas leyendas supuestamente ocurridas en este edificio, lo hacen sumamente interesante tanto para los cacerenses como para los foráneos.

 

Tenemos que desplazarlos por la Calle de Caleros, más allá de la Ermita del Vaquero, en la parte derecha en una pequeña plazoleta camino de Fuente Concejo, allí  durante varios siglos existió una casa que los vecinos conocían como casa del Gigante, esto era como consecuencia de vivir allí  en el siglo XVII, Juan Pérez, que con casi dos metros de altura, era la atracción de aquella zona. Procedía de Segovia y estaba casado con Juana Jiménez, de estatura normal. Ni que decir tiene que los propios muebles, tales como sillas y cama eran de proporciones especiales, además de su ropa y demás objetos particulares, lo que motivó que a su muerte tanto sus descendientes como amigos recogieron todos estos objetos y por su particularidad los guardaron como verdaderas reliquias.

 

Pero tal y como hemos señalado al comienzo de este apartado de las Casa, en Cáceres existen otros muchos edificios que por una serie de particularidades se conocen popularmente con otro adjetivo distinto al  nombre oficial, así podemos visitas Casa del Sol, o residencia de los Solís, hoy ocupada desde el siglo XIX por los Religiosos de la Preciosa Sangre y se encuentra detrás de la Iglesia de San Mateo, en la facha principal aparece un espléndido sol, de ahí su título.

 

También tenemos a la denominada Casa de los caballos por recordar que en su interior durante algún tiempo se reguardaron varios de estos animales, utilizados por las tropas militares, en la actualidad es una dependencia más adjunto al Palacio de las Veletas por la parte de las traseras o de la judería.

 

 Con el fin de no cansar a los presentes solamente diremos que nos quedan: la casa de los Crehuet, la del candelabro, del duende, o la de la Virgen. Siendo algunas de las más conocidas, pero no cabe duda que otras muchas viviendas con un nombre especial existen en Cáceres, que con el mero hecho de visitarlas y conocer parte de su historia peculiar, puede significar otro atractivo turístico para la ciudad.

 

Además señalar que junto a las rutas aquí tratadas podemos también añadir la Ruta de las reliquias, la de los libros o alguna otra.

 

Tal y como puede ver cualquiera, todo un amplio abanico de posibilidades.

 

Por todo esto y por otros muchos atractivos más, Cáceres bien merece una detenida visita.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                       

 

 

 

 

 

 

 

                       

Feb 202014
 

Javier Godoy Barrado.

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

La reciente constitución de la asociación “Amigos de Santa María”, cuyo objetivo principal es la recuperación paulatina del esplendor artístico que se merece esta iglesia parroquial de Trujillo, como mero órgano asesor de su párroco en la tarea de adecentamiento y ornato de la misma, me llevó a  emprender el estudio de sus “Libros de Fábrica”, con el fin de documentar todas las obras retablísticas, pictóricas y escultóricas que tuvo y las que aún conserva, lugar original de cada una de ellas y cambios que han sufrido de sitio a lo largo de su historia.

 Con este estudio, además de su rico contenido documental, se pretende contar con un elemento de juicio y actuación en futuras obras de recuperación de patrimonio artístico para Santa María. A un lado he dejado otros aspectos, como la orfebrería, ornamentos, etc, cuestiones de un estudio más completo, con categoría de tesis. Queda abierto su contenido a posibles y nuevas investigaciones que pudieran surgir para su engrandecimiento y perfección.

Para la mayor gloria de Dios y de la parroquia de Santa María, he realizado este estudio pormenorizado, tratando altar por altar, a la manera de guía,  para uso y consulta de investigadores y fieles que lo deseen.

 INTRODUCCIÓN HISTÓRICO-ARTÍSTICA 

Tras la Reconquista de la Ciudad de Trujillo, acaecida el  25 de Enero de 1232, festividad de la “Conversión de San Pablo”, se inició la elevación de la parroquia matriz o madre, Santa María La Mayor.

Según es tradición, fue construida sobre la antigua y principal mezquita musulmana, aunque no existe cercioramiento arqueoológico que lo asegure, exorcizada y consagrada al culto católico por el obispo placentino D. Domingo I, bajo el título de “Nuestra Señora de la Asunción”.

Coetáneamente, surgía la parroquia de Santiago Apostol. Posteriormente fueron erigidas en el siglo XIV: San Andrés y La Vera Cruz, intramuros; extramuros, San Martín de Tours, Santo Domingo y San Clemente.

El estilo predominante en Santa María es de transición del Románico al Gótico, destacando su torre campanario original, “Torre Julia”, con tres cuerpos, de estilo románico. Las bóvedas  de las tres naves, coro, baptisterio y torre nueva, corresponden a las últimas obras realizadas a mitad del siglo XVI, en  gótico final y plateresco. En todo el conjunto de la iglesia observamos elementos románicos y góticos conjugados.

 

He de suponer que, hasta la realización del retablo de Fernando Gallego, la imágen de Nuestra Señora de la Asunción, tardorrománica o protogótica ( al igual que otras existente en Trujillo : Virgen de la Coronada, Virgen de la Luz, etc.), que trajeron consigo los reconquistadores, se ubicaría en el centro de la cabecera de la iglesia. Esta hipotética escultura, sería posteriormente sustituida por la que se describe en el primer inventario documentado de 1582, de la cual dice: “Un retablo bueno en el altar mayor dorado y pintado de quatro ordenes en lo alto y siete de ancho con su capitel dorado y una ymagen de nra. sñora. de bulto grande enel medio pintada y dorada con su niño Jesús de bulto y con su guardapolvo pintado y estrellado”.

 

Por estas característica, responde a una imagen ya del siglo XVI, de madera, la cual se vestía incluso en estas fechas, pues aparecen inventariadas vestidos y ropas de la Virgen y el Niño Jesús en este mismo inventario primero, que expondré en el capítulo de Escultura.

 

Las bases de este estudio son los siguientes inventarios, además de la lectura de todas las Cuentas anuales de los Libros de  Fábrica de Santa María, los cuales comienzan en 1559 y finalizan en 1965:

 

A. “INVENTARIO NUEVO” ( 10-XII-1582 ) – “Libro I de Fábrica” ( 1559-1583 ), folio                                                                                                    299 -.                                                                    

B. INVENTARIO DEL AÑO 1595 ( “Libro de las Rentas y escripturas de la Yglesia de                       Nra. Señora Santa María de la Ciudad de Trugillo. Año de 1595”, fol. 11 ).

 

C. “Inventario de los Ornamentos y Alaxas de la Yglesia Parroquial de S.ra S.ta Maria                    la Mayor” ( 15-Septiembre-1729 ) ( “Libro de Ynventario y Rentas de la Yglesia                            Parroq.l de S.r S.ta María. Año de 1729”, folio 76 v. ).

 

D. “Inventario de los Ornamentos y Alaxas de la Yglesia Parroquial S.ra S.ta Maria la                    Mayor” ( 20-Septiembre-1743 ) ( “Libro de Ynventario y Rentas de la Yglesia Parroq.l                   de S.r S.ta María. Año de 1729” , folio 93 ).

 

E. “Imbentario” ( 8-Henero-1756 ) – “Libro V de Fábrica” ( 1731-1755 ), folio 258 v -.

 

 

Los  Inventarios de 1582 y 1595 son muy parecidos, salvo algunas reformas que iré indicando en los capítulos correspondientes.

 

Durante el siglo XIX no aparece ningún inventario documentado en los Libros de Fábrica. La Invasión Francesa, acaecida en Trujillo el 19 de Marzo de 1809, día de San José, trajo la destrucción de innumerables obras de arte en esta Ciudad, desapareciendo casi la totalidad de los retablos y cuadros documentados hasta esas fechas. El paulatino abandono de las capillas y altares sepulcrales, pues los enterramientos dentro de las iglesias fueron prohibidos por Carlos III, y el empobrecimiento de la parroquia por la Desamortización e incuria de los tiempos, redujeron esta magnífica iglesia, como a todas las demás, a la privación artística en la que aún se encuentra.

 

Este trabajo finaliza en 1896, año en que se traladó el culto parroquial de Santa María La Mayor a la iglesia del exclaustrado y desamortizado Convento de San Francisco, donde hoy día perdura.

 

Para la mejor comprensión, he asignado un número a cada altar que trato, situándolos en la siguiente planta de la iglesia. Finalizo con la sacristía y cuatro capítulos dedicados a “Otros” (aquellas obras que no se pueden encuadrar en ningún sitio fijo de la iglesia, por falta de datos explícitos ),  “Escultura”, “Relación Cronológica de los Pintores y Escultores documentados” y un “Apéndice Documental”, para mayor ilustración del mismo.

 

 Sin título-1 copia

   1. ALTAR MAYOR ( RETABLO DE FERNANDO GALLEGO ).

  2. SEPULCRO DE HERNANDO CERVANTES Y LEONOR DE GAETE.

  3. CAPILLA DE JUAN PIZARRO Y JUANA DE HINOJOSA.

  4. CAPILLA DE DIEGO GARCÍA DE ORELLANA

  5. CAPILLA DE JUAN DE VARGAS.

  6. BAPTISTERIO.

  7. ALTAR DEL SANTÍSIMO CRISTO ( CONDE DE MIRANDA ).

  8. ALTAR DE SANTA CATALINA.

  9. ALTAR DE LOS TORRE.

10. ALTAR DE PEDRO CALDERÓN ALTAMIRANO.

11. SEPULCRO DEL CANÓNIGO GONZALO BLÁZQUEZ.

12. CAPILLA DE LOS LOAÍSAS ( SANTA ANA ).

13. CAPILLA DE LOS BARRANTE.

14. SEPULCRO DE HERNANDO ALONSO ALTAMIRANO

15. SACRISTÍA.

 1. ALTAR MAYOR ( RETABLO DE FERNANDO GALLEGO ).

 La primera referencia al retablo mayor, obra de Fernando Gallego ( h.1480 ), aparece en el “Libro I de Fábrica”, que abarca los años de 1559 a 1583, en las Cuentas rendidas el 13 de noviembre de 1560, al folio 26 v.,  refiriéndose a su limpieza:

“di a diº (= Diego) Rodriguez pintor tres mill mrs. (= maravedís) por que limpio el Retablo de nra. (= nuestra) S.a (= Señora)”.

 

En estas mismas cuentas se documenta el arreglo de una tabla del retablo mayor:

 

“di seis rsl. (= reales) a Solano pintor por q. (= que) adereço un tablero del retablo del altar maior”.

 

En el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ) se describe, por primera vez, este retablo, con estas palabras:

 

“Un Retablo bueno en el altar mayor dorado y pintado de pinzel de quatro ordenes en lo alto y siete en ancho con su capitel dorado y una ymagen de nra. sñora de bulto grande enel medio pintada y dorada con su niño Jesús de bulto y con su guardapolvo pintado y estrellado”.

 

Aquí aparece también por primera vez documentada la imagen antigua de Nuestra Señora de la Asunción, la cual trataremos en la sección de “Escultura”.

 

En 1586 se retira la tabla central de la predela, que representaba la “Crucifixión”, como se refleja en el “Inventario Nuevo”:

 

“Una tabla que se quito del retablo del altar donde se puso el sagrario nuevo questa en el altar de Sta. Ana”

“Esta Encima del vestuario En la sacristía”  ( rubricado ).

 

En 1586 se confecciona un guardapolvo para el retablo. Así aparece en el folio 71 del “Libro II de Fábrica”( 1583-1625 ), en las Cuentas rendidas el 3 de Agosto de ese año:

 

“a fran.co (= Francisco) hrrs. (= Hernández) carpintero de concertar el guardapolvo del altar mayor y hilo quatro Rs. (= Reales) y mº (= medio)…”.

 

En el “Inventario de 1595” se describe el Retablo Mayor con las mismas palabras que en el de 1582.

 

En el siglo XVIII se realiza la segunda limpieza del retablo y el retoque de una tabla. Aparece documentada en el “Libro IV de Fábrica” ( 1691-1729 ), “Cuentas desde el 18 de Julio de 1727 al 14 de Junio de 1729”, en el  folio 355 :

 

“Mas se le hazen Buenos dozientos y ôchenta r.s que ên virtud de Decreto del Illmo. (=Ilustrísimo) S.r (= Señor) dn fray fran.co Lasso dela Vega obpo. (= obispo) de êste ôbpo. (=obispado) pago â fran.co Jorge de Nazion Portuges por limpiar êl Retablo del Altar m.or (=Mayor) de dha. (= dicha) Yg.ª (= Iglesia), â êste Dozientos y Zinq.ta (= Cincuenta) R.s por ello y â fran.co Ximenez moreno vez.no (= vecino) deesta Ziu.d (= Ciudad) Pintor y Dorador por retocar un Quadro de dho. (= dicho) retablo que êstaba mui maltratado y Pintar y dar de Colores las tablas que êstan âlos lados del Camarin de N.râ S.râ treinta R.s que uno y ôtro consto de dos rezivos y dho. Decreto y valen ———————————————————————————– 9 520—–”. 

 

En los Mandatos de la Santa Visita del año 1760 se ordena la siguiente intervención en el retablo mayor, y es de este tenor:

 

“Y mediante que las Pilastras nuevas de talla que se hallan en el altar maior a los remattes del adorno de nra. S.ra stan sin dorar sirviendo de borron a el referido adorno, m.do (=mandó)su mrd. que con la maior prontitud se hagan dorar, renovando las demas arriva para q. ste mas dezentte, dho. Altar:”.

 

Estas dos pilastras, que, observando el retablo, se ven más nuevas y algo diferentes a las demás, se renovarían por las obras de adaptación de la antigua ornacina del siglo XV para el nuevo camarín elevado en el siglo XVIII.

 

En 1770 aparece la referencia al segundo dorado del retablo mayor, en las “Cuentas desde 1º de Mayo de 1770 hasta fin de Abril del de la fecha de esta”, las cuales se rinden el 1º de Mayo de 1771, al folio 161 del “Libro VI de Fábrica” ( 1756-1774 ):

 

“Yt. (= Ítem) es Data tres mil ochoz.tos (= ochocientos) un r.s pag.do (= pagado) a Pedro Perez ochoa, y Juan Anº (= Antonio) valiente por los Matteriales p.ª (= para) dorar el retablo destta Yglesia Consta de recivo”.

 

Antonio Ponz ( 1725-1792 ), Secretario de la Real Academia de S. Fernando en el siglo XVIII, en su magna obra “Viaje de España” ( 1772-1794, 18 vols. ), nos ofrece su  particular descripción del Retablo Mayor de Santa María con estas palabras, en la cual hace referencia al  dorado anterior y otros detalles del mismo, y es de este tenor:

 

“Asi la iglesia, como el altar mayor son de gusto gótico: en este hay veinte y cinco pinturas, que tiran al estilo de Durero, y que representan Doctores, Evangelistas, y varios asuntos de la Muerte, y Pasion de Christo. Poco hace doraron este altar; y habiendo hecho un nicho para la Imágen de nuestra Señora, y otro mas abaxo para quando hay manifiesto, han logrado quitar de la vista una tercera parte de las pinturas: gran modo de pensar ! como si en trecientos años no hubiera estado la Virgen con decencia, ni el Santísimo con dignidad. No es esto lo peor, sino que han permitido retocar estas pinturas, y otras igualmente buenas en los altares de quatro capillas de la iglesia, á quien lo entienda tanto como yo, y aun ménos casi, dice el autor de esta censura, pues bien seguro es, que me hubiera abstenido de afear dichas obras.”

 

En la Invasión Francesa, acaecida en Trujillo el 19 de Marzo de 1809, desapareció la imágen antigua de Nuestra Señora de la Asunción. Es tradición  que fue escondida, unos días antes de la llegada de los franceses, por los capellanes de Santa María; pero hasta el día de hoy no sabemos nada más.

En 1814, los marqueses de Santa Marta regalaron un lienzo de grandes dimensiones, firmado por Joaquín Llop, el cual se colocó delante del retablo, ocultando el hueco del camarín y siete tablas. Este lienzo fue trasladado al hueco de la portada norte, cegada, con motivo de la adquisición de la imágen de la Asunción en 1882, que desde ese año preside el retablo.Esta imágen la trataremos en el capitulo dedicado a “Escultura”.

 

En este mismo año de 1882 se registra un  arreglo del retablo, al folio 51 v. del   “Libro X de Fábrica” ( 1852-1889 ) :

 

“Yt. trescientos ochenta y tres reales con noventa y un cent.s (= céntimos) por la tela metálica, cristales, arcayatas, tablas y cuartones para el tejado, vidrieras y arrreglar el retablo, segun relación= recibo, nº 55 ————————————————————————————————————-383/91”.

 

En 1896 se traslada el culto parroquial a la iglesia del excalustrado y desamortizado convento de San Francisco. Esta iglesia había sido utilizada ya anteriormente para dos parroquias más: San  Andrés (1836-1881 ), y Santo Domingo ( 1882-1896 ). En 1896 la de Santo Domingo pasó a ser filial de la de Santa María La Mayor, la cual continúa en nuestros días en esta iglesia de San Francisco. Varias cosas se trasladaron, entre ellas el lienzo de la Asunción de Joaquín Llop, como se refiere en el fol. 13 del “Libro XI de Fábrica” (1889-1965 ), en las Cuentas del año 1896:

 

“Traslación del organo, armonium, cuadro de la Asunción, bancos del coro alto, etc.  Recibo nº 10 ———————————————————————————————– 100”.

 

 

 

2. SEPULCRO DE HERNADO CERVANTES Y LEONOR DE GAETE.

 

Anteriormente a la construcción del sepulcro de Hernando Cervantes, existió una capilla para el sagrario. Así aparece documentado en el “Libro II de Fábrica” (1583-1625 ), al folio 30, en las Cuentas de noviembre de 1583:

 

“mas me hago cargo de dozientos mill mrs. que El lidº (= Licenciado) garçia cerbantes de gaete dio por El sitio del sagrario viejo q. Esta a la mano derecha del altar mayor pa. hazer En el su entierro y capilla”.

 

Este sagrario antiguo lo describiré en el capítulo dedicado a la “Escultura”, el cual se deshizo en 1586, según aparece reflejado en el “Inventario Nuevo” de 1582.

A partir de estas fechas se construye el sepulcro dedicado a Hernando Cervantes y Leonor de Gaete, para cuyo altar mandaron confeccionar un retablo con estas características ( Inventario Nuevo, 10-XII-1582):

 

Un retablo dorado de Sta. (= Santa) Polonia En la capilla del licenciado cervantes En el sitio dondestava el Santisismo Sacramento.

 

En el “Inventario de 1595” se le describe así:

 

“Un Retablo Pequeño dela ymagen de Santa polonia questa En la capilla del lic.do cervantes de gaete dondestava el sagrario de pinzel y dorado con su guardapolvo de anjeo con su escudo y estrellado”.

 

En los reparos que se mandan en la Santa Visita del 11 de febrero de 1729, inscrita en el “Libro de Ynventario y Rentas de la Yglesia Parroq.l de S.r  S.ta María”, se refiere este altar así:

 

En los altares de Sta. Polonia y San Antonio Abad q. dijeron ser del marqués de Sofraga…

 

En el “Inventario del 8 de Enero de 1756” se le sigue nombrando como “Altar de Santa Apolonia”.

 

A partir de estas fechas no se le vuelve a nombrar, y, tras la Invasión Francesa, aparece en su lugar la escultura de la Inmaculada Concepción. Así aparece reflejado en el Acta firmada por D. Gregorio Ildefonso Cidoncha, párroco de Santa María y Arcipreste de Trujillo, inscrita en el folio 190 del “Libro IX de Fábrica” ( 1823-1868 ), referida a la colocación de las reliquias en los altares que tuvieron culto desde entonces. Hemos de entender que muchos sepulcros y capillas perdieron su función en el siglo XIX por la prohibición de entierros en las iglesias, por Carlos III, la extinción de capellanías y el destrozo de retablos en la Invasión Francesa. Los nuevos altares que se consagran son los siguientes:

 

“…coloque las Stas. Reliquias en todas las Aras de la misma; á saber, en la del Altar Mayor dedicado á la Asunción de María Sma. (= Santísima), y en los dedicados á la Anunciación y Concepción de Nuestra Señora q.e estan á los lados del altar mayor, en el del Niño Jesus q.e esta en la Capilla al lado del Evangelio, en el del Smo. (= Santísimo) cristo y el de S. Juan q.e estan fuera de la Capilla mayor,…”

 

La capilla de los Cervantes de Gaete es de estilo renacentista, policromada, con escudo oval, que lleva un campo partido: 1º, BARRANTES ( de gules, una barra engolada de oro), cortado de CERVANTES ( de oro, dos ciervos en su color al palo; 2º, GAETE ( de azur, barra de oro cargada con otra de sable y acompañada de dos lises de oro); cortado ( de oro, una faja de azur; doble bordura, la interior, cosida de oro, con tres lises de azur, la de fuera, de gules, con aspas de oro); al timbre un yelmo con penacho, todo policromado.

 

 

 

3. CAPILLA DE JUAN PIZARRO Y JUANA DE HINOJOSA.

 

La primera referencia a esta capilla aparece en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ), con la siguiente descripción de su retablo:

 

“Otro retablo en la capilla de los pizarros donde estan pintadas nra. señora y sant juº (=Juan) baptista de pinzel y en una caxa una nra. señora de bulto con su niño Jesus grande y dorada”.

 

En el “Inventario de 1595” aparece un nuevo retablo en la Capilla de los Pizarro:

 

“Otro Retablo en la capilla de los piçarros dondestan Una ymagen de bulto de nra. Sª Con su niño jesus y a los lados Sant juº babtista y evanjelista de pinzel”.

 

Se refiere a las dos tablas de los “Santos Juanes”. Estas dos tablas están atribuidas por D. Carmelo Solís, sacerdote e historiador, natural de Trujillo, a un hijo de Luis de Morales “el Divino”, Hernando, por las fechas en que aparecen documentadas en los “Libros de Fábrica”.Estas dos pinturas, tras la Invasión Francesa y en 1862, se trasladaron de este lugar a la antigua Capilla de San Antonio Abad, sepulcro que trataremos a continuación. En este lugar continúan estas tablas, enmarcadas por un decimonónico retablo en pésimas condiciones, el cual mandaría hacer D. Gregorio Ildefonso Cidoncha, párroco de Santa María en esas fechas, nombrado anteriormente.

 

En los “Mandatos” que aparecen escritos al final de las Cuentas de 1643, extendidas en 1644, inscritos en el “Libro III de Fábrica” ( 1629-1692 ), al folio 83, refiriéndose a la capilla de los Pizarro, aparece lo que sigue:

 

“en cuanto a la capilla de nra. sra. de la dulzura de que es Patron don Joan Piçarro de aragon del habito de calatraba= mando su mrd. se notifique a doña Ynes pizarro de Carvajal viuda de don fran.co de vargas y aragon del avito de Alcantara. Su madre y curadora de lo nezesario Para el Ornato del dho. altar como es frontal manteles y Candeleros =”

 

En la segunda mitad del siglo XIX se le nombra como “Altar del Niño Jesús” en el Acta firmada por D. Gregrio Ildefonso Cidoncha en 1862, la cual transcribimos anteriormente. Esta escultura aparece documentada por primera vez en las cuentas de 1754, al folio 231 del Libro de Fábrica que comienza en 1731. De esta imágen trataremos en el capítulo dedicado a la Escultura.

 

 

 

4. ALTAR DE DIEGO GARCÍA DE ORELLANA

    ( O DE SAN ANTONIO ABAD, ACTUAL “SANTOS JUANES” ).

 

Pertenecía esta capilla, construída por Diego García de Orellana en 1522, al linaje Bejarano-Orellana, señores de Orellana la Nueva. Es de estilo gótico, con dos escudos de Bejarano que flanquean otro, dibujado sobre la piedra de Barrantes y Cervantes de Gaete.

 

La primera referencia a esta capilla aparece en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ), pero no se especifica su advocación, cuyo dato aparece posteriormente, en el “Inventario de 1595”:

 

Un rretablo por dorar y pintar en la capilla de pedro de orellana- Dorose y                                                                                                                                           pintose

En el “Inventario de 1595” ya aparece su advocación:

 

“Otro Retablo pintado y dorado de pinzel en la capilla de pº (= Pedro) de orellana dondesta la imajen de santo anton y otras ymagines”.

 

Los mandatos que aparecen al final de las cuentas de 1643, nombrados anteriormente, describen con estas palabras este altar:

 

“La capilla del S.r Sant Anton de que es Patron don Pedro de Orellana vejarano cavallero de la Orden de S.r Santiago – manda su mrd. se le notifique lo mismo”.

 

En el “Inventario del 8 de enero de 1756” se le sigue nombrando como altar de “S.n             Antón”.

 

La Santa Visita celebrada el 11 de febrero de 1729( “Libro de Ynventario y Rentas de la Yglesia Parroq.l de S.r S.ta María. Año de 1729”)  manda llevar a cabo varios reparos en las capillas, nombrando de esta manera a la de San Antón:

 

“En los altares de Sta. Polonia y San Antonio Abad q. dijeron ser del marqués de Sofraga…”.

 

En las Cuentas del 7 de Octubre de 1826 al 7 de Octubre de 1827, inscritas en el “Libro IX de Fábrica” ( 1823-1868 ), al folio 23, aparecen reformas en este altar y en el del Sagrario, que era la Capilla de Santa Ana, actualmente del Cristo del Perdón:

 

Dos mil r. Vn. (= reales vellón), satisfechos â Agustin trigo, por dorar, y pintar las dos Mesas de altar del Sagrario, y Sn Antonio Abad; Puertas de la Yglesia, y confesionarios, y demas q.e consta de dos r.vos (= recibos) q.e presento ————————————————————————————————————2.000–”.

 

El Acta firmada por D. Gregorio Ildefonso Cidoncha el 4 de octubre de 1862 nombra esta capilla con el nuevo título de altar de “S. Juan”. Se refiere al retablo de los “Santos Juanes”, nombrado anteriormente al referirme a la Capilla de Juan Pizarro. El mueble que tienen como retablo es del siglo XIX, similar al frontal de madera del Cristo del Perdón y del Altar Mayor, obra de adecentamiento que llevó a cabo D. Gregorio Ildefonso Cidoncha en 1862.

Tras la Invasión Francesa, el retablo de San Antonio Abad sería destrozado. Hoy quedan dos tablas ( que en origen eran sólo una, hoy partida en dos ) en la capilla de los Pizarro, que representan a San Antonio Abad y a Santa Lucía, dispuestas en un retablo de acarreo de piezas destrozadas en la Invasión, sobre las cuales aparece un escudo mutilado con las armas de los Bejarano, parte superior del retablo destrozado de San Antonio Abad.

 

 

 

5. CAPILLA DE JUAN DE VARGAS.

 

Magnífica y airosa capilla sepulcral mandó edificar Juan de Vargas. Una inscripción lo advierte: Capilla del Noble Linaje de los Vargas en que yace el esforzado caballero Juan de Vargas que la mandó hacer y con él los mayorazgos de sus antecesores: murió el año de 1516: acabose esta obra en el año de 1522 años”.

 

De estilo gótico, conserva varios enterramiento y las gradas donde estaba el altar. También vemos el renacimiento en dos sepulcros en la entrada, con medallones, a la manera de pretil.

 

La primera noticia sobre el retablo de esta capilla aparece en el “Inventario Nuevo” (10-XII-1582), cuya descripción se repite igual en el “Inventario de 1595”:

 

“Otro rretablo En la capilla de don diº vargas carvajal de tres hordenes pintado y muy viejo”.

Al final de las Cuentas de 1644, inscritas en el “Libro III de Fábrica” ( 1629-1692 ), en el folio 83, aparece el siguiente “Mandato” refiriéndose a esta capilla:

 

“En quanto a la capilla de los Vargas de que es Patron don joan de Vargas Conde del puerto: = que esta sin rretablo y muy yndezente. que no se dice misa en ella. mandava. y mando su mrd. se notifique ael adm.or (= administrador) o persona a cuya quenta corre la adm.on (=administración) de la hazienda del dho. conde del puerto dentro de quatro meses de la noz.on (=notificación) deste haga se Ponga Vn rretablo en la dha capilla y en el altar una ara. manteles y frontal y candeleros y lo demas nezsos. (= necesarios) para el ornato de dha. capilla y queste limpia.{ con la deçencia que se deve…”

 

El mandato se cumplió, pues en la Santa Visita del 11 de febrero de 1729 ( “Libro de Ynventario y Rentas de la Yglesia Parroq.l de S.r S.ta María. Año de 1729” ) aparece con un nuevo retablo y advocación:

 

“En el altar dela Capila de la Ssma Trinidad que dijeron ser del Conde del Puerto…”.

 

Esta capilla perteneció a los Vargas-Carvajal, Duques de San Carlos y Condes del Puerto. Hoy día no conserva nada de arte mueble.

 

Esta

 

E6. BAPTISTERIO.

 

Un baptisterio antiguo hubo en Santa María donde iba ubicada la antigua pila bautismal, que se conserva junto a la Portada de Poniente. En 1542 se labró la nueva pila plateresca, y las obras de la Torre nueva comenzaron el sábado 10 de febrero de 1543, concluyéndose a finales del siglo XVIII con el cuerpo de campanas.

En el bajo de la Torre Nueva se construyó el baptisterio, a la par que las obras del coro, cuyo artífice principal fue el famoso arquitecto trujillano Sancho de Cabrera (  1500? – 1574 ).

No hay documentada ninguna obra pictórica en el baptisterio, solamente aparece decorada la alhacena de los Santos Óleos en dos cuentas que aparecen en los Gastos del 13 de Noviembre de 1560 del “Libro I de Fábrica” ( 1559-1583 ) en los folios 49 y 50v., respectivamente:

 

“mas di a solano pintor doze rs. paraen parte de pago de la alhazena que pinto Enla yglesia ondeesta el oleo i chrisma En la pila de baptizar.”

 

“di mas a muriel solano veinteiun reales de lo q. avia de aver de pintar la alhazena deel oleo y chrisma.”

 

 

 

7. ALTAR DEL SANTÍSIMO CRISTO.

 

A la izquierda del sepulcro de Diego García de Paredes, el “Sansón de Extremadura”, en el cual nunca se ha documentado ningún retablo, tabla o cuadro en los Libros de Fábrica de Santa María, se encontraba el antiguo “Altar del Santísimo Cristo”. La primera vez que aparece documentado es en el “Inventario del 8 de enero de 1756”,con este mismo título:

 

“Altar del Ssmo. Christo”.

 

En la Santa Visita del año 1763, inscrita en el “Libro VI de Fábrica” ( 1756-1773 ), se denomina este altar de la siguiente forma:

 

“El Altar del Smo. Christo, que es propio del Exmo. (= Excelentísimo) S.or Conde de Miranda”.

 

En la Santa Visita del 16 de mayo de 1854, inscrita en el “Libro X de Fábrica” (1852-1889), al folio 175, se habla de esta imagen de la siguiente manera:

 

“…; otros cuarenta ( se refiere a días de indulgencia ) á los que lo verifiquen rezando un Padre Nuestro ó un credo ante la imagen de Jesucristo crucificado q.e se halla en uno de los Altares del lado de la Epístola.”

 

Esta imagen fue trasladada en 1862 a la antigua capilla de los Loaísa , ocupando el lugar de la imagen anterior dedicada a Santa Ana, la Virgen y el Niño, de la cual hablaremos posteriormente.

 

Tras la Invasión Francesa, fueron cambiadas de lugar algunas imágines y tablas, y se consagraron seis aras nuevas en sus respectivos altares, que , desde 1862, seguirían con culto.

En el Acta firmada por D. Gregoiro Ildefonso Cidoncha aparece reflejado este cambio, y al referirse a esta imagen lo hace así:

 

“… coloque las Stas. Reliquias en todas las aras de la misma; a saber, en la del Altar mayor…, en el del Smo. cristo y el de S. Juan q.e estan fuera de la capilla mayor,…”

 

Queda así ya demostrado que el actual “Cristo del Perdón” era una imagen que perteneció al Conde de Miranda y estuvo ubicado en el sepulcro a la izquierda del de García de Paredes desde el siglo XVII hasta 1862. Si nos fijamos en este altar, aparece en su centro un hueco donde se incrustaba la cruz de la imagen.

También queda desmontada la hipótesis de que fuera esta imagen el “Cristo de Bobadilla”, el cual se hallaba en la ermita de San Pedro de Bobadilla, dentro de la finca denominada “Quintos de Bobadilla”. Esta dehesa fue propiedad de la Parroquia de Santa María La Mayor hasta el 23 de junio de 1800, vendida al Conde de Torres Arias y Marqués de Santa Marta, en virtud del Real Decreto del 19 de septiembre de 1798 y de la Instrucción del 29 de enero de 1799.

En esta ermita se veneraba una imágen de S. Pedro, de la cual trataremos en el capítulo dedicado a “Escultura”.

Para mayor ilustración de este estudio, he encontrado la fecha del desmantelamiento de la ermita de  “San Pedro de las Bobadillas” en las “Cuentas  de 1º de mayo de 1771 hasta fin de abril de 1772”, al folio 180 v., del “Libro VI de Fábrica” ( 1756-1773 ):

 

Ytt. es Datta Doszientos diez y ôcho rr.s  v.n que tubo de costo el desmantelar la hermita de s.n Pedro y acarrear la madera y tteja como consta de Rezivo deel Maestro, yde razon individual deeste May.mo (= Mayordomo) ————————————————————- 218——

 

 

8. ALTAR DE SANTA CATALINA.

 

La primera y única vez que se nombra este altar en los Libros de Fábrica es en el “Inventario del 8 de enero de 1756”, con el título de “Sta. Catalina”, a continuación del altar que fue del Santísimo Cristo.

En este altar sepulcral no aparece ningún blasón nobiliar y corresponde a la serie de cuatro capillas góticas iguales que fueron construidas en serie, desde el Altar de los Torre hasta el de Diego García de Paredes.

Jamás se vuelve a tratar sobre este altar en los Libros de Fábrica, cuyo retablo correría la nefasta suerte que la mayoría de los demás  en la Invasión Francesa.

 

 

 

9. ALTAR DE LOS TORRE.

 

Este altar se nombra por primera vez en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ) con la siguiente descripción, exactamente igual a la del “Inventario de 1595”:

 

“Otro retablo de San gregorio de pinzel En la capilla de gonçalo de torres carvajal con su guardapolvo pintado”.

 

Durante el siglo XVIII se realizaron reformas en este altar. Así aparece en los folios 49 v. y 80 v del “Libro V de Fábrica” ( 1731-1755 ), y en el folio 94 v. del “Libro VI de Fábrica” (1756-1773), respectívamente; veámoslo:

 

“Cuentas desde la que se tomó en dos de sept. de 1734 hasta hoy día de la fecha”. Se rinden el 2 – XII- 1738; se firman el 9- III – 1739.

 

Yt. da en datta cien rr.es v.on y diez y seis mrs. Que pareze aver pagdo a Antonio Lindo, fran.co ( … ? ) y Antonio Martin Pintores, los cinquenta rr.es por un frontal pintado para el altar de S.r (= Señor) Gregorio, y lo resttante de otras obras y pinturas echas en dha. Yglesia consto de Recibos de dhos. Pintores y v.en (= valen) ——————————————————– 3.416—-

 

Yt. da En data Trescientos y cinquenta rr.s  v.on que parece aver Pag.do a Alvaro Garcia Maestro tallista p.r (= por) el adorno detalla que hiço y puso enel altar de S.n Gregorio quees la Capilla de D.a Juana de Torres que se mando reparar En la Ultima Visita como constta En el final dela Quenta anttez.te, constto de Recibo de dho. tallista y dha. Cant.d(= Cantidad) V.e ——————————————————————————————————————-11.900—-

 

“Cuentas desde 1º de Mayo de 1765 hasta fin de abril del mismo”. Rendidas el 8-junio-1766 ; Firmadas el 8-julio-1766.

 

Ytem es datta tres mill y quatrocientos mrs. pagados a Juan  Anttº Baliente Pintor p.r renotar el quadro de S.r S.n Gregorio y su R.vo se pres.ta (= presenta) ———————-3.400——-

 

No vuelven a aparecer, después de esta fecha, más referencias a este altar en los Libros de Fábrica. Suponemos destrozado en la Invasión Francesa. Por cima de su clave aparece el blasón de los Torre, que aún conserva parte de su policromía  original.Su definición de armas es: De azur, cinco torres de plata puestas en aspa.

 

 

 

10. ALTAR DE PEDRO CALDERÓN ALTAMIRANO.

 

Después del altar de los Torre y antes que el del Canónigo Gonzalo Blázquez, se abre el sepulcro de Pedro Calderón Altamirano. Una inscripción que recorre la parte superior así lo anuncia: “ESTA OBRA MANDO AÇER PEDRO CALDERON ALTAMIRANO FIJO DE VASCO CALDERON NIETO DE FERNANDO”.

 

La primera referencia a este altar aparece en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ), igual descripción que aparece en el “Inventario de 1595”:

 

“Otro rretablo de Sant leon y san lazaro en la capilla de pedro calderon altamirano con una varilla de hierro pa. el guardapolvo”.

 

En el “Inventario del 8 de enero de 1756” se registra sólamente como altar de “Sn. Leon”..

 

No hay más referencias posteriores a este altar en todos los Libros de Fábrica de Santa María.

Bajo el alfiz hay tres escudos, uno con las armas ALTAMIRANO, y los otros dos cuartelados de CALDERÓN y ALTAMIRANO.

 

 

 

 

11. SEPULCRO DEL CANÓNIGO GONZALO BLÁZQUEZ.

 

La primera referencia a este altar aparece en el “Inventario Nuevo”(10-XII-1582). En el “Inventario de 1595” también aparece con la misma y siguiente descripción:

 

“Un retablo de la salutación de nra. S.ra pintado de pinzel en la capilla del canonigo gonçalo blázquez”.

 

Esta tabla fue trasladada en 1862 al sepulcro de los Altamirano, a la derecha del Altar Mayor. En esta fecha, como ya hemos dicho en varias ocasiones, el párroco de Santa María, D. Gregorio Ildefonso Cidoncha, tras lada algunas obras de arte con la intención de ornar los altares y capillas más cercanos al Altar Mayor. Así aparece especificado en el Acta firmanda por él con fecha 4 de octubre de 1862:

 

“… coloque las S.tas Reliquias en todas las Aras de la misma; á saber, en la del Altar Mayor dedicado á la  Asunción de María S.ma; y en los dedicados á la Anunciación y Concepción de Nuestra Señora q.e estan á los lados del altar mayor…”

 

Hoy día  continúa en el altar de los Altamirano, y ha sido restaurada en el verano de 1998.

 

Sobre el alfil recorre esta inscripción: ESTE ARCO+SEPULTURA+MANDO HACER GONZALO BLAZQUEZ+CANONIGO EN LA EGLIA (= IGLESIA) DE PLASENCIA ARCIPRESTE DE TRUJILLO LA CUAL HIZO EN EL AÑO DE MILL QUATROCIENTO XL VIII”.

 

Al fondo se puede ver una especie de banco, de ladrillo y lucido, posiblemente donde iba asentada la tabla anteriormente mencionada, con la siguiente leyenda: ACABOSE A 5 DE HENERO DE I58I (posible año de la ejecución de la tabla ). Conserva aún policromías originales, y repintes del siglo XVIII. Cuatro escudos con las armas de los BLÁZQUEZ: de gules, tres fajas de oro; bordura camponada de oro y gules.

 

 

 

 

12. CAPILLA DE LOS  LOAÍSA ( O DE SANTA ANA ).

 

Se abre esta capilla al lado de la epístola, junto al sepulcro del canónigo Gonzalo Blázquez. Coronada por arco de medio punto, conserva el retablo y altar de piedra, en cuyo tímpano aparece un escudo con las armas de los  Loaísas ( cinco rosas) bajo capelo episcopal; a la derecha escudo de Loaísa partido de Figueroa.

 

No poseía esta capilla una tabla o cuadro, sino un grupo escultórico de Santa Ana, la Virgen y el Niño, la cual trataremos en el capítulo de la “Escultura”. Así lo refiere el “Inventario Nuevo” (10-XII-1582 ):

 

“Una imagen de Sancta ana de bulto grande con nra. señora y su hijo enbraços pintada y dorada en la capilla de los  loaysas”.

 

En el “Inventario del 8 de enero de 1756” se le nombra como Altar de “S.ra S.ta Ana”.

 

En 1862 se traslada la imagen del Santísimo Cristo ( hoy “Cristo del Perdón” ) de su altar original a esta capilla, cuya imagen de Santa Ana desaparecería en la Invasión Francesa. De esta forma aparece en el Acta firmada por D. Gregorio Ildefonso Cidoncha, ya  nombrada en varias ocasiones:

 

“… coloque las S.tas Reliquias en todas las Aras de la misma; á saber, …, en el del S.mo cristo y el de S. Juan q.e estan fuera de la Capilla mayor,…”

 

En esta capilla continúa esta venerada imagen, cuyo título actual es “Cristo del Perdón”, cuya Hermandad vela por su decencia y culto; imagen que se procesiona en el traslado a la iglesia de San Francisco, centro actual de las procesiones de Semana Santa, la noche del Miércoles Santo, única procesión que perdura de la zona amurallada o Villa a la zona de la Ciudad extramuros, reminiscencia de las que partían en la Edad Media desde la extinta parroquia de la Vera Cruz.

 

 

 

13. CAPILLA DE LOS BARRANTE.

 

La primera alusión al retablo de la Capilla de los Barrante aparece en el “Inventario Nuevo” (10-XII-1582 ):

 

“Yten otro rretablo junto ala sacristia enque estan pintadas las onze myll virgenes y san lorenço y otros santos es de tres ordenes en ancho y largo con su guardapolvo estrellado y pintado viejo”.  

 

Con estas mismas palabras se describe en el “Inventario de 1595”.

 

Este antiguo retablo fue sustituido por otro dedicado a “San Andrés”, el cual aparece referido en la Santa Visita del 11 de Febrero de 1729, inscrita en el “Libro de Ynventario y Rentas de la Yglesia Parroq.l de S.r S.ta María”, con estas palabras:

 

“en el altar de S.r San Andres que esta junto ala sachristia de dha. Yglesia que dijeron ser de dn. fran.co de Herrera y Loaisa…”

 

Con este título continúa apareciendo en el “Inventario del 8 de enero de 1756”: “Altar de S. Andrés”.

 

Antonio Ponz, en su “Viage de España”, en la Carta Séptima del Tomo Séptimo, al tratar sobre los retablos de Santa María, dice sobre este altar: “ Me ha parecido bueno el quadro de S. Andres colocado en su altar,…”. Hemos de suponer que este nuevo retablo sería de traza clasicista, propio del gusto neoclásico de este académico del siglo XVIII.

 

Este altar ya no aparece en la relación de nuevas aras consagradas en 1862. A partir de esta fecha perdería toda función litúrgica, cuyo cuadro de San Andrés también habría desaparecido.

 

Por esta capilla se practicó a comienzos del siglo XVI la puerta de entrada a la sacristía, cuyas obras fueron auspiciadas por el obispo de Plasencia D. Gutierre Álvarez de Toledo, cuyo escudo episcopal aparece labrado en la clave central de su bóveda estrellada. En esta capilla aparecen distintos escudos de HINOJOSA y BARRANTE.

 

 

 

14. SEPULCRO DE HERNANDO ALONSO ALTAMIRANO.

 

En este sepulcro, construido en 1526 por Hernando Alonso Altamirano, aparece documentado un retablo en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ) con estas palabras:

 

“Un retablo pequeño ael altar mayor quees delos altamjranos enque esta pintado el desçendimº (= Descendimiento) dela cruz”.

 

La descripción del “Inventario de 1595” es un poco más extensa:

 

“Otro Retablo pequeño al otro lado del altar mayor ques delos altamjranos Enquesta pintado y dorado el desçendim.to de la Cruz con su guardapolvo y escudo y estrellas”.

 

En el “Inventario del 8 de enero de 1756” aparece con el simple título de “Altar de Altamiranos”.

 

A este altar también se refiere Antonio Ponz  de esta manera: “Me ha parecido bueno el quadro de S. Andres colocado en su altar, y los del Descendimiento de la Cruz, y Santa Apolonia en los colaterales al mayor:…”

 

Al construirse el Camarín de la Virgen ( S. XVIII ), se retiró la segunda tabla de la izquierda de la predela del Altar Mayor, que posiblemente representara “La Flagelación”, para practicar la subida al dicho camarín; en su lugar se aprovechó esta tabla del “descendimiento”, procedente del Altar de los Altamirano.

En 1862 se traslada la tabla del Canónigo D. Gonzalo Blázquez a este sepulcro, como aparece en el Acta de las nuevas aras consagradas, firmada por D. Gregorio Ildefonso Cidoncha:

 

“… coloque las S.tas Reliquias en todas las Aras…; y en los dedicados á la Anunciación y Concepción de Nuestra Señora q.e estan á los lados del altar mayor,…”

 

En este sepulcro de los Altamirano sigue hoy esta tabla, que, como ya dije anteriormente, fue restaurada en el verano de 1998.

Se trata de un sepulcro parietal renacentista con el escudo de los ALTAMIRANO ( en campo de plata, diez roeles de azur puestos en tres palos de tres, cuatro y tres; bordura de gules, cargada con ocho aspas de plata), oval, sobre artístico pergamino, timbrado por yelmo afrontado, airón y lambrequines, policromado todo el conjunto. Una inscripción repintada sobre la antigua, dice: “RENOVOSE SIENDO EL ACTUAL POSEEDOR DE LA S. (= SEPULTURA) DON JUAN JOSE DE SOTO ALTAMIRANO, EN 2 DE DIC. DE MDCCIX”.

 

Con el sepulcro de los Altamirano finalizamos el recorrido por todos los altares históricos que tuvo Santa María La Mayor. Continuamos con la Sacristía, también ornada con retablos y cuadros a lo largo de su historia.

 

 

 

15. SACRISTÍA.

 

Varios retablos, tablas y cuadros aparecen documentados en la sacristía de Santa María a lo largo del tiempo. Vamos a exponerlos cronológicamente:

 

A. SIGLO XVI

 

Las primeras referencias aparecen en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ) :

 

“Una tabla pequeña portatil donde esta pintado un descendimjº (= Descendimiento) con un crucifixo encima de pinzel”.

 

Se trata de un altar portatil para decir misa fuera de la iglesia. El “Inventario de 1595” nos aclara que se encontraba guardada en la sacristía:

 

“Una tabla pequeña portatil dondesta pintado un desçencimj.to con un crucifixo ençima de pinzel questa enla sacristia”.

“Otro retablo qesta en la sacristia en questan pintados nra. señora y san pedro y san pablo”.

 

“Otro tablero mediano questa en la ssacristia en questa pintado san xpoval. (=Cristobal)”.

 

En 1586 se retiró la tabla central de la predela del Retablo Mayor, la cual representaba “La Crucifixión”, pues en su lugar se ubicó la custodia o manifestador tallada por el famoso escultor Juanes de la Fuente ( de la cual trataremos exahustivamente en el capítulo dedicado a la Escultura), y el sagrario nuevo, por motivo de los decretos del Concilio de Trento. Los retablos anteriores a estos decretos se modificaron, consecuencia del mayor culto rendido a la Eucaristía, en contra de la Reforma Protestante.

Esta tabla fue trasladada, primeramente, a la capilla de Santa Ana, e, inmediatamente, a la sacristía. Así aparece en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ):

 

“Una tabla que se quito del retablo del altar donde se pusso el sagrario nuevo questa en el altar de Sta. Ana.

Esta Encima del vestuario En la sacristía.”.

 

En el “Inventario de 1595” se describe de esta forma:

“Otro Retablo de pinzel ondesta Un cruçifixo que se quito del rretablo del altar mayor para poner la custodia nueva questa ençima del caxon del vestuario Enla sacristia”.

 

 

B. SIGLO XVII

 

En las “Cuentas desde Junio de 1696 a Junio de 1697”, al folio 48 del “Libro IV de Fábrica” (1691-1729 ) aparece la ejecución de un retablo para la sacristía:

 

Ytt se le hacen buenos Docientos Rs. que pago a Antonio de Roman pintor por pintar tres Cajas y un Retablo de S.n Ger.mo (= Jerónimo) que todo Sta en la sacristia.”

 

Dos cuadros se pintan a finales del siglo XVII para la sacristía. Así se refleja en las “Cuentas desde fin de junio de 1698 hasta fin de diciembre del 1699; rendidas el 2 de marzo de 1700”, al folio 107 del “Libro VI de Fábrica” ( 1691-1729 ):

 

Mas se le pasan en q.ta (= cuenta) quinientos y zinq.ta (= cincuenta) que costaron dos Cuadros grandes questan puestos en la Sacristia de dha Yglesia en loss bestuarios Uno dela zena y otro dela asumpzion de nuestra señora consto de declarazion de  dho. Maiordomo y Valen——————————————————————————————— 18.700——–”.

 

 

C. SIGLO XVIII

 

En el siglo XVIII se realizaron dos amplios, similares y prolijos inventarios de los “Ornamentos y alaxas de la Yglesia parrochial de S.ra S.ta Maria lam.or”, el primero fechado el 5 de Septiembre de 1729 y el segundo el 20 de Septiembre de 1743.

En los dos aparecen documentados los dos cuadros de la Cena y de la Asunción realizadoss a finales del siglo XVII, referidos anteriormente:

 

Inventario 1729 :

 

“Otro quadro de a quatro Baras de largo y tres de ancho con corta diferencia en q. esta pintado el Colegio Apostólico, y la noche de la cena”.

 

“otro quadro grande de tres baras de la Asump.on de nra. Señora”.

 

Inventario 1743 :

 

“otro quadro grande como de quatro varas de Ancho en que esta pintado el colegio Apostolico en la noche de la zena”.

 

“Otro Como de tres varas, de la Asumpción de N.ra S.ra

 

Entre 1757  y 1759 se realizaron composturas en los cuadros de la sacristía; así aparece en las “Cuentas desde henero de 1757”, rendidas el 31 de Agosto de 1759, al folio 33 del “Libro VI de Fábrica” ( 1756-1773 ):

 

 

“Ytten es Datta Dozientos y quarenta rr.s que valen ôcho mill ziento y sesenta mrs. pagados â Antonio Lindo, pintor por las Composturass de los quadros de la sachristia de dha. Yglesia consta se su Rezivo ——————————————————————————————————8.160——–”.

 

 

 

16. ESCULTURA.

 

 

16.1 ESCULTURA DE NUESTRA SEÑORA ( Desaparecida; entrada, sobre el                                                                                                            cepo).

 

La primera escultura documentada en los Libros de Fábrica de Santa María es una imagen pequeña de la Virgen que se encontraba a la entrada de la iglesia. Aparece en un “Mandato” de las  “Cuentas rendidas el 26 de Abril de 1566”, al folio 55 v. del “Libro I de Fábrica” ( 1559-1583 ):

 

“q. (= que) se refresque la pintura dela ymagen de nra. Sª qsta (= que está) a la entrada de la puerta en el cepo en su caxa”.

 

Esta misma escultura aparece documentada en el “Inventario Nuevo” (10-XII-1582):

 

“Una imagen de nra. señora de bulto con su niño en braços mediana y su caxa de madera todo pintado y dorado qesta ençima del cepo.”

 

Era una imagen vestida, así aparece en este mismo inventario; como ejemplo expongo un manto:

 

“Un manto de tafetan azul con rribete de tiºpelo (= terciopelo) azul que sirve ala ymagen Pequeña questa sobre el cepo”.

 

El “Inventario de 1595” la describe así:

 

“Una ymagen de nra. Sª de bulto con su niño En braços mediana questa metida en una caxa de madera pintada y dorada Ençima del cepo”.

 

 

 

16.2 NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN ( Antigua, desaparecida ).

 

En la descripción del Retablo Mayor que aparece en el “Inventario Nuevo” (10-XII-1582 ) se describe, por primera vez, esta imagen,  la cual desapareció en la Invasión Francesa. El “Inventario de 1595” la describe de la misma forma:

 

“Un retablo bueno en el altar mayor dorado y pintado de pinzel de quatro ordenes en lo alto y siete en ancho con su capitel dorado y una ymagen de nra. sñora de bulto grande enel medio pintada y dorada con su niño Jesús de bulto y con su guardapolvo pintado y estrellado.”

 

Esta imagen era ya de vestir en el siglo XVI, pues aparecen inventariadas vestiduras suyas en el “Inventario Nuevo” (10-XII-1582), bajo el epígrafe “Atavios de ymagenes”, en el folio 328 del “Libro I de Fábrica” ( 1559-1583 ); vemos algunos ejemplos:

 

“Una camisa de olanda buena labrada con hilo de oro con ocho cordones de cada pte. (=parte) del pecho y dos a la división en medio con ocho botones para cerralla de hilo de oro y seda colorada y a las espaldas otras treze cordones de la dha. lavor mas pequeñas y las mangas azubonadas con unos rramos grandes de oro a lo largo”.

 

“Una camisa del niño Jesus de olanda con su gorjal guarnecida la polainilla con un hilo               de oro”.

 

“Una delantera de nra. S.ª de Raso Encarnado picado guarnesida con dos guarniciones                de hilo de oro y plata y tres ribetes de tiºpelo (= terciopelo) blanco cortado a ferrada                   En tafetan blanco”.

 

 

16.3 SILLERÍA DE CORO ( Desaparecida ).

 

Una magnífica sillería de coro tuvo Santa María, de nogal y diecisiete asientos, destrozada en la Invasión Francesa de 1809.

Así aparece documentado en el “Inventario de 1595”, bajo el epígrafe de “Cosas de Madera”:

 

“Un coro de madera de nogal y labrado con 17 sillas con sus veneras de los mismo”.

 

Hoy día sólo se conservan tres testeros en el vestuario de la sacristía, testigo de la gloria artística que gozó otrora la Parroquia de Santa María la Mayor de Trujillo.

 

 

 

16.4 SAGRARIO ANTIGUO.

 

Junto al Altar Mayor, en el lado del evangelio, se encontraba, hasta 1586, el sagrario antiguo en un edículo. Tras el Concilio de Trento, para dar mayor culto a la Eucaristía, y en contra de la Reforma Protestante, los sagrarios o tabernáculos se comenzaron a situar en el centro de los retablos, para lo cual se tuvieron que reformar. En Santa María se retiró la tabla central de la “Crucifixión” y se situó el sagrario, junto con el manifestador, en el medio. El sagrario antiguo, descrito en el “Inventario Nuevo” (10-XII-1582 ), se retiró de su emplazamiento y se descompuso, como nos advierte este mismo inventario:

 

“Un sagrario con sus puertas doradas y un capitel y un cristo de bulto encima del dicho capitel de bulto con dos ymagines de bulto sobre dos pilares de madera dorados la una de nra. señora y la ottra de San Juan evengelista y otras ymagines pequeñas en los dichos pilares de bulto con su guardapolvo viejo”.

 

Al margen aparece la siguiente frase: deshizose el año de 1586.

 

En el “Inventario de 1595” ya no aparece este sagrario antiguo, deshecho en 1586, como hemos visto.

16.5 ANDAS DEL SANTÍSIMO ( desaparecidas ).

 

La procesión del Corpus Christi siempre se ha celebrado, desde tiempo inmemorial, desde la parroquia madre Santa María la Mayor, hasta hoy día. Para esta celebración poseía unas andas descritas en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ) con estas literales palabras:

 

“Unas andas de madera todas doradas para el día del corpus cristi con su capitel dorado y cinco angeles de bulto pintados y dorados con quatro horquillas de descanso”.

 

En el inventario de 1595 aparece una nota marginal junto a la descripción que dice: no son servideras por estar viejas. No tengo noticia si se confeccionaron unas nuevas o fueron restauradas alguna vez.

 

 

16.6 CUSTODIA DE JUANES DE LA FUENTE.

 

Juanes de la Fuente era el escultor oficial del Ayuntamiento en 1583. Este escultor hizo varias obras de gran calidad en Trujillo, como el San Gregorio que se encontraba en el retablo de la capilla del Ayuntamiento Viejo. También, en 1583, perfeccionó la escultura granítica de Nuestra Señora de la Victoria, esculpida en 1531 por Diego Durán.

En Santa María confeccionó la custodia o manifestador que, bastante mutilada, podemos ver en el centro del Retablo Mayor, para el cual, como ya referimos antes, fue retirada la tabla de la “Crucifixión”, en 1586.

En los Libros de Fábrica de Santa María está documentada totalmente la obra de esta custodia o manifestador, la cual exponemos a continuación.

 

En la Visita General del año 1583, inscrita en el folio 292 v. del “Libro I de Fábrica” (1559-1583) se manda su confección:

 

“que se haga la custodia de madera que queda mandada hazer a Juanes entallador”.

 

A continuación van apareciendo todos los pagos fraccionandos que se iban librando a Juanes de la Fuente, he transcrito algunos pues son muchos, hasta el finiquito que aparece en el folio 65 del “Libro de Fábrica II” ( 1583-1625 ), en las Cuentas del 3 de Agosto de 1586:

 

“Cuentas de 1º de enero de 1583”, fol. 347 v.:

 

“mas di a joaness de la fuente entallador cincuenta Rs pª parte de pago de la Custodia questa haziendo pª la iglesia que mando hazer el Il. Senor Lldo. nabas con carta de pº (= pago) en mi legajo”.

 

“Cuentas noviembre 1583, fols. 13 v., 14 v., 19, 23v., 40 v., 40 v., 40 v., 40v. respectivamente:

 

“Pague a Joanes dela fuente entallador quinientos reales pª enparte de pº dela custodia de madera q haz pª El altar mayor ay carta de pago y mandamiº (= mandamiento)”.

 

“paque a aºl (= Alonso) mjm. (= Martín) un real y mº (= medio) dela saca de la escritura E fiança pª la custodia q haze Joanes Entallador”.

 

“Pague a Joanes de la fuente Entallador çiento y cinquenta reales pº (= por) Emparte de pago dela custodia de madera q haze pª la yglia (= iglesia) ay mandamº y carta de pago”.

 

“Pague a Joanes de la fuente Entallador cien Rs pª Emparte de pº de la custodia qhaze pº El altar estava mandado sele diesen ay carta de pago”.

 

“Custodia pª el sagrario.  Pague a los tasadorres dela dha. custodia dozis. (= doscientos) y dos Rs con los quatro Rs de los drºs (= derechos) del notº (= notario) q. an deser los ciento y un rs. ques la mitad a cuenta de juanes de la fuente q. los a de tomar a q.ta delo q. se le debe de la custodia q. montan seis mill y ocho çientos y sesenta y ocho mrs.”

 

“Pague a dho. Juº dela fuente pª En q.ta de pº dela dha. custodia otros treziºs (=trescientos) R.s los quales le di luego q. se tasa ay ca. de pº (= carta de pago)”.

 

“Pague al dho. Juº de la fuente cien duºs (= ducados) En Reales. ay mandamº y ca. de pº”.

 

“Pague al dho. Juº dela fuente pª Enp.te de pº de la dha custodia con lo demas ariba contenido otros cinq.ta Rs q le di antes q la acabase ay ca. de pº”.

 

“Gastos 3- agosto-1586”:

 

“q. pague a Juº de la fuente escultor en q.ta dela custodia q hizo alayglesia ochenta Rs en dos vezes dio carta de pº”.

 

“a juº de la fuente escultor en q.ta de la custodia sesenta duºs en Rs q. fueron los q. se cobraron del may.mo de S.t mjn (= mayordomo de San Martín) del emprestado ay carta de pº”.

 

( Al margen: finiquito de la custodia

 

hize q.ta con juº dela fuente escultor de la custodia q. hizo de madera pª la yglesia y pareçe q. contados todos los mrs. q. hasta oy 4 de abril de 1587 aºs  a Reçibo desta custodia se le Restaron deviendo treynta y quatro mjll y nove aºs (= ases) y ochenta y ocho mrs. los quales le pague en Sta maria xxvi (mil) xv mrs. q. le libre en aºl solano de resto de su alce. (= alcance) y vii (mil) d mrs. q. le libre en juº piçarro carvajal de la mda. (= manda) de doña clara y i (mil) cccc lxx iiii mrs. q. le di en dinero como pareçera por la qta. y carta de pº”.

 

El “Inventario de 1595” nos proporciona la siguiente jugosa descripción de esta custodia:

 

“Una custodia dorada y estofada muy rica questa En el altar mayor dondesta el Sant.mo (= Santísimo) sacram.to (= Sacramento) con sus Columnas y chapitel es de madera con quatro angeles de bulto pequeños encima dela linterna y un xpo. (= Cristo) debulto y otro Reçuçitado y encima dela ymagen de nra. Sª una jarra grande dorada”.

 

 

16.7 NUESTRA SEÑORA DE LA DULZURA ( Desaparecida ).

 

Bajo este título se encontraba una  imagen en la hornacina central del retablo de la capilla de Juan Pizarro. Así, como vimos anteriormente, aparece en el “Inventario Nuevo” (10-XII-1582 ):

 

“Otro retablo en la capilla de los pizarros donde estan pintadas nra. señora y sant juº baptista de pinzel y en una caxa una nra. señora de bulto con su niño Jesus grande y dorada”.

 


En los “Mandatos” que aparecen al final de las Cuentas de 1643, al folio 292 del “Libro I de Fábrica” ( 1559-1583 ), al referirse a esta capilla, la describe de la siguiente forma:

 

“en cuanto a la capilla de nra. sra. de la dulzura de que es Patron don Joan Piçarro dearagon del habito de calatraba= mando su mrd. se notifique a doña Ynes pizarro de Carvajal viuda de don franco de vargas y aragon del avito de Alcantara. Su madre y curadora de lo nezesario Para el Ornato del dho. altar como es frontal manteles y Candeleros =”

 

 

16.8 SANTA ANA ( Desaparecida ).

 

En la capilla de los Loisas está documentado el grupo escultórico de Santa Ana, La virgen y el Niño. Así aparece en el “Inventario Nuevo” ( 10-XII-1582 ) y en el “Inventario de 1595”:

 

“Una imagen de Sancta ana de bulto grande con nra. señora y su hijo en braços pintada y dorada en la capilla de los Loaysas”.

 

Esta imagen desapareció en la Invasión Francesa. Al altar que ocupaba desde el siglo XVI se trasladó el “Santísimo Cristo” en 1862, cuyo título actual es “Cristo del Perdón”, donde hoy perdura.

16.9 CALVARIO ( Desaparecido ).

 

 

En el siglo XVI se confeccionó un Calvario para el Retablo Mayor. Así aparece en los gastos de las “Cuentas del 3 de agosto de 1586”,al folio 64 v. del “Libro II de Fábrica” (1583-1625):

 

“a baltasar días por un calbario q. hizo al xpo. (= Cristo) y asentarlo con las ymagines en el Retablo y un registro q. hizo pª el organo doze Rs.”

 

Este calvario fue dorado y pintado al año siguiente:

 

“a jº Ximenez pintor seis Rs. con un doblon de a ocho aºs. (= ases) q. dio el S.r don alvaro altamirano pª dorar y pintar el xpo mª y St. juº de bulto pª poner ençima del Retablo- a 3 de abril de 1587 aºs. (= años)

 

No sé la suerte que correría este calvario, posiblemente retirado al componer el testero del Retablo Mayor en el siglo XVIII, de estilo Rococó, que hoy día podemos ver encima; empero jamás se vuelve a hablar sobre él en todos los  Libros de Fábrica de Santa María La Mayor.

 

 

16.10 SANTÍSIMO CRISTO ( Actual “Cristo del Perdón” ).

 

Esta escultura, cuya documentación hemos expuesto al tratar sobre su altar , se encuentra ubicado desde 1862 en la antigua Capilla de los Loaísas, ocupando el hueco donde estuvo la imágen de Santa Ana. Su altar original, cuyas trazas nos hacen reconocerlo del siglo XVII, pertenecía al Excelentísmo Señor Conde de Miranda.

Actualmente se procesiona en el traslado que se efectúa el Miércoles Santo desde Santa María hasta la iglesia de San Francisco. Su hermandad, cuyo título es “Hermandad del Cristo del Perdón y Nuestra Señora de la  Asunción”, ha sido reconstituida en 1985.

 

 

16.11 INMACULADA CONCEPCIÓN.

 

La única vez que  se habla de esta escultura en los Libros de Fábrica es en el Acta firmada por D. Gregorio Ildefonso Cidoncha el 4 de octubre de 1862, con motivo de la consagración de altares:

 

“… coloque las  S.tas Reliquias en todas las Aras de la misma; a saber, en la del Altar Mayor dedicado á la Asunción; y en los dedicados á la Anunciación y Concepción de Nuestra  Señora q.e estan á los lados del altar mayor,…”

 

El altar al que se refiere es el de Cervantes de Gaete, sepulcro al lado del evangelio, junto al Altar Mayor.

 

AntonioPonz se refiere a esta imágen en su “Viaje de España” con estas palabras:

 

“Me ha parecido bueno el quadro de S. Andres colocado en su altar, y los del Descendimiento de la Cruz, y de Santa Apolonia en los colaterales al mayor: asimismo tiene regularidad el altar de la Concepción”.

 

Por estas palabras podemos colegir que su retablo sería de gusto clasicista. No he podido localizar, aún, el lugar en que estuvo situado este altar que nombra Ponz, en el siglo XVIII.

 

 

16.12 NIÑO JESÚS.

 

En la sacristía de la iglesia de San Francisco se encuentra, actualmente, una escultura popular del Niño Jesús, de pie y con la bola del Mundo en la mano, en posición de bendecir. Es del siglo XVIII, del cual se tiene noticia documental por primera vez en el folio 231 del “Libro V de Fábrica” ( 1731-1755 ), en la “Cuentas de tres años cumplidos en fin de septiembre del pasado de 1754”. Se refiere a una compostura de la imagen, y es de este tenor:

 

“Yt. es Data tres mil y quatro cientos mrs. pagadoss a Juan de ôlivenza, por la compostura, que hizo, enel Niño Jesús de dha. Yglesia, consta de R.vo ————– 3.400—

 

Como ya expusimos al tratar de la capilla de Juan Pizarro, este Niño Jesús aparece documentado en 1862 en la hornacina central de su retablo, sustituyendo a la imagen de Nuestra Señora de la Dulzura que ocupaba este lugar desde el siglo XVI. En fotografías antiguas hemos visto esta escultura situada dentro del manifestador de Juanes de la Fuente.

 

 

16.13 SAN PEDRO DE LAS BOBADILLAS ( Desaparecido ).

 

La parroquia de Santa María tuvo en propiedad, hasta el 23 de junio de 1800, la dehesa llamada “ de las Bobadillas”, en cuyo lugar se hallaba una ermita dedicada a San Perdro bajo el título “de las Bobadillas”. Esta imagen aparece documentada en el “Libro VI de Fábrica” (1756-1774 ), en las “Cuentas de 1º de mayo de 1771 hasta fin de abril de 1772”, al folio 180 v.:

 

Ytt. es Datta ziento veinte rr.s vn. (= reales vellón) pagados ael mismo Juan Antonio ( Valiente ) por componer la imagen desan Pedro delas Bobadillas consta desu rezivo q.e se presenta”———————————————————————————————————-120—

 

Para mayor ilustración de este trabajo, en estas mismas cuentas aparece la desaparición de esta ermita, la cual fue mandada desmantelar; en cuyo interior también se veneraba el “Cristo de las Bobadillas”, del  cual no se sabe nada hasta el momento.

Hemos de suponer que estas dos imágenes se trasladarían a  Santa María, corriendo la misma nefasta suerte que las demás durante la Invasión Francesa.

 

( al  margen: Desmantelar la Hermita de S.n Pedro )

 

Ytt. es Datta Dos zientos diez y ôcho rr.s vn. que tubo de costo el desmantelar la hermita de s.n Pedro y acarrear la madera y tteja como consta de Rezivo deel Maestro, y de razon individual deeste May.mo————————————————————————————218—–

 

 

16.14 NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN ( S. XIX ).

 

Es tradición antigua que la imágen de Nuestra Señora de la Asunción que presidía el Altar Mayor fue escondida por los capellanes de Santa María unos días antes de la Invasión Francesa, y que aún está por descubrir. Sin embargo, si nos ceñimos al  archivo parroquial, en el “Libro X de Fábrica” (1852-1889) se dice al respecto literalmente en la “Relación de la imagen de la patrona, de que se hace mención en las cuentas precedentes ( Año 1882 )”, exhaustiva descripción de los pormenores de la adquisición de esta escultura y de la fiesta en su honor al situarse en el Retablo Mayor, lo siguiente:

 

“ Es tradición, que en la invasión francesa del presente siglo desapareció la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, patrona de la iglesia de Santa María la Mayor de esta ciudad de Trujillo, llevándose las tropas del extranjero los preciosos vestidos de su uso, algunos de los cuales se pudieron rescatar.

Desde aquella fecha quedó el camarín del altar mayor sin imagen, cuya falta se suplió en el año mil ochocientos diecisiete, segun cuentan, por el Excmo. señor marqués de Santa Marta, que donó a esta iglesia un magnífico lienzo, que, representando el misterio de la Asunción de Nuestra Señora, sse colocó en el centro del retablo mayor desde lo alto del tabernáculo hasta cubrir el escudo final de aquél, por sus dimensiones, no sólo el camarín sino siete cuadros más del retablo.

En mil ochocientos ochenta y dos se trasladó este lienzo, y hoy est´colocado con su marco en la nave del baptisterio, frente a la ventana grande de mediodía, y puesta en el camarín una imagen de talla que representa dicho misterio, estando la Virgen Santísima sentada sobre una nube, subida por dos preciosos mancebos, circuida de rayos dorados, en que están fijos tres ángeles.

Este grupo de dos metros treinta centímetros de altura, por uno y doce de ancho, es obra del religiosísimo escultor de Valencia del Cid don Modesto Pastor, encargada por el infrascrito,

 

actual cura rector de esta iglesia, costeada con los fondos de fábrica, siendo su coste nueve mil reales.”    

                                                                     Dr.  Francisco Navarro

 

Actualmente sigue esta imagen presidiendo el Altar Mayor, cuyas policromías desentonan sobremaner y afean el magnífico Retablo Mayor de Fernando Gallego. Bueno sería, en momento oportuno, fuera sustituida por otra imagen más acorde con el lugar.

 

 

 

17. OTROS.

 

Algunas obras documentadas en los Inventarios y Cuentas no aparecen ubicadas en ningún lugar o altar, a las cuales dedicamos este capítulo.

 

– “Inventario de los Ornamentos y alaxas de la Yglessia Parrochial de S.ra S.ta Maria                                    lam.º” ( 5-Septiembre-1729 ) :

 

“Un quadro pequeño de la Beronica”.

“Quatro Quadros de Armas Reales de a dos baras”.

“Otro quadro de N.ro S.or Crucificado, pintura de Sevilla de A dos baras”.

“Dos laminas Una de N.ra S.ra de Guadalupe y la otra del  Archangel San                                        Miguel”.

“Un Quadro de dos varas con su marco dorado de San Juan ante portam                                           latinam”.

 

– “Inventario de los Ornamentos y alaxas de la Yglesia Parrochial  de S.ra S.ta Maria                                    lamº” ( 20-Septiembre-1743 ) :

 

“Un quadro pequeño de la Beronica”.

“Quatro Quadros de Armas reales de a dos varas”.

“Otro quadro de a dos Varas de N.ro S.or Crucificado”.

“Dos Laminas, Una de N.ra S.ra de Guadalupe y otra del Archanguel san                             Miguel”.

“otro con marco Dorado de S.n Juan Ante portam latinam”.

 

 

 

18. RELACIÓN CRONOLÓGICA DE PINTORES, DORADORES,                                                   ENTALLADORES Y ESCULTORES DOCUMENTADOS.

 

SIGLO XVI

 

1560- Diego Rodríguez ( Limpió el retablo Mayor ).

 

1560- Francisco de escobar ( entallador ).

 

1560- Pero Gutierrez ( entallador ).

 

1560- Muriel Solano ( pintor ).

 

1583- Juanes de la  Fuente ( escultor ).

 

1586- Juan Ximénez ( pintor y dorador ).

 

1586- Baltasar Díaz ( escultor ).

 

1586- Pedro Mata ( pintor, dorador y estofador ).

 

1586- Gabriel de Miranda ( pintor ).

 

 

SIGLO XVII

 

1604- Gabriel de Miranda ( el mismo que el anterior ).

 

1617- Marín de Prado ( pintor ).

 

1624- Francisco de Cárdenas ( dorador ).

 

1696- Antonio de Román ( pintor ).

 

SIGLO XVIII

 

1727- Francisco Jorge ( Portugués, pintor, limpió el Retablo Mayor ).

 

1727- Francisco Ximenez Moreno ( Pintor y dorador, retocó una tabla del Retablo                                                                                           Mayor ).

 

1734- Antonio Lindo ( pintor ).

 

1734- Francisco  ?    ( pintor ).

 

1734- Antonio Martín ( pintor ).

 

1754- Juan de Olivenza ( compuso el Niño Jesús ).

 

1765- Juan Antonio Valiente ( pintor ).

 

1770- Pedro Pérez Ochoa ( pintor y dorador ).

 

 

SIGLO XIX

 

1804- Andrés Ochoa ( pintor ).

 

1812- Agustín Trigo ( pintor y dorador ).

 

1814- Joaquín Llop ( pintor ).

 

1829- Vicente Piñedo ( pintor )

 

1882- Modesto Pastor ( escultor, Valencia ).

 

 

 

 

19. APÉNDICE DOCUMENTAL.

 

 

* “LIBRO I DE FÁBRICA” ( 1559-1583 ).

 

– “INVENTARIO NUEVO” ( 10-XII-1582 ).

 

Extracto sobre “Ymagines y Retablos”

 

 

“Un Retablo bueno en el altar mayor dorado y pintado de pinzel de quatro ordenes en lo alto y siete en ancho con su capitel dorado y una ymagen de nra. sñora de bulto grande enel medio pintada y dorada con su niño Jesús de bulto y con su guardapolvo ìntado y estrellado”.

 

-“Un sagrario con sus puertas doradas y un capitel y un cristo de bulto encima del dicho capitel de bulto con dos ymagines de bulto sobre dos pilares de madera dorados la una de nra. señora y la ottra de San Juan evangelista y otras ymagines pequeñas en los dichos pilares de bulto con su guardapolvo viejo ( al margen: deshizose el año de 1586 )”.

 

-“Un retablo pequeño junto ael altar M.or quees delos altamiranos enque esta pintado el desçendimº dela cruz”.

 

-“Yten otro rretablo junto ala sacristia enque estan pintadas las onze myll virgenes y san  lorenço y otros santos es de tres ordenes en ancho y largo con su  guardapolvo estrellado y pintado viejo”.

 

-“Otro rretablo en la capilla de los pizarros donde estan pintadas nra. señora y Sant juº baptista de pinzel y en una caxa una nra. señora de bulto con su niño Jesus grande y dorada”.

 

-“Una tabla pequeña portatil donde esta pintado un descendimº con un crucifixo encima de pinzel”.

 

-“Un rretablo por dorar y pintar enla capilla de pedro de Orellana- Dorose y pintose”.

 

-“Una imagen de Sancta ana de bulto grande con nra. señora y su hijo enbraços pintada y dorada en la capilla de los  loaysas”.

 

-“Un retablo de la salutación de nra. S.ra pintado de pinzel en la capilla del canonigo gonçalo blazquez”.

 

-“Otro rretablo de Sant leon y san lazaro en la capilla de pedro calderon altamirano con una varilla de hierro pª el guardapolvo”.

-“Otro rretablo de san gregorio de pinzel En la capilla de gonçalo de torres carvajal con su guardapolvo pintado”.

 

-“Otro rretablo En la capilla de don diº de vargas carvajal de tres hordenes pintado y muy viejo”.

 

-“Otro retablo qesta en la sacristia en questan pintados nra. señora y san pedro y san pablo”.

 

-“Otro tablero mediano questa en la sacristia en questa pintado san  xpoval”.

 

-“Una ymagen de nra. señora de bulto con su niño en brazos mediana y su caxa de madera todo pintado y dorado questa ençima del cepo”.

 

-“Unas andas de madera todas doradas para el día del corpus cristi con su capitel dorado y cinco angeles de bulto pintados y dorados con quatro horquillas de descanso”.

 

“Año de MDLXXXIII lo mismo”.

 

“Año 1585 lo mismo”.

 

-“Una tabla que se quito del retablo del altar donde se puso el sagrario nuevo questa en el altar de S.ta Ana

Esta Encima del vestuario En la sacristia”.

 

-“Un retablo dorado de S.ta Polonia En la capilla del licenciado cervantes En el sitio dondestava el Santissimo Sacramento”.

 

 

 

* “LIBRO DE LAS RENTAS Y ESCRIPTURAS DE LA YGLESIA DE NRA.                                 SEÑORA SANTA MARIA DE LA CIUDAD DE TRUGILLO. AÑO DE 1595.”

 

-“Plata y ornamentos y los demas bienes muebles que tiene esta yglesia de santa maria                  la mayor que se ponen Por ynventario en la manera siguiente:-”.

 

Extracto sobre “Ymagines y Retablos :

 

– “Un Retablo bueno en el altar mjr dorado y Pintado de pinzel de quatro ordenes en lo alto y siete en ancho con su chapitel dorado y una ymagen de nra. Sª de bulto grande enelmº Pintada y dorada con su niño jesus de bulto y con su guardapolvo pintado y estrellado”.

 

– “Un Retablo Pequeño dela ymagen de Santa polonia questa En la capilla del lic.do cervantes de gaete dondestava el sagrario de pinzel y dorado con su guardapolvo de anjeo con su escudo y estrellado”.

 

– “Otro Retablo pequeño al otro lado del altar mayor ques delos altamjranos Enquesta pintado y dorado el desçendim.to de la Cruz con su guardapolvo y escudo y estrellas”.

 

– “ Otro Retablo junto a la sachristia Enquestan pintadas las onze myll virgenes san lazº y otros S.tos es de tres ordenes En ancho y largo”.

 

– “Otro Retablo en la capilla de los piçarros dondestan Una ymagen de bulto de nra. Sª Con su niño jesus y a los lados Sant juº babtista y evanjelista de pinzel”.

 

– “Una tabla pequeña portatil dondesta pintado un desçencimj.to con un crucifixo ençima de pinzel questa enla sacristia”.

 

– “Otro Retablo pintado y dorado de pinzel en la capilla de pº de orellana dondesta la imajen de santo anton y otras ymagines”.

 

– “Una ymagen de santa ana y nra. Sª con su hijo Enbraços de bulto pintada y dorada En la capilla de los loaisas”.

 

– “Un Retablo de la salutaçion de nra. Sª pintado de pinzel enel arco del caniº gonçalo blazquez”.

 

– Otro rretablo de san leon y sant lazaro En la capilla de pº calderon altamirº con una varilla de hierro para el guardapolvo”.

 

– “Otro Retablo de sant gregº de pinzel en la capilla de gº de torres carvajal con su guardapolvo pintado”.

 

– “Otro Retablo en la capilla de don diego de vargas carvajal de tres ordenes pintado muy viejo”.

 

– “Otro rretablo questan pintados nra. Sª y Sant Pº y Sant pablo En un altar En la sacristia viejo”.

 

– “Otro tablero mediano questa enla sacristia En questa pintado sant xpoval”.

 

– “Otro Retablo de pinzel ondesta Un cruçifixo que se quito del rretablo del altar mayor para poner la custodia nueva questa ençima del caxon del vestuario Enla sacristia”.

 

– “Una ymagen de nra. Sª de bulto con su niño En braços mediana questa metida en una caxa de madera pintada y dorada Ençima del cepo”.

 

– “Unas andas de madera doradas para el dia de corpus xpi con su chapitel dorado y çinco angeles de bulto pintados y dorados con quatro horquillas de descanso”.

 

– “Una custodia dorada y estofada muy rica questa En el altar mayor dondesta el Sant.mo sacram.to con sus Columnas y chapitel es de madera con quatro angeles de bulto pequeños encima dela linterna y un xpo debulto y otro Reçuçitado y encima dela ymagen de nra. Sª una jarra grande dorada”.

 

– “Un Relicario de madera quadrado con su pie dorado y estofado con una vidriera que cubre las santas Reliquias con sus Rotulos que dio a esta yglesia El dotor dela parra cura propio della quelo traxo de Roma Por dorar y lo doro la yglesia a su costa año de 1595”.

 

– “Esta todo/ onze de julio de 99 visitando el vicº (= vicario)”.

 

– “Un rretablo Pequeño de talla con la ymaxen de san geronimo dorado con su cortina azul que dio a la yglesia doña Catª de chaves Ermana de Gº Casco de alvarado”.

 

 

Extracto sobre “cosas de madera” :

 

– “Un coro de madera de nogal bueno y labrado con 17 sillas con sus veneras ençima de los mismo”.

 

 

 

* “LIBRO DE YNVENTARIO Y RENTAS DE LA YGLESIA PARROQ.l DE  S.r S.ta                      MARÍA”.

 

– “Inventario de los Ornamentos y alaxas de la Yglesia Parrochial de S.ra S.ta                                  Maria lamº” ( 5-Septiembre-1729 ).

 

    Extracto sobre “=Candeleros y Quadros=” :

 

-“Un quadro pequeño de la Beronica”.

 

-“Quatro Quadros de Armas Reales de a dos baras”.

 

-“Otro quadro de N.ro S.or Crucificado, pintura de Sevilla de A dos baras”.

 

-“Otro quadro de a quatro Baras de largo y tres de ancho con corta diferencia en                           q. esta pintado el Colegio Apostólico, y la noche de la cena”.

 

-“otro quadro grande de tres baras de la  Asump.on de nra. Señora”.

 

-“Dos laminas Una de N.ra S.ra de Guadalupe y la otra del Archangel San                                       Miguel”.

 

-“Un Quadro de dos  varas con su marco dorado de San Juan ante portam                                      latinam”.

 

 

 

 

 

– “Inventario de los Ornamentos y alaxas de la Yglesia Parrochial de S.ra S.ta                                  Maria lamº” ( 20-Septiembre-1743 ).

 

    Extracto sobre “=Candeleros y Quadros=” :

 

-“Un quadro pequeño de la Beronica”.

 

-“Quatro Quadros de Armas Reales de a dos varas”.

 

-“otro quadro de a dos varas de N.ro S.or Crucificado”.

 

-“Otro quadro grande como de quatro varas de Ancho en que esta pintado el                                  colegio Apostólico en la noche de la Zena”.

 

-“Otro Como de tres varas, de la Asumpción de N.ra S.ra”.

 

-“Dos   laminas, Una de N.ra S.ra de Guadalupe y otra del Archangel san                                        Miguel”.

 

-“otro con marco Dorado de S.n Juan Ante portam latinam”.

 

 

* “LIBRO  VI DE FÁBRICA” ( 1731-1756).

 

– “Imbentario ( 8-Henero-1756 ).

 

    Extracto de relación de altares :

 

– “Altar de S. Andrés”

– “Altar de Altamiranos”

– “Altar de Santa Apolonia”

– “Altar de los Pizarros”

– “S.n Antón”

– “S.ra S.ta Ana”

– “S.n Leon”

– “S.n Gregorio”

– “S.ta Catalina”

– “Ss.mo Christo”

– “Cap.lla delos vargas”

 

 

– Relación de los Libros de Fábrica :

 

LIBRO DE FÁBRICA I          ( 1559-1583 )

 

LIBRO DE FÁBRICA II         ( 1583-1625 )

 

LIBRO DE FÁBRICA III        ( 1629-1692 )

 

LIBRO DE FÁBRICA IV        ( 1691-1729 )

 

LIBRO DE FÁBRICA V          ( 1731-1755 )

 

LIBRO DE FÁBRICA VI         ( 1756-1773 )

 

LIBRO DE FÁBRICA VII        ( 1774-1793 )

 

LIBRO DE FÁBRICA VIII       ( 1794-1823 )

LIBRO DE FÁBRICA IX          ( 1823-1868 )

 

LIBRO DE FÁBRICA X            ( 1852-1889 )

 

LIBRO DE FÁBRICA XI           ( 1889-1965 )

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

 

Alvarado Cordero P., Trujillo. Guía Monumental y Heráldica, María Maestre Editorial, Cáceres, 1996.

 

Naranjo Alonso C., Trujillo, Sus Hijos y Monumentos, IIIª Edición, Espasa Calpe S.A., Madrid, 1983.

 

Ponz A., Viage de España, facsímil tiutlado Viajar por Extremadura I, Tomo 3º, Universitas Editorial, Salamanca, 1983.

 

Solís Rodríguez C., Luis de Morales, Badajoz, 1999.

 

Tena Fernández J., Trujillo Histórico y Monumental, Iª Edición, Artes Gráficas Alicante, Alicante, 1967.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ÍNDICE

                      

                                                                                                                                          PÁG        

                            

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS     …………………………………………………………………           I

 

INTRODUCCIÓN HISTÓRICO-ARTÍSTICA     ……………………………………………          I

 

  1. ALTAR MAYOR ( RETABLO DE FERNANDO GALLEGO )     ………………..      IV

  2. SEPULCRO DE HERNANDO CERVANTES Y LEONOR DE GAETE     ……      VI

  3. CAPILLA DE JUAN PIZARRO Y JUANA DE HINOJOSA     ……………………      VII

  4. ALTAR DE DIEGO GARCÍA DE ORELLANA      …………………………………….    VIII

  5. CAPILLA DE JUAN DE VARGAS     ………………………………………………………       IX

  6. BAPTISTERIO     ………………………………………………………………………………….         X

  7. ALTAR DEL SANTÍSIMO CRISTO ( CONDE DE MIRANDA )     …………….        X

  8. ALTAR DE SANTA CATALINA     …………………………………………………………      XII

  9. ALTAR DE LOS TORRE      ……………………………………………………………………      XII

10. ALTAR DE PEDRO CALDERÓN ALTAMIRANO     ………………………………..    XIII

11. SEPULCRO DEL CANÓNIGO GONZALO BLÁZQUEZ     ……………………….     XIII

12. CAPILLA DE LOS LOAÍSAS ( SANTA ANA )     …………………………………….     XIV

13. CAPILLA DE LOS BARRANTE     ………………………………………………………….     XIV

14. SEPULCRO DE HERNANDO ALONSO ALTAMIRANO     ……………………..       XV

15. SACRISTÍA     ………………………………………………………………………………………      XVI

 

16. ESCULTURA     ……………………………………………………………………………………    XVIII

 

17. OTROS     ……………………………………………………………………………………………      XXV

 

18. RELACIÓN CRONOLÓGICA DE PINTORES Y ESCULTORES     ………….     XXVI

 

19. APÉNDICE DOCUMENTAL     …………………………………………………………….   XXVIII

 

BIBLIOGRAFÍA      …………………………………………………………………………………..    XXXIII

 

 

 



 

 

TRUJIILLO,   5 DE AGOSTO DEL AÑO  2000

 

“AÑO DEL GRAN JUBILEO”

 

FESTIVIDAD DE LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SANTA MARÍA LA MAYOR

 

A. M. D. G.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Feb 202014
 

Enrique Cerrillo Cuenca

 RESUMEN

En este artículo se intenta sintetizar el conocimiento actual de una etapa mal conocida en el panorama arqueológico extremeño, el Neolítico, a través de los escasos datos que se poseen.  El conocimiento de tal periodo ha sido posible gracias a la revisión que se ha realizado de asentamientos como la cueva de El Conejar o Los Barruecos, que pueden relacionarse con asentamientos de otros ámbitos geográficos próximos. La integración de éstos dentro de la penillanura cacereña y su relación con otras áreas plantea nuevas vías de análisis que deben seguirse en un futuro.

 Introducción 

Aproximarse al conocimiento del Neolítico en la penillanura cacereña es adentrarse en lo que se denomina una edad oscura. El Neolítico es en la actualidad una de las fases peor conocidas en el panorama general de la Prehistoria en Extremadura, los inconvenientes para tal desarrollo han estado patentes de un modo u otro en los estudios llevados a cabo sobre dicho periodo. Pero no es menos cierto que el panorama se plantea esperanzador, y pueden abrirse nuevas vías de investigación a través de los materiales recogidos en las antiguas campañas de excavación.

El gran reto no es por tanto ampliar el conocimiento de esta etapa con nuevas excavaciones, sino racionalizar la investigación y orientarla hacia aquellos aspectos que nos son desconocidos. Para ello es necesario plantear diversos niveles de conocimiento sobre los que deben ejecutarse posteriormente proyectos de investigación, y es en esa misma línea en la que hemos orientado nuestro trabajo. En la actualidad nuestro conocimiento del Neolítico es bastante restringido, pues se ha limitado a un conocimiento arqueográfico, es decir, se ha planteado desde la descripción de los elementos que conforman la escasa cultura material de los asentamientos, y en contadas ocasiones se han elevado las conclusiones a un nivel de interpretación global.

 Con esta misma la intención de abrir nuevas vías de investigación, en 1998, comenzamos una labor de revisión de un conjunto de materiales que eran susceptibles de pertenecer a un Neolítico reciente que preludiaba la Edad del Cobre. Los materiales procedían de los asentamientos cacereños de El Conejar y Los Barruecos y con ellos ensayamos un sistema de ordenación tipológica que sirvió como telón de fondo de un trabajo más amplio[1]. Ambos asentamientos ya habían sido excavados durante la década de los 80, pero sus materiales habían sido asignados a periodos distintos, en parte por el escaso grado de conocimiento que en esa década se poseía del Neolítico. Así los materiales de El Conejar fueron adscritos a la Edad del Bronce[2] y los de Los Barruecos en sus niveles neolíticos al tránsito al Calcolítico[3].

 La investigación previa sobre el Neolítico.

A finales del siglo XVIII tenemos las primeras descripciones de las cuevas de Cáceres[4], pero no a los restos que en ellas se incluían. Durante el siglo XIX el florecimiento de las ciencias, unido a la difusión de las primeras noticias arqueológicas, impregnadas de cierto cientifismo, animaron a ciertos círculos sociales a aventurarse en la “exploración” de las cuevas. Así conocemos como hacia la mitad del siglo XIX se había fundado en Cáceres una sociedad para explorar las cuevas de las inmediaciones por un abogado de la localidad, D. Tomás Santibáñez. Desconocemos si estas investigaciones fueron suficientemente fructíferas, pues sólo poseemos una escueta mención en un artículo de V. Paredes[5]. A lo largo del siglo XX esta tradición de “exploraciones” debió seguir y fruto de ella tenemos las primeras referencias a materiales concretos.

 En 1916 Ismael del Pan efectuó excavaciones en la cueva de El Conejar recogiendo una cantidad abundante de cerámicas para las que propuso, entre otras, una cronología neolítica[6]. Las excavaciones revelaron en el mismo lugar un ídolo placa[7], propio de la Edad del Cobre. Por la misma época en Plasencia se excavaba la cueva de Boquique, y sus materiales se recogieron en un breve artículo de P. Bosch[8]. J.R. Mélida recoge, no obstante, multitud de cuevas entre las que se encuentran algunas con restos de poblamiento en su catálogo de monumentos de la provincia[9].

 

La puesta en marcha de la Universidad de Extremadura ya en los años 80 fomentó un rápido auge de la investigación y se desarrollaron excavaciones en distintos asentamientos entre los que se encontraban la cueva de El Conejar en Cáceres, Los Barruecos en Malpartida de Cáceres, y el Cerro de la Horca en Plasenzuela. No obstante algunos años antes M. Almagro Gorbea había excavado la cueva de Boquique[10] y algunos de sus materiales habían sido previamente estudiados por Cleofé Rivero[11]. Todos estos avances sirvieron poco al conocimiento del Neolítico, pues excepto en el caso del Cerro de la Horca, el nivel neolítico no fue reconocido en ninguno de los asentamientos.

 

Los primeros resultados vinieron de la mano de A. González Cordero, que identificó algunas de las cerámicas de los niveles más antiguos del Cerro de la Horca como neolíticas, al mismo tiempo que algunas cuevas en la zona de Montánchez y un asentamiento (Cerro Soladado) en la comarca de la Vera[12]. La importancia de las cerámicas del Cerro de la Horca es muy significativa pues habían sido halladas en un buen contexto estratigráfico que permitía fecharlas adecuadamente. Al mismo tiempo se podían relacionar con estos niveles los demás asentamientos a los que antes aludíamos que tenían entre sus materiales cerámicas muy semejantes, permitiendo establecer dos modelos muy distintos de ocupaciones: las al aire libre y en cueva, que habrían coexistido en un mismo tiempo. La excavación de la cueva de La Charneca en Oliva de Mérida confirmaba la presencia de este tipo de cerámicas en la provincia de Badajoz[13]. Ya en los años 90, A. González identifica Los Barruecos y El Conejar dentro de un momento que denomina “Neolítico Tardío”[14].

 

 

Un territorio neolítico.

 

Llegado este punto de la investigación emprendimos una revisión de los materiales que se habían obtenido tras la excavación de Los Barruecos y El Conejar, planteando alternativas al conocimiento que hasta entonces se tenía del periodo. Las grandes síntesis que se habían realizado no colaboraban en demasía para sistematizar una cronología[15]. Nuestra intención fue la de establecer el conocimiento del poblamiento en diversos niveles: el entorno ecológico, la actividad económica, la cultura material y las posibles relaciones que el poblamiento neolítico pudiese tener con otras zonas limítrofes. La cronología de estos asentamientos puede situarse a grandes rasgos en el IV milenio a.C., según las dataciones absolutas a las que haremos alusión.

 

El conocimiento del entorno natural planteaba bastante dificultades, pero era uno de los puntos que debían tenerse en cuenta en la interpretación global. La reconstrucción del paisaje se presentaba compleja, pues tan sólo se poseían datos referentes a la localización exacta de algunos asentamientos y análisis de fauna y malacología realizados durante el transcurso de las excavaciones. Otro tipo de datos que podrían contribuir al estudio de la flora o de las masas forestales, nos son desconocidos por el momento.

 

La penillanura cacereña es el marco geográfico en el que se ha analizado el poblamiento neolítico. La intención era hallar ciertas similitudes en la localización de los asentamientos que permitiese hablar de pautas. La penillanura cacereña se configura como un espacio extenso en el que conviven tres tipos esenciales de terrenos: la tierra llana, los riberos y los relieves residuales[16]. También pueden establecerse diferencias entre el tipo de materiales de las distintas zonas, que a grandes rasgos se pueden clasificar en las zonas de pizarras precámbricas que conforman la penillanura, los batolitos graníticos, las zonas calizas formadas en el Devónico y las formaciones cuarcíticas que pueden observarse en la Sierra de Cáceres. El territorio se enclava en la red hidrográfica del río Tajo, que se encajona profundamente en la Meseta, formando las zonas de ribero, caracterizadas por valles angostos. Los afluentes del Tajo, el Salor y el Almonte, se unen a éste por el Sur, regando la parte meridional de la penillanura.

 

Los asentamientos estudiados guardan una relación distinta con cada uno de los elementos señalados. En primer lugar parece que no existe una relación evidente entre los grandes cursos de agua y el poblamiento conocido, no se han atestiguado asentamientos en zonas próximas al Tajo o sus afluentes, por el contrario el poblamiento neolítico se localiza en zonas donde las corrientes de agua existen pero son reducidas.

 

En el caso de Los Barruecos el asentamiento se localiza al aire libre entre los bolos graníticos junto a los cuales discurre una corriente de agua. La evacuación de alteritas de esta zona ha provocado que en las inmediaciones del asentamiento se hayan instalado en época reciente dos pequeños embalses conocidos como el Barrueco de Abajo y el Barrueco de Arriba[17]. El Conejar es una pequeña cavidad donde el fenómeno kárstico proporciona el abastecimiento de agua de la gruta y sus inmediaciones. Esta cavidad, situada en las afueras de Cáceres se enclava en la zona conocida como Calerizo, una formación caliza establecida en el Devónico[18]. La formación de oquedades en esta zona es relativamente frecuente y tradicionalmente se han recogido algunas más, que hasta la fecha carecen de estudios detenidos[19]. El Cerro de la Horca posee una localización bastante similar a la de Los Barruecos, geomorfológicamente hablando, pues se localiza sobre el batolito granítico de Plasenzuela. Al mismo tipo de formaciones se asocian las cuevas de Atambores y Peña Aguilera en las inmediaciones de Montánchez.

 

El análisis de la fauna de Los Barruecos y el Conejar reveló como se conocían las especies domesticas básicas: el cerdo, la oveja y la cabra. No obstante junto a ellas aparece el caballo que no es una especie propiamente doméstica hasta el III milenio a.C., el estudio de la dentición de los restos de caballo reveló las conexiones que estos ejemplares mostraban con los ejemplares paleolíticos[20], por lo que pudieran ser producto de la caza. Otros ejemplares pueden relacionarse con actividades cinegéticas como el uro, el ciervo, etc.

 

Al mismo tiempo hay que unir los estudios malacológicos de El Conejar, que hasta el momento permanecían inéditos[21]. El estudio de las conchas de moluscos nos ha informado como la dieta se completaba con otro tipo de recursos, en este caso los moluscos de río. A ello hay que unir otras especies que proceden del mar de cuya integración en el asentamiento trataremos más adelante.

 

Por el momento las prácticas agrícolas no están bien documentadas. Las actividades agrícolas complementarían a la reducida cabaña ganadera y la recolección de frutos y moluscos, pero no hay evidencias directas. Con ello quiere decirse que no se poseen estudios de semillas, pero existen elementos líticos en sílex (microlitos) que pueden interpretarse como dientes de hoz, o algunas molederas de cereal. El tipo de agricultura, sobre el que sólo pueden realizarse conjeturas, debiera ser intensiva; es decir se prefería el cultivo localizado antes que las grandes extensiones de tierra, por lo que la calidad de las tierras no supondría un obstáculo excesivo.

 

 

La evidencia del poblamiento: cerámica, industria lítica e industria ósea.

 

La cerámica es el principal apoyo a la hora de identificar los asentamientos de este periodo. En el estudio que realizamos sobre las cerámicas neolíticas de El Conejar y Los Barruecos[22], se distinguieron tres vertientes a la hora de estudiar los recipientes: las formas de los recipientes y su tamaño, los elementos de prehensión y suspensión, y las decoraciones que presentaban. El objetivo de dicho estudio era diferenciar distintos tipos de recipientes, que probablemente fuesen empleados en actividades diferentes. Para ello se utilizaron técnicas matemáticas e informáticas que permitían describir los recipientes a partir de fragmentos del borde, técnicas que no expondremos aquí[23].

 

Durante la elaboración de nuestro estudio distinguíamos dos grupos de recipientes, de un lado los recipientes de tendencia abierta y de otro los de tendencia cerrada. Al mismo tiempo dentro de estos grupos se distinguieron tipos que representaban a recipientes con características comunes. Empleando las técnicas y divisiones citadas dentro del grupo de las formas abiertas se distinguieron platos, cuencos y vasos (denominaciones aproximadas de dichas formas) de distinto tamaño. El segundo grupo estaba compuesto fundamentalmente por ollas, y algunos vasos, todos ellos con tendencia cerrada. El denominador común de todas estas formas era su tendencia esférica. El almacenaje de líquidos y otros alimentos quedaba garantizado de esta manera.

 

También realizamos un estudio de los elementos de prehensión y suspensión: es decir de aquellos elementos que permitían el manejo de la pieza, mediante el aditamento de asas, mamelones o algunos apliques. La cerámica neolítica conserva en gran proporción elementos que son característicos de este periodo y que no están presentes en las cerámicas de etapa posteriores. Es frecuente en los recipientes la aparición de asas, probablemente, en un número superior a tres que permitían suspender la pieza en el aire con algún tipo de cuerdas. También resulta frecuente el añadido de mamelones, pequeñas protuberancias que contribuyen a su manejo y prehensión, algunos de ellos perforados. Otros elementos, menos numerosos, facilitan el manejo de los recipientes, es el caso de pequeños cordoncillos que se sitúan en sentido vertical u horizontal sobre las paredes del recipiente.

 

Las decoraciones son bastante frecuentes. La más común es la decoración conocida como “boquique” consistente en el arrastre de un punzón sobre la superficie del recipiente, aún fresco, dando la sensación de dibujar una línea continúa en cuyo interior se albergan puntos. Los motivos que se trazan con este tipo de técnica decorativa son variados: motivos rectos, líneas diagonales, guirnaldas, etc., que pueden combinarse en el mismo recipiente. La cerámica presenta también motivos realizados mediante la incisión, estos son generalmente combinaciones de líneas, que forman pueden formar “espigados”, chevrons, etc. Suele ser frecuente realizar incisiones radiales en el borde de los recipientes, generalmente de los de tendencia abierta.

 

Son frecuentes las cerámicas impresas, donde con un elemento denominado “matriz” se imprime un motivo de un modo recurrente sobre el recipiente. A veces las impresiones pueden hacerse con un punzón de sección circular, dando origen a bandas de puntos impresos, motivo muy frecuente. En otras ocasiones la matriz utilizada es la propia uña del artesano, que imprime insistentemente sobre la vasija. En ambientes próximos a la costa suele ser frecuente la utilización de conchas en la decoración de las vasijas. Sin embargo, no resulta frecuente en el interior, donde se cuentan con contados ejemplos. En el caso de la cueva de El Conejar encontramos en un fragmento impresiones que pudiesen pertenecer a una concha marina, algo que no debe extrañar, pues en el interior de la cueva se recogió el cardium, variedad de concha con la que se elaboran los motivos.

 

Los motivos decorativos no acaban aquí, podemos incluir pequeñas pastillas aplicadas, líneas bruñidas, cerámicas peinadas, o la combinación de varias técnicas decorativas. A veces pueden rellenarse incluso con una pasta blanca que resalta los motivos, aunque no es un motivo excesivamente frecuente.

 

En cuanto al acabado final de las piezas suele ser variable, en ocasiones el exterior se alisa o se bruñe cuidadosamente. A veces se trata con un baño a la almagra o a la aguada (ésta última es una solución más diluida), pero no es una técnica muy frecuente. Las cocciones de las cerámicas suelen realizarse en ambientes reductores, aunque no faltan cocciones oxidantes. Las pastas por lo general están poco decantadas y presentan desgrasantes de tamaño medio o grueso.

 

La industria ósea es poco conocida. Sólo se conservan algunos punzones que han sido convenientemente pulidos para ser usados. Otros punzones muestran una perforación en su cabeza que probablemente estén relacionados con actividades textiles rudimentarias. Algunos huesos pueden aparecer marcados con pequeñas estrías; en un caso a modo de decoración la cabeza del hueso había sido pulida y sobre ella se habían dispuesto pequeñas estrías en sentido radial.

 

La industria lítica es el apartado peor conocido de todos. Por un lado tendríamos la industria lítica tallada, compuesta generalmente de pequeñas piezas. La industria tallada suele realizarse sobre sílex, poco frecuente en este marco geológico, por lo que debía proceder de un cierto cauce comercial o de vetas muy localizadas. Las piezas son, por lo general de pequeño tamaño. Los microlitos son escasos en cuanto a hallazgos, se poseen muestras de pequeñas hojas fruto de una industria de tendencia laminar. Son muy frecuentes las piezas realizadas sobre lascas.

 

En cuanto a la industria lítica pulimentada, ésta es escasa, esta conformada por “hachas” de pequeño tamaño y de factura poco elaborada, como en los casos de Los Barruecos y El Conejar, generalmente reducidas a fragmentos.

 

 

La integración de los yacimientos en la evolución cultural de la cuenca extremeña del Tajo.

 

La penillanura cacereña se encuentra situada drenada por la red fluvial del Tajo y en este marco espacial más amplio hemos decido integrar el poblamiento. La cuenca extremeña del río Tajo presenta al mismo tiempo semejanzas con ámbitos costeros, meseteños o de las cuencas del Guadiana y Guadalquivir, que trataremos a continuación.

 

Las evidencias contemporáneas a este tipo de poblamiento son fundamentalmente dos: el arte rupestre y el megalitismo. Ambas manifestaciones son susceptibles de relacionarse con los asentamientos de esta época, pero las dificultades en la relación con los poblados resulta muy compleja, por dos causas:

 

No existe en ningún caso una vinculación física directa entre los dólmenes y los asentamientos de esta misma época.

 

Ausencia de cronologías absolutas en este tipo de manifestaciones.

 

El caso del megalitismo resulta especialmente problemático. Si bien el megalitismo es un fenómeno muy frecuente en la provincia de Cáceres, este se encuentra muy localizado en la zona occidental. En el estudio del fenómeno de la zona de Alcántara, Primitiva Bueno propuso como ciertos elementos presentes en los dólmenes presentaban una tradición arcaica que podía retraer estas construcciones hasta el IV milenio[24]. Aunque la zona occidental de la provincia es muy rica en este tipo de enterramientos, ninguno de éstas ha podido relacionarse con algún tipo de hábitat neolítico[25]. Este hecho ha llevado a establecer varias hipótesis de trabajo.

 

Eduardo Galán y Ana María Martín[26] propusieron que el emplazamiento de los dólmenes obedecía a un criterio de demarcación de las vías naturales de comunicación que atravesaban el valle del Tajo. Argumentaban que la inexistencia de asentamientos en las inmediaciones obligaba a estas sociedades a localizar las vías de tránsito de algún modo, a falta de poblados, lo más evidente serían los dólmenes.

 

Victor Hurtado exponía[27] razones similares. En un análisis social de estas manifestaciones entiende el dolmen como un esfuerzo colectivo de grupos humanos reducidos y unidos bajo una determinada solidaridad común. Estos grupos humanos tendrían una vocación pastoril, pues el terreno pizarroso de la zona occidental de la provincia era apto para esta práctica, de ahí la concentración de monumentos y la escasez de poblamiento.

 

Desde luego las interpretaciones sociales del megalitismo de la zona occidental son una propuesta interesante. Primitiva Bueno ha propuesto recientemente que la variabilidad constructiva de los en las plantas de los dólmenes se debe precisamente a variables de carácter social antes que temporal[28]. Sin embargo no queda resuelta aún la integración del poblamiento y los dólmenes. Evidentemente nuestro conocimiento de tal poblamiento es una cuestión de mera aleatoriedad, conocemos pocos asentamientos que no permiten análisis exhaustivos. En primer lugar, nunca se ha podido determinar la extensión de los asentamientos, que cabe pensar que es bastante reducida. En segundo lugar sólo se ha localizado este tipo de hábitat donde la sedimentación geológica es muy débil (caso de cuevas y abrigos), o fortuitamente en excavaciones. Cabe pensar que el poblamiento es un fenómeno más generalizado de lo que en principio pudiera pensarse, pero las condiciones favorables a su detección son muy reducidas.

 

Cabría tener presente como hipótesis de partida que no existen “zonas megalíticas” y “zonas de poblamiento” culturalmente distintas, sino una misma realidad social que comienza a asimilar formas novedosas de enterramiento como son los dólmenes, que se impondrán a las inhumaciones individuales. Estudiar la pervivencia de uno y otro caso es una cuestión de tiempo.

 

Cabe la posibilidad de establecer un estudio diacrónico de los asentamientos, pero las fases intermedias localizadas entre el final del IV milenio y la segunda mitad del III son mal conocidas, no sólo en la penillanura, sino en el resto de la Cuenca extremeña del Tajo.

 

 

 

Contemporaneidad con otras áreas limítrofes.

 

En este apartado van a estudiarse los ámbitos geográficos próximos y la posible relación de éstos con la Cuenca del Tajo, hablando en un sentido cultural. Para ello se han determinado algunas áreas de desigual extensión, que comparten una cierta homogeneidad. Éstas áreas no deben ser entendidas en ningún caso en el sentido de círculos culturales cerrados fácilmente definibles, sino como una organización previa que facilite la exposición.

 

La Cuenca Media del río Guadiana.

 

Grupo de Sierra Morena.

 

Andalucía Occidental.

 

La fachada atlántica.

 

El interior peninsular, con especial referencia a los asentamientos meseteños.

 

 

La Cuenca Media del río Guadiana cuenta con único asentamiento, éste es el de la Charneca. La cueva de la Charneca fue excavada por J. J. Enríquez Navascués[29] y supuso la primera referencia actual a este tipo de materiales dentro de Extremadura. Aunque su interior se encontraba bastante revuelto, su excavador estudio un interesante cuadro cerámico con las características anteriormente descritas. Este asentamiento es la única muestra que poseemos dentro de un territorio profundamente conocido en época calcolítica. Sin embargo pueden hacerse referencias a las cerámicas impresas halladas en otros puntos de la provincia de Badajoz, aunque en ámbitos ya muy tardíos: se trata de los casos de los yacimientos de La Pijotilla[30], donde se halló un fragmento con decoración de boquique, y el de Granja de Céspedes[31]. En estos últimos casos resulta difícil establecer una filiación neolítica para estos ejemplos.

 

En el grupo de Sierra Morena se han incluido aquellos asentamientos que han sido localizados en esta zona de sierra, cabe pensar en el estudio de un aprovechamiento de los recursos particularmente serrano. Los ejemplos engloban las provincias de Badajoz, Sevilla y Huelva. Los ejemplos de Badajoz se localizan en las estribaciones septentrionales de Sierra Morena y sólo se poseen las referencias que diese J. J. Enríquez[32] en su momento, se trata de dos asentamientos en cueva localizados en los términos municipales de Monesterio y de Fuentes de León. De bastante proximidad a Extremadura es el conjunto de cuevas de Santiago de Cazalla, donde Pellicer y Acosta[33] empredieron excavaciones que arrojaron cronologías controvertidas para algunos autores. El cuadro cerámico de esta cueva resulta paralelizable a los conjuntos anteriormente vistos, aunque hay ejemplos de cerámica cardial que parecen retrotraer la ocupación neolítica. Ya en la provincia de Huelva han comenzado a estudiarse algunos casos de ocupaciones neolíticas en cueva, caso de la cueva de la Mora en Jabugo[34] y asentamientos al aire libre, colecciones de El Judío y la Dehesa[35].

 

En la zona de Andalucía Occidental pueden incluirse algunos asentamientos excavados y otros reconocidos en prospección. Los ejemplos más antiguos son los situados en la zona de la provincia de Cádiz, con dataciones interesantes que pueden retrotraerse hasta el IV milenio. Son los casos de los asentamientos al aire libre de El Retamar, que han permitido una reconstrucción cultural muy fiable[36]. Al mismo tiempo, también pueden relacionarse cronológicamente los asentamientos del dolmen del Alberite, con dataciones de V milenio o la cuevas de la Dehesilla y El Parralejo[37]. En la zona de Córdoba no debe olvidarse la cueva de Los Murciélagos de Zuheros. La zona de Jaén posee un yacimiento de gran relevancia y similitud como la cueva del Nacimiento de Pontones, con discusiones en torno a su cronología[38]. Sevilla cuenta con otros asentamientos, tanto en cueva (caso de las cuevas de Santiago de Cazalla) o al aire libre, recientemente reconocidos en labores de prospección en el río Corbones[39]. En el yacimiento del Neolítico Final-Calcolítico Inicial de Papa Uvas, J. C. de la Cruz reconocía algunos materiales estratigráficamente situados en un momento anterior al III milenio, pero de difícil integración cultural y cronológica. En Granada pueden localizarse otros asentamientos que comparten ciertos paralelos culturales, como es el caso de la cueva de la Carigüela, que no trataremos aquí.

 

Las seriaciones de los distintos cuadros cerámicos en Andalucía no están uniformados, y existen ciertas dudas en cuanto a su correcta datación y prolongación en el tiempo. Las seriaciones más tradicionales comienzan a superarse, éstas incluían un primer momento con cerámicas cardiales o Neolítico Antiguo, un neolítico sin cardial o Neolítico Medio y por último un Neolítico Final, caracterizado por las cazuelas carenadas. Algunos de estos esquemas cronológicos han comenzado a ser puestos en entredicho, lo que dificulta la uniformidad, al mismo tiempo que facilita el reconocimiento de una realidad cada vez más compleja.

 

La fachada atlántica ofrece una problemática muy similar, las seriaciones tradicionales ofrecidas por Guilaine[40], muy propias del ámbito mediterráneo han sido puestas en entredicho. En la actualidad, J. Zilhâo[41] propone otras dataciones basadas en una división distinta. En primer lugar un Neolítico Antiguo caracterizado por los materiales más arcaicos como la cerámica cardial que daría paso a un Neolítico Antiguo Evolucionado con cerámicas decoradas con boquique, este ocuparía la primera mitad del V milenio, a grandes rasgos. El Neolítico Medio es mal conocido en los poblados y estaría caracterizado por las cerámicas lisas. Por último se llegaría al ya conocido Neolítico Final con una relativa abundancia de poblados, caracterizados por la cazuela carenada.

 

El área del cabo de San Vicente muestra una atractiva continuidad entre el Mesolítico y el Neolítico, aunque muy discutida, donde se plantean los problemas verdaderos del tránsito entre las etapas. Sin embargo son dos zonas las que más llaman nuestra atención, de un lado la zona de Estremadura y Évora, donde se han hallado ejemplos muy similares a los casos cacereños. En Estremadura se han localizado yacimientos con cerámicas a boquique como el caso de Penna d’Aigua y algunos otros recogidos por Zilhaô[42]. De bastante interés resulta la cueva de Caldeirâo, lugar donde se fechó en el VI milenio un vaso cardial de carácterísticas decorativas semejantes a un fragmento de El Conejar. La zona de Évora resulta prometedora, pues se han localizado varios asentamientos con cerámicas impresas, en algunos casos asociados a megalitos, y en otros con mínimos ejemplos de cerámica cardial[43]. Algunos autores han comenzado a plantear la continuidad existente entre el IV y el III milenio tipológicamente hablando, lo que debate las cronologías que defiende Zilhâo. Por otro lado se ha señalado en más de una ocasión el fuerte vínculo tipológico existente entre los asentamientos portugueses del Neolítico Antiguo Evolucionado y los extremeños.

 

El interior peninsular plantea problemas de otro orden. Hasta el momento se argumentaba que era una zona relativamente a los fenómenos culturales que se daban en las costas. Ello ha limitado tremendamente la investigación desfavoreciendo su estudio. En la provincia de Salamanca existen dos ejemplos muy interesantes: de un lado el poblado de las Peñas de El Bardal, publicado inicialmente por S. López como un asentamiento calcolítico con claras raíces neolíticas[44]; y que posteriormente ha sido confirmado como un ejemplo neolítico. De otro lado el dolmen del Torrejón, en Villamayor, ofreció un interesante fragmento de cerámica cardial, entre otros elementos arcaicos[45]. En Segovia se han realizado excavaciones en la Cueva de la Vaquera, único asentamiento que ha proporcionado dataciones[46], muy tardías con respecto a las fechas que Zilhâo propone para la cerámica con decoración a boquique en Portugal. La cultura material que ha proporcionado la cueva guarda paralelos muy interesantes con las cuevas extremeñas, lo que nos hablaría de una cierta homogeneidad. También se poseen dataciones antiguas en ambientes funerarios de Valladolid[47], o las dadas a conocer recientemente en Soria[48]. Igualmente se localizaron cerámicas antiguas bajo el túmulo de la Velilla en Osorno, ya en Palencia. Madrid cuenta con algunos asentamientos como el de la Cueva del Aire en Patones[49]. Recientemente se ha localizado en la provincia vecina de Toledo un asentamiento con cerámicas muy similares en cuanto a sistemas decorativos que sus excavadores fechan en el Neolítico[50]. En la provincia de Ciudad Real se ha localizado una inhumación individual con elementos muy característicos y que nos recuerdan al Conejar: de un lado conchas marinas y de otro cerámicas que sus autores denominan cardialoide[51]. Una referencia distinta merecen las elevadas cronologías de VII milenio del abrigo de Verdelpino en Cuenca.

 

 

Perspectivas: intensificación como modelo de explicación.

 

En este apartado se sintetizan nuestras impresiones acerca de los fenómenos culturales acontecidos durante el IV milenio en la zona de la penillanura cacereña. El desconocimiento tradicional del Paleolítico Superior en la provincia de Cáceres[52] y la perduración de los modos de vida durante una etapa posterior indefinida dificultan cualquier intento de aproximación a una reconstrucción cultural. Ello ha forzado que nuestra visión sea la del Neolítico como un elemento novedoso en este ámbito, y por tanto como un modo de vida plenamente importado y tardío en virtud a las dataciones que arrojan los asentamientos de otros ámbitos. Por otro lado el desajuste existente entre las dataciones de las distintas zonas no propicia una visión de conjunto y facilita la impresión de una realidad deslavazada.

 

La fragilidad del estudio del Neolítico en este ámbito geográfico es indiscutible. Nuestra intención actual es la de establecer vías para analizar la pervivencia de algunos elementos durante el III milenio. El problema vuelve a radicar en la presencia de una nueva fase mal conocida: el tránsito entre este Neolítico de cerámicas impresas y el Neolítico Final. En nuestra opinión este inconveniente se resuelve con una adecuada ordenación de materiales, como ya expusimos en otra ocasión[53] y desde la perspectiva de la “intensificación”.

 

A partir del III milenio parece iniciarse un aumento generalizado del poblamiento, que es común a otros ámbitos peninsulares. El primer tercio del III milenio en el Suroeste peninsular es conocido como Neolítico Final, momento en que se generaliza el uso de la cazuela carenada, recipiente de gran diámetro caracterizado por su escasa profundidad y la presencia de carena media-baja. El fenómeno de este tipo de poblamiento ha sido bien estudiado en la Cuenca Media del Guadiana por V. Hurtado[54] y J. J. Enríquez[55]. Sin embargo, la provincia de Cáceres no ha ofrecido por el momento evidencias significativas de este periodo. Los datos que se poseen son los de Sierra de la Pepa (Plasenzuela) donde A. Cordero estudió un interesante ejemplo de Calcolítico Inicial[56]. En nuestra revisión del material de Los Barruecos se localizaron ciertos elementos que eran susceptibles de pertenecer a esta etapa, precedidos estratigráficamente de otros que pudieran representar la conexión aparente entre ambas etapas.

 

Las pruebas son muy débiles dentro del panorama extremeño. Ello nos lleva a plantear el tránsito del IV al III milenio como un momento desconocido pero basado en la continuidad de muchos factores: cierta tradición en las formas cerámicas, la industria lítica de tendencia laminar, etc. Además la generalización de las actividades productivas debe ser entendida como el logro de un buen grado de conocimiento de las mismas. Para ello es necesario establecer una hipótesis de trabajo que hemos denominado intensificación. Esta hipótesis pretende reflejar las continuidades aparentes entre el IV y el III milenio y plantear un tránsito de larga duración antes que un cambio, en el sentido pleno de la expresión. La consecución gradual de las prácticas agrícolas y ganaderas será, pues, un proceso irreversible que se consolidará al mismo tiempo que otros aspectos culturales (sociedad, poblamiento, territorio, etc.) enmascarados en la cultura material. No hay que olvidar que algunas de las bases para la formación del sustrato cultural del III milenio estaban ya establecidas con anterioridad: poblamiento al aire libre, elementos ideológicos y religiosos, etc. En este sentido la tarea es determinar una secuencia cultural que debe comenzar con una correcta coordenación de la cultura material disponible.

 

Cáceres, agosto de 1999.

 

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* Este artículo resume brevemente algunas de las ideas recogidas en nuestra Memoria de Licenciatura, sobre las que se han añadido nuevas consideraciones: E. Cerrillo Cuenca: Orden tipológico en Arqueología. Aplicación metodológica para el análisis de la cerámica a mano. Cáceres, 1999. (Memoria de Licenciatura inédita, Universidad de Extremadura, Área de Arqueología).

** Licenciado en Historia, Universidad de Extremadura.

[1] E. Cerrillo Cuenca: op. cit.

[2] E. Cerrillo Martín de Cáceres: «Materiales de superficie de la cueva del Conejar, junto a Cáceres». Homenaje al profesor Martín Almagro Basch. Vol. II. Madrid, 1983. Pp. 37-44. M. I. Sauceda: «La cueva del Conejar (Cáceres). Una muestra de los materiales recogidos en 1981». Norba, 5. Pp. 47-58.

[3] M. I. Sauceda: «La secuencia cultural de «Los Barruecos» Malpartida de Cáceres (Cáceres)». Extremadura Arqueológica II. I Jornadas de Prehistoria y Arqueología en Extremadura (1986-1990). Cáceres, 1991. Pp.27-44.

[4] S. B. Boxoyo: Noticias históricas de la muy noble y leal villa de Cáceres provincia de Extremadura. Monumentos de la Antigüedad que conserva. Por un presbítero secular de dicha villa. (Edición a cargo de M. Muñoz de San Pedro, Cáceres, 1955).

[5] V. Paredes Guillén: “De la Sociedad Excursionista Extremeña y algo de Prehistoria de Extremadura”. Revista de Extremadura, XI. Cáceres, 1909. Pp. 418-427.

[6] I. del Pan: “Exploración en la cueva prehistórica del Conejar (Cáceres)”, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, XVII, 1917, p. 185

[7] I. del Pan:  “Un recuerdo inédito de mi exploración de la cueva cacereña del “Conejar”. Ensayo paleontológico”, Homenaje al Prof. Eduardo Hernández Pacheco, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 1921, p.

[8] P. Bosch Gimperà: «La cova del Boquique a Plasencia». Anuari IEC, VI. Barcelona, 1915-1920. Pp. 513-516.

[9] J. R. Mélida: Catálogo Monumental de la Provincia de Cáceres. Madrid, 1924.

[10] M. Almagro Gorbea: El Bronce Final y el Periodo Orientalizante en Extremadura. B. P. H., 14. Madrid, 1977.

[11] C. Rivero de la Higuera: «Materiales inéditos de la Cueva de Boquique. Datos para una nueva sistematización de la Edad del Bronce en Extremadura». Zephyrus XXIII-XXIV. Pp. 101-130.

[12] A. González Cordero: «Asentamientos neolíticos en la Alta Extremadura». Rubricatum 1. Actes I Congrés del Neolític a la Península Ibèrica. Formació i implantació de les comunitats agrícoles. Vol. 2. Bellaterra, 1996. Pp. 697-702.

[13] J. J. Enríquez Navascués: «Excavaciones de urgencia en la cueva de la Charneca (Oliva de Mérida, Badajoz)». Noticiario Arqueológico Hispano, 28. Pp. 8-24.

[14] A. González Cordero: op. cit.

[15] F. Piñón y P. Bueno: «El Neolítico en el Suroeste» en P. López (ed): El Neolítico en España. Madrid, 1988. Pp. 222-244

[16] J. A. de Zulueta Artaloyta: La tierra de Cáceres. Estudio geográfico I. Madrid, 1977.

[17] D. Gómez Amelia: “Los Barruecos (Cáceres) unas formas modélicas sobre granitos”. Norba Geografía, V. Pp. 63-78.

[18] J. L. Gurría Gascón y Y. Sanz Tamayo: «Los fenómenos kársticos en los ‘calerizos’ de Cáceres y Aliseda». Actas del VI Coloquio de Geografía. Asociación de Geógrafos Españoles. Palma de Mallorca, 1983. Pp. 47-55.

[19] C. Callejo Serrano: “Las cuevas del Calerizo de Cáceres”. V Congreso de Estudios Extremeños. Badajoz, 1976.

[20] P. Castaños Ugarte: «Animales domésticos y salvajes en Extremadura. Origen y Evolución». R. E. E., XLVII. Pp. 9-67.

[21] Salvo algunas referencias que pueden encontrarse en E. Cerrillo Martín de Cáceres: «El tiempo pre y protohistórico». En G. Barrientos Alfageme, E. Cerrillo Martín de Cáceres y J. M. Álvarez Martínez: Historia de Extremadura. Tomo I: La Geografía y los tiempos antiguos. Badajoz. Pp. 61-100.

[22] E. Cerrillo Cuenca: op. cit.

[23] Análisis cluster y Análisis de Componentes Principales.

[24] P. Bueno Ramírez: Los dólmenes de Valencia de Alcántara. E. A. E., 155. Madrid, 1988.

[25] P. Bueno Ramírez: op. cit,

[26] E. Galán Domingo y A.  Martín Bravo: op. cit.

[27] V. Hurtado: «Interpretación sobre la dinámica cultural de la cuenca media del Guadiana del IV al II milenio a.C.» Extremadura Arqueológica, V. Homenaje a M. Gil-Mascarell. Cáceres, 1995. Pp. 53-80.

[28] P. Bueno Ramírez: La necrópolis de Santiago de Alcántara (Cáceres). Una hipótesis de interpretación para los sepulcros de pequeño tamaño del Megalitismo occidental. Universidad de Valladolid, Seminario de Estudios de Arte y Arqueología. Valladolid, 1994.

[29] J. J. Enríquez Navascués: Op. cit.

[30] J. J. Enríquez Navascués: El Calcolítico o Edad del Cobre de la cuenca extremeña del Guadiana: los poblados. Badajoz, 1990.

[31] J. J. Enríquez Navascués: El Calcolítico o Edad del (op. cit.)

[32] J. J. Enríquez Navascués: «El Neolítico en la Cuenca Media del Guadiana». Rubricatum 1. Actes I Congrés del Neolític a la Península Ibèrica. Formació i implantació de les comunitats agrícoles. Vol. 2. Bellaterra, 1996. Pp. 676-696.

[33] P. Acosta: «El Neolítico en Andalucía Occidental: estado actual». Homenaje a Luis Siret. Almería, 1984. Sevilla, 1986. Pp. 136-151.

[34] F. Piñón y P. Bueno: op. cit.

[35] F. Piñón y P. Bueno: «Estudio de las colecciones de materiales procedentes de la Dehesa (Lucena del Puerto) y el Judío (Almonte). Testimonios sobre la ocupación neolítica del litoral onubense». Huelva Arqueológica, VII.

[36] J. M. Gutiérrez López, F. Giles Pacheco, J. Ramos Muñoz y J: Aguilera Rodríguez: “Aportaciones al análisis macroespacial. El poblamiento de la Cuenca Media del Guadalete y Piedemonte de las sierras de Cádiz durante el Neolítico” en J. Ramos Muñoz y F. Giles Pacheco (eds): El dolmen de Alberite (Villamartín). Aportaciones a las formas económicas y sociales de las comunidades neolíticas en el noroeste de Cádiz. Cadiz, 1996. Pp. 341-351.

[37] J. M. Gutiérrez López et alii: op. cit. M. Pellicer y P. Acosta: «El Neolítico Antiguo en Andalucía Occidental». Le neolithique ancien Mediterranéen. Actes du Colloque International de Prehistoire. Montpellier, 1982. Pp. 49-60.

[38] M. D. Asquerino y P. López:  “La cueva del Nacimiento (Pontones). Un yacimiento neolítico en la Sierra del Segura”. T.P., 38. Pp. 107-138. G. Rodríguez: «La cueva del Nacimiento de Pontones -Santiago- Provincia de Jaén (España)» Le Néolithique ancien mediterranéen. Actes du colloque international de Prehistoire. Montpellier, 1981. París. Pp. 237-245.

[39] J. J. Fernández caro y B. Gavilán Ceballos: “Yacimientos neolíticos en el río Corbones (Sevilla)”. SPAL, 4. Pp. 25-67

[40] J. Guilaine: Premiers bergers et paysans de l’Occident mediterranéen. París, 1976.

[41] J. Zilhâo: “O neolítico do Maciço calcárico estremenho, crono-estratigrafía e povamento”. Rubricatum 1. Actes I Congrés del Neolític a la Península Ibèrica. Formació i implantació de les comunitats agrícoles. Vol. 2. Bellaterra, 1996. Pp. 659-671.

[42] J. Zilhâo: op. cit.

[43] M. Diniz y M. Calado “O Povado neolítico da Valada do Mato (Évora, Portugal) e as origens do megalitismo alentejano” en R. De Balbín Behrmann y P. Bueno Ramírez. (eds.): II Congreso de Arqueología Peninsular. Tomo II, Neolítico, Calcolítico y Bronce. Zamora, 1998. Pp. 23-31.

[44] S. López Plaza: “Aportación al conocimiento de los poblados eneolíticos de SO de la Meseta Norte española: la cerámica”. Setúbal Arqueológica, V. Pp. 76-102.

[45] J. Arias González y M. C. Jiménez González: “Ídolo-placa y otras piezas funerarias procedentes del dolmen de “El Torrejón” (Villamayor, Salamanca). Xábiga, 7. Pp. 7-17.

[46] L. Zamora Canalleda: “La Cueva de la Vaquera (Torreiglesias, Segovia), las dataciones de C-14 ofrecen una fecha de 3700. I. L. Rubio y M. C. Blasco: “Análisis cerámicos de la Cueva de la Vaquera (Torreiglesias, Segovia)”. Zephyrus, XLI-XLII. Pp. 149-160, las dataciones por termoluminiscencia en cambio dan una cronología de 3200 a.C.

[47] G. Delibes: “Ritos funerarios, demografía y estructura social entre las comunidades neolíticas de la submeseta norte”. Arqueoloxía da Morte. Arqueoloxía da Morte na Península Ibérica desde as Orixes ata o Medievo. Xinzo de Limia, 1996. Pp. 63-94.

[48] Caso de la Peña de la Abuela, enterramiento neolítico con una cronología de principios del IV milenio, M. A. Rojo Guerra y M. Kunst: “La Peña de la Abuela. Un enterramiento monumental neolítico sellado por el fuego”. Revista de Arqueología, 220. Madrid, 1999.

[49] M. D. Fernández-Posse: “Los materiales de la Cueva del Aire de Patones (Madrid)”, N.A.H., 10

[50] J. R. Villa González y J. M. Rojas Rodríguez-Malo: “Una inhumación individual de época neolítica en Villamayor de Calatrava (Ciudad Real)”. Rubricatum 1. Actes I Congrés del Neolític a la Península Ibèrica. Formació i implantació de les comunitats agrícoles. Vol. 2. Bellaterra, 1996. Pp. 509-518.

[51] J. R. Villa González y J. M. Rojas Rodríguez-Malo: “Aportación al conocimiento del Neolítico en la Cuenca Media del Tajo”. Rubricatum 1. Actes I Congrés del Neolític a la Península Ibèrica. Formació i implantació de les comunitats agrícoles. Vol. 2. Bellaterra, 1996. Pp. 707-714.

[52] A excepción de las muestras de arte rupestre de Maltravieso y la Mina de Castañar de Ibor. M. I. Sauceda hace referencias a industria del Paleolítico Superior en las inmediaciones de Los Barruecos, M. I. Sauceda: “La secuencia cultural…” Op. cit.

[53] E Cerrillo Cuenca: op. cit.

[54] V. Hurtado Pérez: «Interpretación sobre la dinámica…” Op. cit.

[55] J. J. Enríquez Navascués: El CalcolíticoOp. cit.

[56] A. González Cordero, J. Castillo Castillo y M. Hernández López: «La secuencia estratigráfica en los yacimientos calcolíticos del área de Plasenzuela (Cáceres). Extremadura Arqueológica II. I Jornadas de Prehistoria y Arqueología en Extremadura (1986-1990). Pp. 11-26.

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