Oct 182024
 

José Mariano Agudelo Blanco

 

Resumen:

El presente trabajo pretende explicar el proyecto republicano de crear una institución civil, denominada Voluntarios de la República, para garantizar la libertad y el orden. El rechazo del Ejército a sustraerse de la seguridad nacional en favor de una fuerza ciudadana excesivamente politizada y las dificultades políticas para organizar a los voluntarios finiquitaron prontamente aquel programa más pretencioso que efectivo. Nos hemos propuesto analizar el incidente protagonizado por los voluntarios aragoneses y extremeños del batallón Tortosa como uno de los más graves de los ocurridos en España y que resulta elocuente para entender las dificultades de un proyecto que parecía abocado al fracaso desde su génesis.

 

  1. INTRODUCCIÓN.

La elección de Amadeo de Saboya como rey de España ensayó un proyecto de monarquía basada en principios democráticos que la diferenciaba notablemente del reinado isabelino. Además, resultaba inédito su nombramiento por unas Cortes elegidas por sufragio universal, y responsables de haber elaborado la Constitución de 1869 que establecía un régimen monárquico en el que estuvieran excluidos los Bobones.

El rechazo de las clases altas partidarias de la corona borbónica coadyuvó al fracaso de aquel esbozo de monarquía democrática. El clima de inestabilidad social y política tampoco ayudó a la pervivencia y consolidación de la nueva dinastía, sino todo lo contrario. Las diferencias existentes entre los distintos partidos también alcanzaron a una misma formación política como la representada por el Partido Progresista, principal apoyo de la instaurada monarquía saboyana. Las distintas corrientes socavaron la unidad del partido que acabó dividido y avivó aún más el contexto de crisis que desembocó en la abdicación de Amadeo I y franqueó el camino para la proclamación de la Primera República el 11 de febrero de 1873.

La nueva coyuntura, lejos de solventar los acuciantes problemas que presionaban a los españoles, aportó otras dificultades que los agravaron sobremanera. La difícil situación agraria, las huelgas obreras y el descontento de los partidos coaligados en el gobierno republicano mostraban un panorama poco halagüeño en el inicio del nuevo régimen. Asimismo, el conflicto de Cuba, la insurrección cantonalista y la guerra carlista deterioraban la situación hasta hacerla insostenible. Consecuentemente, las administraciones gubernamentales se sucedían de manera tan rápida como ineficaz para desarrollar la labor de gobierno, y la República daba signos de agotamiento cuando aún no había transcurrido un año desde su establecimiento. El golpe de Estado del general Pavía, el 3 de enero de 1874, finiquitaba la primera experiencia democrática republicana española. A finales de diciembre de ese mismo año, tras el pronunciamiento de Martínez Campos, se restauró de nuevo la monarquía con la proclamación de Alfonso XII como rey.

En este período tan efervescente se formaron los batallones de Voluntarios Francos. La supresión de las quintas, la desconfianza en el Ejército y la idea republicana de armar al pueblo para la defensa de la Nación están presentes en la fundación de estas unidades no adscritas a la Administración Militar. Seguramente, la iniciativa de crear una milicia popular nutrida por voluntarios para combatir la violencia pública sin perder su condición civil debió despertar serios recelos en los militares. El rechazo de los republicanos a la existencia de un Ejército tradicional que sería sustituido por voluntarios muy politizados estremecía a los conservadores y monárquicos, que eran partidarios de una milicia de mandamases afines y fuertemente disciplinada para ser utilizada en la defensa de sus tesis. Además, no debemos olvidar el contexto bélico de la guerra civil carlista, ahora activada tras la arribada republicana, con una acuciante necesidad de reemplazo para los soldados próximos a licenciarse y que serían sustituidos por unos voluntarios de dudosa preparación. También, se advertía la dificultad para emprender una empresa de tamaña envergadura en tan corto período de tiempo como el conflicto bélico requería.

Por otra parte, numerosos republicanos tampoco parecían contentos con la deriva sospechosa que pretendía poner a los voluntarios francos bajo el mando de oficiales castrenses. Con esta medida, se frustraba la esencia primigenia de una institución popular porque acabarían convertidos en meros batallones militares muy alejados de una organización que había de distinguirse por sus motivaciones civiles y políticas.

Toda esta amalgama de circunstancias, unidas a otras de carácter logístico y a la proliferación de voluntarios francos de diversa procedencia, complicaron la movilización y el desarrollo pleno de un programa que parecía abocado al fracaso desde su misma creación. Así, a finales de julio de 1873, a los pocos meses de su génesis, los últimos voluntarios debían elegir entre pasar al Ejército activo o solicitar el certificado de libertad. Poco más de un mes después, la Ley del 2 de septiembre de 1873 restablecía la Milicia Nacional y finiquitaba aquel proyecto más ilusorio que efectivo.

El objetivo de nuestra investigación se centrará en el esclarecimiento de los hechos ocurridos en Vicálvaro (Madrid), el día 6 de junio de 1873, entre voluntarios aragoneses y extremeños, con el resultado de varios muertos y heridos. En aquella refriega los extremeños se llevaron la peor parte porque fueron los que sufrieron las muertes y la mayoría de los heridos. Inmediatamente, marcharon a Madrid para dar cuenta de lo sucedido a un diputado regional, y algunos decidieron abandonar el batallón de francos. Al margen de la tragedia, el asunto nos sirve para entender las dificultades que acarrearon la formación y despliegue de los voluntarios.

En cuanto al estado de la cuestión, el incidente de Vicálvaro aparece mencionado en algunas de las obras examinadas[1], pero siempre de manera sucinta y encuadrado, generalmente, en los numerosos altercados protagonizados por los francos en el conjunto del país. Y, por tanto, carente de la exploración profunda que hemos practicado para dilucidar en la medida de lo posible aquel suceso en concreto. En algunos casos, hemos detectado discrepancias con respecto a nuestra investigación, pero también existen diferencias entre los autores que recogen el acontecimiento. No obstante, las dificultades para organizar a los voluntarios en aquella coyuntura tan compleja aúnan las posturas significativamente.

Para la elaboración del artículo hemos contemplado diversas fuentes primarias que consideramos fundamentales para conseguir nuestro objetivo. Entre otras, la Ley de 17 de febrero de 1873 que decretaba la abolición de la quinta para el reemplazo y la formación de un Ejército activo compuesto por soldados voluntarios; y, sobre todo, la Gaceta de Madrid número 80 que publicaba la Ley de 17 de marzo, autorizando al Gobierno la organización de 80 batallones con el nombre de Voluntarios de la República. Ambos preceptos resultan esenciales para nuestra investigación. No por ello se han descartado otras leyes o proyectos legislativos contemplados en algunos diarios de sesiones de las Cortes Constituyentes y de la Asamblea Nacional, relativos al tema propuesto.

Junto a las fuentes señaladas, hemos obtenido una información muy valiosa de la prensa coetánea sobre los hechos analizados. Posiblemente, no estaríamos haciendo bien nuestro trabajo si soslayáramos el examen de la prensa de aquellos días, máxime cuando va a ser la fuente primordial para estudiar la cuestión de Vicálvaro. Por tanto, el análisis de los distintos medios escritos se nos antoja tan necesario como imprescindible para incrementar las fuentes primarias. Bien es verdad que al tratarse de una prensa muy politizada hemos de utilizarla con un sentido crítico. Ciertamente, las diferencias son considerables entre los periódicos proclives resueltamente a la República y los partidarios de la monarquía alfonsina, carlista o de cualquier otra cuna; y, también, aquellos de raigambre conservadora que podían ser partidarios de una u otra forma de gobierno, pero, habitualmente, en contra de los cambios propuestos por los republicanos federalistas.

Atendiendo a lo expuesto, el tema central de nuestro artículo: la refriega entre los voluntarios extremeños y aragoneses ha de entenderse desde una perspectiva más amplia que englobe las dificultades de toda índole que malograron el establecimiento de los batallones francos de la República para sustituir, principalmente en la seguridad Nacional, a un Ejército tradicional muy decantado en favor de las tesis conservadoras y monárquicas.

 

  1. FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LOS VOLUNTARIOS DE LA REPÚBLICA.

 

Antes de analizar la normativa legislativa responsable de la formación de los Voluntarios de la República, debemos resaltar el contexto histórico de su desarrollo, sobre todo, en lo relativo a las dificultades republicanas para concretar el concepto de Fuerzas Armadas. Resulta evidente que el Poder Ejecutivo proyectaba organizar el Ejército “bajo los principios de igualdad y justicia que son el fundamento sólido del sistema republicano”, según recogía el diario político de la tarde La República[2]. Consecuentemente, se pretendía implantar un ejército profesional compuesto por voluntarios que desde la clase de tropa pudieran acceder a las más altas graduaciones hasta ahora reservadas para las clases privilegiadas. Además, para dar cabida a dos preceptos constitucionales como eran el respeto a los derechos individuales y el deber jurídico de servir a la Patria con las armas, se planteaba fundar dos instituciones armadas, “que lejos de ser refractarias entre sí, como algunos suponen, son perfectamente armónicas y adecuadas”[3]. Estas dos instituciones son: el Ejército Permanente Profesional y la Milicia Nacional.

Al respecto, no debemos olvidar que la sociedad de la época había iniciado el camino de una profunda transformación. La pequeña burguesía y las capas más desfavorecidas eran cada vez más conscientes de los nuevos derechos adquiridos. Conformaban un conjunto de ciudadanos con una sensibilidad identitaria de carácter civil que segregaba tintes antimilitaristas para defenderse de una corporación castrense acostumbrada a intervenir en los asuntos de Estado siempre que lo creyó oportuno. Por otra parte, estamos ante unas fuerzas armadas en transformación que, generalmente, ya se habían convertido en un ejército nacional y, por tanto, distinto al estamento militar de antaño que debía fidelidad absoluta al Rey. No obstante, estos cambios no habían conseguido todavía arrebatarle la gestión del orden público. Este posicionamiento chocaba frontalmente con la concepción republicana de la fuerza pública que había de regirse por los principios de igualdad y justicia.

Consecuentemente, la institución militar se mostró no solo recelosa sino contraria a cualquier iniciativa republicana de armar a un voluntariado de carácter civil para encargarse del orden público en las áreas urbanas. El conflicto entre ambos organismos se hizo inevitable y derivó en el enfrentamiento armado. Además, estas circunstancias cimentaron un basamento de animadversión y desconfianza entre el estamento militar y los voluntarios armados que prevaleció más allá de la Primera República.

Dificultades que se agravaban por la desconfianza del Ejército en asumir el camino hacia la democracia por la vía civil, máxime en un contexto federalista que chocaba frontalmente con el pensamiento militar de la unidad de España, ahora cuestionada por la deriva cantonalista. Las intentonas desestabilizadoras, a pesar de ser neutralizadas en un principio, acabarían imponiéndose netamente.

Como hemos anotado en la introducción, la idea republicana de monopolizar la seguridad pública en detrimento del Ejército estaba plenamente implantada en la sociedad civil de la Primera República. Y no sólo en este período, sino que la cuestión tenía antecedentes inmediatos en la Revolución de 1868 con la creación de una milicia ciudadana denominada Voluntarios de la Libertad. También, en un concepto más idealizado, se quiso engarzar este pensamiento con la imagen del pueblo en armas defendiendo a la Nación tras la invasión napoleónica. Consecuentemente, se quería hacer realidad esa tendencia fuertemente implantada en el espíritu republicano y en las capas populares con menores recursos económicos que soportaban mayormente el peso del reclutamiento para el servicio militar. Con el objetivo de corregir esta medida tan impopular como sectaria, se decretó una ley para reformar profundamente el Ejército.

La abolición de la quinta ―sistema de reclutamiento forzoso para prestar servicio en el Ejército, y que afectaba principalmente a las clases humildes[4]― era una cuestión que venía de tiempo atrás. La Ley de quintas de 26 de enero de 1836 realizó un progreso importante al respecto. Aunque reconocía la imposibilidad de abolir por completo la quinta, estableció que el reclutamiento forzoso para abastecer al Ejército coexistiera subsidiariamente con el alistamiento voluntario y el reenganche de aquellos que habían completado su servicio de armas. Asimismo, los legisladores estaban convencidos de que para conseguir ese objetivo era preciso retribuir pecuniariamente a los voluntarios y reenganchados.

La Revolución de 1868 apoyaba una milicia ciudadana denominada Voluntarios de la Libertad que inspiró el proyecto de formación de los Voluntarios de la República objeto de nuestro estudio, pero que tampoco consiguió eliminar la leva obligada. Poco más de un año después, instauradas ya las Cortes Constituyentes de 1869, el ministro de la Guerra, Juan Prim, elaboró un proyecto de ley sobre organización y reemplazo del Ejército[5]. En el documento parlamentario que exponía los motivos del proyecto, Prim reconocía la imposibilidad de eximir al pueblo de las quintas porque, entre otros argumentos, el sistema de voluntarios retribuidos por el Estado no había sido suficiente, ni con mucho, para nutrir las filas del Ejército. Además de no alcanzar meridianamente el reclutamiento propuesto, las cuantiosas sumas que el Estado debía gastar cada año por el concepto indicado lo hacían inasumible. En conclusión, el proyecto de ley establecía el servicio militar obligatorio para todos los españoles, pero contemplaba el derecho a prestar dicho servicio voluntariamente. También, se abolía la redención en metálico que beneficiaba a las clases más pudientes en detrimento de las más desfavorecidas.

Constituida la Primera República, la Ley de 17 de febrero de 1873[6] decretaba la abolición de la quinta para el reemplazo del Ejército que estaría formado por soldados voluntarios retribuidos con una peseta diaria. La permanencia mínima de los voluntarios era de dos años para los incorporados por primera vez y de uno para los reenganchados, pero podrían permanecer en el Ejército durante toda la vida profesional a través de los sucesivos reenganches. También, disponía la oportunidad de ascenso de los soldados a todos los empleos de la carrera militar cuando sus méritos y actitud así lo acreditaran.

La figura del soldado voluntario para nutrir las filas del Ejército activo no eximía a los ciudadanos de la prestación de un servicio militar obligatorio en la Reserva, “cuyo estado ordinario es pasivo”[7]. La Reserva se formaba anualmente con los mozos que tuvieran cumplido 20 años desde el primer día de enero del año correspondiente y tenía una duración de tres años diferenciados. En el primero quedaban adscritos a los cuadros correspondientes y recibían la instrucción militar necesaria. “En los dos años restantes figurarán sólo en el alistamiento de la reserva para el caso extraordinario de guerra en que, no siendo suficientes los mozos de la primera edad, se creyese necesario llamarlos a las armas por medio de una Ley”[8].

El párrafo anterior contradice la desaparición del Ejército permanente propuesta por los republicanos porque, si bien el Ejército activo estaría compuesto únicamente por soldados voluntarios, la Reserva ―un ejército pasivo o en suspenso― se nutría del reclutamiento forzoso. Razonablemente, aunque se ponga énfasis en la pasividad de ese ejército “en descanso”, lo cierto es que el Gobierno podía movilizar y activar la Reserva mediante una ley, no solo en tiempo de guerra, sino también cuando el “número de voluntarios no baste para completar la fuerza del ejército activo señalada por las Cortes”, según recogía su artículo decimoquinto[9]. En consecuencia, quedaba en entredicho o, al menos, desvirtuada la abolición del servicio militar obligatorio.

Una explicación a esa contradicción es la propuesta por Alberto Bru cuando señala que la Ley de 17 de febrero no es republicana, sino el resultado de un proyecto presentado el 27 de septiembre de 1872 y, por tanto, anterior a la formación republicana, pero que acabó siendo ratificada por la Asamblea Nacional de la Primera República, de holgada mayoría radical[10]. Al respecto, debemos tener en cuenta que la Asamblea Nacional reasume todos los poderes, tras la abdicación de Amadeo I, y declara como forma de gobierno de la Nación ―por una amplia mayoría de votos― la República. Disuelta la Asamblea Nacional, se estableció una Comisión permanente de la Asamblea, también de mayoría radical, para fiscalizar al Gobierno hasta que se reunieran las Cortes Constituyentes[11].

Resumidamente, la Ley en cuestión abolió las quintas para el reemplazo de un ejército, llamémoslo así, tradicional, pero no evitó el servicio militar obligatorio a través de la Reserva que, aunque pretendido pasivo, podía ser activado por el Gobierno para el caso extraordinario de una guerra; y como realmente existía un conflicto bélico ―la denominada Tercera Guerra Carlista―, se nos antoja ilusorio declarar que el Ejército estuviera formado únicamente por soldados voluntarios retribuidos. Posiblemente, esta cuestión, entre otras, influirá en la decisión de organizar los batallones de Voluntarios Francos de la República.

A pesar de lo anotado en el apartado anterior, el encargo primigenio de los batallones francos era mantener la seguridad pública para liberar al Ejército de ese cometido y dedicarlo de lleno a la lucha en la guerra civil. Así lo exponía el presidente del Gobierno de la República, Estanislao Figueras, en marzo de 1873, a los pocos días de que la Asamblea Nacional hubiera decretado y sancionado la ley que autorizaba al Gobierno la organización de 80 batallones con el nombre de Voluntarios de la República:

 

“En los Gobiernos republicanos se necesita el concurso de todos sin excepción, si ha de regirse la sociedad por sí misma. Cada ciudadano debe saber que defendiendo la República defiende su dignidad moral y sus derechos imprescriptibles. El partido liberal debe recordar que esa libertad tan preciada, esa libertad por la cual tantos sacrificios ha hecho, está indisolublemente unida a la forma republicana. Que no se perdone, como se perdonó en la guerra civil, medio alguno de combate. Que los cuerpos francos se armen. Que los ciudadanos armados mantengan la paz pública, el hogar, la propiedad, a fin de disponer de los soldados para caer con fuerza y vigor sobre las facciones. Sólo así, con esfuerzos heroicos, podremos salvar la República, y con la República la libertad y la patria”[12].

 

Podemos anotar que los nuevos batallones francos tenían su antecedente más inmediato en los Voluntarios de la Libertad organizados por decreto del Ministerio de la Gobernación el 17 de noviembre de 1868, siendo titular del Departamento Práxedes Mateo Sagasta[13]. La evidencia de este precedente viene reflejada en el artículo primero del decreto del Gobierno de la República, publicado en la Gaceta de Madrid pocos días antes de promulgarse la Ley para organizar los voluntarios, con Figueras como presidente de la República y Pi y Margall como ministro de la Gobernación: “Los Voluntarios de la Libertad se llamarán en adelante Voluntarios de la República”[14]. Lo expuesto pudiera inducirnos al error de pensar en una analogía excesiva entre ambas instituciones y que la segunda derivara directamente de la primera, pero existen matices que las diferencian y que trataremos de dilucidar seguidamente.

Ciertamente, el derecho y el deber de los ciudadanos para garantizar la libertad y el orden a través de una organización civil dependiente del municipio están presentes en el ideario de ambos organismos. La garantía del carácter ciudadano se fundamentaba en la subordinación plena a las “Autoridades municipales, franca expresión del sufragio universal; y se ha circunscrito de esta manera a lo que debe caracterizarla y distinguirla como institución civil pacífica, aunque armada, prenda de orden y elemento de libertad”[15]. Este principio, aunque impregna el espíritu de ambas instituciones, solo se implementó, con más o menos fortuna, en la fuerza ciudadana de los Voluntarios de la Libertad, difuminándose, por el contrario, hasta hacerse tan secundario como imperceptible en el caso de los batallones de Voluntarios de la República que, tras la Ley del 2 de septiembre de 1873 para su reorganización y reforma, acabarían disueltos o absorbidos por la “Milicia Nacional local de la Península e islas adyacentes”[16].

Para entender mejor el párrafo anterior, debemos insistir en la proliferación de distintas fuerzas de voluntarios francos. El decreto del Gobierno, del 15 de febrero de 1873, entendía necesaria la participación del pueblo en la defensa del Orden Público. En consecuencia, decretaba la reorganización de los cuerpos de voluntarios en la forma que tuvieron cuando “se disolvieron o fueron disueltos por no haber querido reconocer la dinastía de Saboya, o por haber defendido prematuramente la República, que ha venido a ser la forma de Gobierno de la Nación española”[17]. Seguramente, la intención del Gobierno era reactivar una fuerza ciudadana semejante a la organizada en 1868. Para despejar cualquier duda al respecto, el mismo decreto en su artículo cuarto señalaba: “Los pueblos que no hayan tenido cuerpos de Voluntarios después de la revolución de septiembre, podrán organizarlos con arreglo al decreto del Gobierno Provisional de 17 de noviembre de 1868, convertido en ley por las Cortes Constituyentes de 1869”. Es decir, el Decreto Orgánico responsable de la organización y puesta en marcha de los Voluntarios de la Libertad.

Los cuerpos francos de la República, al igual que había ocurrido con sus correligionarios de 1868, se organizarían en todas las capitales de provincia y en el resto de las poblaciones que lo solicitaran al Gobierno. Estos voluntarios estarían sujetos a las órdenes de los alcaldes o a las de otras autoridades civiles y tendrían una dependencia orgánica del Ministerio de la Gobernación[18]. Además, en otra clara muestra de empoderamiento civil, no usarían uniformes militares ni estarían supeditados a las ordenanzas del Ejército. Resulta obvio que se quería desligar, incluso en su aspecto, de cualquier similitud con las fuerzas castrenses. Ese parece ser también el propósito del decreto del Ministerio de la Gobernación fechado en Madrid a 14 de febrero de 1873, al que ya nos hemos referido, y que propiciaba la organización de los Voluntarios de la República conforme al decreto que organizó los Voluntarios de la Libertad. Sin embargo, poco más de un mes después ―17 de marzo de 1873―, la Ley que autorizaba al Gobierno la organización de 80 batallones de Voluntarios de la República introducía diferencias de hondo calado con respecto al decreto antes señalado. Entre otras, su artículo sexto disponía la adaptación a “cuantas disposiciones rigen relativamente al régimen, disciplina y administración de los cuerpos de Ejército”[19]. La deriva militarista también quedaba patente cuando se atribuía al Ministerio de la Guerra la potestad normativa para el cumplimiento de la ley.

La misma pérdida del apelativo “franco” que algunos autores resaltan parece alejar a los Voluntarios de la República de su esencia cívica primigenia. En cualquier caso, debemos relativizar tal aseveración porque existen matices al respecto. El decreto de febrero del Ministerio de la Gobernación y la ley del 17 de marzo del mismo año antes señalados disponían la creación de una fuerza ciudadana denominada Voluntarios de la República, pero las bases establecidas unos días más tarde ―25 de marzo de 1873― para llevar a efectos los preceptos citados retomaban el nombre de Voluntarios Francos de la República[20]. En cualquier caso, tal designación no se debe a un cambio de postura hacia tesis más cercanas al ámbito civil en detrimento de la administración militar, sino que más bien ocurrió a la inversa. Efectivamente, aunque las bases señaladas volvían a emplear el vocablo “franco”, que era sinónimo de agrupaciones ciudadanas alejadas de cualquier parecido con las unidades militares, muchas de las directrices contenidas en su reglamento sugieren todo lo contrario. Entre otras, aquella que establecía una organización semejante a la de los batallones de cazadores y con la uniformidad que determinara la Dirección General de Infantería. Igualmente, su dependencia del Ministerio de la Guerra los alejaba significativamente del ámbito civil que hubieran tenido con la pertenencia al Ministerio de la Gobernación, tal y como en un principio estaba proyectado. Finalmente, la disposición para intervenir en la guerra carlista desvirtuaba significativamente su génesis como fuerza ciudadana para la seguridad de la Nación en un contexto territorial más cercano, como era el caso de los voluntarios francos municipales.

Llegados a este punto, quizá sea preciso recalcar que el incidente ocurrido en Vicálvaro fue protagonizado por extremeños y aragoneses pertenecientes a los Voluntarios de la República del Batallón Tortosa número 70, que estaban acantonados allí para su instrucción. Estas unidades habían sido decretadas por la Asamblea Nacional (Ley de 17 de marzo de 1873) y organizadas desde el Ministerio de la Guerra por el director de Infantería, general Mariano Socías y, por tanto, diferentes a las movilizadas en el ámbito regional; que, igualmente, protagonizaron incidentes en lo que parecía un acople difícil con los destacamentos del Ejército, de los Carabineros y de la Guardia Civil desplegados por España.

El encuadramiento de los Voluntarios Francos de la República en unidades semejantes a las ideadas para el Ejército no hacía sino crear más confusión al respecto, porque la recluta se hacía desde los gobiernos locales o provinciales, al igual que había ocurrido con sus colegas francos organizados conforme al decreto de 1868 que había formado los Voluntarios de la Libertad y que, en todo caso, rechazaban cualquier parecido con las unidades militares. En este sentido, resulta significativo lo anotado por el periódico Jaque-Mate, de marcada tendencia republicana:

 

“Van a reorganizarse todos los batallones de voluntarios que se formaron después de la revolución ―llamémosla así― de septiembre de 1868.

No me parece mal esa reorganización.

Pero por las once mil vírgenes, señores voluntarios, nada de uniformidad, nada de colorines, nada de arreos militares, nada de darse por ahí en espectáculos, en grandes paradas, procesiones, etc. etc. etc.

Seamos dignos, seamos serios y respetemos para que nos respeten.

El pueblo en armas es garantía de libertad y orden.

Pero el pueblo, jugando infantilmente a los soldados, para nada sirve sino para dar que reír a nuestros enemigos”[21].

 

Las vicisitudes protagonizadas por la creación de los batallones francos también quedaron reflejadas en las sesiones de las Cortes. Los debates parlamentarios, además de evidenciar las divisiones políticas, revelaban las dificultades para la formación de los Voluntarios de la República. Las discusiones sobre los artículos del proyecto de ley se dilataban en un ambiente tan enrarecido que parecía vaticinar su fracaso. Algunos, como el artículo tercero sobre la provisión de plazas de sargentos segundos, cabos primeros y cabos segundos para aquellos que presentaran 30, 20 y 10 voluntarios respectivamente desataron una acalorada discusión en las Cortes[22]. Diputados como Germán Gamazo alertaban de la gravedad que suponía: “que cada cual mande aquellos hombres que él recluta”, y proponía que no fueran “incluidos en los mismos cuerpos los que presenten los hombres al alistamiento y los hombres presentados por ellos”[23]. Al respecto, el diputado Padial advertía de los inconvenientes para prestar servicio en una misma unidad el mando y los subordinados por él reclutados porque daría “lugar a toda clase de confabulaciones”[24]. Algunos representantes dudaban de la utilidad de los voluntarios francos para atender las necesidades de la guerra civil en ciernes[25]. Otros, como el diputado Ocón, alertaban de la indisciplina existente en los batallones de voluntarios, y abogaban por su disolución[26]. Propuestas de disolución que se acrecentaban según transcurría el tiempo y se comprobaba que los francos no habían dado el resultado apetecido, según apuntaba el diputado Navarrete[27]. Finalmente, una serie de inconvenientes como la escasa preparación, la indisciplina y hasta las condiciones morales de los voluntarios también ocuparon muchas sesiones parlamentarias y coadyuvaron a su declive.

 

  1. REFRIEGA ENTRE LOS VOLUNTARIOS EXTREMEÑOS Y ARAGONESES DEL BATALLÓN TORTOSA NÚMERO 70.

 

Pasemos ahora a historiar los sucesos ocurridos entre los componentes extremeños y aragoneses del Batallón Tortosa número 70. Antes de analizar aquel suceso, corresponde anotar que no se trata de un hecho aislado, sino que ha de encuadrarse entre los muchos que ocurrieron en los primeros días de alistamiento y concentración de los voluntarios francos en los acuartelamientos que a tal fin se dispusieron. No obstante, debemos resaltar que se trató de uno de los más graves. El altercado entre los voluntarios acantonados en Vicálvaro, junto a los ocurridos en el cuartel de la Montaña y el cuartel de San Francisco, a las pocas horas o días de haber sido concentrados en Madrid ―a finales de mayo y principios de junio de 1873― son de una trascendencia que no se deben desligar de un conjunto de circunstancias que intentaremos explicitar seguidamente. Además de en Madrid, hubo incidentes parecidos a lo largo y ancho de la geografía española. Algunos también de gravedad con muertos y heridos[28].

Las dificultades políticas causadas por la puesta en marcha de los Voluntarios de la República se implementaron con otras derivadas de su reclutamiento y formación. La misma pérdida de la palabra “franco” como sinónimo de ciudadanos honrados, libres de ataduras militares y leales a la República Federal, denotaba las dificultades para contentar a todos los republicanos. Incluso, a los que pudieran encuadrarse en una misma familia de federalistas, porque mientras unos pretendían una república federal en sentido “descendente”, desde las instancias del Gobierno, otros la querían desde las bases, a partir del ámbito local o comarcal, en lo que sería una opción más parecida al sistema confederal que federal, y cuyos ciudadanos quizá pretendían no estar sujetos a una Constitución común ni a un Gobierno central, sino que responderían ante los gobiernos de cada Estado. La deriva hacia el cantonalismo parecía estar servida.

Por otra parte, junto a los inconvenientes señalados, otros de naturaleza organizativa, armamentística y logística general frustraron el purismo primigenio de los republicanos federales, hasta derivar en una situación tan decepcionante como inviable y que acabó finiquitando aquel proyecto. Los voluntarios francos, ya no tan “francos” o excesivamente “francos” como ironizaba el diputado Ocón[29], movilizados en sus pueblos de orígenes y concentrados en Madrid, junto a otros de diversas provincias y distintas tendencias políticas, para ser instruidos por oficiales que habían servido en el Ejército o estaban en la Reserva, provocaron una gran decepción en los alistados. Razonablemente, aquellos voluntarios encuadrados en batallones de sospechoso parecido con una unidad militar convencional para cumplir misiones alejadas de su ámbito local o comarcal debieron soportar cierto choque emocional de consecuencias previsibles.

Además, no debemos olvidar y sí poner en valor las malas condiciones cuartelarias, sin una uniformidad adecuada o, peor aún, con una semejante a la del Ejército, con un rancho que dejaba mucho que desear y, sobre todo, sin el equipamiento y el armamento mínimo para desempeñar un cometido que los alejaba irremisiblemente de la génesis del pueblo en armas para defender a su “patria chica” y los acercaba a desempeñar unas tareas para las que quizás no estuvieran capacitados. Y es que el avance de la guerra carlista puso en evidencia la falta de profesionalidad y preparación de los voluntarios para llevar a cabo ese cometido bélico. Respecto al estallido de las insurrecciones cantonalistas, la excesiva politización de los francos, decantados netamente por la implantación de un federalismo desde las bases, propiciaba mayoritariamente sus simpatías por el poder cantonal y, por ende, se oponían incluso con las armas a la autoridad del Gobierno representada por la Guardia Civil o los Carabineros.

En definitiva, una serie de altercados prodigados a lo largo de la geografía española no hacían sino corroborar las dificultades afrontadas en la movilización de los Voluntarios de la República. Algunos estuvieron motivados por asuntos tan nimios como la discusión llevada a cabo entre los voluntarios de Leganés porque los botones de las chaquetas del uniforme llevaban impresa una corona sobre las armas de España, según recogía La Correspondencia de España[30]. Varios de ellos, quizá demasiados, tuvieron su origen en la excesiva intransigencia política de unos voluntarios radicalizados en un federalismo extremo. Otros, por una militarización o apariencia militar que rechazaban de plano, dado su temperamento civil. En ciertos casos, por tratarse de individuos de dudosa moralidad que se alistaban por el salario de dos pesetas diarias, el doble de la paga que percibía un soldado voluntario del Ejército. También, porque esos mismos emolumentos “caídos del cielo” propiciaban la holgazanería e ingesta de alcohol, que en el caso que nos ocupa parece ser el origen de la pendencia.

En este ambiente de pesimismo, incertidumbre y desconcierto generalizado, los altercados entre los voluntarios y las fuerzas de Seguridad del Estado o las del Ejército estaban a la orden del día. También, fueron muchas las trifulcas acaecidas entre las distintas unidades de voluntarios o, incluso, entre los propios integrantes de un mismo batallón compuesto por ciudadanos de distinta provincia. Así ocurría en el Batallón Tortosa número 70 de Vicálvaro, donde se mezclaban voluntarios aragoneses, catalanes, castellanos y extremeños. De todos ellos, los extremeños, con 406 voluntarios (77 de Cáceres y 329 de Badajoz)[31], eran los más numerosos, seguidos de los aragoneses que aportaban 178 voluntarios y repartiéndose el resto entre catalanes y castellanos hasta completar los 746 componentes del batallón[32].

Aunque son varias las publicaciones que recogen el conflicto entre los francos acuartelados en Vicálvaro, lejos de coincidir en el tratamiento del suceso, existen discrepancias que pudieran dificultar su esclarecimiento. Sin embargo, entendemos que las desavenencias, sobre todo las derivadas de las distintas corrientes políticas, lejos de entorpecer el análisis lo enriquecen, porque resulta muy interesante contrastar las ideas difundidas desde los diversos grupos políticos.

El primer inconveniente lo encontramos a la hora de señalar la fecha exacta del suceso. Las diferencias abarcan los tres días comprendidos entre el 6 y el 8 de junio de 1873. Quizá la que se corresponde con el primero de los días señalados sea la más certera porque es la consignada en el mayor número de registros, tanto los derivados de la prensa de la época como los procedentes de los escritores que mencionan el asunto. Así lo contemplan algunos rotativos madrileños: La Regeneración, La Discusión, El Imparcial y La Nación[33]; y el autor Alberto Bru Sánchez-Fortún en su artículo sobre la Primera República y los voluntarios francos[34]. Sin embargo, Eduardo González Calleja expone lo que sigue:

 

“El 8 de junio las Constituyentes definieron el nuevo régimen como una república federal formada por 17 estados inspirados en los antiguos reinos históricos, que era el diseño preferido por los benevolentes. Ese mismo día se sublevaron contra sus jefes los Voluntarios francos en Vicálvaro, que desencadenaron un tiroteo donde murieron tres personas”[35].

 

Consecuentemente, según el autor propuesto anteriormente, los sucesos tuvieron lugar el día 8 de junio. La Discusión también señala para ese día un conflicto en Vicálvaro “entre los francos de aquel destacamento”[36]. Comoquiera que el mismo rotativo en su ejemplar del día 7 señalaba con detalle los sucesos ocurridos en Vicálvaro en la tarde del día anterior, sospechamos que los referidos al día 8 pudieran tratarse de hechos relacionados, pero ocurridos en días posteriores porque los tumultos se prolongaron durante varias jornadas. Seguramente, los altercados posteriores al ocurrido en la tarde del 6 de junio se han de entender como una deriva de esta trifulca, que necesitó un tiempo antes de serenarse para volver a la normalidad.

En consonancia con la reflexión del párrafo precedente, El Pensamiento Español del día 9 escribía: “Nada menos que 168 francos fueron traídos presos a Madrid a consecuencia de los sucesos de Vicálvaro: dícese que se les ha sometido a la acción de los tribunales”[37]. Más adelante, anotaba nuevos conflictos en el cuartel de San Francisco de Madrid y sus aledaños, donde habían sido traídos los francos del Batallón Tortosa, pero no especificaba si esos voluntarios eran aragoneses o extremeños:

 

“Después de haber promovido sus compañeros un gran escándalo en el cuartel de San Francisco, se reprodujeron las diferencias en la calle de las Aguas, en que seis francos de Tortosa fueron acometidos por gran número de francos de Lorca; viéndose aquellos precisados a guarecerse en una casa, donde sufrieron un verdadero asalto de sus adversarios. Fue necesario intervenir en el caso a viva fuerza y llevar a la cárcel a seis voluntarios lorquinos, que en su furor amenazaban con degollar a los vecinos que ayudaban a ponerse en salvo a los de Tortosa”[38].

 

Son varios los medios de la prensa en señalar a los extremeños como los venidos a Madrid después del incidente de Vicálvaro, pero esta cuestión no resulta suficiente para responsabilizarlos de los altercados del cuartel de San Francisco. La Regeneración, refiriéndose al incidente de Vicálvaro, dice: “Gran número de los extremeños huyeron y tomaron dirección de Madrid, presentándose algunos al diputado señor Sepúlveda, que acudió con ellos a la capitanía general, donde se empezó la sumaria, mandando a los soldados al cuartel de San Francisco, orden a que obedecieron, aunque algunos se mostraban decididos a irse a su pueblo”[39].

A la vista de los noticieros antes citados, parece claro que desde Vicálvaro regresaron a Madrid muchos de los francos extremeños y aragoneses del Batallón Tortosa, pero mientras los primeros lo hacían voluntariamente para entrevistarse con el diputado Rodríguez Sepúlveda, los segundos fueron conducidos en calidad de detenidos.

En lo que sí parece haber unanimidad es en el poco tiempo que los voluntarios llevaban en el acuartelamiento. Algunos acababan de incorporarse esa misma mañana de autos y, por tanto, hacía escasas horas que habían llegado a Madrid procedentes de sus provincias de origen para alcanzar su destino definitivo en Vicálvaro, que era el punto de concentración del Batallón Tortosa.

No parece haber un motivo claro que desencadenara la trifulca, tal vez porque fueron varias las causas que ocasionaran aquel estallido de violencia. Quizá la chispa que prendió la mecha fuera la ingesta de alcohol en el recorrido por el pueblo de los voluntarios recién llegados, máxime si este era de mala calidad como aventura alguna de las crónicas:

 

“Otro suceso que vio a agravar las circunstancias anoche, fue el conflicto ocurrido en el inmediato pueblo de Vicálvaro entre los francos que ayer salieron de Madrid. Llegaron a la una y media, y después de acuartelarse salieron a recorrer el pueblo. A las cuatro de la tarde, según noticias de buen origen, dos francos a quienes se supone que la baratura y calidad del vino puso fuera de su estado normal, pidieron al primer jefe Sr. Echevarría permiso para venirse a Madrid, apuntándole con los fusiles”[40].

 

El Gobierno del 7 de junio también apunta a la embriaguez como motivo inicial de los incidentes. Avala esta teoría la investigación llevada a cabo por el general Socías en la Capitanía General, donde fueron conducidos por el diputado Sepúlveda los francos extremeños. De toda la prensa analizada, esta publicación es la que muestra una secuencia de los hechos más completa y cohesionada. Si exceptuamos el elevado número de muertos apuntados en el incidente, la argumentación basada en los datos aportados construye el relato más verosímil del suceso acontecido en Vicálvaro. Por este motivo, hemos creído conveniente consignar la noticia al completo:

 

“A las doce y media de la tarde, llegaron a dicho punto (Vicálvaro) los francos extremeños, que fueron alojados en el cuartel donde se encuentran los aragoneses.

Los extremeños, después de descansar, salieron de paseo por la población, y parece que se les ocurrió empinar el codo.

Es de suponer que al regresar al cuartel mediaran algunas cuestiones, puesto que los aragoneses, sin pararse en barras, les hicieron fuego, cayendo muertos, según anoche se aseguraba, ocho individuos y algunos otros heridos.

Afortunadamente los francos extremeños no tenían armas, pues de lo contrario se hubiera empeñado un combate de consecuencias quizá terribles para aquel pacífico vecindario, y tomaron el partido de dirigirse a Madrid y dar cuenta al Gobierno de aquellos sucesos.

A las cuatro y media abandonaron Vicálvaro, y entraban en Madrid a las siete de la noche, preguntando por el diputado Sr. Rodríguez Sepúlveda, única persona a quien parece conocían en esta capital.

Informado el Sr. Sepúlveda de lo ocurrido, se puso al frente de los francos, y se dirigió a la capitanía general.

El general Socías dispuso que con objeto de que pudiera saberse la verdad, fueran entrando los francos de dos en dos en su despacho.

De resultado de estas conferencias pudo sacar el limpio el general Socías que habían bebido, quizás más de lo regular los extremeños, dando esto origen a cuestiones con los aragoneses que, provistos de armamento, se despacharon a gusto.

No juzgando conveniente que los francos extremeños regresaran a Vicálvaro, el capitán general dispuso que un sargento condujera aquella fuerza al cuartel de San Francisco.

Antes de ponerse en marcha, el Sr. Sepúlveda les dirigió la palabra, recomendándoles el mayor respeto a los jefes, y la más severa disciplina.

Inmediatamente después pasaron al despacho del Sr, Figueras los Sres. Socías y Sepúlveda, quienes pusieron en su conocimiento lo ocurrido.

El ministro interino de la Guerra llamó a un coronel, cuyo nombre no recordamos y le confió el mando de tres compañías de ingenieros, ordenándole que se pusiera toda esta fuerza en camino inmediatamente.

Además, recomendó al citado coronel que desarmara a la fuerza a aragonesa y condujera a Madrid, en calidad de presos, a los que resultaran culpables de aquel conflicto, para ser juzgados en consejo de guerra.

A las ocho y media de la noche se recibió un telegrama del alcalde de dicho punto, confirmando los hechos que dejamos narrados, y asegurando que la calma había vuelto a quedar restablecida”[41].

 

A pesar de la gravedad del incidente de Vicálvaro, la Gaceta de Madrid del 7 de junio de 1873 publicaba un despacho telegráfico del día anterior, recibido en el Ministerio de la Guerra, restando importancia a la cuestión que nos atañe: “Hoy ha habido en Vicálvaro una colisión entre los francos de aquel destacamento, cruzándose algunos disparos y ocurridas desgracias, aunque de poca importancia; pero quedó terminado a las pocas horas”[42]. De igual forma, en una copia fidedigna de la nota gubernamental, era gestionado el asunto por La Discusión[43]. Al respecto, no debemos olvidar que se trataba de un medio que representaba la corriente moderada del republicanismo. Así, siguiendo la vía de moderación y normalidad reflejadas, solventaba el incidente de esta manera:

 

“Ayer llegaron a Madrid los ingenieros de un batallón de infantería de Zamora y veinticinco caballos, conduciendo presos 129 francos, un capitán y cuatro subalternos de los amotinados en Vicálvaro. Cuando llegaron anoche al citado pueblo, reinaba la tranquilidad más completa, habiéndose recogido en el cuartel los francos y curado por sí mismo las heridas de sus compañeros. El teniente coronel del batallón de francos ha quedado en Vicálvaro, instruyendo con el juzgado el correspondiente sumario”[44].

 

En parecidas circunstancias, La Igualdad, de marcada línea republicana liberal y federal, rebajaba la gravedad de los lances provocados por los francos en Madrid y advertía de la utilización política que hacían de aquellos hechos: “los reaccionarios para mantener la alarma y aumentar la inquietud del país, lo cual redunda en descrédito del Gobierno y hace gran daño a la causa de la República”[45]. Para remediar esta situación, instaba a las autoridades a combatir los peligros que amenazaban la libertad.

Naturalmente, la prensa conservadora y monárquica no era tan benévola en el tratamiento de los numerosos incidentes provocados por la indisciplina y desgobierno de los voluntarios republicanos. Esencialmente, aprovechaba los casos como el de Vicálvaro para alertar de la inviabilidad de los batallones francos y solicitar su disolución. Así lo apuntaba La Época del día 7 de junio[46]. También, La Crónica del 28 de junio publicaba los buenos resultados obtenidos tras la orden dada por el ministro de la Guerra “para el licenciamiento de los francos que no quieran someterse a la ordenanza”. Finalizaba el artículo con una frase de despedida tan elocuente como reveladora de su opinión al respecto: “Vayan bendito de Dios”[47].

Otros medios abogaban por endurecer la disciplina para evitar la desaparición de los francos. La Discusión recomendaba al Gobierno “la mayor energía en el castigo de cualquier falta de insubordinación, que, de repetirse, redundaría en perjuicio de la causa de la República y en deshonra del cuerpo a que esos Voluntarios pertenecen”[48]. El Constitucional mostraba una mayor dureza informativa cuando se refería a los francos que habían protagonizado los hechos de Madrid como “esas bandas de tropas insubordinadas”[49].

Resumidamente, los incidentes perpetrados en Madrid por los Voluntarios Francos tuvieron una gran repercusión en la prensa de la época, pero con un tratamiento tan dispar como correspondía a su variado alineamiento político.

Antes de señalar el final de los Francos, es necesario anotar que fueron movilizados muchos menos de los 80 batallones proyectados, porque el alistamiento no resultó tan abundante como el pretendido por el Gobierno. En algunas provincias no se alistó ningún voluntario o los que lo hicieron eran foráneos, como informaba El Imparcial del 7 de junio: “Para el batallón de francos de la provincia de Santander se habían alistado hasta el miércoles cuatro mozos, ninguno de ellos natural de aquella provincia”[50]. En definitiva, solamente consiguieron formarse 10 batallones con un total de 7.341 voluntarios, según contemplaba la circular número 207 de la Dirección General de Infantería publicada en el Memorial de Infantería número 22[51].

A finales de julio de 1873, a los pocos meses de haberse promulgado la Ley de 17 de marzo referente a su organización, los últimos voluntarios debían elegir entre pasar al Ejército activo o solicitar el certificado de libertad. El 19 de agosto de 1873, el ministro de la Gobernación, Eleuterio Maisonnave, decretaba que: “los batallones de Voluntarios organizados con arreglo al decreto de 17 de noviembre de 1868 que hubiesen solicitado marchar a campaña podrán movilizarse inmediatamente”[52]. Suponemos que se refería a los voluntarios francos dependientes de los alcaldes y gobernadores civiles; por tanto, distintos a los Voluntarios de la República. No obstante, advertía su dependencia de la autoridad militar para llevar a cabo los servicios que le encomendara el Gobierno[53]. Finalmente, la Ley de 2 de septiembre de 1873 para la reorganización de los Voluntarios de la República restablecía la Milicia Nacional con arreglo a la Ordenanza de 14 de julio de 1822, lo que suponía de facto el soporte legal para acabar definitivamente con los batallones de Voluntarios Francos de la República[54].

 

  1. CONCLUSIONES

 

El análisis del incidente entre los voluntarios aragoneses y extremeños nos ofrece la posibilidad de estudiar el proyecto republicano para organizar una milicia ciudadana que se encargara de la seguridad Nacional en detrimento de la Administración Militar. En todo caso, el Ejército quedaría reservado para la guerra civil derivada de la insurrección carlista y la invasión de una fuerza extranjera. Con el fin de consumar ese objetivo, la Asamblea Nacional autorizó al Gobierno la formación de los Voluntarios Francos para mantener el orden y la libertad en los municipios bajo dependencia directa de los alcaldes, pero acabaron subordinados al Ministerio de la Guerra y con unos cometidos distintos a los pretendidos originalmente. Este cambio de posicionamiento afectó negativamente a la formación de los voluntarios y coadyuvó a su fracaso.

El contenido del credo republicano federal y popular de los francos se fue diluyendo hasta desaparecer con la organización y puesta en marcha de los Voluntarios de la República. Y es que la pérdida de su naturaleza civil en favor de la doctrina militarista no fue entendida por muchos voluntarios reclutados en sus pueblos de origen para engrosar unas unidades que suponían derivadas de los Voluntarios de la Libertad. Esa confusión, extrema en gran medida, era el resultado de la política errática de los republicanos. La profunda división por su fraccionamiento, por el debate entre federalismo desde abajo o federalismo desde arriba y por las disputas personales confluyeron, ahora, en la organización del orden público que debía conformarse bajo el lema de la República: “orden, libertad y justicia”. En este ambiente tan convulso se procedió a la formación de los voluntarios francos.

Las complicaciones señaladas cobraron fuerza y evidencia entre los integrantes de los Voluntarios de la República concentrados en Madrid para su adiestramiento. El parecido de los centros de instrucción con unidades militares los diferenciaba significativamente de sus colegas francos destinados en los pueblos de origen. Además del ambiente cuartelero, la mezcla con voluntarios de otras provincias de ideología política contraria o distinta contribuyó a resaltar las diferencias con sus paisanos. Tampoco ayudaba la probabilidad de misiones encaminadas a auxiliar a las unidades del Ejército en la guerra civil carlista y, por tanto, muy alejadas de las propuestas originales dirigidas a garantizar la seguridad en el entorno regional que tan bien conocían.

En esta labor de policía, los francos quedaban vinculados estrechamente al municipio y dependían directamente de los alcaldes que estaban ligados al Ministerio de la Gobernación en el organigrama jerárquico departamental. Pero, en última instancia, la proliferación de voluntarios de diversa procedencia y subordinación desvirtuaron el sentido original hasta acabar en los Voluntarios de la República dependientes del Ministerio de la Guerra a través de la Dirección General de Infantería y, por ende, con una estructura semejante a la militar.

Consecuentemente, la simiente del desconcierto y la desazón acabaron germinando en forma de indisciplina que fructificaba en altercados de toda índole con el Ejército, los carabineros y los guardias civiles. También, hubo incidentes, algunos de gravedad, entre los diversos componentes de una misma unidad de voluntarios, como el seleccionado para este artículo protagonizado por los francos aragoneses y extremeños del Batallón Tortosa número 70.

 

 

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[1] Bru Sánchez-Fortún, 2021: 159-193. González, 2020: 471. Nieto, 2021: 264-268.

 

[2] La República, 3, 18 de abril de 1873: 2

[3] Ibidem.

[4]El Ejército se nutría de efectivos a través del reclutamiento forzoso, la denominada “quinta”, que afectaba esencialmente a la parte de la sociedad con menores recursos económicos, pues las clases pudientes podían librarse del alistamiento mediante la redención en metálico y la sustitución personal. La redención consistía en la entrega de una cierta cantidad de dinero al Estado, establecida por el Gobierno, para evitar la prestación. En la sustitución, el mozo de familia adinerada eludía el reclutamiento pagando directamente a un sustituto para que realizase el servicio militar por él. La Ley de reemplazo de 30 de marzo de 1856, en su artículo 139-2, autorizaba la redención “por medio de la entrega hecha a nombre de un mozo a quien haya correspondido la suerte de soldado de la cantidad de 6.000 reales. Esta cantidad se hará efectiva con destino exclusivo al reemplazo del ejército según lo establece esta ley, en la Caja general de Depósitos de Madrid y en las Tesorerías de Hacienda pública de las provincias, como dependientes y sucursales de la misma Caja general”. (Gaceta de Madrid, 1.125, 2 de febrero de 1856). Por otra parte, la misma Ley, en su artículo 76, apartado 11, prescribía que, entre otros, “serán exceptuados del servicio, siempre que aleguen su exención en el tiempo y forma que esta ley prescribe: los que han redimido el servicio por medio de sustituto o de retribución pecuniaria”. (Gaceta de Madrid, 1.125, de 2 de febrero de 1856).

En 1872, el ministro de la Gobernación, Manuel Ruiz Zorrilla, presentó a las Cortes un proyecto de ley para abolir las quintas (Gaceta de Madrid, 282 de 8 de octubre de 1872, tomo IV :69). Durante la Primera República se acordó la eliminación de la quinta y se proyectó la creación de un Ejército de voluntarios, según recogía la Ley para la abolición de las quintas y el establecimiento de un ejército activo y de reserva (Gaceta de Madrid, 54, 23 de febrero de 1873). Con la restauración borbónica, se volvió a permitir la sustitución y la redención a metálico por 2000 pesetas, según contemplaba la Ley para la organización y reemplazo del Ejército en sus artículos números 16 y 17, respectivamente. (Gaceta de Madrid, 11 de enero de 1877). La Ley de reclutamiento y reemplazo del Ejército de 1885, permitía la redención y sustitución para el servicio militar mediante el pago de 1.500 pesetas cuando el mozo debiese prestar dicho servicio en la Península, y de 2.000 cuando le correspondiese servir en Ultramar continuaba (Gaceta de Madrid, 194 de 13 de julio de 1885, capítulo XVII, de la redención y sustitución).

[5] Gaceta de Madrid, 43, 12 de enero de 1870: 1 y 2, Proyecto de Ley sobre organización y reemplazo del Ejército.

[6] Gaceta de Madrid, 54, 23 de febrero de 1873: 627, Ley para la abolición de las quintas y el establecimiento de un ejército activo y de reserva.

[7] Ibidem, artículo 12.

[8] Gaceta de Madrid, 54, de 23 de febrero de 1873, Ley de 17 de febrero, artículo 14.

[9] Ibidem, artículo 15.

[10] Bru Sánchez-Fortún, 2021, pp. 159-193.

[11] El presidente interino del Poder Ejecutivo, Francisco Pi y Margall, decretó la disolución de la Comisión permanente de la Asamblea el 24 de abril de 1873. Entre otras consideraciones, Pi y Margall alegaba que la citada Comisión se había convertido “por su conducta y por sus tendencias en un elemento de perturbación y de desorden”. Además, en clara alusión a su implicación en el golpe de Estado frustrado del día anterior, consideraba que la Comisión: “con sus injustificadas pretensiones contribuyó a provocar el conflicto de ayer, aun prescindiendo de la parte directa que en él tomaron alguno de sus individuos”. Finalmente, motivaba el decreto de disolución porque la Comisión propiciaba “un constante obstáculo para la marcha del Gobierno de la República, contra el cual estaba en maquinación continua”. Gaceta de Madrid, 114, de 24 de abril de 1873, p. 203.

[12] Gaceta de Madrid, 85, 26 de marzo de 1873, p. 979. Alocución en defensa de la República dirigida a los españoles por el presidente del Gobierno, Estanislao Figueras.

[13] Gaceta de Madrid, 323, 18 de noviembre de 1868, pp. 1-3. Decreto Orgánico de la Fuerza Ciudadana de los Voluntarios de la Libertad.

[14] Gaceta de Madrid, 46, 15 de febrero de 1873, p. 531, Decreto del Ministerio de la Gobernación para organizar los Voluntarios de la República en la forma que tuvieron los cuerpos de Voluntarios que hayan sido disueltos desde el mes de octubre de 1868.

[15] Gaceta de Madrid, 323, 18 de noviembre de 1868, p. 1-3. Decreto Orgánico de la Fuerza Ciudadana de los Voluntarios de la Libertad.

[16] Gaceta de Madrid, 249, 06 de septiembre de 1873, Ordenanza para la formación, régimen, constitución y servicio de la Milicia Nacional local de la Península e islas adyacentes de 14 de julio de 1822, restablecida y reformada en virtud de la ley de 2 de septiembre de 1873.

[17] Gaceta de Madrid, 46, 15 de febrero de 1873, p. 531.

[18] Ibidem.

[19] Gaceta de Madrid, 80, 21 de marzo de 1873, p. 935, Ley para organizar 80 batallones de Voluntarios de la República.

[20] Gaceta de Madrid, 85, 26 de marzo de 1873, p. 981.

[21] Artículo de Jaque-Mate recogido por La Crónica del día 18 de febrero de 1873 en su página 2.

[22] La Ley para organizar a los Voluntarios de la República establecía en su artículo segundo que los cuadros de mando ―jefes, oficiales y sargentos primeros― se formarían con individuos pertenecientes a la reserva o que se hallaran en situación de reemplazo y fueran necesarios para completar el número reglamentario. Sin embargo, el artículo tercero reglaba que, para obtener las plazas de sargentos segundos, cabos primeros y cabos segundos, además de reunir las circunstancias de tener buena conducta, saber leer y escribir y probar la aptitud necesaria para el desempeño de dichos empleos, tenían que presentar en los centros de recluta el número de alistados siguientes: 30 los que deseen ser sargentos segundos, 20 los cabos primeros y 10 los cabos segundos. Gaceta de Madrid núm. 80, de 21 de marzo de 1873, Ley para organizar 80 batallones de Voluntarios de la República, p. 935.

[23] Diario de Sesiones de la Asamblea Nacional (en adelante DSAN), 22, 12 de marzo de 1873, p. 502.

[24] DSAN, 22, 12 de marzo de 1873: 505.

[25] Intervención del diputado Vidart. DSAN, 22, 12 de marzo de 1873, p. 507.

[26] Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes (en adelante DSCC), 15, 16 de junio de 1873, p. 167.

[27] DSCC, 29, 2 de julio de 1873, p. 489.

[28] Granada, Leganés, Aranjuez, Málaga y Sagunto fueron otros lugares donde se produjeron sucesos de notable gravedad.

[29] DSCC, 15, 16 de junio de 1873, p. 167. Respecto a los debates concentrados en la disolución de los Batallones de la República, el diputado Ocón alegaba lo siguiente: “Las Comisiones de acuerdo con el Gobierno, podrán disolver parte o todos los batallones francos, y esto es tanto más necesario, cuando que observamos con sentimiento, que los batallones francos, hablo en tesis general, son acaso excesivamente francos. Es necesario, pues, una mano fuerte y vigorosa que, de acuerdo con el Gobierno, haga a esos hombres cumplir con sus obligaciones”.

[30] La Correspondencia de España, 5674, 13 de junio de 1873, p. 3: “Los francos acuartelados en Leganés siguen dando muestras de un ardor bélico que a juzgar por los hechos pudiera dar ocasión a que en el día que se le den armas las ensayen unos contra otros. Raro es el día en que no hay una reyerta en el cuartel. Hace tres días porque unos imponían a otros que se quitasen los botones de las chaquetas, por tener una corona sobre las armas de España, resultaron tres o cuatro heridos”.

[31] Dentro del ámbito extremeño, Plasencia y su comarca habían movilizado 135 voluntarios, pero estaban encuadrados en un batallón distinto: Monterrey número 34. Memorial de Infantería de 23 de mayo de 1873, Dirección General de Infantería, circular número 207.

[32] Memorial de Infantería, 22, 23 de mayo de 1873, Dirección General de Infantería, circular número. 207. https://bibliotecavirtual.defensa.gob.es/BVMDefensa/es/publicaciones/listar_numeros.do?busq_mes=5&busq_idPublicacion&busq_infoArticulos=true&busq_dia&posicion&busq_anyo=1873

[33] La Regeneración, 7 de junio de 1873, p. 1; La Discusión, 7 de junio de 1783, p. 1; El Imparcial, 7 de junio de 1873, p. 3; La Nación, 7 de junio de 1873, p. 2.

[34] Bru Sánchez-Fortún, 2021, pp. 159-193.

[35] González, 2020, p. 471.

[36] La Discusión, 8 de junio de 1873, p. 3.

[37] El Pensamiento Español, 9 de junio de 1873, p. 4

[38] Ibidem.

[39] La Regeneración, 6.225, 7 de junio de 1873, p. 2.

[40] La Regeneración, 6.225, 7 de junio de 1873, p. 1.

[41] El Gobierno, 7 de junio de 1873, p. 2.

[42] Gaceta de Madrid, 153, 7 de junio de 1873, p. 651.

[43] La Discusión, 1.460, 8 de junio de 1873, p. 3.

[44] La Discusión, 1.460, 8 de junio de 1873, p. 2.

[45] La Igualdad, 8 de junio de 1873, p. 2.

[46] La Época, 7.552, 7 de junio de 1873, p. 3.

[47] La Crónica, 681, 28 de junio de 1873, p. 2.

[48] La Discusión, 1459, 7 de junio de 1873, p. 1.

[49] El Constitucional (VIII), 11 de junio de 1873, p. 2.

[50] El Imparcial, 7 de junio de 1873, p. 3.

[51] Memorial de Infantería, 22, 23 de mayo de 1873, Dirección General de Infantería, circular núm. 207.

https://bibliotecavirtual.defensa.gob.es/BVMDefensa/es/publicaciones/listar_numeros.do?busq_mes=5&busq_idPublicacion&busq_infoArticulos=true&busq_dia&posicion&busq_anyo=1873

[52] Gaceta de Madrid, 232, 20 de agosto de 1873, p. 1429, Decreto del Ministerio de la Gobernación de 19 de agosto de 1873, artículo primero.

[53]Decreto del Ministerio de la Gobernación de 19 de agosto de 1873, artículo tercero.

[54] Gaceta de Madrid, 249, 6 de septiembre de 1873, p. 1621.

Oct 152024
 

César Rina Simón

UNED

Resumen

En el año 2023 se cumplió el 150 aniversario de la proclamación de la I República, lo que supuso la primera experiencia democratizadora española del siglo XIX y la ventana de oportunidad para culturas políticas, modelos de estado e identidades nacionales y subestatales que protagonizaron posteriormente la historia contemporánea del país. En esta conferencia pretendemos hacer un recorrido por los principales acontecimientos y proyectos de la I República, vigente entre el 11 de febrero de 1873 y el 29 de diciembre de 1874, atendiendo a las aportaciones y enfoques historiográficos que han permitido superar las lecturas teleológicas y fatalistas en torno a su historia. La I República heredó todas las expectativas de transformación y modernización de la revolución gloriosa y los anhelos de participación política no satisfechos por la monarquía liberal. Durante su corto y convulso período de existencia, los gobiernos republicanos y federales tuvieron que hacer frente a la conflictividad social y a varios frentes de guerra de abierto a uno y otro lado del océano, no muy diferentes a los que habían vivido otros gobiernos y modelos de Estado precedentes, pero lo suficientemente desequilibrantes para legitimar dos golpes de Estado y una restauración monárquica en torno a una dinastía que tuvo que huir del país apenas seis años antes.

 

La I República, vigente desde el 11 de febrero de 1873 hasta el 29 de diciembre de 1974, fue la primera tentativa de articular un régimen democrático de la historia de España. El proceso, como veremos, estuvo marcado por la inestabilidad gubernamental, por la incapacidad para satisfacer las expectativas de los movimientos populares que la habían sustentado, por las presiones militares -que venían determinando la dirección política del país en las décadas precedentes- y por la fuerte oposición de monárquicos, esclavistas y carlistas. La división de los grupos republicanos y la posterior restauración canovista, presentada como la vuelta al “orden” frente a un período de anarquía, proyectaron una imagen negativa y estereotipada de una forma de gobierno y de unas experiencias democratizadoras que no se retomarían hasta 1931. Estos condicionantes, sumados a las memorias confrontadas del período republicano, han supeditado los enfoques historiográficos sobre este momento clave en la configuración de las culturas políticas contemporáneas.[1]

 

Tópicos historiográficos en torno a la I República.

Las lecturas historiográficas en torno al desarrollo y la significación de la I República española se han visto lastradas por posicionamientos maniqueos que han proyectado sobre el proceso sus prejuicios políticos. Hay una serie de tópicos interpretativos que se han retroalimentado generacionalmente para, en la mayoría de los casos, demonizar el período, no tanto por sus acontecimientos sino por su modelo de Estado. La legitimación monárquica alfonsina y juan carlista, así como la memoria construida durante el franquismo, trenzaron una genealogía caracterizada por la sucesión de tiempos republicanos, caracterizados por el caos, y por etapas monárquicas, que vendrían a restaurar el orden y la dirección “adecuada” de la nación.[2] A continuación, exponemos sintéticamente los principales tópicos perpetuados en el tiempo a partir de unas preguntas que surgen cuando nos acercamos a esta etapa histórica.

¿Fue un proceso político específico de la capital y de las grandes ciudades? No. El republicanismo y los anhelos de democratización estuvieron presentes en todo el territorio y también en las zonas rurales. Extremadura, por ejemplo, fue un importante foco de tensión socioeconómica, sobre todo en lo relativo a la ocupación de tierras y el rechazo al modelo de propiedad que el liberalismo había impuesto mediante las desamortizaciones. El campesinado extremeño, a la altura de 1873, se encontraba muy ideologizado, las ideas republicanas se habían extendido por muchos pueblos y se había movilizado contra la distribución y explotación liberal de la tierra, contra el latifundismo, el absentismo, las elevadas rentas, la arbitrariedad e incertidumbre laboral de los braceros, la escasa productividad y la falta de inversiones de los nuevos-viejos señores de la tierra. La pérdida paulatina de los usos comunales de la tierra durante la primera mitad del siglo XIX fue contestada en el campo extremeño con robos, motines, ocupación y reparto de tierras, quema de títulos de propiedad y de archivos, tentativas de restablecer las prácticas y los derechos comunitarios seculares, tala de arbolado, incendios provocados o derribo de muros y lindes. El Estado, para contener estas movilizaciones, reprimirlas y hacer imponer su modelo de propiedad, había creado en 1844 la Guardia Civil. Ésta garantizaba la propiedad y los usos de la tierra en las zonas rurales, pero no pudo impedir, sobre todo en tiempos de carestía, que el campesinado luchara por unos derechos que consideraban históricos. El 30 de abril de 1871 estalló un motín en Serrejón pidiendo la nulidad de la venta de los bienes del común efectuada durante la desamortización de 1855. Entre el motín y la desamortización tan sólo mediaban dieciséis años. Todas estas acciones se recrudecieron durante la I República, sobre todo en momentos clave en los que el campesinado vio peligrar las expectativas transformadoras del régimen. Los gobiernos republicanos, principalmente vinculados al moderantismo y al conservadurismo, reprimieron con firmeza las revueltas y la ocupación de tierras, no así muchos municipios como el de Jerez de los Caballeros, cuyo consistorio apoyó el restablecimiento de los giros -una práctica comunal antigua eliminada por las desamortizaciones- por convicciones políticas o, quizá, por incapacidad para contener las protestas populares.[3]

Si nos centramos en las ideas republicanas, en Extremadura tenían arraigo político, así lo constatan publicaciones periódicas como El Cantón Extremeño de Plasencia y El Defensor del Pueblo de Badajoz y como se desprende del significativo número de extremeños que se alistaron en los Voluntarios de la Libertad y en los Voluntarios de la República, cuerpos civiles armados bajo la jurisdicción municipal, garantes a nivel local de las reformas políticas y del orden republicano.[4]

¿La I República fue un tiempo de inestabilidad? Sí, pero no superior al de los sistemas políticos precedentes y posteriores. Los últimos años del reinado de Isabel II también se caracterizaron por los contantes cambios y crisis de gobierno. También fue ésta una de las claves del reinado de Amadeo de Saboya -hasta el punto de llevarle a abdicar del trono- y de los gobiernos de la Restauración, con la salvedad que en este último período las crisis de gobierno se zanjaban con la alternancia, no democrática, entre los dos partidos legitimados por el régimen para la acción política. La libertad de expresión y de asociación y la creación de numerosos partidos políticos provocó una diversidad parlamentaria muy frágil a la hora de construir equilibrios, pero esto se explica por la propia dinámica de la experiencia democratizadora y no por el régimen republicano. A mayor libertad política, mayor fragmentación de partidos y de posicionamientos ideológicos, pero leer esto en clave de inestabilidad supone cuestionar los principios sobre los que se rige cualquier régimen democrático. Si hubo menor inestabilidad en otros períodos, cuestión que podríamos entrecomillar, se debió a que no había libertad de partidos, de asociaciones ni de prensa.

¿Había republicanos cuando se proclamó la I República? Sí, y contaban con una amplia trayectoria organizativa y movilizadora. Cuando se proclamó la República, el 11 de febrero de 1873, los republicanos habían sido elegidos principal fuerza política en muchas circunscripciones y fueron los vencedores en las primeras elecciones democráticas no amañadas de la historia de España. Eran también el grupo más organizado y movilizado, configurándose tempranamente como partidos de masas modernos.

La tradición republicana europea se remonta a las revoluciones liberales burguesas. En el caso español, fue determinante el horizonte de posibilidad abierto con las Cortes de Cádiz, sobre todo en lo relativo al derecho de rebeldía, por el cual el pueblo estaba legitimado a sublevarse si el monarca no cumplía con sus funciones constitucionales. Las nuevas nociones políticas y filosóficas relativas a la soberanía popular y a la democracia directa se divulgaron ampliamente en España, especialmente en momentos en los que se relajaba la censura. Desde la década de los cuarenta del siglo XIX, el republicanismo experimentó un crecimiento exponencial, pese a estar prohibido y sus líderes ser perseguidos. Se organizaron en sociedades secretas, distribuyeron manifiestos y libros extranjeros de forma clandestina y publicaron obras con mensajes más o menos cifrados. En esta década, republicanos y demócratas formaban parte de la misma cultura política. Su programa político se desarrolló a la par que sus propuestas sociales, relativas en las zonas rurales al cuestionamiento de las desamortizaciones y de su herencia. El hecho de que se organizaran en sociedades secretas y que estuvieran en la clandestinidad dificulta que podamos dar cifras, si bien su amplia proyección en períodos de mayores libertades políticas, como durante el bienio progresista, entre 1854 y 1856, invitan a pensar que se trataba de un movimiento nada anecdótico. Durante el bienio, por ejemplo, se crearon numerosas asociaciones, escuelas y periódicos de vertiente republicana, aunque utilizaron el término “demócratas” para evitar la censura. Se observa ya en estos periódicos una clara influencia de Proudhon y una proyección ideal hacia el modelo confederal norteamericano y suizo. A mediados del siglo XIX, el republicanismo en España, al igual que en otros países europeos, rechazaba el centralismo y abogaba por la configuración de estados federales que confluyeran en confederaciones de ámbito mayor: ibérica, latina, europea, etc.[5]

¿El cantonalismo fue un movimiento independentista? No, las revueltas cantonales no reclamaban la independencia de sus territorios. Estos movimientos insurreccionales abogaban por una federación española sinalagmática, no conformada por un estado unitario, sino resultado de un pacto libre entre territorios. Es decir, para el republicanismo federal la nación no era una unidad política esencialista. Al contrario, se construía de abajo hacia arriba, a partir de la suma de sus partes. Por esto mismo, el fenómeno cantonal no puede explicarse desde postulados independentistas, sino como forma de presión, sobre todo en momentos en los que parecía ralentizarse la agenda transformadora que había llevado a la proclamación republicana, para que el gobierno central desarrollara políticas sociales y democratizadoras maximalistas.

¿La I República estuvo gobernada por los sectores radicales y de izquierdas? No. En los aproximadamente veintidós meses que estuvo vigente la República, los federales de Pi y Margall, que capitalizaban las reformas sociales y políticas más ambiciosas, apenas estuvieron en el poder dos meses. El resto del tiempo, el gobierno recayó en republicanos conservadores o en una dictadura militar autoritaria. Durante todo el período, las cortes republicanas contaron con mayorías conservadoras que defendían el modelo liberal de propiedad. Los latifundistas contaron con voz en el parlamento y con el apoyo de sectores republicanos que garantizaron el statu quo de la propiedad. Si hoy día pensamos lo contrario en relación con la memoria de la I República es por la fuerte ofensiva historiográfica-ideológica de los alfonsinos, continuada por los historiadores legitimistas de la restauración, del franquismo y de la transición.[6] También, por los libros de los protagonistas de este proceso, que aprovecharon sus memorias para ajustar cuentas con las diversas familias del republicanismo.

 

El Sexenio Revolucionario

El 18 de septiembre de 1868, el almirante Topete llevó a cabo un pronunciamiento militar en Cádiz apoyado por los sectores liberales, descontentos con la monarquía isabelina, bajo la dirección del general Prim. El golpe militar, que no difería de otros pronunciamientos precedentes que venían determinando la vida política española, derivó en una movilización ciudadana sin precedentes que se extendió los días siguientes. Fue la movilización popular la que convirtió el pronunciamiento en una revolución. Entre finales de septiembre y comienzos de octubre de 1868, se extendieron los motines, la ocupación de tierras y la formación de juntas revolucionarias en los principales municipios.[7] La proclama de la Junta Revolucionaria de Badajoz sintetiza las expectativas abiertas:

 

“Extremeños: la bandera de la libertad ondea triunfante en nuestra capital. El pueblo y las fuerzas de la guarnición han fraternizado, se han unido en un solo pensamiento: cambiar la base y naturaleza de todo lo existente. Han sucumbido, pues, los desertores de todas las causas políticas; los secuaces de la inmoralidad, de la depravación monárquica, los repugnantes histriones de una camarilla estúpida y milagrera.

Extremeños: aprovechemos el tiempo para fecundizar, para asentar de manera estable la causa de la revolución; para que al fin se realicen por el voto nacional en Cortes Constituyentes todos los progresos, todas las grandes reformas que la razón, la justicia y los derechos de la humanidad reclamen.

No olvidéis que, para cimentar sólidamente el nuevo edificio social, se necesita el concurso, la fuerza, el poder y la enérgica iniciativa de todos los elementos verdaderamente liberales.

Secundad por tanto las patrióticas aspiraciones de los que nombrados por el pueblo y constituidos en Junta de gobierno, os dirigen hoy su voz. Extremeños: ¡Abajo lo existente! ¡Viva la libertad! ¡Viva la soberanía nacional! ¡Viva la Marina y los valientes generales que han iniciado el movimiento!”

 

Las juntas locales se valieron de un grupo civil armado, denominado Voluntarios por la libertad, encargado de garantizar el orden y el respeto a las nuevas autoridades políticas. La conformación de estas partidas de voluntarios era heterogénea, pero compartían las expectativas de democratización y la crítica al sistema de propiedad de la tierra impuesto por el liberalismo. La conformación de estas juntas alentó las expectativas democratizadoras. Una de las primeras medidas fue la proclamación de libertades políticas y de imprenta, lo que supuso el pistoletazo de salida para la organización y movilización de los republicanos, aunque también de los neocatólicos y los carlistas, estos últimos sublevados en armas contra la revolución desde el principio. También se abrió la posibilidad de reestructurar el territorio tras la división provincial de Javier de Burgos de 1833, lo que alentó la configuración de narrativas identitarias autonomistas.

El movimiento político y popular surgido con la Revolución Gloriosa tenía perfiles regeneracionistas. Partía de la toma de conciencia de la decadencia nacional, acrecentada por los últimos años del reinado de Isabel II, y planteaba la modernización, civilización y europeización del país estableciendo medidas políticas progresistas: libertad de culto y de imprenta, sufragio universal, deshacer las medidas desamortizadoras, acabar con las quintas y con impuestos impopulares como el de consumo, y garantizar constitucionalmente derechos civiles inalienables. Estas medidas, planteadas por las juntas revolucionarias y, posteriormente, por los republicanos, generaron unas elevadas expectativas posibilistas que no se tradujeron en medidas concretas. El Sexenio Revolucionario fracasó por la incapacidad política de satisfacer las demandas de los grupos que lo habían propiciado.

La monarquía de Isabel II cayó porque amplios sectores sociales y grupos políticos la identificaron como la causa principal de la decadencia, como la regente de una monarquía “podrida” y “degenerada sexualmente”[8], acuciada por múltiples casos de corrupción política y económica. La “corte de los milagros”, que retratara Valle Inclán o la influencia que tenían el padre Claret o sor Patrocinio, “la monja de las llagas”, minaron la credibilidad de una institución que se consideraba incompatible con el progreso del país. En las zonas rurales, el sistema de propiedad de la tierra implantado por las desamortizaciones había generado hambre, crisis de subsistencia e incertidumbre entre el campesinado más empobrecido. Como denunciara en las Cortes Constituyentes Juan Andrés Bueno, diputado electo por Llerena, las tierras “habiendo salido a la venta en grandes porciones, sólo los ricos, los que podían disponer de algunos capitales, fueron los que se presentaron en las subastas y por consecuencia de ello ha acontecido especialmente en las dos provincias de Extremadura, que la propiedad en general se halla hoy en manos de unos cuantos. Los proletarios, las masas del pueblo, se encuentran enteramente reducidos a trabajar en campo ajeno. Y esto señores es muy grave, esto ha traído gravísimos conflictos”. Las crisis políticas: el descontento popular con los llamamientos a quintas -el impuesto de sangre de los pobres-, la subida de impuestos al consumo, la represión ideológica, el sufragio limitado y los gobiernos autoritarios de los moderados; y la gran crisis financiera global de 1866 generaron espacios de confluencia entre la oposición: progresistas, unionistas y demócratas comenzaron a conspirar contra la reina. El 16 de agosto de 1866, en la ciudad belga de Ostende, opositores como Prim, Olózaga, Ruiz Zorrilla, Martos, Pi y Margall o Castelar firmaron un pacto para derrocar a la reina. Entre ellos había múltiples diferencias ideológicas, pero les unía su animadversión por la reina, las expectativas democratizadoras y el deseo de superar la decadencia mediante la regeneración. También fue determinante la experiencia del exilio, que les permitió acercar posiciones y empaparse de principios políticos democratizadores y de ideologías en boga en Europa -Pi y Margall, por ejemplo, tradujo y divulgó en España la idea de pacto sinalagmático de Proudhon. También fueron determinantes en la caída de la monarquía acontecimientos concretos, como la ley de 1865 que pretendía privatizar el patrimonio de la monarquía y cuya contestación provocó que Castelar fuera apartado de su cátedra. La represión, el exilio y el cierre de asociaciones y periódicos hizo cada vez más incompatible la corona con la regeneración del país. Así mismo, los principales militares que habían sustentado la corona o habían muerto, como Narváez u O’Donnell, o estaban desterrados, como Serrano. La reina, sin apoyos políticos en los que apoyarse, tomó conciencia en San Sebastián de la irrevocabilidad del proceso revolucionario y, el 29 de septiembre, se marchó del país.

Las expectativas de cambio de la movilización popular y de las juntas revolucionarias pronto chocaron con la conformación de un gobierno de orden liderado por liberales progresistas y unionistas, que dejaron fuera a los sectores demócratas. El gobierno provisional de Serrano desarmó las partidas de voluntario, reprimió las movilizaciones sociales y trató de desactivar la tensión social. A finales de 1868 se celebraron elecciones municipales, las primeras con sufragio universal masculino -para mayores de veinticinco años-. Los electores pasaron de unos 400.000 a 4 millones. Los resultados fueron muy favorables para los republicanos, que ganaron en ciudades como Barcelona, Sevilla, Zaragoza o Valencia. A diferencia de los procesos electorales previos, éstos sí tenían validez a la hora de valorar la opinión ya que, además de ampliarse significativamente el censo, los ciudadanos pudieron elegir con mayor autonomía entre múltiples propuestas ideológicas.

El 11 de febrero de 1869 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes. Esta vez, el gobierno activó más controles -y restricciones- para condicionar el perfil del voto. Los progresistas obtuvieron la mayoría de los escaños, seguidos de los unionistas, los federales -que entraron en la cámara con ochenta diputados-, los demócratas y los carlistas. En este contexto se escindió el republicanismo -partidario de medidas sociales más ambiciosas, de la instauración de un régimen republicano y del federalismo- de los demócratas, que veían factible la configuración de su modelo político bajo un régimen monárquico democrático. Nuevamente, los resultados en las principales ciudades reflejaban la extensión de los partidos republicanos: en Cataluña obtuvieron veintiocho diputados de treinta y siete posibles; en Sevilla, cuatro de cinco; y, en Cádiz, los cuatro. Sin embargo, las reclamaciones políticas que estaban detrás de la movilización popular no habían encontrado un cauce institucional en unas cortes que ratificaron una nueva Constitución de corte liberal progresista el 1 de junio de 1869.

El Gobierno Provisional comenzó a establecer un régimen de libertades políticas sobre la base de la nueva Carta Constituyente y a buscar un nuevo monarca, mientras intentaba reprimir los motines que surgieron por todo el país. El proceso fue boicoteado por el carlismo, que comenzó a armar sus filas en aquellos territorios en los que tenía arraigo. También se produjeron numerosas ocupaciones de tierras porque la Constitución venía a sancionar el sistema de propiedad planteado por las desamortizaciones y revueltas lideradas por republicanos y federales, que no veían resueltas las condiciones que habían motivado la revolución popular. Entre octubre y diciembre de 1869, el gobierno decretó el estado de excepción, que se saldó con millares de represaliados.

En paralelo, el 10 de octubre de 1868, se produjo una insurrección independentista en Cuba siguiendo el manifiesto conocido como “Grito de Yara”, que derivó en una guerra con la metrópoli con nefastas consecuencias, tanto políticas como económicas y humanas. El lobby esclavista, muy influyente en el Gobierno, le convenció para que defendiera con todo su potencial militar y económico la integridad nacional de las colonias.[9] Los argumentos nacionalistas escondían los intereses económicos de los negreros: en las colonias españolas, la mano de obra esclava suponía el ochenta por ciento de la fuerza de trabajo. La movilización militar para sofocar la insurrección generó constantes gastos, lo que paralizó numerosas medidas que requerían de una Hacienda solvente y no enfocada sólo hacia el esfuerzo militar. Pero el principal problema social estaba en el llamamiento a quintas, que contaba con una amplia oposición popular. El Gobierno Provisional dejó de lado las peticiones que habían provocado la Revolución Gloriosa y, presionado por los esclavistas, que no dejaron de medrar e incluso de planificar golpes de estado y asesinatos contra aquellos que cuestionaran la esclavitud o que fueran partidarios de dejar marchar la colonia cubana, convocó sucesivas quintas y puso las clases populares al servicio de la defensa de los intereses que tenían las élites económicas a millares de kilómetros de distancia.

El fracaso de las expectativas revolucionarias para unos, o, el programa reformista para otros, justificaba acciones violentas, insurrecciones y pronunciamientos militares, lo que provocó que la “cultura del golpe” y de la violencia fuera asumida como solución posible para las culturas políticas en liza. Pero, en paralelo al empleo de la fuerza, durante el Sexenio Revolucionario surgieron los partidos de masas, que ya no eran comunidades de intereses de élite. Al contrario, precisaban de herramientas movilizadoras para convencer a millones de votantes: ateneos, sedes, estructuras, divulgación, educación, asociaciones. En este sentido, el partido federal fue el que comprendió más rápido los nuevos perfiles de la política de movilización de las masas.

Tras varios intentos infructuosos de encontrar un monarca para la corona constitucional española, y no pocas presiones internacionales, el 2 de enero de 1871 fue proclamado rey Amadeo de Saboya, apenas unos días después de que fuera asesinado su principal valedor y el sostenedor de los consensos entre progresistas y unionistas: el general Prim. Amadeo llegó a un país inmerso en dos guerras: la cubana y la tercera carlista, con un Estado frágil, una situación política fragmentada, marcada por las amenazas del lobby esclavista y por las revueltas republicanas, y una conflictividad social en los campos y en las fábricas no resuelta. A ello hay que sumarle dos acontecimientos internacionales desestabilizadores. La Comuna de París de 1871 provocó un pánico generalizado que derivó en el cierre de fronteras, la persecución política y la extensión de medidas profilácticas que impidieran la extensión del modelo revolucionario a España. El anarquismo y el socialismo marxista ya contaban con estructuras en España, que fueron clausuradas y perseguidas.  En noviembre de 1871 fue ilegalizado su principal herramienta de extensión de ideas: la Asociación Internacional de Trabajadores, que tenía presencia en España desde en enero de 1869 y en 1872 ya contaba con unos treinta mil socios repartidos en más de cien federaciones.

En abril de 1872 se convocaron elecciones generales con sufragio universal masculino intervenido desde el gobierno. Resultó vencedora la coalición conservadora de Sagasta, seguido de lejos por el Partido Republicano Federal de Pi y Margall, el Partido Radical de Manuel Ruiz Zorilla y la Comunión Católica-Monárquica de Cándido Nocedal. El parlamento se dividió entre aquellos que consideraban que la Constitución de 1869 era el punto final del proceso revolucionario, y aquellos para los que era sólo un punto de partida para transformaciones más ambiciosas. Las tensiones políticas y sociales provocaron que, el 11 de febrero de 1873, Amadeo de Saboya abdicara del trono, dejando un vacío de poder que las cortes ocuparon inmediatamente.

 

La I República.

            El mismo día que se hizo pública la carta de abdicación del monarca[10], las cortes proclamaron la I República española con doscientos cincuenta y ocho votos a favor y treinta y dos en contra. Castelar señaló en la cámara que “con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de Amadeo de Saboya, la monarquía democrática. Nadie ha acabado con ella. Ha muerto por sí misma. Nadie trae la República, la trae una conjuración de la sociedad, la naturaleza y la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra patria.” El Congreso y el Senado se fusionaron para crear una Asamblea nacional y se formó un gobierno de concentración de republicanos de todas las sensibilidades ideológicas. La presidencia provisional recayó en Figueras hasta la convocatoria de otro proceso constituyente.

El primer problema que tenía que solventar el nuevo régimen era el de la legitimidad: la República había sido proclamada para evitar el vacío poder, pero la mayoría de la cámara era monárquica. A las guerras carlistas y coloniales, se sumó el aumento de la conflictividad social, sobre todo en los campos. Numerosos campesinos vieron en la proclamación de la República la consecución de sus demandas sobre la propiedad de la tierra. Los días que siguieron al 11 de febrero se produjeron numerosas ocupaciones de tierras por todo el país dando por hecho unas reclamaciones que ni siquiera habían sido planteadas en la Asamblea Nacional. Las principales ocupaciones se produjeron en el campo extremeño y andaluz. Lo mismo hicieron miles de obreros en las fábricas del arco mediterráneo. Las nuevas autoridades republicanas reprimieron estas movilizaciones con la esperanza de que la consolidación del régimen las fuera canalizando por la vía política e institucional.

El 10 de mayo de 1873 se celebraron las primeras elecciones democráticas -masculinas y limpias- de la historia de España. El proceso electoral lo había organizado Pi y Margall, entonces ministro de Gobernación. El censo se amplió hasta llegar a los cuatro millones y medio porque se rebajó la edad mínima de voto a veinte años. Pi y Margall, que días antes había frustrado una intentona golpista contra la República, veló para que el proceso fuera democrático y envió cartas circulares a los responsables de cada circunscripción en estos términos:

“es necesario, indispensable, purificar el régimen electoral. Y la manera mejor de purificarlo es que los empleados públicos cesen de considerar su empleo como un medio de ganar votos, y los gobernadores, sobre todo, dejen de considerar su gobierno como una agencia ministerial. Bien al revés de la creencia hasta aquí divulgada y de la práctica hasta aquí seguida, el empeño de los dependientes del gobierno debe ser asegurar la libre expresión de todas las ideas y el voto libre de todos los ciudadanos. Desde estas elecciones debe concluir para siempre el candidato oficial, las recomendaciones administrativas, la conversión de los empleados públicos en agentes del poder, las amenazas de turbas armadas, los impedimentos en el local de los comicios, la repartición arbitraria de papeletas, las falsificaciones y la milagrosa resurrección en los escrutinios generales de los vecinos en las urnas.”[11]

El partido federal arrasó en las elecciones, fruto, en este caso, no del pucherazo sino de las expectativas puestas en las transformaciones políticas y sociales del país. La aplastante mayoría federal, con trescientos cuarenta y ocho diputados, es relativa si tenemos en cuenta que la abstención rondó el sesenta por ciento, ya que la mayoría de los partidos monárquicos, católicos y conservadores optaron por el retraimiento, es decir, no concurrir a las elecciones para no legitimar la República. Del mismo modo, el partido federal estaba dividido entre los postulados de consenso de Pi y Margall, los sectores conservadores que lideraban Salmerón y Castelar, y los intransigentes de José María Orense, que deseaban transformaciones sociales urgentes. Pi y Margall trató de armonizar, con escaso éxito, las voluntades de todos los sectores republicanos y la construcción de un régimen de orden con la satisfacción de demandas sociales.

La falta de concordancia entre las expectativas revolucionarias y la praxis de gobierno alentaron los conflictos sociales y las revueltas cantonales. En las zonas rurales, la victoria del partido Federal fue nuevamente interpretada como un reconocimiento de sus postulados relativos a la propiedad de la tierra. El 7 de junio se proclamó la República Federal. Con el término federal no sólo se hacía alusión a la administración territorial, sino que federal en las culturas políticas del republicanismo era sinónimo de un programa de reformas sociales y económicas más profundo. El gobierno de Pi planteó la extensión del sistema educativo, la separación Iglesia-Estado, el final de la esclavitud y apaciguar la cuestión agraria mediante la venta a censo de los bienes comunales que aún quedaban con el objetivo de generar una clase de pequeños propietarios de la tierra.[12]

Pero la lentitud administrativa y la falta de fondos económicos, orientados hacia las guerras carlista y cubana, impacientó a los sectores republicanos más maximalistas y a numerosos campesinos y obreros, que no vieron satisfechas sus expectativas o querían que se materializasen de forma inmediata. En julio comenzaron los levantamientos cantonales, que no tenían nada que ver con proclamas independientes. Eran sublevaciones populares -armadas o no- que pretendían asumir el poder político y presionar al gobierno para que acelerase las transformaciones y que no llegara a acuerdos con los republicanos conservadores. Los cantones no eran otra cosa que la materialización de las frustraciones por la revolución política y social proyectada, pero no desarrollada. En Extremadura también se dio el fenómeno cantonal: Badajoz, Garrovillas, Fregenal de la Sierra, e incluso se proclamaron cantones de perfil socialista en Medina de las Torres que pretendían enmendar el modelo de propiedad liberal de la tierra. En estas fechas hay documentada la presencia de agentes de la AIT -Asociación Internacional de Trabajadores- en pueblos de Extremadura: Acehuchal, Calzadilla, Fuente del Maestre, Burguillos del Cerro, Jerez de los Caballeros o Guijo de Granadilla, entre otros. También se produjeron insurrecciones obreras que pusieron contra las cuerdas al ejecutivo, como la de Alcoy. El 12 de julio se proclamó el cantón de Cartagena, el más fuerte y duradero que se levantó contra la República para exigirle, desde abajo y sin previa negociación política, la instauración de un modelo federal ideológicamente “intransigente”. La ciudad era un fortín inexpugnable por su condición geográfica y su sistema defensivo. A ello hay que sumarle que contó con la protección de la marina, sublevada también en la plaza, y con un ejército de seis mil hombres llamados a quintas. Esto explica que resistieran hasta el 12 de enero de 1874, pensando quizá que tenían más oportunidades de sobrevivir en Cartagena que en Cuba.[13]

El gobierno de Pi tuvo que hacer frente a las revueltas cantonales a la par que buscaba acuerdos parlamentarios amplios con diferentes sensibilidades del republicanismo y el reconocimiento internacional que se le negaba a la Republica española. Asimismo, la guerra carlista se había recrudecido. Los carlistas, que habían conseguido movilizar un ejército de setenta mil hombres armados, formaron un pseudo estado con la capital en Estella, controlaban amplios territorios de Cataluña y Aragón, tenían cercado Bilbao, estaban en las proximidades de Barcelona y dominaban las zonas rurales de País Vasco y Navarra.

El 17 de julio, apenas cinco días después de la sublevación del cantón de Cartagena, Pi y Margall presentó un proyecto de constitución federal que fue rechazado en cortes. El mismo día presentó su dimisión. El Gobierno fue asumido por los sectores republicanos conservadores que consideraban que la tarea primordial para consolidar la República era acabar con las guerras y las revueltas y establecer un Gobierno de orden que garantizara el cumplimiento de las leyes. Los republicanos intransigentes, como respuesta, extendieron las revueltas cantonales por Andalucía, Valencia y Murcia, logrando escaso éxito en las zonas cercanas a las áreas de influencia carlistas.

Entonces Salmerón, perteneciente a las corrientes conservadoras del republicanismo, se convirtió en el tercer presidente de la República con un programa para fortalecer el poder ejecutivo y hacer llegar el control del Estado a todo el territorio. Para ello se valió de una intensa represión política y se apoyó en generales monárquicos con el objetivo de atajar las revueltas cantonales: Pavía en Andalucía y Martínez Campos en Valencia. Éstos consiguieron rendir a los cantones, a excepción del de Cartagena, con un uso indiscriminado de la violencia. En el verano de 1873, los alfonsinos alcanzaron mayor visibilidad y se presentaron ante la opinión pública como la única alternativa posible de orden. El 7 de septiembre de aquel año, Salmerón presentó su dimisión alegando la negativa a firmar las condenas a muerte de los militares sublevados en el cantón, gesto que forma parte de la memoria democrática y humanitaria, si bien ha sido matizado por la historiografía, que ha puesto el foco en la tolerancia que tuvo durante las semanas de mandato con la represión de los cantones.

Le sustituyó en la presidencia de la República Emilio Castelar, cuya primera medida fue la suspensión de las Cortes. Castelar fue, por tanto, presidente de una república autoritaria y gobernó con medidas propias de un régimen dictatorial. Suspendió las garantías constitucionales y se apoyó en militares y políticos monárquicos para llevar a cabo su programa de orden.  Durante su mandato, Castelar continuó con los llamamientos a quintas -y con los impuestos al consumo que permitían la obtención de recursos económicos para la movilización militar- apoyándose en la Liga Nacional de Hacendados, que tenían intereses esclavistas en Cuba y Puerto Rico. También se valió de generales monárquicos para extender la autoridad del Estado, llegó a acuerdos con la Iglesia católica buscando reconocimiento internacional y garantizó el respeto a la propiedad privada. Castelar aprovechó la suspensión de control parlamentario para intentar consolidar un modelo republicano turnista apoyado sobre dos únicos partidos. El día 2 de enero, cuando se abrieron nuevamente las cortes, se evidenció el rechazo generalizado de la cámara a su etapa ejecutiva. Castelar presentó su dimisión e inmediatamente el general Pavía dio un golpe de Estado apoyado por los sectores conservadores que temían que la República volviera a caer bajo el control de federalistas e intransigentes. El lobby esclavista participó activamente en la organización y ejecución de este golpe.

Sin embargo, el régimen republicano subsistió durante un año más, hasta el pronunciamiento monárquico del general Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874. En este período, conocido como República unitaria, se retomó la Constitución de 1869, salvo en aquellos puntos relativos a la forma monárquicas de gobierno y, con el liderazgo del general Serrano y de Sagasta, se pusieron las bases de un régimen moderado de participación política restringida como el que se estaba desarrollando en la III República francesa. Se llevó a cabo una política de reemplazos en el alto funcionariado y en los cargos intermedios del Estado, produciéndose un control de la administración por parte de los monárquicos que anticipó el cambio de sistema de gobierno. Incluso se repuso la estatua de Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid. Los republicanos, derrotados en los cantones y agotados en términos de movilización social, vieron limitados sus libertades políticas en contraste con los alfonsinos, cuya organización fue tolerada. Durante esta etapa, la República española recibió el tan ansiado reconocimiento internacional. Vaciada de perfil político y desgastada ideológicamente por dos años de guerras y de expectativas nunca satisfechas, fue sustituida a fines del año 1874 por la monarquía mediante un pronunciamiento militar.

 

Conclusiones

A lo largo de estas páginas hemos hecho un breve recorrido diacrónico por las vicisitudes que atravesó la I República española, poniendo el foco en aquellos tópicos historiográficos que lastran un conocimiento desapasionado sobre el período. Desde su proclamación el 11 de febrero de 1873, la República sufrió una crisis de legitimidad, incapaz de contener las diversas expectativas abiertas por la experiencia revolucionaria. Los gobiernos se vieron desbordados por las reivindicaciones de las juntas, las partidas armadas de voluntarios y los cantones, que exigieron transformaciones políticas y sociales más rápidas y profundas. Estos acontecimientos no sólo se produjeron en la capital o en horizontes urbanos. En Extremadura, la conflictividad social, sobre todo la relativa a la cuestión agraria, provocó motines y revueltas que condicionaron el quehacer político en el ámbito estatal.

Pese a los usos públicos llevados a cabo durante la restauración, la dictadura franquista y la transición, que relacionaban la república con la inestabilidad política, el desorden o la izquierda revolucionaria, lo cierto es que la mayoría de gobiernos que tuvo este régimen fueron conservadores y autoritarios. Los federales de Pi y Margall, la facción de centro-izquierda, apenas tuvo el poder durante dos meses, entre junio y julio de 1873. Las revueltas sociales y el cantonalismo no fueron movimientos del régimen republicano, sino que pretendían derrocarlo para desarrollar el programa revolucionario. Los gobiernos republicanos las combatieron valiéndose de todas las herramientas represivas a su disposición.

La inestabilidad gubernamental se explica por la división interna de los republicanos, la ineficacia del Estado y la lentitud a la hora de desplegar las medidas que habían justificado su implantación. Pero, sobre todo, la República se vio lastrada por la guerra carlista y la guerra colonial en Cuba, por las conspiraciones monárquicas y del lobby esclavista y por los pronunciamientos militares que acabaron con ella. La democratización en la práctica no se acompañó de la institucionalización de una democracia funcional. La escisión entre las autoridades políticas y la movilización popular lastraron un sistema de gobierno que no pudo hacer frente al horizonte de expectativas que había generado. En cualquier caso, como se ha apuntado, convendría tener en cuenta, a la hora de valorar el orden o la inestabilidad de los regímenes políticos, la libertad de expresión y asociación que propiciaron, ya que en no pocas ocasiones los períodos de “orden” se dieron cuando las diversas ideologías y movimientos políticos no encontraron cauces de expresión ni de legalidad.

Pese al fracaso institucional, la I República -y el Sexenio Revolucionario- fueron el principal proyecto modernizador y democratizador de España en el siglo XIX. La República fue el primer régimen de la historia instaurado por una votación parlamentaria. Durante esta etapa, se produjeron avances políticos fundamentales y se experimentaron medidas democratizadoras. Se configuraron los partidos políticos de masas y proliferaron espacios de sociabilidad política imprescindibles para las culturas políticas modernas: casinos, ateneos, asociaciones, bibliotecas populares, mítines, etc.

 

 

 

 

 

 

[1] Entre las obras publicadas con motivo del 150 aniversario de la Primera República, caben destacar: Peyrou, Florencia, La Primera República. Auge y destrucción de una experiencia democratizadora, Madrid, Akal, 2023 y Suárez Cortina, Manuel (ed.), La Federal. La Primera República española, Madrid, Sílex, 2023.

[2] Es la línea argumental que sostienen libros recientes, como Vilches, Jorge, La Primera República Española (1873-1874). De la utopía al caos, Madrid, Espasa. 2023.

[3] Cfr. la cuestión social en el campo extremeño en Sánchez Marroyo, Fernando, Movimientos populares y Reforma Agraria. Tensiones sociales en el campo extremeño durante el sexenio democrático, 1868-1873, Badajoz, Diputación de Badajoz, 1992.

[4] Cfr. un acercamiento a la historiografía extremeña Rina Simón, César, “Historiografía sobre el republicanismo en Extremadura. Ausencias, presencias y caminos transitables”, en Berjoan, Nicolas, Higueras Castañeda, Eduardo y Sánchez Collantes, Sergio (eds.), El republicanismo en el espacio ibérico contemporáneo, Madrid, Casa de Velázquez, 2021, pp. 101-106.

[5] Cfr. Orobon, Marie-Angèle, Campos Pérez, Lara, Sánchez Collantes, Sergio y Mira Abad, Alicia (coords.), Diccionario simbólico del republicanismo histórico español (siglos XIX-XX), Granada, Comares, 2024.

[6] Así, para Marcelino Menéndez Pelayo, en las páginas de Historia de los Heterodoxos españoles, publicada en 1882, se refería a la I República en los siguientes términos: “Eran tiempos de desolación apocalíptica; cada ciudad se constituía en cantón; la guerra civil crecía con intensidad enrome; en las Provincias Vascongadas y en Navarra apenas tenían los liberales un palmo de tierra fuera de las ciudades; Andalucía y Cataluña estaban, de hecho, en anárquica independencia; los federales de Málaga se destrozaban entre sí, dándose batalla en las calles, a guisa de banderizos de la Edad Media; en Barcelona el ejército, indisciplinado y beodo, profanaban los templos con horribles orgías; los insurrectos de Cartagena enarbolaban bandera turca y comenzaban a ejercer la piratería por los puertos indefensos del Mediterráneo; dondequiera surgían reyezuelos de taifas, al modo de los que se repartieron los despojos del agonizante imperio cordobés; y entretanto, la Iglesia española proseguía su calvario.”

[7] Cfr. una panorámica general del proceso en Pérez Garzón, Juan Sisinio, “El Sexenio Democrático, 1868-1874”, en Blanca Buldain Jaca (coord.), Historia contemporánea de España, 1808-1923, Madrid, Akal, 2011, pp. 273-389. Para el caso extremeño, cfr. Merinero Martín, María Jesús, “Extremadura durante el Sexenio Democrático (1868-1874), en García Pérez, Juan, Sánchez Marroyo, Fernando y Merinero Martín, María Jesús, Historia de Extremadura. IV. Los tiempos actuales, Badajoz, Universitas, 1985, pp. 883-912; España Fuentes, Rafael, El Sexenio Revolucionario en la Baja Extremadura, 2 vols, Badajoz, Diputación de Badajoz, 2000.

[8] Buena muestra sería la colección de láminas pornográficas y textos satíricos elaborados por los hermanos Bécquer -aunque hay dudas respecto a esta atribución- bajo el pseudónimo de SEM. Cfr. SEM, Los borbones en pelota, edición y estudio introductorio de Isabel Burdiel, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2012.

[9] Análisis de estos lobbies en Piqueras Arenas, José Antonio, La revolución democrática (1868-1874). Cuestión social, colonialismo y grupos de presión, Madrid, Ministerio de Trabajo, 1992.

[10] Expresada en estos términos: “Dos años largos ha que ciño la corona de España y la España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación son españoles, todos invocan el dulce nombre de la Patria, todos pelean (…); y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tanta y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera y más imposible todavía hallar el remedio para tantos males”. Más textos en Fuente Monge, Gregorio de la y Serrano García, Rafael (eds.), La Revolución Gloriosa: un ensayo de regeneración nacional (1868-1874). Antología de textos, Madrid, Biblioteca Nueva, 2005.

[11] Gaceta de Madrid, núm. 123, 3 de mayo de 1873.

[12] Cfr. Hennesssy, Charles Alistair Michael, La República Federal en España. Pi y Margall y el movimiento republicano federal, 1868-1874, Madrid, Los Libros de la Catarata, 2010, original de 1962.

[13] Cfr. Moisand, Jeanne, Federación o muerte. Los mundos posibles del Cantón de Cartagena (1873), Madrid, Los Libros de Catarata, 2023.

Oct 302023
 

 

José Pastor Villegas, Maestro de Educación Primaria, Doctor en Ciencias Químicas

 e investigador en Historia de la Ciencia y la Tecnología

 

RESUMEN

Dos son las razones de tener a mi cargo la conferencia inaugural de los LII Coloquios Históricos de Extremadura (CHEx), Trujillo 2023, dedicados a la Universidad de Extremadura (UEx) en la efeméride del 50 aniversario de su creación y al patrimonio educativo extremeño. Mi vinculación durante más de cuarenta años, como uno de sus primeros alumnos (Licenciatura y Doctorado en Ciencias, Sección de Químicas) y como uno de sus primeros profesores en la Escuela Universitaria y Facultad de Formación del Profesorado, Escuela Universitaria de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, Facultad de Ciencias y Universidad de los Mayores (sedes de Cáceres, Plasencia y Don Benito-Villanueva). Y mi vinculación con los CHEx, como aprendiz y ponente, desde 2014.

La conferencia la he redactado en gran parte con documentación de mi archivo personal; versa sobre la UEx desde sus antecedentes universitarios remotos hasta cumplir los 50 años (1973-2023). En mi opinión, es necesario conocer los antecedentes para entender cuanto aconteció durante la gestación, el gran logro en 1973, y las luces y sombras del desarrollo posterior. El logro fue grande porque Extremadura era la única región española sin universidad, pero el provincianismo extremeño decimonónico no se diluyó durante la Transición democrática española (1975-1983) con el Estatuto de Autonomía de Extremadura (1983).

 

  1. Introducción

Hay, mirando al pasado, universidades con siglos de historia, como la de Salamanca (USAL) o la de Sevilla (US), ambas geográficamente próximas a Extremadura, dos de las doce históricas y matrices de la Universidad de Extremadura (UEx), creada en 1973, es decir, tras mucho tiempo sin tener en nuestra región la posibilidad de educación universitaria.

En mi opinión, una universidad es hoy es una institución de educación superior, pública o privada, que oferta la formación profesional en diversos títulos a hombres y mujeres que acceden a ella tras haber cursado niveles educativos inferiores establecidos; la investigación en sentido amplio, el desarrollo y la innovación son también funciones universitarias que se pueden aprender para el avance del conocimiento establecido y de la sociedad.

Los Coloquios Históricos de Extremadura (CHEx), como es sabido, nacieron en el año 1971 por el Centro de Iniciativas Turísticas de Trujillo, de la que emanó la Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura en 2006. Sí, Señora presidenta, ya con más de 50 años con la historia y el patrimonio de Extremadura, se ha hecho “algo” desde Trujillo por la Historia de Extremadura[1], pues con los trabajos referenciados en el Índice (1971-2021)[2] y los aportados en los dos últimos años se debe estar cerca o se han superado los dos mil.

Las razones de mi aceptación como ponente invitado por doña María del Rosario Alvarado Hoyas, presidenta de la Asociación Cultural CHEx, el 2 de junio de 2023, a pronunciar la conferencia, lectura o ponencia inaugural han sido dos. En primer lugar, mi vinculación con la UEx, como uno de sus primeros alumnos de la Facultad de Ciencias de Badajoz, dependiente de la US primero (1968-1973), en la que obtuve la Licenciatura y el Doctorado en Ciencias (Sección de Ciencias Químicas) en 1973 y 1990, respectivamente, y como uno de sus primeros profesores en varios de sus centros universitarios desde 1974 hasta 2008: Escuela Universitaria y Facultad de Formación del Profesorado, Escuela Universitaria de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, Facultad de Ciencias. Asimismo, como uno de los primeros profesores de la Universidad de los Mayores de Extremadura (UMEx) en varias de sus sedes desde 1999 hasta 2011: Cáceres, Plasencia y Don Benito-Villanueva. Y, la segunda razón, mi vinculación con los CHEx, como aprendiz y ponente, desde que fui invitado a participar en 2014 por mi recordado primo Vicente Pastor González, muy querido en Trujillo, quien fue ponente y aportó experiencia y trabajo durante muchos años en la organización de nuestros Coloquios.

Por ambas razones voy a tratar, con mucho gusto y agradecimiento, de la UEx (1973-2023), es decir, de nuestra joven universidad, que nació dos años después de los CHEx, antes de iniciarse la Transición democrática española (1975-1983) y diez años antes del Estatuto de Autonomía de Extremadura. He tratado ya sobre la UEx hasta parte de su desarrollo [3], [4]. Aquí, trato de ella en conjunto, es decir, de sus antecedentes en tiempos remotos y próximos, del logro en 1973 y de su desarrollo inmediato hasta el año en curso; incluyo dos consideraciones universitarias sobre Trujillo en el presente.

Las fuentes consultadas han sido el archivo personal del autor y otros, y publicaciones    sobre efemérides[5], [6], [7], publicaciones propias y de otros autores.

 

  1. Antecedentes universitarios de la UEx

Conviene distinguir entre antecedentes remotos y próximos; es necesario conocerlos para entender cuanto aconteció durante la gestación, principio y desarrollo de la UEx. Los primeros son anteriores a 1968, y pueden remontarse hasta Guadalupe en la modernidad. Los segundos son de 1968-1973; 1968 corresponde a la creación de la Facultad de Ciencias de Badajoz, dependiente de la US, y 1973 a la creación de la UEx.

 

2.1. Antecedentes remotos

En mi opinión[8], como antecedente universitario más remoto se puede considerar la docencia e investigación en los Reales Hospitales de la Villa y Puebla de Guadalupe durante la Orden Jerónima (1389-1835). Hubo cuatro hospitales importantes: Hospital de San Juan Bautista (Figura 1), Hospital de Mujeres, Hospital Monástico y Hospital de la Pasión dependientes casi exclusivamente del Real Monasterio de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe. Los médicos y cirujanos contratados, además de la actividad asistencial de monjes, vecindario y transeúntes, ejercieron actividades de docencia e investigación (incluso autopsias), siendo algunos autores de publicaciones importantes. Además, hubo una botica monacal (Figura 1) importante en el propio monasterio, en la que se enseñó la profesión de boticario. No obstante, no se otorgaron títulos profesionales durante ni después de mencionada orden jerónima.

1A                            1B 

Figura 1A y 1B. Puertas del que fue Hospital de San Juan Bautista (hoy es parte del Parador Nacional de Turismo de Guadalupe) y de la que fue Botica en el claustro gótico del Hospital monástico de la Puebla y Villa de Guadalupe (hoy es parte del Hotel Real Hospedería del Monasterio). Fuente: Fotografías del Archivo de José Pastor Villegas.

 

Aunque Extremadura alborea en los siglos anteriores, fue en la Ilustración española (1700-1808 o 1814) cuando hubo un primer reconocimiento administrativo como Región al crearse la Real Audiencia Territorial de Extremadura en Cáceres, reinando Carlos IV, pues hasta entonces dependía de la de Valladolid; hoy es el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura. En la fachada principal del edificio actual (Figura 2) una placa dice que “el edificio había sido desde mediados del siglo XVI Hospital de la Piedad, del cual se conserva el hermoso patio central y la escalera, que se reformó en 1790 para ser sede de la nueva audiencia territorial, y que se eligió Cáceres …por ser más sano, mejor surtido, más poblada y más oportuno de aquella Provincia…”

Figura 2. Fachada principal del edificio del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, antes Palacio de Justicia de Cáceres, donde tuvo su sede la Real Audiencia Territorial de Extremadura, inaugurada en 1791. Fuente: Fotografía del Archivo de José Pastor Villegas.

 

De acuerdo con un trabajo reciente[9], las Audiencias de Granada y Valladolid quedaban demasiado lejos para un vasto territorio vagamente definido que además presentaba déficits en el desarrollo de vías de comunicación y en los marcadores socioeconómicos. En el acto inaugural del 27 de abril de 1791, el extremeño Juan Meléndez Valdés definió a la Provincia de Extremadura “rica”, pero “olvidada”, en la que todo “estaba por crear en ella”.

Aunque Extremadura tiene unidad en lo judicial desde la inauguración de la Audiencia Territorial, no la tuvo en el ámbito educativo. Los párrafos que siguen están dedicados, con brevedad, a los demás antecedentes remotos.

Algunas poblaciones extremeñas intentaron conseguir nivel universitario durante la Ilustración española. No lo consiguieron Plasencia, Trujillo y Cáceres[10]. Sí lo consiguió Badajoz por Real Cédula del rey Carlos IV y Provisión del Supremo Consejo de Castilla, dada en Madrid el 17 de agosto de 1793 en el reinado de Carlos IV; hubo actividad docente a partir del 18 de octubre de 1793 en cuatro cátedras (Artes, Teología, Leyes y Cánones) en el Seminario Conciliar de San Atón, pero a partir a partir de 1845 fue un centro solo eclesiástico[11].

En el reinado de Fernando VII (1814-1833), concretamente durante el Trienio liberal (1820-1823), se inauguró la Universidad de Segunda Enseñanza de Cáceres, con sede en el edificio que fue Noviciado de la Compañía de Jesús, inaugurado en 1752; José Alonso Quintanilla, profesor de Medicina del colegio de Madrid, catedrático de Botánica y Agricultura, pronunció el Discurso inaugural el 18 de noviembre de 1822[12].

Suprimida mencionada universidad radicalmente por su carácter liberal y subversivo en 1823, fue creado el Real Colegio de Humanidades de Cáceres (1829-1839); el extremeño Juan Donoso Cortés intervino en el acto inaugural celebrado en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Cáceres el 18 de octubre de 1829. Una década después, fue instaurado el Instituto de Segunda Enseñanza, por Real Decreto de 19 de septiembre de 1839, uno de los primeros de España, y el primero de Extremadura[13]. El Instituto de Segunda Enseñanza de Badajoz fue establecido en 1845[14].

Como es sabido, en la Regencias y en el reinado de Isabel II (1833-1868), se estableció la ordenación administrativa provincial de España de 1833 por Real Decreto de 30 de noviembre de 1833. Extremadura, región situada en el suroeste de España, una de las más grandes de Europa, con superficie de más de 41 000 km2, quedó dividida en dos provincias: Cáceres en el norte y Badajoz en el sur (Figura 3); ambas recibieron algunas poblaciones de otras regiones y cedieron otras, resultando la extensión de Cáceres menor que Badajoz. En el ámbito militar, la Alta Extremadura perteneció a la Capitanía General de Madrid y la Baja Extremadura a la de Sevilla. En el ámbito religioso, dependientes de los arzobispados de Toledo y Sevilla, respectivamente. Y en el ámbito educativo, la provincia de Cáceres perteneció a la USAL y la de Badajoz a la US.

Figura 3. Esquema simplificado del territorio de Extremadura, dividido en dos provincias en 1833, con unidad en lo judicial y dependientes de otras provincias en los ámbitos militar, religioso y educativo antes de 1973. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas.

 

Establecido el Instituto de Enseñanza Secundaria de Cáceres en 1839, se decretó el establecimiento de la que se denominó la Universidad Literaria de Cáceres[15], cuya exposición de motivos es interesante; fue suprimida en mayo del año siguiente[16].

En la primera mitad del convulso siglo XIX, es de destacar a Pedro Pablo Montesino y Cáceres (Fuente del Carnero, Zamora, 1781 – Madrid, 1849), médico titular que fue de Valencia de Alcántara (Cáceres), cuya vida estuvo muy vinculada con esta villa, antes y después de la Guerra de la Independencia (1808-1814). Este liberal impulsó la educación en todos sus niveles en España tras regresar en 1834 de su exilio político en Inglaterra. En particular, impulsó la formación de maestros en las llamadas Escuelas Normales; logró la inauguración de la primera Escuela Normal masculina de España en Madrid, el 8 de marzo de 1839 con la denominación provisional de Seminario Central de maestros del Reino, en el edificio que es hoy el Instituto de Educación Secundaria Lope de Vega (calle San Bernardo, 70), siendo él su primer director (Figura 4)[17]. Las Escuela Normal femenina de Madrid se estableció tras la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre 1857, del ministro de Fomento Claudio Moyano y Samaniego. Las Escuelas Normales provinciales, masculinas y femeninas, se establecieron en las décadas de 1840 y 1850, respectivamente, sin integración en las universidades españolas decimonónicas.

Figura 4. Retrato de Pedro Pablo Montesino y Cáceres. Fuente: Fotografía del Archivo de José Pastor Villegas, realizada en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense el 6 de abril de 2017.

 

Ya en el Sexenio Democrático (1869-1874) fue creada la Universidad Libre de Cáceres, por Decreto de 14 de enero de 1869 (referencias 3 y 4). Esta universidad, que llegó a tener Facultades de Jurisprudencia, Filosofía y Letras, y de Ciencias, fue acordada por la Diputación Provincial de Cáceres en la sesión de 8 de septiembre de ese año; tuvo su sede en el entonces Instituto de Segunda Enseñanza de Cáceres (Figura 5). El discurso inaugural anunciado[18] lo pronunció Felipe Calzado Pedrilla, su primer rector, el 3 de octubre en el paraninfo; comenzó justificando la necesidad universitaria. Tal Universidad, dependiente de las subvenciones que debían proporcionales las debilitadas corporaciones de la capital, no pudo terminar el segundo curso de funcionamiento; la Diputación Provincial de Cáceres decidió el cierre en abril de 1871.

5A      5B  

Figura 5A y 5B. Edificio del siglo XVIII, que fue Noviciado de la Compañía de Jesús en Cáceres y después sede de diferentes centros docentes en los siglos XIX y XX, y portada del discurso inaugural de la Universidad Libre de Cáceres pronunciado por el rector Felipe Calzado Pedrilla el 3 de octubre de 1869.

Así pues, hubo un antecedente universitario remoto en Badajoz al final de la Ilustración española y dos en Cáceres en siglo XIX, uno (1840-1841) durante las Regencias y otro (1869) en el Sexenio Democrático.

Con posterioridad, sin entrar en una visión general de la Universidad española hasta el final de la Guerra Civil Española (1936-1939), la Ley de 29 de julio de 1943[19], abreviadamente (LOUEs), fue el marco jurídico universitario de las doce universidades públicas de entonces. Hubo otros intentos universitarios remotos hasta avanzada la década de 1960: Villafranca de los Barros (Badajoz), Badajoz capital y Cáceres capital (referencias 3 y 4).

De estos nuevos intentos, solo señalo el bien argumentado acuerdo de la Diputación Provincial de Cáceres tomado el 11 de octubre de 1961 de solicitar la creación de una Facultad de Farmacia, dependiente de la USAL. El vicepresidente Simón Rodas Serrano argumentó que las cuatro Facultades de Farmacia de entonces estaban en las universidades históricas de Madrid, Granada, Santiago de Compostela y Barcelona, a 301, 514, 640 y 926 km de Cáceres, respectivamente; que la flora de la provincia de Cáceres era muy importante y que podría tener alumnos de Salamanca, Ávila, Toledo y Badajoz, distantes 214, 234, 269 y 90 km, respectivamente. Las razones eran objetivas para reivindicar con continuidad dicha facultad, la cual después se concedió a la USAL.

Fueron gestiones torpes tendentes a la consecución de centros universitarios dependientes de una de las universidades (USAL o US) o a la consecución de una universidad con sede en la capital solicitante. Un editorial de Hoy. Diario Regional de Extremadura (septiembre de 1967, pág. 3), que omito, ilustra bien la polémica preuniversitaria.

 

2.2. Antecedentes próximos o pre-UEx

Las ciudades de Badajoz y Cáceres tuvieron centros con categoría universitaria antes de la UEx; figuran en la Tabla 1. El primero de ellos se estableció estando vigente la LOUEs, y los demás tras la Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa[20], abreviadamente LGE.

 

Tabla 1. Centros docentes universitarios pre-UEx.

Antecedente remoto Denominación en la pre-Uex Creación Ubicación Distrito universitario
F. de Ciencias. D. 1174/68, de 27 de julio.

Sección de Químicas por O. de 23 de junio de 1970.

Badajoz. Sevilla.
Colegio Universitario de Filosofía y Letras. D. 2674/1971, de 7 de octubre. Cáceres. Salamanca.
E. U. de Ingeniería Técnica Agrícola. D. 1377/1972, de 10 de mayo. Badajoz. Sevilla.
E. Normal de Cáceres E. U. del Profesorado de EGB de Cáceres. D. 1381/1972, de 25 de mayo. Cáceres. Salamanca.
E. Normal de Badajoz E. U. del Profesorado de EGB de Badajoz. D. 1381/1972, de 25 de mayo. Badajoz. Sevilla.

Fuente: Elaboración propia, consultado el Boletín Oficial del Estado.

 

2.2.1. Facultad de Ciencias de Badajoz, dependiente de la Universidad de Sevilla

Las gestiones de la Diputación y Ayuntamiento de Badajoz fueron numerosas para conseguir centros universitarios; datan de 1964. Ambas corporaciones, adquirieron los terrenos situados entre el casco urbano y la frontera portuguesa, en la carretera de Madrid-Lisboa, en la finca “Rincón de Palomas”, con una superficie de 530 000 m2 (referencia 6).

El Decreto-Ley 5/1968, de 6 de junio, autorizó una Facultad universitaria en Santander, en San Sebastián y en Badajoz. En septiembre siguiente se publicó el nombramiento de Decano-Comisario de la Facultad de Ciencias de Badajoz a José María Viguera Lobo, que era entonces Catedrático de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valencia.

La Facultad de Ciencias de Badajoz y el curso académico 1968-1969 fueron declarados inaugurados por José Luis Villar Palasí, ministro de Educación y Ciencia, el 5 de noviembre de 1973 (referencias 3-6).

El autor de este trabajo era entonces Maestro de Enseñanza Primaria por la Escuela de Magisterio de Cáceres, con plaza ganada en el Cuerpo del Magisterio Nacional. Al ser creada la Facultad de Ciencias en 1968, trabajé en la docencia particular por la mañana, y realicé el viaje Cáceres-Badajoz-Cáceres en la tarde-noche, casi a diario, por la N-523, para obtener la Licenciatura en Ciencias (Sección de Químicas); formé parte de la primera promoción (1968-1973), siendo el primer cacereño que obtuvo un título universitario en Extremadura.

El primer curso de Ciencias Químicas y de Escuelas Técnicas Superiores se impartieron inicialmente a aproximadamente 100 alumnos en una parte del Colegio de Salesianos “Ramón Izquierdo” de la capital pacense (Figura 6). Allí siguió hasta 1972, pasando al edificio que se construyó en los terrenos antes mencionados.

Figura 6. Colegio de Salesianos “Ramón Izquierdo”, sede inicial la Facultad de Ciencias de Badajoz (pabellón de la izquierda) desde el 5 de noviembre de 1968 hasta el curso académico 1971-1972. Fuente: Fotografía del Archivo de José Pastor Villegas, tomada de la página web de dicho colegio el 29 de agosto de 2023.

 

En la orla (Figura 7), de izquierda a derecha, figuran tres mujeres y veintisiete hombres, quienes fueron las primeras personas licenciadas en Ciencias (Sección de Químicas) en el curso académico 1972-1973. También figuran cinco de nuestros queridos profesores: los doctores don Benito Mahedero Balsera, don Juan Remón Camacho, el ya mencionado Decano don José María Viguera Lobo, don Santiago Vicente Pérez y don Antón Civit Breu.

Figura 7. Orla de la primera promoción de Ciencias Químicas (1968-1973) de la Facultad Ciencias de Badajoz, dependiente de la US hasta la creación de la UEx en 1973. Fuente: Fotografía del Archivo de José Pastor Villegas.

 

Finalizando la Licenciatura, organizamos una fiesta de la I Primera Promoción en el Tiro de Pichón de Badajoz el 4 de mayo de 1973, a la que asistieron autoridades de Badajoz y muchos invitados. El Gobernador civil y el alcalde de Cáceres, don Valentín Gutiérrez Durán y don Alfonso Díaz de Bustamante y Quijano, respectivamente, asistieron también; gestioné con dos compañeros la invitación, tendente a rebajar la polémica universitaria interprovincial. Después, realizamos un viaje de estudios internacional (13 de junio-3 de julio de 1973) a París (Francia), Londres (Inglaterra), Hamburgo (Alemania) y Copenhague (Dinamarca); el Dr. Remón Camacho, quien por la primera promoción sintió una especial predilección, nos acompañó[21]. Evoca la memoria el trabajo de organización; conservo una carta de la Embajada de España en Londres, en la que se detallaba la visita que nos había organizado al Department of Chemical College Engineering and Chemical Technology del Imperial College.

 

2.2.2. Colegio Universitario de Filosofía y Letras de Cáceres    

La concesión a Badajoz de la Facultad de Ciencias causó decepción en la provincia de Cáceres (referencias 4 y 5).

La Diputación y el Ayuntamiento de Cáceres, decepcionados, y reconociendo la falta de coordinación y de la política llevada hasta entonces, comenzaron a trabajar mejor. Hasta 1968, en las peticiones de centros universitarios para Cáceres se seguía un método ineficaz.

El cambio de método de trabajo se hizo constituyéndose una Comisión Gestora presidida por Valentín Gutiérrez Durán (Gobernador civil de Cáceres) y una Comisión Ejecutiva formada personas del ámbito educativo. El cambio surtió efecto y se consiguió mencionado Colegio, dependiente de la USAL, que fue solicitado por el Gobernador civil de Cáceres [22]; fue dirigido por el Prof. Dr. Ricardo Senabre Sempere. Su sede, inaugurada el 16 de octubre de 1971, fue un edificio de la Fundación Valhondo Calaff, benefactor de Cáceres, que se había construido para ser Hospital benéfico (Figura 8); hubo reunión del Patronato del Colegio con las autoridades académicas y otros actos en el Instituto de Bachillerato el Brocense, sito desde 1964 en terrenos de “El Rodeo”. Ese día se inauguró el curso general de la USAL por su rector magnífico Felipe Lucena Conde; fue un día histórico, como lo fue para Badajoz la inauguración de la Facultad de Ciencias, dependiente de la US, casi tres años antes.

Figura 8. Exterior del edificio de la Fundación Fernando Valhondo Calaff, en Avenida de los Quijotes de Cáceres, sede del Colegio Universitario de Filosofía y Letras, inaugurado el 16 de octubre de 1971. En el mismo edificio se iniciaron la Facultad de Derecho y la Escuela de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas. Fuente: Fotografía del Archivo de José Pastor Villegas.

 

El nuevo centro recibió muchos apoyos de la capital y provincia de Cáceres. A título de ejemplo, el Pleno del Ayuntamiento de Valencia de Alcántara, presidido por Francisco Galavís Gordillo, en sesión Ordinaria de 27 de abril de 1973 acordó por unanimidad concederle una ayuda económica inicial de cincuenta mil pesetas, acuerdo que se trasladó al presidente de la Diputación Provincial de Cáceres, que era entonces Felipe Camisón Asensio[23].

 

2.2.3. Escuelas Universitarias

La LGE integró las Escuelas Normales en la Universidad con la denominación de Escuelas Universitarias de Formación del Profesorado de Educación General Básica (E. U. de Formación del Profesorado de EGB). La de Cáceres fue integrada en la USAL, por Decreto 1381/1972, y la de Badajoz en la US, por el mismo decreto. De esta manera los centros de formación magisterial dejaron de ser centros de educación media.

En Badajoz, la Granja Escuela Agrícola, inaugurada en 1905, pasó a ser Escuela Técnica de Grado Medio de Ingeniería Agrícola, por Decreto 854/1968. Después se denominó Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola, por Decreto 1377/1972, dependiente de la US[24].

No se transformaron en Escuela Universitaria los centros relacionados en la Tabla 2, elaborada consultando el Boletín Oficial del Estado y Balduque[25].

 

Tabla 2. Centro docentes en Extremadura que no se transformaron en Escuelas Universitarias antes de la creación de la UEx

Centro docente Creación Ubicación Adscripción universitaria
E. Pericial de Comercio de Badajoz. O. de 2 de agosto de 1947. Badajoz.
E. de ATS de la Residencia de la Seguridad Social de Cáceres. O. de 17 de junio de 1960. Cáceres. USAL.
E. de ATS masculina “San Juan de Dios”, Hospital Provincial de Cáceres. O. de 29 de noviembre de 1962. Cáceres. USAL.
E. ATS de Cáceres de la U. Laboral Hispanoamericana de Cáceres. O. de la D. Gral. de Universidades, de 15 de noviembre de 1971.

Las U. Laborales se integran en la LGE, por D. 2061/1972, de 21 de julio.

Cáceres USAL.
E. de ATS, Hospital Provincial de Badajoz. Provisional por O. de 26 de octubre de 1971, definitiva por O. de 5 agosto de 1972. Badajoz.
E. de ATS de la Seguridad Social de Badajoz. O. de 28 de agosto de 1972. Badajoz. US.

Fuente: Elaboración propia, consultado el Boletín Oficial del Estado y la referencia 25.

 

La Escuela Pericial de Comercio de Badajoz fue creada por Orden de 2 de agosto de 1947. Tampoco se transformó la Universidad Laboral Hispanoamericana de Cáceres, establecida en 1967, pasando a ser Centro de Enseñanzas Integradas; fue reconocida como centro de Formación Profesional de Primer Grado, Bachillerato Superior, General y Técnico, Curso de Orientación Universitaria, Formación Profesional de Segundo Grado, Estudios de Asistentes Sociales y de Idiomas[26]. Además, hubo Escuelas de Ayudantes Técnicos Sanitarios (ATS) adscritas a la USAL y US.

 

2.2.4. Universidad Hispanoamericana de Extremadura non nata

Siguiendo trabajos previos (referencias 3 y 4), el cuarto antecedente próximo de la UEx fue la Universidad Hispanoamericana de Extremadura, objetivo previsto del III Plan de Desarrollo Económico y Social para el cuatrienio 1972-1975. Literalmente, así consta en el resumen general de los objetivos universitarios previstos: “Crear seis nuevas Universidades en Córdoba, Málaga, Santander, Universidad Hispanoamericana de Extremadura, Nueva Universidad de Madrid y Universidad Nacional de Educación Libre a Distancia y preparar el número de puestos necesarios para cubrir el doble objetivo de la extensión del sistema y de la descongestión de centros”.

Obviamente, la noticia tuvo un gran impacto social en Extremadura (agradecimientos, manifestaciones de júbilo, ofrecimiento de terrenos, etcétera) porque era la única región española sin universidad y el objetivo universitario llevaba el nombre de la región y el apellido hispanoamericano. El nombre y apellido eran evocadores de unión regional en el futuro y de reforzamiento también de la vinculación de Extremadura con Hispanoamérica.

En Badajoz, la Asociación de Amigos del País y la Asociación de Amigos de la Universidad Extremeña (AUE) canalizaron las aspiraciones de personas empeñadas en la creación de una Universidad de Extremadura. De ellas, fue más plural y abierta la segunda, inicialmente un grupo de personas reunidas en el Hotel Zurbarán de Badajoz el 3 de agosto de 1968; convencida de que la Universidad Hispanoamericana podía ser una realidad, diseñó el anagrama (Figura 9) para reivindicarla, siendo uno de los reivindicadores destacados don José María Montes Caraballo (Figura 9), a quien conocí después y hoy recuerdo con afecto. Tal reivindicación tiene su razón de ser en el hecho de que Extremadura antes de la Transición democrática (1975-1983) era claramente un baluarte de la Hispanidad (referencia 9).

 

 

9A9B

Figura 9A y 9B. José María Montes Caraballo, secretario de AUE, y anagrama/escarapela reivindicativa de la Universidad Hispanoamericana. Fuente: Fotografías del Archivo de José Pastor Villegas.

 

En el IV Congreso de Estudios Extremeños celebrado en Mérida en 1972, hubo una propuesta sobre la cuestión de dónde situar la Universidad. La propuesta de Fernando Bravo y Bravo, descartada desgraciadamente Guadalupe por su situación excéntrica en Extremadura, fue Mérida. Su moción, publicada en la revista Alcántara en 1973, es interesante porque refleja la situación administrativa de Extremadura entonces y los diferentes intereses sobre la ubicación de la futura universidad.

La revista Alcántara (Servicios Culturales de la Diputación Provincial de Cáceres) destacó que las profundas discrepancias sobre la ubicación de los centros universitarios estaban retrasando el inicio. Su posicionamiento en 1972 fue el de una Universidad compartida.

Concerniente al asunto universitario, Enrique Sánchez de León Pérez, político pacense, recordó que, tras publicarse la aprobación del III Plan de Desarrollo Económico y Social, hubo:

  • Intereses de los rectores de las universidades de Salamanca y Sevilla para que no se creara un nuevo distrito universitario en Extremadura.
  • Discrepancias provinciales sobre la localización de la futura universidad extremeña.
  • Posible creación de facultades aisladas en vez de distrito propio.
  • Inhibición de las autoridades del Ministerio de Educación y Ciencia, llegando a decidirse en agosto de 1972 que todas las universidades, menos la Hispanoamericana de Extremadura, comenzarían el curso académico siguiente.
  • Apropiación de los gobernadores civiles de ambas provincias del asunto.

Asimismo, afirmó que dirigió una dura carta al titular ministerial, exponiéndole la necesidad de una sola Universidad donde dijese la Dirección General de Universidades, oídas todas las opiniones. Y todo ello para evitar que la futura universidad naciera dividida.

Así pues, antes de la UEx continuó la polémica universitaria, principalmente por el fuerte provincianismo regional secular. La posición de Badajoz era universidad única, no compartida, con Rectorado en la capital pacense. En cambio, la posición de Cáceres era la de universidad compartida con Badajoz.

Añado también que no hay que confundir la Universidad Hispanoamericana, que no llegó a establecerse, con la Universidad Laboral Hispanoamericana de Cáceres, inaugurada el 4 de noviembre de 1967.

 

  1. Logro de la UEx en 1973

En Badajoz y Cáceres, se conoció la noticia hacia las 19:30 del 13 de abril de 1973 de que el Consejo de ministros reunido en el Palacio de El Pardo, bajo la presidencia de Francisco Franco Bahamonde, jefe del Estado, aprobó la creación de la Universidad de Extremadura. Literalmente, el despacho de la agencia “Cifra” fue:

“El Consejo de ministros celebrado hoy bajo la presidencia del Jefe del Estado, ha aprobado un Decreto por el que se crea la Universidad de Extremadura. Los colegios Universitarios existentes en Cáceres y Badajoz se transformaron en Facultades de Letras y de Ciencias para la segunda. Para esta Universidad serán designados un rector y dos vicerrectores”.

Obviamente, la noticia tenía el error de que en Badajoz no existía Colegio Universitario de Ciencias, sino la Facultad de Ciencias, dependiente de la US. Como se desconocía el texto del Decreto aprobado, todos los periódicos que utilizaron el despacho de tal agencia repitieron el error. Las portadas de los periódicos Extremadura, Cáceres y HOY publicaron la gran noticia del logro de la UEx de manera diferente en abril de 1973, con triunfalismo en Cáceres porque su posicionamiento en la polémica universitaria fue compartir, mientras que Badajoz solicitaba toda la Universidad. Diez años después, el periódico Extremadura recordó lo acontecido en la tarde del 13 de abril de 1973 y la mañana siguiente, resaltando que los bomberos hicieron sonar las sirenas de sus vehículos a las 19:30 y que las campanas dieron repique general; incluye también la primera fotografía en el Gobierno civil, tras conocerse la gran noticia, en la que figuran autoridades civiles y otras personas mostrando la satisfacción por el logro[27].

El Decreto 991 de 1973, de 10 de mayo, por el que se creó la Universidad de Extremadura se publicó el 18 de mayo de ese año[28], cuyas partes introductoria y dispositiva omitimos por razones de extensión.

Con este Decreto salomónico e insólito por sus dos campos universitarios y sin fijación de la sede universitaria, innovación sin precedentes en España, indicaba que durante la gestación de la Universidad no habían existido acuerdos interprovinciales. No produjo el mismo entusiasmo en ambas provincias extremeñas, pero finalizó un largo proceso de gestación de estudios universitarios para Extremadura con desacuerdos durante años, con gestiones que dejaron mucho que desear en muchos momentos por intereses diversos.

Los primeros centros universitarios fueron cinco (Tabla 3). Todos ellos determinados en el decreto de creación (Artículo segundo). Tales centros tenían categoría universitaria antes de la creación de la Universidad de Extremadura; los centros de Badajoz estaban adscritos a la US y los de Cáceres a la USAL.

 

Tabla 3. Los primeros cinco centros universitarios de la UEx

Antecedentes pre-UEx Nombre en la UEx Semidistrito de la UEx
F. de Ciencias de Badajoz, D. 1174/68, de 27 de julio, Badajoz, US. F.de Ciencias, integrada desde la creación de la UEx. Badajoz.
Colegio Universitario de Filosofía y Letras de Cáceres, D. 2674/1971, de 7 de octubre, USAL. Colegio Universitario de Filosofía y Letras de Cáceres, adscrito desde la creación de la UEx. Cáceres.
E. U. del Profesorado de EGB de Cáceres, D. 1381/1972, de 25 de mayo, USAL. E. U. del Profesorado de EGB de Cáceres, integrada desde la creación de la UEx. Cáceres.
E. U. del Profesorado de EGB de Badajoz, D. 1381/1972, de 25 de mayo, US. E. U. del Profesorado de EGB de Badajoz, integrada desde la creación de la UEx. Badajoz
E. U. de Ingeniería Técnica Agrícola, D. 1377/1972, de 10 de mayo, US. E. U. de Ingeniería Técnica Agrícola, integrada desde la creación de la UEx. Badajoz.

Fuente: Elaboración propia, consultado el Boletín Oficial del Estado.

 

Además de los centros mencionados, se creó el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE), con sede principal en Badajoz, hecho que desde el principio fue claramente polémico por su ubicación. Los ICEs fueron creados por Decreto 1678/1969 de 24 de julio, e integrados en las universidades españolas, naciendo con el triple objetivo de impulsar la investigación educativa, formar a los aspirantes a profesores de enseñanzas medias y ofrecer vías de mejora y perfeccionamiento de todos los niveles del sistema educativo[29]. Los ICEs fueron durante la transición democrática centros extraños y marginales que los universitarios no sabían muy bien lo que hacían, excepto montar cursos para profesores de Educación General Básica y de Bachillerato Unificado y Polivalente[30]. Sobre el ICE de la UEx se ha escrito[31].

Así pues, la necesidad sentida desde hacía mucho tiempo de que Extremadura estaba necesitada de una Universidad fue una realidad el 11 de mayo de 1973. Insistiendo, la Universidad Hispanoamericana de Extremadura no se creó, pero ¡Extremadura tiene universidad desde el día 11 de mayo de 1973! Aunque polémico, fue un gran logro porque era la única región española sin universidad y fue la primera Universidad española que lleva el nombre de la región.

 

  1. Desarrollo de la UEx

En mi opinión, considerando que en España hubo instauración de la democracia y que ésta se conformó en Estado de las Autonomías, se pueden establecer tres etapas en el desarrollo de la UEx: desarrollo en los últimos años del franquismo (1973-1975), Transición democrática española (1975-1983) y España de las autonomías (1983-2023). Como se verá, la polémica preuniversitaria persistió en su desarrollo, condicionado por el desarrollo de Extremadura en los últimos cincuenta años, habiendo existido luces y sombras.

 

4.1. Desarrollo de la UEx en los últimos años del franquismo (1973-1975)

La primera etapa del desarrollo de la UEx comprende los cursos académicos 1973-1974 y 1974-1975.

El primer presidente de la Comisión Gestora de la UEx fue el ya mencionado José María Viguera Lobo (Figura 7), catedrático de la Facultad de Ciencias de Sevilla y Decano comisario de la Facultad de Ciencias de Badajoz desde el 20 de septiembre de 1968; fue nombrado el 2 de junio de 1973, tomó posesión del cargo el 11 de julio del mismo año y cesó el 4 de febrero de 1974. Su labor realizada ha sido detallada por Javier Viguera Rubio, quien detalló en 27 puntos la densa memoria de las gestiones que llevó a cabo en los 6 meses y 25 días de permanencia en el cargo[32]. Le sucedió en el cargo, hasta 1977, el Prof. Dr. Antón Civit Breu (Figura 7).

Iniciado el primer curso académico de la UEx, Antonio Uribarri Murillo (Cáceres, 1931 – Badajoz, 2012), presidente de AUE, pronunció una conferencia en Zafra el 30 de noviembre de 1973, con el título La Universidad de Extremadura en la presente encrucijada, publicada, poco conocida, en la que repasa lo realizado antes del logro de la UEx y lo que se debería hacer en el futuro. Con altura de miras, para ir terminando con la polémica universitaria interprovincial, trató de comunicaciones, alojamientos, investigación y facultades (referencias 3 y 4). De ella, escribo aquí el párrafo concerniente a comunicaciones porque, como es conocido, la actual carretera nacional N-523, que comunica Cáceres y Badajoz, es una vía que deja mucho que desear.

“Habrá que conseguir un nuevo trazado en la carretera Badajoz-Cáceres, a la que ya en 1968 llamó José María Montes, Autopista de la Universidad, provocando la hilaridad de los acomodados, de los prudentes y de los conservadores. Las dos sedes universitarias de Extremadura deben estar unidas por una de las llamadas Redia, cuando menos. Fijaros que el pasado junio se ha licenciado en Químicas un estudiante cacereño, Pastor Villegas, que acudió durante cinco años consecutivos a recibir sus clases por las tardes, desde Cáceres, donde por la mañana atendía a sus obligaciones de maestro Nacional…Además, esta carretera, cuyo trazado actual es vergonzante, propiciaría la comunicación constante entre ambas ciudades, haciendo menos oneroso el divorcio geográfico entre Ciencias y Letras que se nos ha dado, y que yo personalmente no comparto. Las comunicaciones ferroviarias deben ser igualmente atendidas…Y no comprendo el desamparo en que estamos”.

En 1973, recién licenciado, fui entrevistado por Enrique Romero, periodista de HOY en Cáceres, a quien recuerdo aquí. Le respondí ya de la necesidad de una vía de comunicación digna entre ambas capitales de provincia; padecí la N-523 de Cáceres a Badajoz durante los numerosos viajes de Licenciatura y después como profesor, ayudando en accidentes frecuentes. En el siglo pasado, creada la UEx, la AUE mantuvo entrevistas con el rey Juan Carlos I y con el ministro de Obras Públicas de turno. Se insistió también desde la Asociación Calle Mayor de Extremadura (ACAMEX), impulsada por el mencionado José María Montes Caraballo como presidente, y extremeños de ambas provincias; realizó numerosas reuniones en Puebla de Ovando (Badajoz), sita en el km 40 de la N-523, cerca del límite de las dos provincias, pero no se construyó la vía de comunicación digna ni antes ni en la Extremadura autonómica. En el siglo XXI se han escrito nuevos artículos de opinión insistiendo sobre el asunto crónico y el desarrollo regional, uno de ellos reciente[33]. La Figura 10 muestra la rotura del asfalto y el socavón en el punto kilométrico 45 el 13 de diciembre de 2022, debido a las lluvias que dejó la borrasca Efraín, que arrasó metros de la N-523 en ese punto kilométrico y en otros tramos.

Figura 10. Rotura del asfalto y socavón en la carretera N-523 producido el 13 de diciembre de 2023. Fuente: Fotografía del Archivo de José Pastor Villegas.

 

En La Tabla 4 figura información de los nuevos centros universitarios que se crearon en los cursos académicos 1073-1974 y 1974-197. Se creó la Escuela de Estudios Empresariales de Badajoz, ya que era la única región de España que se iba a quedar sin estos estudios[34]; la Facultad de Medicina de Badajoz, a la que se adscribieron Escuelas de ATS; la Facultad de Derecho de Cáceres y la Facultad de Filología de Cáceres, que se convirtió en Facultad de Filosofía y Letras (Secciones de Filología y Geografía e Historia) en 1974. En el año 1975 se crearon la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial de Badajoz y Escuela de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Cáceres al mismo tiempo. Así pues, los nuevos centros universitarios se creaban en armonía con el decreto de creación de la UEx.

 

Tabla 4. Nuevos centros de la UEx en sus dos primeros cursos académicos.

Antecedentes pre-UEx y UEx Nombre en la UEx Semidistrito de la UEx
E. Pericial de Comercio de Badajoz, O. de 2 de agosto de 1947. E. de Estudios Empresariales, por D. 2022/1973, de 12 de julio. Badajoz.
F. de Medicina, por D. 2713/1973, de 11 de octubre.

Por Órdenes de 1975 y 1976 se le adscribieron Escuelas de ATS: cuatro en Badajoz, dos en Cáceres y una en Mérida.

F. de Derecho, por D. 2714/1973, de 11 de octubre. Cáceres.
Colegio Universitario de Filosofía y Letras de Cáceres, adscrito a la UEx desde su origen. F. de Filología, D. 2714/1973, de 11 de octubre.

Se convirtió en F. de Filosofía y Letras (Secciones de Filología y Geografía e Historia), por D. 2714/1974, de 7 de noviembre.

Cáceres.
Estudios U. de Ad. Empresas de la U. Laboral Cáceres. E. Universitaria de Estudios Empresariales adscrita a la UEx, por O. de 24 de febrero de 1975. Cáceres.
E. Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial de Badajoz, por D. 2526/1975, de 9 de octubre. Badajoz.
E. Universitaria de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Cáceres, por D. 2526/1975, de 9 de octubre. Cáceres.

Fuente: Elaboración propia, consultado el Boletín Oficial del Estado y la referencia 25.

 

En el curso académico 1974-1975 ya impartí docencia universitaria conexa con las Ciencias Física y Química en la E. U. de Formación del Profesorado de EGB de Cáceres, extrañándome que ésta y su homóloga de Badajoz tuvieran programas diferentes y poco coherentes con la formación magisterial. No entendí la pasividad del ICE ante asunto tan importante, que no se resolvió en las etapas siguientes del desarrollo de la UEx.

 

4.2. Desarrollo de la UEx en la Transición democrática española (1975-1983)

Los límites temporales de la segunda etapa son los años 1975 (año de la muerte de Francisco Franco Bahamonde) y 1983 (año en que se puede considerar que la democracia en España está consolidada).

Tras la creación de la UEx, fue aprobada la Constitución Española en referéndum el 6 de diciembre de 1978. Seguidamente, fue necesario crear conciencia regional que en Extremadura era prácticamente inexistente, iniciar la Preautonomía (1978-1983) e implantar la Junta Regional, proceso complicado y relativamente lento. Como el Estatuto de Autonomía de Extremadura (EAEx) fue aprobado definitivamente en el Congreso de los Diputados por Ley Orgánica, corriendo ya 1983, entrando en vigor el 27 de febrero de ese año[35], su génesis fue durante la segunda etapa de desarrollo de la UEx.

El Prof. Dr. Antón Civit Breu continuó siendo la máxima autoridad académica hasta 1977. Le sucedieron los dos primeros rectores: Prof. Dr. Andrés Chordi Corbo (1977-1981), antes vicerrector del semidistrito de Badajoz, y Prof. Dr. Guillermo Rodríguez-Izquierdo Gavala (1981-1984); el primero laico y el segundo jesuita.

El primero de los mencionados, catedrático de Microbiología, pronunció la lección magistral “La especialización de las células y el futuro del hombre” en la apertura del curso académico 1975-1976, realizada el 6 de octubre de 1975, a la que asistí, siendo histórica la ceremonia inaugural y muy interesante la lección.

En 1976, se autorizó el Escudo y la Medalla de la UEx[36]. En el Escudo (Figura 11), se puede observar en el centro una imagen de la Virgen de Guadalupe; supe primero por el mencionado Montes Caraballo, quien lo escribió años después, que el Escudo universitario fue diseñado por el Prof. Dr. Antón Civit Breu el 17 de mayo de 1974 en casa del también mencionado Uribarri Murillo[37]. Después, se publicó la descripción heráldica del mismo[38].

Figura 11. Boceto e imagen del Escudo de la UEx. Fuente: Fotografía del Archivo de José Pastor Villegas, imagen del boceto publicado en la referencia 36.

 

La apertura del curso académico 1976-1977[39], celebrada en Badajoz el 13 de octubre de 1976, fue polémica. El presidente de la Comisión Gestora dijo que había problemas de todo tipo, algunos generales de la Universidad y otros particulares de la UEx. Solo el párrafo de su discurso que sigue refleja bien la tensión universitaria de entonces:

“El Decreto pone a nuestra Universidad en unas condiciones de Universidad singular, de la cual hasta la fecha ninguna ventaja se ha derivado, por lo que creemos llegado ya el momento de estudiar seriamente si a la Universidad de Extremadura le conviene seguir en esta situación de excepcionalidad o si le conviene tomar soluciones que la conviertan en una (o dos) Universidades, que podrían distinguirse de las demás circunstancias de tipo académico (entiéndase la orientación de sus enseñanzas en función de su autonomía universitaria), pero en lo legal serían, o deberían ser, exactamente iguales a las Universidades del resto del país. Cabe la posibilidad evidente, de seguir como estamos, en la espera de que, algún día, un Ministro resuelva lo que otro Ministro complicó. Pero tal solución hoy parece remota. Creemos que la solución debe partir de la Universidad en función solamente de la búsqueda de lo mejor para sus alumnos y del máximo aprovechamiento de sus medios al servicio de la región extremeña y de la Patria. Y a Extremadura y a España la Universidad de Extremadura les sirve mejor cuanto mejor es la calidad de su enseñanza, cuando más facilidades tiene su juventud para cursar aquellos estudios para los cuales se siente vocacionalmente llamada, cuando mejores son sus servicios asistenciales y de asesoría afines a la misma puestos al servicio de quien acuda a ella y, finalmente, cuando mayor es su prestigio”.

Los nuevos centros universitarios de la UEx correspondientes a esta etapa del desarrollo de la UEx fueron 15. No se detallan en una tabla por razones de extensión. Con ellos se rompió claramente con el decreto de creación de la UEx sobre la división de titulaciones universitarias.

Uno de tales centros fue la Escuela Universitaria de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas (EUITOP), en la que tuve a mi cargo la asignatura de Física y la secretaria de este nuevo centro universitario desde el curso académico 1975-1976 hasta el curso académico 1979-1980. El inicio del funcionamiento fue posible por las aportaciones iniciales del Ayuntamiento y de la Diputación Provincial de Cáceres, y por el acogimiento de la Facultad de Filosofía y Letras en su edificio inicial (Figura 8).

Concerniente a la Corporación municipal, en la sesión del día 13 de noviembre de 1975, tras amplio debate, se acordó por unanimidad aprobar un Dictamen de la Comisión de Hacienda de financiación de los haberes del profesorado de la EUITOP[40], contribuyendo con dos quintos. La Diputación Provincial aportó los tres quintos restantes. Con dos aportaciones se pagaron las nóminas del personal docente contratado, de cuya confección me ocupé personalmente.

La Diputación Provincial contribuyó también al funcionamiento de la EUITOP con personal de su plantilla para que prestara servicio como personal no docente universitario en la sede inicial del Colegio Universitario de Filosofía y Letras, y en el edificio conocido en Cáceres como Casa Grande, hoy museo importante.

Otra información sobre el desarrollo inicial de la EUITOP figura en una publicación de quien fue su primer director muchos años[41].

En esos primeros años es de agradecer el trabajo gustoso de don Eusebio Rodríguez Rodríguez, quien recientemente ha escrito[42]:

“Fui testigo del inmenso esfuerzo realizado por Ricardo Senabre, decano de la Facultad de Letras, Daniel Serrano, director de la Escuela y José Pastor como Secretario de la misma, y de los muchos viajes que tuvieron que hacer a Badajoz hasta conseguir la compra la compra y posterior traslado a la Casa Grande, hoy Museo Helga de Alvear, edificio que reunía unas malas condiciones y que hubo que adaptar. Tuve la satisfacción de conocer la primera promoción surgida de aquella Escuela. En junio acabaron siete alumnos la carrera y en septiembre aprobaron otros trece”.

Conocí también el origen y desarrollo de la Escuela Universitaria de Ingeniería Industrial (EUITI), creada al mismo tiempo que la EUITOP de Cáceres. Su sede inicial fue el edificio de “La Rosaleda”, cedido a la UEx. En su origen y en el gran nivel académico conseguido pronto en toda España trabajaron mucho el mencionado Prof. Dr. Benito Mahedero Balsera (Figura 7) y sus discípulos, entre ellos mi compañero de promoción Prof. Dr. Antonio Ramiro González (Figura 7). “Fue tal el arraigo de don Benito que, a su muerte, en diciembre de 2002, siguiendo sus deseos, sus cenizas fueron esparcidas alrededor de un grupo turbina-alternador que él llevó a la Escuela en sus comienzos y que hoy sigue montando guardia, ya como un símbolo de identidad, en su puerta principal”[43].

No conocí en directo la creación y desarrollo inicial de la Facultad de Veterinaria, con la que tuve después contacto frecuente por razones de investigación. Su gestación fue muy polémica e incluso violenta; copio unas líneas fiables sobre el asunto (referencia 41):

“…con motivo de la semana de Alburquerque, a que acudimos representantes del Semidistrito de Cáceres en la Junta de Gobierno de la Universidad, citados por el Rector [Prof. Dr. Andrés Chordi Corvo], para anular el acuerdo de distribución de facultades, entre ellas la de Veterinaria, mediante elección libre y secreta, fundándose, en razonamientos poco firmes cuando no, tendenciosos y poco veraces, dando lugar a situaciones rayando la violencia, impropias de un Claustro Universitario. Con aquel motivo me escribió una carta, que conservo…”

Dicho esto, con el rector Chordi Corbo traté con cierta frecuencia por desempeñar el cargo de secretario académico de la EUITOP. En su despedida, no olvidó agradecer la ayuda que los secretarios de los centros universitarios le proporcionamos durante su gestión rectoral.

Meses antes de finalizar su gestión rectoral obtuve plaza en el Cuerpo de Profesores Agregados de Física y Química en el primer concurso-oposición nacional convocado tras muchos años. La Junta de Gobierno que él presidía acordó felicitarme el 26 de junio de 1981; supongo que la felicitación se debió a que por entonces se cuestionaba la formación, sin fundamento, de los licenciados en Ciencias por la Universidad de Extremadura.

El segundo rector fue Guillermo Rodríguez-Izquierdo Gavala; desempeñó el cargo entre 1981 y 1984. Los datos de la elección fueron publicados el primero de noviembre de 1981[44] y están recogidos en trabajos anteriores (referencias 4 y 5).

Así pues, los dos presidentes de la Comisión Gestora y los dos primeros rectores fueron catedráticos de Ciencias Experimentales en el semidistrito de Badajoz. Los cuatro antes mencionados, dos presidentes y dos rectores, una vez cumplidos sus mandatos, dejaron de prestar servicio en la Universidad de Extremadura.

Siendo rector Rodríguez-Izquierdo Gavala, los dos presidentes de la Comisión Gestora mencionados recibieron la Medalla de la Universidad en la apertura del curso 1983-1984, celebrada en Cáceres en octubre de 1983. En total, se otorgaron 17 medallas[45]. En febrero de 1983, el destacado periodista Marciano Rivero Breña había criticado negativamente la gestión de Civit Breu y la de Rodríguez-Izquierdo Gavala, y destacado la labor de Chordi Corbo[46].

En mi opinión, la gestión universitaria del rector Rodríguez-Izquierdo Gavala dejó mucho que desear; sé que preocupó al Ministerio de Universidades de la época. El hecho más desacertado fue su denuncia rectoral en Badajoz el 21 de octubre de 1983 ante el Juzgado de Guardia contra el autor de la carta pública “Atropellos en la Universidad”, de fecha 21 de octubre de 1983. La carta la firmaba Ricardo Senabre, como catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras, cuyo texto literal es interesante por el fondo y la forma, y puede leerse en la prensa extremeña[47]. La denuncia judicial fue desestimada por el Juzgado núm. 1 de la capital pacense, archivándose definitivamente el 2 de diciembre de 1983 (referencias 3 y 4).

Aquí, quiero dejar constancia que conocí al Prof. Dr. Ricardo Senabre Sempere por compartir la Escuela de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas y la Facultad de Filosofía y Letras durante algún tiempo el edificio Valhondo Calaff. Con él compartí que había que dar calidad en la docencia, realizar la mejor investigación posible, la mejor gestión universitaria y tolerancia cero en cualquier asunto de corrupción.

En 1983, se despidió de la UEx con una afirmación magistral: “No hay una gestión eficaz al frente de cualquier organismo público, si no está cimentada en la ética. Todo lo demás se puede aprender, pero la moral es algo que si no se tiene no se alcanza jamás” (referencias 3 y 4); volvió a la USAL muy distinguido: Insignia de oro de la Diputación provincial de Cáceres (inauguración del curso académico 1971-1972), Medalla de Extremadura (1986) e Hijo Adoptivo de Cáceres (1997). La UEx y la USAL rindieron un homenaje póstumo a don Ricardo Senabre Sempere (Alcoy, Alicante, 1937 – Alicante, 2015), publicando un libro que recoge los títulos de sus numerosas publicaciones y numerosos profesores de diferentes universidades le rindieron tributo con trabajos cortos (Figura 12)[48].

Al terminar la segunda etapa del desarrollo de la UEx, fue aprobada la Ley de medidas urgentes sobre órganos de gobierno de las Universidades[49] y Ley de Reforma Universitaria (LRU)[50], para reformar en profundidad la Universidad española ( pública y privada).

Figura 12. Dr. Ricardo Senabre Sempere, catedrático de Lengua y Literatura Española de la UEx y USAL, primer decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UEx. Fuente: Fotografía del Archivo de José Pastor Villegas, tomada de la publicación referencia 49, pág. 2.

 

4.3. Desarrollo de la UEx (1983-2023) tras las aprobaciones del Estatuto de Autonomía de Extremadura y de la Ley de Reforma Universitaria

El Estatuto de Autonomía de Extremadura (EAEx) permitió tomar decisiones propias. En particular, ejercerá competencias en “La enseñanza en toda su extensión, niveles y grado, modalidades y especialidades, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 27 de la Constitución y en las Leyes Orgánicas…” (Artículo 10 a)). Y “En relación con las enseñanzas universitarias, la Comunidad Autónoma de Extremadura asumirá todas las competencias y funciones que puedan corresponderles…” (Artículo trece). En mi opinión, aunque ha cumplido cuarenta años, no se ha diluido totalmente el biprovincialismo en general ni el universitario en particular.

La LRU, hoy derogada, fue la primera ley democrática que configuró la estructura y gobierno de las Universidades españolas tras la Constitución de 1978; insistió en la autonomía de las universidades. Se señalaba en su preámbulo que “el desarrollo científico, la formación profesional y la extensión de la cultura son las tres funciones básicas que de cara al siglo XXI debe cumplir esa vieja y hoy renovada institución social que es la Universidad española”. Y que la ley vertebraba la idea de “un auténtico servicio público referido a los intereses generales de toda la comunidad nacional y de sus respectivas Comunidades Autónomas”, razón por la que se creaba el Consejo Social y el Consejo de Universidades.

La cronología de esta etapa es muy amplia. En primer lugar, los primeros Estatutos de la UEx, elaborados por el Claustro Universitario constituyente que presidió el rector Antonio Sánchez Misiego; fueron aprobados en 1985[51]. Su Artículo 1.1 dice “La Universidad de Extremadura es una Institución de Derecho Público encargada del servicio público de la educación superior, con personalidad jurídica propia y patrimonio propios e independientes de los del Estado, la Comunidad Autónoma de Extremadura y otros Entes públicos”.

Los rectores elegidos en la etapa que nos ocupa están relacionados en la Tabla 5, junto a los dos rectores de la etapa anterior.

 

Tabla 5. Rectores de la UEx

Nombre y apellidos del Rector Año inicial y año final del cargo
Andrés Chordi Corbo 1977-1981
Guillermo Rodríguez-Izquierdo Gavala 1981-1984
Antonio Sánchez Misiego 1984-1991
César Chaparro Gómez 1991-1999
Ginés María Salido Ruiz 1999-2003
Juan Francisco Duque Carrillo 2003-2010
Segundo Píriz Durán 2010-2018
Antonio Hidalgo García 2018-2022
Pedro María Fernández Salguero 2023-

Fuente: Elaboración propia, consultada información de la UEx.

Es de destacar que las elecciones a rector de 2003, celebradas tras la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades[52], abreviadamente LOU, que derogó la LRU, fueron muy competidas. Los candidatos fueron cuatro: Ángel López Piñero, Ginés María Salido Ruíz, Eustaquio Sánchez Salor y Juan Francisco Duque Carrillo, resultando ganador este último. En las últimas elecciones a rector, primera en formato electrónico, celebrada el 1 de diciembre de 2022, fue elegido Rector el único aspirante Prof. Dr. Pedro María Fernández Salguero (Badajoz, 1963), conocido investigador sobre el cáncer. La Junta Electoral hizo público los resultados de la elección de 1 de diciembre de 2022, en la que la participación fue baja. El rector electo fue nombrado por Decreto de la Junta de Extremadura[53] y tomó posesión de su cargo el 16 de enero de 2023 en la Presidencia de la Junta de Extremadura en Mérida (Figura 13); sustituyó al Prof. Dr. Antonio Hidalgo García, cuya gestión no fue fácil por la pandemia de la Covid-19. Al nuevo rector y su equipo rectoral mis mejores deseos.

Junto a lo bueno realizado en los rectorados surgidos de los Estatutos de la UEx, hay que destacar negativamente al menos el gran escándalo durante el rectorado de Píriz Durán, que fue noticia a nivel autonómico y nacional: “La ex secretaria General de la UEx fue condenada a un año y seis meses de prisión, además de pagar una multa de 3 600 euros e inhabilitación de un año para ocupar cargos directivos en la Universidad, acusada de falsificación de documentos para tratar de favorecer a su marido… ”[54]. Este escándalo me recuerda otro ocurrido en el rectorado de Rodríguez-Izquierdo Gavala; denuncié en 1982 que en la E. U. de Formación del Profesorado de EGB de Cáceres había profesorado ejerciendo desde hacía años sin la titulación universitaria mínima, y que se cursaban estudios para conseguir el título de maestro por un plan de estudios extinguido[55]. Hechos como éstos flaco favor hacen a la UEx.

Concerniente al Consejo Social de la UEx, es decir, el órgano de participación de la sociedad extremeña en la Universidad[56], son muchos los interrogantes desde su constitución el 6 de mayo de 1986, presidido por don Diego Hidalgo Schnur, de ascendencia extremeña y con formación destacada[57]. No hace muchos años, uno de sus miembros trató de dicho órgano en un artículo de opinión[58]. Desde 2021, ostenta la presidencia el extremeño don Antonio Huertas Mejías (Villanueva de la Serena, Badajoz, 1964)[59], presidente de MAPFRE (Figura 13); las claves o líneas estratégicas de gestión son: fomento de la empleabilidad, transparencia, fomentar las relaciones con exalumnos, mayor implicación de la UEx a la hora de apoyar iniciativas que puedan ayudar a transformar la región y estar en contacto con grupos de interés y trabajar para que la oferta de titulaciones responda en mayor medida a las necesidades de los jóvenes. En otras palabras, parece iniciar una reinvención del Consejo Social de la UEx.

       13A    13B 

Figura 13A y 13B. Prof. Dr. Pedro María Fernández, Rector de la UEx (izquierda) y don Antonio Huertas Mejías, presidente del Consejo Social de la UEx (derecha) hoy. Fuente: Fotografías del Archivo de José Pastor Villegas, tomadas de la UEx y de MAPFRE, respectivamente.

 

Entre 1983 y 2023, se crearon 24 nuevos centros, por legislación nacional o autonómica, en Badajoz, Cáceres, Mérida o Plasencia, que no se relacionan aquí por no disponer de espacio. En mi opinión, fueron numerosos y, en muchos casos, más o menos duplicados.

Otros datos cronológicos reseñables de esta etapa de consolidación de la UEx son:

  • El Proyecto UEX fue aprobado por el Consejo Social el 22 de abril de 1992, cuyo resultado fue un mapa de 43 titulaciones.
  • Traspaso de competencias universitarias a la Junta de Extremadura el 4 de abril de 1995, seguido del Plan Extraordinario de Inversiones de la Junta de Extremadura, la Caja de Ahorro de Extremadura, la Caja de Ahorro de Badajoz y la UEx.
  • Reforma de los Estatutos de la UEx en el año 1996, que se aprobó por Decreto de la Junta de Extremadura, publicado primero en el Diario Oficial de Extremadura y después en el Boletín Oficial del Estado de los años 1997 y 1998.
  • Aumento de la oferta de titulaciones entre 1995-2000: hasta 85 en Centros Propios (16 de ellas se imparten en más de un centro) entre 1995-2000. La ampliación de titulaciones propuesta en el Proyecto UEx fue aprobada en el Claustro celebrado el 25 de febrero de 1997.
  • Aprobación de los Estatutos de la UEx por Decreto de la Junta de Extremadura, publicado primero en el Diario Oficial de Extremadura y después en el Boletín Oficial del Estado, en 2003. En 2010 fueron modificados (documento interno).
  • Nuevo sistema de titulaciones universitarias, con dos niveles, denominados Grado y Posgrado, regulados por el Real Decreto 55/2005[60] y el Real Decreto 56/2006[61], respectivamente. El nuevo sistema se inició con la Declaración de Bolonia de 1999 tendente a la construcción del llamado Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES) con un horizonte temporal del 2010.

En el curso académico 1993-1994, la UEx cumplió 20 años, siendo rector César Chaparro Gómez (Don Benito, Badajoz, 1949), catedrático en la Facultad de Filosofía y Letras (Cáceres). En Badajoz, principalmente desde la Sociedad Económica y de la Agrupación Local del Partido Socialista de Santa Marina, se pretendió la división de la UEx. Hay información extensa en los medios de comunicación regional sobre la división. Se llegó a opinar por un miembro de la Junta de Gobierno de la UEx[62] que eran “intereses personales de algunos políticos de turno que de esta forma pueden ver más cerca su ambición de ser algún día rector de una universidad, aunque ésta sea la “Universidad de Badajoz”.

En el año en curso de 2023, transcurridos aproximadamente cuarenta años de la LRU, se ha aprobado la última Ley Orgánica del Sistema Universitario[63]. En su largo preámbulo, se comienza afirmando que “La Universidad es una institución fundamental en la sociedad del conocimiento en la que vivimos…”, y que “La Universidad ha sido, es y debe ser fuente de conocimiento, de bienestar material, de justicia social, de inclusión, de oportunidades y de libertad cultural para todas las edades”.

Hoy, tras la aprobación de la Ley Orgánica 3/2020[64], el Ministerio de Universidades proyecta una orden por la que se establezcan “los requisitos para la verificación de los planes de estudio conducentes a la obtención de los títulos universitarios oficiales que habiliten para el ejercicio de la profesión de Maestra/o en Educación Primaria”, que presenten las universidades para su verificación por el Consejo de Universidades, de conformidad con el Real Decreto 822/2021, de 28 de septiembre.

Pues bien, en una de mis primeras comunicaciones a congresos en 1981, ya señalé que unos buenos programas no eran garantía suficiente, que la Didáctica de las Ciencias Físico-Naturales en la formación inicial del Profesorado de Educación General Básica (EGB) tenía que ser una asignatura con un enfoque eminentemente profesional, y que el profesor, además de ser especialista en dichas ciencias, ha de ser titulado en EGB. (maestro o maestra)[65]. Se perdió entonces la oportunidad de haber incorporado a las Escuelas de Formación del Profesorado la experiencia profesional de los maestros-licenciados y maestros-doctores, es decir, de profesionales muy cualificados.

Hoy, desde diferentes colectivos de especialistas se está rechazando la propuesta que dicho ministerio ha abierto a audiencia pública para reformar los planes de estudio de los grados universitarios de Maestra/o en Educación Primaria.

En particular, en relación con tal audiencia pública la Junta de Gobierno del Grupo Especializado de Didáctica e Historia de la Física y la Química (GEDH), común a las Reales Sociedades Españolas de Física y Física (RSEF) y de Química (RSEQ), aprobó por unanimidad en su reunión de 9 de marzo de 2023, que se retire la propuesta presentada y se acometa un proceso de elaboración de los planes que contemplen, entre otros muchos aspectos importantes, una adecuada formación científico-didáctica que permita a los futuros/as maestros y maestras de Educación Primaria, según lo establecido en los actuales currículos, contribuir a la formación integral del alumnado de Educación Primaria, y en particular el desarrollo de la competencia matemática y competencia en ciencia, tecnología e ingeniería (competencia STEM por sus siglas en inglés). Aporta dicho grupo cuatro acertadas consideraciones que, con relación a las ciencias experimentales, la investigación ha puesto de manifiesto[66].

Comparto con dicho grupo especializado que es necesario proporcionar una formación científica a los niños/as de 6 a 12 años que les permita ir adquiriendo conocimientos y actitudes para involucrarse en problemas complejos con los planteados en nuestra sociedad: calentamiento global, agotamiento de los recursos naturales, nuevas enfermedades, etcétera. ¿Cómo podrá un futuro/a maestro/a enseñar ciencias si apenas ha recibido formación para ello?

Escrito cuanto antecede en este epígrafe, añado que la UEx forma parte de asociaciones. Dos de ellas comento, brevemente, a continuación.

En 1992 fue creado el Centro Extremeño de Estudios y Cooperación con Iberoamérica (CEXECI); fue una fundación pública de la Junta de Extremadura y la UEx, con sede en Mérida, para estrechar los vínculos existentes entre Extremadura e Iberoamérica. Como tal, funcionó hasta 2016, año en que se acordó su fusión con la Academia Europea de Yuste, y se creó la actual Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, con los mismos fines de fomento de las relaciones entre España e Iberoamérica. En sus actividades he participado.

En mi opinión, en relación con el CEXECI, Trujillo debió conseguir mucho más beneficio a partir del año emblemático 1992, por ser protagonista indiscutible de la Historia en el Nuevo Mundo. Ya comentamos en los CHEx de 2016 que el Centro Los Descubridores inaugurado en Trujillo es muy tardío y muestra relativamente poco. Hace falta una Casa de América en Trujillo que muestre las aportaciones totales de Extremadura, incluyendo imágenes de las expediciones científicas que tienen relación con Extremadura y de las 31 expediciones a América dirigidas por el polifacético Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre (Madrid, 1932 – Madrid, 2016), quien no es extremeño de nacimiento, pero tuvo mucha vinculación con Extremadura y con Trujillo en particular; consiguió que miles de jóvenes de cerca de 60 países tuvieran la oportunidad de descubrir la dimensión humana, social, geográfica e histórica de otras culturas; recibió merecidamente la Medalla de Extremadura en 2012[67].

La UEx forma parte también del Grupo 9 de Universidades, que es una asociación sin ánimo de lucro constituida por las universidades públicas españolas que son únicas en sus respectivas Comunidades Autónomas. El grupo se constituyó por convenio firmado el 16 de mayo de 1997 teniendo como objetivo social común promover la colaboración entre las instituciones universitarias que lo forman, en actividades docentes e investigadoras y en actividades de gestión y servicios. Con sede social en el Campus de Arrosadía de la Universidad de Pamplona, se formó por la Universidad de Cantabria, la Universidad de Castilla-La Mancha, la Universidad de Extremadura, la Universidad de les Illes Balears, Universidad de La Rioja, la Universidad de Oviedo, la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, Universidad Pública de Navarra y Universidad de Zaragoza. Desde 2023, la Universidad de Murcia forma parte del grupo como colaboradora.

En relación con tal pertenencia, conozco el potencial investigador de algunas de estas universidades en materiales de carbono. Tales materiales son diversos; incluyen el carbón vegetal (muy conocido) y los diamantes (mucho menos conocidos). Recientemente, es noticia frecuente a niveles autonómico, nacional e internacional que la empresa estadounidense Diamond Foundation Europe, SL, quiere construir una planta de producción de diamantes artificiales en el término municipal de Trujillo; deseo que sea una realidad porque conozco, como investigador en materiales de carbono, que científica y tecnológicamente es posible.

 

  1. Aportaciones de la UEx y su evaluación en la clasificación mundial de universidades

Al científico británico William Thomson (Belfast, Irlanda del Norte, 1824 – Netherhall, Escocia, 1907), físico, matemático e inventor, conocido más como Kelvin[68], se le atribuye la afirmación:

“Cuando puedes medir aquello de lo que hablas, y expresarlo con números, sabes algo acerca de ello; pero cuando no lo puedes expresar con números, tu conocimiento es pobre e insatisfactorio: puede ser el principio del conocimiento, pero apenas has avanzado en tus pensamientos a la etapa de la ciencia”.

Pues bien, son medibles las funciones propias de la UEx como servicio público: formación inicial de profesionales (docencia y formación en investigación), generación de nuevos conocimientos (investigación) y aplicación de conocimientos generados.

Concerniente a la formación de profesionales, la UEx tiene hoy un total de 18 centros universitarios propios (Tabla 6). Tales centros, creados en las diferentes etapas de su desarrollo, han impartido numerosas titulaciones (diplomaturas y licenciaturas), con frecuencia repetidas e innecesarias en algunos centros. Hoy, los grados que se imparten en la UEx son el resultado de la consolidación del EEES, sistema más homogéneo y compatible que favorezca una movilidad real de estudiantes y futuros profesionales en Europa.

 

Tabla 6. Centros universitarios propios de la UEx en 2023.

Denominación

 

Ubicación
Centro Universitario de Mérida. Mérida.
Centro Universitario de Plasencia. Plasencia.
Escuela de Ingenierías Agrarias. Badajoz.
Escuela de Ingenierías Industriales. Badajoz.
Escuela Politécnica. Cáceres.
Facultad de Enfermería y Terapia Ocupacional. Cáceres.
Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación. Badajoz.
Facultad de Ciencias. Badajoz.
Facultad de Ciencias del Deporte. Cáceres.
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Badajoz.
Facultad de Derecho. Cáceres.
Facultad de Educación y Psicología. Badajoz.
Facultad de Empresa, Finanzas y Turismo. Cáceres.
Facultad de Filosofía y Letras. Cáceres.
Facultad de Formación del Profesorado. Cáceres.
Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud. Badajoz.
Facultad de Veterinaria. Cáceres.
Escuela Internacional de Doctorado. Cáceres.

Fuente: Elaboración propia, consultada información de la UEx.

Además de tales centros, la UEx tiene dos centros adscritos: Centro Universitario “Santa Ana”, sito en Almendralejo, y el Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón (CCMIJU), sito en Cáceres. Sobre el primero, no estatal, se ha escrito detalladamente en una publicación relativamente reciente[69]. Sobre el segundo, cuya nueva sede fue inaugurada en 2007, he hablado y escrito con anterioridad por ser Socio de Honor de la Asociación Amigos del Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón (ASCEMI); repito el apunte de su director científico (“extremaño”) en 2007[70]:

“El Centro de Cirugía de Mínima Invasión está abierto a todos los investigadores que tengan interés en avanzar en el ámbito de la cirugía de mínima invasión con una novedad fundamental: la colaboración de empresas que, al fin, pueden desarrollar nuestras patentes. No nos quedamos en la investigación, no vamos a estancarnos en el laboratorio.

De este modo, Extremadura, con España de la mano, avanza enormemente desde el punto de vista científico, pero también y sobre todo, humano. Este ha sido nuestro principal objetivo desde que empezamos a trabajar en este campo, hace ya más de 25 años. Ahora es el momento de aprovechar, por fin, los magníficos recursos que tenemos a nuestra disposición. Unos recursos que, al igual que nuestros avances, no son nuestros, sino que pertenecen a toda la sociedad y, en particular, a los extremeños”.

La Figura 14 muestra la evolución del alumnado matriculado de la UEx, en la que se puede observar que la matriculación de mujeres se ha mantenido superior a la de hombres, ambas con máximos en 2013, con un total que superó las 25 000 matriculaciones, y que a partir de ese año caen.

Figura 14. Evolución de la matriculación en la UEx. Fuente: Elaboración propia, con datos de la UEx.

 

Según datos de la UEx hechos públicos, en los años 2010-2018 la Escuela Politécnica perdió casi 2 000 alumnos (tenía 3 271 en el curso académico 2010/2011 y 1291 en el 2017/2018); la Facultad de Económicas y Empresariales perdió mil (pasó de 3 025 a 1940) y más de cuatrocientos la Escuela de Ingeniería Industrial (pasó de 1 258 a 835). Entre los mismos años, la matriculación creció en otros centros: 6% en la Facultad de Educación y 4% en la Facultad de Formación del Profesorado[71].

Además de la formación de profesionales, la UEx ha abierto sus puertas en el siglo XXI a otros colectivos. Es de destacar el programa UMEx, para la promoción de la cultura en las personas mayores de 55 años, impartido en las ciudades de Almendralejo, Badajoz, Cáceres, Don Benito-Villanueva, Mérida, Plasencia y Zafra. He sido Profesor-Ponente de la UMEx del curso académico 1999-2000 al 2010-2011 en las sedes de Cáceres, Don Benito-Villanueva y Plasencia; tuve a mi cargo asignaturas conexas con la Química, ciencia experimental considerada la “ciencia central” por favorecer los avances en otras áreas científicas y tecnológicas: salud, vivienda, etcétera. Es imborrable el buen recuerdo del alumnado de las asignaturas Aportaciones de la Química a la sociedad (I y II), Ampliación de Química y Química y medio ambiente, en el aula y fuera (visitas científicas).

Concerniente a la calidad, el Academic Ranking of World Universities (Ranking Académico Mundial de Universidades), conocido internacionalmente como ARWU, y en español como Ranking de Shanghái, mide el potencial investigador de las universidades, que publica cada 15 de agosto. A 15 de agosto de 2023[72],  la Universidad de Harvard (Estados Unidos) es la primera desde hace 21 años; la Universidad de Stanford, también estadounidense, se mantiene un año más en el segundo puesto; y, en tercer lugar, está el Instituto Tecnológico de Massachuetts, al que ascendió en 2022. No hay ninguna universidad española en la edición de 2023 entre las 200 primeras del mundo. La Universidad de Barcelona y la Universidad de Granada son las mejores de España; están entre las 300 primeras del mundo en 2023.

La UEx está en el tramo 701-800 en la actualidad, concretamente en el puesto 775, mientras que en la edición anterior estaba en el puesto 675 y hace dos años en el 668; la Universidad Politécnica de Cataluña, la Universidad de Lérida, la Universidad de Málaga, la Universidad de Murcia, y la Universidad Rovira y Virgili están en la misma franja en 2023. La posición de la UEx en el ranking general internacional es al menos modesta, pero significativa.  Y, además, es de destacar que algunos centros están en las primeras posiciones a nivel nacional; es el caso de la Facultad de Ciencias del Deporte (Cáceres) que en las ediciones de 2021 y 2022 ocupó la segunda posición (su posición en 2023 se sabrá el próximo 27 de octubre)[73].

Comparto la reflexión de un artículo de opinión que, sin caer en la autocomplacencia, pienso como extremeño y profesor haber contribuido al desarrollo de la UEx[74].

Son numerosos los investigadores e investigadoras formados inicialmente en la UEx que actualmente, trabajando o no en ella, destacan a nivel mundial por sus publicaciones. Una de ellas es la joven Guadalupe Sabio Buzo (Badajoz, 1977), licenciada en Veterinaria por la prestigiosa Facultad de Veterinaria de Cáceres en 2000 y doctora en Bioquímica; dirige un grupo de investigación en el Centro Nacional  de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) del Instituto Carlos III de Madrid, siendo su principal línea de investigación el papel de las quinasas activadas por el estrés en el desarrollo de enfermedades asociadas a la obesidad como enfermedades cardiovasculares, diabetes y el cáncer hepático; fue Medalla de Extremadura en 2022.Y uno de ellos es el joven Prof. Dr. Antonio Plaza Miguel (Cáceres, 1975), doctor ingeniero en Informática por la Universidad de Extremadura y catedrático de la Escuela Politécnica, muy citado; coordina el grupo de investigación Computacional Hiperespectral o HiperComp, que trabaja en aplicaciones de observación remota de la Tierra, es decir, con imágenes que analizan lo que el ojo humano no puede ver. A ella y a él me une amistad y los admiro desde hace mucho tiempo.

Comparto también la reflexión de diferentes autores que Extremadura ha sido más y mejor conocida por las publicaciones desde la creación de la UEx. Algunas, se han editado desde el Servicio de Publicaciones de la UEx. Otras han sido editadas por medios de comunicación extremeños, como es la Historia de Extremadura, dos tomos redactados por investigadores que profesaban la Historia en la UEx en 1997, “pretendiendo hacerla accesible a todo tipo de lectores, sin sacrificar por ello el rigor consustancial al trabajo universitario” [75].

Finalmente, repitiendo que el Estatuto de Autonomía de Extremadura permitió tomar decisiones propias, concerniente a investigación, desarrollo tecnológico e innovación, durante las dos últimas décadas, los diferentes Planes Regionales de I+D+I han articulado el Sistema Extremeño de Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTI), desarrollando una organización institucional propia. El VII Plan de Investigación, Desarrollo e Innovación de Extremadura 2022-2025 (VII PRI+D+I) “pretende impulsar una nueva etapa para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en Extremadura, donde la inversión en infraestructuras, centros, equipos y proyectos de investigación, tecnología e innovación permita transformar la presencia del talento investigador extremeño en oportunidades de desarrollo y especialización inteligente para el territorio regional”. El Pacto por la Ciencia y la Tecnología de Extremadura, suscrito en febrero de 2021, ha contado con la adhesión de la UEx, los Centros de I+D+I, organismos intermedios y distintos agentes del SECTI[76].

 

  1. Conclusiones
  2. Los antecedentes de la UEx, remotos y próximos, son necesarios conocerlos para entender cuanto aconteció durante su gestación, principio y desarrollo. En las poblaciones de Badajoz y Cáceres hubo aspiraciones de estudios universitarios en diferentes regímenes políticos de la Edad contemporánea.
  3. Las aspiraciones universitarias provinciales fueron discontinuas e independientes. En la Pre-Universidad de Extremadura (1968-1973), Badajoz y Cáceres tuvieron algunos centros universitarios, dependientes de la US y de la USAL, respectivamente.
  4. Desde la Ilustración, tras la inauguración de la Audiencia Territorial de Extremadura en Cáceres en 1791, la creación de la UEx en 1973 fue un gran logro en los últimos años del franquismo. El logro fue para sus dos provincias, sin acuerdos entre ellas por la polémica preuniversitaria interprovincial; Badajoz no quería una universidad compartida. La redacción final del Decreto de creación fue muy peculiar; creó dos semidistritos universitarios, uno en la ciudad de Badajoz que se conformaría con la Facultad de Medicina y otros centros científicos afines, y otro en la ciudad de Cáceres que se conformaría con centros humanísticos y jurídicos. Era la primera universidad española que llevaba el nombre de la región.
  5. El hecho de ser creada una UEx dividida, motivó a la Asociación de Amigos de la Universidad Extremeña, surgida en Badajoz en 1968, a una segunda etapa de reivindicaciones. Una de ellas fue la mejora de las vías de comunicación en Extremadura, dando prioridad a la carretera estatal N-523, de Cáceres a Badajoz. La autovía de Cáceres a Badajoz es una reivindicación cacereña histórica, que parece haber recibido impulso final para su construcción definitiva, tras los desatinos de los gobiernos nacionales y autonómicos acumulados.
  6. El desarrollo de la UEx se ha estudiado dividido en tres etapas: Años del franquismo (1973-1975), Transición democrática española (1975-1983) y Tras el Estatuto de Autonomía de Extremadura y de la Ley de Reforma Universitaria (1983-2023). No se diluyó la polémica preuniversitaria con el Estatuto de Autonomía de Extremadura; ha habido luces y sombras en la UEx. Hoy el personal docente e investigador, el alumnado y el personal de administración y servicios de la UEx está distribuido en 18 centros propios en Badajoz, Cáceres, Mérida y Plasencia. Además, tiene dos centros adscritos: Escuela Universitaria “Santa Ana de Almendralejo” y Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón en Cáceres. La UEx ocupa una posición moderada en el Ranking de Shanghái, y con centros punteros a nivel nacional.

 

Agradecimientos

En el ámbito universitario de la Facultad de Ciencias, recuerdo a mis compañeros y compañeras, y profesores con quienes comencé a aprender. En particular, al Prof. Dr. Cristóbal Valenzuela Calahorro, mi director de Tesis doctoral, y al Prof. Dr. Antonio Ramiro González, compañero de la primera promoción de Ciencias Químicas (1968-1973).

En el ámbito profesional, en particular al Prof. Dr. Conrado Miró Rodríguez, con quien compartí muchas horas de investigación en el Grupo de Investigación Materiales Porosos y Contaminación Ambiental (IMPCAM). También a don Eusebio Rodríguez Rodríguez, por su ayuda en los años que prestó servicios como personal de Administración y Servicios en la época inicial de la Escuela de ITOP. Y también a alumnos y alumnas de diversos centros.

En el ámbito de los CHEx, a las Juntas Directivas, con especial recuerdo a la memoria del Prof. Vicente Pastor González. Asimismo, a la Fundación Obra Pía de los Pizarros por su patrocinio, y a los Colaboradores habituales: Ayuntamiento de Trujillo, Fundación Xavier de Salas y al Centro de Profesores y Recursos de Trujillo. A la Fundación Xavier de Salas también por su colaboración en numerosas actividades de investigación de la UEx organizadas por el Prof. Dr. Ricardo Hernández Mogollón, en las que frecuentemente he participado.

A mis colaboradores habituales en investigaciones científicas y tecnológicas: Álvaro Píriz Mota (Ingeniero de Puertos, Canales y Caminos), José David Pastor Valle (Ingeniero Civil) y Jesús F. Pastor Valle (Ingeniero Industrial), formados inicialmente en la UEx, después amigos y amigas.

Y como no, a Marisol, mi mujer, por la paciencia durante las muchas horas que he invertido en la redacción de las páginas de este trabajo.

[1] ALVARADO HOYAS, María del Rosario, Pórtico, en Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura, XLVII Coloquios Históricos de Extremadura, Ciempozuelos (Madrid), Estilo Estugraf Impresores, 2022, págs.9-10.

 

[2] LÓPEZ LÓPEZ, Teodoro, Coloquios Históricos de Extremadura. Índice 1971-2021, en Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura, XLVII Coloquios Históricos de Extremadura, Ciempozuelos (Madrid), Estilo Estugraf Impresores, 2021, 221 -372.

 

[3] PASTOR VILLEGAS, José, Las Universidades de Salamanca y Sevilla en la preuniversidad y en los semidistritos de la Universidad de Extremadura, en Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura, XLVII Coloquios Históricos de Extremadura, Ciempozuelos (Madrid), Estilo Estrugraf Impresores, 2019, págs. 403-427.

 

[4] PASTOR VILLEGAS, José, La Universidad de Extremadura en la transición democrática (1975-1983), en LEÓN, Guillermo y ANDRADE, Juan (eds.), La transición a la democracia en Extremadura, Badajoz, Imprenta Provincial de la Diputación de Badajoz, 2020, págs. 329-356.

 

[5] 15 años de la Universidad de Extremadura. 1973-1987, Madrid, MAE, 1990.

 

[6] Memoria histórica de la Facultad de Ciencias, XXV Aniversario (1968-1993), Badajoz, Tecnigraf, 1995.

 

[7] Memoria histórica de la Facultad de Ciencias, L Aniversario (1968-2018), Badajoz, 2020, Imprenta de la Diputación Provincial de Badajoz.

 

[8] PASTOR VILLEGAS, José, Pasado Científico de Guadalupe de Extremadura: Reales Hospitales (conferencia pronunciada en Cáceres en el Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón el 11 de noviembre de 2011), Exposición Pasado, Presente y Futuro de la Medicina en el mismo centro, y después permanente en la Facultad de Medicina de Badajoz.

PASTOR VILLEGAS, José, Apuntes sobre los Reales Hospitales de Guadalupe en la Ilustración y tres insignes científicos conexos con las reformas sanitarias ilustradas, en Asociación Coloquios Históricos de Extremadura, XLVI Coloquios Históricos de Extremadura, Ciempozuelos (Madrid), 2018, págs. 571-589.

 

[9] RINA SIMÓN, César, La identidad doliente. El regionalismo extremeño entre el tardofranquismo y el Estatuto de Autonomía, en LEÓN, Guillermo y ANDRADE, Juan (eds.), La transición a la democracia en Extremadura, Badajoz, Imprenta Provincial de la Diputación de Badajoz, 2020, págs. 115-140.

 

[10] PÉREZ GONZÁLEZ, Fernando Tomás, Enseñanza e Ilustración en Extremadura, Alcántara (tercera época), 1993, núm. 29 (mayo-agosto), págs. 7-35.

 

[11] BLANCO COTANO, Mateo, El primer centro universitario de Extremadura: Badajoz 1793: Historia Pedagógica del Seminario de San Atón, Cáceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1998, cap. 6 y cap. 7.

 

[12] ALONSO QUINTANILLA, José, Discurso inaugural sobre las utilidades de las ciencias que han de enseñarse en la nueva Universidad de Segunda Enseñanza de la Provincia de Cáceres, impreso a costa de don Andrés Rega de San Juan, abogado de los del colegio de la Audiencia territorial de la misma capital, e individuo de la misma capital, e individuo de su Diputación provincial, Cáceres, Imprenta de don Miguel de Burgos, 1822.

 

[13] CARDALLIAGUET QUIRÁN, Marcelino, El Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Cáceres (Ciento Cincuenta Años de Historia Educativa) (1839-1989), Cáceres, Instituto de Bachillerato “El Brocense “, cap. 1 y cap. 2, págs. 17-46.

 

[14] SÁNCHEZ PASCUA, Felicidad, El Instituto de segunda enseñanza de Badajoz (1845-1900), Tesis Doctoral, Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca, 1984.

 

[15] Decreto de la Junta Superior Gubernativa de la Provincia de Cáceres, de 10 de octubre de 1840, Boletín Oficial de Cáceres, 1840, núm. 123 (13 de octubre de 1840), págs. 497-498.

 

[16]Orden de la Dirección General de Estudios de 13 de mayo de 1841, Gazeta de Madrid, 1841, núm. 2004 (17 de mayo de 1945), pág. 1.

 

[17] PASTOR VILLEGAS, José, Bicentenario del nacimiento de Cipriano Segundo Montesino y Estrada (Valencia de Alcántara, Cáceres, 1817 – Madrid, 1901): Primeras páginas de la vida y obra de tan insigne ingeniero, académico y político, Alcántara (quinta época), 2017, núm. 85 (enero-junio), págs. 11-31.

 

[18] Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres, 1869, núm. 69 (sábado 18 de septiembre), pág. 274.

[19] Ley de 29 de julio de 1943, sobre ordenación de la Universidad española, Boletín Oficial del Estado, 1943, núm. 212 (31 de julio de 1943), págs. 7406-7431.

 

[20] Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, Boletín Oficial del Estado, 1970, núm. 187 (6 agosto 1970), págs. 12525-12546.

 

[21] PASTOR VILLEGAS, José, RAMIRO GONZÁLEZ, Antonio, El doctor Remón Camacho y los primeros cursos de la Facultad de Ciencias Químicas, HOY. Diario Regional, jueves 12 de agosto de 1999, pág. 20.

[22] Decreto 2674/1971, de 7 de octubre, por el que se constituye un Colegio Universitario en Cáceres adscrito a la Universidad de Salamanca, Boletín Oficial del Estado, 1971, núm. 264 (4 de noviembre de 1971), pág. 17708.

 

[23] Archivo Municipal de Valencia de Alcántara.

 

[24] Decreto 1377/1972 de 10 de mayo, Boletín Oficial del Estado, 1972, núm. 136 (7 de junio de 1972), págs. 10027-10028.

 

[25] LÓPEZ GUILLAMÓN, Ignacio, Archivos y documentos sobre la Universidad de Extremadura. Nociones para un archivo académico, Balduque, 2015, núm. 7, págs.118-133.

 

[26] DUQUE CARRILLO, J. Francisco, Pasado, presente y futuro de la Universidad de Extremadura, Ars et sapientia: Revista de la Asociación de Amigos de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Arte, 2004, núm. 15, págs. 41-54.

 

 

[27] “La Universidad de Extremadura cumple hoy 10 años”, Extremadura, 13 de abril de 1983, págs. 5 y 2.

 

[28] Decreto 991/1973, de 10 de mayo, por el que se crea la Universidad de Extremadura, Boletín Oficial del Estado, 1973, núm. 119 (18 mayo 1973), pág. 9959.

 

[29]CASADO LINAREJOS, Julio, “Los primeros años del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Santiago de Compostela”. Innovación Educativa, núm. 25, 2015, págs. 47-54.

 

[30] DELVAL, Juan, “La Universidad, ajena a la educación”. El PAÍS, martes 24 de mayo de 1983, pág. 6.

 

[31]  BLÁZQUEZ ENTONADO, Florentino, La labor formativa del ICE de la Universidad de Extremadura, Revista de Estudios Extremeños, 2005, 61(3), págs.1009-1076.

 

[32] VIGUERA RUBIO, F. J., “Aquella primera hora de la Universidad”, en 15 años de Universidad de Extremadura. 1973-1987, Madrid, MAE, 1990, págs. 11-37.

 

[33] PASTOR VILLEGAS, José, La UEx en 1973 y las comunicaciones Cáceres-Badajoz, HOY. Diario Regional, 17 de junio de 2023, pág. 25.

 

[34] ANTÚNEZ TRIGO, Maruja, Escuela Pericial de Comercio de Badajoz, Revista de Estudios Extremeños, 2010, 66 (3), págs. 1 405-1 418.

[35] Ley Orgánica 1/1983, de 25 de febrero, de Estatuto de Autonomía de Extremadura, Boletín Oficial del Estado, 1983, núm. 49 (26 de febrero de 1983), págs. 5580-5586.

[36] Orden de 14 de mayo de 1976, por la que se autoriza la creación del Escudo y Medalla de la Universidad de Extremadura, Boletín Oficial del Estado, 1976, núm. 195 (14 de agosto de 1976), pág. 15913.

 

[37] MONTES CARABALLO, José María, Crónicas donde se cuenta cómo nació la Universidad de Extremadura, Badajoz, Tecnigraf, 2001, pág. 264.

 

[38] Resolución de 28 de junio de 2013, de la Gerencia, por la que se ejecuta el acuerdo normativo adoptado por el Consejo de Gobierno, por el que se establece el Reglamento General de Símbolos, Protocolos y Honores de la Universidad de Extremadura, Diario Oficial de Extremadura, 2013, núm. 141 (jueves, 25 de julio de 2013), págs. 17928-17953.

 

[39] Palabras pronunciadas por el Excmo. y Magfco. Sr. Presidente de la Comisión Gestora de la Universidad de Extremadura, D. Antón Civit Breu, con ocasión del acto de inauguración del Curso académico 1976-77, el día 13 de octubre de 1976. Badajoz, Doncel Industrias Gráficas, 1986.

 

[40] AHM Cáceres, Acta de la sesión mensual ordinaria celebrada por el Excmo. Ayuntamiento Pleno, el día 13 de noviembre de 1975.

[41] SERRANO GARCÍA, Daniel, Referencia histórica de la Escuela Politécnica de la Universidad de Extremadura en Cáceres, Cáceres, Universidad de Extremadura. Servicio de Publicaciones, 2015.

 

[42] RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, Eusebio, Sobre la Escuela de I.T.O.P. de Cáceres, HOY. Diario Regional, miércoles 5 de julio de 2023, pág. 24.

 

[43] RAMIRO GONZÁLEZ, Antonio, SUÁREZ MARCELO, Pilar, ÁLVAREZ GARCÍA, Alfredo, D. Benito Mahedero Balsera en el germen científico de Extremadura, Actas del VIII Congreso de Estudios Extremeños, Badajoz, 23, 24 y 25 de marzo de 2006, págs. 565-569.

 

[44]HOY. Diario Regional, 1 de noviembre de 1981, pág. 13.

 

[45] HOY Diario Regional, 18 de septiembre de 1983, pág. 12.

 

[46] RIVERO BREÑA, Marciano, “Así es si así os parece: Guerra en las aulas”. HOY Diario Regional de Extremadura, 6 de febrero de 1983.

 

[47] SENABRE, Ricardo, Catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras. Cáceres, Atropellos en la Universidad, Hoy Diario Regional de Extremadura, 15 de octubre de 1983.

 

[48] CRESPO, S., GARCÍA-NIETO, M ª. L., GONZÁLEZ DE ÁVILA, M., PÉREZ BOWIE, J. A., RIVAS HERNÁNDEZ, A., RODRÍGUEZ S. de LEÓN, M.ª (Eds.), Teoría y análisis de los discursos literarios: estudios en homenaje al profesor Ricardo Senabre Sempere, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2009.

 

[49] Ley 8/1983, de 29 de julio, sobre medidas urgentes en materia de Órganos de Gobierno de las Universidades, Boletín Oficial del Estado, 1983, núm. 155 (30 de junio de 1983), págs. 18328-18329.

 

[50] Ley Orgánica 11/1983, de 25 de agosto, de Reforma Universitaria, Boletín Oficial del Estado, 1983, núm. 209 (1 de septiembre de 1983), págs. 24034-24042.

 

 

[51] Real Decreto 1281/1985, de 5 de junio, por el que se aprueban los Estatutos de la Universidad de Extremadura, Boletín Oficial del Estado, 1985, núm. 181 (martes 30 de julio de 1985), págs. 24084-24098.

 

[52] Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, Boletín Oficial del Estado, 2001, núm. 30 (lunes 24 de diciembre de 2001), págs. 49400-49425.

 

[53] Decreto de 166/2022, de 30 de diciembre, por el que se nombra Rector Magnífico de la Universidad de Extremadura a don Pedro María Fernández Salguero, Diario Oficial de Extremadura, 2022, núm. 9 (viernes 11 de enero de 2023), pág. 3546.

 

[54] LORENZO, Sergio, La exsecretaria de la UEx es condenada a un año y medio por favorecer a su marido, HOY. Diario Regional de Extremadura, 2020, jueves 16 de enero de 2020, pág. 11.

 

[55] HOY. Diario Regional de Extremadura., 6 de octubre de 1982.

 

[56] Ley 1/2010, de 7 de enero, del Consejo Social de la Universidad de Extremadura, Boletín Oficial del Estado, 2010, número 30 (jueves 4 de febrero de 2010), págs. 9888-9895.

 

[57] HOY. Diario Regional de Extremadura, 7 de mayo de 1986, pág. 14.

 

[58] CARRETERO CASTRO, Julián, Universidad, sociedad y política, HOY. Diario Regional, 4 de agosto de 2018, pág. 24.

 

[59] Decreto 21/2021, de 31 de marzo, por el que se nombra Presidente del Consejo Social de la Universidad de Extremadura a don Antonio Huertas Mejías, Diario Oficial de Extremadura, 2021, núm. 63 (martes 6 de abril de 2021), pág. 1704.

 

[60] Real Decreto 55/2006, de 21 de enero, por el que se establece la estructura de las enseñanzas universitarias y se regulan los estudios universitarios oficiales de Grado, Boletín Oficial del Estado, 2005, núm. 21 (martes 25 de enero de 2005), págs. 2842-2846.

 

[61] Real Decreto 55/2006, de 21 de enero, por el que se establece la estructura de las enseñanzas universitarias y se regulan los estudios universitarios oficiales de Posgrado, Boletín Oficial del Estado, 2005, núm. 21 (martes 25 de enero de 2005), págs. 2846-2851.

 

[62] BARRIOS GARCÍA, Juan Antonio, “Por una sola y mejor Uex”, el Periódico Extremadura, viernes 1 de abril de 1984, pág. 2.

 

[63] Ley Orgánica 2/2023, de 22 de marzo, del Sistema Universitario, Boletín Oficial del Estado, 2023, núm. 70 (jueves 2 de marzo de 2023), págs. 43267-43339.

 

[64] Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, Boletín Oficial del Estado, 2020, núm. 340 (miércoles 30 de diciembre de 2020), págs., 122868-122963.

 

[65] PASTOR VILLEGAS, José, Programas renovados de la E.G.B. y Didáctica de las Ciencias Físico-Naturales, en Los programas renovados de la E.G.B. Análisis, crítica y alternativas, Madrid, 1981, Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, págs. 368-369.

 

[66] PINTO CAÑÓN, Gabriel, Alegaciones al Proyecto de Orden por la que se establecen los requisitos para la verificación de los planes de estudios conducentes a la obtención de los títulos universitarios que habiliten para el ejercicio de la profesión de Maestra/o en Educación Primaria, An. Quím., 2023, 119(1), págs. 6-7.

 

[67] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, PASTOR VALLE, Montaña Belén, Las expediciones científicas españolas a América y las expediciones a América dirigidas por Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre, en Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura, XLV Coloquios Históricos de Extremadura, Ciempozuelos (Madrid), Estilo Estrugraf Impresores, 2017, págs. 381-409.

 

[68] ALFONSECA, Manuel, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa-Calpe, 1998, vol. 1, págs. 115-116.

 

[69] GARCÍA MUÑOZ, Tomás, La enseñanza en Tierra de Barros: Las Escuelas Universitarias “Santa Ana” de Almendralejo, Actas de las VII jornadas de Almendralejo y Tierra de Barros (6-8 de noviembre de 2015), Almendralejo, Asociación Histórica de Almendralejo, 2016, págs. 49-96.

 

[70] FERNÁNDEZ MAESO, Marta, El nuevo centro de cirugía sitúa a la región en el mapa científico mundial, el Periódico Extremadura, 21 de abril del 2017, pág. 2.

[71] ARMERO, Antonio, Menos ingenieros y más profesores, HOY. Diario Regional de Extremadura, domingo 15 de abril de 2018, págs. 3-5.

 

[72] el Periódico Extremadura, 16 de agosto del 2023, pág. 3.

 

[73] HOY. Diario de Extremadura, 16 de agosto de 2023, pág. 4.

 

[74] MORA ALISEDA, Julián, La Universidad de Extremadura, entre las mejores del mundo, HOY. Diario Regional, 15 de junio de 2021, pág. 23.

 

[75] SÁNCHEZ MARROYO, Fernando, Introducción, en SÁNCHEZ MARROYO, Fernando (Dir.), Historia de Extremadura, “HOY” Diario de Extremadura C.M.E.S.A., Badajoz, 1997, vol. 1, págs. 6-7.

 

[76] VII Plan Regional de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación de Extremadura 2022-2025, noviembre 2022.

Oct 282023
 

Serafín Martín Nieto

 

La historia cacereña está plagada de datos erróneos que se van transmitiendo entre los historiadores sin ningún cuestionamiento. Es más en numerosas ocasiones, aunque se prueben las equivocaciones, se siguen repitiendo, bien por inercia, bien por no contradecir a los consagrados como modelos de nuestra historiografía local.

En el presente trabajo, vamos a deshacer el que atañe a la ermita de San Salvador, San Juan Evangelista y San Benito de la Plaza.

En 1303, Fernando IV concede a la villa de Cáceres las rondas de la muralla en juro de propiedad, si bien del propio documento se deduce que ya en tiempos de su padre, Sancho IV, había comenzado la expansión extramuros.

El testamento de García Blázquez, otorgado el 19 de abril de la era hispana de 1380, es decir del año 1342, apenas un siglo después de la reconquista definitiva de la ciudad, nos evidencia, por medios de las mandas piadosas, que la villa se había estructurado en torno a sus cuatro parroquias históricas y que se había erigido una serie de institutos religiosos. Concretamente cita las ermitas de San Pedro (en la actualidad denominada de las Candelas) y la del Espíritu Santo, “que están çerca de aquí de Cásçeres”; pero no eran las únicas existentes, pues dona sendos maravedís a todas las del término cacereño[1].

Es tradición que fueron los judíos los que, rebasando el ghetto de la antigua judería, se asentaron en la entonces denominada Plaza de la Feria y en sus aledaños, primeramente, sin duda, con puestos ambulantes. El Ayuntamiento, auspiciando esta función mercantil, promovió la edificación de seis casas-tiendas, en los Portales de Arriba, es decir, los inmediatos al recinto murado, las cuales, a mediados del siglo XV, dio a censo enfitéutico perpetuo a diversos vecinos, tanto hebreos como cristianos. Para un mejor acceso, se había abierto la Puerta Nueva, hoy Arco de la Estrella.

Debido a la tardía configuración urbanística de la hoy Plaza Mayor, no se alza, como hubiese correspondido a la importancia cívico-social adquirida, ninguna de las cuatro parroquias históricas de Cáceres, edificadas dos intramuros, Santa María la Mayor y San Mateo, en los emplazamientos de la mezquitas aljama y la del alcázar; y  dos extramuros, inmediatamente después de la Reconquista, a la vera de importantes caminos.

En cambio, en la Plaza de la Feria, en fecha desconocida, se erigió una ermita dedicada al Salvador del Mundo, advocación tan frecuente en templos emplazados en lugares pasajeros. Pero su importancia no radica tanto en su función religiosa, sino sobre todo en la cívica, por haberse convertido en lugar eventual de reuniones del Cabildo Municipal y, en permanente, de la elección del Procurador del Común.

 

  1. UBICACIÓN

La ubicación de esta ermita ha sido objeto de controversia entre los historiadores cacereños, sin que hasta ahora se hayan puesto de acuerdo.

Don Simón Benito Boxoyo[2], ilustrado presbítero, que durante muchos años compaginó su ministerio como capellán de la casa de los Golfines con su apasionamiento por la historia cacereña, cuyos documentos supo catalogar, hasta el punto de que es raro no encontrar rastro de su característica letra en los libros de inventario de las distintas cofradías cacereñas y demás institutos religiosos, precisó el emplazamiento de la ermita: “esta tuvo su asiento en la segunda casa del portal del reloj, desde su torre, en la plaza mayor; he visto escritura que la cita, y también consta se celebraban en ella los Ayuntamientos en 1451”. Sin embargo, al tratar sobre la de la Paz, afirmó que se enclavaba donde “había en lo antiguo otra iglesia de San Juan Evangelista y San Benito, cuyas imágenes existen”, por lo que supuso que se trataba de dos distintas[3].  Publio Hurtado, pretendiendo precisar esta  información de Boxoyo -de quien tantas noticias tomó-, erró en su emplazamiento: “Pequeño templo sito también en la misma Plaza, en el área de la segunda casa, partiendo en dirección Este de la torre del Bujaco[4]. Floriano, queriendo enmendar a Hurtado, introdujo un nuevo error en la historia de nuestra ciudad, repetido hasta la saciedad por sus seguidores. De manera enfática, de la lectura de las cartas de censo enfitéutico de las ya mencionadas de casas-tiendas, dedujo que la ermita de San Benito se levantaba donde la actual de la Paz y, “a continuación (de la escalera de doble derrame) estaban las casas de Alvar González casado con Teresa González, la de Gonzalo Delgado y la de otro judío Haym Alvelia, terminando la manzana por esta parte con la ermita de San Salvador (…) por lo que no cabe confundirla con la alineación de casas que están al NE de la Torre del Bujaco, como cabría pensarlo dada la situación imprecisa que D. Publio Hurtado asigna a la Iglesia de San Salvador[5].

Una vez más, son las fuentes históricas las que nos dan la clave de un enigma, que no era tal, pues como lógicamente se podía deducir, la ermita de San Salvador se levantaba donde hoy se encuentra la de la Paz.

En el transcurso del vaciado de todos los protocolos cacereños del siglo XVI, hemos hallado numerosas escrituras que nos permiten conocer a la perfección la distribución de esta parte de la Plaza. Los puntos de referencia son la Torre Nueva (Bujaco) y las escaleras – que aún se mantienen-, por cierto denominadas durante siglos de San Salvador.

Contigua a la torre, en dirección sur, se alzaba una casa, a la que seguía la ermita de San Salvador. El 4 de junio de 1563, Leonor de Cigales, viuda del bolsero Benito Carrasco, y el clérigo Benito Sánchez Borje, “por quanto en las nuestras casas, que nos avemos y tenemos en la Plaça Pública de esta villa, questán junto a la Torre Nueva e a la yglesia de San Salvador, nosotros avemos hecho y edificado un entresuelo; y ençima de él, una açotea desde la que se descubre alguna parte de la Plaça; y en el dicho entresuelo, está una ventana baxa que cae e sale al corral de los toros; y sobre la dicha ventana, están otras ventanas de arcos de la dicha açotea, que ansimismo caen ençima del dicho corral de los toros”, se obligaron a cerrar con llave todas las que daban al toril cuando en él hubiera toros para la celebración de fiestas, sin que nadie se pudiese asomar hasta tanto no se hubiesen sacado los animales, pudiendo servirse de ellas el Concejo para su servicio[6]. Sobre esta casa pesaba un censo de trescientos maravedís anuales perpetuos que el clérigo Antonio Cano traspasó al también clérigo Álvaro Ruiz el 6 de julio de 1568. Una vez más, la ubicación es inequívoca: “en la Plaça desta villa, junto a la yglesia de San Salvador, que alindan por una parte con la dicha yglesia de San Salvador y por la otra parte con la Torre Nueva del Relox, y por la parte detrás con el corral de los toros y por delante de las puertas el portal de la dicha yglesia y la dicha Plaça[7]. El 10 de junio de 1570, Leonor de Cigales y el clérigo Benito Sánchez vendieron al regidor Sancho de Paredes Golfín un censo de quinientos maravedís de renta que impusieron sobre dichas casas “en la Plaça pública desta villa, que alindan por la una parte con la yglesia de Señor San Salvador y por otra parte alindan con la Torre Nueva y por la parte de detrás alindan con los muros y çerca desta dicha villa[8]. El 13 de agosto de 1588, el mencionado clérigo Benito Sánchez dio en arriendo, por espacio de nueve años, por el precio anual de cien reales y dos gallinas, a Isabel Jiménez, viuda de Francisco Muñoz, dicha casa “que está debaxo del portal de Señor San Salvador, en la Plaça Pública desta villa, que alinda por la una parte con la Torre de Buxaheme y por la otra parte con la yglesia de Señor San Salvador[9].

Indiscutiblemente, la actual ermita de la Paz ocupa el solar de San Salvador y el de la casa de Leonor de Cigales.

El lugar que Floriano, erróneamente, señalaba para dicha ermita era una de las casas tiendas que el Concejo acensuó a Gonzalo Delgado y que, un siglo después, constituía el hogar de la familia del escribano Francisco Borje, que luego heredaron sus descendientes los Pérex Salazar, varios de cuyos miembros fueron también escribanos.

Contigua a ella, se alzaba la del judío David Alvilia, jubetero, quien el 20 de agosto de 1459, ante Diego Fernández, vendió su derecho a Pedro Dávila[10]. Esta casa perteneció posteriormente a Antonio Julián  e Isabel González y, después, a sus hijos. El 4 de diciembre de 1599, Hernando Arias, barbero, y su mujer Teresa Jiménez donaron a su hermano, el clérigo Luis Blázquez de Cáceres, hijo natural del deán de Plasencia, su parte en estas casas “en la Plaça pública desta villa a los portales de arriba, que alindan por una parte con las escaleras que dizen de San Salvador que van de la Plaça desta villa a la Puerta Nueva, e de otra parte alindan con casas de Leonor Sánchez, hija de Borje”[11]. Luis Blázquez la vendió a Diego Durán Mena, cura de Santiago, quien, en su testamento cerrado de 30 de septiembre de 1580, ante Martín de Cabrera, legó a su sobrino Juan de Mena Gutiérrez “la casa que conpré de Luis de Cáceres clérigo, que es a las escaleras questán junto a San Salvador[12].  De Juan de Mena heredó el cabildo eclesiástico mencionada “cassa bodegón en la Plaça desta villa que fue cassa de Luis de Cáçeres[13]. El 10 de febrero de 1642, el presbítero Francisco de Figueroa, abad del Cabildo Eclesiástico, dio en arriendo una casa en la Plaza en los portales de abajo “alindando con las escaleras que van de dicha Plaza a la Puerta Nueva y corral de los toros y con casas en que vive Pedro Hernández, sonbrerero”, por nueve años a razón de ciento treinta y dos reales anuales al regidor don Jerónimo de Godoy Ovando, comisionado de la Villa “para que tuviesse pesso zerrado para pessar el trigo y harina y demás cosas del Concejo[14].

Esta selección de citas nos permite afirmar que la ubicación propuesta por Floriano y sus seguidores es totalmente desacertada.

 

II.- SAN SALVADOR, ENCLAVE CÍVICO: 

La primera noticia de la utilización de este recinto religioso para un acto institucional data de 11 de octubre de 1445, cuando dentro de la iglesia, los regidores cacereños Diego Rodríguez y Alfonso Gil Mogollón presentaron al teniente de corregidor, el licenciado Pedro González de Carabeo, las capitulaciones de la Concordia por la que los cacereños aceptaron el señorío del Príncipe don Enrique, futuro Enrique IV[15].

El Ayuntamiento de Cáceres, al carecer de casas consistoriales en propiedad, se sirvió de diferentes lugares para los cabildos. Primeramente bajo la finestra de Santa María, como recoge el Fuero, y más tarde, en el portal de dicha iglesia, siguiendo la tradición de los concejos hispanos, atestiguada en la cercana localidad de Arroyo del Puerco[16]. Más tarde, como evidencian los documentos conservados, se congregó en diferentes lugares: junto a la Puerta Nueva, según acta de 31 de marzo de 1328, para redactar una ordenanza con el fin de no recibir juez pesquisidor, si no fuese pedido con consentimiento del Concejo[17]; en unas casas entre las torres del Horno y de la Hierba, alquiladas al mayorazgo de la Casa de Mayoralgo, que siglos después se conocerían como el Consistorio Viejo; e incluso, el 15 de abril de 1406, en los portales de la Plaza de la Feria[18].

Desde la segunda mitad del siglo XV, debido al mal estado, como afirma Rubio Rojas, de las mencionadas casas arrendadas, con mayor frecuencia se celebraron en San Salvador los cabildos municipales, e incluso se renovaron importantes acuerdos de vecindad[19], hasta que en 1501 se trasladaron las sesiones a las nuevas Casas Consistoriales[20]. Pero se mantuvo durante todo el siglo XVI y gran parte del XVII como lugar de elección del Procurador del Común y de los diputados de las cuatro parroquias.

En el pleito de hidalguía de Gómez Suárez de Figueroa, natural de Cáceres y vecino de Écija, iniciado en 1535, el testigo Alonso de las Peñas, hidalgo, ermitaño de San Antón, declaró que conoció a Gutierre y Vasco Porcallo, padre y abuelo del litigante, “en la hermita y ospital de Sant Luis, que hera en la dicha villa de Cáçeres, se solían juntar muchas vezes los cavalleros hijosdalgo della a faser sus ayuntamientos” y, en ocasiones, también en San Salvador[21].

El Portal de San Salvador era propiedad del Ayuntamiento. Así lo declaraba Juan Bardal, mayordomo de la villa en 1551, al rendir sus cuentas el 26 de enero de 1552: “el qual portal es de la Villa[22]. Y como tal, se encargaba de su arreglo. Por mandato del concejo el mayordomo maese Vasco gastó, en 1512, ochocientos veintiún maravedís “en adobar el portal de San Çalvador et en poner una viga[23].

Foto 1. Portal de la ermita de la Paz

El 10 de septiembre de 1642, el corregidor don Juan Morante de la Madrid mandó sacar a pregón y almoneda la obra del tejado del portal de san Benito. Se comisionó a don Rodrigo de Godoy. El 21 de noviembre, el albañil Juan Sánchez se comprometió a quitar todas las vigas y ponerlas nuevas de madera redonda de los pinares de Navas del Madroño y a encañar el portal y echar un suelo para las tejas, que hasta entonces iban vanas, por el precio de seiscientos cincuenta reales más los despojos de las maderas y tejas viejas. Tras las sucesivas rebajas entre Gonzalo Carrasco y los hermanos Alonso y Blas Martín Nacarino, se remató en Carrasco en trescientos setenta reales el 27 de noviembre[24].

En él, como revelan las cuentas de Propios de Hernando de Sanabria, mayordomo en 1505, se asentaba el Peso de la Harina: “paresçe por otro libramjento de la justiçia e regidores e del escrivano del Conçejo dio e pagó al que tyene cargo de pesar la farjna en el portal del Sant Salvador, ques Alonso Çigales, seysçientos e sesenta e seys maravedís, et quatro cornados del terçio segundo[25].

También los herreros acudían allí a vender sus productos. El 30 de diciembre de 1514, bajo pena de dos mil maravedís para las obras públicas, se prohibió que “de aquj adelante nyngún herrador pueda estar en el Portal de San Salvador[26]. Con esta medida, se reservaba el portal para la venta de granos. Allí, debían acudir los labradores a vender la cosecha. En el cabildo celebrado el 16 de julio de 1546, “se acordó e mandó pregonar que ninguna persona sea osada de comprar trigo, si no fuere después de descargado en el portal de San Salvador o en la Plaça, so pena que el que lo conprare en las calles o camino sin estar descargado en el portal e plaça pague el alcavala del pan que conprare e pague de pena tres reales cada vez, las dos partes para el alhóndiga, e la terçia parte para el que acusare e denunçiare[27]. El  Ayuntamiento, en 17 de diciembre de dicho año, acordó “y mandó que la alhóndiga desta villa tome todo el trigo que sobrare de lo que vjnjere a venderse al portal de Sant Salbador, como sea bueno e como no suba la hanega a más de a catorze rreales[28]. El 31 de diciembre, fecha en que se elegían los cargos y oficios para el año siguiente, el regidor Lorenzo de Ulloa nombró por pesador de la harina del portal de San Salvador a Ginés Méndez y, mientras éste sirviese la vara de alguacil, a Antonio Julián[29], a quien dos años después, se le comisionaría para que pusiera precio al trigo que se traía a vender al Portal[30]. El valor que alcanzaba allí, variable según la fecha del año y la abundancia o escasez de cosecha, se convertía en oficial para la villa y su Tierra[31].

El peso se recogía en la mencionada casa que se alzaba entre la torre de Bujaco y la ermita. El clérigo Benito Sánchez, al darla en arriendo, en 1588, a Isabel Jiménez, formulaba la siguiente condición: “que yo el dicho Benjto Sánchez tengo de aver y e de cobrar los seisçientos maravedís que esta villa me da por que en la dicha casa se guarde el peso y pesas del peso de la harina, sin que por ello me descontéis cosa alguna[32].

Como las tiendas se montaban en el centro de la Plaza, las ferias y mercados resultaban ciertamente caóticos. El 9 de junio de 1572, los capitulares decidieron poner orden en esta confusión. Con motivo de haber sido desempedrada y limpiada la Plaza, dispusieron que las carretas y los cerdos se quedasen en la Corredera, que el centro de la Plaza se reservase para la gente de a caballo y de a pie; que las tiendas, agrupadas por materias, se levantasen en los soportales: las mercerías desde la casa de Juan Higuero hacia abajo hasta donde llegasen; los paños, en el Portal del Picón; los caldereros, desde la Torre Nueva hacia abajo; los cuchilleros y herreros en el otro portal de Benito Sánchez Costilla; los zapateros en los portales debajo de sus casas y, los que no tuvieran casa en la Plaza en los portales junto con los de su oficio[33].

En las inmediaciones de la ermita, se alzaban dos símbolos de la jurisdicción de la Villa: el capitolio y la picota.

La justicia, en consonancia con su carácter, se administraba en un lugar público. Seguramente, en los primeros momentos de la ciudad reconquistada, en el portal de Santa María. Posteriormente, en los de la Plaza hasta la construcción de las casas consistoriales. Sin embargo, junto a la Torre Nueva, se mantuvieron los actos públicos relacionados con el arrendamiento de las rentas reales y las almonedas de los bienes embargados. Para realzar la condición de villa de realengo, el 1 de junio de 1612, se comisionó al regidor don Diego de Galarza para “que, en los estrados donde se hazen las rrentas rreales y conçejiles, haga poner a un pintor las armas rreales y lo demás que pareçiere convenir[34].  Pero, ayer como hoy, las obras públicas no se caracterizaban por su celeridad. El 6 de diciembre de 1627, como el sitio donde se hace “el ahaçimiento de las rrentas rreales y las desta villa está muy desabtoriçado e yndeçente y con muchos hoyos”, comisionaron al regidor don Gonzalo de Carvajal Ulloa, caballero de Santiago, para que se arreglase con lustre y ornato y “en la pared se pongan las armas rreales”, ya a jornal, ya por el tanto. La obra se financiaría con el valor de la bellota de ese año, que libraría su administrador, Francisco de la Cruz[35]. Carvajal no dilató el encargo. El 18 de dicho mes y año, contrató con el arquitecto Gabriel Pentiero, por estar “muy indecente y no con la autoridad y suntuosidad conveniente respeto de hacerse en él las rentas reales y sus almonedas y remates a que siempre asisten la justiçia y comisarios de las dichas rentas, se haga un capitolio”. La pared cabecera del portal la presidiría el escudo de Felipe IV, orlado con el toisón de oro y el águila acolada, y al pie se colocaría un poyo de cantería para la justicia. Desde la casa de Francisco de Tovar hasta la pared de la Plaza, se levantaría una grada y se enlosaría todo con cantería. Pentiero debía terminar la obra a primeros de marzo de 1628, pero el 27 de dicho mes no solo no estaba realizada, sino que se añadieron nuevas condiciones, entre ellas, las de hacer una pasera desde el capitolio a la calle Empedrada, asentar sendas gradas en los dos arcos laterales sin que sobresalieran a la Plaza. La conclusión se fijó para el día de San Bernabé, 11 de junio, feria de Cáceres[36].

Simón Benito Boxoyo, que alcanzó a conocerlo, nos ofrece la siguiente descripción: “Al pie de esta torre (de Bujaco) había una gradería, rematando en forma de teatro (se deshizo en 1788), su alto de tres varas; en su medio y plano, arrimado a la torre, había un semicírculo de cantería muy bien labrada y a sus lados dos poyos de la misma piedra, capaces cada uno de cuatro personas. Quieren algunos sirviese este sitio en lo antiguo de pública audiencia, en que se oían y sentenciaban causas. La pared, hasta la altura de cinco varas y todo el ancho que ocupaba la gradería, estaba adornado de pincel, cuyas figuras ya no se distinguen[37].  Por entonces, las subastas y almonedas se habían trasladado al Portal Llano.

Hasta su demolición para cumplir con la Real Provisión de Felipe II por la que se mandaba sacarlas fuera de la población, Cáceres, durante un tiempo, contó con dos picotas: la antigua de la Plaza y la enclavada en la Peña Redonda[38], trasladada posteriormente al Paseo del Rollo, hoy Paseo Alto.

El 15 de octubre de 1543, el cabildo convocó a alarde a los caballeros a fuero. Con este motivo, “en esste ayuntamiento el señor Paulo de Mayoradgo, procurador general de la Villa, dixo que rrequerja a los señorres justiçia e rregidores que se mude la picota como está acordado otras muchas vezes. Y que asy rrequjere que se haga, e que sea ponerla çerca del portal de San Salvador, adonde menos enbaraça y que no sea con tanto rruedo de gradas para que no enbaraçe tanto”. Gutierre de Ovando, Cristóbal de Ovando y Diego de Cáceres se adhirieron a la petición, porque cabe la Torre Nueva no perjudicaba a nadie y la plaza quedaba más libre al quitarla del medio; Diego Enríquez también para que la plaza quedara más libre los días de regocijos, alegrías y juegos de cañas[39].

En el cabildo de 21 de noviembre de 1580, “se acordó e mandó que atento que en los pueblos prinçipales destos rreynos se an qujtado las picotas e rrollos que thenjan en las plaças e dentro de los pueblos, e atento questa villa tiene rrollo e picota fuera del pueblo; mandavan e mandaron  que el rrollo e picota questá en la plaça desta villa sea desechada e qujtada della, e que de la piedra della se hagan gradas para el almonedas e otras cosas públicas pegadas a la Torre Nueva, e que por orden de los señores corregidor e don pedro Dovando, regidor, e Alonso de Ribera, procurador general, se haga e cunpla lo susodicho[40]. Dicho trabajo se encargó al cantero cacereño Francisco Martín Paniagua. El 13 de abril de 1584, se le mandó librar el importe de su trabajo de derribar la picota de la Plaza, de la piedra que aportó para las gradas y de la traza que modeló[41]. Este graderío de Paniagua sería sustituido, como ya hemos desarrollado, por el capitolio de Pentiero.

Justo detrás de la ermita y entre la muralla, junto a la Puerta Nueva y el Torrico (Torre de los Púlpitos), en un callejón se emplazaba el toril donde se encerraban los toros que se corrían en la Plaza los días de regocijo.

Por aquel entonces, el Portal de San Salvador era muy diferente al actual de la Paz, y no debía diferir mucho de los restantes de la Plaza, que seguían más el modelo de las plazas castellanas de entramado de madera. El primero en reemplazar las vigas de madera por pilares fue el clérigo Benito Jiménez. A tal innovación, se opuso el Ayuntamiento, que, en su cabildo de 5 de julio de 1577, ordenó al procurador y al solicitador salir a la causa sobre el poste que el referido clérigo había empezado a hacer en los Portales, “questá mandado enbaraçar por el señor corregidor”. Sin embargo, no todos los regidores estaban de acuerdo con esta medida, es más, don Gonzalo de Carvajal se oponía al pleito contra Jiménez “porque él entiende que la dicha obra conviene mucho a todos los portales della, questán sobre vigas e muy peligrosos, se hagan sobre arco, ansy de la parte que sale a la Plaça como en las traviesas que dividen una casa de otra”, al tiempo que instaba al corregidor a que enviara oficiales a visitar la obra, “atento que en los mysmos portales ay otras cosas de mucho más yncovinjente que la obra que de nuevo se haze”. Aunque la mayoría de los regidores eran partidarios de que, sin consultar a nadie, se derribara lo obrado, siguiendo la opinión expresada por Pedro Alonso Golfín de “queste portal es de la villa e sytio suyo, e como tal a puesto a su costa poyos de cantería en que se syenten, en el qual se juntan en la Plaça todos los cavalleros, y están en el dicho portal syenpre que salen a la Plaça; y asy no conviene que la villa le dé nynguna cosa del dicho portal e sytio, porque vendría a estrecharse de manera que no cupiese nadie en él. Demás de que, syn liçençia desta villa e por su propia autoridad, a querido tomar el dicho sytio haziendo un  poste de cantería e de ladrillo con un hescondimjento que se puede poner en él un ombre e dos y de noche o de día secutar su voluntad syn que nadie le vea”. No obstante, don Gonzalo de Cáceres, alegando que no se trataba de dar sitio alguno a nadie, sino mejorar los portales en su ornato y en provecho de las casas, logró imponer su tesis de “que conforme a esto se mande a él e a los demás que edificaren, que hedifiquen debaxo desta traça e orden, e no se dé ynconvinjente a que cada uno edifique como hasta agora están hechos[42]. Tan convincentes resultaron sus argumentos que, un año después, el 9 de junio, lo comisionaron “para que por su orden se dé traça al hedificar en los portales de la Plaça desta villa en la forma que lo an de hazer los que quisieren labrar y hedificar[43].

Desde fecha inmemorial, en el portal de San Salvador se reunían cada primero de enero, a voz de “pregonero público por tres vezes diziendo bía a Conçejo, bía a conçejo, bía a conçejo, según la costunbre antigua que dello se a tenjdo y tiene[44], los buenos hombres pecheros para elegir a su procurador personero: “nos los buenos honbres pecheros de la noble e muy leal villa de Cáçeres, estando como al presente estamos juntos en el portal de la hermita de Señor San Salvador y San Benito, questá en la Plaça Pública de la dicha villa, adonde tenemos de uso y costunbre de nos juntar el primero día del mes de henero de cada un año a elexir e nonbrar procurador de nos, los dichos buenos honbres pecheros de la dicha villa y diputados de las parroquias della[45]. Y aún, a pesar de que la ermita se denominase ya popularmente de San Benito, las actas de tales elecciones suelen mencionar su antigua advocación. Por ejemplo, en la de Lorenzo Martín Barquero, que tuvo lugar en 1 de enero de 1617: “estando como al presente estamos juntos a canpana tañida segund que lo avemos de husso y costunbre de nos juntar el primer día del mes de enero de cada un año en la iglesia de Señor San Salvador e portal della, questá en la Plaça Pública desta dicha villa[46]. En 1625, aún se mantenía la fórmula inmemorial[47]. Una vez arruinada la ermita, las reuniones se celebraban “en las casas del Ayuntamiento[48].

 

III.- SAN SALVADOR, EDIFICIO RELIGIOSO

¿Cuándo se construyó la ermita? Pensamos que simultánea a la expansión en esta zona.

La primera noticia de que tenemos constancia se remonta al testamento de Juana Gil, viuda de Alfón Durán de Mérida, hija de Juan Pérez, de 24 de octubre de la era de 1420, anno domini 1382, ante Alfón Pérez: “et mando a Sancti Spiritus, Sant Salvador e Sant Pedro, iglesias de çerca de esta dicha villa tres maravedís a cada una dellas para aseite[49]. En los albores del siglo XV, concretamente e1 7 de octubre de 1405, Marina Alonso, viuda de Fernán Alonso de los Nidos, otorgó testamento, en el que, además de las habituales mandas de maravedís a las ermitas del término de Cáceres, legó “a San Salvador e a San Pedro e a Santi Spíritus e a Sancta María Madalena sendos maravedíes a cada una dellas para azeyte[50].

La coexistencia de varias cofradías o ermitas de la misma advocación no resultaba un hecho insólito en el Cáceres de antaño. Así, sucedió igualmente con San Salvador. En la parroquia de San Juan, existía un altar dedicado al Salvador, como se verifica por el testamento del carpintero Francisco Martín, quien se mandó enterrar dentro de dicha iglesia “junto a la grada del altar de San Salvador[51]. En las Seguras, se levantó otra ermita con esta advocación, cuya capilla mayor llegó a fotografiar Tomás Martín Gil antes de que sus piedras fueran reutilizadas. El 19 de octubre de 1541, ante Jerónimo Gutiérrez, Pedro de Ovando, hijo de Hernando de Ovando y marido de doña Francisca de Paredes Perero otorgó testamento. En él, “mando que den a la hermjta de Señor San Salvador, questá en el heredamiento de las Seguras, térmjno de esta villa, quatro ducados que mj hija doña Ynés le mandó”. “Yten. Mando que de çiertos terralgos que yo he cobrado de la dicha hermjta de Señor San Salvador, que se haga cuenta con doña Françisca de Paredes Perero, mj muger, de lo que yo he gastado por la dicha hermjta de Señor San Salvador y el que alcançare al otro que se le pague[52]. En el siglo XVI, se fundó el hospital y ermita del Salvador del Mundo entre las calles de Solanas y Gallegos, cuya cofradía agrupó a los recueros.

El ayuntamiento, velaba por el buen estado de la ermita. El 6 de julio de 1546 “se acordó que los veynt’ o veynt’ y dos ducados que se aplicaron a San Salvador para rreparar e hazer la iglesia, los dé Gonçalo Téllez dentro de tres días, so pena de caer en las penas en que caen los deposytarios que no acuden con los depósytos. E se le mandó notificar[53]. Sin embargo, esta decisión fue objeto de controversia por parte del regidor Pedro de Sande, quien, el 19 de diciembre de 1547, propuso que el concejo recuperase el dinero invertido “porque a su notyçia hera venjdo que los scrivanos lo an gastado e gastan en cada un año en comer e otras cosas. Por tanto que pide e rrequjere al señor corregidor lo mande cobrar con lo que an rrentado”. Apremiado, el corregidor Antonio Vázquez de Cepeda ordenó al censatario Hernán Pérez de Toro que no diese nada a los escribanos ni a su cofradía so pena de pagarlos, “e quel mayordomo de la cofradía esiba el título de la conpra dentro de tres días so pena de mill maravedís[54]. No obstante, el 21 de abril de 1548, “se acordó que acabada la obra de la cárçel se haga la obra de la yglesya de San Salvador[55]. El 21 de enero de 1549, “se acordó e mandó que se haga la yglesia de San Salvador e el portal a manera que se haga sobre él alhóndiga de pan, porque la que agora ay, sea para casa del Corregidor[56]. Para la financiación de esta obra, se dispuso del referido censo perteneciente a la cofradía de San Juan de los Escribanos. El 25 de dicho mes y año, se comisionó a los regidores Antonio de Sotomayor y Sancho de Paredes “para que sepan qué çenso es lo que conpraron a los cofrades e cofradía de los scrivanos e procure al señor Pero Alonso Holgujn si los qujere comprar e sy no quisyere lo vendan a otra persona e sepan lo que se debe de los años corridos”. Parece que Pedro Alonso Golfín no lo quiso, pues, tres días después, el 28, se los facultó “para que vendan el çenso al qujtar que la cofradía de San Salvador de los scrivanos tiene e hagan que se adereçe la yglesia como les pareçiere que se pueda dar mjsa en la dicha yglesia, aunque sea de prestado hasta que la villa tenga dineros; e que mandan que la casa del Corregidor que está començada se haga e el portal de la cárçel se cubra e faga como conviene a la villa[57]. El 29 de abril de 1549, para allegar fondos, se tomó la decisión de dar la alegría de un toro. Sancho de Paredes sería el depositario de la recaudación[58]. Pero una vez más, se pospuso esta obra, pues el 13 de mayo ordenaron a Paredes que los seis ducados recaudados se empleasen en hacer los lavaderos; si bien, lo comisionaron, junto con Diego de Ulloa, para ocuparse de la obra de San Salvador[59]. El 26 de julio de 1549, Paredes justificó haber empleado la mitad del dinero del toro en pagar al famoso camtero Pedro Gómez la obra del Portal de la cárcel[60]. La escritura de censo no debió de encontrar comprador, por cuanto el 26 de septiembre de 1550, “se acordó e mandó que la escritura que se djo de la cofradía de San Salvador, se dé al mayordomo del Rosario para que se haga la yglesia de San Salvador[61].

Entretanto, el tejado de la ermita se hundió. Por este motivo, reunidos los escribanos, acordaron el 13 de noviembre de 1551 ceder a la cofradía del Rosario el censo contra Hernán Pérez de Toro para que esta acometiese la reparación[62].

La ermita servía como punto de referencia para los relevos en la procesión del Corpus. El 14 de junio de 1555, el concejo encargó cuatro varas blancas para que las llevasen los caballeros regidores más modernos, porque los seis más antiguos portaban el palio y los otros seis, las hachas “y mudarse a San Salvador, que los cavalleros de las hachas tomen las varas del palio y los de las varas del paljio tomen las hachas[63]. Así seguía a finales de dicho siglo. El 16 de junio de 1600, confirmaron que las varas del palio las sacasen de Santa María los regidores más antiguos “e se muden por antigüedad en la Plaça junto a la yglesia de San Salvador, como es costumbre[64].

En la ermita tenían lugar los actos de la publicación de la bula de la Santa Cruzada y de ella partía la procesión hasta Santa María.

Durante muchos años, por la comodidad de su ubicación, la cofradía de la Vera Cruz de los Disciplinantes celebró en ella sus cabildos, excepto el de salida, que tenía lugar en San Francisco momentos antes de iniciar la procesión del Jueves Santo. Pero, a partir de 1672, a causa del mal estado de la ermita, se congregarían en el hospital de Sancti Spíritus. El acuerdo adoptado el 30 de marzo de 1677 revela la inexorable ruina de la ermita: “por quanto los acuerdos que a la dicha confradía se ofreçían açer de por año se açían en la hermita de señor San Juan y San Benito, que está en la Plaça de esta villa; y por averse caído y no estar deçente la dicha hermita para açerse en ella los dichos cavildos, acordaron pueda açer la cofradía los cavildos que se le ofreçieren en las partes de las yglesias y hermitas desta villa adonde más cómodamente pareçiere conveniente sin que por raçón de ello ninguna yglesia, hermita ni el dicho hospital adonde de presente se açen los dichos cavildos se pueda llamar a posesión[65].

En 1686, el vicario de la villa, licenciado don Juan Cantero, intentó restaurarla, llegando a obtener, en 22 de julio de dicho año, ayuda para ello de la Villa: “En este Auntamiento se acordó que, por quanto la hermita de señor San Benito está cayda y que se tracta se redifique por el lizenziado don Juan Cantero, vicario de esta villa, pide a esta Villa ayuda de costa para ello. Y por ser una cosa tan antigua, y que de ella sale la bulla, y se elige el procurador del común cada año, se libren tres mill reales libra(dos) en lo que se estuviere deviendo de los adbitrios para la satisfación de los donativos. Y para que ajusten la quenta de toda, se da comisión a los señores don Diego de Carvajal y a don Diego de Aponte[66].

En 1695, los escribanos y procuradores del número, por cuanto en ella tenían sus santos titulares, San Juan y San Benito, donde celebraban su fiesta, se elegía al procurador y diputados, se publicaba la bula y en ella convocaba la Vera Cruz sus cabildos, con vistas a la reedificación, acordaron dar limosna ocho maravedís los procuradores por cada petición y doce los escribanos por cada despacho en los pleitos en que intervinieran. El 27 de julio empezaron la recaudación. Sin embargo el corregidor don Juan Pacheco Padilla, caballero de Alcántara, a instancias del procurador síndico Francisco de Colmenares, y en cumplimiento del acuerdo del cabildo de 5 de septiembre, ordenó anular esta medida que incrementaba el costo de los pleitos,  pues eran los clientes los que los pagaban. El 16, el alcalde mayor, don Nicolás de Hoyos, convocó a todos los escribanos y procuradores para que cesaran en esta práctica[67].

Por ello, no tuvo efecto la anhelada restauración, antes bien, abandonada, con las paredes cayéndose, la ermita entró en un periodo de franca decadencia, hasta que el 24 de abril de 1724, la recién fundada cofradía de Nuestra Señora de la Paz solicitó, con éxito, su solar para reedificarlo. A partir de este momento, la ermita volvió a florecer, pero bajo una nueva advocación, la de Nuestra Señora de la Paz, con que se conoce hoy, con mayor extensión de la que tuviera la de San Salvador, al añadírsele la casa de Leonor de Cigales, la que durante siglos se emplazó entre la Torre de Bujaco y San Salvador. Pero esto es otra historia, que ya pormenorizó brillantemente el conde de Canilleros[68].

San Salvador fue sede de diversas cofradías, de las que ofrecemos los escasos testimonios documentales que hemos hallado.

La cofradía de San Salvador: Hay indicios de su existencia en 1525, a tenor de la mención de una casa de su propiedad en la Plaza, al portal de los Zapateros: el 6 de noviembre de dicho año, ante el escribano Francisco Ruiz, doña Leonor de la Cerda, monja en el monasterio de Santa María de Jesús, en calidad de testamentaria de su hermano García Golfín, para la celebración de un aniversario perpetuo en San Mateo, entregó a Suero Díaz Barroso, abad del Cabildo Eclesiástico, ciento cincuenta maravedís que gozaba sobre las casas que Hernán Arias tenía acensuadas cabe la Torre de la Buraca, linde con casas de la cofradía de San Benito y casas de la cofradía de San Salvador[69].

Parece que muy pronto se agregó a la de San Juan de los Escribanos. El 29 de diciembre de 1541, Pedro de Grajos, escribano, mayordomo de la cofradía de San Salvador de los Escribanos entregó a censo ocho mil maravedís, por la renta anual de seiscientos sesenta y siete, a Diego Téllez, vecino de Torrequemada, avalado por el cacereño Hernán Pérez de Toro, que impuso sobre diferentes bienes, entre ellos sus casas en dicho lugar, linde las del prior Valdivieso[70].

La antigua Cofradía de Nuestra Señora del Rosario: No consta la fecha de erección, pero sí su existencia a comienzos de 1514, es decir, con anterioridad al establecimiento de los dominicos en Cáceres. Lamentablemente, la pérdida de sus libros nos limita el conocimiento de la historia y su devenir a las pinceladas desgranadas de los documentos notariales conservados, que seguidamente relacionamos.

Rodrigo de Godoy, hijo de Pedro de Godoy y de Teresa Álvarez, en su codicilo otorgado el 22 de diciembre de 1519, ante el escribano Gaspar Sánchez, dispuso que la cofradía del Rosario acompañara su cuerpo, que había de ser enterrado en la capilla que acababa de construir en la parroquia de San Mateo[71].

En 1532, Juan de la Huerta se encomendó también a esta cofradía: “Yten mando que den a la cofradía e cofrades del Rosario desta villa qujnjentos maravedís y una ljbra de çera si me enterraren los dichos cofrades; et si no, que no se la den[72].

Para llevar a cabo las obligaciones de ordenanza, las cofradías empleaban el dinero en rentas de censos, que les aseguraban unos ingresos fijos anuales. A continuación relacionamos las imposiciones de esta cofradía que hemos hallado.

El 30 de abril de 1514, ante el escribano Francisco de Figueroa, el mayordomo Alonso Pizarro compró a García Holguín cien maravedís sobre el suelo y propiedad de unas casas a la colación de San Juan, en la calle del horno de Gonzalo de la Rocha[73].

El 30 de octubre de 1549, por escritura otorgada en la dehesa de la Zafra, junto a la ermita de Nuestra Señora del Salor, el mayordomo Diego Amigo, platero, compró, en 37.500 maravedís, mil maravedís de renta de hierba que Francisco Becerra y su mujer, doña Teresa de Ovando, tenían en la dehesa de la Pedraza[74].

El 22 de julio de 1558, el mayordomo Diego Martín dio a censo catorce mil maravedís de principal, por la renta anual de mil, a  Antonio Sánchez y Ana Rodríguez, quienes hipotecaron su casa en la colación de San Juan, linde las de Álvaro de Aldana Ulloa y las que fueron de Juan Gentil[75].

La cofradía poseía una casa en la Judería vieja, a San Antonio de la Quebrada, que lindaba con casas caídas de la difunta doña Isabel de Paredes, mujer que fue de Álvaro de Sande, y las de Gonzalo de Carvajal. El 21 de diciembre de 1573, el mayordomo Jerónimo Martín, los alcaldes Felipe de la Rúa y Benito Vara, el escribano Diego Pacheco; los cofrades Diego Martín Hanique, Diego del Herena, Marcos Pérez, Hernando de Sanabria, Francisco Serrano y Benito Martín, “estando juntos en nuestro cabildo, a canpana tañida en la hermita de señor San Salvador desta dicha villa, donde nos solemos juntar”, acordaron darla a censo enfitéutico a Alonso Pérez Grajos y a su mujer Catalina Rodríguez por 510 maravedís anuales, obligándose los compradores, además de a las condiciones habituales, a levantar el tejado y el sobrado delantero que se hallaban caídos[76].

El 12 de diciembre de 1571, el presbítero Luis Blázquez de Cáceres vendió al pelaire Jerónimo Digán una casa en Villalobos, linde las de Miguel González y las de María de Burgos, sobre la cual la cofradía del Rosario gozaba de mil setecientos maravedís y un par de gallinas de renta anual[77].

A comienzos del último cuarto del siglo XVI, tenía entablado pleito con la cofradía de la Cruz de Disciplinantes, fundada el 3 de mayo de 1521, por cuestiones de preeminencia, a causa de la persistente pretensión de la Vera Cruz -que lograría con el tiempo- de presidir a las restantes cofradías cacereñas. Por dicho motivo, el 30 de junio de 1577, reunidos los cofrades de la cofradía del Rosario, “que se syrve en la yglesya del San Salvador, que es en la Plaça Pública”, el mayordomo Benito Sánchez Costilla, los alcaldes José de Cabañas y Juan Criado,  los cofrades Francisco González, Cristóbal Hernández, Benito Martín, Diego del Herena y el clérigo Alonso de Cabañas ratificaron todas las diligencias obradas en dicho pleito, al tiempo que daban poder al referido alcalde José de Cabañas y a los clérigos presbíteros Alonso de Cabañas y Sancho Blázquez de Mayoralgo, a  procuradores de las audiencias de Cáceres, Coria, Salamanca o cualquier otra justicia seglar o eclesiástica “para el pleyto que la dicha cofradía e nosotros en su nonbre tratamos con la Cofradía de la Cruz de los Disçiplinantes de la dicha villa, cofrades y ermanos della, açerca e sobre rrazón de la posesyón, derecho e açión de lugar e antigüedad que la dicha Cofradía del Rosario, e nosotros en su nonbre, tyene e tenemos de tienpo ynmemorial a esta parte, ansy en los entierros, proçesyones e congregaçiones et atos públicos[78].

Pero sus días estaban ya contados. Los frailes dominicos, cuyo convento cacereño se acogía al patronazgo de Nuestra Señora del Rosario, habían fundado una cofradía de esta advocación que pretendía anexionar a la antigua, a pesar de la oposición de sus cofrades. El 29 de octubre de 1578, congregada “la cofradía antigua de Nuestra Señora del Rosario, que se syrve y canta en la yglesya Mayor de Nuestra Señora Santa María[79] desta noble e muy leal villa de Cáçeres”, con la asistencia del mayordomo Benito Sánchez Costilla, de su escribano Francisco González, de  los alcaldes Hernando de Sanabria y Francisco Cisneros, del diputado Sancho Jiménez y de los cofrades Juan de Herena, Francisco Carrillo y Cristóbal Hernández, en presencia del cura de Santa María, licenciado Francisco Rojo, y el mayordomo de dicha parroquia don Rodrigo de Godoy, dieron poder a pocuradores de Cáceres, Plasencia, de las Reales Chancillerías de Valladolid y Granada, de la Corte de Madrid para que “podades paresçer y parescades ante el yllustre y reverendo señor canónygo Gamarra, de la Santa Yglesia de Plasençia, juez conservador apostólico, que se dize ser, a pedimiento de los frayles y convento de Señor Santo Domjngo de la dicha villa de Cáçeres; e rresponder y rrespondáys a uu mandamiento o mandamientos e demandas por él dado e que nos ayan sido puestas por el dicho monesterio sobre y en razón que nos piden se pase y traslade la dicha nuestra cofradía a el dicho monesterio con las ynsinjas, ymágenes y estandartes y bienes della[80].

Foto 2. Altar de la Virgen del Rosario. Archivo fotográfico del autor

 En 1580, la antigua cofradía ya había perdido la batalla y se hallaba integrada en la nueva. Así lo verifica la manda del testamento de Diego González Holguín por la que declara “que la antigua del Rosario, de que yo soy cofrade, está acordado se digan más que por los de la nueba, aunque anbas están ya juntas[81].   seguir

No obstante, se mantuvo en la ermita un altar, con su retablo confeccionado por los escultores portugueses Proenza, asentados en Cáceres,, presidido por un cuadro de la Virgen del Rosario, desaparecidos ambos con motivo de la última restauración en los años sesenta del siglo XX.

Cofradía de San Juan de los Escribanos: Como se puede deducir por su título, se trataba de una cofradía gremial, que aglutinaba a los escribanos y procuradores del número. Por ello, a veces, es citada esta ermita también como de San Juan Evangelista, cuya su imagen titular, del siglo XVI, de bulto redondo, estofada y policromada, aún se conserva expuesta a la devoción pública.

Los datos son muy fragmentados. He aquí algunas noticias recopiladas en los miles de documentos consultados: El 21 de abril de 1569, Marina González, viuda de  Francisco Jiménez, vendió, en veintiocho ducados, al entallador Juan de Santillana la mejora de unas casas al Arco del Rey, junto a la torre de la Burraca, linde la de los hijos del difunto tejedor Bartolomé Delgado; sobre la que estaban cargados mil quinientos maravedís y dos gallinas de censo, de los que quinientos correspondían a la cofradía de la San Juan de los Escribanos[82]. El 13 de junio de 1576, Santillana reconocería este censo[83]. El 9 de septiembre de 1603, su viuda, Catalina González, en su testamento, declararía que la cofradía gozaba de novecientos maravedís y dos gallinas de renta sobre la casa en cuestión[84]. El 19 de julio de 1605, reconocería la carga a instancias del mayordomo Juan Ojalvo[85].

***

Pero no fue el único lugar sagrado existente en la Plaza. En la Torre de Bujaco, el doctor Enríquez de Ribera fundó una capilla pública bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. El 31 de agosto de 1535, el cerrajero Juan Cervigón y su mujer Teresa Sánchez se obligaron a hacer “en la capylla de Nuestra Señora de los Remedios, que vos el doctor Enrryque de Ribera tenéys en la Torre Nueva de la Plaça de esta villa, una rrexa de hierro de la hechura de la rrexa que está hecha en la capylla de los Bezerras, en la yglesja de Nuestra Señora de esta villa, eçeto que no a de ser más gorda que aquella, antes menos gorda e no a de llevar follaje nynguno; e los dos pylares de las esquinas an de ser tan gordos como los de la dicha capylla de los Bezerras. La qual dicha rrexa pondré en la dicha capylla a mj costa con sus soleras altas e baxa. La qual dicha rrexa a de yr bañada de estaño de hoja (tachado e avéys de dar vos el dicho Doctor Rybera el hierro y estaño) e me avéys de pagar a qujnze maravedís y medio por cada una ljbra de las que pesare la dicha rrexa”. Para acometer la obra, que debía entregar en un plazo de tres meses, Cervigón recibió al contado seis ducados. Cuando estuviese a la mitad, dos; y una vez acabada y asentada, el resto[86].

En 1610, ya estaba recogida la imagen en la ermita. El 4 de agosto, María Jiménez, mujer de Francisco de Prado Figueroa legó en su testamento: “a la ymajen de Ntra Sra del Remedio, questá en la ermita de Sant Juan y Sant Benito en la Plaça, unos manteles para su altar[87].

Foto 3. Capilla y tribuna del doctor Enríquez

 

En tiempos de Boxoyo, ya no cumplía función religiosa alguna, sino de tribuna pública, e incluso casi se había perdido la memoria de su primigenio uso: “En esta fachada de torre, a su siniestro lado y tercio de su altura, hay un arco rebajado con bastante fondo; sobre él, dos canes de cantería y señales de que sostenían tejado; debajo, una tribuna con antepecho y, en su medio, un escudo de armas partido en cuatro cuarteles, idénticas con las que se ven en un sepulcro labrado en la parroquia de Santa María, que dice es del doctor Rivera. La tribuna está fundada sobre cuatro canes de cantería bien labrados y ejecutada con notable valentía por lo mucho que avanzan; en la moldura y faja del antepecho se conoce había letras; hoy se descubren poco por haberse deshecho y no se pueden leer; el arco parece estaba pintado y no falta quien diga era capilla pública con capellán dotada; a la tribuna se entra por el portal de la iglesia de nuestra Señora de la Paz”[88].

A finales del siglo XVIII, se intentó construir un nuevo edificio religioso en en este lugar. En su casa de la Plaza, Antonio José López del Río tenía una imagen, el Cristo de la Piedad. Para aumentar la devoción que los cacereños le profesaban, en la primera mitad del XVIII, solició al ayuntamiento la cesión de un solar en la parte baja, cercano a su domicilio, para levantar una ermita con portal. A este efecto, se comisionó al regidor don Pablo de Ovando. Sin embargo, el obispo mandó depositar la imagen en la Paz; pero, ante el descontento del propietario, se trasladó definitivamente a Santo Domingo[89].

 

  1. LA ERMITA DE SAN BENITO DE DENTRO LA VILLA

En las inmediaciones de la parroquia de Santiago, entre las calles de Juan de la Peña y Nidos, se hallaba el lugar conocido desde antiguo como “los Hospitales”, en el que se concentraban varias ermitas.  El 13 de junio de 1532, Francisca Gutiérrez, mujer de Diego García de Mena, arrendó a Hernán García una casa “que aljnda con los ospitales[90]. En la actual plazuela de la Audiencia, se alzaban las de San Antón de los Vaqueros y la de San Bartolomé. En su testamento de 4 de abril de 1556, Benito Martín legó a su mujer, Juana de Molina, el usufructo vitalicio de la “casa en que al presente moramos yo e ella, que es en la calle que dizen de Juan de la Peña, que alinda de una parte con la yglesia y hermita de Sant Antón e de otra parte con la hermjta de San Bartolomé[91].

Inmediato, en el callejón que aún lleva su nombre, se ubicaba la ermita y hospital de San Benito. Se la conocía como de dentro la villa para diferenciarla de su homónina del campo, sita en la dehesa de los Alcoces. El 29 de abril de 1544, Juana González, viuda de Pablos Picón, tomó a censo trescientos maravedís a favor de Catalina de Figueroa sobre casa en la calle de Juan de la Peña que“alinda con casas de Françisco Martín clérigo e con el ospital de San Benito e por las espaldas alinda con casas de Françisco Picón[92].

El 4 de mayo de 1545, “estando en la hermjta que dizen de señor San Benito, ques en el arraval de la dicha villa”, donde tenían por costumbre celebrar los cabildos, el mayordomo Pedro de Grajos, escribano del número; los alcaldes Lorenzo Hernández y Benito Gómez; Francisco Gómez, escribano del número y de la cofradía; el clérigo Jerónimo González, capellán de la cofradía, y los cofrades el escribano Francisco Borje, Juan Solana, Benito Sánchez, Martín Hernández, Macías Hernández, Francisco Pavón se opusieron a la pretensión del obispo cardenal don Francisco de Mendoza y Bovadilla de agregar la renta que la cofradía tenía gracias a su trabajo y a la generosidad  de sus devotos. En Cáceres, se habían creado muchas cofradías a devoción de las ermitas[93].

La ermita contaba con corral que lindaba con el de Hernando de Escobedo -cuñado del indiano Juan Durán de Figueroa-, quien residía en Monroy al servicio de la casa marquesal, el cual, el 16 de abril 1570, dio poder a Juan García Calvo para demandar a la cofradía a fin de que pagase la mitad del importe de levantar de nuevo la tapia medianil entre ambos corrales[94].

Sobre su fachada pintada la imagen del santo, la compró, cuando se desacralizó, el hospital de mujeres de Sancti Spíritus. El 24 de mayo de 1565, su mayordomo, Diego González Holguín, dio a censo enfitéutico al pelaire Juan González Buenamor y su mujer Leonor Alonso, por 1.636 maravedís, una casa en el arrabal “que la dicha casa solja ser yglesia y ermyta de señor San Benjto, que aljnda de una parte con casa de los hijos y herederos de Diego Climente, difunto, e de la otra parte aljnda con casa de Hernando de Escobedo”.[95] En ella, en 1581, murió María Juárez, viuda[96]. El 29 de diciembre de 1592, Buenamor se la vendió en catorce ducados al cardador Bartolomé Sánchez[97]. Pero el hospital, no considerando seguro el cobro de la renta debido a la pobreza de Sánchez, hizo valer su derecho de tanteo. El 6 de abril de 1593, el arriero Juan Lorenzo solicitó su compra. Contando con la autorización del obispo Galarza de 11 de mayo de dicho año, cuatro días después, el mayordomo Jerónimo Holguín, clérigo se la dio a censo al referido arriero por los catorce ducados, el precio de las costas del proceso, limosna de dos ducados para el hospital y la obligación en el plazo de un año de gastar otros veinte en repararla[98].

Los propietarios se sucedieron. El 30 de abril de 1602, Juana Gómez, viuda de Pedro de Toledo, vendió a Juan Pérez Muriel dos casas “que en tiempo pasado fueron hermita de señor Sant Benito”, en seis mil maravedís y la carga de cuarenta y ocho reales a favor de mencionado hospital[99]. El 18 de febrero de 1608, Muriel traspasó a Juan de Villoldo y a su mujer María Sánchez las dos casas “que solían ser anbas casas una y heran la hermita de señor San Benito”, en dieciocho ducados más el censo[100]. En 1632, pertenecían a Juan Laso[101]. Finalmente, el edificio de la ermita quedó incluido en el Hospital de la Piedad, hoy sede del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura.

Foto 4. En las hornacinas laterales se veneraban las imágenes de San Juan y San Benito. Archivo fotográfico del autor

 

El obispo don Pedro García de Galarza, en su afán de reducir las numerosas cofradías cacereñas, algunas duplicadas, mandó que la imagen y todas sus pertenencias se trasladasen al recién fundado convento de San Pedro, “en lo qual su señoría a fecho y haze fuerça y agravio”. Para oponerse a esta decisión, “por quanto la dicha confradía tenía e tiene su advocaçión en la hermita e iglesia que está en la Plaça pública desta villa y en ella estava su ymajen y se dezían las misas de la dicha confradía de muchos años a esta parte”, los cofrades, el 10 de noviembre de 1591, dieron poder al mayordomo Alonso Lucas, al mercader Francisco Hernández Calvo, al diputado Francisco Sánchez diputado, al alcalde Juan Sánchez Nevado y a procuradores de las distintas audiencias para que se anulase el mandato episcopal y se restituyeran la imagen y sus ornamentos a la ermita[102]. No sabemos si la cofradía logró su propósito, pero, en el mencionado convento, desde sus inicios, hubo siempre un altar de dicha advocación[103]. También en la ermita, que fue sustituida en 1773-1774 por la actual, obra de Antonio José de Proenza[104].

El 22 de agosto de 1610, se juntaron, a campaña tañida, los cofrades de San Benito, “en su yglesia que es en la Plaça”, para, por fallecimiento de Pedro Delgado, elegir escribano de la hermandad. Nombraron a Francisco de Tovar Velázquez, a lo que se opuso Gaspar Nieto, alegando que su hermano Pedro González Maldonado no se hallaba presente. Como había sido avisado y citado por el muñidor, dieron por válida la elección de Tovar, al que, so pena de dos arrobas de cera, mandaron que aceptase el cargo y recogiese los libros y papeles que andaban en poder de los escribanos de la cofradía. En el fondo subyacía otro conflicto. Maldonado, como alcalde viejo, había reclamado ante el obispo don Pedro de Carvajal una llave del cepo y otra de la troje de la cofradía “questá en la yglesia que el dicho santo tiene en el canpo”. El mayordomo tenía la única llave del archivo de caudales y una de las dos de la troje. La otra la guardaba el alcalde Juan Delgado, persona de mucha confianza y crédito. Por ello, requirieron a Maldonado para que no siguiera el pleito por injusto, bajo pena de diez libras de cera[105]. Parece, pues, que ambas cofradías de San Benito, la de la Plaza y la del Campo o de los Alcoces, estaban reunificadas.

Pero, antes de finalizar la presente comucación, aún queda por dilucidar si, como tradicionalmente vienen afirmando los historiadores, coexistieron dos ermitas en la Plaza: la de San Salvador y la de San Benito.

Una vez más, los documentos nos revelan que San Salvador y San Benito fueron la misma ermita. Traemos a colación varias de las numerosísimas citas que así lo avalan. El 1 de enero de 1583 “nos los buenos honbres pecheros de la noble e muy leal villa de Cáçeres, estando como al presente estamos juntos en el portal de la hermita de Señor San Salvador y San Benito, questá en la Plaça Pública de la dicha villa, adonde tenemos de uso y costunbre de nos juntar el primero día del mes de henero de cada un año a elexir e nonbrar procurador de nos, los dichos buenos honbres pecheros de la dicha villa, y diputados de las parroquias della[106]. El 1 de enero de 1587, “sepan quantos esta carta de poder vieren como (roto) de la villa de Cáçeres, del estado común della, estan(do como) al presente estamos juntos a canpana tañida según que lo abemos de huso e costunbre de nos juntar el (prime)ro día de cada un año en el portal de la hermita de San Salvador, que agora es la hermita de Señor San Benito en la Plaça Pública de la dicha villa para elegir e nonbrar procurador del dicho estado común e diputados de las feligresías de la dicha villa”[107]. El 19 de julio de 1590, el clérigo Benito Sánchez Borje fundó dos aniversarios en Santa María. Para ello dejó al Cabildo Eclesiástico cierta limosna sobre su casa en la plaza “cuya puerta sale y está en el portal del peso de la harina, entre la torre del rrelox y la yglesia de Sant Benito y por las espaldas alinda con el muro y corral de los toros[108].  El 22 de noviembre de 1608, Juana Jiménez solicitó ante el doctor Fernando Bravo, alcalde mayor, la posesión de la casa que el ya mencionado Juan de Mena Gutiérrez le había arrendado, la cual lindaba “por otra parte con las escalerillas de la hermita de Sant Benito, que antes solía ser de Sant Salvador[109].

Muchos más ejemplos podríamos aportar, pero estos cuatro bastan para afirmar con rotundidad que San Salvador, San Benito, San Juan, Nuestra Señora de la Paz son cuatro advocaciones para una misma ermita.

 

 

 

 

 

 

 

[1] LODO DE MAYORALGO, José Miguel: Los Blázquez de Cáceres, los Mayoralgos y los Ovandos: Estudio crítico sobre su origen y genealogía. (Siglos XIII al XV) en Estudios Genealógicos y Heráldicos. Asociación Española de Estdios Genealógicos y Heráldicos. Madrid, 1985. págs. 145-150.

[2] Aunque actualmente dicho apellido se escriba como Bohoyo, en el el caso de don Simón Benito, respetamos la ortografía con que tradicionalmente es citado.

[3] BOXOYO, Simón Benito: Historia de Cáceres y su Patrona. Publicaciones del Departamento de F.E.T. y de las J.O.N.S. Cáceres, 1952. Págs. 114 y 111.

[4] HURTADO, Publio: Ayuntamiento y Familias cacerenses. Cáceres, 1918. Pág.180.

[5] FLORIANO CUMBREÑO, Antonio: Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres. Tomo I. Cáceres, 1934. Págs. 71-72.

[6] ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁCERES (A.H.P.Cc.). Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 4.418.

[7] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.632.

[8] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro González. Caja 3.827. Fol. 54.

[9] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego de Hinojosa. Caja 3.870. Años 1588-1592.

[10] A.D.C-Cc. Parroquia de San Mateo. Legajo 18, doc. 12. Cabildo Eclesiástico.

[11] A.H.P.Cc. Protocolos de Benito González. Caja 3.819.

[12] A.H.P.Cc. Clero. Caja 190, expte. 3.

[13] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Guerra. Caja 3.890. Fols. 474-477v. 29 de julio de 1627.

[14] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Guerra. Caja 3.905.

[15] FLORIANO CUMBREÑO, Antonio. Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres (1229-1471). Institución Cultural El Brocense. Cáceres, 1987. Págs. 173-174.

[16]Nos el conçejo del Arroyo del Puerco Estando Juntos en conçejo por canpana tannida segund que lo avemos de uso e de sotunbre so el portal de la yglesia de Santa maria del dicho lugar”. (FLORIANO. DocumentaciónOp. cit. Pág. 131).

[17]  FLORIANO. DocumentaciónOp. cit. Pág. 73. “A la puerta nueva Asy como lo Avemos fuero uso e costumbre”.

ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES (A.M.Cc.). Libro Becerro. Fols. 211 y v. Dicha acta la sellaron con las dos tablas de los sellos de Castilla y León.

[18]  FLORIANO. DocumentaciónOp. cit. Págs. 109, 130, 147 (“estando ayuntados por pregon en Concejo entre la Torre de la Yerba è la Torre del Horno”). Pág. 133 (“estando sentados so los portales que son en la plaça de la feria”).

[19] GARCÍA OLIVA, Mª Dolores: Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres (1475-1504). I. C. El Brocense. Cáceres, 1988. Págs. 27 y 36. 12 octubre 1481, “Estando juntos en su consistorio e ayuntamiento en la iglesia de Señor san Salvador”, renuevan el acuerdo de vecindad entre el Concejo de Cáceres y don Fernando de Monroy, señor de dicha villa.

Pág. 36. Allí se firma, el 23 septiembre 1482, el acuerdo de vecindad entre Cáceres y Montánchez.

[20] RUBIO ROJAS, Antonio: Cáceres. Resumen de Historia Local. tomo I. (Desde los orígenes al año 1598). Madrid, 1986. Pág. 102.

[21] LADRÓN DE GUEVARA E ISASA, Manuel. Pleitos de Hidaguía. Extractos de sus expedientes en Granada. REINADO DE CARLOS I. 1516-1536. Ediciones Hidalguía. Granada, 2015. Fols. 297-298.

[22] A.M.Cc. Expedientes varios del siglo XVI. Caja 13. Cuentas de Propios de 1551.

[23] A.M.Cc. Ibid. Cuentas de Propios de 1512.

[24] A.M.Cc. Clero. Caja 17/11. Expte. 8.

[25] A.M.Cc. Expedientes varios del siglo XVI. Caja 13. Cuentas de Propios de 1505.

[26] A.M.Cc. Libro de las Ordenanzas de Cáceres. fol. 612.

[27] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. fol. 151.

[28] Ibid. Fol. 194v.

[29] Ibid. Fol. 197v.

[30] Ibid. Fol. 278v. Cabildo de 13 de agosto de 1548.

[31] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego Pacheco. Caja 4.108. El 19 de julio de 1541, el corredor Diego Mirueña y su mujer María Gómez se obligaron a pagar al regidor Diego de la Plata las cincuenta fanegas de cebada que le habían comprado fiadas al precio que costasen en el mes de diciembre “en el portal de San Salvador”.

[32] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego de Hinojosa. Caja 3.870. Años 1588-1592. 13 de agosto de 1588.

[33] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1569-1574. fols. 308v-309.

[34] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1606-1615. Fol. 473.

[35] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1621-1628. Fols. 403v-404.

[36] A.H.P.Cc. Protocolos de Lucas Conejero. Caja 3.718.

[37] BOXOYO: op. cit. Pág. 62.

[38] BOXOYO: op. cit. Pág. 83. Narra que en 1596, dos muchachos, acusados de sodomía, fueron llevados a ajusticiar a la Peña Redonda. El cortejo iba presidido por un crucifijo de la cofradía de la Misericordia, encargada de la asistencia a los reos, el cual, por dos veces se desenclavó para probar la inocencia de los acusados. Desde entonces, el cristo sería conocido como el de los Milagros.

[39] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 10v.

[40] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1574-1584. fol. 349.

[41] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1574-1584. fol. 574.

Dos siglos y pico después, el mismo escenario serviría de patíbulo, aún a pesar de que las Cortes de Cádiz habían abolido el suplicio de horca. Don Álvaro Gómez Becerra, con ironía, afirmaría que habían ahorcado a la Torre de Bujaco a causa de las dos piedras que habían puesto a sus pies para sostener la horca (Asociación de Cáceres. Cáceres. Año 1813. Tomo I. Edición facsimilar. UBEx. Badajoz, 1998. nº 15, 22 de febrero de 1813).

[42] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1574-1584.  Fols. 165v-166 .

[43] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1574-1584.  Fol. 206.

[44] A.H.P.Cc. Protocolos de Gabriel Antonio Briceño de Muesas y Anaya. Caja 3.603. Años 1606-1607. 1 de enero de 1607.

[45] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.236. Año 1583. 1 de enero. Elección de Francisco Hernández.

Los testimonios son abundantes.

[46] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.141. Años 1617-1618.  Igualmente en la de Juan Ortiz, de fecha 6 de enero de 1611 (ante este mismo escribano, Caja 4.137. Años 1611-1612).

[47] A.H.P.Cc. Protocolos de Francisco de Medrano. Caja 4.046. Año 1625. 1 de enero. Elección de Francisco Hernández Burgueño.

[48] A.H.P.Cc. Protocolos de Alonso Conejero. Caja 3.717. Año 1683. 1 de enero.

[49] ARCHIVO DE LA FUNDACIÓN TATIANA PÉREZ DE GUZMÁN EL BUENO. Mayorazgo de Cáceres. Legajo 32,1.

[50] MAYORALGO Y LODO, José Miguel de: La Familia de doña Mencía de los Nidos. Instituto de Estudios Heráldicos y Genealógicos de Extremadura. Cáceres, 1994. Pág. 113.

[51] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro González. Caja 3.830. Año 1579, 4 de febrero.

[52] FUNDACIÓN CASA DEL SOL. ARCHIVO DEL MARQUÉS DE OVANDO. Legajo 2, expte. 6.

[53] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 150.

[54] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 253v.

[55] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 268.

[56] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 302.

[57] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fols. 302v.-303.

[58] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 311.

[59] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 312v.

[60] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 318v.

[61] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1543-1551. Fol. 388.

[62] A.H.P.Cc. Protocolos de Sancho Jiménez, Caja 3.938. Fols. 399 y v. Véase el apéndice.

[63] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1551-1556. Fol. 312.

[64] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1599-1606. Fols. 174 y v.

[65] A.D.C-Cc. Parroquia de San Mateo de Cáceres. Libro nº 110. Cofradía de la Cruz de los Disciplinantes: Acuerdos. Entradas de Hermanos. 1634-1778. Fols. 155v-156.

[66] A.M.Cc. Actas Capitulares. 1680-1686.

[67] A.M.Cc. Clero. Caja 17/13. Expte 41.

[68] La cofradía cacereña de Nuestra Señora de la Paz”, en Revista de Estudios Extremeños. Badajoz, 1949.

[69] A.D.C.-Cc. Parroquia de San Mateo de Cáceres. Legajo 21, doc. 22. Cabildo Eclesiástico.

[70] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego Pacheco. Caja 4.108.

[71] A.D.C.-Cc. Parroquia de San Mateo de Cáceres. Legajo 40, doc. 43. Cabildo Eclesiástico.

[72] Aunque el testamento fue otorgado el 27 de noviembre de 1532 ante el escribano Bartolomé Manuel, se conserva inserto en los protocolos de Pedro de Grajos del año 1544 (A.H.P.Cc. Caja 3.924. Año 1544. Testamentos).

[73] A. D. C-Cc. Parroquia de San Mateo de Cáceres. Legajo 19, documento 16. Cabildo Eclesiástico.

El 14 de septiembre de 1490 ante el escribano Luis Fernández, Juan Pulido había vendió a Fernando de Mohedas e Inés de Aguilar dicha renta perpetua por 1.000 de principal. Por entonces, la casa lindaba con las de Juan Mellado y las del pelaire Gonzalo Gutiérrez.

El 21 de abril de 1521, ante Francisco Ruizel clérigo Cristóbal Picón donó dicho censo al abad y cabildo eclesiástico.

[74] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego Pacheco. Caja 4.111.

[75] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego Pacheco. Caja 4.101.

[76] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Grajos. Caja 3.935.

[77] A.H.P.Cc. Protocolos de Alonso Pacheco. Caja 4.102.

[78] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.642.

[79] La expresión “se syrve y canta en la yglesya Mayor de Nuestra Señora Santa María”, debe entenderse que estaba bajo la jurisdicción de dicha parroquia, no que tuviera su sede en el propio templo parroquial.

[80] A. H. P. Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.642.

[81] A. H. P. Cc. Protocolos de Pedro López. Caja 3.975. 22 de abril de 1580. Fol. 230v.

[82] A. H. P. Cc. Protocolos de Antonio Gutiérrez. Caja 3.912.

[83] A. H. P. Cc. Protocolos de Alonso de Solís. Caja 4.369. En dicha carta de obligación, se señala que la casa de Santillana lindaba con la torre del muro desta dicha villa que dizen de la Bujaca.

[84] A. H. P. Cc. Protocolos de Pedro Pérez de Osma. Caja 4.149.

[85] A. H. P. Cc. Protocolos de Pedro de Salazar. Caja 4.274.

[86] A.H.P.C.Cc. Protocolos de Jerónimo Gutiérrez. Caja 3.914.

[87] A. H. P. Cc. Protocolos  de Juan Romero. Caja 4.256. Fols 547-550.

[88] Boxoyo: .op. cit. … págs. 62-63.

[89] MARTÍN NIETO, Serafín: Una ermita en la Plaza. Publicado en Diario Hoy el 10 de abril de 2023 en la Sección Plaza Mayor.

[90] A.H.P.Cc. Protocolos de Jerónimo Gutiérrez. Caja 3.914.

[91] A.H.P.Cc. Protocolos de Antonio Gutiérrez. Caja 3.908.

[92] A.H.P.Cc. Protocolos de Sancho Giménez. Caja 3.939.

[93] A.H.P.Cc. Protocolos de Sancho Giménez. Caja 3.939.

[94] A.H.P.Cc. Protocolos de Hernando Pizarro, escribano de Monroy. Caja 2.064.

[95] A.H.P.Cc. Protocolos de Alonso Pacheco. Caja 4.106.

[96] A.D.C.-Cc. Parroquia de Santiago de Cáceres. Libro nº 30. Difuntos. 1579-1601. Fol. 38v.

[97] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.648.

[98] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro López. Caja 3.977. Fols. 222-225v.

[99] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Ojalvo. Caja 4.086.

[100] A.H.P.Cc. Protocolos de Alejo Michel. Caja 4.058.

[101] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Vega el Viejo. Caja 4.429. El 24 de septiembre de 1632, doña María de Sanabria y doña Leonor de la Rocha, mujer del licenciado de la Cadena vendieron un censo a favor de la disposición del licenciado Gabriel Gutiérrez de Prado sobre sus casas en la calle de San Benito linde casas del dicho hospital y casas de Juan Laso “que fueron ermita de San Benito”.

[102] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.243. Se reunieron en la ermita Sancho de Paredes Golfín, Pedro Alonso Golfín, Sancho de Paredes Ulloa, Cristóbal de Ovando, D. Lorenzo de Godoy, antonio gutiérrez, Alonso Lucas, Francisco Hernández Calvo, Nufrio Martín, don Sancho de Paredes, Francisco Sánchez Mostazo, Juan Solana el Viejo y el Mozo, Bartolomé Martín, Rodrigo Vara, Francisco de Solís, Pedro Hernández, Benito Sánchez Higuero, Benito Martín de Cubillos, Francisco Sánchez Palmillero, Pedro Martín Florencio, Pedro Gómez Mirueña, Juan Martín Delgado, Francisco Cervigón, Juan Rodríguez, Juan Sánchez Nevado y Gonzalo Jiménez Solana.

[103] MARTÍN NIETO, Serafín: El exconvento de San Pedro, un nuevo caso de destrución en Cáceres Patrimonio de la Humanidad. XXII Coloquios Históricos de Trujillo. 1993. Pág. 292.

[104] MARTÍN NIETO, Serafín: Aportaciones documentales para la historia de tres imágenes cacereñas del Señor Amarrado a la Columna. XXIV Coloquios Históricos de Trujillo. 1995. Pág. 323.

[105] A.H.P.Cc. Protocolos  de Diego Martín Pulido. Caja 4.027. Fols. 166-168. Asisten el mayordomo Cristóbal delgado, el alcalde Juan delgado, los diputados Baltasar Gómez de Herrera y el escribano Diego Martín Pulido, que actuaba como escribano de la cofradía, los cofrades Cristóbal Delgado, Benito Martín Santos, Francisco Cervigón, el escribano Benito Magdaleno, Diego Martín Pulido, Francisco Bravo, Andrés Jiménez, Juan Jiménez de Aguilar; los clérigos Tomás de Sanabria, Antonio Sánchez Nevado y Gaspar Nieto; el carpintero Bartolomé Sánchez. También eran cofrades Francisco Gemio Bustamante, Pedro González Maldonado  y los escribanos Francisco de Tovar Velázquez y Pedro Pérez de Osma.

[106] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.236.

[107] A.H.P.Cc. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.647.

[108] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.242.

[109] A.D.C.-Cc.  Parroquia de San Mateo. Legajo 25, doc. 7.

Oct 272023
 

Marciano Martín Manuel

 

Las sociedades gremiales y el estatuto de limpieza, c. 1578

 

Las comunidades rurales extremeñas estaban compartimentadas en dos estados sociales: el hijosdalgo de ejecutoria o notorio, que había adquirido un título de nobleza y estaba exento de los gravámenes fiscales, y el estado llano o general, sujeto a las cargas tributarias, que formaban la comunidad de los pecheros[1]. Ambos estados se distribuyeron los oficios de regimiento y gestionaron los bienes propios y comunes de los concejos. En Hervás, no se aplicó dicho sistema porque únicamente gozaban del privilegio de hidalguía los hermanos Alonso y Diego Hernández Hidalgo. La familia había pleiteado el reconocimiento de su hidalguía de ejecutoria contra el concejo en el tribunal de los alcaldes de hijosdalgo de Valladolid, cuya carta de privilegio obtuvieron en 1554. Gil Hernández del Castillo procedía de Béjar. Su padre Alonso Hernández Hidalgo el viejo se trasladó a Hervás. Pero no tuvieron representación política en el concejo. En ese tiempo estaba dirigido por dos alcaldes, dos jurados, oficiales y hombres buenos[2]. Los cristianos nuevos desempeñaron labores de segundo orden, como procurador general, oficial y apoderado, pero no regentaron la alcaldía de primer voto y la escribanía, en poder de los labradores cristianos viejos.

Hervás pertenecía a la diócesis de Plasencia y estaba sujeta a la autoridad de la casa de Béjar, la familia Zúñiga. La aldea distaba tres leguas de Béjar, con el puerto de Baños a mitad de camino, que en temporada de invierno, la nieve aislaba la aldea paralizando la administración de la justicia. En 1562, la duquesa Teresa de Zúñiga y Guzmán (1533-1565) visitó el señorío para poner coto a las arbitrariedades de los alcaldes y los funcionarios de la administración civil, y también para reformar la conducta desviada de los parroquianos que incumplían los preceptos morales y las normas de la doctrina de la Iglesia de Trento[3]. A propuesta del concejo de Hervás, la duquesa Teresa de Zúñiga otorgó licencia a los alcaldes de la aldea para que pudiesen juzgar las causas civiles siempre que no rebasasen los cuatrocientos maravedís y así agilizar los trámites burocráticos que dificultaban sobremanera la economía de los menesterosos y viudas[4].

Hervás emprendió reformas en la vía pública, pero necesitaba la aprobación de la casa de Béjar para desarrollar su programa. A petición del concejo, el duque Francisco II de Zúñiga y Sotomayor (1565-1591) dictó una provisión, el 26 de abril de 1569[5],

para que se hiziese un relox en el dicho lugar […] y asimismo para hazer una puente de piedra donde ora la ay de madera por donde se pasa el río, que es en el camino que va desta villa a entrar en el dicho lugar, por ser peligrosa y por los reparos que cada un año tiene necesidad.

El concejo celebró una asamblea en el cementerio de la iglesia de Santa María[6], el 4 de enero de 1570, presidida por los alcaldes Juan Hernández Castellano y Alonso Martín, Juan Hernández y Marcos Hernández, regidores o jurados, y un grupo de vecinos, entre otros, los cristianos nuevos Juan Muñoz, Pedro Muñoz y Alonso Sánchez, de profesión tejedor, y Francisco Muñoz del Cura, Juan Muñoz y Francisco Muñoz, domiciliado en la calle del Collado. El concejo apoderó al cristiano nuevo Alonso Sánchez, hijo de Juan Sánchez, procurador general, para que llevase a cabo las gestiones. Para la financiación del proyecto, el corregidor de Béjar, García Porras, autorizó a los alcaldes, el 16 de abril, practicar dos entresacas de madera en el monte castañar gallego, en 1570 y 1571, la venta de «la castaña del dicho monte desde el arroyo las choças hasta la garganta andrés», y los nogales del concejo que no tuviesen ninguna utilidad pública. En el mandamiento de 6 de julio, el corregidor de Béjar ordenó que se colocase el reloj en la torre. Fijó en el mes de octubre el último plazo.

El concejo tuvo que nombrar un nuevo procurador general. El cargo había quedado vacante. Felipe II había confiado al arzobispo de Sevilla y al duque Francisco II de Zúñiga y Sotomayor la recepción de la princesa Ana de Austria que viajaba desde Génova hasta el puerto de Laredo. El 8 de agosto, el duque de Béjar había emprendido el viaje para el recibimiento, el besamanos y la presentación de títulos[7]. En el séquito ducal viajó el cristiano nuevo Alonso Sánchez: «está en servicio en la jornada que siendo nuestro señor servido a de hazer a la çibdad de Génova por la reyna nuestra señora e no puede este dicho conçejo estar sin procurador».

El 4 de agosto, el concejo, reunido en el cementerio de la iglesia, nombró procurador general a Francisco Muñoz Chamorro, cristiano viejo. Entre los testigos figuraron Gaspar de Tortoles y Francisco Flores Tostado. Al día siguiente se celebró otro concejo, con la asistencia de los cristianos nuevos Juan Muñoz y Mingo Gómez, vecino de la Plaza, Pedro Muñoz y Alonso Sánchez, domiciliado en la calle Corredera, el tejedor Pedro Muñoz, morador en la calle del Corral, Alonso Gómez de Pedro Gómez y Juan Blasco. El concejo propuso que se hiciese un repartimiento por pecho entre los vecinos en sustitución de la entresaca del monte castañar. El corregidor anuló la disposición y el concejo presentó una demanda en grado de apelación en la chancillería de Valladolid contra los autos y mandamientos del duque, que había ordenado que se cumpliera su provisión en noviembre.

La minoría conversa, que se había formado como consecuencia del edicto de expulsión de los judíos en 1492, era una comunidad con una solvencia económica más crecida que la de los cristianos viejos, además, controlaba el comercio, el textil y las recaudaciones fiscales. Sin embargo, estaba fuera del tablero político por sus orígenes religiosos. Hacia 1578, los cristianos nuevos de tercera generación solicitaron al duque Francisco II de Zúñiga y Sotomayor formar parte del engranaje político. Su petición avivó el sentimiento xenófobo de los cristianos viejos ortodoxos que presionaron al noble para que no modificase el régimen de gobierno municipal[8]:

Todos los offiçios de este lugar los tenían siempre los labradores sin que los lençeros [cristianos nuevos] fuesen admitidos a ellos, hasta que por importunaçión que hiçieron a Su Excelençia les admitieron a la mitad de offiçios abrá ochenta años.

Fiel a la política anticonversa que caracterizó a la casa de los Zúñiga y Sotomayor, el duque de Béjar Francisco II suscribió un nuevo modelo de gobierno en el que dio juego a la minoría conversa, con algunas condiciones. Dividió Hervás en dos comunidades sociales, los gremios, articuladas en función de sus actividades laborales y antiguas creencias religiosas. En una orilla situó el gremio mercader formado por los lenceros, tratantes y oficiales. Y en el otro extremo, el gremio labrador compuesto por los campesinos, agricultores, ganaderos, arrieros y pastores, vulnerando las leyes del reino que solamente admitían hijosdalgo y pecheros. A finales de diciembre concluía la legislatura política y los gremios corporativos renovaban a sus representantes en el concejo. Primeramente tenía lugar el «nombramiento de los oficiales del concejo». Cada gremio designaba dos candidatos para el cargo de alcalde y otros dos para el oficio de regidor. El procurador general del concejo era de carácter rotatorio[9]. Los políticos cesantes no podían tener lazos de sangre dentro del cuarto grado. Tampoco podían presentarse a la reelección durante los próximos cuatro años[10].

El estado labrador se identificó con los cristianos viejos y el gremio mercader con los cristianos nuevos. El señor de Béjar impuso un estatuto de limpieza de sangre segregatorio similar al que aplicó Felipe II en el ayuntamiento de Toledo en 1566[11]. Previamente al nombramiento de los oficios, los candidatos de la bancada mercader debían someterse a un examen genealógico. Con licencia del corregidor de Béjar, el concejo formaba una comisión integrada por un alcalde cristiano viejo, el mayordomo y el escribano, que inspeccionaba el grado de pureza de los padres y los cuatro abuelos del candidato, que llamaban «los cuatro costados». Solamente, el gremio mercader debía someterse a las pruebas expurgatorias. Los hijos y nietos de los cristianos nuevos castigados por el Santo Oficio con el sambenito penitencial, que habían heredado de sus ancestros, estaban inhabilitados para ejercer la carrera política. El concejo enviaba el nombramiento de los oficios al duque, que vivía en su palacio de Béjar, Sevilla o Madrid, para que eligiese un alcalde y un regidor por cada gremio, cuyo acto se llamaba las «elecciones municipales». La casa de los Zúñiga determinó que los labradores tuviesen la primera autoridad en el orden protocolario de los oficios de justicia, asientos de la iglesia, actos públicos y desfiles procesionales, porque era el gremio «más beneméritos y christianos biejos que los mercaderes». De este modo, los labradores tuvieron la mayoría absoluta y los mercaderes quedaron relegados en una situación de inferioridad. Como consecuencia del estatuto, las comunidades gremiales formaron sus propios barrios, el mercader convirtió el barrio de arriba en su núcleo residencial, y los labradores cristianos viejos en el barrio de abajo (que el ayuntamiento factura como barrio judío)[12].

¿Cómo burlaron el estatuto de sangre los cristianos nuevos de tercera generación? En la rueda de los interrogatorios filtraron testigos de su alcurnia que cometieron perjurio sobre su identidad cristiana y su limpieza, de esta forma burlaron las reglas del juego. En las elecciones municipales de 1588, el zapatero Juan Muñoz, nieto de judío relajado por línea de varón, y Juan Gómez, sacristán[13], nieto de judío quemado por línea de varón, fueron elegidos alcalde y regidor por el gremio mercader. Varios cristianos viejos, escudados en el anonimato, denunciaron a los inquisidores de Llerena sus antecedentes penales[14].

El problema revistió la misma gravedad con los cristianos nuevos de Cabezuela del Valle, pero con otras concomitancias[15]. El corregimiento de Plasencia dividió a la comunidad cabezueleña en dos estados gremiales: los labradores cristianos viejos y los manteleros cristianos nuevos, pero no impuso el estatuto de limpieza, tampoco se formaron barrios gremiales. En el concejo de Medellín (Badajoz), diócesis de Plasencia, los cristianos nuevos afrontaron un problema similar. En 1588 litigaron contra los cristianos viejos por la concesión de la mitad de las varas de justicia. El converso Antonio de Ribera ironizó a la justicia: «bueno fuera que si Jesuchristo baxara del çielo no pudiera ser alcalde»[16].

He de glosar que aplico el término cristiano nuevo a los descendientes de judío de primera, segunda y tercera generación, al margen de que tuvieran o no delitos en la Inquisición, o hubiesen heredado el sambenito penitencial. Y el étimo mercader, en Hervás, y mantelero, en Cabezuela del Valle, al cristiano nuevo de origen judío, desde la cuarta generación, que, a tenor de las leyes del reino, era cristiano viejo por los cuatro costados, pero el labriego xenófobo continuó proyectando la identidad judía de su antepasados sobre su familia. El término mercader desapareció de los protocolos notariales de Hervás poco después de la extinción de las sociedades gremiales, en el ocaso del siglo XVII, pero en la memoria de transmisión oral permaneció la separación gremial y la formación de los barrios.

En Hervás y en Cabezuela del Valle, el estatuto de sangre abonó el discurso del odio contra los cristianos nuevos. También lo experimentaron los judeoconversos de Béjar, pero con otras connotaciones menos gravosas para su comunidad. La formación de los gremios y el estatuto discriminatorio rompieron la convivencia y la estabilidad de la aldea. Las desafecciones políticas entre los bandos saltaron a la palestra y al menor desencuentro disparaban la ballesta de la imprecación y acababan en los tribunales de justicia. En ocasiones, las partes implicadas, por mediación de terceros, solventaban la querella con la retractación de la injuria y la palma del perdón. Perro de Alba y perro judío eran las expresiones ofensivas más comunes contra los mercaderes de Hervás, los manteleros de Cabezuela del Valle y los cristianos nuevos de Béjar. A petición del concejo hervasense, el duque Francisco III de Zúñiga y Sotomayor (1591-1601) promulgó, el 29 de agosto de 1592[17],

que las quistiones y cossas que subçedieren en el dicho lugar siendo los tales negoçios que se ofreçieren por palabras livianas, y no queriéndolo la parte agraviada seguir sobre ello su justiçia puedan los alcaldes del dicho lugar sobre lo susodicho soltar libremente a los que estubieren pressos, para averlos de rremitir a la cárçel pública desta dicha villa, no se aviendo hecho ynformaçión sobre ello, y aviéndose, se rremita la dicha ymformaçión a la justiçia desta dicha villa con el presso o pressos que ovieren delinquido.

Conforme transcurrieron las décadas, los alcaldes y los regidores mercaderes se percataron de que eran los invitados de piedra del sistema político y apenas contaban para la gestión municipal. La alcaldía de primer voto, que era quien tenía la última palabra, estaba en manos de los cristianos viejos. A la vista de los hechos, los políticos mercaderes, una vez que tomaban posesión del cargo, se ausentaban de la aldea y cargaban todo el peso de los oficios de regimiento sobre los labradores. El gremio labrador puso en conocimiento del corregidor de Béjar el absentismo político de los mercaderes para que pusiera remedio[18]:

algunos luego que reçiben las varas que açetan el dicho ofiçio se ausentan del dicho lugar y se van con sus mercaderías por todo el reyno y no buelven al dicho lugar a usar el dicho ofiçio dende a quatro o seys meses, y el ottro alcalde de los labradores por la mayor parte asiste en el dicho conçejo, o lleva todo el trabajo del año y asimismo los regidores, acudiendo los que quedan a llevar las cargas del dicho conçejo y a cumplir las faltas que los ausentes hazen.

El estatuto político discriminatorio relegó a los cristianos nuevos a una escala social inferior y acentuó la radicalización de los gremios corporativos ralentizando el proceso de asimilación de los mercaderes. Las cofradías labradoras ortodoxas del Sacramento, San Juan Bautista de la Penitencia y Ánimas del Purgatorio acoplaron el filtro segregatorio que enviscó las relaciones políticas y sociales de 1588 a 1675, los años de mayor conflictividad. Los mercaderes se reagruparon en la cofradía de Nuestra Señora de la Asunción, que refundaron en 1604, y articularon unas nuevas constituciones, algunas de cuyas reglas rememoraban las ordenanzas comunales medievales de Castilla[19]. La hermandad de la Asunción se comportó como una institución autóctona y solidaria con sus correligionarios. Los mercaderes sustentaron sus intereses económicos con el privilegio real del textil concedido por Felipe III para vender lienzos en Madrid en 1615, e incrementaron su debilitada demografía estrechando los vínculos matrimoniales con los correligionarios de la comarca. Pero se mostraron refractarios con el campesino.

En el ecuador del siglo XVII, las familias mercaderes con poder adquisitivo que se hallaban en pleno proceso de asimilación en la cultura cristiana, arroparon sus linajes con los hábitos eclesiales: canónigo, cura rector, presbítero, beneficiado y capellán; asumieron la dirección de la iglesia parroquial de Santa María desde 1624[20]; patrocinaron la fabricación de imágenes religiosas, como el Cristo del Socorro en 1638; y fundaron el convento de los religiosos trinitarios descalzos en 1654. La abolición del estatuto de sangre en la hermandad del Sacramento en 1644, y en el concejo en 1661, fue contestada por los labradores cristianos viejos con el grafiti del sambenito contra el cura párroco de Santa María y sus familiares en 1675, y la publicación del libelo difamatorio con las genealogías judías de los lenceros, vecinos del barrio de arriba, en 1671, para que Hervás no olvidase sus raíces. En este conflictivo contexto histórico se incentivaron las donaciones de bienes por los mercaderes, y por algunos labradores, a la iglesia parroquial de Santa María (Fig. 1).

Fig. 1. Fachada de la iglesia de Santa María de Hervás, s. XVI.

 

Donaciones mercaderes en el siglo XVII

En el inventario de los bienes de la iglesia parroquial de Santa María realizado el 6 de octubre de 1659 por el cura rector mercader Gabriel Sánchez Gómez, custodiados por el sacristán Agustín Rojo, desglosó los ornamentos del sagrario del altar mayor destinados al servicio del Sacramento, la cruz grande de plata donada por Hernando Chirinos, que tenía en préstamo la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, cálices, piezas de seda, aras, corporales y palios para los corporales, casullas, ternos, capas de coro, mangas de cruz, palias para la puerta del sagrario, frontales, alfombras, paños del facistol, materiales de lienzo, albas, amitos, cíngulos y cortinas[21].

Asimismo, el cura párroco registró una serie de objetos litúrgicos, como la custodia del Sacramento, la cruz grande de plata, el incensario, la naveta y la salvilla, que se hallaban en poder del mayordomo de la iglesia.

Parte del vestuario de los clérigos y otros objetos de culto se hallaba en mal estado de conservación. Había bandas de tafetán con puntas rotas y viejas, corporales viejos, un terno de damasco blanco con cenefas bordadas viejas, una manga de terciopelo negro que utilizaban en los servicios fúnebres, muy vieja y rozada, una alfombra quebrada y otra vieja e inservible. Y al paño morado del facistol de madera viejo le faltaba el forro.

A un libro que empleaban los sacerdotes en la misa dominical le faltaban hojas. El hijo de Nicolás Sánchez había maltratado el libro que utilizaban los clérigos de Santa María para oficiar las vísperas de Adviento y de Navidad hasta la cuaresma, pero había reparado el daño.

Conforme los mercaderes se integraban en la jerarquía de la iglesia diocesana y demolían los estatutos vejatorios en las cofradías ortodoxas de San Juan Bautista de la Penitencia y del Sacramento, manifestaron su adhesión inquebrantable con el magisterio católico a través del patrocinio de imágenes y la donación de ornamentos litúrgicos y de vestuarios para los clérigos a la iglesia parroquial, incrementando el legado patrimonial eclesiástico.

Verbigracia, Juan Gómez, el primer canónigo mercader hervasense de la catedral de Plasencia, dadivó a la iglesia un frontal de tela blanca y tafetán bermejo al altar de la virgen del Rosario y cinco frontales de tafetán colorados.

El clérigo Alonso Gil de Aguilar regaló varios sobrecálices para cubrir los cálices de la cofradía del Sacramento, una salvilla de plata sobredorada, una palia de puntas de plata sobre tafetán para la puerta del sagrario del altar mayor, y un pendón de damasco colorado para administrar el viático a los enfermos, en pago por el vestuario de damasco bermejo que había tomado para su uso personal.

La mujer de Pedro Gómez entregó una limosna que la parroquia destinó para confeccionar un alba para la imagen del Cristo del Socorro.

María López Burgalés, fundadora del convento de los religiosos trinitarios descalzos, obsequió a la parroquia una muceta de damasco para administrar el viático a los enfermos. Su hijo Bernardo López de Hontiveros donó un cofrecito para depositar el Sacramento el día de Jueves Santo, y su mujer María Fernández (o Hernández) del Castillo, una cama blanca de seda con puntas para el Sacramento y un frontal de damasco.

Diego Muñoz el Indiano regaló dos coronas de plata a la virgen del Rosario y su mujer María Hernández de Losada una hoja de hechura de caimán.

El pendón de damasco donado por el clérigo Juan Gil de Aguilar para el servicio de la extremaunción y los candelabros de plata obsequiados a Nuestra Señora de las Angustias por el mecenas de la industria textil Juan López del Castillo[22], cierran el capítulo de las donaciones mercaderes a la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción de Aguas Vivas, cuyo sobrenombre recibió en el siglo XVII.

Solamente figuraron en los registros eclesiales dos cristianos viejos. El tafetán entregado por Andrés del Río para colgar en las festividades religiosas y una banda de tafetán colorada con puntas de oro que ofreció Francisco Díaz del Campo por una misa de ánima.

En cuanto al patrimonio de los altares, capillas e imágenes, el cura párroco Gabriel Sánchez Gómez desglosó el siguiente inventario:

En el Altar maior ay una imagen grande de nuestra señora.

En el altar del rossario está la imagen del rossario = otra imagen portátil de nuestra señora para las procesiones = una imagen de san Martín = otra de san blas =

Otra imagen de nuestra señora de las Angustias en su altar con su manto negro [Añadido posterior: con san Antonio con el niño en las manos.]

En el altar del santo nombre de Jessús está la imagen del niño Jessús, y otro niño Jesús portátil para las processiones = una imagen de san Juan = otra de nuestra señora del Carmen.

El santo christo del socorro está en su altar.

En la sacristía está un quadro del santo christo de orensse = un quadro viejo del descendimiento de la cruz = una imagen de nuestra señora pintada en tabla pequeña = un espejo viejo. [Añadido posterior: otra imagen de santa catalina, un santo christo en su sepulcro, un eçce homo en su caja con su christo crucificado.]

En el altar de abajo está un santo christo de bulto pequeño en su caxa, esta imagen es de la cofradía de la Veracruz.

Presidían los cuatro altares de la peana de madera: la virgen del Rosario, el Dulce Nombre de Jesús, el cristo del Socorro y la Vera Cruz. Se hallaba la peana en un lateral de la nave de la iglesia, entre el púlpito de hierro, que construyó el cerrajero placentino Juan Gutiérrez, en enero de 1621[23], y el coro de madera de 1622[24], con el facistol y el órgano, en mal estado de conservación en 1668. El púlpito y el coro fueron demolidos en la reforma de la década de los sesenta del siglo XX.

A modo de glosa, el inventario de los altares, capillas e imágenes de la iglesia parroquial realizado en 1716 mantuvo la estructura de la peana de madera, pero introdujo nuevas imágenes[25]:

En el Altar Maior la Ymagen de nuestra Señora de Aguas bibas a un lado con su niño en los brazos Y Al otro lado la Ymagen de nuestro Redemptor Crucificado.

Mas en el Altar de nuestra Señora del Rosario ai la dicha Ymagen con su niño en los Brazos Y otra Ymagen pequeñita con su niño en los brazos y a los dos lados San Martín y San Blas.

Y las otra [sic] Ymagen de nuestra Señora de las Angustias con su hijo en los Brazos y a los lados dos Ymágenes la una de San Pedro de Alcántara y la otra de San Antonio de Padua con el niño Jesús en los Brazos.

Más en la capilla de nuestra Señora de las Angustias dos Ymágenes de Christo nuestro Señor la una con la cruz a cuesta, y la otra atado a la columna ambas metidas en sus caxas.

Más en el Altar del Dulce nombre de Jhesús están el niño Jhesús, San Juan, nuestra Señora del Carmen Y otra echura de un niño Jhesús pequeña.

Más en el Altar del Santísimo Christo del socorro está su Imagen.

Más en el Altar de la vera cruz ai una ymagen de Christo crucificado otra en el sepulcro y Santa lucía y san Marcos.

Durante el período de mayor convulsión social, la iglesia parroquial incrementó sus bienes materiales con las donaciones colectivas realizadas por un grupo de labradores y mercaderes a través de las zuizas, (o suizas), también llamadas soldadescas[26]. Un grupo de vecinos, preferentemente de ideología afín, efectuaba una colecta económica que entregaba a la iglesia parroquial para financiar la construcción de un altar, o de una imagen, o comprar ajuar para adornar los altares, los santorales, o el vestuario de los sacerdotes. Los donantes alardeaban en formación militar por el interior de la iglesia, con su correspondiente graduación, capitán, maestro de campo, alférez, sargento, cabo y soldado, a la usanza de los tercios de infantería suizos, y entregaban la dádiva a la iglesia en un acto solemne que realizan un día de fiesta religiosa.

En 1616, los mercaderes lenceros, en agradecimiento por la concesión por Felipe III del privilegio real, donaron un palio de brocado rojo de seis varas, valorado en más de seiscientos reales, a la virgen del Rosario y al Sacramento para lucirlo en las procesiones. Capitaneó la suiza Juan López de Hontiveros, futuro mercader de lonja, Diego López intervino como maese de campo, Diego Sánchez en el rol de alférez, Juan Gil de Aguilar con la graduación de cabo, los sargentos Antonio Sánchez y Hernán López y los soldados Juan Barrios y Domingo Blasco[27].

El 6 de junio 1623, veinticuatro cristianos viejos recaudaron mil reales para una suiza benéfica que destinaron a la virgen del Rosario[28]. El 19 de junio, onomástica de los patronos san Gervasio y san Protasio, treinta y dos labradores y mercaderes formaron una compañía militar que aparejó mil quinientos reales, que invirtieron en comprar una tapicería y colgaduras para engalanar la escenografía de las fiestas patronales del Rosario y del Corpus[29]. El 6 de julio, cincuenta mercaderes y labradores capitaneados por Diego Muñoz, alcalde por el gremio mercader, que pagó una limosna equivalente a cuatro soldados, el maese de campo Francisco Sánchez de la Corredera, que tributó el precio de tres soldados, el alférez Pedro Hernández Montemayor abonó la cifra de dos soldados, los sargentos (labradores) Alonso Gil Hidalgo y Juan Gómez de Cuevas, familiar del Santo Oficio, Francisco Cano, Domingo Gómez y Alonso Sánchez (mercaderes), pagaron por un soldado y medio, el cabo de escuadra Juan Muñoz Cerero y sus hijos Fuste Sánchez y Juan Muñoz, un soldado y medio, y los soldados Andrés Gómez de la Corredera, Alonso Sánchez de Juan Sánchez, Francisco Sánchez de Miguel Sánchez, Antonio López, Antón Muñoz, Juan Cano (mercaderes), Francisco Hernández de la Corredera y Diego de Arcilla (labradores) y otros quince soldados, entregaron a la iglesia parroquial cuatro mil cuatrocientos reales para financiar las andas de plata del Sacramento[30].

El 24 de junio de 1637, diecisiete mercaderes decidieron organizar «una zuiza de fiesta y regozijo» en honor de la virgen del Rosario, el 2 de julio, consistente en dos cajas de tambores y una bandera. Formaron la escuadra el capitán Antonio García, el alférez, Fustes Sánchez, el maestro de campo Pedro Gómez, los sargentos Alonso Sánchez de Alonso Sánchez y Francisco Sánchez de Ana Sánchez, tres cabos y siete soldados[31].

El 28 de junio de 1638, treinta y tres mercaderes comandados por el lencero Juan López Ibáñez, mientras aguardaban el paso del duque Alonso II de Zúñiga en la encrucijada de Las Cañadas, acordaron patrocinar la construcción de la talla del cristo del Socorro, cuyo coste no sobrepasaría los doscientos ducados[32].

La capilla de san Bartolomé, que patrocinó el clérigo Juan Bajo en 1522, fue reformada en 1636. La imagen fue inhumada en 1685[33]:

por cuanto en la iglesia deste lugar ai una echura de vusto de san Bartolomé y otra que por lo antigua mala fábrica y proporción están indecentes y sin la veneración que se les debe, mandó su merced se entierren en lugar decente.

La virgen del Rosario, patrona de los mercaderes, y el Sacramento, orla de los labradores, fueron las mayores agraciadas por las donaciones de los mercaderes asimilados.

A finales de diciembre de 1653, dos meses después del fallecimiento de Juan López de Hontiveros, su viuda María López Burgalés manifestó su deseo de patrocinar un convento de religiosos de la orden de descalzos de la Santísima Trinidad redención de cautivos cristianos. La creyente mercader instituyó la obra piadosa por «el vien espiritual que dello se [a]segura así a los vezinos dél como a los de la comarca con el exemplo y doctrina de tan santa religión». Encomendó la edificación de su convento «en serbicio de Dios nuestro Señor y en bien de nuestras almas y de nuestros descendientes y en auxilio y lustre de nuestro linaje»[34]. (Fig. 2). La benefactora redimió del purgatorio las almas de sus abuelos Alonso Muñoz de Aguilar y María Sánchez la Gorda, cristianos nuevos de tercera generación. Testificaron la donación su criado Juan García, Francisco Bardón y Juan Díaz de Apodaca, de Madrid, y los padres trinitarios fray Gaspar de Jesús, ministro general de la orden de trinitarios descalzos, fray Diego de la Madre de Dios y fray Leandro del Santísimo Sacramento, definidores generales, y fray Juan del Santísimo Sacramento.

La iglesia contaba con «un dosel pequeñito de cama azul, es para acer el portal del nacimiento la nochebuena». Una tradición popular, con el repertorio de los villancicos y la misa del gallo, que conserva la localidad.

Los curas y beneficiados utilizaron ropajes del vestuario parroquial para distintos usos. Así, en la inhumación del sacerdote mercader Juan Muñoz de Aguilar, la parroquia permitió que utilizase una casulla vieja en el sudario. Y en el deceso del presbítero Francisco Gil de Aguilar se empleó otra casulla.

En el ecuador del siglo XVII, las familias Aguilar y Sánchez Gómez controlaban la dirección de la iglesia parroquial, y los López de Hontiveros y Castillo la manufactura textil.

Entre los utensilios propiedad de la iglesia, había un instrumento de hierro para fabricar las obleas o formas consagradas que administraban en la comunión. En el segundo cuerpo de la torre de la iglesia había tres campanas, dos grandes y una pequeña, y una campanita «en el texado para tañer aver a Dios». También se sirvieron los clérigos de Santa María de una cruz de latón vieja que utilizaban en los funerales de los niños. Y había una campanita para el servicio del altar mayor y otras dos pequeñitas, una de ellas sin badajo.

En el capítulo de los libros de oraciones, el cura párroco de Santa María anotó cinco misales viejos, tres misales nuevos, uno de los cuales se llevó el vicario general de la diócesis de Plasencia para repararlo, dos manuales, y cuatro libros grandes de canturía por punto, uno para el oficio de las vísperas de Adviento y de Navidad hasta la cuaresma, otro libro grande para las vísperas de la dominica, con el oficio de difuntos, desde pascua florida hasta adviento, otro libro para las vísperas de los santos y algunas festividades, el libro que utilizaban los sacerdotes en las misas dominicales y un libro forrado en pergamino para los oficios de la Semana Santa.

En los utensilios de madera catalogaron cinco estanterías para depositar los misales durante los oficios divinos, el facistol para cantar la epístola y el evangelio en las misas de los diáconos, un candelabro de madera en el que colocaban el cirio pascual, varios cofrecitos para preservar el Sacramento el Jueves Santo, y el tenebrario para colocar las velas.

En la iglesia había doce bancos de maderas que estaba reservados para los hombres solteros, tres bancos con respaldo, uno de ellos junto al altar mayor y los otros dos en la capilla mayor, o en la sacristía. En el banco del altar mayor se sentaban las autoridades del concejo, según establecía el orden protocolario (Fig. 2).

Fig. 2. Retablo de la capilla de Nuestra Señora de las Angustias, s. XVIII, hoy, altar mayor de la iglesia de Santa María.

Por último, la parroquia registró dos calderos para el agua bendita y una bacía.

 

 

 

Apéndice. Documento 1

APH, «Libro antiguo de la fábrica de la iglesia (1653-1720)», Inventario de bienes 1659, fols. 1-9[35].

 

[Fol. 1] En el lugar de herbás, diócessis de Plasencia en seis días del mes de otubre de mill y seiscientos y cinquenta y nuebe años, su merced el señor licenciado Gabriel sánchez, cura rector de la parroquial de este dicho lugar, izo imbentario de los bienes y ornamentos que tiene la dicha iglesia para que agustín Roxo, sacristán della, los tenga en fiel custodia y guardia para cada y quando le sean pedidos, el qual imbentario se izo en la forma siguiente = y de él se izo cargo dicho sacristán, excepto la custodia del santíssimo sacramento; cruz grande; incensario; y nabeta y salbilla, lo qual está en poder del maiordomo; como ba anotado a la margen de lo qual no se ace cargo. [En el margen de la derecha: la salbilla se consumió en los dos cálices nuebos que se tiene.]

 

Cossas del sagrario para el servicio del santissimo sacramento =

[En el margen de la izquierda: maiordomo.] Primeramente una custodia labrada de plata con su cruz y crucifixo ilegible para poner el santíssimo sacramento quando se celebra su fiesta.=

[En el margen de la izquierda: maiordomo.] Más una cruz grande de plata (con su manzana labrada) de imaginería con su crucifixo de bulto a una parte y a la otra una imagen de nuestra señora.

[En el margen de la izquierda: maiordomo.] Un incensario de plata, rico grande, con sus cadenillas de plata =

[En el margen de la izquierda: maiordomo.] Más una nabeta de plata con su cucharilla =

[fol. 1 v.] [En el margen de la izquierda: maiordomo.] Más una salvilla de plata sobredorada que dio Alonso Gil[36]. [En el margen de la derecha: Esta se consumió para aderezar dos cálizes, que se izieron nuebos, año 65, siendo cura el señor gabriel sánchez.] [En el margen de la izquierda: ojo.] Y se advierte que destas cinco piezas anotadas a la margen no se le ace cargo al sacristán, porque están en poder del maiordomo de la iglessia.

Iten un relicario de plata dorado de buen tamaño en que está el santíssimo sacramento.

Más una caxita de plata pequeña dentro del sagrario, para que dé el santíssimo sacramento mientras se da a los enfermos.

Más unas crismeras de plata que son tres vasos, las dos pegadas en un palo de plata para el santo olio y chrisma, y otra para el olio de los enfermos, con sus tapaderas y cruz =

Más una cruz de plata mediana que es por dentro de madera con su crucifixo; es para la manga negra de difuntos.

Más una fuentecilla, o salvilla pequeña de plata para las vinageras, está en la iglessia =

Un vaso de plata para dar labatorio a los seglares quando comulgan =

Mas quatro pares de vinageras de plata.

Dos cucharitas de plata para las vinageras, digo para llebar el agua en el cáliz, están torbadas en los purificadores =

Más otras dos pares la unas con tapaderas y todo lo demás sin tapaderas.

 

Cálices.

  1. Un cáliz de plata sobredorado con su patena.
  2. Mas dos cálices de plata llanos con sus patenas.

3 Más tres cálices de plata pequeños y de poca plata y antiguos, y el más pequeño es [en el margen de la izquierda: 6 cálices] [fol. 2] de la capellanía de  juan bajo = son seis los cálices en todo.

 

Cosas de seda.

Un pabellón de tela azul con que se cubre el santíssimo sacramento.

Otro de tela blanca para el mismo efeto.

Otro de cama blanca con puntas, diole doña maría del castillo[37].

[En el margen izquierdo: 32 son los sobrecálices.] Beinte sobrecálices, viejos y nuebos, para cubrir los cálices, de tafetán = dio alonso gil algunos de ellos.

Un dosel pequeñito de cama azul, es para acer el portal del nacimiento la nochebuena.

Más quatro bandas de tafetán, la una verde con rapacetos de plata falsa, la otra morada con puntas mui rotas y biejas, que no son de provecho, otra colorada con unas puntillas malas y biejas, otra negra.

Más otra colorada con puntas de oro diola francisco díaz del campo por una misa que se le dijo = [En el margen de la derecha: esta colorada y se consumió.]

 

Aras.

[En el margen de la izquierda: quebróse una.] Siete aras: las cinco está insertas en los altares; otra está en el sagrario, otra está suelta para llebar a las ermitas.

Más dos nuebas de las hermitas.

 

[fol. .] Corporales.

Los corporales son beinte y cinco, con el que está en el sagrario y todos viejos = ai nuebos y viejos 30 con el que está en el sagrario y todos con sus palios.

Palias de corporales.

Diez palias para los corporales.

 

Casulias.

Una casulla de damasco blanco con zenefa de imaginería sobre vaso colorado.

Otra casulia de tela parda falsa bordada la cenefa de falsso.

Dos casulias verdes de damasco.

Dos casulias pagiza de damasco con zenefa de imaginería.

Dos casulias moradas, la una de damasco y la otra de terciopelo con imaginería la zenefa y esta no tiene estola ni manipulo, que se consumió.

Una casulia de raso negro de ramos, con galón de plata.

Más cinco casulias de chamelote de diversos colores que se compraron de don manuel con galoncillo de plata.

Son quince casulias las de seda hasta aquí=

Más otra casulia que se izo del frontal maior de tela del altar maior como refiere la partida de frontales =

 

Ternos

Un terno de damasco blanco, con zenefas bordadas y biejas, que se entiende una casulia y dos dalmáticas =

Otro terno con damasco negro con zenefas de brocatel, que se entiende casulia y dalmáticas =

Otro terno de tela rico, que se entiende casulia [fol. ] y dalmáticas =

Quatro casulias mui biejas que no pueden serbir y, las dos de terciopelo y las otras de catatufa = [En el margen de la derecha:] llevó una el liçençiado françisco gil quando se sortearon = y llebó otra el liçençiado juan muñoz quando se enterró =

Cinco casullas de damasquillo colorado falso, que sirven de ordinario =

 

Capas de coro =

Una capa  de damasco colorada y bordada vieja =

Otra capa de damasco blanca y bordada.

Otra capa de terciopelo negro de difuntos.

Otra capa de damasco morada.

Mangas de cruz.

Una manga bordada sobre terciopelo colorado; está esta mui bieja y lo bordado está destruido.

Una manga de terciopelo negro para los entierros, también es mui bieja y rozada.

 

Palias para la puerta del sagrario.

[En el margen de la izquierda: Son ocho palias las que ai.] Quatro palias que se ponen a la puerta del sagrario, la una de primavera con una cruz en hilo de plata falsa i está esta bieja =

Otra colorada de raso, con el santíssimo y dos Ángeles bordados de seda a los lados.

Otra de puntas de plata sobre tafetán que dio Alonso gil.

Otra de raso negro con una cruz de biejo apegada en ella.

 

[fol. ] Frontales.

[En el margen de la izquierda: un frontal blanco de tela para el altar maior.] Un frontal de tela azul de flores entero para el Altar maior = De este se izo una casulia y en su lugar se puso el blanco de la tela.

Otro de terciopelo colorado con sus frontaleras sembradas de cortaduras de colores, del altar maior.

Otro de damasco blanco con sus frontaleras para el Altar maior.

Otro de damasco morado entero para el altar maior.

Otro frontal de brocatel verde con frontaleras de brocatel coloradas para el altar maior =

[En el margen de la izquierda: los frontales están en vastidores escepto este de raso verde con caracolillos que sirve al santo christo de abaxo =] Otro frontal de raso verde con caracolillo negro sirve al santo christo de abajo.

Dos frontales de tela azul falssa enteros, estos están puestos al altar de nuestra señora de el rossario y al del santo nombre de jesús.

Más otro frontal de tela blanca /entero/ para el altar del rossario diole el señor canónigo Juan gómez.

Un frontal de damasco morado entero para el altar de las angustias.

Un frontal de tela rico y entero para el niño Jesús.

Otro de tela parda falsa sembrado de algunas bordaduras, es para el altar de las Angustias= es entero.

Dos frontales de brocatel colorados y enteros son el uno para el santo christo del socorro y el otro es para las angustias.

[En el margen de la izquierda: este no tiene frontalera y no está en bastidor y sirve en …] Mas dos frontales de damasco blancos con frontaleras coloradas = y otros dos de damasco colorado, el uno no tiene frontaleras y el otro la tiene coloradas = estos quatro frontales son de los altares de abajo y están viejos.

[En el margen de la izquierda: este no está en bastidor y no sirve por ser mui viejo.] Otro de rasso blanco mui biejo, con frontaleras sembradas de cortaduras, este es para el altar maior.

[En el margen de la izquierda: Más otro frontal de tela para el Santo christo.] Más cinco frontales de tafetán colorados que dio el liçençiado [fol. ] Juan Gómez canónigo de la santa iglesia de plasencia, están … diolos años 1660.

Más otro frontal de damasco que dio doña María de el castillo muger de don Bernardo lópez de hontiberos el año 1661 =

 

Alfombras.

Una  alfombra, esta se partió por medio y está en dos pedazos.

Más otra alfombra pequeña =están mui biejas, tanto que no pueden servir =

 

Imagines [sic] =

En el Altar maior ay una imagen grande de nuestra señora.

En el altar del rossario está la imagen del rossario = otra imagen portátil de nuestra señora para las procesiones = una imagen de san Martín = otra de san blas =

Otra imagen de nuestra señora de las Angustias en su altar con su manto negro [Añadido posterior: con san Antonio con el niño en las manos.]

En el altar del santo nombre de Jessús está la imagen del niño Jessús, y otro niño Jesús portátil para las processiones = una imagen de san Juan = otra de nuestra señora del Carmen.

El santo christo del socorro está en su altar.

En la sacristía está un quadro del santo christo de orensse = un quadro viejo del descendimiento de la cruz = [En el margen derecho: este se consumió], una imagen de nuestra señora pintada en tabla pequeña = un espejo viejo. [Añadido posterior: otra imagen de santa catalina, un santo christo en su sepulcro, un eçce homo en su caja con su christo crucificado.]

En el altar de abajo está un santo christo de bulto pequeño en su caxa, esta imagen es de la cofradía de la Veracruz.

 

[fol. 6v.] Paños de facistores [sic].

Un paño de tafetán colorado tiene alrededor una lista de tafetán verde.

Otro paño de damasco blanco con listas de amarillo.

Otro paño de tafetán de colores de granada.

Otro paño de tripa morado viejo, fáltale el forro por ser mui antiguo.

Otro paño del terno rico.

 

Cosas de liezo [sic].

Un paño de lienzo para limpiarse las manos los sacerdotes, está mui biejo, solía estar puesto a la fuente de la sacristía.

Tres sobrepellices [nuebos] para los señores curas y beneficiados.

Tres sobrepelizes [sic] viejas, están mui remendadas y mui malas.

[En el margen de la izquierda: Consumióse una en aderezar las … año 63 = otra consumióse en  aderezar el retablo de las angustias quando se doró.]

Quatro sobrepelices [sic] de lienzo mui biejas son para los muchachos.

[En el margen de la izquierda: Consumióse la una en aderezos.] Dos sobrepelizes [sic] de lienzo para el sacristán son mui biejas.

Diez pañitos de mano para limpiarse los saçerdotes quando dicen missa, algunos están biejos.

[En el margen de la izquierda: Consumióse un mantel del altar mayor en el altar de san Agustín quando se doró = son 31.] Más treinta y dos tablas de manteles, las quatro para el altar maior; y las demás para los otros altares del socorro y Angustias.

[En el margen de la izquierda: Más otra tabla para el altar mayor y otra para el santo christo, digo que son treinta y tres por todas año de 69 =]

Y para la credencia algunos de ellos tienen puntas.

 

[fol. 7.] Albas.

[En el margen de la izquierda: Llevó una el licenciado.] Tres albas nuebas con puntas, y nueve viejas y remendadas.

Más otra alba de lienzo = con trece casullas no son más de doce =

[En el margen de la izquierda: ojo] Más un alba que se hizo de un poco de lienco con la limosna a el santo christo quando se dio y fue la mujer de Pedro Gómez.

No son más doce albas porque llevó una el licenciado francisco gil =

[En el margen de la izquierda: Ojo.] De estas se consumió otra en adereçar las demás año de 68 son once por todas, más se consumió otra año de 70 =

Hiçiéronse tres con puntas, ai por todas doçe albas = 12.

 

Amitos =

[En el margen de la izquierda: llevó una el licenciado Gil. Otro en aderezar sobrepellices se consumió, son ocho amitos.] Diez amitos viejos y nuebos [Añadido posterior: consumióse uno en aderezos.]

 

Cíngulos =

Quatro cíngulos buenos = [Añadido posterior: consumióse uno, más cinco son nuebos = no son más de 8 =]

 

Cortinas.

En el altar de el santo christo del socorro ay dos cortinas la una de tafetán morado y la otra alvelillo blanco =

En el altar del nombre de jessús ay un guardapolvo de angeo.

En el altar mayor ai otro de angeo.

En el altar del rossario otro de angeo biejo.

El de las Angustias ay una cortina de tafetán morado, y otra de velillo blanco.

[fol. 7v.] Un palio de damasco mui biejo para llebar el santísimo Sacramento a los enfermos.

Una muceta pequeña de damasco colorado para administrar el santísimo sacramento a los enfermos, no tierre forro =

Otra muceta que dio doña maría lópez burgalés para el mismo intento es de damasco raso =

Un pendoncito pequeño mui biejo de damasco con su cruz de plata pequeñita.

[Añadido posterior: Un pendón que dio el licenciado Gil  en pago de el bestuario que llebó es de damasco colorado es pequeño para sacramentar los enfermos.]

 

Lámparas.

Cinco lámparas de plata que están en los cinco altares de la iglesia.

 

Paños de púlpito.

Un paño de púlpito de brocatel morado para quaresma y adviento.

Otro paño de púlpito de tafetán de granada, amarillo y colorado.

En espejo Un cofrecito para las pastillas suele estar en los caxones de la sacristía.

Un paño de tela, digo de lana pesada con flecos de oro =

 

Cosas de metal.

Un ierro de acer ostias.

Una bacía.

Dos calderos para el agua bendita.

Tres campanas en la torre, dos grandes y una pequeña.

Una campanita en el texado para tañer aver a Dios.

[fol. 8.] [En el margen de la izquierda: Consumióse para la canpana.] y una cruz de latón vieja, es la que se lleba a enterrar los niños. [En el margen de la derecha: La manguita que tenía se consumió en aderezar la ropa año 67.]

Una campanita para el altar mayor.

Más dos pequeñitas, están sin badajo en el cajón de los frontales.

 

Tafetanes =

Más nuebe tafetanes de granada coloradas y amarillas que se cuelgan en las festividades, y están viejao y remendados. [En el margen de la derecha: consumióse en aderezar los demás año 67, andrés de el río = quedan ocho tafetanes.]

Dos faroles viejos y mui malos para llebar la santa unción a los enfermos.

Un paño negro para llebar las andas está biejo y roto, y mui maltratado.

Una ropa de paño negra para el sacristán, está mui bieja.

 

Libros y missales =

Cinco missales viejos.

Tres missales nuebos. [En el margen de la derecha: llebóse uno el señor vicario para aderezarle y no le … quarto los viejos =]

Dos manuales viejos.

Quatro libros grandes de canturía por punto, uno para oficiar las vísperas de adviento y navidad hasta la quaresma, fáltanle algunas ojas que le quitó … ijo de nicolás sánchez.

[fol. 8v.] Otro libro grande de canturía para oficiar vísperas dominicales, con el oficio de difuntos, al fin, que sirve desde pasqua florida asta el adviento, fáltale dos fojas = otro libro para oficiar vísperas de santos, el qual tiene algunas festividades, y al fin tiene el común de vísperas de santos.

Otro libro para oficiar las missas dominicales, fáltale muchas ojas y está satifecho este daño a la iglessía.

Más un libro aforrado en pergamino para el oficio de la semana santa, es en papel y anda en los caxones de la sacristía.

 

Cosas de madera.

Cinco estantes en que se ponen los missales para decir missa.

Un retril para oficiar missa y vísperas.

Un facistol para cantar la epístola y evangelio en las missas de diáconos.

Un candelabro de madera para el cirio pasqual está en la tribuna.

La madera para el monumento, está en la tribuna.

Doce bancos en que sse sientan los ombres solteros, y tres bancos de rrespaldo el uno está junto al altar mayor y los otros dos en la capilla mayor, o en la sacristía.

Un cofrecito en que se pone el santísimo Sacramento el juebes santo, está en colgado [fol. 9] en la sacristía = Otro cofrecito que dio Don Bernardo lópez para el mismo intento = este está en casa del maiordomo y no se le ace cargo al sacristan de el. [En el margen de la derecha: maiordomo].

Un tenebrario para poner belas, pónese en el candelero del cirio pasqual.

 

De todos los quales dichos bienes contenidos en este imbentario que es fecho en seis de otubre años de 1659 yo Agustín Roxo sacristán de la parroquial de este lugar de erbás, digo que me doi por entregado, excepto la custodia del santísimo sacramento, cruz grande, incenssario y nabeta y el plato = [En el margen de la derecha: este se consumió en hacer dos cálices nuebos] zaumado, y el cofrecito para el monumento, lo qual está en poder de el maiordomo y dello no me ago cargo, como consta en el principio y cabeza de dicho imbentario y lo firmé, dicho día, mes y año ut scripto [Rubricado.] Gabriel Sánchez. Agustín Roxo, sacristán.

 

* La cruz de plata que tiene la cofradía del Rossario es de la iglesia diola ernando de chirinos y tiénela emprestada a la dicha cofradía =

 

 

Documento 2

 

APH, «Libro antiguo de la fábrica de la iglesia (1653-1720)», Inventario de bienes, noviembre, 1716, fols. 77-78.

 

[fol 77.] Imágenes

En el Altar Maior la Ymagen de nuestra Señora de Aguas bibas a un lado con su niño en los brazos Y Al otro lado la Ymagen de nuestro Redemptor Crucificado.

Mas en el Altar de nuestra Señora del Rosario ai la dicha Ymagen con su niño en los Brazos Y otra Ymagen pequeñita con su niño en los brazos y a los dos lados San Martín y San Blas.

Y las otra [sic] Ymagen de nuestra Señora de las Angustias con su hijo en los Brazos y a los lados dos Ymágenes la una de San Pedro de Alcántara y la otra de San Antonio de Padua con el niño Jesús en los Brazos.

[fol. 77 v.] Más en la capilla de nuestra Señora de las Angustias dos Ymágenes de Christo nuestro Señor la una con la cruz a cuesta, y la otra atado a la columna ambas metidas en sus caxas.

Más en el Altar del Dulce nombre de Jhesús están el niño Jhesús, San Juan, nuestra Señora del Carmen Y otra echura de un niño Jhesús pequeña.

Más en el Altar del Santísimo Christo del socorro está su Imagen.

Más en el Altar de la vera cruz ai una ymagen de Christo crucificado otra en el sepulcro y Santa lucía y san Marcos.

Más en la Sacristía un ecce homo de Pasta con su cortina y caxa.

Más en la Sacristía un quadro de nuestro Señor en el sepulcro, otro de nuestra Señora de la Soledad, otro de San Pedro, otro de la Muerte y dos espejos medianos.

Más en la Yglesia un quadro de nuestra Señora de la Concepción, otro de nuestra Señora de Belén con los Marcos dorados, otro de nuestra Señora de la Soledad, otro del Santísimo Christo de Orense, otro de nuestra Señora del Puerto, otros [fol. 78] dos quadros de San Nicolás y una lámina de nuestra Señora del Populo.

Mas cinco cartones donde está la Gloria y el credo.

Y otros cinco donde está el evangelio de San Juan.

[1] Véase mi libro Historia del Antijudaísmo en la Alta Extremadura. II. Judíos, labradores y mercaderes de Hervás, Hervás: Libros del Lagar, 2023.

[2] AHPS, Prtlos, leg. 635, «Poder del conçejo de Hervás, 6 marzo 1575», fol. 133.

[3] AHN, Osuna, C. 224, D. 39; ed. Antonio Martín Lázaro, «Documentos geográficos-históricos», BM, 8, núm. 181, 1 julio 1924, pp. 9-11.

[4] AMH, leg. 31, carp. 22; ed. Alberto Muro Castillo, Hervás, de Lugar a Villa: Un capítulo de la historia de nuestro derecho público local, Cáceres: Universidad de Extremadura, 2002, pp. 103-104.

[5] ARCHV, Pleitos Civiles. Taboada, Olvidados, leg. 79, expte. 36; y AHPS, Prtlos, leg. 635, «Poder del conçejo de Hervás, 6 marzo 1575», fol. 133.

[6] Las asambleas municipales se realizaban bajo el arco de la torre de la iglesia y en el atrio de la iglesia hasta la construcción de la sede del ayuntamiento en la segunda mitad del siglo XVI, cuyo edificio se rehabilitó como cárcel, llamada «la casa de la perrera», destruida en el pórtico del siglo XXI. Sobre el solar se construyó el bloque de manzana de la calle Subida al Cabildo, número 1.

[7] Anastasio Rojo Vega, Documentos sobre los seis primeros duques de Béjar, Valladolid: Universidad de Valladolid 2008, pp. 114-117.

[8] Información de los cristianos viejos a la duquesa Teresa Sarmiento, en marzo de 1672, en AHN, Osuna, C. 267, D. 62, «Labradores 1648».

[9] AHN, Osuna, D. 267, D. 63. Se conservan listas de los nombramientos de los oficios, pero sin establecer diferencias entre las comunidades gremiales, en AMH, «Actas Municipales 1654», fol. 16v, y «Actas Municipales 1656».

[10] Véanse las consecuencias del estatuto en mi comunicación «El Libro Verde: paradigma del movimiento anticonverso en la diócesis de Plasencia en el siglo XVII», Memoria Histórica de Plasencia y de Las Comarcas 2022, XVIII, Universidad Popular, Excmo. Ayuntamiento de Plasencia, pp. 175-103.

[11] Juan Blázquez Miguel, Toledot. Historia del Toledo judío, Madrid 1989, p. 191.

[12] Véase mi trabajo, «La judería de Hervás (Cáceres): historia de una invención», XLII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo: Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura, 2014, pp. 255-283.

[13] Nació en 1545, su nieto Juan Gómez fue canónigo de la catedral de Plasencia (1623-1670), sus biznietos, Diego Sán­chez Gómez, mayordomo de la catedral de Plasencia (1658-1670), Diego Sánchez de León, recaudador del marqués de Montemayor, Francisco Ro­dríguez de Viga, arcediano de Béjar (1665), Jerónimo de Viga, oidor del consejo Real de Guatemala (1664-1680), y Diego Antonio de Viga, fiscal oidor de la Au­diencia de Manila (1676-1689); y su rebiznieto Diego Sánchez Zúñiga, chantre de la catedral.

[14] AHN, Inquisición, leg. 1988, núm. 25, fol. 6bis.

[15] Véase mi libro, Historia del Antijudaísmo en la Alta Extremadura. I. La madroña y el Peropalo, Plasencia: Asociación Cultural Placentina «Pedro de Trejo», 2022.

[16] AHN, Inquisición, leg. 1988, núm. 25, fol. 2v.

[17] AMH, leg. 31, carp. 26.

[18] AMH, leg. 31, carp. 25.

20 Gabriel Gómez fue el primer sacerdote mercader que dirigió la iglesia parroquial de Santa María, de 1624 a 1646; le sucedieron su primo Francisco Gil de Aguilar (1646-1647), Francisco López de Hontiveros (1647-1654), Gabriel Sánchez Gómez (1659-1678), Juan Muñoz de Aguilar el joven (1678-1683), Luis Sánchez (1687-1707), Tomás Sánchez Muñoz (1712-1720), Diego Sánchez Muñoz (1720), Juan Francisco de Aguilar (1720-1722) y Jerónimo Sánchez (1732-1762), comisario del Santo Oficio.

21] Véase el desglose del inventario en el apéndice Documento 1.

[22] Véase mi texto, «La fábrica de paños finos de Juan López del Castillo, Hervás 1716», L Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo: Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura, 2021, pp. 461-485.

[23] AHPCC, PN, leg. 2390, «Contrato de la obra del púlpito de la iglesia entre el señor cura y Juan Gutiérrez».

[24] AHPCC, PN, leg. 2391, Escritura de 6 octubre de 1622.

[25] Véase apéndice Documento 2; las mayúsculas figuran en el original.

[26] «Soldadesca, ó compañia formada, á imitacion de la Milicia, como suele hacerse festivamente en los Pueblos: y porque regularmente van armados con chuzos, ó picas, como los Zuizos, ó Suizos, le dieron este nombre […] Habiendose mandado á todos los Oficios saliessen en zuiza, y soldadesca, con Capitanes, banderas, caxas, y arcabuces, solo se reservaron las Artes del dibuxo», Diccionario de Autoridades, V, Madrid 1737, pp. 572-573, edición facsímil de la Real Academia Española, Madrid: Editorial Gredos, 2002; la cursiva en el original.

[27] Los mercaderes firmaron el acuerdo notarial en Madrid, el 5 de mayo de 1615, en AHPCC, PN, leg. 2385, «Da poder Juan López a Bartolomé López en rrazón de la zuyza, julio».

[28] AHPCC, PN, leg. 2392, «Conttrato de la zuyza, 6 junio 1623».

[29] AHPCC, PN, leg. 2392, «Zuiza de la colgadura, 19 junio 1623».

[30] AHPCC, PN, leg. 2392, «Conttrato de la zuiza para las andas del Santísimo Sacramento, 6 julio 1623».

[31] AHPCC, PN, leg. 2398, «Conttrato de la zuiza, 24 junio 1637».

[32] AHPCC, PN, leg. 2399, «Zuiza, 28 junio 1638».

[33] APH, «Libro antiguo de la fábrica de la iglesia, 1657-1720», visita de 2 de marzo de 1685.

[34] AHPM, Prtlos, leg, 7223, 12 diciembre 1653, s. f.

[35] En junio de 2023 acudí al archivo parroquial para revisar el inventario en el libro de fábrica de la iglesia de 1654-1720, pero que no hallé, por lo que no he podido anotar debidamente las foliaciones y corregir los defectos de la primera transcripción, que he realizado con las fotocopias que conservo. Las tachaduras figuran en el original. Los puntos suspensivos indican texto ilegible.

[36] La tachadura se realizó en una fecha posterior; el cura párroco y el mayordomo revisaron el inventario en 1660, 1661, 1663, 1665, 1667 y 1670 y eliminaron el vestuario o las piezas que se habían consumidos.

[37] María Fernández (o Hernández) del Castillo, esposa de Bernardo López de Hontiveros.

Oct 272023
 

Sonia López Ortiz

Estudiante de Doctorado en Información y Comunicación

e-mail: slopezor@alumnos.unex.es

 

RESUMEN

Se analiza la historia demográfica, tomando como variable el estudio de la mortalidad producida en la localidad de Villar del Rey durante los años 1850-1855, mediante la utilización de los libros sacramentales pertenecientes al fondo parroquial custodiados en los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz. Se pretende, además, precisar el concepto de demografía, destacando sus principales autores y fuentes empleadas; realizar una aproximación histórica a la Extremadura del siglo XIX; realzar la importancia delos Archivos Eclesiásticos para la investigación histórica y analizar las diversas variables extraídas de los registros parroquiales.

Palabras claves: Historia demográfica – Mortalidad – Villar del Rey – Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz – Fondos parroquiales.

 

 Introducción

El examen de la demografía histórica y, por consiguiente, el estudio de sus variables constituye un elemento clave para los estudios de carácter social. Orientamos pues, nuestro estudio en las corrientes de investigación de lo que la Escuela de Annales denominaba Historia total, al afectar a numerosos aspectos de carácter económico, político o cultural. Al tener como objeto de estudio al individuo en sí mismo, podemos obtener evidencias en cuanto a las costumbres y tradiciones sociológicas frecuentadas en un determinado período; así como las repercusiones políticas, económicas y sanitarias que afectan a las diversas variables que estudia la historia demográfica.

Por ello, a través del siguiente artículo, se pretende realizar un análisis que, en una primera lectura tiene un eje demográfico, tomando como factor principal la mortalidad, con el objetivo principal de conocer si sus consecuencias traspasan lo meramente poblacional hacia contextos sociales, económicos y mentales. Y todo ello lo abordaremos en una localidad (Villar del Rey) durante los años 1850 – 1855, utilizando como herramienta los libros sacramentales que los fondos parroquiales de los Archivos Eclesiásticos de Mérida – Badajoz custodian en su interior.

Para su consecución, se han establecido otros de carácter específicos:

  • Precisar el concepto de historia demográfica, a través de una revisión bibliográfica; examinar brevemente el contexto histórico para la Extremadura en el siglo XIX y la institución que ha propiciado su elaboración.
  • Identificar y examinar las partidas parroquiales pertenecientes a los libros sacramentales de Villar del Rey como principal fuente de estudio, con el fin de destacar la importancia de esta herramienta para las investigaciones demográficas.
  • Cuantificar los datos de la mortalidad y sus diferentes variables: cronología, edad, sexo, principales causas de mortandad y los tipos de funerales oficiados; y analizar cualitativamente los datos extraídos para contextualizarlos social, económica y mentalmente.

Con respecto a la metodología, se ha llevado a cabo mediante las siguientes fases:

  • Método inductivo: mediante la recopilación de la información. Para ello, en primer lugar, hemos identificado las series documentales pertenecientes a la localidad de Villar del Rey y hemos seleccionado la mortalidad como principal objeto de estudio.
  • Elaboración de una base de datos en Excel para la extracción de los datos. Los campos son los siguientes: Signatura (código de identificación de la caja); Libro (número de la caja y el libro, así como sus fechas extremas); Lugar (ámbito geográfico analizado, en nuestro caso Villar del Rey); Fecha (día, mes y año de defunción); Sexo (masculino / femenino); Edad; Adulto /Párvulo (basándonos en las partidas sacramentales, hemos establecido que un párvulo comprendería la edad desde que nace hasta los siete años; y adulto, desde los ocho años en adelante); Causa de mortandad y tipo de funeral oficiado.
  • Tras la compilación de datos, se ha procedido a su posterior análisis cuantitativo, formado por los siguientes: 1. Análisis cronológico; 2. Análisis por sexo; 3. Análisis por edad; 4. Análisis por mortalidad; 5. Análisis por tipos de funerales empleados.
  • Metodología histórica: a través de un muy escueto análisis histórico de la institución conservadora de la documentación; así como del período estudiado.

Es necesario destacar que la elaboración de nuestro estudio viene marcada por las investigaciones de varios autores en materia de Demografía, Historia y los Archivos Eclesiásticos. Debido al amplio contexto en que nos encontramos, se ha dividido en tres partes el estado de la cuestión, destacando los principales autores que han influido en su elaboración:

  • La demografía histórica: con el fin de definir el término y clarificar el contexto principal en el que se centra nuestro trabajo, seguimos a varios autores especializados en la historia demográfica, fundamentalmente José Mariano Fernández López, que, a través de su tesis, estudia el concepto de la demografía, destacando la mortalidad como su principal factor, tomando como referencia la epidemia Cólera Morbo Asiática, producida en el siglo XIX.[1]. Asimismo, varios son los autores que orientan la demografía desde el punto de vista de la mortalidad, destacando las aportaciones de Bernabéu – Mestre[2] y a Josep L. Barona[3]. Además, es imprescindible destacar la obra de Jacques Vallin[4], que expone con claridad las diferentes herramientas utilizadas para la realización de investigaciones demográficas.
  • Historia extremeña durante el siglo XIX: Son abundantes los autores que abordan la historia de Extremadura durante el siglo XIX. Al tratarse de un período tan amplio, se ha sistematizado en los principales acontecimientos ocurridos que influyeron principalmente. Para ello, destacamos las aportaciones de Juan Carlos Monterde García[5], que ofrece un panorama sobre la Guerra de las Naranjas y el estallido de la Guerra de la Independencia. Asimismo, también debemos destacar el estudio de Juan García Pérez[6], acerca de los efectos socio-económicos producidos en Extremadura durante la Guerra de la Independencia. Y, la contribución de Francisco Javier Suárez Guzmán[7], que, a través de su tesis, aporta una visión sobre las repercusiones socio – sanitarias producidas tras las Guerras Carlistas, ampliando su estudio a través de otros investigadores que abordan la epidemia Cólera Morbo Asiática y sus consecuencias en diversas localidades de Extremadura.
  • Archivos Eclesiásticos de Mérida – Badajoz: Respecto al estudio de los Archivos Eclesiásticos, contamos con varias publicaciones realizadas por los autores Agustín Vivas Moreno y María Guadalupe Pérez Ortiz, que nos han permitido contextualizar el origen y la evolución[8] de la institución, así como destacar la relevancia del contenido de sus fondos[9], esencial para la realización de este estudio.
  1. La importancia de la historia demográfica

Los estudios demográficos son de vital importancia pues nos ofrecen una herramienta de gran utilidad que nos proporciona información sobre la evolución social, económica, política y cultural de un determinado territorio en un momento determinado.

Según la RAE, la demografía se define como el “estudio estadístico de una colectividad humana, referido a un determinado momento o a su evolución.”[10]

Sin embargo, son varios los autores que han querido matizar esta definición de carácter genérico:

Para José Mariano Fernández López, la demografía “tiene como objetivo el estudio de las poblaciones humanas y trata de su dimensión, estructura, evolución y características generales, consideradas desde un punto de vista cuantitativo. Por tanto, la demografía analiza aquellos procesos que determinan la formación, conservación y desaparición de las poblaciones”.[11]

Bernabéu – Mestre, en cambio, considera que “las causas de muerte, y en un sentido más estricto, las expresiones diagnosticadas que nos informan de las mismas aparecen, por tanto y a pesar de sus problemas y limitaciones, como un elemento clave en el análisis demográfico de la mortalidad”. Además, considera que analizar la mortalidad “en relación a la estructura social, a las desigualdades sociales existentes, entre otros factores de naturaleza socio – económica, pero también cultural, política, etc., puede ayudar a conocer la naturaleza real de los problemas de salud, enfermedad y muerte que afectan a una población”.[12]

Josep L. Barona, añade que “como fenómeno social, la muerte es un factor de primera magnitud que condiciona la estructura y dinámica interna de las poblaciones”. Siendo la razón por la que el estudio de la mortalidad se haya convertido “en una encrucijada de interés para todos los profesionales de las ciencias sociales: sociólogos, demógrafos, economistas e historiadores de la medicina”.[13]

Por todo ello, entendemos que los estudios de demografía histórica tienen una importancia mayor que la de la extracción de los datos para entrever las causas de mortalidad; pues uno de los “atributos más valiosos de la demografía histórica es su capacidad de suministrar medidas cuantitativas de acontecimientos pasados”[14]. Teniendo como objeto de estudio el marco familiar, facilita la extracción de datos significativos que permiten comprender la evolución social y cultural de una determinada etapa, a partir de los acontecimientos cotidianos ocurridos (nacimiento, matrimonio, defunción y migración), siendo considerados factores internos que afectan a este tipo de estudio. Además, nos concede acceso a un tipo de información que sirve para evaluar los factores externos (economía, sanidad, historia, política, etc.) que influyen y se ven influidos por los cambios producidos en la primera etapa.[15]

En definitiva, la demografía mide “el número y la periodicidad de dichos acontecimientos familiares, así como la estructura de las poblaciones en que tienen lugar”.[16]

Desde los años sesenta, se ha producido un importante progreso en las técnicas que permitían su estudio. “Esto es gracias a Fleury y Henry, cuyo desarrollo del método de la reconstitución de las familias ha hecho posible la obtención de una panorámica muy detallada de la demografía de cualquier comunidad que haya llevado un registro completo de los acontecimientos vitales acaecidos en sus límites”[17]. Gracias a herramientas como los registros parroquiales, los censos de habitantes o fuentes similares, se puede obtener información relevante para poder realizar su estudio. Quizás sea necesario destacar de manera extraordinariamente escueta las tres principales fuentes utilizadas por los demógrafos, que son:

  • Los censos de habitantes: “al principio, era una mera operación administrativa que permitía al soberano saber el número de sus súbditos, y, por ende, el monto de los impuestos que podía recaudar o estimar las tropas que podía reclutar”[18]. Sin embargo, como es sabido, se ha convertido en uno de los instrumentos de recopilación al que más recurren los demógrafos, por ofrecer datos como el número de habitantes que residían en la misma vivienda familiar, muy útil para estudios sobre la nupcialidad o natalidad.
  • El registro civil: “no sólo registra oficialmente los acontecimientos claves de la vida de los individuos (nacimientos, defunciones, matrimonios, divorcios), sino que permite además recoger en cada ocasión un cierto número de informaciones sobre los individuos respectivos, similares a las proporcionadas por el censo.”[19] Esta herramienta también es muy utilizada por los demógrafos por la variedad de información que se puede extraer para la realización de estudios demográficos de diversos tipos (natalidad, nupcialidad, migración, mortandad, etc.).
  • Los registros parroquiales: con la aprobación del Concilio de Trento (1545 – 1563) y su imposición de registrar y conservar todo aquello que el obispo y su curia realizaban, hoy en día obtenemos una de las herramientas más efectivas para los estudios demográficos. A través de los libros sacramentales, se puede obtener una valiosa información sobre los bautismos, matrimonios y defunciones producidas desde su aprobación, permitiendo conocer detalladamente los cambios que se producían de un año a otro. En definitiva, a partir de su análisis, se pueden determinar los motivos por el que se producían los cambios sociales; los cambios políticos y económicos producidos influían en las estructuras sociales; cómo las costumbres sociales influyen en el número de nacimientos producidos o cómo las condiciones sociales van a influir en la evolución sanitaria. Por este motivo, los registros parroquiales se han convertido en la principal fuente de investigación por la completitud y exactitud de sus datos, siendo los archivos parroquiales, instituciones muy importantes para la realización de investigaciones demográficas.
  1. Aproximación histórica a la Extremadura del siglo XIX

El siglo XIX estuvo marcado por ser un siglo bastante turbulento. Las consecuencias producidas tras la Revolución Francesa (1789) y la invasión napoleónica, se expandieron por todo el territorio español, comenzando con la Guerra de las Naranjas (1801); acto que culminaría en sólo dieciocho días, a través de la firma del “Tratado de Badajoz”[20] en la capital pacense. No obstante, esta paz duraría poco, pues años más tarde, se produciría la Guerra de la Independencia (1808 – 1814), convirtiéndose en uno de los actos más emblemáticos de la historia española, debido a que sería el “origen de una auténtica revolución política, los cambios políticos – institucionales que impulsaron la crisis del Antiguo Régimen y el desarrollo del sistema liberal.”[21] Sin embargo, bien es conocido que una guerra siempre viene acompañada de los desastres de la postguerra, que provocaron en todo el territorio español “una de las crisis más fuertes de toda su historia moderna, e incluso, el período contemporáneo”.[22]

Como resultado, España quedó libre de la invasión napoleónica, estableciendo como monarca a Fernando VII (1808 – 1833) y volviendo a incorporar el absolutismo del Antiguo Régimen. No obstante, breve sería su reinado pues, tras su muerte, volvería a iniciarse en España un período de guerras, donde “carlistas e isabelinos lucharán por el poder, en la llamada Primera Guerra Carlista, reflejándose en Extremadura más que como una guerra, como una sublevación y lucha de guerrillas[23]

Todo esto trae como consecuencia tanto al país como a la comunidad extremeña, un período de hambre, crisis económicas y epidemias. “La viruela en el plano internacional y la fiebre amarilla en el caso de España, fueron sustituidas por el Cólera Morbo Asiática.”[24] Esta es una de las más importantes enfermedades que asolaron por toda Europa. En el caso de España, hubo cinco grandes oleadas epidémicas del cólera. La primera, con sólo un año de duración (1833 – 1834) fue considerada la más grave de todas. En el caso de Extremadura, afectó principalmente a poblaciones tales como Alcántara, Almendral, Badajoz, Olivenza, Oliva de Jerez, Valverde, Villar del Rey y Talavera la Real.

La segunda oleada tendría lugar en 1855, siendo más notable en poblaciones como Badajoz, Llerena, Talavera la Real y Zafra. Con el resto de oleadas iría descendiendo su grado de gravedad, la tercera (1865) sólo afectaría a la provincia de Badajoz; la cuarta (1885) a seis localidades de la comunidad extremeña y la última (1890), considerada la más débil de todas, sólo tendría lugar en Llerena como única localidad con presencia de contagios.[25]

Esta epidemia se convertiría en una de las principales causas de mortandad de mediados del siglo XIX. Sin embargo, debido a las condiciones sociales y los problemas higiénicos/sanitarios, varios son los motivos de mortalidad que se producirían, ya que no sería hasta la mitad del siglo XIX que con “el fracaso revolucionario democrático de 1848, los cambios ideológicos triunfantes permitieran la eclosión de los grandes principios de la Medicina Social, donde autores como Neuman y Rudolf  Wirchow aportaron la idea básica de “la salud humana es un asunto de interés social; dando lugar a que la salud pública se convierta en obligación de la sociedad, considerando que “las medidas para promover la salud y luchar contra la enfermedad, deben ser no sólo médicas, sino también sociales”.[26]

A partir de este estudio, se profundizará en mayor medida en las causas de mortandad que se produjeron a lo largo de este siglo en la localidad de Villar del Rey. A pesar de no existir documentación relevante sobre dicha población, se analizarán diversos aspectos en base a los registros parroquiales de defunción con el fin de poder realizar un estudio demográfico enfocado a la mortandad producida.

  1. Los Archivos Eclesiásticos de Mérida – Badajoz: aproximación histórica

Gracias al aumento de las investigaciones sobre los diversos fondos que custodian los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz, podemos afirmar que su origen tendría lugar como consecuencia de la reestructuración del Obispado pacense en el año 1255, a manos del Obispo fray Pedro Pérez. No obstante, no sería hasta el siglo XVI, cuando, a consecuencia de la firma del Concilio de Trento, se produciría la consolidación del archivo.[27]

Asimismo, los notables sucesos ocurridos a lo largo de la historia de España influirían en la conservación de la documentación. Ejemplo de ello son la Revolución Francesa (1789) y la toma de la provincia pacense, hechos donde se producirían pérdidas notables. De igual modo, durante la Guerra Civil Española (1936 – 1939), a pesar de que los esfuerzos destinados a salvaguardar la documentación evitaron daños mayores, no se pudo evitar por completo el deterioro de la documentación. Análogamente ocurrirían, debido a los diferentes traslados producidos – Antiguo Palacio Episcopal, Sala Capitular de la Catedral de Badajoz, Nuevo Palacio Episcopal y la Casa del Cordón – importantes deterioros y pérdidas notables.

Finalmente, con el nombramiento como arzobispo a don Santiago García Aracil en el año 2006, se producirían cambios positivos en la diócesis. Gracias a su interés de salvaguardar el patrimonio histórico y ponerlo a disposición de los usuarios, se unificarían los fondos catedralicios y diocesanos en un único establecimiento, creando así los “Archivos Eclesiásticos de la Archidiócesis de Mérida – Badajoz”.[28]

Con respecto a su contenido, en su interior encontramos cinco grandes fondos documentales de incalculable valor. Al tratarse de un archivo de carácter histórico, dentro de sus dependencias nos encontramos con documentación datada desde el siglo XVI hasta el XX, permitiendo a sus usuarios enriquecerse con más de cinco siglos de historia extremeña. Los fondos son:

  • Fondo diocesano: Este fondo destaca por su importancia, pues custodia toda la “documentación generada por el obispo y su curia en el desarrollo de las múltiples actividades que les han sido asignadas[29]. Actualmente, dicho fondo se encuentra en período de identificación y creación del cuadro de clasificación e inventario, quedando aún un largo camino para su consecución. No obstante, cada día encontramos interesante documentación relacionada con las principales secciones que caracterizan el mencionado cuadro, como las visitas pastorales de la sección de Gobierno, las diferentes cuestiones económicas de la Administración, los diversos pleitos propios del Provisorato y Otras Instituciones dependientes del Obispado, como la Catedral o el Seminario.
  • Fondo capitular: También denominado fondo catedralicio, se caracteriza por la documentación “generada por el cabildo en el desarrollo de sus actividades, así como la recibida a consecuencia de ellas[30]. Gracias a la lectura de tesis de uno de nuestros compañeros del archivo, pronto se darán a conocer el cuadro de clasificación e inventario realizado para el fondo de la Catedral.
  • Fondo de la Orden de Santiago y de Alcántara: En las dependencias del archivo, encontramos la documentación perteneciente a las extinguidas órdenes de Alcántara y Santiago. Dichas agrupaciones, con gran valor histórico, ha producido una importante densidad documental comprendida entre mediados del siglo XV hasta el siglo XIX, donde cabe destacar todo el proceso de Gobierno Interno y Externo, la Administración, la Economía y la Justicia de las diversas entidades que constituían las órdenes.
  • Fondos Parroquiales: Durante los años 2011 – 2012, comienzan a formar parte de los Archivos Eclesiásticos de Mérida – Badajoz. Se trata del fondo más utilizado por los usuarios para la realización de estudios genealógicos. Además, en su interior encontramos interesantes fuentes para la realización de diversos tipos de estudios sociales-históricos de la comunidad extremeña. Con respecto a su origen, con la aprobación del Concilio de Trento en el año 1563, “las parroquias quedaron obligadas a recoger en libros los datos de sus feligreses, especialmente los relativos a nacimientos, matrimonios y defunciones[31]. A partir de ese momento, los párrocos registrarían y conservarían todas las actividades realizadas. Los fondos provenientes de las parroquias se dividen esencialmente en dos grandes bloques: Registros sacramentales (bautismos, matrimonios, confirmación, defunción) y Varios (cuentas de fábrica, libros becerro, fundaciones de capellanías, entre otros).

 

  • Identificación de series documentales para estudios demográficos

Un elemento muy característico de los archivos eclesiásticos es la conservación de los libros sacramentales. Siendo el instrumento más utilizado por los usuarios para la elaboración de diversos estudios como los árboles genealógicos, dichos libros proporcionan información de gran utilidad para la elaboración de análisis demográficos como hemos mencionado anteriormente. A través de estos libros se puede extraer información relevante que permite analizar diversos aspectos de la vida cotidiana: el número de nacimientos, matrimonios y defunciones producidas; la edad en que fallecían los habitantes y su evolución a lo largo de los años; la edad de los consortes; el lugar; las causas de mortandad; entre otros. Por este motivo, se considera a los registros parroquiales como la herramienta más efectiva, por la multitud de datos que se pueden extraer a partir de una pequeña partida.

En los Archivos Eclesiásticos de Mérida – Badajoz, como ya hemos mencionado anteriormente, se conservan los libros que, en el ámbito eclesiástico, han pertenecido al Obispado de Badajoz desde el siglo XVI; siendo los principales y más demandados los siguientes:

  • Libros de bautismos: a través de las partidas sacramentales conservados en los libros bautismales, se pueden extraer multitud de datos relevantes como los nombres del infante, sus progenitores y sus antecesores; la hora y lugar de nacimiento; el parentesco espiritual; entre otros. Son considerados una gran fuente para la realización de estudios centrados en la natalidad, permitiendo el análisis de la evolución de la descendencia en un determinado período o la comparación con otras variables como la mortalidad (en algunos libros, aparece en los propios libros bautismales la fecha de defunción, sólo para aquellos que no han conseguido sobrevivir a sus primeros días de vida). En los Archivos Eclesiásticos, estos libros son los más demandados para la realización de árboles genealógicos debido al nombramiento de parientes que aparecen en esta partida, permitiendo su realización hasta tres generaciones anteriores.
  • Libros de matrimonios: en consonancia con los libros bautismales, los libros matrimoniales permiten la realización de diversos estudios de carácter demográfico, social o familiar, debido a la pluralidad de datos que se pueden extraer, permitiendo la cuantificación del número de matrimonios oficiados en un determinado período, el tipo de matrimonio empleado (afinidad – consanguinidad), la edad de los consortes, la unión entre los distintos estamentos sociales a través de dichos enlaces, entre otros.
  • Libro de defunciones: para la realización del siguiente estudio, se han empleado los libros de defunciones. A través de su análisis, obtenemos datos interesantes como el número de defunciones producidas, el sexo, la edad, las causas e incluso el tipo de funeral frecuentado. Podemos ver un ejemplo en la siguiente imagen:

Cuadro 1. Ejemplo de partida de defunción (Villar del Rey, 1855)[32]

 

Como podemos observar, los libros sacramentales son importantes fuentes para la realización de estudios demográficos. A partir de un pequeño párrafo, varios son los datos que se pueden extraer, permitiendo el análisis de diversas variables de carácter cuantitativo.

  1. Análisis demográfico a partir de los libros sacramentales: El ejemplo de Villar del Rey (1850 -1855)

En el siguiente apartado, se muestran los resultados obtenidos tras realizar los diversos tipos de análisis:

  • Cronológico

Con un total de 552, en la siguiente gráfica se muestran el número de defunciones producidas por año estudiado. Como puede observarse, el número de decesos aumentan según los años transcurridos, no obstante, podemos observar que en el año 1853 descendería notablemente su número.

Cuadro 2. Análisis cronológico de las defunciones producidas en Villar del Rey

 

Durante el período estudiado, España se caracterizaría por el reinado de Isabel II (1843 – 1870) y las consecuencias acontecidas tras las “Guerras Carlistas”[33]. Suponemos que las repercusiones producidas por las incontables guerrillas ocasionadas en Extremadura[34] podrían ser un detonante para la alta tasa de mortalidad, debido principalmente a las consecuencias económicas, políticas y sanitarias que estos actos conllevarían a la comunidad.

Asimismo, durante la década de 1850 – 1859, España se vería afectada por la segunda oleada epidémica del Cólera Morbo Asiática, provocando un aumento de decesos en toda la comunidad extremeña[35]. En la localidad de Villar del Rey, escasa sería su significación, tal como observaremos en el posterior análisis por causas de mortandad.

  • Por sexo

En la Figura 3 muestra el número y los porcentajes de defunciones producidas por año estudiado, a través de la distinción por sexo. Como podemos observar, coinciden con un 50% el número de decesos masculinos y femeninos. No obstante, si observamos la Tabla 1, el sexo femenino predomina, aunque su diferencia es mínima.

Cuadro 3. Análisis por sexo de las defunciones producidas en Villar del Rey

AÑO MASCULINO FEMENINO
1850 49 43
1851 38 45
1852 48 47
1853 33 33
1854 49 52
1855 58 57
TOTAL 275 277

Tabla 1. Análisis por sexo de las defunciones producidas en Villar del Rey (2)

 

La población de Villar del Rey ha mantenido un crecimiento constante hasta mediados del siglo XX, que es cuando alcanza su techo demográfico[36]. Antes del siglo XX, no existía información relevante sobre la población que habitaba la localidad, pues sólo se conoce que su origen se remontaría al siglo XVII, siendo una pequeña aldea con no más de 400 habitantes[37]. Sin embargo, la población iría aumentando paulatinamente, hasta situarnos en 1900 con 2767 habitantes; en 1910 con 3051 y así sucesivamente.

Como hemos podido comprobar en los resultados, durante 5 años se produjeron un total de 552 defunciones, 275 pertenecientes al sexo masculino y 277 al sexo femenino. Al no existir datos sobre la tasa de población total de la localidad en el siglo XIX, podemos estimar mediante su evolución que no hubo una gran diferenciación en la tasa de mortalidad según su sexo.

  • Por edad

En la Tabla 2 y en la Figura 5 muestran el número de defunciones producidas por cada año, a través de la distinción entre párvulos y adultos. Basándonos en los registros parroquiales, hemos establecido que un párvulo estaría comprendido entre el momento que nace hasta la edad de 7 años. En cambio, un adulto comprendería desde los 8 años en adelante. Como podemos observar, existe una notable diferencia entre las defunciones producidas entre párvulos y adultos, predominando los fallecimientos entre los primeros con un 66%.

AÑO PÁRVULOS ADULTOS
1850 64 28
1851 54 29
1852 66 29
1853 38 28
1854 72 29
1855 70 45
TOTAL 364 188

Tabla 2. Análisis por edad de las defunciones producidas en Villar del Rey

Cuadro 4. Análisis por edad de las defunciones producidas en Villar del Rey (2)

 

En la exposición de los resultados obtenidos en los diversos tipos de análisis empleados, hemos podido observar un predominio en la mortalidad de párvulos. De acuerdo con estos datos podemos establecer la premisa de que la tasa de mortalidad infantil fue muy elevada, debido a la ausencia de condiciones higiénicas en el parto y a la deficiente alimentación.

  • Por causa de mortandad

Varias son las causas de mortalidad que encontramos en la localidad de Villar del Rey durante 5 años. Con un total de 46 motivos distintos, en la Tabla 3 podemos observar la diversidad causal obtenida, a través de la distinción por sexo y edad, con el fin de conocer la razón de deceso predominante en ambos sexos y edad durante los cinco años de estudio.

Como podemos apreciar, la causa más común se corresponde con Enfermedad, con un total de 123.

CAUSA PÁRVULOS (0-7) ADULTOS (8-99) TOTAL
Masculino Femenino Masculino Femenino Ambos sexos
Enfermedad 45 31 14 33 123
Calenturas 51 53 7 7 118
Dolor repentino 18 21 6 2 47
Viruelas 18 16 1 0 35
No especifica 11 14 7 3 35
Muerte natural 8 11 3 4 26
Cólera Morbo Asiático 7 5 4 9 25
Pulmonía 1 1 15 3 20
Accidente 4 6 3 1 14
Hidropesía 0 0 5 7 12
Dentadura 4 7 0 0 11
Sobreparto 0 0 0 8 8
Dolor de costado 0 1 6 0 7
Inflamación 4 1 1 1 7
Sarampión 4 3 0 0 7
Apoplejía 0 0 4 2 6
Carbunco 1 1 2 1 5
Calentura nerviosa 1 2 0 2 5
Camaras 1 1 0 1 3
Aferro al pecho 0 0 1 2 3
Calentura catarral 0 0 1 2 3
Dolor del pecho 0 0 2 1 3
Escarlatina 1 2 0 0 3
Herida de muerte 0 0 2 0 2
Tos 0 2 0 0 2
Cólico 0 0 1 1 2
Cuartanas 1 0 0 0 1
Agangrenado por el corte de una pierna 0 0 1 0 1
Muerte repentina 0 0 0 1 1
Nacido muerto 0 0 0 1 1
Cangrios 1 0 0 0 1
Mal de orina 1 0 0 0 1
Irritación 1 0 0 0 1
Demencia 0 0 1 0 1
Tabardillo 0 0 0 1 1
Calenturas y quebradura 0 0 1 0 1
Ataque de sangre cerebral 0 0 0 1 1
Garrotillo 1 0 0 0 1
Anginas 0 0 0 1 1
Cangrena 0 1 0 0 1
Cursos 0 0 1 0 1
Flujo de sangre 0 0 0 1 1
Calentura cerebral 0 0 0 1 1
Ahogamiento 1 0 0 0 1
Ataque cerebral 0 0 0 1 1
Cálculos de la vejiga 0 0 1 0 1
TOTAL 185 179 90 98 552

Tabla 3. Análisis por causa de mortandad en Villar del Rey

 

Asimismo, España se caracterizaría por la presencia del Cólera Morbo Asiática. En la provincia de Badajoz, cinco grandes oleadas afectarían a las localidades pertenecientes (1833 – 1890)[38]. En este estudio, se analiza la presencia de una de sus oleadas epidémicas (1855) en Villar del Rey, obteniendo como resultado:

Cuadro 5. Presencia del Cólera Morbo Asiático en Villar del Rey (1855)

 

Como podemos observar, la epidemia tiene una escasa significación comparado con el total de defunciones producidas en la localidad (552). Por consiguiente, la presencia del Cólera Morbo Asiática no resultaría considerada principal causa de mortalidad en la localidad durante la segunda oleada epidémica.

  • Por tipos de funerales empleados

Los registros parroquiales se caracterizan por la rica información que permite extraer para los estudios demográficos, tal y como hemos puntualizado durante todo el trabajo. No obstante, a través del siguiente análisis, se pretende destacar un tipo de estudio de carácter eclesiástico, a través de la terminología empleada para denominar los distintos tipos de funerales empleados en la época, así como su predominancia. En la Ilustración 7 establecemos los diversos funerales empleados en los cinco primeros años de la década de 1850 en Villar del Rey:

Cuadro 6. Análisis de los tipos de funerales empleados en Villar del Rey

 

La muerte es considerada un “hecho importante, significativo y común a todas las culturas y a todos los humanos”[39]. A lo largo de los siglos, la mentalidad en este aspecto ha ido evolucionando, condicionada por los cambios sociales, políticos y culturales de la época.

Su transformación es visible a través de los ritos y costumbres que se ejecutaban, dependientes del poder adquisitivo, el difunto obtenía un tipo de funeral, donde su principal distinción dependería de las honras, ritos y asistencias del personal eclesiástico que su familia contrataba.

En este apartado, observaremos los diferentes tipos de funerales empleados en la localidad de Villar del Rey en el siglo XIX. Dependiendo de la localidad en la que nos encontremos, su terminología varía. Debido a la insuficiente bibliografía sobre la terminología y las diferencias existentes entre los diversos tipos de funerales, en los resultados globales hemos expuesto la tipología empleada en los 5 años de estudio, existiendo un claro predominio en no especificar el tipo de funeral empleado, con un 65 %. Siguiéndole en segundo lugar el entierro de Caridad (15%), denotando cierta pobreza en la localidad.

  1. Conclusiones

A continuación, expondremos las conclusiones obtenidas tras la realización del trabajo:

  • La importancia de la demografía histórica para diversos estudios de carácter económico, político, social, sanitario, cultural y de mentalidad; que influyen en la estructuración y condicionamiento de la sociedad.
  • La notoriedad de los Archivos Eclesiásticos, como instituciones conservadoras de una rica y variada documentación, que permiten la realización de diversos estudios. A través del siguiente análisis, se ha demostrado la relevancia de los Archivos Eclesiásticos de Mérida – Badajoz y sus series documentales para la confección de estudios demográficos.
  • La mortalidad producida en Villar del Rey en los años 1850 – 1855 se caracteriza por el gran número de defunciones producidas durante el año 1855, con predominio en el sexo femenino, siendo notable la defunción de párvulos por enfermedad.
  • La vinculación existente entre la archivística y la demografía histórica, mediante la utilización de series documentales (defunción) para la realización de estudios de carácter demográfico.

 

  1. Fuentes

Fuentes parroquiales de Villar del Rey. Libro de defunciones número 6 (1831 – 1851)

Fuentes parroquiales de Villar del Rey. Libro de defunciones número 7 (1851 – 1859)

  1. Bibliografía

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[1] Fernández López, J.M. (2015). La mortalidad y la salud pública en Olivenza (Badajoz) durante el siglo XIX (Tesis doctoral). Universidad de Extremadura.

[2] Bernabeu, J. (1993). Expresiones diagnósticas y causas de muerte. Algunas reflexiones sobre su utilización en el análisis demográfico de la mortalidad. Revista de Demografía Histórica – Journal of Iberoamerican Population Studies, 11(3), 11-22.

[3] Barona, J. (1993). Teorías médicas y la clasificación de las causas de muerte. Revista de Demografía Histórica – Journal of Iberoamerican Population Studies, 11(3), 49 -64.

[4] Vallin, J. (1994). La Demografía (1ª ed). Santiago de Chile: Alianza Editorial.

[5] Monterde García, J.C. (2009). Contribución del doble Tratado de Badajoz de 1801 al estallido de la Guerra de Independencia española. Actas del Congreso Internacional Guerra de la Independencia en Extremadura: II Centenario 1808 – 2008 (pp. 135 – 148). Llerena: Sociedad Extremeña

[6] García Pérez, J. (26-27 marzo de 2009). Los efectos socioeconómicos de la Guerra de la Independencia en Extremadura. En Actas de las Jornadas de historia de las Vegas Altas “La batalla de Medellín” (28 de marzo de 1809). Medellín – Don Benito: Sociedad Extremeña de Historia, pp.89 – 110.

[7] Suárez Guzmán, F.J. (2014). La salud pública en Jerez de los Caballeros en el siglo XIX (Tesis doctoral). Universidad de Extremadura.

[8] Vivas Moreno, A. y Pérez Ortiz, M.G. (2015). Los archivos diocesanos: análisis de series documentales e importancia para la investigación histórica. Investigación bibliotecológica, 29(65), 73 – 99.

[9] Pérez Ortiz, M.G. (2008). El Archivo Diocesano de Mérida – Badajoz: Testamentario de la documentación conventual de la provincia de Badajoz desde el siglo XVI. Revistas de estudios extremeños, 64(1), 273 – 302.

[10] Real Academia Española. Definición de demografía (s.f.). (Consulta: 16 abril 2023). Disponible en: https://dle.rae.es/demograf%C3%ADa

[11] Fernández López, J.M. (2015). La mortalidad…op.cit. p.19

[12] Bernabeu, J. (1993). Expresiones diagnósticas…op.cit, p.12

[13] Barona, J. (1993). Teorías médicas…op.cit, p.51

[14] Wrigley, E.A. (1969). Historia y población: Introducción a la demografía histórica. Madrid: Ediciones Guadarrama, S. A.

[15] Henry, L. (1976). Demografía. Barcelona: Labor, S.A.

[16] Wrigley, E.A. (1969). Historia y población…op.cit.

[17] Ibid.

[18] Vallin, J. (1994). La Demografía…op.cit

[19] Ibid.

[20] Monterde García, J.C. (2009). Contribución…op.cit, p.138.

[21] García Pérez, J. (2009). Los efectos socioeconómicos…op.cit, p.89

[22] Ibid, p. 91

[23] Suárez Guzmán, F.J. (2014). La salud pública…op.cit, p.44

[24] Leno González, Daniel (2015). Cultura sanitaria en tiempos de epidemia. El cólera morbo – asiático en Plasencia (1832 – 1835) (Tesis doctoral).  Universidad de Extremadura, Badajoz.

[25] Gutiérrez Barba, A. (2013). La última gran pandemia del siglo XIX en Llerena: el cólera morbo de 1890. La representación popular: historia y problemática actual y otros estudios sobre Extremadura (pp. 329 – 345). Llerena: Sociedad Extremeña de Historia.

[26] Rodríguez Flores, P. (2013). Higiene pública y sensibilidad en Badajoz a finales del siglo XIX. Revista de estudios extremeños, 69(2), 13317 – 1325.

[27] Pérez Ortiz, M.G. (2007). La documentación conventual custodiada en el fondo antiguo del Archivo Diocesano de Mérida – Badajoz (Siglos XVI – XIX). Documentación de las ciencias de la información, 30, 173 – 186.

[28]  Pérez Ortiz, M.G. (2008). El Archivo Diocesano…op.cit, p.279

[29] Vivas Moreno, A. y Pérez Ortiz, M.G. (2015). Los archivos…op.cit, p.77

[30] Pérez Ortiz, M.G. (2006). Documentación conventual en el Archivo Diocesano de Mérida – Badajoz: Confección de un sistema de información histórica (localización, análisis documental y gestión automatizada) (Tesis doctoral). Universidad de Extremadura

[31] Pérez Ortiz, M.G y González Lozano, F. (2018). Los archivos parroquiales de la Baja Extremadura, principal fuente de contenidos genealógicos. En Coloquios Históricos de Extremadura (pp. 429 – 451). Trujillo: Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura.

 

[32] AEMEBAD. Fondo parroquial. Villar del Rey, libro de defunciones 7, p. 117.

[33] Fenés Martin, M.T. (2017). La salud pública en la ciudad de Badajoz a través de las actas capitulares del siglo XIX (Tesis doctoral). Universidad de Extremadura. Badajoz

[34] Suárez Guzmán, F.J. (2014). La salud pública…op.cit, p.44

[35] Gutiérrez Barba, A. (2013). La última gran pandemia del siglo…op.cit, p.332

 

[36] Rivero de la Higuera, M.C. (1971). El dolmen de Leoncillo I (Villar del Rey, Badajoz). Actas del XI Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, 1971, p.261.

[37] Solano de Figueroa, J. (2013). Historia eclesiástica de la Ciudad y Obispado de Badajoz. Badajoz: Diputación Provincial, Servicio de Publicaciones.

 

 

[38] Gutiérrez Barba, A. (2013). La última gran pandemia del siglo…op.cit, p.331

[39] Sánchez García, S. (2014). Procesos y procedimientos llevados a cabo desde el momento que acontece la muerte hasta que tiene lugar el sepelio, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad (Trabajo Fin de Máster). Universidad de Oviedo.

Oct 262023
 

Pedro Emilio López Calvelo

La mutualidad escolar es una agrupación de niños y niñas, creada con el fin primordial de educarles en las doctrinas del ahorro, de la previsión y de la asociación. Busca, más que el seguro estricto, la mutua asistencia.

Anales del Instituto Nacional de Previsión. Año XXV; num. 105; Sept-Oct. 1933. Pag. 653

 

1.- MUTUALIDADES Y COTOS ESCOLARES

La idea del asociacionismo como forma de apoyar el progreso de los grupos humanos empezó a adquirir fuerza a finales del siglo XIX desarrollándose con intensidad en el mundo obrero. El mundo de la enseñanza no fue ajeno a esta idea del asociacionismo y, con frecuencia, irá vinculándose la escuela con la creación de planes de previsión para mejorar el futuro del alumnado escolar.

El desarrollo social de estas ideas de asociación mutua fue, progresivamente, recogido por las autoridades que fueron desarrollando una legislación favorecedora de este movimiento mutualista.

Según aparece reflejado en las fuentes bibliográficas al uso, el mutualismo escolar tuvo su origen en Francia, cuando el filántropo J.C. Cavé, juez de un distrito de París y presidente de una sociedad de socorros mutuos, inició las primeras experiencias en mutualismo escolar en 1881, como forma de propiciar y formar, desde las primeras edades, en las prácticas de previsión individual futura. Aunque estas primeras prácticas tuvieron un carácter fundamentalmente económico también se les pretendió dar un carácter educativo y moral. (¹). En España, aún en las últimas décadas del siglo XIX, algunas Cajas de Ahorro, como la de Ávila, llegaron a crear Cajas escolares de Ahorros, vinculadas con las escuelas prácticas anejas a Normales de Magisterio: un antecedente lejano de las mutualidades escolares.

La doctrina mutualista entronca, entonces, con la mentalidad regeneracionista de finales de siglo XIX y principios del siglo XX en nuestro país, época en la que se está desarrollando un movimiento educativo crítico con el estado del sistema escolar de aquellos momentos (atraso de los métodos pedagógicos, baja dotación económica, carencia de materiales pedagógicos adecuados, caos legislativo, …). La educación se convirtió en uno de los ejes de este movimiento reformista, enlazando con la función social que se le presume a la escuela y que puede comprobarse a través de distintos documentos emanados desde el Ministerio de Instrucción Pública en todo el primer tercio del siglo XX. Se trata de una apuesta por la escuela social y educadora que busca no limitarse a los muros de un aula y que pretende aprovechar todo aquello que contribuya a la educación de los niños y niñas. Y la práctica del mutualismo escolar asociativo tendría un magnífico encaje en esta forma de entender la educación. El escritor Álvaro López Núñez, abierto defensor de las ideas de asistencia social, en su obra Función social de la mutualidad escolar, indicaba: “[…] siendo la escuela el laboratorio donde se preparan las generaciones que han de realizar la futura vida social, interesa fundamentalmente al maestro llevar a aquella todos los elementos que han de intervenir en esta síntesis […]. Y entre estas ideas que el maestro ha de elaborar en la clase, las relativas a la previsión y al mutualismo ocupan puesto preeminente” (²).

Por su parte, el pedagogo y poeta, notable teórico de la bondades del movimiento asociacionista social, Ezequiel Solana (1915) enfatizaba: “La Mutualidad escolar no solamente atiende a proporcionar al niño una ayuda material mientras permanece en la escuela, sino que está llamada a ejercer una influencia dichosa en toda la vida del hombre, estableciendo lazos de relación entre todas las clases de la sociedad.

Ella, por sí misma, puede constituir una preciosa enseñanza, pues iniciándose el niño en la escuela en el funcionamiento de la asociación, puede comprender mejor su mecanismo y sus ventajas, llegado a ser un adepto convencido, un propagador celoso de las ideas de orden y previsión en que la Mutualidad se inspira” (³).

De una forma definitiva, las mutualidades escolares en España, como institución complementaria a la escuela primaria, serán obligatorias a partir de 1911. “El origen de las Mutualidades escolares lo encontramos en una memoria de Don Ezequiel Solana, presentada en 1911 a la Sociedad Española de Pedagogía, que luego el Ministerio de Instrucción Pública, la asumió y la se desarrolló en un R. D. De 7 de julio de 1911. Pronto se extendieron a todas las escuelas nacionales” (⁴).

En efecto, la disposición legal que creó en España el régimen oficial de las mutualidades escolares es el Real Decreto de 7 de julio de 1911, firmado por el entonces Ministro de Instrucción Pública D. Amalio Gimeno. A partir de este decreto se irá generando la legislación complementaria; una disposición ministerial de 11 de mayo de 1912 reglamentó el funcionamiento de las Mutualidades escolares: “No requiere grandes esfuerzos la tarea de evidenciar las considerables ventajas que para la educación tiene el establecimiento en las Escuelas de instituciones que fomenten la costumbre del ahorro y el espíritu de mutualidad. Si el objeto principal de la enseñanza pública es formar hombres en la más amplia y sana acepción de la palabra, y no sólo cerebros repetidores de fórmulas teóricas y de conocimientos transmitidos de generación en generación, no cabe duda que la práctica de aquellas formas de previsión económica y solidaridad social han de contribuir en grandísima medida a conseguirlo” (⁵).

Según prevé el reglamento de 1912, se crearía un organismo central, la Comisión de Mutualidad escolar, que debía ejercer una función controladora sobre todo lo relacionado con estas mutualidades en los aspectos pedagógico, administrativo e inspector. Esta comisión marcaría las normas de administración, ejercería facultades de vigilancia y de difusión para el correcto conocimiento del funcionamiento de las mutualidades.

El reglamento indica que toda escuela puede organizar una Mutualidad, pudiendo pertenecer a ella, de una forma voluntaria, como socios mutualistas todos los alumnos y alumnas entre los tres y dieciocho años, que serían los que tendrían derechos de percibir los beneficios sociales de la asociación. También se prevé que puedan existir socios protectores, entidades o personas que contribuyeran, con sus donativos o aportaciones periódicas, a favorecer económicamente los recursos materiales de la Mutualidad.

El reglamento aprobado en 1912 marca como objetivos de la Mutualidad escolar los siguientes:

  • El ahorro a interés compuesto
  • La constitución de dotes infantiles
  • La formación de pensiones de retiro para la vejez
  • Cualquiera otra de previsión o bien social, tal como los seguros de enfermedad, popular de vida, cantinas, colonias y viajes escolares, las obras antialcohólicas, de cultura, de higiene social, etc. (⁶).

El ya citado E. Solana (1915) completaba estos objetivos: “habituar a los niños en la laboriosidad y el orden, iniciarlos en las prácticas de la economía y el ahorro desde la edad más tierna, hacerles comprender de qué modo se van multiplicando los céntimos ahorrados en los primeros años, y cómo con ellos puede atenderse una desgracia imprevista y aún hacer frente a un revés de fortuna y obtener recursos propios con que establecerse por su cuenta en una profesión u oficio, cuando ellos sean mayores, es trabajar en bien de la humanidad, combatir tendencias nocivas, disciplinar la conciencia, formar el carácter, fomentar por estas aspiraciones el sosiego propio, la seguridad de la familia, la tranquilidad pública, en una palabra, el bienestar social” (⁷).

La propia escuela sería el domicilio social de la mutualidad. Para la organización y administración de la misma debía nombrarse con Consejo Directivo o Junta que estaría formado por: un Presidente, un Secretario, un Tesorero, un Contador y varios Vocales. Estos cargos eran ejercidos por personas mayores, pero, cada uno, debía llevar adjunto un alumno/a con el fin de que éstos pudieran, también, intervenir en el proceso de administración de la mutualidad. Estos alumnos debían ser elegidos por sus compañeros/as y, en las reuniones, tenían voz, pero no voto y se encargarían, además, de realizar las funciones sociales que les otorgara el reglamento.

Las Mutualidades escolares oficiales debían inscribirse en el registro habilitado por el Ministerio de Instrucción Pública, que se establecía en el Instituto Nacional de Previsión. Esta oficialidad posibilitaba el apoyo del Estado a los mutualistas mediante bonificaciones que se aportaban en las libretas de previsión (existía, también, una modalidad de mutualidad libre que no se beneficiaba de las ventajas y bonificaciones estatales).

El capital social de la Mutualidad lo formarían los ingresos de las cuotas o aportaciones de los asociados -que debían constar en el reglamento que cada Mutualidad debía realizar para su inscripción en el registro del Ministerio-, de las suscripciones de los socios honorarios o protectores, de donativos, legados, subvenciones, etc., además de los intereses correspondientes generados por las cantidades ingresadas en las cajas de ahorro.

Cada mutualidad debía comprometerse por reglamento a la celebración anual de una fiesta escolar de previsión en la que se debía conferenciar o leer sobre los beneficios de la previsión y se otorgarían premios a los asociados (se creó una Medalla de Mutualidad Escolar). También debían enviar cada año una memoria de funcionamiento y el envío de cuentas al Ministerio.

Otro teórico del momento sobre los beneficios de las Mutualidades escolares, Fidel M. de Urbina (1921) insistía sobre la necesidad de incluir a las niñas en todo el proceso de instalación de mutualidades escolares: “Toda propaganda de Mutualismo escolar ha de encaminarse a lograr el fin de que las niñas sean tan mutualistas como los niños. En nuestro país, desgraciadamente, la mujer está poco o nada iniciada en los problemas sociales. Se tiene el prejuicio de que la asociación, en cualquiera de sus múltiples formas, representa un derecho y una fuerza reservados exclusivamente para el hombre […]. El ingreso de las niñas en las Mutualidades contribuirá a que se afiancen en la igualdad económica y la consideración social de la mujer, digna de gozar de mayores preeminencias en la vida” (⁸).

Como se puede apreciar, además de un contenido económico, la Mutualidad escolar pretendía aportar a los alumnos y alumnas un contenido educativo y moral, pues, más allá de las pequeñas cantidades ahorradas, además de su posibilidad de previsión para cuando fueran mayores, se incidía en hábitos como el ahorro, la disciplina de la voluntad y la formación del carácter: “Enseñar a ahorrar a los niños es un deber, porque con él se ejercita la previsión, se eleva y ennoblece a la juventud, y se la acostumbra a desasirse del liviano antojo, dando a la tornadiza voluntad del joven la firme tenacidad del maduro pensamiento de la edad viril” (⁹).

Ya se ha indicado que las Mutualidades escolares fueron decretadas como obligatorias en todas las escuelas públicas por Real Decreto de 20 de septiembre de 1919; en este decreto, además, se indicaba que, vinculadas a la Mutualidad, podían establecerse en las escuelas otros servicios de ahorro que contribuyeran a unos determinados fines y promovieran el mejoramiento social: colonias de vacaciones, roperos, excursiones escolares, etc. Además, existían otras instituciones relacionadas con la escuela, pero que, por el contra, tenían un carácter voluntario: colonias escolares (que eran igualmente subvencionadas por el Estado si se ajustaban a los requisitos del decreto de 1911), bibliotecas escolares (aconsejadas en numerosas disposiciones y organizadas por decreto de 1931), cantinas y roperos escolares o campos de demostración agrícola (que, también, tenían subvención estatal). Y, además, se institucionalizaron algunas festividades complementarias: Fiesta del Árbol (establecida como obligatoria para todos los municipios por un decreto de 1915 y cuya organización debía correr a cargo de los ayuntamientos) y Fiestas del Libro y del Maestro (23 de abril y 1 de octubre respectivamente) (¹⁰).

2.- LAS MUTUALIDADES, LOS COTOS Y LOS CAMPOS ESCOLARES CREADOS EN HERVÁS: PERIODOS Y CARACTERÍSTICAS

Una vez realizada una introducción sobre el concepto de Mutualidad escolar, su organización, sus objetivos y sus características analizaremos las mutualidades escolares que funcionaron en la población de Hervás a la luz de la documentación sobre asociaciones encontradas en el Archivo Provincial de Cáceres, única fuente documental -incompleta en ocasiones- en la que hemos encontrado referencias a estas formas de asociacionismo escolar.

En concreto, hemos encontrado documentación sobre Mutualidades escolares en Hervás en dos momentos diferentes:

  • En primer lugar, el periodo cercano a los documentos legislativos de 1911-1912-1919. Una documentación algo más abundante que nos permite conocer reglamentos y características de las Mutualidades escolares creadas en la década de 1920.
  • En segundo lugar, el periodo del primer franquismo del que apenas hemos encontrado otra documentación que los nombres de las Mutualidades escolares creadas o recreadas en Hervás.

 

2.1. Las mutualidades de los años veinte.

Antes de relacionar las Mutualidades escolares creadas en Hervás, debemos indicar que la primera de las mutualidades creadas no fue con niños y niñas, sino que la primera mutualidad que aparece registrada en los libros de Asociaciones del archivo del Gobierno Civil de Cáceres es una Asociación de Maestros del Partido Judicial de Hervás.

 

  • Asociación de Maestros del Partido Judicial de Hervás.

Es de suponer que, una vez notificada la obligatoriedad de crear Mutualidades con los alumnos y alumnas, siguiendo instrucciones desde la Inspección educativa, los maestros y maestras del partido judicial de Hervás decidieran asociarse, probablemente para conocer los beneficios del asociacionismo y probarlo ellos mismos y apoyarse en la creación futura de sus Mutualidades escolares.

El reglamento de esta asociación fue enviado al Gobernador Civil en cumplimiento de lo establecido en la Ley de Asociaciones vigente. Fue enviado para su aprobación el 4 de julio de 1920, siendo firmado por el Gobernador el día 20 del mismo mes. Consta de diez capítulos que dan cobijo a un total de 27 artículos.

En concreto, y según aparece reflejado en el Capítulo 1º-Artículo 1º del reglamento de su asociación, los objetivos pretendidos eran los siguientes:

1.- Estrechar los lazos de amistad y compañerismo que les ligan.

2.- Defender en común los intereses profesionales.

3.- Pertenecer a las Asociaciones Provincial de Cáceres y Nacional del Magisterio, así como el que voluntariamente lo desee a la sección de socorros mutuos que la última tiene establecida.

4.- Organizar y celebrar conferencias y conversas pedagógicas difundiendo así entre los asociados las nuevas corrientes y los adelantos relacionados con la profesión.

5.- Trabajar por el establecimiento de Mutualidades Escolares en todas las Escuelas del partido que sea posible (¹¹).

Como se aprecia, el punto 5 de este artículo menciona, específicamente, la creación de Mutualidades escolares en las distintas escuelas del partido (partido judicial que, en aquellos momentos, agrupaba a 28 pueblos de la provincia).

El domicilio social de la asociación se estableció inicialmente, tenemos constancia de que varió con el tiempo, en la Escuela nacional de niños de Zarza de Granadilla. Se establecía una cuota inicial de una peseta al mes más las extraordinarias que pudieran determinarse; y se estipulaba una reunión ordinaria anual más las extraordinarias que pudiera acordar la Junta Directiva. Ésta, la Junta Directiva, estaba formada por: Presidente, Vicepresidente, Tesorero, tres Vocales y Secretario: como curiosidad, se indicaba en el reglamento que el vicepresidente y dos vocales elegidos debían pertenecer a pueblos situados en la margen derecha del río Alagón y el resto a pueblos de la margen izquierda, renovándose los cargos de la junta directiva cada dos años.

El primer presidente, según se aprecia en las firmas del reglamento enviado al Gobierno Civil, fue el maestro Gabriel Rivera y el primer secretario el maestro Guillermo Mena Flores.

IMAGEN 1

Firmas en documento Asociación de Maestros del Partido Judicial de Hervás

Fuente: Archivo Provincial de Cáceres. GC-Leg.2806

 

Poca documentación, más allá de este reglamento inicial enviado al Gobernador, hemos encontrado sobre el funcionamiento de esta asociación de maestros. Por algún apunte a mano en los libros de registro de asociaciones del Archivo Provincial sabemos que en algún momento tuvo su sede en Aldeanueva del Camino (quizá la sede rotaba en función de la localidad donde ejercía de maestro el Presidente).

En julio de 1938 la asociación de Maestros del Partido Judicial de Hervás seguía funcionando, siendo su presidente el maestro Ángel Sánchez Herrero de Hervás, acompañado en la junta directiva por Alicio Martín, del pueblo de Palomero, como vicepresidente, José Rubio, de Zarza de Granadilla, como secretario, Aurelia Rodríguez, de Hervás, como Tesorera y Jesús de la Calle, de Abadía, Alejandro Arroyo, de Sauceda, y Ovidio Jaraíz, de Mohedas, como vocales. La asociación, en aquellos momentos, contaba con un remanente en caja de 43,00 pesetas y la componían un total de 47 maestros y maestras (según la declaración jurada que el presidente hizo llegar al alcalde de Hervás para su remisión al Gobierno Civil).

Poco después se produjo la disolución de esta asociación: el 29 de julio de 1939, Ángel Sánchez, el presidente, envía al alcalde de Hervás el acta de disolución de la Asociación de Maestros del Partido Judicial de Hervás en la que se hacía constar que: “en virtud del acuerdo tomado por la Junta Directiva de la Asociación Provincial de Cáceres, de que esta Asociación Parcial es filial, de que se disuelvan las parciales y consecuentes con el aviso-convocatoria aparecido en el “Magisterio Cacereño” de 7 del actual, se procede a la DISOLUCIÓN DE LA ASOCIACIÓN PARCIAL DE MAESTROS DEL PARTIDO DE HERVÁS por unanimidad y se decide que los fondos remanentes de la misma, TREINTA Y OCHO pesetas OCHENTA y CINCO céntimos, sean ingresados en la Protección de Huérfanos del Magisterio” (¹²).

 

  • Mutualidades Escolares de Hervás

Siguiendo la documentación de la sección Gobierno Civil del Archivo Provincial en Hervás llegaron a funcionar, en este periodo, hasta cuatro mutualidades escolares, que fueron fundadas sucesivamente poco después de la fundación de la Asociación de Maestros del Partido Judicial.

PRIMITIVAS MUTUALIDADES ESCOLARES
NOMBRE DE LA ASOCIACIÓN OBJETO FECHA PRESENTACIÓN REGLAMENTO FECHA DE CONSTITUCIÓN
MUTUALIDAD ESCOLAR

“GENERAL MARVÁ”

Pensión y Ahorro 23 julio 1920 1 agosto 1920
MUTUALIDAD ESCOLAR

“VIRGEN DEL CARMEN”

Pensión y Ahorro 27 enero 1921 4 febrero 1921
MUTUALIDAD ESCOLAR

HERVASENSE

Pensión y Ahorro 27 enero 1921 5 febrero 1921
MUTUALIDAD ESCOLAR

“MARÍA AUXILIADORA”

Pensión y Ahorro 30 agosto 1922 23 julio 1922

Fuente: Archivo Provincial Cáceres. GC-Leg.2806. Elaboración propia.

 

a.- La Mutualidad Escolar “General Marvá”.

El primer documento encontrado de esta mutualidad es su acta de constitución, en la que se indica que, transcurridos los ocho días legales desde el 23 de julio de 1920 en que se hizo la presentación en el Gobierno Civil del reglamento que va a regir a la mutualidad, se estaba en condiciones de constituirla legalmente y proceder a la elección de los cargos directivos de la misma.

La Mutualidad Escolar General Marvá nace vinculada a la Escuela Graduada Nacional de Niños, ubicada en la calle Braulio Navas, nº 8, de Hervás. Los cargos electos fueron los siguientes:

– Presidente:    Modesto Sánchez Gómez                  Maestro

– Secretario:    Antonio Casares Mogollón                Maestro

– Tesorero:       Eduardo Rodríguez Santos                Maestro

– Contador:     Erasto Sánchez Muñoz                      Secretario Juzgado Munic.     – Vocales:        José Rodríguez Trinidad                Cura Párroco

Domiciano Vega Mateos                    Médico

Alfredo González Herrero                 Labrador

 

En el mismo acta se nombran a los alumnos representantes en la Junta Directiva, según la elección legal llevada a cabo:

– Presidente adjunto:              José Chamorro Mártil

– Secretario adjunto:               Guillermo Gómez Cabrera

– Tesorero adjunto:                 Moisés Sánchez Gil

– Contador adjunto:                Antonio González Aguilar

– Vocales adjuntos:                 Pascual González Ciprián

José Vega Peña

Antonio Muñoz

IMAGEN 2

Mutualidad Escolar General Marvá de Hervás

Fuente: Archivo Provincial de Cáceres. GC-Leg.2806

 

La Mutualidad Escolar General Marvá quedó inscrita en el Registro especial del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes por real orden de 15 de octubre de 1920.

Por la documentación encontrada, bastante incompleta, como la de todas las Mutualidades escolares reseñadas, conocemos que en 1926 contaba, a principios de año, con un total de 43 mutualistas, pero se produjeron 20 bajas por falta de pago, por lo que el total de mutualistas a finales de año era de 23, aunque en una anotación manuscrita al margen se indica que sólo tres niños estaban al corriente de pagos de sus cuotas. Un año después, a finales de 1927, sólo quedaban seis niños mutualistas.

El balance económico del año 1926 indicaba que los ingresos (por cuotas de dote infantil, imposiciones de ahorro y otros ingresos) ascendía a 274,22 pesetas. Las salidas (ingresos en el Instituto Nacional de Previsión y en la Caja de Ahorros, y otros gastos) sumaban la misma cantidad que los ingresos.

En el reglamento de la mutualidad (un impreso estándar en el que se rellenaba determinada información de forma particular) nos encontramos otros datos de interés: los mutualistas pagaban para ingresar en la mutualidad 20 céntimos, siendo la cuota ordinaria semanal de 10 céntimos, cinco de los cuales se destinarían a una Caja de socorros mutuos para casos de enfermedad y otros cinco irían destinados a formar una dote infantil. Para tener derecho al subsidio de enfermedad se establecía que el socio debía llevar, como mínimo, tres meses adscrito a la mutualidad y estar al corriente de los pagos. El subsidio establecido en el reglamento por socorro mutuo de enfermedad es de diez céntimos diarios durante el primer mes y cinco céntimos diarios durante los dos meses siguientes (aunque se especifica que este subsidio podría aumentarse según las circunstancias y a juicio de la junta directiva). También se establecía que los cargos directivos se renovarían, en su mitad, cada año.

IMAGEN 3

Reglamento Mutualidad Escolar General Marvá de Hervás

Fuente: Archivo Provincial de Cáceres. GC-Leg.2806

 

Un documento sellado por la Alcaldía de Hervás en julio de 1938 informa de que en esos momentos la Mutualidad tenía “paralizada su vida”, aunque la volveremos a ver mencionada durante los tiempos del primer franquismo

IMAGEN 4

Composición de la Mutualidad Escolar General Marvá en 1926

Fuente: Archivo Provincial de Cáceres. GC-Leg.2806

 

 

Quizá llame la atención el nombre de esta mutualidad, no ligado con ningún nombre local ni con ninguna adscripción religiosa como podía ser habitual. El tal general Marvá era José Marvá y Mayer, nacido en Alicante en 1846 y fallecido en Madrid en 1937; ingeniero y militar, fue fundador de la Inspección de Trabajo y llegó a ser presidente del Instituto Nacional de Previsión, considerado como un puntal del actual sistema de Seguridad Social, hecho que, sin duda, originó que se tomara su nombre para nombrar a esta primera Mutualidad escolar de Hervás.

IMAGEN 5

José Marvá y Mayer

Fuente: https://www.eldebate.com/historia/20220108/jose-marva-mayer-general-gano-batallas-obreros.html

 

b.- La Mutualidad Escolar “Virgen del Carmen”.

La primera Mutualidad femenina nació vinculada a la Escuela Nacional de niñas nº 2 de Hervás regentada por la maestra Tomasa Díaz. El reglamento fue presentado en el Gobierno Civil el 27 de enero de 1921 por lo que, tras los ocho días que reglamentaba la ley de Asociaciones de 1887, se procedía a la constitución de la Mutualidad escolar y la elección de cargos que recayeron en las siguientes personas:

– Presidenta:                Tomasa Díaz

– Secretaria:                 Cruz Lumeras

– Tesorera:                   Joaquina Municio

– Contadora:               Antonia Díaz

– Vocales:                    Benita Pérez

Águeda Pérez

Hipólita Pérez

 

La presidenta mostró a la Junta Directiva la relación de alumnas representantes en la misma, según la elección legal llevada a cabo:

– Presidenta adjunta:              Úrsula Lumeras

– Secretaria adjunta:               Alicia Hernández

– Tesorera adjunta:                  Manuela Gómez

– Contadora adjunta:              Paula Pérez

– Vocales adjuntas:                 Antonia Arias

Casilda Hernández

Aurora Barrios

 

Según se hace constar en el Reglamento de la mutualidad, las mutualistas debían pagar una cuota de ingreso de 25 céntimos y como cuota ordinaria pagarían, como en la anterior, 10 céntimos semanales, destinados de la misma manera: cinco céntimos con destino a una Caja de socorros mutuos para casos de enfermedad y otros céntimos para formar una dote infantil. Se estableció, como socorro mutuo, un subsidio de quince céntimos diarios durante el primer mes en que se hallaran enfermas y de diez céntimos diarios durante los dos meses siguientes. Se establecía que si se precisaba un socorro más prolongado sería la Junta Directiva la que tomaría las decisiones oportunas.

 

c.- La Mutualidad Escolar Hervasense.

Según el acta de constitución, la Mutualidad Escolar Hervasense se establecía vinculada con la escuela Nacional ubicada en la calle Convento nº 2 cuyo titular y director era Alejandro Cirilo Martín Castillejo. Con fecha 27 de enero de 1921, como la anterior, se envió el reglamento al Gobierno Civil tras lo cual se procedió a su constitución y a la elección de cargos de la Junta Directiva que quedaron repartidos de la siguiente manera:

– Presidente:                Alejandro Cirilo Gómez Castillejo

– Secretario:                Teófilo Hernández González

– Tesorero:                   Martín del Arco

– Contador:                 Germán González Martín

– Vocales:                    Salomé Díaz Martín

Gabriel González Neila

Antonio Gómez Jiménez

Joaquín Sánchez Vicente

Julio Peña Arroyo

 

Los alumnos elegidos para estar presentes en la Junta Directiva fueron:

– Presidente adjunto:             Salomé Díaz Calvelo

– Secretario adjunto:               Agapito González Castellano

– Tesorero adjunto:                 César del Arco Hernández

– Contador adjunto:                Marcial Sánchez Pérez

– Vocales adjuntos:                 Serapio Peña Arrojo

Diocleciano Hernández Porto

Ángel Sánchez López

Julio Castellano González

Marcelino Díaz Calvelo

 

La cuota de ingreso para los mutualista quedaba establecida en el reglamento en 0,25 pesetas, con 10 céntimos de cuota semanal, que quedarían destinados de la siguiente manera: 3 céntimos destinados a la caja de socorros mutuos para casos de enfermedad y 7 céntimos para componer la dote infantil. En caso de enfermedad se establecía, como socorro mutuo, un subsidio de 10 céntimos diarios durante el primer mes de enfermedad y 5 céntimos diarios durante los dos meses siguientes, siempre que el mutualista llevara formando parte de la mutualidad durante seis meses estuviera al día de pagos de cuotas. Esta Mutualidad Escolar Hervasense es la única que fija un subsidio funerario: se pagarían 15 pesetas a la familia del mutualista fallecido.

 

d.- La Mutualidad Escolar “María Auxiliadora”.

Esta segunda Mutualidad Escolar femenina se establecía vinculada a la 1ª Escuela Nacional de niñas que regentaba la maestra Francisca Villoria y que estaba ubicada en la plaza del Hospital (dependencias del antiguo convento de Trinitarios, hoy Hospedería de Turismo). Como en los casos anteriores, tras el envío del reglamento al Gobierno Civil el día 25 de junio de 1922 se procedía, tras los ocho días legales, a la constitución de la mencionada mutualidad, procediendo, además, a la elección de cargos que se repartieron de la siguiente manera:

– Presidenta:                Victoria Martín

– Secretario:                Ana de Piña

– Tesorero:                   Francisca Villoria

– Contadora:               Esperanza Neila

– Vocales:                    Marciana Gil

Luisa Rubio

Estanislada Martín

 

Como representantes de las alumnas fueron elegidas para los cargos:

– Presidenta adjunta:              Blanca Sánchez

– Secretaria adjunta:               Dolores Peña

– Tesorera adjunta:                  Natalia Mediante

– Contadora adjunta:              Enriqueta Peralejo

– Vocales adjuntos:                 María Ramírez

Encarnación del Arco

Olegaria Gil

 

La cuota de entrada de mutualistas quedaba fijada en el Reglamento de la mutualidad en 25 céntimos, estableciéndose como cuota semanal 10 céntimos que serían repartidos de la misma forma que en las anteriores mutualidades. Se establecía como socorro de enfermedad la cantidad de 10 céntimos diarios durante el primer mes y 5 céntimos diarios durante los dos meses siguientes siempre que se estuviera al día en el pago de cuotas y llevara como mutualista al menos tres meses. Como curiosidad, en el reglamento de esta mutualidad se indicaba que, en caso de fallecimiento de una mutualista, “la Mutualidad no abonará a su familia cantidad alguna en concepto de subsidio funerario” (¹³). Los cargos directivos se renovarían cada dos años.

Como se aprecia, funcionaron en Hervás, suponemos que con altibajos y con variaciones en el número de mutualistas, cuatro Mutualidades escolares durante los años veinte (gobierno de Alfonso XIII y Dictadura de Primo de Rivera) y durante los años de la II República. Probablemente, el mayor o menor éxito de las mutualidades y del mayor o menor número de mutualistas dependía del empeño e interés que pusiera el maestro al cargo de cada mutualidad y del empeño de la administración educativa en la inspección de su funcionamiento.

 

  • Las mutualidades durante el primer franquismo.

Quizá durante los primeros momentos del franquismo se intentara relanzar este movimiento de mutualismo escolar, no hemos encontrado en la bibliografía muchas referencias al respecto. Lo que sí es cierto es que la documentación encontrada en el Archivo Provincial es mucho menor que en el caso del inicio de estas mutualidades escolares.

En concreto, tenemos conocimiento del funcionamiento de las siguientes Mutualidades escolares en Hervás entre los años 1936 y 1948:

MUTUALIDADES ESCOLARES PRIMER FRANQUISMO
NOMBRE DE LA ASOCIACIÓN OBJETO FECHA PRESENTACIÓN REGLAMENTO FECHA DE CONSTITUCIÓN
MUTUALIDAD ESCOLAR

“SANTIHERVÁS”

Enseñanza 10 noviembre 1936
MUTUALIDAD ESCOLAR

“GENERAL MARVÁ”

Ahorro 17 diciembre 1948 12 noviembre 1948
MUTUALIDAD ESCOLAR

“STMO. CRISTO DE LA SALUD”

Ahorro 17 diciembre 1948 12 noviembre 1948

Fuente: Archivo Provincial Cáceres. GC-Leg.2806. Elaboración propia.

Sólo de la primera de las mutualidades escolares reseñadas en el cuadro anterior hemos encontrado una documentación similar a las del periodo anterior; su reglamento, aunque sin el acta de constitución, lo que nos priva de conocer los nombres de los miembros integrantes en la junta directiva.

Sabemos que la Mutualidad Escolar Santihervás (nombre de uno de los ríos del municipio) se funda vinculada con la Escuela Nacional Unitaria de niños nº 2 regida por el maestro Ángel Sánchez Herrero. El reglamento de la mutualidad fue enviado al Gobierno Civil de Cáceres con fecha de 31 de octubre de 1936, quedando registrada en el libro de Asociaciones de dicho gobierno con fecha de 10 de noviembre y con el número de registro: 2592.

Por este reglamento sabemos que la cuota de ingreso en la mutualidad era de 1 peseta (cuatro veces el importe de las de 1921) y que la cuota ordinaria era de 10 céntimos semanales “de los cuales se dedicarán cinco céntimos a contratar un seguro dotal infantil, liquidable a los veinte o veinticinco años de edad, con la obligación de destinar a la adquisición de renta vitalicia una parte del capital dotal, no menos al que resulte de la capitalización de una peseta anual y cinco céntimos de fondo de la Mutualidad para socorros y fines culturales infantiles” (¹⁴). El subsidio previsto por socorro mutuo de enfermedad en este reglamento asciende a veinticinco céntimos diarios durante el primer mes de la enfermedad y quince céntimos diarios durante los dos meses siguientes (indicando el reglamento que para socorros más prolongados decidiría la Junta Directiva), siempre que el mutualista lleve perteneciendo a la asociación estando al corriente del pago de cuotas durante, al menos, seis meses. En caso de fallecimiento el reglamento prevé el pago de 9 pesetas de subsidio a la familia del mutualista fallecido. Se preveía que los cargos de la Junta Directiva fueran renovados cada dos años.

El reglamento aparece firmado por Ángel Sánchez Herrero y José González Alderete que serían, previsiblemente, los dos cargos más importantes de la mutualidad (respectivamente, el Secretario y el Presidente).

Un segundo impulso mutualizador en este periodo postbélico parece que debió desarrollarse unos años después, ya con el franquismo consolidado en el poder y con sus estructuras políticas, administrativas y, en lo que nos ocupa, educativas consolidadas o en vías de consolidación: a finales de los años 40, muy concretamente en 1948, encontramos simples anotaciones en los libros de Asociaciones del Gobierno Civil, sin más documentación (ni actas de constitución ni reglamentos) de dos mutualidades existentes en Hervás en esos momentos: la reactivada Mutualidad Escolar General Marvá y la Mutualidad Escolar Santísimo Cristo de la Salud, anotación que informa que ambas fueron constituidas el día 12 de noviembre de 1948 y ambas presentaron sus reglamentos ante el Gobierno Civil el día 17 de diciembre de 1948. Sin información de sus condiciones de funcionamiento, sus características o su periodo de existencia.

 

  • Los Cotos Escolares. El coto Escolar Pérez Comendador.

Como complemento y perfeccionamiento de las actividades del mutualismo escolar pronto se pondrá en marcha la creación de cotos escolares: “Los cotos escolares eran asociaciones de alumnos dirigidas por sus maestros que, mediante el trabajo solidario y productivo desarrollado a través de una actividad agrícola, forestal, industrial o artística, con fines educativos, pretendían ser una fuente de recursos para las mutualidades escolares. Además de una finalidad pedagógica se les atribuyó un fin social (práctica del mutualismo y de la previsión) y un fin económico (recabar ingresos para la escuela, incrementar la riqueza forestal)” (¹⁵).

 

Los cotos escolares eran concebidos a modo de pequeñas cooperativas que pretendían vincular la escuela con su entorno, tanto físico como social. Su finalidad principal era la obtención de recursos para complementar las dotes infantiles y las libretas de ahorro, premiar la gestión del maestro o conseguir otros fines de carácter social. Estaban pensados como apoyo del maestro en el adiestramiento de sus pupilos y para contribuir a inculcarles el mutualismo y espíritu cooperativo.

Antonio Lleó Silvestre, sociólogo e ingeniero de montes que desempeñó el cargo de Secretario de la Comisión Nacional de Mutualidades y Cotos Escolares de Previsión, definía los cotos escolares como “toda agrupación nacida o vinculada a la escuela, que desarrolla una actividad cooperadora, con el fin de obtener recursos que, por su destino futuro e inspirado por el interés común, facilita a la escuela la tarea de educar prácticamente a la juventud dentro de la disciplina y hábitos del mutualismo y la previsión” (¹⁶).

Los cotos escolares podían tener un contenido agrícola o forestal (agrícola, frutícola, ganadero, hortícola, piscícola, …), artístico o de manualidades (pintura, marquetería, encuadernación, repujado en cuero, trabajos en madera, …), literario o teatral, folclórico, deportivo, etc. En general, se pretendía que el contenido del coto tuviera relación con el medio en el que se situaba la escuela (rural o urbano), la preparación o preferencias del docente, etc.

Los fines que se pretendía que cumplieran los cotos escolares eran similares a los de las Mutualidades:

  • Pedagógicos (espíritu de observación y reflexión, …)
  • Económicos (despertar el conocimiento por quehaceres del entorno próximo, …)
  • Social (práctica del mutualismo y el trabajo en equipo, …)

Una diferencia importante entre el Coto Escolar y la Mutualidad era que estas últimas eran consideradas como obligatorias por ley, en tanto que los cotos eran voluntarios y se consideraban como un mérito para el maestro o maestra que lo ponía en funcionamiento (incluso estaban establecidos premios institucionalizados para cotos productivos).

El coto escolar estaba regido por una Junta Directiva que era la misma que la de la Mutualidad a la que estaba vinculada.

 

 

COTOS ESCOLARES PRIMER FRANQUISMO
NOMBRE DE LA ASOCIACIÓN OBJETO FECHA PRESENTACIÓN REGLAMENTO FECHA DE CONSTITUCIÓN
COTO ESCOLAR

“PÉREZ COMENDADOR”

Ahorro 17 diciembre 1948 12 noviembre 1948

Fuente: Archivo Provincial Cáceres. GC-Leg.2806. Elaboración propia.

El único coto escolar del que tenemos noticia que funcionó en las escuelas de Hervás fue un coto denominado Pérez Comendador. Sabemos de su existencia porque aparece registrado en libros sobre Asociaciones provinciales en el Gobierno Civil y sabemos que se estableció a finales de 1948, pero no hemos encontrado más noticias del mismo, ni reglamento, ni acta de constitución, por lo que desconocemos el contenido a que se dedicó o a cuál de las escuelas (y, por lo tanto, el maestro o maestra que lo impulsó) estuvo vinculado.

IMAGEN 6

Ilustración de Juan Bernal para el libro Horizontes abiertos. El libro de la Previsión Escolar (1952)

 

Hemos conocido, a través de una breve noticia de prensa, que aún estaba en funcionamiento en 1955. En una noticia aparecida en el periódico HOY del día 27 de febrero de ese año se informa sobre la entrega, por parte de la Diputación provincial, de premios a niños y maestros mutualistas y de la entrega de subvenciones a cotos escolares: entre los cotos escolares subvencionados aparece citado el coto escolar Pérez Comendador de Hervás, al que se le otorgó una subvención de 1500 pesetas (¹⁷).

IMAGEN 7

Recorte de prensa HOY, 27/02/1955

 

Enrique Pérez Comendador fue un conocido escultor nacido en Hervás en 1900. Formado en la Escuela de Artes, Industrias y Bellas Artes de Sevilla y en el taller del escultor Joaquín Bilbao, destacó desde temprana edad, consiguiendo la 3ª Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1925 y en 1930 y 1932 consiguió la Segunda y Primera Medallas respectivamente en las mismas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. En 1925 ganó el concurso para realización del Monumento a Gabriel y Galán que existe aún en Cáceres (también son suyas las esculturas de San Pedro de Alcántara -1954- y Hernán Cortés -instalada en 1986-). Tras una estancia de varios años en Roma, en 1941 ingresó en la Escuela Central de Bellas Artes de San Fernando. Tras larga y prolífica carrera falleció en Madrid en 1981. El pueblo de Hervás le nombró Hijo Predilecto en 1951; el Museo Pérez Comendador-Leroux de Hervás recoge gran parte de su obra artística.

 

  • El Campo escolar de experimentación agraria de Hervás.

Pensamos que este trabajo nos quedaría un tanto incompleto sin una alusión, al menos, al campo escolar que funcionó en las escuelas de Hervás ya que la creación y desarrollo de los campos escolares responde a una filosofía y un pensamiento pedagógico similar al de las mutualidades y los cotos escolares en la búsqueda de una educación integral.

Un campo escolar era un terreno adjunto a la escuela que se destinaba a la experimentación escolar agrícola. Fueron instaurados por primera vez en 1905 en poblaciones de 750 habitantes o más, pero fue por orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de 17 de octubre de 1921 cuando se reguló la creación de estos campos agrícolas anejos a las escuelas nacionales. El preámbulo de esta Real Orden indicaba: “porque la Escuela rural, al forjar las almas, debe hacer amar la vida del campo, del propio modo que a la Escuela de la ciudad incumbe hacer estimar la agricultura. Misión del Maestro es dirigir la atención de los niños hacia la Naturaleza y despertarles la afición a los hábitos y trabajos rurales, sembrar en las tiernas inteligencias las verdades primordiales de la ciencia agronómica moderna y abrirles el camino de una perfección cultural que, sin esa labor previa de la Escuela, mañana rechazaría su ignorancia» (¹⁸).

El campo agrícola era un lugar de experimentación donde ensayar semillas, abonos, cultivos…, ensayos que los alumnos debían anotar en su cuaderno agrícola. Los principales problemas que tuvo la instalación de los campos escolares fueron los de poder contar con maestros que tuvieran los conocimientos adecuados y disponer de los fondos para su puesta en marcha y funcionamiento.

En el campo y gozando de los beneficios de la naturaleza, preparan los niños su parcela para la siembra; pesarán y seleccionarán las semillas, buscarán la compatibilidad del terreno con el cultivo a que se dedique, se acostumbrarán al uso de abonos y fertilizantes adecuados, realizarán sencillas prácticas de maquinaria agrícola; y burla burlando, perderán la rutina instruyéndose en las experiencias agronómicas, poniéndose en condiciones de entender y practicar los consejos de los agrónomos y buenos vulgarizadores agrarios” (¹⁹).

El campo escolar de Hervás fue creado por Real Orden de 17 de diciembre de 1921 en la que, además, se nombraba director del campo escolar al maestro Modesto Sánchez Gómez.

Poco después, el 10 de marzo, en la Gaceta de Madrid, se notificaba que el maestro Modesto Sánchez había remitido correctamente el contrato del terreno que iba a ser destinado a campo agrícola de Hervás y que se le asignaba la cantidad de 1000 pesetas de subvención anual.

El Ayuntamiento de Hervás preparó, para el día 18 de junio de 1922, con la presencia del Inspector Jefe de Primera Enseñanza de la provincia de Cáceres y otras personalidades, un acto de inauguración del campo escolar de experimentación agrícola en la Escuela Nacional Graduada de niños dirigida por el maestro Modesto Sánchez: “para solemnizar la inauguración del Campo citado y tengan de ello recuerdo los escolares mutualistas se imponga una peseta a favor de cada uno de los niños y niñas que figuren inscritos en las Mutualidades existentes en la actualidad en las Escuelas públicas de esta villa […] Que igualmente asistan a dichos actos para amenizarlos los principales tocadores de guitarras y bandurrias en la misma forma que se hizo cuando se inauguraron las Escuelas Graduadas gratificándolos con cincuenta pesetas y por último se invite también a los Sres. Vocales de la Junta Local de Primera Enseñanza por medio de oportuno oficio así como por bando al vecindario” (²º).

Unos meses más tardes, en septiembre de ese mismo 1922, el pleno del Ayuntamiento de Hervás trataba sobre los terrenos necesarios para el desarrollo del Campo escolar agrario. “Se acordó igualmente por unanimidad conceder el terreno que se considere necesario en El Lomito para completar el Campo Escolar de experimentación agrícola anejo a la Escuela Nacional graduada de niños dirigida en la actualidad por el maestro D. Modesto Sánchez Gómez […] haciéndose constar que esta concesión de terreno será sólo por el término de seis años, prorrogable después por el tiempo que dure expresado campo agrícola subvencionado por el Estado, conservando por tanto siempre la propiedad de estos terrenos el Ayuntamiento” (²¹).

En la Gaceta de Madrid del día 14 de marzo de 1926 se indicaba que, por traslado a otra escuela del titular, se nombraba nuevo director del campo escolar agrícola de Hervás al maestro Alejandro Cirilo Gómez Castillejo (²²). El 11 de marzo de 1936, tras renuncia de este maestro, fue nombrado nuevo director del Campo de demostración agrícola el maestro Ángel Sánchez Herrero (²³).

En este año de 1936 el tema del campo escolar generó cierto enfrentamiento entre los miembros de la corporación municipal del Frente Popular y este nuevo maestro responsable del campo. El 25 de marzo la corporación está discutiendo sobre el uso y destino del campo de experimentación escolar, ya que se estima que este uso no responde al que fue concebido en sus orígenes, por lo que la corporación decidió retirar la concesión del terreno que venía utilizando el campo desde 1922 “por entender que no es usufructuado por los niños de las Escuelas Graduadas a quien fue concedido este terreno concretamente, y que se comunique al actual Director del mismo y al Sr. Inspector de 1ª
Enseñanza de esta provincia
” (²⁴). El maestro Ángel Sánchez y el presidente de la Junta Escolar de 1ª Enseñanza de Hervás enviaron escritos al Ayuntamiento solicitando que se dejara sin efecto el acuerdo anterior, pero los miembros del Ayuntamiento, en sesión de pleno del 3 de abril, “acordaron por unanimidad desestimarlos por entender que los razonamientos que en los mismos se consignan no son suficientemente persuasivos para modificar el acuerdo reclamado” (²⁵).

Tras el golpe militar de julio de 1936 y empezado ya el nuevo curso escolar, el maestro Ángel Sánchez hizo otro escrito a los gestores del nuevo ayuntamiento en el que solicitaba la concesión de los terrenos ya que, argumentaba, había sido “perseguido” por no participar de la ideología del Frente Popular:

Campo Escolar de Demostración Agrícola. Hervás: Por acuerdo de 25 de marzo del corriente año, el Ayuntamiento de entonces, retiró la concesión del terreno cercado del ´Lomito´, que desde septiembre de 1922 estaba cedido para Campo Escolar en esta villa, sin otra razón fundamental para ello, que la de no ser Director de dicho Campo el Director de la Graduada.

La verdadera razón era la pasión persecutoria hacia quien no era su correligionario, sin reparar destruían una obra de muchos años instructiva y beneficiosa para los escolares hervasenses.

Como ese Ayuntamiento o Comisión Gestora de su digna presidencia viene a reparar persecuciones injustas y lesivas, restableciendo el verdadero concepto de Administración y Patria, ruégole me autorice, como Director del Campo de Demostración Agrícola escolar de Hervás, a roturar y seguir usando ese ´Lomito´ como antes se ha venido haciendo, en bien de la Enseñanza y la Infancia.

Dios guarde a V. muchos años. Hervás, 13 de octubre de 1936.

El Maestro Director: Ángel Sánchez” (²⁶).

En anotación manuscrita al margen de esta carta, se indica que se concedió la autorización pedida el día 16 de octubre, por lo que el campo de experimentación agrícola de Hervás dispuso, de nuevo, de terrenos para desarrollar su actividad.

Es la última información encontrada sobre el funcionamiento de este campo escolar agrícola de Hervás. Desconocemos cuál fue su destino a partir de 1936 y cuánto tiempo estuvo en funcionamiento.

 

A modo de conclusión

Mutualidades y cotos escolares, campos de experimentación agrícola, a los que habría que añadir cantinas escolares, colonias veraniegas, etc. Todo un conjunto de medidas y actividades desarrolladas en las primeras décadas del siglo XX puestas en práctica por educadores y reformadores sociales que concibieron una escuela desde las que se podían prevenir y remediar los males de la infancia. El movimiento educativo del momento puso sus ojos en la reforma legislativa y pedagógica, creando numerosas instituciones que permiten apreciar que, ya hace un siglo, la escuela pública pretendía ser un organismo que iba más allá del aula-clase y que promovía pedagogías con carácter innovador.

Estas prácticas pedagógicas complementarias buscaban favorecer una relación más directa entre profesores y alumnado y, al menos en la teoría, dotar a estos escolares de mecanismos para mejorar la convivencia y el desarrollo de aptitudes encaminadas a enriquecer su futuro profesional y completar su cultura primaria orientándoles hacia una iniciación profesional mediante aprendizajes basados en la observación directa y en pedagogías utilitarias y con finalidad práctica.

 

NOTAS:

(¹) López Núñez, A. (1935): Las mutualidades escolares. Curso para funcionarios del Instituto Nacional de Previsión. Madrid; Imprenta y Encuadernación de los sobrinos de la sucesora de M. Minuesa de los Ríos.

http://bvingesa.msc.es/bvingesa/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1001261&responsabilidad_civil=on. Consultado el 23/03/2023

(²) Anales del Instituto Nacional de Previsión. Año XXV; num. 105; Sept-Oct. 1933. Pag. 653.

(³) Solana, E. (1915): La Mutualidad Escolar. Su origen, organización, desarrollo y trascendencia. Madrid. El Magisterio Español; pag. 17.

(⁴) Montero Pedrera, A.M. (2005). Infancia y ahorro: las Mutualidades Escolares en Sevilla y su reflejo en la prensa (1923-31). En Paulí Dávila y Luis M. Naya. La infancia en la historia: espacios y representaciones. San Sebastián: Espacio universitario Erein, pp. 422-429.

https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/38687/Infancia_y_ahorro_las_mutualidades_escolares_en_sevilla.pdf?sequence=1&isAllowed=y. Consultado el 23/03/2023

(⁵) Gimeno, A (1911): Gaceta de Madrid nº 195, 14/07/1911. Exposición al proyecto de real decreto para aprobación del régimen oficial de mutualidades escolares; pag. 184.

(⁶) Gaceta de Madrid (4/07/1912). Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Reglamento de Mutualidad Escolar. Capítulo II; artículo 5.

(⁷) Solana, E. (1915): La Mutualidad Escolar. Su origen, organización, desarrollo y trascendencia. Madrid. El Magisterio Español; pag. 12.

(⁸) Anales del Instituto Nacional de Previsión. Año XIII; num. 50; Oct.-Dic. 1921. Las Mutualidades Infantiles en España por F. M. de Urbina; pag. 262.

(⁹) El Previsor. Revista mensual de economía práctica. Año XLIII; 2ª época; nº 52. Abril, 1927; pag. 51.

(¹⁰) Montero Pedrera, A.M. (2005). Infancia y ahorro: las Mutualidades Escolares en Sevilla y su reflejo en la prensa (1923-31). En Paulí Dávila y Luis M. Naya. La infancia en la historia: espacios y representaciones. San Sebastián: Espacio universitario Erein, Pp. 422-429.

(¹¹) Reglamento de la Asociación de Maestros del partido judicial de Hervás. Archivo Provincial de Cáceres. GC-Leg.2806. Asociación de Maestros, 1920-1939.

(¹²) Reglamento de la Asociación de Maestros del partido judicial de Hervás. Archivo Provincial de Cáceres. GC-Leg.2806. Asociación de Maestros, 1920-1939.

(¹³) Reglamento de la Mutualidad Escolar María Auxiliadora. Archivo Provincial de Cáceres. GC-Leg.2806. Asociación de Maestros, 1920-1939

(¹⁴) Reglamento de la Mutualidad Escolar Santihervás en Hervás. Archivo Provincial de Cáceres. GC-Leg.2806. Asociación de Maestros, 1920-1939.

(¹⁵) López Martínez, J.D. y López Banet, L. (2017): Cotos escolares: espacios educativos para la enseñanza de las ciencias en la escuela española del siglo XX. Bordón; Revista de Pedagogía. Vol. 69; nº 3. Sociedad Española de Pedagogía; pag. 162.

(¹⁶) Citado en: Santos Tuda, A. (1969): Mutualidades y Cotos escolares. Editorial Magisterio Español S.A.; pag. 30.

(¹⁷) HOY, 27 de febrero de 1955.

(¹⁸) Real Orden disponiendo se establezcan campos agrícolas anejos a las Escuelas Nacionales. Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Gaceta de Madrid, nº 299. 26 de octubre de 1921; página 283.

(¹⁹) La Escuela y la Agricultura. El Adelanto. Diario de Salamanca. 26 de febrero de 1926; pag. 2.

(²º) Archivo Municipal de Hervás. Libro de Actas de sesiones de pleno del Ayuntamiento. 13 de junio de 1922.

(²¹) Archivo Municipal de Hervás. Libro de Actas de sesiones de pleno del Ayuntamiento. 24 de septiembre de 1922.

(²²) Gaceta de Madrid, nº 73; 14 de marzo de 1926.

(²³) Gaceta de Madrid, nº 77; 17 de marzo de 1936.

(²⁴) Archivo Municipal de Hervás. Libro de Actas de sesiones de pleno del Ayuntamiento. 25 de marzo de 1936.

(²⁵) Archivo Municipal de Hervás. Libro de Actas de sesiones de pleno del Ayuntamiento. 3 de abril de 1936.

(²⁶) Archivo Municipal de Hervás. Legajo 50. Correspondencia 1936.

 

Oct 262023
 

CARMEN GONZÁLEZ SÁNCHEZ.

Becaria del Dpto. Geografía Humana de la Universidad de Sevilla.

 

  1. INTRODUCCIÓN.

Al hablar de la reorganización del territorio en el siglo XIX nos vienen a la cabeza el concepto “provincia” y el ilustre Javier de Burgos, al que en parte debemos la división territorial española de 1833, la cual ha permanecido prácticamente intacta hasta nuestros días. Sin embargo, la provincialización decretada el 30 de noviembre de 1833 no fue elaborada por Burgos, ni mucho menos se gestó en 1833, sino que posee una dilatada trayectoria en el tiempo que merece no ser olvidada ya que el debate sobre nuestra antigua división provincial sigue vivo, siendo por ello necesario conocer bien sus antecedentes y el lento proceso de gestación. Si bien es conocido que los límites territoriales que actualmente posee el territorio español permanecen prácticamente inmutables desde 1833, menos conocido es el origen de dicha división territorial, y menos aún el proyecto del año 1829, el cual constituye un paso intermedio dentro de los procesos de división territorial que ha quedado desconocido para historiadores y geógrafos hasta hace unos años [2] y que es una de las aportaciones fundamentales que este trabajo quiere aportar, específicamente para la región extremeña.

Este estudio hace un recorrido cronológico desde origen de la provincialización de Extremadura, pasando por los distintos proyectos que surgieron en el siglo de la Ilustración, hasta llegar a la definitiva implantación de 1833, poniendo el foco de estudio en el reinado de Fernando VII, por ser el periodo en el que se concentran el mayor número de proyectos y propuestas de división territorial y que en gran parte son la base de nuestra actual delimitación geográfica. Hay que tener en cuenta que el reinado de Fernando VII es muy convulso debido al contexto nacional e internacional en el que se desenvuelve ya que a finales de 1823 España sale de una casi guerra civil por la intervención de agentes externos al país, existiendo en la memoria colectiva el reciente recuerdo de la Guerra de la Independencia y sus devastadoras consecuencias; también por la crisis política e institucional que se vivía en la monarquía la cual no se adaptada a los cambios sociales y a las nuevas tendencias ideológicas que fluían por el país; por último y no menos importante, el impacto de la pérdida de las colonias en América, lo cual estaba generando un empobrecimiento en todas las esferas del país. A esta situación caótica se le suma la crisis que se vivía en el plano hacendístico que dio lugar a la imposibilidad de retorno a un pasado inmovilista Jean-Philippe Luis (2001), siendo una de las razones que explica que se sucediesen hasta cinco proyectos de división provincial bajo su reinado y que ninguno de ellos se llegase a plasmar en el territorio [11].

Los antecedentes más próximos de la reorganización que se efectúa en la Década Ominosa hay que situarlos en el establecimiento de las prefecturas de Cáceres y Mérida, obra del gobierno afrancesado en 1810;  la posterior reforma de 1822, que dio origen a las provincias de Cáceres y Badajoz, y que servirá de base y cimientos sobre los que edificar las posteriores modificaciones administrativas; y las correcciones que propusieron las chancillerías y audiencias en 1829 en respuesta a la Real Orden del 22 de marzo de ese año, emitida por el ministro de Gracia y Justica Calomarde [19].

Es por ello por lo que, coincidiendo con el bicentenario de la segunda restauración absolutista (1823-1833), he considerado como espacio cronológico sobre el cual desarrollar el trabajo el periodo comprendido entre 1820 y 1833, ya que es una etapa, académicamente hablando, olvidada dentro de la Historia Contemporánea de España, debido en parte a los tópicos procedentes de la historiografía liberal del siglo XIX [18]. Como hemos dicho anteriormente, este contexto de restablecimiento del absolutismo en octubre de 1823 no supuso el retorno a un pasado férreamente absolutista, sino que, bajo la figura de Fernando VII, España fue vagando de manera casi pendular entre seguir el modelo heredado de la etapa afrancesada o las ideas de los realistas españoles contrarrevolucionarios, y en ello los límites provinciales no quedarán ajenos [18].

Igualmente, el escaso interés por la primera mitad del siglo XIX viene acompañado por la casi olvidada tradición de la Geografía Política, con la cual se entronca nuestro trabajo. La Geografía Política es la rama de la ciencia geográfica que se refiere a las relaciones entre los factores geográficos y las entidades políticas [23] o el “estudio de los fenómenos políticos en su contexto espacial y el de los efectos espaciales de procesos políticos” [12]. Ese saber no solo es usado por geógrafos, sino que es su procedencia es muy antigua, siendo practicado en el terreno militar, diplomático, por dirigentes o historiadores [5]. El trabajo que se introduce versa sobre el análisis de las divisiones político-espaciales de Extremadura durante el periodo de la historia conocido como Década Ominosa, el cual se incluiría en el campo de estudio de la Geografía Política.

  1. ANÁLISIS DE LAS DIVISIONES ADMINISTRATIVAS PROVINCIALES DE EXTREMADURA.
    • De sus orígenes hasta el siglo XIX.

Las divisiones espaciales de los Estados se realizan por necesidades concretas, ya sean de índole político, económica o social, y de ahí que los límites fluctúen con el paso del tiempo dando lugar a demarcaciones distintas debido a proyectos y realidades históricas igualmente diferentes. La provincia y sus límites nacen en la Castilla de la Baja Edad Media para referirse a las grandes unidades territoriales agrupadas en cada una de las dos coronas: Aragón (Cataluña, Aragón y Valencia) y Castilla (Extremadura, Andalucía, Murcia, Castilla, Toledo…) [10]. A esta acepción, le unimos la que existía dentro de la corona castellana, significando “entidades de menor extensión: territorios con gobierno particular, demarcaciones fiscales y circunscripciones representadas en Cortes[2]  Poco a poco se fue produciendo un desplazamiento semántico, dando lugar a que se conociese con el nombre de provincias a los territorios circundantes de las ciudades con voto en Cortes, mientras que sus divisiones internas pasaron a denominarse partidos, por lo que, en el siglo XVI, la corona de Castilla quedaba dividida en 18 provincias mal distribuidas, resultado de la Reconquista y repoblación [2].

Extremadura consigue el voto en Cortes durante el reinado de Felipe IV, momento en el cual la necesidad de reunir servicios era imperante debido a la sucesión de conflictos como fueron la Guerra de los Treinta Años, la Guerra de los Segadores de Cataluña y la Guerra de la restauración con Portugal, por lo que la venta de votos en Cortes era una idea lógica la cual fue aprovechada por la región Extremeña para desgajarse de la tutela salmantina [13]. La obtención de esta merced no solo significó tener voz propia en las Cortes Castellanas, sino que fue la vía mediante la cual se creó y comenzó a gestionarse una provincia, además de que se gestó un sentimiento de pertenencia a ese territorio. Por lo que, a pesar de que durante el débil reinado de Carlos II no se reunieran las Cortes, el obtener el voto supuso para Extremadura la adquisición de un estatus administrativo que completa lo que desde una perspectiva geográfica se conoce como “proceso de institucionalización de una región[8] (Figura 1). Puede parecer a los geógrafos que la división provincial del siglo XVII es caótica e incluso sin consistencia, pero, sin embargo, la provincia se gestó como la única “instancia intermedia entre el poder central y el poder local, y sin duda la base territorial sobre la que seguirá avanzándose en el siglo XVIII hasta llegar a las demarcaciones de la época contemporánea” [13].

 

 Figura 1: Los límites de Extremadura tras obtener voto en Cortes en la década de 1650.

Así pues, en las postrimerías del siglo XVII, la España peninsular estaba formada por 4 territorios forales, 21 provincias con representación en Cortes Castellanas y 3 en la Corona de Aragón. En esta etapa primaria, que dio origen embrionario a lo que actualmente es Extremadura, debemos de tener en cuenta que nada de esto hubiera sido posible sin la presencia de unas clases dirigentes urbanas que buscan dotar a su ciudad del carácter organizador que proporciona el erigirse como provincia. Es por ello por lo que debemos de ver el proceso como una estrategia geopolítica de determinados grupos poblacionales por asegurase su área de influencia propia [2] .

El cambio dinástico de inicios del siglo XVIII va a generar una profunda transformación en los diferentes órganos de la Administración Pública, ya que los primeros borbones aplicarán una política caracterizada por la centralización y racionalización, con el fin de que su poder llegue a todos los rincones del territorio de manera ágil. De este modo, los Decretos de Nueva Planta, aprobados por Felipe V, van a suponer territorialmente una unificación política, económica y administrativa en toda la península [7]. En Francia existía la figura del intendente, pero, sin embargo, al aplicarlo en el caso español, este quedó desprovisto de las funciones judiciales, las cuales quedaron en manos de los corregidores [2]. Aun así, “las intendencias acabaron consolidando la provincia como demarcación para la administración periférica del Estado” [2].

Siguiendo con la evolución cronológica de las divisiones territoriales más reseñables anteriores al siglo XIX, las cuales se han ido plasmando en España como si de un palimpsesto[1] se tratase, es momento de hablar de Floridablanca y, concretamente, de la división provincial de su época. Floridablanca nunca realizó una división territorial, sino que publicó una obra conocida como “El Nomenclátor” en la que se compilaba la información territorial de la época y cuya finalidad era que se diese a conocer por todo el territorio entre los diferentes órganos de la Administración y entre los administrados, para que la política interior fuese más eficaz, un objetivo ilustrado de modernizar la administración para un mejor conocimiento del país. Esta obra, publicada en 1789, es de gran utilidad para conocer el contenido territorial de la España de entonces, en la cual se recoge que España que quedaba dividida en 38 provincias; la de Extremadura estaba repartida en ocho partidos que casi coinciden con las ocho ciudades y/o villas que solicitaron el voto en Cortes en la década de 1650[2] y cuya capital seguía estando en Badajoz [15]. De esta manera se pudo dotar a la Administración de una descripción completa de España y sus territorios insulares.

Si comparamos la actual región extremeña con la descrita en la obra de Floridablanca, observamos que hay veintisiete términos municipales que en el año 1789 no formaban parte de Extremadura, pero que hoy en día sí (Tabla 1) y, del mismo modo, había diez términos municipales que actualmente pertenecen a provincias limítrofes con Extremadura (Tabla 2).

Tabla 1:Términos municipales que actualmente son extremeños y en 1789 no:
Prov. de Cáceres Prov. de Badajoz
Pertenecían a la Prov. de Ávila: El Gordo

Berrocalejo

Bohonal de Ibor

Talavera la Vieja

Pertenecían a Portugal: Olivenza

Táliga

Pertenecían a la Prov. de Salamanca: San Martín de Trevejo

Villamiel

Descargamaría

Robledillo de Gata

Baños

La Garganta

Hervás

Pertenecían a la Prov. de Sevilla Higuera la Real

Fregenal de la Sierra

Bodonal de la Sierra

Pertenecían a la Prov. de Toledo: Castañar de Ibor

Peraleda de San Román

Garvín

Valdecasa de Tajo

Villar de Ibor

Carrascalejo

Guadalupe

Alía

Pertenecían a la Prov. de Toledo: Valdecaballeros

Castilblanco

Fuente: Elaboración propia según Martínez, 1981. [14]

Tabla 2: Términos municipales que actualmente no son extremeños y en 1789 sí:
Prov. de Cáceres Prov. de Badajoz
 

 

 

Pertenecen a la Prov. de Salamanca:

 

 

 

Sotoserrano

La Alberca

Navasfrías

Pertenecen a la Prov. de Sevilla: Guadalcanal
Pertenecen a la Prov. de Huelva Cañaveral de León

Arroyomolinos de León

Pertenecen a la Prov. de Córdoba Belalcázar

Villanueva del Duque

Hinojosa del Duque

Fuente la Lancha

Fuente: Elaboración propia según Martínez, 1981. [14]

Aunque Floridablanca no llevó a cabo un proyecto de división territorial de España, sí que estaba convencido de la necesidad de reajustar los límites provinciales en la Corona de Castilla. Tanto los pensadores ilustrados coetáneos a los hechos, como los distintos autores que han versado sobre el tema ([9];[13];[16];[22]) coinciden en una problemática que se viene arrastrando desde la Edad Media y que se podrían sintetizar en los siguientes puntos:

  • Desproporción y heterogeneidad de tamaño de las diferentes provincias;
  • Coexistencia de regímenes jurídicos diversos (realengo, señorío laico, señorío eclesiástico, señorío de órdenes militares, etc.), solapándose sus competencias y generando inoperancia administrativa y judicial;
  • Fragmentación y discontinuidad espacial entre los territorios de una misma provincia;
  • Localización poco efectiva en el plano estratégico, fiscal, judicial y militar de algunas capitales de provincia (siendo ejemplo de ello la ciudad de Badajoz);
  • Pluralidad de categorías y denominaciones territoriales existentes en las distintas escalas administrativas.

El siguiente hito en la evolución de los límites provinciales de España y de Extremadura acontece en el periodo de ocupación napoleónica (1808-1814), con la división en prefecturas y subprefecturas promulgadas bajo el gobierno de José I y diseñadas por el matemático José María de Lanz. Este afrancesado elaboró una propuesta de división del territorio en 38 departamentos en 1809, contemplando cambios destacables en Extremadura ya que modificó su capital, pasando de Badajoz a la configuración de Cáceres y Mérida como capitales dentro Extremadura. Con este proyecto la provincia de Cáceres, denominada Departamento del Tajo, quedaba constituida a partir de tres subprefecturas, Cáceres, Talavera de la Reina y Plasencia. El Departamento del Guadiana, con capital en Mérida, se componía a su vez de otras tres subprefecturas, Mérida, Badajoz y Llerena [13]. Como se puede observar en la toponimia utilizada en cada departamento, esta hace referencia a cursos fluviales, y es que una de las críticas que se le ha hecho a Lanz y a su proyecto es su obsesión fluvialista ya que una tercera parte de las líneas entre departamentos se apoyan en ríos [4]. El Consejo de Ministros estudió el Plan de Lanz de 1809 y añadió una serie de modificaciones como el denominar a los departamentos bajo el nombre de prefecturas, siendo esto ratificado mediante el Decreto de 1810 firmado en Sevilla, por el cual se definieron los nuevos límites de Extremadura bajo las prefecturas de Cáceres y Mérida como se puede observar en la Figura 2, destacando su expansión hacia el este y reducción de la sinuosidad presente en las cartografías anteriores.

El balance que se puede hacer de las prefecturas de 1810 es que fueron prácticamente inoperativas, ya que como dijo Fermín Caballero, “estaban hechas con el compás y la punta del sable sin consideración alguna al orden territorial existente” [4]. No obstante, aunque las prefecturas no salieran adelante como una sólida división territorial, su modelo racional de organización del país sirvió para que los parlamentarios reunidos en Cádiz lo tomasen como ejemplo del primer proyecto de división provincial liberal de España [8].

 

 Figura 2: División prefectural de Extremadura en 1810.

La realidad territorial de la España de 1810 era más compleja de lo que se podría presuponer ya que a la par que se estaba aprobando el Decreto prefectural de 1810 en Sevilla, las autoridades legítimas refugiadas en Cádiz planteaban también diseñar un proyecto territorial para el conjunto del Estado. En este sentido, en la Constitución de 1812 aparece en el título II, capítulo I, artículo 11, que “Se hará una división más conveniente del territorio español por una ley constitucional, luego que las circunstancias de la Nación lo permitan”. El momento de poner en práctica lo que se apuntaba en el artículo 11 llegó a mediados de 1813, casi cuando se estaba dando por concluida la guerra de la Independencia y en vísperas de la vuelta de Fernando VII. La labor territorial fue encargada al conocido geógrafo y director del Depósito Hidrográfico en Cádiz, Felipe Bauzá, el cual basó su diseño de mapa para el territorio nacional bajo el precepto de dividir o reajustar las provincias que fueran necesarias para hacerlas más operativas, pero manteniendo los límites históricos [16].

En el contexto de euforia legislativa que se vivía en Cádiz durante el cautiverio de Fernando VII, debemos de hacer mención al decreto del 6 de agosto de 1811, por el cual quedaban incorporados a la Nación todos los señoríos jurisdiccionales de cualquier clase y se sentenciaba el nombramiento de todas las justicias y demás funcionarios públicos para dichos territorios. Esta cuestión fue clave para entender la diversas propuestas de división provincial que se sucedieron en el siglo XIX, y en concreto la Real Orden de 1829 que veremos en el presente trabajo, ya que no se puede entender una ordenación racional del territorio en el que el poder estatal llegue a todos los rincones de este con la pervivencia feudal más arraigada como eran las jurisdicciones señoriales. Gran parte del país se encontraba bajo una jurisdicción señorial (ya fuere secular o eclesiástica) o vinculada a Órdenes Militares (que, aunque estuvieran sujetas al monarca, se regían de manera diferente en lo que a la justicia respecta). Además, muchas villas y pueblos existían únicamente porque se hallaban dentro de un señorío ya que se habían convertido en unidades territoriales obsoletas [6].

Sin embargo, a finales de 1813, una vez José I había abandonado el territorio español tras la grave derrota sufrida en Vitoria, se iniciaron las negociaciones entre Napoleón y Fernando VII para poner fin a la guerra en España, dando lugar a que el 11 de diciembre de ese año se firmase el tratado en Valençay, a través del cual Fernando VII tenía permiso para regresar a España como soberano con plenos poderes [1].  Mientras tanto, en la península las labores de los expertos iban encaminadas a aplicar el proyecto de don Felipe Bauzá creando una comisión parlamentaria bajo el nombre de “División geográfico-política” a la cual llegó en el mes de abril de 1814 el proyecto. Sin embargo, una vez el rey llegó a Valencia firmó un Decreto el 4 de mayo de 1814 a través del cual suprimía la Constitución y declaraba nula la obra de las Cortes [1]. No obstante, lo acontecido el 30 de julio de 1814 fue fundamental para entender la evolución del provincialismo español ya que tras rechazar toda la obra gaditana, Fernando VII confirmaba la abolición de las jurisdicciones señoriales. Este trascendental cambio llevó al surgimiento de ideas sobre cómo debía estar ordenado el territorio y es el deseo de implantar un mapa provincial que se distancia de los particularismos y que consiguiese extender la administración y la acción estatal por todo el territorio. Es este el origen de muchas de las propuestas que darán lugar a cambios en los límites territoriales y provinciales con el objetivo de que los jueces cuenten con un número proporcionado de población a su cargo.

  • La labor de los técnicos durante el Trienio Liberal.

Tanto el estudio de la división provincial como el de la reorganización de los límites de un territorio es un proceso que tiene como resultado burocrático del mismo un documento en el que se establece la hoja de ruta a seguir. Los procesos de reordenación territorial son un fenómeno que pasa por distintas fases hasta que se consigue su plasmación territorial y cartográfica, ya que, como señaló el diputado José Rovira en 1821: “levantar y rectificar una carta geográfica no es obra de sólo dos años, ya que naciones más adelantadas que la nuestra llevan cincuenta y aun sesenta años de trabajos sobre el particular, y aún no lo han conseguido” [2]. Aunque la historia sea entendida bajo la consecución de distintas etapas que siguen una línea cronológica, como pueden ser el Trienio Liberal o Década Ominosa, no significa que no sigamos viendo trabajar a las mismas personas, como al mallorquín Felipe Bauzá, que fue partícipe de la labor realizada por las Cortes de Cádiz y durante el Trienio Liberal, o al guipuzcoano José Agustín Larramendi, que trabajó durante el Trienio Liberal y durante la Década Ominosa dentro de comisiones creadas para la organización territorial de España. Por ello, en este apartado del trabajo versaremos sobre el proyecto de la Comisión de Gobierno Bauzá-Larramendi tras la sublevación de Rafael del Riego el 1 de enero de 1820 en Cabezas de San Juan y el consecuente juramento de la Constitución de 1812 el 9 de marzo de ese mismo año por parte de Fernando VII, dando lugar a que se inicien los procesos para una nueva división territorial, que según distintos autores, marcó la hoja de ruta sobre la que Javier de Burgos sentará su propio plan ([3] ; [7] ; [13] ).

El 22 de marzo de 1820 se convocaron Cortes ordinarias y en el mes de abril se fueron rellenando las filas de los nuevos cargos de Secretarios del Despacho de Fernando VII, dando lugar a que se seleccionasen cuáles eran los asuntos prioritarios de Estado, siendo muchos de ellos los interrumpidos seis años antes como la división provincial o los relativos a la Hacienda [1]. Esto generó que el Secretario del Despacho de Gobernación de la Península, Agustín de Argüelles, pusiese en la palestra la urgencia de tramitar el proyecto de división territorial paralizado en 1814, creando para ello una Comisión Especial Gubernativa que tenía el objetivo de elaborar una nueva propuesta. Dentro de la misma se encontraban Felipe Bauzá y José Agustín de Larramendi. Los trabajos se iniciaron el 20 de junio de 1820 y se prolongaron hasta el 17 de marzo de 1821, siendo un periodo de tiempo más amplio que el de otros proyectos como el prefectural de Lanz. Esto se debe a que el proyecto de estos expertos cumplía con unos estándares cualitativos muy elevados. No hay que olvidar que fue el momento de los grandes viajes de los románticos y de las descripciones del citado Humboldt, y todo ello hizo que estos responsables del proyecto dispusieran de mejores instrumentos que dotaban al proyecto de mayor calidad que los anteriores [7].

En cuanto a los criterios que se usaron para elaborar este proyecto, los expertos propusieron tener en cuenta la superficie, la población, el respeto a las demarcaciones históricas y el nivel de riqueza provincial, considerando que entre los cuatro criterios se corregirían las desigualdades interprovinciales que se pudiesen dar. Sin embargo, cuando el proyecto llegó a las Cortes en el mes de marzo de 1821 no se vio relevante el criterio de mayor o menor riqueza, sino más bien la necesidad de resaltar la topografía y las circunstancias locales del país (como criterios que condicionan las comunicaciones) y las características culturales propias de cada territorio (costumbre, forma de vestir, alimentación, uniformidad idiomática, etc.). Añadieron también en el proyecto una de las demandas que ya habían sido planteadas por los Ilustrados del siglo anterior: establecer un umbral mínimo y máximo de almas a cada jefe político provincial para el buen funcionamiento de esta [5]. Igualmente, otro de los cambios respecto a los proyectos vistos anteriormente era el uso de accidentes geográficos como límites de las provincias en lugar de los cursos fluviales que había propuesto Lanz entre 1809 y 1810.

En base a los criterios anteriores, el Decreto de Cortes de 27 de enero de 1822 sancionaba, con carácter provisional, la división de España y sus islas adyacentes en 52 provincias [2]. Respecto a Extremadura, que hasta entonces era una unidad, debido a su extensión se dividió en dos (Figura 3). El establecimiento los límites provinciales de Extremadura fue un proceso conflictivo pero que al final fue saldado con el movimiento de algunos términos municipales, como se puede ver en la siguiente tabla (Tabla 3). Los límites que se dibujaron en 1822 son similares a los actuales, aunque no iguales, ya que deja todavía fuera 13 poblaciones cacereñas[3] y 18 términos municipales de la provincia de Badajoz[4] [15]. También es llamativo el trasvase de pueblos que se produce de Cáceres en favor de Badajoz para compensar las dieciocho poblaciones que pasaron a formar parte de otras provincias colindantes.

Tabla 3: Modificaciones de los límites provinciales de Extremadura en el proyecto de 1822
Alta Extremadura (Actual provincia de Cáceres)
Se incorporan: Se pierden:
Nuñomoral Pertenecían a la Prov. de Salamanca  

 

La Alberca

 

 

Pasó a la Prov. de Salamanca

Pinofranqueado
 

Caminomorisco

Baja Extremadura (Actual provincia de Badajoz)
Se incorporan: Se pierden:
Herguijuela  

 

 

 

 

Trasvase poblacional de la Prov. de Cáceres a la Prov. de Badajoz para compensar las pérdidas territoriales

Valdecaballeros  

 

 

 

 

 

Pasaron a la Prov. de Ciudad Real

Cañamero Castilblanco
Guadalupe Garlitos
Puerto de Santa Cruz Baterno
Abertura Peñalsordo
Conquista de la Sierra Capilla
Zorita Herrera del Duque
Logrosán Helechosa
Villamesías Tamurejo
Alcollarín Fuenlabrada de los Montes
Arroyomolinos de Montánchez Villarta de los Montes
Valdemorales Azuaga  

Pasaron a la Prov. de Sevilla

Almoharín Puebla del Maestre
Escurial Fuente del Arco
Campo (Lugar) Valverde de Llerena
Madrigalejo Malcocinado
 

Miajadas

Higuera la Real Pasaron a la Prov. de Huelva
Fuentes de León

Fuente: Elaboración propia según Martínez, 1981. [14]

Figura 3: Límites provinciales de Extremadura en el proyecto Bauzá-Larramendi (1822)

 

El proyecto se completó con la división de las dos nuevas provincias en partidos judiciales. Sin embargo, el tiempo se agotó de golpe para los técnicos Bauzá y Larramendi ya que la vuelta al absolutismo terminó con el anhelo de reforma territorial que no conseguía ver la luz por más que lo intentasen. Estaba previsto que una vez deliberado el 43 contenido de cada uno de los artículos el Gobierno remitiría a las Cortes un proyecto de ley que daría lugar a la división provincial definitiva, pero, sin embargo, este cronograma se vio frustrado por la intromisión de los Cien Mil Hijos de San Luis dirigidos por el Duque de Angulema en apoyo a Fernando VII con el objetivo de sustituir el régimen político español por otro que compartiese la ideología de los países europeos que componían la denominada Santa Alianza. Este hecho dio lugar al Decreto 1-X-1823, por el que “el Deseado” decretaba nula la obra realizada durante el Trienio, restableciendo la división provincial que estivo vigente hasta el 7 de marzo de 1820, es decir, las intendencias [8].

  • Los reajustes territoriales durante la Década Ominosa.

El 1 de octubre de 1823, una vez capituló la ciudad de Cádiz ante el ejército francés, Fernando VII se trasladó en barco hasta el Puerto de Santa María, donde firmó un Decreto mediante el cual consideraba nulos los actos del Gobierno constitucional, iniciándose así la denominada Década Ominosa o absolutista [1]. Sin embargo, y aunque se restablecieran las intendencias, el esfuerzo de los técnicos que trabajaron en el proyecto territorial del Trienio no quedó en vano ya que, aunque se diese un cambio de rumbo en el modelo de Estado, seguía estando presente la necesidad de agilizar el funcionamiento de los órganos periféricos de la Administración para dotarlos de mayor eficacia, siendo para ello necesario modificar la anacrónica división provincial. Además, hay que contar con un hecho en el que ya hemos profundizado en el trabajo, y es que desde 1812 los señoríos jurisdiccionales quedaban incorporados a la Nación, y, a pesar de que Fernando VII declaró nula la labor gaditana, mantuvo este decreto; la unidad jurisdiccional que proporcionaba le permitía ejercer con mayor facilidad el poder absoluto. El problema estaba en que al incluir los territorios de los jueces señoriales en la jurisdicción de los jueces estatales se habían creado unas demarcaciones desmesuradas en algunos puntos y con grandes diferencias de población en otros, no pudiendo los órganos judiciales desempeñar sus funciones de manera eficaz [7].

Podemos preguntarnos por qué estudiar el arreglo de los Tribunales inferiores, es decir, Corregimientos o Alcaldías Mayores, si el presente trabajo versa sobre el estudio de las divisiones provinciales en Extremadura. La respuesta es simple: las propuestas que se efectuaron entre 1825 y 1830 afectaron a la configuración de los límites provinciales sin que se crease un proyecto específico para ello, como hemos visto hasta ahora. Por consiguiente, la que se planteó como una reforma de la distribución territorial de los órganos judiciales acabó siendo un amplio proyecto territorial que implicó a cuatro niveles administrativos: audiencias, provincias, partidos judiciales y municipios.

Con la vuelta al absolutismo y el intento de hacer tabla rasa con lo anterior, la cuestión territorial se había vuelto de lo más perjudicial para la población, y de ello fue consciente el ministro de Gracia y Justicia del momento, Francisco Tadeo Calomarde. Él propuso realizar una nueva demarcación de todos los juzgados, dando lugar a la Real Orden de 16 de diciembre de 1825 mediante la cual se creó una Comisión encargada de proponer al Gobierno la nueva división territorial de los tribunales y juzgados. Dentro de la Secretaría del Despacho de Gracia y Justicia, quien se encargaba de coordinar el proyecto (bajo las indicaciones de Calomarde) era el oficial José Lamas Pardo, cuya labor consistió en contactar con las audiencias repartidas por el territorio español para contar con su colaboración [2]. Los técnicos escogidos por Calomarde ya habían trabajado en los proyectos de división territorial de las Cortes del Trienio Liberal.  Uno de ellos fue el ingeniero Larramendi, que había depurado de su pasado constitucional y antes que nada era un ingeniero de caminos y canales, denominado por Burgueño (1996) como “tecnócrata” dado que se mantuvo a lo largo de su carrera profesional fiel a los intereses de su corporación, sorteando los avatares políticos de la España del cambio de régimen [2].

La Comisión estuvo trabajando en la división provincial desde 1825 hasta el 22 de marzo de 1829, ya que ese día el proyecto se dio a conocer a las Reales Audiencias y Chancillerías, el cual constituye el “eslabón perdido entre la división provincial en la época del Trienio Liberal y la decretada por Javier de Burgos en noviembre de 1833” [2]. La fuente primaria que alberga la instrucción que Calomarde remitió a la Real Audiencia de Extremadura el 22 de marzo de 1829, con las órdenes para la elaboración de los arreglos propuestos en las provincias de Cáceres y Badajoz, se localiza en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres y es la pieza clave que se ha usado en el presente trabajo para poder dibujar los límites que se configuraron en Extremadura tras 1829 [21].

Dicha instrucción dirigida a la Real Audiencia de Extremadura, contenida en la Real Orden (22-III-1829) [21] está compuesta por dos partes:

  • En la número 1: quedan recogidas las descripciones de los nuevos límites de Extremadura, diferenciando nítidamente el caso de la provincia de Cáceres de la de Badajoz.
  • En la número 2: se encuentra lo que Calomarde denominó como “Bases para la división en Corregimientos o Alcaldías mayores del distrito de la Real Audiencia de Extremadura”, en las cuales se enumeran las instrucciones que debe de seguir la Real Audiencia para proponer un plan de distribución del territorio de sus dos provincias en corregimientos o alcaldías mayores, en las que cada uno comprendiesen distintos distritos municipales. Las instrucciones que se dan son de distinto carácter:
  • En la primera instrucción muestra a la Real Audiencia que la Comisión que ha elaborado el proyecto entre 1825 y 1829 ha determinado que Cáceres y Badajoz tengan los límites descritos en el documento número 1, pero, sin embargo, solicita que revisen si son idóneos los nuevos límites.
  • En la segunda instrucción establece que ningún partido (refiriéndose a los corregimientos) puede estar en dos provincias a la vez y, si hubiera algún caso de este estilo, para solucionarlo deben de tener en cuenta la accesibilidad de la población al juzgado más cercano.
  • En la tercera indicación establece algo que ya habíamos visto en los dos últimos proyectos: un umbral y un radio de extensión. En cuanto a la población de cada corregimiento, debe de situarse entre 4.000 y 8.000 vecinos, que, según Burgueño (1996), serían entre unos 16.000 y 40.000 habitantes. Respecto a las distancias, se recomendaba que el radio de cada unidad administrativa fuese de 1 a 4 leguas, que serían entre unos 5,6 y 22,3 Km, o entre 1 y 4 horas de camino [2]. Este apartado no establece una norma taxativa, ya que establece que, si hubiera que ampliar las leguas porque los naturales de los pueblos tuvieran relaciones recíprocas entre ellos más allá de dichos límites, se podría aumentar.
  • La cuarta indicación se refiere a la ubicación de las capitales de los corregimientos, que se establecerán en el punto más central de los mismos.
  • En la quinta establece que una Alcaldía real (ayuntamiento) no puede pertenecer a dos partidos distintos.
  • La sexta instrucción se refiere a la metodología que deben de seguir las Reales Audiencias para exponer la información, estableciendo que pueden proponer el número de corregimientos que necesiten según su territorio y población, pero que deben de remitir necesariamente el nombre del corregimiento, el número de pueblos o ayuntamientos que componen cada uno, el número de vecinos y almas, la capital, la distancia de cada pueblo y de la capital del corregimiento a la capital de la provincia y las razones de por qué se ha seleccionado cada uno de los corregimientos.

De esta manera, la Real Audiencia de Extremadura se hacía partícipe de la elaboración de los propios límites de los corregimientos de la región, una labor cuanto menos descentralizada, ya que, aunque la división de los límites provinciales procediese de la decisión de los técnicos Larramendi y Navarrete, el proyecto dejaba la puerta abierta a la Real Audiencia extremeña para crear sus propias circunscripciones judiciales, siendo un ejemplo de desarrollo endógeno del territorio, como lo denominaron los geógrafos Walter Stöhr y Fraser Taylor (1981) [24]. Ahora bien, aunque el destinatario fuese la Real Audiencia de Extremadura, en realidad su actuación fue reducida ya que confió la realización de las propuestas a técnicos y magistrados y encomendó la recopilación de información de cada pueblo a párrocos, corregidores o alcaldes de ayuntamientos.

Las respuestas de las chancillerías y audiencias a la petición de Calomarde empezaron a llegar a la Secretaría de Gracia y Justicia a finales del verano de 1829, de las cuales únicamente se conocen las contestaciones de la Audiencia de Aragón; las relativas a Salamanca, procedentes de la Chancillería de Valladolid; y las enviadas por la Audiencia de Extremadura [7]. En cuanto al examen de los documentos remitidos por la Audiencia de Extremadura, podemos extraer lo siguiente:

  • Rectificación del límite entre la provincia de Cáceres y la de Badajoz. Veíamos en la Tabla 3 correspondiente a las “Modificaciones de los límites provinciales de Extremadura en el proyecto de 1822” que los términos municipales de Cañamero, Logrosán, Madrigalejo, Zorita, El Campo, Alcollarín, Escurial, Miajadas, Villamesías, Abertura, Conquista, Herguijuela y Puerto de Santa Cruz se incorporaban dentro de los límites de la provincia de Badajoz, cuya justificación se basaba en que pertenecían a la vertiente del Guadiana y también como forma de compensar las pérdidas territoriales que había sufrido dicha provincia a favor de las colindantes (Ciudad Real, Sevilla y Huelva). Sin embargo, una de las contradicciones que presentaba dicha adhesión es que todos los términos municipales mencionados pertenecían al Partido Judicial de Trujillo, municipio localizado en la provincia de Cáceres. En la descripción de los límites de la provincia de Badajoz que el proyecto de 1829 propone, vemos que dichas poblaciones pasan a formar parte de la provincia de Cáceres, así como también Valdemorales, Almoharín y Arroyomolinos. El resto de la descripción de los límites de la provincia de Badajoz y de Cáceres coinciden a la perfección con la descrita en 1822 como se puede ver en la Figura 4. Por lo que podemos concluir que el proyecto de división provincial de 1829 mantuvo los rasgos fundamentales de la aprobada en 1822 durante el Trienio Liberal. Apunta Cebreiro (2012) que no tuvo que resultar agradable al absolutista Calomarde el presentar un plan con tan marcado recuerdo liberal, siendo una de las causas de por qué la Comisión creada en 1825 estuvo trabajando hasta 1829. La división provincial del proyecto de 1829 se muestra como un equilibrio entre la tradición y la modernidad, y para ello introduce ligeras modificaciones con respecto a la que se había aprobado durante el Trienio Liberal, la cual se usó como modelo.
  • Ratificación de las capitales provinciales. El proyecto de 1829 ratifica la elección que se tomó en 1822 de elegir a las ciudades de Cáceres y Badajoz como capitales de provincia.
  • Proposición por parte de la Audiencia de Extremadura de 26 corregimientos para las provincias de Badajoz y Cáceres. Los partidos o corregimientos que se proponen para la provincia Pacense son Badajoz, Almendralejo, Castuera, Don Benito, Fregenal de la Sierra, Fuente de Cantos, Llerena, Mérida, Olivenza, Talarrubias, Villanueva de la Serena, Jerez de los Caballeros y Zafra, dentro de los cuales se encuentran 53 ayuntamientos o Alcaldías Reales para los 147 pueblos que comprende dicha provincia en 1829. Para el caso de la provincia de Cáceres, se proponen igualmente 13 corregimientos que son los de Cáceres, Alcántara, Coria, Garrovillas, Granadilla, Hoyos, Jarandilla, Logrosán, Montanchez, Navalmoral de la Mata, Plasencia, Trujillo y Valencia de Alcántara, comprendiendo 53 Alcaldías Reales para 235 pueblos. Si extrapolamos estos datos a la actualidad, estamos ante un fenómeno que Burgueño (1996) denomina de “macro-municipalidad” ya que hoy en día Extremadura cuenta con 388 ayuntamientos, es decir, 282 ayuntamientos más que en el proyecto de 1829. Esta distribución de corregimientos en ambas provincias resultó en general muy detallada y se ajustaron a los criterios fijados en el apartado número 2 del proyecto, ya que, tanto para la provincia de Cáceres como para la de Badajoz, el número de vecinos de cada corregimiento se ajustó al umbral indicado por Calomarde.

En la provincia de Cáceres el número de vecinos de cada partido se sitúa entre los 4.068 que presenta el Corregimiento de Logrosán, hasta los 6.343 del Corregimiento de Cáceres, teniendo una media de 4.860 vecinos por corregimiento con una desviación típica de 653,3 vecinos. El total de vecinos de dicha provincia es de 64.190, que vendrían a suponer en torno a 256.760 habitantes. En el caso de la provincia de Badajoz, el número de vecinos de cada partido o corregimiento se sitúa entre los 4.322, que muestra el Corregimiento de Fregenal de la Sierra, y los 7.754 del Partido de Castuera, suponiendo una media de 5.854 vecinos por corregimiento con una desviación típica de 960,6 vecinos. El total de vecinos de la provincia de Badajoz es de 76.104, que vendría a suponer en torno a 304.416 habitantes. Como vemos, la provincia de Cáceres cuenta con 47.656 habitantes menos que la provincia de Badajoz, algo que concuerda con la dinámica actual.

En cuando a los corregimientos propuestos para la provincia de Badajoz, vemos que cuentan con un mayor número de vecinos de media que los formulados para la provincia de Cáceres, y, sin embargo, los partidos de la provincia cacereña presentan menor desviación típica en cuanto al número de vecinos que la de Badajoz, lo que los hace ser más homogéneos y, por lo tanto, más adaptados a los requerimientos de Calomarde en cuanto a eficacia de los órganos judiciales. Por otro lado, en cuanto a la elección de las capitales de los corregimientos, en las “Notas generales”, que aparecen en la demarcación de corregimientos de la provincia de Badajoz, se dice que las capitales seleccionadas para los 50 corregimientos se ciñen a lo estipulado en la cuarta base del apartado número 2, salvo la excepción de Badajoz. En el caso de la ciudad de Badajoz, los técnicos encomendados por la Audiencia de Extremadura para evaluar la adecuación del proyecto de 1829 vieron necesario establecer la capital del corregimiento de Badajoz en dicha ciudad, a pesar de que no reunía las condiciones establecidas por Calomarde. La justificación que la Audiencia de Extremadura expuso fue de carácter histórico, ya que se amparó en cuestiones como el haber sido siempre capital de provincia, cabecera de partido y residencia fija del capitán general, siendo estas circunstancias más ventajosas que si se estableciese la capital en otro territorio que cumpliese con las bases establecidas.

Figura 4: Límites provinciales de Extremadura en el proyecto de 1829.

 

El ministro Calomarde quería presentar el plan de división territorial al Gobierno cuanto antes, pero hubo que esperar hasta mayo de 1831. Sin embargo, Calomarde debió de pensar que España no estaba pasando por una buena situación política ya que las universidades estaban cerradas y se habían restaurado las comisiones militares para depurar a los oficiales implicados en tramas liberales y conspiraciones, por lo que no presentó el plan de división territorial esperando que la crispación se atenuase [7]. Sin embargo, y al igual que los anteriores planes de división provincial, el plan de 1829 estaba condenado a no ver la luz, ya que en el verano de 1832 la familia real de desplazó a La Granja en donde Fernando VII cayó muy enfermo, temiéndose por su vida el 13 de septiembre de ese año. Ante esta situación, el rey se vio presionado para que derogase la Pragmática Sanción que había promulgado el 29 de marzo de 1830 y el 18 de septiembre firmó un Real Decreto redactado por Calomarde para derogarlo. Sin embargo, su salud mejoró, lo que le hizo repensar su decisión, optando por aprobar el 28 de septiembre otro Real Decreto que dejaba sin efecto el firmado diez días antes. Después de esta convulsa situación, el rey decidió cesar el 1 de octubre de 1832 a todos sus ministros, acordando el nuevo Gobierno desterrar a Calomarde a la isla de Menorca, dando lugar a que el plan de reordenación territorial de la Década absolutista que había promovido quedase paralizado [7].

  • La definitiva implantación de los límites territoriales.

La situación de España tras el fallecimiento de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833 era compleja ya que el Consejo de Gobierno se mostraba a favor de emprender una transición política, pero el Gobierno de Cea Bermúdez mantenía una política continuista del absolutismo. El marqués de Miraflores aconsejó a la regente, María Cristina de Borbón, retomar la cuestión territorial como “una necesidad primaria para la prosperidad pública” y por ello nombró a Javier de Burgos ministro de Fomento el 21 de octubre, encomendándole proponer una división civil del territorio [5]. De este modo, Burgos se encontraba con la situación de firmar un Decreto de un proyecto que ya había sido elaborado entre 1822 y 1829, y que se presentaría el 30 de noviembre de 1833.

Por ello, el Consejo de Ministros que se reunió el 29 de octubre expresó que el proyecto de división territorial elaborado por la Comisión en 1825, con presencia de diferentes documentos que emitieron las audiencias y chancillerías a consecuencia de las reales órdenes de instrucciones del 22 de marzo de 1829, pasaba a ser el proyecto de límite provincial, proponiendo que se consulte con su majestad [2]. Al Consejo de Gobierno le pareció adecuado el proyecto de división provincial que Javier de Burgos proponía, el cual tenía el mismo efecto que el proyecto de Calomarde, con la salvedad de que Huesca se convertía en capital, en lugar de la que el proyecto de 1829 proponía que era Barbastro.

Llegando a este punto del trabajo, podemos hacer un análisis de la verdadera autoría de la división provincial. Con el Decreto de 30 de noviembre de 1833, firmado por Javier de Burgos, se sellaban los límites provinciales de España, ya que, según Martínez (1983) las provincias de Cáceres y Badajoz no han variado sus límites en estos 190 años desde la división provincial de Burgos. Como se puede ver en la siguiente tabla (Tabla 4), la superficie de Extremadura solo varía unos 34 Km2, a pesar de los movimientos poblacionales de dicha región. También, de las 49 capitales de provincia del decreto de Javier de Burgos, 34 lo eran ya, cuanto menos desde principios de siglo [2]. Ahora bien, la atribución del mapa provincial actual al político que firmó dicho decreto en 1833 solo se explica desde el desconocimiento de lo que entraña el elaborar una división territorial en la España del siglo XIX, donde muchos pueblos no constaban en instancias oficiales. Esta paternidad que se ha ido forjando sobre Javier de Burgos contó con el desinterés de los historiadores hacia la Década Ominosa y con el desapego de los geógrafos por la Geografía Política, ya que la escasez de documentos no justifica que este tópico siga teniendo cabida en algunos libros.

Tabla 4: Evolución de las provincias extremeñas entre 1829, 1833 y 2019
Provincias Habitantes Superficie (km2) Densidad[5]
Nombre 1829 1833 2019 1833 Cambio 2019 1833 2019
Cáceres 256.760 241.328 392.931 20.243 -375 19.868 11.9 19,8
Badajoz 304.416 306.092 672.493 21.359 +407 21.766 14,3 30,9
Total

Extremadura

561.176 547.420 1.065.424 41.602 +32 41.634 26,2 50,7

Fuente: Elaboración propia.[6]

Espero que con la lectura de este trabajo no se caiga en la simplicidad de pensar que la división provincial de España surgió en un despacho entre el fallecimiento de Fernando VII el 28 de septiembre y la firma del Decreto del 30 de noviembre de 1833, ya que tras de sí existió un largo proceso que, como punto de partida, se podría establecer en la Ilustración. Desde luego que tampoco hay que borrar de la historia a Javier de Burgos, ya que tenemos la tendencia de designar el nombre de leyes o decretos con el nombre del ministro que los impulsó, pero es preciso reconocer que detrás del proyecto de 1833 hubo un equipo técnico de profesionales (como Bauzá, Lastarria, Larramendi, etc.) cuyos nombres apenas se conocen y fueron los verdaderos ideólogos de la división territorial que presenta España en la actualidad.

 

Como se ha podido comprobar a lo largo de este trabajo, la provincia de Extremadura ya aparece configurada en la Corona de Castilla como entidad independiente de Salamanca en el siglo XVII, desde entonces ha seguido una dilatada historia viendo sus límites modificados dependiendo del objetivo político que se hubiese marcado.

La evolución de los límites provinciales durante la primera parte del siglo XIX (Tabla 5) ha ido basculando entre elementos físicos del terreno como ríos, sierras o divisorias de agua, y entre criterios puramente históricos o tradicionales. Haciendo un balance entre las cuestiones que han tenido más peso en los proyectos estudiados a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, se puede ver como la utilización de accidentes naturales como base de la división provincial nunca fue determinante, contrariamente a lo que se podría pensar, en la mayoría de los proyectos, a excepción del de Lanz (1809-1810), la justificación de los límites se debe a cuestiones basadas en la tradición. Los ríos han supuesto el criterio menos utilizado, salvo en el mencionado proyecto de Lanz, ya que como apunta Burgueño (1996), el papel que juegan los cursos fluviales en España no supone verdaderas barreras naturales debido a sus menguados caudales- en general-, lo que dan lugar a valles en los que siempre ha reinado el intercambio y la convivencia., siendo difícilmente justificable el separar territorios históricos debido a que por ellos discurre un curso fluvial.

El proyecto de Bauzá de 1813 tuvo en consideración los criterios que Lanz y su proyecto ahistórico pasaron por alto, poniendo el foco de atención en las tradiciones propias de cada territorio y en el sentimiento de pertenencia del mismo como elemento estructurador del mismo, lo cual se verá completado cuando Larramendi, debido a su profesión de ingeniero de caminos, incorpore el uso de las líneas de vertiente, incorporando el criterio físico-orográfico que tendrá continuidad hasta la división de Burgos de 1833. Es muy llamativo, como se puede ver en la Tabla 5, que los criterios de mayor peso se comparten entre los proyectos comprendidos entre 1821 y 1833, siendo una muestra más de que los orígenes de nuestros límites provinciales actuales no se deben únicamente al proyecto de 1833.

 

Tabla 5: Elementos de delimitación territorial en la primera mitad del siglo XIX.
Lanz, 1810 Bauzá, 1813 Bauzá-Larramendi, 1821 Calomarde, 1829 Burgos, 1833
Histórico-tradicionales X X X X
Fluviales X
Orográficos X X X
Otros[7] X X X

Fuente: Elaboración propia.

Merece mención especial cómo los distintos proyectos comprendidos entre el Trienio Liberal y la muerte de Fernando VII, inicio de la regencia de María Cristina, en mayor o menor medida, tenían presente la existencia de regiones históricas en España, viéndose su huella especialmente en el proyecto aprobado en 1833. Hemos mencionado en el presente trabajo como los grandes técnicos Bauzá y Larramendi procuraron no mezclar habitantes de provincias rivales debido a la diversidad de leyes, costumbres e idiomas. También, una de las argumentaciones de estos técnicos para mantener y tener en cuenta los elementos históricos dentro de los proyectos de delimitación provincial es la siguiente:

“la uniformidad en la lengua, inclinaciones y gustos, industria, modo de vivir, vestirse y alimentarse, y otras relaciones que pueden producir mayor analogía y uniformidad en los negocios generales de la provincia, […] respetar el apego natural que se cobra desde la infancia al territorio donde se nace” [2]

Este especial hincapié que desde el Trienio Liberal se hace en tener en cuenta los factores históricos bebe de la coyuntura que se vivió en la primera mitad del siglo XIX, ya que no hay que olvidar que España había lidiado una Guerra contra el francés, y quienes se habían movilizado a favor de la vuelta de Fernando VII había sido la propia población española, por lo que aunque el sentimiento de pertenencia a un territorio pueda llegar a extremos – no corresponde en este trabajo mencionar casos actuales- también fueron útiles para movilizarse como grupo que defiende el territorio donde habita y que comparte unas costumbres y formas de vida entre las que se sienten identificados, siendo por tanto lógico que los proyectos de reordenación territorial posteriores a la Guerra de la Independencia vieran ventajoso conservar el espíritu de las provincias, entendiéndolo como las cuestiones intangibles que unen a las sociedades, llegando a encomendar y confiando la labor de elaborar los límites de sus propios corregimientos a las chancillerías y audiencias como hemos visto en 1829.

En este apartado de conclusiones tenemos también que hacer mención a las finalidades que tenían los proyectos de división territorial de la primera mitad del siglo XIX ya que todos ellos comparten el mismo objetivo: racionalizar y uniformar el mapa administrativo del país. Como hemos visto en el trabajo, esta idea no nace del siglo XIX, sino que desde la Ilustración ha habido distintas personas que han clamado por la necesidad llevar a cabo una nueva división territorial que hiciese más eficaz la labor de los organismos periféricos del Estado, si bien la incorporación de todos los rincones de la Nación al nuevo orden político llegó con los proyectos presentados en el siglo XIX. En palabras de Artola (1999): “la igualdad requiere prioritariamente una nueva división territorial para crear una administración y una fiscalidad homogéneas”. [1]

Finalmente, debemos a los técnicos de la primera mitad del siglo XIX la división provincial actual, la cual ha permanecido prácticamente inalterada desde 1833, siendo necesario más estudio y análisis de los proyectos en lugar lanzar críticas viscerales a la provincialización de 1833, la cual ha logrado mantenerse bajo sistemas políticos tan distintos como repúblicas, dictadura y Gobiernos constitucionales, lo que personalmente me resulta sorprendente. Tampoco se ha visto afectada por la instalación de nuevas infraestructuras de transporte y comunicación que se han dado desde el siglo XIX hasta la actualidad, que no es lo mismo que decir que todas las provincias están en igualdad de condiciones ante las infraestructuras de transporte y comunicación; lo primero es una victoria técnica del proyecto y lo segundo una desgracia de gestión política.

Es difícil pronosticar si las generaciones venideras verán un nuevo proyecto de división provincial como los que hemos repasado en este trabajo, pero no cabe duda de que el debate sobre nuestra división provincial sigue vivo, y por ello es necesario conocer sus antecedentes para poder construir un discurso en el que se valoren las distintas aportaciones que se han ido haciendo sobre la división provincial de España a lo largo de la historia.

 

  1. BIBLIOGRAFÍA.

[1] Artola Gallego, M. (1999). La España de Fernando VII. Espasa, Madrid.

[2] Burgueño Rivero, J. (1996). Geografía política de la España constitucional. La división provincial. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid.

[3] Burgueño Rivero, J. (2011). La invención de las provincias. Los Libros de la Catarata, Madrid.

[4] Burgueño Rivero, J. (2012). “Las Prefecturas de 1810”, Argutorio, 29

[5] Caballero Sánchez, J. V., Medina Borrego, R. (2017). La tierra de las Españas. Visiones de la Península Ibérica. Ecúmene Ediciones, Sevilla.

[6] Castro Monsalve, C. (1979). La Revolución Liberal y los municipios españoles 1812- 1868. Alianza, Madrid.

[7] Cebreiro Núñez, J, I. (2012). Los orígenes de la división provincial en España. Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).

[8] García Álvarez, J. (2002). Provincias, regiones y comunidades autónomas. La formación del mapa político de España. Madrid.

[9] Garrigós Picó, E. (1982). “Organización territorial a fines del Antiguo Régimen”, en Artola Gallego, M (ed.). La economía española al final del Antiguo Régimen; vol. IV: Instituciones. Alianza, Madrid.

[10] Garrigós Picó, E. (1995). Las Autonomías: historia de su configuración territorial. Anaya, Madrid.

[11] Jean-Philippe, L. (2001). “La década ominosa (1823-1833), una etapa desconocida en la construcción de la España contemporánea”, Ayer, 41.

[12] López Trigal, L. (1999). Geografía Política. Cátedra, Madrid.

[13] Lorenzana de la Puente, F. (2018). Extremadura, voto en Cortes. El nacimiento de una provincia en la España del siglo XVII. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid.

[14] Martínez Díez, G. (1981). “Génesis histórica de las provincias españolas”, Anuario de Historia del Derecho Español, vol LI, pp. 523-593.

[15] Martínez Díez, G. (1983). “Extremadura: Origen del nombre y formación de las provincias”, Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad de Extremadura, 2.

[16] Melón y Ruiz, A. (1952): “El mapa prefectural de España (1810)”, Estudios Geográficos, 46.

[17] Melón y Ruiz, A. (1958). “De la división de Floridablanca a la de 1833”, Estudios Geográficos, 46. pp. 15-60.

[18] París, A. (2023). “La Década Ominosa ante el bicentenario: nuevas miradas sobre la segunda restauración absolutista en España (1823-1833)”, Hispania Nova, 21.

[19] Pro Ruiz, J. (2019). La construcción del Estado en España. Una historia del siglo XIX. Alianza Editorial, Madrid.

[20] Real Academia Española (s.f.): Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.6 en línea]. < https://dle.rae.es/palimpsesto > [Consultado el 20/03/2023].

[21] Real Audiencia (1829). Vistas-Interrogatorios. Legajo 572, carpeta 15, folio 1-14. Archivo histórico Provincial de Cáceres (A.H.P. de Cáceres).

[22] Reguera Rodríguez, A. T. (1993). Territorio ordenado, territorio dominado. Espacios, políticas y conflictos en la España de la Ilustración. Universidad de León, León.

[23] Sanguin, A. L. (1981). Geografía política. Oikos-Tau, Barcelona.

[24] Stöhr, W.; Taylor, F. (1981). Development from Abrove or Bellow. John Wiley & Sons Ltd, New York.

 

[1] Palimpsesto: “Del lat. palimpsestus, y este del gr. παλίμψηστος palímpsēstos. Manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente” [20]

[2] Los ocho partidos que muestra el conde de Floridablanca en su obra son: Alcántara, Badajoz, Cáceres, Llerena, Mérida, Plasencia, Trujillo y Villanueva de la Serena. El lugar que en 1653 ocupaba Jerez de los Caballeros es sustituido por Villanueva de la Serena [15]

[3] Las trece poblaciones de la actual provincia de Cáceres que no forman parte de la división del proyecto de 1822 son: Casares de Hurdes, Ladrillar, Nuñomoral, Pinofranqueado y Caminomorisco, Descargamaría y Robledillo de Gata, Casar de Palomero y La Pesga (pertenecían a la prov. de Salamanca); Valdelacasa del Tajo, Villar del Pedroso y Carrascalejo (pertenecían a la prov. de Toledo); y Alía (pertenecía a la prov. de Ciudad Real) [15]

[4] Los dieciocho términos municipales que actualmente pertenecen a la provincia de Badajoz y que no aparecen aún en el proyecto de 1822 son: Valdecaballeros, Castilblanco, Herrera del Duque, Helechosa, Tamurejo, Fuenlabrada de los Montes, Villarta de los Montes, Garlitos, Baterno, Peñalsordo y Capilla (pertenecían a la prov. de Ciudad Real); Azuaga, Puebla del Maestre, Fuente del Arco, Valverde de Llerena y Malcocinado (pertenecían a la prov. de Sevilla); e Higuera la Real y Fuentes de León (pertenecían a la prov. de Huelva) [15]

[5] Densidad medida en Habitantes/Km2

[6] Los datos de 1829 proceden de RA/572:15 cuya serie es “Visitas. Interrogatorios”; los de 1833 de Burgueño (1996); y los de 2023 de Eurostat (2019). Se han usado los datos de 2019 para que los valores no fuesen ligeramente atípicos tras  la pandemia de COVID-19.

[7] Otros: hace referencia a criterios diversos como la distancia a la capital próxima, el deseo de equilibrar los corregimientos en población o superficie; solicitudes de los pueblos proponiendo modificaciones de sus límites…

Oct 252023
 

Alberto Durán Sánchez

Cristina Calleja Rodríguez

 

INTRODUCCIÓN

En el estudio “Muros apiarios en el parque natural del Tajo internacional” de Isidro García Barriga se recogen aquellas construcciones de muros apiarios bañadas por el río Tajo. Estas construcciones son más numerosas en esta zona debido a las condiciones especiales que rodean las más de 45.000 hectáreas analizadas, que incluyen las siguientes poblaciones: Zarza la Mayor, Alcántara, Piedras Albas, Cedillo, Carbajo, Herrera de Alcántara, Santiago de Alcántara, Valencia de Alcántara, Brozas, Carbajo, Herreruela, Membrío y Salorino.

No obstante, dicho estudio no recoge las construcciones de muros apiarios de otras poblaciones cercanas al río Tajo pese a la proximidad al mismo. A pesar de la influencia menor de estas construcciones, por la distancia al propio río, se incluyen en el presente estudio aquellas construcciones de muros apiarios ubicadas en el término municipal de Mata de Alcántara. Así mismo, para complementar el estudio, no sólo se analizan los muros, si no también los corrales y puestos de colmenas. Este tipo de construcciones fueron de mayor relevancia en esta zona que los propios muros apiarios. No obstante, la tradición oral sólo ha traído el conocimiento de muy pocos de ellos a nuestros días.

 

FUENTES UTILIZADAS

En el presente escrito se han utilizado fuentes escritas, gráficas, así como información recogida de la tradición oral.

Fuentes escritas:

Catastro de la Ensenada: Los datos de esta fuente nos llegan desde mediados del siglo XVIII. Es la primera fuente escrita referente a los muros apiarios que nos llega de la población de Mata de Alcántara. En respuesta a la pregunta 19 del catastro se indica que los puestos de colmenas son 120 y respecto a los 4 muros de la localidad, pertenecientes a vecinos de Alcántara, no pueden dar el número de las colmenas dentro pero consideran que cada dos colmenas por lo regular dan en cada año un enjambre que vale 12 reales y cada una la consideran da 3 reales de miel y otro tanto de cera.

Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura:  este documento de finales del siglo XVIII recopila la información recabada en las villas, pueblos y aldeas de la provincia extremeña. En lo que se refiere a muros colmeneros de Mata de Alcántara, se indica que existen entre 3 y 5 muros de vecinos de Alcántara, donde se cría y saca enjambres por abril y mayo, que se alimentan de hierbas del campo. No obstante, no se da información adicional al respecto.

Fuentes gráficas: en la cartografía moderna que aparece a principios del siglo XX por el Instituto Geográfico y Catastral desde 1926, no se observa ninguna referencia a los muros colmeneros dentro del municipio de Mata de Alcántara.

Fuentes orales: las fuentes escritas y gráficas consultadas son bastante imprecisas en lo referente a los muros, asientos o corrales de abejas del municipio de Mata de Alcántara, no permitiendo ubicar los 3-5 muros mencionados a finales del siglo XVIII. Es posible que todos o gran parte de ellos se encuentren desaparecidos en la actualidad. La realización de la presente catalogación ha sido posible gracias a la existencia de las siguientes fuentes orales: Milagros Hernández, Domingo Durán Salgado, Domingo Durán Luján, Bibiano Sánchez Parro y algunos dueños y arrendatarios de fincas particulares.

 

USO, FUNCIÓN Y LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA

En el estudio mencionado anteriormente[1] se menciona la posible importación de los muros apiarios para la producción en su interior de cera y miel de la cultura celta, aunque existen otras teorías que los relacionan con la reconquista por parte de pueblos del norte, donde existían muros tipo cortín (muro elevado, reducidas dimensiones de la puerta y voladizo de remate) para evitar la entrada de osos en el interior del recinto apiario.

En Mata de Alcántara se han localizado un total de 8 muros apiarios de esta tipología, 1 posible muro, y ha llegado por vía oral, el conocimiento de un décimo muro ya desaparecido. No obstante, mediante vía oral ha llegado también el conocimiento de otro tipo de estructuras, no analizadas en dicho estudio, y sí incorporadas a la presente catalogación, que en el interior de corrales y también en asientos de colmenas se producía miel, siendo estas opciones las más utilizadas en el municipio.

Imagen 1. Ubicación muros, corrales y asientos de colmenas

En las fuentes escritas se menciona que en esta zona los ladrones de miel eran provenientes de una de las poblaciones cercanas al municipio, más concretamente de Ceclavín, coincidente la zona norte del municipio con la existencia de más muros apiarios y en cambio, en los puntos más cercanos al municipio están más relacionados con los corrales. Los puestos de colmenas se solían ubicar en fincas particulares, no aisladas como la mayoría de muros, y eran vigilados por los propios dueños. Concretamente, en el municipio sólo se han localizado tres muros no aislados e incluidos dentro de una finca: Caraciolo, Bocanegra y Cumbre III.

Prácticamente todas las construcciones analizadas se encuentran en estado de abandono, salvo Caraciolo, actualmente reutilizado para uso ganadero. Algunos fueron reutilizados también como ganaderos como Bocanegra, Naverrino, con restos de zahurdas en su interior, o algunos corrales.

 

CARACTERÍSTICAS CONSTRUCTIVAS

En este apartado se describen las características constructivas de los muros apiarios ya que los corrales no tienen ninguna característica constructiva específica que diferencie a los que producían miel de los que se dedicaban a otras funciones salvo la existencia de bancales.

Todos los muros analizados presentan forma ovalada salvo el de Cumbre III, totalmente redondo.

Las medidas de los muros rondan en su gran mayoría entre los 2 y 3 m de altura, con una altura media de 2,5 m, aunque en Naverrino se conserva una altura máxima de 1,5 m y Cumbre 3 tiene una altura máxima de 1,2 m.

Imagen 2. Detalle de restos de muros de corrales y muros apiarios

El muro de Caraciolo se estrecha considerablemente en la parte superior, en la que recientemente se han colocado tejas y sólo se ha localizado alero en el muro de cumbre 2. El alero o el estrechamiento del muro se utilizaba para dificultar el acceso al interior del recinto. En esta zona concretamente para evitar el robo de miel del interior por parte de la población cercana de Ceclavín.

Imagen 3. Detalle de estrechamiento superior y alero

No se han encontrado restos de colmenas de corcho en el interior de ninguno de los muros apiarios analizados.

No obstante, sí se han conservado algunos bancales, utilizados para la colocación de las colmenas de corcho en el interior de algunos muros tales como: Arropalma, Bocanegra, Rui Páez, Cumbre 2 y Pimiento Molido, un 50% de las construcciones.

Imagen 4. Detalle de restos de bancales de muros y corrales

La gran mayoría de las construcciones están hechas únicamente en granito con muros entre los 50 y 60 cm de grosor principalmente. Incorporan pizarra: Arropalma, Rui Paéz y Cumbre 2. Un total del 30% de los muros. Algunos de ellos incorporan también madera o ladrillo en la zona de la apertura de las puertas.

Finalmente, se observa que en la mayoría de construcciones que conserva la apertura de la puerta, y que ésta no ha sido modificada para uso ganadero, en el cual se ha ensanchado, es de pequeñas dimensiones.

Imagen 5. Detalle de puertas de muros y corrales

 

ESTADO DE CONSERVACIÓN Y POSIBILIDADES DE RECUPERACIÓN

A partir de la década de los 50[2] del siglo XX, la progresiva mecanización del campo, emigración, mejoras en comunicaciones, entre otros factores, conllevaron la progresiva desaparición, abandono y deterioro de los muros de esta zona así como del resto de muros del Tajo Internacional.

De todas las construcciones analizadas, sólo la de Caraciolo se encuentra en buen estado de conservación, ya que el propietario de la finca particular lo ha restaurado y lo destina a uso ganadero. La gran mayoría se encuentran en un estado regular de conservación, con la parte inferior del muro, la que queda en la parte baja del desnivel, caída, incluso varios de ellos se encuentran cubiertos de vegetación, sobre todo los corrales y con acceso complicado. Desaparecidos sólo se encuentra el muro de la Lancha del Colmenar y en estado irrecuperable debido a su deterioro Naverrino y Pimiento Molido.

Se podría aprovechar el buen estado de conservación de Caraciolo, en acuerdo con su dueño, para muestra etnográfica de cómo se producía miel antaño en el Municipio.

 

FICHA TÉCNICA

1-MURO DE ARROPALMA

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Muro” la zona donde se ubica. No obstante, se añade la denominación de Arropalma por hallarse al lado del arroyo con el mismo nombre y para diferenciarlo del resto de muros catalogados.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Muro

Zona de protección: reserva biosfera y Natura 2000

Coordenadas: 39º43’22’’N; 6º49’15’’W

Descripción: se trata de un antiguo muro colmenero, edificación ovalada con paredes construidas en pizarra (de 2.4 m de altura en la parte más elevada y 60 cm de grosor) y una superficie aproximada de 525 m2. La mayor parte de los muros se encuentra en buen estado salvo la zona anexa al arroyo, donde la altura de los muros tiene una altura máxima de 1 m. Está situado en pendiente. Se aprecian bancales artificiales, en mal estado de conservación. No se localiza la puerta por la densa vegetación en el interior. Se intuye entrada desde el arroyo. En las proximidades del arroyo de Arropalma y de los corrales de la población.

Funciones: actualmente abandonado. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera.

Estado de conservación: Regular, es necesaria una intervención a medio plazo para evitar el deterioro progresivo de la construcción.

Accesibilidad: Regular, desde la población, camino de Casancabo, camino de servidumbre hasta una cuadrilla larga que llega hasta el arroyo Arropalma, desde el cual por un pontón se accedía al Muro.

Características del paisaje: Construido al lado del arroyo de Arropalma, en pendiente, aprovechando en su parte superior un pizarral y haciendo varios bancales con pequeñas paredes de sujeción hasta la parte inferior sobre terreno pizarroso. Vegetación interior: chumberas, higueras, escobas, olivos y zarzamoras.  Vegetación alrededor: mismas especies mezclados con escobas, retamas, tomillos, pastos de gramíneas y leguminosas, galaperos y árboles frutales de las huertas inmediatas.

Propiedad: privada

 

2-MURO DE NAVERRINO

Imagen 6. Detalle zahurdas muro de Naverrino

 

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Muro Naverrino” al encontrarse en el interior de ese paraje.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Naverrino

Zona de protección: espacio ZEPA

Coordenadas: 39º41’58’’N; 6º47’27’’W

Descripción: se trata de un antiguo muro colmenero, edificación ovalada con paredes construidas en granito (de 1.5 m de altura en la parte más elevada y 60 cm de grosor) y una superficie aproximada de 206 m2. Perdido, reutilizado como zahurda. Está situado en pendiente y el interior está vacío. Orientado al suroeste

Funciones: actualmente abandonado. Su ultimo uso fue de corraleja, ya que se construyeron zahurdas en su interior para uso ganadero. Se ha reaprovechado parte de la construcción para extraer piedra para otras edificaciones más modernas. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera.

Estado de conservación: En ruinas, elemento prácticamente irrecuperable en su estado original

Características del paisaje: Construido en la cuenca del arroyo del Corredor, en el Paraje del Naverrino, sobre una pequeña pendiente, en terreno granítico, de grano medio, y próximo a zonas de barro y fusión. Actualmente predomina la encina, los pastos de gramíneas y leguminosas y las escobas, propio de zona adehesada.

Accesibilidad: Regular, desde la carretera CC-113 se localiza a 750 m por una pista secundaria.

Propiedad: privada

 

3-MURO DE BOCANEGRA

Imagen 7. Vista general del muro de Bocanegra

 

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Muro de Bocanegra” al encontrarse en el interior de dicha finca.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Bocanegra

Zona de protección: reserva biosfera y Natura 2000

Coordenadas: 39º43’57’’N, 6º45’51’’W

Descripción: se trata de un antiguo muro colmenero, edificación ovalada con paredes construidas en granito (de 3m de altura en la parte más elevada desde el interior y de 2 m desde el exterior y 55 cm de grosor) y una superficie aproximada de 240 m2. Roto en la parte superior para reutilización a partir de 1938, según inscripción, para hacer unos establos para el ganado. Está situado en pendiente. Se distinguen 3 bancales, el superior roto por la construcción ganadera ubicada en el interior del muro. Dispone de dos puertas, una orientada al sur y otra al oeste, posiblemente modificadas para el uso de ganado. Sus tamaños son: 1,40 m x 0,70 m y 1,90 m x 2,40 m. Además de granito se observa ladrillo en la parte de las puertas. Orientado al suroeste

Funciones: actualmente abandonado. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera y posteriormente uso ganadero.

Estado de conservación: Regular, es necesaria una intervención a medio plazo para evitar el deterioro progresivo de la construcción.

Características del paisaje: Construido en la Cuenca del Arroyo de las Viñas, en pendiente, sobre el terreno granítico de grano grueso y blando. En la zona abunda el olivar, entremezclado con encinas, almendros, cornicabras y algunos árboles frutales, pastos de gramíneas y leguminosas, monte bajo formado por retamas, escobas, tomillo y lavanda. En otros tiempos el cultivo más abundante de la zona era el del viñedo.

Accesibilidad: Acceso desde camino natural del Tajo, dirección Garrovillas de Alconétar, pasando por dehesa de Mata de Alcántara y camino de Naharro, dirección pista del Pintor y camino de servidumbre hacia el cercado de Bocanegra.

Propiedad: privada

 

4-MURO DE CARACIOLO

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Muro de Caraciolo” al encontrarse en el interior de dicha finca.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Caraciolo

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Coordenadas: 39º43º34’’N; 6º46’27’’W

Descripción: se trata de un antiguo muro colmenero, que no se encuentra aislado si no que forma parte de una finca que incluye casa, construcciones ganaderas y también un bujío. Es una edificación ovalada con paredes construidas en granito, piedra seca y cal, (de 2,60 m de altura en la parte más elevada desde el interior y 60 cm de grosor) y una superficie aproximada de 204 m2. Está situado en pendiente. No se distinguen bancales. Dispone de una puerta metálica, posiblemente ensanchada posteriormente para uso ganadero, de 2,10 m x 2,10 m. El muro acaba en forma piramidal con teja de protección en la parte superior. Dispone de construcción ganadera adosada en el interior. Orientado al sureste.

Funciones: Uso ganadero. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera y posteriormente uso ganadero.

Estado de conservación: Bueno, restaurado recientemente.

Características del paisaje: Construido en la cuenca de un pequeño arroyo tributario de la ribera de la Mata. Se encuentra en una pequeña pendiente, en terreno granítico de grano grueso y blando. Predomina el olivar entremezclado con encinas, retamas, escobas, pastos de gramíneas y leguminosas, tomillo, lavanda, entre otros. Otrora el cultivo predominante fue el viñedo.

Accesibilidad: Camino Natural del Tajo, pasando por la dehesa de la Giralda dirección Garrovillas de Alconétar, camino de Naharro, camino de servidumbre del cercado de Caraciolo.

Propiedad: privada

 

5-MURO DE RUI PÁEZ

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Muro de Rupai” al encontrarse en el interior de ese paraje.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Rui Páez (Rupai)

Zona de protección: ZEPA

Coordenadas: 39º 41’ 54” N, 6º 48’ 54” W

Descripción: se trata de un antiguo muro colmenero, aislado. Es una edificación ovalada con paredes construidas en granito y pizarra (de 2,50 m de altura en la parte más elevada desde el interior y 2,20 m desde el exterior y 50-60 cm de grosor en función del punto de medición) y una superficie aproximada de 585 m2. Está situado en pendiente. Se aprecian restos de dos posibles bancales. Dispone de una apertura utilizada como puerta, ensanchada para posterior uso ganadero y se conserva parte de una jamba. En las proximidades se encuentra una zahúrda, un chiquero y restos de paredes de antiguas construcciones. Orientado al suroeste.

Funciones: En desuso. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera y posteriormente uso ganadero.

Estado de conservación: Regular, es necesaria una intervención a medio plazo para evitar el deterioro progresivo de la construcción.

Características del paisaje: Se encuentra en la zona de Rupai (Rui Páez), muy cerca del cauce del arroyo del Corredor, sobre el charco Blanco, en pequeña pendiente, sobre terreno granítico de grano medio. Actualmente predomina la encina, la escoba y los pastos de gramíneas y leguminosas, de modo adehesado. Hace siglos la dehesa perteneció al Hospital de la Piedad de Alcántara y se aprovechaba mediante el cultivo del viñedo intercalado con el encinar. Vegetación interior: olivos y encinas.

Accesibilidad: Tramo del antiguo camino de Alcántara-Garrovillas de Alconetar en finca de Rui Páez.

Propiedad: privada

 

6-MURO DE LA CUMBRE 1

Imagen 8. Vista general del muro de Cumbre I

 

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Muro de La Cumbre” al encontrarse en el interior de ese paraje.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: La Cumbre

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Coordenadas: 39º42’40’’N, 6º46’00’’W

Descripción: se trata de un antiguo muro colmenero, aislado, cerca del arroyo de la Bosera. Es una edificación ovalada con paredes construidas en granito encalado (de 2,50 m de altura en la parte más elevada y 73 cm de grosor en la base, parte más ancha) y una superficie aproximada de 220 m2. Está situado en pendiente. Construcción tipo chozo o bujío anexa, prácticamente desaparecida, ennegrecida en el interior. Burancas o mechinales en el interior. Restos de puerta conservado al sur. Orientado al sureste.

Funciones: En desuso. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera y posteriormente uso ganadero.

Estado de conservación: Regular, es necesaria una intervención a medio plazo para evitar el deterioro progresivo de la construcción. Parte del muro inferior deteriorado.

Características del paisaje: Construido en la cuenca del arroyo de la Bosera, sobre una marcada pendiente, en terreno granítico, de grano grueso y blando, muy apropiado para el cultivo de viñedo. Actualmente predomina la encina así como los pastos de leguminosas y gramíneas. También se aprecian escobas, retamas, acebuches, almendros, tomillo y lavanda así como árboles de ribera.

Accesibilidad:  Desde Mata de Alcántara, por la dehesa de la Giralda, camino de la Cumbre, una vez en la dehesa de la Cumbre se dirige al camino de la Lobera, del cual salía una vereda que se dirigía al muro.

Propiedad: privada

 

7-MURO DE LA CUMBRE 2

Imagen 9. Vista general del muro de la cumbre 2

 

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara lo conoce como “Muro de la Cumbre en el Parrete”.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: La Cumbre

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Coordenadas: 39º43’10’’N, 6º46’17’’W

Descripción: se trata de un antiguo muro colmenero, aislado. Es una edificación ovalada con paredes construidas en granito y revocado, con pizarra tapada con tierra en la parte posterior a modo de alero (de 2,15 m de altura en la parte más elevada desde el exterior y 60-70 cm de grosor en función del punto de medición) y una superficie aproximada de 212,50 m2. Está situado en pendiente.  La parte inferior de la construcción ha cedido en varios puntos. Se conservan 3 bancales y se observan mechinales en el interior. En la parte de la apertura de la puerta además de pizarra se observa poste de madera. Dimensiones: 1,60 m x 0,60 m. Orientación sureste de la puerta y suroeste de la construcción.

Funciones: En desuso. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera y posteriormente uso ganadero.

Estado de conservación: Regular, es necesaria una intervención a medio plazo para evitar el deterioro progresivo de la construcción.

Características del paisaje: Construido en la cuenca del arroyo del Parrete, en pendiente, en terreno granítico de grano grueso y blando, apropiado para el cultivo del viñedo. Se encuentra en una dehesa en la que predomina la encina y los pastos de leguminosas y gramíneas. En este lugar en concreto también hay olivos y acebuches, entremezclados con las encinas, escobas retamas así como tomillo.

Accesibilidad: Desde Mata de Alcántara, por la dehesa de la Giralda, camino de la Cumbre, camino del Parrete, al cual se le une una vereda que se dirigía al muro.

Propiedad: privada

 

 

8-MURO DE LA CUMBRE 3

Referencias históricas: no es muy conocido ya que pertenecía a los morantes de la casera que hay en las proximidades, que eran los que le daban uso, y por su pequeño tamaño, aunque de características parecidas a los demás muros.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: La Cumbre.

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000.

Coordenadas: 39º42’20’’N, 6º46’35’’W

Descripción: se trata de un antiguo muro colmenero, al lado de una antigua construcción del tipo chozo con tejado a dos aguas, denominado en la zona “casera”, actualmente abandonada como vivienda pero con uso como almacén de piensos de la finca. Es una edificación redonda con paredes construidas en granito, piedra seca (de 1,20 m de altura en la parte más elevada desde el interior 50cm de grosor) y una superficie aproximada de 91,60 m2. Está situado en pendiente sobre una lancha granítica, sin cimentación. Inclinado al noroeste.

Funciones: En desuso. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera y posteriormente uso ganadero.

Estado de conservación: Regular, es necesaria una intervención a medio plazo para evitar el deterioro progresivo de la construcción.

Características del paisaje: Se encuentra en una lastra granítica en pendiente, orientada hacia la cuenca del arroyo de Pisapollos y dando la espalda a la cuenca del arroyo de la Bosera. El terreno es granítico, de grano grueso y blando, apropiado para el cultivo de viñedo. Actualmente predomina la encina, así como los pastos de gramíneas y leguminosas, con algunas escobas y retamas.

Accesibilidad: Desde Mata de Alcántara por la carretera hacia Garrovillas de Alconetar, pasando la ermita de San Lorenzo, la primera entrada a la izquierda, que tiene un camino que se dirige a la Casera, y en las inmediaciones se encuentra el muro.

Propiedad: privada

 

 

9-MURO DE LA LANCHA DEL COLMENAR (Desaparecido)

Antiguo muro del cual conocemos su existencia gracias a la tradición oral, se encontraba en una zona de granito inmediata a una lengua de barro, en zona de fusión, al lado del nacimiento de un pequeño arroyo afluente del Arroyo Arropalma. La vegetación actual más abundante es la encina, junto con galaperos y majuelos, escobas y pastos de gramíneas y leguminosas.

Zona de Protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Acceso: Pista de la Lancha Blanca, entre la Lancha Blanca y la Buitrera

Coordenadas: 39º 43’ 04” N, 6º 47’ 57” W

 

10-MURO DE PIMIENTO MOLIDO (posible)

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Pimiento Molido” al encontrarse en el interior de ese paraje.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Pimiento Molido

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Coordenadas: 39º 43’ 07” N, 6º 48’ 28” W

Descripción: se trata de los restos de un posible muro apiario. Se conserva la mitad de la circunferencia, con dos bancales en su interior que suavizan la pendiente. Altura conservada de 1,8 m y ancho de 50 a 60 cm. Tamaño círculo.

Funciones: En desuso, formando parte de lindero de otras fincas, manteniendo la forma semicircular. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel y cera y posteriormente uso agrícola-ganadero.

Estado de conservación: En ruinas, elemento prácticamente irrecuperable en su estado original. Se conserva únicamente una parte del muro, reutilizado como parte de la pared de una finca.

Características del paisaje: Se trata de los restos de un posible muro apiario, en la cuenca del arroyo Arropalma, en una zona de fusión en la que predomina el barro.  En el interior hay varios olivos, siendo el arbolado principal. En los alrededores se encuentran árboles frutales de las huertas cercanas, encinas, pastos de gramíneas y leguminosas.

Accesibilidad: se puede llegar tanto por la cerca de Jaraiz, con la cual hace la pared lindero, como por la calleja de las Huertas Arriba accediendo al olivar del “Pimiento Molido”.

Propiedad: privada

 

A-CORRAL DE ARROPALMA

Imagen 10. Vista general corral Arropalma

 

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Arropalma” al encontrarse en el interior de ese paraje.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Arropalma

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Coordenadas: 39º43’22’’N, 6º49’12’’W

Descripción: se trata de los restos de un corral en el que había colmenas de abejas. La forma es irregular y se encuentra en las inmediaciones del muro de Arropalma. En el interior se encuentran varias encinas.

Funciones: En desuso, recientemente abandonado. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel.

Estado de conservación: Bueno.

Características del paisaje: Las características del paisaje son las mismas que las de la zona del muro de Arropalma, por estar prácticamente al lado.

Accesibilidad: Desde de Mata de Alcántara puente del arroyo, cerro cuartillo, camino de Castañeta, cercado con mal acceso hasta el corral.

Propiedad: privada

 

B-CORRAL DE LAVADEROS

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Lavaderos” al encontrarse en el interior de ese paraje.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Lavaderos

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Coordenadas: 39º43’11’’N, 6º48’50’’W

Descripción: se trata de los restos de un corral en el que había colmenas de abejas. La forma es semicircular e irregular. La densa vegetación de su interior no permite el acceso al interior del mismo. Se conserva puerta de acceso a corral de 1,40 m x 0,70 m, de madera, y en mal estado. La altura máxima conservada del muro es de 2 m.

Chozo contiguo para guardar aperos seguramente. Las dimensiones de la puerta son de 1,30 m x 0,80 m. Tejado perdido. Altura conservada de 2 m.

Funciones: En desuso. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel.

Estado de conservación: En ruinas. Gran parte del muro se encuentra perdido o en mal estado.

Características del paisaje: Se encuentra al lado del arroyo de Arropalma, a su paso por el paraje de los lavaderos. En zona granítica, muy cercana a la zona de fusión con pizarra, teniendo tantos terrenos de barro como de arena en sus alrededores. La vegetación más abundante es la encina y el olivo, con almendros, galaperos, acebuches, árboles frutales de diferentes huertas de la zona, escobas, zarzamora y algún árbol de ribera. Mencionar también los pastos de gramíneas y leguminosas, que en otros tiempos fueron zonas de siembra de secano. En el interior del corral se encuentran varias chumberas que impiden el acceso al interior.

Accesibilidad: Desde Mata de Alcántara al camino del pocito, camino de los lavaderos hasta el paraje de los lavaderos.

Propiedad: privada

 

C-CORRAL DE SANTA MARINA

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Santa Maria” al encontrarse en el interior de ese paraje.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Santa Marina

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Coordenadas: 39º43’03’’N, 6º48’42’’W

Descripción: se trata de los restos de un corral en el que había colmenas de abejas. La forma es irregular. Se conserva acceso a corral, sin puerta, 1,90 m x 1,00 m, formando un pasillo de entrada de 3 m de ancho. Puerta interior de acceso a corral de 1,4 m de ancho. En esta zona de pasillo que estuvo techado, a la izquierda se conservan dos alacenas de 36 cm x 41 cm y de 30 x 32 cm respectivamente. Altura conservada de 2 m máximo del muro. Se observan mínimo 3 bancales, uno de ellos de forma semicircular.

Funciones: En desuso. Históricamente, refugio de colmenas para la producción de miel.

Estado de conservación: Regular, es necesaria una intervención a medio plazo para evitar el deterioro progresivo de la construcción.

Características del paisaje: Se encuentra a pocos metros de la ermita de Santa Marina, sobre el arroyo Valuengo, salvando la pendiente mediante varios bancales, en los cuales hay pinos piñoneros, olivos, alcornoques, chumberas, y en los alrededores galaperos y diferentes árboles de las huertas inmediatas.

Accesibilidad: desde Mata de Alcántara por el camino de los Naranjos hacia las Huertas Arriba, a medio camino donde hay varios pinos piñoneros.

Propiedad: privada

 

D-ERMITA-MURO DE SANTAMARINA

Referencias históricas: La tradición oral de Mata de Alcántara la reconoce con el nombre de “Santa Maria” al encontrarse en el interior de ese paraje.

Localización geográfica: Término municipal: Mata de Alcántara

Nombre del Paraje: Ermita de Santa Marina

Zona de protección: Reserva de la Biosfera, Red Natura 2000

Coordenadas: 39º43’02’’N, 6º48’37’’W

Descripción: antigua ermita de época medieval reutilizada como muro de colmenas.

Funciones: En desuso. Históricamente fue ermita, último uso como refugio de colmenas para la producción de miel.

Estado de conservación: Regular, es necesaria una intervención a medio plazo para evitar el deterioro progresivo de la construcción.

Características del paisaje: Misma caracterización que el corral de Santa Marina, con olivos plantados en su interior.

Accesibilidad: desde Mata de Alcántara camino de la verquita, pasando la charca girar al camino de la izquierda, a pocos metros se accede por una cancela de un terreno privado a la ermita.

Propiedad: privada

 

AA y BB-PUESTOS O ASIENTOS DE COLMENAS DE CONCHA Y VALDEMORO

Los puestos o asientos de colmenas se ubicaban la gran mayoría en huertas. Por medio de vía oral ha llegado conocimiento hasta nuestros días de la existencia de estos dos puestos, de los cuales se conserva apenas alguna lancha o asiento.

El puesto de Concha se encuentra en la zona conocida como las Viñas, en una zona granítica, de granito blando y de grano grueso. La vegetación más abundante en la actualidad es la encina, mezclada con olivos, alcornoques, pinos piñoneros, cornicabra, escoba, jaguarzo morisco, retama, pastos de gramíneas y leguminosas. En otros tiempos, el cultivo principal de la zona fue el viñedo, junto con el olivar.

El puesto de Valdemoro se encuentra en una zona granítica de grano fino, muy cercana a la zona de fusión con la pizarra. Por lo tanto, hay tierra arenosa y de barro. La vegetación más abundante son los pastos de gramíneas y leguminosas, con escobas, retamas y algunas encinas. En otros tiempos hubo cultivo de viñedo y olivar y en los alrededores la vegetación más abundante era la encina, que estaba adehesada.

 

[1] Muros apiarios en el parque natural del Tajo internacional” de Isidro García Barriga

[2] Muros apiarios en el parque natural del Tajo internacional” de Isidro García Barriga

Oct 242023
 

 

Ángel Trigueros Muñoz**

José Ángel Calero Carretero *

Concha González Caballero**

 

 

*Asociación Histórica de Almendralejo

**Profesores del IES Santiago Apóstol

 

 

LA FOTOGRAFÍA COMO PATRIMONIO HISTÓRICO Y FUENTE DE INFORMACIÓN

La aparición de la fotografía a mediados del siglo XIX, y sus precedentes el heliograbado y el daguerrotipo, significó una revolución técnica en la reproducción de imágenes, pues permitía captar la realidad tal como se mostraba ante los ojos del espectador, antes dominio de otras artes, como la pintura, el relieve, la escultura, el grabado, etc. La fotografía supuso, por tanto, por un lado un gran avance técnico en una época de gran desarrollo tecnológico y por otro, se convirtió en testimonio y narración visual, como medio de comunicación, contribuyendo así a la memoria de las sociedades pues, desde entonces, las imágenes captadas se han convertido en un documento de información imprescindible, con su particular carga de subjetividad.

La fotografía tiene que ver con el uso de las imágenes y, en este sentido, con la comunicación y la representación. La historia de la humanidad se puede escribir, verbalizar oralmente y también visualizar en imágenes. Desde la mirada de nuestros antepasados en las cavernas paleolíticas hasta el uso actual en este modelo que venimos llamando, ya hace tiempo, “sociedad de consumo” y “cultura de masas”, pasando por la pintura, la escultura, los grafitos, los tatuajes, el cine, la fotografía, la publicidad, el cómic, etc., las imágenes son y serán un recurso universal para satisfacer nuestra necesidad de ver y mirar.

Mediante la fotografía no solo se captan imágenes, algunos dirían atrapan, sino que igualmente se construye una crónica de lo retratado, sea esto lo que fuere. Decía Susan Sontag que “hay algo depredador en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como nunca pueden conocerse; transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente[1]. Es conocido el recelo de algunos pueblos indios a ser fotografiados[2]. Sea lo uno o lo otro, o ninguno, lo cierto es que fotografiar es, de alguna manera, “atrapar” un instante en el tiempo, de personas, objetos y relaciones.

Las imágenes, sean fotográficas o no, también influyen decisivamente a quien las contempla, cualquiera que sea la dirección que resulte de ello, como señala Debray: “Ya tranquilicen o solivianten, maravillen o embrujen, ya sean manuales o mecánicas, fijas, animadas, en blanco y negro, en colores, mudas, hablantes, es un hecho comprobado desde hace varias decenas de miles de años que las imágenes generan acción y reacción[3].  En Eco[4], como en Roland Barthes[5], la obra es algo abierto que completa un observador activo. En este sentido, cada época, dígase también tiempo histórico, país, cultura, generación, sociedad, familia, individuo, tiene y tendrá su propio discurso de la imagen y otro tanto sucederá con su lectura visual[6].

Como cualquier otro bien material o inmaterial de relevancia, la fotografía cumple una doble consideración por su significado, a saber, como patrimonio y como fuente histórica. El aspecto patrimonial viene determinado por su valor de legado e interés para la posteridad de las sociedades humanas, y esto en su dimensión nacional[7], regional[8] y, para nuestro propósito, también educativa[9]. Es por tanto un bien a preservar, organizar y difundir[10]. El aspecto documental nos aporta información relevante con la que poder reconstruir la historia, en general, y la historia de las instituciones educativas, objeto del presente artículo.

A pesar de lo dicho, la fotografía no se agota como patrimonio o documento histórico sino que amplía su discurso y sirve a otras disciplinas, abriendo así el campo a otros conocimientos[11], incluido el educativo, como venimos señalando. La fotografía también cumple otras funciones, cuando se usa como herramienta de análisis para captar realidades que llevarán a un estudio posterior más detenido, como es el caso de la geografía, la arqueología, fotogrametría, patrimonio, aérea, medicina —recuérdense los trabajos pioneros de Cajal[12]—, etc. En estos casos, la fotografía no es tanto documental como un instrumento más al servicio del trabajo científico, siendo medio y no fin. Pero ahora nos proponemos apuntar, más específicamente y sin agotar el tema, a su valor como fuente histórica para el estudio de las instituciones escolares.

La fotografía supone, pues, una fuente de información de gran utilidad para estudiar nuestro pasado más reciente. La consideración de la imagen y específicamente de la fotografía como fuente de información del pasado, sin olvidar los fines transversales que se puedan desprender de su propia naturaleza, como emocionales, lúdicos, ilustrativos, etc., es fundamental para reconocerla como fuente histórica[13]. Y esto es así teniendo en cuenta que, hasta hace poco, los investigadores tenían reticencia para usarla como fuente de información, en favor de las fuentes escritas, arqueológicas, orales, etc[14].

El pasado, como señala el historiador Jorge Lozano, no es algo dado que podamos aprehender empíricamente mediante percepción directa, sino que el investigador “solo puede observar los restos que desea investigar[15]. Por tanto, como cualquier otra fuente que decidamos utilizar, la imagen y la imagen fotográfica, se constituyen, como apunta Peter Burke, en documentos de los que extraer información y, por tanto, se consideran como fuentes para la historia[16]. El valor documental de la imagen fotográfica está en la información que nos aporta. Cada imagen fotográfica es un universo de situaciones constituidas por las personas, los objetos y las relaciones que determinan un ambiente único donde lo mostrado permanece más allá del tiempo en que se fotografió: la indumentaria, la moda, los gestos, los grupos sociales, los espacios, los ambientes, etc. De esta manera, la información de lo visual también ha contribuido a ampliar el campo de intereses de los historiadores, pues ampliado el volumen de fuentes disponibles también lo ha hecho el de estudios a abordar.

“Más o menos durante la última generación; los historiadores han ampliado considerablemente sus intereses, hasta incluir en ellos no sólo los acontecimientos políticos, las tendencias económicas y las estructuras sociales, sino también la historia de las mentalidades, la historia de la vida cotidiana, la historia de la cultura material, la historia del cuerpo, etc. No habrían podido llevar a cabo sus investigaciones sobre estos campos relativamente nuevos, si se hubieran limitado a las fuentes tradicionales, como, por ejemplo, los documentos oficiales producidos por las administraciones y conservados en sus archivos. Por ese motivo, cada vez más a menudo se están utilizando distintos tipos de documentación, entre los cuales, junto a los textos literarios y los testimonios orales, también las imágenes ocupan un lugar”[17].

En España son fundamentales los trabajos de Bernardo Riego[18], Mario Pedro Díaz Barrado[19], Beatriz de las Heras[20] y Antonio Pantoja Chaves[21], entre otros[22], para establecer la fotografía como recurso documental, con un enfoque histórico[23], con todas sus posibilidades y limitaciones. Como documento para el estudio de la historia, la fotografía será, pues, una fuente primaria para el investigador que, a su vez, se servirá y complementará de otras fuentes para el estudio del pasado[24] (Tabla 1).

PRIMARIAS Materiales Restos arqueológicos. Utensilios y herramientas. Máquinas. Vestidos y objetos de ornamentación. Vehículos de transporte. Armas, etc.
Escritas Documentos jurídicos. Textos oficiales. Memorias. Crónicas. Censos. Artículos de prensa. Registros parroquiales. Cartas. Diarios privados. Textos literarios, etc.
Iconográficas Fotografías. Grabados. Arte en general. Ilustraciones. Carteles. Caricaturas, etc.
Audiovisuales Películas. Documentales. Reportajes. Anuncios, etc.
Orales Entrevistas. Programas de radio. Canciones. Cuentos, etc.
SECUNDARIAS Libros, revistas, periódicos, etc.

 

Tabla 1.  Clasificación de las fuentes históricas.

 

LA HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA

Nos proponemos ahora realizar un breve, pero necesario, repaso por la historia de la fotografía, dando a conocer algunos trabajos imprescindibles que han tomado la fotografía como objeto de estudio para conocer el pasado en sus diferentes modalidades. Todos estos estudios varían en interés dependiendo del propósito que le haya asignado el investigador, pero tienen en común que presentan a la fotografía como un valioso documento portador de información. Este material fotográfico recopilado ha contribuido sobremanera a su recuperación y puesta en valor, y ha servido para reconstruir el pasado, fin último de toda fuente histórica, aunque, como decimos, el tratamiento y el resultado hayan sido muy desiguales. Por otro lado, mucho material fotográfico espera aún en archivos particulares o públicos su momento para el estudioso de turno.

Como ha señalado Bernardo Riego, la bibliografía fotográfica es abundante ya sea “en relación con el Arte, la Filosofía, la Historia o la Comunicación” y esto es así porque  “ancla sus raíces en una larga tradición de autosuficiencia del propio mundo de la fotografía, y no deja de ser un reflejo más de la propia difusión de la tecnología fotográfica que supo desde los primeros tiempos adaptarse y dar respuestas a muchas necesidades y en muy diversos campos[25].

Afortunadamente, son ya muchos los trabajos dedicados en España y en Extremadura a la historia de la fotografía y muchos también los que se han dedicado a fotógrafos. Todavía hay mucho por hacer en este sentido, especialmente en los ámbitos locales y regionales, donde la publicación de estudios sobre fotografía y fotógrafos es muy desigual por localidades, provincias y comunidades. Se han publicado muchos trabajos fotográficos, como recopilación de fotografías locales, pero son en comparación pocos los estudios sobre estas colecciones locales y los respectivos análisis que se puedan desprender de dichas fotografías: autores, historia, contenidos, metodología,  etc. En general se han publicado como muestrarios de imágenes del ayer sin un aparato crítico, analítico o metodológico. Aún así, son trabajos fundamentales desde un punto de vista de recuperación y recopilación en la preservación de estas imágenes.

En el ámbito nacional, hace tiempo que contamos con notables investigaciones en la historia de la fotografía. Por citar los más destacados, tenemos a Marie-Loup Sougez[26], Lee Fontanella[27], Miguel Ángel Yáñez Polo[28], Publio López Mondéjar[29], Isidoro Coloma Martín[30], Isabel Ortega y Gerardo F. Kurtz Schaefer[31], Juan Miguel Sánchez Vigil[32], Joan Fontcuberta[33], Carmelo Vega[34]; a estos hay que añadir, el creciente interés de la universidad y de instituciones públicas y privadas por el hecho fotográfico desde las perspectivas de sus diferentes especialidades de conocimiento[35].

Para el caso extremeño, contamos con trabajos destacables, aunque aún queda mucho por hacer. Es numerosa la cantidad de estudios locales que ya existen, como decíamos, con una intención recopilatoria y son muchos los municipios extremeños que ya cuentan con libros que recogen abundantemente fotografías antiguas de sus localidades, o las utilizan para ilustrar algún libro o revista. Esta vocación refleja el interés por mostrar la identidad de cada uno de los lugares retratados, que muestran un pasado más o menos cercano que se evoca con imágenes, muchas de ellas organizadas por temas: costumbres, folclore, familias, personajes oficios, etc. La procedencia de estas fotografías suele corresponder a colecciones privadas, las recogidas de la prensa y las obtenidas de libros dedicados a la historia y el patrimonio de la localidad. Sin embargo, como decíamos también, son escasos los trabajos publicados con un aparato crítico o los que utilizan la fotografía como fuente de información para llevar a cabo estudios de más hondura. Pero también hemos de decir que esta búsqueda de la identidad local que se hace también regional es, sin duda, el primer paso a trabajos posteriores de mayor envergadura.

Dentro de estos trabajos que se han ocupado de hacer la historia de la fotografía en Extremadura son fundamentales los de Matilde Muro Castillo[36], quizá los primeros estudios completos sobre la historia fotográfica extremeña. La Junta de Extremadura publicó en 1992 un conjunto de imágenes de diferentes localidades extremeñas que tienen a la fotografía como primera protagonista[37]. Otros intentos de rescatar el patrimonio fotográfico extremeño emanan del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), a través de sus exposiciones[38]. Hay también otras iniciativas particulares que provienen de editoriales con una preocupación por el legado fotográfico español, como la editorial El Viso[39], con trabajos sobre fotógrafos que recorren la geografía española incluida Extremadura. Así mismo, tenemos el caso de la editorial Amberley[40] que se ha especializado en libros de fotografías por localidades, entre las cuales hay varias extremeñas, como es el caso de Plasencia[41], Guadalupe[42], Coria[43], Mérida[44], Montánchez[45], Cáceres[46], Navalmoral de la Mata[47], Trujillo[48], Badajoz[49] y la propia Extremadura[50].

Uno de los estudios, aunque centrado casi en su totalidad en la ciudad de Cáceres, es el del que fuera su cronista, Juan Ramón Marchena Pérez[51], aunque presentado como una historia de la fotografía en Extremadura. También contamos ya con trabajos específicos que usan la fotografía, no como un catálogo de imágenes, sino como una fuente de información a partir de la cual elaborar un estudio. Este es el caso de Penélope Rubio Montano que, aplicando una metodología y crítica exhaustiva de investigación, nos habla de los oficios de Los Santos de Maimona[52]. Aunque, quizá, de menor entidad pero igualmente interesante, es la publicación de la Asociación Cultural de Amigos de Salvatierra que recopila un importante volumen de fotografías de la localidad tratando de reconstruir la vida del pueblo del último siglo[53]. Por citar un trabajo más específico, en la línea descriptiva y de catalogación, tenemos el trabajo sobre las fotografías antiguas del Museo Nacional de Arte Romano[54].

En Almendralejo, por concluir en el contexto espacial de nuestro trabajo, contamos con estudios que recogen fotografías específicas de la localidad, es el caso de Manuel Rubio Díaz[55] con varios libros con fotografía locales, el periódico Extremadura que publica en 1992 un suplemento dedicado a fotos de Almendralejo y en 2015 el grupo Mordistritus[56] sacó a la luz una selección de fotografías[57] del archivo personal de Manolo del Castillo, fotógrafo almendralejense.

 

LAS FOTOGRAFÍAS DEL IES SANTIAGO APÓSTOL COMO FUENTE PARA EL CONOCIMIENTO DE LA INSTITUCIÓN ESCOLAR

Ya destacamos en un trabajo anterior[58], del que este es continuación, dedicado al Archivo Fotográfico del IES Santiago Apóstol de Almendralejo, el valor de la fotografía para el conocimiento de los contextos educativos. Ya dijimos entonces que esta fotografía es “testimonio en forma de imágenes del acontecer diario de la comunidad escolar en sus muchas facetas[59]. El mantenimiento y preservación de este material, como patrimonio educativo, por un lado, y fuente de información, por otro, deja constancia de lo que podríamos llamar la “dimensión histórica de la institución”. Y esto junto a otros materiales, como actas de claustro, expedientes del alumnado, material escolar, etc., que permitirían al investigador “reconstruir la historia de la educación en sus diferentes aspectos: metodologías, agrupamientos, recursos, actividades, docencia, alumnado, etc.[60]. Ejemplos de este interés investigador hacia la fotografía escolar lo encontramos en María del Mar del Pozo Andrés[61] y Antonio Pantoja Chaves[62].

El IES Santiago Apóstol fue fundado como Instituto Laboral en Almendralejo por Decreto de 30 de junio de 1950[63], mediante el cual se creaban los primeros quince Institutos Laborales de España, comenzando a funcionar como Centro de Enseñanza Media y Profesional en diciembre de 1950. Durante veinticinco años fue el único centro de enseñanza secundaria de la zona, lo que le hizo constituirse, además, en un motor de desarrollo social y cultural para la ciudad de Almendralejo y la comarca de Tierra de Barros[64], entendiéndose a partir de su funcionamiento con una cierta “misión” popular[65]. Desde sus inicios se llevó a cabo una intensa actividad fotográfica que llega al día de hoy con el objetivo principal de documentar las diferentes actividades de la vida de la institución.

Las imágenes de su Archivo Fotográfico corresponden a un conjunto de fotografías que se conservan en el IES Santiago Apóstol de Almendralejo en formato digital, pues raramente se han impreso en papel salvo los años iniciales, y estas están prácticamente perdidas salvo las que se consiguieron recuperar con motivo de la celebración de su cincuenta aniversario[66] en el año 2000. Las primeras fotografías datan del curso académico 1950-51 con la creación del centro educativo y continúan hasta nuestros días, como un medio de certificar con imágenes las actividades de la vida educativa. A este conjunto podemos llamarlo, pues, como fondo, archivo o colección fotográfica y forma parte del patrimonio educativo[67] del centro. Las imágenes conservadas van, por tanto, desde el año 1950 hasta el presente. Las fotografías de mayor antigüedad, cuya cronología podemos considerar entre 1950 y 1965, han sido recuperadas gracias a profesores jubilados, antiguos alumnos, familias o entresacadas de las primeras publicaciones del centro. Queda por rastrear en hemerotecas en publicaciones de la época donde a buen seguro encontraríamos unas cuantas más. Estas fotografías están en blanco y negro, y son especialmente relevantes para reconstruir la historia de aquellos primeros años. Sin embargo, es nuestro propósito considerar a todo el conjunto fotográfico desde su inicio hasta el presente, como venimos diciendo, como ejemplo de fuente de información para la historia del centro.

Las fotografías están aún en fase de catalogación, teniendo en cuenta dos criterios principales de clasificación: uno cronológico y otro temático. En el criterio cronológico la organización se establece obedeciendo a aspectos tan básicos como es la organización por cursos académicos y dentro de cada curso por actividad realizada. Esto nos permite una primera clasificación que nos ayuda a tener localizadas y datadas casi todas las fotografías. El criterio temático es algo más complejo, teniendo en cuenta que una misma fotografía puede adscribirse a una actividad, pero a varios temas. Estos temas ya fueron establecidos en el trabajo citado[68]. En ningún caso son temas cerrados, se pueden establecer otros, ampliando o reduciendo su número o proponiendo matices para dichos campos.

  1. a) El edificio. Está formado por el conjunto de imágenes correspondientes a la edificación iniciada en 1953 y finalizada en 1956, obra del arquitecto madrileño Manuel Fisac Serna (1913-2006). Estas imágenes son una fuente de información fundamental para reconstruir la vida del edificio y su evolución, junto a las sucesivas reformas y ampliaciones. Son notables las diferencias que encontramos en este desarrollo diacrónico a partir de una estructura básica y las sucesivas reformas, ampliaciones, reorganizaciones, que nos dan una idea de las transformaciones a lo largo del tiempo así como las explicaciones que nos permiten entender la historia del edificio.
  2. b) Las enseñanzas y su evolución. Como recoge la RAE en una de sus acepciones, la enseñanza es la “transmisión de conocimientos, ideas, experiencias, habilidades o hábitos a una persona que no los tiene”. Aunque pueda parecer una definición precaria, si la comparamos con otras emanadas de las directrices educativas, nos vale para expresar el valor de la educación como transmisión y elaboración de conocimiento. Desde este punto de vista, estas imágenes presentan la práctica educativa en diferentes acciones que reflejan el acto educativo de las materias, concretadas en aspectos como las metodologías, las actividades, los recursos empleados, los espacios utilizados, etc., hasta dónde la imagen muestre con sus propias limitaciones. Estas fotografías muestran, por tanto, aspectos relacionados con la práctica de la enseñanza propios de la institución educativa.
  3. c) El profesorado y el alumnado. Hemos querido destacar un conjunto de imágenes que muestran al profesorado y al alumnado en el acto mismo de la actividad educativa. La enseñanza es un acto de comunicación profesional entre personas que comparten el hecho educativo y que necesita de un encuentro que podemos llamar transmisor, de descubrimiento y construcción, y que hoy llamaríamos de acuerdo a la última ley educativa·”situación de aprendizaje”[69]. Estas imágenes son instantáneas en las que aparecen los docentes en relación con sus alumnos, cualesquiera que sea el espacio donde se dé este proceso de enseñanza-aprendizaje.
  4. d) El alumnado. En estas fotografías el centro de interés no recae en el proceso de enseñanza y aprendizaje sino en los alumnos recogidos de manera individual o grupal en situaciones que no son de aprendizaje, tales como imágenes de agrupaciones, grupos aula, etc.
  5. e) El personal no docente. Estas fotografías, de fácil identificación, pero escasas en número en comparación con el resto, muestra al grupo de profesionales que dependen de la Secretaría, estos son: el personal de administración, auxiliares y cuidadores, conserjes, ordenanzas y personal de limpieza, y también cuidadores y educador social.
  6. f) Asociación de Madres y Padres. Estas imágenes están formadas por la representación, principalmente padres y madres, pero también abuelos, hermanos, etc.
  7. g) Actividades complementarias y extraescolares. Las primeras se refieren a las actividades que se desarrollan dentro de los currículos de las distintas materias, son obligatorias, evaluables y están dentro del horario escolar. Las segundas complementan el currículo y se desarrollan en horario extraescolar.
  8. d) Otros temas. Sin agotar otras propuestas, en este apartado incluiríamos todos aquellos temas no tratados en los anteriores, como profesorado, festividades, biblioteca, radio escolar, protocolo, publicaciones, jubilaciones y homenajes, jornadas, premios, etc.

 

PROPUESTAS DE TRABAJO CON LA FOTOGRAFÍA ESCOLAR

Queremos ahora proponer las líneas de trabajo, o fases si las entendemos como pasos a seguir, con la fotografía escolar como fuente de información histórica. Algunas de estas líneas de trabajo se están desarrollando en la actualidad con la colección de fotografías que constituyen el Archivo Fotográfico del IES Santiago Apóstol de Almendralejo, especialmente con las fotografías que consideremos más antiguas. Todas estas propuestas cumplen los objetivos de mostrar la colección como una fuente de información y conocimiento para los investigadores de la cultura escolar, recordando la naturaleza histórica de cualquier institución, incluida esta y preservar este legado para la comunidad educativa y las generaciones futuras. Entendemos que estas líneas de trabajo son complementarias, es decir, son, como se ha dicho, fases en las que cada una de las cuales sucede a la otra. En cualquier caso, cada una de ellas puede constituirse como un trabajo independiente, como veremos, pero insistimos en mostrarlas como secuencias de un trabajo histórico.

Primera línea: Mantener y organizar el fondo fotográfico. La primera de todas es, sin duda, mantener, preservar y aumentar el fondo fotográfico, La colección de fotografías, de existir esta, como en el caso que nos ocupa del IES Santiago Apóstol, constituye la memoria visual de la historia del centro. Es necesario dar a este fondo de imágenes el valor que le corresponde y establecer las condiciones para su preservación. Las fotografías que han llegado a nosotros son fruto del interés de aquellos que vieron con claridad que las imágenes constituían un valor añadido de la historia del centro. Sin ellas la historia de la institución sería más deficitaria.

El acrecentamiento de esta colección debe ser, por tanto, una tarea fundamental. Una colección nunca está cerrada, antes al contrario, está sujeta a nuevas incorporaciones que amplíen el fondo existente y enriquezcan la historia visual de la comunidad a la que están referenciadas. En esta secuencia cronológica de la que venimos hablando, que comienza con la creación del Instituto Santiago Apóstol en la década de los años cincuenta, hay periodos más abundantes en cuanto a la presencia de fotografías y años en los que por diversos motivos el material visual es más escaso o incluso ausente. Sabemos, por ejemplo, de hechos escolares sucedidos de los que no tenemos referencias visuales y, en otros casos al contrario, hemos conocido el desarrollo de alguna actividad gracias a un testimonio visual[70]. Este aumento de los fondos fotográficos puede darse a través de muchas vías: consulta de la prensa local de la época, estudios de investigadores del municipio, antiguos alumnos[71], fotografías privadas de docentes, madres y padres de alumnos que ocasionalmente pudieran haber tomado imágenes, coleccionistas de material visual y, sin agotar la nómina, fotógrafos de la localidad.

Segunda línea:  Catalogación de las imágenes. En otra línea de trabajo, complementaria de la anterior en esta secuencia de trabajo que venimos señalando, se pretende crear un catálogo de imágenes siguiendo la idea de otros investigadores, como es el caso de Antonio Pantoja Chaves[72]. Este estudioso de la fotografía escolar propone la creación de una base de imágenes fotográficas escolares. Para la realización de este catálogo, Chaves propone, basándose en otros autores y casos[73], la creación de una ficha de la imagen en la que aparecerían los diferentes campos adscritos a cada imagen.

  • Número de registro o referencia: número que se le asigna en el catálogo.
  • Tipo de imagen: fotografía, diapositiva, cristal, grabado, negativo, postal, prensa, etc.
  • Fecha: año o curso escolar que se recoge en la imagen, exacto o aproximado.
  • Procedencia: pertenencia de la imagen, en este caso, fotógrafo profesional, prensa, docentes, familias, el propio centro, publicación.
  • Datos técnicos: como formato, color, conservación, etc.
  • Autoría: Esta puede variar desde el anonimato hasta ser responsabilidad fotógrafo, ya sea profesional, por cuenta de algún medio de comunicación, hasta docente, familiar o alumno.
  • Lugar: se trata del ámbito espacial que aparece en la fotografía.
  • Tema: circunscrito a la información principal que aporta la imagen.
  • Palabras clave: términos que refieren otros aspectos del contenido de la fotografía además del principal.
  • Personajes: personas físicas que aparecen.
  • Mobiliario: lo referimos al conjunto de muebles que se muestran, incluidos los instrumentos pedagógicos.
  • Descripción: relativo al contenido e información complementaria.
  • Imagen: la que aparece en la propia fotografía, negativo o diapositiva.
  • Observaciones: todas aquellas que sean necesarias para completar la información de la imagen.

Esta base de datos informatizada no solo permitirá la organización de dicho banco de imágenes, sino también se constituirá como una herramienta fundamental de trabajo para el investigador[74]. Todos estos campos permiten la visualización de las imágenes desde diferentes variables, de tal manera que cada imagen queda adscrita a una serie de conceptos claves que facilitan su localización. Por ejemplo, si buscamos las veces que aparece un docente en el conjunto total de la colección, o cuántas imágenes tratan de temas deportivos, o qué otras muestran actividades de música, cuáles son excursiones al extranjero, en qué fotografías se ven prácticas de aula, cuáles muestran procesos de aprendizajes, en cuántas aparecen aspectos del edificio, o en otras qué material escolar, etc.

Presentamos a continuación un ejemplo de catalogación utilizando para ello una imagen de los primeros años del instituto. Se trata de una fotografía de los profesores que en el año 1956, catorce en total, impartían clases en el Instituto Laboral de Almendralejo. La fotografía está realizada en el vestíbulo principal de acceso al Instituto, delante del despacho del director.

 

FICHA CATÁLOGO
N.º Registro Por determinar. Tipo de imagen Fotografía.
Fecha 1956. Procedencia Particular.
Datos técnicos Blanco y negro, soporte digital.
Autoría Guillermo Amador (docente) Lugar Vestíbulo de secretaría.
Tema Claustro de profesores.
Palabras clave Profesores, claustro, indumentaria.
Personajes De izquierda a derecha y de arriba abajo: Guillermo Amador Rodríguez, Juan Maraña Frutos, Gabriel de las Casas Pulido, María Buiza Campos, Salustiano Álvarez Martínez, José Manuel Azcárraga Alabau, Juan de Dios Antolín Siffredi, Leopoldo García Morera, Leandro Díaz Galindo, Luis Cordero Píriz, Matilde Martínez Pérez, Tomás de la Hera y Martínez de Pinillos, Felipe García Lencero y Carlos Llamas Flores.
Mobiliario
Descripción Claustro de profesores delante del actual espacio de administración del instituto. En el centro don Tomás de la Hera y Martínez de Pinillos, director  y profesor de Química. Los profesores con indumentaria de la época, en traje y corbata, las profesoras con vestido clásico y elegante..
Imagen
Observaciones Intención de transmitir a la comunidad educativa y social el cuerpo de profesores de la institución.

 

Tercera línea. Decodificación de la imagen. El valor documental de la fotografía, como ya quedó dicho, permite trabajar con este fondo testimonial como una fuente para que los investigadores de la cultura escolar pueden aprovechar las imágenes como una fuente más con la que escribir la historia de la educación y sus prácticas. Este sentido localista y contemporáneo que proporciona la fotografía en general y escolar en particular, permitirá al investigador de la educación abrir nuevos espacios de comprensión del hecho educativo. El uso de la imagen es sin duda un complemento fundamental que aportará más comprensión si la estudiamos con este valor de documento, con su correspondiente crítica heurística y lectura iconográfica.

Como apunta del María del Mar Pozo Andrés, “para poder elevar el status científico de los estudios visuales es necesario utilizar una metodología de análisis consolidada y bien experimentada[75]. Por tanto, una parte importante de este trabajo tiene que ver con “trabajar con la fotografía”, es decir, con el uso de la fotografía como fuente de información. Como dice Peter Burke: “En los próximos años será interesante comprobar cómo unos historiadores de una generación que se ha visto expuesta a los ordenadores y a la televisión prácticamente desde su nacimiento y que siempre ha vivido en un mundo saturado de imágenes, se sitúa ante los testimonios visuales del pasado[76].

En esta fase aplicamos la metodología necesaria para decodificar la imagen que necesariamente deberá seguir unos pasos. Para el historiador que se sirve de la imagen, sea fotográfica o no, es necesario igualmente aplicar el mismo procedimiento de metodología histórica[77] que se emplea con otras fuentes[78], así la interpretación vendrá precedida de aspectos analíticos con preguntas concretas como: qué se muestra, cómo se muestra, dónde, por qué, para qué, contexto histórico, autoría, motivación, a quién iba dirigida, etc.

Afortunadamente, ya hay numerosos estudios, algunos de los cuales ya se han mencionado en este trabajo, que hacen propuestas novedosas para estudiar la fotografía con enfoques transversales y multidisciplinarios, donde la perspectiva histórica se completa con otros aspectos, como los mencionados al inicio de este artículo, antropológicos, sociológicos, etc. Por poner un ejemplo de metodología, mencionamos las ideas de Antonio Rodríguez de las Heras, pionero en el trabajo con la imagen como fuente de información. Su planteamiento pasa por aspectos como, la observación y el análisis, la datación y contextualización, su relación con otras imágenes, la asociación de significados presentes en la fotografía y, finalmente, su valor de representación y de comunicación[79].  Todo aquello que hace considerar a la imagen, como señala Beatriz de las Heras, como un “documento histórico portador de múltiples significados[80], pero limitando la sobreinterpretación con el objetivo de no deformar su sentido original[81]. Esta misma investigadora, para un estudio más metódico, nos proporciona los pasos necesarios para encarar este análisis de crítica fotográfica, que tendrá que contar, al menos, con los siguientes puntos, que aquí solo mencionamos: heurístico, del proceso, técnico, iconográfico, iconológico y de estudio global[82].

En la imagen que nos está sirviendo de ejemplo, los profesores del instituto Santiago Apóstol de 1956, el análisis tendría en cuenta estos aspectos mencionados. El año de realización de la fotografía, el contexto espacial, la descripción individual de los integrantes, la agrupación significativa de cada uno de los fotografiados, el número de profesores y profesoras, las relaciones interpersonales, las jerarquías evidentes, los diferentes planos, los gestos y las posturas, las miradas, la forma de vestir, los valores que se desprenden, el objetivo de la imagen y la intencionalidad de la misma, entre otros.

Cuarta línea. La construcción del discurso histórico. A partir de las fases anteriores, ahora nos proponemos completar nuestra investigación teniendo en cuenta cuál haya sido nuestra propuesta o hipótesis inicial. Se necesita ahora también la consulta de otros materiales determinantes para la investigación, muchos de ellos presentes en el archivo documental[83] del instituto o presentes en otras fuentes y lugares, incluyendo las orales a las que podemos acceder aún hoy en día. La materialización de este discurso histórico dependerá de la propuesta o hipótesis inicial de nuestra investigación y se construirá con toda la información obtenida que nos ha precedido, teniendo en cuenta la ayuda de otras disciplinas auxiliares, como “Comunicación Visual afrontada desde la Semiótica, la Filosofía de la Imagen, la Sociología de la Comunicación, o la Psicología de la Percepción, entre otras[84].

Siguiendo con el ejemplo de nuestra fotografía elegida, los profesores del año 1956, y teniendo a esta imagen como referencia, podemos ahora continuar con nuestra investigación histórica y completar y desarrollar los aspectos de nuestro estudio, que pudieran aumentar el conocimiento sobre los docentes que constituyeron el claustro inicial del IES Santiago Apóstol. Este trabajo se construirá, pues, sobre la trayectoria personal y profesional de estos docentes, sobre sus lugares de orígenes, sobre su formación académica y sus estudios posteriores, la entrada y salida de la institución educativa, las amistades que se tejieron entre ellos, sus publicaciones, sus inquietudes y necesidades, su relación con el instituto y la población, y la evolución posterior de cada uno. Cada docente se puede estudiar de manera individual y posteriormente configurarlo dentro del cuerpo de profesores y, en un sentido más amplio, en el conjunto de la comunidad educativa,buscando sentido dentro del ecosistema comunitario, con asuntos como el alumnado y sus familias, proyección social, intereses extraacadémicos o labores no educativas. Otro tanto podría decirse para el papel que desempeñó el instituto como motor de iniciativas de desarrollo no solo educativo, sino también cultural, económico, profesional, industrial, etc.[85].

La imagen seleccionada ha servido de ejemplo y muestra, solo a manera de esbozo, para trazar todo este amplio recorrido de descubrimiento sobre una institución educativa en particular, y, en este caso, sobre los primeros docentes que estuvieron al frente del centro en los primeros y decisivos años de su fundación. Por tanto, cada una de las fotografías que constituyen el Archivo Fotográfico del IES Santiago Apóstol es portadora de valiosa información. Pero como todo conocimiento científico, el conocimiento que se construya será provisorio y el inicio de investigaciones posteriores arrojarán más información sobre el instituto en cualesquiera de los temas que se planteen.

Proponemos ahora algunos temas más como ejemplos de posibles investigaciones históricas sobre la cultura escolar, cuyos ejes centrales serían los temas propuestos en el apartado anterior, pero considerando la gran variedad de intereses que puede plantear el investigador de la cultura escolar. Los acompañamos de imágenes como muestra de esta reconstrucción histórica que enseñamos a través de la fotografía.

La evolución del edificio en sus muchas facetas, como los aspectos estructurales, cambios significativos en el modelo organizativo, distribución orgánica de sus elementos, reformas, ampliaciones, etc, como muestran las imágenes aéreas de los años 1967 y 2001 (Fig. 1 y 2).

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Figuras 1 y 2. El IES Santiago Apóstol, en 1967 y 2001.

Los cambios en las enseñanzas y su evolución en aspectos tales como los objetivos, los contenidos, los espacios y los tiempos, la metodología, los recursos didácticos, los materiales[86], los modelos organizativos, etc. (Fig, 3 y 4).

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Figuras. 3 y 4. Alumno en el aula de mecanizado, en 1960, y globo aerostático con el profesor don Juan de Dios Antolín, en 1965.

La naturaleza cambiante de las relaciones entre profesorado y alumnado en sus muchas variables dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, así como las actitudes de uno y otro colectivo, el ambiente con sus jerarquías,  las actitudes, etc. (Fig. 5 y 6).

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Figuras.5 y 6. Don Tomás de la Hera en una clase sobre aceites y don Eulogio Pérez en el aula de carpintería, en 1962.

Los alumnos en sus diferentes agrupaciones, tales como imágenes de promociones, de orlas, en diferentes espacios y que nos permitan conocer las formas de posar ante la cámara, distribución de los alumnos en la imagen, ambiente en general, lugar de la fotografía, escenografía elegida, motivo de la agrupación, etc. (Fig. 7 y 8).

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Figuras 7 y 8. Promociones de alumnos en los años 1957 y 1958.

 Las actividades complementarias, extraescolares y otras diversas acciones que muestran diferentes momentos de la vida de un centro de enseñanza en sus muchas facetas y variables, como quedó dicho, como profesorado en actitudes no docentes, festividades, biblioteca, radio escolar, protocolo, publicaciones, jubilaciones y homenajes, jornadas, premios, etc. (Fig. 9 y 10).

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Fig 9 y 10. Excursión a Mérida, en 1953, y visita de doña Pilar Primo de Rivera, en 1953.

Es evidente que la nómina de asuntos a tratar es amplia y obedecerá a las propuestas de la investigación que se pretenda llevar a cabo. Cada fotografía escolar en sí misma tiene un alto valor informativo como testimonio del pasado, el uso de las conservadas en el archivo del instituto enriquecerá cualquier investigación, y esto de manera aislada o junto a otras fuentes que complementen el estudio que se quiera llevar a cabo.

 

CONCLUSIÓN

En el presente estudio hemos querido principalmente poner en valor el uso de la fotografía escolar como fuente para el estudio de las instituciones escolares. Dejamos para futuros trabajos un desarrollo más completo de algunas de estas imágenes, pues nuestro objetivo ha sido principalmente señalar y trazar un recorrido básico con el que abordar cualquier investigación con la fotografía como fuente de información del pasado.

Hemos establecido cuatro fases en el desarrollo de nuestro trabajo, a saber, primero, mantener y organizar el fondo fotográfico, segundo, catalogación de las imágenes a través de una ficha catalográfica con diferentes categorías creando una banco de imágenes, tercero, descodificación de la imagen para extraer de ella información relevante y, finalmente, construcción del discurso histórico y desarrollo de nuestra investigación, con el auxilio y complemento de otras fuentes.

En estudios anteriores, ya mencionados, pusimos el interés de estas fotografías como patrimonio histórico-educativo. En el presente, hemos querido destacar el valor testimonial e informativo como fuente para el estudio de los centros educativos y, por tanto, como una documentación indispensable para su conocimiento.

No cabe duda del valor de estos materiales fotográficos si queremos ahondar en nuestro pasado escolar a través de estos testimonios visuales. Desde aquí animamos a su conservación así como a su estudio para un mejor conocimiento de la historia de nuestros centros educativos y también como un vínculo entre el pasado y el presente, como reconocimiento a los que nos precedieron y un proyecto de futuro para preservar esta memoria para las generaciones venideras

[1] SONTAG, Susan. Sobre la fotografía, Barcelona, Alfaguara, 1977, p. 31.

[2] Véase, por ejemplo, este artículo de BAYONA ESCAT, Eugenia, “Sobre cámaras y prohibiciones: fotografía y turismo en Los Altos de Chiapas (México)”, Gazeta de Antropología, 3 (1), 2015.

[3] DEBRAY, Régis. Vida y muerte de la imagen. Historia de la mirada en Occidente, Barcelona, Paidós, 1994, p. 15.

[4] ECO, Umberto. Obra abierta, Barcelona, Planeta-De Agostini, 1992.

[5] Aunque Roland Barthes evolucionó en su idea del impacto de la imagen sobre el observador, en general podemos decir que en su obra siempre hay esa insistencia de que el receptor completa lo observado, intelectual y emocionalmente: BARTHES, Roland. Lo obvio y lo obtuso: Imágenes, gestos, voces, Barcelona, Paidós; 1986; La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, Barcelona, Paidós, 2009.

[6] Siendo mucho lo recorrido, todavía le queda a la teoría de la recepción mucho que decir sobre cómo recibimos, como espectadores, nuestra realidad y a buen seguro que habrá que recurrir a varias disciplinas para dar cuenta de ello, ponemos por caso la psicología, la pedagogía, la antropología, sociología, la fenomenología, la hermenéutica, y tener en cuenta aspectos tales como la educación familiar, la ideología, la edad generacional, el momento histórico, el país, etc.

[7] Ley Patrimonio Histórico Español de 1985 (artículo 47.2):  Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, Boletín Oficial del Estado, núm. 155, de 29 de junio de 1985, Madrid. Disponible en: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1985-12534.

[8] Ley de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura (artículo 1.2.):  Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, Boletín Oficial del Estado, núm. 155, de 29 de junio de 1985, Madrid. Disponible en: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1985-12534.  Ley 2/1999, de 29 de marzo, de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura, Diario Oficial de Extremadura, núm. 59, de 22 de mayo de 1999, Mérida. Disponible en: https://www.boe.es/eli/es-ex/l/1999/03/29/2/con.

[9] RABAZAS ROMERO, T. y RAMOS ZAMORA, S., “Patrimonio histórico-educativo de España. Museología y museografía”, en RUIZ BERRIO, J. (ed.), El patrimonio histórico-educativo, pp. 169-200., citado de COLLELLDEMONT, E., Diccionario de pedagogía, 2009.

[10] CARRIÓN GÚTIEZ, Alejandro (coord.)., Plan Nacional de Conservación del Patrimonio Fotográfico, Ministerio de Educación y Deporte, 2015. Disponible en: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/11-maquetado-patrimonio-fotografico.pdf.

[11] Entre otros trabajos pueden verse los siguientes: FREUND, Gisèle. La fotografía como documento social, (1.ª ed. en francés, 1974), Barcelona, Gustavo Gili, 2017; LARA LÓPEZ, Emilio Luis. “La Fotografía Como Documento histórico-artístico y etnográfico: Una Epistemología”, Revista de antropología experimental, N.º 5, Universidad de Jaén, 2005, pp. 1-28; NARANJO, Juan (Edic.). Fotografía, antropología y colonialismo (1845-2006), Barcelona, Gustavo Gili, 2006; LARA LÓPEZ, Emilio Luis (2003), La religiosidad popular pasionista contemporánea (Jaén, 1859-1978): una historia a través de la fotografía como fuente documental, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 2004; LARA LÓPEZ, Emilio Luis y MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, María José. “Historiar con imágenes: un ensamblaje metodológico a través de las duraciones históricas. El Santo Rostro como fuente documental visual”, Elucidario. Seminario bio-bibliográfico Manuel Caballero Venzalá, N.º 1, 2006, pp. 333-352; LARA LÓPEZ, Emilio Luis. “El historiador y la fotografía: una relación antropológica”, Fotocinema: revista científica de cine y fotografía, N.º 10 (Enero), 2015 (Ejemplar dedicado a: MIRADAS CONVERGENTES: la fotografía y sus interpretaciones en Humanidades y Ciencias Sociales.), pp. 75-99; RUBIANO MONTANO, Penélope. Sistema de información histórica para el análisis de los oficios de los Santos de Maimona a través de la fotografía: desde principios del s. XX hasta la democracia, Tesis doctoral dirigida por Agustín Vivas Moreno (dir. tes.), María Victoria Nuño Moral (codir. tes.). Universidad de Extremadura, 2017; ROMERO SANTAMARÍA, Alfredo. “Etnografía: interpretación de materiales gráficos”, en Estado actual de los estudios sobre Aragón. Actas de las quintas jornadas celebradas en Zaragoza del 15 al 18 de diciembre de 1982, 1984, pp. 251-285; BAYOD CAÑAMERO, Alberto. La fotografía y su reflejo social. Belmonte (1860-1940), Asociación Cultural “Amigos del Mezquín”, Belmonte, 544 Pág. + 1 CD, 2009; MUÑOZ, J. “De la fotografía social a la fotografía antropológica: un intercambio metodológico”, en Segunda Muestra Internacional de Cine, Vídeo y Fotografía. El Mediterráneo, Imagen y Reflexión, Working Papers, N.º 3, 1999, pp. 149-160; CASTILLO RAMÍREZ, Guillermo. “La fotografía como registro antropológico. Aproximaciones, alcances y limitaciones de la imagen fotográfica como fuente y representación de la otredad”, Margen N° 77, 2015; Cerdá Pugnaire, J. A., Lara Martín-Portugués, I. y Pérez Ortega, M. U. “Imagen de la mujer giennense en la obra fotográfica del Dr. Cerdá y Rico”, en  El Toro de Caña, Revista de Cultura Tradicional de la Provincia de Jaén, N.º 6, 2001, pp.. 151-216; MADRID, Juan Carlos de la y GARCÍA RODRÍGUEZ, Alfonso. Fotografía, industria y trabajo: José Zamora Montero (1874-1953), Gijón: Trea, 2019, este último es un estudio de la sociedad, el trabajo y los trabajadores entre dos siglos, XIX y XX, basado en la colección de fotografías de José Zamora Montero, capataz de minas de la Real Compañía Asturiana.

[12] Su libro La fotografía de los colores, fue paradigmático en este campo.

[13] Sin entrar en asuntos de debate historiográfico (Véase Popper, Althusser y Thompson), baste para este artículo considerar como fuente histórica la definición clásica y amplia de Topolski, que la define como “aquella que abarca todas las fuentes del conocimiento histórico (directas o indirectas), es decir, toda la información sobre el pasado humano, donde quiera que se encuentre esa información, junto con los modos de transmitir esa información (canales de información)”. En TOPOLSKY, Jerzy, Metodología de la historia, Madrid, Cátedra, 1985, p. 300.

[14] En su publicación del año 1986, todavía se quejaba el historiador Gonzalo Menéndez Pidal del poco uso que los historiadores hacían de las imágenes para reconstruir el pasado: “Solo en raras ocasiones el historiador actual cobra conciencia de que hay sustanciales relatos históricos que han llegado a nosotros en forma no escrita […]. Pero esa historia que nuestros antepasados nos dejaron contadas en imágenes, las más de las veces ha perdido para nosotros su valor, porque nos hemos vuelto sordos a ella […].  A pesar de lo dicho, muchos son hoy los historiadores que apenas comprenden el valor documental que para la Historia tienen las imágenes. Y esto sucede en un tiempo donde la masa de las gentes recibe más información gráfica que nunca a través de la prensa, los libros, la televisión y el cine. Tal vez esto mismo produce en los eruditos de formación decimonónica una violenta reacción que les lleva a mostrar decidido desprecio por la imagen”.  En: MENÉNDEZ PIDAL, Gonzalo. La España del siglo XIII leída en imágenes, Madrid, Real Academia de la Historia, 1986, pp. 7 y 11.

[15] LOZANO, Jorge. El discurso histórico, Madrid, Alianza, 1986, p. 60.

[16] Para un completo planteamiento de la imagen y de la fotografía como fuente para la historia, véase el magnífico trabajo de BURKE, Peter. (2001). Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico, Barcelona, Crítica. Otro magnífico trabajo de carácter plural es: DÍAZ BARRADO, Mario Pedro (Coord.). Las edades de la mirada, Cáceres, Universidad de Extremadura, Instituto de Ciencias de la Educación, 1996.

[17] BURKE, Peter. op. cit., p. 11.

[18] RIEGO AMÉZAGA, Bernardo. “La veracidad fotográfica y sus límites imaginarios: análisis de los mitos visuales y tecnológicos del objeto fotográfico”, Kalathos: Revista del seminario de arqueología y etnología turolense, N.º 9-10, 1989-1990, pp. 287-312; “De la Fotohistoria a la Historia con la Fotografía”, en Fotografía y métodos históricos, 1994, pp. 11-37; “La historiografía española y los debates sobre la Fotografía como fuente histórica”, Ayer, N.º 24, 1996 (Ejemplar dedicado a: Imagen e historia), pp. 91-112; “La Mirada Fotográfica en el Tiempo: una propuesta para su interpretación histórica”, en Las edades de la mirada, DÍAZ BARRADO, Mario Pedro (ed.). Universidad de Extremadura, 1996, pp. 215-236; “Una intersección de interpretaciones sobre fotografía: entre la disparidad epistemológica y la diversidad de aproximaciones”, Ayer, N.º 96, 2014, pp. 185-199; “La historia de la fotografía ante un nuevo tiempo cultural. Reflexiones para un encuentro interdisciplinar, Fotocinema: revista científica de cine y fotografía, N.º 10, 2015 (Ejemplar dedicado a: Miradas convergentes: la fotografía y sus interpretaciones en Humanidades y Ciencias Sociales.), pp. 9-25; “Las imágenes como fenómeno cultural: una necesaria mirada en etapas para abordar los retos actuales”, Historia y Memoria de la Educación, 10, 2019, pp.17-49.

[19] DÍAZ BARRADO, Mario Pedro: “Imagen e Historia”, Ayer, (coord. Díaz Barrado), N.º 24, AHC, Madrid, Marcial Pons, 1996; “La imagen en el tiempo: el uso de las fuentes visuales en Historia”, Historia Actual Online, N.º 29, 2012, pp. 141-162; “Una visión de España en el siglo XX: instantes fotográficos para construir la memoria”, Berceo N.º 149, 2005, pp. 87-108; “Historia del Tiempo Presente y nuevos soportes para la información”, Cuadernos de historia contemporánea, N.º 20, 1998, pp. 41-60; “Historia y fotografía: la memoria en imágenes”, Historia, antropología y fuentes orales, N.º 19, 1998 (Ejemplar dedicado a: Más allá de la imagen), pp. 23-46; “La fotografía y los nuevos soportes para la información: del instante al proceso”, Las edades de la mirada (coord. por Mario Pedro Díaz Barrado), 1996, pp. 191-214; “Historia del Tiempo Presente y nuevos soportes para la información”, Cuadernos de Historia Contemporánea, N.º 20, 1998, pp. 41-60 (edición electrónica); Mirar el pasado: Imagen y relato en la era digital, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2019.

[20] HERAS HERRERO, Beatriz de las: “Testimoniando con imágenes. La fotografía en el estudio de la historia”, Fotocinema: revista científica de cine y fotografía, N.º 10, 2015 (Ejemplar dedicado a: Miradas convergentes: la fotografía y sus interpretaciones en Humanidades y Ciencias Sociales.), pp. 27-55; “Fotografiando el presente, conservando historia. La fotografía como fuente de memoria para el estudio de la historia. Aporte metodológico”, Tiempo presente. Revista de Historia, N.º 3, 2015, pp. 9-22; “Lo visual como fuente de la Historia de Nuestro Tiempo: carteles, fotografía y cine documental en el estudio de la Guerra Civil Española”, Novísima: II Congreso Internacional de Historia de Nuestro Tiempo, Carlos Navajas Zubeldía, Diego Iturriaga Barco (coord.), 2010, pp. 175-188; “La fotografía como fuente de estudio histórico”, Ayeres en discusión: temas clave de Historia Contemporánea hoy, María Encarna Nicolás Marín, Carmen González Martínez (coord.) 2008, p. 131; “Historia e Imagen. La fotografía y el cine como herramientas de trabajo para el historiador”, Una ventana indiscreta: la historia desde el cine, 2008, pp. 65-78; El testimonio de las imágenes: fotografía e historia, Madrid, El Boalo Creaciones Vincent Gabrielle, 2012; El fotógrafo como testigo de la historia. Su retrato en la pantalla, (coord. por Beatriz DE LAS HERAS HERRERO), Madrid, Ocho y Medio, 2014.

[21] PANTOJA CHAVES, Antonio: “Las fuentes de la memoria: la fotografía como documento histórico”, Ayeres en discusión: temas clave de Historia Contemporánea hoy, María Encarna Nicolás Marín, Carmen González Martínez (coords.), Murcia, Universidad de Murcia, 2008, pp. 123-129; “El valor documental de la fotografía digital. Función del archivo fotográfico”, Quintas Jornadas Imagen, Cultura y Tecnología: (celebradas durante los días 3, 4 y 5 de julio de 2006). María Pilar Amador Carretero, Jesús Robledano Arillo, María del Rosario Ruiz Franco (coords.), 2007, pp. 193-202; “La imagen como escritura. El discurso visual para la historia”, Norba: Revista de historia, N.º 20, 2007, pp. 185-208; LÓPEZ MONDÉJAR, Publio. La fotografía como fuente de memoria, Madrid, Discurso de ingreso, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 2008.

[22] Por señalar algunos más: PÉREZ PUYAL, Alberto. “La fotografía: ¿documento histórico fiable?”, Actas del II Congreso de Historia Local de Aragón: Nuevas tendencias historiográficas e historia local en España, 1999, Miguel Ángel Ruiz Carnicer y Carmen Frías Corredor (coords.), 2001, pp. 499-514; MOREIRO GONZÁLEZ, José Antonio y BOLAÑOS MEJÍAS, María del Carmen. “La fotografía, fuente de información histórica”, Revista del Instituto Brasileño de Información en Ciencia y Tecnología, Ci.Inf., Brasília, DF, v. 45 N.º 1, 2016, pp.194-206; GARCÍA CASTRO, Álvaro. “La fotografía como fuente histórica”, Primer Seminario de Historia regional, local y municipal, San Joaquín, Estado Carabobo (Venezuela), 1995; BAYOD CAMARERO, Alberto. “La fotografía histórica como fuente de información documental”, Curso de Técnicas de investigación en patrimonio inmaterial, celebrado en Daroca los días 11 y 12 de diciembre de 2010, Libérica: Revista digital del Centro de Estudios del Jiloca, N.º 2, 2011; PÉREZ MONFORT, R. “Fotografía e historia: aproximaciones a las posibilidades de la fotografía como fuente documental”, en Cuicuilco. Revista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, volumen 5, núm. 13, 1998; SOUGEZ, Mª. L. “La fotografía como documento histórico”, en Historia 16, núm. 181, 1991,  pp. 204-207.

[23] En este sentido, ver ARÓSTEGUI, Julio. La investigación histórica: teoría y método, Crítica, Barcelona, 2001.

[24] Cuadro de clasificación confeccionado a partir de https://educahistoria.com/la-fuentes-historicas/.

[25] Dos trabajos fundamentales son: RIEGO AMÉZAGA, Bernardo. “La historiografía española y los debates sobre la Fotografía como fuente histórica”, op. cit.; y VEGA DE LA ROSA, Carmelo. “Buscando modelos: La historia de la fotografía en España 1981-2006”, Revista Latente: Revista de Historia y Estética del Audiovisual, N.º 5, 2007, pp. 27-56.

[26] SOUGEZ, Marie-Loup publicó un trabajo pionero en 1981 con una apartado dedicado a la historia de la fotografía en España: Historia de la fotografía, Madrid, Cátedra, 1981. Un estudio más reciente del que ella fue coordinadora es: Historia general de la fotografía, Madrid, Cátedra, 2007. Otro trabajo fundamental es su Diccionario de historia de la fotografía, Madrid, Cátedra, 2003.

[27] FONTANELLA, Lee. La historia de la fotografía en España. Desde sus orígenes hasta 1900, Madrid, El Viso, 1981.

[28] A Miguel Ángel Yáñez Polo, profesor e investigador de la fotografía, especialmente de la sevillana, debemos, entre otros, el primer congreso de historia de la fotografía en España celebrado en Sevilla en 1986. Un trabajo desigual organizado por comunidades: YAÑEZ POLO, Miguel Angel; ORTIZ LARA, Luis y HOLGADO BRENES, (Eds.), José: Historia de la fotografía española, 1839-1986, Actas del I Congreso de Historia de la Fotografía Española, Sevilla, Sociedad de Historia de la Fotografía Española, 1986. Con diferentes artículos de historia y metodología, el trabajo también incluye un importante censo nacional de fotógrafos desde 1839 a 1986. Y uno de los primeros intentos de historia de la fotografía española: Historia de la Fotografía Española Contemporánea 1950-1986, Sevilla, Caja de Ahorros San Fernando, 1986.

[29] Publio LÓPEZ MONDÉJAR tiene una amplia  bibliografía sobre la historia de la fotografía española. Cabe destacar entre sus trabajos su monumental, Historia de la fotografía en España: fotografía y sociedad, desde sus orígenes hasta el siglo XXI, Barcelona, Lunwerg, 2005, anteriormente publicada en tres libros con el título genérico de Las fuentes de la memoria, fotografía y sociedad en España.

[30] COLOMA MARTÍN, Isidoro. La forma fotográfica. A propósito de la fotografía española desde 1839 hasta 1939, Málaga, Universidad de Málaga, 1986.

[31] Seguimos aquí la cronología de Bernardo Riego en obra citada y recogemos este trabajo también pionero con el que la Biblioteca Nacional en 1989, con motivo de los 150 años del nacimiento de la fotografía, llevó a cabo esta exposición de sus fondos fotográficos: ORTEGA GARCÍA, Isabel y KURTZ SCHAEFER, Gerardo F. (coord.). 150 años de fotografía en la Biblioteca Nacional: guía-inventario de los fondos fotográficos de la Biblioteca Nacional, Madrid, El Viso, 1989.

[32] SÁNCHEZ VIGIL, Juan Miguel (coord.) La fotografía en España. De los orígenes al siglo XXI, Summa Artis, XLVII, Espasa Calpe, Madrid, 2001. Con textos de Juan Miguel Sánchez Vigil, Gerardo F. Kurtz, Joan Fontcuberta, Isabel Ortega.

[33] FONTCUBERTA, Joan. Historias de la fotografía española. Escritos 1977-2004, Jorge Ribalta (ed.), Barcelona, Gustavo Gili, 2008.

[34] Más reciente es el trabajo de VEGA, Carmelo: Fotografía en España (1835-2015). Historia, tendencias, estéticas, (Manuales Arte Cátedra), Madrid, Cátedra, 2017.

[35] Siguiendo de nuevo a RIEGO AMÉZAGA, Bernardo. “La historiografía española y los debates sobre la fotografía como fuente histórica”, op. cit., p. 103: “Una de las características más evidentes de la década es la lenta pero continua penetración de la Fotografía en los departamentos universitarios nacionales, especialmente en los de Bellas Artes y Ciencias de la Información, en menor medida en Historia del Arte y escasamente en Historia Contemporánea. La vía ha sido la lectura de tesis doctorales, algunos cursos de doctorado y cursos especializados de verano. Asimismo es constatable el interés de algunas instituciones públicas en la catalogación, conservación y difusión de su patrimonio fotográfico y se observa un punto de no retorno en el sentido de concebir a las imágenes fotográficas como un producto cultural socialmente aceptado. Asimismo algunos encuentros de carácter nacional, como las Jornadas «Antoni Varés» sobre «Imagen e Investigación Histórica» propiciadas desde el Ayuntamiento de Girona desde 1990 con carácter bianual, han marcado nuevas pautas al englobar la Fotografía como uno más de los problemas de la imagen ante la Historia. El seminario permanente sobre Historia y Fotografía organizado en la Universidad Carlos III de Madrid impulsado por Antonio Rodríguez de las Heras y Carlos Serrano augura que la Fotografía va a convertirse por fin en un tema de estudio que interesará a los historiadores profesionales”.

[36] Su primer trabajo, compuesto junto a Mª Teresa PÉREZ ZUBIZARRETA, fruto de una exposición en el Palacio de San Carlos en 1986, fue sobre Trujillo: La memoria quieta. La fotografía en Trujillo hasta 1936, Barcelona, César Viguera Editor, 1987. Otros posteriores son: “La fotografía en Extremadura. Tránsito del siglo XIX al XX”, Revista de Estudios Extremeños, Vol. 55, N.º 1, 1999 (Ejemplar dedicado a: El tránsito del siglo XIX al XX en Extremadura), págs. 137-168; el más importante en cuanto a contenido y selección de material fue el que surgió de la exposición que sobre fotografía se llevó a cabo en el MEIAC (Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo): La fotografía en Extremadura (1847-1951), Badajoz, Editora Regional de Extremadura, 2000; un último trabajo es: Fotografía en Extremadura hasta 1951, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2009.

A Matilde Muro debemos el registro de una amplia nómina de fotógrafos por, de y en Extremadura. Extranjeros que trabajan por encargo o de manera particular Charles Clifford y el Conde de Lipa fotografían para Isabel II. Otros lo hacen de manera particular como Jean LAURENT que en su L’Espagne et le Portugal au point de vue artistique, monumental et pittoresque, Catalogue, Madrid y París, 1872. Ruth Mathilda Anderson Hispanic Society. New York, con un enfoque antropológico, folclórico y etnológico. Robert Capa, David Seymour, Gerda Taro, René Bru, Hans Namuth, George Reisner, en la Guerra Civil española. Eugene Smith, posguerra con sus trabajos sobre Deleitosa. Extremeños profesionales: Francisco Capdeville, Gustavo Hurtado Muro y Julián Perate Barroeta sobre la ciudad de Cáceres; Marcial Bocconi en Mérida (Mélida y Macías) y luego de la Barrera; Hermenegildo Diéguez en Navalmoral de la Mata; Julián Campomanes y Garrorena y luego Antonio Pessini en Badajoz. Extremeños fotografía documental: Karpint en Coria, Guerra de Trujillo, José Díez de Plasencia, Cabalgante de Olivenza; en torno al Museo Nacional Arte Romano: Bocconi, Páez, José Díez Fernández, Ciarán, Claudio Murtra, Abelardo y Manuel de la Barrera. Aficionados: Arturo Cerdá y Rico, Dionisio Martínez (Badajoz), Tomás Martín Gil (fundador de la revista Alcántara y foto Tesoro de Aliseda), Emilio Herreros, Tomás Pulido Pulido, Narciso Pérez Zubizarreta (Trujillo), Narciso Martínez Gutiérrez o Santiago Martínez Núñez. A los que tenemos que añadir, entre otros, los del Castillo en Almendralejo.

[37] JUNTA DE EXTREMADURA. Reflejos de la Memoria. 1850-1934. Imágenes de Extremadura, Mérida, Junta de Extremadura, 1992.

[38] Como la ya mencionada, con texto de Matilde Muro Castillo, La fotografía en Extremadura…, con un carácter general. En otras ocasiones se ha tratado de estudios específicos, como el dedicado a Ruth Matilda Anderson, la fotógrafa estadounidense que en la década de los años 20 realizó varios viajes a España contratada por la Hispanic Society, entre ellos a Extremadura: LENAGHAN, Patrick. En tierras de Extremadura: las fotos de Ruth Matilda Anderson para la Hispanic Society. New York de Badajoz, The Hispanic Society of America e Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporánea, 2004.

[39] Tenemos, por ejemplo, los trabajos de Lee Fontanella sobre Charles Clifford en cuyo fondo fotográfico aparecen localidades extremeñas: FONTANELLA, Lee, et al., Charles Clifford: fotógrafo de la España de Isabel II, España. Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, Ediciones El Viso, 1996; FONTANELLA, Lee, Clifford en España. Un fotógrafo en la corte de Isabel II, Madrid, El Viso, 1999.

[40] Esta editorial trabaja, desde su serie A través de tiempo, y como ellos mismos señalan en su página web,  “un acercamiento visual a la historia local y especializada” y lo hacen a través de un fondo de libros “que comparan el pasado y el presente de una localidad a través de imágenes captadas desde el mismo ángulo, pero con muchos años, a veces con más de un siglo, de diferencia”. En: http://www.edicionesamberley.com/index.html.

[41] SÁNCHEZ DE LA CALLE, José Antonio. Plasencia, el placer del recuerdo, Madrid, Ediciones Amberley, 2010.

[42] GUTIÉRREZ MARCOS, María del Rosario. Guadalupe evocada, Madrid, Ediciones Amberley, 2010.

[43] LÓPEZ CASERO, Rosa María. Coria (1860-1960), Madrid, Ediciones Amberley, 2010.

[44] RABANAL SANTANDER, José. Mérida, perfiles del pasado, Madrid, Ediciones Amberley, 2009.

[45] JIMÉNEZ GÓMEZ, Hilario. Montánchez. Otros tiempos, otras gentes, Madrid, Ediciones Amberley, 2009.

[46] RAMOS RUBIO, José Antonio. Cáceres. Retrato y paisaje (1860-1960), Madrid, Ediciones Amberley, 2009 y Cáceres, Ciudad inmemorial, Madrid, Ediciones Amberley, 2009.

[47] GUTIÉRREZ MARCOS, María del Rosario. Navalmoral de la Mata en el recuerdo, Madrid, Ediciones Amberley, 2009.

[48] RAMOS RUBIO, José Antonio y Pérez Zubizarreta, María Teresa. Trujillo. Mirada atrás I y II, Madrid, Ediciones Amberley, 2009.

[49] RABANAL SANTANDER, José. Badajoz. Momentos del ayer, Madrid, Ediciones Amberley, 2009.

[50] RAMOS RUBIO, José Antonio. Patrimonio extremeño, olvidado y recuperado, Madrid, Ediciones Amberley, 2010.

[51] MARCHENA PÉREZ, Juan Ramón. “Historia de la fotografía en Extremadura”, en la obra ya citada de  YÁÑEZ POLO, Miguel Angel; ORTIZ LARA, Luis y HOLGADO BRENES,  (Eds.), José. Historia de la fotografía española, 1839-1986, pp. 195-201. A Marchena también debemos su libro de fotografías sobre Cáceres: Cáceres en el pasado. Una historia en imágenes, 1867-1963, Cáceres, Industrias Gráficas Caro, 1983.

[52] Una novedosa tesis doctoral que utiliza la fotografía para estudiar los oficios de esta localidad pacense: RUBIO MONTANO, Penélope. Sistema de información histórica para el análisis de los oficios de los Santos de Maimona a través de la fotografía: desde principios del s. XX hasta la democracia, (Tesis doctoral), Universidad de Extremadura, Cáceres, 2017.

[53] Asociación Cultural de Amigos de Salvatierra. Memoria de Salvatierra de los Barros. Imágenes y costumbres: 1890-1960, Salvatierra de los Barros, 2007.

[54] BARRERO MARTÍN, Nova; MURCIANO CALLES, José María; y VELÁZQUEZ JIMÉNEZ, Agustín. Catálogo del Archivo de Fotografía Antigua del Museo Nacional de Arte Romano, Badajoz, Fundación de Estudios Romanos, 2014.

[55] RUBIO DÍAZ, Manuel. Paseando por el Almendralejo del siglo XX, Badajoz, Impresores de Almendralejo, 2018.

[56] Grupo de jóvenes creadores del mundo de la poesía, la literatura, la ilustración y la fotografía que bajo este nombre editaron un fanzine que llegó a publicar cuatro números.

[57] TRIGO, Cecilio J.; MARTÍN CAMÓN, Arturo; y GORDO, Juan Francisco. Adoquines del ayer, Badajoz, Editora Regional de Extremadura, Mordistritus, 2015.

[58] GONZÁLEZ CABALLERO, Concha; TRIGUEROS MUÑOZ, Ángel y CALERO CARRETERO, José Ángel: “El Archivo Fotográfico del IES Santiago Apóstol de Almendralejo”, X Jornadas de Historia de Almendralejo y Tierra de Barros. Almendralejo y Tierra de Barros en el primer tercio del Siglo XX (1898-1931) / coord. por Juan Diego Carmona Barrero, Matilde Tribiño García, Almendralejo, 2020, pp. 205-230.

[59] Ibídem, p. 209.

[60] Ibídem, p. 209.

[61] POZO ANDRÉS, María del Mar del y RABAZAS ROMERO, Teresa. “Las imágenes fotográficas como fuente para el estudio de la cultura escolar: precisiones conceptuales y metodológicas”, Revista de ciencias de la educación: Órgano del Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación, N.º 231-232, 2012 (Ejemplar dedicado a: Pensar y sentir la escuela: I jornadas de patrimonio histórico educativo), pp. 401-416. POZO ANDRÉS, María del Mar del. “Imágenes e historia de la educación: construcción, reconstrucción y representación de las prácticas escolares en el aula”, Historia de la educación: Revista interuniversitaria, N.º 25, 2006, pp. 291-315.

[62] PANTOJA CHAVES, Antonio. “La fotografía escolar como fuente para la investigación educativa. La fototeca Digital Escolar de Extremadura”, Educació i Història: Revista d’Història de l’Educació, Societat d’Història de l’Educació dels Països de Llengua Catalana, N.º 28 (juliol-desembre, 2016), pp. 229-254,

[63] TRIGUEROS MUÑOZ, Ángel. “La fundación y el nombre del IES Santiago Apóstol de Almendralejo. BOE de 1950 y 1954 y Libro de Actas de Claustro 1954”. El Navegante, N.º 1, 2005. pp. 93-95.

[64] GARCÍA MUÑOZ, Tomás. “Apuntes históricos del Instituto Santiago Apóstol”, en IES Santiago Apóstol 1950-2000. Cincuenta Aniversario, edición de CALERO CARRETERO, José Ángel y GARCÍA MUÑOZ, Tomás, Almendralejo, 2005, pp. 26-27.

[65] Hasta tuvo una revista que se llegó a llamar “Misión de la Tierra de Barros” de edición propia, cuyo primer número es de febrero de 1953, con este sentido de dinamización cultural del entorno.

[66] IES Santiago Apóstol 1950-2000. Cincuenta Aniversario, edición de CALERO CARRETERO, José Ángel y GARCÍA MUÑOZ, Tomás, Almendralejo, 2005.

[67] GONZÁLEZ CABALLERO, Concha; TRIGUEROS MUÑOZ, Ángel y CALERO CARRETERO, José Ángel. “El patrimonio histórico-educativo del IES Santiago Apóstol de Almendralejo”, XI Jornadas de Historia de Almendralejo y Tierra de Barros. Arte en Almendralejo y Tierra de Barros en los siglos XVI y XVII / coord. por Juan Diego Carmona Barrero, Matilde Tribiño García, Almendralejo, 2021, pp.. 221-258

[68] GONZÁLEZ CABALLERO, Concha; TRIGUEROS MUÑOZ, Ángel y CALERO CARRETERO, José Ángel: “El Archivo Fotográfico del IES Santiago Apóstol de Almendralejo”, art. cit, pp. 205-230.

[69] “Situaciones de aprendizaje: situaciones y actividades que implican el despliegue por parte del alumnado de actuaciones asociadas a competencias clave y competencias específicas y que contribuyen a la adquisición y desarrollo de las mismas”. En Real Decreto 217/2022, de 29 de marzo, por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria. Boletín Oficial del Estado, 76, de 30 de marzo de 2022, 1-198.

 

[70] En el curso escolar 2018/19 encontramos unas diapositivas con imágenes de una maqueta del edificio del instituto realizada en los años ochenta de la que no teníamos noticia alguna. Una investigación posterior nos permitió descubrir la cronología de realización de la misma y las circunstancias de su realización.

[71] En este sentido, está haciendo una labor encomiable la Asociación de Antiguos Alumnos de la 6.ª Promoción, del por entonces Instituto Laboral, hoy Santiago Apóstol, entre cuyas actividades podemos destacar la edición de una revista en pequeño formato (cuatro números a día de hoy), la programación de charlas con antiguos profesores y las reuniones regulares para seguir hablando de su instituto. La última actividad, llevada a cabo en el mes de junio de 2022, ha sido invitar a un antiguo profesor del centro, Felipe Zancón, en la actualidad residente en Sevilla.

[72] PANTOJA CHAVES, Antonio. “La fotografía escolar como fuente para la investigación educativa. La Fototeca Digital Escolar de Extremadura”, Educació i Història: Revista d’Història de l’Educació, Núm. 28 (juliol-desembre, 2016), pp. 248 y ss.

[73] El propio autor menciona los siguientes trabajos, ibídem, pp. 249 y 250: HERNÁNDEZ RABILLERO, Luisa María; SÁNCHEZ BALMASEDA, María Isabel; y TERCERO FERNÁNDEZ, Ana Belén. “La vida universitaria documentada: la fototeca digital de la universidad de Castilla la Mancha (Ciudad Real, España)”, Actas de las XI Jornadas de Gestión de la Información. Madrid: SEDIC, 2009 (ref. en pp. 255-265). IBÁÑEZ GONZÁLEZ, Raquel; LÓPEZ MONJÓN, Juan Pedro; SÁNCHEZ LUQUE, María; VILLALÓN HERRERA, Rosa Mª. “El archivo fotográfico en la Unidad de Tratamiento Archivístico y Documentación (UTAD) del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC”, XI Jornadas de Gestión de la Información: Servicios polivalentes, confluencia entre profesionales de archivo, biblioteca y documentación, Madrid, 2009, PP. 225-236.. VALLE GASTAMIZA, Félix. “El análisis documental de la fotografía”, Manual de Documentación Fotográfica. Madrid, Editorial Síntesis, 1999, pp.113-133 (ref. en pp. 126-129).

[74] Una base de imágenes creadas a través del programa «FileMaker Pro 5» de gestión de bases de datos de carácter documental.  Ibídem, p. 251, sin excluir otros programas similares que ofrezcan el mismo servicio o la propia Consejería de Educación nos facilitase un programa en línea, como se hace para el catálogo de las bibliotecas escolares con Abiesweb.

[75] DEL POZO ANDRÉS, María del Mar. op. cit., p. 304.

[76] BURKE, Peter. op. cit, p. 16.

[77] Un esquema básico de investigación histórica sería: elección del tema de investigación, formulación de hipótesis,  búsqueda y selección de fuentes, análisis de dichas fuentes, establecimiento de la información e interpretación de la información obtenida, lo que llamamos la síntesis histórica.

[78] Ante cualquier fuente del pasado siempre tendremos la mirada científica del historiador y aplicaremos dos criterios básicos y fundamentales, como son el de autenticidad y el de fiabilidad, a partir de los cuales podamos reconocer el valor real de la propia fuente y su valor histórico para reconstruir el pasado.

[79] RODRÍGUEZ DE LAS HERAS, Antonio. “Metodología para el análisis de la fotografía histórica”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, T. 21, 2009, pp. 19-35.

[80] DE LA HERAS HERRERO, Beatriz, “Fotografiando el presente, conservando historia”, op. cit., p. 10.

[81] Ibídem, p. 9.

[82] Ibídem, pp. 12-14.

[83] De la misma manera que creemos necesaria la materialización de un archivo fotográfico en los centros escolares, también es de interés tener uno que albergue todos aquellos fondos documentales que pueden constituirse, en un sentido más amplio, como archivo del centro: expedientes del alumnado, entradas y salidas del profesorados, actas de claustro general y departamental, informes de prensa, discursos, etc.

[84] DE LA HERAS HERRERO, Beatriz, “Fotografiando el presente, conservando historia”, op. cit., p. 9.

[85] En este sentido ha llevado a cabo una esmerada investigación Miguel Ángel Amador Fernández, para quien su trabajo es un intento de“recuperar mediante varias fotografías la fuente de valores inagotable que para varias generaciones de alumnos de esta localidad de Almendralejo supuso este claustro de profesores. Todos ellos con sus virtudes ─muchas─ y con sus limitaciones ─pocas─. Ejemplo, sin duda, de convivencia interprofesional; todos formados en los difíciles años de la postguerra civil española. Estas fotografías representan la ilusión y el proyecto de futuro de un grupo de doce hombres y dos mujeres que dieron lo mejor de sí mismos por la sociedad almendralejense en las décadas de los cincuenta, sesenta, setenta y ochenta del pasado siglo XX”. En AMADOR FERNÁNDEZ, Miguel Ángel. “Memoria de una fotografía: el claustro de profesores del Instituto Laboral «Santiago Apóstol» de Almendralejo (1956)”, VII Jornadas de Historia de Almendralejo y Tierra de Barros. La Enseñanza en Tierra de Barros:, 2016, pp. 107-118.

[86] Muchos de ellos se conservan hoy en día y constituyen el patrimonio educativo del centro, que ya abordamos en una publicación citada: GONZÁLEZ CABALLERO, Concha; TRIGUEROS MUÑOZ, Ángel y CALERO CARRETERO, José Ángel. “El patrimonio histórico-educativo del IES Santiago Apóstol de Almendralejo”. art. cit, pp. 205-230.

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