Oct 312013
 

Francisco Sanz Fernández.

Gracias a los numerosos estudios que sobre nuestro Renacimiento realizaron C. Aznar, V. Nieto o F. Marías, entre otros, conocemos hoy, las peculiarísimas características que definieron este prolífico período de la historia del arte español. Los inicios artísticos del Renacimiento español estuvieron marcados por un fenómeno de indefinición estilístico y un eclecticismo provocados por el maridaje de culturas y de pueblos que habían habitado la península durante la Edad Media. La fusión de la tradición mudéjar, la formación goticista de los maestros canteros y la llegada, desde Italia, de los primeros repertorios decorativos ligures y lombardos traídos por los Mendoza, dio lugar a una diversidad de estilos, que participaron en mayor o menor medida de las mismas fuentes, pero que se diversificaron en los llamados Estilo Cisneros, Morisco-Sevillano y Plateresco, en función de su mayor o menor decantación hacia lo italiano, lo gótico o lo árabe.

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Oct 252013
 

Antonio Hidalgo Mateos.

En 1872, un año antes de que falleciera, se efectuaba el inventario general de todos los bienes que pertenecían a Miguel Calaff y Ferrer[1] y su única hija, doña Mariana Calaff y Segura, por medio del cual se puede observar cómo se efectúa una detallada descripción de todos los bienes muebles e inmuebles, así como de las deudas, todas a su favor, que en ese momento sostiene con diferentes negociantes y agentes comerciales regionales, nacionales e incluso con algunos extranjeros. La cantidad total del dinero adeudado ascendía a 1.495.930 reales, de los cuales ya únicamente 36.846 reales (el 2%) correspondían a dineros prestados a ganaderos trashumantes; pero eso ya no eran más que migajas, la punta del iceberg de lo que fue una activa, y lucrativa, incursión en el mundo de las operaciones crediticias.

Ya a finales del siglo XVIII se publicaba en Madrid el Almanak mercantil o Guía de los comerciantes por Diego María Gallard; en el mismo nos encontramos con los nombres y direcciones de los banqueros madrileños, que están agrupados bajo el nombre de Cambiantes y de Corredores de letras[2]. Pero en el Diccionario de Autoridades de 1726, aparece definido el «cambiador» como «el que trueca y permuta alguna cosa con otro (…) en significación más ceñida, la persona pública que, con autoridad del Príncipe o de la República, pone el dinero de un lugar a otro con intereses…», puntualizando que cambiar equivale a «dar y tomar dinero a cambio: y algunas veces se usa por negociar y tratar con él llevando intereses». Pedro Tedde de Lorca[3] cita a Jaime Boy y su Diccionario teórico, práctico, histórico y geográfico de Comercio, cuando ya hacia 1839, la voz cambista es «voz antigua, que corresponde a la de la gente, o corredor de cambios cuyo oficio es frecuentar la Plaza, Bolsa, o Lonja de Comerciantes para informarse del curso del cambio en las diferentes plazas extranjeras, a fin de poder con su intervención hacer remesas, libranzas o negociaciones de letras o billetes de cambio«, contra poniéndolo al «comercio o giro de dinero, que se hace de una plaza a otras, por medio de las letras de cambio, dando el metálico en una ciudad, y recibiendo una letra para cobrarlo en otra el valor correspondiente», por lo tanto, cambio equivale también a la reducción de moneda de un país a la de otro en función de un precio convenido de ante mano.

Todo ello nos sirve para hacernos una idea del grado a que se llega en la identificación del cambio con el crédito, confusión tal que Jaime Boy[4] comentaría «los comerciantes que se dedican únicamente a las operaciones de cambio se llaman banqueros». Por contra, los «cambiantes» que en la sucesivas ediciones del Almanak aparecen no eran exclusivamente banqueros, ya que como puntualiza Pedro Tedde[5], también actuaban como prestamistas, descontaban, avalaban y giraban afectos a corto plazo, y comerciaban con monedas de diferentes países, además de vender diversos géneros, confluyendo de manera clara la dedicación al crédito y al comercio, todo ello dentro del contexto comercial en que el importante mercado de bienes de consumo del Madrid decimonónico se había convertido.

Mas, mi propuesta es la siguiente: demostrar que, en contra de lo que la tradición historiográfica postula para las actividades comerciales y crediticias en Extremadura a lo largo del siglo XIX, existía un incipiente mercado, no sólo comercial como ya se han encargado de demostrar los últimos estudios realizados sobre el tema, sino que también se desarrolla una no menos importante y compleja estructura crediticia que irá asociada a las inversiones que se efectúan con los beneficios procedentes de la diversificada actividad comercial en la región y por la favorable coyuntura económica que para el crédito se desarrolla tras la crisis de la trashumancia en Extremadura. Igualmente, hemos constatado tras el análisis detenido de una serie de comerciantes, cómo esta actividad crediticia no se va a limitar únicamente al entorno regional, sino que extiende sus contactos con una serie de cambiantes y de corredores de letras de Madrid, Barcelona, Sevilla e incluso con Londres.

Pero creo necesario, antes de analizar las vinculaciones regionales de la actividad crediticia en los negocios de Miguel Calaff, el efectuar un breve, pero necesario, resumen de las principales peculiaridades crediticias que, a lo largo del siglo XIX, serán características en Extremadura. Basándose en el estudio de las escrituras de obligación existentes en los archivos de protocolos de Cáceres, Miguel Ángel Melón Jiménez[6] ha procedido a la clasificación y estudio de una serie de modalidades de crédito, aquellas que se dieron hasta la primera mitad de siglo. Primeramente la fianza del pago de deudas a cambio de que los fiadores se procuraran el derecho a ser preferidos en la adquisición de las pilas trashumantes; modalidad que en la contabilidad de Miguel Calaff y Ferrer aparece anotada como «socorro de babianas», y era la preferida por los comerciantes, sobre todo por aquellos empleados en el lavado y comercialización de las lanas. Por otro lado estaba el crédito sin interés, una variedad del anterior pero que difería en la forma de pago, ya que en este caso se resarcía al fiador en lanas o bien en cabezas de ganado. Por su parte, dentro de los créditos con interés distinguimos aquellos créditos con un interés relativamente bajo, pero que su pago se efectuaba en esquilmos, de aquellos otros créditos con interés simple y cuyo pago se efectuaba en metálico. Finalmente, tenemos aquellos créditos que se satisfacen con el valor de los arrendamientos de yerbas concertados con anterioridad al vencimiento de las deudas.

La complejidad del mercado crediticio se acentúa aún más en Cáceres, y por extensión en toda Extremadura, por la multiplicidad de intereses que entran a formar parte de él, así como de los diferentes status de los individuos que lo acaparan, ya que a los comerciantes en el sentido estricto de la palabra, habrá que añadir la figura de los propietarios de ganados riberiegos, que son a la vez ganaderos y comerciantes de todo tipo de productos agrarios, pero que como tal figura será absorbida desde la segunda mitad del XIX por la solidez de recursos de la burguesía mercantil que se va consolidando poco a poco a largo del siglo; además de estos ganaderos, habrá que tener en cuenta a los laneros propiamente dichos, señores solariegos y propietarios absentistas, así como a las gentes del comercio, cacereños y foráneos, y a los administradores de fincas con intereses en sectores muy concretos de la ganadería.

En función de todo ello, para la primera mitad de siglo, los recientes estudios[7] demuestran la existencia en el mercado crediticio cacereño de dos períodos perfectamente diferenciados y de características bien definidas. El primero de ellos comprendería desde principios del siglo XIX hasta 1830, encerrando la compleja quiebra de la explotaciones trashumantes y los peculiares comportamientos tanto de los ganaderos como de los incipientes comerciantes cacereños. Era normal que, para atender los gastos generados por las cabañas, los laneros adelantaran dinero con cargo al importe de la pila de las lanas del esquilmo, pero tras la Guerra de la Independencia estas cantidades ya no serán suficientes y los ganaderos, o sus mayorales, deberán recurrir a los préstamos, bien ante instituciones bien con particulares, constituyendo la decadencia de la trashumancia el primigenio y más importante motor de las grandes operaciones crediticias. La forzosa estancia de los ganados trashumantes en las dehesas extremeñas, junto con las crecientes dificultades que desde principios de siglo se constatan en el comercio de la lana debido a la situación bélica reinante en el país, convirtieron pues a los capitales regionales en fiadores de los ganaderos serranos, beneficiándose a la postre de la ruina de sus cabañas por la constante recurrencia de los mismos al crédito privado.

Si bien es verdad que en un principio tales créditos se conceden sin interés, a cambio de asegurarse los acreedores la preferencia en las pilas de lanas de los rebaños o de quedarse con su ganado, a la larga será el medio por el cual se provoque un proceso de transición y cambio en la configuración de la propiedad de las cabañas, fundamentalmente en aquellas que por su gran tamaño se vieron imposibilitadas para sufragar siquiera los gastos.  Como ejemplo pudiera servir el caso de Dª Antonia Carrillo, vecina de Brieva, cuando en 1814 solicita al comerciante Cristóbal de Arróñiz la cantidad de 114.320 rs, con una interés del 6% y que se devolvería en cinco pagas entre 1816 y 1820; pero en febrero de 1830, tras pleitear en la Real Audiencia de Extremadura, los herederos de Don Cristóbal aún no habían conseguido cobrar el capital principal[8].

El segundo período preludia el hundimiento de las explotaciones laneras, junto con los movimientos internos en el mercado regional, abarcando desde 1830 hasta mediados de siglo y configurando una distinta orientación y comportamiento del mercado de capitales. Dicho hundimiento de las exportaciones generará una angustiosa situación financiera para todos aquellos que pusieron los cimientos de sus economías en el trato con las lanas. Casas amayorazgadas de gran entidad como la del Conde de Torrearias, o comerciantes como los García Carrasco, Segura Soler o el ya mencionado Arróñiz , se verán arrastrados por la cambiante coyuntura económica. Ello genera un radical cambio en la configuración de la estructura del mercado crediticio cacereño, tal y como analiza Miguel Ángel Melón [Tabla 1].

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Tabla 1

Estructura del mercado crediticio cacereño de 1800 a 1832

 

1800-1825

1826-1832

Total (rs.)

 Prest. Comerciantes 626.447  643.120  1.269.567
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 FUENTE: MELÓN JIMÉNEZ, M. A.: Los orígenes del capital comercial y financiero en Extremadura: Compañías de comercios, comerciantes y banqueros del Cáceres (1773-1836). Badajoz, 1992. Elaboración propia.

 

 

Observando detenidamente los datos anteriores, podemos apreciar una clara reorientación del crédito, mientras que si a principios del siglo son los trashumantes los principales destinatarios del mismo, y en menor medida la nobleza, para la primera década de los treinta las casas de comercio establecidas en Cáceres y la nobleza sustituirán a aquellos. Ello es fruto de la directa relación existente entre la crisis en el mercado de la lana, tanto a nivel nacional como internacional, y la etapa de mayor actividad crediticia en la región. Pero no dejemos de observar uno de los datos que nos interesan: el incremento sustancial en el volumen de dinero negociado en la capital [Gráfico I] Gráfico I.

 

 

 

De tal forma que en un período de 32 años se documenta un negocio bruto de unos 4.546.829 rs, de los que 737.907 rs corresponden al período de los 25 primeros años, esto es, sólo un 16% del total; mientras en los seis años que van de 1826 a 1832 se negocian en créditos unos 3.788.922 rs, aproximadamente el 84% del conjunto; ello sin tener en cuenta que, sobre todo a nivel regional, una parte sustancial de los créditos no se llegaba a escriturar.

Poco a poco los comerciantes cacereños, junto a un grupo de particulares, se irán haciendo sitio en el negocio crediticio y gracias a la solvencia de las compañías de comercio que regentaban se convertirán en auténticos «comerciantes-banqueros»[9]. De esta suerte se va despertando una conciencia diferente con respecto a los tradicionales métodos de producción, así como de la imperiosa necesidad de reinvertir beneficios y diversificar en otros campos, por ejemplo el crédito, el capital amasado al cobijo de la caída en desgracia de la cabaña trashumante. De tal manera, si para la primera etapa descrita con anterioridad el peso de la actividad crediticia recae sobre las casas de comercio cacereñas y en particulares próximos a la capital, ahora se va haciendo necesaria la búsqueda de otros flujos alternativos. Es en este momento cuando los prestamistas extremeños se unen a los cambistas madrileños, a los cameranos y algún trashumante leonés, algunos de ellos directos herederos de los registrados en el Almanak Mercantil.[10] Dicha unión será el origen de las fructíferas y consolidadas relaciones entre los «cambiantes»[11] cacereños, como Miguel Calaff y Ferrer, con los principales centros mercantiles, y a la sazón crediticios, tanto del interior peninsular como del extranjero, Francia e Inglaterra en mayor medida. Así, mercado de capitales y comercio con todo tipo de mercancías irán estrechamente ligados, no sólo en el recíproco beneficio del intercambio, sino también en la necesidad de la capitalización de determinadas empresas, pero siempre condicionadas, en mayor medida, por los complejos métodos mercantiles existentes.

Básicamente, las actividades comerciales de un comerciante prototipo de la incipiente burguesía mercantil cacereña, tal es el caso de Miguel Calaff y Ferrer, se pueden englobar en tres grandes grupos: el mercado de la lana, la actividad crediticia y otro gran grupo que he querido denominar como de otras actividades. Para hacer un correcto análisis del mercado de capital cacereño primero hay que empezar por analizar el complejo entramado comercial, ya que no son independientes unas actividades de otras, pues los beneficios de unas capitalizan las inversiones en otras. La base de todo el entramado hay que buscarla en el mercado de la lana y en los pingües beneficios que, sobre todo en las primeras décadas del siglo, generará. Este comercio prosperará en tres circuitos de comercialización: a nivel regional, nacional e internacional, los mismos en los que posteriormente se desarrollará el mercado crediticio. Con estos beneficios consigue una solvencia económica que le será fundamental para introducirse de lleno en el mercado del capital; por un lado se mantiene en el negocio de las lanas, pero incrementando el volumen de dinero que será destinado tanto al Socorro de Babianas como a la comercialización directa, mientras que por otro lado, aún dispone de fondos suficientes para poder invertir en otras actividades, tales como comercio con textiles, compra-venta de granos, una importante actividad inmobiliaria, comercio con coloniales, porcino, inversión en sociedades por acciones, etc. Será en el negocio de los textiles y coloniales en los que poco a poco empiece a incrementar el número de minoristas regionales que recurran al crédito, ya sea en efectivo como en especie. Así, se va tejiendo la malla que atrapará los mayores beneficios posibles en todas y cada una de las actividades en las que negocia. Pero la clave de bóveda de todo este entramado está en la facilidad para capitalizar y disponer de efectivo en cada negocio gracias a la amplia red de agentes comerciales y de cambistas con los que mantiene relaciones desde Sevilla a Londres.

Ya que es uno de los mejores y más fiables indicadores del estado de las cuentas de cualquier negociante, hemos de remitirnos de nuevo al inventario general [Apéndice I] que sobre los bienes de Miguel Calaff y Ferrer, así como de los correspondientes a su hija Mariana Calaff y Segura, se efectúa en enero de 1872[12]. En este caso, los datos que nos interesan  son los correspondientes a las deudas que diferentes ganaderos, comerciantes y agentes comerciales contraen con él, las cuales las podríamos compilar en cuatro grandes grupos: Valores en efectivo, ganaderos de la Tierra de Badajoz, ganaderos de la Tierra de Cáceres y ganaderos Trashumantes. Gráfico II.xls Por un lado las cantidades adeudadas en Valores en efectivo suman un total de 1.270.366 rs., lo que equivale al  85% con respecto al total, destacando que sólo corresponde a las deudas que en un concepto u otro mantienen 23 individuos con Miguel Calaff en valores en efectivo, esto es, ese numerario que mantiene en el mercado de capital no tiene una relación directa con el negocio de las lanas. La importancia de esta actividad crediticia no relacionada con las lanas se puede apreciar asimismo si comparamos los datos de las  deudas  de los ganaderos: 104. 940 rs, un 7%, corresponden a los ganaderos de la Tierra de Badajoz[13]; 83.778 rs, el 6%, a ganaderos de la Tierra de Cáceres[14]; y tan sólo 36.846 rs, el 2%, a ganaderos Trashumantes [Gráfico II].

 

 

 

 

Si comparamos la cantidad total devengada por los ganaderos, bien en concepto de Socorro de Babianas a trashumantes bien a cabañas regionales, observamos que estos 225.564 rs., el 15% del total, corresponden a 86 ganaderos, apreciándose una importante desproporción en la correspondencia per cápita entre los titulares de la deuda en efectivo y la de aquellos titulares de la «deuda ganadera».

He cotejado estos datos con los obtenidos en el año económico de 1868-1869 [Gráfico III] Gráfico III.xls,

 

 

 

 

 

aunque bien es verdad que entre 1868 y 1872 no transcurre mucho tiempo, tan sólo cuatro años antes del anterior inventario, la cantidad de dinero negociado con los ganaderos, sobre todo con los Socorros de Babianas de las cabañas trashumantes, era mucho mayor. Para atender a las necesidades de los diferentes ganaderos, pone en circulación un total de 1.468.576 rs en metálico, repartidos  en distinta proporción entre 116 individuos procedentes de Asturias, Ávila, Burgos, León, Logroño y Soria para los  ganados trashumantes, así como de diferentes puntos de la provincia de Cáceres [Tabla 2].

 Tabla 2

 

Ganaderos

Cantidad (rs.)

%

 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

A tenor de estos datos el volumen de dinero negociado en préstamos a nivel general es importante, pero también es destacable la correspondencia de los mismos. Tal y como se puede apreciar, el capital adeudado por los 52 ganaderos trashumantes representa el 55,8%, frente al 16,8% de los cacereños; aún queda un 27,4% del capital que por falta de datos no lo he podido ubicar regionalmente, pero a buen seguro que la mitad del mismo, si no más, debería de corresponder a Socorro de Babianas. De los mismos, destacan sobre el resto los 632.228 rs, el 43,1%, prestado a 45 ganaderos procedentes de la Provincia de León, lo que nos induce a pensar en un mediano tamaño de la cabañas, frente a los 45.495 rs que necesitó la cabaña de Leandro Hernández[15], procedente del Valle de Valdelaguna (Burgos).

Consecuentemente, la influencia que tienen los ganados trashumantes en el incipiente mercado de capitales cacereño, por lo menos en este caso, es bastante importante, no tanto por el mayor o menor interés aplicado al dinero sino por la seguridad, tal y como vimos al principio, que este método ofrece al comerciante de lanas; seguridad que le llevará no sólo aumentar su capacidad para responder a la demanda de los ganaderos, sino que le inducirá a ampliar los mercados de capital, negociando con letras en las principales plazas mercantiles de la península. Es verdad que para la primera mitad del siglo XIX los datos ofrecidos por Miguel Ángel Melón[16] [Gráfico IV] Gráfico IV.xls

 

 

 

 

 

 

 

indican un progresivo descenso en la implicación de los trashumantes en el mercado de capital en Cáceres en favor de un desarrollo extraordinario de los comerciantes, pero a tenor de los datos extraídos de la contabilidad particular de Miguel Calaff y Ferrer, los Socorros de Babianas aún parecen ser en 1868 un importante negocio, máxime  cuando el prestamista controla la mayor parte del proceso de la preparación y comercialización de las lanas, así como el mercado regional, gracias a la importancia de su volumen de negocio.

Pero el Socorro de Babianas no deja de ser una de las caras de la incursión en el mercado de capitales. Tal y como vimos en el inventario de los bienes de 1872, el 85% del capital adeudado, 1.270.366 rs, estaba anotado en la cuenta de Valores efectivos, correspondiendo los mismos a 23 individuos. Profundizando un poco en la naturaleza de éstos, comprobamos que nombres como Francisco Nunes en Covilha, Manuel Joaquín de Mascarenhas en Lisboa,  Fabra Malagraba y Cía, Ernesto Gómez y Hermanos, Migueletorena Hermanos y Brígido de Ruigómez en Madrid,  José Rodríguez, José María Cuadrado y Marcos Romero Izquierdo en Sevilla, Cassi e Hijos, Fulgencio Isaura ó Hernández y Rodríguez en Barcelona, Srs. Cavareda y Presa, Enrique Zonasti y Vicente Hernández en Trujillo o Fidel Sánchez en Plasencia están todos vinculados con actividades comerciales, pero sobre todo crediticias. Lisboa, Covilha, Barcelona, Madrid y Sevilla, todas conforman las principales plazas comerciales de la península sobre las que se girarán las importantes cantidades de dinero obtenidas de la venta de las lanas en Inglaterra y Francia. Pero el volumen total de dinero que mueven estos banqueros supera con mucho el del dinero procedente de la venta de las lanas; una vez que los mismos tienen ingresado el efectivo, disponen de total libertad por parte de Miguel Calaff para efectuar préstamos a terceros, en los que el interés, ahora sí se establece claramente, variará en función de las cantidades negociadas desde un 1,5 a un 3,5% para cantidades no superiores a los 2.000 rs, y del 4 al 9% en cantidades superiores a los 7.000 rs[17].

Es posible que por actuar a través de un tercero y por el hecho de que los préstamos no se negocien directamente en Cáceres, podamos explicar el porqué de las pocas escrituras de obligación que documentamos en el archivo de protocolos en Cáceres, teniendo que utilizar fuentes alternativas, remitiéndonos a los datos puntuales ofrecidos por los inventarios post-mortem. Pese a ello, es una actividad que ahí está, que por desgracia hasta la fecha no hemos podido seriar, pero que sí que documentamos. Sería interesante, en el caso de que se conservaran, analizar las cuentas de estos cambiantes madrileños, catalanes o sevillanos; cuentas que seguro que darían datos esclarecedores sobre la implicación y volumen de los negocios de otros comerciantes cacereños. Nos puede poner también sobre la pista de esta actividad crediticia en Extremadura el seguimiento del importante flujo de capitales que se establece entre los mercados laneros de Inglaterra, y Francia en menor medida, y estas plazas comerciales, así como la relación entre Cáceres y los principales centros manufactureros de la costa mediterránea. Los primeros van apareciendo poco a poco tras el análisis de las aún insuficientes cuentas particulares de algunos negociantes, las segundas se intuyen como causa de la salida de los capitales  regionales hacia las áreas industriales periféricas que desde mediados del siglo XIX se ven inmersas en pleno proceso industrializador.

 

 

APÉNDICE I

Inventario general de los bienes que pertenecen a Don Miguel Calaff y Ferrer y su hija Doña Mariana Calaff y Segura realizado en enero de 1872.

Valores efectivos

D. Brígido de Ruigómez, de Madrid…………………………………….. 532.162 rs

Idem, en letras al 1º de abril próximo sobre Madrid, aceptadas… 150.000 rs

D. Francisco Hernández, de Zafra …………………………………………  3.633 rs

D. Marcos Romero Izquierdo, de Sevilla ………………………………….  1.951 rs

D. Juan P. Sánchez, de Mérida …………………………………………….  8.813 rs

D. Enrique Zonasti, de Trujillo …………………………………………….  1.245 rs

Srs. Viuda de Casi e hijos, de Barcelona ………………………………..  8.300 rs

D. Fausto Marcos, de Badajoz ………………………………………………  5.300 rs

José Criado García, de Cáceres …………………………………………….  2.240 rs

D. Tomás Santibáñez, de Cáceres …………………………………………  6.700 rs

D. Juan Palomar, de Cáceres ……………………………………………….  5.000 rs

D. Francisco Aguirre y Mendieta, de Cáceres …………………………  50.000 rs

D. Antonio Fonseca Chavato, de Covilhá ……………………………….  16.000 rs

D. Manuel Rodríguez Antúñez, de Covilhá …………………………….  52.400 rs

D. Ramón Calaff, de Cáceres; por 56 acciones de la Compañía de Lanificios de Covilhá, Portugal …………………………………………………….  60.862 rs

El mismo, por D. Andrés Hurtado y su mujer por la hipoteca de la casa, vencimiento en 8 de agosto de 1871 ……………………………….  130.200 rs

D. Santiago Calaff, de Cáceres ……………………………………………  76.000 rs

Dª Ana Carvajal, de Madrid ……………………………………………….  50.260 rs

D. Cipriano Martín Blas, de Cañaveral …………………………………..  8.480 rs

D. Gregorio Gutiérrez Tovar, del Casar …………………………………  40.000 rs

D. Felipe Pedrilla, de Cáceres …………………………………………….  30.000 rs

Blas García y Vicente Núñez, de Torrejoncillo ………………………….  5.460 rs

Dª. Isabel Durán y su esposo D. Antonio Benítez, al 11 de febrero próximo ..  3.000 rs

Existencias con otros valores en 9 de enero …………………………..  22.360 rs

 

A cuenta de lanas

D, Juan Álvarez Roldán de Don Benito ………………………………..   14.000 rs

D. Juan Castillo de la Roca con intereses hasta 30 de junio próximo   11.240 rs

D. Juan Chamorro de Puebla del Prior …………………………………   24.000 rs

D. Marcelino Ibáñez de Puebla del Prior ………………………………..   2.000 rs

 

Granjeros de Mérida

D. Diego Pantoja: Valverde …………………………………………………   3.300 rs

D. Vicente Guerrero: Zarza …………………………………………………   4.700 rs

D. Francisco Merino: ídem ………………………………………………….   4.200 rs

D. Narciso Carvajal: Valverde ……………………………………………..   4.500 rs

D. Pedro Carvajal: ídem ……………………………………………………   11.500 rs

D. Eusebio Carrasco: Alanje ……………………………………………….   2.200 rs

D. Agustín Rueda: ídem ……………………………………………………..   1.000 rs

D. Agustín Durán: ídem ……………………………………………………..   2.600 rs

D. José Carvajal: Valverde ………………………………………………….   1.700 rs

D. Segundo Moreno: Alanje ……………………………………………………   700 rs

D. José Guerrero: Zarza ……………………………………………………….   900 rs

D. Antonio Duran: Alanje …………………………………………………..   1.500 rs

Dª. Josefa Solano: ídem ……………………………………………………..   1.000 rs

D. Pedro E. Carvajal: Valverde …………………………………………….   2.500 rs

D. Tomás Pantoja: ídem ……………………………………………………..   5.800 rs

D. Antonio Moreno: Alanje ………………………………………………….   2.000 rs

D. Pedro Doblado: ídem ……………………………………………………..   3.600 rs

 

A cuenta de lanas

D. Julián Blanco: trashumantes ……………………………………………   14.300 rs

D. José Pérez Fajardo: Riera, León …………………………………………..   1.396 rs

D. Pedro Castillo: Salientes ……………………………………………………   4.400 rs

Manuel y Aniceto Álvarez: Riera ……………………………………………..   5.000 rs

En varios créditos de veinte y tres pastores se sus piaras de lanas ..   4.830 rs

D. Vicente Fernández de Cáceres ……………………………………………….   400rs

D. Nicasio Sánchez de Cáceres ……………………………………………….   1.630 rs

D. Manuel Gutiérrez de Cienfuegos, León ………………………………….   3.300 rs

D. Francisco Gutiérrez de Sierra de Fuentes ……………………………..   1.000 rs

D. Juan Vivas Marcelo: Casar ………………………………………………..   1.500 rs

D. Pedro Alcántara Durán: Cáceres …………………………………………   1.000 rs

D. Vicente Hernaiz: Vallejimeno, Burgos …………………………………..   2.550 rs

D. Diego Barroso: Sierra de Fuentes ………………………………………..   1.000 rs

D. Juan Rodríguez Chaves: Malpartida ……………………………………….   148 rs

Luis Jiménez y Juan Higuero: ídem …………………………………………   9.000 rs

D. Miguel Camberos: ídem ……………………………………………………..   7.600 rs

D. Antonio Mogollón Doncel: ídem ……………………………………………   2.000 rs

D. Juan Doncel Higuero: ídem ………………………………………………..   3.000 rs

D. Francisco Pérez de Torre Babia, León ……………………………………..   900 rs

D. José Mogollón Doncel: Malpartida ……………………………………….   6.000 rs

D. Antonio Doncel Criado: Malpartida ………………………………………   3.000 rs

D. Manuel Corral: Torre Barrio, León ……………………………………….   1.400 rs

Juan y Fernando Mogollón: Malpartida …………………………………….   6.500 rs

D. Antonio Bermejo Pozo: Casar ………………………………………………   1.000 rs

D. Francisco Barroso: Sierra de Fuentes ……………………………………..   200 rs

D. Miguel Higuero Pozo: Malpartida …………………………………………   4.000 rs

D. Felipe Nieves: ídem ……………………………………………………………..   500 rs

Luis García y José Marcelo: León ………………………………………………   800 rs

D. Antonio Torres de Castro: Cáceres ……………………………………….   4.870 rs

D. Gregorio Álvarez: León …………………………………………………………   300 rs

D. Pedro Leo: Malpartida ……………………………………………………….   6.500 rs

D. Fernando Mogollón Pulido: ídem ………………………………………….   3.500 rs

D. Jerónimo Jiménez: ídem ……………………………………………………   1.000 rs

D. Bartolomé Aceves Montero: ídem …………………………………………   2.000 rs

D. Casimiro Pérez: León …………………………………………………………..   800 rs

D. Isidro Palomino: Torrequemada ……………………………………………..   600 rs

D. Jose María Monroy: Sierra de Fuentes ………………………………….   1.000 rs

D. José Jacinto Monroy: ídem …………………………………………………   2.000 rs

D. Antonio Doncel Mogollón: Malpartida …………………………………..   1.000 rs

D. Melchor Rodríguez: León ……………………………………………………   1.700 rs

Testamentaría de D. Francisco Calaff ………………………………………   7.000 rs

D. Saturnino Martínez: Cáceres ………………………………………………   1.000 rs

D. Genaro Palacios: ídem …………………………………………………………   400 rs

D. Ramón Calaff: ídem ………………………………………………………….   1.800 rs

Antonio Leo para gastos del lavadero ……………………………………….   2.500 rs

 

Frutos

86 fanegas de centeno a 18 rs ………………………………………………  1.548 rs

592 fanegas de trigo a 32 rs ……………………………………………….  18.944 rs

481 fanegas de avena a 8 rs …………………………………………………  3.880 rs

300 fanegas de cebada a 17 rs ……………………………………………… 5.100 rs

50 fanegas de garbanzos a 81 rs …………………………………………..  4.090 rs

750 @ de aceite a 40 rs ……………………………………………………..  30.000 rs

200 @ de vino a 20 rs …………………………………………………………  4.000 rs

60 @ de vinagre de escobajo a 10 rs …………………………………………  600 rs

344 1/2   costales de aceitunas a saber: 79 1/2 de Valhondo, 254 de Santa Fe, 11 de la viña, que producen 300@ de aceite las que el precio de 40 rs …  12.000 rs

23 rollos de márraga a 300 rs………………………………………………. 6.900 rs

6 @ de quitón a 100 rs ………………………………………………………….   600 rs

Por maderas en el tinado y en casa de la Isla ………………………..   11.754 rs

20 tinajas de lata de 50@ usadas con tornillos a 4 rs/@ ……………   4.000 rs

7 ídem de 40@ a 4 rs …………………………………………………………   1.120 rs

2 ídem de 30@ a 4 rs ……………………………………………………………   240 rs

4 ídem de 25@ a 4 rs ……………………………………………………………   400 rs

4 cántaros de lata y medidas …………………………………………………   100 rs

7 tinajas de barro para vinos, pequeñas a 10 rs…………………………..   70 rs

27 @ ídem a 28 rs ………………………………………………………………… 756 rs

 

Semovientes

2 mulas negras de 5 y 6 años que costaron y valen …………………..  6.000 rs

Por otra castaña llamada «Marquesa» de once años, regalada…….. 1.500 rs

Por otra ídem castaña de 5 a 6 años ………………………………………  2.500 rs

Por otra vieja de 22 años ……………………………………………………….. 600 rs

Un caballo capón de 7 años …………………………………………………  1.200 rs

Una jaca vieja ……………………………………………………………………..  400 rs

Un caballo capón en el lavadero ……………………………………………  1.000 rs

Una burra en Valhondo, vieja …………………………………………………  120 rs

Por otra en Santa Fe, nueva …………………………………………………..  200 rs

Por dos carros en buen uso con sus arreos, mantas y demás a 1.200 rs ……  2.400 rs

Por un coche nuevo que costó con guarniciones ……………………..  11.000 rs

Por otro coche viejo pero en buen uso con guarniciones …………….  6.000 rs

Por aperos de labor, trillo, rastrillos y arados ………………………….  1.000 rs

 

Deudas de rentas de las casas hasta diciembre, 31 de 1871

Viuda de Romero, de Cáceres, por resto del arriendo de las casas del Portal Llano nº 21 ………………………………………………………………….  2.475 rs

Viuda de D. Tomás Pablo y Toresano, de Sevilla, por resto de aquella casa nº 1, Calle Boteros hasta 31 de diciembre de 1871 …………………..  3.200 rs

D. Ruperto Pérez por resto de la casa nº 2 de Plazuela de la Ysla, ídem  932 rs

D. Agustín Matos hasta ídem por resto del Horno en la Calle Zapatería   nº 3 …………………………………………………………………………………….  995 rs

Juan González por ídem de la casa nº 4 en Calle de San Fermín ……  240 rs

 

Fincas

Una casa en Portal Llano nº 29 que ocupo con mi familia y que su costo reedificada en 1849 y 1850, asciende su costo 150 mil reales, lo regulo en ………………………………………………………………………………  140.000 rs

Otra contigua, nº 27 que ocupa hoy D. Vicente García Olalla, que con portal y gastos de reedificación después de dicha época ascendió a más de 40 mil reales, pero la considero hoy en ………………………………..  30.000 rs

Otra casa en el mismo Portal Llano nº 21, que compré a D. Ramón Calaff y ocupa la viuda de Romero en 14 rs diarios, cuyo costo fue en gastos de escrituras y demás ………………………………………………………  74.000 rs

Otra casa en Portal Llano nº 7, que compré a la viuda de D. Joaquín Samaniego, que ocupa hoy D. Andrés Ulecia a 19 reales de arriendo y me está su costo con dos obras que se hicieron en más de ………  100.000 rs

Otra casa en la Calle de Pintores nº3 que procede de mi señora y la ocupa hoy D. Pascual Altolaquina en 10 reales de arrendamiento y con obras que se le hicieron ………………………………………………………..  60.000 rs

Otra casa señalada nº 2 en Plazuela de la Ysla que compré a D. Antonio Concha y D. Anacleto Gallardo y que su costo con más obritas hechas sube a ……………………………………………………………………..  100.000 rs

Otra casa Calle de San Pedro nº 11 que me fue adjudicada en la Compañía con mis hermanos en mi hijuela y con otros pequeños gastos que hice, sube de 25.000 reales pero hoy sólo renta cien reales mensuales  25.000 rs

Otra casa en Calle Santi Spíritu nº 6 que compré a D. Patricio González, ya que me cuesta con los censos ya recibidos; la ocupa D. Francisco Bello en 61/2 rs diarios ……………………………………………………………..  36.000 rs

Otra casa en la Calle de Parras mismo 4, que me correspondió en la separación de la Compañía con mis hermanos, arrendada en 5 rs diarios con un valor ……………………………………………………………….  28.000 rs

Otra casa en Calle de Barrionuevo nº 43, que compré y reedifiqué cuyo costo total ha sido en cincuenta mil reales y renta hoy 91/2 rs ……..  50.000 rs

Otra casa en Calle de Valdés nº 14, que reedifiqué de nuevo y su costo con principal más de 36.000 rs, habitada en 7 reales diarios por Nicolás Muñoz ………………………………………………………………………  36.000 rs

Otra casa en Calle de Zapatería nº5, comprada a D. Juan Caldera que por el rento de 4 1/2 reales se regula en …………………………………..  24.000 rs

Otra casa Calle Zapatería Vieja nº 3 y casa horno, con un capital de censo de reales de vellón 3.921, ya redimido, que heredé de D. José Calaff y Segura y el costo de las casitas y el horno de cocer pan se evalúan por la renta de 9 rs diarios a 7% en …………………………………………  46.000 rs

Otra casa sin número en Calle de la Cruz con cuatro bóvedas sobre un tinado que ocupan las caballerías y coche de casa, compre a D. Santiago Calaff, con la reconstrucción costo en reales de vellón ………..  28.000 rs

Otra casa con tinado en Calle de Moros nº 00, que había sido fábrica de jabón perteneciente de mi mujer, que hoy está dividida en dos casitas y tinado para los carruajes de casa, su renta es insignificante por que toda ella se necesita; me tiene de costo algo más de 50.000 rs pero se reduce a ………………………………………………………………………………..  40.000 rs

Otras tres casitas en Calle de San Fermín ó Calaff nos 3, 5 y 7, que me correspondieron en la separación de mis hermanos, menos la renta sobre 1.400 rs capital …………………………………………………………..  24.000 rs

Otras siete casitas nos 9, 11 y 13 en Calle Busquet y nos 2, 4, 6 y 8 en Calle de San Fermín, construida en año 1850, las que pueden considerarse su renta en 4.000 rs, y su costo que me tienen excede de ………..  70.000 rs

Otra casa Calle de Villalobos ó San José nº 2, que mi mujer heredó de D. Juan Ferrer y Segura, su valor es de ………………………………..  3.000 rs

Otra casa en Calle Gallegos nº 18, que me correspondió en la separación de mis hermanos, que renta 25 rs mensuales y vale………………… 3.000 rs

Otra casa Calle Barrio de Luna nº 6, que me correspondió también a la separación de mis hermanos, renta 600 rs anuales y vale …….  4.305 rs

Otra casa Calle Barrio de Luna nº 10, que compré a Ignacio Bejarano y con gastos de escritura costó ………………………………………………..  4.200 rs

Otra casa nº 4 Calle Rabo de Gato, que compré a Luis Luceño en 6.200 rs, que con los gastos me costó …………………………………………….  6.492 rs

Otras dos casas, una en Calle de Pintores nº 5 y otra en Calle Piñuelas Bajas nº 4, que compré a los herederos de D. José Puppe, con un capital de censo de 12.000 rs, con los demás gastos costaron …………….  64.736 rs

Otra casa en la ciudad de Sevilla en Calle de Boteros nº 1, perteneciente a mi mujer, tenía un censo que ya está redimido; renta 6 rs diarios y se le adjudicó según escritura en reales de vellón …………………….  31.070 rs

Barruecos, lavadero de lanas, interesado en la mitad de todo el edificio, sus tres charcas y otros tres molinos harineros cuyo costo total con la adjudicación a la división de mis hermanos de una quina parte fue 92.000 rs: la quinta parte comprada a mi hermano D. Ramón en 72.000 rs; el 5 por ciento que compré a D. Francisco Calaff, el 5 por ciento que compré a D. Vicente Hurtado pertenencia de sus hijas Dª Felisa y los gastos de escritura y demás, todos sus costos ascienden al ..  199.589 rs

 

Fincas rústicas

En la dehesa nombrada Ramojil de cabida de 1.600 cabezas; tengo un interés de 26 1/6 marabedies crecientes y menguantes que compré a mi hermano D. Ramón el 6 de marzo de 1867 y costó …………………………… 17.500 rs

En otra Perodosma de Arriba, comprada a el mismo en referido día y costaron 40 marabedíes y 15 avos, con una cabida de 600 cabezas ……..  10.500 rs

En otra nombrada Torrejón de Arriba, comprada en 14 de agosto de 1866, cabida 800 cabezas con interés de 178 marabedies, me costó con gastos ………………………………………………………………………………..  69.579 rs

Un dehesa redonda de 300 cabezas cortas de cabida, nombrada Arenal de Capellanías, me tiene de todo costo …………………………………  50.689 rs

En otra nombrada Arenal del Delgadillo, de 400 de cabida un interés de 128 marabedies 82/100 propiedad de mi señora, su valor …………  14.482 rs

En otra nombrada Arenal de Loaisa ó Nidoa, cabida 300 cabezas no largas también de mi señora; hay un interés de 38 95/ marabedies y su costo es de ………………………………………………………………………………  3.242 rs

En otra nombrada Mahugo, de 600 de cabida tengo interés de 1451/2 marabedies millar y me costó ………………………………………..  26.627 rs

En otra nombrada Casa Blanca o Casilla, tengo un interés anual de 1.850 rs, pagan en los días 25 de marzo sin crecientes ni menguantes pero libres de todas contribuciones, la que me fue adjudicada en la reparación con mis hermanos en la cantidad de …………………………………….  50.000 rs

Un olivar al sitio que llaman Jaraiz y por otro nombre Santa Fe, cuya mitad correspondió a mi esposa y la otra mitad, con casa, la compré a D. Francisco Aguirre, todo ello está evaluado en …………………   100.000 rs

Otro trozo de olivar contiguo al mismo de cinco yuntas que compré en 20 de junio de 1871 a Lorenzo Domínguez y costó ………………………… 9.026 rs

Otro olivar con casa y tinado para esquileo al sitio Valhondo que todo me tiene de costo más de …………………………………………………  100.000 rs

Tres décimas parte en el molino que llaman Mellada, adjudicación de la Compañía con mis hermanos …………………………………………  18.800 rs

Una suerte de tierra de 4 1/2 fanegas sembradura al sitio Dehesilla con otra lindante que tiene un olivo, adjudicación de la compañía con mis hermanos ……………………………………………………………………  3.074 rs

Otra suerte de 2 1/2 fanegas de igual procedencia que llaman Casa Blanca en ………………………………………………………………………………….  2.045 rs

Otra suerte de tierra de 7 o 8 fanegas de sembradura llamada Menjarresa, frente a la plaza de toros, adjudicación en la misma división en  8.074 rs

Dos suertes ó llámense barquetes de 2 1/2 fanegas de sembradura a la salida de la Puerta de San Antón llamaban de Cavañas, herencia de mi tío D. José Calaff y Segura por su testamento fecha 17 de noviembre de 1825 .  2.500 rs

Otra suerte de tierra de 4 ó 5 fanegas de sembradura, heredadas también del mismo tío D. José Calaff, señala nº 19 en la 2ª y 4ª hoja de la dehesa que llaman de los Caballos y se gradúa su coste en …………………..  3.000 rs

Otra suerte de tierra de 2 1/4 fanegas de sembradura al sitio de Charca del Gallo o Carrera de San Francisco adjudicada a mi señora …….  1.842 rs

Otra suerte de 2 fanegas en la Madrila, también de mi mujer adjudicada en 4.700 rs, pero incluyendo dos barquetes al sitio de Peña Redónda de una fanega de trigo ……………………………………………………………..  4.700 rs

Otra suerte de 7 fanegas de sembradura al sitio de Balnicoso, frente del olivar que llamaban de Cuenca, también de mi señora …………  6.920 rs

Otra suerte de 6 fanegas de sembradura de trigo al sitio que llaman Badillo, también de mi señora adjudicada en …………………………………  4.802 rs

Otra suerte de 2 1/2 fanegas al sitio de Butrera, también de mi señora  2.121 rs

Otra suerte de 3 1/2 fanegas en la Dehesa de los Caballos señalada nº 43, compra en 21 de enero de 1830 a José Santos …………………….  1.473 rs

Otra suerte en la misma Dehesa de los Caballos, de cabida 2 fanegas, nº 14 en la 1ª y 3ª hoja, compra el año 1813 a D. Domingo Aranda, pertenencia de mi señora ………………………………………………………………..  2.100 rs

Otra suerte al mismo sitio Dehesa de los Caballeros, en 1ª y 3ª hoja con el nº 17, 3 fanegas de sembradura comprada a Francisco Blanco en agosto de 1812 en 2.100 rs, pero que unido su importe a la anterior en el balance, adjudicaron ambas a mi mujer, digo se apreciaron 4.664 rs, y ésta sola  2.564 rs

Otra de 3 1/2 fanegas en Dehesa de los Caballeros, perteneciente a mi señora en la 2ª y 4ª hoja señalada nº 12 en el camino de Aldea del Cano que se permutó en marzo de 1822 por una que hace 2 1/2 fanegas de trigo y 3 de cebada con los herederos de D. Simón Segura y la cual suerte está situada en la que llaman Bosilla ……………………………………..  2.600 rs

Una viña al sito de la Jara de Arriba con lagar, que se conoce del Valle del Barroso o Borregona inmediato a Nuestra Señora del Prado, término del Casar de Cáceres, su costo fue de 17.490 rs pero era un olivar pequeño al sitio de la Dehesilla que vendí a Francisco Borja y con dos censos de 111 y 99 céntimos que se han redimido, que con la cerca de pared y la otra viña que está contigua que se había comprado a Mariño, en todo me costó ………………………………………………………………………………..  25.000 rs

Otra viña al sitio de la Mata también con lagar, casa y vasija que con la cerca me ha costado más de ………………………………………….  44.000 rs

Una huerta al sitio de la Rivera y que su costo fue 21.700 rs, después se ha construido una casita que costó 2.000 rs, todo ………………….  21.700 rs

A. H. P. de Cáceres; Fondo Calaff-Valhondo, Libro 25. ”Ymbentario general se los bienes que pertenecen a D. Miguel Calaff y Ferrer y su hija Dª Mariana Calaff y Segura”

 

Advertencia.- Por cuestiones técnicas, este trabajo no incluye los gráficos y tablas. Si están presentes en la edición de las actas del año correspondiente.


[1] A. H. P. de Cáceres. Sección Calaff-Valhondo. «Ymbentario general de los bienes que pertenecen a D. Miguel Calaff y Ferrer y su hija Dª. Mariana Calaff y Segura». Caja nº 25 (1872).

[2] TEDDE DE LORCA, P.: «Comerciantes y banqueros madrileños al final del Antiguo Régimen» en G. Anes, L A. Rojo y P. Tedde (eds.) Historia económica y pensamiento social. Madrid, 1983, págs. 301-302

[3]   TEDDE DE LORCA, P.: Op. Cit.

[4]   Ibídem.

[5]   Ibid.

[6] MELÓN JIMÉNEZ, M. A.: Los orígenes del capital comercial y financiero en Extremadura: Compañías de comercios, comerciantes y banqueros del Cáceres (1773-1836). Badajoz, 1992, pág. 68.

[7]   MELÓN JIMÉNEZ, M. A.: Op. Cit.

[8]  Ibídem., pág.73.

[9] Acertada definición efectuada por Miguel Ángel Melón Jiménez y que va a distinguir de manera sintética, pero rotunda, la nueva clase socio-económica que se está gestando en el Cáceres decimonónico de principios de siglo. MELÓN JIMÉNEZ, M. A.: «Comerciantes y sociedades mercantiles de Cáceres a finales del Antiguo Régimen» en Miguel Ángel Melón Jiménez (ed.) Antecedentes de la Cámara de Comercio de Cáceres. Cáceres, 1999, pág. 73.

[10] Se puede consultar una completa relación de los cambistas y corredores de letras madrileños para finales del siglo XVIII y principios del XIX. TEDDE DE LORCA, P.: Opus. Cit., págs. 301-331.

[11] Ibídem.

[12]A. H. P. de Cáceres. Sección Calaff-Valhondo. «Ymbentario general de los bienes que pertenecen a D. Miguel Calaff y Ferrer y su hija Dª. Mariana Calaff y Segura». Caja nº 25 (1872).

[13] Conforman en este caso la Tierra de Badajoz los ganaderos y cabañas ubicados en las localidades de Alange, Don Benito, La Roca de la Sierra, La Zarza, Puebla del Prior y Valverde de Mérida. A. H. P. de Cáceres. Sección Calaff-Valhondo. Ibídem.

[14] Conforman en este caso la Tierra de Cáceres los ganaderos y cabañas ubicados en las localidades de Cáceres, Casar de Cáceres, Malpartida de Cáceres, Sierra de Fuentes y Torrequemada. A. H. P. de Cáceres. Sección Calaff-Valhondo. Ibid.

[15]Los datos relativos a la nominalización, localización y cuantificación para estos dos años se adjuntan en un apéndice al final.

[16]MELÓN JIMÉNEZ, M. A.: Opus. Cit., pág.73.

[17]A. H. P. de Cáceres. Sección Calaff-Valhondo. «Libro de Caja, Diario nº 5». Libro 37 (1862-63).

Oct 252013
 

Teodoro Martín Martín.

 Introducción

 El presente trabajo trata de aproximarse a una de las consecuencias sociopolíticas la desamortización; la creación de nuevos estratos sociales en las zonas rurales hispánicas. Para ello hemos elegido como muestra varios pueblos-no todos-de la comarca extremeña de La Vera.

Las transformaciones sociales que ocasiona el propio desarrollo económico y la política liberal en la primera mitad del siglo XIX han sido bien estudiadas a nivel nacional. Cabría ahora acercarnos a la realidad local, a los pequeños núcleos agropecuarios para observar cómo se producen esas transformaciones sociales. Al viejo poder absoluto de corregidores, nobles y priores,  ¿Quién les sustituye?, ¿Cómo surgen esas familias o clanes de familias que, poseedoras de la riqueza agrícola y ganadera, sirven de tentáculos para el nuevo poder constituido?.

Las élites locales, surgidas como ya veremos a través de determinadas conexiones familiares, nacen como consecuencia de las transformaciones económicas del siglo y de las políticas agrarias burguesas. Entre estas destacaríamos el fin de los diezmos, la liberalización del comercio de granos y sobre todo las desamortizaciones.

Vamos a estudiar pues las ventas de propiedades, sobre todo las de origen civil, para ver de qué manera les benefician y como al calor de aquel ambiente aparecen nuevos personajes representativos de la clase llamada “labradores”. Estos pueden ser definidos como propietarios medios de tierras que las gestionan directamente y con la ayuda de jornaleros locales.

Para ello hemos utilizado las siguientes fuentes documentales:

+ En los archivos parroquiales los libros sacramentales: nacimientos, matrimonios y defunciones, así como alguna otra documentación catastral, diezmal o estadística.

+ En los archivos municipales ¡as actas de las reuniones de los concejos, listas de secretarios y alcaldes, así como otros documentos circunstanciales.

+ En los cementerios locales las lápidas y tumbas de estas élites, muchas de ellas con. excelente información sobre nacimientos, fallecimientos y vínculos familiares. Su agrupación en panteones delata también sus lazos y conexiones.

+ La topografía y urbanismo local, a través de mapas o croquis. La observación directa y la arquitectura subsistente aún nos informan de su poder en cuanto a tipo de vivienda , su ubicación en calles o plazas principales, etc.

+ En el Archivo Histórico Provincial de Cáceres los Boletines de Ventas de Bienes Nacionales de la Provincia, así como los expedientes de venta de cada una de las fincas vendidas. También otros fondos de la delegación de Hacienda, Protocolos Notariales y papeles del Fondo V. Paredes.

+ En el Archivo del Ministerio de Hacienda de Madrid el Boletín de Venta de Bienes Nacionales entre los años 1836 y 1865.

+ En el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares los informes y fondos de la antigua Dirección General de Deuda y Clases Pasivas, que hacen referencia a núcleos estudiados.

+ Periódicos de la época como el Boletín, Oficial de la Provincia, El Eco del Comercio, El Artista, etc.

+  Diccionarios históricos como el de S. Miñano o el de P. Madoz. Han sido también de interés las respuestas dadas por los pueblos de la zona al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura en 1791.

+ Información oral obtenida directamente de personas que, o bien tuvieron lazos afectivos o relaciones laborales con personajes aquí mencionados>,que se mantienen por tradición en forma de dichos o refranes.

+ Libros sobre temas de la zona: Monasterio de Yuste, Jarandilla, Plasencia, etc. Además de otros trabajos de V. Barrantes o artículos publicados en la Revista de Estudios Extremeños de Badajoz. También la Memoria del  de Plasencia elaborada por E. Carreño Roger y publicada en Plasencia en 1883.

Estas fuentes, adecuadamente seleccionadas, nos permiten acercamos, de forma muestral, a la cuestión aquí planteada.¿Quiénes fueron las élites locales que sustituyeron a los grupos del Antiguo Régimen en el dominio de las zonas rurales españolas? Entendemos que el ejemplo aquí tratado puede ser representativo de lo que sucedió en otros pagos del territorio español.

 En una estadística de 1834 se estimaba la siguiente población en la comarca, según los partidos judiciales: (1)

Por pueblos se citaba lo siguiente (2):

Unos años más tarde y según el Diccionario Histórico de P. Madoz obteníamos la siguiente información en los seis pueblos que vamos a considerar:

La población de la zona estaba sometida a constantes alzas y bajas, producto del escaso nivel de desarrollo y de enfermedades endémicas, como el paludismo. Ello explica los frecuentes ascensos y descensos poblacionales. Por ejemplo, en 1857-58,en Aldeanueva de la Vera, la población era: 557 vecinos y 2005 almas con las siguientes precisiones demográficas.(3)

Nacidos en el año 1857/58 de Junio a Junio, de matrimonio legítimo 42,fuera del matrimonio 38,total 80 niños. Murieron durante el mismo año: menores de 14 años 70,38 varones y 32 hembras; de 14 a 30 años 7,3 varones y 4 mujeres;  de 30 a 60 años 24,10 hombres y 14 mujeres. De 60 en adelante 10,4 varones y 6 hembras. Con estas características demográficas no es raro que el pueblo disminuyera de población, así en el año 1859/60 tenía 541 vecinos y 1994 almas.

Los seis núcleos rurales aquí estudiados nos expresan claramente los rasgos básicos de una zona más pecuaria que agrícola,  con unos niveles de atraso cultural, social y médicos que continuaron hasta comienzos del siglo XX. Ello hace que el marco cronológico en el que nos movamos sea el siglo XIX y comienzos del XX, pues los dos conservan similares rasgos socioculturales.

 LAS DESAMORTIZACIONES DE MENDIZABAL Y ESPARTERO

 Ya estudiamos en un artículo de 1972 la incidencia que la desamortización del clero regular y secular tiene en la comarca de la Vera (4). A él nos remitimos para datos y precisiones puntuales. Una consideración se desprendía en aquel trabajo. Las ventas judiciales apenas afectaron a la zona. La razón era obvia. Los conventos y monasterios (incluido el de Yuste) poseían pocas tierras en la comarca, lo mismo se puede decir del clero secular (fábricas y parroquias), así como de las memorias, obras pías, etc. (5).

El patrimonio de estas instituciones, salvo algún caso aislado, se limitaba a casas, ciertas parcelas o cortinas de tierras en los alrededores de los pueblos y para de contar. Por todo ello poco podía representar la medida liberal. No olvidemos que nos encontramos en una zona más ganadera que agrícola en aquellos tiempos, y con un sistema de abancalamiento del terreno(allí llamados patines),que dificultaban aún más la concentración de la propiedad.

Por todas estas razones la desamortización del periodo 1836-44 les afectó mínimamente. Al iniciarse el gobierno de los moderados bajo Isabel II, en 1845, poco quedaba por vender, pero también escaso era lo vendido.

Rematada en 1838 la iglesia del Monasterio de Yuste por 1000 reales se procede a la enajenación del resto de los cenobios.

+ Del convento de San Francisco de Jarandilla se remató en 1841 una huerta inmediata al edificio de tres fanegas, por 20000 reales. El edificio, en estado ruinoso, de ocho celemines de cabida, fue capitalizado en 6750 reales y tasado en 1 0000,cantidad por la que sale a subasta en 1843 (6).

+ Del convento de Agustinos Recoletos de Jarandilla se vendió la huerta aneja con viña y olivar de tres fanegas de tierra en 18000 reales. El edificio, en su mayor parte arruinado y desplomada la techumbre, fue valorado en 3300 reales, precio por el que se subastó (7).

+ El convento de dominicos de Sta. Catalina de Sena, sito en Aldeanueva de la Vera, también arruinado, sin teja ni maderamen, fue tasado en 83000 reales, precio por el que se sacó a subasta (8).

Los edificios fueron adjudicados a vecinos de estos pueblos, que en su mayoría los han mantenido dentro de sus propias familias, o bien caso de Yuste o los agustinos de Jarandilla han pasado a nuevos propietarios.

En consecuencia hay que esperar al nuevo periodo desamortizador que se abre con el Bienio Progresista para ver liberados la mayor parte de los terrenos de estos pueblos. Sus características geomorfológicas y su dedicación a la ganadería, así como su dependencia del poder civil, los habían librado de las subastas. La Ley de 10 de Mayo de 1855 transforma la propiedad de baldíos, comunes, propios y demás bienes de ayuntamientos, patronatos, centros de enseñanza, etc. (9).

LA DESAMORTIZACION DE MADOZ

La Ley de 1855 sacó al mercado una ingente masa de terrenos a lo largo de toda la geografía nacional. En una época económicamente poco boyante, con ofertas de inversión más atractivas (ferrocarriles, banca, etc.) no era lógico introducir en el mercado tal cantidad de propiedades. Entendemos que la paralización de las ventas en 1856 fue debido más a “necesidades técnicas” que a la explicación “política” que hasta ahora se ha dado.

El real decreto de 2 de Octubre de 1858,dado por el gobierno de O’Donnell, disponía en su art. 1º la reanudación de las ventas de las propiedades de manos muertas, de origen civil. Pero ahora se establecían unos ritmos, procedimientos y plazos para atender las reclamaciones de los ayuntamientos, los intereses de los poseedores de Deuda Pública y la viabilidad del mercado de tierras, a fin de animar las subastas y elevar los remates.

El periodo de tiempo en que se venden la mayor parte de los bienes civiles de los seis pueblos que estamos estudiando es el de 1859-63. Es en estos años cuando se subastan la mayor parte de las dehesas y grandes propiedades de los pueblos. Existe una relación de fincas vendidas en la Memoria del  de Plasencia ya citado, página 41 y siguientes. Veámoslo pueblo a pueblo.

 (Esta segunda parte del Pizarral no se vende, por lo que se divide en dos porciones, de la primera no tenemos datos, la segunda de 770 fanegas y 2 celemines se tasa en Julio de 1863 en 294710 reales rematándola en 355100 Pedro Jalón de Madrid. Por quiebra se subasta en 1863 sin que hubiera postor. La retasa de 1865 la valora en 224000 reales siendo adquirida por Joaquín Alonso Cordero por 337000).

 Hay que hacer notar la existencia en este pueblo de algunas grandes fincas pertenecientes a propietarios foráneos del Antiguo Régimen. Un ejemplo de ello eran (15):

El baldío de Bobadilla de 600 fanegas de cabida tasado en 98756 reales y rematado por Manuel Ibáñez en 1860 por 91 100después de retasa.

El baldío de las Vegas de 900 fanegas tasado en 116669 reales en Noviembre de 1859 y rematado en 120000 en Julio de 1860 por Antonio González.

Ambos baldíos procedían de los propios del Sexmo. de la Ciudad de Plasencia.

 ¿Qué se desprende de estas ventas judiciales?

En primer lugar lo que hemos apuntado con anterioridad y es la adjudicación de tierras en el periodo 1 859-63,época de bonanza económica, coincidente con el quinquenio centrista de O’Donnell. En segundo lugar la enajenación de grandes fincas, situadas lejos de los pueblos, en sierras o cercanías del Tiétar, cuyos usos eran preferentemente pecuarios y con tal finalidad se adquirieron. Su procedencia es de corporaciones civiles: Propios, comunales(llamados también marradas), baldíos o terrenos adscritos a la manutención del maestro de primeras letras.(20)

En el proceso técnico de las ventas se utilizaron todo tipo de “mecanismos” para abaratar los remates. Unas veces se pujaba poco, en otros casos se remata y por impago la propiedad, en quiebra, es retasada por un valor inferior, que es apetecida por el antiguo o nuevo adquiriente.

Muchas de estas grandes extensiones son adquiridas por testaferros de estos pueblos, y en algunos casos por miembros de sociedades de labradores y en otros por el ganadero o propietario directamente. Por tos datos que hemos recogido abunda más la primera opción, es decir intermediarios dedicados a estos menesteres en nombre de sus patrones, muchos de ellos extraños a la comarca. Detrás de las adquisiciones había también propietarios locales(sobre todo en la zona de la Sierra), pero encontramos, junto al río Tiétar, titulados y burgueses madrileños, enriquecidos durante el período isabelino.

NUEVAS ÉLITES LOCALES

 Para entender con más precisión la conexión que hay entre desamortización y génesis de élites locales me voy a centrar en el caso concreto de uno de los pueblos de la zona: Aldeanueva de la Vera. El tema, la metodología y las fuentes justifican esta selección y la muestra correspondiente.

En este núcleo de población la medida de Madoz lanza al mercado tres

grandes propiedades: La dehesa de Mesillas(junto al río Tiétar), el baldío de Las Pájaras y

La Sierra del Pueblo. Se trata de extensas zonas de terreno de gran valor forestal y

ganadero en aquellos tiempos.

Mesillas, sita en el término municipal de Collado, no fue vendida, aunque si subastada. Gestiones realizadas por el Consistorio después de 1856 hicieron que no se rematara, a cambio se cedió en la expropiación de las otras dos. ¿Pensaban los  regentadores del Ayuntamiento en aquellas fechas en su adquisición con fines ganaderos? Tal parece desprenderse de lo que a continuación diremos.

El hecho es que el baldío y la Sierra, que sumaban cerca del 70% de la superficie del municipio, son subastados y rematados en 1860 y1861 respectivamente.

El baldío de las Pájaras lo compró Manuel Vergara Mateos, vecino de Aldeanueva, el 30 de Junio de 1860 por 41100 reales, equivalentes a 4610 escudos, a abonar en diez plazos. Pagó el primero el 24 de Octubre del citado año, siendo su valor 368,8 escudos. El último lo efectuó en Noviembre de 1869.(21)

La Sierra del pueblo la remató el 30 de Septiembre de 1861 Agustín Parrón Poblador, vecino de Aldeanueva, por un total en sus tres porciones de 61300 reales. Pagó solo el 20% del primer plazo, razón por la cual la finca queda “estancada”.Según el expediente de la venta el comprador vuelve a reclamaría en 1873. El 24 de Mayo de ese año se le adjudica por 15325 ptas. Comienza a librar pagos de 1180 ptas. en la referida fecha y da por cancelada la deuda en Agosto de 1882 (22).

¿Quiénes son Manuel Vergara y Agustín Parrón Por lo que sabemos vecinos y del grupo social de labradores asentados del pueblo.

Ambas propiedades, dada su extensión, se gestionan por el sistema de sociedades de propietarios en régimen de proindiviso. El primero de los citados divide el baldío en partes que distribuye entre familiares o vende a otros vecinos. Eso sí, quedándose con la mayor parte de las participaciones. Algo parecido hace Agustín Parrón, que compra la Sierra en nombre de una sociedad de labradores constituida con anterioridad a 1873. Este sistema de gestión se ha mantenido hasta nuestros días a la hora de explotar las dos fincas.

Ahora bien esta fórmula de Sociedades de Labradores ocultaba la existencia de propietarios con altas participaciones, Manuet Vergara en el caso de la primera y Fausto Martí en a segunda,  los cuales por vía de matrimonios o compraventa se hicieron con la mayor parte de aquellas. Si a ello se unía la tenencia de tierras en las cercanías del pueblo y el puesto de regidor municipal la situación se hacía más clara.

Nos encontramos en este pueblo, en la segunda mitad del siglo XIX, con dos familias dominantes; una la vinculada a Fausto Martín, la otra a Manuel Vergara; ambos poseedores de la mayoría de las dos dehesas. Su adquisición estaba motivada por sus importantes cabañas de ganado caprino y ovino.

Fausto Martín es lo enreda que podríamos decir un personaje típico de la zona y de la época. Había nacido el 24 de Enero de 1817 y fue bautizado el 31 del mismo mes y año. Sus padres, Pedro Martín y Teresa Poblador, eran naturales del lugar y habían

contraido matrimonio en 1804. El ciclo vital de nuestro personaje se cerró el 13 de Julio de 1897 en que fallece a causa de una apoplegía cerebral. Vivió por tanto ochenta años y tuvo tiempo para contraer tres matrimonios.

El primero se celebró el uno de 1 de Agosto de 1835,con Maria Montero, viuda, de la cual tuvo un hijo llamado Pedro, nacido el 26 de Mayo de 1837.Su primera esposa falleció el 28 de Febrero de 1839 a consecuencia de una metrorragia puerperal.

El segundo matrimonio lo celebró en Casas del Puerto de Tornavacas con una rica heredera de la zona llamada Lucia Martín y Martín del Río.(23) Este enlace y la desamortización encumbraron a Fausto Martín y su familia. De este segundo matrimonio tuvo siete hijos: Pedro, Filomena, Catalina, Víctor, Emilio, Pilar y José María. A todos ellos les dio estudios y situó en Plasencia, Cáceres o Madrid, salvo a uno de ellos que regentaba el capital familiar. La segunda mujer feneció el 31 de Julio de 1887.

Con setenta y dos años y repartido el patrimonio se le asigna en la casa principal una criada para su cuidado y atención. De las relaciones afectivas con la susodicha, llamada Casta Gilarte Santos, con la que contrae matrimonio el 23 de Octubre de 1 889(a las cuatro y media de la mañana),tuvo dos hijos: Teodoro y Silveria, nacidos en 1890 y1895 respectivamente.(24)

De las peripecias y vicisitudes humanas de este hombre adjuntamos un cuadro a cerca de sus matrimonios y descendencia. A lo largo de toda su vida Fausto Martín fue un labrador “importante” dentro de la configuración social del pueblo. A parte de sus bienes,    ejerce cargos públicos en el Consistorio y aparece en la cofradía de la Pasión como hermano en 1884. (25)En resumen podríamos decir que fue un destacado hombre del lugar.

No fue tan dilatada en el tiempo la vida de Manuel Vergara Mateos, nacido en la vecina villa de Cuacos en 1844,hijo de Manuel Vergara y Gabriela Mateos. Falleció en el mismo año que Fausto Martín, el 17 de Junio, a consecuencia de una apoplegía pulmonar. Contaba pues con 53 años. A lo largo de este tiempo contrajo dos matrimonios.

El primero a los 19 años con Mª Dolores Guarte Torés de 23. Fruto del mismo fue una hija, Elvira Vergara Gil arte, única heredera de sus bienes, la cual falleció en 1910.

El segundo vínculo matrimonial lo contrajo a los 51 años de edad, dos antes de su fallecimiento, con Mª Dolores Muñoz Alvarez,de 46 años, viuda, y hermana del secretario del Ayuntamiento Antonio Muñoz Álvarez. Este matrimonio no tuvo descendencia pero nos explica muchas de las “cosas pequeñas” de la vida local. Los referidos Manuel Vergara y Antonio Muñoz fueron durante la mayor parte de la Restauración alcalde y secretario del Consistorio respectivamente. Se entiende así el dicho popular local que dice: ¿Quién tiene la vara?, tío Manuel Vergara. ¿Quién  tiene el bastón?, tío Antonio Muñoz.

Estos dos personajes, Fausto Martín y Manuel Vergara, son prototipos de las élites locales de la segunda mitad del siglo XIX. Enriquecidos con la desamortización civil, su propia dinámica económica y por matrimonios convenidos o de conveniencia saben granjearse un porvenir social y económico, el cual les convierte en piezas idóneas para los políticos provinciales y nacionales. Sus casas, situadas en lugares estratégicos del pueblo, a la entrada por el camino de Jarandilla o Cuacos,o en la plaza de la Iglesia, les servían de atalaya desde la que controlar el devenir de la vida local. Las conexiones familiares y el empleo de jornaleros completaban las formas de dominio. Téngase en cuenta que en esta población nunca hubo destacamento de la Guardia Civil.

Así era la época y de esta manera actuaban sus personajes. Hoy ,a pesar del tiempo transcurrido, con muchas reformas y añadidos subsisten estos lares de la vieja élite de labradores que gobernaban los pueblos de la Extremadura del XIX y parte del XX. Aún se recuerda en Aldeanueva la estancia, en la casa de los Martín, del Rey Alfonso XIII en su periplo hacia las Hurdes.

Junto a estas dos familias y su descendencia existen en este núcleo otras, de menor poder e influencia, pero que cumplen también un papel destacado en el control de la vida rural. Ejemplo de ello son las ramas locales de los Valleros. Una de ellas se emparentará con el hijo mayor de Fausto Martín, a través del matrimonio de Pedro Martín con Maria Valleros, fruto del cual nacerán cuatro hijos: Jerónimo, Eleuterio, Ciro y Virginia. El primero fue alcalde del pueblo en el reinado de Alfonso XIII.

Precisamente como expresión de estas relaciones el citado Jerónimo contrajo matrimonio con la nieta de Manuel Vergara, Dolores Valleros Vergara. Su único descendiente, nacido en 191 3,unió las dos familias y constituyó uno de los principales patrimonios del lugar.

Otra rama de los Valleros, heredera de Fulgencio y Fernando ,se emparentó con el vástago del tercer matrimonio de Fausto Martín llamado Teodoro. El casamiento de éste con Rufina Valleros dio como fruto a Juana Martín Valleros. En este laberinto de relaciones ésta última contraerá matrimonio con el ya citado Pedro Martín Valleros.

Una visión más sintética de estos vínculos familiares puede contemplarse en los anexos que ofrecemos.

¿Qué se desprende de estas relaciones familiares farragosas para el no habituado a su estudio y análisis?. Entendemos que la malla o entramado de intereses que se crean en los pueblos y que son el pan nuestro de cada día. Al desaparecer el Antiguo Régimen y su modelo social los pueblos han de crear sus nuevas élites dominantes, que en una época liberal burguesa solo pueden surgir de la propiedad de la tierra y la iniciativa individual. Estos dos personajes citados, Fausto Martín y Manuel Vergara, son la expresión de esos labradores con riqueza en tierras, influencias políticas y por tanto detentadores del poder local.

En una época caciquil como la Restauración, donde los alcaldes actuaban como delegados del poder central, bajo las órdenes de los gobernadores civiles, estas figuras locales eran fundamentales, cada una para uno de los dos partidos del turno pacífico instaurado por Cánovas.Estos notables locales no solo eran agentes de los políticos, colaboraban también en el desarrollo de la vida institucional-recaudación de impuestos, reclutamiento para el servicio militar, etc.-Eran pues clientelas necesarias para aquel sistema que, según Ortega y Gasset, sacrificó la eficacia a la estabilidad.

Advertencia: Este trabajo incluye nueve tablas complementarias que por problemas técnicos no hemos podido incluir; han sido editadas en el  XXX  tomo de los C.H.deE.

NOTAS

 (1)  El Eco del Comercio, Madrid 18 de Mayo de 1834

(2)  El Eco del Comercio, Madrid 30 de Julio de 1834

(3)  Archivo Parroquial de Aldeanueva de la Vera. Libro de circulares, índices, sacramentales y varios de 1852-1 899.

(4)  Teodoro Martín Martín: La desamortización en la región de la Vera. Revista de Estudios

Extremeños. Badajoz 1972, Vol. ll. Véase para toda la provincia la obra de J. García

Pérez: La desamortización en Cáceres( 1836-70). Institución El Brocense. Cáceres

1991 .También mi estudio: Yuste en el Tiempo(Aproximación a su Hª), de próxima aparición.

(5)  El Monasterio de Yuste perdió la mayor parte de sus propiedades por la Ley de Monacales de 1820.También en el Trienio se vendió el edificio convento, sin la iglesia, a una vecina de Madrid, María Bonanza Pascual, esposa de Bernardo de Borja Tarrius, que lo volvió a recuperar en 1836 para instalar en el mismo un ingenio productor de gusanos de seda. Sobre esta venta judicial en el Trienio véase el protocolo notarial nº 1416, año 1823 del escribano de Navalmoral de la Mata, Félix Lozano González. En A.H.P. Cáceres, pág. 32 y siguientes. Los conventos y monasterios de la Vera perdieron casi todas sus propiedades en el periodo 1820-23. Sobre su dominio territorial véase mi artículo de 1979 en la Revista Alcántara.

(6)  B.V.B.N. Madrid 13 de Mayo de 1843

(7) B.V.B.N.      “ 16 de Septiembre de 1848

(8) B.V.B.N.    “ 9 Noviembre de 1848. Este convento y sus pertenencias fue vendido en 1822 a Antonio Álvarez. A.H.P. Cáceres. Protocolo 1416.

(9)  Para la legislación desamortizadora puede verse la edición de las principales normativas en mi estudio: La desamortización textos político-jurídicos. Narcea. Madrid 1973.

(10) B.V.B.N. Madrid 28 de Junio23 de Agosto y 29 de Diciembre de 1860.También 31 de Enero, 1 de Agosto y 2 de Septiembre de 1861. Para el baldío de Torreseca ver el B.V.B.N. de 13 de Enero de 1860.

(11)     B.V.B.N. Madrid 4 de Junio y 7 de Julio de 1860.Para asta y otras notas ver también el Interrogatorio de la R.A. de Extremadura. A. de Extremadura. Mérida 1991.

(12)     B.V.B.N. de 1 de Noviembre de 1855,29 de Dic. de 1858,28 de Nov. de 1859,23 de Agosto y 29 de Dic. de 1860, 31 de Enero de 1861, 8 de Jul. y l6 de Nov. de 1863, 17 de Marzo de 1864, 13 de Enero y 17 de Febr. de 1865.

 

(13)     B.V.B.N. de 20 de Enero de 1856 y 3 de Mayo y 27 de Julio de 1873.

(14)     B.V.B.N. de 19 de Dic. de 1855, 28 de Nov. de 1859, 4 de Junio 7, de Julio, 19 de Octubre y 19 de Nov. de 1860, 5 de Abril y 7 de Mayo de 1861.

(15)     B.V.B.N.  9 de Nov. de 1859 y 7 de Julio y 19 de Nov. de 1860.

(16)     B.V.B.N. de 20 de Enero y rectificación en 8 de Febrero de 1856.

(17)     Esta propiedad no se vendió, continuando en posesión del Ayuntamiento que la gestiona y explota en la actualidad.

(18)     Boletín de V.  de Bienes Nacionales de la provincia de Cáceres de 6 de Mayo y 14 de Julio de 1860.

(19)     B.V.B.N. de la prov. De Cáceres de 17 de Julio y 10 de Octubre de 1861.El expediente de esta propiedad o Sierra de Aldeanueva de 1182 fanegas de cabida, puede verse en el A.H.P. de Cáceres. Fondo Bienes Nacionales. Caja nº 1 47, exp. nº 1. Un tratamiento de la venta en 1874 de esta propiedad y la constitución de la Sociedad de Labradores que la rige en la actualidad puede verse en Teodoro Martín: Conflicto y desamortización en la Vera. Boletín de la Real Sociedad Geográfica. Madrid 1991.Tomo 126-127.Pág.175 y siguientes.

(20) Tal era el origen de la donación del baldío de las Pájaras, cuando al constituirse en 1804 como ViIla, Aldeanueva de la Vera se comprometió a mantener un maestro con las rentas del citado baldío. Precedentes de la donación en carta dada el 8 de Mayo de 1794.

(21) Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. Hacienda. D.G. del Tesoro. Venta de bienes de propios. Caja 10742, exp. nº 10.

(22) Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. Ibidem. Caja 10768,exp. nº 9.En estos expedientes existe la reclamación hecha por el alcalde y secretario de las sumas que les debía la Dirección General de la Deuda en concepto de créditos contra el Estado, a causa de las referidas ventas. Esta documentación se sustancia en 1928,siendo alcalde Jerónimo Martín, y trata de acogerse al real decreto de 12 de Abril de 1924.

(23) A través del Collado de Las Yeguas o Puerto del Emperador se establecían desde la Vera relaciones humanas y comerciales con Castilla, en especial con el Barco de Ávila.

(24) Los datos de bautismos, matrimonios y defunciones, así como otros de tipo demográficos, los hemos obtenido de los libros sacramentales de la parroquia, a los que remito. Eludo hacer referencias y citas farragosas que nada aportan.

(25) Archivo Parroquial de Aldeanueva de la Vera. Libro de la Cofradía de la Pasión.1827-1892.Una prueba más del poder e influencia de la familia que engendró Fausto Martín se halla en el cementerio de la localidad. Próximo a la hermosa garganta de San Gregorio destaca la cúpula de la capilla donde están enterrados los fundadores del clan y algunos de sus descendientes. Bajo losas de mármol descansan los restos de estos líderes locales de la Extremadura de la Restauración. Es de interés sobre este tema el artículo de F. Sánchez Marroyo:”Política y Sociedad en la Extremadura de fin de siglo”.Revista de Estudios Extremeños, nº 1 .Enero-Abril 1998. Pág.341 -400.

 

Oct 012001
 

José Antonio Sánchez de la Calle y  María del Rosario Leonato González.

A) RESUMEN

El presente artículo pretende exponer la fundación de La Asociación Cultural Placentina “Pedro de Trejo” en los años cuarenta y cincuenta, su historia, evolución, objetivos, actividades y cambios en la composición de su Junta Directiva. Coincidiendo con las Bodas de Plata, y con un firme deseo de renovación, surgió en 1980 La Voz de Mayorga, un Boletín Informativo para los socios con un formato, diseño, paginación, secciones y temporalidad que se exponen detalladamente a lo largo de los 14 años que duró su publicación. Asimismo se deja constancia de los objetivos de la revista, preocupaciones, críticas e inquietudes culturales que perseguían los directivos de la misma. Entre los diferentes apartados que componían el boletín (poesía, literatura, filatelia, noticias, excursiones, humor, pasatiempos, opinión, etc.), tal vez la historia ocupe el lugar más destacado. Por ello se han localizado los autores que, en mayor o menor medida, han escrito artículos relacionados con esta materia: Clemente Alonso, Guillermo; Díaz López, Manuel; Fraguas López, Eusebio; Lobo Martín, Pedro; Martín Hernández, Gumersindo; Sayans Castaños, Marceliano; Sierro Malmierca, Feliciano; Soria Sánchez, Valentín; Valverde Luengo, Francisco De Jesús; Varios Autores; y Vázquez González, José María. Y de cada uno de sus trabajos (136 en total) se hace un breve resumen que refleja el contenido de la aportación. El estudio finaliza con las conclusiones y diversas notas aclaratorias.

… debido a lo extenso de este artículo, se ha procedido a convertirlo en archivo para descargar: Icono pdf

Oct 012001
 

Luis Vázquez  O. de M.

De la Real Academia de Doctores de Madrid

– Gonzalo Pizarro: “¿Qué haremos, hermano Juan?
– Juan de Acosta: “Señor, arremetamos y muramos como los antiguos romanos”
– Gonzalo Pizarro: “¡No, mejor es morir como cristianos!”

1. PREÁMBULO: LA VIOLENCIA QUE ENGENDRÓ VIOLENCIA

¡Tenemos que aceptar que los Pizarro en el Perú, a fuer de humanos, pasaron a la Historia como estigmatizados por sus desmesuradas paradojas, que le costaron la vida, de modo violento, a Francisco y Gonzalo, y a un hermano de madre de Francisco, y de qué modo!

Conocemos sobradamente la historia de las mutuas violencias entre almagristas y pizarristas.

Nos las han ido dibujando – con trazos sutiles o de un grosor desmesurado, cada uno a su estilo- los diversos cronistas e historiadores de la conquista peruana. Partamos de un par de ejemplos. Sea el primero el familiar que canta las hazañas de sus cercanos antepasados, don Fernando Pizarro y Orellana[1]. Pasa por alto el relato de la prisión y ejecución de Almagro el Viejo. Solamente alude a ello, al ser juzgado en la Mota, y lo absuelve, con benevolencia, observando:

“Fue también acusado nuestro valeroso Capitán de haber hecho cortar la cabeza a Almagro, siendo, como era, Gobernador y Adelantado de la Nueva Toledo, igual en oficios y gobierno con el Marqués don Francisco Pizarro, su hermano, cuyo oficio de Teniente y Capitán General exercía. Y que executó esto sin embargo de apelación.

Agravia más este caso con las paces que habían firmado y jurado de no venir uno contra otro, pena de cincuenta mil ducados, cuando se concertaron unto a la ciudad de Los Reyes el Marqués y Almagro. Y que también había entrado en este trato Hernando Pizarro, mediante el cual le dieron libertad. En consecuencia de esto, pidió el Fiscal los cincuenta mil ducados, en pena de haber contravenido”. Hay que reconocer que es correcto en la exposición. Pero le exime de delito, según él, por justas razones:

  1. Fundándose en los abogados de Hernando, que le otorgaban jurisdicción sobre el Cuzco reconocida -después de la medición, en la que interviene como árbitro el provincial de la Merced, P. Francisco de Bovadilla-, al dictaminar a favor del Marqués, en contra de Almagro, según las mediciones elegidas.
  2. Éste, pues, entró con ejército formado en distrito ajeno, levantando bandera contra el Gobernador por su Majestad, quemando su casa en poblado; y le había prendido a él y a Gonzalo. Después fue con ejército junto al Marqués, a la ciudad de los Reyes. Merecía, pues, pena de muerte.
  3. Publicaba que no había de dejar Pizarro en el Perú, y sería él quien llegase a gobernar.
  4. Como Lugarteniente del Marqués, su hermano, pudo ejercitar justicia.[2].

Esta es la versión, “modo jurídico”, descarnada, de un familiar que defiende a ultranza a los suyos, olvidando, con todo, que Almagro los había tenido en sus manos, a él y a Gonzalo, les permitió fugarse, y jamás pensó en ejecutarlos. ¿Dónde está aquí -nos preguntamos- la misericordia de un tan gran varón cristiano, Hernando, como presume Pizarro Orellana?

Veamos, en apretada síntesis, otra versión diferente, con base a la realidad misma, basada en relaciones manuscritas y crónicas: Almagro se siente defraudado de las promesas de igualdad de Pizarro. Regresa de las desoladas llanuras de Chile para manifestar quién es. ¡Aunque la Fortuna ha querido que llegase siempre tarde, y no pasase a la Historia, ni siquiera como conquistador de Chile, cuyo renombre ocupará, en su lugar, Valdivia! Sin embargo, llega a la casa donde dormían Hernando Pizarro y Gonzalo, y Rodrigo de Ordóñez da orden de prenderle fuego. Al verse atrapados, salen ambos hermanos, y son apresados. Parecería que el Cuzco, definitivamente, había caído en manos de Almagro. ¡Hernando, prisionero de Almagro, a quien odiaba! Se les encerró en la Casa del Sol, ante todos los habitantes del Cuzco, “con unos muy gruesos grillos y cadenas y, sin que pasara un solo día que no tuviesen sobresaltos sobre que los querían degollar a él y a su hermano”.[3] Sigue Almagro aprisionando, en el Cuzco, a los amigos de Pizarro, y a otras personas principales. Alcalde y regidores de la ciudad le obedecen ahora, juntos en Cabildo en la iglesia mayor. No se permitía que nadie hablase bien de Francisco Pizarro y familiares. Mas he aquí que se le avisa a Almagro que Alvarado, con su ejército avanza contra él. Decide, entonces, salir del Cuzco con sus 550 veteranos de Chile, para enfrentarse con su otro enemigo.

¿Qué hacer, en caso tal, con los hermanos Pizarro prisioneros? El Capitán General de Almagro, Rodrigo de Orgóñez – de Oropesa- dictamina:”Córtesele la cabeza”. Así aseguraba la suya, desde luego; y, además, “únicamente el muerto es el que no muerde”, como dijera Herrera, el autor de la Historia general de los hechos de los Castellanos. Almagro se niega a justicia tan expeditiva.

Sólo por eso, deberíamos reconocerle su sentido de piedad, que le honra. Se limita a dejar 30 guardianes de sus prisioneros, en su ausencia. A orillas del río Armancay se encuentran ambos ejércitos, el 12 de julio de 1537. Sale victorioso Almagro. Y llega, con multitud de prisioneros, y el propio Alvarado. Almagro, creyéndose dueño ya del Cuzco, sale a ampliar dominios, pero no es cruel con los Pizarro: Se lleva consigo, bien custodiado, a Hernando, y deja a Gonzalo encerrado en la Casa del Sol. Naturalmente, Gonzalo, Alvarado, varios capitanes, logran sobornar a los guardianes y vigilantes, y se fugan. ¿Qué hace Francisco Pizarro, mientras tanto? Prepararse para atacar y vencer a Almagro. Pero , gran estratega, primero decide enviar, en son de paz, a Chincha, al Viceprovincial de los Mercedarios -adicto a los Pizarro-, pero que gozaba de una “gran reputación de hombre integérrimo y virtuoso”, y “no solamente consigue una tregua en las hostilidades por parte del fogoso Almagro, sino -lo que es más importante- su consentimiento para una entrevista con su consocio, que habrá de celebrarse en el territorio neutral del pueblecito de Mala, el 13 de noviembre de 1537″.[4]

Parece ser que el Mercedario -que conocía las tramas sutiles de ambos personajes- dispuso que “ambos Gobernadores pareciesen en Mala con una escolta no mayor de doce hombres, con pleito homenaje de no traer armas; e que no hubiese fraude ni engaño, so pena de aleves y malos caballeros, y cincuenta mil pesos para la cámara de S.M”.[5] Con todo, Francisco Pizarro, por lo que pudiera suceder, a escondidas, sitúa a Gonzalo en las cercanías, con fuerzas suficientes para “apoderarse, si es preciso, del Mariscal”.[6] Hubo, en el encuentro, actitudes poco sinceras, y gestos amenazadores, preguntas indiscretas también; pero triunfó la cordura de Francisco Pizarro, que deseaba ardientemente la liberación de Hernando. Prolongada negociación, difícil, lenta, mas en la que no faltó el agasajo de Francisco con una cena, en presencia del Mercedario fray Francisco de Bovadilla, en la que “se hablaron e movieron ciertos conciertos; ante todo, la soltura de Hernando Pizarro, porque esto es lo que más deseaba su hermano; y Don Diego vino en ello bajo la fianza de 50.000 castellanos, que pagarían sus amigos, de que Hernando se presentaría dentro de seis meses ante S.M. con el proceso hecho contra él por Diego de Almagro en el Cuzco”[7]

A Francisco Pizarro le parecía soñar. Era más de lo que deseaba, o hubiera esperado, en tan corto espacio de tiempo. (Otra prueba más de que Almagro era más humano de lo que se piensa).

De golpe -como en una escena teatral tirsiana-, entra un caballero, habla al oído a Almagro, y éste, con premura, se levanta, monta a caballo y sale a galope, seguido por las sombras temblorosas de la noche, tras las paces entrevistas. ¿Qué había sucedido? Que venían las tropas de Gonzalo, y temió caer en las redes de los Pizarro. ¡Vuelve Francisco a temer lo peor!

Francisco Pizarro no se rinde. Manda un par de amigos a dar explicaciones a Almagro, aquella misma noche, y le ruega reanude las conversaciones de paz. ¡Almagro aparece aquí ingenuo, ignorando el carácter complicado de Francisco, y cae en el anzuelo, como “necio pececillo”, que diría Tirso en su romance de Tisbea del Burlador![8]

Ciertamente Almagro es el eterno crédulo, burlado, perdedor. Acepta otro encuentro con Pizarro, el P. mercedario Bovadilla presente, el alcalde Núñez del Mercado y el licenciado Prado.

El mercedario es árbitro, ministro y juez, aceptado por ambas partes: Manda tomar, en nombre de su Majestad, la altura del pueblo de Santiago, y desde allí se contarán 270 leguas. En ello deben participar ambos gobernadores, con sus pilotos propios y un escribano de parte de Almagro y otro en nombre de Pizarro. Reconoce el P. Bovadilla asimismo que Almagro tomó indebidamente la ciudad del Cuzco, y manda a Diego de Almagro que “dentro de 30 días, entregue a don Francisco Pizarro la ciudad del Cuzco; e asimismo entregue, dentro de 6 días, los presos que tuviere, y, de pronto, a Hernando Pizarro, con sus procesos forzosamente, e sin jueces”.

Manda, por otra parte, a Almagro retirarse del valle de Nazca, dentro de 9 días, “y no pase del valle de Ica para acá, hasta tanto no sea conocida la declaración de los dichos pilotos o S.M. otra cosa mande; e que don Francisco Pizarro se esté en la ciudad de Los Reyes, e no pase con su gente al valle de Lima, vía de la dicha Nazca”. Y pide la paz a ambos, en nombre de Dios y de su Majestad.[9]

La lectura de este documento provoca en los soldados reacciones favorables a los Pizarro. Gritan, con entusiasmo: “¡Viva Pizarro y ese fraile bendito que nos ha dado la tierra! E muchos le besaban el hábito, otros decían: ¡Hágase Obispo!” [10]

Los almagristas, reaccionan opuestamente, como era de esperar. Un caballero de los suyos hace correr la voz de que “no se había pronunciado sentencia tan injusta desde los tiempos de Poncio Pilato”.[11]

Francisco Pizarro da orden de replegarse hacia el valle de Huarco, mientras el Mercedario se dirige a España, para manifestar sus quejas a Carlos I, el Emperador de España. Francisco logra que Almagro suelte a Hernando. Orgóñez, entonces, “tomándose la barba con la mano izquierda, con la derecha hizo señal de cortarse la cabeza, diciendo: “Orgóñez, Orgóñez, por la amistad de Don Diego de Almagro, te han de cortar ésta”.[12]

Almagro otorga la libertad a Hernando, con un olvido total de lo pasado, y le obsequia con un gran banquete. Hernando va a juntarse con Francisco, quien le recibe y absuelve de sus compromisos con Almagro, y a éste le hace saber que su último contrato no es válido, y le exige que abandone ya el Cuzco, y se retire a sus dominios, sin volver a interferir más en su camino.

¡Almagro cayó en la trampa, como un ingenuo pajarillo! Deja a Hernando el caudillaje, muy sagazmente, Francisco, mientras Almagro cae enfermo “y estuvo malo a punto de muerte, de bubas y dolores”.[13]

Es llevado en litera, con grandes sufrimientos, en la retaguardia de su ejército. En Bilcas empeora y se ve obligado a permanecer encamado 3 semanas terribles. Al llegar al Cuzco, se encuentra tan deprimido, que sugiere una negociación pacífica con Hernando. Orgóñez -siempre lúcido- replica que es demasiado tarde, y sólo les queda la lucha como recurso. Se enfrentan Orgóñez y Hernando Pizarro, en la mañana del 26 de abril de 1538. Hernando derriba a Pedro de Lerma, y Orgóñez recibe una bala en la cabeza, lo que le hace perder el sentido y caer al suelo. Fuentes, Pizarrista, le hunde en el corazón su daga, y le corta la cabeza. La pone en una pica y la muestra en medio del campo cual trofeo. Almagro contempla todo desde una colina, “angustiado, inmóvil en su litera”. Sabe que está definitivamente derrotado. Hernando se apodera de él. ¡Se cambiaron, en corto espacio de tiempo, los papeles! Ya Orgóñez le había predicho:

“Un Pizarro no perdona jamás una ofensa”. Habrá justicia implacable. En el mismo edificio del Sol, donde había estado Hernando prisionero de Almagro, va a estar ahora el propio Almagro. Las tropas de Hernando saquean las casas de los almagristas. Le dará un castigo infamante Hernando al desvalido Almagro, enfermo, decaído, viejo y vencido. No permite que su hijo se le acerque. Le engaña, prometiéndole liberarle, cuando se sane. Almagro -no es para menos- está doblemente deprimido: física y moralmente, y rechaza la comida. Hernando no quiere que muera así. Por eso le “envía los más delicados platos de su mesa, los manjares que, por su exquisitez, son capaces de excitar las ansias del más desganado y enfermo de los estómagos”.[14] ¡Realmente la actitud de Hernando es innoble! Mientras, Francisco va a Jauja, donde recibe al hijo de Almagro el viejo, a Diego, el hijo dolorido, que le solicita clemencia para su padre: ¿Acaso no es él el Gobernador?

Y -con alevosa palabra que, en este caso no le honra- le dice “que no tuviese ninguna pena, porque no consentiría que su padre fuese muerto”.[15] Incluso le lleva a su propia casa de Lima, con una orden de “que se le trate como a un hijo”. Francisco sabía todo lo que estaba sucediendo en el Cuzco, ciertamente. Le dice a Hernando “que hiciese de manera que el Adelantado no los pusiese en más alborotos”.[16] En estas palabras justificará, muy pronto, Hernando su proceder con Almagro: Le sentencia a muerte. Realmente, es nula e ilegal, pues Hernando, ni nadie, estaba capacitado para juzgar a un Gobernador creado como tal por su Majestad. “Refinada crueldad” -dicen los historiadores- ha sido la de Hernando con Almagro: Le hace creer que le dará la libertad, le cuida para tener el placer de ejecutarlo públicamente… ¡Así somos los humanos, incluso aquellos que luego pasan a la Historia como héroes! Va Hernando a su prisión para regodearse en el estertor de la muerte de su enemigo. Éste cree todavía en su promesa de libertad, se postra ante él, y le ruega le suelte, en honor a sus canas, a lo que había servido a su Majestad, a su vieja amistad de antaño. Hernando, impasible, le dice: que “extrañaba ver a Almagro portarse de una manera tan poco digna de un valiente caballero, y que, pues tuvo tanta gracia de Dios que le hizo cristiano, ordenase su alma y temiese a Dios”.[17]

En vano Almagro le recuerda que él le tuvo en sus manos, y no le ejecutó, a pesar de que se lo aconsejaron quienes le rodeaban; que es ya muy anciano y achacoso, y que promete no causarle más inquietudes; que tenga piedad. Es inútil. Algún cronista dice que Hernando le replicó: “Me escandaliza que un hombre como tú tenga miedo a la muerte”, a lo que respondió Almagro:”Hasta el mismo Cristo lo tuvo, y era el hijo de Dios”. Hace su testamento, y deja a su hijo bajo la tutela de Don Diego de Alvarado, designándolo como su sucesor, según la “real concesión” que tiene en su bolsillo. Y acaba nombrando por heredero de todos sus bienes y propiedades al mismo Emperador Carlos I. Hernando lo va a ejecutar en la cárcel, no en la plaza pública -única concesión bien mínima-. Cuando llegó el día, “en el centro de la Plaza estaba formado un piquete de arcabuceros”. Hernando entra en el calabozo, después del verdugo y un fraile: ¡Se le permite -¿cómo no?- confesar y comulgar! La horca le dejó sin vida. Pero Hernando todavía se venga y ensaña: Se lleva el cadáver de Almagro a la plaza del Cuzco, y allí se le desgaja la cabeza del cuerpo, a la vista del pueblo y de la abigarrada multitud. Francisco llegó a sentir profundamente la muerte de Almagro. Pero aceptó lo que Hernando llevó a cabo en su ausencia física. Al día siguiente de la ejecución -así lo exigían las circunstancias de entonces- se hacen solemnes funerales en la iglesia de la Merced.

Corto aquí este relato. Pues, justamente, años después, harán otro tanto con Gonzalo Pizarro. Y será con anuencia de su Majestad. Mientras, debemos recordar el final del Marqués, después de repartir entre sus hermanos grandes encomiendas y las minas de Porco. Con la muerte de Almagro se acaba el poderío de Manco II y Paula Inga, coronados en el Cuzco por él. Los incas se escandalizan de todo lo sucedido y ya no creen a nadie. Y además, trabajan, a millares, para Francisco en los “insalubres pozos de sus minas”, y pagan tributo de “coca, sogas, algodón, ropa, maíz, moelle, evejas, sebo, manteca, queso, aves, miel, cera, sal, pieles, semilla, frutas y una suma aproximada de 20.000 pesos en metálico”.[18] Presintiendo decisiones contrarias de su Majestad, manda a Hernando a España. Era el verano del año 1539. ¡Hernando no deja de tener presentimientos acerca de la venganza “de los hombres de Chile” contra Francisco! Y así sucederá, como es sabido. Gonzalo se va hacia el este de Quito en busca de la famosa “canela”. La madre de Gonzalito y Francisquita -los hijos de doña Inés Huaylas Yupanqui y Francisco Pizarro- van creciendo junto a sus padres, aunque Francisco no se casa; sólo reconoce legalmente a sus hijos. Y no podemos decir que no haya sido católico Francisco: ¡asiste a misa diariamente, sienta a su mesa al obispo y clérigos, otorga bienes a conventos e iglesias! Pero vive en concubinato, hasta su muerte. Y tiene otro hijo de doña Angelina Yupanqui, herma de Inés: Este hijo, a quien bautiza con su nombre, no lo legitima ante el Emperador. Diríamos -viéndolo de cerca- que su corazón está endurecido por las guerras, y no es demasiado sensible a la muerte de su medio hermano Juan. Hernando y Gonzalo le llaman “Su Señoría”, “Vos”,” Capitán General”, “Gobernador”, “Marqués”… Nunca aparece la expresión “mi hermano” en las cartas de Hernando a Carlos I. Y el que antes parecía incluso bondadoso, al final se va convirtiendo en cruel: manda matar en Lima a una hermana del Inga, y a la mujer de Manco Inga la tortura , asaeteándola lentamente hasta que fallece, desnuda y atada a un árbol. Dirá quien bien le trató y conoció:”Me parece a mí que Nuestro Señor le castigó en el fin que tuvo”.[19] Así murió, acuchillado por la venganza de los de Almagro. ¡Triste final el del Marqués! Gran parte de culpa parece que se debe a Antonio Picado, a quien tomó como secretario, e hizo total confianza -pues el Marqués no sabía escribir-, y el secretario tergiversaba más de una decisión, creando más rencor contra él, sigue afirmando Pedro Pizarro. Sí, asesinan a Francisco Pizarro los almagristas, con Vaca de Castro y otros, el domingo 26 de junio de 1541, cuando salía de oír misa. Le rodeaban el 0bispo electo de Quito, Antonio Picado, el juez Velázquez, Francisco de Chaves, Góme de Luna y otros amigos…De nada le valió. A la hora de la verdad, le abandonan todos. ¡Muere Francisco pronunciando el nombre de Jesús y haciendo la señal de la cruz! En soledad total, junto al cadáver de Martín de Alcántara y otros incondicionales. Quienes menos habían recibido son quienes se acercan, le recogen y hacen la comitiva fúnebre hasta un hoyo de la Iglesia Matriz, no terminada: Son su concubina Doña Inés de Huaylas -la mujer paciente y amable que le amaba a pesar de todo- Juan de Barbarán, soldado fiel de Tumbes y Cajamarca; y un negro, que tuvo a su lado. Éste y Barbarán le envuelven en una sábana y lo depositan, con su hermano de madre, Martín de Alcántara, en el hueco “de hacer adobes”: ¡Vuelven ambos al seno común! Sólo Hernando sobrevivirá, tras larga prisión, en España, casado con la hija del Marqués, su medio hermano.

2. GONZALO PIZARRO: SOLO ANTE EL PELIGRO

Según el testamento de Francisco, a su muerte, dejaba la gobernación del Perú a su hermano Gonzalo, que la va a ejercer, hasta el punto de ser considerado como “el gran rebelde”. No voy a hacer la historia de Gonzalo -por lo demás bastante sabida, aunque muchos detalles siguen ignorándose por parte de modernos historiadores-; sino, más bien, acercarme a sus instantes finales, cuando -prisionero de La Gasca- va a ser ejecutado cruelmente. Juzgo, en contra de Arciniega y otros, que Gonzalo no fue traidor ni rebelde contra el Emperador. Y sí un luchador lleno de gran nobleza, no sin cierta “ingenuidad” ante la actitud fríamente calculadora del clérigo salmantino. Para mí, Gonzalo es, probablemente, el más humano de los Pizarro, incluido Francisco. Juzgo, además, que la Historia no le ha hecho la debida justicia.

Debido a las “proféticas denuncias” del convertido Las casas, dominico ahora y Obispo de Chiapas -profeta tardío, que vino a “revolucionar” el orden feudal establecido por la misma corona de España en las Indias Occidentales, cuando ya no era posible dar marcha atrás-, se dictaron las Leyes NuevasEl benjamín de los Pizarro, que era admirado tanto por sus lances de guerra como por sus lances de amor, tuvo, probablemente, cinco hijos: Juan Francisco, Hernando, Inés y otro, incógnito, que había tenido en Quito. Garcilaso de la Vega, jovencillo, recuerda haber jugado con los hijos de Gonzalo. Pero, en el afán de la aventura, se lanza a la búsqueda de El Dorado, fabuloso, prometedor inagotable de oro puro. Y va más lejos, hasta el mismo inmenso Amazonas: 400 leguas se alejó, entre toda suerte de peligros y penalidades. Tirso dejará constancia en su obra teatral de cómo Gonzalo “era el primero/ que, porque todos le sigan,/ ya en el taller, ya en la fragua,/ trabaja, sopla, martilla,/ compasa, mide, dispone,/ desbasta, sierra, cepilla,/ porque en tales ocurrencias/ más noble es quien más se tizna”. Vuelve en junio de 1542, con la mitad de los indios, y menos de un tercio de los españoles, harapiento y lleno de picaduras de toda suerte de insectos y alimañas, casi desnudos. Quiso vengar la muerte de Francisco, y manda emisarios a Vaca de Castro, que los rechaza. Le agradece la oferta, pero le hace saber que él solo se basta para derrocar a los de Almagro. Y Gonzalo obedece. En efecto Vaca de Castro vence, y le cuesta la cabeza al joven Almagro. Perú recobraba, momentáneamente la paz.

Algunos cronistas extrapolan la realidad y hacen del encuentro entre Gonzalo y Vaca de Castro un nuevo conflicto, que no existió. Todo lo contrario. Una vez más, Tirso tiene la razón: Gonzalo saludaría al pacificador con estas amigables palabras: “premiada la lealtad,/ vuelve a ser dueño segundo/ Carlos de este Nuevo Mundo/ y debe Su Majestad/ preciarse de la elección/ que ha hecho en vueseñoría/ pues solamente podía/ su celo, su discreción,/ siendo capitán y juez,/ en la campaña soldado/ y, en el tribunal, letrado,/ mostrar que suele tal vez /(porque Marte no presuma/ enemistades de Apolo)/ juntar un sujeto solo / el laurel, espada y pluma”. Gonzalo fue, ciertamente, “un caballero de Romance, con un alto sentido del honor”. Gonzalo se retira a Chaqui, dejando al gobernador que siguiese poniendo orden en el Perú, tan sobresaltado, a intervalos, por insidias y violencias de sus gobernantes.

He aludido antes a las “Leyes Nuevas”, dictadas por el Emperador, presionado por el P. Las Casas, que afectaban asimismo al sistema de “Encomiendas”, que había comenzado Colón, y se había extendido a tierra firme. Hay que decir que Las Casas -antes encomendero él mismo-, conocía bien el paño. Pero era un “convertido” del otro dominico Montesinos -a quien suele olvidarse en este punto-, que un domingo tronó, desde el púlpito, enviando al mismísimo “infierno” a todos los encomenderos. Las Casas, que le oyó, se dejó ganar de su furor profético. Recoge esa antorcha. Abandona su encomienda. Regresa a España. Pide el hábito dominico en Valladolid. Y regresa al Perú, proclamando la liberación del Indio, a quien deberían devolvérsele terrenos, bienes y pagarle perjuicios de la conquista y colonización. Este hombre, admirable en sí mismo, era, a esas alturas, “un soñador”. Y, además, como andaluz, un hiperbólico en las cifras que daba.

(Tengo el máximo respeto por su figura, pero debo reconocer que es un “profeta” fuera de tiempo. Ya no era posible dar marcha atrás de tanta labor hecha por los españoles, bajo el visto bueno del Emperador. Sí, su disputa con Juan Ginés de Sepúlveda, el humanista que no pisó jamás el Perú, creó problemas de conciencia al mismo Emperador. La “Junta de Valladolid” (1550-1551) fue un caso único en la Historia de los nuevos imperios y conquistas. Por vez primera España daba una lección al mundo, al paralizar la conquista, y debatir su licitud. ¡Ningún otro país puede ofrecer un caso paralelo! El “expediente” de esta Junta se conoce poco. Los historiadores casi lo ignoran. Sepúlveda versus Las Casas ha sido publicado, hizo 25 años, en un solo volumen, del máximo interés para sopesar los argumentos sobre la licitud/ilicitud de la conquista del Nuevo Mundo. Ambos autores eran renacentistas, humanistas, y representaban lo más selecto de la escolástica española del momento. Las Casas va a salir triunfante, pues basa su argumentación en el mismo Evangelio. Además conocía la realidad peruana a perfección, mientras Sepúlveda, sólo a los diversos Cronistas de Indias. La argumentación y conclusiones de Las Casas nos parecen hoy de una candente actualidad. ¡Se adelantó, en esto, al Concilio Vaticano II! En “teoría” tenía toda la razón. En la “práctica” resultó utópico. No puedo demorarme ahora en su exposición.).[20]

El hecho es que el Emperador, seducido por Las Casas, firma leyes nuevas, en Barcelona (20-noviembre-1542). ¡El Indio sería, desde ahora, un ser libre! ¡Menudo revuelo produjo todo ello en el Nuevo Mundo! Se quitaba al conquistador todo premio por “agregar un mundo inmenso a la Corona de España”. Así de claro. Hijos y mujeres de encomenderos no debían heredar nada, revirtiendo totalmente al Emperador. Obispos, monasterios, hospitales, ex-gobernadores, presidentes, oidores, corregidores, oficiales de Justicia, tenientes y oficiales de Su Majestad, quedarían despojados de lo que poseían. Quedaba prohibida la “encomienda de indios”, etc. En el Perú, en concreto, todo sería propiedad del Emperador. ¿Resultado? Ante todo, sorpresa singular, pasmo, protesta y descontento general. Muchos, para consolarse, pensaban que deberían “acatarse, pero no cumplirse”. Y manda Carlos I de España, en su nombre, al Perú, como ejecutor, “al más inadecuado e inepto”, a Núñez Vela. ¡Qué enorme fallo del Emperador! Era Blasco Núñez Vela de Ávila. Había sido Corregidor de Málaga y de Cuenca, y “veedor general de las guardias de Castilla” en la frontera Navarra en otro tiempo. Luego fue nombrado Capitán General de la Armada, y había estado “en Puerto Rico, Santo Domingo, Santa Marta, La Habana y Cartagena y Panamá”. Tenía un sueldo de “2.250 maravedís” por día. su retrato nos lo ofrece un cronista fiable: “Era -dice- alto de cuerpo, de buen parecer e gentil presencia, los ojos zarcos e muy claros, de rostro aguileño, la frente ancha, la barba espesa e de mucha autoridad, muy buen hombre de a caballo de entrambas sillas, de vivo juicio, salvo que no lo tenía asentado”. Esta última aclaración puede explicar su proceder, sin duda alguna. Tenía inmensos salarios, ahora, como Virrey y Presidente de la Audiencia de Lima. Hay que señalar que del Perú lo ignoraba todo. ¿Cómo iba a lograr implantar las “Nuevas Leyes”, tan gravosas? Tampoco era un hombre diplomático, ni discreto. Ya sabemos lo que logró: ¡Fracasar, y provocar una “guerra insensata”!

Le acompañaba un mal matemático, pero un excelente cronista, entre otros, Agustín de Zárate.

Sale, con una flota de 52 velas, de Sanlúcar de Barrameda, en el mes de noviembre del año 1543 y llegan al Nombre de Dios el 10 de mayo del año siguiente. A partir de Panamá, comenzó a querer aplicar las leyes literalmente, y a hacerse enemigos. No era un hombre dialogante. Se le oponen todos, incluido el mercedario “Pizarrista” Fray Pedro Muñoz. En Lima fue muy mal recibido, y todos le maldecían. Y, sin embargo, guardaron las apariencias: Hubo arcos de flores, entrada solemne en la iglesia, repique de campanas, y entrada bajo palio incluso. SE aposentó “en las casas del Marqués Pizarro”. Al proclamar las nuevas ordenanzas, todos le suplicaron las sobreseyese, “porque la tierra estaba muy escandalizada”. No quiso escuchar razón ninguna.

Metió en la cárcel a Vaca de Castro. Gonzalo Pizarro, naturalmente, se opone a sus intransigentes decisiones. Detrás de él había el apoyo de todos, en el Cuzco, Trujillo y Lima. Todo llegó al límite cuando Vela manda asesinar al delegado Illán Suárez de Carvajal, de doce cuchilladas (14-septiembre-1544). Los Oidores “destituyen” oficialmente al Virrey Núñez Vela, le arrestan y deciden enviarlo a España, para que el Emperador decida. El Capitán Martín de Robles le da la orden de prisión, firmada por todos los Oidores. No resultó fácil. Le prenden el 18-septiembre-1544: ¡Primer “golpe de Estado” dado en el Perú! Le encerrarían en la casa de Cepeda. Álvarez redactaría las razones para Carlos I, mientras Cepeda sería erigido como Gobernador y Capitán General. Carvajal se impone, manda ahorcar a los desobedientes, y a los Oidores nombraron a Gonzalo Pizarro Gobernador del Perú. Hubo aceptación de los Obispos de Lima, don fray Juan Solano; del Cuzco, don Garci-Díaz Arias, electo obispo de Quito, y de fray Tomás de San Martín. Firmaron asimismo el contador general Agustín de Zárate; el tesorero Antonio Riquelme, el veedor García de Saucedo, y el resto de oficiales de Su Majestad. El texto del nombramiento aclaraba lo siguiente: “Gonzalo Pizarro gobernaría aquellas provincias únicamente hasta que Su Majestad otra cosa mandase y que hiciese pleito homenaje de así lo cumplir, y que dejaría el cargo y gobernación luego que el Audiencia y su Majestad lo mandasen”. Gritaron “vivas” a Gonzalo, y se le dió el título de “Señoría”. Gonzalo entra en Lima el 28-octubre-1544, triunfal y solemnísimamente, rodeado de los ejércitos y nobles caballeros. Un estandarte con las armas de Pizarro decía: “Por armas, armas gané, en virtud de aquél que me las pudo dar/ G.P”. Gonzalo se baja del caballo y rinde el juramento oficial. Tenía a su vera a tres Obispos, a un par de Provinciales: el de los dominicos y el de la Merced, los oficiales del Emperador, letrados, hombres de valía, como testigos. Gonzalo se retiró a las casa del Marqués. ¡Todo Lima era una fiesta! Carvajal tomaba represalias “tajantes” contra quienes pudiesen disentir. Núñez Vela se fuga de la cárcel y, sin prudencia alguna, empieza a hablar mal de todos los que estaban con Gonzalo, y sigue en su “manía de Virrey”, contra la voluntad de todo el pueblo y autoridades del Perú. Gonzalo seguía siendo el que mandaba. ¿Soñó con “independizarse de la corona”? Creo que no se puede demostrar tal aserto que se le reprochó, y le costaría la vida.

Carvajal se lo propuso, pero Gonzalo “se limitaba a oír en silencio…”, dice cierta crónica fidedigna. Todavía dio zarpazos Núñez Vela al sur de Los Reyes. Pero Gonzalo le hizo una emboscada en Quito, el 18 de enero de 1546. Un sobrino de Illán Suárez de Carvajal “le hizo cortar la cabeza, llevándola luego a Quito con grandes alegrías”.Muerto Núñez Vela,Gonzalorecupera la paz, y queda como gobernador de un inmenso territorio, en nombre de Su Majestad.

¡Nunca pensó en independizarse de la Corona de España, aunque se lo sugiriese Carvajal! Recibe, eso sí los agasajos, elogios, pleitesías y demás muestras de reconocimiento quelos jefes y el pueblo le ofrecían. Los mismos Obispos de Lima, fray Jerónimo de Loaysa, de Quito, don Garci-Díaz Arias, y los de Santa Marta y Bogotá, le acompañaron y felicitaron.

La soledad de Gonzalo era ahora lo contrario, el reverso de la medalla: ¡El único triunfador y gobernador! Pero esto no debería ser descrédito, ni crear pánico en España. ¡Acaso el Marqués, en su Testamento, corregido, no había dejado como Gobernador que le sucediese a su hijo Gonzalito, y en su minoría de edad a Gonzalo Pizarro![21] Legalmente, el sucesor de Francisco era Gonzalo. Incluso se podría decir que el Emperador, al nombrar a Vaca de Castro, y a Núñez Vela como Virrey, no era fiel a las capitulaciones y cédulas con Francisco. Gonzalo no hizo reclamación alguna. De buena fe, supuso que Carlos I de España y V de Alemania admitía aquella situación “de facto” como normal. Se equivocó.

Es, por el contrario, entonces cuando se decide, en España, enviar a un clérigo, pequeño y deforme, físicamente, pero lleno de astucia y que sabía leyes, La Gasca., natural de Navarregadilla, diócesis de Osma. Iba como mediador entre Gonzalo y Núñez Vela. Él puso una sola condición: “que se le diese un poder tan lleno y bastante como el mismo Emperador en las Indias tenía”. ¡Casi nada! No quiso ser nombrado “Virrey”, sino tan sólo, “Presidente de la Audiencia”. Gonzalo mandó a parlamentar con él a Pedro de Hinojosa, que era claro y explícito. Le pregunta: ¿Traes la gobernación oficial para Gonzalo? Él sólo dice que viene a derogar las Leyes Nuevas, causa de disturbios. Dijo, además, “que sus poderes en Indias eran de Rey”.

Eso, equívoco, podría significar que podía consagrar el poder de Gonzalo. Pero también lo contrario, naturalmente. Respuesta, pues, diplomática, y nada esclarecedora. Difundía cartas, y lograba que la gente de Gonzalo se pasase a su bando. Escribía asimismo al Consejo de Indias aludiendo a la guerra que haría contra Gonzalo, “el traidor”. Gonzalo empieza a temerle a este pequeño, pero terrible, personaje, que ya le había arrebatado Panamá. Y planeaba la invasión del Perú. Gonzalo, como hombre de guerra era insuperable; como político, mucho menos. Todavía el Presidente decidió enviar cartas y despachos por las ciudades “llamando el Presidente a fray Juan de Vargas, de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, le dijo que Su Majestad sería muy servido de si se quisiese poner en trabajo de ir hasta la gobernación de Popayán, para que, desde la ciudad de Cali, se enviasen al Perú las cartas y despachos que él le daría. Fray Juan dijo que iría”.[22]

(Aquí aparece un mercedario muy significado, el que quiso dividir las primeras Provincias del Nuevo Mundo, sin contar con el Provincial de Castilla, Fray Gaspar de Torres – Vicario General con plenos poderes para Castilla, Portugal, sus Colonias y el Nuevo Mundo-; se llamaba fray Juan de Vargas, y haría un “conciliábulo” en el Cuzco, en noviembre de 1556, nombrando indebidamente Provinciales. Desde la Curia de la Merced de Madrid se le mandó llamar, y se le metió en un calabozo en Toledo. Más tarde, a petición de un caballero amigo, liberado, el P. Gaspar de Torres -que sería luego Obispo de Sevilla- hace unas “Constituciones”, y es ese P. Vargas el encargado de llevarlas a la práctica en el Cuzco, Guatemala, Lima y Chile.)[23]. Pues bien, el mercedario Vargas no estaba con Gonzalo Pizarro. ¡La división existía entre los mismos frailes! Aunque muchos otros mercedarios siguieron a Gonzalo).

Éste había perdido a los mejores suyos, sin que ganase a uno solo de La Gasca. El “viejo demonio de los Andes”, Carvajal, se puso a cantar aquella cancioncilla lírica, ahora llena de presagios dramáticos:

“Estos mis cabellicos, madre,
de dos en dos me los lleva el aire”.

Los hombres de Gonzalo -500- contra los de Centeno -1.200- se enfrentan en Guarina el 20de octubre de 1547, y gana Gonzalo, inesperadamente por parte de los contrarios. Carvajal fue el hombre fuerte; y el capitán Garcilaso de la Vega salvó la vida de Gonzalo. Superaron los 350 muertos en el campo de Centeno, aunque hubo muchos caídos también entre los de Gonzalo Pizarro. El obispo del Cuzco, fray Juan Solano, se salvó huyendo a caballo, y abandonando la refriega. Gonzalo fue, de nuevo, “caudillo invicto del Perú”, gloriosamente aclamado por los suyos. La Gasca estuvo retirado en Jauja, y no actuó directamente. Pero se presentía la caída final de Gonzalo.

¿Por qué Gonzalo pasa seis largos meses en la quietud del Cuzco, sabiendo que el peligro de otro ataque era seguro? Entre ese 20 de octubre de 1547 y el 9 de abril de 1548 La Gasca se preparó para una “escaramuza”, que iba a ser fatal para Gonzalo. Quizá esperaba Gonzalo respuesta del Emperador a su carta de julio del 48, recociéndole sus derechos y lealtad.

3. GONZALO PIZARRO:” PLIEGO DE DESCARGO”, Y ÚLTIMOS INSTANTES

Juzgo importante transcribir la carta al Emperador de Gonzalo, fechada en Los Reyes, el 20 de julio de 1547.[24] En ella podemos ver cómo argumentaba Gonzalo, y las razones profundas de sus acciones, que ciertos cronistas tergiversan. Dice así:

“S.C.C. Majestad:

Mucho rehusara escrebir a Vuestra Majestad, si no supiera ser muy ajeno de la condición que comúnmente los príncipes suelen tener, que es que después que conciben por la primera realción las culpas o agravios de sus vasallos, e ansí las resciben y admiten, que con dificultad consienten ser informados de lo contrario.

Estos reinos del Perú, que por su prosperidad se pudieran llamar dichosos, e por las continuas calamidades que de las guerras proceden, infelicísimos, habían respirado de la guerra con que dos años enteros Blasco Núñez Vela los había molestado, y enviaba a vuestra Majestad procuradores con informaciones bastantes, para suplicalle proveyese en el estado de la tierra, lo que, siendo enteramente informado, conosciere convenir a su servicio. El licenciado de la Gasca turbó el contentamiento desta tierra y sembró cizaña para acaballo de destruir, tomándoles por fuerza e por malas mañas e cautelas los despachos que ante vuestra real persona llevaban, informando a Vuestra Majestad de lo que él le paresció, por ventura muy ajeno de lo que pasa e de lo que a vuestro real servicio conviene, y enviando de los despachos los que entendió que para su fin le convenían, e no por ventura los más importaban al servicio de Vuestra Majestad, pintándolos con los colores que él quiso a los que le siguen.

Bien conozco que estas cosas escriptas de mano del licenciado de la Gasca, a quien por Vuestra Majestad se envió a negocio de tanta gravedad, en España deban tener en reputación, e ayudado con letras de los que le siguen, e por haber sido mis capitanes algunos dellos, paresce se les debe dar crédito, habrán puesto a vuestra Majestad en probable credulidad, que las cosas por mí hechas en este reino no hayan sido con la pureza que debe a vuestro servicio. Pero ante príncipe tan justo e tan católico, no dubdaré de informar de la verdad, con confianza que seré oído, aunque por tantas vías procurarán que no lo sea; e que siendo entendida mi limpieza, Vuestra Majestad restituirá mi estimación en su acatamiento real, en lo que se de tener un vasallo obediente e fidelísimo, que para otro fin no le pretendo ni le quiero.

Siendo nombrado por gobernador por vuestra real Audiencia[25], tuve estos reinos en toda justicia, librándolos a mi costa de la guerra e alborotos que en ella había, procurando quelos naturales rescibiesen la religión cristiana, y conpeliendo a los vecinos de la tierra que en todos los repartimientos toviesen sacerdotes que dotrinasen los naturales, cosa que hasta mi tiempo no se había hecho, si no era que alguno de su voluntad lo quería, procurando que como en lo espiritual recebían los naturales notable aprovechamiento, así lo rescibiesen en lo temporal. Castigaba ásperamente a los que los hacían malos tratamientos, no consentía se cargase indio en toda la gobernación.

En lo que toca al culto divino, no quiero hablar, pero en el de Vuestra Majestad es cierto que, en esta tierra, jamás se guardó la autoridad e preeminencia real como en mi tiempo, porque en el de los gobernadores pasados, como es la tierra donde se vive más libremente que era razón, especialmente los que tienen mando, por maravilla se otorgaba apelación, y las más veces trataban mal al que apelaba. En mi tiempo jamás se denegó apelación que para Vuestra Majestad se interpusiese, porque era cosa que yo tenía especial cuidado.

Todos los gobernadores pasados tomaban de vuestra caja real los dineros que querían, y aun maltrataban a los oficiales, e prestaban el oro e plata de vuestros derechos reales entre soldados, de quien jamás se podría cobrar. Yo jamás he consentido que en las cajas de Vuestra Majestad se toque. No sé qué libertad es la que tienen los que de España Vuestra Majestad provee, que no dispensan, sino destruyen vuestras haciendas reales. Yo envié al capitán Bachicao a Panamá, en tiempo que Blasco Núñez inquietaba estos reinos, y tuvo veinte y siete navíos y seiscientos hombres de guerra, y si mi intención no fuera de servir a Vuestra Majestad, fácilmente pudiera destruir a Panamá y el Nombre de Dios, y la costa toda de la mar del Sur, y cerrar el camino al daño que de fuera destos reinos se me pudiera facer, pero, como mi intención no era otra sino procurar el servir a Vuestra Majestady la prosperidad e aumento destos reinos, como aquel a quien había costado su sangre propia e la de sus hermanos,[26]para ponellos en vuestra real corona, no solamente no me pasó por pensamiento, pero aun el capitán que tenía en Panamá, por parescerme que era más riguroso e que más puntualmente trataría los negocios de la guerra de lo que querían los vecinos de Panamá, que por este fin dél se quejaban algunos, quité al capitán prático e belicoso e envié a un hombre que ninguna noticia tenía de las cosas de la guerra, para sólo enmendar a los agravios que del capitán Hernando Bachicao publicaban y a que allí residiese obedesciendo al gobernador de Vuestra Majestad en aquella provincia, sólo pretendiendo que aquel paso estuviese seguro para enviar a vuestra Majestad procuradores que tanto tiempo había deseado. Y al tiempo que los envié, el licenciado de la Gasca les quitó el paso e les tomó los despachos e se aprovechó de los dineros que llevaban, e aun me pone por culpa que envié a pedir justicia ante Vuestra Majestad, e me pone por delito que a un Príncipe informe de la verdad[27], y él solo quiere usurpar los derechos debidos a vuestra preeminencia real, e por su interese particular y pasiones de los que le siguen, me perseguirá como infiel o enemigo de Vuestra Majestad, de lo cual es Dios verdad que la pena que rescibo es que, por siniestra relación, se sospeche de mí que falté un punto de lo que debo a vuestro real servicio y el daño e destrucción de los naturales, que el trabajo de la guerra no lo rehuso, porque en él me crié desde que nascí, y el peligro que del de la Gasca, e de los que le siguen, se puede recelar, es tan poco, que es harto más el que tenía de los mismos que le siguen e le han puesto en ello, que es esta la condición de la gente desta tierra, que ordinariamente procuran novedades o discordias, por el interese que de las guerras sacan y de la libertad que dellas consiguen.

A Vuestra Majestad suplico humillmente conozca de mí que jamás en dicho ni en hecho he ofendido a vuestro real servicio, ni dexado en un punto de hacer lo que debo a la sinceridad y lealtad de buen vasallo, e si en lo que agora subcediere se hiciere algo de que vuestra Majestad se desirva, es la culpa del licenciado de la Gasca y no mía; pues yo no puedo facer cosa de que Vuestra Majestad se deba tener por deservido[28], defendiendo mi justicia y la deste reino contra el licenciado de la Gasca y sus secuaces, que por su interese, contra su hábito y profesión, me quiere hacer guerra, no consintiendo que lo que convenga a su servicio, ni que yo, ante el acatamiento real de Vuestra Majestad, pueda pedir mi justicia. Es porque el portador desta es Íñigo López de Nuncibay, criado de Vuestra Majestad, con el cual yo he comunicado lo que pienso hacer en vuestro real servicio, y ha visto lo que hasta agora he hecho en él, a Vuestra Majestad suplico le mande dar entero crédito, porque como hombre sin pasión informará a Vuestra Majestad de lo que más convenga proveer a vuestro real servicio.

Nuestro Señor a Vuestra Majestad guarde y en mayores reinos e señoríos aumente.

De los Reyes, a veinte de julio de 1547 años.

S.C.C. Majestad. Besa los reales pies de Vuestra Majestad, su vasallo, Gonzalo Pizarro.”

Esta carta, interesantísima para conocer directamente los sentimientos y la autenticidad de Gonzalo respecto al Emperador, es lo que yo he llamado “Pliego de descargo”. Pero seguro que el Emperador no recibió siquiera esta misiva; o, si llegó a sus manos, no se molestó siquiera en llevarla a los ojos. Realmente, se ha cometido una enorme injusticia -cada vez estoy más convencido- con el gobernador del Perú Gonzalo Pizarro, el más joven y aguerrido de los hermanos. También, posiblemente, el más noble, sincero, e incluso ingenuo. El que creyó en la justicia humana, en la recompensa por guerrear y servir a su Majestad. Muchos le traicionaron, le abandonaron en el momento supremo, en la hora decisiva. Gonzalo pudo haberse “independizado” de la lejana España, dando la independencia al Perú. No lo quiso hacer nunca: Por fidelidad al Emperador, por sentido de servicio, por lealtad. ¡Y así se lo pagaron! Políticamente, la llegada de Vela, con plenos poderes de Carlos I de España y V de Alemania, fue para Gonzalo -y Carvajal se lo hizo saber, en diversas ocasiones- el que viene a segarle la yerba bajo sus pies, la caída en “desgracia” definitiva. Y avanzó, “soltando la rienda a su caballo”, hacia el frente contrario, con la decisión única que le quedaba: ¡entregarse al enemigo! Tirso de Molina, siempre genial intuitivo y preciso, hace decir a Gonzalo:

“Hasta aquí tiró la suerte
cuanto su poder alcanza,
que no pasa la venganza
los límites de la muerte”.

Para Gonzalo la muerte de Núñez Vela fue ya una premonición de la suya. Luego llega La Gasca para colmar la fatalidad presentidaPor no escuchar los consejos de Carvajal -pues se lo impedía, como dejé señalado, su misma fidelidad al Emperador y a España-, Gonzalo va viendo cómo le abandonan sus mejores capitanes. Tirso pone en sus labios las postreras palabras, históricamente exactas, que resonarían en los corrales de la Corte, y seguramente crearían mala conciencia a más de un ingrato:

“¡Desamparadme, avarientos!
Sepa mi Rey, sepa España
que muero por no ofenderla,
que pierdo, por no agraviarla,
una corona ofrecida,
tan fácil de conservarla
cuanto infame en poseerla.
Diga que pude la fama
ser Monarca y que no quise,
que todos me desamparan
por fiel, por leal, por noble:
¡Será feliz mi desgracia!

Muera a manos de un verdugo
quien tanta fe a su Rey guarda
que va a perder la cabeza
por no querer coronarla.
Mas no publique la envidia
– que mentirá como falsa –
que alcé contra el Rey banderas,
que toqué en su ofensa cajas.
Gobernador me nombró
mi hermano el Marqués: sellada
tengo esta merced del César”.
[29]

Llegó Gonzalo a cabalo, magnífico en su postrer momento, ante Pedro de Villavicencio, sargento mayor de La Gasca, y le dijo: “Yo soy Gonzalo Pizarro, y me rindo al Emperador”. Tembloroso y azorado, el sargento le dio las gracias, y Gonzalo, estoque y rica daga desnudados, se los entregó como signo de rendición- Villavicencio no los aceptó, a honra de tal actitud caballeresca. Se dirigen a la tienda de La Gasca. Miró su desaliñado y raquítico cuerpo, y ante él se rindió. La Gasca -¡indigno en trance tal!- le reprocha su actitud. Gonzalo contesta: “No me hice gobernador, fui nombrado por la Audiencia, en virtud del Testamento de Francisco y la real cédula de Carlos I otorgando tales poderes al Marqués para designar a su sucesor. Además ¿Es mucho -añadió- ser gobernador de la tierra que gané? Los reproches de La Gasca nos suenan hoy a pobreza de espíritu y a ruindad, al aludir a la pobreza de su familia. Gonzalo, entonces, con mirada fulgurante, exclamó: “Para descubrir esta tierra bastó un hermano solo; mas para ganarla, como la ganamos, a nuestra costa y riesgo, fuimos menester todos los cuatro hermanos y los demás nuestros parientes y amigos”. Y el premio, ya podía verlo… Prosiguió -señala algún cronista- “¡No nos levantó el Rey del polvo de la tierra, porque, dende que los Godos entraron en España, somos caballeros hijosdalgo, de solar conocido!”. El Presidente le interrumpió y mandó alejarlo de junto a él. ¡La verdad quemaba en las heridas sin restañar de La Gasca, el astuto! Fue viendo caras conocidas, que se sentían avergonzadas ante su propia conciencia. Lo encerraron en una pequeña prisión. Mientras paseaba, meditando en lo fugaz de la vida, Cianca, el licenciado, y Alvarado, el mariscal, redactaban su sentencia de muerte. A La Gasca le parecían horas los segundos. Gonzalo rechazó comer. Le leyeron la sentencia al anochecer. Le acusaban de un crimen lessae majestatis, declarando traidores a él y a sus descendientes, por dos generaciones en línea masculina, y por una en la femenina, infames e inhábiles. En una mula, atado de pies y manos le llevaron hasta el cadalso. Allí “le sería cortada la cabeza por el pescuezo”. Su cabeza sería llevada hasta la ciudad de Los Reyes, y clavada en un rollo, para público escarmiento. Habría letreros que declarasen sus traiciones. Sus casas todas serían derrumbadas desde los cimientos, aradas de sal. Oyó Gonzalo esta sentencia y quedó pensativo, ensimismado. Llegó a dormir una hora. Luego se puso a pasear hasta el amanecer. Pidió un confesor. Con él estuvo mucho tiempo. Lo subieron y ataron a una mula: Iba -dicen los cronistas- “con un manto negro de paño fino, adornado con franjas de terciopelo por fuera y de raso por dentro, y un sombrero muy grande en la cabeza”. En las manos, una imagen de María. Luego la cambió por un crucifijo. Mercedarios y dominicos, y clero secular le rodeaban. Llegaron al cadalso. Ascendió al tablado, sereno, dignísimo, solemne, dispuesto al sacrificio: miró al pueblo, y habló muy poco. Dijo: “Muero pobre, que aun el vestido que tengo puesto es del verdugo…”, “No tengo con qué hacer bien por mi ánima…”, “Os pido una limosna para misas”. Lloraba el público. Los clérigos estaban conmovidos. Fue un instante denso, impresionante, se cortaba el aire de la plaza al filo de la emoción. Se arrodilló ante el crucifijo. El verdugo le puso la venda en los ojos. Gonzalo la rechazó, exclamando: “No es menester, déjala”. Y todavía tuvo ánimo para decirle al verdugo: “Haz bien tu oficio, hermano Juan…”. Intentó musitar un credo, mientras el tajo del alfanje separó su cabeza del cuerpo. “Tardó todavía, sangrante, el cuerpo algún espacio en caer al suelo”, dice un testigo. Diego Centeno -enemigo, un tiempo, de Gonzalo- impidió al verdugo Juan Henríquez quedarse con las ropas; y le pidió a La Gasca autorización para llevar a enterrar el cuerpo de Gonzalo al Cuzco. La Gasca aceptó, máxime al ver que Centeno no era un “pizarrista”. En esto fue comprensivo. Y se enterró en una capilla del monasterio mercedario cuzqueño, justamente junto a ambos Almagro, padre e hijo. Algún cronista apostilló: “¡A quienes lucharon encarnizadamente por lograr vastas extensiones del Perú, les bastó, para yacer juntos, unos palmos de tierra en la exigua tumba de la iglesia conventual de la Merced del Cuzco!”.


NOTAS:

[1] Don Fernando Pizarro y Orellana, Cavallero de la Orden de Calatrava, Comendador de Vetera, del Consejo de Ordenes, y aora del Real Supremo de Castilla, Varones ilvstres del Nvevo Mvndo. Descubridores, Conquistadores, y Pacificadores del opulento, dilatado, y poderoso Imperio de las Indias Occidentales: Svs vidas, virtvd, valos, hazañas, y Claros Blasones… Dedicado al Avgvstissimo Monarca Felipe IV, el Grande, N. S. rey de las Españas, y entrambas Indias…, En Madrid, por Diego Díaz de la Carrera. Año M. DC. XXXIX.

[2] Ob. c., pp.285-286.

[3] Carta anónima a Carlos V.

[4] Rosa Arciniega, Pizarro. Biografía del Conquistador del Perú. Editorial Cenit, Madrid, 1936, p.380.

[5] Ms, Códice nº CXX. Relación de los Primeros descubrimientos.

[6] Herrera, ob. c.

[7] Carta de Almagro el joven.

[8] Véase mi edición de Tirso de Molina, El burlador de Sevilla y convidado de piedra. Edición crítica, revista Estudios, Madrid, 1989, p. 125.

[9] Libro de los Cabildos de Lima.

[10] Carta de Almagro el Joven.

[11] Oviedo, Historia general de las Indias.

[12] Herrera, Historia general de los Hechos de los Castellanos.

[13] Carta de Espinall.

[14] Rosa Arciniega, ob. cit., p.396.

[15] Herrera, ob. cit.

[16] Ibidem.

[17] Ibidem.

[18] R. Arciniega, ob. cit., p. 411

[19] Pedro Pizarro, Relación de la conquista del Perú.

[20] Debe leerse íntegramente, para tener una opinión correcta, la obra Apología: De Juan Ginés de Sepúlveda contra Fray Bartolomé de Las Casas/ De Fray Bartolomé de Las Casas contra Juan Jinés de Sepúlveda. Traducción de los textos originales latinos, introducción, notas e índices, por Ángel Losada. Editora Nacional, Madrid, 1975.

[21] Véase Luis Vázquez, Tirso y los Pizarro. Aspectos histórico-documentales. Fundación Obra Pía de los Pizarro, Trujillo (Cáceres) / Kassel-Edition Reichenberger 1993, “Testamento de Francisco Pizarro: Checacupe o Chivicapa, 22-junio-1539″, pp. 159-160.

[22] Pedro Cieza de León, Tercero Libro de las guerras civiles del Perú, Historiadores de Indias, T. II, Bailly/Bailliére e Hijos, Editores, Madrid 1909, p.295.

[23] Guillermo Vázquez, Manual de Historia de la Orden de Nuestra Señora de la Merced. Tomo I (1218-1554), Toledo, 1931, pp.507-508. Ofrece variantes interpretativas La Orden de Santa María de la Merced (1218-1992): Síntesis histórica. Obra en colaboración de los redactores de las ocho Provincias de la Orden. Roma 1997, pp.123-124.

[24] Ha sido publicada en la Colección doc. inéd. Hist. España, t.XLIX, pp. 193-197. Pero son una auténtica rareza en bibliotecas, prácticamente desconocidos, y sumamente importantes para conocer la realidad justa de los hechos, a la hora de emitir un juicio de valor.

[25] El subrayado es mío.

[26] Subrayo este párrafo, por indicar hasta qué punto Gonzalo Pizarro es claro con el Emperador y no le oculta la razón auténtica porque dieron la vida sus hermanos, Juan y Francisco. Toda la carta es un modelo de razones bien dichas. El Emperador, empero, estaba ocupado con los asuntos de Flandes y Europa, y no sé siquiera si habrá leído esta carta.

[27] Vuelvo a subrayar estos pasajes de gran sensatez y justicia por parte de Gonzalo.

[28] Insiste Gonzalo, sinceramente, en su lealtad, y alude a la “irresponsabilidad” de La Gasca. Subrayo de nuevo.

[29] Tirso de Molina, Amazonas en las Indias, ed. crítica, estudio y notas de Miguel Zugasti. Fundación Obra Pía de los Pizarro, Trujillo (Cáceres) / Kassel-Edition Reichenberger 1993, pp.161 y 168-169, con ligeras variantes de puntuación.

Oct 012001
 

Martiria Sánchez López.

Profesora de Historia y Arte

PREÁMBULO

Quiero dedicar este trabajo a mi querido y buen amigo Juan Antonio de la Cruz Moreno en homenaje a la insigne labor cultural que realizó durante tantos años como Presidente del Centro de Iniciativa Turísticas de Trujillo, cargo que desempeñó con tanta eficacia y responsabilidad que será difícil superarle.

Pero además de esta gran labor cultural que llevó a cabo, tengo que resaltar especialmente sus cualidades humanas, ya que nunca podremos olvidar esa amabilidad que le caracterizó, esa cálida acogida que deparaba a todos los que participábamos en los Coloquios, ese su deseo de que nos sintiéramos como en nuestra propia casa en esta bella ciudad de Trujillo, a quien tanto amo.

Desde estas líneas quiero rendir a Juan Antonio mi más entrañable homenaje y reconocimiento por su dedicación y por el enorme trabajo que realizó en pro de la cultura, así como por esas cualidades humanas que puso al servicio de todos los que tuvimos la suerte de conocerle.

Gracias, Juan Antonio, gracias por todo, y sobre todo gracias por haberte tenido por amigo. Con todo cariño y afecto te dedico esta Ponencia que, como en otras ocasiones, espero que también sea de tu agrado cuando la escuches desde el cielo.

INTRODUCCIÓN

El Sexenio Revolucionario, que se extiende de 1868 a 1875, es uno de los períodos más apasionantes dentro de la Historia Contemporánea española en general y de una manera especial en algunos municipios rurales, como es el caso de Jaraíz de la Vera.

En primer lugar hemos observado, después de consultar los documentos del Archivo Municipal, un gran deseo de democratización de la vida municipal así como una gran ilusión por la modernización de la población.

Después de la Revolución de 1868, que pone fin al reinado de Isabel II, se dio paso al Gobierno Provisional de Serrano, con el que comienza el Sexenio proclamando la Constitución de 1869. Hemos comprobado la ilusión y alegría con que se celebró la “Jura” de la Constitución en Jaraiz, como en otros puntos del país, puesto que con ella se pone en vigor el Sufragio Universal, ya que hasta ahora el derecho al voto solo estaba reservado a los ricos o contribuyentes.

Pese a los grandes problemas económicos y políticos que acontecieron durante este periodo, como fueron las Guerras Carlistas y Las Guerras Cantonales, hay un deseo grande de modernización por parte de las autoridades, provisionales y nacionales. Esta modernización se va a plasmar en solucionar los problemas de los municipios dentro de las posibilidades de cada ayuntamiento: el problema de urbanismo, de las comunicaciones, de la Enseñanza, de la Beneficencia, de la Administración de Justicia, etc.

El gran esfuerzo que hizo Jaraíz por su modernización durante estos seis años fue enorme, pero la mayor parte de los proyectos se vinieron abajo durante el período siguiente, durante la época de la Restauración inaugurada con el nombramiento del rey Alfonso XII en 1875. Este reinado se caracterizó por la pacificación del país después de tantos conflictos desencadenados durante el Sexenio lo que supondrá una estabilidad política y cierta recuperación económica y demográfica. Pero, sin embargo, supuso una regresión del progresismo democratizador que se había iniciado durante el Sexenio Revolucionario, el cual fue uno de los periodos más agitados de Hª de España. Se extiende desde la revolución de 1868, que destrona a Isabel II, hasta 1875 con la Restauración de la monarquía de Alfonso XII.

En este corto espacio de seis años se suceden los siguientes gobiernos, el Gobierno provisional presidido por Serrano (1868-1871), la Monarquía Parlamentaria de Amadeo de Saboya (1871-1873) la Primera República española (1873-1874) con dos periodos: el Federal encabezado por Pi y Margall, y el unitario cuyos presidentes fueron Salmerón y Castelar. A continuación el golpe de Estado de Pavia y la sublevación de Martínez Campo en 1875, darán paso a la Restauración monárquica de Alfonso XII.

Una serie de conflictos harán imposible la gobernabilidad del país y el deseo democratizador de sus políticos y gobernantes, que intentarán construir la primera Democracia en España. Los conflictos más destacados fueron: la crisis económica, las revoluciones, las guerras Carlistas, la guerra de los Cantones y la sublevación de Cuba.

A. LA POLÍTICA MUNICIPAL DE JARAIZ DURANTE EL GOBIERNO DE SERRANO, EL REINADO DE AMADEO I Y LA 1ª REPÚBLICA.

El Gobierno Provisional de Serrano llevará a cabo la democratización del régimen Aparte de reconocer una serie de libertades que se proclamaron después en la

Constitución de 1869, lo más importante fue algo que no se había intentado jamás: la convocatoria de elecciones por “Sufragio Universal” para formar las Cortes Constituyentes que aprobaran la Constitución de 1869. En ellas se proclamaron los Derechos Humanos, la libertad de Culto, la Soberanía nacional, el Sufragio Universal.

En el Archivo Municipal de Jaraíz se conserva el Acta de la jura de la Constitución de 1869, que tuvo lugar el día 27 de Junio. Consta el procedimiento que se llevó en el acto de la siguiente forma: “Los señores que componen el Ayuntamiento con los empleados de la municipalidad y el Estanquero se constituyen en la casa consistorial después del toque de campana a fin de jurar la constitución española promulgada el 6 de Junio, según la fórmula de dicha circular”. Una vez realizada la jura por los miembros asistentes, sigue diciendo el Acta lo siguiente: “Se elogió el Código fundamental que acababa de jurarse, dando un ¡viva! al mismo y a la sabia y soberana Asamblea que le ha decretado”

La democratización llegará a los municipios cuando se de la Ley del 23 de Febrero de 1870.

Hemos estudiado esta democratización en Jaraiz consultando los Actos, así como el sistema llevado a cabo para la formación del Ayuntamiento democrático. Jaraíz inaugura el Sexenio con una nueva Corporación municipal surgida de las elecciones de 1870, de las que salió elegido alcalde D. Felipe Arjona de la Breña, así como todos los concejales (no decimos los nombres, sería muy extenso).

Su mandato durará hasta febrero de 1872 en que se nombre otro nuevo Ayuntamiento. Se les exigió a todos los concejales entrantes el juramento del cargo con la fórmula siguiente “¿Juráis por Dios y sobre vuestra conciencia guardar y hacer guardar las leyes que la nación se diere en uso de su soberanía…?.

Durante estos dos años de mandato, el objetivo principal de estos, va a ser la democratización municipal, se hará un sorteo entre los vecinos para formar la Junta municipal de Presupuestos y Arbitrios (A. 8 de Mayo de 1870). Los vecinos se dividen en tres secciones “determinadas sobre la riqueza: Agricultores, Industriales y Jornaleros”; son elegidos por su “cuantía y riqueza” Serán elegidos: “20 del primer sector, (agricultores), 6 del segundo (Industria), y 4 del tercero (jornalero). Por primera vez van a tener derecho el voto todos los jaraiceños mayores de 25 años, ya que hasta ahora, con el sufragio censatario que estaba establecido, solo podían votar los contribuyentes, es decir aquellos que tuvieran capital.

Era necesario para poder ejercer el derecho al voto tener, además el “derecho de vecindad” lo podían adquirir los forastero que fueran residentes al menos 10 años. Se citan algunos portugueses que estaban en este caso y que fueron incluidos en el censo por haber conseguido el derecho de vecindad:

“D. Pedro Noqueira, José Coello, Juan y Antonio Simón, Juan Castañera”. Durante el 1871 se van a ir organizando los preparativos necesarios para las nuevas elecciones, para las cuales en un principio se divide el pueblo en dos distritos: distrito Norte, distrito Sur, pero después se opta por tres distritos, con tres colegios electorales; se adscriben las distintas calles del pueblo a los diferentes distritos; se determina, además, el número de concejales por cada distrito: 4 para el distrito Norte, 3 para el del Sur y otros 3 para el de Poniente. El 16 de enero de 1972 se reúne el Sr. Alcalde, los concejales y los comisionados representantes de las urnas: D. Venancio Morales, D. Ramón Trujillo y D. Julián Sánchez, y después de leer los artículos 87 y 90 de la Ley electoral de 1870, se ve que no hay protula alguna sobre la nulidad de las elecciones”. Se celebraron estas normalmente y en Febrero de 1872 tomará posesión el nuevo Ayuntamiento; dice el acta que “fueron recibidos cortesmente”. Fue nombrado “Alcalde Popular, D. Antonio Enciso Parrales” por 7 votos. La nueva corporación comienza nombrando las distintas comisiones para su actuación gubernamental, como fueron la comisión de Presupuestos o la de la Policía urbana entre otras. También se señalaba los distritos para las Elecciones Generales a las Cortes nacionales y Compromisarios para el Senado: los del distrito Norte tendrán su sede en el Ayuntamiento; los del Poniente en el salón de la Alhondiga, y los del Sur en la escuela pública de Niños.

Pero la reciente monarquía democrática de Amadeo de Saboya, de quienes dependían todos los gobiernos municipales, fracaso y se instaura la la República española en 1873. La monarquía no supo dar respuesta a todos los problemas sociales y económicos que tenía España, todo esto llevo a que se radicalizara la situación, instaurándose la 1ª República, además de declararse la tercera guerra Carlista y una nueva insurrección de Cuba.

Pi y Margall fundó una República de carácter federal que dará lugar a una serie de luchas entre los distintos “Cantones” en que se dividió el país, por lo que fue anulada enseguida, para instaurarse la República Unitaria presidida por Salmeron y Castelar.

B. LAS GUERRAS CARLISTAS Y CANTONALES: SUS CONSECUENCIAS EN JARAÍZ.

Estas guerras tuvieron gran repercusión en Extremadura y en nuestro pueblo. En la provincia de Cáceres se levantan partidas carlistas que actúan principalmente en los años 1871 y 1872, realizando toda clase de tropelios en las zonas rurales. La partida más importante fue la encabezada por el teniente de carabineros Telesforo Sánchez Naranjo, que actúo en la zona Norte de Cáceres, por el Valle, la Vera y principalmente por Sierra de Gata, siendo Hoyos y Zarza la Mayor las más afectadas hasta que tuviera que huir a Portugal.

Los Carlistas realizaban toda clase de desmanes, destruían las vías de comunicación, robaban e imponían tributos a los pueblos. Por eso el gobierno de la República mandó a los ciudadanos que se movilicen, creando las llamadas milicias urbanas, para que los ciudadanos “mantengan la paz pública, el hogar y la propiedad’. Todas estas medidas se ponen en vigencia en Jaraíz en 1873.

El Ayuntamiento en Pleno, acuerda que se establezca un “Servicio vecinal” cuyo fin será, según el Acta de sesiones, “que patrulle el pueblo por las noches para que se respeten las personas y las cosas”. A este servicio estaban obligados todos los vecinos, solo se “eximen a los enfermos y mayores de 60 años, bajo multas gubernativas”. Todos los vecinos que patrullaban por el pueblo tenían la obligación de llevar armas de fuego.

Las luchas federalistas también comenzaron pronto en Extremadura, ya que Béjar fue uno de los cantones independientes más importantes y sus actividades pasaron pronto a la zona Norte de Cáceres. Cuando la sublevación de López Garrafa fue atacada, se adentraron por el Puerto de Béjar y levantan partidas republicanas en Plasencia, Montehermoso y en la Vera, hasta que fueron capturados por la Guardia Civil. De ahí la importancia que tendrá para Jaraíz y para la Vera la instalación aquí de un Cuartel de la Benemérita, por lo que el Ayuntamiento hará las gestiones necesarias para conseguirlo, como veremos a continuación.

A todos estos acontecimientos a nivel nacional, hay que añadir la Insurrección de Cuba, las huelgas de obreros y campesinos y el descontento del Ejército. Este caos provocará la caída de la República por el golpe de estado del General Pavía, mientras Martínez Campos proclama el Manifiesto en Sagunto, donde se restaura la Monarquía de Alfonso XII.

C. LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS DURANTE EL SEXENIO EN JARAIZ.

La crisis económica iniciada en España en 1866 se acentúa en este periodo, en todo el país, pero de una manera especial en nuestro pueblo. Pues a las causas comunes aquí hay que añadir unas circunstancias particulares como en otras zonas rurales. Con las leyes de la Desamortización, según hemos dicho ya, se vendieron los Bienes de Propios, por los que el Ayuntamiento se embolsó 362.466 reales (a. de 12-2-1871) Este dinero se invirtió en Billetes de la Deuda del Tesoro, cuyos intereses eran de 10.873 reales con los que se hacia frente al presupuesto del municipio. Pero desde 1866 se había dejado de pagar, por lo que ahora, en 1870, se llega a una situación límite. En octubre de este mismo año, el Ayuntamiento hace las gestiones pertinentes para poder cobrar este dinero y encomiende la gestión a un representante de Cáceres, e] Sr. Briéles: “El Ayuntamiento autoriza a D. Eusebio Brieles, vecino de Cáceres, para que ponga en claro los intereses que el Estado adeuda a este pueblo y el liquido lo invierta en Billetes de la Deuda flotante del tesoro”. Estas situaciones económicas llevaron a establecer unas medidas drásticas para poder paliar algo del déficit. Se recurre a agravar los productos de primera necesidad por el sistema de repartimiento; “4 reales por cada res menor, y 20 reales por cada cerdo…. “También se gravan las importaciones; “Un real por cada arroba de pimentón que los forasteros traigan a vender a este pueblo…” El problema se acentúa en 1872 ya que la Comisión de Presupuesto propone rebajar los sueldos a todos los funcionarios; al Medico titular, al pregonero, depositario de fondos, y el secretario entre otros; incluso la cuota que pagaban a la Virgen del Salobrar…” se propone la rebaja de 10 reales de la cantidad consignada para la función religiosa de la Virgen del Salobrar, patrona de este pueblo.” Se aprueban estas medidas por 6 votos a favor y 4 en contra y así pasan de unos gastos de 11.308 reales a 10.743 reales. Pero como los ingresos eran solo de 4.075 reales, el déficit sigue siendo enorme, de 6.668 reales .Por esté motivo tienen que seguir con el sistema de reparto. Y para contentar algo a los vecinos, se solícita a la Diputación permiso para dividir en parcelas la Dehesa Boyal entre todos los vecinos para que pudieran cultivar en ella cereales y sobre todo trigo que fue el principal cereal que se cultivó. Esto se ha venido haciendo hasta los años 40, que se sorteaban las parcelas entre todos, pudiendo cederlas a otro cuando no querían cultivarlas.

D. LOS INTENTOS DE MODERNIZACIÓN DE JARAIZ DURANTE EL SEXENIO.

Pese al caos político y económico de este período, hay que reconocer, que el Ayuntamiento democrático y su Alcalde, siguiendo las instrucciones de los distintos gobiernos, hicieron un gran esfuerzo por la modernización del pueblo en todos los aspectos:

D. 1. Urbanismo

En lo que respecta al urbanismo, el Ayuntamiento estaba interesado en darle un nuevo aspecto en lo referente a limpieza, al empedrado de calles o al embellecimiento con construcciones de fuentes en sus plazas principales. Las fuentes que existían hasta entonces estaban en su mayoría ubicadas en las afueras del pueblo. Pero ahora se hace necesario dotar al casco urbano de otras fuentes para su mejor abastecimiento y a la vez con fin decorativo. Por eso gestionan todo lo necesario para levantar dos fuentes que se llamarán “pilares “: el pilar de la Plaza y el pilar de la Crucera. Estas fuentes constituirán uno de los rincones más típicos y emblemáticos del pueblo y tendrán tanta importancia, incluso para la convivencia vecinal, que han pasado al folklore en canciones que nos hablan de amores y relaciones entre los mozos y mozas, como aquella que dice: “Las mozas van a por agua, al pilar de la Crucera, la que no le sale novio se va muriendo de pena”. El proyecto se llevará a cabo en 1 873. Para lo cual se nombra una Comisión que se haga cargo de realizarlo; primero se acuerda el sitió idóneo donde han de instalarse y después todos los demás puntos. Los textos nos hablan de la necesidad que tenia el pueblo de estas fuentes para el abastecimiento… tan necesarias para la población como para las caballerías… También dicen que se pagará con los fondos cobrados de los “intereses del capital invertido en la Deuda Publica de los bienes de propios. Pero como estos eran tan inseguros y escasos determinan hacerlo con las aportaciones de los vecinos:… “si no hay suficiente se abrirá una suscripción para donativos o trabajo personal la comisión se encargará además de la captación de agua en abundancia”… buscar el agua necesaria para tres caños el menos en el verano. Otro de los objetivos fue el arreglo de las calles y plazas con un buen empedrado. Pero como no teman presupuesto para ello, de nuevo tuvieron que recurrir al sistema de reparto. Así vemos, en el Acta del 14 de Julio de 1872, como acuerdan que: “los vecinos tienen que dar dos peonadas, porque con una no es suficiente.” Todo esto se daba por bien empleado por los jaraiceños, con tal de que su pueblo fuera adecentado como le correspondía.

D. 2. Comunicaciones

El ayuntamiento democrático comprendió que las comunicaciones eran fundamentales para el desarrollo económico del pueblo.

Por eso pondrá todo su esfuerzo en conseguir que pase por la Vera el Ferrocarril, pero no lo conseguirá nunca, ni con estos gobiernos, ni con la Restauración, ni con los de Alfonso XIII.

En 1869 no existía ninguna carretera en Jaraíz, ni en la Vera. El Gobierno Civil de la 1ª República comienza a preocuparse de este problema, por lo que comunica al Ayuntamiento la necesidad de construir una carretera que comunique Navalmoral con Jarandilla. De Acuerdo con los vecinos, la Corporación municipal contesta lo siguiente… Solo lo ven necesario para Jarandilla, Losar y Robledillo, pero no para los demás pueblos. Sin embargo proponen la construcción de una carretera que una Plasencia con todos los pueblos de la Vea y argumentan lo siguiente: “… es más necesaria porque la mayor parte de los frutos van desde Plasencia a Castilla…” Esta carretera no se construirá hasta principios del s. XX.

La construcción de un puente sobre el río Tiétar fue otra preocupación de las autoridades provinciales, ya que el río se seguía salvando mediante la famosa Barca de Jaranda, cuya jurisdicción seguía perteneciendo a Plasencia. Los jaraiceños acceden a la propuesta de la construcción del puente, pero añaden la necesidad de “… un camino particular que le uniera a Jaraíz”, ya que era fundamental para la comunicación con Navalmoral. El arreglo de los caminos llevándose a cabo mediante el sistema de reparto “dando dos peonadas cada vecino…”, fue otra preocupación del Ayuntamiento.

D.3. La Enseñanza

Es interesante observar como, durante el Sexesenio, se quiere dar un impulso a la Cultura y a la Enseñanza. En Extremadura se creó la Universidad Libre de Cáceres, pero existió desde el 1869 al 1871, pues la Diputación Provincial retiró el dinero necesario para su funcionamiento. Pero el profesorado, apoyado por la Audiencia, crea la Facultad Libre de Derecho y la Escuela de Prácticas Jurídicas, aunque solo durará hasta la Restauración, en 1875 en que fue suprimida.

En las zonas rurales se observa una preocupación por impulsar la Enseñanza a partir de la declaración de la libertad de Enseñanza con la Constitución de 1869. En Jaraíz se crearon cuatro Escuelas Públicas. Pero dada la mentalidad de época, los responsables del Ayuntamiento consideraron que esto era una carga para el pueblo en lugar de un beneficio, ya que el municipio tenía que colaborar con el gobierno en el mantenimiento de las escuelas. Por este motivo el Sr. Alcalde D0. Felipe Arjona y los concejales acuerdan gestionar la supresión de dos escuelas, puesto que lo consideran como un castigo, y para que la autoridad educativa desista de ello argumentan que: “no lo consideran oportuno por predominar en esta localidad las ideas liberales. Designan los maestros que habían de continuar:

“D. Pedro Moreno y D. Lucía Galindo’ y también los que habían de Cesar: “D. Pedro Cirujano y D. Máxima Clavel Galindo” Las autoridades educativas provinciales no lo aceptan y en Mayo de 1 ~7! dan una orden por la que son repuestos estos profesores en sus cargos y las cuatro escuelas vuelven. 11 funcionar: “… el Gobierno de la Provincia manda reponer en sus cargos a los dos maestros suprimidos” (Ar. M).

Para velar por la calidad de la Enseñanza se crea la “Junta Local de Primera Enseñanza”, formada por 9 miembros: el Alcalde, dos concejales, el sacerdote, coadjutor de San Miguel y cinco padres de familias. Durante la Restauración se suprimen definitivamente las dos escuelas, habiendo muchas dificultades para volver a instalarlas posteriormente.

D.4. Beneficencia

La Beneficencia, durante el Antiguo Régimen, había estado a cargo de la Iglesia y especialmente de las órdenes religiosas. En Jaraíz fue famoso el Hospital de Sta. Ana, ubicado en la actual plaza que lleva este nombre. Pero con la Desamortización desaparecieron todos estos centros benéficos, teniendo que ser el Estado quién asumiera responsabilidad.

En esta localidad, las primeras instalaciones estatales de este tipo comienzan a funcionar en 1874, cuando se habilitan algunas estancias del Ayuntamiento para tal fin, hasta que se construya un hospital. El Acta del 24 de Diciembre de este año nos informa de este asunto de la siguiente manera:

“se va a habilitar provisionalmente en las Casas Consistoriales por carecer de Asilo de Beneficiencia…” Además se nombra a la persona del mismo así como sus honorarios: “Será asistido por Lucia Nieto, con una retribución de 15 pts anuales”.

D.5. Administración de Justicia

También de este punto los gobiernos del Sexenio fueron innovadores, ya que dan una serie de normativas para la administración de Justicia en los pueblos. El 15 de Agosto de 1870 se publica la Ley Orgánica del Poder Judicial por la cual se crearon los Juzgados de Paz en los pueblos.

En Jaraiz se creó el Juzgado en este mismo año y el Registro Civil al año siguiente. Los primeros libros del Registro datan de 1871, conservándose en muy buen estado, pues hemos podido utilizarlos para hacer el estudio demográfico de la época.

D.6. Libertad religiosa

La libertad religiosa es uno de los Derechos Humanos más importantes que defiende la Constitución de 1869, dada el peso de la religión Católica en nuestro país. Desde ahora no podrá haber discriminación por motivos religiosos y todos tendrán los mismos derechos, católicos y no católicos.

Uno de estos derechos será el poder tener un enterramiento digno. Por esto motivo, en Jaraíz se llevará a cabo la construcción de un Cementerio Civil en 1871, como consecuencia de la Real Orden de 1871, durante el reinado de Amadeo de Sabaya. Este Cementerio se construirá junto al Cementerio Católico. En el Archivo Municipal consta lo siguiente al respecto: “Se dio principio al acta señalando un pedazo de terreno de 9 varas de longitud por cuatro varas de latitud en la parte sur del Cementerio”. Este fue el primer cementerio Civil que existió en la localidad.

D. 7. Orden Público

Durante el reinado de Isabel II en el Decenio Moderado presidido por Narváez, el Duque de Ahumada fundada la Guardia Civil en 1844, como consecuencia de la supresión de las Milicias Nacionales, fuerzas de choque de los progresistas.

La Benemérita será un cuerpo armado para mantener el orden público, de organización militar pero de funciones civiles. Estas funciones debían ser, “promover al buen Orden, a la seguridad pública y a la protección de las propiedades dentro y fuera de las poblaciones”. Dado su talante y eficacia, ningún gobierno a partir de entonces, prescindirá de la Guardia Civil.

Jaraíz fue una de las primeras poblaciones rurales en alcanzar el privilegio de contar con su presencia, fue en el año 1873, durante la 1ª República, siendo presidente el federalista Pi y Margall. El entonces Director General de la Guardia Civil tuvo a bien conceder la instalación del Cuartel de la Guardia Civil en la Villa de Jaraíz de la Vera a petición del Sr. Alcalde, D. Antonio Enciso Parrales, primer alcalde Popular.

Dadas las circunstancias de la época, con el ambiente general de disturbios y revoluciones, era de importancia vital para la Villa la instalación de un Cuartel de la Guardia Civil. Así lo entendió el primer “Alcalde Popular” y, con la fuerza que dan los votos de todos sus conciudadanos, insta al Director General para que le sea concedida tan alta prerrogativa. Esta afirmación la confirma el Acta del 6 de Junio de 1873 del Archivo Municipal: “El Sr. Director General de la Guardia Civil ha accedido a instancia del Ayuntamiento y de los mayores contribuyentes a instaurar el Cuerpo de la Guardia Civil de Pasarón en esta Población, que pagará por el alquiler de la Casa- Cuartel 500 reales”.

En efecto, el primer Cuartel de la Benemérita de la zona se fundó en Pasarón y luego se trasladó a Jaraíz, no disponiendo de casa propia hasta la época de la Dictadura de Primo de Rivera en 1929. Este Cuartel se construyó en la Plaza de Sta. Ana, con el estilo modernista de la época y en él ha permanecido la Guardia Civil hasta la construcción de las nuevas instalaciones, ubicadas hoy frente a la Ermita de la Virgen del Salobrar y que están más de acuerdo con las necesidades actuales.

Como vemos el Sexenio hizo un gran esfuerzo por la modernización de Jaraiz en todos los aspectos

Oct 012001
 

José Eugenio Rubio Parra.

El tema, por decirlo de alguna manera, es más digno de una tesis doctoral, de una monografía, que de una breve ponencia, y más de la de un autorizado biógrafo que la de este ponente, quién por suerte que no por mérito, va asido a la rama de un árbol, genealógico, los llaman, de uno de los que componen el bosque de la historia de España. En este caso también de la historia de América. Tal asidero me ha permitido entrar en Trujillo de un modo feliz y gozar de la amistad de su buena gente y tenido el honor de su entrañable amistad.

Este es el título que me atrevo a exhibir para hablar de un trujillano ilustre, en su día trujillano del año y hoy trujillano eterno, del que intentaré hacer un esbozo para esos apuntes de la historia que vienen a ser, entre otras cosas, estos Coloquios. Esbozo que puede quedar a medio camino entre la frialdad de un “curriculum vitae” y la magnitud de una biografía que su figura reclama, e insertado en este marco, y que gracias a él vienen siendo editados por generosos mecenas.

Al hablar de los Coloquios, casi podríamos decir de “sus Coloquios”, para cuyo desarrollo desplegó un celo, una actividad y una dedicación titánica y en los que como todo éxito nadie repara en lo complicado y arduo de su preparación, una actividad señera a la que se entregó de modo total, en cuerpo y alma podríamos decir, con la generosidad de quienes saben no sólo dar, sino algo más difícil, darse.

Los Coloquios han sido,- seguirán siendo-, una tribuna “sui géneris” en la que se han presentado elaborados trabajos del mayor interés y muy diversos temas, dentro del denominador común que marcan sus normas y su propio espíritu, trabajos que de no haber existido esta tribuna nunca se hubieran realizado y todos ellos doblemente válidos al tener un sitio, un tiempo donde nuestro eco se hace oír, especialmente por la escasa resonancia que este normalmente tiene, y dado que todos ellos, más o menos directamente, se relacionan o tratan de algo concerniente a Extremadura, esa región olvidada por nosotros mismos tantas veces y consecuentemente por otros ignorada a menudo por quienes habrían de haberle prestado una mayor atención.

Los Coloquios entendemos que han sido también peculiares, y de ahí lo de “sui géneris”, porque junto al trabajo de estudiosos han estado también presentes algunos de menor rigor científico pero que, en cierto modo, podían considerarse como aportaciones positivas y en todo caso hasta convenientes aunque el entusiasmo que las presidiera pudiera superar la calidad de su contenido lo que seguramente ha permitido que balbuceos propios de todo inicio hayan alcanzado la madurez que al parecer prometían y que fueran oídos quienes necesitaban expresar algo relacionado con la tierra y su amor a ella de algún modo. Aquí más que la mano de Juan Antonio andaba su corazón y su gran comprensión.

Alguien dijo que somos lo que el mundo de los sueños ha hecho de nosotros. De los realizados de los irrealizados y añado yo de los irrealizables, y aquí es cuando me encuentro a nuestro Juan Antonio hombre, artista de varios quehaceres y de los que modestamente se declara artesano, cuando es un verdadero y completo artista, de la pintura, de la música, artes excelsas, y de la palabra. No quiero decir elocuencia, que sí la poseía y no necesitaba con ella convencernos porque ya lo había hecho antes con su persona, con su ejemplo y su entusiasmo. Y con su alegría, don éste del que el Kempis nos dice ser consecuencia de la buena conciencia.

Acabamos admirando a las personas a las que queremos cuando estamos cerca de ellas, y acabamos queriendo a las personas a las que admiramos cuando vivimos lejos de aquellas, con lo que acabamos todos coincidiendo en los sentimientos que tales personas suscitan.

Nos voy a descubrir, sí a recordar, a Juan Antonio, con el que habéis convivido y no ha tenido secreto para vosotros, pero sí a haceros notar que la proximidad puede restar perspectiva de lo contemplado, lo que no es el caso vuestro que habéis apreciado y valorado en todos sus perfiles las cualidades, virtudes que con él iban a pesar de él mismo que en su humildad velaba y minimizaba, y es que la sencillez tiene pliegues en los que se ocultan los hombres que anteponen a su persona los fines egregios a los que sirven leal y permanentemente. Sencillez que no simplicidad, nada más opuesto. El hombre simple posee una forma elemental de consciencia. El hombre sencillo no se atribuye mérito y hace cosas en cuya importancia no repara, porque piensa que hace lo que debe y que cumplir con el deber es importante, pero entiende que no por eso lo sea el que con aquél cumple.

Esta es la madera de la que están hechos muchos hombres. La historia del mundo es la de sus grandes hombres decía Thomas Karlyle, los que han laborado con sencillez y con ella movido el mundo. Juan Antonio movió a su mundo, el mundo inmenso de Trujillo, – la inmensidad no está en los tamaños, sino en los contenidos-.

Su labor estuvo presidida en muchos casos, por las cualidades de un buen político y diplomático, figuras a las que las exigencias de la realidad imponen un pragmatismo no siempre claramente acordes con las, digamos, leyes de la Caballería, leyes que él, sin embargo supo observar siempre en su condición de hombre de bien, que no otra cosa es el verdadero Caballero, sobre todo cuando a esta palabra va añadida otra que expresa una condición a la que su conducta ha respondió siempre: la de cristiano. Caballero cristiano.

De Juan Antonio puede decirse que fue un defensor del pueblo en el sentido de integrarlo en su historia, a modo de Tribuno del Pueblo de Trujillo, para el que reclamó y obtuvo, esta es su victoria, el protagonismo que se deriva del conocimiento y asunción de su historia y por lo que luchó con denuedo, ardor, … y exquisitas maneras. De un pueblo heredero de aquél otro que había hecho ya a Trujillo, protagonista con su papel en la Reconquista, y heredero de modestos sencillos hombres del pueblo, prohombres de La Conquista, no sólo descubridores, conquistadores de lejanos territorios, que éstos se pierden, sino también de lo que jamás se pierde: estilo de vida, lengua, religión, instituciones, tradiciones que adornan a los pueblos cuyo mestizaje cultural sirvió para afirmarlos en su propia tierra y no la de su extinción y creación de reservas folclóricas para supervivientes, en su caso, de otras políticas cuyos herederos tienen además la avilantez de intentar aleccionarnos.

Se dirá que Trujillo no necesitaba descubridor, conquistador. Que Trujillo ya estaba ahí, donde tiene que estar, como decía un castizo sevillano de su ciudad, negándose a situarla referida a sus puntos cardinales. Efectivamente allí estaba Trujillo en los mapas y en los libros de historia, en sus calles y en sus piedras. Es posible y lo que sí es cierto es que realmente no estaba donde además tiene que estar: en el corazón y en la conciencia del pueblo. Cuando carecemos de una conciencia de las cosas, de los hechos y acontecimientos que han contado en la vida de un pueblo, difícilmente podemos situarla, fijarlas, asumirlas, quererlas, reivindicarlas, enorgullecemos y recordar a unos e informar a muchos de lo que se puede haber sido, de lo que se ha sido, del papel jugado en la historia, y si aquella historia hubiera sido hecha o no de no haber sido por sus hijos.

Los hechos singulares y extraordinarios requieren también unas circunstancias excepcionales que en este caso se dieron y se vieron, visionarios los llamaríamos. ¿A quién no se llama así si se propone hacer algo que ellos no sabían? Pero sí que sabían que cuanto hicieran a la vista del mundo que recorrían sería más inverosímil que la más absurda fantasía, que no obstante ello, reflejaron los cronistas de Indias, esa culta especie mitad reporteros de la época, mitad notarios de la historia.

Todo ello compone un patrimonio que importa debelar, no por blasonar que en todo caso bien se podría, sino por tener conciencia de él, amarlo y defenderlo y que como herencia cultural que es, es componente de nuestra propia cultura.

Luchar por éstos ha sido la gran obra de Juan Antonio, al tiempo que lo propagaba a mundos distantes y comunicaba con los curiosos e interesados por cuanto se relacionara con esta ciudad, cuyos lejanos linajes componen ya la trama de cuanto esta va a ser.

Como digno adelantado, clamó eficazmente por la creación de la Academia de Extremadura y estérilmente por la declaración de Patrimonio de la Humanidad en favor de Trujillo. Esperemos que desde el lugar privilegiado en que la misericordia de Dios lo tenga nos siga echando una mano para conseguirlo.

Juan Antonio, un hombre que sido pueblo, lo más que se puede ser y que por serlo y por sentirlo intensamente conseguiría trocar la indiferencia y el desinterés por la curiosidad de saber y el orgullo de tal conocimiento, movilizando en aquel sentido al pueblo, del que se puso al frente de un grupo, por supuesto que no por ambición, sino por un sentido del deber para con los suyos. Fue el primero en dar un paso al frente arrastrando a unos seguidores, que si bien no fueran el “todos a una” de Fuenteovejuna, serían muchos más que aquellos locos de la Isla del Galio, pivote de la apertura definitiva de aquél entreabierto Nuevo Mundo.

Este grupo de seguidores, más propiamente llamado C .I.T., Comité de Iniciativas Turísticas de Trujillo, colaborador valioso de su obra, ha sido su plataforma y su tornavoz; su hueste en la travesía del desierto de un tiempo de escepticismo y desinterés y ahora sus legatarios gustosos antes que obligados de seguir su estela. Su honrosa condición de trujillanos de pro hace innecesario apelar a ejemplos de los que ellos han sido también partícipes y que al tomar el testigo por Juan Antonio dejado son, serán los mejores continuadores de su obra.

Todo esto ha hecho que ahora la historia, la vida de Trujillo, no sea sólo cosa de eruditos y de estudiosos, sino que también lo sea de quienes componen esta colectividad auténtica protagonista de aquello a lo que llamamos historia, y de la que de Trujillo es paradigma inigualable.

Juan Antonio fue heraldo y paladín de un movimiento que llegado al pueblo se transforma en causa y como verdadero alférez de Trujillo, y tomando prestadas las funciones de tan intransferible título, enarbola su bandera y alcanza confines sociales que se encontraban a extramuros de aquella ciudadela; y llega aún más lejos, a que el ruido de sus atambores convoquen, sean llamadas de visitantes foráneos interesados en esta ínsula histórica cuajada de piedras armeras labradas en el oro viejo de su historia.

Proclamar cuanto queda dicho en este foro, por él tan querido y por él convertido en Tribuna ilustre y popular, era una deuda que con él teníamos y que aunque no se pueda saldar, sí que se puede desde ella mostrar la gratitud, renovar nuestra gratitud para legado tan honroso.

Oct 012001
 

Rosario Rubio Orellana-Pizarro.

“Mi vida ha sido un largo viaje”, exclamaría el emperador al llegar a Yuste. Su viaje, su vida activa, estaba acabando pero aún no había terminado. Sólo aparentemente era el final. Yuste empezó para él siendo una meta, pero resultaría ser una etapa, la última, hasta el momento de su muerte, muerte que él pretendió hacerla sencilla, en su sincera humildad de cristiano preparado para el trance. Sin embargo su augusta condición y el supremo papel que como emperador le había tocado representar, hacia inevitable la existencia de una corte que lo rodeaba; muchos de sus componentes estarán presentes en sus últimos momentos.

Yuste resultaría ser una plataforma privilegiada para elevarse a la altura de lo divino y desde donde también otear el discurrir humano. Al fin ponía en práctica sus deseos, sus anhelos de retirada, idea que durante su ajetreada existencia había acariciado largamente. Al mismo tiempo supondría permanecer en España indefinidamente, estancia que por breve que fuera, como así resultó serlo, mucho sería en proporción, al en que durante su reinado residió en ella.

Su idea de retirarse no había sido ni repentina ni muy tardía, tampoco lo fue, aunque sí posterior a aquella, lógicamente, la de determinar el lugar al que retirarse. De haber sido conocido tal propósito, hubiera parecido irrealizable quimera y como tal difícilmente factible. En cierto modo así resultó ser ya de por sí.

Lo que si es cierto que esta idea le acompaño en su nomadeo por Europa, que le daría un punto de ilusión y con ella, el equilibrio necesario para cabalgar a través de aquella desequilibrada cristiandad atacada desde dentro y desde fuera, y salvando más de lo que el mismo pensaba. Su vida había sido tremendamente azotada por todos los vendavales de la historia que cambiaron para siempre la faz de Europa, la Cristiandad entonces: reforma protestante; aparición de los estados nacionales, contrapuestos a la idea imperial; la tardanza de la celebración, instado por él repetidamente, del Concilio que se celebraría en Trento; el permanente ataque otomano del flanco sureste que llegó a poner en peligro Viena y del que en defensa de aquel frente, perdió la vida su cuñado el Rey de Hungría; la piratería berberisca con peligro de posibles desembarcos en el Mediterráneo; la enemiga de los príncipes con una mentalidad y una moral renacentista, frente a su concepto y conducta caballeresca.

La decisión de su retirada primeramente no confesada, silenciada más tarde, manifestada después a algunas personas de su mayor confianza y luego transcendida en rumores y repetidamente aplazada hasta el límite de sus fuerza, empieza a cobrar verosimilitud, especialmente una vez que el Duque de Alba regresa a España con órdenes para que su hijo Felipe inspeccionar el Monasterio de Yuste. Su estado de salud será el motivo principal por el que acelerará su decisión de retirarse. Piensa que la abdicación, aunque sorprendente, resulta ser una salida airosa.

Muestra de lo antiguo de la repetida decisión, es la confidencia que le hacia al embajador portugués Lorenzo Pires, poco antes de su entrada en Yuste. Le decía que ya, en 1535, a la vuelta de la expedición de Túnez, que había pensado en el retiro, confidencia cuya sinceridad ha sido puesta en duda, fundado, se ha dicho, en aquél “fino sentido de actor que tan frecuentemente mostraba”, y expresan como muestra de insinceridad, algo que a nuestro juicio abona lo verdadero de su intención. Se refieren a cuando, con motivo de la muerte de la emperatriz en 1539, se “apartó”, se retiró a “La Sisla”, un convento de monjes jerónimos en Toledo. Su sentido de la responsabilidad, abreviaría la temporalidad de tal apartamiento, dicho en el lenguaje de la época, consolándose, se ha dicho también – y es un signo más de lo arraigado de la idea-, con el deseo “de un no definido, y sobre todo futuro retiro, con el trazo de un apacible alejamiento”. Así lo rememoraba con su gran y dilecto amigo y “pariente”, por grande de España, Francisco de Borja, en uno de los cuatro encuentros que con él, ya jesuita, disfrutó en Yuste: fue en el año 1542, en Monzón, con motivo de las Cortes Aragonesas cuando le confió su idea de retirarse en la forma en que lo había realizado.

De un modo u otro gravitó en su pensamiento permanentemente. Es muestra de su intención, también haber decidido veinte años antes “interponer un periodo de descanso entre el gobierno y la sepultura” y haber acordado con su esposa – fallecida más tarde, en 1539-, que “tan pronto como se lo permitiesen los asuntos y la edad de sus hijos retirarse los dos, recluyéndose él en un convento de frailes y ella en un convento de monjas”.

Hay referencias de que Carlos había decidido abdicar en el mismo momento en el que había decidido reinar. Sin ponerlo en duda, hay que entenderlo como forma de compromiso de obligarse consigo mismo a no incurrir en causa que justificara una abdicación. En clave actual puede decirse que equivaldría a tener firmada, y guardada en su carpeta la carta de dimisión.

Tras la decisión de la retirada vendría la elección del lugar adonde retirarse. Inicialmente sería Yuste. Definitivamente sería Yuste. La primera información que pudo tener el emperador de aquél lugar, lo fue a través de su noble compañero de armas, Pedro de Alcántara Fernández de Córdoba y Álvarez de las Asturias-Bohórquez, morador de la comarca, y a cuyo sucesor en el título de Marqués de Mirabel, le correspondió el honor en su día de salvar Yuste del expolio que para estos bienes supusieron las leyes desamortizadoras de mediados del siglo XIX, impidiéndose así su total desmantelamiento y destrucción, deteriorada ya por el fuego, el pillaje y la rapiña de las tropas napoleónicas.

Tenida noticia del sitio y de las buenas referencias que de él poseía, dispuso, muchos años antes de su abdicación, informarse detalladamente del lugar, así lo confirma el Padre Sigüenza cuando dice: “Que esto fuera una cosa muy pensada parece claro, porque más de doce años antes de esta determinación, había enviado su Majestad a considerar la casa, el sitio, el cielo, la disposición del Monasterio de San Jerónimo de Yuste, hombres doctos y prudentes y le llevaron entera relación de todo”

En 1553 escribe a sus hijos indicándoles que al lado de Yuste se le fabrique una casa suficiente, recomendando que la operación se realice en secreto. Con aquél encargo se iniciaba la ejecución de su deseo de retirarse a descansar y a pensar en cuestiones espirituales, a pensar en el negocio de la salvación del alma.

Se encuentra enclavado en la zona sur de las estribaciones de la Sierra de Gredos, que si no estaba cerca, tampoco era un lugar remoto respecto de las ciudades núcleos del poder, de las que puede decirse que equidistaba Yuste: el de la gobernación de Valladolid, el económico de Sevilla y su puerto, y el de Lisboa, tiempo aquél en el que Carlos V abrigó un proyecto, posiblemente siempre lo tuvo, para unir Portugal y Castilla.

Es cierto que buscó y ansió el retiro si bien tal decisión sólo llegó a ponerla en práctica cuando su resistencia física se vino abajo y la enfermedad lo debilitaba hasta la extenuación en muchos casos, y que los asuntos espirituales serían su motivación principal. Principal sólo decimos nosotros y aún admitiendo que pudiera haber sido única no sería tan exclusiva como para que dejara de estar al tanto de algún asunto temporal. Se decía que Carlos y había resuelto desligarse de los asuntos temporales, limitándose en todo caso a dar consejo tanto a su hijo como a su hija.

Siguiendo en esta línea se le había llegado a atribuir la intención de hacerse fraile. No era este el caso, vistas las previsiones de alojamiento y estilo de vida anunciados, que serían austeros y sencillos para un rey pero no monásticos. En todo caso, los problemas de salud hubieran sido dique insalvable para tamaña decisión, como él bien decía, en ocasión de contestar a bromas del Padre maestro de novicios del Convento, no sabemos si en el mismo tono festivo: “ser o haber sido su precaria salud lo único que le había impedido hacerse monje”

Tal línea de conducta era la que les parecía observar a aquellos primeros autores que se ocuparon de este tema, con la única excepción apreciada por ellos, de la persecución de la herejía.

La realidad sería otra. El deseo de un no definido retiro, a modo de un apacible alejamiento, no sería nunca aceptado del todo por su temperamento, un deseo que a lo largo de su densa vida lo habría contemplado como la imagen de un príncipe piadoso que sabe anteponer el arreglo de su alma con Dios, convenientemente retirado del mundo, lo que no dejaba de ser engañoso dadas sus propias circunstancias y las del mundo que le rodeaba.

No sería sino hasta su muerte cuando dejara de estar inmerso en cuestiones de orden temporal. El consejo a sus hijos sería algo más que puro consejo. Les indicaba las líneas maestras por las que debería discurrir el proceder de la actividad política de aquellos, Felipe y Juana.

En todo momento exigía la puntual información del desarrollo de los acontecimientos, mientras “recibía a nobles y embajadores con la prestancia de un gobernante en activo”.

Aún en momentos de tristeza y abatimiento está permanentemente alerta y siguiendo la enorme información que produce el gobierno de los extensos dominios de la Corona Española en torno a su poderosa persona “lenta, dubitativa, pero de férrea voluntad”.No hay que olvidar que Carlos V se ha retirado a un lugar recóndito, pero más apartado que alejado del mundo, desde el que no dejará de supervisar y seguir el curso de los acontecimientos.

Consecuencia de tal actividad, más o menos intensa, más bien más y sí constante, sería la fluidez de postas entre Yuste y Valladolid, la especial atención a la correspondencia que cifra la información, y las embajadas y visitas que le llegaban.

Otra de las grandes preocupaciones de Carlos V, que genera también la consiguiente actividad, es la de la política matrimonial de su familia, y en la que subyace su paniberismo y a la par la promesa que le hizo a la emperatriz, a petición de ella, de no atacar Portugal.

A Yuste había llegado en relativo buen estado de salud, en el que permaneció algún tiempo con altibajos. Cuando empezó a decaer y a debilitarse hasta llegar a situaciones delicadas se le escamotearía la información de los correos si esta había de ser negativa.

Carlos nunca pudo contener su intervención en los negocios públicos, pero aunque así no hubiera sido se le habría requerido para ello. Así aún no llevaba dos meses en Yuste cuando recibe la visita, primera de varias, de Ruy Gómez de Silva, recién llegado de los Países Bajos informándole de la gran ofensiva que para el verano proyectaba Felipe. Le solicitaba consejo y le pedía su presencia en aquellos escenarios. Tuvo su consejo pero no su presencia. Su estado físico, e incluso de ánimo, impedían su permanencia en ningún otro que no fuera Yuste. Intervendría en cuanto le pidieran y más, como así fue, pero de ninguna manera lo sacarían de Yuste. Desde allí, sin moverse le proporcionaría una gran ayuda económica, gracias a la buena relación que mantenía con sus famosos banqueros. Gracias a la cual pudo financiarse la batalla de San Quintín, que le deparó la alegría de la victoria y disgusto al enterarse de que su hijo Felipe no había estado al frente de sus tropas.

El descubrimiento del llamado foco luterano en Valladolid, posterior a uno ya detectado en Sevilla, conmovió las altas esferas, y a Carlos V le produjo un gran sobresalto. Tenía al luteranismo como el más formidable y ominoso enemigo de cuantos había conocido, el que lo conoció y sufrió como nadie, y del que tenía una amarga e imborrable memoria.

A partir de su experiencia piensa que aquél brote puede ser una seria amenaza a la entraña del Estado, a la Corona como institución y a la paz pública.

Ante el peligro que encierra su propagación impone una implacable represión de la herejía, haciéndoselo así saber a la Regencia y de modo formal y solemne, mediante codicilio que otorga en Yuste, a su hijo el Rey Felipe.

Había sido más que testigo de excepción, protagonista pasivo y víctima principal del caos y la ruina, mezclados en sangre que siguieron al derrumbamiento de la vieja religión en algunas partes de Alemania y Países Bajos. Creía, a la vista de su triste experiencia, que quemar unos cuantos herejes seria un mal menor.

Tan intensa actividad fue conocida por cuantos seguían la marcha de los asuntos públicos y explica la apostilla que alguien le hacia al texto de un grabado sobre su retirada del mundo y de su supuesta exclusiva dedicación a Dios que el texto expresaba. Decía aquella apostilla: “que (Carlos) no dejo de combatir por su mundo hasta el mismo instante de su muerte” y fue, decimos nosotros desde Yuste desde donde mejor pudo hacerlo, conclusión esta que junto con lo que antecede contesta larga y, entendemos que satisfactoriamente, la pregunta “leit motiv” de esta exposición;” Yuste ¿por qué Yuste?”.

Al fin la muerte. Por fin llega la muerte que más parece el final de un Auto Sacramental que el supremo trance de un simple mortal, la presencia en ella del arzobispo Bartolomé Carranza de Miranda, arzobispo de Toledo, presentado inesperadamente en Yuste, y en el que recaían sospechas de heterodoxia, infundadas, como en su día se probó, ha motivado que algunos autores extranjeros por ignorancia o por una errónea interpretación de llamémosle “la escena final “, hayan podido hablar de la muerte luterana del emperador. Otros de la muerte erasmiana del emperador.

Esta claro e incontestado que el emperador murió en el seno de la religión católica, haciendo especial profesión de su fe. Sus últimos momentos y los que le precedieron se corresponde con su personal trayectoria a lo largo de toda su vida. Su voluntad de luchar contra los enemigos de la religión católica, permanece, si cabe, más firme que nunca en su etapa de Yuste.

Su acendrada religiosidad y su preocupación, y en parte obsesión de la época, por asegurar la salvación del alma, hace que frecuente la práctica de los sacramentos con la máxima asiduidad, incluso incurrido en sus últimos días en reiteración, e incluso, cabe decirse, extralimitación de su ejercicio. Así el día anterior a su muerte, pide que le sea administrada la comunión tras haber recibido recientemente la extremaunción, lo que hacia innecesario aquél sacramento, como así se lo manifestaba su confesor, accediéndose sin embargo más tarde a su deseo al ser éste tan ardiente y suplicante.

Cumplido lo que una buena muerte aconseja, sólo cabía esperar la llegada del momento supremo que lo afronta con valor y entereza, haciendo que se le lea una parte de la Sagrada Escritura, pidiendo que se le enciendan unas velas “unas candelas benditas que guarda” y que le alcancen un crucifijo que cuelga, con el que murió su esposa la emperatriz perennemente por él recordada y que cruza en su pecho. Su último aliento será una invocación a Jesús, como consuelo y esperanza supremos. A ésta ha sido llamada por algunos muerte erasmiana, porque les recuerda la obra de Erasmo “La preparación para la muerte “editada en 1534, cuando es simplemente una muerte santa y edificante, independientemente de posibles coincidencias y de posibles criterios personales que pudieran chocar con la mentalidad de la época, y por otra parte es lo cierto que Erasmo permaneció dentro de la religión católica.

En ningún caso, hubiera cabido imaginar el menor viso de luteranismo. Carlos tenía una visión nada renacentista del sentido religioso. No perteneció a su tiempo renaciente y no puede decirse que, ni siquiera el humanismo cristiano de Erasmo lo cautivara.

El era una creación medieval que los nuevos tiempos no lo habían modificado. Tenía un sentido caballeresco cuya vigencia había sido gravemente erosionada en la nueva era que se había abierto.

La muerte y tras la muerte los funerales en todas las cortes de sus diferentes reinos. También en Yuste, pero en Yuste se da una especial circunstancia. Ha habido otro anterior previo y suscitado de algún modo por el emperador, siguiendo a su pensamiento de celebración de funeral anterior a la muerte, y respondiendo a su idea que “en el camino del hombre hay cierta diferencia entre que se lleve la luz por delante o por detrás”. Dentro siempre de la obsesión de su salvación, le somete la cuestión a su confesor Juan de Regla, quién después de las debidas deliberaciones dio su asentimiento a las solemnidades fúnebres que precedieron al fallecimiento.

Sobre la celebración de funerales en vida de la persona había un precedente que, no sabemos conociera el emperador, aunque había tenido lugar en sus dominios, concretamente en la ciudad de Lieja. Se trataba del Cardenal de Lamarck, obispo de Lieja.

Algunos autores han conceptuado los funerales “previos” como una fantasmal fabulación al no conocer referencias coetáneas de tal acontecimiento. Cuando se empieza a hablar de aquél acontecimiento con una profusión de detalles en su realización, y antes en su preparación, no es un tiempo muy lejano al de su muerte por lo que hemos de entender que efectivamente, tuviera lugar su celebración, que lo fue al día siguiente de aquél otorgado por Fray Juan de Regla, el treinta de agosto de mil quinientos cincuenta y ocho, apreciándose precipitación en celebrarlo, signo del deseo vehemente que le animaba. Entre muchos detalles cabe señalar el de vestir de luto todos los asistentes. Otro: presencia del monarca, sigue explicando el historiador de los jerónimos “con un cirio en las manos, quién empezada la misa, avanzó y entregó su cirio al sacerdote que oficiaba, como prueba de su deseo de entregar su alma en las manos del hacedor”.

Este rey llegó a España, por vez primera, sin saber español, acabó hablando y pensando en español, lengua que le merecía el juicio que se desprende de lo que en cierta ocasión ante el Papa, dirigiendo su enojo y desafío contra el rey de Francia, le decía: “no espere de mí otras palabras que de la lengua española, la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana”.

Las armas que ostentó finalmente en su sello, no fueron las imperiales ni las de la casa de Austria, de su abuelo Maximiliano, sino que escogió lucir las de España.

Dispuso ser enterrado en Yuste, salvo lo que tuviera a bien disponer su hijo, quién decidió que, junto con los restos mortales de la emperatriz, su madre, reposaran ambos en San Lorenzo de El Escorial.

En Yuste, junto al lugar de sus últimos años, reposan también, alineadas militarmente sus sepulturas, soldados alemanes, muertos en acción de guerra en zonas territoriales españolas o próximas, enterrados en España, a modo de formación fantasma que escolta y guarda el espíritu de Carlos en aquellos lugares, como súbditos privilegiados del emperador que fue el más poderoso de la tierra, siéndolo de dos mundos y al que uno de los dioses nacidos en Extremadura, -Hernán Cortés-, le recordaría haberle dado más tierras para su corona que heredado había, con ser tantas, de sus mayores.

Oct 012001
 

Manuel Rubio Andrada y Vicente Pastor González.

RESUMEN: Este monumento nos muestra una parte racional formada por el trazado d las coordenadas geográficas N-S y E-W junto a otra literaria en la que se insinúan diversos relatos en relación con el origen de las armas metálicas. Los cambios del planeta Venus parecen estar presentes en ellos.

A. LOCALIZACIÓN Y GENERALIDADES

El grabado es conocido en la cercana población de Sta. Marta con el topónimo del Águila por creerse representado en él este rapaz; la denominación tiene escaso fundamento y se aclara simplemente viendo el monumento. Con el nombre erróneo de Valdehondas aparece en una escueta relación de grabados hecha pública en 1991, cuestión que se rectifica en otra de similares características publicada en el año 2000[1].

Este monumento se localiza en el mapa 1/50000, hoja 679 denominada Aldea de Trujillo, edición de 1963 del Instituto Geográfico y Catastral; pertenece al término municipal de Santa Marta de Magasca y tiene de latitud 39º 30´ 20´´ siendo su longitud 2º 24´15´´ del meridiano de Madrid.

Para visitarle hemos de pedir autorización a los propietarios de la citada finca. Inmediatamente al entrar en ella parte un camino a la derecha, transcurramos por él 1,5 km hasta llegar al último poste de conducción eléctrica situado en dicha propiedad. Dejado allí el vehículo marchemos 200 metros hacia el N y encontraremos el monumento entre unas peñas nada singulares.

El paisaje que le rodea está formado por unas lomas suaves, cubiertas de cuidado encinar acompañado de la flora que le caracteriza y que es propia de la dehesa extremeña en esta parte de la penillanura trujillana. La tierra tiene escasa profundidad y está salpicada de pequeñas y abundantes crestas de pizarra generalmente romas aunque a veces se conservan notablemente afiladas y orientadas con un ángulo próximo al meridiano N-S. Hacia el N el paisaje poco a poco se vuelve más abrupto; la inclinación de los cerros se acentúa cada vez más hasta formar pequeños valles cada vez más encajados. Un par de km en esa dirección corre el río Magasca en sentido E-W formando un escarpado ribero conmarcadas pendientes tanto en solanas como en umbrías; en él, entre el encinar, es fácil tropezar con notables acebuches totalmente asilvestrados; la orilla del río se encuentra salpicada por numerosos fresnos.

Así pues, este terreno no es muy apto para la agricultura debido a la escasa profundidad que en general ofrece, esta cuestión se acentúa en las cercanías del río que discurre como ya se ha mencionado, intensamente encajado. La ganadería en cambio ofrece mejores perspectivas sobre todo en forma de pastoreo. La fauna menor es muy abundante presentando ecosistemas muy completos debido en general a una buena gestión cinegética si bien en explotaciones cercanas los depredadores son perseguidos sin piedad.

La roca que sirve de soporte a este monumento es una pizarra no muy dura, de color gris; aunque no es la única que presenta una superficie bastante plana y horizontal, si destaca de las demás de su entorno por presentar un mayor truncamiento cerca de su base y por estar especialmente alisado. Su forma tiende a ser un triángulo aunque de lados muy irregulares; mide de eje N –S 1,40 cm y de E – W 1,30 cm. Muestra la superficie elevada del suelo unos 5 cm; hacia el N presenta un espacio rebajado escasamente un centímetro que hemos señalado en el dibujo con una línea de puntos. Numerosos líquenes de varias tonalidades, sobre todo grises, cubren la mayor parte su extensión (Fig. 1).

Fig 1

Figura 1.- Grabado de Valdehonduras (completo). Sta Marta de Magasca (Cáceres)

En una superficie contigua hacia el W y 7,5 cm más baja, hay grabados un escaso número de trazos. Entre estos destaca el perfil de un podomorfo inciso por abrasión y cortado a la altura del nacimiento de los dedos por un trazo igualmente realizado de 17 cm; la longitud mayor de la figura es de 15 cm y 8,5 cm es su ancho; está situado a 8,5 cm al W del extremo izquierdo de una forma de hacha.

Unos 40 cm hacia el S hay alisado otro espacio menor en una pizarra cercana, algo más elevado, 17 cm, que no presenta dibujo alguno, este espacio tiende a ser rectangular y mide 110 cm de ancho en sentido E-W y 54 cm de profundidad; es un lugar idóneo, por su comodidad, para una paciente observación del monumento dando la frente al N. El espacio es demasiado amplio para una persona, da la impresión que pudo estar concebido para dos individuos lo que puede llevarnos a atribuirle una segunda finalidad didáctica. Suponemos que posicionados en este lugar observarían e iniciarían en los contenidos simbólicos del monumento siendo éste el lugar más natural para acometer su estudio.

Los 159 trazos han sido realizados por incisión frotando la roca con alguna herramienta dura y cortante en continuos movimientos de vaivén, su profundidad oscila desde varios centímetros los más profundos hasta el milímetro los superficiales. Las cazoletas, en número de 40, presentan superficies bastante bien pulidas menos la situada más al N que se realizó muy superficialmente por piqueteado; por lo general tienen forma de casquete esférico excepto la mayor que es elíptica; la mayoría son de diferentes dimensiones tanto en diámetros como en profundidades (Lám 1).

VALDEHONDURAS Lám I

Lámina I.- Grabado de Valdehonduras (completo). Sta Marta de Magasca (Cáceres)

Todas las formas, excepto el mencionado podomorfo y los trazos esparcidos en esas superficies, las consideramos intencionalmente distribuidas en un mismo conjunto; éste se organizó al menos en tres claros subconjuntos. El subconjunto A es el situado al W y limitado del resto por una profunda línea incisa. Es fácil observar en la parte N un espacio rebajado en 1 cm; las figuras que posee tienen independencia del resto de las formas y lo denominamos subconjunto B; todavía en este se aprecia un bajo relieve en el mismo sentido ocupado por la única cazoleta realizada mediante piqueteado. Los demás signos constituyen el C; las figuras de este último, dado su abigarramiento, y por facilitar el orden en la exposición le añadimosuna letra minúscula según el cuadrante que ocupan.

Al describir los trazos damos su situación, medida, y ángulo superior aproximado con respecto al eje N-S geográfico, cuestión que no volveremos a mencionar a lo largo del trabajo.

B. CATÁLOGO

SUBCONJUNTO A

Este subconjunto se situó en la parte superior izquierda del soporte y se encuentra acotado en el N, S y W por los límites naturales de la roca y en el E por un gran trazo ligeramente curvo (Fig. 2).

FIGURA 1.- Corresponde a la línea mencionada que sirve de límite por el E con el subconjunto B; mide 97 cm y está formado por dos segmentos concatenados y ligeramente cóncavos hacia la izquierda; en general tiene una inclinación derecha de unos 35º.

FIGURA 2.- Es un trazo de 11 cm situado en la parte media superior de este espacio; se dispuso inclinado hacia la derecha en un ángulo próximo a los 45º.

FIGURA 3.- Corresponde a un trazo de 4,5 cm, situado unos 3 cm bajo el anterior y realizado en una disposición parecida aunque muy inclinado hacia la derecha.

FIGURA 4.- Es un ángulo formado por lados de 5 cm, está situado 2 cm bajo la línea anterior de la que su lado superior es paralelo; tiene una abertura aproximada de 25º – 30º. El vértice situado en la parte derecha se remató con una cazoleta muy superficial.

FIGURA 5.- Este trazo tiene 12 cm y está situado 6,5 cm a la derecha de los anteriores; se realizó formando un ángulo por la derecha muy próximo a la vertical.

FIGURA 6.- Es un trazo de 4 cm, situado 1,5 cm a la derecha de la figura anterior; se dispuso inclinado unos 40º hacia ese mismo lado.

FIGURA 7.- Mide este trazo 25 cm y se situó próximo por la derecha de los anteriores, comenzando superiormente al mismo nivel; su ángulo hacia ese mismo lado está próximo a los 35º.

Fig 2

Figura 2.- Grabado de Valdehonduras. Los conjuntos

FIGURA 8.- Esta línea mide 6,5 cm y fue realizada con un ángulo de 45º a la derecha de la parte inferior del trazo mencionado.

FIGURA 9.- Corresponde a una cazoleta pulida de 2,5 cm de diámetro y menos de 1 cm de profundidad; está situada a poco más de 1 cm de la prolongación superior de la línea 8.

FIGURA 10.- Es un trazo de 10 cm inclinado hacia la derecha con un ángulo de 60º; fue realizado a la derecha y bajo la línea 8.

FIGURAS 11 y 12.- Continuando a la derecha por la parte superior, a poca distancia de la cazoleta número 9, hay trazadas dos líneas de 3,5 cm y 4,8 cm; ambas están separadas 2 cm siendo paralelas.

FIGURA 13.- Hacia el centro de este espacio y algo más separada del resto de las formas, hay grabada una cazoleta de 8,5 cm de diámetro y 2,5 cm de profundidad, es la segunda en tamaño de todo el conjunto.

FIGURAS 14 Y 15.- Unos 3 cm bajo la cazoleta anterior se realizaron dos ángulos adyacentes; el lado común mide 3 cm y forma inferiormente a la izquierda, un ángulo unos 135º y superior de 45º; el otro lado mide 8,2 cm y es paralelo a la línea de división de este subconjunto.

FIGURA 16.- Separada unos 10 cm de estas formas centrales, hacia la parte inferior izquierda, hay grabad un cuadrilátero cuya base inferior mide 4,5 cm y 3,5 cm la superior, las líneas laterales tienen 8,5 cm. La base superior se prolongó 21 cm a la derecha y se remató en pequeña cazoleta., Para obtener la inferior se utilizó un lado de otra forma de trapecio a la que se muestra concatenada.

FIGURA 17.- Esta situada a la izquierda de este espacio y bajo la forma anterior a la que, como hemos mencionado, permanece unida. Es un trapecio cuya base inferior mide 2,3 cm y la superior tiene 7,7 cm; su altura es de 15,7 cm, está bien marcada aunque no se realizaron unos mm en los extremos; tiene esta línea una inclinación derecha de 45º que define la disposición de toda la figura; la base más pequeña, situada en la parte superior derecha, presenta forma redondeada y se prolongó inferiormente 17,5 cm. La figura nos muestra la forma de un hacha con acanaladura central o bien con nervio central de refuerzo como las alabardas propias del Bronce I, ofreciendo además un corto enmangue.

FIGURAS 18, 19, 20 Y 21.- Los tres primeros trazos miden 3 – 5,5 y 5,2 cm; se dispusieron uno bajo otro a 2 y 2,7 cm; los dos primeros tienen tendencia horizontal y el tercero no sobrepasa los 45º por la derecha. El número 21 es otro de 5,5 cm realizado a la derecha de los anteriores y unido al extremo de esta misma parte del más central con el que forma un ángulo de 90º. Los cuatro ocupan el ángulo inferior formado por el hacha y su enmangue.

FIGURA 22.- Corresponde a una forma de cazoleta de 3,5 cm y escasa profundidad situada 6 cm bajo el extremo inferior de la empuñadura del hacha.

FIGURA 23.- Este trazo mide 5 cm y se inclinó unos 60º a la izquierda; su extremo inferior parte de la zona superior de la cazoleta anterior.

FIGURA 24.- Es un trazo de 6,3 cm cuyo extremo inferior acaba en el W de la cazoleta número 22; tiene un ángulo de inclinación izquierda próximo a los 45º.

FIGURA 25, 26 Y 27.- El número 25 es un trazo de 8 cm, algo menos inclinado hacia la izquierda que los anteriores y se situó 4 cm al W de la cazoleta. De su parte media por la derecha parte en sentido superior otro, el número 26, que tiene 5,3 cm de longitud y posee una inclinación al lado contrario con ángulo de unos 45º. Ambos forman un ángulo adyacente de parecida angulación que los números 14 y 15 aunque en distinta disposición. En el extremo superior del número 25 comienza otro de 9,2 cm, el número 27, que llega hasta el extremo inferior del mango del hacha. Con el trazo 25 forma un ángulo recto de abertura inferior derecha y con el mango del hacha un adyacente semejante al descrito en primer lugarpero con la abertura de 45º en la parte inferior.

FIGURA 28.- Es un trazo de 7,6 cm, muy inclinado a la derecha y situado entre la parte inferior del filo del hacha y el vértice del ángulo recto.

FIGURA 29.- Es una línea de 6,3 cm situada unos 7 cm de la parte inferior derecha de la cazoleta número 22; su inclinación izquierda es de 60º.

FIGURAS 30, 31 Y 32.- Son tres líneas paralelas y equidistantes de 8,6 cm, situadas 2,5 cm a la derecha de esta cazoleta siendo algo menor su distancia al mango del hacha. Fueron colocadas una bajo la otra, distantes 1,5 cm e inclinadas a la derecha con un ángulo en torno a los 40º.

FIGURA 33.- Corresponde a un trazo de 6 cm situado en el extremo derecho de los anteriores y tiene una inclinación superior izquierda en ángulo próximo a 45º.

FIGURA 34.- Es un nuevo ángulo adyacente formado por un trazo de 6,3 cm que tiende a la verticalidad y otro de 12,2 cm, paralelo a la línea de separación del subconjunto siendo semejantes a los anteriores las aberturas angulares y parecida su disposición al formado por los trazos 14 y 15.

FIGURA 35.- Superiormente a 2 cm de todos estos trazos y casi perdida, hay una forma de flecha en sentido izquierdo; sus alerones miden 7,8 cm y su abertura total es de 45º; el lado inferior tiende a ocupar la posición horizontal y su vértice está próximo al mango del hacha.

SUBCONJUNTO B

Este subconjunto se situó a la derecha del gran trazo que corta el soporte en su tercio izquierdo superior. Hacia el N la superficie presenta un rebaje de 1 cm en su altura, la cuestión no pasó desapercibida para el autor que distribuyó las formas sin traspasar el límite que marca la pequeña diferencia de relieve (Fig. 2).

FIGURA 1.- Corresponde a una cazoleta de 2,5 cm de diámetro realizada muy superficialmente mediante piqueteado; se situó en la parte superior, algo alejada del resto de las formas y ocupa otro ligero bajo relieve que allí tiene el soporte.

FIGURA 2.- Esta figura está formada por dos líneas de 12 cm y 14,5 cm dispuestas en forma de cruz aspada con ángulo superior e inferior de 120º; se situó bajo la cazoleta piqueteada de la parte superior y algo a la izquierda.

FIGURA 3.- Es un trazo de 16,5 cm inclinado hacia la derecha con un ángulo superior de unos 35º; es paralelo a la parte superior de la línea de separación de los dos subconjuntos de la que está a 3 cm.

FIGURA 4.- Corresponde a una cazoleta mal conservada pero de apariencia pulida de 3 cm de diámetro y unos mm de profundidad; se situó unos 6 cm bajo la cruz anteriormente enumerada y a su izquierda.

FIGURA 5 y 6.- El primer trazo mide 29,3 cm y parte inferiormente de la cazoleta número 4 siendo paralelo al número 3 y está situado 2,5 cm a su derecha.. En su extremo inferior se inserta el número 6 que mide 10,5 cm y forma un ángulo superior de unos 15º constituyendo una forma de arpón.

FIGURAS 7 Y 8.- Son dos trazos de 8 y 4 cm formando un cerrado ángulo agudo con abertura superior derecha de 25º y situado a 3 cm de la parte derecha inferior arponada.

FIGURA 9, 10 Y 11.-La figura 9 es un largo trazo de 29 cm que comienza también en la parte central e inferior de la cazoleta 4; forma un ángulo inferior con el trazo 5 de unos 25º. El número 10 mide 7 cm que se une al anterior a 5,8 cm del extremo inferior por la parte derecha; se dispuso formando con él un ángulo de 45º. La figura 11 es una cazoleta pulida de 2 cm de diámetro y escasa profundidad situada en el extremo inferior del trazo número 9.

FIGURA 12.- Es un largo trazo de 33 cm que parte inferiormente por la derecha de la cazoleta número 4, forma un ángulo inferior con el número 9 de unos 25º. En realidad divide este espacio en dos partes.

FIGURA 13.- Es un trazo horizontal de 16,5 cm situado bajo el ángulo que forman los trazos 5 y 9 a cuya parte inferior corta a unos cm de su extremo.

FIGURA 14 Corresponde a una cazoleta de 3,5 cm de diámetro y escasos mm de profundidad; está situada a 3 cm de la parte superior derecha de la figura 12.

FIGURA 15.- Es otra pequeña cazoleta de 1,5 cm de diámetro y escasos mm de profundidad, se situó 1,5 cm por la parte central derecha del trazo número 12.

FIGURA 16.- Inferiormente, muy próximo por su derecha, hay un trazo de 6,7 cm de tendencia horizontal.

FIGURAS 17 Y 18.- Son dos trazos paralelos de 6,7 cm, situados uno bajo el otro a 2,5 cm se colocaron a 1,5 cm del extremo derecho de la figura anterior; su inclinación izquierda está próxima a los 75º.

FIGURAS 19 Y 20.- Estos dos trazos, también paralelos, se iniciaron 3 cm bajo la parte central del número 16; miden 10 y 17,2 cm y su inclinación superior es semejante a la de los anteriores siendo paralelo a los mismos.

FIGURA 21.- Este trazo mide 9 cm y se situó unos 5 cm bajo la parte central del número 20; su disposición se acerca bastante a la horizontal.

FIGURA 22.- En la parte inferior derecha de este grupo de figuras se realizaron varios ángulos en disposición adyacente; el lado superior se inclinó unos 20º a la izquierda y mide 26 cm; tiene en su parte derecha una línea de unos 14 cm que se dobló en su parte inferior hasta insertarse en el trazo mencionado. Continúa hacia abajo el primer trazo descrito torciendo ligeramente a derecha y formando el lado inferior de un ángulo; se curva suavemente en su extremo hacia la izquierda; mide 9 cm. Partiendo del vértice hacia la izquierda hay tres ángulos: el inferior formado por el lado descrito y un trazo de 8 cm, tiene unos 45º; el ángulo medio es de unos 60º y se forma con otro trazo de 11 cm; éste últimoforma con el primero un ángulo de 90º en la parte superior derecha.

SUBCONJUNTO C

Es el más extenso y ocupa la parte central del conjunto. Su límite por la parte superior es el mencionado cambio de plano del soporte; por la parte derecha e inferior los límites naturales de la roca y por la izquierda el gran trazo separador del subconjunto A. La superficie es pues de la misma naturaleza y bastante horizontal aunque no totalmente plana igual que las ya reseñada e idéntico su estado de conservación. El espacio puede considerarse dividido en cuadrantes por dos rectas profundamente grabadas que no llegan a ser perpendiculares. Esos cuadrantes los denominamos a-b-c-d y nos ayudarán a distribuir en varias zonas los numerosos trazos que guardan.

SUBCONJUNTO C-a

Se situó en la parte superior izquierda de este espacio que en la parte central continúa sin limitación (Fig. 2).

FIGURA 1, 2 Y 3.- Estas tres líneas miden 19 – 24 y 28,5 cm; tienen tendencia paralela y están inclinadas con una angulación superior hacia la derecha de unos 45º. Se situaron una al lado de otra, cerca del trazo que sirve de límite por la izquierda de este grupo. Hay que destacar el grosor y profundidad de la línea número 3.

FIGURA 4.- Esta figura corresponde a un tracito de 3 cm que tiene la línea número 2 en su parte media izquierda. Inclinado, semeja un alerón de arpón.

FIGURA 5.- Es otro semejante situado a la izquierda de la figura 3; aunque de mayor tamaño -6 cm- e inclinación, no llega a insertarse.

FIGURA 6.- Es un pequeño ángulo agudo de unos 25º, cuyos lados miden 3,2 cm y con abertura superior derecha; se situó a 2,5 cm de la línea de separación con el subconjunto A e inmediatamente bajo las formas anteriores.

FIGURA 7.- Corresponde a un trazo de 9 cm con inclinación izquierda de 45º; se situó en la parte superior izquierda del meridiano central N-S y a 2,5 cm de su extremo superior.

FIGURA 8.- En un espacio lineal algo inferior, hacia la parte central de esta zona, observamos una nueva cazoleta de 2,7 cm de diámetro.

FIGURA 9.- Inmediatamente a la derecha de la figura anterior hay un trazo de 7,5 cm inclinado hacia la derecha con un ángulo de 45º.

FIGURAS 10, 11, 12 Y 13.- Continuando un centímetro hacia la derecha, en la misma alineación, se observan cuatro trazos de tendencia paralela al eje central vertical estando separados uno de otro 2,7 cm; sus medidas son 11 – 13,5 – 15 y 24 cm; el último traspasa el paralelo central justo en su extremo derecho y continúa por debajo de esta zona donde es cortado por dos segmentos de 2,7 cm, paralelos y de tendencia horizontal. Su parte superior corta al segmento número 7.

FIGURA 14.- Es un trazo muy inclinado hacia la izquierda, casi de tendencia horizontal que mide 7,5 cm se situó cortando los trazos anteriores en su parte media.

FIGURA 15.- Corresponde a una cazoleta de 1,8 cm de diámetro situada a la izquierda y en la parte baja de esta zona.

FIGURAS 16.- Es un trazo de 18 cm grabado con mucha intensidad, se situó en la parte baja central de esta zona, su inclinación es hacia la izquierda y cercana a la horizontal. En la zona media de su parte superior izquierda, se realizó un pequeño alerón de 2,8 cm inclinado a la derecha 45º.

En la parte superior izquierda de la figura anterior se puede apreciar un corto número de trazos, por estar muy desvaídos preferimos no enumerarlos.

FIGURA 17.- Este trazo es horizontal, mide 25,5 cm y se realizó con una profundidad todavía mayor, bajo todas las formas anteriores; corresponde a un paralelo muy próximo al equinoccial que indica E –W.

SUBCONJUNTO C-b

Se encuentra situado bajo el cuadrante anterior; hemos preferido no seguir la metodología lineal y dar ahora su enumeración por existir numerosos enlaces entre los dos cuadrantes situados a la derecha del eje vertical, por esta cuestión pensamos que es mejor describir esas zonas una a continuación de otra. La relación interior de las formas que lo componen determinan una catalogación que, en determinados momentos, se aleja igualmente del orden descriptivo habitual ello es debido a la conjunción de formas que parece existir y podría referir cuestiones algo independientes (Fig. 2).

FIGURA 1.- Corresponde a una cazoleta de 4 cm de diámetro y escasa profundidad, fue situada en la parte central superior de este espacio.

FIGURA 2.- Es un tracito de 5,2 cm situado 2 cm a la derecha de la cazoleta anterior; se realizó con un ángulo superior derecho de 40º.

FIGURA 3.- Es otra cazoleta de 3,5 cm de diámetro y profundidad semejante a la número 1, fue realizada 2,3 cm a su derecha y algo más baja. De su parte inferior se desprende un trazo de 4,8 cm formando con la vertical un ángulo en la parte superior derecha de unos 40º.

FIGURA 4.- Corresponde a un trazo de 15 cm, inclinado hacia la derecha con ángulo de 45º; su zona central está realizada 1,5 cm bajo la cazoleta anterior.

FIGURA 5.- Esta figura está formada por dos ángulos adyacentes, el lado mayor mide 14,8 cm y el menor 5 cm; fueron realizados con un ángulo superior izquierdo de 45º e inferior de 135º hacia el mismo lado. Se situó 3 cm bajo la parte media inferior de la forma anterior y su extremo superior corta al trazo siguiente.

FIGURA 6.- Esta numeración corresponde a un nuevo trazo de 26 cm situado a la derecha de este espacio y con una inclinación izquierda de unos 20º.

FIGURA 7.- Es un tracito de 3,8 cm situado perpendicular a la línea anterior; la corta a 12 cm de su extremo superior.

FIGURA 8.- Es un trazo de 10,5 cm cuyos dos últimos centímetros cortan perpendicularmente a la línea número 6; está situado 4 cm bajo la figura anterior y su extremo derecho queda en el borde de la cazoleta oval.

FIGURA 9.- Corresponde a otro trazo de 5,5 cm dispuesto como el anterior y 4 cm bajo él.

FIGURA 10.- Siguiendo la línea número 6, se limitó su extremo inferior con la parte central de un trazo horizontal de 4 cm.

FIGURA 11.- Volviendo a la parte superior, a la izquierda, encontramos esta línea de 19 cm trazada con profundidad; su angulación es de 45º hacia la izquierda.

FIGURA 12.- Bajo ella, a 2 cm, hay otra paralela de 16 cm.

FIGURA 13.- Inferiormente, por la parte derecha de los trazos anteriores, hay otro más, de 13,2 cm realizado con mayor intensidad y profundidad; su inclinación izquierda es de 70º.

FIGURA 14.- El extremo superior de la forma anterior corta por la zona media de otro trazo de 14,5 cm, cuya inclinación izquierda es de 45º. Forman ángulos adyacentes.

FIGURAS 15 Y 16.- La primera de ellas mide 4,2 y 6 cm la segunda, son paralelas y verticales; su separación es de 2 cm y están situadas desde 2 cm del extremo inferior de la línea 13 en la que se insertan sus extremos superiores.

FIGURA 17.- Es una cazoleta de 2 cm de diámetro y escasa profundidad situada a 1,5 cm de la parte inferior derecha del trazo anterior.

FIGURA 18.- Es otra cazoleta de 2,7 cm de diámetro situada 1,3 cm a la izquierda de la zona media del segmento 14.

FIGURA 19.- Corresponde a dos trazos de 7 cm que forman ángulos adyacentes semejantes a los ya descritos. Como casi siempre el ángulo menor mide 45º y presenta su abertura hacia la parte superior izquierda. Están situados en la parte inferior izquierda de este cuadrante.

FIGURA 20.- Es una cazoleta de 3,8 cm de diámetro y profundidad semejante; se situó a 3 cm de la figura 19, en su parte inferior derecha.

FIGURAS 21, 22 y 23.- Son tres trazos verticales y paralelos de 8,4 – 6,2 y 6 cm; el primero por la izquierda fue realizado 4 cm a la derecha de la anterior cazoleta y la distancia entre ellos es de 1 cm.

FIGURA 24, 25 Y 26.- Estos tres segmentos fueron grabados a la derecha de los anteriores y miden 8,3 – 7,4 y 9,3 cm, El primero y el último son paralelos presentando una inclinación de unos 50º a la izquierda; el central se inclinó algo más hacia el mismo lado; su separación media es de 2,5 cm y sus extremos izquierdos se insertan en la parte media superior derecha del número 23.

FIGURA 27.- Este trazo mide 4,2 cm y su extremo derecho está a 1,5 cm del extremo del mismo lado de la línea anterior; su disposición está próxima a la horizontal.

FIGURA 28.- Corresponde a una cazoleta de 3,8 cm de diámetro y unos mm de profundidad; está situada 3,5 cm a la derecha de los trazos anteriores.

FIGURA 29.- Está formada por ángulos adyacentes cuyos lados miden 3 y 7 cm; el extremo inferior del lado pequeño corta al mayor en su parte central determinando ángulos de 45º hacia la izquierda. Los extremos superiores de estos trazos están limitados por las cazoletas números 28 y 30.

FIGURA 30.- Es una forma de pequeña cazoleta que parece solamente insinuada en el extremo superior del trazo pequeño de la figura anterior.

FIGURA 31.- Es un trazo de 5,3 cm realizado con inclinación derecha de 45º y situado en la zona media inferior del espacio de este subconjunto.

FIGURA 32.- Corresponde a un largo trazo horizontal de 23 cm situado hacia la derecha de la parte más baja de todo este subconjunto.

FIGURA 33.- Es un tracito de 2 cm realizado en la zona media inferior de la parte derecha del segmento anterior; su inclinación izquierda es de solo unos 15º.

SUBCONJUNTO C-c

Los signos que ocupan la parte derecha de este subconjunto no presentan la acusada independencia que ocurre con los enumerados anteriormente; frecuentemente se articulan e incluso invaden el espacio de otro cuadrante manteniendo curiosas intersecciones. El que ahora estudiamos ocupa el cuadrante superior derecho determinado por el meridiano y el paralelo centrales (Fig. 2).

FIGURAS 1, 2 Y 3.- Son tres trazos de 12,5 – 19,5 y 12,5 cm, sus comienzos se situaron superiormente a la izquierda, muy cerca de la línea de cambio de relieve y el espacio que ocupan proviene sin limitación desde la parte superior izquierda. Los tres son paralelos y presentan una angulación derecha próxima a los 45º, su separación interior es de 1,5 cm. El central aparenta doblar su extremo inferior hacia la cazoleta que corona el meridiano central y la parte superior parece prolongarse con uno de los lados de los adyacentes situados en el extremo derecho inferior del subconjunto B a cuyo vértice parece dirigirse; ambas cuestiones se presentan algo difusas.

FIGURA 4.- Es un ángulo agudo de abertura derecha y próximo a los 45º; su lado superior mide 14 cm y 26,5 cm el inferior que se posicionó más bajo que la horizontal y corta varios segmentos hacia la derecha.

FIGURA 5.- El ángulo anterior tiene marcada parcialmente la bisectriz con un segmento de 7,5 cm que comienza por la izquierda a 4 cm del vértice.

FIGURA 6.- En el extremo derecho del segmento anterior se realizó una pequeña cazoleta de 1,8 cm de diámetro y escasos mm de profundidad.

FIGURA 7.- En la parte superior derecha, muy cerca del límite superior, se realizó un ángulo agudo de escasa abertura hacia la parte inferior izquierda –unos 20º-; sus lados miden 7,5 cm el superior y 8 cm el inferior.

FIGURA 8.- Esta numeración pertenece a una cazoleta de 3,5 cm de diámetro y unos mm de profundidad; se situó 6 cm a la derecha de la parte superior del meridiano central.

FIGURA 9.- Corresponde a un trazo de 31 cm que comienza en la parte inferior derecha de la cazoleta anterior; se realizó con una abertura hacia el lado izquierdo, algo menor de 45º. Corta a varios trazos situados tanto en este cuadrante como en el inferior del mismo lado.

FIGURA 10.- Esta figura corresponde a un trazo de 6,5 cm, inclinado unos 45º a la derecha; su extremo inferior se situó a 6 cm de la parte superior del mismo lado de la figura anterior. Puede considerarse continuación del trazo 18.

FIGURA 11.- Es una pequeña cazoleta de 1,5 cm de diámetro y en torno al cm de profundidad. Se situó a 2,5 cm de la parte inferior derecha del trazo anterior.

FIGURA 12.- Pasado un trazo que se vertebra centralmente en la parte superior del segmento horizontal, nos encontramos un ángulo agudo de pequeños lados, miden 3 y 2,5 cm, tiene una abertura cercana a los 45º y se orientó hacia la parte superior derecha; su lado inferior es horizontal.

FIGURA 13.- Pertenece a una cazoleta de 3 cm de diámetro y unos mm de profundidad; se situó 2,3 cm bajo la figura anterior y algo a su derecha.

FIGURA 14.- Volviendo a la parte izquierda, en una alineación inferior encontramos este trazo de 12,3 cm, de tendencia horizontal y situado a 1,5 cm del meridiano central, hacia el centro de su mitad derecha.

FIGURA 15.- Es una cazoleta de 3,8 cm de diámetro y cerca del centímetro de profundidad, se situó 2,7 cm a la derecha del centro del mencionado meridiano. Remata el extremo izquierdo del paralelo que sirve de límite inferior de esta zona del subconjunto.

FIGURA 16.- Corresponde a un trazo de 5,5 cm es paralelo al eje vertical central del que dista 3,8 cm. Su extremo inferior acaba en la cazoleta número 15 y el superior en el trazo 14.

FIGURA 17.- Es otro segmento de 6,8 cm cuya parte inferior está también insertada en la misma cazoleta aunque algo más a la derecha, termina inferiormente en el trazo número 14.

FIGURA 18.- Este trazo mide 9,4 cm y se insertó, como los anteriores, cerca de la parte media derecha de la cazoleta mencionada; es la continuación inferior del trazo número 10 aunque actualmente no permanecen unidos.

FIGURA 19.- Es un largo trazo de 39 cm; su extremo izquierdo comienza en la parte derecha de la cazoleta número 15 prolongándose hacia el E. Desde esta parte los primeros 23 cm se presentan horizontalmente y realizados con intensidad y anchura; a partir de esos cm la línea se quebró ligeramente hacia arriba 16 cm más. En él se articulan varios segmentos más tanto en el cuadrante que ahora estudiamos como en el inferior.

FIGURA 20.- En la parte media superior del trazo número 19 termina inferiormente otro de 17,5 cm en posición vertical.

FIGURA 21.- Es una cazoleta de 2,5 cm de diámetro y escasa profundidad realizada en el extremo superior del trazo número 20.

FIGURA 22.- En el centro del cuadrante superior derecho de la cazoleta número 21 comienza este trazo de 13,5 cm que se dirige hacia la derecha con un ángulo superior de unos 60º.

FIGURA 23.- En el extremo derecho del trazo anterior se realizó una cazoleta de 1,8 cm de diámetro.

FIGURA 24.- Bajo la unión del trazo 22 con la cazoleta número 23, comienza otro de 14 cm; se dirige hacia el SW y forma un ángulo agudo de muy escasa abertura con el número 22.

FIGURA 25.- Corresponde a un trazo de 11,5 cm que corta al ángulo descrito a 2 cm de la cazoleta número 23. Su terminación inferior está muy próxima a la cazoleta número 27. Forma un ángulo hacia la izquierda con la vertical cercano a los 40º.

FIGURAS 26 Y 27.- Son dos cazoletas; la primera está situada a unos mm del extremo inferior del trazo anterior y mide 3 cm de diámetro. Entre ella y la número 23 se sitúa la 27 que tiene solamente de diámetro 1,7 cm, ambas tienen de profundidad unos milímetros.

FIGURA 28.- Esta numeración corresponde a una cazoleta de 2 cm de diámetro situada a la derecha de la parte central del gran segmento número 19; en ella se articulan dos trazos, uno superior y otro inferior y se flexiona ligeramente hacia la parte superior el paralelo central número 19.

FIGURA 29.- Es un segmento de 22 cm, paralelo al eje vertical e inferiormente termina en la cazoleta número 28.

FIGURA 30.- Es otra cazoleta de 4 cm de diámetro y unos mm de profundidad que remata la línea 19 en su extremo derecho.

FIGURAS 31 Y 32.- Corresponden a dos segmentos que parten del cuadrante superior derecho de la cazoleta número 30; miden 14,3 cm el superior y 5,2 cm el inferior, ambos se representaron paralelos y con tendencia horizontal.

SUBCONJUNTO C-d

El cuadrante inferior derecho del subconjunto C es el que presenta mayor abigarramiento en su ordenación, en ocasiones las figuras parece que se doblaron por varias articulaciones en un intento de ocupar un espacio demasiado reducido para todos los contenidos que en el se dispusieron mediante los signos más simples (Fig. 2).

FIGURA 1.- Corresponde a un tracito de 4 cm situado muy próximo a la parte media del eje vertical y naturalmente a su derecha. Fue realizado con un ángulo algo mayor de 45º hacia el lado derecho.

FIGURA 2.- Unos 5 cm más abajo se encuentra una pequeña cazoleta de 2 cm de diámetro y escasa profundidad.

FIGURA 3.- Continuando unos 2,5 cm a la derecha encontramos un trazo de 13,5 cm que, aunque realizado con tendencia vertical, se muestra ligeramente inclinado hacia la derecha con un ángulo de 15º. Este trazo se inserta superiormente en la parte inferior del gran trazo horizontal, muy cerca del límite izquierdo; inferiormente concluye en otro horizontal que parece dividir todo este espacio inferior excepto unos centímetros por la derecha.

FIGURA 4.- Es una cazoleta de 2 cm de diámetro y escasa profundidad, situada a 2,5 cm de la parte superior derecha del trazo anterior y a 2,9 cm del gran trazo superior.

FIGURA 5.- Es un trazo de 8 cm, paralelo al número 3 y situado 5,5 cm a su derecha. Superior e inferiormente se encuentra concatenado a otros dos de tendencia horizontal, los números 6 y 7.

FIGURA 6.- Corresponde a un segmento horizontal de 20,5 cm. Su extremo izquierdo comienza en la parte inferior del reseñado anteriormente y por la derecha se une al número 8 de este mismo grupo.

FIGURA 7.- Es otro trazo también horizontal, de 17 cm, cuyo extremo derecho comienza en la parte superior del número 5 y el izquierdo lo hace en la misma parte del número 8.

FIGURA 8.- Este trazo mide 14,4 cm y se realizó con el mismo ángulo de inclinación superior que el número 3 y 5 pero en sentido contrario. Su parte superior comienza en el extremo derecho del número 7 y la parte inferior sobrepasa el número 6 hasta insertarse en el número 24. Forma con los números 5, 6 y 7 un trapecio cuyas bases se sitúan en la parte superior e inferior.

FIGURA 9.- Corresponde a un pequeño trazo de 3 cm situado en el tercio superior derecho de la figura 5; tiene una inclinación derecha de 80º.

FIGURA 10.- Es un ángulo de 90º con abertura superior derecha y está formado por dos trazos de 10 y 11,5 cm. La parte superior del lado pequeño, el más vertical, se inserta en el eje horizontal que divide los dos cuadrantes, a 11,3 cm de su extremo izquierdo.

FIGURA 11.- Es una pequeña cazoleta de 1,5 cm de diámetro y escasa profundidad. Se encuentra situada 2 cm bajo el eje superior horizontal y a 19 cm de su extremo izquierdo.

FIGURA 12.- Es un trazo de 7 cm realizado formando un ángulo de 45º con el trazo número 8; su vértice está situado en la zona media del trazo apuntado y su abertura se situó hacia el lado superior derecho.

FIGURA 13.- De la parte inferior de la cazoleta número 28 del subconjunto superior salen tres segmentos concatenados. El primero tiene 17 cm y se realizó en sentido SE; unos 3,3 cm antes de su extremo inferior comienza otro de 20,6 cm hacia la parte izquierda y ligeramente convexo hacia esa parte; en el extremo inferior de éste comienza el tercero que es completamente recto y mide 19,7 cm formando con el trazo anterior un ángulo de 135º, su abertura es hacia la izquierda.

FIGURA 14.- Este nuevo segmento mide 7,6 cm y es continuación del número 12, da la impresión que se interrumpió por no cortar al número 13. Su extremo superior se inserta en el gran trazo horizontal que separa estos dos cuadrantes.

FIGURA 15.- En el punto de contacto anterior en la línea superior comienza otro segmento de 14,7 cm trazado hacia abajo; forma un ángulo de 30º con la vertical y su abertura es hacia el lado izquierdo.

FIGURA 16.- En la parte baja de la cazoleta que remata por la derecha el gran trazo horizontal medio, comienza una línea que se extiende hacia la parte inferior quebrada en dos segmentos. El primero mide 22,3 cm y se dispuso algo más cerrado que la paralela trazada al número 15; en su parte inferior comienza el otro segmento de 12,7 cm, éste se flexionó ligeramente hacia la izquierda hasta alcanzar la parte media del número 13 de este mismo grupo.

FIGURA 17 Y 18.- Dentro de la zona de tendencia rectangular situada en la parte central y superior de este grupo de formas hay un trazo y una cazoleta que corresponden a esta numeración. La figura 17 es un trazo de 8 cm cuya parte inferior termina en el gran trazo número 9 que desde el grupo anterior invade éste. Es perpendicular al mismo y por ello forma con él por la derecha dos ángulos rectos. El extremo superior del trazo 17 termina en la cazoleta 18 que tiene de diámetro 2,6 cm y no llega al centímetro de profundidad.

FIGURA 19.- Corresponde a una pequeña cazoleta de 2 cm de diámetro y escasa profundidad, situada a 2 cm de la unión de los trazos 8 y 12 de este mismo grupo.

FIGURA 20.- Es un trazo de 11,5 cm dispuesto en disposición próxima a la horizontal y realizado a la derecha del trazo número 8; comienza por su izquierda a 4,5 cm del extremo inferior del citado segmento.

FIGURA 21.- Inferiormente a 0,7 cm de la parte central del segmento anterior, hay una cazoleta de 1,6 cm de diámetro y escasa profundidad.

FIGURA 22.- Es un trazo 10,8 cm dispuesto verticalmente; corta a las figuras 20 y 26 de este mismo grupo. Lo hace a 1,3 cm del extremo derecho de la primera y a 1 cm secciona a la segunda.

FIGURA 23.- Es una cazoleta de 1,9 cm de diámetro y escasa profundidad situada en el extremo superior del trazo número 22.

FIGURA 24.- Corresponde a un trazo de 40 cm dispuesto horizontalmente. Comienza su extremo izquierdo en la parte inferior del segmento número 3 y termina su lado derecho algo más allá del trazo número 22.

FIGURA 25.- Es un tracito de 4,5 cm, comienza en el cuadrante derecho de la gran cazoleta oval situada en el grupo central y termina superiormente en el punto de unión común a los trazos 3 y 24 de este mismo grupo.

FIGURA 26.- Cerca de la zona media inferior de este último segmento, comienza otro de 6,9 cm que determina con el anterior dos ángulos rectos.

FIGURAS 27 Y 28.- Son dos trazos de 12,7 y 12,6 cm dispuestos con tendencia horizontal aunque claramente confluyen en su parte derecha, no siendo paralelos convergerían a unos 9 cm de los extremos de esa parte. El primero comienza su parte izquierda a 1 cm de la parte derecha de la zona media del trazo número 26 y el segundo lo hace a 3 cm de la parte inferior de la gran cazoleta oval; ambos terminan en el trazo piqueteado número 36.

FIGURAS 29, 30 Y 31.- Estos trazos miden respectivamente 24,2 – 39 y 17 cm. Los tres concluyen por la derecha en una cazoleta situada hacia el centro de este espacio inferior. Por la izquierda el número 29 lo hace en un trazo que tiene inferiormente la cazoleta oval; el número 30 corta a ese mismo segmento y se extiende por el cuadrante inferior izquierdo. Los tres forman dos ángulos adyacentes agudos en torno a los 20º.

FIGURA 32.- Corresponde a la cazoleta situada en el centro de este espacio inferior, lugar donde convergen los tres trazos anteriores por su derecha. Tiene de diámetro 2 cm y es escasa su profundidad.

FIGURA 33.- Es un trazo piqueteado de 4,5 cm de largo y 7 u 8 mm de ancho. Une la cazoleta anterior con el segmento horizontal número 24 que en parte divide este segundo cuadrante, su extremo superior termina en un espacio saltado o quizás piqueteado pero de forma irregular.

FIGURA 34.- Es un trazo de 11,3 cm situado bajo el número 31; su distancia al mencionado trazo es de 3,2 cm por la izquierda y 1,8 cm por la derecha.

FIGURA 35.- Es una cazoleta de 2,7 cm situada interiormente, en la zona media, entre los trazos 31 y 35.

FIGURA 36.- Es un trazo piqueteado de 12,5 cm de largo y 1,5 cm de ancho; une la cazoleta anterior con el trazo horizontal número 24 a 15,5 cm de su extremo izquierdo.

FIGURA 37.- Esta situada a 3 cm de la parte inferior derecha del trazo número 34. Es un pequeño ángulo agudo de unos 30º de abertura NE; sus lados miden 7,5 y 7,3 cm.

FIGURA 38.- Es un trazo de 3,8 cm, en disposición horizontal, dispuesto 3 cm a la derecha del vértice del ángulo mencionado anteriormente.

FIGURA 39.- Corresponde a un trazo de 11,2 cm paralelo al anterior y dispuesto 3 cm bajo él.

FIGURA 40.- Es un trazo de 13 cm cuyo extremo superior comienza en la parte inferior de la cazoleta número 32 se dirige hacia el SE y forma un ángulo con la vertical próximo a los 45º; su parte media superior sufre una pequeña curvatura, convexa hacia el SW.

FIGURA 41.- En la parte inferior derecha de estos últimos trazos hay otro de 21 cm, se realizó con una abertura superior hacia ese mismo lado de unos 30º. Su extremo superior está a 6,5 cm del punto más inferior del segmento anterior al que no llega a cortar.

FIGURA 42.- Es un trazo igualmente inciso de 10 cm cuyo extremo superior comienza a 7 cm del extremo derecho de la línea número 24; se realizó hacia la parte inferior izquierda con un ángulo superior de 40º terminando muy cerca del trazo número 40.

FIGURA 43.- Es una cazoleta de 2,5 cm de diámetro y está situada 2,7 cm a la derecha del extremo superior del trazo número 41.

FIGURA 44.- Es un trazo de 12,5 cm que comienza en la parte inferior de la cazoleta dirigiéndose hacia el mismo lado que el trazo anterior pero con un ángulo algo más cerrado.

FIGURA 45.- Es una cazoleta de 1,5 cm de diámetro y escasa profundidad; se situó en el extremo inferior del trazo anterior.

FIGURA 46.- Es un trazo de 3 cm que comienza en la parte inferior de la cazoleta número 45 y se dirige hacia la parte inferior derecha formando un ángulo con la vertical de unos 45º.

FIGURA 47.- Es otra cazoleta de 2 cm de diámetro y poca profundidad realizada en el extremo inferior del trazo 46.

SUBCONJUNTO C-e

Denominamos como tal al grupo de formas centrales que divide en dos, con evidente claridad, el espacio de esta parte del soporte. En cada una de ellas unos trazos horizontales situados en torno a la zona media completan la división en lo cuadrantes ya descritos. Las figuras están compuestas como es norma general en el resto del grabado por cazoletas y trazos rectos (Fig. 2).

FIGURA 1.- Es una cazoleta de 2,3 cm de diámetro y unos mm de profundidad; se situó en la zona central de la mitad superior del espacio ocupado por todo el subconjunto C. A ella parece concurrir por la parte superior el trazo C-c-2 y por la parte inferior el trazo siguiente.

FIGURA 2.- En la parte inferior de la anterior cazoleta comienza un trazo de 30 cm, su grabado alcanza varios centímetros de ancho y otros tanto de profundidad. Por su posición resulta inclinado con respecto al N magnético unos 15º a la derecha; la diferencia con el N geográfico tomado éste con los medios actuales es de 15º – 11,5º = 3,5º.

FIGURA 3.- Pertenece esta numeración a una cazoleta oval cuyos ejes miden 9 y 7 cm; se dispuso el eje mayor inclinado hacia la parte izquierda con un ángulo con respecto al meridiano central de unos 45º; éste se ensambla cerca de la terminación superior del mencionado eje por su derecha.

FIGURA 4.- Inmediato por la izquierda a la unión del trazo anterior y como continuación del eje mayor de la gran cazoleta elíptica hay un trazo de 5,5 cm que se dirige hacia la parte superior izquierda. Este trazo no forma con el gran trazo número 2 el mismo ángulo que el formado por el eje mayor de la cazoleta oval ya que éste no es continuación del mismo y se desvía ligeramente hacia la parte inferior.

FIGURA 5.- Es una cazoleta de 3,2 cm y en torno al centímetro de profundidad situada en el extremo superior del trazo número 4.

FIGURA 6.- Es un trazo de 16,5 cm que comienza en la parte inferior de la cazoleta oval y señala un ángulo hacia la izquierda de unos 35º.

SUBCONJUNTO C-f

Forman este subconjunto los signos que ocupan la parte E del grabado, teniendo como límites por la parte N, E y S los naturales de la roca mientras que por el W la acotación es menos precisa. La mitad superior es un espacio liso con escasos grabados de poco relieve mientras que la inferior la ocupan esencialmente una serie de trazos que acompañan a una cazoleta, bien marcada, que allí se realizó. En él, los trazos son escasos y están más esparcidos excepto los mencionados de la parte inferior (Fig. 2).

FIGURA 1.- Es un trazo de 13 cm situado en la parte superior, unos 4 cm a la derecha del que hace pareja por esa misma parte con el lado superior de los ángulos adyacentes del subconjunto B 6 y del que es paralelo; en su parte inferior parece que converge otro de 9,3 cm, en forma de gancho muy agudo con abertura superior, formando en realidad un ángulo.

FIGURA 2.- Corresponde a un trazo de 13,8 cm dispuesto de forma semejante al lado derecho del anterior ángulo y a 13 cm a su derecha.

FIGURA 3.- Es una línea horizontal de 9,8 cm situada 4 cm bajo el trazo anterior.

FIGURA 4.- Es otro trazo inciso de 10,5 cm, su posición tiende a la horizontal aunque ligeramente elevado por la derecha; se situó 11 cm al E del vértice de los ángulos adyacentes del subconjunto B y algo más abajo.

FIGURA 5.- Corresponde a una línea de 4,5 cm de tendencia horizontal y se situó 10 cm bajo la anterior.

FIGURA 6.- Es una pequeña cazoleta, igualmente pulida de 2 cm de diámetro y unos mm de profundidad; fue realizada 12 cm bajo la anterior figura y algo a su derecha.

FIGURA 7.- Es un trazo de 8 cm, inclinado hacia la izquierda con ángulo de 45º y situado unos 5 cm en la parte inferior izquierda de la anterior cazoleta.

FIGURA 8.- En la parte superior derecha de la cazoleta número 6, a unos centímetros, comienza el lado de unos ángulos adyacentes formado por dos rectos en la parte izquierda y uno llano en la derecha; el lado más vertical mide 2,8 cm y 3 cm el situado en el lado izquierdo que es el más horizontal.

FIGURA 9.- Es una cazoleta de 2 cm de diámetro que se realizó en la parte superior del lado más vertical de los ángulos anteriores.

FIGURA 10.- Corresponde a un trazo recto de 15 cm inclinado hacia la derecha unos 45º; se situó unos 10 cm a la derecha de la cazoleta número 6.

FIGURA 11.- Corresponde esta numeración a un trazo 15,4 cm, inclinado hacia la izquierda unos 40º y situado 6 cm a la derecha del trazo16 del subconjunto D-d

FIGURA 12.- Es un trazo de 7 cm e inclinación parecida al anterior, se situó su extremo superior 1 cm a la derecha del número anterior siendo algo menor su distancia en los extremos inferiores.

FIGURA 13.- Corresponde esta numeración a una cazoleta de 5 cm de diámetro y en torno al centímetro de profundidad; está situada 1,4 cm a la derecha del vértice que forman los segmentos inferiores del trazo que sirve de límite estos dos grupos de trazos.

FIGURAS 14, 15, 16, 17, 18 Y 19.- Estos trazos miden respectivamente 3,5 – 3,8 – 5,2 – 8 – 6,3 y 6 cm. El primero de ellos tuerce hacia la parte superior con un lado de 4 cm y formando un ángulo de unos 120º hacia la parte superior izquierda. Todos se dispusieron inclinados hacia la derecha con un ángulo próximo a los 45º, aunque solamente son paralelos los tres primeros y el espacio entre ellos es de unos 2 cm, aunque no llegan a ser equidistantes. Fueron situados a lo largo de la parte superior derecha de la cazoleta número 11 y el número 15 se unió al extremo inferior del trazo número 9 de este mismo grupo. Los números 16 y 17 se realizaron bajo ellos en disposición semejante.

En el espacio situado a la derecha de este grupo se observan un pequeño número de líneas y quizás también alguna cazoleta de trazado muy tenue y poco preciso por lo que prescindimos de su enumeración.

C. CLASIFICACIÓN, RELACIONES, CRONOLOGIA Y CONCLUSIONES

Como introducción a esta parte del estudio diremos que las conclusiones que os presentamos deben ser tenidas como provisionales debido sobre todo a la dificultad para superar nuestra falta de estudios de Astronomía elemental ya que juzgamos que nuestro saber en esta materia es quizás escaso principalmente por carecer de una bibliografía que estudie los conocimientos cósmicos de las grandes y pequeñas culturas anteriores a la greco-latina. La actualización de los contenidos en esta materia que hemos consultado parece que desechan incluso a estos; la excepción lo constituyen un escaso número de descubrimientos científicos que los griegos aportaron y que permanecen en los modernos tratados de manera testimonial, casi comouna anécdota. La utilización de aparatos como el telescopio, la brújula, etc, marcó una etapa que tiende a ignorar de manera concreta los anteriores conocimientos del Universo y los procedimientos para su estudio; en ese apartado se tiende a generalizar de manera demasiado superficial o incluso se elude el tema. Menos mal que las grandes pirámides de otras culturas están todavía en pie y sus trazados cósmicos son un buen testimonio para adentrarse en su estudio.

También estas conclusiones deben ser tenidas como parciales ya que no entramos en ellas en el estudio pormenorizado de cada trazo, cazoleta o grupo de ellos, únicamente lo hacemos en aquellos que juzgamos más importantes.

Entrando de lleno en nuestro tema relacionaremos estas cazoletas con otras existentes en zonas próximas de la provincia, zonas que denotan restos calcolíticos en sus inmediaciones: Cañamero, Logrosán, Trujillo y Malpartida de Cáceres, no conociéndose por el momento entre los poblamientos de esa época en el batolito de Plasenzuela, todas ellas serían antecesoras de las ahora estudiadas. En este orden nosotros las mencionamos al describir los poblamientos del berrocal trujillano[2]aunque las realizadas en Valdehonduras se relacionan más directamente con otras representadas en los grabados posteriores de la Edad del Bronce tales como los de la sierra de Garciaz[3] yen algunos del río Tejadilla[4].

Las trazadas en este monumento no sobrepasan el medio centenar y se han efectuado en diferentes tamaños y profundidades, independientes o en clara relación, de esto puede derivarse una variación en sus significados, no obstante habrá que suponer en todas ellas un fondo común derivado de su representación como casquete esférico; son signos naturales de puntuaciones de diferente tamaño e intensidad que encaja perfectamente de manera natural con los contenidos estelares que les venimos dando.

El subconjunto A es el situado más al W y presenta cuatro cazoletas de diferentes diámetros; la número 25 está situada inferiormente y es la mediana; la central tiene el número 13 y es la mayor de todas si exceptuamos la cazoleta elíptica, destaca también por su profundidad y sobre todo su ejecución esmerada; la número 9 es la menor de estas tres y está situada más al N; finalmente hay otra pequeña rematando el vértice del ángulo número 4.

Las que ocupan las parte mediana y superior son de realización independientes mientras que la situada inferiormente presenta el cuadrante superior izquierdo unido al extremo inferior de dos trazos no demasiado extensos. La posición de esta última cazoleta es posible que coincida con la del planeta Venus en el equinoccio de primavera del año en curso si tomamos como referencia el paralelo E-W correspondiente a la puesta de Sol de ese día. Para llegar a esta conclusión hemos visitado el monumento durante esos momentos y unos minutos después, comprobando con bastante precisión la coincidencia del paralelo E-W con el trazo C-a-17; éste apunta la puesta de nuestro astro. Poco después hizo su aparición en el firmamentoel planeta Venus; con alguna posibilidad de error, por las razones que más adelante expondremos, coincidió la posición de la cazoleta A-25 con la posición vespertina del planeta citado en su altura sobre la prolongación de ese paralelo. Pero, ¿era realmente el planeta Venus el astro que vimos?

Meses después, al acudir al monumento para intentar observar en él alguna proyección del solsticio de verano y también comprobar la posición de Venus durante esta fecha por ver si era coincidente con la posición de la cazoleta central de este subconjunto, nos vimos sorprendidos no sólo por que no encontramos ninguna proyección del Sol equinocial en el grabado sino que también el mencionado planeta no apareció. Sin duda su posición en el firmamento cambió con respecto al mismo solsticio del año pasado; ya hemos dicho que entonces brillaba con todo su esplendor hacia la altura que marca el grabado. Es posible que la cazoleta situada más al N nos indique al planeta brillando más levemente,puede que luego desapareciera para cambiar de posición en el firmamento comenzando a ser lucero de la mañana. Sin duda estos datos necesitan una mayor comprobación que esperamos realizar en años próximos cuando Venus vuelva a la posición vespertina, suceso que ocurre cada 1,6 años[5].

Otra figura significativa de este subconjunto lo constituye la forma de hacha con nervio o acanaladura central grabada con precisión inequívoca hacia la izquierda de todas estas formas. Tiene este arma un pequeño trapecio adherido en su parte W; el segmento que forma su base menor ya se dijo que se prolongó hacia la derecha. La representación de armas está muy extendida entre los grabados de diferentes tipologías propios de la Edad del Bronce; hemos establecido relaciones con todas ellas y nos conducen a fijar escasos elementos comunes de aspecto bastante superficial. Entre las estelas no podemos citar alguna que posea un hacha con el refuerzo central que caracteriza la de Valdehonduras -aspecto propio de la representación de alabardas-.Parecida cuestión ocurre al relacionarle con otros tipos de grabados de Galicia, Portugal y Hurdes.

La conjunción de figuras que nos presenta –arma y cuadrilátero- nos permite establecer referencias algo más extensas y profundas en el sentido que lo venimos haciendo a lo largo de nuestros últimos trabajos. Así pues no es extraña esta asociación en los grabados del E de la provincia de Cáceres. Preferentemente se conjunta el cuadrilátero con la alabarda, tanto con aquellas que presentan refuerzo central como con las que no lo tienen; en este aspecto se observa en los grabados del río Tejadilla V, Madroñera, Cáceres y Tejadilla X, Aldeacentenera, Cáceres; en compañía de formas de lanza lo hace en el grabado del Cándalo, Garciaz, Cáceres. Semejante relaciónse puede observar en el grabado de la Joya de Azabal II, Azabal, Cáceres[6].

También en la parte central de este subconjunto hay grabada sin apenas relieve una forma esquemática de punta de flecha; está próxima al hacha y parece bastante integrada en su grupo.

Esta breve exposición apuntala una vez más lo dicho en nuestros trabajos anteriores sobre el contenido literario de aquellos grabados. Ya decíamos allí que las diversas armas metálicas –generalmente cobre endurecido- tenían procedencia espacial; muy posiblemente se atribuirían al planeta Venus la distribución en nuestra Tierra de las armas o el metal del que ellas estaban hechas. Inspiraría ello su gran luminosidad, los misteriosos cambios de situación matutina o vespertina, las apariciones y ocultaciones espaciales, su aparente cambio de tamaño. El vehículo encargado de realizar este largo viaje sideral parece estar representado por los pequeños cuadriláteros –rectánguloso trapecios-. Estos debían ser una copia de rudimentarios vehículos de uso general -trineos-; sus esquemas muestran falta de articulación central delantera y suplirían parcialmente a los carros en el cotidiano arrastre de enseres.

El subconjunto B es el situado más al N en un débil rebaje de la roca y ocupa una superficie de 50 cm de largo por 40 cm de ancho; algo externa a él, en un bajo relieve situado a unos centímetros por la parte superior, está la única cazoleta piqueteada. Esta primera cazoleta aunque tiende a pasar desapercibida está muy próxima a la alineación que se establece entre el meridiano central y la cruz aspada -fig 2-; dicha alineación señala claramente el N geográfico, ya lo narramos al presentar la figura 2 del subconjunto C-e, recordemos que éste se expresó mediante un meridiano con un margen de error de 3,5º. Recordemos igualmente que cruces aspadas de parecida tipología a la mencionadaestaban representadas en el grabado de Tejadilla V, allí realizamos su estudio y tras establecer un corto número de relaciones le atribuimos contenidos astrales[7].

Otras cuatro cazoletas de diferente dimensión ofrece el mencionado subconjunto. Las dos situadas más al N son semejantes y de mayor tamaño; de ellas la de la derecha está independiente mientras que la de la izquierda, poco visible, ofrece en su parte inferior tres trazos: el izquierdo semeja un dardo; en el central se incluyó el alerón del dardo en la zona media del segmento; el tercer trazo desprendido de la cazoleta se extendió libremente hacia la parte izquierda inferior como acotando este pequeño grupo y una forma angular de vértice inferior les completa en el centro. Una pequeña cazoleta independiente se realizó exterior pero muy próxima a la zona central del tercer trazo y la última remata laparte inferior del segmento central. Una forma parecida encontramos en la figura B-b-8 del grabado del Cándalo, si bien los segmentos allí son de menor longitud.

También en el Cándalo se observan una serie de ángulos adyacentes que, en nuestro caso, presentan mayor abertura, extensión y número. Las vimos presentes en el subconjunto A al menos en tres ocasiones; repiten esta primera disposición en el cuadrante inferior izquierdo del subconjunto C, en ambos subconjuntos están formados por tres ángulos: el derecho de 180º, uno de 45º orientado hacia el NW y el tercero de 135º se abrió al SW. Aquí en el subconjunto B, el conjunto de ángulos es de composición más numerosa y más parecidos a los representados en otros grabados cacereños. Así, estas formas angulares se observan también entre algunos grabados de Hurdes enespecial en Puerto del Gamo, Casar de Palomero y en la Peña Raya de Huetre[8]. Parece que la utilización de estos signos y por tanto sus contenidos eran conocidos y utilizados por nuestros antepasados tanto aquí como en el norte de la provincia lo que añade una amplia intercomunicación entre ambas zonas. Nosotros, por el momento no estamos en disposición de añadir nada más sobre ellos.

La situación de este conjunto es propia para mostrarnos la alineación cósmica que determinó el meridiano N-S realizado en el siguiente subconjunto, pero parece que voluntariamente no se destacó mucho esta cuestión quizás jugando un poco con el misterio. Los segmentos B-5 y B-6 parecen hacer alusión a un tipo de arma arrojadiza que se dirige desde la cazoleta al observador –mundo cósmico al terrenal-; el B-6 se limita inferiormente añadiéndole con ello nuevos contenidos que conducen a una mayor dificultad para su comprensión, lo cierto es que toda esta parte izquierda del conjunto se encuentra invadida por unos signos que evocan con facilidad armas arrojadizas cuestión que complementa el fondoestelar tal vez encerrando un relato semejante a los actuales de Ciencia Ficción que tienen por tema invasiones de extraterrestres.

Llegamos al Subconjunto C que es el más extenso de ellos, ocupa toda la parte central y en él encontramos nuevamente cazoletas, trazos y un cuadrilátero. Las cazoletas presentan aún mayor diversificación en cuanto a tamaño, disposición y forma; aquí se representaron aisladas, adheridas a uno o varios trazos –no más de tres-, uniendo segmentos cuando estos cambian de dirección, entre secantes, nunca unidas entre sí, etc.

Especial mención merece la cazoleta oval por su tamaño y forma; hay que mencionar que este tipo de cazoletas ovales están presentes en algunos grabados de parecida tipología y siempre lo hace de manera sobresaliente; así ocurre en el grabado del collado del cerro de S. Cristóbal en Zarza de Montánchez donde se realizó en tamaño sobresaliente con 21 cm de eje mayor y 15 cm de eje menor y en compañía de una gran cazoleta esférica de 15 cm de diámetro; también encontramos otra oval ocupando el centro de otras menores en el grabado de D. Lucas, Trujillo, ambos inéditos; igualmente se observa en los ya publicados del Cándalo, Garciaz[9] yen el de la Peña Rayá en Huetre[10], todos en la provincia de Cáceres. Elíptica era la representación del aparente camino solar –órbita- realizada en el conjunto II, fig 5, del grabado de Tejadilla XII, Aldeacentenera[11]. Puede suponerse en todos ellos representan formas cósmicas singulares, muy conocidas para el autor y el mundo cultural donde se desenvolvía Sol, Luna, Tierra, el aparente camino solar, etc.

Su situación en el extremo inferior del meridiano N-S; su eje mayor no está en la línea del meridiano, que parece lo más natural, si no que forma con él un ángulo de abertura superior derecha de unos 40º. El eje se continuó solamente por la parte inferior de la cazoleta lo que nos permite observar con facilidad la dirección que apunta, dicha dirección señala directamente la gran cazoleta central del subconjunto A, provisionalmente tenida como una representación del planeta Venus vespertino, en todo su esplendor.

Los trazos que contiene este subconjunto se distribuyeron con parecida variedad, inclinándose con diferentes angulaciones tanto a la derecha como a la izquierda; no faltan los horizontales ni los verticales, hay grupos que forman paralelas y otros que confluyen formando diversos ángulos, ello nos lleva a conclusiones más imprecisas e inseguras que las referidas a las cazoletas.

Las líneas más interesantes son sin duda los centrales que, junto a un corto número, fueron grabados con intensidad y amplitud. Estos dos trazos -en realidad tres-, no son perpendiculares, como a primera vista pudiera parecer; los cuadrantes superior izquierdo e inferior derecho miden 100º, naturalmente los otros dos cuadrantes miden 80º en vez de los 90º que deberían tener si fueran perpendiculares. Ya vimos que el trazo más vertical señala una posición cercana al polo norte magnético pero desviado hacia la derecha 15º, a nuestro entender coincide con el polo norte geográfico de ahí la desviación de 15º con el punto N mencionado en las brújulas –la diferencia real entre unoy otro es de 11,5º [12]-. Es pues un meridiano real del polo geográfico terrestre pues la diferencia de cálculo de 3,5º es prácticamente inapreciable o tal vez un error nuestro.

Ya hemos dicho que para determinar el N-S el autor se orientaría por alguna alineación estelar en horas nocturnas determinadas, como se hacía en el mundo antiguo de la época, así los egipcios utilizaban una alineación con la estrella Thubam de la constelación Dragón; ella determinaba el N geográfico lo mismo que ahora lo hace nuestra estrella Polar[13]. Estos cambios son debidos al movimiento de precesión de la Tierra.

Nada quedó señalado en el grabado que nos indicara la puesta del Sol en los solsticios de verano y de invierno, condición a nuestro entender necesaria para determinar en su media, la puesta del día equinocial; en su lugar hay por la derecha una serie de angulaciones formadas por trazos y cazoletas que son las que parecen originar el trazado del paralelo central. Este marca el comienzo de la primavera o el otoño aunque unos 5º desviado hacia la parte superior.

La falta de perpendicularidad o pequeñas desviaciones que pueden encontrarse deben tener su origen en la diferencia de referentes para realizar los trazados del meridiano y el paralelo y a los medios de la época. En el primero vimos que se debía posiblemente a la utilización de una alineación interestelar; en el segundo no la hemos encontrado. Aunque parece que la referencia obligada es la solar, pudo basarse en una serie de alineaciones estelares desconocidas por nosotros. El problema de la falta de perpendicularidad entre meridianos y paralelos también nos surgiría hoy si señalamos el N-S por el magnetismo de la brújula y el E-W por la posición media solar, aunque naturalmente la angulación resultante seríaligeramente diferente.

Ambos trazos pueden constituir un sistema para orientarse y localizar básicamente objetos en el entorno y en el firmamento. Igualmente puede utilizarse como calendario estacional ya que al situarse las puestas del Sol por encima del paralelo mencionado, el calor y la ausencia de lluvia estaban próximos; por debajo serían el frío y las lluvias los que se acercaran.

No sabíamos que hubiese antecedentes de este tipo de grabados realizados sin duda con una finalidad consultiva. Pero al traducir del francés un trabajo facilitado por nuestro querido amigo Juan Gil Montes, coautor del mismo con Philippe Rossi y Guy Tamain referido al grabado del arroyo Valbellido en Cañamero, Cáceres, vimos que los autores citados llegan en su estudio a las mismas conclusiones. Siendo aquel monumento mucho más funcional, sus autores plasmaron el método que había determinado el trazado del meridiano N-S geográfico en el grabado de Valbellido y la posibilidad de concretar en el mismo un paralelo equinocial. Llegaron a parecidas conclusiones que nosotros pero 25 años antes y esto nos agradó pues al menosalguien compartía nuestras teorías. Posteriormente intentamos conocer el monumento de Cañamero pero un camino público lo cubre. Finalmente nos vamos a tomar la libertad de puntualizar sobre aquel grabado en lo referente a la falta de uniformidad circular que presenta la línea representativa del horizonte en su parte N-W y que no resolvieron en el citado estudio. Pensamos que el autor de aquel grabado dibujó el horizonte que sabía, que era el que cotidianamente estaba viendo, éste se acorta por el N-W debido a la cadena montañosa que por allí lo ocupa. La falta de excentricidad en el dibujo del horizonte obedece a que es un esquema del natural. Su realización circular en tierra es convencional; solamente en alta marel horizonte se muestra completamente circular[14] (Fig. 3).

Fig 3

Figura 3.- Grabado de Valbellido, Cañamero (Cáceres)

Mencionábamos que en el sector que estudiamos de nuestro grabado, hay una figura de trapezoide en el cuadrante inferior derecho de este subconjunto, debajo del trazo E-W; aunque algo mayor, se trata de la misma forma que acompaña al hacha y que vimos tenía representación en otros conjuntos; lo venimos tomando como un vehículo sideral, ideal, anterior al carro, posiblemente un trineo; el presente caso por el momento, no añade nada más que su catalogación. Su posición cercana a la línea equinoccial quizás nos hable de su transito por ella.

Cronológicamente hablando nuestro grabador nos ha dejado también una tarjeta de visita clara pero imprecisa por su singularidad. Se trata de la forma de hacha reforzada con nervio central o con acanaladura; en esta segunda cuestión es semejante a las hachas de mediados y finales del Bronce pero su trazado esquemático no aporta otros detalles que nos ayudaran a concretar su cronología. Su forma presenta un ligero abultamiento curvo en el talón y por ello nos inclinamos por clasificarla como un hacha de bronce algo evolucionada que puede situarse, siempre en términos generales, en el Bronce Medio o comienzos del Bronce Final, esta sería la fecha de datación de todo este grabado.

En resumen, este monumento nos muestra una parte racional formada por el trazado de las coordenadas geográficas N-S y E-W y otra literaria en la que se insinúa posiblemente diversos relatos en relación con el origen del metal con proyección de sus propias apetencias vitales en cuanto a la propiedad de armas metálicas sobre todo como objeto de ostentación. Los aparentes cambios del planeta Venus no debían estar ausentes en todo ello (Fig. 4).

Fig 4

Figura 4.- Parte central del grabado de Valdehonduras, Santa Marta (Cáceres)

Tal vez deba suponerse para comenzar a explicarnos el origen de estas cuestiones la noticia de la caída de algún meteorito de constitución metálica cerca de estas zonas cacereñas. Reflexionemos todavía un poco más: hoy denominamos siderurgia a determinadas manipulaciones del hierro, palabra que etimológicamente viene del latín sidus, -eris, estrella, constelación y del griego érgon, obra, obra de estrella[15]. ¿No hace alusión a la composición metálica de algunos meteoritos? Si se hace mención a todas estas cuestiones con toda tranquilidad cuando hablamos de siderurgia, no deberían resultarnos precipitadaso extrañas todas estas conclusiones.


BIBLIOGRAFÍA:

[1] Alvarado Gonzalo, M. y González Cordero, A. (1991): Pinturas y grabados rupestres de la provincia de Cáceres, estado de la investigación. E. A. II, pág 141. González Cordero, Antonio (2000): Grabados rupestres en Extremadura. Prologo de una investigación. Actas do 3º Congresso de Arqueología Peninsular, vol IV. Porto, pág 539.

[2] Rubio Andrada, M. (1996-2001-A,a y 2001-B,a): Tres poblamientos prehistóricos del berrocal trujillano. XXVII-XXVIII y XXIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo (Cáceres).

[3] Rubio Andrada, M. y Pastor González, V. (2001-A,b): El grabado del Cándalo, Garciaz (Cáceres). XXVIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, Cáceres.

[4] Rubio Andrada, M. y Pastor González, V. (2001-B,b): Los grabados prehistóricos del río Tejadilla. XXIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo (Cáceres).

[5] Microsoft Corporation (1993-1999): Enciclopedia Encarta 2000, Venus (planeta), pág 1.

[6] Rubio Andrada, M. y Pastor González, V. (2001-B,b): Op. cit.

[7] Rubio Andrada, M. y Pastor González, V. (2001-B,b): Op. cit.

[8] Sevillano S. José, Mª del Carmen (1991): Grabados rupestres en la comarca de Las Hurdes (Cáceres). Ediciones Universidad de Salamanca.

[9] Rubio Andrada, M. y Pastor González, V. (2001-A, b): Op. cit.

[10] Sevillano S. José, Mª del Carmen (1991): Op. cit.

[11] Rubio Andrada, M. y Pastor González, V. (2001-B, b): Op. cit.

[12] Keppler Erhard: Sol, lunas y planetas. Biblioteca Científica Salvat. Barcelona. Pág 18.

[13] Baker, D., Hardy, D. J. (1980): Guía de Astronomía. Ediciones Omega S. A. Barcelona. Pág 106.

[14] Gil Montes, J., Rossi, P. Et Tamain G. (1974): La pierre a cupules du Val-bellido, Cañamero (provincia de Cáceres, Espagne). 99º Congreso National Sociedad de Savantes. Besançon. France. Pág 259-273.

[15] Corominas, Juan (1983): Breve diccionario etimológico de la Lengua Castellana. Editorial Gredos, Madrid.

Oct 012001
 

Manuel Rubio Andrada y  José María Cáceres Herrera.

A. LOCALIZACIÓN

Esta hoja fue encontrada por D. José María Cáceres Herrera y D. Cándido Martín Sánchez en las inmediaciones del punto geográfico determinado por las siguientes coordenadas del meridiano de Madrid: latitud 390 29’ 25”y longitud 20 08’ 42”, hoja número 706 del mapa 1/50000, denominada Madroñera. Edición de 1963 del Instituto Geográfico y Catastral.

El lugar pertenece a la cerca “Uriano” por “Aureliano” lindera hacia el SE con las de Borrallo tal vez englobadas anteriormente en una finca de mayor extensión denominada El Vaqueril. Dista entre 1 y 2 Km. de la localidad de Belén, Trujillo, Cáceres y se accede a ese lugar por la carretera que desde Belén marcha a la de Torrecilla-Aldeacentenera situándose a la izquierda de la salida del camino que acorta las distancias para ir desde aquí al cordel cerca de Palacio Viejo. Por el poniente es lindera de una calleja que lo separa de los cercones del Bujío

Situados en ese cruce tomemos por referencia tres pequeñas elevaciones que se ofrecen concatenadas por la izquierda, en dos de ellas hay minas de pequeños caseríos, una tercera, en el centro, se ofrece menos marcada y algo desplazada hacia el NE, en ella y hacia esa misma parte, fue encontrada la pieza.

B. GENERALIDADES

Este terreno se encuentra en el NE del batolito trujillano que presenta por lo general un granito muy descompuesto con presencia menos numerosa de rocas compactas. Los pequeños valles se hacen más amplios y el terreno, muy arenoso por la erosión, presenta mayor profundidad. A veces afloran pequeñas fuentes de aguas límpísimas y su apariencia evoca una procedencia subterránea de origen calizo. El terreno, parcelado en cercas de mayor o menos extensión, está separado por viejos muretes de piedra siendo muy apetecidos para la ganadería tanto por su pronta recuperación tras el estío como por lo duradero de sus primaveras.

El valle más importante de los situados hacia el N del batolito es el de la Dehesilla regado por el Arroyo Caballo que discurre aproximadamente en sentido N-S; este arroyo recibe por la derecha a su principal afluente muy cerca ya de su desembocadura en el Marinejo; este afluente nace más allá de la localidad de Belén, denominándose actualmente arroyo de Abajo. Sus valles presentan unas características determinadas por la fuerte descomposición granítica ya mencionada. Hacia el N del arroyo de Belén reaparecen algunas rocas en forma arqueada apuntando en términos generales el centro del batolito. Este terreno está casi todo desforestado aunque es propio para el encinar y sobre todo el pinar. La cercanía de la población ha debido acentuar su arrasamiento en épocas pasadas por las necesidades que solucionan su consumo y la facilidad del transporte. Esta cuestión se está tratando de solucionar; naturalmente se recupera en las inmediaciones del núcleo urbano ya que lo recubre un bosquecillo de apariencia juvenil; otros intentos de repoblación se hacen en sus inmediaciones: constituyen reiterados fracasos los realizados en el terreno público de la Dehesilla, no ocurre lo mismo en algunos cercones privados localizados en las inmediaciones del valle que ahora nos ocupa. Digamos como síntesis de esta breve descripción que el terreno ofrece buenas posibilidades para la caza menor, sobre todo el conejo, liebre y perdiz; posibilita igualmente la recolección de frutos naturales estacionales, moras, piñones, bellotas… Las finas y tempranas hierbas de esta parte del berrocal también posibilitan la ganadería estacional aunque con escaso número de cabezas en el estío, esto puede necesitar una temprana trashumancia para completar la alimentación anual, sobre todo si tenemos un clima algo más seco que el actúa. También es evidente la localización de determinados minerales, entre ellos la casiterita, óxido de estaño, tan codiciado en los momentos de utilización de nuestra arma y relativamente fácil de conseguir en pequeñas cantidades mediante el simple lavado del terreno. A estas fuentes económicas fundamentales deberíamos añadir la existencia de pequeños terrenos dedicados al cultivo selectivo de determinadas plantas, Todo ello posibilitaría la existencia de un asentamiento poco numeroso y posiblemente de carácter temporal.

C. CONTEXTO ARQUEOLÓGICO

El hallazgo tuvo lugar al NE de la elevación central de las tres que mencionamos en la descripción del valle del arroyo de Abajo. En una mesetilla situada al N de ese mismo lugar, sin apenas relieve que destaque y en un espacio reducido propio para un asentamiento de un par de cabañas o poco más, observamos una bella lasca de silex gris translúcido y 12 fragmentos de cerámica manual, simplemente alisadas en sus caras externas, de mediano grosor y pertenecientes al cuerpo de las vasijas; en sus proximidades un fragmento de azuela pulimentada ya publicado (1).

En las cercanías de la localidad de Belén pero mirando al valle del 5, ya en el Arroyo Caballo, se localizaron dos pequeños paneles de pinturas rupestres realizados sobre soporte de granito, en dos superficies próximas y lisas de sus caras 5, ambas tienen aproximadamente medio metro cuadrado. Estas rocas no destacan de las inmediatas y son de pequeño tamaño; están situadas en la cuneta de la izquierda —sentido Belén-, a la altura de la calleja que deriva para entrar al Colegio Público. El conjunto más occidental es rojo y presenta un estado de conservación aceptable, en su parte central hay un resalte debido a causas naturales; ofrece una figura que formalmente sugiere la forma de una nave de profundo calado y no es relacionable con las figuras conocidas habitualmente. El otro panel es más dudoso y se situó en una roca contigua a un par de metros por la derecha; es de color negro y con muchas dudas se puede observar un antropomorfo incompleto en la parte izquierda de una mancha de ese mismo color (Fig.1). En sus temáticas se evidencia la ausencia de cualquier tipo de colectivismo, propio de pinturas asentamiento poco numeroso y posiblemente de carácter temporal.

D. CATALOGACIÓN

Comenzamos haciendo una comparación con el triángulo isósceles ideal e indicando las modificaciones que ha sufrido hasta llegar a la realidad de la forma que limita la hoja. Ello puede llevar a encontrar posibles correlaciones con otras armas facilitando la realización de deducciones más ajustadas.

Antes de adentramos en su descripción hemos de ponemos de acuerdo en la disposición que la colocamos para acometer su estudio. El arma tiene dos caras a las que llamamos A y B. La base debe ser la parte más cercana a nosotros y lo hará de forma horizontal; los dos orificios fueron perforados desde el lado contrario por ello en la posición que tomamos debe quedar a nuestra izquierda el que ofrece la visión de las cuatro pestañas, el otro orificio solamente muestra tres y debe quedar en la parte inferior por lo tanto no es visible en la posición indicada (Fig. 2).

Como se ha insinuado, la hoja tiene forma de triángulo isósceles siendo sus lados ligeramente convexos cuestión que se acentúa algo más en la base y los vértices están redondeados. La altura del triángulo matriz mediría 227 mm y su base 66 mm aunque las medidas reales del arma no pasan de 226 mm, ya que su punta está ligeramente doblada en 5 y la base 62 mm; su grosor medio está en los 35 mm, esta forma, aunque ovalada, es muy diferente de la sección marcadamente biconvexa que caracterizan las hojas de alabardas.

La forma triangular ideal originaria sufrió dos acusados rebajes en las esquinas de la base, en la posición mostrada la derecha se comenzó a redondear a 15 mm y en la izquierda se hizo a 10 mm, 5 mm más arriba en la derecha que en la izquierda, en cambio en la base la parte derecha se ve rebajada unos 10 mm mientras que en la izquierda se prolonga 20 mm. Parecida cuestión ocurre en la parte superior de los lados, el derecho se realizó de forma levemente cóncava para doblar y así poder converger en la punta a 56 mm del vértice; en cambio el izquierdo presenta ligerísima forma cóncava desde sus inicios en la base hasta la punta sin necesidad de forzar el perfil.

La cara que ofrece numerosas rugosidades lineales irregulares e intermitentes y generalmente en el sentido de la base a la punta, la denominamos A; en la cara B se observan las rugosidades más punteadas siendo escasas sus formas lineales excepto en la parte central de la punta.

Los dos orificios dispuestos para sujetar el mango y ya estudiados parcialmente, fueron situados a 12 mm de la base, dista 11 mm del lado izquierdo y 12 mm del derecho siendo de lados más bien cuadrados aunque ligeramente convexos; la distancia entre ellos es de 28 mm. En la posición indicada las diagonales del orificio de la izquierda miden 6 mm siendo 7 mm lo que miden las del derecho el cual salió más rectangular. Para su realización se debió trazar un corte en el metal por dichas diagonales y desde el lado contrario de cada cara mandaron las pestañas al lado opuesto; en el orificio situado a nuestra derecha una se perdió observándose solamente tres.

Ambos lados ofrecen por sus extremos dos rebajes que comienzan por lo general a 5 mm y determinan el filo del arma uniéndose en la parte superior formando la punta del arma; en toda su longitud no encontramos huellas destacables de uso por lo que con toda probabilidad nunca se utilizó como tal y si como un bien de ostentación y prestigio.

E. RELACIONES

Este tipo de armas está brevemente tratado en la obra de H. Schubard sobre las tipologías de alabardas y no debemos dudar de su existencia que debió ser numerosa en todo el W (2). Ya J. R. Mélida la presenta en una fotografía que ofrece los dos tipos:

  • uno con nervio central
  • y otro plano, el más sencillo (3).

En los citados artículos no se pone muy de manifiesto la sección ovalada que debe ser una característica importante y propia de las alabardas.

Entre los grabados rupestres del área que nos ocupa es frecuente la representación del tipo reforzado centralmente. La hoja que ahora estudiamos podría englobarse en una tipología más simple cuya representación es menos numerosa pero que aparece representada con toda claridad en algunos grabados como el de Tejadilla V, Madroñera, Cáceres (4), (Fig. 1); corresponden también a formas de alabardas simples la mayoría de las realizadas en los grabados hurdanos, una representación de las mismas ofrecen los grabados de Aceitunilla, Aceña y Puerto del Gamo; en Peña Raya de Huetre se representaron tres simples y conjuntadas con cuatro reforzadas con nervio central (5).

En cuanto a los grabados portugueses encontramos una representación bastante escasa; en la roca de Ridevides se realizaron dos sencillas y una en el de los Letreros de Góis; en la roca de Molelinhos de Tondela-Viseau se representó solamente una con refuerzo central.

En monumentos gallegos de parecidas características se muestran una docena de ejemplares en los que únicamente son reforzados un par de ellos (6).

Parecida proporción ofrecen las estelas alentejanas, las más antiguas, en las que es bien patente la tipología simple (7). Tanto en los hurdanos como en estas dos últimas representaciones culturales es evidente el predominio de las formas simples.

Un ejemplar aparentemente semejante se encontró en la excavación de la Solana del Castillo de Alange si bien presenta acusadas diferencias que la hacen estar más cerca de las formas propias de alabardas. Mide aquella 200 mm X 75 mm X 9 mm lo que la hace menos estilizada; pero quizás lo más importante sea su sección de clara tendencia oval en ambos perfiles, ancho y alto, -la nuestra es preferentemente plana-. Esas dos cuestiones la acercan más a una tipología de transición hacia la forma de alabarda reforzada con nervio central.

F. CONCLUSIONES Y CRONOLOGÍA

Las medidas de la hoja que ahora presentamos y sobre todo su sección plana la alejan de las formas habituales de alabardas reforzadas con nervio central pero no tanto como para no ser posible su utilización tanto como alabarda -enmangado lateralmente- o bien como puñalón –si el enmangue es vertical, puede tener pues una doble funcionalidad aunque siempre sin ir más allá de la ostentación y el prestigio que ello tendría. La polivalencia se puede observar en la magnífica representación del grabado de Tejadilla V (8) y el prestigio como finalidad principal de estos tipos de armas es un hecho aceptado por la mayoría de los autores, tanto en la representadas en las estelas alentejanas; en los diferentes grabados como en la mayoría de las piezas halladas.

La hoja de alabarda transicional recogida en la solana de Alange en el nivel III, corte IV del estrato VII, junto a materiales adscritos al Bronce Medio, cronológicamente se sitúo en dicha época, es decir hacia la segunda mitad del segundo milenio a. C. (9). Pero hemos de suponer que si se encontró allí, lo probable es que fuera abandonada en aquel momento por carecer ya del significado de prestigio que debió tener en épocas inmediatamente anteriores. Su composición esencial es el Cu, prácticamente el 99 %, lo que apunta cierto arcaísmo en su metalurgia; aunque no tenemos un análisis metalúrgico de nuestra hoja, su color cobrizo en algunos puntos y su aparente grado de dureza hace que la podamos considerar provisionalmente de una composición parecida. Si la que ahora estudiamos se considera como un arma de transición puede incluirse en épocas anteriores a la de Alange lo que posibilitaría su existencia en épocas de comienzos de la Edad del Bronce pero su comparación formal -su estrechez- la hace parecida a las representadas en las mencionadas estelas y llevaría su utilización a épocas algo posteriores.

 

 Tejadilla V

Figura 1.- Grabado del río Tejadilla V 

Belén Hoja de cobre endurecido

Figura 2.- Hoja de puñalón de cobre endurecido

                                                                              Belén Paneles A y B

Figura 3.- Paneles de pinturas rupestres de los canchalejos inmediatos a la escuela de Belén

 

BIBLIOGRAFIA

(1) Rubio Andrada, Manuel (2000-2001): Tres poblados prehistóricos del berrocal trujillano 1 y III. XXVII y XXIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo (Cáceres).

(2) Schubart, Hermanfrid (1973): Las alabardas tipo Motejicar. Estudios dedicados al Dr. D. Luis Pericot. Barcelona, Pág. 266 y ss.

(3) Mélida, José Ramón (1930): Arqueología Española. Editorial Labor, 5. A. Barcelona.

(4) Rubio Andrada Manuel y Pastor González Vicente (2001 A): XXIX Coloquios Históricos de Extremadura. Los grabados del río Tejadilla, Madroñera, Garciaz y Aldeacentenera (Cáceres).

(5) Sevillano San José, M. del Carmen (1991): Los grabados rupestres de la comarca de Hurdes (Cáceres). Universidad de Salamanca.

(6) García Alen, Alfredo y de la Peña Santos, Antonio (1980): Grabados rupestres de la provincia de Pontevedra. Fundación Pedro Barrié de la Maza.

(7) Almagro, Martín (1966): Las estelas decoradas del suroeste peninsular. Biblioteca Prehistórica Hispana, Vol. VIII. Madrid.

(8) Rubio Andrada, Manuel y Pastor González, Vicente (2001A): Los grabados prehistóricos del río Tejadilla. XXIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo (Cáceres).

(9) Pavón Soldevilla, Ignacio (1987): Aproximación al estudio de la Edad del Bronce en la cuenca media del Guadiana. La Solana del Castillo de Alange, Pág. 110, 111 y 120. Institución Cultural El Brocense. Diputación Provincial de Cáceres.

PINTURAS RUPESTRES DE LOS CANCHALEJOS DE BELÉN

Escala: 6 cm
Panel A
Escala: 6 cm
Panel B
Grabados de Tejadilla V
Fig. 1

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