Oct 012002
 

José Ramón González Cortés.

INTRODUCCIÓN

En la línea del sindicalismo moderno orientado a dar una mayor cobertura a sus afiliados en todos los ámbitos de su vida, la UGT asumió un conjunto de fines y actuaciones más allá de los objetivos meramente sindicales, y ello le convirtió en el centro de una red de servicios y de un sistema de relaciones políticas, económicas y culturales. Entre estos fines, el desarrollo de una cultura de la clase obrera se tornó una de las principales inquietudes del sindicalismo socialista, atento siempre a todo cuanto supusiese una mejora en el nivel cultural de la clase trabajadora.

Nuestra aproximación a este fenómeno de la cultura de la clase obrera se realiza desde una concepción de la cultura como saber o conocimiento que incluye los instrumentos y mecanismos para acceder a ella, y tendremos muy presente la instrumentación ideológica de muchas iniciativas. No se puede desdeñar el carácter político que la cultura poseía en los planteamientos socialistas, pues éstos la entendían como instrumento de liberación del proletariado: la cultura era el cauce de la toma de conciencia de su situación y de la necesaria superación del capitalismo por una sociedad más igualitaria.

De modo que según tales postulados los conceptos de “cultura”, “educación” y “ocio” están insertos dentro del más amplio de “cultura de la clase obrera”. Hay que tener en cuenta que los socialistas empleaban indistintamente las nociones de “cultura” y “educación” para referirse a la formación intelectual, moral y política del obrero. Sin embargo, para una mejor exposición de estas ideas, se ha estimado conveniente emplear el concepto de “cultura” para las actividades formativas informales y la noción de “educación” para aquellas actuaciones formativas de carácter reglado[1].

Tampoco son fáciles de deslindar los conceptos de “ocio” y “cultura”. Pero denominaremos “ocio” a ese conjunto de actividades voluntarias que proporcionan un estado de satisfacción personal y que son decisivas en cuanto a los mecanismos de consenso, reproducción y estabilización social[2].

Como se apuntó arriba, el sindicalismo socialista se encaminó a mejorar la formación, educación y entretenimiento de los trabajadores, por supuesto además de preocuparse por la conquista de mejoras materiales como la reducción de la jornada laboral o el aumento de los salarios para la clase obrera.

A partir de mediados de la segunda década del siglo pasado las organizaciones social-ugetistas comenzaron a desarrollar múltiples actos culturales, casi siempre con una evidente carga político-sindical y de identificación con los principios básicos del ideario social-ugetista. En definitiva, se trataba de prácticas socializadoras de reunión, confraternización y debate a través de las cuales se difundían ideas, se formaban pautas de conducta y era reforzada la conciencia de grupo. Se aspiraba así a establecer una cultura de la clase obrera, alternativa a la oficial.

Todos estos actos y actividades solían celebrarse en las Casas del Pueblo. Estaban concebidas como la base física de la propaganda social-ugetista: eran un lugar de reuniones y un foco de formación y conciencia ideológico-política para sus asociados. Se celebraban incluso conferencias promovidas por organismos ajenos al movimiento socialista siempre que versaran sobre asuntos de interés común y pudiesen contribuir a mejorar la formación y educación de los obreros.

Éste fue el caso de la Casa del Pueblo de Cáceres surgida en 1913, si bien hasta años después no alcanzaría cierta madurez político-asociativa: el 7 de diciembre de 1918[3] se integraron en la misma la Federación Local Obrera, la Agrupación Socialista Cacereña y las diversas sociedades de oficios varios adheridas a la UGT, mientras que la Federación Provincial Obrera de Cáceres se integraría en 1919. A partir de este momento, dichas organizaciones fomentaron diversas actividades culturales y así se hace constar en sus estatutos. Por poner un ejemplo, en el artículo 4º de éstos la Federación Local Obrera de Cáceres expresaba su pretensión del “mejoramiento moral y material de sus afiliados[4].

Asimismo, en junio de 1931 se crearon las Juventudes Socialistas de Cáceres, organización que también se integró en la Casa del Pueblo y en la que desarrolló durante el periodo republicano una intensa actividad cultural, pues recayó sobre sus jóvenes militantes la organización de gran parte de las tareas educativo-formativas. Además a todas estas organizaciones, hemos de recordar que desde finales de 1932 se creó una fracción comunista dentro de la Casa del Pueblo, y sus militantes desarrollaron durante todo el periodo republicano numerosas actividades de este tipo.

II. LA CASA DEL PUEBLO DE CÁCERES.

La Casa del Pueblo de Cáceres, sita en la calle Olmo número 9, se convirtió en el referente material de los obreros de la capital y de parte de la provincia, al encontrarse integrada en su seno la Federación Provincial Obrera. Desde la misma se desarrolló una visible preocupación por erradicar la ignorancia entre los trabajadores cacereños, y se aprovecharon las posibilidades existentes para ofrecerles unos bienes y servicios que entonces eran patrimonio casi exclusivo de algunas minorías. No se olvide que el atraso formativo de las clases trabajadoras estaba estrechamente relacionado con la deficiencia de escuelas y centros culturales en la ciudad de Cáceres. La capital padecía un bajo nivel de instrucción elemental.

En este sentido, los datos del censo de población de 1930 -el último antes de la instauración de la República- nos muestran un panorama poco halagüeño, y con toda seguridad responde a las mismas directrices el momento de constitución de la Casa del Pueblo en 1913. Según dicho registro, de los 25.869 habitantes censados en la ciudad en 1930, sabían escribir 14.234 y no sabían leer 10.844 habitantes[5].

Nos encontramos por tanto ante un bajo nivel cultural: la alta tasa de analfabetismo rondaba el 47% en las mujeres y el 36% en los hombres. De esta forma el control de la oligarquía cacereña sobre la clase trabajadora se facilitaba notablemente, pues a la dependencia económica se añadía la supeditación ideológica de la segunda con respecto a la primera[6].

Ante estas deficiencias educativas (que no sólo se daban entre los afiliados de base, sino también entre gran parte de los dirigentes de las organizaciones que componían la Casa del Pueblo), esta entidad tuvo a bien desarrollar campañas, iniciativas y actividades encaminadas a aumentar y mejorar la formación político-sindical y cultural de sus miembros.

A esta finalidad respondió una temprana iniciativa cultural, la creación de una biblioteca en la Casa del Pueblo, cuyo objetivo fundamental fue fomentar el hábito de la lectura entre los obreros[7]. Dicha actividad resultó tan exitosa que en los estatutos de 1923 se incorporaba como miembro de pleno derecho del Comité Ejecutivo Local al bibliotecario[8]. De hecho, Antonio Canales, uno de los más destacados dirigentes del social-ugetismo cacereño fue uno de sus primeros bibliotecarios.

Como puede suponerse, la biblioteca se surtió en principio de obras provenientes de donativos de militantes a las que se irían agregando luego folletos propagandísticos y publicaciones periódicas como Unión y Trabajo, El Socialista o El Boletín de la UGT[9]; también es posible la presencia de algunos ejemplares de Mundo Obrero dada la integración de los comunistas cacereños en la Casa del Pueblo.

Consecuencia de este peculiar proceso de recopilación de libros y materiales, no faltan en las fuentes consultadas las referencias a unos fondos bibliográficos “inadecuados” para las necesidades intelectuales de los obreros cacereños. Las obras disponibles se caracterizaban por su fuerte heterogeneidad, tanto en materias como en autores; predominaban las obras literarias, y las materias sociales y políticas[10]. Como la biblioteca tenía una sección circulante (un servicio a domicilio[11]), no podemos descartar la existencia de algún grupo de lectura, seguramente muy pequeño e inestable.

Como ya hemos señalado con anterioridad, a la Casa del Pueblo llegaba la prensa obrera. Además esta organización gozaba desde sus inicios de una importante tradición periodística que le llevó a editar El Socialista Extremeño, primera muestra de la prensa obrera en Cáceres y antecedente de Unión y Trabajo. Aparecido en 1915 y editado por la Minerva Cacereña, terminaría consolidándose como el órgano de expresión de la Casa del Pueblo con una tirada aproximada de 4.000 ejemplares[12].

Si bien Unión y Trabajo tenía una periodicidad semanal, la dirección de la Casa del Pueblo era consciente de “la importancia de tener un periódico diario que contrarrestara la información aportada por las derechas”[13], y por ello aspiró a convertir el semanario en diario, aunque dichos intentos no fructificaron[14].

En cuanto prensa obrera que era, este periódico ejerció una importante influencia al divulgar los planteamientos ideológicos defendidos por las organizaciones social-ugetistas. Con esta labor de propaganda se pretendía, por un lado, orientar a aquellos afiliados cuyos ideas y actitudes no siempre estaban en consonancia con la línea estratégica mostrada por el movimiento socialista y, por otro, atraer a nuevos militantes[15]. Pero Unión y Trabajo actuó también como difusor de las actividades formativas organizadas por la Casa del Pueblo. En sus páginas se observa una gran preocupación por los temas culturales, y desde éstas se incita a la asistencia a una considerable cantidad de conferencias, mítines y manifestaciones.

La difusión provincial de dicho periódico permitía al mismo tiempo cohesionar a las diferentes organizaciones social-ugetistas, repartidas por toda la provincia y alejadas geográficamente, y en ocasiones se tornó en el único nexo de unión entre algunas de estas sociedades y la dirección. Esta circunstancia viene a reforzar la idea del importante papel ideológico y educativo de la Casa del Pueblo de Cáceres no sólo sobre la capital sino sobre el resto de los afiliados provinciales de la UGT.

Otra actividad de gran relevancia fue la creación en la Casa del Pueblo de una escuela mixta para los hijos de los trabajadores y de clases para los adultos. Resultó un sustitutivo de la educación oficial, y se puso especial empeño en destacar su carácter racionalista y laico[16].

A las clases de mayores, organizadas en horario vespertino o nocturno, asistían mayoritariamente los adultos analfabetos y jóvenes obreros ugetistas con un mayor grado de instrucción. Además de la educación obrera, en las mismas se desarrollaba una labor de alfabetización y se impartían conocimientos profesionales o de cultura general como la gramática y geometría. Además, y dada la existencia en Badajoz de grupos esperantistas que impartían clases del idioma internacional y cultura general, no parece desatinado imaginar la posibilidad de que esta experiencia también tuviera lugar en Cáceres.

Esta enseñanza abarcaba distintos niveles: educación política y partidaria, instrucción primaria y alfabetización, formación profesional y cultura general. Dado la concepción de los dirigentes locales de la UGT, la educación debía tener como componente principal el obrerismo: no por casualidad las clases se impartían en la Casa del Pueblo, y los maestros y maestras procedían de las bases socialistas[17].

Como se puede suponer, la concepción instrumental de la educación impedía toda tentativa de autonomizar el trabajo cultural de la ideología. No obstante conviene indicar que la incidencia real de esta escuela (conformada seguramente por una sola aula, sería muy limitada), debido a la precariedad de sus medios económicos y al escaso número de alumnos que asistirían a ella[18].

A pesar de ello la importancia que las organizaciones social-ugetista daban a la pedagogía motivó que en los estatutos de la organización local obrera de 1923 se recogiera la necesidad de atender al sostenimiento de la escuela. Pero la exigua cuota de los afiliados -0´40 pesetas los hombres y 0´20 las mujeres- y la amplitud de los objetivos y los servicios determinó que el centro educativo se viera abocado a la precariedad económica y a la provisionalidad operativa[19].

La celebración de conferencias, charlas y mítines constituye otro tipo de manifestación a medio camino entre lo cultural y lo educativo. Se pretendían con éstas elevar el “nivel moral e intelectual”de los socios y ampliar, en lo posible, su educación sindical[20]. Las actividades iban desde la simple e improvisada conversación o discusión hasta la organización metódica de reuniones a la que eran invitados destacados dirigentes foráneos.

Una clase frecuente de actos lúdico-recreativos, nunca exentos de connotaciones propagandísticas[21], fueron las veladas artísticas, las representaciones de obras teatrales y los números musicales. Las actuaciones corrían a cargo del Cuadro Escénico de la Casa del Pueblo. Así, este grupo era el encargado de amenizar las conmemoraciones de las grandes fechas republicanas (el Primero de mayo, del aniversario de la Comuna) y de los homenajes a destacados militantes, como el celebrado a finales de noviembre de 1933 para conmemorar la muerte de Pablo Iglesias[22].

La Casa del Pueblo de Cáceres también fomentó la creación de un Grupo deportivo, pues el deporte era entendido como una actividad de ocio y elemento de regeneración moral[23].

Tras todas estas actividades latía la idea de que bastaba con dotar al ocio de un contenido ideológico adecuado para que la simple participación o asistencia a un espectáculo o manifestación deportiva se transformara en un acto de afirmación política o sindical. Resulta evidente que tras la labor desarrollada por la Casa del Pueblo en el sentido que venimos viendo se pretendía ensanchar su base militante, además de consolidar una conciencia de grupo y fortalecer la cohesión del mismo[24].

Por otro lado, no sería extraño que en este clima de interés por la formación y la “mejora moral y material de las condiciones de vida de los obreros cacereños” se dieran actuaciones tendentes a la superación de situaciones extemporáneas. Son un buen ejemplo de ello las campañas moralizadoras promovidas por la Casa del Pueblo, contrarias a la existencia de tabernas en los centros obreros y al consumo excesivo de alcohol por parte de los trabajadores. En esta línea, se publicó un artículo en agosto de 1934 que con el epígrafe “Voces de los Pueblos. El error de las Organizaciones Obreras” exponía que muchos centros obreros tenían su sede en una taberna y en otros una taberna era su sede, siendo necesario “luchar para convertir esos centros en Centros de cultura, escuelas y bibliotecas, que permitan una buena educación”[25].

Pero, si en las cantinas o cafés de las Casas del Pueblo siempre se permitió la venta de alcohol, no es menos cierto que los socialistas siempre mostraron una condena radical del consumo inmoderado de alcohol. Ello motivaría el rechazo de muchos dirigentes social-ugetistas hacia las tabernas, consideradas como lugares de embrutecimiento y pasividad frente a las injusticias sociales. Así, para unos eran “hediondos tugurios en el que aniquilan sus energías y envenenan su espíritu los trabajadores”[26], mientras para otros se trataba de lugares donde “consumían su vida los obreros”[27].

De todos modos, y a pesar de los muchos esfuerzos realizados por la Casa del Pueblo para ampliar la cultura de la clase obrera cacereña, esta -salvo contadas excepciones- debió de ser insuficiente por la escasa formación y el ambiguo grado de compromiso de la mayor parte de los militantes de base y de algunos de sus dirigentes. En este sentido, no debemos pasar por alto la estrecha relación existente entre el atraso cultural y el analfabetismo y la ausencia de de conciencia política. Ello se traduciría en el desarrollo de un notable control ideológico y en la realidad de una evidente apatía abstencionista.

La causa de este estado se sitúa en los muchos problemas por los que atravesó el movimiento obrero español, en general, y el cacereño en particular. Nos referimos a dificultades de supervivencia, crecimiento, creación, división o clandestinidad[28], que hicieron que asuntos de tipo educativo y lúdico ocupasen un lugar secundario, pese a las declaraciones formales en sentido contrario. La necesidad de priorizar los aspectos esenciales de la lucha política o sindical en una ciudad como Cáceres explica también la obligada subsidiariedad de cuestiones culturales entre los militantes de la Casa del Pueblo. Las reivindicaciones sobre problemas salariales o de jornada laboral, la articulación de unos mínimos mecanismos asistenciales y protectores y la democratización de los aparatos y vida del Estado consumieron mucho tiempo y energía.

BIBLIOGRAFÍA.

  • Arbeola, V.M., Las Casas del Pueblo, Madrid, Mañana, 1977.
  • Censo de población de España. 1930. Ministerio de Trabajo. Dirección General del Instituto Geográfico, Catastral y de Estadística, Madrid, 1932, tomo I.
  • Devois, J.M., “Historia de la prensa: el recurso del método”, en J.L. García Delgado (coord.), La crisis de la restauración en España, entre la primera guerra mundial y la II República, Madrid, Siglo XXI, 1986.
  • Gómez Carbonero, S., “El ocio y la cultura como factores de socialización política”, en S. Castillo y J.M. Ortiz de Orruño (coords.), Estado, protesta y movimientos sociales, Bilbao, Asociación de Historia Social, U.P.V., 1998
  • Guereña, J.L., “Las Casas del Pueblo y la educación obrera a principios del siglo XX”, en Hispania, (Madrid), vol. LI, núm. 178, 1991.
  • Luis Martín, Francisco de, “Las respuestas obreras a la cultura oficial en la España del primer tercio del siglo XX”, en Cincuenta años de cultura obrera en España. 1890-1940, Madrid, Fundación Pablo Iglesias.
  • Luis Martín, Francisco de, y Arias González, L., Las Casas del Pueblo socialistas en España (1900-1936). Estudio social y arquitectónico, Barcelona, Ariel.
  • Pérez Ledesma, M., El Obrero consciente, Madrid, Alianza Editorial, 1987
  • Sellers de Paz, G., La prensa cacereña y su época (1810-1990), Cáceres, Institución Cultural “El Brocense”, 1982.
  • Tuñón de Lara, M., “Prensa obrera como fuente histórica”, en VVAA., Prensa obrera en Madrid, 1855-1936, Madrid, Consejería de Cultura, 1987, pp. 23-31.

NOTAS:

[1] F. de Luis Martín, “Las respuestas obreras a la cultura oficial en la España del primer tercio del siglo XX”, en Cincuenta años de cultura obrera en España. 1890-1940, Madrid, Fundación Pablo Iglesias, pp. 3-8.

[2] Sobre los diversos conceptos y contenidos del ocio pueden verse los diversos trabajos aparecidos en

VV.AA., “Dossier: La mercantilización del ocio”, en Historia Socia (Valencia), núm. 41, 2001, pp. 65-167.

[3] Véase V.M. Arbeola, Las Casas del Pueblo, Madrid, Mañana, 1977, p. 62.

[4] “Reglamento de la Federación Local Obrera de Cáceres”, Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección Asociaciones. Caja 9. 24-I-1923.

[5] Censo de población de España. 1930. Ministerio de Trabajo. Dirección General del Instituto Geográfico, Catastral y de Estadística, Madrid, 1932, tomo I, pp. 63 y ss.

[6] Aun avanzado el periodo republicano y tras dos años de gobierno municipal de la Agrupación Socialista, las carencias culturales de la clase trabajadora seguían siendo significativas. Buen ejemplo de ello lo constituyen algunas de las peticiones que en la festividad del 1º de mayo de 1933, realizó la Casa del Pueblo a la corporación municipal, referida a la necesidad de construcción de escuelas en las barriadas de San Mateo, Santiago y Plaza de América y a la creación e instalación de una biblioteca municipal. Véase Extremadura, 4-V-1933.

[7] Según Luis de Martín la biblioteca de la Casa del Pueblo de Badajoz llegó a tener aproximadamente, unos 1.000 volúmenes. Por eso pensamos que la de Cáceres debió tener cuanto menos de 500 o 600 ejemplares. Véase F. de Luis Martín y L. Arias González, Las Casas del Pueblo socialistas en España (1900-1936). Estudio social y arquitectónico, Barcelona, Ariel, p. 56.

[8] Véase “Reglamento de la Federación Local Obrera de Cáceres”, Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección Asociaciones. Caja 9. 24-I-1923, p. 3.

[9] La existencia de este tipo de material no sería extraño puesto que un destacado dirigente de la Casa del Pueblo y presidente de la Federación Provincial, Felipe Granado, llegó a manifestar “que, para hacer la revolución, los obreros lo primero que tienen que hacer es pasar por las bibliotecas para ilustrarse”.

[10] Por desgracia, no contamos con ningún catálogo de obras aunque el de otras bibliotecas nos puede dar una idea de los fondos. Así, no sería extraño que se encontraran en la biblioteca de la Casa del Pueblo, además de las ya mencionadas publicaciones internas, libros de historia, filosofía, ciencia política, religión, ciencias puras y aplicadas. En cuanto a los autores, seguramente abundaban los escritos de líderes socialistas nacionales como Pablo Iglesias, Largo Caballero, Araquistain, Fernando de los Ríos o Andrés Saborit, además de las obras clásicas de Marx, Engels, Lenin y Trosky. En cuanto a los “literatos” posiblemente habría trabajos de Zola, Tolstoi, Víctor Hugo, Gorki, Galdós o Blasco Ibáñez. Por último, en relación con los trabajos de divulgación filosófica y científica, cabría destacar a autores como Darwin, Voltaire o Rousseau.

[11] V.M. Arbeola, Las Casas del Pueblo…, op. cit, p. 61.

[12] V.M. Arbeola, Las Casas del Pueblo…, op. cit, p. 62.

[13] No debe olvidarse que el surgimiento del movimiento obrero coincidió en el tiempo con los inicios de la cultura de masas, un proceso sociológico en el que la prensa adquirió un papel fundamental que llevaría al propio movimiento obrero a convertirlo en una herramienta esencial para su actuación. Véase M. Tuñón de Lara, “Prensa obrera como fuente histórica”, en VVAA., Prensa obrera en Madrid, 1855-1936, Madrid, Consejería de Cultura, 1987, pp. 23-31.

[14] Véase, G. Sellers de Paz, La prensa cacereña y su época (1810-1990), Cáceres, Institución Cultural “El Brocense”, 1982.

[15] La importancia de la prensa no debe desdeñarse como conformador de opinión y formación, llegando algunos autores a manifestar que “es el medio privilegiado de expresión de ideologías y como tal, es hoy testigo de lucha entre quienes la utilizaban como pieza clave del aparato de persuasión que les servía para asentar la dominación de clase y quienes precisamente ponían en entredicho esta dominación”. Véase J. M. Devois, “Historia de la prensa: el recurso del método”, en J.L. García Delgado (coord.), La crisis de la restauración en España, entre la primera guerra mundial y la II República, Madrid, Siglo XXI, 1986, p. 350 y ss.

[16] Precisamente, la defensa del carácter laico del Estado, la sociedad y la educación por parte de la Casa del Pueblo, propiciaría durante el periodo republicano la multiplicación de actos de carácter laico, siendo habituales los enfrentamientos con las autoridades eclesiásticas. Buen ejemplo de ello, serían las polémicas por la secularización del cementerio municipal en enero de 1932, o la prohibición por parte del Gobernador Civil de que se publicara en las páginas de Unión y Trabajoun manifiesto laico y anticapitalista que llevaba por título “Al monoteísmo capitalista, el socialismo universal”. Para esta circunstancia, puede verse Unión y Trabajo, 31-III-1934.

[17] No siendo extraño que fueran mujeres las encargadas de la educación de los niños escolarizados en la escuela de la Casa del Pueblo.

[18] Guereña señala que en 1927, esta escuela tendría 60 alumnos. Véase Jean-Louis Guereña, “Las Casas del Pueblo y la educación obrera a principios del siglo XX”, en Hispania, (Madrid), vol. LI, núm. 178, 1991, p. 660.

[19] Era muy frecuente durante el periodo republicano, la aparición en Unión y Trabajo de numerosas colectas para el sostenimiento de la Escuela y la aparición de las listas de los donantes.

[20] En esa línea iban los actos de propaganda que tuvieron lugar entre septiembre y octubre de 1934 para informar sobre las ventajas del cooperativismo, coincidiendo con el impulso que desde la Casa del Pueblo se quiso dar a la Cooperativa de Casas Baratas. Véase Unión y Trabajo, 8-IX-1934.

[21] Todos estos acontecimientos de carácter lúdico no dejaban de ser un gran escaparate público que la Casa del Pueblo aprovechaba para mostrar su capacidad de movilización y organización. Caso paradigmático de lo anterior sería la celebración de la fiesta del trabajo del Primero de mayo

[22] Unión y Trabajo, 26-XI-1932.

[23] Tenemos constancia de la existencia del grupo deportivo y del cuadro escénico, si bien no conocemos la fecha de constitución de los mismos. Véase V.M. Arbeola, Las Casas del Pueblo…, op. cit, p. 61.

[24] En esta línea se manifiesta Sonsoles Gómez cuando defiende la tesis de que despertar y canalizar sentimientos y placeres con la práctica de cualquier actividad de recreo pueden ser concebidos como un medio para la consecución de objetivos más trascendentales. Véase S. Gómez Carbonero, “El ocio y la cultura como factores de socialización política”, en S. Castillo y J.M. Ortiz de Orruño (coords.), Estado, protesta y movimientos sociales, Bilbao, Asociación de Historia Social, U.P.V., 1998, pp. 447-448.

[25] Unión y Trabajo, 11-VIII-1934.

[26] M. Pérez Ledesma, El Obrero consciente, Madrid, Alianza Editorial, 1987, pp. 247-248.

[27] Unión y Trabajo, 17-VIII-1935.

[28] La Casa del Pueblo de Cáceres permaneció clausurada como consecuencia de los sucesos de octubre, entre el 5 de octubre de 1934 y comienzos de mayo de 1935. Véase Unión y Trabajo, 11-V-1935.

Oct 012002
 

Juan García-Murga Alcántara.

Ha sido nota común en las ciudades de nuestro entorno cultural occidental, en particular en los períodos históricos de auge de la vida urbana (antigüedad clásica, período renacentista, época barroca o tiempos modernos), el ornato de las calles con esculturas, de diversa finalidad e intencionalidad. En la presente comunicación revisaremos algunos ejemplos de este arte escultórico en Mérida, analizando sus objetivos y perspectivas, así como el uso, tanto cultural como político o significativo que puede hacerse de las mismas, de estas manifestaciones artísticas de distintos períodos cronológicos. El estudio de estos ejemplos, sus rasgos individualizadores o de grupo (puede haber grupos de esculturas urbanas, por su estilo, finalidad, etc.), su estado de conservación, su encaje más o menos adecuado en el entorno urbano, el uso que de ellas se hace en la ciudad, etc., son centros de interés de estas líneas.

En la ciudad de Mérida, cuyo tejido urbano actual está completándose (aunque toda ciudad es como un organismo vivo, en crecimiento constante y expansión progresiva, y más en núcleos como el de la capital autonómica de Extremadura, centro comarcal, cultural, turístico y político de la región), pueden encontrarse diversos ejemplos de estatuaria urbana, y en diferentes zonas de la ciudad. Sin pretensiones de exhaustividad, pueden clasificarse estos ejemplos del modo siguiente:

  • Esculturas que evocan el pasado histórico de la época romana
  • Representaciones o imágenes de contenido o finalidad religiosa, de honda raigambre popular
  • Esculturas de tiempos modernos, cuya interpretación es principalmente de matiz cultural o alegórico-simbólico.
  • Figuras o elementos de personajes ilustres o importantes para la vida de la ciudad
  • Figuras ausentes, es decir, representaciones o imágenes que deberían estar en contacto con el público, en las vías públicas, pero que por diferentes motivos no se encuentran en esta situación. En este apartado debe mantenerse el necesario punto de vista crítico, puesto que es una realidad de ausencia y una minusvaloración de estas figuras y artistas, en algunos casos estrechamente ligados a la ciudad emeritense.

En el primer grupo, esculturas evocadoras del pasado histórico de tiempos romanos, precisamos que no se mencionan las esculturas o reproducciones que se encuentran en los monumentos, en el museo, puesto que no se encuentran (estas esculturas de monumentos y museos) a la vista del viandante, hay que entrar en lugares concretos, es decir, hay que ir en busca de ellas, no son esculturas de las vías urbanas, aunque se encuentran en la ciudad; quedarían fuera del objeto de este breve estudio las existentes en los museos romano y visigodo, así como las de iglesias, organismos públicos, instituciones, etc., que pudieran encuadrarse en este primer apartado y en los siguientes.

En este primer grupo, pues, aparecen tres buenos ejemplos, como la reproducción romana que se encuentra en la fachada del Museo Nacional de Arte Romano, sobre la puerta de entrada al mismo, que informa del contenido de éste y refleja su importancia, aunque el ciudadano el edificio cerrado; es, al mismo tiempo, una escultura artística y una figura de significado urbano, que informa indudablemente del esplendor histórico y artístico de Augusta Emérita, huella imborrable, del valor cultural actual del Museo, y familiariza al contemplador con estas dos realidades antes mencionadas; por otra parte, su encaje en el lugar concreto y en el tejido urbano de la zona está fuera de toda duda.

En la Plaza de Roma, en la cabecera del Puente Romano sobre el Guadiana, y junto a la entrada del cardo máximus o calle principal de la estructura urbana de Mérida en la época romana, se encuentra la reproducción de la Loba Capitolina, símbolo de la ciudad de Roma y, por extensión, de toda la romanidad; podríamos indicar este monumento como el más ajustado al carácter histórico de la ciudad y aquél cuyo enmarque en el entorno urbano tiene mayor adecuación, por el tema y el lugar en el que se encuentra, en el que se reúnen pasado y presente de la ciudad de Mérida.

En la cabecera del Puente Lusitania, al otro del denominado Paseo del Guadiana, se encuentra la reproducción del Augusto en traje militar, sobre un pedestal tal vez desproporcionado para el tamaño de la escultura, a la cual empequeñece y dificulta su visión en perspectiva; esta calle, que cierra por el lado del río el casco urbano antiguo de Mérida, queda así configurada como la vía romana moderna de la ciudad, significada por estas dos esculturas-eje, las reproducciones de la Loba de Roma y de su emperador Augusto, en cuyo tiempo se fundó la ciudad de Mérida.

En el segundo grupo, imágenes de contenido o finalidad religiosa, la presencia de Santa Eulalia es imprescindible, en esta ciudad de su nacimiento. Éste es el carácter y significado del monumento que se encuentra en la Rambla de Mérida, en el parque recientemente reformado; aunque se trata de una agregación de piezas romanas sobre las que se encuentra una escultura de Santa Eulalia, el monumento habla de la religiosidad popular que, en ocasiones, no tiene mucho que ver con el valor artístico o estético, pero que es un sentimiento muy respetable; en este apartado se encontrarían también las figuras de Santa Eulalia, situadas en el recinto de la iglesia del mismo nombre, en el llamado popularmente Hornito, que recuerda el lugar del martirio de la Santa; no obstante, estas figuras, aunque están la vista del público, se encuentran en el interior de la capilla, separadas por reja o cristalera, con lo cual se podrían considerar también como aisladas, a un lado del entorno urbano. Es la misma situación planteada en la Ermita del Calvario, cuya disposición constructiva tiene también rasgos de semejanza; la imagen religiosa se encuentra a la vista del paseante, pero no incrustada en el tejido urbano propiamente dicho.

En el tercer grupo, esculturas de tiempos modernos, es donde la ciudad tiene planteado un interesante reto, dado que, por una parte, están perfectamente deslindadas las áreas modernas dentro del conjunto urbano completo, y es también abundante el número de rotondas y glorietas, elemento muy actual en el tráfico en las ciudades actuales. Por otra parte, muchos lugares de la ciudad, incluso del casco antiguo, pueden embellecerse adecuadamente, con esculturas modernas o de la época actual, buscando siempre el correcto enmarque en el entorno urbano, la belleza estética y la llamada a la sensibilidad de las autoridades y de los ciudadanos en su conservación.

Predomina, entre las figuras que reseñamos, el sentido alegórico o simbólico en la finalidad de la obra escultórica emplazada, dotada de grandes valores estéticos y artísticos, como en el monumento a todos los caídos en las guerras de España, obra de Juan de Ávalos, situado en las cercanías de la Plaza de Toros, muy descuidado en su conservación e injustamente valorado hasta ahora, puesto que en un artista debe predominar su obra sobre el contexto histórico en que ésta se enmarque, para que pueda ser debidamente apreciada y no se desvirtúe su significado, como se hace frecuentemente con éste y otros artistas de la etapa del franquismo y otros períodos históricos recientes de la Historia de España.

En el Polígono Nueva Ciudad, barrio prototipo del urbanismo moderno de Mérida, se encuentran varias esculturas de tiempos actuales, como la representación alegórica situada frente a la Escuela de Administración Pública de la Junta de Extremadura, o la que simboliza, con valor cultural, a la ciudad, con sus siete elementos verticales repletos de “libros” esculpidos, situado todo el conjunto en el nuevo parque construido junto al río Guadiana, entre los puentes Romano y Lusitania, en la orilla que se sitúa enfrente del casco histórico de Mérida, al otro lado del río, como es habitual decir en la ciudad emeritense.

En fechas muy recientes se ha incorporado al patrimonio artístico de la ciudad la representación escultórica conocida como “El porteador”, situada junto al área de servicios del Teatro Romano, construcción de estilo moderna que levantó gran polémica en su momento; es del escultor Mesa, y está fechada en 1986.

En el cuarto grupo, recuerdos o representaciones de personajes ilustres o importantes para la ciudad emeritense o para la región, pueden situarse las esculturas representativas de Mario Roso de Luna, el escritor y teósofo de Logrosán, situada en el Instituto de Enseñanza Secundaria “Extremadura”, en la calle que lleva el nombre del escritor reseñado, constituyendo una representación simbólico-alegórica alusiva a la personalidad de Roso de Luna. Podemos incluir igualmente en este grupo, aunque se trate de una representación simbólica sobre pedestal, la escultura que se encuentra en la Puerta Villa, plaza que cierra el trazado de la calle principal del recinto histórico de Mérida en la época romana, que hemos indicado anteriormente. Recuerda la inscripción a Mélida y Macías, los impulsores de las excavaciones modernas en los monumentos romanos de Mérida, y del definitivo impulso hacia delante en el cuidado por el patrimonio artístico de la ciudad emeritense.

Podemos señalar en este lugar, igualmente, al ceramista y escultor Rafael Ortega, vecino de Mérida, del que hay una figura en el parque de la barriada de La Argentina, actualmente en fase de remodelación. La figura de Ortega ha sido de los monumentos urbanos más maltratados e injustamente descuidados desde su colocación, puesto que ha sido difícil contemplarla sin estar afeada por la suciedad, el descuido o las pintadas incívicas y crueles. Esperamos el mejor futuro para ésta y todas las figuras escultóricas situadas en Mérida. Igualmente citaremos los bustos escultóricos de José Fernández López, en la avenida del mismo nombre, en las cercanías de la residencia oficial del Presidente de la Junta de Extremadura, y de Álvarez Sáenz de Buruaga, que se encuentra delante del edificio que alberga la Colección de Arte Visigodo, núcleo del futuro museo de Arte visigodo de Mérida.

Entre las figuras ausentes, es decir, esculturas que deberían tener una representación más digna en esta ciudad, por sus valores estéticos o por la importancia de sus autores, hay que citar necesariamente la composición en hierro, obra de Álvarez Lencero, que estuvo algún tiempo expuesta, en años pasados, en el espacio urbano de la Rambla emeritense, y un día desapareció, sin conocerse con exactitud su situación actual, y las figuras de Juan de Ávalos, dignas de ser situadas en un museo propio y/o en la vía pública, según el tipo de figura de que se trate, y en la actualidad injustamente relegadas y en condiciones inadecuadas de conservación. En este punto se encuentra uno de los grandes retos pendientes de las autoridades, ya sean locales o regionales, porque la Cultura no entiende de particularismos mezquinos y minimizadores, y este escultor, Ávalos, merecería sin duda un museo de acuerdo con su categoría personal y artística.

El capítulo de la estatuaria urbana de la ciudad de Mérida no se cierra con estas líneas, necesariamente breves, sino que permanece abierto, como abierta es la expansión de la ciudad, que se encuentra viva, en la medida en que estén vivos sus habitantes, sus autoridades responsables, el aliento cívico y de respeto por nuestros monumentos y objetos culturales, espejo del grado de civilización y ventana abierta para los visitantes, que habla de la calidad individual y social de los ciudadanos y del grado de desarrollo de toda la comunidad.

Oct 012002
 

Luís Miguel García Domínguez.

Licenciado en Historia

1. Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo contribuir, desde un enfoque analítico e interpretativo, al estudio de una realidad histórica que si bien para el caso extremeño no ha sido tratado con la profundidad requerida, no por ello deja de ser un aspecto de vital importancia no sólo para la mejor comprensión del movimiento obrero extremeño sino también para la ampliación y limitación de los horizontes culturales de la Extremadura de principios de siglo.

Dicho esto, abordaremos la cuestión a partir de un acercamiento lo suficientemente riguroso y conciso a las manifestaciones de cultura obrera, pero no desde el estudio concreto y pormenorizado de los espacios, modalidades y contenidos de esa cultura (lo cual se haría imposible por razones espaciales), sino desde el análisis de la actividad que en este campo concreto de estudio realizó una organización obrera de singular importancia en Extremadura, a saber: La Sociedad Germinal Obrera de Badajoz. Para ello, realizaremos una aproximación conceptual al término de cultura obrera, ajustándolo a nuestro esquema de interpretación, que sin duda nos será de gran utilidad para el desarrollo de nuestro trabajo.

2. Aproximación conceptual

A la hora de afrontar cualquier trabajo en donde el concepto cultura adquiera especial protagonismo, ya sea desde una perspectiva general o en algún aspecto sectorial como es el caso que nos ocupa, hay que ser conscientes de la inevitable polisemia que el concepto posee.

Así, y de acuerdo con lo dicho por G. L. Mosse, trataremos de definir cultura como un estado de la mente,[1] aludiendo a cómo percibimos la sociedad y el lugar que ocupamos en ella, referido a su vez, a la percepción que tenemos de la realidad y a las acciones que en ella desempeñamos. De esta manera, los movimientos culturales, no sólo captan, sino que ayudan a conformar esos estados de la mente con respecto a la realidad, con lo que esos estados mentales o ideas acaban determinando la visión que del mundo tenemos y las acciones que en ella realizamos. Como señalaba Ortega y Gasset, cultura es el “sistema vital de las ideas” [2].

Desde esta perspectiva, consideramos que el debate cultural es indisociable del debate social, en el que todo tiende a asignar a los diversos grupos sociales implicados una cultura concreta que los especifique y los encierre en esa especificidad.

Así pues, el proceso de construcción de la cultura obrera pasa por la reivindicación de unos espacios y de un tiempo propio tanto como por la asunción de un lenguaje y difusión de unos valores también específicos. Se daban así los primeros pasos en la elaboración de un sistema de valores adecuados al nuevo horizonte social en el que la clase obrera basaría sus esperanzas y anhelos de emancipación. De este modo cuando nos referimos al término cultura obrera, no nos estamos refiriendo únicamente a la noble y necesaria apetencia de saber o de superar la desigualdad intelectual con respecto a otras clases sociales, ni tampoco a la instrucción o educación escolar, sino más bien a la elevación intelectual, moral y política de la clase obrera.

Después de este acercamiento exegético al concepto de cultura obrera, que sin duda nos ayudará a comprender en sus justos términos el desarrollo del trabajo, nos vemos en la obligación de realizar un breve recorrido histórico por la significación y origen de este concepto. Así, hacia el siglo XVIII, nos encontramos pequeños grupos de obreros que leían y escuelas dominicales y otras instituciones filantrópicas que impartían una instrucción limitada a la clase obrera, aunque sólo una minoría aprendían a leer y a escribir. No obstante, uno de los puntos de partida en la educación del proletariado fue el proyecto de Fourier para la creación de laécole-atelier, en la cual se combinaría el aprendizaje de oficios manuales con el de disciplinas intelectuales.[3] También en Inglaterra durante la Revolución Industrial, proliferaron los coffee-houses, donde se organizaban las lecturas de noticias, y aunque esta cultura era fundamentalmente autodidacta, fue madurando de manera dispersa entre los trabajadores que acabarían formando bibliotecas.

De esta manera, la educación de la clase obrera, allí donde primero cuajó la Revolución Industrial, fue motivo de reflexión incluso entre los representantes burgueses, encontrándonos con partidarios de una educación de las clases populares controlada por el Estado, una especie de cultura y coerción (educación y Estado). El máximo representante de este pensamiento será M. Arnold, quien entiende que la educación es el camino de la clase obrera hacia la cultura, que supone civilizarla para su subordinación y explotación. Arnold ve las escuelas elementales y primarias como instrumentos de civilización en un continente oscurecido por el barbarismo de la clase trabajadora.[4]

Por el contrario, en el polo opuesto, se situarían aquellos que ni siquiera compartirían esta idea de educación tutelada y paternalista, ya que entienden que la cultura debería ser sólo accesible a la minoría que guía la civilización, actitud que sin duda estuvo motivada por la cantidad de ejemplares vendidos de Los derechos del hombre de Thomas Paine (200.000 ejemplares) en la década de los noventa del siglo XVIII, lo cual encendió la alarma del radicalismo social que podía conllevar la instrucción de las clases populares.

Poco a poco, irían proliferando organizaciones y actitudes por toda Europa, bajo la tutela de los partidos progresistas o de los sindicatos, que tratarían de generar una cultura obrera alternativa a los valores y costumbres de la sociedad burguesa y del Estado. Así, esta posición alternativa hacia el Estado e instituciones oficiales, fue fruto de la indiferencia de las autoridades y de la sociedad en general por la educación y desarrollo cultural del obrero. Consecuentemente, existirá un rechazo generalizado a la educación oficial tachándola de autoritaria, domesticadora, clerical y servidora de los intereses capitalistas. Se la acusaba de su inhibición en el fomento de la educación y la cultura de los obreros, contribuyendo al dramático problema de la desescolarización y analfabetismo, de haber desarrollado una interesada política educativa y cultural de corte clasista, instrumentalizando ideológicamente la enseñanza al ponerla al servicio de la perpetuación del régimen imperante.

Ante esta situación, se fue consolidando una creciente preocupación y un enorme interés por parte de la clase obrera organizada en relación con la educación y cultura, términos que se usaban indistintamente para referirse a la misma realidad, es decir, la formación intelectual, moral y política del obrero.

Pero lo que realmente importa subrayar es que según estos planteamientos, la educación y la cultura, entendidas como instrumentos de liberación de la clase obrera, y por tanto, como factores transcendentales en el proceso de toma de conciencia proletaria, se convierte en norma táctica para superar al capitalismo, es decir, en la vía o una de las vías hacía la futura sociedad igualitaria.

3. Labor cultural de la Sociedad Germinal Obrera.

A la hora de realizar este punto, debemos comenzar señalando que la existencia de manifestaciones culturales en el mundo obrero extremeño sobrepasa obviamente el ámbito reducido de una única asociación. La elección de la Germinal obedece a la indudable trascendencia que ésta tuvo para el movimiento obrero de la región, ya que según las palabras de Fermín Rey Velasco – posiblemente el autor que más y mejor ha estudiado esta sociedad – la Germinal inaugurará la etapa que representa la ruptura con la protesta espontánea y con el movimiento obrero débil y esporádico de épocas anteriores. En ella se manifiestan, por primera vez, rasgos contemporáneos tanto en su ideología como en su actividad y es el punto de partida del asociacionismo posterior[5]

Dicho esto, las primeras noticias que tenemos de la creación de un Centro Obrero en Extremadura la encontramos en 1892, en Badajoz. Así, López Casimiro nos asegura que en septiembre de este año, funcionaba en Badajoz un Centro Obrero situado en la calle Hernán Cortés, con un marcado carácter instructivo y de ayuda mutua. Su finalidad era instruir a los obreros y librarlos de las garras de la usura. La Junta Directiva estuvo formada por Eduardo Domínguez, Presidente; Benito Ferrer, Vicepresidente; Vicente Ruiz, Secretario primero; Cándido Yerto, Secretario segundo; Francisco Durán, Contador; Manuel Cáceres, Tesorero; Juan Reino, Andrés Trujillo, Miguel Blanco Pedro Macias, Vocales. La cuota sería de una peseta, aunque algunos pensaban que no debía exceder de 50 cts., por la mala situación en que se encontraba por aquellas fechas la clase obrera.[6]

La relación de su Junta Directiva tiene su interés para comprobar como algunos miembros del Centro Obrero, como fue el caso de Francisco Durán, aparecerán entre la Directiva de la Germinal Obrera.

Junto a todo lo dicho, cabe señalar que las primeras noticias que encontramos referidas a la cultura y educación obrera, para el caso de Badajoz, lo encontramos en 1883, cuando un grupo de socios de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, formado por José González, Miguel Pimentel y Ramón González, presentaron un proyecto para crear una Escuela de Artes y Oficios que pudiera difundir conocimientos teóricos y prácticos a la clase obrera. La idea quedó en el aire hasta 1892, año en el que el propio Ayuntamiento se encargaría de la redacción del texto. Las ideas de progreso y modernidad para la clase obrera debían ser el eje central de este nuevo centro académico y desde esa perspectiva se delimitaron las enseñanzas a impartir, la creación de talleres, bibliotecas e incluso de un museo para la exposición de obras de los propios alumnos. Su instalación la encontramos en la calle san Pedro de Alcántara, nº 34, quedando constituido el primer claustro en 1894, por Ventura Vaca, Felipe Checa e Ignacio Santos Redondo entre otros.[7]

Observamos como este claustro está formado por personalidades importantes dentro de la cultura local de Badajoz, miembros de la burguesía liberal del momento, lo que denota un cierto aire paternalista hacia la instrucción del obrero de esta franja social, como también lo muestra las intenciones del Ateneo Científico Literario, creado en 1902, que dedicaría ciclos de conferencia para ilustrar a la clase obrera, fruto de la existencia de un espíritu ilustrado referido a la necesidad de que estas clases populares pudieran acercarse a la cultura, impartiéndose cuatro asignaturas una vez por semana cada una y acordándose que la matrícula fuera gratuita para asegurar así al acceso de las clases obreras.[8]

Consecuentemente, la inquietud por la formación del obrero auspiciada por el mundo burgués, chocaba con la ejercida por las propias asociaciones obreras que gozarían de cierta autonomía a la hora de realizar su labor cultural, creando tanto sus propios órganos de instrucción como de expresión. De hecho, la Germinalcontó con un órgano de expresión propio llamado El Obrero, semanario difusor de las ideas de la asociación desde 1899, en donde aparecen los ejes fundamentales de sus reivindicaciones y sus actividades. De esta manera, como muestra de la autonomía descrita, nos encontramos con la celebración del 1º de mayo de 1898, posiblemente la primera celebración de este tipo en Extremadura de la que se tenga constancia, realizada en el Centro Obrero de Badajoz y en la que de entre los múltiples discursos pronunciados, destacamos el del “compañero Vicente Martínez -quien- expuso la necesidad de la enseñanza del obrero, poniendo varios ejemplos que fueron aplaudidos[9]

Pero centrándonos en el caso de la Germinal, bien podíamos comenzar señalando la pertinencia de un nombre como el elegido por esta sociedad, del todo recurrente en las sociedades y publicaciones de talante progresista y reivindicativo. Sin duda, la elección de esta emblemática denominación de Germinal, nombre del mes de abril del calendario revolucionario francés y título de la novela de E. Zola de mayor impacto en el mundo obrero, denota una perfecta imbricación de los componentes de la sociedad en la realidad societaria y cultural de la época.

Desde 1897, nos recuerda López Casimiro, la existencia en Madrid de la Revista Germinalen la que colaboraban republicanos y socialistas. Entre sus colaboradores destacan Joaquín Dicenta, Blasco Ibáñez y Felipe Trigo, que también colaborarían en el periódico republicano pacense La Región Extremeña. De este modo, podemos encontrar una primera relación entre los orígenes de la Germinal obrera, allá por 1899 y su inicial filiación republicana. Así, llegamos al primer gran acto de índole cultural y política de la Germinal y de extraordinaria relevancia para la Extremadura de fines del XIX. De esta manera, en perfecta sintonía con el sentir de la intelectualidad española de la época, la Germinal celebrará un mitin para pedir la revisión del proceso de Montjuich.

La trascendencia de este hecho reside en que los sucesos de Montjuich han sido comparados por diversos autores españoles con lo ocurrido en Francia a partir delaffaire Dreyffus, es decir, con el nacimiento de una intelectualidad consciente, comprometida socialmente y caracterizada por la utilización de distintos medios (conferencias, mítines, artículos periodísticos etc) para expresar sus ideas.

En este contexto, las más destacadas figuras del mundo intelectual español[10] van a mostrar su disconformidad con las torturas que se infligen en Montjuich a los anarquistas detenidos tras el atentado contra la procesión del Corpus en la calle de Cambios Nuevos de Barcelona, en 1896. Se pedirá el indulto de los condenados que se les supone inocentes, como el caso de Pere Corominas, y reclamarán la revisión de todo el juicio.

De este modo, el 19 de septiembre de 1899, asistimos en Jerez de los Caballeros a las celebraciones del acto en el que tomaron la palabra varios ponentes. De lo allí dicho se hizo eco el periódico pacense La Región Extremeña, de lo que destacamos lo siguiente:

“En un amplio patio del vetusto edificio nominado el “Casafón”, sito en el llano de Santa María, se celebró en la tarde del domingo 17 un meeting revisionista, organizado por la agrupación republicana “Germinal” establecida en esta ciudad y que tan dignamente preside el joven republicano Don Francisco Chaves.

Ante la numerosísima concurrencia que llenaba el local se leyó como prólogo el número de Vida Nueva en que detallaba los horribles tormentos a que fueron sometidos las víctimas de Montjuich; lo cual produjo gran impresión en el ánimo de los concurrentes. Después leyeron adhesiones de varios correligionarios.

(…) Antonio Contreras tuvo momentos felices y dijo con una serenidad asombrosa su valiente peroración, atacando al clericalismo y al régimen imperante, (…). El presidente comparó las naciones que tienen república con las que no la tienen, dando a entender las ventajas que hay de una y otra forma de gobierno.

Aprobáronse después las conclusiones siguientes:

  • Revisión del proceso de Montjuich.
  • Castigo a los culpables
  • Indemnización a las familias de las víctimas por el Gobierno, y demolición de dicho castillo.

Asistieron representaciones del partido republicano. A la salida se dieron vivas a la Libertad, a la Justicia y a “Germinal”. Durante el acto reinó el mayor el orden.” [11]

Varios son los aspectos que podemos destacar de la crónica aparecida en La Región Extremeña En primer lugar, se muestra de forma explicita la filiación política de la Germinal, al referirse a ella como “agrupación republicana Germinal”, lo que nos hace pensar en una radicalización de sus postulados a la altura de 1900 que conllevará el cambio de su Junta Directiva, como tendremos ocasión de ver más adelante. En segundo lugar, llama la atención el dinamismo del mitin, en donde se leen párrafos de la revista Vida Nueva — sin duda una de las revistas más comprometidas y contestatarias del momento, compuesta por varios de los miembros que formaron la Revista Germinal—también se leen adhesiones de correligionarios, se asiste a la participación de varias personas con una importante capacidad de oratoria etc. Por último, el carácter crítico de la sociedad se hace presente no sólo en la petición de revisión del caso Montjuich, sino también en las proclamas anticlericales y antimonárquicas, lo cual define su clara y abierta militancia republicana.

En este sentido, la celebración de mítines y conferencias fue una constante en el Badajoz de fines de siglo, lo que denota el activismo no sólo político y societario sino también cultural que la capital badajocense poseía en esos momentos. Así, por las mismas fechas, podemos leer el siguiente llamamiento en La Región Extremeña

“A los Republicanos, Socialistas y Librepensadores de Badajoz: se les invita a una reunión que se verificará el día 22 del corriente a las ocho horas de la noche, en el local republicano, Montesino 5, para tratar de las medidas que hayan de emplearse a fin de celebrar un meeting en el que tome parte la ilustre propagandista librepensadora Doña Belén Sárraga de Ferrero y alguna otra personalidad de importancia en las ideas progresivas. La Comisión”[12]

Unos días más tarde, leemos en el mismo periódico el siguiente llamamiento:

“Grande ha sido la satisfacción de todos los demócratas en general y de esta Comisión en particular al ver el inmenso entusiasmo, la inexplicable alegría con que se acogió el proyecto de que en la reunión del día 22 en el Casino republicano, se dio cuenta, siendo buena prueba de ello la importancia que reviste la suscripción. (…) Esta Comisión, interpretando los sentimientos de todos los demócratas, no duda en dirigirse a ellos, invitándolos a cooperar pecuniariamente a fin de celebrar varios meetings, entre ellos, el primero revisionista, en el que tomará parte la valiente propagandista Doña Belén Sárraga y otras personalidades de reconocidos méritos, tales como Lerroux, Blasco Ibáñez y Demófilo. A este fin, se ha abierto suscripción voluntaria, recogiéndose los donativos en el Casino Republicano (…) y en las redacciones de los periódicos de La Coalición, La Región Extremaña y El Obrero.”[13]

Belén Sárraga no llegará hasta octubre de 1901 y para entonces la Germinal ya se había convertido en una auténtica sociedad de resistencia. Así, el 14 de enero de 1900, podemos leer la siguiente reseña:

“Anteanoche celebró su primera junta general la nueva sociedad “Germinal” en su domicilio Chapín, 10. La presidió el nombrado interinamente, José Robles. (…) Se leyó el reglamento, que ha sido ya presentado al Gobierno Civil y en el que se indican las clases que han de establecerse para la instrucción de los obreros, los socorros que a estos han de prestarse en determinadas ocasiones etc. (…). Se procedió al nombramiento de Presidente definitivo, Tesorero y Secretario General, resultando elegido. Presidente: Agustín Ríos; Secretario: Francisco Durán y Tesorero: Julián López (…).[14]

Lo que merece la pena destacar de esta reseña es la descripción de los fines que persigue. Aspecto de gran valor documental, habida cuenta de las dificultades existentes para consultar el Reglamento de la sociedad. Con esto, nos podemos componer una idea más o menos ajustada de los fines que perseguía, combinando la finalidad instructiva con la mutualista, un hecho muy frecuente en las sociedades de la época, que tratarían de defender en todo momento los intereses materiales de sus afiliados (enfermedad, muerte, vejez,).

La evolución ideológica definitiva no se conseguirá, según nos explica Rey Velasco, hasta su participación en el Congreso Regional de Sociedades Obreras, celebrado en Madrid en Octubre de 1900 y convocado por El Porvenir del Trabajo, sociedad de albañiles de ideología anarquista. El representante de la Sociedad Germinal en el Congreso fue Antonio Apolo, un escritor anarquista residente en Madrid y que propondrá a la asamblea los siguientes puntos para su aprobación: 1) estudiar el medio de que el obrero se haga dueño de la producción; 2) estimular la creación de escuelas laicas y centros de propaganda científicos y societarios y 3) promover la cultura y emancipación de la mujer. La importancia de la participación en este Congreso no es otra que la asunción por parte de laGerminal de los principios anarquistas que proclaman las sociedades de la época, lo que se pondrá de manifiesto tanto en la estructura organizativa (se constituye en una federación formada por gremios de albañiles, panaderos, agrícolas y oficios varios) como en sus actividades.[15]

De este modo, no nos debe sorprender la puesta en funcionamiento de una escuela laica, acorde con el anticlericalismo propio de su ideología. Prueba de su actividad es esta nota que encontramos de igual modo en La Región Extremeñacon motivo de la celebración del 1º de mayo de 1902:

“los manifestantes, entre los que formaban parte los alumnos de la escuela laica establecida por la germinal y que sumaban más de dos mil -alguien cree que pasaban de tres mil-, recorrieron diferentes calles llevando una bandera con inscripciones alusivas a la aspiración de los obreros respecto a las jornadas de ocho horas”[16]

El encargado de la escuela sería el maestro Francisco Pérez Vilaplana, según nos informa López Casimiro.[17]

Pero si importante fue la labor de la Germinal en el ámbito de la instrucción, no lo será menos su participación en la Comisión que consiguió traer a Badajoz a la propagandista Belén Sárraga.

El 31 de octubre de 1901 llegó la ilustre librepensadora con su marido a Badajoz. La Comisión organizadora invitaba, a través de una nota en La Región Extremeña, a todos los que profesasen ideas radicales a acudir a esperarlos a la estación[18]. A esta convocatoria asistieron una representación de la Germinal y otra de republicanos.[19]

En lo referido a Belén Sárraga, podemos apuntar que se trataba de una incansable militante y propagandista de las reivindicaciones del movimiento obrero, cercana a los ambientes libertarios.

El 1 de noviembre se celebró el tan esperado mitin en el local donde estuvo instalado El fomento de las Artes. El acto lo presidió Isidoro Osorio, a la sazón Director de La Región Extremeña. Presentó a los invitados recordando los servicios prestados por el matrimonio a la causa de la república y de la libertad de expresión. También hicieron uso de la palabra Vicente Martínez, Antonio Valor y Pedro Gómez. El primero señaló que bajo la forma de gobierno de la república, pueden ver realizadas sus aspiraciones los obreros.[20]

El señor Ferrero, entre las muchas reflexiones que proporcionó al público asistente, señaló que:

“ (…) se hace necesario la unión de todos los trabajadores, los del taller y los del campo con los intelectuales, que sin la república no serán satisfechas sus aspiraciones, (…) que es preciso decir a los trabajadores que defiendan su dignidad, que hay que desarrollar por medio de la instrucción los gérmenes de la inteligencia, (…) que la república hará hombres dedicando a la instrucción los40 millones de pesetas que hoy percibe el clero (…) que la república realizará la separación de la Iglesia y el Estado, (…)” [21]

Por su parte, Belén Sárraga, entre una tempestad de aplausos, expuso entre otras, las siguientes ideas:

“(…) asegura que los republicanos y los librepensadores no combaten a los hombres sino a las ideas contrarias y que los republicanos y los librepensadores están dispuestos a razonar y a discutir, mientras los católicos no pueden razonar ni sentir por sí mismos. Da la bienvenida a los que con el riesgo de una excomunión han ido a escucharla (…) que más allá de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad y de la justicia, no cabe más, que los obreros no deben luchar sólo por el presente sino que deben luchar por dignificarse, que hoy no se respeta la dignidad sino las riquezas (…) afirma que las religiones sólo pueden vivir con su aliada la monarquía (…). A su juicio, los clericales siguen, por medio de la conciencia, dominando en las familias y en el país (…). Considera a la mujer como el mayor enemigo, siquiera lo sea inconscientemente, de las libertades públicas, expresa que en España se desprecia a las que han aprendido algo por medio del estudio y que sin contar con la mujer no se conseguirá jamás el triunfo (…).[22]

Llegada la noche, intervendrán de nuevo en una velada organizada en la sede de la Germinal que al parecer estuvo muy concurrida. El señor Ferrero, según leemos en La Región Extremeña, habló de la necesidad de la asociación mientras que la señora Belén Sárraga:

“(…) dijo a los obreros grandes verdades, les aconsejo que se instruyeran a semejanza de lo que hacen los de Cataluña, quienes tienen escuelas laicas y magníficas bibliotecas, les habló de las casas llamadas del pueblo que poseen en Bruselas los obreros asociados, casa en que hay hermosos jardines y hasta un teatro para recreo de los socios (…), explicó lo que son las escuelas laicas, de las que se tiene formada una idea errónea (…). fue aplaudida con entusiasmo.[23]

Sin lugar a dudas, la contundencia expresiva de la activa propagandista no dejaba lugar a dudas.

Con todo lo expuesto, bien podemos entender el interés de la Comisión por traer al matrimonio Ferrero, pues sus reflexiones llenarían de satisfacción las inquietudes de todos aquellos que en Badajoz profesaban ideas progresivas.

Los pilares básicos de los discursos expuestos se fundamentan en las ideas anticlericales, la emancipación del obrero y de la propia mujer a través de la educación, referencias estas comunes en el movimiento obrero de la época, aunque quizás sea conveniente realizar algunos matices, ya que la reivindicación expresa acerca de la emancipación de la mujer en estas fechas tan tempranas, denota a las claras las simpatías que Belén Sárraga mostraba por el ideario ácrata. Así, podemos entroncar sus afirmaciones con las hechas por personalidades de la talla de Soledad Gustavo cuando a la altura de 1902 afirmaba en un artículo publicado en Tierra y Libertad “en la revolución futura, las mujeres irán a la conquista de su derecho”. En este sentido, apreciamos hasta qué punto, la cuestión de la mujer conmovía la sensibilidad del anarquismo.

En la misma línea, su crítica feroz a las religiones en general y a la Iglesia católica en particular, sitúa a la propagandista en posiciones cercanas al pensamiento libertario pues su crítica no la debemos entender únicamente desde una perspectiva neutra o improductiva, sino más bien desde una toma de posición activa que propiciará la llegada del hombre nuevo, renacido, emancipado. Existe sin duda una firme voluntad de virtud en todo el discurso ácrata de la época y en este sentido jugará un papel fundamental la educación y la instrucción, como así se percibe en las reflexiones de Belén Sárraga.

Significativo también resulta el aspecto retórico del discurso. De este modo, los contenidos de los mismos poseen una gran carga propagandística destinada a originar una transformación cualitativa en la base de toda valoración y de toda consideración ideológica. Consecuentemente, estos discursos se mueven en el terreno de lo que en lenguaje aristotélico se denomina “retórica deliberativa”, por estar destinado al convencimiento de una multitud conjunta, o de individuos, pero considerados como miembros de un colectivo. Es así como los contenidos de esos discursos se constituyen en una verdadera arma de la revolución con un lenguaje llano y sencillo, propio del pueblo, pues es en éste donde se busca causar un impacto transformador por la vía social de la retórica, de la palabra, de la cultura, como elemento dinámico de una transformación cualitativa de la estructura social.

3. A modo de conclusión.

Varias son las reflexiones que podemos realizar después de lo expuesto. Quizás, merece ser destacado el extraordinario dinamismo y la enorme actividad que tuvo el asociacionismo en el Badajoz de finales del siglo XIX y principios del XX. De esta manera, este dinamismo tendrá su plasmación no sólo en las actividades puramente políticas sino también, como hemos visto, en el plano de la cultura y la instrucción.

De otra parte, destaca el esfuerzo realizado por parte de los organizadores de los eventos descritos para traer a una personalidad como Belén Sárraga. Desde luego el grado de influencia de sus ideas en el ámbito obrero y republicano pacense nunca lo podremos cuantificar, pero sí podemos observar de manera cualitativa el grado de trascendencia que para una región como Extremadura tuvo la visita de esta propagandista y el interés de sus informaciones acerca de las escuelas laicas o las casas del pueblo de Bruselas, en una época en la que no era en absoluto frecuentes el tratamiento de esos temas. Así, con la visita de Belén Sárraga, podemos afirmar que Badajoz se situó a la vanguardia de todo lo relacionado con la cultura obrera no sólo en el ámbito nacional sino también internacional.

Junto a ello, también debemos destacar como en Badajoz existieron inquietudes burguesas, con una clara orientación paternalista, encaminadas a redimir al obrero de su triste situación pero sin aspirar a una verdadera transformación del orden social imperante. De este modo, podemos señalar que la actividad de la Germinal, propició una verdadera cultura obrera en tanto se diferenciaba de los anhelos redentores de la burguesía, debido en gran parte a su carácter eminentemente transformador, a su vocación universalista, a su extraordinario didactismo y a su búsqueda de una identidad a través de nuevas categorías valorativas y de un nueva moral, basada en la emancipación del obrero a través de la educación. En consecuencia, trató de expresar una cosmovisión y una concepción del mundo diferente a la enunciada por la élite burguesa con su sesgo paternalista, provocando con ello una dualidad de visiones que no pueden ser entendidas sino dentro de las relaciones dialécticas de enfrentamiento y complementariedad que existen entre ambas.

Bibliografía

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  • SERRANO, C., Y SALAÜN, S., 1900 en España. Madrid, Espasa-Calpe, 1991.

NOTAS:

[1] Mosse, G.L., La cultura europea del siglo XX. Barcelona, Ariel Historia, 1997, p. 3

[2] Fusi, J., Un siglo de España. La cultura. Madrid, Marcial Pons Historia, 1999, p.11

[3] Lida, C., “Educación anarquista en la España del ochocientos”, en Revista de Occidente, nº 98, 1971, p. 33

[4] Picó, J., Cultura y modernidad. Seducciones y desengaños de la cultura moderna. Madrid, Ciencias Sociales Alianza Editorial, 1999,p. 53.

[5] Rey Velasco, F., “El movimiento obrero en Extremadura en el tránsito del siglo XIX al XX”, en Revista de Estudios Extremeños. Nº II. Badajoz, Diputación de Badajoz, 1998, p. 685

[6] López Casimiro, F., Masonería y republicanismo en la Baja Extremadura. Badajoz, Diputación Provincial, 1992, p. 277

[7] Araya, C., “Badajoz en el siglo XIX”en Apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz. Mérida, Editora Regional, 1999, p. 52

[8] Araya, C., “Exposiciones artísticas en Badajoz. Ateneo pacense 1904 – 1938”, en VIII Congreso Español de Historia del Arte.Cáceres, 1990, p. 400.

[9] “En el Centro Obrero 9º aniversario de la fiesta del trabajo. 1º de mayo de 1898” (…). El compañero Agustín Ríos, expuso consideraciones entre el obrero y el vago, después habló de la guerra de Estados Unidos y sucintamente de los fines que deben seguir las sociedades obreras”. La Región Extremeña, 3-V-1898. Merece la pena reseñar que el compañero mencionado, Agustín Ríos se convertirá dos años más tarde en el presidente de la Germinal Obrera, como tendremos ocasión de observar.

[10] Joaquín Costa, Unamuno, Leopoldo Alas Clarín y tantos más, intervienen en nombre del derecho y de la equidad para exigir que frente a los militares, a la justicia sumisa y, en definitiva, a la razón de estado, se haga verdadera justicia. En este sentido, es indudable que Pérez de la Dehesa tenía razón cuando subrayaba la importancia del affaire Montjuich en la historia cultural de España. En Serrano, C., y Salaün, S., 1900 en España. Madrid, Espasa Calpe, 1991, p. 86. Fruto de la campaña realizada nacerá la emblemática publicación libertaria La Revista Blanca.

[11] La Región Extremeña, 23-IX-1899

[12] Ibidem., 20-IX-1899

[13] Ibidem, 8-X-1899. Es preciso destacar que entre las suscripciones realizadas al efecto, aparecieron desde personas a título individual hasta una comisión de feministas y otra de panaderos. El resultado de las suscripciones se publicaron periódicamente en La Región Extremeña.

[14] Ibidem .16-I-1900. Llama la atención la formación de su Junta Directiva, de esta manera, el presidente tomó la palabra en la celebración del 1º de mayo de 1898, como ya vimos. Junto a él, Francisco Durán ya formó parte del Centro Obrero de 1892, en calidad de contador y a Julián López y José Robles (el nombrado presidente interinamente), los podemos encontrar colaborando económicamente en las listas de suscripción abiertas para la celebración de los mítines ya reseñados. Todo ello nos indica como los cuadros se van sucediendo a lo largo del tiempo, cobrando protagonismo un grupo determinado de obreros.

[15] Rey Velasco, F., op.cit., p., 687

[16] La Región Extremeña2-V-1902

[17] López Casimiro, F., Masonería, Prensa y política (Badajoz, 1875-1902). Granada, Universidad de Granada, 1992, p.167

[18] “La Comisión gestora de la venida de Doña Belén Sárraga a esta capital, ha publicado una hoja invitando a todos los que profesen ideas radicales, para que acudan a esperarla a la estación del ferrocarril esta tarde a la llegada del correo de Sevilla”. La Región Extremeña 31-X-1901.

[19] “En el tren correo llegaron anoche a esta capital Doña Belén Sárraga, directora de La Conciencia Libre y su esposo el Sr. Ferrero. En la estación les esperaban una comisión del Circulo Germinal y otra de republicanos.” Ibidem. 1-X-1901.

[20] Ibidem 2-X-1901. Cabe destacar que el mencionado Vicente Martínez ya tomó la palabra en la celebración del 1 de mayo de 1898, al referirse a la necesidad de la enseñanza del obrero.

[21] Ibidem 2-X-1901

[22] Ibidem 2-X-1901

[23] Ibidem. 2-X-1901.

Oct 012002
 

Isidro García Barriga.

Licenciado en Geografía por la Universidad de Extremadura

1. INTRODUCCIÓN

A mediados del siglo XX, un grupo de científicos comienza a acuñar el término “Geografía del poder”, tratando de demostrar la importancia que esta disciplina ha tenido en la aparición y desaparición de las principales civilizaciones e imperios. De este modo, se inicia una revisión profunda de los más significativos escritos y geógrafos de la Historia, con un triple objetivo: poner de manifiesto la relación de la Geografía con los diversos estados del poder; mostrar la importancia de la información geográfica en los procesos económicos, políticos, demográficos y ambientales; y, por último, recalcar cómo el procesamiento de dicha información por los grupos poderosos supone un mayor desequilibrio, si cabe, entre países ricos y pobres, entre estamentos nobiliarios y el pueblo llano, en definitiva, entre los grupos privilegiados y los no privilegiados.

En este contexto, las obras de Estrabón, Plinio, Julio César o Ptolomeo en el Imperio Romano; el papel de la Escuela de Sagres de Enrique el Navegante; las compañías holandesas e inglesas para la colonización de las Indias; la obra de Vidal de la Blache en Francia o las proyecciones cartográficas deMercator, Petersy Midway son consideradas elementos fundamentales en el apogeo de sus civilizaciones respectivas, permitiendo la acumulación de datos e información geográficas en beneficio de los estamentos dominantes, que utilizan estos trabajos para establecer proyectos de expansión económica y territorial y, en numerosas ocasiones, como instrumentos de opresión social.

Dentro de nuestro país, la tenencia y uso de la información geográfica se convertirán en elementos clave para el desarrollo de las diversas administraciones, sobre todo a partir de la instauración de los Borbones en el trono español, con la clara intención de establecer las bases para la construcción de un Estado moderno, en función del conocimiento de los caracteres demográficos y socioeconómicos de la población hispana. De este modo, comienzan a elaborarse censos, catastros, interrogatorios, diccionarios regionales, es decir, toda una amalgama de estudios y proyectos que desembocarán, a mediados del S. XIX, en el Diccionario Geográfico-Estadístico e Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, elaborado por Pascual Madoz entre 1845 y 1850, que se constituye como la primera gran obra de carácter estadístico existente en el estado español, y que sirve como referencia marco a lo que podríamos llamar la Geografía del poder en España. Así lo expresa el propio Madoz en el prólogo de su obra: “La ciencia de gobernar es tan antigua como la sociedad misma… Desde aquella época, los jefes del poder público, los legisladores, los generales, principiaron a calcular las fuerzas, los recursos y el poder del Estado, no por la valentía de sus soldados… sino por la extensión del territorio, por el aumento de su población, por el desarrollo de su riqueza. Tal fue el origen de la geografía…”[1]

A través de este pequeño estudio pretendemos poner de manifiesto los principales aspectos geográficos elegidos por Madoz y los gobiernos reformistas del S. XIX, aspectos fundamentales, según su criterio, para el control y desarrollo del territorio. Al mismo tiempo, es imprescindible recalcar algunos elementos científicos y formales de la obra, tales cómo los diversos sistemas de medición empleados, la interacción de disciplinas, etc., que nos permiten corroborar el incipiente grado de desarrollo en el que aún se encuentra la Geografía moderna durante la centuria decimonónica. Con este fin, hemos elegido el artículo referente a la ciudad de Trujillo, en la provincia de Cáceres, cabeza de partido judicial y una de las más importantes poblaciones de Extremadura, cuyo análisis ofrece interesantes elementos de debate y discusión.

2. CONTEXTO HISTÓRICO EN LA OBRA DE MADOZ

Desde principios del S. XIX, España se ve sometida a una serie de enfrentamientos bélicos que suponen la destrucción de numerosas infraestructuras y continuos enfrentamientos políticos y sociales, lastrando cualquier posibilidad de desarrollo económico y demográfico importantes, que permitieran a la sociedad española equipararse a la británica, francesa o belga, plenamente integradas en un proceso de revolución industrial.

En este contexto de miseria y desolación, agravado por las diferencias entre absolutistas y liberales y el levantamiento carlista, comienzan a establecerse las primeras bases para la regeneración del país, asentándose en la obra de algunos eruditos y políticos españoles que, siguiendo las corrientes filosóficas y universitarias europeas, emprenden la tarea de lograr una Universidad moderna, un estado fuerte y centralizado y una administración eficiente, que permitan el buen gobierno y el desarrollo económico de España. De esta manera, se crean las primeras cátedras de Ingenieros de Caminos y Obras Públicas, se instituye la titulación de Geografía y se ofrece un fuerte impulso a las Matemáticas y las Ingenierías agronómicas; al mismo tiempo, se inician los trabajos para el levantamiento de diversos mapas geológicos, realizándose, a su vez, un estudio para la implantación del ferrocarril y la restauración de los caminos públicos; y se acometen una serie de reformas económicas que, aunque insuficientes, permiten el despegue económico de algunas áreas y el nacimiento de una incipiente burguesía industrial.

Dentro de este conjunto de personalidades, Pascual Madoz (1806-1870) ocupa un destacado papel, tanto por su obra política (Ministro de la Gobernación durante el 2º Bienio progresista, autor de la Desamortización de 1855, impulsor de la red radial de ferrocarriles) como científica, con dos obras fundamentales, el Diccionario Geográfico Universal (1833-1835) y, sobre todo, el Diccionario Geográfico-Estadístico e Histórico de España y sus posesiones de Ultramar (1845-1850) obras en las que se recogen “los adelantos de la época …” y se ofrece “a la parte geográfica y estadística toda la importancia que estas ciencias reclaman en los tiempos modernos…”, con un objetivo fundamental “…el dar a conocer con la extensión posible lo que es, lo que en su día podrá ser, y lo que fue en otro tiempo el país que se describe, cosa que no puede conseguirse sino por medio de la geografía, de la estadística y de la historia …” [2]

3. ANÁLISIS CIENTÍFICO DEL ARTÍCULO

La primera parte del análisis del artículo sobre Trujillo se basa en el estudio de las características formales y las técnicas (más o menos racionales) utilizadas por el autor, que nos ayudarán a valorar el grado de veracidad de las opiniones vertidas y establecerán la capacidad científica del método empleado por Madoz en su obra. Debe contemplarse, en primer lugar, la existencia de un guión, confeccionado por el escritor y expuesto en el prólogo del Diccionario Geográfico-Estadístico; así: “… Convencido de que en los artículos de un Diccionario, se necesita un método rigurosamente seguido, no tan sólo para que el lector pueda encontrar el pueblo que desee, sino en su descripción la parte misma que busca… he procurado dividir los artículos de alguna importancia en el orden siguiente: Nombre del pueblo, sus dependencias y distancias; Situación y clima; Interior de la población y sus afueras; Término; Calidad del terreno; Caminos; Correos y diligencias; Como dato estadístico, producciones; Ídem, industria; Ídem, comercio; Ídem, población, riqueza y contribuciones; Historia.”[3]

Desde este punto de vista, podemos comprobar la amplitud de materias y elementos recogidos en la obra, si bien debe efectuarse un importante matiz: a lo largo del texto referente a Trujillo, se observa una especial atención sobre temas urbanísticos[4], monumentos, caracterización del término municipal, comunicaciones y ferias; mientras, las condiciones climatológicas, las calidades del terreno, el estado sanitario de la población o las variables demográficas apenas si son mencionadas. Encontramos así un primer signo de apriorismo o irracionalidad en el texto, basado en el distinto tratamiento de los temas. Singular es el caso de las enfermedades existentes en la población “…pulmonías en invierno, inflamatorias en primavera y verano, e intermitentes en otoño…”[5], que nos confirma el escaso interés del autor por las características higiénico-sanitarias de la villa, a pesar de la tremenda morbilidad causada por las epidemias de cólera a lo largo del S. XIX.

Este signo se ve reforzado con un segundo elemento a tener en cuenta: la escasa división de disciplinas (Geografía, Historia, Arqueología, Arte,…) que, aun contando con numerosas similitudes, deberían ser tratadas por separado, evitando la confusión de datos y el salto de capítulos y, en definitiva, permitiendo una mejor lectura e interpretación de los elementos expuestos. Así, durante la descripción del término, establecido con un sentido catastral evidente, se introducen constantes datos arqueológicos, referentes a antiguos poblados, monasterios, castillos, casas y bóvedas aparecidas, que responde a un ejercicio arqueológico notable.

El tercer factor reseñable es el uso de dos medidas de longitud, la legua y el paso, y otras dos de superficie (fanegas y varas cuadradas), utilizadas en nuestro país desde la Edad Media, que originan un doble problema: dificultades a la hora de comparar con otras obras, en las cuales las medidas pueden expresarse en kilómetros, millas, hectáreas, pies, etc. y los errores de conversión con el Sistema Métrico Decimal[6], ya que tanto leguas, pasos, fanegas y varas tienen un valor u otro dependiendo del lugar en que se utilicen[7]. Así, en el texto de Madoz encontramos: “Ciudad con ayunt. en la prov. y aud. terr. de Cáceres (8 leguas), part. jud. de su nombre, dióc. de Plasencia (14), c.g. de Estremadura (Badajoz, 22)… situada sobre una colina, la más elevada de su circunferencia, en el radio de 2 leguas y en el centro de un inmenso berrocal, que hay que atravesar por espacio de 4 leguas por cualquier punto que se vaya… En las afueras hubo muchas ermitas, pero hoy sólo existe la de San Lázaro, de la que es patrono el Conde de Canilleros, sit. al S. de la ciudad a 400 pasos de ella… el término se estiende 48 leg. de E. a O., 40 de N. a S. y comprende 443.213 fanegas de a 6.400 varas cuadradas; en esta inmensa estensión se hallan los arrabales de la c., distantes 1 y 2 leguas de ella”.[8]

En último término, el análisis formal del artículo sobre Trujillo arroja, en su conjunto, un dato significativo: el predominio de la descripción sobre la explicación, muestra evidente del escaso avance de la Geografía científica en la España decimonónica. A pesar de que la obra de Madoz se encuentra inspirada en las corrientes regionales francesas y naturalistas alemanas, aun teniendo en cuenta la estancia del autor en París y su eminente erudición, el texto adolece de cierto simplismo racional, adentrándose en una descripción pormenorizada de conventos, iglesias, dehesas y ferias, evitando ofrecer explicación a determinados fenómenos demográficos, económicos, geográficos o sociales. Nos encontramos, por tanto, ante una evidente falta de rigurosidad y contraste de datos, a pesar del continuo uso de la estadística, tal y como expone el propio Madoz: “… Sin la estadística no puede saberse si una nación es rica o pobre, puesto que la riqueza y la miseria tienen también sus apariencias engañosas; si es ilustrada o ignorante; si es feliz o desgraciada; si es virtuosa o corrompida; si es poderosa o débil; sin la estadística no es posible averiguar si las comunicaciones admiten mejoras; si los territorios incultos son susceptibles de cultivo; si puede aumentarse la población… Es en fin la estadística, para decirlo en pocas palabras, la balanza del poder de las naciones…”[9]; falta de rigurosidad, por tanto, que impide un mayor reconocimiento científico al Diccionario Geográfico-Estadístico.

4. ESTUDIO CUALITATIVO DEL ARTÍCULO

Tras el análisis formal de la obra, debemos proceder a enumerar aquellos elementos que permiten establecer los términos de la Geografía del poder en la España liberal. Pascual Madoz aporta toda una serie de datos clarificadores respecto a los asuntos determinantes en el gobierno y desarrollo de la nación, en el control poblacional y social, y en el aprovechamiento económico de los recursos trujillanos. A su vez, establece las bases de un sentimiento de identidad nacional (antifrancés), reafirma las estructuras del poder vigente (civil, militar, eclesiástico y aristocrático) y vislumbra la necesidad de crear un modelo de instrucción pública, necesario en una población con más del 80% de analfabetismo.

En primer lugar, Madoz traza la localización de Trujillo de manera exhaustiva, relacionando la ciudad con las principales urbes de Extremadura y los principales poderes (civil, militar y religioso), evitando cualquier conflicto administrativo y reafirmando la validez de las estructuras elegidas. Así: “Ciudad con ayuntamiento en la provincia y audiencia territorial de Cáceres (8 leguas), part. jud. de su nombre, diócesis de Plasencia (14), c.g. de Estremadura (Badajoz, 22), cabeza de arciprestazgo y de part. Administrativo, con comandancia de armas.”[10]

En segundo término, elabora un importante estudio del núcleo urbano, incluyendo el número de calles, plazas, casas, plazuelas, iglesias, conventos, etc. con un claro sentido contributivo: conociendo el número de hogares, pueden establecerse impuestos sobre solares, fachadas, vecindad, obras, etc. todo un conjunto de tasas fundamentales para los ingresos municipales. Aparte del sentido recaudatorio, el estudio urbano se realiza con un objetivo militar evidente, con el fin de organizar la defensa de la villa frente a posibles ataques (léase franceses, carlistas, etc.) o de controlar posibles revueltas populares (campesinos, jornaleros, guerras civiles). De ahí la inclusión de un plano a escala 1:20.000, obra de Coello, que facilitará el control de la expansión urbana de Trujillo y la realización de importantes obras en la ciudad.

La tercera misión de Madoz es comprobar el estado del poder municipal dentro de la villa; para ello, establece la descripción del Ayuntamiento “…Hay casa de Ayuntamiento, con sala muy decente para sus acuerdos, reedificada y dorada por los años 1585 al 90; cárcel bastante segura, pero mal sana por su poca ventilación; archivo, que fue destrozado por los franceses y arreglado después en lo posible; alhóndiga con almacenes para provisiones y granos del pósito; su fachada principal es de hermosa cantería bien labrada…”[11]; se pretende así valorar la situación de las instituciones civiles, que jugarán un papel fundamental a lo largo del Siglo XIX, tanto en el control político de las ciudades y pueblos como en el desarrollo de las medidas puestas en marcha por el gobierno central. Esta valoración se reafirma con los siguientes datos: “…Presupuesto municipal: 436.860 del que se pagan 9.888 a las aldeas del Obispo y Centenera, para cubrir sus presupuestos; 43.250 a los facultativos, 8000 al secretario y se cubre con los ingresos de propios, que ascienden próximamente a 160.000 reales y consisten en las citadas deh. de Caballerías, Yeguas y Caballos, la charca de La Albuera y otros aprovechamientos. En todos aquellos cálculos están incluidos los arrabales”.[12] Encontramos en estas líneas una primera aproximación a la cuestión desamortizadora, reflejada en la especial atención a las dehesas y bienes comunales, principales fuentes de ingreso del ayuntamiento trujillano, que verá mermada su capacidad económica a partir de la ley promulgada por el propio Madoz en 1855.

Junto al poder civil, se comprueba el estado de las órdenes religiosas, claramente deterioradas tras la Desamortización de Mendizábal de 1835; así, Madoz efectúa un detenido análisis del número, nombre y estado de los conventos de religiosos y religiosas de la villa, el actual paradero de los inquilinos y la misión que contemplaban dentro de Trujillo, en un intento por evaluar los efectos del proceso de supresión de órdenes. De igual manera, realiza un amplio recorrido por las iglesias y ermitas del núcleo y los arrabales, analizando la provisión de los curatos y la procedencia de los feligreses, todo ello con un claro objetivo: resaltar la importancia del poder eclesiástico en Trujillo y su labor de control de las conciencias y mentalidades de la población.

A lo largo de todo el artículo, se vierten alusiones sobre la destrucción de la ciudad por parte de los ejércitos napoleónicos. En este sentido, “…fue arruinada casi en su totalidad por los franceses en el año 1809, quedando sólo algunas casas de mucha solidez…”; “…archivo, que fue destrozado por los franceses y arreglado después en lo posible…”; “…los conventos de mercenarios y descalzos fueron destrozados a excepción de las igl., en el año 1809 por las tropas francesas; y los de dominicos y observantes padecieron también bastante daño…”; “…San Andrés, sit. también en la muralla, fue arruinada por los franceses, y aunque se reparó en parte sirve hoy puramente de adorno en el cementerio…”; “…camino desde esta ciudad hasta Plasencia, pero en malísimo estado por la falta de reparos desde la Guerra de la Independencia…” [13] Teniendo en cuenta el contexto de la obra, con los desastres de la guerra en la memoria de muchos habitantes, es previsible que la inclusión de todas estas “acusaciones” se deban al interés por crear un sentimiento de unidad nacional frente a Francia y sus ansias imperialistas, sentimiento que permita la aparición de un Estado español unido, centralista, capaz de afrontar con garantías cualquier invasión de un país extranjero.

Desde el punto de vista económico, Madoz incluye en la obra una amplia gama de elementos fundamentales para conocer las posibilidades de desarrollo del municipio; en primer lugar, alude a los recursos hídricos de Trujillo: ríos, fuentes y charcas. En las sociedades actuales, la existencia y gestión del agua puede ocasionar graves conflictos, sobre todo en aquellas zonas con alta demanda e insuficientes recursos. Desde este punto de vista, la posesión de información geográfica acerca de la localización, caudal y potabilidad de manantiales se convertirá en un instrumento de primer orden. En este contexto, con unas técnicas y un análisis menos precisos, pero interés similar, Madoz incluye “…Se surte Trujillo de aguas potables en las muchas fuentes que hay dentro y fuera de la población pero de todos se necesita sacar agua a mano; en años secos suele escasear y hay que acudir a las más lejanas para los usos necesarios, siendo todas buenas y saludables…” “el Almonte limita el término al N.; le cruzan en diferentes direcciones el Tozo, Magasca, Magasquilla, Gribanzo yBúrdalo, y existen las charcas de… Runel, Matarratas y La Albuera: la primera es propiedad del marqués de la Matilla; dista 3 leguas de la c., conserva agua todo el verano y tiene cuatro molinos; la segunda, también de dominio particular, tiene dos molinos, que regularmente cesan a fin de julio por falta de agua; La Albuera pertenece a los propios; se halla a un tiro de bala de la c., conserva agua todo el verano y surte a tres buenos molinos; forma parte del muro de la deh. de Yeguas, y puede regar una gran parte del terreno de ésta; pero sus aguas, desde que surten al último molino, son perdidas, o sirven sólo para abrevadero. Esta escelente charca fue construida por la c., a espensas de sus propios, por los años 1676 al 78”[14]. Puede observarse, de este modo, la importancia de los abrevaderos naturales y, especialmente, los artificiales tanto para la expansión de la agricultura como para las prácticas artesanas y manufactureras, en un espacio donde las aguas superficiales (ríos y arroyos) no sobreviven a los calurosos estíos.

Una vez analizada la presencia del agua en Trujillo, el autor nos conduce a una descripción detallada de las fincas y dehesas del término municipal, las producciones básicas y la superficie adehesada, de pasto y labor, terrenos cercados, viñas y huertas, el monte de encinas y los aprovechamientos comunes. Aparece, por tanto, el control sobre la tierra, elemento básico en las sociedades pre-industriales y que en Trujillo cobra especial importancia, como uno de los grandes términos de la región. La descripción de casas de campo y dehesas resulta, sencillamente, abrumadora; se efectúa un reconocimiento general de producciones y cabidas, se establecen cálculos de calidad de los terrenos: “…las aldeas de Aldea del Obispo y Aldeanueva de Centenera, el berrocal y Alijares de Trujillo: el primero de 5.450 cabezas lanares de cabida o 4.088 vacas, y 1.965 fanegas de sembradura; los alijares de Madroñera, Pela, Canchal y Parrilla tienen de 4 á 5000 fanegas de ínfima calidad; permanecen incultos de 14 á 15.000, y el resto es de tierras adehesadas y de dominio particular; las 120.000 se disfrutan a pasto y labor; sobre 15.000 son de terreno cercado, ya para pasto, ya para heredades de cultivo, como viñas, huertas, etc. 70.000 de monte de encinas en las dos montarancias de Ruecas y Tozo, en las cuales hay ciertos aprovechamientos comunes para los vecinos de esta c. y pueblos de su sexmo…”[15]; en resumen, Madoz establece las bases para el proceso desamortizador, catalizado a través de la ley promulgada en Mayo de 1855, que supondrá la desaparición de los terrenos comunales, la concentración del territorio trujillano en manos de ricos terratenientes y nobles y, por supuesto, el inicio del conflicto jornalero en Extremadura.

El tercer aspecto económico sobre el que se incide en el artículo se relaciona con el estado de las comunicaciones. Durante el Antiguo Régimen, la movilidad geográfica de la población, aunque existente, encontraba una dificultad manifiesta: la mala situación de los caminos y medios de transporte. En este sentido, la organización de una red de carreteras moderna y eficiente, y la construcción del ferrocarril se convertirán en función primordial de los gobiernos reformistas decimonónicos, con un triple objetivo: enlazar las áreas agrarias con las industriales, unir el campo con la ciudad, y establecer un control exhaustivo de los movimientos demográficos, desplazando tropas hacia las áreas conflictivas (fronteras, zonas de rebelión) y permitiendo la emigración hacia zonas industrializadas, como válvula de escape para evitar conflictos e insurrecciones[16]. En este sentido, Madoz establece en Trujillo un nudo principal de comunicaciones, “…se halla esta c. en la carretera de Madrid a Badajoz; en la misma población se une a ésta la carretera que viene de la cap. de la prov., la cual se hallaba en péximo estado; pero actualmente se está trabajando en la construcción de un buen camino y en los puentes necesarios, que facilitará las comunicaciones con dicha capital; hay también camino de mucho tránsito de arriería, desde esta c. hasta Plasencia, pero en malísimo estado por la falta de reparos desde la Guerra de la Independencia; se encuentra en esta dirección el famoso Puente del Cardenal, sobre el Tajo, entre los puertos de Las Corchuelas y La Serrana, cortado en aquella época, y habilitado con madera…”[17] estableciendo un triángulo de comunicaciones Cáceres, Plasencia, Trujillo, fundamental para el desarrollo económico de la provincia cacereña y que, en la actualidad, se ha desplazado hacia el Sur, englobando Mérida, Trujillo y Cáceres, máximos exponentes del turismo patrimonial en Extremadura.

El cuarto elemento económico al que Madoz alude es el sistema de ferias y mercados de la ciudad, instrumentos clave para conocer el grado de boyantía económica de una población. Destaca en este aspecto, la feria de Junio, uno de los principales centros comerciales en la Extremadura moderna y que, según el autor, reunía“…generalmente en este feria sobre 50.000 cabezas lanares30.000 de cerda10.000 de vacuno, y abunda también el caballar y mular. Concurren compradores y tratantes de todas las provincias del reino, y esportan a las suyas respectivas los ganados de este país escesivamente productor. Concurren igualmente a hacer ventas por mayor casas respetables de Madrid, Toledo, Talavera, Badajoz, Cáceres y otros puntos; hacen sus ventas a plazo, y proveen de toda clase de artículos al comercio de la provincia, cobrando el importe de la feria de Junio en la de Diciembre, y los de ésta en la de Junio; se presenta por último platerías de Córdoba y todo género de labranza, comestibles, dulces y chucherías”.[18] Encontramos en esta descripción un elemento fiscalizador de primer orden, acompañado de un estudio pormenorizado de los flujos comerciales de la época, fundamentales para averiguar las vías de comunicación más usadas, el sistema de ciudades, etc. De igual manera, Madoz contabiliza el número de establecimientos comerciales al por mayor y minoristas; las principales producciones y exportaciones, la celebración de un mercado franco concedido por Carlos I, etc. el número de cabezas de ganado, elementos todos ellos encaminados a controlar el sistema económico trujillano.

En último término, debemos aludir a un elemento de claro interés social que Madoz, como liberal progresista, incluye en el texto: la preocupación por la instrucción pública y el grado presupuestario de la escuela; así: “…hay una escuela de niños dotada con 6.220 rs. de los fondos públicos; otra de niñas con 2.925; otra de niños en el arrabal de Ánimas, dependiente de esta ciudad, con 3.100; otra de lo mismo en el de Belén, con 480; otro en el de la Magdalena con 720…”[19]La idea de un sistema de educación pública comienza a forjarse durante la Ilustración y será a partir de 1857, con la Ley Moyano, cuando comience a aplicarse en España. Sin embargo, desde el punto de vista de la Geografía del poder, la unificación del sistema educativo se establece en un claro sentido de control pedagógico: uniformar las mentalidades y pensamientos, permitiendo la formación académica de la población en función de las necesidades profesionales del país imbuyendo, a su vez, procesos de identidad nacional, espíritu religioso y obediencia cívica. Desafortunadamente, la falta de presupuestos y de personal cualificado, el escaso nivel de bienestar económico de las zonas rurales y las continuas prácticas caciquiles, no permitieron el éxito en la aplicación de la nueva ley, lastrando las posibilidades de progreso de grandes capas de la población española.

5. CONCLUSIONES

A través de este pequeño estudio, hemos pretendido poner de manifiesto las principales características de la Geografía del poder en la obra de Madoz. En un país con grandes recursos naturales, los avatares históricos y el desequilibrio entre los grupos privilegiados y los no privilegiados no permitieron un desarrollo sostenido y constante de la economía, la población y la cultura. Por este motivo, a partir de la obra de algunos reformistas del S. XIX, Madoz entre ellos, comienzan a sentarse las bases de la Ordenación del Territorio en España, pretendiendo la prospección y el control del territorio, sus gentes, sus pueblos y ciudades, en cinco puntos básicos: reafirmar los poderes establecidos (civil, militar y religioso); elaborar un estudio de geografía urbana para conocer la capacidad contributiva y militar de las ciudades; crear un sentimiento de unidad patriótica, que permitiese al Estado impulsar la creación de las infraestructuras de desarrollo; controlar los elementos económicos primordiales (agua, tierra, caminos y mercados) en aras de la mayor producción y una mejor fiscalización; y conocer el estado de la educación, permitiendo la creación de un sistema público de enseñanza que permitiese la uniformización de pensamientos y mentalidades en la población española.

Para finalizar, nos gustaría destacar la importancia que, a nuestro juicio, posee la Geografía a la hora de analizar y valorar los procesos económicos, demográficos, sociales y ambientales, una importancia que debe ser clave en el conocimiento del pasado, la gestión del presente y las proyecciones del futuro de nuestros pueblos y ciudades.

ANEXO 1

Artículo Sobre Trujillo en El Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico (1846) Volumen Xv, Pp. 169-171

Ciudad con ayunt. en la prov. y aud. terr. de Cáceres (8 leguas), part. jud. de su nombre, dióc. de Plasencia (14), c.g. de Estremadura (Badajoz, 22), cab. de arciprestazgo y de part. Administrativo, con comandancia de armas.

SITUACIÓN Y CLIMA: situada sobre una colina, la más elevada de su circunferencia, en el radio de 2 leguas y en el centro de un inmenso berrocal, que hay que atravesar por espacio de 4 leguas por cualquier punto que se vaya; es de clima templado y muy sano; reinan frecuentemente los vientos de N. y O. en años secos y fríos; E. y S. en los lluviosos y templados y se padecen pulmonías en invierno, inflamatorias en primavera y verano, e intermitentes en otoño.

INTERIOR DE LA POBL. Y SUS AFUERAS: se divide la ciudad en antigua y moderna: la primera parte lleva el nombre de villa; fue arruinada casi en su totalidad por los franceses en el año 1809, quedando sólo algunas casas de mucha solidez, las igl. de Santiago, Santa María, San Andrés, Veracruz y el conv. de la Concepción; estaba amurallada y en su estremo NE. se halla un fuerte castillo que estaba muy deteriorado cuando vivíamos en paz, pero que repararon los franceses, y que fue mejorado en 1837, hallándose en buen estado; la pobl. moderna se halla en la falda de la anterior al E. y ambas componen 800 casas de 2 y 3 pisos, antiguas generalmente y de pocas comodidades por esta razón, aunque también las hay bastante buenas y de excelente aspecto; forman 24 calles anchas generalmente, bien empedradas todas y con regulares aceras; 6 plazuelas bastante capaces, y la Plaza de la Constitución edificada entre las pobl. antigua y nueva, grande, cuadrada, con espaciosos portales embaldosados y cómodos; en ella se ven edificios que llaman la atención, singularmente la casa del Marqués de la Conquista, la del Duque de San Carlos o la igl. de San Martín. Hay casa de Ayuntamiento, con sala muy decente para sus acuerdos, reedificada y dorada por los años 1585 al 90; cárcel bastante segura, pero mal sana por su poca ventilación; archivo, que fue destrozado por los franceses y arreglado después en lo posible; alhóndiga con almacenes para provisiones y granos del pósito; su fachada principal es de hermosa cantería bien labrada; en el mismo edificio se hallaba el teatro, que también fue arruinado, pero aún se conservan las bóvedas, que sirven para almacén de provisiones; en su reemplazo se ha construido y concluido en el mes de marzo de 1848, otro teatro a espensas de una sociedad, el cual, aunque no es de grande capacidad, tiene muy buenos adornos y decoraciones, comodidad de las localidades, extensión del escenario y espacioso salón de café; también el Marqués de la Conquista está haciendo construir a sus espensas una buena plaza de toros, que estará en breve concluida; hay una escuela de niños dotada con 6.220 rs. de los fondos públicos; otra de niñas con 2.925; otra de niños en el arrabal de Ánimas, dependiente de esta ciudad, con 3.100; otra de lo mismo en el de Belén, con 480; otro en el de la Magdalena con 720; 5 conventos de frailes, a saber: dominicos, mercenarios, observantes, descalzos y enfermería de agustinos; los de mercenarios y descalzos fueron destrozados a excepción de las igl., en el año 1809por las tropas francesas; y los de dominicos y observantes padecieron también bastante daño, pero tanto éstos como el de descalzos fueron reparados después, quedando inútil el de mercenarios aunque se conserva su escalera y magnífico claustro; del de dominicos merece atención se magnífica iglesia; fue concluida por los años 1660, costeada por el Ilmo. Sr. Laso de la Vega, ob. de la dióc. auxiliado por la ciudad en grandes sumas, la cual obtuvo el derecho de patronato; por la supresión de comunidades religiosas, quedó abandonado el convento y la igl. fue profanada, habiendo sido enagenados después uno y otra; el de observantes y su suntuosa igl. en la que se halla hoy la parr. de San Andrés se concluyó por los años 1562; contribuyó la ciudad con un gran donativo y obtuvo igualmente el patronato; el de los descalzos sólo se conserva la igl. que por su situación apenas permite sacar utilidad de ella, y la enfermería de agustinos ha sido enagenada, y se ha reducido a casa particular. De religiosas había también 6 conventos, a saber: San Francisco el Real, Concepción Gerónima, San Pedro, San Miguel, Sta. Clara y Descalzas de San Antonio; nada había de notable en ellos, si se esceptúa el de Sta. Clara, cuyo claustro es igual al de los frailes observantes, y de la misma época: en este existen hoy reunidas las monjas del mismo y las de San Antonio, cuyo conv. se halla ruinoso; el de San Miguel sirvió como hospital militar, está habitado por familias pobres y su igl. para parroquia; lo mismo sucede con el de San Pedro, cuyas religiosas fueron trasladadas con las de San Francisco el Real a los conv. de Plasencia; éste último está situado en la muralla de la población ant. y por su proximidad al cast. se emplearon sus materiales en la reparación de la fortaleza, en el año 1837. La Concepción Gerónima conserva sus religiosas y algunas más trasladadas. PARROQUIAS: hay 5; Santa María la Mayor: su igl. de construcción gótica muy sólida, tiene 3 naves sostenidas por fuertes columnas de cantería: el cuadro de la Asunción fue costeado por el marqués de Santa Marta, en el año 1817; hay en esta igl. diferentes sepulcros de hombres distinguidos, y entre ellos el de García de Paredes. San Martín, notable también por su construcción sólida y hermosa, es de una sola nave, la cual se apoya en un medio arco que tiene a su espalda, de gran mérito artístico. Santiago, edificio pequeño pero muy antiguo, sit. en la muralla de la Villa. San Andrés, sit. también en la muralla, fue arruinada por los franceses, y aunque se reparó en parte sirve hoy puramente de adorno en el cementerio; su felig. se sirve en la suntuosa igl. de observantes; Santo Domingo, extramuros de la ciudad, fue igualmente arruinada, su felig. se componía en la mayor parte de moradores de los arrabales y habiéndose erigido la parr. de San José, del arrabal de Ánimas, quedó reducida a muy corto número, celebrándose los oficios parr. en la igl. del conv. de monjas de San Miguel, en el centro de la ciudad. Los curatos son todos de provisión ordinaria con arreglo al concordato, con la categoría de término, los de Santa María, San Martín y Santo Domingo; de primer ascenso el de Santiago, y de entrada el de San Andrés. En las afueras hubo muchas ermitas, pero hoy sólo existe la de San Lázaro, de la que es patrono el Conde de Canilleros, sit. al S. de la ciudad a 400 pasos de ella; las de San Juan, los Mártires, La Piedad, Loreto y Santa Ana, sit. alrededor de la población han sido arrasadas durante las guerras de este siglo; la última fue fundada en1660, y en frente de ella hizo construir el citado Sr. Laso una casa que servía de depósito de granos, con los cuales el mismo Sr. auxiliaba a los labradores; en medio de estos dos edificios construyó también un hermoso Humilladero de cantería, que fue trasladado a la Plaza Mayor de la ciudad en 1843. Se surte Trujillo de aguas potables en las muchas fuentes que hay dentro y fuera de la población pero de todos se necesita sacar agua a mano; en años secos suele escasear y hay que acudir a las más lejanas para los usos necesarios, siendo todas buenas y saludables.

TÉRMINO: confina al N. con los de Plasencia, Jaraicejo y Deleitosa; E. Puebla de Alcocer (Badajoz), Guadalupe y Cabañas; S. con Miajadas y pueblos del citado de Medellín; y O. Cáceres y partido de Montanches; estendiéndose 48 leg. de E. a O., 40 de N. a S. y comprende 443.213 fanegas de a 6.400 varas cuadradas; en esta inmensa estensión se hallan los arrabales de la c., distantes 1 y 2 leguas de ella, llamados Ánimas, Belén, S. Clemente y La Magdalena; las aldeas de Aldea del Obispo y Aldeanueva de Centenera, el berrocal y Alijares de Trujillo: el primero de 5.450 cabezas lanares de cabida o 4.088 vacas, y 1.965 fanegas de sembradura; los alijares de Madroñera, Pela, Canchal y Parrilla tienen de 4 á 5000 fanegas de ínfima calidad; permanecen incultos de 14 á 15.000, y el resto es de tierras adehesadas y de dominio particular; las 120.000 se disfrutan a pasto y labor; sobre 15.000 son de terreno cercado, ya para pasto, ya para heredades de cultivo, como viñas, huertas, etc. 70.000 de monte de encinas en las dos montarancias de Ruecas y Tozo, en las cuales hay ciertos aprovechamientos comunes para los vecinos de esta c. y pueblos de su sexmo., las casas de campo de Las Infantas o Los Llanos, Mohedillas, Palacio Viejo, Torreherrera, Torremuriel, Girondas, Bañis Pedro, Camovilla, Casarones de Tozo, en la que hay indicios de un antiguo poblado; Merlinejo, Carrascal del Marqués de Campo Real, en donde se halla la primera parada de postas de Trujillo a Madrid; Torreaguda, construida recientemente; Bonillejas, Burdallo, Casa de Doña Catalina, Casillas, Pozuelo, Cantera, Galocha, Provisoras, Casa de Casco, Rongil, Magasquilla, Martín-Rubio, Venta de la Matilla, Matilla del Rollán, Matilla de los Almendros, Solanilla y Coronada, cont. a un ant. conv. de templarios; los castillos y fortalezas ant. denominados Castillejos, en las alturas del r. Almonte y camino que va desde Aldea Centenera a Solana, solo existen pequeños restos de él; Castillejo de la Coraja, en la deh. del mismo nombre e izq. del mismo río, a 1 ½ leguas más bajo que el anterior y a la der. del camino que va desde Torrecillas a Deleitosa; Torre de la Coraja, en la deh. del mismo nombre y en el interior de los Montes de Tozo, a la izq. del camino de Trujillo a Jaraicejo y der. del r. Tozo; hay restos de una casa fuerte, y se conserva una torre de bastante solidez, y algunas bóvedas de cantería en las habitaciones bajas; la Villeta, en la deh. denominada Azuquen de Villavieja, en la confluencia de los r. Tozo y Almonte; se conserva casi toda la muralla antigua, forma un cuadrilongo de E. á O. y dentro de él se advierten restos de casas y otros edificios; el cerco podría contener una pob. de 400 vecinos; y torre de Gonzalo Díaz en la deh. de Torrecilla, en el camino de Trujillo a los puentes de D. Francisco sobre el r. Almonte; se advierten restos de una muralla formando cuadros, y sus esquinas fortificadas con cubos ó torres redondas, y á su alrededor indicios de población; y por último, infinito número de deh., que unas se disfruta a solo pasto, y otras a pasto y labor, y que sería obra pesada espresar los nombres y estensión de ellas. Se encuentra además una mina plomiza en las inmediaciones de Aldea Centenera, cerca del camino desde este pueblo hasta Cabañas, en la deh. denominada Ahijón; se está trabajando en ella por una sociedad hace más de 6 años, y aunque produce mucho mineral, que se supone de plomo argentífero, no compensa los gastos de elaboración; y finalmente la inmensa cantera de los berrocales, que rodea la c., en la cual se saca piedra de granito más o menos fino, según los sitios de donde se toma, y se encuentra cantería finísima que se cincela con facilidad.

RÍOS: el Almonte limita el término al N.; le cruzan en diferentes direcciones el Tozo, Magasca, Magasquilla, Gribanzo y Búrdalo, y existen las charcas de que hablaremos más adelante.

CAMINOS: se halla esta c. en la carretera de Madrid a Badajoz; en la misma población se une a ésta la carretera que viene de la cap. de la prov., la cual se hallaba en péximo estado; pero actualmente se está trabajando en la construcción de un buen camino y en los puentes necesarios, que facilitará las comunicaciones con dicha capital; hay también camino de mucho tránsito de arriería, desde esta c. hasta Plasencia, pero en malísimo estado por la falta de reparos desde la Guerra de la Independencia; se encuentra en esta dirección el famoso Puente del Cardenal, sobre el Tajo, entre los puertos de Las Corchuelas y La Serrana, cortado en aquella época, y habilitado con madera.

CORREOS: hay administración principal, de la que dependen las subalternas de Cáceres, Serena, Guadalupe, Siruela y Montanches. Se reciben y despachan diariamente por los conductores de la dirección, los de Madrid, Badajoz y Cáceres; los demás de las líneas transversales se reciben y salen tres veces por semana.

PRODUCCIONES: abundan los cereales, carne, lana y ganado de cerda; tiene también las legumbres necesarias como son garbanzos, habas y hortalizas; hay escelente vino, buen aceite, frutos de verano, melones, sandías y criadillas de tierra, y se cría mucha caza mayor y menor.

INDUSTRIA: una fab. de curtidos, moderna; veinte de loza ordinaria vidriada y sin vidriar; muchos molinos harineros en los ríos, que sólo muelen de invierno; para el verano se hace uso de las charcas de Runel, Matarratas y La Albuera: la primera es propiedad del marqués de la Matilla; dista 3 leguas de la c., conserva agua todo el verano y tiene cuatro molinos; la segunda, también de dominio particular, tiene dos molinos, que regularmente cesan a fin de julio por falta de agua; La Albuera pertenece a los propios; se halla a un tiro de bala de la c., conserva agua todo el verano y surte a tres buenos molinos; forma parte del muro de la deh. de Yeguas, y puede regar una gran parte del terreno de ésta; pero sus aguas, desde que surten al último molino, son perdidas, o sirven sólo para abrevadero. Esta escelente charca fue construida por la c., a espensas de sus propios, por los años 1676 al 78. Hay además varias fab. de chocolate, una platería y los oficios mecánicos para las necesidades de la población.

COMERCIO: hay siete tiendas y casas de comercio, en las que abundan toda clase de géneros de quincalla, paños, tejidos de seda y algodón, hilo y estambres; otras siete al por menor, bien surtidas de los artículos de más uso en el país; se esporta para Sevilla y Portugal el sobrante de trigo y centeno; pero sucede frecuentemente carecer de estracción para esos puntos y entonces los granos decaen considerablemente de precio. Se estrae también mucho ganado vacuno y carneros para Madrid, y de cerda para Castilla.

FERIAS: se celebran dos cada año, en 2 de Junio y 8 de Diciembre: la primera es indudablemente de las más concurridas del reino. La buena estación en que se celebra, la abundancia en ella de los campos y las buenas proporciones que se han procurado para comodidad de los ganados, atrae un inmenso número de éstos, cuya reunión presenta un aspecto interesante; baste decir que se calcula generalmente en este feria sobre 50.000 cabezas lanares, 30.000 de cerda, 10.000 de vacuno, y abunda también el caballar y mular. Concurren compradores y tratantes de todas las provincias del reino, y esportan a las suyas respectivas los ganados de este país escesivamente productor. Concurren igualmente a hacer ventas por mayor casas respetables de Madrid, Toledo, Talavera, Badajoz, Cáceres y otros puntos; hacen sus ventas a plazo, y proveen de toda clase de artículos al comercio de la provincia, cobrando el importe de la feria de Junio en la de Diciembre, y los de ésta en la de Junio; se presenta por último platerías de Córdoba y todo género de labranza, comestibles, dulces y chucherías, en términos que, atraídos los concurrentes y disfrutando de los espectáculos y diversiones que la c. ofrece en aquellos días, con sus corridas de toros, comedias y bailes, es la época de mayor gozo. La feria de Diciembre es poco concurrida, presentándose solo el comercio, como feria de plazos; hay también mercado franco todos los jueves concedido por D. Carlos I.

POBLACIÓN, RIQUEZA Y CONTRIBUCIÓN: 4.100 vecinos, 6026 almas. CAP. PROD.: 53.385.200 reales. IMPUESTOS: 2.864.260. CONTRIBUCIÓN: 384.440 reales 8 maravedíes. Por el nuevo sistema ha satisfecho en el año 1847, sólo por la tierra y pecuaria 434.800 reales. Presupuesto municipal: 436.860 del que se pagan 9.888 a las aldeas del Obispo y Centenera, para cubrir sus presupuestos; 43.250 a los facultativos, 8000 al secretario y se cubre con los ingresos de propios, que ascienden próximamente a 160.000 reales y consisten en las citadas deh. de Caballerías, Yeguas y Caballos, la charca de La Albuera y otros aprovechamientos. En todos aquellos cálculos están incluidos los arrabales.

BIBLIOGRAFÍA

  • Capel, Horacio (1981): Filosofía y Ciencia en la Geografía Contemporánea. Barcanova, Barcelona.
  • Gómez Mendoza, J.; Muñoz, J. y Ortega, N. (1982): El pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y antología de textos (de Humboldt a las tendencias radicales). Alianza Editorial, Madrid. 2ª edición 1998.
  • Lacoste, Yves (1977): La Geografía, un arma para la guerra. Ed. Anagrama, Barcelona.
  • Vila Valentí, Juan (1990): El conocimiento geográfico de España. Geógrafos y Obras Geográficas (165 pp.) Editorial Síntesis, Madrid.
  • VV.AA. (1997): Extremadura, la Historia. Caja de Badajoz.

NOTAS:

[1] MADOZ, P.: A) Prólogo del Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España, Tomo 1º, 2ª ed. 1846. Pp. VII-XII

[2] MADOZ, P.: A) op. cit., pp. XXIII-XXIV

[3] MADOZ, P.: A) op. cit., pp. XXIV-XXV

[4] No debe olvidarse que la obra de Madoz se convierte en el primer estudio urbanístico de las ciudades españolas, complementado mediante los planos elaborados por Francisco Coello a escala 1:20.000, y que constituyen la base de los posteriores planes de ensanche, expansión y gestión urbanos

[5] MADOZ, P.: B) Diccionario Geográfico-Estadístico e Histórico de España… Tomo XV, 1846. Pp. 169

[6] La unificación de longitudes y superficies comienza a ponerse en marcha en la Francia de 1790, con la definición del metro como “la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre”. A partir de ese momento, los países europeos (a excepción de Inglaterra) adoptan el Sistema Métrico Decimal como símbolo del avance técnico y científico de la época. Desafortunadamente, la obra de Madoz aún no recoge este avance, encontrándonos con un evidente elemento acientífico.

[7] En este sentido, la legua varía entre los 4000 y los 5.600 metros en función del país; de igual manera, mientras la vara castellana equivale a 0,8359 metros, la portuguesa se corresponde con 1,1 metros. La misma circunstancia se aplica a la fanega, medida de superficie equivalente a 55,5 áreas en España, 137,2 en Argentina, 400 en Costa Rica,…

[8] MADOZ, P.: B) po. Cit. Pág. 169

[9] MADOZ, P.: A) op. cit. Pág. XXV

[10] MADOZ, P.: B) op. cit. pág. 169

[11] MADOZ, P.: B) op. cit. pág. 170

[12] MADOZ, P.: B) op. cit. pág. 171

[13] MADOZ, P.: B) op. cit. pp. 169-171

[14] MADOZ, P.: B) op. cit. pp. 170-171

[15] MADOZ, P.: B) op. cit. pp. 169-170

[16] La adopción de este planteamiento supondrá, a lo largo de todo el S. XX, la existencia de una corriente migratoria fortísima, que en Trujillo afectará al 40% de la población, en gran parte campesinos y jornaleros, trazando un futuro desalentador para la ciudad.

[17] MADOZ, P.: B) op. cit. Pág. 170

[18] MADOZ, P.: B) op. cit. Pág. 170

[19] MADOZ, P.: B) op. cit. Pág. 169

Oct 012002
 

Felicísimo García Barriga.

INTRODUCCIÓN

Durante los últimos años la historia ambiental, es decir, la rama de la historia que se ocupa del estudio de las relaciones entre el hombre y el medio en el que vive, y de cómo el hombre ha visto estas relaciones, a lo largo de la historia, ha experimentado un importante auge, debido a la importancia y publicidad que en los últimos años ha adquirido la problemática medioambiental.

En este trabajo pretendemos hacer una pequeña aportación a este tipo de estudios, analizando las formas de explotación de la pesca en las aguas estancadas de las villas cacereñas de Brozas y Arroyo de la Luz a lo largo los tiempos modernos. La elección de estos dos pueblos como objeto de estudio tiene dos razones fundamentales: la existencia en ambos de una larguísima tradición en la pesca de dos especies significativas: la pardilla y, sobre todo, la tenca, que continúa vigente en la actualidad y que estuvo presente de forma importante en la vida de sus habitantes en el pasado; y por otro lado, la posibilidad de contar con ricos archivos municipales que albergan la documentación necesaria para nuestro trabajo, lo que de nuevo pone de manifiesto la importancia de la documentación local para el estudio del pasado, y en este caso de una materia tan novedosa y de tan difícil análisis como es la historia del medio ambiente.

Dado que la comarca en la que se engloban estos municipios, y por extensión las tierras comprendidas entre Cáceres y Alcántara, carecen de un río que merezca tal nombre, esa explotación se limitaba a la pesca en las charcas, naturales o artificiales, próximas a los pueblos, y sobre todo a las Lagunas de Propios, en el caso de Brozas una charca de 50 Has de superficie, y en el de Arroyo de la Luz dos charcas, las llamadas Laguna Grande y Laguna Chica, de cuyo pescado se abastecían los brocenses y arroyanos. El objetivo de este trabajo va a ser, por tanto, analizar aspectos como la explotación de esas charcas, los tiempos de veda, las limitaciones a determinadas artes de pesca, consideradas nocivas, etc.

Las fuentes que hemos utilizado son los Libros de Actas Capitulares, los Libros de Abastos y los documentos pertenecientes a las cuentas de los bienes de propios de ambos municipios, documentación que pertenece a los ya referidos Archivos Municipales de Brozas, que se encuentra depositado en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres, y de Arroyo de la Luz, todavía alojado en el ayuntamiento de la localidad, así como algunas de las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada correspondientes a ambas localidades, depositadas en el Archivo General de Simancas, y que se encuentran también microfilmadas en dicho archivo cacereño.

1. -MEDIO FÍSICO, ZONAS ACUÁTICAS Y ESPECIES PISCÍCOLAS EN LA PENILLANURA CACEREÑA.

Brozas y Arroyo de la Luz se encuentran emplazadas en la prolongación occidental de la Penillanura Trujillano-Cacereña, dentro del plutón granítico de Zarza-Cáceres. Por esta razón, sus suelos se caracterizan por su pobreza y acidez y por su escasez de materia orgánica, con rendimientos agrícolas bastante pobres, pero que permitieron, y siguen permitiendo, un elevado aprovechamiento ganadero de tipo extensivo; así, las dehesas de pasto de Brozas se convirtieron desde la Edad Media en uno de los principales puntos de destino de las cabañas ovinas trashumantes y en sede de los dueños de algunas de las más importantes ganaderías ovinas extremeñas. El término de Arroyo, debido a su menor extensión, estaba preferentemente dedicado a la agricultura extensiva para el mantenimiento de sus vecinos.

La pobreza edáfica de esta zona de la provincia de Cáceres se ve acentuada por un régimen pluviométrico caracterizado por fuertes períodos de sequía que provocan una escasez endémica de agua. Por esa razón, los habitantes de la zona occidental de la penillanura trujillano-cacereña no tuvieron más remedio que acudir bien a las aguas subterráneas (en todos los pueblos de la comarca abundan las fuentes y sobre todo los pozos), bien a las lagunas o charcas artificiales. En los casos que aquí nos ocupan, piezas fundamentales para el abastecimiento de agua a la villa serán la Charcas o Lagunas de Propios; en el caso de Brozas es un embalsamiento artificial de 50 Has de extensión, posiblemente construida a finales de la Edad Media, aunque no tenemos constancia documental de ello, y que parece que tuvo desde su construcción la misión básica de servir de abrevadero al ganado, utilidad que queda confirmada por el hecho de que la Cañada Real de las Merinas, la vía por la que los ganados mesteños subían o bajaban hacia los pastos de verano o de invierno, discurre a unos 100 metros de dicha laguna, coincidiendo además con un ensanchamiento de dicha cañada que constituye uno de los descansaderos que jalonaban esta vía pecuaria, ofreciendo así a los ganados pasto y agua en abundancia. Por supuesto también aportaría sus aguas a los ganados locales, como aún hoy sigue haciendo. En Arroyo de la Luz se trataba de dos lagunas, una de 40 hectáreas y otra de 20, comunicadas entre sí por una pequeña corriente, y cuyo uso básico, aparte, por supuesto, del abastecimiento de agua tanto a la población como a sus ganados y de la pesca, era la molienda de grano en molinos construidos por debajo del muro de cada una de las charcas.

La riqueza ecológica de estas lagunas es, asimismo, muy importante, ya que suponen un importante centro receptor de numerosas aves migratorias que descansan en ella en el transcurso de sus viajes hacia el Sur, y dispone también de una importante variedad de especies de flora y fauna. Entre diversas especies de anfibios, reptiles y peces, dos destacan por su importancia y porque son constantemente mencionadas en las fuentes; son la tenca (nombre científico: Tinca tinca), un ciprínido que prefiere vivir en aguas estancadas, preferiblemente en los fondos, donde el agua está más fría, y la pardilla (nombre científico: Rutilus lemmingi), un pez parecido a la carpa aunque mucho más pequeño. Ambas especies se convirtieron, como veremos en apartados posteriores, en la única fuente de pescado fresco de la cual podían disponer los habitantes de la Extremadura Moderna y, en consecuencia, de Brozas y Arroyo de la Luz, sobre todo en las épocas del año en las que la Iglesia Católica prohibía el consumo de carne.

Las lagunas de Brozas y Arroyo de la Luz pertenecían a los bienes de propios de ambas villas, por lo que su gestión y conservación correspondían a los respectivos. La reparación del muro de contención de las Charcas aparecen mencionados en diversos acuerdos de los cabildos; así, por ejemplo, en un acuerdo del concejo de Brozas fechado el 18 de agosto de 1703, y habiendo resultado dañado por la abundancia de lluvias de ese año, y para aprovechar el descenso del nivel de las aguas por la sequía veraniega “… Acordóse se rrepare la paredeja y aventadero de la laguna y para ello se compre la cal y demás nezesario por los regidores comisarios de obras y se libre lo que importase dicho aderezo…[2]. También en 1715, aprovechando de nuevo los meses de verano, se realizó otra reparación en la pared de la charca. En Arroyo de la Luz, en una fecha mucha más temprana, un acuerdo del 4 de marzo de 1578 ordena que “…por cuanto la laguna grande desta villa están mal reparada de paredes y fortaleza de estribos e no se puede remediar este repuesto si no es a mucha costa, e para que se pueda remediar e remedie la dicha laguna y pared…, vendiéndose el pescado que en la dicha laguna tiene dándose renta y se podrá con ello reparar la dicha laguna e …. de la renta del dicho pescado e por propios prestantes, acordaron e ordenaron se le venda el pescado de la dicha laguna e se arriende…[3]. Otro ejemplo mucho más tardío es el del acuerdo del 14 de noviembre de 1841 en el que se recoge que “…siendo repetidas las quejas de los molineros de la laguna mayor de estos propios y las que han manifestado los procuradores a que se registren las roturas que se encuentren para que atendiendo a la necesidad de ellos se proceda a su composición, y en su vista se acordó: que siendo una atención de las primeras miras de la corporación por ser objeto tan menesteroso y útil a este vecindario que le proporciona ventajas incalculables a las utilidades generales de este común, se proceda a proporcionar todos los medios necesarios a principiar el saneamiento de cuanto se note y advierta en su deterioro, atendido a lo abanzado del tiempo en que las llubias intercepten su prosecución…[4].

Además de la labor de mantenimiento de los muros de la charca, el Concejo de la villa también velaba por la calidad de sus aguas y la conservación así de sus funciones como abrevadero del ganado y proveedora de pescado fresco. En este sentido es expresivo el acuerdo del concejo brocense del 5 de octubre de 1793: “Item hicieron presente dichos señores el perjuicio que se experimenta por el común de estos vecinos, con permitir (…) el lavado de pieles que hacen los curtidores y zapateros en las aguas de la charca de esta villa por el daño que causan a su pescado y ganados que beben en ella, máxime hallándose mui reduzida por la escasez, y para precaberlos espera que por la Real Justicia de esta villa se den las providencias más propias y oportunas del caso[5], o este acuerdo del ayuntamiento de Arroyo del 25 de julio de 1839 en el que “del mismo modo se acordó prohibir bajo la misma multa (4 ducados) que ninguna persona pueda labar trigo en la charca con lo que empuercan las aguas y pueden causar prejuicios a los ganados[6].

Estos documentos nos sirven para poner de relieve dos aspectos: en primer lugar, que las aguas de las charcas de Brozas y Arroyo también tenían un uso industrial, con el consiguiente perjuicio que ello suponía para su calidad y adecuada conservación[7]; y en segundo lugar, la conciencia por parte de las autoridades municipales de que esa contaminación era perjudicial para las aguas estancadas[8]; aunque los fines que los impulsaban no se pueden catalogar de ecologistas, sino que su pretensión era conservar las aguas limpias para que éstas pudieran seguir siendo útiles a los vecinos, no puede negarse el afán de protección por arte de las autoridades, afán que se extendía a otros aspectos medioambientales, como los bosques y montes.[9]

2. -LA EXPLOTACIÓN PISCÍCOLA DE LAS CHARCAS DE BROZAS Y ARROYO DE LA LUZ

a) El abasto del pescado: en el Antiguo Régimen, las autoridades locales velaban por el abastecimiento para sus lugares de los productos de consumo básicos: granos, carne, aceite, vino, jabón, pescado seco, y en las localidades donde ello era posible, también pescado fresco.

Este es el caso de Brozas y Arroyo de la Luz; como ya hemos comentado anteriormente, las Charcas de Propios de estos pueblos les permitían disponer de pescado fresco, estando su pesca y venta perfectamente controlado por sus Concejos. El análisis de este elemento, económico y ecológico al mismo tiempo, y para el que hemos utilizado los Libros de Abastos de ambas villas, nos va a ocupar las siguientes líneas.

A principios de cada año el Concejo subastaba cada abasto, concediéndoselo al mejor postor. El proceso será similar para el pescado de la charca. Dado que los libros de abastos conservados se inician tanto en Brozas como en Arroyo a mediados del siglo XVII, es a partir de esas fechas cuando podemos hacernos una idea de cómo se concedía ese abasto y cuáles eran los precios del pescado.

El arrendamiento del abasto del pescado se realizaba, como hemos dicho más arriba, de forma anual, aunque podía haber excepciones por diversas razones, como una especial escasez de agua en la laguna. El proceso no registró cambios apreciables durante todo el siglo XVIII, siendo además similar en las dos villas analizadas, y constaba de los siguientes pasos: un vecino (no hemos documentado la presencia de ningún abastecedor del pescado foráneo) hacía postura por el abasto en cierta cantidad. Una vez admitida la oferta, el Alcalde Mayor de la villa y los dos regidores comisarios de rentas ordenaban que se hiciese pública para su conocimiento y para que los interesados pudieran hacer mejoras a dicha oferta. Durante nueve días consecutivos el peón público del Concejo pregonaba en la plaza de la villa la postura, su precio y condiciones. Si alguien ofrecía una mejora, los regidores comisarios de cuentas sacaban el abasto a pública subasta al día siguiente; ese día se volvía a pregonar la mejora cuatro veces y se avisaba de su remate definitivo a una hora determinada (las 10 o las 11 de la mañana, dependiendo de los años). A esa hora se abría la puja, y cuando la última oferta no era superada se remataba el abasto en dicha cantidad. Una vez hecho el remate, el postor debía realizar una escritura de obligación comprometiéndose a cumplir las condiciones con las cuales arrendaba el abasto, bajo las penas señaladas en las leyes correspondientes.

A veces se producían conflictos por causa del arrendamiento. Así sucedió en Brozas cuando el 23 de febrero de 1692 el arrendatario de ese año y del anterior, Juan González Fresneda, alega que, tras haberse hecho cargo del arrendamiento del pescado de la charca en 1691 por dos años, en 1692 el Concejo había admitido una mejora por parte de Alonso Flores Clavero “… y sin embargo de que no se devió admitir una y otra puja por no averse hecho en tiempo respecto de aver sido mi arrendamiento cerrado por dos años, y que en el primero no tuve utilidad por la falta de pescado como llebo dicho, y que en el presente por averlo conservado es segura, que impide la admisión de qualquiera puja…De todas formas, reclama el derecho de tanteo, y pide que se notifique a su rival “…no se entrometa en adelante a pescar en dicha laguna, imponiéndole graves penas que procede de justicia”. El 1º de marzo el pescador en litigio, Alonso Flores Clavero, se considera el poseedor legítimo del abasto para ese año y solicita que se le deniegue a Juan González su pretensión “…declarando no aver lugar a ella, y condenarlo por temerario litigante en costas” argumentando que, habiéndose hecho los pregones obligados, la mejora de González estaba fuera del tiempo reglamentado, y además le niega el derecho de tanteo (que, como parece desprenderse de la documentación disponible, en efecto no poseía el arrendatario del año precedente). El pleito fue resuelto a favor del segundo litigante[10].

Aparte del precio de la postura, de cuya evolución hablaremos después, el resto de las condiciones eran bastante similares en los distintos años analizados, Así, en el caso de Brozas, el arrendatario debería cobrar un precio fijo por las tencas y pardillas (las dos especies más frecuentes en la charca y sin duda las preferidas por la población, como mencionamos en el apartado anterior); concretamente, debía dar al común de los vecinos la libra (de a 16 onzas, y con un peso total de unos 460 gramos) de tencas a cinco cuartos y la de pardillas a cuatro cuartos[11], unos precios que se mantuvieron inalterables en todos los años en los que disponemos de la documentación correspondiente. Otra condición que no cambia en los sucesivos arrendamientos es la entrega obligatoria y gratuita por parte del arrendatario de cuatro arrobas de pescado a la villa, que las usaba para regalos, y de dos arrobas a los frailes franciscanos del convento local de Nuestra Señora de la Luz, como limosna. Asimismo, no podían vender pescado fuera de la villa si en ésta no sobraba.

En Arroyo de la Luz la subasta, aunque similar en el procedimiento, no era tan sistemática, ya que nos hemos encontrado con considerables variaciones en los precios de la libra del pescado, al que además no se hace referencia siempre de la misma forma, tal y como sucede en Brozas. Así, la postura de 1681 habla solamente de peces, de forma genérica, sin precisar las especies; en 1696, 1718 y 1731 sólo se mencionan las pardillas, en 1738, carpas y pardillas, y en 1803 y 1854, tencas y pardillas; en cuanto a las condiciones que establecía el concejo arroyano, quedan expuestas de manera fiel en los pliegos de condiciones de dicho arrendamiento para los años 1845 y 1854, en los cuales se establece que el arrendamiento será por 5 años, surtiendo su arrendador al pueblo de pescado fresco en la Cuaresma, vendiendo la libra de tencas a 7 cuartos (28 maravedís) y la de pardillas a dos cuartos, además de dar al ayuntamiento tres arrobas de tencas cuando se le exijan, y de repoblar la charca con 30.000 tencas de cría[12].

Si alguna de estas condiciones era incumplida, el Concejo tomaba inmediatamente medidas para averiguar las causas de dicho incumplimiento y advertir al arrendatario sobre las consecuencias que le podría acarrear. Por ejemplo, en 1803 el Gobernador de Brozas ordenaba la comparecencia ante las justicias locales de los arrendatarios de la charca en ese año, Vicente Sereno y Agustín Paredero, para que expusieran los motivos por los cuales no estaban pescando. En su declaración expusieron lo siguiente:

(…)que con motibo de las copiosas lluvias, teniendo el barco a las orillas de dicha charca una havenida lo introdujo en ella, en términos que por más eficaces diligencias que han practicado a fin de sacarlo y poder cumplir con sus obligaciones les ha sido infructífero; con cuyo motibo han determinado traer el barco que tienen en la Charca de García para dar principio en la actualidad del tiempo de Carnestolendas, y proseguir en adelante ejecutándolo; y reconvenido por dicho Señor que como en tantos meses, que pasaron, y particularmente mediante los mandatos judiciales, no pusieran en su noticia, la causa que exponen, aunque fríbola (…) su merced mandó que inmediatamente den las disposiciones más actibas, a fin de tener barco pronto para pescar y surtir este pueblo de la tenca y pardilla que produce dicha charca…[13].

La siguiente tabla recoge los precios de arrendamientos de este abasto para los años analizados

BROZAS ARROYO DE LA LUZ
Año Precio (en reales) Año Precio (en reales)
1691 550 1643 706
1692 600 1668 400
1705 950 1681 382
1761 4.500 1689 411
1765 6.900 1772 970
1766 2.400 1803 550
1767 1.800 1807 300
1768 2.000 1845 500
1813 1.000 1854 600

Fuente: A. H. P. de Cáceres, sec. Municipal de Brozas, Libros de abastos; Archivo Municipal de Arroyo de la Luz, Libros y cuentas de abastos y propios,y elaboración propia.

Como podemos observar, las cantidades eran considerablemente más elevadas en Brozas que en Arroyo, constando además en la documentación que las pujas eran mucho más animadas en el caso del primer pueblo analizado, debido quizás a la mayor población de Brozas, sobre todo en los siglos XVII y XVIII, que implicaría una mayor demanda de pescado fresco. Así, la máxima cantidad alcanzada, 6.900 reales en 1765, se debe a una inusitada animación en la puja en dicho año, que llevó al precio de este arrendamiento a triplicarse desde los 2.200 reales de la postura inicial hasta la cantidad arriba mencionada. Otro tipo de condiciones, como son las referidas a las técnicas que el arrendatario debía usar para pescar y los períodos de pesca y veda, serán tratadas con detenimiento en un apartado posterior.

Por último, debemos hablar de los arrendatarios del abasto del pescado; en ninguno de los documentos que hemos utilizado se les menciona una dedicación exclusiva a la pesca. Así, cuando hemos acudido a las fuentes que nos proporcionan información sobre la profesión de los vecinos de Brozas y Arroyo de la Luz en el siglo XVIII, no hemos encontrado a ningún individuo con el oficio de pescador. Eso sucede en 1753 con las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada, a cuya pregunta 37ª, sobre la existencia de barcos o barcas y de personas encargadas de ellas, se contesta en Brozas diciendo:“…que no ay individuo alguno en esta villa que tenga embarcación, a reserva de una lanchuela que tiene el arrendador de la pesca de la charca a quien le va regulada su utilidad en la pregunta treinta y dos[14], mientras que en Arroyo la respuesta, aún más contundente y significativa, es que “a la trigésima séptima digeron no haver nada de su contenido[15].

Tampoco en las Comprobaciones del mismo Catastro, realizadas en 1761, y que sólo se conservan en Brozas, aparece ningún pescador, aunque sí se menciona al arrendatario de la charca en ese año, Antonio Fernández Cuello, que era también ministro ordinario y corralero del Concejo, y cuya utilidad por el abasto del pescado era de 50 reales anuales. Esta situación contrasta con la de otros lugares, como Plasencia, donde aparecen dos pescadores en 1719, seis en 1732, cuatro en 1753 o 3 en 1797[16], o Cáceres, con cuatro pescadores en 1753 y tres en 1761[17]. Por último, para Extremadura en general, el censo de 1797 señalaba un total de 180 pescadores[18].

No podemos olvidar, sin embargo, que, muy por encima de la actividad profesional, la pesca en Extremadura tenía fundamentalmente un fin lúdico y de ocio. En este sentido es significativa la orden del Alcalde Mayor de Brozas por la que se mandaba “…que ninguna persona pueda pescar (…) permitiéndose sólo el uso de la caña a toda persona de distinzión y carácter y no a los menestrales sino en los días festivos[19]. Como pone de manifiesto este documento, las autoridades locales intentarán limitar la práctica de la pesca con caña a las elites locales e intentar disuadir a los profesionales de su práctica excepto en los días de fiesta, por considerarla perniciosa para su actividad económica. En similares términos, el concejo de Arroyo de la Luz intentaba frenar en 1828 el, a su juicio, desmedido afán de los vecinos de la villa por la pesca de la tenca que, según dicho concejo, estaba causando un claro descenso en el número de peces en las charcas de propios ya “…que se han aumentado los pescadores de caña, que de una mera diversión que se devían prometer ha resultado un exceso de codicia, comprobándola que el artesano, menestral y demás oficios necesarios abandonan sus tareas por dedicarse a la pesca, no impidiéndoles a persona alguna ni los calores ardientes del abrasado julio, ni las horas de la noche destinadas al descanso, ni lo que es más la propiedad sagrada de dichos propios y accesoria e inmediata del postor o postores de la indicada pesca…”[20]

b)Períodos de pesca y veda: la finalidad de la veda era y sigue siendo permitir a las especies una adecuada reproducción, que garantice su supervivencia y permita continuar su explotación; en principio lo acostumbrado era seguir la Real Ordenanza del Bosque del Pardo, del 14 de septiembre de 1752, según la cual no se podía pescar desde principios de marzo hasta finales de julio; sin embargo, en la documentación que hemos usado aparecen algunas oscilaciones, sobre todo en el caso de Brozas, cuyas disposiciones sobre el tema son mucho más ricas y abundantes que las conservadas en Arroyo. Por ejemplo, antes de esa fecha es significativa la postura que hace para el abasto del pescado Juan Sereno en 1705, señalando que “…se le a de dar un mes para que desoben las tencas, el que le mandase por esta villa[21].

En 1756, el Concejo de la villa solicitó una exención para Brozas con respecto a la aplicación de la veda fijada por la Real Junta de Obras y Bosques el 5 de marzo de ese año, y que seguía las directrices fijadas en 1752. Las razones que exponen para que se le acepte su solicitud son “… que por lo que toca a la pesca en attenzión a que esta villa carece de pescados y sólo tiene el de las tencas y pardillas de una charca de propios cuia conserbazión pende de la abundancia de las aguas y del cuidado de esta villa que nunca permite se pesque de modo que se extingan las dichas tencas y pardillas haziendo se mantenga siempre en dicha laguna por y no más de la necesaria para el abasto, si fuere del agrado de Su Majestad se podría levantar la prohivizión de la pesca de esta charca para que este pueblo tuviera de esta especie de pescado en los cinco meses de la beda que es quando más se nezesita por comprehenderse en ella la quaresma[22].

Como veremos más adelante, parece desprenderse de la documentación que la petición brocense fue aceptada. Hay que decir, por otra parte, que la violación de la veda debía ser bastante común. Así lo pone de relieve la Carta Orden de Veda de Caza y Pesca, recibida por el concejo de Brozas en marzo de 1778, recordando la Real Cédula de Caza y Pesca del 16 de enero de 1770 y “…su transgresión en la mayor parte cazando y pescando en los tiempos prohividos…”, por lo que pedía a las autoridades municipales que la aplicaran inmediatamente, con todas sus consecuencias[23]. Otra referencia a estas violaciones nos viene de parte de Juan González Fresneda en su ya mencionado alegato de 1692, cuando dice que “…hallándose dicha laguna falta de pescado con ocasión de que los arrendadores precedentes se avían aprobechado de todo su pescado mayor y menor por (…) pasarse juntamente a pescar en ella los días vedados[24].

Ya hemos señalado con anterioridad que los períodos de pesca formaban también parte de las posturas que se hacían para obtener el arrendamiento de la pesca de la charca. Así, en 1761 Benito Bravo Caro ofrece pescar todo el año a excepción de los cinco meses de veda (marzo, abril, mayo, junio y julio); en 1765 Manuel Sereno señala que “…he de pescar juebes y biernes y bíspera de bigilia y bigilia y e de pescar en el barco siete meses y el mes de julio y agosto y sitiembre e de pescar a pie”. Ante una mejora hecha a su oferta, el mismo postor ofrece 100 reales más “…con la condición de que en los meses de febrero, marzo y abril se a de pescar sin barco, y Pedro Chaparro la mejoró haviendo de pescar febrero y marzo (…) y dicho Manuel Sereno la pujó (…) haviendo de pescar sin barco todo el año a excepzión de los tres meses de octubre, noviembre y diziembre”. Al final Pedro Gómez Chaparro consiguió el arrendamiento ofreciendo 6.900 reales y “pidiendo el pescar los tres últimos meses del año con barco, estendiéndose este permiso a tres meses más que son febrero marzo y abril[25], es decir, aproximadamente el tiempo de Cuaresma. En 1766, Ignacio Castellano es mucho más preciso, diciendo “…que sólo a de pescar vísperas de vigilia desde medio día asta el mediodía de la vigilia a menos que por revolución del tiempo necesite para surtir el pueblo pescar en las vísperas de vigilia por la mañana y lo a de poder azer, noticiándolo a Usías que sólo ha de pescar con barco los quatro meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre”.

Ese año Pedro Pavón mejoró la oferta ofreciendo pescar “…los tres meses de berano sin barco que son los meses de Julio, Agosto y Septiembre y los demás con el barco, haviendo de guardar el tiempo de la veda[26], un tiempo que parece reducirse a mayo y junio, como confirma la postura del mismo individuo en 1767, cuando señala “…que he de poder pescarla todos los viernes y jueves de las semanas, vigilias y sus vísperas, los tres meses de julio, agosto y septiembre a pie, y los demás del año con barco, guardando la veda en mayo y junio[27]. Las condiciones se mantienen en 1768 y en 1813, el último año cuyo arrendamiento hemos estudiado.

Queda, por tanto, configurado un calendario de pesca que se extendería desde julio hasta abril, ambos inclusive, y que permitía pescar los jueves y viernes de todas las semanas, además de los días de vigilia y sus vísperas, cuando era más necesario el pescado fresco por los preceptos religiosos de esos días; con ello, la citada petición hecha por la villa en 1756 fue exitosa y consiguió mantener a la villa abastecida de su propio pescado fresco en las fechas en las que lo necesitaba con más apremio. En el caso de Arroyo de la Luz, la única mención a las vedas de pesca que hemos podido encontrar se produce en 1822, y refrenda lo anteriormente expuesto, ya que “…generalmente se prohíbe pescar en aguas dulces con instrumento fuera de la caña desde primero de marzo hasta fin de julio y sólo los dueños particulares o sus arrendadores podrán pescar desde el día veinte y cuatro de junio[28].

c) Técnicas y prácticas pesqueras: ya hemos mencionado en las citas hechas sobre los períodos de veda las dos formas básicas de pesca en Brozas y Arroyo de la Luz: la pesca con red desde una barca y la pesca a pie con caña, cada una con sus características peculiares.

En el caso de la pesca con barco, está claro que no podía realizarse en verano por la escasez de agua en las charcas (algunos postores extienden la prohibición de pescar con barco a abril), no porque la barca no pudiera maniobrar adecuadamente, sino para evitar así que la pesca fuese esquilmada[29]; por esta razón en estos meses se debía pescar con caña. La pesca desde el barco se realizaba, lógicamente, con redes, como se indica en la postura de 1705 (“…con que se a de pescar con trasmallos[30] abiertos exzepto en la Quaresma…”) y en la de 1768 (“…y con las redes menuderas ha de pescar el tiempo que ay hasta todo abril y desde San Miguel en adelante el resto del año del mismo modo…”).

Había una serie de prácticas pesqueras terminantemente prohibidas por ser consideradas dañinas para el pescado. Así, la ya mencionada orden municipal fechada en Brozas el 3 de enero de 1796 ordena “…que ninguna persona pueda pescar con redes, coca, beleño ni otros narcóticos con que destruyen la pesca[31]. Las redes a las que se refiere son las que son tan tupidas que capturaban peces de todos los tamaños, incluidos los alevines, con lo que impedían la regeneración de las especies y ponían en peligro su explotación[32], aunque no las redes simples menuderas, que ya hemos visto mencionadas en 1768. Así lo pone claramente de manifiesto el acuerdo municipal del concejo de Arroyo de la Luz, fechado el 30 de octubre de 1701, y en el que se dice “… que por quanto se ha reconozido grave daño y perjuicio en la pesca de los trasmallos que echan diferentes personas en la laguna mayor desta villa, por las tencas pequeñas que se matan, y para su remedio, se acordó que ninguna persona sea osado a ir a dicha laguna a pescar con trasmaio ninguno de cualquier género que sea, pena de perdidos y de quatro ducados…[33], orden que se repite en 1704, 1716 y 1752; en Arroyo, además, la prohibición del uso de artes de pesca se extiende a las llamadas mangas[34]; en cuanto al uso de venenos para causar la muerte o, al menos, el atontamiento de la pesca para aumentar las capturas, quedaba totalmente prohibida tanto en la orden del concejo brocense mencionada anteriormente como en un acuerdo del consistorio de Arroyo de la Luz de 1822 por el que “…se prohíben absolutamente y en todo tiempo los medios ilícitos como cal viva, beleño, coca y cualquiera otros simples o compuestos que extingan la cría de la pesca y sean nocibos a la salud pública y a los abrebaderos de los ganados[35].

La pesca con barco, mencionada expresamente sólo en Brozas, podía encontrarse con el problema de un exceso de plantas acuáticas en las aguas de la charca, con lo que las redes no podían llegar al fondo y la pesca era muy complicada. Así, en 1773 Pedro Pavón, arrendador de la charca en ese año, expone ante la Junta de Bienes de propios de la villa que “…dicha charca se halla tan ciega de monte o valizio en tal conformidad que no pueden las redes llegar al suelo por suspenderse en la broza y por entre ella se va y escapa la pesca como es público y notorio, por cuya causa está casi impracticable[36].

Con respecto a la pesca con caña, no tenemos muchos datos al respecto, aunque hemos podido documentar una práctica, usual en estas localidades aún hoy en día por la extensión y profundidad de la charca, y que consistía en pescar con “caballos” o “bancos” (actualmente se denominan “burros”), consistentes en una caja de madera, en la que cabe un hombre, elevada sobre cuatro patas, y que permitía a los pescadores internarse en la laguna y alcanzar con ello aguas más profundas, las preferidas por las tencas para vivir. Esta práctica, así como internarse de pie en el agua, no debía de ser muy bien vista por los arrendatarios de la charca, que verían en ella un menoscabo para su propia pesca y la ganancia consiguiente. Así lo demuestra la petición de Juan Rodríguez Gajardo en 1761 para que “… los pescadores de caña no haian de entrar a pescar en dicha laguna a pie ni a caballo de palo[37]. En Arroyo de la Luz, las obligaciones de los pescadores de caña eran mucho más definidas; así, en el pliego de condiciones de la subasta de la pesca de tencas para el año 1854 se señala que “…durante el citado arrendamiento no ha de poder persona alguna pescar en referidas charcas con ninguna clase de redes, garlitos ni mangas, pudiendo sí hacerlo los vecinos con las cañas desde las orillas y pared, así como desde las peñas interiores o vancos que se introduzcan y no otras artimañas, con la que sea hecha la pesca con las cañas las que en ninguna hora del día podrán ser movidas”; asimismo, el ya mencionado acuerdo de 1828 sobre los excesos en la pesca por parte de los vecinos de la villa establece que “…se publique nuevamente bando previniendo que ninguna persona de cualesquiera clase o condición que sea, vaya a las lagunas mayor y menor de estos propios a pescar más que con una caña…”.

En conclusión, las técnicas usadas para pescar debían estar autorizadas, prohibiéndose prácticas abusivas y destructivas como el envenenamiento de las aguas o el uso de redes muy tupidas, que proporcionaban una pesca más abundante pero tenía negativas consecuencias tanto para las aguas como para las especies que habitaban en ellas.

3. -CONCLUSIONES

La pesca es sin duda el deporte preferido de la mayoría de los habitantes de las villas de Arroyo de la Luz y Brozas, y la tenca un plato muy solicitado. Con este trabajo creemos haber demostrado la antigüedad de estas tradiciones en estas villas cacereña. La existencia de abastos perfectamente reglamentados posibilitaba el consumo de pescado fresco a lo largo de casi todo el año, y sobre todo durante la Cuaresma, la época durante la cual la Iglesia Católica señalaba la obligatoriedad de abstenerse de comer carne, además de la propia práctica del deporte de la pesca como una actividad lúdica y de ocio. Esta actividad conllevaba una serie de prácticas pesqueras, algunas legales y otras prohibidas por las autoridades municipales que, aunque lejos de poseer una mentalidad ecologista, procuraban conservar las aguas y las especies piscícolas en un buen estado para conservar también así su uso por parte de los vecinos de Brozas y Arroyo de la Luz.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA:

a) Fuentes:

-Archivo Histórico Provincial de Cáceres:

  • Archivo Municipal de Brozas: Libros de Actas Capitulares (1703, 1756, 1778, 1793, 1795, 1796, 1803), Libros de Abastos (1692, 1705, 1761, 1765, 1766, 1767, 1768, 1813), Libros de Actas de la Junta de Bienes de Propios (1773). Catastro del Marqués de la Ensenada para el establecimiento de la Única Contribución (Libros de Comprobaciones, 1761).
  • Archivo General de Simancas (microfilmado): Catastro del Marqués de la Ensenada para el establecimiento de la Única Contribución. Respuestas generales de la villa de Brozas. Libro 136.

-Archivo Municipal de Arroyo de la Luz: Libros de Actas Capitulares (1578, 1603, 1701, 1674, 1704, 1716, 1752, 1774, 1822, 1828, 1837, 1839, 1841, 1842, 1845, 1854); Libros y cuentas de Abastos y Mercados (1681, 1689, 1807), Libros y cuentas de bienes de propios (1643, 1656, 1668, 1685, 1691, 1696, 1718, 1731, 1738, 1759, 1761, 1764, 1772, 1775, 1789, 1804), Catastro del Marqués de la Ensenada para el establecimiento de la Única Contribución (Respuestas Generales, 1752).

b) Bibliografía:

  • Fernández Millán, I.: La ciudad de Plasencia en el siglo XVIII: aspectos demográficos y sociales. Mérida, 1995.
  • Rodríguez Cancho, M.: La villa de Cáceres en el siglo XVIII: demografía y sociedad. Cáceres, 1981.
  • VV. AA.: Gran Diccionario Enciclopédico Universal. Madrid, 1990.
  • VV.AA.: Extremadura. La historia. Mérida, 1997.

NOTAS:

[1] Esta comunicación ha sido realizada con la ayuda de una Beca de Formación de Personal Investigador cofinanciada por la Junta de Extremadura y el Fondo Social Europeo.

[2] Archivo Histórico Provincial de Cáceres, sección Archivo Municipal de Brozas, Libros de Actas Capitulares, sesión del 18 de agosto de 1703.

[3] Archivo Municipal de Arroyo de la Luz (en adelante A. M. A.), sección Secretaría, Libros de acuerdos del concejo, libro de acuerdos de 1578.

[4] A. M. A., sec. Secretaría, Libros de acuerdos del concejo, libro de acuerdos de 1841.

[5] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M de Brozas, Libros de Actas Capitulares, sesión del 5 de octubre de 1793.

[6] A. M. A., sec. Secretaría, Libros de acuerdos del concejo, libro de acuerdos de 1839.

[7] La curtiduría y tenería era, posiblemente, la actividad artesano-industrial más contaminante de las existentes en el Antiguo Régimen, sobre todo por los productos utilizados para el curtido, como el jugo de la planta llamada zumaque, bastante abundante en esta comarca en el siglo XVIII.

[8] Muchos lugares tenían problemas con las tenerías. Es el caso, por ejemplo, de Badajoz, cuyas tenerías vertían sus residuos al Guadiana.

[9] Así nos lo indica una orden del Alcalde Mayor de Brozas de 1795 en el que se prohibe el corte de pies de encinas y alcornoques bajo las penas fijadas en la Real Ordenanza de Bosques “… viendo los continuos destrozos que sufren los montes (…) originados de la corruptela de no estar en práctica penas a los taladores y dañadores…”. A. H. P. de Cáceres, sec. A. M de Brozas, Libros de Actas Capitulares, sesión del 27 de diciembre de 1795.

[10] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M de Brozas, Libros de abastos, 1692

[11] Cuarto, “moneda de cobre española del sistema antiguo, cuyo valor era el de cuatro maravedís de vellón”. Gran Diccionario Enciclopédico Universal,Madrid, 1990, tomo IV, p. 1154. Por tanto, la libra de tencas costaría 20 maravedís, y la de pardillas, 16. Para comparar estos precios con los de otros productos de primera necesidad, la libra de vaca costaba en Cáceres 28 mrs en 1766 y la de bacalao 32 mrs en 1771 (M. Rodríguez Cancho, La villa de Cáceres en el siglo XVIII. Demografía y sociedad, Cáceres, 1981, pp. 122-124).

[12] A. M. A., sec. Secretaría, Libros de Acuerdos del Concejo, libros de acuerdos de 1845 y 1854.

[13] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Actas Capitulares, sesión del 18 de febrero, 1803.

[14] A. H. P. de Cáceres, Catastro del Marqués de la Ensenada (Respuestas Generales de Brozas).

[15] A. M. A., sec. Hacienda, Catastro del Marqués de la Ensenada (Respuestas Generales).

[16] I. Fernández Millán. La ciudad de Plasencia en el siglo XVIII. Aspectos demográficos y sociales, Mérida, 1995, pp. 119-120.

[17] M. Rodríguez Cancho, op. cit., p. 134.

[18] M. Rodríguez Cancho, op. cit., p. 150.

[19] Por esta misma razón estaban prohibidos los juegos de naipes: “Manda asimismo Su Merced que todo oficial artista o menestral en días de trabajo no pueda jugar a los naipes ni a otro entretenimiento que su oficio, a que debe estar adicto, aunque sea después de haver concluido sus oficios”. A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Actas Capitulares, orden del 3 de enero de 1796.

[20] A. M. A., sec. Secretaría, Libros de Acuerdos del Concejo, libro de acuerdos de 1828.

[21]A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Abastos, 1705.

[22] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Actas Capitulares, sesión del 9 de junio de 1756.

[23] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Actas Capitulares, sesión de 22 de marzo de 1778.

[24] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M de Brozas, Libros de abastos, 1692.

[25] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Abastos, 1765.

[26] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Abastos, 1766.

[27] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Abastos, 1767.

[28] A. M. A., sec. Secretaría, Libros de Acuerdos del Concejo, libro de acuerdos de 1822.

[29] En 1767, Ignacio Castellano dice “…que e de pescar con el barco siempre que esté llena la laguna”. A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Abastos, 1767.

[30] Trasmallo, “arte de pescar, formada por tres redes, más tupida la central que las exteriores, cuyas relingas se cosen en toda su extensión, y que se cala verticalmente por medio de piedras o plomos”.

[31] A. H. P. de Cáceres, A. M. de Brozas, Libros de Actas Capitulares, orden del 3 de enero de 1796.

[32] En 1692 se indica que para conservar la pesca de la charca “…se prohíben los trasmallos menuderos”. A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Abastos, 1692.

[33] A. M. A., sec. Secretaría, Libros de Acuerdos del Concejo, libro de acuerdos de 1701

[34] Red de forma cónica para pescar, que se mantiene abierta con un aro que le sirve de boca.

[35] A. M. A., sec. Secretaría, Libros de Acuerdos del Concejo, libro de acuerdos de 1822.

[36] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Actas de la Junta de Bienes de Propios, 1773.

[37] A. H. P. de Cáceres, sec. A. M. de Brozas, Libros de Abastos, 1761.

Oct 012002
 

Fernando Díaz Esteban.

La Real Biblioteca de Palacio de Madrid contiene una rica colección de documentos manuscritos tanto antiguos como modernos, en parte originales y en parte copias de originales hechas a lo largo de los siglos.

Aunque mi campo de estudio es la Filología Semítica, como extremeño no he podido resistir la tentación de mirar también algunos documentos referentes a Extremadura, ayudado por el excelente Catálogo[1] de los manuscritos que la Real Biblioteca guarda.

Dejando aparte colecciones como la estancia de la princesa Margarita en Badajoz en 1641[2], o historias locales como la de Zalamea de la Serena por Tamayo Salazar en 1634[3], deseo ahora presentar una miscelánea de documentos que muestran preocupación por la decadencia económica y cultural en que había caído la patria de Hernán Cortés, de Arias Montano y de Suárez de Figueroa.

1- Un retrato moral

Alguien de finales del siglo XVIII tenía la costumbre de copiar aquellos documentos o noticias que habían despertado su interés, a veces con alguna observación propia. El manuscrito constituye el volumen II/1928 de la Real Biblioteca; la letra parece la misma, aunque a veces cambia el tamaño o la pluma; de letra distinta ¿por encargo? se añadieron otras copias.

El copista anota curiosidades, noticias y comentarios, sin aparente orden. Poesías sobre la vida sana o sobre anécdotas locales o acontecimientos históricos, como el sitio de Gibraltar; copias de documentos, como bandos y viajes de Carlos IV; noticias de sucesos, como la fiebre de las Antillas y el terremoto de Quito del 20 de Febrero de 1797, o locales como el allanamiento de la biblioteca de un canónigo de la Iglesia de San Isidro en 1797; abundan las noticias eclesiásticas, como pleitos de Capellanes reales y asuntos del arzobispado de Valencia o de Toledo. Era inevitable que la Revolución Francesa, de la que es contemporáneo y no partidario, llamara su atención y así recoge noticias de los clérigos franceses refugiados en España, o del proceso de Luis XVI y María Antonieta, a veces copiando noticias de las Gacetas de Italia, Lugano o Madrid.

De letra algo diversa es un viaje por Francia en 1795. Al final (f. 154-155) trae una lista de títulos de cargos públicos y monedas de Turquía, y de palabras turcas con su traducción.

Se copia también (f. 66r-72v), y es lo que me llevó hasta el manuscrito, unas Poesías Morales de dn Anto Henriqz Gomes …Se trata de Antonio Enríquez Gómez[4] conocido escritor judaizante de Cuenca del siglo XVII que huyó de España. Están copiadas aquí por su carácter moral.

Por el carácter personal de una carta, pudiera ser su autor el propio copista, que resultaría ser un capellán. Fechada el 28 de Abril de 1798 da su nombre: J[ose]ph Escribano, capellán; se trata de (fol. 79, 82) una nota excusando su asistencia a la tertulia de Doña Rosa García por haber tenido que asistir a una joven, que murió cristianamente, en el patíbulo.

Pero lo que nos interesa para Extremadura es que en los folios 2r a 7v, copia un largo poema titulado Juicio Ymparcial de la Nación Española en general y particular por las Provincias que la componen, más bien irónico y pesimista como se puede ver desde su comienzo (hemos respetado la ortografía original, pero puesto los acentos): “El Español es honrrado / ……/ Ingenioso y advertido/ y con tal disposición,/ por falta de aplicación,/ es un Tesoro escondido.”. Van desfilando las “Provincias”, en el sentido de regiones, con el añadido final de Portugal, lo que podría indicar un origen portugués. Al llegar al turno de Extremadura dice:

Espíritu desunido
anima a los Estreme ños
Jamás entran en empeños
ni quieren tomar partido,
cada qual en sí metido
y contento en su rincón,
huye de toda instrucción
y aunque es grande su viveza
vienen a ser por pereza
los Indios de la Nación.

Al final del poema, y con la rúbrica del copista, pues la misma se repite en otra ocasión, se nos dice: “Son de Manuel Antonio Pereira”.

Vemos que a finales del siglo XVIII la impresión que producía Extremadura al poeta no podía ser más negativa: mentes vivaces anuladas por no querer hacer el esfuerzo del estudio.

En cuanto al poeta Manuel Antonio Pereira podría ser el Manuel Pereyra que publica en Cádiz, en 1755 una Vida de San Juan Bautista. Poema épico sacro[5], que es una versión castellana de una traducción portuguesa hecha por Fr. Antonio López Cabral de un original italiano, según nos dice en el prólogo “Al Lector”. Pereyra nos dice que vivía en Cádiz y que era autor de otro libro[6]. Su rúbrica, que acompaña a una “Nota” a principio del libro como señal de autenticidad es distinta a la del manuscrito de la Real Biblioteca que estamos tratando. Otro Manuel Pereira, también portugués, es del siglo XVII y no parece que llegara a finales del XVIII.

Si Manuel Pereira veía a los extremeños como “los Indios de la Nación”, todavía a principios del siglo XIX, en 1817, la impresión que produce Extremadura es deprimente. Así se deduce de un escrito recogido en el volumen II/3085, (fols. 47 a 61). Está dirigido a Fernando VII por el Comisario de Guerra de los Reales Ejércitos dándole una relación de algunas inscripciones romanas que ha encontrado: Catálogo de varias Inscripciones y Lápidas Griegas y romanas Que existen, con otras muchas, en varios pueblos de la Provincia de Extremadura, Sin incluir las infinitas que se hallan en Emérita Augusta (oy Mérida). Formado por D. Mariano Tamariz, Comisario de Guerra de los Rs Exercitos, Yndividuo de la Rl Sociedad Matritense, y otras del Reyno, Amante de las Antigüedades.[7] El escrito está fechado en Madrid, a 10 de Enero de 1817. En el preámbulo (fol. 47r-50v) D. Mariano Tamariz dice: “Señor … he recorrido aquellos Pueblos observando el genio de sus naturales, las clases y utilidad de sus terrenos, sus piedras, sus minas, etc. etc. he hallado también fragmentos mui apreciables de la Venerable Antigüedad; así como he visto con pesar los sitios de donde han desaparecido, más de Cien Poblaciones, que contribuían a la riqueza de la Nación. (1)(n.1: “Sólo en los partidos de Badajoz, y Alcántara, faltan más de quarenta Pueblos; y algunos de ellos existían a principios del siglo XVI”. Tamariz ruega a Fernando VII que “este pequeño Catálogo … se digne admitirlo benignamente, como prueba de mis prolijos conocimientos de la Provincia de Extremadura.”

De D. Mariano Tamariz hay en la Biblioteca Nacional un poema laudatorio de Fernando VII, pero ignoro si llegó a publicar algún libro o folleto sobre Extremadura.

Más adelante veremos, al tratar de las dehesas y la Mesta, como la mísera situación de Extremadura se inicia ya en el siglo XVII.

2- Fábricas de seda.

Enfrente de Badajoz, a la margen derecha del Guadiana, pasado la cabeza del puente, había unas huertas feracísimas que se llamaban “Las Moreras”[8]. Hoy están abandonadas, mitad chabolas y mitad suciedad, pero en mi infancia producían frutas y verduras exquisitas. Abundaban las moreras, de las que los chavales, además de comer las moras, nos proveíamos de hojas para alimentar los gusanos de seda. Sin embargo no tengo noticia de que alguna vez hayan servido para fabricar seda, ni de que existieran moreras suficientes en Extremadura para su fabricación. Sin embargo en el siglo XVIII el tema de la fabricación de la seda produjo una controversia que está reflejada en uno de los tomos de la Biblioteca de Palacio constituido por copias[9] de documentos de hacendistas preocupados por la postración económica de España, heredada de los Austrias, y a la que los Ilustrados quieren poner remedio.

El volumen II/2832 (fol. 336r 344) copia el Decreto que suprimía los privilegios de las fabricas de seda de Extremadura, Toledo y Granada para igualarlas a las demás y el alegato del Presidente de la Junta General de Comercio, Don Joseph de Carvajal y Lancaster, para que se deje sin efecto dicha supresión. El título, escrito en folio aparte como suele ser norma del copista de este volumen, es bastante largo: “Reflexiones de Dn Joseph Carvajal y Lancaster sobre el R[rea]l Decreto de 24 de Junio de 1752. en que a representación de las Fábricas de Texidos de Seda de Valencia y otras particulares, derogó S. M. los Privilegios concedidos a las Compañías de Toledo, Extremadura y Granada: Convence de infundados los motivos de su expedición, y necesidad de fomentar y proteger las Compañías, para que florezca el Comercio de estos Reynos”.

D. José de Carvajal Lancaster[10] es un extremeño ilustre; nació en Cáceres en 1698; su familia Carvajal era de Cáceres y el inglés Lancaster le venía de su madre, que era portuguesa. Estudió leyes en Salamanca y fue ocupando cargos públicos, como Ministro Togado del Consejo de Indias (1738); Felipe V poco antes de morir (9 Julio 1746) le nombra Presidente de la Junta de Comercio y Moneda. De carácter austero, preocupado del bien común, terco en sus propósitos de mejorar la situación de España, soltero, trabajador, Carvajal continua su carrera política tras la muerte de Felipe V, formando parte del partido de la reina doña Bárbara de Braganza, mujer de Fernando VI, que le estimaba probablemente por ser su madre portuguesa. En Diciembre de 1746 es nombrado Ministro de Estado por Fernando VI, recibiendo atribuciones para llevar la política exterior y la económica. Murió en 1754. Tuvo la iniciativa de que se revisara y estudiara los archivos por personas peritas; su ideario está resumido en el título de su Testamento político reducido a una idea de un gobierno católico, político, y militar, como conviene para la resurrección y conservación de España[11]

La franqueza con que exponía sus opiniones a los Reyes se manifiesta en el preámbulo del documento, que es valiente porque reconociendo la buena voluntad que tiene el Rey de aumentar la prosperidad de las fábricas confiesa que no “podré dejar de advertirle que una orden suya las arruina”.

Probablemente el Decreto Real del 24 de Junio de 1752 estaba inspirado por el Marqués de la Ensenada, que es quien se lo remite oficialmente a Carvajal el día 25 (fol. 338) y que se copia íntegramente para dar paso luego al alegato de Carvajal. El Marqués de la Ensenada y Carvajal eran grandes amigos y se favorecían mutuamente, pero a partir de 1748 parece que empiezan las discrepancias políticas entre ellos, más o menos encubiertas.

En resumen, el Decreto dice que las fábricas de Valencia, las de los particulares de Toledo y de otros lugares se han quejado de que por los privilegios concedidos a las fábricas de Toledo, Extremadura y Granada han entrado en decadencia. El Decreto anula todos los privilegios concedidos en exclusiva y los hace extensivos a las demás fábricas, tanto de tejidos de seda, como de lino, cáñamo y curtidos. Todas las fábricas han de estar bajo la jurisdicción de la Junta General de Comercio.

En sus Reflexiones en defensa de las fábricas de Toledo, Extremadura y Granada, Carvajal alega que no hay más privilegio exclusivo que el de la exportación a Portugal, que supone un aumento de quinientos telares en Toledo y que la de Extremadura es la “conductora” y que traerá dos millones de reales al año y de Granada un millón, y que el resto de las mercaderías será de las demás fábricas del reino; que “la de Extremadura ha sacado cantidades inmensas de las Fábricas de Valencia, y otras muy grandes de las de Priego, y encages y Galones de oro, y plata de Cathaluña”. Sevilla no se incluye porque no quiere despachar sino para Indias y Aragón, que no se bastan a sí mismas; por otra parte, nadie en Portugal se queja.

En cuanto a los privilegios, son el de “Tanteo”, un derecho común para todo el que fabrique en el reino y está regulado desde los tiempos de Enrique Tercero para los tejidos de lana, para las pieles desde los Reyes Católicos y desde Carlos V para las sedas.

En cuanto a exención de alcabalas en primeras ventas “es concedido a quantas Fábricas de Particulares se han establecido con franquicias, y lo están gozando infinitas” y “han dejado pasar buena porción de años sin quejarse de esto como perjuicio”.

En cuanto a la exención de las cargas reales y concejiles a los empleados de las fábricas “la gozan las fábricas de Particulares igualmente, y es de antiguo”, porque “las Fábricas piden trabajo continuo, no tienen día hueco, como se trabaja debajo de texado … de parar uno paran otros muchos, porque son Ministerios subalternos, y de conexión precisa; uno que falte quita el trabajo a muchos”. Y añade: “Para una Fábrica bastante grande sirve un tintorero con algunos aprendices, désele una Carga real o concegil que le ocupe, ni los aprendices aprehenden, y la Fábrica para porque nadie tiñe, y por la Carga de uno se quedan sin trabajo trescientos, o quatrocientos chicos y grandes. De aquí es, que queda bien compensado el recargo de estas exempciones que cahe sobre los otros, porque como la Fábrica da en qué ganar la vida a su Muger, y a sus hijos, y trae riqueza al lugar, por estas grandes utilidades suyas, y del público debe sufrir aquel tal qual gravamen”.

Otro punto discutible es el de quitarles la tolerancia en la aplicación literal de las leyes y reales ordenanzas, que exigen la marca del peso y medida a los géneros para la exportación: “Concedió V. M. este Privilegio … p[ar]a extraerlos [exportarlos] del Reyno con el aditamento de que tales texidos se les pusiese sello diferente al que se usaba en los que se podrán vender en el Reyno”. Los únicos que podrían quejarse serían los reinos extranjeros, pero ellos hacen lo mismo. Carvajal se pregunta: “[¿] sería bueno que dejásemos a los nuestros sujetos a una ley que les hacía imposible el despachar sus Géneros en Reyno extraño, en competencia con las otras Naciones, porque no los podían vender al mismo precio?”. Ha habido discusiones en la Junta de Comercio sobre si pedir que se deroguen las leyes o buscar “apariencias para perdonar cada contravención” … “parece que se ha considerado tropiezo de estado querer sujetar a los Extranjeros a n[uest]ra ley … las Aduanas admiten el Cajón, o Paquete cerrado, con que allí no se puede hacer el examen; que si se hace después claman con que son géneros que ya han pagado sus dros [derechos], y han sido admitidos por ministros con autoridad real … con que el sujetar los Extranjeros tiene dificultades”. Por tanto “No sujetarlos a ellos y sujetar a los nuestros es aniquilarlos, porque la Vara de un Género del mismo nombre, que tiene doblada porción de Seda no se puede dar por los nuestros al mismo precio, como es notorio … la Vara de terciopelo de Olanda tiene por su ley entre dos, y tres onzas: la del de España tiene entre cinco y seis onzas; en los rasos lisos se ve la misma diferencia”.

Para el cambio de las Ordenanzas, Carvajal aduce que los gustos han cambiando desde los tiempos de los Reyes Católicos en que se hicieron las leyes y ordenanzas de los tejidos de seda, que eran diez o doce “que ya los más no se sabe cómo eran; [¿] cómo se acomodará la ley … al infinito número que ha hallado hasta hoy la invención y el gusto?”. Carvajal recuerda que hacía dos años una tela preciosa era condenada, aún cumpliendo el ancho, el peso y el teñido, porque “falta a una Ordenanza que prohibe se ponga tal matiz en tal color … la Junta le libró, pero ya avrá gastado más que valían quatro piezas. Vea V. M. cómo podrán observarse con el gusto de ahora las Ordenanzas que dan reglas de matices para entonces”. Lo mismo ha ocurrido con una tela de tafetán doble negro con flores de un fabricante de Valencia; se la embargaron porque va contra Ordenanza el que tenga aquellas flores, “y yo he dado una orden para que la degen acabar … porque le tenían embarazado el telar sin trabajar los que la hacían, y la seda tomando polvo”. Por otra parte, las tiendas están provistas de géneros extranjeros de seda y lana que no cumplen las normas y son más baratos.

Carvajal se excusa por llevar la contraria y proponer que se mantengan los privilegios que había dado el Rey: “… me he retardado en el Defensorio, porque lo es de resoluciones de V. M., que aunque las propuestas sean mías, de V. M. son las concesiones”. Se ha apresurado porque ha visto que otro papel igual que el que ha recibido se ha enviado al Consejo de Hacienda y a la Dirección de Rentas.

En cuanto al privilegio de la libertad de Cientos y Alcabalas para las primeras ventas, “es inútil para Aragón, Valencia y Cathaluña, porque en estos Reynos no hay tales contribuciones”.

Aunque las fábricas han intentado vender barato al por mayor, no han tenido salida sus géneros y han tenido que recurrir a vender al por menor “han vareado [vendido por varas] … entre los Gremios de vender y los de los Fabricantes hay la diferencia que los de reventa es un daño que tolera por necesidad la República, y los de Fábricas es un bien que enriquece a todos y produce la abundancia, el poder, y la población a un Estado”.

Termina Carvajal insistiendo al Rey en que los privilegios concedidos a las fábricas de seda de Toledo, Extremadura y Granada no causan perjuicios sino que son beneficiosos para todos.

3. Agricultores contra la Mesta.

Las quejas de los extremeños contra los ganados trashumantes que venían a Extremadura eran antiguas. Un impreso del siglo XVII de la Biblioteca Nacional muestra la prepotencia de la Mesta al lograr retrotraer los precios del arrendamiento de los terrenos de pasto a los que tenían 47 años antes. El autor del impreso, Alonso Carrillo, como representante de Extremadura se dirige al Rey Carlos II: Señor, la ciudad de Badajoz y villa de Cáceres … por sí, y por las ciudades de Truxillo, Plasencia, Mérida y villa de Alcántara … y en nombre de las demás Ciudades y Villas, y otros particulares dueños de las Dehesas en que pastan los ganados de la Cabaña Real … Dizen que el Honrado Concejo de la Mesta ha ganado Decreto para que los arrendamientos … se ayan de pagar … según el precio que tuvieron en el año 1633 … desde primero deste año de 1680 en adelante.[12]

El proceso de empobrecimiento del campo extremeño convertido en bosque inculto por causa de la trashumancia había comenzado antes. A finales del siglo XVI un precioso manuscrito de la Real Biblioteca (II/2640) nos deja vislumbrar que feraces dehesas se iban convirtiendo en bosques y pastos para el ganado trashumante, incluidas las dehesas que el Rey tenía en Extremadura por su condición de Maestre de la Orden de Santiago, propietaria de las tierras. Giovanni Domenico (o Juan Domingo, como se le nombra otras veces) Quirico como juez enviado por el Rey y por el Tribunal de Contaduría visita, justiprecia y propone a Felipe III las mejoras necesarias en una interesante Relación y Compêndio de todas las dehesas q. V. MagD tiene en el Maestrazgo de Santiago y Prouincia de Leon de la Medida y Amillaramiento dellas y del estado en que están con los Aduertimiêtos de Seruicio de V. MagD para que se conseruen y beneficien con Agumento[13] en lo venidero. Quírico escribe al Rey desde Llerena el último día de Diciembre de 1598; a la vista de los datos que da tras un par de años de visitas es evidente que hizo una labor concienzuda de inspección; sus palabras anuncian con más de un siglo de adelanto las de los Ilustrados: “Considerado Que la conseruación y agumento de los estados Reales, de que se sigue el bien de la Republica y de todos los súbditos, pende en gran parte, de la conseruación y buena administración de la hazienda”. Los resultados los expone ordenando alfabéticamente las dehesas por sus nombres; da cada una da sistemáticamente: 1) su situación (Mérida, Xerez, Llera, Alhanje, Montánchez, Fuente de Cantos, Ribera [del Fresno], Valencia de la Torre, Llerena, Zafra); 2) lo que renta; 3) apeamiento [límites] y medida; 4) Aduertimiento (sobre su estado y mejoras).

Al final de su Relación da una advertencia general con las medidas que ha tomado y que hay que tomar, pues los guardas de las dehesas las alquilan al común o a particulares, crece la maleza y no se saca el provecho debido, en beneficio del ganado trashumante. “Algunas han venido en quiebra y otras se han ocupado y usurpado por ansí los consejos circumbecinos como por otros particulares … consienten por su ynterés pastar cortar y talar el monte claro bueno y provechoso dellas que da fruto de vellotas y defienden que no se limpie el monte pardo, espeso y malo”; si los guardas los denuncian ante las justicias, se reparten con el juez la multa. Esta situación no se da en las dehesas de La Serena, del maestrazgo de Alcántara, porque están todas a cargo de un guarda mayor, “y lo mesmo en las del campo de Alcudia de la horden de calatraua”. La solución sería, según Quirino, un responsable a cargo de todas las de la Orden de Santiago.

Una muestra más del creciente deterioro del campo extremeño, pero ya en el siglo XVIII, se contiene en el vol. II/2867 (fol. 178r -202v) de la Real Biblioteca[14]. Se trata de un Informe dirigido a Su Majestad el Rey Carlos III por D. Juan Gregorio Muniain, Comandante General del Exército de Extremadura, fechado en Aranjuez el 16 de Mayo de 1765. El Informe es “consecuente al Decreto del Consejo sobre las Instancias de las ciudades de Badajoz, Mérida y Truxillo hechas por su Diputado en esta Corte, proponiendo diez y seis medios para que la Provincia pueda volver a su antigua opulencia y aumentar la Agricultura en beneficio de S. M. y de todo el Reyno” (f. 186r).

Ya el larguísimo título que da el copista de la “Instancia” de las ciudades extremeñas es un resumen del extenso contenido (f. 178r): Medios para aumentar en Extremadura la Agricultura, y por consiguiente la Población, con el beneficio de terreno inculto, y estéril, que pudiendo ser fertilísimo permanece en aquel estado, necesitando de pronto, y oportuno remedio. Quales se pone en práctica, concediendo por punto general el terreno con corta pensión anual a favor del Común, y privilegio de Adehesamiento; permitir a los Dueños de éstas, libertad de disponer de ellas a su arbitrio prescribiéndoles término competente p[ar]a dentro de él reducirlas a cultura, y demás q[u]e se previene sobre Dehesas de labor y Montes, y Novilleros, y Baquiles. Año de 1765.

Muniain como buen ilustrado, expone las causas y la justificación en beneficio de todos, que alcanzaría también a los ingresos de la Corona, poniendo de relieve la pobreza general (f. 179 r): “La verdadera riqueza, el poder intrínseco de un Estado consiste en la población: Esta depende de la subsistencia, cuyo único origen es la Agricultura … El Terreno de Extremadura es de bastante extensión, marabillosamente fértil y su Cielo Venigno: Estas qualidades la hacen entre las provincias del Reyno la más a propósito para una agricultura pujante …… Protección y livertad es lo que únicamente necesitan; pero por causas que son bastante conocidas, sólo Experimentan opresión, restricciones, y embarazos ……. apenas tiene palmo de tierra que no sea apto para producciones útiles, sin embargo …. (f. 178v) la subsistencia es escasa: Corta la población, mísera, abatida, y Pobre: Gran parte de su fértil suelo se reconoce inculto, estéril, infructífero, poblado de monte, y de malezas. El daño crece, y necesita de remedio pronto, y oportuno”.

Las medidas propuestas en la Instancia se clasifican según se trate de baldíos públicos, baldíos particulares o dehesas de todas clases.

Para los Valdíos públicos, “puede S. M. variarles el destino, y darles el que más convenga a la común felicidad de los Pueblos, que es el Objeto de toda Ley política. Por Bulas Apostólicas pertenecen a S. M. los diezmos de todas aquellas producciones, que la industria hiciese rendir al terreno inculto”. El uso de los incendio de los terrenos (f. 180r) “sirven de pretexto a los transumantes … pa poder disfrutar en el Otoño sus Dehesas”. En su lugar se propone “dos medios de reducir a cultivo el terreno inculto: el descuage, y la continua majada sobre el continuo arado”. La solución sería (f. 181r) “la concesión del terreno con corta pensión anual a favor del común, y con privilegio de Adehesamiento sin que persona alguna o comunidad pueda tener en él uso o aprovechamiento …. plantar, apostar, y criar olibos, moreras, Castaños, nogales, Encinas, Robles, Alcornoques …. y plantas fructíferas; sembrar granos, y semillas, lino, cáñamo, u otro fruto que pueda convenirle destinarlo al pasto de ganados y variarles el destino cuando parezca oportuno”. No se olvida de la rebaja de impuestos: “El segundo incentivo deverá ser la libertad de pensión, diezmo y toda otra carga durante el tiempo del descuage”.

Para los Valdíos de dominio particular, (f. 181v) “deberá seguirse la misma regla …. se estipulará … la que … se ha de reservar a beneficio del público o se le obligará a bender por el justo precio a juicio de inteligentes”.

Como la extensión de los transumantes ha desterrado de Extremadura el uso de la labor bien ordenada, y instruida se ha extendido el contagio [de los terrenos incultos] a Dehesas boyales de Propios, y particulares”.

En las Dehesas de todas clases, (f. 182r) “Se debe permitir a los Pueblos, a los Dueños Particulares de Dehesas montuosas absoluta libertad de disponer de ellas a su arbitrio …. por sí mismos o por medio de colonos aplicados o dando a Zenso las partes más montuosas”. Y (f. 182v) si “no cumpliesen su obligación los propietarios S. M. ….podrá balerse para hacer fructíferas estas esteriles tierras de los mismos medios propuestos para el desmonte de las de la clase primera reservando a fabor de los Pueblos o dueños particulares la pensión anua[l] o cano[n] respectivo al terreno montuoso enteramente inútil, y infructífero”.

En las dehesas de labor, que pueden “rendir copiosas cosechas de excelente trigo, y toda suerte de grano se han reducido a pasto”. En los Novilleros y baquiles, “en que se criaban las mas hermosas y castizas bacas del Uniberso se destinan a la cría de ganado merino (f. 183r) Trasumante …. de lo que procede la carestía de Carnes, y absoluta falta de bueyes de labor”. En cuanto a las Dehesas de monte, “se destierra de ellas la util y necesaria cría de ganado de Zerda”.

Sigue una especie de discurso sobre la cuestión extremeña, en que su actividad provechosa está constreñida: “rendiría si no se le opusiesen tantos premeditados estorbos; si la industria ayudase a la naturaleza, qué género de producción no podría con abundancia esperarse de aquel fértil terreno”. Es necesario crear un Tribunal que pueda enterarse (f. 183 v) “del desconcierto económico en que se halla aquella Provincia” El Tribunal se creará en la Corte formado por Consejeros de Estado y miembros de los Consejos de Castilla, Hacienda y Órdenes Militares, un fiscal y los subordinados necesarios; pero en la Provincia tiene que haber un Tribunal subordinado al de la Corte, “pero con independencia de todo otro; presidido del el Capitán o comandante general, Yntendente, Corregidor, dos letrados del País … y otros dos sujetos de distinción, práctica y conocimiento”.

Se aduce luego (f. 184r) el ejemplo de la Dehesa de las Raposeras, en el término de Mérida, apropiada “para la labor y cría de ganado bacuno y lanar, abunda de Encinas, y Alcornoques, aunque de difícil aprobechamiento está arrendada en 10700 reales”. Pertenece a la Orden de Santiago y se ha cubierto de montes y de maleza, pero “si despojados los ganados trasumantes se arrendase a distintos Labradores con pactos, y condiciones …. dentro de pocos años estaría toda reducida a cultivo, y sería fructífero su monte”. Dentro de la evocación del monte, se recuerda que (f. 184v): “en once Aldeas, y algunas de sus Villas abrigan en su recinto Cierbos , Jabalíes, y otras fieras con abundancia, y pudieran por su fragosidad ser excelentes manchas de Oso si siglos hace no se hubiera extinguido su especie en Extremadura”.

Un experimento de recuperar para el cultivo el terreno repartiéndolo entre varios vecinos fracasó por el “doble escollo de … los ganaderos Trasumantes … y en el de no poder continuar por falta de majada …. para mantener limpio lo que se desbroce y descuage. Perdiose el fruto, el trabajo, y la esperanza”.

Es necesaria la libertad para labrar y para aprovechar los pastos el ganado propio. Por esta falta de libertad se ha llegado a la miseria (f. 185r): “los Pueblos que se miran reducidos a la escasa población de 20, 30 y menos vecinos, pobres, miserables y abatidos la habrían aumentado hasta el número de 500, 10[00] y más según corresponde a sus dotaciones y planta de su formación. Hállase con evidencia todo demostrado y expuesto por la Provincia de Extremadura[15] por quien se hace ber que la ruina que padece, y la mayor que la amenaza procede de la falta de ganados Estantes. Aranjuez 16 de Mayo de 1765=Muniain”.

A estos medios de regeneración del campo extremeño que se proponía, se opusieron los ganaderos trashumantes. No se da el texto, pero si el argumento empleado por los trashumantes, sus privilegios, a los que contradice Muniain en su Informe (fol. 186r) que el copista apostilla: “Y la ALEGACION o Manifiesto del Concejo de la Mesta impugnándolos, e intentando provar ser opuesto a las Leyes del Reyno, y a los privilegios de que goza el Ganado Merino, REBATE MUNIAIN con imparcialidad los fundamentos de este Concejo, y que sus prerrogativas son causa de la decadencia y miseria de los Naturales; y Concluie, proponiendo lo útil que sería el establecimiento de una Aduana [léase Audiencia] en aquella Provincia”.

El “Informe” de Muniain comienza diciendo que ha recibido los informe para que emita su parecer (fol. 87): “En Aviso comunicado por D. Ignacio de Ygareda Escribano de Cámara, y de Gobierno se me remite un Decreto de V. M. para que informe …. en el asumpto de dos instancias que igualmente me dirige: la una de las ciudades de voto en Cortes Badajoz, Mérida y truxillo con su sesmo la de Llerena y estado de Medellín; representadas por su Diputado en esta Corte Dn Vicente Payno Hurtado, por sí y por la Prova toda de Extremadura, en que propone diez y seis medios para que pueda bolber a su antigua opulencia …. La otra un manifiesto y Allegación del honrado Concejo de Mesta …. en que se impugna todos o los más de los diez y seis medios e intenta probar que son opuestos a las leyes del Reyno y a los Privilegios de que goza el ganando Merino trasumante...”.

Muniain contesta: “He leído uno, y otro informe con el cuidado y reflexión posible para desempeño de la confianza que debo a V. M. y cotejados sus fundamentos con lo que prácticamente he observado en el tiempo de cinco años que ha que sirbo la Comandancia General de las Armas de aquella Prova y visitas personales de mucha parte de su territorio; procediendo con la sinceridad e indeferencia [imparcialidad] que tan grabe asumpto pide: Hago juicio de que Extremadura se quexa con justicia, y necesidad, su presente miserable estado llena de amargura a los Naturales, y de lastimosas compasiones a los Extrangeros que por ella transitan , o que en ella residen. Sus fertilísimos campos están desiertos, sus amenas campañas estériles, y sin cultivo …. sus havitadores son hábiles, robustos y aplicados, pero sus fuerzas sin ejercicio, su industria cautiba, y su aplicación sin materia que la anime. Encadenados con embarazo que no pueden superar, gimen bajo de una esclavitud ignominiosa, toleran un Yugo que los envilece: soportan una carga que los confunde y aniquila; y reducidos poco a poco a la clase de mendigos mueren de desnudez hambre, y miseria e insensiblemente se pierden para el Rey y para el Estado una nación generosa y capaz de ennoblecerle”. El daño se produce porque sus campos “se ocupan con ganados para que son menos aptos … con disminución considerable de la cría del de Zerda y Bacuno. Ha bastardeado la famosa raza de Cavallos. Perecen los Bueyes de la Labor … se han encarecido extraordinariamente las Carnes, Pieles y Lanas. Las cosechas no corresponden a las esperanzas y faltan granos para el Nacional consumo. Las Contribuciones no pueden pagar …. Ynvoluntarios ociosos, y de Forzados vagamundos, aumentase el celivato, pueblanse las Religiones [los conventos] y se despueblan los Lugares”. La causa “no es otra que los Privilegios que llaman de la Mesta … de que se hace un abuso”. La reclamación de la Mesta no presenta documentos históricos y es “una ficción”. Muniain se pregunta: “Cómo ha de ceder la utilidad común a un Privilegio que pone en manos de unos pocos individuos la principal sustancia del Reyno?”. Como ejemplo de destrucción de riqueza y de empleos, afirma: “En cada Dehesa …. desde la paz concluida en el año de 1713 se han destruido 30. 40. y más Yuntas de Bueyes. La familia o familias de Labradores … 50. 60. y más operarios que se entretenían en sus lavores y labraban”.

También, en una imaginaria conversación con un inglés, Muniain destaca que además hay que saber trabajar en la industria y el comercio, y que el oro que viene de las Indias ellos lo transforman en moneda.

Se añade un cálculo (f. 201) de los perjuicios económicos “que padecen los Dueños de las Dehesas arrendadas a los transumantes y no a los Riveriegos”. Y se termina (f. 202v) con la afirmación de la supremacía de la Agricultura: “De esta sola demostración se conoce quanto más útil es la Agricultura que no la Cavaña pues sin labranza no puede haver población, industria, Arte, Marina, Comercio”.

4- Una opinión discrepante

Un punto de vista distinto es el de Don Manuel Antonio de la Gándara, que a mediados del siglo XVIII escribe unos extensos Apuntes sobre el bien y el mal de España escritos por orden del Rey [Fernando VI], y que no se pudieron imprimir hasta medio siglo después[16], y se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. De la Gándara expone ($ XXXVII, p. 108):

“Si preguntásemos en la Extremadura ¿por qué ha decaído en aquella fertilísima provincia la agricultura? ¿por qué han tomado tanto precio las carnes? ¿por qué ha minorado tanto la cría de los ganados, estantes y trahumantes, &c? Al punto nos responderán los extremeños, que los privilegios acordados al honrado Consejo de la Mesta a favor de las cabañas trahumantes, sus abusos, sus aleguamientos, la mala distribución de yerbas, la providencia del año 1604, destruidora de la Hermandad de la mesta, y del socorro de los Alcaldes entregadores, unida a la otra de el 1612, libertadoras de las dehesas de los maestrazgos, y despojadora de las posesiones, son la causa del estrago: éste es el idiona.

Pero también ésta es la equivocación; las causas ciertas del estrago allí y en toda la demás extensión del Reyno, no son más que puertas cerradas y puertas abiertas

Por esta expresión, como explica luego, define la facilidad para introducir géneros extranjeros y las dificultades para los nacionales. Y continúa:

Quando había más de doblado ganado trashumante que hoy, había también más que duplicado de lo otro: se labraban muchas más tierras, eran dobladas las cosechas de trigo, cebada, centeno y legumbres y [p. 115] sobraban pastos para todos. Y los privilegios de la Mesta en nada substancial se han alterado desde entonces acá”.

Manuel de la Gándara advierte que la despoblación y los eriales no son exclusivos de Extremadura y que alcanzan a todo el reino. Y se debe a la política comercial que cierra las puertas a los géneros españoles y las abre a los extranjeros (&LXVI, p. 152):

Ahora, pues, si España no es hoy más que un arcaduz por donde pasa a Potencias extranjeras el oro, la plata, las piedras preciosas, y los ricos frutos que vienen de las Indias ¿por dónde no ha de ser pobre ella y ricas aquéllas? ….. [p. 153] Si apenas se embarcan en nuestros puertos géneros nacionales: si la carga de las flotas, galeones, registros, avisos, convoyes y embarcaciones mercantiles consisten casi del todo en mercancías extrangeras ¿de qué sirve que las facturas se registren en cabezas españolas ….. [p. 154]testas de ferro …… [p. 155] y enviamos fuera del Reyno nuestros caudales para fomento de las fábricas extrangeras?”.

Manuel de la Gándara tiene una visión idealizada de los tiempos pasados, dando una población exageradísima[17] de 50 millones de habitantes, aunque no le falta razón en la crítica a la falta de esfuerzo que percibía en su tiempo cuando dice que había en el siglo XVI numerosas fábricas españolas que tenían sucursales en los tres continentes; ahora, por el contrario, a los dirigentes españoles solamente les gusta lo que viene importado de fuera.

La pobreza no es, pues, culpa exclusiva de la Mesta, sino del afán de imitación y de la falta de iniciativa y decisión de fabricantes, gobernantes y clientes. Y una recomendación que recuerda al Instituto Nacional de Colonización del siglo XX ($ LIX): “Mesteños y extremeños, ganaderos y labradores, todos son vasallos, y vasallos muy utiles al Estado, Labranza y crianza se dan la mano inseparablemente ….. se cortará de una vez el fomento de pleytos ….. Prados artificiales y riegos para las dehesas baxas, quatriplican pastos y ganados ….. veinte zuas, un canal y treinta riegos podrían haber hecho con el menor de sus litigios ….. la verdadera abundancia, felicidad pública y buen mercado, se hace teniendo cada labrador una porcioncilla de terreno propio, un par de bueyes para labrarla, una yegua, dos vaquitas, quatro cerdos, seis cabras, una docena de obejas, dos de gallinas y media de colmenas, para estercolarlas, pacerlas, abundar en lecticinios, sacar todos sus esquilmos, y no necesitar de comprar su sustento: Agricolam vendacen, non emacem esse oportet [Agricultor deseoso de vender, no de comprar, es lo que se necesita].

Conclusión

La Agricultura y la Ganadería dejaron de ser incompatibles ya en el siglo XIX, pero yo en mi infancia he conocido todavía el hambre y la incultura de los campesinos extremeños, que se intentaron solucionar a partir de nuestra guerra del 36. La repoblación forestal, la parcelación de tierras en los pueblos del Instituto Nacional de Colonización y otras mejoras hechas después de la guerra durante mi adolescencia parecen como un eco de los Autores que hemos venido mencionando. Pero la lección que dan Muniain con el “inglés” y Gándara con producir y exportar no parece haber sido aprendida todavía, pues los conatos del “Plan Badajoz” y el “Plan de Cáceres” se han parado ¿Qué fábricas industriales pesadas le podríamos decir al inglés de Muniain que tenemos ahora?. Y a los angustiados autores del siglo XVII y XVIII, ¿qué aumento de población y bienestar les podríamos contar si seguimos siendo de los más pobres de España?. Si tuviéramos verdaderos políticos ilustrados, las dos provincias más extensas de España dejarían de ser tierras de emigrantes y se convertirían en tierras de recepción de inmigrantes. Esta es la lección que yo saco de estos documentos sobre Extremadura cuyo contenido he tenido el honor de exponer.


NOTAS:

[1] Catálogo de la Real Biblioteca. Tomo XI. Manuscritos. Madrid, Patrimonio Nacional, Vol. I a IV, 1994-1997. Dirigido por María Luisa López Vidrero, catalogadores Pablo A. Escape, Dolores Cigüeña, Arantxa Domingo, José L. Rodríguez, Elena Zamora.

[2] Real Biblioteca de Palacio, II/1431-1433, dan diversas noticias sobre Badajoz y noticias de la guerra con Portugal en 1641.

[3] Real Biblioteca de Palacio, II/4038 (64).

[4] Está estudiado bajo diversos aspectos en F. Díaz Esteban (editor), Los Judaizantes en Europa y la Literatura Castellana del Siglo de Oro. With an English Introduction. Madrid, Letrúmero, 1994, por Alonso, Colón, Díaz, Díez, Kramer y Lázaro.

[5] Vida de San Juan Bautista. Poema Epico Sacro: Que, En 1120 Octavas Rithmas, Contenidas En Diez Cantos, (Traduccion De El Idioma Portugues a Prosodia Castellana, exornado con algunos Apendices de varia erudición Sagrada, y Profana) Escrive Y Dedica A El Mismo Santo Precursor, La Pluma de Don Manuel Pereyra Vecino de la Ciudad de Cadiz. Cádiz, Imprenta Real de Marina. Las obligadas licencias y censuras son de Diciembre de 1754, luego el libro fue impreso en 1755.

[6] La Obligacion a el debito de el honor Paterno Vindicada, nos dice en la portada.

[7] En realidad son todas romanas y una cristiana, incluyendo las de tres ciudades portuguesas: Salvatierra (Q Antonio Severo; Valeria), La Parra (Helvia Comodesia), Fregenal (Tito Pomponio Vegecio)) Los Arcos (Ara a Diana), Halconera (Didia), Xerez de los Caballeros (Pompeyo; Julia Lupa, Teodomiro año 662 de Cristo), Yelves-Elvas (C. Auxonio), Mora-Aroches (Nova civitas Aruccitana a Julia Agripina), Serpa (Fabia Prisca).

[8] Me referí a ellas de pasada en mi artículo “Vadajoz y su aspecto” publicado en el diario Hoy del 21-III-1997, p. 19.

[9] En 87 vols. (II/2816 a II/2901) reunió D. Manuel José de Ayala (1767-1797) una miscelánea de copias de documentos de temas y origen diverso. Las copias son muy pulcras y fiables.

[10] Véase el estudio preliminar de Didier Ozanam, La Diplomacia de Fernando VI. Correspondencia Reservada entre D. José de Carvajal y el Duque de Huéscar, 1746-1749. Estudio preliminar, edición y notas. Madrid, CSIC, 1975.

[11] Redactado tras una enfermedad, se conserva en copia manuscrita y al parecer se publicó póstumamente en el Almacén de frutos literarios inéditos de los mejores autores, Lyon, 1804; reimpreso en Villanueva y la Geltrú, 1813 y Madrid, 1820; no he encontrado los vols. con el Testamento. En la Biblioteca Nacional se conserva un manuscrito (Ms./10687) que contiene su Testamento Político (12 septiembre 1745) y Mis Pensamientos, comenzados a recoger el 7 de Junio de 1743 y en los que anuncia que “tengo apartados mis pensamientos para el Estado Político de España, referencia a su futuro Testamento Político.

[12] S.l, s.i., 1680, 18 fol. Biblioteca Nacional de Madrid, VC/51/27 y VE/134/60. Es un interesante y verdadero epítome de las ideas económicas del XVII que preludian las de los ilustrados del siglo XVIII.

[13] Por “augmento”, aumento, siempre así en el documento.

[14] Pertenece también a la miscelánea de copias de Ayala.

[15] Se refiere a la Instancia del representante de Extremadura en las Cortes, Vicente Payno.

[16] En Almacén de frutos literarios inéditos de los mejores autores españoles, Tomo I, Madrid, y Lyon, 1804; reeditado en Villanueva y Geltrú, 1813 (que es el que cito), y Madrid, 1820. El volumen de la Biblioteca Nacional R/37720 sólo tiene impreso hasta el $ LXXV, con el aviso manuscrito de “Suspendiose la publicación de esta obra por orden del Gobierno en 30 Novbre. de 1804”. Y a continuación se copia a mano el resto de la obra, con una interesante fe de erratas de párrafos que ha omitido el texto impreso.

[17] Los Editores del Almacén habían prometido un estudio de los cálculos del abate, pero luego se excusan por no imprimirlo.

Oct 012002
 

Alonso J. R. Corrales Gaitán.

Aunque esta construcción aparezca, en general, como un edificio menor dentro del patrimonio histórico y religioso, no es de menor importancia en el aspecto cultural y tradicional.

Existe una extensa antropología, referente a las ermitas, así como a los pequeños santuarios, e incluso a esas casi olvidadas grutas paleolíticas, los primeros santuarios conocidos.

La antropología, al estudiar la ermita desde el punto de vista espacial, es decir de espacio, ha adivinado, en su ubicación y estructura, simbolismos riquísimos. Una metáfora frecuente para deletrear la experiencia del santuario o la ermita como lugar sagrado es la del “umbilicus”. Semejanza clara del embrión humano, alimentado mediante el cordón umbilical que le une a su raíz nutricia, el hombre religioso ha visto en lo sagrado y en sus mediaciones la fuente de la vida.

La ermita es expresión de lo más hondo y vital y, a la vez, de lo más alto y trascendente. ¿No veía el hombre primitivo en las grutas paleolíticas la expresión del seno materno en el que se refugiaba durante los largos inviernos de la época glaciar, mientras pensaba y esperaba en una tierra que, llegado el momento, se cubriría de vida? ¿Y no es la ermita, construida en lo mas alto del monte como penacho místico, expresión de la búsqueda permanente del hombre por lo Absoluto, manifestación de su inapagable sed de trascendencia?

La ermita por otra parte, nunca ha desentonado de su entorno, ermitas y paisaje han vivido siempre en admirable armonía.

No menos rica es la contemplación de la ermita desde el punto de vista de vista temporal. Hay un parentesco etimológico entre templum y tempus. La ermita aparece así como eje unificador del ritmo vital en que está inmersa la vida del hombre, tan ligado a fiestas y romerías, vinculadas éstas, a su vez a solsticios y equinoccios.

Ermitas y santuarios han sido signos de identidad de los pueblos y los grupos sociales y, por eso mismo, generadores de cultura. Bastaría recordar los antiguos gremios medievales, agrupados siempre en torno a un santo patrono y una ermita.

Los santos o patronos han operado y siguen operando en muchos casos, como poderosos símbolos locales que definen la pertenencia a la comunidad. Y las romerías o peregrinaciones, tan vinculadas a los santuarios o ermitas, han escenificado la corporatividad moral y solidaria de pueblos o de grupos determinados de personas.

Es este, parte del Prólogo, escrito en el año 1998 por D. Ciriaco Benavente Mateo, Obispo de la Diócesis de Coria Cáceres, para presentar una de las obras más atractivas de cuantas se han escrito en los últimos años en Cáceres y para Cáceres: “Las ermitas cacerenses”, de la que me enorgullezco en ser su autor, y que ha servido para dejar constancia de la inestimable aportación que esta construcción ha prestado a la historia de mi ciudad y de sus gentes. Algo que sin duda alguna puede ser común en infinidad de localidades y ciudades de nuestra geografía, pero muy pocas veces lo suficientemente valorado.

Y teniendo en cuenta, que dicha obra apareció el 8 de julio del año 1998, dentro de los actos conmemorativos del Centenario de fundación de la Cámara de Comercio e Industria de Cáceres, agotándose a los escasos tres meses de su aparición, es por lo que me ha decidido a presentar un breve resumen de la misma en estos XXXI Coloquios Históricos de Extremadura, en Trujillo.

En el mes de mayo de 1989 iniciaba una interesante experiencia que estaba pensada exclusivamente, al menos en aquel preciso momento, en aumentar mis conocimientos sobre la historia y peculiaridades de esta extensa tierra cacereña.

Me estoy refiriendo a la visita a construcciones en inminente peligro de desaparición, tales como: conventos, ermitas, palacios, castillos, puentes, etc. Así una vez finalizado el recorrido por Cáceres ciudad, lo continuaba por la provincia, la región e incluso en no pocas ocasiones creí necesario pasar a las siempre interesantes tierras portuguesas.

Después, al ordenar los apuntes obtenidos, recopilados en sencillas libretas de bolsillo, observando el correspondiente documento fotográfico, sorprendido descubría la gran variedad de información obtenida. Todo lo cual me dio pie a crear un apartado o expediente, dedicado sólo y exclusivamente para contener todo lo referente a las ermitas de todos los tiempos, existentes o dependientes de la ciudad de Cáceres.

De esta manera iniciamos toda una serie de visitas y fotografiar cuantas ermitas se conservaban en pie, estando al culto o no, en ruinas o transformadas, además de ir localizando y conociendo estudios referidos a las mismas y que fueron en su momento publicados o por el contrario permanecían olvidados en archivos y bibliotecas. Sin dejar por ello de entrevistarme con cuantas personas habían estado o estaban, de alguna manera, relacionadas con las ermitas.

Así se nos presentaban casi sin darnos cuenta, toda una serie de temas estrechamente vinculados con las ermitas y que servían para enriquecer aún más todo lo referente a las mismas: arquitectura, heráldica, tradiciones, pintura mural, esgrafiado, imaginería, retablística, arqueología, etc.

Gracias al apoyo que siempre he recibido de mi mujer y demás familiares, así como algunos amigos y conocidos, me decidieron por profundizar en el mundo de estas típicas construcciones. Tarea que hemos afrontado con no poco temor por nuestra parte, ya que somos conscientes de lo desmigajado que aparece todo lo escrito hasta ahora sobre las ermitas.

Por ello no dudamos a la hora de presentar dicha obra, de explicar que la misma no pretendía ser otra cosa, que la primera piedra de este interesante tema, al cual otros podrían con el tiempo, si lo deseasen, continuar las investigaciones al respecto.

LA ERMITA

El concepto que se tiene de ermita desde los tiempos inmemoriales, es el de lugar de reducidas dimensiones, levantado para el culto público y ubicado generalmente en medio del campo o en lugares poco habitados.

Evidentemente, esto ocurría en sus lejanos orígenes, pues con el paso del tiempo, el hombre se fue asentando en sus alrededores, llegando muchas ermitas a estar en la actualidad, totalmente integradas en las correspondientes poblaciones.

En la gran mayoría de los casos se convirtieron en lugares de multitudinaria concentración o peregrinación, con romerías populares para exaltar la imagen de alguna virgen o santo, ello con sus correspondientes y particulares celebraciones.

Según la denominación oficial y más propagada, el nombre de ermita procede de la palabra “eremus”, desierto, sitio apartado, dedicado exclusivamente a la oración y puesto al cuidado de un ermitaño, que o bien en solitario, o en familia, tenía la única misión de cuidar esta peculiar y popular construcción.

En la actualidad no es frecuente la construcción de nuevas ermitas, pues los tiempos no son idóneos para ello, tal y como ocurría principalmente en los siglos XIV, XV, XVI y XVII. Algo realmente curioso si tenemos presente que en aquellos lejanos tiempos había menos población que ahora y sin embargo, eran más abundantes las ermitas. Ello fácilmente explicable, si tenemos en cuenta que la gente antes no estaba tan concentrada en los núcleos de población como ahora, vivían más dispersos, principalmente porque dependían de la agricultura o de la explotación de ganado.

La completa soledad de aquellas ermitas era más que latente en los continuos peligros a los que estaban sometidas, por las “visitas” que les realizaban los abundantes bandidos así como los ejércitos enemigos, principalmente franceses y portugueses.

Pese a toda esta variedad de problemas, son muchas las ermitas que han llegado hasta nuestros días, unas como sobrevivientes, otras transformadas totalmente y una no menor cantidad al menos recopilada su existencia en archivos y documentos.

En Extremadura habría que destacar que entre el cerca del millar de ermitas que existen, una cantidad importante de ellas están levantadas a la figura de María en sus mas variadas advocaciones, el resto en menor cantidad corresponden a una gran variedad de patronos.

No podemos ignorar que tanto el tamaño como la riqueza de la obra en lo referente a su construcción o su patrimonio, dependen o mejor dicho dependían de la categoría socioeconómica de sus cofrades, que en definitiva eran quienes las mantenían. Por todo ello si pudiésemos ver los libros de cofradías de la cualquier ciudad, nos resultaría realmente fácil el conocer y estudiar todo el amplio mundo de nuestras ermitas. Claro que esto no es tan sencillo como parece, pues una gran mayoría de los mismos están en paradero desconocido. En todo ello juega un papel fundamental, los más directos responsables de los libros de las cofradías, que al igual que ocurre en nuestros días son los secretarios, antes denominados escribanos, de su celo dependía y depende el perfecto mantenimiento de toda esta documentación.

No obstante jugó también un papel fundamental en la desaparición de los libros, las grandes epidemias y los enfrentamientos bélicos, además de las desapariciones de las propias cofradías.

ERMITAS CACERENSES

En la actualidad, se está dando una discreta concienciación del ciudadano en general y de muy determinados organismos para recuperar ermitas, que en los últimos han permanecido en completa ruina. En muchos de estos casos, hoy no es necesaria su recuperación para el culto, pero sí al menos para que al ser de nuevo utilizadas para otro tipo de actividades, de índole cultural principalmente, no llegue a desaparecer totalmente la construcción.

Lástima que en el recuerdo quede un gran número de estas edificaciones imposibles de recuperar por haber desaparecido totalmente.

En el presente trabajo y en muy contadas ocasiones, nos vamos a referir brevemente a algunos conventos, esto es por considerarlo necesario para la aportación de datos o bien porque primitivamente aparecen como simples ermitas, produciéndose con el paso del tiempo la necesaria transformación, este es igualmente el caso de alguna actual parroquia que en su origen también fue ermita.

Son varios los investigadores que coinciden en afirmar, que la época de oro en lo que a la existencia de las ermitas en nuestra ciudad se refiere, es la comprendida entre el siglo XIV y el XVI, ya que es cuando se contabilizan una treintena de las mismas, repartidas entre el núcleo urbano de Cáceres y sus inmediatos alrededores. Para pasar inmediatamente a su peor época, la Desamortización, en el siglo XIX, llegando así hasta nuestros días un número muy reducido de las mismas, con notables y no siempre beneficiosas transformaciones.

Lo importante es que hemos iniciado el siglo XXI con una notable recuperación de mencionadas construcciones, debiendo no obstante de concienciarse la sociedad en general de que es necesario un gran esfuerzo para rescatar y mantener en pie y en activo a las ermitas.

Ciertamente este tema es amplísimo pudiendo fácilmente escribir cientos de folios, pues ya metidos en el estudio de las ermitas podríamos continuar con los canteros, los retablos y sus artesanos, así como con las cofradías que en ellas existían, con sus imagineros, plateros y demás artesanos, un mundo prácticamente inagotable.

A mi particular entender, podemos afirmar rotundamente que la ermita es el fiel cimiento de la religiosidad popular española y más concretamente la cacereña, por ello es fundamental el recuperar todo lo concerniente a las mismas.

Para un mejor entendimiento de este amplísimo e interesante tema, lo he dividido de la siguiente manera:

  • Ermitas desaparecidas.
  • Ermitas transformadas.
  • Ermitas actuales.
  • Ermitas de los alrededores.

ERMITAS DESAPARECIDAS

Iniciamos este tema con el estudio de las ermitas que en distintas épocas y por distintos motivos han ido desapareciendo, no quedando de ellas en la actualidad prácticamente nada, ni siquiera un montón de escombros. Ello no sólo debido a la Desamortización.

En no pocos casos no se sabe a ciencia cierta el lugar exacto donde estuvo ubicado el propio edificio, pero al menos ha llegado hasta nuestros días su mención en libros y documentos, para así tener constancia histórica de su existencia.

Como de alguna manera o por algún lugar teníamos que comenzar, hemos decidido hacerlo de la forma que sigue:

A-I.- San Lázaro.

Del siglo XVI, se encontraba a finales de la Calla Villalobos. Según el insigne investigador local D. Publio Hurtado Pérez en la zona conocida como Alberca y dependiente de la Parroquia de Santiago, se levanta la ermita de San Lázaro, quedando abandonado en el año 1695.

A-II.- San Lorenzo.

Según distintos investigadores, tales como Hurtado, Boxoyo, Martínez Quesada o Pulido Pulido entre otros, en el siglo XV ya existía esta ermita, situada en las Tenerías cerca de la Ribera, llegando su existencia hasta el siglo XVII.

A-III.- Santo Domingo Soriano.

Levantada en el siglo XV en un alcacer situado en el Camino Llano, propiedad de D. Francisco Sánchez, llegando después de no pocos avatares hasta el siglo XVII.

A-IV.- Santo Vito.-

“Reducido santuario situado junto al puente Vadillo, sobre un pequeño cerro, que después se instaló allí matadero. Su hermandad contaba con muy pocos recursos, las ordenanzas fueron aprobadas por el Prelado en 1652″”

Fue levantada en el siglo XVI, tanto la ermita como su más próximo entorno han estado estrechamente vinculados desde siempre a la miseria y el tratamiento de distintas enfermedades, todo propio de los transeúntes que por allí se instalaban.

Desde mediados del siglo XX y hasta nuestros días, muchos han sido los esfuerzos tanto municipales, como particulares y de la cercana Parroquia de Santiago, que han intentado levantar la devoción pública a dicha ermita, así como impedir su desaparición total.

A-V.- Santa Catalina.-

“Se encontraba frente al Convento de Santa María de Jesús, actual Diputación Provincial, ya existía en el año 1411, destacando sus primeras ordenanzas de 1449”.

La edificación propiamente fue derribada en el siglo XIX, aunque ciertamente llevaba ya algún tiempo sin actividad alguna.

A-VI.- San Benito.-

Fue construida en el siglo XVI en el lugar que en la actualidad ocupa la Ermita de la Paz, en la Plaza Mayor de Cáceres, junto a la Torre de Abujacob, hoy denominada popularmente Bujaco. En el año 1720 desaparece esta ermita, ocupando dicho espacio la anteriormente mencionada de la Paz, que es la que ha llegado hasta nuestros días.

No obstante tenemos noticias de otra ermita de San Benito que existió durante varios siglos, en la calleja que transcurre junto a la Real Audiencia de Extremadura en Cáceres.

A-VII.- San Salvador.-

“Pequeño templo sito también en la Plaza mayor, en el área de la segunda casa, partiendo en dirección E. de la Torre de Bujaco. Durante los siglos XV y XVI tuvieron lugar algunos actos oficiales del Municipio y las autoridades” (Publio Hurtado).

Es construida en la segunda mitad del siglo XV y desmoronada en el siglo XVII.

A-VIII.- San Ildefonso.-

Se levanta en el siglo XVI y desaparece en el XIX.

Se encontraba a escasos diez metros de la de la Ermita de las Candelas, cerca del Puente de San Francisco.

En los últimos años de su existencia fue utilizada por los franciscanos para la realización de ejercicios espirituales y otros actos religiosos dada su pequeña capacidad.

Actualmente está convertida en un discreto taller de reparación de automóviles.

A-IX.- El Humilladero.-

Según el insigne investigador D. Publio Hurtado fue construida en el siglo XIV, mientras que D. Tomás Pulido afirma que en el siglo XV.

Perteneciente a la Parroquia de San Mateo y propiedad de la Cofradía de la Vera Cruz, jugó durante varios siglos un papel relevante en Semana Santa. Es totalmente reconstruida en el siglo XVI.

El día 3 de mayo de 1900 el cura párroco de San Meto vendió la ermita a un industrial cacerense, quién levantó en dicho lugar una fábrica de harina hasta que en el año 1986 se derribó para construir un bloque de viviendas que se conserva en la actualidad.

A-X.- San Bartolomé.-

En lo referente a esta advocación nos hemos encontrado con distintas construcciones así como distantes en el espacio y el tiempo.

  • Una ermita con este título se encontraba en el lugar donde posteriormente se levantó el Convento de Santo domingo de Guzmán, hoy conocido como Santo Domingo y puesto al cuidado de los franciscanos, una vez que se marcharon de la ciudad los dominicos. Dicha ermita fue levantada en el siglo XV.
  • Otra construcción de esta advocación existió en la Calle Peña, separada por una sola casa de la Ermita de San Antonio el Viejo. Estaba bajo el cuidado del gremio de los zapateros y existió durante los siglos XV y XVI, siendo demolida en la segunda mitad de este.
  • Curiosamente nos hemos encontrado con una tercera ermita, titulada de San Bartolomé y Santa Gertrudis, situada en la Calle Barrio Nuevo, cerca de la de los Mártires, y que fue levantada en el siglo XVI.

A-XI.- San Jorge.-

Tal y como todos ustedes deben conocer, este es el patrón de Cáceres y por esto nos sorprende que en la actualidad no se conserve ninguna ermita bajo este título. No obstante hasta la actualidad se ha conservado una nada despreciable información documental referida a la existencia de una antigua ermita de San Jorge.

Día 13 de marzo de 1924. Libro Borrador de Actas.

“Proponiendo se acepte la idea de la Presidencia de que se conserve como recuerdo histórico, la casa llamada de San Jorge en Mira al Río, donde se dijo la primera misa en la reconquista de Cáceres, para lo cual se debe en primer lugar rescindirse el contrato de arrendamiento de esa finca, realizar en ella las obras necesarias, colocar un altar con una imagen de San Jorge, Patrón de la ciudad, y en sitio conveniente una lápida que recuerde el hecho histórico, cuya redacción deberá encomendarse a la Comisión de Monumentos, diciéndose la primera misa en esa capilla el día 23 de abril de cada año, debiéndose inaugurar en ese día en el año actual”

Fue totalmente destruida a mediados del siglo XX.

Existen otras informaciones al respecto que mencionan a una pequeña capilla existente cerca de la muralla y junto al Ayuntamiento, situada entre las Torres del Horno y de la Hierba, edificio que se levantó en el año 1617 y que existió hasta el siglo XIX.

A-XII.- San Antón o San Antonio Abad.-

Realmente hemos tenido mucha suerte a la hora de estudiar esta construcción religiosas, pues a pesar de que nuestros primeros pasos fueron hacia los estudios de D. Publio Hurtado, posteriormente nos vimos obligados a actualizarlos con un trabajo muy interesante realizado en el año 1981, para las Actas del VI Congreso de Estudios Extremeños, y del que es autor el cronista oficial de Cáceres D. Antonio Rubio Rojas.

Y claro tal y como ustedes deben esperar, no vamos ahora y aquí a repetir mencionado trabajo, sino que nos vamos a limitar a recordar algunos de los mas sobresalientes o curiosos a la hora de estudiar mencionada ermita.

El origen de la construcción de esta ermita no está muy claro aunque personalmente opto por el que han apuntado algunos investigadores tales como D. Publio Hurtado, es decir, que junto a las otras seis ermitas construidas por aquella lejana época, fueron la penitencia impuesta por el Papa a un miembro de la familia Carvajal, ello como consecuencia de haberse traído de manera nada ortodoxa un fragmento del Lignum Crucis desde Jerusalén a Cáceres. Hay sin embargo, otras personas que no están de acuerdo con este origen de San Antón.

En el siglo XVIII se le realizaría una profunda obra de restauración y arreglo.

En el XIX dado su lamentable estado, se decide su derribo.

Se encontraba situada en la calle de su mismo nombre, unos metros más arriba del Gran Teatro.

A-XIII.- Santo Toribio de Liébana.-

Levantada entre finales del siglo XIII principios del XIV, se encuentra en el heredamiento de Pontefuera, actualmente es una ermita de propiedad privada, habiendo perdido gran parte de su patrimonio interior y transformada notablemente en su exterior.

A-XIV.- Ermita o Capilla de la Cruz.-

Era una pequeña ermita u oratorio, a la que se dio este nombre cuando se abrió en el siglo XV al culto cristiano, con anterioridad había sido sinagoga hebrea, de la titulada nueva. Erigida en la Calle de la Cruz, poseía como símbolo mas destacado una artística cruz de madera traída de lejanos lugares.

Durante al menos tres siglos quedó como simple dependencia del Palacio de la Isla, edificio que lleva más de un año en restauración para convertirse en Archivo Municipal.

A-XV.- San Luís Rey de Francia.-

Según datos de D. Tomás Pulido Pulido, una ermita bajo este título existió en la Cuesta de la Compañía, junto a la Iglesia de la Preciosa Sangre, destacando especialmente sobre los detalles de dicha construcción, el profundo trabajo realizado por la cofradía de dicha advocación, establecida inicialmente en dicha ermita, para pasar posteriormente al templo de Santa María hoy Concatedral.

Desgraciadamente pocos detalles de su arquitectura han llegado hasta nuestros días, sin embargo se conservan inventarios de diferentes objetos propiedad de mencionada cofradía, así como de su retablo y objetos de platería.

La ermita como tal existió durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

A-XVI.- San Marcos.-

Titulada de San Marcos El Viejo, se levantaba próxima a la Torre de los Pozos, cerca de la Rivera. Según la tradición popular fue el lugar donde se dijo la primera misa en Cáceres ya reconquistada, esto ocurría el 25 de abril del 1229, por ello su título.

Consta documentalmente que en el siglo XVIII se le realizó una profunda y general restauración en la práctica totalidad del edificio.

A principios del siglo XX aparecerían distintas fotografías de este edificio, gracias a las tareas de investigación realizada por D. Publio Hurtado Pérez y familia.

En el año 1964, viendo el lamentable estado de conservación, casi en ruina, el Ayuntamiento opta por derruirla, encontrándose cimientos romanos, así como distintos objetos de dicha época, siendo todo destruido sin la más mínima sensibilidad.

A-XVII.- San Antonio El Viejo.-

También titulada San Antonio de los Vaqueros, estaba situada en la cacereñísima calle de Juan Peña, cerca de la Real Audiencia de Extremadura.

Muy breves datos han trascendido hasta nuestros días, destacando especialmente los referidos a su cofradía

Levantada a finales del siglo XV, es derribada en los últimos años del siglo XVI.

ERMITAS TRANSFORMADAS

Iniciamos ahora un nuevo capítulo donde incluimos a distintas ermitas que a lo largo de los tiempos han sido transformadas, la mayoría de ellas en parroquias, es algo propio de la adaptación de los tiempos, tal y como ocurre con todo tipo de edificios independientemente de sus remotos orígenes.

Desgraciadamente y como consecuencia de este cambio, la mayoría de ellas han perdido muchos elementos arquitectónicos, así como el “encanto” de aquellas peculiares construcciones que fueron de tamaño más bien reducido, con sus habitaciones adosadas, utilizadas como sacristías o incluso viviendas del ermitaño con familia inclusive, corral y próximo cementerio.

La belleza de sus multitudinarias romerías, en las cuales todo el mundo se conocía, donde eran frecuentes la venta o subasta de dulces y platos típicos, así como incluso con las correspondientes actuaciones folklóricas, era toda una estampa típica hoy difícilmente imaginable para muchas poblaciones e imposible de superar.

Transformaciones perjudiciales en su conjunto pero que al menos han permitido mantener la existencia de tan peculiares edificios.

B-I.- San Blas.-

Realmente quien hoy pueda contemplar tan enorme construcción no va a encontrar muchos elementos de aquellos remotos orígenes de la ermita, pues mucho tiempo ha pasado desde entonces, pero sobre todo demasiadas obras de rehabilitación han dado a este conjunto un aspecto muy moderno.

La originaria fábrica tiene una antigüedad de más de cinco siglos, pero curiosamente sus primeras ordenanzas, que hasta hoy se conservan, proceden del año 1561.

A lo largo de los siglos en varias ocasiones ha estado al borde de la ruina y es en el año 1779 cuando se le realizan los primeros trabajos serios de restauración.

Se da la curiosidad de que en nuestra ciudad han existido dos imágenes de San Blas, cada una con su correspondiente cofradía, una conocida como “El Viejo”, y la otra “El Mozo”. Encontrándose la una en la Iglesia de Santiago y la otra en la de San Juan, para posteriormente unirse ambas.

Se conserva en la antigua ermita hoy convertida en parroquia, una reliquia de San Blas, al menos desde el año 1773, la cual es sacada a exposición pública todos los años en su celebración.

Al igual que ocurre con la gran mayoría de las ermitas cacerenses, o al menos esto era así en sus orígenes, todas tenían portal o pórtico, pero una a una y por muy distintos motivos han ido perdiendo tal elemento típico de esta zona. Lo que también le ocurrió a la construcción que nos ocupa, a la que en el año 1930 se le colocaron unas artísticas rejas, para impedir el fácil acceso a esta zona de mendigos y pordioseros, que llegaron a pensar que aquello era algún tipo de pensión permanente e incluso utilizando dicho espacio para otro tipo de actos no muy bien vistos públicamente, así como para guardar animales.

El 8 de noviembre de 1958, por Decreto del por entonces Obispo de la Diócesis D. Manuel Llopis Iborra, es convertida esta ermita en parroquia.

Se nombra párroco de la misma al sacerdote D. José Reveriego Pedrazo, quien toma posesión en enero del año 1959 desempeñando dicho cargo hasta finales del siglo XX en que se jubila.

En la década de los años setenta y setenta se le realizan distintas obras de adecuación y rehabilitación, lo que convierte a dicho edificio en la obra que en la actualidad se puede observar y que goza del cariño y el respeto de todos los cacereños.

B-II.- Espíritu Santo.-

Se encuentra aproximadamente a 1 Km. de distancia del que fue Convento de San francisco el real, actual Complejo Cultural dependiente de la Diputación Provincial, en dirección a la localidad de Miajadas.

Durante muchos años, o mejor dicho siglos, numerosos investigadores han manifestado, a la vista de su peculiar estilo arquitectónico y dada su gran belleza que afortunadamente se ha mantenido hasta nuestros días, que en su origen pudo llegar a ser una mezquita, tal y como deja constancia la propia orientación del edificio, así como algunas otras casualidades estéticas, mientras que otras investigaciones defienden la postura de construcción mudéjar, ello por elementos de este estilo que aún quedan a la vista.

Según estudios realizados por el notable presbítero del siglo XVIII D. Simón Benito Boxoyo, además de historiador y notable arqueólogo, esta ermita fue utilizada y sin duda arreglada por los nobles caballeros de la orden del Temple, quienes según parece tuvieron algún tipo de relación con Cáceres, sino de manera oficial si con pequeñas aportaciones muy concretas.

En esta apasionante historia, transmitida oralmente, no podemos pasar por alto los datos que indican que en sus cercanías existió muy de antiguo un cementerio, del cual y según se ha ido edificando, se han ido encontrando infinidad de objetos medievales, así como huesos y elementos propios de aquellos remotos tiempos en los que los caballeros del Templo de Jerusalén recorrían toda Europa.

Nos indica el Sr. Boxoyo de la localización de cimientos de edificios muy antiguos que pudieron ser utilizados como estancias relacionadas con la propia iglesia.

No podemos pasar por alta la existencia de una rica cofradía que durante muchos siglos potencio la devoción hacia el Espíritu Santo, devoción templaria

El 10 de noviembre del año 1958, por Decreto del Sr. Obispo de la Diócesis de Coria Cáceres, es convertida en parroquia

B-III.- Virgen de la Montaña.-

Un especial significado tiene para todos los cacereños esta antigua ermita. Ello, evidentemente, por ser el lugar de culto de la Patrona de Cáceres y la enorme devoción que despierta a cuantos visitan aquel bello mirador.

Mi decisión por incluirla aquí en este apartado de ermitas transformadas, es para poder quizás explicar más detalladamente los cambios que dicha construcción ha experimentado desde el preciso momento en que se asienta allí Francisco de Paniagua, hasta prácticamente nuestros días.

En los primeros años del siglo XVII llega a Cáceres el natural de Casas de Millán, Francisco de Paniagua, y lo hizo portando una pequeña imagen de la Virgen. Se establece en la por entonces conocida como Sierra de la Mosca, y allí entre abundante vegetación, construye una humilde cabaña al amparo de una diminuta oquedad o cueva, en la que inicia una discreta devoción hacía dicha imagen. Se le comienza a llamar a esta talla Virgen de Montserrat dado el parecido del lugar con el de dicha advocación, allí en Cataluña.

El 24 de marzo de 1626 se bendice la primera ermita por el Prelado de la diócesis D. Jerónimo Ruiz de Camargo. Para entonces todos los cacereños de la época conocían a la Virgen de la Montaña y sentían especial devoción hacia ella.

Documentalmente está confirmado que desde el año 1668 los cacereños eligen como patrona de la ciudad a la Virgen de la Montaña.

Entre 1716 y 1721 quedaría concluida la denominada segunda ermita. Las proporciones eran notablemente más grandes.

El Santuario que en la actualidad se puede visitar y admirar es el resultado de unas continuas obras de mejora y ampliación realizadas a lo largo de los siglos XIX y XX.

Dicho templo reúne a toda una variedad de obras de arte de todo tipo que se han ido acumulando con el paso de los siglos y gracias a la enorme devoción de los cacereños y cuantas personas piadosas hasta allí se acercan.

B-IV.- De la Magdalena.-

He creído oportuno el tratar aquí una construcción que según todos los indicios, que por cierto no son muchos, no fue destruida por una guerra, ni por terremoto alguno, simplemente fue dejada a su destino y con el paso inexorable del tiempo comenzó a desmoronarse poco a poco, por ello aprovecharon la ocasión y sobre ella se levantó el beatario de San Pablo, teniendo como base los muros y la construcción original de la Ermita.

Por ello consideramos que esta debe estar incluida en el apartado de transformadas, pero con el calificativo de extraordinaria, por todo lo anteriormente expuesto.

La ermita de la Magdalena, fue construida en el siglo XIII por D. Fernán Pérez gallego, Maestro de la Orden Alcántara, quién falleció en 1296, siendo nombrado en aquel lugar y en acto solemnísimo, en el año 1335, D. Gonzalo Martínez Oviedo, como nuevo Maestre. El terreno que dicha ermita ocupaba es el que hoy tiene el jardín, el cementerio y parte del propio Convento de San Pablo, que era levantado en el siglo XV.

“En el arco de la bóveda que es de fábrica muy antigua, se ven tres tarjetas al lado del evangelio, una que dice el nombre del maestre, con dos cruces a los lados que son las armas de la Orden, y al lado de la epístola otra con la insignia ancestral que era capaceta o cogulla, y en medio otra que contiene el escudo de una banda entre dos bocas de serpientes”.

Tenía la ermita adosada una pequeña habitación, con puerta hacia la parte baja de la plaza, siendo esta la vivienda del ermitaño, carecía de ventana, la única comunicación era con la propia ermita. Y en el interior muy pocos objetos, una cruz de madera y una pequeña imagen de María Magdalena, de escaso valor artístico colocada sencillamente sobre una muy antigua columna (¿romana?), estando todo el conjunto en la actualidad en paradero desconocido. Tenía esta austera construcción una única nave y en sus muros pintados los símbolos propios de los primitivos cristianos, tales como peces, panes, cruces, JHS, Etc.

En la década de los años cuarenta del siglo XX un matrimonio que vivían en mencionado Convento de San Pablo, dada la escasez de lluvias de aquellos días, se decidieron a descender por el pozo del patio, pudiendo observar claramente la existencia de una pequeña habitación que según todas las explicaciones dadas era ni mas ni menos que la antigua y desaparecida Ermita. Observando en sus paredes resto de aquellas pinturas que en otros tiempos despertaron tanta devoción a cuantos creyentes rezaron en su interior.

En años posteriores como consecuencia de distintos movimientos de tierra, las propias religiosas han podido ver arcadas y otros restos de la construcción que se conserva debajo del patio de mencionado cenobio y que quizás algún día interese ser investigado detalladamente.

B-V.- De la Excomunión.-

A lo largo de la historia la han denominado de muchos nombres, para unos se trata de la Ermita de los Duques de Abrantes, por ser el palacio donde se encuentra, para otros “de la Cruz”, por su ilustre contenido y para los menos “de la Excomunión”, por el castigo que por parte de la máxima jerarquía de la Iglesia sufrieron sus propietarios.

A nosotros particularmente nos parece más lógico el título con la que la mencionamos al principio.

La hemos incluido dentro de este apartado al haber sufrido una completa tarea de transformación tanto la propia ermita como todo el palacio donde permanece, quedando desde hace algunos años incorporada a un ámbito particular.

Fue levantada en el siglo XVI por D. Francisco de Carvajal y Sande en los tiempos en que fue restaurado el palacio de los Duques de Abrantes (s. XV), ocupando el patio central del mismo.

El título de la ermita le viene de haber tenido expuesto en su interior una reliquia del Lignum Crucis, es decir, del madero donde según la tradición fue crucificado Jesucristo.

Existen varias teorías referentes a la forma en que llegó dicha reliquia a Cáceres, los que más, defienden que fue sustraída del Vaticano por D. Bernardino, tío carnal de D. Francisco, Cardenal que fue de Roma entre otros muchos cargos que desempeñó a lo largo de su vida, motivo por el cual y a la vista de la gran influencia que dicho señor tenía en prácticamente todo el mundo cristiano, el Sumo Pontífice en lugar de excomulgarlo (título de la ermita), que hubiese sido lo lógico en este caso, se limitó a ponerle como penitencia eterna la construcción de siete templos con sus fondos y los de sus descendientes, producto de la cual es muy posible que se levantasen las ermitas de: Los Mártires, San Blas, Santo Vito, San Marquino, San Antón, San Bartolomé y las Candelas. Así como la colocación de la reliquia en lugar de visita y culto público.

No obstante, existe otra teoría que afirma que la persona que trajo el Lignum Crucis a Cáceres fue D. Juan de Carvajal, quién sería Obispo de Plasencia. Desgraciadamente no existe documento al respecto, y estamos completamente convencidos de que nunca existió.

El investigador D. Gil González Dávila afirma que la reliquia fue un regalo del Pontífice Inocencio VII en el año 1491, en señal d eterno agradecimiento a la familia Carvajal por todos los desvelos que por el bien del cristianismo realizaron.

El 18 de agosto de 1704 según el testamento de D. Juan Carvajal y Sande, se abrió un antiquísimo arcón ante dos testigos y notario, siendo uno de ellos D. Bernardino López de Carvajal, apareciendo en su interior una gran variedad de objetos, entre reliquias y el propio Lignum Vere Crucis. Mencionado deteriorado arcón durante muchas generaciones pasó de mano en mano de los miembros varones de la familia Carvajal.

Había sido D. Juan de Sande y Carvajal, primer señor de la Enjarada, quién el 26 de abril del año 1612 había colocado el Lignum Crucis en el interior de una bella y costosa cruz de plata.

Desgraciadamente para todos nosotros, en los años veinte ya no estaba localizado ni el arcón ni por supuesto el pedazo de la cruz. Según indicaciones de, Marqués de Valdefuentes todas las reliquias se las había llevado a Madrid la Marquesa de Portago. Ya con anterioridad, al menos en una ocasión, se había intentado por parte de algunos descendientes de la familia Carvajal el llevarse al menos el Lignum Crucis cacereño a la ciudad Imperial de Toledo, algo que en aquella ocasión no se realizó por la oposición tajante del Ayuntamiento de Cáceres y de la mayoría de sus autoridades.

A partir de aquel momento, en el interior de la capilla de la Cruz, lugar donde miles de cacereños solían arrodillarse el día de la Imposición de la Cruz (3 de mayo) y el Jueves Santo ante tan nombrada reliquia, solamente quedó una sencilla cruz de madera con la palabra “Misericordia”, y al pie un cuadro donde se podía leer:

“EL Ilmo. Sr. D. Manuel Anselmo Nafria, obispo de Coria, concede cuarenta días de indulgencias, a quienes recen un credo ante esta cruz”.

De tal manera en la década de los años treinta ya no queda ni rastro de las reliquias, ni del cuadro de la concesión del jubileo a San Francisco, ni el de Nuestra Señora del Rosario.

Vinieron posteriormente años muy duros, de desidia y abandono para la conocida capilla, todo ello por muy diferentes motivos. Pero con la venta en el año 1986 del Palacio a las Religiosas de Cristo Rey, se iniciaría un tiempo esperanzador al menos en lo que a mantenimiento de la propia construcción se refiere, no así para la amplia riqueza de su interior.

En la actualidad lo único artístico digno de destacar que allí queda, es el retablo obra del siglo XVII, bastante retocado por cierto durante los siglos XIX y XX, con el cuadro que lo remata en la parte superior, que representa a San Jorge y que ha sido recientemente restaurado en el propio palacio.

B-VI.- Santa Gertrudis.-

Levantada en el siglo XVII, está en las cercanías de la Iglesia de San José.

Realmente es esta una de las ermitas más transformadas de cuantas hasta este preciso instante han existido en nuestra ciudad, ello a pesar de su relativa poca antigüedad con relación a otras muchas ermitas aquí incluidas.

En sus orígenes perteneció a la jurisdicción de San Juan Bautista. De dimensiones más bien reducidas, con un solo altar, fue necesario cerrarla en los primeros años del siglo XIX por el mal estado de sus muros y de la propia techumbre, destacando también la falta de ayudas económicas por parte de los vecinos de dicho templo. Tanto eran los desperfectos que se optó por llevar todos los objetos de valor a la Parroquia de San Juan Bautista, temiéndose los ciudadanos que ya no se volvería a abrir la ermita.

Pero afortunadamente se volvió a abrir al culto en el año 1889, autorizándose que allí se asentase la comunidad de religiosas Amantes de Jesús, quienes recogieron a niñas humildes, quedando la ermita bajo la advocación de la Iglesia de Santa María.

En la actualidad se denomina Asilo Colegio de San José.

B-VII.- San Marquino.-

Fue construida en el siglo XVI. Está situada camino del Santuario de la Virgen de la Montaña, una vez pasada la pendiente cuesta de Fuente Concejo, antes de divisar la Ermita del Amparo.

Su nombre original es ermita de San Marcos, pero con el paso del tiempo y muy posiblemente como consecuencia de su reducido tamaño o la de la propia imagen titular, popularmente se le comenzó a denominar San Marquino.

Siempre gozó este santo de una gran devoción, especialmente entre las gentes de aquel su barrio, uno de los más humildes de la ciudad, pero también de otros rincones de la misma, quienes acudían a mostrarle su respeto y participar de su fiesta principal, por lo general relacionada con las celebraciones que se producían en las ermitas cercanas: Amparo, Calvario o Montaña, dado que eran las fechas en las que más vecinos se desplazaban por esta popular zona.

Hasta nuestros días ha llegado la tradición del toro de San Marcos, procesión a la que llevaban dicho animal debidamente sujeto con una soga, para realizar la correspondiente rogativa a la siempre inteligente madre naturaleza.

Pero en el siglo XVIII el Ayuntamiento prohibe sin contemplaciones la celebración de esta tradición por considerarla muy peligrosa ante la presencia multitudinaria de vecinos de todas las edades, que rodean sin ninguna protección al animal. Medida que precipita el ocaso de la propia ermita y cuanto ella representa para los cacereños.

Durante el siglo XIX y XX, toda una serie de negativas actuaciones de todo tipo dejan a este edificio en la más completa ruina. Se realizan modestos intentos por evitar el derrumbe total de la fábrica, pero todos sin éxito.

Y no es hasta el año 1994, cuando gracias a la iniciativa de vecinos, el respaldo del obispado y la colaboración del propio ayuntamiento, cuando se presenta la ermita totalmente restaurada y puesta al servicio religioso y social de aquella barriada.

En la actualidad está viviendo unos tiempos de mejora.

ERMITAS ACTUALES

Seguidamente vamos a presentar las ermitas que aún se conservan activas, es decir que se mantienen para el fin que fueron construidas, a pesar no obstante, de haber sufrido notables transformaciones y mutilaciones con relación a su estado inicial.

Llegando en no pocos casos a perder muchos de sus elementos arquitectónicos originarios, pero al menos manteniendo la actividad para la que fueron creadas, es decir la devoción popular hacia determinada imagen.

Ni que decir tiene que las ermitas aquí tratadas, se encuentran bajo el cuidado y la protección o bien de su correspondiente cofradía o del barrio donde están ubicadas, quienes por lo general han sido los promotores de su continuidad e incluso mejora.

C-I.- Soledad.-

La construcción que en la actualidad se puede contemplar bajo este título, procede del siglo XV, aunque según algunos investigadores posiblemente se levantara anteriormente.

Está situada a extramuros de la ciudad antigua, cerca de la Puerta de Mérida, a pocos metros del Convento de Santa Clara, extraordinaria avanzadilla en la zona moderna de la ciudad.

Es un edificio de mampostería, con nave en tres tramos, cubierta con cañón con lunetos. La única puerta de acceso es adintelada y se abre en el lateral del Evangelio, destacando sobre ella y en una hornacina, un busto de la Virgen de la Soledad de cierta antigüedad y buen estado de conservación. Posee una espadaña en el centro de la nave.

Adosada al templo tiene una muy pequeña sacristía y una pequeña capilla, donde permanentemente se guarda una talla de Cristo Yacente, fechado en el siglo XVI. En esta ermita se guardan y veneran otras imágenes de Cristo Yacente así como dos vírgenes, todas propiedad de la cofradía.

Desde tiempos inmemoriales se llamó a esta ermita Santa María de los Caballeros, aunque sus primitivas ordenanzas datan del año 1470, siendo en el año 1748 cuando se le realizan los primeros trabajos serios de restauración.

Gracias a la multitudinaria participación de sus cofrades, esta ermita y la otra también de su propiedad, la del Calvario, durante siglos dirigieron una gran variedad de actividades tanto religiosas como populares que sirvieron para que mencionados edificios se conservasen hasta nuestros días.

En la actualidad la Cofradía de la Virgen de la Soledad y del Santo Entierro, mantiene viva la tradición que se refiere a cultos en estas dos ermitas, con la consiguiente modernización de los mismos.

C- II.- Del Amparo.-

Se encuentra ésta en el camino que transcurre desde Cáceres capital hasta el Santuario de la Virgen de la Montaña, en la parte baja de la denominada Sierra de la Mosca.

Originariamente fue de dimensiones más reducidas, al tratarse de un sencillo oratorio levantado en aquel lugar para descanso y alivio de los fieles. Su construcción data del siglo XVII. Es propiedad esta ermita de la Cofradía de la Soledad. Tiene adosada la vivienda del ermitaño que consta de dos habitaciones de reducidas dimensiones.

Nos hemos encontrado con breves alusiones a esta ermita, realizadas fundamentalmente por D. Publio Hurtado, D. Antonio Floriano o D. Juan Sanguino entre otros, quienes se refieren a una inscripción que durante muchos años permaneció adosada a una esquina de esta capilla y que realizada por D. Francisco Jiménez y su esposa Doña Juana, decía así:

CRISTO DESCOYUNTADO Y CLAVADO EN LA CRUZ
ESTA MANDO HACER FRANCISCO JIMENEZ
Y SU MUJER JUANA PEREZ
AÑO DE 1619.

Además en varias publicaciones del siglo XIX aparecía la siguiente anotación:

“Mas por los años de 1670 el hidalgo y piadoso cacereño D. Diego Durán de Figueroa, costeó de su bolsillo las ampliaciones a la ermita (primera), y la adquisición de la imagen del Nazareno, que aún se venera en su altar, la cual fue conducida a aquella procesionalmente desde la ermita de la Soledad, el domingo 3 de abril de 1672, habiéndosele dicho la primera misa el 9 de abril de 1675, oficio para el cual el propio Durán de Figueroa fundó una capellanía, cuyo patronato dio lugar a grandes pleitos y disgustos, zanjados en 1702”.

D. Diego Durán de Figueroa, el gran protector de esta ermita así como de la devoción de su imagen titular, el Nazareno del Amparo, realizó en el año 1682 unas nuevas y generales obras de restauración y ampliación de dicha construcción, pero desgraciadamente no pudo ver finalizadas las mismas por fallecer antes.

Después de la notable dejadez que sufre la ermita en el siglo XIX y gran parte del XX, se abre un futuro esperanzador como consecuencia de la creación de la Cofradía del Amparo en el año 1989, mientras que su propietaria histórica, la Cofradía de la Soledad cedía a esta el uso y cuidado de la Ermita.

De esta manera en el año 1990 se restaura la imagen, y en el mes de abril de 1992 se inician unos amplios trabajos de restauración de la ermita así como de los alrededores, finalizando los mismos en febrero de 1993.

Desgraciadamente en la actualidad la Ermita del Amparo está viviendo unos tiempos algo difíciles, pues al haber padecido dos robos recientes, permanece cerrada habitualmente.

C-III.- Del Calvario.-

Se levanta en el siglo XVI por iniciativa del propietario de aquella tierra y al trabajo de los artesanos: Martín Paniagua, Juan Mateos y Martín Nacarino, constando documentalmente que desde el año 1582 es propietaria la Cofradía de la Soledad.

Su primera advocación fue la de Nuestra Señora de los Dolores, pero con el paso del tiempo y fundamentalmente por el lugar donde está situada comenzó a denominarse tal y como en la actualidad se conoce.

Pequeño edificio de mampostería, de una sola nave y un tramo, con bóveda baida, puerta adintelada y pórtico con triple arquería de medio punto y bóveda de arista. Se encuentra enclavada en el ya tan mencionado camino al Santuario de la Virgen de la Montaña, en alto, pasado medio kilómetro la Ermita del Amparo, rodeada de enormes peñascos.

La originalidad de esta construcción radica en su edificación entre imponentes rocas, con un pórtico al que se accede por una empinada escalera, cuya capilla de medidas discretas está ampliada a una habitación lateral que hace las funciones de sacristía. Durante el siglo XVII todo se resolvió positivamente para las distintas actividades a desempeñar por la cofradía en la ermita, pero es en el año 1763 cuando el Obispo de la Diócesis, Monseñor García Alvaro, es quien pone los primeros impedimentos para poder portar en procesión a la Virgen, hasta la ermita, en un muy impopular e injusto edicto.

Así se llega hasta 1788 en el que aparece un documento similar, que prohibe todos aquellos actos que se vienen realizando en la Ermita del Calvario, pero especialmente el conocido del Descendimiento.

Tanto con la invasión napoleónica como con la Desamortización de Mendizábal se dan unos años muy difíciles para todo este tipo de construcciones levantadas fuera del núcleo urbano y sin ningún tipo de protección, ocurre en este caso concreto, que está a punto de desaparecer totalmente.

Después de décadas de mas o menos brillantez para la ermita, en el año 1970, ello como consecuencia de realizar unas obras de acondicionamiento de la nueva red de agua de la ciudad, se perfora peligrosamente el terreno próximo y se utilizan numerosos barrenos para abrir las rocas de los alrededores, circunstancias que hacen peligrar la seguridad de toda la ermita y de cuanto ésta contiene en su interior, motivos más que sobrados para que la junta directiva de la Cofradía se vea en la obligación de desalojar la ermita, pensando que todas estas molestias son cuestión de poco tiempo.

Así la imagen de la Virgen del Calvario (XVII) queda depositada en el Convento de Santa Clara, y los demás objetos valiosos en la Ermita de la Soledad.

De esta manera casi sin darnos ni cuenta pasaron veintiséis años, en los que poco a poco la ermita se fue progresivamente deteriorando, esto con la ayuda de gamberros que por aquella zona fueron pasando.

Mientras que los cacereños íbamos acostumbrándonos a ver aquel montón de ruinas, la junta directiva de la cofradía de la Soledad no se cansaba de entrevistarse con las corporaciones municipales de la época así como con la Junta de Extremadura para dar una solución satisfactoria al latente deterioro de la ermita.

Y no fue hasta el año 1996 cuando un grupo de ilusionados cofrades, venciendo infinidad de contratiempos e impedimentos logran restaurar la Ermita del Calvario para volver a realizar las actividades que en pasados siglos sirvieron para concentrar en sus alrededores a miles de cacereños.

C-IV.- Del Vaquero.-

Ya en el año 1612 se dan los primeros pasos para levantar esta ermita en la Calle Caleros, el lugar exacto donde se levantó la vivienda del vaquero Gil Cordero, a quién se le apareció la Virgen de Guadalupe.

Y es en 1660 cuando la ermita es una plena realidad, y gracias a la iniciativa de D. Juan de Carvajal y Sande, Presidente del Consejo de Hacienda y Caballero de la Orden de Calatrava, quien en el año 1667 costeó la realización de la imagen de Santa María de Guadalupe, de Cáceres.

El primer ermitaño se llamó Sebastián García, y su primer patrono fue D. Gonzalo de Ulloa y Carvajal, Caballero de la Orden de Alcántara.

Curiosamente se producen al principio de su existencia unos serios problemas con relación a la dependencia de esta ermita a la cercana parroquia de Santiago o la de Santa María, resolviendo al final el Prelado que la vincula a la de Santiago de los Caballeros.

Hasta bien entrado el siglo XX fueron multitudinarias las celebraciones que en honor de la Virgen de Guadalupe realiza el Ayuntamiento cada año, con misa solemne, venta de platos típicos y concursos de bailes. Luego vinieron décadas de olvido y de ninguna actividad ni asistencia a las celebraciones anuales, hasta que en los años ochenta y gracias al respaldo de los vecinos de la calle y parroquia volvió a recuperarse esta antigua tradición de procesión y misa.

Además de la construcción en si, debemos destacar el amplio y rico patrimonio de su interior, tanto en imaginería como en otros objetos.

C-V.- San Antonio del Barrio.-

En un lugar conocido desde tiempos inmemoriales como la Quebrada, ello como consecuencia de lo sinuoso del terreno, se construyó esta ermita, sobre el espacio que anteriormente a la reconquista de la ciudad ocupó una sinagoga judaica, la cual permaneció levantada hasta el siglo XV, en que fue adquirido aquel terreno por miembros de la familia Golfín, transformándola en ermita cristiana bajo el título de San Antonio de la Quebrada, esto ocurría en el año 1661 y con licencia del Obispo de la Diócesis D. Iñigo Manrique. Dependiendo de la colación de San Mateo.

En el siglo XVIII al igual que ocurriera con otras construcciones aquí anteriormente tratadas, padeció grandes dificultades económicas, lo que se prolongo a lo largo del XIX Con la llegada del siglo XX se intercalan décadas de muy diferente resultado.

Es un pequeño edificio de mampostería, con una nave de un solo tramo y presbítero recto, con nave de bóveda de arista y cúpula semiesférica con linterna. Con coro de madera de tamaño reducido. En la actualidad la ermita está unida por distintos lados a otras viviendas, lo que dificulta notablemente el poder apreciar su originaria construcción y dimensiones.

En la actualidad se celebra su fiesta el 13 de junio con procesión y diversos actos, en los que participan cada vez más cacerenses. La existencia de esta ermita rodeada de casas típicas da a aquel conjunto una zona especialmente atractiva para los visitantes.

C-VI.- De las Candelas.-

Ermita también conocida como Nuestra Señora de la Consolación y que se encuentra extramuros, en la mitad de la cuesta que desciende desde la Plazuela de Santa Clara a la Calle Mira al Río. Su origen se remonta a finales del siglo XIV.

Ha sufrido restauraciones totales o parciales en: 1691, 1711, 1748, 1918, 1923 y 1957. Según los libros de la Cofradía, la que antiguamente era la capilla de la Virgen y que en la actualidad está ocupada como sacristía, la levantó el maestro alarife Francisco Sevillano en el año 1691.

Primitivamente también se conoce a esta ermita con el título de San Pedro, ello como consecuencia de la cofradía de su mismo título que allí estaba ubicada, con su imagen titular.

Su antigua techumbre era de madera y cañas. En el año 1711 es necesario sacar a la Virgen para realizar unas obras en la totalidad del edificio, trasladándola a la cercana ermita de San Ildefonso (hoy desaparecida). Y en 1748 aprovechando otras obras de restauración, se levanta el portal, perdiendo tamaño la ermita.

Cuando en el año 1689 se reconstruyó el retablo mayor, hoy inexistente, que costó 567 reales y otros 805 el dorarlo, se colocó la segunda imagen de Nuestra Señora de las Candelas ¿Dónde estaba la primera? ¿Es cierto que quedó en mano de particulares?

Particularmente lo que más me llama la atención, en lo que a esta ermita se refiere, es que a pesar de su más bien discreto tamaño, en distintas épocas y por diferentes motivos ha tenido en su interior gran número y variada cantidad de imágenes, tornando unas para la cercana ermita de San Ildefonso, otras para el Convento de San Francisco (Hoy transformado), o para la Iglesia de San Mateo, parroquia de la que dependen todos estos edificios religiosos, traslados producidos como consecuencia de muy diferentes problemas.

Así a vuela pluma recordamos: la imagen de San Pedro Apóstol y su cofradía; San Francisco y su cofradía; Ntra. Sra. del Mayor Dolor, actualmente en una localidad de la provincia; Señor atado a la columna, de la Cof. de la Vera Cruz; Fervoroso Cristo del Refugio; Virgen de la Merced, con cofradía, que fue propiedad de Doña Gregoria Paredes; San Blas y su cofradía; Cristo Yacente, así como al menos otras tres imágenes de un tamaño mas reducido del habitual.

Debió de parecer un museo de imaginería popular, lástima que estas imágenes sufrieran todo tipo de daños, algunas de las cuales han desaparecido para nuestra desgracia artística.

Según nos cuenta el notable investigador local D. Publio Hurtado Pérez, era conocido por todos los paisanos nuestros de aquel entonces, es decir los siglos: XVIII, XIX y principios del XX, que dado la peculiaridad de aquella construcción, de parcial soledad, que en la puerta de la ermita, cubierta bajo portal, donde aprovechando por lo general la noche las mozas dejaban a aquellos niños nacidos fruto de un momento de debilidad o cosa peor. Ser que inmediatamente la cofradía recogía y enviaba al sacerdote de Sierra de Fuentes, quien se encargaba de buscarle la familia adecuada, así se incorporaron a la sociedad varias docenas de críos. Costumbre que afortunadamente hace bastantes años ha sido dejada en el olvido.

El 11 de febrero de 1947, encontrándose la ermita en ruina total es vendida al Ayuntamiento, quien inmediatamente proyecta construir en aquel mismo lugar unas escuelas para niños humilde.

En el año 1953 fallecería el párroco de San Mateo, Santiago Gaspar, sin poder llegar a ver el renacer de la ermita y la celebración de la tradicional fiesta de las Candelas, el día 2 de febrero.

Durante el mes de enero del año 1954 es nombrado como ecónomo de la Parroquia de San Mateo D. Emeterio Hierro Martín, realizando la corporación municipal numerosas gestiones, bajo el respaldo de la dirección del Ministerio de la Gobernación, siendo alcalde de Cáceres D. Luís Ordóñez Claro, el 31 de agosto de 1955 se firma la escritura por la cual pasaba de nuevo la ruinosa ermita y el terreno de los alrededores a propiedad de la Parroquia de San Mateo.

Dado este primer paso, el burocrático, prácticamente todos los cacereños se ofrecen para colaborar en la bella labor de recuperar una de las construcciones más populares de la ciudad, así como sus tradicionales celebraciones.

Las obras se inician el 13 de agosto del año 1957, y así el Excmo. Sr. D. Manuel Llopis Ivorra, Obispo de la Diócesis, bendecía la nueva ermita la tarde del 1 de febrero de 1958.

Con la década de los años sesenta y gracias a la labor incansable, principalmente, del Párroco D. Santiago Pérez cuando la celebración de las Candelas volvería a recuperar todo el esplendor de centurias pasadas.

No podemos ignorar las pinturas murales que en el siglo XVIII se descubren en el interior de esta ermita, y descritas por D. Publio Hurtado Pérez entre otros investigadores locales, que representan a un Cristo amarrado, nubes, a la Virgen Candelaria, cabezas de ángeles, etc., fueron fechadas en el siglo XVI.

¿Se conservarán en la actualidad debajo del encalado?

C-VII.- De la Paz.-

Muy extensa es la información que se tiene de esta construcción, motivado principalmente por su privilegiada situación en plena plaza mayor de Cáceres, junto a la zona amurallada.

Ello a pesar de no ser excesivamente antigua su fundación, al menos con relación a otras ermitas aquí tratadas que se remontan hasta cinco o seis siglos atrás.

Todo se inicia en el año 1712 con la llegada a nuestra ciudad del beato Lázaro Laso, portando un cuadro de la denominada por entonces Virgen de la Paz, quién después de colocarlo en los portales altos de la Plaza, vista la enorme expectación y devoción que la imagen despierta entre los cacereños de todas las clases sociales, se solicita al Ayuntamiento un templo donde poder darle el culto adecuado, accediendo la Corporación Municipal a dicha petición en la sesión de 24 de abril de 1724.

Después de varios años de obras, se entrega a los devotos de la Virgen de la Paz, la renovada ermita de San Benito, levantada en el siglo XVI en la Plaza Mayor, junto a la Torre de Bujaco, ahora rebautizada como Ermita de la Virgen de la Paz.

En la noche del 23 de enero de 1737, en solemne procesión era trasladada la imagen de la Virgen de la Paz desde la Iglesia de Santa María hasta la renovada ermita, acompañada por las imágenes de San Benito y San Juan Evangelista.

Al igual que ha ocurrido con la mayoría de estas construcciones, distintas épocas de muy variado resultado, envuelve a la ermita que nos ocupa, tendría que llegar la segunda mitad del siglo XX para que se iniciasen unos trabajos generales de restauración en su interior y exterior para darle el aspecto que en la actualidad se puede observar.

En nuestros días desgraciadamente la devoción hacia la Virgen de la Paz no es la misma que la del siglo XVIII o XIX, todo condicionado por los tiempos tan laicos que estamos viviendo en general.

C-VIII.- Los Mártires.-

Esta típica ermita, se encuentra enclavada en uno de los rincones más atractivos de nuestra ciudad, en el conocido Paseo Alto, o del Perejil o de las Delicias, según definiciones de las distintas épocas.

Claro que el pequeño edificio que en la actualidad se puede observar nada tiene que ver con los orígenes de los Mártires, que estaba levantada en el lugar que hoy está la Plaza de Toros.

Para poder recordar aquellos lejanos orígenes, debemos recurrir una vez mas a las investigaciones realizadas por el notable investigador cacerense D. Publio Hurtado Pérez, que dicen así al respecto:

“El eremiterio era de los más antiguos de la ciudad, y databan sus ordenanzas del año 1466. Ya en 1573 aparece el concierto entre el arcediano Francisco de Carvajal y Andrés Alonso y Diego de Roa, que se obligan a acabar la capilla de los Mártires en fin del mes de mayo primero, que vendrá del año de treynta e ocho, y en 1574 se remató la obra del portal de la ermita con columnas de cantería, arcos de ladrillo y frentes de pie derecho de cantería, en realidad cinco portales separados por sencillas columnas de base y capitel toscano, con arcos adoselados un tanto escarzanos o rebajados”.

Por aquel entonces muchas eran las procesiones y actos devocionales que se realizaban en aquella ermita, que pese a encontrarse en una zona alejada del centro de la población, era muy visitada por los cacereños y determinados gremios de la ciudad, como por ejemplo pastores o labradores.

Aquella artística ermita, era una verdadera obra de arte tanto en su fisonomía exterior como en su interior, algo que no podemos apreciar en la ermita actual, lástima que se decidiese su destrucción para construir en el año 1860 la actual plaza de toros.

El interior de esta ermita es bastante mas reducido que la antigua y en él se guardan imágenes de los mártires de escaso valor artístico, pues han sido realizadas recientemente, siendo más destacable la imagen de la Virgen del Rosario con el Niño Jesús, que se fechan en el siglo XVIII.

Desgraciadamente la mayoría del contenido de aquella antiquísima ermita desapareció para siempre. Además de no conservarse ningún plano ni dibujo de la misma.

ERMITAS DE LOS ALREDEDORES

Las ermitas que seguidamente vamos a tratar se encuentran diseminadas por prácticamente todo el espacio que rodea a la ciudad, alguna incluso a bastantes kilómetros de distancia, aisladas, destacando especialmente las que se levantan en la zona conocida como Aldehuela.

Así tenemos las de: Santa Ana, San Benito, Santa Lucia y Santa Olalla, dentro de la Aldehuela y Dehesa de Alcocer. En dirección Cáceres a Mérida entre las localidades de Aldea del Cano y Casas de Don Antonio tenemos a la Ermita de Santiago de Bencaliz. Entre las carreteras N-630 y N-520, a pocos kilómetros de la localidad de Torrequemada se encuentra la Ermita de Nuestra Señora del Salor. También en esta misma dirección hacía Mérida a escasamente 20 Km. de Cáceres, dentro del recinto de las Arguijuelas se encuentra la Ermita de Nuestra Sra. de gracia. Mientras que tomando la carretera N-523, dirección Cáceres a Badajoz, dentro de la finca conocida como “ Las Mogollonas”, a mano derecha frente a la Segura, tenemos a la Ermita de San Jorge. Y en plena Sierra de San Pedro, tenemos a las Ermitas de San Simón y de San Judas. Y ya al norte de la ciudad, dentro de las denominadas “Viñas de la Mata” nos encontramos con las ermitas de San Jerónimo y de San Francisco.

Se trata de un total de once ermitas diseminadas por los alrededores de Cáceres, fundamentalmente el sur, las cuales pasamos seguidamente a tratar más o menos detalladamente.

D-I.- Santa Ana.-

He de confesarles que sin lugar a dudas de todas las construcciones tratadas en este apartado, sea esta a la que más cariño le tengo, ello motivado por haber dedicado los últimos cinco años en investigar sobre su historia y haber colaborado modestamente en su completa restauración.

A lo largo de su dilatada historia, en el último medio siglo XX ha sido esta ermita una de las calificadas como aisladas, tanto es así que a penas parece detallada en los libros de la ciudad, dado que se encuentra incluida dentro de un recinto militar.

Se encuentra a unos dos kilómetros de Cáceres, ubicada en la denominada Dehesa de Alcocer, terreno ocupado desde la década de los años cincuenta por el denominado CIR nº 3, en la actualidad CIMOV Zona Centro.

Fue construida en el año 1556 por decisión del mecenas cacereño D. Juan Velázquez de Avila, quien no escatimó dinero para ello, recurriendo al popular cantero Pedro Gómez.

No podemos pasar por alto que todo aquel terreno, ha sido desde hace muchos siglos un auténtico vergel, donde abundaba la vegetación, palmeras principalmente, además de varios manantiales. Tanto es así que durante mucho tiempo se fueron encontrando restos arqueológicos de distinta época, lo que demuestra que allí se asentaron distintas civilizaciones (romanos, árabes, etc).

La cofradía se funda el 1 de mayo de 1564, colectivo que se encarga desde el primer momento en cuidar la ermita y potenciar todos sus actos, todo como consecuencia de la notable distancia geográfica de la construcción con el núcleo de la ciudad.

La ermita depende eclesiásticamente de la jurisdicción de la Iglesia de Santa María y el terreno que era propiedad de la familia Carvajal, fue vendido al Ministerio de Defensa el 23 de marzo del año 1950.

En diciembre del año 1964 se convertiría todo aquel terreno en recinto militar, quedando la ermita como capilla castrense. A pesar del interés manifiesto por mantener dicha construcción en perfecto estado, con el paso del tiempo la misma va quedando en preocupante abandono.

Y es en el mes de octubre de 1994, cuando se abre una nueva etapa para dicha ermita, constituyéndose una concienciación por parte de los propios militares, así como determinados cacereños, que comienzan a trabajar por la pronta restauración de tan significativo edificio.

Además de la propia construcción, hay que destacar la originalidad de su interior, así como sus pinturas murales exteriores, ya que las interiores no existen, todas fechadas en el siglo XVI y de autor desconocido.

En julio de 1996 se inician dichas obras generales, en las que toman parte distintas personas, con la supervisión de la Junta de Extremadura, Ministerio de Defensa y el respaldo económico de Caja Extremadura.

Finalmente el 9 de diciembre de 1996, en un acto solemne y multitudinario en el que participan todas las autoridades de la ciudad, se realiza la bendición de la ermita de Santa Ana recién restaurada, tan el edificio propiamente como los alrededores.

D-II.- San Benito.-

La primero ermita y posteriormente cenobio, fue levantada en época visigoda, alcanzando inmediatamente una fama insospechable. Está levantada en lo alto de un montículo que recibe su mismo nombre, a unos 4 km. de Cáceres, en medio del campo (antes).

Hasta nuestros días han llegado datos de D. Simón Benito Boxoyo, D. Publio Hurtado Pérez, D. Tomás Martín Gil, así como D. Tomás Pulido Pulido, entre otros, lo que nos ha facilitado el conocimiento de construcción tan espectacular.

Es un grandioso edificio con unas dimensiones de cerca de veinte metros de largo por catorce de ancho, con tres naves, teniendo distintas estancias a su alrededor, lo que hace que pudiese albergar una decena de religiosos. Pozo, huerto, cementerio y otros espacios hicieron posible que durante sus tiempos de auge, principalmente los siglos XVI, XVII y XVIII, facilitaron que varios cientos de personas, peregrinos y enfermos, se pudiesen asentar en sus proximidades en busca del milagro de San Benito, su imagen o sus reliquias.

A partir del año 1872 este edificio comienza a ser desalojado y en poco tiempo pasa a la ruina total, así llegan todas sus pertenencias al cercano templo de San Eugenio, ubicado en el barrio de Aldea Moret.

Con el inicio del siglo XXI se inician unas complejas tareas de rehabilitación de este edificio que en poco tiempo quedara como un templo de una urbanización que se ha construido en sus proximidades.

D-III.- Santa Lucia.-

Fue construida en el siglo XV, pero lo más visible procede del siglo XVI, se encuentra en medio del campo, a poca distancia de la construcción anteriormente tratada.

Es una iglesia de una sola nave, con cabecera de tres tramos, siendo esta poligonal, la bóveda ojival estrellada sobre ménsulas y con clave central, toda la cantería, destacando el ábside sobre el resto, y al exterior los contrafuertes. Adosada está la antigua dependencia donde vivían los ermitaños, hoy usada de sacristía y almacén

Desde hace algunos años se siguen celebrando allí su fiesta principal, con procesión y venta de platos típicos así como bailes regionales, su cuidado depende directamente de los vecinos de Aldea Moret.

D-IV.- Santa Olalla.-

Edificada en una heredad próxima a la Dehesa de la Aldehuela a la distancia de cinco kilómetros y medios de la ciudad de Cáceres, data de remotos tiempos. Se le atribuye el origen romano, titulado pago Ponciano. Alcanzando una gran importancia pues según antiquísimas tradiciones vivió en este lugar, la niña que después sería la mártir Santa Olalla, patrona de la ciudad de Mérida.

El 22 de junio del año 1467, se constituye la cofradía correspondiente que se encargaría de su cuidado y devoción. A lo largo de los siglos XVI y XVII se ven obligados a realizar importantes obras de restauración en dicho templo, pero siendo mermado notablemente su patrimonio artístico por muy distintos motivos.

Tantas dificultades obligan al Prelado de la época que el 27 de julio de 1830 ceden el cuidado de esta ermita a los señores de Santa Olalla, que se convertirían en Condes de dicho título.

No debemos ignorar que en toda esta amplia zona se han encontrado infinidad de elementos y objetos arqueológicos de origen romano y posteriores, lo que da un valor incalculable a todo aquel atractivo rincón, no reconocido hasta ahora por la autoridad patrimonial como tal.

D-V.- Santiago de Bencaliz.-

“Caserío de Santiago de Vencaliz, de la provincia, partido judicial y término municipal de Cáceres. Situado a 5 leguas al sur de esta villa. Constituye propiamente una fortaleza: En el Fuero que dio a Cáceres su conquistador se llama Atalaya de Vencaliz y díjose después de Santiago, del nombre del apóstol a cuyo título está dedicada la iglesia del mismo nombre. Hállase en él vestigio de una fábrica de 20 varas en cuadro y cuatro en grueso, y otros cimientos a grandes distancias, que demuestran que fue este el lugar donde estuvo la antigua Sorore (primera mansión de la vía militar que transcurría desde Mérida a Salamanca) de que hace mérito el itinerario de Antonino”.

La ermita propiamente se levantó sobre dicho asentamiento en el siglo XV-XVI, desgraciadamente desde hace varios siglos se encuentra en profunda ruina, resultado de distintos acontecimientos ocurridos en los siglos XVIII y XIX tanto es así que es muy posible que dentro de no mucho tiempo desaparezca totalmente, dada su peculiar ubicación.

D-VI.- Nuestra Señora del Salor.-

A unos 20 km. de distancia de la ciudad de Cáceres y a 5 de Torrequemada, se encuentra esta particular ermita, levantada en el siglo XIV por gente temerosa de Dios.

En el año 1345, fundaron en Cáceres los caballeros feligreses de San Mateo una cofradía con vigoroso estatuto de caballería y nobleza, según parece es una imitación de la denominada Orden de Caballería de la Banda, que en el año 1332 había instituido en Burgos, el Rey Alfonso XI.

“En el nombre de Dios amén, Lunes, 20 días andados del mes de agosto, en 1383 (que es el año del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, 1345), Nos, los caballeros y escuderos de San Mateo, ordenamos e facemos cofradía, a servicio de Dios, para loor e servicio de la Virgen de Santa María del Salor, Madre a quién nos tenemos por abogada e por señora en todos nuestros fechos. E otrosi la ordenamos a loor e servicio de San Mateo, cuyo nombre nos llevamos, etcétera…”.

Dependía aquella lejana ermita a la jurisdicción de San Mateo, hasta que en el siglo XVI desaparece su cofradía y queda ubicada en la cercana población de Torrequemada. Todo aquel amplio asentamiento aparece por primera vez citado en el Fuero de Cáceres en 1229, lo que nos puede dar una idea de su notable antigüedad.

Zona que ha estado de siempre vinculada a su relación con la Orden de los templarios asentados en aquel lugar, quedando constancia palpable de los mismos en el propio edificio, así como en restos arqueológicos cercanos.

Permaneció durante varias décadas a punto de desaparecer, pero afortunadamente gracias a las profundas obras de rehabilitación que se le realizaron en los años ochenta del siglo XX, en la actualidad se puede contemplar un magnífico edificio que nos da una perfecta idea de la belleza de sus orígenes y de su monumentalidad en una zona campestre como esa.

D-VII.- Ntra. Sra. de Gracia.-

Se encuentra esta construcción a escasamente ocho kilómetros de Cáceres, en la carretera que va a Mérida, pertenece esta ermita al Castillo de las Arguijuelas de Abajo, que se levanta frente a él, al otro lado de la carretera.

Antiguamente todo aquel amplio terreno se llamaba Alguixuela o Alguijuelas, siendo el comprador del espacio donde posteriormente se levantarían ambos castillos, D. Francisco de Ovando, hijo de D. Hernán Blázquez y Doña Leonor Alfon de Ovando.

La ermita propiamente fue levantada en el siglo XVI y pertenece a la jurisdicción de la Iglesia de San Mateo.

Motivado por ser esta ermita, capilla principal del cercano castillo, ha impedido que peligrase su integridad, así como su patrimonio artístico interior.

Desde que el año 1992 se crease una cofradía penitencial, vinculada a esta ermita, ha conseguido que distintas actividades potencien aún mas la devoción a este lugar, que durante siglos ha sido particular.

D-VIII.- San Jorge.-

A unos 12 kilómetros de Cáceres, dirección a Badajoz y frente a la construcción y asentamiento La Segura, en pleno campo y a pocos metros de la torre conocida como “las Mogollonas”, se encuentra esta ermita, muy bien disimulada por lo accidentado del terreno y la abundante vegetación.

Coinciden no pocos investigadores en afirmar que el origen de esta construcción se remonta al siglo XIV, aunque existen ciertos indicios que puedan demostrar en su momento que con anterioridad ya existía en aquel lugar una construcción similar.

Desgraciadamente no existe mucha documentación fehaciente de dicha construcción, estando casi totalmente derruida desde el siglo XVIII, siendo un auténtico milagro que se mantenga en pie en la actualidad.

Su característica más sobresaliente es, que se encuentra en la practica totalidad de su interior llena de pinturas murales, con escenas de la Pasión, así como rostros de obispos y santos, fechadas en el siglo XVI y siendo su autor Juan de Rivera. Esta peculiaridad convierten a la ermita de San Jorge en única en su género, lástima que padezca una continua e imparable tarea de destrucción, motivado por los avatares propios de la naturaleza, pero también por la mano incontrolable del ser humano, que en no pocas veces pica sus muros destrozando las mencionadas pinturas.

D-IX.- San Simón y San Judas.-

Fue levantada en el siglo XV en plena Sierra de San Pedro, frontera natural durante siglos entre las provincias de Cáceres y de Badajoz.

Este edificio duró hasta bien entrado el siglo XVIII en que fue destruido como consecuencia de las múltiples incursiones que las tropas enemigas realizaron por aquella desprotegida zona.

Sus imágenes fueron colocadas en la Iglesia de San Juan, de donde desaparecieron inexplicablemente a finales del siglo XIX.

D-X.- San Jerónimo y San Francisco.-

A pesar de tratarse de dos ermitas diferentes y estar la una de la otra a varios cientos de metros, la hemos incluido dentro del mismo punto por encontrarse ambas en la zona que se conoce como Viñas de la Mata, que dista 11 km. de Cáceres ciudad, y a poco mas de tres del Casar de Cáceres. Hasta no hace muchos años dependientas estas ermitas de la Parroquia de San Juan Bautista de Cáceres, pero en la actualidad son atendidas por el sacerdote del Casar.

Se han fechado ambos edificios en el siglo XVI y es muy probable que fueran levantados con pocos años de diferencia, mientras que San Jerónimo es de mayor tamaño y se encuentra junto a la carretera que va del casar de Cáceres a Arroyo de la Luz, la de San Francisco es más pequeña y se encuentra actualmente mejor cuidada tanto interior como exteriormente.

Durante siglos, fueron atendidas por descendientes de las familias nobles cacerenses de los Espaderos, Monroy, Saavedra etc., todos pertenecientes a la colación de San Juan, durante algún tiempo estuvieron al cuidado de franciscanos que incluso llegaron a asentarse en sus proximidades, así como ser enterrados.

En la actualidad son utilizadas para los cultos festivos, asistiendo a los mismos las familias asentadas en sus proximidades.

COLOFÓN

También existieron en la ciudad otras construcciones que aunque oficialmente llevasen distinta denominación, fueron consideradas como ermitas y realizaron las correspondientes ceremonias propias de las mismas.

  • En primer lugar la capilla, enfermería o ermita de San Pedro, existente en la Calle Peñas, frente a la Real Audiencia de Extremadura, dicho oratorio fue inaugurado el 5 de agosto de 1718, en la actualidad está incluido dentro del conjunto de una edificación mayor, es privada.
  • También está la Ermita-Enfermería de San Antonio de Padua, situada entre el Adarve del Padre Rosalío y la Calle del Olmo. Se levantó en el siglo XVII, en un terreno cedido para tal fin por el Ayuntamiento, siendo utilizada por los franciscanos, ya que necesitaban más espacio por los mendigos y transeúntes que hasta Cáceres llegaban. Sufre la Desamortización, pasando en el año 1889 a propiedad del Obispado. Desde 1977 está ocupado este edificio por las religiosas jerónimas.
  • Y dentro de la pedanía de Cáceres: el Rincón de Ballesteros, está la titulada Ermita de la Perenguana. Construcción levantada en los años cincuenta del siglo XX. El motivo de su actual deterioro es la utilización de material muy precario, desestimando para dicha tarea los tradicionales de estas construcciones, así como su realización en abierto, lo que ha ocasionado un continuo deterioro por las inclemencias del tiempo y encontrarse en un lugar excesivamente abierto, es decir en medio del campo.

En la publicación que nos ocupa, sería muy conveniente que incluyésemos un breve estudio sobre los materiales empleados en estas construcciones, pero dada la limitación de los trabajos presentados, nos es imposible.

Así como un análisis detallado de la figura del ermitaño y su importancia.

BIBLIOGRAFIA

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  • Revista Bodas de Oro Colegio San Antonio de Cáceres 1920-21/1970-71.
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    • Cáceres Visto por un periodista Edics. 1967.1981.1997.
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  • Revista de Extremadura. Primera Epoca (1899-1911).
  • Revista “El Santuario de la Montaña”. Primera Epoca (1944-1970)
  • D. Antonio C. Floriano Cumbreño.
    • Documentación Histórica del Archivo Municipal de Cáceres (1217-1504) 1934.
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    • Actas del VI Congreso de Estudios Extremeños. Tomo I
    • Una Ermita cacereña desaparecida: San Antón. 1981.
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    • Los orígenes de Cáceres. 1981.
  • D. Felipe León Guerra.
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  • Doña Pilar Mogollón Cano-Cortés.
    • El lazo en el mudéjar extremeño. 1984.
    • El mudéjar en Extremadura. 1987.
  • Doña Dionisia Gómez Amelia.
    • Aldea Moret de poblado minero a suburbio cacereño. 1978.
  • Monumentos Artísticos de Extremadura (2ª edición). 1995.
  • Archivo Diocesano. Libros de Cofradías. Siglos XVI-XVII y XVIII.
  • Libro de algunos casos dignos de notar que han acaecido desde el año 32 (1632) en la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres, y yo Bartolomé Sánchez, anoté y firmo como se verá.
Oct 012002
 

Gregorio Carrasco Montero.

INTRODUCCIÓN

Abundante es la literatura existente sobre la Orden de la Cruz Verdelisada sobre conventuales, escenas bélicas, maestres y priores, claveros famosos o rebeldes, maestros mayores y arquitectos de monumentales obras, etc.

No ocurre lo mismo con las freilas de referida orden.

Dentro del territorio de la misma existieron tan solo dos conventos. El de Sancti Spíritus en Alcántara y el de San Pedro en la Encomienda Mayor de Las Brozas. De éste trataremos en la presente edición de los Coloquios.

Comparando las nuestras con las freilas de otras órdenes y las noticias que de éstas nos han llegado el balance se desnivela en contra de las nuestras. De hecho uno-Sancti Spíritus- desapareció con motivo de la Guerra de la Independencia (1809). El de San Pedro de Las Brozas acabó algo más tarde a causa de la Desamortización.

Estas freiras, salidas de la nobleza y de estilo contemplativo, eran conocidas como Comendadoras. Sabemos de Comendadoras del Espíritu Santo, francesas de origen; Comendadoras de San Juan de Jerusalén; Comendadoras del Santo Sepulcro; Canonesas Regulares de San Agustín, se les conoce también con este ampuloso título: Comendadoras de la Sagrada Orden Militar y Pontificia del Santo Sepulcro.

De todas las referidas se han hecho estudios monográficos, más o menos amplios e interesantes, pero tan solo conozco breves y esporádicas noticias de nuestras Comendadoras.

El Diccionario de Historia Eclesiástica de España recoge en el tomo primero monografías interesantes de las citadas órdenes. Sólo en el tercer tomo, de pasada, página 1813, trae estas brevísimas noticias de la rama femenina de la Orden de Alcántara:

“Dos conventos de freires (Alcántara y Magacela) y dos de monjas (Sancti Spíritus de Alcántara, fundado el 31-VIII-1518 y abandonado en 1809 y San Pedro de Brozas”.[1]

COMENDADORAS DE LAS BROZAS

Revisado detenidamente el epígrafe COMENDADORAS en dicho Diccionario, página 472 ni siquiera se citan las Comendadoras. Ni tampoco alude a ellas el redactor del trabajo dedicado a la diócesis de Coria-Cáceres en la página 622 del mismo.

A- NOMBRES CON QUE SE LES NOMBRA

Tienen varios títulos o nombres en diversos documentos.

La documentación existente en el archivo, podríamos llamarlo central, del conventual de San Benito, empezó a deteriorarse con los robos y destrucciones llevadas a cabo por los franceses con ocasión de la Guerra de la Independencia, de muchísimos documentos. Aumentaron los destrozos con los decretos desamortizadores que propiciaron el cierre de multitud de conventos y la pérdida de mucho patrimonio que hoy lamentamos.

La primera República, 1873, eliminó las órdenes militares. Tuvo, creemos, una indefinida y etérea restauración en 1874. Acabaron definitivamente sus vidas de esplendor y grandeza en la República de 1931. Lo que escapó de la francesada arramblando con contenidos o deshaciendo archivos, tanto de humildes parroquias como los conventuales, cayeron en el saqueo desamortizador. Cierto es que con este motivo algunos documentos y libros se salvaron, aunque ahora se encuentren en archivos civiles.

De los nombres que aparecen en los documentos llegados hasta nosotros recordamos éstos:

  • Convento de Comendadoras del Señor San Pedro.
  • Convento de Señoras Caballeras del Hábito y Caballería de Alcántara.
  • Convento de Comendadoras de la Orden de Alcántara.

B- FUNDADOR

Dentro del organigrama de cargos y preferencias de la Orden existían cuatro resaltadas dignidades con el siguiente orden:

  • Gran Maestre,
  • Prior,
  • Sacristán Mayor.
  • Comendador Mayor.

Destacados brocenses coparon tres de ellas por la misma época, años arriba o abajo. Documentalmente sabemos que Comendador Mayor fue Frey Nicolás de Ovando. Antes lo había sido de la Encomienda de Lares. Que los Reyes Católicos lo eligieron para integrar el grupo formador del Príncipe Juan. Con nombramiento expedido y firmada en Granada el 3 de Septiembre de 1501 los mismos Reyes lo enviaron como primer Gobernador General de Indias.

Las Brozas, con su enorme término municipal, entonces más que ahora, fue siempre la Encomienda Mayor de la Orden y en la que nació Ovando en 1451. Simultáneamente gozó de las rentas de las Encomiendas de Belvís y Navarra.

Comendador Mayor de su villa natal pero freire célibe residía en el Sacro Convento de San Benito, siempre que se lo permitían los encargos de la Orden o de los Reyes; impulsó obras en San Benito.

Otra de las dignidades, tercera en el rango, la ostentaba y ejercitaba otro brocense. Se trataba de Frey Don Pedro Gutiérrez Flores o Flórez.

A esta dignidad se unía el título de Capellán de Honor de Carlos V y Felipe II. Su prestigio personal se manifiesta por el hecho de haber sido elegido secretario de varios capítulos generales de la Orden. En la práctica era el que marcaba la dinámica de ellos.

Frey Don Pedro, hombre espiritual, se presentó en la ciudad Imperial de Toledo donde se celebraba el capítulo general de 1570 pidiendo él mismo licencia para fundar un convento de Comendadoras de la Orden de Alcántara en su pueblo. Licencia que se le concedió el día 10 de Marzo de 1570. Ocho años más tarde otorgaba testamento dejando casi todos sus bienes para construir el convento y procurando su subsistencia.

El amor a su cuna le inclinó a asignar una pensión que se entregaría a un clérigo con residencia en Las Brozas para que enseñase la doctrina cristiana a las gentes, sin distinción de edades.

Por la condición de Sacristán Mayor se relacionó con las Comendadoras de Sancti Spíritus. Viendo el estilo de vida en que viven, ritmo de la liturgia cisterciense que practican y traída de tierras castellanas se sintió impulsado a dotar al pueblo que le vio nacer de un monasterio contemplativo de la Orden como el ya existente en Alcántara.

Frey Pedro de Escobar fue otro brocense, coetáneo con el anterior, que ocupó el Priorato de la Orden, segunda dignidad de la misma. Ambos, Prior y Sacristán, fueron testamentarios del más antiguo en la Orden y de más años, Frey Nicolás de Ovando.

C- LARGO CAMINO DE LA FUNDACION

La copia llegada hasta nuestros días, hecha por alguna de las moradoras del referido convento, creemos debió hacerse pronto, quizá en la primera década de 1600, que encontramos en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres comienza así:

“FUNDACION de este SACRO Y REAL COMBEMTO DEL SEÑOR SAN Pedro, de SEÑORAS del HABITO Y ORDEN de ALCANTARA en virtud de REAL ZEDULA, expedida en TOLEDO, 10 de mayo 1561, conzedida a Dom Frey Pedro GURIERREZ, SACRISTAN MAYOR de la ORDEN Y CABALLERIA DE ALCANTARA, su FUNDADOR.”

La burocracia funcionaba ya entonces y bien. La cédula otorgada de viva voz en 1561 habría de pasar primero por el capítulo definitorio de la Orden tenido también en la ciudad de Toledo.

Pero sólo “el año 1570 el Señor Phelipe 2º, con acuerdo de ese capítulo, dio licencia a Don Pedro Gutiérrez Flores, capellán de su Magestad, Sacristán Mayor de la Orden y natural de la Villa de Brozas, religioso de crecidas conveniencias, de poder comprar cualesquiera bienes o rentas para fundaciones de obras pias en dicha Villa de Brozas, como fuese su voluntad y le pareciese más conveniente para el servicio de Dios Nuestro Señor”.

“Consta de Providencia firmada de su Magestad y refrendada de su secretario Francisco de Grazo, su fecha en Toledo a díez de Maio de dicho año, que se guarda en el archivo de dicho convento”.

La cita, tomada del traslado o copia que existió en el convento brocense hasta la desastrosa Desamortización, se encuentra ahora, como indicado quedó, en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

D- REMEMBRANZA DEL HUMANISMO Y HUMANISTAS

Cuando Frey Pedro gestiona la fundación del convento de las Caballeras en Las Brozas hacía tiempo que Elio Antonio de Nebrija había publicado la primera Gramática de la Lengua Castellana. Y superada la larga enfermedad que sufrió en la casa de su hijo mayor, Frey Marcelo de Nebrija, delirando frecuentemente por dejar “imperfectos su Arte y Diccionario”, según testimonia El Brocense[2]. Y, por supuesto había muerto, aunque todavía se respiraba en dicha Villa el perfume humanista y cristiano que dejó a la posteridad en sentencias grabadas en mármoles y granitos.

Fue, sin duda, en una de esas varias estancias que pasó en la Villa de la Encomienda Mayor.

La razón de la presencia de los nebrisenses en Las Brozas se debe a la merced del Gran Maestre, D. Juan de Zúñiga y Pimentel, último Maestre de la Orden y luego Cardenal Arzobispo de Sevilla, que agradecido al gramático por las lecciones de él recibidas le dio a su hijo el hábito alcantarino y posesión de la Encomienda de La Puebla.

Hemos señalado en otras ocasiones la confusión existente con esta Encomienda en varios autores. Algunos no se explican la presencia de Frey Marcelo en las Brozas siendo, como era, Comendador de la Puebla. Otros, sin más, lo hacen Comendador Mayor, que nunca lo fue. Algunos más no son capaces de localizarla. La Luz, creemos, se nos hizo con las indicaciones de un viejo empleado municipal encargado del negociado de fincas rústicas. Aclaró que antiguamente se le llamaba La Puebla. Sin saber por qué, hace también muchos años, había pasado al plural y se empezó a escribir Las Pueblas. Además, La Puebla en la época de los nebrisenses, según los historiadores, estaba despoblada, razón por la cual se quedó a vivir en Las Brozas en cuyo término está indicada encomienda.

Frey Marcelo de Nebrija levantó igualmente el bien ornamentado humilladero de El Buen Jesús. Sin duda del gramático son las sentencias humanistas y cristianas que dejó grabadas en mármoles y granitos. Pensamos que algunas copiadas o refundidas son las que hemos podido ver y leer en dinteles del mismo convento. ¿La dejó escrita para el futuro convento? …De estos estilos varios: Por tu honra pon la vida y estas dos, honra y vida, por tu Dios.

La fachada Norte: entrada a la capilla, portería, etc., era contigua a las allí llamadas “Casas de Nebrija”. De norte a sur dos calles paralelas con resonancias históricas y líricas, delimitan la Fábrica, huerta, cementerio y otras dependencias, todo lo cual se aproxima a los siete mil metros cuadrados. Aldeahuela se llama una de ellas y es la más lírica, desde su nombre y en la que nació y vivió su niñez el retórico Francisco Sánchez de Las Brozas, El Brocense. Quizá de niño pudo extasiarse contemplando desde su casa la torre del homenaje del Castillo y escuchando algunas veces, ya metido en conocimientos del latín, los salmos de vísperas y la misa tridentina en la inmediata ermita de Santa Bárbara. Y al romper el día oyendo las carretas que salían para cargar de mieses y llevarlas a la Nava para la trilla. Todo daba a la calle Aldehuela toques de lirismo en aquellos tiempos.

La del este se llamó calle de Santiago por el hospital, uno más, con el nombre del Apóstol como titular y dedicado a acoger, especialmente a peregrinos, que aquí deberían concluir jornada para curar heridas y aliviar cansancios antes de penetrar en Portugal. Se conserva aún la capilla pero nada del Hospital, aunque ésta puede indicar el empaque que tendría.

Quizás existieron otras pragmáticas razones para la ubicación elegida del convento. Se pudo buscar la protección, en alguna emergencia, de los centinelas y cuerpo de guardia del castillo tan cercano y ante las tensiones vividas entre España y Portugal dadas las cercanías fronterizas.

O tal vez porque pretendieron y buscaron la más fácil atención espiritual y cultual que les podrían prestar los Clérigos de la Cofradía de San Pedro, conocida también como Cabildo de Presbíteros de San Pedro, cuyos miembros desarrollaban esas funciones en la cercanísima Catedralina de Santa María, así denominada por el clero mayor de la diócesis a causa del empaque y elegancia arquitectónica que posee. Con la capilla de San Pedro, pegada al presbiterio de la Catedralina, tuvieron mucho que ver los Gutiérrez Flores, familia a la que perteneció el fundador del convento de San Pedro de las Señoras Caballeras de Alcántara.

Desaparecidas las esculturas y columnas de mármol que la ornamentaban, contemplamos doloridos esta fachada en la que se había conjugado elementos tan frecuentes como el mármol y granito, leyendas grabadas y estatuas, heráldica y otros símbolos. Casi todo se perdió con los decretos y las leyes desamortizadoras, ventas a la baja y abandonos a l alza; trasgresiones de otro tipo,-albañilería sin control y avispados anticuarios aprovechados-, poniendo los restos del naufragio desamortizados a buen recaudo por cuatro pesetas. Los 6.798 metros cuadrados se estrecha por el sur en cuyo límite se conservan aún unos cuantos metros de muro que cerraban la huerta conventual. La visión del mismo impulsa a imaginar….Otros muchos metros se derribaron y reutilizaron para casas y corrales.

E- COMIENZOS DEL REAL CONVENTO DE SAN PEDRO

El proceso de la fundación se alargó demasiado. Se puso punto final en 1594, gracias al mandato del Sr. Phelipe 2º. Llegaron desde Alcántara para iniciar la vida contemplativa:

  • Abadesa: Doña Isabel Gutiérrez Flórez. ¿familiar del fundador?
  • Priora: Doña Cathalina Zevallos.
  • Portera: Doña Cathalina de Aldana y Barco.
  • Cantora y Sacristana: Doña María de Paredes Ulloa.

Apellidos refrendados todos ellos con profusiones heráldicas en Alcántara y las Brozas. Recorrieron los 16 Kms. Que separan, y unen al mismo tiempo, ambas villas. Saliendo del convento de Sancti Spíritus dicho uno de Abril de 1594 mandadas ir por el Rey Phelipe LL y por el Prior del Sacaro Convento de San Benito de Alcántara, Don Pedro Antonio Barrantes, a quién vino comisión para dicho fin y acto, como consta a la letra del libro de su fundación original, folio 1º.

¿Dónde habrá ido a parar el libro aludido? La cita, como otras, las hemos tomado de la copia de que hablaremos más.

Llegaron postulantes según cuenta el libro de toma de hábitos a señoras, se llamaban así, tanto por escrito como coloqialmente, a las Comendadoras de apellidos aristocráticos e históricos del momento español, del nuevo mundo, acercándose otro futuro a la Orcen acabada la Reconquista e incluso futuro distinto del Priorato de la Cruz verdelisada de Alcántara. Así recibieron a Doña Francisca de Ovando, doña Teresa de Figueroa,….

La desgracia se cebó en las fundadoras muriendo en el Convento de San Pedro tres de las cuatro que vinieron del de Sancti Spíritus. Por eso el día 1 de febrero de 1605 llegaron a Las Brozas otras tres mandadas por el Rey. No en vano era Real Convento. En esta ocasión reforzaron a la única superviviente de las fundadoras las siguientes:

  • Abadesa: Doña María de Oviedo Perero.
  • Priora: Doña Anna de Aldana.
  • Portera: Doña Teresa del Barco.

Además, de por la razón indicada, se añade que porque al presente haver pocas religiosas en este convento. Y también porque se pidió en el consexo, de parte del convento que viniessen estas dichas religiosas y estuvieron seis años, nueve meses y seís días en este convento y por haver ya monjas suficientes para los oficios, se bolvieron a su convento por mandato de su Magestad, el año 1611, a 16 días del mes de Octubre.

Poco a poco, después de las dificultades iniciales y revés de las fallecidas, se estabilizó la fundación. Sus miembros todos guardan y observan la regla de Nuestro Padre San Benito y usos del Cister.

Vestían de esta forma: El ávito es blanco con escapulario negro y en el sobre pecho el ávito de Alcántara y velo de seda negro, y en los actos de comunidad, de choro, Processiones y otros semejantes usan del manto capitular o cogulla, con su cruz grande de Alcántara en el pecho.

F- RAICES Y SORPRESAS

Las monjas de Las Brozas quisieron tener sus raíces al alcance de la mano en su propio archivo y copiaron lo más importante de la fundación de Sancti Spíritus, pues de él, como ha quedado indicado, salieron las fundadoras. La copia realizada ofrece importantes datos de los que tomamos algunos ahora, aunque toda la copia la añadimos como apéndice de la fundación de S. Spíritus. La llevaron a cabo por mandato del Emperador Carlos V monjas del Convento de las Huelgas de Valladolid fundado éste por la Reyna Dña María, muger del Rey D. Sancho el 2º.

Encontramos en la referida copia sorpresas referentes a Fray Pedro de Alcántara. ¿Cuándo se haría esta copia para el archivo del convento brocense?… En esa copia abiertamente se habla de Pedro de Alcántara del que se dice santo y glorioso, sin ni siquiera haber sido beatificado, como ocurrió en Arroyo de la Luz donde al testar un matrimonio se instituye una manda para dos misas en onor del Señor San Pedro de Alcántara[3]. Testamento otorgado 25 años antes de la canonización. Con todos estos elementos nos inclinamos por situar la copia en los primeros años de la centuria del seiscientos. Empezando a ser activa la fundación del convento en 1594 y muriendo el santo en 1562 ya habían pasado treinta y dos y la fama de santidad antes de morir se había expandido enormemente. La beatificación tuvo lugar el 18 de abril de 1622. Vemos esa preocupación desde la narración de la génesis del convento alcantarino de Sancti Spíritus.

Las Comendadoras Alcantarinas se fundaron a petición de la Cofradía del Hospital de Sancti Spíritus adoptando aquellas su titularidad. Los cofrades quisieron un convento de la Orden de Alcántara para que pudieran ingresar las hijas de los cofrades primero y después otras.

Consiguieron bula del Papa León Décimo. Se comisionó y envió el día 1 de agosto de 1520 a solicitarlo en la Corte de la Majestad Imperial, nada menos que a uncofrade de Sancti Spíritus llamado Juan de Zanavria, tío carnal del glorioso santo, San pedro de Alcántara, hermano de María Villela de Zanavria, su madre.

Particular privilegio exigió la Cofradía. En Sancti Spíritus se reservaron diez y ocho plazas para hijas de cofrades. Además era especial su dote, pues, éstas sólo tenían que aportar 150 maravedís y una cama de ropa. Las otras monjas, no hijas de cofrades, tenían una dote de 100 ducados.

Al referirnos el ingreso de una hija de su tío carnal, Juan, lo recuerda de este modo: Y la primera religiosa que entró, como hija de Cofrade, sin más dote que el arriba dicho de las diez y ocho, que tomaron en un mismo día el ávito fue María Zanavria Argüello, prima hermana del Señor San Pedro de Alcántara, hija del referido Juan Zanavria por haver sido Comisario de la Cofradía para la fundación y haver traido de Valladolid las fundadoras.

A la monja que hiciera la copia para el archivo del Real Convento de San Pedro de Las Brozas se le nota que le interesaba destacar parentescos y santidad del santo hijo de Alcántara.

Tanto en Alcántara como en Las Brozas las Comendadoras vivían clausura rigurosa. Solo podían entrar las señoras de fuera, apunta la copia, a la sala que está entre la primera Puerta Reglar y la Claustral. Imposible identificarlas hoy.

La licencia del Emperador Carlos V para fundar el convento de Sancti Spíritus de Alcántara se expidió en Zaragoza del 30 de Agosto de 1518.

Otra mano concluye: Concuerda con el original que se remitió al Dr. D. Bernardino Francos Baldés, del ávito de Santiago, del gremio y claustro de la Universidad de Salamanca, cathedrático de Prima, jubilado en la Facultad de Leyes y escritor de las Ordenes Militares.

Frey Juan de Ovando y Solís. Rúbricado


NOTAS:

[1] Diccionario de Historia Eclesiástica de España .Tomo III. Instituto Enriquez Flórez. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid 1973.

[2] Hijos Ilustres de la Villa de Brozas, pág.96. Segunda Edición. Publicaciones del Ayuntamiento de Las Brozas.

[3] Archivo Parroquial de la Asunción de Arroyo de la Luz. Legajo VII. Documento 4

Oct 012002
 

Francisco Vicente Calle Calle.

Como indica el título de esta ponencia, dos son los elementos fundamentales en torno a los que va a girar: la leyenda de la Serrana de la Vera y un capítulo de la novela titulada Cumbres de Extremadura, escrita por José Herrera Petere[1].

El primero de los elementos citados, la leyenda de la Serrana de la Vera, es bastante conocido. A pesar de ello vamos a presentar un resumen de la misma siguiendo las palabras del historiador jarandillano del siglo XVII Gabriel Azedo de la Berruela, uno de sus primeros estudiosos:

(…) Fue esta determinada serrana natural de Garganta la Olla, lugar bien conocido en la Vera de Plasencia, e hija de muy honrados padres (…). Puso los ojos esta bella serrana en un joven, natural de su mismo lugar, y conociendo sus padres el empeño en que su hija estaba, trataron divertirla por otro camino, proponiéndola un casamiento, al parecer, conforme a su calidad y estado (…). Mas (…) dijo a sus padres que no había de ser otro su esposo sino aquel a quien ella tenía más que rendida su voluntad; y viendo la repugnancia que los padres hacían en darla gusto, (…) determinose y como desesperada se salió de casa de sus padres y se fue como perdida a habitar entre las fieras que esconde la gran fragosidad de aquellas altas y empinadas sierras. (…). Dio esta hermosísima serrana, habitadora de los montes en salirse a los caminos con una flecha al hombro y una honda en la mano, y (…) salteaba a todos los pasajeros y caminantes que encontraba, y si no querían ir de grado y de su voluntad, los llevaba por fuerza a su cueva, y allí les quitaba lo que llevaban. Entreteníalos el tiempo que le parecía, haciéndoles perder el miedo y regalándolos lo mejor que podía con perdices y conejos que cazaba (…). Después de estos y otros muchos entretenimientos que con los pasajeros tenía, hacía que hubiesen sus gustos y deleites con ella; y después, por no ser conocida ni descubierta, les quitaba la vida (…). Esta es, en suma, la historia de la Serrana de la Vera[2]”.

En cuanto al segundo elemento, la novela Cumbres de Extremadura, decir que se trata como señala su subtítulo de una novela de guerrilleros, escrita en 1938 por José Herrera Petere. En ella se cuentan los avatares de Bohemundo, pastor del pueblo de Torviscoso (Cáceres), al que el estallido de la guerra civil va a convertir en jefe de un grupo de guerrilleros que luchará por tierras de Extremadura.

Su autor José Emilio Herrera Aguilera, (Guadalajara 1909-Ginebra 1977) (“Petere” era un apelativo cariñoso con el que le conocía su madre), fue uno de los principales poetas de la Generación del 27, combativo y comprometido. En 1931 publicó sus primeros poemas de tono surrealista. Durante 1933 y 1934 colaboró en la revista Octubre, dirigida por Rafael Alberti.

Antes del comienzo de la guerra civil, ingresó en el Partido Comunista, y en el transcurso de aquélla se alistó como voluntario en el bando republicano. Su participación activa en la contienda le llevó a escribir romances, canciones, obras de teatro, cuentos y novelas cuyo tema fundamental eran los avatares de la guerra, vistos, como en la novela que nos ocupa, desde una perspectiva muy personal. Por Acero de Madrid (1938), narración épica sobre la defensa de Madrid, le concedieron el Premio Nacional de Literatura.

Al terminar la guerra civil emprendió el camino del exilio. Estuvo en el campo de concentración francés de Saint-Cyprien, y desde allí se marchó a París y más tarde a Méjico. Tras su estancia en Méjico, en 1947 se trasladó a Ginebra (Suiza) como funcionario de la OIT, donde siguió escribiendo hasta su muerte en 1977.

Hecha esta introducción, y antes de analizar el capítulo octavo de la primera parte o cumbre de la novela y compararlo con las diferentes versiones del romance de la Serrana de la Vera, queremos señalar que en los capítulos precedentes se ha narrado cómo la sublevación sorprende a Bohemundo en Jarandilla, y cómo tiene que tirarse a la sierra Llana. También se nos cuentan sus primeras escaramuzas con los nacionales y cómo, una mañana caliente de verano, tras dejar a un lado Tornavacas, Jerte y Cabezuela, cayó por encima de Garganta la Olla (p. 40).

El capítulo octavo lleva por título “Allá en Garganta la Olla”. Es imposible no relacionar de inmediato este título con el primer verso de varias de las múltiples versiones que existen del Romance de la Serrana de la Vera:

Allá en Garganta la Olla

En la Vera de Plasencia

(…)

Ante este título, el lector avisado, que va siguiendo la azarosa huída de Bohemundo de Torviscoso por la sierra de Tormantos, debe ya darse cuenta de que hay muchas posibilidades de que el protagonista encuentre problemas en dicho pueblo. Esta sensación viene además avalada por la frase que cierra el capítulo precedente: “Bohemundo acababa de entrar en plena España fascista. Necesitaba andar con cuidado” (p. 42).

Lo que va a ocurrir a partir del momento en que Bohemundo llega a Garganta la Olla puede considerarse como una reescritura del romance de la Serrana de la Vera. Como vamos a ver, se trata de un “exercice de style” interesantísimo en el que José Herrera Petere no sólo muestra su gran conocimiento del mito, sino que además lo transforma sabiamente adaptándolo a las particulares circunstancias históricas y vitales en las que se halla inmerso el protagonista de su novela.

Según los estudiosos del romance, éste se divide en cuatro unidades temáticas:

  1. Retrato de la Serrana: vinculado a su conducta y comportamiento.
  2. Encuentro con un “intruso”: el leñador, el serrano, el pastor, el soldado, que nos vincula al hábitat de la serrana: cueva, montaña agreste…
  3. Engaño de que es objeto por el citado “intruso”, y persecución furiosa.
  4. Enigma final, definido o no, acerca del personaje al ser descubierto[3].

Como acabamos de señalar, José Herrera Petere maneja y adapta a su antojo la estructura original del romance. Así, en lugar de darnos al comienzo del capítulo elretrato de la serrana, lo que hace es darnos el de Bohemundo, a quien podemos calificar como “el serrano”, pues no en vano, acaba de descender de la sierra de Tormantos. He aquí la descripción de su entrada en Garganta la Olla:

Cuando un hombre tiene hambre, los campos parecen hogazas, los ríos vasos de vino blanco vertidos, el aire huele a cochifrito.

En ese estado entró Bohemundo en Garganta la Olla. Tenía hambre. Además su cuerpo era gigantesco; su espalda, corva de puro musculada. Si se estiraba y se subía el pantalón «podía hacer conquistas”. Al hombro traía una zamarra y en sus ojos sus treinta y cinco años de astucia”. (p. 43)

Si comparamos el retrato de Bohemundo con el de la Serrana del romance, podemos ver que ambos personajes comparten varias características como son su gigantismo y su hambre, ya de alimentos, ya de hombres, o de hembras, en el caso de Bohemundo:

Allá en Garganta la Olla,
siete leguas de Plasencia,
habitaba una Serrana
alta, rubia y sandunguera.

Con vara y media de pecho,
cuarta y media de muñeca
con una trenza de pelo
que a los zancajos le llega.

La Serrana es cazadora.
la cintura lleva llena
de perdices y conejos,
de tórtolas y aligüeñas.

Cuando tiene ganas de agua
se baja pa la ribera;
cuando tiene ganas de hombres
se sube a las altas peñas.
 (p. 176)

Al contrario de lo que ocurre en las diferentes versiones del romance, en las que la Serrana se lleva a su cueva al “intruso”, que puede ser un “pastorcillo”, un “soldadito”, un leñador, un “pajecito”, un “serranillo”, un caminante o un caballero, aquí, es el “intruso”, Bohemundo, que es pastor (p. 21; p. 35), quien se introducemotu proprio en el territorio de la Serrana, es decir, en Garganta la Olla.

El lugar donde vive la Serrana también es diametralmente opuesto en el romance y en el capítulo que estamos analizando. Si en el primero se trata de una cueva que se encuentra en lo más espeso del bosque:

No le lleva por caminos
Ni tampoco por veredas,
Lo lleva por altos montes,
Por donde nadie lo vea.
(p. 176)
Tomárame por la mano
para guiarme a su cueva;
no me lleva por caminos,
ni tampoco por veredas,
sino un robledal arriba
espeso como la hierba
(p. 178)

En el segundo, se trata de una posada, lugar público y de acogida, al que se llega por un camino empedrado y que se encuentra enclavado en medio de lo que pudiéramos calificar como un locus amoenus:

Más abajo divisó un pueblo pequeño, rodeado de robledales y cerros color de vino, atravesado por un arroyo de agua de jabón donde lavaban centenares de mujeres; cerca, la ropa tendida parecía nieve: era Garganta la Olla”. (p. 42).

Dejó de lado varios campos de patatas; cruzó callejas empedradas, sobre el agua de jabón.
A la posada se entraba por un corral grande, lleno de perros y de gallinas.
Una mujer sacaba agua de un pozo y peinaba sus cabellos negros con un peine niquelado; otra, echaba de comer a las gallinas, imitando graciosamente su canto”. (p. 43)

El único elemento negativo del lugar parece ser un “retrato del «generalísimo» Franco, en el que aparecía en una actitud que quería ser arrogante (…)” (p. 43), aunque a Bohemundo no le impresiona en absoluto, pues él ve tal actitud como “la de una croqueta enharinada”. (p. 43). Por ello, “Bohemundo entró decididamente en la cocina, atraído por el olor de los guisos, como el río de la vida por el mar de la muerte”. (p. 44).

Aquí se encuentra con una mujer, la hija del posadero, que era viuda, y que comparte con la Serrana del romance algunas características; por ejemplo su sensualidad:

Salteome una serrana
Blanca, rubia, ojimorena.
(p. 161)Sus hermosos ojos negros
Saltean como ella mesma;
Pues si ella quita las vidas,
Ellos matan y dan penas.
(p. 163)
Una mujer de ojos morenos, tal vez demasiado vivos, blanca, de dientes demasiado salientes, cara ovalada, de busto prominente, como dos rocas hermanas, cuerpo abundante como un río crecido, y pantorrillas como dos botellas de champán invertidas.”“La viuda estaba blanca, rubia, ojimorena, y caracoleaba apoyada en la pared”.
(p. 44)

Pero la sensualidad no está reñida, ni en el romance ni en la novela, con ciertos elementos que hacen de la serrana y de la posadera dos mujeres no muy “femeninas”:

Es hombruna y zanquilarga,
membruda y ojimorena,
y se baña desnuda
en los charcos de la sierra.
(p.166)Con vara y media de pecho,
cuarta y media de muñeca,
con una trenza de pelo
que a los zancajos le llega.
(p. 182)
No le pasó por alto el detalle que fumaba y bebía como un carretero”.
(p. 44)

Lo mismo que la Serrana, la hija del posadero ofrece a Bohemundo comida y cama:

De perdices y conejos
sirvióme muy rica cena,
de pan blanco y de buen vino
y de su cara risueña.
Si buena cena me dio
muy mejor cama me diera;
sobre pieles de venado
su mantellina tendiera.

(p. 179)
Aquí tenemos longanizas y huevos. Cama ya la arreglaremos aquí mismo en la cocina”.
(p. 44)

Hasta aquí llegaría la segunda unidad temática del romance, el encuentro con el “intruso” y la presentación del hábitat de la Serrana. Al referirse a este encuentro, Julio Caro Baroja señala en un artículo sobre la Serrana de la Vera que “a todo hombre que encuentra lo seduce, lo lleva a su vivienda y lo sume en un estado grande de erotismo[4]”. Este estado es reflejado con gran maestría por José Herrera Petere. El erotismo aparece por primera vez en la descripción de la viuda, sobre todo cuando explica como son su busto, su cuerpo y sus pantorrillas: “(…) busto prominente, como dos rocas hermanas, cuerpo abundante como un río crecido, y pantorrillas como dos botellas de champán invertidas” (p. 44); también está presente cuando la mujer le ofrece cama y comida, consistente esta última en ¡longanizas y huevos!; las frases “la viuda se abría, se abría como una rosa” y “caracoleaba apoyada en la pared” (p. 44), no dejan lugar a ninguna duda, así como las siguientes descripciones: “La viuda tenía medio desabrochada la blusa, y con sus dedos gordos se quitaba pajas y hierbas que tenía esparcidas por hombros y cuello. Empezó a mascar un trocito de lechuga” (p. 45); “(…) ella estaba medio desnuda, martilleando con los dedos en una sartén y mirando con ojos fijos a Bohemundo. Bohemundo la contemplaba también. ¡Cómo le gustaba en esa postura!” (p. 45). La frase “en la sartén hervía fragorosamente una morcilla, con el ruido de una inmensa catarata” (p. 45), resume magistralmente el ambiente cargado de erotismo que impregna toda la escena.

Al final, y como cabía esperar después del ambiente cargado de erotismo que se había creado en la cocina,

Bohemundo probó fortuna y la obtuvo. Le rodeó el talle y quedó clavado y atado de sus ojos como de dos ventosas. Después de una conversación no muy larga, saltó la cerca.

Las uvas -viudas y, por lo tanto, supongamos que negras- estaban maduras. Saboreándolas le sorprendió el atardecer, el amanecer, el día siguiente (…). Estaba decidido a quedarse allí unos días” (p. 45).

Llegados a este punto del análisis, volvamos un poco hacia atrás. Como ya señalamos, una de las unidades temáticas del romance es el engaño que por parte del intruso sufre la Serrana. En las diferentes versiones se dice que éste era “un tuno” (p. 172), “que no fue torpe” (p. 176), que era “prevenido” (p. 178), o “astuto” (pp. 177, 182). Su astucia le va a servir para escapar, dejando entreabierta la puerta, del antro de la Serrana, que está lleno de huesos y de calaveras de los incautos que le han precedido.

José Herrera Petere también nos pinta al “intruso” Bohemundo como un hombre listo que pretende burlar no sólo a la viuda sino también a su padre, “(…) el tío Damián Luces, un viejo caciquillo de pueblo, jorobado, elegido presidente de la Falange Española y de las J.O.N.S., sector de Garganta la Olla. [Éste] tenía fama de listo y de brujo, pero, a pesar de eso, [Bohemundo] no le tenía miedo. Cuando volviese esperaba ser «más papista que el papa», más «sinvergüenza» y más «pillo», y conseguir un salvoconducto de él mismo y luego hacer todo el daño que pudiese. Un demonio sarcástico y marrullero se había despertado dentro de él” (p. 44).

Sin embargo, los planes no van a salir tal y como Bohemundo había previsto. La llegada inesperada del posadero, que sorprende a la pareja, precipita los acontecimientos y da lugar a que se produzca la segunda parte de la tercera unidad temática: la huída y la persecución. Pero antes de analizarlas en detalle, detengámonos un momento en la descripción del posadero, que aparece a los ojos de Bohemundo como un hombre cargado de tales connotaciones negativas que lo convierten en un ser casi demoníaco, lo que en cierto modo explica el carácter endiablado de la hija:

El posadero se acercó a ellos, tambaleándose (…). Venía seguramente algo bebido, marcando el paso y gritando acompasadamente: -¡Bien, valientes soldaditos! ¡Bien, valientes soldaditos!

Iba vestido con traje gris, anticuado, y gorra negra; era un tipo raro, calvo, con gafas de oro, ojos de mujer, nariz aguileña, pies de macho; en la solapa llevaba la insignia de Falange, y en la mano un periódico fascista de Cáceres.

-¡Arriba España! -gritó con voz quebrada y ojos que parecían dos ratones en celo- ¿Otra tenemos? -preguntó amenazador a su hija, al darse cuenta de la situación-. ¡Está visto que yo no puedo dejarte sola!”(pp. 45-46).

Sorprendida, quizás una vez más, por su padre, “la viuda ojimorena” actúa como la Serrana que “a cuchillo pasaba [a los hombres] porque no la descubrieran” (p. 163). Para ello, “cambi[ando] de repente de actitud y de tono (…) dijo: “Este es Bohemundo de Torviscoso, un rojo que viene huido. Ha tratado de abusar de mí, pero ¡la Virgen de Guadalupe me ha defendido! Ahora no sé cómo echarle de casa sin dar lugar a escándalo”. (p. 46). Una vez más, Herrera Petere trastoca el romance pues no es la Serrana quien es engañada por el “intruso”, sino el intruso mismo, personificado por Bohemundo quien es engañado por la Serrana-posadera al acusarle ante su padre de querer abusar de ella. Pero como dice la voz del narrador “(…) ya se sabe que el hombre más tuno es siempre un pardillo al lado de cualquiera mujer lista”.

Ante el gesto del posadero de meter una mano en el bolsillo, Bohemundo, “rápido como el rayo”, le da un golpe con la sartén y, tras haber empujado a la viuda y arrancado una ristra de morcillas, saltó las tapias del corral y “corrió como un desesperado” (p. 46).

Es en esta parte final donde se produce el mayor grado de identificación entre la viuda y la Serrana, pues no en vano aparece descrita como una mujer que tenía“(…) la más maligna mirada de sus ojos penetrantes” (p. 46) y cuya “(…) voz silbaba entre sus gruesos labios y sus agudos dientes”. (p. 46). “Daba gritos histéricos e infernales”, y sus ojos y sus dientes “relucían como cuchillos” (p. 46). Todo ello nos recuerda claramente a la Serrana de los romances “bramando y gritando como una fiera”, mientras persigue al intruso, al menos un cuarto de legua.

Cuatro son las que pone de por medio Bohemundo entre él y la posadera de Garganta la Olla a la que califica por última vez como «”fumadora, borracha y amiga de hombres”. Traidora, “fina como la serpiente” y lasciva como una perra primaveral», (p. 47) expresiones que, una vez más, acercan la posadera al personaje de la Serrana.

La última relación entre el romance y el capítulo octavo aparece en la frase: “¡Lástima que se le había quedado olvidado el zurrón y la gorra!” (p. 47), en la que se evoca el hecho que el “intruso” al huir deja olvidada la montera o la pierde al ser alcanzado por una de las piedras que le arroja la Serrana (pp. 172, 176, 177, 181, 183, 204, 205, 207). El final de la tercera unidad temática también es trastocado por José Herrera Petere, pues si bien es verdad que Bohemundo en su huída pierde, al igual que el “intruso”, la gorra y el zurrón, en cambio no recibe golpe alguno por parte de la serrana-posadera. Al contrario, es él quien golpea al padre de la misma, además de llevarse consigo una ristra de morcillas, exiguo trofeo que simboliza, sin embargo, el triunfo sobre sus enemigos.

En cuanto a la cuarta y última unida temática, el enigma final de la Serrana, José Herrera Petere no hace ninguna alusión al mismo ya que el capítulo se cierra con la llegada de Bohemundo al Tajo, al que, quizás influido por la experiencia que acaba de vivir, ve como una mujer mala, con su corriente verde y rápida. (p. 47).

A pesar de la ausencia de la cuarta unidad temática, creemos que existe una estrecha relación entre el capítulo octavo de la primera parte de la novela Cumbres de Extremadura y la leyenda-romance de la Serrana de la Vera, tal y como hemos intentado demostrar en este breve análisis.

Esperamos que estas líneas hayan servido no sólo para profundizar un poco más en los estudios que en torno a la figura de la Serrana existen, sino también para dar a conocer la novela Cumbres de Extremadura, así como la figura de su autor, al que, como a tantos otros, la guerra civil truncó una brillante trayectoria vital y literaria en su patria.

Anexos (Textos y bibliografía sobre José Herrera Petere)

Romance de la Serrana de la Vera. (Versión sacada de www.comarcadelavera.com/Refs/R0051.htm)

Allá en Garganta la Olla
por las Sierras de la Vera
se pasea la Serrana bien
calada su montera;
Con la honda en la cintura
y terciada su escopeta.
Se ha encontrado un pastorcillo,
que jugaba a la rayuela,
y le dice… pastorcito
bien remachan tus ovejas.
Remachen o no remachen,
¿qué cuidado la da a ella?…
Pastorcito, pastorcito,
¿sabes tocar la vihuela?…
Sí señora, sí señora,
y el rabel si usted me diera.
Le ha cogido por la mano.
Le lleva para su cueva,
no le lleva por caminos
ni tampoco por veredas.
Le lleva por unos montes
más espesos que la yerba.
Pastorcito, pastorcito,
esta noche rica cena,
de perdices y conejos
la petrina traigo llena.
En lo más alto del monte
se encontraron ya en la cueva;
cuando entraron, la Serrana
le mandó cerrar la puerta;
y el pastor, como era diestro
la ha dejado medio abierta.
Agarrado por la mano
le ha subido la escalera;
le mandó luego hacer lumbre,
y al resplandor de la hoguera
ha visto un montón de huesos,
y un montón de calaveras.
¿Cuyos son aquestos huesos
y estas tantas calaveras?
De hombres que yo he matado
por esos montes y sierras,
como contigo he de hacer
cuando mi voluntad sea.
Pastorcito, pastorcito,
toma y toca esa vihuela…
El pastor no se atrevía…
Y a tocar le obligó ella…
La Serrana se durmió
al compás de la vihuela;
el pastor la vio dormida
y se echó la puerta afuera.
La Serrana despertó…
Aullando como una fiera.
Y saltando como una corza
lo siguió un cuarto de legua.
Pastorcito…, pastorcito…
Que la cayada te dejas.
Mucho palo hay en el monte
para hacer otra más buena.
Pastorcito…, pastorcito…
Que te dejas una oveja.
Aunque cien mil me dejara,
a por ellas no volviera.
Con la honda, la Serrana
tiró al pastor una piedra,
que si no es por una encina
le derriba la cabeza.
Anda, le dice, villano,
que me dejas descubierta;
que mi padre era pastor,
y mi madre fue una yegua.
Que mi padre comía pan,
y mi madre pacía yerba.

Texto del capítulo octavo de la primera parte de Cumbres de Extremadura.

Cuando un hombre tiene hambre, los campos parecen hogazas tostadas, los ríos vasos de vino blanco vertidos, el aire huele a cochifrito.

En ese estado entró Bohemundo en Garganta la Olla. Tenía hambre. Además su cuerpo era gigantesco; su espalda, corva de puro musculada. Si se estiraba y se subía el pantalón podía «hacer conquistas”. Al hombro traía una zamarra y en los ojos sus treinta y cinco años de astucia.

Dejó de lado varios campos de patatas; cruzó callejas empedradas, sobre el agua de jabón.

A la posada se entraba por un corral grande, lleno de perros y de gallinas.

Una mujer sacaba agua de un pozo y peinaba sus cabellos negros con un peine niquelado; otra, echaba de comer a las gallinas, imitando graciosamente su canto. Bohemundo se subió el pantalón, se estiró la blusa, arrugó la nariz y los ojos.

En una pared había un retrato del «generalísimo» Franco, en el que aparecía en actitud que quería ser arrogante y resultaba la de una croqueta enharinada. (p. 43)

Bohemundo entró decididamente en la cocina, atraído por el olor de los guisos, como el río de la vida por el mar de la muerte.

– A vé!* -le contestó una mujer de ojos morenos, tal vez demasiado vivos, blanca, de dientes demasiado salientes, de cara ovalada, de busto prominente, como dos rocas hermanas, cuerpo abundante como un río crecido, y pantorrillas como botellas de champán invertidas-. Conque ¿viene usted enviado por el cura de Baños de Montemayor? Aquí tenemos longanizas y huevos. Cama ya la arreglaremos aquí mismo, en la cocina.

Era una viuda. La hija del posadero, el tío Damián un viejo caciquillo de pueblo, jorobado, elegido presidente de la Falange Española y de las J.O.N.S., sector de Garganta la Olla.

Bohemundo se enteró de que en el pueblo tenía fama de listo y de brujo, pero, a pesar de eso, no le tenía miedo. Cuando volviese esperaba ser «más papista que el papa», más “sinvergüenza» y más «pillo», y conseguir un salvoconducto de él mismo y luego hacer todo el daño que pudiese- Un demonio sarcástico y marrullero se había despertado dentro de él. En cuanto a la viuda se abría, se abría como una rosa, y Bohemundo era de los que sabían distinguir. No se le pasó por alto el detalle de que fumaba y bebía como un carretero.

¡Cucha!** -decía ella-. ¡El hambre que habrá pasao! ¿Quiere más morcilla?

Bohemundo tenía duros y billetes en el bolsillo y se relamía de gusto.

La viuda estaba blanca, rubia, ojimorena, y caracoleaba apoyada en la pared. Apagó un cigarro.

-Hambre sí que me das tú, serrana!

Estaban solos.

Por la puerta entraba un cuadrado de sol y por la ventana (p. 44) se veían los azules y vaporosos montes que encuadran esta comarca. En la sartén hervía fragorosamente una morcilla, con el ruido de una inmensa catarata.

La viuda tenía medio desabrochada la blusa, y con sus dedos gordos se quitaba pajas y hierbas que tenía esparcidas por hombros y cuello. Empezó a mascar un trocito de lechuga. Bohemundo probó fortuna y la obtuvo. Le rodeó el talle y quedó clavado y atado de sus ojos como de dos ventosas. Después de una conversación no muy larga, saltó la cerca.

Las uvas -viudas y, por lo tanto, supongamos que negras- estaban maduras. Saboreándolas, mojadas con aguardiente, le sorprendió el atardecer, el amanecer, el día siguiente y la llegada del posadero, jorobado, brujo y falangista a la vez.

Todo lo esperaba Bohemundo menos lo que sucedió.

-¡La muy zorra…! Pero, ya se sabe que el hombre más tuno es siempre un pardillo al lado de cualquiera mujer lista.

La viuda ojimorena cambió repentinamente de actitud y de tono.

Cuando entró en la cocina su padre, ella estaba medio desnuda, martilleando con los dedos en una sartén y mirando con ojos fijos a Bohemundo.

Bohemundo la contemplaba también. ¡Cómo le gustaba en esa postura! Se había olvidado de la guerra, de que iba huido. Estaba decidido a quedarse allí unos días.

El posadero se acercó a ellos, tambaleándose, después de haber mandado encerrar las mulas en la cuadra.

Venía seguramente algo bebido, marcando el paso y gritando acompasadamente:

-¡Bien, valientes soldaditos! ¡Bien, valientes soldaditos!

Iba vestido con traje gris, anticuado, y gorra negra; era un tipo raro, calvo, con gafas de oro, ojos de mujer, nariz aguileña, labios gordos, orejas puntiagudas, manos de usurero, pies de macho; en la solapa llevaba la insignia (p. 45) de Fa1ange, y en la mano un periódico fascista de Cáceres.

-¡Arriba España! -gritó con voz quebrada y ojos que dos ratones en celo- ¿Otra tenemos? -preguntó amenazador a su hija, al darse cuenta de la situación-. ¡Está visto que yo no puedo dejarte sola!

La viuda ojimorena, cambió de repente de actitud y de tono.

-Padre -dijo con voz que silbaba entre sus gruesos labios y sus agudos dientes, y con la más maligna mirada os penetrantes-, este es Bohemundo de Torviscoso, un rojo que viene huido. Ha tratado de abusar de mí, pero ¡la Virgen de Guadalupe me ha defendido! Ahora no sé cómo echarle de casa sin dar lugar a escándalo.

Bohemundo se puso en pie, atontado. El posadero inició una mueca o sonrisa, y metió la mano en el bolsillo de la chaqueta…

Rápido como el rayo, Bohemundo arrancó la sartén de las manos de la hija, y le dio al posadero con ella en la cabeza, tan fuerte, que lo tiró al suelo sin sentido.

La hija daba histéricos gritos, pero Bohemundo los acalló cantando con voz aún más fuerte una copla verata. Una zafra se derramó por el suelo, y el aceite llegó hasta la chimenea donde se incendió. Toda esa escena coincidió con una pelea de perros que tenía lugar a la puerta de la casa, y a la cual debió Bohemundo en gran parte que los gritos de la viuda no se hubiesen oído.

El sol seguía penetrando con toda libertad por puertas y las ventanas. A lo lejos se veían los montes azulados. Los ojos y los dientes de la viuda relucían como cuchillos.

Bohemundo le dio otro empellón, arrancó una ristra de morcillas que había colgada y, rápido como el aire colado, saltó las tapias del corral. Corrió como un desesperado.

Ya empezaba a congregarse la gente.

Hasta cuatro leguas del pueblo no paró. Todavía le parecía estar oyendo los gritos infernales de la posadera de (p. 46) Garganta la Olla, «fumadora, borracha y amiga de hombres». Traidora, «fina como la serpiente», y lasciva como una perra primaveral. ¡Lástima que se le había quedado olvidado el zurrón y la gorra!

Bohemundo corrió durante toda la noche hasta llegar a las orillas del Tajo.

¡Qué verde y rápida era su corriente! ¡Parecía una mujer mala!

¡Qué lomos de espuma! ¡Qué solapas! El viento acariciaba sus cabellos. (p. 47)

Bibliografía sobre José Herrera Petere.

José Herrera Petere: Artículos publicados en El Nacional de México, ed. de Narciso Alba, Ediciones de la Torre, Madrid, 1996.

Narciso Alba: «Herrera Petere o la nostalgia de España», en Castellanos sin Mancha. Exiliados Castellano-Manchegos tras la Guerra Civil, ed. de Jesús Gálvez Yagüe, Editorial Rayuela, Sigüenza, 2001, pp. 87-93.

Jesús Gálvez Yagüe: José Herrera Petere. Vida, compromiso político y literatura, Librería Rayuela, Sigüenza, 2000.


NOTAS:

[1] José HERRERA PETERE, Cumbres de Extremadura. Novela de guerrilleros, Barcelona, 1986, Anthropos, (Memoria rota. Exilios y heterodoxias, 9). Todas las citas están sacadas de esta edición de la novela. Sobre José Herrera Petere se puede consultar la bibliografía que aparece al final del trabajo.

[2] Gabriel Azedo de la Berruela y Porras, Amenidades, Florestas y Recreos de la Vera Alta y Baja en la Extremadura, Madrid, 1667. Citado por Delfín HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ y Luis MARTÍNEZ TERRÓN, La Serrana de la Vera. Antología y Romancero, Cáceres, 1993, Asociación Cultural “Amigos de la Vera”, (Colección “Ruta Verde, 5), pp. 55-56. Todas las referencias que hagamos a las diferentes versiones del romance de la Serrana estarán sacadas de esta última obra.

[3] Delfín HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ y Luis MARTÍNEZ TERRÓN, Op. cit., pp. 187-188.

[4] Ibid., p. 125.

Oct 012002
 

Diego Blázquez de Yánez.

Dr. en C.C. de la I.I.

(Un poco de historia hasta hace 25 años)

Así escribíamos hace veinticinco años:

  • Esta Institución, siempre estuvo a la cabeza de los intereses de la Región Extremeña.
  • Asociación de larga y brillante historia.
  • Por su iniciativa se fundaron en Badajoz el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza y la Escuela Normal de Maestros.
  • También el Monte de Piedad y Caja de Ahorros cuya Comisión redactó el Reglamento interior que exigía la Dirección general de Administración.
  • Su Biblioteca popular y la Tienda-Asilo.

Todavía hoy, rebeldes y doloridos, ante la única realidad de levantar acta, no ya del cadáver, sino de unas cenizas gloriosas y abandonadas de la que fue la Institución de la REAL SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS en BADAJOZ, recordamos, muy niños entonces, las últimas luces de los que fueron postreros actos culturales en aquella sala, allá por los años del CINCUENTA Y TANTOS, en unas conferencias y proyecciones navideñas en mensajes de arte. El conferenciante, si mal no recuerdo, lo fue el entonces joven y culto, profesor del Seminario, recién llegado de Roma, D. Francisco Caballero García.

También hoy, ayer mismo, en las dos ediciones del Congreso de Escritores Extremeños, este que subscribe, levantaba la voz, primero en Cáceres, y en Badajoz después, por un SOS angustiado y fuerte a favor de la recogida y cuidado del legado cultural, maltrecho y cubierto de polvo en aquellos calabozos negros del costado del viejo Instituto Bárbara de Braganza de Badajoz.

El ORDEN, un periódico badajocense, que se publicó en el siglo pasado que tenía su Redacción en calle Pozo, 46, y la Administración en Aduana, 8 y cuyo Director-Propietario era D. José Díaz Macía, nos cuenta retazos de la vida palpitante del canal intelectual del Badajoz de entonces: nos referimos a la REAL SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAÍS.

Hoy da pena. Y rabia además. En un costado del viejo Instituto Bárbara de Braganza, hay una piedra y esta inscripción: “REAL SOCIEDAD DE AMIGOS DEL PAÍS”. De este costado, en extracción gozosa y dolorida al mismo tiempo por su trabajo difícil, nació el primero de los Instituto s de Enseñanza de la Provincia y único que llegamos a conocer hasta los hombres de nuestra generación y dónde solamente se estudiaba el Bachillerato o convalidábamos –pioneros- los estudios del Seminario por los de Bachiller y hasta se nos convocó por primera vez al célebre examen de Reválida de Estado, con profesores venidos de la universidad Hispalense. Ene este mismo Instituto han estudiado extremeños ilustres, como el gran maestro Rodríguez-Moñino, donde bebió el principio de su tarea investigadora de bibliógrafo hasta la “Palidonia de los Turcos” del extremeño también, Vasco Díaz Tanco.

UN VERGONZOSO DESCUIDO

Hoy, este flanco del Instituto, este costado, está muerto; da –además de pena-, vergüenza. Por esta puerta del Instituto, en su primer rellano, hay otra puerta, a mano derecha, que cierra, a más vergüenza, y escandalosamente, un simple candado. Si se tiene la suerte, y al mismo tiempo el mismo dolor, de abrir esta puerta, vemos que allí yace el rectangular- sepulcro de la REAL SOCIEDAD DE AMIGOS DEL PAIS. Al fondo, un escenario, testigo de escenas gloriosas en su cultura y afanes de otro Badajoz. Hoy, mucho polvo; unos cables viejísimos de la primera instalación eléctrica que se hizo; unas dependencias -despachos angostísimos, (a iluminar, si entras, con una linterna), en donde hay unas viejas también vitrinas, que juntamente, con las del rectangular-teatro, contienen, tal vez, el fondo de los más rico en Bibliografía y Hemeroteca de la Región Extremeña.

Escandalosamente, sus ventanas también las hemos visto abiertas a la calle, por donde entran piedras y polvo y basura y trapos sucios. Nuestros jóvenes y niños no saben, no conocen las cenizas gloriosas que encierra el catafalco, porque así se lo ha legado un vergonzoso descuido.

Y nosotros no podemos defendernos, nunca mejor, “unos por otros la casa por barrer”, por aquello de poner en cuestión a quién toca los cuidados, porque no esté claro a qué institución pertenezca la propiedad. Ya el cronista del EL ORDEN, en su año IV, Nº 141, de fecha 23 de Febrero de 1.891, en la MEMORIA que hace del año anterior de la REAL SOCIEDAD ECONÓMICA, dice así en uno de sus puntos:

“Respecto al local que ocupa la SOCIEDAD, cuya estrechez es bien notoria, así como de la falta de documentos que acrediten siempre y en cualquier época su plena posesión, también se trató algo. Al efecto, se nombró una Comisión encargada de revisar las actas y cuantos antecedentes existieran acerca del expediente que debió incoarse de acuerdo con la Diputación Provincial para la construcción del edificio que hoy ocupan ambas Corporaciones y la Comisión de Monumentos Históricos en lo que fue convento de Santa Catalina, cedido por el Gobierno Civil a la Sociedad Económica para instalarse en él, según se desprende de los libros de actas que existen en el Archivo.

Las gestiones de los Comisionados no dieron resultado alguno por falta de datos y por las interrupciones que se notan en las actas, sobre todo en los períodos revolucionarios, si bien está fuera de duda que, por lo menos, las habitaciones en que están instaladas la Comisión de Monumentos son propiedad de la “SOCIEDAD ECONÓMICA”.

UNA EMPRENDEDORA SOCIEDAD

En la MEMORIA referida anteriormente del año 1.890, que hace el Sr. Secretario, D. Alberto Merino, se recoge la realidad para nuestra ciudad de Badajoz de la Tienda-Asilo, gracias al proyecto y a la tenacidad de la Real Sociedad. Esta misma Sociedad, a través del Gobernador Civil, nombra una ponencia de tres señores socios para redactar soluciones según los intereses de la Región Extremeña respecto a las interesantes controversias suscitadas entonces entre los partidarios delproteccionismo librecambio, que publicaría después el Ministerio de Hacienda en una voluminosa obra titulada Información Arancelaria.

A través de esta Asociación de larga y brillante historia, se fundaron en Badajoz el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza y la Escuela Normal de Maestros, que establecen cátedras gratuitas para la enseñanza de artesanos. Estudia la manera de crear un Monte de Piedad y Caja de Ahorros. Funda un Establecimiento benéfico donde las clases obreras hallen fácil remedio a sus necesidades y tiene una BIBLIOTECA popular donde pueden acudir todos los ciudadanos, cuyo depósito de libros, conservación y fomento se realiza con una subvención de la Diputación Provincial , llegando a ser esta BIBLIOTECA la única que tiene abierta sus puertas al servicio público.

La SOCIEDAD ECONOMICA de Badajoz, que siempre mostró su amor y entusiasmo por la prosperidad de España, no pudo pasar por alto el gigantesco paso dado por la navegación submarina a través del ilustre sabio Isaac Peral, inventor del torpedero eléctrico, y está presente en este momento con su aplauso y felicitaciones.

En el año 1.890, todavía tiene pendiente la realización del Monte de Piedad y Caja de Ahorros hasta que la Comisión encargada formara el Reglamento interior que le exige la Dirección general de Administración Local.

La importancia que tiene, por este año, su BIBLIOTECA, a cuyo cuidado y arreglo la dedica escrupulosa atención el digno bibliotecario D. Mariano Dávila, hizo pensar en la conveniencia de solicitar del Ministerio de Fomento el nombramiento de un individuo del Cuerpo de Archivos que se hiciera cargo de ella. Este pensamiento no llegó a cuajar por el temor de que, incorporándose la BIBLIOTECA a la Dirección general de Instrucción pública, perdiese la Sociedad Económica su legítimo título de propiedad, o cuando menos su autonomía para disponer en todo tiempo lo que estimase conveniente.

La Sociedad tenía establecida en su sala tres cátedras:

  • la de caligrafía, que desempeñaba D. Gustavo Barroso Alvarado;
  • la de taquigrafía, a cargo de D. Manuel Paz Sabugo;
  • la de dibujo aplicado a las artes, que explicaba el ilustre D. Manuel Montesinos. Se daban también conferencias públicas.

Una novísima ley de sufragio Universal concedía por entonces a las Sociedades Económicas la facultad de constituir Colegios especiales para la elección de Diputados a Cortes. Sin embargo, esto no se pudo realizar por la Económica de Badajoz, dados los compromisos personales por una parte, y las candentes pasiones políticas, de otra. (Como siempre, no es de extrañar ente nosotros, extremeños.)

El redactor de la MEMORIA dedica un recuerdo a los que fallecieron en el año 1890, dignísimos compañeros de la Económica, Excmo. Sr. D. Francisco de Paula Pavía, socio correspondiente de Madrid y D. Vicente Sancho Aleixandre, Socio de número.

El mismo número del Semanario EL ORDEN, es prolífero en este nuevo año 1890 de noticias locales. Y dice así:

“La Junta Directiva de la Sociedad Económica, se ha constituido en la forma siguiente:

Presidente: D. Rafael González Orduña
Vicepresidente: D. Luis Sánchez Rivera
Secretario: D. Alberto Merino
Vicecensor: D. Pedro Navarrete
Tesorero: D. Santiago González Corbalán
Contador: D. Antonio Sierra
Bibliotecario: D. Marino Dávila Figueroa”.

En la tarde de primero de año, tomó posesión de sus cargos la Junta Directiva de la Sociedad Económica. El Presidente D. Rafael González Orduña, pronunció un elocuentísimo discurso, trazando en líneas generales la conducta que pensaba seguir en el desempeño de su cargo. También hicieron uso de la palabra el Sr. Trujillo y los Sres. Merino, Ordóñez y Rodríguez.

El nombramiento de la Junta Directiva, hemos de anotar que se hacía para un bienio, se cuidaba, pudorosamente, entonces, de hacer objetivo las líneas del programa.

HOY, cuando, cierto profesor del Instituto me contaba que había pedido la posibilidad de que se le ofreciese la llave, para catalogar, siquiera, las obras allí existentes con alumnos de literatura, y se le negaba esta posibilidad, yo me pregunto, si un BIENIO más de abandono de la riqueza BIBLIOGRÁFICA y de HEMEROTECA, que existe en AMIGOS DEL PAIS, ¿no dará al traste con toda su riqueza, que es patrimonio de los EXTREMEÑOS?

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