Manuel Rubio Andrada , Manuel Ignacio Rubio Muñoz y Francisco Javier Rubio Muñoz.
1. JUSTIFICACIÓN
Acometemos el estudio de este poblado debido principalmente a una triple motivación: una es la necesidad de puntualizar inexactitudes de datos que algún estudioso ha presentado del mismo relativo a su localización, otra es su cambio de denominación y la tercera es subsanar el error sobre la existencia de sus defensas.
En las obras aludidas generalmente se pretende presentar la totalidad de los asentamientos de la pasada Edad del Bronce en Extremadura o en un gran área de ésta, en ellas la descripción de algunos poblados da la impresión de hacerse con demasiada rapidez y desde la improvisación causada por la lejanía..
De forma secundaria nos movieron sus defensas: sobre ellas exponemos su descripción, actual conservación y los problemas de identificación que presenta. Acostumbrados a observar las de otros poblados con una homogeneidad técnica en toda su construcción nos sorprenden las de este Castillejo I que parece hacer un alarde de estructuras con numerosas variaciones constructivas adaptadas por una parte a las irregularidades concretas del espacio que toca y por otra, el hábitat que en ese mismo lugar desea lograr hacia el interior.
2. ANTECEDENTES
La denominación del Castillejo seguido del número romano I intenta distinguir a nuestro poblado del homónimo de la época del Hierro que se sitúa varios km al norte, casi todo él en término de Zarza de Montánchez pero a caballo entre los términos de Santa Ana y Robledillo de Trujillo, en el pico denominado Cabeza del Perro en el mapa 1:25000.
No son muchos los estudios que se han ocupado del poblado del Castillejo I de Robledillo y los que lo han hecho le han dedicado unas líneas que en el mejor de los casos no llega a una página.
En 1977 se publica el primer estudio dedicado al Bronce Final en Extremadura (Almagro, 1977), en él no se reseña este enclave.
Marcial Calzado Palacios, en su trabajo perteneciente a la década de los 70 del pasado siglo, dedicó al poblado del Castillejo de Robledillo 34 líneas, a nuestro juicio bastante acertadas; de ellas, nueve las emplea en la localización, descripción del medio y posible acceso. Las veinticinco restantes las dedica a la descripción directa del castro; de estas, trece se emplean en describir las defensas; nueve en enumerar, describir y catalogar las cerámicas y las cinco restantes en la clasificación del pulimento y depósito de los materiales. Completa el trabajo con 11 acertados dibujos de las cerámicas y un objeto pulimentado (Calzado, 1970-1980).
José Antonio Redondo en su tesis doctoral “Regio Turgaliensis” le dedica dos páginas, enclavándolo como castro de montaña perteneciente al Bronce Final; poco aporta a lo ya descrito en el trabajo anterior (Redondo, 1987).
Ignacio Pavón Soldevilla, en su libro de 1998 sobre la Edad del Bronce en las cuencas medias de los ríos Tajo y Guadiana en Extremadura (Pavón 1998), se acerca a él con una denominación nueva que induce a error: en vez de Castillejos pasa a llamarse Los Alijares.
Por supuesto que equivocó también la localización; anotó 39º 15´ 8´´ N y 5º 59´ 2´´ W con una cota de 786 m que, con ligero error de altura y longitud –parte de 59´ a la derecha y hay que partir de 58´ a la izquierda, serían 58´ 58´´- corresponde a la situación del pico más alto de la sierra -Alijares-.
No es allí donde está el poblado, por esa razón no observó sus bien conservados recintos -ver pág 64-; a pesar de ello presenta unos dibujos de cerámicas carenadas bruñidas como si procedieran de los Alijares, figura 63-1 del citado libro. También ofrece en la 63-2 el dibujo de un objeto de bronce como procedente del Castillejo de Robledillo.
Aunque no inmediato, el pico Alijares está a unos 2 km hacia el SW del Castillejo I. No denominado en los mapas topográficos con este nombre si lo está la calleja que conduce a la derecha del mismo o en el collado; daremos su localización seguidamente.
La citada alusión del Sr. Pavón nos indica un poblado sin apenas recinto defensivo criticando en este aspecto al Sr, Calzado (un acercamiento y semblanza de éste puede obtenerse en (Rivero de la Higuera, 1974). Pavón aporta otra “novedad”, reconoce en él una fase Calcolítica previa a la del Bronce Final, por haber encontrado un fragmento campaniforme, cuestión que no apoya con datos documentales –dibujos, fotos etc.-. Nos resulta muy dudosa esta nueva afirmación en medio de las demás inexactitudes. También nosotros observamos un fragmento campaniforme en una pequeña colección de cerámicas que existía en el Colegio Público de Robledillo y del que hicimos un inventario en 1995 que dejamos mecanografiado en dicha Institución. Posteriormente hubo comentarios que ponía en duda la procedencia de los fragmentos como exclusivos del Castillejo por lo que desechamos en este trabajo la existencia de los mismos por dudosa.
No cabe dudas que D. Ignacio Pavón, por otra parte excelente y entusiasta estudioso del tema, equivocó la ascensión y marcho al pico de Alijares en vez del Castillejo (Pavón, 1998); después tomó como referentes unos perfiles generales de cerámicas adecuados a los ya publicados que desde luego no hemos observado en Alijares y si en el Castillejo I.
Con respecto al fragmento campaniforme mencionado diremos que entre los poblados situado en una cota tan alta,.detectados en esta zona, no son frecuentes los restos de finales del Calcolítico. El poblado del Risco de Sierra de Fuentes –cota 650 m- (Enriquez, 2001), parece ser que ofrecía algún resto de este periodo aunque los dibujos que ofrece de los materiales alusivos a la fase final Calcolítica -Fig 75, 76- son por lo menos dudosos de su pertenencia a esa cronología.
Sin duda repite fallo de nomenclatura y localización en su colaboración en Extremadura Protohistórica: Paleoambiente, Economía y Poblamiento (Rodríguez, 1998).
Finalmente, siguiendo el error antes mencionado, ofrecen un corto y somero estudio como poblado del Bronce Final, al estudiar el desarrollo de la cultura pretartésica en Extremadura (Rodríguez 2001).
Ruego disculpen estas puntualizaciones que juzgo necesarias si se quiere proseguir adecuadamente el proceso investigador; son fallos naturales, de cierta importancia, que involuntariamente todos cometemos.
3. LOCALIZACIÓN
Este punto está representado en la hoja número 730, denominada Montánchez del mapa topográfico 1/50.000, 1ª edición de 1948; sus coordenadas geográficas son: latitud norte 39º 15´ 05´´ y longitud oeste 2º 17´50´´ (meridiano de Madrid). En el meridiano de Greenwich la longitud es 5º 58´ 40´´ oeste, la latitud es la misma; la altitud es de 766 m. Término municipal de Robledillo de Trujillo.
El poblado, como hemos dicho, no se realizó en el pico más alto de la sierra, denominado Alijares, con una cota de 786 m, sino en otro denominado del Castillejo situado inferiormente en la correspondiente de 772 m (Lám I); a unos 275 m de desnivel con el llano donde se asienta la población de Robledilo que lo hace hacia el norte ya bien pasada la humbría; hacia el sur la solana ofrece un desnivel aproximado de 365 m, casi 100 m más. Hacia el este, pasado el pico Astorgano, la sierra de Sta Cruz muestra el de S. Cristóbal con 844 m; hacia el oeste Cancho Blanco llega a 955 m y Montánchez los pasa con sus 988 m.
Para acceder a este lugar debemos dejar el vehículo en la cercana población de Robledillo de Trujillo; situados en la parte sur del mismo, tomaremos la calleja que, en dirección de la sierra, marcha a la fuente Gironda. Pronto, a unos 10 minutos, la calleja se bifurca en dos ramales que se dirigen hacia los dos collados más próximos, el del este sigue ascendiendo y el del oeste lo hace con más horizontalidad, a unos 50 m de sus inicios hay una inconfundible roca central. Ya en el collado de la derecha, si encontramos una vereda que sortea el jaral, tendremos más fácil el acceso al poblado -que allí nos cae en el cerro del este-.
Lámina I.- El pico sobre el que se asienta el poblado del Castillejo de Robledillo de Trujillo.
Aunque en la actualidad la maleza cubre el caminos por algunas partes se mantiene el rastro de una vereda en los tramos de calleja más invadidos. La ascensión al collado no debe superar la hora de camino. Más adelante los dos confluyen ya en la solana y muy próximos a la citada fuente.
4. GENERALIDADES
El terreno sobre el que se asienta es granítico y debido a su situación en altura ofrece condiciones meteorológicas que posibilitan más vegetación que en la penillanura cercana, determinando una capa vegetal que dura generalmente hasta algo adentrada la primavera; el escaso aprovechamiento del pastizal, intermitente entre los ripios, ha proporcionado, con el paso del tiempo, un mantillo de tierra fértil que pudo motivar un intenso pastoreo.
Posteriormente para lograr terreno agrícola fue necesario construir interminables metros de innumerables bancales, ellos crearon espacios horizontales de tierra fértil, en bien delimitados minifundios donde aún perviven numerosos plantones de vides y olivos. Ellos son los testigos de pasados decenios de mayor economía agroganadera y por ello de población campesina más numerosa.
Debió reservarse determinados espacios para la plantación y obtención de cereal o leguminosas pues no son demasiado extrañas las construcciones de piedras, horizontales, a nivel del suelo y de tendencia circular; logradas con bloques de granito, que, aunque irregulares, ofrecen su cara plana para completar la superficie perfectamente ensamblados. En ellas se esparcían las denominadas parvas para la obtención del grano.
Toda la parte media y superior de la sierra está completamente abandonada A pesar de lo boscoso que en la actualidad se presenta el terreno la fauna no es ni abundante ni diversificada. La caza menor ha desaparecido; a veces se observan hoyadas, no muy extensas ni profundas, del jabalí.
5. LAS DEFENSAS
5.1.Generalidades.
El granito predomina en la superficie del pico sobre la que se construyó el poblado, presenta formas muy irregulares y no ofrece facilidades para la edificación ni siquiera de elementales de chozas. Hacia el sur hay un considerable desnivel; una acentuada inclinación caracteriza los lados oeste y norte que facilitaría el deslizamiento desde la parte superior; en el este el desnivel es algo más suave.
Figura 1.- Croquis del poblado del Castillejo I, Robledillo de Trujillo (Cáceres)
Toda la superficie que pudo ocupar el poblado se divide claramente en tres partes (Fig 1).
Con plena certeza se observan las fortificaciones de las dos superficies superiores, las cuales se hallan bien limitadas por sus cuatro lados con un potente recinto de piedra -granito- realizado en ligero zigzag aunque éste es más marcado en unas partes que en otras.
En conjunto las superficies tienden a presentar formas de trapecios rectangulares semejantes con su lado inclinado curvo, marcadamente convexo -el del oeste-.
Las medidas de sus ejes están muy próximas, aunque pueden variar las del eje E-W dependiendo del lugar exacto que se tome, en cualquier caso deben estar cercanas a las que ahora damos: tanto el eje N-S como el E-O tienen 55 – 60 m; así pues, las dos superficies superiores que es donde hay evidencias claras de doblamiento, no llegan juntas, a la hectárea, si se tiene en cuenta la parte edificable de la superficie que encierran quedaría en algo menos de la mitad.
El espacio inferior, el más exterior, tiene una delimitación muy inconclusa; solamente se observa la fortificación en el oeste; unos metros en la parte norte; el lado este está invadido por construcción en bancales y la maleza se extiende tanto por este lado como por el sur donde no hemos observado resto alguno del recinto bajo.
La irregularidad de los granitos se acentúa en la parte sur del pico donde llega a formar cortadas continuas de 6 a 8 metros de desnivel; a veces se encuentran encajadas en la parte superior grandes bloques del mismo material que completan las defensas. En las partes norte y este de ambos recinto, superior y medio, las cortadas formadas naturalmente por las rocas son ocasionales e intermitentes y los muros las van buscando procurando mantener el mismo nivel en su trazado. En el oeste el desnivel adquirió más violencia; allí, hacia el norte, pendiente abajo, con mucha valentía, se levantó, un muro en talud exterior. Generalmente se asienta sobre un caótico pedregal formado por grandes bloques fracturados y al menos en parte, deslizados desde lo alto.
No nos ha llegado una visión clara de sus esquinas; se realizaron al menos en los ángulos NE de los recintos superior y medio. En el superior su escasa altura muestra sin mucha rotundidad una construcción redondeada, sin esquinar, en su interior se acumularon piedras en un ancho bastante superior al habitualmente empleado. El correspondiente ángulo del recinto medio es uno de los escasos lugares que está más arruinado y no permite observar con claridad su técnica constructiva; por lo conservado aparenta una forma de corto redondeo con una amplia zona interior de piedras de relleno, como ocurre en la correspondiente del recinto superior.
5.2. Recinto superior: el lado norte.
En el pico, desde el oeste, las rocas, aunque poco salientes, se extienden por la parte central y sur de la superficie superior y decrecen levemente hacia el lado este; allí, en sus comienzos por el lado sur, pierden bruscamente el nivel y descienden en corte acusado.
La cresta del cerro presenta generalmente las rocas graníticas algo alargadas en disposición E-O; en su parte central, tiene de largo 78 m en dirección E-W y 18 – 20 m en el eje N- S. Se debió hallar bastante desprovista de tierra lo que hacía muy difícil el asentamiento. Por lo general este recinto superior acota una superficie que supera un desnivel de 10 o 12 m, como mínimo, sobre el nivel del recinto medio; la pendiente es muy acusada en el norte y lo es aún más en el oeste y en el sur; el lado este cae con más suavidad. En la ladera del norte actualmente crecen los rebollos –robles- con gran densidad dificultando la observación directa del suelo.
El recinto superior del lado norte lo forma un muro de 60 m de longitud que, además de la función defensiva contribuía a solucionar el problema de las irregularidades del terreno ya que permitía lograr la horizontalidad del espacio superior a él, mediante el relleno de tierra u otros materiales; en realidad se construyó un bancal. Su trazado se hizo a la vez ligeramente convexo y sinuoso.
Se hizo en talud exterior, su altura externa varía, oscila entre 1 y los 2 m; al interior presenta un desnivel también variable aunque mucho menor, puede llegar a alcanzar los 0,30 m. Igualmente cambiante es su grosor, en la esquina NE alcanza 1,70 m, el resto es menor, entre 0,50 y 1 m.
Su trazado puede dividirse en dos partes: la primera sale desde el muro oeste, unos 20 m hacia el norte del lado sur, está muy destruida en sus comienzos y por lo general en su construcción se emplearon piedras muy manejables para una persona.
La técnica constructiva de su estructura interna presenta a veces doble hilada de piedras, al interior y exterior, con relleno entre ellas de otras menores; en otras ocasiones el muro carece de hilada interna y únicamente presenta la externa y el relleno. Comparado con la mayoría de los muros actuales su aspecto general es falto de uniformidad en el trazado y su acabado externo sería descuidado.
En la parte exterior de este recinto, la que mira al norte, se observan bastantes caras alargadas y planas de las rocas, lo que lleva a una selección previa de los materiales que lo componen; descuidadas en su conjunto demuestra que no hubo intención de uniformar el muro por su parte exterior que es una característica de los muros relativamente actuales.
A unos 20 m del lado oeste, se halla una forma de corta y pequeña torreta adosada al exterior, de trazado circular hacia el NE y recto en la cara oeste; su ancho medio es por término medio de 1,50 m en el eje E-W y de 1,30 en el N-S; se realizó amontonando piedras irregulares excepto en la parte superior que son bastante planas; su altura actual es de 1 m sobre las rocas que la sirven de sustento y es inferior al recinto por aquí en 0,80 m.
Entre el relleno de este primer tramo del muro superior, a unos 4 m hacia el este de la “torreta”, se observan dos fragmentos de sendos molinos naviformes depositados como relleno en la parte superior del muro: uno mide 25 cm de largo, 20 cm de ancho y 7 cm de alto; el otro fragmento es semejante, de medidas algo menores y no son coincidentes.
La segunda parte de este recinto superior comienza pasada la mitad hacia el este, a partir de una gran lancha plana colocada en la parte superior del recinto, su tamaño es considerable e inconfundible por su limpieza y color claro. Allí el muro dobla ligeramente hacia el NE y cae de nivel con cierta suavidad; su técnica en el alzado es de una alineación bastante elemental, es más bajo y estrecho, la caras más descuidadas y la piedra aquí empleada es algo mayor, manejables para un par de adultos. No soporta aterrazamiento interior.
Llegado a su extremo este, el recinto dobla un par de metros más hacia el sur; la esquina resultante, aunque redondeada, ofrece buen acabado a base de piedras alargadas, no excesivamente grandes, colocadas a tizón, rematan externamente el ancho relleno interior ya mencionado (1,70 m); su altura actual sobre las rocas es de 0,60 m.
El muro este continúa hacia el sur y pasadas unas rocas de no mucha altura, hay unos metros de un murete muy bajo, elemental y sin particularidades destacables que completa el cerramiento superior por el este hasta unirse al lado sur.
Por el norte este recinto superior y en el sur los escarpes, lograron encerrar en su interior a distinta altura, dos superficies A y C. Estos y parte del recinto sur, que describiremos seguidamente, lograron otra, la B. En ellas tuvieron donde poder asentarse con relativa facilidad un corto número de viviendas y sobre todo vigilar; era imprescindible observar continuamente las lejanas llanuras por todos lados.
La superficie A es alargada y la más superior. Hacia la parte norte la limita el muro del recinto superior y hacia el sur lo hacen los riscos que se elevan suavemente para luego caer con más rotundidad; el flanco este lo ocupan unos salientes rocosos y el oeste lo limitan los grandes volúmenes de granito que forman la muralla. El espacio reseñado mide de largo 23 m en el eje E-O y de ancho útil tiene 8 m en el N-S; cerca de su parte central y al nivel del suelo, tiene una roca horizontal, de contorno irregular, de unos 3 m de larga por 1 m de ancha que contrasta con la disposición aguzada de las rocas de las de su entorno inmediato.
La superficie B se situó hacia el sur; se comunica en la terminación SE de la superficie A; aquí hay un ligerísimo paso que nos lleva a otro plano amesetado situado aproximadamente en un nivel inferior de 1 m con respecto al A. Orientada a solana, está limitada por el recinto sur. Éste nuevo espacio es bastante rectangular, mide 4 m de ancho, en sentido N-S y 13,5 m en el E-O; situado a solana, se encuentra “colgado” entre las rocas y resguardado de los fríos vientos del norte por la ligera elevación de los escarpes; hacia el sur, más allá del muro, se extiende un corto abismo de 5 – 6 m de desnivel aunque sin formar escarpe. Fue adelantada imprescindible y necesaria para la observación del valle medio del río Guadiana, hacia Medellín y todavía más al sur, hasta el Peñón del Pez en Zarza Capilla (Badajoz) ya en las inmediaciones del río Zujar recién entrado en tierras pacenses procedente de Andalucia.
Hacia el este de la superficie A, pasado un terreno rocoso de no mucha altura, se encuentra la superficie C. La acota por el norte y este la segunda parte del recinto superior; los escarpes rocosos lo hacen por el sur, formando ya buena cortada. Se consiguió un espacio de 10,40 m para el eje E-O y unos 8 m para el N-S, situado unos 4-6 m más bajo que el espacio A. Aunque de tendencia horizontal, es más irregular que las superficies A y B con bastante espacio de rocas algo más elevadas, principalmente hacia el sur. Como se puede deducir de las medidas, ofrece escasa superficie útil para el asentamiento.
Como hemos insinuado, se llega a ella desde arriba, tras un estrecho paso que ofrecen por el norte el recinto y las rocas centrales.
5.3. Recinto único: el lado sur.
El lado sur sigue la alineación natural de las rocas durante 77 m. Su extremo oeste, el más alto, lo forman grandes y bellos volúmenes irregulares de granito, agrupados caóticamente, las diferentes líneas curvas que lo forman se disponen en semicortadas al sur; hacia el centro de todas ellas, una destaca por su predominio de líneas rectas y su posición cercana a la horizontal.
La parte central lo ocupan volúmenes algo menores igualmente caóticos en su deslizamiento desde lo alto y menos potente en la ruptura de sus formas, era la parte más asequible desde el sur. Sobre ella se extiende, en varios segmentos, el muro que limita la mencionada superficie superior B.
En el extremo este de este lado, las rocas se presentan en cortada con un notable desnivel al exterior.
La mencionada parte central presenta un nivel decadente hacia el oeste y su altura es un tanto irregular. Aunque éste y otros tramos parecen ser rectos, en realidad se construyeron en suave zigzag buscando las rocas más salientes.
La extensión no es mucho mayor que el eje E-W de la superficie que acota -13,50 m-; su altura externa máxima es de 2 m y por el interior 0,70 m y alcanza una anchura máxima de 1,40 m en los primeros metros del trazado por el nordeste, después disminuye bastante.
Lámina II.- El cambio de estructura en los inicios del muro sur por el este.
Sus comienzos por la parte este presentan una estructura con doble hilera, interna y externa, formadas por piedras de gran tamaño, manejables al menos para cuatro personas; otras menores, posiblemente colocadas por una persona fuerte, completan el volumen interior. Pasados 3-4 m de este trazado, la estructura del muro cambia para ser algo más estrecho y elemental (Lám II), se realizó por simple colocación de unos bloques irregulares, también de considerable tamaño, encajados sobre otros, sin que haya otras menores que sirvieran de cuña; la terminación oeste de esta parte del muro se presenta más baja, descuidada y formada por rocas algo menores. La presentación de ambas caras en todo este recinto es descuidada.
Como ocurría en el recinto superior del lado norte, además de la función defensiva de estos muros, erguidos sobre el escarpe de las rocas, tenían otra función importante: lograr la construcción de un espacio amesetado interior, ahora en solana –la superficie B ya tratada-; para ello aportaron al interior tierra y algo de cerámica ya amortizada. Así, aunque inacabada hacia el SW, se logró una corta superficie, ciertamente templada en invierno y tórrida en los días de calor estival, en ella se debió distribuir parte del asentamiento.
5. 4. Recinto medio: lado este.
El lado este es el que ofrece la pendiente más suave y la que permite un acceso menos accidentado al interior del poblado; por el momento también la vegetación es más permisiva y por él accede una empinada callejuela procedente del pueblo, hoy completamente sumergida en la masa vegetal desde bastante más abajo.
Comenzamos la descripción del recinto medio del lado este por su unión con el tramo sur y terminamos en el mismo recinto medio por el lado norte. Su trazado se acerca bastante a la recta pero en realidad, como hemos apuntado, sigue una línea ligeramente oscilante siendo algo cóncava en su conjunto. En ambas caras las superficies se presentan descuidadas ya que no se seleccionaron los planos.
Tiene una longitud de 34 m y su trazado se muestra ligeramente sinuoso. Comienza en unas rocas ensamblando con una hilera de fuertes peñascos, ellos continúan el buen desnivel al exterior que las rocas marcan desde la esquina que forma con el lado sur. Pasados estos, hay 11,60 m de muro antes de llegar a una puerta con un ensanche que oscila entre 2 m y 2,25 m después, como en el lado sur, disminuye su grosor a medida que avanza y nos acercamos al vano; su altura máxima por el exterior es de 2,10 m y 0,90 en las proximidades de la puerta, algo menor es la altura interna, sobre 1,60 m. No se cubrió de tierra el espacio del interior del poblado.
Lámina III.- Estructura interna del muro en la parte este del recinto.
Es posible estudiar totalmente la estructura interior de este tramo de las defensas. Como hemos dicho sus primeros tramos arrancan de las rocas hacia el sur; comenzaron amontonando grandes peñascos formando un muro elemental de una hilada, algunas rocas que lo componen aparentan ser trasladadas por no menos de seis u ocho hombres, otras menores lo serían por dos o tres.
Pasados esos cortos comienzos el muro se descompone en dos hiladas, una exterior y otra interior, –al contrario que en el recinto del sur-; lo forman piedras irregulares, algo menores y de tendencia alargada, se completó el volumen entre ellas con piedras desordenadas, más pequeñas, de mediano tamaño –manejables con facilidad para un individuo-. Por el exterior y en ocasiones aparecen grandes rocas embutidas o colocadas superiormente, manejables para 4 0 5 personas (Lám III).
A partir de esos 11,60 m del muro descrito, llegamos a una puerta de 0,60 m de ancha, algo más amplia hacia el interior de la parte sur donde alcanza 1,50 m de altura, hacia el norte solamente llega a 1 m; aquí se encuentra limitada por una lasca bastante plana en posición vertical. El muro continúa hacia el norte de manera elemental y es mucho más estrecho y bajo; mide de largo 2 m, de altura máxima 1m y 0,70 m de ancho.
5.5. Recinto medio: lado norte.
Lámina IV.- La esquina redondeada del nordeste del recinto medio con la zahúrda.
La esquina N.E. tiene en total una longitud de 10,60 metros de largo, llegaba a alcanzar 3 – 4 m de altura y más de 2 m de ancho; se emplearon rocas manejables para un hombre de considerable fortaleza (Lám IV).
Llegamos a su inicio con una zona de paramento actualmente muy alterado; primeramente es la construcción de una pequeña cochinera individual; ésta mantiene dos estancias adosadas, cada una de poco más de un metro de longitud, una de ellas cubierta por aproximación de hiladas.
Después el recinto dobla hacia el norte salvando la esquina con técnica semejante a la empleada en el NE del recinto superior, es decir de forma redondeando con series de piedras alargadas colocadas a tizón; gran parte del recinto está arruinado hacia el exterior, en sus bajos yacen amontonadas caóticamente las piedras que, debieron rodar desde la parte superior.
Aún se ven elevados, en la parte media de la altura del muro, dos leves arcos, ligeramente convexos, que se extienden hasta llegar a las cercanías de un grueso canchal hacia la parte oeste. En el interior de este tramo, actualmente tan caótico, hay un relleno de piedras considerablemente ancho – próximo a los 2 m-, cuestión que también ocurría en la correspondiente esquina del recinto superior. Superadas las mencionadas rocas que marcan el comienzo del lado norte, el recinto continúa prácticamente intacto.
Se extiende durante 39 m hasta alcanzar el lado oeste; aquí, se decidió realizar un vano y disponer de una segunda puerta.
Su trazado procura seguir la misma curva de nivel. aunque de manera poco marcada es zigzagueante y la cara exterior poco cuidada; igual que en el recinto superior se buscaron los salientes rocosos para dar mayor fortaleza al trazado, economizar materiales, esfuerzos y evitar los derrumbes debidos a los deslizamientos que proporciona la fuerte pendiente. Su ancho oscila entre un máximo de 2,80 m y los 2,20 m. La altura máxima exterior actual se sitúa por lo general en 1,60 m y al interior oscila entre 0,40 y 0,50 m.
Comenzaron empleando grandes bloques, manejables para 5 o 6 personas, algo menores son las piedras que rellenan el volumen interior. Pocos metros después el tamaño de las rocas empleadas en ambas hiladas y en el volumen interior disminuye empleándose un tamaño mediano, manejables para una o dos personas fuertes, aún menores y más irregulares son las que completan el interior donde no presentan disposición especial, simplemente se amontonaron.
La superficie del terreno del exterior inmediato al muro se encuentra invadida por piedras de tamaño semejante, sin estructurar, producto de los derrumbes de la parte superior del muro.
Lámina V.– La estructura del muro norte del recinto se construyó con dos hiladas de piedras bastante planas rellenas de otras menores y más irregulares.
Este muro presenta una estructura basada en la colocación a tizón en doble hilada, interna y externa, de piedras de granito de variable tamaño, generalmente bastantes planos y alargados (Lám V).
Pasado el recorrido hacia el oeste, se llega a la mencionada puerta que, aunque algo mayor, presenta características parecidas a la primera: piedra plana vertical como remate del muro norte; dobla ligeramente de forma cóncava al interior; el ancho del vano es de 1 m y el alto en el muro del lado norte llega a ser de 1,20 m siendo menor el que da al muro de poniente.
5.6. El lado oeste.
El lado oeste es más abrupto que el norte y todo él aparece cubierto por pedriza de granito aparentemente rodada desde lo alto, a veces los bloques son de gran tamaño, aunque menores que las descritas en la parte sur de la cima. La vegetación es también densa y algunos robles alcanzan ya proporciones arbustivas, si bien cortas. Entre la numerosa vegetación predomina el jaral y nos puede sorprender en primavera una rica y variación floración.
El recinto por el oeste comienza su trazado en la cima, en el extremo de esta parte del lado sur del recinto; en total tiene 132,40 m de longitud.
Puede dividirse en dos partes: la primera presenta una longitud de 69,5 m hasta alcanzar la puerta NW del recinto medio; por lo general tiene un ancho de 1,30 m; el talud exterior que está sobre los 2,20 a 3 m de altura, al interior se elevó por término medio unos 0,50 m. No se seleccionaron las caras planas al exterior por lo que externamente se muestra muy irregular y aparentemente descuidado.
Su trazado se lanza pendiente abajo, hacia el norte; de forma claramente sinuosa corta perpendicularmente las curvas de nivel que aquí están muy próximas.
En los 21,40 metros primeros mantiene un trazado bastante recto pero en los 48,10 m restantes se curva visiblemente hacia el este de forma convexa hasta alcanzar la citada puerta del NW. La segunda parte del recinto continúa bajando la ladera más allá de la puerta en el mismo sentido.
Lámina VI.- Las grandes piedras que forman la parte superior del muro oeste.
En cuanto a la técnica constructiva empleada diremos que, partiendo desde arriba, los primeros 28 m se realizaron con grandes bloques de granito de forma irregular aunque con predominio de las formas alargadas, movibles por no menos de seis u ocho personas; se elevaron encajándose entre ellos y así construyeron el alzado del muro para salvar la gran pendiente de manera inamovible hasta nuestros días (Lám VI).
En los 5 m siguientes disminuyó algo la inclinación y también el tamaño de las rocas aunque no la forma elemental de agrupamiento para formar el muro.
Continúan 27,5 m de terreno algo más horizontal; en él el recinto esta formado superiormente por piedras algo más pequeñas, movibles para una o dos personas fuertes pero en la parte baja de la cara exterior se observan piedras mayores y de tendencia más plana; si se observa esta parte desde fuera del poblado se observa que el empleo de piedras menores solo afectó a la parte superior del muro -por lo general el metro de arriba. El recinto llega a alcanzar en esos puntos un ancho de algo más 2 m.
Por lo que nos ha llegado este tramo de piedras menores se dispuso con elementalidad y no parece presentar disposiciones especiales en su estructura interior.
También en él son evidentes superiormente varios amontonamientos por corto vaciado interior. Al final de estos metros, hacia el norte, hay un pequeño recinto algo menor que un metro, cubierto por aproximación de hiladas, parece pertenecer a otra cochinera embutida pero inacabada ya que no observamos ni puerta, ni recinto adosado descubierto.
Los 9 m siguientes, antes de llegar a la puerta NW, presentan grandes piedras en disposición elemental semejante a las empleadas en la parte más alta aunque aquí su altura es escasa por estar sobre unos riscos que marcan un buen desnivel exterior. La superficie del interior del poblado en esta zona es bastante horizontal aunque en el exterior mantiene el desnivel, ello indica que, al menos en parte fue lograda por el hombre.
Lámina VII.- El muro oeste desciende más allá del recinto medio.
La segunda parte del muro oeste deja la mencionada puerta del segundo recinto y continúa descendiendo con la misma rapidez y suave convexidad hacia el este (Lám VII).
Los primeros 25 m se construyeron con la técnica simple de amontonar grandes piedras si bien son algo menores que las empleadas en la parte más alta; aunque irregulares se buscaron las de tendencia plana, manejables para 3 – 4 personas. Su altura al exterior también es menor que la parte superior, sobre 1,20 m y posee al interior unos 0,50 m de desnivel; el ancho, por lo general ronda el metro.
Al llegar cerca de una roca interior, con un pequeño escarpe hacia el norte, el terreno es más horizontal, al menos al interior y sobre él se continuó otro tramo de 15 m ensanchando el muro y utilizando piedras de menor tamaño; por lo general no varían ni la altura interior ni la exterior.
Es evidente el cambio que sufre la estructura constructiva en esta parte mas llana –como en la parte superior recién descrita-; en ella el muro se realizó a base de dos hiladas paralelas formadas con piedras de buen tamaño aunque manejables para una persona, e irregulares aunque de tendencia plana en las caras superior e inferior; estas dos hileras se levantaron acompañadas de un relleno interior de ripios más pequeños, sin colocación especial.
Lámina VIII.- Estructura interna de la zona baja y ancha de la segunda parte del muro oeste.
Es notable por su ancho, sobre 1,70 m, aunque tiene un alzado exterior semejante sobre 1,15 m y sigue aproximadamente igual en el interior, 0,50 m. Exteriormente solo es visible el cambio de tamaño en los materiales en la parte superior del muro. (Lám VIII).
Los 3 m finales, los más bajos de este recorrido, están ocupados por un estrecho y endeble murete que después dobla completando la semicircunferencia hasta alcanzar, ya en el extremo de su vuelta, un bolo de granito; pasado éste continúa hacia el este; todo él parece un lindero y de construcción relativamente reciente por su simpleza, rectitud, altura y estrechez etc.
5.7. El tercer recinto
Un tercer recinto continuaría desde este extremo inferior del recinto oeste hacia el este; sería el lado exterior norte. El único tramo encontrado de este posible tercer recinto exterior se localiza a unos 50 m de la terminación del muro reseñado en el noroeste.
El terreno en esta parte de la sierra ha perdido gran parte de su desnivel y lógicamente ofrece un terreno con algo más de tierra que debió posibilitar su explotación con algún tipo de agricultura, ganadería etc.; testigo de ello es la excelente construcción de una era que se conserva intacta, para realizar la “parva” Es una edificación horizontal circular, a ras del suelo, realizada con grandes lascas de granito, completamente planas y perfectamente ensambladas; sobre ellas se obtenía el grano de diferentes frutos sobre todo cereales, leguminosas etc. y que no están ausentes en el resto de esta parte de la sierra, aunque desde luego menos logradas; su uso último es relativamente reciente; ignoramos el comienzo de su uso y llama la atención además de la perfecta construcción su ubicación tan alta. A partir de esta construcción hay un tramo del recinto y más allá, hacia el norte los robles, más esparcidos, alcanzan ya su porte normal
Como hemos mencionado, de este tercer recinto se localizan 15 m, se localizan inmediatamente bajo la edificación de la era. Su trazado aunque tiende a la rectitud es igualmente sinuoso. No se seleccionó la cara externa y muestra por ello descuido y elementalidad. El ancho de lo conservado tiene un máximo de 1,30 m y la altura máxima al exterior de 1,70 m siendo de unos 0,30 m en el interior.
Presenta una estructura formada por una hilada exterior de piedras de gran tamaño, movibles para tres o cuatro hombres y a veces puntualmente, mayores; fueron colocadas a tizón. Hacia el interior se rellenó con otras piedras medianas, manejables para una persona fuerte; no se observa hilada al interior.
Esto es lo hallado de lo que sería el tramo norte del inconcluso tercer recinto, hoy por hoy irreconocible en toda su extensión si es que llegó a construirse algo más que la pequeña parte reseñada.
Más allá, continuando la misma dirección hacia el este y durante unos 20 a 25 metros, hay un muro elemental, estrecho y bajo, de apariencia reciente; compuesto por una serie de piedras levantadas cuidadosamente; llega hasta la calleja mencionada, que, subiendo con rectitud desde el pueblo, accedía directamente a la puerta este del poblado.
5.8. LOS BANCALES DEL INTERIOR
En la ladera de la parte norte del interior del poblado, entre los recintos superior y medio, se construyeron unos muros muy próximos que queremos reseñar. Estos muros forman bancales y se localizan en la parte baja interior, próximos a la puerta abierta en el recinto medio para dar acceso al poblado por el noroeste; los que hemos denominados bancal A, B, C y D.
El bancal A, el más potente, mide de largo 12 – 13 m y se extiende en dirección este-oeste doblando levemente, de forma convexa, en sus comienzos por la parte oeste. Se realizó con trazado marcadamente sinuoso empleando grandes piedras de variado tamaño, las mayores movidas por tres o cuatro hombres; sus caras exteriores están sin seleccionar por lo que su aspecto externo es algo tosco. Su altura al exterior es de 2,20 m y al interior de 0,40 m; el ancho llega a los 3,6 m.
Su estructura es de doble hilada con piedras de relleno interior algo menores. Cubre la puerta perfectamente a unos metros desde el interior.
El bancal B tiene menor tamaño unos 10 m, también se curvó en disposición semejante hacia el noroeste quedando cercano por esta parte al bancal A. Tiene una altura exterior que llega a alcanzar los 2,70 m y al interior mantiene con cierta regularidad los 0,50 m; su ancho oscila entre un máximo de 2,40 m y un mínimo de 1 m; las caras exteriores presentan cierta selección observándose cierta disposición a la rectitud en el plano. La estructura interna es a base de doble hilada en ambas caras y un relleno de piedras menores sin expresa colocación en el interior. Las piedras empleadas en este bancal son algo menores que las empleadas en la construcción del bancal A.
Los bancales C y D son muros diferentes, más simples por su estrechez y altura, construidos con piedras más pequeñas y situados más al interior ya donde el inicio de la fuerte pendiente se muestra más rotunda. Se dispusieron tendentes a formar líneas paralelas con el recinto medio del norte y por ello también sigue la dirección del recinto superior; en parte ese es también el sentido del trazado del bancal A si bien dobla hacia el sur al acercarse al oeste.
Ninguno de estos cuatro bancales mantiene en su base exterior materiales rodado desde lo alto diferenciándose en esta particularidad del resto de los muros que componen los diversos recintos defensivos.
5.9. LOS BANCALES EXTERIORES
Hacia el este, algo más allá del recinto medio que envuelve el poblado, se desprende y continúa, entre la tupida masa vegetal, un muro elemental de deslinde que pronto corta un gran bancal para continuar su descenso hasta perderse entre la vegetación y los interminables bancales invadidos de zarzas.
Entre este muro de deslinde y la calleja que asciende directamente del poblado, se extienden una propiedad que, desde muy arriba, ofrece interminables bancales hoy abandonados; su potencia es variable aunque por lo general los muros que los forman son cortos, bajos y estrechos estando realizados con cierta rectitud al exterior y con una somera selección de las caras planas de los granitos empleados.
Uno de ellos, llama la atención por su potencia ya que puede competir con los reseñados en la parte superior del poblado. Tiene una longitud de unos 25 – 30 m, un grosor variable de 1,25 a 0,90 m, su altura exterior es de 2,50 m, al interior no pasa de 0,30 metros por término medio. Su esquina norte esta ocupada por otras piedras mayores, de caras bastante rectangulares y cuidadosamente acuñadas con otras menores; en todo él hay sobresalen tres o cuatro grandes granitos manejables por 3 o 4 hombres.
Todos los bancales exteriores carecen de piedras rodadas des la parte superior lo que apunta una utilización relativamente reciente.
Su estructura interna responde por lo general, a la construcción de una sola hilera al exterior formada por piedras, más bien planas y manejables fácilmente para un hombre; el resto se rellenó con piedras pequeñas careciendo de hilada en la parte interior.
6. LAS CERÁMICAS
Podemos hacer tres conjuntos con las cerámicas que se observan en el Castillejo I de Robledillo.
Figura 2.- Perfiles de cazuelas o cuencos bruñidos y carenados propias del Bronce Final del poblado del Castillejo I de Robledillo de Trujillo.
El primer grupo lo forman una serie de fragmentos de recipientes de cerámica fina, relativamente pequeños, perfectamente acabados y en los que no se observan marcas de haberse utilizado el torno. Pertenecen a un tipo de “vasos” de elementos similares en forma de cuenco o cazuela, según los autores. Fueron realizadas generalmente con pastas muy decantadas, finas y oscuras, con pequeños desgrasantes; la mayoría de sus caras presenta un fondo castaño y fueron cubiertas con un engobe gris muy oscuro o, en menor número, castaño; las superficies se presentan bien alisadas y brillantes –bruñido-.
Como hemos dicho encajan perfectamente en los denominados cuencos o cazuelas carenadas bruñidas, sin decoración de retículas, propias del Bronce Final. De los fragmentos observados hemos seleccionado doce (Fig 2).
Figura 3.- Perfil de una cazuela o cuenco bruñido y carenado sin decoración.
Los recipientes que estudiamos, solían tener una altura –entre 10 y 15 cm- y diámetro –entre 15 y 25 cm- tenían tres partes o elementos bien señaladas: el asiento que era casi siempre simple, liso y relativamente poco significativo; el galbo o pared que era de tendencia hemiesférica y la parte superior o borde, donde presentaba una figura cercana al lado de un tronco de cilindro aunque de paredes curvas; ocupaba 2,5 a 3 cm de alto y su lado se solía acercar a la forma almendrada en la cara interna; en general, se puede decir que doblaba al interior a buscar la verticalidad pero quedando ligeramente exvasado. Terminan todas el labio de forma redondeada (Fig 3).
La unión de las dos partes superior -cuello o borde- y media -galbo- se realizaba mediante una marcada angulación -carena- que hemos situado por lo general en 135º. Cada recipiente o grupo de recipientes destaca en este punto su personalidad que servía para romper la uniformidad de los demás componentes sirviendo a los especialistas para determinar, con bastante precisión, el área de procedencia, cronología etc..
Indudablemente la unión de la carena y el galbo era la parte más vulnerable del recipiente ya que por ella se muestran las fracturas y debió constituir un problema para los alfareros de la época. A través de la observación de los fragmentos se observa como en ocasiones recurren a un refuerzo interior, otras es un “soldado” evidente en algunas partes etc.
Este tipo de recipientes estuvo de moda durante al menos un par de centurias, al menos en el SW de la Península Ibérica durante el Bronce Final y nos ayuda a situar cronológicamente el yacimiento, sin pocas dudas, inmediatamente antes de la llegada de los fenicios en el s. IX a. de C. entre otros puede consultarse (Ruiz, 1993). Aunque es una cerámica fina, propia de cierto nivel económico, no es de las más valiosas cuyo novel social estaba marcado por las decoradas con retícula bruñida o las pintadas tipo Carambolo, de momento ausentes en Castillejos I.
Al segundo grupo de fragmentos pertenecían a recipientes de uso común, de factura manual, gruesas paredes, fuertes desgrasantes, de aspecto tosco dedicadas a almacenaje general y de líquidos -recordamos que la fuente más cercana está a 30 minutos de camino hacia el SW-W- son las denominadas cerámicas a cepillo o escobilladas de las que Castillejo I tiene una importante reserva y son igualmente características del Bronce final.
Este tipo de acabado no es uniforme en Castillejo I; se observan fragmentos cuyas superficies ofrecen huellas dactilares en toda su superficie esparcidas de forma caprichosa, otras presentan gruesos escobillados sin aparente orden en su distribución, otras tienden a realizar gruesos reticulares de tendencia rectangular, otras presentan escasos relieves etc.; la mayor parte pertenecen a recipientes de volumen considerable (Lám XI).
El tercer grupo de cerámicas es más bien escaso, está formado por recipientes de mediano tamaño, con pastas castañas, oscuras, sin decorar, con pocos y pequeños desgrasantes; su terminación por lo general bien alisada pero sin bruñir cuyo grueso de paredes oscila entre los 4 y los 14 mm, sus terminaciones superiores son sencillas y acaban de forma adelgazada y redondeada … estos recipientes debieron tener múltiples finalidades.
Los dos primeros grupos de cerámicas: los cuencos carenados, bruñidos sin decoración reticular y las cerámicas escobilladas suelen aparecer juntas en los poblados, en estratos iguales o muy próximos, como ya hemos apuntado pertenecientes al Bronce Final.
7. RELACIONES
Dada la excelente conservación de los muros que limitan el poblamiento superior del Castillejo I de Robledillo de Trujillo, además de su innegable posibilidad de relación con los restos de cerámica que posee, se hace necesario verificar, aún con mayor certeza, su pertenencia a las etapas finales de la Edad del Bronce estableciendo si es posible unas relación directa con la técnica constructiva de los muros defensivos de aquella época en poblaciones cercanas y algo más distantes.
Intentaremos repasar las técnicas constructivas que presentan los poblados relativamente cercanos, confirmados de esa época, con o sin excavación, y que no han sufrido ocupación posterior ni otro tipo de alteraciones. Desechamos pues por el momento los asentamientos de Logrosán, Medellín y el posible de Sta Cruz de la Sierra. Procuraremos la observación directa de los recintos situados en es escasa pero cierta, selección de poblamientos donde hay noticias impresas relativas a esa época.
En materia de excavación, quizás los trabajos más conocidos sean los ya mencionados realizados por Pavón Soldevilla en la solana y la umbría, en mitad de la falda del cerro del castillo de Alange, Alange (Badajoz) (Pavón, 1994, 1998 A y B),
Figura 4.- Muro formado por doble hilada con ripios interiores y cara exterior descuidada.
En sus diversas actuaciones solamente encontraron una estructura de cierta entidad en el corte 5 de la solana. Según se deduce de su lectura, no muy clara, esta estructura fue comprobada en otros cortes linderos. Los materiales más destacables del nivel que “envolvían” este muro eran generalmente cerámicas bruñidas, semejantes a las que presenta Castillejos I. El muro es descrito técnicamente formado por dos hiladas paralelas dispuestas con cierto orden; entre ambas había un relleno de piedras colocadas caóticamente. Nada dice del tamaño, disposición plana de las caras etc. La descripción claramente apunta la forma de nuestra figura 4 realizada especialmente en los tramos este y norte del recinto medio de los Castillejos I.
Lámina IX.- Los muros del silo del poblado de Alange (Badajoz) situado en la solana.
En visita reciente a la solana del castillo de Alange tuvimos ocasión de contemplar la excavación realizada por Pavón en el 1987 y 1993, ya casi perdida su ubicación. Veníamos desde la presa al pueblo y a unos 50 m de la antigua excavación, situada a la izquierda e inmediata del camino peatonal, observamos en la parte opuesta una nueva excavación puesta en valor turístico no hace muchos años. Se trata, según las leyendas que rezan en el monumento, de una parte importante de un importante silo, descubierto por excavación en 2006, adscrito a un periodo largo de tiempo -desde mediados del segundo milenio hasta comienzos del primero antes de Cristo- es decir durante el Bronce Inicial-Medio hasta el Bronce Final.
La ordenación de alguno de sus muros presenta una doble alineación; otros únicamente una al exterior; en ambos sus caras exteriores son planas y están perfectamente colocadas lo que denota una previa selección de las mismas y su tamaño, por lo general, es manejable para una persona normal; al interior de esta hilada se observan otras con una ordenación menos estricta. El material empleado es la cuarcita, roca abundante en el entorno, Se empleó con mortero de pizarra pulverizada o finamente granulada según se puede observar y se explica en el panel.
La selección exterior de las superficies planas nos llamó la atención; la disposición técnica del muro es especialmente visible en el lado norte del recinto superior del Castillejo I de Robledillo aunque aquí con menos cuidado en la colocación plana de las caras ya que se trata de granito.
Posteriormente nos trasladamos primero a los poblados del Risco de Sierra de Fuentes y después al de la Navilla en el término de Montánchez, cerca del río Aljucén. Los dos cuentan con una bibliografía adecuada aunque mayor el primero, que sitúa al menos una de sus fases en el Bronce Final, coetáneos a Castillejos I. Los recintos de estos dos poblados se encuentran bien conservados; en toda su extensión se realizaron mediante una alineación de amontonamientos de piedras, movibles por lo general para una persona adulta bien preparada; con ellas se lograba un desnivel de unos 2 m o quizás más; el espacio interior se subía hasta alcanzar la horizontalidad que marcaba la altura del muro mediante un relleno de tierra y piedras. No hay modalidad de este tipo de construcción en el Castillejo I de Robledillo. Así pues la diferencias en las técnicas constructivas de estos dos poblados, de época semejante, con Castillejos I son evidentes.
Hay que resaltar en todos ellos la distribución del recinto, con visión a todos los puntos para dominar el entorno o al menos la mayor parte del mismo. También es menor su tamaño.
8. Conclusiones
Comenzamos situándonos en la duda sobre la existencia de una prematura fase Calcólítica del poblado del Castillejo I basada en un fragmento campaniforme de dudosa procedencia. Añadimos, ya con total seguridad, que el poblado de Castillejos I data de la Edad del Bronce, al menos en su fase final.
Como todos los poblados de esa época en nuestra zona, coinciden en ser levantados en lugares preeminentes, con observación y defensas a los cuatro puntos cardinales; esto nos lleva a aceptar que en un periodo concreto de tiempo, más o menos largo, estos asentamientos, así logrados, son lugares necesarios para la supervivencia, al menos para el grupo social que lo habita. Nos traducen una intranquilidad social generalizada atenuada, al menos en algunos periodos, por un difícil equilibrio bélico.
Así mismo, añadimos que las técnicas constructivas observadas en el corte 5 de la excavación y en el silo, ambas en el poblado de la solana de Alange y en el Castillejo I de Robledillo, presentan perfecciones técnicas, excepcionales por el momento dentro de las construcciones de este periodo de btiempo en esta zona extremeña.
Denotan a nuestro entender un trabajo de especialistas que no estaba al alcance de otros poblados como la Navilla o el Risco y que, a pesar de su pequeñez, estaba disponible para los habitantes de Castillejos I, cuestión difícil de explicar.
Para aclarar esta cuestión nos propusimos dos teorías. La una era que en Castillejos I se dispusiera de importantes riquezas mineras -plata procedente del cercano río Tamuja- para poder costearse semejantes obras, (se me mostró, en la pasada década, una pepita de plata que encontró un alumno del Colegio Público de Robledillo; posteriormente no hubo medio de que nos dejara fotografiarla alegando que la había perdido). Esta cuestión la tenemos algo apartada por no corresponderse con las cerámicas de gran prestigio –cerámicas decoradas con retícula bruñida, pintadas etc.- que debería ser propia de ese grupo social enriquecido con el comercio de metales.
La otra teoría es más compleja, se trata de admitir que, aún dentro de un panorama en el que parece que por lo general primaba la independencia, en algunas zonas determinadas, algunos poblados mantenían, en ciertos aspectos, una fuerte dependencia con respecto a otros mayores –en nuestro caso visible al menos en lo constructivo.
Posiblemente los poblados situados en el valle medio del río Guadiana, Medellín, Alange, como más cercanos, ejercerían su influencia, como pequeños Estados, con un amplio territorio de influencia o dominación en el que otros menores estaban supeditados a ellos al menos en determinadas cuestiones. Por su pequeña extensión y la técnica constructiva de sus murallas situamos entre estos poblados dependientes a Castillejos I de Robledillo.
Naturalmente no estamos en condiciones de señalar que características políticas tendrían estos pequeños poblados.
De todo lo expuesto se deduce la complejidad de la sociedad en nuestra Comunidad en la Edad del Bronce, al menos en sus fases finales. Parecen convivir esos pequeños “Estados Imperiales” con poblados independientes en los que la especialización técnica era mucho menor.
También existen escasos y pequeños restos semejantes de cerámica bruñida decorados con retícula –de gran prestigio- en lugares apartados de las Villuercas, generalmente covachas con presencia de pequeños filones metalíferos en el entorno. Denotan la presencia más bien corta de individuos, posiblemente en la en busca de determinados minerales metálicos, cuestión muy propia de la época estudiada.
En ese mundo de violencia que se palpa en las grandes defensas, gozarían de alguna manera de cierta protección a cambio de su dependencia.
El cercano Medellín podía ser un importante eslabón de una larga cadena comercial que empezaba en nuestras campiñas y serranías acababa en la lejana Fenicia.
Estos mismos propectores posiblemente serían ganaderos que con relativa seguridad simultaneaban ambas actividades. Ellos además nos dejaron sus grabados lineales, muchos de ellos con la presencia de cazoletas, reminiscencia de su pasado en el Calcolítico final, a veces con el añadido violento e inconfundible del perfil de armas de bronce –alabardas, puñales etc.- presentes en los inigualables grabados de algunos ortostatos del dolmen de La Barca (Rubio, 2002). También fueron ocasionales pintores que, en la mayoría de los casos, intentaron plasmar unos conceptos con trazos lineales, hoy por hoy incomprensibles.
Esperemos ir completando este bosquejo con nuevos datos que nos vayan aclarando la hasta hace pocos años denominada nuestra época oscura de la Prehistoria reciente.
BIBLIOGRAFÍA
Calzado Palacios, Marcial (1970-1980): Resultado de la prospección de veinte yacimientos arqueológicos. Trabajo mecanografiado. U.Ex.
Enríquez Navascues, Juan-Javier; Rodríguez Diaz, Alonso y Pavón Soldevilla, Ignacio (2001): El Risco; Excavación de urgencia en Sierra de Fuentes, (Cáceres) -1991-1993-. Memorias de Arqueología Extremeña 4. Junta de Extremadura
Pavón Soldevilla, Ignacio (1998): El transito del II al I milenio a. c. en las cuencas medias de los ríos Tajo y Guadiana: La Edad del Bronce, págs 64, 273 y 291. U. de Ex. 1998.
Pavón Soldevilla, Ignacio (1994): Aproximación al estudio de la Edad del Bronce en la cuenca media del Guadiana: La solana del castillo de Alange (1987). Institución Cultural El Brocense. Diputación Provincial de Cáceres.
(1998 A): El cerro del castillo de Alange (Badajoz). Intervenciones arqueológicas (1003). Memorias de Arqueología Extremeña 1. Consejería de Cultura y Patrimonio. Jaraíz de la Vera (Cáceres).
(1998 B): El transito del II al I milenio a. c. en las cuencas medias de los ríos Tajo y Guadiana: La Edad del Bronce. Universidad de Extremadura. Servicio de Publicaciones. Cáceres,
Redondo Rodríguez, José Antonio (1987): Regio Turgaliensis. Memoria de Doctorado. Universidad de Extremadura. Inédita.
Rivero de la Higuera, Mª Cleofé (1974): Algunas Cerámicas Decoradas del “Castro Plaza del Tercio” (Torrecilla de la Tiesa, Cáceres). Zephirus XXV. Universidad de Salamanca.
Rodríguez Díaz, Alonso (1998): Protohistorica: Paleoambiente, Economía y Poblamiento. Cáceres 1998. (Coord,) pag 107.
Rodríguez Díaz, Alonso y Enríquez Navascués, Juan Javier (2001): Extremadura Tartésica (2001): Bella Terra Arqueológica, (Barcelona).
Ruiz Matas, Diego (1993) Actas del Congreso Conmemorativo del V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular. Tartessos 25 años después. Jerez de la Frontera 1968 – 1993, pág 265 y ss.
Rubio Andrada Manuel y Pastor González, Vicente (2002): Monumento funerario megalítico de La Barca, Valdecaballero (Badajoz).