Antonio Manuel Barragán-Lancharro y Moisés Domínguez Núñez.
1. INTRODUCCIÓN: LA LLEGADA DEL GENERAL FRANCO A CÁCERES EL 26 DE AGOSTO DE 1936
Tras el fracaso del golpe de Estado de una parte del Ejército en julio de 1936 se inició la Guerra Civil Española, la cual asoló el país casi tres años. Así, en la presente investigación se van a tratar varios asuntos relacionados con este acontecimiento. El primero es analizar el establecimiento del Cuartel General de Franco en la ciudad de Cáceres en los meses de agosto y septiembre de 1936. Meses decisivos, sobre todo septiembre, pues se decantó por su candidatura como mando único que sustituyera a la Junta de Defensa Nacional. Ésta, en la práctica, era inoperante al existir tres mandos militares autónomos: El General Emilio Mola dirigía el Ejército del Norte, el General Gonzalo Queipo de Llano el Ejército del Sur, y el General Francisco Franco las Fuerzas Expedicionarias de Marruecos. Sin embargo, la segunda cuestión es poner de manifiesto unas imágenes de Franco y de su cuartel extraídas de una película filmada por René Brut, enviado especial de la casa Pathé Journal, la cual elaboraba noticiarios cinematográficos1. Las más antiguas imágenes del General Franco en Extre- madura que refuerzan la tesis que pone en tela de juicio, por no decir que la destruye por completo, la afirmación de que René Brut no tuvo libertad ni autorización para filmar en la “Zona Nacional”2, ya que tuvo la oportunidad tomar imágenes del propio General Franco y de su cuartel de Estado Mayor en Cáceres.
En la unión de las zonas alzadas del norte y del sur, como hecho circunstancial de la marcha de la Columna Madrid, Cáceres iba a tener un papel muy interesante en la retaguardia. En esta capital habían triunfado los planes golpis- tas e inmediatamente pasó a ser “zona alzada”. Tenía asimismo buena comunicación por carreteras (era una encrucijada de caminos: Carretera de Salamanca, de Badajoz-Portugal, de Sevilla, etc.) y también por ferrocarril. Además, la ciudad poseía unas condiciones militares sugestivas en tanto en cuanto disponía de un aeródromo militar, instalado en 1927 en la carretera general, a las afueras de la ciudad, junto al actual recinto ferial. Desde el éxito del Alzamiento en Cáceres, este aeródromo adquirió gran actividad militar, instalándose en su recinto depósitos o polvorines para el almacenamiento de las bombas que se utilizarían en acción de guerra3.
Además, el aeródromo de Cáceres fue utilizado como base de aparatos alemanes e italianos. Un piloto italiano llamado Vicenzo Patriarca, capturado por los republicanos, declaró que su destino era Cáceres, pero que se había desviado4. A principios de septiembre, el día 9 en concreto, el piloto Joaquín García Morato se trasladó a Cáceres junto al resto de una escuadrilla formada por aviones italianos Fiat. Aquélla estaba compuesta por las patrullas de García Morato y por las de los oficiales italianos Dequal y Mantelli5. Esta escuadrilla obtuvo numerosos éxitos, ya que apoyaba el avance de la Columna Madrid, entrando en combate con los aviones “gubernamentales”, derribando bastantes aparatos. Se tiene constancia de que un ametrallador de un avión Junker 52, José Larios Fernández, se acercó en ese mes de septiembre al palacio de los Golfines para visitar a su amigo López-Montenegro y se encontró casualmente con el General Franco6. Por la importancia del aeródromo de Cáceres no es de extrañar que fuese objetivo militar del Gobierno de Madrid y fue bombardeado, según sus fuentes7, el 29 de octubre de 1936. Por esta razón se construyeron refugios antiaéreos, auténticos bunkers soterrados que aún se conservan8.
En el contexto del avance de la Columna Madrid por tierras de Toledo, a las seis de la tarde del día 26 de agosto de 1936, llegó a Cáceres -en una avioneta procedente de Sevilla- el General Francisco Franco Bahamonde. La estancia no iba a ser ni puntual ni breve, sino que iba a establecer el Cuartel de su Estado Mayor en la ciudad para seguir el avance de las tropas a Madrid. Precisamente en ese 26 de agosto la Junta de Defensa Nacional le designó “General en Jefe de las fuerzas militares de Marruecos y del Ejército expedicionario”9. Es más una Orden del mismo día declaraba que “la provincia de Cáceres dependerá a efec- tos militares del excelentísimo Sr. General en Jefe de las fuerzas militares de Marruecos y del Ejército expedicionario”10. Un día antes, un oficial de Estado Mayor se entrevistó con el prócer cacereño Gonzalo López-Montenegro y Carvajal. Aquél traía una misión muy concreta: Era el de trasmitirle la pretensión del General Franco de utilizar su casa, el palacio de los Golfines de Arriba – situado en ciudad monumental, concretamente en la Cuesta de Aldana-, como Cuartel de su Estado Mayor. Sin duda, alguna, la fisionomía de la ciudad cam- bió por completo (a fecha de 4 de septiembre de 1936), tal como lo puso de manifiesto el corresponsal del Diario de Noticias portugués:
“Cáceres, hoy tiene un ambiente curioso. Desde que el General Franco instaló aquí su cuartel general, la fisonomía de la ciudad cambió por completo. Por diez personas que pasean por las calles de Cáceres, nueve son, sin sombra de duda, uniformadas. Todos luchan por una nueva España, todos quieren participar en esa Cruzada de la Reconquista. En la plaza principal, dominada por la mole del Ayuntamiento, en cuyas ventanas ondean, con una brisa suave, las banderas españolas y portuguesas, la animación excede todo lo que se pue- da pensar. Sobre los arcos, un “jazz” martillea música todo el santo día. De vez en cuando, toca una marcha patriótica -especialmente el himno de la Fa- lange- inmediatamente en la esquina se aglomeran centenas de personas que acompañan la música. Al final, los vivas a España se suceden. Hay entusiasmo y calor en estos saludos a la Patria. Después pasado un momento el “jazz” se mezcla con un “fox” y todos vuelven a sus conversaciones. Así vive Cáceres estos días de lucha. Cáceres es una ciudad feliz. No hubo lucha entre el ejército y los marxistas por la conquista de la ciudad. El 19 de julio la guarnición se rebeló y tomó el poder civil. No encontrando resistencia, los aviones nacionalistas no la visitaron y así Cáceres paso incólume estas horas de tragedia, que tantos recuerdos dolorosos dejaron en Mérida y Badajoz, sus vecinas de paredes blancas. La vida de la ciudad se resiente de esta circunstancia. No hay paredes picadas por las balas ni episodios tristes. Cáceres ve y asiste, interesa- da al desfile de los soldados”11.
2. EL ESTABLECIMIENTO DEL CUARTEL DEL ESTADO MAYOR DEL GENERAL FRANCO EN EL PALACIO DE LOS GOLFINES DE ARRIBA DE CÁCERES
Ciertamente no está aclarado el por qué se había fijado en la Casa de Gonzalo López-Montenegro, en pleno barrio de San Mateo. Hay que tener en cuenta un detalle ocurrido -en la década de 1960- y del que fue testigo el maestro nacional Antonio Ramos Rubio en la casa de la finca “Las Golondrinas”. Al pasar Gonzalo López-Montenegro ante un portarretrato con una fotografía de Alfonso XIII (dedicada así: “A mi Gentilhombre de Cámara, Gonzalo López- Montenegro y Carvajal”, inclinó su cabeza y exclamó “Yo cedí mi casa a Franco por tú me lo mandaste”12. Gonzalo López-Montenegro no se negó ante tal petición, y cedió su morada para tal utilidad. Reciente, el biógrafo de López Montenegro ha señalado que la cesión “era evidentemente obligada” por “la responsabilidad y el peligro que el generoso gesto suponía para la casa y la familia que allí vivía”13. Es un argumento débil y de poca consistencia, especialmente cuando en la propia casa han estado siempre visibles algunas de las fotografías de la manifestación del 6 de septiembre de 1936. Además, el General Franco plasmó la siguiente dedicatoria en una fotografía del Estado Mayor en el patio del palacio: “A Gonzalo L. Montenegro como recuerdo de su amable hospitalidad a nuestro Cuartel General”14. Esta fotografía y su histórica nota han estado siempre visibles en un portarretrato en los salones principales de la casa, así como la bandera roja y gualda que se instaló en el balcón principal del pala- cio cuando fue Cuartel General, que aún se conserva en un lugar privilegiado.Además, López Montenegro puso a disposición del General Franco su vehículo, marca Buick.
Es de suponer que la elección del palacio de los Golfines de Arriba fue debido a que era propiedad de López-Montenegro, destacado monárquico que había sido Presidente de la Diputación de Cáceres y uno de los responsables de la Unión Patriótica de la ciudad durante la Dictadura de Primo de Rivera. Es más, uno de los integrantes del Estado Mayor que llegó en esa tarde de agosto de 1936 habla así de la hospitalidad del anfitrión: “Aseguradas las comunicaciones de Sevilla con Melilla, Cáceres Salamanca, Valladolid y Burgos, Franco decidió trasladarse con su pequeño Estado Mayor a la capital extremeña, a don- de llegamos el 26 de agosto; nos instalamos en el palacio de los Golfines de Arriba y allí fuimos recibidos con toda amabilidad por su propietario, don Gonzalo López Montenegro”15.
Durante la estancia de Franco en Sevilla, éste había requisado para establ cer su cuartel de Estado Mayor en el palacio de Yanduri. Esta circunstancia irritó al General Queipo de Llano, que estimaba como suficientes los edificios militares16. Al trasladarse a Cáceres, el General Franco salió del feudo del omnipresente Queipo de Llano. Como en cualquier otro centro de operaciones militares, fueron habilitados rápidamente todos los artilugios de comunicación telefónica (once teléfonos y tres estaciones de radio)17. En el amplio palacio de los Golfines de Arriba se instaló el General Franco en la tarde del 26 de agosto de 1936. Según Juan Barra, el peluquero de Gonzalo López-Montenegro, “Franco era un hombre muy reservado. No hablaba nunca. Vivía en la segunda planta y don Gonzalo Montenegro, entonces soltero, y su hermana doña María, en la planta de abajo”18. En una biografía realizada en plena guerra explica qué clase de vida hacía el General:
“Franco pasa varias semanas en Cáceres sin salir ni un solo día a la calle. Su vida transcurre en el despacho, junto a los teléfonos y los mapas. Los domingos oye misa en el oratorio de la casa. Con frecuencia recorre los frentes. Unas horas de la tarde las dedica a las visitas: Las de generales y jefes que le refieren las novedades de sus columnas; las de aviadores que le cuentan las averiguaciones hechas en sus vuelos; las de algunos diplomáticos o periodistas extranjeros”19.
La distribución que se hizo en el improvisado cuartel fue la siguiente: La entrada principal del palacio estaba flanqueada por la guardia (legionarios); en el interior, en un vestíbulo, estaba el despacho del jefe de guardia de puerta (a la izquierda en el zaguán). La amplia biblioteca -antesala del despacho de López- Montenegro- se destinó como oficina para los ayudantes del General. En esta estancia -con dos ventanas al patio- había tres mesas ocupadas por los tenientes coroneles Carlos Díaz Valera y Francisco Franco Salgado-Araújo y por José Antonio de Sangróniz y Cuesta, Marqués de Desio. En una habitación contigua estaba el despacho del General Franco (con ventana a la calle). En otra estancia inmediata, destinada como comedor de verano por los propietarios se habilitó la sala de mapas dispuestos en caballetes20. Esta última se comunicaba con otro salón el cual tenía comunicación al patio por una puerta (que se aprecia en la fotografía del Estado Mayor). Igualmente, se habilitaron seis despachos para los oficiales del Estado Mayor21. También estuvo en el palacio su hermano Nicolás Franco (Teniente Coronel de Ingenieros Navales), que se encargaba, entre otras cosas, “de recibir, despedir y agradecer”22 a los que iban le iban a profesar inquebrantable adhesión. También estaba incorporado al Estado Mayor el oficial de Artillería Antonio del Rosal Rico -Marqués de Sales-, el cual había escapado del Madrid gubernamental23. A finales de septiembre se incorporó al equipo como asesor jurídico Lorenzo Martínez Fuset. Además, por el cuartel general pasaron personajes pintorescos y aventureros como el norirlandés Nöel Fiztpatrick:
“El 1 de septiembre cruza el paso fronterizo por Badajoz para alistarse en la Legión Española. Permanecerá un día en Badajoz donde oirá los comentarios sobre los sucesos acaecidos en la ciudad en la segunda quincena del mes de agosto. Desde Badajoz fue conducido en coche al cuartel general del Generalísimo en Cáceres. En la antesala del palacio de los Golfines se encontró de frente con el General Millan Astray, en traje de paisano, que le explicó que sería bienvenido a la Legión a título individual pues “los alistamientos de grupos de la misma nacionalidad no son bien vistos en la Legión”. Se presentó a Franco y le comentó que él había servido como Teniente de los Guardias Irlandeses de su Majestad Británica. Textualmente, el General Franco expresó delante del capitán de Caballería José Botana Rose que “si este oficial es digno de ser Teniente en el Regimiento de Guardias Irlandeses, también era digno de ser Teniente en la Legión Extranjera”, y le envió a Talavera de la Reina para presentarse ante el Coronel Yagüe. El día 2 de septiembre se desplazó a la ciudad toledana donde se alisto en el banderín de enganche de la Legión”24.
Es de suponer la impresionante vida que recobró aquella casa, con plena actividad por ser el auténtico centro neurálgico de los alzados. Entre los oficia- les que acompañaron al General Franco hasta Cáceres hay que destacar al Teniente Coronel de Artillería Felipe Sanfeliz Muñoz, o el Capitán Aurelio Perote Martínez comandantes Francisco Hidalgo Sánchez (del Estado Mayor) y Eduardo Rodríguez Madariaga (del cuerpo de Artillería). Antonio Sarmiento León-Troyano, Comandante de Ingenieros, era uno de los oficiales más importantes del Cuartel de Estado mayor porque era el responsable del Servicio de Cifras y Comunicaciones, este departamento dirigido por Sarmiento “elaboraba y suministraba todas las cifras, que renovadas regularmente, debían emplear las diversas unidades del ejército nacional”25. Por otra parte, en cuanto al personal político, el historiador Luis Fernández ha advertido que “en Cáceres rodeaban al General consejeros civiles que formaban una especie de embrión de gobierno, entre su hermano Nicolás y el diplomático Sangróniz”26. Franco Salgado- Araujo explica también en sus memorias cómo se organizó el cuartel:
“A los pocos días empezó la organización del Cuartel General de Ejército de África y Sur de España. A raíz de ello conocí al Capitán de Estado Mayor don Carmelo Medrano, jefe inteligente y muy trabajador que tuvo una actuación eficacísima durante toda la campaña. Como jefe de los servicios de artillería, fue designado el competentísimo coronel García Pallasar27 al que Franco encargó la movilización de la industria para fines de guerra y la adquisición de armamento y proyectiles de todas clases. Esta difícil misión fue desempeñada por dicho coronel con enorme entusiasmo y competencia. García Pallasar fue durante todo el tiempo que duró la campaña esclavo de su deber sin escatimar ni un minuto al desempeño de su misión. Servía a Franco con absoluta lealtad y no puso nunca el menor reparo a sus órdenes. Franco le decía: “Pallasar, para dentro de quince días necesito tantos cañones, tantos fusiles y millones de proyectiles, morteros, etc., etc.”. Este jefe le contestaba siempre: “Se hará lo que usted manda, mi General”. Luego daba las órdenes sin admitir el menor reparo a sus subordinados, que consideraban que era imposible realizar en el tiempo fijado un programa de construcción tan intenso; lo había mandado el General Franco y no quedaba otro remedio que la obediencia ciega a sus disposiciones. Cuando así lo ordena, decía, es que es posible satisfacer sus deseos. Los programas que fijaba Franco siempre fueron cumplidos por el coronel Pallasar y sus inteligentes colaboradores, entre los que recuerdo a los jefes de Artillería Ladreda y Vigón.
Los salones del citado palacio de los Golfines y habitaciones particulares quedaron rápidamente convertidos en despachos y oficinas del mencionado Cuartel General. Allí nos quedamos a vivir el General Franco (cuya familia continuaba en Francia), el Teniente de los Servicios de Seguridad y yo. A los pocos días de nuestra instalación parecía que el palacio nobiliario hubiera sido siempre una dependencia castrense. Las oficinas del General y las de los ayudantes, la secretaría, jefatura y secciones de Estado Mayor, la oficina diplomática, las dependencias de la guardia exterior y del servicio de seguridad, etc., estaban perfectamente instaladas. El trabajo que Franco nos encomendó fue abrumador y las facilidades dadas por Montenegro para instalarnos lo mejor posible no pudieron ser mayores. Allí se trabajaba todo el día y buena parte de la noche si era preciso. El único descanso que teníamos fuera de las horas de comer comenzaba a las seis de la tarde y duraba media hora. A esa hora el dueño del “Palacio Gonzalito” como le llamábamos, nos invitaba a tomar cerveza, que siempre estaba fresca y que desde Franco al oficial más modesto agradecíamos dado el calor enorme que se sentía en aquella tierra cacereña en el mes de agosto. Aprovechábamos esta reunión para comentar la marcha de la campaña”28.
En Cáceres, el General Franco también obtuvo información de primera mano de lo que ocurría en Madrid. Uno de los informantes fue el Comandante de Estado Mayor Joaquín Ysasi-Ysasmendi. Escondido un tiempo, a finales de agosto tuvo que presentarse al Ministerio de la Guerra republicano para evitar que no fuera declarado desertor. El 4 de septiembre marchó como oficial del Estado Mayor al frente de Talavera. Ya había decidido evadirse. Cogido prisionero por las fuerzas nacionales, estuvo a punto de ser fusilado hasta que fue reconocido por su amigo Juan Ignacio Luca de Tena. Éste hizo todas las gestiones posibles para que fuera puesto a disposición de la autoridad militar hasta que se aclarase el asunto. Ausente el Comandante Antonio Castejón, Luca de Tena tuvo autorización para hablar por teléfono con el General Franco que estaba en el palacio de los Golfines. Puesto en antecedentes éste y que conocía al Comandante Ysasi-Ysasmendi por su carrera en África, ordenó que fuera conducido a su Cuartel General.
“No había anochecido del todo cuando el Comandante, todavía prisionero, llegaba a Cáceres y tomando hacia la izquierda ascendía con sus guardianes hacia el casco viejo de la ciudad, donde estaba enclavado el palacio de los Golfines, bellísimo edificio de estilo gótico-renacentista del siglo XVI, que desde finales de agosto servía de alojamiento y Cuartel General de Franco. En la entrada, los regulares y el oficial que hacían la guardia, tenían ese toque de discreto boato castrense que siempre fue tan del gusto del Generalísimo, incluso en campaña.
El comandante de Estado Mayor Carmelo Medrano, ayudante tantos años del General, recibió con expresivas muestras de cordialidad a su compañero de armas, y sin mucha espera, le introdujo en el despacho de Franco. Recibió éste a su antiguo oficial de la Legión, con cortesía y afecto; sin frialdad pero sin entusiasmo. Le ordenó sentarse frente a él, e inició un interrogatorio que habría de durar más de una hora.
Después de conocer Franco los detalles de la evasión del Comandante, fue directamente al grano ¿Qué había pasado en el Regimiento de Artillería de Carabanchel con aquellos oficiales que, inicialmente comprometidos con el Alzamiento, se habían vuelto atrás asesinando a su General? ¿Qué había sido de los generales y jefe zutano y mengano, que estando en Madrid no se habían sumado al Movimiento, ni constaba tampoco que estuvieran alineados con el Ejército Rojo? Franco quería saber, dando una serie de nombres concretos, si habían sido asesinados, hechos prisioneros, o permanecían ocultos. Preguntó asimismo si el comandante sabía cuántos y quiénes eran los jefes y oficial que junto al General Villegas y el Coronel Capaz habían sido asesinados el 28 de agosto en la Cárcel Modelo. Sobre todo ello, el interrogado contestó cuanto sabía o podía razonablemente suponer.
Después Franco se interesó vivamente por los planes de Asensio Torrado: Qué generales y jefes le rodeaban; en qué consistía la pregonada reforma del llamado “Ejército Popular de la República”; hasta qué punto los comunistas se estaban infiltrando en el Ministerio de la Guerra, a través de los llamados “camaradas responsables”. Naturalmente quiso conocer con precisión los planes de Miquetel para fortificar el nudo Maqueda-Santa Olalla y sobre este punto el Comandante le dio cumplida información, aunque el General no mostró especial preocupación por esa línea defensiva, dando a entender que podría envolverse vadeando el Alberche y utilizando la carretera de Toledo. Pero donde el General Franco puso mayor interés, dando muestras de cierta preocupación, fue en conocer el estado de ánimo y la moral de la población civil de Madrid”29.
Además, se puede ahondar en la idea tomada del historiador Luis Suárez sobre la posible existencia de un “embrión de gobierno”30 en el improvisado Cuartel General en el palacio de los Golfines de Arriba. Según Franco Salgado- Araújo, éste fue nombrado “jefe de las tropas agregadas al Cuartel General y de su residencia, y a este cometido unía la ayudantía personal y la jefatura de sus secretaría militar y particular; rápidamente, y ante el alud de correspondencia que para el General Franco llegaba del mundo entero, tuve que organizar sus secretarías particular y oficial”. Una de las personalidades que tuvo un papel importantísimo, ya que puso su experiencia como diplomático de carrera al servicio del General Franco, era José Antonio de Sangróniz. Éste había sido correo entre los generales Franco y Mola y más tarde fue nombrado máximo
responsable del Gabinete Diplomático del Jefe del Estado, ejerciendo un gran poder hasta que en 1938 fue nombrado embajador en Caracas31. La forma de trabajo, casi frenética de este diplomático, está ampliamente descrita en las memorias de Franco Salgado-Araújo. El motivo era que servía al mismo tiempo al General Queipo de Llano y al General Franco porque intuía que uno de ellos sería proclamado mando único:
“Recuerdo que muy cerca de mi oficina había un despacho dónde trabajaba el diplomático señor Sangróniz. Este señor llagaba a Cáceres desde Sevilla en un avión alemán Junker todas las mañanas alrededor de las nueve; se trasladaba a su despacho, examinaba los papeles oficiales diplomáticos, dictaba la contestación a un taquígrafo y, después de despachar con Franco, se volvía a Sevilla alrededor de la una de la tarde en el mismo avión que le había traído. Así estuvo viajando diariamente de Sevilla a Cáceres y de Cáceres a Sevilla todo el tiempo que estuvimos en la capital extremeña. No se explicaba tal movilidad, pudiendo estar fijo en la residencia del Cuartel General del Ejército de África. Un día fue a verme a mi despacho para hacerme esta pregunta: “¿Quién cree usted, amigo Franco, que será el general que llegue a ser el futuro jefe de todo el Ejército, Franco o Queipo de Llano?”. Le contesté sin titubear: “No lo dude usted ni un momento, será el General Franco”. “Queipo cree que será él porque es más antiguo que su primo” me contestó el inteligente diplomático. Le repetí que tenía la plena convicción de que Franco sería el designado para el mando supremo. “Esperaré a que se resuelva este asunto y seguiré sirviendo a Franco por la mañana en Cáceres y a Queipo de Llano por las tardes en Sevilla”. El enigma quedó aclarado”32.
La jornada de trabajo del General Franco comenzaba a las 8 de la mañana y terminaba algunos días hasta las cuatro de la madrugada. A las tres de la tarde comía y descansaba dos horas33. Después volvía a la actividad y hacía una breve parada para cenar. Por el testimonio de Andrés Rumbo, aprendiz en el periódico Extremadura, el cual estaba situado a pocos metros del palacio de los Golfines de Arriba, cuando iba a recoger el parte oficial de guerra para publicarlo en el rotativo a las 3 de la mañana, aún había frenética actividad de cuartel en pie de guerra, y que Francisco Franco corregía personalmente dicho parte34. Unos de los primeros biógrafos, Joaquín Arrarás, afirma que en el palacio de los Golfines y “en ese despacho y con la colaboración valiosa del Estado Mayor, se estudian los objetivos de cada operación, se coordinan los movimientos de las tropas que han de intervenir, se concierta y enlaza la acción artillera con la aérea, se sitúan las reservas, se prevé el gasto de municiones”35. En Cáceres el General Franco tuvo entrevistas con los principales jefes del Alzamiento. Así, el 29 de agosto de 1936 se entrevistó con el General Emilio Mola Vidal36. En ese mismo día, según el periodista del ABC Manuel Sánchez del Arco hubo también una reunión de altos mandos militares en Navalmoral de la Mata bajo la presidencia del General Franco37. Precisamente en ese día, por Decreto de la Junta de Defensa Nacional, se restableció la enseña “bicolor roja y gualda como bandera de España”38. Ciertamente, la actividad del General Franco en esos días era frenética:
“Para seguir más de cerca el avance de la Columna de Madrid, Franco trasladó su cuartel general al palacio de los Golfines, en Cáceres. Desde allí sale diariamente a ponerse en contacto con los jefes de la columna que se divide en agrupaciones al mando de los tenientes coroneles Asensio, Tella, Delgado Serrano y Castejón. Pues bien, el Generalísimo llega hasta las propias vanguardias de la columna. Se establece en los puestos de mando en Navalmoral, en Oropesa y en Talavera de la Reina. Cuando está con el Coronel Yagüe la aviación roja bombardea a placer. Al regresar de este viaje tiene que refugiarse debajo de un puente para defenderse del ataque que a la carretera hacía en aquel momento la aviación roja. Días antes, en Calzada de Oropesa, viose obligado a salir del coche para buscar un refugio donde defenderse del bombardeo de la aviación enemiga al pueblo y la carretera”39.
El domingo 30 de agosto de 1936, Francisco Franco asistió a la eucaristía oficiada por el párroco de la cercana Iglesia de San Mateo, Santiago Gaspar Gil, en el oratorio del palacio. El General solía desplazarse al frente de forma habitual. Dos días después -a principios de septiembre-, un rotativo cacereño recién creado, La Falange40, publicó una proclama de Francisco Franco a los españoles de la “zona republicana”. La firmaba en Oropesa (Toledo) el 31 de agosto41. Desde el palacio de los Golfines de Arriba dirigió las operaciones militares de la Columna Madrid fundamentalmente, pero además tuvo entrevistas trascendentales con algunos de los representantes de sus aliados internacionales (Ale- mania e Italia). El 1 de septiembre el Coronel Ruggiero Bonomi, de la aviación italiana, se entrevistó con Alfredo Kindelán y con el General Franco en Cáceres para exponerle cómo habían de ser utilizados los aviones de caza42. Unos días después, el 5 de septiembre, se reunieron con el General Franco el Teniente Coronel alemán Walter Warlimont y el General italiano Mario Roatta43. Esta cuestión ha sido definida por un especialista como “el reconocimiento de facto italo-alemán de su liderazgo”44. Posiblemente, como fruto de estas conversaciones, se decidió establecer una base alemana de instrucción y almacenamiento de material de guerra en los castillos de la Arguijuela, muy cercanos a Cáceres.
3. RENÉ BRUT EN CÁCERES: EL ENCUENTRO CON FRANCISCO FRANCO Y LA FILMACIÓN DE SU CUARTEL GENERAL
El noticiario cinematográfico francés Pathe Journal había destacado a uno de sus mejores cameramen para cubrir las fases iniciales de la Guerra Civil española en la zona controlada por los rebeldes. Se trataba del francés René Brut, un verdadero y experimentado cazador de imágenes. Había nacido en París el 25 de julio de 1903 y trabajó para la casa Pathe Journal desde 1921 hasta 1967. Así, el 12 de agosto de 1936 había obtenido un salvoconducto de la Alta Comisaría de España en Marruecos (en poder rebelde) para trabajar en la zona controlada por los sublevados. Varios días después, el 15 de agosto, ya se encontraba en Sevilla: Tomó imágenes del izado de la bandera bicolor y del acto religioso posterior. No obstante, lo que le interesaba realmente a Brut era “filmar escenas de combate y no de procesiones”45.
De esta forma, René Brut -junto a los periodistas extranjeros José Augusto del Diario de Noticias, Félix Correia del Diario de Lisboa, Leopoldo Nunes de O Seculo (portugueses) y Jean D´Esme de L´Intrasegeant (francés)- viajó desde Sevilla a tierras extremeñas siguiendo el avance de la Columna Madrid. Las primeras imágenes rodadas por el francés fueron cerca de la localidad sevillana del Ronquillo. En las cercanías de este pueblo filmó un tractor oruga despanzurrado que estaba caído en un barranco. Hizo una breve parada en Almendralejo, donde grabó unas imágenes impactantes de los muros ennegrecidos del patio de la prisión, en el cual se apreciaban las manchas producidas por los cócteles molotov que habían sido arrojados a los presos derechistas. Pernoctó en Mérida, y en la mañana del 17 de agosto de 1936 entró en Badajoz por la Puerta de la Trinidad.
El 17 de agosto de 1936 es dedicado por Brut para filmar imágenes sin mayor trascendencia bélica de legionarios yendo y viniendo por la Plaza de la Plaza de la República (hoy Plaza de España) apreciándose en las imágenes la puerta de la principal de la Catedral de San Juan, así como guardias civiles y del tercio saludando arremolinados ante la cámara del galo. También rodó imágenes de los vecinos de Badajoz ante un avión Hawker Fury que había sido capturado, y que fue exhibido a bordo de una camioneta en esa mañana por las calles de la capital pacense. Al día siguiente, el 18 de agosto, en las primeras horas de la mañana, René Brut filmó las famosas imágenes de los carabineros y guardias Civiles fusilados en las tapias del cementerio de San Juan, así como unos 300 cuerpos carbonizados y una veintena de cuerpos previamente ser incinerados. Antes de salir de Badajoz, y según el propio testimonio de Brut “afortunadamente fui capaz, con cien pesetas, de enviar mi película a París a través de Lisboa”46.
Pese a lo que se ha venido publicando47, Brut gozó en todo momento de libertad de movimientos por el territorio controlado por los rebeldes. De esta forma nunca se hubiera podido desplazar a Antequera el 19 de agosto, o a Córdoba el 25 de ese mismo mes. En esta ciudad filmó los efectos del bombardeo de la aviación republicana y el 26 de agosto viajó a Tánger para cambiar de aire en el contra-torpedo de la Marina francesa Tornade. René Brut regresó a Sevilla el 29 de agosto. En ese día el destino le retó nuevamente. Aquel tendría que desplazarse al norte de España para tomar imágenes de la ciudad de Burgos según le fue sugerido por el Capitán Luis Antonio Bolín Bidwell. El mismo Brut lo relató semanas después en una entrevista sobre lo que le aconteció en esos momentos:
“La noche de mi llegada [a Sevilla], a las 21 horas vino a buscarme el famoso Capitán Bolín y me expresó que fuera inmediatamente a Burgos, a través de Mérida, Cáceres y Salamanca. Partí el día 30 de agosto a las 4 de la mañana, durante la parada en Cáceres, logré aproximarme al General Franco. En esta última (ciudad), a diferencia de los funcionarios de la región de Sevilla y, sobre todo, a diferencia del Capitán Bolín, se mostraron muy amables y me proporcionaron todo lo que yo quería. Me quejé delante del jefe del movimiento nacional del acoso moral del que era víctima por parte del Capitán Bolín. Él me pidió que no le concediera mayor importancia y me deseo buena suerte para viajar hasta Burgos”48.
En un artículo publicado en un rotativo parisino varios días después, Brut señaló que tras llegar de Tánger el 29 de agosto, y “apenas llegamos al hotel, el Capitán Bolín nos preguntó si queríamos atravesar casi toda España para ir Burgos”49. A las tres y media de la madrugada del treinta de agosto logró encontrar un automóvil para poder realizar el viaje. En él irían el propio Brut, así como dos compatriotas y colegas: Jean D’Esme, del L´Intransigeant y Lèon Ferrandez, redactor del Eclair Journal. En su largo viaje fueron escoltados por ocho falangistas sevillanos “que nos protegían y facilitaban nuestra tarea; se encargaron del papeleo y de que nada nos estorbara”50. El coche, de la marca Hispano-Suiza (modelo H6B), tenía matrícula de Sevilla 11.788 e iba distinguido con un banderín de Falange Española. Vehículo que podía alcanzar los 130 kilómetros por hora y que inmortalizó René Brut en su reportaje. Hacia las tres de la tarde del citado 30 de agosto, el automóvil llegó a Cáceres. Conocedores los periodistas de que el General Franco residía accidentalmente en la capital de la Alta Extremadura, solicitaron sendas entrevistas. Aquéllos no sólo consiguie- ron entrevistar al General Franco, sino que René Brut llegó a rodar unas imágenes de la misma y del cuartel de su Estado Mayor en el palacio de los Golfines de Arriba. El encuentro se produjo por la tarde, cuando el General recibía las visitas51. Estos periodistas fueron afortunados, pues según cuenta el Capitán Bolín en sus memorias, no era fácil ser recibidos por el General Franco:
“Durante la etapa inicial del conflicto, los corresponsales agregados a nuestras tropas constituyeron un grupo heterogéneo. No pocos solicitaban entrevistar al General Franco; lo consiguieron los más solventes. Aún así, sus pretensiones tenían que coincidir, para prosperar, con una de las raras coyunturas en que el general disponía de tiempo para recibirles. Los periodistas más concienzudos, objetivos y discretos eran los que evidentemente trabajaban para informar a sus respectivos Gobiernos; se desenvolvieron con libertad casi ple- na, ya que no existía objeción a que supieran lo que estaba ocurriendo. Otros no merecían tanta confianza”52.
Jean D’Esme ya era conocido por el General Franco. Le había entrevistado en Tetuán en los inicios del movimiento militar53. Durante la entrevista en Cáceres aquél recordó a Franco “las promesas hechas en Tetuán de visitar el frente de batalla en primera línea con las fuerzas de choque”. Sorprendido Franco por las palabras del periodista francés, ordenó al Capitán Luis Antonio Bolín -que estaba presente en la entrevista- que ofreciera todo tipo de facilidades a los tres franceses para la obtención de información para realizar reportajes y películas54. Los franceses siguieron su camino hacia Burgos. Por la noche cenaron en Sala- manca y llegaron al día siguiente, el 31 de agosto, a la capital burgalesa. Al día siguiente fueron testigo del bombardeo republicano sobre Burgos, hecho que dieron cuenta a sus periódicos. Además, René Brut obtuvo imágenes cinematográficas de varios lugares afectados, escenas que fueron montadas y mezcladas con las imágenes de Cáceres por Pathé Journal a mediados de septiembre de 1936. Jean D’Esme redactó así la entrevista al General Franco en Cáceres el 30 de agosto:
“Con sus calles empedradas y angostas, llegamos a través de las calles pequeñas hasta la ciudad alta, nos chocamos contra una fachada muy sencilla – y armoniosa en su simplicidad- una vieja mansión de una de las familias más antiguas y más destacada de toda la provincia [Cáceres]. La morada del General Franco, una casa grande ayer, nostálgica y somnolienta, se ha convertido en un foco de vida intensa y tumultuosa. Invadida de oficiales, custodiadas por soldados, sus salas aun cálidas y oscuras y el patio siempre apacible, hacen resonar aquí el rumor de un pasado guerrero: De pronto órdenes de marcha, las órdenes deben salir de inmediato, ida y venida de uniformes, máquinas de escribir… Afuera, en la calle estrecha, diez coches acaban de estacionar, se forma un barullo de silbidos y ruidos de claxon, acabando con el apacible silencio que los siglos pasados han acumulado… A tan sólo 80 kilómetros de aquí, hacia el Este, se encuentra el frente de combate de las líneas rojas. Pero es aquí, en esta parte de la provincia, que el cerebro y la voluntad de un hombre delimita esta línea y que con su lucha permanente quiere conquistar esa otra mitad.
“Somos recibidos en el salón de la familia. Nosotros -René Brut del Pathe Journal, Léon Ferrández del Eclair Journal, y yo- tres franceses. De pronto, se levanta de una mesa modesta donde trabajaba, el General Franco nos acoge con la mano tendida. Lleva puesto el uniforme de campaña, que yo le he visto en todas las ocasiones, un uniforme kaki, desgastado, sobrio, con un cinturón de seda púrpura, como única decoración de general destaca el punto brillante de la medalla de San Fernando. Le recuerdo los varios encuentros que hemos tenido, incluido el de Tetuán, donde por primera vez el periodista abuso de su confianza. Él sonrió (Franco). [Franco contestó]: “Pero le recuerdo perfecta- mente, hace mucho que le conozco. Estoy muy feliz de verle”. Le expuse inmediatamente el objeto de la vista de los tres. Simplemente, él asiente. De pie en el patio donde nos hizo pasar, se impaciencia -mientras conversamos- al ver como mis dos amigos franceses están esperando…”55.
Aquellas imágenes rodadas por René Brut hasta esta investigación habían permanecido sin identificar correctamente56, pues el noticiario Pathe Journal las tituló La guerre d´Espagne a Burgos57. O sea, el noticiario cinematográfico las incluyó mezcladas con el reportaje de los efectos de los bombardeos republicanos en la ciudad de Burgos el 1 de septiembre de 1936. Estas imágenes fueron visionadas en Francia a partir del 17 de septiembre de 1936. Las imáge- nes en cuestión tienen una duración de apenas dieciocho segundos con las siguientes secuencias:
- Un soldado monta guardia delante de la puerta principal de dicho palacio. También aparece un oficial en la puerta.
- Balcón principal del palacio de los Golfines de Arriba con la bandera de España.
- Secuencia del patio del citado edificio:
- Plano general: El General Franco recibe a los periodistas franceses.
- Plano medio corto del General Franco.
- Primer plano del General Franco.
- Plano conjunto: Un periodista -posiblemente Jean D’Esme- toma de- claración al General Franco ante el Jefe de Prensa, el Capitán Luis A. Bolín Bidwell.
El 1 de septiembre de 1936 tuvo lugar el primer hecho que conllevó a la posterior expulsión de René Brut de la Zona Nacional. En la mañana de ese día, y tras acabar su trabajo comenzaron los problemas de René Brut y por ende, de Jean D’Esme, con las incipientes autoridades nacionales. Cuando acudieron a la Capitanía de Burgos para que el Servicio de Prensa enviase sus trabajos a Francia, los responsables de ese organismo preguntaron a Jean D’Esme quién era el autor de las fotografías tomadas en el cementerio de Badajoz y publicadas en su periódico, L´Intrasigeant, el 29 de agosto. Brut y D’Esme negaron ser los autores58. Y lo hacían de buena fe, porque se ha podido cerciorar que aunque las citadas fotografías proceden de la película de Brut, se extrajeron de los fotogramas sin su conocimiento.
En ese mismo 1 de septiembre -terminados sus trabajos- emprendieron el viaje de vuelta. En la noche del dos llegaron a Cáceres. Alcanzaron el Cuartel General para conseguir en él la ansiosa autorización para viajar al frente, en la provincia de Toledo59. Sin embargo, el asunto de las fotografías del cementerio de Badajoz acaba sólo de empezar. Los franceses recibieron órdenes del Capitán Bolín de regresar urgentemente a Sevilla no sin las oportunas protestas de aquéllos. En la tarde del 3 de septiembre llegaron a Sevilla60. El 2 de septiembre el General de la VI División, Emilio Mola, envió un telegrama al General Jefe del Ejército Sur, Gonzalo Queipo de Llano, bajo la clave “Oviedo” con este texto: “Para información esa Oficina Prensa: Artículos D´Esme todos correctos. Antecedentes Pierre [sic] Brut malos, convendría detener éste hasta más información y recoger todas películas cuando llegue. Los dos marcharon Sevilla”61. Sin embargo, las películas rodadas hasta entonces como la de Badajoz y la de Burgos-Cáceres ya no estaban en su poder pues las había enviado a Francia.
Este importante telegrama -calificado como reservado– se puso también en conocimiento del Capitán Bolín, el cual lo recibió a las 4 horas del 3 de septiembre. Este documento hace decaer la afirmación de Francisco Espinosa Maestre que hace pensar que la iniciativa de la detención de Brut partió exclusivamente de una decisión autónoma de Luis Antonio Bolín62. Además, éste ya había sido informado por los agentes que estaban desplazados en Francia de que en este país se estaban difundiendo imágenes “no autorizadas” relativas a la represión que se había llevado a cabo en la ciudad de Badajoz tras haber sido tomada a mediados de agosto63. En estos primeros momentos, los alzados ofrecían bastante libertad de trabajo y de información a los corresponsales extranjeros. Sin embargo, los nacionales pronto pudieron darse cuenta que buena parte de ellos hacían una labor contra ellos. Años después, Luis Antonio Bolín escribió al respecto:
“No todos los corresponsales en nuestro bando sometían sus escritos a la censura. En algunos casos era difícil determinar la relación existente entre ciertos artículos que aparecían en periódicos extranjeros y los autores de los mismos. Los diarios de referencia tenían corresponsales en Sevilla. Los artículos en cuestión, ferozmente hostiles a nuestra causa, eran invariablemente publicados bajo otras firmas. Fue necesario algún tiempo para investigar las credenciales de los periodistas que en número creciente iban presentándose a nosotros, para separar las genuinas de las dudosas o de las que seguramente eran falsas. Llegamos a saber, por ejemplo, que algunos de los periodistas aprovechaban la amplia libertad que les concedíamos para trasladarse a Gibraltar o Tánger y despachar desde allí sus artículos, firmándolos con nombres supuestos y con un desprecio olímpico de las reglas del juego. Recordé las restricciones impuestas por los aliados a los movimientos de los corresponsales nacionales o extranjeros -yo había sido uno de éstos- en los frentes de batalla durante la primera guerra mundial. A propuesta mía, medidas semejantes, aunque mucho menos severas, fueron adoptadas por el Ejército del Sur, instalándose en Sevilla una Oficina de Prensa que yo mismo dirigí un breve lapso de tiempo”64.
Mientras las autoridades recababan toda la información, Jean D’Esme y Rene Brut permanecieron alojados en un hotel de Sevilla en espera de la ansiada autorización para alcanzar el frente toledano, y hacer realidad la promesa del General Franco. Mientras tanto, les habían sido retirados sus pasaportes65. Sospechaban que algo ocurría porque otros dos colegas, también de nacionalidad francesa, habían arreglado sus papeles para volver a su país. A D’Esme y a Brut, en cambio, no les daban ninguna respuesta. El 6 de septiembre es interrogado Jean D’Esme por las autoridades militares sevillanas mientras que René Brut quedó en situación de detenido en el hotel a disposición de aquéllas tras ser objeto de un registro. En la noche del 7 al 8 de septiembre, y a la hora de las dos y media de la madrugada, fue arrestado René Brut en su habitación, con confiscación de todos sus enseres personales.
Al día siguiente, Jean D’Esme protestó la detención de Brut ante el Capitán Bolín. Éste le aseveró que “ignora[ba] totalmente este suceso y la razón que lo había motivado”66, cosa improbable por ser el máximo responsable de la Oficina de Prensa. D’Esme pidió la presencia del Cónsul de Francia en Sevilla para que le informase de su situación, si era de detenido o no o si estaba inculpado en algún proceso, y si no era así, poder recuperar su pasaporte. Bolín le autorizó para regresar a Francia por Tánger. Esta autorización también la obtuvo Lèon Ferrandez. Jean D’Esme movilizó a todos sus amigos -tanto en Sevilla, como en el Marruecos francés, y en la propia Francia- en auxilio de René Brut. Se requería una copia del film rodado en Badajoz por René Brut. El 11 de septiembre, en un avión procedente de Tánger, llegó una copia de la película. El film “fue visionado por ellos y quedaron satisfechos”67. La película había sido retocada y únicamente desaparecieron las escenas en las que aparecían los carabineros y guardias civiles fusilados junto a las tapias del cementerio, los cerca de trescien- tos cuerpos carbonizados y la veintena de cuerpos apilados de combatientes y paisanos fusilados a punto de ser incinerados, ni más ni menos68.
En ese mismo día 11, el General Jefe del Ejercito del Norte -Emilio Mola- telefoneó a su homólogo del Sur -Queipo de Llano- para interesarse por “el operador de la casa Pathe Journal René Brut, por si había sido hecho prisionero en Sevilla o Córdoba”. Además, solicitó que no fuera sometido a “fallo” alguno, es decir, que no fuera fusilado, dado que lo “recomendaba con gran interés el Presidente de la Republica Francesa Mr. Flandin”69. El domingo 13 de septiembre, René Brut fue excarcelado y abandonó el territorio español. En total fueron día y medio de arresto domiciliario y seis días de prisión, y no “semanas” tal como ha afirmado algún que otro literato70. Todas las peripecias de Brut y D’Esme fueron explicadas por éstos en un artículo firmado conjuntamente, y publicado por el rotativo parisino L´Intransigeant del 18 de septiembre de 1936. Iniciaban el artículo con una inmensa gratitud a Ernestina Queipo de Llano y Martí, esposa de Niceto Alcalá-Zamora y Castillo71, hijo del ex Presidente de la República española:
“Particularmente queremos agradecer a la señora Ernestina Zamora, hija política del anciano presidente de la Republica española e hija del General Queipo de Llano, gobernador militar de Sevilla, quien intercedió ante su padre enviándole un telegrama con el siguiente texto: “General Queipo de Llano, Sevilla: Se pide con toda el alma clemencia a favor de René Brut, operador de Pathe Journal, padre de tres hijos pequeños. Firma Ernestina”.
4. EL PRIMER HOMENAJE DEL PUEBLO CACEREÑO AL GENERAL FRANCO.
En esos primeros días de septiembre de 1936 se había alcanzado, con la ocupación por los efectivos de la Columna Madrid de la localidad de Navalmoral de la Mata, tierras de la provincia de Toledo. Sin duda alguna tuvo acierto, para beneficio de su estrategia militar, el asentamiento de su cuartel general en Cáceres. Ya que la disposición del aeródromo le permitía desplazarse con fre- cuencia al frente. Su piloto era el Capitán Carlos Haya González de Ubieta72. Tras la caída de Talavera de la Reina, pudo peligrar la vida de Francisco Franco como ha señalado un periodista que acompañaba a los militares: “El servicio de espionaje enemigo funcionaba muy bien, y tiraban sobre seguro y en los momentos oportunos, si bien con suerte para nosotros. El día que el Generalísimo visitó Talavera, aunque sobre su viaje se guardó la natural reserva, apareció la aviación roja apenas Franco se apeaba en la plaza, y volando sobre la ciudad permaneció cerca de dos horas”73.
El domingo 6 de septiembre el General Franco asistió a la eucaristía de la Concatedral de Santa María que tuvo lugar a las 10 de la mañana. Fue oficiada por el Obispo de la Diócesis, Fray Francisco Barbado Viejo, el cual ofreció la misa por el triunfo del que entonces era conocido como “Movimiento Salvador de España”74. Asistieron los señores López-Montenegro, los ayudantes del General, los jefes y oficiales de su Estado Mayor, los legionarios de la guardia personal de Franco, la sección de la Guardia Civil de África que le sirvía de escolta y los agentes de la policía de la plantilla de Cáceres con encargo de la vigilancia del General. Tras la misa se produjo un homenaje -sin organización previa se dijo en la época- por los habitantes de la ciudad. Así, “a las once de la mañana era materialmente imposible dar un paso por la Plaza Mayor, ocupada por un inmenso gentío que esperaba al general, en la creencia de que éste acudiría al Ayuntamiento”75.
En las puertas del Ayuntamiento se encontraban el Gobernador Civil, Fernando Vázquez, el primer Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, Sr. Soragriega (acompañado por los oficiales del Benemérito Instituto capitanes José Luis Marzal Albarrán y Marra, y Teniente Concha), el comandante señor Fernández Tamayo, el General Nicolás Rodríguez-Arias Carbajo (que sería más tarde Presidente del Consejo Supremo Militar), el fiscal señor Carrasco, el secretario municipal señor Quirós, el Alcalde Manuel Plasencia Fernández y los ediles Fernando Vega Bermejo, Marcos Mariño Báez, Eleuterio Sánchez Manzano y Gabino Muriel Espadero, el Administrador de Correos -señor Carretero- entre otros. En la plaza, además del público asistente, estaban las Milicias Patriótica e Infantil mandadas por Miguel Canal. Ya que Francisco Franco decidió volver al palacio de los Golfines, las autoridades formaron una manifestación que se dirigió a este lugar.
Llegada la imponente manifestación a los aledaños de la residencia accidental del General Franco, la multitud dio vivas a éste, a España, a la Legión y al Ejército. Entonces apareció el General (acompañado por Gonzalo López Montenegro, Alfredo Kindelán, Francisco Martín Moreno, Francisco Franco Salgado-Araújo, José Antonio de Sangróniz, entre otros) en el balcón principal de la casa: “Hecho el silencio, tras no pocos esfuerzos, el General Franco, con voz potente, pronunció unas palabras de salutación, agradeciendo el homenaje y aceptándolo, no por lo que tiene de adhesión al caudillo -dijo- sino por ser dedicado al Ejército”. Arengó de esta forma según el rotativo cacereño La Falange:
“A continuación habló de lo que significa la lucha empeñada en estos mo- mentos, diciendo que es la lucha de la civilización contra la barbarie, de la reli- gión contra la impiedad, del honor contra la deshonra, y de España contra la anti España, señalando las atrocidades cometidas por las hordas rojas que a diario vienen asesinando a personas de orden y a sus familiares por el delito de amar a España. Dice que la España que alumbró civilizaciones y que fue madre de Cortés y de los heroicos conquistadores de nuestro Siglo de Oro no puede morir a manos de las hordas salvajes que se mueven merced a impulsos extranjeros. Entona un vibrante canto a la bandera rojo y gualda y da fin a su arenga con estentóreo viva a España, que fue calurosamente contestado por la multitud”76.
El ABC de Sevilla publicó unas notas acerca del acto, 5 días después, con unas palabras similares, y otras no, que demuestra que el discurso debió de ser más amplio:
“En la Plaza Mayor de esta ciudad se formó una imponente manifestación popular, aclamando al glorioso General Franco, que había regresado del frente de combate de Talavera de la Reina. Se congregaron también en dicha plaza urbana fuerzas de la Falange Española, balillas y milicias patrióticas. Como la muchedumbre popular diera repetidamente grito de “viva el General Franco”, “viva el salvador de España”, el caudillo se asomó a uno de los balcones de su residencia, y dirigió unas palabras al pueblo:
Esta manifestación del pueblo -dijo Franco- representa, más que la adhesión al General, la viva llamarada de entusiasmo que ha prendido en todos los pechos y que hizo unirnos para la salvación de España. Es preciso de España. Es preciso resucitar la tradición y extirpar definitivamente la mala semilla del comunismo. El pueblo de don Quijote, del Cid y de Pizarro va a defender a la civilización de la destrucción marxista que nada respeta. Estamos asistiendo a la barbarie del marxismo en España, al que le quedan ya días contados en nuestra patria.
Después de subrayar la importancia moral y estratégica de la derrota de los marxistas en el sector de Talavera de la Reina, exclamó el General Franco: “Hay que mantener vivos las fe y el optimismo en la victoria final. Que todo padre que pierda un hijo luchando entregue, si lo tiene, otro para siga luchan- do por ella. La grandeza de la Patria y de la Historia se forja con sacrificios incontables. Estos sacrificios vamos ahora a repetirlos para salvar a España del comunismo”. Termina dando un “viva a España” que fue clamorosamente contestado. Después, las fuerzas patrióticas desfilaron por la Plaza Mayor, siendo aclamadas”77.
Cuando terminó el discurso comenzó del desfile del público presente -que se concentraba en las calles aledañas, y sobre todo en la Plaza de San Mateo- ante el balcón en el que se situaba el General Franco. Comenzó la revista improvisada con las Milicias Patrióticas dirigidas por Rodríguez Serradell, así como la sección infantil de aquéllas. Según el rotativo consultado, La Falange, finalizó el acto de esta forma:
“Después, un inmenso gentío en el que figuraban representaciones de to-das las clases sociales de la población, sin que faltara la nota simpática de la presencia de unos obreros que, emancipados del seno de oprobio en que vivieron hasta aquí, sienten en sus almas vibración del amor a la patria. La gente, agolpada en las bocacalles y balcones, no cesaba de aplaudir y vitorear al General Franco. Desde uno de ellos, las señoritas de Mayoralgo y Crehuet entonaron el himno de la Legión que fue coreado entre grandes aplausos por el enorme gentío. Cerraron la marcha nuestra Sección Femenina de balillas, que es la primera vez que se presenta en público y que fue objeto de una señaladísimo muestra de simpatía, siguiendo a ésta los populares balillas que llamaron la atención por correcto y preciso de sus movimientos y que desfilaron ante el General entonando el himno de Falange Española”.
Por otra parte, desde mediados de septiembre, y dado el éxito del avance de la Columna Madrid por la provincia de Toledo, se estaba perfilando la toma de su capital, y especialmente el objetivo principal era la liberación del Alcázar. Hacia el 20 de septiembre se reforzó la escuadrilla de Fiat que tenía su base en Cáceres con los pilotos Ángel Salas Larrazábal y Julio Salvador Díaz-Benjumea. En esos días el Teniente Coronel Yagüe hizo importantes avances antes de entregar el mando provisionalmente a su homólogo Carlos Asensio; además en “el día 24 llega Valera (que ya había ocupado Ronda) a sustituir a Yagüe, y este mismo día Franco redacta en Cáceres la orden de operaciones para la conquista de Toledo, que debe efectuarse en tres jornadas”78.
5. EL GENERAL FRANCO ASUME EL MANDO ÚNICO DE LAS FUERZAS NACIONALES.
Como se ha apuntado anteriormente, y tomando la idea del destacado historiador Luis Suárez, el Cuartel del General Franco en Cáceres “funcionaba ya un embrión de gobierno”. Este aspecto es muy importante para ser tenido en cuenta, pues la Junta de Defensa Nacional estaba totalmente desbordada y además muchos de sus miembros ni siquiera asistían a las sesiones. La intuición de Luis Suárez es interesante de ser destacada: “En el palacio de los Golfines de Cáceres funcionaba ya un embrión de gobierno, con José Antonio de Sangróniz al frente de una oficina diplomática, Millán Astray que se había fabricado un de- partamento de propaganda, Luis Bolín, que servía de enlace con los corresponsales y Nicolás Franco, que ejercía un gran influjo sobre su hermano; Alfredo Kindelán, Jefe del Aire, estaba también allí”79. De mediados de septiembre se tienen noticias fehacientes de la estancia de Millán Astray en Cáceres:
“Coincidiendo la estancia en nuestra ciudad del heroico General Millán Astray con la del jede las Centurias sevillanas, nuestro querido camarada Modesto Díaz de León, que fue legionario cuando aquel mandaba la Legión, quiso saludar a su antiguo Coronel. Fue un acto fraternal afecto entre un soldado y su jefe, que sin duda recordaban los días de lucha y de alegría, pasados en los campos africanos. Paseaba nuestro camarada por la Plaza Mayor, cuando llegó a su conocimiento que el heroico general estaba en el Círculo de Artesanos. Corriendo fue a saludarlo, y tras solicitar audiencia fue recibido en el acto. Nuestro camarada, cuadrado y mano en alto, se presentó ante su general…”80.
Según el historiador cacereño Sellers de Paz (tomando como referencia una información de Joaquín Arrarás81), días antes, a las cinco de la tarde del 23 de septiembre, llegaron en avión Carmen Polo y su hija Carmen Franco. Gonzalo López-Montenegro comunicó la llegada de ambas a la casa y le contestó que aún tenía que recibir algunas visitas y esperaron aquéllas más de una hora82. Otro historiador ha afirmado que el erudito cacereño Antonio Floriano estuvo encargado de mostrar el paisaje histórico-artístico de la zona a Carmen Polo83. El encargado de recogerlas en Valladolid (procedentes de Francia) en misión reservadísima fue Francisco Franco Salgado-Araújo; y según éste las acompañó al Cuartel General de Salamanca84, aunque este último dato se puede considerar como un lapsus memoriae.
Tal como se ha afirmado anteriormente, el General Franco mantenía conversaciones con el personal militar, pero también con el civil. El 22 de septiembre de 1936 se reunieron con aquél los intelectuales José María Pemán, Eugenio Montes y Eugenio Vegas Latapié para tratar de diversos asuntos, entre éstos el de los asesinatos en la retaguardia: “El segundo tema que me interesaba exponerle a Franco había de resultar mucho más espinoso. Se trataba del problema de los famosos paseos […] un rumor general la existencia de asesinatos incontrolados en la España Nacional, aunque, desde luego en número menor y con características distintas que en la zona roja. No creía, sin embargo, que el problema debiera abordarse en estos términos cuantitativos, sino en función de los principios de estricta índole moral, fundamentales para quienes proclamábamos estar luchando movidos por un impulso religioso”85. Varios días después, el 24 de septiembre, el General Franco dio la orden de operaciones para tomar la ciudad de Toledo y liberar el Alcázar86. Sobre este asunto, el Jefe del Aire, Alfredo Kindelán tuvo la siguiente conversación con el General:
“-Sabe, mi General, que Toledo le costará Madrid? -le dije.
-Sí, lo sé; he meditado mucho sobre las consecuencias de mi decisión. ¿Us- ted que haría?
Yo -le contesté sin vacilar- iría a Toledo, aunque con ello me expusiera a no tomar Madrid.
Yo así lo tengo decidido -me respondió- por apreciar que en toda guerra, y más en las civiles, los factores espirituales cuentan de modo extraordinario; hemos de impresionar al enemigo por el convencimiento llevado a su ánimo de que cuanto nos proponemos lo realizamos sin que puedan impedirlo”87.
En estos cuarenta días de establecimiento del Cuartel del General Franco en Cáceres tuvieron lugar unos acontecimientos muy destacados que fueron las conversaciones y gestiones para crear un mando único entre los alzados. Tras la muerte del General José Sanjurjo en julio de 1936, la sublevación perdió al militar que aglutinaba a todos los demás, pues era considerado aquél como su jefe natural88. El General Franco era quien reunía más méritos militares y profesionales. Los más destacados historiadores que han tratado el tema éste, de la designación del mando único, establecen la fase final de las negociones precisamente cuando Franco residía accidentalmente en Cáceres. Es más, José An- drés-Gallego afirma que en Cáceres, el 29 de septiembre se redactó (por el General Alfredo Kindelán y por Nicolás Franco), el decreto de nombramiento de Francisco Franco como Jefe del Estado89. Luis Suárez asevera que “se ha supuesto que Nicolás Franco y Yanguas Messía intervinieron en su redacción, pero nada podemos asegurar de manera absoluta”90. Un testigo excepcional de esos acontecimientos fue el General, nombrado en julio Jefe de los Servicios del Aire91, Alfredo Kindelán Duany. Se convirtió en un destacado colaborador del General Franco, colaboración que calificó él mismo como “asidua, leal e íntima”92.
La otra gran manifestación de adhesión del pueblo cacereño al General Franco se produjo con la recuperación del Alcázar de Toledo el 27 de septiembre de 1936. Así se anunció en el parte oficial de guerra: “Ejército expedicionario: Continúa la operación sobre Toledo; vencen las columnas las resistencias enemigas y en un brioso ataque entran en la plaza, se apoderan de ella y se unen a los heroicos defensores del Alcázar, sitiados por los rojos desde el comienzo desde los comienzos del movimiento”93. Ese día había sido frenético en el Cuartel General del palacio de los Golfines de Arriba. Además, el público estaba pendiente del acontecimiento. Fueron los periodistas extranjeros, especialmente los portugueses, los que indicaron, y así se publicó por ejemplo en el ABC de Sevilla del 27 de septiembre, la inminente ocupación de Toledo:
“¿Se ocupó Toledo? Lisboa, 26. El enviado especial de la Agencia Havas, Juan de Hospital, telegrafía diciendo que ayer, a las cinco de la tarde, fuerzas nacionales estaban a siete kilómetros de Toledo. Después se recibió un telefonema del enviado del enviado especial del Diario de Noticias, anunciando que al anochecer de ayer las tropas del General Franco se encontraban a cinco kilómetros de la ciudad. El enviado especial del Diario de Lisboa confirma también esta noticia, asegurando que los nacionales están a cinco kilómetros de Toledo. Esta noche llegó a Lisboa la noticia, que aún no está confirmada oficialmente, de que las fuerzas nacionales han entrado en Toledo por cuatro partes distintas, después de haber ocupado las dos carreteras que comunican la ciudad con Madrid. Hasta ahora no se conocen más detalles, pero todo indica que Toledo, si no ha sido tomado hoy, lo será mañana. Correia”94.
Juan Millán Cebrián, periodista del Extremadura -cuya sede estaba en el palacio de la Generala, a escasos metros- no hizo otra cosa en ese día que solicitar a todas horas noticias sobre Toledo. A las nueve de la noche, José Antonio de Sangróniz, emocionado, comunicó al citado periodista esto: “El General le autoriza a que ponga en una pizarra: “Las tropas liberadoras se avistan, en estos momentos, con los defensores del Alcázar, en medio de gran emoción”95“. La noticia corrió como la pólvora en la tarde-noche del domingo 27 de septiembre de 1936 por toda la ciudad. Espontáneamente, los cacereños comenzaron a concentrarse en las inmediaciones del palacio de los Golfines de Arriba. Esta manifestación ha sido calificada por algunos historiadores como el nombra- miento popular de Franco como Jefe del Estado: Fue “la propia ciudad de Cáceres quien proclamó a Francisco Franco jefe supremo de la Zona Nacional”96. En el interior del palacio de los Golfines, al mismo tiempo que se iniciaba la mani- festación, un oficial dijo a Francisco Franco: “Mi General, ¡Toledo liberado! ¿No oye el rumor de la calle?”. Contestó: “Tenemos guerra para tres años”97. Según Ricardo de la Cierva “todo Cáceres se congrega en la Plaza Mayor, sube por el Arco de la Estrella y los adarves hasta llenar la calle de los Condes y rebosar por ella y los dos callejones de acceso al palacio de los Golfines deArriba; el entusiasmo popular fue hábilmente canalizado por el montaje de Millán Astray”98. Otro testimonio del acontecimiento se encuentra en las memorias de Francisco Franco Salgado-Araújo, aunque confunde las fechas:
“El domingo 28 estuvimos Franco, el coronel Martín Moreno y yo pendientes en el Cuartel General de Cáceres de las noticias que Varela proporcio- naba sobre el avance hacia la capital imperial (Toledo). Horas más tarde en- traron varias unidades en el histórico recinto (El Alcázar) y Franco dio la noticia de la ocupación en el parte oficial de aquella noche. Una enorme mani- festación se organizó espontáneamente en Cáceres y se dirigió al palacio de los Golfines, donde mi primo, acompañado por el Coronel Martín Moreno y por mí, salió al balcón a dar las gracias al pueblo por su entusiasmo ante tan grato acontecimiento. El día 29 de septiembre salimos muy temprano en avión rumbo a Maqueda, donde subimos a un coche oficial que nos llevó a Toledo. Regresamos al anochecer a Cáceres y al día siguiente salimos para Burgos donde Franco iba a ser proclamado jefe del Gobierno Español”99.
Es evidente que el entonces Coronel Franco Salgado-Araújo ha con- fundido en sus memorias los acompañantes del General en el Balcón. El Coronel Martín Moreno y él salieron el 6 de septiembre. Pero el 27 sólo estaban Franco, Yagüe y Millán-Astray. Éste, en 1943, dedicó una fotografía a Gonzalo López Montenegro e hizo mención a esa noche histórica. Además, una fuente de primera mano describe el momento: “El entonces Teniente Coronel Yagüe dijo a los allí presente: “Ya tenemos nuestro Caudillo. Ya tenemos nuestro mando único”. Millán Astray se dirigió a los allí congregados diciendo: “Pueblo de Cáceres, gritad conmigo: Franco, Franco, Caudillo de España”. Para terminar con los gritos “Viva Franco”, “Arriba España”“100. En el diario Extremadura del día siguiente, 28 de septiembre, apareció un artículo bajo el título de “Balcón histórico”:“La barroca multitud efervescente, cerca del palacio que, bajo el signo de la inmortalidad, alberga el destino de España… Por primera vez, Franco celebraría el encanto de una noche soberana. ¡Qué contraste con aquella otra noche de julio, aquella noche africana, donde oyó las mismas voces irresistibles, providenciales, que armaron el brazo de Juana de Arco! ¡Aquella noche fue la de la decisión. La que acabamos de vivir fue la de las grandes definiciones. Conquistada Toledo, España vuelve a ser imperial… Franco, sereno y paternal, nos habla del pasado, del honor, de la raza. Millán Astray, que tantas proezas hizo jugando con la muerte (el buen hombre no se olvidaba de sí mismo). Yagüe poderoso y profético, precursor del salvador de España, anuncia urbi et orbi que, dentro de unas horas, la nación tendrá a su cabeza su primer magistrado, y el ejército invicto su indiscutido generalísimo. ¡Balcón viejo de Cáceres, he ahí escrito, para el uso del cicerone de mañana, el último capítulo de su historia ¡Habrás visto proclamar ritualmente a la hora propicia, al general Franco regente de España! ¡Evidentemente…! Yagüe dijo: Mañana tendremos un generalísimo y un Jefe de Estado en la persona de Franco”.Las palabras de Yagüe, anunciando el mando único quedaron en los muros de la ciudad monumental, pues no fueron publicadas en ningún rotativo de fuera de la ciudad. Según Stanley G. Payne en ese mismo día “Yagüe, con sus maneras bruscas y directas, se dirigió inmediatamente al despacho de Franco e insistió en que debía convertirse en General en Jefe en el acto”101. Este hecho se produjo así: Nicolás Franco, hermano del General llegó a Cáceres el 27 de septiembre procedente de Portugal. Tuvo una reunión con Yagüe, que residía acci- dentalmente el palacio de los Golfines, ya que Alfredo Kindelán le había pedido que convenciera a su hermano para que asumiera el mando único. Yagüe habló con el General Franco en la conveniencia de que asumiera aquél, sino sería asumido por otro militar102. Por eso se ha considerado a Juan Yagüe como el primero que adelantó públicamente la candidatura de Franco para la asunción del mando único103. Tras la manifestación se convocó una junta de generales en el aeródromo de San Fernando de Salamanca al día siguiente, el 28 de septiem- bre, que le otorgó el mando único104. Al día siguiente se publicaba su nombramiento -Decreto 138- en el Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional:“La Junta de Defensa Nacional, creada por Decreto de veinticuatro de ju- lio de mil novecientos treinta y seis, y el régimen provisional de Mandos com- binados, respondían a las más apremiantes necesidades de la liberación de España. Organizada con perfecta normalidad la vida civil en las provincias rescatadas, y establecido el enlace entre los varios frentes de los Ejércitos que luchan por la salvación de la Patria, a la vez que por la causa de la civiliza- ción, impónese ya un régimen orgánico y eficiente, que responda adecuada- mente a la nueva realidad española y prepare, con la máxima autoridad, su porvenir. Razones de todo linaje señalan la alta conveniencia de concretar en un solo poder todos aquéllos que han de conducir a la victoria final, y al esta- blecimiento, consolidación y desarrollo del nuevo Estado, con la asistencia fervorosa de la Nación. En consideración a los motivos expuestos, y segura de interpretar el verdadero sentir nacional, esta Junta, al servicio de España, promulga el siguiente decreto:Artículo primero. En cumplimiento de acuerdo adoptado por la Junta de Defensa Nacional, se nombra Jefe del Gobierno del Estado Español al Excmo. Sr. General de División D. Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado.Artículo segundo. Se le nombra asimismo Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire, y se le confiere el cargo de General Jefe de los Ejércitos de operaciones.
Artículo tercero. Dicha proclamación será revestida de forma solemne, an- te representación adecuada de todos los elementos nacionales que integran este movimiento liberador, y de ella se hará la oportuna comunicación a los Gobiernos extranjeros.
Artículo cuarto. En el breve lapso de tiempo que transcurra hasta la trasmisión de poderes, la Junta de Defensa Nacional seguirá asumiendo cuantos actualmente ejerce.
Artículo quinto. Quedan derogadas y sin vigor cuantas disposiciones se opongan a este Decreto.
Dado en Burgos a veintinueve de septiembre de mil novecientos treinta y seis. Miguel Cabanellas”105.
Pero Franco afirmó en el balcón del palacio de los Golfines de Arriba que tenía la intención de restaurar la monarquía, palabras que fueron oídas y que no fueron recogidas por escrito. Éste es el testimonio indirecto de José Montes Pintado, falangista cacereño:
“Terminado el acto de la calle de los Condes nos reunimos el consejo político de la Falange cacereña, tomando el acuerdo de ir al palacio de los Golfines, donde fuimos recibidos por Franco Salgado, para manifestar nuestro descontento por la promesa realizada, diciéndole que, con José Antonio, nosotros considerábamos “a la monarquía como una institución de glorioso pasado, pero ya fenecida” y que, si se insistía en su restauración, retirábamos nuestro apoyo al movimiento y comunicaríamos tal decisión a la Falange de todas las provincias”106.
Al día siguiente, lunes 28 de septiembre, a primera hora de la mañana, el General Franco presenció, acompañado por el jefe falangista de Cáceres José Luna Meléndez y por el Comandante Linos Lage, un desfile de una Bandera de la Falange que tendría como destino Toledo107. El 29 de septiembre el General Franco visitó las ruinas del Alcázar de Toledo, siendo recibido allí por el Coronel José Moscardó, el cual había dirigido la defensa del mismo108. El 30 de septiembre se envió a diversos responsables militares el siguiente telegrama oficial desde Cáceres:
“Ejército de África y sur de España. Estado Mayor. (Cinco direcciones). Telegrama oficial. Cáceres a 30 de septiembre de 1936. El General en Jefe Fuerzas Nacionales. Al General en Jefe de la Flota Nacional, Cádiz. Coman- dante Militar de Baleares, Plaza de Mallorca. Comandante Militar de Canarias, Santa Cruz de Tenerife. General Valera, Jefe de la Columna de Madrid, Toledo. Comandante Militar de Badajoz. Al tomar posesión del mando supremo de las Fuerzas Armadas Nacionales, envío V. E. y a cuantos forman en sus filas y organizaciones, que unidas al Ejército tan gloriosos servicios vienen prestando, el testimonio de mi confianza en ellas y la fe ciega en el próximo y definitivo triunfo de nuestras armas que devolverá a España su grandeza y prestigio ante el mundo. Al enviar este saludo, he de dedicar el más entusiasta recuerdo a cuantos dieron su vida en defensa de la Patria y a los generales y prosélitos jefes, orgullo de nuestro Ejército, que han dirigido las gloriosas jornadas que constituyeron victoriosos avances o heroicas resistencias y que han impresionado al mundo por su grandeza. Elevemos juntos nuestros corazones hasta la España grande que defendemos, que se siente orgullosa de ver remozar en vosotros sus tradiciones y glorias gestas. ¡Viva España! Vuestro General, Franco. Trasmítase. De Orden de S. E. El Tte. Coronel Ayudante”109.
Curiosamente, la prensa de Madrid, al día siguiente, publicó una noticia, evidentemente falsa, que informaba que el General Franco había sido asesinado. Decía la noticia -que pasó como auténtica en la “Zona Republicana”, y ciertamente no tenía ni pies ni cabeza- así: “Acentuánse los rumores, que ya venían circulando hace varios días, del fallecimiento del ex General Franco en casa de un conocido doctor falangista. Se dice que el ex General Franco ordenó equívocamente que dice se administrase ricino a la esposa de un Teniente de la Guar- dia Civil y que esta señora, como consecuencia de ello, falleció de un aborto. El Teniente de la Guardia Civil buscó a Franco y le disparó varios tiros, hiriéndolo de gravedad. Se le trasladó a Tánger para ser operado; pero falleció a pesar de la intervención quirúrgica. Se asegura que el cadáver, embalsamado, ha sido trasladado a Tetuán. Estos rumores no han sido desmentidos ni por los mismos falangistas, quienes, al contrario, se muestran apenadísimos”110.
En los primeros días de octubre el General Franco, investido como “Jefe del Gobierno del Estado”, aún estaba en Cáceres. Hubo una entrevista hacia el día tres con los mandos falangistas: “El Jefe del Estado, General Franco, recibió en su despacho al camarada Hedilla y demás representantes de Falange Española, a los que hizo presente su cordial y sincera felicitación por la patriótica actuación que viene desarrollando la organización falangista en toda España. Los camaradas Agustín Aznar, Jefe Nacional de Milicias. Sancho Dávila, Jefe terri- torial de Andalucía y miembro de la Junta Política se han entrevistado también en Cáceres con el General Franco”111.
En resumen, el establecimiento del Cuartel del Estado Mayor del General Franco en Cáceres se puede calificar, a raíz de los acontecimientos posteriores y por la importancia que iba adquiriendo su organización, se estaba convirtiendo en el embrión y de la incipiente Casa Civil y Militar del Jefe del Estado. Máxime cuando en la misma fachada del palacio de los Golfines fue instalada una placa conmemorativa con este texto: “Palacio Golfines de Arriba. Estando en esta casa el Excmo. Sr. Don Francisco Franco Bahamonde fue proclamado Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Nacionales. XXIX-IX- MCMXXXVI”.
APÉNDICE FOTOGRÁFICO
Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. Detalle del balcón del palacio de los Golfines de Arriba con mástil y bandera nacional
Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. Puerta del palacio de los Golfines de Arriba flanqueada por un soldado haciendo guardia.
Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. El General Franco y el Capitán Luis Antonio Bolín (de espalda) reciben en el patio del palacio de los Golfines a uno de los periodis- tas franceses, posiblemente J. D’Esme
Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. El Capitán Luis Anto- nio Bolín observa como el periodista francés (posible- mente J. D’Esme) apunta en unas cuartillas las decla- raciones del General Franco
Fotograma de la película rodada por René Brut en Cáceres. 30 de agosto de 1936. Una de las secuencias del primer plano del General Franco en el patio del palacio de los Golfines de Arriba de Cáceres
Fotograma de la película rodada por René Brut. Detalle del banderín de Falange Española del vehículo utilizado por los franceses D’Esme, Brut y Ferrandez para viajar de Sevilla a Burgos pasando por Cáceres los días 30 de agosto al 2 de septiembre de 1936
Vista actual del patio del palacio de los Golfines de Arriba. El antiguo zócalo de azulejos que se aprecia en la película de Brut ha desaparecido, así como las cintas de pintura del muro que se pueden apreciar debajo de una capa de cal, además se han colocado nuevas rejas
Ficha de la película de René Brut elaborada por la casa Pathé Journal el 17 de septiembre de 1936 con el título de «La guerre d’Espagne a Burgos»
Estas imágenes de los cadáveres incinerados en el Cementerio de Badajoz, extraídas del documental rodado por René Brut el 17 de agosto de 1936 y publicadas en la página 10 del L’Intransigeant de París del 29 de agosto de 1936, fueron las que provo- caron la detención y posterior expul- sión del territorio nacional de aquél 1929.
Despacho y biblioteca de D. Gonzalo L. Montenegro en el palacio de los Golfines, y que fue utilizado por el General Franco. La puerta del fondo da al despacho, y en este lugar trabajaron Sangróniz, y los Tenientes Coroneles Díaz-Valera y Franco Salgado-Araujo
Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Vista panorámica de la mani- festación de adhesión al General Franco
Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Detalle del discurso del General Franco. Detrás de éste se distingue a su Jefe de E. M., Francisco Martín Moreno. Detrás de D. Gonzalo López- Montenegro está el General Alfredo Kindelán. La bandera aún se conserva en la casa
Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Detalle del discurso del General Franco. Detrás de éste se distingue a su Jefe de E. M., Francisco Martín Moreno. Detrás de D. Gonzalo López- Montenegro está el General Alfredo Kindelán.
Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Imagen tomada por el fotógrafo Javier García-Téllez. El General Franco acompañado de su Estado Mayor se fotografía en el patio del palacio de los Golfines de Arriba. Junto al General (a la derecha) está su Coronel de E. M. Francisco Martín Moreno. Esta fotografía la poseen los actuales propietario de la casa, Mercedes López-Montenegro y Pascual de Churruca. Está dedicada y firmada por el General Franco: «A Gonzalo L. Montenegro como recuerdo de su amable hospitalidad a nuestro Cuartel General».
Reverso de la fotografía con los autógrafos de los oficiales del Estado Mayor del General Franco: 1 Joaquín García Pallasar (Coronel de Artillería). 2 Francisco Franco Salgado-Araujo (Teniente Coronel). 3 Francisco Martín Moreno (Coronel Jefe del Estado Mayor). 4 Aurelio Perote Martí- nez (Capitán). 5 Carlos Díaz-Valera (Teniente Coronel). 6 Antonio Blanco García. 7 Sin identifi- car. 8 Antonio Sarmiento León-Troyano (Coman- dante de Ingenieros, Jefe de Cifras y Comunica- ciones). 9 Emilio Alcaraz. 10 Sin Identificar. 11 Felipe Sanfeliz Muñoz (Teniente Coronel de Infantería). 12 Ángel Riche? 13. Antonio SáezIzquierdo. 14 Carmelo Medrano Ezquerra (Teniente Coronel). 15 Juan Hidalgo Sánchez. 16 Sin identificar. 17 Sin Identificar. 18 Eduardo Rodríguez Madariaga (Comandante de Infantería). 19 José Marín (éste pone esta nota: «Con un cariñoso abrazo de gratitud por sus atenciones sin número su siempre buen amigo».
El General Franco se entrevista con el Coronel Moscardó en el Alcázar de Toledo el 29 de septiembre de 1936. Le acompaña el General Valera, entre otros, y su primo Franco Salgado- Araújo
Cáceres, 6 de septiembre de 1936. Imagen tomada por el fotógrafo Javier García-Téllez. Otra ima- gen distinta del Estado Mayor de Franco en el patio del palacio de los Golfines de Arriba.
1 Cfr. DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, M. «Testimonios gráficos de la represión en la provincia de Badajoz. La leyenda y la investigación histórica sobre las escenas filmadas por René Brut», en Actas del III Congreso Internacional sobre la II República y la Guerra Civil. La otra memoria, Madrid, CEU- Universidad San Pablo, 2008 (en prensa). También hay un amplio estudio sobre las actividades de Brut en PILO ORTIZ, F., DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, M., DE LA IGLESIA RUIZ, F. La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda, Madrid, Libros Libres, 2010.
2 Cfr. ESPINOSA MAESTRE, F. La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, Barcelona, Crítica, 2003, pp. 208 y ss. VILA IZQUIERDO, J. Extremadura: La Guerra Civil, Badajoz, Univérsitas Editorial, 1984, p. 75.
3 Cfr. SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un periodista (casi 3.000 años de vida en la ciu- dad), Cáceres, Editorial Extremadura, 1964, p. 356.
4 La Voz (Madrid), 3 de octubre de 1936.
5 SALAS LARRAZÁBAL, J. La Guerra de España desde el aire. Dos ejércitos y sus cazas frente a frente, Barcelona, Ariel, 1972, p. 105.
6 LARIOS, J. Combate sobre España. Memorias de un piloto de caza, Madrid, Editorial San Martín, pp. 79 y s.
7 El Sol (Madrid), 15 de noviembre de 1936.
8 GIBELLO BRAVO, V. M. «Valoración y posibles actuaciones para la conservación del patrimo- nio histórico de la Guerra Civil en Extremadura», en VV. AA. Guerra y patrimonio en el FrenteExtremeño, 70 aniversario del cierre de la Bolsa de la Serena, Badajoz, Centro de Desarrollo Rural de La Serena, 2009, p. 114.
9 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España (Burgos), 27 de agosto de 1936.
10 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España (Burgos), 27 de agosto de 1936.
11 AUGUSTO, J. Jornal de um correspondente da Guerra em Espanha, Lisboa, Empresa Nacional de Publicidade, 1936, p. 77.
12 RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco en Cáceres», en Boletín de la Real Academia de Extremadura, Trujillo, 2009, tomo XVII, p. 61.
13 VAZ-ROMERO NIETO, M. Gonzalo López Montenegro, un prócer cacereño, Cáceres, autoedición, 2005, p. 108.
14 Nota de los autores: Queremos agradecer a Mercedes López-Montenegro y Pascual de Churruca, Marqueses de Espinardo y actuales propietarios del palacio de los Golfines de Arriba la gentileza de haber puesto a nuestra disposición algunas fotografías antiguas de la casa, entre la que destaca la dedicada por el General Franco a D. Gonzalo López-Montenegro.
15 FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a Franco, Madrid, Espejo de España, 1977, p. 192.
16 QUEVEDO Y QUEIPO DE LLANO, A. Queipo de Llano. Gloria e infortunio de un general, Barcelona, Planeta, 2001, p. 393.
17 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 443.
18 GARCÍA PÉREZ, J. SÁNCHEZ MARROYO, La Guerra Civil en Extremadura, 1936-1986, Badajoz, Hoy, 1986, p. 58.
19 ARRARÁS, J. Franco, Burgos, Imprenta Aldecoa, 1938, pp. 290 y s.
20 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., pp. 443 y s.
21 ARRARÁS, J. Franco… op. cit. p. 286.
22 RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco… op. cit. p. 63.
23 KNICKBOCKER, H. R. The siege of Alcazar. A war-log of the Spanish revolution, Londres, Hutchinson & Co, 1937, pp. 107 y s.
24 DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, M. «Nöel Fiztpatrick: Un masón en la Legión», en III Jornadas de Historia de Cáceres (2009).
25 ROS AGUDO, M., HEIBERG, M. La trama oculta de la Guerra Civil. Los servicios secretos de Franco 1936-1945, Barcelona, Crítica, 2006, p. 169.
26 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de un tiempo. El General de la Monarquía, la República y la Guerra Civil desde 1892 hasta 1939, Madrid, Actas Editorial, 1999, p. 359.
27 ABC (Madrid) 25 de julio de 1942. «El ilustre artillero Excmo. Sr. D. Joaquín García Pallasar, designado para desempeñar la Capitanía General de Burgos, destacó su personalidad relevante en nuestra guerra de liberación […] Aquí le sorprendió el Movimiento [Santa Cruz de Tenerife], y en la presidencia del Cabildo Insular de Tenerife, para que fue designado, prestó valiosos servicios que vinieron a corroborar sus dotes de mando. No tardó en ser requerido para ocupar el difícil cargo de Comandante General de Artillería del Ejército de África y Sur de España, incorporándose en Cáce- res al Cuartel General del Caudillo».
28 FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., pp. 192 y s.
29 YSASI-ISASMENDI ADARO, J. J. «El Comandante Ysasi-Ysasmendi (relato de una peripecia heroica)», en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. 199, c. III, 2002, p. 388.
30 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de un tiempo. El General… op. cit., p. 359.
31 NERÍN, G. La guerra que vino de África, Barcelona, Crítica, 2005, p. 134.
32 FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., pp. 193 y s.
33 ARRARÁS, J. Franco… op. cit. p. 287.
34 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 444.
35 ARRARÁS, J. Franco… op. cit. p. 288.
36 ANDRÉS-GALLEGO, J. La época de Franco, Madrid, Rialp, 1991, p. 39.
37 SÁNCHEZ DEL ARCO, M. El Sur de España en la Reconquista de Madrid. Diario de operacio- nes glosado por un testigo, Cádiz, Establecimiento Cerón, 1937, p. 118.
38 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España (Burgos), 30 de agosto de 1936.
39 DE GALINSOGA, L. y FRANCO SALGADO-ARAUJO, F. Centinela de Occidente. Semblanza biográfica de Francisco Franco, Barcelona, Editorial AHR, 1956, p. 270.
40 Cfr. SELLERS DE PAZ, G. La prensa cacereña y su época (1810-1990), Cáceres, Institución Cultural el Brocense de la Excma. Diputación Provincial, 1991, pp. 300 y s.
41 La Falange (Cáceres), 1 de septiembre de 1936.
42 ALCOFAR NASSAES, J. L. La aviación legionaria en la Guerra Civil, Barcelona, Euros, 1975, p. 79.
43 ROS AGUDO, M., HEIBERG, M. La trama oculta de la Guerra Civil… op. cit., pp. 45 y s.
44 HEIBERG, M. Emperadores del Mediterráneo. Franco, Mussolini y la Guerra Civil Española, Barcelona, Crítica, 2004, p. 74.
45 Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936. Entrevista de René Brut realizada por el director del rotativo, Antoine Mazzella.
46 Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936.
47 TENORIO, R. «Las matanzas de Badajoz», en Tiempo de Historia, nº 56, julio 1979.
48 Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936.
49 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
50 L´Intransigeant (París), 4 de agosto de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
51 ARRARÁS, J. Franco… op. cit. p. 291.
52 BOLIN BIDWELL, L. A. España: Los años vitales, Madrid, Espasa-Calpe, 1967, pp. 197 y s.
53 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
54 L´Intransigeant (París), 5 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
55 L´Intransigeant (París), 5 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
56 Nota del coautor A. M. Barragán-Lancharro: El mérito del descubrimiento de esta equivocación histórica de Pathé Gaumont así como la primera identificación de las imágenes de las imágenes tomadas por Brut en Cáceres se debe a la pericia de Moisés Domínguez, especializado en la localización de los más curiosos e interesantes documentos sobre la Guerra Civil española en Extremadu- ra. Se puede obtener una previsualización de la película en http://www.britishpathe.com/ reco- rd.php?id=77311.
57 «La guerre d’Espagne a Burgos», edición PJ.358. 13. Fecha de edición 17/09/1936, longitud 64 mm Corresponsal: René Brut. Descripción original: «De Burgos 3 pl. soldat montant la garde devanb le Quartier Genéral de Franco. Du Gal Franco. Homme temant un fusil. Femme faisant un signe de la main. Automobile s’arrestant. L’homme et la femme s’approchent de la voiture. Le soldat parle au chauffeur de la voiture. Le femme remet son revolver dans un étui. Inmuebles bom- bardés pl. religieuses dans un hospital bombardé. Pl. Pl. de l’hôspital en ruines. Cádavre etendu à terre. Defile de phalangistes devant le foule qui les salus». Cfr. DEL AMO GARCÍA, A. Catálogo General del Cine de la Guerra Civil, Madrid, Cátedra-Filmoteca Española, 1996, p. 743.
58 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
59 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
60 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
61 Archivo General Militar de Ávila, armario 1, legajo 8, carpeta 104, documento 5.
62 Cfr. ESPINOSA MAESTRE, F. La columna de la muerte. El avance… op. cit., p. 209.
63 DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, M. «Testimonios gráficos de la represión en la provincia de Badajoz… op. cit.
64 BOLIN BIDWELL, L. A. España: Los años… op. cit. pp. 197 y s.
65 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
66 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
67 L´Intransigeant (París), 18 de septiembre de 1936 (Hemeroteca Nacional de Francia, París).
68 En la edición 359, del 24 de septiembre, Pathe Journal visiona la llegada de Brut a Francia tras su liberación. El historiador Aitor Ydraola ha afirmado que «sólo quiero resaltar una cosa, aparecen nuevamente imágenes de las filmadas por Brut en España, pero no las de Badajoz», CAPARRÓS LERA, J. M., YRAOLA, A. Historia contemporánea de España y cine, 1997 pp. 56 y 57.
69 Archivo General Militar de Ávila, armario 1, legajo 8, carpeta 104, documento 5. El presidente de la República francesa era Pierre-Étienne Flandin.
70 Cfr. VILA IZQUIERDO, J. Extremadura: La Guerra… op cit., p. 75.
71 BLASCO GIL, Y. y MANCEBO, Mª F. «Niceto Alcalá-Zamora y Castillo y Pedro Urbano González del Valle, profesores exiliados y provisión de sus cátedras», en Cuestiones Pedagógicas, 19, 2008/2009, Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, p. 179.
72 FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., p. 195.
73 SÁNCHEZ DEL ARCO, M. El Sur de España en la… op. cit., p. 128.
74 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 444.
75 La Falange (Cáceres), 7 de septiembre de 1936.
76 La Falange (Cáceres), 7 de septiembre de 1936.
77 ABC (Sevilla), 11 de septiembre de 1936.
78 SALAS LARRAZÁBAL, J. La Guerra de España… op. cit. p. 105.
79 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de… op. cit., p. 366.
80 La Falange (Cáceres), 17 de septiembre de 1936.
81 ARRARÁS, J. Franco… op. cit. p. 291.
82 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 446.
83 RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco… op. cit. p. 62.
84 FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., p. 195.
85 REDONDO, G. Historia de la Iglesia en España, 1931-1939, Madrid, Rialp, 1993, t. II p. 158.
86 MARTÍNEZ BANDE, J. M. La marcha sobre Madrid, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1968, p. 72.
87 KINDELÁN DUANY, A. Mis cuadernos de guerra, Madrid, Plus Ultra, p. 23. Cfr. MARTÍNEZ
BANDE, J. M. La marcha sobre… op. cit., p. 67.
88 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de… op. cit., p. 344.
89 ANDRÉS-GALLEGO, J. La época de… op. cit., p. 39 y ss.
90 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Franco: Crónica de… op. cit., p. 375.
91 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España (Burgos), 30 de julio de 1936.
92 KINDELÁN DUANY, A. La verdad de mis relaciones con Franco, Barcelona, Editorial Planeta, 1980, p. 28.
93 VIDAL MANZANARES, C. Partes de guerra nacionales y republicanos. Memoria de la Guerra Civil Española, Barcelona, Belacqua, 2004, p. 172.
94 ABC (Sevilla), 27 de septiembre de 1936.
95 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 447.
96 DE LA CIERVA Y HOCES, R. Francisco Franco, un siglo de España, Madrid, Editora Nacional, 1973, t. I, p. 509.
97 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 447.
98 DE LA CIERVA Y HOCES, R. Francisco Franco, un… op. cit. p. 509.
99 FRANCO SALGADO-ARAÚJO, F. Mi vida junto a… op. cit., pp. 200 y s.
100 RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco… op. cit. p. 64.
101 PAYNE, S. G. Los militares y la política en la España contemporánea, París, Ruedo Ibérico, 1967, p. 324.
102 Cfr. TOGORES, L. E. Yagüe, el General falangista de Franco, Madrid, La Esfera de los libros, 2010, pp. 338 y s.
103 CALLEJA, J. J. Yagüe, un corazón al rojo, Barcelona, Editorial Juventud, 1963, p. 116.
104 DE LA CIERVA Y HOCES, R. Francisco Franco, un siglo de España, Madrid, Editora Nacio- nal, 1973, t. I, p. 510.
105 Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España, 30 de septiembre de 1936.
106 RUBIO RAMOS, A. «Referencias y recuerdos 1936. Franco… op. cit. p. 66.
107 SELLERS DE PAZ, G. Cáceres visto por un… op. cit., p. 448.
108 ARRARÁS, J. Franco… op. cit. p. 293.
109 CARDONA ESCANERO, G. «Rebelión militar y Guerra Civil» en JULIÁ DIAZ, S. (Coord.) Historia de España Menéndez Pidal, Madrid, Espasa Calpe, 2004, t. XL, p. 184.
110 El Sol (Madrid), 1 de octubre de 1936. La Libertad (Madrid), 1 de octubre de 1936.
111 Labor (Soria), 8 de octubre de 1936.