Oct 172017
 

 José Antonio Ramos Rubio. Provisional.

 La iglesia parroquial de San Martín es uno de los templos más antiguos de Trujillo construido en lo que entonces se llamó arrabal de la villa y que con el tiempo llegó a ser el centro neurálgico de la Ciudad. Su origen se remonta al siglo XIV y debió ser una construcción sencilla porque sus bóvedas y su torre indican haber sido levantadas sobre otros elementos más bajos y de época medieval. No obstante aún quedan restos de la edificación primitiva, algunos de los cuales se ha podido rescatar gracias a las obras de conservación, mantenimiento y restauración que ha llevado a cabo en los últimos seis años. Una iglesia parroquial que tuvo, como las de Santiago y Vera Cruz, párroco y beneficiados para su servicio; con numerosas y ricas fundaciones para el sostenimiento de su culto diezmando para esta parroquia algunas heredades del término y casi todos los que labraban o poseían en su extenso berrocal.

La importancia del espacio que actualmente ocupa la Plaza, tuvo su origen durante la ocupación musulmana (713-1233) como lugar de encuentro mercado de ganados, seguiría sirviendo para idénticos menesteres en la nueva situación socioeconómica, que a partir de 1233 supondría para los habitantes de la villa el acontecimiento de la reconquista cristiana[1]. El emplazamiento del otro mercado, donde se vendían verduras y productos artesanales, estuvo puertas adentro de la villa, cerca del arco de San Andrés, junto a la Alberca, y en un espacio suficientemente amplio para la concurrencia de gentes. El mercado de ganados se ubicó fuera de la muralla, donde se formaría, al correr de los años, la plaza del arrabal de San Martín[2], es decir, la Plaza Mayor actual[3].

Fernando III el Santo conquista Trujillo (1233), Medellín y demás fortalezas extremeñas, internándose en Andalucía para ocupar el Valle del Guadalquivir.

Tras la Reconquista hubo que efectuar la Repoblación pues, al estar nuestra región casi despoblada, los reyes se ven obligados a entregar extensos territorios a las Órdenes Militares y a la nobleza (incluyendo a la Iglesia), lo que repercutirá negativamente en los aspectos económicos y sociales de siglos posteriores (formación de latifundios). Las propias ciudades, como necesitaban atraer población cuando son fundadas o repobladas, recurren a la concesión de Fueros. En 1256, Alfonso X otorga a Trujillo su Fuero, con las lógicas repercusiones que tendría para la vida de una ciudad cristiana bajomedieval: concejo, acotamiento del término, legislación, etc[4].

En la zona que actualmente ocupa la Plaza Mayor, la toponimia hace referencia a dos torres vigías (el Castillejo y otra en el camino de Fontalba), está claro que una de ellas es la torre medieval conocida como “Torre del Alfiler” que se encuentra entre la Plaza y la calle Ballesteros. Hasta mediados del siglo XIV no tendremos documentos fiables de edificaciones importantes, existentes extramuros de la villa y podamos conocer el desarrollo gradual de la Plaza Mayor y la futura ciudad, que a partir de ella surgiría. La iglesia de San Martín de Tours, objeto de nuestro estudio, se emplaza de forma exenta en el lado Noreste de la Plaza Mayor de Trujillo, sobre una zona de especial incidencia topográfica dado que a su vez resuelve en su alrededor los importantes desniveles existentes en la propia plaza.

La primera noticia que tenemos de la iglesia de San Martín data del 14 marzo del año 1353, día en el que se reúne el Concejo en la iglesia para dar poder a Gonzalo Fernández de Añasco para señalar y amojonar los ejidos en las aldeas en nombre de Domingo Juan de Salamanca, alcalde enviado por el rey para tal cometido,     especificando en el documento que dicha iglesia se encuentra en el arrabal de la Villa de Trujillo[5]. En repetidas ocasiones el Concejo se reúne en el portal de la iglesia de San Martín, concretamente en la puerta de las Limas, dato importante para conocer la estructura arquitectónica que tenía la primitiva iglesia de San Martín, en varios documentos se especifica que era costumbre del Concejo reunirse en dicho lugar[6]. El 18 de mayo de 1353, de nuevo se reúne el Concejo continuando los tratos iniciados sobre el amojonamiento del berrocal y ejidos de las aldeas: “estando juntados so el portal de la iglesia de sant Martin desta dicha villa segund que lo avemos de uso e de costumbre a canpana repicada por mandado de Juan Blasquez, alguazil en el dicho lugar por nuestro señor el rey e estando presentes en el dicho conçejo Miguel Sanchez e Blasco Sanchez e Juan Sanchez e Ruy Sanchez, …”[7].

Al igual que ocurriera en la Edad Media con la iglesia de Santiago Apóstol, la de San Martín fue durante cierto tiempo el lugar donde se reunía el Concejo de Trujillo.

La elección del concejo de este lugar – junto a una pequeña iglesia extramuros de la villa- parece indicar que aquí se encontraba ya un primer centro de un dinamismo social, cercano a los arrabales de Huertas y Belén, donde habitaba una población netamente agraria-ganadera, sería el más adecuado para obtener una asistencia importante de los campesinos, a quienes interesaba vivamente los temas tratados en aquel concejo, y no nos extraña que esta práctica no fuera del todo novedosa, sino consecuente con una tradición de origen árabe.

Este primitivo núcleo urbano, mercado-iglesia, junto al que pronto se añadirían las Casas Consistoriales, será el epicentro virtual de una ciudad, que desde aquí y siguiendo los caminos se expandiera por irradiación.

Aparece citada la iglesia de San Martín en un documento de 1440 donde se especifica que era un templo de pequeñas dimensiones. Con el paso del tiempo se vio la necesidad de ampliarlo[8]. Además, hemos de tener en cuenta que se ha localizado en el templo una capillita con acceso en arco conopial decorado con dos motivos vegetales y en su interior la tumba más antigua, tipología rectangular, hallada en el interior del templo. En la capilla de Santa Bárbara, perteneciente a la primitiva obra gótica, está el enterramiento de Gil Fernández, beneficiado de la iglesia de San Martín con una extensa inscripción que data el mismo en el año 1439: “DEPOSITO DEL/ ONRADO GIL FERNADES D FIGVEROA/BENEFICIADO EN LA IGIA. DE S. M./ FALLECIO ANO IV/ CCCCXXXIX”.

Del año 1500 datan las Ordenanzas de la Cofradía de San Martín[9]. En un documento de 1526, se indica que se había iniciado la construcción de una cabecera más amplia para cuya fábrica se solicita subvención pública: «que por estar en la plaza desa Cibdad corre a ella muchas gentes, los dichos parroquianos movidos por caridad y celo de servir a Nuestro Señor, acordaron juntamente con al dicho cura, beneficiados e clérigos, la obra de la dicha capilla mayor de la iglesia, y con las limosnas que para ello dieron, se comenzó a labrar y está comenzada aquélla…«[10].

En 1529 aún no se había terminado la obra por lo que se reitera la petición de ayuda al Concejo argumentando «…que dicha iglesia es de las principales de la dicha Cibdad y que por estar en la plaza todos los forasteros y la mayor parte de los vecinos desa Cibdad van a oir misa a dicha iglesia y que por esta causa tiene necesidad de se reedificar acrecentar para que el culto divino se pudiese celebrar con la reverencia y acatamiento debido y porque es muy pobre…»[11]. El edificio que hoy vemos es esencialmente una fábrica del segundo y tercer cuarto del siglo XVI. En sus muros llegaron a colocarse las medidas oficiales del trigo, la cebada y otras mercaderías. El día 7 julio del año 1496, cuando los Reyes Católicos hicieron donación del señorío de Trujillo a su hijo el príncipe don Juan, un representante – Fernando Gómez de Ávila- tomó posesión de la ciudad y la fortaleza en su nombre en la iglesia parroquial de San Martín[12], motivo por el cual renovaron los cargos del Concejo: Corregidor y oficiales. También, la iglesia San Martín juró los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres Carlos V en el año 1526 cuando iba camino a Sevilla para desposarse con Isabel de Portugal en los Reales Alcázares[13]. El rey Felipe II estuvo presente la Santa Misa del día 13 de marzo de 1583 en la iglesia de San Martín e igualmente lo haría Felipe V[14].

En el siglo XVI se llevan a cabo las obras de ampliación de la pequeña iglesia de San Martín hasta convertirla en un majestuoso templo. Existió ya en el año 1515 un interés por reformar y ampliar la primitiva Iglesia de San Martín, concretamente la realización de una nueva capilla mayor que no se llevaría a cabo en dicha fecha[15]. Al crecer el vecindario tras muros de la Villa, la iglesia de San Martín quedaba pequeña para atender a los actos litúrgicos ampliándose la fábrica desde el ábside a partir del año 1526, desapareciendo el cementerio que se encontraba en las cercanías del templo[16]. Desde el año 1538 interviene en su fábrica el gran maestro trujillano Sancho de Cabrera[17], interviniendo también en ella los canteros Diego de Nodera, Juan de Fradua, Pedro Hernández y Pedro Vázquez, el día 3 de octubre de 1540 se terminaba de cerrar la capilla mayor[18]. Hemos de destacar que durante las obras ejecutadas entre los años 1538 y 1546 se realizó el escalonamiento que permite el acceso al templo por la puerta meridional y extendiéndose hacia la puerta de los pies formándose un atrio con el correr de los tiempos desde el que podemos disfrutar de una magnífica vista del espacio placero, concretamente, muchas de las sillerías que se utilizaron para su construcción fueron de acarreo, así nos podemos encontrar desde inscripciones latinas[19] hasta el juego alquerque de doce grabado en piedra[20]. Se finalizó lo fundamental del conjunto parroquial en el tercer cuarto del siglo XVI. Algunos detalles son posteriores, como es el caso del chapitel del reloj, cuyas trazas fueron realizadas por Sancho de Cabrera, en el que intervino el maestro Hernando de Solís[21]. Torre-chapitel del reloj de San Martín, definida su traza por el maestro Sancho Cabrera en 1554.

Por tanto, el edificio que hoy vemos es esencialmente una fábrica del segundo y tercer cuarto del siglo XVI[22]. Se levanta ante la Plaza Mayor con un aspecto austero derivado de la sobriedad de los volúmenes y la sencillez que le confiere la mampostería y sillería de la construcción.

OBRAS ESCULTÓRICAS

Un importante ajuar litúrgico, así como obras escultóricas enriquecieron esta iglesia parroquial con el paso de los tiempos. Gracias a la ingente aportación del mecenas trujillano don José María Pérez de Herrasti, la iglesia de San Martín cuenta con un importante elenco de obras de arte que han sido donadas al templo por el citado mecenas.

El patrimonio escultórico de la iglesia de San Martín de Tours de Trujillo

 

Lám 1.- Imagen de Nuestra Señora de la Coronada antes de su restauración

Lám 2.- Imagen de Nuestra Señora de la Coronada después de su restauración

En el muro del Evangelio, cobijada bajo una hornacina, se conserva la magnífica talla de Ntra. Sra. de la Coronada con el Niño en brazos[23] (Lám 1 y 2). Pero, este no fue su emplazamiento primitivo, en la Edad Media fue muy venerada en la ermita que lleva su mismo nombre, La Coronada[24], situada a 10 kms. de Trujillo y, propiedad de la villa de Trujillo, fue entregada a los caballeros Templarios hasta la extinción de dicha Orden, por el Papa Clemente V con la bula “Vox in excelso” (3 de abril de 1312), volviendo la villa de Trujillo a correr con la dotación y culto de esta ermita y por voto solemne del pueblo, recordando la victoria sobre los árabes (1233)[25], iban los trujillanos con el Concejo todos los años en procesión a dicha ermita el lunes de Pascua de Resurrección y se celebraba una suntuosa fiesta en honor de Ntra. Sra. de la Coronada. Esta costumbre duró hasta el año 1687, fecha en la cual tuvo lugar la celebración del Sínodo placentino, la Constitución VIII dice: «Que ninguna procesión se haga à iglesia, ò Hermita, que diste mas de media legua del Lugar, salvo à algun Santuario celebre en tiempo de urgentissima necesidad«[26]. Desde entonces se perdió el culto en la ermita de la Coronada.

En el año 1809, los franceses destruyeron la ermita[27] y la imagen de la Virgen con el Niño, fue trasladada a la parroquia de Santiago en Trujillo[28], ya que la ermita era aneja a dicho templo[29]. En la actualidad se encuentra en estado ruinoso[30].

Se nos ofrece Ntra. Sra. de la Coronada sedente sobre un trono decorado con molduras y elementos curvilíneos, es un escaño típico de la región aragonesa, como ponen de manifiesto la Virgen de la Colegiata de Daroca o la del Santuario oscense de Salas. Ntra. Sra. sostiene con la mano derecha lo que parece una alcachofa, mientras que con la izquierda sostiene a su Hijo. Este está sentado sobre la rodilla izquierda de su Madre, pero se gira con suavidad hacia su derecha, en un deseo de humanidad y naturalismo típico de la escultura tardorrománica[31]. En cualquier caso, el grupo humanizado que relaciona a María con el Niño alcanza su mayor esplendor en la Virgen de la Sede de Sevilla y en la del Sagrario de Plasencia.

El Niño de la imagen trujillana lleva corona mayestática, como es propio de la imaginería arcaica, sujeta el Libro de los Siete Sellos (alusivo a su segunda venida apocalíptica) con su mano izquierda y está en actitud de bendecir. Este lleva túnica talar de color marrón oscuro, con las bocamangas, los ribetes del cuello y la corona dorados. La policromía de la cara, al igual que la de su Madre, son modernas (retocadas en la restauración de 1979). Además, lleva los pies desnudos. Por su parte, la Virgen María, es hueca por detrás, característico de las imágenes de campaña. Viste túnica de color blanco-marfil, con adornos de color rojizo, el cuello que ostenta la túnica es muy ajustado, rasgo típico de la estatuaria antigua[32]. Sobre la túnica lleva un manto de color azul decorado con flores cuatripétalas[33], cuyos pliegues son muy rígidos, de enorme influencia románica, caen pesados y paralelos, sin naturalismo, dejándonos ver los zapatos puntiagudos con los que calza sus pies la Virgen.

Los trujillanos siempre han profesado especial devoción a esta imagen, celebrando solemnes misas en su altar en sufragio de difuntos, indulgencias por rezar ante la imagen[34], limosnas por agradecimientos, etc.[35]. El único Inventario que se conserva en la parroquia de Santiago corresponde al año 1857, en éste se da cuenta detallada de los ornamentos pertenecientes a Ntra. Sra. de la Coronada.

En el año 1964 fue llevada al Casón del Retiro, en Madrid, para ser restaurada, según consta en el fichero de entrada del mismo. Su restauración fue desafortunada, ingresando en 1979 en el Taller de Restauraciones Artísticas de don José Gómez, en Trujillo. Durante el segundo proceso de restauración[36], se levantaron los repintes de color ocre, descubriéndose en la túnica blanca-marfil unos dibujos a modo de estampaciones en carmín y verde que se completan y desgastan para su entonación con los primitivos. En el manto color azul-verdoso, se descubrieron unas rudimentarias rosetas en carmín que rompen y dan encanto al monocolor. Respetados y completados estos detalles se procedió a la consolidación y entonación de su policromía en túnica y manto con carácter definitivo.

No pudo realizarse del mismo modo la restauración de la cabeza y cara de Ntra. Sra. por haber perdido de forma total el tallado del velo que la cubriera y los rasgos del rostro. Continuando los restos de pliegues que se advirtieron en la parte superior de la cabeza y estudiadas algunas imágenes de la época, se procedió al retallado de un nuevo velo en madera. Este añadido no se realizó definitivamente, como se hizo con el resto de la escultura, sino de forma provisional y pendiente de unos datos ciertos que se ajustasen a su estado original.

También, durante la restauración, se agrandaron los ojos, dado que los que presentaba no eran los originales. Fueron repuestos los dedos de las manos derechas de Madre e Hijo. Se sustituyó la peana vieja, muy fina y carcomida, por una de mayor grosor que entonara con el trono.

Con esta restauración la escultura ha ganado en belleza y dignidad, pudiendo volver al culto en el templo de San Martín de Trujillo.

Según lo contenido en los párrafos anteriores, nos encontraríamos ante una talla de la Virgen con el Niño fechable en la primera mitad del siglo XIII, ligada a la Orden del Temple, como es también el caso de Ntra. Sra. de Montfragüe. Estas dos imágenes citadas son probablemente las más antiguas representaciones de la Virgen María en Extremadura, después de la de Guadalupe.

Formó parte destacada, junto con la talla de Ntra. Sra. de la Luz y el Cristo de las Aguas, en la Exposición: Patrimonio Histórico de Extremadura: Edad Media y Renacimiento, celebrada en Cáceres, en el año 1990[37].

En la capilla de Santa Bárbara hay un retablo de sobria arquitectura clasicista, obra de la segunda mitad del siglo XVII, se ilustra con pinturas cuyo tema central es la Imposición de la casulla a San Ildefonso y varios santos en el banco, figurando San Juan Bautista, Santa Catalina de Alejandría, San Gregorio Magno, San Francisco y Santa Apolonia. El retablo está presidido por hermosas esculturas de la primera mitad del siglo XX que representan a la Sagrada Familia, en cuya peana puede leerse su procedencia: “Escultor Romero Alboraya, Valencia”. Ha sido restaurado recientemente por Virginia Chacón y María Teresa Puy, bajo el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti.

En un lateral de la capilla, concretamente en el sepulcro de Francisco de Mendoza, se conserva una interesante talla de San Antonio Abad, obra de principios del siglo XVI. San Antón fue abad y gran guía espiritual de los monasterios de Egipto. Viste hábito talar, con manto o cogulla y capuchón, propio de los monjes antonianos, que le consideran fundador. Lleva báculo abacial que termina en forma de tau griega, otro tributo personal es el libro abierto. Como patrón de los animales domésticos, suele estar rodeado frecuentemente por algunos, en este caso le acompaña un cerdito.

Junto a esta talla, hay dos imágenes que han sido donadas recientemente a la parroquia, una imagen de San Blas de principios del siglo XVI y una excelente imagen románica de la Virgen con el Niño, ambas procedentes de la ermita de Nuestra Señora de la Vega (Campo Lugar), perteneciente a la tierra de Trujillo. Esta imagen recibía culto en un oratorio de una finca particular conocida como «Casa de la Vega» a kms. y medio de Campo Lugar. Se trata de una escultura que representa a Ntra. Sra. (78 x 39 x 41 cms.) con el Niño (30 cms.), en madera policromada. En el año 1374 de la era cristiana, el Infante don Sancho hizo donación de la dehesa y ermita de Santa María de la Vega al Monasterio de Guadalupe, tras la desamortización de 1836, pasó a manos particulares.

Lám 3.- Imagen de Nuestra Señora de la Vega

Se nos ofrece María entronizada, sentada en un elemental trono, constituido por un madero, sobre una peana en la cual se lee: «Nª. Sª. DE LA VEGA Aº. D. 1786». En su mano derecha porta la fruta esférica, porque María fue por voluntad divina la Nueva Eva, la Perfecta Eva, mientras que con la izquierda sostiene delicadamente al Niño. Este se dirige al fiel cristiano, a quien bendice con la diestra, mientras que con la izquierda sostiene la bola del mundo, símbolo del poder universal. No existe comunicación entre Madre e Hijo, este tiene una actitud rígida, arcaica (Lám 3).

Ntra. Sra., se cubre con un velo de color marfil. Viste túnica de color jacinto, ceñida al cuerpo con un cíngulo dorado, que cae hasta los pies con amplios pliegues, no dejándonos ver los zapatos que calza la Virgen. El cuello de la túnica ya no es tan ajustado, como es característico en esculturas más arcaicas. Podemos apreciar por algunas zonas de la escultura, una decoración geométrica a base de cuadrados que tienen inscritas flores cuatripétalas, y en el cuello y bocamangas, presenta adornos vegetales entrelazados. Se cubre con un manto de color azul-verdoso, con adornos geométricos a base de cuadrados y flores cuatripétalas.

El Niño viste túnica de color jacinto, con similares adornos geométricos, ya descritos, y tiene los pies descalzos. Esta policromía no es la original, seguramente fue modificada en el año 1786, fecha en la cual se añadió la peana, como consta en una inscripción en la peana. Los paños se pliegan con gran elegancia y soltura, como es característico de un estilo gótico algo avanzado; incluso las violentas angulaciones de la primera época han desaparecido para dar paso a un tratamiento más suave. La espalda de Ntra. Sra. no está vaciada o desbastada, pero posee un elemental tallado, lo cual prueba que estas imágenes tenían un punto de vista único, el frontal. Por todas estas características, consideramos que pueda tratarse de una obra de principios del siglo XIV, pero muy modificada, de lo que podría suponer su aspecto primitivo.

La mentalidad religiosa y popular que dio vida tanto a esta escultura como al resto de efigies que estamos estudiando, se basó en la filosofía, teodicea, teología y exégesis de la Baja Edad Media, en las más antiguas cronológicamente, o sea en el pensamiento escolástico, aristotélico-tomista, que fecundó el naturalismo gótico. La Virgen está representada, en esta obra de la finca de la Vega, como Madre de Jesús, con toda la fuerza realista que se deriva de los escritos de Gonzalo de Berceo, las Cantigas de Alfonso X y del culto de hiperdulía tributado a la Señora, se venera a la Madre de Dios, a la Teotocos o Deipara, en cuanto ello era asequible a la humana contemplación.

La capilla de Pedro Suárez de Toledo[38] –obra de mediados del siglo XVI- se cubre con una bóveda de crucería con combados ricamente policromada y decorada con rosetas y tallos en flor; y sobre el arco de la capilla las armas de los Orellana-Ulloa. Preside la capilla el retablo de la Virgen del Carmen con las Ánimas, de principios del XVIII, posee un cuerpo con hornacina de arco de medio punto entre pares de columnas salomónicas cubiertas por ornamentación vegetal y remata con el lienzo de la Coronación de la Virgen, del siglo XVIII. En un lateral del retablo una pintura al óleo sobre lienzo representando a San Jerónimo penitente[39], obra del siglo XVII del acreditado artista Antonio de Pereda sobre original de Ribera. Fue adquirido en Madrid, donación de un particular a don Mariano Duprado, Arcipreste y sacerdote de esta iglesia. La obra representa un tema muy difundido en el programa artístico del pintor, un San Jerónimo penitente, de anatomía corpulenta, cubierto con un manto rojo de pliegues ampulosos[40]. El pintor no ha renunciado a sus inclinaciones naturalistas, describiendo con analítica y rigurosa precisión, con una minuciosidad táctil, volúmenes y superficies, arrugas y deformidades, así como objetos: los libros, la calavera. Su preocupación por la intensidad de las reacciones procuradas por la extensión firme y natural de las luces sobre las densas superficies cromáticas, una atmósfera nada oscura, ni misteriosa, sino de una verdadera y profunda humanidad, de altísima pero controlada y concentrada tensión interior, de reacciones emotivas casi sofocadas por apariencias de contenido cuando San Jerónimo alza su mirada sorprendido por la aparición de la trompeta del Juicio Final que lo distrae de sus oraciones. Aparecen en la obra sus atributos: la pluma, el libro y las hojas sueltas, que aluden a su actividad de estudioso de los textos sagrados. También la calavera, símbolo iconográfico vinculado al santo. Destaca en el lienzo las luces y los tonos cromáticos, la postura del santo permite imaginar la profunda concentración en que debía encontrarse antes de la llegada del sonido trompetero. Restaurado en octubre del año 2008 por la empresa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ATRIUM C.R.B.C S.L., bajo el encargo y patrocinio de Don José María Pérez de Herrasti.

La iglesia de San Martín cubre el testero con un retablo que en principio estuvo adosado en el muro colateral del Evangelio. Sustituye al que regaló a comienzos del siglo XX doña M.ª Juana Durán Rey, y que en la actualidad se encuentra en la iglesia de Garciaz. Es importante citar que, según las Cuentas de Fábrica del templo, existió otro retablo mayor cubriendo el ábside y dos colaterales que son obra de Juan de Trujillo y se colocaron en el año 1573[41]. El que hoy cubre el testero de San Martín está dedicado al Santísimo Cristo de la Agonía, trasladado desde la antigua iglesia de la Sangre[42]. En alzado, la obra se divide en banco, cuerpo y ático, con templete emergente del centro de un frontón curvo partido. Una pareja de columnas corintias sobre ménsulas enmarca la hornacina que alberga al Cristo de la Agonía, soberbia talla de gran realismo. Desde el ático domina San Pedro sentado en Cátedra, y sobre la hornacina avenerada que cobija al santo, una cartela elíptica y policromada, con las armas papales (de plata, dos llaves en aspa, una de oro y otra de plata; brochante una tiara). Todo el conjunto se puede fechar en torno al primer tercio del siglo XVII. Algunos autores han considerado que era obra del escultor cordobés Juan de Mesa y Velasco, que nació en Córdoba en el año 1583. Fue bautizado el 26 de junio de 1583 en la parroquia de San Pedro de Córdoba. Pertenecía a una familia de pintores y se inició a la escultura con Francisco de Uceda. Cuando contaba con veintitrés años ingresó en el taller de Martínez Montañés, en Sevilla, siendo un discípulo leal y ordenado que inició sus estudios en humanidades mientras olía a madera tallada. Es un artista poco conocido, su importancia arranca a finales del siglo XIX gracias a la obra de José Bermejo y Carballo, Glorias religiosas de Sevilla (1882): «El bellísimo Jesús, en el acto de pronunciar desde la Cruz sus Siete Últimas Palabras, construido según se cree, por Juan de Mesa, discípulo insigne de Montañés.» Luego Hernández Díaz aportó una documentación fundamental[43]. Consideramos, más bien, que esta magnífica talla del Crucificado es obra de Alonso de Mena (1587-1646), padre de Pedro de Mena, que se haría cargo del taller a partir de 1622. Se le atribuyen obras como el Cristo del Desamparo de la iglesia de San José de Madrid (1635) que muestra rasgos de ejecución y estilo semejante al del Cristo de Trujillo, igualmente presenta las mismas características estilísticas el Cristo de la Sangre y de la Vera Cruz, conocido popularmente como El Señor de la Caja, como referencia a una urna de madera y cristal donde se expone en su capilla de la iglesia parroquial de la Encarnación de Vélez-Rubio (Almería), obra de Pablo de Rojas[44], maestro de Alonso de Mena.

Juan de Mesa fue un hombre muy vinculado a las Cofradías y Hermandades, perteneció a la hermandad del Silencio, siendo miembro activo de su Junta de Gobierno de dicha hermandad, la cual albergaba entre sus hermanos a numerosos sevillanos ilustres. Falleció a los cuarenta y cuatro años víctima de una tuberculosis, fue enterrado en la Iglesia de San Martín de Sevilla, donde reposan sus restos. Le podemos considerar uno de los máximos representantes del realismo sevillano, dedicándose casi en exclusividad a las imágenes procesionales, realizando estudios anatómicos de los procesos premortales y observaciones de cadáveres que le permitieron plasmar en la madera obras llenas de realismo. Realismo, éste, que instó a la propagación del culto a Jesús por parte de una población que veía «más cerca» los momentos pasionales de Jesús y su sufrimiento, acrecentando la devoción entre el pueblo cristiano, podemos destacar entre sus obras la talla del Cristo del Amor, el Cristo de la Buena Muerte o el mundialmente conocido Jesús del Gran Poder pueden servir de ejemplo, sin menospreciar ni mucho menos a otras de sus obras. Muchas de sus imágenes hoy en día procesionan durante la Semana Santa en Sevilla.

El Inquisidor fray Gabriel Pizarro de Hinojosa, natural de Trujillo, encargaría la obra del Cristo que presidiría el altar mayor de la iglesia de la Sangre de Cristo (fundada el 15 de octubre 1625) a Juan de Mesa y Velasco, durante su estancia en Andalucía como Inquisidor de Córdoba y Granada. La hechura de un crucificado de la agonía. Este, detallaría en el contrato que debía ser una talla, en la que Jesús estaría clavado en la cruz y coronado de espinas.

Esta obra fue concebida para dar culto a los fieles de Trujillo, ya que era costumbre que frailes o miembros de la nobleza hicieran donaciones de este tipo, para ganar prestigio social y además a la vez que invierte en la salvación de su alma.

La obra se ejecuta en madera de cedro y la policromía era tarea de pintores supervisados por los imagineros. Este Cristo de la Sangre de Mesa, destaca por su corpulencia, movimiento desgarrador, posición y gesto conmovedor y la clara influencia plástica que Mesa imprime en sus obras. Aparece Jesús con una gran corona de espinas, la mirada suplicante y la boca abierta, representando así la dramática expresión.

El estilo del maestro procede de la escuela de su maestro Juan Martínez Montañés, pero los detalles violentos son clara señal del imaginero cordobés (el imaginero del dolor).

Mesa se distingue de sus predecesores, por que imprime una gran intensidad en sus obras, dotándolas de un realismo íntimo y doloroso, que ha sido y sigue siendo copiado en la actualidad por muchos artistas de la madera.

Jesús de la Agonía aparece suspendido en la cruz con una cruel tensión, reflejando el dolor y calvario del momento de la crucifixión, este detalle muy característica en las obras de Mesa junto a una muy estudiada anatomía del cuerpo y que lo diferencia del estilo clasicista de su maestro Montañés (Lám 4 y 5). La anatomía de la obra es de un impresionante verismo idealizado y que lo convierte en un apolíneo exento de descomposiciones patéticas. De un movimiento sobrecogedor, la obra invita a la devoción y al fervor.

Este crucificado de Trujillo está traspasado por tres clavos sobre una cruz arbórea, hecha de un tronco sin devastar, lo que acentúa el naturalismo, y llevan corona de espinas de un bloque con la cabeza o postiza. Responde a los tipos de Crucificados de su gubia, sus cuerpos aparecen agitados por un sentimiento interior que rima con la angustiada expresión de los rostros de pómulos salientes, en los que las cejas se curvan hacia el entrecejo como signo de dolor intenso, los ojos se abultan cuando están abiertos y los párpados se ondulan cuando cerrados; el cabello y la barba se ordenan en madejas finas y simétricas, el pecho aparece hundido, sin fuerza, y toda la anatomía se hace minuciosamente descriptiva: los clavos retuercen los dedos y arrugan la piel. El paño de pureza deriva del utilizado por Montañés y forma grandes masas de pliegues finos y profundos, con cuerda o sin ella, atado con dos moñas laterales.

En el año 1921 se trasladaron los bienes muebles de la iglesia de la Sangre de Cristo a la parroquia de San Martín según disposición del párroco don Rafael García López, según documentación existente en el Archivo de la parroquia de San Martín: “Encontrándose sin fondos la fábrica de la parroquia de San Martín, por las múltiples y costosas reparaciones q en ella se han hecho; el Sr. Cura de la misma solicita de sus feligreses que por su piedad, y desprendimiento se han distinguido en amor a su parroquia en otras ocasiones, presten cooperación con la limosna que estimen suscribirse para el traslado del Stmo Cristo de la Sangre y Retablo del mismo, a su parroquia, lo que se hace para evitar el deterioro del mismo, dado el estado ruinoso de su capilla, y para darle el debido culto del que ha estado privado por espacio de muchos años (seguidamente viene la relación de personas que participaron económicamente en los gastos del traslado, realizado por el maestro alarife don Manuel Diz Ramos el 30 de noviembre de 1921, costó 161,05)”.

Lám 4.- Crucificado de la Agonía que preside el retablo central

Lám 5.- Crucificado de la Agonía, detalle

El Crucificado de la Sangre de Cristo preside el retablo de la parroquia de San Martín. Se eleva sobre un sencillo banco, mostrando una caja flanqueada por un par de columnas estriadas en cada lado y encima hay un frontón partido que aloja una hornacina con San Pedro en cátedra. Según don Clodoaldo Naranjo en el año 1675 el artista Manuel Ruiz ejecutó su dorado y pintura a costa del Cabildo de Capellanes de Trujillo[45]. La imagen del Crucificado, de la misma cronología, es una obra realista de cierta calidad. Antes tuvo, lógicamente, otros retablos el presbiterio de la iglesia. En el banco de la obra advertimos la presencia de los escudos de don Gabriel Pizarro de Hinojosa y Arévalo († 1625), quien llegó a ser Inquisidor General de Córdoba y Granada[46]. En el banco del retablo advertimos la presencia de los escudos de don Gabriel Pizarro de Hinojosa y Arévalo († 1625), quien llegó a ser Inquisidor General de Córdoba y Granada[47]. Cabe decir de este retablo que es una de las mejores obras de estilo clasicista que se conservan en la Diócesis. Hasta los años 80 del siglo XX, presidía el espacio ochavado un moderno retablo que fue trasladado a la parroquia de Garciaz por el sacerdote don Ramón Núñez. Se trata de un retablo del año 1903, de estilo neogótico, que donó al templo doña Juana Durán Rey, vecina de Madroñera, en cumplimiento del testamento de su difunto esposo don Manuel Pablos Miguel. Según consta en una inscripción del retablo. Juntamente con las imágenes de San Martín y la Virgen de la Victoria –obras del escultor Romero- que presiden en sendas hornacinas laterales, en los años que preceden a la Coronación Canónica de la Virgen granítica que está en la capilla del castillo, esta imagen de la Patrona de la iglesia de San Martín procesionó en los días de la Festividad de la Virgen de la Victoria, en cumplimiento del testamento de su difunto esposo don Manuel Pablos Miguel. Esta es la efigie a la que se refería el poeta trujillano don Gregorio Rubio «Goro» en su poesía cuando nos dice «que la imagen de colores tan vivos que está en la iglesia de San Martín no es la Virgen que quiere el pueblo sino la que está en el castillo, que es la que Trujillo venera como verdadera Patrona».

A ambos lados del retablo mayor destacamos dos tondos[48] o composiciones escultóricas-pictóricas en forma de disco que representan a San Pedro y a San Pablo, del siglo XVI.

Lám 6.- Imagen de la Virgen de la Victoria que presidía una hornacina de la plazuela del Reposo

En la sacristía se conserva la Virgen de alabastro que presidía la hornacina de la plazuela del Reposo (Lám 6). Colocándose recientemente en dicho lugar una réplica. Virgen coronada con el Niño desnudo. Viste la Virgen María túnica y manto, inclinando suavemente la cabeza y posando sus pies sobre un serafín de alas explayadas. Es obra de la segunda mitad del siglo XVI, en el año 1569 en el testamento de Francisco de Sotomayor, una de las cláusulas especificaba: “Item mando que se eche un chapitel de madera forrado de hoja de lata en la imagen de Nuestra Señora del Reposo que está a las espaldas de la capilla de Sant Martín de tal manera que la ymajen no reçiba daño con el hostigo del agua y que se pague lo que para ello fuere menester”.

                                                                                         Lám 7.- Cristo de la Salud

En este sepulcro de los Bejaranos se conserva el Cristo de la Salud (Lám 7), magnífica imagen en madera policromada del Crucificado, recibe culto bajo la advocación de Cristo de la Salud[49]. En esta imagen se pone de manifiesto la representación de un Cristo doloroso que destaca por su belleza plástica. Está tratado con una suavidad de formas muy lejanas a las representaciones del Cristo del Dolor en las que todos los detalles anatómicos estaban en función de la expresión acrecentada de dolor. Este Cristo de la parroquia de San Martín presenta un carácter menos dramático y unas líneas más suaves que el Cristo de las Aguas, de esta misma ciudad.

Está clavado en la cruz, con la cabeza inclinada hacia su hombro derecho, tiene los ojos cerrados y la boca entreabierta. Su larga cabellera cae por la espalda y barba bífida, además de llevar una corona trenzada sobre la cabeza. Tiene muy bien talladas las costillas y los tendones. Su figura se cubre con perizoma corto, anudado en el centro, formando variados pliegues. Podemos fechar esta obra en el siglo XV. Curiosamente, en un documento que hace referencia a las disputas mantenidas entre los Chaves y las tropas del Marqués de Villena menciona la existencia de un Crucificado en la iglesia que sufrió duros desperfectos[50]. Ha sido restaurado entre los meses de junio – julio del año 2011 por la empresa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ATRIUM C.R.B.C. S.L, contando con el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti.

Lám 8.- Crucificado del s. XVIII

La capilla de los Regodones la preside un Crucificado del siglo XVIII sobre cruz de madera tallada, dorada y policromada a la que está clavado con tres clavos de hierro (Lám 8). La cruz tiene el INRI pegado al brazo horizontal. El Crucificado está representado joven, delgado, moreno, de media melena hacia atrás de la que un mechón se separa avanzando por el hombro derecho hasta el pecho. Su barba no es continua, está dividida en dos por la barbilla. Su cabeza ladeada a la derecha cae ligeramente hacia abajo. Sus ojos están semiabiertos. En su cabeza lleva una corona de espino apoyada en unas espinas incrustadas en la cabeza, entre sus costillas derechas hay una herida de lanza. De estas heridas emanan chorretones de sangre. También presenta diversas señales de latigazos, está cubierto por un manto blanco de pureza de pequeñas dimensiones, sujeto por un gran y sencillo nudo a su izquierda. La imagen, con el paso del tiempo ha sufrido importantes deterioros. Es una imagen tallada en madera, de bulto redondo, policromado en las carnaciones y estofada en el paño de pureza. La cruz, como se ha descubierto durante la intervención, estaba estofada originalmente, ha sido magníficamente restaurado entre los meses de abril-mayo del año 2011 por la empresa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ATRIUM C.R.B.C. S.L. contando con el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti.

Lám 9.- Imagen de San Donato

Lám 10.- Imagen de San Hermógenes

En la capilla de los Bejarano, lugar de enterramiento de don Luis de Camargo Paniagua hay un retablo rococó, obra de mediados del siglo XVIII, preside la capilla. Tiene columnas adornadas con telas y rocallas, que muestra las esculturas de los mártires San Donato (Lám 9) y San Hermógenes (Lám 10), esculturas de la segunda mitad del siglo XVII[51], efigiados en pie y arrodillado, respectivamente sobre un pequeño pedestal marmolizado, con las manos cruzadas sobre el pecho, atadas, degollado, mira hacia arriba. La devoción a los santos mártires fue implantada en época barroca al considerar que eran trujillanos tales Santos y que fueron martirizados, junto a otros compañeros, en Mérida. Debió fabricarse hacia la misma fecha que aporta la inscripción que leemos a los pies: «LAUDA DE DON LUIS DE CAMARGO PANIAGUA/CAPITÁN DE CABALLERÍA DE LOS EXERCITOS DE/ SU MAGESTAD (…) AÑO DE 1755». Se deduce de esto que la obra vino a sustituir el retablo que había construido la parroquia en honor de los dos mártires en 1673: en este año tenemos documentada una paga de 275 reales en favor del carpintero Francisco Acedo, autor del mismo. Lo doró el pintor Manuel Ruiz entre 1678 y 1679 a cambio de 925 reales[52]. Entre los meses de febrero y marzo del año 2011 fue restaurada la imagen de San Hermógenes por la empresa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ATRIUM C.R.B.C. S.L., y bajo el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti. Hemos de indicar que esta capilla se la conoció hasta las obras de restauración efectuada en el templo en el año 1979 como capilla de la Virgen de la Victoria, pues presidía dicho retablo en su hornacina central una imagen de la Virgen de la Victoria[53].

Incluimos la imagen de la Virgen de la Piedad, actualmente preside dicho retablo. Fue depositada en el año 2012 en el templo parroquial de San Martín[54]. Este tipo de esculturas se las conoce como imagen de vestir. Tiene el tronco apenas detallado (se prolonga hasta la cintura o las caderas); brazos articulados, sin forma anatómica, que terminan en manos de talla y un bastidor troncocónico que forma la parte inferior de la imagen, al que se le llama caballete o candelero. Es obra de madera, yeso y está policromía. La cara, el cuello y las manos están realizados en madera tallada, con una base de estuco (masa de yeso blanco y agua de cola) y policromía. Bellísima imagen que representa a una joven María de rostro sereno y mirada ensimismada, presentando una policromía con delicioso brillo a pulimento, y el complemento de ojos de cristal y los cabellos pintados. Presenta características estilísticas muy parecidas a la Virgen de la Paz del Convento de San Pedro de Trujillo. Lleva en su mano izquierda al Niño Jesús. Ha sido restaurada recientemente por la empresa de Restauraciones Artísticas ATRIUM, bajo el patrocinio de don José María Pérez de Herrasti.

Nota.- El resto de fotografías de este trabajo puede consultarse directamente en nuestro archivo.

 

[1]La reconquista de Trujillo tuvo lugar el 25 de enero de 1233, como ya advirtió el profesor J. González en su obra Reinado y diplomas de Fernando III, Córdoba, 1982-1983, p. 318. El problema radica en un defecto de una unidad en la fecha con numeración romana y que también ha sido defendido por el Académico Manuel Terrón Albarrán en su trabajo “En torno a los orígenes de la Tierra de Trujillo (1166-1233)”. Actas del Congreso “La Tierra de Trujillo desde la época prerromana a la Baja Edad Media”. Badajoz, 2005, p. 300; y en su libro Extremadura musulmana, Badajoz, 1991, p. 213. Interesante es también el estudio de Jesús Ruiz Moreno: “1233 la reconquista cristiana de Trujillo”, presentado en los XLII Coloquios Históricos de Extremadura, 2013. Como señalan los cronistas (fuentes árabes y la crónica cordubense de Fernando Salmerón) y no en el año 1232 como se ha venido insistiendo al seguir a los Anales Toledanos, es evidente que la fecha exacta es la de 1233 dada la fuente árabe de Al Himyari, ed. Leví Provençal p. 63. que afirma que tuvo lugar en Rabi I del 630 H. y en el Cronicón cordubense de Fernando Salmerón.

[2] SOLIS RODRÍGUEZ, C.: “La Plaza Mayor de Trujillo”. Actas del VI Congreso de Estudios Extremeños. Tomo I. Historia del Arte, Badajoz, 1981.

[3] RAMOS RUBIO, J. A.: “Recuperación histórica de la Plaza Mayor de Trujillo”. Cimbra, revista del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, año XL, número 358, mayo-junio de 2004, pp. 46-57. RAMOS RUBIO, J. A: La Plaza Mayor de Trujillo. Excmo. Ayuntamiento de Trujillo. Imprenta Moreno (Montijo), 2003.

[4] Archivo Municipal de Trujillo, legajo 5, documento 1, fol. 123 y ss.

[5]Sepan quantos esta carta vieren como en Trugillo, jueves catorze días de março, era de mil e trezientos e noventa e un años, como nos el consejo de Trugillo estando ayuntado en la eglesia de sant martin, que es el arraval de la dicha villa, a canpana repicada por mandado de Pero Martines juez en la dicha villa por nuestro señor el rey e estando presentes en el dicho conçejo…..”. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1.1, número 30, fols. 92r-94r.

[6] También hemos de indicar que el Concejo no sólo se reunía en el portal de la iglesia de San Martín, también se reunieron en otras ocasiones en las peñas próximas a la iglesia de Santa María y en el atrio de la iglesia de Santiago. “Sepan quantos esta carta vieren como nos el conçejo de Trugillo, estando yuntados en conçejo en las peñas çerca de la eglesia de Santa María del dicho logar a canpana repicada por mandado de Johan Blasquez, alguazil por nuestro señor el rey en esta dicha villa…”. Carta de poder del concejo de Trujillo alargando el poder concedido a Gonzalo Fernández Añasco, para entender en los pleitos existentes sobre los ejidos de las aldeas. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1.1, número 30, fols. 104r-105r. “Sepan quantos esta carta de poder vieren como nos el conçejo , justicia, regidores, cavalleros, escuderos de la muy leal çibdad de Trugillo, estando ayuntados en la yglesia de Santiago que es de los muros adentro de la dicha çibdad, a canpana tañida según que lo avemos de uso e de costumbre para semejantes actos e negoçios, a nonbre de conçejo, …”. Cartas de poder del concejo de la ciudad de Trujillo y vecinos de ella a Juan de Chaves, Álvaro de Hinojosa, Cristóbal Pizarro, Pedro Calderón Altamirano, Francisco de Loaisa y Martín de Chaves, vecinos de la ciudad, para que actúen en su nombre en el pleito existente entre la ciudad y sus vecinos y el obispo de Plasencia sobre el cobro de diezmo de las hierbas, pleito en el que las partes se comprometen a aceptar la sentencia que dicte en la reina del obispo de Oviedo. 21 a 28 de abril de 1500. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 3. 1, fols. 6r- 14r. Son varios los documentos existentes en el Archivo Municipal que nos indican el lugar principal donde se reunía frecuentemente el Concejo era en el portal de la iglesia de San Martín. Arrendamiento de la guarda de los prados, alcaceres, fuentes, alberca y muladares (febrero de 1384). Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1. 1, número 1, fols. 1r- 1v.; Acuerdo del concejo de Trujillo y que los nuevos alcaldes de Trujillo Guadalupe intenten llegar a un acuerdo sobre los debates existentes entre el concejo de Trujillo y el monasterio de Guadalupe en algunas ocasiones de Madrigalejo (12 noviembre de 1484). Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4. 9.; Carta de censo sobre unas casas de Juan López de Santa Cruz, del concejo de la ciudad por 700 maravedíes y cinco gallinas cada año (3 agosto de 1498). Archivo Municipal de Trujillo, legajo 3. 1, fols. 353 r- 355 v.

[7] Archivo Municipal de Trujillo, legajo 1. 1, número 39, fols. 137r- 137v.

[8] 19 enero de 1526, ante Francisco de los Cobos. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, carpeta 4, fols. 66v- 67r. Cit. TENA FERNÁNDEZ, J: Trujillo, histórico y monumental. Gráficas Alicante, 1967, 1ª ed, p. 296.

[9] Ordenanzas de la Cofradía del señor San Martín. Año 1500, legajo 65, carpeta 13, tiene 8 folios. Archivo Municipal de Trujillo.

[10] Archivo Municipal de Trujillo, Acuerdos, número 18, 1525-1526, fols. 86-87 vº. Cédula de Carlos V el concejo de la ciudad de Trujillo para que pueda dar por una vez de los propios de la misma 200.000 maravedíes para las obras de la capilla de la iglesia de San Martín. En Toledo a 19 enero de 1526, ante Francisco de los Cobos. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, carpeta 4, fols. 66v- 67r.

[11] Real Provisión de don Carlos y doña Juana al concejo de la ciudad de Trujillo para que pueda dar 12.000 maravedíes para la obra de ampliación de la parroquia de San Martín, a cuenta de los 500.000 que tiene acordado dar en cinco años. Dada en Toledo a 15 marzo de 1529, refrendada de Francisco de Salmerón. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, carpeta 4, fols. 127v- 128r.

[12] Presentación en el Consejo de la ciudad de Trujillo de la merced que los Reyes Católicos hacen a su hijo, el Príncipe don Juan, de esta ciudad así como de tres cartas del príncipe comunicando dicha concesión a Trujillo, dando poder a Fernando Gómez de Ávila para que tome posesión de la misma en su nombre y confirmando a Juan Rodríguez de Mora como corregidor de Trujillo. Archivo Municipal de Trujillo, legajo 6.6.

[13]Cédula de Carlos V en Toledo a 26 de febrero refrendada de Francisco de los Cobos comunicando a Trujillo que por esta Ciudad pasará su esposa la Emperatriz Isabel y mandando que se le hagan los honores y recibimientos correspondientes a su persona. Archivo Municipal de Trujillo, año 1526. 1-3-78-1, fol. 89.

[14] Testimonio de la visita del rey Felipe II a la ciudad de Trujillo. En Trujillo, a 13 de marzo de 1583. Actas de Acuerdos, 1576-1583. Actas del Concejo de Trujillo. Del 10 de octubre de 1576 al 2 de abril de 1583. 571 folios. Archivo Municipal de Trujillo, años: 1576 a 1583. 1-1-30-1.

 

[15] “…porque el pueblo es crecido e se multiplican en feligreses de quince o veinte años acá, así por los infieles de moros e judíos que se convirtieron en la ciudad, que son casi todos feligreses de la Iglesia… y no puede acoger a los que acuden a los actos religiosos, que tiene muy estrecha capilla, tanto y en tal manera que a esta causa e al concurrir en ella mucha gente, por estar en la plaza del arraval, no cabe gente en ella los días de fiesta….”. Archivo General de Simancas. Cámara de Castilla. Memoriales (16 diciembre de 1515), legajo 128, número 31. Cit. SANZ FERNANDEZ, F: Paisaje, percepciones y miradas urbanas de una ciudad del Renacimiento: Trujillo . Badajoz, 2009, p. 295.

[16] Fueron necesarias por parte del Ayuntamiento la compra de algunas casas. Archivo Municipal de Trujillo, Cédula de Carlos V al concejo de la ciudad de Trujillo para que pueda dar por una vez de los propios de la misma 200.000 maravedíes para las obras de la capilla de la iglesia de San Martín en la plaza de esta ciudad (19 enero de 1526), legajo 4, carpeta 4, ff. 66v-67r. Véase el importante trabajo de SOLIS RODRÍGUEZ, C: “El arquitecto trujillano Sancho de Cabrera”. Actas del V Congreso de Estudios Extremeños, Badajoz, 1976, p. 143. Las obras continuaban en el año 1529. Real Provision de don Carlos y doña Juana al Concejo de la ciudad de Trujillo para que podar 12.000 maravedíes para las obras de ampliación de la parroquia de San Martín, a cuenta de los 500.000 que tiene acordado dar en cinco años ( 15 marzo de 1529). Archivo Municipal de Trujillo, legajo 4, carpeta 4, fols. 127v- 128r.

[17] Sería una importantísima obra para el maestro, avecindado en sus proximidades y quedando constancia en su Testamento de su voluntad de ser enterrado en la citada iglesia. Testamento de Sancho de Cabrera, 31 de mayo de 1574. Archivo de Protocolos de Trujillo. Francisco de Villatoro, 1574, legajo 19, fols. 334-336. En Apéndice documental. Documento 1.

[18] “…dí la comida a los oficiales de acabada de cerrar la capilla”. Archivo parroquial de San Martín, Cuentas de Fábrica (1538-1590).

[19] Junto al osario del atrio de San Martín: “h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) TEMISON (…) uxs(or) f(ecit)”. Falta el nombre y la edad del difunto. Se ha conservado la fórmula funeraria y el parentesco que unía a la dedicante con el difunto. Al igual que la anterior (perdida): “h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)”. Inscripción funeraria: “…an(norum) IL (,…) hic. S(it) t(ibi) t(erra) l(evis). ESTEBAN ORTEGA, J: Corpus de Inscripciones Latinas de Cáceres. II Turgalium. Cáceres, 2012, pp. 237 y 270. CIL, II. 528A y 528 B y 639.

[20] El rey Alfonso X mencionó este juego en su obra Libro de los Juegos. Popular juego, muy antiguo, originado en el Medio Oriente, nombre que proviene del árabe al qirkat, preservándose tableros grabados en piedras de varios templos del Mediterráneo. Llevado por los árabes a la Península Ibérica, al llegar a Occitania se fusionó con el tablero de ajedrez y dio lugar a las damas.

[21] Archivo Municipal de Trujillo. Acuerdos, núm. 34, fol. 492 vº.

[22] En la visita celebrada en el año 1573 se especifica que la iglesia ya estaba bendecida.

[23] RAMOS RUBIO, J. A: “Imaginería Medieval mariana en la Tierra de Trujillo”. Actas del Congreso “La Tierra de Trujillo desde la época prerromana a la Baja Edad Media”, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo, 2005, pp. 137-169. RAMOS RUBIO, J. A.: Escultura Medieval y Tardomedieval en la Diócesis de Plasencia. Fundación “Palacio de Alarcón”. Imprenta Moreno, Montijo, 2004.

[24]Construida por el maestre Gil de Cuéllar, autor de la Sala Capitular de la catedral placentina o capilla de San Pablo. Esto lo afirma por primera vez NARANJO ALONSO, C.: Trujillo y su tierra, p. 110. Es importante ver el estudio del Catedrático de la Univ. de Valladolid, Dr. don Salvador Andrés Ordax sobre esta ermita y este arquitecto, en B.S.A.A., tomo LIII, Valladolid, 1987, pp. 304-309. En los años 80, el párroco de la iglesia don Ramón Núñez trasladó esta imagen que se encontraba en la iglesia de Santiago (filial) al templo de San Martín.

[25]La imagen tiene vaciada su espalda, característico de las imágenes fernandinas que acompañaban a los ejércitos. Es probable que esta imagen llegara a Trujillo con las tropas cristianas traídas por los templarios, en la reconquista definitiva del 25 de enero de 1233. Estableciéndose su culto enseguida. Según los Anales Toledanos, Trujillo fue reconquistado por el Maestre de Alcántara, ayudado por el obispo de Plasencia y algunos caballeros del Temple y Santiago. Vid. Anales Toledanos I y II, ed. Julio Porres Martín-Cleto, Toledo, 1993. TERRON ALBARRAN, M: “En torno a los orígenes de la tierra de Trujillo (11666-1233)”. Actas del Congreso “La Tierra de Trujillo desde la época prerromana a la Baja Edad Media”. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, Trujillo, 2005, pp. 211-302; GONZALEZ, J: “Reconquista y repoblación de Castilla, León, Extremadura y Andalucía (siglos XI y XIII)”, en La Reconquista española y la repoblación del país. Zaragoza, 1951; GONZALEZ, J: “Repoblación de la Extremadura leonesa”. Hispania, tomo XI, Madrid, 1943; GONZALEZ, J: Reinado y diplomas de Fernando III, Córdoba, 1980-1983.

[26]Synodo Docesana del Obispado de Plasencia, celebrada por el Ilvstrissimo y Reverendissimo Señor Don Fr. Joseph Ximenez Samaniego, Obispo de Plasencia. En la Civdad de Plasencia, los días XI al XV del mes de mayo del año de M.DC. LXXXVII. En Madrid, Oficina de Melchor Alvarez. Año M.DC.LXXXXII, fol. 255.

[27]La agresión francesa en Trujillo y sus alrededores (ermitas y arrabales) fue muy violenta. Es muy explícita la nota del sacerdote trujillano don Tomás Martín de Prado en el Libro de Bautismos del año 1809: «Debe hallarse con reparación las partidas que pueden suponerse desde primeros de agosto de 1806 hasta veinte y tres de julio de 1809 por haberse perdido las partidas comprendidas en este tiempo a causa de la invasión francesa y el total abandono de la ciudad acaecida en 19 de marzo de 1809«. Libro de Bautismos, 1809-1833. Arch. Parroq. Santa María. Trujillo.

[28]NARANJO ALONSO, op. cit., pp. 110 y 111. TENA FERNANDEZ, J.: Trujillo histórico y monumental, op. cit., p. 423. Aquí estuvo depositada la Virgen de la Coronada hasta el año 1989, fecha en la cual comenzaron las obras de restauración de la iglesia de Santiago, trasladándose la imagen a la parroquia de San Martín.

[29]Capellanía que fundó Diego de Orellana en la hermita de nra. sra. de la Coronada, aneja a la parroquia de Santiago, 15 de febrero de 1729. Libro de Capellanías de la iglesia parroquial de Santiago, 1729-1908, fol. 21.

[30]Lo más característico de esta ermita es su portada, que se abre en arco de medio punto y está decorada con siete cabezas humanas y de animales, muy a tono con los bestiarios medievales. En el salmer derecho, se leía una inscripción que fechaba la ermita: «MASTRE GIL/ dE CullaR M/E FECIT ERA DE MIL E CC/C ANNOS/DOZE». La fecha de la era hispánica (1312) equivale al año 1274 de la era cristiana. Hablamos en pasado, pues en la actualidad esta portada forma parte de una chimenea de la finca cercana de don Miguel Tovar.

[31]Se observan similitudes en este desplazamiento lateral de Niño con la Virgen de Santa María la Real de Nájera, que se atribuye al siglo XIII. SPENCER COOK, W.W., y GUDIOL RICART, J.: Ars Hispaniae Historia Universal del Arte Hispánico. T. VI. Pintura e Imaginería Románicas, ed. Plus Ultra. Madrid, 1980., p.380, dicen al respecto: «La Virgen de la iglesia de Santiago de Trujillo, es una ingenua representación del modelo de Nájera, que llegaría a región tan apartada a través de infinitas copias y adaptaciones».

[32]El escote de la túnica lleva una abertura con la guarnición llamada «orfrés», similar al que ostenta la Virgen del Carrascal, de Logrosán, propia de los vestidos lujosos del siglo XIII, es una pervivencia románica que desaparece en el siglo XIV. BERNIS, C.: BERNIS, C: Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos I (los Hombres), II (Las mujeres). Instituto Diego Velásquez, C.S.I.C. Madrid, 1978-1979, p. 207.

[33]Estas flores están presentes en muchas de las orlas que circundan las viñetas de las Cantigas de Alfonso X. Vid. GUERRERO LOVILLO, J.: Las Cantigas. Estudio arqueológico de sus miniaturas. Madrid, 1949.

[34]El Ilmo Sr. don José Avila, obispo de Plasencia, concedió «cuarenta días de indulgencia a todos los fieles por cada vez que rezasen un Padrenuestro o un Credo ante la imagen de Jesucristo Crucificado denominado de las Aguas y otros cuarenta a los que lo verifiquen rezando un Ave María o una Salve ante la imagen de Ntra. Sra. de la Coronada, y otros cuarenta a los que recen un Padrenuestro por el Apóstol Santiago». Libro de Cuentas, parroquia de Santiago de Trujillo, 1849. Santa Visita del 18 de mayo de 1854, f. 14 vº.

[35]Libro de Cuentas, fols. 4 vº (año 1849), 17 (1855), 18 vº (1855) y 30 (1862). Archivo Parroquial de Santiago de Trujillo. Los altares más importantes del templo de Santiago eran el mayor dedicado al Santo Patrono, el altar del Cristo de las Aguas y el de Ntra. Sra. de la Coronada.

[36]Durante la restauración se pudo verificar que la efigie había recibido una primera restauración en el siglo XVIII, momento en el cual le colocaron ojos de cristal al rostro de la Virgen María, luego sustituidos por unos tapones de madera retallada que son los que se le han dejado, pero abriéndolos más.

[37]PIZARRO GOMEZ, F. J. (Comisario) y otros: Catálogo de la Exposición: «Patrimonio Histórico de Extremadura: Edad Media y Renacimiento». ERE. Mérida, 1990, pp. 42-45 y 54-55.

[38] “..Queremos e mandamos que la capilla e enterramiento que tenemos en la iglesia del Señor San Martin en la Capilla Mayor de la dicha iglesia ande junta con todo ello por Mayorazgo..”. TENA FERNÁNDEZ, Trujillo, histórico y monumental, op. cit., p. 341.

[39] San Jerónimo, uno de los grandes Padres latinos de la Iglesia, junto a las figuras de San Agustín de Hipona, de San Ambrosio de Milán y de S. Gregorio Magno, ha sido considerado como el «príncipe de los traductores» de la Biblia y el exegeta, por excelencia, de los Padres de Occidente.

[40] PIZARRO GOMEZ, F. JAVIER y ANDRES ORDAX, S.: El Patrimonio Artístico de Trujillo (Extremadura). Salamanca, 1987. TENA FERNÁNDEZ, J.: Trujillo, histórico y monumental, op. cit.. PEREZ SÁNCHEZ, A. E: Antonio de Pereda y la pintura madrileña de su tiempo. Madrid, 1978. TERRON REYNOLDS, M. T: Patrimonio pictórico de Extremadura en los siglos XVII y XVIII. Universidad de Extremadura. Salamanca, 2000.

[41] Archivo de la iglesia parroquial de San Martín. Cuentas de Fábrica (1538-1590), año 1576. El Altar Mayor fue obra de Francisco Rodríguez (año 1576), “…Antonio Rodríguez cura de Arroyomolinos y Tejeda, a nombre de su padre Francisco Rodríguez que hizo el retablo de San Martín, recibió 23 familias de trigo y 20 ducados”. En las cuentas del año 1578 recibe 100 ducados en una partida y 1200 maravedíes en otra. En el año 1579 Inocencio Hernández, carpintero, puso los andamios para colocar el retablo.

[42] Fue trasladado en el año 1921 siendo Cura Ecónomo de la parroquia de San Martín don Rafael García, por su interés en dotar al suntuoso templo de nuevos elementos que valoren su mérito.

[43] HERNÁNDEZ DÍAZ, J: Juan de Mesa. Escultor de imaginería (1583-1627), Colección Arte Hispalense, 1, Diputación de Sevilla, 2ª ed., Sevilla, 1983, p. 22; VILLAR MOVELLÁN, Alberto, “Juan de Mesa y Alonso de Mena: enigmas e influencias”, Apotheca, 3, Departamento de Historia del Arte, Universidad de Córdoba, Córdoba, 1983.

 

 

[44] Libros de la Cofradía titulada de la Sangre de Cristo de la villa de Vélez-Rubio, 2t, 1602-1804. Archivo parroquial.

[45] NARANJO ALONSO, C.: Trujillo sus hijos y monumentos. 2ª ed. Serradilla, 1929. NARANJO ALONSO, C.: Trujillo, sus hijos y monumentos. Espasa-Calpe. 3ª ed. Madrid, 1983.

[46] CORDERO ALVARADO, Pedro: Trujillo. Guía Monumental y Heráldica. Cáceres, 1996, p. 54

[47] Hijo de Alonso Pizarro de Torres y de Teresa de Grado, falleció en Trujillo en el año 1625.

[48] El término proviene del italiano rotondo, «redondo».

[49] RAMOS RUBIO, J. A: “La imaginería medieval en Trujillo”. Actas del Congreso Trujillo Medieval, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo, 2002, pp. 77-95. RAMOS RUBIO, J. A: Escultura Medieval y Tardomedieval en la Diócesis de Plasencia, op. cit.

 

[50] “Con motivo de los duros enfrentamientos entre los seguidores del marqués de Villena desde la fortaleza y los Chaves que se defendían desde la iglesia de San Martín, ésta quedó bastante destrozada. En una ocasión (año 1476) sufrió destrozos el crucificado, y una parte de ella, según cuentan testigos presenciales como Juan Núñez, Nuño de Chaves, Francisco Dávila. Los daños causados ascendieron a 100.000 maravedíes”. Archivo General de Simancas. Cámara de Castilla. Pueblos, legajo, 20. Cit. FERNANDEZ-DAZA ALVEAR, C.: La ciudad de Trujillo y su tierra en la baja Edad Media. Badajoz, 1993, p. 124.

[51] Flórez cita veinticuatro mártires de Trujillo, entre ellos a San Hermógenes y a San Donato. FLOREZ, E: España Sagrada, tomo XIII, Madrid, 1756, p. 120. FLOREZ, ENRIQUE: España Sagrada. Editorial Agustiniana. Madrid, 2001. Santos mártires que murieron en Mérida en tiempos de la dominación romana, y aparecen citados por Baronio en su Martirologio. Retablo de los Mártires San Hermógenes y San Donato. Archivo parroquial de la iglesia: L.C. y V. de la Cofradía de los Mártires San Hermógenes y San Donato, de 1673 a 1762, foliado. 1673. Hechura del retablo dedicado en la iglesia a los Santos Mártires titulares de la congregación de San Hermógenes y San Donato. Aditamentos posteriores. Cuentas de 1673: «Yten doçientos y doçe reales que costó la madera que se compró para haçer el retablo de los Santos». (Fol. 3 vt.º) «Yten doçientos y setenta y cinco reales que pagó a Françisco Azedo, carpintero, por la hechura del dicho retablo como constó de su recibo que exivió dicho mayordomo y en cuya cantidad se conçertó dicha obra por el alcalde y demás ofiçiales». (Fols. 3 vt.º. 4) «Yten çiento y setenta y siete reales que gastó en la fiesta que se hiço el día que se colocaron los santos en la capilla, en haçer el altar, sermón, cohetes y otras cosas como se contiene en las partidas del libro del borrador». (Fol. 4) Cuentas de 1679, ref. a 1677-78: «Yten mil trecientos y sesenta maravedís a Francisco Azedo por la hechura del altar». (Fol. 24) 1678-1679. Pintura y dorado del retablo de los Santos, obra concertada con el pintor Manuel Ruiz. Cuentas de 1681, ref. a 1678-1679: «Yten noveçientos y veinte y çinco reales que pagó a Manuel Ruiz, pintor, en que se concertó el dorar y estofar el retablo de los Santos, como consta del ajuste que se hiço con el susodicho y reçibos que entregó». (Fol. 28)

[52] Vid., A.D. de Trujillo, Documento 4.

[53] ROCHA PIZARRO, F.: Explicaciones Litúrgicas de la Consagración de las iglesias, Toledo 1936; Pág. 48, aparece una fotografía del retablo con una imagen central de la Virgen de la Victoria y nombra a la capilla que lo alberga como Capilla de la Victoria.

[54]Existió una ermita dedicada a la Virgen de la Piedad (próxima a la Plaza de Toros), de gran devoción entre los trujillanos, fundada en el año 1528 (la imagen titular de la ermita desapareció, al igual que la primitiva ermita). Una Cofradía se encargaba de su culto. Cuando cesó el mismo se trasladó a la iglesia de Jesús y, posteriormente, a la de San Francisco. Véanse nuestros estudios RAMOS RUBIO, J. A: “La Ermita de la Piedad se construyó en el año 1528. Aportaciones documentales”. Revista La Piedad, Trujillo, 2000, pp. 9 y 10; RAMOS RUBIO, J .A: “Las Fiestas a Ntra. Sra. de la Piedad”. Revista La Piedad, 1990; RAMOS RUBIO, J. A: “Nuevos datos sobre la advocación de Ntra. Sra. de la Piedad en Trujillo”. La Piedad, 1992, p. 9; RAMOS RUBIO, J. A: «Las Fiestas de La Piedad según el Libro de Ordenanzas del Cabildo de Trujillo, año de 1573». LA PIEDAD, Trujillo, 1993, pp. 31-33.

 

 

 

Oct 092017
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz. Provisional.

Lám 1.- El grupo de bolos graníticos en cuyo entorno se encuentran los restos habitacionales del poblamiento estudiado en la cerca de los Toros

. Introducción

En las actas de los XXVII, XXVIII y XXIX Coloquios de Extremadura -años 1998, 1999 y 2000- fueron publicados sendos trabajos sobre poblamientos localizados en la parte sur del berrocal trujillano; con ellos conectamos nuestro pasado patrimonial prehistórico con otros trabajos semejantes de nuestra Comunidad que, sorpresivamente, o nos tuvieron poco en cuenta o nos silenciaron.

Posteriormente descubrimos este asentamiento que ofrecemos para su conocimiento y estudio. Procuramos eludir la publicación de fotografías poco definidas recurriendo en esos casos al dibujo-calco.

Solamente nos queda decir que este poblamiento ha sido habitado con posterioridad presentando con ello mayor complejidad.

. El poblamiento: zona habitacional

Localización

Se localiza muy próximo al punto geográfico formado por una latitud norte de 39º 26´ 41,76´´ y longitud oeste de 5º 50´ 8,48´´.[1]

Para llegar al poblamiento se debe partir desde Trujillo a Guadalupe hasta el cruce de callejas muy próximo al final del berrocal; una vez allí, hay que desviarse a la derecha y dejar el coche en un pequeño aparcamiento inmediato no señalizado. Si se parte de la plaza de toros de Trujillo, la longitud de este tramo está muy cerca de los 5 km.

Hacia el oeste, un murete y una puerta marcan la ruta: al lado derecho unos cortos escalones permiten franquearlo sin dificultad. Si continuamos en la misma dirección, a poco más de 50 m debemos cruzar otro muro lindero, tras el cual se ha de girar ligeramente a la derecha unos doscientos pasos hasta llegar a un abrevadero.

Una vez en él, se debe ascender por el corto arroyo que lo forma; a 225 pasos de la charca, ya cerca de su parte superior, a la derecha se vislumbra un caserío de cubierta algo más que descuidada. Llegados a su nivel se debe tomar el sentido opuesto.

Al ascender ahora hacia la izquierda otros ciento treinta pasos, se observará a la derecha un redondeado bolo con una mancha amarillenta en su parte inferior, superiormente muestra un pequeño escobón; en ese punto hay que torcer nuevamente a la izquierda y caminar 100 pasos más. Allí, nuevamente a la izquierda, está el bolo de granito claramente en forma de visera que muestra el conjunto de cazoletas número 1.

Para acceder al poblamiento se debe continuar el recorrido en el mismo sentido; ya en la parte alta se alcanza la mesetilla. Una vez en ella se debe caminar hacia el SW; pronto se avistará el pequeño grupo de grandes bolos en donde se hallan los restos del poblamiento. La linde de propiedades queda por el oeste, a unos cuatro metros.

Descripción y generalidades

Además de su innegable interés prehistórico hay que añadir su privilegiado valor paisajístico (Lám 1). Entre los bolos hay un espacio que tiene de ejes: N-S, 45 m y de E-O unos 30 m; ofrece una superficie útil muy antropizada de algo más de 100 m2 y de alto, cercana a 1 – 1,5 m hacia el norte y este, en el resto de los lados el talud es menos acusado o inexistente, sobre todo al sur.

Está elevación es el producto de los restos materiales que constituyen el documento donde poder acercarnos a “leer” su pasado. Como en cualquier excavación, su “lectura” conlleva el cumplimiento de la correspondiente normativa e inexorablemente su destrucción.

Actualmente, en el espacio que dejan los bolos al interior, se observan al menos dos estructuras de tendencia rectangular. Una pilita prismática, de 44 cm de larga, 30 cm de ancha y 20 cm de profundidad, se halla algo elevada y próxima hacia el norte. Su posición nos aproxima a su funcionalidad: debió ser un bebedero de aves.

En la parte más alta del suelo destacan dos sillarejos de granito dispuestos uno frente al otro. Forman parte del vano de una puerta, mide de ancho 0,50 m y 0,65 m de altura; tiene 0,37 m de largo; aparentemente es de poca altura aunque desconocemos parte de ella por estar enterrada.

De las jambas, la que da al sur es la mayor y mejor trabajada, sobre todo en las caras externas al muro; ya dijimos su altura actual. La otra está simplemente desbastada y es menor; de altura tiene 0,25 m, de profundidad 0,60 y 0,20 m de ancho. Unos metros más al sur se encuentran otros dos restos de jambas en disposición semejante.

Las cerámicas observadas en superficie

Figura 1.- Grupo de fragmentos de cerámica observados en la zona habitacional del poblamiento de la cerca de los Toros

En general los fragmentos observados no son numerosos. La mayor parte corresponden a teja curva, común a los numerosos restos presentes en las cercas inmediatas de Tercera Orden, Las Calderonas etc. y corresponden al último momento del poblamiento ya en tiempos históricos.

No obstante en la línea de la base este de los bolos, especialmente en el situado más al sur, observamos un pequeño lote de cerámicas. Algunas tienen la personalidad suficiente para señalar un momento prehistórico (Fig 1).

Platos

Nº 1.- Fragmento de color pardo, con desgrasante de buen tamaño, factura manual y cocción preferentemente reductora. Corresponde a un recipiente cuya pared tenía un grosor de 16 mm y aunque no podemos precisar su diámetro si se puede afirmar que pasaba de los 25 cm. Ambas caras presentan las superficies alisadas; desde 2,5 cm su borde disminuye paulatinamente hasta los 7 mm que presenta el extremo del labio que acaba de forma redondeada.

Nº 2.- Fragmento de color pardo, con desgrasante de buen tamaño, factura manual y cocción preferentemente reductora. Correspondió a un plato cuyo lado tenía un grosor de 8 mm y aunque no podemos precisar su diámetro si se puede afirmar que pasaba de los 20 cm; ambas caras presentan las superficies alisadas. Desde 2 cm, su borde aumenta de forma redondeada por la cara interior, lo hace levemente hasta los 12 mm. De esta manera presenta el labio levemente reforzado.

Nº 3.- Fragmento de color pardo, con variado desgrasante, menudo y muy grueso, factura manual y cocción preferentemente reductora. Corresponde a un recipiente cuya pared tenía un grosor de 11 mm y aunque no podemos precisar su diámetro si se puede afirmar que era grande, posiblemente pasaba de los 25 cm; ambas caras presentan las superficies alisadas. Desde 1 cm su borde aumenta muy brevemente de forma redondeada al interior; el extremo del labio acaba de esa forma sobre todo en la parte superior.

Nº 4.- Fragmento de color pardo grisáceo, con variado desgrasante, menudo y no muy grueso, factura manual y cocción general reductora. Corresponde a un recipiente cuyo lado tenía un grosor de 12 mm y aunque no podemos precisar su diámetro si se puede afirmar que era grande, posiblemente pasaba de los 35 cm. Ambas caras presentan las superficies alisadas algo más la interior; su borde se encuentra reforzado sobre todo al interior.

Nº 5.- Fragmento de recipiente de color pardo, algo rojizo en su cara interna, tiene desgrasante de mediano tamaño, factura manual y cocción reductora con leve oxidación. Corresponde a un recipiente cuya pared tenía un grosor de 8 mm y aunque no podemos precisar su diámetro si se puede afirmar que era grande, posiblemente cerca de 25 cm. Ambas caras presentan las superficies alisadas especialmente la interior; su borde está reforzado claramente almendrado.

Cazuelas

Nº 6.- Corresponde a un fragmento de color pardo, ligeramente anaranjado en la cara interna; tiene numeroso desgrasante de mediano tamaño, su factura es manual y la cocción mixta. El ancho de su pared es de 10 mm no apreciándose aumento en el ángulo de carena, éste es de unos 135º y está a 3 cm del borde. El diámetro debía estar en torno a los 30 cm; las superficies de sus caras nos han llegado algo alisadas. El borde se terminó sin refuerzo, simplemente se afiló y la parte superior se redondeó. El fragmento debió pertenecer a una cazuela carenada.

Ollas

Nº 7.- Fragmento de cerámica de color pardo, con desgrasante de gran tamaño, de mala factura manual y cocción sobre todo reductora. Corresponde a un recipiente cuyo lado tenía un grosor de 8 – 9 mm; no podemos precisar el diámetro de su boca. Ambas caras presentan las superficies mal alisadas sobre todo la parte interna.

Este fragmento presenta una decoración incisa formada por un par de bandas paralelas al borde. Fueron realizadas con un par de círculos; en cuya parte inferior se realizaron con fino punzón, trazos bien señalados, paralelos y verticales aunque ligeramente inclinados al lado derecho, de unos 5 mm de longitud y separados de manera regular entre 3 y 4 mm.

Nº 8.- Fragmento de cerámica de color pardo, con menudo y fino desgrasante, de factura manual y cocción preferentemente reductora. Corresponde a un recipiente cuyas pared tenía un grosor de 10 mm y aunque no podemos precisar su diámetro si se puede afirmar que tenía entre 15 y 20 cm. Ambas caras presentan las superficies bien alisadas; desde 2 cm su borde disminuye muy levemente y termina de forma redondeada al interior. Se trata de una olla globular.

El fragmento presenta una decoración incisa consistente en una banda situada a 1 cm del borde y paralela al mismo. Se compuso con un círculo casi imperceptible y de él se desprenden verticalmente trazos ungulados de unos 8 mm de longitud y separados de manera poco regular entre 1 y 1,7 cm.

Nº 9.- Corresponde a un recipiente cuya pared tenía un grosor de 4 – 6 mm y su diámetro tenía sobre 15 cm. Ambas caras presentan las superficies bien alisadas; desde 2 cm su borde disminuye muy levemente y termina de forma redondeada al interior. A 3 cm del borde superior, el recipiente presentaba una carena redondeada y de ángulo muy abierto.

Nº 10.- Fragmento de cerámica de color pardo rojizo, con escasos desgrasantes gruesos y más abundantes los pequeños, dudamos si su factura es manual o a torno y la cocción parece que debió ser mixta. Corresponde a un recipiente cuyas paredes tenían un grosor de 5 mm y su diámetro tendría sobre 15 cm. Ambas caras presentan las superficies alisadas. Superiormente comienza su borde aproximadamente desde 1 cm; es de forma ovalada aumentando hasta 7 mm, el labio termina de forma redondeada; por el abombamiento que presenta la parte inferior del fragmento se puede decir que perteneció a una ollita.

Nº 11.- Fragmento de cerámica de color variable desde el pardo rojizo hasta el gris oscuro de ello se deduce que tuvo una cocción mixta; con muy fino desgrasante, aparentemente de factura a torno. Correspondió a un recipiente cuya pared tenía un grosor de 5 mm, dada su pequeñez no podemos precisar su diámetro. Ambas caras presentan las superficies bien alisadas. Desde 1,2 cm se exvasó su borde y se disminuyó muy levemente terminando de forma redondeada.

Nº 12.- Fragmento de cerámica de color pardo, con menudo y fino desgrasante, de aparente factura a torno y cocción preferentemente reductora. Corresponde a un recipiente cuya pared tenía un grosor de 4 mm y aunque no podemos precisar su diámetro si se puede afirmar que tenía entre 20 y 30 cm. Ambas caras presentan las superficies bien alisadas; su borde tiene perfil la tendencia a pico de pato, superiormente el labio termina de forma redondeada.

Cuencos

Nº 13.- Fragmento de cerámica de color gris, con finísimo desgrasante, de aparente factura manual y cocción preferentemente reductora. Corresponde a un recipiente cuyo lado tenía un grosor de 5 mm; no podemos precisar su diámetro, por la curvatura del fragmento debía estar cerca de los 20 cm. Ambas caras presentan las superficies pulidas pero sin brillo. Desde 1 cm su borde disminuye de manera suave por el interior y el labio termina de forma redondeada.

Nº 14.- Fragmento de cerámica de color gris, con menudo desgrasante, de aparente factura manual y cocción reductora. Corresponde a un recipiente cuya pared tenía un grosor de 5 mm, no podemos precisar su diámetro. Ambas caras presentan las superficies bien alisadas especialmente la exterior. Próximo a su terminación el borde disminuye muy levemente y termina de forma redondeada.

Nº 15.- Fragmento de cerámica de color gris algo rojizo al interior, con menudo y fino desgrasante, de factura manual y cocción preferentemente reductora. Corresponde a un recipiente cuyo lados tenía un grosor de 5 – 6 mm y su diámetro tendría entre 15 cm y 20 cm. Ambas caras presentan las superficies bien alisadas, la exterior presenta una sencilla decoración incisa a base de dos finas circunferencias localizadas a 11 y 16 mm de la terminación superior. El labio disminuye muy levemente marcándose con suavidad su parte inferior y termina de forma redondeada.

Nº 16.- Fragmento de cerámica de color pardo claro con desgrasante de mediano tamaño, muy rodado; perteneció a un cuenco decorado en su cara externa con cuatro circunferencias en bandas horizontales y paralelas separadas entre cinco y seis milímetros y realizadas a punto en raya.

Relaciones, comentarios y cronología

 Los recipientes números 1, 2, 3, 4 y 5 tienen sus paralelismos como ya expusimos en trabajos anteriores. Concretamente los números 4 y 5 son platos de borde reforzado y almendrado ya presentados en el poblamiento del Acebuche, no lejos de éste. Según las relaciones recogidas en esa bibliografía, ellos sitúan este yacimiento en un impreciso momento del Calcolítico pleno, entre los años 2500 y 2000 a. de C.

El fragmento número 6 perteneció a la tipología conocida como cazuela carenada. Este tipo está presente en algunos fragmentos observados en el no muy lejano poblamiento del Avión. En cuanto a sus relaciones ya fueron establecidas en los referidos artículos. Su cronología como allí estudiamos lo puede situar en un amplio Calcolítico, generalmente temprano, en torno al 3000 – 2500 a. C.[2]

Los fragmentos 7 y 8 presentan una decoración sencilla, no excesivamente abundante pero fácilmente relacionable. La decoración del fragmento número 7 consiste en dos bandas paralelas completadas en su interior por pequeños trazos incisos, verticales, ligeramente inclinados al lado derecho y paralelos.

Puede tener cierta relación con el número veintinueve del poblamiento del Acebuche si bien éste parece carecer de circunferencias y los trazos incisos aunque paralelos son angulares y de mayor tamaño -en el fragmento encontrado están incompletos-. Allí vimos que este motivo del Acebuche tiene su paralelismo en el poblado del cerro de la Horca en Plasenzuela.

Tanto estos como el de los Toros pueden rastrearse, ya en el Neolítico, como parte de las decoraciones simbólicas. La decoración del fragmento número 7 del poblamiento de los Toros -bandas con pequeños trazos incisos, verticales y paralelos- tiene además en su parte inferior un tracito que nos insinúa la existencia de otros motivos incisos en esa parte de la vasija.

Estos motivos de bandas paralelas tanto con temas lineales como con temas decorativos de carácter secundario son rastreables de manera general entre las cerámicas simbólicas de uso cotidiano del sur peninsular. Están presentes aunque aparentemente de manera accesoria en algunas cerámicas simbólicas del poblado de los Millares[3]. Otros ejemplos se observan en la cueva del Agua del Prado Negro (Iznaloz, Granada); en la cueva de las Ventanas (Piñar, Granada) etc. Éstas ofrecen una datación muy temprana que tiene sus comienzos en el Neolítico siendo algunos motivos como el estudiado de más larga duración[4].

La decoración incisa del número 8 en una banda cercana y paralela al borde, formada por incisiones de apariencia ungular, poco profundas y de apenas un centímetro también están presentes en el fragmento número 20 del poblado del Acebuche -ya mencionado-, en los números 69 y 70 del poblamiento del Avión y en el número 23 de Aguas Viejas, si bien éstas son más anchas y toscas.

Este motivo decorativo es muy común en la cerámica de uso cotidiano de extensos periodos de tiempo, prueba de ello es su existencia en los tres poblados estudiados en la década de los noventa del pasado siglo y reseñados anteriormente en la bibliografía. De esta manera el fragmento no proporciona datos concretos de cronología pues, como acabamos de decir, ha sido de uso continuado en largas y diversas épocas.

Tras lo reseñado en el estudio de estos ocho fragmentos no cabe dudar de la existencia de este poblamiento durante el Neolítico y el Calcolítico Medio. Ya con escasa precisión el resto de fragmentos nos acercan, unos más otros menos, a otros periodos de tiempo anteriores y posteriores.

Así el número 9 por su carena, colorido y textura parece mencionar un recipiente carenado del Bronce Final; también el número 13 puede señalar ese mismo tiempo si atendemos a su textura y acabado. El número 12 con el borde en pico de pato puede acercarnos a tiempos muy posteriores; el 14 es un fragmento de cerámica común y factura manual que pudo pertenecer a un cuenco calcolítico; el 15, a torno, perteneció a una ollita gris de cronología imprecisa pero posterior a las mencionadas.

Destaquemos el número 16 que perteneció a un cuenco, con su decoración de punto en raya. Esta misma decoración está presente en el poblado del Avión, en su fase más temprana. Él nos puede situar estos restos al menos en un Neolítico tardío -sobre el 3000 a. de C.-; sin duda en circunstancias normales es el fragmento más antiguo del grupo.

Por lo tanto tendremos que añadir que, por los restos observados tenemos seguridad de que este asentamiento estuvo habitado durante el Neolítico Final y Calcolítico Pleno o Medio -en torno al 3000 y 2500 a. de C.-.

Hay indicios de su posterior utilización con sucesivas etapas de abandono y poblamiento, las últimas muy recientes -tejón curvo- ya en tiempos históricos.

. El poblamiento. El parque cultural. Las cazoletas

 Problemática general

Para la mayoría de los autores, una de las características de las cazoletas es el simbolismo; de esto es fácil deducir que su realización representa algo conocido para su autor. Con el fin de acercarnos a esos contenidos necesitamos introducir varias cuestiones, entre ellas la situación del autor o autores al ejecutar la obra; solamente así podremos aproximarnos a la distribución, orden etc. de las cuestiones que tenía en su cerebro y que deseaba trasmitir mediante un solo signo: la cazoleta. En ese mismo orden de cosas se puede afirmar que podía realizar sus obras directamente del natural, de memoria e incluso de una manera mixta.

Si el contenido era del natural o estaba en su memoria, antes de su realización su inteligencia lo procesaba mentalmente adecuándolo; no solo a las formas semiesféricas de cada conjunto, sino también a las rugosidades de la roca, los pequeños relieves, racheados etc. Igualmente las distribuía en ese espacio estableciendo unas distancias entre ellas.

Dado que tomamos estas formas como una abstracción cuyo contenido ciertamente desconocemos, podemos suponer que en un mismo conjunto el signo hemisférico pueda servir para representar varias cosas. Por ejemplo, montañas y arroyos u otras cuestiones, lo que complica aún más la cuestión de acercarnos a conocer sus fondos.

Además, como en cualquier obra parecida, se debe tener en cuenta también el grado de subjetividad individual y social del autor -no es lo mismo representar al adversario que al afín- y que, sin duda, también podía estar plasmada en la representación mediante cazoletas.

Todos estos pormenores nos marcan la línea en la que intentaremos acercarnos a estos conjuntos insistiendo en su distribución, ordenamiento de formas etc. Para llevarlos a cabo, repetimos, el autor debería primeramente tener en su memoria la información, la cual podía o no, ser influida por sus condicionantes personales y sociales, sería posteriormente procesada y transcrita a la superficie de la roca mediante un solo signo: la cazoleta. De su complejidad se deduce que, ya desde los tiempos de su realización parece necesaria la necesidad de un “guía” cultural que explicara esos significados. Personaje que debería ser informado por el autor, si no era éste mismo.

. El grupo de cazoletas de la cerca de los Toros 1

Lám 2.- La visera bajo la que se realizó el conjunto de los Toros 1, vista desde el E

 Localización

Próximas al poblamiento hemos localizado unos conjuntos formados por cazoletas a los que hemos denominado con el nombre actual del cercado donde se hallan; así los Toros I por ser el nombre del descubierto primero en la cerca donde se realizó. Está muy próximo al punto geográfico determinado por las coordenadas: latitud norte 39º 26´ 41,18´´ y longitud oeste 5º 50´ 6,54´´.

Generalidades

Al describir el acceso al poblado hemos mencionado la forma de llegar. La roca que sirve de soporte es la base de un magnífico bolo de granito de grano grueso y duro, en forma de huso irregular, en sentido próximo al NE – SW. Mide unos 8 m de largo, otros tantos de alto y 6 m de ancho. La parte del NE se presenta más alargada y en su extremo hay un desprendimiento inferior de unos 2 m de alto, 2,5 m de largo y 3,5 de ancho; su apariencia es poco natural por la horizontalidad superior del hueco y en él, el color claro de la roca (Lám 2).

La base de este hueco es bastante inclinada descendiendo por el lado norte. Su superficie se presenta muy rugosa y machacada quizás por el desprendimiento. En ella hemos localizado dieciséis cazoletas aunque podría haberse realizado alguna más. La parte desprendida actualmente se halla al norte y presenta en su cara sur numerosos alveolos de buen tamaño.

Fig 2.- Conjunto de cazoletas de los Toros 1 vistas desde el oeste

Descripción

Para su ejecución se eligió en el soporte dos espacios mínimamente lisos: uno alargado, algo elevado situado hacia el este donde se realizó el grupo uno; el otro ocupa el único espacio de tendencia horizontal situado en la parte central oeste, en él se realizó el grupo dos. Su estado de conservación es variable, en general nos han llegado muy poco profundas y con escaso pulimento (Fig 2).

La situación del autor o autores no fue posible en el sur, por estar ocupado por la base de la roca, mientras que el lado norte ofrece bastante dificultad por la inclinación y lejanía. Aunque no es el más propicio, mayor facilidad presenta el lado este, pues ofrece un desnivel suficiente para mantenerse en pie y ejercer la fuerza necesaria para el piqueteado y posterior pulimento de las cazoletas. Desde él, pudieron realizarse parte de las cazoletas (números 1 a 6). El lado oeste, es el que mayores facilidades presenta de altura, proximidad etc.

Dividimos las cazoletas en dos grupos: el grupo primero está en un espacio superior -unos cinco centímetros- hacia el este, son las cazoletas número 1, 2, 3, 4, 5 y 6, mantienen una cierta alineación al borde del pequeño desnivel de unos 5 cm que allí presenta la roca dando la impresión de asomarse.

El grupo segundo se localiza en la parte central oeste –ya mencionada-. Allí situamos la número 13, que mide de diámetro 7,5 cm y actualmente tiene de profundidad de 2 cm, no presenta un buen acabado por tener saltada parte de su superficie; fue realizada bastante centrada siendo una de las mayores de este grupo.

Parece estar unida por un corto canalillo a otra más pequeña, algo dudosa, situada muy próxima por el norte, la número 12. Alineadas en sentido norte con las número 13 y 12, se encuentran las cazoletas número 11 – 10 y algo más distante la 9. Separadas un par de decímetros de ésta, hacia el este, encontramos alineadas en ese sentido las números 8 y 7.

Partiendo nuevamente de la cazoleta 13, se encuentran alineadas con cierta regularidad hacia el oeste, las números 14, 15 y 16, ésta, de mayor tamaño aunque poco profunda, ocupa una superficie ligeramente más elevada. Sus diámetros oscilan entre los 7,5 y los 4 cm.

Relaciones y comentarios

Hemos encontrado una situación parecida a la elevación limítrofe del primer grupo -cazoletas 1 a 6-, en el extenso conjunto de Tejadilla XI-II-VII, cazoletas 1 a 7. Ya cuando presentamos aquel trabajo escribíamos:

[…] su situación en el borde inferior izquierdo de este plano puede hacer sugerir que estaban presenciando el fenómeno cósmico que parece mostrar el conjunto II pero en un plano superior, quizás sideral [5].

El fenómeno al que hace alusión se realizó mediante cazoletas y una gruesa línea para indicar ambas órbitas y menciona el encuentro en cercanía de la Luna llena con el Sol, ambos en todo su esplendor, casualmente este fenómeno periódico, sucedió también en las proximidades del año 2000.

En general el actual número de cazoletas y su distribución coincide con el número de picachos cercanos al poblado por el sur y emergen curiosamente en la línea del horizonte. Así, la sierra de Santa Cruz, con el Risco Grande es la más llamativa por su tamaño, ocupa el centro, se corresponde con la cazoleta número 13; hacia la derecha estarían las sierras de Astorgano -14-, Robledillo de Trujillo -15- y Montánchez -16-.

Atribuimos el número 12 al Risco Chico, a la izquierda, muy próxima y unida por el canalillo al Risco Grande –los dos picachos de la sierra de Santa Cruz-, observables desde el poblado y con doblez aproximativa entre ellos. Siguen con sus correspondientes números, las sierras de Lagares, Pedro Gómez y otras adyacentes.

Más allá, en otro plano más elevado, el grupo primero, que domina desde la altura; quizás se tratase de seres de más allá, que verían y dominarían el espacio vital de acá (cuestión que no ocurre en el espacio del segundo grupo). El autor tuvo posibilidad de retratar su espacio vital y sus creencias de esta manera tan simple y elemental.

  • El grupo de cazoletas de la cerca de los Toros 2

 Localización

Esta muy próximo al punto geográfico determinado por las coordenadas: latitud norte 39º 26´ 42,92´´ y longitud oeste 5º 50´ 7,22´´.

 

Lam 3.-Este bolo de granito de la cerca de los Toros, igualmente aviserado al N, contiene en su base el grupo de cazoletas de los Toros 2

Dejado el primer grupo de cazoletas se debe continuar hacia el sur por el mismo sendero en dirección al poblamiento. Desde aquí se puede marchar próximos a la base del canchal vertical que debe quedar a la derecha; ascendamos hacia el sur hasta coronar una amplia meseta, tras ciento cincuenta y ocho pasos. Una vez en ella, se debe doblar hacia el oeste y, próximo ya al otro lado, cerca de la linde, se divisa sin dificultad el bolo que mostramos; contiene el grupo de cazoletas número 2. La distancia desde el inicio de la mesetilla no debe pasar de los 150 m.

Generalidades

La roca que sirve de soporte es la base de un bolo de granito no excesivamente grande, de grano grueso y duro, de orientación semejante y forma de huso aunque más romo. Mide unos 6 m de largo, 3 de alto y unos 3,5 m de ancho. La parte del N se presenta algo más alargada y en su extremo está la visera natural (Lám 3).

   

                       

 Figura 3.- Cazoletas del grupo de los Toros 2, subconjuntos A y B vistos respectivamente desde el este y el oeste

Descripción de las cazoletas

Las cazoletas que hemos localizado se encuentran distribuidas en dos zonas lo suficientemente próximas como para poder acometer su estudio unidas (Fig 3 A y B).

Subconjunto A

Cerca de la base del lado este de la base hemos localizado cinco cazoletas realizadas superiormente a un cambio de nivel que limita la roca de forma decreciente de norte a sur. El pequeño cambio de plano no sobrepasa el decímetro por la parte más acusada -el norte-, decreciendo hasta desaparecer en el lado opuesto; las cazoletas se realizaron alineadas en torno al mismo, en dirección N – S. El autor realizó su trabajo en el subconjunto A desde el norte-noreste y para el subconjunto B en el oeste; el bolo granítico ocupa las demás partes.

La cazoleta número 1 es la primera por el SE y ocupa una superficie muy erosionada por lo que puede considerarse dudosa, igualmente algunos resaltes podrían ser restos de otras. Más ciertas son las siguientes, números 2, 3, 4 y 5, especialmente las tres últimas. En la parte inferior de las inmediaciones de estas dos últimas, se observa un resalte sin liquen que no llegó a dañarlas.

Sus dimensiones son las siguientes:

Cazoleta A/1.- Profundidad 5 mm, diámetro 7 cm.

Cazoleta A/2.- Profundidad 1 cm, diámetro 7,5 cm.

Cazoleta A/3.- Profundidad 3 – 4 cm, diámetro 8 cm.

Cazoleta A/4.- Profundidad 5 mm, diámetro 6-7 cm.

Cazoleta A/5.- Profundidad 5,5 cm y diámetro 5,5 cm.

Subconjunto B

En el inicio de la base oeste, por el norte, hemos localizado, a 1 m del anterior subconjunto, tres cazoletas. Debido a la posición natural el autor debió ocupar esta misma parte ya que en el resto está la roca sin grabar. Para su realización se eligió una superficie bastante plana, que continúa a ras del suelo hacia SW. Está limitada en el este por un marcado alto relieve, en desnivel cercano al metro que se extiende por toda esta parte. No dudamos de la intención igualitaria, al menos en algún aspecto, de los contenidos de estas cazoletas y que su realizador quiso trasmitir.

Éstas nos han llegado situadas a unos diez-once centímetros, con escaso pulimento, poca profundidad y diámetro parecido:

Cazoleta B/1.- Profundidad 2 cm, diámetro 7 cm.

Cazoleta B/2.- Profundidad 1,5 cm, diámetro 6,5 cm.

Cazoleta B/3.- Profundidad 1,5 cm y diámetro 6,5 cm.

Relaciones

En cuanto al grupo A, cabe decir que, la alusión al conjunto de los Toros 1, grupo primero, se hace forzosa dadas las características -igual o muy próximas- en cuanto al número, tamaño, factura, distribución, situación … así como las del soporte inmediato y su situación en éste. Así pues tenemos un grupo, de naturaleza indeterminada, situado al naciente, algo elevado, en posición de observar lo que está inmediato bajo ellos sin ser vistos.

En la base del altorrelieve, no coincide el espacio liso, es decir la parte amesetada del conjunto anterior, donde se realizó el segundo grupo de cazoletas. No existe en este segundo conjunto tal plano alisado pero se buscó el más próximo en la roca, realizándose algo más alejado, a un metro tras doblar por el norte al oeste; allí se ejecutó, en el comienzo del plano inferior. Solamente por esta cuestión encontramos posibilidades de relación.

En el espacio mencionado se realizaron las tres cazoletas denominadas como grupo B y cuya unión mediante líneas rectas, forma un triángulo de tendencia equilátera. Debemos pues apartar el contenido cósmico por no ser esta la forma triangular de la constelación de ese mismo nombre. La ausencia de alineamiento horizontal como sucede en el conjunto de los Toros 1, descarta la representación de objetos así dispuestos.

Ahora debemos situarnos en la mente del autor y averiguar qué cuestión triangular regular, situadas muy a ras del suelo, podría ocuparle. Las tres cuestiones aparentemente carecían de dependencias jerárquicas representadas por distinto tamaño, mejor acabado, proximidad etc. Habrá que indagar sobre naturaleza, fuentes, personajes, animales, clanes, sepulturas… que puedan representarse de forma abstracta formando un triángulo equilátero y, muy posiblemente, dos de ellas más alejadas del autor… Quedemos pues la respuesta en la posibilidad intelectual de cada uno y la esperanza puesta en posteriores debates.

  • El grupo de cazoletas de la cerca de los Toros 3

Localización

Su situación es cercana al punto geográfico determinado por una longitud oeste de 5º 50´ 12,13´´ y una latitud norte de 39º 26´ 32,21´´.

Este grupo se situó a unos sesenta pasos al noreste de la zona habitacional del poblamiento, en un cancho de corta y baja visera hacia ese mismo lado y situado en los comienzos de la parte superior del desnivel (Lám 4 y 5).

Lám 4.- El cancho de baja visera donde se realizó el conjunto de los Toros 3

Lámina 5.- El grupo de cazoletas de los Toros 3

Generalidades

El soporte es granito, de grano grande y duro, sin líquenes; la superficie elegida es algo rugosa y ocupa un saliente de forma trapezoidal, elevado del suelo 17 centímetros. La posición del autor forzosamente es al este, dando frente al grabado.

Las cazoletas

Este conjunto lo forman un grupo de tres cazoletas alineadas horizontalmente: dos de ellas con buen acabado interior por pulimento y la tercera, situada a nuestra derecha, está marcado el círculo de su curvatura y poco más; da la impresión de que podría estar inacabada.

Las numeramos de izquierda a derecha. La número 1 mide de diámetro 6 cm y 2,5 de profundidad; muy próxima por la derecha, la número 2 que tiene un diámetro de unos 7 cm, su profundidad es cercana a la primera. Las dos están unidas por un canalillo de 1 cm de profundidad, 3 cm de largo y 4 cm de ancho, bien pulimentado.

La número 3 está algo más separada a la derecha, unos 12 centímetros cm. Su estado de conservación es malo ya que falta toda su parte este, aunque mantiene en el oeste su trazo circular. Su diámetro está en torno a los 8 cm y tiene solamente 1 – 0,5 cm de profundidad.

Relaciones y comentarios

Ya hemos descrito una alineación recta al describir la relación entre las cazoletas del segundo grupo del conjunto de los Toros 1. Con las debidas reservas dijimos que entre las números 12 y 13 se encuentra insinuado un canalillo de unos 4 o 5 cm y que atribuimos a la indicación de los Riscos Chico y Grande que forman la cercana sierra de Santa de Cruz, actualmente perfectamente visibles y diferenciables por su diferente luminosidad a determinadas horas. El tema parece repetirse aquí, ahora quizás más claramente por estar plasmado directamente del natural.

Más complejo resulta asignar a la cazoleta de la derecha, mucho menos marcada, una referencia de las primeras serranías presentes en las proximidades, bien de Ibahernando (Astorgano) o Robledillo (Alijares) etc.

. El conjunto de cazoletas de la cerca de los Toros 4

 

Lám 6.- Los bolos de referencia para localizar el conjunto de los Toros 4.

Localización

Se encuentra en un punto geográfico cercano al definido por una latitud norte de 39º 26´ 31,06´´ y una longitud oeste de 5º 49´ 55,35´´.

Una vez dejado el vehículo y franqueados los dos linderos próximos, debemos marchar hacia la izquierda cerca de la pared. Pronto avistaremos una segunda charca y próximos dos bolos aislados, de apariencia herrática, sobre una gran superficie rocosa de tendencia horizontal. En el oeste, muy cerca de la base del más próximo al arroyo se observan con facilidad (Lám 6).

Generalidades

Los bolos, no muy grandes, llaman la atención por su desnuda y caótica redondez. El más occidental desafía su aridez portando en la parte superior un atrevido escobajo que soporta los tórridos veranos y los fríos inviernos sin alteración. La roca que les sirve de soporte es la gran mole de tendencia horizontal ya enumerada. Sus características son semejantes a las descritas.

Fig 4.- El grupo de cazoletas del conjunto de los Toros 4

 Descripción de las cazoletas

En la parte indicada del segundo bolo, el más redondeado, se realizaron cuatro cazoletas, tres de ellas alineadas las numeramos con los números 1, 2 y 3; la número 4 está ligeramente separada hacia el este como se aprecia en el esquema (Fig 4). Su estado de conservación es bueno aunque el pulimento se encuentra algo deteriorado.

Sus medidas son:

Número 1: diámetro 10 cm, profundidad 4 cm.

Número 2: diámetro 5,5 cm, profundidad 1 cm.

Número 3: diámetro 12 cm, profundidad 3,5 – 4 cm.

Número 4: diámetro 6 cm, profundidad 3 cm.

La distancia entre las cazoletas 1 y 3 es de 1,30 centímetros y 23 centímetros entre la 3 y la 4.

Relaciones y comentarios

Más allá de la forma de casquete esférico, no encontramos relaciones formales en los conjuntos de las proximidades. La alineación de tres de ellas se acerca al eje norte-sur pero nos queda una cuarta cazoleta al este que por el momento interrumpe cualquier síntesis. Esperemos que en un futuro podamos acercarnos a conclusiones que al menos estén en el camino de ser certeras.

 

. Las cazoletas del conjunto de Tercera Orden 1

 

Lám 7.- El bolo de granito con las cazoletas de la cerca de Tercera Orden 1.

Lámina 8.- Las cazoletas de Tercera Orden 1

 

Fig 5.- El grupo de cazoletas de la cerca de Tercera Orden 1

Localización

El bolo que contiene el grupo de cazoletas de Tercera Orden 1 se localiza cercano al punto geográfico determinado por una latitud N de 39º 26´ 41,36´´ y longitud W de 5º 50´ 10,84´´.

Para visitar este pequeño monumento debemos pasar por los restos habitacionales del poblamiento; desde éste se halla unos 250 – 260 pasos caminando hacia el suroeste con muchos desniveles.

Situados en la zona habitacional tomemos la linde hacia el sur. Pronto podremos elevarnos al ascender la roca redondeada y lisa. Desde su no mucha altura, se divisan a unos 250 pasos dos bolos redondeados próximos a un camino. Marchemos hacia ellos y a unos 40 pasos antes de llegar muy cercano por nuestra izquierda se encuentran las rocas que buscamos (Lám 7).

Llegados a la misma observaremos que ocupan una mesetilla con numerosos restos que por sus cerámicas y restos de extructuras no son prehistóricos.

Generalidades

La roca que se escogió como referencia no es excesivamente grande, mide de alto y ancho unos 3 m y de largo una medida cercana a los 4 m en su orientación es N-S. Por estar ocupado el espacio inferior a la visera, las cazoletas fueron realizadas en el este situadas hacia el norte, el más propicio para la realización por su autor que las daría su frente. La superficie que las sirve de soporte es algo rugosa y aunque de manera irregular está cubierta de líquenes; tiende a decrecer de sur a norte.

Está dividida por cuatro racheados, tenues e inconstantes, que provienen desde el oeste incluso se observa un corto pulimento en los inicios del racheado segundo, al menos bajo las cazoletas 1 y 2. Los racheados forman al menos tres bandas bien diferenciadas. La superior es más horizontal y lisa, en ella hemos observado dos cazoletas. Ya en franco declive hacia el norte la central; nos da la impresión que ella y su racheado superior sirvieron para organizar el resto del conjunto.

Descripción de las cazoletas (Lám 8 y Fig 5)

El número de cazoletas que presentamos es de dieciséis, no descartamos que pueda existir alguna más pues el grado de deterioro de la roca es importante por algunas zonas. Observando la tabla adjunta es evidente la escasa profundidad de la mayoría de esto que su pulimento sea deficiente estando en un avanzado grado de deterioro. Ocupan un espacio tendente a 1,30 m de largo y 0,80 m de ancho. Sus actuales en centímetros, diámetro y profundidad, son próximas a las siguientes:

 

Número Diámetro Profundidad
1 4 1
2 7 3
3 6 1,5
4 5 1
5 5 2
6 8 2,5
7 8 2.5
8 8 2
9 9 2
10 6 1,5
11 6 2
12 6,5 3
13 6,5 2,2
14 5 0,5
15 4,5 1,5
16 6 2

 Tabla número 1: Tercera Orden 1. Enumeración de cazoletas y dimensiones

Relaciones y comentarios

Su distribución en el soporte no evidencia con claridad orden, ni jerarquía. Este monumento, en cuanto a las rocas que sirven de referencia, es semejante a dos de sus vecinos -Toros 1 y 2- aunque la visera al norte aquí es más corta y esté apoyada en otra roca. Es evidente que estamos en una misma cultura.

En sentido amplio, la orientación del lugar parece que sea condicionante -aquí se escogió el NE-. Es evidente que parece existir cierta desgana por utilizar el sur en su amplia extensión, se huyó desde el SE al SW.

La formación lineal recta es empleada en numerosos conjuntos de los Toros, al menos parcialmente. A nuestro entender algunas cazoletas de Tercera Orden 1 parecen estar alineadas siguiendo el segundo racheado; incluso en los comienzos por el oeste se reforzó la línea con un corto pulimento -apenas 10 centímetros- en el espacio bajo las cazoletas 1 y 2. Tal cuestión parece indicar la necesidad de su existencia en el mensaje a trasmitir.

Pronto se abandonó la tarea y en su poco señalada trayectoria se trazaron tres cazoletas un tanto desordenadas, abigarradas, nos han llegado con escasa profundidad. En ese mismo sentido, aunque más espaciadas podemos incluir las números 11 y 14. Aquí concluye un posible eje del armazón narrativo.

Agrupadas, se desprenden del mismo, recién pasada la cazoleta cinco, las número 6, 7, 8, 9 y 10, ocupan la parte superior y media de la banda, es decir, espacialmente tienden a relacionarse con el eje mencionado -segundo racheado-. Su mejor aspecto, quizás sea debido a la mayor facilidad de su ejecución y suponemos que constituyen otra trama del relato.

Superiormente a la cazoleta 14 y alineadas con ella, hallamos la 15 y 16, ahora con buena separación -75 cm en total-. Bajo la cazoleta 14, la 12 y 13 presentan la misma tendencia que las mencionadas -proximidad al eje-. En líneas muy generales pueden presentar la cuarta trama de esta narración

. Conclusiones

Ya vimos que por los materiales encontrados hasta el presente, este poblamiento tuvo vida activa durante la Prehistoria, al menos en el Neolítico Final y Calcolítico Medio o Pleno.

Las cinco estaciones de cazoletas descritas, fueron realizadas en lugares singulares, próximos a la zona habitacional; hechas para ser vistas y no pasar desapercibidas. Dadas la característica de las cazoletas como signo único, lo probable es que para ser conocidos sus contenidos “animadas” necesitarían la explicación del autor o de guías previamente informados.

Todas estas cuestiones llenan de significado cultural ese espacio poblacional cotidiano. Demuestran que, al menos para algunos individuos, estos poblamientos eran algo más que lugares de habitación y producción económica. Posibilitaban ser centros de intercambios culturales y atracción turística.

BIBLIOGRAFÍA

[1] Para visitar estos restos se debe contar con los permisos adecuados.

[2] Rubio Andrada, Manuel (1999): “Tres poblamientos del berrocal trujillano II. El poblamiento del Avión.” XXVIII Coloquios Históricos de Extremadura. Badajoz, Centro de Iniciativas Turísticas de Trujillo, pp. 533 – 534; 350 – 351; Ibidem (2000): XXIX Coloquios Históricos de Extremadura. “Tres poblamientos del berrocal trujillano III: El poblamiento de Aguas Viejas”. Badajoz: Centro de Iniciativas Turísticas de Trujillo, p. 465.

[3] Siret, Luis (1995): Religiones neolíticas de Iberia. Almería: Arraez Editores, pp. 60 y 131.

[4] Carrasco Rus, Javier L.; Pachón Romero, Juan A. y Gámiz Jiménez, Jesús (2012): “Las cerámicas neolíticas pintadas en Andalucía y sus contextos arqueológicos.” Antiquitas, nº 24, pp. 17 – 79.

[5] Rubio Andrada, Manuel y Pastor González, Vicente (2000): “Los grabados prehistóricos del río Tejadilla, Madroñera, Garciaz y Aldeacentenera (Cáceres)”, XXIX Coloquios Históricos de Extremadura, Badajoz, Centro de Iniciativas Turísticas de Trujillo, p. 477.

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