Nov 152019
 

 

José Antonio Ramos Rubio.

1.- CRISTO DE LA EXPIRACIÓN (ERMITA DE LA ARGUIJUELA DE ABAJO)

 

En la ermita de Nuestra Señora de Gracia, en la finca de la «Arguijuela de Abajo», en el lado de la Epístola, se rinde culto a la imagen del Cristo de la Expiración, obra de finales del siglo XIV. Concretamente, presidiendo un retablo barroco, sin dorar, con los símbolos de la Pasión en cartelas. Es un Crucificado de madera policromada (bajo la advocación del Cristo de la Expiración) de finales del siglo XIV, con una tipología rígida y popular, de tamaño mayor al natural, en torno a los 2 m. El 7 de abril de 1992 se fundó una cofradía penitencial que procesiona el Viernes Santo por la mañana al Crucificado, con la aprobación canónica del Excelentísimo y Rvmo. Sr. Obispo don Ciriaco Benavente Mateos, Obispo de Coria-Cáceres. Cofradía dirigida por el entonces presidente de la casa regional de Andalucía don Jesús Brazales, que con motivo de una romería realizada en el recinto del castillo de la Arguijuela de Abajo y a instancia de don Ramón Jordán de Urries y Martínez de Galinsoga, «Vizconde de Rodas», propietario del castillo de la ermita, se giró visita esta última, con el propósito de en años venideros hacer la romería y dar culto a un imagen de un crucificado existente. Esta imagen es propiedad del Vizconde de Rodas, cedida a la Cofradía para su culto y uso procesional.

Es de destacar que el obispo don Juan José García Álvaro (1750-1783) concedió cuarenta días de indulgencia a aquellos fieles que rezasen ante las imágenes de la Virgen de Gracia y del Crucificado, según reza en una cartela que está en el lado del Evangelio: “El Ymº. Sp. D. JVAN JPH GARCIA ALVARO OBPO DE CORIA CONCEDIÓ 40 DIAS DE YNDVLGENCIA QVIEN REZARE VNA SALVE DELANTE D ESTA SSMA YMAGEN D. Nª. Sª. D GRACIA ROGANDO A DIOS POR LA EXTon D. Nra Sta Fee”. Y, en otra cartela: “El Ymº. Sp. D. JVAN JPH GARCIA ALVARO OBPO DE CORIA CONCEDIÓ 40 DIAS DE YNDVLGENCIA. REZANDO VN CREDO DELANTE DEL SSmo CHRISTO DE LA ESPIRACION. ROGANDO A DIOS POR LA EXALTAon D. Nra Sta FEE”[1].

Es una impactante imagen que se sostiene en tres clavos, los brazos del Cristo prácticamente son horizontales. Tiene la boca abierta, arcos superciliares elevados, nariz aguileña, fuerte entrecejo y frente estrecha. Barba larga abierta en dos picos, tiene negra cabellera, corona de espinas, la cabeza ligeramente ladeada hacia su derecha, el cabello o formando buclees entrelazados, cae por los hombros. El estudio anatómico es de gran calidad, resaltando los músculos y las venas. Por encima de la cruz del Crucificado rezan en una cartela las letras: “JESUS NAZARENUS REX IUDEORUM”. Como es notorio, la cruz ocupa el primer lugar entre las imágenes sagrada, ya que es el símbolo del misterio pascual. Por ella se representa la pasión de Cristo y su triunfo sobre la muerte, al tiempo que se anuncia su segunda venida, ya gloriosa.

Destacan los músculos del cuello en tensión y una expresiva cabeza, levemente flexionada hacia su hombro derecho, con un rostro de expresión patética, ojos abultados; boca de labios carnosos, entreabierta, en la que se distinguen los siguientes; barba partida con suaves rizos en las puntas y la cabellera desciende hasta los hombros. Sobre la corona trenzada de espinos original, se le ha puesto otra recientemente. Es un Cristo vivo en actitud expirante, no presenta la llaga en el costado, pues aún no ha sido atravesado por la lanza de Longino, según el texto bíblico[2]. El torso está resuelto y modelado correctamente, con un volumen torácico proporcionado, destaca la infección en las caderas y la depresión en la cintura alejándolo del rígido esquema troncocónico que era frecuente en crucificados de períodos anteriores.

Esta imagen pertenece a la Ilustre Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Expiración y Ntra. Sra. de Gracia y Esperanza, procesiona el Viernes Santo, con su salida desde la iglesia de San Mateo a las 11:30 horas.

Fue restaurado en el año 1997 por doña María Antonia González Luceño, licenciada en Bellas Artes. En primer lugar se realizó una limpieza en superficie con brochas suaves para eliminar las manchas. Esta limpieza dejó ver que en ambos brazos en el muslo izquierdo se había perdido por completo la película pictórica, que dando soporte al descubierto. Se eliminó el relleno de las grietas, que se encontraban sueltos para poder ser consolidados, esta tarea se realizó por impregnación a base de pincel para el interior de las grietas y por inyección en todos y cada uno de los orificios de salida de los xilófagos. Se rellenaron los orificios y las grietas con resina y se añadieron injertos con maderas. Se colocaron en la corona de espinas nuevas hechas con bambú, aprovechando los agujeros que habían dejado los originales. Todas las zonas: orificios, grietas, cabellos, dedos, fueron estucados a la manera tradicional con sulfato cálcico y con cola animal, y también la cara posterior de los brazos y de muslo izquierdo, que de esta manera preparadas recibieron la reintegración de la policromía que se hizo con técnicas acuosas, tempera y acuarela. La reintegración final se realizó con pigmento al barniz.

 

2.- EL CRISTO NEGRO (IGLESIA DE SANTA MARÍA LA MAYOR)

Ya no estamos ante el Crucificado mayestático y sereno del románico que recibe impasible al suplicio de la Cruz, sino ante una representación dramática del Crucificado que tiende a conmover al creyente. Es obra de la segunda mitad del siglo XIV.

Es una imagen de Cristo doloroso que durante el período gótico pretende acercarse más a la representación de la condición humana de Jesús mediante innovaciones iconográficas sustanciales con respecto al período románico. Los pies se fijan a la cruz con un solo clavo en posición bastante forzada, en aspa, que conlleva la protección en diagonal de la pierna derecha sobre la izquierda. La cabeza parece totalmente desplomada hacia su derecha; es ya un Cristo inerte, muerto (ojos cerrados y boca abierta). Jesús presenta una expresión patética, tiene los dedos crispados, otro ejemplo más del naturalismo del gótico.

Destaca la nudosa cruz original de gajos, expresión del lignum vitae (literalmente, madera de la cruz,  reliquia del cristianismo que se refiere al madero usado por los romanos para crucificar a Jesús). La cruz de gajos es frecuente en los siglos del gótico, como símbolo del árbol de la salvación. Esta imagen fue restaurada a finales del siglo XVII por el estofador Mateo Hurones. Esta talla se encontraba en el desaparecido convento de Santa María de Jesús, hoy sede de la diputación Provincial de Cáceres.

La muy Solemne, Venerable y Pontificia Cofradía Hermandad Penitencial del Santo Crucifijo de Santa María de Jesús (Cristo Negro) es una cofradía fundada en 1490 y refundada en 1986 cuya sede está en la iglesia de Santa María, en Cáceres. Sus estatutos establecen que el paso nunca puede salir de los límites de la muralla histórica, por lo que la cruz de guía es el elemento representativo de la Cofradía cuando se efectúa la procesión Magna. En esta procesión exige un obligado voto de silencio y la cofradía posee un límite de hermanos de entre 50 y 59 cofrades[3], que procesionan con una túnica negra de monjes benedictinos y con la cara tapada. Esta imagen procesiona en Semana Santa el Miércoles de Pasión, sale a las 12 de la noche de la iglesia de Santa María la Mayor.

 

3.-CRISTO DEL HUMILLADERO (ERMITA DEL ESPIRITU SANTO)

Esta imagen medieval se encuentra en la parroquia del Espíritu Santo, fue traída aquí desde su ermita, del Humilladero (Cáceres), de ahí su nombre. Preside el ábside, es obra de finales del siglo XV. Se nos representa muerto, con gran expresividad siguiendo el esquema iconográfico habitual en este tipo de piezas. Presentando tórax plano y brazos extendidos por encima de la horizontal. El “perizonium” está anudado en la cadera izquierda y forma abundantes pliegues, mientras que los pies se cruzan sujetos a la cruz con un solo clavo. Es un crucifijo de gran calidad estética, el canon es alargado, de anatomía muy estilizada, el artista anónimo trabajó con precisión en los detalles anatómicos, sobre todo en el rostro, brazos y piernas. La cabeza está tratada con especial minuciosidad. Lleva corona de espinas directamente tallada, de la que brotan de las heridas borbotones de sangre, tiene los ojos cerrados y la boca entreabierta, se pueden percibir los dientes. De las heridas de las rodillas y de las manos brota sangre, contribuyendo a reforzar el dramatismo de la imagen. En la actualidad recorre las calles de Cáceres en los días de la Semana Santa bajo el estandarte de la “Pontificia y Real Cofradía del Espíritu Santo y del Stmo. Cristo del Humilladero y Stma. Virgen María Corredentora”.

Como hemos indicado, esta imagen presidía desde muy antiguo la ermita del Humilladero, propiedad de la Cofradía de la Vera Cruz, derruida en 1900 para construir una fábrica de harinas. Estando en su primitiva ubicación recibió una Bula Pontificia por la que se ganaban mil quinientos días de indulgencia por cada Misa que en su altar se dijese, mandase decir o se oyese en los días de la Cruz, Resurrección, San Francisco, San Juan y Espíritu Santo. Fue restaurado en varias ocasiones: por Francisco Mendo Montejo en 1674 y por Francisco Antonio Tallo en 1753, por ejemplo.

 

La ermita del Humilladero de donde procede esta imagen del Crucificado, estaba situada junto al Puente de San Francisco. Ya existía a mediados del siglo XVI cuando se encarga la realización de una capilla en la citada ermita al cantero Hernán López Paniagua, siguiendo las trazas del cantero Pedro Gómez[4]. Hernán López perteneció a una ilustre familia de canteros que trabajaron en la mayor parte de las obras de construcción y reforma de la iglesia de Santiago. La ermita del Humilladero era propiedad de la Cofradía de la Vera Cruz, y durante muchos años partió de ella la procesión de Sangre del Jueves Santo de la Vera Cruz[5].

Tenía dos altares, el más importante el del Cristo del Humilladero, donde por oír misa determinados días, se ganaban 1500 Indulgencias, y el otro era el altar de una Virgen[6]. El 3 de mayo de 1900 el cura párroco de San Mateo, con autorización episcopal, vendió la ermita a un industrial local, destinada a fábrica de harina, la cual permaneció hasta el año 1986 en que fue derribada y construidas en el mismo espacio unas viviendas.

En los inicios del siglo XX la imagen del Crucificado fue trasladada a la iglesia del Espíritu Santo, situándose en un altar en el lado del Evangelio, donde recibió culto hasta que se trasladó al altar mayor a finales del segundo tercio de dicha centuria (como consecuencia de la retirada del retablo del templo), donde se encuentra actualmente.

Cuando se refundó la Cofradía en 1950 fue conocido con el nombre de Santísimo Cristo de la Buena Muerte o Santísimo Cristo del Espíritu Santo. Durante siglos nuestra Cofradía rindió culto al Cristo del Espíritu Santo, un Crucificado del siglo XVII que fue llevado a la iglesia de San Mateo tras la guerra de la Independencia, donde corona el retablo, el cual terminó denominándose Cristo de la Buena Muerte. Conocido el error en la advocación, la Cofradía volvió a denominar Cristo del Humilladero a su titular gótico.

En 1970 dejó de procesionar debido a su delicado estado de conservación, y fue sustituido por otro Crucificado, de factura moderna, que actualmente es conocido como Santísimo Cristo de la Preciosa Sangre. Restaurado por Gracia Sánchez-Herrero Rosado, Ángeles Penis Rentero y Fátima Gibello Bravo, salió de nuevo a las calles de Cáceres en la Semana Santa de 1990. Foro Restauraciones intervino en la restauración en la imagen en 1998 y en 2007.

 

En 1950, al amparo del auge que por entonces habían adquirido los desfiles pasionistas en Cáceres, surgió una nueva cofradía, la del Santo Cristo del Humilladero, que, desde un principio quiso recoger la herencia de esta vieja hermandad cacereña cuya historia, sucintamente, acabamos de relatar. La auspició el párroco de San Mateo don Santiago Gaspar Gil, gran entusiasta de la Semana Santa, al que se debe el reflotamiento de las viejas cofradías de Jesús Nazareno y la Vera Cruz, así como la incorporación de nuevos pasos a los desfiles procesionales. 1 de marzo de 1963, Montenegro solicitaba que la procesión realizada en la mañana del Viernes Santo del año anterior, se trasladara a la madruga con la finalidad de que los obreros, que era la mayoría de los hermanos de carga, pudieran descansar todo el Viernes Santo. Estudiada la propuesta por la Comisión de Cultos al exterior de la Comisión Pro Semana Santa, se resolvió que recorriera las calles de la feligresía, fijando su horario entre las 23:30 horas del Jueves Santo y la 1:30 de la madrugada del Viernes Santo. El 11 de marzo, Monseñor Llopis Iborra aprobó la inclusión de esta procesión en los desfiles penitenciales de la ciudad de Cáceres[7].

 

4.- CRISTO DE LAS INDULGENCIAS (IGLESIA DE SAN JUAN)

La construcción de la iglesia de San Juan data de la segunda mitad del siglo XIV. Publico Hurtado denomina a este templo con el título de San Juan de los Ovejeros, por tener su sede allí una cofradía gremial que agrupaba a los ovejeros y que a partir de mediados del siglo XV permitió el ingreso de los labradores[8].

Preside el ábside una lignaria imagen del Crucificado, que tiene unas notas propias del siglo XV. El cuerpo de Cristo está bastante derecho, ladeando ligeramente la parte alta del cuerpo y dejando caer levemente la cabeza hacia su derecha. Es importante destacar que la humanización de Cristo en la cruz, sufriente, produce una transformación radical en la iconografía. El Cristo vivo y triunfante del románico pasa ser representado sin vida, vencido por la muerte, con un cuerpo suspendido en pronunciada flexión, con el torso ondulado y la cabeza inclinada bruscamente sobre el hombro derecho. Esta pronunciada ondulación del cuerpo de Cristo se generaliza en occidente a partir de los inicios del siglo XII, definiéndose el crucifijo como «Christus patiens», es decir, la imagen de Cristo en la cruz que como hombre padece y sufre, procedente esencialmente de una sensibilidad mística cuyos antecedentes los encontramos en San Anselmo de Canterbury, que en su obra Monologion había presentado ya algunos argumentos sobre la demostración de la existencia de Dios, acompañando a otras reflexiones de carácter marcadamente teológico. La demostración que nos ofrece en el Proslogion fue motivada, según sus propias palabras, por la petición de sus compañeros benedictinos de reunir en un solo argumento la fuerza probatoria que los argumentos presentados en el Monologion ofrecían en conjunto. Con esta prueba, conocida como «argumento ontológico», San Anselmo pretendió no sólo satisfacer dicha petición sino también dotar al creyente de una razón sólida que le confirme indudablemente en su fe.

Volviendo a la imagen del Crucificado. El rostro acusa el gesto de dolor, presentándonos un Cristo muerto, con los ojos cerrados y la boca abierta. La barba es corta, partida en el centro; el cabello, es largo, marcando mechones. La cabeza está ceñida por una corona de espinas.

El naturalismo del gótico se caracteriza también en la exagerada marcación de las costillas. La ley de gravedad de todo el cuerpo se manifiesta en la tensión de los brazos, que lo soportan elevándose los brazos por encima de los hombros, las manos se cierran en torno al clavo. Destacamos también la leve flexión de las rodillas. Se cubre con un perizoma caído que deja al descubierto los inicios de la ingle, ceñido a los muslos y cruzado al centro; además, anudado y con caída a su cadera izquierda con abundantes pliegues, características de un paño mojado. Las piernas reciben un tratamiento minucioso, los pies sujetos por un único clavo, destacando la rotación centrípeta de los pies.

Consideramos que debe de tratarse del Cristo del Pardo, que tuvo su capilla en esta iglesia[9]. Esta imagen se trajo a Cáceres en el año 1661, procedente de Salamanca. En Cáceres recibió el nombre de Cristo del Perdón y, más tarde, se le conocía como Cristo de la Buena Muerte[10].

 

5.-SAN JORGE Y EL DRAGÓN (DIPUTACIÓN PROVINCIAL, PALACIO DE CARVAJAL)

Esta imagen ostenta el patronazgo de Cáceres desde la Edad Media, concretamente desde la Reconquista, al coincidir ésta con su festividad. De una venerable leyenda se nutre la celebración de la Fiesta de San Jorge, con la que se conmemora la conquista de la ciudad por las tropas cristianas en la víspera del 23 de abril, festividad de este santo, de 1229. La leyenda alude al amor entre un capitán cristiano de las tropas del rey Alfonso IX de León que asediaban la ciudad y la bella y bondadosa hija del kaid agareno que gobernaba la ciudad fortificada, siendo así que, gracias a los favores de la joven mora y a la ruta de túneles que utilizaba el capitán para sus encuentros amorosos, llegó éste a conocer un subterráneo que atravesaba las murallas de Cáceres. La víspera del 23 de abril lo utilizó junto con otros soldados para franquear la fortaleza y sorprender a sus defensores, concentrados como estaban en repeler un simulacro de asalto cristiano a la puerta del Socorro.

Cáceres fue recuperada para la cristiandad esa noche, en la víspera de San Jorge, considerado como máximo protector de los ejércitos cristianos. Alfonso IX de León dotó de fueros a la ciudad y estableció que se celebrase la fiesta de San Jorge con la quema de hogueras por parte de los vecinos, simulando así los asentamientos de sus tropas. La fundación de la Cofradía de San Jorge data de 1548.

 

Esta obra que representa a San Jorge de pie peleando con el dragón, está relacionada con los modelos góticos franceses[11], con una expresividad emotiva, menos hierática que en imágenes de períodos anteriores. Se nos ofrece San Jorge con reposada postura y bellas facciones. Es una obra de finales del siglo XV.

 

 

6.-SANTA ANA CON LA VIRGEN NIÑA (AYUNTAMIENTO)

Imagen de bulto redondo en madera policromada. Representa a San Ana con la Virgen María Niña. Es obra tardomedieval del primer decenio del siglo XVI.

Se encuentra en las dependencias del Ayuntamiento de Cáceres. Fue adquirida en Portugal (Posada de Elvas) por el entonces alcalde don Alfonso Díaz de Bustamante en el año 1965, en la cantidad de 16.000 pesetas. Fue restaurada en el año 1996[12].

El tema medieval de Santa Ana Triple se mantiene en la iconografía en los primeros años del siglo XVI, hasta su desaparición definitiva en el Concilio de Trento.

El tema iconográfico conocido como Santa Ana Triple está formado por Santa Ana, la Virgen y el Niño, aunque la historia de Santa Ana no procede de los Evangelios Canónicos, sino de los Apócrifos, como ocurre con gran parte de la vida de la Virgen María y de la infancia de Jesús; sin embargo, son relatos muy difundidos pues resultaban muy gratos a la devoción popular; en la medida en que la figura de Santa Ana se va desligando de la de su esposo San Joaquín, irá apareciendo la de Santa Ana Triple. La creencia en la pureza de María, ajena incluso el pecado original, condujo a la idea de su génesis virginal que sin ser oficial en la Iglesia fue compartida por teólogos y fieles, celebrándose desde el siglo VIII en las iglesias orientales una fiesta alusiva a su Concepción Inmaculada. Tales conmemoraciones nacidas del fervor de los creyentes, pasarán al occidente cristiano por Nápoles y Sicilia, centros de evidente influencia bizantina. Con anterioridad a la cristalización de la tipología apocalíptica de la Inmaculada, el razonamiento se llevará a la plástica mediante la representación del grupo compuesto por Santa Ana triple, figuras que suelen presentar una composición escalonada que permite paralelamente la lectura sería lógica en relación con algunos poemas de finales del gótico que citan a Santa Ana como tallo ubérrimo o árbol salutífero del que salen ramas cargadas con frutos.

Por tanto, el culto a Santa Ana tiene origen oriental y se extiende por occidente en la época de las cruzadas; su fiesta se introduce en el calendario litúrgico en el año 1425. Y, fue a partir del siglo XIV, cuando el tema comienza a representarse en la escultura, aunque su eclosión se produce a finales del siglo XV y a principios del siguiente, destacando la producción de los talleres castellanos.

A finales de la Edad Media, una corriente espiritual propugnaba la implicación afectiva y cercana del fiel devoto en las vidas de Jesús y de su Madre, que tuvo una gran repercusión en el repertorio iconográfico. Santa Ana Triple viene a ser como una representación esquematizada del árbol genealógico de Jesucristo, del Árbol de Jessé y una variante de la Sagrada Familia.

Santa Ana, con la mirada fija al frente y gesto sereno, reflejando una apacible ancianidad muy matizada, se nos ofrece con toca blanca, propio de las santas casadas, cubierta con un manto azul decorado con ricas orlas doradas, estofados vegetales y florales, se encuentra sentada en un sitial de bajo respaldo, sostiene sobre la rodilla izquierda a la Virgen, a la que abraza con la mano izquierda por detrás, ésta de tamaño mucho más pequeño y ataviada con ropajes ampulosos y rubios cabellos trenzados, señalando así su juventud con respecto a la Madre y vestida con túnica rosada y manto azul, que le cuelga también, con amplios pliegues. El Niño Jesús, sentado en el regazo de su madre, se vuelve para coger el fruto que le ofrece Santa Ana. Aparece desnudo solamente cubierto levemente una parte con el manto de su Madre. Las tonalidades en manos y rostros muestran un tono rosáceo que se intensifica visiblemente en las mejillas y en los labios, dándole así un toque de realismo y naturalidad tan característico de la época renacentista a la que pertenece.

El personaje más importante del conjunto escultórico es la Santa, de ahí su estatura superior, y sustituye a María en el papel de intercesora y a la acción de ofrecer un fruto al Niño. El fruto en la simbología religiosa significa el amor de Cristo encarnado por la humanidad. La intercesión, en este caso, se ejerce por una vía muy cercana al sentimiento popular, fundamentado en razones afectivas. La relación de la Virgen con su hijo Jesús y con su madre Santa Ana constituye una alusión iconográfica a la Inmaculada Concepción, en la época en la que el pueblo creyente se encargó de propagar y defender.

El grupo se organiza de una manera vertical, situándose Santa Ana en el eje central ocupando el vértice de esta composición triangular. Frente a otras representaciones en que la Virgen está sentada al lado de Santa Ana. La composición está cuidadosamente representada en un sutil juego de triángulos, donde el fruto y las miradas de los personajes obligan al espectador a establecer un movimiento y a dar fuerza a la significación. Las actitudes de los personajes representados son algo estereotipadas pero muy elegantes, el artista anónimo maneja el airoso juego ondeante del manto de Santa Ana. Es de destacar la hermosa policromía del siglo XVI que contribuye a acentuar la impresión de solemnidad, con abundantes dorados y rajados para crear los estofados y adornos de las orlas y del manto de Santa Ana, así como los encarnados de los rostros. La cabeza de Santa Ana está tratada con especial dedicación: una dulce melancolía invade su rostro, modelado con suaves superficies. La posición de la mano derecha entregando el fruto al niño, enfatiza la elegancia del ligero movimiento de la figura.

En la restauración llevada a cabo recientemente al ser imposible rescatar la rica policromía del primer tercio del siglo XVI, se ha optado por una decoración renacentista abundante en dorados, finos dibujos vegetales y grutescos, como los que aparecen pintados decorando la orla del manto de Santa Ana, unidos al uso sobre panes de “corlas” para aportar matices áureos, no deja lugar a dudas, remitiendo al siglo XVI.

 

7.- VIRGEN DE LA MISERICORDIA (AYUNTAMIENTO)

Se nos representa la Virgen de pie, vestida con un ampuloso manto azul dorado, como refugio de religiosos y cofrades, cobijando bajo su manto a grupos de fieles situados a ambos lados. Las figuras de la base visten atuendos ricos, en actitud orante. Es una obra de gran calidad artística. Obra de finales del siglo XV. Fue adquirida por el Ayuntamiento en 1969, en la tienda de antigüedades de Madrid de don Luis Carabe, por un importe de 4.500 pesetas[13].

 

8.- NUESTRA SEÑORA DE GRACIA (ERMITA DE LA ARGUIJUELA DE ABAJO)

A 9 km de la capital cacereña, por la carretera de Mérida, está el castillo de las Arguijuelas de Abajo y próxima a la edificación castrense se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Gracia a quien pertenece y a la jurisdicción de la parroquia de San Mateo. Según el cronista cacereño Floriano Cumbreño, en dicho lugar en el año 1278 se estableció la primera dehesa Boyal, surgiendo un núcleo poblacional[14].

En el año 1482 los Reyes Católicos conceden Facultad Real para que Francisco de Ovando “El Viejo” pueda instituir un mayorazgo, destacando sus propiedades en la Arguijuela[15]. Este era hermano del capitán Diego de Cáceres Ovando e hijos ambos de Hernán Blázquez y Leonor Alfón de Ovando[16]. En el año 1498 Francisco de Ovando deja en su testamento información sobre su mayorazgo destacando entre otras la casa que posee en la Arguijuela[17]. La finca posee cuadras, fragua, tinado, otras dependencias agrícolas y un magnífico castillo que aunque tiene su origen en el siglo XV se llevaron a cabo distintos añadidos y reformas en los siglos siguientes, según los estudios realizados por el profesor Navareño Mateos[18]. Se trataron recinto amurallado con torres de protección, dotado de matacanes, garitas, troneras y saeteras. En el siglo XVI se construyó un patio interior con galerías porticadas, destacando una galería de tradición gótica mientras que las otras dos muestran la elegancia y los detalles constructivos del Renacimiento. En distintos lugares se exhiben los blasones del linaje fundador, los Ovando-Mogollón.

La ermita de Nuestra Señora de Gracia es una construcción de mampostería y sillarejo, en la cual se celebró culto, según tenemos documentación, desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII[19]. Concretamente en la Visita de la Real Audiencia de Extremadura se la cita como dependiente de la parroquia de Aldea del Cano[20]. La información que tenemos sobre la misma se remonta a finales del siglo XV, pues consta que el propio Francisco de Ovando “El Viejo”, constructor del castillo, había dado a la cofradía de Nuestra Señora de Gracia cierta contribución[21]. En el Archivo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de Cáceres, se encuentra una Escritura de Censo, de 1547, perteneciente a la antigua Cofradía de Nuestra Señora de Gracia[22].

Además, el Académico Mayoralgo y Lodo confirma la existencia de la ermita en el interesante estudio que realiza, afirmando que en el año 1549 su propietario Francisco de Ovando Mayoralgo mandó fabricar una campana para la ermita, al parecer, fundiendo otras dos más pequeñas que había en la capilla, encargándose de la obra del maestro campanero Juan de la Bárcena, vecino de Güemes (Cantabria)[23]. La ermita es obra gótica de finales del siglo XV, como denotan los arcos fajones apuntados y la decoración artística gótica en los tres tramos de la nave.

En el lado del Evangelio se conserva un retablo barroco de madera sin policromar, de un cuerpo como hornacina central, estípites a los lados y decoración a base de cartelas, ángeles, tallos y telas. En el presbiterio se conserva un retablo barroco policromado de un cuerpo y ático; el cuerpo está dividido en tres calles por columnas salomónicas con racimos; en el banco, una inscripción indica la fecha de realización: 1669, y los mecenas que le encargaron: “EN 12 DE DICIEMBRE DE 1669 AÑOS MANDO EN SU TESTAMENTO HACER ESTE RETABLO DOÑA MARIA JAZINTO DE CARVAGAL PRIMERA MVGER DEL MARQVES DE CAMARENA CON EL ROTVLO QVE ESTA EN LA PEANA. IZOSE EN VIDA DE DOÑA MAGDALENA JVANA DE SOLIS I OVANDO SEGVNDA MVGER DE DICHO SEÑOR A LOS 5 AÑOS DE VIVDEZ I SE FINALIZO DE DORAR AÑO DE 1705”[24]. En la hornacina central se situaría una escultura de la Virgen con el Niño, en madera policromada, de finales del siglo XIV (en la actualidad preside la hornacina una imagen de cerámica de la Virgen del Rocío, ya que la Hermandad que hay en Cáceres tiene su sede en esta ermita). La citada imagen gótica de Nuestra Señora con el Niño fue estudiada en profundidad por el profesor García Mogollón[25]. Responde al tipo iconográfico de la “Odegetria” bizantina, la Virgen es portadora y conductora de su Hijo durante la infancia, variedad iconográfica que destaca en el siglo XIV, con la intención de humanizar el tema para hacerlo más comprensible al pueblo. Se nos ofrece vestida con túnica de color jacinto y el dorado de las ces y manto azul oscuro y zapatos de punta redondeada, mientras que el Niño que se dispone casi en el centro de la composición con una actitud rígida, lleva túnica talar marrón con estofado y tiene los pies desnudos. Porta el libro de la sabiduría divina y del mensaje evangélico en la mano izquierda y bendice con la derecha. Nuestra Señora de Gracia, tenía su sede en la ermita junto al Castillo de la Arguijuela de Abajo. En los años 80, dado que estaba muy deteriorada, fue restaurada en el taller de don Raimundo Cruz Solís, Taller de Restauraciones Artísticas Diocesano en Madrid. La cara estaba bastante perdida. Normalmente, la imagen se encuentra en la casa de don Ramón Jordán, Vizconde de Roda, en la ciudad de Cáceres, concretamente en la calle de los Condes, número 1. Se lleva a la Arguijuela de Abajo cuando se celebra algún acto. En la Iglesia de San Mateo tenía su altar, junto a los Ovando, donde ahora está la imagen de la Virgen de la Victoria patrona de Trujillo.

Nuestra Señora de Gracia, tenía su sede en la ermita junto al Castillo de la Arguijuela de Abajo. Los años 80, dado que estaba muy deteriorada, fue restaurada en el taller de don Raimundo Cruz Solís, Taller de Restauraciones Artísticas Diocesano en Madrid. La cara estaba bastante perdida. Normalmente, la imagen se encuentra en la casa de don Ramón Jordán, Vizconde de Roda, en la ciudad de Cáceres, concretamente en la calle de los condes número uno. Se lleva a la Arguijuela de Abajo cuando se celebra algún acto. En la Iglesia de San Mateo tenía su altar, junto a los Ovando.

 

9.- VIRGEN (IGLESIA DE SANTA MARIA LA MAYOR)

Esta imagen mariana de finales del siglo XV, realizada en una pieza de madera dorada y policromada, advierte una ejecución notable, en la que incluso se aprecia la influencia flamenca. María se nos ofrece de pie, en actitud orante, a modo de intensa elegancia cortesana, consiguiendo el artista anónimo una refinada elegancia, marcada por la disposición de las manos de largos y finos dedos y por el ritmo de los pliegues del manto, profundos y rígidos que caen en descenso oblicuo dibujando curvaturas y quebrándose hasta los pies de la Virgen.

La Virgen tiene un rostro ovalado, cejas arqueadas y blandas facciones, con una expresión un tanto ausente. Los cabellos, peinados con raya al medio caen ondulantes enmarcando la cara de la Virgen. La minuciosidad flamenca y el gusto por los detalles se revela esencialmente en la indumentaria, la policromía y el dorado son magníficos simulando ricos brocados. Además, también encontramos el gusto flamenco en el tipo de escote cuadrado que luce la Virgen y que deja ver la camisa que abierta en pico acentúa el cuello. El manto se resuelve con abundantes pliegues de textura rígida.

 

10,.- VIRGEN DE LA ESCLARECIDA (IGLESIA DE SANTIAGO)

Los alrededores de la capital cacereña conserva muchos lugares de encanto, algunos de los cuales han sido restaurados y convertidos en lugares de descanso, baste citar los edificios castrenses de Arguijuelas de Abajo y Arguijuelas de Arriba construidos entre los siglos XV-XVI.

Pero, nos encontramos igualmente con otros edificios en estado ruinoso, tal es el caso de una aldea bajomedieval situada entre Valdesalor y Torreorgaz, en el paraje o finca de Zamarrilla, donde nos encontramos con la casa palaciega de Ovando-Ulloa, conocida con el nombre de casa de los Muñoces, la capilla o ermita de Ntra. Sra. de la Esclarecida, el castillo de la Torrecilla de Lagartera, un complejo arquitectónico de iglesia, palacio, casa-fuerte, escudos, pajares, cuadras, tinados y otras edificaciones robustas dejadas “de la mano de Dios” y que están en peligro de desaparecer. Nicolás de Ovando, en testamento firmado en el año 1564 cita «las casas de campo tierras y asiento y pastos que yo tengo en el heredamiento de Zamarrillas”[26], fundando mayorazgo en favor de su sobrino Hernando de Ovando Ulloa que pasa a ser 1.º señor de Zamarrillas[27]) .Sobre todo, la casa-fuerte que es la fábrica arquitectónica que en peor estado se encuentra. Es una construcción castrense de mampostería con sillares en las esquinas, obra de la segunda mitad del siglo XV y con posteriores añadidos en los siglos siguientes. Se conservan parte de los muros y el arranque de la torre del Homenaje, habiendo desaparecido los escudos y esgrafiados cuyos restos se aprecian en algunos lugares del edificio.

Hemos de tener en cuenta que en los siglos XIII y XIV surgieron numerosos caseríos por la repoblación de las tierras cacereñas, por su aprovechamiento agroganadero y por la necesidad de protegerlas de las incursiones de los rebaños mesteños que bajaban del Reino de León. Comenzaron a formarse los adehesamientos –dehesas–, trazados por mandatarios de Alfonso X el Sabio, donde surgieron estos pequeños núcleos. Pero la peste, la crisis demográfica del XIV, el aislamiento y otros factores hicieron desaparecer muchas aldeas: Alpotreque, Puebla de Castellanos, Casas del Ciego, Malgarrida, Borrico, Pardo y Borriquillo. Sin embargo, el antiguo arrabal de Zamarillas perdura y aún mantiene su porte nobiliario en medio de Los Llanos, como un mirador excepcional y privilegiado.

Enclavado en las cercanías del río Salor, en plena llanura trujillano-cacereña, el antiguo arrabal de Zamarrillas, cercano a Torreorgaz –como ya hemos indicado-, fue destruido y deshabitado a comienzos del siglo XIX, quedando aún en pie vestigios de algunas de sus casas menos humildes, reconvertidas otras como cuadras o almacenes, como es el caso de la antigua parroquia del lugar (al fondo de la imagen superior), enclavada junto al camino que, partiendo por debajo del acueducto que surge de la presa de Valdesalor, llega a estas tierras.

En el estudio de este antiguo arrabal, hoy despoblado, es importante unificar el conjunto de edificaciones que aún se conservan en la zona con el proceso histórico. Tras ser reconquistada en 1229 Cáceres, y ser dotada la por entonces villa con un amplísimo término municipal[28], se dispusieron sus terrenos, desde las vegas de los ríos Tamuja y Almonte al Norte, hasta las estribaciones de las Sierras de San Pedro al Sur, más para la ganadería que para la agricultura, salpicando las reses y cabezas de ganado de los nuevos habitantes, repobladores y colonos, así como nobles de Castilla que ocuparon esta comarca, los pastos y encinares propios del bosque mediterráneo que cubre la región y que bordeaban el núcleo urbano, adaptándolos en dehesas donde conjugar y combinar la explotación ganadera con la conservación del ecosistema, o eliminando por el contrario la presencia arbórea en terrenos más llanos en pro de la abundancia de fáciles pastos. El término de Cáceres era muy extenso, y se hacía necesaria la

creación de estos poblados, seguramente aprovechando en ocasiones antiguos asentamientos romanos y árabes[29].

 

Ante la gran extensión del término municipal cacereño y la gran distancia que podía llegar a separar fincas y cotos con la propia urbe, se vio bien por el Concejo la fundación no sólo de aldeas en los alrededores pertenecientes a su jurisdicción pero con gobierno propio, sino también de arrabales y pedanías dependientes de la villa, así como cortijos y casas de campo que funcionaran como auténticos centros de aprovechamiento agroganadero, donde pudieran agruparse las viviendas de pastores, agricultores, braceros, jornaleros e incluso de terratenientes, todos ellos a manera de colonos a los que se les cedían porciones de terreno para su rendimiento, y así no sólo poblar, vivir y residir cerca de los centros de trabajo y lugares de explotación agroganadera, para comodidad suya y mejor administración de los mismos, sino además como eficaz medida de protección de las reses y los terrenos frente a futuras incursiones de los musulmanes del sur, cada vez menos probables pero posibles mientras Al-Ándalus siguiera existiendo, pero también de los campos frente a las ganaderías que, venidas desde tierras castellanas en su búsqueda anual de sustento, pudieran expoliar los pastos. Fundadas principalmente en la Baja Edad Media, permitía la existencia de estas aldeas y alquerías la presencia continua de población por los contornos, con especial intensidad en la zona meridional del término municipal y cercanía a las vías que comunicaban la villa con Medellín, Mérida y Badajoz, respectivamente. Mientras que algunos cortijos apenas se componían de una quinta señorial rodeada de las viviendas necesarias para sus empleados y servidores, más los inmuebles propios para la explotación ganadera y quehaceres diarios, las aldeas y algunos arrabales sin embargo llegaron a alcanzar los varios centenares de vecinos, contando entre sus calles e inmuebles destinados a viviendas y centros de trabajo también con parroquia y cementerio propio, complementándose la trama urbana y permitiendo una mayor independencia de la villa en sí[30].

 

El trascurrir de los años y el devenir de los hechos históricos conllevó tras la aparición y auge de aldeas y arrabales la consolidación de la gran parte de las primeras, convertidas hoy en día en pueblos independizados de la ciudad con el paso de los años y aumento de la población, tales como Malpartida de Cáceres, Aliseda, Aldea del Cano, Torrequemada, Sierra de Fuentes o Casar de Cáceres. Sin embargo y contrariamente las alquerías, arrabales y pedanías, a excepción del Zángano, sufrieron la paulatina marcha de sus pobladores y desaparición de sus inmuebles y términos urbanos, contando actualmente la ciudad de Cáceres con sólo tres pedanías, Valdesalor, Rincón de Ballesteros y Estación de Arroyo-Malpartida,

El origen histórico de las dehesas y su objeto en la tierra de Cáceres están bien recogidos en los escritos de Ulloa[31]; como ejemplo citaremos el que nos ofrece Daniel Berjano[32] sobre el «Repartimiento de tierras en Alguixuela», que hizieron á los de Cáceres los omes del Rey don Alfonso el Sabio, nombrados para ello, Era de 1316 años (1278) y en el que se dice que el Rey mandó que se diesen a los de Cáceres defesas en que pudiesen traer sus bueyes é sus ganados. También se refiere el Cronista don Antonio Floriano a este episodio describiendo los linderos de esta dehesa, que eran: «partiendo con don Gonzalo y sus heredamientos (¿Zamarrillas?) (sic.), a la cumbre que parte con la Zafra (que es dehesa de Concejo), a partir con los de Aldea de Pedro Cervero (La Cervera); de allí a la Alçaza, descendiendo hasta el Salor, y el Salor arriba a buscar el mojón primero»[33].

Uno de estos arrabales despoblados fue la Heredad de Zamarrillas, enclavada en plena llanura trujillano-cacereña, cerca de la localidad de Torreorgaz, que llegó a contar con 14 vecinos a principios del siglo XVII [34] que en su mayoría trabajaron para los Ovando, linaje cacereño que logró hacerse con la mayor parte de los terrenos que componían la heredad y que contó con castillo y casa fuerte en el lugar. El conjunto de la construcción es de mampostería con sillarejo y sillares en las esquinas. Como ya hemos explicado anteriormente, en la zona más elevada se alza un torreón de base cuadrada, en cuyo interior se aprecian los restos de la escalera y algunos esgrafiados en muy mal estado de conservación. Habitado hasta hace unas décadas y perteneciente a los Sanabria[35], en la que puede apreciarse sobre el portal un escudo esgrafiado mal conservado con las armas de Ovando-Ulloa. En el lateral que mira al Norte existe un blasón de granito bajo un alfiz datable en el siglo XVI con armas de Ovando, Ulloa, Mogollón y Carvajal que da fe, como después veremos, de las familias dominantes en estas tierras. Otra casa, de la que solo se conservan los muros exteriores presenta en su fachada lateral un esgrafiado apenas visible con el escudo de los Paredes[36].

Existió una iglesia bajo la advocación de la Virgen de la Esclarecida, donde se veneraba la imagen mariana que actualmente se encuentra en la iglesia parroquial de Santiago de Cáceres, , presidiendo el retablo de las Benditas Ánimas del Purgatorio, junto a la entrada a la sacristía de mencionado templo. Se trata de una imagen gótica de la Virgen con el Niño, tallada en madera; muestra a Santa María no sólo como Madre de Dios o representación artística como Teothokos, sino además en su versión como Odegetria bizantina o aquella que presenta al mundo el verdadero camino en la figura del Niño Jesús al que porta en su brazo izquierdo. Éste porta una paloma, representación del Espíritu Santo[37] o de la paz, en clara referencia a la vida, paz y Trinidad que encarna el Niño Dios o pudiera representar el alma del pecador, que escapa al lazo de los cazadores que lo persiguen y halla cobijo en brazos de Dios[38]. Muestra la Virgen de la Esclarecida diversas mutilaciones, roturas y deterioro general con claro reflejo en el rostro de María y en la figura del Niño Jesús, sufridas posiblemente y en gran parte por el vandalismo causado por las tropas napoleónicas que supuestamente destruyeron la iglesia de la que era titular, así como por el paso de los años, el desgaste de su naturaleza de madera y el olvido y abandono que desde su mudanza a la ciudad ha venido padeciendo.

La imagen de la Virgen y el Niño fue tallada rompiendo con el hieratismo románico y presentando el nuevo naturalismo que surge con los ideales de la Baja Edad Media, reflejado no sólo en la humanidad y ternura que exhala María, sino en otros diversos detalles tales como los pliegues de manto y túnica, o la presentación adelantada del pie derecho de la Virgen, que viste túnica de color jacinto con escote cuadrado y manto voluminoso de color verde-púrpura estofado donde aún pueden percibirse elementos vegetales, como personaje de la realeza. Es una obra de la segunda mitad del siglo XV.

Volviendo al lugar de Zamarrillas, en el inventario que a comienzos del siglo XVIII, y tras la Guerra de Sucesión Española, realizó el obispo don Luis de Salcedo y Azcona sobre los bienes artísticos de la Diócesis de Coria[39], figuraba aún el templo de la Heredad de Zamarrillas en pleno uso, describiéndose el interior del monumento y relacionando las obras de arte allí guardadas, entre las que figuraba la talla de Nuestra Señora de la Esclarecida ocupando uno de los altares laterales, no ocurre así en la descripción dada sobre el enclave en 1909 por Alfredo Villegas[40], habiéndose convertido el templo en cuadra o cobertizo, por los decretos sobre desamortización que durante la primera mitad del siglo XIX sacó a la venta un grandísimo número de propiedades, terrenos y bienes eclesiásticos, tanto en uso como fuera de culto. Así es como llega a día de hoy, con transformación de su estructura inicial en pro de acoplar el edificio a sus labores y uso ganadero, pero conservando aún su ábside pentagonal realizado con fábrica de sillarejo regular del siglo XIV. El templo, en su día, se estructuraba en una nave cubierta con tres tramos de bóveda de aristas, conservándose ahora solamente los arranques y la cabecera, donde aún pueden apreciarse cuatro trompas de ladrillo sobre la que se asentaba una cúpula de media naranja. Se conservan igualmente vestigios de su atrio, levantado a los pies del templo, contando con una arquería de cinco columnas y cuatro arcos escarzanos junto a los que se abre la portada que posiblemente comunicaba el templo con el camposanto del lugar.

 

11.- VIRGEN CON LIBRO (FUNDACIÓN «MERCEDES CALLES»)

En el museo de la Fundación «Mercedes Calles» se encuentra esta lignaria imagen de la Virgen con libro. Doña Mercedes Calles Martín-Pedrilla (Cáceres 1915- Madrid 2001) creó la fundación que lleva su nombre y el de su esposo, don Carlos Ballestero Sierra. Fue el apego del matrimonio a su ciudad natal el que permitió la creación de esta entidad sin ánimo de lucro, dedicada a promover la cultura y el arte entre los cacereños.

La cabeza se ciñe con una corona arcaizante, mayestática de reina, de tosca labra y adornada con unos florones. El rostro es realizado, la expresión es ingenua, excesivamente arquetípico, con un esquema ovalado de rasgos finos y poco pronunciados. La melena cae por detrás de la cabeza. Le falta la mano derecha con la que posiblemente adoptaba una postura bendiciendo y con la izquierda sostiene un libro. Se apoya sobre una peana pequeña. El plegado de las culturas crea ritmos asimétricos, sobre todo la forma de disponer el manto, que crea plegados sencillos, apenas deja ver los zapatos de punta redondeada. La policromía es propia de comienzos del siglo XVI, por el predominio de los dorados. Esta imagen pudo formar parte de un grupo de la Anunciación, en la que la Virgen estuviera en actitud de salutación con la mano derecha abierta y con la izquierda portando el libro de las profecías de Isaías: «Sabed que una Virgen concebir a y parirá un hijo y su nombre será Emmanuel» (7-14). Libro que simbolizaba las profecías que se cumplieron en la Virgen y en Jesús.

 

12.- CRUCIFICADO (Museo Provincial de Cáceres)

En el Museo Provincial de Cáceres se dispone esta bella talla, ejemplar algo arcaizante que ofrece el esquema iconográfico habitual en este tipo de piezas. Ofrece una imagen de Cristo, muerto y sujeto a la cruz con tres clavos, propia del estilo gótico. La cabeza se inclina apaciblemente sobre el hombro y la anatomía es suave y delicada. Esta forma de representar a Cristo en la cruz, despierta sentimientos tiernos hacia el Salvador que se ha ofrecido sacrificio. Presentando tórax plano y brazos extendidos por encima de la horizontal. El «perizonium» esta anudado la cadera derecha y forma abundantes pliegues, mientras que los pies se cruzan sujetos a la cruz con un sólo clavo. El plegado busca sobre todo los efectos plásticos con escasos y marcados pliegues de composición diagonal. Es, claramente, una obra de los inicios del siglo XV.

Notas

[1] En el Fondo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de la ciudad de Cáceres, en la Caja 41 Carpeta n° 17 se encuentra una Escritura de Censo, de 1547, perteneciente a la antigua Cofradía de Nuestra Señora de Gracia.

[2] Según el texto apócrifo, una forma del nombre Longinos también aparece en una miniatura en los Evangelios ilustrados por Rábula en 586 d. C. (actualmente en la Biblioteca Laurenciana, en Florencia).

En la ilustración, el nombre Longinos está escrito en griego sobre la cabeza del soldado que perfora el costado de Cristo. Ésta es una de las primeras referencias del nombre, si es que no es una inscripción hecha posteriormente.

La tradición cristiana. Se le identifica como Cayo Casio Longinos («Gaius Cassius Longinus», en latín), con lo que quien atravesara a Jesús con una lanza se llamaría igual que uno de los principales asesinos de Julio César, y con esto no se hace más que debilitar la teoría de que el soldado que atravesase a Jesús se llamara así. La lanza se menciona sólo en el Evangelio de Juan (19,33-34) y no aparece en ninguno de los evangelios sinópticos

[3] CORRALES GAITAN, A: Historia y curiosidades de la Santa Hermandad del Cristo Negro de Cáceres. Imp. Morgado. Cáceres, 1994.

[4] Hernán López Paniagua, cantero, vecino de Cáceres, otorga ante Antonio Gutiérrez el 8 de agosto de 1556 “Hernán López Paniagua como prencipal obligado e yo Alº González, tintorero, como su fiador, vos de Cáceres, otorgan que por quanto los ermanos e cofrades de la Cofradía de la Cruz de los Disciplinantes quieren hazer una capilla e obra en el umylladero que los dhos cofrades tienen entre esta villa y el monesterio del señor san Franco extramuros della ques onde la dha Cofradía se sirven la qual dha capilla e obra se a de hazer conforme de la manera questá en una traça debuxada en un papel e firmada de Pero Gómez, cantero,..”. PULIDO Y PULIDO, T: Datos para la Historia Artística Cacereña. Cáceres, 1980, p. 187. En Apéndice Documental.

[5] Simón Benito Boxoyo nos refiere que “existían dos altares; en el principal un Crucifijo de escultura, y en otro una imagen de nuestra Señora de estatura natural, de antiquísima y desarreglada escultura”. BENITO BOXOYO, op. cit., p. 106.

[6] “…..Que para hazer esta obra tengo que abrir unos cimientos en las espaldas del dho umylladero que cae hazia la parte de la rribera desta villa los quales cimientos an de penetrar e que penetren hasta lo firme y buen fundamento de donde se erigirá la pared en forma rredonda por la parte de fuera en cuadrado por la parte de dentro y esta pared ha de ser tan gruesa como se ha de entender en la traça y subirá ansi hasta la sobre haz de la tierra tanto que centre un talud en la obra questá hecha el presente se muestra y en quanto a lo de fuera de allí para arriba sea de rrecoger un talud que diga con el otro por la parte de dentro desta obra e hazer un encaxamiento para donde esté el altar e rretablo si lo oviere o la ymagen de nra señora que ahora está y esto ha de ser de buena piedra de cantería de buen grano”. PULIDO Y PULIDO, T: Datos para la Historia Artística Cacereña, op. cit, doc. cit., p. 560.

[7] MARTÍN NIETO, S: “La ermita cacereña del Espíritu Santo, 2ª parte”. Actas de los Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo 2010.

[8] LOZANO BARTOLOZZI, M. M: El desarrollo urbanístico de Cáceres (siglos XVI-XIX). Cáceres, 1980, p. 145. Archivo parroquial de San Juan de Cáceres, Cofradía de San Juan de los Ovejeros, cuentas, asientos de hermanos, acuerdos y otros, 1443-1702.

[9] El único investigador que menciona esta imagen es el profesor Martín Nieto. Vid. MARTÍN NIETO, S: “La iglesia de San Juan Bautista de Cáceres, algunas circunstancias constructivas” en su trabajo publicado en Actas de los Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo.

[10] SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, B: “Casos dignos de notar que han acaecido desde el año de 1632 en la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres”. Revista de Extremadura, tomo IV, 1902, p. 507.

[11] PIZARRO GÓMEZ, F. J y TERRÓN REYNOLDS, M. T: Catálogo de los fondos pictóricos y escultóricos de la Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, 1989, p. 273.

[12] BAZÁN DE HUERTA, M y otros: Patrimonio Artístico del Ayuntamiento de Cáceres. Cáceres, 1996, p. 140.

[13] BAZÁN DE HUERTA, op. cit., pp. 126 y 127.

[14] FLORIANO CUMBREÑO, A: La Villa de Cáceres. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1987, p. 101.

[15] MAYORALGO Y LODO, J.M: La Casa de Ovando. Real Academia de Extremadura. Cáceres, 1991, p. 400.

[16] HURTADO, P: Castillos, torres y casas fuertes de la provincia de Cáceres. Cáceres, 1927, p. 255.

[17] GARCIA OLIVA, M. D: Organización económica y social de concejo de Cáceres y su tierra en la Baja Edad Media. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1990, p. 263.

[18] NAVAREÑO MATEOS, A: “El castillo de las Arguijuelas de Abajo”. Revista Norba, IV. Cáceres, 1983, pp. 76 y 77; NAVAREÑO MATEOS, A: Arquitectura residencial en las dehesas de la tierra de Cáceres. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1999, pp. 101-109. MOGOLLON CANO-CORTES, P: Castillos de Cáceres. Lancia, León, 1992, p. 16.

[19] Interesante el estudio de investigación realizado por don Serafín Martín Nieto. “El retablo de San Vicente del convento de Santo Domingo y el de la ermita de Nuestra Señora de Gracia, frutos del mecenazgo de doña Magdalena Juana de Solís Ovando, Marquesa viuda de Camarena”. Actas de los XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Badajoz, 2005, pp. 378-396. Aportaciones documentales de mediados del siglo XVI. Archivo Diocesano de Cáceres, leg. 4, doc. 17 y Archivo Provincial de Cáceres, Protocolos de Pedro de Grajos, caja 3923.

[20] MARTINEZ QUESADA, J: Extremadura en el siglo XVIII (según las visitas giradas por la Real Audiencia de Extremadura en 1790). Tomo I. Partido de Cáceres. Barcelona, 1965, p. 73.

[21] PULIDO, op. cit., p. 427; Cit. NAVAREÑO MATEOS, Arquitectura residencial en las dehesas de la tierra de Cáceres, op. cit., p. 108.

[22] Archivo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de la ciudad de Cáceres, en la Caja 41 Carpeta n° 17.

[23] MAYORALGO Y LODO, J.M: La Casa de Ovando, op. cit., p. 410. Contrato de 1549 en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres ante Pedro Grajos.

[24] En su testamento fechado el 12 de diciembre de 1669, doña María Jacinto de Carvajal, primera mujer del marqués de Camarena y Señor de la Arguijuela de Abajo don Pedro Francisco de Ovando, mandó “se haga un rretablo de madera, que se entiende un hueco, adonde se ponga Nuestra Señora de Grazia, y que en la peana se ponga un rrótulo que diga: este rretablo dio María indigna esclava de la Virgen”. Protocolos de Juan Fernández Zayas, caja 3784, 1669-1679, fols. 208-211 vº. Pero, sería finalmente su segunda esposa, doña Magdalena Juana de Solís la que donó un retablo al convento de predicadores convento de Santo Domingo) y también el retablo de la ermita de la Virgen de Gracia. El prof. Martín Nieto en su trabajo de investigación nos ofrece el documento completo localizado en Protocolos Notariales, caja 4194. Escritura inserta al comienzo de los protocolos del escribano Francisco Martín Pozo Andrade del año 1737. Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

[25] GARCIA MOGOLLON, F. J: Imaginería medieval extremeña. Esculturas de la Virgen María en la Provincia de Cáceres. Cáceres, 1987, p. 40.

[26] NAVAREÑO MATEOS, Arquitectura residencial…, op. cit., págs. 68 y 223, que cita Archivo Condes de Canilleros, Casa de Hernando de Ovando, Legajo 1, n.º 16.

[27] MAYORALGO LODO, J. M: La casa de Ovando. Estudio histórico-genealógico. Real Academia de Extremadura, Cáceres, 1991. En esta obra podemos seguir hasta el siglo XIX todos los personajes que ostentaron el título de señores de Zamarrillas. Al morir sin descendencia D.ª Leonor de Ovando y Vera, el señorío pasó a herederos de apellido Mayoralgo.

[28] Como relata Floriano al describir las lindes de la tierra de Trujillo con la

de Cáceres en esta época: «uno y otro cerraban por esta parte el circuito cacerense dejándolo

circunscrito a lo que habrían de ser sus términos históricos hasta la secesión de las aldeas (Sierra de

Fuentes, Torre de Orgaz, Torrequemada, Torremocha y Zamarrillas)» FLORIANO CUMBREÑO,A: Estudios de Historia de Cáceres, tomo II, Oviedo, 1959, pág. 164.

[29] ZULUETA ARTALOYTIA, J. A.: La tierra de Cáceres. Estudio geográfico. Madrid, C.S.I.C., 1977, pág. 80.

[30] Agradecimiento a don Samuel Rodríguez Carrero por su inestimable ayuda y colaboración.

[31] P. ULLOA GOLFIN: Fueros y Privilegios de Cáceres. Sin lugar/ni fecha. Cit. CALLEJO CARBAJO, A: “Un enclave cacereño olvidado: el arrabal de Zamarrillas”. Revista Alcántara. Número 53-54. Mayo-diciembre, Cáceres. 2001.

[32] D. Berjano Escobar, pasaje tomado de su introducción al Libro de Yerbas de Alfredo Villegas de 1909. VILLEGAS, A: Nuevo Libro de Yerbas de Cáceres, Cáceres, 1909.

[33] FLORIANO CUMBREÑO, A: Cáceres ante la Historia. El problema medieval de lapropiedad de la tierra, Badajoz, 1949. Reedición: La Villa de Cáceres, I. C. El Brocense, Cáceres, 1987, pág. 119.

[34] En el del año 1608 figuraban 14 vecinos de Zamarrillas. RODRIGUEZ SANCHEZ, A: Cáceres: Población y comportamientos demográficos en el siglo XVI, Cáceres, 1977, pág. 60.

[35] NAVAREÑO MATEOS, op. cit., p. 187.

[36] Interesante el estudio realizado por CALLEJO CARBAJO, A: “Un enclave cacereño olvidado: el arrabal de Zamarrillas”, op. cit.

[37] Si vemos en la paloma el símbolo del Espíritu Santo, apareciendo ésta como tal y según el Evangelio de San Mateo sobre Jesús una vez bautizado el mismo por su primo San Juan Bautista en las aguas del río Jordán (San Mateo, Capítulo 3, Versículo 16). Incluso también, símbolo de la vida según las escrituras apócrifas, concretamente en base al milagro recogido en el Evangelio de la infancia de Santo Tomás y que ejercitó el Niño Jesús al moldear varios pájaros de barro y, tras dar una palmada sobre ellos, dotarles de vida.

[38] Versículo de los Salmos: “Escapó nuestra alma como avecilla del lazo del cazador; rompióse el lazo y fuimos librados” (Salmos 124-7). Estudiada por el prof. GARCIA MOGOLLON, F. J.: Imaginería medieval extremeña, Cáceres, 1987, p. 51.

[39] Hemos de tener también en cuenta que en la visita de la Real Audiencia de 1791 se señala que la casa fuerte y el templo están arruinados. Sección Real Audiencia, caja 643, expediente 18, fol. 1 vº. Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

[40] VILLEGAS, A: Nuevo Libro de Yerbas de Cáceres, op. cit.

Nov 132019
 

Jacinto J. Marabel Matos.

Doctor en Derecho. Comisión Jurídica de Extremadura.

RESUMEN. John Downie fue un escocés que, tras quedar arruinado en el negocio de ultramar, probó fortuna en el ejército británico y aún después en el español. Durante la Guerra de la Independencia consiguió que las Cortes de Cádiz le nombrasen coronel de una unidad ligera, que llamó la Leal Legión Extremeña y vistió a su costa como los antiguos tercios. Tan insólita uniformidad causó admiración de propios y extraños, aunque quizás no tanto como que aquel aventurero escocés blandiese en todo momento la legendaria espada del conquistador Francisco Pizarro, donada expresamente por la marquesa consorte de La Conquista. Downie nunca devolvió el arma a la familia, por lo que después de muerto se perdió su rastro hasta que finalmente apareció registrada en la Real Armería, que desde entonces detenta la posesión de la misma. Como quiera que la historia ya es conocida, la pretensión de esta comunicación no es otra que la de poner orden y rectificar algunas inexactitudes detectadas en trabajos anteriores, así como recordar el periplo que vincula a Downie y la Leal Legión de Extremadura con la espada del conquistador Francisco Pizarro, desde sus orígenes hasta nuestros días.

 

  1. Introducción.

A mediados de 1811 Extremadura era un terreno devastado y hostil. Desde primeros de año se había convertido en un inmenso campo de combate, el teatro de operaciones en el que cuatro naciones libraban la fase más encarnizada de la Guerra de la Independencia. Decenas de regimientos portugueses, ingleses, franceses y españoles recorrían los caminos arrastrando los multicolores, heterogéneos y raídos uniformes que, pese a todo, identificaban a las unidades conforme a ordenanza. Los habitantes de las comarcas se habituaron a ellos y podían distinguir a uno u otro regimiento a distancia, hasta que un extraño destacamento apareció en medio de todos ellos reclamando un protagonismo que, a partir de entonces, vendría precedido de una insólita vestimenta.

Y es que, como un espejismo en medio de la sofocante campiña extremeña, aquellos soldados parecían haber trasmutado de repente en los imbatibles tercios de Flandes. Portaban picas y espadas, y vestían sombreros de ala ancha, jubones de cuero sin mangas, camisas con cuello a la valona, pantalones anchos acuchillados y botas de caña alta dobladas a la altura de las rodillas. En tres años de conflicto, el capitán Moley Sherer, del 34º regimiento de infantería de línea británico, había tenido ocasión de sorprenderse demasiado a menudo con las exóticas costumbres que deparaban las salvajes tierras del suroeste peninsular, aunque sin duda nunca nada tan extravagante como la visión que ofrecían aquellos hombres

“Que podían haber dignamente figurado en una comedia sobre Pizarro o en una exhibición circense en el Anfiteatro de Mr. Astley, pero que en los toscos vivacs que compartíamos resultaban absurdos y anacrónicos. Y pese a que nos igualaban en estrechez e indigencia, no pudimos evitar reinos de aquellos pobres diablos, que con sus quiméricos uniformes acabaron expuestos a la misma violenta tormenta de agua que extinguía nuestros fuegos y empapaba el terrero, abriéndose paso a través de las tiendas y calándonos hasta el tuétano”[1].

El destacamento que resultaba blanco de las chanzas de los aliados se hacía llamar la Leal Legión Extremeña, y en el poco tiempo que llevaban combatiendo y habían demostrado sobradamente su valor en sendas acciones libradas cerca de las localidades de Don Benito y Usagre. Estaba liderado por un coronel escocés, un aventurero, que después de combatir a los españoles en el Caribe, se había convertido en un acérrimo defensor de la causa patriótica, y de tal modo acabó identificado con el antiguo carácter caballeresco de las novelas del Siglo de Oro, que Pío Baroja lo retrató como un nuevo Don Quijote y Benito Pérez Galdós se sirvió de su figura para recrear uno de los personajes más pintorescos de sus Episodios Nacionales[2], mostrándolo ambos blandiendo siempre una fantástica y legendaria arma: la espada del conquistador Francisco Pizarro, que hizo célebre a John Downie durante la Guerra de la Independencia española.

La atrayente personalidad de Downie, que ha llegado hasta nuestros días en calidad de mito literario cargado de una pátina servil con el absolutismo donde resulta difícil discernir la realidad de la ficción, lo convirtió muy pronto en un personaje legendario aún entre sus propios contemporáneos. Descripciones de liberales nada sospechosos de servilismo como la que hizo el diputado por la provincia de Extremadura Francisco Fernández Golfín, quien en la Sesión de las Cortes Constituyentes del 9 de marzo de 1811, respondía a las interpelaciones de sus compañeros:

“Yo lo he visto, señor, más de una vez acompañar a nuestras guerrillas y dar una onza de oro de gratificación al soldado que más se excedía en valor; yo le he visto en una sola tarde repartir entre los soldados más de treinta onzas de oro, y últimamente, me hallé en la mesa de Lord Wellington, cuando diciéndole este en elogio a su adhesión a nuestra causa que hasta en la camisa era español, le contestó; y aún más adentro, Mirlord”[3].

En el mismo sentido, tampoco cabe dudar de los sinceros elogios que le dedicó el inclasificable Félix Mejía, editor del Zurriago, periódico de cabecera del liberalismo exaltado, exiliado en 1823 en Filadelfia y autor de una despiadada sátira a los afines del tradicionalismo realista bajo el seudónimo de Carlos Le Brun, que no deja en mal lugar a Downie en sus Retratos Políticos, cuando recuerda que:

“Levantó la legión Extremeña en la Guerra de la Independencia; y, a la verdad, manifestó en ella entusiasmo y valor por la cusa que defendía. Se hizo célebre en la entrada de Sevilla, que sostenían los franceses, arrojando a los españoles del puente, cuando aquellos lo tenían ya prisionero, la espada de Pizarro, para salvarla, como la salvó. Su valor peca algo en temeridad, y su carácter es caballeresco; no parece sino que es hijo de Cervantes, como el Quijote. En aquel tiempo se le notó constantemente un amor decidido a la libertad; aunque cuando llegó ya el Rey, de vuelta de Francia, se advirtió que iba declinando al absolutismo, que dice alguna más consonancia con su caballería andante y con su negocio”[4].

Y en similares términos, aunque años más tarde, Enrique Rodríguez-Solís dirá de él que:

“Fue un escocés muy amable de España, hombre de probado valor, de corazón excelente y muy dado a las empresas de caballería y a las costumbres antiguas. Había creado en Extremadura una legión para combatir a los franceses a la que puso por nombre Legión de Leales Extremeños, que vistió a la española antigua, con jubón, calzas, ropilla y boneta de colores encarnado y blanco, y capa encarnada, dándole por armas lanzas con banderines blancos y encarnados, espada y pistola a los de caballería y lanza y espada a los infantes”[5].

Porque Downie, en efecto, levantó a su costa un singular destacamento con el que pensaba recrear no tanto las legendarias hazañas de la Marca Hispánica como la Historia de Extremadura y el espíritu indomable de los conquistadores extremeños, cuyo carácter le fascinaba. De ahí que, además del nombre, buscara reclutar a sus hombres entre aquellas gentes apelado al imaginario común de los Pizarros, Corteses y Orellanas a través de proclamas, arengas y coplillas, como aquella que decía:

 

“CANCIÓN PATRIÓTICA.

Venid Extremeños

De España Blasón

Ya alzó su Bandera

La Ilustre Legión.

 

Corred a la gloria

Tomad los aceros,

Volad, oh Guerreros

De ilustre Solar.

 

Mirad la Victoria

Con lauros lucientes

Las militares frentes

Feliz coronar.

 

Venid Extremeños

De España Blasón

Ya alzó su Bandera

La Ilustre Legión

 

Mirad de su tumba

Cual ya se levantan,

Y al Vándalo espantan

Pizarro y Cortés.

 

¿No veis cual derrumba

Su lanza gloriosa

La tropa orgullosa

Del loco Francés?”[6]

Como cabe comprender, en el piélago de mitologías propias que dio de sí aquel conflicto, la personalidad de John Downie llegó a crear escuela. Surgieron por toda España múltiples imitadores de la original imagen que se había creado para combatir al francés, entre los que el quizás más célebre y reconocido fue Manuel Jiménez Guazo, diputado en Cortes que con anterioridad había sido nombrado oficial por la Junta Central para que levantase a su costa una partida en la serranía de Ronda, que recorrió siguiendo el ejemplo del comandante de la Legión Extremeña, vistiendo a la antigua, usando tizona y luciendo una gran cruz en el pecho. Como además lucía descomunales mostachos, su figura llamó la atención del pueblo gaditano, que le tomó por loco dedicándole alguna que otra lucida chirigota[7].

Para entonces, el escocés errante era conocido por todos como Juan Downie, porque, como él mismo decía, hasta más adentro de la camisa se sentía español. Una personalidad tan acuciante suscitó desde bien temprano el interés de todos, convirtiéndose como hemos visto en fuente de inspiración de literatos y en modelo a seguir para muchos, pero en realidad ¿quién era Downie? ¿Por qué se le puso al frente de un destacamento español uniformado de manera tan anacrónica? Y, sobre todo ¿cómo llegó a sus manos la espada de Pizarro que según la tradición acabó llevando hasta el mismísimo Paris? En los siguientes párrafos trataremos de arrojar alguna luz sobre estos y otros interrogantes.

2. John Downie.

No existe una biografía rigurosa de John Downie[8]. Los trabajos que de manera directa o circunstancial se alude a su figura están plagados de fantasías y errores, faltos de todo fundamento documental o bibliográfico. Por nuestra parte, dado que el objeto del presente se centra en resolver las anteriores cuestiones, hemos creído conveniente reducir los elementos biográficos al papel desarrollado por Downie durante la Guerra de la Independencia Española. En este sentido, casi toda la información está entresacada del expediente que se conserva en el Archivo General Militar de Segovia (AGMS)[9], contrastada en puntuales ocasiones con los datos vertidos en la temprana hagiografía publicada en el número extraordinario de The Royal Militar Chronicle de julio de 1813.

En base a este último damos por cierto que John Downie nació en la parroquia de Kippen, una villa del condado de Stirling, en Escocia, el 28 de diciembre de 1777. Su padre fue Benjamin Downie (1723-1794) y su madre Margaret Forrester (1745-1833). Haciendo gala de la fantasía que lo caracteriza, el historiador William Napier llegó a afirmar que era descendiente directo de Ducan Forrester de Arngibbon, el todo poderoso canciller de Jacobo IV, así como de una rama de la casa de los Maxwells of Brediland, finalmente venida a menos y establecida en Renfrewshire, donde el padre de Downie habría regentado unos almacenes destinados al comercio de ultramar[10]. Nada de esto fue documentado, como por otra parte era habitual en Napier, por lo que a través de fuentes más fiables se puede acreditar que tuvo tres hermanos: dos de ellos murieron a temprana edad, Andrew (1782-1799) y Benjamin (1786-1806), mientras que el mayor, Charles (1775-1843), que como luego veremos le acompañó en la aventura española, llegó a sobrevivirle un par de décadas y tuvo un protagonismo destacado en el paradero y depósito actual de la espada de Pizarro.

Precisamente sería el primogénito el que, tras la muerte del padre, se haría cargo del negocio familiar, basado fundamentalmente en la exportación de lana de oveja merina. El segundón de la familia tuvo que emplearse muy joven por tanto al servicio de una compañía de Glasgow que comerciaba con la Isla de Trinidad, a la que surtía el monopolio británico después de que estos se hubieran hecho casi de barato con la posesión de la misma en 1797. Fue de este modo como el veinteañero John Downie comenzó a amasar una fortuna con las transacciones que fluían del comercio de ultramar, hasta que uno de los convoyes que hacía la carrera del Caribe naufragó dejándole en bancarrota. Para entonces, el joven se había cuidado de cultivar los contactos con las autoridades de la colonia: fundamentalmente con el gobernador Thomas Picton, más conocido por el sobrenombre de The Monster por el dictatorial régimen de torturas implementado en la isla, el cual le llevaría a ser procesado en Gran Bretaña algo más tarde, así como con el general Francisco Miranda, al que le uniría una profunda amistad y con el que acabaría carteándose con regularidad hasta su muerte.

Francisco Miranda era hijo de un rico comerciante canario establecido en Caracas. Ingresó en el ejército español y participó en la Guerra de la Independencia norteamericana, valiéndole su intervención en el Sitio de Pensacola (1781) el ascenso a teniente coronel. Después de esto, abrazó la causa de la emancipación de las colonias y viajó a la Francia Revolucionaria en busca de apoyos. Allí fue nombrado comandante en jefe de las tropas que pusieron cerco a la ciudad realista de Valmy (1792), y luego ascendido a general para acabar comandando el Ejército del Norte que luchó en los Países Bajos, con el que rindió Amberes y Roermond. No obstante y aunque regresó a Paris como un general respetable y laureado, poco más tarde, durante la época del Terror, se buscó la animadversión de Robespierre y fue perseguido y encarcelado. Posteriormente y una vez librado de la guillotina, emprendió un proselitismo muy activo a favor de la independencia de Venezuela. Viajó a Estados Unidos, donde recabó el apoyo político del Congreso, y a Gran Bretaña, donde el gobierno de William Pitt el Joven le fue muy favorable, siempre comprometido a aportar las armas y hombres que fueran necesarias para socavar el poderío comercial de España en las colonias.

La oportunidad se le presentó a Miranda después de la batalla de Trafalgar, ya que aquel desastre había dejado la escuadra española tan mermada de buques de guerra que a nuestra Armada le era imposible acudir a todos los puntos amenazados por los británicos. Éstos acordaron la distracción sobre Venezuela que pretendía Miranda porque en realidad servía a planes más ambiciosos enmascarando el verdadero ataque que, dirigido por el coronel William Carr Beresford, pretendía tomar Buenos Aires por mar a finales de junio de 1806. Pero a principios de febrero, el general Miranda se adelantó al plan coordinado con sus aliados y fracasó en el intento de tomar el puerto de Ocumare con el frágil apoyo de tres goletas. Los españoles rechazaron sin dificultad la aproximación y la causa independentista tuvo que jugárselo todo en un segundo intento, con el comprensible recelo de quienes hasta entonces le habían mostrado un apoyo incondicional. Su principal valedor, William Pitt el Joven, había muerto a finales de enero, y el nuevo Primer Ministro William Wyndham Grenville pertenecía al partido opositor, cuya ala más extrema se mostraba contraria a la intervención militar en las colonias. Por esta razón, no fue sino después de arduas negociaciones y hasta finales de primavera cuando finalmente el gobernador de Trinidad pudo facilitar a Miranda los buques comprometidos para la invasión, en los que hubo que embarcar no obstante milicianos escasamente entrenados para este tipo de operaciones anfibias.

John Downie, que al instante percibió la oportunidad de superar la quiebra comercial e iniciar una brillante carrera castrense, se ofreció para organizar un batallón de voluntarios al que llamó Loyal Trinidad Light Infantry. Logró reunir unos trescientos hombres y el 9 de julio de 1806 el general Miranda le nombró coronel de la unidad, que comandaría auxiliado por los capitanes James Rankin y Robert McCullovgh, junto a los tenientes Alexander Smith y Joseph Feryra[11]. Así fue como el 3 de agosto siguiente un raquítico destacamento desembarcó frente a las costas de Coro y logró tomar el abandonado fortín de la plaza ante la indiferencia de la población, que no secundó el levantamiento. Miranda hubo de levar anclas diez días más tarde a la espera de una nueva oportunidad que nunca se produjo, pues aunque a finales de 1807 regresó a Londres con su fiel Downie para convencer al Gobierno sobre la necesidad de un nuevo plan coordinado, el interés geoestratégico de Gran Bretaña había basculado ya por entonces hacia la Península Ibérica.

En efecto, aunque tras el fracaso de la ocupación de Buenos Aires los británicos iniciaron los preparativos para una nueva expedición, liderada esta vez por el arribista general Arthur Wellesley, la invasión francesa de Portugal en noviembre de 1807, con el consiguiente bloqueo comercial de sus puertos, indujo al Gobierno a intervenir en la Península. John Downie se unió a la expedición en calidad de ayudante del Comisario General John Dalrymple, en labores de intendencia, y el 1 de agosto 1808 desembarcó en la bahía de Mondego, junto a los otros treinta mil soldados que apenas unos días antes iban a ser destinados a tomar las colonias españolas de ultramar.

Los británicos derrotaron al ejército del general Junot en Roliça el 17 de agosto y en Vimeiro el 21 siguiente, tras lo que ocuparon Lisboa para poner fin a ocupación francesa de Portugal en apenas un mes. Aunque poco después, las generosas cláusulas ofrecidas por los generales Dalrymple, Burrard y Wellesley en el posterior Convenio de Sintra, provocaron que fueran llamados a dar explicaciones a Londres, donde se les abrió un consejo de guerra, cediendo al general John More, el cuarto en la cadena de mando, la dirección de todas las tropas expedicionarias. En una cuestionada decisión, el general Moore, que tenía órdenes estrictas de concentrar las fuerzas en la frontera con España para el caso de tener que apoyar las operaciones que se preveían en la mitad norte tras la llegada del propio Napoleón, cruzó la frontera hasta Salamanca en una penosa marcha en la que iría sembrando de cadáveres el camino, a la par que su reputación. Rodeados de ejércitos franceses, finalmente las columnas británicas consiguieron embarcar en La Coruña, pagando un alto precio con la muerte de cientos de soldados, además de la de su comandante, alcanzado por un proyectil de artillería en las inmediaciones de Elviña, el 16 de enero de 1809.

John Downie consiguió sobrevivir al desastre y regresó una vez más a Gran Bretaña, donde el 16 de marzo se casó con Mary Shaw en la parroquia de Forrest. Pocos días tuvo para disfrutar de aquel matrimonio, puesto que casi de inmediato se sumó a la nueva expedición que, liderada en esta ocasión por el general Wellesley, consiguió arribar el 1 de abril frente a las costas de Portugal. Downie acompañó de nuevo al ejército británico en labores de intendencia en la toma de Oporto y en la persecución del Cuerpo del mariscal Soult, que logró salvar la mayor parte de su ejército cruzando a Galicia por Montalegre el 18 de mayo, poniendo fin a la segunda incursión francesa sobre el país vecino.

Una vez libre Portugal de la dominación napoleónica, Downie solicitó el 16 de junio de 1809 la adscripción como oficial de enlace con el capitán general Gregorio García de la Cuesta, comandante del Ejército de Extremadura, al que los británicos habían comprometido su ayuda en una insólita operación coordinada contra varios cuerpos franceses[12], pero la misma no fue aceptada. Su labor era muy apreciada por Wesllesley, que ya por entonces se dirigía con un fuerte destacamento a presentar batalla a los franceses en Talavera y necesitaba de su experiencia la gestión de suministros. Dicha labor le fue especialmente reconocida tras la accidentada retirada que sufrieron las tropas británicas hasta Jaraicejo y Trujillo, recomendándole así mismo ante el gobierno británico por la captura de un oficial francés que facilitó una información esencial en el transcurso de la mencionada batalla[13].

Después de Talavera, el general Wellesley emprendió con su ejército una larga y penosa marcha que le llevó a atravesar los angostos desfiladeros de la Sierra de Guadalupe, dejando un reguero de enfermos y muertos por el camino, hasta que el 11 de agosto pudo alcanzar finamente Jaraicejo, donde estableció provisionalmente su cuartel general mientras mandaba abastecer las tropas en los almacenes de Trujillo. Y en el buen fin de esta empresa, detallada en una comunicación que presentamos en los XLV Coloquios Históricos de Extremadura[14], el comisario Downie tuvo una intervención esencial, desplegando su experiencia en labores de intendencia e ingeniándoselas para surtir un ingente número de efectivos, en su mayor parte exhaustos y famélicos.

La tuvo así mismo después, cuando el 21 de agosto los británicos levantaron los campamentos y emprendieron la marcha que, vía Medellín y Mérida, les condujo a asentarse en las inmediaciones de Badajoz a partir del 3 de septiembre de 1809: el 1º regimiento de la King German Legion lo hizo en Valverde, los tres regimientos de la brigada del general Cameron en Lobón, los del teniente general Cole en Olivenza, los cuatro batallones del general Von Löw en Talavera; los cuatro del general Tilson en Montijo; los tres del brigadier Stewart en Puebla de la Calzada y los del brigadier Craufurd en Campomayor; mientras los Coldstream del teniente general Sherbrooke y dos batallones del coronel Kemmis, junto a los oficiales de los cuerpos de ingenieros y artilleros guarnicionaron en Badajoz. Dos terceras partes del ejército británico quedaron acantonadas en las inmediaciones de la capital de Extremadura durante el otoño de 1809 y Downie tuvo que recorrer la provincia inventariando recursos, aprendiendo español a marchas forzadas y tendiendo puentes entre las poblaciones del entorno fronterizo.

En Badajoz fijó su residencia el general Wellesley, donde firmó por primera vez con el apelativo con el que pasaría a la Historia: Lord Wellington[15]. La ciudad acogió durante este tiempo un aluvión de gentes procedentes de todos los puntos de Extremadura y las familias más ilustres de la región buscaron refugio entre sus muros, compartiendo tertulias y banquetes con los generales, jefes y oficiales del ejército británicos. Estos hicieron de la ciudad su cómoda residencia mientras miles de sus compatriotas enfermaban de fiebre amarilla en los acantonamientos cercanos y cientos de ellos morían, para ser después enterrados sin mayores ceremonias ni miramientos en fosas comunes, bajo los glacis de los vecinos baluartes de Elvas[16]. Probablemente en una de las galas ofrecidas por Lord Wellington en el antiguo palacio del conde de la Torre del Fresno, John Downie entabló amistad con don Jacinto de Orellana Pizarro y Contreras, VIII marqués de la Conquista, así como con su consorte, doña Bárbara de la Plata y Quintana Padilla, condesa de Campo Rey. Según marca la tradición, a esta última arrancó la promesa de donarle la espada de Francisco Pizarro que desde hacía más de trescientos años atesoraba la familia de su esposo.

 

  1. La Leal Legión Extremeña.

 

Por entonces Downie había comenzado a barajar la idea de organizar y comandar una columna o cuerpo volante, una unidad ligera que, siguiendo las pautas de las partidas guerrilleras, se moviese con cierta libertad jerárquica al modo en el que lo venía haciendo hasta entonces el cuerpo del general Ballesteros sobre la Sierra de Aracena. No obstante la idoneidad operativa de este tipo de unidades para las características de la guerra que se preveía en los próximos meses, el modelo inmediato del proyecto era más bien la Leal Legión Lusitana que, promovida por los respectivos embajadores Rodrigo de Sousa Coutinho y Robert Stewart, había fructificado un año antes, con excelentes resultados en combate, en forma de tres batallones de tiradores portugueses dirigidos por el coronel Robert Thomas Wilson. Downie había tenido oportunidad de asistir a la acción de la Leal Legión Lusitana el 12 de mayo anterior en Brozas, haciendo frente a la vanguardia del I Cuerpo del mariscal Victor, en la defensa del puente de Alcántara dos días más tarde, y, probablemente en el combate de Baños de Montemayor, librado el 12 de agosto de 1809, donde los portugueses cubrieron el paso de una columna británica tras la desastrosa retirada de la batalla de Talavera.

De este modo, cuando el Día de Todos los Santos de 1809 el comandante en jefe de los aliados volvió grupas antes de adentrarse en Portugal para espetar a los badajocenses que no les debía nada[17], John Downie se mantuvo entre ellos. El 29 de enero de 1810 redactó un informe en el que se brindaba a levantar a su costa una unidad de al menos tres mil hombres, entre tiradores, caballería ligera, artillería volante y zapadores, que habría de llevar el nombre de Leal Legión de Extremadura y quedar integrada en el Ejército español que por entonces comandaba el marqués de La Romana[18].

El proyecto fue acogido con entusiasmo y aprobado apenas dos días más tarde por la Junta Suprema de Extremadura, que propuso a Francisco Fernández Golfín como brigadier del cuerpo, encomendándole rápidamente labores de reclutamiento[19]. En una carta dirigida al general Miranda, Downie daba cuenta de la favorable acogida de su iniciativa, para la que “se presentaron más voluntarios que los 3.000 y la mayor parte de los oficiales son de las familias más ilustres de la Provincia”[20]. Pero muy pronto, tan ilusionante proyecto se vio superado por la realidad: Lord Wellington no era partidario de aprobar la adscripción del coronel Downie en el ejército español y el 26 de marzo emitió un informe solicitando la ratificación, en todo caso, del gobierno británico[21], así que Downie se tuvo que conformar por el momento con liderar partidas de paisanos, con las que llegaría a destacar en diversas acciones libradas en las inmediaciones de la plaza. Una de estas fue la ocurrida el 21 de junio frente a los muros de Badajoz, cuando varios cuerpos franceses fueron avistados sobre las alturas de Santa Engracia y salió comandando las guerrillas. Y aunque fue herido y perdió cuatro hombres, consiguió hacer dieciséis bajas al enemigo[22].

El 22 de julio siguiente la Regencia aprobó proféticamente la creación de “un cuerpo provincial, que irá a donde quiera que se le destine, tal vez hasta Paris”[23]. El prospecto del plan de la Leal Legión de Extremadura contemplaba dos mil ciento cuarenta hombres de infantería ligera, repartidos en cuatro batallones de seiscientas plazas, compuestos a su vez de seis compañías de cien hombres o diez de sesenta. Preveía también otras trescientas plazas de caballería para tres escuadrones, compuestos cada uno de dos compañías de cincuenta caballos, además de otros cincuenta para cuatro compañías de artillería de campaña con dos piezas, junto a cien zapadores sin fusiles ni cartucheras, cuyo principal objeto era construir minas, cavar trincheras y abrir caminos a base de pico y azada. El decreto de creación establecía además que “en la clase de oficiales entren los nobles de la Provincia que se hallen sirviendo en los Ejércitos y quieran pasar a la Legión, e igualmente aquellos soldados o sargentos que acrediten ser beneméritos”, por lo que se propuso en primera instancia para dirigir cada uno de las cuatro batallones de infantería al brigadier Quintín de Mendoza, al teniente coronel del Regimiento de Guardias Valonas Fernando Moscoso, y a los capitanes del Regimiento Provincial de Trujillo Francisco y Joaquín Ladrón de Guevara, mientras que la dirección de los tres escuadrones de caballería recayó en el capitán de los Húsares de Extremadura Francisco Villalobos[24].

A finales de mes, Downie viajó a Londres para recabar la aprobación del gobierno británico, sin la cual Lord Wellington no estaba dispuesto a ceder la adscripción al ejército de Extremadura, consiguiendo además que su hermano Charles financiase el proyecto con “sesenta mil duros”[25] que en su mayor parte fueron empleados en la compra de vestuario. De todo ello dio cuenta al marqués de la Romana y a la Junta Suprema de Extremadura, en una serie de cartas que escribió el 26 de septiembre, el 1 de octubre y el 17 de noviembre de 1810, informándoles en esta última que en pocos días se pondría finalmente de camino para España[26].

Y así fue. El 24 de noviembre subió a bordo del Abercombie y zarpó del puerto de Plymouth con los despachos que le exigía Lord Wellington, al que encontró el 8 de diciembre en el cuartel general de Cartaxo[27]. Con Downie viajaron en esta ocasión dos sobrinos, John y Benjamin, que más tarde serían nombrados tenientes de caballería por la Regencia, con los que el 30 de diciembre desfiló por Badajoz junto a una compañía de hombres vestidos todos “a la española antigua”[28], causando la admiración y aplauso de todos los vecinos.

Aún hoy continúa abierto el debate sobre las causas que indujeron a Downie a la excentricidad de vestir a aquellos hombres con “sombrero de plumas, como los de los alguaciles de las plazas de toros”, en palabras de Benito Pérez Galdós. Sabemos que la idea de armar a la caballería con lanzas se la ofreció el propio general Miranda, con el que se continuaba carteando[29], aunque el propio Downie era un experto en el manejo de este arma, de la que llegó a recopilar al poco tiempo una serie de grabados[30], pero esa visión romántica de la guerra no deja de ser demasiado reduccionista y no ampara en ningún caso las razones que promovieron el éxito de tan singular proyecto. Obviamente, estas debieron de ser múltiples y hay quien defiende que fue un gesto hacia las élites conservadoras que le apoyaban, muchas de las cuales pensaban que había que retomar las tradiciones patrias y huir de todo lo afrancesado, origen de la decadencia política que amenazaba España y asolaba Europa, como las modas que marcaban los uniformes de los regimientos contemporáneos. Una explicación más prosaica la ofrece el historiador Charles Esdaile, para quien Downie buscaba por el contrario el reconocimiento militar que le había sido negado en la tentativa frustrada de tomar Venezuela, así como cierto estatus de libertador caudillista, y por esta razón acabó presentándose ante los extremeños como el condotiero dispuesto a liberarles de la dominación francesa[31].

Siguiendo esta lógica, Downie necesitaba arrogarse de alguno de los símbolos que antaño hicieron invencibles y legendarios a los conquistadores extremeños[32]. Fundamentalmente Pizarro, que destacaba por encima de otros en el imaginario de Downie gracias quizás a la adaptación que hizo en 1796 Richard Brinsley Sheridan de la obra de August von Kotzenbue, “Die Spanier in Peru oder Rollas Tod”, que, acogida con enorme entusiasmo en los teatros de Londres, logró ser especialmente popular entre los oficiales del ejército Británico. Y qué mejor símbolo que detentar la espada del conquistador extremeño para llegar a ser reconocido en España con el título de caudillo libertador al que aspiraba desde hacía tiempo. En este sentido, buscó vincular la Leal Legión Extremeña a un pasado mitológico, como prueba el lema elegido personalmente para la unidad: “In ferrum pro Libertate ruimus”[33], rememorando los inmortales versos de Virgilio en los que los descendientes de Eneas corrieron a las armas para expulsar a Tarquino y recobrar la libertad republicana.

Y aunque Downie, como luego veremos, estaba muy alejado de los valores republicanos y era un acérrimo defensor del absolutismo más reaccionario, por el momento consiguió entrar en Badajoz nimbado del aura mística de los conquistadores, propalando entre sus habitantes el mayor de los entusiasmos. El 1 de enero de 1811 hizo publicar una proclama en la que les invita a sumarse a la cruzada en los siguientes términos:

“El Supremo Consejo de Regencia de España e Indias ha aceptado benignamente la formación que le he propuesto de la Leal Legión Extremeña, nombrándome su coronel comandante. Inglés por naturaleza y español por afecto, me enajena el placer de verme contado entre los valientes que defienden su libertad y su independencia contra los tiranos de Europa. Testigo soy, valerosos extremeños, de vuestro patriotismo, de vuestros esfuerzos, y me lisonjeo de que hallaré en vosotros soldados invencibles que venguen los agravios de su Religión, de su Patria y de su adorado Fernando. Alistaos, pues, para vengarlos en las banderas de la Leal Legión Extremeña. A su sombra os guiarán por las sendas del honor al campo de la victoria”[34].

La movilización sin embargo debió de ser escasa, no tanto por la disposición de los extremeños, indomables aún en los extremos más arriesgados de la guerra, sino porque la ausencia del general Mendizábal, que había cruzado a Portugal en busca de las divisiones españolas ante el inminente avance del ejército francés sobre Badajoz, impedía adoptar los acuerdos de reclutamiento para integrar a los hombres en el Ejército de Extremadura. Además, la mayor parte del vestuario y los cuarenta mil fusiles comprados en Gran Bretaña habían quedado bloqueados en el puerto de Lisboa por falta de carros, así que el 23 de enero de 1811 Downie decidió partir en su busca y escribió al marqués de La Romana para que ordenara a Mendizábal la cesión de quinientos caballos, además de ochocientos hombres de infantería y otros doscientos de caballería, que necesitaba con urgencia para organizar una “base proporcional a todo el cuerpo que ha de formarse y que diese su aprobación para mandarlo al condado de Niebla, a La Mancha y otros puntos[35].

Desconocía por entonces que el marqués de La Romana había muerto en Cartaxo el 6 de enero, y que Mendizábal le sustituía como comandante interino del Quinto Ejército entretanto el general Castaños tomaba el mando. La plaza de Badajoz había sido cercada por los franceses, que aniquilaron a las divisiones españolas en Santa Engracia el 19 de febrero siguiente, por lo que la petición de Downie cayó en saco roto y éste no pudo formar más que una partida con algunos pocos fieles. El 22 de febrero se unió a las guerrillas de Antonio Caracol, Isidoro Mir y Mariano Rocarfort, con los que organizó una columna volante con la que lograron rescatar al brigadier de ingenieros José Fale, además de otros muchos oficiales y soldados que, habiendo sido hechos prisioneros en la batalla de Santa Engracia, eran conducidos a Córdoba[36].

En compañía de los mismos guerrilleros, el 7 de marzo batió una columna francesa en las inmediaciones de Don Benito[37]. No consta que participara en la batalla de La Albuera, probablemente porque durante este tiempo Downie estuvo ocupado en recorrer Extremadura recogiendo dispersos y capturando desertores, con los que, aunque no llegó a alcanzar ni de lejos los tres mil hombres que en un primer momento se preveían, a mediados de junio consiguió formar un abigarrado cuerpo, que atavió como pudo a la espera de las órdenes del capitán general Francisco Javier Castaños. De este modo, el 14 de junio entró en Elvas procedente de Ceclavín con dos batallones de infantería y un escuadrón de caballería, que aprovisionó debidamente durante cinco días para después continuar la marcha hacia el condado de Niebla, donde le esperaban los generales Blake y Ballesteros, junto a la vanguardia del conde de Penne Villemur, en la que finalmente quedó adscrita la Leal Legión Extremeña[38].

El 12 de agosto quedó finalmente reorganizado el Quinto Ejército sobre los restos del anteriormente llamado Ejército de Extremadura y aún después de la Izquierda. Sobre esta fecha y tomando como base el cuartel general emplazado en Alcántara, la I División, a las órdenes del general Copons se mantuvo de guarnición en la Isla de León, mientras la II División pasó a cargo del recientemente nombrado mariscal de campo Pablo Morillo para ser destinada de inmediato a la Sierra Norte de Sevilla. La III División, que continuaba al mando del también mariscal de campo Carlos de España, se mantuvo de momento acampada en los alrededores de Alcántara, aunque presta a cruzar el Tajo para acudir a cualquier punto en el que se demandara su presencia. La División de Vanguardia del conde de Penne, enfermo en Cádiz, guarnicionó también entre Trujillo y Cáceres comandada de manera interina por el brigadier Joaquín de Montemayor, mientras que el coronel Doura asumió la comandancia de los tiradores de Leal Legión Extremeña, que formaron una brigada junto a los provinciales de Trujillo, Plasencia y Cazadores de Mérida, con el compromiso de armarlos y vestirlos de su bolsillo[39]. Aunque Downie vistió a algunos de sus hombres a la antigua usanza, la mayor parte de los uniformes comprometidos aún no habían sido entregados, pese a que ya por entonces, el 24 de agosto de 1811, constaban cartas de Charles Downie afirmando haber enviado más de quinientos[40]. Lo cierto es que a fecha de 26 de diciembre aún no habían sido entregados, aunque sí gran parte del armamento que desde finales del año anterior se encontraba retenido en Aldeagallega por falta de carros que los transportasen[41].

Aunque por encima de aquellas armas, sin duda la pieza más valiosa que recibió Downie, destinada a amalgamar voluntades y convertirse en seña de identidad de la Leal Legión Extremeña, así como de su coronel comandante, sería la espada de Francisco Pizarro, el invicto conquistador del Perú.

 

  1. La espada de Pizarro.

 

El 3 de agosto de 1811 la marquesa consorte de la Conquista hizo entrega de la espada al coronel Downie por mediación de su primo Lorenzo María de Bolaños y Guzmán, que se encontraba por entonces en la villa de Brozas. Ere este un objeto de incalculable valor histórico y sentimental que había permanecido más de trescientos años atesorado por la familia de su marido, y que se ponía ahora conscientemente en manos de aquel aventurero escocés para que la manejara “en beneficio de la independencia de España”[42].

La pieza, registrada con el nº 1759 en el depósito de la Real Armería, fue descrita del siguiente modo en el catálogo que publicó Marchesi en 1849:

“Espada de Francisco Pizarro. Guarnición de gavilanes curvos en dirección opuesta; una puente y pequeños gavilanes; todo lo dicho y el plomo está damasquinado de oro; puño cubierto de hilo de plata. Hoja angosta, con la m.43, del largo de 1 vara, 2 pulgadas y 6 líneas”[43].

No obstante, existe una descripción más detallada en el catálogo editado por el conde de Valencia de Don Juan nueve años más tarde, para quien:

“La hoja es rígida, de cuatro mesas y grueso recazo, escotado por ambos cantos. En el plano de dicho recazo lleva estampado por una parte el nombre del espadero Mateo y por la otra el monograma de Jesucristo. Largo 0,830: ancho 0,027. Guarnición de acero pavonado, ricamente decorada con hojas y grecas de ataujía de oro, algo desgastadas las del pomo, que es circular de dos fachadas”[44].

 

Ninguno de los catálogos incluía grabados que apoyasen las descripciones, no obstante Marchesi derivaba las suyas a las láminas realizadas por Gaspar Sensi para el trabajo sobre la Real Armería coordinado por Achille Jubinal en 1838[45]. Sin duda, de la difusión de estas obras se sirvió Graciano Mendilaharzu para recrear con fidelidad la espada en su famosa “Muerte de Pizarro” (1886), que se conserva en el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina[46]. Las ilustraciones muestran una forma idéntica también con la que puede observarse en el retrato más conocido de Downie realizado por un contemporáneo, donde aparece vestido a la antigua usanza con la mano siniestra apoyada en la celebérrima espada. El escocés tuvo ocasión de blandirla al poco tiempo de recibirla de manos de la marquesa de la Conquista, en el combate librado el 28 de agosto de 1811 en Arroyo del Puerco, actual Arroyo de la Luz, donde los españoles hicieron ochenta y tres bajas al enemigo, y aún al día siguiente en las inmediaciones de Torremocha, cuando la caballería del conde de Penne persiguió a la francesa, y a punto estuvieron de capturar al general Foy, comandante de la I División del Sexto Cuerpo del Ejército francés[47].

Por su contribución en la batalla, la Regencia ascendió a tenientes del escuadrón de caballería de la Leal Legión Extremeña a Benjamin Downie y John Downie Brizo[48], aprobando así mismo la reorganización de la unidad en cuatro batallones de infantería ligera, denominados respectivamente batallón nº1 de Badajoz, nº 2 de Mérida, nº 3 de Trujillo y nº 4 de Plasencia[49]. La realidad se encargó de rebajar al poco tiempo tan generosas estimaciones y el cuerpo de infantería de la Leal Legión Extremeña se vio reducido tan sólo al primer batallón que, conocido como tiradores o volteadores, en asimilación del término voltigeurs, empleado para las compañías de hostigadores de los regimientos de línea franceses, tuvo como comandante a José Díaz Bascones y como sargento mayor a Rodrigo Bermúdez[50]. Para suplir las carencias de efectivos, a este batallón se le sumó el del Provincial de Trujillo y el de los voluntarios de Mérida, además de una compañía ligera, poniéndolos todos bajo el mando del coronel Downie para sumar una fuerza, a 1 de octubre de 1811, de ciento dos oficiales y mil cincuenta y cuatro hombres[51]. Esta es la tropa con la que destacará en la exitosa acción de Arroyomolinos de Montánchez, que tuvo lugar el 28 de octubre de ese mismo año, cuando británicos y españoles sorprendieron a la división del general Girad, haciéndoles más de mil cuatrocientos prisioneros, entre otros el ilustre duque de Prosper Louis Aremberg, sobrino del Emperador.

Después de esto, las fuerzas de la Leal Legión Extremeña quedaron disgregadas. El batallón de tiradores de Badajoz continuó adscrito a la vanguardia del conde de Penne, mientras que la caballería, reducida a dos escuadrones, quedó en depósito en la Isla de León[52]. Al frente de los primeros continuó el coronel Downie, que cinco días más tarde de la acción de Espartinas, el 5 de abril de 1812, en la que “hizo huir a punta de bayoneta a mil quinientos enemigos que portaban cuatro cañones y dos obuses”[53], fue ascendido a brigadier. Aunque sin duda el episodio más conocido de su bravura fue sin duda el ocurrido 27 de agosto de 1812 en las inmediaciones de Sevilla.

Ese día, la división del mariscal de campo Juan de la Cruz Mourgeon, en el que acabaron integrados los tiradores de Badajoz, auxiliado por seis compañías del segundo batallón de los Royal Food Guards, tomó Castilleja de la Cuesta amenazando Sevilla, principal bastión francés en Andalucía desde principios de febrero de 1810. El brigadier Downie ordenó avanzar a sus hombres, reunidos en un puente de barcas tendido sobre el Guadalquivir, bloqueada la orilla opuesta por las tropas del mariscal Soult que cubrían la retirada del resto del contingente por la carretera de Córdoba. Pero los franceses estaban bien atrincherados y disponían de una pieza de artillería que dificultaba el avance, por lo que después de dos embestidas infructuosas Downie decidió dar ejemplo y abrirse hueco entre las líneas enemigas blandiendo la espada de Pizarro.

Y así fue como, sin encomendarse a Dios ni al diablo, picó espuelas para arrojarse sobre el enemigo, que estuvo a punto de superar cuando el filo de una bayoneta casi le arranca un ojo, antes de caer derribado del caballo. Aturdido, antes de que los franceses lo cogieran cautivo, encontró fuerzas para arrojar la espada hacia sus líneas y evitar que estos se hicieran con ella. Enardecidos, los tiradores de Badajoz cargaron a la bayoneta eliminando cualquier resistencia enemiga, luego tomaron la orilla opuesta y aún después la ciudad entera en busca de su caudillo. Pero no fue sino hasta horas más tarde, cuando un piquete de reconocimiento pudo encontrarlos, gravemente herido a la altura de Marchena, donde los franceses lo habían abandonado bajo palabra de honor de no servir en lo sucesivo en ejército regular alguno[54].

A los pocos días Downie regresó a Gran Bretaña para curarse de las heridas y reencontrase con su mujer. En su casa de Renfrewshire recibió a las más ilustres familias de Escocia, que le obsequiaron con una hermosa espada, además de honrarle con las llaves de la ciudad de Glasgow, ceremonialmente entregadas por el magistrado jefe del consistorio. En Gran Bretaña fue recibido también como un héroe por los exiliados realistas que preparaban el inminente regreso de Fernando VII, como el conde de Fernán Núñez, embajador español en Londres, que en el transcurso del homenaje con el que se le agasajó el 14 de diciembre de 1812, “le presentó al rey como un buen patriota y este lo distinguió con muestras de particular estimación”[55].

No mucho después regresó a España con su hermano mayor. El 24 de diciembre de 1812 la Regencia aprobó la creación de dos escuadrones de caballería ligera denominados de la Legión Extremeña y nombró a Charles Downie capitán de uno de ellos[56]. Así fue como el cabeza de familia acabó integrado también en el ejército español, del que acabó licenciándose el 4 de junio de 1843 con grado de coronel del regimiento de caballería de La Albuera.

El 16 de julio de 1813 le fue concedida la cruz de la Orden de Carlos III, que según los testigos que presenciaron la ceremonia se le impuso a la manera caballeresca, con la propia espada de Pizarro de la que nunca se separaba[57]. De esta época es el grabado en el que William Nicholls le retrata con la marca oscura en la mejilla derecha que le dejó la bayoneta francesa, portando sobre el pecho la reciente condecoración, mientras recrea a sus pies la acción sobre el puente de barcas por la que le fue concedida[58]. El rey le nombró alcaide de los Reales Alcázares, donde fijó su residencia a partir de entonces y donde muchos historiadores le achacan injustamente el blanqueo de los salones, así como la policromía con la que de manera extravagante, añaden, estropeó ya para siempre los estucos mudéjares del palacio, pese a que consta acreditado que tal cosa ocurrió al menos una década antes[59].

Tras la batalla de San Marcial, Lord Wellington reclamó expresamente a su antiguo colaborador y Downie se puso de nuevo al frente de la Leal Legión Extremeña, que tuvo el privilegio de ser una de las escogidas unidades españolas que en febrero de 1814 invadió Francia. Estos derrotaron al ejército de Soult en Orthez, Bayona y Toulouse, consumando el augurio lanzado por la Regencia cuando en el decreto de creación los figuró en “el mismísimo Paris”, como debió representarse así mismo Downie por momentos, cruzando los Pirineos con la espada de Pizarro[60].

Con el regreso de Fernando VII al trono de España, el 27 de julio de 1815 fue nombrado mariscal de campo y confirmado en su puesto de alcaide de los Reales Alcázares y Atarazanas, cargo que conllevaba también representación, voz y voto en el cabildo sevillano. Y aunque algo después, el 10 de septiembre de 1822, el gobierno liberal le retiró todos los honores, Downie continuó residiendo en el Palacio, recluido en una de las salas del patio de banderas, mientras hacía propaganda en favor del absolutismo[61]. La noche del 10 de junio de 1823, estando el rey preso en los Reales Alcázares por mandato de las Cortes, que se habían reunido de urgencia para declararlo loco e impedirlo para el trono, urdió una trama con otros oficiales para trasladarlo a Madrid, donde los Cien Mil Hijos de San Luis habían impuesto una regencia realista que trabajaba por su regreso, pero la conspiración fue descubierta por el Ministro de la Guerra y los conjurados hechos prisioneros. Acusado de alta traición, Downie acabó en el penal de La Carraca, en Cádiz, precisamente el mismo lugar en el que 1816 había fallecido, también prisionero, su íntimo amigo el general Francisco Miranda[62].

A finales de octubre, una vez abominado Fernando VII de sus obligaciones constitucionales, Downie fue liberado. El 5 de octubre de 1823 es restituido en la dirección del Alcázar[63] y poco después recibe la Cruz de San Fernando. A partir de entonces sería considerado un héroe por los tradicionalistas fernandinos, por lo que pudo vivir rodeado de lujos y excesos, sin preocuparse de las deudas, que serían muchas, hasta su muerte, ocurrida el 5 de junio de 1826. Al parecer, fue tal el montante de las obligaciones pecuniarias que legó a sus herederos, que su hermano Charles, al que había nombrado albacea, tuvo que entregar al Real Patrimonio la espada de Pizarro en compensación por las deudas en el desempeño del cargo de alcaide de los Reales Alcázares[64].

De este modo, el 2 de noviembre de 1826 la espada fue depositada en la Real Armería y quedó catalogada sin mayor anotación[65], por lo que, andando el tiempo, nadie pudo dar certeza del origen o propiedad de la misma. Los conservadores escribieron al descendiente del marqués de la Conquista, del que a través del conde de Toreno constaba que la había cedido a Downie [66], tratando de averiguar el estado legal en el que encajaba la pieza y, siempre según Marchesi, don Jacinto de Orellana y Pizarro, legítimo sucesor en el título de nobleza, respondió que:

“Ignoró hasta muchos años después todos estos antecedentes. Cuando los supo y quiso gestionar como su padre, Downie había muerto y la espada de Pizarro se hallaba en la Armería sin saber cómo ni porqué. Ahora nos resta decir que este arma interesante vino a la Armería por mandato de Fernando VII en 1826, año en que Downie murió en Sevilla. El actual marqués de la Conquista nos ha manifestado que aunque pudiera reclamar la alhaja que le pertenece, la cede y la ve con gusto en el magnífico depósito en que se halla. Proceder este que debieran imitar muchos grandes personajes, poseedores de antiguallas venerables, que por último término van a parar por venta o por hurto a los gabinetes y armerías extranjeras”[67].

Dicha anotación no consta en el catálogo de 1861, ni aún en los posteriores. Tampoco en las cuidadas obras que Leonard Williams en 1871 y Albert Calvert en 1907 dedicaron a la colección de la Real Armería, donde se incluyen sendas imágenes de la famosa espada de Pizarro[68]. Pese a ello, la adscripción al Real Patrimonio fue dada por hecho[69], convirtiéndose en una de las piezas más destacadas de la colección, de tal modo que, en las contadas ocasiones en las que ha salido de la institución para dar realce a actos oficiales, acabó cobrándose el protagonismo de los mismos.

Tal caso ocurrió por ejemplo en septiembre 1881, cuando fue cedida para ser expuesta en el IV Congreso Internacional de Americanistas que se celebró en Madrid[70]. La espada de Pizarro se convirtió en la pieza principal de la llamada “exposición de antigüedades americanas” que fue organizada en torno a las galerías de sendos patios del entonces ministerio de Ultramar, hoy Cuartel General de la Armada, dispuesta en el centro del dedicado a Juan Sebastián Elcano para poder ser admirada dentro de un magnífico armario de caoba y cristal[71]. Y también en 1930, cuando el 29 de mayo fue portada junto a las espadas de los Reyes Católicos y de Hernán Cortés por oficiales de Artillería, Infantería, Caballería y Marina, en el último acto de homenaje a los descubridores y conquistadores de América con motivo de la Exposición Iberoamericana inaugurada el año anterior en Sevilla[72].

Y el jueves 26 de junio de 1941 la espada de Pizarro regresó a Trujillo, de donde había salido ciento treinta años antes, para dar lustre al IV Centenario de la muerte de Francisco Pizarro. El acto fue portada del diario ABC, de 27 de junio de 1941, que se ocupó de detallar en dos páginas interiores los pormenores del mismo, así como el diario HOY, que le dedicó igualmente un generoso espacio en la edición de aquella fecha. Otros periódicos de tirada nacional se ocuparon también de glosar el acto, e incluso parece ser que, en ausencia aún de NO-DO, la cadena Fox grabó un documental cinematográfico para su noticiario Movietone News que lamentablemente nos ha sido imposible encontrar[73].

En cualquier caso, gracias a todas estas crónicas sabemos que aquel día la ciudad amaneció engalanada en todas sus calles, con multitud de banderas nacionales, gallardetes y arcos de triunfo dando lustre a la festividad. La plaza y sus edificios principales se adornaron con una rica colección de tapices traídos del Palacio de Oriente, calculándose en más de doce mil personas los asistentes que acudieron de todas partes de la región para presenciar los actos. El principal, presidido por Manuel Halcón, canciller del Consejo de la Hispanidad, en representación de la jefatura de Estado, tuvo como protagonista a la espada de Pizarro. Esta había sido colocada en el vestíbulo del Ayuntamiento, sobre una mesa cubierta con un paño de hombros del siglo XVI, descansando sobre un rico cojín de Damasco y escoltada por dos agregados militares de la representación diplomática peruana. En la gran escalinata central, el canciller de la Hispanidad, bajo acta, hizo entrega pública de la espada del conquistador al ministro plenipotenciario del Perú, para que la portase durante la procesión cívica que se dirigió luego a la iglesia de San Martín, en donde fue depositada junto al altar mayor mientras se celebraba un Te Deum. Después, una vez terminada la ceremonia, el diplomático devolvió el arma al representante del Estado español, que esa misma tarde regresó a Madrid[74].

Desde entonces, la espada se conserva en la Real Armería, a cuyo Patronato corresponde el dominio de la pieza por prescripción adquisitiva o usucapión, una apariencia de posesión ininterrumpida que, como hemos visto, detenta desde hace casi doscientos años la institución[75]. Aunque el apunte no es baladí, no deja de ser tan sólo uno de los puntos que habrá de barajarse para eventuales requerimientos y en cualquier caso se encuentra alejado de la pretensión de este trabajo que, como se expuso con anterioridad, no es otra que la de poner en orden una serie de inexactitudes que veníamos advirtiendo respecto a la espada de Pizarro, la figura de Downie y la Leal Legión Extremeña. Humildemente, esperamos haber arrojado alguna luz sobre ello.

 

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[1] SHERER, Moley. Recollections of the Peninsula. Longman, Londres, 1827; págs. 229-230. Para una aproximación a los espectáculos celebrados el Anfiteatro del empresario circense John Phillip Astley. MARABEL MATOS, Jacinto J. “Provecho y espectáculos de la ciudad tomada”. Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Almendralejo, 2017; págs. 315- 343.

[2] Vid. BAROJA, Pío. “Downie, el quijotesco”. Vitrina pintoresca. Espasa- Calpe. Madrid, 1935. págs. 93-100. PÉREZ GALDÓS, Benito. Episodios Nacionales. Primera Serie. Gerona y Cádiz. Espasa Calpe, Madrid. 2008, págs. 209-211.

[3] VVAA. Diario de las discusiones y actas de las Cortes. Tomo III. Imprenta Real, Cádiz, 1811; pág. 308.

[4] LE BRUN, Carlos. Retratos Políticos de la Revolución en España. Le Brun. Filadelfia, 1826; pág. 264.

[5] RODRÍGUEZ-SOLÍS. Enrique. Los guerrilleros de 1808: historia popular de la Guerra de la Independencia. Tomo I. Enciclopedia Democrática, Barcelona, 1895; pág. 430.

[6] La canción continuaba apelando a los sentimientos patrióticos de los extremeños: “Venid Extremeños/ De España Blasón/ Ya alzó su Bandera/ La Ilustre Legión/ En pos de su sombra/ Corred sin tardanza/ Y en vez de la lanza/ Tomad el fusil/ Ya el Galo se asombra/ De ver tal denuedo/ Ya tiembla de nuevo/ Su mano servil/ Venid Extremeños/ De España Blasón/ Ya alzó su Bandera/ La Ilustre Legión/ Será Extremadura/ Por vos cual la roca/ Que inmóvil provoca/ La furia del mar/ Será sepultura/ Do caiga sin vida/ La gente atrevida/ Que os quiso burlar/ Venid Extremeños/ De España Blasó/ Ya alzó su Bandera/ La Ilustre Legión/ Venid Extremeños/ Libremos a España/ Venzamos la saña/ Del fiero opresor/ Seamos los Dueños/ Del rayo en la Guerra/ Y pasmo en la tierra/ Y al Galo pavor/ Venid Extremeños/ De España Blasón/ Ya alzó su Bandera/ La Ilustre Legión.” VVAA. Archivo del general Miranda. Tomo XXIII. Editorial Lex. La Habana, 1950; págs. 461-463.

[7] Entre otras, la legada por el redactor del Diario Mercantil de Cádiz Pabló Jericó, que decía así: “Al verle tan terrible chafarote/ Orden de la Cruzada en el costado,/ Y cual dragón, descomunal bigote/ Todo el mundo lo hubiera comparado/ Al inmortal manchego D. Quijote/ Pero ¡cuánto se hubiera equivocado!/ Porque el Quijote tuvo gran talento/ Y el mortal de que hablo es un jumento.” GOMEZ IMAZ, Manuel. Los periódicos durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Revista de Archivos y Museos. Madrid, 1910; pág. 113.

[8] Sin perjuicio del incompleto ANÓNIMO. Biografía del mariscal de campo de los ejércitos españoles Juan Downie. Imprenta de Infantería de Marina. Madrid, 1887.

[9] AGMS, D-1177. Expediente Juan Downie.

[10] GRANT, James. The Scottish Soldiers of Fortune: Their Adventures and Achievements in the Armies of Europe. Routledge and Sons, Londres, 1889; pág. 138.

 

[11] VV.AA. Archivo del General Miranda. Negociaciones (1806-1807). Tomo XVIII. Editorial Lex. La Habana, 1950; pág. 82.

[12] IGLESIAS ROGERS, Graciela. British Liberators in the Age of Napoleon. Bloomsbury. Londres, 2013; pág. 36.

[13] Downie continuó en labores de intendencia y exploración bajo las órdenes de Lord Wellington, constando el agradecimiento expreso de este tras la batalla de Talavera, según VV.AA. The Royal Military Chronicle of the British Officers. Volumen VI. Cardon, Londres 1813; pág. 173.

[14] MARABEL MATOS, Jacinto J. “Fiebre y sábanas: el otoño de Wellington en Badajoz (I)” XLV Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2017; págs. 283-302.

[15] El 16 de septiembre de 1809, doce días después de haber sido nombrado vizconde como reconocimiento a su participación en la batalla de Talavera, escribió una carta dirigida al embajador británico en Lisboa John Villiers, en la que reconocía, en efecto, que “esta es la primera vez que firmo con mi nuevo nombre”. GURWOOD, John. The Services of Field Marshal the Duke of Wellington. Volumen V. Murray, Londres, 1836; p. 156.

[16] MARABEL MATOS, Jacinto J. “Fiebre y sábanas: el otoño de Wellington en Badajoz (II)” XLVI Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2018; págs. 409–425.

[17] Vid. Oficio dirigido por Lord Wellington a la Junta Suprema de Extremadura, de 7 de diciembre de 1809, publicado en la Gazeta de la Regencia, de 14 de diciembre de 1809.

[18] GÓMEZ VILLAFRANCA, Román. Extremadura en la Guerra de la Independencia. Memoria Histórica y Colección Diplomática. Uceda Hermanos, Badajoz, 1908; págs. 205-206.

[19] Encomienda que sin embargo quedó en suspenso al poco tiempo, puesto que en marzo Golfín fue agregado al estado mayor del general Ballesteros y aún poco después, el 23 de julio de 1810, fue elegido diputado para representar a Extremadura en las Cortes Generales y Extraordinarias que habrían de reunirse en la Isla de León, en Cádiz. FERNÁNDEZ-DAZA ÁLVAREZ, Carmen. “La actividad parlamentaria de Francisco Fernández Golfín en las Cortes de Cádiz”. V Encuentros Comarcales Vegas Altas, La Serena y La Siberia. SISEVA, Badajoz, 2012; pág. 73-74.

[20]VVAA. Archivo... Tomo XXIII, op.cit; pág. 457.

[21] Posteriormente, cuando el gobierno británico, además de aprobar la adscripción, facilitó cuarenta mil rifles Baker para armar al Ejército español, escribiría furioso al general Beresford haciéndolo saber que estaba totalmente en desacuerdo con tal decisión. GURWOOD, John. Selections from the Dispatches and General Orders of Field Marschal the Duke of Wellington. Murray, London, 1842. P. 428.

[22] Gazeta de la Regencia de España e Indias, de 6 de julio de 1810.

[23] GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura…, op.cit; pág. 316.

[24] Ibid; pág. 206.

[25] Ibid; pág. 392.

[26] AHN, Diversos-Colecciones, 110, N.33. Correspondencia de diferentes comisionados ingleses relativa a operaciones de guerra; págs.. 48-54.

[27] VV.AA. The Royal…; pág. 180.

[28] Gazeta de la Regencia de España e Indias, de 17 de enero de 1811.

[29] VVAA. Archivo... Tomo XXIII, op.cit; pág. 456.

[30] DOWNIE, John. Colección de láminas de ataque y defensa del arma de la lanza. Madrid, 1814.

[31] ESDAILE, Charles. “Guerrilleros, bandidos, aventureros y comisarios: la historia de Juan Downie.” Alcores. Revista de Historia Contemporánea, nº 5. Fundación Fermín Carnero, León, 2008; pág. 117.

[32] Una mitología así mismo compartida por el resto de ejércitos combatientes, como atestiguaba la Gazeta de Lisboa en su edición de 24 de junio de 1811.

[33] VV.AA. The Royal…, ob.cit; pág. 181.

[34] Diario de Mallorca, de 11 de febrero de 1811.

[35] AHN, Diversos-Colecciones, 137, N.30. El coronel Juan Downie pide al marqués de La Romana recursos para organizar una Legión.

[36] GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura…, ob.cit; pág. 238.

[37] Ibíd., ob.cit; págs. 366-367.

[38] Gaceta de la Regencia de España e Indias, de 25 de junio de 1811.

[39] Vid. El Conciso, de 28 de agosto de 1811 y El Sensato, de 29 siguiente.

[40] AHN, Diversos-Colecciones, 137, N.46. Correspondencia de varios comisionados del 5º Ejército sobre la dificultad de recibir vestuarios que debía remitir desde Londres el comisionado Downie.

[41] GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura…, ob.cit; pág. 277.

[42] Downie acusó recibo de la espada mediante carta dirigida al propio Lorenzo de Bolaños y Guzmán, el 13 de agosto siguiente, según Diario de Mallorca, de 4 de julio de 1812.

[43] MARCHESI, José María. Catálogo de la Real Armería. Aguado, Madrid, 1849; pág. 98. La misma versión fue mandada editar un lustro más tarde por FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, Joaquín. Catálogo de la Real Armería. Aguado. Madrid, 1854.

[44] En nota a pie de página anota el autor, Mateo Duarte, fue maestro espadero en Valencia en el año1543. CROOKE Y NAVARRO, Juan Bautista. Catálogo Histórico-descriptivo de la Real Armería de Madrid. Hauser y Menet, Madrid, 1858; pág. 216.

[45] JUBINAL, Achile. La Armería Real de Madrid ou collection des principales pieces du Musée d’Artillerie de Madrid. Tomo I. Morel, Paris.1838.

[46] La fidelidad a la pieza que debió ser empuñada por Francisco Pizarro es exacta en esta obra, frente a las recreaciones realizadas en 1877, apenas nueve años antes, por Manuel Ramírez Ibáñez en la “Muerte de Pizarro” que se conserva en el Museo del Prado y Ramón Muñiz en “Pizarro herido de muerte” del Museo de Bellas Artes de Lima.

[47] Diario de Mallorca, de 15 de octubre de 1811.

[48] Gazeta Extraordinaria de la Regencia de España e Indias, de 14 de octubre de 1811.

[49] VV.AA. The Royal…, ob.cit; pág. 176.

[50] VV.AA. Estado Militar de España. Viuda de Gómez. Cádiz, 1812; pág. 83.

[51] CABANES, Francisco Javier. Explicación del Cuadro Histórico-cronológico de los movimientos y principales acción de los ejércitos beligerantes en la Península, durante la Guerra de España contra Bonaparte. Viuda de Bruse, Barcelona, 1822; pág. 124.

[52] Ibíd; págs. 148 y 186.

[53] Gazeta de México, de 1 de octubre de 1812. En el combate destacó además el sargento mayor de la unidad, Rodrigo Bermúdez, mientras que los tiradores fueron distinguidos con la laureada de San Fernando, que lucieron a partir de entonces en los banderines de la unidad y en las espadas de los oficiales. VV.AA. The Royal…, ob.cit; pág. 177.

[54] GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura…, ob.cit; pág. 422. Vid, también entre otros, Gaceta de Sevilla, de 2 de septiembre de 1812, La Abeja Española, de 13 de septiembre de 1812 y Diario Mercantil de Cádiz, 14 de octubre de 1812.

[55] MORENO ALONSO, Manuel. La Guerra del Inglés (1808-1814). La Historia como campo de batalla. Silex. Madrid, 2018; pág. 1027.

[56] AHN, Consejos, L.3279, N.179. Traslado de la Resolución del Consejo de Regencia por la que se crean dos escuadrones de caballería ligera denominados de la Legión Extremeña.

[57] Redactor General, de 19 de julio de 1813. Seis años más tarde, Charles Downie recibiría la misma condecoración.

[58] VV.AA. The Royal…, ob.cit; pág. 170. La Biblioteca Nacional conserva una copia posterior del mismo grabado realizada por Nunes de Carvalho. Vid. BNE IBR/883/1.

[59] En su Sevilla Pintoresca el historiador Juan Colón y Colón cita una certificación expedida en 1805, antes incluso de la invasión francesa de España, en la que en el transcurso de las obras de restauración que se llevaron a cabo aquel año, se ordena el blanqueamientos de diversas salas de los Reales Alcázares. COLÓN Y COLÓN, Juan. Sevilla Pintoresca, o descripción de sus más célebres monumentos artísticos. Álvarez, Sevilla, 1844; pág. 76.

[60] Francis Seymour Larpent, abogado general adscrito al estado mayor de Wellington en 1812 dejó escrito que Downie le mostró la espada de Pizarro cuando los ejércitos aliados se disponían a cruzar los Pirineos. LARPENT, Francis Seymour. The private journal of F. Seymour Larpent. Volumen II. Bentley, Londres, 1853; pág. 123.

[61] Al poco de llegar el rey a Sevilla, escribió numerosas proclamas que repartió en octavillas entre jefes y oficiales afines al absolutismo guarnicionados en la ciudad, con títulos tales como Un leal Zaragozano, después de la entrada de los franceses en Zaragoza; Los madrileños a los Sevillanos, a la entrada de los aliados en Madrid; o Un sevillano matritense a sus compatriotas.

[62] Desde allí escribió un manifiesto que en el que se justificaba. DOWNIE, John. Manifiesto a los españoles y compañeros de armas, del mariscal de campo de los Reales Ejércitos Sir Juan Downie. Hidalgo, Sevilla, 1823.

[63] Archivo Histórico de los Reales Alcázares de Sevilla. Administración personal, caja 95, expediente 7.

[64] CROOKE Y NAVARRO, J.B. Catálogo…, op.cit; pág. 217.

[65]BNE, R/63250/6. Documentos relativos a la vida y acciones de John Downie.

[66] QUEIPO DEL LLANO Y RUIZ DE SARABIA, José María. Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución en España. Tomo IV. Imprenta de Martín Alegría, Madrid, 1848; pág. 92.

[67] MARCHESI, J. M. Catálogo…, op.cit; pág. 100. Consta la misma anotación en la edición mandada imprimir por Fernández de Córdoba, pero esta desaparece definitivamente en la de 1861.

[68] WILLIAMS, Leonard. The arts and crafts of older Spain. Volumen I. Foulis, Londres, 1871; págs. 258-259. CALVERT, Albert Frederick. Spanish arms and armour, being a historical and descriptive account of the Royal Armoury of Madrid. Lane, Londres, 1907; pág. 190.

[69] A partir de entonces, las noticias acerca de la espada de Pizarro fueron naturalizando que Downie realizó en vida una donación a favor de la Real Armería que, como hemos visto nunca se produjo. A título de ejemplo, vid. El Isleño, de 26 de enero de 1889 o El Heraldo de Madrid, de 2 de agosto de 1928.

[70] VVAA. Lista de los objetos que comprende la Exposición Americanista. Romero, Madrid, 1881; pág. 143.

[71] La Época, de 28 de agosto y 25 de septiembre de 1881, La Correspondencia de España, de 23 y 25 de septiembre de 1881, La Mañana, de 25 de septiembre de 1881, El Demócrata, La Discusión y El Globo, de 26 de septiembre de 1881, La Discusión, de 26 de septiembre de 1881, La Lealtad, de 28 de septiembre.

[72] La Libertad, de 31 de mayo de 1930, La Unión Ilustrada, de 8 de junio de 1930.

[73] Entre otros, en las ediciones vespertinas del Heraldo de Zamora y Pensamiento Alavés, de 26 de junio de 1941, así como en los diarios Azul: órgano de Falange Española y de las JONS, El Adelanto, Diario de Burgos, Labor, e Imperio, de 27 de junio de 19141. En cuanto a las referencias al documental de la cadena Fox, estas fueron recogidas en el HOY, de 26 de julio de 1959.

[74] Pocos días más tarde la Obra Nacional de Artesanía elaboró en un taller de Toledo una réplica de la espada, que fue entregada al Ayuntamiento de Trujillo. Vid. Imperio, de 29 de junio de 1941.

[75] A título de ejemplo, resulta sumamente instructiva la Sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo Civil, Sección 1ª, 4974/2016, de 16 de noviembre, en relación con la prescripción adquisitiva extraordinaria detentada sobre la Tizona, una de las famosas espadas del Cid, legada en calidad de depósito por uno de sus legítimos propietarios al Museo del Ejército en 1944.

Nov 082019
 

                                                                    

Vicente Montojo Montojo.

Real Academia Alfonso X el Sabio.

 

Resumen.

El recorrido de este texto es el seguimiento de las relaciones entre Francisco Pizarro, conquistador del Perú, y otros extremeños de Trujillo y poblaciones próximas que le acompañaron o le siguieron, o que lo hicieron con Hernán Cortes, así como con otros de comarcas relativamente cercanas aunque de otros territorios, como Talavera de la Reina y Toledo. Entre los de Trujillo y su tierra los Vargas Carvajal o Carvajal Vargas, que dieron varios militares y oficiales regios, como Diego de Vargas Carvajal, hijo del famoso Doctor Lorenzo Galíndez Carvajal, ambos primeros correos mayores de Indias y entre cuyos descendientes surgió el primer conde de Castillejo, título sobre una chacra o hacienda de Lima, o Juan de Vargas Carvajal, primer señor del Puerto (Cáceres) y uno de cuyos descendientes se tituló conde del Puerto. De Talavera de la Reina fueron los Meneses Toledo y Meneses Manrique, con un gobernador de Venezuela y presidente del Consejo de Indias; y de Toledo fueron los Hurtado Chaves, apellidos del conde de Cartago, título de Indias.

Esta enumeración nobiliaria es hilo conductor del tratamiento de instituciones y actividades de los virreinatos de Indias, en especial del de Perú, que atrajeron además a arquitectos, escultores y pintores, buscadores de minas e inventores de sus técnicas nuevas, en que se ha intentado conjugar la síntesis bibliográfica con las aportaciones archivísticas, en especial de los fondos del Archivo Histórico de la Nobleza, sobre todo del de Frías y concretamente de la documentación del condado de Oropesa, pues su ámbito se extendió por Extremadura (Monroy) y su buena gente a Perú (virrey Toledo).

 

  1. Introducción

El punto de partida de este texto es considerar a los Pizarro de Trujillo[1] y Perú y accidentalmente a algunas otras familias de su entorno desde la perspectiva de un archivero. Éste gestiona archivos y/o fondos documentales para su puesta en servicio y difusión desde su propia metodología, la archivística, es decir, identifica los productores de fondos documentales y la articulación de series y otras divisiones o agrupaciones de documentos, con una proyección descriptiva y divulgativa. Los Pizarro, como los Orellana, los Vargas o los Chaves dejaron numerosos testimonios documentales en diversos fondos y archivos, entre ellos el de Frías[2] del Archivo Histórico de la Nobleza[3] (Toledo).

La conquista y colonización de las Indias Occidentales o América sufrieron desde casi el principio las dificultades de las divisiones y conflictos entre los conquistadores, como las de Hernán Cortés con Velázquez y los oficiales reales de México[4], o las de Francisco Pizarro con los almagristas[5].

A pesar de que los mencionados conquistadores buscaron la alianza de tribus indias para luchar contra las dominantes aztecas e incas, no dejaron de actuar violentamente contra unas y otras y aunque llevaron a frailes mendicantes (dominicos, franciscanos) para evangelizar a los indios, no por ello dejaron de sobrecargarles con encomiendas e impuestos, de lo que derivaron críticas (Bartolomé de las Casas, Bernal Díaz del Castillo)[6] y defensas (Toribio de Motolinía)[7] de religiosos.

Los conquistadores procedieron en gran parte de Extremadura y cuando llegaron a las Antillas (1492-1500), dejaron unos territorios recién pacificados, tras las guerras de Granada y de Sucesión de Castilla, la de los Reyes Católicos, con gran violencia, como en las épocas anteriores de Juan II y Enrique IV, en que prosperaron Gutierre de Sotomayor, maestre de Alcántara[8], o sus yernos Luís de Chaves el viejo, cabeza de los Altamirano de Trujillo, y Lorenzo Suárez de Figueroa I conde de Feria. Los Chaves y Orellana de Trujillo compartieron poder con los Bejaranos entre ellos los Carvajal y Vargas, y los Añasco, entre ellos los Pizarro (Hernando Pizarro hermano de Francisco fue Vargas de segundo)[9] y los Carvajal: “Los Carvajal de Extremadura se mostraron ambiguos en la guerra civil del principio del reinado de los Reyes Católicos, en tanto en cuanto, encuadrados mayoritariamente en el bando de los Bejarano, se hallaban opuestos al bando de los Altamirano, cuya cabeza, Luís de Chaves, en 1475 levantó Trujillo a favor de los reyes […] en una época en la que el arcediano ejercía más tareas de tipo militar que eclesiástico, durante la guerra civil entre los partidarios de Isabel y de Juana la Beltraneja, en la que los Carvajal se alinearon junto a la Reina Católica” (contradicción evidente)[10]. Sometidos por ser partidarios de Juana la Beltraneja y no de Isabel I[11], o no, algunos de ellos participaron en la Guerra de Granada: un tal Juan de Vargas fue en 1485 a ella[12].

Desde el siglo XV o antes hubo muchos descendientes ilegítimos y legítimos de tales familias y por lo tanto muchos desheredados (no precisamente los mayorazgos originarios del I marqués de Espinardo[13]) y faltos de haberes, entre quienes se contaron muchos de los que emigraron a Indias, buscando fortuna y merced. Hubo mujeres importantes, pues aportaron su sangre en el nacimiento de sus criaturas y a veces su entereza durante su viudedad.

Entre ellas se contaron la madre del doctor Lorenzo Galíndez de Carvajal (1472-1528?), correo mayor de Indias (1514-1527), un personaje nuevo en la corte de Fernando V el Católico, como Lope Conchillos, secretario de Fernando el Católico de 1503 a 1516 (de Indias, escribano mayor de minas de Indias y secretario de Órdenes Militares), pero defenestrado por Cisneros por su corrupción en el acaparamiento y manejo de indios[14], o su patrocinado (y del secretario Hernando de Zafra) Francisco de los Cobos[15], secretario de Estado y consejero de Carlos I de España desde 1517 hasta su muerte en 1547. Le sucedió en la corte su sobrino Juan Vázquez de Molina (1510?-1570), secretario del rey, de la emperatriz Isabel, de Guerra y de Estado, Guerra y Cámara, marido de María Pacheco (hermana del señor de Cerralbo) y hermano de Diego de los Cobos, arcediano de Coria y obispo de Jaén, y a Molina a su vez su sobrino Juan Vázquez de Salazar (1530-1597), secretario del rey, Guerra y Cámara de Castilla, y a aquel Luís Vázquez de Molina y Salazar, secretario de Estado y de Cámara de Castilla (1594-1606), pero muy pronto envueltos en el ascendiente del 3er duque de Alba y del príncipe de Éboli sobre Felipe II.

Esta serie de secretarios no es anodina pues tanto Conchillos, como Cobos y Juan Vázquez de Molina mostraron un gran interés por conseguir o controlar minas, fueran de alumbres o de otro tipo: Cobos entre las de alumbres de Cartagena[16] y Juan Vázquez de Molina en el valle de Liébana, Talavera, Laredo, León, y en diversos lugares de los obispados de Pamplona, Calahorra, Bayona, arzobispado de Granada y abadía de Baza, entre otros[17], a diferencia de Francisco de Eraso, que desplazó a Vázquez de Molina (quien le había protegido anteriormente) en 1559 y se interesó más en señoríos (Mohernando), encomiendas (Moratalaz) y dehesas (Santillana), aunque Eraso fue destituido por corrupción (1566)[18]. Su interés por dehesas es comparable al de los principales trujillanos, como veremos, o en señoríos por el secretario Alonso de Idiaquez (de Valoria y Cuartango)[19], como el de Hernando y Francisca Pizarro y sus descendientes o el de Vargas Carvajal en los señoríos del Puerto y la chacra de Castillejo.

El doctor Galíndez de Carvajal fue hijo del canónigo de Plasencia Diego González de Carvajal, quien fundó un vínculo para sus descendientes, y biznieto de un señor de Orellana la Nueva. Su oficio de correo mayor[20] lo heredó su hijo Diego de Vargas Carvajal Dávila (1502-1562), quien compró el señorío de El Puerto en 1559, al mismo tiempo que Diego Pizarro de Hinojosa y don Juan de Vargas Carvajal el oidor de la Real Chancillería de Valladolid (hermano del obispo placentino don Gutierre de Vargas Carvajal, hijos del tesorero general Francisco de Vargas), y se trasladó a Perú como comisario regio de encomiendas perpetuas (1561) o repartimiento perpetuo[21], heredándole en 1562 sus hijos Juan de Carvajal Vargas y Sotomayor, señor del Puerto (1562-1570)[22] -el señorío se extendió por este territorio[23]-, y Diego Juan de Vargas-Carvajal Sotomayor, correo mayor (1562-1593) en Perú, donde vivieron sus descendientes.

Con los Carvajal Vargas, correos mayores de Indias, estuvieron emparentados los Chaves de Trujillo, como Martín de Chaves, morador de Herguijuela (Trujillo)[24], hijo ilegítimo de Alonso de Sotomayor y Francisca Valverde, de quien heredó un mayorazgo que incluía la viña de Aceituno, y quizá mantuvo un pleito con Cristóbal Pizarro, de Trujillo, sobre construcción de casa torre en Alcollarín y ocupación de tierras concejiles[25]. En la Sierra de Hergüijuela tuvo precisamente una viña Francisco de Pizarro y Pizarro, nieto del conquistador.

La mención a Cristóbal Pizarro de Trujillo, de donde fue natural el conquistador de Perú[26], nos introduce en el parentesco que hubo igualmente entre Pizarros y Vargas de Trujillo, como muestra la figura de Juan Pizarro de Vargas y Aragón, que fue regidor de Trujillo en 1649, en que fue apoderado por el Concejo de Trujillo para cerrar la compra del voto en Cortes para Extremadura, que se consiguió en 1651 (seguía de regidor en 1660), junto con Juan de Torres Garnica (y antes lo había sido Fernando Pizarro Orellana, alférez mayor de Trujillo y consejero de Castilla, en 1648, el año de la epidemia de peste, a 1652), en unión con otras ciudades extremeñas cabeceras de partido: Alcántara, Mérida, Badajoz, Cáceres, Jerez de los Caballeros, Llerena y Plasencia[27].

Los contactos entre personalidades talaveranas y extremeñas no fueron raros, pues estaban relativamente cercanas. El chapitel de la Torre del Reloj de la Iglesia de San Martín de Trujillo fue recubierto de cerámica talaverana. En tiempos de Enrique IV, Diego de Carvajal, regidor y vecino de Talavera, casado con Elvira de Toledo (hija de Pedro Suárez de Toledo), fue comisionado para juzgar en un pleito de Fernando de Monroy, señor de Belvís, Deleitosa y Fresnedoso (Cáceres)[28], que formaron parte del condado de Oropesa por lo que en el fondo Frías del Archivo Histórico de la Nobleza (AHN) hay numerosa documentación, y Beatriz de Monroy, sucesora de Fernando, casó en 1535 con Fernando Álvarez de Toledo y Figueroa, 3er conde de Oropesa, hijo de María de Figueroa y Toledo, primogénita del 2º conde de Feria[29].

No muy lejanos de parentesco estuvieron los Meneses Manrique de Talavera de la Reina[30]: entre ellos el maestre de campo Juan de Meneses, caballero de Santiago (+ 1659), y su hijo Lorenzo de Meneses Padilla, marqués de Marianela, que lucharon en Venezuela, cuyo título pasó a su sobrina Leonor de Meneses Manrique, pero también otros Meneses que emparentaron con familias de Trujillo, como la Carvajal Vargas. “Gutierre de Meneses, regidor de Talavera, sucedió en el mayorazgo de su padre [Bernardino de Meneses], y casó en Trujillo con doña Juana de Montalvo, natural de Medina del Campo, hija de Lope Alfonso de Montalvo, caballero de Santiago, y de Dª Teresa de Meneses, hija de Juan de Meneses, vecino de Talavera, y de Dª Ximena de Orellana. Lope Alonso fue hijo 5º de Álvaro de Lugo, señor de Villalva y Fuencastín y de Dª Juana Gutiérrez de Montalvo”. El padre de Gutierre: “A quien dejó 3.000 ducados de renta en Talavera y el patronato de la capilla mayor de San Agustín de Arenas. Casó con su prima hermana Dª Gracia de Ulloa Gudiel y Gaitán, natural de Toro, hija de Gutierre Gudiel Gaitán y de Dª Gracia de Carvajal y Vargas (estaban casados en 1502). Este Bernardino fundó mayorazgo de las dehesas de Tejadillos y Hinojoso en 5 de marzo de 1542. Dª Gracia Gudiel Gaitán, su mujer, testó en Talavera 10.9.1571”. Su hijo Bernardino: “patrón de San Agustín de Arenas y señor del mayorazgo de su padre. Corregidor de Murcia. Casó con Dª Ángela Gaitán de Ayala, hija de Francisco Gudiel Gaitán de Mendoza, señor de La Olma en Talavera, y de Dª Elvira de Ayala, natural de Talavera. Fue a la conquista de Orán por capitán de la gente de Talavera y Puente del Arzobispo, y allí ganó a los moros dos banderas que están en su capilla de Santa Ana en la Iglesia de Nuestra Señora de Prado de Talavera”. El primer ascendiente fue “D. Juan de Meneses, Obispo de Zamora, … tuvo antes de ser clérigo en Francisca de la Peña, mujer noble, a (Bernardino de Meneses I)”[31]. Los principales Meneses Manrique fueron Hernán de Meneses y sus descendientes, sobre todo Cosme de Meneses y sus sucesores primogénitos Meneses Manrique, caballeros de la Orden de Alcántara, quienes tuvieron sepultura en la capilla de San Jerónimo del Convento de Santa Catalina de Talavera de la Reina, y en propiedad algunas dehesas y un mayorazgo que pasó a los condes de Pie de Concha. Pero hubo además unos Meneses de Toledo: Francisco de Céspedes y Elvira de Toledo fundaron un mayorazgo a favor de Fernando Álvarez de Meneses, su hijo mayor, regidor de Talavera, quien lo transmitió a Francisco de Meneses II; fueron hijos de aquéllos: Pedro Suárez de Meneses (casa de Cifuentes), Juan de Meneses, Elvira de Meneses y Teresa de Meneses[32].

Por lo tanto relacionados con ellos estuvieron los Meneses Padilla (Cosme de Meneses Padilla y sus descendientes) de Talavera de la Reina, de quienes procedieron otros repobladores, y relacionados con éstos (Francisco Carvajal Meneses) estuvieron los Vargas Carvajal de Trujillo. Por otra parte tanto en Talavera de la Reina como en Navamoral de la Mata se constata la presencia de labradores apellidados Aceituno, lo que puede indicar que hubiera matrimonios entre vecinos de ambas villas.

Con Hernán Cortés fueron además a México algunos primos lejanos y colaboradores, como Francisco de las Casas, de Trujillo, que le llevó de España el nombramiento de gobernador de Nueva España, y Cortés le nombró alcalde mayor de México en 1524 y justicia mayor, gobernador y capitán general interino de Nueva España en 1526, pero hubo además pleitos. Entre sus detractores estuvo Bernardino Vázquez de Tapia, de Oropesa.

Hacia 1540 fue a México Alonso de Villaseca Gutiérrez el rico, natural de Arcicóllar (Toledo), propietario de minas, que hizo diversas fundaciones benéficas en México (Colegio de San Pedro y San Pablo, de jesuitas; el Hospital Real y el del Marqués, las Recogidas y los pobres) y Arcicóllar. Fue hijo de Andrés de Villaseca y Teresa Gutiérrez de Toranzó, ambos de Toledo. Su hermano Pedro de Villaseca recibió diversos bienes de su hermano, con los que fundó el mayorazgo de Arcicóllar y la Capilla de la Anunciación de la iglesia de Arcicóllar, en 1574[33]. Algo parecido hizo Francisco de Toledo, virrey del Perú, hermano del conde de Oropesa, que envió mucho dinero en barras de plata a Oropesa para dos capellanías y otras fundaciones[34], producido en Potosí y Huancavelica (en ésta también azogue)[35].

Otros repobladores incluso cartageneros, hallándose sin descendencia decidieron heredar a sus parientes de España: Así Matías Saura y Ginés Saura, hijos de Francisco Saura y Dª Beatriz Celdrán, bisabuelos de José Saura, vecino de Cartagena de Levante, morador de Pozo Estrecho, hijo de Francisco Saura y nieto de Francisco Saura, quien apoderó a D. Juan Borda Ilolauzpea, comerciante y vecino de Cádiz; o D. Jaime Martínez Oyos, presbítero, y sus hermanos José, Francisco Fulgencio, Antonio, Isabel, María, Joaquina y Josefa, vecinos de Blanca (Murcia), sobrinos de D. José Martínez Oyos, fallecido en Materala (Méjico), que apoderaron a Juan de la Riba Agüero, en Méjico; o tuvieron que distribuirla sus parientes de España: Agustín Ramos, comisario ordenador de Marina, con su hermano Isidro López Ramos, guardalmacén general de La Habana, en relación a D. Francisco Tenesa Prieto, médico en La Habana, con poderes de Pedro Collado Tenesa, de Guadix, y Juana Ginobarte Tenesa, en Granada[36].

  1. Dificultades en el siglo XVII

Entre los Vargas Carvajal de Lima estuvo Diego Atanasio de Carvajal Vargas y Altamirano I conde de Castillejo (1683), uno de los primeros títulos peruanos. Tuvieron relación con Juan de Vargas y Chaves o Juan Maraver (existió fray Agustín Maraver provincial agustina en Lima[37]) y Chaves, oriundo de Jerez de los Caballeros (Mérida, 1539-¿), que casó con Francisca de Sotomayor y Valenzuela en Puebla de Alcocer, padres de Antonio de Vargas y Chaves (Belalcázar, 22.10.1589-tto. 4.5.1630), a su vez casado con Catalina de Valenzuela y Sotomayor (n. Puebla de Alcocer), padres de Álvaro de Vargas Zúñiga, caballero de Alcántara (Puebla de Alcocer, 10.10.1622-/1656)[38], marido de Isabel de Monroy Estupiñán y Forero de Monzón, relacionados con Francisco de Vargas Camargo y su hija Inés de Vargas Trejo, que casó con el famoso Rodrigo Calderón, criatura del valido el duque de Lerma[39].

A lo largo del siglo XVI fueron sacerdotes y religiosos o frailes a América, como los conocidos como doce apóstoles de México o Nueva España franciscanos que salieron de Belvís de Monroy (1524), entre ellos fray Toribio de Benavente o Motolinía, procedente de la custodia de San Gabriel en Extremadura, que incluyó al convento de Trujillo[40], o algunos se ordenaron allí. Así de Andalucía fueron 5, entre ellos Francisco de Herrera, antiguo capitán al servicio del rey, admitido en la Compañía de Jesús en Perú y autor de un poema sobre mártires ingleses, virreinato en el que la evangelización no comenzó hasta 1551[41]. De Trujillo salieron algunos franciscanos[42]. Ahora bien, la acción misionera se confundió desde el principio con la colonizadora o colonial.

Pero a principios del siglo XVII tanto la acción misionera del clero secular y regular de la América hispánica, como la de España, habían perdido fuerza en comparación a la de antes, por razón de la concentración del clero mencionado en las ciudades y su mayor dedicación a su sostenimiento económico. El Dr. Fernando de Godoy, canónigo y subcolector apostólico de la Catedral de Murcia y subdelegado de la cruzada, apoderó al marqués de Montesclaros, virrey y capitán general de Perú, para cobrar de los obispados de Lima, Cuzco, Guariconga, Arequipa, La Paz, Charcas, Cochabamba, Santiago del Estero, Paraguay, Tucumán y Quito el dinero que fuese repartido entre el clero por haberlo gastado en la corte romana durante 6 años de los pontificados de Clemente VIII y Paulo V para revocar una constitución del Concilio Limense aprobada por Sixto V, por la que el clero no podía hacer tratos ni contratos por sí ni intermediarios, a instancia de los embajadores de España marqués de Villena, duque de Sesa y otros príncipes de Italia[43]. Y debido también a la administración de propiedades[44], quizá por razón de la recesión económica, pues dijo Storrs: “no es de extrañar que el aparente derrumbe de los ingresos provenientes de Indias desde 1600 y en particular después de 1660, parezcan un hecho decisivo. Por un lado se extraía menos plata de las minas del Perú y la Nueva España (México), en parte como consecuencia de que faltaba tanto mano de obra, como el azogue necesario para procesar el mineral”[45]. A finales del siglo hubo tales dificultades para defender los dominios españoles de Francia y los bucaneros y corsarios, que los gobiernos españoles dirigidos por el duque de Medinaceli (1679-1685) y el conde de Oropesa (1685-1691) vendieron algunos títulos nobiliarios a criollos en Lima, como los de conde de Castillejo al limeño Diego de Carvajal Vargas y Altamirano, correo mayor de Indias, y conde de Cartago a José Hurtado de Chaves y Enríquez de Mendoza (1686), de Cajamarca, hijo de Baltasar Hurtado del Águila, oriundo de Toledo.

Entre el alto clero, como los obispos, se introdujeron españoles como Francisco Verdín de Molina, natural de Murcia, obispo de Guadalajara de Jalisco (México) entre 1666 y 1675 (descendía de un comerciante milanés que se instaló en Alicante, Cartagena y Murcia[46]), e incluso manchegos y extremeños, como algunos franciscanos y sacerdotes seculares de Alcázar de San Juan: Cristóbal de Arenal, Juan de Aguilera, Diego de Torres Rubio, agustino, o Pedro Rodríguez, laico[47].

Por esta complejidad dejo a un lado la acción puramente política y me centro de una forma breve en una serie de aspectos, sobre todo socio-institucionales, en los que esta acción fue más importante: la cultura, la organización estatal, la política indígena, la economía, la influencia de la Iglesia y por último del arte.

A los misioneros, para compararlo con la doctrina verdadera, no les resultó tan difícil evangelizar como crear de nuevo una conciencia religiosa en las regiones habitadas por gentes muy primitivas[48], a diferencia de los cristianos nuevos de origen judío y musulmán en España, muy poco dispuestos, que fueron expulsados en 1492 los primeros, en 1502 los mudéjares (musulmanes que vivían entre cristianos) y en 1609-1614 los moriscos (musulmanes convertidos al cristianismo). En México Hernán Cortés dio el nombre de Pueblo-Morisco a una de las poblaciones conquistadas[49], quizá por asociación de ideas.

En los primeros tiempos de las conquistas todos los territorios sufrieron dificultades, como las rebeliones de mudéjares de Murcia (1264-1266)[50], Granada (1500-1501)[51], Valencia (1524-1525) y las Alpujarras (1568-1570), y lo mismo en América; o las epidemias de 1250, 1489, 1507, 1525 y 1558.

Pudiera decirse que, en general, los prelados no condenaron las costumbres ni las fiestas si no eran incompatibles en lo más mínimo con la moral cristiana (salvo Belluga en el reino de Murcia en lo que se refiere al vestir y bailes). No modificaron su liturgia ni su rito, pero adaptaron las costumbres del culto a las aficiones indígenas. Los indios asistieron a las ceremonias lentas del paganismo; pues bien, los misioneros dieron amplitud a las suyas para que las asimilaran[52].

Esta mezcla de intolerancia hacia lo fundamental y de comprensión en aceptar prácticas que no revestían peligro para la fe contribuyó al éxito de la propagación del cristianismo e hizo que se naturalizara en los espíritus de los habitantes de España y América como en terreno propio. Un éxito fue el recurso al niño indígena por los jesuitas en las reducciones guaraníes[53] (precisamente un niño Jesús grande figuró en el inventario de bienes de Francisca Pizarro a la muerte de Hernando[54]), o el culto eucarístico y pasionista en España.

Una excepción fue sin embargo la de los araucanos de Chile, que ofrecieron mucha resistencia a la conquista española. En el avance conquistador y repoblador sobre Chile participaron algunos Vargas Carvajal oriundos de Trujillo (Extremadura España) que se instalaron en Concepción.

  1. Idioma

La primera dificultad con que tropezaron los españoles en Murcia, Andalucía y América fue la ignorancia del idioma que hablaban mudéjares (moriscos desde 1502) e indios. Al principio se entendieron por señas. Se impuso aprender el habla del país o hacer que los nativos aprendieran el castellano. El último fue el procedimiento que surgió: se requirió comunicarse fuera como fuera y así mientras los castellanos repetían con algún trabajo las expresiones de los indígenas, los moriscos e indios captaban las palabras de los castellanos. Así, de esta manera, empezó la comunicación. Pronto los que aprendieron más rápidamente el castellano se convirtieron en intérpretes suyos, instituyeron representaciones y halagaron el gusto de los nativos entre moriscos e indios y conquistadores.

Mientras que se trató de relaciones de comercio o de dominio, el sistema de intérpretes resultó viable, pero en lo que se relacionó con misioneros y su evangelización fue más complicada. Al principio predicaron por señas, pero dio poco resultado, otro procedimiento menos primitivo fue que el misionero escribió un sermón y lo tradujo un intérprete, lo repitió sonido a sonido sin entender de él una sola palabra.

Ante los resultados sólo quedaron a los misioneros dos caminos: enseñar a los moriscos e indígenas el castellano o aprender el idioma en que mejor o con menor esfuerzo pudieran hacerse entender de los habitantes de las regiones donde cada misionero fue a predicar. Enseñar el castellano no fue posible sin aprender a hablar antes como en la tierra, por lo tanto la necesidad empujó a los evangelizadores a emprender tan laboriosa tarea. Los jesuitas fueron predicadores políglotas[55], como franciscanos, dominicos, agustinos, etc.

Con unos esfuerzos inimaginables aprendieron las lenguas indígenas, lo que les facilitó los estudios de tipo histórico: se apoyaron en signos o jeroglíficos cuando los había o en tradiciones orales, pudieron ahondar en el pasado y entonces se escribió con precisión la historia de aquellos pueblos.

Coincidió con el descubrimiento de América la edición del Arte de la Lengua Castellana de Nebrija, primera gramática de habla vulgar, que fue precursora de las innumerables gramáticas que los misioneros redactaron en los lugares a donde fueron para aprender los idiomas indios y enseñarlos a los demás evangelizadores. Entre estos trabajos hay que destacar a Andrés de Olmos, que hizo la 1ª gramática mexicana: se conservan varios manuscritos, uno de ellos en la Biblioteca Nacional. Poco después se extendió la imprenta.

Si Nebrija no hubiera hecho la gramática castellana, es decir un arte en lengua vulgar, los misioneros no hubieran concebido la posibilidad de aplicar el sistema de la gramática latina a los idiomas de América, pero después de la obra de Nebrija resultó fácil llegar a la idea de someter a leyes las lenguas de América. Si fue posible aplicar las reglas de la gramática latina al castellano, también lo fue hacer lo mismo con las lenguas indígenas.

Hacia 1550 pareció al rey llegado el momento de que se emprendiera. Desde el principio de sus observaciones en torno a las costumbres religiosas y a las creencias de moriscos e indios, los misioneros y escritores por los cuales nos han llegado la mayor parte de las noticias que conocemos hallaron o creyeron hallar una serie de sorprendentes coincidencias entre ciertos ritos y opiniones indígenas y las creencias y sacramentos de su propia doctrina, de modo que, aun cuando la versión india fuese en todo tosca, el paralelismo no fue difícil de establecer. Fue entonces cuando se extendieron las procesiones penitenciales en España y América.

Hubo coincidencias en la propia doctrina, de modo que aun cuando la versión india fuese en todo más sistemática la enseñanza de nuestro idioma, de modo que tanto provinciales franciscanos como dominicos y agustinos recibieron orden el 7.7.1550 de procurar enseñarlo, no porque fuese un medio eficaz de hispanización, sino en bien de la evange1ización, porque la espiritualidad cristiana se expresó mejor en lengua de Castilla. Fue ésta una manifestación más del catolicismo castellano, característico de la facción castellana de la Corte[56].

Esta situación se reprodujo en 1596 en una minuta de real cédula enviada a Felipe II por el Consejo de Indias, en la que se consideró gran estorbo para instruir, adoctrinar y enseñar a moriscos e indios, e incluso para sus buenas costumbres y vida política, el hecho de que conservaran su propia lengua, pero el rey no la firmó: pensó que mejor que obligar a los indígenas era poner maestros de lengua castellana para los que quisieran aprenderla. Posteriormente nuevas cédulas reales insistieron en la necesidad de la expansión del castellano, pero se siguió con el sistema antiguo.

Desde el principio de sus observaciones en torno a las costumbres religiosas y a las creencias de indios o moriscos, los misioneros y escritores por los que nos han llegado la mayor parte de las noticias que conocemos, como Toribio de Motolinía, hallaron o creyeron hallar una serie de sorprendentes coincidencias entre ciertos ritos y opiniones indígenas y las creencias y sacramentos de la fe cristiana, pero con características y atributos semejantes[57], principalmente:

– Recuerdo de un ser creador conocido con nombres diversos

– Inmortalidad de las almas

– Ceremonia parecida al bautismo: al niño recién nacido se le echaba agua en la cabeza para lavarle

– Una ceremonia muy parecida a la confesión y comunión

Los misioneros favorecieron la fusión entre las dos religiones para hacer más fácil la penetración del cristianismo. Los libros de misión muestran que en esta época el cristianismo se confundió con la mitología mexicana: el Espíritu Santo se identificó con el águila sagrada de los aztecas. Los misioneros no solo toleraron, incluso favorecieron hasta cierto punto esta mezcla de ideas, por la cual el culto cristiano se introdujo más fácilmente entre los indígenas. Les persuadieron de que el evangelio en tiempos muy antiguos había sido predicado en América. Tal vez por esta circunstancia abandonaron fácilmente sus ritos antiguos, pero no lo hicieron tanto los moriscos.

La técnica de destruir aquello que los conquistadores consideraron fue neta en el XVII: eran muchos los indígenas que hablaron y leyeron castellano.

  1. La escritura

Los moriscos escribían castellano (se prohibió el árabe en 1526, de aquí la rebelión de los valencianos), pero los indios usaron jeroglíficos y fue fácil que aprendieran el alfabeto de los españoles. Tras aprender a escribir, los conquistadores intentaron verter las palabras indias al alfabeto, pero tropezaron con graves dificultades, pues normalmente sobraron o faltaron letras. La labor de adaptación de la escritura al sonido se hizo independiente y lentamente en cada una de las lenguas por quienes colaboraron en la formación de los vocabularios. Una vez adaptado el alfabeto a los vocabularios indios, el aprendizaje del alfabeto latino por los indígenas fue rápido por parte de un sector respetable de la población[58].

  1. La enseñanza

5.1. La enseñanza primaria

Fue muy importante debido a que fue más fácil enseñar a los niños la nueva que no la contaminada por preocupaciones anteriores de tipo religioso. Hacia 1600 en muchas poblaciones había maestro y bachiller de gramática residente en ciudad o villa. En cada pueblo se enseñó a leer, escribir y gramática a algunos muchachos, los más hábiles que para ello hallaron los mayordomos y procuradores, más uno en la iglesia, sin contar los hijos de los caciques o principales, que fueron entregados a los frailes y los que voluntariamente quisieron aprender. Una vez instruidos tuvieron a su cargo la enseñanza de los otros, haciéndoles entender mejor lo que se les enseñó. Pero clérigos y frailes escasearon en La Española (Santo Domingo) y se ocuparon en menesteres de eficacia más inmediata que les impedían dedicarse a la lenta y fundamental tarea de enseñar a leer y escribir. Se pensó en el sistema de que los encomenderos que tuviesen como mínimo 50 indios fueran obligados a enseñar a leer y escribir a uno de ellos, el más hábil y éste enseñara a los demás.

Otro sistema fue hacer maestros a los propios indios, pero no allí en su tierra, donde por falta de medios no podían formarse con la rapidez requerida, sino en España. Los frailes dominicos podían traer quince indios para que siempre los hubiera en Sevilla, educándolos en su casa, y una vez de regreso, ellos serían los que enseñaran a los naturales[59].

Esta situación se dio en Cartagena de Levante, donde había berberiscos (norteafricanos) y moriscos (descendientes de mudéjares andaluces) y además protestantes de paso por el puerto, por lo que el concejo o cabildo promocionó procesiones eucarísticas y buenos predicadores y maestros.

5.2. La formación de adultos

Se hizo en colegios en sistema de internado riguroso, privando a los colegiales de comunicación con sus familias para que el contacto con los suyos no mermara la eficacia de su enseñanza. Los más importantes fueron el Seminario de San Fulgencio en Murcia y escuelas de dominicos, como la de Cartagena de Levante, o el Colegio de San Francisco de México, el de Santa Cruz de Tlatelolco, el de San Juan de Letrán, dedicado especialmente a la enseñanza de los hijos de caciques, y el de Tiripitío. Los resultados fueron buenos: los alumnos con el tiempo sirvieron de intérpretes en las audiencias y desempeñaron mejor que otros oficios de jueces y gobernadores, pero principal servicio fue el de servir posteriormente como maestros de otras generaciones. De los reinos de Murcia y Granada algunos jóvenes fueron a estudiar a las universidades de Alcalá y Salamanca.

  1. Iglesia y misiones

6.1 Iglesia y corona. El patrimonio regio

La conquista de los reinos de Murcia (1243-1248), Granada (1482-1492) y América (1492-1638) la efectuó la corona y no obedeció a una iniciativa eclesiástica, pero el cometido misional, señalado por el pontífice romano a los reyes, fue considerado como el título que legitimó la toma de posesión de América e implicó una importante participación de la Iglesia española, muy dependiente de la corona, debido a la aspiración regia de ejercer el patronato sobre las iglesias de los reinos de Granada e Indias, que consiguieron con diversas bulas y culminó con la de 28.6.1508 de Julio II que estableció el patronato universal español en América. Fernando el Católico sentó las bases para una iglesia nacional en el reino de Granada y América. Carlos I intervino de manera más directa en la organización de la iglesia americana. El Consejo de Indias que fundó (1524) se convirtió en la máxima autoridad estatal para los asuntos eclesiásticos, como el de Castilla fundado en 1385, y a él se debió la iniciativa de fundar iglesias metropolitanas. Los obispados allí constituidos dependieron al principio del Arzobispado de Sevilla, pero fue muy ineficaz debido a la distancia y se elevaron a arzobispados los obispados de México, Santo Domingo y Lima.

Carlos I introdujo en 1538 el pase regio, según el cual los decretos pontificios referidos a la iglesia americana, sólo serían dados a conocer luego de un examen de su contenido por la corona. Si el contenido suscitaba reparos se devolvían los edictos al romano pontífice con el ruego de que los anulara o modificara fundándose en una mayor o mejor información.

Felipe II quiso centralizar la organización eclesiástica mediante un cargo superpuesto a las diócesis y dependiente de su persona y planeó crear un patriarcado americano, que no consiguió debido a la oposición papal, temerosa de una posible emancipación de la iglesia americana.

Para fundamentar jurídicamente la autoridad efectiva que los reyes españoles ejercían en los dominios cada vez más amplios de la vida eclesiástica, no bastó con hacerla derivar del patronato y desarrollaron para ello la teoría del vicariato real por la que lo mismo que Cristo invistió al papa jefe de la iglesia romana como vicario, también el rey de España fue vicario de Cristo por designación papal. Tal teoría se desarrolló extraordinariamente con los Borbones, debido a su regalismo monárquico: dio lugar a una nueva teoría por la que el poder real derivaba directamente de Dios y era quien se lo confería directamente al titular de la autoridad regia. Dios encomendó a los reyes españoles la misión de conquistar sus reinos y convertir a sus habitantes al cristianismo. No existía aquí subordinación alguna al papado. Francisco Pizarro recibió por méritos título de marqués y su biznieto Juan Hernando el de marqués de la Conquista (1631)[60].

Al patronato real incumbió proveer cargos en los reinos de Granada y América. Para la presentación de obispos y arzobispos el Consejo de Indias dio al rey una lista de propuestas, quien escogió a la persona más adecuada y solicitó al pontífice que la designara. Antes de la designación se instó al prelado a que fuera a América con una carta de presentación dada por el rey para el cabildo catedralicio y después llegaba la designación papal.

La corona obtuvo también un amplio control de las órdenes monásticas, tan importantes para la misión evangelizadora. Los priores de las órdenes comunicaron a virreyes, audiencias y gobernadores las necesidades de nuevos frailes para la labor misionera. Las autoridades se obligaron a informar al Consejo de Indias o al de Castilla sobre este punto.

La corona veló con mirada atenta por la doctrina y disciplina eclesiástica. Para fijar normas sobre la enseñanza y predicación del evangelio entre los naturales y regularizar la atención espiritual a los españoles los obispos convocaron concilios provinciales. El primer concilio sudamericano se reunió en 1551 en Lima y el primero mexicano en 1555 en la capital. Las decisiones de estos concilios americanos entraron en vigor inmediatamente después de su publicación, pero Felipe II ordenó que antes de su publicación fueran examinadas por el Consejo de Indias o el de Castilla.

6.2 Las órdenes religiosas

La corona cargó con el cometido de misionar entre los infieles y no se esperó que un movimiento laico prestara eficaz ayuda en la predicación del evangelio. La Iglesia dio las fuerzas para la expansión del cristianismo. Los primeros en ir fueron los franciscanos reformados u observantes. En un principio centraron sus fuerzas en la obra misional emprendida en México, pero después se extendieron a todas las comarcas del dilatado imperio español[61]. En Trujillo (España) hubo primero un convento franciscano de observantes, componente de la Custodia de San Gabriel, y otro de franciscanos descalzos, desde 1603, el de la Concepción, que encargó a Antonio de Paz, escultor de Salamanca, una imagen de la Inmaculada, del estilo de Gregorio Fernández[62].

Los dominicos llegaron un decenio y medio después que los franciscanos. Fueron estos frailes los que casi de manera exclusiva acompañaron en calidad de capellanes a los conquistadores de Colombia y difundieron el cristianismo allí, después pasaron a Perú, Chile y Tucumán. Más adelante, los agustinos fueron a misionar a México, Perú, Colombia y Filipinas.

Los mercedarios misionaron principalmente en Guatemala, Perú, Tucumán, Bolivia y Chile. Hacia 1550 arribaron los jesuitas, aunque no con demasiado éxito al principio.

6.3 La Inquisición en América

Después del descubrimiento de América y de su conquista, los Reyes Católicos se preocuparon de que una vez atraídos los indios a la fe de Cristo no se contaminaran de las herejías existentes o reincidieran en sus antiguos ritos. Para ello, y con el mismo fin que en España, se llevó a América el tribunal de la Inquisición.

Al principio, la institución como tal, con sus ministros, no se instaló allí, y en ese período el cuidado de la pureza de la fe quedó en manos de los obispos, por orden del cardenal Cisneros (1517).

Más tarde, en 1519, Carlos I expidió una real cédula a favor del obispo de Puerto Rico y del dominico fray Pedro de Córdoba para que actuasen como inquisidores y procediesen contra los judaizantes, blasfemos e idólatras. Fue entonces cuando surgió el movimiento comunero que afectó al reino de Murcia además de a otros de Castilla, hasta su derrota en la batalla de Villalar (1521), o en la Corona de Aragón las Germanías, sofocadas en 1522-1523, cuyo fin dio lugar a la creación de más consejos.

Felipe II fundó en 1570-1571 los tribunales de Perú y México, asesorado por el inquisidor general Diego de Espinosa. En 1610, el arzobispo de Toledo Bernardo de Rojas consiguió la creación de un tercer tribunal en Cartagena de Indias.

Los tres tribunales fueron puestos, junto con sus componentes, bajo la protección de oficiales reales, aunque éstos no entendieron en sus asuntos y sus apelaciones se llevaron al Consejo de la Inquisición. Los oficiales de las audiencias pudieron actuar en número de tres como consultores del Santo Oficio y se encargaron de ejecutar las sentencias.

Las funciones de la Inquisición tuvieron su auge en los momentos de peligro luterano y judaizante, pero en el XVIII habían decaído grandemente.

Junto a su labor propia de inquirir en causas civiles y criminales, idénticas a las de España, tuvo otras de moralizar y mejorar las costumbres de la sociedad; en este sentido se encargó de las causas de clérigos solicitantes, bígamos y hechiceros.

El tribunal de la Inquisición tuvo libertad para enjuiciar a cualquier individuo y ningún otro organismo pudo intervenir en sus decisiones. Únicamente careció de poder en las causas civiles en que se vieron envueltos sus familiares y, aún en estos casos, puso todos los fueros que obraban a su favor en acción.

Por su labor de moralización se ganó la enemistad de una gran parte de la sociedad; por sus reservas económicas y el amparo que desplegó en los negocios de sus miembros chocó con los organismos estatales.

Los reyes convocaron dos veces una concordia para ajustar diferencias: una por Felipe III en 1610, que no surtió efecto debido a que los intereses andaban muy mezclados con los cargos, y otra por Felipe IV en 1633.

  1. El arte español e hispánico en los reinos de Murcia, Granada y América

7.1. Arquitectura

Los tipos arquitectónicos fueron transplantados todos desde España, incluso desde Trujillo[63], pero se produjo una regresión hacia modelos ya fuera de moda[64], como el proyecto gótico de Egas para la Catedral de Granada, sobre el que se impuso el renacentista de Diego de Siloé[65], o el renacentista de la Puerta de la Platería o Cadenas y Capilla de Junterones de la Catedral de Murcia, de los Florentino[66]. Las catedrales edificadas respondieron casi todas a un modelo español, ahora bien donde se notó más esta influencia fue en las típicas fachadas retablos de la arquitectura española, como las de Murcia (Puerta de las Cadenas e Imafronte). Sus antecedentes y similares españoles más notables fueron San Gregorio y San Pablo de Valladolid, San Esteban de Salamanca, San Miguel de los Reyes en Valencia y la fachada de la Catedral de Santiago de Compostela. En este contexto los balcones de esquina trujillanos muestran una evolución del Gótico al Renacimiento que se extendió entre 1500 y 1630[67]. En Trujillo española Sancho de Cabrera y Francisco García, maestros canteros, construyeron la Torre Nueva de la Iglesia de Santa María (en la que tuvo una capilla Juan de Vargas), a imitación de la Torre Dorada del Alcázar de Madrid que proyectó Juan Bautista de Toledo, arquitecto y escultor que trabajó mucho en Madrid y Toledo, cuyos tipos se aplicaron en los virreinatos de América[68].

7.2. Pintura

Al inicio de los virreinatos (1530-1550) se dio una intervención indígena en los atrios abiertos de las iglesias mediante ofrendas de tejidos, labores artísticas y ornatos de flores; más tarde Cristóbal Gómez de Saravia aprendió pintura en Sevilla con Francisco Ramos para practicarla en Lima (1574)[69]. En 1600-1666 se extendió por España e Hispanoamérica la influencia de Velázquez y Zurbarán, gracias a los envíos de obras de los maestros sevillanos y de sus talleres, que ejercieron un gran ascendiente sobre muchos pintores. Desde 1650 a 1750 una serie de maestros tuvieron vínculos con las escuelas sevillana y granadina (Murillo). Las influencias las personificaron los pintores más importantes de Quito y de Bogotá: Miguel de Santiago y Gregorio Vázquez de Arce y Ceballos[70].

7.3. Escultura

Surgió pronto un escultor indígena noble: Francisco Tito Yupanqui, autor de la imagen de la Virgen de Copacabana (Arequipa, 1583), cuyo apellido Yupanqui tuvo la compañera de Pizarro.

Hubo un gran comercio de obras peninsulares, principalmente de Sevilla, cuyos artistas más influyentes fueron Juan Bautista Vázquez el viejo y Juan Martínez Montañés y alguno de cuyos discípulos se instaló en Lima como Martín Alonso de Mesa, relacionado con Andrés Ocampo, entre 1599 y 1602[71].

Desde 1550 se impuso un consumo devocional específico, con motivo del aumento de procesiones penitenciales, de imágenes del niño Jesús (propios de las hermandades del Dulce Nombre de Jesús de Sevilla y Murcia), crucificados (Crucificado de la sala de profundis de Santa Inés de Sevilla[72], Cristo de los Cálices o de Clemencia de Sevilla, o el Cristo de la Expiración, Cristo de la Salud de Murcia, Cristo de Mena o de la Buena muerte en Málaga), imágenes de Jesús atado a la columna, como el de la Iglesia de Santa Ana de Triana, Sevilla[73], del Ecce Homo (como el de Martín Alonso de Mesa para la Iglesia de la Vera Cruz de Lima, 1625) y Nazarenos (Jesús del Gran Poder, de Juan de Mesa, 1621; Nazareno de Jesús, de Murcia, anónimo, ca. 1600; Cristo de las Tres Caídas, atribuido a Marcos Cabrera –un Nazareno- en Sevilla), o yacentes de Diego de Ayala en Murcia o de Martín Alonso de Mesa para la Soledad en Arica.

Las propias órdenes mendicantes difundieron sus devociones, como los franciscanos la Purísima Concepción, san Francisco de Asís, san Buenaventura y san Antonio de Padua; los dominicos la Virgen del Rosario o de la Victoria, en recuerdo de la batalla de Lepanto, santo Domingo de Guzmán y santo Tomás de Aquino; los agustinos la Virgen de Gracia o la de la Correa, san Agustín y san Nicolás de Tolentino; los franciscanos descalzos o alcantarinos san Pedro de Alcántara, san Pascual Bailón y el beato Andrés Invernón; los carmelitas descalzos la Virgen del Carmen, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz; los jesuitas san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier; los mercedarios la Virgen de la Merced, san Pedro Nolasco; los trinitarios san Juan de Mata, pero experimentaron asimismo banderías entre españoles y criollos por los cargos de gobierno[74]. Además, los gremios u oficios artesanos y artistas promovieron las suyas: el Ángel custodio (albañiles), san Crispín (zapateros), san Eloy (plateros), san José (carpinteros), san Lucas (pintores), santa Cecilia (músicos), santa Bárbara (artilleros), santa Lucía (sastres)…

En 1623-1666 los seguidores de Montañés impusieron una nueva estética del realismo en toda España e Hispanoamérica, quedaron pocos artistas al margen de tal corriente. Las importaciones de obras sevillanas de Montañés o de su círculo (Juan de Mesa, Francisco de Villegas, Francisco de Ovando) fueron especialmente numerosas en Lima[75], como las de Luís Ortiz de Vargas[76].

No obstante, hubo paralelismos, coincidencias e influjos entre Sevilla, Córdoba, Granada, Murcia y Lima. Por ejemplo, en todas ellas hubo tendencias parecidas por los orígenes de las demandas, que dieron lugar a abundantes imágenes de Jesús Crucificado, Jesús atado a la columna, la Soledad, el Ecce Homo o Jesús coronado de espinas, o en el sepulcro. En Sevilla se dio la influencia del escultor bretón Roque Balduque[77] y en Cartagena un maestro británico desconocido[78].

  1. La política indígena y colonial sobre la sociedad y las actividades económicas de las Indias

Los conquistadores españoles adoptaron con los indios una postura similar a la que se dio con los mudéjares, musulmanes y moriscos, quienes residieron en barrios separados o conservaron sus creencias y costumbres (hasta 1502, u ocultamente hasta 1609-1614 en que fueron expulsados los moriscos), aunque pagando a reyes y señores tributos. Por el contrario, desalojaron de su lugar de residencia, apresaron y vendieron como esclavos a los moros que resistieron.

Colón envió esclavos antillanos a España, pero los Reyes Católicos prohibieron este tráfico debido a que la esclavitud era un obstáculo para la evangelización, considerando sólo lícito esclavizar a los infieles hechos prisioneros en guerra justa. El problema fue saber lo que era guerra justa. Una comisión de teólogos y letrados redactó un requerimiento, que consistió en un escrito que se leyó a los indios por medio de un intérprete, al comienzo de una empresa de conquista. Este escrito contuvo algunas explicaciones sobre la creación del mundo y la formación del hombre y proclamó la donación hecha por el papa de todas las islas y tierras firmes del mar océano a los reyes de España. Finalizó con una exhortación formal a los aborígenes a que se sometieran a su nuevo señor y adoptasen el cristianismo, pero si no prestaban oído a este requerimiento se les amenazó con guerrear contra ellos.

Los colonizadores no lo cumplieron y encontraron excusas para guerrear y esclavizar tanto en España como en América. Carlos I prohibió la esclavitud de los indios, pero ante las presiones de los colonizadores y conquistadores, debido a problemas económicos, la permitió, pero en 1541 se prohibió a los españoles en América la compra de esclavos indios, con lo cual la trata quedó limitada desde el punto de vista legal. Por último, una ley de 21 de mayo de 1542 proclamó que en lo sucesivo nadie, ni siquiera en una guerra justa, podría esclavizar a los indios ni adquirirlos.

En paralelo a la esclavitud e incluso después de su abolición, existió otra forma de trabajo no libre. Este sistema consistía en que cada español podía disponer de un número determinado de indios para la realización de trabajos, a cambio de un salario adecuado y alimentos, en régimen de encomienda, como la de Huaylas de Francisco Pizarro (+ 1541) en Perú, para la que su hermano Gonzalo Pizarro nombró administrador a Francisco de Robles en 1543. Huaylas fue el lugar de origen de Inés, la conviviente de Francisco Pizarro y hermana del inca Atahualpa (luego le buscó un marido, como hizo el arcediano de Plasencia Diego de Carvajal con la moza de venta de la zona de Logrosán -Cáceres, Tierra de Trujillo- con la que procreó a Lorenzo Galíndez de Carvajal[79], el famoso doctor y cronista), que Pizarro cedió a su hija[80]. Entre los eclesiásticos se inició una acción en contra, considerándolo como un abuso, lo que hizo que Fernando el Católico convocara en 1512 una junta de letrados y teólogos en Burgos que adoptó estas determinaciones: Los indios eran libres aunque el rey podía ordenarles trabajar pero tal trabajo no podía impedir la instrucción de la fe y debía ser de provecho para los indios (Leyes de Burgos de 1512).

La explotación de los indios no cesó, lo que provocó un movimiento a favor de un trato justo, encabezado por el dominico Bartolomé de las Casas, que logró ganar al gobernador cardenal Cisneros para el proyecto de ordenar sobre nuevas bases la política indígena de España. Cisneros encomendó la ejecución de sus reformas a tres jerónimos y designó a Las Casas, al reconocer su celo y experiencia, procurador de los indios: le encargó que asesorara a los jerónimos en cuanto a libertad y buen trato de los aborígenes. La reforma no llegó a ejecutarse pues los jerónimos se vieron presionados por los colonos antillanos, que no querían perder sus repartimientos. Las Casas siguió con su política y por medio de sus partidarios en la corte presionó a Carlos I, que mandó no realizar ni tolerar repartimientos de indios. De esta postura fue partidario el Consejo de Indias, pero el conflicto de intereses fue tan grande que aceptó en 1532 la propuesta de su presidente de repartir a los indios como fuerza de trabajo y ceder a los conquistadores y otros vecinos distinguidos los tributos indígenas de una circunscripción determinada (en 1534) que correspondían al rey. A cambio el encomendero debía proteger a los indios de su circunscripción tributaria y velar por su cuidado espiritual. No se le otorgó la jurisdicción u otro derecho de soberanía sobre los indios de su encomienda (RP 26.5.1536 de nueva forma de encomienda).

En el XVIII el repartimiento descendió mucho y en 1720 Felipe V lo abolió. Además existió el trabajo libre de indios a jornal. Al principio se pensó que fuera así, pero como los indios con trabajar un tiempo determinado tenían para pagar sus impuestos y cubrir sus necesidades, el reclutamiento voluntario se hizo difícil por lo que se impuso a la fuerza. Sin embargo, en 1772 el marino y científico Antonio de Ulloa informó “sobre la naturaleza del indio, al que califica negativamente por su inmadurez, ociosidad, alcoholismo e ineptitud; lo que provocó voces contrarias, venidas casi siempre de los jesuitas expulsos de Hispanoamérica, desde sus lugares de exilio, razonando lo contrario”[81].

  1. Economía

9.1 Actividades mineras

La exp1otación de las riquezas de los reinos de Granada, Murcia y América fue en 1os primeros tiempos de la conquista lo que más atrajo a los españoles, junto con tierras, que requirieron de personal administrador, como mayordomo y criados[82]. Primero interesó el oro, la plata, pero su extracción fue difícil: se lavó el metal existente en las arenas de los ríos, o caña de azúcar y alumbre, sosa y barrilla en Granada y Murcia, no en el territorio de Trujillo aunque sí en el Valle de Alcudia y aledaños[83], pero pronto se encontraron oro, plata y plomo, de los que tuvieron minas los Pizarro en Perú[84]. Donde afloraron vetas se descubrió el resto o se abrieron socavones subterráneos, o excavaron pozos verticales. Se fundaron compañías mercantiles para negocios mineros y mercantiles[85] y el virrey Toledo organizó la mita[86].

Los españoles introdujeron algunos progresos técnicos: Sustituyeron utensilios de madera dura y cornamentas de ciervos utilizados por los indígenas, por instrumentos de hierro, como picos, alzaprimas, cuñas y almádenas. En las minas sustituyeron molinos de mano por molinos de manga accionados por fuerza hidráulica (Potosí), o en Murcia y Granada por molinos de viento. Separaron el metal de la ganga: introdujeron aleación por la que se extrajo mineral con mercurio o azogue y se separó de la amalgama por destilación del azogue. Se sacó cobre que se usó para calderas aplicadas para ingenios de azúcar y alumbre y minas.

En los Alumbres de Mazarrón se explotó alumbre rojo y después almagra[87], como en Rodalquilar de Almería[88] y en Cartagena alumbres blancos (1525), donde además se obtuvo plomo; en Cuba se descubrieron (1530) yacimientos de cobre y Carlos I dio licencia para su explotación a Tetzel, natural de Nüremberg (1534), con convenio por el que se aseguró en exclusiva el derecho a fundir cobre en Cuba. Tetzel fundó la sociedad minera y metalúrgica de Santiago de Cuba que puso en marcha el cobre isleño con mineros y metalúrgicos alemanes. Se extrajo cobre en diversas zonas de América, pero la producción fue exigua. En Murcia y Granada se introdujeron compañías genovesas.

La explotación de minas mayores requirió capitales, lo que dio lugar a un sistema de aparcería en que un financiero llamado aviador prestó capital en hipoteca y un empresario minero dispuso terreno metalífero y el trabajo. Surgieron bancos privados que dieron créditos a mineros. La plata se entregó al banco, que la pagó al precio legal y obtuvo pingues beneficios al venderlo a la Casa de la Moneda.

Desde 1680 hubo crisis en las minas de Potosí y Huancavelica (Perú) y el gobierno español tendió a combatir el retraso técnico en minería. Se contrataron mineralogistas y metalúrgicos bien formados en Alemania, capataces y maestros experimentados, distribuidos entre México, Colombia y Perú. Las comisiones introdujeron amalgama en toneles, técnica separadora más rápida de la plata de la ganga sin requerir mucho mercurio y el descubrimiento del platino[89]. Los especialistas chocaron con los mineros locales, recelosos de nuevas técnicas, por lo que fracasó, como en el caso de Antonio de Ulloa en Huancavelica (1758-1764). El gobierno español erigió para mejor formación técnica de los mineros el cuerpo de minería en México (1576), que reglamentó la minería[90] y extendió a Guatemala, Colombia y Perú.

Otra riqueza fueron las perlas cerca de islas y costas antillanas. Primero se adquirieron por trueque, pero en 1515 se fundaron asentamientos en Nueva Cádiz (Cubagua). Indios y esclavos negros bucearon atados a una soga para sacarlas con tal peligro que se prohibió el empleo de indios libres, pero no de indios esclavos y negros. Isla Margarita sustituyó en importancia a Cubagua, como la costa continental de Venezuela, en la que destacaron las salinas de Araya[91], que atrajeron a holandeses. Felipe II publicó en 1591 un reglamento para la explotación de pesquerías.

9.2 Agricultura y ganadería

9.2.1 Agricultura

Al buscarse primero oro, especias, colorantes y productos exóticos para regresar con las riquezas adquiridas, faltó entonces acicate para fundar colonias agrícolas, pero el abastecimiento obligó a trabajar la tierra a los emigrantes y se formaron haciendas, pósitos de labradores y mestas de ganaderos.

Entre las heredades limeñas estuvo la Chacra de Castillejo, de Diego de Vargas-Carvajal y Altamirano, I conde de Castillejo. Se introdujeron cereales y hortalizas en tierras colonizadas y plantaron frutales y maíz, destruyeron el bosque que dio equilibrio ecológico y se produjo salinización desde el terremoto de 1687, por lo que se sustituyó cereal por alfalfa, en que trabajaron indios yanaconas repartidos por el virrey Toledo y esclavos negros proporcionados por asentistas de Portobelo[92]. Aclimatar plantas útiles presentó dificultades pues el trigo no se adaptó a los suelos húmedos tropicales. Su cultivo no siempre tuvo éxito, pero produjo buenas cosechas en el valle del Guadalentín y México, que se convirtieron en zonas de cereales, o el vino en algunas huertas y secanos, pues el precio del importado era alto. Zonas vinícolas fueron Baja Andalucía, Canarias, Perú y Chile. Se expandió desde éste hasta Perú y Ecuador, pero sus bajos precios provocaron restricciones de su cultivo.

El aceite de oliva se difundió poco en México pero mucho en los reinos de Granada y Perú. Se consumían aceitunas como fruta, pues los españoles consumieron grasas animales al faltar aceite en los inicios.

El arroz se aclimató en las zonas húmedas y cálidas (Calasparra y Archena en el reino murciano), como hortalizas y cítricos. Los primeros colonizadores explotaron caña de azúcar en el reino de Granada e Indias y produjo buenas cosechas que abastecieron al mercado europeo y propio, por lo que los reyes españoles lo favorecieron. Cultivaron algodón que crecía silvestre en América, al que en 1750 el rey concedió franquicias aduaneras a su importación, destinado a manufacturas catalanas de tejidos.

9.2.2 Ganadería

Con igual rapidez que las plantas se introdujeron animales domésticos: caballos, vacas, ovejas, cerdos, cabras, asnos, perros, gatos, aves de corral y otros, diversificaron la fauna. Se trashumó a través de cañadas y hubo ganado estante. Creció tanto que bajaron los precios de ganado y carne, alimento básico, cuyo precio era 30 veces menor en América. Se produjo lucha entre labradores y ganaderos al extender la trashumancia.

Por iniciativa del cabildo de la ciudad de México Carlos I ordenó en 1537 instituir la Mesta, que no llegó a convertirse en un poder político como en España, pero ejerció una gran influencia en la vida económica. La cría de seda tuvo enorme importancia en Murcia, Granada y México.

9.2.3 Industria

Los emigrantes instalados en los reinos de Murcia, Granada y América se inclinaron poco por la industria, pero algunos se emplearon en jabonerías, pesquerías, salitrerías, minas alumbreras, salinas, tenerías de cueros o corambre, explotaciones de sosa, barrilla, pólvora, azufre y textiles.

Las ciudades y villas no fueron en sentido económico industriales sino de consumidores en las que muchos vivían de sus sueldos y señores y encomenderos gastaron los tributos de sus vasallos e indios, asentados cerca. Muchos vecinos se dedicaron a agricultura y ganadería, de forma que en buena medida eran poblaciones de labradores, pero fue necesaria una actividad artesanal para obtener objetos de la demanda cotidiana, que proveyeron diversos oficios artesanales organizados en gremios, con sus ordenanzas y autoridades que fueron aprobadas por los municipios.

El interés del rey fue grande en actividades de artífices y plateros, pues labrar oro y plata interesó a los españoles, a quienes se reservó, aunque se admitió a indios, negros, mestizos y mulatos de auxiliares.

Los pintores, escultores, tallistas y doradores trabajaron en ornamentar iglesias y casas patricias, reservado a españoles como el prensado de paños y la herrería, ésta muy solicitada por el gran número de caballos y mulas. El curtido de corambre exigió numerosa mano de obra y no gozó de estima entre españoles, por lo que ordenanzas gremiales permitieron que se examinaran negros e indios.

Los oficios menores que exigían un severo esfuerzo físico como albañilería y carpintería, fueron dejados a cargo de individuos moriscos, negros y mestizos.

La elaboración artesanal de textiles fue importante. España no pudo abastecer ella sola de tejidos a la creciente población americana, a la que se prohibió no vestir. Los gobiernos toleraron manufacturas locales (por ejemplo en la encomienda de Huaylas de Francisca Pizarro, 1557[93]) en la medida en que complementaron el abasto por centros textiles españoles (Segovia, Cuenca, Córdoba, Mallorca), pero no consiguieron impedir las importaciones europeas.

Las manufacturas pañeras requirieron licencia del rey o virrey. En 1590-1600 la fabricación de paños creció en México y compitió con los paños de la metrópoli, por lo que Felipe II ordenó al virrey que dispusiera lo necesario para que esa fabricación de paños no creciera más. La producción textil colonial prosperó poco y se sometió a súbitas oscilaciones. El gobierno ordenó cerrar los obrajes, pero permitió su suspensión a cambio de ciertas sumas de dinero. Facilidades comerciales metropolitanas y creciente contrabando suscitaron en América tal oferta de textiles europeos que no hubo colocación posible de la producción local. Al interrumpir las importaciones europeas revivieron las manufacturas coloniales. Las guerras entre España e Inglaterra en el siglo XVIII y las luchas napoleónicas provocaron en América gran escasez de textiles y otros bienes importados y estimuló a los americanos a aumentar su propia producción y enriquecerse con los favorables precios de las mercancías.

Una gran industria del periodo colonial fue la construcción naval. Los astilleros de Panamá y Nicaragua dispusieron de excelentes bosques maderables próximos al mar y alcanzaron gran importancia en el Pacífico, pero tuvo la dificultad de que clavos y otras piezas de hierro hubo que llevarlas de Europa[94].

Lám 1. Escultura del siglo XV de representación de una procesión eucarística. Exposición Cisneros, Catedral de Toledo, 2017-2018. Fotografía Vicente Montojo Montojo. 

 

Notas

[1] SÁNCHEZ RUBIO, Mª Ángeles: El Concejo de Trujillo y su alfoz en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna. Badajoz, Universidad de Extremadura, 1993.

[2] LAFUENTE URIÉN, Aranzazu: “Los archivos nobiliarios”, en Estudios sobre señorío y feudalismo, Zaragoza, 2000, pp. 27-75. GÓMEZ VOZMEDIANO, Miguel Fernando: “El Archivo Histórico de la Nobleza”, Boletín de la ANABAD, 67/1, 2017, pp. 15-32. Se puede señalar la serie Cuentas de Oropesa, es decir, de los condes de Oropesa, que acumularon los señoríos extremeños de Monroy, Jarandilla, etc.

[3] V. http://www.culturaydeporte.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/archivos/nhn/presentacion.html [Idem]

[4] MARTÍNEZ, José Luís: Hernán Cortés. Madrid, Fondo Cultura Económica (FCE), 1992, pp. 528 y 540.

[5] LAVALLÉ, Bernard: Francisco Pizarro y la conquista del Imperio Inca. Madrid, Espasa, 2005.

[6] LAS CASAS, Bartolomé de: Historia de las Indias. 3 v., México, FCE, 1951, 2ª ed. DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, ed. Miguel León Portilla, Madrid, Historia 16, 1984.

[7] MOTOLINÍA, Fr. Toribio: Historia de los indios de la Nueva España. Madrid, Clásicos Castalia, 1985.

[8] AYALA MARTÍNEZ, Carlos: “Gutierre de Sotomayor”. Diccionario Biográfico Español (DBe), Madrid, RAH, 2018: http://dbe.rah.es/biografias/33613/gutierre-de-sotomayor [Consultado el 23.6.2019].

[9] RUBIO MUÑOZ, Francisco Javier: “Los manuscritos sobre los linajes de Trujillo del siglo XVI. Algunas consideraciones sobre los Tapia Paredes”. Revista de Estudios Extremeños, 73/1, 2017, pp. 443-468.

[10] CUART MONER, Baltasar: “La sombra del arcediano. El linaje oscuro de don Lorenzo Galíndez de Carvajal”. Studia Histórica (Historia Moderna) 15, 1996, pp. 135-178, cfr. nota 29 y p. 168.

[11] RODRÍGUEZ CASILLAS, Carlos J.: “Más allá del Duero: La Guerra de Sucesión en Extremadura (1475-1477)”. Medievalismo, 27, 2017, pp. 285-301, cfr. 291 y 295.

[12] FERNÁNDEZ-DAZA ALVEAR, Carmen: “La participación de Trujillo en la Guerra de Granada”. En la España medieval, 8, 1986, pp. 343-360. ÍDEM, “Los linajes trujillanos y cargos concejiles en el siglo XV”. La Ciudad Hispánica durante los siglos XIII al XVI, Madrid, Universidad Complutense, 1985, II, pp. 419-32.

[13] HERNÁNDEZ FRANCO, Juan/RODRÍGUEZ PÉREZ, Raimundo A.: “Bastardía, aristocracia y órdenes militares en la Castilla Moderna: el linaje Fajardo”. Hispania Revista Española de Historia, 69/232, 2009, pp.331-62.

[14] BALTAR RODRÍGUEZ, Juan Francisco: “José Lope de Conchillos y Quintana”. DBe, Madrid, RAH, 2018.

[15] PÉREZ MARCOS, Regina M.: “Francisco de los Cobos”; TARIFA FERNÁNDEZ, Adela: “Juan Vázquez de Molina (1510?-1570)” y “Juan Vázquez de Salazar (1530-1597)”. DBe, Madrid, RAH, 2018.

[16] FRANCO SILVA, Alfonso: El alumbre del reino de Murcia: una historia de ambición, intrigas, riqueza y poder. Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1996.

[17] CAZABÁN LAGUNA, A.: “Los poderosos mineros D. Francisco de los Cobos y D. Juan Vázquez de Molina”. Don Lope de Sosa, 32, 1915, pp. 252-253.

[18] DE CARLOS MORALES, Carlos J.: “El poder de los secretarios reales: Francisco de Eraso”. La Corte de Felipe II, Madrid, Alianza Editorial, 1994, pp. 107-148.

[19] MORA AFÁN, Juan Carlos: “Alonso Idiáquez y Yurramendi (1497-1547)”. DBe, Madrid, RAH, 2018.

[20] PUERTO BARRIOS, Nicolás: “Breve historia del correo marítimo en España, V. Fin de la familia de Carvajal como correos mayores de Indias(1514-1768)”. Antena de telecomunicación, 176, 2009, pp. 40-3.

[21] SÁNCHEZ RUBIO, M.Á. y R.: “Desde la hoja del monte hasta la piedra del río… El señorío frustrado de Don Gutierre de Vargas Carvajal en la tierra de Trujillo”. XXXV Coloquios Históricos de Extremadura (CHE desde ahora), Trujillo, C.I.T. Trujillo, 2006, pp. 639-678. DÍAZ DEL CASTILLO, B.: op.cit. p. 53.

[22] CUART MONER, Baltasar: op.cit.

[23] SÁNCHEZ RUBIO, Mª Ángeles y Rocío: Señorialización en la Tierra de Trujillo a mediados del siglo XVI. “Para vos e para vuestros herederos” (Madroñera, El Puerto, Torrecillas, Plasenzuela, La Cumbre y Marta). Navalmoral de la Mata, Extremeña de Comunicación y Producciones, 2007.

[24] MORERI, Louis: El gran diccionario histórico Miscelánea curiosa de Historia Sagrada. París, 1753, p. 48.

[25] Archivo General de Simancas (AGS), Consejo Real de Castilla (CRC), 83,11, 1514-1515, v.: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/678317.

[26] PELEGRÍ PEDROSA, Luís Vicente: “Las rentas del heredero: D. Francisco de Pizarro y Pizarro”. CHE, Trujillo, 2002: https://chdetrujillo.com/las-rentas-del-heredero-don-francisco-pizarro-y-pizarro/

[27] LORENZANA DE LA PUENTE, Felipe: La representación política en el Antiguo Régimen. Las Cortes de Castilla, 1655-1834. Tesis doctoral, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2010, pp. 246-249, 256-259 y 262. NARANJO ALONSO, C.: Trujillo. Sus hijos y monumentos (1923). Madrid, 1983.

[28] SUÁREZ ÁLVAREZ, Mª Jesús: La villa de Talavera de la Reina y su tierra en la Edad Media (1369-1505). Oviedo, Universidad de Oviedo, 1983, pp. 89-90. CUESTA NIETO, José Antonio: “Una familia con mayorazgo. Los Carvajal de Talavera de la Reina”. Tiempos modernos, 27/2, 2013, 32 p. FRANCO SILVA, Alfonso: “La implantación de señoríos laicos en tierras de Toledo durante el siglo XV. El ejemplo de Gálvez”. I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha. V. 6, t. 1. Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, pp. 68 y 73.

[29] RUBIO MASA, Juan Carlos: El mecenazgo artístico de la Casa Ducal de Feria. Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2001. GÓMEZ-MENOR FUENTES, José Carlos: “Los Loaysas de Talavera de la Reina”. Anales Toledanos, 26, 1989, pp. 353-379.

[30] CUESTA NIETO, José Antonio: “Fr. García de Loaísa: mayorazgo, familia y linaje”. Historia y Genealogía, 4, 2014, pp. 287-304. VILAR Y PASCUAL, Luís/VILAR PSAYLA, Juan José: Diccionario histórico genealógico y heráldico de las familias ilustres de la monarquía española, 4, Madrid, 1839, pp. 238-243: https://archive.org/stream/diccionariohist04psaygoog/diccionariohist04psaygoog_djvu.txt .

[31] Tabla Genealógica de la familia de Meneses, condes de Foncalada, Real Academia de la Historia, Salazar, 9/306, f. 11v.

[32] Partición de bienes de ella en 1487: Real Academia de la Historia, Salazar, 9/291, fs. 225-8, 1511.

[33] AREAL TORRES-MURCIANO, Patricia: “Villaseca, Alonso de, el Rico. Arcicóllar (Toledo), 1500-México, 1580. Minero, benefactor”. http://dbe.rah.es/biografias/22372/alonso-de-villaseca. AHNob, S.+, en organización.

[34] AHNob, Frías, serie Cuentas de Oropesa, caja 1.727, documento 2, certificado en El Callao, 8.4.1578.

[35] SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión de reformar. Antonio de Ulloa marino y científico, 1716-1795. Cádiz, Universidad de Cádiz, 1999, p. 191.

[36] Archivo Histórico Provincial de Murcia (AHPM), Notariado (Not.) 6.144/26, Cartagena, 8.1.1773; 9.367/9, Blanca, 7.2.1790; y 6.144/14.6.1774.

[37] RAMOS SOSA, Rafael: “Martín Alonso de Mesa, escultor y ensamblador (Sevilla c.1573-Lima 1626)”, Anales del Museo de América, 8, 2000, pp. 45-63, v. 51.

[38] RAH: http://bibliotecadigital.rah.es/dgbrah/i18n/consulta/registro.cmd?id=53073 [Cons. 27.7.2019].

[39] LÓPEZ DE HARO, Alonso: Nobiliario genealógico de los reyes y títulos españoles. Luís Sánchez, 1622, p. 419. GÁNDARA, Felipe de la: Descripción, origen … de la casa … de Calderón de la Barca. 1661, p. 22. “Genealogía Fernández Heredia”, pp. 71-79.

[40] IRABURU, José María: Hechos de los apóstoles de América. Pamplona, Gratis Date, 2003, 3ª ed., p. 558. MOTOLINÍA, Fr. Toribio de: op.cit., p. 13.

[41] MEDINA, Francisco de Borja de: “Jesuitas en la Armada contra Inglaterra (1588). Notas para un centenario”. Archivium Historicum Societatis Iesu, 58, 1988, pp. 3-42, v. 37.

[42] MALDONADO ESCRIBANO, José: “Palacios, cortijos y casas de campo en las dehesas de Trujillo (Cáceres) desde el siglo XV al XIX”. CHE. Trujillo, 2005: https://chdetrujillo.com/palacios-cortijos-y-casas-de-campo-en-las-dehesas-de-trujillo-caceres-desde-el-siglo-xv-al-xix/

[43] AHPM, Not. 1.735/806-9, Murcia, 9.4.1612.

[44] MORA MÉRIDA, José Luís: “La Iglesia”, en Historia General de España y América, t. 11-1, Madrid, Ediciones Rialp, 1989, 2ª ed., pp. 295-325, cfr. 295.

[45] STORRS, Christopher: La resistencia de la Monarquía Hispánica 1665-1700. Madrid, Actas, 2013, p. 232.

[46] CANDEL CRESPO, Francisco: “Don Francisco Verdín de Molina (Un obispo murciano en el México virreinal)”. Murgetana Revista de la Real Academia Alfonso X el Sabio, 36, 1970, pp. 37-60.

[47] SÁNCHEZ RUIZ, José Fernando/ATIENZA SANTIAGO, Francisco José: “La conquista de América. Alcazareños en el nuevo mundo durante la Edad Moderna”. España en el exterior: historia y archivos. Guadalajara, Asociación de Amigos del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, 2013, pp. 299-321.

[48] DÍAZ SERRANO, Ana: “Repúblicas perfectas para el rey católico. Los franciscanos y el modelo político de la Monarquía Hispánica en la Nueva España durante el siglo XVI”. PARDO MOLERO, Juan Francisco/LOMAS CORTÉS, Manuel coords.: Oficiales reales (Los ministros de la Monarquía Católica, siglos XVI-XVII). Valencia, Universitat de Valencia, 2012, pp. 109-136.

[49] DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: op.cit., p. 530.

[50] TORRES FONTES, Juan: “Los mudéjares murcianos en la Edad Media”. Actas del III Simposio Internacional de mudejarismo. Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1984, pp. 55-66.

[51] MOGOLÓN CANO–CORTÉS, Pilar: “Corpus de techumbres mudéjares en Extremadura”. Norba, 3, 1982, pp. 33-48.

[52] CENTENERO DE ARCE, Domingo: “Una Monarquía de lazos débiles? Circulación y experiencia como formas de construcción de la Monarquía Católica”. PARDO MOLERO, Juan Francisco/LOMAS CORTÉS, Manuel coords.: Oficiales reales (Los ministros de la Monarquía Católica, siglos XVI-XVII). Valencia, Universitat de Valencia, 2012, pp. 137-162.

[53] LILIANA DÍAZ, Sandra: “El niño indígena como agente de evangelización en las reducciones jesuíticas de guaraníes”. III Congreso de Americanistas 1999. Buenos Aires, Sociedad Argentina de Americanistas, 2000, pp. 85-102.

[54] SANZ FERNÁNDEZ, Francisco: “Nuevos aportes documentales sobre el palacio de los marqueses de la Conquista en Trujillo”, Norba, 27, 2007, pp. 55-74, cfr. 59.

[55] VAN METEREN, Emmanuel: Histoire des Pays Bas… ou Recueil des guerres et choses memorables advenues tant és dits Pays, qu’és Pays voysins, depuis l’an 1315 iusques à l’an 1612. La Haya, 1618, fº 387.

[56] MARTÍNEZ MILLÁN, José: “La crisis del partido castellano y la transformación de la Monarquía Hispana en el cambio del reinado de Felipe II a Felipe III”. Cuadernos de Historia Moderna, ano 2, 2003, pp. 11-38.

[57] PASCUAL CHENEL, Álvaro: “Discurso político, identidad religiosa y cambio dinástico”, Vestigios de un mismo mundo, 12, 2018, pp. 83-116, v. 106.

[58] FOLGADO GARCÍA, Jesús R.: “Las lenguas romances y la evangelización granadina. La aportación de Hernando de Talavera y la liturgia en arábigo de Pedro de Acalá”. Espacio, Tiempo y Forma (serie 3 Hª Medieval), 27, 2014, pp. 229-238.

[59] THANCK DE ESTRADA, Dorothy: “La enseñanza de la lectura y la escritura en la Nueva España”. Historia de la lectura en México, México, El Colegio de México, 1988, pp. 49-93.

[60] ver http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/49109

[61] HERAS, Julián: “Las doctrinas franciscanas en el Perú colonial”. Actas del III Congreso Internacional Los franciscanos en el Nuevo mundo (siglo XVII). Madrid, Deimos, 1991, pp. 693-723.

[62] GARCÍA MOGOLLÓN, Florencio Javier: “Una Inmaculada del escultor salmantino Antonio de Paz en Trujillo (Cáceres)”. Norba, XIV-XV, 1994-1995, pp. 313-319. TENA FERNÁNDEZ, Juan: Trujillo artístico y monumental. Alicante, 1967.

[63] SOLÍS RODRÍGUEZ, Carmelo: “El arquitecto trujillano Sancho de Cabrera, 1500?-1574”. V Congreso de Estudios extremeños, Badajoz, Instituto Pedro de Valencia, 1975, pp. 137-172. SOLÍS RODRÍGUEZ, Carmelo: “Artistas trujillanos en América (ss. XVI y XVII)”, Norba, V, Cáceres, 1984, pp. 117-140.

[64] GISBERT, Teresa: “El arte y la arquitectura de la Orden franciscana en el virreinato del Perú (Perú y Bolivia)”. MORALES, F.: Franciscan presence in the Americas. Potomac, MD, 1983, pp. 421-452.

[65] LÓPEZ GUZMÁN, Rafael J.: “La Catedral de Granada”, Andalucía en la historia, 31, 2011, pp. 86-91.

[66] LOS REYES, Antonio de: “La Catedral de Murcia. Edificación. Siglos XIV-XVIII”, Murgetana, 136, 2017, pp. 37-56.

[67] SANZ FERNÁNDEZ, Francisco: Modelos, intercambios y recepción artística: de las rutas marítimas a la navegación en red. Palma de Mallorca, Universitat de Balears, 2008, pp. 480-2.

[68] SANZ FERNÁNDEZ, Francisco: “’Que sea a imitación de la torre principal de las Casas Reales de Madrid’. La torre Nueva de la Iglesia de Santa María La Mayor de Trujillo”, Liño, 17, 2011, pp. 39-51, 40.

[69] RAMOS SOSA, Rafael: “Reflexiones y noticias sobre escultores y ensambladores indígenas en Bolivia y Perú en los siglos XVI y XVII”, Barroco andino, 2003, pp. 245-256.

[70] STASTNY, Francisco: Estudios de arte colonial. 1, Lima, Museo de Arte Colonial, 2013. RAMOS SOSA, Rafael: “Un pintor sevillano en Lima Bernardo Pérez Chacón”. Laboratorio de Arte, 17, 2004, pp. 471-473.

[71] RAMOS SOSA, Rafael: “Martín Alonso de…”, op.cit., p. 46. ÍDEM, “Una escultura de Martín Alonso de Mesa, el San Juan Evangelista de la Catedral de Lima (1623) y otras noticias”, Histórica, XXVII-1, 2003, pp. 181-206.

[72] RAMOS SOSA, Rafael: “El crucificado de Francisco de Ocampo en Santa Inés”. Laboratorio de Arte, 22, 2010, pp. 493-499.

[73] RODA PEÑA, José: “Imágenes de devoción en la parroquia de Santa Ana”. Santa Ana de Triana. Sevilla, Fundación Cajasol, 2016, pp. 427-461, cfr. 457.

[74] LAVALLÉ, Bernard: Las promesas ambiguas. Criollismo colonial en los Andes. Lima, 1993, pp.183-5. RAMOS SOSA, Rafael: “El Crucificado de la Sangre: obra de Martín Alonso de Mesa en Lima”, Laboratorio de Arte, 29, 2017, pp. 811-8, v. 814.

[75] RAMOS SOSA, Rafael: “Un crucificado de Ignacio de Ries en Potosí”. Laboratorio de Arte, 27, 2015, pp. 605-610.

[76] RAMOS SOSA, Rafael: “Luís Ortiz de Vargas en Lima. Revisión y aportación documental 1619-1627”. Laboratorio de Arte, 25, 2013, pp. 877-885.

[77] GÓMEZ PIÑOL, Emilio: “Las atribuciones en el estudio de la escultura: nuevas propuestas y reflexiones sobre obras de la escuela sevillana de los siglos XVI y XVII”. Nuevas perspectivas críticas sobre historia de la escultura sevillana. Sevilla, Museo de Bellas Artes de Sevilla, 2007, pp. 15-43.

[78] MONTOJO MONTOJO, Vicente: “La escribanía municipal de Cartagena (1573-1578). Nueva perspectiva sobre un retablo inglés y comercio”, Cartagena Histórica, 29, 2009, pp. 44-49.

[79] CUART MONER, Baltasar: op.cit., p. 168. TORRES FONTES, Juan: Estudio sobre la Crónica de Enrique IV del Doctor Galíndez de Carvajal. Madrid, CSIC, 1946.

[80] ZULOAGA RADA, Marina: “Las encomiendas y el poder local en Huaylas: las guarangas en la construcción del sistema colonial”. Diálogo Andino, 37, 2011, pp. 67-86.

[81] SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco de: op.cit., p. 262.

[82] VARÓN GABAI, Rafael: La ilusión del poder. Lima, Instituto Francés de Estudios Andinos, 1996, pp. 271-315.

[83] GÓMEZ VOZMEDIANO, Miguel Fernando: “La minería en el Valle de Alcudia y sus aledaños en el Antiguo Régimen (1250-1860)”, Campo de Calatrava Revista de Estudios de Puertollano y comarca, 2, 2000, pp. 77-190. Trata de la extracción de algo de plomo –como se hizo en Cartagena de Levante.

[84] SANZ FERNÁNDEZ, Francisco: “Nuevos aportes…”, op.cit., p. 57.

[85] ROSTWOROWSKI DE DÍEZ CANSECO, María: Doña Francisca Pizarro. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1980. ÍDEM: Ensayos de historia andina: élites, etnias, recursos. T. 1. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2005.

[86] MOLINA MARTÍNEZ, Miguel: Antonio de Ulloa en Huancavelica, 1758-1764. Granada, Universidad de Granada, 1995.

[87] GUILLÉN RIQUELME, Mariano C.: Un siglo en la historia de Mazarrón. De la fundación de las Casas de los Alumbres a la concesión del privilegio de villazgo (1462-1572). Murcia, Ayuntamiento de Mazarrón, 2001. En los obrajes de la encomienda de Huylas y Lima se utilizó bermellón.

[88] MUÑOZ BUENDÍA, Antonio: “Los alumbres de Rodalquilar (Almería)”. Los señoríos en la Andalucía Moderna. El Marquesado de los Vélez. ANDUJAR CASTILLO, F./DÍAZ LÓPEZ, J.P. coords. Almería, Instituto de Estudios Almerienses/Universidad de Almería, pp. 463-490.

[89] ARAGÓN DE LA CRUZ, Francisco: “España y América en el descubrimiento y metalurgia del platino. Siglo XVIII”. Ciencia, técnica y Estado en la España Ilustrada. Madrid, Sociedad Española de Historia de las Ciencias, 1990, pp. 407-420. SOLANO PÉREZ-LILA, F.: op.cit., pp. 129-132 y 186.

[90] SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco de: op.cit., pp. 184-203.

[90] El Cuerpo de Minería inauguró en 1792 una escuela especializada de mineralogía. Su influencia se reflejó en el aumento de la extracción de oro y plata en México.

[91] GASPARINI, Graciano: “El Castillo de Araya”, en Puertos y fortificaciones en América y Filipinas. Madrid, Ministerio de Fomento, 1985, pp. 349-350.

[92] VEGAS DE CÁCERES, Iliana: Economía rural y estructura social en las haciendas de Lima durante el siglo XVIII. Lima, Pontificia Universidad Católica de Perú, 1996, pp. 69, 100. Castillejo producía 1.784 fanegas.

[93] VARÓN GABAI, R.: op.cit., n. 25.

[94] RAMOS GÓMEZ, L.J.: El viaje a América (1735-1745) de los tenientes de navío Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Vol. 2, Madrid, CSIC, 1985, pp. 157-214.

Escultura del siglo XV de representación de una procesión eucarística. Exposición Cisneros, Catedral de Toledo, 2017-2018. Fotografía Vicente Montojo Montojo. 

Nov 062019
 

Martín Almagro-Gorbea.

Real Academia de la Historia.

Lección inaugural.

Resumen

Esta comunicación analiza las relaciones entre el Museo del Prado, nuestra más insigne pinacoteca, símbolo del Patrimonio Cultural de España que cumple ahora 200 años de existencia, con la Muy Noble, Muy Leal, Insigne y Muy Heroica Ciudad de Trujillo, la antigua Turgalium prerromana, una de las más importantes poblaciones de Extremadura, símbolo de nuestra cultura y de nuestra historia más que milenaria.

Esta relación la simboliza Don Xavier de Salas Bosch, Director del Museo del Prado. Se analiza su figura como gran admirador y evergeta de Trujillo, desde que se enamoró de esta ciudad, al visitarla junto a su mujer, Carmen Ortueta, en 1967. Este encuentro suscitó una poderosa atracción por Trujillo, entonces decadente, y Xavier de Salas puso su prestigio social como brillante Director del Museo del Prado, su refinada capacidad intelectual y su larga experiencia profesional para revitalizar esta ciudad y difundir su excepcional Patrimonio Histórico y Artístico como cuna de conquistadores y símbolo de la Historia de Extremadura, de España y de Iberoamérica.

En esta línea se analiza la fundación en 1971 de la Asociación de Amigos de Trujillo, de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes en 1979 y, finalmente, en 1981, de la Fundación Xavier de Salas en el Convento de La Coria, en el barrio antiguo de la ciudad, cuyas numerosas actividades dan una necesaria dimensión internacional a Trujillo, pues los objetivos iniciales de protección e impulso del Patrimonio Histórico-Artístico, que fueron la base de su desarrollo turístico en el siglo XX, se han ampliado a nuevos horizontes, como actividades emprendedoras, cooperación al desarrollo, defensa del medio ambiente y del paisaje y fomento de jóvenes investigadores y de actividades artísticas y culturales, para que Trujillo sea un centro cultural de excelencia a nivel internacional que potencie su desarrollo en el siglo XXI.

En resumen, este análisis permite comprender el importante papel histórico de Xavier de Salas en el desarrollo de Trujillo en los últimos 50 años, cuya ejemplaridad ha cristalizado en la Fundación Xavier de Salas, que debe proseguir esta línea pionera en el siglo XXI.

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Fig 1. Excmo. Sr. Don Xavier de Salas y Bosch (1907-1968).

Este breve ensayo está dedicado a analizar y recordar la relación existente entre el Museo del Prado, nuestra más insigne pinacoteca y verdadero símbolo del Patrimonio Cultural de España, cuyo bicentenario se celebra este año (1819-2019), y esta Muy Noble, Muy Leal, Insigne y Muy Heroica Ciudad de Trujillo, la antigua Turgalium prerromana, una de las más importantes poblaciones de Extremadura y también símbolo vivo de nuestra cultura y de nuestra historia más que milenaria.

Esta relación entre el Museo del Prado y la Ciudad de Trujillo puede parecer paradójica, pero estos XLVIII Coloquios Históricos de Extremadura se han dedicado con gran acierto a la figura de Don Xavier de Salas Bosch (fig. 1), que fue Director del Museo del Prado y una figura sobresaliente en la historia de Trujillo del último tercio del siglo XX. Es para mí un honor tratar de una personalidad tan singular, a la que conocí cuando era joven como estudiante y por la amistad entre nuestras familias, aunque, en este caso, no sea siempre fácil transmitir a la gente de nuestros días lo que representa una figura como Xavier de Salas y su obra, pues no han vivido de cerca los esfuerzos, que en algunos aspectos se pueden considerar titánicos, para crear la Fundación Xavier de Salas, en tantos sentidos modélica y que tanto honra y prestigia a Trujillo y a toda Extremadura, institución a la que testimonio mi profunda admiración por la eficaz labor en estas tierras que desarrolla en los cada día más complejos campos de la cultura.

 

Don Xavier de Salas y Bosch nació en Barcelona en 1907[1], en una familia amante del Arte y del Coleccionismo, afición de príncipes y de humanistas desde el Renacimiento. De este ambiente procede su humanismo y el gusto refinado que siempre le caracterizó, así como su interés por las antigüedades y el Arte, que cultivó con gran altura de miras, como otros miembros de su familia, entre los que destaca Don Pablo Bosch[2], que reunió una de las grandes colecciones españolas de cuadros, monedas y medallas a inicios del siglo XX, que generosamente legó al Museo del Prado en 1915[3].

Xavier de Salas estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, en la que se licenció en 1929. Después se trasladó a Madrid, donde se doctoró en 1930 con una tesis sobre Notas sobre algunas crónicas del siglo XV, dirigida por Antonio de la Torre[4], al mismo tiempo que se licenciaba en Derecho en la Universidad de Salamanca. Sin embargo, su sólida formación histórica y artística se forjó en el ámbito familiar y se consolidó con visitas de estudio a museos y con su interés por las obras de arte que poseían coleccionistas y anticuarios, así como en numerosas lecturas, otro de sus hábitos preferidos. Pensionado por la Junta de Ampliación de Ampliación de Estudios[5], durante los años 1933 y 1934 estuvo en Viena con el Prof. Julius V. Schlosser (Viena, 1866-1938)[6], un gran especialista en el Renacimiento que le inculcó su interés por la bibliografía artística, y después en Berlín, entonces capital de los estudios de Historia del Arte, donde trabajó con el Prof. Albert E. Brinckmann (1881-1958)[7] en el Kunsthistorische Institut, mientras mantenía relaciones con sus maestros y colegas franceses y con los mejores historiadores del arte de la Barcelona de aquellos años, como José Gudiol Ricart (Vich, 1904-Barcelona, 1985)[8], el gran especialista en Arte Medieval de Cataluña, fundador del Museo Diocesano de Vich, que era amigo de la familia, o el gran arquitecto del modernismo catalán e historiador del arte, José Puig y Cadafalch (1867-1956 )[9].

Trasladado a Madrid, completó su formación con el gran historiador del Arte Español, Elías Tormo (1869-1957)[10], del que se consideraba discípulo, con quien inicia la carrera docente y sus primeras publicaciones, en el círculo de los historiadores del arte de Madrid, entre los que se incluía Manuel Gómez Moreno[11], otra gran figura de aquella brillante generación.

En 1931 inicia su carrera docente como Profesor de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona, donde en 1945 obtiene la cátedra. Sin embargo, al año siguiente, en 1946, en los peores años de la postguerra mundial, se traslada a Gran Bretaña como Delegado de la Junta de Relaciones Culturales en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y como Agregado Honorario de la Embajada de España en Londres (1947) y después como Agregado Cultural (1954-1963). Junto a estos cargos, desempeñó el de Director del Instituto de España en Londres, donde llevó a cabo una gran labor de difusión de la cultura y del arte español, que es el precedente del actual Instituto Cervantes. Su eficaz labor en esos años la reconocía todo el mundo, tanto en España como en Inglaterra y así lo evidencia, muchos años después, el obituario que publicó a su muerte el periódico The Times (7.6.1982).

En 1961 regresó a España al ser nombrado Subdirector del Museo del Prado, cuando lo dirigía Francisco Javier Sánchez Cantón (1891-1971)[12] y, poco después, en 1963, obtuvo una Cátedra de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, que desempeño hasta su jubilación en 1977. Yo fui alumno suyo por esos años en la antigua Facultad de Filosofía y Letras y recuerdo algunos detalles, como su habla siempre parsimoniosa y su fino sentido del humor, que tanto recordaban el de un dandy inglés y que destacaba en aquella facultad de la “generación del 68”. También recuerdo su especial sensibilidad y gran intuición artística para entender una obra de arte, al margen de los secos datos eruditos. Dos hechos, que definen su personalidad artística, han quedado desde entonces impresos en mi memoria. Uno es su interés personal para adquirir el precioso Cristo muerto de Antonello de Mesina (c. 1430-1479), una joya del Prado de gran calidad artística y de no menos importancia histórica, pues posteriormente se ha confirmado que perteneció al VII Duque de Lemos, que fue Virrey de Nápoles entre 1610 y 1616[13], por lo que llenaba un vacío en nuestra gran pinacoteca, que yo entonces como estudiante visitaba con asiduidad. Otra, es su identificación como Epimeteo y Pandora de dos pequeñas esculturas manieristas del Museo del Prado atribuidas al Greco[14], piezas de atractiva belleza, que él supo valorar como especialista de las relaciones del Greco con Miguel Ángel, tema al que dedicó en 1967 su Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando[15], que fue contestado por Francisco Javier Sánchez Cantón.

Junto a la docencia universitaria, dedicó gran interés a los Museos. Fue Comisario-Director del Museo de Cataluña y Secretario de la Junta de Museos de Barcelona. Después fue Secretario y Presidente del Comité Español del ICOM (Consejo Internacional de Museos) y Presidente del Comité de Exposiciones del ICOM y de su Comité Consultivo, lo que le permitió llevar a cabo numerosas exposiciones en España y el extranjero. Fue igualmente miembro del Comité Internacional de Historia del Arte (CIHA), del que llegó a ser Presidente en 1973, y participaba habitualmente en los congresos nacionales e internacionales de Historia del Arte. En 1970 sustituyó a Francisco Javier Sánchez Cantón como Director del Museo del Prado, donde impulsó la investigación[16], logró incorporar importantes adquisiciones y organizó exposiciones, hasta que alcanzó su jubilación en 1978, tras la que fue nombrado Director Honorario y Presidente del Real Patronato, creado en 1980. Además, su condición de políglota, pues junto al catalán y castellano familiares, hablaba francés, inglés, alemán e italiano, le permitió ser siempre un conferenciante dedicado a difundir por el mundo el Arte Español.

En sus investigaciones en la Historia del Arte Español, destacan sus trabajos sobre el gran escultor renacentista Damián Forment[17] y sobre el Greco y Goya, al que dedicó más de 50 artículos, pero publicó estudios desde el Renacimiento y el Barroco al Arte Moderno, por ejemplo, sobre Rosales y Fortuny, y también de Arte Contemporáneo, además de sentir especial interés por la Museología, dada su gran experiencia en ese campo. Igualmente, hay que hacer una referencia especial a su labor erudita de valorar la literatura artística histórica, como evidencia su edición de la Biografía Pictórica Valentina del Doctor Marcos Antonio de Orellana, obra escrita en 1799 que permanecía inédita[18], e, igualmente, se interesó por las ideas sobre Historia del Arte que mantenían en su correspondencia y en sus obras figuras como Gracián, Jovellanos, Azara, Goya, Ceán Bermúdez, etc. Dirigió la Revista Arte Español de 1966 a 1969 y es autor de más de 250 publicaciones de Historia del Arte y de Historia, así como de numerosas recensiones bibliográficas publicadas en las mejores revistas especializadas[19], en especial de Inglaterra, donde difundió con gran altura del Arte Español

Fue miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona (1943), con una interesante visión sobre el Bosco en la literatura española[20], de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia (1941), de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, de Sevilla (1947), de la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge, de Barcelona (1965), de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1967), cuyo discurso de ingreso contestó Javer Sánchez Cantón. También era miembro de numerosas corporaciones académicas extranjeras, como Honorary fillow del Institut of Linguist de Londres (1963), miembro de The Hispanic Society de New York (1965), Académico Honorario de la Royal Academy de Londres, Membre associé de l’Academie Royale Flamende de Bélgica (1970), Vicepresidente de la Anglo-Spanisch Society de Londres (1977), Honorary Member of the Society of Dilettanti, de Londres (1977), etc. A lo largo de su vida recibió numerosas distinciones y condecoraciones, como la de Comendador y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, Comendador de la Orden del Mérito Civil, fue Gran Oficial de la Orden de la Estrella Polar de Suecia, Honorary Commander of the Order of British Empire, Officier dans l’Ordre des Arts et des Letres de Francia, Comendateur de l’ordre de Léopold II de Bélgica, la Gran Cruz de la Verdienstorder de la República Federal Alemana, etc.

Esta breve visión de la vida y la obra de Don Xavier de Salas no se comprende sin la fortuna que tuvo de contar con una mujer excepcional y de gran personalidad, Dña. Carmen Ortueta de Salas (1912-2012)[21], entregada con gran altura de miras y gran eficacia al mundo de la cultura. Dinámica, trabajadora, de ideas audaces, incansable para alcanzar sus objetivos y con gran capacidad de gestión.

Carmen Ortueta nació en 1912 en Cabezón de la Sal, en la Cantabria meridional, que da hacia la Meseta. Estudió en Madrid Historia en la Universidad Central, una universidad que contaba con figuras como Claudio Sánchez Albornoz, Elías Tormo, José Ortega y Gasset, Hugo Obermaier y toda una pléyade de personalidades que hoy día se echan a faltar en nuestras universidades. Formó parte de los más de 200 profesores y alumnos del inolvidable Crucero por el Mediterráneo de 1933[22] y trabajó en la sección de Estudios Medievales bajo la dirección de Claudio Sánchez Albornoz en el Centro de Estudios Históricos[23], hechos que revelan su sólida formación.

Tras su boda con Xavier de Salas, vivió con él 17 años en Londres y siempre le acompañó e impulsó sus iniciativas académicas y culturales. En particular, ha sido el espíritu de su enraizamiento en Trujillo y de la creación de la Fundación Xavier de Salas en el Convento de la Coria, siempre con el objetivo de que esta ciudad se revitalizara y alcanzase el prestigio internacional que merecía.

En este sentido, quiero recordar algunas frases de su magnífico discurso de ingreso en la Real Academia de Extremadura, en el que demuestra conocer el valor que tiene la tradición histórica, como buena conocedora del mundo[24]:

El valor de la Defensa del Patrimonio es algo que nos concierne a quienes amamos Extremadura de una manera muy especial, en la medida en que desde esta región en gran parte se llevó a cabo la empresa americana española. Esta, más que una gesta militar de conquista y dominio, debe considerarse y valorarse como una de las más formidables empresas culturales que Europa ha emprendido, pues es nuestra cultura la que, una vez llevada a cabo la conquista, ha permanecido y ha sido reinterpretada en tantos pueblos hispánicos.

Podemos desde aquí mirar con orgullo a la civilización que nuestros antepasados, muchos de ellos extremeños, hicieron posible y no debemos olvidar que el Patrimonio Histórico-Artístico tan bien representado en esta ciudad es lo que nos queda de aquellos hombres excepcionales y de aquellos tiempos remotos. Los mismos países americanos han sido los primeros en reconocer esta vinculación entre España y América.

 

Al mismo tiempo, sus experiencias le llevan a plantear soluciones entonces futuristas, pero que todavía no ha asimilado de la forma debida nuestra adormecida sociedad:

La Protección del Patrimonio Artístico se presenta como un problema social puesto que concierne a todos…[25] Es importante que la intervención de los ciudadanos consista en algo más que reclamar y exigir del Estado…, pues muy importante es para la Defensa del Patrimonio la intervención del particular y la propiedad privada que ello implica.

Es importante insistir en que a la larga la conservación de un determinado edificio, una vez realizada su restauración, depende en gran medida de que adquiera una función real. La experiencia ha demostrado que un edificio no utilizado está más expuesto al deterioro y en última instancia a la ruina, que un edificio que cumple una tarea en la vida social.

Ciertamente, hay determinados edificios, como iglesias, palacios, castillos, conventos y monasterios que difícilmente pueden permitir otras actividades que las de una institución. Pero no está dicho en ninguna parte que esa institución forzosamente tenga que ser una Institución Estatal.[26]

 

Tras la muerte de su marido, Carmen Ortueta mantuvo su impulso a estas iniciativas durante más de 20 años como Directora de la Fundación Xavier de Salas, además de haber sido cofundadora, Secretaria General y Presidenta (1987-1992) de Hispania Nostra y representante de España en Europa Nostra del Consejo de Europa, Miembro de la Junta Directiva del ICOMOS, del Consejo del Patrimonio Cultural Mundial, y académica numeraria y Tesorera de la Real Academia de Extremadura desde su ingreso en 1982 en esta institución.

En su larga y eficaz vida recibió numerosas distinciones, pues era “una mujer con fuerza y convicción”, en palabras de Alberto Casero. Fue Medalla de Oro de las Bellas Artes, «por su incansable labor en pro de la cultura» en la Fundación Xavier de Salas, la primera otorgada a una personalidad relacionada con la conservación del Patrimonio Histórico-Artístico, y también recibió la medalla de Europa Nostra, distinción que esta institución concede a defensores de la cultura en Europa.

 

El enraizamiento en Trujillo

En la vida de éxito, académico y social, en España y en el extranjero, de Xavier de Salas destaca y hasta puede sorprender la atracción que sintió por Extremadura[27], de la que participaba toda su familia. Ese amor por estas tierras, entonces en una dura situación, le llevó a desarrollar una intensa actividad, como él mismo contaba y como corroboran sus obras, facta, non verba:

Nada personal ni familiar nos ligaba a Extremadura cuando hace unos doce años (1967), mi mujer y yo llegamos a ella. Nadie hubiera podido predecir los resultados de aquella Semana Santa de Pascualete, y de aquellas visitas a Trujillo, en días grises y lloviznantes. No podíamos imaginar que de aquella visita surgiera, -como el amor se da, súbitamente, como dicen, por un flechazo- nuestro asentamiento en Trujillo[28]. Trujillo él veía como plaza fuerte de la Corona de Castilla, erguida en la frontera frente a los reinos musulmanes y al de Portugal, cuyo castillo todavía en pie, domina la dilatada llanura mostrando su fortaleza y la de la villa murada que se asienta a sus pies. Trujillo, que quedó estrechamente ligado por sus hijos a la Historia de América[29].

 

No quiero racionalizar esos sentimientos por Trujillo y Extremadura, que casi parecen una expansión lírica, pero que en realidad reflejan cómo su fina sensibilidad artística cultivada desde su niñez y su humanismo le permitieron descubrir el tesoro que era esta ciudad, entonces todavía abandonada y decadente, que casi parecía condenada hacia su ruina en la grave crisis demográfica, económica y social de la época, aunque la labor de Xavier de Salas y de Carmen Ortueta contribuyeron a paliar, suerte que no han tenido otras poblaciones de lo que hoy se denomina la España despoblada.

Luis Díaz del Corral recordaba en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cómo “quienes conocíamos los gustos del matrimonio Salas tan íntimamente unido también por lo que se refiere a la amistad, nos preguntábamos cómo podía haberse entusiasmado durante los últimos tiempos con una ciudad ruda como Trujillo, en medio de un paisaje tan agreste. Tenían además que superar obstáculos y remoras naturales en una población de mentalidad tan tradicional, como la extremeña; pero los logros del amoroso tesón puesto en la empresa se evidenciaban… Las iglesias, los palacios, las casas, las calles de Trujillo eran distintas de las que habíamos visto en viajes anteriores. El arreglo, la pulcritud, el embellecimiento se detentaba por doquier…”

Fig 2. Ruinas del convento de la Coria

La inteligencia y la finura de espíritu había logrado revitalizar la joya que es Trujillo para la Historia y la Cultura mundial. Era un verdadero triunfo del espíritu sobre las circunstancias. Don Xavier de Salas y Doña Carmen Ortueta se afincaron en Trujillo. El afán que les debió mover no podía ser disfrutar de la ciudad, entonces no tan agradable como ahora, sino intentar recuperar todos sus valores, para sus habitantes y para todo el mundo. Al servicio de esta idea pusieron su inteligencia y su finura de espíritu, su amplia formación y su experiencia de mundo, pero también sus relaciones sociales y sus medios económicos, a los que añadían las subvenciones que, con su esfuerzo, supieron obtener de la Administración y de fundaciones internacionales, como la Kress Foundation y la Word Monument Found de Estados Unidos y otras del programa Interreg II de la Unión Europea en colaboración con Hispania Nostra.

Fig 3. Claustro del convento de la Coria, antes y después de su restauración

Para entender lo que puede considerarse como un auténtico milagro, parece oportuno recoger las palabras del Marqués de Sieteiglesias en su discurso de contestación a Dña. Carmen Ortueta de Salas en su de ingreso a la Real Academia de Extremadura, en el que señala los “tres actos trascendentales para la cultura extremeña en los cuales tuvo Xavier de Salas una enorme participación”[30]:

  • La creación de la Asociación de Amigos de Trujillo
  • La fundación de la Real Academia de Extremadura
  • La institución de la Fundación Xavier de Salas en el Convento de La Coria

 

La Asociación Amigos de Trujillo, de la que D. Xavier fue Vicepresidente y Dña. Carmen Secretaria, la fundaron con un selecto grupo de amigos para impulsar la conservación del importante patrimonio monumental de la ciudad, entonces en grave peligro[31].

La idea le surgió al visitar por primera vez Trujillo invitados por los Condes de Romanones, Don Luis de Figueroa y Doña Aline Griffith, a su finca Pascualete en la Semana Santa de 1969[32]. Don Xavier recordaba que “al recorrer la Villa conducidos por la Condesa, hasta tal punto nos contagió su entusiasmo, que en ese mismo paseo decidimos afincarnos y vivir aquí. Aquella misma noche, en la sobremesa, surgió la idea de la Asociación«[33]. Era el principio de su larga y fecunda aventura vital en Trujillo.

Los estatutos aprobados en 1971 buscaban atraer a las personas que desearan evitar el estado de ruina en que había caído una parte importante de la ciudad. El Artículo 1 indica que su finalidad era estimular el interés por la ciudad de Trujillo y propagando su rango artístico e histórico y conseguir el apoyo material y moral para conservar y restaurar el conjunto arquitectónico de la ciudad[34].

En esta línea de actuación, el matrimonio Salas adquirió en 1969 las ruinas del Convento de San Francisco el Real de la Puerta de Coria, fundado en el siglo XV, e iniciaron su restauración y puesta en valor[35], que se convirtió en la gran empresa de su vida. Pero a través de la Asociación también se impulsó la instalación del Parador Nacional de Trujillo y se salvaron más de 10 casas solariegas y otros diversos edificios de la ciudad.

En esta empresa, el aspecto esencial fue relanzar la imagen de Trujillo al exterior como un gran objetivo turístico, capaz de atraer congresos y alcanzar renombre internacional. El objetivo se ha cumplido. Como señala Mª del Mar Lozano Bartolozzi[36], “influyó en ello la mentalidad de un hombre muy refinado social e intelectualmente como era Xavier de Salas”, que, además, tenía una amplia experiencia del mundo. La misión quedó cumplida, aunque la revalorización de Trujillo, que ya se ha logrado, tiene todavía un aspecto esencial que corre un grave riesgo: su paisaje singular, como señalaba Don Xavier: “Los ‘Amigos de Trujillo’ fuimos inicialmente un grupo de personas caídas bajo eI encanto de esta ciudad de áspera grandeza que es Trujillo, como también bajo el encanto de esta dilatada llanura que podemos atisbar desde cualquier punto de esta ciudad, encaramada sobre ella[37], por lo que se pueden parafrasear las palabras de Miguel de Oriol, cuando señala que hay que salvar “Su silueta característica que aparece recortada en la altura contra el cielo, desde cualquier punto que uno se acerque”…[38]

 

La Academia de Extremadura de las Letras y las Artes

Xavier de Salas también fue uno de los fundadores e impulsores de la Real Academia de Extremadura. Después de numerosas iniciativas que no alcanzaron el objetivo, el 29 de diciembre de 1979, Xavier de Salas y su mujer, Carmen Ortueta, reunieron en su domicilio de Trujillo a diversas personalidades extremeñas interesadas en la idea, entre ellos Antonio Vargas-Zúñiga, Académico Numerario de la RAH y Antonio Hernández Gil, Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación[39]. Esa reunión permitió materializar una antigua aspiración, defendida desde 1948 y repetidamente reclamada en los Congresos de Estudios Extremeños.

Antonio Vargas-Zúñiga y Montero de Espinosa, Académico Numerario de la Real Academia de la Historia; Antonio Hernández Gil, Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación; Xavier de Salas y Bosch, Académico Numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; Manuel Terrón Albarrán, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia por Badajoz, y Antonio Rubio Rojas, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia por Cáceres, firmaron el Acta de Fundación de la Academia[40] e integraron la comisión gestora en presencia de los Presidentes de las Diputaciones Provinciales de Badajoz y de Cáceres y de los Presidentes de las Instituciones «Pedro de Valencia» y «El Brocense», además de contar con la adhesión explícita de Luis Ramallo García, Presidente de la Junta Regional Preautonómica de Extremadura.

La denominación propuesta fue de Academia de Extremadura de las Letras y las Artes con un ámbito territorial que comprendía toda la región y con su sede “en Trujillo, Ciudad Monumental que resume el acervo de cuantos valores históricos y artísticos que encierra la región extremeña y que aglutina su vocación hacia los pueblos de América, a los que la Academia, pulsando el hondo sentir de Extremadura, dedicará singular atención”, como expresa el Acta de Fundación, firmada “en la Ciudad de Trujillo, el día veintinueve de diciembre de 1979”. En la primera junta pública y solemne, celebrada en diciembre de 1980, Don Xavier de Salas leyó su discurso de ingreso sobre Las artes en Extremadura y la misión de la Academia[41].

Hubo otras muchas iniciativas de Xavier de Salas para impulsar Trujillo como una ciudad excepcional en el rico Patrimonio Histórico-Artístico de España. Para ello invitaba a sus amplias relaciones sociales y organizaba reuniones y congresos. Don Xavier participó activamente en los Congresos de Estudios Extremeños y como Presidente del comité Español de Historia del Arte organizó en Trujillo el I Congreso Nacional de Historia del Arte en 1977[42], que reunió a los principales especialistas en esta ciudad, para dar a conocer a todos su patrimonio.

Otra importante iniciativa suya en Extremadura fue la organización del Premio Cáceres para artistas plásticos, patrocinado por la Diputación Provincial, pues, además, a sus amplios conocimientos de la Historia del Arte, unía un profundo interés por el Arte Contemporáneo y las vanguardias.

 

La Fundación Xavier de Salas en el Convento de La Coria

La tercera de las grandes iniciativas en pro de Trujillo y de Extremadura es la Fundación Xavier de Salas, en el Convento trujillano de La Coria[43].

A fin de dar continuidad hacia el futuro al impulso dado, con gran altura de miras, a la Ciudad de Trujillo y a todo lo que ésta simboliza y para contribuir al desarrollo cultural y social de Extremadura e Iberoamérica, Xavier de Salas y su mujer, Carmen Ortueta, quisieron hacer una aportación permanente a la ciudad que estuviera a la altura de su significación histórica. Con este objetivo y basándose en su amplia experiencia, surgió en 1981 la idea de crear una fundación y ubicar su sede en el Convento de La Coria, en el barrio antiguo de la ciudad: la Fundación Xavier de Salas.

No es necesario recordar aquí que el llamado Convento de la Coria es un excepcional edificio de Trujillo[44]. El antiguo convento de clarisas de San Francisco el Real, conocido popularmente como La Coria por estar cerca de la puerta de Coria, fue fundado en la segunda mitad del siglo XV, aunque su patio y su iglesia gótica se erigen a inicios del siglo XVI. Tras sucesivas reformas, que refleja su compleja planta, se mantuvo hasta su decadencia en el siglo XVIII y su devastación en la ocupación francesa, pero quedó definitivamente abandonado tras la Desamortización en 1836, que expulsó a las religiosas del edificio.

El convento, al quedar abandonado, sufrió una progresiva ruina y era una viva imagen de la monumental degradación de esta bella la ciudad (fig. 2), cuando Xavier de Salas y Carmen Ortueta, con su fina intuición y su visión de futuro, lo adquirieron en 1969, en un acto que entonces pudiera considerarse quijotesco[45]. Tras un lento y costoso proceso de restauración[46], culminado en 1981, un año antes de fallecer Don Xavier, el edificio, ya recuperado y que parecía renacido (fig. 3,A-B), fue donado para sede de la Fundación Xavier de Salas[47]. En el noble edificio de La Coria pasó a desarrollar la Fundación sus múltiples actividades, a la vez que se daba vida a un gran monumento, que, de otro modo, estaría abocado inexorablemente a la ruina. Esta forma de actuar resulta muy poco frecuente en España, frente a lo que ocurre en los países de nuestro entorno, donde la sociedad civil toma la iniciativa, sin depender siempre de las instancias políticas. En una palabra, fue una idea genial y una empresa ejemplar.

La Fundación Xavier de Salas es la culminación de la intensa actividad desarrollada en Trujillo desde 1969 por la fina sensibilidad e intuición del matrimonio Xavier de Salas y Carmen Ortueta, como describe su hijo y continuador, el Prof. Jaime de Salas Ortueta: “Puso al servicio de las obras de restauración tanto su conocimiento de la historia del arte como su aquilatada sensibilidad… A ello puede añadir su propio interés por los jardines y la agricultura y su amor por la artesanía y antigüedades[48].

A la Fundación dedicó Xavier de Salas los últimos años de su vida, siempre junto a su esposa y con el asentimiento de toda la familia. Gracias a ella su impagable labor ha sido continuada por su admirable esposa, Doña Carmen Ortueta y, actualmente, por su hijo, Don Jaime de Salas Ortueta.

Después de más de treinta años, la Fundación prosigue hoy su trabajo. Sus objetivos iniciales de protección e impulso del Patrimonio Histórico-Artístico se han ampliado a nuevos horizontes: la actividad emprendedora, la cooperación al desarrollo, la defensa del medio ambiente y del paisaje, la potenciación de nuevos investigadores, el fomento de actividades artísticas y culturales y la investigación histórica, antropológica y musical para que Trujillo sea un centro cultural de excelencia a nivel internacional. Todos esos programas se coordinan y desarrollan desde el Convento de La Coria, cuya Fundación, además, pone sus instalaciones y estructura a disposición de instituciones, fundaciones, asociaciones, empresas y grupos particulares que quieran realizar actividades académicas, culturales y sociales.

Fig 4. I Coloquios Históricos de Extremadura, celebrado en la Fundación Xavier de Salas en 1984

Antes de finalizar este ensayo, parece oportuno hacer tres breves comentarios. Uno, es reconocer las múltiples actividades que, año tras año, realiza la Fundación Xavier de Salas, entre las que hay que destacar la colaboración desde 1984 a 2019 con estos Coloquios Históricos de Extremadura (fig. 4) y con otras instituciones, como la Universidad de Charleston, desde 1996, que ha permitido una creciente confraternización entre los estudiantes americanos y las familias que los acogen en Trujillo, además de llevar a cabo numerosas actividades rutinarias, entra las que se puede hacer referencia a las realizadas en el pasado año 2018, actividades que prosiguen en este año 2019, para lo que basta examinar la página web[49].

El segundo comentario es, más bien, una llamada de atención sobre el papel de revulsivo cultural de la actividad que desarrolla la Fundación Xavier de Salas. Trujillo, -y toda Extremadura-, se considera que es la tierra de los conquistadores. Pero muchas veces se olvida que también ha sido cuna y sede de importantes figuras intelectuales. Este desarrollo cultural explica la trascendencia que ha tenido en la Historia la colonización hispana en América. Basta recordar cómo los españoles llevaron allí importantes avances de su época, como hospitales (1503)[50], imprentas (1524)[51], música de órgano (1530)[52], acuñación de moneda (1535)[53], que pasó a ser la primera moneda de circulación universal[54], universidades (1538)[55], bibliotecas públicas, como la Biblioteca Palafoxina (1646)[56], academias, como la Real Academia de las Bellas Artes de San Carlos, en México (1781)[57], la primera expedición para vacunar a la población (1804)[58], etc., sin olvidar la organización municipal y jurídica, la introducción de una nueva economía y de animales domésticos que aportaban proteínas y fuerza de trabajo[59], expediciones científicas[60] y arqueológicas[61], etc., innovaciones esenciales en el mundo actual que llegaron a la América Hispana antes que a muchas ciudades europeas contemporáneas y, por supuesto, antes que a Estados Unidos. Esta experiencia debe animar a que, una vez que prácticamente se ha salvado el casco histórico y se ha revitalizado la ciudad con el turismo, se debe proseguir en la misma línea, pues hay que proseguir en la apuesta hacia el futuro, para que Trujillo vuelva a ser una ciudad capaz de desarrollar nuevas ideas, como las que se fomentan desde la Fundación, con el objetivo de seguir aportando al mundo global, gracias al impulso del conocimiento y de la inteligencia basados en una formación de excelencia.

Y el último comentario es un acto de justicia, acorde con la conocido sentencia latina suum quique tribuere. No se puede terminar este breve análisis sin agradecer, en nombre de nuestra sociedad, de nuestra cultura y de nuestras instituciones, la labor eficaz y entrañable de la Fundación Xavier de Salas en esta Ciudad de Trujillo, agradecimiento tanto mayor al haber sido concebida al servicio de la sociedad, como evidencian los hechos.

Somos ciudadanos del siglo XXI y debemos reconocer la ejemplaridad de esta empresa, tan útil para Trujillo y para todos, surgida de un ciudadano particular. Por ello, debe ser elogiada, agradecida, premiada y apoyada y debemos expresar nuestra admiración por esta obra, que ha cristalizado en la Fundación Xavier de Salas.

Como conclusión de todo lo visto, el Director del Museo del Prado, Xavier de Salas, debe ser considerado una gran personalidad en la historia de Trujillo del siglo XX. De refinado espíritu y gran sentido de servicio a la sociedad, puso sus elevadas ideas y su visión de futuro al servicio de la Cultura y del Patrimonio de esta noble ciudad de Trujillo, y, a través de ella, de Extremadura, de España, de Iberoamérica y de todo nuestro actual mundo global. Por ello esta merecida Laudatio es un homenaje personal, pero que hay que considerar colectivo, a su ejemplar labor. En el mismo sentido, hay que expresar nuestros mejores augurios a la Fundación Xavier de Salas y, al mismo tiempo, tener presente que el mejor homenaje de todos a la memoria de su fundador debe ser colaborar e impulsar ese legado, para que sea cada vez más útil a Trujillo, a las queridas tierras de Extremadura y al mundo americano a ellas unidas en nuestro mundo global. Como reza otra conocida frase latina, Vivat, crescat, floreat.

 

Notas

[1] S. Andrés Ordax, “Xavier de Salas y la Historia del Arte”, Memorias de la Real Academia de Extremadura, I, 1983, p. 107-127; M. Águeda Aguilar, ed., Estudios. Xavier de Salas. Cáceres. Universidad de Extremadura, 2010; AA. VV., Xavier de Salas. Forma y sensibilidad (Kalías. Revista de Arte. IVAM. Centre Julio González), Valencia, 1997; Mª P. García Sepúlveda, “Salas y Bosch, Xavier de”, Diccionario Biográfico Español, 45, Madrid, 2013, p. 165; “Salas Bosch, Xavier de”, Enciclopedia del Museo del Prado, https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/salas-bosch-xavier-de/7cb64ecf-2926-49c7-9d80-338bcea6735e (consultado 2019.9.25).
[2]Bosch y Barrau, Pablo”, Enciclopedia del Museo del Prado, 1, Madrid, 2006, p. 236, 537 s.
[3] Catálogo provisional de las obras de arte legadas al Museo del Prado por D. Pablo Bosch, Madrid, 1916.
[4] “Antonio de la Torre y del Cerro”, Gran enciclopedia catalana, Barcelona https://www.enciclopedia.cat/EC-GEC-0066620.xml (consultado 2019.9.25).

[5] J. M. Sánchez Ron, ed., 1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas 80 años después, Madrid, CSIC., 1988; E. Caballero Garrido, ed., La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas: historia de sus centros y protagonistas (1907-1939), Madrid, Siglo XXI, 2010.

[6] E. H. Gombrich «Obituary of Julius von Schlosser», Burlington Magazine, 74, 1939, p. 98; M. Haja, «Schlosser Julius Alwin von», Österreichisches Biographisches Lexikon 1815–1950, 10, Vienna, 1994, p. 218.

[7] H. Ladendorf y H. Brinckmann, eds., Prof. Dr. Dr. h. c. A. E. Brinckmann. Verzeichnis der Schriften. Köln, 1961; S. Arend, “Albert Erich Brinckmann (1881–1958)”, Kunstgeschichte an den Universitäten im Nationalsozialismus (Kunst und Politik,  5), Göttingen, 2003, p. 123–142.

[8] G. Bazin, Histoire de l’histoire de l’art. De Vasari à nos jours, Paris, 1986 p. 443; “José Gudiol Ricart”, Archivo Español de Arte 58, 1985, p. 466-467; A. López-Yarto, “Los autores del Catálogo Monumental de España”, El Catálogo Monumental de España (1900-1961). Investigación, restauración y difusión, Madrid, 2012, p. 45.

[9] E. Jardí, Puig i Cadafalch. Arquitecte, polític i historiador de l’art, Barcelona, Editorial Ariel, 1975; J. Bassegoda, “Puig y Cadafalch, José”, Diccionario Biográfico Español, 42, Madrid, 2013, p. 410-414.

[10] M. Cabañas Bravo, “Elías Tormo y Monzó”, El laboratorio de España. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1907-1939, Madrid, 2007, p. 566-367; Mª del M. del Pozo Andrés, “Tormo y Monzó, Elías”, Diccionario Biográfico Español, 48, Madrid, 2013, p. 77-79.

[11] E. Gómez Moreno, Manuel Gómez Moreno Martínez, Madrid, 1995; M. Almagro-Gorbea, “Manuel Gómez Moreno y Martínez (1935-1956), El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1999, p. 156-158.

[12] E. Lafuente Ferrari, “Don Francisco Javier Sánchez Cantón, in memoriam”, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 33, 1971, p. 5-22; J. M. Pita Andrade, “Sánchez Cantón, Francisco Javier”, Enciclopedia del Museo del Prado, Madrid.

[13] M. Sáez González, “Sobre la procedencia del Cristo muerto de Antonello da Messina”, Boletín del Museo del Prado, 27, 2009, p. 26-32.

[14] X. de salas, «Sobre las pequeñas estatuas de Pandora y Epimeteo, por El Greco», Archivo Español de Arte, 37, 1964, p. 75-76; R. Copel, Museo del Prado. Catálogo de la escultura de época moderna (siglos XVI-XVIII), Madrid, 1998, p. 62-63; L. Ruiz Gómez, Catálogo razonado de El Greco en el Museo del Prado, Madrid, 2007, p. 224-231; L. Ruiz, El Greco. Guía de sala, Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2011, p. 54.

[15] X de Salas, Miguel Ángel y El Greco (Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), Madrid, 1967.

[16] X. de Salas, “Museo e investigación”, Arte Español, 2, 1968-1969, p. 128-137.

[17] X. de Salas, “Damià Forment i el monestir de Poblet”, Estudis Universitaris Catalans, XIII, 1928, p. 454-455; Id., “Escultores renacientes en el Levante español«, Anales y Boletín de los Museos de Arte de Barcelona, I,1, p. 79-92, I,2, p. 35-87 y I,3, p. 93-118, 1941-1943.

[18] X. de Salas, ed., Marcos Antonio de Orellana, Biografía pictórica valentina o Vida de los pintores, arquitectos y grabadores valencianos (Fuentes Literarias para la Historia del Arte Español), Madrid, 1930 (reed. Valencia, 1967).

[19] Véase S. Andrés Ordax, 1983, p. 114-127 y “Bibliografía de Xavier de Salas”, en Águeda Aguilar, ed., 2010, p. 491-509.

[20] X. de SalasEl Bosco en la literatura española, Barcelona, 1943.

[21] M. Gracia Rivas, “In memoriam Carmen Ortueta de Salas”, Ars et sapientia. Revista de la Asociación de Amigos de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, 38, 2012, pp. 27-31; J. A. Ramos Rubio, “Carmen Ortueta de Salas”, Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, 20, 2012, pp. 7-10.

[22] F. Gracia Alonso, J. M. Fullola Pericot, El sueño de una generación. El crucero universitario por el Mediterráneo de 1933, Barcelona, 2006.

[23] J. Mª López Sánchez, Las Ciencias Sociales en la Edad de Plata española. El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936 (Tesis Doctoral de la Universidad Complutense de Madrid), Madrid, 2003; id., Heterodoxos españoles. El Centro de Estudios Históricos. 1910-1936, Madrid, 2006; F. Abad, “El Centro de Estudios Históricos de la Junta para Ampliación de Estudios (1907-1938)”, Cauce, 30, 2007, p. 7-39.

[24] C. Ortueta de Salas, La Protección del Patrimonio Histórico en Extremadura, Discurso de la Académica Electa Excma. Sra. D.ª Carmen Ortueta de Salas… y contestación del Excmo. Sr. D. Antonio de Vargas Zúñiga y Montero de Espinosa, Marqués de Sieteiglesias, Trujillo, Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, 1983 (1985).

[25] C. Ortueta de salas, 1985, p. 12.

[26] C. Ortueta de salas, 1985, p. 15-16.

[27] Mª del Mar Lozano Bertolocci, “Don Xavier de Salas y Trujillo, la huella de una aquilatada sensibilidad”, en Águeda Aguilar, ed., 2010, p. 17-37.

[28] X. de Salas, “Las artes en Extremadura y la misión de la Academia”, Memoria de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, I, 1983, p. 1983, p. 48.

[29] X. de Salas, 1983, p. 54.

[30] A. Vargas Zúñiga y Montero de Espinosa, “Contestación del Excmo. Sr. Antonio de Vargas Zúñiga y Montero de Espinosa, Marqués de Sieteiglesias”, en C. Ortueta de Salas, 1985, p. 43.

[31] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, “Don Xavier de Salas y Trujillo. La huella de una aquilatada sensibilidad”, en M. Águeda Vilar, ed., Xavier de Salas, Estudios, p. 18-27.

[32] A. Griffith (Condesa de Romanones), La Historia de Pascualete, Madrid, 1964.

[33] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 18.

[34] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 19.

[35] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 21.

[36] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 27.

[37] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 25.

[38] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 25.

[39] s.a., “La Real Academia de Extremadura de las Letras y Las Artes. Antecedentes”, Memoria de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, I, 1983, p. 1983, p. 13-27.

[40] Ibidem, p. 15-17.

[41] Memoria de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, I, 1983, p. 31-45.

[42] Primer Congreso Español de Historia del Arte. Trujillo, 10-12 de junio de 1977, Editorial Atrio, Granada, 1977.

[43] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 27-32.

[44] S. Andrés Ordax y F. J. Pizarro Gómez, El patrimonio artístico de Trujillo (Extremadura), Trujillo, 1987, p. 81 s.; J. L. Díaz, “Convento de La Coria en Trujillo”, https://arteenruinas.com/convento-la-coria-trujillo/ (consultado 25.9.2019).

[45] Mi experiencia personal me permite recordar cómo mi padre, Martín Almagro Basch, también actuó de forma que puede considerarse quijotesca y hasta cierto punto visionaria cuando compró en Albarracín una casa hidalga, prácticamente en ruinas, que vendían para sacar de ella sus maderas y sus vigas antes de dejar que se cayera. Gracias a ello hoy sigue siendo una de las más características casas hidalgas de esa ciudad, entonces condenada a la decadencia, como ya había pasado con otros edificios, arruinados y hundidos. En aquellos años se subía el agua para la obra en burros desde el río, a 60 m de profundidad, y casi no había comida para quien llegaba, pues era una economía cerrada de autoconsumo. Sin embargo, sin aquellos esfuerzos en duras circunstancias, es difícil asegurar que hoy pudieran disfrutar Albarracín y de Trujillo tantas gentes como actualmente visitan y gozan estas ciudades.

[46] http://www.fundacionxavierdesalas.com/es/HISTORIA/ (consultado 2019.8.3); https://www.google.com/search?q=restauraci%C3%B3n+del+Convento+de+La+Coria&safe=active&rlz=1C2CAFB_enES704ES704&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwi5592LhufjAhWR3eAKHS25CMwQ_AUIESgB&cshid=1564847213235214&biw=2048&bih=941 (consultado 2019.8.3)

[47] La Fundación está reconocida en el Registro de Fundaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte como institución benéfico-docente de carácter privado y con personalidad jurídica propia y está inscrita en el Registro de Organizaciones no Gubernamentales de Desarrollo de Extremadura y es miembro de la Asociación Extremeña de Fundaciones y de la Asociación Española de Fundaciones.

[48] Mª del M. Lozano Bertolocci, “Don Xavier de Salas y Trujillo, la huella de una aquilatada sensibilidad”, en M. Águeda Aguilar, ed., Estudios. Xavier de Salas. Cáceres, Universidad de Extremadura, 2010, p. 29.

[49] 1. Grupo de estudios de etnología americana. 2. Conversaciones académicas hispano-alemanas. 3. Colaboración con la universidad de Extremadura. programa economía, empresa y futuro. 4. Programa de cooperación para el desarrollo de la artesanía iberoamericana (COIBART). 5. Programa de medio ambiente. 6. Seminario permanente sobre paisaje y territorio. 7. Promúsica (Festival de Música Ciudad de Trujillo). 8. Colaboración con el Charleston College. 9. Colaboración con el Ayuntamiento de Trujillo. 10. Revista digital de difusión de recursos y actividades culturales. 11. La Coria: lugar de encuentro cultural en Trujillo. 12. Ediciones “La Coria” y publicaciones relativas a las actividades desarrolladas. 13. Museo didáctico. 14. Biblioteca (http://www.fundacionxavierdesalas.com/es/PORTADA/; consultado 25.9.2019).

[50] J. J. Muñoz Delgado, El primer hospital de América y otros relatos médicos, Bogotá, 1995; F. Aguirre Medrano, Historia de los hospitales coloniales de Hispanoamérica, México, 1999.

[51] J. T. Medina y Zabala, Historia de la imprenta en los antiguos dominios españoles de América y Oceanía, 1-2, Santiago de Chile, 1958; Mª del P. Cuesta Domingo, “Imprenta, bibliotecas y universidades en la América del siglo XVI”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., Itinerario de Hernán Cortés (catálogo de exposición), Madrid, 2015, p. 313-321.

[52] J. A. Guzmán Bravo, “Los primeros órganos tubulares en México”, Anuario Musical, 70, 2015, p. 43-62.

[53] J. Torres, “La implantación de la moneda en América”, Revista de Filología Románica, 11-12, 1994-1995, p. 115-130; G. Anes y G. Céspedes del Castillo, Las casas de moneda en los reinos de Indias, I-II, Madrid, 1996-1997; A. Canto, “La primera moneda de circulación global”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2015, p. 303-305

[54] G. Céspedes del Castillo, “El real de a ocho, la primera moneda universal”, XIII Congreso Internacional de Numismática. Madrid, 2003, Madrid, 2005, p. 1751-1760; A. Canto, “La primera moneda de circulación global”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2015, p. 303-305; C. Martínez Shaw, “México y el comercio mundial, entre Atlántico y Pacífico”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2015, p. 295-301.

[55] M. de Solía y Haro, La primera universidad de América. Orígenes de la antigua Real y Pontificia Universidad de México, México, 1940; Mª del P. Cuesta Domingo, 2015.

[56]  P. A. Palou, Breve noticia histórica de la Biblioteca Palafoxiana y de su fundador Juan de Palafox y Mendoza y los colegios de S. Juan, S. Pedro y S. Pantaleón, México, Secretaría de Cultura, 2002; Mª del P. Cuesta Domingo, 2015.

[57] Estatutos de la Real Academia de San Carlos de Nueva España, México, 1785; La Academia de San Carlos de la Nueva España. La Academia de 1792 a 1810, México, Secretaría de Educación Pública, 1976; E. Fuentes Rojas, La Academia de San Carlos y los Constructores del Neoclasicismo, México, 2002; E. Báez Macías, “La Real Academia de las Bellas Artes de San Carlos de la Nueva España”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2005, p. 339-341.

[58] A. E. Fernández, La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Doscientos años de lucha contra la viruela, Madrid, 2004.

[59] J. L. de Rojas, “Una nueva economía”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2015, p. 283-285.

[60] F. J. Puerto Sarmiento, “Estudios y expediciones científicas”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2005, p. 329-337.

[61] J. Alcina, Arqueólogos y Anticuarios. Historia antigua de la arqueología en la América española, Barcelona, 1995; J. Maier, “Expediciones en el siglo XVIII a las ruinas de Palenque, la Pompeya americana”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2005, p. 341-347.

 

Oct 302019
 

Provisional.

Antonio Cantero Muñoz.

Resumen.

            Se pretende analizar como fue la realidad cotidiana del movimiento cofrade en Trujillo en la segunda mitad de Siglo XIX, articulado a través de las Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y la de Nuestra Señora de la Soledad. Se analiza los estatutos de la Cofradía de la Soledad, así como las relaciones entre ambas entidades, cuya regla general era la mutua colaboración, aunque a veces surgían conflictos. Por último, se pondrá en valor un aspecto poco conocido de la Semana Santa de Trujillo, como son las representaciones de la Pasión y presencia de figuras bíblicas en los desfiles procesionales.

INTRODUCCIÓN

            El movimiento cofrade en Trujillo durante la segunda mitad del Siglo XIX[1], se articula en torno a la Cofradía de Jesús Nazareno, con reglas aprobadas por el obispado el 1 de noviembre de 1845, así como Nuestra Señora de la Soledad el 17 de abril de 1847.

            Sin embargo, su estatuto jurídico adolecía de un grave defecto, que era el que no lo estuviera por la autoridad civil, conforme a la normativa dictada durante el reinado de Carlos III y años posteriores, lo que significada que no eran personas jurídicas legalmente constituidas con plenitud de derechos. Lo dicho, queda reflejado en oficio remitido el 27 de enero 1849 desde el Gobierno Civil al Vicario Eclesiástico de Trujillo[2]. La autoridad eclesiástica formuló, el mismo alegato que a lo largo de la historia se ha hecho sobre este particular, que se utilizaba al no poder acreditar tener reglas aprobadas por autoridad civil[3]: que con la invasión napoleónica dicha documentación desapareció con lo que no se podría acreditar la sanción real de las cofradías[4].

LA COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESUS NAZARENO

            Durante la segunda mitad Siglo XIX era la cofradía más importante de Trujillo, realizando estación de penitencia el Miércoles Santo, con sede en la Iglesia de San Lorenzo o Ermita de Jesús[5].

            La documentación conservada en el Archivo Parroquial de Trujillo[6], aporta una rica información sobre su devenir histórico en la segunda mitad del siglo XIX. Se puede afirmar sin ningún género de dudas, que sería un periodo histórico de estabilidad sin ningún sobresalto a destacar, caracterizado por disfrutar la hermandad de vitalidad y pujanza[7].

            Las actas reflejan total normalidad en el cumplimiento de sus estatutos, en cuanto a nombramiento de cargos directivos y gestión económica de la cofradía, cuyos recursos provenían en exclusiva de las limosnas que se recogían, en razón del arraigo de la devoción al Nazareno, en todos los sectores sociales de Trujillo.

            Vamos a aportar por razón de espacio, solo algunos datos que consideramos más relevantes. Aunque los estatutos solo distinguían entre los hermanos de luz y los de paso, del examen de las actas aparece la figura del hermano honorífico, que correspondía a personas a quienes se les reconocía los servicios que le habían prestado. Como botón de muestra, sería el caso del vicario eclesiástico y hermano de luz don Gregorio Ildefonso Cidoncha, conforme recoge la junta de 2 febrero 1849[8], donde manifiesto el clérigo que en razón de “sus muchas y perentorias ocupaciones de que constantemente se ve rodeado, no le es posible asistir a las juntas y demás cargos que ocurren a la Cofradía, y por lo tanto suplicaba a los Sres concurrentes, se le conceptuase solo como hermano adonoren, sin perjuicio de que como Juez Ecco contribuiría a todo cuanto este a su alcance al esplendor y brillo de la Cofradía”.

            Debido a que la Cofradía de la Piedad, desde el 7 de enero de 1848, estaba agregada a la del Nazareno, existen varios acuerdos sobre esta imagen mariana. Así, la junta de 27 de enero de 1850, acordó celebrar en su honor misa solemne y procesión el domingo más próximo al 15 de agosto y procesión[9]. La de 9 de abril de 1876 que “atendiendo a los beneficios que produce a la Cofradía de Ntro Padre Jesús la agregación de la de Ntra Sra de la Piedad, se acordó que en obsequio y culto de la Virgen, se haga una fiesta el Domingo siguiente al día de la Asunción de Ntra Sera, que es el quince de Agosto”.

            El 12 agosto 1877, por unanimidad que se hiciera la función a la Piedad en la forma siguiente: “Que el Domingo próximo diez y nueve del corriente se tubiese una fiesta con su misa cantada con diáconos, y sermón a las nueve de la mañana, y por la tarde a las seis procesión, dando la vuelta al Paseo rezando antes el Santísimo Rosario, y después se cantase el Magnificat”.

            Un papel que siempre han jugado las cofradías, ha sido el de actuar de mutuas de protección social, sobre todo en momentos históricos en los que el auxilio a los más necesitados no estaba a cargo de la Administración Pública como ocurre en la actualidad. Los estatutos de 1848 en sus artículos 11 y 12, así como del 15 al 18 regulaba el tema de las misas ofrecidas por el alma de los cofrades difuntos.

            Sin embargo el acta de 14 de septiembre de 1881 nos hace saber que en atención a los pocos recursos que por entonces contaba la hermanda “por las vicisitudes de los tiempos”, al no poder cumplir las cargas de los hermanos fallecidos en los términos de los citados artículos, se dispuso que se celebre un novenario de misas en beneficio de todos los hermanos difuntos, con misa de Réquiem el último día, avisando a todos los cofrades para que concurran a dicho acto.

            En la junta de 18 de febrero 1883, se propuso que ya que se decían en San Lorenzo oficios de difuntos a los hermanos que fallecían, comprar un paño negro con las iniciales de la cofradía, que ponerlo sobre una mesa cubierta con cuatro velas.

            Un aspecto que siempre ha cuidado esta cofradía, ha sido la conservación de su patrimonio. En la junta de 14 de septiembre de 1876, se hizo presente que el estandarte negro se hallaba en mal estado, como las dos cruces de lata, y otra de los bordones, se acordó hacer nuevas cruces y comprar tela para el estandarte que se haría nuevo. Adquirir tela para poner unas cortinas en los altares colaterales para cubrir las imágenes, evitando de esta forma “que el polvo las perjudique”. En vista de la poca luz que tenía la Sacristía, se acordó realizar algunas obras[10].

            La de 14 de octubre de 1876, por Antonio Palacios se hizo presente que existían en la cofradía algunos efectos que habían pertenecido al Convento de la Encarnación, que los tenía en su poder, entre los que se encontraban faroles que usaba el Huerto y el Santo Sepulcro, queriendo dejar constancia para evitar problemas[11].

            En la junta de 20 noviembre 1881, se hicieron propuestas para conservar el patrimonio cofrade[12]. En la de 14 de septiembre 1882, se decidió hacer tres banquillos para poner las imágenes el Miércoles Santo y cuando sea necesario. Más relevante fue la del 18 de marzo de 1883, con los siguientes acuerdos: Adquirir un vestido nuevo a San Juan, pedir a doña Paz Orellana, se hiciera cargo de su abono, aprovechando la ocasión para darle las gracias por el vestido nuevo que regaló a Nuestra Señora de la Soledad. Que se retocase el rostro de Nuestra Señora de la Soledad. Recorrer los tejados de toda la ermita y sacristía, haciendo una chimenea en la habitación pequeña que habita el santero.

            La de 14 de octubre de 1883, acordó comprar seis sillas para tenerlas en la sacristía para servicio de los sacerdotes y de los hermanos. También, comprar media docena de escobas para el aseo de la iglesia y componer una lámpara

            El 27 febrero 1884 tuvo lugar una junta extraordinaria conforme al art. 22 de los estatutos, se propuso hacer un cancel para la puerta de la iglesia, para evitar que el ruido procedente de la calle molestara a la hora de celebrar cultos[13]. También, adquirir una cabeza nueva para la imagen de San Juan por hallarse muy deteriorada la que tenía, así como unos brazos. Sobre esta cuestión, en la junta de 6 de abril de 1884, por unanimidad se decidió entregar a doña Paz Orellana “la efigie antigua de San Juan o sea la cabeza y los brazos, ya que se han traído otros nuevos en atención a los beneficios que esta Sra esta haciendo a la cofradía[14].

            Por último, aportaré datos sobre los cambios en las calles por donde discurría el trayecto procesional. Partimos del acordado el 16 de abril de 1848[15]: Calle de la Encarnación, Calle Nueva, Calle San Miguel, Calle de Sograga, Calle de Sillería, alrededor de la Plaza, Calle de Herreros hasta San Francisco, en cuya iglesia terminará “omitiendo la entrada de Ymagenes en las Yglesias de San Miguel y de San Martín con el fin de que no se diuida la procesión”.

            Por distintas circunstancias se procedió en algunas ocasiones a modificarlo. Así, la junta general de 25 de marzo de 1877, se acordó “el orden de ella y la carrera que ha de llebar en este año que será Calle de la Encarnación, Calle nueva, Calle de San Miguel, Calle de Sofraga, Calle de Silleria, alrededor de la Plaza, Calle de Tiendas, Calle de Cuatro Esquinas, Calle de Herreros, Calle de San Francisco y Calle Pardos, a ingresar en su Yglesia donde concluirá la procesión”.

            Pero no perduró mucho, pues la del 14 abril 1878, donde estuvo presente el alcalde de la Soledad, determinó que la procesión “ha de llebar la carrera del año anterior, escepto que no subirá por la calle Nueva, y si seguira por la de la Merced a la calle de Tintoreros hasta San Miguel, Sofraga, Sillería, al rededor de la Plaza, Calle de la Carniceria, de Herreros, San Francisco, Padros a ingresar en su Yglesia donde concluirá la Procesión”.

            Por fin, en la celebrada el Domingo de Ramos 6 de abril de 1879, decidió que la procesión del Miércoles Santo fuese por la carrera antigua, puesto que había desaparecido los obstáculos que motivaron su variación en los dos años anteriores, lo que parece referirse a obras en esas calles.

La Ermita de Jesús a finales del siglo XIX

            Para finalizar aporto descripción de la Ermita de Jesús a finales del Siglo XIX, que refleja de alguna forma el buen estado en que por entonces se encontraba la cofradía del Nazareno, realizado por Pedro Trancón, párroco de Santiago el 2 enero 1893[16]:

            “Yglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno- Esta espaciosa Capilla situada frente al Paseo del Mercadillo, era la Yglesia del antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Caridad, se haya a cargo de la cofradía establecida en ella desde fecha muy remota, con el título de Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas. Tenía dos capellanías fundadas en ella, para que los sacerdotes que la sirvieran tubieran el cargo y tenían de la asistencia de los enfermos, prestándoles los ausilios espirituales que necesitasen. Con las leyes de desamortización toda la parte del edificio que constituían las salas de los enfermos y demás dependencias de este asilo de caridad se enegenó quedando solo para el culto público la Yglesia y Sacristía.

            Las efigies que en ella se veneran los siguientes: En el Altar Mayor Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas, de vestir y estatura natural; al lado del Evangelio, la Virgen también de vestir de los Dolores; a la de la Epístola San Juan Evangelista; en el altar de la parte del Evangelio están las efigies del Señor Orando en el Huerto, Amarrado a la Columna y el Ecce Homo, de vestir esta y la primera y de talla la segunda. En el altar del lado de la Epístola, las efigies de Sta María Magdalena y la Verónica. En un altar nuevo frente a la puerta de entrada, desde hace cuatro años se venera la efigie de Nuestra Señora de la Piedad, nueva y de estatura natural. Ropas: Los manteles correspondientes a los altares con alva, amito y cingulo vastante usados. Una casulla que hace a color blanco bastante usado y una capa morada de mucho uso. Candeleros de metal y de lata, doce de escaso valor.

            En las Constituciones de la Cofradía aprovadas por la Autoridad Eclesiástica (de este Obispado) se consigna el culto que se tiene inbitando al Señor con toda regularidad sin que haya faltado ningún año del modo sigte: Todos los siete Miércoles de Cuaresma, a hora competente que generalmente son a las cuatro de la tarde, se reza el Santo Rosario, Plática o Sermón, sobre uno de los puntos principales de la Pasión del Señor, empezando el Miércoles de Ceniza, con el asunto de la Oración en el Huerto, y terminando el Miércoles Santo con la Cruz a Cuestas, saliendo en seguida la solemne procesión, llevando en ellas todas las efigies que se han citado, viniendo esta costumbre de tiempo inmemorial. El Jueves Santo por la noche se predica el Sermón de la Pasión del Señor, y generalmente se hace en la Yglesia de S. Francisco por ser la más espaciosa para contener la multitud de fieles que acuden a estas solemnidades de Semana Santa, muy acreditadas en los pueblos colindantes, asistiendo de ellos una gran parte de fieles.Para sufragar los gastos que ocasionan estos piadosos cultos, los hermanos que componen esta cofradía hacen sus petitorios en los días que por costumbre antiguamente tiene establecida.

LA COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

            Era continuadora de la fundada en el Convento de la Encarnación, cuya existencia está acreditada el 12 de octubre 1565, en razón de Bula de Gregorio XIII que concedía indulgencias espirituales a sus hermanos, dato que aparece en los antecedentes de sus estatutos[17]. Realizaba estación de penitencia el Viernes Santo con la Soledad y Santo Sepulcro. Tras la Desamortización de 1835 se trasladó a la Ermita de Jesús, estando en San Francisco a partir de 1846.

Funciones religiosas

            Promover el culto y devoción a María Santísima en el acto de su Soledad y excitar a los fieles a solemnizar la memoria de Jesucristo en tiempo de Cuaresma y Semana Santa, como refleja el art. 1, al decir que se promovería el culto a esa advocación mariana, según los recursos de que disponga. A tal fin, el Viernes Santo tendría lugar el Sermón de las Siete Palabras, Descendimiento y de Soledad. A su término, “la procesión llamada del Entierro de Cristo que se verificará el Viernes de la Semana Santa con la solemnidad posible y previo los consentimientos necesarios”[18]. Además, el art. 4 establecía que debía asistir “en Corporación a todas las funciones y fiestas que se costeen por la Cofradía y a las que por Autoridad eclesiástica y civil fuere invitada”.

            El art. 6 establecía la obligación todos los cofrades, de ayudar en Semana Santa a los oficiales, en disponer y preparar lo necesario para el culto con las fiestas y procesiones, obedeciendo siempre y respetando sus disposiciones para evitar discordias.

            El art 8 señala, la obligación de tener fiesta solemne con el carácter de Minerva, el día veinte y dos de julio, en que se celebra la festividad de la Magdalena. Asistirían todos los hermanos, con invitación a los del Nazareno para que concurran con insignias y estandartes. El art. 9 indica que dicha función y demás que concurran, se celebrarán y oficiarán por el cura de San Francisco, o donde se halla establecida. El art. 10 señala la obligación de asistir a todas las procesiones generales con insignias y estandartes; y a la fiesta del santo patrono de la Iglesia donde se halle, como también el Jueves Santo al Monumento al Santísimo.

Funciones asistenciales

            Son muy importantes, por cuanto durante el siglo XIX estamos en un periodo en que el estado no se hace cargo de las misma, actuando las cofradías y hermandades como mutuas de protección social en el tema de entierros, cuestión que era aprovechada para aumentar el número de cofrades[19]. El art. 11, dispuso que debe asistir con todas las insignias a los entierros, honras y funerales de los hermanos de luz y de paso[20]. La presencia de la cofradía y misas en caso de cofrades del Nazareno, o personas que muriesen en casa de algún cofrade, se regulan en artículos 12 al 14[21].

            El art. 16 acuerda celebrar al comienzo de cada año misa solemne con con Diáconos el día del Dulce Nombre de Jesús, advocación muy vinculada a la de la Soledad[22]:

            “que se celebrar la Dominica Segunda Epifanía, la que se aplicará por los hermanos vivos y difuntos de esta Cofradía, y por los de Nuestro Padre Jesús, con obligación de asistir a este acto ambas Cofradías con sus insignias y estandartes, según que así del mismo modo lo hará, pero en distinto día, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús”.

Gestión económica de la cofradía

            Como el resto de las cofradías de Trujillo, los distintos procesos desamortizadores hicieron que perdiera su rico patrimonio[23]. Los únicos recursos provenían de las limosnas, y conforme señala el artículo 17, así se cumplían con las cargas piadosas reseñadas.

Organización de la Cofradía de la Soledad y sus órganos de gobierno

            El art. 8 fijaba cuales eran las juntas generales obligatorias, que tendrían lugar en la sacristía de San Francisco: Domingo de Ramos, para tratar funciones de Semana Santa; Domingo de Pascua de Resurrección para la elección de oficiales; la del primer domingo de mayo, cuyo objeto era la de rendir cuentas, a la que solo deben asistir los hermanos que desempeñen oficios; otras juntas extraordinarias “si la necesidad y bien de la cofradía lo exigiese”.

Los cofrades

            Al igual que el Nazareno, distinguía entre hermanos de luz y de paso, disfrutando los primeros de más derechos, siendo los segundos personas de condición social más humilde, que por tal motivo pagaban menos para formar parte de la entidad[24]. Se facilitaba la entrada de hijos de los cofrades, por lo que en el art. 21 se establecía que el hijo mayor de cualquiera hermano difunto, podrá obtener la entrada pagando solo media entrada; y en el caso de renuncia, pasará a cualquiera de sus hermanos.

            El art. 22 establecía como causa de no admisión quien observe malas conductas: “y si alguno se hallare dominado de algún vicio o pasión vergonzosa, será denunciado ante el Alcalde de la Cofradía para que le reprenda y amoneste, según el orden de la corrección fraterna, y sino se enmendase amonestado que fuere, lo hará presente a los demás oficiales para que con intervención de la Autoridad que competa se le despida y excluya de la cofradía”.

Organización y cargos

            El art. 27 disponía que cada año el Domingo de Pascua de Resurrección, se celebraría junta general de los hermanos luz para proceder a la elección de los siguientes cargos, que nunca podrán recaer en quienes hubieran sido oficiales del Nazareno, aunque sean cofrades de la Soledad: alcalde, diputado primero y segundo, mayordomo del arca, mayordomo de iglesia, secretario y hermano mayor. La votación sería secreta, en caso de empate decide el alcalde.

            Las atribuciones del alcalde, en calidad de máxima autoridad las refleja el art. 29, pudiendo ser suspendido o cesado, en caso de faltar a alguna sus competencias en junta que celebrarían los oficiales. Era el representante legal, facultado para imponer sanciones a los cofrades[25]. Asimismo, nombrar en unión con el alcalde del Nazareno, los hermanos de paso que han de llevar las imágenes y dirigir la procesión del Viernes Santo, cuidando de las buenas relaciones entre ambas cofradías[26].

            El art. 30 se refiere a los oficiales o diputados, debiendo el primer diputado llevar el estandarte en las procesiones generales, entierros y demás fiestas que ocurran. Ambos, deben ayudar al alcalde y hermano mayor, a disponer lo conveniente para las funciones que se hagan y sustituirles en su defecto.

            El art. 31 se centra en la gestión económica, a cargo del mayordomo del arca[27], quien debía “guardar con sumo cuidado y responder de los bienes, limosnas y demás intereses que para el culto de la cofradía se le entreguen sin que pueda distraerlas para otro uso”. Para tal fin, debían llevar un libro de ingresos y gastos. Además, debía guiar el estandarte en la procesión del Viernes Santo.          El art. 32 señala que era competencia del mayordomo de iglesia, el cuidar los ornamentos, efectos destinados al culto y cera, así como mantener en buen estado la capilla[28].

            El art. 33 se refería al Hermano Mayor, que era el ayudante del alcalde y su sustituto “en los cargos que para el mejor régimen y ostentacion de sus fiestas se le encomienden”. Siembre debía ser hermano de luz, “de los más celosos para la conserbacion y aumento del culto de la Cofradía”. Podía votar en las juntas, rigiendo el paso del Santo Sepulcro.

            El art. 34 se refería al Secretario, a quien correspondía regir la Magdalena en la procesión del Viernes Santo. Estaba a su cargo, cuidar del archivo y documentación de la cofradía[29]. A ta fin debía formar cada año inventario de bienes, y de todo tipo de documentos[30]. Además, le correspondía lo siguiente: hacer saber a los cofrades de sus obligaciones; asistir a las juntas extendiendo las actas y acuerdos; avistar al alcalde y oficiales de las fiestas a celebrar; distribuir las papeletas de sitio a los hermanos de paso; distribuir horas hermanos de luz para vela al Santísimo.

Aprobación de los estatutos

            Fueron aprobados por los cofrades el 30 de abril 1847. El 15 diciembre 1847 don Manuel Tiburcio Díaz, en calidad de gobernador eclesiástico del obispado de Plasencia, por delegación de don Cipriano Varela, acordó su aprobación con alguna salvedad importante, como la relativa a los Sermones de las Siete Palabras y Descendimiento: “salvos siempre los derechos parroquiales y prohiviendo pr ahora y hasta nueva disposición en contrario los dos sermones de las Siete Palabras y Descendimiento de que habla el artículo segundo de las Constituciones”.

            Una de las razones que explica que se prohibieran el Sermón de las Siete Palabras y Descendimiento, eran las irreverencias y desacatos que se tenían lugar durante su celebración, como refleja el oficio remitido por el Vicario Gregorio Ildefonso Cidoncha al Ayuntamiento de Trujillo[31]:

            “Habiéndose prohibido en años anteriores el Sermón de las Siete Palabras, qe se predicaba en la Ygª de S. Franco de esta Ciudad por los desacatos e irreverencias qe durante el se cometían en el Templo y deseoso el Sr. Gobernador de complacer a los cofrades de la Soledad qe no ha cesado de suplicar les conceda de nuevo su permiso pª qe se predique el Sermón indicado, Su Sria esta pronto a permitirlo spre que la Autoridad Civil salga garante no solo del orden sino de la devoción y reverencia q los fieles deben obserbar en el Sto Templo.

            Al efecto e encarga esplore la voluntad de VS y si se halla dispuesta a corregir los escándalos qe dieron margen a la prohibición de dicho Sermón, ya evitando qe las personas de uno y otro sexo estén confundidas y mezcladas unas con otras, ya poniendo de trecho en techo personas qe vigilen por el orden y compostura, ya en fin tomando todas las precauciones q le sugiera su prudencia y cele religioso, no ponga obice a los deseos de espresados cofrades. Sirvase VS manifestarme su modo de pensar pª según el dar mi resolución a los cofrades con tiempo suficiente para q puedan preparar lo necesario al efecto”.

            Existe un testimonio documental fechado en 1855, que nos describe de forma sintética cual era el estado de la cofradía en esa fecha, en cuanto a sede canónica, número de hermanos, funciones religiosas, situación económica[32]:

            “Nombre o advocación de la Parroquia: San Andrés. Nombre de la Congregación: Cofradía de Ntra Sra de la Soledad. Fecha de la R. Cédula en qe fueron aprobados e insertos los estatutos: La fha de la Rl Cédula se perdió en la Guerra de la Yndependencia por la perdida que tuvieron todos los archivos se perdió la Rl Zedula. Pero esta cofradía conserva varias credenciales de su antigüedad que los tribunales reconocieron, entre ellos uno de su Santidad Gregorio XIII concediendo ydulgecias a los que se alistaran a dicha Cofradía, que se incorporó a la de Roma el año 1588 siendo Papa Sixto V. Numero total de componentes e individuos q en el día cuenta cada congregación: ciento quince. Advertencias: Esta cofradía no posee bienes algunos pr haber sido vendidos. Tiene a su cargo la procesión del Sto Sepulcro todos los Viernes Stos, así como también tiene a sus expensas a los Reos se muerte cuando se hallan en capilla pr no haber congregación de Caridad, siendo también a su cargo hacer algunos sufragios por los hermanos que fallezcan

            Con respecto a su sede canónica, debemos hacer una importante precisión. Tras los distintos procesos desamortizadores (supresión conventos durante la Guerra de la Independencia, la desamortización del Trienio Liberal, y la de 1835), la cofradía prácticamente desaparece, se queda sin imágenes a las que rendir culto ni enseres, con solo dos hermanos, siendo acogida por la Cofradía del Nazareno en su ermita[33]. En 1846 se traslado a San Francisco, que a mediados del Siglo XIX, aparece designada como Parroquia de San Andrés.

RELACIONES ENTRE LAS COFRADÍAS DE JESUS NAZARENO CON NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

            Teniendo en cuenta que durante el Siglo XIX, la Semana Santa de Trujillo se articulaba sobre estas cofradías, es lógico pensar que sus relaciones eran amplias, constantes en el tiempo, así como de colaboración, aunque también tuvieran conflictos. El marco jurídico que las regulaba, era la Concordia suscrita entre ambas hermandades. Ya conocemos una primera de 27 de noviembre 1844, que fue aprobada por la autoridad diocesana con ciertos reparos el 14 de diciembre 1844. Otra de 5 de febrero 1848 más relevante, pues su contenido se incorporó a las reglas de ambas cofradías, cuyo contenido ya ha sido objeto de nuestro estudio[34].

            Una cuestión que abordamos en mi comunicación en los XLVII Coloquios de Extremadura, es que frente a la afirmación de Ramos Rubio que a partir de la Concordia de 5 de febrero 1848 se habían unido ambas cofradías[35], aunque desde mi punto de vista, su objeto era la organización de las procesiones de Semana Santa, así como de sus principales actos de culto, de común acuerdo pero siendo dos hermandades distintas, con sus propias normas y órganos de gobierno[36],

            Aporto un dato que despeja todo género de dudas sobre este particular. En concreto, el art. 27 de los estatutos de la Cofradía de la Soledad, cuando se refiere a la elección de los miembros de la junta de gobierno, y señala que “dichos oficios no podrán recaer en los que tubieren desempeñando cargos en la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, aunque sean hermanos de esta de la Soledad”.

            Carece de toda lógica y sentido, que si la del Nazareno y la Soledad eran una sola cofradía, se impidiera por este motivo ser miembro de la junta de gobierno de la Soledad, al que desempeñaba esa responsabilidad en la del Nazareno, pues siendo una sola entidad no habría intereses contrapuestos, aportando además el valor de la experiencia.

            Con el transcurso del tiempo, se vio la necesidad de revisar el marcó jurídico que regulaba sus relaciones, que como hemos dicho se basaba en la Concordia de 7 de febrero de 1848, en razón de varias circunstancias, cuestión abordada por junta de oficiales de ambas, de 4 de noviembre de 1880[37]:

            “Que creía que la Concordia celebrada entre las dos Cofradías, causaba perjuicios a ambas y disgustos a los cofrades, y en su virtud que debía deshacerse, sino en todo, en la parte que afecta a los intereses de las dos, cuyos perjuicios son originados por la asistencia mutua que marca el párrafo 9º de la Concordia, y por cuya causa ni los hermanos de Jesús querran hacerse hermanos de la Soledad, ni estos de la de Jesús, puesto que sin pagar nada (en perjuicio de ambas cofradías) tienen obligación de darles asistencia.

            Que visto que en las funciones de Semana Santa hay altercados por los hermanos de una y otra cofradía en la conducción de las Ymagenes, produciendo esto disgustos y una desacato al Culto Divino, cree conveniente para evitarlos, que cada Cofradía nombre sus hermanos para la conducción de las Ymagenes en los días que a cada una corresponda.

            Que para hacer el petitorio en la Semana Santa, se elijan días distintos, sin que haya motivo para interrumpirse en las limosnas de los fieles, quedando las dos cofradías en la buen armonia en que han estado siempre se servirse mutuamente con las Ymagenes y todos los efectos que cada una tenga, y ayudarse en las funciones si se exigieren mutua cooperación.

            Con todo lo anteriormente expresado, así como el de que queda suprimida la obligación de asistirse a la defunción de unos a otros en las distintas cofradías, quedaron conformes todos los concurrentes”.

            Ambas cofradías pusieron término a dicho pacto. Asimismo se acordó, que para hacer la demanda de limosnas se eligieran días distintos, los de la Soledad del Domingo a Miércoles de la Semana de Pasión, los de Jesús el Domingo de Ramos y el Miércoles Santo, volviéndolo hacer la Soledad el Viernes Santo. Lo anterior dio lugar a que en la junta del Nazareno de 2 de abril de 1882, se acordó la correspondiente modificación de los estatutos, remitiendo comunicación al obispado, que mostró su conformidad el 2 de noviembre de 1882[38]. Expresamente dejó claro que eran dos cofradías distintas e independientes, sin ningún vínculo como el que suponía la Concordia al señalar: “quedando cada una de ellas independiente de la otra, y solo sometida a sus propios reglamentos y Junta Directiva”.

LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

            Las relaciones entre ambas cofradías, también iban a estar determinadas por la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Ramos Rubio nos dice que fue trasladada al Convento de las Jerónimas el 7 de mayo de 1846. El 9 de abril de 1879 desde el obispado se acordó que fuera al Convento de San Pedro, donde se mantuvo, a pesar de la petición formulada por la Soledad el 15 de mayo de 1886, que fue denegada por el obispado el 31 de mayo de 1886[39].

            Vamos aportas nuevos testimonios sobre la citada imagen mariana. El primer dato que aportamos, es el relativo al templo de procedencia de la imagen, que aunque su advocación fuera Nuestra Señora de la Soledad, en ningún caso se trataba de la que era titular de la cofradía del mismo título fundada en el Convento de la Encarnación. Disponemos de varios testimonios que así lo acreditan. En primer lugar el 13 de abril de 1846 la Cofradía de la Soledad, remitió escrito a Plasencia formulando dos solicitudes[40]:

1º Traslado de la cofradía desde la Ermita de Jesús a la Iglesia de San Francisco, en razón de que solo podía pedir limosnas el Martes y Viernes Santo.

2º Entrega de la imagen de la Soledad que estaba en las Jerónimas, y señala que provenía del Convento de la Merced: “se nos entregue la Ymagen de la Soledad q tenían los Religiosos de la Merced y hoy se halla en la Yglesia del Convento de Monjas de Sn Geronimo de esta ciudad pª ponerla en la Capilla qe se nos destine u puedan hacerle los cultos cual se merecen, ps la Cofradía no tiene esta Efigie, y seria mas trabajoso el pedirla a la de N P J así ps”.

            El obispado contestó el 7 de mayo de 1846 en la persona de don Manuel Tiburcio Diaz, que encomendó al vicario de Trujillo, el arreglo de las dos cuestiones “según le dicte la prudencia atendidas las circunstancias”. El vicario resolvió el 16 de mayo de 1846, acordando el traslado de la cofradía y la imagen de la Soledad a San Francisco, pero con respecto a la efigie con carácter provisional, sin que ello supusiera perjudicar el derecho de propiedad a quien legítimamente corresponda:

            “el arreglo y decisión de los dos particulares qe obran en la exposición qe esa Cofradía le dirigió en 13 de abril próxio sobre sobre traslación de la misma a la Yglesia del Suprimido Convento de San Francº de esta Ciudad, y petición de la imagen de la Soledad qe perteneció a los Religiosos Mercedarios y se halla en la actualidad en el Convento de las Religiosas Geronimas de la Concepción, prometiendome qe de uno de otro se ha de seguir mayor fervor y devoción en los herms y qe todo cederá en honra y gloria de Dios y de Su Sa y afligida Madre, he creído conveniente usando de las facultades qe me han sido delegadas no solo permitir la traslación y establecimto de esa Cofradía qe tiene el honor de presidir a la citada Yglesia de San Francisco, sino concederles la Ymagen espresada qe podrán desde luego conducir con la mayor pompa y veneración y colocarla en dicha Yglesia y tomarla como Patrona a qe se dirigirá todo su culto sin qe sea visto por esta determinación provisional perjudicar jamás en lo mas mínimo el derecho de patronato de dicha Cofradía ni el de propiedad sobre referida Ymagen a quienes legitimte corresponda”.

            Asimismo a la espalda de la sagrada imagen consta la siguiente inscripción[41]: “Esta efigie perteneció al suprimido convento de la Merced de esta ciudad de Trujillo. La renovó en el año 1875 don Francisco Ruiz de la Hermosa a expensas de algunos devotos”.

            El 19 de septiembre de 1874 la Junta Directiva de la Soledad, acordó que en razón del mal estado en que se encontraba la Iglesia de San Francisco y la capilla donde recibía culto, fuera trasladada hasta efectuar las reparaciones oportunas al Convento de San Pedro[42]:

            “se comunicó y acordó que en atención al mal estado en que se encuentra la Yglesia de S. Franco y capilla donde se halla colocada la Ymagen de Ntra Sra y Madre de la Soledad, la cual esta muy deteriorada, en que esta sea trasladada a la Yglesia del Convento de Religiosas de San Pedro de esta Ciudad, con el fin de que dichas Sras cuiden de colocarla en una capilla o sitio más a propósito para la conservación de referida Ymagen y evitar su completa destrucción, conservando la Cofradía en su poder las ropas, muebles y demás efectos que sirven para su culto y funciones y el uso qe han venido haciendo de referida Ymagen, el cual será entregada a dichos cofrades siempre qe la necesiten para la celebración de las funciones establecidas en las Constituciones de la Cofradía, u otras que entre año procuren hacer su honra y gloria de la Santísima Madre tanto al presente como en los tiempos sucesivos, ya sea en la Yglesia de S. Franco donde la Cofradía está establecida o el cualquier otro templo, si en este no fuese posible, por el estado ruinoso en que viene cayendo”.

            El 7 de abril de 1877 Francisco Navarro, en calidad de arcipreste de Trujillo, remitió oficio al párroco de San Francisco, (en el documento lo designa como San Andrés), haciendo saber que, habiendo cesado la causa que motivó el traslado de la Soledad de las Jerónimas a San Francisco, usando de las facultades concedidas por el Gobernador eclesiástico el 7 de mayo de 1846, acordó que la imagen mariana fuera devuelta tras finalizar el Sermón de la Soledad al Convento de San Pedro, “donde quedará establecida hasta nuevo acuerdo de la autoridad competente[43]. Esta decisión también se trasladó a la Cofradía de la Soledad[44]. También el arcipreste Francisco Navarro hizo saber a la Soledad que el párroco de San Francisco reclamó al obispo contra la decisión anterior, que fue desestimada. Por ello “se ha oficiado a las religiosas de Sn Pedro para que conserven la imagen, la asistan con cuidado y esmero procurando su culto, y la cedan a la Cofradía previo el permiso del Arcipreste, para las funciones ordinarias y extraordinarias que aquella celebre debolviendola desde luego al expresado convento”.

            El último intento de la Cofradía de la Soledad, de que la imagen que con esa advocación se encontraba en el Convento de San Pedro volviera a San Francisco, tuvo lugar en 1886. Se remitió solicitud firmada por Sebastián Lumbreras al obispado a tal fin, la cual reitera que se trasladó a San Pedro en 1874 por el mal estado de San Francisco, así como para “celebrar una rogativa para que su Divina Magestad nos librase de la sequia que en aquella época atemorizaba la población”.

            La cofradía tras expresar que, “reconocemos el derecho que SSY tiene sobre referida Ymagen”, pedía que todas las imágenes que se encontraban en San Pedro volvieran a San Francisco. Lo anterior fue hecho saber a la abadesa de San Pedro, con la indicación que las imágenes estaban a su disposición para cuando quisiera celebrar culto, pero expreso “que nada tenia que decir con respecto al Señor del Sepulcro, San Juan y Magdalena, que antes habían indicado la conveniencia de que fuera trasladadas a otra parte, pero no así con respecto a Nuestra Madre de la Soledad”

            El 15 de mayo de 1886 contestó el obispo, acordando la permanencia de la Soledad en San Pedro en los siguientes términos:

            “que hemos venido en determinar que la imagen referida continue en la Iglesia del Convento de San Pedro al cuidado y custodia de las religiosas. Los cofrades podrán usar de ella en la procesión del Viernes Santo y otras funciones particulares, previo siempre el permiso del Sr Arcipreste que deberán exhibir a las religiosas cada vez que haya de salir la imagen. Sin esta licencia no podrán las religiosas permitir que salga de su Yglesia y siempre que obtenido el permiso la saque en procesión, deber será de los cofrades volverla a la referida Yglesia sin dilaciones ni pretestos”.

LAS REPRESENTACIONES DE LA PASIÓN Y LA PRESENCIA DE FIGURAS BÍBLICAS EN LOS DESFILES PROCESIONALES

            Las representaciones de la Pasión, tiene por objeto hacer más asequibles los dogmas de la religión, facilitando su enseñanza pues su contenido se comunicaba mejor, con el lenguaje hablado y montajes escénicos que tenían lugar. Durante el Barroco, alcanzaron gran auge los sermones y representaciones de escenas de la Pasión, en los que además de varias imágenes penitenciales, participaban figuras bíblicas y los pregoneros o «resaores» o pasionarios, que narraban la escena que se estaba interpretando[45]. Vamos aportar datos, algunos inéditos, que acreditan su presencia en la Semana Santa de Trujillo.

Cofradía de Jesús Nazareno

            Desde antaño hacía representaciones de la Pasión[46], en concreto las tres caídas del Nazareno, cuyo momento central era el encuentro del Nazareno con la Verónica, que tenía lugar en el edificio conocido como Casa de la Cadena[47]. Durante la segunda mitad del siglo XIX, continuó esa tradición. Así, en las juntas que tenía lugar todos los años el Domingo de Ramos, para preparar la procesión del Miércoles Santo, así como designar los hermanos de paso y quienes los regían, se reseña a quién le correspondía esa responsabilidad “para hacer los pasos”.

            Disponemos de otro testimonio documental hasta ahora inédito, que acredita la continuación de esta tradición. Se trata la edición del periódico La Opinión de 31 de marzo de 1926 que describe como era la Semana Santa en Trujillo en la década de los años 70 del siglo XIX[48]:

                “Miércoles Santo. A las cinco de la tarde de ese día se organizaba la procesión de los Pasos, que salía del Santuario de Jesús y terminaba en San Francisco. En la Plaza Mayor tenia lugar la ceremonia de enjugar la Verónica el rostro de Jesús. A este fin, en la Casa de la Cadena se tenía preparada, por los Hermanos Imagen de la Verónica, quienes al aproximarse la procesión a la escalera estrecha, única que inmediatamente por la plaza da acceso a la parte superior de la de abastos, la bajaban a paso acelerado hasta la de Nuestro Padre Jesús, que paraba algunos metros antes de referida escalera. Era desplegado el velo que en sus manos llevaba la Verónica al acercarle a la cara de Jesús, y ante la fiel muchedumbre aparecía impreso el rostro del Salvador. Retirada la imagen para formar en la procesión, el Nazareno volvía la cabeza a todas partes, como buscando agradecido a la santa mujer compasiva, entre tanto que un sonido lánguido y prolongado de clarinete o corneta, juntamente con lo emocionante de la escena, ponía una nota de dolor y emoción honda entre los fieles. Antes, en la plaza, se habían presentado las tres caídas de Jesús”.

            Pero las representaciones de la Pasión no terminaban ese día. El Jueves Santo tras el Sermón de la Pasión, que tenía lugar en San Francisco con la imagen del Nazareno y comenzaba a las 8 de la tarde, desde el coro se anunciaba la sentencia a muerte dictada por Pilatos contra Jesús, simulando desde el crucero la aceptación por el Eterno Padre de la muerte de Jesucristo por la salvación del género humano[49]:

            “Jueves Santo: Además de los oficios propios de este día, a las ocho de la noche se predicaba en San Francisco el Sermón de la Pasión. Al terminar la oración sagrada, desde el coro se anunciaba la sentencia a muerte dictada por Pilatos contra Jesús, y desde el crucero de la Iglesia se simulaba la aceptación por el Eterno Padre de la muerte de Jesucristo por la salvación del género humano”.

Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad

            En su momento, acredite la presencia de figuras bíblicas en el cortejo de la procesión del Entierro de Cristo, que eran las de José de Arimatea y Nicodemo[50]. Hoy aporto un documentó inédito, que acredita la continuación de esta tradición, de 21 de febrero de 1856, que describe como iba organizado el cortejo y las figuras bíblicas que participaban, en concreto la Verónica, María de Salomé, María de Cleofás y María Magdalena, las Doce Sibilas y los Arcángeles [51]:

            “La Lucida Milicia Nacional de Caballería abrirá paso para contener el numeroso concurso que es consiguiente se agolpe a ver esta Religiosa Función. A esta escolta seguirán cuatro niños lujosamte vestidos, figurando una de las Tribus más conocidas en el Viejo Testamento, regidos aquellos por dos hermanos de dicha Cofradía. Detrás de este pequeño Coro, se presentará la Cruz de Ntro Redentor, regida por uno de los Cofrades más antiguos, subsiguiendola un Coro de Nazarenos, representados por niños de tierna edad. A este Coro seguirán todas las Cofradías, y después el Coro de las Doce Sivilas, figuradas por otras tantas Jobenes vestidas también con toda propiedad, llevando sus atributos, nombres y profecías.

            De esperar es, que el Paso del Santo Sepulcro, que sigue será presidido por el Sr Comandante de la Milicia Nacional, acompañado de todos los Sres oficiales del mismo cuerpo, y de los demás que se hallen en esta Ciudad. Este paso será escoltado por una pequeña fuerza vestida a la Romana, acompañada de la que tenga a bien disponer el Sr Comandante de la Milicia Nacional. Cuatro niñas igualmte vestidas figurando a la mujer Verónica y las Tres Marías, seguir con sus atributos, y después el paso de S. Juan Evangelista, regido también por uno de nuestros Hermanos.      A este paso seguirá el Coro de Arcángeles, representados por niños llevando los correspondtes distintivos por donde son mas conocidos y sus inscripciones a saber. S. Miguel con el escudo y espada Quis sicut Dei (Quien como Dios). S Gabriel con el ramo de azucenas Fortitudo Dei (fortaleza de Dios). S Rafael con el Pez Medicina Dei (Medicina de Dios). El Ángel de la Guardia con un niño de la mano. S. Uriel Ygnis Dei. S. Sealtiel Oratio Dei”.

            El artículo de La Opinión antes citado[52] también refleja lo dicho, haciendo saber que estaban presentes las figuras bíblicas y su participación, mientras se predicaba el Sermón de las Siete Palabras, con el montaje de luz y sonido propios de la época, para hacerlos más impactantes:

            “Viernes Santo. Los hermanos de las demás Cofradías, terminados los oficios de este día, se dedicaban a preparar para el Sermón de las Siete Palabras. Un amplio velo de luto, que parte desde la parte posterior de la rotonda de San Francisco y es el mismo que hoy se usa aunque colocado de modo diverso, cubría todo el retablo y altar mayor. En el Presbiterio se construía un monte con dos carros de leña, piedras etcetera; en la parte superior se colocaba un Crucifijo de tamaño natural; en la parte posterior siete velas encendidas. A los lados del Crucifijo estaban niñas vestidas de Ángeles, que el pueblo llamaba las Marías y las Sibilas. A las doce en punto comenzaba el Sermón. Terminada la predicación de cada palabra, una de las Marías apagaba una vela. Durante las pláticas, estas mismas Marías iban y venían, con paso mesurado y muy reverentes, desde los lados del monte hasta la Cruz, adorando al Salvador. Al terminarse la predicación, a las tres de la tarde, se simulaba la conmoción de la Naturaleza con la muerte de Cristo, por medio de ruidos y luces que semejaban truenos, relámpagos, agitando el ramaje del monte etc. Sonaban entonces tres golpes en un barrilete, y a continuación tres campanadas en la torre, comenzando a dar sesenta, pausadas y lúgubres, la campana grande de Santa María la Mayor. En los años en que no había Descendimiento, terminadas estas escenas religiosas, los Hermanos preparaban el Santo Sepulcro y demás imágenes para la procesión del Santo Entierro, que se tenía al atardecer y salía de San Francisco y terminaba en la misma Iglesia con el Sermón de la Soledad, que al regreso era predicado.

            El siguiente sermón que se predicaba era el Descendimiento, pero debemos tener presente que aunque estaba recogido en los estatutos en el art. 2, el obispo de Plasencia cuando los aprobó el 15 de diciembre de 1847, lo hizo “salvos siempre los derechos parroquiales y prohiviendo pr ahora y hasta nueva disposición en contrario los dos sermones de las Siete Palabras y Descendimiento de que habla el artículo segundo de las Constituciones”.

            Una de las causas que explica la negativa de la autoridad diocesana al Sermón del Descendimiento, derivan de las irreverencias y mala conducta que tenía lugar durante el mismo, dando lugar a incidentes. Así se refleja en oficio remitido por el párroco Ildefonso Cidoncha al Alcalde de Trujillo, de 6 de marzo de 1850[53]:

            “Habiéndose prohibido en años anteriores el Sermón de las Siete Palabras, qe se predicaba en la Ygª de S. Franco de esta Ciudad por los desacatos e irreverencias qe durante el se cometían en el Templo y deseoso el Sr. Gobernador de complacer a los cofrades de la Soledad qe no ha cesado de suplicar les conceda de nuevo su permiso pª qe se predique el Sermón indicado Su Sria esta pronto a permitirlo spre que la Autoridad Civil salga garante no solo del orden sino de la devoción y reverencia q los fieles deben obserbar en el Sto Templo

Al efecto e encarga esplore la voluntad de VS y si se halla dispuesta a corregir los escándalos qe dieron margen a la prohibición de dicho Sermón, ya evitando qe las personas de uno y otro sexo estén confundidas y mezcladas unas con otras, ya poniendo de trecho en techo personas qe vigilen por el orden y compostura, ya en fin tomando todas las precauciones q le sugiera su prudencia y cele religioso, no ponga obice a los deseos de espresados cofrades. Sirvase VS manifestarme su modo de pensar pª según el dar mi resolución a los cofrades con tiempo suficiente para q puedan preparar lo necesario al efecto”.

            Este mal proceder continuó a lo largo de la segunda mitad del Siglo XIX, por lo que el obispado determinó que su celebración tendría lugar cada 7 años, previa autorización desde Plasencia, conforme nos hace saber periódico La Opinión[54]

            “El Descendimiento.- Cada siete años se tenía la conmovedora y piadosa ceremonia del Descendimiento. Este acto religioso revestía extraordinaria solemnidad, y para proceder a él y darle mayor realce, se obtenía del Obispo de la Diócesis un Decreto, autorizándole. Tenía lugar a las cuatro de la tarde con asistencia de todo el clero revestido de ornamentos sagrados. Un sacerdote, subido en una escalera y ayudado por otro u otros dos, descolgaba la imagen Santa. Otro sacerdote, ya terminado el Descendimiento, con voz dolorida clamaba: “Varones Santos, presentadle a su Madre”, lo cual hecho repetía: “Presentadle ahora al pueblo, varones Santos” y terminaban llevándole al Santo Sepulcro. Lo demás continuaba como en años anteriores.”.

            Pero la Semana Santa continuaba el Sábado Santo, celebrando la Resurrección, que servía de preámbulo a lo que hoy conocemos como Domingo del “Chiviri”[55]:

            “Sábado Santo.- Como nota especial de este día, cuya liturgia se celebraba con grande solemnidad, solamente apuntamos que sobre las nueve de la mañana, las campanas de Santa María la Mayor tocaban a Gloria, echándose entonces a vuelto la de todas las iglesias de la ciudad, cuyos oficios ya habían terminado. Salvas y cohetes, cantos de gozo y niños vestidos de pastores ponían una nota final de júbilo cristiano a las escenas de estos días santos. En la plaza mayor se vendían los corderos que se habían de sacrificar en las romerías del siguiente domingo y Pascuas; la caridad cristiana se acordada de los pobres y de las Comunidades Religiosas regalándoses recentales y la vida tornaba a su curso de trabajo honrado y de costumbres cristianas, fortalecidas en los días de la Semana Mayor. Al terminar estas notas, añadiremos que la Iglesia, obrando muy sabia y prudentemente, tuvo que suprimir gran parte de este aparato religioso, porque según los espíritus fuertes resultaba ridículo en los tiempos que corremos, pero siendo la verdadera causa que a ello la ha movido la ignorancia religiosa, unida como consecuencia lógica y necesaria a la depravación de costumbres”.

            Por último, dejar constancia que La Opinión también nos hace saber de las cofradías que por entonces existían[56]. Sobre los cultos cuaresmales y el Domingo de Ramos nos dice lo siguiente:

            “Cultos Cuaresmales.-Hasta el año 1872, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús organizaba una serie de sermones doctrinales, que se predicaban en Jesús todos los Miércoles de Cuaresma, comenzando el Miércoles de Ceniza. Desde la fecha dicha, o sea desde 1872, se suprimió el Sermón del Miércoles de Ceniza, porque fue este el primer año en que, ya en tiempo santo, hubo las tradicionales capeas, que anteriormente tenían unicamente los tres primeros días de Carnaval. En la memoria de todo está que no ha muchos años esta predicación fue suprimida para todos los demás Miércoles. Por lo demás, la Cuaresma continuaba con el Miserere los Viernes en San Francisco; y el vespertino, que era una función con Completas cantadas por el Cabildo de sacerdotes y sermón en San Martín todos los Domingos por la tarde.

            Domingo de Ramos.- En este día, a más de las solemnidades propias de la liturgia, que se tenían en las Iglesias, se distribuían las túnicas, coronas y cruces a un buen número de niños, los cuales, vestidos con este edificante hábito, recorrían con los hermanos de Nuestro Padre Jesús los barrios de la ciudad, postulando para sufragar los gastos necesarios del culto. Estos niños continuaban su postulacion en los siguientes días hasta el Jueves o Viernes Santo y asistían a las procesiones, marchando ante las veneradas imágenes”.

 

[1]    Aunque en algunas veces aparezca mencionada la Cofradía de la Vera Cruz, del examen de los documentos conservados en distintos archivos relativos a cofradías penitenciales, se deduce que en la práctica no tenía actividad.

[2]    Archivo Iglesia San Martín. Gobierno Civil 1849: Sin contradecir ni poner en duda la antigüedad y títulos en que apoyan su existencia las cofradías de esta ciudad, todavía me queda la obligación de inquirir de una manera autentica, si esa misma esistencia se halla conformidad por la Sanción Real, según lo dispuestos en las LL 6ª Titº 2º Libro 1º en la 12 Tito 12 libro 1º de la Novísima Recopilación, y en posteriores soberanas resoluciones relativas a esta materia. Por que si bien consideradas estas asociaciones religiosas, con respecto a las gracias espirituales que les dispensaron los Sumos Pontífices y los Diocesanos respectivos, pertenece su régimen y dirección a la Autoridad Ecca miradas como reuniones públicas dependen exclusivamente de la autoridad administrativa que hasta intervención debe tener en la formación de sus reglamentos. Con sugeccion a estos principios reconocidos y sancionados por la legislación vigente, se ha de servir V remitirme una nota que demuestre nominalmente quien es en cada Cofradia respectiba el Gefe reconocido como Presidente, Hermano Mayor, Decano para reclamar de los mismos los datos y documentos que me son necesarios e indispensables a justificar y reconocer la esistencia legal de las espresadas asociaciones.

[3]    CANTERO MUÑOZ, A: La Cofradía de Jesús Nazareno de Trujillo 1820-1848. En Actas XLVII Coloquios Históricos de Extremadura. https://chdetrujillo.com/la-cofradia-de-jesus-nazareno-de-trujillo-1820-1848/

[4]    CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006, página 192 y siguientes. Refleja el proceso legal seguido con todas las cofradías de la localidad, por no ajustarse sus reglas a las normas dictadas en su día por el Conde de Aranda.

[5]    Conforme a sus estatuto, aprobados por don Cipriano Varela, celebraba reuniones en la Sacristía de la Iglesia de San Lorenzo, en los términos establecidos en el artículo 21 de sus estatutos: 14 de septiembre elección del hermano mayor y oficiales; 14 de octubre el mayordomo del arca daba cuentas generales para su aprobación; Domingo de Ramos, organización de la procesión del Miércoles Santo; la que tenía lugar el primer día de la Pascua de Resurrección. El artículo 22 establecía, que además de las indicadas, habría junta general “cuando hayan de tratarse y acordarse cosas de consideración y grauedad”.

[6]    Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. En ente apartado todas las citas se refiere a la indicada documentación, salvo que se cite de forma expresa otra.

[7]    El único periodo que se encuentra al margen de lo indicado, es el comprendido entre el 24 de octubre de 1867 hasta el 14 de febrero 1876, del que no se conservan actas: se corresponde con el Sexenio Revolucionario, que va desde la Revolución de septiembre de1868 hasta la restauración de la Monarquía en la persona de Alfonso XII a finales de 1874.

[8]    Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. La Junta General que tuvo lugar el 1 de abril de 1849, que era Domingo de Ramos, acordó que en razón de “la mucha debocion que ha tenido y tiene a la Ymagen de Nuestro Padre Jesús, el Pro D. José Vivar, como asimismo también la tubo su difunto padre D. Joaquín, y las limosnas que este ha dado por espacio de muchos años para sostener el culto de espresada Ymagen cuyo ejemplo ha seguido referido D. José; esta Cofradía por lo tanto acuerda se le inscriba de hermano de luz adonoren con obcion de todas las gracias que a los demás corresponde, cuyo obsequio no se duda será admitido por el espresado D. José”. Del mismo modo y por el trabajo que ha hecho don Manuel Moreno “en pintar los retablos de la Yglesia, que ha dejado en beneficio de la Cofradía más valor que lo estipulado por la entrada de un hermano de luz, y habiendo ofrecido espresado Moreno que cualquiera cosa era en pequeño, se ofrezca hacer en la Yglesia perteneciente a su oficio, lo ejecutaran gratis, se le inscribirá también de hermano adonoren atendida su generosidad y desprendimiento”.

[9]    Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884 “Con el fin de dar culto a la Ymagen de Nuestra Sra de la Piedad que se venera en la Yglesia de Ntro Padre Jesús, cuya Cofradía esta agregada a la de este, se acuerda que desde el presente año en el Domingo próximo al Quince de Agosto se celebre fiesta solemne dedicada a dicha Ymagen de Ntra de la Piedad, y procesión por la tarde al derredor del Mercadillo con espresada Ymagen, y después ofertorio como antiguamente se verificaba”.

[10]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. “el rajar la ventana por su parte superior, poniéndole para defensivo y seguridad de la Yglesia una reja de hierro clavada en su marco con cristales y puertas, quitar el marco y puertas que daba al que fue su corral y tapar la portada. También se acordó quitar el marco y puerta que daba entrada a la Sacristía antiguamente, y en su portada hacer un vertedor para aguas sucias, en virtud de pasar un alvanal por vajo de dicha portada y no tener corral para dicho objeto”.

[11]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884 “de los cuales tiene dicho hermano entregado recibo haciéndose cargo de ellos, y enterados los demás hermanos de la proposición acuerdan: que se haga constar en acta de este día para si alguna vez fuesen reclamados dichos efectos por quien corresponda, no se le perjudique ni tampoco a su familia, que se le de certificación de este acuerdo por existir espresados efectos como son : Los cuatro faroles que sirben para Ntro Sr del Huerto y Santo Sepulcro; cuatro candelabros granes de metal; dos vestiduras completas con sus casullas, alba para decir misa y un misal grande, no recordando si recibió algo más”.

[12]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. Diego Carrasco expuso que la túnica del Señor del Huerto, se hallaba bastante deteriorada, acordando hacerle una nueva; Liborio Corrales, hizo presente era muy conveniente que la cofradía tuviera suyos, dos hacheros para cuando tuviese de asistir a alguna fiesta, entierro, honras para no tener necesidad de pedirlos prestados, aprobando dicha decisión; también se acordó que para cuando llegase la Cuaresma se blanquease la Ermita de Jesús, pues hacia bastante tiempo que no se hacia.

[13]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884“a fin de evitar que las voces de las personas que pasan por la calle interrumpan la devocion de las que esta en la Yglesia en actos religiosos por no tener mas que una mampara muy rota y deteriorada, siendo el cancel de mucha necesidad, y enterados los demás hermanos, oficiales, acuerdan que se haga lo más pronto posible”.

[14]  RAMOS RUBIO J.A.: Historia de la Semana Santa en Trujillo Cáceres 1993 página 55

[15]  Archivo Iglesia Parroquial Santa María. Libro de Acuerdos y Concordias Cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno 1846-1884

[16]  Archivo Parroquial de San Martín. Inventario Iglesia de Jesús Nazareno 1893.

[17]  Archivo Parroquial de San Martin. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. En mi libro La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna Badajoz 2006, en el apéndice documental, páginas 203-206, también Además de la citada bula, se recogen otros documentos pontificios: 2 de febrero de 1567, 26 de abril de 1579, 1 de julio de 1579. En 1808, quienes formaban parte de su junta de gobierno, acordaron su traducción al castellano, trabajo que fue realizado por el Prior de la Encarnación fray Francisco Gómez. Además, la cofradía estaba hermanada con la de igual advocación existente en Roma en 1588, siendo Papa Sixto V. Este particular aparece en art. 24 de los estatutos. “En razón a que los destrozos de las guerras se han estrabiado las bulas autenticas que según tradición y stractos antiguos que se conserban aun, tenía esta Ylustre Cofradía por las que los Santos Padres concendía las mas copiosas indulgencias a sus cofrades, y la incorporación de la misma a la de San Juan de Letrán de Roma, se procurara por todos los medios posibles, el que se implores a Su Santidad la ratificación de todas ellas”. Este dato aparece reflejado en el art. 24 de los estatutos.

[18]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. El art. 5 indicaba que todos los cofrades “tenían obligación de presentarse sin escusa el Domingo de Ramos y nombrar de entre uno de ellos de que en comisión pidan el permiso a las Autoridades Eclesiástica y Civil, para hacer la procesión, como también la anuencia del Sr Cura o encargad que es o fuere de la Iglesia de San Francisco para que señale la hora en que se ha de verificar, siendo cargo de los mismos convidar al Clero, Autoridades y Corporaciones que en la ciudad hubiere”.

[19]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad Art. 15. “Por cuanto esta Cofradía debe ser el egemplo de amor, piedad y deboción a la Santísima Virgen de la Soledad, para edificación de los fieles; a fin de estimular el aumento de sus cofrades, se impone la obligación de celebrar en la Yglesia donde se halle instalada una misa de requiem por cada hermano que falleciere, y si llegase a tener fondos, mandará celebrar además diez misas rezadas a cada hermano de luz y cinco por los de paso”.

[20]  A los hermanos de luz se les acompañará con dichas insignias, un terno de hachas y dos velas; y a los de paso con medio terno de hachas y dos velas; prestando igual asistencia cuando reciban la comunión por modo de viático

[21]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. En caso de morir alguna persona o pariente en la casa de algún hermano de luz, conforme al art. 12, debía avisar al mayordomo de iglesia para que le asista con las insignias y medio terno de hachas. El art. 13 establece que a la muerte de los hermanos de luz del Nazareno, asistirán a su entierro y funerales, las insignias y estandartes con seis hachas y dos velas. Si fuera hermano de paso se le asistirá con las mismas insignias y cuatro hachas. Si falleciere alguna persona o pariente en la casa de algún hermano de luz, asistirán a su entierro y funeral las mismas insignias, estandarte y cuatro hachas. Este particular en razón de la concordia entre ambas hermandades, siempre que el Nazareno actuase de forma recíproca. El art. 14 señala que si quedase viuda en segundas nupcias la mujer de algún hermano, no tendrá ninguna asistencia sino paga media entrada.

[22]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006, páginas 91 a 96.

[23]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006, páginas 237-238.

[24]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad.. El art. 19 señala que para ser admitido como hermano de luz pagará dos libras de cera y sesenta y seis reales, mitad en el acto de la entrada, y la otra mitas en el término de seis meses, y su nombre y apellido sera inscrito en el libro de cofrades de esta clase, con expresión del día mes y año en que sea admitido. El art. 20 dispone que los hermanos de paso, solo pagaban dos libras de cera, anotándose en la misma forma que los hermanos de luz. Asimismo, disponía que si el hermano de paso hubiere servido como tal en esta Cofradía por espacio de siete años, pasará a serlo de luz satisfaciendo solo media entrada.

[25]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Art. 29 Convocar y presidir las Juntas ordinarias y extraordinarias de la Cofradía. Presidir la Corporación cuando asista a alguna fiesta, debiendo todos los cofrades, tanto de luz como de paso prestarle obediencia en todo lo concerniente al gobierno de la entidad, así como el culto de las imágenes. Celar la conducta de los hermanos, pudiendo amonestarles conforme al art. 22, y en caso de pertinencia ponerlo en conocimiento de los oficiales, en junta que se celebrará para la resolución conveniente. Imponer y exigir las multas a los desobedientes, desde una a tres libras de cera, según la gravedad de la falta.

[26]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Art. 29 “para que se verifique con el mayor orden y método que conduzca, a fin de agradar al Señor y escitar la deboción de los fieles, llebando en ella la Cruz o bordon delante de la Ymagen de Nuestra Señora”. Celar en todo cuanto convenga al culto y solemnidad de las fiestas que tanto esta cofradía por si, como en unión de la de Nuestro Padre Jesús se celebren, procurando haya paz y buena armonía entre los cofrades de una y otra, y se guarde el decoro y compostura. Encomendar las fiestas y Sermones que la Cofradía disponga, en particular con asistencia e intervención eclesiástico encargado de San Francisco.

[27]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Art. 31: “Arrendar los bienes inmuebles de la cofradía con intervención del Alcalde y Secretario, y pagar los gastos de culto y fiestas que se celebren. Recoger las limosnas en Semana Santa: cobrar los derechos de asistencias a entierros; entradas de hermanos, y todos los intereses y rentas que por cualquier concepto correspondan o puedan corresponder a la Cofradía. Dar cuenta puntual y circunstanciada de su Mayordomía el día primero de mayo de cada año, a los oficiales a quienes compete su examen y aprobación”.

[28]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Art. 32: “En el mismo día en que el Mayordomo del Arca de sus cuentas, las dará en el gasto de cera pesándose las que entregue a su subcesor para que pueda graduarse el gasto del año. Guardar y cuida con todo esmero los ornamentos, ropas, cera y demás efectos destinados al culto de Nuestra Madre la Soledad y demás Ymagenes que corresponden a la Cofradía. Cuidar de la limpieza y aseo de estos y sus vestiduras y adornos; como también del altar, y Capillas. Tanto de la cera como demás efectos, formará dos inventarios de los que uno se entregará al secretario, y otro conserbara en su poder para que se le haga cargo en el día en que cese en su destino”.

[29]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Para el funcionamiento la cofradía debía existir la siguiente documentación, que estaba bajo su responsabilidad. Art. 23 La Cofradía debe tener para su buen gobierno y puntual observancia de estas Constituciones y reglamento los libros siguientes: 1º El de admisión de Cofrades de luz, en que deben obrar por cabeza estas Constituciones. 2º El de admisión de Cofrades de paso. 3º El libro en donde se copien las cuentas que rindan los mayordomos, y el inventario de los bienes y efectos que tenga la Cofradía, archivándose las cuentas originales con su aprobación final. 4º El de actas, acuerdos y concordias que la Cofradía celebre.

[30]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. “Ygualmente, se hara de los libros, con espresion del objeto a que esten destinados, como también de todos los papeles sueltos y escrituras que correspondan a la Cofradía, dando recibo de todos a la entrada de ejercer su oficio, y entregarlos al que le subceda, para cuya custodia se pondrán en un arca con dos llaves, delas que una estará en poder de este, y la otra en el del Alcalde.”.

[31]  Archivo Municipal de Trujillo. Correspondencia. Siglo XIX.

[32]  Archivo Parroquial de San Martín. Parroquia de San Andrés. Estado de las Archicofradías, cofradías, hermandades y demás congregaciones piadosas que hauiendo sido establecidas con arreglo a las leyes y disposiciones vigentes existen hoy en esta Parroquia en cumplimto de lo que previene la Circular del Ylmo Sr Obispo de esta Diócesis de 23 de enero de 1855

[33]  Archivo Parroquial de San Martín. Parroquia de San Andrés. Petición de la Cofradía de la Soledad a la del Nazareno: “En la Ciudad de Trujillo a diez de Abril de mil ochoctos quarenta. Estando juntos y congregados como lo es de costumbre en la Capilla de Jesús Nazareno los hermanos únicos qe hay de Nra Sra de la Soledad y Uendita Madalena Bizente Carrasco y Felipe Pinto de Rubio por hermano a José Andrade, casado con Vizenta Robles, quedando sujeto a nro Alcalde de dicha cofª, y para que conste lo señalamos como es de costumbre en el mismo día y año”.

[34]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Cofradía de Jesús Nazareno 1820-1848. En Actas de XLVII Coloquios Históricos de Extremadura. También lo pueden consultar en https://chdetrujillo.com/la-cofradia-de-jesus-nazareno-de-trujillo-1820-1848/ . En la presente comunicación también reflejo los artículos que regulaban esa relación.

[35]  CILLAN CILLAN F y RAMOS RUBIO J.A.: El Procesionario de Trujillo. Badajoz 2010 página 236: “El día 5 de enero de 1848 se unen las Cofradías de Jesús y la Soledad, que se habían reorganizado aun con mayor fuerza que antes de que fueran extinguidas con la Desamortización”. A continuación, cita como fuentes documentales el acta de 28 de marzo de 1847 y la de 5 de febrero de 1848

[36]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Cofradía de Jesús Nazareno 1820-1848. En Actas de XLVII Coloquios Históricos de Extremadura. También lo pueden consultar en https://chdetrujillo.com/la-cofradia-de-jesus-nazareno-de-trujillo-1820-1848/

[37]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. Junta 4 noviembre 1880.

[38]  Archivo Parroquial San Martín. Reforma Estatutos Nazareno 1882. Información de algunos artículos de las Constituciones de la Cofradía de Ntro P Jesús Nazareno y esticion de la Concordia que tenía con la de la Soledad. “Hemos venido en declarar 1º Que desde esta fecha cesa la concordia celebrada entre las dos cofradías en el año 1844, quedando cada una de ellas independiente de la otra, y solo sometida a sus propios reglamentos y Junta Directiva. Ninguna pues, podrá invocar en lo sucesivo el referido convenio pª exigir de los hermanos de la otra el cumplimiento de las obligaciones qe en el estaban introducidas por la Juzga Directiva de la Cofradía de Jesús Nazareno en los artículos de sus constituciones, expresados en la nota que en adjunta a su exposición declarando derogada y sin vigor los antiguos a que se referían en la arte que son alterados por esas modificaciones. Comuniquese esta nuestra resolución a los presidentes de las Hermandades de Jesús Nazareno y de la Soledad de Trujillo, a fin de qe dando cuenta de ella en la próxima sesión que celebre la Junta Directiva de cada una de ellas, puedan constar en actas y llevarse a efecto

[39]  RAMOS RUBIO, J.A.: Historia de la Semana Santa en Trujillo. Cáceres 1993 páginas 65 y 66. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudios sobre los conventos de la T.O.R. F de Trujillo, Cáceres 1992, página 85. CILLAN CILLAN, F. y RAMOS RUBIO, J.A.:El Procesionario de Trujillo Badajoz 2010 páginas 239y 240.

[40]  Archivo Parroquial de San Martín. Parroquia de San Andrés. Expediente para al instalación de la Cofradía de la Soledad en la Yglesia de Sn Franco y cesión del uso de la Efigie de la Señora de la Soledad propia de los religiosos de la Merced.

[41]  Tengo que agradecer a la Cofradía de Jesús Nazareno de Trujillo el haber facilitado la foto donde aparece.

[42]  Archivo Parroquial San Martín. Parroquia de San Andrés. Cofradía Soledad 1874.

[43]  Archivo Parroquial San Martín. Parroquia de San Andrés. Soledad 1877

[44]  Archivo Parroquial San Martín. Parroquia de San Andrés. Soledad 1877: “Usando de las facultades que me concede el Sr Gobernador Ecco de la Diócesis en Decreto de 7 de mayo de 1846 y en conformidad con las que se reserbo el párroco de Sta María al conceder el traslado provisional de la imagen de Ntra Sra de la Soledad que hoy se venera en Sn Pedro el Real de esta Ciudad, del convento de Sn Geronimo a la iglesia de Sn Francisco, he venido en disponer que el Viernes Santo próximo, terminado el Sermón de la Soledad , sea trasladada expresada imagen a la iglesia del Convento de expresado San Pedro, donde quedara definitivamente colocada hasta nuevo acuerdo de la autoridad competente”.

[45]  LABARGA GARCIA, F.: Actas del V Congreso Nacional de Cofradías bajo la advocación de Jesús Nazareno. Camino del Calvario: rito, ceremonia y devoción. Cofradías de Jesús Nazareno y figuras bíblicas. Córdoba 2016

[46]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006 página 155.

[47]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006 página s 155-156 El transcurso de la procesión por las calles era anunciado por una trompeta, se detenía por primera vez a la puerta del convento de San Francisco, cuya comunidad rendía honores. Cuando llegaba a la Plaza Mayor se aportaba la Verónica, para encontrarse con el Nazareno en el momento que se hallaba en la casas que fueron de don Alonso de Herrera, (conocido como Casa de la Cadena), donde tenía lugar la segunda humillación, acercándole el paño para limpiar el rostro por tres veces, volviendo la cabeza del Nazareno a los penitentes que le seguían, al tener su efigie un mecanismo para poderlo hacer, realizándose esta representación desde 1629. La última caída tenía lugar en las puertas del convento de la Encarnación, donde también era recibido por los dominicos.

[48]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años.

[49]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión. 31 marzo 1926. El artículo se refiere literalmente a Autos Sacramentales, cuando en realidad debe decir autos sacros, pues la penitencia no es un sacramento.

[50]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006 página 113. En el inventario de bienes de la Cofradía de la Soledad, incluía “dos bandas, una colorada y otra pjica de tafetan de los dos caballeros Nicudemus y Arimatea

[51]  Archivo Municipal de Trujillo. Correspondencia. Siglo XIX. Este documento aparece a la luz pública gracias al trabajo de Francisco Moreno Mandado. Manifiesto que presenta la Ylustre Cofradía de Ntra Sra de la Soledad de esta Ciudad de las funciones religiosas qe va a hacer en el Viernes Santo próximo en la Yglesia de S. Franco, donde se halla constituida aquella: En el dicho día y hora de la doce de la mañana serán predicadas las Siete Palabras que pronunció Ntro Redentor en su Agonía por D. José Pulido Cura de Huerta de Animas, estando el Templo magníficamente adornado, y ocupado con Centinelas de la Benemérita Milicia Nacional para guardar el orden debido. En el mismo día y a la hora de las 5 de su tarde saldará la Procesión del Santo Entierro de Ntro Sr Jesucristo vajo el orden sigte

[52]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años.

[53]  Archivo Municipal de Trujillo. Correspondencia. Siglo XIX

[54]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años.

[55]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años

[56]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años: Cofradías erigidas en las Iglesias de San Francisco y Jesús: “Por los tiempos a que nos referimos existían, entre otras, en San Francisco, las Cofradías de la Soledad y del Dulce Nombre de Jesús; la de la Santa Cruz y del Corazón de Jesús. La de la Piedad y Nuestro Padre Jesús estaban en la Iglesia de este nombre. En 27 de febrero de 1918, por Decreto del Obispado de Plasencia, se fundieron la de la Soledad y la de Nuestro Padre Jesús y Piedad en una sola, con el titulo de Santo Sepulcro y Soledad, que es la hoy existente en San Francisco.

Oct 292019
 

Provisional

José Luis Barrio Moya.

            A pesar de los muchos y sólidos estudios que sobre los músicos españoles de los siglos XVII y XVIII que han aparecido en los últimos años, es todavía muchos de aquellos profesionales que continuan en el olvido, como es el caso de don Ramón Rodríguez Monroy, quien desde su localidad natal de Gata alcazó en el Madrid de Carlos IV un puesto en la Real Capilla y en la orquesta que mantenía en su palacio la culta e ilustrada doña Josefa Alonso Pimentel Téllez Girón, IX duquesa de Osuna.

            El nombre de don Ramón Roríguez Monroy no figura en el documentado Dicccionario de la Música Española e Hispanoamericana[1]. Tampoco lo citan Antonio Martín Moreno [2], Antonio Gallego [3] y Monserrat Sánchez Siscaet [4]. Por todo ello creemos que las noticas que vamos a dar sobre don Ramón Rodríguez Monroy son del todo inéditas

            Don Ramón Rodríguez Monroy nació en la localidad extremeña de Gata obispado de Coria, siendo hijo de don Juan Rodríguez Monroy y doña María Rodríguez, ambos naturales de la citada población.

            No conocemos la fecha exacta de su nacimiento ni tampoco donde llevó a cabo sus estudios musicales, salvo que en 1788 ya se encontraba en Madrid, próximo a contrarer matrimonio con doña Agueda Rodríguez, natural de Madrid e hija del madrileño don José Julián Roríguez y de doña Gabriela Porres nacida en la ciudad de Toledo. Doña Agueda Rodríguez era viuda de don Juan Antonio Calzadillo..De aquella unión no se logró descendencia y quedó rota por la muerte de aquella señora.

El día 15 de junio de 1788 y ante el escribano Diego Rubio, don Ramón Rodríguez Monroy, hacía relación de los bienes que aportaba a su matrimonio [5], Es curioso destacar que en aquel documento no declarase que era músico de la Real Capilla, cosa que si haria en sus tres testamentos, otorgados en 1801, 1806 y 1811.

VESTIDOS.-

Fueron muy abundantes, destacando una capa de paño color de perla de la fábrica de Brihuega, tasada en 260 reales de vellón.

primeramente dos baras y media de paño de color de rosa, 125 rs.- un corte de chupa de tela de oro vordada, 240 rs.- una chupa de rso liso bordada, 214 rs.- una chupa de gase de plata bordada de oro, 300 rs.- un vestido completo de Semana Santa con su chupa y bueltas de tisu y sus forros correspondientes, 600 rs.- una casaca de pana color de aceituna, 220 rs.- un vestido completo de muer de Francia color tornasolado de listas, 450 rs.- un par de calzones de raso liso doble negro, 130 rs.- una chupa negra de grodetur de listas, 180 rs.- un vestido de paño negro que es compuesto de casaca, chupa y calzon, 300 rs.- yt otro de paño negro color vedrde botella, 180 rs.- yd otro de paño tanvien entero color de tabaco obscuro, 340 rs.- yd otro tamvien entero de lanilla negro, 180 rs.- yt otrio entero dce seda verde manzana de listas, 240 rs.- yt un par de calzones negros de seda de listas, 90 rs.- yt otro par de varragan negro asargado, 80 rs.- yt una almilla y calzones de coton para peinarse, 30 rs.- yt una capa de paño color de perla de la fabric de Brihuega, 260 rs.- yt un sortu de ratina color de pompadur, 100 rs.- yt un cabriole de vaieton con embozos de raso liso, 200 rs.- yt otro de paño de ala de cuerbo a la jerezana, 130 rs.- yt una almilla de color de caña, 30 rs.- yt otra de color de ante para peinarse, 110 rs.- yt unos botines de paño, 45 rs.

ROPA BLANCA NUEVA.-

Bajo este epígrafe se registraban colchas, sábanas, almohadas, camisas, calzoncillos, camisolas, corbatines, justillos, peinadores, calcetas, pañuelos y medias de seda.

PINTURAS.-

yt una Nuestra Señora de la Concepcion pintada sobre raso liso, de tres quartas de alto y lo correspondiente de ancho, 100 rs.- yt quatro estampas con sus cristales y marcos dorados, 40 rs.- yt un quadrito pequeño de San Ramon con su marco de christal, 40 rs.- yt una estampa de Nuestra Señora de los Desamparados con su media caña, 6 rs.- yt un Santo Christo de bronce pequeño y un lignum crucis, 12 rs.- yt seis cornucopias, 120 rs.- yt diez varas de friso con su media caña, 70 rs.

MADERA.-

yt una cama de cavecera de quatro tablas, 214 rs.- yt un armario de madera de plazuela con quatro cajones y herrage dorado, 150 rs.- yt un tocador de nogal con embutidos, 130 rs.- yt una arquita de enebro, 20 rs.- yt una mesa de nogal, 20 rs.- yt un cofre forrado en pellejo con su cerradura y llave, 60 rs.- yt un paraguas de tafetan, 120 rs.

INSTRUMENTOS.-

Aqui incluyó el músico extremeño los instrumentos musicales propios de su profesión, entre los que destacaban dos violines de la famosa familia de los Stradivarius, uno de ellos con su caja forrada en badana negra, tasado en 2000 reales y otro, más modesto, en 240 reales

yb contrabajo de hechura de pera hecho en Bolonia, 1500 rs.- yt un biolin de extradivarios con su caja forrada en badana negra, 2000 rs.- yt otro estradivarios, 240 rs.- yt otro de Salmon cion su caja de pino sin forrar, 240 rs.- yt otro aleman y varios arcos de contrabajo, 120 rs.- yt un templador de yerro de contrabajo, 6 rs.

COLCHONES Y FUNDAS.-

yt quatro colchones poblados de lana, 240 rs.

ORO, PLATA Y SIMILOR.-

En este apartado, ademas de joyas y objetos de plata, incluyó varias composiciones suyas, como cartetosm, minués y sinfonías.

yt una caja de oro redonda gravada, 1500 rs.- yt otra caja de oro con esnaltes imitado a piedra, 1920 rs.- yt una repeticion de oro guarnecida de gorgones con cadenas de lo mismo con tres sellos grandes ya usada, su autor Wetoud, 1920 rs.- yd otro relolx de oro guarnecido de jergones con cadena de oro, sin estrenar, su autor Terrien, 1080 rs.- yt otro tamvien de oro, sin estrenar, guarnecido de jergones y esmaltadao comn su cadena de lo mismo, su autor Remilli, 1320 rs.- yt otro de oro liso, usado, su autor Alexandro Pattrivid Wer, 420 rs.- yt un cubierto de plata, 100 rs.- yt dos cajas de plata, la maior lisa en ochenta reales y la otra, ynglesa, labrada, en sesnta reales y ambas en 140 rs.- yt otras dos cajas de concha grandes y redondas, las dos en 60 rs.- yt otra de similor, 30 rs.- yt otra de porcelana esmaltada en oro, 80 rs.- yt una sortija de un topacio con cerco de brillantes, 755 rs.- yt un bote de plata para tabaco, 40 rs.- yt una caja de pasta de papel grande y redonda, 20 rs.- yt un juego de cinco evillas de christal de roca engastadas en oro, 300 rs.- yt dos ebillas de plata con perlas, 160 rs.- yt dos ebillas de plata lisas y vaciadas, 45 rs.- yt un juego de quatro evillas de piedras de Francia, echura antigua, 80 rs.- yt otro juego de similor, 16 rs.- yt otro de acero con piedras, 20 rsd.- yt un espadin de plata, 650 rs.-yt otros dos de acero, 120 rs.- yt otro de similor y china, 60m rs.- yt una bolsa de piel de lobo marino bordada de oro, 40 rs.- varias obras de musica que son dos, unas de quartetos y otras sinfonias, su autor Monrroy, 200 rs.- yt nueve juegos de minues impresion por el mismo Monrroy, 64 ers.-. yt seis laminas de estaño en que estan gravados dichos minues, 120 rs.- yt varias sonatas, un libro de lecciones de violin y varios borradores, 300 rs.

LIBROS.-

Don Ramón Rodríguez Monroy tenía en el momento de sun matrimonio una pequeña biblioteca formada por sesenta y cinco títulos y varios papeles diferentes de los que no se esoecifica nada mas.

            Por lo que respecta a la temática se registraba obras religiosas como el Año cristiano, de Jean Croiset en la traducción del padre José Francisco de Isla, las Confesiones, de san Agustín, el Penitente instruido, de Paolo Segneri, los Ejércicios espirituales, de san Ignacio de Loyola, los Sermones sobre el Miserere, de fray Juan Crisóstomo Olóriz, etc.

            Poseyó la Historia de la conquista de México, de Antonio de Solís y Rivadeneira, el Espectáculo de la naturaleza, de Noël Antonine Pluche, las Obras de Quevedo y Gracían, el Teatro crítico universal, de fray Benito Jerónimo Feijoo, las Obras médico chirúrgicas, de madame Fouquet, la Monarquía hebrea, de Vicente Bacallar y Sanna, marqués de San Felipe, el Directorio gramatical, de Domingo Santos, la Corte Santa, de Nicolás Caussin, la Historia del emperadior Teodosio, de Esprit Flechier, etc.

            Como obras relacionadascon su profesión tenía los Dialectos músicos en que se manifiesta los mas principales elementos de la música, de fray Francisco de Santa María, el poema La Música, de Tomas de Iriarte y los Fragmentos músico. Reglas generales y muy necesarias para canto llano, canto de órgano, contrapunto y composición, de fray Pedro Nasarre y un libro de Lecciones de violín, del que no se cita el autor

yt seis tomos de a folio Pineda Monarquia hebrea, 120 rs.

= yt un tomo tamvien en folio Solis Historia de Mejico (Antonio de SOLÏS Y RIVADENEIRA.- Historia de la conquista de México, población y progresos de la América septentrional, conocida por el nombre de la Nueva España, Madrid 1684), 24 rs.

– yt otro Casani Historia de la provincia de Granada (José CASANI.- Historia de la provincia de la Compañía de Jesús del nuevo reyno de Granada en la América, Madrid 1741), 20 rs.

– yt otro Nasarra tomo segundo, 30 rs.

– yt doce tomos en quarto del Año christiano (Jean CROISET.- Año cristiano y exércicios devotos para todos los días del año traducido por fray José Francisco de ISLA, Madrid 1753), 120 rs.

– yt seis tomos en quarto de las Dominicas del año, 60 rs.

– yt diez y seis tomos del espectaculo de la naturaleza (Noël Antoine PLUCHE.- Espectáculo de la naturaleza o Conversaciones acerca de las particularidades de la Historia Natural traducido del francés por Esteban TERREROS PANDO, Madrid 1755), 180 rs.

– yt quince tomos de todas las obras del padre Feijoo (fray Benito Jerónimo FEIJOO.- Teatro crítico universal, Madrid 1726-1739), 120 rs.

– yt seis tomos de las obras de Quevedo (Francisco de QUEVEDO Y VILLEGAS.- Obras, Madrid 1650), 60 rs.

– yt dos tomos Demostracion del teatro critico (fray Martín SARMIENTO.- Demostración crítico apologética del Theatro Crítico Universal que dió a la luz el R.P.M. fr Benito Gerónimo Feijoo, Madrid 1732), 20 rs.

– yt un tomo primero de dicha Demostracion suelto, 10 rs.

– yt tres tomos Maximas cristianas de Garau (fray Francisco GARAU.- El sabio instruído de la nat uraleza en quarenta máximas políticas y morales, Barcelona 1675), 30 rs.

– yt dos tomos Florez Reynas de España (fray Enrique FLÓREZ DE SETIËN.- Memorias de la reynas catholicas. Historia genealógica de la Casa Real de Castilla y León, Madrid 1761), 40 rs.

– yt un tomo Florez clave historial (fray Enrique FLÓREZ DE SETIÉN.- Clave historial cion que se abre la puerta a la historia eclesiastica y política, chronología de los Papas, Emperadores, Reyes de España, Italia y Francia con el origen de todas las monarquías, Madrid 1743), 10 rs.

– yt dos tomos obras de Madama Fouquet (Marie de MAUPEAU, vizcondesa de VAUX.- Obras médico-chirúrgicas de Madama Fouquet traducidas por Francisco Monroy y Olaso, Valladolid 1748), 20 rs.

– yt un tomo Codorniu Filosophia moral (fray Antonio CODORNIU.- Índice de la philosofía moral christiano política dirigida a los nobles de nacimiento y espíritu, Gerona 1746), 10 rs.

– yt un tomo oloriz oraciones diversas (fray Juan Crisóstomo OLÓRIZ.- Oraciones diversas dedicadas a la excelentísima eeñora Doña Ana María del Pilar Silva y Portocarrero, condesa de Aranda, Zaragoza 1743), 12 rs.

– yt otro Señeri el devoto de Maria (Paolo SEGNERI.- El devoto de la Virgen María traducido al español por Juan ESPINOLA BAEZA, Madrid 1696), 6 rs.

– yd otro Oloriz sobre el Miserere (fray Juan Crisóstomo OLÓRIZ..- Sermones sobre el Miserere, Zaragoza 1744), 8 rs.

– yd otro Dialectos musicos de Santa Maria (fray Francisco de SANTA MARÍA.- Diañectos músicos en que se manifiesta los más principales elementos de la armonía, Madrid 1778), 12 rs.

-yt otro Vida de los dos Tobias (Vicednte BACALLAR Y SANNA, marqués de SAN FELIPE.- Vida de los dos Tobías, Madtid 1746), 10 rs.

– yt otro Rodríguez Palestra Medica (fray Antonio José RODRÍGUEZ.- Palestra crítico-médica en que se trata introducir la verdadera medicina y desaloxar la tyrana intrusa del reyno de la naturaleza, Pamplona 1734), 4 rs.

– yt otro Historia de los tulipanes, 12 rs.

– yt otro Medico y cirujano de los pobres (Paul DUBÉ.- El médico y cirujano de pobres traducido por Francisco ELVIRAL, Madrid 1755), 12 rs.

– yt otro Yndagaciones sobre el pulso (Theophile BORDEU.- Idioma natural del cuerpo humano: indagaciones sobre el pulso traducido por José Ignacio CABALLO DE CASTRO, Madrid 1768), 12 rs.

– yt Directorio gramatical (Domingo SANTOS.- Directorio gramatical, Madrid 1753), 3 rs.

– yt dos tomos obras de Gracian (Baltasar GRACIÁN.- Obras, Madrid 1663), 30 rs.

– yt dos tomos en pasta Monarquia hebrea por el marques de San Phelipe (Viente BACALLAR Y SANNA, marqués de SAN FELIPE.- Monarquía hebrea: los jueces de Israel y de Juda, Génova 1719), 50 rs.

– yt un tomo tamvien en pasta Poema de la Musica por Yriarte (Tomás de IRIARTE.- La Música poema, Madrid 1779), 24 rs.

– yt otro tomo en pasta la Hermosura sin lunar por el padre Navarro (Joaquín NAVARRO.- La hermosura sin lunar, qual es la del alma y cuerpo de María Santisíma, Madrid 1762), 6 rs.

– yt seis tomos en lo mismo obras de Yriarte (Tomás de IRIARTE.- Colección de obras en verso y prosa, Madrid 1787), 100 rs.

– yt un tomo Gramatica de la lengua española, 10 rs.

– yt veinte y quatro tomos en octabo intitulados Corte Santa de Causino (Nicolás CAUSSIN.- La Corte Santa traduycida del francés por Francuisco Antonio CRUZADO Y ARAGÓN, Madrid 1664), 100 rs.

– yt varios papeles sueltos, 8 rs.

– yt dos tomos en octavo Croyset discursos espirituales (Jean CROISET.- Discursos espirituales sobre los asuntos mas importantes para la vida christiana traducidos por José de ESCOBEDO, Barcelona 1751), 8 rs.

– yt tres tomos tamvien en octavo el Arte explicado (Marcos MÁRQUEZ DE MEDINA.- El arte explicado y gramático perfecto, Madrid 1738), 12 rs.

– yt dos tomos lo mismo Historia de los emperadores romanos, 8 rs.

– yt otros dos Historia del emperador Theodosio (Esprit FLECHIER.- El héroe español: historia del emperador Teodosio traducido por fray José Francisco de ISLA, Madrid 1731), 8 rs.

– yt otros dos Confesiones de San Adustin (san AGUSTÍN.- Confesiones traducidas por fray Pedro de RIBADENEIRA, Madrid 1598), 8 rs.

– yt un tomo Valero Carta pastoral, 4 rs.

– yt otro Esplicacion de la bula de la Santa Cruzada (fray Bernabé GALLEGO DE LA VERA.- Explicación de la Bula de la Santa Cruzada, Madrid 1652), 3 rs.

– yt dos tomos Economia de la vida humana (Robert DODSLEY.- Economía de la vida humana traducida al españo, por Manuel de JUNCO Y PIMENTEL, Madrid 1755), 4 rs.

– yt un tomo Eloquencia española (Bartolomé JIMÉNEZ PATÓN.- Eloquencia española en arte, Toledo 1604), 6 rs.

– yt un tomo retiro espìritual (Louis BOURDALEUE.- Retiro espir itual para las comunidades religiosas, Madrid (s.a), 4 rs.

– yt quatro Platiquillas, 4 rs.

– yt un juego de damas (José Carlos GARUZ DE LA SIERRA.- Libro nuevo. Iuego de damas dividido en tres tratados, Mad rid 1684), 3 rs.

– yt un tomo Lunario, 2 rs.

– yt otro Arte de Nebrija (Antonio de NEBRIJA.- Arte de la lengua castellana, Salamanca 1492), 3 rs.

– yt dos tomos Historia de Carlos doce (François AROUET DE VOLTAIRE.- Historia de Car los XII, rey de Suecia traducida por Leonardo de URIA Y ORUETA, Madrid 1734), 6 rs.

– yt un tomo Molestias del trato humano (fray Juan Crisóstomo OLÓRIZ.- Molestías del trato humano, Madrid 1745), 3 rs.

– yt otro Puente tesoro escondido (fray Luis de la PUENTE.- Tesoro erscondido en las enfermedades y trabajos, Sevilla 1672), 4 rs.

– yt un juego de manos, 3 rs.

– yt un tomo la livertad de la ley de Dios en la China (fray José SUÁREZ.- La libertad de la ley de Dios en el imperio de la China traducido de lengua portuguesa por Juan de ESPINOLA, Lisboa 1696), 2 rs.

– yt otro tomo Nasarre Fracmentos musicos (fray Pablo NASARRE.- Fragmentos músicos. Reglas generales muy necesarias para canto llano, canto de órgano, contrapunto y composición, Zaragoza 1683), 4 rs.

– yt nueve papeles diferentes, 4 rs.

– yt un tomo Pinamonte causa de ricos (Giovanni Paolo PINAMONTE.- La causa de ricchi ovvero il denito ed il frutto della limosna, Bolonia 1697), 4 rs.

– yt dos tomos en pasta en octabo intitulados Compendio de la Historia de España (Pierre DUCHESNE.- Compendio de la historia de España traducido por fray José Frabncisco ISLA, Madrid 1758), 10 rs.

– yt un tomo de Semana Santa, 12 rs.

– yt quatro tomos Sucesos memorables del mundo (Nicolás FONTAINE.- Historia de los sucesos memorables del mundo con reflexiones instructivas traducida por Leonardo de URIA Y ORUETA, Madrid 1751), 12 rs.

– yt un tomo oficio parbo de Nuestra Señora en cstellano, 8 rs.

– yt otro el Alma victoriosa (Francisco Javier HERNÁNDEZ.- El alma victoriosa de la pasión dominante por medio del examen de la conciencia, Valencia 1758), 4 rs.

– yt otro estaciones de Jersusalen (Adrien PARVILLIERS.- La devotion des predestines ou les stations de Jerusale et du calvaire, Rouen 1679), 6 rs.

– yt otro el penitente instruido en pergamino (Paolo SEGNERI.- El penitente instruído traducido por Juan de ESPINOLA BAEZA, Madrid 1695), 2 rs.

– yt otro el confesor in struido (Paolo SEGNERI.- El confesor instruiído traducido por Juan de ESPINOLA BAEZA, Madrid 1695), 2 rs.

– yt otro Ejercicios de san Ygnacio (san Ignacio de LOYOLA.- Ejérciciosz espìrituales, Roma 1548), 3 rs.

– yt un tomo Devocionario en pasta, 4 rs.

CRÉDITOS EN FAVOR.-

Además de todo lo anteriormente expuesto don Ramón Rodríguez Monroy llevó a su matrimonio toda una serie de deudas que contra él tenían contraidas diversas personas, entre ellas los músicos Domingo Rodil, de la Real Capilla y Vicente Julia, de las Guardias Walonas asi como la duquesa de Osuna.

yt dos mil reales de vellon en un vale hecho y firmado por don Josef Tiburcio Rodriguez, vecino de esta Corte, su fecha quince de noviembre de mill setezientos ochenta y seis, 2000 rs.

– yt trescientos y veinte reales de vellon que le esta deviendo don Domingo Rodil, musico de la Real Capilla, 320 rs.

– yt sesenta reales de vellon que esta deviendo don Viente Julia, musico de Guardias Walonas, 60 rs.

– yd dos mil ciento y sesenta reales de vellon que esta deviendo la excmª señora doncesa de Benavente, duquesa de Osuna por su consignacion de trescientos y sesenta reales cada una, 2160 rs.[6]

            Hay que destacar que durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, ninguno de aquellos monarcas hicieron innovación alguna en la organización de la Capilla Real, que se vió gravemente afectada por la galopante crísis económica del momento, hasta el punto que Carlos IV, en 1798, estableció que para subvencionar la guerra contra Francia toda los miembros de la Capilla Real debián donar un mes de su sueldo, lo que provocó las airadas protestas de los músicos. [7]

            El día 8 de marzo de 1806 don Ramón Rodríguez Monroy otorgaba el primero de los tres testamentos que conocemos de su mano. [8]

            En aquel documento declara ser musico de la Real Capilla de Su Magestad, vecino de esta Corte y natural de la villa de Gata, obispado de Coria, así como el nombre de sus padres.

            Establece que tras su muerte, su cuerpo fuese amortajado con el hábito del Carmen y sepultado en la yglesia parroquial donde fuere feligres al tiempo de mi fallecimiento y que mi entierro se haga de secreto que devera costear la concordia funeral de los individuos musicos de la Real Capilla de Su Magestad con arreglo a las constituciones establecidas, abonandose y sacandose de mis bienes el esceso que pueda haver por razon de la ofrenda que exija la parroquia.

            Pide que se celebrasen por su alma doscientas misas rezadas, pagando por cada una cuatro reales de vellón. Legaba treinta reales de vellón a los Santos Lugares de Jersusalén, redención de cautivos cristianos y reales hospitales General y Pasión de Madrid.

            Nombraba por sus testamentarios a su hermano don Juan Roríguez Monroy, vecino de la villa de Gata, a su cuñado don José Simón Ramos, marido de su hermana doña María Rodríguez Monroy y a sus compañeros de la Real Capilla, don José de Zayas y don Felipe Martínez.

            Por último instituía por herederos a sus hermanos Juan y María Rodríguez Monroy, y en caso de que ambos falleciesen antes que él, la herencia pasaría a sus sobrinos Vicente, María y Paula, hijos de su hermana y de don José Simón Ramos

            El día 7 de 1806 don Ramón Rodríguez Monroy otorgaba un nuevo testamento ante el escribano José Antonio Canosa, donde repite muchas decisiones expuestas en el primero, aunque también con algunas variaciones. [9]

            Piden que se celebren por su alma veinte misas rezadas, pagando por cada una seis reales de vellón y las que llaman de San Vicente Ferrer con la limosna de diez reales de vellon cada una.

            No olvida a su criada María Candela Cabañas a la que en prueva de mi agradecimiento y teniendo presente sus loables prendas, quiero y es mi voluntad se la de la cama de su uso completa, de quatro sabanas, quatro fundas, quatro almoadas, colcha y manta y que hasta que se concluya mi testamentaria y permanezca en mi casa se la contribuya con seis reales diarios para su manutencion, satisfaciendola asimismo la soldada o salario de cinquenta reales mensuelaes y la pido me encomiende a Dios

            Nombraba por sus testamentarios a su hermano don Juan Rodríguez Monroy, don Juan Guillermo presbitero, capellan de honor de Su Magestad, don Pedro Pareja, asimismo presbitero y don Cayetano Solana, y como herederos a sus hermanos y sobrinos ya citados.

            El 16 de febrero de 1811 el músico extremeño otorgaba un tercer testamento ante el ya mencionado escribano José Antonio Canosa. [10]

            En este nuevo testamento don Ramón Rodríguez Monroy repite muchas de las claúsulas de los dos anteriores, aunque tambiém icluye otras nuevas. Así declara que don Manuel Gómez Blasco, vecino de la villa de Gata, le debe seis mil reales de vellón que le prestó sin interés alguno, para resolver algunos asuntos económicos ue le acuciaban.

            Nombraba por su única heredera a su criada María Candela Cabañas eso en el caso de que se halle al tiempo de mi muerte o en mi casa y compañia aunque quando este bien enferma o imposivilitada y en defecto de uno y otro quiero y es mi voluntad que todos los referidos mis bienes se combiertan la mitad de ellos en misas y sufragios por mi alma y las demas obligaciones y la otra mitad la hereden y lleven por iguales partes mis sobrinos carnales don Jose Maria, doña Paula y don Vicente Ramos Monroy.

            Por último instituñian por sus testamentarios a don Isidro Pareja, presvitero, teniente beneficiado de la parroquia de san sebastian y don Mariano Sancho.

Desgraciadamente en ninguno de sus tres testamentos don Ramón Rodríguez Monroy declara en que iglesia quiere ser enterrado, lo que resulta muy dificil hallar su partida de defunción, que nos aclararía la fecha de su fallecimiento y el lugar de su sepultura.

DOCUIJMENTO 1º.

Testamento de don Ramon Rodríguez Monrroy.

                                                                                 8 de marzo de 1801.

En el nombre de Dios todo poderoso Amen. Sepase por el presente testamento como yo Don Ramon Rodriguez Monrroy, musico de la Real Capilla de Su Magestad, de estado viudo de doña Agueda Rodriguez, vecino que soy de esta Corte y natural de la villa de Gata, obispado de Coria, hixo lexitimo de Don Juan Rodriguez Monrroy y de Doña Maria Rodriguez ambos difuntos, naturales y vecinos que fueron de la misma villa de Gata, hallandome fuera de cama sin enfermedad alguna y con el conocimiento, memoria y expedicion que se requiere para este acto, creyendo como firmemente creo en el incomprensible misterio de la Santisima Trinidad, Padre, Hijo y Espiritu Santo que son tres personas y un solo Dios verdadero y en todo lo demas que nos enseña, cree y confiesa Nuestra Santa Madre Yglesia Catolica Apostolica Romana, vaxo de cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como fiel catolico christiano, temeroso del am uerte que es induvitable a toda criatura y su hora incierta y modo ignorado, paraestar prevenido quando llegue imboco por mi intercesora y abogada a Maria Santisima Madre de dios y señora nuestra, al Santo Angel de mi guarda, santos de mi nombre y devocion y a los demas de la Corte celestial pra que intercedan con su divina Magestad me perdone mis culpas y pecados y lleva a gozar mi alma a la gloria eterna, vaxo de cuya protestacion e invocazion paso a ordenar mi testamento en la forma siguiente.

– lo primero encomienda mi alma a Dios nuestro señor y el cuerpo mando se restituia a la tierra, el qual cadaver sea amortajado con el havito de Nuestra Madre y señora del Carmen de antigua y regular observancia y sepultado en la yglesia parroquial donde fuere feligres al tiempo de mi fallecimiento y que mi entierro se haga de secreto que devera costear la concordia funeral de los individuos musicos de la Real Capilla de Su Magestad con arreglo a las constituciones establecidas, aboonandose y sacandose de mis bienes el esceso que pueda haver por razon de la ofrenda de exija la parroquia.

– es mi voluntad se digan por mi alma e intencion doscientas misas rezadas con la limosna de quatro reales por cada una y sacadas la quarta parroquial las demas se celebren por los sacerdotes seculares o regulares que pareciese a mis testamentarios que adelante nombrare.

– a las mandas forzosas y acostumbradas que lo son los Santos Lugares de Jerusalen, redencion de christianos cautibos y los Reales Hospitales General y Pasion de esta Corte quiero se las de por una vez treinta reales de vellon opara que se repartan entre todas con igualdad, con los quales las desisto, quito y aparto del derecho que pudieran tener a mis bienes.

– declaro que si al tiempo de mi fallecimiento se encontrase entre mis papeles alguna memoria firmada de mi mano concerniente a mi ultima voluntad quiero que su contenido se observe y cumpla invulnerablemente.

– y para cumplir y pagar lo que dexo dispuesto y ordenado en este testamento y que ciontuviese la citada memoria si la dejase, nombre por mis albaceas y testamenarios a mi ermano don Juan Rodriguez Monrroy, vecino de la expresada villa de Gata, a don Josef Simon Ramos, marido de mi hermana Doña Maria Rodriguez Monrroy, vecinos de la ciudad de Plasencia y a mis compañeros de capilla don Josef de Zayas y Don Felipe Martinez, vecinos de esta Corte, a quienes y a cada uno ynsolidum doy todo mi poder y facultad cumplida para que berificado mi fallecimiento entren y se apoderen de todos mis bienes, creditos y efectos y vendan los necesarios en publica o secreta almoneda y con su producto satisfagan y cumplan lo que dexo dispuesto y ordenase en la referida memoria, cuyo cargo quiero les dure el año del albaceazgo y el demas tiempo que desde luego les prorrogo en amplia forma.

– y el remanente que resultare quedar de todos mis bienes, derechos y acciones y futuras sucesiones que por qualesquier titulo me puedan pertenecer, lo divido en tres partes iguales, la una pata mi hrmano Don Juan Rodriguez Monrroy, presbitero, otra para mi ermana Doña Maria Rodriguez Monrroy, a quienes nombro por mis herederos de las dos primeras terceras partes con la precisa circunstancia de que si el Don Juan Rodriguez Monrroy falleciese ante que yo, en este caso ha de ser mi hermana Doña Maria Rodriguez Monrroy mi heredera de las dichas dos primeras terceras partes, a cuyo fin y para que en aquel cso la nombro de ellas por mi unica heredera y si la citada Doña Maria Rodriguez Monrroy falleciese antes que yo nombro por mis herederos a de una de las dichas tres partes de mis bienes a mis sobrinos Don Vicente, Doña Maria y Doña Paula Ramos Monrroy, hixos de la nominada Doña Maria Rodriguez Monrroy, mi hermana y el referido Don Josef Simon Ramos, su marido, y si como dejo prevenido falleciese tambien antes que yo mi ermano Don Juan Rodriguez Monrroy de modo que se berifique sobrevivir yo a mis dos citados hermanos, en este caso nombro por mis herederos a los referidos mis tres sobrinos para que los percivan por iguales partes con la vendicion de Dios a quien les pido me encomienden y de la ultima tercera parte de mis bienes nombro a mi alma y a la de mi difunta mujer Doña Agueda Rodriguez por herederas para que se invuiertabn su importe en misas y sufragios y sobre que asi se cumplira hago a mis testamentarios el mas especial encargo y les confiero la comision mas solemne.

– y por el presente reboco, anulo y doi por cancelados y e ningun valor ni efecto otros qualesquier testamentos, poderes para hacerlos, codicilos y demas disposiciones testamentarias que anteriormente huviese echo y otorgado por escrito, de palabra o0 en otra forma para que ninguna valga ni haga fe judicial ni extrajudicialmente sino es este testamento y la citada memoria si la dejare que quiero sean y se entiendan por mi ultima voluntad en aquella via y forma que mas haya lugar en derecho, en cuyo testimonio asi lo dejo y otorgo ante el presente escribano de provincia en esta villa de Madrid a ocho de marzo de mil ochocientos uno, siendo testigos llamados y rogados Don Andres Josef de Morales, don Antonio Luis Beruti, Don Josef Vallester, Don Enrique Amat y Don Josef Olidann, vecinos y residentes en esta Corte y el otorgante a quien yo el ynfraescrito escribano doy fe conozco lo firmo.

Ramon Rodriguez Monrroy. Ante mi = Manuel Ysidro del Campo.

(ARCHIVO HISTÓRICO DE PROTOCOLOS DE MADRID. Prototcolo = 20824, folº. 59-60 vltº. Escribano = Manuel Isidro Valdés del Campo).

DOCUMENTO 2º.

Testamento otorgado por Don Ramon Rodriguez Monrroy musico de la Real Capilla por el que instituye por sus herederos a sus hermanos y siobrinos que se expresan.

                                                                                               7 de enero de 1806

En el nombre de Dios todo poderoso Amen. Sepase por el presente testamento como yo D. Ramon R odriguez Monrroy, musico de la Real Capilla de Su Magestad, de estado viudo de Dª Agueda Rodriguez, vecino que soy de esta Corte y natural de la villa de Gata, obispado de Coria, hijo lejitimo de D. Juan Rodriguez monrroy y Dª Maria Rodriguez, ambos difuntos, naturales y vecinos que fueron de la misma villa de Gata, hallandome fuera de cama sin enfermedad alguna y con el conocimiento y memoria que se requiere para este acto, creyendo como firmemente creo en el incomprensible misterio de la Santisima Trinidad, Padre, Hijo y Espiritu Santo, tres personas y un solo Dios verdedero y en todo lo demas que nos enseña Nuestra Santa Madre Yglesia Catolica Apostolica Romana, bajo de cuia fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como catolico christiano, temeroso de la muerte que es inebitable a toda criatura y su hora y modo ignorada, para estar prebenido quando llegue nombro por mi intercesora y abogada a Maria Santisima Madre de Dios y señora nuestra, al Santo Angel de la Guarda, santos de mi nombre y debocion y a los demas de la Corte celestial para que intercedan con su Divina Magestad me perdone mis culpas y pecados y llebe a goçar mi alma a la gloria eterna, bajo de cuia protecion e imbocacion paso a ordenar mi testamento en la forma siguiente.

– lo primero encomiendo mi alma a Dios nuestro señor y el cuerpo mando a la tierra, el qual cadaber es mi voluntad sea amortajado con el abito de nuestro serafico padre san Francisco y sepultado en la yglesia parroquial de donde fuere feligres a el tiempo de mi fallcimiento y que mi entierro se haga de secreto que debera costear la Concordia funeral de los individuos musicos de la Real Capilla de Su Magestad con arreglo a las constituciones establecidas, abonandose y sacandose de mis bienes el exceso que pueda haber por razon de la cofradia que exije la parroquia.

– es mi boluntad se digan por mi alma e intencion veinte misas rezadas con la limosna de seis reales de vellon por cada una, de las que sacada la quarta parte parroquial, las demas de celebren por las sacerdotes seculares o regulares que parecieren a mis testamentarios que adelante nombrare.

– asimismo le es se celebren por mi alma las misas que llaman de San Vicente Ferrer con la limosna de diez reales de vellon cada una, lo que se acostumbre, lo que se dispondra inmediatamente por mis testamentarios.

– a las mansas forzosas y acostumbradas que son los Santos Lugares de Jersuslen, redencion de cautivos cristianos y Reales Hospitales General y Pasion de esta Corte, quiero se les den por una vez treinta reales de vellon para que se repartan entre todas con igualdad, con los quales quito y aparto del derecho y accion que podian tener a mis bienes.

– declaro que si al tiempo de mi fallecimiento se encontrase entre mis papeles alguna memoria escrita firmada de mi puño concerniente a esta mi ulltima voluntad, quiero que su contenido se guarde inbiolablemente y se protocolice con los registros del presente escribano para que siempre conste y que se den las copias o testimonios de ella que se necesitaren pues asi es mi boluntad.

– con atencio al notorio servicio con que me esta sirbiendo Maria Candela Cabañas mi criada, en prueva de mi agradecimiento y teniendo presente sus loables prendas, quiero y es mi boluntad se la de la cama de su uso completa de quatro sabanas, quatro fundas, quatro almoadas, colcha y manta y que hasta que se concluya mi testamentaria y permanezca en mi casa se la contribuya con seis reales diarios parasu manutencion, satisfaciendola asimismo la soldada o salario de cinquenta reales mensuales y la pido me encomienda a Dios.

– y para cumplir y pagar lo que dejo dispuesto en este mi testamento y contubiere la memoria citada si la dejare, nombro por mis albaceas y testamentarios a don Juan Rodriguez Monrroy mi hermano, Don Juan Guillermo presbitero, capellan de honor de Su Magestad, Don Pedro Pareja, igualmente presbitero y a Don Cayetano Solana, estos tres ultimos vecinos de esta Corte y a cada uno insolidum y les doy poder y facultad cumplida para que verificado mi fallecimiento se apoderen de todos mis bienes, nedan los necesarios en publica om secreta almoneda y de su producto satisfagan lo que dejo dispuesto y ordenare por dicha memoria, cuio cargo quiero les dure el año del albaceazgo y eol demas tiempo necesario que desde luego les prorrogo en amplia forma.

– y en el remanente que resultare quedar de todos mis bienes, derechos y acciones y futuras sucesiones que pior qualquier titulo me puedan pertenecer lo dibido en tres partes iguales y dejo por herederos respectivede la una parte a mi hermano el referido Don Juan Rodriguez Monrroy presbitero y en el caso que falleciese antes que yo quiero recaiga en mis sobrinos, hijos de doña Maria Ramirez y Monrroy, difunta, mujer que fue de Don Manuel Lopez Gomez, vecinos de la dicha villa de Gata, de la segunda parte a mis sobrinos Don Vicente y doña Paula Ramos y Monrroy, hijos de mi hermana doña Maria Rodriguez Monrroy, difunta, mujer que fue de Don Jose Simon Ramos que reside en la ciudad de Plasencia y de la otra tercera parte hago igualmente de heredera en fabor de la referida mi actual criada Maria Candela Cabañas , esto en el caso de que me este sirbiendo al tiempo de mi fallecimiento pues en el de no estarlo o que yo la sobreviviere es mi boluntad que dicha tercera parte se invierta en misas y sufragios por mi alma y la de mi difunta mujer Doña Agueda Rodriguez y a todos y a cada uno pido me encomienden a Dios.

– y por el presente reboco, anulo y doy por nulos y de ningun valor ni efecto otros quelesquier testamentos, poderes para hacerlos, codicilos y demas disposiciones testamentarias que anteriormente hubiere hecho y otorgado por escrito, de palabra o en otra forma para que ninguna valga ni haga fe judicial ni estrajudicialmente sino es este testamento y citada memoria si la dejare que es mi boluntad se tenga y guarde por mi ultimna y postrimera boluntad en aquella via y forma que mas haya lugar en dreceho, en cuio testimonio asi lo digo y otorgo ante el presente escribano de Su Magestad y del numero de esta villa de Madrid asiedte de enero de mil ochocientos seis, siendo testigos Don Ramon de la Vega, escribano de Su Magestad y el Colegio de esta Corte, Don Martin de Dondiz, Don Manuel Montero, Don Carlos Castrovega y don Miguel Antonio Sotes, residentes en esta Corte y el otorgante a quien doy fee conozco lo firmo.

Ramon Rodriguez Monrroy. Ante mi = Jose Antonio Canosa.

(ARCHIVO HISTÓRICO DE PROTOCOLOS DE MADRID. Protocolo = 21401, folº. 20-23 vlltº. Escribano = José Antonio Canosa.).

DOCUMENTO 3º.

Testamento que otorgo Don Ramon Rodriguez Monrroy, musico de la Real Capilla de Su Magestad.

                                                                                  16 de febrero de 1811.

Sepase por esta publica escritura de testamento, ultima y postrimera voluntad vieren comop yo Don Ramon Rodriguez Monrroy, vecino de esta Corte, viudo de Doña Agueda Rodriguez, natural que soy de ola villa de Gata obispado de Coria, hijo legitimo y de legitimo matrimonio de Don Juan Rodriguez Monrroy y Doña Maria Rodriguez que lo fueron de la misma, ambos difuntos, estando por la divina misericordia en mi libre, sano juicio, memoria y entendimiento natural, creyendo como firmemente creo en el mas alto e incomprensible misterio de la Santisima Trinidad, Padre, Hijo y Espiritu Santo y en todo lo demas misterios que tiene, cree y confiesa nuestra Santa Madre Yglesia Catholica Romana, bajo de cuia fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como fiel cristiano, temeroso de la muerte cosa cierta a toda criatura y su hora dudosa, para estar prevenido quando este caso llegue e implorando el auxilio de Maria Santisima Madre deDios y señora nuestra, Santo Angel de mi guarda, santo de mi nombre y demas de la Corte Celestial bajo de cuyo seguro amparo otorgo que dispongo mi testamento en la forma siguiente.

– lo primero encomiendo mi alma a Dios nuestro señor que la crio y redimio con el infinito precio de su sacratisima sangre, pasion y muerte y el cuerpo mando a la tierra de cuio elemento fue formado, el qual combertido en cadaver sea amortajado con el avito de nuestro padre San Francisco y sepultado en el sitio y paraje destinado por Reales Ordenes, dejando las demas disposiciones de mi entierro y acompañamiento al arvitrio de los testamentarios que nombrare pues asi es mi voluntad.

– mando se digan y celebren por mi alma quarenta misas rezadas con limosna de seis reales de vellon cada una, de las que sacadas la quarta correspondiente al derecho parroquial las restantes se diran en las yglesias y altares privilegidaos que pareciere a los propios mis testamentarios.

– a las mandas forzosas Santos Lugares de Jresusalen, redemcion de cautivos christianos. Reales Hospitales General y Pasion de esta Corte, les lego la limosna acostumbrada con lo que las desisto, separo y aparto del derecho y accion que pudieran tener a mis bienes.

– declaro que Manuel Gomez y Blasco, vecino de la villa de Gata me es deudor de seis mil reales de vellon en dinero metalico que le preste sin interes alguno para su s urgencias y de cuia cantidad formalizo a mi favor el correspondiente resguardo que firmo en la propia villa en quince de abril de mil ochocientos uno, obligandose a su pago en los terminos que de el resultaren y e hallara entre mis papeles y dichos seis mil reales los lego y mando a mi hermano Don Juan Rodriguez Monrroy y caso que este haya fallecido antes que yo quiero y es mi voluntad se repartan por iguales partes entre mis sobrinos carnales y los hijos que existan del citado deudor Manuel Gomez y Blasco.

– quiero que todos los bienes vinculados que me deven recaer en mi por muerte de mi hermano Don Juan Rodriguez Monrroy aun quando se declarasen por libres por la caracteristicas, los lleve y herede la persona a quien corresponda segun los llamamientos de su primitiva fundacion, sin que el heredero que nombre ni otro tenga accion ni derecho a ellos pues asi es mi voluntad.

– nombro por mis testamentarios a Don Ysidro Pareja previtero teniente beneficiado de la parroquia de San Sebastian y Don Mariano Sancho, vecinos de esta Corte y a cada uno insolidum para que luego que se verifique mi fallecimiento entren y se apoderen de los bienes que dejare, vendan los suficientes en publica almoneda o fuera de ella y de su producto cumplan y paguen lo que ba dispuesto, cuio encargo les dure el año el albaceazgo o el tiempo que necesitaren para este fin se les prorogo por el que huvieren menester.

– con atencion al particular cariño y amor que profeso a los referidas mis testamentarios les lego y mando a cada uno un relox de los que se hallaren de mi uso y les pido me encomienden a Dios.

– prevengo que si al tiempo de mi muerte se hallase alguna memoria escrita o firmada de mi mano es mi voluntad que lo que en ella se contenga se tenga y estime como parte de este mi testamento con el que yo quiero se protocolice dandose los testimonios que se pidieren.

– y el remanente que quedare de todos mis bienes muebles y raices, presente y futuros que al presente me correspondan por qualquier causa o razon instituyo y nombro por mi unica y universal heredera de todos ellos a Maria Candela Cabañas, mi criada, esto en el caso de que se halle sirviendome al tiempo de mi muerte o en mi casa y compañia aunque quando este bien enferma o imposivilitada y en defecto de uno y otro quiero y es mi voluntad que todos los referidos mis bienes se combiertan la mitad de ellos en misas y sufragios por mi alma y las demas obligaciones y la otra mitad la hereden y lleven para si por iguales partes mis sobrinos carnales Doña Maria, Doña Paula y don Vicente Ramos Monrroy y a cada uno en su caso les pido me encomienden a Dios.

– y por el presente reboco, anulo y doy por nulos, de ningun balor ni efecto todos los testamentos y qualquier otras disposiciones testamentarias que con anterioridad a esta haya hecho y otorgado por escrito, de palabra o en otra forma que ninguna quiero balga ni haga fe en juicio ni fuera de el, salbo este testamento y memoria citada si la dejare, que ha de tenerse y estimarse por mi ultima y determinada voluntad en la via y forma que en derecho lugar haya. Asi lo dijo y otorgo ante el presente escribano de Su Magestad y del numero de esta villa de Madrid en ella a diez y seis de febrero de mil ochocientos once siendo testigos el presbitero Don Jose Grandas, Don Juan Antonio de Mata, esrcibano de Su Magestad, don Antonio de Villavicencio, Francisco Martin vecino de San Garcia y estante en esta y don Joachin Sanchez residentes en este Corte y el otorgante a quien doy fe conozco lo firmo.

Ramon Rodriguez Monrroy. Ante mi = Jose Antonio Canosa.

(ARCHIVO HISTÖRICO DE PROTOCOLOS DE MADRID. Potocolo = 21406, folº. 59-62 vltº. Escribano = José Antonio Canosa).

[1] .- A.A.V.V.- Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, Madrrid, Socidad Generral de Autores y Editores 1999.

[2] .- MARTÍN MORENO, Antonio.- Historia de la música española. Siglo XVIII, Madrid, Alianza Música, 1985.

[3] .- GALLEGO, Antonio.- La música en tiempos de Carlos III, Madrid, Alianza Música, 1988.

[4] .- SÁNCHEZ SISCART., Montserrat.- Guía histórica de la Música en Madrid, Madrid, Comunidad de Madrid, Consejería de Educación, 2001.

[5] .- Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 18926, folº. 102-111. Escribano = Diego Rubio

[6] .- Doña Josefa Alonso Pimentel Téllez Girón, IX duquesa de Osuna fue una de las damas mas cultas y refinadas del Madrid ilustrado. Pr otectora de Goya que la retrató y realizó para ella varias obras, mantuvo una orqueta privada en su palacio madrileño. Orquesta que dirigió duranta algún tiempo Luigi Boccherini, quien compusó para ellas var ias obras, destacando la zarzuela Clementina. Por la nota que expresó don Ramón Roríguez Monroy parece ser que formó parte de la mencionada orquesta nobiliaria. Sobre los gustos musicales de la duqesa de Osuna véase FERNÁNDEZ QUINTANILLA, Paloma.- La IX duqesa de Osuna. Una ilustrada en la Corte de Carlos III, Madrid, ed. Doce Calles, 2017, pp. 189-193.

[7] .- ROBLEDO, Luis.- “Capilla Real” en Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, Tomo III, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, p.128.

[8] .- Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 20824, folº. 59-60 vltº. Escribano = Manuel Isidro Valdés del Campo. Ver Documento 1º.

[9] .- Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 21401, folº. 20-23 vltº. Escribano = José Antonio Canosa. Ver Documento 2º.

[10] .- Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 21406. folº. 59-62 vltº. Escribano = José Antonio Canosa.. Ver Documento 3º.

Oct 262019
 

Álvaro Meléndez Teodoro, Trujillo 2019.

Provisional

 RESUMEN.

Extremadura, tierra de antigua tradición militar acoge, desde hace casi treinta años, a una de las Unidades militares más antiguas del mundo, el Regimiento de Infantería “Saboya” nº 6. Tiene su origen en 1537, cuando el Emperador Carlos I dispuso que se levantara un tercio con gente veterana del tercio viejo de Lombardía para la defensa del ducado de Saboya frente a la invasión llevada a cabo por los franceses del rey Francisco I.

Casi 500 años de historia, con participación en los más importantes momentos de la Historia de España avalan su trayectoria. Muchas de sus intervenciones y vicisitudes son desconocidas, ya sea por no haber sido recogidas adecuadamente, por haberse perdido su memoria y documentación o, simplemente, por no haber tenido la diligencia precisa para asentar adecuadamente el día a día de esta Institución, sin olvidarnos de cuantos testimonios han podido perderse en los azares de la guerra…o de la política de nuestro país.

Aportamos algunas situaciones, algunos hechos, curiosos en algún caso, dramáticos en otros, que ayuden a completar, a ir rellenando páginas en blanco del Historial de tan insigne Regimiento.

 

 

Regimiento de Infantería Saboya nº 6, “El terror de los franceses”.

Fundado en 1537. En 1991 llegó a Badajoz, procedente de Madrid, formando parte desde entonces de la Brigada “Extremadura” XI, estando acantonado en la Base Militar “General Menacho” en Bótoa (Badajoz).

En varias ocasiones anteriores y distintas situaciones históricas pasó por Extremadura:

En 1729 vino a Badajoz para dar escolta a la boda del futuro Fernando VI con la princesa portuguesa Bárbara de Bragança.

En 1801, formando parte de la 4ª División, General Negrete, intervino en la Guerra de las Naranjas. Con su División tomó parte en el sitio, y ocupación, de Campomayor y Ouguela.

Por último en 1828, llegó a Badajoz desde Sevilla. Era época de turbulencias políticas y en 1829 salió de nuestra ciudad con el Coronel cesado y los Oficiales destinados de modo forzoso a diversas Unidades a causa de movimientos e intentonas liberales.

Bien podemos presumir en Extremadura de contar entre nosotros con el Viejo Tercio de Saboya, muy cercano ya a los 500 años de historia lo que lo hace formar parte de las más antiguas Unidades de combate del mundo.

 

El Regimiento “Saboya” en Badajoz, año 1729. Bodas Reales:

Dice el conde de Clonard en el Historial del Regimiento de Saboya: …1727. Iniciado el sitio de Gibraltar, el regimiento marcha al campo de San Roque para nutrir la línea de los sitiadores. Los granaderos de Saboya prestaron el servicio en los puestos de preferencia y el cuerpo entero se dedicó con indeclinable ardor a los trabajos de trinchera. Durante esta malhadada operación, sufrió Saboya pérdidas considerables; muchos individuos de tropa fueron muertos y heridos y en la última clase deben incluirse los capitanes D. Juan Carrasco y D. Juan Pacheco, y los tenientes D. Diego Durán y D. Francisco de Silva. Levantado el cerco, marcha a Cádiz y de aquí sale para dirigirse a Badajoz (24 de diciembre).

  1. Al paso por Badajoz de la infanta de Portugal doña Bárbara, prometida esposa del príncipe de Asturias D. Fernando, el regimiento de Saboya formó con las demás tropas que había en el mismo punto, ostentando aquel aire marcial, que no se puede describir y que sin embargo tanto halaga y seduce a la vista del observador. Desde esta ciudad regresó a Cádiz y, declinando el año, el primer batallón se puso en marcha para Málaga y el segundo para el campo de Gibraltar…

En resumidas cuentas es acertada la descripción que contiene este relato aunque nos permitiremos señalar ligeras apreciaciones sobre estos años.

El sitio de Gibraltar, el tercero desde la falaz ocupación británica, comenzó en febrero de 1727 a las órdenes del conde de las Torres. Su nombramiento se debió más a las intrigas palaciegas que a sus dotes militares. Levantó un ejército de veinte batallones, alrededor de doce mil hombres, con pocos medios y sin marina alguna que bloqueara el peñón. Desde el primer momento comenzaron las disensiones entre los mandos españoles. Se cuenta que el marqués de Bay –hijo del que fuera Capitán General de Extremadura- y el marqués de Castelar habían conseguido a base de sobornos hacerse abrir una de las puertas de la plaza y que el de las Torres se negó a ello alegando que…no mancharía su gloria con una traición… la plaza fue reforzada y los españoles, sin una clara superioridad artillera, avanzaban las trincheras a costa de terribles pérdidas.

Las presiones diplomáticas de las diversas cortes europeas y el reconocimiento claro de la inutilidad de tal sangría impulsaron a suspender las hostilidades en junio, aunque el ejército siguió ocupando sus posiciones hasta abril de 1728. Esta inútil muestra de orgullo daría lugar a La Línea.

En diciembre de 1728 se reciben en Badajoz las primeras disposiciones referentes al enlace Real que ha de celebrarse en la ribera de Caya y a la estancia de los Reyes en esta Plaza. Era por entonces Capitán General Feliciano de Bracamonte que se había distinguido en la Guerra de Sucesión al mando del Regimiento de caballería de Santiago.

La política de alianzas había impuesto el doble enlace matrimonial de la Corona española con la portuguesa. Se casaban el príncipe de Asturias Fernando, futuro Fernando VI, con Bárbara de Bragança, hija del rey Juan V de Portugal y además María Ana Victoria de Borbón, conocida como Marianina, hermanastra de Fernando con el príncipe de Brasil, futuro Juan I de Portugal.

Se dispone de abundante documentación, publicada en diversas ocasiones, acerca de este enlace y contamos con testimonios de testigos que dejaron constancia escrita de los hechos que acaecieron en las jornadas de los enlaces reales[1].

El primero de ellos, del escribano Solís, nos habla de la entrada de los Reyes, Felipe V e Isabel de Farnesio[2], en la ciudad y especifica algunas de las fuerzas militares que llegaron a Badajoz para los honores y la protección de la regia comitiva. Leemos[3]: …el día 16 de enero, a las cuatro y media de la tarde entraron los Reyes, Princesas e Infantes en esta Plaza con perfecta salud, aunque bastante trabajados del cansancio del viaje y rendida la familia y equipajes por los malos caminos y crueles poco vistos en este clima. A media legua de esta Plaza encontraron sus Majestades, puestos en batalla, a los batallones de Saboya, que habían llegado de Andalucía, el batallón de Reales Guardias Españolas que había salido de la Plaza a este efecto así como también el de Guardias Walonas que hizo alto en su marcha para el mismo fin; también salieron al encuentro de los Reyes los 300 Guardias de Corps que habían llegado el día antes y con estos y las tropas referidas se hallaban en batalla los cuatro regimientos de caballería de Alcántara, Salamanca, Calatrava y Dragones de Pavía que habían llegado el mismo día. Todos, excepto la Guardia de Corps y la de Infantería, que volvieron a la Plaza, quedaron a las órdenes del Mariscal de campo don Gonzalo de Carvajal…

Los Reyes se hospedaron en el Palacio del Obispo, que por entonces se hallaba en la calle del Obispo esquina a la calle de Martín Cansado.

La boda en sí se celebró en un edificio levantado sobre el puente de Caya el día 19.

el 19 a las dos de la tarde salieron Sus Majestades, Príncipes e Infantas todos en coche… la llegada fue a las dos y media y a un tiempo entraron ambas familias en la casa; de nuestra parte se puso toda la tropa referida, en batalla, en la margen del río, la zona inmediata al Palacio la ocuparon las Guardias de Infantería y las de Corps…

El descomunal séquito causó grandes problemas para su alojamiento aunque al final pudo todo solucionarse con grandes gastos y esfuerzos, como leemos en el informe de José Nicolás Gallardo:

Se entregó al Aposentador una copia del Padrón vecindario de esta ciudad sin exceptuar persona[4] alguna para este efecto. Por los preparativos hechos se le dio destino y alojamiento a toda la real comitiva, señores y guardias de Corps[5] de forma que todos quedaron aposentados adecuadamente a pesar de que había casas que tenían cincuenta personas alojadas, por lo que se calcula que han llegado a la ciudad más de ochocientas personas sin contar con los regimientos de caballería de Alcántara, Calatrava, Salamanca Dragones de Pavía y quinientos guardias de Corps. Y los cuatro regimientos de infantería de Badajoz, África y dos de Saboya[6] que tenían quinientos hombres cada uno de ellos…

No hay más citas referentes al Regimiento de Saboya en los documentos consultados. Sí sabemos que las fuerzas que tomaron parte en estos acontecimientos pasaban el tiempo en las guardias asignadas, de honores, y en demostraciones, ejercicios, que se hacían para cumplimentar a visitantes ilustres de los diversos países europeos asistentes a esta Boda Real.

Para la ciudad es un orgullo especial el haber albergado el enlace de Fernando VI, que se ganaría el apelativo de “el Justo”, y de Bárbara de Bragança. Reina que ha pasado a la posteridad más por su fealdad que por las cualidades morales e intelectuales que la acompañaron[7].

Terminamos con la cita que hace Ferrer de este episodio:

En enero de 1727 salió de Ceuta para concurrir al sitio de Gibraltar y allí estuvo hasta noviembre que regresó a Cádiz. El 24 de diciembre del siguiente año pasó desde la isla gaditana a Badajoz, con el objeto de asistir a las funciones reales que se verificaron allí en conmemoración del enlace del príncipe de Asturias, terminadas las cuales volvió el regimiento a Cádiz en abril de 1729…

 

El Regimiento “Saboya” en Badajoz, año 1801. La campaña de Portugal:

Un Historial manuscrito del Regimiento de Saboya, firmado por el Brigadier Jefe del Regimiento Pedro Adorno en 1806, dice textualmente:

1801.- En 9 de Marzo emprendió su marcha para la Última Campaña contra Portugal en la cual se halló en el reconocimiento de la Plaza de Yelbes y en los diez y seis días que duró el Sitio de la de Campo-Mayor hasta su rendición; asimismo estuvieron las partidas de descubierta de este Cuerpo (antes de la entrega de aquella Plaza) en la Intimación y rendición del Pueblo fortificado de Higuela en dicho Reyno.

Habiendo quedado el Regimiento en Campo-mayor, salió de aquella Plaza, con dirección a la de Ciudad Rodrigo, en 6 de octubre; donde permaneció hasta 8 de Diciembre de 1802.

Esta intervención del Regimiento se inscribe en la llamada, popularmente, “Guerra de las naranjas” sostenida contra Portugal entre febrero y junio de 1801[8].

La 4ª División –4761 hombres- estaba mandada por Francisco Javier de Negrete y la componían los Regimientos de Saboya, Príncipe, Voluntarios de Tarragona y Cazadores de Andalucía con la Caballería del Regimiento Santiago. Salió en la madrugada del 20 de mayo contra Campo Mayor donde, tras varias escaramuzas, comenzó a sentar el sitio y completar el cerco de la plaza.

El asedio quedaría al cargo de la 4ª División que desde el primer momento comenzó un feroz cañoneo contra la ciudad y sus defensas. Campo Mayor se defendió valientemente y respondía con acierto al bombardeo, efectuando además varias salidas. La defensa se prolongó por dieciséis días, en que recibió cerca de 11000 proyectiles de artillería, y se rindió con honores el 7 de junio. Al salir los soldados portugueses entregaron tres banderas con las que sería retratado, por Goya, Manuel Godoy. El Regimiento de Saboya sería uno de los destacados para la ocupación de la ciudad, en la que permanecería hasta octubre, de donde marcharía para Ciudad Rodrigo. Durante esta campaña el Regimiento intervino también en la ocupación de Ouguela. Ouguela es una fortaleza situada unos diez kilómetros al norte de Campo Mayor. Es un antiguo castillo medieval reforzado con foso y elementos abaluartados para permitir el establecimiento de artillería. Se sitúa muy cerca de la frontera y a la altura aproximada de Bótoa.

El Regimiento de Saboya en esta época se componía de tres batallones, cada uno de ellos con cinco compañías, cuatro de fusileros y una de granaderos. Ésta organización la tenía desde1792 y la mantuvo hasta la reforma de 1802, que redujo el número de compañías.

Los Historiales consultados reflejan las acciones relatadas de la siguiente manera:

Ferrer, en 1847, escribe… 1801 a 1809. Declarada la guerra a Portugal fue a tomar parte en ella el regimiento de Saboya, emprendiendo su marcha desde Sevilla en el mes de marzo y concurriendo en primer lugar al reconocimiento que se practicó sobre la plaza de Yelves. Desde ella se destacaron varias partidas de dicho cuerpo con algunas compañías de otros, y fueron a tacar y tomaron el pueblo fortificado de la Higüela, mientras el resto de las fuerzas ponían sitio a la plaza de Campo –Mayor que se les rindió a los dieciséis días de asedio. Aunque las operaciones se continuaron por aquella parte, el regimiento de Saboya no en ellas, puesto que, habiéndose reunido todo, se encargó de custodiar, por el gobierno español, la plaza recién conquistada, hasta el 6 de octubre, en cuyo día se retiró a Ciudad-Rodrigo… y el conde de Clonard, hacia 1856, relata… 1801. Rotas las hostilidades con Portugal, el regimiento de Saboya marcha a incorporarse en la cuarta división de nuestro ejército que acampaba en Santa Engracia, cerca de Badajoz. Los dos primeros batallones salvan la frontera, practican un reconocimiento sobre la plaza de Yelbes, y van a tenderse ante los muros de Campo Mayor. Las operaciones de sitio, aunque penosas, fueron fecundas en gloria para todo el cuerpo, pues el tercer batallón vino desde Santa Engracia a reunirse con los otros dos. Cuando se rindió la plaza entraron a guarnecerla las fuerzas de Saboya, excepto algunas en escaso número destacadas para la ocupación de Onghela[9]

 

El Regimiento “Saboya” en Badajoz, conflictivo año 1828:[10]

En 1828, procedente de Sevilla, se acuarteló en la ciudad durante un año. En 1829 salió nuevamente destinado a diversas poblaciones de Castilla, cosa por otra parte habitual en las Unidades militares españolas que, en general, carecían de un acantonamiento fijo. Esto daba lugar a numerosas quejas y reclamaciones, recogidas abundantemente en la documentación de la época, basadas en los numerosos traslados y problemas personales y familiares que acarreaba.

En esta ocasión el traslado se produjo debido a diversos acontecimientos ocurridos en la ciudad de Badajoz; acontecimientos enmarcados en el ambiente político del final del reinado de Fernando VII. Como se deduce del texto, ya se perfilan claramente las facciones encontradas que en apenas un lustro darían lugar a la llamada 1ª Guerra Carlista.

El relato que reproducimos a continuación aparece publicado en el Diario de Badajoz los días 10, 11 y 12 de marzo de 1892 firmado por Nicolás Díaz y Pérez.

Diario de Badajoz, jueves 10 marzo 1892:

“En varios trabajos históricos que hemos publicado recientemente, citamos la existencia en Badajoz de una Logia Masónica, fundada allá por los años de 1811, bajo la obediencia de la Sere. Gran. Ord. de España sin que fuese dicha Logia la primera que existió en Extremadura, pues en 1782 consta que hubo otra, cuyo templo estaba instalado en la calle Mesones nº 17 y su Ven. Maes. Lo era el ilustrado abogado y Alcalde-Mayor D. Vicente Payno y Hurtado.

La Logia de 1811 trabajaba en la calle de Corregidores, en los altos de la casa de esquina, con balcones a la de los Padres, y en la cual se reunían los militares franceses, algunos elementos de la población civil, que había fraternizado con el invasor, pues esta Logia fue fundada por Mr. Philippon, gobernador militar que fue de Badajoz.

Documentos que hemos registrado estos días nos demuestran, contra lo que hemos dicho anteriormente, que dicha Logia existía en Trab. Acti. en 1829, pues los a ella afiliados jugaron un gran papel en el proceso que se formó, en dicho año, y del cual nos proponemos dar un extracto, aunque brevemente, en los presentes apuntes.

Este proceso, que llamó la atención en toda España, acredita como la francmasonería de Badajoz tenia minado lentamente al ejército que guarnecía aquella plaza, y aún el mismo Consejo Supremo de la Guerra estaba en gran parte ganado por dicha sociedad secreta.

Desde 1828 hallábase de guarnición en Badajoz el Regimiento de Saboya. Había en él varios oficiales llamados “antiguos”, procedentes del ejército constitucional y en su mayoría todos francmasones, comuneros o carbonarios, y otros llamados “modernos” que se habían batido a favor del Rey en 1823 y tenían fama justificada de fernandinos o realistas.

El coronel de Saboya protegía a los primeros contra los segundos, y en 1827, estando en Sevilla de guarnición, alarmaron los liberales a los oficiales de Artillería contra los modernos, haciéndoles creer que estos estaban dispuestos a sublevarse en unión de los voluntarios realistas; pero el general Quesada despreció aquellos avisos, constándole la lealtad de los modernos o realistas y que, en todo caso, eran otros los que conspiraban.

Trasladado el Regimiento a Badajoz trataron los antiguos, o liberales, de ganar en su favor al general San Juan y deshacerse de los realistas. Principiaron por aliarse con los oficiales de artillería y caballería y con todos los indefinidos y demás liberales de la población; se afiliaron a la Logia de Badajoz y se entendían con los jóvenes D. Diego Bootello, D. Vicente Orduña, D. Fernando Pinna, D. Manuel Morón y D. Gregorio Hoyuelos, francmasones y doceañistas entusiastas y dirigieron repetidos anónimos al general San Juan, avisándole que por gestiones secretas de los oficiales modernos, el Regimiento estaba en connivencia con los insurgentes de Cataluña.

Formose sobre el caso el correspondiente proceso.

La mayoría de los jefes militares estaban en inteligencia con los francmasones. Acaso tratarían unos y otros con el regimiento de caballería que guarnecía Olivenza en 1826, que proclamó la Constitución y huyó a Elvas.

Los ministros pidieron intervenir en el proceso de Badajoz y en el dictamen presentado al Rey con el voto de la minoría del Consejo de Guerra se halla el siguiente párrafo: Se ha querido acriminar al Capitán General de Extremadura porque en su primera exposición negó con algún calor la existencia de los partidos llamados carlistas y ancoristas y se pidió a la comisión del consejero Pino lo que allí resultase para probarla. Vuestra Majestad teniendo presente, sin duda, cuan falibles han sido los procedimientos de la tal comisión, se sirvió mandar que se pasasen los autos originales y su resultado actual; pero Pino no lo hizo así y creyó bastante una relación, con su parecer, de tres causas seguidas contra personas residentes en Extremadura.

Las causas formadas eran tres, y sus resultados ningunos, a pesar de que el señor Pino daba los hechos por probados. La primera se seguía en Plasencia a D. Miguel Ruiz de Linares, atribuyéndole que había circulado proclamas y papeles subversivos; pero al cabo de año y medio aún no estaban hechas las pruebas. Los complicados en ella eran veinte realistas, entre ellos algunos canónigos y clérigos. La segunda contra los autores de una proclama circulada desde Valladolid, la cual se sobreseyó por no haberse averiguado nada, aunque se apercibió a un oficial de Correos y al intendente para que fuesen más vigilantes. La tercera se formó a D. Mateo Jara, tesorero de la Catedral de Coria, por haber escrito cartas elogiando la sublevación de Cataluña: él negó que las cartas interceptadas fueran suyas. Esta causa se hallaba aún en sumario, y sobre estos fundamentos, nulos en derecho y en sentido común, estribaban las pretendidas pruebas del señor Del Pino.

El gobernador de Badajoz y los Jefes de la guarnición establecieron retenes y armamentos extraordinarios, sin contar con el General San Juan de quien desconfiaban. Por desgracia (continuaba el dictamen del Ministerio) se han olvidado las costosas lecciones de la experiencia, queriendo que los hombres débiles o delincuentes del año 20 sean ahora modelo del honor militar”.

Los autores de aquella intriga no pudieron impedir que, al arrestar a uno de los oficiales que más habían trabajado en ella, se le cogiese una cifra con signos sospechosos, sin duda para corresponderse con alguna sociedad secreta y acaso con las Logias de Plasencia y La Abadía, y además objetos de grosera lubricidad que acreditaban su impiedad y malas costumbres, y papeles que le comprometían. El ministro de la Guerra propuso al Rey la absolución del general San Juan y la desaprobación de lo actuado por el Gobernador y el coronel de Saboya.

El dictamen presentado al Rey en 5 de abril de 1828 por Calamontes, contra el de la mayoría del Consejo de Guerra decía así:

Las consultas sobre las ocurrencias de la Plaza de Badajoz, que V. M. me ha hecho ver, ofrece un cuadro muy desagradable del estado de las opiniones.

El Supremo Consejo de la Guerra, dividido lastimosamente, forma en este negocio una mayoría que se empeña en hacer delitos las acciones más indiferentes de los llamados realistas, al mismo tiempo que disculpa los excesos y aún los actos de más marcada insubordinación en los que se titulan procedentes de las filas constitucionales.

Por otra parte; los ministros que hacen voto particular queriendo sostener una opinión contraria, se exceden a su vez juzgando sobre documentos que no obran en el expediente empleando nombres de discordia y faltando al principio de justicia establecido por ellos mismos en favor de los oficiales, que han sido sumariados o declararon como testigos.

En esta lamentable diversidad de pareceres me he tomado el trabajo de reconocer el cúmulo de papeles unidos a la consulta y si bien hallo exacto en el fondo el juicio que forman del asunto los ministros del voto, creo que el dictamen propuesto por ellos puede admitir alguna reforma. Diré a V.M. en pocas palabras las razones que encuentro para opinar así.

El motivo de la formación de este expediente ha sido la alarma y las precauciones militares que dispusieron en vario días el gobernador y jefes de la guarnición con el pretexto de impedir que se realizase un movimiento insurreccional, parecido al de Cataluña, anunciado por voces que dijeron haber oído y cuyas medidas de precaución ocultaron cuidadosamente al Capitán General a quién, por lo que resulta, supusieron cómplice en dicho movimiento. En este supuesto, parece que la cuestión queda reducida a si hubo o no fundamento para tales temores y si con él, o sin él, pudieron obrar como lo hicieron el gobernador y jefes.”

Diario de Badajoz, viernes 11 marzo 1892:

“Apurado el origen de tan ruidosa alarma resulta, por confesión de sus mismos autores, que la causa el aviso dado por el Coronel del regimiento de caballería de aquella guarnición, de haber oído una noche desde su ventana, según dice, la conversación de dos desconocidos que hablaban en la calle del proyecto sedicioso. Si esto fuera verosímil pudiera atribuirse semejante conducta a un exceso de celo, efecto de los resabios que dejaron en la milicia las últimas convulsiones políticas, pero está tan mal forjada aquella ocurrencia que es preciso buscar la verdadera causa en otros antecedentes.

Esta causa se ve palpablemente en la discordia de los oficiales del Regimiento de Saboya, a pesar de lo que diga el Inspector de Infantería sobre su excelente organización, antes de los sucesos de Badajoz. Divididos en modernos, procedentes del ejército que combatía por la buena causa en 1823, y en antiguos, que sirvieron durante la época y bajo el régimen constitucional, se miraban recíprocamente como enemigos. El Coronel protegía a los últimos, y estos alentados con tan fuerte apoyo y con la travesura de uno de los Comandantes, llamado Soto, trataron de deshacerse de los primeros; para lo cual, estando en Sevilla en los meses de la revolución de Cataluña, los acusaron de adictos a aquellas novedades y suponiéndolos dispuestos a una rebelión, conferenciaron sobre el asunto con los oficiales del regimiento de artillería existente en aquella ciudad. Acordaron que, dada la señal de alarma derribarían una pared que separaba los dos cuarteles y se reunirían las tropas de ambos cuerpos. Los datos en que se apoyaba esta acusación no debieron ser muy fundados cuando el Capitán General Quesada despreció el aviso y el Inspector no procuró, como debía hacerlo siendo aquellos ciertos, el castigo de los acusados cuando menos con la expulsión de su Cuerpo. Nada hay más natural que el que los oficiales mirados como sospechosos se resintiesen de este proceder, aislándose de sus contrarios, que según se ve continuaron en los mismos sentimientos de enemistad mientras permanecieron en Sevilla y durante su marcha a Extremadura; y seguramente no puede hacérseles un crimen de su queja porque el militar no merece serlo sin honor y sin delicadeza.

Este es el estado en que el Regimiento de Saboya entró en Badajoz. Allí se repitió el proyecto de Sevilla con igual fin y por los mismos medios, buscando en la credulidad o en las pasiones del Gobernador un apoyo que no hubieran tenido en el general San Juan, como no lo hallaron en Quesada, y alarmando a la caballería y a la artillería como lo hicieron en Andalucía. De forma que por la simple narración de estos hechos se descubre la verdad y que la ocurrencia á que se atribuye la alarma es pura invención.

Se ha querido acriminar al Capitán General de Extremadura porque en su primera exposición negó con algún calor la existencia de los partidos llamados carlistas y ancoristas y se pidió a la comisión del consejero Pino lo que allí resultase para probarla. Vuestra Majestad teniendo presente, sin duda, cuan falibles han sido los procedimientos de la tal comisión, se sirvió mandar que se pasasen los autos originales y su resultado actual; pero Pino no lo hizo así y creyó bastante una relación, con su parecer, de tres causas seguidas contra personas residentes en Extremadura, la cual ha servido a la mayoría del Consejo para fundar aquel cargo contra San Juan, calificando de hechos probados los que refiere dicho Ministro y deduciendo de ellos que eran ciertos y fundados los recelos del Gobernador y guarnición de Badajoz y por consecuencia la complicidad del general cuya separación se pide.

…Es importante que V.M. sepa cuales son estas causas de cuyo progreso y estado hay noticia en el Ministerio de mi cargo. La primera se sigue en el juzgado del Correxidor de Plasencia contra D. Miguel Ruiz de Linares, dorador de oficio, y otros varios con motivo de un anónimo dirigido al Regente de Extremadura, atribuyendo a aquél la circulación de proclamas y papeles subversivos y de una carta interceptada con sobre a doña Luisa Mora. En cuyo procedimiento han sido envueltos varios eclesiásticos y otros sugetos hasta el número de veintiuno, los cuales están sufriendo sus efectos desde fines de 1827, sin que la causa tenga todavía estado para dar con acierto una providencia definitiva como lo dijo Pino en Setiembre último, siendo el actual según otro parte suyo de Febrero de este año, el de haber tomado los autos los procesados para responder la acusación, en la que manifiesta dicho consejero se les hace cargo de haber intentado sublevar la provincia, luego que el movimiento de Cataluña se hiciese más general, para lo que el dorador recorría los pueblos.

La segunda causa se formó en averiguación de los autores y espendedores de un papel anónimo que se circuló desde Valladolid a varias provincias titulado “Revelación de un secreto”, de cuyas resultas fueron interceptadas varias cartas dirigidas a diferentes sujetos y entre ellas una que lo era a D. Pedro León, secretario de la Subinspección de Voluntarios Realistas de Badajoz, y contenía una de las proclamas de Cataluña pero a pesar de que se practicaron las más activas diligencias nada resultó de importancia y habiendo examinado los autos el Consejo Real fue de parecer, con el que V.M. se conformó en 25 del corriente Abril, de que se archivase en la causa sin más progreso, haciendo a D. Lucas Monedero, oficial de Correos y a D. Justo Pastor, Intendente las advertencias oportunas sobre que el primero se abstenga de percibir o dar curso a cartas con segundo sobre para otras personas y que ambos tengan gran cuidado en no dar motivos de sospechas; a D. Pedro León, que ha sido la persona por quien se hizo mérito de esta causa, no pareció acreedor a prevencia [sic]alguna.

La tercera y última se formó contra don Mateo Jara, tesorero de la Catedral de Coria, por interceptación de cartas en las que manifiesta el que escribe tener conocimiento de la sublevación de Cataluña y que la protegía y aún la fomentaba en otras provincias. Jara niega haber escrito tales cartas y solo algunos revisores de letras habiéndolas comparado con escritos del acusado creen hallar parecido el carácter de letra. Esta causa anda unida a la de D. Juan José Marco del Pont por haberlo estimado así en Consejo Real con motivo de que las citadas cartas aparecen dirijidas [sic] al referido Marco.

Si la primera y tercera no están concluidas ni en estado de juzgar su verdadero mérito, parece muy aventurado el que les dio Pino en su dictamen y tanto más si se considera que en la segunda ha contradicho su juicio el Consejo Real, como lo ha hecho en casi todas las formadas por la comisión regia que desempeña. Por consecuencia quedan sin importancia alguna los razonamientos que la mayoría del Consejo de la Guerra fundaba sobre el informe de aquel Ministro para acusar a San Juan; y reducido el motivo de la alarma a las intrigas y rivalidades de la oficialidad del Saboya, no puede negarse que esta se hizo culpable aunque se quisiera prescindir de los deberes a que está obligado un militar.

No habiendo pues otro motivo para semejante alboroto, tampoco deja de ser criminal la reserva con que el Gobernador y jefes de la guarnición tomaron providencias de armamentos y rondas nocturnas sin dar conocimiento al Capitán general contra lo mandado, desacreditándolo en la provincia cuyo mando le está confiado y preparando escenas parecidas a aquella de nuestra reciente historia en que otros generales se vieron despojados de su autoridad por una milicia tumultuaria: y como los Ministros del voto se explican sobre este punto suficientemente, es innecesario que yo me detenga en demostrar los males que la tolerancia de semejantes escándalos pudiera acarrear al Estado.

Por desgracia parece que se han olvidado las costosas lecciones de la experiencia, queriendo que los hombres débiles o delincuentes en el año 20 sean ahora el modelo del honor militar y sirvan de contrapeso al entusiasmo que todavía se muestra en los que vertieron su sangre para hacer posibles los rápidos triunfos del ejército francés. A esta equivocación han debido sin duda los autores de la alarma la acalorada defensa que en su favor hace la consulta y la excesiva indulgencia con que se les quiere juzgar, como lo demuestran varios incidentes que sin necesidad se han complicado con este negocio y la marcha observada en él.

Véase lo que ha producido la suspensión del Coronel de Saboya y de seis Capitanes vocales de un Consejo de guerra que juzgó al soldado Pedro Sola. Sobre él dio el Fiscal militar del Consejo un dictamen en 28 de Noviembre aprobando la conducta del general San Juan después de un maduro examen, como él dice, y poco después retracta su opinión y culpa a este jefe de arbitrario y parcial.

En el que causó la aprehensión al oficial Soto de una clave sospechosa de signos convencionales, no tiene el Consejo inconveniente en proponer por toda pena que se le destine a otro regimiento con su empleo.

No por eso dejaré de confesar que el general San Juan hubiera procedido de un modo digno de él, si por lo mismo que se trataba de ofender su buen nombre hubiese mostrado menos animosidad en perseguir las faltas de los jefes de la guarnición, ciñéndose puramente al asunto de la alarma y recomendando a su Auditor esta misma prudencia. También es muy fundada la sorpresa que manifiesta el Consejo al ver copiada en el voto particular la Real Orden de 3 de Enero de 1828 expedida por el Ministerio de mi cargo y asimismo la contradicción que se observa en dicho voto cuando sostiene que el Auditor no es digno de pena por hallarse el negocio en sumario y no haber sido oído, poniendo en seguida que se de el retiro a varios oficiales como perjuros a pesar de que este delito no está aún probado legalmente y de que es una misma la causa y su estado. Si los Ministros que se separaron de la mayoría juzgaban interesante para el acierto del Consejo que se tuviese a la vista la citada Real orden de 3 de Enero, debieron pedirlo antes de acordar la consulta, pues aunque aquella es cierta y conduce con efecto para hacer ver que mucho antes de los últimos sucesos se trataba de envolver a San Juan en causas de esta especie, también es sabido, como se dice en la réplica al voto, que los Tribunales no pueden fallar ni dar pareceres en justicia desviándose de los hechos que en los autos o expedientes resultasen alegados y probados.

Conforme, pues, a la indicación que hice al principio de este escrito y sin perder de vista que en lo único en que se conviene unánimemente es en la necesidad de terminar el asunto por una providencia gubernativa, opino con el voto singular en lo que propone, excepto en la parte que declara la coalición del Gobernador de la plaza y de los jefes de la guarnición contra el General, con la prevención de que se les remueva de sus destinos, porque esta pena así impuesta les haría pedir un Consejo de Guerra, en el que volverá a empeñarse el asunto más ruidosamente. También me parece por la misma razón que el retiro propuesto para los oficiales de Saboya, Domínguez Mármol y Soto, se reduzca a traslación a otros cuerpos en la que deberán ser comprendidos el Coronel y cuantos oficiales del mismo regimiento tuvieron parte en las discordias que datan desde Sevilla, sea cual fuere su opinión, sin perjuicio de que Soto sea juzgado con arreglo a ordenanza por el mérito que produce la pieza de documentos, y por último, que la guarnición de Badajoz se remueva en su totalidad destinando los cuerpos que la componen a diferentes puntos…

Diario de Badajoz, sábado 12 marzo 1892:

“El dictamen de Calomarde estaba inspirado en la verdad. Pero acaso no diría todo lo que ya era público en Badajoz, y él sabría, sobre la conducta de los procesados. Estos, los liberales, estaban en inteligencia para una sublevación. Estorbábanles a su plan los oficiales de procedencia realista y de aquí el quererlos echar de Badajoz, para obrar con más libertad y contar con un seguro éxito.

Don Mariano Lisazos, secretario de San Juan y realista como el primero, de acuerdo con Pazos y con Navarro vigilaban a los liberales y cuando se preparaban a presentar una relación contra estos, llegó a Badajoz el fallo del proceso dado por el propio Rey.

Fallo de acuerdo en un todo con lo propuesto por Calomarde, y que hacía innecesario lo que intentaba Lisazos, porque todos los liberales quedaban castigados.

He aquí el fallo:

…Apruebo la conducta del general San Juan, que en este negocio no ha desmentido el celo y fidelidad con que me ha servido hasta ahora. El coronel, y demás jefes y oficiales de Saboya, sin distinción de procedencia, que tuvieron parte en las discordias de este regimiento desde que se manifestaron en Sevilla, serán trasladados a otros cuerpos, sin perjuicio de que Soto sea juzgado con arreglo a ordenanza por el mérito que produce la pieza de documentos, y toda la guarnición de Badajoz se renovará destinando a diferentes puntos los cuerpos que la componen.

Por lo respectivo a Foxá, al Auditor, al capellán Cala y al soldado Sola, suspensión de los vocales del Consejo en que fue juzgado y sobreseimiento en las sumarias, me conformo con el parecer de los Ministros que suscriben el voto particular…

Así terminó aquella causa que tanto escándalo produjo en España.

En fines de Mayo de 1829 nuevos cuerpos guarnecían la Plaza de Badajoz y en el fuerte de San Cristóbal estaban presos el comandante Soto y otros oficiales, cuando muerto Fernando VII fueron puestos en libertad y ascendidos al empleo inmediato.

Se sabe que las Logias de Extremadura estaban en inteligencia con la guarnición de Badajoz, Olivenza, Plasencia, Cáceres, Alburquerque y Valencia de Alcántara para una intentona revolucionaria, El Gobernador De Gabriel, llamado ”cuatro ojos”, extremaba las precauciones contra todo liberal y vigilaba la reunión de los francmasones, aunque nunca supo el lugar en que estos se reunían.

La Logia de Badajoz, a la que pertenecían las personas más respetables de la capital, llevó tan en secreto sus trabajos, que jamás pudieron sorprenderlos las autoridades.

Lo propio ocurría en la Logia Placentina y a la que en La Abadía sostenía el administrador del Duque de Alba, que guardaron siempre el mayor secreto y nadie supo quienes eran los que las frecuentaban.

A muy poco de la muerte del Rey desterraron de España al Infante Don Carlos, que se acogió en Portugal. La tarde que pasó por Badajoz hicieron una manifestación los realistas y salieron a recibirlo, y a acompañarlo hasta la frontera, el obispo D: Mateo Delgado y Moreno, el coronel Cagigal, los Berrios, los Navarros, Padillas, Pazos y multitud de curas, entre estos el presbítero Ramírez que luego fue obispo de Badajoz.

Los liberales a su vez se reunieron en el café de España, situado en la plaza de San Juan, anatematizando todos a una la manifestación de los realistas. Por la noche los francmasones celebraron tenida y se acordó en ellas que un triángulo pasase a saludar a las autoridades y ofrecerles la incondicional adhesión, cumpliendo las órdenes recibidas del Gran Comendador el Infante Don Francisco de Paula Borbón, quien reclamaba el concurso de todos hhe.[11] A favor de las ideas liberales. De esta entrevista de los francmasones con las autoridades salió el destierro del obispo al inmediato pueblo de La Oliva, los Cagigales fueron conducidos a Alburquerque, el cura Ramírez y varios otros sacerdotes pasaron largo tiempo encerrados en el castillo de San Cristóbal y hasta treinta y seis realistas fueron paseados por la provincia, en pago sin duda de los paseos que ellos habían hecho dar a los liberales hasta muy poco   antes.

Terminaremos estos datos consignando que entre los liberales de aquella época aparecían en Badajoz el franciscano P. Gallardo, que después murió de Deán de Ceuta, los agustinos PP. José Segundo Flores y Claudio José Barreros, y el presbítero D. Pascual Sama, que después murió de canónigo de Badajoz. Acaso no iríamos muy lejos de la verdad si afirmásemos que todos cuatro pertenecían a la Logia de Badajoz, pues si no eran francmasones vivían en intimidad con ellos. NICOLÁS DÍAZ Y PÉREZ.”

 

Anotaciones al texto

El autor, el extremeño Nicolás y Díaz y Pérez (1841-1902)[12], fue un intelectual, político, investigador y autor de numerosas obras literarias e históricas. Su militancia política liberal y republicana le llevó en diversas ocasiones al exilio y la cárcel.

Personaje singular de biografía muy compleja. Alcanzó el más alto grado de la Masonería. Su obra historiográfica es muy discutida por sus fabulaciones aunque sigue siendo imprescindible su consulta, ya que sus investigaciones abren caminos y aportan datos de gran valor, eso sí, en ocasiones teñidos por su color político.

El contexto en que presenta los hechos narrados es el correcto y fiel reflejo de los agitados años finales del reinado fernandino, la llamada “década ominosa”[13].

1828 es el año en que se restaura la antigua organización militar, disuelta en 1823 tras la invasión de los cien mil hijos de San Luis; caso que no afectó al Regimiento “Saboya” que por decreto de 10 de agosto de 1823 llevaba el nº 5, de los cinco únicos regimientos de línea mantenidos[14]

El texto analizado presenta una salvedad que no desmerece en absoluto la veracidad de lo expuesto, la intervención de la Masonería en este caso está descartada de todo punto. Los historiadores modernos no han encontrado prueba alguna de la existencia de masones en Badajoz, ni tan siquiera en España, hasta la época de la Restauración, segunda mitad del siglo XIX. Es bien conocido el interés de los masones decimonónicos en atribuirse una “genealogía” ilustre y antigua en España[15], haciéndose partícipe, cuando no protagonistas, de cualquier intentona revolucionaria de tan agitado siglo.

En el artículo se menciona el dictamen emitido, el 5 de abril de 1828, por “Calamontes” –publicado el 10 de marzo-, consideramos que es una errata de imprenta ya que a quién se refiere el texto, como se aprecia más adelante es a Calomarde4.

La Plana Mayor de la Plaza de Badajoz[16], en 1828 y 1829, la formaban los siguientes personajes:

Capitán General el Mariscal de Campo José San Juan; 2º Cabo y Gobernador Militar de la Plaza el brigadier Francisco Javier de Gabriel, Secretario de la Capitanía General Felipe Arsú; Teniente de Rey el coronel Juan Manuel Marín; Gobernador del Fuerte de San Cristóbal el capitán Manuel Sainz y Gobernador del Castillo de Pardaleras el teniente coronel Pedro González.

El Regimiento de Infantería “Saboya” estaba mandado por el coronel Francisco Llamas que sería sustituido, tras los acontecimientos narrados, por el brigadier Francisco Warletta[17].

La Capitanía general de Sevilla la mandaba el Teniente general Vicente Genaro de Quesada, Primer marqués de Moncayo. Nacido en La Habana (Cuba) en 1782 sirvió de cadete en Cuba y luego en las Reales Guardias Españolas. Peleó el 2 de mayo de 1808 en Madrid y posteriormente en Burgos. En 1812 interviene en la recuperación de Sevilla. Fue un destacado realista y siempre apoyó a Fernando VII.

 

El Regimiento de Saboya en la Guerra de Independencia, notas de la prensa de la época.

Entresacamos y transcribimos noticias de la actuación del Regimiento en la epopeya de la Guerra de la Independencia. Interesantes y aclaratorias estas notas de prensa que, no obstante la clara intencionalidad propagandística de los medios durante la Guerra, ayudan a conocer personajes, lugares y acciones en las que se vieron involucrados nuestros hombres.

 

Combate de las Cabrillas, Valencia, 20 de junio de 1808.

…180 hombres del regimiento de Saboya, que tomaron parte en la acción[18], al mando del capitán Galíndez, hicieron cuanto estuvo de su parte por disputar el paso al enemigo; pero su valor fue, desgraciadamente, inútil, quedando los más de ellos tendidos en el campo y cayendo prisionero su jefe… (Príncipe, t. 2º, pág. 208)

 

…Quartel general de Villafranca 24 de octubre:- El día 21 llegó a este quartel general el regimiento de Saboya, que ha venido de Valencia, y anteayer entró en Lérida la división del Sr. marqués de Lazán… (Gaceta de Madrid[19], suplemento 4 noviembre 1808)

 

Valencia 18 de Octubre.- Según expreso recibido el 14 por el Sr. Administrador de Correos de esta ciudad, del de los de Vinaroz, se le comunica la siguiente noticia:

“Son las quatro y media de la tarde del 12 y acaba de llegar un posta despachado por el General de Cataluña, desde Villafranca, para el Coronel del Regimiento de Saboya, que se halla aquí, cuyo posta regresa inmediatamente a Villafranca, con la noticia de haberse salido de Barcelona el exercito francés llevando todo su botín, habiendo roto el cordón de Granollers y penetrado por el Vallés, se dirige hacia Figueras, y ha dexado de guarnición unos pocos italianos en Barcelona, los quales se iban a toda prisa pasando a nuestro exercito..”

Dicen que el Regimiento de Saboya sale esta noche a marchas dobles para Cataluña. (Diario Mercantil de Cádiz[20], 29 octubre 1808)

 

…Manresa 13 de Octubre.- Con fecha de 11 del corriente, escriben de Villafranca que en Tortosa han llegado ya los 6000 fusiles que remite la Junta de Sevilla para este Principado.

De Valencia nos dicen que el día 7 salieron para Cataluña dos Batallones del Regimiento de infantería Saboya… (DMC, 31 octubre 1808)

 

…El Consejo de Regencia se ha servido conferir los empleos de coroneles de los regimientos de infantería 1º de Saboya y de Valencia a D. Melchor Álvarez[21]

y D. Francisco Cabrera… (Gazeta de la Regencia de España e Indias[22], 29 mayo 1810)

 

 

Combate de Sarriá, 10 julio 1810.

Tarragona. Parte que ha recibido el Excmo. Sr. General en Gefe de éste Exercito y Principado del Mariscal de campo D. Miguel Iranzo, Comandante general de la Línea del Llobregat, que se inserta en este Diario para la debida satisfacción del público:

“Excmo. Sr. = habiendo sabido que el enemigo había recogido y depositado en la casa del maestro de Escuela de Esplugas 34 cuarteras de cebada, dispuse que en la noche del 10 del corriente pasasen 65 granaderos y 50 caballos, con carros correspondientes para extraerlas; y, en efecto, a las 12 de la misma ya se hallaba en la provisión de este punto: igual operación verificó el comandante de los Tiradores D. Josef Fernández Morera, pues informado que en el molino del Clot se estaba moliendo bastante cantidad de trigo, determinó fuese a sacarlo una partida a las órdenes de D. Pablo Pellicer y D. Sebastián Olestia, subtenientes el primero de Tiradores de Saboya y el 2º de la Primera sección Ligera catalana; y pudieron apoderarse y cargar quantos carros encontraron, sacando 60 cuarteras de harina, y lo que no pudieron traer lo arrojaron al río, cuya harina también ya se halla en esta Provisión.

Los franceses, a la cuenta incomodados de las dos inesperadas presas, salieron ayer de la plaza en dos Divisiones, la una dirigiéndose a Esplugas y la otra a Sarriá, y atacaron la altura de San Pedro mártir a eso de las 5 y media de la mañana, punto que mandaba el capitán primero de la Sección ligera D. Daniel Dresayre con 200 hombres entre soldados de la misma y somatenes, los que con la mayor bizarría fueron rechazados en la primera carga y volviendo a emprenderla la segunda, sufrieron igual suerte, poniéndolos en vergonzosa fuga, se replegaron en Sans nuestros contrarios en número de 1200 con 45 coraceros, emprendiendo su ruta a retaguardia del pueblo de Sarriá.

Yo, que observé desde aquí la idea del enemigo, marché inmediatamente, adelantando 200 caballos y un batallón de Saboya sobre Sans y Cruz Cubierta, a las órdenes del barón de la Barre para atender los movimientos de la guarnición de la plaza; hice que se encaminase uno de Granaderos Provinciales y otro del citado Saboya, a las órdenes de sus coroneles, D. Benigno Osorio y D, Josef González, por mi flanco izquierdo para que cayesen sobre dicho pueblo de Sarriá, y al teniente coronel D. Andrés Basigalupi, a cuyo cargo estaba la fuerza de las alturas le previne los entretuviese por su frente.

Osorio llegó a Sarriá y los atropelló a su salida, protegido por las guerrillas de Basigalupi, mandadas por el citado Dresayre, y D. Pedro Sabater, subteniente de Saboya, poniéndolos en precipitada fuga, siguiéndoles al alcance con éstas y otra que formó de Granaderos Provinciales, al mando del capitán del propio Cuerpo D. Josef Estany y 30 caballos del Regimiento de Dragones del Rey a cargo de su capitán D. Francisco Armijo.

Corrieron los coraceros y tropas de los invencibles hasta debaxo del cañón de la Plaza, y hubiéramos tenido un día completo si el terreno no impidiese haberlos podido cargar por nuestra caballería; no obstante se dexaron 4 coraceros muertos, 40 de infantería, 2 prisioneros, 7 pasados y 74 heridos que entraron en Barcelona: por nuestra parte tuvimos 16 heridos entre somatenes, tiradores y dos Granaderos provinciales.

Así Gefes como oficiales y soldados han llenado sus deberes en la referida acción, lo que comunico a V. E. para su inteligencia y satisfacción. Dios guarde a V. E. muchos años = Casa Gilaber y Julio 12 de 1810 = Miguel Iranzo = Excmo. Sr. D. Enrique O’Donnell. (Diario de Mallorca[23], 28 julio 1810)

 

Combate en Albocácer, 19 julio 1810.

El capitán general de este reyno ha publicado un extracto de los partes remitidos por el general O’Donojú desde el 9 hasta el 13 de julio, acerca de los movimientos de los franceses, que en número de 10000 infantes y 700 caballos se encaminaron hacia Tortosa…

Después escribe el mismo general, desde Albocácer con fecha del 19, que habiéndose presentado aquel día el enemigo con fuerzas superiores a las suyas, se trabó un combate muy encarnizado, especialmente entre nuestra columna de granaderos y otra enemiga que vinieron a la bayoneta; pero al fin después de haberles causado una pérdida tres veces mayor que la nuestra fue preciso abandonar el campo de batalla. Murió en esta ocasión el capitán de granaderos de Saboya, D. José Peñacarrillo y 7 granaderos, y quedaron heridos 16 de los nuestros, entre ellos mortalmente el teniente de granaderos, graduado de capitán, del 2º de Valencia D. Mariano Tur… (GREI, 21 agosto 1810)

 

Alicante 11 de setiembre.-…El coronel del 1º de Saboya, D. Melchor Álvarez, marchó el 15 [agosto] con su división y la partida de excontrabandista en busca de los enemigos, que estaban saqueando los pueblos de San Jorge y Trayguera; pero llegó tarde y solo pudo hacer 8 prisioneros y quitarles 200 cabezas de ganado… (GREI, 4 octubre 1810)

 

Combate en el camino de Mora, 26 octubre 1810.

…Tarragona 3 de noviembre.- Por parte que ha dirigido al general en jefe el comandante de la división de Falset, barón de La Barre, sabemos, que noticioso este jefe de que los enemigos habían disminuido considerablemente sus fuerzas en García y en los campamentos de Darmos, Mas de las Forcas y Pediet, determino el 26 del pasado hacer un reconocimiento; disponiendo que el coronel D. Benigno Osorio con 400 infantes y 25 caballos saliese a las 4 de la mañana con dirección a Giamets y darmos; que el capuitán de Saboya D. Luis Pérez, con 150 tiradores, reforzados por otros 50 de la Sección y 25 caballos, lo verificase a la misma hora por el camino de Mora, a tomar posición y posesionarse del Mas Roig enfrente del campamento de las Forcas, teniendo a su derecha a D. Francisco Camps para sostenerlo con sus somatenes; y que D, Baltasar Blaser se dirigiese sobre García con todo su destacamento de 300 hombres sostenido por D. Mariano Vila con el suyo de 120.

Dadas ya las respectivas instrucciones, mandó romper el fuego a las 7 de la mañana en todos los puntos de ataque, el que se empeñó con el mayor tesón por la parte de Darmos y el camino de Mora, pero no tanto sobre García por el excesivo número de enemigos, que cargaron sobre Blaser a quien fue preciso emprender su retirada después de haberlos observado largo tiempo e incomodado con sus guerrillas…

…la tropa peleó con la mayor bizarría, arrojándose varias veces sobre el enemigo hasta insultarlos en sus ventajosas posiciones…

…Nuestra pérdida consistió en un granadero de Castilla la Nueva muerto y 3 heridos, la del enemigo no bajó de 20 entre muertos y heridos… (GREI, 25 diciembre 1810)

 

Valencia 11 de noviembre.- En la tarde del 30 de octubre, entró repentinamente en Teruel un cuerpo enemigo de 3000 infantes y 500 caballos, mandado por el general Clopiski, compuesto en gran parte de tropas del exercito que observa a Tortosa. Tratóse de retirar algunas piezas de artillería que había en Teruel por el camino de Valencia: pero las alcanzó al día siguiente en Alventosa un destacamento enemigo que las condujo a Teruel el 1º del corriente.

Nuestro comandante general, noticioso de lo ocurrido, hizo marchar en toda diligencia un cuerpo considerable de infantería y caballería al mando del coronel del Regimiento de Saboya, D. Melchor Álvarez: pero cuando éste jefe llegó a Segorbe los franceses habían ya evacuado a Teruel y encaminádose a Daroca… (GREI, 22 diciembre 1810)

 

Escaramuza del 15 de noviembre de 1810.

Del mismo barón de Labarre.- “En el día de hoy, las compañías de cazadores de Saboya y Granaderos de Castilla la Nueva han sostenido un vivo fuego durante 3 horas, junto con los somatenes de Camps y José Giner, muy inmediatos a los campamentos enemigos, siendo el resultado el de 10 enemigos muertos y más de 12 muertos; y por nuestra parte un somatén muerto y 3 heridos, todos de José Giner, sin ninguna desgracia en los de Camps, y entre la tropa un soldado de la sección herido.

El capitán de Cazadores de Saboya, D. Luis Pérez, me ha dado parte de haberse portado los somatenes con mucho espíritu y valor, volviendo al ataque dos de los heridos a vengar la muerte de su compañero, como lo ha verificado matando a un enemigo uno de los dos, y por lo mismo no puedo menos de hacerlo presente a V.E. para que tenga la satisfacción de saber que los somatenes se baten y se van haciendo soldados. = Falset, 15 de noviembre de 1810 = El barón de Labarre” (GREI, 10 enero 1811)

 

Acción del Perelló, 3 marzo 1811.

Tarragona 12 de marzo. Noticia de la acción del Perelló de 3 del corriente.- Sabedor el comandante general del Principado de que los enemigos se hallaban situados en el Perelló y venta del Platé, cubriendo el primer punto con 2000 hombres y el segundo con unos 400, dispuso saliese el 28 próximo pasado de la villa de Reus, con objeto de atacarlos, una división al mando del mariscal de campo D. Juan Courten, compuesta del tercer batallón de Granaderos provinciales de Castilla la Nueva y los regimientos: 2º de Infantería de Saboya, Almería, Palma, Almansa, primer batallón de Granada, tercero de Iliberia y Cazadores de Gerona, que componían en todo 4000 hombres escasos y 230 caballos de los regimientos de la Maestranza y Santiago.

Estas fuerzas hicieron noche el 2 del corriente en el Plá de Burgá y el 3 se dirigieron sobre los citados puntos que ocupaba el enemigo para formalizar su ataque. En este mismo día mandó el general en jefe al brigadier D. Juan Antonio Martínez, coronel del regimiento de Infantería Granada y comandante de una sección de las divisiones del exercito, se adelantase sobre el Coll de Balaguer, con objeto de entretener la guarnición del fuerte e impedir socorriese a los de Perelló y Platé, obligándola a disparar algunos cañonazos por los que conociese el general Courten que estaba empeñada, y siguiese con mayor desembarazo su ataque, seguro de que las fuerzas enemigas contra que se batía no podían esperar socorro de Balaguer. El comandante general se puso al frente de esta sección.

Luego que sus guerrillas se avistaron con las avanzadas enemigas del fuerte, las obligaron a encerrarse precipitadamente, dexando en nuestro poder algunos prisioneros, dos muertos en el campo y un herido de gravedad. Al aproximarse la columna de ataque empezó el enemigo el fuego de cañón y de obús, disparando bastante número de granadas reales, cuasi todas sin fruto por su mala dirección y desigualdad del terreno: las partidas de nuestros tiradores llegaron a situarse baxo el tiro del cañón e incomodaron sin cesar al enemigo. La tropa toda se hallaba animada del espíritu que podía desearse para dar el asalto al castillo; pero como no era este el objeto, permaneció en posición hasta las quatro de la tarde, hora en que se calculaba habría ya concluido su ataque el general Courten y se retiró a Cambrils, y al día siguiente a esta plaza.

En el parte que el referido general Courten ha dirigido al comandante general le comunica que, no obstante, haber retardado su marcha la mala calidad del terreno, y no haber podido llegar al Perelló tan a tiempo como tenía premeditado, por cuya razón noticiosos los enemigos según avisos que tuvo, se hallaban ya prevenidos a recibirle en mayor número de los que se se había dicho; luego que se presentaron nuestras guerrillas y partidas de reconocimiento, empeñaron a los del Platé en un vivo fuego y obligándoles a ceder el terreno y replegarse sobre los que en su auxilio venían del Perelló, dexando en la retirada bastantes muertos, sin contar los muchos heridos, que las acémilas que llevaban a prevención les proporcionaron no dexar en nuestro poder.

Verificada su reunión cerca de aquel punto, quiso sostener el enemigo su ataque mucho más obstinado apoyándose detrás del pueblo, pero nuestros soldados, impacientes por la decisión del combate, se arrojaron sobre él con su acostumbrada bizarría a la bayoneta, desalojándolo de su fuerte posición. No obstante, el enemigo procuró rehacerse y siguió su retirada con algún orden, disputando el terreno a nuestras tropas: esto hizo más sangrienta la acción y que fuese dexando por todas partes el campo cubierto de cadáveres, desde los puntos del Platé y Perelló hasta la Ampolla, en cuya posición fue reforzado por una división auxiliar que salió a sostenerle de la plaza de Tortosa, con cuyo refuerzo y, confiado en su superioridad de número se mantuvo en posición.

Pero habiendo ya conseguido el objeto nuestras tropas, emprendieron su retirada con el mayor orden, sin ser incomodadas en ella por no haberse determinado el enemigo a cargarlas viendo la disciplina, orden y serenidad con que maniobraban, no habiendo tenido por tanto más pérdidas que la que sufrieron en el ataque. La del enemigo fue de más de 300 muertos y, según declaración formal de dos personas fidedignas fugadas de Tortosa, y que se hallaban en la plaza el día 3, ascienden a 500 los heridos que tuvo.

No tengo expresiones suficientes (dice el general Courten) para poder manifestar a V.E. mi satisfacción, al ver el valor y bizarría de las tropas que he tenido el honor de mandar: parecía que cada uno iba a porfía a quien sería el primero en acometer al enemigo: sus dignos gefes y oficiales han dado muy buenas pruebas del honor con que acostumbran comportarse, y así no puedo menos de recomendarlos a V.E.; y en particular a los tenientes coroneles graduados D. Antonio Roten, D. Marcos Antonio Iglesias, capitán D. Pedro Mexía, al de Lanceros D,. Pedro Chacón, y a todos los comandantes y demás individuos de las guerrillas e igualmente recomiendo a V.E. al teniente coronel D. Mariano Villa, el que por los exactos conocimientos que me ha dado de todos aquellos terrenos ha contribuido mucho para el éxito de la empresa, habiendo ido durante el fuego dos veces a la vanguardia enviado por mí… (GREI, 4 mayo 1811)

 

…El Consejo de Regencia…ha promovido a sargentos mayores…al teniente coronel D. Mariano Villaespesa, capitán del 2º de Saboya… (GREI, 14 marzo 1811)

 

Orden de Batalla del 2º Ejército, 6 abril 1811.

Extracto de la Orden del día 6 de abril del 2º Exercito que, según el nuevo plan defenderá los reynos de Valencia y Aragón y provincia de Cuenca: dada en el Quartel general de Murviedro. Este Exercito constará de las siguientes Divisiones:

Primera División= General el Mariscal de campo D. José Miranda.

Primera Sección = 1º y 2º Batallón del Regimiento de Infantería de Valencia, 1º y 2º del de Ávila, 2º Batallón de Cazadores de Valencia.

Segunda Sección = 1º y 2º Batallón de Infantería de Castilla, 1º de Cazadores de Orihuela.

Caballería = 3er Escuadrón de Dragones de Numancia.

 

Segunda División = General el Mariscal de campo Conde de Romree.

Primera Sección = 1º y 2º Batallón de Saboya, 3º de Cazadores de Orihuela.

Segunda Sección = 1º y 2º Batallón del Infante D. Carlos, 1er Batallón de Cazadores de Valencia.

Caballería = 1º, 2º y 3er Escuadrón de Dragones del Rey, 3º de Cazadores de la Real Maestranza y Regimiento de Dragones de la Reyna.

 

Tercera División = Comandante general el Coronel D. José Martínez de San Martín.

Regimiento de Infantería de Línea 1º de Badajoz, Batallón de Tiradores de Cuenca, quatro compañías sueltas de Alcaraz, un esquadrón yeguar de Lanceros de Sevilla nº 1, dos esquadrones ligeros de Cuenca, uno ídem de La Mancha, un destacamento de Zapadores, otro ídem de Artillería con dos piezas.

 

División de Reserva, de guarnición e instrucción = General el Mariscal de Campo D. Bernardo Acuña.

Primera Sección, en Valencia = Los quintos del 1º y 2º batallón del 1º de Saboya, 3er batallón de Valencia, 3er batallón del Infante D. Carlos, ídem del de Ávila, ídem del de Castilla.

Segunda Sección, en Alcira = 5ª y 6ª Compañía del 1er Batallón de Cazadores de Valencia, ídem del 2º de ídem, ídem del 2º de Orihuela, ídem del 3º de ídem.

Tercera Sección, en San Felipe = Los quartos esquadrones de Dragones del Rey y de Numancia y de Cazadores de la Real Maestranza.

Guarnición de Peñíscola = 3er batallón de Cazadores de Valencia con sus Compañías de reserva. (El Conciso[24], 16 mayo 1811)

 

A modo de conclusión.

No es cierre alguno esta pequeña aportación. Quiere ser un primer paso para ayudar a completar, iluminar, el largo, heroico y fatigado Historial de esta Unidad militar de la Infantería Española.

Sería nuestro mayor deseo que los responsables de custodiar, labrar, las Memorias del Regimiento “Saboya” incorporaran estas notas a tan ricas vicisitudes, entendiéndolo como un recuerdo, una honra, a quienes les precedieron en la defensa de España. Gracias.

 

ANEXOS.

 

Anexo 1.- EL REGIMIENTO “SABOYA” Y LA VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS.

En la tarde del 24 de noviembre de 2011 llevóse a cabo en la Iglesia parroquial de Santa María la Real de la plaza de Badajoz, antiguo convento de San Agustín y antaño Iglesia Castrense, el acto de entrega de un “lienzo de campaña”, con la efigie de Nª Sª de las Lágrimas, titular de la Pontificia y Real Hermandad y Cofradía de Nª Sr. Jesucristo Yacente (Santo Entierro), Nª Sª de las Lágrimas y Santiago Apóstol, de la cual el Regimiento “Saboya” es Hermano Honorario.

La presidencia del acto la compusieron el Ilmo. Sr. Coronel Jefe del Regimiento, don Jesús de Hoyos, el Sr. Teniente de Alcalde don Alberto Astorga, que ostentaba la representación del Sr. Alcalde, el Hermano Mayor de la Hermandad y Cofradía, don Rafael Mingarro, la Sra. Concejala de Cultura doña Paloma Morcillo, y los también concejales doña Rosario Gómez de la Peña y don Jesús Coslado, el Sr. Teniente coronel Jefe de la Plana Mayor del Regimiento don José Rodríguez de Austria, el Sr. Teniente coronel Jefe de Batallón don Álvaro Capella y el Sr. Suboficial Mayor don Cristóbal Godoy.

El acto se abrió con las palabras del Sr. Coronel Jefe del Regimiento agradeciendo el amable gesto y ofrenda de la Hermandad y Cofradía y resaltando la labor de los miembros de la Unidad de su mando que actualmente desempeñan su misión en las lejanas tierras libanesas. A continuación tuvo lugar la Santa Misa, oficiada por el Sr. Cura párroco don Julián Arroyo Díez y cantada por el Coro de la Universidad de Mayores dirigido por el Profesor don Jesús Fernández Picón, al término de la cual se bendijo la imagen, impresa en un lienzo blanco con la leyenda: ”A nuestros Hermanos del Regimiento Saboya nº 6: Que Ntra. Sra. de las Lágrimas os bendiga y proteja siempre bajo su manto, y de manera muy especial cuando marchéis en Misiones de Paz por el mundo. Hermandad del Santo Entierro de Badajoz (Cofradía de Santiago)”.

Cerró este acto el Hermano Mayor que resaltó los lazos de unión con la Unidad y las misiones de paz en el extranjero que llevan a cabo los soldados españoles, agradeciendo la colaboración prestada y facilidades otorgadas por el Excmo. Sr. General Jefe de la Brigada “Extremadura” XI don Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, Jefe de la Agrupación española de misión en el Líbano. A donde será enviado el lienzo para acompañar a los hombres del Regimiento en su misión.

Durante todos los actos la imagen de Nª Sª de las Lágrimas, que había sido bajada de su capilla, estuvo escoltada por miembros del Regimiento “Saboya” con uniformes del siglo XVII y por la Bandera Coronela del mismo, a sus pies estuvo el bastón de mando del Sr. Coronel jefe de la Unidad.

Asistieron además una nutrida representación de Jefes, Oficiales, Suboficiales y Tropa, hermanos de la Cofradía convocante y Hermanos de otras Hermandades y Cofradías de la ciudad de Badajoz, hasta llenar por completo el templo.

 

Anexo 2.- 480º ANIVERSARIO DEL REGIMIENTO “SABOYA” 1537-1017.

El Terror de los Franceses” cumple cuatrocientos ochenta años.

 El pasado sábado, 4 de noviembre, el Regimiento más antiguo de los que tienen guarnición en Badajoz celebró el 480º aniversario de su creación, como Tercio de Infantería, para la protección del Ducado de Saboya en la guerra contra Francia del año 1537.

Los actos se iniciaron a las 10’30 horas con una misa en la capilla de la Base, en honor a la Virgen del Rosario, patrona que mantiene el Regimiento desde tiempos de la batalla de Lepanto, siglo XVI, junto con la Inmaculada como el resto de unidades de la Infantería española.

Los numerosos asistentes, familiares y amigos, así como la tradicional representación de los vecinos de Villaescusa de Haro recorrieron las instalaciones del museo así como una interesante exposición de vehículos y material situada en la avenida principal de la Base hasta que llegó el momento de la formación, que tendría lugar en la explanada del comedor.

La formación, de unos 600 hombres, estaba al mando del Sr. Tcol. Jefe de la Plana Mayor Regimental, D. Carlos de Andrés y Carretero, y la componían:

Banda de cornetas y tambores de la Brigada “Extremadura” XI.

Sección de Granaderos “Álvaro de Sande”, ataviados con uniformes del siglo XIX.

Batallón Mecanizado “Cantabria” I/6, con Escuadra de Gastadores, Mando, Plana Mayor y Compañías orgánicas

Batallón Protegido “Las Navas” II/6, Mando, Plana Mayor y Compañías orgánicas.

Escoltada por la sección de granaderos se incorporó a la formación la Bandera Coronela, que posteriormente ocupó su puesto junto al Ilmo. Sr. Coronel Jefe del Regimiento, D. Antonio Ramón Llorens Pérez, que presidió los actos.

Tras la entrada de la Bandera Nacional y la revista a las tropas, parte de ellas a punto de partir hacia Líbano en misión de paz, se iniciaron los actos con la lectura de la reseña histórica del Regimiento y la imposición de condecoraciones.

Es de destacar el nombramiento como “Saboyano de Honor” al Sr. Teniente Coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Badajoz, D. José Mª Martínez Rangel, el ingreso en la “Orden de la Tizona” del Subteniente D. José Mª Alzás Coello y la entrega del Diploma al Soldado Distinguido al Cabo Primero D. Antonio Pintado Martín.

En su alocución, el Sr. Coronel tuvo un recuerdo para los miembros de la Unidad que están prestando su servicio en tierras de Letonia así como de ánimo para los que estaban a punto de partir. Tampoco faltó el recuerdo para el antiguo Suboficial Mayor de la unidad, D. Francisco J. Estébanez Ruiz, que falleció esta misma semana por una dolencia cardiaca.

El final de estas sentidas palabras y la retirada de la Enseña Nacional parecieron dar paso a la tromba de agua que se desencadenó de repente y que puso un punto mayor de emoción si cabe al acto de Homenaje a los Caídos. Los soldados aguantaron impasibles bajo el chaparrón, que en lugar de deslucir el acto le dio mayor realce, y el público supo agradecer con sus aplausos al paso de las tropas en el desfile final.

Con la retirada de las tropas amainó la lluvia, lo que permitió la realización de una vistosa exposición dinámica en la que los vehículos tácticos del Regimiento evolucionaron ante el público, finalizando con la simulación de un asalto por tropas a pie, con munición de fogueo y el apoyo de los vehículos, que fue muy aplaudida.

Los actos finalizaron a las 13.30 h con un Vino de Honor, el tradicional “vino español”, en los comedores de la Base, en la que soldados, familiares y amigos pudieron compartir las animadas experiencias de este día tan señalado.

 

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

Foto 1. 03 Saboya 1805

                                                        

 Foto 2. Aniversario Menacho 100316 (43)

 

Foto 3. R.I. Saboya 110518 (4)

Foto 4. R.I. Saboya 110519, J. del pozo Cayero 1

Foto 5. I. Saboya nº6, 021

 

Foto 6. R.I. Saboya, relevo de mando 141218 (3)

 

BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN:

ADORNO, Brigadier Pedro, Rgto. Ynfª Saboya, Noticias que puede dar el expresado Rgtº en cumplimiento a la orden del Excmo. Sr. Inspector Gral de Ynfª. de 16 de Mayo de 1806, manuscrito, Archivo Regimiento Saboya, Base Militar de Bótoa, Badajoz.

AGUSTÍN PRÍNCIPE, Miguel, Guerra de la Independencia. Narración histórica de los acontecimientos…, Madrid, Manini y Cía., 1844-1847.

ALFONSO, “El Saboya nº 6 recupera a su Virgen” en Diario HOY, Badajoz, 18 noviembre 1995.

ALMIRANTE, José, Bosquejo de la Historia Militar de España, Madrid, Rivadeneyra, tomo IV, 1923.

ANÓNIMO, Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz, continuación de la escrita por D. Juan Solano de Figueroa, Badajoz, Caja Rural, preámbulo de Antonio del Solar y Taboada, 1945.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE BADAJOZ, Protocolo 521, escribano Solís y Ardila, 16 enero 1729.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE BADAJOZ, Protocolo 439, escribano J. N. Gallardo, 28 enero 1729.

DIARIO DE BADAJOZ. Fechas señaladas, Biblioteca de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.

DÍEZ, F. y DE PABLO, A. Escudos de armas del Ejército español: Las Unidades de infantería españolas desde Felipe V a Juan Carlos I, Madrid, Aldaba, 1992.

EL MUNDO MILITAR, Madrid, 10 junio 1860;

FERRER, José, Álbum del Ejercito…, Madrid, Imprenta Ducazcal, 1847, tomo III.

GAZETA DE LA REGENCIA DE ESPAÑA E INDIAS, nº 31 de 29 mayo 1810; nº 77 de 4 octubre 1810; nº 111 de 22 diciembre 1810 (operaciones en Teruel); nº 112 de 25 diciembre 1810 (operaciones en Cataluña).

GAZETA DE MADRID nº 10, 1 febrero 1805; suplemento del 4 de noviembre 1808.

GILGADO, Antonio, “Cinco siglos en combates de élite” en Diario HOY, Badajoz, 22 octubre 2018.

GUÍA, Guía de forasteros en Madrid, Estado Militar de España, Madrid, Imprenta Real, años 1828 y 1829.

HERALDO DE BADAJOZ, 3 diciembre 1896;

LA COALICIÓN, Badajoz, 22 septiembre 1896;

NUEVO DIARIO DE BADAJOZ, 26, 27 noviembre 1895;

PÉREZ CAMINERO, Ramón, Bodas Reales en Badajoz. Documentos del Archivo Histórico Provincial, Badajoz, Junta de Extremadura, 2003.

REDACCIÓN, “El Regimiento Saboya nº 6 celebró su 467º aniversario” en Diario HOY, Badajoz, 16 octubre 2004.

“Homenaje al Saboya 6 en San Agustín” en La Crónica de Badajoz, 22 noviembre 2011.

“La cofradía del Santo Entierro entrega un lienzo de la Virgen de las Lágrimas al regimiento Saboya nº 6” en Diario HOY, Badajoz, 24 noviembre 2011.

TORRES GALLEGO, Gregorio, “La Guerra de las Naranjas” en Revista Española de Hª Militar, nº 11 y 12, Valladolid, 2001.

 

[1] En el Archivo de la Caja Rural de Badajoz se conserva un manuscrito, anónimo aunque atribuido a un clérigo pacense del siglo XVIII, y en el Archivo Histórico Provincial dos documentos de escribanos, notarios, testigos de los hechos. Véase la bibliografía.

[2] Felipe V estaba en su “segundo reinado” ya que había abdicado en su hijo Luis I en 1724, 10 de enero, y éste había muerto el 31 de agosto debiendo hacerse cargo de la Corona nuevamente.

[3] Transcribimos libremente a un lenguaje muy asequible. Pueden consultarse los originales que son de fácil lectura y comprensión aunque con lógicas diferencias gramaticales y ortográficas que aquí obviamos.

[4] De ordinario los nobles, los eclesiásticos y determinados individuos estaban exentos de acoger en su casa a los “visitantes” oficiales, generalmente mandos y tropas de los ejércitos. En esta ocasión y dada la gran categoría de los asistentes al enlace real no hubo excusa alguna para no recibirlos.

[5] Se refiere únicamente a los mandos de este Cuerpo distinguido.

[6] Es clara la confusión de batallón por regimiento que sufre el relator.

[7] Fernando VI reinó de 1746 a 1759. Destacó por su prudencia y por los progresos que fomentó en el arte y la cultura. Su época, evitando en lo posible conflictos bélicos, sirvió de recuperación a una España muy castigada por las guerras. Fiel a su gran amor, la reina Bárbara, apenas la sobreviviría un año. La reina murió el día 27 de agosto de 1758 y el rey el 10 de agosto de 1759. Cuando se casaron el príncipe Fernando tenía 16 años y ella 18. Bárbara de Bragança, que hablaba seis idiomas, ha sido probablemente la reina más culta que ha habido en España.

[8] La declaración formal de guerra se firmó el 27 de febrero, las hostilidades empezarían más tarde, y la paz llegó con la firma del Tratado de Badajoz el 8 de junio.

[9] Ouguela.

[10] Una primera referencia a este tema se publicó, como conferencia dictada en 1811, con motivo de los veinte años de la llegada del Regimiento “Saboya” a Badajoz.

[11] Hermanos.

[12] Puede leerse: BARROSO, A. y REY, F. Nicolás Díaz y Pérez, republicano, masón, escritor. Badajoz, Diputación Provincial, 1986.

[13] Abarca desde finales de 1823 cuando recupera los plenos poderes, tras derribar el sistema constitucional apoyado en los llamados “Cien mil hijos de San Luís” hasta su fallecimiento el 29 de septiembre de 1833.

[14] Recuperaría el nombre, al igual que los demás regimientos, por Real Decreto de 1 de noviembre de 1826.

[15] FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, P. V. La masonería en Extremadura, Badajoz, Diputación Provincial, 1989, página 28.

LÓPEZ CASIMIRO, F. Masonería y republicanismo en la baja Extremadura, Badajoz, Diputación Provincial, 1992, página 27.

Tadeo Calomarde (1773-1842), perteneció a la camarilla de Fernando VII, desempeñaba en la época de los acontecimientos narrados el cargo de Ministro de Gracia y Justicia. Partidario del absolutismo fernandino persiguió a los liberales mediante juntas de purificación y comisiones militares.

[16] Badajoz era capital de la Capitanía General de Provincia de Extremadura desde la instauración de esta Institución, por Felipe V, a principios del siglo XVIII.

[17] El listado de coroneles- jefes del Regimiento Saboya consultado difiere según los autores. Como en muchas otras Unidades es una tarea a realizar el unificar dicho listado.

[18] Combate de las Cabrillas, Valencia, 20 de junio de 1808.

[19] En adelante GM.

[20] En adelante DMC.

[21] En el listado oficial de primeros jefes del Regimiento Saboya, Melchor Álvarez figura con la fecha 1812, por estas noticias ya conocemos que, al menos, en mayo de 1810 ya ejercía dicho mando.

[22] En adelante GREI.

[23] En adelante DMLL.

[24] Editado en Cádiz.

Oct 242019
 

Jesús Barbero Mateos

Maestro

 Introito.

Si durante el siglo XVIII se habían producido en Serradilla los primeros intentos para establecer una institución educativa, con relativo éxito, el XIX supuso la verdadera consolidación de las escuelas de la villa. No sin el padecimiento de importantes altibajos en el proceso, la institución escolar se asentó de forma sólida.

Hasta el momento, prácticamente el único objetivo de las sucesivas iniciativas, había sido el cumplimiento de la ley, desplazando a un segundo plano los intereses y necesidades de los niños y, en general, de la sociedad en su conjunto. Restaba promover su óptimo desarrollo para que llegara a convertirse en verdadero motor de transformación social, bienestar individual de los niños y niñas y desarrollo y la modernización de la localidad.

Con el transcurrir de los primeros años de la vigésima centuria, los niños comenzaría a ser considerados sujetos del derecho a la educación y situados en el primer plano de las prioridades, al tiempo que la sociedad local asumía su papel como garante de un ejercicio eficaz del mismo.

 

Análisis de situación en España.

Pero unos altos índices de mortalidad infantil, el endémico analfabetismo, la falta de cultura y expectativas respecto de la educación en los padres, casi nula escolarización de los hijos, depauperada situación económica, incumplimiento institucional de la normativa jurídica o falta de celo para su cumplimiento, una estructura social cerrada y tradiciones culturales encorsetadas, funcionaban como un todo interrelacionado de factores explicativos de la dinámica de la época.

Las ideas de extensión educativa y de educación popular que habían sido defendidas por la revolución de 1.868, fueron abandonadas durante la Restauración por el estado liberal, a favor de una selección clasista, concentrada en una educación media y alta selectiva y en una limitada instrucción primaria. Ello supuso que España entrara en el siglo XX con una de las tasas de analfabetismo más altas de Europa. Las cifras más elevadas se correspondían con las zonas rurales. Las capas sociales más bajas fueron permeabilizándose más lentamente en relación con el valor de la educación como instrumento propedéutico para que los niños se enfrentasen con éxito a la nueva sociedad.

La escuela contribuiría a aportar una nueva imagen de la infancia, que con mucha dificultad llegaba a las clases populares, debido a la inadecuada política educativa en la enseñanza primaria. Muchas de las reformas del primer tercio del siglo XX encontraron problemas de aplicación, debido al enfrentamiento entre el Estado, que quería mejorar la enseñanza pública, y la Iglesia que formaba a los vástagos aristócratas y burgueses.

A todo esto se unía la paupérrima situación económica de las familias, que no permitía costear una enseñanza elemental privada.

Además a los padres no les interesaba que sus hijos estudiaran, pues les resultaba más beneficioso que trabajaran lo antes posible para obtener un jornal, aunque fuera bajo, que ayudara a la economía familiar.

Esta situación favorecía ampliamente el analfabetismo.

No sería hasta 1.909, cuando el Decreto de 25 de junio estableciera la obligatoriedad de asistencia a la escuela durante todo el curso, hasta los diez años. Sin embargo, a partir de esta edad, se permitía a los niños dejar de asistir para ayudar a sus padres.

De nada había servido que la Ley Moyano reglamentara una enseñanza obligatoria y gratuita para todos los niños de 6 a 12 años, cuando el problema de la escuela se identificaba con el problema social: no se puede exigir a quien tiene hambre que se instruya. De esta forma la utilidad de la educación era minimizada a favor de necesidades más inmediatas. Si a ello unimos el estado lamentable de maestros y escuelas, la estimulación para acudir tampoco era tan atrayente como para pensar que allí no se estaba perdiendo el tiempo[1]. Todo ello pone de manifiesto la insuficiencia y deficiencia que arrastraba la escuela decimonónica.

Esta empezaría a solucionarse en el siglo XX, cuando el estado crea al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1.900, asumió el pago de los maestros en 1.901 y creó la Dirección General de Enseñanza Primaria en 1.911. Gran parte de la responsabilidad en este salto cualitativo, la tuvo el interés de los regeneracionistas por la educación. Aún así, a principios de siglo la educación proseguía la tónica decadente de finales de la centuria anterior. En las décadas de los años 20 y 30 se pretendió llevar a la práctica lo que había escrito Jovellanos en plena Ilustración: “No hay redención económica posible, sin una anterior redención intelectual”.

A partir de la dictadura de Primo de Rivera, política y pedagogía parecen ponerse de acuerdo, en el inicio de la dignificación del maestro y de la escuela, aunque fuese en aras de la subordinación ideológica, como ocurrió durante la República y la dictadura[2]. Como consecuencia se inició una gran campaña de alfabetización cuyos ecos llegaron a todos los rincones de España.

Por lo tanto, dos hechos se pueden destacar hasta la proclamación de la II República: un revulsivo en cuanto a concepción y metodología y la reforma de la Dictadura de 9 de julio de 1926. Mediante un Decreto-Ley el gobierno había habilitado un crédito de 100 millones de pesetas para la construcción de escuelas.

El panorama se vislumbraba diferente en 1931, más aún para la educación. Con la proclamación de la Segunda República, se hizo una apuesta clara por la escuela pública y laica. Proclamaba el cambio el hecho de que un gobierno y forma de Estado se hubiese dado a sí misma el nombre de República de los maestros, lo cual ponía de manifiesto la intencionalidad pedagógica de los nuevos tiempos, a pesar que en 1.932, según la “Revista de Escuelas Normales”, la República había recibido de la Monarquía, en relación con la educación, inmoralidad, despilfarro e incultura. Heredó un alto grado de analfabetismo e insuficiencia de escuelas[3].

Los artículos 48 al 50 de la nueva Constitución aportaron claras novedades[4]: la cultura sería servicio del Estado a prestar por instituciones educativas, mediante el sistema de escuela unificada; la enseñanza primaria sería gratuita y obligatoria; reconocía la libertad de cátedra; protegía a los más necesitados para su acceso a todos los grados de la enseñanza; reconocía a las iglesias, bajo inspección estatal, el derecho a enseñar sus doctrinas; habría competencia exclusiva del Estado en la expedición de títulos; ordenaba por ley la edad escolar para cada grado, la duración de los periodos de escolaridad, el contenido de los planes pedagógicos, las condiciones para la enseñanza en los centros privados; aceptaba la enseñanza de las lenguas autonómicas, con obligatoriedad de desarrollar las clases en castellano…

A los catorce días del primer gobierno, Marcelino Domingo promulgó un decreto para renovar todo el plan de la Dictadura y restablecer el de 1903. Otras tres reformas se produjeron hasta 1935. Todo este proceso político y social ocasionaría notables sobresaltos en la educación española. El trienio de la Guerra Civil supondría el aniquilamiento de todo lo que se había levantado durante la etapa anterior.

Situación básica en Extremadura.

Por lo que atañe a Extremadura, cabe decir que funcionaban en 1923, 1.042 escuelas, en Badajoz, 549 unitarias y 5 graduadas; y en Cáceres, 477 unitarias y 11 graduadas. Estas unidades atendían a una población total de 644.625 y 410.032 habitantes en cada una de las dos provincias, con una población entre 6 y 12 años de 83.367 y 56.387 respectivamente según el censo de 1920. Por su parte la población no escolarizada hacia 1923 en Badajoz era del 54% y en Cáceres del 44%.

Seis años más tarde, en el curso académico 1928/29 existía una diferencia palpable: Badajoz 669 escuelas y Cáceres 540 escuelas. Este aumento se correspondió con la tónica nacional en el mencionado periodo. En todo caso, los que estudiaban en estas aulas de la escuela pública, considerada la escuela para pobres, eran los menos pobres.

De todas formas, desde Serradilla se advertía:

En nuestro país necesitamos pan y escuela. Formemos ciudadanos fuertes de cuerpo y alma, que lo demás se nos dará por añadidura. La misión de la escuela es única e insustituible. Debe atenderse debidamente la preparación de los maestros y su adecuada remuneración, los locales y el apoyo social”[5].

Rozando la tercera década del Siglo XX, comienza una etapa de progreso para la escolarización. Con el aumento del número de escuelas, crece la asistencia. En Cáceres la matrícula de los escolares avanza de 31.028 en 1916 a 51.032 en 1929, mientras que en Badajoz en 1925 había matriculados 45.208 alumnos y en 1929, 64.411.

Con todo esto, tenemos dos hecho significativos: Extremadura presenta uno de los índices de analfabetismo mayores del país. Badajoz, con el 68,32% está en el lugar decimocuarto y Cáceres con un 66´10% ocupa el decimoctavo puesto (la media española era del 63% en 1.900). Por otro lado y a pesar de que los años veinte fueron una época de cambio rápido con una mejora evidente, había pocas aulas y pocos profesores y, consecuentemente, Extremadura estaba afectada por una de las menores tasas de escolarización de España.

El advenimiento de la II República hizo que en Extremadura se aspirara a lograr la socialización y extensión de la cultura, tratando de hacerla llegar a los sectores sociales que, secularmente, habían sido relegados del sistema escolar. Durante este periodo, la provincia de Cáceres experimentó un considerable avance educativo, tanto desde la perspectiva de las construcciones escolares, como de la implicación de los maestros[6].

Pero también los sobresaltos del periodo llegarían a las aulas serradillanas. Entre los días 18 y 19 de enero de 1932 se produjo una manifestación pública en contra de las medidas adoptadas por la superioridad en materia religiosa:

“Cumpliendo órdenes de la superioridad, el pasado 18 procedieron los profesores de estas graduadas a retirar de sus clases la imagen del Crucificado. Enseguida corrió por el pueblo tal noticia, que fue desfavorablemente comentada, y en el mismo día partidas de jóvenes recorrieron las calles invitando al vecindario a hacer una manifestación de protesta, que se llevó a efecto en la mañana de ayer. A las 10 comenzaron a reunirse en la plaza gran número de personas que rápidamente fue engrosando, hasta dirigirse en manifestación a la graduada de niñas donde las profesoras trataron, inútilmente, de prohibir la entrada, consiguiendo el pueblo penetrar en las clases, que en señal de protesta estaban casi vacías, y colocar nuevamente el crucifijo en su lugar. Desde allí se dirigieron a la graduada de niños donde procedieron de igual forma, a pesar de las negativas de sus profesores. La manifestación, entonando cantos religiosos, se trasladó al santuario del Santísimo Cristo de la Victoria, que rápidamente se vio lleno de público, donde el párroco de la localidad, D. Francisco Cabello, hizo uso de la palabra, congratulándose de la espontánea y pública manifestación de fe que había dado el pueblo de Serradilla”[7].

La creencia religiosa en Serradilla, por sus vinculaciones con el Cristo de la Victoria, seguía siendo muy fuerte. Tras la guerra civil, el franquismo abortaría, más si cabe en esta tierra, las posibilidades de avance en el campo de la educación, hasta límites escandalosos, durante casi cuatro décadas.

 

Los ecos del Krausismo en Serradilla. Lastres y propuestas de solución

Ya desde el inicio de la centuria, los planteamientos educativos propugnados por el movimiento krausista, aunque con notable retraso, llegarían con fuerza a Serradilla.

Tal como planteaba Urbano González Serrano, los planteamientos pedagógicos debían tener un lugar esencial en la planificación y desarrollo de la educación. La educación para la formación y progresión personal debía entenderse como la permanente actualización del ciclo vital, pretendiendo lograr la elevación moral e intelectual de los españoles, e intentando la modernización del país, a través de una pedagogía asentada sobre bases científicas y racionales.

Desde esta perspectiva, asentaba su concepción pedagógica sobre tres principios básicos:

Análisis crítico del modelo de enseñanza.

La enseñanza tradicional arrastraba una grave disfunción estructural, el intelectualismo abstracto que promovía un saber totalmente desconectado de una realidad suplantada por las apariencias. El absoluto divorcio de la instrucción y la educación, engendraba como fruto un desarrollo atrofiado de la inteligencia, centrado en la promoción de su función más mecánica, la de la memoria. Se trataba de un tipo de enseñanza que fomentaba la pasividad del alumno.

Frente a este pernicioso modelo, Giner de los Ríos y González Serrano, proponían tomar como eje central del proceso educativo la espontaneidad del alumno, que superase la lejanía entre el pensamiento y la vida; la teoría y la práctica; las ideas y la conducta. Así lo concretaba González Serrano:

“La pedagogía moderna persigue el ideal de asociar la escuela al taller, como el medio más adecuado para que toda enseñanza sea teórico-práctica. Ensayos que se encaminan a tan nobilísimo empeño, son los “Jardines de la Infancia” ideados por Fröebel, las “excursiones escolares”, las enseñanzas prácticas, las escuelas de artes y oficios, los gabinetes de material científico, las investigaciones experimentales y otros tantos medios para la indagación y la enseñanza de la verdad en vivo, donde el fruto se recoge maduro y en sazón, pero observado y estudiado en la semilla y en todo el largo trayecto de su fecunda elaboración”[8].

El maestro ejercería su misión instructiva y educadora sobre los elementos variables de la personalidad, sin violentar la capacidad del alumno para ejercer su libertad.

Educación asentada sobre bases científicas.

La enseñanza tradicional no estaba logrando alcanzar el propósito que perseguía: perpetuar su ideología. Más bien se cumplía con frecuencia, que los anhelos y tendencias de la juventud se encaminaban en la dirección contraria a los intereses e ideas de los maestros:

«¿Por qué maestros conservadores educan a discípulos demócratas?, ¿qué razón existe para que los profesores liberales devuelvan a la sociedad, como fruto de sus enseñanzas, generaciones conservadoras?»

González Serrano concluye con rotundidad que el proselitismo produce, por rechazo, el efecto contrario al que pretende. Por ello, la educación debía plantearse como una ciencia, cuyas raíces han de hundirse, necesariamente, en los conceptos de sensación y percepción desarrollados por la psicología experimental, siendo la ley primordial guíe todo modelo educativo, el funcionalismo psíquico, condicionado tanto por la naturaleza, como por el medio en el que vive y se desarrolla el educando.

Desarrollo de una pedagogía nacional.

La personalidad colectiva española tiene un carácter propio y unas cualidades específicas y determinadas, que se reflejan en el modo de ser y comportarse de todos sus individuos.

Como la educación, en sentido integral, trata de la formación, el maestro ha de tener esto siempre muy presente, para que su tarea no esté en disonancia con el medio en el que se mueven los educandos, sin olvidar que la formación debe tener una carácter cosmopolita, para que, dado el caso, se pueda dar una fácil adaptación a cualquier circunstancia y ambiente.

En su propuesta estimaba que la pedagogía nacional no debía repetir, de la forma rutinaria, mecánica y nominalista en que lo venía haciendo la enseñanza tradicional. Bien al contrario, debía primarse la espontaneidad del ver frente a la receptividad del mirar, evitando tomar referencia acrítica ni copia servil o imitación de doctrinas foráneas, sin considerar las circunstancias y condiciones del propio entorno.

Frente a una enseñanza tradicional adocenada, el krausismo pretendía un modelo progresista de educación, considerando al niño como un adulto en ciernes y dejando libre a su inteligencia para alcanzar por sí misma el conocimiento y la verdad:

“El maestro, lo mismo que el labrador rotura y prepara su tierra, debe disipar las tinieblas de la inteligencia del alumno, emanciparla de preocupaciones, mostrarle el camino y procedimiento para hallar la verdad y habituarle a que entienda que quien la enseña y la impone, por su carácter impersonal, es la realidad misma” [9].

Afloraba la valoración de la labor de la educación y su efecto en los alumnos, así como la trascendencia de la tarea de los maestros, que superaban la concepción de meros cuidadores de niños, para ser concebidos como modeladores del alma, forjadores de voluntades y cultivadores de la inteligencia. Atentos:

“El maestro es, en el cumplimiento de su deber, el funcionario que dota a la patria del ejército más fuerte y poderoso, disciplinando la inteligencia de los futuros ciudadanos, sembrando y cultivando las semillas de la regeneración social. Suprimid al maestro y la humanidad volverá al estado de barbarie. Merece, por consiguiente, atención especial del gobierno y de los pueblos.

Dadnos buenos y muchos maestros y transformaremos la sociedad, porque el problema social actual es de enseñanza, de maestros. De la buena enseñanza surge el progreso, la paz y la armonía de los pueblos.

Todos los materiales que posee una escuela serán insuficientes, si no hay un maestro que les de vida, dirija y ordene con entusiasmo. Hoy la misión del maestro, además de enseñar, es educar. Los pueblos que no tienen más medios solo tienen por guía al maestro, que debe atesorar tres condiciones esenciales: saber, saber enseñar, educar. Aquí estriba la importancia del maestro”[10].

 

En definitiva, transcurridos más de 175 años desde la fundación de la escuela y de la cátedra de gramática, el siglo XX supondría un considerable salto cualitativo, en lo que respecta a la oferta escolar en Serradilla. La escuela de niñas y luego la de niños, pasarían a graduarse, ampliándose sus secciones a medida que las necesidades de escolarización lo demandaban y posteriormente sería creada la escuela de párvulos. Los avances producidos en la oferta educativa, las infraestructuras y las condiciones de acceso a la escuela, se verían complementados con la paulatina evolución de los procesos educativos.

Un importante salto cualitativo situaba la consideración de la educación en Serradilla en el umbral del espectacular despegue que comenzaría a producirse recién entrado el nuevo siglo.

La educación pasaría a considerar su imbricación con el entorno uno de sus pilares fundamentales. Gracias a este planteamiento, se pondrían en marcha novedosas, cuasi revolucionarias iniciativas socioeducativas que, partiendo del análisis objetivo y ajustado de la realidad concreta, permitiera dar respuesta a las necesidades de los niños, más allá de los muros de la escuela: cantina, ropero, mutualidad, biblioteca…

Entremos en un análisis más detallado de estas iniciativas.

 

Elementos educativos auxiliares.

Los avances esbozados y las nuevas perspectivas respecto de la educación, generarían la necesidad de dotar a la escuela de unas instituciones complementarias de su labor, de unos elementos de compensación de las enormes carencias económicas, tal es el caso de la cantina, ropero y mutualidad escolar; de compensación de carencias sociales, como en el caso de las asociaciones de alumnos y antiguos alumnos, que contribuyeran a vincular por más largo tiempo a los alumnos a la escuela, la participación en las colonias escolares y la fundación de los exploradores; o de compensación de carencias culturales, promoviendo la vida cultural de la localidad o abriendo y dinamizando bibliotecas escolares. Serradilla lo asumiría e impulsaría desde el primer momento, como veremos seguidamente.

 

1.- Mutualidad Escolar.

La primera iniciativa que se planteó para dar respuesta a las necesidades de los niños serradillanos, fue la Mutualidad Escolar. El magisterio de la villa pronto se interesaría por su puesta en marcha, cuando en julio de 1.913, Rosario Marchante Lora, directora de la Escuela Graduada de niñas, afirmaba:

“Tiene innumerables ventajas y beneficios como poderoso remedio educativo de la voluntad y porque es útil y práctica, al habituar al individuo, desde los primeros años de su vida, a pensar en el mañana y a vencer las adversidades y calamidades de la vida. Es la preparación más adecuada para encauzar debidamente las corrientes societarias de la época actual».

 

Se proponía promover y fomentar la prosperidad de la Mutualidad Escolar y para ello no vacilaba la maestra en pedir la cooperación de todos, especialmente de las autoridades locales y personas influyentes e ilustradas, altruistas y desinteresadas, como forma de acrecentar los intereses morales y materiales de la villa:

“Hay que marchar al compás de los tiempos, sin petrificarse en la rutina del pasado. En la Escuela Nacional radica nuestro mejoramiento social y el progreso y regeneración de la Patria. Todos unidos debemos agitar fuertemente la opinión del vecindario, luchar contra la ignorancia y la apatía, hacer propaganda en toda ocasión, para convencer a los incrédulos, estimular a los reacios y alentar y animar al débil de voluntad. Así podremos, en plazo no muy lejano, ver realizado nuestro anhelo”[11].

 

Poco a poco iría calando la propuesta, hasta que el 29 de noviembre de 1.917, Isabelo Sánchez, Víctor Mena y Diego Carrasco, maestros de la graduada de niños, constituyeran en Serradilla, con domicilio en la propia escuela, la Mutualidad Escolar titulada “El Progreso Serradillano”[12].

Días antes de la fundación, Víctor Mena disertaba sobre el asunto:

“El domingo último pronunció una importantísima conferencia sobre el tema “La Mutualidad Escolar”, el ilustre profesor de esta Graduada, D. Víctor Mena. El joven estudiante de derecho D. Teodoro Rodrigo García pronunció breve y elocuente improvisación apoyando la tesis expuesta por el orador, siendo ambos muy aplaudidos y felicitados por el auditorio. Con facilidad de expresión, pleno dominio del asunto y sobre todo, decidida voluntad educativa, el conferenciante fue exponiendo detalladamente la esencia de la Mutualidad; las ventajas inmensas que seguramente proporciona; el modo de establecerlas y su funcionamiento y, finalmente, en párrafos convincentes, exhorta a los padres de los niños y al vecindario en general para que propaguen la beneficiosa y regeneradora práctica del ahorro”[13].

 

Los estatutos de la Mutualidad recogían sus fines y la dinámica de funcionamiento. En cuanto a los fines que perseguía eran, entre otros:

Seguro mutuo de enfermedad y fallecimiento.

Constitución de dotes infantiles y pensiones de retiro para la vejez, usando los servicios del Instituto Nacional de Previsión.

En el seguro de enfermedad, la mutualidad ayudaba con un subsidio de 50 céntimos diarios durante el primer mes de enfermedad y 75 céntimos los dos meses siguientes. Si duraba más de tres meses, la Junta Directiva resolvería lo adecuado.

Se excluía la enfermedad que durase menos de cuatro días, las ocasionadas por riñas o delitos y las crónicas padecidas al ingresar en la Mutualidad.

Si fallecía un socio se abonaría a la familia una cantidad en concepto de subsidio funerario.

Para tener derecho a subsidios había que tener una antigüedad mínima de seis meses y estar al corriente del pago de cuotas.

 

Se consideraban tres tipos de socios:

Mutualistas: con 50 céntimos de cuota de entrada y 10 semanales, teniendo derecho a todos los beneficios. Estarían comprendidos entre los 3 y los 10 años.

Protectores: los que contribuyesen con donativos y aportaciones, sin tener opción a derechos ni prestaciones.

Honorarios: los que la Junta Directiva estimase conveniente, en función de sus servicios a la Mutualidad.

 

El capital social se compondría de las cuotas de entrada, las semanales, las suscripciones de socios protectores u honorarios, los intereses de los fondos invertidos, donativos y subvenciones. De las cuotas semanales de los mutualistas, se destinarían 5 céntimos a la caja de socorros mutuos, para caso de enfermedad o fallecimiento. Con los otros cinco se formaría una dote infantil o pensión para la vejez, a través del Instituto Nacional de Previsión. Cuando hubiese fondos suficientes se harían imposiciones por cada mutualista en el mismo organismo. En caso de que no hubiese fondos para abonar los subsidios, los que se concediesen estarían subordinados a los fondos sociales.

La institución estaría guiada por una Junta Directiva, cuyos cargos se elegirían en asamblea y se renovarían cada año entre mayores de edad, teniendo cada cargo un adjunto infantil, con voz y sin voto, elegido por sus compañeros, “para que los niños entren de lleno en la vida social”.

La Junta Directiva sería la encargada de decidir sobre admisión e interpretación de estatutos y se reuniría, al menos, dos veces al año.

En el caso de que se disolviese la mutualidad, los fondos ingresarían proporcionalmente, en las libretas de seguros de cada mutualista.

El entusiasmo inicial, sin embargo, iría poco a poco apagándose, de tal forma que en febrero de 1.924, Vidal Lucas, maestro de la graduada, escribía:

“Mutualidad y Cantina tienen una vida lánguida que acabará por extinguirse. Insto a todos a contribuir dejando a un lado el egoísmo y predicando con el ejemplo”.

La institución seguiría funcionando, a la par que poderes públicos e instituciones sociales y económicas, trataban de promocionar su desarrollo con la puesta en marcha de algunas iniciativas específicas.

La Caja Extremeña de Previsión social convocó premios a las Mutualidades Escolares y a los niños mutualistas en enero de 1.926: 4 premios de 35 pts y 6 de 20 para las Mutualidades más activas. 4 premios de 25 pts y 10 de 10 pesetas para los niños mutualistas con mejores virtudes morales. Para ello cada escuela debía proponer a tres niños.

En marzo de 1.928 se convocó en Mérida un certamen regional de Mutualidades escolares y Previsión Infantil que resultó ser un éxito. En las jornadas formativas previas para maestros, se trataron interesantes temáticas: enseñanza de la previsión en las Normales, himno de las mutualidades escolares extremeñas, cotos escolares de previsión…

El acto central se celebró el día 3 de junio en el Teatro Romano, con asistencia de las autoridades y más de seis mil maestras y maestros, entre ellos las de la escuela serradillana, Filomena Serrano y María Sánchez Gómez.

 

2.- Cantina y ropero.

Sin dejar transcurrir mucho tiempo, se produjo el nombramiento del serradillano Marcelo Rivas Mateos como Director General de Enseñanza Primaria. Con este motivo, el magisterio provincial organizó en Plasencia un banquete en su honor el día 21 de diciembre de 1.917. Se le invitó a visitar Serradilla para inaugurar la cantina y el ropero, recientemente constituidos, invitación que aceptó, ofreciendo una merienda a 50 niños y niñas pobres, con 100 pesetas pagadas por el Gobierno, para el día de Navidad de 1.917.

Foto 1. Anselma Alonso Ropero apartando la comida de la Cantina Escolar. Día1 de marzo de 1.920. Tomada de Eduardo Gómez

Foto 2. Niños comiendo bajo la mirada de D. Isabelo Sánchez, director de la escuela, el mismo día.

 

 

 

 

 

 

 

 

No podía hacer menos. Él mismo se había comprometido con su puesta en marcha:

“Aquí he tenido al Alcalde y al Secretario de nuestro pueblo y espero que podré hacer una buena obra que deje gratísimo recuerdo en Serradilla. Hay que crear Cantinas Escolares para alimentar y educar a los niños pobres; hay que formar Roperos Escolares con que vestir y calzar a los desgraciados…, hay que hacer lo que se pueda.”[14].

La cantina era una institución benéfica que se encargaba de ofrecer comidas a los niños pobres. funcionaba entre los meses de enero y abril.

Qué duda cabe que el ambiente para su constitución era propicio y la dinámica de apoyos pronto se consolidaría. En febrero de 1.918, se hicieron efectivas importantes subvenciones, que habían sido concedidas por el gobierno. Para allegar fondos, el patronato organizaba actividades a las que se podía acceder a cambio de una módica cantidad en beneficio de la institución: veladas teatrales o recitales como el celebrado en junio de 1.922, cuando escribiría José María Vecino:

Vistiendo al niño pobre,

sois los magos que vertéis una esperanza,

en los tiernos corazones que ya sufren

y ya gimen y ya lloran las desgracias…

 

Incluso llegaron a organizarse becerradas benéficas con idéntico fin, que resultaron ser un éxito, como la que tuvo lugar en septiembre de 1.920.

                                                                             

Foto 3. Entrega de ropa a veinte niños pobres de la escuela. Domingo de Ramos de 1.919. En pie, de izquierda a derecha, el maestro, Isabelo Sánchez, el alcalde, Arsenio Mateos, el cura, Cipriano Pajares y la maestra, Rosario Marchante. Tomada de Eduardo Gómez

 

En 1.931, al visitar los redactores de El Cronista las Escuelas Graduadas,

“Los señores maestros encargados respectivamente de la Secretaría de la Cantina y Ropero escolares y de la Mutualidad Escolar, nos facilitaron muy interesantes datos sobre el funcionamiento y la vida de estas instituciones, que tanto contribuyen a que la importante labor escolar rinda los más excelentes resultados”.

La salud de estas instituciones estaba fuerte y dando los apetecidos frutos.

Tras solicitar la edificación de nuevas escuelas, se aseveraba en el quincenal,

“cuando hayamos conseguido todo esto, que nos ofrece, en verdad, dificultades insuperables, es cuando llegará la verdadera regeneración de Serradilla, en todos los órdenes. Entonces es cuando será posible implantar entre nosotros multitud de instituciones y servicios escolares y circumescolares necesarios, para que la obra educativa alcance el grado necesario de eficacia: escuelas maternales, cantina, ropero, mutualidad, biblioteca, museo, labores y trabajos manuales, campo de demostración agrícola, gabinete de antropometría y psicología, inspección médico-escolar, etc”.

 

El interés por la educación y sus implicaciones sociales se había extendido a todas aquellas iniciativas y servicios relacionados con los pequeños más desprotegidos.

 

3.- Asociación de Alumnas y antiguas alumnas. Bibliotecas Escolares.

También con premura se percibiría la necesidad de promover el asociacionismo y de impulsar la fundación de enriquecedoras y compensadoras bibliotecas.

A mediados de 1917, las páginas de EL CRONISTA se hacían eco de ello:

“Biblioteca, archivo, museo. Ninguna de estas tres cosas poseemos y las tres son de absoluta necesidad para conseguir el progreso de nuestra cultura, el conocimiento y valía de nuestros derechos para aumentar y conservar nuestros intereses, y la fehaciente comprobación de nuestra importancia histórica y artística, para que ocupemos el puesto, aunque modesto nunca despreciable, que nos corresponde en el concierto de los pueblos civilizados.

La biblioteca podría comenzar con sencilla instalación; sin pretensiones ni lujo, con el constante afán de adquirir el máximum posible de buenos y apropiados libros.

El archivo. Se necesita un verdadero archivo, donde se custodien los documentos importantes relativos a la Historia e intereses del municipio.

El museo. Los pueblos necesitan conservar, purificar, robustecer y enaltecer su espíritu colectivo, su alma popular, que cuanto más vigorosa, mayor capacidad tendrá para defender los intereses morales, políticos y materiales de la colectividad, que alícuotamente serán al fin de los individuos.

Prestan instrucción las bibliotecas, se conservan y estudian nuestros derechos en los archivos, y son los museos las gloriosas páginas de nuestra historia, escritas con las obras de nuestros antecesores, que afanosos debemos recoger, cuidadosos conservar y satisfechos ensalzar”[15].

Los resultados no tardarían en producirse. En mayo de 1.922, tras múltiples gestiones, se logró que el estado concediese una biblioteca escolar para la escuela graduada de niños, aunque la realidad se impondría más lentamente, pues en 1.926 aún no la había remitido.

Las maestras, que hacía tiempo querían fundar una biblioteca para que las niñas siguieran relacionándose con la escuela, consiguieron su objetivo en junio de 1.927.

Además de las escolares, en marzo de 1.928 se fundó la biblioteca del Sindicato Agrícola y también funcionaba la popular del ayuntamiento, formada en febrero del mismo año, cuando el Ateneo cedió la suya al consistorio, con la condición de que sirviera de base para formar una biblioteca popular municipal y al incremento de cuyos fondos contribuyeron Raimundo Rodríguez, doblando los fondos existentes, y Agustín Sánchez. Estas instituciones vendrían a constituirse en centros culturales complementarios para la villa, a promover un ambiente de necesidad formativa en sus vecinos y a compensar las dificultades de acceso a los libros de la mayor parte de la población.

 

Por su parte, Filomena Serrano, directora de la escuela graduada femenina, defendía que era esencial la creación de un asociación de alumnas y antiguas alumnas, que estimulara y mantuviera por más tiempo en las niñas el amor a la instrucción, y contribuyera a hacer mujeres instruidas, útiles y cultas. Para ello proponía desarrollar secciones de economía doméstica, labores, floricultura, conferencias, teatro… Con la eficaz ayuda de Marcelo Rivas habían conseguido una biblioteca del Ministerio de Instrucción Pública, además de múltiples donativos bibliográficos de particulares. Hasta que el día 25 de septiembre de 1.930, se puso en marcha la biblioteca de la Asociación de Alumnas y Antiguas Alumnas, con el visto bueno de la Inspección de primera enseñanza.

Tras un año de andadura, unas 300 niñas y jóvenes de la localidad estaban asociadas y la biblioteca contaba con unos 1100 volúmenes, habiendo recibido aportaciones de fondos del habilitado provincial del Magisterio, Raimundo Rodríguez; del Jefe Provincial de Inspección, Juvenal de Vega y Relea; del editor Agustín Sánchez; de maestros, vecinos y asociadas[16].

Los fondos estaban divididos en tres secciones:

Para niñas en edad escolar, que había empezado a funcionar en octubre de 1.928. Su fondo era de unos 400 títulos. La asociación era voluntaria, a cambio de 5 céntimos mensuales. Estaban inscritas casi todas las alumnas de los cursos superiores.

Además de las alumnas, podían pertenecer las antiguas alumnas entre 14 y 18 años, con una cuota de 5 céntimos al mes. Su fondo constaba de unos 250 volúmenes. Las asociadas editaban quincenalmente una revista manuscrita, lo que lleva acarreado, además, el uso de la prensa en la escuela.

Antiguas alumnas, de 18 años en adelante, con una cuota mensual de 10 céntimos. Su fondo era de 350 volúmenes y estaban suscritas a una revista ilustrada.

 

La asociación de alumnas y antiguas alumnas promovida por Filomena Serrano, perseguía dos objetivos fundamentales:

Aproximar a las niñas a la escuela para ilustrar su inteligencia y modelar su corazón.

Aficionarlas al estudio y al gusto por la lectura, base de toda instrucción.

Para conseguirlo, como se ha apuntado, se pondría en marcha una biblioteca, se programaría la celebración de conferencias, fiestas escolares o exposiciones, o se organizarían actividades en torno al día del libro, se planificarían viajes, excursiones científico-recreativas…

Así se verificó el día 12 de octubre de 1930, con motivo de la Fiesta de la Raza, celebrándose un importantísimo acto cultural en la escuela Graduada de niñas:

“Convocadas las asociadas de las tres secciones que constituyen la hermosa y ya verdaderamente grande biblioteca, concurrieron éstas con verdadero entusiasmo, mezclándose en cariñosa camaradería las actuales y antiguas alumnas, todas deseosas de demostrar su adhesión a sus ilustres profesoras, a la que el deseo de seguir concurriendo al sagrado templo de minerva donde tanto bien obtienen para la educación de su espíritu y ampliación de sus conocimientos. Se sostuvieron importantes conversaciones, referentes al creciente desarrollo de la biblioteca que además de recibir constantemente regalos de volúmenes que este año han pasado de 200, también cuenta con donativos en metálico. Grata es nuestra complacencia por el éxito creciente de esta cultural institución y muy sincera nuestra felicitación a sus elementos directivos que han sabido elevarla a las regiones del triunfo”[17].

Por su parte, el día 8 de abril de 1931,

“marcharon en peregrinación a Guadalupe, por dos días, el párroco D. Francisco Cabello, la directora de la graduada Dª Filomena Serrano y otras profesoras, la Junta y varias señoritas de la “Asociación de antiguas alumnas”[18].

 

También promoverían reuniones periódicas en la escuela para hablar de “religión, moral, historia, geografía, ciencias físico-naturales, puericultura, higiene, economía doméstica, sericultura”.

Invertirían anualmente en obras benéficas, patrióticas y culturales, allegando fondos de las cuotas de las asociadas, donaciones, aportaciones del ayuntamiento y organización de veladas literarias y musicales. Uno de los usos del dinero se destinaba a “encargar una misa en memoria de las asociadas fallecidas”.

 

Los estatutos fundacionales consideraban tres tipos de asociadas:

Alumnas, con una cuota de 5 céntimos al mes, que debían salir “del dinero de golosinas o bagatelas”[19].

Ex alumnas de 13 a 17 años, que pagarían 10 céntimos de entrada y 5 al mes.

Ex alumnas mayores de 17 años, abonando 25 céntimos de entrada y 10 al mes.

Además de asistir y participar en las reuniones, las asociadas podían hacer propuestas a la junta directiva y pertenecer a la misma, examinar los libros, asistir a reuniones y conferencias y pertenecer a la biblioteca. Las principales obligaciones consistían en pagar las cuotas, cumplir el reglamento y aceptar y desempeñar los cargos para los que fueran elegidas.

Uno de los cargos más representativos venía regulado en el Capítulo VI de los estatutos: la bibliotecaria. Sería elegida mediante votación y sus atribuciones irían desde llevar el registro de préstamo de libros o tener voz y voto en la Junta Directiva, hasta ir a la escuela cada sábado último de mes para comprobar el estado de los libros y oír las reclamaciones de las lectoras.

 

El fondo bibliográfico se agruparía en tres bloques:

Cuentos e historietas.

Viajes, descubrimientos científicos, historia, religión y biografías.

La misma temática que el bloque 2, pero con contenidos más ampliados, libros científicos, novelas nacionales y extranjeras, además de libros de autores clásicos.

Todas las obras debían ser buenas moral y literariamente, rechazando las que no cumplieran con estos requisitos. Cada ejemplar estaría forrado en papel fuerte, llevaría el sello de la asociación e incluiría en las primeras páginas máximas relacionadas con la lectura, el valor de los libros y el buen trato que merecen.

Las lectoras estaban obligadas a ajustarse a la hora del préstamo para sacar una única obra y a entregar los libros prestados dentro del plazo establecido, en buen estado de conservación, pudiendo renovar el préstamo por una sola vez.

No podían prestar libros de la biblioteca a personas que no vivieran en su casa.

En caso de darse de baja sin justificación y pedir posteriormente el alta de nuevo, la asociada debía pagar todas las cuotas dejadas de pagar. Para las ausencias temporales de la localidad, los familiares podían sacar libros, eso sí, pagando la cuota.

La gestión directa del préstamo correría cada mes a cargo de tres asociadas.

 

También establecía un sistema sancionador de los incumplimientos:

La pérdida o desperfecto grave, suponía el abono del libro.

Las manchas hacían pagar entre un tercio y la mitad. Si estaban en el forro, se abonarían 10 céntimos

El deterioro intencionado conllevaba el abono del libro y suspensión de derechos por el tiempo que acordase la Junta Directiva.

Cada semana de retraso o fracción se sancionaría con el pago de 10 céntimos.

En caso de impago de cuotas durante tres meses consecutivos, se causaría baja.

Cuando se produjesen infracciones del reglamento, la Junta Directiva, graduando la gravedad del incumplimiento, impondría la sanción que estimase más oportuna.

 

Cada uno de los tres grupos de asociadas tendría una junta directiva, estando las dos primeras subordinadas a la del tercer grupo.

En caso de disolución, los fondos bibliográficos se donarían a una biblioteca popular de la localidad y, en su defecto, al Ayuntamiento de la villa, con la condición de crearla. En caso de que esto no se cumpliera, la Junta Directiva decidiría qué hacer con los libros, siempre que no se desmembrase el conjunto.

Según las crónicas de la época era…

“selecta y bien surtida la biblioteca escolar dirigida y administrada por la “Asociación de alumnas y antiguas alumnas”. Esta asociación realiza positivamente una labor cultural y social de gran importancia”.

Poco más tarde, también la escuela de niños contaría con su propia biblioteca. En 1.931, había

una importante cantidad de volúmenes destinados a la biblioteca escolar, que se halla en formación y que aún no funciona por falta de local apropiado” [20].

 

La llegada de la Guerra Civil afectaría a bibliotecas serradillanas, que fueron objetivo de depuraciones ideológicas a partir de lo recogido en la Orden de 4 de septiembre de 1.936:

“Por los Gobernadores Civiles, Alcaldes y Delegados Gubernativos se procederá, urgente y rigurosamente, a la incautación y destrucción de cuantas obras de matiz socialista o comunista se hallen en bibliotecas ambulantes y escuelas”.

Sólo se autorizaría el uso de libros cuyos contenidos respondieran a los principios de la religión y de la moral cristiana y los que exaltaran los principios del movimiento nacional.

 

4.- Otras iniciativas complementarias innovadoras e interesantes.

Cerrando el análisis y como una nueva muestra del interés que Serradilla manifestaba por la educación integral, moderna y racional de los niños, más allá incluso de la propia institución escolar, incluimos la puesta en marcha de algunas iniciativas tendentes a complementar la formación reglada.

Una de ellas, tal vez la de mayor recorrido, fue el establecimiento en la localidad de los Exploradores de España[21] en las primeras décadas del siglo.

Pretendía ser una institución noble, útil y patriótica, destinada a educar e instruir a los jóvenes adolescentes, para completar la educación del hogar y la instrucción de la escuela. Así trataba de contribuir a la acción de guiar por buen camino a los jóvenes,

“ en esa edad peligrosa que media entre la niñez y la mocedad. ¡Dichosos los pueblos donde con buena voluntad se implante! Estos recogerán el fruto teniendo ciudadanos educados e instruidos, base necesaria para la felicidad y prosperidad de la patria.

Esto se consigue fomentando e inculcando en los jóvenes Exploradores el amor a Dios y a la Patria, el respeto a las leyes y autoridades; desarrollando en ellos la iniciativa, el espíritu de observación, el sentimiento del deber y el noble valor para cumplirle, la caridad y el compañerismo, y el fortalecimiento de sus energías tanto físicas como morales.

En otro orden de ideas, el Explorador aprende multitud de cosas útiles y prácticas para la vida, que no se aprenden en la escuela, y menos después de abandonarla. Se le enseñan nociones prácticas de geometría, medicina, astronomía, agricultura y otras ciencias, siempre en forma amena y a ser posible al aire libre en instructivas e higiénicas excursiones. Y además se le inicia en la instrucción militar y deberes del soldado, habituándole a la disciplina y ejercicios militares, que hoy por más o menos tiempo todos han de practicar.

                                                                 

 Foto 4. Exploradores participantes en un campamento. Tomada de Wikipedia

 Confiamos en que no faltarán jóvenes que con sus nombres cubran las listas abiertas para fundar la asociación: pero esto no basta; para conseguirlo necesitamos algo más, necesitamos que todo serradillano que para ello sea útil, se decida a prestar su ayuda desinteresada y entusiasta; que cada cual enseñe aquello que mejor sepa. Y como afortunadamente no faltan en esta villa elementos para formar lúcidos cuadros de instructores, no dudamos que habiendo en todos buena voluntad, el mayor éxito coronará nuestro empeño”[22].

           

No sería, finalmente, hasta febrero de 1.920, cuando se concretara la creación en Serradilla de los Exploradores de España, a cuyo efecto el vecino Andrés Alonso llevaba una lista en la que figuraban los nombres de más de sesenta muchachos.

En el Cronista se apoyaba la iniciativa con estas palabras:

“Noble y digno es el propósito y cuenten los iniciadores con nuestro apoyo incondicional. Nada de vacilaciones y “siempre adelante”[23].

                                                  

Foto 5. Los exploradores. Wikipedia

Algunas otras iniciativas interesantes e innovadoras se pondrían en marcha en torno a los alumnos, ya desde 1.916, serían las fiestas de la paz, el libro, el árbol y la raza.

En diciembre de 1.919, 200 niños de la catequesis se fueron a hacer calvotes a Las Trochas.

A partir de 1.929 comenzó a celebrarse la fiesta de la Flor, promovida por la reina Victoria Eugenia para recaudar fondos destinados a la lucha contra la tuberculosis, creación de sanatorios y dispensarios. Para estimular su implantación en los pueblos, se premiaba a algunos niños que precisasen reponer su organismo con mejor clima, alimentos y ejercicios adecuados, por encontrarse en situación de riesgo de contraer la enfermedad.

                                                                Foto 6. Niña de primera comunión en torno a la década de 1930

 

En Serradilla se celebró por primera vez en septiembre de 1.929 y se recaudaron 478´78 pesetas. En torno a esta iniciativa se organizarían colonias escolares. Cada año, en relación a la cantidad recaudada en la fiesta de la flor, se elegía un número de niños para ir a la colonia escolar que se desarrollaba en Serrota (Gredos).

En verano de 1.930, tres fueron los niños serradillanos que pudieron disfrutar de la misma. En julio de 1931, fueron tres los niños de la villa entre 7 y 10 años, los que marcharon a la citada colonia escolar. Tras examinar a los pequeños candidatos, se consideró que los que más necesitaban reponerse, por estar en riesgo de contraer tuberculosis eran: Luis Naharro Recuero, Pedro García Villar y Emiliano Sánchez Martín.

                                                          

 

Foto 7. Niños de Serradilla en una salida, en torno a la segunda década. Tomada de Eduardo Gómez

La sensibilidad de los poetas locales también tomó a los alumnos como inspiración. Tal es el caso de José María Vecino, quien en 1.928 escribió:

¡Si supieras, oh niño que juegas,

que bello es el libro que tengo en las manos!

Tiene, en mil colores,

figuras soberbias de fieras y pájaros;

le adornan las flores que tú no conoces;

¡tiene más encantos!…

¡Si supieras, oh niño que juegas!…

mas no me hagas caso,

que yo… ¡ya soy hombre muy serio!

tú… sigue jugando.

 Epílogo.

La educación y sus elementos constituyentes han evolucionado sustancialmente desde que, a principios del siglo XX, el Estado asumiera la creación de un ministerio propio para abordar su desarrollo.

Las novedosas corrientes psicológicas y pedagógicas que comenzaron a desarrollarse, impulsaron nuevos modelos y planteamientos en la escuela: racionalidad y análisis crítico, paidocentrismo, consideración del entorno, conveniencia de la experimentación, superación del marco escolar como único elemento educativo, o necesidad de dar respuesta a las necesidades socioeconómicas y culturales de alumnos y familias.

De forma precoz la escuela de Serradilla, la femenina primero, asumirían estos nuevos planteamientos con fuerza, impulsando la puesta en marcha de iniciativas culturales, educativas y sociales, que supusieran un claro y definitivo avance hacia la formación integral de las niñas y los niños de Serradilla.

Mutualidad Escolar, Cantina y Ropero, Bibliotecas Escolares, Asociacionismo del Alumnado, además de otras acciones complementarias, arrancarían junto a este nueva forma de entender la educación primaria.

Visto y analizado con la perspectiva que da el tiempo y teniendo en cuenta el actual modelo, ¿hemos avanzado tanto?

                                                             

Foto 8. Materiales de antiguas escuelas. Museo de Serradilla

 

Referencias.

 

A.M.S. Expedientes de educación. Legajo 58. Memorias.

AHPC. Gobierno Civil. Asociaciones. Estatutos de la Sociedad de Cultura Femenina “Asociación de alumnas y antiguas alumnas” de la Escuela Nacional de Niñas de Serradilla.

AYALA VICENTE, F. “La educación en la provincia de Cáceres durante la II República”. Badajoz. Muñoz Moya Editores. 2.004.

CIEZA GARCÍA, J.A. “Mentalidad y educación en España durante el primer tercio del siglo XX”. En HISTORIA DE LA EDUCACIÓN, REVISTA INTERUNIVERSITARIA, nº 5. 1.986. Ed. Universidad de Salamanca. Pp. 299-316.

EL CRONISTA. Serradilla. 20 de Noviembre de 1917.

EL CRONISTA. Serradilla. 20 de febrero de 1.920.

EL CRONISTA. Serradilla. nº 356 de 20/10/1930.

EL CRONISTA. Serradilla. nº 368 de 20/4/1.931.

EL CRONISTA. Serradilla. nº 382 de 20 de noviembre de 1.931.

EL CRONISTA nº 386 de 20/1/32. Noticias.

ESTEBAN, L. “Introito a la historia de la escuela”. En Historia de la Educación, revista interuniversitaria. Nº 16. 1.997. Ed. Universidad de Salamanca.

GONZÁLEZ SERRANO, U. “La asociación como ley general de educación”. Pág. 8. Citado por JIMÉNEZ GARCÍA, A en “El Krausopositivismo”. Diputación Provincial. Badajoz, 1.996.

PALMERO DE LA CÁMARA, M.C. “La formación del magisterio en la Rioja republicana”, en HISTORIA DE LA EDUCACIÓN. REVISTA INTERUNIVERSITARIA. Nº 8. 1.989. Ed. Univ. Salamanca. Pp. 275-291.

REAL ANTÓN, J.M. EL MIGAJÓN. LA REVISTA DE SERRADILLA nº 150. Junio de 2.003. Carta de 21/11/1.917, de Marcelo Rivas, a Agustín Sánchez.

RODRIGO, T. “La Función del Maestro”, en EL CRONISTA de Serradilla. Octubre de 1.926

SÁNCHEZ RODRIGO, A “Biblioteca, Archivo y Museo municipales”. En EL CRONISTA. Serradilla. 5 de junio de 1.917.

SÁNCHEZ RODRIGO, A. En EL CRONISTA de Serradilla. Abril de 1925.

SÁNCHEZ RODRIGO, A. en El Cronista nº 382 de 20/11/31. Serradilla.

SÁNCHEZ RODRIGO, A. en EL CRONISTA. Serradilla, 20 de febrero de 1.916.

SÁNCHEZ, J. “El Educador”. En EL CRONISTA de Serradilla. Agosto de 1.928.

Wikipedia. Voz Exploradores de España.

 

Notas

[1] CIEZA GARCÍA, J.A. “Mentalidad y educación en España durante el primer tercio del siglo XX”. En HISTORIA DE LA EDUCACIÓN, REVISTA INTERUNIVERSITARIA, nº 5. 1.986. Ed. Universidad de Salamanca. Pp. 299-316.

[2] ESTEBAN, L. “Introito a la historia de la escuela”. En HISTORIA DE LA EDUCACIÓN. REVISTA INTERUNIVERSITARIA. Nº 16. 1.997. Ed. Universidad de Salamanca ESTEBAN, L.

[3] PALMERO DE LA CÁMARA, M.C. “La formación del magisterio en la Rioja republicana”, en HISTORIA DE LA EDUCACIÓN. REVISTA INTERUNIVERSITARIA. Nº 8. 1.989. Ed. Univ. Salamanca. Pp. 275-291.

[4] PÉREZ BLÁZQUEZ, J.M. Op. Cit.

[5] SÁNCHEZ RODRIGO, A. En EL CRONISTA de Serradilla. Abril de 1925.

[6] AYALA VICENTE, F. “La educación en la provincia de Cáceres durante la II República”. Badajoz. Muñoz Moya Editores. 2.004.

[7] Noticias. En EL CRONISTA nº 386 de 20/1/32.

[8] GONZÁLEZ SERRANO, U. “La asociación como ley general de educación”. Pág. 8. Citado por JIMÉNEZ GARCÍA, A en “El Krausopositivismo”. Diputación Provincial. Badajoz, 1.996.

[9] RODRIGO, T. “La Función del Maestro”, en EL CRONISTA de Serradilla. Octubre de 1.926.

[10] SÁNCHEZ, J. “El Educador”. En EL CRONISTA de Serradilla. Agosto de 1.928.

[11] A.M.S. Expedientes de educación. Legajo 58. Memorias.

[12] Sus estatutos han sido consultados en el AHPC. Sección Gobierno Civil. Asociaciones. Serradilla.

[13] EL CRONISTA. Serradilla. 20 de Noviembre de 1917.

[14] Carta de fecha 21/11/1.917, que Marcelo Rivas, Director General de Primera Enseñanza, envió a Agustín Sánchez y que fue publicada en EL MIGAJÓN. LA REVISTA DE SERRADILLA nº 150 de junio de 2.003, aportada por José María Real Antón.

[15] Sánchez Rodrigo, Agustín. “Biblioteca, Archivo y Museo municipales”. En EL CRONISTA. Serradilla. 5 de junio de 1.917.

[16] EL CRONISTA. Serradilla. nº 382 de 20 de noviembre de 1.931.

[17] EL CRONISTA. Serradilla. nº 356 de 20/10/1930.

[18] EL CRONISTA. Serradilla. nº 368 de 20/4/1.931.

[19] Estatutos de la Sociedad de Cultura Femenina “Asociación de alumnas y antiguas alumnas” de la Escuela Nacional de Niñas de Serradilla. AHPC. Gobierno Civil. Asociaciones.

[20] SÁNCHEZ RODRIGO, A. en El Cronista nº 382 de 20/11/31. Serradilla.

[21] Los Exploradores de España fue una asociación infantil y juvenil fundada por el capitán de caballería Teodoro Iradier y Herrero en 1912 e inspirada en los boy scouts, cuyo objetivo era la educación física, moral, cívica y patriótica. En sus primeros años tuvo un rápido crecimiento y expansión. ​ En junio de 1912 recibió el apoyo personal del rey Alfonso XIII y de los gobiernos de la época, a pesar de lo cual su camino no fue fácil, al contar con la oposición de la Iglesia católica y algunos sectores de la cultura que veían con recelo su evolución muy militarizada y supeditada al servicio del poder. ​Tras un periodo de decadencia entre 1914 y 1919, recibió apoyo del Directorio militar de Primo de Rivera durante los años 1920, experimentando un cambio de rumbo educacional y un fuerte aumento de participantes, en lo que se podría considerar la edad de oro de la institución.

Los exploradores aportaría una renovada visión sobre cómo ejercer la pedagogía: la formación del carácter y la instrucción en valores religiosos y de ciudadanía. Wikipedia.

[22] SÁNCHEZ RODRIGO, A. en EL CRONISTA. Serradilla, 20 de febrero de 1.916.

[23] EL CRONISTA. Serradilla. 20 de febrero de 1.920.

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