Nov 022024
 

 Álvaro Meléndez Teodoro.

 

1.- A MODO DE INTRODUCCIÓN.

El Departamento 5º del cementerio de San Juan, en Badajoz, sigue conociéndose popularmente como el “cementerio civil”, a pesar de que las disposiciones legales, desde 1931 en primer lugar y desde la Ley 49/1978 de 3 de noviembre, mandan que no habrá discriminación alguna por razones de religión ni por cualquier otra.

El origen, y la secular disputa por su gestión, de los cementerios fuera de los espacios religiosos arranca de la Real Cédula de Carlos III de 3 de abril de 1787, disponiendo la construcción de lugares de enterramiento fuera de las iglesias, incluso de cascos urbanos, por cuestiones de saturación y sanidad pública.

Estos nuevos lugares de enterramientos, en Badajoz se instalaría el primero en 1813, y éste del que tratamos en 1839, quedarían bajo titularidad y mantenimiento de los Ayuntamientos y de gestión y organización de la Iglesia Católica, de ahí el nombre que campaba en todos ellos: ”Cementerio católico”. Esta gestión suscitaría, ya desde principios del XIX la cuestión de aquellos difuntos que no profesaran la religión católica y que en general eran enterrados en escombreras o en el campo, alejados de cualquier núcleo poblado.

Toda esta “introducción” daría lugar a una comunicación que excedería el espacio consignado, por lo que nos centraremos en señalar que, el llamado “Cementerio civil” de Badajoz arranca de las terminantes órdenes emanadas del Gobierno del pronunciamiento de 1868, donde se dispone un recinto inmediato, separado con una valla de altura de dos metros y con entrada totalmente independiente.

Una circular del Sr. Gobernador de esta provincia, encaminada a que se dé cumplimiento a la Real Orden de 28 de febrero de 1872, sobre construcción de cementerios civiles, dispone entre otras cosas lo siguiente:

“1º.- En las ciudades, villas y aldeas en donde no se haya dado aún cumplimiento a la Real Orden de 28 de febrero de 1872, los Sres. Alcaldes se pondrán inmediatamente de acuerdo con la Autoridad Eclesiástica y Junta de Sanidad y con asistencia del Arquitecto o maestro Municipal de Obras, pasarán a señalar el sitio y perímetro que ha de ocupar el nuevo Cementerio… (LC, 28 agosto 1877)[1]

La apertura, y ubicación, de estos espacios siempre fue muy contestado por los sectores más rigoristas de la Iglesia:

Crónica general.- El 12 del corriente tuvo lugar en Badajoz el entierro civil de un desgraciado que, habiendo nacido en el seno de la Iglesia, y habiéndose educado en las máximas del catolicismo, renegó un día de la fe que recibiera, separándose de la comunión de los fieles, para seguir no sabemos que otra profesión religiosa , porque eso no lo dicen los cronistas de sus funerales.

Dicen, en cambio, a la afligidísima familia del finado, que la sirva de consuelo el cariñoso respeto que siempre conservarán sus amigos a la memoria del que ya no existe. ¡Triste consuelo! Porque: ¿Cuánto durará la memoria y respeto de esos tan cariñosos amigos? Cuando más lo que ellos mismos vivan, aunque con seguridad no pasarán muchos meses ni aun muchos días, sin que esa memoria se borre como se borra la luz del meteoro que cruza por el firmamento, o la estela que señala el barco en su veloz carrera por la superficie de los mares. (El Oliventino, 25 junio 1882)[2]

De todas estas controversias, siempre dolorosas, damos cuenta en la crónica de las vicisitudes acaecidas con ocasión del entierro de Ceferino Guillén, en 1915.

 

Remitido. A la minoría republicana del Ayuntamiento y a todos los hombres liberales de Badajoz. – Por la apatía, abandono y poca fe en los ideales, los republicanos y socialistas tienen quizás la culpa de lo que viene sucediendo en el cementerio civil de esta población.[3]

Con motivo de reformas y ampliaciones en el Cementerio católico, ha ido variándose un día y otro día la entrada en el civil, hasta el extremo de que con la construcción del nuevo departamento en este último han de verse obligados los que llevan cadáveres al cementerio civil, puesto que no se permite utilizar el antiguo camino, que hoy forma parte de aquel departamento, a transitar por el camino que conduce al referido cementerio civil y junto al cual hay algunas esterqueras y se albergan cerdos…(LRE, 7 noviembre 1914)[4]

¿Quiénes son los que aparecen enterrados en este espacio badajocense? En general todos aquellos librepensadores, republicanos (como anticlericales), masones, suicidas, protestantes, excomulgados, pecadores públicos, duelistas, los que hicieran quemar su cadáver o los que la Iglesia católica consideraba que no habían muerto bajo su fe[5], aunque sobre este tema hay mucho que hablar, y escribir, dadas la numerosas ocasiones en que si son permitidos sepelios de destacados intelectuales, militantes y políticos de claro agnosticismo cuando menos, así como numerosos “arrepentidos” de última hora.

En la actualidad, el antiguo Cementerio civil de Badajoz está plenamente integrado en el Municipal, como Departamento 5º. Se han perdido muchos enterramientos, y aunque desde hace varios años está perfectamente cuidado, no hay apenas enterramientos de los últimos cuarenta años. Hoy es lugar de tránsito y reflexión, como todos los cementerios, y espacio para observar determinadas formas de relaciones sociales de nuestro pasado, en ocasiones faltas de la mínima transigencia y valores sociales.

 

2.- ENTERRAMIENTOS EN NICHOS.

 

Nicho nº 1.- Antonio García Tabora + 5 julio 1886, a los 35 años. En el Libro de Concejalía aparece como propietaria Manuela Prieto Caballero, que lo pagó en cinco años.

De Antonio García Tabora encontramos, en Crónica de Badajoz 18 febrero, 28 marzo y 13 mayo 1886, que colabora en la recaudación de fondos para ayuda de los “emigrados”, apelativo que recibían, por parte de sus correligionarios,[6] todos los participantes en el pronunciamiento republicano del 5 de agosto de 1883, que hubieron de exiliarse de España.

Muy probablemente a su tendencia republicana, por tanto, muy anticlerical en la época, se sumaría el que cometió suicidio para ser enterrado en este cementerio

 

Nicho nº 4.- Antonio González Núñez, +13 marzo 1886.

Director y propietario del “Diario de Badajoz”, siglo XIX.[7]

Reproducimos parte del amplio Editorial que el “Diario de Badajoz” publicó en su fallecimiento y entierro, donde puede apreciarse el conflicto que mantenían determinadas formas de pensar, librepensadoras podríamos decir, con los más acérrimos defensores de la doctrina católica.  La tensa situación de su entierro es muy reveladora:

…A la memoria de nuestro inolvidable amigo Don Antonio González Núñez. – El domingo fue conducido a la morada de los justos el que fue nuestro cariñoso amigo, nuestro inolvidable correligionario, D. Antonio González Núñez.

Desde la fundación de nuestro periódico aceptó el cargo de propietario del mismo, cargo que la ley exigía, y que conservó hasta la fecha en que bajó a la sepultura; nuestros correligionarios y habituales lectores nos dispensarán que tributemos esta página de luto, este último homenaje, que refleje la profunda pena que embarga los corazones de todos los redactores y copropietarios del Diario.

Bien merece la orla negra que lleva nuestro número de hoy el que deja inmarcesible gloria y fama de consorte cariñoso, amantísimo padre, amigo fiel, republicano consecuente, ciudadano modelo de honradez y laboriosidad y defensor incorruptible de nuestra publicación.

Pocos, ninguno conservará un mal recuerdo del llorado amigo; ninguno le habrá visto frecuentar las casas en que se fomentan el juego, la prostitución, o el vicio en general; ninguno le habrá visto vacilar en sus opiniones políticas; ni la vergonzosa dominación conservadora pudo recabar de él que abandonase la propiedad de nuestro Diario, por más que se le hicieron ofrecimientos de condonarle las multas…

…Todas las clases sociales iban representadas en aquella imponente manifestación. La banca, el comercio, la Sociedad Económica, el Instituto, la abogacía, la medicina, la farmacia, las artes y oficios, todos a porfía rivalizaban en deseos de acompañar al difunto, y las clases populares se disputaban el honor de conducir en hombros el féretro, siquiera fuese por un momento…

¡Lamentábamos la irremediable pérdida del amigo, pero sentíamos alegría, inmensa satisfacción al presenciar aquel severo, mudo y significativo cortejo fúnebre! ¡Si alguna prueba hubiéramos necesitado para no desconfiar del porvenir de la humanidad, la habríamos tenido el domingo! El pueblo de Badajoz dio una muestra más de su espíritu levantado, de su nunca desmentida caridad, de su respeto hacia los que ya no existen, de su veneración a la virtud, sobreponiéndose a todo estrecho y mezquino espíritu de secta para honrar la memoria de un ciudadano modelo, y para practicar la verdadera caridad…

…Más ¡ay! Nos engañamos. Echamos de menos una clase social en la que, por lo visto, no caben los sentimientos de paz, ¡de tolerancia y de caridad!  Echamos de menos a los representantes de las religiones positivas, en cuyos corazones, parece que no se anidan los sentimientos humanitarios, ni palpitan los instintos y las obras de misericordia, ¡no caben ni penetran más allá de la lengua y del bolsillo las nociones de perdón y de caridad!

¡La moral universal, la caridad humana dando un mentís a la moral y caridad divina! ¡Que sarcasmo! ¡La moral y la caridad humana más amplias, más generosas que la divina! Que divinidad estrecha y mezquina será la que representan esos seres a quienes llamaba Jesús: ¿sepulcros blanqueados por fuera y por dentro huesos y podredumbre?

…Podrán, a lo sumo, representar al aquel Dios admirablemente descrito por Castelar; Dios cruel injusto y vengativo, que degüella millares de israelitas inocentes por una falta idolátrica de Aarón, y premia injustamente a éste que les ha enseñado y casi impuesto la idolatría; pero jamás representarán al mártir que sucumbió en la cruz, predicando hasta morir las máximas de paz, de caridad, ¡de pobreza y de tolerancia!

…Desconocíamos las creencias religiosas de nuestro malogrado amigo, pero le habíamos oído frecuentísimas veces invocar el nombre de Dios con el fervor de un creyente.

El domingo de Carnaval estuvo alegre y contento en nuestra compañía; el lunes sintióse con un dolor al costado, que al siguiente día degeneró en aguda pulmonía.

Los amigos y doctores en medicina no desconfiaban, empero, de su existencia, pues le habían sacado de varios ataques análogos en diferentes ocasiones. El sábado 13, a las dos de la mañana, le hizo su última visita el médico de cabecera D. Narciso Vázquez, y la enfermedad seguía su curso normal, sin que presagiase el funesto desenlace que se avecinaba. A las cuatro inicióse la gravedad de una manera tan súbita e inesperada, que apenas si las personas que velaban al enfermo tuvieron tiempo de enterarse de la novedad y recoger el último suspiro del paciente. Unos corrieron en busca del médico y otros en busca del párroco. El primero, aunque más diligente, sí llegó al lecho mortuorio, halló un cadáver en lugar de un amigo, al segundo, que no había acudido aún, se le mandó otro aviso participándole el fallecimiento, por evitarle una molestia.

No nos incumbe analizar los modales más o menos finos con que fueran recibidas estas comisiones de atención. Lo que si nos consta es, que se consultó a la parroquia la hora en que debiera darse sepultura al cadáver, y que el párroco ordenó a los comisionados que se hiciesen con el certificado facultativo de la defunción, y el de la autoridad civil competente. Nos consta que personas respetables por su posición y creencias fueron a exhibirlos y obtener la hora del entierro; y que se les contestó con ambigüedades y dilatando la respuesta hasta la noche del sábado. Nos consta que en la citada noche se volvió a solicitar con el mayor respeto el aviso, a fin de tener algunas horas de tiempo para publicar las papeletas de defunción, y poder calmar la justa ansiedad de una desconsolada viuda, a quien las enfermedades de sus tres inocentes niños y de su inolvidable esposo habían sumido en la mayor tristeza y postración, pero que tampoco ahora se tuvo piedad de su desgraciada situación y de su agonía. También se les contestó con evasivas y aplazando la respuesta para el día siguiente; es decir, para momentos antes de trasladar al cementerio los restos mortales del finado. ¡Cuánta misericordia, Señor! ¡Cuánta caridad así en la humilde capilla como en el suntuoso palacio!…

…Estas y muchas más y más serias y graves consideraciones debieron agolparse en tropel en la mente de aquella infeliz mujer, cuando al recibir la noticia de la nueva dilatoria, recordando que quizás el suicida, el ateo, y el que se había negado a recibir toda clase de auxilios espirituales había sido más afortunado, había encontrado una anchísima puerta por donde entrar en la mansión  serena de los muertos, puerta que se cerraba para su virtuoso consorte, cansada de sufrir desaires, que nunca la educación excusó para con una mujer, y muchísimo menos en la situación angustiosísima en que ella se encontraba; sacando fuerzas de flaqueza y ahogando sus sentimientos católicos, hemos oído que contestó: decidles a los que así me torturan, que no necesito ni quiero ya la concesión, que mi esposo se enterrará civilmente…

La respuesta, por parte de “El Avisador de Badajoz”[8], no se hizo esperar:

…Ridículo en sumo grado y jeremíaco hasta lo bufo viene el “interfecto”[9] en el número del martes.

El motivo se lo ofrece la muerte y sepelio de D. Antonio González (q.e.p.d.), verificado este último el domingo por la mañana. Por eso empieza el condenado diciendo: “El domingo fue conducido a la “morada de los justos el que fue…”. De modo que para este alcornoque el cementerio civil es la “morada de los justos”. Pues nada, que te aproveche.

Murió el Sr. González sin haber recibido los auxilios espirituales, gracias a los que intervinieron en el asunto “H. Washington”[10], “H. Mendizábal”[11] y otros hermanos que quisieron con premeditación y alevosía, hacer una manifestación masónico-republicana a expensas de una desgraciada familia, que tuvo el sentimiento de perder a uno de sus miembros.

El párroco, en cumplimiento de su deber, quiso averiguar si el finado era católico, para darle la sepultura eclesiástica que la Iglesia concede a sus hijos, pero los “HH.”[12] Tenían interés en que se hiciera entierro civil y no quisieron esperar el resultado de las investigaciones; o mejor, quisieron prescindir del elemento cristiano, abusando de un modo escandaloso de la situación aflictiva de la viuda, que para nada tomó parte en el asunto; y, en efecto, lo enterraron civilmente, comprometiendo a todo el mundo a que asistiera y engañando a no pocos, según costumbre de la masonería.

La exclusión preconcebida del elemento católico en los últimos momentos del finado, se ve patente por el asedio en que le tuvieron, sin permitir que se llamara al párroco hasta después que había expirado, según confiesa el mismo “condenado Diario”, cuyo propietario era el difunto. Que el médico D. Narciso Vázquez no viera en su última visita, a las dos de la madrugada, el peligro del enfermo, probará en todo caso la perspicacia del doctor que solo acierta a ver que uno se muere cuando lo encuentra cadáver; por lo demás nos consta que otro doctor dijo en aquella misma noche que el enfermo no llegaría a ver el día siguiente.

“Desconocíamos, dice Mandiles, las creencias religiosas de nuestro malogrado amigo”

Desconocías las creencias religiosas de tu propietario y ¿Quieres que las conociera el párroco, del cual estaría algo más lejos que de ti? ¿O pretendes tú que en los cementerios católicos se entierre a toda clase de cadáveres, cualquiera que fuese la religión del difunto? (EAB, 18 marzo 1886)

 

Nicho nº 5.- José Cuellar Tadeo + 14 marzo 1884, a los 53 años. Bárbara Blanco le dedica este recuerdo.

De José Cuéllar Tadeo encontramos, “Crónica de Badajoz” 25 agosto 1883, que formará parte de la Junta de Asociados del Ayuntamiento de Badajoz. La Junta de Asociados era elegida por sorteo entre los contribuyentes de una localidad, con arreglo a la Ley de Ayuntamientos de 1870 y 1877, donde se les atribuían junto a los concejales la capacidad de aprobar presupuestos, contrato de obras y personal y otras cuestiones.

Estas Juntas de Vocales Asociados desaparecerían en 1924 con la aprobación del Estatuto Municipal y otros significativos cambios legales.

José Cuéllar regentaba una casa de comidas en la calle del Obispo, en Badajoz y en 3 de marzo, de ese 1884, fue herido en una reyerta, de resultas de la cual murió.

 

Nicho nº 6.- Carlos Liñán Andueza, pastor evangélico.Durmió en el Señor a los 59 años. He peleado la buena batalla / he acabado la carrera / he guardado la fe / por tanto el Señor me dará / la corona de justicia / como a todos los que aman su venida. 2º TIM 4: 7 y 8” [13]

Nicho nº 8.- Bartolomé Caballer Llorens + 2 febrero 1887.

En el diario badajocense “La Nueva Crónica”, de 28 de noviembre de 1882, que es el nombre que toma Crónica de Badajoz al ser suspendido por la autoridad gubernativa por sus comentarios políticos republicanos, se publica el acta de la reunión, Asamblea general, de los comités republicanos del distrito de Badajoz[14], en la que resultan nombrados candidatos para las elecciones a diputados provinciales Rubén Landa Coronado, Juan Ruiz Mira y Bartolomé Caballer Llorens.

 

Nicho nº 11.- L. I. F. [15]  Aquí yacen Silverio Zamora Pérez, + 22 enero 1916. Su esposa Teresa Becerra Tinoco + 13 octubre 1918 y su hijo Silverito + 30 marzo 1905.

 

Nicho nº 19.- (Escudo de la Masonería) D. E. P. Santos Rivacova y Álvarez. Falleció el 8 de diciembre de 1890, a los 44 años de edad. Los seres queridos nunca mueren, eternamente viven en el corazón de los que los amaron.”

…Ayer fue conducido a la última morada, y civilmente, Don Santos Rivacova, agente de la Compañía M. Z. y A. Sus convicciones religiosas las ha sostenido hasta última hora.

Un numeroso público asistió al entierro, pero hubiera sido infinitamente mayor si se hubiera tenido noticia de su fallecimiento. Pero desgraciadamente dicha noticia se esparcía una hora antes del entierro y fue imposible ya hacer citaciones… (LC, 10 diciembre 1890)

 

Nicho nº 22. – (Escudo de la Masonería) L. I. F. Vicente Martínez Rodríguez, falleció el 3 julio 1923. Recuerdo de sus hijos.

 

Nicho nº 29.- (Escudo de la Masonería) Ceferino Guillén Martínez, ex -maestro asentador de los ferro-carriles MZA y concejal del Excmo. Ayto. de Badajoz, falleció el 26 junio 1915, a los 68 años de edad. Su esposa le dedica este recuerdo.[16]

Una vez más, la polémica, la disputa acerca de su enterramiento se puso de relieve con este significado masón. Es muy aclaratorio, muy detallado, el artículo que reproducimos a continuación. Han pasado cerca de cincuenta años desde que se establece el Cementerio civil y los ánimos, y desánimos, siguen encrespados:

Ceferino Guillén.- La enfermedad que hace tiempo padecía nuestro amigo y correligionario D. Ceferino Guillén, concejal del Excmo. Ayuntamiento de Badajoz, tuvo un triste desenlace en la tarde de ayer. El Sr. Guillén era un entusiasta republicano, y por su excelente carácter estimábanlo cuantas personas le trataban. Fue durante muchos años empleado de los ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante, habiendo obtenido su jubilación hace algún tiempo. Era muy estimado de sus jefes, que hacían justicia a sus notorias aptitudes y al celo con que llenaba las obligaciones que su cargo le imponía. El cumplimiento del deber como tal empleado de la citada compañía ferroviaria, fue siempre para D. Ceferino una cosa sagrada.

El entierro será civil y se verificará a las cinco en punto de la tarde de hoy. El duelo se despedirá en el patio del puente de Palmas. A su esposa, doña Carolina Gutiérrez, y a las demás personas de la familia, damos el más sincero pésame por la desgracia que acaban de sufrir. (LRE, 21 junio 1915, lunes)

 

Lograron realizar su propósito.- En La Región de ayer lunes dijimos que el entierro de D. Ceferino Guillén, concejal del Ayuntamiento y consecuente republicano, sería civil y tendría lugar a las cinco de la tarde (hora señalada por el Alcalde), porque se nos aseguró que había documentos donde constaba que el finado no profesaba la religión católica y porque poco tiempo antes de morir había manifestado, ante su esposa y cuatro testigos (dos mujeres entre ellos) que quería se le enterrara civilmente.

Al Ayuntamiento.- A las doce fuimos al Ayuntamiento, acompañándonos D. Gregorio Hernández, para preguntar si se había cumplido lo que el reglamento de sesiones preceptúa para cuando muere un concejal. Se nos informó que todo estaba hecho ya y que, hasta siguiendo una costumbre no interrumpida, se había dado orden a la banda municipal para que asistiera al entierro.

Al Palacio episcopal.- Desde el Ayuntamiento, y acompañados del referido Sr. Hernández, nos dirigimos al Palacio episcopal, avistándonos con el provisor Sr. Triviño[17]. Este nos indicó que, si existía algún testamento del finado disponiendo que se le enterrase civilmente, se le presentara una copia; le contestamos que no podíamos afirmar que existiese un testamento que contuviera aquella disposición pero que ésta había sido expresada claramente ante cuatro testigos y la esposa del Sr. Guillén, y que además había que tener en cuenta que éste se había casado civilmente. El Sr. Triviño nos expuso entonces que algunos concejales habían estado a verle antes que nosotros, haciendo afirmaciones contrarias a las nuestras sobre la voluntad del Sr. Guillén acerca de su entierro. Contestámosle que nos extrañaba mucho lo que decía, que estimábamos opuesto a la verdad lo que le hubieran contado antes, y que si era preciso se abriese una información de testigos, para examinar a los que poco tiempo antes del fallecimiento habían oído expresar su voluntad al Sr. Guillén.

A la Estación.- Marchamos al barrio de la Estación; la viuda de D. Ceferino. Doña Carolina Gutiérrez, nos entregó una certificación de su partida de casamiento, en la que constaba que éste fue civil y que tuvo lugar en Cabeza del Buey el 19 de abril de 1873, así como que los contrayentes expusieron que no habían celebrado matrimonio religioso. Dicha señora nos declaró que de ninguna manera consentiría que no se cumpliera la voluntad del finado acerca de su enterramiento, que ella nos había expuesto ya pocos minutos después de morir el Sr. Guillén.

Hablamos con los cuatro testigos que oyeron expresar su voluntad a D. Ceferino, poco tiempo antes de fallecer; y otros cuantos nos aseguraron haberle oído hacer en otras ocasiones idénticas manifestaciones sobre su entierro al finado.

Otra visita al Provisor.- Al volver a la capital, después de las dos de la tarde, visitamos al Sr. Triviño en su domicilio, le enseñamos la partida de casamiento, hízonos la indicación de que, con posterioridad al año 73, pudiera haber ocurrido que D. Ceferino y Dª Carolina contrajeran matrimonio canónico, contestándole que la viuda aseguraba que éste no se había realizado y convinimos en que sin demora se redactaría y se le enviaría al provisorato una solicitud para que se abriese la información de testigos.

La solicitud. Otros testigos.- La solicitud fue entregada, por la persona a quien dimos este encargo, a las tres de la tarde, sabiendo nosotros poco después que uno de los testigos designados en el escrito nuestro estaba en el Palacio episcopal con otro de los que, en ocasión anterior al día del fallecimiento, habían oído referir al Sr. Guillén que su entierro habría de ser civil. A las cuatro y media nos dirigimos al Palacio episcopal y allí, uno de los testigos designado por nosotros, Pedro Carretero, nos refirió que no había querido prestar el juramento que se le exigía, presentándole un crucifijo, si bien prometió, como se hace en los tribunales ordinarios, que diría la verdad. Quien había declarado era el testigo que no estuvo en casa de D. Ceferino el día del fallecimiento.

Extrañeza por parte de Carretero. Otros detalles.- Pedro Carretero nos expuso también le había causado extrañeza que en el Provisorato se le hablase de Lerroux, de don Gregorio Hernández, y de otras cosas ajenas al asunto que se trataba. Quisimos convencer a Pedro Carretero de que jurase, para poder declarar, pero se mostró irreductible. Llegó en aquel momento D. Manuel Rodríguez, uno de los testigos designados en la solicitud, y el señor Provisor dijo que le despacharía enseguida; pero advirtiendo que le sería forzoso examinar también a los que habían ido a manifestar lo contrario de lo que se pretendía probar con la información solicitada por nosotros en nombre de la viuda.

Declaración de D. Manuel Rodríguez.- Prestó el Sr. Rodríguez su declaración con todo género de detalles, según nos dijo luego que salió del Palacio episcopal, agregando haber designado un testigo presencial como él, conocido por “el madrileño”. El expresado Sr. Rodríguez añadió: “Me ha sorprendido que al afirmar yo que mi estado es el de casado, se me preguntara el nombre de mi esposa, para estamparlo en la declaración”.

Otra vez a la Estación.- Como el Provisor había indicado su propósito de examinar a los que oficiosamente habían ido a referir una cosa inexacta y era de creer, por lo tanto, que se dilataría la terminación del expediente, marchamos de nuevo al barrio de la Estación, donde se encontraban muchas personas que deseaban asistir al entierro; figurando entre ellas el Jefe de Movimiento de la compañía ferroviaria M. Z. A. y otros empleados de la misma que habían venido de Mérida.

En busca del Provisor. Al Gobierno civil.- Visto que no era posible verificar el entierro, se retiró el coche fúnebre y volvimos a Badajoz, acompañados de ocho o diez amigos y de algunos de los empleados de la compañía que habían venido de Mérida (los cuales conocían las ideas del Sr. Guillén en materia religiosa). No encontrando en el provisorato ni en su casa al Sr. Triviño, fuimos todos al Gobierno civil, y el señor García de los Ríos, nos afirmó que el Provisor había concedido, hacía ya una hora, la autorización para que el entierro fuese civil, habiéndolo comunicado al párroco de la Estación y al administrador del cementerio.

Se aplaza el entierro.- El gobernador expuso la conveniencia de que el entierro se verificara enseguida y nos retiramos; practicáronse gestiones para que aquel acto se realizase inmediatamente, pero como los caballos del coche de la funeraria, que debían conducir el cadáver, habían sido llevados al río para bañarlos, se convino en que el entierro se verificara a las diez de la mañana de hoy y que se enviara desinfectante a la casa mortuoria por el director del Laboratorio[18], quien ofreció hacerlo sin demora. De ello se dio noticia por teléfono a la viuda y, además, uno de los presentes fue, por indicación de D. Narciso Vázquez Torres, al Gobierno civil, para comunicar lo que se había acordado; pero no pudo cumplir su encargo por no encontrarse a la sazón en el gobierno el Sr. García de los Ríos.

El cadáver es sacado de la casa y llevado al cementerio.- A las nueve de la noche se nos presenta uno de los amigos que tenemos en la Estación para manifestarnos que, en virtud de orden del Gobernador, comunicada por un agente de policía o de seguridad, y alegando el estado de descomposición del cadáver, acababa este de ser sacado de la casa mortuoria y conducido a hombros al cementerio civil.

Habían, pues, logrado realizar su propósito, los que tenían interés en que no se verificase, en determinadas condiciones, un acto civil. Los comentarios irán mañana. Hoy nos hemos extendido demasiado. (LRE, 22 junio 1915)

Todavía la polémica continuará unas semanas.

 

Nicho nº 35.- Hier Ruhet sanft Moritz Goldschmidt geb in Frankfurt Main 21 sept 1842, gest. In Badajoz, Spanien 13 febr 1918. In liebe gewindmet von Seinen Trauerden Kindern und enkeln[19] 

 

Nicho (doble) nº 38 y 39.- D. E. P. Familia de F. Suárez y J. Bizarro.

En la documentación de la Concejalía de Cementerios, para el nicho nº 38, hay varias anotaciones: ”El día 14 de abril de 1921 se arrendó este nicho a D. Florencio Villa[20], para el entierro de su hija Celia, calle Donoso Cortés nº 4. El día 30 de enero de 1927, pasaron estos restos a la fosa particular de D. Rubén Landa Coronado, en el Departamento Civil. Desocupado”

“El día 5 de septiembre de 1936, se vendió este nicho a Obdulia Suárez García, para el entierro del adulto D. José Bizarro Gallego. Pagó el primer plazo, 90 pesetas…pagó el 5º plazo de 27’50 pesetas el 16 Diciembre 1939. ES PROPIEDAD: Dª Obdulia Suárez García”

Para el nicho nº 39: La primera anotación es idéntica a la anterior, referida a Florencio Villa. A continuación, dice: “ Nicho nº 39, fila 3ª, Dpto. Civil. El día 12 de abril de 1935 se vendió este nicho a pagar a plazos a Dª Josefa Bizarro Gallego. Yace el adulto D. Francisco Suárez Rodríguez, falleció el 11 de abril de 1935…ES PROPIEDAD: Dª Josefa Bizarro Gallego.

 

3.- ENTERRAMIENTOS EN PANTEONES O TUMBAS EN SUELO.

 

Sepultura nº 1.- En la lápida, en piedra gris se lee: Juan García Chaves. Su esposa e hijos. 12 de Junio de 1882.[21]

Juan García Chaves nació en Cádiz en 1842 y falleció en Badajoz en 1882. Militó en la logia “Pax Augusta” de Badajoz, procedente de las logias “Fraternidad” y “Tolerancia” de Cádiz. Presidente de la Sociedad Constructora de Casas.

…Sección local.- En la tarde del lunes 12 del corriente fue conducido al cementerio municipal el cadáver de nuestro queridísimo amigo D. Juan García Chaves. Badajoz ha perdido uno de sus más apreciados vecinos…

Chaves era el prototipo del caballero pundonoroso, del hombre honrado, y el modelo del buen padre de familia. Deja a su viuda y numerosos hijos un modesto capital, ganado a fuerza de laboriosidad y trabajo.

A sus amigos el imperecedero recuerdo de sus virtudes y de la lealtad y consecuencia, hasta los últimos instantes de su vida, de sus convicciones políticas y de sus creencias religiosas, fundadas en el libre examen.

Chaves militó en el partido republicano (v) desde que tuvo uso de razón y abandonó las prácticas del catolicismo, conservando siempre el culto a Dios y el respeto a las puras doctrinas del cristianismo. Nunca negó sus creencias, ni la duda tuvo cabida en su ánimo esforzado; por eso dispuso que su entierro fuese civil, sin intervención del clero.

Su última voluntad fue cumplida y un numerosísimo cortejo acompañó su cadáver has el cementerio municipal. Más de 700 personas formaban el cortejo, compuesto de todas las clases sociales de Badajoz. Abogados, artesanos, catedráticos, ingenieros, militares, médicos, comerciantes, títulos de Castilla, hombres de todas las categorías sociales y de todos los ramos del saber humano quisieron darle el último adiós.

Llegados al cementerio municipal ante el cadáver descubierto de nuestro compañero Chaves, su íntimo amigo D. Ramón González, pronunció breves y sentidas frases de despedida eterna.

Todos los que rodeábamos el féretro de nuestro querido amigo, sentimos agolparse las lágrimas en nuestros ojos. La tierra cubrió los restos del inolvidable amigo

Chaves nació en Sevilla; cursó las primeras letras en el colegio de San Telmo; vistió el uniforme militar en la Escuela de condestables de Marina; tomó su licencia absoluta e ingresó como Ayudante temporero de ingenieros de caminos, canales y puertos; fue director facultativo de las obras del muelle de atraque en la punta de Baca en Cádiz; pasó al estudio del puerto de Huelva y últimamente tenía contratadas varias obras públicas en nuestra provincia y en la de Cáceres. En Cádiz fue teniente de alcalde, diputado provincial y Vicepresidente de la comisión permanente. En nuestra capital era el director de las clases gratuitas de estudios establecidas en el Liceo de Artesanos y presidente de la Sociedad Constructora de casas para obreros.

En todos los cargos que desempeñó durante su laboriosa vida cumplió como hombre honrado y como recto ciudadano. Era de una esclarecida inteligencia; ha muerto a los 42 años de edad… (LC, 16 junio 1882)

Una carta.- En la creencia de que los lectores de La Nueva Crónica la verán con gusto, insertamos a continuación la que un amigo nuestro ha dirigido a El Látigo[22], periódico de Llerena, hablando de un suceso de que ya hemos dado cuenta en nuestras columnas. Dice Así:

“Señores redactores de El Látigo. Muy queridos amigos: Desde que han dado Vs. a luz su periódico no dejo de pensar en el modo por el cual yo pudiera contribuir a la confección del mismo con algún escrito de oportunidad y digno de figurar en tan sensata publicación

Pretendo disculparme ante mis propios ojos contando mis muchas y continuadas ocupaciones, figurándome que estoy cansado, casi enfermo, con otros mil y mil fútiles pretextos, pero no; a través de ellos veo claramente que mi carencia de recursos periodísticos es el único motivo que detiene mi pluma y me imposibilita para ejecutar mi deseo.

Que esta consideración es ciertísima bien se ve, observando los mil modos por los que en la prensa periódica y otros escritos se trata hoy de política, de religión, de arte, de ciencias, todo con una facilidad que me admira pero que no está a mi alcance.

Y si hoy me atrevo a dirigir a ustedes estas líneas, es porque creo cumplir con un deber sagrado; no quiero que VV. periodistas de la provincia ignoren los hechos de alguna importancia que ocurran en la capital o que hayan de conocerlos por otro conducto que por los verdaderos amigos; y yo que como tales estimo a VV. no quiero cometer esa falta.

El día 11 falleció en esta capital D. Juan García Chaves, que ha vivido varios años entre nosotros dirigiendo las obras públicas que contrataba con el Estado o con la Provincia. Este señor por sus excelentes prendas personales se había captado generales simpatías en el vecindario, el cual se lo ha demostrado muy espontánea y cumplidamente, acompañando al cadáver a su última morada en tanto número y con tanta solemnidad y recogimiento como aquí no se acostumbra. Para Vv. como para los lectores del periódico no tiene esto nada de particular, sin ciertos antecedentes que les daré:

Era el difunto D. Juan hombre de carácter tan enérgico y severo como reflexivo, cualidades que le hacían templado y prudente en tomar sus resoluciones, pero tenaz en la ejecución. Convencido, obraba sin vacilar. En todas las esferas de la vida podía vérsele y admirársele por la igualdad de su conducta.

Propuesto a crearse un porvenir para su familia, trabajaba tan asiduamente que al fin ha sido víctima de continuas e incesantes vigilias, a las que se entregaba gustoso solicitado por aquella idea.

De sentimientos generosos y liberales como pocos, tenía ocupados en los trabajos de multitud de obras que dirigía numerosos braceros, que nunca vieron en él al empresario especulador sino al protector, al padre de los que le rodeaban: no conocía desgracia de familia que no fuera el primero en consolar.

Nadie sabe hasta donde llegó su mano generosa y caritativa: obraba ocultándose y se ruborizaba si alguno se le mostraba agradecido. Así es la caridad.

Sus liberales sentimientos estaban en armonía perfecta con su modo de pensar. Era un consecuente demócrata, respetuoso con todas las opiniones, lo que le valió que sus paisanos le elevaran a los primeros puestos de la administración, cuyos cargos supo ejercer a gusto de los más exigentes y escrupulosos.

Era cristiano Libre-pensador, no estaba afiliado a ninguna secta, ni ejercía culto externo de ninguna especie; tolerante con todas las creencias a nadie, ni aún a su misma familia, pretendía imponer las suyas propias.

Repetidos ataques apopléticos en los centros nerviosos (según decían los médicos) le pusieron a las puertas de la muerte y aún en este apurado trance, en el que conservó íntegras sus facultades intelectuales y afectivas, dio muestras de su entera y enérgica voluntad. Atento a cuanto pasaba a su alrededor se apercibió de que alguien gestionaba (bien indiscretamente, por cierto) por conseguir que abjurara sus “errores” confesándolos a un sacerdote católico, y sin dar muestras de la menor inquietud manifestó que quería hacer testamento, en el cual consignó claramente que no era católico y, por tanto, su enterramiento había de ser puramente civil. Conocido su carácter, era inútil insistir y los que le rodeaban se dispusieron a cumplir fielmente su última voluntad.

A una vida de sinsabores y trabajos sucedía una muerte dolorosa. Apuró hasta la última gota el cáliz de su amargura; no hablaba, manifestaba sus deseos por signos, apenas inteligibles o señalando en un cartel con el dedo las letras con que componía las palabras y las frases; se abatía profundamente si no se le comprendía, pero ni una señal de queja ni de impaciencia; sufría resignado y agradecía las atenciones mirando melancólicamente al bienhechor que apagaba su sed ardiente o le cambiaba de posición.

Fijos constantemente los ojos en los de su adorada esposa “a la que amaba como en sus primeros días de matrimonio”, “que no des padrastro a nuestros hijos” le decía, señalando en el cartel, poco antes de morir. En buena posición a su edad, con una esposa querida, con numerosos hijos y con completo conocimiento de su estado grave, esperaba el fin tranquilo y resignado ¡Qué instantes tan terribles para la conciencia!

Suspendo, que yo también fui su amigo y aún siento pena al recordarlo.

Ante semejantes escenas, entre las agitaciones del dolor y las sombras de la duda me pregunté…y en los misterios del mundo ¿Qué fin llenaría el sufrimiento del justo, el dolor de los inocentes? ¿Por qué sufren las criaturas?

En la capital se ha comentado mucho todo lo concerniente al difunto Chaves; sus antecedentes, sus creencias, su enfermedad, sus frases, su testamento, su resignación, los conflictos que surgirían, se comentaba hasta su acompañamiento para en el caso probable de que falleciera.

Inmenso gentío acompañó al cadáver hasta donde se despedía el duelo, y numerosos amigos llegaron hasta la última morada llevando en el semblante las huellas del dolor que causaba pérdida tan sensible. El acto era imponente y severo, como lo requería la ocasión. No faltaba más que el clero que, para cumplir la última voluntad del difunto, no podía ser invitado.

Era un entierro civil, yo asistía también.

Aunque poco dado a la meditación, el silencio profundo, el recogimiento, la severidad del acto convidaba a la abstracción y yo meditaba. No meditaba como el poeta sobre la soledad de los muertos que, para mí, si los muertos son algo, ni están muertos ni están solos; meditaba sobre la obra eficaz del tiempo: sobre el modo lento pero irresistible con que la humanidad procede en su desenvolvimiento: meditaba sobre las mil maneras por las que se manifiesta el progreso humano.

En otros tiempos, por cierto, no lejanos, hace 20 años, por ejemplo, al entierro de un “protestante”, como decían de D. Juan, de un “judío”, de un “masón”, de un “hereje”, de un cuerpo cuyo espíritu se ha precipitado fatalmente en el infierno a sufrir las infinitas torturas que regala la Iglesia a los no creyentes, a tal entierro decimos, nadie fuera osado asistir, que ipso facto se hacía cómplice de los crímenes del muerto y por ende acreedor a la misma pena.

Hoy la humanidad deja al “judío”, al “hereje” vivir en su conciencia y acompaña al sepulcro al cadáver del caballero, del buen ciudadano, del hijo humilde y cariñoso, del esposo modelo, del padre que, sin ofensa para la humanidad, muere víctima del trabajo de que han de vivir sus hijos.

Y si antes, al abandono y execración del cadáver seguía el abandono de la esposa e hijos del hereje, cuando no se prolongaba la persecución hasta extinguir la raza maldecida, hoy sobre los fríos restos del cadáver, cuando asombrado enmudece el pensamiento y habla el corazón libre de hipócritas reservas, se jura defender a la viuda y a los huérfanos, hasta dar la vida por ellos si es preciso.

En muy breves pero espontáneas y enérgicas frases D. Ramón González, íntimo amigo del finado, pronunció, en nombre de todos, tan solemne juramento.

El cadáver de D. Juan debió estremecerse de placer ante tales protestas de cariño. ¡Quién sabe si habrá día y forma en que pueda mostrar su agradecimiento…

Testigo presencial de estas escenas de ternura, sentí lágrimas entre mis párpados, y aún creo que el solo recuerdo de ellas, nubla mis ojos y me impide proseguir.

Casi avergonzado de mi debilidad salí del cementerio civil, en donde dejamos los restos mortales de D. Juan y entré en el departamento católico allí contiguo.

¡Qué triste condición humana! Buscaba alivio a mi dolor y esquivaba el desagradable choque de la tierra sobre el ataúd y penetré en el lugar donde descansan seres míos queridos, pedazos de mi corazón.

Ante las tumbas que contienen los restos y húmedos ya los ojos ¿Qué habían de hacer más que llorar? Inconscientemente me apartaba de ellos y fui discurriendo casi sin darme cuenta de uno a otro lado leyendo a través del líquido cristal los epitafios de aquellas series superpuestas de escondrijos de restos humanos, pensando ciertamente en todo menos en lo que tenía delante de mí vista.

Aquí un amigo, allá un conocido, luego un anciano, después un niño…al fin y como por sorpresa me apoderé de mi pensamiento y pensé…y sentí… ¡qué sensación tan extraña! sentía placer en medio de tanto dolor.

Con disgusto me arranqué de la Ciudad de los muertos, cuya compañía me era tan grata. A poco me encontré de nuevo entre las bulliciosas gentes que seguían comentando a su sabor el suceso del día.

“No han querido acompañarle los curas…no los han llamado…es que ya van a dejar de asistir curas en los entierros, como sucede en Madrid y en otras partes, aunque sean católicos; puede ser…no puede ser…”lo que yo digo, dijo un patán al grupo que le escuchaba, es que esto además de ser muy serio, es muy barato, y he de encargar a mi familia que me lleven como a ese señor”.

Dispensen que no sea más breve y vean cómo pueden complacer a VV. su afectísimo amigo S. S.[23]   N. V. Badajoz y Junio 16 de 1882” (LC, 26 junio 1882) )[24]

 

Sepultura nº 2.- En el frontal de la tumba se lee la inscripción: Familia Lapuente.

Patricio Lapuente.- Uno menos en las filas de los consecuentes y entusiastas defensores de la República. Modelo de ciudadanos por su laboriosidad y honradez, lo era al mismo tiempo por su constante amor a la libertad y por la fe inquebrantable con que la defendió en aquellos tiempos en que defenderla suponía el sacrificio, no solo de la propia existencia, sino de la de toda una familia.

Antes de la Revolución de Septiembre[25], Patricio Lapuente, era un conspirador perpetuo y un incansable propagandista de la democracia, viéndose con frecuencia en inminentes riesgos, que lejos de amenguar su espíritu, le enardecían para la lucha. Triunfante aquella Revolución, formó parte de la Junta revolucionaria de Badajoz, con el inolvidable Vicente Martínez, y como aquél, no solo en la Junta, sino en el Municipio, del que fueron personalidades salientes, dieron siempre pruebas de su amor al pueblo y de gran moralidad administrativa.

Ha sido muchos años concejal de Badajoz, y siempre se ha distinguido en el Municipio por su modestia y su honradez, que le apartaba en todas ocasiones de aceptar acuerdo alguno que no fuera transparentemente claro. Su nombre no se ha unido jamás a los de cuantos en aquella casa han ido a favorecer intereses particulares. Estuvo siempre al lado de los generales y los defendió con entereza y energía dignas del mayor aplauso.

Hace algunos años que no ejercía cargo público, pero esto no fue obstáculo para verle siempre firme y batallador contra la monarquía. Estaba afiliado al partido centralista, y desde el año 73, en que contribuyó a hacer diputado a D. Nicolás Salmerón y Alonso, no se había separado jamás de la política que este hombre público representa, siendo uno de sus más fieles adeptos.

Ha muerto apartado de sus dos queridísimos hijos, Rafael y Fermín, pero con el consuelo de verse auxiliado por su amantísima esposa y su idolatrada hija hasta el último momento. A todos nos sorprendió su breve y fatal enfermedad, de la que él mismo no se dio cuenta hasta momentos antes de espirar.

Descanse en paz el amigo queridísimo y quiera el cielo conceder resignación bastante a su apreciadísima familia para soportar tan rudo como inesperado golpe. Hoy a las doce se verificará su entierro civil, desde la casa mortuoria, Menacho 39, a puerta Pilar, donde se despedirá el duelo; y rogamos a todos nuestros amigos y correligionarios se sirvan concurrir al acto, rindiendo así el último tributo de cariño a quien era tan acreedor al de todos como Patricio Lapuente.  (LRE, 31 marzo 1894)

El entierro de Lapuente.- No teníamos duda alguna. Sabíamos que este queridísimo amigo y correligionario nuestro contaba con numerosísimas simpatías en todas las clases sociales, de modo que no nos ha sorprendido contemplar en su sepelio una multitud inmensa, ávida de rendir su último tributo de cariño al consecuente, leal y honradísimo ciudadano D. Patricio Lapuente…

…A las doce en punto estaba anunciado el entierro, y a las doce en punto salía de la casa mortuoria el féretro que contenía los restos de nuestro correligionario, conducido por seis amigos cariñosos que, con otros cientos, fueron disputándose durante la carrera, el honor de llevarlos. Conducían las cintas nuestros queridos amigos y correligionarios también, don Pedro Lázaro, D. José Ruiz Manchón, D. Isidoro Osorio, D. Antonio Álvarez, D. Heliodoro Pinna y D. Antonio Sánchez.

Iban presidiendo, en nombre de la familia, D. Florencio Mairal y los señores D. Rubén Landa, D. Antonio Gutiérrez, D. Vicente Martínez y D. Luis Montalbán; seguidos, como hemos dicho antes, no solo de los republicanos todos de Badajoz, sino de infinitos monárquicos, cuya enumeración sería imposible que, respetuosos con todas las ideas, no iban allí a hacer ostentación de las suyas, sino a demostrar el afecto que el difunto les inspiraba. Bastará recordar que vimos entre la multitud a todos los empleados del Cuerpo de Telégrafos libres de servicio, a los empleados del Ayuntamiento y gran número de los de la Diputación provincial y Gobierno civil…

…El duelo se despidió frente a la puerta del Pilar, desfilando ante el ataúd, con el mayor orden, todos los concurrentes, y terminado este acto hubo muchos de los íntimos amigos del difunto que le acompañaron hasta el cementerio civil, donde fue sepultado. Descanse en Paz. (LRE, 1 abril, 1894)

 

Sepultura nº 3.- La lápida, en la actualidad, señala: “José Marín González, falleció el 11 de noviembre de 1980. José Cordovilla Burgos, falleció el 6 de septiembre de 1903. Tomás Cordovilla Burgos, falleció el 14 de octubre de 1915. Josefa García Serrano, falleció el 9 de diciembre de 1919.”

Entierro.- El de nuestro correligionario, D. José Marín González, que tuvo lugar en la tarde de ayer, resultó una imponente manifestación de duelo. El cortejo fúnebre era numerosísimo y en él estaban representadas todas las clases sociales. (LRE, 12 noviembre 1908)

 

Sepultura nº 4.- La sepultura, en mármol blanco, dice en la actualidad: L. I. F. D. Faustino Jaramago Cabalgante. Falleció el 10 de julio de 1916, de 68 años. Recuerdo de los suyos”

Documentación: “Propiedad de los herederos de D. Faustino Jaramago, que está en la sepultura nº 22”.

 

Sepultura nº 5.- En la sepultura se lee:  Rubén Landa y familia.

La documentación oficial solo señala: “Fosa nº 5, Dpto. Civil, de Dn Rubén Landa Coronado”.[26]

Rubén Landa Coronado.- Badajoz 1849-1923. Decano del Colegio de Abogados entre 1890 y 1893. Director del periódico “La Crónica”. Presidente del Partido Democrático Progresista en 1880 y destacado dirigente republicano, hubo de exiliarse tras el fracasado pronunciamiento de 1883, hasta 1886. En 1882 fue secretario de la Sociedad Constructora de Casas que levantó el bloque establecido en la avenida de Ramón y Cajal frente a Puerta Palmas. Falleció en 1923. Miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz desde 22 de junio de 1876. Militó en Logia masónica “Pax Augusta” de 1882 a 1892. Tenía como nombre simbólico Kant.

 

Sepultura nº 6.-[27]  Narciso Vázquez Lemus. Ciudadano ejemplar. Médico eminente. 1847 a 1932.  Letras en relieve sobre mármol blanco; posteriormente se añadió una pequeña lápida en gris: Leopolda Sigüenza Macías + 6-3- 1966 Tus hijos adoptivos no te olvidan. Que fue su segunda esposa.

Médico cirujano, socio fundador de la Academia Provincial de Ciencias Médicas, miembro de la logia masónica “Pax Augusta” con el nombre simbólico Washington; concejal en 1882, dirigió el periódico “El obrero federal” y diputado provincial en 1905. Presidente provincial de la Cruz Roja en 1888. En 1890 asistió, en Cartagena, al ensayo del submarino Peral, llevaba la representación de la prensa de la ciudad. Socio destacado de la Sociedad Económica de Amigos del País. Destacado dirigente republicano en Badajoz, fue procesado en 1883 por su implicación en el pronunciamiento de agosto y, en 1931, fue presidente de la Mesa de edad de las Cortes de la II República. Fue nombrado “Hijo Adoptivo” de Badajoz. Falleció en 1932.

 

Sepultura nº 7.-[28]  En el frontal de la sepultura se lee: A su inolvidable Presidente, D. Isidoro Osorio y Sánchez-Valladares el “Liceo de Artesanos.

Y por debajo: Este terreno fue cedido por el Excmo. Ayuntamiento de esta capital. Todo ello rematado por un bajorrelieve con el rostro de homenajeado. Flanqueado por los símbolos de la abogacía y la enseñanza.

Isidoro Osorio y Sánchez-Valladares.- Presidente del Liceo entre 1874 y 1918. Director del periódico La Crónica y fundador de La Región Extremeña, diario republicano sucesor de La Crónica. A la refundación del Partido Democrático Progresista, republicano, en 1880 fue elegido Secretario del Comité organizador, del que era Presidente Rubén Landa. Fue concejal, y teniente de alcalde, en varias legislaturas entre 1888, donde formaba parte de la Comisión de Ornato, Urbanismo, y 1917, por el partido republicano. Miembro de la logia masónica “Pax Augusta” entre 1884 y 1892, con el nombre simbólico de “Calatrava”,

En 1888, a la fundación del Comité Provincial de Cruz Roja fue elegido Inspector en la Junta que presidía Narciso Vázquez Lemus. Falleció en 1918 y en 1924 fue sepultado, definitivamente en la sepultura que vemos:

Traslado de los restos de don Isidoro Osorio al mausoleo erigido por el Liceo.- A las siete de la tarde de ayer quedó constituida en la puerta del Liceo de Artesanos la comitiva que había de asistir al acto de traslado de los restos del que fue modelo de caballeros, don Isidoro Osorio y Sánchez-Valladares, desde el nicho que provisionalmente ocupaba al severo mausoleo erigido por el Liceo de Artesanos para perpetuar la memoria de su presidente, que tan infatigablemente lo hizo por el bien de la mencionada sociedad.

El mausoleo es una artística obra, de severa belleza, con el retrato del finado en la parte central, y en las laterales una pluma y la representación de la Justicia y de la Verdad y de cuanto representase una causa honrada y noble. En el monumento, obra del señor Almendro, había sido inscrita en relieve la siguiente dedicatoria: <<A su inolvidable presidente, don Isidoro Osorio y Sánchez Valladares, el Liceo de Artesanos>>

Integraron la comitiva el alcalde de la capital, don Antonio del Solar; el presidente del Liceo, don Camilo Márquez; el secretario, don Cleto Díez, y los señores Pedro Gazapo, don Antonio Arqueros, don Narciso Vázquez Torres, don Narciso Vázquez Lemus, don Juan José Zamora en representación de la Asociación de la Prensa; don Juan Álvarez Llorente; inspector municipal señor Rodríguez; don Felisardo Díaz; don Eladio Salinero; don Vicente Moratinos; don Teodoro Ramírez, Sánchez Monje, Córcoles, Vázquez Rando, Rodríguez, Carrasco, Hidalgo, Bernáldez, Asensio, García, Bermejo y don Miguel Ávila.

Después de verificado el traslado de los restos mortales, el Alcalde ofreció tierra al presidente del Liceo y ambos echaron las dos primeras puñadas de tierra en la nueva tumba. No se pronunciaron discursos fúnebres. (CDLM, 11 junio 1924)

Estaba casado con Agustina Rodríguez, que había formado parte, a su creación, de la Junta de Damas de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y era hijo único, según se desprende de la esquela de su madre, Isabel Sánchez-Valladares y Montero, fallecida en 17 de diciembre de 1894, en su domicilio de la calle de Arco Agüero nº 18.

 

Sepultura nº 8.-[29] Panteón de Gregori.  Panteón organizado a modo de tres féretros , en mármol gris labrado artísticamente sobre una plataforma, a la que se accede por unas gradas de granito. En la última se señala: Familia de Antonio Gregori Duarte.  En el lateral de cada uno de los señalados “féretros” se lee: Inocencia Martín-Cuesta Bernabé 1861-1921, a la izquierda.  En el del centro: Catalina Gregori Martín-Cuesta 1902 a 1920. Y en el izquierdo: Antonio Gregori Duarte 1861 a 1933.

 

4.- DEPARTAMENTO 5º. ENTERRAMIENTOS NO LOCALIZADOS.

Sabemos de su inhumación en este espacio por las reseñas de prensa, fundamentalmente, y en ocasiones por documentos familiares o de Libros municipales. Hemos seleccionado algunas para dar idea de las personas, y sus creencias y sentimientos, que se inhumaban aquí. Muy probablemente fueron sepultadas en suelo, como podemos ver en el croquis de este trabajo; aún no hemos localizado el Libro municipal de asientos en Cementerios.

 

Pablo Godos.- Este veterano de la República, que comenzó luchando contra los enemigos de la libertad en el año 33, en que fue declarado quinto por Grajal de Campos de la provincia de León, ha muerto anteayer en nuestra capital, siendo repartidor de ‘La Región Extremeña’ y modelo de republicanos entusiastas.

Sesenta años de honrados servicios por la causa del pueblo le hacen acreedor a la consideración, no solo de sus correligionarios, sino de cuantos estiman que la virtud y la constancia deben premiarse allí donde se encuentren.

Militar bizarro, luchó contra los enemigos de la patria en nuestra primera guerra civil[30], distinguiéndose por su arrojo y valentía en cuantas acciones y combates tomó parte.

Servía a las órdenes del general don Manuel de la Concha el 25 de Junio de 1840, en que tuvo lugar la acción de Pozuelo (Tafalla) y en ella ganó, por su heroico comportamiento, la cruz y el título de Caballero de primera clase de la Orden de Plata de San Fernando.

Este modelo ilustre de soldados de nuestro ejército, ha muerto, como decimos antes, siendo modelo de soldados en el ejército de la República y considerado y respetado por todos los que en él formamos, como uno de sus miembros más distinguidos y más digno de ejemplo.

Descanse en paz el viejo soldado y sirva el recuerdo de su honradez, de su constancia y de su amor a la República, para estímulo de los que sientan impaciencia, apetitos o faltas de fe por la implantación de nuestros ideales. ¡Quién sabe si la desaparición de este soldado y los recuerdos de su noble sangre vertida en aras de la libertad, servirán para sustituirle con una escuadra numerosa de dignos imitadores¡

Su entierro civil, verificado el domingo, se vio concurridísimo por individuos de todas clases sociales, entre las que contaba con numerosas simpatías. (LRE, 17 enero 1893)

 

Carlos Mansilla.- Ayer se celebró el entierro civil de Carlos Mansilla, honrado jornalero que deja en la miseria su mujer y nueve hijos.

El cadáver fue acompañado por gran número de amigos y correligionarios, pronunciándose al despedirse el duelo breves frases por D. Manuel Sardiña[31] y D. Daniel Rubio, quienes encarecieron la necesidad de fomentar actos de este género en bien de la cultura y del interés de todos. (LRE, 24 febrero 1904)

 

Aurora Redondo, párvula.-  Ayer tarde se verificó el entierro civil de la niña Aurora Redondo, hija de nuestro correligionario D. Julio. El duelo se despidió en las afueras de la puerta del Pilar: pero antes de que este se efectuase, el presidente de la Juventud Republicana. D. Manuel Sardiña, pronunció un elocuente discurso encareciendo la importancia y la trascendencia en el orden social, político y religioso de actos como el que acaba de realizarse. (LRE, 28 junio 1904)

 

Antonio González Nevado.- Ayer se verificó el entierro civil de nuestro correligionario Antonio González Nevado. Numerosísimo acompañamiento concurrió hasta las afueras de la puerta del Pilar, donde se despidió el duelo, mostrando la importancia cada vez mayor que entre nosotros van adquiriendo  estos actos civiles en los que los emancipados de todo dogmatismo religioso prefieren un sencillo y fraternal homenaje rendido por sus compañeros como tributo al recuerdo de una vida honrada, en vez de los sufragios elevados por el clero al cielo para impetrar bienandanzas de ultratumba en favor de aquellos que solo creen obtenerlas como gracia. (LRE, 29 diciembre 1904)

 

Entierro.- Ayer[32], a las doce de la mañana, se verificó el entierro civil de nuestro querido amigo y correligionario D. José Aguilera Montoya, el que constituyó una verdadera manifestación de duelo, por la numerosa concurrencia que a él asistió, a pesar de que ninguno de los periódicos locales pudo determinar la hora en que el acto había de celebrarse.

La presidencia del duelo fue encomendada a D. Carlos Groizard, D. Federico Abarrátegui y D. Guillermo Capilla, en representación de la familia; a D. Saturnino Liso, D. Braulio Tamayo y D. José Hernández como profesores del Instituto; a los señores Fernández de Molina, Saavedra y Morales por la Escuela Normal y a D. Luis Bardají como presidente del Ateneo. El duelo en pleno, nuestro respetable jefe provincial del partido Republicano don Rubén Landa, muchos estudiantes y numerosos amigos del Sr. Aguilera, acompañaron al cadáver hasta el cementerio civil, dando así una prueba más del afecto que a todos mereciera el cumplido caballero, el profesor inteligente y el consecuente republicano, que supo luchar hasta la hora de su muerte por ideas que él creyera redentoras para la patria.

Sobre el féretro fue colocado un hermoso pensamiento, en cuyas cintas se leía la siguiente inscripción: “A nuestro respetable profesor, las alumnas de la Normal de Maestras”. Reiteramos a la familia de nuestro amigo la expresión de nuestro sentimiento, y sepan que en esta redacción es grande nuestro dolor por la desgracia que acaban de experimentar. (LRE, 11 noviembre 1909)

 

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

Fot 01. Cementerio de S. Juan, Dpto. 5º, julio 2024

Fot 02. Cementerio, Dpto. 5º, vista general

Fot. 03. Cementerio, Dpto. 5º, Narciso Vázquez

Fot 04. Cementerio, Dpto. 5º, detalle

Fot 05. Cementerio, Dpto. 5º, detalle

Fot 06. Cementerio, Dpto. 5º, vista general

Fot 07. Dep 5, Gregori Duarte, foto Ambrós

 

Bibliografía general.

AYUNTAMIENTO DE BADAJOZ, Concejalía de Cementerios, Libro de entierros, Departamento 5º, antes Civil.

AYUNTAMIENTO DE BADAJOZ, Concejalía de Cementerios, Libro de Fosas particulares.

HEMEROTECA, Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País. de Badajoz. Prensa reseñada en las transcripciones

LÓPEZ CASIMIRO, Francisco, Masonería y republicanismo en la Baja Extremadura, Badajoz, Diputación Provincial, 1991.

NISTAL, Mikel, “Legislación funeraria y cementerial española” en Lurralde: Investigación y espacio nº 19, Instituto Geográfico Vasco (Ingeba), 1996.

PULIDO, Mercedes, “La prensa de Badajoz en el siglo XIX” en Apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz I, Badajoz, Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País, 1999, página 221.

PULIDO, M., y NOGALES, T., Publicaciones periódicas extremeñas, 1808-1988, Badajoz, Diputación Provincial, 1989.

 

[1] La Crónica. Periódico Liberal de Intereses morales y materiales. Año XIV, nº 981. Badajoz 28 de agosto de 1877. Administración, Arco-Agüero 7, a donde se dirigirá la correspondencia. Tomado de la mancheta de este día.

[2] El Oliventino. Revista semanal de conocimientos útiles, de intereses generales y de noticias, Olivenza, año I, nº 26.

[3] Badajoz.

[4] La Región Extremeña. Diario Republicano. Continuador de “La Crónica”, Año LX, nº 12.095. Redacción y Administración: Arco Agüero 18, sábado 7 de noviembre de 1914. Tomado de la mancheta de este día.

[5] Código de Derecho Canónico de 1917.

[6] En esta época de finales del siglo XIX, leeremos mucho en la prensa de Extremadura la expresión ‘correligionario’ referido a compañeros de una opción política, y donde más la encontraremos es en los diarios republicanos, liberales o librepensadores referidos a estas tendencias ideológico/políticas.

[7] Diario de Badajoz, Eco de la Región Extremeña. Periódico político, literario, mercantil, industrial y de anuncios. La correspondencia se dirigirá al fundador, D. Ramón González. Administrador D. Miguel Pimentel y Donaire. Redacción y administración, calle del Granado nº 33, Año V, nº 1056, martes 16 de marzo de 1886. Tomado de la mancheta de este día.

[8] El Avisador de Badajoz. Semanario católico. Se suscribe en la calle Lagares nº 6, donde se dirigirá toda la correspondencia a nombre del Administrador. Época 2, año V, número 190,  jueves 18 de Marzo de 1886. Tomado de la mancheta de este día.

[9] Para “El Avisador”, el “Diario de Badajoz” es el órgano masónico por excelencia, así aparece también en ocasiones denominado: “el interfecto”, “mandiles” o “el condenado”, por alguna sanción administrativa que hubo de sufrir por sus opiniones.

[10] Hermano, Narciso Vázquez Lemus, nombre simbólico en la logia Pax Augusta.

[11] Hermano, Pedro Lázaro Lázaro, nombre simbólico en la logia Pax Augusta.

[12] Hermanos. “El Avisador de Badajoz” siempre se refiere a los masones como hermanos o con el nombre simbólico; de ahí las continuas referencias, h. o Hh… nunca aparece el nombre real.

[13] Segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo.

[14]A esta reunión asisten: Faustino Jaramago, partido republicano progresista de Badajoz; Bartolomé Caballer y Sancho, en nombre del Comité federal; Luis Díaz, Comité federal de La Albuera; José Ramos Pérez del mismo de Talavera la Real; Rodrigo Moreno del de Almendral; Ángel Rubio Medina, del de Valverde de Leganés, Manuel Barriga Soto también por Talavera y Antonio Gil Martínez del Comité federal de la Unión Republicana de Olivenza.

[15] Libertad, Igualdad, Fraternidad.

[16] La fecha de fallecimiento es el día 20 y el nombre de la esposa es, efectivamente, Carolina, aunque esté mal reseñado en el Libro de Concejalía.

[17] Enrique Triviño Forte, profesor del Seminario “San Atón” y Chantre de la S. I. Catedral de Badajoz.

[18] Se entiende que el Laboratorio de Higiene Municipal.

[19] Aquí descansa en paz Moritz Goldschmidt, nacido en Frankfurt del Meno el 21 de septiembre de 1842, fallecido en Badajoz, España el 13 de febrero de 1918. Dedicado con amor  por sus hijos y nietos en duelo...Traducción de Enrique Meléndez Galán.

[20] Florencio Villa Pérez, médico militar, casado con Aida Landa Vaz, por tanto, yerno de Rubén Landa Coronado, Ver Sepultura nº 5, en este trabajo.

[21] En origen las letras parecen ser metálicas, de as que faltan ya muchas.

[22] Periódico literario y político de tendencia liberal, dirigido por Felipe Muriel y editado en Llerena, contenido político y corta vida 1882-1883. Tomado de https://sepuex.unex.es/publicacion/el-latigo-576, consultado el 15 de julio de 2024.

[23] Seguro servidor.

[24] Las iniciales de firma, sin duda, responde a Narciso Vázquez Lemus.

[25] Septiembre de 1868, también llamada La Gloriosa o La Septembrina; daría paso al llamado Sexenio democrático que expulsó a Isabel II del trono y, tras la corta experiencia de Amadeo de Saboya, daría lugar a la proclamación de la I República.

[26] Ver Nicho nº 38, en este trabajo.

[27] No aparece numerada esta sepultura en la documentación consultada en Concejalía de Cementerios, por lo que señalamos este número para su localización, en espera de que aparezca la correcta numeración.

[28] Ídem nota anterior.

[29] Ídem notas anteriores.

[30] También, Primera Guerra Carlista, 1833-1840.

[31] Poe ese tiempo, Presidente de la Juventud Republicana.

[32] Miércoles 10 de noviembre.

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