Cecilia Martín Pulido.
Dice Eugene Smith, espléndida definición, que “la fotografía es solamente una débil voz, pero a veces, tan sólo a veces, una o varias fotografías pueden llevar nuestros sentidos hacia la conciencia…” porque es un arte que hace historia, notario del acontecer diario, un testimonio al alcance de todos que perpetuará los grandes acontecimientos y el momento sublime. Sin embargo, la fotografía elevada al rango de arte sólo está al alcance de unos pocos: inteligencia, y técnica, son insuficientes.
En este sentido, y para estos XXXVI Coloquios Históricos de Extremadura, me ha parecido oportuno rescatar de la memoria colectiva el nombre de algunos fotógrafos que, con arte, es decir, con inteligencia y corazón, captaron la imagen de Trujillo en blanco y negro. La fotogenia de Trujillo es incuestionable, todos sus perfiles son fotogénicos, la ciudad se deja retratar, no necesita de retoques y vestiduras ni de más afeites que los que le imprimió el transcurrir del tiempo. Es grato a la cámara, o como se dice ahora, la enamora. Así, me propongo con este trabajo centrarme en quienes divulgaron las bellezas monumentales y artísticas de esta ciudad, desde su dimensión profesional o de aficionado a la fotografía y apuesto por la recuperación de la memoria visual de Trujillo y de sus fotógrafos.
La riqueza artística y monumental de Trujillo es un gozo y un reclamo para los ojos del fotógrafo, y es, al mismo tiempo, un manantial turístico que ya, desde principios del siglo XX motivó por una parte campañas de protección y recuperación de tan copioso caudal y por otro la difusión de sus excelencias, la belleza y empaque de su arquitectura. Tesón y esfuerzo aportó primer organismo oficial creado en 1911, la Comisaría Regia que desempeñó una gran labor y fue base del Patronato Nacional de Turismo (1928) encargado de procurar el desarrollo del turismo y de divulgar la cultura artística popular. Gracias a estas instituciones, a la Comisión de Monumentos Históricos de Cáceres y a la de particulares que apostaron por dar a conocer el arte en cualquiera de sus manifestaciones a través de los textos y del lenguaje gráfico, podemos conocer lo más granado del trabajo de los fotógrafos y estimar el legado que dejaron[1][1]. Me refiero, en este caso a los editores de libros, periódicos, revistas, folletos y postales[2][2].
Un repaso a La Ilustración Ibero-Americana, Blanco y Negro, La Esfera, ABC, Mundo Hispánico, etc. y a las publicaciones del PNT y constataremos el boom de la fotografía, imprescindible ya no solo para amenizar los textos de reconocidos escritores sino como testimonio de lo que dicen en ellos. Un repaso más pausado a estas y otras revistas nos depara la sorpresa y el encuentro con rincones y plazuelas, con muestras de la arquitectura monumental de Trujillo.
La prensa ya es difícil entenderla sin fotografías por esto el semanario de Trujillo, La Opinión[3][3] a pesar de las limitaciones técnicas de la época, hace un gran esfuerzo en ocasiones determinadas. Por ejemplo, la que motiva el deseo de los trujillanos en 1916 de levantar un monumento a uno de sus hijos más preclaros, Francisco Pizarro. La historia de esta decisión, los proyectos publicados, entre ellos el del escultor madrileño Rafael Galán, que diseñó la estatua del conquistador del Perú a pié, emergiendo de la fuente de la plaza. De ella dan cumplida cuenta las fotografías que acompañan a esta información[4][4].
Voy a mencionar a algunos de los que almacenaron en sus placas, en sus clichés, la imagen del Trujillo monumental y pretendo seguir para ello un orden cronológico basado en la fecha de nacimiento de cada uno de ellos cuando esto es posible. Este repertorio de fotógrafos lo inicio, un poco atrevida, con uno de los grandes pues parece ser que no activó su cámara en Trujillo. En tanto perviva la duda y aunque sea sólo para lamentar la ausencia, abre este repertorio:
El inglés Charles H. Clifford, (Wales 1819 – 1863) es uno de los fotógrafos extranjeros más importante e influyente establecidos en España, ilustró el viaje por España de Isabel II en el año 1858. Este viaje propició numerosas vistas de la geografía española que divulgó y vendió. Sin embargo no se incluyen en ellas ninguna relativa a Trujillo, tampoco a Cáceres por no haber pisado su suelo en el itinerario trazado para este viaje regio.
Jean Laurent (Garchizx, Nevers, 1816-1886) fotógrafo francés afincado en Madrid, trabajó en España desde 1843 a 1957. Hoy está considerado como un gran empresario al crear la más importante compañía dedicada a comercializar sus fotografías. Se especializó en retratos de personalidades y de las ciudades y paisajes de España. Sus trabajos son un buen inventario de monumentos y situaciones, en ellos supo combinar pasado y presente con perspectivas románticas y objetivas en una extensa obra de extraordinaria belleza e interés.
Laurent tiene el privilegio, entre otros, de ser autor de la primera fotografía firmada de Trujillo siendo su protagonista la Torre Julia, ruinosa tras el terremoto de Lisboa, una imagen muy divulgada, de gran carga histórica. Así lo interpretó la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos en 1870, cuando al lamentar que no se hicieran obras indispensables para evitar su ruina avisaba, al mismo tiempo del paso por la provincia del fotógrafo de Madrid, Sr. Laurent, e instaba a la Diputación de Cáceres a que tan preclaro artista realizase unas vistas de la torre[5][5] y costease el gasto de 200 escudos a que ascendería la colección de “50 vistas fotográficas de la torre titulada Juliana ya en parte y próxima a desaparecer por completo atendido el estado que presenta de inminente caída”[6][6].
Estas fotografías se distribuyeron de la siguiente manera:
Dos irían al Instituto de Segunda Enseñanza de Cáceres. Ocho quedarán depositadas en la Diputación Provincial. Ocho en la Comisión de Monumentos. Cuatro en la Biblioteca Nacional. Seis irían a la Academia de San Fernando. Seis a la de la Historia. Seisal Ayuntamiento de Trujillo. Seis a la Escuela de Arquitectos. Dos al Ayuntamiento de Cáceres. Dos a la Audiencia Territorial.
Me pregunto si uno de los discípulos más aventajados de Laurent, me refiero al conde de Lipa que dejó constancia de su trabajo en Cáceres,[7][7] pudo haber tomado imágenes de Trujillo, dada la ruta bien pudo pasar por Trujillo. Igualmente sucede con el fotógrafo francés Charles le Balleur-Villiers, cuya presencia en Cáceres en 1862, recogió la prensa local[8][8].
Adolf Mas Ginestà (Solsona, 1860–1936 Barcelona) se estableció en 1886 como fotógrafo en Barcelona. A partir de entonces firma su obra sólo con su primer apellido. Es el creador del Arxiu Mas que al cabo de los años se ampliaría y pasaría a convertirse en el Inventario Iconográfico de España.
Un aspecto destacado de la actividad del Arxiu Mas durante la primera década del siglo XX fue la colaboración que mantuvo con la editorial Espasa-Calpe, que compró sus fotografías para ilustrar la Enciclopedia Universal, y la participación en la exposición que organizó el conde Güell en París. La obra de Gaudí fue entonces ampliamente fotografiada en un trabajo riguroso y de innegable calidad por Mas cuyo reconocimiento le permitió atender los pedidos de instituciones como los de la Hispanic Society of America, la Frick Art Reference Library y la Universidad de Harvard.
Su hijo Pelai Mas Castañeda (Barcelona, 1891-1954), siguió los pasos de su padre como fotógrafo. A partir de 1920 viaja por toda España en una campaña orientada por el hispanista Walter Cook, del Institute of Fine Arts de Nueva York. Siguiendo la norma paterna también firma sus fotografías con el primer apellido.
La obra de los Mas en Trujillo, está centrada en su monumentalidad, en su singular geometría, optan por fotografiar sus edificios arquitectónicos más hermosos y sobresalientes (palacio de la Conquista, palacio de Orellana o el de San Carlos), resaltando lo que de único tiene cada uno de ellos, manteniéndolos ajenos al entorno que los rodeaba, realzando la envergadura de las torres, el equilibrio estético de las diferentes alturas… Trabajaron asiduamente con la Junta Provincial de Turismo y después con la Dirección General de Turismo.
Emilio Herreros Estevan. (Madrid, 1876-1960 Cáceres) Abogado de gran prestigio, político, periodista (fundó y dirigió en Cáceres el semanario liberal El Bloque), hombre cultísimo preocupado por la recuperación y protección del patrimonio cultural, manifestó una gran afición al arte de la fotografía. A él se deben amplios reportajes de cuanto de interés encontró en los pueblos de la provincia. Y desde su puesto de presidente, en 1930 de la Junta del Patronato de Turismo fomentó y divulgó las bellezas artísticas y monumentales de la provincia. Igualmente amplió con obra propia los fondos fotográficos de la Comisión de Monumentos, a la cual pertenecía como Académico Correspondiente de Bellas Artes[9][9]. Su fotografía es realista, elegante, a veces transmite la impresión de transparencia.
JAVIER. (Cáceres 1888-1963) “Javier” es la firma artística y profesional de Javier García Téllez, un gran fotógrafo cacereño que descubre el mundo de la fotografía en el taller del profesor Perate. Perfeccionó sus conocimientos en cada una de las especialidades de la fotografía: galería, laboratorio, retoque de negativos, ampliaciones, etc. y en la segunda década del siglo XX instala su galería y taller, por la que pasará todo, en el piso alto del número 12 de la calle Pintores.
En 1929 presentó una colección de fotografías del barrio antiguo de Cáceres en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, por la que obtuvo la Medalla de Oro. Incorporó a su técnica cuantas innovaciones iban apareciendo, por ejemplo la luz artificial dotando a su gabinete de mayores posibilidades. No obstante él era un entusiasta de la luz natural y sus matices los utilizó con maestría en los retratos.
Su fotografía artística y monumental ocupa una importante parcela en su obra como puede observarse en las muestras que dejó de un trabajo bien hecho en las publicaciones de la Dirección General de Turismo, alternando con fotógrafos de reconocido prestigio a nivel nacional e internacional y en sus colaboraciones en guías turísticas, en las revistas Alcántara y Mundo Hispánico, en libros y folletos, cuya parte gráfica realizó en ocasiones al alimón con otros buenos fotógrafos como Gudiol y Martín Gil.
Siempre tuvo una actitud receptiva y generosa a la solicitud de la Comisión de Monumentos de Cáceres para captar la imagen de ruinas y descubrimientos arqueológicos y documentarlos gráficamente. También fue requerido en los proyectos municipales que afectaban al derribo o alteración de la riqueza monumental de la provincia. Su obra es muy amplia en tarjetas postales…
Su paso por Trujillo es diferente en cuanto proyecciones arquitectónicas, él conocía sus encantos y su flash se distraía en detalles poco reproducidos, siendo honesto y versátil al mismo tiempo.
G. Guerra. Trabajó para limprenta “La Perfección Trujillana” de Benito Peña, luego bajo la razón comercial de “Sobrinos de B. Peña”. Firmó parte de la colección de postales de Trujillo que fue reproducidas en sepia, siendo también autor del album en acordeón que circulaba por los años veinte formado por 17 postales con las vistas más fotografiadas de Trujillo estampadas en azul, En ellas está presente el espacio más concurrido de la ciudad, la Plaza por antonomasia, y ofrece vistas parciales tomadas desde distintos puntos de mira. La toma que hace de algunas casas abatidas por el paso de los años y la desatención de sus dueños no es la fotografía de una ruina sino el reflejo de una supervivencia heroica.
Tomás Martín Gil (Casar de Cáceres,1891-1947). Con el calificativo de humanista se valora la gran personalidad de Martín Gil[10][10]: licenciado en Exactas, profesor, funcionario de Estadística, ningún ejercicio noble del espíritu le fue ajeno. Su afición a la fotografía lo convirtió en un virtuoso de este arte. Así lo pone de manifiesto la obtención en 1929 de la Medalla de Oro en fotografía en la Exposición Iberoamericana de Sevilla y sobre todo su espléndido archivo fotográfico, hoy en parte diseminado, y las diversas publicaciones en las que colaboró.
Viajero empedernido, conoció todas las rutas de turismo de la provincia de Cáceres y, en palabras de su amigo, el director del Museo Provincial, D. Miguel Ángel Orti Belmonte “buscaba siempre el rincón romántico, la nota popular, el paisaje más recatado o el más abrupto, para llevar al cliché, formando así una rica colección, más de 2.000, que si fuera conocida por las universidades americanas pagarían por ella lo que quisiera[11][11]”. Su obra, prefirió siempre el formato pequeño, puede conocerse también en los folletos emitidos por el Patronato de Turismo, en la revista Alcántara, Mundo Hispánico, Blanco y Negro, Guías de ferias de Cáceres, etc. y en el libro Por la vieja Extremadura[12][12], publicó con el profesor del Instituto de Segunda Enseñanza, D. José Blázquez Marcos.
Martín Gil vivió Trujillo en las temporadas en que visitó a su hermano José, profesor en esta ciudad. En ella disfrutó de cuantas impresiones capta el espíritu culto y sensible, aquí disparó su cámara en días brillantes en los que su fotografía en blanco y negro parece tener color, perfila nítidamente el contraluz y define de un fogonazo al arquitecto que ideó los edificios. Aunque sus fotografías se diluyen en la impresión que deja la falta de calidad del papel, propia del momento que se vivía.
Compañero de Martín Gil fue otro fotógrafo prestigiado conocido por su primer apellido. Gudiol es el nombre de batalla de un catalán que mantuvo amistad y una estrecha colaboración con Mas y, en Cáceres con el citado Javier formando parte del equipo de fotógrafos de la Dirección General de Turismo. Así, ilustra, junto a Javier el folleto titulado Cáceres, editado en 1930 por la Junta Provincial de Turismo de Cáceres y con Javier y Kindel, de la misma fecha, el titulado Trujillo (Cáceres). Igualmente, firma el dedicado a Alcántara.
Colaboró asiduamente en las publicaciones de Cultura Hispánica, en lo que se refiere a Extremadura son de su autoría las fotografías que figuran en el nº 6 de los Cuadernos de Arte dedicado a Cáceres, con textos de Miguel Muñoz de San Pedro, con la participación de Javier y de Tomás Martín Gil.
José Díaz Coronado, debió nacer en Plasencia en las últimas décadas del siglo XIX. Es el autor de los textos dibujos y fotografías de la Guía Histórico – Artística–Turística de Plasencia[13][13]. Lo es también de la de Trujillo[14][14] donde ofrece notables vistas, algunas poco frecuentes en el repertorio de imágenes que he tenido ocasión de conocer, como es la de la torre Julia, ofreciendo una perspectiva de su estado ruinoso desconocida. En todas ellas se observa su capacidad para captar el detalle, el trazado irregular de sus calles, las casas que las limitan y el paso del tiempo por ellas
Joaquin del Palacio (Madrid, 1905-1989) Firmó gran parte de su obra con el seudónimo de Kindel. Acabada la Guerra Civil trabaja inicialmente para Dirección General de Regiones Devastadas practicando el más puro reportaje social. Nos sorprende más tarde con miradas de “momentos”, “instantáneas”, “escapadas”, tomas “robadas”, durante los trabajos de encargo realizados para la Dirección General de Turismo, Coros y Danzas Nacionales, Sección Femenina, revista del COAM, etc. Imágenes matizadas siempre por un elemento de ironía añadido o por una veladura de melancólica tristeza; imágenes de una dura y larga postguerra.
Es autor de las 78 fotografías firmadas como J. del Palacio que aparecen en el libro Trujillo (1949) de la colección “Cuadernos de Arte”[15][15]. Kindel se inmiscuye y capta en el Trujillo de los años 40, dando una visión real, circunstancia esta que no se repite en otros cuadernos de la misma colección. Destacaría en sus fotografías una fuerte y expresiva rotundidad a la vez que una notoria seguridad al enfocar situaciones y perpectivas inéditas hasta entonces. Positivando elementos que habían pasado desapercibidos y escenas cotidianas como pueden ser las chimeneas y la presencia de las cigüeñas en gran parte de ellas.
Carlos Callejo Serrano. (Barcelona, 1911-1993) Investigador, arqueólogo, novelista y poeta, funcionario de Telégrafos. Un catalán afincado en Extremadura que llevó a cabo una intensísima actividad cultural en distintas esferas. A partir de los años cincuenta se escora de forma definitiva hacia el campo de la arqueología, descubridor de las pinturas de la Cueva de Maltravieso, en Cáceres (1956), y de la investigación histórica destacando como especialista en epigrafía romana y numismática.. Fue Conservador del Museo Provincial de Cáceres y director de la revista Alcántara.
Callejo como fotógrafo es sabedor de la importancia de lo que fija y también de la posibilidad que proporciona la imagen de volver a verla con los mismos ojos, no tanto para reproducir la realidad como para mantenerla viva en cualquier tiempo y para mucho tiempo.
Nicolás Muller. (1913-1988) Fotógrafo húngaro, y asturiano de adopción, vivió en Portugal, Marruecos y finalmente en España. Se trata de uno de los precursores en España de la fotografía social, de costumbres. Colaboró en la Revista de Occidente y de él decía Ortega y Gasset que era “el hombre que domesticó la luz”. N. Muller es el autor de las fotografías de Trujillo de la colección postal editada por H. Benjamín.
La pequeña muestra que de este autor me ha llegado desprende un concienzudo realismo que se observa cuando, por los años 50 o principios de los 60, detiene su objetivo curioso en la plaza mayor de Trujillo no solo para abarcar el monumento, sino de ilustrar éste con la escena diaria de la ropa tendida de árbol a árbol en la misma plaza.
Josip Ciganovic (Servia, 1922). Abandona sus estudios de Medicina para dedicarse a la fotografía profesional. Viajero incansable por Europa, fotografía paisajes y tipos humanos, escenas de costumbres… Su fotografía fue demandada y reconocida por los editores de libros de arte y turismo que en los años sesenta se publican en España con versiones en varios idiomas cuya misión financiaba el Ministerio de Información y Trismo y servían como reclamo al turismo fotógrafo de primera línea.
Sus fotografías ilustran algunos libros de la colección, «Imagen de España», como el titulado Extremadura[16][16] (1968). Las fotografías que de toda Extremadura ha realizado lo remiten como un artista de alta calidad. Muchas de ellas han circulado como tarjeta postal. Es el primero y único de todos los citados que realiza las fotografías en color.
No quisiera finalizar mi exposición sin mencionar la saga de los Diéguez, fotógrafos trujillanos cuya obra es merecedora de una atención más próxima y atenta. De su obra publicada, relativa a la arquitectura monumental de Trujillo dan testimonio los folletos de la Junta Provincial del Turismo de Cáceres y las postales que circularon en los años 30 del pasado siglo.
Todos nos dejaron un patrimonio visual y estético, testimonio de un tiempo y un paisaje que persiste y sin embargo diferente pues algo que estaba se ha modificado. Recupera y estimar este patrimonio es una tarea de todos y así lo ha entendido el MEIAC con la celebración de dos importantísimas exposiciones[17][17], las tituladas “La fotografía en Extremadura”(2000) y “En tierras de Extremadura. Las fotos de Ruth Matilda Anderson para la Hispanic Society” (2004). La labor de la Junta de Extremadura a través de su Consejería de Cultura es fundamental tanto en la creación de centros especializados como en la recuperación, catalogación y protección de los fondos.
A Trujillo y al Centro de Iniciativas Turísticas de Trujillo me voy a permitir hacer una sugerencia: La indagación y gestión cerca de The Hispanic Society of America podría permitir la reproducción de las fotografías, espléndidas como todas las suyas, que Matilda Anderson hizo en Trujillo para conocimiento y disfrute de todos.
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[1][1] Afortunadamente la recuperación de la memoria gráfica, y en eso estamos ahora al tocar la parcela de la fotografía en Trujillo, es hoy un hecho. La primera historia de la fotografía española (1997) obra de Publio López Mondéjar abrió un sendero a nuevas aportaciones y sobre todo al rescate y conservación de colecciones familiares. Un traslado a la parcela provincial impone una breve mención a algunas importantes colecciones particulares existentes en ella y a la que dan nombre sus propietarios: Juan Ramón Marchena (hoy propiedad del Ayuntamiento de Cáceres), Tomás Martín Gil, familia de D. Publio Hurtado, familia Pérez Zubizarreta, Matilde Muro, Eduardo Gómez Alonso,… y tantas otras. Así como las del Museo Provincial de Cáceres, provenientes en su mayoría de las que guardó la Comisión Provincial de Monumentos.
[2][2] La tarjeta postal cumplió con amplitud su misión comunicativa, breve y económica, pero su importancia con la incorporación de la fotografía trascendió más allá de este objetivo. Se convirtió en vehículo de las excelencias artísticas del lugar en que se remite. Y, por tanto, en recuerdo amable y perdurable y en objeto de un coleccionismo muy extendido. A ello colaboraron empresas fuertes (Ediciones Arribas, Pergamino, Garrabellas…) y algunas trujillanas, como la de Benito Peña y Agustín Durán.
[3][3] Salió por primera vez el día 2 de enero de 1908 como “Semanario Independiente”, fundado entre otros, por Romualdo Hernández Serrano, Pedro Sánchez Mora, Joaquín Ramos, Ramiro Jiménez Barbado. A lo largo de su dilatada vida tuvo diversos directores, entre ellos un buen fotógrafo, Julio Martínez Gala, profesor de dibujo y de música. Dedicó un número extraordinario en mayo de 1908 a la conmemoración del I Centenario de la Guerra de la Independencia.
[4][4] La idea surgió en 1913 y La Opinión se hace eco de ella en su nº del 15 de mayo de dicho año. En 1916 Martínez Gala defiende el proyecto de D. Rafael Galán y publica y lo presenta a la Comisión Ejecutiva: un pedestal y una estatua sirviendo al monumento de basamento el pilón de la fuente la plaza. La Opinión abre su primera página del 6-6-1929 con la inauguración del monumento a Pizarro.
[5][5] La solicitud que lleva la fecha de 19 de febrero de 1870, la firma el presidente de dicha Comisión, Santos de Robledo.
[6][6] En Archivo de la Diputación Provincial de Cáceres, sig- 3851-1º :“Cantidades consignadas en el presupuesto provincial para sufragar gastos para una colección de 50 fotografías de la Torre Juliana de Trujillo. 1870. La Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos reclama las cantidades que se hayan consignado en el presupuesto provincial con destino a sufragar aquellos gastos.”
[7][7] No en balde, la imagen fotográfica más antigua que se conserva de Cáceres es la que él tomó en 1868 de la inauguración de las obras del ayuntamiento cacereño, un testimonio único..
[8][8] El Eco de Extremadura, Cáceres, 6-X-1862.
[9][9] Más información sobre esta personalidad en: [CORDERO GÓMEZ, Juan Luis] “Gente Extremeña. Emilio Herreros Estevan”. En Brisas Nuevas, nº65, 10-VI-1910. .- GUTIÉRREZ MACÍAS, Valeriano: “Don Emilio Herreros Estevan”. En rev Alcántara, nº 147 Julio-sep. 1960.
[10][10] Más información en: Prólogo de Miguel Muñoz de San Pedro a Motivos Cacereños. Madrid, 1968. – Monográfico dedicado a Tomás Martín Gil. En rev Alcántara, nº 12, oct.1947.- PULIDO CORDERO, Montaña: “D. Tomás Martín Gil”. En rev. Alcántara, nº 39sep-dic. 1996.
[11][11] Rev. Alcántara (Cáceres), nº 12, 15-X-1947, p. 7.
[12][12] Por la vieja Extremadura. Provincia de Cáceres. Texto de José Blázquez Marcos. Ilustraciones fotográficas de Tomás Martín Gil. Cáceres, 1929..
[13][13] Editada por la Editorial Sánchez Rodrigo. Plasencia, 1949
[14][14] Trujillo, ciudad de Pizarro. Colección “Guías de España” Madrid, 1942.
[15][15] Editado por Mundo Hispánico. Madrid.1949.
[16][16] Con un ensayo preliminar de Pedro de Lorenzo y textos de Joaquín Fernández fue publicado por la Editorial Clave, S.A., Madrid, 1968.
[17][17] Celebradas en el MEIAC (Badajoz) en el año 2000 y 2004 respectivamente y de las que se editaron magníficos catálogos