Oct 011989
 

José Antonio Ramos Rubio.

El Renacimiento es sin duda una de las épocas más estudiadas a lo largo de la historiografía moderna. En Italia, a mediados del siglo XIV, surge un intento generalizado de “renacer” los ideales que imperaron en toso los órdenes en la Antigüedad Clásica, adaptando aquellas formas antiguas (griegas y romanas) al nuevo espíritu moderno.

No hemos de olvidar que este intento de recuperar los valores estéticos y espirituales de la Antigüedad Clásica ya se había percibido en la Edad Media[1].

La verdad es que en Italia a lo largo de la Edad Media no se había perdido del todo el espíritu clasicista[2]. Es normal que naciese aquí  el Renacimiento pues no había otro lugar que tuviera más cerca aquellas fuentes que ahora iban a servir de inspiración.

El Renacimiento fue la base de la evolución, desde el punto de vista del pensamiento, que se manifestó a través de los siglos progresivamente. A la perduración de este estilo contribuyeron una serie de causas originarias a fines del siglo XV; que dieron lugar a la decadencia notoria de la sociedad feudal: las nuevas tácticas de guerra con el empleo de las armas de fuego, las diferencias religiosas, la transformación de la economía con la aparición del capitalismo y la entrada de la burguesía como una nueva clase social, la invención de la imprenta que facilitará la difusión renacentista y la vuelta a los ideales clásicos.

Paralelamente, nacía el hombre del Renacimiento: los profundos cambios que se habían producido en el derecho, la política y la guerra crearon una actitud y una moral específicas de la época del Renacimiento. Este nuevo hombre, centro de todas las cosas, busca un nuevo lenguaje para expresarse, caracterizado por la horizontalidad  y la serenidad.

Desaparece el anonimato artístico como era frecuente en la Edad Media, y se comienza a valorar al autor de las creaciones artísticas. La Historia del Arte deja de basarse en las obras y empieza a hacerlo en los artistas; ejemplo de esto es la obra: “Vida de Pintores, Escultores y Arquitectos ilustres”, de Giorgio Vasari.

También hay que mencionar a los Mecenas, como protectores de los artistas, en Italia: los Uffici, Medicis, Pitti, etc…; en España: los Mendoza.

No hay que olvidar a los teóricos del Arte: Alberti, Vignola o Diego de Sagrado que recogen en su obra escrita las experiencias artísticas, para establecer unas normas prácticas. El humanismo, como corriente de pensamiento, se exteriorizó tanto en las artes como en las ideas, extendiéndose al resto de Europa para pasar más tarde a América. Cada país tendrá una tradición local que condicionará su desarrollo y lo llenará de matices.

En España no llegaremos a observar esa nueva estética hasta el siglo XVI, pues incluso en este siglo se sigue construyendo gótico en las catedrales de Segovia y Salamanca.

El inicio del Renacimiento en España coincide con el momento de la unidad política española. El descubrimiento de América y la toma de Granada son contemporáneos del inicio del Colegio de Santa Cruz de Valladolid, donde se emplean por primera vez motivos decorativos a la italiana[3].

El inicio del Renacimiento en España se deberá a la presencia de artistas italianos como es el caso de Michele Carlone en el castillo de Calahorra, en Granada (1509-1512). Incluso los mármoles se trajeron a Génova.

El humanismo vino a España desde Italia, de donde lo trajo el primer gran humanista español, Antonio de Nebrija[4], que estuvo diez años viviendo en Italia y volvió a su patria, como él mismo dijo: “Para desarraigar la barbarie de los hombres de nuestra nación”[5].

Nebrija tuvo desde 1496 a 1504 una estrecha relación con Extremadura como protegido de D. Juan de Zúñiga, Maestre de Alcántara, pasando varias temporadas en Zalamea y en Villanueva de la Serena, lugares de residencia del Maestre.

El Palacio de Zalamea, de carácter señorial-residencial, sito en el flanco occidental del castillo (de tiempos de la reconquista), data de fines del siglo XV, cuando la relación entre Nebrija y el Maestre era más estrecha. El Palacio recibió amplias construcciones en los años finales del siglo XVI[6], de esta época data el patio, donde se observan elementos propios de los palacios urbanos italianos: galerías, corredores, estancias y patio central peristilo.

Nebrija prestó gran atención a las obras clásicas de la Antigüedad (circo romano de Mérida y la Vía de la Plata), estableciendo dimensiones exactas en su repetitio “Sobre las Medidas” (“De mensuris”)[7].

La influencia de Nebrija en la Alta Extremadura enlaza por contacto con el maestro Francisco Sánchez “El Brocense”, residía en Brozas donde vivía Marcelo, hijo de Nebrija. Este influiría decisivamente en la vocación humanística de “El Brocense”[8]. A esto hay que sumar la Academia existente en el Convento de la Encarnación de Trujillo, fundado por el trujillano Juan de Carvajal, ilustre cardenal y escritor latino; donde se estudiaba teología, gramática y retórica.

Por tanto, Nebrija en la Baja Extremadura con su estudio en Zalamea, y el foco trujillano en la Alta Extremadura, prepararon el camino a los grandes humanistas extremeños del Siglo de Oro.

No hay duda que para el artista del Renacimiento, Roma era una ciudad atractiva, había sido la capital del mundo romano, la ciudad que hereda los valores de la Antigüedad y logra fundir la cultura clásica con la sabiduría cristiana[9].

Muchos fueron los artistas españoles que no contentos con conocer las ciudades de Italia a través de las descripciones (como la “DescriptioUrbis Romae” de Nicolo Signorili) marcharon a Roma, la atractiva ciudad cosmopolita del siglo XVI. Tal es el caso del pintor extremeño Pedro Rubiales, que se formó en la ciudad italiana de Nápoles. Al refugiarse allí Polidoro di Caravaggio con motivo del saqueo de Roma en 1527, Rubiales ingresa en su estudio y asimila su estilo. Trabajó a las órdenes de Caravaggio en el Palacio Orsini, en Borgo di Chiaia[10].

Aunque también hubo un deseo por parte de los italianos de conocer España y concretamente Extremadura, realizando viajes y anotando todo lo que a su paso consideraban interesante[11].

Y es que en la Extremadura del siglo XVI existían muchos restos de construcciones antiguas, que eran tan interesantes para los europeos como para nosotros las obras artísticas italianas[12]. En la actualidad la cantidad de restos antiguos en nuestra región ha aumentado notoriamente favorecidas por las numerosas excavaciones arqueológicas realizadas a lo largo de nuestro siglo.

Es notable el grado de aceptación que alcanza la nueva corriente cultural. Algunos artistas del Renacimiento, antes de comenzar a trabajar en España marchaban a Italia para conocer el modo de hacer italiano ante las nuevas corrientes estéticas. Tal es el caso de Domenicos Theotocópulos, El Greco, que habiendo nacido en Gandía, en 1541 (capital de Creta), marchó a Venecia y a Roma, donde aprendió el estilo y colorido de la escuela veneciana y, en Roma, los efectos de la luz tenebrista y la estructura del retrato. En Extremadura tenemos un magnífico lienzo en este gran pintor, Jesús Salvador, procedente del Convento de Serradilla, y se conserva en la actualidad en el Museo Provincial, Cáceres, desde 1973. También a Extremadura perteneció un retablo concertado entre El Greco y la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario, en Talavera la Vieja, en 1591. Dicho retablo se perdió durante la Guerra Civil Española, se salvaron los tres lienzos que se conservaban en la casa rectoral, porque habían sido restaurados en 1927; en la actualidad se encuentran en el Museo de Santa Cruz, Toledo: “La Coronación de la Virgen”, “San Pedro” y “San Andrés”, fueron llevados a dicho museo por la antigua vinculación jurisdiccional del norte extremeño con la mitra toledana, cuando el pueblo fue afectado por el embalse de Valdecañas, en 1963[13].

La documentación existente sobre la estancia de El Greco en Italia es muy importante. Giulio Clovio enana carta enviada al cardenal Alessandro Farnese en Viterbo es muy explícita, 16 de noviembre de 1569: “Ha llegado a Roma un joven candiota, discípulo de Tiziano, que, en mi opinión, es singular en la pintura; y entre otras cosas, ha hecho un retrato de sí mismo que asombra a todos los pintores de Roma…”[14].

De Cesare Mancini, médico de Urbano VIII, se recoge en su Diario: “Bajo el pontificado de Pío V, llegó a Roma… quien era llamado comúnmente Il Greco. Después de haber estudiado en Venecia, sobre todo las obras de Tiziano, llegó a Roma en una época en la que no abundaban aquí muchos pintores”[15].

Por tanto, es patente la estancia de El Greco en Venecia y en Roma. No existe documentación sobre la posible estancia de Luis de Morales, el mejor pintor renacentista extremeño, de sensibilidad ascética y piadosa, bien conocedor de las composiciones de Miguel Ángel o de Leonardo. Probablemente, esta huella de los artistas italianos le llegó a Morales por vía indirecta. Posiblemente, se formó en contacto con el círculo toledano de Coomontes y Correa y con Alonso de Berruguete como pintor[16]. Los esqueñas iconográficos empleados por Morales procederían de los grabados existentes en el s. XVI que fueron muy utilizados por los pintores españoles[17].

Está claro que las ciudades italianas, sobre todo Roma, que conservaba in situ las grandezas arquitectónicas clásicas, eran el foco atractivo del momento. Francisco de Holanda, afirmó en 1548 que “ni pintores, ni escultores, ni arquitectos pueden producir obras significativas si antes no habían estado en Roma”[18].

Es también significativa la carta de Tetrarca al Cardenal Colonna, en 1337: “Verdaderamente Roma fue más grande de lo que yo había pensado, más grande son también sus ruinas. Ya no estoy admirado de que esta ciudad conquistara al mundo, lo que me extraña es que esto sucediera tan tarde”[19]. Y la fecha de 1337 es muy temprana al surgir renacentista, entre los humanistas se observa ya un interés por la antigüedad clásica”.

Las nuevas tendencias que llegaban de Italia se introdujeron en Extremadura de un modo lento, el estilo gótico de la época de los Reyes Católicos iba agotándose lentamente. La presencia de los flamencos en Extremadura, la corriente comercial que procede de Europa, explica ese lento despertar de nuestra región a las nuevas corrientes renacentistas.

Aunque las catedrales de Plasencia y Coria influyeran mucho en la modificación del estilo, ya que en los inicios del siglo XVI se advierte una gran actividad constructiva, que cobrará posteriormente nuevos impulsos tras los decretos del Concilio de Trento ordenando la ampliación de los espacios litúrgicos para una mayor y más adecuada evangelización del pueblo, a pesar de ello, de la temprana incorporación de las catedrales extremeñas a la nueva estética, el proceso de imitación de la Antigüedad se iniciará antes en escultura que en arquitectura. Los restos de estatuaria, pinturas y relieves abundantes en Italia, se utilizarán como modelos de inspiración.

Hay muchos casos en los que se copian, casi literalmente, las obras artísticas, tal es el caso del lienzo “La Apoteosis de Carlos V”, de Antonio Segura (1580), para el Monasterio de Yuste, copia fiel del Tiziano existente en el Museo del Prado[20].

La más temprana entrada en nuestra región de las novedades ornamentales italianas lo tenemos en el retablo que Nicolás Pisano firma en 1518 para la capilla mayor del convento santiaguista de Tudía, en Calera de León, y la lauda sepulcral de don Lorenzo Suárez de Figueroa, los autores locales, no pretenden salir del estilo gótico permaneciendo impasibles ante la entrada de las nuevas corrientes italianas.

La nobleza no estaba ajena a este despertar artístico, desde don Lorenzo Suárez de Figueroa, embajador de los Reyes Católicos en Italia, que desde allí envía bronces y alabastros para su capilla funeraria en la Seo Pacense[21], a los duques de Feria, que ornamentan su alcazar segedano con un patio al modo italiano, son muchas las obras artística que Extremadura va recibiendo de Italia. Baste citar, la lauda sepulcral de Suárez de Figueroa, conservado en el Museo Catedralicio de Badajoz, para cubrir su sepulcro y el de su esposa Dña. Beatriz de Aguilar[22].

Otras piezas artísticas españolas de procedencia italiana: la Virgen con el Niño atribuida a Desiderio da Settignano; la escultura de San Jerónimo, de Pietro Torrigiano, realizada en Sevilla, en 1522 y trasladada al Monasterio de Guadalupe, en 1526; el Crucificado en la sacristía de la catedral placentina y el busto de Carlos V, en el Palacio de Mirabel, ambas obras de Pompeo Leoni.

Por otro lado, la arquitectura civil tendrá una interesante floración registrándose la presencia de maestros locales importantes en el arte español bien que se han educado en Italia o que han recibido la influencia italiana en el arte de construir por vías secundarias. Ya explicamos le caso del pintor extremeño fluctúa entre las corrientes que le vienen de Castilla, bien indirectamente, como en el caso del retablo de Berruguete, en la iglesia de Santiago de Cáceres, o, a través de artistas andaluces a la que pertenecen Guillent Ferrant y Roque Balduque, autores de varias obras en la provincia de Cáceres, a mediados del s. XVI[23].

Tenemos en nuestra región excelentes obras arquitectónicas, de tipo civil, realizadas por artistas italianos o por artistas locales pero encargadas por personas influyentes en la política, que han viajado a Italia y pretenden imitar los palacios que han visto en dichas ciudades italianas en sus pueblos o ciudades extremeñas.

El Palacio de Carvajal-Girón, hermoso edificio del siglo XVI, con fachada de sillería almohadillada que nos recuerda a los grandes palacios de Florencia, en Plasencia. El Duque de Alba don Fernando Álvarez de Toledo construyó hacia 1555 una serie de jardines escalonados decorados con esculturas, fuentes y todo lo que precisara una auténtica obra manierista italiana, en su palacio de Abadía (N. Cáceres), a este jardín le han considerado todos los autores que han escrito sobre él como una de las mejores obras ajardinadas del Renacimiento Europeo[24].

Antonio Ponz, nos ofrece el posible nombre del autor: Francisci Camilani Florentini, 1555; que aparece en uno de los pedestales que soportaban figuras[25].

Como podemos observar, el arte en estos momentos es privativo de las clases sociales muy concretas: burgueses, nobles y altos cargos de la Iglesia. Todo muy en relación con las ideas humanistas del momento. El hombre al morir desaparece pero no su recuerdo que queda vivo a través de las obras de carácter religioso, en mayor parte, que encarga: la lauda sepulcral de Suárez de Figueroa o las estatuas orantes y yacentes existentes en nuestras catedrales y conventos: el Obispo Ponce de León, obra de Francisco Giralte[26], de valores plásticos derivados de Berruguete con el cual se formó, en la catedral de Plasencia; la estatua del Obispo García de Galarza, en Coria, atribuido a Lucas Mitata. Su italianismo está en los detalles de los dos almohadones en que se arrodilla y en los amorcillos de la tarina en que apoyan, de 1596. Citar también, los sepulcros del tipo cama extentos, de cierta influencia italiana, vinculados al tipo del cardenal Tavera, como es el caso del sepulcro del comendador Bravo de Jerez y su esposa en la iglesia de San Bartolomé, de Jerez de los Caballeros (1535).

Desde el punto de vista civil, también se busca perpetuar el recuerdo del caballero cuyas hazañas guerreras le han dado fama: como la estatua de Hernando Pizarro, actualmente en el cementerio de la Vera Cruz, en Trujillo, procedente del Convento de San Francisco, obra de Sánchez de Villaviciosa.

Decía Angulo: “No existe idea que no se pueda expresar en un bloque de mármol”.

El monarca español del momento, Carlos I, removió los ambientes de la corte en todos los sentidos. A su lado, nuestros cuatro “águilas”: Ordoñez, Siloé, Machuca y Berruguete[27]. Aunque posiblemente ajeno a los que ocurría a su alrededor, Carlos I, contribuyó decisivamente a la importación de obras y de artistas italianos a Extremadura.

Fueron muchas las personas que viajaron en 1529 para asistir a la coronación en Bolonia del Emperador Carlos el 24 de febrero de 1530 y que pudieron contemplar las magníficas obras del Renacimiento Italiano. Podemos citar a Garci-Fernández Manrique de Lara que estuvo en Italia por tal motivo, las obras italianas le sirvieron de modelo para su palacio en Pasarón de la Vera[28], e incluso pudieron venir artífices italianos para construirlo.

Este palacio posee características y elementos arquitectónicos semejantes a los existentes en el  Palacio de San Carlos de Trujillo, en dicho palacio pasó temporadas Carlos I, aquí se hospedó el emperador cuando pasó hacia Sevilla, el 1 de marzo de 1526, para casarse con Isabel de Porturgal. La logia del palacio de Pasarón y la existente en el palacio de Trujillo, son exactamente iguales. En la escalera autoportante del palacio trujillano puede leerse la inscripción: VIERA ME FECIT, 1651, pudiera ser autor italiano, la documentación hasta el momento es nula al respecto[29].

Está bastante claro que durante el Renacimiento, Roma es la ciudad más atrayente. A pesar de todo, no se conservan obras clásicas como las que podemos observar en la actualidad. Roma en el siglo XVI era una ciudad en ruinas, existen muchos testimonios de lamentación por tal desolación[30].

En las obras extremeñas encontramos muchas representaciones de ciudades italianas, en los fondos de los temas pictóricos, aunque aparecen los edificios idealizados. Esto puede deberse al desconocimiento directo de la ciudad, los relatos del momento hacen que el pintor conciba una imagen que no se adecua con la realidad y los edificios aparecen distorsionados[31]. Esto no sucede siempre ya que existían dibujos y grabados que procedían de Italia y eran reflejo fiel de las obras existentes en Italia. Tanto la pintura española del Renacimiento como la escultura se singulariza por la escasez de temas profanos y su casi exclusiva dedicación al tema religioso. En ambientes de la alta nobleza encontraremos pintura mitológica, casi siempre obra de italianos.

Un importante conjunto pictórico en Extremadura lo tenemos en la Sala Romana del Palacio Moctezuma, en Cáceres[32]. El profesor Andrés Ordax, considera que es muy probable que los temas estén tomados de algunos de los libros de historia de Roma que se publicaban en el Renacimiento, quizás, apunta el profesor, estos frescos recuerden mucho la obra de Cayo Suctonio: “De Caesarum XII Vitis”, que durante el Renacimiento fueron muchas las ediciones latinas de esta obra, sucediéndose hasta nuestros días.

Otro ejemplo extremeño es el pintor manierista Pedro Mata, que supo conjugar las influencias de la pintura italiana a través de las enseñanzas de pintores españoles, claro reflejo de ello es su magnífica “Asunción de la Virgen”, pintada hacia 1586 para las casas consistoriales de Trujillo. Según Tena Fdez. [33]: “Es retrato sacado de Ntra. Sra. la Mayor de Roma”.

Son muy escasos los ejemplos de pintura profana en Extremadura, posiblemente los frescos del Palacio de Moctezuma, de Cáceres; y las pinturas de las Casas Consistoriales de Trujillo, escasos ejemplos, sean del mismo autor.

En el siglo XVI España conoce un florecimiento extraordinario de las artes industriales, favorecidas por el contacto político con Italia y por la riqueza que durante este siglo se vuelca sobre España el oro americano[34].

A principios del siglo XVI, un pisano, Francisco Nicuoloso, introduce en España la cerámica vidriada pintada al modo italiano, desarrollándose ampliamente y coexistiendo con la de tradición mudéjar. El estilo pronto se difunde y en Talavera de la Reina (Toledo) alcanza un enorme desarrollo, aplicándose a zócalos, frontales, etc…[35]. También hay que anotar que la vidriera española está casi enteramente en manos de flamencos y además, se importan de allí obras enteras.

Muchos son los ejemplos que tenemos en Extremadura de grandes composiciones en zócalos, con colores muy vivos: el frontal de azulejos de la iglesia de Santo Domingo de Plasencia, en la sacristía, con la representación del Calvario. En Plasencia, el altar de la ermita de San Lázaro, dedicados a los patronos de los zapateros, la vida de San Crispín y San Crispiniano; en el centro, la Virgen amamantando al Niño. La Vera es rica en frontales de azulejos talaveranos del s. XVI, son muchas las iglesias que en sus altares lucen los colores vivos y las hermosas composiciones en azulejos.

Por tanto, el Renacimiento como una vuelta generalizada a retomar los ideales que imperaron en la Antigüedad Clásica, surge en Italia, verdadera impulsora de esta nueva situación, a mediados del s. SIV, aunque ya habían existido intentos de volver los ojos a la inspiración de las fuentes clásicas en el Medievo.

De Italia pasa a España de la mano de sus artistas que son reclamados por personas influyentes relacionadas con la política que por alguna circunstancia han viajado a Italia y tienen el capricho de tener en su poder aquellas obras artísticas los que se desplazan a España o a Extremadura; o nuestros artistas, que copian a los italianos, reproduciendo obras por medio de grabados o con la ayuda del encargante que sí puede haber visto directamente las obras italianas.

Fue un momento en la Historia en le que tendríamos que haber estado allí para comprobar la enorme agitación que supuso el nuevo estilo procedente de Italia y la enorme importancia que había de viajar a Italia, la ciudad metrópolis del momento.



[1] El historiador Edwin Panofsky (1892-1963) recogió en su libro: “Renacimiento y renacimientos en el arte occidental”, sus conferencias impartidas en el Castillo de Gripsholm, en 1952. Según él, hubo otros renacimientos durante la Edad Media, la “Renovatio Imperii Romani”, de Carlomagno; el Otoniano, en Alemania, a mediados del siglo X y el Anglosajón, en Inglaterra; y otros dos renacimientos a fines del siglo XI, que volvieron sus ojos a la inspiración de las fuentes clásicas.

[2] DRENDEN: “Humanismo y Renacimiento”. Ed. Guadarrama. Madrid, 1968. Pág. 52.

[3] PÉREZ SÁNCHEZ, A. E.: “El Renacimiento”. En Historia del Arte. Madrid. 1979. Pág. 415.

[4] HOLGADO REDONDO, A.: “El humanismo en la Baja Extremadura”, VI (III-I). Tomo II de la Historia de la Baja Extremadura. Badajoz, 1986, pág 295.

[5] Prólogo a su “Vocabulario español latino”. Ed. facsímil de la Real Academia Española. Madrid, 1951.

[6] NAVAREÑO MATEOS, A.: “Arquitectura militar de la Orden de Alcántara en Extremadura”. Tesis Doctoral. Salamanca, 1987, pág. 337.

[7] Ed. facsímil en Salamanca, 1981.

[8] HOLGADO REDONDO, A.: Op. cit. Pág. 300. El Marqués de Morante ha publicado la Biografía de “El Brocense”, 1985.

[9] DE ÁVILA, A.: “La imagen de Roma en la Pintura Hispánica del Renacimiento”. Bol. Del Museo e Instituto “Camón Aznar”. XXXIV, 1988. Pág. 19.

[10] ANGULO ÍÑIGUEZ, D.: “Pintura del Renacimiento”. ARS HISPANIE, XII. Madrid. 1954. Pág. 228.

[11] Andrés Navagero, embajador de Venecia, partió el 6 de abril de 1525 a España desde el puerto de Génova. Pasó por Guadalupe, Acedera y Campanario en dirección a Sevilla, que le parece la ciudad que más se parece a las de Italia. GARCÍA MERCADAL, J. V.: “Viajes de Extremadura por España”. Madrid, 1952.

[12] DE MEDINA, P.: “Libro de grandezas y cosas memorables de España”. Sevilla, 1548. GASPAR BARREIROS: “Coreografía de algunos lugares”. Coimbra, 1559.

[13] RAMOS RUBIO, J. A.: “Retablo de El Greco en la iglesia parroquial de Talavera la Vieja”.XVI Coloquios Históricos de Extremadura, 1987.

[14] Publicada por Amadeo Ronchini en “Tai e Memorie della RR. Deputazioni di storia patria per le provincia modanesi e pormensi”. Vol. III, 1865.

[15] Del diario del Médico de Urbano VIII, Césare Mancini, entre 1614-1619. Ms. Marciani, itl. 5571, s. 65, Venecia. Publicado por A. Neumeyer en “El entierro del Conde de Orgaz”. Madrid, 1981, pág. 186.

[16] CEAN BERMÚDEZ, J. A.: “Diccionario de los más ilustres profesores de Bellas Artes en España”. Madrid, 1800. Tomo III. Págs. 185-186.

[17] DU GUE TRAPIER, E.: “Luis de Morales y las influencias leonardescas”. R.E.E., 1-4, 1953. Págs. 653-684. Luis de Morales ha gozado de varios trabajos por Carmelo Solís.

[18] WITTKONER: “Nacidos bajo el signo de Saturno”. Madrid, 1981, pág. 71.

[19] IBIDEM. Pág. 71.

[20] FERNÁNDEZ OXEA, J. R.: cita la escritura de concierto firmada el 16 de junio de 1580. Arch. Esp. de Arte, 1947. Pág. 541.

[21] SOLIS RODRÍGUEZ, C.: “Escultura y Pintura del siglo XVI” (VI-III-6), en: Historia de la Baja Extremadura. Badajoz, 1986. Tomo II. Pág. 575.

[22] Su autor pudo ser Alejandro Leoparti que entre 1501-1505 hacía los mástiles de bronce de la plaza de San Marcos. Venecia. Ver ÁLVAREZ VILLAR: “Arte”, en Extremadura. Fund. Juan March. Barcelona, 1979. Pág. 246.

[23] AZCÁRATE, J. Mª: “Escultura del s. XVI”, en: Ars Hispanie, XIII, Madrid, 1958. Pág. 259.

[24] La profesora Mª del Mar Lozano Bartolozzi ha realizado un estudio muy completo sobre los jardines de Abadía. Rev. Periferia. Nº 2. Diciembre, 1984. Págs. 79 ss. Los autores que han descrito o glosado el jardín de Abadía: Lope de Vega, Lampérez y Romea, Antonio Ponz, Martín Gil, Bonet Correa, etc…

[25] PONZ, A.: “Viaje por Extremadura”. Salamanca, 1983.

[26] AZCÁRATE, J.Mª.: Op. cit. Pág. 191.

[27] CHUECA GOITIA, F.: “Arquitectura del s. XVI”. Ars Hispaniae. Madrid, 1953. Pág. 20.

[28] GARCÍA MOGOLLÓN, F. J.: “Viaje artístico por los pueblos de la Vera”. Madrid, 1988. Pág. 50.

[29] MURO CASTILLO, M. y RAMOS RUBIO, J. A.: “La Orden Jerónima en Trujillo. Estudio del Convento de la Concepción Jerónima y el Palacio de San Carlos”. Cáceres. 1989.

[30] COLONNA, F.: “Sueño de Polifilo”. Ed. Pilar Pedraja. Murcia. 1981; y GARIN: “El renacimiento italiano”. Barcelona, 1986, págs. 38-39.

[31] ÁVILA, A.: Op. cit., pág. 22.

[32] ANDRÉS ORDAX, S.: “El Palacio de Moctezuma en Cáceres”, en: Memorias de la Real Academia de Extremadura, vol. I. Trujillo, 1983, págs. 83-105; ibidem “Los frescos del Palacio de Moctezuma”, en: Revista Norba-Arte, V, 1985, págs. 97-107.

[33] TENA FERNÁNDEZ, J.: “Trujillo, histórico y monumental”. Alicante, 1967. Pág. 365.

[34] PÉREZ SÁNCHEZ: Op. cit. pág. 443.

[35] PÉREZ SÁNCHEZ: Op. cit. pág. 444.

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