Marciano Martín Manuel.
1. PÓRTICO
El proceso de falsificación de la judería de Hervás, como los barrios judíos de Casar de Palomero y Garganta la Olla, y las sinagogas de Alcántara y Valencia de Alcántara[1], esta última reflejada en la fotografía tras su remodelación por la Junta de Extremadura en 2001, cabe definirlo, parafraseando a Eric Hobsbawn y Terence Ranger, como la invención de la tradición judía extremeña. En aras del turismo rural, el Ayuntamiento de Hervás ha interrumpido estrepitosamente en la cadena de la historia, guiado por intereses meramente crematísticos, y ha distorsionado a su libre albedrío los hechos del pasado causando los mismos estragos que un elefante en una cacharrería. Reconstruir el proceso de invención de la historia judía de Hervás es el objetivo primordial de este ensayo escrito expresamente para los Coloquios Históricos de Extremadura que se celebran anualmente en la extremeña ciudad de Trujillo. El texto está inspirado en mis trabajos de investigación que recopilo en el apartado bibliográfico. He desglosado el proceso histórico en dos secciones: la historia judía, según las fuentes de la archivística, y el corpus legendario apócrifo, semillero de la invención.
2. PRIMER TRANCO. LA HISTORIA (DOCUMENTADA) DE LA JUDERÍA
Es tradición que Hervás fue fundada por la Orden Militar del Temple durante la Reconquista cristiana de Alfonso VIII de Castilla a finales del siglo XII. Los caballeros templarios erigieron a escasos metros de la calzada de los romanos una ermita de la que apenas quedan ruinas, bajo la advocación de los mártires San Gervasio y San Protasio. De San Gervasio procede el nombre de Santihervás, que denomina a la ermita, al río y al puente de cantería. A media legua de Santihervás, los cristianos construyeron un recinto fortificado y en su interior la iglesia de Santa María, origen de Hervás, perteneciente a la diócesis de Plasencia. La aldea fue agregada al señorío de Béjar, posiblemente, por la reina doña Violante de Aragón y Hungría a mediados del siglo XIII. Consolidada la repoblación, Hervás desarrolló su estructura urbana a espaldas de la fortaleza y a la vera del río Ambroz, asiento de las barriadas de Arriba y de Abajo, cuya denominación obedece a su orografía. Castellanos y gallegos fueron los primeros colonizadores del lugar.
2. 1. La población judía
En el siglo XIII el judaísmo cacereño se desarrolló en los territorios de realengo y de la orden de Alcántara: Cáceres, Coria, Plasencia, Trujillo, Alcántara y Valencia de Alcántara. Su población era muy reducida. La más numerosa no alcanzaba las 25 familias, según don José Luis Lacave. A finales del siglo XIV las comunidades judías, con motivo de las persecuciones, incendio de sinagogas y destrucción de juderías, se desplazaron desde los centros urbanos de Al–Andalus y Castilla hacia las villas y aldeas extremeñas de la nobleza feudal y las Órdenes Militares. En esta segunda fase, el judaísmo adquirió un acentuado carácter rural. Demediado el ecuador del siglo XV hubo más de cuarenta comunidades judías en la provincia cacereña. Las comarcas del valle del Jerte, la Vera, Campo Arañuelo, Sierra de Gata, Campo de Montánchez, Villuercas, el Salor, etcétera, recibieron focos migratorios judíos. Los niveles demográficos judíos no alcanzaron el 10 por ciento de la población. En este ciclo se estableció en Hervás una población judía.
2. 2. El Rabilero y la sinagoga
El asentamiento de una comunidad judía en una ciudad, villa o lugar de los episcopados extremeños de Plasencia y Coria y la Orden Militar de Alcántara, conllevaba la formación de un barrio en el que los judíos acomodaron la sinagoga, pero no tuvo carácter segregatorio. La judería de Plasencia se hallaba en la Mota, desplazada a la calle Trujillo y Rúa Zapatería tras el apartamiento de Cortes de 1480. Cáceres fijó su judería en el barrio de San Mateo, trasladada al barrio de San Juan en 1478. En Coria se hallaba en la calle del Albaicín, colación de Santa María. En Trujillo formaron la judería apartada de la calle Nueva y la Rinconada en 1480. Y en Béjar (Salamanca) se acomodaron en la calle Parrillas, colación de San Gil.
La comunidad judía de Hervás estaba formada por no más de 45 familias. No tenía el rango de aljama. La aljama se hallaba en Béjar donde los judíos hervasenses satisfacían las derramas fiscales. Predominaron los patronímicos Abenfariz, Calderón, Cohen, Escapa, Hamiz, Mahejar, Orabuena y Salvadiel, entre otros. Se dedicaron al comercio del textil, arrendamiento de impuestos fiscales, préstamo a interés, medicina, etcétera. Los judíos moraron en una calle, conocida en nuestros días con el nombre despectivo de Rabilero, cuya denominación es posterior a la época medieval. La judería no tuvo carácter de gueto, como la Rinconada de Trujillo, la calle Nueva de Cáceres, o Rúa Zapatería de Plasencia durante los años 1478–1492.
Los judíos de Hervás también residieron en calles cristianas, como la Plaza y la Corredera (hoy, Relator González), cuyo comportamiento se manifestó igualmente en las comunidades de Cáceres, Coria, Plasencia, Trujillo y Béjar. Los judíos cacereños y salmantinos compartieron con los cristianos las calles y las plazas durante la política de tolerancia, recluidos en guetos en los momentos de mayor crispación política, de 1412 a 1419 y de 1480 a 1492. En los lugares donde moraban diez familias, como Hervás, era obligatorio disponer de un oratorio, como mandaban las ordenanzas comunales de Castilla de 1432. Hay constancia documental y restos de vestigios patrimoniales de las sinagogas de Alcántara, Arroyomolinos de Montánchez, Coria, Cáceres, Trujillo, Plasencia y Valencia de Alcántara.
La sinagoga de Hervás, según la tradición oral, se ubica en la casa número 19 de la calle del Rabilero, como se aprecia en la fotografía que ilustra el espectáculo «Ambientación y Dinamización del Mercado» organizado por el comité de la esperpéntica fiesta turística de «Los Conversos» 2013.
2.3. El proceso de asimilación de los cristianos nuevos
Proclamado el edicto de expulsión, la mitad de la población judía de Hervás se exilió. Ante los problemas de acogida que tuvieron en Portugal y el Magreb, algunas familias retornaron y se convirtieron al cristianismo en febrero de 1494. ¿Cómo se desarrolló el proceso de asimilación, el desarraigo de la identidad judía, en el contexto de una mayoría cristiana, muchos de los cuales se manifestaron como fervorosos antisemitas? Los cristianos nuevos de primera generación, aquellos que habían nacido judíos y mudaron su fe al cristianismo sin ninguna convicción religiosa, preservaron en la intimidad del hogar los ritos, ceremonias y costumbres judías. En los autos de fe de 1514 y 1515, el tribunal de la herética pravedad de Llerena condenó a morir quemados en la hoguera a los cristianos nuevos que se mantuvieron firmes en la fe de Moisés. Poco tiempo después comenzó la paulatina asimilación de los cristianos nuevos en las cofradías cristianoviejas sin apenas suscitar conflictos sociales. No existían medidas segregatorias que acentuasen la coloración de la sangre de los cristianos nuevos.
La asimilación de los descendientes de judío en el cristianismo se habría producido satisfactoriamente si el duque de Béjar no hubiese reformado el sistema de gobierno municipal. Hacia 1578, el duque don Francisco II dividió la sociedad local en dos partidos políticos: «mercaderes», o cristianos nuevos, y «labradores», o cristianos viejos, menoscabando las disposiciones legales del reino que únicamente permitían los estados hidalgo y pechero llano. La casa de Béjar repartió los cargos políticos entre los dos partidos cuyos oficios se renovaban al finalizar el año. Los políticos cesantes no podían presentarse a la reelección hasta después de transcurridos cuatro años. Tampoco se admitían parientes dentro del cuarto grado. Una medida racional que debería imitar los políticos españoles que se visten con el traje de luces de la democracia, o se lo ponen por montera.
Asimismo, el duque don Francisco II impuso el estatuto racial de pureza de sangre. ¿En qué consistía? El candidato mercader debía someterse previamente a un examen genealógico ante un tribunal de pureza formado por tres personas. Generalmente, el alcalde, el escribano y un familiar del Santo Oficio. Esta revisión genealógica, esta purgación de la sangre, se aplicaba exclusivamente a los componentes del partido mercader. A los labradores se les suponía exento de la mácula judía. El candidato mercader que había heredado un delito de fe quedaba exonerado del ejercicio de las prebendas políticas.
El estatuto segregacionista acarreó trágicas consecuencias en la sociedad. La exclusión política del cristiano nuevo puso una nota de agravio en las familias mercaderes. El estatuto de sangre rejuveneció la sabia judía, tan denostada por los cristianos viejos. Las hostilidades políticas trascendieron al marco de la vida cofrade y laminaron la asimilación de los cristianos nuevos. Se fundaron cofradías de cristianos viejos que no admitían a cristianos nuevos, como las hermandades xenófobas del Sacramento y San Juan Bautista. En la misma consideración, hubo cofradías de cristianos nuevos que no aceptaron a cristianos viejos, como el Rosario y Nuestra Señora de la Asunción.
El estatuto segregacionista político y cofrade acarreó trágicas consecuencias en la vida de la aldea. Hervás se resquebrajó en dos sociedades enemigas irreconciliables y al más liviano roce estallaba la reyerta en la vía pública, en el Ayuntamiento, en los asientos de la iglesia parroquial, en las procesiones o en las cofradías. Impelidos por los conflictos, las dos comunidades políticas se reagruparon en dos barrios adversos en función de su pasado cultural. Así, en el barrio de Abajo –que hoy se factura como judío en la literatura turística–, se alojaron los cristianos viejos que repudiaban todo lo que estuviese algún vínculo con el judaísmo. Y en el barrio de Arriba se arracimaron los mercaderes cristianos nuevos, en las calles de la Cruz, Corredera, Vedelejos y Centiñera.
Glosaré, a título informativo, que en el siglo XVI los cristianos nuevos de Cáceres vivieron en la judería nueva, o de la Cruz, los de Trujillo, en la Rinconada y calle Nueva, y los de Guadalupe en la calle Nueva. En Béjar existió la Puerta de la Judería, luego, Nueva. En Hervás hubo una calle Nueva y otra de la Cruz, desconozco si es la misma vial. En definitiva, en la Alta Extremadura sucedió lo mismo que en muchos otros lugares de la península. Las juderías segregatorias del medievo se transformaron en el Renacimiento en el barrio de los cristianos nuevos.
La calle de la Cruz era la residencia de los cristianos nuevos en el siglo XVII. Se accedía por la calle Corredera a través del «portal de la virgen», así llamado por la imagen de Nuestra Señora que los cristianos nuevos depositaron en una hornacina sita en el portal que formaban dos balcones corredizos, a modo de pasadizo, demolido por el consistorio en 1855. ¿Recuerdan las autoridades municipales, consumidores de la flor del loto, dónde se hallaba esta calle? Corresponde a la Plazuela de Hernán Cortés.
No voy a extenderme en las insidiosas actitudes racistas de los cristianos viejos del barrio de Abajo, obsesionados con el prurito de la limpieza de sangre, como era tendencia en la sociedad conflictiva del Siglo de Oro. Como muestras del botón resalto la actitud del vicario antisemita don Jerónimo González de Lucio, comisario del Santo Oficio de Béjar, que intimidó a los cristianos nuevos de Hervás con escribir a la Inquisición de Llerena para que les renovasen los sambenitos de sus pasados. O la fabricación por los cristianos viejos xenófobos de un Libro Verde, el tizón de sangre, el lucero mercader, para denunciar a la casa de Béjar y al prelado de Plasencia, que ostentaba el cargo de Inquisidor general del Santo Oficio, el linaje judaico de los mercaderes e impedir la derogación del estatuto de sangre que permitía el acceso de los cristianos nuevos a la administración local. Este complejo capítulo de la historia antisemita de Hervás lo he narrado en mi novela de corte picaresco El Libro Verde, editada por Espuela de Plata, Sevilla 2014.
Afortunadamente para los cristianos nuevos, los tiempos estaban cambiando en el linaje de los Zúñiga. La benefactora duquesa doña Teresa Sarmiento de la Cerda, madre tutora del duque niño, asesorada por el prelado de Segovia, derogó en 1661 las divisiones políticas y el estatuto racial que tiznaba la sangre del mercader dando curso legal al acceso de los cristianos nuevos en el Ayuntamiento. El descendiente de judío abandonó su condición de marginado político y social. Fray Liciniano Sáez, archivero de la casa de Béjar, glosó la situación política de Hervás a finales del XVIII con esta lacónica pincelada: «Nombra la casa de los señores duques indistintamente de unos y de otros [bandos] porque, aunque no se ha olvidado la denominación de barrios bajo y alto, se tienen todos los vecinos por buenos e iguales, sin haver (sic) más desigualdad que en los caudales, deseo de mandar y codicia en aprovechar y tener autoridad, como sucede en todas partes».
Mientras tanto, a miles de kilómetros de Hervás se produjo el movimiento del iluminismo judío, o la haskalá. Una corriente ideológica judía surgida en Alemania en la segunda mitad del siglo XVIII que se extendió por Polonia y Rusia. El iluminismo promovió el acercamiento de los judíos askenazíes, que hasta entonces habían vivido encerrados en la ortodoxia rabínica de los guetos del Centro y Este Europa, a los demás pueblos y culturas de los países europeos. El iluminismo facilitó el camino de la asimilación judía en la vida social de sus respectivos países de acogida, cuyos frutos recogerían las artes, la música, la ensayística, la narrativa, la pintura, etcétera. En Extremadura otro era el cantar. Después de varios siglos de obsesivo acoso y persecución, los descendientes de judíos se habían asimilado en la sociedad cristiana, como demandaba el programa integrista de la España católica de los Borbones. Los mercaderes se habían despojado del lastre de sus raíces hebreas a la que consideraban un accidente de nacimiento. Nacían, vivían y morían como cristianos, como los campesinos y labradores.
Al contrario de lo que manifestaron los judíos askenazíes asimilados en la cultura europea, de cuya honra judía hacían gala en sus composiciones artísticas, como los cristianos nuevos hervasenses en el Renacimiento, los mercaderes de la Ilustración, preclaros disidentes del mosaísmo, habían borrado la huella que delataba su vínculo cultural con la religión de Jacob. Los mercaderes asimilaron sin ningún remordimiento de conciencia los sacramentos y mandamientos de Dios y de su Iglesia, confesaban y comulgaban por Pascua, casi todas las familias tenían en sus hogares uno o dos sacerdotes, y morían como cristianos. Culminada la integración en la jerarquía política (Ayuntamiento), en el estado religioso (cabildos eclesiásticos, parroquias, conventos, monasterios y ermitas), en la sociedad civil (cofradías) y en la gastronomía (dietética porcina), los mercaderes cristianizaron su sangre judía por vía marital con familias nobiliarias, como los Loaysa, de Trujillo, y los Quiñones, y los Arce y Soto, de León, y se erigieron en la burguesía acomodada del siglo XVIII. Sin embargo, su irreprochable conducta cristiana, su comunión con la moralidad de la doctrina católica, no era suficiente para la sociedad cristianovieja. A la comunidad mercader le faltaba por escalar el último peldaño de la asimilación que le hiciera acreedor del lábaro del cristianismo. Al mercader le quedaba por asimilar los valores sustanciales de la cultura y del pensamiento de la sociedad extremeña del Barroco y de la Ilustración: la conducta antisemita. Los descendientes de judíos, vecinos del barrio de Arriba, profesaron sin ambages la doctrina antisemítica, si cabe, con mayor profesión de fe que los cristianos viejos antisemitas del barrio de Abajo. En las fundaciones de las capellanías de misas, los mercaderes exigieron que los curas capellanes fuesen personas de crédito, limpias «de la mala raza de judío, moro y de los nuevamente convertidos a la santa fe católica». Este, y no otro, eran los frutos inmanentes de la edad conflictiva del barroco. Esta y no otra era realidad histórica de la trágica asimilación judía.
Los mercaderes asimilados contribuyeron a la consolidación de la fe de Cristo en Hervás y en las naciones allende los mares. El canónigo mercader don Francisco Sánchez Zúñiga alcanzó el grado de chantre en la catedral de Plasencia y fundó la Escuela de Cristo en la iglesia parroquial en 1730, hoy, baptisterio. El mercader don Gerónimo Sánchez ocupó el cargo de cura rector de Santa María y de comisario del Santo Oficio, y mandó dorar a sus expensas el retablo del altar mayor que, ironías de la historia, acabaría calcinado por los republicanos anticlericales, anarquistas y socialistas, muchos de los cuales vivían en el barrio de Abajo. Otros sacerdotes mercaderes, y en menor consideración cristianos viejos, dirigieron sus pasos hacia la evangelización cristiana de las Indias Occidentales y las Islas Filipinas, como misioneros predicadores, con la labor de convertir infieles a la fe de Cristo. La redención del descendiente de judío en el dogma católico se había consumado.
La estigmatización judaica del barrio de Arriba se diluyó parcialmente en la memoria popular cristiana. Y digo parcialmente porque en la memoria oral de los vecinos del barrio de Abajo siguió latiendo tenuemente el antisemitismo. Un antisemitismo acicalado con el terciopelo de las palabras transmitido de generación en generación hasta el siglo XX. En mi adolescencia, en los estertores de la Hervás franquista, cada vez que la pandilla de amigo, vecinos del barrio alto, nos adentrábamos en el barrio de Abajo en busca de hermosas doncellas, nos asaltaban las madres guardianas amedrentándonos como si fuéramos el lobo feroz: «¿No estáis “mu” bajero?». Tras consagrarme a la investigación de la historia judía discurrí lo que encerraba la palabra «bajero». En la conciencia social quedó impresa la animadversión hacia todo lo que proyectase la más leve sombra o sospecha de judaísmo. Era notoria la fobia obsesiva, el odio visceral, las actitudes de intolerancia hacia el judío, hacia el judío imaginario, porque hacía quinientos años que no moraba un solo judío en Hervás y en las calles hablábamos del judío como si compartiese las tradiciones, ritos y costumbres locales.
3. SEGUNDO TRANCO. LA FALSIFICACIÓN DE LA JUDERÍA
Tras la asimilación de los mercaderes en el dogma del cristianismo, Hervás cayó en un estado amnésico, como es ley en la historia de todas las culturas y civilizaciones. Víctima del síndrome de Korsakoff, sobrevino el deterioro de la memoria judía y el lugareño perdió la rosa de los vientos. La clase política y los fabuladores del lugar cubrieron las lagunas de la historia con un rosario de invenciones, con el judío imaginario como protagonista estelar. El retrato cruel y grotesco del judío fabulesco, fruto de la incultura popular de la época y del desconocimiento de la Historia, originó en la sociedad xenófoba un corpus extraordinario de fábulas milesias, semillero de la invención de la historia judía, objetivo del segundo tranco.
3. 1. La visión del judío en la historiografía extremeña de finales del XIX
Los libros de los viajeros, manuales de Historia y cronicones religiosos del siglo XVIII desconocían la historia judía. Antonio Ponz, el hervasense Pedro de Aguilar y el italiano Antonio Conca ignoraron en sus textos la existencia de la judería. Señalaron como focos de interés histórico–artístico el convento de los religiosos trinitarios descalzos, la iglesia de Santa María, la enfermería franciscana –hoy, Ayuntamiento–, y la fábrica de tejidos, hoy desaparecida. Tampoco he hallado referencias históricas, tradiciones orales, leyendas hebraicas ni atisbos de invenciones en ninguna de las descripciones históricas y literarias de los cronistas y viajeros del siglo XIX, como Antonio de Laborde, la Sociedad de Literatos, Nicolás Díaz y Pérez, Pablo Riera y Sans y Juan Mariana y Sanz.
El proceso fabulador de la tradición histórico–cultural judía cobró alas en la región extremeña en el último tercio del siglo XIX. En la época comprendida entre «la Gloriosa» y la Primera República (1868–1874), la perspectiva del judío imaginario navegaba en las procelosas aguas del antisemitismo histórico, con el notario Romualdo Martín Santibáñez como comandante del barco, con su opúsculo Historia de la Santa Cruz del Casar de Palomero (1870). Martín Santibáñez se alineó con la literatura apologética antisemita de fray Francisco de Torrejoncillo, Centinela contra judíos, (1673), que daba pábulo a la leyenda que atribuía el apedreamiento por los judíos de Casar de Palomero a la cruz de madera del puerto del Gamo, propagada en la región por los círculos religiosos y sociales desde los primeros tiempos del renacimiento. El notario mantenía vigente la imagen abyecta del judío deicida con la proyección inveterada del odio a los judíos. Sus disparatadas teorías recibieron las felicitaciones de Vicente Barrantes (Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura, I, Madrid 1875) «por la exactitud y riqueza de sus datos y la verdad de sus descripciones, que anulan todas las fábulas difundidas hasta ahora sobre Las Hurdes». En un nuevo alarde de fantasía, Romualdo Martín Santibáñez (Las Jurdes: un mundo desconocido en la provincia de Extremadura (1876), vinculó el asentamiento de las comunidades judías en la comarca de Las Hurdes con los judíos deportados de Jerusalén por el emperador Vespasiano a Mérida, los cuales se refugiaron en la comarca tras el edicto expulsorio de 1492, cuya idea repescará poco después Vicente Paredes.
En las antípodas de la fábula histórico-literaria irradia la ciencia de don Anselmo Arenas López, una isla de lucidez en el maremágnum judeófobo extremeño. Desempeñó la cátedra de Historia en el Instituto de Badajoz, de 1877 a 1892. En libro de texto Curso de Historia de España (1881), el autor se alineó con las ideas progresistas de su tiempo y el revisionismo histórico. Abordó el tema de la expulsión de los judíos como una imposición de la confesionalidad cristiana de los Reyes Católicos, e imputó al Consejo de la Suprema Inquisición el fenecimiento del desarrollo intelectual y creativo en la península. En la misma línea se situaba el chantre de la catedral de Plasencia, el erudito don José Benavides Checa, con su riguroso volumen Prelados placentinos. Notas para sus biografías y para la Historia documental de la Santa Iglesia Catedral y ciudad de Plasencia(1907).
3. 2. La regencia de María Cristian: el gueto, el centinela y el fetor judaico
Durante la regencia de María Cristina (1885–1902), las obras de divulgación histórica y de creación literaria ofrecieron una imagen distorsionada del judío. El romanticismo apenas refrescó los mordaces salones de la encorsetada imagen del judío extremeño. Las Historias locales, ayunas de un consistente soporte científico, vararon en los tópicos del antisemitismo histórico–religioso de Romualdo Martín Santibáñez y el seudocientifismo de Publio Hurtado. Las aventuradas propuestas de Vicente Paredes (Origen del nombre de Extremadura, el de los antiguos y modernos, de sus comarcas, ciudades, villas, pueblos y ríos: situación de sus antiguas poblaciones y caminos, 1886), donde no faltaron los tradicionales resabios antijudaicos, contribuyeron al desarrollo del judío imaginario jurdano, aún cuando la archivística no ofrecía ningún dato veraz sobre la presencia hebrea en la comarca. Refiere Vicente Paredes que los judíos se refugiaron en Las Hurdes tras el edicto expulsorio y ocultaron el tesoro del rey Salomón que se habían traído de Jerusalén. Su tesis encontraría eco en Publio Hurtado (Supersticiones populares, 1902), cuyo autor se hizo eco del mito del judío errante y de la figura del judío usurero, a la vez que justificaba la instauración de un tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en La Puebla y el monasterio de Guadalupe. Sus postulados inspirarían someramente la narrativa teosófica de Mario Roso de Luna analizada en mi ensayo «La teosofía cabalística de Roso de Luna» (Clarín. Revista de Nueva Literatura, año XV, núm. 93, mayo–junio 2011, pp. 3–7).
Hervás no fue una excepción. Imbuido por el espíritu posromántico costumbrista y el movimiento regionalista de ámbito cultural, los noveladores de la historia hendieron la torva reja del arado en la parva de las ficciones y sembraron la historia judía con la herrumbre de las invenciones, que fructificaron como granos de mostaza. El maestro de la escuela unitaria de niños don Agustín Manzano Calzado recogió las primeras fantasías sobre el pasado judío en 1886. De la literatura proverbial espigó el vejamen antijudío: «En Hervás, judíos los más». Un lábaro antisemita que hoy enarbola la población como estandarte de su filojudaísmo turístico.
Asimismo, el maestro de niños esbozó el cliché atávico de un gueto judío segregado de los cristianos: «Desde el castillo parte otra calle que separa el pueblo en dos mitades, nueva y vieja, y a la parte opuesta una plazoleta llamada Cantón de Centiñera, donde es creíble hubiese un centinela, que en unión del que habría en el castillo, estuviesen destinados a impedir el trato de los judíos con los cristianos». El relato del gueto ficticio emanaba del tópico de los judíos y cristianos divididos en dos barrios enemigos enfrentados por odios seculares, aversiones manifiestas y venganzas religiosas. Cobraría nueva forma con la interpolación del centinela apostado en el cantón de la calle Centiñera que vigila, que «ve de lejos», a los judíos, de ahí que la calle inmediata a Centiñera se llame Vedelejos.
El poder de seducción del judío imaginario actuó en la memoria de los viajeros como un eficaz psicotrópico con distintas percepciones. Vicente Paredes transmitió su peculiar mirada judeófoba en 1907: «Estuve en el barrio del Ravilero (sic) y en la calle de la Sinagoga, cuyos nombres indican que pertenecía este barrio a los judíos, el cual es muy interesante para conocer cómo eran las casas que decía el historiador de los RRCC Bernáldes (sic), que olían a judío como ellos, porque sus alimentos sin grasa les daba un olor repugnante que transmitían a sus viviendas». El olor judaico que Vicente Paredes percibió en las casas del Rabilero emparentaba con el fetor iudaicus que el doctor Punch Costello diagnosticó en la orina de Bloom narrado por Joyce en Ulises.
La invención de la tradición judía prosiguió en la España franquista. Hechizado por la imagen romántica de la judería y el mito del centinela, Camilo José Cela pinceló sus peculiares impresiones en el reportaje periodístico «Del tranco del diablo a la judería de Hervás» (1951): «En la ciudad de abajo, más allá de la Puerta del Centinela, los niños de la Judería saltan, igual que núbiles bestezuelas, recortando sus renegridas y panzudas figurillas sobre el severo y nutricio verde del bosque que, quizá por umbrío, llaman Gallego». Elisa Carolina de Santos Canalejo (La historia medieval de Plasencia y su entorno geo–histórico: la sierra de Béjar y la sierra de Gredos, Cáceres 1986, p. 532) confirió veracidad documental a la rocambolesca fábula del centinela y del gueto judío de Vicente Paredes: «Los judíos de Hervás, aldea de Béjar fueron apartados del trato con los cristianos poniendo un centinela en el castillo y otro en la plaza opuesta a él». La lírica descriptiva del fértil imaginario judío ha dejado en mantillas la estética surrealista de Buñuel, Dalí y Tzara.
3. 3. La Extremadura franquista: el apólogo del machón y la conversión de los judíos
Los noveladores de la tradición judía no dieron tregua a las invenciones y ensombrecieron el mirador de la historia con recreaciones fabulescas. Alonso Sánchez mandó labrar una escultura sepulcral yaciente de granito ataviado con su armadura de caballero y con perros alanos a finales del siglo XIV. Su lápida sepulcral, conocida como el Machón, se instaló en el interior de la iglesia de Santa María, trasladada al pretil del puente de la Fuente Chiquita durante las reformas del siglo XVIII o XIX. En la España de la apertura franquista, los artificios literarios de corte judaico impregnaron con su dúctil verbo la efigie yaciente del caballero cristiano. El rapsoda Emilio González de Hervás, en su romance «Canto al amor verdadero»,ubicó la efigie fúnebre del Machón en el pretil del puente como testimonio de la conversión sincera de la comunidad judía en el fielato del dogma del cristianismo. El referente literario se convirtió en la pluma de Miguel Muñoz de San Pedro (Extremadura (la tierra en la que nacían los dioses, Madrid 1961, p. 124) en un hecho histórico veraz: «De algún templo vino este adorno, que el pueblo liga a una vieja leyenda, relacionada con la conversión al cristianismo de la colonia judía».
En Hervás no hay fronteras perceptibles entre Historia y Literatura. El rigor histórico y la literatura turística, la realidad y la ficción, la ciencia y la fantasmagoría, son una misma (in)disciplina. Que en los trabajos de investigación de Elisa Carolina de Santos Canalejo y de Miguel Muñoz de San Pedro se aprecien las interferencias de los excogitadores del pasado judaico, nos ayuda a entender el poder de seducción y la permeabilidad de las invenciones. Hervás, militante activo del bovarismo, incorporó al acervo popular la narrativa literaria del Machón, y lo asimiló en su repertorio como historia verídica, de la cual se hizo eco Juan García Atienza (Guía judía de España, Madrid 1978, p. 174): «Representa un caballero con armadura y el recuerdo del pueblo le atribuye la legendaria conversión en masa de los judíos de la localidad».
3. 4. De cómo el Estado circuncidó el barrio cristiano de Abajo en judería
Ante la importancia que adquirieron las leyendas judeófobas en la nación, y especialmente su barrio judío, debido a la agresiva campaña de promoción en prensa por el Ilustre Ayuntamiento, el consistorio decidió delimitar el marco de la judería para dar acomodo al judío fabuloso. En el estío de 1966, la clase política tomó conciencia del «tesoro histórico–artístico que representa el barrio bajo o barrio judío de esta villa», como empezaron a intitular al barrio de Abajo, y tramitó la declaración oficial como conjunto histórico–artístico en la Real Academia de la Historia, con la siguiente reseña: «Barrio Judío. De época medieval, visitado constantemente por nacionales y extranjeros. Se halla situado en la parta baja del pueblo, a la orilla del río Ambroz. Es curioso y pintoresco por su gran número de casas de dos pisos, la mayoría saledizos en el primero y aleros prolongados en el tejado. Los muros son de adobes o barro sin cocer y entramado con madera de castaño, que parece incorruptible por los siglos que por ella han pasado sin apenas deterioro. El barrio ha sufrido escasas consideraciones; siguen con sus nombres las calles de la Sinagoga, en la que estaba su templo, y la del Rabilero, donde habitó el Rabino». Pese a las incoherencias históricas, el Estado entronizó el barrio labrador de Abajo como judería, en el BOE número 53 de 3 de marzo de 1969. Un nuevo ciclo se abría en la memoria colectiva oral. El Ayuntamiento y los lugareños modificaron la etiqueta de «Barrio de Abajo» por la de «Judería», consolidada en la memoria oral y guías turísticas.
3. 5. La Transición española y la Red de Juderías «Caminos de Sefarad»
Tras el ingreso de Hervás en la Red de Juderías «Caminos de Sefarad» en 1996, la judería imaginaria alcanzó el rango de VIP de la historia del judaísmo español codeándose con las ciudades de Ávila, Córdoba, Gerona, Palma de Mallorca, Segovia, Sevilla, Toledo y Tudela. En lugar de eliminar las fabulaciones antisemitas que tan flaco favor están haciendo a la historia, y de circunscribir el marco de la judería únicamente a la calle del Rabilero, el Ayuntamiento decidió judaizar siete calles del barrio de Arriba incrustando la estrella de David en los rótulos del callejero. De esta manera, la Plaza de la Corredera y las calles Asensio Neila, Vedelejos, Centiñera, Convento, Pizarro y Relator González (como se aprecia en la fotografía), se han agregado al judaísmo turístico.
¿Qué ofrece Hervás como atractivo a sus honorables visitantes, al margen de su judería mitológica, calificada sin rubor por los políticos locales, a rebufo de las promociones comerciales, como la judería (imaginaria) mejor conservada de España? Aparte del mercadillo bufo de «Los Conversos», más próximo al carnaval de Purim que a historia, la Hervás de los «Caminos de Sefarad» nada tiene que envidiar a personajes ilustres de la talla del naguid Ibn Nagrella, del cabalista don Moisés de León, del astrónomo Abraham Zacuto, del poeta y maestro talmúdico don Isaac al–Baliah, del historiador Abraham Ibn Daud, o del viajero Benjamín de Tudela. En la Hervás de los «Caminos de Sefarad» ha nacido una egregia figura que rebasa en sabiduría, esplendor, ciencia, erudición, estudios talmúdicos, pensamiento, mística, filosofía, cartografía, raciocinio, arte e historia, a todos los autores judíos que figuran con bordado de oro en la Enciclopedia Judaica: la judía Maruxa.
3. 6. La Alianza de Civilizaciones y la judía Maruxa
En el lenguaje coloquial de la Hervás de los años 40 del siglo XX, «la maruja» era la onomatopeya del sonido generado por el viento invernal proveniente de Pinajarro. Otros autores prefieren el étimo gallego Maruxa. El fenómeno atmosférico sirvió como decorado narrativo a varios cuentecillos populares editados en la Revista de Ferias y Fiestas de 1951.
En «La leyenda de la Fuente Chiquita», creación literaria de Miguel Álvarez Encina, «la maruja» es la metáfora de la princesa romana Clodia que desciende rumorosa por el cauce del Ambroz. En el cuentecillo de la reina Violante, de José Sánchez Matas, es el sonido producido por el viento invernal en la campana de la chimenea. La Maruxa cobró un giro espectacular en el apólogo «Amor y sangre en la judería» (Leyendas extremeñas, León 1987), de don José Sendín Blázquez, que se inspiró en «Canto al amor verdadero», de Emilio González de Hervás. En la versión de Sendín Blázquez, Julián es un cristiano viejo que moraba en el barrio de Arriba y el rabino Ismael, «hombre soberbio poseído de su cargo e influencia, intransigente, fanático, que sostenía a pulso el poderío de la grandeza de su raza», vivía en el barrio de Abajo. «Maruja o Maruxa» y Julián se comían los ojos de amor. Una noche «los sicarios del rabino» apuñalaron a los enamorados en la Fuente Chiquita y Maruja fue inhumada a la vera del Ambroz. Desde entonces, «en determinados días, sobre todo de invierno, baja desde el Pinajarro un vientecillo fresco, salpicado de lágrimas, que produce un extraño rumor como de alguien que llora. Los lugareños lo llaman “el quejío”, equivalente a grito o suspiro, y dicen que son los suspiros de Julián y de la Maruja que recuerda a toda la villa el incomprensible martirio de la pareja de enamorados».
La fantasía de la judía Maruxa cobró nuevo diseño con Carlos Aganzo (Por los caminos de Sefarad, Turesepaña 2007). El romance, presentado como un hecho histórico veraz, se intitulaba «la judía errante», y lo reeditó en Rutas por las juderías de España (El País, Aguilar, Madrid 2008, pp. 142–151), con este formato: «La historia de la Maruxa o de la judía errante forma parte también de las tradiciones más arraigadas en la villa. No faltan vecinos que, en sus paseos nocturnos junto a la fuente Chiquita, afirman haber oído en alguna ocasión el quejido lastimero de aquella joven judía que, enamorada de un galán cristiano, le protegió con su cuerpo y encontró la muerte junto a él cuando su padre mandó a un grupo de sicarios a que acabaran con su vida; enterrada en un lugar secreto junto al río Ambroz, lejos del cementerio, la Maruxa sólo se aparece para prevenir de alguna desgracia». De esta manera, el onomatopéyico viento de «la maruja» ha mudado en el epopeyico lamento de la judía Maruxa; y la Fuente Chiquita (que muestra la fotografía), en la flor y nata del patrimonio cultural, cuya visita está recomendada por la Red de Juderías «Caminos de Sefarad»[2].
La fábula judaica ha explorado nuevos caminos en la ficción teatral. Miguel Murillo ha dado vida al imaginario judío en la tragicomedia La estrella de Hervás, representada en la explanada de las traseras de la calle del Vado, a la vera de la Fuente Chiquita, durante la fiesta de «Los Conversos» de 2008–2012. Maruja, Baruch, Esther, Sara y los cristianos Maricuera, Labán, Gil el condenado y Álvaro han cobrado vida en el escenario de la Fuente Chiquita como emblemas de las raíces judías de Hervás. Las ideologías, como la política, hacen extraños compañeros de cama. Miguel Murillo, imbuido por el espíritu conciliador de la Alianza de Civilizaciones de Rodríguez Zapatero, ha cargado la autoría del crimen judío sobre la conciencia del cristiano viejo Gil el Condenado, rebasando con su sugestiva propuesta teatral la bonhomía del católico conservador don José López Prudencio. En el teatro profano de la Alianza de las Civilizaciones, en el teatro profano de la Fuente Chiquita, es el labrador, el cristiano viejo Gil el Condenado, el que vaga errante por el mundo cargando con la culpa del hermano judío.
3. 7. Los efectos del síndrome de Korsakoff
Con el advenimiento del turismo rural soplan vientos de mudanza en los noveladores de la historia. La martingala de la Sefarad cautiva y reinventada ha iniciado un nuevo ciclo en la Comunidad Autónoma de Extremadura. El antisemitismo histórico ha evolucionado en filojudaísmo turístico. Si en el aciago verano de 1492 los judíos extremeños optaron por el fingimiento de la conversión al cristianismo para eludir el destierro de los Reyes Católicos, en el pórtico del siglo XXI algunos avispados Ayuntamientos extremeños han optado por la reconversión del patrimonio cristiano al judaísmo turístico como espejuelo comercial. En el catálogo del patrimonio judío inventado cabe incluir la carnicería –nunca mejor dicho– de Valencia de Alcántara, consagrada como sinagoga medieval; el Museo de la Inquisición de Garganta la Olla, cuyo artífice se inspiró en un cuadro de Goya; la judería de los Barreros de Casar de Palomero; y la ermita de la Soledad de Alcántara.
En julio de 2013, la corporación municipal implantó el señuelo de la estrella davídica al rótulo de la Travesía del Moral, Amistad Judeo–Cristiana, y las calles Bodeguilla, Abajo, Cuestecilla, Rabilero, Sinagoga, Calleja de Cofrades y del Moral (véase la fotografía), judaizando el barrio labrador de Abajo.
Mientras ultimaba la ponencia, el imaginario judío, tan hiperactivo en la localidad, ha protagonizado una nueva odisea digna de crónica. La judería del Rabilero quedó finalista en el concurso «Mejor Rincón de España 2013», organizado por la Guía Repsol. En la tarde del jueves 12 de septiembre, en las traseras de la calle del Vado, el programa vespertino de televisión Canal Extremadura hizo tres conexiones en directo con Hervás para captar votos en la región. Los militantes del judaísmo imaginario debieron pensar que el concurso turístico tenía traza de fiesta popular y tuvieron la ocurrencia de exhibir la comparsa de los dos Gigantes y su prole de Cabezudos, que desfilan por las calles en las fiestas de agosto y las patronales del Cristo de la Salud, pidiendo el voto para Hervás. Estos dos Gigantes, dicho sea de paso, esa tarde concreta de septiembre en que los políticos promocionaban la judería, estaban fuera de contexto porque representan a los Reyes Católicos. A los soberanos que expulsaron a los judíos de España en 1492. Quinientos veintidós años después, la comparsa de los Reyes Católicos, víctima del síndrome de Korsakoff, pedía el voto para la judería del Rabilero como «Mejor Rincón de España 2013» de la Guía Repsol, como se aprecia en la fotografía. En fin, todo es posible en este genuino y singular parque de atracciones turístico, en esta cultura del espectáculo judío, a la que no es ajena la Red de Judería «Caminos de Sefarad». Especialmente en estos tiempos en los que los valores de la ética profesional no tienen cabida en la historia y escasea el compromiso social de los historiadores, como ha resaltado don Esteban Mira Caballero en la Lectura inaugural de estos memorables XLII Coloquios Históricos de Extremadura.
4. RECAPITULACIÓN
Hervás tuvo una población judía formada por 45 familias aproximadamente en el siglo XV. La judería y sinagoga estaban en la calle del Rabilero, según la tradición oral. Después de la conversión de los judíos al cristianismo, el duque de Béjar dividió a la sociedad en dos partidos políticos e impuso una ordenanza discriminatoria que entorpeció la asimilación de los cristianos nuevos en la administración local en los siglos XVI y XVII. Como consecuencia de las leyes raciales, Hervás se fragmentó en dos barrios enemigos: el de Arriba, residencia de los descendientes de judíos, y el de Abajo, de los cristianos viejos. Consumada la asimilación de los cristianos nuevos en el cristianismo, sobrevino el olvido del pasado en los siglos XVIII y XIX. La intromisión por el Ayuntamiento de Hervás en la cadena de la historia en el siglo XX, por cuestiones meramente crematísticas, ha desviado el curso natural con el señuelo de una judería turística formada por más de 17 calles, señalizas con la estrella de David para embrujar al viajero de los «Caminos de Sefarad». A este proceso de falsificación de la historia se le puede definir, parafraseando a Eric Hobsbawn y Terence Ranger, como la invención de la tradición judía extremeña.
Hervás, julio–agosto de 2013
Glosa: Esta ponencia fue leída en los Coloquios Históricos de Extremadura, en la ciudad extremeña de Trujillo (Cáceres), el sábado 28 de septiembre de 2013, mientras se celebraba la XIV Jornada Europea de la Cultura Judía.
5. SUMMARY
In the 15th century, approximately 45 Jewish families lived in Hervas. Based on oral history, the Jewish neighborhood and the synagogue were located on the street known as Calle Rabilero. After the Jews converted to Christianity, the Duke of Bejar divided society into two political factions and imposed laws of discrimination which hindered assimilation of the new Christians into the town’s political life in the 16th and 17th centuries. As a consequence of its racial laws, Hervas became two separate feuding neighborhoods: one being known as «el Barrio de Arriba» (the higher–situated part of town), where the descendants of Jews lived, and «el Barrio de Abajo» (the lower–situation part of town), where the old Christian families lived. As the Jews became more integrated into the Christian faith in the 18th and 19th centuries, the Due to economic interests in the 20th century, the City Government of Hervas disrupted the chain of history and changed the natural course of history by designing a Jewish Quarter made up of 17 streets, luringly marked by a Star of David to attract tourists. To paraphrase Eric Hobsbawn and Terence Ranger, this process of falsification of history is, in essence, the invention of the Jewish tradition in Extremadura[3].
6. BIBLIOGRAFÍA
DE HERVÁS, M. [seudónimo de MARTÍN MANUEL, M.],
– Los judíos de Hervás, Artesanía El Lagar, Hervás 1997 (agotado).
– «La invención de la tradición: leyendas apócrifas sobre los judíos de Hervás», publicado en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 52, Madrid 1997, pp. 177–203.
– «Documentos sobre los judíos de Plasencia en el Archivo Catedralicio (1411–1492)», Sefarad, 59, 1 y 2, Madrid 1999, pp. 53–76, y 263–307.
– Documentos para la Historia de los judíos de Coria y Granadilla. Coria 1999.
– Historia de los judíos de Plasencia y su tierra I. De los orígenes a la Inquisición siglos XII–XVII; II. Colección Diplomática (1187–1823), Sevilla 2001.
– «La judería y sinagoga de Coria en la documentación del Archivo Catedralicio: siglos XIV y XV», Sefarad. 61, 1, Madrid 2001, pp. 91–125.
– «La Inquisición en el señorío de Béjar y sus consecuencias, 1514–1515», Revista de Estudios Extremeños, 57, 2, Badajoz 2001, pp. 661–698.
– «Noticias sobre la judería y sinagoga de Béjar (Salamanca)», Sefarad, 63, 2, Madrid 2003, pp. 331–370.
– «Juderías y sinagogas en los obispados de Coria y Plasencia. Estado de la cuestión», Juderías y sinagogas de la Sefarad medieval, en memoria de José Luis Lacave Riaño: XI curso de Cultura hispanojudía y sefardí de la Universidad de Castilla–La Mancha, Ediciones de la Universidad de Castilla–La Mancha, 2003, pp. 459–488.
– Judíos y cristianos nuevos en la Historia de Trujillo, Badajoz 2008.
– «Las “sinagogas” de Béjar y de Valencia de Alcántara. Problemas de interpretación», XVII Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí, Toledo 2007. (No tengo constancia de la edición de las actas).
– «Historia de Hervás: sus orígenes», Estudios Bejaranos, XV, núm. 13, Béjar 2009, pp. 37–66.
– La invención de la tradición judía de Hervás. Discurso de ingreso en el Centro de Estudios Bejaranos contestado por D. José Muñoz Domínguez, Béjar 2010 (agotado).
La Capa de Elías: la asimilación de los cristianos nuevos de Hervás, I Premio Alconétar de Historias Locales de Extremadura, Editora Regional de Extremadura, Badajoz 2012 (agotado).
Algunos de estos artículos pueden descargarse en mi web: estudiosjudaicos.imaginason.com.
[1] Véanse GALAVÍS BUENO, F. Consideraciones sobre el barrio gótico de Valencia de Alcántara, Badajoz 2010, pp. 379–439; y MIRANDA DÍAZ, B. y MARTÍN NIETO, D. A. El patrimonio artístico de Valencia de Alcántara a través de los documentos (siglos XIII–XIX), Badajoz 2011, pp. 97–107.
[2] www.redjuderias.org/red/upload/imagenes/24ciudadesES.pdf.
[3] Mis agradecimientos a doña Virginia Pugh por la traducción, y a don José Carlos Guerra Librero–Alcaraz por la preparación de las fotografías digitales.