Oct 192023
 

MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS

Cronista Oficial de Montijo y Lobón

 

La Revista de las Españas en su número 33, mayo 1929, coincidiendo con la inauguración de la Exposición Iberoamericana expresaba que “ante la Exposición de Sevilla se acrecienta la fe en los ideales hispano americanos. Los gobiernos que fueron capaces de comprender el significado de la Exposición y se incorporaron a ella construyendo edificios permanentes, de una belleza insuperable, y lo pueblos que le dieron contenido con sus producciones artísticas, con sus industrias populares y con la vitalidad económica de sus propias riquezas, merecen ser considerados como factores de una gran civilización que se asoma al Viejo Continente desde los ventanales de España”[1].

Desde la ciudad de Buenos Aires, El Diario Español[2] consideraba que “la Exposición ha de contribuir a que se intensifiquen las relaciones de todo orden con los pueblos de América, lo que traerá consigo no solamente una mayor aproximación entre naciones ya unidas por los vínculos comunes de raza y del idioma, sino un gran intercambio comercial con estos países. Sin ello, el Certamen sería un acto lírico, de eficacia pasajera, que no es ni puede ser bastante para colmar el objetivo de la Exposición, más amplio y de anchas perspectivas. De lo expuesto se infiere que el programa de la Exposición Iberoamericana abarca tres aspectos fundamentales: Arte, Historia y Comercio”.

Pero mucho antes de estas apreciaciones, en 1909 el comandante de artillería Luis Rodríguez Caso[3] lanzó la idea de celebrar en la ciudad una exposición hispano-americana o hispano-ultramarina en términos vagos o imprecisos.

 

LOS ORÍGENES

La ciudad de Sevilla a finales del siglo XIX era una urbe enclaustrada en su recinto amurallado, que no había vivido la experiencia del ensanche como Madrid o Barcelona. Ciudad sin apenas industria, sede de la segunda corte real, la de los Montpensier desde 1850[4], sus grupos sociales subsistían en el entorno de los duques en el Palacio de San Telmo[5], integrando la real servidumbre, o bien lo hacían en la burocracia estatal y municipal, Lo que podríamos llamar el tercer estado sevillano, estaba formado por menestrales: pequeños comerciantes y artesanos, a los que se sumaba una población flotante de obreros atraídos por las ocasionales obras públicas de la ciudad, que terminaban por asentarse engrosando las filas de desempleados y marginados.

Ajena a los cambios y transformaciones industriales, no era Sevilla el escenario adecuado para un acontecimiento multitudinario como una exposición internacional, al carecer de infraestructura hotelera y al adolecer de graves problemas de insalubridad. Sin embargo, los elementos ilustrados de Sevilla sentían la necesidad de un cambio que abriera la ciudad al sur, hacia el actual barrio de Heliópolis[6].

Tras la primigenia idea del comandante Rodríguez Caso, poco a poco la idea germina en las páginas de El Liberal unos de los periódicos más influyentes de la época. La candidatura de Bilbao en esa época para la celebración de una exposición anglo-hispano-americana reactivó la conciencia de que tal empresa pertenecía a Sevilla, como enlace histórico que fue con el nuevo Mundo.

Hasta la proclamación de la Dictadura de Primo de Rivera, el papel preponderante lo asumió la Comisión Ejecutiva, integrada por vocales del Ayuntamiento y la Diputación Provincial que contaba con una Comisión Permanente. En 1911, con el apoyo explícito de Alfonso XIII se convoca el concurso para la adjudicación de la dirección de las obras. En sus bases se advierte una constante de la fase preparatoria; las dudas y rectificaciones sobre los terrenos disponibles. De las Delicias y barrio de Heliópolis. Lugares que albergarían los pabellones Tras la designación de Aníbal González Álvarez-Ossorio[7] como arquitecto de la muestra, se hace una recapitulación de los espacios que, finalmente se destinaron a la muestra[8].

Esos espacios eran el Parque de María Luisa, esa zona ajardinada donada por la infanta María Luisa Fernanda a Sevilla en 1893, se convertiría en el epicentro de la futura muestra Iberoamericana que se celebraría veinte años después. El Palacio de San Telmo, el Prado de San Sebastián, Huerta de Mariana, Paseo representativos de los países americanos[9].

 

CONTEXTO HISTÓRICO

El golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera (Jerez de la Frontera, 1870-Paris, 1930), el 13 de septiembre de 1923, no fue -contra lo que pudiera parecer- una nueva versión de los pronunciamientos decimonónicos. El mayor éxito del Gobierno militar de Primo de Rivera fue la solución de aquella pesadilla que era el problema de Marruecos. La resistencia de los rifeños se hundió, y su principal cabecilla, Abd-el-Krim, cayó prisionero. En enero de 1926 regresaba Primo de Rivera a la península. La pesadilla de Marruecos había terminado[10].

Una vez reconocido el golpe por el Rey, fue el Ejército como institución, no unos generales políticos, quien asumió el poder. Lo hizo, además, creando un régimen que, hasta diciembre de 1925, en que se constituyó un Directorio Civil, fue estrictamente militar y en todo momento -hasta enero de 1930 en que cayó Primo de Rivera- una Dictadura autoritaria (aunque benévola), paternalista, tecnocrática y, a su modo, regeneracionista, y condicionada, desde luego, por la propia personalidad del dictador[11]. A comienzos de 1929, la dictadura parecía consolidada, apoyada y orientada por la Unión Patriótica, partido gubernamental[12]. La labor al frente del Ministerio de Hacienda de José Calvo Sotelo, ministro estrella del general, permitió que en el haber de la dictadura figurara la creación de CAMPSA para la gestión del monopolio de petróleos y la reforma del sistema bancario, con la creación del Banco Exterior de España y del Banco de Crédito Local, así como la reforma del Banco Hipotecario. Por primera vez, el Estado abandonó en España su abstencionismo en materia económica, debiéndose reconocer que la obra de la dictadura fue ingente en inversiones en infraestructuras: carreteras, ferrocarriles, correos y telégrafos y creación en 1924 de la Compañía Telefónica Nacional de España, con la International Telephon and Telegraph (ITT) norteamericana como principal accionista, entre otros logros[13].

La dictadura fue vista como la edad dorada de la clase media española. En las obras públicas fue donde el régimen de Primo de Rivera había conseguido sus mejores logros, al calor de la bonanza económica, mejorándose y creándose nuevas y necesarias inversiones. Inversiones y reformas que, sin embargo, se vieron truncadas en sus expectativas y continuidad ante el estallido del crash bursátil de Wall Street el 24/X/1929, que derivó en la Gran Depresión, que condujo a una profunda recesión mundial, acrecentada en España por las inversiones efectuadas en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, junto a la Exposición Internacional de Barcelona, celebrada en la montaña de Montjuic[14].

A ello también venía a sumarse un creciente descontento en las filas del Ejército antes las arbitrariedades de Primo de Rivera. Reaparecen los conflictos sociales, regresando las huelgas. Alfonso XIII, convencido de que la dictadura podía suponer un peligro para la permanencia de la Monarquía, dejó de confiar en Primo de Rivera, quien terminó dimitiendo el 30/I/1930. Alfonso XIII se apresuró a aceptarla presionado por los políticos conservadores y liberales que deseaban volver al parlamentarismo. Primo de Rivera se exilió en París, donde murió dos meses después.

 

EL ARQUITECTO ANIBAL GONZÁLEZ. LA PLAZA DE ESPAÑA

Gracias a su tenacidad, ya en 1914, el rey Alfonso XIII colocó la primera piedra de la futura Plaza de España de Sevilla. Puede decirse que Aníbal González fue el creador de un nuevo estilo, el sevillano, y de esta forma lanza al exterior la imagen renovada de una Sevilla alegre, luminosa, casi de ensueño. En la Plaza de España su lenguaje busca la inspiración en el renacimiento español, y en elementos de la arquitectura barroca romana de Bernini y Borromini: dispuesta en forma cóncava, sus brazos representan el abrazo de España a los países hispanos.

En la Plaza de América proyecta el Pabellón o Palacio de Bellas Artes o Arte Antiguo[15] el influjo es plateresco, de modelos como el palacio de Monterrey de Salamanca, mientras que el palacio Mudéjar[16] sigue la moda orientalizante de los quioscos moriscos del siglo XIX, pero también recoge la influencia de la arquitectura de los Reales Alcázares de Sevilla. Y el Pabellón Real, de marcado estilo gótico.

La Plaza de España albergó el mayor número de espacios expositivos: museo de la Industria, museo de la Historia de Sevilla, Mapa gigante en relieve de España, museos de los ministerios de Trabajo y Fomento, museo del Descubrimiento, museo del Libro, museo de la Imprenta y gran Salón de Actos.

Sin embargo, las obras de la Plaza de España fueron motivo de continuas polémicas que agotaron al arquitecto. Los continuos impagos de sus honorarios motivaron en 1926 una grave crisis al presentar su dimisión de todos sus cargos, teniendo que ser sustituido por Vicente Traver Tomás[17]. Aníbal González falleció el 30/V/1929, días después de la inauguración oficial. Sí Barcelona ha mimado a Gaudí, Sevilla ha ignorado, cuando no despreciado, la obra de Aníbal González, el creador de su proyección exterior: sólo ahora a comienzos del siglo XXI la ciudad ha cobrado conciencia de su deuda de gratitud hacia  quien fue su arquitecto[18].

 

COMISARIOS REGIOS. COLOMBÍ Y CRUZ CONDE

El Ayuntamiento hispalense vio en la Exposición el motivo que justificaba aportaciones estatales para la realización de obras que contribuirían a la mejora de la salubridad de la ciudad, financiando los ensanches imprescindibles en la Avenida de la Constitución y en el Paseo de las Delicias especialmente. Para atraer el apoyo gubernamental, en varias ocasiones, singularmente en 1919, el cabildo se comprometió a realizar una aportación equivalente a la del Estado y a asumir el déficit derivado de la Exposición. En 1929, el Estado liberó al Ayuntamiento de la asunción del déficit, pero el resto de los compromisos obligó al Ayuntamiento a entrar en una espiral de endeudamiento para recabar recursos.

En 1926 se obtuvo un préstamo por diecinueve millones del sindicato de banqueros de Barcelona y del Banco Internacional de Industria y Comercio. Pero la más grave estallaría en 1927, al concertarse una operación crediticia con el Banco de Crédito Local por un importe de cuarenta millones de pesetas, a amortizar en cincuenta años a partir del uno de enero de 1931.

Desde 1923 la figura del Comisario Regio debilitó la posición del Comité Ejecutivo que pasó a depender directamente de la Presidencia del Consejo de Ministros. Los retrasos en la ejecución de los trabajos obligaron a Primo de Rivera a tomar cartas en el asunto: en diciembre de 1925 cesó al conde Colombí[19], Comisario Regio y designó como nuevo Comisario de la Exposición a un hombre de su máxima confianza, José Cruz Conde. Hombre expeditivo, práctico y trabajador incansable. Hombre de total confianza y lealtad a Primo de Rivera. Desempeñó el cargo de alcalde de Córdoba tras la publicación del Estatuto Municipal (marzo de 1924).

En veinte meses al frente del Ayuntamiento cordobés puso en marcha numerosas obras públicas (reordenación del centro, alumbrado y acometida de aguas). Tras aquellos éxitos gestores, el dictador le encargó la Comisaría Regia de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, con motivo de la remodelación del Gobierno a finales de 1925. Entre enero de 1926 y febrero de 1929 simultaneó ese cargo con el de gobernador civil de Sevilla, mientras conservaba el control de la Unión Patriótica en Córdoba.

Cuando el Gobierno de Primo de Rivera asumió el compromiso de celebrar en Sevilla un Certamen que fuera el punto de confluencia de todas las repúblicas iberoamericanas, Portugal y EE.UU., la Dictadura se comprometió personalmente con el éxito del Certamen, y delegó en Cruz Conde la tarea de concentrar toda la energía de la ciudad sobre un único empeño: “organizar el evento con el mayor esplendor en el plazo más breve posible, recuperando el tiempo perdido”[20].

 

EL DESARROLLO DE LA EXPOSICIÓN

La inauguración de la Exposición tuvo lugar el 9/V/1929, después de seis fechas fallidas para su apertura. No fue en absoluto deseada ni buscada su coincidencia con la Exposición Internacional de Barcelona, más bien ello constituyó un perjuicio para su proyección exterior. Ni siquiera se sabía con exactitud la fecha de clausura en aquel mes de mayo, lo que da una idea de los fallos organizativos de la muestra: solo en diciembre de 1929 se concretó que el 21/VI/1930 tendría lugar por el príncipe de Asturias. La familia real permaneció en Sevilla hasta el día trece, y Alfonso XIII visitaría la ciudad en dos ocasiones más. No obstante, hasta finales de 1929 no quedaron rematadas las obras del sector sur, el más alejado y menos visitado de la Exposición.

El único Jefe de Estado que visitó la Muestra fue el de Portugal, Almirante Carmona, con motivo de la semana dedicada a ese país en octubre de 1929, y la personalidad extranjera más relevante fue Edda Mussolini, la hija del dictador italiano y futura condesa de Ciano por matrimonio con Galeazzo Ciano. Fueron fechas en las que se celebró en Madrid una sesión ordinaria de la Sociedad de Naciones, dejándose pasar la oportunidad de que hubiera tenido lugar en Sevilla, lo que hubiera supuesto un elemento publicitario de innegable eficacia[21].

Respecto al diseño de la Exposición  era innegable la perfecta ordenación de la Plaza de España, Parque de María Luisa y Plaza de América. En cambio, las restantes zonas adolecieron de un desorden en la sucesión de los pabellones, con los regionales y provinciales intercalados en la zona sur entre los internacionales lo que daba una sensación de abigarramiento y caos.

Uno de los grandes logros de la Exposición fue la celebración de la denominada Exposición de Arte Antiguo, con dos sedes: el Palacio de Bellas Artes y el Palacio Mudéjar, ambas obras de Aníbal González, situados en la Plaza de América. El Palacio de Bellas Artes acogió más de quinientas obras de pintura, de origen andaluz, así como telas procedentes de la catedral de Toledo y del Monasterio de Guadalupe. Caravaggio, Rafael, Tiziano, Velázquez, Valdés Leal, Zurbarán y Goya pudieron ser admirados por el público de la época.  Por otro lado, el Mudéjar exhibió dos mil trescientas catorce obras, principalmente de artes suntuarias, de origen andaluz y también procedente de las catedrales de Salamanca, Gerona y Oviedo, de cuya sede ovetense se llegó a trasladar la Cruz de la Victoria; esculturas, mobiliario, rejerías, cerámica, damasquinados, artesonados, cueros repujados, casullas y orfebrería eclesiástica.

El emplazamiento total comprendió doscientas hectáreas para ocho pabellones oficiales, doce regionales españoles, siete provinciales andaluces, uno municipal y trece permanentes de estados extranjeros. Los países sin pabellón propio contaron con las Galerías Comerciales como alternativa expositiva.

La gran Plaza de España[22], los tres soberbios palacios de la Plaza de América, el Gran Casino de Sevilla, el Palacio del Aceite, Pabellón de Turismo, Maquinaria, Industrias Generales, Galerías Comerciales y otras amplias edificaciones, fundieron el objetivo y fin artístico y el contenido prácticos del Certamen.

Esta es la relación[23] de los Pabellones Internacionales: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, República Dominicana, Estados Unidos, Guatemala, Méjico, Perú, Portugal, Uruguay, Venezuela, Guinea y Protectorado de Marruecos.

Pabellones Regionales: Aragón Asturias. Barcelona, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja y León, Extremadura, Galicia, Reino de Murcia, Navarra, Valencia y Diputaciones Vascas[24]. Pabellones de las provincias andaluzas: Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla[25]. Instalaciones Oficiales: Pabellón de la Prensa, Cruz Roja, Ejército e Industrias Militares, Marina, Turismo, Algodonera, Seda y Tabaco y Stadium de la Exposición.

Destacó también, lo sigue haciendo en nuestros días, el hotel de gran lujo Alfonso XIII, junto a la Puerta de Jerez. Diseñado por los arquitectos José Espiau Muñoz[26] y Francisco Urcola Lazcanotegui[27], con influencia de estilo de la Plaza de España, y con profusión de elementos barrocos sevillanos en bronces, rejerías, artesonados y azulejos. Sigue siendo un hotel de cinco estrellas, de titularidad municipal en régimen de concesión.

Con motivo de la Exposición se celebraron importantes Congresos y Asambleas, en los que se desarrollaron temas de interés diverso, elegidos por el Gobierno español o por entidades oficiales. Destacaron los siguientes: Congreso Farmacéutico Iberoamericano, IV Congreso Internacional de Ciudades, Congreso Internacional de Oceanografía, Congreso Mariano Hispanoamericano, Congreso Internacional de Agronomía Tropical y Congreso Internacional del Café, Congreso de Emigrantes, II Congreso Nacional del Comercio Español en Ultramar, III Congreso Nacional de Historia y Geografía de América, Congreso Cultural Hispanoamericano y Congreso Bancario Iberoamericano. A las cuales hay que agregar otros dedicados a ciencias y sus aplicaciones, al turismo, cuestiones jurídicas, estudios militares, etc. etc[28].

La Iglesia de Sevilla se unió a la Exposición con la celebración del I Congreso Mariano Hispanoamericano que se celebró del 15 al 21 de mayo de 1929[29], bajo la presidencia del cardenal y arzobispo de Sevilla, don Eustaquio Ilundain Esteban[30], legado del Papa Pío XI.

 

NOTICIAS DE LA EXPOSICIÓN. CORREO EXTREMEÑO

El 24/XI/1927 el diario badajocense Correo Extremeño, hacia partícipe a los lectores de esta noticia:

“La Exposición de Sevilla, que grande y justificado interés está despertando en las Américas, va a atraer a la capital de Andalucía mucha gente de aquel continente. Sin contar con los simples curiosos, con los que no tienen intereses directos en la Exposición, se calculan que se dirigirán a Sevilla en 1929 cerca de dos millones de personas”[31].

Un mes después el mismo diario badajocense publicaba en la rotundidad de su titular, la participación de Extremadura en la Exposición: “Intereses regionales. Badajoz y Cáceres concurrirán unidas a la Exposición Iberoamericana. Los señores Sebastián García Guerrero y Rafael Durán Martín (presidentes de las Diputaciones de Badajoz y Cáceres) han conferenciado extensamente sobre este importante asunto”[32].

Don Enrique Segura Otaño[33] escribía un artículo que titulaba El pabellón de Extremadura en Sevilla. Preguntándose ¿Cómo será el pabellón extremeño en el Certamen Iberoamericano de Sevilla?, afirmando:

“Si el arquitecto tiene la fortuna de armonizar proporcionalmente estos elementos característicos de nuestra región; si acierta en las tonalidades y el aspecto de casona vieja y gloriosa, trabajada por el tiempo, donde se combinan estilos diferentes; si llega a plasmar en granito su inspiración levantina, Extremadura, tendrá en Sevilla una casa modesta, limpia, de líneas evocadoras que enseñe al visitante su pasado glorioso y su vida actual”[34].

Fueron fecha coincidentes con los preparativos para la Coronación de la Virgen de Guadalupe que la prensa de Badajoz ponía de manifiesto, pues una comisión de damas hizo entrega al presidente de la Diputación, García Guerrero, de un instancia en la que se solicitaba la cooperación de la Diputación provincial para dar mayor esplendor al homenaje que se ha de tributar a la Virgen de Guadalupe, figurando en la suscripción abierta para adquirir la corona[35].

A comienzos de julio el alcalde Badajoz, Ricardo Carapeto, informaba de la representación de Extremadura en el Comité de la Exposición formado por los comisionados García Guerrero, Carapeto, López Montenegro, Aranguren y Durán, que marcharía a Sevilla, para gestionar el sitio donde ha de construirse el pabellón extremeño, para lo cual contaban con las facilidades que les había ofrecido el gobernador de Sevilla señor Cruz Conde[36].

Un día después, Correo Extremeño apuntaba varias ideas de cómo debería ser la Casa de Extremadura que se edificaría en la Exposición Iberoamericana, apuntado que:

“Si hubiese posibilidad de que delante del palacio de Extremadura se erigiesen media docena de estatuas en bronce de sus más famosos conquistadores. Un esfuerzo más y tendría nuestro pabellón la visión de la grandeza de un pasado que tanto influjo habrá de ejercer en los hijos de las jóvenes naciones americanas que han de venir a la madre Patria con motivo de la Exposición. Todo esto habría de ser lo exterior. Dentro del pabellón, en cambio, habrá que dar la impresión de lo que hoy somos, de lo que hoy valemos. La empresa es de importancia suma; como dijo el señor García Guerrero en la Junta del Gobierno civil, hay que ir a Sevilla como corresponde al pasado y presente de la región extremeña, y nada más prometedor del éxito que la voluntad y tenacidad del señor presidente de la Diputación provincial, tan bien y con tanto entusiasmo acogidas por nuestra primera autoridad civil. ¡Todo sea por Extremadura!”[37].

Tras la reunión celebrada en Sevilla, Correo Extremeño hacia llegar a los lectores la opinión que “el Pabellón de Extremadura no puede ser otra cosa que una manifestación del alma regional en el pasado y en el presente; lo que fuimos y lo que somos”. Solicitando que:

“Cada pueblo extremeño tiene algo que llevar a esa gran manifestación regional. Cada hijo de Extremadura, está obligado a rendir honores a sus hermanos predilectos. Y por eso es preciso que surjan las iniciativas particulares, que hablen las personalidades en artes, historia, industrias, agricultura, ciencias sociales; que digan ellas cómo ha de ser ese pabellón que se proyecta construir en Sevilla, en la entrada misma del recinto de la Exposición, secundando abiertamente la acción entusiasta de las autoridades provinciales que constituyen nuestro Comité ejecutivo”[38].

En el Gobierno civil de Cáceres, un mes después, se reunieron comisiones de Cáceres y Badajoz para tratar de la construcción del pabellón. Se acordó que éste tuviera cuatro fachadas que reproducirán las de las casas más típicas extremeñas, como la de los Guzmanes, Pizarro, etc. Llevará, señalaba la nota, una artística decoración y será amueblado con lujosos muebles[39].

A finales de agosto de 1928, Francisco Higuero Bazaga[40] escribía un artículo que titulaba: Entorno a la Exposición Iberoamericana. Intereses regionales, en el que señalaba “Que la inspiración del glorioso arquitecto (director del proyecto del Pabellón extremeño) colme los deseos de estos iniciadores de la gran obra que, al perpetuar nuestro pasado, perpetuará también a esta generación moderna y consciente, llena de voluntad y amor al solar patrio”[41].

Informaba Correo Extremeño, el 1/II/1929, en portada, que la inauguración de las Exposiciones de Sevilla y Barcelona sufrirá un pequeño aplazamiento. Las causas que lo justificaba era el fallecimiento de la reina, ocurrido el 6/II/1929, doña María Cristina de Habsburgo-Lorena. Aún con esta noticia se daba a conocer las atracciones populares que acogería la Exposición:

Se sitúa a la entrada del Sector Sur de la Exposición, al comienzo de la Avenida de la Raza. Muy cerca del Pabellón de Marina y del Puente de Alfonso XIII. Un emplazamiento que ya de por sí solo es una atracción, relacionando las atracciones que se encontraban en construcción: La Montaña Rusa o ferrocarril de montaña, Warter Chute (choque de agua), Ría misteriosa, Palacio maravilloso de los Espejos, Pabellón chino destinado a dancing. Describiendo que la extensión total del Parque de Atracciones es bastante mayor que los del Luna-Park de París, y aproximadamente del Luna-Park de Berlín. Afirmándose que la Exposición de Sevilla tendrá el más moderno de los Parques de Atracciones[42].

A finales de febrero de 1929, a las puertas de la inauguración, Correo Extremeño, exponía la significación del Certamen que se preveía su inauguración el 7 de mayo:

“Es un acontecimiento artístico jamás igualado; un compendio de la Historia de España, Portugal y las Américas; y una demostración de la riqueza agrícola, industrial y comercial de las veintidós naciones que en ella participan. Este triple carácter la distingue radicalmente de cuantos acontecimientos similares se han celebrado en el mundo”[43].

A finales de marzo se notificaba que procedente de Francia había llegado a la capital hispalense la conocida escultora Anna Vaughn Hyatt Huntington (1876-1973), que ha hecho varios donativos a la Ciudad Universitaria y ha regalado una estatua del Cid[44] para la Exposición de Sevilla.

A pocos días para la inauguración de la Exposición, Correo Extremeño enfocaba un artículo de opinión hacia la importancia del turismo que ésta iba a producir para la región extremeña:

“Todo cuanto se está realizando por el Comité provincial de Badajoz, de acuerdo con el de Cáceres, hace suponer que Extremadura esté dignamente representada en la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Siendo, a nuestro juicio, el mejor acierto realizar cuanto sea posible para dar a conocer nuestra región, de la que se tiene, generalmente, un juicio muy equivocado respecto de sus bellezas naturales y del interés histórico, arqueológico y artístico que encierra sus amplios límites, tan extensos, que iguala y aún excede el de algunas naciones”[45].

El 3 de mayo, a menos de una semana para la inauguración, el diario badajocense informaba del Programa de los diferentes actos que se iban a celebrar con motivo de la apertura del Certamen. De la inauguración del servicio exprés Sevilla-Lisboa, pasando por Badajoz. Tren que sólo llevaba asientos de primera clase y camas, incorporaba un coche mixto de primera y tercera clase, Los viajeros por 23,10 pesetas que costaba el billete de tercera clase ida y vuelta de Sevilla, podían utilizan el exprés los sábados y martes para regresar los lunes y jueves. También se informaba que la Secretaría general de Asuntos Exteriores había comunicado que quedaban suprimidos los pasaportes entre España y Portugal para los viajeros que vayan de una nación a otra en el tiempo en que estén abiertas las Exposiciones de Sevilla y Barcelona[46].

 

INAUGURACIÓN. FANTASÍA SEVILLANA DESBORDADA

Aquella esplendorosa mañana primaveral del jueves 9 de mayo, festividad de la Asunción, se celebraba en la Plaza de España de Sevilla la ceremonia inaugural de la Exposición Iberoamericana, cuyas puertas se abrían a miles de sevillanos y visitantes. Por fin, culminaba una ilusión que había tardado veinte largos años en hacerse realidad; años de esfuerzos y esperanzas para los sevillanos, pero también de indiferencias, dudas, obstáculos y pesimismo.

Pese a las trabas, la Exposición dejaba de ser una aspiración y se convertía en una realidad tangible. Emociones y alegrías envolvían a los que en el tan espléndido marco de la plaza, esa joya de Aníbal González, asistían a la apertura del magno certamen, que, como diría Luis Montoto[47] en un artículo que, sobre la inauguración, publicó en el diario La Nación de Buenos Aires, era la fantasía sevillana desbordada.

En los días previos, la ciudad se había estado preparando. Desde unos días antes de la inauguración, en el puerto y próximo al Pabellón de la Marina, estaba fondeada una reproducción de la carabela Santa María; la escoltaban una división de la Armada compuesta por los destructores Velasco, Lazaga y Alcedo, el cabeza de la flotilla Sánchez Barcáiztegui, el crucero Méndez Núñez y cinco submarinos tipo “B” y dos tipo “C”, así como una flotilla portuguesa.

El viernes 10 de mayo, el día después de la inauguración de la Exposición, los reyes de España, que habrían de quedarse en Sevilla hasta el lunes trece, se dedicaron a inaugurar y visitar detenidamente los pabellones internacionales de ocho de las naciones concurrentes, donde fueron recibidos por los correspondientes representantes diplomáticos y comisarios, así como por miembros de las respectivas colonias de residentes en España.

Por razones protocolarias, en función del papel otorgado a Portugal en la Exposición, el primer pabellón visitado fue el luso, a cuya entrada rindieron honores al monarca un destacamento de marineros del Vasco de Gama, uno de los barcos de guerra portugueses fondeados en el puerto que habían participado en la ceremonia inaugural[48].

Para anunciar el evento singular de la Exposición se eligió el Cartel Oficial, que fue encargado a un artista de la talla de Gustavo Bacarisas Podestá (Gibraltar, 1973 – Sevilla, 1971)[49]. El cartel es de una calidad difícilmente superable, por su composición, al servicio de un ibero americanismo evidente, y por un colorido original y especial[50].

 

EL PABELLÓN DE EXTREMADURA

Tras  la inauguración de la Exposición, Miguel Ángel Ortí Belmonte[51], escribía en la Revista El Monasterio de Guadalupe:

“Extremadura se presenta en esta Exposición con un Pabellón que es el conjunto de su psicología arquitectónica, visión de sus palacios, mansiones señoriales y casas fuertes, solar de conquistadores que se despobló por poblar un Nuevo Mundo, al que dio su sangre generosa y sus más preclaros hijos. ¡Viajero! Cuando contemples este Pabellón te transportarás en un viaje íntimo a la tierra extremeña, que es una de las mansiones de tus antepasados”[52].

La Guía Oficial de la Exposición informaba sobre el pabellón extremeño:

“En la avenida de Portugal de la capital hispalense y en la misma línea de los edificios de esta nación, se alza airoso el magnífico pabellón que la región extremeña ha construido con carácter permanente, habiéndosele asignado este emplazamiento, distinto al de las demás regiones españolas, en consideración a la parte tan esencial que cupo a los extremeños en la conquista y colonización de América. El carácter arquitectónico fue confiado a un arquitecto de la Exposición, Vicente Traver Tomás, que visitó las principales poblaciones de Extremadura para estudiar las características de la edificación correspondiente a la época referida. Figuran en la rotonda las estatuas de Pizarro, Cortés y Valdivia. El carácter permanente del edificio permite disponer de una exposición constante de las artes y de los productos de la región extremeña”[53].

La obra “Barógrafo de un lustro: Memoria demostrativa del avance dado por la provincia de Badajoz desde el 13/IX/1923 a igual fecha del 1928”[54], describe como las Diputaciones de Cáceres y Badajoz gestaron la participación extremeña en la Exposición:

“Ninguna región con más títulos a estar representada en el magno Certamen Iberoamericano que Extremadura, cuna de los conquistadores  Así debió estimarlo el Comité de la Exposición al invitarnos a hacer uso de este derecho, y así lo entendieron las Diputaciones extremeñas al aceptar la invitación honrosa. Quedaba, después de esto, dar realidad al propósito armonizado de una concepción brillante nuestra tradición gloriosa, contando con la escasez de tiempo y nuestros medios económicos.

La Diputación de Badajoz y Cáceres acordaron solicitar a los Ayuntamientos el uno por ciento de sus presupuestos y contribuir aquellas a la proporción necesaria para los gastos materiales del Pabellón, que se calculaban en unas doscientas mil pesetas[55]. Todos respondieron al requerimiento, y en breve se dispuso del capital para acometer el empeño. Pero no era esto todo; había que llevar a la Exposición de Sevilla algo que fuera una evocación de nuestras grandezas pasadas, algo que reflejase el espíritu del pueblo de Cortés y de Pizarro, de Valdivia, Balboa, los Sotos y Alvarado; algo que, en el corazón de Sevilla, diera al mundo entero la impresión de esta tierra de héroes donde todavía no se ha perdido el concepto del honor cívico que culminó en la entereza viril de Pedro Crespo.

Comisionado de ambas Diputaciones hizo una excursión por Extremadura el arquitecto Vicente Traver, al que acompañó en las visitas en algunos pueblos el arquitecto señor Arévalo, a fin de estudiar la arquitectura de la región, que tiene, dentro de la traza general de la arquitectura española, rasgos peculiares que le imprimen el carácter que el temperamento y el ambiente marcan también la fisonomía y a las costumbres de sus habitantes. Fruto de esta visita y del talento del autor ha sido el magnífico pabellón, del que ofrecemos al lector unas bellas vistas en los grabados que ilustran el presente libro. Ellas hablan con más elocuencia que nosotros de la severa elegancia, bellas proporciones, serenidad de líneas y riqueza de detalles del pabellón que perpetuará la hermosa Sevilla el recuerdo y el cariño de este pueblo hermano y, como ella, glorioso”.

 

ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS DEL PABELLÓN DE EXTREMADURA

Regreso a la descripción que ofreció Miguel Ángel Ortí Belmonte (Córdoba, 1891-1973), en la Revista Monasterio de Guadalupe[56]. “La fachada principal izquierda es una reproducción del palacio de los Condes de Mayoralgo en la Plaza Santa María de Cáceres. Los muros imitan la sillería granítica del original, con puerta en arco de medio punto, de hermoso dovelaje. Un alfiz de molduraje gótico sobre ménsulas encuadra todo el frente de la fachada, y dos ventanas gemelas con sus arcos de medio punto, entre los cuales se encuentra el escudo de los Ovando-Mayoralgo, y debajo, en anagrama, leyenda latina, que alude a la reconstrucción del Palacio en el siglo XVI. La fachada lateral izquierda, el primer cuerpo representa una torre desmochada del viejo Cáceres; las luchas señoriales ensangrentaron Extremadura en el siglo XV, y los Reyes Católicos le pusieron fin a Cáceres, ordenando rebajar  sus torres a los nobles por las guerras que se hacían desde ellas. Exceptuó a su capitán Diego de Cáceres Ovando, que le había prestado grandes servicios”. El arquitecto Traver Tomás combino elementos del Palacio Episcopal de Cáceres y de la Torre de los Espaderos, coronada por el escudo de Badajoz.

“El segundo cuerpo acoge una histórica puerta, pues por ella entraron victoriosas las tropas de Alfonso IX, y en ella juró Isabel la Católica los fueron y privilegios de Cáceres en 1477. Esta puerta unió a las dos poblaciones, la de extramuros y la nobleza, demoliéndose y construyéndose por obra del maestro Miguel de Lara Churriguera, el conocido Arco de la Estrella, con el templete clásico con una hornacina y la imagen en piedra de la Virgen de la Estrella.

El tercer cuerpo de la fachada reproduce la casa solariega de Gonzalo Pizarro, en Trujillo. Fue Gonzalo Pizarro uno de los más valientes guerreros del Gran Capitán en las conquistas de Italia, y fue el que engendró al héroe de la conquista del Perú, Francisco Pizarro, que al igual que su pariente Hernán Cortés, fueron grandes como guerreros, pero aún más grandes todavía son: el uno, como organizador de las tierras conquistadas, creando municipios, legislando, y el otro como propulsor de la paz, ganadero, agricultor, industrial y colono en la hacienda de Cuernavaca, en Méjico”, afirma Ortí Belmonte. Y seguía: “La casa de los Pizarro tiene la entrada por un arco apuntado, cuyo dovelaje arranca de molduras que hace de capiteles de las jambas. Sobre la puerta, el escudo de Gonzalo Pizarro, dos osos rampantes sobre un pino, con bordura de sotuer, y a la derecha el escudo de Trujillo”.

Fachada posterior. “Una de las más rancias familias cacereñas fue la de Solís Ovando; remonta su origen a la batalla de las Navas de Tolosa, poblando Cáceres con Alfonso IX. El primer cuerpo de esta fachada reproduce su casa solariega, la llamada Casa del Sol, por su escudo. La reja ha sido sustituida por una reja típica extremeña. En esta casa se ve predominante todavía el escudo mudéjar. El escudo que le concedió Alfonso VIII al Solís que concurrió a las Navas de Tolosa: un sol radiado y rodeado de ocho cabezas de lobo, rojas, en campo de oro. El lienzo de muro a continuación, reproduce parte de la tapia del Monasterio de Yuste, donde Carlos I vino a morir en uno de los rincones más bellos del mundo”.

En la fachada lateral derecha. “En el ángulo, el escudo de aquel gran monarca, memoria gráfica que mandó a erigir su hijo Felipe II. Debajo hay una lápida y en letras capitales aparece grabada la siguiente inscripción: “En esta santa casa de S. Hierónimo de Yuste se retiró a acavar sus vida, el que toda la gastó en defensa de la fe y en conservación de la justicia. Carlos V emperador rey de las Españas, cristianísimo invictísimo, murió a 21 de septiembre de 1558”. La puerta del patio de la fuente es una reproducción exacta de la del convento de Santa Clara de Zafra[57]. De uno de los patios del Pabellón se alza una torre, que es de la casa de los Golfines. En ella el escudo de los Reyes Católicos y el de los Golfines, con el emblema Fer de Fer[58]. Uno de los frentes de la torre repite el escudo de los Golfines, y en una cartela, la leyenda: Esta es la casa de Extremadura. El histórico palacio de los Golfines de Cáceres es el testimonio vivo de su historia”.

“El escudo esgrafiado de lienzo de pared es del palacio del comendador Hernando de Ovando en la Plaza de Santa María de Cáceres, pertenece a doña Leonor de Ovando Vera de Aragón, condesa de la Encina, y es del siglo XVIII. Sobre águila explayada con corona floreteada al cuello y en el pico filatelia con lema Verita Vincit, el escudo partido en cuatro cuarteles, corresponde a los apellidos Vera, Cáceres, Fajardo y Rocafull. Las arcadas de las galerías cubiertas están inspiradas en el claustro mudéjar del Monasterio de Guadalupe. Este  patio tiene una fuente gótica, reproducción de otra de la catedral de Plasencia. El brocal de la fuente es poligonal, con adornos de crucería; en una de sus caras ostenta el escudo de don Gutiérrez de Carvajal, obispo que fue de Plasencia en el siglo XVI”.

El Pabellón fue inaugurado por el rey Alfonso XIII el 30/X/1929, acompañado por los infantes Jaime, Beatriz y Cristina, además del general Primo de Rivera y otras autoridades[59]. El Pabellón acogió diferentes actos y muestras, desde exhibiciones comerciales a diferentes secciones culturales: de Bellas Artes (lienzos, orfebrería, tallas, mobiliario antiguo y una buena representación de los artistas extremeños de la época, del traje regional, prensa, libro español, documentos históricos y fotografías[60].

Adelardo Covarsí y Juan Caldera se encargaron de la coordinación para seleccionar la representación de los artistas extremeños en la Exposición, donde la temática regionalista fue la única de las opciones a mostrar, participando además Eugenio Hermoso, Antolín Romero de Tejada, José Bermudo Mateos, Fernando Moreno Márquez, Rubio Donaire, Conrado Sánchez Varona, Nicolás Megía y Felipe Checa.

El recorrido propuesto por el Pabellón, desde su entrada por el Arco de la Estrella y pasar por el Patio del Obelisco, se encontraba a la izquierda con la llamada Sala de Zurbarán, en ella se exponían pinturas y esculturas. Desde el Patio se accedía a dos galerías con vitrinas dedicadas a productos agropecuarios. La planta baja acogía una cocina con trajes populares y objetos folklóricos[61]. Junto con otro Patio conocido por el de la Fuente. Desde él, por la puerta de Santa Clara, se salía hacia el exterior. Contando también con otra salida por medio de la Puerta de Trujillo[62].

En la planta superior estaba la Sala de Morales o de los Escudos, por estar en esa estancia los escudos de los partidos judiciales de la región, junto con obras de arte moderno. Tras dejar esta sala se pasaba al Salón de la Historia, creado para acoger objetos de mayor valor histórico, como documentos y libros del período medieval y moderno, piezas arqueológicas o de arte antiguo, joyas y mapas explicativos del papel que hizo Extremadura en la conquista y colonización de América. El pasillo de entrada del Pabellón, la galería del Patio de la Fuente, la sala de recepciones, la galería alta del patio principal, el Salón de la Historia y el distribuidor de la escalera, acogieron la exposición de cuatrocientas cuatro fotografías[63]. Una gran muestra con los monumentos y pueblos de la región, enfocada a promover el turismo y completada con la edición de guías y folletos turísticos, destinados a mostrar Extremadura a los visitantes de la Exposición[64].

La ciudad de Trujillo aportó a la Exposición ocho documentos que se exhibieron en una de las vitrinas de la Sala de la Historia:

Privilegio de Carlos V concediendo mercado franco los jueves a Trujillo. Carta de la Reina Dña. Juana para que se cumpla una Real Provisión sobre empréstitos pedidos al Obispado de Plasencia. Carta de D. Juan de Austria pidiendo a Trujillo 50 jinetes para la Guerra de las Alpujarras, año 1569. Cédula de Fernando el Católico, transcribiendo a Trujillo cláusula del testamento de Isabel I sobre su enterramiento y honras, año 1504.  Carta de Carlos V al Ayuntamiento de Trujillo comunicando la muerte de Fernando el Católico. Carta de Fernando el Católico sobre repartimiento de oficios concejiles entre los Bejaranos y otros linajes, año 1478. Carta de Juan II quitando a Pedro de Zúñiga el Señorío de Trujillo, año 1441. Privilegio de Ciudad concedido a Trujillo por Juan II, año 1432[65].

La Diputación de Cáceres presentó de su Archivo Provincial un total de veinte documentos relacionados con el Real Monasterio de Guadalupe[66].

 

EL REAL MONASTERIO DE GUADALUPE EN LA EXPOSICIÓN

La presencia de la Real Casa de Santa María de Guadalupe quedaba justificada con el comentario que al respecto realizó fray Carlos Gracia Villacampa (ofm):

“Entre las notas características de la Exposición de Sevilla, la que se destaca con más fuerza es la evocación maravillosa del descubrimiento y colonización de América. De aquí que Guadalupe, tan íntimamente relacionado en aquel gesto épico de la Raza con la gran metrópoli andaluza, no podía faltar en el gran certamen hispanoamericano de Sevilla”.

Al acceder al Palacio de Bellas Artes de la Exposición, situado en la Plaza de América, y sobre una mampara de talla renacentista, se encontraba colocado el gran tapiz con el escudo del Monasterio, bordado en 1618 por fray Francisco de Sigüenza[67], y, ya, dentro del pabellón, y en la otra cara del cancel, estaba, asimismo, el tapiz que bordó en 1681 Jerónimo de la Fuente[68], bordador de Guadalupe, sobre rico paño de tisú. Una alfombra tapiz que en 1678 regaló al Monasterio la duquesa de Aveiro. Y luego en ocho vitrinas[69], documentos y objetos. En la vitrina primera, siete documentos y piezas. En la segunda catorce documentos y objetos. En la tercera doce. En la cuarta ocho. En la quinta siete. La sexta vitrina diez. En la séptima nueve. Y en la octava siete. En total setenta y cuatro[70]. Entre las piezas y documentos destacaban:

Dalmática del terno “Tanto Monta”. Su riquísimo brocado fue de un vestido de Isabel la Católica que ella misma regaló a la Virgen de Guadalupe[71]. 2) Carta de Isabel la Católica al Prior de Guadalupe, dándole cuenta de la toma de Granada, el mismo día que se conquistó la ciudad. Granada 2/I/1492. 3) Crucifijo de marfil tallado por Miguel Ángel y regalado al Monasterio por Felipe II en 1589, como coronamiento de su Escritorio, hoy Sagrario del altar mayor. 4) Busto-relicario de Santa Inés, labrado por Giraldo de Merlo[72] a principios del siglo XVII. 5) Libro Coral, escrito e iluminado en el Monasterio a mediados del siglo XV. 6) Carta de los Reyes Católicos al Corregidor de Trujillo ordenando que, conforme al privilegio que tenía el Monasterio, ningún escribano de fe ni actué en Trujillo y su tierra sin recibir el nombramiento del Prior de Guadalupe. Sevilla,  8/XII/1490. 7) Manga procesional con bordado de gusto plateresco, de mediados del siglo XVI[73]. 8) María Magdalena penitente. Talla de finales del siglo XIII. 9) Collarines del Terno rico, bordados a mediados del siglo XVI por Pero López[74], maestro de la Bordaduría del Monasterio[75]. 10) Manuscrito llamado Libro de Horas del Prior, escrito en vitela y profusamente iluminado[76]. 11) Manto de la Virgen de Guadalupe, bordado en hilo y lentejuela de oro en 1776, por fray Cosme de Barcelona, jerónimo de Guadalupe[77]. 12) Dibujos-bocetos del escultor Egas Cueman[78] para el sepulcro de los Velasco[79], construido por aquel artista (1467-1480) en la capilla Santa Ana del Monasterio. (Los tres bocetos llevan la firma de su autor)[80].

Concluyo con la apreciación que dejó impresa Miguel Ángel Ortí Belmonte sobre la impronta que debía dejar la Exposición de 1929 ante el visitante extranjero:

“Si has venido a España a visitar este Certamen, no dejes de recorrer los lugares más interesantes de Extremadura. Badajoz y Cáceres están sobre la ruta turística de Lisboa a Sevilla. Mérida, verdadera joya del arte romano, es nudo de comunicaciones para visitar pueblos y castillos y obras arquitectónicas; Alburquerque, Jerez de los Caballeros y Medellín, entre otros muy característicos, como los de la Serena, de costumbres arcaicas. Desde Mérida se llega a Cáceres, la ciudad más evocadora, por sus palacios de la Alta Extremadura, y pueden recorrerse ciudades de una emoción como Alcántara, con su majestuoso puente romano; Plasencia y Coria, relicario de arte religioso; Trujillo, cuna de los Pizarros, para llegar a Guadalupe, arca santa de la Historia de España. Si el viajero es además hijo de América del Sur, y sabe gozar las emociones de la raza conquistadora y colonizadora, sentirá una de las satisfacciones más grandes de su vida”[81].

La Exposición Iberoamericana de Sevilla, fue un certamen que miró al pasado, a un pasado glorioso más que al mundo de la técnica y la innovación tecnológica. Los promotores no ocultaron nunca ese afán de exaltación de glorias imperiales pasadas. Pero fue una Exposición Moderna al aspirar a promocionar el desarrollo turístico.

 

FUENTES CONSULTADAS

 

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[1] La Revista de las Españas se editó en Madrid entre 1926-1936, de vocación americanista. Vinculada a la Unión Iberoamericana, su primer número aparecía en 1926, durante la dictadura de Primo de Rivera, reemplazando al boletín homónimo de la organización Unión Iberoamericana, En ella participaron, por la parte española, autores como Ernesto Giménez Caballero, Benjamín Jarnés, Niceto Alcalá Zamora, Dámaso Alonso, Américo Castro, Ramón Gómez de la Serna, Ramiro de Maeztu o Ramón Pérez de Ayala, entre otros muchos. LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA (1929-1930); HISTORIA DE UN EMPEÑO Y UNA ILUSIÓN. Conmemoración de los noventa años de la inauguración de la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929-1930). Real Academia de la Historia. Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado. Madrid. 2019, p.449.

[2] Fue el principal periódico de la colectividad de inmigrantes españoles en la Argentina desde comienzos del siglo XX. Fue fundado por españoles en 1905, dirigido por Justo S. López de Gomara, prolongándose su edición los años cuarenta de aquel siglo. Sus redactores prestaron especial atención a las informaciones referentes a la madre Patria y a la colonia local. GARCÍA SEBASTIANI, M.: “Prensa e identidad de los españoles inmigrantes en la Argentina: el Diario Español de Buenos Aires en los comienzos del siglo XX”. En El Mediterráneo y América: Actas del XI Congreso de la Asociación Española de Americanistas/coord. Por J.J. Sánchez Baena y L. Provencio Garrigós, Vol. II, 2006.

[3] (1867-1927)  sevillano ejerciente, inquieto por el progreso de la ciudad, que participó muy joven en los fastos del IV Centenario del Descubrimiento de América. Fue propietario de una fábrica de vidrios y en su condición de empresario ya había participado en ferias de muestras de ámbito provincial sevillano.

[4] Dejaron multitud de huellas, no sólo en las costumbres, sino en el urbanismo y el arte. Como mecenas, los duques cedieron a la ciudad multitud de cuadros de los mejores pintores. En cuanto a la arquitectura, participaron en la restauración de numerosas iglesias y monumentos; así como fueron los impulsores del gran pulmón verde de la ciudad, el parque de María Luisa, o de edificios tan característicos como el Costurero de la Reina.

[5] Se concibió para instalar la sede del colegio-seminario de la Universidad de Mercaderes, fue Palacio Real, Seminario y en la actualidad alberga la Presidencia de la Junta de Andalucía.

[6] Barrio residencial de Sevilla, cuyo nombre significa “Ciudad del Sol” en griego. Fue proyectado por el arquitecto Fernando de Escondrillas y Luis de Alburquerque en 1929 con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla.​ Sus viviendas unifamiliares se acogen al estilo regionalista.

[7] (Sevilla, 1876-1929). Principal referente del regionalismo andaluz de principios del siglo XX. Vicepresidente del Ateneo de Sevilla. Arquitecto en jefe de las obras de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, aunque dimitió en 1926, tal vez por extenuación física y mental, o tal vez le fuera en realidad arrebatado de las manos por el dictador Miguel Primo de Rivera, quien nombró comisario regio a José Cruz Conde, sucesor de Aníbal González. Aníbal González, se inspiró en diferentes estilos, los cuales pudo incluso combinar, tratando de usar materiales tradicionales. Siempre aportó un toque personal y sevillano a todos sus edificios.

[8] LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA… Op. cit., pp. 11-12.

[9] CABRERO NIEVES, J.J.: “El Parque María Luisa y la Exposición Iberoamericana”. Prólogo. Recurso web http://exposicioniberoamericanadesevilla1929.blogspot.com/  consultado el 25/I/2023.

[10] COMELLA, J.L.: Historia de España moderna y contemporánea. Madrid, 1989, p. 364.

[11] FUSI, J.P. y PALAFOX, J.: España: 1808-1996. El desafío de la Modernidad. Madrid 1998. p. 239.

[12] CARO CANCELA, D.: “La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)”. En Historia contemporánea de España, Tomo II. Javier Paredes (coord.), Barcelona 2000, p.469.

[13] LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA (1929-1930)… Op. cit., p.10.

[14] Se celebró del 20/V/1929 hasta el 15/I/1930. Se desarrolló en una superficie de ciento dieciocho hectáreas, y tuvo un coste de ciento treinta millones de pesetas. Su objetivo era dar a conocer los adelantos tecnológicos y a la vez proyectar internacionalmente la industria catalana.

[15] Actual Museo Arqueológico de Sevilla, proyectado en 1910 dentro del primer diseño para la Exposición Iberoamericana. Se inscribe formando parte del conjunto de la Plaza de América y del Parque de María Luisa. El edificio quedó finalizado en 1919. Diseñado por Aníbal González y bautizado como Palacio del Renacimiento, fue el edificio más caro de la Plaza de América duplicando el presupuesto del Pabellón Mudéjar.

[16] En la actualidad Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla. Fue planteado como pabellón de Industrias, Manufacturas y Artes Decorativas. Finalmente, se le llamó pabellón de Arte Antiguo e Industrias Artísticas. Se trata de un edificio proyectado en 1913 y construido en 1914 por Aníbal González, autor también de los otros edificios levantados en la misma plaza de América. Es de ladrillo visto con motivos decorativos de cerámica. Por su estilo arquitectónico, fue conocido como el pabellón Mudéjar.

[17]  (Castellón de la Plana, 1888-Alicante, 1966)​ Arquitecto español titulado por la Escuela de Madrid en 1912 y activo principalmente en Sevilla. Galardonado en 1926 con la medalla de oro de la exposición de Arte Decorativo de Paris y con el Gran premio de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, fue presidente de la Asociación General de Arquitectos en 1927 teniendo un papel decisivo en la Exposición, donde realizó proyectos, entre ellos el Pabellón de Extremadura, y la supervisión artística de pabellones particulares y oficiales.

[18] LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA (1929-1930)… Op. cit., pp.13-14. Aníbal González también dejó algunas obras fuera de Sevilla y provincia. En la provincia de Badajoz, concretamente en Zafra, en la calle Gobernador núm.9, hay un inmueble proyectado por este ilustre arquitecto.

[19] Fernando Barón y Martínez Agulló (La Coruña, 1875-Sevilla, 1929). En 1915 el Ayuntamiento de Sevilla acordó nombrarlo hijo adoptivo de la ciudad como reconocimiento a su proyecto de Reforma de Sevilla ante la Exposición Iberoamericana. Entre 1922-1925 desempeñó el cargo de comisario regio de la Exposición. Presentó una moción proponiendo la ampliación del certamen para dar cabida a Brasil y Portugal que fue aceptada. Colombí sucedió al que había sido primer Comisario, el conde Urbina, Federico de Amores Ayala. LEMUS LÓPEZ, E.: “La Exposición Iberoamericana en los años de la Dictadura: las dos Comisarias Regias: Colombí y Cruz Conde (1923-1929). En Actas VI Jornadas de Andalucía y América. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, C.S.I.C., Universidad Hispanoamericana Santa María de la Rábida, 1987, p.83.

[20] LEMUS: La Exposición Iberoamericana… Op.cit., p.88.

[21] LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA (1929-1930)… Op. cit., p.15. El número de visitantes ascendió a 811.975, según cifra Eduardo Rodríguez Bernal en su obra “La Exposición Iberoamericana de Sevilla”.

[22] Acoge en la actualidad dependencias estatales, como el Cuartel general de la Fuerza Terrestre del Ejército de Tierra, en el edificio que en tiempos albergó la Capitanía General, así como la Subdelegación del Gobierno. En 2010 se completó su restauración integral, en especial los bancos y balaustradas en azulejo, se llenó de nuevo la ría, se habilitó la circulación de barcazas y se erigió frente a la plaza un monumento al arquitecto Aníbal González Álvarez-Ossorio.

[23] Tomado del Blog “Exposición Iberoamericana de Sevilla, 1929” de Juan José Cabrero Nieves. Recurso web http://exposicioniberoamericanadesevilla1929.blogspot.com/ consultado el 25/I/2023.

[24] Los pabellones de las regiones españolas y de las provincias andaluzas, situados en la zona sur del recinto de la Exposición. De todos ellos solamente se han conservado dos vestigios, el pabellón vasco, que en la actualidad es el Centro Regional de Oncología del Hospital Duques del Infantado, y una torre del pabellón de Córdoba en la avenida Reina  Mercedes.

[25] Diseñado por Vicente Traver como Teatro-Casino de la Exposición, inaugurado con una representación “El vergonzoso en palacio” de Tirso de Molina. Es el actual Teatro Municipal Lope de Vega. Su estilo es Napoleón III o Segundo Imperio.

[26] (Sevilla 1879-1938). Desarrolló la mayor parte de su tarea profesional en su ciudad natal. Considerado uno de los principales arquitectos del estilo tradicionalista y regionalista de la primera mitad del siglo XX que se desarrolló en Sevilla.

[27] (San Sebastián, 1873-1943) Estudió la carrera de Arquitectura en Barcelona y en 1899 obtuvo el título de arquitecto. Extraordinario aficionado a la música, fue académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Proyectó el Pabellón Vasco que obtuvo el Gran Premio de la Exposición de Sevilla.

[28] LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA (1929-1930)… Op. cit., pp.91-93

[29] Uno de los aspectos destacados fue la celebración de una exposición de arte mariano en la Colegiata del Divino Salvador, en el que se exhibieron, entre magníficas muestras escultóricas de la devoción hispalense, varios pasos de palio y de gloria. Desde la prensa de Badajoz se recomendaba que en el programa de las fiestas que se celebren durante la Exposición, en el Congreso Mariano, no puede faltar el recuerdo, la visita a Guadalupe. CORREO EXTREMEÑO, núm. 7.455, 5/II/1928, p.1

[30] (Pamplona, 1862 – Sevilla, 1937). Preconizado arzobispo de Sevilla en diciembre de 1920 y creado cardenal en 1925. Afrontó las dificultades de la Sevilla de Primo de Rivera, la eclosión de hermandades, el naciente anticlericalismo, los años de la República, la persecución religiosa y el inicio de la Guerra Civil. Realizo la venta, previa autorización, del parque del palacio de San Telmo para la Exposición Iberoamericana.

[31] CORREO EXTREMEÑO, núm. 7.394, p.4. Su nacimiento fue producto de la fusión entre Correo de la Mañana y Noticiero Extremeño. La nueva empresa tuvo en la dirección al escritor José López Prudencio, comenzando sus publicaciones en noviembre de 1927 y concluyendo en agosto de 1931.

[32] Ibídem, núm.7.411, 22/XII/1921, p.1. En la época que se estudia, inserta en la Dictadura de Primo de Rivera, no existía una entidad regional única que representara igualitariamente a las dos provincias extremeñas. Por tanto la única forma que había a la hora de hacer proyectos y programas regionales pasaba por las Diputaciones Provinciales.

[33]  (Estella, Pamplona 1882- Badajoz 1975). Ensayista y escritor fecundo. Colaboró con varios periódicos de España y Portugal, entre ellos Nuevo Diario, Correo de la Mañana y Correo Extremeño. Traductor de obras lusas y cronista de los avatares de Badajoz. Firmaba en ocasiones con el seudónimo ‘Fabián Conde’. Comprometido con los movimientos culturales. Fue Presidente de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y Director de la Revista de Estudios Extremeños.

[34] CORREO EXTREMEÑO, núm. 7.625, 21/VIII/1928, p.1

[35] Ibídem, núm.7.564, 10/VI/1928, p.2. Coronada el 12/X/1928 por el cardenal y arzobispo de Toledo don Pedro Segura Sáenz, Legado Pontificio, en presencia del rey Alfonso XIII. ARÉVALO SÁNCHEZ, A.: Guadalupe, siglo XX (El primer siglo franciscano). Sevilla 2004, p.219

[36] Comisario regio de la Exposición. CORREO EXTREMEÑO, núm.7.584, 4/VII/1928, p.2.

[37] Ibídem. núm.7.585, 5/VII/1928, p.4.

[38] Ibídem. núm.7.590, 11/VII/1928, p.5.

[39] Ibídem. núm. 7.613, 7/VIII/1921, p.1.

[40] Redactor de Ecos Aldeanos, colaborador de El Brocense, Nuevo Día, Extremadura Agraria, Ara y canta y colaborador de Correo Extremeño.

[41] CORREO EXTREMEÑO, núm.7.633, 30/VIII/1928, p.4.

[42] Ibídem. núm.7.243, 23/II/1929, p.8.

[43] Ibídem. núm.7.246, 27/II/1929, p.7. Eran miembros del Comité Provincial los señores García Guerrero, Triviño, Covarsí, Carapeto, de Miguel, Alba, Federico Abarrátegui, Borrallo, Pacheco y Rodríguez Moñino. Adelardo Covarsí por Badajoz y Juan Caldera por Cáceres coordinaron los temas culturales.

[44] El Cid aparece montado en su caballo, Bavieca, en actitud triunfante. Sobre un alto pedestal de piedra de base rectangular diseño del arquitecto Vicente Traver y Tomás, autor del Pabellón de Extremadura.

[45] CORREO EXTREMEÑO, núm.7.287, 17/IV/1929, p.8.

[46] Ibídem. núm.7.301, 3/V/1929, pp.1, 2 y 4.

[47] (Sevilla, 1851-1929). Poeta y cronista de Sevilla.

 

[48] DIARIO DE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA. Sevilla 9 de mayo de 1929 – 21/VI/ 1930. Congreso Internacional sobre la Exposición Iberoamericana. Recurso web https://www.eldiariodelaexposicion.com/post/9-de-mayo-de-1929, consultado el 26/I/2923.

[49] Nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando e hijo predilecto de Gibraltar. En 1966 recibió la Medalla de Oro del Ateneo hispalense. Su obra es fundamentalmente paisajística, en ella prevalece el denominado colorido bacarisiano y ciertos atisbos fauvistas. Abordó con maestría el retrato y la figura. Sentó las bases de un determinado estilo en la pintura sevillana de carteles y realizó los diseños de decorados y vestuario para las óperas.

[50] ICAS. INSTITUTO DE LA CULTURA Y LAS ARTES DE SEVILLA. Recurso web https://icas.sevilla.org/espacios/sahp/noticias/luz-29, consultado 20/II/2023

[51] (Córdoba, 1891-1973) Director de la Escuela de Magisterio, director del Museo de las Veletas, Cronista Oficial de Cáceres, Catedrático de Historia, Secretario de la Comisión de Monumentos de Cáceres. Académico correspondiente de las Reales Academias de la Historia, Bellas Artes de San Fernando, del Mediterráneo de Palermo y del Instituto Bouchard de Estudios Históricos Navales de Buenos Aires. Socio de Honor de la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País de Badajoz. CORRALES GAITAN, A.J.: “D. Miguel Ángel Ortí Belmonte: Sus tres emociones históricas vividas en Cáceres”. En XXXII Coloquios Históricos de Extremadura, año 2003.

[52] ORTÍ BELMONTE, M.A.: “Extremadura en Sevilla, Descripción de los elementos arquitectónicos del Pabellón de Extremadura en la Exposición Ibero-Americana”, En Revista El Monasterio de Guadalupe, Año XIV, número 213, noviembre 1929, p.350.

[53] LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA (1929-1930)… Op. cit., p.63. El edificio se alzaba en una parcela de 890 m2, a espaldas de la Plaza de España, en un lugar privilegiado del certamen y muy alejado del resto de pabellones regionales. Cf. VALADÉS SIERRA, J.M.: “La aportación cacereña al Pabellón de Extremadura en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929). En Revista de Estudios Extremeños, Tomo LXIX, Núm. III, 2013, p.1.818.

[54] Impreso en Madrid, Imprenta Artística Sáez Hermanos, 1929, pp. 217-218. La publicación “Barógrafo de un lustro” fue una memoria que se realizó sobre la provincia de Badajoz con motivo del 5º aniversario del gobierno de Primo de Rivera (entre 1923 y 1930). En la citada memoria se pretendió glosar los beneficios que la dictadura procuró a nuestra provincia con avances en escuelas, carreteras, ferrocarriles, saneamiento, agricultura, etc. Todo ello acompañado de fotografías de gran valor histórico. Dedicando veinte páginas a la Unión Patriótica. Sus miembros  lo conformaban conservadores, mauristas, tradicionalistas, católicos y monárquicos. El partido llegó a tener un millón de afiliados en su mejor momento, cifra nada desdeñable, pero solamente un minoría se integró por genuinas razones ideológicas.

 

[55] El diario Correo Extremeño del 31/VIII/1928, informaba que el Pleno Municipal de Almendralejo aprobaba por unanimidad contribuir con el uno por ciento del presupuesto municipal para la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Era alcalde Francisco Montero de Espinosa y de la Barrera.

[56] ORTÍ BELMONTE: “Extremadura en Sevilla… Op.cit., pp.350-352. Siendo Extremadura uno de los territorios españoles cuya presencia era ineludible, se organizó un pabellón inspirado en los monumentos de los cascos históricos de las principales ciudades de la región.

[57] Fundado en 1428 por Gomes I Suárez de Figueroa, primer señor de Feria, y su esposa Elvira Laso de Mendoza, hermana del marqués de Santillana, con la intención de satisfacer la vocación religiosa de sus hijas Isabel y Leonor. Así, en su comienzo, el monasterio de Santa María del Valle ejemplifica el espíritu de santa Clara, pues sus primeras abadesas, de noble abolengo como ella, abandonan su privilegiado entorno para profesar y vivir en pobreza.

[58] Podría hacer honor a Fernando Golfín, quien fue escudero del infante don Fernando, o representar un símbolo de prestigio del Camarero aludiendo a sus vínculos con Fernando el Católico y con su nieto, el infante don Fernando. Cf. Recurso web https://palaciogolfinesdeabajo.com/el-palacio/historia/ Consultado el 30/I/2023.

[59] VALADÉS SIERRA: La aportación cacereña… Op.cit. p.1.823. De la visita e inauguración dejó constancia gráfica el fotógrafo Juan José Serrano (Arenas de San Pedro, 1888-Sevilla, 1975), que fue galardonado con la Medalla de Oro de la Exposición Iberoamericana de Sevilla por la cobertura fotográfica que hizo de la muestra. BRAOJOS GARRIDO, A.: “La fotografía de prensa como fuente histórica. Un modelo de referencia: la aportación sevillana”. En Imagen e Historia. Ed. Mario P. Díaz Barrado, Madrid, 1996, p.74.

[60] GALÁN FAJARDO, E.: “De la Exposición Universal de Sevilla de 1929 al siglo XXI. Tratamiento digital de la documentación expuesta por el archivo de la Diputación de Cáceres”. En Jornadas Antonio Varés, Gerona, 2002, p. 337.

[61] Tuvo repercusión en la Exposición e influencia sobre posteriores montajes del mismo tipo en Extremadura, siendo muy valorada por la Familia Real el día de su inauguración.

[62] VALADÉS SIERRA: La aportación cacereña… Op.cit. pp.1.825-1.834.

[63] Fotografías de Fernando Garrorena, F. Olivenza, Alfonso Trajano, Marcial Bocconi, Joaquín Carpintero y Vadillo de Badajoz. Y por parte de Cáceres, Javier García Téllez y Tomás Martín Gil. Trescientas nueve fotografías eran de la provincia de Badajoz y noventa y cinco de Cáceres. FLÓREZ RODRÍGUEZ, A.M.: “Trajano y sus estampas”. En Revista de Historia de las Vegas Altas, núm.5, 2013, p.38. Las de Cáceres fueron instantáneas tomadas en Alcántara, Brozas, Cáceres, Coria, Guadalupe, Plasencia, Trujillo, Valencia de Alcántara y Yuste.

[64] GALÁN FAJARDO: De la Exposición Universal de Sevilla… Op.cit. p. 337.

[65] VALADÉS SIERRA: La aportación cacereña… Op.cit. pp.1.841-1.842.

[66] Ibídem, pp.1842-1844. Entre ellos cartas dirigidas al Prior del Monasterio por Felipe V, María Luisa Gabriela de Saboya, Luis I, Fernando VI, reina Gobernadora, Carlos III y Carlos IV.

[67] Ingresó en el Monasterio en 1612 y del que se conservan obras como el Frontal de San Jerónimo, también denominado Frontal Rico.

[68] Se le atribuyen obras como el terno de color negro llamado ‘El Rico’, realizado entre 1668-1672, así como la ‘Capa Rica’ (1660-1664) confeccionada con cenefas de imaginería.

[69] GRACIA VILLACAMPA, C. (OFM): “Guadalupe en la Exposición de Sevilla”. En Revista El Monasterio de Guadalupe, año XIV, núm. 213, 1929, p.303.

[70] Veintiocho eran documentos. Especialmente cartas de los Reyes Católicos, de la reina Isabel la Católica y don Fernando el Católico. Once fueron libros corales.

[71] Se empleó un rico brocado de tres altos, con terciopelos recortados de color verde sobre fondo de oro. Constituida por numerosos remiendos para ensamblar las diferentes piezas que la componen.

[72] De origen flamenco, (cerca 1574-Toledo, 1629). Escultor. Autor de la labor escultórica del Retablo Mayor de Guadalupe. Además de los bultos funerarios de Enrique IV y su madre, María de Aragón. También labró la imagen de Santa Catalina que preside su capilla, junto con las estatuas funerarias de Dionís de Portugal y doña Juana de Castilla.

[73] Obra del guadalupense Pero López. Conocida por el nombre del Trapo viejo, una de las obras más importantes de la historia del bordado español. Consta de dos partes: el cuerpo, o parte inferior, y el cono superior. Las escenas bordadas son Epifanía, Nacimiento, Circuncisión y Asunción de la Virgen.

[74] Fue un bordador seglar, natural de la Puebla de Guadalupe, hermano de Gregorio López y del platero Alfonso López, el mozo. RUBIO CEBRIÁN, G. (OFM): Historia de Ntra. Señora de Guadalupe, Sevilla 1926, p.451.

[75] El taller de bordadura guadalupense alcanza uno de sus momentos estelares, lo que, en buena medida, se debe a la presencia del bordador Pero López y al desarrollo de técnicas de bordado con sedas y metales preciosos sobre telas donadas, técnica en la que el taller del monasterio de Guadalupe destacará tanto por la destreza de sus maestros como por la riqueza de las telas disponibles en el taller. PIZARRO GÓMEZ, F.J.: “El taller de bordado de Guadalupe”. En, Guadalupe. Siete siglos de fe y de cultura. Coord. García Rodríguez, S. Madrid. 1993, p.369.

[76] Trabajo realizado para el prior fray Nuño de Arévalo (1483-1495), que fue ejecutado en la última década del siglo XV. En su elaboración intervinieron varios iluminadores, que decoraron los doscientos folios del libro según las diversas corrientes artísticas en boga por esos años en Europa. MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, P.: “El diurnal del Monasterio de Guadalupe y el libro iluminado de uso privado durante la Edad Media”. En Norba-Arte XX-XXI, 2000-2001. UEx, p.42

[77]Nacido en Barcelona en 1738 (nombre de pila Juan Cosme Ferrol). Muy joven llegó a Guadalupe donde trabaja como aprendiz en la bordaduría del monasterio, acabando por tomar el hábito en 1760, estando ya al frente del taller de bordados confecciona varios ornamentos, hasta que le llega la muerte en 1802. FLORIANO CUMBREÑO, A.: El bordado, Barcelona 1942, p.159. Se trata de una obra que representa perfectamente el barroquismo del bordado dieciochesco. Abandonó la imaginería para dedicarse casi exclusivamente a los temas meramente decorativos.

[78]Escultor hispano flamenco (+Toledo, 1495). Autor del sepulcro de don Gonzalo de Illescas, sexto prior del Monasterio, consejero y confesor de Juan II y obispo de Córdoba. Se le atribuye un Calvario, grupo escultórico formado por Cristo crucificado, María, San Juan y María de Salomé y, aparte María Magdalena. También San Sebastián mártir, Virgen Madre, talla sedente.

[79] Don Alonso de Velasco, condestable de Castilla y de su esposa doña Isabel de Cuadros.

[80] GRACIA VILLACAMPA: Guadalupe en la Exposición… Op.cit. pp. 304-307.

[81] ORTÍ: “Extremadura en Sevilla… Op. cit., p.352.

Nov 222022
 

MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS

Cronista Oficial de Montijo y Lobón

 

La vida y obra de fray Diego de Ocaña, monje jerónimo del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, ha sido bastante desconocida por los investigadores durante siglos. Su manuscrito[1], permaneció olvidado casi siglo y medio, hasta que su hermano del monasterio de Guadalupe, fray Francisco de San José, a mediados del siglo XVIII (1743), da noticias de su viaje al virreinato del Perú[2] a recoger donativos que los fieles, principalmente extremeños, dejaban en sus úl­timas voluntades testamentarias ofrendas a la Virgen de Guadalupe del monasterio de las Villuercas. Pero aquellas noticias sacadas a la luz a mediados de la centuria del dieciocho quedarían de nuevo silenciadas hasta los prolegómenos de la coronación canónica de Ntra. Señora de Guadalupe como Reina de la Hispanidad (12/X/1928).

El jesuita Constantino Bayle[3] con la aquiescencia del cardenal primado y arzobispo de Toledo, don Pedro Segura y Sáenz, publicaba un folleto de treinta y dos páginas bajo el título “Nuestra Señora de Guadalupe de Extremadura en Indias”. Folleto al que Geromín de Guadalupe daba luz y difusión publicitaria en el diario Correo Extremeño[4], valorando de manera notable la publicación del padre Bayle.

El historiador jesuita conectaba a Guadalupe con el obispo extremeño don Alonso Ramírez de Vergara (1550-1602)[5], el cronista jerónimo fray Diego de Ocaña y la devoción que los chuquisaqueños, profesan a su Mamita Gualala (Virgen de Guadalupe), patrona de la ciudad de Sucre (Bolivia)[6].

En el Archivo del Monasterio de Guadalupe se conserva el folleto publicado por Constantino Bayle[7]. Transcribo una parte de su texto:

“Para cerrar desaguaderos y asegurar que las finezas de la devoción (Guadalupe) no se desviasen contra la voluntad de los donantes, los frailes jerónimos resolvieron enviar a Indias a algunos padres por sí recogiesen las limosnas. Con este fin llegó uno al Alto Perú a principios del siglo XVII; halló en Potosí tantos extremeños, todos devotos de su Virgen, que les regaló el cuadro con que pedía, a condición de lo pusieran en el nicho principal de la capilla mayor de San Francisco; y así lo ejecutaron”.

Un año después de lo escrito por Bayle, el franciscano Carlos Gracia Villacampa (Caspe, Zaragoza 1889-Jerez de la Frontera, Cádiz 1948)[8] accedió al original del manuscrito de fray Diego, estudiando y difundiendo el entusiasmo y fecunda actividad que el jerónimo desarrolló en su viaje religioso y pastoral de unas 21.748 millas (35.000 km) a lo largo de prácticamente nueve intensos años[9]. Pues el final de sus días los pasó en Nueva España[10]. A finales de los años sesenta, del siglo XX, el entonces bibliotecario del Monasterio de Guadalupe, Arturo Álvarez[11], fue el primero que publicó la obra completa de fray Diego de Ocaña, tanto el viaje como la Comedia a la Virgen de Guadalupe, siguiendo las huellas del monje jerónimo para entender mejor su hazaña[12]. Algunos investigadores han estudiado la obra de fray Diego desde las fiestas, representaciones teatrales, aspectos literarios y del culto popular. En 2010 salió a la luz una edición crítica sobre el manuscrito del monje guadalupense, “Viaje por el Nuevo Mundo: de Guadalupe a Potosí, 1599-1605, fray Diego de Ocaña”[13].

La obra de fray Diego muestra la geografía de parte del Nuevo Mundo, así como las costumbres de sus habitantes, lo que la convierte en una auténtica crónica de Indias. El manuscrito fue redactado en Lima a partir de las notas que tomó el fraile jerónimo durante su viaje por la América española, a la que había arribado en 1599. En su relato ofrece dos dimensiones: la autobiográfica y la testimonial[14].

En esta edición de los Coloquios Históricos de Extremadura se estudia la realidad física, histórica, social y económica que vivía la sociedad indiana en algunas de las ciudades más importantes del Virreinato del Perú, que fray Diego dejó escrita en su crónica. Deteniéndonos en las ciudades de Lima, Trujillo, La Plata, Potosi y Cuzco, entre otras.

 

1.- FRAY DIEGO DE OCAÑA (1570-1608)

Antes que el manchego entrara en la Real Casa, un hijo de la Villa y Puebla de Guadalupe, Gregorio López[15], oidor de la Chancillería de Valladolid y fiscal del Consejo de Indias durante 1543-1558, había destacado como redactor de dictámenes, informes y textos sobre las Leyes de Indias. Siendo la evangelización la finalidad primera y la justificación de las guerras de conquista y de los descubrimientos. Las leyes de Indias debían reflejar tres fundamentos ineludibles: buen trato de los indios, respeto a su libertad y condena de abusos y latrocinios de algunos españoles[16].

El jurista extremeño, Antonio Agúndez Fernández, en su obra Gregorio López y las Leyes de Indias, refuerza el valor del guadalupense: “Si Colón hizo redondo el globo terráqueo, en su descubrimiento, seguido del abrazo de razas. Gregorio López le dio, por su quehacer legislativo desde el Consejo de Indias, el global ordenamiento jurídico capaz de regular las nuevas situaciones sociales que las nueva tierras exigían”[17].

Fray Diego era natural de la villa manchega de Ocaña (Toledo), hijo de Juan de Huerta y María de Salcedo. Se presupone su nacimiento allá por 1570[18]. Hizo la profesión religiosa el 8/VI/1588[19]. Era prior del Monasterio, fray Gabriel de Talavera[20]. En su manuscrito señala que es joven y había sido ordenado sacerdote cuando partió para América.

El 3/I/1599 inicia el viaje en compañía de fray Martín de Posada, dirigiéndose primero a Sevilla y, más tarde, a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde embarcaron con destino a Tierra Firme. Tras dos escalas en Puerto Rico y Cartagena de Indias, arribaron a Portobelo, atravesando el istmo para llegar a la ciudad de Panamá. Después de varios meses de reposo, ya que fray Martín estaba enfermo, navegaron a Lima, descendiendo del barco en la ciudad de Paita por la agravación de la afección de su compañero de viaje, el cual falleció en aquella población peruana.

A partir de aquella fatal circunstancia, fray Diego de Ocaña siguió el viaje en solitario, relatando en su manuscrito tanto sus penas como sus momentos de éxito[21]. La finalidad del viaje de fray Diego y fray Martín, no olvidemos, era difundir la devoción a la Virgen de Guadalupe, recoger los donativos que en aquellas tierras se hacían al monasterio extremeño y reglamentar su envío para el futuro[22].

Con la misión cumplida en el Virreinato del Perú se traslada a Nueva España, donde al parecer tenía previsto realizar la misma tarea de recoger limosnas ofrecidas a la advocación extremeña de la Virgen de Guadalupe, y difundir su devoción, en espíritu de prudencia, fidelidad y religión. Sin embargo, los años de viaje habían debilitado su salud, alcanzaba cuarenta años, falleciendo en México a mediados de 1608[23].

 

2.- EL MANUSCRITO

¿Dónde redactó fray Diego la crónica de su viaje? Todo apunta a la Ciudad de los Reyes, en Lima, en 1605, donde estuvo enfermo varios meses, hasta que se trasladó a Ica[24]. Se trata de un códice manuscrito autógrafo de trescientos dieciocho folios de texto, en papel. El autor intercaló en el texto dieciséis ilustraciones a plumilla y color, siete dibujos lineales y cuatro mapas de Chile, desatando su inteligencia, que si no son obras maestras de pintura, si están realizados con movimiento y gracia[25].

Junto a la narración de su objetivo, el monje jerónimo describe la vida, usos y costumbres de los indios, la flora y la fauna, el ambiente de la colonia y los criollos…; con infinidad de detalles[26], fruto de su enorme curiosidad y habilidad para ilustrar con dibujos algunos pasajes del relato y hasta pormenorizar sus sentimientos íntimos y estados de ánimo en aquellos momentos difíciles de enfermedad, abandono y graves contrariedades, por las que tuvo que pasar a lo largo del viaje. También incluye la comedia en honor de la Virgen de Guadalupe que fray Diego compuso.

El manuscrito se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, ms. 215, procedente del Archivo del Monasterio de Guadalupe[27]. Llegó a la sede ovetense, tras pasar por diversos propietarios, formando parte de un lote de volúmenes que el Estado adquirió a don Roque Pidal, en 1935.

Conocido en el siglo pasado, el manuscrito ha sido estudiado parcialmente por centrarse el interés de los investigadores en la comedia que fray Diego de Ocaña escribió sobre la Virgen de Guadalupe para la representación que, con motivo de las fiestas de entronización de su lienzo-imagen en la catedral de Sucre, se celebraron en enero de 1602[28].

Desde la Real Casa de Guadalupe se ha dicho sobre el manuscrito, conocido ahora por el título Viaje de fray Diego de Ocaña en el Virreinato del Perú, impreso en varias ocasiones, que contiene la Comedia de Nuestra Señora de Guadalupe, escrita en verso por el mismo cronista, pintor de lienzos guadalupenses y procurador del monasterio en Indias[29]. Considera el que fue bibliotecario y archivero del Monasterio de Guadalupe, fray Arturo Álvarez, que el texto, en su vocabulario no es difícil. Aparte de las palabras usuales en la Castilla de su tiempo, emplea muchos vocablos recogidos en los pueblos de su ruta.

La vida intelectual de fray Diego fue intensa. Fue tomando apuntes de los sucesos del viaje durante sus estancias, alternando con la pintura de la Virgen, organizando las complejas fiestas barrocas de entronización de las imágenes[30].

Mucho más tiempo le tuvo que llevar la composición de la comedia a la Virgen y sus milagros. Además de su actividad religiosa de sermones y difusión del culto a la Morenita de las Villuercas. Fundar cofradías, buscar mayordomos, recoger limosnas y preparar el envío hasta Sevilla para que allí lo recogieran sus hermanos[31]. Fomentando una buena actividad de relaciones públicas, buscando apoyos para programar los desplazamientos, alojamiento en conventos, espacio para pintar los cuadros, concertar acuerdos con las comunidades religiosas para depositar los lienzos de la Virgen en sus iglesias y todo lo que esta actividad sugiere[32].

 

3.- DE GUADALUPE AL NUEVO MUNDO

Acudo al momento preciso de la partida de dos monjes de blanco y pardo sayal, que decían adiós a su convento de Guadalupe, en dirección a tierras andaluzas y al mundo virgen al que la obediencia los encaminaba:

“Partimos el padre fray Martín de Posada[33], mi compañero, y yo, de nuestra sancta casa de nuestra Señora sancta María de Guadalupe, despedidos de todo el convento y con la bendición de nuestros prelados padres y mayores, a los 3 de enero del año 1599 a la una del día, después de comer. Acompañándonos hasta la puerta de la hospedería, donde subimos a mula, todos nuestros hermanos y amigos, de los cuales nos despedimos con muchas lágrimas y sentimiento de todos; y en particular fueron en mucha copia y abundancia las que yo derramé en los brazos de mi querido y amado hermano fray Pedro de Segovia, las cuales lágrimas mi compañero y yo de continuo fuimos derramando hasta que llegamos al humilladero de San Sebastián[34], que es donde se pierde de vista la casa; y allí volvimos las riendas a las mulas y, vueltos los ojos a nuestra gloriosa patria y casa, nos volvimos a despedir de nuestra gran patrona la serenísima reina de los ángeles, como lo habíamos hecho antes en el coro, pidiéndole nos guiase en nuestro viaje y nos llevase y volviese con bien a su santísima casa, de donde con tan gran dolor y sentimiento nos apartábamos por tan largo espacio; pues veníamos en busca del Nuevo Mundo descubierto”[35].

En la ciudad de Sevilla[36] fueron a la Casa de la Contratación donde presentaron las cédulas del rey, junto con las licencias del Padre General de los Jerónimos y Prior de Guadalupe, fray Pedro de Santiago[37]. Concedidas las licencias para embarcarse en los galeones de su majestad que llegaban hasta Puerto Rico. Tras apercibir las cosas de su matalotaje (avituallamiento), partieron de Sevilla el 26 de enero, río abajo, en barco, hasta el puerto de Sanlúcar de Barrameda. Punto de llegada y salida de numerosos viajes y expediciones con fines militares, comerciales, religiosos y científicos[38].

El 2 de febrero, festividad de la Purificación de la Virgen María (La Candelaria), fray Diego de Ocaña celebró misa en su altar de Barrameda[39], embarcándose en los galeones. Fray Martín de Posada lo hizo en la nave capitana con el general Francisco Coloma. Fray Diego viajó en la nave almiranta con el almirante Juan de Urdaire[40].

Fray Diego, antes de embarcar, se lamentó de no haber llegado los mozos (criados) y un donado que estuvieron esperando, con la falta grande que nos hicieron, escribió, notando su ausencia en algunos momentos del viaje. La travesía se realizó sin grandes novedades, aunque fray Diego estuvo siete días en cama de lo mareado que estaba; tras unos vómitos comenzó a estar bueno. A la vista de las islas Canarias, con una gran calma, hizo la promesa de cantar todas las noches la salve a Nuestra Señora de Guadalupe, pidiendo tener brisa y poder navegar.

Este es el itinerario que fray Diego hizo desde que salió de España hasta su muerte en México:

 

FECHA DESCRIPCIÓN
3 de enero de 1599 Parte de Guadalupe
2 de febrero de 1599 Embarca para el Nuevo Mundo, en Sanlúcar de Barrameda
24 de marzo de 1599 Arriba a Puerto Rico
Primeros de mayo de 1599 Llega a Portobelo
3 de agosto de 1599 Zarpa de Panamá rumbo al Perú
11 de septiembre de 1599 Desembarca en Paita, fallece el padre Martín de Posada
23 de octubre de 1599 Llega a Lima
8 de febrero de 1600 Embarca en Callao, para Chile
Mediados de abril de 1600 Arriba al puerto chileno de Coquimbo
18 de julio de 1600 Llega a Potosí
10 de noviembre de 1601 Arriba a Chuquisaca (Sucre)
27 de junio de 1603 Llega a Chuquiapo (La Paz)
25 de julio de 1603 Sale de Arequipa
24 de agosto de 1603 Llegó a Cuzco, camino de Lima
Enero-agosto de 1604 Reside, enfermo, en Lima
Agosto de 1604 Baja hasta Ica de Perú
Navidad de 1605 Embarca para Nueva España
1608 Fallece en México

 

Durante la travesía ocupa los días en saciar su curiosidad, observando la fauna marina, según describe, buscando la conversación instructiva para ampliar los conocimientos y fomentar la amistad:

“Traía otro gusto muy grande que era venirme parlando con el piloto mayor hasta después de medianoche, tratando del secreto de la navegación, de los grados de las alturas y de las alturas, del conocimiento de los ocho vientos principales que trae la aguja de continuo pintados; ver cómo va de continuo apuntando al norte. Y lo que mayor contento me daba era ver el movimiento de los cielos y cómo cada noche el norte se nos iba escondiendo y bajándose más hasta que vino a quedar a nuestra perspectiva orilla de las aguas, como se parece Portabello. Y con esta conversación del piloto supe muchas cosas que no sabía del globo del mundo, y pasaba las noches con mucho gusto[41].

En aquellas aguas el guadalupense, neófito en cosas del mar, vio ballenas y bufeos, marsopla o delfín, también peces voladores, al que llama dorados, depredadores de otros peces, como las sardinas.

Todo lo ameno y pacífico que resulta el traslado a América se transformará, posteriormente, en sorpresa, enfermedades, trabajos, robo, miedo a perder la vida y penalidades de todo tipo, hasta tener que empuñar las armas para defenderse.

 

4.- PORTOBELO, PAITA, PIURA, OLMOS Y SAÑA

La expedición llega a Puerto Rico el 24 de marzo, donde fueron acogidos en el convento de Santo Domingo, partiendo a Cartagena de Indias. Trescientas leguas de recorrido. Llegando el Viernes Santo, pasando tres días, embarcándose hacia Portobelo, en Panamá. Arribando el sábado por la mañana del Domingo de Quasimodo, alojándose en el convento de la Merced. Fray Diego escribe: “hay mucha falta de pan y de carne porque todo se trae de Panamá. La carne que se come es de vaca” (13 vto).

Después de quince días, bajaron los arrieros de Panamá para llevar a los pasajeros. Donde esperaron que bajasen los navíos del Perú para embarcarse por el Mar del Sur a la ciudad de Lima. Un viaje que duró tres meses, tiempo en los que estuvo en cama fray Martín de Posada, compañero de fray Diego, por unas calenturas muy recias que le dieron[42].

El 3/VIII/1599, seis meses del embarque en Sanlúcar de Barrameda, partió para la ciudad de Lima. Dieron fondo los navíos en el puerto de Paita[43] después de haber navegado treinta días por el Mar del Sur. Los dos religiosos optan por hacer el camino desde Paita hasta Lima a pie, a través de doscientas leguas con grandísimos arenales[44].

En la fiesta de la Natividad de la Virgen, 8 de septiembre, ante la gravedad de fray Martín de Posada, recibió confesión y comunión, en el convento de la Merced[45]. Tres días después el religioso jerónimo recibió la Extremaunción, y a las diez de la noche expiró en los brazos de fray Diego[46]. En el funeral se le dijo una vigilia y misa cantada en el convento de la Merced, donde se le dio sepultura junto al altar mayor.

Fray Diego escribe que las casas están hechas de bahareques (voz taína, pared de palos hincados, entretejidos con cañas y barro). En el puerto de Paita es el primer carnero que se come, trayéndose la carne desde Quito, que está a cien leguas. Las noches son serenas, la luna clara como si fuera de día y los arenales blancos. Hay mucha fruta y melones. Fray Diego confirma las cualidades del puerto de Paita: “Aquí tocan todos los navíos que vienen de Panamá y de México y los que bajan de Lima a México, para tomar refrescos de carne, y gallinas que valen baratas, a dos reales cada una”[47].

Parte de Paita con cuatro caballos alquilados a los indios de Olmos, uno para él y otro para llevar la cama[48]. A causa de las cuartanas que padecía el monje jerónimo, hace el camino por los arenales de noche, porque de día se abrasaban de calor las personas[49]. La dureza del viaje se agrava por la falta de agua, llevándose en unos calabazos grandes, para las cabalgaduras y para las personas. De Paita llegó a Piura, donde alimentaban a los carneros (llamas, alpacas, vicuñas y guanacos) con algarroba que por allí había, resultando gordos y sabrosos, los mejores del Perú. También se cultivaba algodón que se llevaba a Lima, aunque no mucho. El viajero podía comer tollo (cazón) que se cogía en el puerto de Paita. No se cultivaba trigo, trayéndose las harinas de los valles de arriba, de Trujillo. En Piura dejó nombrados mayordomos de la Virgen a Pedro Días Argüelles y a Bartolomé Sánchez, naturales de Guadalupe en Extremadura (Ocaña 28 vto.).

De Piura pasó a Olmos, precisando de un guía indio, porque las cuarenta leguas de despoblado estaba llena la tierra de arena menuda, y con el viento les cegaba y a las cabalgaduras, caminando de noche y sesteando de día. Fray Diego expone la realidad socioeconómica que vivían los indios: “los mantenimientos eran baratos. Valen seis panes de a libra, un real; dos pollos, un real; una gallina, un real; tres melones como la cabeza, un real; un cabrito, cuatro reales; doce huevos, un real; y de esta manera por el consiguiente las demás cosas de comida valen baratas”[50].

De Olmos llegó a Saña[51], con gran necesidad, por habérsele acabado la plata, no teniendo un real que gastar[52]. En Saña se curtía el cordobán y se hacía todo el jabón que se gasta en Perú. Estas dos cosas formaban los tratos de Saña. Cogían trigo para el consumo. Fray Diego describe los trajes que vestían los indios de los llanos hasta Chile. Pintando dos láminas a color en su manuscrito:

Los indios traen el cabello que les cubre todo el cuello por la parte de detrás, y por la frente le cortan dedo y medio por encima de las cejas. Traen sobre la cabeza sombrero conforme los españoles lo usan. Usan en el cuerpo, en lugar de ropilla, una camiseta de algodón sin mangas; porque si no son los caciques, que usan de jubón[53] y andan calzados y con medias y cuellos de lechuguilla[54] y con traje españolado, todos los demás traen los brazos y las piernas de fuera. La camiseta les llega por encima de las rodillas cuatro dedos. Unos zaragüelles[55] muy cortos como pañetes de lienzo, hasta las corvas debajo de la rodilla; de ordinario descalzos y algunas veces ponen unas ojotas en los pies como sandalias de frailes franciscanos, que no tiene sino la suela, que andan por el suelo con unas cuerdas atadas por encima del empeine del pie. Cúbranse por encima de los hombros con una manta cuadrada, sin ningún pliegue sino de algodón y lana, con sus cuatro esquinas como una sobremesa….El traje de las mujeres es una ropa entera como capuz[56], que no tiene más abertura que por dónde sacan la cabeza y los brazos; y de ordinario son de algodón y lana negra; y algunas los traen de colores la mitad y la otra mitad de otro color; pero lo común y más ordinario es de ser negros. Y en todo su cuerpo no trae adorno ninguno ni otra vestidura sino aquel capuz, de suerte que quitado aquel, quedan desnudas como sus madres las parieron.

Asiéntanse de continuo en el suelo sobre la arena a tejer el algodón, de que se visten; y hacen unas mantas cuadradas para los hombres, y para ellas aquellos capuces. A los niños los traen cuando van a alguna parte, no en los brazos, sino en las espaldas, envueltos en aquellos sacos como costales pequeños, los bracitos y las piernas de fuera. En toda la vida no usan de lienzo, sino de aquellas camisetas como cilicio[57].

La dieta alimenticia de los indios eran hierbas que llamaban yuyos con un poco de maíz tostado o cocido; al tostado le llamaban anca y al cocido mote. Todo lo guardaban para vender a los españoles que caminaban por los arenales hasta Lima. Una gallina valía un real; dos pollos, un real; doce huevos, un real; un cuarto de carnero, dos reales; seis panes, un real. De suerte, señala fray Diego, que todo vale por estos llanos hasta Lima muy barato; y todo esto nunca los indios lo dan de su voluntad, y aunque lo tienen dicen mana, que quiere decir no hay. De Saña el monje guadalupense, en la víspera de la festividad de San Jerónimo, parte al convento de frailes agustinos de Ntra. Señora de Guadalupe, donde había colegio y se leían artes.

El que fue bibliotecario del monasterio extremeño de Guadalupe, Arturo Álvarez, que fue el primero que publicó la obra completa de fray Diego de Ocaña, ante la escasez de datos sobre el templo guadalupense más antiguo de Suramérica que ofrece fray Diego, informa: “En 1531 el capitán Francisco Pérez de Lezcano -sevillano con raíces vascas- entra con Gonzalo Pizarro en Cajamarca, e interviene en la prisión de Atahualpa. Luego se establece con su familia en Trujillo y posee tierras en el valle de Jequetepeque, junto al pueblo de Pakatnamú, que los españoles llamaron Pacasmayo. En 1560, Lezcano, con su esposa Luisa de Mendoza, regresa con una peregrinación al santuario extremeño de Guadalupe. Allí agradeció a la Virgen haberse librado de la horca segura y afrentosa, a que por envidia le condenó el corregidor Jerónimo Benel de Trujillo (Perú). Y cumpliendo su voto, trajo una preciosa imagen de Guadalupe, labrada en cedro por un artista sevillano”[58].

Desde el monasterio agustino de Guadalupe, el jerónimo viajero llegó a Chiclayo y desde él a Etén, donde estaba por doctrinante de los indios un fraile franciscano, hijo de un escribano extremeño de Trujillo, llamado fray Francisco de Santa María. Gracias a él, fray Diego satisfizo el hambre que había pasado días antes.

 

5.- LA CIUDAD DE TRUJILLO

La víspera de la festividad de San Francisco, 3/X/1599, fray Diego de Ocaña llegó a la ciudad de Trujillo. Tras haber atravesado grandísimos arenales que tanto fatigan las cabalgaduras y los cuerpos de las personas. Así como por trasnochar al huir de la inclemencia del sol que hace arder la arena y pone al suelo de fuego[59]. Acudo a lo que narra fray Diego sobre la ciudad trujillana del Perú: “Lo que hay notable en esta ciudad es, que fue de las primeras que los españoles fundaron en aquestos valles y de donde, sacaron más riquezas a las espaldas de Trujillo, en el camino de la sierra. Por el camino real que viene desde la ciudad de Quito hasta Lima, está el tambo Piscobamba[60], donde los primeros españoles que entraron en el Perú prendieron al Inca que venía caminando desde Quito para Pachacamac[61]; y aquí, en este tambo, prometieron los indios, porque soltase a su rey, de llenarles de oro y plata” (Ocaña 43 vto. y 44)[62].

Fray Diego afirmaba: “Es una sala muy grande y hasta el día de hoy permanece en ella la raya que hicieron los españoles hasta donde los indios llenaron de plata y oro. Y de este oro y plata que los indios dieron por rescate del Inca, fue de lo primero que se le llevó al emperador de Alemania, donde estaba a esta sazón y tiempo; de que quedó más aficionado a las cosas de las Indias y acudió a la conquista de ellas con más cuidado desde entonces”. A su llegada a Trujillo fray Diego escribe:

En esta ciudad están los mayores edificios de huacas[63] (que son unos entierros donde los indios se enterraban), que hay en todo el Perú. Son estos sepulcros de adobes y barro; tienen unas paredes muy gruesas y debajo de tierra tantas cuevas y escondrijos y vueltas de unas partes a otras, que los laberintos de Creta quedan muy atrás con estas cosas, porque cuando aquellos cobraron fama y nombres en el mundo, no se habían descubierto estos edificios ni se tenía noticia de ellos; los cuales pueden ser famosos por todo el mundo, ansí por su grandeza como por los grandes tesoros y riquezas que en sí encierran y de ellos han sacado; pues ha sido tanto, que los primeros conquistadores llevaban en carretas a la ciudad el oro y la plata que de estas huacas sacaban. Y la razón de haber tanta riqueza en estos entierros y huacas sacaban. Y la razón de haber tantas riquezas en estos entierros y huacas, es que cuando moría algún cacique principal, que es decir como un duque en Castilla, enterraban con él toda cuanta riqueza tenía de oro y plata y ropas de cumbé[64], preciosas. Y así, al día de hoy hay grandísimas riqueza escondida que no saben de ella; y los indios viejos no quieren decirlo; y porque viven con un engaño que dice que si lo descubren, que luego el Zupay[65], que quiere decir el demonio, les aparece y los espanta, y que les riñe y amenaza que los tiene de llevar consigo si lo descubren; y por este engaño no quieren decir nada a los españoles. Y ponían los antiguos sobre estas huacas unas figuritas de piedra del tamaño de un dedo, al cual llaman guardahuaca, y aquel dicen que les habla y no quieren llegar a él; y de estos bultillos, que son como idolillos, llevo yo a España uno por curiosidad.

Todo el Perú costero es una inmensa necrópolis que custodia entre sus arenales el recuerdo de las culturas Paraca, Chimú y Nasca: y a pocos pasos de Trujillo tenemos las ruinas chimúes, que forman la zona arqueológica más importante. Pero es cien kilómetros al norte de esta ciudad donde están las numerosas huacas, sobre el río Jequetepeque, en el antiguo poblado de Pakatnamú. Allí, en una amplia extensión que cae al Pacífico, se aprecian las líneas borradas por el aire y los siglos de los que fue gran urbe chimú[66].

Fray Diego expresa que la ciudad de Trujillo[67] no era de mucha gente, pero la que hay es gente noble, vecinos encomenderos de indios y nietos de conquistadores:

Hay frailes y conventos de todas órdenes; de san Francisco y de Santo Domingo, agustinos y de la Merced[68]. Se coge aquí mucho trigo, y de estos valles se llevan harinas para Panamá y para toda la tierra de abajo y para todos los demás valles; y así todo el trato de aquí es harina y algunas aceitunas que cogen para agua, y son tan buenas y más gordas que las de Sevilla. Y para que los árboles den fruto, los podan cada año, como podan las vides en España. Hay también mucha azúcar, de que se hacen muchas conservas y se sustenta la ciudad de Lima con el azúcar que de estos valles se trae. El temple de la ciudad es buena y templado, ni frío ni calor. Dase el trigo todos los meses del año. Está en altura de nueve grados, un poco apartada de la mar más de dos leguas. Y desde aquí hasta Lima hay ochenta leguas, todo de arenales muy grandes y penosos de caminar, como todo lo demás (Ocaña 45).

Desde Trujillo, fray Diego prosigue viaje hasta el pueblo de Santa, donde mediaban cuarenta leguas, todo de grandes arenales. En Santa pasó tres días, en un aposento oscuro debido a los mosquitos[69]. Destacando que es un pueblo pequeño y de pocos españoles. Del pueblo de Santa partieron para la ciudad de Lima, que hay cuarenta leguas.

 

6.- LIMA. LA CIUDAD DE LOS REYES

Superados los trabajosos caminos, el jerónimo guadalupense entra en Lima el 23/X/1599[70], teniendo posada en el convento de Santo Domingo donde lo recibieron el vicario general, el provincial y prior. Acudió el religioso guadalupense ante el virrey don Luis de Velasco[71]. Visitando al arzobispo Toribio Alfonso de Mogrovejo[72], y a los inquisidores, oidores y otras dignidades. En los que se ocupó durante cuatro días[73], presentando las letras y cédulas reales que traía de España. Junto al objetivo de su viaje: “pedir limosna y asentar cofrades de Nuestra Señora de Guadalupe a todos los que quisieren serlo, como consta por su real cédula” (Ocaña 56). La petición que hizo fray Diego tuvo su aprobación, siendo nombrado mayordomo de la Virgen de Guadalupe Blasco Fernández de Toro, hidalgo conocido, natural de la ciudad de Trujillo en Extremadura, muy rico (56 vto.); quien ayudó a fray Diego a conseguir sus objetivos[74].

Al terminar de asentar cofrades de Nuestra Señora, el matrimonio extremeño, de Medellín, Alonso Ramos Cervantes y Elvira de la Serna, construyeron una ermita en las afueras de Lima, camino de Pachacamac[75], para la que fray Diego pintó un lienzo de la Virgen de Guadalupe: “Hízose una imagen muy linda y rica, del mismo tamaño que la de España, pintada en lienzo; y allí puestas muchas perlas y piedras de esmeraldas, y con tanta curiosidad, que toda la ciudad acude a verla; y le han ofrecido seis lámparas de plata, y hace muchos favores a toda la ciudad, con quien todos tienen grandísima devoción y con ella son las limosnas” (Ocaña 58)[76].

El día de la fiesta, cuando se puso el lienzo de Nuestra Señora, predicó fray Diego de Ocaña las grandezas de Nuestra Señora de Guadalupe, y el día octavo otro, y con éstos se animó toda la ciudad, y encendió en devoción, con muchos milagros que oyeron del fraile guadalupense (Ocaña 58 vto).  En esta ciudad, prosigue en su crónica;

“hay universidad con muchos doctores que la ilustran mucho, con las mismas constituciones de Salamanca. Hay cátedras de todas ciencias; provéense por oposición; tiénenlas muy buenos supuestos. Florecen mucho los criollos de la tierra en letras, que tienen muy buenos ingenios. Y en particular los conventos, donde también se leen artes y teología, y cada semana hay conclusiones en los conventos que son muchos y muy buenos, con muy curiosas iglesias” (Ocaña 60 vto).

Lima acogía cuatro colegios muy principales que ilustraban a la ciudad, como el Colegio Real, San Martin, el del Arzobispo y el seminario de los padres de la Compañía; sólo éste tiene ciento veinte colegiales, contaba fray Diego. En estos colegios se graduaban muchos en todas facultades, con lo que la universidad va aumentando y la ciudad de Lima ilustrando mucho.

Tenía hospitales para españoles y para indios, muy buenos y bien proveídos, que atendían las necesidades sanitarias, como el de San Andrés, que era de los españoles; el de Santa Ana, de los naturales; de San Pedro, donde se atendían a los clérigos pobres. Otro en las afueras de la población, el de San Lázaro, donde se curaban llagas[77]. Comenta que “hay muchas cofradías en todos los conventos, y todas hacen sus fiestas y con mucha abundancia de cera que gastan; y las noches de las vísperas ponen en las iglesias luminarias y arrojan cohetes y hacen muchas invenciones de fuegos, con que en esta tierra nueva se celebran las fiestas”(Ocaña 61). El cronista se adentra en el urbanismo de la capital peruana, narrando que:

“Está situada a orilla de un río caudaloso el cual en tiempo de aguas no se puede vadear. Del río salen muchas acequias, las cuales van por las calles y cuadras de la ciudad, sirven de limpieza de las casas, aunque algunas veces se azolvan[78] y revienta el agua y están las calles llenas de lodo y malos pasos. Y con otras acequias grandes, que va corriendo todo el valle abajo, riegan todas las tierras de pan, que se da mucho y bueno; y los alfalfales, que es una hierba, con la que se sustentan todas las cabalgaduras. Riegan las chacras, platanares y olivares; y ya comienzan a hacer aceite; llevan mucha aceituna y muy buena y gruesa, y para adobar son buenas y gustosas” (Ocaña 61 vto)[79].

Los edificios de los templos son buenos, en especial el de la iglesia mayor[80]. Los de las casas son todos de adobes de barro, secos al sol, no cocidos; y las casas que están dentro de la ciudad, son dobladas, tienen cuartos altos y bajos, y buenos balcones de madera de cedro, la cual cesta muy cara; se traen de Panamá y de Guayaquil. Hay unas cañas tan gruesas, que con tres palmos se abarcan, las cuales sirven de viga para cubrir los techos, los cuales no tienen tejados ni están cubiertos de tejas, sino con unas esteras que hacen de cañas hendidas; y sobre ellas echan mucho estiércol de las caballerizas y con esto se cubren las casas (Ocaña 62 vto.) … Hay mujeres muy hermosas, de buenas teces de rostros y buenas manos y cabellos, y buenos vestidos y aderezos; y se tocan y se componen muy bien, particularmente las criollas, que son muy graciosas y desenfadadas… El traje de los hombres es bueno y galán, porque todo cuanto gastan es seda y todos andan bien vestidos y galanes. Hay muchos caballeros y caballos, de suerte que cuando hay carrera, se juntan más de cien hombres de a caballo… Los lacayos son negros, porque en esta tierra no hay otro servicio sino negros y negras; y se pasa mucho trabajo con ellos porque se huyen de sus amos, y las mujeres no tienen de quien confiarse sino de negras para sus cosas secretas; y así le suceden mil pesadumbres y desgracias. Hay en Lima más de doscientos mil negros y muchas más negras[81], porque el español que más tiene, mejor lo pasa, porque ellos son los que andan en el campo y chacras y los que dan de comer a sus amos con los jornales que ganan” (Ocaña 63 y vto.)[82].

Fray Diego de Ocaña percibe la realidad social del momento que se vive en aquellos territorios:

“Hay muchos hombres antiguos que tuvieron mucha plata y hacienda, y por ser tan largo en el gastar, están hoy día en mucha necesidad. Esta ha sido la causa de algunos alzamientos, por donde ha estado esta tierra en puntos de perderse, como parece por las muchas cabezas de traidores al rey que están por las plazas del Cuzco y Chuquisaca y otras partes de estos reinos” (Ocaña 64).

El monje guadalupense señala las contrariedades que hay entre España y el Perú. Desde el clima[83], los tratos y contratos, el faltar en las escrituras y pagos, y en levantarse los unos con las haciendas de los otros. Esta es la rotundidad con la que deja escrita las contrariedades:

“Muchas mentiras y poca justicia en todo; particularmente en Potosí, que matan a los hombres  y después los matadores en los demás pueblos se pasean; y al fin con la plata todo se negocia y el que la tiene es honrado principal, noble y caballero; y el que no la tiene, aunque tenga todo lo dicho, no es nadie ni es estimado, ni hay quien se acuerde de él. Y de esta manera van procediendo en todas las demás cosas” (Ocaña 64 vto.).

Lima, a finales del siglo XVI, tenía dos compañías de gentileshombres, la una de arcabuces y la otra de lanzas (Ocaña 65 y vto)[84]. Dos compañías que guardaban el reino y la ciudad, las cuales guardaban la ciudad en Jueves Santo, y cuando había Auto de Inquisición[85]. “Lima es una ciudad de muchos temblores, escribe fray Diego, y después que pasó uno muy grande, que derribó mucha parte de las casas, no ha habido después acá otro ninguno, que haya hecho semejante daño; pero temblores pequeños muchos, particularmente a la entrada del verano” (Ocaña 66 vto.)[86].

La Cuaresma de Lima es muy regalada, dice fray Diego, porque “tiene abundancia de pescados y buenos, como son cabrillas y pejerreyes y chitas y tollos que traen de Panamá, y bonitos, que es un pescado como atún; y grandísima abundancia de anchovetas, que son como sardinas pequeñas y muy sabrosas. Hay también muchas corvinas y algunos pescados en abundancia; y muchas legumbres y buenas, y algunos camarones con que se hacen locros[87] muy vistosos y apetitosos. Hay mucha abundancia de frutas, uvas, higos, peras, membrillos, camuesas, y muchos melones y otras muchas frutas de la tierra, de diversos nombres, como son: aguacates, paltas, mameyes, guayabas, granadillas, pepinos de la tierra, que es una fruta muy regalada, y muchos plátanos y maní, y otras muchas frutas” (Ocaña 70).

En el tiempo cuaresmal, afirmaba el monje jerónimo guadalupense, que andan por la calle muchas negras vendiendo conservas y muchas cosas de dulces, turrones y melcochas[88], leche y natas, rosquetes y bizcochos, aceitunas y otras mil cosas apetitosas, que aunque no haya gana de ellas, como pasan por las calles convidando con ello, da ganas de comprar de ello… Y esto es lo que hay en Lima, que es el mejor pueblo en temple (temperatura) y en todo lo demás, de todas las Indias. Y fuera de esta ciudad no hay pueblo de consideración, sino en Potosí (Ocaña 70 vto.).

Fray Diego de Ocaña, el 6/II/1600 se embarca en el puerto del Callao[89] en la nave que tenía por nombre Galizabra en busca del reino de Chile. El monje guadalupense recorre: Coquimbo, Copiapó, Santiago, Chillán[90], Concepción, Angol[91], La Imperial[92], Valdivia[93], Purén[94], Osorno (Ocaña 92)[95], Chiloé[96]. Fray Diego dice de los indios de Chile:

“Generalmente son indios de razón y de traza, en particular para las cosas de la guerra: y aunque son bárbaros, no tienen las costumbres bárbaras y bestiales que tienen los de Paraguay… las armas que comúnmente usan los indios, son arco y flechas, lanza y macana[97], coselete y celada de cuero de vaca crudo. Su pelear es a pie y a caballo, cada uno como mejor se halla y con el arma que más se ha ejercitado… Lo que estos indios cogen es trigo, cebada, maíz, papas, frijoles, porotos o pallares, quinua y otras muchas semillas” (Ocaña 101 vto. y 102 vto.)[98].

 

Cuando pretendió regresar a Lima, le sorprendió la sublevación de los mapuches contra los españoles, viéndose obligado a cruzar la cordillera los Andes. Transitando una buena parte de las pampas argentinas (Ocaña 142 y vto.)[99], llegando a Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba; y, ya en su camino de regreso, atravesó el Paraguay y Tucumán para finalmente llegar a las ciudades de Potosí y La Plata[100].

 

7.- LA VILLA RICA DE POTOSÍ

Desde Tucumán a la Villa Imperial de Potosí, el religioso guadalupense sufrió unas calenturas que no se le quitaron en veinte día, no pudiendo caminar ni a pie ni a caballo; y apenas podía comer, ni tenía que, sino un poco de maíz. Y a tres jornadas de Potosí, en una chácara (pequeña propiedad rural) donde había gente, tuvo reposo durante ocho jornadas, animándose a comer[101], reparándose un poco. Partió para Potosí el 18/VII/1600, llegando a la portería del convento de Santo Domingo[102]. Donde convaleció de su enfermedad durante dos meses. También con la ayuda que le prestaron Miguel Juárez y su mujer Francisca de Ulloa, naturales de la Puebla y Villa de Guadalupe.

En la fecha en que hace su crónica fray Diego, hallábase Potosí en el cenit de su grandeza[103]. España prestó particular atención a su industria de la plata que extraían de su Cerro Rico. El monje guadalupense considera que el Cerro Rico de Potosí es la octava maravilla del mundo y la mayor de todas. “Todo de plata que no hay puñado de tierra que no sea de plata; de donde tantos millones se llevan a España cada año” (Ocaña 168 vto. y 169).

Potosí proveyó el sustento material de la maquinaria de guerra más poderosa de la época; financió el Imperio donde nunca se ponía el sol. La riqueza del Potosí fue decisiva para la formación del primer Estado territorial moderno y la primera potencia hegemónica mundial. Todo el aparato burocrático militar del Reino de España se nutrió de sus socavones; la moderna tecnología de gobierno sobre las poblaciones se forjó como producto emergente de los ingentes esfuerzos de la Corona por extender el control eficiente sobre la vida en las colonias, de donde provenían los medios de su poderío. El argentum metal era conducido desde Potosí hasta el puerto de Arica y desde él a Callao y Panamá. Embarcaciones que eran custodiadas por navíos de la Armada del Mar del Sur.

El cerro de Potosí[104], de la parte del mediodía hacia la parte sur, tiene, señala fray Diego, cuatro vetas principales, que corren desde la punta del cerro hacia abajo: que la primera se llama Mendieta, y la segunda del Centeno, y la tercera se llama la Veta Rica, y la cuarta del Estaño. Trabajan dentro de este cerro, todos los días, ocho mil indios, todos con velas de sebo, sin los que sacan los metales, que son otros cuatro mil. (Ocaña 169). Fray Diego denuncia la explotación a la que estaban sometidos los indios en el trabajo de las minas:

“Pasa esta gente gran trabajo y mueren muchos indios de enfermedad, otros despeñados, otros ahogados, y otros descalabrados de las piedras que caen; y otros quedan allá dentro enterrados… A mí me quebraba el corazón de ver cuando los indios salían los miércoles a comer a las bocas de las minas, a recibir la comida que les llevan las mujeres, los lloros y las lágrimas de ellas, de ver a sus maridos salir llenos de polvo y flacos y amarillos y enfermos y cansados, y sobre todo esto azotados de los mineros y aporreados porque no cumplieron los montones de metal que está tasado que ha de sacar cada día… Y al fin no hay libra de plata que no cueste otra tanta sangre y sudor a los miserables de los indios; pues a costa de su sangre se saca lo que se beneficia” (Ocaña 183 vto. y 184)[105].

En Potosí, el jerónimo guadalupense tomó los pinceles para hacer una imagen de la Virgen de Guadalupe, que acrecentara la devoción, pues observó tibieza en la gente[106].  Una vez terminada, fray Diego determinó colocarla en el convento de San Francisco, en la capilla mayor, sobre el sagrario, y porque en este convento hay más devoción que en los demás (Ocaña 149 vto.).

Se detiene el cronista guadalupense en describir las casas de los indios, como pocilgas o zahúrdas de pueblos; unas piedras puestas, por la mayor parte en redondo con un poco de barro, y por la parte de arriba con paja, y tan baja que apenas se puede estar en pie (Ocaña 174). La bebida ordinaria se llamaba chicha, la cual se hace de harina de maíz; la echan en agua hirviendo, y en cinco días la beben. Es tan fuerte que embriaga y emborracha mucho, y desde el sábado en la noche hasta el lunes a mediodía, no dejan de beber (Ocaña 185 vto.).

En Potosí nunca faltan uvas. Hay muchas camuesas, higos verdes, pasados y pasas. Frutas de la tierra, hortaliza y verdura, rábanos y cardos, y legumbres de berzas y otras hierbas.  Hay muchos cántaros de leche y por las calles venden requesones. Mucho pescado salado y fresco del río Pilcomayo; todos los viernes muchos sábalos. Hay mucha caza, siempre de perdices. En todo tiempo hay gallinas. Está la plaza muy proveída de tocino del pueblo de Tarija, que es la mejor cecina de todo el Perú. Una arroba de carbón vale cuatro reales, que se tiene por barato por el mucho gasto que hay de él, porque alrededor de Potosí, en aquellos lugares altos donde hace de ordinario mucho viento, hay mucha cantidad de guayras[107] (Ocaña 182,183).

En medio de las catorce parroquias de los indios, está el pueblo de los españoles, donde está la iglesia mayor en la plaza. Y alrededor de ella, están los conventos de santo Domingo y San Francisco y de la Merced y de San Agustín y los padres de la Compañía de Jesús (Ocaña 181)[108]. La gente española que en Potosí hay, es mucha, casi tanto como los indios; y muchos soldados (Ocaña 177 vto.). El trato comercial en Potosí, dice fray Diego que es todo a peso de plata. Señalando que es la mejor plaza en provisión de todo el Perú.

 

8.- LA CIUDAD DE LA PLATA

Acabadas las fiestas de Potosí, fray Diego de Ocaña emprendió viaje hacia la ciudad de la Plata[109], adonde llegó en los primeros días de noviembre de 1601, hospedándose en casa del deán[110] de Las Charcas, Juan de Larrategui. Al que define fray Diego: “un caballero muy honrado y de mucho nombre en los reinos del Perú, por el bien que a todo género de gentes hace” (Ocaña 216).  Pocos días después de su llegada, el sábado once de noviembre, vivió la experiencia de un gran terremoto que pareció ser el fin del mundo. (Ocaña 217 y vto.). Lo cogió celebrando la Santa Misa, en el Gloria, exclamando: “Madre de Dios de Guadalupe, favorecednos aquí”[111].

No parece que fray Diego tuviera intención de ir a La Plata; pero un encuentro en Potosí con el obispo extremeño, don Alonso Ramírez de Vergara, natural de Segura de León (Badajoz)[112], decidió el viaje y dio origen a la pintura en la que efigió la Morena de las Villuercas.

Así describe su autor cómo obró con sus pinceles la imagen de la Virgen de Guadalupe de las Villuercas: “Comencé, pues, en casa del deán[113] a hacer la imagen como si yo fuera el pintor más extremado del mundo, y puedo afirmar con verdad… y con la ayuda de nuestra Señora, favoreciendo a mi buen deseo, es de manera la pintura, que no han tenido que enmendar famosos pintores que después vinieron, no sin admiración de todos”. Afirmando “Se hizo una imagen tan rica como se dirá adelante, y con tantas fiestas como parecerán por la relación que se hizo y envió a España, la cual también yo pondré aquí con lo demás” (Ocaña 218).

Acabado el lienzo de  Ntra. Señora de Guadalupe, se fijó como fecha de bendición el domingo siguiente al día de Epifanía, trece de enero. La pintura de cuadros de la Virgen que fray Diego comenzó en Panamá, siguiendo en Lima, Ica, Cuzco, Potosí y La Plata, termino siendo una herramienta de evangelización, motivo de devoción y reclamo importante de limosnas para el monasterio extremeño de las Villuercas[114].

Los actos de entronización de la Virgen fueron acompañados de un novenario de fiestas que repitieron, en parte, el mismo concepto de Potosí con juegos de cañas y sortija, justas poéticas, corridas de toros, escenificación de la comedia que compuso fray Diego a la morenita extremeña[115]. La comedia compuesta por fray Diego de Ocaña, fue dada a conocer por el franciscano Carlos Gracia Villacampa. Pero antes que el franciscano Villacampa lo hizo, en un primer estudio, Vicente Barrantes (1829-1898), historiador y bibliófilo. Sin embargo, el reconocimiento a Barrantes se empaña porque adaptó su versión del texto de una copia defectuosa realizada por el entonces famoso crítico Manuel Cañete[116] y porque, al seguir los apuntes de Cañete, atribuyó como él la pieza teatral a un fray Diego de Prades[117].

A grandes rasgos, lo que cuenta la obra en la primera parte es la pérdida de España por culpa del rey Rodrigo y sus devaneos con la Cava. En la parte segunda, cuya trama sucede unos cuantos siglos después, se refiere al hallazgo milagroso de la imagen de la Virgen y la elección de ésta como patrona en la guerra contra el moro, lo que permite al rey Alfonso vencer en la decisiva batalla del Salado[118].

La comedia se basa en los libros de milagros que existen en el monasterio de Guadalupe, pero dándole carácter literario y sobre todo, aplicado a los destinatarios americanos de fray Diego: indios, mestizos y españoles[119].

Acabada las cosas en Chuquisaca el jerónimo guadalupense llega a Chuquiabo (hoy ciudad de La Paz)[120]. De allí a Chucuito, pueblo a orillas del lago Titicaca, a pocos kilómetros de Puno, donde visitó la Virgen de Copacabana. De la que llegó a decir que era una imagen muy devota que ha hecho y hace grandes y muchos milagros (Ocaña 303, vto.). Y también Carabuco, puerto costero al norte del lago. Fray Diego viajó hacia Arequipa, pasando por el volcán de los Ubinas, el más activo de Perú, llegando a la cuesta de Chihuata (Ocaña 319 vto.)[121]. En Arequipa escribió que estuvo cuatro días sin ver el sol, pues a los dos de la tarde era menester encender velas por la mucha oscurana que había, por la ceniza que andaba por el aire, con haber ya pasado cuatro años que sucedió al reventar el volcán (Ocaña 320).

De Arequipa[122], fray Diego, basándose en los informes facilitados por el contador de la Hacienda Real, Sebastián de Mosquera, y otras personas todas honradas y fidedignas, dice: “Esta ciudad es que tiene vestigios de haber sido de las mejores del Perú, la más rica y la más regalada, porque un año con otro entraban en ella setecientos mil pesos para emplear en vino, y ahora no alcanzan un poco de maíz; pero de trigo se coge y se da, lo que es menester” (Ocaña 327 y vto.)[123]. El jerónimo guadalupense partió de la ciudad de Arequipa el 25/VII/1603 para el valle de los Collaguas. Llegó a Yanque, donde estaba de corregidor Gonzalo Rodríguez de Herrera, que se había venido de Castilla con fray Diego. Desde Yanque partió fray Diego para Cuzco[124].

 

9.- CUZCO. CABEZA DEL PERÚ

Llamada así por haber tenido en ella los incas, reyes antiguos de los indios, su corte y asiento. Llegó el monje jerónimo por el camino real que viene de Chucuito al Cuzco. En este camino está la tierra más alta de todo Perú, no montuosa sino de altura natural. Llegó a la ciudad el 24/VIII/1603. Apeándose en el convento de San Francisco[125], donde los religiosos le hicieron mucha caridad, recibiéndole con muestras de alegría.

La ciudad de Cuzco, dice fray Diego, tiene todas las casas de piedra y con tejados, como en la forma de ella, se parece mucho a las de España, por no estar como otras edificadas por cuadras. Hay frailes de Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, de la Merced y padres de la Compañía, y un convento de monjas de Santa Clara. Está el obispo y la catedral del Cuzco[126], que es muy grande obispado y de mucha renta. Cógese trigo en abundancia. Vino no tiene ninguno; llévase de la Nazca y de Ica (Ocaña 335 vto. y 336)[127].

Fray Diego encontró en Cuzco un pueblo sano, matizando que de diez años a esta parte ha entrado una enfermedad en la ciudad, que llaman tabardillo[128], que muere mucha gente a la entrada y salida del verano. Las muchas frutas que tienen son por haber poca salud; porque dan por ocho reales cincuenta camuesas, por un real cincuenta duraznos, y de esta manera las demás frutas. Y todo el año está la plaza llena de fruta, y no se coge en el valle de la ciudad sino en los valles de alrededor, donde están las chacras de la coca; los cuales valles se llaman los Andes del Cuzco, que quiere decir tierra caliente y de frescura y arboleda, porque el valle de la ciudad no tiene arboleda (Ocaña 338 vto.). El monje guadalupense deja Cuzco el 20/X/1603 para viajar hacia Lima, pasando por Huamanga[129], Jauja[130] y Huarochiri[131].

Fray Diego llegó a la Ciudad de Los Reyes en diciembre de 1603, destrozado por la enfermedad debido a los trabajos sufridos. Durándole la convalecencia hasta comienzos de agosto de 1604. Fecha en la que el virrey don Luis de Velasco dejaba el gobierno de los reinos del Perú, por la llegada de don Gaspar de Zúñiga, conde de Monterrey. El virrey Velasco, devoto de la Virgen de Guadalupe, hizo la merced de donar cincuenta fanegadas de tierra en el valle de Ica (Ocaña 352 vto.)[132], tomando posesión de aquella hacienda fray Diego.

En Ica determinó tomar trabajo y hacer una imagen de la Virgen de Guadalupe como las demás que dejó en otros pueblos. La gente acudió con devoción, haciendo solemne procesión, por haber en aquel pueblo mucha gente de Trujillo y de Extremadura (Ocaña 356 vto.)[133]. En todo aquello estuvo cuatro meses, y cuando iba a embarcar para México le dio una enfermedad que le puso al extremo de la vida, porque los grandes soles que pasé, afirmó, me hicieron mucho daño[134].

Llegada la Pascua de Navidad, fray Diego embarcó para Nueva España. Fue en Lima y México donde el jerónimo guadalupense dio cuerpo a las notas que había tomado en su viaje desde que salió del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, su casa, el 3 de enero de 1599. Seis años vividos en tierras ajenas al cobijo de las Villuercas, al silencio de los claustros y rezos de peregrinos que buscaban el altar de la bella extremeña, lucero, sol, antorcha, estrella y norte. Fue en el Virreinato de Nueva España (México), en el que terminaron sus días sin regresar a España, pues allí falleció[135].

 

10.- CONCLUSIÓN

Los jerónimos de Guadalupe envían a fray Diego de Ocaña y fray Martín de Posada con la finalidad de propagar la devoción a la Virgen de Guadalupe, catequizar mediante la creación de cofradías marianas y por ende cofrades integrados en ellas, y la recaudación de limosnas, reglamentando éstas, junto con las demandas testamentarias y donaciones.

Minuciosamente fray Diego fue relacionando las limosnas que fue recibiendo a lo largo de su periplo por el Virreinato del Perú, cifrándose en 65.750 pesos, 230 ducados y 2.000 reales[136]. Consolidando con su recorrido el sistema de recaudación y el culto guadalupano cada vez más extendido e intenso. Pero aquel viaje en el que sufrió toda clase de vicisitudes[137] acabó con su vida.

Se apunta que el motivo de la marcha a Indias de los dos monjes se justifica con la fundación del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (1562), quedando Guadalupe oscurecido. En los últimos años del dieciséis se inician amplias construcciones en la Real Casa de las Villuercas, reafirmando la importancia del monasterio recuperando glorias pasadas. Entre 1595 y 1597, el arquitecto Nicolás de Vergara, el Mozo, maestro mayor de la Catedral Primada de Toledo, construyó en Guadalupe la Capilla de San José o de las Reliquias. Un año después de conocerse la muerte de fray Diego de Ocaña, el arquitecto cortesano Juan Gómez de Mora, firmaba en Valladolid la planta de cómo se había de hacer el Retablo Mayor de Nuestra Señora de Guadalupe.

Fray Diego escribió y dibujó cuanto pudo ver. Además de relatar sus aventuras y desventuras en los caminos, describe las tierras por donde pasa, pernocta y habita; da cuenta de su actividad y quehacer en beneficio de la Virgen de Guadalupe; compone un grupo de dibujos de asunto, en general, etnológico e histórico y, en ocasiones, apunta referencias a hechos de la conquista y de la colonización del virreinato del Perú[138].

Fray Diego de Ocaña quiso sacar de apuros económicos a la Real Casa de Guadalupe en las Villuercas, centro de peregrinación, a la que llegaban romeros y pobres que cada día llamaban a su puerta, cumpliendo la fidelidad del mandato de la Señora: “Y mandóme más que dijese a los que tuvieron cargo de su Casa que diesen de comer a todos los pobres que a ella viniesen una vez al día”[139].

A fe, que el santuario en sus siete siglos de vida, ha cumplido con esmero el encargo de la Morena de las Villuercas. Sosteniendo además el gasto de al menos cuatro hospitales, botica y Escuela de Medicina[140]. La asistencia a los necesitados fue y sigue siendo expresión abierta de caridad y ayuda. Aspecto que todos los historiadores y cronistas del monasterio, antiguos y modernos, han resaltado y recogido con vivos ejemplos[141].

 

 

 

FUENTES CONSULTADAS

 

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[1] Relación del viaje de fray Diego de Ocaña por el Nuevo Mundo (1599-1605).

[2] El Virreinato fue una entidad político-administrativa fundado en 1542 tras el sometimiento del Imperio Inca. Abarcó en su máxima extensión, territorios que actualmente se corresponden con Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, parte de Argentina y Chile.

[3] (Zarza de Granadilla, 1882-Madrid, 1953). Se formó en la Universidad de Comillas hasta que, en 1902, ingresó en los Jesuitas de Granada para hacer el noviciado. De allí fue destinado a Ecuador, de donde regresó en 1911. Tras estudiar Teología, se ordenó sacerdote el 19/VIII/1919. Ese mismo año se instala en Madrid, donde comienza a dirigir la revista Razón y Fe (editada por la Compañía de Jesús desde 1901), labor que desempeñó hasta su muerte.

[4] Cf. CORREO EXTREMEÑO, núm. 7.596, 18/VII/1928, pg.7

[5] Natural de Segura de León (Badajoz), maestro en Artes por Salamanca y licenciado en Teología por Alcalá, canónigo magistral de Málaga y obispo en La Plata (1594-1602). A él se debe la capilla del sagrario, donde puso su sepultura, colocando una imagen de la Virgen de Guadalupe que pintó fray Diego de Ocaña. CASTAÑEDA DELGADO, P. y MARCHENA FERNANDEZ, J.: “Los Obispos extremeños en las diócesis del Nuevo Mundo (1500-1850)”.  En Actas y estudios, edición a cargo de Fr. Sebastián García (OFM), 1990, pg.76.

[6] Antes llamada Charcas, La Plata, Chuquisaca y Sucre desde 1825.

[7] Agradezco la consulta de esta documentación a Antonio Ramiro Chico, Cronista Oficial de Guadalupe.

[8] Fue director de la publicación “El Monasterio de Guadalupe” (1919-1929). Archivero y bibliotecario de Guadalupe. Director de la Revista “La Voz de San Antonio” (1929-1932; 1941-1948); fundada por la Provincia Bética Franciscana en 1895. Académico correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, de la de San Fernando de Madrid y de la Hispano-Americana de Cádiz.

[9] Cal­culadas estas cifras aproximadamente por su magnitud y variedad de las travesías, y por falta de los datos finales de su vida. CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F.J.: “El Monje Jerónimo Fray Diego de Ocaña y la Crónica de su viaje por el Virreinato del Perú (1599-1606)”. Estudios Superiores del Escorial, pg.4.

[10] El Virreinato de Nueva España ocupó, en su máxima extensión, América Central, las Antillas, el centro y sur de los Estados Unidos y Filipinas.

[11] (Valdecañada, León, 1928-Madrid 2021). Director del archivo y biblioteca de Guadalupe. 1956-1966. Director de la Revista Guadalupe durante 1962-1966. Miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras (1958) y de la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife (1966). Autor, entre otras obras, de La Virgen de Guadalupe en el Mundo y Guadalupe, arte, historia y devoción mariana.

[12] Publicado con el título Un viaje fascinante por la América Hispana del siglo XVI. Ediciones Studium, Madrid 1969.

[13] De Blanca López de Mariscal y Abraham Madroñal Durán. Editorial Iberoamericana. Universidad de Navarra. Madrid 2010. Junto con varios trabajos publicados por el profesor Francisco J. Campos y Fernández de Sevilla (OSA), Rector de los Estudios Superiores del Escorial (1990-1998), donde desarrolla su actividad docente e investigadora. Y la obra de Beatriz Carolina Peña Núñez: “Fray Diego de Ocaña: olvido, mentira y memoria”. Universidad de Alicante, 2016. Esta última obra crítica algunas informaciones que tiene en su manuscrito el jerónimo guadalupense.

[14] ALTUNA E.: “En esta tierra sin memoria. El viaje de fray Diego de Ocaña (1599-1605). Revista Crítica Literaria Latinoamericana, Año XXII, núm. 43-44, Lima 1996, pg. 123.

[15] Falleció en Guadalupe el 1/IV/1560. Su obra cumbre, en la que se exponen sus pensamientos sobre Indias, lleva por título Las Siete Partidas del Sabio Rey Alfonso el Nono, Salamanca 1555, por el editor Andrés de Portonariis.

[16] GARCÍA RODRÍGUEZ, S. (OFM): “Guadalupe de Extremadura: Su proyección americana”. En Guadalupe siete siglos de fe y de cultura. Madrid 1993, pg.516.

[17] En Actas “Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo”, Madrid 1990, pgs.229-254.

[18] FRAY ARTURO ÁLVAREZ: Un viaje fascinante por la América Hispana del siglo XVI. Madrid 1969. Introducción. pg. IX.

[19] ARCHIVO MONASTERIO DE GUADALUPE (AMG). Legajo 39.

[20] Autor de la Historia de Nuestra Señora de Guadalupe, consagrada a la soberana magestad de la Reyna de los Ángeles, milagrosa patrona de este sanctuario. Toledo, en casa de Thomás de Guzmán, año 1597. Petrus Ángelus, fecit.

[21] LÓPEZ GUZMÁN, R. y MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, P. (coords.): La Virgen de Guadalupe de Extremadura en América del Sur. Arte e iconografía. Cáceres 2019, pg.21.

[22] ROSO DÍEZ, J.: “El fraile jerónimo Diego de Ocaña. Un apunte sobre devoción mariana, arte y literatura en la América hispana del barroco”. En Anuario de Estudios Filológicos, Servicio Publicaciones UEx, vol. XXXI, 2008, pg.197. También GARCÍA, S. (OFM): Guadalupe de Extremadura en América. Madrid, 1990. pg.104-105. La devoción a la Virgen de Guadalupe de España arraiga en el Nuevo Mundo, con prontitud. Las iglesias acogen capillas y altares dedicados a esta advocación; así como conventos, ermitas y santuarios que pueblan la geografía de Iberoamérica.

[23] CAMPOS Y FERNÁNDEZ: El Monje Jerónimo Fray Diego… Op. cit. pg.27. Anterior a fray Diego de Ocaña había recorrido el Virreinato del Perú durante doce años, fray Diego de Losar, compañero de hábito jerónimo. Natural del pueblo toledano de Villafranca del Puente del Arzobispo. Profesó en Guadalupe en 1565. ÁLVAREZ ÁLVAREZ, A.: “La cofradía de Guadalupe en el virreinato del Perú (siglos XVI-XVII). En Revista Guadalupe, núm. 833, 2013, pg.24.

[24] Llamada también Ica de Valverde. Ciudad fundada por Jerónimo Luis de Cabrera (1528-1574), adelantado y gobernador de Tucumán. Con acuerdo y parecer de don Pedro de las Casas, en cumplimiento del mandato del virrey conde de Nieva. VÉLEZ PICASSO, J.M.: La Villa de Valverde del valle de Ica (siglo XVI). Ica, 1931.

[25] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg. XXIX.

[26] Entre las relaciones de sucesos que ofrece el texto, fray Diego narra lo acaecido durante algunos de los terremotos que le tocó vivir a lo largo de su viaje, entre ellos, los de Arequipa (1600 y 1604), La Plata (1601), y Lima (1605); así como también un auto inquisitorial celebrado en Lima en 1605. LÓPEZ DE MARISCAL, B.: “La relación del viaje de fray Diego de Ocaña y su memoria de las cosas (1599-1601). En Actas del VII Congreso de la AISO, 2006, pg.413. Centro Virtual Cervantes.

[27] La borrasca desamortizada de 1835 y posterior exclaustración de la comunidad jerónima produjo la incautación de sus bienes, muebles e inmuebles, afectando gravemente a su biblioteca y gran parte del archivo, iniciándose un doloroso éxodo hacia otras bibliotecas estatales y privadas.

[28] CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F.J.: “Dos crónicas guadalupenses de Indias: Los Padres Diego de Ocaña y Pedro del Puerto”. En Guadalupe de Extremadura: Dimensión hispánica  y proyección en el Nuevo Mundo, Madrid 1993, pgs. 405-458).

[29] Cf. GARCÍA: Guadalupe de Extremadura… Op. cit. pg.515. La comedia se representó primero en Potosí y un año después, durante Epifanía, en Chuquisaca (Sucre), siempre interpretada por compañías de cómicos profesionales y con gran éxito de público. MADROÑAL DURÁN A.: “Un fraile toledano de viaje por el nuevo mundo: Fray Diego de Ocaña y su Comedia de la Virgen de Guadalupe”. En Homenaje a Félix del Valle y Díaz, Real Academia de Bellas Artes y Ciencias de Toledo, 2009, pg.657.

[30] Describiendo el ritual: Repique de campanas, pregón, procesión, carrozas y alegorías. Actos religiosos, con misas, novenas y sermones. Representaciones teatrales, toros, juegos de cañas, fuegos de artificio y certámenes literarios.

[31] Felipe III, el 13/IV/1608, había autorizado poder introducir, libre de gasto, lo que trajese de Nueva España por valor de 20.000 ducados. AMG. Documentos Reales, carpeta R-XII. Ninguna orden religiosa tuvo tantas fundaciones y dotaciones por los reyes y la nobleza, como la Orden de San Jerónimo.

[32] CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F.J.: “La relación del viaje de fray Diego de Ocaña por el virreinato del Perú (1599-1606)”. En Revista del Archivo General de la Nación (Lima) 34/2 (2019), pg.19.

[33] Natural de Posadas de Llanes (Asturias). Profesó en Guadalupe el 1/X/1580.

[34] Se trata de un antiguo humilladero, situado en el camino de Mérida o del Sur, actual de San Blas.

[35] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante por… Op.cit., pg.2. Tardaron veinte días en recorrer los caminos desde Guadalupe a Sevilla, utilizando mulas por cabalgaduras.

[36] Se desconoce dónde se hospedaron en la capital hispalense. Dos casas jerónimas tenía Sevilla: San Jerónimo de Buenavista y San Isidoro del Campo. Me inclino por el primero, pues fray Diego Martínez de Medina, monje en el monasterio de Guadalupe, fundó en 1414 el monasterio de San Jerónimo, a las afueras de Sevilla, con el apoyo del arzobispo Alonso de Ejea.

[37] Estas cédulas fueron los documentos que sirvieron en su largo camino para demostrar la autenticidad de su misión. Ninguna orden religiosa tuvo en la península tantas fundaciones y tan espléndidamente dotadas por los reyes y la nobleza como los hijos espirituales de San Jerónimo.

[38] De Sanlúcar partió el II Viaje de Colón y la I Circunnavegación marítima de la tierra, completada por Juan Sebastián Elcano.

[39] Los dos jerónimos guadalupenses se hospedaron en el Monasterio de Nuestra Señora de Barrameda o de los Remedios, conocido por Convento de los Jerónimos. Sanlúcar de Barrameda fue lugar natural de espera de los misioneros que iban a Indias, estableciéndose en él varias órdenes religiosas.

[40] La expedición estuvo formada por seis galeones, diecisiete velas, y varias naves de distintas clases, todos de armada. Transportaba cuatrocientos hombres y al nuevo gobernador de Puerto Rico, Alonso de Mercado, para reconquistar la ciudad atacada y saqueada por el corsario inglés George Clifford.

[41]  OCAÑA, D. de: Relación del viaje de fray Diego de Ocaña por el Nuevo Mundo (1599-1605). Biblioteca Universidad de Oviedo, ms.215, fol.9 vto. Anterior a fray Diego de Ocaña, los jerónimos de Guadalupe enviaron a Indias, en 1587, a fray Diego de Losal que no consiguió asentar de forma indefinida el culto a la Virgen de Guadalupe. En adelante las citas de la obra de fray Diego de Ocaña serán cifradas en el texto de este trabajo con el número de folio que aparece en su manuscrito.  Ejemplo (Ocaña 28 vto).

[42] Los gastos de botica fueron dados en limosna por Simón de Torres, boticario que era natural de la Puebla de Guadalupe. De las malas noches que pasó fray Diego, asistiendo a su compañero, le dieron unas cuartanas que le dejaron secuelas hasta que llegó a la ciudad de Trujillo. Ibídem. fol.19.

[43] Paita era tierra de buen temple y bastante de pan y vino y carne y de muchas frutas y de mucha caridad a todos los pobres que vienen de Castilla; en esta villa les favorece y les ayuda en su avituallamiento. POMA DE AYALA, F.G.: El primer Nueva Corónica y buen gobierno. Editorial Siglo XXI, Madrid 1992, pg.935.

[44] Destaca fray Diego que desde Paita hasta Lima “no hay por los llanos una rama verde, si no es en los valles por donde pasan los ríos” (54 vto).

[45] Nuestra Señora de las Mercedes de Paita es la patrona de la arquidiócesis de Piura. Las cualidades del puerto de Paita fueron admiradas por Francisco Pizarro desde que lo vio por primera vez en 1528 (segundo viaje), razón por la que en 1532, decidió fundar la primera ciudad cerca del mismo. Paita fue desde entonces paso obligado de cuantos arribaban a este territorio.

[46] Antes de morir, ambos religiosos, en la festividad de Ntra. Señora de Guadalupe, padecieron nostalgia de su casa, pues sus hermanos ese día lo viven con regocijo y alegría. Pidiendo a la serenísima Reina de los ángeles, salud y fuerzas.

[47] LÓPEZ DE MARISCAL B. MADROÑAL DURÁN, A.: Viaje por el Nuevo Mundo: de Guadalupe a Potosí, 1599-1605. Editorial Iberoamericana. Universidad de Navarra. Madrid 2010, pgs.102 y 103.

[48] Refiere fray Diego que de no llevar cama, el viajero dormirá todo el camino en suelo desnudo, porque no hay casas en los tambos sino unos poyos y barbacoas de piedra. Un tambo (del quechua tanpu) era un recinto situado al lado de un camino importante usado como albergue y centro de acopio. Los otros dos caballos eran para los dos criados que le auxiliaban.

[49] Caminaban de tres de la tarde hasta las ocho de la noche; y después desde las dos de la madrugada hasta las ocho del día;  porque si no era de esa manera se abrasaban por los arenales.

[50] LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pgs.106 y 107.

[51] Capital del distrito de su nombre, en la provincia de Chiclayo de la Región Lambayeque. Ciudad colonial conocida por Santiago de Miraflores de Zaña, nombre por el que fue fundada en 1563. Su crecimiento y desarrollo en el siglo XVII, parece que rivalizó en importancia con la ciudad de Trujillo.

[52] Fray Diego salió de la estrechez económica vendiendo algunas cosas que llevaba, en particular curiosidades de imágenes, especialmente de una que había hecho durante su estancia en Panamá.

[53] Vestidura que cubría desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada al cuerpo.

[54] Adorno que se usaba para rematar las camisas y gorgueras a partir de mediados del siglo XVI. De origen español, en sus inicios se trataba de un pequeño reborde que se plegaba o rizaba formando unas ondas que la asemejaban a las hojas de la lechuga rizada, lo que determinó su denominación.

[55] Calzones anchos.

[56] Vestidura larga y holgada, con capucha y una cola.

[57] LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pgs.112-114. Fray Diego sentencia que aquellas mujeres no se lavaban, sino cuando van a la mar. Y en casa aunque tiene las manos y las caras puercas, nunca se las lavan.

[58] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.55 en nota. La imagen se circunscribe a los escultores hispalenses que por esas fechas trabajan en la ciudad hispalense: Roque Balduque, Juan Bautista Vázquez, el viejo, y Gerónimo Hernández. Cf. ESTABRIDIS CÁRDENAS, R.: “Perú, Reino de María. La entronización de la Virgen de Guadalupe de Extremadura”. En Quiroga. Revista de Patrimonio Iberoamericano. Universidad de Granada, núm. 12, 2017, pg.6.

[59] Fray Diego de Ocaña estuvo siete días en Trujillo, donde hizo cofrades de Guadalupe a toda la ciudad. Trujillo es la capital de departamento de La Libertad. Fue fundada en 1534 por Diego de Almagro en el valle del río Moche. Francisco Pizarro luego de fundar la ciudad de Lima, el 18/I/1535, arribó a Trujillo a oficializar su fundación. Lo hizo bajo el patronato del apóstol Santiago, el 1/III/1535. Consideración hecha por el Instituto Histórico del Perú. Felipe Guamán Poma de Ayala (1615-1616) informa que los habitantes de Trujillo son gente de poca caridad y que es tierra de buen temple y tiene iglesia, monasterio y cristiandad, y pulicía, de comida y poca carne y pobre de plata y oro. POMA.: El primer nueva… Op.cit., pg.937.

[60] Forma parte de la llamada Ruta Inca y capital de la provincia de Mariscal Luzuriaga.

[61] Lugar arqueológico al sur de Lima que tuvo una intensa vida en la época prehispánica.

[62] Arturo Álvarez anota, en su obra “Un viaje fascinante por la América Hispana del siglo XVI”, que no consta en historiador alguno contemporáneo que Atahualpa fuera llevado vivo a Trujillo, ni que los españoles hubiesen cortado las manos a sus portadores por arrebatarles el oro.

[63] Se documenta por primera vez, con la acepción “lugar o construcción consagrados al culto de los dioses de algunas culturas americanas precolombinas”, en 1551, en la obra de J. Betanzos titulada Suma y narración de los incas. En 1571 se registra como “sepultura en las que se depositan, junto al cadáver, objetos de valor, en algunas culturas americanas precolombinas”, en las Ordenanzas para los oficiales reales de Huamanga. Pocos años después, en 1609, se registra la primera documentación de la acepción “imagen u objeto de culto que se adora como deidad en algunas culturas americanas precolombinas”, en los Comentarios Reales a los Incas del Inca Garcilaso. DICCIONARIO HISTÓRICO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (DHLE).

[64] Ropas de ceremonia.

[65] Simboliza el mal en todas sus manifestaciones, la adversidad, el dolor y la miseria.

[66] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.65, en nota.

[67] Fundada el 1/III/1535, liderada por Francisco Pizarro, quien estableció el cabildo con sus alcaldes ordinarios Rodrigo Lozano y Blas de Atienza. Trujillo fue, en febrero de 1619, epicentro de un terremoto que sacudió el norte de Perú, alcanzando a Piura, Cajamarca, Saña, Santa y Lima, dejando en escombros a la ciudad trujillana. SEINER LIZÁRRAGA, L.: Historia de los sismos en el Perú. Catálogo, siglos XV-XVII. Lima, 2009, pg.247.

[68] Fray Diego no deja constancia en su crónica de la catedral trujillana de Santa María de la Asunción, elevada a catedral por el Papa Paulo V en 1616. El Obispado de Trujillo fue erigido, a solicitud de rey Felipe II, por el papa Gregorio XIII a través de la Bula “Illus fulciti praesidio” el 15/VI/1577, pero sin ejecutarse el decreto hasta que Pablo V, el 20/X/1609, procedió a su institución. La jurisdicción comprendía desde Santa (Ancash) hasta Ayabaca (Piura). Fue preconizado obispo, el 25/V/1610, don Jerónimo de Cárcamo, quien se vio acompañado desde Sanlúcar de Barrameda hasta Perú por el monje jerónimo fray Pedro del Puerto, profeso en San Jerónimo de Sevilla, que realizó en 1612-1623 un viaje por el Virreinato del Perú con similar objetivo que fray Diego de Ocaña. SILVA, F.J.: “Viaje de un monje jerónimo al Virreinato del Perú”. En Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 82, 1923, pg.134. La ciudad de Trujillo, en 1604, contaba con una población de 3.264 habitantes. Censo mandado a realizar por el corregidor Felipe Lezcano Gaona. CASTAÑEDA MURGA, J.: “Notas para una Historia de la Ciudad de Trujillo del Perú en el siglo XVII”. La tradición andina en Tiempos Modernos. Luis Millones y Hiroyasu Tomoeda (eds) Osaka, pg.164.

[69] Refiere fray Diego que los mosquitos de allí, no sé yo si los de Egipto fueron tan penosos como aquellos lo fueron a nosotros,

[70] Fundada el 18/I/1535 por Francisco Pizarro. Lima era el asiento del virreinato. Poma de Ayala la llama “Ciudad de los Reyes de Lima, corte real, adonde reside su magestad y su corona real, pricidentes y oidores, alcaldes de corte y justicias, dotores, licenciados, y los excelentísimos señores bisorreyes, da donde gobiernan todas las Yndias orentales, osedentales”. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.141, en nota.

[71] Noveno virrey del Perú, 1596-1604. Durante su gobierno trató de mejorar las condiciones de trabajo de los indígenas, particularmente en las minas de Potosí, Huancavelica y Castrovirreina. Fomentó nuevos recogimientos, convento de mujeres y centros educativos.

[72] (Mayorga de Campos, Valladolid, 1538-Saña, Perú, 1606). Nombrado arzobispo de Lima en 1595. Celebró trece sínodos y tres concilios provinciales, abordando la reforma del clero. Levantó un seminario en Lima. Fundo un convento de religiosas clarisas. Dominó la lengua quechua, con la que se dirigía a los indios. Fue beatificado en 1679 y canonizado en 1726. Es Patrono del Episcopado Latinoamericano.

[73] En su crónica de la ciudad de Lima, fray Diego muestra el aparato civil y religioso que ostentaba el poder en una ciudad de su importancia.

[74] El hidalgo trujillano extremeño le entregó un donativo de doscientos ducados de Castilla, por la mucha devoción que con Nuestra Señora de Guadalupe tenía.

[75] El matrimonio donante condicionó la donación de la capilla y heredad anexa a que los monjes jerónimos levantaran en ella un monasterio; al no ser cumplido, los donantes cambiaron su voluntad, entregando la ermita de Guadalupe y los terrenos a los franciscanos, levantando éstos el Colegio de San Buenaventura. Cf. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.143, en nota. FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.87, en nota.

[76] Fray Diego, de esta forma, dio origen con sus pinturas a las llamadas Vírgenes triangulares, tomándose como referencias al lienzo de la catedral de Sucre, que al haberse conservado, es fácil conocerlo y reconocerlo. CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F.J.: “Difusión de la imagen de la Virgen de Guadalupe de Extremadura en el Virreinato del Perú en el siglo XVII”. Revista de Temas de Estética y Arte (Sevilla), XXX, 2016, pg.124.

[77] Fundado en 1563, gracias a un donativo del español Antón Sánchez. En él se recibían enfermos de lepra, muchos de ellos eran esclavos. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.148, en nota. José Neyra Ramírez, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y miembro de la Academia Nacional de Medicina de Perú, considera que está demostrado que la lepra no existió en el período precolombino, contrariamente a la tuberculosis que sí estuvo. La lepra llegó con los españoles desde la conquista y luego se extendió por la costa. También indica que los amos de los esclavos estaban obligados a pagar cuatro reales el primer año de internamiento. Para liberarse de esta carga, éstos optaban por concederles la libertad. NEYRA RAMÍREZ, J.: “El Hospital de San Lázaro de Lima”. En Folia Dermatológica Peruana. Vol. 17, núm. 3, 2006.

[78] Acción de cegar o tupir con alguna cosa un conductor de líquido.

[79] Fray Diego refiere la humedad que hay en las chacras y huertas, ocasionando gran número de mosquitos que resultan ser ponzoñosos cuando pican. El malestar por los mosquitos es referido varias veces en su crónica.

[80] En referencia a la catedral, en la que trabajó el arquitecto de Trujillo en Extremadura, Francisco Becerra (c.1545-1605), uno de los grandes nombres de la arquitectura española en América. Además de la catedral hizo las obras del Palacio de los Virreyes, la fortaleza del Callao y la catedral de Cuzco.

[81] Estimamos cifras muy desorbitadas. Autores que han estudiado la esclavitud cifran en algo más de diez mil a comienzos del XVII. La esclavitud llegó al Nuevo Mundo con los conquistadores. Muchas de las primeras expediciones de conquista tuvieron entre sus integrantes a varios esclavos africanos. A los esclavos se les denominaba piezas de ébano, debido al color de su piel. La población de Lima a comienzos del XVIII tenía un censo de 34.724 habitantes. PÉREZ CANTÓ, P.: “La población de Lima en el siglo XVIII”. En Boletín americanista, Universidad de Barcelona, núm.32, 1982, pg.390.

[82] En Lima había caballeros de las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y muchos vecinos encomenderos de indios y otra gente lustrosa que cada uno se sustenta y pasan la vida como pueden, unos con sus rentas y todos con tratos y contratos.

[83] Escribiendo: “El invierno en esta ciudad es un tiempo muy triste, no frío sino templado; pero tiempo que causa mucha melancolía porque acontece no ver el sol en todo el mes y en toda la semana. Y está de continuo el cielo como con un toldo de niebla que entristece mucho y causa enfermedades” (Ocaña 62 vto.)

 

[84] La primera con cincuenta hombres y un sueldo de cuatrocientos pesos ensayados. La segunda cien hombres cuyo sueldo era de ochocientos pesos ensayados.

[85] Auto que dice haber presenciado fray Diego en su segunda visita a Lima el 13/III/1605, salieron veintitrés judíos portugueses, de los que quemaron a tres que no se quisieron convertir, y todos los demás judaizantes con sambenitos reconciliados.

[86] ? Un temblor, en 1590, tuvo a Cuzco por epicentro. En 1600, se produjo un fuerte seísmo causado por la explosión del Volcán Huaynaputina (Omate), la lluvia de ceniza obscureció el cielo de la Ciudad de Arequipa. Se desplomaron todos los edificios con excepción de los más pequeños. En 1604, la conmoción sísmica arruinó las ciudades de Arequipa y Arica (puerto de embarque para la plata de Potosí). Un tsunami destruyó la ciudad de Arica y el puerto de Pisco. De éste último dejó testimonio fray Diego en su manuscrito.  FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.101, en nota. También en la misma obra, pgs.290-292

[87] Plato combinado de vegetales, en el que se usan papas, zapallo (calabaza), choclo (maíz), y otros ingredientes. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.156, en nota.

[88] Pasta comestible compuesta principalmente de miel muy concentrada

[89] Puerto de Lima, lugar obligado para embarcar pasajeros y mercancías que se dirigían hacia el sur del continente  o hacia Panamá para posteriormente continuar a Castilla.

[90] Los nombres de los pueblos de los indios promaucaes, refiere fray Diego, eran Tango, Lampa, Yupeo, Pomaire, Talagante, Melipilla, Aculeo, Rancagua, Peteroa y Mataquito. Tierra que se riega con acequias que salen de los ríos. Produciendo frutales.

[91] Donde había tres conventos con pocos frailes, San Francisco, Santo Domingo y la Merced.

[92] Fundada por Pedro de Valdivia el 16/IV/1552. Abandona y destruida por el levantamiento mapuche. Sobre sus ruinas, en 1882 se refundó una ciudad con el nombre de Carahue.

[93] Fundada en 1552 por el conquistador extremeño Pedro de Valdivia (1497-1553).

[94] Tierra de pantanos. Lugar de significación histórica, donde los mapuches opusieron resistencia a las tropas españolas en la llamada Guerra de Arauco.

[95] De la ciudad de Osorno quedó escrito en su manuscrito fray Diego: “Es esta ciudad la segunda de la gobernación, porque es casi tan grande como Santiago, en gentes como en lo demás; y en los términos de ella, hay una gran suma de indios, más que en los demás, porque es tierra más aparejada para ello por las buenas tierras que alcanza de sementeras”.

[96] Isla mayor del archipiélago de su nombre, último poblado de Chile en 1600. Fray Diego pensó que Chiloé era lo más cercano al estrecho de Magallanes. Hasta aquí avanzó en sus conquistas el sucesor de Valdivia, García Hurtado de Mendoza (1535-1609).

[97] Arma ofensiva, a manera de machete o de porra, hecha con madera dura y a veces con filo de pedernal

[98] Porotos o pallares es una judía del Perú, gruesa como un haba, casi redonda y blanca. Las hojas tiernas de la quinua se comen como espinacas, y cuyas semillas se usan en sopas y bebidas.

[99] Escribe fray Diego: “Toda esta tierra desde el puerto de Buenos Aires, del Paraguay y Tucumán, y todo el reino de Chile, caminé y anduve en cinco meses y medio, sin detenerme e todo el Paraguay y Tucumán en pueblo ninguno más de cuanto habíamos menester para hacer matolaje (equipaje y provisiones) para pasar adelante, el cual yo pedía por amor de Dios, porque no tenía un real para comprarlo”.

[100] Ciudades en las que vive desde 1600 hasta 1603.

[101] Harina de maíz con azúcar y miel para el abasto de gente pobre. Y unas puches o gachas, hechas de harina cocida  con agua y sal. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.226 y en nota.

[102] Construido en 1555. Fue ampliado en 1606, cubriendo con madera de cedro sus techumbres. A mediado del XVII se añadió al templo primitivo una amplia capilla mayor.

[103] A finales del siglo XVI e inicios del XVII, Potosí contaba con cien mil habitantes. MILLS, K.: “La memoria viva de Diego de Ocaña en Potosí. Anuario 1999, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, pg.205.

[104] Se halla a 4.060 metros sobre el mar y la cima del monte está a 4.739 metros. Se dice que el cerro de Potosí, cono perfecto, con aspecto rojizo y triste, está sangrado por cinco mil galerías. FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.187, en nota. Los metales del cerro los bajaban las llamas, animal típico del altiplano.

[105] Fray Diego de Ocaña, sin embargo, coincide con los informes que a veces mandaron los misioneros a los reyes de Castilla sobre la indolencia del indio y su pereza en el trabajo. El texto que procede de esta nota, aunque dramático, es el fiel retrato de una realidad que no estaba permitida y si castigada por las Leyes de Indias; pero éstas no podían evitar que entre los soldados y colonizadores hubiera abusos. Al fin aquello no era lo ordinario ni España lo aprobó. Ibídem. pg.203, en nota.

[106] La hizo pintada, con tantas perlas y piezas de oro sobrepuestas, que es más curiosa que si fuese de bulto, declara fray Diego. La imagen se determinó recibirla en la festividad de la Natividad de la Virgen, 8 de septiembre. Celebrándose días de regocijos y fiestas.

[107] Horno pequeño de barro en que los indios fundían los minerales de plata aprovechando la fuerza del viento. DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (DRAE).

 

[108] De los que dice que tienen una cofradía del Niño Jesús muy rica. Y la mañana de Pascua de Resurrección  hacen alrededor de la plaza una procesión digna de ver.

[109] Llamada Charcas (fundada en 1538 por el conquistador y explorador español Pedro Anzúrez), luego fue Chuquisaca, después La Plata, y finalmente, desde 1839, Sucre, en homenaje al general Antonio de Sucre. La ciudad de La Paz es la capital de Bolivia. Sin embargo, la Constitución del país establece en el artículo sexto que la capital es Sucre, considerada la capital histórica que sirve de sede al poder Judicial.

[110] De la que dijo fray Diego: “adonde yo procuré vivir de tal suerte como si estuviera en un convento”.

[111] FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.214.

[112] GARCÍA CIENFUEGOS, M.: “El extremeño don Alonso Ramírez de Vergara, obispo de La Plata (1594-1602), devoto de Ntra. Señora de Guadalupe”. En Revista Guadalupe, 874, 2021, pgs.12-18. Falleció el 19/XI/1602, quedando el obispado huérfano de un tan buen prelado. CALDERÓN BERROCAL, M.C.: “Un extremeño ilustre. Alonso Ramírez de Vergara”. En Actas XXIV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo 1995, pg.73.

[113] CAMPOS Y FERNÁNDEZ: El Monje Jerónimo Fray Diego. Op. cit., pg.31

[114]  Ibídem. pg.4.

[115] LÓPEZ Y MOGOLLÓN: La Virgen de Guadalupe de Extremadura… Op. cit. pg.34. El obispo don Alonso Ramírez de Vergara mandó que, de todos los pueblos de indios que están alrededor de la ciudad, viniesen los curas con todas las cofradías, cruces y pendones y andas y danzas de indios.

[116] El manuscrito le fue cedido por su propietario, Felipe de Soto Posada. Con anterioridad perteneció al bibliófilo extremeño Bartolomé José Gallardo.

[117] PEÑA NÚÑEZ: “Fray Diego de Ocaña: olvido… Op. cit., pg.225. todo porque uno de los poseedores del códice, entre otros entretenimientos caligráficos con que llenó sus primeros dos folios en blanco, escribió en ellos repetidas veces el nombre de fray Diego de Prades.

[118] En su composición, por estrofas, la que más abunda es la redondilla con 1856 versos; seguida de las quintillas con 410, el romance con 56 versos, los mismos que las octavas. 36 versos de endecasílabos, 14 de un soneto y 11 versos sueltos. En suma, el sistema que estaba imponiendo el dramaturgo Lope de Vega con su comedia nueva. MADROÑAL: Un fraile toledano… Op. cit. pg.665.

[119] LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pgs.37-38.

[120] Fundada en 1548 por el capitán Alonso de Mendoza, por orden del presidente de la Audiencia de Perú, don Pedro de la Gasca, en acción de gracias por el tratado de paz con Gonzalo Pizarro y para proteger el comercio entre Cuzco y Arequipa con Potosí y Chuquisaca (La Plata). FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.224, en nota.

[121] Afirmando fray Diego: con tanta oscuridad de ceniza, que no se parecía cielo ni tierra sino un caos tan condenso de tinieblas y la cuesta tan derecha, que me pareció bajábamos al infierno.

[122] Fundada en 1540, por orden de Francisco Pizarro, por Manuel García de Carvajal, en un valle feraz, junto al río Chili y a los pies de los volcanes Misti, Pichu Pichu y Chachani. FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.247, en nota.

[123] Informa fray Diego que había frailes de San Francisco, de Santo Domingo, de San Agustín y de la Merced, y padres de la Compañía de Jesús; y dos monasterios de monjas.

[124] Ciudad cortesana, capital administrativa del imperio, donde se centralizaba el poder del estado. Llegó a disponer de una población cercana a doscientos mil habitantes. La segunda ciudad más grande América, después de Tenochtitlán. MIRA CABALLOS: Francisco Pizarro… Op. cit. pgs 16, 18 y 288.

[125] La presencia de los franciscanos en Cuzco data de 1534, fecha en la que Pizarro conquistó la ciudad. Año en el que fray Pedro Portugués levantó el primer convento. En 1549 los franciscanos Pedro de Algarves y Hernando de Hinojosa construyeron el edificio actual, donde se alojó fray Diego. El convento tuvo importancia en la historia de la orden seráfica, como casa de estudios y noviciado, y cabeza de la provincia franciscana de los Charcas desde 1607. FRAY ARTURO: Un viaje fascinante… Op. cit. pg.253, en nota.

[126] A la que dio traza el extremeño Francisco Becerra, arquitecto trujillano.

[127] Informa que en Cuzco está el templo del Sol y la fortaleza del Inca. Pulidas sus piedras y aplanadas, que no tienen argamasa ninguna en medio. La fortaleza del Inca anda todo desbaratado porque los españoles le han deshecho para hacer portadas de las casas con las piedras labradas de la fortaleza.

[128] Enfermedad peligrosa, que consiste en una fiebre maligna, que arroja al exterior unas manchas pequeñas como picaduras de pulgas, y a veces granillos de diferentes colores.

[129] La economía de la ciudad giraba alrededor de las minas de azogue de Huancavalica. Huamanga se ubica en la región de Ayacucho. Es la provincia más poblada y la de mayor producción agrícola.

[130] Refiere fray Diego que en el valle de Jauja hay muchos pueblos de indios. En él se coge mucho maíz y la cecina de puerco es la mejor de toda esta tierra, como la cecina de Tarija, más allá de Potosí.

[131] Ubicando en la parte central y oriental del departamento de Lima.

[132] En su recorrido desde Lima hasta Ica, describe los pueblos de Pachacamac, Chilca, Cañete, Lunahuaná, Chincha y Pisco. Por la venta de las tierras donadas le dieron dos mil quinientos pesos. En Cañete narra la isla de los lobos marinos, que es un pescado, dice, que aúlla propiamente como lobo, y salen a tierra en aquella isla que es pequeña..

[133] A mediados del XVI los viajeros que partían al Perú eran en su mayoría (80%) andaluces, extremeños y castellanos. BAUDOT, G.: La vida cotidiana en la América española en tiempos de Felipe II: Siglo XVI. México, 1983, pg.45.

[134] Fray Diego deja en el manuscrito, testimonio del temblor grande tierra que sufrieron aquellas tierras en la víspera de la festividad de Santa Catalina, 24/XI/1604. Muchos pueblos quedaron asolados y puestos por el suelo.

[135] Cf. LÓPEZ Y MADROÑAL: Viaje por el Nuevo Mundo… Op. cit. pg.11. El Archivo de Guadalupe dejó constancia de ello: En 17/XI/1608, vino la nueva de la muerte de Fray Diego de Ocaña, sacerdote, que murió en las  Indias, en la Nueva España. Hízose por él, el oficio de presente, septenario, treintenario y cabo de año”, Necrológico de Monjes, 1600-1747, AMG, ms. C61, fol.7.

[136] CAMPOS Y FERNÁNDEZ: El Monje Jerónimo Fray Diego… Op. cit. pg.79. Este autor refiere que estas cantidades son brutas, incluidas las ofrendas en especie y vendidas, y sin descontar algún gasto hecho con este dinero, como el que tomÓ para la enfermedad de fray Martín de Posada.

[137] Enfermedades, trabajos, robos, miedo a perder la vida y penalidades de todo tipo. Ibídem, pg.43. En contraste con la que llevaban sus hermanos en las Villuercas: vida ascética y retirada, oración y trabajo.

[138] PEÑA NÚÑEZ: Fray Diego de Ocaña: olvido… Op. cit., pg.31

[139] A.M.G. Códice 1: Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe, 1407-1497, c.4.

[140] Ibídem. C-69. Bula del Papa Eugenio IV “Ad decorem Sacrae Religionis”, 11/IX/1443. Bulario 1394-1504, fol. 20 vto. Hospital de San Juan Bautista o de hombres. Hospital de Mujeres o Nuevo. Enfermería de los monjes enfermos y Hospital de Obispo. A.M.G. C-99, Libro de Oficios. Legajo 53, Hospitales y Boticas. En el transcurso del tiempo aparecieron nuevos centros hospitalarios, hasta siete. Centros de acogida de peregrinos, enfermos y pobres transeúntes.

[141] GARCÍA RODRÍGUEZ, S. (OFM): “Medicina y Cirugía en los Reales Hospitales de Guadalupe”. En Revista de Estudios Extremeños LIX-1, 2003, pg.12.

 

Nov 202021
 

Manuel García Cienfuegos

Cronista Oficial de Montijo y Lobón

 

“Luis Chorot, devoto de la impersonalidad, enamorado del anonimato que esconde sus prosas cáusticas en los seudónimos ‘El Abad Metomentodo’ y ‘El Bachiller Cantaclaro’, es un hombre feliz porque los demás lo sean; él quiere contagiar felicidad a todos los mortales. Su vivir se ha deslizado, sin graves complicaciones, en la delicia de aquella áurea mediócritas que cantó el poeta, sin más contrariedades que las inherentes a la perra condición de los hijos de Adán después de la expulsión del Paraíso. Nada de luchas por conquistar posición; nada de sinsabores por ver en peligro el bienestar.

Espíritu culto por la facilidad que el poder de su inteligencia le ofrece para adquirir cultura, jamás ha necesitado emplear esfuerzo alguno para resolver dificultades que no ha encontrado en su camino. Esto ha hecho de él un mero espectador de la vida, más bien que un actor que tome parte activa en sus luchas. En el andar de sus días, ha ido desgranando en conversaciones, en cartas, en artículos, en rimas, el comentario que le sugiere el espectáculo presente, el efecto emotivo que le produce su aparición o su contacto. A veces, risueño y burlesco; a veces, incisivo y satírico; en ocasiones, lleno de iracundia agresiva; y no faltan los casos en que un vaho intenso de afectiva ternura empapa la intensa emoción del comentario”. Consideraciones que hace José López Prudencio[1] en el prólogo de la obra del Bachiller Cantaclaro, “Hilvanes y zurcidos”[2].

El Bachiller Cantaclaro hace autocrítica de su quehacer poético: “Confieso mi pecado: Los versos que yo hago (mal rimados y, a veces, bien medidos), son anárquicos versos, que al olvido la rima y la medida relegaron”[3]. En Luis Chorot, Bachiller Cantaclaro, la musa retozona, siempre ágil y jocunda llena de optimismo en todos los campos, saltando de un género a otro y abordando los temas más dispares, en graciosas evoluciones del pensamiento y el espíritu. Más para propio recreo que sometida a exigencia o convencionalismos externos[4]. En otras de sus obras publicadas. “Los penúltimos inquilinos del Congreso”, Cantaclaro desgrana versos satíricos sobre sus señorías, diputados de las constituyentes de la II República.

Al hombre escritor, al poeta y narrador le dolieron las injusticias. Luis Chorot batalló desde sus escritos en reivindicaciones necesarias por el bien del país, de Extremadura, de la comarca, Lobón, Puebla de la Calzada y Montijo. Escribía desde Orgullópolis (Cantón de tierra holganza) con precisión, removiendo las conciencias aturdidas de sus coetáneos: “Extremadura, agoniza. La pereza, la mata. Falta actividad, porque faltan ideales. Faltan ideales, porque sobran egoísmos”.

La asignatura que le costó aprobar al Bachiller Cantaclaro fue la construcción del puente sobre el Guadiana, acercando así las poblaciones de una y otra orilla de la comarca de las Vegas Bajas. Bautizado como Puente de los Suspiros por el tiempo que tardó en construirse. Luis Chorot no cejó en sus peticiones hasta ver aprobado el proyecto. Insistió durante varios años en sus demandas, estuviese el gobierno de uno u otro color.

La memoria evoca, ahora, una fotografía tomada en el Frontón Jay-Alay de San Sebastián, ciudad en la que Chorot y su familia veraneaban, igual que hacia la Familia Real. Luis Chorot ocupó un asiento en el palco contiguo al Real. El extremeño aprovechó el momento distendido para pedirle a don Alfonso XIII que intercediera para que fuese aprobado el proyecto del Puente de los Suspiros. Alfonso XIII le anunció una confidencia: un viaje a tierras extremeñas. Era el verano de 1928.

 

1.- FAMILIAS CHOROT COCA

La estirpe Chorot es oriunda de Sabandia (Saboya), incardinada en la familia Chorot Boisverd; en España Chorot de Hoyos. El escudo de la familia es partido. En la parte alta tres estrellas de plata de cinco puntas, y en el inferior en campo azul, un ciervo de oro. Cuando usan casco miran de frente por descender de Jefe de Estado, por lo regular usan corona de conde[5]. En Alicante, Francisco Chorot Palatín, casó con una dama de la aristocrática familia de Hoyos. Los Chorot fueron familia distinguida y altos funcionarios del Estado, en sus monopolios del tabaco y la sal, labor que desarrollaron en Alicante, Tembleque y La Rambla. Descendiente directo de Chorot Palatín, fue Ángel Chorot Prieto, natural de Montilla (Córdoba)[6]. Cadete en la Academia Militar de Segovia, pero abandonó la disciplina castrense para ser colaborador y ayudante del Marqués de Salamanca en la Empresa de Ferrocarril Madrid-Lisboa[7], residiendo en la ciudad de Badajoz. Al final de tan importante obra, fue condecorado con la Cruz de Cristo portuguesa y del Mérito Civil española.

Ángel Chorot Prieto contrajo matrimonio con María de Coca Pizarro, en la ermita de Ntra. Señora de Barbaño, Patrona de Montijo, en 1869. El matrimonio vivió en la llamada Casa Grande[8], en la calle Altozano de Lobón. Ángel Chorot[9] alternó la administración de la hacienda heredada de sus padres políticos, Antonio de Coca Amigo y Catalina Pizarro Picón, con su hermano político Pedro de Coca Pizarro[10]; unido a sus afanes en la vida política. Fue diputado provincial por el partido conservador[11], desde 1874 hasta 1896, formando parte de las Comisiones de Fomento, Gobernación, Especial de Presupuestos, vicepresidente de la Comisión Provincial y diputado delegado del Manicomio del Carmen de Mérida[12].

Los orígenes de la familia Coca se localizan en Ciudad Real, donde tuvieron capilla-panteón en la iglesia de San Pedro. Familia muy ligada a la de Triviño, principal linaje de la capital manchega. Ganaron los Coca, Ejecutoria de Hidalguía en Ciudad Real, Puertollano, Granada, Montijo y Puebla de la Calzada (s. XVII). En esta última villa contrajo matrimonio Rodrigo de Coca Triviño con Olalla de la Huerta Barrena.

A finales del siglo XVIII, Juan de Coca Triviño y Silva, hijo de Juan de Coca Triviño y de Catalina Sánchez Silva, contrajo matrimonio con Leonor Esteban Cortesano Maza. Fue Regidor por el estado noble de la Cofradía del Santísimo Sacramento, Capitán de las milicias liberales y su más influyente político. Los hijos del matrimonio: Alonso, Juan, Bartolomé y Miguel Coca Maza, figuran como nobles en el censo de 1829.

Los cuatro hermanos Coca Maza, aparecen en los Repartimientos de la Contribución en 1852, siendo los principales contribuyentes, abanderando la oligarquía burguesa de propietarios, terratenientes y latifundistas de Puebla. Los Coca se unieron, entre otras, a las familias, Amigo, Gragera, Conejo, Bejarano, Maza, Pozo, Díez Madroñero…, ocupando cargos en el Consistorio Municipal, siendo alcaldes y regidores. Bartolomé de Coca Maza, fue diputado provincial por los moderados en 1837 y alcalde de Puebla en 1821 y 1834-1835.

Alonso de Coca Maza, hermano de Bartolomé, fue alcalde de Puebla de la Calzada. Vivió en la calle Badajoz, contrajo matrimonio con María Antonia Amigo Gragera. Para su sociedad de bienes gananciales, compraron varios predios urbanos en la calle Badajoz, colindantes donde ellos vivían, a la familia Molano, Miguel Montes y, los herederos de Juan Ardila Carretero. Sobre el solar de estas casas, su nieta, María Antonia Conejo de Coca con su esposo, Jorge Díez Madroñero López de Ayala (1848-1911), VII marqués de la Vega, construyeron el palacio[13].

Antonio de Coca y Amigo, hijo de Alonso de Coca y María Antonia Amigo Gragera, casó en la villa de Lobón con Catalina Pizarro Picón[14]. Los Pizarro y Barrena eran los herederos de la Casa Grande de Lobón, situada en la calle Altozano, descendientes de las familias Zambrano y Barrena, al contraer matrimonio el lobonero Juan Lucas Barrena Macías, familiar del Santo Oficio con Elvira Zambrano Bolaños. La hija de estos, Catalina, se unió en matrimonio con su pariente Antonio Pizarro de Luna, matrimonio que tuvo tres hijos: Pedro, Elvira y María Dolores Pizarro Barrena. Los Zambrano y Pizarro fueron familias nobles procedentes de Fuente del Maestre.

El matrimonio, Antonio de Coca Amigo y Catalina Pizarro Picón, tuvieron tres hijos. Pedro, soltero. Elvira que fue a vivir a Puebla de la Calzada por su matrimonio con Mariano Maza Bejarano[15], licenciado en derecho, dedicado a la actividad agro ganadera, y María que casó con Ángel Chorot Prieto.

Antonio de Coca Amigo fue diputado nacional[16] y provincial[17]. Tuvo un papel importante en la vida política de Lobón durante el bienio progresista, gobierno largo de la Unión Liberal, final del moderantismo y los primeros años del sexenio democrático[18]. Tras el pronunciamiento de La Gloriosa, Antonio de Coca fue elegido, el 25/X/1868, alcalde de Lobón[19]. Renovado en el cargo el 2/I/1869[20]. Logró ayudas del Gobernador de la provincia para las obras de reparación y remodelación de la Casa Consistorial.

Tras meses de una apasionada actividad política y social, Antonio de Coca, para suavizar la dureza del calor del mes de julio, decidió pasar unos días con su familia en los Baños de Fuensanta[21], balneario ubicado en Pozuelo de Calatrava (Ciudad Real), municipio de la comarca histórica del Campo de Calatrava, cercano a la villa de Almagro, donde el alcalde de Lobón encontraría la muerte. Falleció durante el fuego cruzado que tuvo con un grupo de ladrones que trataban de robar los fondos del establecimiento-balneario[22].

 

2.- LOS HERMANOS CHOROT DE COCA

Tras la fatídica muerte de Antonio de Coca Amigo, aún con luto, su hija María de Coca Pizarro se unió en matrimonio con Ángel Chorot Prieto. Matrimonio al que le nacieron cinco hijos: Antonio, abogado; contrajo matrimonio en Badajoz con Pilar del Rincón Marcilla. Fue miembro distinguido del Ateneo de Badajoz[23] y Jefe de la Sección Administrativa de Primera Enseñanza de Badajoz, falleció el 11 de agosto de 1922.

Luís, licenciado en Derecho, protagonista de este trabajo. Nació en Lobón el 18 de abril de 1876[24]. Contrajo matrimonio en Puebla de la Calzada, el 3 de febrero de 1899, con Magdalena Castillo Pozo[25]. Un año antes, Luis Chorot se había licenciado en Derecho en Madrid. El matrimonio Chorot Castillo vivió en Puebla de la Calzada[26]. Fue presidente de la Sociedad Casino El Ejemplo, cuyo antiguo edificio fue reformado bajo su mandato. Al iniciar su hijos estudios universitarios, la familia marchó a Madrid[27].

Joaquín Chorot de Coca, contrajo matrimonio con Remedios Cortés García. Vivió en la Casa Grande. Fue alcalde de Lobón, presidente del Sindicato Católico Agrario, de la Junta Local de Ganaderos, de la Unión Patriótica local y del Círculo Recreativo. Araceli, soltera, apasionada por la música y las tertulias culturales. Colaboró mucho con el templo parroquial. Al ser propietaria de la Casa Grande la donó al Instituto Secular Hogar de Nazaret, fundado por el sacerdote de Fuente del Maestre, Luis Zambrano Blanco.

Por último Mercedes Chorot de Coca[28], casó con su primo hermano Eduardo Maza de Coca[29]. Luis Chorot de Coca y Magdalena Castillo Pozo tuvieron cuatro hijos: Magdalena, Luis, Ángel y Juan. Luis Chorot heredó la vocación literaria de su tío Francisco Chorot Prieto, poeta y colaborador de Julián Castellanos en una obra teatral en verso, llamada “La monarquía relámpago”, fechada en 1870, dura crítica a la dinastía carlista. Se publicó en la imprenta de Tomás Alonso, calle Isabel la Católica de Madrid[30]. Antes de su marcha a Madrid, Luis Chorot alternaba el ejercicio de la abogacía con la gestión de las propiedades de la familia[31]. Fue miembro cualificado de la Agrupación de Propietarios de Fincas Rústicas de Badajoz. Intentó mostrar con una serie de argumentos que la Reforma Agraria no era lo más adecuado para Extremadura, se debe afirmar el capital no al capitalismo, y lo donado a los hijos como anticipo de legítima no debe invalidarse[32].

 

3.- LUIS CHOROT. REIVINDICACIONES

El diario Correo de la Mañana[33], publicaba el 16/V/1915, un artículo de Luis Chorot, que titulaba “Extremadura, agoniza. La pereza, la mata. Falta actividad porque faltan ideales. Faltan ideales, porque sobran egoísmos”. Así atizaba Luis Chorot las conciencias de los lectores del periódico que dirigía su amigo José López Prudencio. Vayamos a la materia ¿Qué muere en Extremadura?, se preguntaba Luis Chorot. Respondiendo: “Nunca estuvo más repleta de vida y más pujante, exclamará algún ricachón, solazándose en el precio escandaloso de su trigo[34]. ¡Qué inoportuno es este cronista! dirá algún político, dándoselas de protector y de influyente. Precisamente debido a mis gestiones el río Guadiana contará con algún puente más[35]. Un siglo de promesas políticas y medio siglo de orfandad inmerecida, hacen morir de tuberculosis a las dos provincias más robustas de España. Díganlo los pueblos condenados a eterna incomunicación y desamparo.

¿Cómo salir del pantano? ¿Cómo resucitar a la vida de la nación? ¿Cómo adquirir nuestro pasaporte de españoles dignos de atención? Uniéndonos todos sin desconfianzas. Para ello, lo primero es regenerarnos en el sentido de sacudir nuestra pereza. Los pueblos que quieren vivir, viven, si la constancia, la abnegación y el sacrificio se agrupan en torno a la bandera de la patria chica. ¿Hay intereses creados y caciquiles enredos que por sus pasados odios y antiguas rencillas no puedan vivir unidos? Pues a descartarlos con valentía, como lastre que estorba y dificulta el progreso y bienestar de los pueblos… No os paséis de maliciosos. Me estorba la notoriedad, como estorba a un gordo comodón la camisa almidonada. Ni soy maurista, a pesar de ser hombre de orden; ni soy datista, a pesar de ser español; ni soy poeta tradicionalista, ni me tengo que avergonzar de haber sido romanonista[36], ni tengo ama de cría republicana. No soy fulanista. Soy un modesto burgués ni perseguido de caciques ni necesitado de gobernadores; en una palabra, soy extremeño”.

Luis Chorot firmaba sus escritos con el seudónimo Bachiller Cantaclaro, pero en esta ocasión lo hace con su nombre y apellidos. He aquí el motivo: “Concluyo, firmando contra mi costumbre. Nunca puse mi cédula al pie de mis modestos escritos. Si hoy firmo no es por fatua exhibición, ni porque sepáis quién os hablo vuestro sencillo lenguaje, sino para recabar el honor de ser el primer extremeño que se avergüenza de serlo, si las cosas no varían”[37].

El Bachiller Cantaclaro, el último día de 1915, volvía a la carga desde Correo de la Mañana: “Resucitad, Donoso Cortés, Bravo Murillo, López de Ayala, Moreno Nieto y tantos otros cuyos nombres no caben en boca nacida de puros grandes. Daos prisa a levantaros de vuestras tumbas, que España se achica y Extremadura se hunde. Malditos los tiempos actuales, entregados al pastoreo abusivo y a la rudeza que nos descredita. ¡Pueblos extremeños haced algo!”[38].

A comienzos de diciembre de 1916 dirige una carta que publica Correo de la Mañana[39], a su amigo y pariente, diputado en Cortes, el emeritense Antonio Pacheco y Lerdo de Tejada[40]: “Querido amigo, porque las circunstancias lo exigen, y tu prestigioso valer lo aconseja, me veo obligado a invitarte hoy a un necesario examen de conciencia… Qué duda cabe, que los momentos actuales son momentos críticos para la regeneración, prosperidad y progreso de tu distrito y de nuestra desgraciada provincia. Todo minuto desperdiciado hoy, vale por medio siglo de inactividades, olvidos y abandonos pasados; de los que no eres, ciertamente culpable. La ocasión la pintan calva”.

La carta solicitaba al diputado su participación en la construcción de una vía de comunicación muy necesaria para el progreso de los pueblos de la comarca: “Sesenta años pacienzudamente transcurridos de hacer y deshacer estudios y trazados de campo, en la dicho carretera que uniendo la de Cáceres a Badajoz (olvidada hace tres lustros), pone en comunicación a Puebla de Obando con La Roca, a estos pueblos con Montijo, Puebla de la Calzada y Lobón, y a todos con la Tierra de Barros al finalizar en el cruce donde se une la de Almendralejo con la de Madrid a Lisboa”. Razonando el Bachiller Cantaclaro: “La justicia grita que la descrita carretera de La Roca a Montijo por Puebla de la Calzada a la de Puente del Antrín a Almendralejo en las cercanías de Lobón, debe ser urgentemente concedida y hecha, o con barcas de maroma sobre el Guadiana como fue trazada en su primer proyecto, o con puente[41], ¿por qué no?”[42]

Desde Lobón, Cantaclaro, en esta ocasión con el seudónimo L. Cobarde, denunciaba el trato que recibía el pueblo de Lobón en la entrega del servicio postal de Correos[43]. Decía “Cuatro días en diecisiete lleva Lobón sin cartas, giros, periódicos, etc. Por tanto no estaría mal que el señor Llano Valdés, gobernador civil, viera de arreglar esto, si a él le incumbe, pues de nuestro alcalde nos consta la seriedad de sus órdenes”[44].

En octubre de 1917, el Bachiller Cantaclaro escribe una carta[45] que dirige a un doctor de la ciudad. En ella manifiesta las diferencias que existen entre la ciudad de San Sebastián[46] y la capital del reino, Madrid. “Pasé este verano en San Sebastián, a donde más que el imán de sus encantos, me trajo el huir del polvo sucio y de la atmósfera impura de nuestra patria chica. En aquella bendita tierra se encuentran sobrados temas, que no son frívolas bellezas, que enamoran a los asiduos del cine panorámico. ¡Qué seriedad de vida! ¡Qué ordenado respeto! ¡Qué envidiable administración pública!… Allí la igualdad y la fraternidad son un hecho; nada llama la atención; nadie es más que nadie. La blusa del obrero honrado no pringa con mancha de origen al pulcro esmoquin del aristócrata; la lugareña y la encopetada señorona, desapercibidas pasan, conviviendo con afectuoso respeto en los innúmeros tranvías, sin adulaciones del desvalido ni desprecios del pudiente”.

Luis Chorot, a regreso de San Sebastián, estuvo en Madrid resultándole amarga la estancia, al ver cómo está la capital de España. “Tropecé con lo de siempre. El atávico obstáculo de las propiedades regionales. El hospital de desahuciados enfermos provinciano, a cargo de doctores endiosados. En cada esquina un dulcamara desaprensivo de conciencia al uso. La meca de los gitanos políticos, dedicada a poner parches mentirosos a cojeras inveteradas, para lucir como nuevos los efectos desechados de provincias en el primer mercado del chinchorreo y la zancadilla[47]. La bandera de la moralidad abandonada en mitad de la calle y arrebatada por una tribu madrugadora, escudada en la falta de carbón, para mejor andar a oscura. El pueril afán novatorio de tertulias cafeteras. El comentario chismoso para rellenar periódicos ahítos de vulgaridad. La adulación premiada. La rectitud, expiando miedosas culpas, huyendo del procaz vocerío, que a todos ensordece. La burguesía en desvencijada y amenazante mecedora los beneficios circunstanciales de la catástrofe mundial. Los borregos socialistas, ambiciosos de hierba ajena, atropellando inconscientes la propia reserva en pos de ambiciones solapadas de redentores cobardes, siempre deslumbrados por el potente reflector de alguna humana e individual conveniencia. La indisciplina social, asustando al más templado. Madrid está infestado. Madrid no conoce a España”.

Los días 27 y 28 de agosto de 1920, el Bachiller Cantaclaro, escribe desde su veraneo donostiarra un artículo que divide en dos partes con el titular: “Badajoz resurge. Nuestra provincia sacude su pereza”. Cantaclaro, en el principio de su comentario, preguntaba “¿De dónde sacará esas deducciones este cándido articulista?, dirán para sus adentros ciertos personajillos que miran a ras de suelo sin curarse de homicidas personalísimas. ¿Qué de dónde? De la imparcial elocuencia de los hechos. Maldiciente de oficio o miope de la inteligencia será quien no se haya apercibido del fenómeno”. Señalando: “Lo que nunca ha sucedido; hoy se asocian capitales, se crean Cajas Rurales y de Ahorro, en donde el dinero se coloca, haciendo desaparecer la usura, se compran máquinas de todas clases para dar impulso a la industria agrícola… Durmió Extremadura saboreando su bienestar económico y gozándose en sus glorias pasadas cerca de medio siglo, y herida en su amor propio en estos últimos años, ha corrido a bastante buena velocidad y ha sacudido su pereza y su modestia aisladora y modorra”[48].

 

4.- EL PUENTE DE LOBÓN, PUENTE DE LOS SUSPIROS

Fue una asignatura que le costó al Bachiller Cantaclaro, no cejando hasta aprobarla. Insistió durante varios años en sus demandas, estuviese el gobierno de uno u otro color, persistió en su petición desde comienzos del siglo XX. Los últimos años de la tercera década del siglo, fueron muy intensos para Luis Chorot. A finales de abril de 1928, el Bachiller Cantaclaro se dirigía a los lectores de Correo Extremeño[49], con el título “Una carretera y un puente. De Roma a nuestros días, Guadiana abajo”[50]. Como siempre, Chorot, era explícito en su razonada petición: “Fijaos bien, mis queridos paisanos; desde antes de Jesucristo hasta la fecha, no hay un solo puente construido en toda la llanura fertilísima que separa a Mérida de Badajoz”. Para dirigirse al paisanaje y autoridades de la comarca: “¿No os morís de vergüenza, montijanos, poblanchinos, talaveranos, loboneros, roqueños, naveños, zanganeros… Si no dais voces, si no pedís socorro en las invernadas en que el Guadiana os incomunica amenazando ahogaros, ¿cómo queréis que se os adivine desde Madrid la necesidad de vuestro puente?”.

Dos meses después, este diario informaba[51] de la visita que una comisión, presidida por el Gobernador Civil de la provincia, que había hecho al Ministro de Fomento, Conde Guadalhorce, Rafael Benjumea Burín (1876-1952), que se había interesado vivamente, prometiendo resolver con urgencia la demanda, que era la construcción de la carretera de La Roca a Lobón, con un puente. Formaron parte de la comisión los señores Suárez Somonte[52], marqués de la Frontera[53], Romero, Chorot, Conejo y otros.

En vísperas de la festividad de San José, 17/III/1929, Cantaclaro volvía de nuevo a la carga en sus reivindicaciones: “Charlas, indiscreciones, curioseos y menudencias. Sueños carreteriles. El puente de los suspiros”. Con la ironía que le caracterizaba dice: “El ministro escribe en sus memorias. Imposible demorar un minuto más la construcción de la carretera de La Roca de la Sierra a la del Puente del Antrín, por Montijo y Puebla de la Calzada[54] con puente necesario sobre el río Guadiana, en las cercanías de Lobón… Señor don Joaquín Tafur, ingeniero jefe de Obras Públicas. Badajoz. Agradecidos y encantados de tanta amabilidad. El encantado soy yo. Adiós, señores. Siempre a su disposición, amigo Benjumea”. Claro está, amable lector, concluía Cantaclaro, que todo esto ha sido un sueño. Pero gusta tanto creérselo de verdad[55].

Poco a poco las noticias iban siendo más halagüeñas. El 8 de mayo de 1929, la Comisión que gestionaba la construcción del Puente de Lobón, visitaba al ministro de Fomento en Madrid. Presidía la comisión, Luis Chorot, junto con el alcalde de Montijo, Francisco Rodriguez Cavero, y los señores Sancho Conejo, Maza y Carrión. Saliendo muy satisfechos de la reunión[56]. Un día después el diario badajocense decía “El puente sobre el río Guadiana se construirá en el trozo quinto de la carretera de La Roca de la Sierra a Montijo y Puebla de la Calzada. El ministro de Fomento tiene el propósito de sacar las obras en un plazo breve, y es de esperar que la construcción figurará entre uno de los primeros proyectos que estudie el ministro”[57].

Luis Chorot de Coca y Sancho Conejo de Coca, visitaron, a parte de la comisión creada, al ministro de Fomento, logrando que el ministro diera las órdenes oportunas para que por los señores ingenieros se proceda al rápido estudio del proyecto, que será llevado a la realidad con la mayor premura[58]. A comienzos de julio, Lino Duarte Insúa[59], publicaba una interesante carta en Correo Extremeño, sobre el ferrocarril de Fregenal de la Sierra a San Vicente de Alcántara, haciendo alusión al llamado Puente de los Suspiros: “Pronto se construirá un puente sobre el Guadiana en las proximidades de Lobón, para que la comunicación rodad del sur con el norte de la provincia pueda también hacerse sin tocar a Badajoz y dejarlo a un lado”[60].

El corresponsal de Correo Extremeño en Puebla de la Calzada, a finales de noviembre, informaba: “Hoy es esperada en esta localidad la visita de un ingeniero nombrado por el ministro de Fomento para el estudio de lo concerniente a la construcción del puente sobre el río Guadiana en las proximidades de Lobón. El citado ingeniero, que viene desde Madrid acompañado por el culto abogado y propietario -hijo de Lobón- don Luis Chorot, será recibido por nutridas representaciones de las fuerzas vivas de Puebla de la Calzada, Montijo y Lobón, a cuyo frente irán los señores alcaldes de dichos pueblos”[61]. Fue cuando los ediles de la Corporación de Lobón tomaron este acuerdo: “que durante un año, por este Ayuntamiento, se paguen dos jornaleros que podrán dedicarse a cualquiera de las operaciones o trabajos que haya que realizar, y además doscientas peonadas de carros durante el mismo año que los jornaleros para el acarreo de arena o grava”[62].

Un año después, el 30 de septiembre de 1930, Cantaclaro, contaba la situación en la que se encontraba el Puente de Lobón: “El puente de los Suspiros sería un hecho y estaría ya construyéndose, en las cercanías de Montijo, Puebla y Lobón, si el ministro de Fomento (más docto y más enterado de su oficio, que ha servido a España), no hubiera dejado el puesto, a la necesidad de roer los huesos de su honra, que el desquite y el ayuno han decretado con alboroto punible… El ingeniero a quien tocó en suerte el proyecto, el as de los ingenieros puentíferos, don César Villalba, es un incansable trabajador. Este ingeniero, orgullo de su carrera, hace bien las cosas y las hace pronto. No desconfiar. Antes de fin de año el proyecto será aprobado y entonces habrá llegado el momento de que los pueblos se impongan, por su justicia, a los que ignoran a nuestra olvidada Extremadura”[63].

César Villalba Granda realizó los proyectos de tres puentes extremeños; Villanueva de la Serena, sobre el Guadiana; el de Alarza, sobre el Tajo, hoy no visible por las aguas del embalse de Valdecañas; y el de Lobón, sobre el Guadiana[64]. Su presupuesto de ejecución material fue de 1.281.987,48 pesetas y el de contrata 1.474.285,60[65]. Los trabajos se ejecutaron en treinta y dos meses, durante los años centrales de la II República. El puente de 538 metros de longitud fue inaugurado en julio de 1935.

De Luis Chorot de Coca, alto prócer, por sus desvelos para la construcción del puente, sólo queda hoy en una placa colocada en el puente que dice “Este puente, construido por el Estado siendo ministro de Obras Públicas el Excelentísimo Señor conde de Guadalhorce por iniciativa y gestiones del preclaro extremeño, don Luis Chorot Coca a quienes los Ayuntamientos y pueblos beneficiados tributan esta imperecedera muestra de gratitud. 1948”.

 

5.- AFANES LITERARIOS

Luis Chorot comparte sus escritos de reivindicación y crítica con sentimientos costumbristas, como estos agradecidos versos dedicados a un Puesto de perdiz. Acudo al texto: “El campo continúa perezoso./ El aguardo va siendo fastidios;/porque el reclamo sigue silencioso,/ Entre el monte, un ratón le hace mil muecas,/ Un enjambre de abejas/ le agranda las orejas./Sigue mudo el reclamo. Pero advierte/que un perro se divierte/los montones de piedra olfateando./Otra vez el silencio… Ya, por fin,/ allá en las lejanías canta un macho/y una hembra montada en un picacho/alegre y casquivana coquetea/donde el macho la sienta y no la vea./El reclamo miedoso se levanta/y una cabra espanta/a la feliz pareja/que más y más se aleja/burlando campanillas y esquilones./He aquí las diversiones/que entusiasman a tantos cazadores/A quienes Dios castiga por traidores./¡Vaya una diversión!/Si un amigo algún día/me invitara a cazar el perdigón/difícilmente iría/y en castigo de fijo lo metía/en la cárcel diez años por guasón”[66].

El 10 de mayo de 1917, El Bachiller Cantaclaro, escribe una crónica desde Villafranca de los Barros con motivo de celebrarse el último día de la novena a Ntra. Señora de Lourdes, que Virginia Macón organizaba y costeaba anualmente. “Gran dama debe ser, decía Cantaclaro, la que se acuerda de Dios en medio de las comodidades y abundancias terrenas, patrocinando tan grandes empresas”. Luis Chorot narra que “Villafranca es un pueblo todo decoración, todo luz; pero luz de sol, luz de día; un pueblo al menos en el aspecto externo, lucido, campechano, marchoso, como diría un andaluz; un pueblo, dispuesto siempre a la perpetua fiesta; más grande que llano; aristocrático a ratos; a veces indisciplinado y democrático, con todas las bullangas sevillana de jarana y vocerío. Sus feraces campos semejan, por sus fertilidades, a las exuberantes campiñas de las selvas vírgenes americanas. Sus varias iglesias, majestuosas y atendidas con el lujo más refinado, nos da la sensación de una piedad algo supersticiosa, que intentara comprar la asistencia Divina. Entre el cementerio y la villa se alza el colegio de San José, de la Compañía de Jesús, que con sus jardines y parques atendidos y detallados, nos enseñan progreso, pese a los más enemigos que entienden, que sotana y adelanto son anti tétricos”. Luis Chorot se acomoda en la popular fonda Reverte[67], de la que dice que la amable llaneza y el ruido corren pareja, no sin antes tropezar con gitanos y mendigos profesionales, que fundan su oficio en no hacer nada y viven como los gorriones, de las migajas y abundantes y descuidadas del ajeno mantel.

Un repique de campanas de la iglesia parroquial, nos anuncia festejo grande, en la casa de Dios, cita el Bachiller, continuando “¡El predicador! El predicador sube, dicen ansiosas miradas y siseos indiscretos, dicta la crónica el Bachiller. ¿Quién es? Preguntamos. El que la sagrada cátedra ocupa, es un apóstol moderno, es un extremeño ilustre, es el docto y elocuentísimo magistral de la Catedral de Madrid, mil veces ilustrísimo señor don Enrique Vázquez Camarasa. Extremeños: ¡qué alegría!; pero qué inmensa tristeza. Reclamando así la figura de tan notable sacerdote: “Nosotros bendecimos mil veces a la suerte que nos deparó la ocasión de tal deleite. Extremeños; qué alegría; pero que inmensa tristeza. Don Enrique Vázquez Camarasa, nació en nuestra calumniada Extremadura pero a tan gran brillante hubo que hacerle el montaje en tierras extrañas. Lástima grande que nuestro palacio solariego sea tan mezquino para hospedar a la grandeza de nuestros genios”[68].

Regresamos, sigue Cantaclaro. El tren acorta su marcha. Almendralejo; la estación repleta de personas que enronquecen y aturden; entre la turba multa, una música monótona y trompetera no cesa de tocar, divisamos algunos uniformes, en sitio visible, el Ayuntamiento en pleno, miles de personas clamorean. Pensamos enseguida ¿Sabrán que viene Camarasa? ¿Habrá nacido aquí? Es la Sinfónica que llega, concluía Luis Chorot.

6.- HILVANES Y ZURCIDOS

Con este nombre se conoce una serie de ensayos poéticos de un suave y finísimo humorismo, que denota las dotes de escritor del Bachiller Cantaclaro, para vencer esa resistencia de una obra de madurez que le consagra como escritor. Luis Chorot, ha conseguido un gran éxito con la publicación de Hilvanes y Zurcidos. Así su autocrítica y nostalgias, ayes del alma, rimas becquerianas, sonatería, etc. Son dignas de mención. La obra va acompañada de un prólogo de López Prudencio y un epílogo de Ramírez Tomé[69], de la sección crítica y noticias de libros del diario ABC, 17/XI/1935.

El libro, en ciento noventa páginas, ofrece ciento veintiocho poemas que el autor divide en varios capítulos de acuerdo con la temática que presenta: 1) Naderías, quisicosas, menudencias y fruslerías. 2) Chinitas y chinatazos y ecos del ambiente. 3) Granitos de mostaza, negrescogramas y humoradas. 4) Cajón de sastre. 5) Glosario teresiano, religiosas. 6) Versos íntimos, nostalgias y ayes del alma. 7) Rimas becquerianas, 8) Sonetería. 9) Romances. El Bachiller Cantaclaro subtituló su obra “Lo que se llama perder el tiempo. Ensayos poéticos”.

“Luis Chorot es un espíritu culto, enamorado de su tierra. Sensible a todas las emociones que sugiere el caminar por el mundo. Capaz de intervenir como actor principal en el teatro de la vida, y recluido en el castillo interior de sus observaciones, con el desdén -tan patricio y tan extremeño- de quien para todo tiene una sonrisa, a veces burlona, a veces piadosa y comprensiva, por aquello de comprenderlo todo es perdonarlo todo”[70].

El Bachiller Cantaclaro, abre su poemario con una Autocrítica, de la que entresaco: “Prescindo de las reglas de retórica./He olvidado hace tiempo la poética;/si bien no hallo la moción estética/en la moda cubista y estrambótica”[71]. Compone desde la sencillez en el capítulo Naderías. “¿Visteis al sol de invierno despedirse/al morir de una tarde mustia y fría?/Tan rojo de vergüenza suele irse,/que para no ser visto mata al día”[72]. “Arar… arar… arar/esparcir la semilla y… esperar/ que cuaje la esperanza, que Dios quiera cuajar”[73]. En Chinitas y chinatazos y ecos del ambiente, Cantaclaro, va a directo a la realidad política y social que vive: “A un obrero parado de Extremadura/más harto de promesas que de provechos,/un socialista, de esos de cara dura,/que cedió sus deberes por los derechos,/ le coaccionaba el voto, argumentando/que el pobre es el que debe seguir mandando… ¡Vete ya, si no quieres que yo me pierda!/¡Lárgate ya! ¡Enchufista! Has de saber;/que aunque tú con la izquierda logres comer,/la cuchara se coge con la derecha; con la zurda se vierte, no se aprovecha./¿Sabedlo para siempre! Tened presente/que con la izquierda come muy poca gente”[74]. “¿Político y leal? No, no es creíble./Metafísicamente, es imposible./Dichosos… No reíros muy de prisa/.Porque así, os dura menos vuestra risa”[75].

En tiempos de censura. La peña del café, el Bachiller aguza su pluma: “Pide copa y café, fúmate un puro/y habla mal del Gobierno, de seguro/que toda la tertulia te acompaña./Hablar mal de Gobierno/lo mismo en el estío que en invierno/es placer delicioso y muy humano/. Pero mucho cuidado… piano… piano…/ Mira bien lo que dices/ Ojo, no te deslices/. Que a la derecha o a la izquierda mano,/puede haber un soplón,/que, vengativo, acecha la ocasión”[76]. Los desasosiegos espirituales del poeta se los expone desde su Glosario teresiano. Veamos: “Nacemos, nos divertimos/y después de que gozamos,/terrible suerte, morimos/porque es fuerza que muramos,/pues para morir nacimos”[77]. “Bendito sea mi Señor,/que da vida al que perece,/dando muerte a quien merece/ser premiado con su amor”[78].

En los versos, en el mensaje e inspiración del Bachiller Cantaclaro, siempre estuvo sus sentimientos por la tierra donde nació, Extremadura. “Quiero estar entre mi gente/Entre mi gente extremeña/perezosa, indiferente/siempre fecunda y risueña./Oh, tierra donde nací/pródiga en renunciaciones,/sepulta mis ilusiones,/Que para ti las viví”[79]. En sus delicadezas becquerianas, Cantaclaro escribe desde su romanticismo: “Podrá acabarse todo en este mundo/Todo, menos mi amor/Porque ese, ya no es mío, como tuyo/vivirá lo que yo/logré vivir en ti. Tú sabrás cuánto/Velo en tu corazón”[80]. “Soy amor puro. Soy llama ardiente/que poco a poco, matando va/Fuego invisible, que el alma siente/Ven, aunque abrases. No tardes más”[81].

De la Sonetería, que así  tituló el Bachiller, desde la Improvisación, con asonantes y todo, en el cumpleaños de mi hija: “Un año más, pasó. Quién lo diría/Un año, cuya losa siento encima./El Creador de los mundos no escatima/el galopar del tiempo…, día tras días./Tú cumples uno más, con la alegría/de quien ve la ilusión que se aproxima./Y yo, miedoso, veo que la cima/alcanzo de mi vida -que no es mía-/Así lo manda Dios, ¡hija querida!/ /Este es el mundo. Por distintos modos,/le ríen o le lloran a la vida,/juventud y vejez… Más, todos, todos,/pedimos al Señor salud y suerte,/y eterna vida, pero… sin la muerte”[82].

Hago prosa los versos finales que el Bachiller Cantaclaro coloca como cierre de “Hilvanes y zurcidos”, en los que aparecen sus valores, su personalidad. “Nunca he sido yo hombre rico. Injusta fama me dieron mi caridad, mi alegría, mis amigos pedigüeños, y un sensible corazón que sabe llorar a tiempo las lástimas que en el mundo causaron malos sujetos. Nada tengo. Poco ansío. Nada envidio. Nada espero. Sin que se tome a reclamo. Cuanto diere este librejo, después de pagar los gastos de editores y libreros, con permiso de mis hijos, sirva para el paro obrero, de aquellos menesterosos que nacieron en mi pueblo o en las aldeas extremeñas que conmigo convivieron. Yo no quiero llamar mío, nada que produzca esto. ¿Qué no produce?… ¡Paciencia! De esto, tan mío nada quiero. Si alguien me lo agradeciere, lo puede pagar en rezos. Y si no me lo agradecen ni me rezan, ¡allá ellos! Quien cumple con su conciencia no mira agradecimientos. ¿Es un pan? ¿Es medio pan? Lo que sea. ¡Ni Marx, ni menos!”[83].

En el Epílogo, Alfredo Ramírez Tomé, que gozó de una saludable amistad con Luis Chorot, confirmada por su hijo Juan Chorot Castillo, Juancho, en un artículo publicado en ABC el 24/V/2004[84]; dice: “nada le arredra al Bachiller; todo lo acomete, y aún en aquellas empresas que distan de su competencia o de sus aficiones, sabe arreglárselas de modo que no hace mal papel, y aún hay ocasiones en que resulta airoso. El secreto está en que todo lo fía a su profesión, acaso anacrónica, de caballero andante. Él lo proclama así: las gentes sonríen y le dejan que persiga sus quimeras, sin recelar que va a la pelea pertrechado de dos armas terribles: un corazón generoso y vehemente, lanza ante la cual no hay resistencia posible, y una simpatía que aureola su ser, adarga en la que se embotan los dardos, por bien disparados y punzantes que fueren”[85].

 

7.- LOS PENÚLTIMOS INQUILINOS DEL CONGRESO

Editado por Luz y Vida, por subtítulo: “Semblanzas a la ligera al alcance de cualquiera”. Esta obra la forman versos satíricos sobre los diputados de las Constituyentes de la II República (1931-1933)[86]. En su dedicatoria o brindis dice Cantaclaro: “A los que aquel llamó burgos podridos’ (tan despectivamente maltratados, como imprudentes calumniados). ¡Pobres pueblos! ¡Qué mansos! ¡Qué sufridos! Os entregasteis a desconocidos. Aquellos que nombrasteis diputados, triunfan a costa de los engañados, trocando las promesas en olvidos. ¿Burgos podridos, el sostén de España?…. Podrido, ¿es el burlado, o el que engaña? Mostrad vuestra entereza. Ya veréis, cuan presto acaba el mal que padecéis. ¡Siempre adelante! No hay que acobardar. ¡Hurra ‘burgos podridos’! ¡A votar! Nota muy importante y necesaria, a esta dedicatoria estrafalaria. Se disolvió el Congreso tan famoso, y la izquierda insolente se fue al foso; triunfando el derechismo y mandando a paseo el enchufismo… Y votaron, votaron… y votaron… y todas las izquierdas se esfumaron. ¡Hurra burgos podridos! ¡Españoles! Seguid todos unidos”[87].

Cantaclaro faena en sus propósitos: “He aquí el tinglado de la moderna farándula, con su actores: unos -los menos- son personajes verdaderos; otros, personajearon al dictado de las de las propias afirmaciones, coreadas por la claque. Los más son personajillos y comparsas en esta tragicomedia protestada por el público burlado”[88]. Y así el Bachiller lanza sus dardos hacia personajes como Romanones, Castelar, Unamuno, Azaña, Prieto, Gil Robles, Besteiro, Lerroux, Fernando de los Ríos, Gregorio Marañón, Martínez Barrios, Sánchez Albornoz, Martínez de Velasco, Clara Campoamor, Marcelino Domingo, Largo Caballero, Ángel Ossorio, Luis Tapia, Casares Quiroga, Juan Botella Asensi, Zulueta, Rafael Salazar Alonso, Diego Hidalgo, Narciso Vázquez, Eduardo Barriobero, Jiménez Asúa, Pérez Madrigal, Vidarte, Eduardo Ortega, José Antonio Balbontín, Basilio Álvarez, Pérez Madrigal y Companys, entre otros.

7.1.- PRIMERA SERIE. Acoge “Algunos personajes de las Constituyentes de la segunda República española”. Comenzando con Romanones[89], “cazador de codornices/hombre de grandes narices/de mal olfato dispones,/perdiste las elecciones que pediste:/y después que las perdiste,/hoy a la opinión le dices/que fuiste un engañado, político fracasado”[90]. Siguiendo con don Miguel de Unamuno: “está cansado/más que cansado: hastiado/asqueado, afligido… La vida le ha enseñado/a convencer del tiempo que ha perdido./… le duele la República de Azaña”[91]. Y Gil Robles del que dice el Bachiller: “Te aclama la nación y en ti confía./Eres el hombre del día./ Que viva el líder de las causas nobles./Si la paz llega así… Viva Gil Robles”[92]. Sobre el socialista Julián Besteiro escribe que “es el único valor universal que posee el socialismo nacional”, pero en los últimos versos, Cantaclaro rectifica: “Besteiro es un sectario/y un hombre estrafalario,/que ideó travesuras a montones/dispuesto a no perder las votaciones”[93].

De Diego Martínez Barrio, escribe Chorot, “es un hombre bueno, al par que sevillano,/a quien quiere Lerroux como a un hermano./Es un Martínez más (entre otros varios)/este Martínez Barrio./Pero un Martínez de grandes condiciones/para eso de aguantar revoluciones./Debajo del mandil hay… pantalones”[94]. De Félix Gordón Ordás[95], explota Cantaclaro: “¡Ciudadanos! Abajo el caciquismo/que engendró el monarquismo/. ¡Muera el señoritismo!/conscientes ciudadanos ¡Libertad!/ Y para que os respeten, respetad./Que no quede un burgués en la nación./Camaradas, he dicho. Así es Gordón,/hombre profesional del mitineo, que alterna la ovación con el pateo”[96]. Chorot presenta a un modesto agrario, para decir que ha resultado ser un hombre extraordinario. Vayamos a los versos: “Es don José Martínez de Velasco/persona a la que nadie le hizo asco./Recto, modesto, ecuánime, educado,/listo, activo, simpático y honrado./¡Cuántos quisieran ser/lo que ha sido este hombre, sin querer!”[97].

7.2.- SEGUNDA SERIE. El autor sale al encuentro de la mujer Clara Campoamor, de la que dice: “Una abogado bella/ que en las Cortes descuella,/y en cuanto se vuelva la tortilla/ ha de ser ministrable la chiquilla… Clarita Campoamor puede casarse./Es una muchachita lista y fina,/que no perdió su esencia femenina./Le obliga su apellido a enamorarse./Si en su Campo hay Amor, debe notarse./Aunque tuvo la idea peregrina/de ir a las Cortes -sino se contamina-/saldrá de allí sin masculinizarse./Tiene buen corazón la diputado/que dicho sea de paso es abogado./Aunque sea radical republicana/y defienda el divorcio, a nadie choque/si después de casada llega a anciana/sin soltar al marido que le toque”[98].

7.3.- TERCERA SERIE.  Es donde ofrece al lector: “Los Comunes. Aclarando: Bocetos al carbón en rengloncitos cortos y sencillos de algunos personajes de ocasión; o por mejor decir, personajillos”. En los versos zarandea con su crítica y sátira a Manuel Azaña, “Opinión o parecer de este hombre ¿de valer? Azaña, ¿vale? Vale, Azaña./Lo grita toda España./Este vale no es vale de valer./El vale quiere decir/adiós que te vaya bien./¿El talento de Azaña? ¡Puro cuento!/Si vale algo… no valdrá ¡un talento!”[99]. A Indalecio Prieto: “No nombro los petróleos porque no quiero que me den los óleos”[100]. De Francisco Largo Caballero: “Pues por su diplomacia y desparpajo, le nombraron ¡ministro del Trabajo!”[101]. También a Luis de Zulueta[102], “¿Zulueta? Interjección/Diputado cunero/y ministro de Estado de ocasión”[103]. A Juan Botella Asensi[104]: “Llegó a ministro (ministro lo es cualquiera),/y el pobre enloqueció de tal manera,/que no hay quien le componga su mollera./No hace más que gritar ¡Disolución!/¡Intriga! ¡Rebelión!/Qué se yo cuántas cosas. Y… un jamón/. Su locura no tiene solución”[105].

Luis Chorot se acerca a la figura de Basilio Álvarez Rodríguez[106]: “Aunque gasta sotana este hombre vivo, es un hombre capaz y progresivo. Es el Muñoz Torrero liberal/de las Constituyentes inmortales;/predica el bien y no practica el mal./Es un consuelo, en medio de los males,/tener en el Partido Radical/un defensor de eternos ideales”[107].

Así califica el Bachiller al Partido Republicano Radical: “Ese iluso partido, que algún día,/ha de trocar en bienes nuestro mal/aunque ya todo el mundo desconfía/que gobierne Lerroux, el clerical”[108]. Acercándose al paisano extremeño Diego Hidalgo[109]: “Aquí está Diego Hidalgo. Lector, ¿he dicho algo?/ Nació en Extremadura/este hijo de Los Santos,/que es un hombre de altura/¡muy cerca de dos metros de estatura!/Parece que no es uno de tantos./Destacó entre las gentes/de las Constituyentes/como autor de un proyecto meditado/de ley agraria,/que fue muy discutido y desechado/por la turba sectaria,/que la del agro ley hubo aprobado,/ruina del productor/y hambre del campesino labrador”[110]. De Juan Vidarte[111], diputado extremeño, el Bachiller le dice: “Un muchacho oportunista que se hizo socialista. Has realizado tu sueño,/a título de extremeño./Creo que no podrás quejarte./De poco tiempo a esta parte/Vi darte todo, Vidarte”[112].

7.4.- CUARTA SERIE. Que Chorot nomina “Los últimos…”. Juristas de alquiler, jenízaros y la turba multa. Abriendo el capítulo de esta guisa: “Un padre de su hijo que dijo lo que dijo y no lo dijo”, en alusión a Ángel Ossorio[113]: “De los nombres oso y río/tu nombre, Ossorio, se fragua;/de modo que hasta en el agua/haces el oso, hijo mío”[114]. Sobre Eduardo Ortega[115]: “Es del partido de la lengua larga./Está en la oposición constantemente,/izquierdista rabioso, no consiente/guardar nunca un secreto; él se encarga/de fraguar la tormenta que descarga/sobre Indalecio Prieto”[116]. Cantaclaro versa sobre el diputado socialista extremeño Narciso Vázquez Torres[117]. Un buen hombre, dice Chorot, que padece socialitis crónica, escribe de él: “Yo lo quiero con afecto sincero,/a este experto dentista,/aspirante a ingeniero,/que malgastó su vida socialista/sirviendo de cabeza al campo obrero”[118].

“Esto toca a su fin. Libre el paso que viene Balbontín[119], escribe el Bachiller Cantaclaro: “Fue poeta católico,/madrigalesco, épico y bucólico./Hoy es semianarquista,/defensor del partido comunista./Y mañana será… fraile profeso./ No sé si es Balbontín a Va al botín”[120]. Y casi concluye Cantaclaro su obra con Los pobrecitos de la Esquerra[121]”: Entre los esquerrosos/que usaron el quórum, generosos,/está Companys[122], rojizo rabasaire[123]/que supo difamar a los caídos/y que, laireteando, logró por Sabadell/ser diputado -de los del nuevo estilo-/Allá en la Humanitat, que mejor se llamara Odiosidat/fue un escritor que supo aprovecharse/de la grey destructora/social renovadora”[124].

En el Epílogo, Luis Chorot de Coca se despide: “¡Id con viento fresco! ¡Id, benditos de vuestros estómagos! Los que fuisteis detentadores de la voluntad nacional durante un largo bienio. Los destructores de España al dictado de vuestro medro personal. ¡Id con Dios! Y, si con Dios no podéis ni queréis ir ¡que con vuestro laicismo, el diablo os lleve! Quedad solos con vuestros rencores y dejar en paz a España. ¡Ah! Si delinquisteis, los que fueseis, pagad vuestras culpas, para quedar en paz con vuestros estragos”[125].

 

9.- FALLECIMIENTO. SU HIJO,  JUAN CHOROT CASTILLO

El 21 de diciembre de 1935 falleció, con ochenta y cuatro años, María de Coca Pizarro, madre de Luis Chorot de Coca. Un año más tarde, en los primeros y azarosos días del anuncio de una guerra entre españoles, el 21 de julio, fallecía Luis Chorot en Madrid.

El Diario HOY publicó, un año después de su fallecimiento, el 21/VII/1937, un obituario. Entre otros elogios a su persona decía: “No escribió ninguna línea que no estuviese dedicada a mejorar las condiciones de vida de Extremadura y a enaltecerla”. El Bachiller Cantaclaro dejó en su partida varias publicaciones, entre otras: “Refritos en prosa”. “Melancólicas y Románticas”. “Hilvanes y zurcidos, lo que se llama perder el tiempo, ensayos poéticos”. “Los penúltimos inquilinos del Congreso, semblanzas a la ligera al alcance de cualquiera; retratos al carbón, estampas, siluetas y caricaturas”. “Llamamiento a la concordia” (Conferencia abogando por la creación del Sindicato Católico Agrario). “El Monótono cuento de la vida” (Conferencia leída en la Asociación de la Prensa de Badajoz). “La Reforma Agraria en España” (Discurso pronunciado en el Ateneo de Madrid con motivo del primitivo proyecto de la Ley Agraria), 1932. Cuando en 1935 publica Hilvanes y zurcidos, anuncia que tiene en preparación: “Hojarascas de mi pobre huerto” (Colección de artículos periodísticos) y “Cuentos en prosa”.

El testigo de su pasión literaria fue tomado por su hijo Juan, también abogado, dramaturgo y poeta[126]. Articulista, colaborador del diario ABC, redactor de La Codorniz, desde 1952-1977[127] -donde firmaba como Juancho e Iván-, buen amigo de Antonio Mingote, Chumi Chúmez y Cela. Juan Chorot Castillo[128] fue autor teatral de las obras “X=2” y “De seis a ocho, asesinar a López”.

Vinculado a la ciudad abulense de Las Navas del Marqués y a los Festivales de esta ciudad ducal. Donde representó obras populares: Carmen, La Boheme, Aída, Rigoletto, Otelo, La verbena de la Paloma. Agua, azucarillos y aguardiente y la Venganza de don Mendo. La primera experiencia teatral en la ciudad ducal de Las Navas de la mano de Juan Chorot fue la representación de la comedia de Carlos Llopis: “Nosotros, ellas y el duende”. Heredando la afición de la marquesa de Las Navas y duquesa de Medinaceli, doña Ángela Pérez de Barradas y Bernuy.

Juan Chorot Castillo permanece en el recuerdo de la Ciudad Ducal, fue su pregonero, y un pequeño teatro lleva su nombre. No en vano fue promotor y director de la escena teatral y operística.

 

FUENTES CONSULTADAS

 

ARCHIVO MUNICIPAL DE LOBÓN (AML). Legajo 19, Carpeta 30. Legajo 30, Carpetas 17 y 21. Legajo 32, Carpeta 2. Legajo 33, Carpeta 7. Legajo 55, Carpeta 12. Legajo 86, Carpeta 7.

ARCHIVO PARROQUIA LOBÓN (APL). Libro V de Matrimonios (1828-1853). Libro XI Defunciones, (1907-1926).

ARCHIVO PARROQUIA PUEBLA DE LA CALZADA (APPC). Libro V de Casados y Velados (1876-1903)

ARCHIVO GOMÁ. Documentos de la Guerra Civil. Abril-Junio 1938. CSIC, Madrid 2016

CASTILLO GRAGERA J.: “El escritor Luis Chorot de Coca”. Diario HOY, 29/VI/1982.

CHOROT DE COCA, L.: “Los penúltimos inquilinos del Congreso. Semblanzas a la ligera al alcance de cualquiera”. Luz y Vida. Madrid, 1934. “Hilvanes y zurcidos. Lo que se llama perder el tiempo. Ensayos poéticos”. Luz y Vida. Madrid, 1935.

CORREO DE LA MAÑANA. Números: 362, 24/II/1915; 364, 26/II/1915; 412, 16/V/1915; 671, 31/XII/1915; 752, 22/III/1916; 959, 2/XII/1916; 1.048, 25/III/1917; 1.084, 10/v/1917; 1.212, 7/X/1917; 1.235, 3/XI/1917; 1.971, 14/II/1920; 2.137, 27/VIII/1920; 2.138, 28/VIII/1920; 3.240/26/VII/1924.

CORREO EXTREMEÑO, Números: 7.528, 28/IV/1928; 7.563, 21/VI/1928; 7.262, 17/III/1929; 7.265, 21/III/1929; 7.305, 8/V/1929; 7.306, 9/V/1929; 7.312, 16/V/1929; 7.348, 4/VII/1929; 7.497, 23/XI,1929; 7.758, 30/IX/1930.

DIARIO HOY. 21/VII/1937

GARCÍA ROLDÁN, A.: “La Codorniz: la sátira en el primer franquismo (1941-1966)”. Aportes, Revista de Historia Contemporánea, núm.82, año XXVIII (2, 2013).

REGISTRO CIVIL LOBÓN (RCL) Libro VI de Nacimientos (1876-1877)

REVISTA DE OBRAS PÚBLICAS (ROP), Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de España. 83, Tomo I, año 1935, núm. 2.663 y 2.664.

ROSIQUE NAVARRO, F.: “La Reforma Agraria en Badajoz durante la II República (La respuesta patronal)”. Badajoz 1988.

 

 

[1] (Badajoz 1870-1949). Fundó y dirigió Noticiero Extremeño y Correo de la Mañana. Alma del Centro de Estudios Extremeños, Cronista Oficial de Badajoz y Archivero municipal. Académico correspondiente de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia. Crítico literario desde las columnas del diario ABC.

[2] Cf. HILVANES Y ZURCIDOS. LO QUE SE LLAMA PERDER EL TIEMPO. A manera de prólogo. Madrid 1935, pgs.11 y 12.

[3] Ibíd. Autocrítica, pg.15.

[4] Ibíd. Epílogo, pg.183.

[5] Agradezco a Cándido Chorot Ortiz de la Tabla la cesión de algunos datos de la familia Chorot.

[6] Nació el 26/V/1833. Falleció en Lobón el 2/III/1907, Cf. ARCHIVO PARROQUIA DE LOBÓN (APL). Libro XI Defunciones, años 1907-1926.

[7] Inaugurada el 8 de octubre de 1881 por los reyes de España y Portugal, Alfonso XII y Luis I.

[8] La Casa Grande tiene sus orígenes en el notable edificio que levantó el comendador santiaguista, Diego de Alvarado, tío carnal del adelantado Pedro de Alvarado. Tuvo en su fachada hasta comienzos del s. XX el escudo de los Alvarado,  fue vendido a Fernando Calzadilla Maestre.

[9] Fue uno de los mayores contribuyentes de Lobón. A finales de 1882 se le asignaba una cuota de contribución de 1.575 pesetas. Cf. ARCHIVO MUNICIPAL DE LOBÓN (AML). Legajo 32, Carpeta 2. Su viuda, María de Coca Pizarro declaraba doscientas cincuenta y dos hectáreas de tierra, repartidas por la Tiesa, Valdeovejas, Arenal, Granadinos, Vega del Moral, Guapero y Valderromero. Cf. AML. Legajo 55, Carpeta 12, 16/VI/1910.

[10] De estado civil soltero, vivía en la Casa Grande. Notable hacendado y gran contribuyente. Fue alcalde de Lobón y presidente del Sindicato Católico Agrario.

[11] Había sido seguidor de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, durante el tiempo que éste mantuvo sus pretensiones a la corona.

[12] También fue miembro de la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País de Badajoz, desde el 20/VIII/1885.

[13] Contrajeron matrimonio en Puebla de la Calzada el 4/IX/1890 ante el cura regente, Anselmo Rabanal y Trejo. Cf. ARCHIVO PARROQUIA PUEBLA DE LA CALZADA (APPC). Libro V de Casados y Velados (1876-1903), fol. 201 vto. María Antonia, era hija de Andrés Conejo Guisado y Leonor de Coca Amigo. Nieta paterna del coronel carlista de caballería y Ayudante de Campo del Infante don Sebastián de Borbón Braganza, Sancho Conejo Bejarano y María de los Dolores Guisado Bejarano.

[14] Sus padres fueron Pedro Pizarro Barrena y María Picón Roa. Matrimonio celebrado el 20/II/1849 ante el cura ecónomo José Benito Calderón. Cf. APL, Libro V de Matrimonio, 1828-1853, fol. 79 vto.

[15] Hijo de Juan Antonio Maza y Leonor Bejarano. Su hermano, Saturnino Maza Bejarano, fue alcalde de Puebla de la Calzada, 1884-1885. Mariano Maza Bejarano, junto con sus hermanos políticos Ángel Chorot Prieto y Pedro de Coca Pizarro, herederos de un molino harinero en el río Guadiana, lo vendieron al Marqués de la Vega, que edificó el edificio y salto de Las Turbinas, junto a Lobón desde donde dio luz eléctrica a éste, Puebla de la Calzada, Montijo, Solana de los Barros y Almendralejo.

[16] Elecciones 15/I/1869. Legislatura 1869-1871. Elección parcial escrutada el 30/IV/1869. Antonio de Coca no fue admitido diputado, y en su lugar, en sesión del 25/V/1869, lo fue Gregorio García Ruiz. La limpieza de aquellas elecciones fue puesta en entredicho.

[17] En la legislatura 1854-1856. Tomó posesión el 7/IX/1954 para el período 1854-1856, por el Partido Moderado. Cesó en el cargo el 11/VIII/1856.

[18] En el Repartimiento individual de la contribución territorial de 1852 figura como el mayor contribuyente, con un líquido imponible de 4.006,32 reales. 16.024 por tierras, 2.629 por casas y 15.237 por ganadería.

[19] Cf. AML. Legajo 19, Carpeta 30.

[20] Ibíd. Legajo 30, Carpeta 21.

[21] Mandado a construir por Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, edificio que fue incendiado en 1847 durante la segunda guerra carlista, y reconstruido después. Sus aguas se recomendaban en baño o bebida para el reumatismo, neurosis, neuralgias, litiasis, desarreglos menstruales etc.

[22] Información publicada en los diarios madrileños El Imparcial y La Correspondencia de España, 20 y 21 de julio de 1869. Cf. AML. Legajo 30, Carpeta 21. Sesión celebrada el 22/VII/1869, fol. 18 vto.

[23] Tuvo por compañeros atenienses a López Prudencio, Texeira, Bardají, Macías y Fernandez de Molina, junto con otros intelectuales y escritores de Badajoz. Publicó en la tipografía de Antonio Arqueros, “Carta a Josefa”. Fue como su padre miembro de la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País de Badajoz, 14/IX/1894.

[24] REGISTRO CIVIL DE LOBÓN (RCL). Libro VI de Nacimientos (1876-1877) fol.13.

[25] APPC. Libro V de Matrimonios (1876-1903), fol. 318. Hija de Juan Castillo Burdallo, de la Roca de la Sierra, y Rosa Pozo Coca, de Puebla de la Calzada. Hermana del propietario Leopoldo Castillo Pozo, tercer mayor contribuyente de Lobón por sus propiedades agrícolas en su término, presidente del Consejo de Administración del Matadero de Mérida, casado con Filomena Amigo Conejo. Magdalena Castillo fue sobrina de Justo Castillo Burdallo, vecino de La Roca de la Sierra, diputado provincial por el Partido Liberal (1909-1913), diputado delegado en Establecimientos de Beneficencia. También fue diputado provincial, por el distrito electoral de San Vicente de Alcántara, Pedro Castillo Burdallo (1875-1882), que fue capitán de monterías. Don Antonio Covarsí, padre del pintor Adelardo Covarsí, conocido por el montero genial lo llamaba maestro.

[26] A la que llamó en sus escritos Puebla de La Gutibamba. En la casa situada en la antigua calle Puerto, hoy practicante Alfonso González. En la fachada puede verse el escudo de la familia Castillo, cuyos orígenes están en Montenegro de Cameros (Soria), insertada en el Solar de Tejada. Pedro José Castillo de Tejada y López de Tejada fue el primero que llegó a Extremadura, vivió en Cáceres dedicado al comercio. Conoció en San Vicente de Alcántara a la que fue su mujer, María Antonia Gomes de Carvalho, de familias de Portalegre (Portugal), comerciantes y agricultores de San Vicente de Alcántara. Fue alcalde-regente en San Vicente en la Guerra de la Independencia, entre otros cargos. Litigó contra el Concejo sanvicenteño por su condición de hidalgo. De San Vicente de Alcántara, sus predecesores pasaron a la villa de La Roca de la Sierra. Luis Chorot fue redimido del Servicio Militar, en aplicación al artículo 151 de la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército de 1885, estableciéndose pagar 1.500 pesetas cuando el mozo prestaba servicio en la Península y 2.000 pesetas cuando le correspondía servir en Ultramar. En la sesión del Consistorio Municipal de Lobón, 16/X/1898, se acuerda, a petición de su padre, expedir certificación de libertad de quintas. Cf. AML Legajo 33, Carpeta 7, fols. 87 vto y 88.

[27] En la capital de España participó en las más importantes tertulias literarias, artísticas y políticas del momento. Publicando dos libros.

[28] Nació en Lobón, el 28/XI/1889. Falleció en Puebla de la Calzada el 16/II/1967.

[29] Alcalde de Puebla de la Calzada 1916-1917. Hermano de Eduardo fue Cándido Maza de Coca, que levantó el actual edificio del Ayuntamiento y las obras de reforma de la ermita de la Concepción. Ambos proyectos realizados por el arquitecto de Badajoz, Adel Pinna Casas.

[30] CASTILLO GRAGERA J.: “El escritor Luis Chorot de Coca”. En Diario HOY, 29/VI/1982, pg. 21.

[31] Participa en actos de la vida social y política. Lo leemos en Zafra con motivo de una reunión con el Marqués de la Frontera, donde interviene antes del brindis leyendo unos versos, llenos de espíritu festivo e irónico. Cf. CORREO DE LA MAÑANA, núm. 1.212, 7/X/1917, pg.1. Entre sus amistades más íntimas figura Ramón Eltoro Lalueza, capellán de honor de S.M. Participó en los homenajes a Luis Chamizo y José López Prudencio. Al fallecer en 1911 el Marqués de la Vega, el hijo menor de éste, Jorge, tuvo su consejo de familia presidido por Luis Chorot de Coca.

[32] ROSIQUE NAVARRO, F.: La Reforma Agraria en Badajoz durante la II República (La respuesta patronal). Badajoz 1988, pg.153.

[33] Considerado el periódico de mayor circulación de Extremadura. Correo de la Mañana, posteriormente, se fusionó con el Noticiero Extremeño, formando Correo Extremeño. Correo de la Mañana estuvo sostenido económicamente por Sebastián García Guerrero, conservador y maurista, fue presidente de la Diputación de Badajoz. Correo de la Mañana apareció el 26/II/1914, antesala de la I Guerra Mundial (28/VI/1914-11/XI/1918). El devenir de los años mostró su línea editorial conservadora, apoyando al Marqués de la Frontera, Francisco Marín Bertrán de Lis. Correo de la Mañana fue desde 1918 órgano provincial maurista.

[34] El artículo se publica en plena confrontación bélica de la I Guerra Mundial, donde España se mostró neutral. Neutralidad que produjo un boom económico a ciertas economías (vasca, asturiana y catalana), pero sumió, a la economía española en un círculo inflacionista sin precedentes en su historia.

[35] En alusión al Puente de Lobón, llamado Puente de los Suspiros por el tiempo que tardó en ser aprobado su proyecto. Aprobó el proyecto del puente, el ministro de Fomento, Rafael Benjumea Burín, I Conde Guadalhorce, en el gobierno de Primo de Rivera, 1925-1930. El puente fue una obsesión permanente de Luis Chorot de Coca.

[36] Seguidor del Conde de Romanones, Álvaro de Figueroa y Torres, realista en política, adscrito al liberalismo clásico y su decidida fe monárquica.

[37] CORREO DE LA MAÑANA, núm. 412, págs.1 y 2.

[38] Ibíd. núm. 671, pg.1

[39] Ibíd. núm. 959, 2/XII/1916, pg.3.

[40] Elegido por el Distrito de Mérida para las legislaturas desde 1898 hasta 1919, y desde 1914 a 1923. En ocasiones por el partido liberal y otras con los conservadores. Luis Chorot, al distrito electoral Mérida- Alburquerque, lo bautizó como “Grageronia-Amicicia”, en referencias a Alonso Gragera Maza, abogado y diputado nacional conservador, natural de Puebla de la Calzada, y Antonio María Amigo Guisado, padre político del emeritense Antonio Pacheco, que dominaban la situación política del distrito, desde su influyente familia Pacheco.

[41] En referencia al Puente de los Suspiros, Puente de Lobón.

[42] El 14/II/1920 escribe desde Puebla de la Calzada: ¡Ya tenemos carretera! Será cosa de repicar en gordo. El Bachiller Cantaclaro agradecía las gestiones al diputado Sancho Conejo de Coca, por el tramo de carretera La Roca-Montijo, incluido un puente sobre el río Alcazaba. “Poco a poco se va haciendo algo. No desmayéis, extremeños. Pedid y no callaros”. Cf. CORREO DE LA MAÑANA, núm. 1.971, pg.2. Sancho Conejo de Coca, pariente de Luis Chorot,  fue elegido diputado por el distrito de Badajoz en la legislatura 1919-1920 por el Partido Maurista.

[43] Lobón tuvo desde siglos estafeta de correos, de la que dependía Puebla de la Calzada y Montijo. Los avances en las comunicaciones acabaron con la dependencia de estas dos últimas poblaciones con la primera. En la sesión municipal del 27/IX/1867 se dio cuenta que la estafeta de correos estaba en Montijo, al haberse inaugurado la línea de ferrocarril Badajoz-Ciudad Real, la cual pasaba por dicha villa. Cf. AML. Legajo 30, Carpeta 17.

[44] CORREO DE LA MAÑANA, núm. 1.048, 25/III/1917, pg.3.

[45] Ibíd.  núm. 1.235, 3/XI/1917, pg.2

[46] Ciudad donde veraneaba Luis Chorot con su familia.

[47] Era presidente del Consejo de Ministros el liberal Manuel García Prieto (1859-1938).

[48] CORREO DE LA MAÑANA, núm. 2.137 y 2.138, pg. 2 y 3.

[49] Producto de la fusión entre Correo de la Mañana y Noticiero Extremeño. La nueva empresa tuvo en la dirección al escritor José López Prudencio, comenzando sus publicaciones en noviembre de 1927 y concluyendo en agosto de 1931.

[50] Cf. CORREO EXTREMEÑO, 28/IV/1928, núm. 7.528, pg.8

[51] Ibíd. 21/VI/1928, núm. 7.573, pg.1.

[52] Ignacio Suárez Somonte. Catedrático de Matemáticas. Diputado en Cortes (1920-1923 y 1927-1929) y director general de Primera Enseñanza con Primo de Rivera.

[53] Francisco María Bertrán de Lis (Madrid 1874-Badajoz 1940). Diputado nacional por Badajoz durante los años 1914-1923, y representante de actividades de la vida nacional en 1927-1929.

[54] El 26/VII/1924, Julio García Pérez, Secretario de la Comunidad de Labradores de Montijo y Secretario de una Comisión organizada, presentó en Madrid una petición para que se construyera esta carretera. Petición que fue respondida por el senador vitalicio del Reino, Vicente Alonso Martínez, trasladando al asunto al director de Agricultura e ingeniero agrónomo, José Vicente-Arche y López quien recomendó activamente a carreteras y “veremos si se puede obtener resultado satisfactorio”. Cf. CORREO DE LA MAÑANA, núm. 3.240, pg.4.

[55] Cf. CORREO EXTREMEÑO, núm. 7.262, pg.8. Cuatro días más tarde, escribía Federico Cabo Gragera, desde Puebla de la Calzada: “Necesidades de los pueblos. El Puente de los Lamentos y las barcas de Lobón. Aspiraciones legítimas de una rica comarca”, apoyando las peticiones que Luis Chorot venía haciendo. Utilizando la hilaridad en su final: “Qué es un puente? Un puente es una cosa endemoniada, que sólo sirve para que lo pida mucha gente y no se le conceda a ninguna. Es una obra insegura y puede caerse; la barca no se cae nunca, podrá irse al fondo, pero despacito, suavemente”. Cf. Ibíd. núm. 7.265, 21/III/1929, pg.3.

[56] Ibíd. núm. 7.305, pg.1.

[57] Ibíd. núm. 7.306, 9/V/1929, pg.5.

[58] Ibíd. núm. 7.312, 16/V/1929, pg. 6. La información era ofrecida desde Puebla de la Calzada por el corresponsal, Félix Expósito Ciudad.

[59] (Alburquerque, 1871-Badajoz, 1950). Escritor, Jefe de Administración de Telégrafos, Académico correspondiente de la Real de la Historia,  Sevillana de Buenas Letras y Arqueológica de Portugal. Hijo predilecto de Alburquerque y su Cronista Oficial.

[60] Cf. CORREO EXTREMEÑO, núm. 7.348, 4/VII/1929, pg.8.

[61] Cf. Ibíd. núm. 7.497, 23/XI/1929, pg.6

[62] AML. Legajo 86, Carpeta 7. Sesión 25/XI/1929.

[63] Cf. CORREO EXTREMEÑO, núm. 7.758, 30/IX/1930, pg.11. César Villalba Granda pertenecía a la Jefatura de Puentes y Cimentaciones del Estado.

[64] Atrás quedaba la respuesta que dio el cura párroco de Puebla de la Calzada, el 20/VI/1798, al interrogatorio remitido por Tomás López, geógrafo de los dominios de su Majestad: “Por el camino de esta villa a la de Lobón, a poco más de media legua, tiene su corriente el río Guadiana, que cuando está crecido se pasa por una barca, cuya construcción, propiedad y derechos de portazgo pertenecen al señor de la dicha villa de Lobón”.

[65] REVISTA DE OBRAS PÚBLICAS (ROP), Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de España. 83, Tomo I, año 1935, núm. 2.663, pgs.71-75; y 2.664, pgs.81-85.

[66] CORREO DE LA MAÑANA, núm. 752, 22/III/1916, pg.1. También en su obra HILVANES Y ZURCIDOS. Imprenta Luz y Vida, Madrid 1935, pgs.80-81.

[67] Fonda que regentaban Alberto Iglesias y Carmen Ramírez. Situada en la plaza de Fernando Ceballos.

[68] CORREO DE LA MAÑANA, núm. 1.084, pg.4. Enrique Vázquez Camarasa (Almendralejo, 1880-Burdeos (Francia), 1946). Durante el asedio del Alcázar de Toledo, Vázquez Camarasa entró en la fortaleza, autorizado por el gobierno republicano, a oficiar una misa que habían solicitado los sitiados. La actuación de Vázquez Camarasa fue poco comprendida y después de aquellos acontecimientos tuvo que abandonar España, refugiándose en Francia, donde falleció. Cf. ARCHIVO GOMÁ. Documentos de la Guerra Civil. Abril-Junio 1938. CSIC, Madrid 2016, pg.78.

[69] Alfredo Ramírez Tomé, redactor Jefe de ABC. Fue iniciador de la celebración del Día de Cervantes, 23 de abril.

[70] Consideraciones que José López Prudencio hace en el prólogo de la obra de Luis Chorot.

[71] HILVANES Y ZURCIDOS, pg.15.

[72] Ibíd. Crepúsculo vespertino, pg.24

[73] Ibíd. El monótono oficio del labrador, pg.28

[74] Ibíd. Los hijos de… Marx, pg.35.

[75] Ibíd. Contradicciones, pg.67.

[76] Ibíd. En tiempo de censura. La peña del café, pg.72.

[77] Ibíd. Románticos aleteos celestiales, pg.116.

[78] Ibíd. Glosario teresiano, pg.117. Luis Chorot de Coca gozó de la amistad del obispo de Badajoz, Adolfo Pérez Muñoz (1913-1920). El obispo hizo una Visita Pastoral a la Parroquia de Lobón, alojándose en la Casa Grande, residencia de la familia Chorot. Estuvo en Lobón los días 20 y 21/II/1915. Era párroco Álvaro Martín Núñez. Cf. CORREO DE LA MAÑANA, núm. 362 y 364, 24 y 26/II/1915, pg.2.

[79] HILVANES… Cúmplase mi voluntad, pg.126.

[80] Ibíd. Rimas, pg.139.

[81] Ibíd. Parodia, pg. 141.

[82] Ibíd. Al correr de la pluma, pg.162. Dedicado a su hija Magdalena.

[83] Ibíd. Nota final. Importante, pg.178 y 179.

[84] Webgrafía: https://www.abc.es/opinion/abci-recuerdos-200405240300-9621664321644_noticia.html

[85] HILVANES. pg.182.

[86] Los resultados electorales dieron una aplastante victoria a la conjunción republicano-socialista. En ella se integraron destacados intelectuales: Unamuno, Marañón, Madariaga, Ortega y Gasset, Sánchez Román…

[87] LOS PENÚLTIMOS… pgs.5 y 6.

[88] Ibíd. pg.9.

[89] Álvaro de Figueroa y Torres (Madrid, 1863-1950). Luis Chorot de Coca, en un artículo publicado en Correo de la Mañana, 16/V/1915, manifestó no avergonzarse de haber sido seguidor del conde de Romanones.

[90] LOS PENÚLTIMOS… pg.19.

[91] Ibíd. pg.33.

[92] Ibíd. pg.45.

[93] Ibíd. pg. 47 y 48.

[94] Ibíd. pg.81.

[95] (León, 1885-Ciudad de México, 1973. Presidente del Consejo de Ministros del gobierno republicano en el exilio (París, 1951-1960). Fue veterinario. Perteneció al Partido Radical Socialista. Cofundador del Partido Unión Republicana (1934).

[96] LOS PENÚLTIMOS… pg.87.

[97] (Madrid, 1875-1936). Militante del Partido Liberal-Demócrata. Diputado en Cortes y Senador. Fundador y líder del Partido Agrario. se encargó de la cartera de Agricultura, en el Gobierno presidido por Joaquín Chapaprieta, y poco después pasó a desempeñar la cartera de Estado. LOS PENÚLTIMOS… pg.101.

[98] LOS PENÚLTIMOS… pgs.111 y 112.

[99] Ibíd. pgs.119 y 120.

[100] Ibíd. pg.129.

[101] Ibíd. pg.135.

[102] (Barcelona, 1878-Nueva York, 1964). Pedagogo, escritor, ministro y embajador de España en la Segunda República.

[103] LOS PENÚLTIMOS… pg.139. La palabra cunero, se aplica a los candidatos o diputados que son presentados por sus partidos en un distrito electoral al que no pertenecen.

[104] (Alcoy, 1884-Ciudad de México, 1942). Abogado y político. Militó en el Partico Radical Socialista, del que fue expulsado. Fundó en 1932 Izquierda Radical Socialista. Diputado en Cortes y Ministro de Justicia.

[105] LOS PENÚLTIMOS… pg.143.

[106] (Orense, 1877-La Florida, EEUU, 1943). Se ordenó sacerdote. Defensor del pueblo gallego, frente a la política de su tiempo. Fue diputado a Cortes por el Partido Republicano Radical, pero disiente de éste por su acercamiento a la Confederación Española de Derechos Autónomos (CEDA). En 1936 se presentó a las elecciones por el partido de Manuel Portela Valladares.

[107] LOS PENÚLTIMOS… pg.145.

[108] Ibíd. pg.147.

[109] Diego Hidalgo Durán (Los Santos de Maimona, 1887-Madrid, 1961). Abogado, notario y escritor. Diputado en Cortes por la provincia de Badajoz, con el Partido Republicano Radical. Fue Ministro de la Guerra.

[110] LOS PENÚLTIMOS… pgs.151 y 153.

[111] Juan Simeón Vidarte Franco-Romero (Llerena, 1902-Ciudad de México, 1976). Abogado, dirigente del PSOE. Diputado a Cortes por la provincia de Badajoz en las tres elecciones celebradas durante la II República.

[112] LOS PENÚLTIMOS… pg.167.

[113] Ángel Ossorio Gallardo (Madrid, 1873-Buenos Aires, 1946). Jurisconsulto, político y escritor. Su vida política presenta una evolución, desde un perfecto conservador, monárquico y católico hasta alinearse con posiciones republicanas e izquierdistas durante la II República. Fue embajador en Francia, Bélgica y Argentina.

[114] LOS PENÚLTIMOS… pg.173.

[115] Eduardo Ortega y Gasset (Madrid, 1882-Caracas, 1965). Periodista, jurista, diputado a Cortes por el Partido Radical Socialista,  y fiscal general de la II República. Hermano de José Ortega y Gasset.

[116] LOS PENÚLTIMOS… pg.179.

[117] Narciso Vázquez Torres, (Llera, 1875-Dun Sur Meuse, Francia, 1952), Médico odontólogo. Presidente de la Diputación de Badajoz 1931-1934 y 1936.  Diputado a Cortes: Elecciones 28/06/1931 Badajoz. Destacado miembro del Partido Socialista, miembro del comité nacional del PSOE hasta 1938, siéndolo también del de UGT entre 1931 y 1932. Participó activamente en la Reforma Agraria de la provincia de Badajoz.

[118] LOS PENÚLTIMOS… pg.189

[119] José Antonio Balbontín Gutiérrez (Madrid, 1893-1978). Escritor. Tras un fugaz paso por el Partido Radical Socialista, fundó el Partido Social Revolucionario, por el que fue diputado por Sevilla en las Cortes de 1931, haciéndose famoso por sus intervenciones incendiarias. Entre 1933 y 1934 pasó por el Partido Comunista.

[120] LOS PENÚLTIMOS… pg.187

[121] En referencia a Esquerra Republicana de Cataluña, fundada en 1931, partido de izquierda, democrático y catalanista. Fundado por Francesc Macià Lusà.

[122] Lluis Companys i Jover (Lérida, 1882 – Barcelona, 1940). Político y abogado, de ideología catalana y republicana. Líder de Esquerra Republicana de Cataluña, ministro de Marina en España y presidente de la Generalitat de Cataluña.

[123] El que cultiva en Cataluña la tierra según el contrato de rabassa morta; y por extensión, aparcero, colono o arrendatario de un predio rústico ajeno, en Cataluña.

[124] LOS PENÚLTIMOS… pg.195.

[125] Ibíd. pg.209.

[126] Conoció entre otros a Pedro Muñoz Seca, Jacinto Benavente, Eduardo Marquina y los hermanos Álvarez Quintero. Cf. Obituario a Juan Chorot Castillo por Álvaro Mateos López, publicado en el diario EL MUNDO, 21/VI/2006, https://www.elmundo.es/elmundo/2006/06/19/obituarios/1150678319.html

[127] Cf. GARCÍA ROLDÁN, A.: “La Codorniz: la sátira en el primer franquismo (1941-1966)”. Aportes, Revista de Historia Contemporánea, núm.82, año XXVIII (2, 2013), pg.46.

[128] Nació el 2/X/1919 en San Sebastián. Falleció el 15/VI/2006.

Dic 162020
 

 

 Manuel García Cienfuegos

Cronista Oficial de Montijo y Lobón

 

Resumen

Mayordomos, escribanos, licenciados y visitadores del obispado de Badajoz y de la Orden de Santiago, dejaron, desde 1553 hasta 1792, una fecunda crónica vivida y transmitida por la Cofradía del Santísimo Sacramento en Talavera la Real, Lobón, Montijo y Puebla de la Calzada.

Un largo período que comienza con el párroco de Talavera la Real, Diego Sánchez, autor de obras teatrales. Continua con las enseñanzas del Concilio de Trento, los afanes pastorales del obispo don Juan de Ribera, los impulsos de la Contrarreforma y las características que la nueva corriente del barroco trajo, convirtiéndola en una fiesta total. Aquel tiempo y el convulso siglo XVII fueron testigos de grupos de niños que danzaban, comediantes y músicos que con maestría y gozo interpretaban y alababan en sus diálogos al Santísimo Sacramento. Simbolizando así el contenido de la Bula Transiturus de hoc mundo: “cante la fe, dance la esperanza, salte de gozo la caridad”.

Los cofrades también convinieron honrar su octava y adornar el monumento del Jueves Santo, festividad de tan alta estima, testimoniando su devoción y reverencia. Movidos a virtud acompañaban en el cortejo que bajo ceremonial y rito llevaba la comunión a enfermos e impedidos. En el tramo final del dieciocho, las nuevas corrientes reformadoras trataron de impedir el uso de los excesos de rituales arraigados que acompañaban a la fiesta del Corpus.

La ponencia analiza las representaciones de comedias, danzas y música que con animosidad y disfrute ensalzaban las funciones que organizaban la Cofradía de las Ánimas en Arroyo de San Serván y Ntra. Señora de los Remedios, en la villa de Lobón, el día de su festividad. Danzando delante de su imagen un grupo de niñas, acompañadas por ministriles que participaban también en las comedias que se representaban.

Este estudio saca a la luz varios nombres de comediantes, maestros y músicos con sus instrumentos: órganos, trompetas, arpas, cornetos, chirimías, sacabuches, bajones, cornamusas, flautas, orlos, atabales, tamborinos, panderos y vihuelas. Y con ellos, maestros de obras y canteros que labraron iglesias y capillas. Escultores, entalladores, pintores, doradores y orfebres, entre otros artistas.

 

 

 

Considera el historiador Jacob Burckhardt, en su obra “La cultura del Renacimiento en Italia”, que para conocer la cultura de un pueblo es indispensable el estudio de la fiesta. Y añade el editor Jean Jacquot en su obra “Las Fetês del Renaissace” que “se puede definir la fiesta como una manifestación en la que de forma extraordinaria y por un motivo especial, un pueblo, sociedad o grupo se reafirma en la conciencia de su existencia y en la voluntad de perseverar en su ser”[1].

Las palabras que ofrece la Bula Transiturum de hoc mundum, por la que el Papa Urbano IV instituyó la fiesta del Corpus (1264)[2], animaron al pueblo a cantar y danzar en honor del Señor; a levantar los necesarios escenarios donde la alegoría, la farsa, los autos, la comedia o el bullicioso entremés -toda la parafernalia, en suma, del teatro- tuvieran la más cumplida representación.

 

FARSAS DE DIEGO SÁNCHEZ DE BADAJOZ

Una aldea o lugar cercano a Badajoz, Talavera la Real, que adquirió la independencia de ella el 13/II71640, dejando de ser lugar y pasando a ser villa[3], se honra con ser la patria del dramaturgo Diego Sánchez, quien fuera párroco de su pueblo natal desde 1533 a 1549[4].

De su familia no se sabe nada. No parece que fuera beneficiado de la catedral pacense. De sus estudios sólo hay el testimonio de su grado de Bachiller. Por alguna alusión del cardenal Silíceo, arzobispo de Toledo, se puede deducir que estudió en Salamanca. Su obra con claras relaciones con el teatro salmantino y la obra de los dramaturgos de la época: Bartolomé Torres Naharro, y Vasco Díaz Tanco, apoyan la idea expresada. Su obra, por las relaciones con el portugués Gil Vicente, está bastante influenciada por éste, ya que se prodiga en su léxico con claros lusismos[5].

En 1552 el bachiller Diego Sánchez había muerto, en ese año su sobrino, Juan de Figueroa, escribe al V conde y I duque de Feria, Gomes Suárez de Figueroa y Córdoba para pedir el privilegio de impresión de la Recopilación en Metro del bachiller. La fecha de impresión es en Sevilla en 1554, con el título “Recopilación de farsas y sermones”[6].

Obra compuesta de trece composiciones de carácter distinto, líricas y monólogos, y de veintiocho Farsas[7], con un alto y claro contenido doctrinal que sirve de eslabón para unir el teatro litúrgico medieval (el que se escenificaba en los templos durante las celebraciones litúrgicas de Navidad y Pascua) con el teatro religioso de los autos sacramentales[8]. Precisamente, el doctor en Filología, Eugenio Campanario Larguero, en su obra, “El Teatro de Diego Sánchez de Badajoz y las encrucijadas teológicas del s. XVI: Tradición e innovación doctrinal”, afirma que se trata de un teatro catequístico y doctrinal que se concreta en el movimiento de reforma de la iglesia española. Respondiendo a la encrucijada teológica de la época, en un diálogo fructífero con el erasmismo dominante y una actitud crítica hacia el luteranismo[9].

Destaco, por el asunto que nos ocupa, un invitatorio para cantar los muchachos el día del Corpus en el que aparece semi castellanizado el Venite adoremos, para la rima, y otro cantar para los muchachos, cantar y bailar el mismo día, al tono del chapirón, lo que indica la celebración de procesiones en el día del Corpus Christi[10]. Podemos decir que estamos ante las primeras noticias de la celebración de esta festividad en Talavera la Real. “Dios del cielo en pan se muestra/o que divino manjar/Dios del cielo con amores/que tiene el mundo criado/por salvar los pecadores/ de una virgen encarnado/hombre se nos quiso dar/Dios del cielo/. Circunscrito y bautizado/por mostrar obediencia/y en la cruz crucificado/con humildad y paciencia/para nos justificar/Dios del cielo”[11].

Andaban entonces, en aquellos tiempos, al poco de ser comprada la villa de Montijo por el marqués de Villanueva del Fresno[12], alarifes y canteros, maestros, oficiales, aprendices y peones edificando la tercera fase de construcción de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, dándole a sus muros mayor altura, cambiando la cubierta de madera, y labrando una bóveda al estilo del gótico tardío. Así escribían la crónica los religiosos santiaguistas en su visita del año 1556: “En la dicha yglesia están fechas dos capillas, la mayor de bóveda sobre cruceros de cantería. Y otra capilla, al fin de la dicha yglesia, de la misma manera. El cuerpo de en medio de la dicha yglesia estava descubierto que andaban labrando en ella”[13].

No sólo la iglesia de San Pedro, en ese año, está en obras, también lo está la ermita de la Patrona de Montijo, Ntra. Señora de Barbaño, que así la describen los visitadores: “Es una hermita que tiene una capilla acabada, la techumbre de ella es de madera de pino e caña junta. El cuerpo de ella se va faziendo”[14].

A muy poca distancia en el tiempo, dos años después, el viernes 18/II/1558, la villa de Talavera la Real, llamada entonces Talaveruela, recogía tristemente el último suspiro de la reina doña Leonor de Francia, viniendo de Flandes con el señor don Juan de Austria[15].

A raíz del Concilio de Trento (1545-1563) en el que se elaboró la doctrina eucarística en discusión con la reforma protestante, los padres conciliares manifestaron en su sesión XIII que la presencia de Cristo en la Eucaristía es real, verdadera y substancial; concentrándose así, e intensificándose la religiosidad española, en la creencia y veneración del misterio de la Inmaculada, y en la idea de la Eucaristía y del Corpus Christi, como centros condensadores de toda la piedad del dogma católico[16].

La solemnidad de la fiesta eucarística del Corpus fue la que con más pompa y animación se celebraba en toda España[17]. En Badajoz, la fiesta del Corpus era, en los siglos XVI y XVII, la fiesta más lucida y celebrada de entre las muchas conmemoraciones que se celebraban al cabo del año[18]. Los canónigos pacenses afirmaban en 1637 que “no se conocían en Extremadura otras fiestas como las del Corpus en Badajoz”[19]. El concejo de la ciudad había decretado “sumisión pública de esclavitud al Santísimo Sacramento”[20].

El Concilio de Trento insistió para que la festividad del Corpus Christi se celebrase con grandes procesiones de fe, danzas y representaciones de autos que permitiesen divulgar la interpretación doctrinal de este sacramento. Fue pues el Concilio de Trento y el obispo Juan de Ribera, devotísimo del Santísimo Sacramento, quien “asistía con tanto zelo y fervor a su festividad, que, aunque la halló festejada añadió el modo y culto con que oy se soleniza, no inferior a ninguna de las ciudades de España”[21].

El 27/V/1562, a instancias de Felipe II, el Papa Pío IV firmaba en Roma la bula de nombramiento de obispo de Badajoz en la persona de don Juan de Ribera, joven sevillano, profesor en la Universidad de Salamanca, de la noble estirpe de los Enríquez[22]. Juan, el futuro santo, marcaría la más alta cota espiritual y humana del episcopologio pacense durante los siete escasos años de su pontificado en Badajoz. El obispo dejó muestras de su fervor eucarístico en Badajoz (1562-1569), y en Valencia donde falleció en 1611. Ciudad que conoció su magna fundación del Colegio del Corpus Christi.

El pontificado de don Juan de Ribera constituyó para la ciudad y su Obispado una auténtica bendición de insospechados frutos pastorales, celebrando dos sínodos (1565 y 1568), aplicando con ellos la doctrina del Concilio de Trento[23]. Los Sínodos constituyen una radiografía tanto de la iglesia como de la sociedad en la cual se reflejan los principales acontecimientos de la vida, con el afán de imprimir a las realidades de aquellas comunidades un sentido cristiano. A través de los Sínodos juntamente con el púlpito y los sacramentos se llevaba a efecto un proceso catequético hacia el pueblo.

El obispo Juan de Ribera, con su espíritu sensible, fue amigo, mecenas y cliente del pintor Luis de Morales al que acudió en repetidas veces en demanda de tablas devocionales para su uso particular, sirviéndole en sus años pacenses como “pintor de cámara”. Morales efigió a san Juan de Ribera en tres ocasiones[24].

Luis de Morales protagonizó junto con Estaçio de Bruselas, pintor de origen flamenco, con taller en la ciudad de Llerena un engorroso pleito en la obra de pintura del retablo mayor de la parroquial de Puebla de la Calzada, que finalmente fue adjudicada al maestro Estaçio[25]. Luis Morales y Estaçio de Bruselas, vuelven a coincidir en el retablo mayor de la parroquial de Lobón, aunque ahora el pacense es el autor del programa retablístico, junto con el maestro dorador Francisco de Hermosa, mientras que el maestro bruxelés tasa la obra de pintura, percibiendo del mayordomo de la iglesia de Lobón, Juan González de Bonilla, setecientos cincuenta maravedís[26].

Lástima que ambos retablos, el de Lobón y Puebla, no hayan llegado a nuestros días. Al menos si nos queda en Montijo la sutileza del pincel del “divino” Morales, en el llamado Cristo de la Reja (Cristo con la cruz sobre el hombro) que veneran las religiosas clarisas franciscanas encima del enrejado del coro bajo del convento del Santo Cristo del Pasmo, que identificó el académico Carmelo Solís Rodríguez[27].

 

MÚSICA Y DANZA

Afloran en el año 1564 las primeras noticias sobre las danzas, haciendo cierto el mandato: Cante la fe, dance la esperanza, salte de gozo la caridad. Mediante la visita pastoral que hace a Talavera la Real, el doctor Pedro de Coderos, visitador general del obispado por orden del Obispo de Badajoz, el muy ilustrísimo señor don Juan de Ribera, quien manifiesta que “el gasto que se hiziere con media dozena de niños fueran baylando delante del Ssmo. Sacramento sea pagado entre el mayordomo de la cofradía y el de la fábrica de la iglesia parroquial, no excediendo todo el gasto de diez e syete reales”[28].

En 1587, don Pedro de Velasco, Visitador general del Obispado de Badajoz, en nombre de su obispo, fray Diego Gómez de Lamadrid (1578-1601), informado que el día del Corpus Christi salen seis niñas cantando y danzando delante del Santísimo Sacramento que regocijan la fiesta, para la que gasta la hermandad dieciséis reales, “mandó y dio licencia para que en la dicha fiesta y regozijo se gasten hasta tres ducados de la dcha Hermandad y que les sean passados en quenta”[29]. Dos años después Joan Dalmas, visitador del obispado y arcipreste de La Parra, dice que “dio por descargo tres ducados que gastó el día del Corpus Xpi en la dança”[30].

Estamos pues ante la figura de los conocidos seises que danzan y bailan durante el recorrido de la procesión delante del Santísimo, como acto de adoración ante la Eucaristía, que al tono del chapirón cantaban los versos del Bachiller Diego Sánchez: “Pues a Dios aquí tenemos/ Venite adoremos/ Venite todas naciones/ con bailes y con canciones/ con devotos corazones/ a nuestro Dios jubilemos/ Venite adoremos/Puesto que es gran Señor/Rey eterno emperador/que para nos dar favor/ajuntando los extremos/venite adoremus”[31]

La custodia era llevada en unas andas grandes y doradas, figurando así en el inventario de bienes de la cofradía[32]. Custodia que era adornada con flores por las monjas carmelitas del convento de la Inmaculada Concepción del Carmen “más da por descargo doze reales que dio a las monxas por adereçar la custodia”[33]. Convento que fue fundado por el talaverano Juan del Campo Saavedra, un indiano, oficial del Santo Oficio de la ciudad de Potosí (Colombia), cuya actividad mercantil fue la venta de cuero, añil, cochinilla y tejidos, quien manifestó ese deseo en su testamento otorgado en marzo de 1607. Entre otras cláusulas disponía el comprar las casas para el convento, encargando a Francisco Hernández Nacarino a que llevase con su recua, 36 barras de plata, equivalentes a 21.519 pesos de plata[34] al puerto de San Marcos de Arica (Colombia), y las entregase a Alonso Muñoz, quien se encargaría de cumplir su manda testamentaria.

La procesión del Corpus se veía animada por un grupo de ministriles -precedente de las futuras bandas de música- que tocaban cornetos, chirimías, sacabuches[35], bajones, cornamusas, flautas, orlos, atabales y tamborinos, precedidos por los gremios y cofradías con sus estandartes. A ello se sumaba el estruendo que producían los fuegos de artificio que lanzaban los maestros coheteros.

El mayordomo era un sacerdote y los regidores se situaban delante del Santísimo Sacramento. Portaba el mayordomo una vara con las insignias del Sacramento, revestido con una muceta (esclavina que cubre el pecho y la espalda, y que, abotonada por delante, usan como señal de dignidad ciertos eclesiásticos) de raso colorado forrada en tafetán azul con franjas de oro. Los regidores de la cofradía iban destocados, como hombres que van acompañando a su Dios. Detrás del palio se situaba el concejo de la villa.

Las calles eran engalanadas ante el paso del Santísimo con ramos, toronjil y espadañas[36]. Así libraba el pago por estos conceptos, en 1665, el presbítero y mayordomo de la cofradía, Pedro Portillo, “más se le descargan quarenta y seis reales, de dos carretadas de ramos y dos cargas de toronjil y una de espadaña, para el día del Señor y para el domingo de la infraoctava”[37]. El ornato se extendía también a los balcones de las casas de los que pendían las más bellas y elegantes colgaduras. Los altares jalonaban las calles por donde transcurría la procesión.

La fiesta sacramental del Corpus Christi puede considerarse como una síntesis de las fiestas del Barroco, una fiesta total, pues en ella se aprecian elementos de la música, el teatro, la danza y la liturgia, sin excluir los aspectos lúdicos y la espectacularidad. En ella participaba todo el cuerpo religioso y social del momento, se unían en ella la Iglesia, el poder civil y los gremios, proyectando una imagen ideal de la sociedad como un conjunto armonioso y unitario.

Los regidores de la cofradía del Santísimo Sacramento solían ser representantes de la hidalguía[38] o labradores de los principales de la villa, limitándose con ello a individuos de cierto prestigio social, si bien, fueron una válvula de escape, para aquellos en los que esa misma condición social no les permitió, en algunos casos, el acceso a ocupar cargos en el concejo municipal.

En 1671, con la llegada de Toribio Mateo Gragera, capitán de caballos, natural de Montijo, se incorporó una familia de honrosos antecedentes en linajes de hidalguía. Vivió en la calle de Porras, y fue junto con su mujer, Leonor Martín Gragera, patronos de la capilla de San Juan en la iglesia de San Pedro. Su escudo de armas puede verse en un edificio de la plaza Luis Braille. Tras él fueron llegando a Talavera sus hijos, hermanos y sobrinos. Su nieto, don Toribio Diego Gragera Bérriz, I conde de la Torre del Fresno, fue regidor de la cofradía del Santísimo Sacramento.

La animación, el fervor y el regocijo con el que Talavera celebraba la procesión del Corpus Christi, obligó, en alguna ocasión, a las autoridades eclesiásticas a tomar medidas reguladoras de ciertos desmanes.

Así, el 1/III/1587, el visitador general, don Pedro de Velasco[39] estando de visita pastoral fue informado que en el día del Corpus hay mucho desorden en el que las mujeres del lugar se entrometen y mezclan en la procesión con los hombres, a lo que siguen muchos inconvenientes de los que Nuestro Señor se puede ofender, mandando en virtud de santa obediencia: “a todas e qualesquiera mujeres deste lugar de qualquier estado calidad y condición que sean, que de aquí en adelante no vayan ni se entrometan en las tales processiones entre los hombres, sino que vayan en el lugar donde las demás mugeres van, con apercibimiento que se les haze que lo contrario haziendo serán castigadas con todo rigor”[40].

Al anochecer el alborozo continuaba con música y bailes en las viviendas de los mayordomos y de los gremios que habían acompañado al Santísimo. La capa social más elitista de la época se entregaba al lujo exótico importado de las Indias: las primeras jícaras de chocolate y las delicias que producía el tabaco. La sociedad talaverana estaba muy marcada por un sentimiento religioso, hecho común que se da en las comunidades rurales de la época, desde mediados del siglo XVI hasta comienzos del XVII, Talavera la Real tenía 647 vecinos de los que 150 eran labradores, 30 hortelanos, 350 eran jornaleros, 39 artesanos y 7 arrieros[41].

El servicio espiritual era atendido desde la parroquia de Ntra. Señora de Gracia y, junto a ella, la comunidad de las carmelitas descalzas. La piedad popular se nutría a la vez de seis ermitas: san José, san Pedro mártir, santo Toribio, san Ginés, los Mártires y Ntra. Señora de la Ribera, ésta última situada en la Aldea del Conde[42]. La atención sanitaria se prestaba en un hospital de pobres que regía y administraba la cofradía de la Santa Vera Cruz.

En 1686 esta última cofradía contaba con 721 cofrades[43], y la de Santiago en 1693 tenía 343[44]. Los gremios de barberos, sastres y zapateros, cuidaban del aseo y adorno del altar de san Blas. Las cofradías que tenía Talavera la Real para el período estudiado fueron: Santísimo Sacramento, Vera-Cruz, Ntra. Señora del Rosario, Santo Entierro, Ntra. Señora de la Ribera, San José, Ánimas y Santiago. Aquella sociedad tenía tres objetivos: “casa donde vivir, que sea suya para que nadie le eche de ella; sepultura en que enterrarse, para que nadie inquiete sus huesos hasta el Juicio Final; y cofradía con que honrarse”.

Aún, así, aquellos tiempos se caracterizaron por las tremendas desigualdades sociales. Basta con citar que desde 1645-1744, tras haber estudiado 20.019 partidas bautismales registradas en las parroquias de Montijo, Puebla y Talavera, he localizado 289 neófitos bajo la condición de esclavos, símbolo del poder, prestigio y posición social de sus amos y dueños, que algunos historiadores han considerado como un lujo exótico de la nobleza, militares, eclesiásticos, familiares del Santo Oficio, miembros de la Administración y notables hacendados[45].

Las visitas pastorales se encaminaban también al buen gobierno de la iglesia, así el Obispo don Diego López de la Vega, el 6/IV/1652, mandaba a los curas que no consientan veladas en la iglesia y sus ermitas, ni permitan que de noche queden abiertas por los inconvenientes que se han experimentado y “ansimismo que no belen ni casen en dhas ermitas sin especial mandato ntro o de nuestro Provisor o Visitador, ni casen tampoco a los que no supieran las quatro oraciones”[46].

Esa misma preocupación existe en la villa de Montijo, ya que los visitadores santiaguistas, Luis Ponce de León y el licenciado Villares, ordenan al párroco de San Pedro este mandamiento: “E porque fueron ynformados que muchas noches van a velar a la yglesia muchas personas, ansy ombres como mujeres, y llevan panderos y vihuelas y vailan y cantan en la yglesia, e facen otras deshonestidades, en deservizio de Dios, nuestro Señor. Mandaron que dende en adelante, quedando fuera de las dichas veladas, no lleven panderos ni vihuelas, ny otro género de ynstrumentos y que solamente facer su velada honesta, como conviene que semejante lugar. Y sí con esto no se quisiera fazer, mandaron que el cura y sacristán los eche de la dicha yglesia y cierre las puertas”[47].

 

CUSTODIA

La custodia era de plata, alta y redonda, hasta que el obispo don Diego López de la Vega, en visita pastoral en abril de 1652, manda al mayordomo de la parroquia que “ésta se deshaga y se forme de ella otra en forma de sol con sus rayos”[48]. Un año después, el presbítero Jerónimo Sánchez Doblado paga al platero de la ciudad de Sevilla, Antonio Carrillo de la Torre, “cuatro mil doscientos dieciséis reales del precio de plata y hechura de una custodia que hizo para dicha iglesia”[49].

Obra resuelta con perfección por este orfebre hispalense, aplicando un reiterado modelo de la segunda mitad de la centuria del seiscientos, no contando con muchos referentes análogos en la región si bien, en determinados obradores zafrenses y emeritenses se mantendrá, todavía avanzado el siglo XVIII, el gusto por los nudos arquitectónicos[50]. Esta notable pieza de orfebrería afortunadamente se conserva, saliendo en la procesión del Corpus.

El mismo año de la adquisición de la custodia, la iglesia parroquial hizo otro dispendio económico, ya que labró un sagrario cuya hechura corrió a cargo del maestro carpintero Antonio Morgado[51], vecino de Badajoz, autor del retablo de las reliquias de la catedral pacense, siendo pintado y dorado por el maestro de dicho oficio, Diego Chaves, de la misma vecindad[52].

No tuvo reparo alguno la parroquial talaverana para adquirir la custodia, siguiendo el ejemplo de la más humilde de las comunidades cristianas, expresando en su cuidada artesanía el amor al Santísimo Sacramento[53], aún a pesar de estar inmersos los talaveranos en la guerra con Portugal, confirmando la intencionalidad de la Iglesia que siempre pretendió que las cosas destinadas al culto sagrado fueran en verdad dignas, decorosas y bellas, signos y símbolos de las realidades celestiales. Custodia que avanzaba en la procesión perfumada de incienso.

El tiempo del siglo XVII es considerado en la historiografía como el siglo de los grandes contrastes. Mientras que por un lado es el siglo en el que florecen con más intensidad que en ningún otro de la historia de España las artes y las letras, es también el tiempo de la crisis, de la decadencia y del pesimismo. La crisis se manifestó sobre todo en los aspectos demográficos, económicos y políticos. Pero también se caracteriza el siglo XVII por los graves conflictos bélicos.

Talavera la Real, durante el período de la guerra con Portugal (1640-1668), y una vez realizado el vaciado documental de las series sacramentales de su archivo parroquial, contabiliza 1.837 partidas bautismales y 2.334 defunciones. Los fallecidos están distribuidos en 1.495 adultos y 839 párvulos; del total de fallecidos 366 fueron pobres (15,68%), recibiendo sepultura en la villa talaverana un total de 191 militares (8,18%)[54]. Los años de mayor virulencia fueron 1644 y 1659. Fue en ese último año cuando el maestro alarife, Antón de Laguna, construyó para el templo parroquial 110 sepulturas mayores y 46 menores[55].

El 3/IX/1658 el anotador parroquial inscribe en el libro de difuntos: “vino el rebelde portugués a esta villa con ejército de tres mil infantes y dos mil cavallos, y quemó la mayor parte de esta villa, mató muchos vezinos antes de entrar en ella y se llevó las haziendas y cultivos”[56].

El 26/V/1644, festividad del Corpus Christi, se libra la batalla de Montijo. La refriega comenzó en Los Fresnos, en los aledaños de la charca de Juan de Vera, a la salida de Puebla de la Calzada[57], en la Calzada Romana en dirección a Badajoz. El párroco y mayordomo de la iglesia de Talavera la Real, estimaron que no saliese la procesión por el peligro inminente de que la villa fuese asaltada, situación que reafirma un día después el anotador parroquial, quien diligencia en el libro de difuntos: “Batalla del Montijo, murieron los que siguen y se enterraron en la parroquial de esta villa”[58]. La relación está formada por veintitrés difuntos, pertenecientes a los ejércitos de infantería y caballería de Castilla y de Flandes, con graduaciones de capitán, teniente, alférez, sargento mayor, soldado y un presbítero capellán perteneciente a la caballería del ejército portugués.

 

COLOQUIOS, LOAS Y COMEDIAS

La procesión y los autos sacramentales constituían dos de los aspectos fundamentales de la solemnidad del Corpus. En el año 1601 el mayordomo de la cofradía del Santísimo Sacramento, Juan del Campo, “gasta treinta y seis reales en el coloquio que se hizo el día del Corpus”[59]. Las datas (pagos) de años sucesivos nos hablan de comedias, comediantes, gastos de papel para las loas[60], músicos, trompetas, zapatos, trajes, barbas, túnicas y medias para los comediantes.

Asimismo, figuran gastos en pez, pólvora, azufre y cáñamo para insignias que se colocaban durante las comedias, así como pintar una culebra para las representaciones, “cinco reales que dio por pintar una culebra para la comedia”[61]. La culebra o serpiente representaba la imagen del pecado, conocida popularmente como la tarasca, figuras alegóricas de monstruos y gigantes para simbolizar que Cristo es el vencedor sobre la muerte, el pecado, el mundo y el infierno.

Algunas de estas datas narran la precariedad de los comediantes, así en el año 1667 “Treinta y seis reales que pagó al ciego Cristóbal López por la loa que hizo el día del Señor. Quarenta reales por los mesmos que gastó con los comediantes de el día del Corpus de este año en dos pares de zapatos y dos pares de medias que les compré a dos de ellos que no los tenían para salir a rrepresentar”[62]. Varios nombres de maestros de comedias y músicos aparecen en los pagos: Bartolomé Macías, Francisco Silvestre, Cristóbal López y Francisco Huerta.

Fueron pues, los autos, loas y farsas las que animaron al pueblo a representar, cantar y danzar en honor del Señor, a levantar los necesarios escenarios donde estas piezas teatrales tuvieron la más cumplida representación. Escenario que se situaba en la fachada principal de la iglesia parroquial, “da por descargo veinte y seis reales y medio que pago a Francisco Diaz, albañil y a su hijo por haçer y deshacer el tablado para la comedia del día del Corpus”[63]. Tras la celebración de la misa, la custodia era llevada procesionalmente al exterior del templo, donde permanecía bajo dosel, siguiendo la representación de autos y comedias hasta la hora de la procesión.

En situación similar a Talavera la Real se encuentra la cofradía del Santísimo Sacramento de Puebla de la Calzada, puesto que, en su Libro de Constituciones del año 1579, aprobados por el licenciado Francisco de Montoro, Provisor y Vicario General de la Provincia de León, se ordena: “Que cada año la Dominica Infraoctava Corpus Christi, se haga una procesión general donde se saque el Santísimo Sacramento, con achas encendidas y palio, y encomienden a todos los cofrades, ansí hombres como mujeres que lleven candelas encendidas, para ganar indulgencias y perdones, y vayan por fuera de la iglesia, alrededor de ella haciendo danzas y autos, y toda solemnidad, cada una en su año”[64].

Veinticinco años después de estas noticias, y siguiendo con el archivo parroquial de Puebla de la Calzada, el mayordomo libra el siguiente pago: “Más dio por descargo quarenta reales y medio a Clemente Hernández por auto que hizo la octava del Corpus Christi”[65].

Sucedía esto en 1604, cuando estaban haciéndose los cimientos de la ermita de los Santos Mártires de Puebla de la Calzada, “está començada a haçer y sacados los zimientos y se va prosiguiendo. Los zimientos son de piedra y cal y están llegados algunos materiales para la dicha ovra”[66]. Ermita que acogió en la centuria del dieciocho a la Venerable y Santa Escuela de Cristo y la imagen de la Patrona, Ntra Señora de la Concepción. El templo parroquial de Ntra. Señora de la Encarnación, andaba también en obras, “ziento y dos reales que dio a Gaspar Domínguez, albañil por solar la Iglesia”[67].

La cofradía del Santísimo Sacramento de Puebla de la Calzada llevaba la comunión a los enfermos. Sus constituciones explican el ritual desde la salida de la iglesia hasta la casa del enfermo: “Comienze el cura y clérigo que presentes se hallasen a cantar el tamtum ergo sacramentum y respondiera el órgano el segundo verso. Y desde ahí, irán rezando hasta casa del enfermo[68] y desde allí a la iglesia, salmos, himnos y oraciones, las que al cura les paresciere, comenzando el cura y respondiendo los que acompaña. Y ansí vueltos a la iglesia, sea recibido el sacramento con los órganos, y después de hecha la práctica, el pueblo cante el tamtum ergo como tiene de costumbre”[69].

Referencias bibliográficas sobre el asunto que nos ocupa son tratadas igualmente para ciudades como Jerez de los Caballeros[70] y Zafra. En esta última ciudad, el humanista Pedro de Valencia escribe en 1591 al padre Sigüenza para agradecerle el haberle enviado una comedia de tema sacramental y eucarístico, ya que en Zafra había gustado mucho, al ser representada por jóvenes estudiantes dirigidos por él en la fiesta del Corpus[71].

Fueron aquellos primeros años del siglo XVII, a poco de haber llegado para ejercer la abogacía en Montijo, el historiador emeritense Bernabé Moreno de Vargas, de la que acabó siendo alcalde[72], cuando el obrero mayor del duque de Feria y su hijo, los zafrenses Francisco Montiel y Bartolomé González Montiel, padre e hijo, andaban labrando el soberbio espacio del crucero y capilla mayor de la iglesia de San Pedro. Obra de gran envergadura, en la que aplica una planta de cruz latina, con ábside recto y poco profundo, cúpula sobre pechinas y graníticas pilastras de orden gigante, con fustes acanalados y rigurosa molduración de basas y capiteles, en cuyas bóvedas artesonadas de los laterales del crucero y capilla mayor utiliza la cantería falsa, evocando todo el conjunto al clasicismo serliano[73]. Junto a los Montiel trabajaron como canteros en la ampliación de la iglesia de San Pedro Apóstol: Joan de Salazar, Hernando Alonso, Cristóbal Hernández, Pedro Delgado y Diego Hernández, sus marcas son visibles hoy en las acanaladas columnas[74].

El 26/II/1605, los visitadores santiaguistas Antonio de Figueroa y Juan Martínez Daza dejaban testimonio escrito del edificio parroquial que, la locura de los hombres buenos de la villa, mandaron edificar, junto el apoyo económico del concejo y el conde de Montijo, “y toda la dicha obra que está echa y asta ahora es la más suntuosa que ai en toda esta Provinçia”[75].

Capilla mayor que años más tarde acogió la portentosa maquinaría retablística ejecutada por la valiente mano del maestro, de origen portugués, Francisco Morato, de cuyo taller salieron retablos e imágenes que conservan las iglesias de Lobón, Puebla de la Calzada y La Nava de Santiago[76].

Si bien, la obra de pintura del retablo de San Pedro nos sigue resultando hasta ahora desconocida, a la que algunos investigadores atribuyen al círculo del emeritense Pedro Gutiérrez Bejarano, en la espera de confirmar la tesis en la que nosotros aún seguimos trabajando, acerca del pintor Diego de Escorcha, de presunto origen italiano, que vivió y procreó a su familia en esas fechas en la villa de Montijo.

La corriente crítica contraria a los coloquios, loas, farsas y comedias creció sobremanera en el siglo XVII. Durante el episcopado de don Gabriel Ortiz de Sotomayor (1635-1640), los cronistas relatan cómo el prelado, animado por los celosos guardianes de la moralidad pública, anduvo con mucho cuidado y atención para la solemnidad y celebración del día del Corpus y su octava, pareciéndoles que había muchas cosas dignas de remedio; unas profanas, como las comedias, con unos entremeses ridículos con los que se mezclaban unos bailes indecentes; otras en las que había falta de respeto y veneración al Santísimo, y otras a las que le parecía preciso remediarlas y enmendarlas[77].

Los mandamientos de las Visitas pastorales serán reiterados hasta la saciedad, tipificándose, por último, en las Constituciones Sinodales de Badajoz promulgadas a primeros de febrero de 1671 por el obispo de Badajoz, don Francisco de Roys de Mendoza (1668-1673), que convocó un Sínodo diocesano[78], el cual vino a regular, entre otras materias, los festejos del Corpus Christi: “ni delante del Santísimo Sacramento en las procesiones del Corpus, ni de los santos en las suyas, se representarán más que autos sacramentales, y no otra cosa, aunque sea historial y devota, adornados de sus sainetes, como lo estila la Corte de Su Majestad y sus Reales Chancillerías”[79].

A la clausura de este Sínodo, celebrado en la catedral de Badajoz el 1 de febrero de 1671, asistieron por la villa de Talavera la Real, el párroco Diego Martín Sandoval y el alcalde Juan de Huerta.

Dimanado de aquel Sínodo y en este contexto, el 20 de mayo de 1677 el canónigo de la Santa Iglesia catedral de Badajoz y Visitador general del obispado, Diego de Osuna y Padilla, estando de visita en Talavera la Real, manda que: “por cuanto la renta de la cofradía que está dedicada para el culto Divino, no es justo que se gaste en cosas tocantes a comedias, que más sirven de veras a la gente que de veneración a Dios Sacramentado”, ordenando al Mayordomo “no gaste cosa alguna tocante a dichas comedias y en cuanto a las loas que se dicen el día del Corpus delante del Santísimo Sacramento, permitió a la piedad de los fieles las diga con tal que las vea el cura primero, por si ve en ellas lo que no sea conveniente a la piedad cristiana, y que los que la dicen no vuelvan las espaldas al Santísimo Sacramento, ni se cubran en su presencia”[80].

A partir de esa fecha los gastos de las comedias y las loas desparecen de los libros de cuentas. Para la cercana ciudad de Badajoz, quien influía notablemente en los pueblos de su diócesis, sería 1692 la fecha que marcó el remate del viejo uso de las representaciones bajo el pontificado del obispo don Juan Marín de Rodezno, que gobernó la diócesis de Badajoz desde 1681 a 1706; gran benefactor de la catedral y de la ciudad por las obras que en ella realizó, entre ellas la configuración de la Plaza Alta[81].

Desconozco las obras que se representaron en estas comedias, loas y coloquios, probablemente en más de una ocasión se representarían textos del bachiller y paisano Diego Sánchez, en cuya obra predomina la palabra y la riqueza del vocabulario, la maestría en los diálogos, sirviendo a unos contenidos que representan un intento de educación religiosa con unos valores más morales que dogmáticos, con un sentido de humanismo cristiano llevado a las plazas de pequeñas poblaciones con más eficacia que la de su transmisión por obras eruditas[82].

Las representaciones teatrales en las fiestas del Corpus, la Virgen o los Santos, guardan un cierto hermetismo, ni tan siquiera suele ofertarse en la documentación los títulos de las obras a representar, en las que parece tomar parte activa los artistas locales, a los que solían acompañar con música y canto de maestros y cantores de algunas capillas musicales del entorno. La música fue protagonista durante el tiempo analizado en las funciones religiosas en Montijo de las cofradías de Santa Ana, Ntra. Señora del Rosario, Concepción, Dulce Nombre de Jesús, Santísimo Sacramento y Jesús Nazareno[83]. En Talavera la Real, Santísimo Sacramento, Ntra. Señora del Rosario, Santiago y Ntra. Señora de la Ribera[84]. Unido a la música se encontraba la fiesta: “mil y doscientos reales que se sacaron de limosna de una función de toros que se corrieron en beneficio del Santo”[85]. “Aver pagado los quinientos de ellos del costo del toro y los setenta restantes en el gasto de las personas que fueron por él y por la capea”[86]. Destaco, en este entorno, la procesión del Santo Entierro, Viernes Santo, en el que participaba la Santa Mujer (Verónica) y unos angelitos que le acompañaban: “setenta y dos reales que en dichos días de Quaresma gestó en los zapatos de los Angelitos y Santa Mujer que asistieron en el Viernes Santo y procesión de Resurrección”[87].

 

CULTO Y ACCIÓN CARITATIVA

 

La cofradía talaverana del Santísimo Sacramento se encargaba de la festividad del Corpus Christi, de su octava, y de la cera y adorno del monumento para el Jueves Santo. En la festividad del Jueves Santo el mayordomo repartía la cera propiedad de la cofradía entre los hermanos para que alumbrasen la reserva del Santísimo Sacramento[88]. El día del Corpus y su octava, así como sus vísperas eran celebradas con misas cantadas acompañadas. La cofradía tenía también a su cargo las misas que se decían por los hermanos cofrades difuntos, y a los clérigos que acompañaban a llevar el Viático a los enfermos.

Dentro de un carácter caritativo y social, he localizado tres pagos a lo largo de la documentación consultada. En 1622, el mayordomo Juan de Flores, libra quince reales para ayudar a criar a un niño expósito, “conforme al cumplimiento que había diligenciado el Provisor, el cual mandó se repartiera por las cofradías existentes en la villa”[89]. Los otros dos son librados por el mayordomo Andrés Barrena, en cien ducados y cincuenta mil maravedíes que, por mandato del Visitador del obispado, don Pedro de la Hedilla, se prestaron a la iglesia parroquial y se dieron a Sebastián Salguero, pintor, para la cuenta de dorar el retablo mayor de ella, datas de los años 1614 y 1615[90].

Esta es la última actuación que se realiza sobre el retablo mayor de la parroquia talaverana, cuya ejecución fue contratada en 1588 a los maestros pacenses Antonio de Auñón y Vasco Martín, a quienes se les confió la arquitectura y talla siguiendo la tradición plateresca con algunos apuntes clasicistas propios del último Renacimiento. Mientras que la obra de pintura, dorado y estofado, los comitentes la adjudicaron a Alonso González y Marcos de Trejo[91], que plasmaron su filiación moraliana con algún apunte del clasicismo romanista de la época, aunque no debieron terminar la obra, ya que fue rematada por el pintor Sebastián Salguero en la segunda década del siglo XVII[92].

El retablo es la joya preferente del patrimonio artístico de Talavera la Real, debido a la escasez de ejemplares de esta época en la Baja Extremadura[93]. Muestra diferentes pasajes de la vida de la Virgen María. Está presidido por la imagen de Ntra. Señora de Gracia, titular de la parroquial talaverana, viéndose rematado en su cuerpo superior por un Calvario y un Dios Padre.

 

LAS ÁNIMAS Y NTRA. SRA. DE LOS REMEDIOS EN ARROYO DE SAN SERVÁN Y LOBÓN

Basta con citar como ejemplo los casos de las cercanas localidades de Arroyo de San Serván y Lobón. En la primera la cofradía de las Ánimas, en 1752, en el siglo de las luces, un año antes que los alcaldes ordinarios Alonso Ortiz Malfeito y Juan Salguero, acudiesen ante el Gobernador y Superintendente General de Rentas Reales de la ciudad de Mérida, para confeccionar el Catastro del Marqués de la Ensenada, el mayordomo paga cincuenta reales a Juan de Acosta, maestro de capilla y organista de la iglesia de Santa María de Mérida, por las letras que compuso y cantó en las tres comedias, quien llegó a la villa acompañado de los ministriles, Alonso Avilés, Juan de Luna, Antonio Espinosa y Juan de Contreras[94].

Todo ello más allá de fronteras y límites jurisdiccionales, pues como es conocido, el obispado de Badajoz era muy limitado en superficie, perteneciendo tan sólo Talavera a su jurisdicción eclesiástica, puesto que Arroyo, Lobón, Puebla de la Calzada y Montijo, dependían en lo jurisdiccional al Priorato de San Marcos de León de la Orden de Santiago, hasta que la jurisdicción santiaguista pasara en 1873, mediante la bula Quo Gravius del Papa Pío IX, al obispado de Badajoz.

Me detengo ahora en la antigua Lycón, en Lobón, donde las crónicas nos hablan de un convento de franciscanos observantes, bajo la advocación de Santiago, en el que hubo colegio de Artes, figurando entre sus moradores distinguidos en las letras y las ciencias, fray Juan Blanco, fray Baltasar Pacheco y fray Juan Reyes Ortiz de Thovar, autor de los “Partidos Triunfantes de la Beturia Túrdula”; y cuatro ermitas: San Blas, los Mártires, Santa Brígida y Ntra. Señora de los Remedios.

Antaño, al dejar los muros exteriores de la cabecera del templo parroquial, aparecía en la medianera, los de la capilla y el hospital de Ntra. Señora de los Remedios que acogía a pobres, enfermos, desvalidos, menesterosos y transeúntes: “hay un hospital adonde está la imagen de Ntra. Señora de los Remedios, que es tenida en mucha devoción”[95]; edificándose en sus aledaños el primer cementerio que tuvo Lobón.

Se avenían y se concretaban en la cofradía de Ntra. Señora de los Remedios, dos acciones inseparables: Culto y Caridad. Porque sus hermanos se movían a virtud, celebrando los misterios de la fe con devoción y practicando la piedad cristiana.

En la fiesta de Ntra. Señora de los Remedios se unía devoción y regocijo. Los mayordomos anotan en los libros de fábrica pagos por la compra de arrobas de vino y cohetes para la festividad[96].

Es en 1662 cuando afloran las primeras noticias “Cuatrocientos treinta reales que pago al maestro chirimitero, Pascual Sánchez Pardo, vecino de la ciudad de Mérida, por la fiesta, para él y sus compañeros que hicieron el día de Nuestra Señora”[97].

Una década más tarde una capilla de ministriles se acerca a la villa de Lobón, dirigida por el maestro emeritense Juan de Aiala, para tocar en el día de la festividad, siendo Diego Sánchez del Prado quien cobraba por haber guiado la danza que se hizo en dicho día de la fiesta[98].

Durante 1672 y 1676, los maestros de zapatero Manuel y Domingo González realizan ocho pares de zapatos para las niñas que danzaron en la fiesta de la Virgen[99]. En el último tramo de la centuria del seiscientos, Juan Rodríguez Trejo, Francisco Pérez y Alonso González Tienza, organista, trompeta y arpista, asisten en la víspera, misa y procesión con el canto, música y comedia en la fiesta de Nuestra Señora[100].

Y ya feneciendo el siglo XVII, en 1691, Juan de la Cruz, mayordomo, anota la siguiente data. “Item, treinta reales que dio y pagó a Roque el viejo y compañeros músicos de la Puebla por haber benido a cantar en la comedia que se hizo el día de Nuestra Señora”[101].

En los comienzos del siglo XVIII, en 1702, un año después de la llegada de Felipe V, el primer Borbón que vino a estos reinos; Juan Amador, mayordomo, pagaba al vecino y maestro de la ciudad de Mérida, Pedro Miguel de Hoces, treinta reales por la asistencia de su compañía de músicos en la festividad de la Virgen[102].

En 1713, año en el que se firmó el tratado de Utrech que puso fin a la Guerra de Sucesión, Gonzalo Sánchez Barrena Huertas, Familiar del Santo Oficio y Mayordomo de Ntra. Señora de los Remedios pagaba cien reales de la música que se trajo para la función de Nuestra Señora[103].

En lo referente al patrimonio religioso y cultural de la ermita de Ntra. Señora de los Remedios, he localizado el encargo que recibe Lorenzo Gómez de Arenas, platero de Zafra[104], del mayordomo Martín Conejo, por el que percibe 9.394 maravedís por labrar dos arañas y cuatro pesos que puso en plata[105]. Ese mismo año se pagan 22.304 maravedís a Pedro Martín de la Torre, mercader vecino de Zafra por un vestido para Nuestra Señora[106]. Cuando declinaba el siglo XVII, en 1693, José Fernández de Santa Cruz, mayordomo de la Virgen de los Remedios de Lobón, contrata a tres artífices de Zafra, el centro más activo de la Baja Extremadura durante el último tercio del siglo XVII, Félix de Escobar, pintor; Antonio Vélez[107], ensamblador y Juan Basilio, dorador. El primero realiza cinco pinturas para el retablo de Ntra. Señora. Vélez realiza el retablo y Juan Basilio[108] dora la peana de la imagen de la Virgen y pinta la ermita. Todo ello importó 1.307 reales[109].

El archivo parroquial de Lobón me tenía reservado un último latido sobre la festividad del Corpus, que recompensaba de manera gozosa el tiempo empleado en el quehacer por la investigación histórica, al informar que las primeras noticias del Santísimo Sacramento en la villa comienzan documentalmente en el año 1539, tiempo en los que sus mayordomos y regidores celebraban las festividades del Jueves Santo, Corpus y su Infraoctava[110].

Ante el ocaso documental de Talavera la Real, para este período, sobre la música, las danzas y las comedias, el mayordomo de la sacramental de Lobón, en el final de la centuria del diecisiete, y en el arranque del llamado siglo de las luces, las crónicas narran cómo se festejaba y celebraba el Corpus Christi. El licenciado y mayordomo Pedro Romero, en 1697, libra el pago de “treinta y un reales y diecisiete maravedís que hicieron de costo los cohetes de la fiesta[111]. En 1701 se abonan “treinta y tres reales que costaron los coetes que se gastaron en la festividad del día del Señor, y cincuenta reales que costó la Música para el día del Corpus[112].

La corriente crítica contraria a estas manifestaciones arreciaba con fuerza “Sólo permitimos que, en el día del Corpus, si se hiziere alguna delante del Santísimo Sacramento, cualquier clérigo que supiere tañer, o cantar bien lo puede hazer antes o después de la representación, con tal que esté con su hábito y sobrepelliz, y no cante cosa que sea profana”[113].

Serán las disposiciones de Carlos III en el año 1777, acordes al siglo de las luces, las que ilustran un fervoroso despotismo en contra de estas manifestaciones. Por ellas, y bajo cédula real, concluyen las prácticas menos racionales de la religiosidad popular, que así las bautizó el monarca.

La Real Cédula de Carlos III, el mejor alcalde, pero pésimo sacristán en estos reinos, acabó con costumbres tan arraigadas e inofensivas como los rosarios nocturnos, las comidas de hermandad, el cortejo de figurones, pífanos y atabales, estandartes de gremios y cofradías, menestrales y oficiales de justicia, frailes y clero secular, amén de ministriles ejecutando música para bailes y danzas en las fiestas del Corpus, contra las que la menor fuerza de las disposiciones sinodales no habían podido[114].

En este contexto se inserta una copia parcial de una carta pastoral que conserva el convento del Santo Cristo del Pasmo de Montijo, religiosas clarisas, de don Pedro Vélez de Guevara, Prior santiaguista de San Marcos de León (1768-1771), Vicario perpetuo de Mérida, relativo a corregir abusos en la procesión del Corpus Christi de Montijo, como el arrojar dulces ante el paso del Santísimo Sacramento[115].

No transcurrieron muchos años de estas prohibiciones, cuando un hombre de la Ilustración, el escritor emeritense Juan Pablo Forner, fiscal en la Audiencia de Sevilla, denunciaba que la falta de diversiones y espectáculos adecuados era una fuente de inmoralidad y ocio malsano. Los ilustrados percibían la necesidad de la fiesta, y a la vez se oponían al carácter que hasta entonces había tenido.

Aquellas mentes ilustradas no se percataron de haber acudido al razonamiento de Sancho, quien, en un pasaje de la segunda parte, capítulo XXXIV de El Quijote, viene a decir que “donde hay música no puede haber cosa mala”[116]. La campechana sentencia que Cervantes puso en boca del servicial escudero es un dogma, puesto que “la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”[117]. Rematando el fiel escudero “la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas”[118]. Que sea siempre así.

 

FUENTES DOCUMENTALES

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL (AHP). Visitas Orden Militar de Santiago. Libro 1017 c. MCF. 31 (Año 1605). Libro 1113c. MCF. 41 (Año 1556). Libro 1112c. (Año 1550). 1550. Libro 1246c. (Año 1605)

ARCHIVO PARROQUIA DE TALAVERA LA REAL (APTR). Libro VI de Bautismos, años 1629-1665. Libro I de difuntos. Años 1635-1665. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729. Libro de cuentas de la cofradía de la Santa Vera Cruz. Años 1683-1763. Libro de cuentas de la cofradía del Señor Santiago. Años 1665-1756, fol. 67. Libro de cuentas de la cofradía y ermita del Señor San José. Años 1750-1793. Libro de cuentas de la iglesia parroquial. Años 1648-1678. Libro de cuentas del Santo Entierro de Cristo. Años 1746-1841.

ARCHIVO PARROQUIA PUEBLA DE LA CALZADA (APPC). Libro I de Bautismos, años 1645-1673. Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de Constituciones, año 1579, copiado en 1617.

ARCHIVO PARROQUIA DE LOBON (APL). Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de cuentas, años 1539-1720. Cofradía Ntra. Sra. de los Remedios. Libro de cuentas, años 1655-1733.

ARCHIVO PARROQUIA DE MONTIJO (APM). Libros de cuentas de las Cofradías de Santa Ana (1713-1728), Ntra. Señora del Rosario (1728-1835), Concepción (1753-1834), Dulce Nombre de Jesús (1759-1792), Santísimo Sacramento (1794-1834) y Jesús Nazareno (1760-1841).

 

[1] RAMOS SOSA, R.: “Fiestas sevillanas del s. XVI: Diversiones aristocráticas y regocijos populares”. Revista Laboratorio de Arte 7. 1994. pg.41.

[2] Dada en la ciudad de Orvieto (Italia) el 11/VIII/1264, en la que el Papa encargó a Santo Tomás de Aquino la redacción del oficio divino de ese día en el Breviario Romano.

[3] ARCHIVO PARROQUIA DE TALAVERA LA REAL (APTR). Libro VI de Bautismos, años 1629-1665, fol.143 vto.

[4] Aparece su firma diligenciando las actas bautismales de la iglesia parroquial de Ntra. Señora de Gracia de Talavera la Real hasta 1549.

[5] MUÑOZ CORTÉS, M.: “El teatro bajo extremeño”. Historia de la Baja Extremadura, Tomo II, Badajoz 1986, pg.513.

[6] La impresión fue muy deficiente, por lo que se cree que debió hacerse en un taller de poca categoría. Los ejemplares debieron ser escasos, y ello hizo que no haya aparecido más que un ejemplar, comprado por el bibliófilo Salvat en París poco antes de 1847, hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid. Una reproducción completa de esta obra puede verse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante, en Recurso web http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/recopilacion-en-metro–0/html/.

[7] Entre ellas la que trata del Santísimo Sacramento de la Eucaristía en la cual se declara muchas filiaciones de la Misa, en la que son interlocutores dos pastores, Juan y Pablo, y un fraile.

[8] CAMPANARIO LARGUERO, E.: “El teatro de Diego Sánchez de Badajoz y las encrucijadas teológicas del s. XVI”, Revista Pax et Emerita, núm. 12. Badajoz, 2016, pg.272.

[9] Diego Sánchez en su confluencia teológica fue muy explícito en relación a la pureza de la Virgen María, pues adelantándose al Dogma que se retrasaría varias centurias en llegar, compuso estos versos: “Bendita antes que nacida/para bien de nuestro mal/sin pecado original/solo ella”, alusión que no aceptaban los luteranos. BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES (BVMC). Recopilación en metro, bachiller Diego Sánchez de Badajoz, fol. CXLVIIr.

 

[10] MUÑOZ: El teatro… Op. cit. pg.513

[11] BVMC. Recopilación en metro, bachiller Diego Sánchez de Badajoz, fol. CLr.

[12] Adquirida por 24.615.008 maravedís, comprando años después la villa de Puebla de la Calzada.

[13] ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL (AHP). Visitas Orden Militar de Santiago. Libro 1.113c. MCF. 41.

[14] Ibid.

[15] APTR. Libro I de difuntos. Años 1635-1665. Doña Leonor, hermana del emperador Carlos V, casó primero con Manuel I de Portugal y después con Francisco I de Francia. Su cadáver lo depositaron en Mérida para llevarlo después a El Escorial.

[16] GARCÍA CIENFUEGOS, M.: “Danzas, comedias, coloquios y loas en la fiesta del Corpus Christi de Talavera la Real. Cofradía del Santísimo Sacramento, siglos XVI-XVIII”, Revista Pax et Emerita, núm. 13, Badajoz 2017, pg.240.

[17] DELEITO PIÑUELA, J.: La vida religiosa española bajo el cuarto Felipe. Santos y pecadores. Madrid 1952, pg.168.

[18] MONTERO MONTERO, P.: “Solemnidad del Corpus Christi en Badajoz: devoción, historia y fiestas”. Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Tomo XX, (2012), pg.396.

[19] SOLÍS RODRÍGUEZ, C.: “Armonías en honor del Sacramento”. Eucarística 2000, Badajoz 2000, pg.28

[20] MARCOS ÁLVAREZ, C.: Teatros y vida teatral en Badajoz: 1601-1700. Estudio y documentos. Madrid 1997, pg.93.

[21] SOLANO DE FIGUEROA, j.: Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz. Edición anotada de Francisco Tejada Vizuete, Badajoz 2013, pgs.501-502.

[22] Hijo de don Per Afán Enríquez de Ribera, duque de Alcalá de los Gazules (1509-1571).

[23] El obispo don Juan de Ribera por la diócesis de Badajoz y Ponce de León por la de Plasencia, asistieron al Sínodo Provincial Compostelano celebrado en 1565-1566 en Salamanca, en el que se exhortó a los fieles a que la solemnidad del Corpus Christi la celebraran con devoción interior, y con el aparato y culto exterior, no prohibiéndose aquellas cosas que puedan contribuir a la mayor veneración de este sacramento, bien en luces, en instrumentos músicos o adornos de las calles.

[24] SOLÍS RODRÍGUEZ, C.: Luis de Morales, Badajoz 1999, pg.75.

[25] AHP. Visitas Orden Militar de Santiago. Libro 1.112c. Año 1550.

[26] SOLÍS: Morales… Op. cit. pg.72.

[27] SOLÍS RODRÍGUEZ, C.: “Un inédito Morales en Montijo”. Revista Estudios Extremeños. Volumen 28, núm. 2, 1972, pgs.363-369. También en ARÉVALO SÁNCHEZ, A.: Las clarisas de Montijo. Historia del monasterio Santo Cristo del Pasmo. Cáceres 2007, pg.95.

[28] APTR. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol. 15.

[29] Ibid, fol. 40.

[30] Ibid, fol. 41.

[31] BVMC. Recopilación en metro, bachiller Diego Sánchez de Badajoz, fol. CXLIXv. Fueron coetáneos de Diego Sánchez, los polifonistas Francisco Guerrero (1528-1599), Tomás Luis de Victoria (1548-1611) y Cristóbal Morales (1500-1553). Tomo prestados los versos del primero: “Pan divino, gracioso, sacramento/manjar que da sustento al alma mía”.

[32] Inventario que realiza en 1604, el clérigo mayordomo, don Juan Caballero, ante la visita pastoral que realiza el visitador general del obispado, el canónigo don Fernando de Boan. APTR. Cf. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol. 143 vto.

[33] APTR. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729.

[34] MIRA CABALLOS, E.: Talaveranos en el descubrimiento, conquista y colonización de América. En Recurso web http://estebanmira.weebly.com/uploads/7/9/5/0/7950617/talaveranos.pdf

[35] El primero es un instrumento de viento, hecho de madera, a modo de clarinete, de unos siete decímetros de largo, con diez agujeros y boquilla con lengüeta de caña. El segundo lo es de metal, a modo de trompeta, que se alarga y acorta recogiéndose en sí mismo, para que haga la diferencia de voces que pide la música.

[36] El toronjil tiene flores rosadas o blancas, despide un agradable aroma que recuerda el del limón. Se cultiva en huertos. Con él se prepara el agua de melisa. La espadaña es una planta de metro y medio a dos metros de altura, con las hojas en forma casi de espada, el tallo largo, a manera de junco, con una mazorca cilíndrica al extremo, que después de seca suelta una especie de pelusa o vello blanco, ligero y muy pegajoso. Esta decoración tiene connotaciones con la Fiesta de las Tiendas. Cf. Lev. 23,40.

[37] APTR. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729. En 1665-1666 se pagaron en concepto de carretadas que trajeron Francisco Fragoso y Gonzalo Martín.

[38] Se catalogan como hidalgos o nobles para el período estudiado linajes como: Sandoval, del Campo, Thovar, Ardila, Guerrero, Moriano, Mendoza, Cabero, Roa, Sánchez de Pineda y Gragera.

[39] Regía la diócesis el obispo fray Diego de Lamadrid, que había convocado un Sínodo en 1583 en el que se reguló las salidas procesionales de la festividad del Corpus. Su antecesor, el obispo don Diego de Simancas Bretón, en 1571, había intentado corregir algunos comportamientos irreverentes.

[40] APTR. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol. 40.

[41] FERNÁNDEZ NIEVA, J.: “La sociedad”, Historia de Extremadura, Tomo III, Badajoz, 1985, pgs.596, 603 y 604.

[42] Propiedad del conde Benavente y posteriormente de la casa de Osuna.

[43] APTR. Libro de cuentas de la cofradía de la Santa Vera Cruz. Años 1683-1763.

[44] APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Señor Santiago. Años 1665-1756, fol.67.

[45] GARCÍA CIENFUEGOS, M.: “La esclavitud en las villas de Montijo, Puebla de la Calzada y Talavera la Real durante los Tiempos Modernos (1645-1744)”. Actas V Encuentros de Historia en Montijo. Ayuntamiento de Montijo. Montijo 2003, pgs.53-68.

[46] APTR. Libro de cuentas de la iglesia parroquial. Años 1648-1678, fol. 18.

[47] AHP. Visitas Orden Militar de Santiago. Libro 1.113c. MCF. 41.

[48] APTR. Libro de cuentas de la Iglesia Parroquial. Años 1648-1678, fol. 18. Disponía también la iglesia parroquial de otra custodia de plata cuadrada de pie alto con una caja redonda dentro de la misma que estaba en el Sagrario y un relicario redondo grande en el que quedaba el Sacramento cuando la cuadrada salía a llevar el Viático a los enfermos, tal y como reflejado en el inventario de 1651.

[49] Ibidem, fol. 28 vto.

[50] TEJADA VIZUETE, F.: “Catálogo de obras”, Eucarística 2000. Badajoz 2000, pg.152.

[51] Morgado labró en el año 1646 el retablo de las reliquias que se conserva en la capilla de su mismo nombre en la Catedral Metropolitana de San Juan Bautista de Badajoz, por mandato del obispo fray Ángel Manrique de Cisneros.

[52] APTR. Libro de cuentas de la Iglesia Parroquial. Años 1648-1678, fol. 29 vto.

[53] En 1652 la fábrica parroquial tuvo un alcance de 201.599 maravedíes, al año siguiente en el que se abonó los gastos de la custodia, cerró sus cuentas con un alcance de 106.728 maravedíes.

[54] GARCIA CIENFUEGOS, M.: “Talavera la Real (Badajoz) en la Guerra de Restauración de Portugal (1640-1668), demografía y sociedad”. Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Tomo XXVII, Año 2019, pgs.205-263.

[55] APTR. Libro de la fábrica parroquial. Años 1648-1678, fol.71.

[56] APTR. Libro I de difuntos, 1635-1665, fol. 114 vto.

[57] ARCHIVO PARROQUIA PUEBLA DE LA CALZADA (APPC). Libro I de Bautismos, años 1645-1673, folio sin numeración.

[58] APTR. Libro I de difuntos, 1635-1665, fol. 24 vto.

 

[59] APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol. 67.

[60] “Treinta reales que dio al ciego de Granada por una loa para la comedia”. Cf. APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729, pago que libra en 1673 el mayordomo y presbítero Alonso Doblado.

[61] Ibid, fol.72, pago que realiza en 1676 el mayordomo Andrés Barrena.

[62] Ibid, datas de los años 1667 y 1678, libradas por los mayordomos Juan Martín Campos y Alonso Rey.

[63] APTR. Libro de cuentas de la iglesia parroquial. Años 1648-1678. Era mayordomo el presbítero Jerónimo Sánchez Doblado, año 1654, fol.35 vto. También se utilizaba en la decoración del escenario telas de tafetán (tejido de seda), Ibid, año 1657.

 

[64] APPC. Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de Constituciones, año 1579, copiado en 1617. Capítulo V.

[65] Ibid.

[66] AHP. Visitas Orden Militar de Santiago, Libro 1246c.

[67] La ermita de Santo Toribio (hoy desaparecida) gastaba significativas cantidades en ladrillos, arena, cuartones, clavos, tejas, cal… para obras en su cubierta: “Setenta y dos reales que dio a tres hombres por ocho días que trabajaron en la obra de la hermita”. Cf. AHP. Visitas Orden Militar de Santiago, Libro 1246c.

[68] “Y en allegando a casa del enfermo paren todos unos en una vanda y otros de otra quedándose las mujeres atrás sin que ninguna entre en casa del enfermo”. Cf. APPC. Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de Constituciones, año 1579, copiado en 1617. Capítulo XIII.

[69] Ibid. Capítulo III.

[70] MARTÍNEZ MARTÍNEZ, R.: El libro de Jerez de los Caballeros, Badajoz 1993, pg.209

[71] CROCHE DE ACUÑA, F.: Gremios y cofradías en la villa de Zafra durante los siglos XVII y XVIII. Zafra 1996, pg.193.

[72] MORENO DE VARGAS, B.: Historia de la ciudad de Mérida, Mérida 1981, pg.461.

[73] RUBIO MASA, J.C.: El Mecenazgo Artístico de la Casa Ducal de Feria, Mérida 2001, pgs.289 y 295.

[74] Algunos de estos canteros trabajan en las obras de la ermita de Ntra. Señora de Barbaño. Alonso Sánchez, su mayordomo, libra en la cuenta de 1604 varios pagos por obras en la cubierta, entre otras reformas. Cf. AHP. Visitas Orden Militar de Santiago, Libro 1017 c MCF.31, fol. 183 vto. y siguientes.

[75] Ibid. En este contexto de obras de mejoras, reformas y ampliaciones se inscribe la villa de Lobón, en la capellanía de los indianos, los hermanos Hernando y Miguel Sánchez de Collado, servidera en la iglesia, que estaba entonces labrándose su capilla a expensa de ellos, más tarde instaurada en la advocación de San Juan Bautista.

[76] TEJADA VIZUETE, F.: “La capilla mayor de la Iglesia de San Pedro de Montijo y su retablo, en el contexto artístico bajo-extremeño de la época”. Actas II Jornadas de Historia de Montijo. Montijo 1997, pg.49.

[77] TEJADA VIZUETE, F.: “Manifestaciones folklóricas paralitúrgicas en la Baja Extremadura. Aproximación histórica”. Revista de Estudios Extremeños, Tomo XLIII, núm.3, 1987, pg.703.

[78] Este Sínodo constituyó todo un intento legislativo totalizador de la vida diocesana, con más de tres mil trescientas leyes de la más diversa naturaleza, que abarcan multitud de aspectos de la vida civil y eclesiástica de Badajoz de finales del siglo XVII. Es una obra ingente que supuso el último acontecimiento Sinodal en la diócesis, hasta el celebrado en 1992, y una fuente histórica de primera mano respecto de su época. AMÉZCUA MORILLAS, M.: “Badajoz en el archivo secreto del Vaticano”. Badajoz 1997, pg.91.

[79] MARCOS ÁLVAREZ, F.: “El juego teatral en la festividad del Corpus”. Eucarística 2000, Badajoz 2000, pg.37.

[80] APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729.

 

[81] GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: “Historia de Badajoz”. Badajoz 1999, pgs.261-263. También en AMEZCUA: Badajoz en el archivo secreto… Op. cit. pg. 107.

[82] MUÑOZ: El teatro bajo… Op. cit. pg.530.

[83] Los libros de cuentas ofrecen los organistas: Francisco Manuel Hernández, Juan Sánchez Redondo y Castor Magro. La cofradía de Jesús Nazareno, en 1762, gastaba treinta y dos reales que pagaba a Blas Moreno, por los cohetes el día de la festividad.

[84] Se han localizado en los libros de cuenta a los organistas Andrés Martín Amador, Francisco Durán, Pedro Martín Crespo y Francisco Gómez Guisado.

[85] APTR. Libro de cuentas de la cofradía y ermita del Señor San José. Años 1750-1793, fol. 18.

[86] APTR. Libro de cuentas de la cofradía de la Santa Vera Cruz, Años 1683-1763.

[87] APTR. Libro de cuentas del Santo Entierro de Cristo. Años 1746-1841. Data del año 1754, siendo mayordomo Silvestre Rodríguez Rivero, fol. 27 vto.

[88] APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol.52 vto.

[89] Ibid, fol.113.

[90] Ibid, fol. 94.

[91] El concierto del retablo se protocolizó ante el escribano Pedro Vázquez el 8/VI/1588, entre los artistas mencionados y el regidor del concejo y mayordomo de la parroquial talaverana, Juan Andrés Sevillano. SOLÍS RODRÍGUEZ, C.: “Escultura y Pintura del siglo XVI”, Historia de la Baja Extremadura. Tomo II. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Badajoz 1986, pg.595.

[92] Sebastián Salguero fue un activo maestro. Su hijo, el pintor Gonzalo Sánchez Picaldo, se avecina en Mérida donde contrae matrimonio con Ana Holguín, hija del pintor Pedro Gutiérrez Bejarano, suponemos que entraría en colaboración con el taller de su hermano, Salvador Muñoz, y con el socio de éste, el escultor Francisco Morato. Cf. SOLÍS RODRÍGUEZ, C. y TEJADA VIZUETE, F.: “Escultura y pintura del siglo XVII”, Historia de la Baja Extremadura, Tomo II. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Badajoz 1986, pg.698.

[93] MORENO GARCIA, A.: “Una joya manierista del siglo XVI: el retablo mayor de Talavera la Real”, Revista Pax et Emerita, Núm. 5, Badajoz (2009) pg.372.

[94] TEJADA VIZUETE: “Manifestaciones folklóricas… Op. cit. pg.716.

[95] MORENO.: Historia de la ciudad… Op. cit. pg. 462.

[96] ARCHIVO PARROQUIA DE LOBÓN (APL). Cofradía Ntra. Sra. de los Remedios. Libro de cuentas, años 1655-1733, fols. 16 y 18.

[97] Ibid, fol. 22.

[98] Ibid, año 1669, fol. 39 vto. Año 1672, fol. 48.

[99] Ibid, fols. 48 y 63 vto.

[100] Ibid, fol. 100 vto.

[101] Ibid, fol. 119.

[102] Ibid. fol. 162.

[103] Ibid. fol. 206 vto.

[104] Se trata del platero segedano más activo de la segunda mitad del siglo XVII, con piezas labradas para Burguillos del Cerro, Valencia del Ventoso, Salvatierra de los Barros y Bodonal de la Sierra, entre otros encargos.

[105] APL. Cofradía Ntra. Sra. de los Remedios. Libro de cuentas, años 1655-1733, fol. 62 vto.

[106] Ibid.

[107] Formado en el taller del más notorio arquitecto de la época, el maestro Blas de Escobar, adiestrado en Sevilla, que labró el retablo mayor para la colegiata de Zafra. CLEMENTE FERNÁNDEZ, J.I.: “La vida y obras del arquitecto de retablos de Zafra, Alonso Rodríguez Lucas (1643-1710)”. En XV Cuadernos de Çafra. Estudios sobre la historia de Zafra y el Estado de Feria. Zafra 2019, pg. 122. Antonio Vélez, junto con Felipe Gámez fundaron la Cofradía del Glorioso Patriarca San José en la ciudad de Zafra. Ibid. pg. 141.

[108] Alonso Rodríguez Lucas fue fiador del sevillano Juan Basilio, pintor y dorador en la obra del retablo de San Juan, en la catedral de Badajoz. Cf. CLEMENTE: La vida y obras del arquitecto… Op. cit. pg.133.

[109] APL. Cofradía Ntra. Sra. de los Remedios. Libro de cuentas, años 1655-1733, fol. 135.

[110] APL. Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de cuentas, años 1539-1720.

[111] Ibid, fol. 183 vto.

[112] Ibid, fol. 188 vto.

[113] ROYS Y MENDOZA, F.: Constituciones, Sínodo de Badajoz, año 1671, Biblioteca Digital Hispana, Libro III, Título XVIII, de Parochis, 16-17, pg. 177

[114] DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Carlos III y la España de la Ilustración. Barcelona 1996, pg. 159.

[115] Datos cedidos por el franciscano Alfonso María Muñiz.

[116] CERVANTES M.: Don Quijote de la Mancha. Edición del IV Centenario. Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española. Fundación Caja Madrid. Alfaguara, Madrid 2004, pg.821.

[117] Ibíd. Capítulo XXVIII, primera parte, pg.279.

[118] Ibíd. Capítulo XXXIV, segunda parte, pg.821.

Oct 312018
 

Manuel García Cienfuegos.

Cronista Oficial de Montijo y Lobón.

Resumen.

El estudio de la ponencia que presento en esta edición de los Coloquios Históricos de Extremadura tiene como temática la epidemia de la gripe española que tiñó de luto nuestros pueblos y ciudades, al cumplirse este año el centenario de la propagación de la misma. En “La epidemia de la gripe española (año 1918) en Montijo, Puebla de la Calzada y Lobón”, se focaliza y analiza las consecuencias que ésta tuvo sobre tres poblaciones de la comarca de las Vegas Bajas del Guadiana, en la provincia de Badajoz.

Para ello he realizado recuentos sobre 2.200 partidas de defunciones en el período 1916-1920. Estudiando 622 de ellas, pertenecientes a 1918, año de mayor penetración de la epidemia. Así mismo he practicado recuentos sobre 505 partidas de bautismos con la finalidad de estudiar el crecimiento vegetativo, utilizando en el vaciado documental fuentes civiles y eclesiásticas.

La gripe española se cebó especialmente con la población joven, entre 16 a 40 años, falleciendo en este segmento de edad prácticamente la mitad de los afectados, teniendo en los meses de octubre y noviembre los de mayor frecuencia de óbitos inscritos.

El estudio analiza las condiciones higiénicas en las que vivía la población. Las Tasas Brutas de Mortalidad (TBM), Mortalidad Específica (TME) y Crecimiento Vegetativo (TCV), la edad de los finados, en la que se refleja una elevada mortandad en los párvulos. Las zonas más afectadas por la epidemia en la población, los funerales, los acuerdos municipales que se tomaron desde las Juntas de Sanidad y Beneficencia, entre las que destaca la urgencia en la construcción de nuevas sepulturas en los cementerios. Siendo estudiada, en un apartado especial, la causa de la muerte en adultos y párvulos.

El contexto social en el que se desarrolló la epidemia de la gripe se ve inserto en la I Guerra Mundial (1914-1918) que, a pesar de la neutralidad española, ocasionó una fuerte inflación, erosionando el poder adquisitivo de los salarios, junto a la falta de trabajo, creando un malestar social de por sí ya intenso en nuestros pueblos. Tiempos en los que tomaron protagonismo el asociacionismo, las reivindicaciones y la lucha colectiva como una vía de actuación pública en defensa de los intereses de la clase obrera.

 

INTRODUCCIÓN

 

La gripe es una enfermedad aguda muy contagiosa que se propaga rápidamente, produciendo serios problemas en términos de morbilidad y mortalidad que ha afectado al hombre a lo largo de la historia[1]. Descrita por Hipócrates en el año 412 antes de Cristo, encontramos explicaciones sobre catarros epidémicos unidos a épocas estacionarias, las cuales posiblemente sean episodios de lo que hoy conocemos como gripe.

España sufrió epidemias en 1833 y 1834, en 1854, 1865 y 1885, convirtiéndose en el gran asesino de la población española, pues se calcula en cerca de 800.000 las víctimas causadas por la cadena de epidemias de cólera sufridas a lo largo del siglo XIX[2]. Una vez más, el clasismo era uno de los criterios de expansión de la enfermedad. Ya lo había sido con la tuberculosis que afectaba menos a los bien alimentados y a los que vivían en mejores condiciones; con la fiebre amarilla pasaba lo mismo, pues quien podía alejarse de la costa e ir a vivir al interior también se libraba de ella. En el caso del cólera, los barrios que disponían de una mejor red de aguas y cuya densidad de usuarios, era menor, tenía menor incidencia de afectados[3].

La gripe española provocó un número inusual de muertes debido probablemente a que causaba una tormenta de citoquinas en el cuerpo. El virus H1N1 de la gripe española infectaba las células pulmonares, lo que provocaba una sobreestimulación del sistema inmune a través de la liberación de citoquinas en el tejido pulmonar. Esto conducía a una amplia migración de leucocitos hacia los pulmones que causaba la destrucción de los tejidos pulmonares y la secreción de líquido dentro del órgano[4].

 

1.- LA GRIPE ESPAÑOLA

Algunos autores sugieren que la Peste de Atenas, narrada por Tucídides[5], podría corresponder a una epidemia de gripe. En el siglo XIV, esta enfermedad, comienza a ser denominada en Florencia como ‘influenza’ (di freddo, influencia del frío, di stelle, influencia de las estrellas), en Francia, posteriormente, fue denominada ‘grippe’, término del que se traduce al español: atrapar, agarrar. En Alemania se le conoce como grupen, que significa temblar de frío. La enfermedad se puede manifestar de diversas formas: esporádica, epidémica y pandémica. A lo largo del siglo XX, cuatro pandemias de gripe[6] causaron la muerte de un importante número de personas.

La epidemia más grave del siglo XX, la gripe, se propagó con rapidez ante la inoperancia gubernamental para atajar aquel azote. Aquella plaga, que se desencadenó en la primavera de 1918, llevó a la tumba a cerca de 40 millones de personas[7]. En España, sus repercusiones fueron espantosas: murieron 300.000 personas a pesar de que las cifras oficiales redujeron las víctimas a sólo 147.114. Pero el país más castigado fue la India, donde fallecieron 15 millones de los afectados por la epidemia, alcanzando la mortalidad, en ciertas zonas, al 20% de la población.

En la virulencia de la epidemia gripal de 1918 se aunaron varios factores que provocaron más del doble de víctimas que la Gran Guerra. En primer lugar, la específica mutación del virus gripal de ese año. Existe la teoría de que fue el resultado de una recombinación genética entre un virus animal, concretamente la gripe porcina, y otro humano, ante la cual la memoria inmunológica de la humanidad era inexistente.

Aparte de las complicaciones pulmonares conocidas, esta gripe afectaba especialmente al sistema neurológico, provocando la llamada encefalitis de Von Economo, (encefalitis letárgica o epidémica)[8], la Gran Guerra fue decisiva para su expansión. Los primeros casos aparecieron en Kansas, el 4 de marzo de 1918, entre soldados del ejército norteamericano que esperaban acuartelados su traslado a Europa. Es curioso que, a pesar de este claro origen norteamericano -en EE.UU. causó unas 600.000 muertes-, la enfermedad fuese conocida como gripe española[9].

El hecho de que la epidemia de 1918 siga conociéndose como gripe española se debe a que los periódicos europeos no incluían ninguna noticia sobre la enfermedad para no sembrar la alarma entre las tropas entonces inmersas en la I Guerra Mundial[10], donde imperaba la censura. Los periódicos de España, al margen de la contienda, sí daban cuenta de la epidemia. Por eso las referencias que se tienen procedían de fuentes españolas.

 

2.- TRES ETAPAS

La gripe en España tuvo tres etapas: en la primavera de 1918 (pandemia normal), el otoño del mismo año (pandemia asesina) y primavera de 1919 con una disminución de los efectos negativos. El comienzo de la pandemia se produjo en el frente occidental y se ocultó para mantener la moral de los ejércitos. En esa misma época habían aparecido gripes de alta virulencia en África Occidental (Sierra Leona) y en China, y fueron posiblemente trabajadores chinos quienes la exportaron a Estados Unidos y de ahí por medio de los soldados americanos a Europa a través de Francia durante la guerra.

Una vez en Francia, la expansión mundial de la gripe fue muy sencilla. Los transportes masivos exigidos por la guerra estimularon el tránsito de hombres y mercancías, con lo que barcos y ferrocarriles se convirtieron en vías de transmisión. Ello hizo que, rápidamente, se extendiese por los países neutrales. Si a ello se añaden los graves problemas alimenticios que sufrían, gran parte de las poblaciones y las limitaciones que aún tenía la medicina, se comprenderá la gravedad de la epidemia[11].

 

3.- PRIMERA OLEADA. CONTEXTO SOCIAL

La primera oleada de la gripe llegó a España en mayo de 1918, en los trenes que transportaban obreros españoles y portugueses de regreso de Francia, afectando sobre todo a Extremadura, Madrid, Andalucía y puntos de Castilla León[12].

En Madrid coincidió con las fiestas de San Isidro cuyos festejos, con gran participación popular, favorecieron el contagio. Los cuarteles con su hacinamiento y sus deficientes condiciones higiénicas se convirtieron en los focos más virulentos.

Aquel 1918 fue el primer año del llamado, por su efervescencia social, trienio bolchevique. Inflación, escasez de carbón, alimentos y medicamentos provocaron gran malestar social, plasmado en cientos de huelgas. El campo sufría aún más esta situación, lo que suscitó una masiva emigración hacia las ciudades, contribuyendo al contagio.

La neutralidad de España en la I Guerra Mundial produjo, de una parte, un excepcional boom económico a ciertas economías (vasca, asturiana y catalana), pero sumió, a la economía española en un círculo inflacionista sin precedentes en su historia.

Los precios de los productos de primera necesidad se duplicaron entre 1914 y 1919, beneficiando a las clases más pudientes y grandes propietarios, provocando el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores quedando reflejada esta grave situación en la oleada de reivindicaciones huelguísticas que estalló a partir de 1914. En ese año hubo 212 huelgas, 463 en 1918 y 1.060 en 1920, la unidad moral y social del país sufrió un deterioro muy grave[13].

A partir de 1917 el panorama obrero y campesino cambió de forma notable, comenzaron a surgir asociaciones, círculos y agrupaciones socialistas, con una inspiración cada vez más radicalmente marxista y revolucionaria[14]. En Montijo, en 1918, se fundó en la Casa del Pueblo[15] la Agrupación Socialista. Su reglamento fue redactado por Sebastián Gabardino, Francisco Zambrano y Pablo Martín[16]. En Puebla de la Calzada se crearon la sociedad Unión Obrera que años más tarde pasó a llamarse La Defensora del Derecho, con sede en la Casa del Pueblo, en la calle Nueva, y el Sindicato Agrícola[17].

Fueron tiempos de fuertes tensiones sociales con manifestaciones y huelgas, en las que la clase trabajadora pedía reducir la jornada laboral y mejoras salariales. Lobón contó con el Círculo de Unión Obrera, que en 1920 se transformó en la Casa del Pueblo, sede de la UGT y de la Agrupación Socialista[18], y el Sindicato Católico Agrario.

A mediados de año se desata en Lobón, al igual que en otros pueblos de la comarca y de Extremadura, el conflicto con los segadores portugueses que llegan para trabajar en la recolección. El alcalde, Joaquín Chorot de Coca[19], manifiesta en el pleno del 18 de junio “algunos obreros han pretendido que no se dejara entrar en el pueblo ni en el término a los portugueses para segar, por el perjuicio que habían de proporcionar a los obreros del pueblo y quizás a la salud pública”. Expresando “que su pretensión no podía ser atendida, pero les prometí reconocer las cartas de sanidad que tuviese y si alguno no la tenía ordenar su expulsión”. El alcalde, ante algunos rumores en contra de los obreros portugueses, dirigió un oficio al Gobernador pidiéndole fuerza de la Guardia Civil en prevención de alteración del orden público, llegando a Lobón una pareja que fue enviada por el teniente de línea del puesto de Montijo[20].

En el campo político la crisis de los grandes partidos era cada vez mayor, tanto que Alfonso XIII amenazaba con abdicar y la sombra de un golpe militar era cada vez más afilada. El ambiente político y social se había deteriorado y la violencia en las calles era constante. El otoño comenzó con una larga huelga de panaderos, a la que siguió la de cocheros y la de carteros. El medio millón de españoles que regresaban de la vendimia francesa y los soldados portugueses repatriados tras la guerra se encargaron de extender la enfermedad por las estaciones del ferrocarril[21]. Por este motivo, la propagación de la enfermedad se vio favorecida por factores propios e inherentes al conflicto como fueron el hacinamiento, la desnutrición, la falta de higiene, la falta de medicinas, las migraciones, los desplazamientos masivos de personas, etc.[22].

 

4.- SEGUNDA OLEADA

Al igual que en primavera, el Gobierno trató de ganar tiempo; tranquilizaba a la población negando la epidemia o subestimándola, esperando que desapareciese por sí sola. Por ello, hasta el 27 de septiembre, nadie se atrevió a decretar oficialmente el estado de epidemia. En cientos de pequeños pueblos los enfermos se quedaron sin asistencia por muerte o huida de los médicos. Familias enteras enfermaron sin que nadie les atendiera o alimentara. En el mundo rural, donde el atraso, la pobreza y la malnutrición eran factores crónicos, la gripe causó importantes estragos.

Cuando el 23 de noviembre se pudo, por fin, debatir el tema en las Cortes, los diputados socialistas Besteiro y Largo Caballero denunciaron el atraso de la asistencia médica, así como las nefastas condiciones de vida de la población que había contribuido a la mortandad. Maura pagó parte de la factura de la gripe y, a principios de ese mes había abandonado el poder[23].

 

5.- LA GRIPE EN EXTREMADURA

La causa de la muerte en la Extremadura de la Restauración continuó siendo obviamente diversa, pero en buena parte mantenía una estrecha dependencia de las ancestrales situaciones de desnutrición y miseria, siendo presa fácil tanto de los brotes epidémicos, como de cualquier otra enfermedad infectocontagiosa. A finales del siglo XIX tuvieron lugar las dos últimas invasiones coléricas. La de 1885 en Extremadura, según las estadísticas oficiales, fue muy exigua. La epidemia del cólera en 1890 fue aún mucho más débil y tuvo en Llerena, donde se produjeron algunos fallecimientos, uno de sus focos más importantes. Si el cólera dejó de significar en esta etapa el factor de muerte que había sido en la época de Isabel II, otras enfermedades protagonizaron la mortalidad catastrófica, bien entrado ya el siglo XX. Entre ellas hay que destacar la gripe. La epidemia gripal de 1918 tuvo funestas consecuencias demográficas, causando una fuerte elevación de las tasas de mortalidad.

El quinquenio 1916-1920 supuso una parada en la tendencia decreciente que afectó a la serie. Mientras en los otros cuatro años de ese lustro la media de fallecimientos en Extremadura fue de 26.800, en 1918 hubo 38.132. Teniendo en cuenta el número de fallecimientos que por término medio en un año normal producía la gripe, podemos calcular en unas 12.000 las víctimas que originó la epidemia en la región en los últimos meses de 1918. Aproximadamente uno de cada cien extremeños falleció a consecuencia de la gripe ese año[24].

La pirámide poblacional de la provincia de Badajoz sufrió la entalladura correspondiente a la mortalidad de 1918 ocasionada por la gripe, especialmente acusada en la capital, junto a una elevada mortalidad infantil[25]. Es la crónica del diario independiente Correo de la Mañana, que se editaba en Badajoz, la que informa el 1/X/1918 que “de varios pueblos de la provincia se reciben noticias de haberse extendido rápidamente la epidemia de la gripe”[26].

Las causas habituales de la muerte que afectaban duramente a la población extremeña para el período estudiado eran y por orden cuantitativo: Enteritis, tuberculosis, paludismo, fiebres tifoideas, viruela, sarampión, difteria, tifus… Las crisis agrarias y de subsistencias agravaban los crónicos estados de desnutrición de las clases más desfavorecidas por la falta de trabajo[27].

Más que la inanición como causa directa de la muerte, la repercusión demográfica más trascendental era el debilitamiento general de los organismos que quedaban con menos defensas y fácilmente expuestos a los efectos letales de los agentes patógenos. En este estado, el movimiento obrero y campesino extremeño conoció una expansión sin precedentes. En ambas provincias se alcanzó un importante grado de movilización que afectó a los trabajadores de todos los sectores productivos. Las causas de la expansión de asociaciones obreras son múltiples.

Junto al ambiente de crisis generalizada de todo el sistema político-social, característico de aquellos años, hay que situar en primer plano los efectos y las repercusiones de la I Guerra Mundial en España, a pesar de su neutralidad, como anteriormente indicamos. La inflación galopante erosionó el poder adquisitivo de los salarios, lo que incrementó un malestar social de por sí ya intenso en la región[28].

La acción colectiva apareció como una vía de actuación pública muy operativa para defender los intereses de la clase trabajadora, frente al latifundismo, rentistas y oligarcas. Se puede decir que se desató una verdadera fiebre de asociacionismo que afectó a todos los estamentos de la comunidad[29].

 

6.- LA GRIPE EN MONTIJO

Para estudiar la repercusión que la gripe tuvo en Montijo se ha consultado para la elaboración y cuantificación de los datos, el archivo de la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol, utilizando para ello los Libros de Defunciones números XI (1907-1917) y XII (1917-1926).

Durante el quinquenio 1916-1920 se producen en Montijo 1.137 fallecimientos, correspondiendo a los adultos 659 (57,9%) y a los párvulos[30] 478 (42,1%). La tabla nos informa de la distribución por años.

 

Año Adultos Párvulos Total %
1916 103 91 194 17,07
1917 132 96 228 20,05
1918 206 130 336 29,56
1919 115 72 187 16,45
1920 104 88 192 16,87
TOTAL 659 478 1.137 100,00

 

La mayor cuantía de fallecimientos se concentra en el año 1918, con 336, perteneciendo 171 a los hombres (50,8%) y 165 (49,1%) a las mujeres. Vemos ahora cómo estos 336 fallecimientos se distribuyen por meses, obteniendo que durante octubre y noviembre se registran un total de 82 y 78 defunciones respectivamente, prácticamente la mitad de los óbitos producidos de la totalidad del año.

 

Meses Adultos Párvulos Total %
Enero 11 7 18 5,36
Febrero 10 5 15 4,46
Marzo 7 4 11 3,27
Abril 8 5 13 3,87
Mayo 8 4 12 3,57
Junio 7 11 18 5,36
Julio 11 12 23 6,85
Agosto 9 16 25 7,44
Septiembre 10 14 24 7,14
Octubre 60 22 82 24,40
Noviembre 55 23 78 23,22
Diciembre 10 7 17 5,06
TOTAL 206 130 336 100,00

 

La causa de esta elevada mortandad para octubre y noviembre está representada en la gripe, a causa de ella hay registrados 82 fallecimientos[31], significando el 24,4% del total de los fallecidos del año, correspondiendo 66 defunciones a los adultos y 16 a los párvulos. En el siguiente cuadro reflejo la comparativa entre la mortandad total y la tipificada por causa de la gripe.

 

Mes Fallecidos Fallecidos por gripe %
Octubre 82 34 41,46
Noviembre 78 47 60,25
Diciembre 17 1 1,22
TOTAL 177 82 46,32

 

De los 177 fallecimientos que se registran para los meses de octubre-diciembre de 1918 en Montijo, 82 son debidos a causa de la gripe, el 46,3% del total de los registros. El resto de los fallecidos se reparten entre las enfermedades del aparato digestivo (gastroenteritis, enteritis y enterocolitis), aparato respiratorio (tuberculosis, pulmonía, bronquitis, asma y catarro), otras infecciones (fiebres infecciosas, meningitis, gangrena y paludismo), enfermedades cardiovasculares y desgaste orgánico.

La gripe hizo su aparición en Montijo el 15 de octubre de 1918 con la muerte de una mujer, María Campos Cerezo, casada con Alonso Cerezo Pajuelo, de 40 años, hija de Telésforo y Bernarda, viviendo en la calle Méndez Núñez[32]; al día siguiente está en la calle Alameda, cuatro días después llega a la calle Senador Piñero, Puerta del Sol, Huertas, San Gregorio, Arriba, Badajoz, Mártires, Hernán Cortés, López de Ayala, Carrera, Plaza de Jesús, Moreno Nieto… En poco menos de doce días la gripe estaba extendida prácticamente por todo el casco urbano.

El anotador parroquial, Juan Pérez Amaya, párroco de San Pedro Apóstol, al registrar los fallecimientos a causa de la gripe y siguiendo los partes de los facultativos, emplea la siguiente terminología: gripe, bronconeumonía gripal, fiebre gripal, infección gripal, pulmonía gripal, neumonía gripal, bronquitis gripal, edema pulmonar gripal, pleuritis purulenta gripal.

La zona oeste del casco urbano de Montijo fue la más castigada por la gripe ya que en ella se producen 33 fallecimientos (40,2%) registrados en las calles Conde, Cervantes, Plazuela de Jesús, Piñuela, Badajoz, Valle, Mártires, Huertas, Espronceda, Muñoz Torrero y Bailén. Mientras que la zona este de Montijo, calles de San Gregorio, Arriba, Nueva, Puerta del Sol, Moreno Nieto y Méndez Núñez, hay 21 fallecidos (25,6%). En ambas zonas es donde se distribuían las clases populares, en las que vivían jornaleros y braceros[33].

Esta distribución por áreas geográficas del casco urbano tiene también un reflejo similar con los enterramientos denominados de caridad, produciéndose dieciocho a lo largo del año[34], correspondiendo, once a los párvulos y siete para los adultos, repartidos por las calles Conde, Mártires y Huertas con tres entierros en cada una de ellas; dos para Moreno Nieto y San Gregorio y uno para Bailén, Valle, Piñuela, Hernán Cortés y San Antonio.

 

7.- ESTADO HIGIÉNICO-SANITARIO

La situación higiénico-sanitaria fue determinante, en buen grado, para la aparición de condicionantes en el desarrollo de enfermedades y epidemias. Muchas zonas de la población servían de basureros y vertederos, apenas existía red de saneamiento, las calles poco empedradas y sucias por los excrementos de los animales y las inmundicias que sobre ellas se arrojaban eran verdaderos focos de infección muy perjudiciales para la salud pública.

El agua empleada para la higiene y el consumo provocaba la extensión de enfermedades que encontraba en ella una importante vía de difusión al surtirse el vecindario de aguas insalubres. En las casas, algunas habitaciones no tenían ventilación directa, solían vivir dos y tres familias en la misma casa, causando un problema de hacinamiento. Muchas viviendas contaban en sus corrales con graneros y pajares, alojándose los animales que se utilizaban en las labores agrícolas, aves de corral y cerdos, conviviendo así el hombre con éstos, siendo muy frecuentes los estercoleros. Otra incidencia negativa eran las aguas estancadas que proliferaban por la población.

Los productos habituales de consumo no aportaban todos los componentes que el cuerpo humano necesitaba. La dieta alimenticia era desequilibrada, de mala calidad, generalmente escasa, y ocasionalmente inexistente, perjudicando a los mecanismos de defensa del cuerpo. Junto a ello, los enfermos no encontraban en la asistencia médica la solución a sus males.

El atraso en el que estaba inmersa la medicina de la época y el escaso número de profesionales que la ejercían eran las causas de esta situación. Téngase presente que la penicilina no fue descubierta por el escocés Fleming hasta el año 1928, pero su utilización terapéutica no se inició hasta el año 1943[35]. Cualquier infección hacia verdaderos estragos en los pacientes.

El aumento de la esperanza de vida ha sido el resultado, en primer lugar, de un decrecimiento de la mortalidad infantil, que a su vez está relacionada con el nivel de pobreza, la higiene, la disponibilidad de una alimentación adecuada y muchos otros factores sociales, económicos y culturales[36].

En cuanto al desarrollo de la higiene, las medidas más importantes relacionadas a la disminución de la enfermedad, como son: la ventilación de las habitaciones, el lavado del cuerpo y de la ropa, la higiene de los alimentos, alcantarillado, pavimentación y la disposición de los cementerios, entre otras. Enfermedades como el cólera, el sarampión, la viruela, la tuberculosis, la fiebre tifoidea… eran una amenaza constante para la población[37].

En Montijo ejercían la medicina los facultativos Esteban Amaya Moro y Manuel Zúñiga. Las medicinas que prescribían se expendían en las farmacias de Francisco Alonso Llinas y Juan Camacho Pichardo[38]. Entre la diversidad terapéutica empleada para cortar la gripe destacaron las sales de quinina, opio y sus derivados, yodo y yoduros, digital y sus derivados, acetato y carbonato amónicos, antipirina, aspirina, entorina, piramidón, esparteína y sus sales, cafeína y sus sales, estricnina y sus sales, adrenalina, colesterina, benzoato sódico, alcanfor, salicilato sódico, novocaína, desinfectantes y sueros[39].

El Correo de la Mañana, diario pacense, informa que se aplicaba para los más necesitados: leche condensada, caldos, cloruro, quinina, junto con calderas de agua hirviendo para desinfectar ropas y enseres[40].

Mucho y bueno fue lo que ayudaron las instituciones de la Iglesia como la Conferencia de San Vicente de Paúl, que regentaba el Hospital Municipal, junto con los desvelos que pusieron en ayudar a las clases más desfavorecidas los párrocos de Montijo, Puebla de la Calzada y Lobón, Juan Pérez Amaya, Constantino Lázaro y Álvaro Martín Núñez. El obispo de Badajoz, Adolfo Pérez Muñoz[41], concedió, a varias poblaciones, donativos destinados a las clases más desfavorecidas[42]. Asimismo, el prelado pacense publicó una pastoral elogiando el comportamiento del clero durante la epidemia de gripe, en la que hizo constar el fallecimiento de veintiún sacerdotes a consecuencia del contagio[43].

 

8.- LA GRIPE EN PUEBLA DE LA CALZADA

En la cercana villa de Puebla de la Calzada se inscriben durante 1912-1918 un total de 857 actas de defunciones. 470 adultos (54,84%) y 387 párvulos (45,16%)[44]. La siguiente tabla informa de la distribución de las defunciones por años.

 

Año Adultos Párvulos Total %
1912 49 41 90 10,50
1913 55 52 107 12,48
1914 38 61 99 11,55
1915 55 37 92 10,73
1916 62 51 113 13,18
1917 69 58 127 14,82
1918 142 87 229 26,73
TOTAL 470 387 857 100,00

 

La mayor cuantía de fallecimientos se concentra en el año 1918, con 229, perteneciendo 125 a los hombres (54,59) y 104 (45,41%) a las mujeres. Vemos ahora cómo estos 229 fallecimientos se distribuyen por meses, obteniendo que durante octubre y noviembre se registran un total de 70 y 48 defunciones respectivamente, la mitad de los óbitos producidos de la totalidad del año.

 

Meses Adultos Párvulos Total %
Enero 10 3 13 5,68
Febrero 4 2 6 2,62
Marzo 1 1 2 0,87
Abril 1 7 8 3,49
Mayo 1 17 18 7,87
Junio 8 8 16 6,98
Julio 7 9 16 6,98
Agosto 4 6 10 4,36
Septiembre 7 3 10 4,36
Octubre 53 17 70 30,58
Noviembre 41 7 48 20,97
Diciembre 5 7 12 5,24
TOTAL 142 87 229 100,00

 

La causa de esta elevada mortandad para octubre y noviembre está representada en la gripe, a causa de ella hay registrados 80 fallecimientos, significando el 34,94% del total de los fallecidos del año, correspondiendo 71 defunciones a los adultos (88,75%) y 9 a los párvulos (11,25%). En el siguiente cuadro se refleja la comparativa entre la mortandad total y la tipificada por causa de la gripe.

 

Mes Fallecidos Fallecidos por gripe %
Julio 16 1 6,25
Agosto 10 1 10,00
Octubre 70 43 61,42
Noviembre 48 33 68,75
Diciembre 12 2 16,66
TOTAL 156 80 51,28

 

La llegada de la gripe a Puebla de la Calzada se produce de manera incipiente en el verano, el 14 de julio[45] y 27 de agosto[46], para llegar con gran intensidad en los meses de octubre y noviembre, con porcentajes superiores al sesenta por ciento de los óbitos inscritos[47]. Los días 28 y 29 de octubre fueron los de mayor virulencia, registrándose siete y ocho fallecidos por gripe. En similitud con los datos de Puebla se encuentra la ciudad de Zafra pues el mayor registro de muertes por gripe se inscribe en octubre, llegando a darse cinco fallecidos por día[48].

Si comparamos los datos de los óbitos producidos en Puebla de la Calzada con los registrados en Montijo la conclusión es esclarecedora en tanto que la Tasa Bruta de Mortalidad[49] es de 35,36 ‰ para Montijo, 49,78 ‰ para Puebla de la Calzada y 51,81 ‰. para Lobón. Montijo duplica en población a Puebla de la Calzada y los fallecidos por gripe registran un total de 82 y 80 casos respectivamente. En este sentido, la Tasa de Mortalidad Específica[50] (TME) reafirma aún más el análisis de las cifras ya que Montijo presenta una TME del 8,63 ‰, Puebla de la Calzada registra una TME del 17,39 ‰ y Lobón del 3,63‰; este último dato nos dice el bajo índice de la TME, al registrase solamente cuatro casos de gripe en los fallecidos.

Si equiparamos estos datos con los de la población de Los Santos de Maimona, en el que la pandemia de la gripe de 1918 se hizo notar, ésta presenta una TBM del 31 por mil, con una TME del 7 por mil[51], tasas muy por debajo de las que se producen en Montijo. Con los datos obtenidos sobre las tres poblaciones estudiadas en el año de la gripe ha sido elaborada la siguiente tabla.

 

Concepto Montijo Puebla Lobón
Núm. habitantes 9.500 4.600 1.100
Núm. fallecidos 336 229 57
Fallecidos por gripe 82 80 4
TBM 35,36 49,78 51,81
TME 8,63 17,39 3,63

 

El anotador parroquial de Puebla de la Calzada, Constantino Lázaro, cuando inscribe las 229 actas de defunción[52], detalla los funerales que se le hacen al difunto que iban desde los considerados de primera clase hasta los de caridad. Se registran 14 funerales de primera, segunda y tercera; 191 de cuarta y quinta, y 24 de caridad. Percibiéndose por las cifras anterior reseñadas las desigualdades sociales de la época.

La gripe española se cebó especialmente con la población joven, de entre 11 a 40 años, falleciendo más de la mitad de los afectados por esta epidemia. El cuadro que a continuación se inserta asevera esta información.

 

EDAD MONTIJO PUEBLA LOBÓN TOTAL %
0-7 15 8 1 24 14,46
8-10 1 3 4 2,41
11-15 5 5 10 6,02
16-20 7 7 14 8,43
21-30 14 17 1 32 19,28
31-40 18 19 1 38 22,90
41-50 9 8 1 18 10,84
51-60 5 8 13 7,83
61-70 6 2 8 4,82
71-80 2 2 4 2,41
81-90 1 1 0,60
TOTAL 82 80 4 166 100,00

 

9.- LA GRIPE EN LOBÓN

La Corporación Municipal, en el final del verano, adopta dos acuerdos; el primero ordenando la vigilancia en las eras para impedir que se hiciesen extracciones de grano, especialmente de trigo. El otro acuerdo preveía que antes de que comenzasen las lluvias y los plazos de la siembra, se procediera al empedrado de las calles, comenzando por la calle Madrid, calle principal que atraviesa el casco urbano, que estaba en muy mal estado[53]. Un recuento por las actas del Registro Civil de Lobón nos ofrece el número de inscripciones por fallecimientos que se producen en el quinquenio 1916-1920[54].

 

Año Adultos Párvulos Total %
1916 18 18 36 17,48
1917 25 22 47 22,81
1918 27 30 57 27,67
1919 18 11 29 14,08
1920 18 19 37 17,96
TOTAL 106 100 206 100,00

 

Las cifras reflejan una mayor frecuencia en la mortalidad para el año 1918. Así mismo queda reflejada la aproximación entre el número de adultos y párvulos fallecidos. El 51,45% para los primeros y el 48,55%. En este sentido las cifras de Montijo son del 57,05% para los adultos y 42,05 en los párvulos. Para Puebla de la Calzada los adultos representan el 54,84% y los párvulos el 45,16%.

En 1918 el libro de defunciones de la iglesia parroquial de Lobón registra 57 fallecidos (27 adultos y 30 párvulos). En el vaciado documental de las partidas inscritas solamente se han localizado tres casos cuya causa de la muerte es bronconeumonía gripal. Tres defunciones que se producen en un mismo día, el 25 de octubre[55]. Son cifras muy insignificantes si las comparamos con las poblaciones cercanas de Montijo y Puebla de la Calzada.

 

10.- ACUERDOS MUNICIPALES SOBRE LA EPIDEMIA DE GRIPE

Se estudian los acuerdos que toman las Corporaciones Municipales de los pueblos afectados por medio de los informes que emiten las Comisiones de Sanidad y Beneficencia. En este sentido la Corporación Municipal de Lobón acuerda en la sesión del 22/X/1918, tres días antes de producirse los primeros óbitos, autorizar al alcalde para que con los informes del médico Paulino García Ronquillo y los demás que crea oportunos, “socorra con los elementos de alimentación que sean necesarios a los pobres de solemnidad y sus familias que se encuentran enfermos por la gripe muy fuerte que hay en esta villa, con cargo al apartado de Beneficencia”[56].

En Puebla de la Calzada se repartían trescientos litros de caldo sustancioso gratis a los enfermos pobres, pidiéndose medicamentos, leche condensada y huevos desinfectados al Gobernador Civil; destacándose la labor de ayuda del farmacéutico Francisco Hernández Piñero y de los facultativos Sancho Nevado y Vicente Gragera que asistían a más de doscientos enfermos cada uno. Y de forma muy destacada la incansable labor del párroco Constantino Lázaro por el reparto realizado de muchos cientos de pesetas[57].

El Ayuntamiento de Montijo “en vista del desarrollo que tiene la epidemia reinante en algunos pueblos de la provincia y principalmente en el inmediato pueblo de La Garrovilla[58] y haberse presentado algunos casos, ninguno de carácter leve en esta localidad consideraba oportuno constituir una Junta de Socorros para en caso de que se extendiera la epidemia poder auxiliar a las familias pobres con su inscripción que se abriera al efecto y la cual debía encabezar el Ayuntamiento en primer término”.

La Corporación por unanimidad acordó “se constituya dicha Junta y que el sr. alcalde en unión del Cura Párroco, Juan Pérez Amaya, designe las demás personas que han de componerla y que el Ayuntamiento se inscriba con doscientas cincuenta pesetas que se abonarán en vista de la urgencia y lo agotado de los respectivos capitulares del presupuesto de la partida cuarta del artículo segundo del Capítulo segundo en el cual resultara sobrante de su consignación”[59].

Los integrantes de la Corporación Municipal de Montijo vuelven a tratar la epidemia de la gripe española en la sesión que celebra el Día de los Difuntos, 2/XI/1918, en la que el alcalde, Francisco Rodríguez Cavero, manifiesta que “en virtud del excesivo número de defunciones que están ocurriendo con motivo de la epidemia reinante, están para agotarse los nichos construidos en el Cementerio[60] y en previsión de ello y no haber consignación en el presupuesto había tratado del particular por la urgencia que implicaba con el Maestro de Obras que construyó los últimos, el cual se comprometía a efectuarlo por el precio y condiciones de los construidos y esperar a percibir su importe al ponerse en vigencia el presupuesto del año próximo, lo que ponía en conocimiento de la Corporación para el acuerdo conducente”[61].

La Corporación por unanimidad y en virtud de lo urgente del asunto acordó que se construyan los necesarios en las condiciones expuestas por el alcalde. Así mismo y “viendo necesario emplear algunos jornaleros en abrir sepulturas por no bastar las que puede hacer el sepulturero por sí solo, se acordó que durante las circunstancias actuales se ocupen los necesarios para la regularización de dicho servicio pagándose su importe con cargo a la consignación respectiva y caso de agotarse ésta del capítulo de imprevistos”[62]. En los últimos días de diciembre se acordaba “datar al Depositario de la cantidad de trescientas pesetas por jornales invertidos en la apertura de sepulturas durante la epidemia de la gripe con cargo al capítulo de imprevistos por no haber consignación para dicho objeto”[63].

La Junta Provincial de Badajoz dispuso clausurar los establecimientos públicos y privados de enseñanza de la provincia y de los espectáculos públicos en local cerrado, junto con la supresión de ferias y mercados[64]. En este contexto destaca el telegrama enviado por el ministro de la Gobernación al Gobernador Civil, notificándole el acuerdo de prohibir la entrada de todas las personas en el cementerio el Día de Difuntos[65].

 

11.- CAUSA DE LA MUERTE EN MONTIJO

Tras el vaciado de las 336 actas de defunción que se inscribieron, en 1918, en la Parroquia de San Pedro Apóstol, se ha estudiado la causa de la muerte para el año de la gripe en Montijo que ofrecemos en el siguiente cuadro.

 

Causa de la muerte Adultos Párvulos Total %
Aparato digestivo 11 38 49 14,58
Aparato respiratorio 26 16 44 13,09
Otras infecciones 23 22 45 13,39
Total enfermedades infecciosas  

60

 

76

 

138

 

41,07

Aparato digestivo 10 2 12 3,57
Aparato respiratorio 67 23 90 26,79
Total enfermedades sin un claro carácter infeccioso  

 

77

 

 

25

 

 

102

 

 

30,15

Enfermedades cardiovasculares y del sistema nervioso central  

 

47

 

 

2

 

 

49

 

 

14,28

Traumatismos 1 1 2 0,59
Otras causas 21 26 47 13,91
TOTAL 206 130 336 100,00

 

Dentro de las enfermedades infecciosas relacionadas con el aparato digestivo se incluyen: gastroenteritis, enteritis y enterecolitis. Las del aparato respiratorio las forman: bronconeumonías, bronquitis, tuberculosis, pleuresía, pulmonía y asma. Y en otras infecciones las identificadas con meningitis, fiebres perniciosa e infecciosa, hipertermia, septicemia, paludismo, gangrena, carbunco, viruela y escarlatina.

En las enfermedades sin un claro carácter infeccioso se han incluido las del aparato digestivo, entre las que se encuentran la úlcera de estómago y gastralgia, hernia, cirrosis, cólico hepático y hemorragia intestinal; junto con los del aparato respiratorio: anginas de garganta, catarro y gripe.

Las enfermedades cardiovasculares y del sistema nervioso central son las catalogadas por la asistolia, angina de pecho, paradas cardiacas, miocarditis, colapsos, insuficiencias, lesiones del corazón; más las relacionadas con las arterias: arterosclerosis, ateroma, aneurisma y hemorragia cerebral, neurobiosis, apoplejía y hemiplejia.

En los traumatismos solamente se han localizado dos casos: ingestión de sosa y herida por arma de fuego. En la primera se trata de un párvulo de veintinueve meses en la calle Muñoz Torrero y en la segunda un hombre casado de treinta y cuatro años en la calle del Conde. Y en otras causas se reflejan en los adultos: desgaste orgánico, consumición por senectud, carcinoma (cáncer) anemia, aborto e ictericia; y en los párvulos raquitiquismo, falta de desarrollo, miseria fisiológica, debilidad congénita y atrepsia.

La causa de la muerte en 1918 estuvo determinada en Montijo para los adultos, en las enfermedades sin un claro carácter infeccioso, influidas por la gripe. Sin ella, los montijanos fallecían mayoritariamente de tuberculosis, bronconeumonía, pulmonía, gastroenteritis, fiebres tifoideas, infecciosas, meningitis y gangrena, y un segundo sector representado en las enfermedades del corazón y del aparato circulatorio.

Los niños morían principalmente de gastroenteritis, enteritis y enterocolitis, seguidas por meningitis, fiebres infecciosas, bronquitis y bronconeumonías[66]. En el apartado de enfermedades sin un claro carácter infeccioso, incide los dieciséis fallecimientos por la gripe, los catarros y las anginas de garganta. Por último, en otras causas se reflejan el raquitiquismo, la falta de desarrollo, la debilidad congénita y la atrepsia (atrofia general de los recién nacidos).

Conozcamos a qué edad fallecían los habitantes de las tres poblaciones estudiadas en el año de la gripe.

 

EDAD MONTIJO PUEBLA LOBÓN TOTAL %
0-7 131 87 30 248 39,89
8-15 27 14 1 42 15,79
16-20 11 8 2 21 3,38
21-30 29 21 4 54 20,30
31-40 22 21 2 45 7,24
41-50 17 13 2 32 5,14
51-60 19 16 35 5,63
61-70 30 20 1 51 8,20
71-80 27 22 11 60 9,65
81-90 22 7 3 32 5,14
91-100 1 1 2 0,32
TOTAL 336 229 57 622 100,00

 

En Montijo, la primera oleada se produce en la población infantil, ya que desde el nacimiento hasta la edad de siete años fallecen 131, lo que representa el 39,89 % del total de los fallecimientos del año, diciéndonos claramente las dificultades ante la expectativa de vida que había[67].

La segunda abarca las edades entre 21 y 60 años, en los que se registran 87 fallecimientos (25,89%); si bien está cifra para el año 1918, no es demostrativa ya que 41 de ellos son a consecuencia de la gripe. La tercera y última oleada es razonable al coincidir con edades avanzadas. Otro tanto ocurre en Puebla de la Calzada[68]. En Lobón el número elevado de párvulos alcanza el 52,63% sobre el total de los finados[69].

 

12.- CRECIMIENTO VEGETATIVO Y TASA ANUAL

Se analiza, en el final de este estudio, la repercusión que la gripe española dejó en el crecimiento vegetativo en las tres localidades estudiadas. El crecimiento vegetativo o natural de la población es la diferencia entre el número de nacidos y el número de fallecidos en un lugar durante un año, dividido por el número de habitantes y expresado normalmente en tantos por cien. Es positivo cuando el número de nacidos supera al de fallecidos; es negativo cuando las muertes superan a los nacimientos.

 

POBLACIÓN NACIMIENTOS DEFUNCIONES CRECIMIENTO VEGETATIVO

%

Montijo 296 336 -0,42
Puebla de la Calzada 165 229 -1,39
Lobón 54 57 -0,27
TOTAL 515 622 -0,70

 

En las sociedades preindustriales, caracterizadas por unas altas tasas de natalidad contrarrestadas por otras igualmente altas de mortalidad, el crecimiento natural era muy bajo, situándose entre el 0,5 y el 1 %. En ello intervenían de manera decisiva las periódicas crisis de subsistencia que ocasionaban hambre y enfermedades de carácter epidémico, cuyo resultado era una mortalidad catastrófica.

La Tasa Anual de Crecimiento Vegetativo es la diferencia entre las tasas de natalidad y mortalidad, referida a mil habitantes.

 

POBLACIÓN TASA BRUTA DE NACIMIENTOS TASA BRUTA DE

DEFUNCIONES

TASA DE

CRECIMIENTO VEGETATIVO

 

Montijo 31,15 35,36 -4,21
Puebla de la Calzada 35,87 49,78 -13,91
Lobón 49,09 51,81 -2,72

 

La rotundidad de las cifras resume el drama que los ciudadanos de estas tres poblaciones padecieron a causa de la epidemia de la gripe española de 1918.

 

13.- CONCLUSIÓN

Las convulsiones de 1917 y los acontecimientos que, como consecuencia, en gran medida, al impacto de la I Guerra Mundial se desarrollan entre aquella fecha y el verano de 1923, supondrán la quiebra definitiva de la monarquía liberal parlamentaria. La Dictadura del general Primo de Rivera, la caída de la propia monarquía y la proclamación de la II República, constituyen las principales derivaciones de dicha quiebra[70].

Aunque España se mantuvo neutral en el conflicto bélico mundial, su actitud no impidió una subida exagerada de los precios de los alimentos y de los productos agrícolas, apareciendo una fuerte inflación, beneficiando de manera notable a las clases más pudientes y a los grandes poseedores de tierra, no sufriendo ningún incremento ni mejoras los jornales de la clase trabajadora. En esos años se crearon en Montijo varias industrias: bodegas y almazaras, elaboración del corcho, la Banca Porras, la Sociedad Anónima la Electro-Harinera[71], junto con la construcción del edificio de la Comunidad de Labradores[72].

El período comprendido entre 1918-1921 es conocido en la historiografía española como Trienio Bolchevique, por, entre otros aspectos, las expectativas que entre los obreros habían suscitado el trienio bolchevique en Rusia, produciéndose importantes conflictos sociales en nuestro país, con protestas, manifestaciones y huelgas, donde la clase trabajadora reivindicaba mejoras en sus condiciones laborales. Nuestros pueblos no fueron ajenos a estos acontecimientos.

La gripe de 1918 tiñó de negro luto las casas de nuestros pueblos. Las condiciones higiénicas no eran las más favorables para frenarla. La carencia de fármacos apropiados y de profesionales sanitarios, jugaron también un papel determinante. La gripe española se cebó especialmente con la población joven, de entre 16 a 40 años, falleciendo prácticamente la mitad de los afectados por la gripe, teniendo en octubre y noviembre[73] los meses más cuantiosos por los óbitos que se producen.

Cuando las familias apenas habían salido del dolor producido por la enfermedad y la muerte, el invierno de finales de 1918 y comienzos de 1919 zozobraba aún más a la sociedad en aquellos días: “Igualmente, y en virtud de la crisis obrera por que se atraviesa por consecuencia de los temporales se acordó por unanimidad se proceda a dar ocupación al mayor número de obreros posible en el arreglo de calles y caminos y demás trabajos que sean susceptibles el utilizarlos y que se invite a la Comunidad de Labradores de esta villa a que cooperen en lo que le sea posible a aliviar dicha crisis en reparaciones de caminos de este término Municipal de Montijo”[74].

Aquella generación que vivió durante la epidemia de la gripe y sobrevivió a ella, tuvo que padecer, dieciocho años más tarde, las graves secuelas que dejó en la sociedad española la Guerra Civil (1936-1939), más la dureza de la posguerra.

 

FUENTES DOCUMENTALES

Archivo Municipal de Montijo: Libro de Actas Sesiones, 1918-1919. Archivo Parroquia de Montijo: Libros de Defunciones números XI, 1907-1917 y XII, 1917-1926. Registro Civil de Montijo: Libros de nacimientos. Tomo IVL, 1917-1918 y Tomo VL, 1918-1919. Archivo Parroquia de Puebla de la Calzada: Libro X Difuntos, años 1912-1918. Registro Civil de Puebla de la Calzada: Libro de nacimientos. Tomo IVL, 1917-1919. Archivo Municipal de Lobón: Legajos 85,1 y 86,2. Archivo Parroquia de Lobón: Libro de Defunciones, Tomo XI (1907-1926). Registro Civil de Lobón: Libros de defunciones. Tomo XV, 1915-1918, Tomo XVI, 1918-1920 y Tomo XVII, 1920-1923. Libros de nacimientos. Tomo XX, 1916-1920.

 

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SANTOS RAFAEL, E.: Mortalidad y gripe en Llerena en 1918. Actas XIII Jornadas de Historia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Producida por un virus respiratorio, del cual se pueden hallar varios tipos y cepas que varían con frecuencia de un año a otro. Es muy contagiosa y se distribuye de forma pandémica, epidémica o esporádica. Se caracteriza por fiebre más o menos alta, malestar general, dolores articulares y musculares, disminución del apetito y alteraciones de las vías aéreas superiores.

[2] En Montijo, en los meses de junio y julio de 1855 fallecieron 136 adultos y 64 párvulos. En igual período, fallecen en Puebla de la Calzada 36 adultos y 6 párvulos. Conf. GARCIA CIENFUEGOS, M: La epidemia del cólera morbo en asiático en Puebla de la Calzada. Actas de los IV Encuentros de Historia en Montijo. Montijo 2001, pp. 145-148. En Lobón se registran para igual período 16 actas de defunciones por cólera morbo, sobre 56 defunciones totales para 1855. Conf. GARCÍA CIENFUEGOS, M: Lobón en su historia. Parlamento de Extremadura. Badajoz 2014, p. 267.

[3] LOSADA ÁLVAREZ, J.C.: Las grandes plagas. De la peste de Atenas a la gripe española. Portadoras de la muerte. En http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/10/07/

[4] SANTOS RAFAEL, E.: Mortalidad y gripe en Llerena en 1918. Actas XIII Jornadas de Historia en Llerena. Llerena 2013, p. 363.

[5] Tucídides, II, 48. Considerado como el padre de la Historiografía científica.

[6] La española, la asiática, la de Hong Kong y la gripe rusa.

[7] El país más castigado fue la India, donde fallecieron quince millones de los afectados por la epidemia, alcanzando la mortalidad en ciertas zonas al 20% de la población.

[8] Constantine Von Economo, fue el encargado de identificar esta enfermedad y describirla, basado en la epidemia que se desarrolló en Viena en 1916.

[9] LOSADA ÁLVAREZ, J.C.: La gripe española: la epidemia más grave del siglo XX. La Aventura de la Historia, núm. 56, año 2003, pp. 36-43.

[10] En su momento, la epidemia de gripe no tuvo una importancia relevante porque el mundo estaba inmerso en una contienda que iba a reestructurar de forma temporal las fronteras del viejo continente. Conf. NEILA MUÑOZ, C.M.: La epidemia de gripe de 1918 en las ciudades de Cáceres y de Plasencia (Extremadura). Actas XLIII Coloquios Históricos de Extremadura, año 2014, p. 510.

[11] LOSADA: La epidemia más grave del siglo XX… Op. cit. pp. 36-43.

[12] En Montijo apenas tuvo repercusión, tan sólo he localizado un fallecimiento que se produce el día 4 de julio, tipificado como neumonía gripal, en una mujer de 86 años en la calle Méndez Núñez. Conf. ARCHIVO PARROQUIA MONTIJO (APM). Libro XII Difuntos, años 1917-1926, fol. 30 vto. Lo mismo ocurre en Puebla de la Calzada, al registrarse la defunción de una mujer de 74 años debido a una neumonía gripal. Conf. ARCHIVO PARROQUIA PUEBLA DE LA CALZADA (APPC). Libro X Difuntos, años 1912-1918, fol.159.

[13] FUSI, J.P. y PALAFOX, J: España: 1808-1996. El desafío de la modernidad. Madrid 1998, p. 185.

[14] CARDALLIAGUET QUIRANT, M.: Historia de Extremadura. Badajoz 1993, p. 251.

[15] Que tenía como objetivo agrupar a los trabajadores de todos los oficios con el fin de mejorar sus condiciones y luchar por la emancipación de su clase. Conf. MOLANO GRAGERA J.C.: Miguel Merino Rodríguez. Dirigente obrero y alcalde de Montijo (1893-1936)”. Badajoz 2002, p. 44.

[16] CAÑETE RUBIO, R.M.: La Casa del Pueblo de Montijo. Vanguardia del movimiento obrero. Badajoz 2010, p. 49.

[17] MOLANO GRAGERA, J.C.: La izquierda en Puebla de la Calzada (desde mediados del s. XIX hasta mediados del s. XX). Autoedición. Badajoz 2014, pp. 32, 40 y 42.

[18] ARCHIVO MUNICIPAL DE LOBON (AML). Legajo 85, Carpeta 1.

[19] También presidente del Círculo de Recreo (casino) y presidente del Sindicato Católico Agrario.

[20] AML. Legajo 86, Carpeta 2. La fuerza de la Guardia Civil estaba formada en Lobón por un cabo y cuatro guardias.

[21] Medina del Campo, enclave vallisoletano donde los trenes rumbo a Portugal cambiaban de vías, sufrió especialmente el azote de la gripe.

[22] NEILA MUÑOZ: La epidemia de gripe de 1918… Op. cit. p. 510.

[23] Para el período analizado (1917-1920) los gobiernos se sucedían uno tras otros en cortos períodos de tiempo: García Prieto, Antonio Maura, Romanones y Eduardo Dato. Conf. COMELLAS, J.L.: Historia de España moderna y contemporánea”. Madrid 1989, p. 355.

[24] SÁNCHEZ MARROYO, F.: La restauración en Extremadura: predominio oligárquico y dependencia campesina. En Historia de Extremadura Tomo IV, Badajoz 1985, pp. 918-920. La Tasa Bruta de Mortalidad en 1916-1920, fue del 26,0 para Badajoz, 31,1 en Cáceres, 28,0 en Extremadura y 24,6 en España. El CORREO DE LA MAÑANA informaba el 9/XI/1918 que la estadística de la Inspección Provincial de Sanidad, faltando aún algunos pueblos donde había focos de infección, se habían registrado 60.000 invasiones de gripe, habiendo fallecido 2.000 atacados en la provincia pacense. Conf. Núm. 1.551.

[25] ROSIQUE NAVARRO, F.: Historia civil y procesos económicos-sociales. En Historia de la Baja Extremadura. Tomo II. Badajoz 1986, p. 1.241.

[26] Diario CORREO DE LA MAÑANA, Año V, núm. 1.517.

[27] Situación que se trasladaba a los hijos debido a una falta de alimentación adecuada. En Montijo, durante 1918 fallecen 17 párvulos, de los 131 registrados, por raquitismo, falta de desarrollo y miseria fisiológica. En Puebla de la Calzada fallecen 8 párvulos de atrepsia. Lobón registra 4 defunciones de párvulos por atrepsia y anemia.

[28] En el trabajo de SÁNCHEZ DE LA CALLE, J.A.: Mortalidad infantil, crisis económicas, bélicas y epidemiológicas en los ámbitos urbanos y rurales del norte de Extremadura, 1800-1970, refiere las quejas por el elevado precio de las materias primas alimenticias, debido a las exportaciones masivas destinadas a las potencias europeas contendientes en la I Guerra Mundial, se produjo una carestía de la vida. El trigo, el aceite y la carne fueron algunos de los artículos que acabaron siendo racionados al menos en Cáceres y Plasencia. Conf. Actas de los IV Encuentros de Historia en Montijo. Montijo 2001, p. 156.

[29] SÁNCHEZ MARROYO. La restauración en Extremadura… Op. cit. p. 985. En la cercana villa de Lobón, el alcalde, Joaquín Chorot de Coca informó a las concejales en la sesión del 18/VI/1918 que algunos obreros se le habían acercado con la pretensión de que no se dejara entrar en el pueblo ni en el término a inmigrantes portugueses para segar, por el perjuicio que habían de proporcionar a ellos y quizás a la salud pública. Conf. AML. Legajo 86, Carpeta 2.

[30] La consideración de párvulo se toma a los niños que nacen hasta la edad en la que cumplen siete años.

[31] Son los meses de más elevada mortandad ya que en diciembre sólo se registra un óbito a causa de una pulmonía gripal, una joven de trece años que vivía en la calle del Conde.

[32] APM. Libro XII de Difuntos, años 1917-1926, fol. 46.

[33] Otras calles que se ven afectadas por defunciones debido a la gripe fueron las de Cervantes, Espronceda, Mérida, Moreno Nieto, Virgen de Barbaño y las plazuelas de Jesús y Mendizábal, con un total de siete fallecimientos.

[34] Representando el 5,3% sobre el total de los fallecimientos. Para aquella época y de acuerdo con la capacidad económica del difunto y su familia existieron entierros de primera a quinta clase y de caridad, que se correspondían con aquellos pobres de solemnidad, cuyas exequias solía sufragar la Conferencia de San Vicente de Paúl, institución de caridad de la Iglesia. Estas diferencias sociales en las exequias quedaron suprimidas con la llegada del Concilio Vaticano II.

[35] CURTIS, BARNES, SCHNEK, MASSARINI.: Curtis Biología. Sección 5/la diversidad de la vida. 2008, p. 468.

[36] La esperanza de vida en el año de la gripe era de 40,9 años en los hombres y 42,6 en las mujeres. Conf. NICOLAU NOS, R.: Población, salud y actividad. En Estadísticas históricas de España. S. XIX y XX. Volumen I. Fundación BBVA, 2005, p.86

[37] PINEDA NÚÑEZ, L.F. y PERAL PACHECO, D.: Años de mayor mortalidad y principales epidemias ocurridas en Los Santos de Maimona durante los siglos XIX y XX. Revista de Estudios Extremeños, año 2009. Tomo LXV, núm. III, p.1.272.

[38] El 22 de agosto de 1918, a dos meses de que comenzará la epidemia de gripe en Montijo, falleció el farmacéutico Hermenegildo Bautista Guzmán. Conf. APM, Libro XII Defunciones, años 1917-1928.

[39] PORRAS GALLO, M.I.: Sueros y vacunas en la lucha contra la pandemia de la gripe de 1918-1919 en España. En Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y la Ciencia, vol. LX, núm. 2, 2008, p. 270. Desde el diario el CORREO DE LA MAÑANA, se aconsejaba emplear para la desinfección, al penetrar los gérmenes de la enfermedad por la boca y la nariz, la utilización de Etymentol (seis gotas) con agua templada en seis cucharadas soperas, junto con agua caliente y la toma de inhalaciones. Conf. Núm. 1.538, 25/X/1918.

[40] Conf. Núm. 1.529, 15/X/1918.

[41] Su pontificado en la diócesis pacense fue desde 1913 hasta 1920.

[42] Algunas de estas poblaciones fueron La Garrovilla, Villalba de los Barros, Cabeza la Vaca, Calera de León, Barcarrota, Santa Marta y Olivenza. Conf. Diario CORREO DE LA MAÑANA, números 1.529 (15/X/1918), y 1.553 (12/XI/1918).

[43] Ibidem. núm. 1.564, 24/XI/1918.

[44] APPC. Libro X de defunciones, años 1912-1918.

[45] APPC. Libro X de defunciones años 1912-1918, fol. 160 vto.

[46] Ibidem, fol. 163.

[47] El 20 de octubre se informa desde el diario CORREO DE LA MAÑANA que ha surgido la gripe en Puebla de la Calzada. Conf. Núm. 1.534.

[48] CALDERÓN MORALES, M.T.: La salud pública en Zafra entre 1900 y 1925. En Cuadernos de Çafra. Zafra 2003, p. 149.

[49] La Tasa Bruta de Mortalidad (TBM) es la relación entre el número de defunciones de un año concreto y la población media de dicho año. Expresa el número de fallecidos por cada mil habitantes.

[50] La Tasa de Mortalidad Específica (TME) es la proporción de personas que mueren en una población por una causa concreta en un período, pudiendo expresarse en defunciones por mil habitantes.

[51] PINEDA y PERAL: Años de mayor mortalidad y principales epidemias ocurridas… Op. cit. p.1.282.

[52] APPC. Libro X de defunciones años 1912-1918. Recuento realizado sobre las actas inscritas.

[53] AML. Legajo 86, Carpeta 2. Sesiones del 30 de agosto y 10 de septiembre.

[54] REGISTRO CIVIL DE LOBON (RCL) Libros de defunciones Tomo XV, 1015-1918, Tomo XVI, 1918-1920 y Tomo XVII, 1920-1923.

[55] Los finados vivían en las calles Derecha, Ventosilla y Madrid. ARCHIVO PARROQUIA DE LOBÓN (APL) Libro de Defunciones, Tomo XI (1907-1926). Fols. 125 vto. y 126. En el Registro Civil, no obstante, aparecen inscritos estos tres óbitos y otro más producido en párvulo de tres años. Conf. RCL. Libro XVI de Defunciones, 1918-1920, fol. 32.

[56] AML. Legajo, 86, Carpeta 2.

[57] Diario CORREO DE LA MAÑANA. Núm. 1.539, 26/X/1918.

[58] El 10 de octubre la Junta Provincial de Sanidad informa que existía epidemia gripal en esta población cercana a Montijo. Un día después las noticias hablan de 400 personas atacadas por gripe -la población contaba con 1.500 habitantes- encontrándose entre los atacados los médicos y farmacéutico, no habiendo quien visite a los enfermos ni despache medicamentos. El alcalde, Bartolomé Pérez Codes, comunica que la gripe se había extendido entre los empleados del Ayuntamiento y del Juzgado Municipal. Al día siguiente, el Gobernador Civil, Ricardo Aparicio, visitaba La Garrovilla organizando una Junta de Socorros, entregando latas de leche y elaborando caldos para los afectados. El 15 de octubre se informa que se registran de diez a once defunciones diarias debido a la gripe. Conf. CORREO DE LA MAÑANA. Números 1.525, 1.526 y 1.529.

[59] ARCHIVO MUNICIPAL DE MONTIJO (AMM). Libro de Actas 1918-1919. Sesión celebrada el 12/X/1918, fol. 45 vto.

[60] Inaugurado en 1914 según proyecto del arquitecto provincial Ventura Vaca, construido por el maestro de obras Modesto Cabezas de la Riva en el precio de 25.600 pesetas La construcción de los primeros nichos fue adjudicada a José Marín Rodríguez a finales de abril de 1915. El primer sepulturero fue José Arnela Pavón, al que el Ayuntamiento le ajustó un salario diario de dos pesetas.

[61] El importe fue aprobado en la sesión del 3/V/1919, abonándose al maestro de obras José Marín Rodríguez la cantidad de 2.014 pesetas por la construcción de 19 grupos de nichos en el Cuartel de la Virgen del Carmen, y 2.016 pesetas por 21 grupos de nichos en el Cuartel de la Virgen de Barbaño del Cementerio Municipal Católico. Conf. AMM. Libro de Actas 1918-1919. Fol. 78 vto.

[62] AMM. Libro de Actas 1918-1919, fol. 48 y vto.

[63] Ibidem. Sesión municipal del 30/XII/1918. Fol. 56 vto.

[64] Diario CORREO DE LA MAÑANA. Núm. 1528, 13/X/1918.

[65] Ibidem. Núm. 1539, 26/X/1918.

[66] En este apartado se ha incluido también la viruela y la escarlatina, con dos casos para cada una de ellas. No hay ninguna inscripción de muerte en los párvulos por sarampión durante 1918.

[67] Ese año de 1918, en los 131 óbitos registrados, 38 corresponden a niños en los que la causa de la muerte era: gastroenteritis, enteritis y enterocolitis.

[68] Los párvulos en Puebla de la Calzada fallecen de enteritis y gastroenteritis: 27 casos (31,0%), junto con 17 de bronquitis (19,54%) y 12 de meningitis (6,41).

[69] De los 30 fallecimientos inscritos, 19 mueren de enteritis, gastroenteritis y diarreas.

[70] LUIS MARTÍN, F: La quiebra de la monarquía (1917-1923). Historia contemporánea de España, Tomo II. Barcelona 2000. p. 431.

[71] Los terrenos fueron cedidos por el Ayuntamiento el 13/I/1919. Conf. AMM. Libro de Actas 1918-1919, fol. 60 vto. 61 y vto. En su construcción intervinieron los maestros Modesto Cabezas, Antonio Cabezas, José Marín, Cristóbal Sánchez y Antonio del Viejo.

[72] Al que se le concedía licencia de obras el 1/II/1919. Conf. AMM. Libro de Actas 1918-1919, fol. 65 vto.

[73] PORRAS GALLO, M.I.: Las repercusiones de la pandemia de gripe de 1918-1919 en la mortalidad de la ciudad de Madrid. Boletín de la Asociación de Demografía Histórica, XIV, I, 1996, p.80.

[74] AMM. Libro de Actas 1918-1919. Sesión celebrada el 15/II/1919, fol. 68 y vto.

 

Nov 102017
 

Manuel García Cienfuegos.

Cronista Oficial de Montijo y Lobón.

Cuando nos asomamos a la sociedad española del siglo XVIII uno de los rasgos que más concita nuestra atención es la presencia visible de las mujeres en muchos planos de la realidad de los que había estado ausente hasta el momento; un dato muy significativo,

además de revelador, de los cambios y transformaciones que hicieron avanzar a nuestro país por la senda del reformismo. Hubo, sin duda, singulares mujeres que fueron adquiriendo notoriedad en distintos terrenos. La actuación decidida de algunas de ellas a favor del progreso de la nación, su compromiso personal con la sociedad que les tocó vivir, su interés por la cultura, o su preocupación por la condición de su sexo, no solo generó asombro entre los miembros masculinos de su entorno, sino que llegaría a deslumbrarlos ante la solidez de sus argumentaciones, ya que no estaban habituados a compartir con ellas asuntos y cuestiones de interés general.

Una de las más sobresalientes fue la Condesa de Montijo, cuya singular personalidad supo desarrollar una actividad constante en aras de la pública felicidad, como se decía entonces, mediante un compromiso firme con el progreso social desconocido hasta entonces, especialmente entre las mujeres de su estamento social. Su trayectoria vital responde a ese modelo femenino acorde a los nuevos aires traídos por la Ilustración que permitieron no solo una cierta renovación de la sociedad española, anclada en la tradición y tan reacia a los cambios, sino también a la emergencia de mujeres con una gran proyección pública[1].

 

1.- CONDADO DE MONTIJO

La villa de Montijo perteneció al linaje de los Portocarrero desde mediados del siglo XVI. Fue vendida con su fortaleza, jurisdicción civil y criminal, vasallos, casas y otros edificios, términos, dehesas, diezmos y primicias, rentas pechos y derechos, escribanías, patronatos y otras cualesquiera cosas que la Orden de Santiago tuviera en la villa a don Pedro Portocarrero y Osorio, II marqués de Villanueva del Fresno[2], hijo de don Juan Portocarrero y Cárdenas, I marqués de dicha villa y de doña María Osorio y Bazán, por el entonces príncipe don Felipe el 11 de septiembre de 1551 por el precio de 28.607.378 maravedís. Su padre, el emperador Carlos V aprobó esta venta en Metz el 25/XII/1552[3].

El condado de Montijo fue instituido a favor de don Juan Manuel Portocarrero y Villena, mayordomo del rey el 13/XII/1599[4], y la Grandeza de España le fue concedida el 6/XII/1697 al IV conde don Cristóbal Portocarrero Guzmán, marqués de la Algaba, Ardales y Valderrábano, conde de Fuentidueña y Teba.

Don Cristóbal Portocarrero Guzmán nació en Montijo el 25 de noviembre de 1638[5] y falleció el 31 de octubre de 1704[6]. Fue Maestre de Campo, General del Ejército de Extremadura y Capitán General de su frontera[7], Comisario General de Infantería de España, Consejero de Estados y del Supremo de guerra, Gentil-hombre de Cámara de S.M. con ejercicio, y Mayordomo mayor de Carlos II que le concedió la Grandeza de España.

El IV Conde de Montijo construyó la casa-granero sobre la antigua parroquia y después ermita de San Isidro. Levantó en el año 1685 de nuevo el beaterio de Ntra. Señora de los Remedios o de la Piedad, casa que fue trocada en convento de religiosas clarisas franciscanas el 7 de octubre de 1704, bajo la advocación de Nuestro Señor del Pasmo[8].

Casó tres veces, con Úrsula de la Cerda y Leyva, con Victoria de Toledo y Benavides y con María Regalado Funes de Villalpando y Monroy, de la cual tuvo su sucesor: don Cristóbal Portocarrero y Funes de Villalpando, V Conde de Montijo, que nació el 12 de marzo de 1692, bautizado en la parroquia de San Pedro Apóstol[9], tuvo por padrino a Fray Francisco Urbina, de la provincia descalza de San Gabriel, lector en Sagrada Teología. Examinador sinodal en Coria y Badajoz por nombramiento episcopal. Calificador del Santo Oficio y del Consejo Supremo y predicador del rey[10].

Fue el V Conde de Montijo[11], abuelo paterno de María Francisca de Sales Portocarrero, gentil hombre de cámara del rey, caballero del Toisón de Oro, embajador extraordinario en Inglaterra, palafrenero mayor de la reina, presidente del Consejo de Indias. Poseedor de la Orden siciliana de caballería. Plenipotenciario para representar a España en las Dietas de Frankfurt y Ratisbona. A sus cargos palaciegos hay que añadirles sus habilidosas dotes diplomáticas que fueron reconocidas por el rey de Francia, Luis XV, que le nombró caballero de la Orden del Santo Espíritu y de San Miguel[12].

Dos órdenes se disputaron las preferencias religiosas del V conde de Montijo: la de los franciscanos observantes y la orden de San Bernardo. El nacimiento de su hijo Cristóbal Antonio Portocarrero, VI marqués de Valderrábano[13], bautizado el 13 de marzo de 1728 en la madrileña iglesia de Santiago, fue la causa para manifestar su amor a Dios, por lo que erigió en Montijo un hospicio regido por franciscanos de la Observancia, deseando verlo transformado en convento, porque decía que la población montijana, cada día más populosa, adolecía de alimento religioso. En 1753 el hospicio religioso de Nuestro Padre San Francisco observante, era asistido por cuatro religiosos, uno lego y tres sacerdotes con un donado[14].

Don Cristóbal Antonio, marqués de Valderrábano, hijo del V conde de Montijo, casó muy pronto, el 2 de abril de 1747, a los diecinueve años, con doña María Josefa de Zúñiga Girón y Pacheco[15], de catorce años, hija de don Antonio López de Zúñiga, XIII conde de Miranda del Castañar y doña María Teresa Pacheco y Girón.

 

2.- MARIA FRANCISCA DE SALES PORTOCARRERO (1754-1808)

El marqués de Valderrábano vivió con su esposa en casa de sus padres, en la vasta mansión de las Visitillas de San Francisco. Muy pronto los jóvenes esposos se encontraron solos con la compañía del conde de Montijo, ya que la condesa falleció en febrero de 1748. Transcurrieron siete años sin que se divisara la menor esperanza de descendencia, hasta que llegó al mundo, el 10 de junio de 1754, María Francisca de Sales Portocarrero y López de Zúñiga, bautizada, dos días después, en la madrileña iglesia de San Andrés. Fue su padrino el franciscano recoleto fray Francisco Izquierdo.

Cuatro años después de su nacimiento, su padre, don Cristóbal Antonio Portocarrero, marqués de Valderrábano, encontró la muerte el 2 de noviembre de 1757, cuando tenía veintinueve años de edad. El óbito ocurrió en unas de sus visitas al monasterio de Ntra. Señora de Valbuena, a causa de la caída de un caballo. Esta muerte accidental sumió a su esposa, doña María Josefa de Zúñiga Girón y Pacheco, en una grave depresión que trastocó su vida hasta el punto de ser incapaz de sobreponerse a la desgracia, decidiendo abandonar las actividades palaciegas para ingresar en el convento de las Baronesas de Madrid, hasta su muerte, en 1796. Profesó el 14 de noviembre de 1762, festividad del Patrocinio de Nuestra Señora.

 

2.1.- Su formación en las Salesas Reales (1758-1768)

Por esta desaparición prematura, quedaba interrumpidas las esperanzas de sucesión masculina del V conde de Montijo, que entonces contaba con sesenta y cinco años. Su único descendiente era una niña de tres años. Así, María Francisca de Sales Portocarrero se encontraba huérfana paterna, siendo confiada a su abuelo, el conde de Montijo, que decidió su ingreso en un pensionado femenino, donde recibiría la educación adecuada a su rango; un hecho que quizás explica los rasgos más acusados de su carácter: la independencia, la fortaleza y la gran seguridad en sí misma, así como su elevada cultura[16].

Dicho pensionado no era otro que el Real Monasterio de la Visitación de Madrid, el mejor colegio femenino de los existentes en España; había sido creado por esos años merced a la iniciativa de Bárbara de Braganza con el propósito de procurar educación a las niñas de la nobleza.

Para garantizar el nivel, buscó una de las órdenes religiosas que se habían creado con ese fin, siendo elegida la orden salesa, fundada a principios del siglo XVII por Juana Fremiot de Chantal, con la aquiescencia y ayuda de San Francisco de Sales, de ahí el nombre de salesas.

Fue una colegiala responsable, aplicada siempre al estudio durante los diez años de su permanencia; en las aulas pudo adquirir toda una serie de conocimientos que le proporcionó una buena base cultural para seguir cultivándose, así como el saber de la lengua francesa, que le facilitó el camino para aplicarse en el ejercicio de la traducción. También se inició en el estudio de los clásicos y recibió sus primeras lecciones de música y pintura.

En realidad, fue su verdadero hogar, donde logró moldear su personalidad y consolidar sus afectos; el lugar donde iría tejiendo lazos de amistad con otras mujeres que conservaría el resto de su vida; solo lo abandonaría al cumplir catorce años, tras haberse negociado su matrimonio con Felipe Palafox Croy de Havre[17].

Se conserva en el palacio de Liria[18] un retrato de María Francisca de Sales, fechado en 1765, que coincide con su internado en las Salesas, atribuido al pintor Andrés de la Calleja Robredo, óleo sobre lienzo, 1,69×1,32 m. En el retrato la niña muestra su traje de educanda de las salesas, con una expresión viva e inteligente, con el pequeño loro, de color rojo y verde muy vivo, en su mano izquierda y las flores en la derecha. El traje negro sedoso, y el velo, la toca y los encajes son blancos. Adornada con pendientes de perlas en forma de pera y una cruz sobre el pecho. El cabello, rubio y la carnación, clara. El fondo es gris, con ausencia de muebles y cortinones. La factura de las telas y la falta de fondo manifiestan la herencia del retrato español del siglo XVII. En la parte superior tiene la inscripción: “La Exma. Sra. Dª. María Fracª de Sales Portocarrero y Zúñiga, Condesa de Montijo Educanda en el Real Monasterio de la Visitación de esta Corte de Madrid año de 1765”[19].

 

2.2.- Matrimonio con don Felipe Palafox

Como el hijo primogénito del V conde de Montijo, falleció seis años antes que él, dejó sucesora legal a su única hija, doña María Francisca de Sales Portocarrero, que sucedería en las mercedes nobiliarias a su abuelo paterno, en representación de los derechos de su padre fallecido. Del abuelo paterno[20] recibió a la edad de nueve años todas las ricas posesiones familiares y por derecho de representación del último poseedor le fueron transmitidos los títulos nobiliarios, convirtiéndose a su temprana edad en una de las casas más ricas y titulada de la nobleza española.

El pretendiente de la condesa, Don Felipe Palafox y Croy d’Havré (1739-1790) era de noble linaje. Su familia, de origen aragonés, pertenecía a la primera grandeza de España. Hijo de don Joaquín Antonio Palafox Centurión y Córdoba (1702-1775), VI marqués de Ariza y doña Marie Anne Charlotte de Croy d’Havré. Fue don Felipe Palafox, brigadier de los Real Ejército de S.M., capitán del Regimiento de sus Reales Guardias de Infantería Valona[21], gentilhombre de Cámara, mariscal de Campo de los Reales Ejércitos. Capitán de las Real Compañía de Alabarderos y Teniente General y collar de la Orden de Carlos III.

El matrimonio se había concertado al uso de la costumbre imperante en los grandes linajes nobiliarios, donde el objetivo principal era reforzar los vínculos existentes entre sí mediante calculadas estrategias matrimoniales encaminadas a perpetuar y acrecentar el patrimonio material existente; en su caso, fue una pareja bien avenida en la que debió haber afecto y cierta sintonía intelectual y religiosa, además de un gran respeto mutuo, habida cuenta de la actividad pública que desarrolló la condesa en todos esos años, sin interferencia alguna por parte de su marido.

El contrato matrimonial se celebró el 24 de octubre de 1768 en el convento donde se encontraban la novia, asistiendo su madre, la Marquesa viuda de Valderrábanos. El conde consorte de Baños, esposo de la VIII Condesa de Baños, prima-hermana de los padres de la novia, actuando como testigo y en representación de otro primo-hermano y tutor legal de ésta, el cardenal-arzobispo de Toledo, don Luis Fernández de Córdoba y Portocarrero, conde de Teba y de Ardales. En el contrato matrimonial, se establecieron cláusulas que especifican que el contrayente tendrá que adoptar el nombre y las armas de la Casa de Portocarrero, titular del condado extremeño de Montijo y otros feudos. Si los bienes aportados por el novio son valorados en 330.796 reales, los de la novia son mucho más considerables: 1.775.709 reales sin contar los mayorazgos y sus rentas, sus pertenencias de uso doméstico, joyas, carruajes y vestidos; en total, su fortuna es estimada en 2.337.411 reales.

 

2.3.- La herencia de su abuelo. VI Condesa de Montijo

Tras el fallecimiento de su abuelo paterno (1763), de su tío-abuelo el Arzobispo de Toledo (1771) y de su tía la Condesa de Baños (1792), María Francisca de Sales de Portocarrero de Guzmán Luna y López de Zúñiga se convierte sucesivamente en la VI Condesa de Montijo, XVI Condesa de Teba, IX Condesa de Baños, V Condesa de Fuentidueña, VII Marquesa de Valderrábanos, VI Marquesa de Osera y de Castañeda, X Marquesa de Villanueva del Fresno y de La Algaba, XI Marquesa de Barcarrota, Marquesa de Martorell, de Ardales, de Algava, de Molina y de Ugena, Condesa de Ablitas, Señora del Adelantazgo Mayor de Murcia, dos veces Grande de España de primera clase, Condestablesa de las Indias, Mariscala Mayor de Castilla, y de un sinfín de señoríos menores[22]. Más tarde, a toda esa lista de dignidades y títulos nobiliarios se sumarían, también por herencia, el condado de Miranda de Castañar y el ducado de Peñaranda de Bracamonte que, a la postre y a través de una de sus nietas, pasarían a engrosar el patrimonio de la Casa de Alba y de Berwick.

En los primeros años de vida conyugal, María Francisca de Sales dará a luz a ocho hijos, de los que solo sobrevivieron seis[23]: cuatro mujeres y dos varones; la futura XVI Duquesa de Medina Sidonia[24], los futuros VII y VIII Condes de Montijo[25], la futura XVI Marquesa de Bélgida[26], la futura VI Condesa de Parcent[27], y la IV Marquesa de Lazán[28]. El Museo del Prado conserva tres cuadros pintados (hacia 1805) por Alonso del Rivero de las tres hermanas Gabriela, Ramona y Tomasa Palafox Portocarrero.

La condesa y su esposo formaron un matrimonio bien avenido, de ideas marcadamente reformistas y liberales en una España abierta a las ideas de la Ilustración. Los ilustrados fueron un grupo social culto formada por nobles, funcionarios, burgueses y algunos clérigos, que se interesaron por reformar y trasformar la vieja sociedad tradicional modernizándola por medio de la ciencia, también aumentando el nivel de cultura y conocimientos para que el pueblo saliese de la ignorancia, la superstición y la creencia ciega en la religión, pretendiendo sustituirla por el valor de la ciencia y la razón.

El reformismo les llevó a enfrentarse con la Iglesia, con la mayor parte de la aristocracia y con el pueblo llano siempre fiel a las tradiciones. Cambiar la mentalidad de la sociedad es siempre un proceso lento y difícil. Los dirigentes ilustrados lo intentaron durante el siglo, pero la mayor parte de la sociedad se resistió al cambio.

Algunas reformas más importantes que los ilustrados plantearon fueron: cambios en la Administración con un modelo centralizado, unificación de Justicia y Tributos, reforma de la Marina y el Ejército, cambios en la gestión de las colonias, nuevas infraestructuras, la creación de un nuevo cuerpo de funcionarios para ocuparse de la Hacienda Pública y la instauración de un pequeño impuesto a nobles y clero.

Criticaban la sociedad tradicional, los privilegios, el clero y la iglesia, el absolutismo… Creían en la igualdad, convencidos de que el hombre debe ser libre, y apostaban por la cultura como único medio para conseguirlo. Este movimiento se sostenía en siete pilares: ciencia, naturaleza, progreso, virtud, felicidad, crítica, utilidad y, sobre todo, razón. Por ello esta época es conocida como el Siglo de las Luces.

 

2.4.- Traduce la obra del francés Nicolás Letourneux, “Instrucciones cristiana del sacramento del matrimonio”

Cuando la condesa contaba con veinte años de edad, en 1774, realiza su primera experiencia traductora. Llevaba casada seis, siendo su matrimonio a los ojos de los que la conocían un verdadero modelo conyugal, un espejo donde se miraban muchas parejas[29]. Por aquél entonces, una de las controversias públicas más sonadas en la sociedad española giraba alrededor del descrédito del matrimonio y el aumento del celibato, el fracaso de numerosas parejas y la resistencia de muchos hombres a formar una familia.

Parecía ser el momento adecuado para elegir el matrimonio como tema de reflexión; eso al menos debió pensar el obispo ilustrado de Barcelona, don Josep Climent, cuando le hizo el encargo, como asiduo visitante de su casa y contertulio habitual de su salón, del ejemplo conyugal que constituía su matrimonio. Así pues, María Francisca de Sales Portocarrero se inició en los trabajos literarios con la traducción de la obra francesa de Nicolás Letourneux, Instrucciones cristianas sobre el sacramento del matrimonio y sobre las ceremonias con el que la Iglesia lo administra. Obra en el que el prelado Climent, considera en el prólogo a Letourneux como uno de los sacerdotes más sabios y ejemplares en Francia del siglo XVII.

La condesa aceptó el encargo de este trabajo cuando se encontraba con su familia en Barcelona, donde su marido, oficial de Guardias Valonas, estaba de guarnición. Obra, por la que se vio inquietada por el Santo Oficio por una inclinación hacia los postulados jansenistas[30] como veremos más adelante. A pesar de que la obra había obtenido licencia del inquisidor ordinario de Madrid, don Gavino de Valladares y Mesía, otorgada el 11/II/1774, en la que precisa que nada se advierte en ella en contra de la ortodoxia de la fe y de las buenas costumbres[31].

 

3.- VISITA A LOS ESTADOS DE MONTIJO. AÑO 1776

Desde su matrimonio, Felipe Palafox se ocupa activa y personalmente de la gestión de sus bienes. Supervisa a sus administradores, adquiere tierras nuevas en torno a Montijo, desarrolla la cría de yeguas reproductoras en Barcarrota, Montijo[32] y Teba. En relación al ganado equino, don Pedro Álvarez Vadillo, administrador en Montijo y Puebla de la Calzada de la condesa y teniente corregidor, declara haber adquirido ejemplares a nombre de sus señores, de don Francisco Suero Lobato de Badajoz, al conde Cheles, don Pedro Gragera Asensio de Montijo y don Isidro Martín de Saavedra de Badajoz.

Dos años después, don Pablo Esteban, teniente coronel del Regimiento de Dragones de la Reina y don Fernando Mondragón, capitán del, comisionados por el Real Supremo Consejo de la Guerra, realizaban diligencias sobre el ganado yeguar y caballar que había en Montijo. En la relación figuran los del conde, declarados por el administrador Álvarez Vadillo; las yeguas con los nombres de Dorada, Corsita, Clavellina, Coronela y Cigüeña; junto con Brillante, caballo padre[33].

Con los rigores del estío extremeño, a finales de agosto de 1776[34], don Felipe Palafox visita las villas de Montijo y Puebla de la Calzada. Un acta del concejo poblanchino, de la que da fe el escribano público, don Diego Machado y Medina, ofrece detalles de la misma. Los componentes del Concejo se declaran “en lo espiritual, como en lo temporal, leales vasallos” de su señoría. Acordaron obsequiarlo con “seis carneros capados, seis pavos, doce gallinas, seis jamones de Montánchez y seis cajas de dulces del más exquisito que se encuentre”. Así mismo aprobaron el gasto de 300 reales para el refresco de dicha visita. Determinaron los ediles “pasar a la villa de Almendralejo, a esperar en ella a dicho excmo. señor. Que el vecindario ponga luminarias a las puertas y ventanas de sus casas; como también que se quiten y no echen estiércol en las calles y queden limpias y barriadas de toda basura, pena de seis reales y seis días de cárcel al que así no lo hiciera. Luego que dicho excmo. señor de vista al río Guadiana se repiquen las campanas durando dicho toque hasta que su excelencia llegue al Palacio que tiene dicho excmo. señor en su referida villa del Montijo”[35].

Un año antes de la visita a las villas de Montijo y Puebla de Calzada, había fallecido el padre del conde consorte, don Joaquín Felipe Antonio Palafox y Centurión, VI marqués de Ariza, quien poseía 734 fanegas de tierra en el término municipal de Lobón, convirtiéndolo en el mayor propietario, junto con la duquesa del Arco y el duque de Feria, según se cuantifica en 1753 el Catastro de Ensenada.[36]. Las tierras estaban repartidas por Los Lomos (300 fanegas), Las Pulgosas (224), Valdealcalde (100), y 110 en El Cotorrillo[37].

María Francisca de Sales Portocarrero había descargado en su esposo todas las preocupaciones materiales, encargándose ella de la crianza de sus hijos, para posteriormente lanzarse a la vida pública, al fundarse la Junta de Damas, adscrita a la Real Sociedad Económica de Madrid.

 

4.- SECRETARIA DE LA JUNTA DE DAMAS

La Junta de Damas de Honor y Mérito es la asociación femenina no religiosa de carácter filantrópico más antigua de España. A lo largo de su historia la Junta de Damas ha sido precursora en reivindicar la igualdad y los derechos de las mujeres, abriéndose camino, a base de trabajo, en sus inicios en una sociedad entonces muy tradicional y cerrada.

La Junta constituyó algo más que un capricho impuesto por la moda de las damas aristócratas madrileñas ilustradas, puesto que no desmereció nunca la decisión de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, cuna de la Ilustración y el liberalismo, de promover su fundación. Rápidamente fueron capaces de tomar la iniciativa y demostrar su capacidad. Ellas supieron ganarse a pulso el respeto de las autoridades, la opinión pública y el digno y sincero aprecio del pueblo de Madrid por la dedicación y responsabilidad que demostraron en todas las tareas.

Constituyeron una pionera manifestación feminista, en favor de los derechos de las mujeres, que han continuado sus sucesoras durante más de dos siglos con admirable constancia y voluntad de trabajo. En algunos períodos de su dilatada historia fue foro de discusión y debate al estilo de las academias científicas ilustradas. Sin perder de vista el compromiso cívico, en sus sesiones se debatían las novedades culturales y científicas, especialmente en medicina y educación.

La Junta de Damas no fue nunca ajena a la realidad social y evitando los proyectos utópicos irrealizables, con la mira puesta en la protección de las mujeres más desfavorecidas, contribuyó a mejorar, con sus escasos medios, la sociedad. En cierta manera, el asociacionismo femenino de origen ilustrado cubrió, por primera vez, en centros ajenos a la Iglesia, todos los espacios vitales femeninos: el embarazo y el parto, el cuidado a la infancia, las niñas desvalidas, la educación de las jóvenes, el trabajo de las mujeres y las ancianas enfermas y pobres. Sin olvidar tampoco a otros colectivos marginados como las presas, a las que intentaban sacar de la pobreza y la delincuencia[38].

A lo largo del siglo XVIII y principios del siglo XIX las figuras femeninas más importantes de la Ilustración española formaron parte del catálogo de socias: desde escritoras y artistas, a animadoras de la vida cultural madrileña y mecenas, en su mayoría aristócratas ilustradas, protectoras de las luces.

 

4.1.- En las Escuelas Patrióticas y frente al gasto de la moda femenina

Constituida la Junta de Damas, el 22 de septiembre de 1787[39], por dieciséis socias fundadoras, entre las que se encontraban: María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, hija de los condes de Oñate, que había sido nombrada doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Alcalá de Henares y, poco después, miembro de la Real Academia Española,  la condesa-duquesa de Benavente, María Josefa Alfonso-Pimentel y Téllez-Girón, que contaba con el respeto de todos por su talento y su vocación por el reformismo ilustrado, Josefa Amar y Borbón, la más destacada intelectual española de la época, que replicó a los dos socios de la Matritense con su Discurso en defensa del talento de las mujeres, y la VI condesa de Montijo, María Francisca de Sales Portocarrero, quien en la sesión del 5 de octubre fue nombrada secretaria de la Junta Damas. Cargo en el que estuvo dieciocho años, desde 1787 hasta 1805.

La condesa de Montijo se distinguió por su espíritu de decisión y de iniciativa, por su firmeza de opinión. Su asiduidad fue notable. Sólo la enfermedad, los dramas familiares o su obligación en la Corte le alejaron alguna vez, y temporalmente, de sus funciones.

María Francisca de Sales Portocarrero, lee el acta de la reunión anterior, presenta los expedientes, instancias y memorias que previamente ha estudiado, haciendo un resumen claro y crítico de cada de ellos. Lee la correspondencia recibida, así como las minutas preparadas para someterlas a su aprobación. Organiza los exámenes de las Escuelas Patrióticas, pasa órdenes a los maestros y a las instructoras. Participa en los tribunales de exámenes de las Escuelas Patrióticas[40], impulsando la educación física, moral e intelectual de las mujeres. Cumpliendo de forma sobresaliente todos los cometidos inherentes al puesto, además de someter a discusión numerosas iniciativas y propuestas que revelan una personalidad enérgica, brillante, reformista y con conciencia social.

En la Real Orden de la Fundación de la Junta de Damas, el soberano manifestaba en ella la satisfacción que le producía su creación, subrayando su esperanza de que la nueva institución, entre otros objetivos “cortase el lujo, que, al paso que destruye las fortunas de los particulares, retrae a muchos del matrimonio, con perjuicio del Estado”. Así, pues, las damas se encontraban con una línea de conducta y un programa de trabajo perfectamente definidos.

La cuestión del lujo les atañía directamente. Todas ellas, en diversos grados, seguían los costosos imperativos de la moda, ya que su origen o su rango social las obligaba a tomar parte activa en la vida mundana. La condesa de Montijo desempeñó un papel primordial en el debate. Al hacerse cargo en nombre de la Junta, reveló en su manera de tratarlo mucho de su carácter, o sea, mucho carácter[41]. Su intervención fue muy decisiva en un asunto tan curioso como el intento, por parte del Gobierno del conde de Floridablanca, de imponer a la mujer un traje nacional con visos a uniformarlas y a controlar el gasto que suponía la moda femenina de entonces. Su réplica surtió tal efecto en el ministro que éste retiró el proyecto, abandonándolo en un cajón.

Desde su intervención sobre la represión del lujo, empresa que se reveló compleja y espinosa, quedó definido el papel de la condesa de Montijo. Su firmeza de carácter y de tono hicieron de ella una secretaria estimada y temida en La Matritense. Las damas, al elegirla, habían sabido encontrar la aliada y defensora que iba a proporcionales peso y prestigio a los ojos de sus colegas masculinos, del Estado, y muy pronto de la nación.

 

4.2.- Comisión de Educación Moral y empleo de mano de obra femenina

En enero de 1788, cuando la Junta de Damas había recorrido su primer trimestre, María Francisca de Sales Portocarrero, a petición de la Junta, estudió la situación de las mujeres en la industria. Preocupada por la promoción de las mujeres, la condesa de Montijo, redactó una memoria en esa dirección. Dio lectura a un borrador en la sesión del 25 abril. Su texto fue aprobado sin reservas. La condesa decía en su instancia que convendría dar algún otro paso por el camino de la liberación que el rey había abierto mediante varias cédulas y romper así las últimas trabas que se oponían al empleo de la mano de obra femenina en numerosas ramas de la industria[42].

La Junta de Damas, en septiembre de 1794, dispuso la conveniencia de la creación de dos Comisiones de Educación Femenina (Educación Moral y Educación Física) con la finalidad de poner en marcha las disposiciones del título 8, artículos 1 y 2 de sus Estatutos. Pues la educación era asunto que ilustraba el lema de La Matritense, Socorre enseñando[43]. Fue en la comisión de Educación Moral donde se integró la condesa de Montijo. María Francisca de Sales, un mes después, presentó unas meditaciones sobre esta materia, preguntándose: “Qué suma de conocimientos de la constitución civil y negocio públicos se debe dar a las mujeres en la educación”.

Al iniciarse 1796 la condesa de Montijo informaba a la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, sobre varias memorias acerca de la importancia de la religión en la educación de las mujeres y de cuánto importa para la política y economía doméstica que las mujeres estén bien educadas. Se había tratado los inconvenientes que ocasionaría el darles conocimientos de la constitución civil y negocios públicos; principios más convenientes para librarse de los perjuicios de lujo sin faltar a la decencia.

La VI condesa de Montijo asumió la dirección de la Escuela de San Andrés que formaba parte de las Escuelas Patrióticas. Era una de las más florecientes, contaba con noventa y seis alumnas, que en el año que cerraba la centuria del dieciocho habían cosido mil doscientas cuarenta y dos piezas de lencería francesa y española y ejecutado veintiséis modelos de punto.

 

4.3.- Reformadora de las cárceles de mujeres

La Junta de Damas no fue nunca ajena a la realidad social, evitando los proyectos utópicos irrealizables, con la mira puesta en la protección de las mujeres más desfavorecidas, contribuyó a mejorar, con sus escasos medios, la sociedad. En cierta manera, el asociacionismo femenino de origen ilustrado cubrió, por primera vez, en centros ajenos a la Iglesia, todos los espacios vitales femeninos: el embarazo y el parto, el cuidado a la infancia, las niñas desvalidas, la educación de las jóvenes, el trabajo de las mujeres y las ancianas enfermas y pobres. Sin olvidar tampoco a otros colectivos marginados como las reclusas, a las que intentaban sacar de la pobreza y la delincuencia.

Desde su creación, año 1787, la condesa de Montijo se vio acaparada por las responsabilidades y cuidados inherentes a su cargo de secretaria de la Junta. Se ocupa de sus hijos, el mayor de catorce años y el más pequeño de tres. Vigila la educación de éstos, sometiéndose a las exigencias sociales y cortesanas que le impone su rango. No obstante, Paula de Demerson en su obra sobre María Francisca de Sales Portocarrero señala que el papel de una cristiana debe reservar un puesto en su existencia al ejercicio de la caridad. La condesa tiene un alma sensible, compasiva. Contribuye con donativos a socorrer a los menesterosos. Pero esta caridad, fácil cuando se poseen los medios de practicarla, no es suficiente a sus ojos.

María Francisca de Sales Portocarrero propuso al Gobierno que la Junta de Damas se hiciera cargo de la penosa situación de las presas de la cárcel de La Galera. Las condiciones miserables en que se debatían las reclusas en aquella prisión hacían que muchas de ellas envejecieran y murieran antes de que se celebrara el juicio[44].

Lejos de limitarse al papel de directora, la condesa también trabajó como simple enfermera en las dependencias carcelarias. Por otro lado, creó una asociación que se ocupara de enseñar a la detenidas oficios que les permitieran conseguir pequeños ingresos[45], y prepararlas para afrontar el momento de volver a pisar la calle, buscar trabajo y poder vivir dignamente. De este modo nació la Asociación de Presas de La Galera que constituyó una novedad sin precedentes en toda España[46].

La Asociación que profesó ideas modernas, pensando que la finalidad de las cárceles no debía ser castigar, sino corregir, pretendió humanizar los centros penitenciarios, que carecían de la higiene más elemental.

Una de las primeras preocupaciones de la Asociación de Caridad de las cárceles madrileñas fue dotar a cada penal de una enfermería decente. La higiene alimentaria fue también objeto de los cuidados de la Asociación. Intervinieron también en la lucha contra los abortos e infanticidios que se practicaban comúnmente en las cárceles, y contra la muerte por abandono o falta de cuidados de los pobres niños traídos al mundo en aquellos presidios[47].

La condesa de Montijo a quien hemos visto como enfermera de la cárcel de la Corte, estuvo afectada durante dos años a aquellas salas. Su actividad en el seno de la Asociación es una de las más variadas. Participa en todos los acontecimientos mayores o menores que afectan a la vida de las reclusas.

La condesa de Montijo perteneció a aquel puñado de mujeres intrépidas que fueron las instigadoras de aquella obra de regeneración humana en favor de las reclusas. Conoció todos los resortes de la organización, sirvió en todos los puestos que le confiaron. Por su experiencia y dedicación se convirtió en uno de los elementos de peso en la Asociación de Caridad de las tres cárceles de mujeres de Madrid. Además, María Francisca perteneció a la Congregación del Hospital de Pasión, que atendía a las enfermas incurables. Cada domingo, junto a sus hermanas de Congregación, se revestían con una especie de saco y pasaban a las salas de las enfermas donde hacían las camas, las aseaban y repartían alimentos y limosnas. Al morir, pidió la condesa que le amortajaran en aquel tosco hábito, el saco[48].

 

4.4.- Su labor en la Inclusa de Madrid. Curadora de expósitos

Es cierto que la condesa de Montijo se preocupó para reformar las prisiones de mujeres, porque vivían en condiciones miserables, pero no podía dejarse conmover por la lastimosa situación en la que se encontraban los más pequeños, a los que conocemos por expósitos, niños abandonados. En este terreno, su actividad, particularmente eficaz y notable, se ejerció gracias a la institución benéfica de la Inclusa[49].

Entre 1794 y 1799, la Inclusa dependía de la parroquia de San Ginés. Las cifras de mortandad de los expósitos eran alarmantes. En Madrid la tasa de fallecimiento en los expósitos llegaba al ochenta por ciento.

La condesa de Montijo no podía ignorar el mal funcionamiento de la Inclusa, su mala gestión económica, los abusos cometidos por el personal, la deficiente alimentación, junto con las nulas condiciones higiénicas y sanitarias en detrimento de millares de inocentes. Conmovida por el relato de tantas miserias soportadas por los niños, alarmada por la elevada proporción de fallecimientos, concibió el proyecto de interesar a la Junta de Damas en aquel doloroso problema. Al encontrar en ellas un eco favorable, se dirigió entonces, el 3 de julio de 1789, a la Junta, proponiéndole tomar a su cuidado la crianza de los niños expósitos. No fue una tarea fácil.

No sería hasta el 13 de septiembre de 1799, cuando Carlos IV entregó la dirección de la Inclusa a la Junta de Damas, ante la persistencia de María Francisca de Sales Portocarrero. El rey puso las bases en sus decretos, a fin de hacer posible los objetivos deseados como era por entonces, mejorar la eficacia en la gestión, tan deteriorada, encomendando su gestión a la Junta de Damas. La cual, primero tuvo que hacer frente a la parte económica, demandada por el sustento inminente de los niños[50].

La condesa de Montijo fue nombrada curadora de expósitos. Logró poner orden en el centro e invertir la situación tan negativa con la que se había encontrado. En 1800 y tras doce meses de hacerse cargo la Junta de Damas de la Inclusa, la mortalidad se había reducido hasta un 46% y, en 1801, al 36% lo que probaba holgadamente la eficacia e inteligencia de esas damas al frente de la institución cuando asumieron su gerencia y dirección. Sin embargo, María Francisca tuvo que dejar la Junta de Damas en septiembre de 1805 al ser desterrada de la Corte.

 

5.- LA TERTULIA DE LA CONDESA. SUS AMIGOS

La condesa de Montijo quedó viuda el 24 de octubre de 1790. Don Felipe Palafox había sucumbido quizá a los ataques repetidos de unas fiebres malignas, ante las que la medicina de su tiempo se revelaba impotente y causaban más estragos que cualquier otra enfermedad. Fue enterrado, siguiendo sus deseos, en la parroquia de San Martín, sin honores militares y en secreto, rechazando cualquier acompañamiento ostentoso. Tenía entonces la condesa treinta y seis años. La desaparición de Felipe Palafox dejó sumida a María Francisca de Sales en un profundo desconcierto.

El matrimonio había abandonado la residencia de la plazuela de los Afligidos para instalarse en un palacio situado en la calle del Duque de Alba. Allí habría de casar a cinco de sus hijos[51].

Tras la muerte de don Felipe Palafox, la condesa se mantuvo viuda durante cinco años, al cabo de los cuales decidió contraer segundas nupcias. Se encontraba entonces en plena madurez, y esta vez su elección seguiría su propio criterio buscando establecer un vínculo personal satisfactorio, al margen de cualquier convencionalismo, a pesar de tener que sortear varios obstáculos en su camino, puesto que el elegido poseía un rango social inferior al suyo.

En consecuencia, contrajo uno de esos matrimonios desiguales que no estaban permitidos por la legislación vigente; por ello, quizás no sea demasiado aventurado afirmar que, posiblemente, se tratara de un matrimonio por amor, al estilo de los que estaban abriéndose paso y ganando terreno en la sociedad europea de la época.

El futuro cónyuge era su gran amigo desde hacía tantos años, Estanislao de Lugo-Viña y Molina[52], un reputado erudito con el que tenía en común afinidades de todo tipo, ideológicas, intelectuales y religiosas; indudablemente, debió ser su personalidad la que le hizo ser tan atractivo a sus ojos, después de conocerle durante largo tiempo, ya que era uno de los contertulios habituales de su salón. Matrimonio que precisó la necesaria aprobación real, dada su pertenencia a la grandeza de España. Esta vez, como la anterior, la condesa fue nuevamente afortunada al disfrutar de un matrimonio muy bien compenetrado; era el año 1795. Desde entonces permanecieron juntos, siendo su fiel compañero en todo momento, confortándola en los sucesos difíciles que le tocó vivir, acompañándola a los diferentes destinos a donde la arrastró el destierro, y estando a su lado cuando se produjo su muerte, en 1808.

La proyección pública como aristócrata comprometida con la política reformista de los gobiernos ilustrados, de la VI condesa de Montijo, le hizo irradiar una gran autoridad entre sus contemporáneos hasta el punto de ser reconocida a lo largo de su vida con diferentes honores, entre los que destaca la condecoración que obtuvo de la Banda de la Orden de María Luisa, en 1795[53], año en la que se casó en secreto con Estanislao de Lugo.

Mujer de su tiempo, supo adoptar y adaptarse a las prácticas de sociabilidad ilustrada, manteniendo un salón en su domicilio al que concurrían como visitantes y contertulios los personajes más significativos de la escena política del momento, desde servidores del estado a escritores y eclesiásticos. Anfitriona de su salón, conductora de la conversación y agente de mediación entre los tertulianos.

Como ejercicio instructivo, formando parte de la educación materna, solía llevar consigo a sus hijas, que pronto se acostumbraron a frecuentar estos círculos, y que luego

reproducirían[54]. Situado en su palacio del centro de Madrid, en la Calle del Duque de Alba, fue el único de los salones madrileños que no se permitió ninguna frivolidad ya que las preferencias de los temas tratados en las conversaciones que se realizaron giraban en torno a una variada temática, pero siempre en relación con la filosofía, la moral, la religiosidad, la actividad política, la asistencia a los necesitados, el arte, las matemáticas y la física.

Llegó a ser uno de los círculos más representativos de la sociedad madrileña, además de los más polémicos ya que sus asistentes representan al sector jansenista o al grupo de diaristas congregado alrededor del periódico El Censor; allí solían acudir gran número de eclesiásticos ilustrados, desde la alta jerarquía como su cuñado, Antonio Palafox, obispo de Cuenca y Antonio Tavira y Almazán, obispo de Salamanca y miembro de la Real Academia Española de la Historia y de la de Bellas Artes, canónigos de San Isidro como Baltasar Calvo y otros miembros del clero medio como Juan Antonio Rodrigavárez, incluso algunos religiosos como el dominico Fray Antonio Guerrero y el Padre Estala; altos funcionarios como Jovellanos, Llaguno y Amírola, Samaniego, y Urquijo, además de artistas, escultores y pintores, como Selma, Carmona, Bayeu, Vicente López, Esteve, Goya y Manuel Álvarez, magistrados como Meléndez Valdés, y marinos como Martín Fernández de Navarrete y José Vargas Ponce, Lorenzo Villanueva, José Yeregui. Así mismo asistían a ella ilustres escritores como López de Ayala, Forner o los Iriarte. Muchos de ellos serán acusados de profesar ideas jansenistas y sufrirán diversos castigos, incluida la anfitriona, como después veremos[55].

Resulta verosímil, asegura la historiadora Paula de Demerson que sus protectores habituales Jovellanos o el obispo Tavira, fueron quienes presentaron al extremeño Meléndez Valdés a la familia Montijo. Pero el ribero Juan Meléndez Valdés fue más que un amigo de la condesa. Fue otro extremeño, Bartolomé José Gallardo, bibliógrafo, erudito y escritor, el que afirmó que “los amigos de la condesa de Montijo fueron todos los hombres eminentes que en su tiempo hubo en España: Jovellanos, Cabarrús, el ilustrísimo Tavira, y sobre todo mi paisano Meléndez, que fue su tierno amigo, y más que amigo. De sus labios y de los del sabio Tavira oí en Salamanca mil elogios de esta dama”[56].

 

6.- EL LADO JANSENISTA DE LA CONDESA

Fue un hecho que le llevó a conocer las penalidades del destierro, teniendo que abandonar la Corte y su entorno familiar, sus amistades y conocidos, y sus tareas en la Junta de Damas, abocándola al ostracismo en el que vivió sus últimos años. Los motivos aducidos para el castigo se enmarcan en la represión desatada contra el grupo de los llamados neojansenistas o filojansenistas, al que supuestamente se hallaba vinculada la condesa. Los problemas comenzaron en 1801 cuando la reacción ultramontana[57] desarrolla una fuerte ofensiva contra los ilustrados, especialmente dirigida contra Urquijo, a propósito de los famosos decretos eclesiásticos de 1799.

La Inquisición pone al obispo Tavira en su punto de mira y acepta la denuncia contra el autor de los citados decretos; poco después se produce la destitución de Urquijo[58], al que le sigue su confinamiento en Pamplona, junto con la detención de Jovellanos. En pocos meses la red neojansenista y especialmente la tertulia de la condesa queda desmantelada y sus miembros dispersados o reducidos a la impotencia[59].

La acusación de jansenista a la condesa no era nueva, pudiéndose remontar a su labor de traductora de la obra del francés Nicolás Letourneux, Instrucciones cristianas sobre el sacramento del matrimonio y sobre las ceremonias con el que la Iglesia lo administra. Dicha traducción, con el paso del tiempo, fue la causa de que se le atribuyera un papel de primer plano dentro del grupo jansenista español.

Posteriormente se sumarían otros cargos como el de haber mantenido correspondencia con el francés Clément, que sumaron un total de cuatro cartas en cuatro años. También se le reprocharía haber dirigido otras dos misivas a Bonnet, el editor de Nouvelles Ecclesiastiques; una publicación que había criticado duramente en sus páginas la estricta censura ejercida por la Inquisición sobre la cultura española, y sus negativas consecuencias, donde parece ser que tuvo alguna colaboración la condesa.

En realidad, fue una verdadera lucha por el poder entre los distintos grupos de la política española del momento: ultramontanos e ilustrados, donde habría que insertar el doble juego de Godoy, primero cercano a ellos y después sumándose a sus opositores. El carácter religioso de las acusaciones no logró enmascarar lo que fue una batalla frontal política e ideológica entre facciones.

María Francisca de Sales Portocarrero fue una cristiana comprometida. Sin embargo, la historiografía sólo se ha fijado en el lado jansenista de la condesa, sí es que alguna vez tuvo tal lado, y no pasó de ser una para-jansenista. Muchos[60] cercenaron la verdadera dimensión de la condesa por haber traducido una obra jansenista, viéndose inquietada por el Santo Oficio y luego perseguida y desterrada de la Corte.

Los llamados para-jansenistas españoles, que se reunían en el salón de la condesa de Montijo, no tenían otra mira y meta que irradiar un programa de renovación cristiana, y de regeneración espiritual de la nación española. No se supo comprender el espíritu de la reforma religiosa, que pretendían los llamados jansenistas, se la desfiguró y malinterpretó.

Las aspiraciones de los para-jansenistas españoles fueron traicionadas por el Estado, o para ser más exactos, por el favorito Manuel Godoy. Demasiados adelantados para su época, quedaron incomprendidos y fueron ferozmente perseguidos[61]. Fue la destitución de Urquijo, secretario de Estado durante el reinado de Carlos IV (1798-1800), enemigo ministerial de Godoy, la que precipitó la persecución inquisitorial contra los jansenistas[62].

 

7.- EL DESTIERRO EN MONTIJO Y LOGROÑO

En septiembre de 1805, la noticia llegó al seno de la Junta de Damas, se desterraba de la Corte a la condesa de Montijo. Aquella mujer que había animado con su inteligencia, su autoridad, su energía, su empuje al grupo de las Amigas del País durante dieciocho años; que había sacrificado al bien de la nación y de sus semejantes su propia vida personal, que había tenido fe en un ideal de vida más justo y más humano[63].

María Francisca de Sales Portocarrero formó parte, y muy activamente del movimiento femenino de la segunda mitad del siglo XVIII español, que pretendía salir del ostracismo en el que siempre estuvo condenado el mal llamado sexo débil.

La Real Orden de fecha el 7 de septiembre precisa que el rey se halla informado que la condesa habla más de lo que debiera, que está faltando en cierto modo al respeto debido al monarca; que sus actividades e intrigas son contrarias al servicio del rey, y que es voluntad que abandone Madrid en el plazo de tres días. El 9 de septiembre acató la orden del destierro y emprendió la retirada a sus tierras en los Estados de Montijo, en las que durante largos meses residió con su esposo, Estanislao de Ligo y su numerosa servidumbre en el palacio que poseía en Montijo.

Este acontecimiento que pudiera parecer un hecho aislado dentro de la historia de la villa, pone si embargo de manifiesto, el enrarecido ambiente político que se vive en los años que preceden al estallido contra el invasor francés. Pues ese ambiente convulso afecta a todas las esferas de la vida política de principios del XIX, incluso a niveles municipales de carácter local, ya que Godoy siguió muy de cerca todos los movimientos que María Francisca de Sales Portocarrero realizó en su destierro[64].

La llegada de María Francisca de Sales Portocarrero alteró de alguna manera la vida cotidiana de las villas de Montijo y Puebla de la Calzada, ambas eran “pueblos de señorío perteneciente a la excelentísima Señora Condesa del Montijo, en consecuencia, de lo cual pone los alcaldes ordinarios y presenta el beneficio curado”[65].

Previo a la llegada al destierro de la condesa de Montijo, las tierras de los Estados de Montijo habían padecido plagas de langostas que obligaron a los labradores a roturar los campos. Fueron años de sequía y con ella escasez y malas cosechas[66]. Un pan de trigo costaba entonces seis reales. En cuanto a las enfermedades que padecían los vecinos “la endémica es la terciana, y solo se cura con potazión de muchas orozas de quina, la dominante es la thisis inmutable”[67].

María Francisca de Sales Portocarrero y su esposo Estanislao de Lugo se instalaron en el viejo palacio donde habían nacido su abuelo y bisabuelo[68]. Era una vasta fábrica, baja y ancha, de una sola planta, con un elegante, aunque modesto portal dominado por el escudo de armas del IV conde Montijo. En su interior una fuente de mármol, una columna romana y una amplia cocina con una inmensa campana era lo más destacado[69].

La vida de María Francisca de Sales Portocarrero se reorganizó. La condesa se encontró con su administrador, Manuel Flores Calderón, de quien documentalmente sabemos que había llegado a la villa el año anterior. Estableció relaciones con las autoridades municipales y eclesiásticas, vecinos y colonos. Visitó sus haciendas, revisó las cuentas y comprobó la lista de los morosos y los incumplimientos sobre el diezmo de granos, semillas y ganados que tenía por un privilegio real.

Eran años en los que la villa de Montijo ofrecía escasos recursos en el terreno de lo social o intelectual. Suponemos que alguna que otra saludable tertulia haría con el cura párroco, don Gonzalo Vélez de Guevara, de la orden de Santiago[70], el alcalde Juan Gutiérrez Gragera. Pedro Gragera y Cristóbal Amores, miembros del Consistorio municipal. Don Diego Machado y Medina, secretario del Ayuntamiento. Junto con algunos miembros de la nobleza montijana, agricultores y ganaderos acomodados, como don Alonso Bootello de San Juan y don Vicente Bérriz Donoso. Como cristiana comprometida debió desvelarse por la Obra Pía de los pobres de la villa de Montijo a la que dispensaba frecuentes donativos.

Uno de los asuntos que trató en sus tertulias fue la construcción del cementerio, con la finalidad de abandonar la costumbre de enterrar en la iglesia parroquial. Pedían que fuese en un lugar ventilado y capaz para una población que llegaba a mil vecinos, a veces azotada por las epidemias, y que tuviese una capilla[71].

No faltarían las visitas al convento de religiosas clarisas franciscanas, edificio que levantó en 1685 su bisabuelo don Cristóbal Portocarrero de Guzmán, erigido en 1704 bajo la advocación del Santo Cristo del Pasmo, pues la condesa y de Montijo y sus predecesores eran patronos de él con la facultad de presentar dos candidatas sin dote[72]. Documentalmente consta que María Francisca de Sales Portocarrero ejerció tal derecho, presentando a María Antonia Vara del Rey y Botello, natural de Alburquerque, y a María Ramos Escobar, natural de Montijo, en 1769 y 1789[73].

Dos meses antes de la llegada de la condesa a Montijo, el 13 de julio, la comunidad de religiosas había tenido capítulo ordinario, siendo elegida abadesa, sor Orosia de la Concepción[74]. Frecuentes fueron también las visitas al convento-hospicio de franciscanos observantes que había fundado su abuelo, don Cristóbal Portocarrero y Funes de Villalpando, V conde de Montijo, del que era asiduo a sus tertulias en su casa palacio el religioso franciscano Antonio Calvo.

La apacible y tranquila vida en Montijo no pudo con los deseos de actividad de María Francisca de Sales Portocarrero, pues a finales de junio de 1806 se encontraba instalada en la ciudad de Logroño, para hacer una cura de aguas termales en la localidad de Arnedillo, donde pudo contactar con antiguas amistades. En esta ciudad recibió la noticia que hablaba de la participación de su hijo y sucesor, Eugenio Eulalio Palafox Portocarrero, entonces conde Teba, en los acontecimientos ocurridos entre el 17 y 19 de marzo en Aranjuez, en el que su hijo fue un destacado animador al frente del motín bajo el apodo del tío Pedro, que acabó con Godoy.

Tras el motín de Aranjuez, uno de los primeros sonidos de la agonía del Antiguo Régimen, Fernando VII levantó el destierro a la condesa, que ilusionada inicia los preparativos para su vuelta a Madrid. No llegó a hacerlo porque le entró una calentura aguda inflamatoria, de la que nada pudieron hacer los médicos para su curación, falleciendo el 15 de abril de 1808 cuando tenía cincuenta y cuatro años[75]. La ilustrada condesa de Montijo fue integrante de la parte más sana, más digna y más admirable del siglo XVIII español[76]. Antes de morir pidió le amortajaran con el saco que tantas veces se revistió para socorrer a las enfermas incurables que atendía en la madrileña Congregación del Hospital de Pasión.

 

8.- MANUEL FLORES CALDERÓN

Manuel Flores Calderón nació en Peñaranda de Duero (Burgos) el 23 de diciembre de 1775, en el seno de una familia de labradores de los más ricos de Peñaranda. Con trece años ingresó en el Seminario de Santo Domingo de Guzmán perteneciente a la vieja Universidad del Burgo de Osma, en el que obtuvo el bachillerato en Artes, la licenciatura en Teología y la cátedra de Filosofía en 1796. Durante cuatro años, el joven catedrático, impartió clases en la Universidad de Santa Catalina[77].

Flores Calderón contrajo matrimonio, el 10/IV/1799, con Isabel García Marcos, una jovencita a la que conocía desde niña, hija de una acomodada familia de profesionales del derecho. Para su boda, la condesa de Montijo regaló a la novia un valioso aderezo de esmaltes y piedras preciosas montadas sobre plata.

Flores Calderón, a comienzos de 1800, se presentó a dos oposiciones en el Real Seminario de Nobles de Madrid, una de Lógica Metafísica y otra de Filosofía Moral, consiguiendo el grado de bachiller en leyes y más tarde el título de abogado.

El ambiente de la Universidad de Santa Catalina del Burgo de Osma, repercutió en la personalidad, formación e ideas de Manuel Flores Calderón. La presencia de varios obispos ilustrados había renovado el ambiente científico y cultural del centro, permitiendo la entrada de corrientes afrancesadas, admitiendo la llegada a las aulas de catedráticos, licenciados y canónigos cada vez más fieles a las teorías de la Ilustración; quienes asumían planteamientos no muy lejanos a los defendidos aquellos años por la corriente jansenista.

De todo ello no permaneció ajeno Flores Calderón, profesor de filosofía, y por lo tanto observador privilegiado de la labor de los enciclopedistas franceses, tomando partido por el sector del claustro más comprometido con los postulados libertarios, bajo los auspicios de su íntimo amigo y lejano familiar, José Esteban Marrón.

La saludable amistad entre María Francisca de Sales Portocarrero, VI condesa de Montijo, con el antiguo obispo de la diócesis de Osma, don Antonio Tavira Almazán[78], que era asiduo miembro de las tertulias de la condesa en su palacio, posibilitaría una relación próxima de Manuel Flores Calderón con la condesa. El peñarandino decidió abandonar la docencia a causa del pobre salario que recibía. Acababa de casarse, tenía dos niños pequeños y aspiraba alcanzar una posición suficiente. Estos debieron ser los motivos para que en 1803 fuese contratado como administrador de la condesa para sus posesiones en sus Estados de Montijo.

 

8.1.- Administrador de la VI condesa de Montijo

Flores Calderón se batió en la arena universitaria y en el mundo de la política desde la razón y el bien público. Trató con los más brillantes poetas y artistas de su tiempo. Fue un idealista sensato y honesto. Coherente con sus ideas, quien en su rebeldía consciente y contra corriente, le llevó hasta el punto de sacrificar su propia vida.

Los documentos hablan que Manuel Flores Calderón, en 1804, estaba en Montijo, pues el 10 de agosto de ese año, le nacía al matrimonio el tercero de sus hijos, a quien pusieron por nombre Lorenzo. Un parto que presentó algunas dificultades, teniendo que intervenir el cirujano Pedro Domínguez. El nuevo neófito fue bautizado el 3 de septiembre en la parroquia de San Pedro Apóstol, del que fue padrino el párroco don Gonzalo Vélez de Guevara, y testigos don Alonso Bootello de San Juan y don Vicente Bérriz Donoso, dos notables hacendados y miembros de la nobleza de Montijo[79].

Alojado en la casa-palacio que la condesa tenía en Montijo, la vida del administrador transcurría con normalidad. Sin embargo, un suceso inesperado cambió la vida de la familia Flores Calderón a mediados de 1805. La condesa María Francisca de Sales Portocarrero había sido desterrada de Madrid por Carlos IV, bajo la influencia de Manuel Godoy, eligiendo ésta pasar una temporada en sus posesiones de Montijo, como hemos narrado anteriormente.

La marcha de la condesa, meses después, hacia sus estados de Logroño, trajo la normalidad a la casa-palacio de Montijo. Isabel García Marcos se quedó nuevamente embarazada, trayendo al mundo, el 23 de abril de 1807, un nuevo vástago. Una niña al que pusieron por nombre Paula. Fueron sus padrinos Norberto, el hermano menor de Manuel Flores Calderón, y su amigo de toda la vida, José Esteban Marrón[80]. Esta vez la madre no se recuperó del parto satisfactoriamente y murió tres semanas más tarde, el 14 de mayo de 1807[81].

Flores Calderón quedó viudo y con cuatro hijos pequeños: Benito, Isabel María, Lorenzo y Paula, viviendo apesadumbrado, alejado de los suyos, deambulando por la casa ancha y baja, encalada de blanco y presidida por el escudo de armas de los Montijo, a quien la noticia luctuosa del fallecimiento en Logroño, de la condesa, le entristeció aún más.

El título y propiedades de la Casa de Montijo fue heredado por el hijo de mayor de la condesa, don Eugenio Eulalio Portocarrero y Palafox, un personaje singular, cuyos devaneos políticos perturbaron en más de una ocasión a su madre.

Alineado ideológicamente en el partido aristocrático, Eugenio Eulalio Portocarrero defendió activamente la candidatura del príncipe Fernando[82]. Actitud que le llevó a participar en componendas y conspiraciones palaciegas. Participando en el motín de Aranjuez, cuyos promotores deseaban destronar a Carlos IV y relevar del cargo de primer ministro Manuel Godoy.

 

8.2.- Un quinquenio monstruoso

Los acontecimientos políticos y militares se precipitaron irremisiblemente, inaugurándose un período al que Manuel Flores Calderón llamará años más tarde, el quinquenio monstruoso, en clara alusión a la Guerra de la Independencia.  Las sublevaciones populares contra el ejército francés que desde noviembre de 1807 ocupaba, de modo pactado, España, se multiplicaron.

El levantamiento popular madrileño del 2 de mayo alertó a muchos españoles convencidos del cariz que había tomado la invasión napoleónica. El 29 de junio de 1808, el cura párroco de Montijo, don Gonzalo Vélez de Guevara, desde el púlpito, enardeció el ánimo a sus feligreses y los conminó a defender la patria, la religión y la monarquía que había sido usurpada por los franceses[83].

La recién organizada Junta de Extremadura ordenó la requisa de todo tipo de artículos, víveres, caballerías… que permitieran la resistencia armada. El conde de Montijo hizo entrega de sus granos y pertenencias en Extremadura, por lo que la administración de la hacienda dejó de tener sentido. Además, una tropa de más de 4.800 hombres y un escuadrón de caballería de 800 caballos se alojaron en Montijo durante el verano de 1809. Manuel Flores Calderón con sus cuatro hijos tuvieron que refugiarse en Badajoz.

Ambos, conde y administrador, protagonizan en el mes de agosto de 1809 -con motivo de la entrevista mantenida del primero con el General Wellington- en el que el Conde de Montijo, en un gesto patriótico entregaba lo que le quedaba de su renta y lo poco que aún no había recogido de su cosecha. A pesar de ello, fue apresado, tal y como se desprende de la carta escrita por Manuel Flores Calderón desde Badajoz, el 30 de agosto de 1809: “en medio de esta triste situación de que me hallo, como toda mi familia y el Señor Conde de Montijo, no puedo menos dirigirme a usted. El Conde, mi señor, ha sido mandado arrestar, los papeles de Montijo, inventariados, recogidos, y con toda mi familia, al principio, puestos en la calle; aún tenemos la bondad del señor Comandante Federal interino”[84]. Meses más tarde, Flores Calderón marchó a Peñaranda de Duero con el propósito de proteger a su familia.

 

8.3.- Flores Calderón en el Trienio Liberal. Presidente del Congreso de los Diputados

Terminada la guerra, Flores Calderón reinició su relación con el conde de Montijo, trasladándose a Segovia, provincia en la que don Eugenio Eulalio Portocarrero poseía un importante patrimonio. La proximidad a la capital de España le permitió conocer gente influyente y participar cada vez más intensamente en los conciliábulos madrileños a través de la masonería[85], vehículo imprescindible para formar parte, desde la clandestinidad en la política nacional. Reinstaurada, en 1820, la Constitución gaditana, el administrador de los Montijo era entonces vecino de Segovia y residente en Madrid.

La relación de amistad que dispensaba el conde de Montijo a Manuel Flores Calderón no era la de un subalterno cualquiera. El Administrador gozaba de la plena confianza del Grande de España y, a pesar de ciertas diferencias de carácter, les unía una indudable sintonía ideológica[86].

No debe resultar extraño que Flores Calderón perteneciera, como el conde de Montijo, a la masonería. En los papeles reservados del rey Fernando VII, en los que se adjuntan informes sobre los masones de 1823 obtenidos por la policía, se le cita, apareciendo con el nombre masónico de Emmanuel.

Manuel Flores Calderón trabajó intensamente durante el denominado Trienio Liberal (1820-1823), participando en reuniones y cafés, a los que acudía a veces con su paisano, Juan Martín, “El Empecinado”. Con algunos compañeros de ideas fundó el Ateneo de Madrid y fue nombrado secretario de la recién creada Dirección General de Estudios, presidida por el afamado escritor Manuel José Quintana.

Una de sus mayores preocupaciones fue, según dejó constancia en varios ensayos, “la falta de escuelas, el mal estado de los edificios, la ausencia de fondos para pagar a los maestros, la inexistencia de aulas para niños”. Por estas fechas pronunció una conferencia en el Ateneo madrileño sobre “El método que debe seguirse en la educación”. En línea con el pensamiento ilustrado francés, creyó que mediante la educación la sociedad española de mediados del XIX se encaminaría por la línea del progreso y el bienestar. Flores Calderón fue elegido diputado a Cortes por la circunscripción de Burgos entre 1822 y 1823, siendo nombrado presidente de las mismas en febrero de 1823[87].

 

8.4.- Exilio en Londres. Fusilado en Fuengirola

Con la entrada en España de los Cien Mil Hijos de San Luis se vio obligado al destierro al igual que otros muchos liberales. Como otros muchos diputados que en 1823 votaron la destitución de Fernando VII fue condenado a muerte. Manuel Flores Calderón huyó a Gibraltar. Como José María Blanco White, romántico y desarraigado que abandonaría aquella ingrata España reaccionaria, encontrando refugio en Londres.

En esta ciudad se constituyó un gobierno provisional en el exilio que nombró a Manuel Flores Calderón y al general Torrijos representantes de los liberales españoles. En el barco en el que se trasladó hasta Londres viajaba junto a Manuel Flores Calderón el Duque de Rivas. Durante su exilio en Londres comenzaría los preparativos de una expedición que según sus previsiones llevaría a cabo, con los necesarios apoyos interiores, el desembarco en España, el levantamiento insurreccional y la toma del poder.

Manuel Flores Calderón, hijo de la Constitución de 1812, con sus ideales se adelantó a su época. Su exilio marcó el camino que habrían de seguir muchos españoles durante los siglos XIX y XX. Defensor de la modernidad frente a los que anclados en el pasado luchaban por sus privilegios medievales. La rebelión encabezada por el general José María de Torrijos y Manuel Flores Calderón fue el resultado de los cambios que vivía la sociedad española en su lucha por acabar con el absolutismo de Fernando VII.

Flores Calderón se exilió en Londres, junto a su hijo Lorenzo. Nueve años después, avalado por la autoproclamada Junta de Londres y acompañado por un puñado de patriotas consiguió dirigir, junto al general Torrijos, un pronunciamiento que devolviera la libertad a España. Intento baldío porque en la madrugada del 11 de diciembre de 1832[88], en la playa malagueña de San Andrés de Málaga fueron fusilados Torrijos, Manuel Flores Calderón y otros cuarenta y siete sublevados[89]. Entre los ejecutados se encontraba un niño de quince años que se había embarcado como grumete con ellos. Un fraile franciscano, fray Joaquín de Santa Teresa, asistió a los condenados a muerte[90].

Manuel Flores Calderón rogó al fraile, en aquella última confesión que pintó Antonio Gisbert en 1881, que es un alegato en defensa de la libertad y un grito contra el autoritarismo, que no se olvidara su justa causa: “nosotros no somos traidores, que nos trajo aquí el amor de nuestro país, el deseo de libertarlo de la esclavitud que sufre, de la ignominia que lo cubre, y que lo único que queremos es el bien y la felicidad de la patria”.

Sin embargo, fue devorado por los acontecimientos, pues como otros muchos perdedores construyó un paraíso tentado por lo imposible. Abrazó la Constitución gaditana como el sueño patriótico y liberal de una sociedad que se había ganado el derecho de entrar en nuevos valores, muy distintos a los del viejo sistema, pues todo aducía por la renovación del país y la libertad de los españoles.

 

 

 

 

FUENTES DOCUMENTALES

 

ARCHIVO PARROQUIA DE LOBÓN (APL). Catastro del Marqués de la Ensenada. Libro de Seglares. Año 1753.

ARCHIVO PARROQUIA SAN PEDRO APÓSTOL DE MONTIJO (APSP). Libro II de Bautismos. Años 1620-1641. Libro IV de Bautismos. Años 1673-1703. Libro XII de Bautismos. Años 1799-1807. Libro XIII de Bautismos. Años 1807-1815. Libro I de Defunciones. 1807-1835. Libro de cuentas de la cofradía de Ntra. Señora de Barbaño (1795-1833).

ARCHIVO MUNICIPAL DE MONTIJO (AMM). Catastro Marqués de la Ensenada. Libro de Respuestas Generales. Año 1753. Legajo 3, Carpeta 24: Libro registro de caballos, yeguas y potros. Año 1775. Legajo 4, Carpeta 85. Año 1808.

ARCHIVO MUNICIPAL DE PUEBLA DE LA CALZADA (AMPC). Legajo 3, Carpeta 13. Legajo 3, Carpeta 18. Año 1776. Legajo 3, Carpeta 13.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

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[1] FRANCO RUBIO, G.A.: Una vida poco convencional en la España de las Luces: La Condesa de Montijo (1754-1808). Madrid 2011. p. 79. En la obra de Emilio Palacios Fernández, Veintiséis estudios sobre el siglo XVIII español.

[2] El marquesado de Villanueva del Fresno fue concedido el I/XI/1544 a don Juan Portocarrero y Cárdenas, señor de Villanueva del Fresno y Moguer, I señor de Barcarrota, caballero de la Orden de Santiago.

[3] ALONSO y LOPEZ, A. y otros: Elenco de grandezas y títulos nobiliarios españoles. Madrid 1976. p. 346. También NAVARRO DEL CASTILLO, V.: Montijo, apuntes históricos de una villa condal. Cáceres 1974. pp. 31-38

[4] Al fallecimiento de su tía, doña María Enriquez de Ribera, heredó agregado al Estado de Montijo la villa de Puebla de la Calzada. Conf. NAVARRO: Montijo, apuntes… Op. cit. p. 40.

[5] ARCHIVO PARROQUIA SAN PEDRO APÓSTOL (APSP). Libro II de Bautismos. Años 1620-1641. Hijo de don Cristóbal Portocarrero y Enríquez, III marqués de Valderrábano, e Inés de Guzmán y Córdoba, VII marquesa de La Algaba. Fue bautizado por don Gómez Silvestre, cura del hábito de Santiago. Fue su padrino su abuelo, don Cristóbal Portocarrero y Luna.

[6] No disponemos de su partida de defunción al no conservarse los libros de Defunción para ese período en el Archivo Parroquial de Montijo. El primer Libro de defunciones comienza en 1807.

[7] Su escudo de armas aparece en las puertas llamadas del Pilar, inaugurada en 1692, y la de San Antonio de las murallas de Badajoz, construidas en el nuevo sistema abaluartado del s. XVII.

[8] ARÉVALO SÁNCHEZ, A.: Las clarisas de Montijo. Historia del Monasterio Santo Cristo del Pasmo. Cáceres 2007. p. 33. El escudo del IV conde de Montijo está en la casa-granero, Puerta del Perdón de la parroquia de San Pedro y en el convento de las clarisas. También en una casa de la plaza de España de Villanueva del Fresno.

[9] APSP. Libro IV de Bautismos. Años 1673-1703. Fue bautizado el 19 de marzo por el cura párroco de la Orden de Santiago, don Rodrigo Alfonso Barrena y Gragera.

[10] FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, T.: Escritores franciscanos de Extremadura. Revista de Estudios Extremeños. Diputación de Badajoz. Tomo XLI, número 1, año 1985. p. 47.

[11] Contrajo matrimonio con su sobrina, doña Dominga Fernández de Córdoba, hija de su hermana doña Catalina Portocarrero de Guzmán, condesa de Teba y de don Antonio Fernández de Córdoba y Figueroa. Fue doña Dominga dama de la Princesa de Asturias.

[12] DEMERSON, PAULA: María Francisca de Sales Portocarrero, condesa del Montijo. Una figura de la Ilustración. Madrid 1975. pp. 21 y 22.

[13] Instituido el 9/IX/1614 a favor de don Francisco Enríquez de Almansa y Manrique de Ulloa, virrey de Nueva España, caballero de la Orden de Alcántara.

[14] ARCHIVO MUNICIPAL DE MONTIJO (AMM). Catastro Marqués de la Ensenada. Libro de Respuestas Generales. Pregunta trigésimo novena, fol. 27. 28/III/1753.

[15] Fue dama de la reina María Amalia de Sajonia.

[16] La historiadora Paula de Demerson señala que, en el testamento del padre de María Francisca de Sales, éste dispone que su hija fuese admitida en el convento de la Visitación. Añadiendo que el nombre de la futura condesa obedece a la devoción que la familia Montijo profesaba a San Francisco de Sales. Y tal vez a la intervención directa de su tío Luis Antonio Fernández de Córdoba Portocarrero, XIII conde de Teba, cardenal-arzobispo de Toledo, que por aquellas fechas era protector del convento de la Visitación, quien visitó a la condesita durante su internado en las Salesas. Conf. PAULA: María Francisca de Sales Portocarrero… Op. cit. p. 37.

[17] FRANCO RUBIO: Una vida poco convencional en la España de las luces… Op. cit. pp. 81-82

[18] En el segundo piso, salón amarillo.

[19] MORALES PIGA, M.L.: Andrés de la Calleja. Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia del Arte Moderno II. Madrid. 2016. pp. 66-67

[20] Don Cristóbal Portocarrero y Funes de Villalpando, falleció en Madrid el 15/VI/1763. En las venas de la condesa se mezclaba la sangre de los Fernández de Córdoba con la de los López de Zúñiga que le surtieron de los derechos para ostentar el ducado de Peñaranda, y con la de los Pacheco, Portocarrero y Téllez Girón, biznieta materna del V duque de Uceda. Sin olvidar la ascendencia de su condado de Fuentidueña en el condestable Álvaro de Luna y en los Pimentel.

[21] ARCHIVO MUNICIPAL DE PUEBLA DE LA CALZADA (AMPC). Legajo 3, carpeta 18, folio 9. 21/VIII/1776.

[22] Entre los que se encuentran las villas de La Adrada, Puebla de la Calzada, Huétor Tájar, Codesal, Ablitas, Vierlas, Los Palacios y Romanillos. Conf. AMPC. Legajo 3, carpeta 13, folio 1.

 

[23] Los dos fallecidos fueron María del Patrocinio e Ildefonso.

[24] María Tomasa de Palafox y Portocarrero (1780-1835), contrajo matrimonio con Francisco de Borja y Álvarez de Toledo y Gonzaga, XVI duque de Medina Sidonia.

[25] Eugenio Eulalio (1773-1834), casado con María de Ignacia Idiáquez Carvajal, y Cipriano (1784-1839). Contrajo matrimonio con María Manuela Kirkpatrick Grivegnée, padres de la XV Duquesa consorte de Alba, y de la Emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo.

[26] María Benita Dolores de Palafox y Portocarrero (1782-1818), casada con Antonio Ciriaco Belvis de Moncada Álvarez de Toledo.

[27] María Ramona de Palafox y Portocarrero (1777-1823). Contrajo matrimonio con José Antonio Cerda Marín de Resende

[28] María Gabriela de Palafox y Portocarrero (1779-1820). Casó con su primo Luis Rebolledo de Palafox y Melzi.

[29] Los Montijo vivieron en la madrileña Plazuela de los Afligidos núm.1. Llamada así por el convento de San Joaquín de los Premostratenses, construido en 1635, y en cuyo interior se encontraba una imagen de Ntra. Señora de los Afligidos.

[30] El jansenismo era una doctrina que pretendía limitar la libertad humana partiendo del principio de que la gracia se otorgaba a algunos seres desde su nacimiento, y a otros se les negaba. Surgió en el s. XVI a raíz de la polémica sobre la noción de la gracia divina que enfrentó a los que otorgaban mayor poder a la iniciativa divina contra los que concedían primacía a la libertad humana. Conf. J.M. GRES-GAYER: Jansenismo, en J.Y. LACOSTE (Dir.), Diccionario crítico de Teología, Madrid 2007. pp. 630-632.

[31] DEMERSON: María Francisca de Sales Portocarrero… Op. cit. p. 247.

[32] Con escusas en las fincas Fresnillo, Fresno Pinel, Satisfoya de Hoces, parte de la antigua Vara y Sarteneja. Junto con el Rincón de Gila, Las Mesas, Las Lapas y Las Canchorras.

[33] AMM. Libro registro de caballos, yeguas y potros. Año 1775. Legajo 3, Carpeta 24.

[34] Año en el que don Felipe Palafox recibió el nombramiento de Mariscal de Campo.

[35] AMPC. Legajo 3, carpeta 18. Folio 9. 21/VIII/1776.

[36] ARCHIVO PARROQUIA DE LOBÓN (APL). Libro de Seglares, fols. 78-80.

[37] GARCÍA CIENFUEGOS, M.: Lobón en su historia. Mérida 2014. p. 161

 

[38] JUNTA DE DAMAS. http://juntadedamas.org/quienes-somos/historia

[39] Real Orden de 26/VIII/1787, comunicada por Floridablanca.

[40] Fundadas en 1775 por la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Conf. PALMA GARCÍA, D.: Las escuelas patrióticas creadas por la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País en el siglo XVIII. Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea. Universidad Complutense de Madrid. p.40.

[41] DEMERSON: María Francisca de Sales Portocarrero… Op. cit. p. 149.

 

[42] Ibídem. p. 165

[43] De esta manera, alimentando día a día el espíritu de la Ilustración, La Matritense promovía la educación como herramienta de desarrollo en beneficio de todos, convencidos de que el acceso a la cultura es el único camino para alcanzar la libertad.

 

[44] retratosdelahistoria.blogspot.com

[45] Consistían en labores manuales, siendo sus trabajos ejecutados en medias, calcetas, hilado de lino y estambre, mitones, camisas finas, cordones, cadenetas, sábanas, camisas, fundas de colchón, hilado y cardado, madejas de lana y alfombras.

[46] Asociación de Caridad de las tres cárceles de Madrid: La Galera, en la calle de Atocha; la Cárcel de Corte, en la plazuela de la Provincia, frente al palacio de Santa Cruz, y la Cárcel de la Villa, en la plaza de la Villa. En las que las mujeres se hallaban confinadas.

[47] DEMERSON: María Francisca de Sales Portocarrero… Op. cit. pp. 192-193.

[48] Ibidem. p. 200.

[49] Creada por la cofradía de Ntra. Señora de la Soledad y las Angustias, estuvo en la Puerta del Sol, entre la calle Preciados y la del Carmen.

[50] ESPINA PÉREZ, P.: Historia de la Inclusa de Madrid. Vista a través de los artículos y trabajos históricos. Madrid 2005. p. 163

[51] DEMERSON: María Francisca de Sales Portocarrero… Op. cit. p. 88.

[52] Nacido en La Orotava (Santa Cruz de Tenerife). Jurista y erudito; había sido preceptor del primogénito del infante don Luis. Posteriormente ingresó como oficial en la Secretaría del despacho de Gracia y Justicia, llegando a oficial quinto. Secretario del Rey; Académico de Bellas Artes; Caballero de la Orden de Carlos III, consejero del Consejo de Indias y, quizás su cargo más querido, director de los Reales Estudios de San Isidro, donde permaneció durante dieciocho años, atendiendo especialmente a su biblioteca. A la llegada de José I se hizo afrancesado, formando parte del Consejo de Estado. Con Fernando VII se exilió en Francia, afincándose en Burdeos, hasta su muerte, sobrevenida en 1833, cuando contaba ochenta años.

[53] La Real Orden de María Luisa, creada por Carlos IV en 1792 a instancia de su esposa, la reina María Luisa, para recompensar a las mujeres nobles que se distinguieran por sus servicios o cualidades.

[54] Su hija María Tomasa de Palafox y Portocarrero, esposa del XVI duque de Medina Sidonia, siguiendo los pasos de su madre, tuvo también un salón y, con el tiempo fue presenta de la Junta de Damas de la Matritense en los años de la Guerra de la Independencia.

[55] FRANCO RUBIO: Una vida poco convencional en la España de las luces… Op. cit. p.84.

[56] Bartolomé José Gallardo estudió filosofía en Salamanca y fue protegido del obispo Antonio Tavira Almazán.

[57] Término utilizado para referirse al integrismo católico que defendía la autoridad de la Santa Sede sobre la Corona, sosteniendo posiciones tradicionalistas dentro del catolicismo romano.

[58] Fue reemplazado por Manuel Godoy.

[59] DEMERSON: María Francisca de Sales Portocarrero… Op. cit. p. 299.

 

[60] Entre los que se encuentran, Vicente de la Fuente, Menéndez Pelayo, Coloma y Ángel Salcedo.

[61] OLAECHEA, R.: Dos casos de “Literatura” femenina en el XVIII español. Cuadernos de Investigación. Universidad de La Rioja. Tomo VII. Fasc. I y II. Año 1981. p. 117.

[62] ROMERO PEÑA, A.: Caída y persecución del ministro Urquijo y de los jansenistas españoles. Revista Historia Autónoma. Núm. 2. 2013. p. 90.

[63] DEMERSON: María Francisca de Sales Portocarrero… Op. cit. p. 243.

[64] Ibidem. p.328. El 13 de septiembre desde Madrid enviaban al Administrador de Correos de Badajoz que interceptase cualquier misiva dirigida a la condesa y a Estanislao de Lugo, lo mismo en Montijo que en Mérida, para remitirla al Administrador General de Correos de Madrid que sabía lo que tenía que hacer.

[65] LÓPEZ, T.: La provincia de Extremadura a finales del s. XVIII. Asamblea de Extremadura. Mérida 1991. pp. 316-320.

[66] “Mil quinientos sesenta y tres reales, importe de los recaudado en el novenario que se hizo de rogativas por las lluvias a Ntra. Señora”. Cargo del año 1802. APSP. Libro de cuentas de la cofradía de Ntra. Señora de Barbaño (1795-1833).

[67] LÓPEZ: La provincia … Op. cit. Montijo, respuesta a la décimo tercera pregunta. p.318.

[68] Edificado sobre la antigua Casa de la Encomienda de la Orden Militar de Santiago.

[69] La piqueta la demolió a mediados de los años setenta del pasado siglo. Construyéndose sobre ella y su huerta la urbanización de viviendas conocida como Huerta del Conde (calles Extremadura, América y Conquistadores).

[70] Era obispo prior de la Orden de Santiago, con residencia en Llerena, el fuentecanteño don José Casquete de Prado y Bootello.

[71] El cementerio se construyó en el Cerro de La Cruz. Fue inaugurado el 28/VI/1807, permaneciendo en servicio hasta 1914, en el que las autoridades acordaron hacer uno nuevo. Sobre su solar está el Parque Municipal.

[72] ARÉVALO: Las clarisas de Montijo… Op. cit. p. 48

[73] Ibídem. p. 64.

[74] Ibídem. Presidido por el párroco y juez comisario don Gonzalo Vélez de Guevara. p. 133.

[75] FRANCO RUBIO: Una vida poco convencional en la España de las luces… Op. cit. p.87.

[76] OLAECHEA: Dos casos de… Op. cit. p. 119.

[77] Los datos de este capítulo están basados en la obra de IGLESIA BERZOSA, J.: Vida de Manuel Flores Calderón. El compromiso heroico de un revolucionario. Revista Biblioteca, núm. 12, Aranda de Duero 1997. pp. 53-90.

[78] Fue prior del convento de Uclés, obispo de Canarias, Osma y Salamanca, profesor de las Universidades de La Laguna y de Salamanca (recibió el encargo de Campomanes para acometer su reforma), además de académico de la Real Academia de la Lengua, de la de Bellas Artes de San Fernando y de la de Historia.

[79] APSP. Libro XII de Bautismos. Años 1799-1807. Fol. 251.

[80] APSP. Libro XIII de Bautismos. Años 1807-1815.

[81] APSP. Libro I de Defunciones. 1807-1835. Fol 3 vto. Faltaba algo más de un mes para inaugurar el nuevo cementerio católico, por lo que Isabel fue enterrada en el interior del templo parroquial de San Pedro Apóstol

[82] Sin embargo, su hermano Cipriano abrazó el partido de José I, teniendo que expatriarse y regresar a España a finales del primer tercio del siglo XIX.

[83] AMM. Legajo 4, Carpeta 85.

[84] GÓMEZ VILLAFRANCA, R.: Extremadura en la Guerra de la Independencia. Sevilla 2008. p. 156.

[85] Eugenio Eulalio Portocarrero Palafox, VII conde de Montijo perteneció a la masonería. Su nombre masónico era Muley Abhim, tenía el grado veintinueve, era primer vigilante y el segundo entre los grandes dignatarios.

[86] En 1818 el conde le otorgó a su administrador un poder amplísimo para que éste le representara sin limitación alguna en todos sus estados.

[87] Nombrado presidente por 114 votos, de un total de 129. Del 25 de febrero al 22 de marzo las Cortes se reunieron en Madrid. Del 23 de marzo hasta el 1 de mayo lo hicieron en Sevilla.

[88] Fueron apresados y fusilados en las playas malagueñas por el delito de alta traición y conspiración contra los sagrados derechos de la soberanía de S.M., tras unos días de infructuosa resistencia, y sin celebrarse previamente juicio alguno.

[89] Entre los que se encontraba el almendralejense Francisco Fernández Golfin, hijo del IV marqués de la Encomienda.

[90] CALVO PÉREZ, J.J.: Manuel Flores Calderón: un ribereño hijo de la Constitución de 1812. Revista La Vela, IES Vela Zanetti, Aranda de Duero 2005. p. 34.

Dic 062016
 

 Manuel García Cienfuegos.

Cronista Oficial de Montijo y Lobón

 

“La Puebla de la Calzada, llamada así por la vía militar de los Romanos, que iba por allí desde Mérida a Lisboa, tiene cuatrocientos, y dista un quarto de legua de Montijo, que está poblado de ochocientos; y ambas villas pertenecen al Excelentísimo Conde de Montijo; así en la una como en la otra hay porción de bellísimas huertas de frutales, cáñamos, hortalizas y otras cosas. Su riego se hace con norias, y el agua está muy superficial, siendo lucroso dicho cultivo, y de no poco recreo para los vecinos. Estas huertas podrían extenderse por aquella dilatadísima llanura algunas leguas antes, y después de Montijo, y la Puebla, hasta Badajoz, y Portugal, y haber en aquel territorio unas quantas poblaciones, si la desgracia (como decía un vecino) de las dehesas, y los cotos no lo impidiese”[1].

 

1.- LA VISIÓN DE ANTONIO PONZ

 

Así escribía don Antonio Ponz Piquer (Bechí 1725 – Madrid 1792), secretario de la Real Academia de San Fernando, académico de la Real Academia de la Historia y de las Reales Sociedades Vascongadas y Económica de Madrid, en su voluminosa obra Viaje de España que emprendió en 1771, en la que dio a conocer la riqueza artística de nuestro país, la crónica que en el último cuarto del siglo XVIII (año 1784) vivían las tierras de la hoy conocida comarca de las Vegas Bajas, visionando el proyecto de lo que sería en el siglo XX el Plan Badajoz.

En el prólogo de su Tomo VIII, este tratadista, con rotundidad, sentenciaba la Extremadura de aquellos años, pobre, huérfana y olvidada: “Este tomo y el antecedente tratan de Extremadura, de cuya provincia se sabe menos que de otras; y creen algunos que hay allí muy poco que observar en obras de buen gusto, suponiendo que toda ella está destinada a dehesas, cotos y rebaños”[2].

El viajero Antonio Ponz, deja Montijo y Puebla de la Calzada, cruza el Guadiana sobre la barca en el lugar que en la II República se construyó el conocido Puente de los Suspiros, cuyo propietario era el duque de Uceda, que también lo era del Señorío de Lobón. Tras detenerse en esta villa, por la que entonces transcurría la Carrera Real, por sus calles Derecha y Madrid, con la finalidad de dirigirse a Talavera la Real y llegar a Badajoz, aprecia la situación del momento que viven las tierras de la orilla izquierda del Guadiana:

“Entre Lobón y Talavera se pasa un arroyo llamado Guadaxira, intransitable, y peligrosísimo en los inviernos, en que la falta de un puente es causa de muchas desgracias, y de notable detención de correos, y pasageros: gran falta en un camino tan principal como éste. Se encuentra en todo él desde Mérida a Badajoz grandísimas llanuras, reducidas a pastos. Se trabaja con empeño en la construcción del camino real de Extremadura, y podemos esperar que sea uno de los mejores de España, mediante las providencias que se han tomado”[3].

Abundaba tan ilustre viajero sobre la realidad geográfica que percibieron sus ojos: Se encuentra en todo él desde Mérida a Badajoz grandísimas llanuras, reducidas a pastos. Años antes, a mediados de la centuria dieciochesca, el Catastro del Marqués de la Ensenada de Montijo, Lobón, Talavera la Real y Aldea del Conde informaba de las superficies destinadas de sus respectivos términos municipales para pastar el ganado. Así, Montijo destinaba el 55,34%, Talavera la Real el 45,8%, Aldea del Conde el 63,71% y en Lobón el 44,83%, del que el 73,20 estaba ocupado por la cabaña ganadera trashumante.

 

2.- EL INTERROGATORIO DE TOMÁS LÓPEZ

 

Cuando fenecía el siglo XVIII, es la obra del geógrafo y cartógrafo Tomás López de Vargas y Machuca, titulada Geografía Histórica de España, la que describe la situación de la comarca señalando que el río Guadiana: “prosigue su deszenso desde Mérida a Badajoz por el spazio de 9 leguas por una puente hermosa i una vega pingüe i fertilísima, pero despoblada e inculta, en el intervalo tiene dos barcas de madera que dan transito una a la villa de Lobón i otra a la de Talabera”[4].

A este panorama despoblado, ocupado por dehesas y cotos, de rebaños y pastos, de apenas sin cultivos, hay que añadirle el grave problema de la posesión de la tierra, que originó disputas, solicitando reformas que sacaran a aquella sociedad de la postración y de los abusos en la que se encontraban; reivindicando, por ello, el principal soporte de la economía: la tierra.

Los labradores y pequeños campesinos abrumados por las cargas de la nobleza o la iglesia, pendientes siempre del clima, sin otro hábito que el trabajo y el hambre, vivían en la miseria y en la necesidad de comenzar a vender su fuerza de trabajo. Dos factores actúan para llevarlos a esa situación: los privilegios de la Mesta y los labradores hacendados, oligarcas locales que dominaban la administración municipal[5].

Tomás López es concluyente en su descripción sobre la villa de Puebla de la Calzada “pues aunque toda esta tierra es de campiña, como va dicho, y propia para la labor están las más adehesadas y destinadas para la cabaña de ganaderos trassumantes, sin dejar a los pobres labradores lo necesario para la agricultura, lo que tiene arruinada esta provincia y mucho más a este pueblo, que por la escasez referida se ven obligados sus naturales a dedicarse al trato, ya lícito ya de ilícito, comercio con Portugal, como tan próximo, de que se origina la ruina de muchas familias, castigadas sus cabezas ya en cárceles, ya en presidios, ya con multas que no pueden soportar”[6].

Estos sentimientos y el contagio de un espíritu ilustrado fue la causa a la que llevó, el 14 de septiembre de 1798, a Diego Dorado, Procurador Síndico Personero del Concejo de Lobón, a alzar su voz en este manifiesto: “Que referido común que represento se compone de Pobres Labradores, único Trato y comercio de ella. Que mediante a que las tierras Labrantías y de superior calidad que hay en este término son todas o también partes propias de Forasteros, los cuales las tienen Arrendadas a otros de extraña Jurisdicción, se ve dcho mi común precisado a Arar las inferiores y salirlas a buscar a suelos extraños, de lo que sigue a éste un total aniquilamiento no tan solamente con la falta a las tierras referidas, sino también con los perjuicios que el forastero causa con sus ganados en las mieses del vecino y pastos de su término, motibo por que se han seguido, y aún en el día se experimentan las mayores desavenencias, cuestiones y criminalidades”[7].

En 1790 se había creado la Real Audiencia de Extremadura, tribunal que recibiría desde sus comienzos un aluvión de denuncias contra los ganaderos trashumantes que significaría un duro golpe para la actividad ganadera foránea, pero también para las economías de las oligarquías, que basaban una parte considerable de sus ingresos en las rentas que obtenían por la explotación indirecta de sus propiedades en beneficio de los ganaderos[8].

La notable cabaña ganadera que pastaba en la comarca, especialmente del ganado ovino y con él, una significativa producción de lana, hizo que en la décima pregunta del interrogatorio de Tomás López sobre Montijo, se afirme que “hay una fábrica de tejer lana, que construie en el discurso del año sobre 10.000 baras de gerga y costal”[9].

A pesar de la riqueza industrial derivada de la elaboración de la lana, el Catastro del Marques de Ensenada hecho en Montijo, no deja dudas sobre dónde estaba la riqueza no explotada, puesto que para producir una arroba de lana que valía ochenta reales se empleaban siete fanegas y media de tierra, las cuales, si fueran destinadas a la agricultura, tendrían un rendimiento de ochocientos diez y ocho reales.

Los limitados recursos de la centuria del XIX, empobrecida y trastornada por invasiones extranjeras, persecuciones políticas y guerras civiles, hicieron que apenas se realizaran planes y proyectos hidráulicos[10].

 

3.- PRIMEROS ANTECEDENTES TÉCNICOS Y SOCIALES PARA LA REGULACION Y COLONIZACIÓN DE LA CUENCA DEL GUADIANA

 

Fue ciertamente la influencia de los regeneracionistas, especialmente de Joaquín Costa, la que animó en casi todas las regiones a los ingenieros y políticos locales a plantear obras de regulación y aprovechamiento de los ríos. En Extremadura sería Joaquín Castel el encargado de sacar a luz estos temas, iniciando sus publicaciones con un trabajo sobre “Hidrografía de Extremadura y medios de mejorarla”, que vería la luz en uno de los primeros números de la Revista de Extremadura (año 1899).

El plan general de canales que propugnó Joaquín Costa fue la base ideológica del primer Plan Nacional de Obras Hidráulicas redactado por Gasset en 1902. Dicho Plan asignó al Estado la construcción y financiación de las obras hidráulicas, significándose así como punta de lanza del intervencionismo estatal en política de regadíos que culminaría en la Ley de 1911.

En abril de 1902, los ingenieros de la División Hidrológica del Guadiana presentan un anteproyecto basado en la construcción de un embalse en el portillo de Cíjara, del que se derivarían dos canales por sendas márgenes con los que se habrían de regar unas 120.000 has.

El Plan de Obras Hidráulicas, el famoso Plan Gasset, de ese mismo año plantea casi medio centenar de grandes obras hidráulicas, entre pantanos y canales, para el conjunto de la cuenca; en Badajoz se proponía llegar a regar más de 150.000 has (todo ello en las Vegas Altas, pues sólo mucho más tarde se plantearía el riego de las Vegas Bajas), en base al citado pantano de Cíjara.

En cualquier caso el Plan Gasset no pasaba de ser un inventario de obras posibles y de buenas intenciones. Así, el Plan Nacional de Obras Hidráulicas hacía desaparecer de la programación el embalse del Cíjara, rehabilitando los embalses de Proserpina para regar 500 hectáreas y Cornalvo, para 700 hectáreas, y construir el pantano de Alange, con el que se regarían 9.000 hectáreas, curiosamente uno de los últimos pantanos que se han construido[11].

Fue preciso esperar a la Dictadura del General Primo de Rivera para que desde el poder se adquiriera conciencia de la necesidad de efectuar una decidida política hidráulica y de institucionalizar los órganos idóneos para realizarla, a cuyo fin, siendo Ministro de Fomento el Conde de Guadalhorce[12], asistido por el número uno de la promoción de Ingenieros de Caminos de 1903, Manuel Lorenzo Pardo, por Decreto de 5 de marzo de 1926, crea las Confederaciones Hidrográficas, como órganos de actuación conjunta y armónica de los intereses públicos y privados en materia de aprovechamiento de aguas[13].

Tras la Dictadura de Primo de Rivera, el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo es llamado en 1932 por el ministro Indalecio Prieto para hacerse cargo del Centro de Estudios Hidrográficos y redactar un Plan Hidráulico Nacional. En este proyecto concedió preferencia a la cuenca atlántica, con la finalidad de ayudar a resolver problemas sociales y económicos locales, especialmente para los valles del Guadiana, Guadalquivir y Duero.

Las ideas de Joaquín Costa encontraron en Manuel Lorenzo Pardo el profesional del agua que en la Cuenca del Ebro, como responsable de la Confederación Hidrográfica, plasmó en proyectos técnicos y ejecuciones de obras, los principios ideológicos del regeneracionismo.

Pardo fue precursor de la moderna planificación hidrológica en España con la redacción del Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933. Hasta ese momento, todos los planes de obras hidráulicas habían sido meros catálogos de proyectos más o menos coherentes, mientras que en el Plan de 1933 ya se puede encontrar una visión integradora de la planificación hidrológica.

En febrero de 1932 se reunió la Junta nombrada por el Ministerio de Obras Públicas para estudiar el Plan de Obras Hidráulicas de la provincia de Badajoz, considerándose como obras hidráulicas de inmediata urgencia las de los pantanos de Cijara, Lácara, Piedra Santa, Alange y Valuengo. Los asistentes hacían constar que “con las obras hidráulicas no puede resolverse la crisis obrera durante los meses de primavera y verano del año actual, pidiendo, por consiguiente, al ministro, se continúe la reparación urgente de carreteras y construcción de ellas, durante el período de transición hasta comenzar las hidráulicas”[14].

Para el pantano de Lácara se presupuestaba 260 km2 de área para la cuenca alimentadora, 22,7 millones de m3. La presa tendría 14,5 metros de altura, fabricada con tierra y con una cubicación de 73.600 m3, afectaría a los términos municipales de Montijo, La Garrovilla y Puebla de la Calzada, con una superficie de 3.800 has de zona regable, y un presupuesto de 2.709.600 pesetas.

Pero fue la Ley de Obras de Puesta en Riego de 1932, la que por primera vez se plantea decididamente la actuación integral del Estado en la transformación de regadío y colonización, con la que definitivamente las obras del pantano del Cíjara se pondrían en marcha.

La Ley de 10 de mayo de 1932 autorizaba la ejecución por el Estado de las obras incluidas en los planes de Mancomunidades o en los confeccionados por el Servicio de Planos de Obras Hidráulicas, en virtud de ello, por acuerdo del Consejo de Ministros y a propuesta del Ministro de Obras Públicas, se decretó la ejecución por el Estado del proyecto del pantano del Cíjara, en el Guadiana, dentro de las condiciones establecidas por el artículo 1º de la Ley de 10 de mayo de 1932[15].

Al fin, el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933 definió para el Guadiana las grandes líneas de lo que luego ha sido el Plan Badajoz. Plan impulsado desde el Ministerio de Obras Públicas, del que fue responsable el socialista Indalecio Prieto (15/XII/1931 al 9/IX/1933).

Para realizar este vasto programa nacional de obras hidráulicas, Prieto decidió transformar las Confederaciones Hidrográficas (administradoras de las obras hidráulicas desde 1926) en Mancomunidades ligadas entre sí por vínculos económicos, y controladas por el Estado como coordinador de las obras hidráulicas dentro de un plan nacional cohesionado y coherente.

Indalecio Prieto creó a tal efecto un organismo especial al que llamó Obras y servicios del Cíjara, cuyo objetivo era estudiar, proyectar y construir las obras en el embalse en el Guadiana y sus afluentes[16], los aprovechamientos eléctricos y los sistemas de riego entre el Portillo de Cíjara[17] y la frontera portuguesa.

El brazo derecho del ministro fue el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo, hombre adicto a la Monarquía que había trabajado con Primo de Rivera. A pesar de sus ideas contrarias a las de Prieto, realizó su labor de principal asesor del recién fundado Centro de Estudios Hidrográficos con una eficacia asombrosa. Desde este Centro partieron todas las iniciativas tendentes a efectuar cambios decisivos en la agricultura española: regadíos, repoblaciones forestales, electrificación, etc., que, por otro lado, servirían para la realización de la Reforma Agraria sin tantas dificultades[18].

El Plan de Nacional de Obras Hidráulicas del año 1933 proponía la transformación de 108.000 has en la cuenca[19]. Entretanto, las obras de Cíjara proseguían, así como los trabajos y estudios del OSC (Obras y Servicios del Cíjara), que en 1934 presentó lo que, aunque sólo se denominase de este modo a partir de los años cincuenta, habría de ser el Plan Badajoz. Éste se basaría en los pantanos de Cíjara, Zújar, Alange y Puerto Peña, además del azud de derivación de Montijo para el riego de las Vegas Bajas[20].

Manuel Díaz-Marta describió así el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933: “Por primera vez en nuestro anales, se basó un Plan de esta clase en un concienzudo estudio de las realidades y previsiones económicas, armonizándose éstas con el probable desarrollo general del país”[21].

El 19 de febrero de 1933, Indalecio Prieto llegó a Badajoz, recibiendo a las autoridades provinciales y alcaldes de los pueblos de la provincia, con motivo de la inauguración de las obras del Pantano del Cíjara[22].

 

4.- PLAN DEL CÍJARA

 

Un estudio realizado por Obras y Servicios del Cíjara, bajo el título Las obras hidráulicas en la provincia de Badajoz, publicado en el año 1934[23], dedicado al entonces ministro de Obras Públicas, Rafael Guerra del Río (1885-1955)[24], que había nombrado director general de Obras Hidráulicas al ingeniero Manuel Lorenzo Pardo, autor del Plan Hidráulico Nacional, durante el mandato del ministro socialista Indalecio Prieto. Ambos, Guerra del Río y Lorenzo Pardo, fueron elegidos diputados nacionales por la circunscripción de Las Palmas de Gran Canaria, por el Partido Republicano Radical, desde el 5/XII/1933 hasta 07/I/1936[25].

Este estudio señala que el Plan del Cíjara comprende todas las obras a ejecutar para el aprovechamiento del río Guadiana y sus afluentes entre el Pantano de Cíjara hasta la frontera portuguesa.

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En el desarrollo del plan hay dos clases de obras: unas las de regulación de los ríos y otras las de aprovechamiento de los caudales regulados. Lo primero se consigue mediante los pantanos que figuran en el plan y lo segundo mediante los canales derivados y las redes de acequias, brazales de riego, etc.

El Plan del Cíjara decía ser el siguiente: En el Portillo de Cíjara, a la entrada del río Guadiana, en la provincia de Badajoz, se está construyendo el pantano que da nombre al conjunto de las obras hidráulicas de la región, que más tarde sería utilizado en el Plan Badajoz. Este pantano, de 1.080 millones de metros cúbicos de capacidad, permitía regular los caudales del Guadiana de tal manera, que se aseguraba una disponibilidad anual útil de 540 millones de metros cúbicos para su inversión en el regadío de las tierras de aguas abajo[26].

Se construirían tres presas de derivación con canales de riegos. Frente a Orellana la Vieja que regaría las vegas de los ríos Ruecas y Búrdalo, llegando a 40.000 hectáreas de los términos municipales de Rena, Villar de Rena, Santa Amalia y parte de los de Miajadas, Escurial y San Pedro de Mérida.

Más abajo de Mérida, sobre kilómetro y medio después de la desembocadura del río Aljucén, se están comenzando las obras de la derivación de las aguas del río Guadiana para el riego de las Vegas Bajas. Con este proyecto se regarán, por la margen derecha, 25.000 hectáreas de los términos municipales de Mérida, La Garrovilla, Torremayor, Montijo, Puebla de la Calzada y Badajoz, y por la margen izquierda, 12.000 hectáreas de los términos de Mérida, Arroyo de San Serván, Lobón, Talavera la Real y Badajoz[27].

El Plan de Cíjara, Obras hidráulicas en la provincia de Badajoz, explica las obras que comprende y los beneficios económicos que éste reportará a la región[28]. Valora las riquezas actual y creada[29], los beneficios sociales, el coste del plan[30] y tiempo necesario para su implantación, los beneficios para el Estado[31]. Compara la repercusión de la zona regable extremeña con otras ya establecidas y ofrece lo que será Extremadura con sus riegos.

 

5.- EL INGENIERO MANUEL DÍAZ-MARTA

 

Nació en Toledo el 22 de abril de 1909. Estudió el bachillerato en Toledo, en 1924 se trasladó a Madrid para preparar el ingreso en una academia de acceso a la Escuela de Caminos. Finalizó la carrera en enero de 1932, permaneciendo en Madrid dando clases de matemáticas hasta conseguir su primer empleo como ingeniero en la División Hidráulica del Guadiana en Ciudad Real. Poco después fue trasladado a Mérida, donde ingresó en el PSOE y trabajó en la construcción del pantano de Cíjara, uno de los proyectos más importantes del Plan Nacional de Obras Hidráulicas impulsado por Indalecio Prieto desde el Ministerio de Obras Públicas en 1933. Consiguió una beca de ampliación de estudios que realizó en Suiza y Alemania.

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Durante la guerra civil prestó servicio en la Confederación Hidrográfica del Ebro, residiendo en Monzón (Huesca), posteriormente se incorporó al Regimiento de Caminos nº 2 y al Batallón de Obras y Fortificaciones nº 38, donde alcanzó el grado de comandante de ingenieros. Fue herido en el frente del Ebro. Finalizada la guerra se exilió en Francia, siendo internado en el campo de concentración de Sept-Fonds hasta que pudo embarcar en el Mexique rumbo a México, donde llegó en julio de 1939.

Colaboró en las revistas Las Españas de México e Ibérica de Nueva York. Residió en México hasta 1961, dedicándose a la docencia y a la actividad profesional, donde destaca su participación en las obras de abastecimiento de aguas en Acapulco y la construcción del viaducto y los nuevos muelles de Veracruz. Desde 1962 a 1977 fue consultor hidráulico en la Organización de Naciones Unidas y en la Organización de Estados Americanos, teniendo que residir por cuestiones de trabajo en Washington, Nueva York, Buenos Aires y Asunción.

Desenmascaró la propaganda del franquismo sobre el Plan Badajoz con la publicación de folletos y un libro donde explicaba el origen de dichas obras en los planes impulsados por la Segunda República: El franquismo se adorna con plumas ajenas (1955); La propaganda franquista pretende ocultar iniciativas y realizaciones de la República (1957) y Las obras hidráulicas en España: antecedentes, situación actual, desarrollo, datos y comentarios (1969)[32]. Regresó a España a comienzos de 1977, ejerciendo como jefe de la Sección de la Confederación Hidrográfica del Guadiana hasta su jubilación en 1979. Fue elegido diputado del PSOE por Toledo en las elecciones generales de 1977 y senador por la misma provincia en 1979 y 1982. Falleció en Madrid el 6 de diciembre de 1998[33].

 

6.- INGENIEROS EN LAS OBRAS Y SERVICIOS DEL CÍJARA

 

El gobierno de la II República, como hemos señalado anteriormente, abordó las obras del Cíjara. Para llevarla a cabo constituyó un organismo especial, al que llamaron Obras y Servicios del Cíjara, cuyo objetivo era estudiar, proyectar y construir las obras del embalse en el Guadiana y sus afluentes, los aprovechamientos hidroeléctricos y los sistemas de riego entre el Portillo del Cíjara y la frontera con Portugal. Se trataba de un proyecto presentado por el ingeniero Rafael de la Escosura, de 50 metros de altura y cerca de 500 millones de m3 de capacidad de embalse. Así lo describe el ingeniero Manuel Díaz-Marta el 11 de diciembre de 1969 en el periódico Le Socialiste, con el artículo La obra hidráulica en la República[34], con ocasión de haber publicado el libro Las obras hidráulicas en España. Antecedentes, situación actual, desarrollo datos y comentarios, editado por la Agrupación Europeísta de Méjico.

Continúa diciendo Díaz-Marta[35]: “posteriormente  se preparó un nuevo proyecto de la presa del Cíjara con mayor capacidad: 1.100 millones de metros cúbicos. En el Gobierno, el impulsor más entusiasta de los obras del Cíjara fue el ministro Prieto, secundado en un principio por el director de Obras Hidráulicas Antonio Sacristán[36], al que sustituyó Demetrio Delgado de Torres[37]. El director técnico del grupo del Cíjara en los primeros años fue Rodrigo Catena[38]. El subjefe era Juan Hereza García, autor además del proyecto de la presa del Cíjara[39]. Había además un grupo de ingenieros jóvenes, entre los destacaban José Castro y Raúl Celestino[40]”.

Manuel Díaz-Marta Pinilla entra a formar parte del equipo de ingenieros del Proyecto Cíjara a comienzos de 1933, siendo, afirma, el encargado de realizar el proyecto de una presa de derivación y un canal cuya finalidad era el riego de la vega de Montijo, que comenzó en el mes de marzo. Proyecto, según confiesa, para el que se contaba con datos ya elaborados, quedando ultimado en un tiempo récord ya que en julio lo había finalizado[41].

He localizado en el Archivo Municipal de Lobón un librito bajo el título Riegos de las Vegas Bajas de Extremadura. Canal de Montijo publicado por Obras y Servicios del Cíjara, hecho en Artes Gráficas Diana de Madrid, que recoge el texto de una conferencia pronunciada en Radio Badajoz por el ingeniero Manuel Díaz-Marta, en la que presenta el Proyecto de Riegos de las Vegas Bajas del Guadiana y el Canal de Montijo.

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7.- PROYECTO DEL INGENIERO MANUEL DÍAZ-MARTA SOBRE LOS RIEGOS DE LAS VEGAS BAJAS Y EL CANAL DE MONTIJO

 

Comienza Díaz-Marta señalando que apenas existen antecedentes históricos del riego en las fértiles vegas de la provincia de Badajoz, situadas a orillas del Guadiana.

A primera vista resulta inexplicable que durante las dominaciones romana y árabe, tan constructivas, no se realizasen trabajos para poner en riego unos terrenos cuya fertilidad, clima y condiciones son tales, que hubieran podido competir sin desventaja con las feraces huertas levantinas. Tampoco quedan vestigios de obras de riego ejecutadas durante el resurgimiento español del s. XVI, o más modernamente, en la época de Carlos III, de gran actividad en toda clase de obras públicas.

La misma fecundidad de la Naturaleza en esta zona de Extremadura, fue sin duda, una de las causas de que las generaciones anteriores no pensasen en aumentar la producción de las tierras mediante el riego. La tierra era lo bastante pródiga para que existiesen gran número de ciudades romanas, algunas muy populosas, solamente con la agricultura de secano.

Se conservan, no obstante, pantanos de esta época, los llamados Proserpina y Cornalvo, pero se destinaron al abastecimiento de poblaciones y solamente debieron utilizar algún sobrante en el cultivo de algunas quintas o villas de recreo. Tiene también explicación el hecho de que los árabes no establecieran regadíos en esta comarca como lo hicieron en casi todas las de climas y condiciones análogas[42].

Más aficionados a las filigranas constructivas que a realizar obras de gran consistencia, fueron poco competentes en construcciones para embalsar y regular el agua; en cambio, dominaban el arte de desviarla de los ríos conduciéndola a la tierra por canales y acequias; pero el Guadiana, por sus prolongados y fuertes estiajes, se adapta muy mal, sin una regulación previa, a la clase de obras concebidas y ejecutadas por este pueblo[43].

 

7.1.- Los terrenos regables

 

Abandonemos por ahora los cálculos de disponibilidades hidráulicas para examinar los terrenos que por su mayor rendimiento probable y menor coste de las obras por su más adecuada topografía son más indicados para la implantación de regadíos.

Existen principalmente dos amplísimas vegas correspondientes a antiguas formaciones lagunares del Guadiana, bautizadas por el ilustre geólogo don Eduardo Hernández Pacheco[44] con los nombres de Sereniana y Augustana. La primera llanura donde están enclavados los pueblos de Villanueva de la Serena, Don Benito, Villar de

Rena, Rena, etc., comprende una extensión a ambos lados del Guadiana no muy inferior a 65.000 hectáreas.

La terraza Augustana (llamada así por estar situada entre Emérita Augusta y Pax Augusta) es una espléndida llanura de unas 40.000 hectáreas, en la cual se asienta Montijo, Puebla de la Calzada, Talavera la Real y Badajoz, entre otros pueblos menos importantes.

Una zona de esta última vega -la llamada en el mapa zona I (foto-4)- se ha escogido, por ser la más poblada y mejor comunicada de todas ellas, como punto de partida para el establecimiento del riego en las zonas reseñadas. La vega de Montijo y Puebla de la Calzada, cuyos habitantes gozan fama de excelentes cultivadores en toda la comarca, es la que ha de servir de ensayo para los trabajos sucesivos de extensión del regadío a las demás zonas, y en la que hoy ciframos todas nuestras esperanzas.

 

7.2.- Canal de riegos de la vega de Montijo

 

Este canal es el primer objetivo del plan de obras después del pantano del Cíjara; su construcción y la de la red de acequias complementarias, deben de llevarse de tal modo que sirvan para utilizar el caudal regulado por el pantano del Cíjara, apenas la presa alcance altura suficiente para comenzar la regulación.

La vega que denominamos de Montijo tiene una extensión de 15.200 hectáreas, todas en terreno llano y de excelente calidad[45], pertenecientes a los términos de Mérida, La Garrovilla, Torremayor, Puebla de la Calzada y Badajoz. El primer proyecto de canal se ha circunscrito, por tanto a la zona I (foto-4)  que estamos hablando.

La zona II (foto-4) se pondrá en riego mediante la prolongación posterior de este canal por otro trozo que comprenderá desde la ribera de la Alcazaba a la frontera portuguesa. La zona III (foto-4) de la margen izquierda se dominará con un canal que arranque de la misma presa de derivación del canal de Montijo.

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FOTO NUM. 4

 

7.3.- Distribución de cultivos

 

En el avance de distribución de cultivos señalado en el proyecto se han destinado extensiones considerables al cultivo del maíz que se importa anualmente por valor de más 80 millones de pesetas, e igualmente al de otras plantas forrajeras, en la seguridad de obtener un elevado rendimiento de estos cultivos y fácil mercado para sus productos por la importancia ganadera de esta región, abundante en pastos durante la primavera, pero escasísima en el verano, y a veces en otras épocas.

Se ha señalado un 20 por ciento de la extensión total para el cultivo de plantas industriales: algodón, tabaco, remolacha, etc. (el cultivo de las dos primeras ha dado buenas resultados en algunos puntos de Extremadura).

Por último, se destina a huerta una extensión quizás grande por tratarse de riegos de nueva creación, pero que está justificada por el consumo de hortalizas que puede suponerse a la comarca circundante de bastante población y riqueza, donde hoy escasean[46].

Los nuevos cultivos de regadío elevarán el valor de la producción anual de estas 15.000 hectáreas hasta la cifra de 40 ó 50 millones de pesetas, según cálculos realizados, partiendo de precios y producciones medias de cada cultivo.

Una buena parte estará destinada a jornales, lo que unido a la mayor variedad y mejor distribución de cultivos y a la segura aparición de industrias derivadas e incremento del comercio y transportes, resolverá de plano la crisis de trabajo que hoy azota a esta comarca, y aún absorbería el excedente de brazos de muchos pueblos de la región.

 

7.4.- Descripción de la obra

 

La presa de derivación. Se proyectó una presa constituida por un aliviadero de 150 metros de longitud que ocupa la parte central y una serie de compuertas de desagües adaptadas a las irregularidades del río, cuyo objeto es evacuar las crecidas sin que se produzca en el remanso una elevación superior a un metro.

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FOTO NUM. 5 Y 6

Las dos primeras compuertas de la derecha, de seis metros de anchura por cuatro de profundidad, sirven para la limpieza de los sedimentos que se depositan ante el canal de Montijo; a continuación hay tres compuertas de 8 x 8, emplazadas en la parte más profunda del cauce, y otras tres alzas automáticas cubriendo vanos de 20 x 3,50. En la izquierda hay situadas dos compuertas de limpia de 6 x 4,50, iguales a las de la derecha, ante la toma de agua del canal correspondiente.

El arranque de este canal de la margen izquierda es una de las mayores dificultades a vencer. En los primeros 300 metros tiene que atravesar un terreno muy movido, formado por acarreos muy erosionables, en el que queda la huella de un cauce antiguo del río. Se ha resuelto esta dificultad, asegurando la obra contra crecidas y arrastres, por medio de un canal cubierto, que en el paso de la parte más baja de esa depresión se convierte en vertedero y aumenta así la capacidad de desagüe de la presa.

Ambas tomas de agua, las de los canales de la derecha y la izquierda, se realizan por medio de un bocal de admisión, una cámara de sedimentación y regulador compuesto de cinco compuertas en el de Montijo y de dos en el canal, aún no proyectado, de la izquierda[47].

El canal. Tiene una capacidad inicial de 14,26 m3/s y pendiente de 0,000013. La sección es trapezoidal, con calado uniforme de 2,50 metros, banquetas de 0,50 y taludes en general de 1×1. En el origen tiene una anchura en la base de 6,50 metros que va disminuyendo a medida que necesita transportar menos caudal. El canal discurre siempre por el contacto de la planicie que constituye la vega con el terreno más inclinado de formaciones geológicas anteriores.

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FOTO NUM. 7

Como el terreno es de buena consistencia se construirá la sección sin revestimientos, con la capacidad suficiente para las necesidades actuales, aunque algo aumentada en los últimos kilómetros, con el fin de que estas secciones, cubierta con un revestimiento liso que aumente la velocidad del agua conducida, sirvan para el transporte de los caudales mayores que han de necesitarse cuando se construya la prolongación del canal para regar la zona II (foto 7).

Al mismo tiempo que el canal se construirá con los productos de la excavación un camino de servicio de cuatro metros de anchura, paralelo e inmediato a él, de gran utilidad para las reparaciones, obras e inspecciones, y que servirá además como una nueva vía comercial de la zona.

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FOTO NUM. 8

El trozo actual de este canal tiene como única obra importante la del paso del Lácara, con acueducto enterrado. Es en esencia una galería cubierta de 1.329 metros de longitud, que pasa por debajo de todos los brazos en que se divide el río Lácara al extender por una depresión muy llana. El acueducto se continuará por un túnel, que traviesa una loma situada inmediatamente después de la vega del Lácara. Se prefirió esta solución de paso subterráneo del Lácara para poner el canal a cubierto de cualquier avería que podría tener lugar si se construyeses terraplenes de tan grande extensión.

Las otras obras, salvo la de paso del arroyo Salado, de alguna importancia, son sólo pasos de caminos o cruces de vaguadas que no merecen especial mención.

El trozo del canal cuyas particularidades hemos descrito sucintamente tiene 30 kilómetros de longitud desde la presa hasta el punto en que vierte en la ribera de la Alcazaba donde termina, 15 kilómetros después del paso por las inmediaciones de Montijo[48].

 

7.5.- Conclusión

 

Hemos querido dar en estas notas un avance de lo que serían los futuros regadíos de la provincia de Badajoz, cuyos núcleos radicarían en las dos vegas de la Serena y de Montijo y Badajoz, y una idea esquemática en cuanto al aspecto técnico del canal de la vega de Montijo, de más inmediata construcción. Pero la resolución técnica, con ser muy importante, no lo es todo. Es al mismo tiempo lo más difícil, puesto que sólo se preocupa de la resolución de las dificultades, y lo más fácil de conseguir por la cantidad de medios que se acumulan ante estos problemas y la organización que se les enfrenta.

Aún, suponiendo resueltos totalmente en los dos aspectos: técnico y económico, el nervio del gran problema que hemos querido plantear en estas líneas, quedan la infinidad de problemas derivados: acequias, constitución de Comunidades de regantes, enseñanza agrícola, constitución de entidades de crédito, organización comercial, creación de industrias complementarias, construcción de nuevos poblados y de vías de comunicación, etc. Y, sobre todo, el sin número de pequeñas cuestiones que han de presentarse ante la implantación de los más remuneradores cultivos y métodos, pero también más costosos y exigentes, al propietario, al labrador, al colono, al simple peón…, para cuya resolución sin vacilaciones ni desmayos es necesario que todos nos sintamos colaboradores o propagandistas de esta gran obra y que procedamos a crear al ambiente de emoción y fe intensa en el porvenir, en el que se han gestado todas las grandes creaciones de los pueblos.

En suma, he aquí esbozada una vasta empresa que puede y que debe absorber las energías de todos los hijos y habitantes del país que quieran morir con la satisfacción de haber contribuido al engrandecimiento de la comarca en que vivieron y trabajaron y a la resolución de los angustiosos problemas económicos que hoy la agobian[49].

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8.- EPÍLOGO

 

            Manuel Díaz-Marta señala que el túnel de desviación del Cíjara estaba en funcionamiento desde 1934, y en 1936, al producirse la guerra civil, el cuerpo de la presa se elevaba sobre el terreno alrededor de unos veinte metros. En el canal de Montijo se trabaja también con actividad. Las excavaciones del canal llegaban cerca del pueblo de Torremayor. Si bien la presa de derivación no se había iniciado y naturalmente no había zonas de riegos, se estaba preparando su construcción, así como las de otras auxiliares para el regadío[50].

Finalizada la guerra civil, el 20 de diciembre de 1940 el Diario Hoy ofrecía a los lectores esta noticia “en menos de tres años estará construido el canal de Montijo. Tendrá 30 kms y se invertirán 18 millones ptas. La ejecución se emprenderá con las Colonias Penitenciarias”[51]. La noticia desarrollaba la propaganda franquista del momento: “El Consejo de Ministros ha declarado de urgencia la obra, cuya construcción se va a acometer con las Colonias Penitenciarias Militarizadas, esa magnífica obra de redención que tan importantes construcciones está llevando a cabo bajo el Patronato directo del Caudillo”[52].

En este contexto el ingeniero Manuel Díaz-Marta señalaba que “las discordancias entre la política hidráulica del segundo tercio del s. XX y las del primero, pueden explicarse teniendo en cuenta los condicionamientos de la época: El gran impacto de la política hidráulica del primer tercio del siglo y del Plan Nacional de Prieto en los que dirigieron esa política desde el año 1940, porque los ejemplares del Plan fueron arrojados a las llamas. Poco después, los que quedaron, fueron considerados como la Biblia para lo que quedaba por hacer”[53].

Manuel Díaz-Marta Pinilla, residiendo en México tuvo noticias de la difusión internacional del Plan Badajoz propiciado desde la dictadura del general Franco, publicando en el país azteca, en 1969, Las obras hidráulicas en España, con el fin de aclarar los orígenes de este Plan, debido al gobierno de la República. Las saludables intenciones de tan prestigioso ingeniero han sido las que me han llevado a estudiar y divulgar su obra que ha sido arrinconada y silenciada durante años.

El informe del Plan del Cíjara afirmaba, en septiembre de 1934, con ello concluyo este trabajo, que lo proyectado durante la II República, auguraba lo que años más tarde el Plan Badajoz recogió: “cuando cada parcela sea un vergel donde habite una familia que sienta la emoción insuperable de saber que la hectárea que cultiva le dará todo lo necesario para satisfacer su sustento, y tenga una casa al lado de la tierra que labore; cuando nuestras líneas férreas se vean surcadas por largos trenes de mercancías que en las épocas de recolección lleven esos productos a los centros de consumo o exportación, y las carreteras, con un trajinar constante, vomiten camiones de productos agrícolas en las fábricas aquí establecidas, para la manufactura de los productos derivados de la nueva agricultura; productos elaborados aquí, en fábricas establecidas al calor del mayor poder adquisitivo de la región; cuando los pueblos con Ayuntamientos más ricos y con habitantes viviendo en casas higiénicas ejecuten obras de urbanización que hoy desecharíamos por ostentosas; cuando, en fin, sea la gama del verde la que entone el paisaje extremeño, entonces, tal vez, haya perdido Extremadura un aspecto de la poesía que nos hablaba de sus campos bermejos, pero España habrá conquistado para la sociedad a los hombres de Extremadura y habrá cancelado la deuda que con ellos contrajo cuando los hombres de Extremadura conquistaron un nuevo mundo para España”[54].

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] PONZ, A: Viajar por Extremadura II. Badajoz 2005.  p. 155.

[2] PONZ: Viajar… Op. cit. Nota del editor.

[3] Ibídem. p. 158.

[4] LÓPEZ, T.: La provincia de Extremadura a finales del siglo XVIII. Mérida 1991. Entiéndase las acepciones pingüe como grande y abundante, y la inculta como terreno que no está cultivado.

[5] REY VELASCO, F.: Historia económica y social de Extremadura a finales del Antiguo Régimen. Badajoz 1983. pp. 127-128.

[6] LÓPEZ: La provincia de… Op. cit. p. 360

[7] Archivo Municipal de Lobón. Legajo 5, Carpeta 1.

[8] MELÓN JIMÉNEZ, M.A.: Ilustrados y reformistas en Extremadura a finales del Antiguo Régimen. Entre un nuevo orden y el volver las cosas al ser antiguo. Extremadura y la modernidad. Badajoz 2009. p. 57.

[9] LÓPEZ: La provincia de… Op. cit. p. 317.

[10] DIAZ-MARTA PINILLA, M: Evolución de las políticas hidráulicas españolas desde la Ilustración hasta nuestros días. Congreso Ibérico sobre gestión y planificación de aguas. Zaragoza 1998.

[11] BAIRAGORRI, A.: El Plan Badajoz. Conferencia en el CEP-MEP de Badajoz, 1996. pp. 4-5.

[12] Se trata de Rafael Benjumea y Burín (Sevilla 1876-Málaga 1952). Fue ministro desde 3/XII/1925 hasta el 30/I/1930.

[13] ACEDO CASTILLA, JOSÉ F.: La política hidráulica en el valle del Guadalquivir. Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Minervae Baeticae. 1977.  p.110.

[14] DIARIO LA LIBERTAD. Badajoz. 6/II/1932. La Junta estaba presidida por el ingeniero jefe de Obras Públicas de la provincia, junto con el presidente de la Diputación provincial, los alcaldes de Badajoz, Zafra, Jerez de los Caballeros y Mérida, tras ingenieros de Caminos, señores Catena, Ansorena y Díaz Ambrona; y dos abogados, Hermida y Bardají.

[15] Decreto de fecha 3/X/1932. Gaceta de Madrid núm. 279, 5/X/1932. pp. 66-67. Siendo presidente de la República Niceto Alcalá Zamora y Ministro de Obras Públicas, Indalecio Prieto.

[16] Según informe del ingeniero Manuel Díaz-Marta Pinilla.

[17] Situado en un estrechamiento entre las sierras de La Lobera y La Rinconada.

[18] RUIPÉREZ, M.: Indalecio Prieto: Entre la República y el Socialismo. Revista Tiempo de Historia núm. 13, diciembre 1975.

[19] En el año 1932 el número de hectáreas de cultivos y aprovechamientos de la provincia de Badajoz era de 2.178,4 millones, de las que 1.284,7 millones era montes, dehesas y pastos. Conf. INE. Anuario Estadístico de España.

[20] BAIRAGORRI: El Plan Badajoz… Op. cit. p. 5.

[21] MERINO, M. del M.: Manuel Lorenzo Pardo (1881-1953). Revista Ambienta. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Año 2001, núm. 2. p. 64.

[22] Archivo Municipal de Lobón. Legajo 87, Carpeta 1. 18/II/1933. Archivo Municipal de Montijo. Registro Actas de Sesiones (1932-1933) Tomo X. Sesión celebrada el 18/II/1933, fol. 24. Por Lobón asistió Esteban Muñoz María, primer teniente de alcalde. En Montijo lo hizo el alcalde Miguel Merino Rodríguez

[23] Fechado en septiembre, en la ciudad de Mérida.

[24] Miembro del Partido Republicano Radical. Fue ministro de Obras Públicas entre septiembre de 1933 y octubre de 1934.

[25] Conf. www.congreso.es Histórico de Diputados.

[26] OBRAS Y SERVICIOS DEL CÍJARA: Las obras hidráulicas en la provincia de Badajoz. Año 1934. p.9.

[27] Ibídem. p. 10.

[28] Agrupándolos en tres clases: Los generados por el paso de cultivo de secano a regadío. Los producidos por la creación de industrias derivadas por la nueva agricultura y ganadería. Beneficios resultantes de industrias no relacionadas con las anteriores. Ibídem. p. 12.

[29] Ascendiendo a un total de 2.315,3 millones de pesetas. Ibídem. p. 20.

[30] Cifrado en 212 millones de pesetas. Ibídem. p. 23.

[31] Estimados por el canon de obras a los regantes, por el exceso de la contribución de las tierras de regadío sobre las mismas tierras de secano, y por las contribuciones indirectas percibidas por industrias, transportes y demás elementos que nazcan del estado de cosas por el regadío. Ibídem. pp. 24-25.

[32] También en el periódico EL SOCIALISTA, AÑO XIII, núm. 5.890, 29/VII/1957. p. 4, editado en Toulouse (Francia).

[33] Notas extraídas de la Fundación Pablo Iglesias (Diccionario biográfico), y DIAZ, J.A.: Aproximación al exilio republicano: Castellanos sin Mancha. Exiliados castellanos- manchegos tras la guerra civil. Revista Añil núm. 19, Universidad Castilla La Mancha. Año 1999, p. 8. También en Cátedra del Exilio. Proyecto Exiliados en México. Política y Sociabilidad. CIHDE/UNED.

[34] Le Socialiste se editaba en Francia. La redacción estaba en 12, Cité Malasherbes-Paris, 9, su director era Georges Brutelle. Se trata del número 406 de su octavo año. En una de sus cabeceras se insertaba este anuncio: “Se ha prohibido El Socialista y nosotros os devolvemos Le Socialiste. Queremos sencillamente restituiros, como hermanos, algo al menos de los medios que tan vergonzosamente os acaban de quitar”.

[35] Páginas 4 y 5 de Le Socialiste. También puede consultarse el artículo de Julián Leal en el Diario HOY, 18/IX/1996, con ocasión de participar Díaz-Marta en el Aula Hoy de Badajoz.

[36] Catedrático de Derecho Mercantil (Madrid-1902-México 1986). Fue, a finales de junio de 1931, diputado por Cáceres por el partido Acción Republicana. Fue nombrado por Indalecio Prieto director general de Aduanas y director general de Obras Hidráulicas. Sería depurado en 1937. Se exilió en Paris y en México D.F., donde fue profesor de Teoría del Derecho Económico y Teoría Monetaria, en la Universidad Nacional Autónoma. Conf. Universidad Carlos III de Madrid. Diccionario de catedráticos españoles de Derecho (1847-1943)

[37] Ingeniero Agrónomo. Fue delegado del gobierno en las Mancomunidades Hidrográficas del Duero y el Guadalquivir.

[38] Sobre él afirma Díaz-Marta: “Trabajador infatigable, al que se debe más que a nadie la disciplina de trabajo y alta eficacia con la que actuó aquel grupo”. Conf. Le Socialiste. 11/XII/1969, núm. 406. p. 4.

[39] La Presidencia de la Junta Técnica del Estado, publicaba en el suplemento del BOE núm. 37, Año II, el 13/II/1937, “Examinado el expediente instruido por el Ingeniero Director de Obras y Servicios del Cíjara, expediente ampliado después por el Ingeniero Jefe de Obras Públicas de Badajoz contra el Ingeniero de Caminos don Juan Hereza García, afecto a aquellos servicios, de lo cual resulta que el expedientado no solamente era hombre de ideas políticas disolventes, sino que las llevó a la práctica, contribuyendo a la formación de las milicias rojas que se constituyeron en el Pantano de Cíjara, Vista la propuesta de V.E., el Decreto 108 de la Junta de Defensa Nacional y el Decreto-Ley de 5/XII/1936, esta Presidencia ha dispuesto la separación del servicio del citado funcionario y su baja definitiva en el escalafón de su Cuerpo”.

[40] Presidente de la Comisión del Patronato de la Escuela Técnica Superior de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, y presidente de la Fundación Agustín de Betancourt. Publicó varios trabajos que analizan los sistemas de abastecimiento romano.

[41] Le Socialiste, Op. cit. 11/XII/1969. p. 4

[42] Conferencia pronunciada en Radio-Badajoz por el ingeniero Manuel Díaz-Marta. Obras y Servicios del Cíjara. p.4. Díaz-Marta probablemente dio esta conferencia en 1933, una vez que finalizó el proyecto.

[43] Manuel Díaz-Marta y José A. García-Diego publicaron el trabajo “Las obras hidráulicas españolas y su relación con las americanas”, en la Fundación Juanelo Turriano, en el que detallan las presas extremeñas de la Edad Moderna, mencionando la Presa de Trujillo, también llamada Albuera de San Jorge, construida por Francisco Becerra en el año 1577.

[44] Geólogo, paleontólogo y arqueólogo (Madrid 1872-Alcuéscar 1965). Su tesis doctoral la realizó sobre “Estudio geológico de la Sierra de Montánchez”.

[45] Un año después de la realización del proyecto, Díaz-Marta afirmaba sobre la Vega de Montijo, que era fértil, con densidad de población agrícola y abundancia de medios de comunicación, haciéndola una de las mejores zonas de España para la implantación del regadío. Conf. DIAZ-MARTA, M: “El Canal de riegos de la Vega de Montijo”. Revista de Obras Púbicas. Núm. 2.658. 1/XII/1934. p. 434.

[46] Se destinaban 3.040 has. a cereales de invierno, 3.648 para praderas artificiales, 2-380 has para maíz y segundas cosechas. 912 para forrajes y legumbres. 3.040 a plantas industriales, 1.368 para huerta y cultivo hortícola, y 760 has. para cultivos arbustivos y arbóreos. Conf. Conferencia pronunciada en… Op. cit. p. 8.

[47] Que permitían la admisión de 22 m3/s, en el canal de Montijo, y en el de la izquierda (luego llamado canal de Lobón) capacidad para 8 m3/s. Conf. DIAZ-MARTA, M: “El Canal de riegos… Op. cit. p. 435.

[48] Conf. Conferencia pronunciada en… Op. cit. p.14.

 

[49] Conf. Conferencia pronunciada en… Op. cit. pp. 15 y 16.

[50] Le Socialiste, Op. cit. 11/XII/1969. p. 4.

[51] En las Vegas Bajas del Guadiana, concretamente en Montijo, se creó la Segunda Agrupación de Colonias Penitenciarias Militarizadas donde los prisioneros, llegados de toda España, la mayoría condenados a treinta años, llevaron a cabo el trabajo más duro en la construcción del canal de Montijo a cambio de obtener la libertad condicional en tres o cuatro años. Conf. “La represión republicano-franquista en la provincia de Badajoz”. GUTIERREZ CASALÁ, J.L. p. 236, en Memoria Histórica y Guerra Civil: Represión en Extremadura, coord. por CHAVES PALACIOS, J. Badajoz 2004.

[52] Diario Hoy. También en: El Plan Badajoz: entre la modernización la propaganda política. RIESCO ROCHE, S. y RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, F.J. International Conference, Lisbon, ISCTE-IUL, 27-30 January 2016, p.8.

[53] DIAZ-MARTA: Evolución de las políticas hidráulicas… Op. cit. p. 11

[54] Conf. OBRAS Y SERVICIO DEL CÍJARA: Las obras hidráulicas… Op. cit. pp. 29 y 30.

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