Dic 182020
 

Serafín Martín Nieto

 

En los Coloquios Históricos de Trujillo del año pasado, abordamos la fundación de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad bajo los auspicios del obispo de Coria don Pedro García de Galarza. A ella, anexionó una serie de cofradías. La principal, justamente la que aportó la ermita, la de Santa María de los Caballeros, fue también entonces objeto de nuestro estudio. En 2020, lo completamos con la exploración de las restantes a partir de los pocos y dispersos datos hallados en diferentes archivos.

 

SAN MIGUEL

San Miguel era una de las más antiguas ermitas de Cáceres. En su testamento otorgado en Sevilla el 16 de octubre de 1340[1], ya la cita Juan Alfonso de la Cámara, primer señor de Orellana la Vieja: “e mando a Santa María de Cáçeres para la obra diez maravedís e mando a Santa María Magdalena del Alcázar de Cáçeres diez maravedís para la luminaria e mando a todas las otras yglesias de la villa e del arrabal de Cáçeres e a San Miguel e San Pedro sendos maravedís a cada una para la obra”[2]. Pero, ¿dónde se ubicaba esta ermita? Desde luego, en el arrabal, no muy lejos de la villa. La afirmación en las ordenanzas de la Soledad de que estaba incardinada en la ermita de Santa María de los Caballeros nos hace suponer que este templo podría haber estado dedicado en sus inicios al príncipe de los arcángeles, toda vez que los cambios de advocación de las ermitas no resulta un hecho inusual[3].

La fundación de su cofradía se sitúa en torno a 1570, según se deduce de la carta de censo otorgada el 1 de diciembre de 1574 por el tejedor Benito Sánchez Amigo y su hermano Francisco Sánchez, junto con sus respectivas mujeres, Leonor Martín y María Alonso, de quinientos maravedís de renta al quitar, por siete mil de principal, a favor de la cofradía de San Miguel, “nuevamente ordenada e ynstituyda”, “la qual dicha cofradía se sirve y canta en la yglesia de Nuestra Señora Santa María de los Cavalleros”, y de su mayordomo, el carpintero Francisco Martín, sobre casas que confinaban con dicho templo[4].

En los pocos años de existencia, procuró reunir bienes para cumplir con sus fines. El 23 de abril de 1577, Blas García traspasó, por siete maravedís, a la cofradía de San Miguel quinientos maravedís sobre unas casas de Francisco Sánchez Redondillo y su mujer Teresa Jiménez en la calle que iba de San Juan a San Antón (hoy San Pedro), colindantes con las de Juan de Ávila Figueroa, que dos décadas después se integrarían en el convento de San Pedro[5].

La penuria de datos nos impide conocer más acerca de su origen e historia.

 

SANTA MARÍA DEL PRADO

Para atender a las necesidades religiosas, los particioneros de los distintos asentamientos edificaron una serie de ermitas en los pagos y dehesas del término de la villa. Para la defensa de sus intereses, solían agruparse en torno a cofradías dotadas de ordenanzas cuyo objeto era no sólo el bien espiritual, sino sobre todo la conservación de sus cultivos. No se conservan las ordenanzas de esta época de Santa María del Prado, pero sí la de otras ermitas del entorno, cuyo tenor apenas se diferenciaba de unas a otras[6].

Y este es, sin duda, el origen del santuario de la hoy patrona del Casar de Cáceres, ubicado en el sitio de la Jara, rodeado de viñas con lagares y vasijas pertenecientes a vecinos de la villa de Cáceres. Este paraje sería conocido a lo largo de la historia como las viñas de Santa María del Prado. Su cofradía estuvo incardinada en el templo parroquial de San Juan y existía ya en 1498, como veremos.

Parte de la primitiva imagen de Nuestra Señora del Prado, entronizada en un retablo rococó tallado por Vicente Barbadillo, se encuentra embutida en la actual. En la segunda mitad del siglo XVIII, en Cáceres, entre las cofradías que se lo pudieron permitir, se generalizó la costumbre de enviar a Madrid las antiguas imágenes marianas para dotarlas de ojos de cristal a fin de adaptarlas al gusto de la época. De entonces, debe datar la brutal transformación de la Virgen del Prado.

La actual capilla mayor se levantó a comienzos del siglo XVI (Foto 1).

 

Foto 1. Capilla mayor de Santa María del Prado. Foto: Serafín Martín Nieto

 

Para su construcción, Alonso Holguín donó ocho mil maravedís, que pagaría su hijo el camarero Sancho de Paredes Golfín, el cual añadió otros 15.650 para completar la obra. Por este motivo, la clave de la bóveda blasona las armas de los Golfines:

“Conosco yo, Juan Mateos, mayordomo de Nuestra Señora Santa María del Prado, que resçibí de vos, el señor Sancho de Paredes, Camarero de la Reyna nuestra señora, que aya santa glorja, tres mjll maravedís de los ocho mjll maravedís, con qujnientos más quel señor Alonso Holgujn, que aya glorja, me avja dado, los quales son para en cuenta e pago de los ocho mjll maravedís que mandó para la obra de Señora Santa María del Prado, los quales dichos ocho mjll maravedís, no enbargante quel dicho Alonso Holgujn los mandó dar e se me djeron los dichos tres mjll maravedís, se deven a vos el dicho Sancho de Paredes; por otra parte a vos el dicho Sancho de Paredes qujnze mjll e seysçientos e çinquenta maravedís, por los quales tenéys dos obligaçiones del orno questá arrendado para Santa Marja del Prado e un poder mjo para recabdar e cobrar los dichos maravedís. E porques verdad, rogué a Gonçalo Djaz que lo fermase por mj de su nonbre, porque yo no sé escrivjr. A ocho de otubre de mjll e qujnientos e çinco años. Gonçalo Djez (firmado y rubricado)”[7].

El concejo del Casar entabló pleito contra Juan Mogollón, mayordomo del Prado, a consecuencia de las penas impuestas a los lugareños por los daños que causaban sus ganados en las viñas. Interpretando laxamente una ejecutoria ganada en Granada, pretendían que llevasen al corral del Casar los animales prendados y las penas fueran similares a las que se imponían en el lugar. Benito Delgado, mayordomo de 1578, ante el teniente de corregidor, licenciado Diego de Valdivia, declaraba que el Casar sólo poseía por término media legua alrededor del pueblo y que era allí donde ellos podían poner guardas para la conservación de las viñas y heredades contenidas en dicho término, pero las viñas del Prado estaban a más de legua y media y dentro de la jurisdicción de Cáceres y las penas que se aplicaban eran las contempladas en las ordenanzas de la villa. Y, cargando las tintas contra los casareños, añadió que “e aún convenía que las dichas penas fuesen muy mayores, espeçialmente contra los vezinos del lugar del Casar por ser, como son todos, muy dañinos e perjudiçiales e que asuelan y destruyen las heredades de tal manera que no solamente no se pueden criar plantas de nuevo, pero las que están criadas de muy atrás las destruyen”[8].

El lugar del Casar trató en múltiples ocasiones de alcanzar la condición de villa, eximirse de la jurisdicción de Cáceres y gozar de término propio. Por ello, con frecuencia, como hemos visto, las relaciones eran tensas. El 21 de marzo de 1588, Bartolomé Sánchez Melón el viejo y los clérigos Hernando Gil y Benito González, en su nombre y en el de los demás “herederos y señores del pago de viñas que dizen Santa María del Prado”, donde poseían “muchas heredades de viñas e higuerales e nuestras casas e lagares de mucho valor e calidad”, otorgaron poder a procuradores de Cáceres y de la Corte para oponerse a dicha pretensión por cuanto “recibiríamos mui notable daño y pérdida”[9].

Una vez agregada a la cofradía de la Soledad, los particioneros siguieron nombrando mayordomo y alcaldes que velaran por sus haciendas. El 24 de septiembre de 1599, congregados “en el çimenterio de la parrochial de Señor Sant Juan de esta villa”, los clérigos Benito Gil, Diego Alonso Mariño, Gonzalo Sánchez y Andrés Sánchez; Antonio Sánchez de Dios, Vasquiáñez de Soto, el cerero Alonso López, el barbero Francisco Ruiz, el sastre Pedro González sastre, Juan Franco, Gonzalo Jiménez Corchado, el escribano Juan Romero, todos vecinos de Cáceres, eligieron mayordomo del pago de Santa María del Prado a Pedro González y por alcaldes a Gonzalo Gil y a Antonio Sánchez “para la guarda y conservaçión” de dicho pago, otorgándoles poder cumplido para cuantas acciones judiciales o extrajudiciales debieran llevar a cabo[10].

La agregación del obispo Galarza no afectó a la cofradía existente en Casar de Cáceres en honor de la que hoy es patrona de la localidad.

De este periodo de su historia solo conocemos los escasos datos relativos a escrituras de censos que hemos hallado en los protocolos notariales.

El 31 de diciembre de 1498, ante Pedro de Moreda, Pedro Martín Gazapo y María González vendieron a la cofradía 200 maravedís perpetuos anuales por 2.300 de principal que impusieron sobre casa en la calle del Horno de la Feria (calle Andrada) que lindaba con la de Pedro Juan y con el arroyo de Caganchas (Río Verde). La cofradía dió la casa a censo perpetuo a García Michel e Isabel García por 200 maravedís anuales el 2 de septiembre de 1526 ante Francisco de Figueroa. Tras pasar por varios propietarios descendientes de Michel, acabó por el mayorazgo de doña Clara de Ribera en la familia Perero, la cual lo redimió en 1785[11].

Otra escritura contra los bienes de Gonzalo de Figueroa otorgada el 1 de noviembre de 1527[12].

450 maravedís sobre casa en Barrio Nuevo que la cofradía vendió a censo enfitéutico al clérigo Mateo Delicado el 22 de junio de 1533 ante Francisco de Figueroa[13].

228 maravedís sobre el suelo y propiedad de unas casas en la calle de Morales, luego Sancho Blázquez y Barrio Nuevo, linde las de Cristóbal Martín Macotela y las del clérigo Jerónimo González, y por la espalda “con el camino que iva a el Matadero donde jugavan a los birlos”. Como llevaban más de treinta años derrumbadas y convertidas en solar sin cobrar la renta, el 28 de octubre de 1543, ante Francisco Borje, las traspasaron al mencionado clérigo Jerónimo González por 114 maravedís anuales sobre viña en Santa María del Prado al sitio conocido como el Pozo de Solís[14], “en el camino de la Xara a Nuestra Señora de Altagraçia”[15].

250 maravedís y una gallina sobre el suelo de una casa en la calle del Horno[16].

200 maravedís y dos pollos sobre acera en la dehesilla de Arriba, a orillas del cauce de la rivera y a la vera de la calleja que iba del molino a las viñas del Calerizo[17].

Año Mayordomo Alcaldes Escribano
1498 Alfonso Martín de Loriana
1507 Juan Mateos
Benito Gómez
1526 Juan Sánchez Montero Francisco García, sastre Alonso González

 

SAN ANTÓN EL VIEJO

En la colación de Santiago, se alzó un emporio de ermitas, entre las cuales, la de San Antón el Viejo o San Antonio de los Vaqueros. Su ubicación exacta radicaba en la calle de Romero, llamada también de Juan de la Peña y de Antonio Gutiérrez, en la actual plazuela de la Audiencia. Se la denominaba el Viejo por cuanto fue anterior en el tiempo a la ermita y cofradía de San Antón de los Escambriones, que se emplazó en la actual calle que lleva su nombre.

Desconocemos el momento de erección de esta ermita que se desacralizó en fecha no muy posterior a 1562. El 30 de julio de dicho año, Juan Miguel, viudo de Catalina López, con motivo de la boda de su hijo Benito Martín con Elvira López, hija de Lorenzo Jiménez y Catalina Gómez, vecinos de Sierra de Fuentes, les ofreció, entre otros bienes, la mejora de la casa que le dejó Benito Martín, abuelo del novio, en la calle de Juan de la Peña, linde la que fue de Pablos Picón y la iglesia de señor San Antón, sobre las cuales tenía un censo la cofradía de la ermita[18].

Una vez desafectada, se transformó en casa de morada. La imagen del santo se trasladó a la ermita de San Lázaro, donde se le rindió culto hasta que tras la guerra de Sucesión fue mandada derruir por el obispo don Sancho de Velunza y Corcuera.

La decisión del obispo Galarza de agregarla a la recién fundada cofradía de la Soledad, no sentó bien. Por ello, congregados el 13 de febrero de 1583, apoderaron al mayordomo y a procuradores de Cáceres para comparecer ante el prelado y ante cualquier otra justicia para que “podáis contradezir e contradigáis la junta que su Señoría Yllustrísma pretende hazer de la dicha confradía de Señor San Antonjo con la confradía de Nuestra Señora de la Soledad y pedir y suplicar a su Señoría se sirva de no las mandar juntar, antes que la dicha confradía de San Antonio se esté dividida y apartada de por sí, como sienpre a estado, sirviéndose en la dicha hermjta de señor San Lázaro, donde tiene su altar e rretablo, porque de se juntar viene mucho daño y perjuizio a la dicha confradía de San Antonio y a la de señor San Lázaro y a la de San Andrés, que asímismo se sirve y canta en la dicha hermjta”.

Ante el apremio del obispo, el 10 de agosto de dicho año, confirieron poder al mayordomo, los alcaldes y a procuradores de Cáceres para responder a un mandamiento del obispo Galarza “que nos a sido notificado en rrazón de dezir que se a de juntar la dicha confradía de señor San Antonio con la confradía de Nuestra Señora de la Soledad. Y que se ysiban y entreguen los papeles, escrituras y rrecados” y oponerse a él de todas las formas legales, incluida las recusaciones de abogados y jueces y la posibilidad de recurrir al rey.

Cuatro días más tarde, reunida la cofradía de San Lázaro bajo la presidencia del mayordomo Benito Martín Santos y los alcaldes Diego Martín y Lorenzo Martín, con asistencia de los cofrades Alonso de Solís y Yuste Martín, apoderaron al mayordomo y a procuradores de Cáceres para pedir al obispo que no se llevase de dicha ermita a la cofradía de San Antón de los Vaqueros ni la agregase a la de la Soledad, pues “está obligada a rreparar la dicha yglesia de señor San Lázaro y que la confradía de señor San Lázaro es pobre y se perderá la dicha yglesia porque no tiene con qué poderla sustentar. Y de que la dicha yglesia de señor San Lázaro se aumente y no venga en demjnuçión, conviene a esta villa y a sus veçinos y espeçialmente a los comarcanos mucha utilidad y provecho por la dicha yglesia de mucha devoción, y le pedir se sirva de la juntar con la dicha confradía de señor San Lázaro la de señor San Antonio y que estén juntas e yncorporadas una con otra”[19].

De nada valieron tales súplicas ni la perspectiva de pleitos: el obispo se mantuvo firme en su decisión. Y la cofradía con todos sus bienes se fusionó con la de la Soledad. Sin dilación, el primer mayordomo de la Soledad, Hernando Cambero Valverde, solicitó a su mentor, el obispo, permiso para vender a censo enfitéutico la antigua ermita, cuya “abocaçión estava en el arraval de la dicha villa, a la collaçión de señor Sanctiago, en la calle que diçen de Juan de la Peña, que alinda por una parte con casas de Benito Martín, perayle, y por otra con casas de Mençía Alonso, veçinos de la dicha villa; e junto con la dicha hermjta de suso deslindada tenja una casa con sus corrales”. Sin duda, la tradicional casa del ermitaño, o santero, como se les denominaba en Cáceres.

El 18 de marzo de 1583, por cuanto convenía a sus planes, don Pedro García de Galarza rápidamente lo autorizó argumentando que llevaba ya muchos años en usos profanos[20].

“Don Pedro Garçía de Galarça, obispo de Coria, etc. Por quanto por parte de Hernando Cambero Valverde, mayordomo de la confradía de Nuestra Señora de la Soledad del Monte Calvario y vezino desta villa de Cáçeres nos fue presentada la petiçión siguiente:

Ilmo. Sr. Hernando Cambero Valverde, mayordomo de la confradía de Nuestra Señora de la Soledad del Monte Calvario digo que por mandado de V. Sia Ilma se juntó y allegó a esta sancta confradía la confradía que se deçía de Sanct Antón el Viejo, la qual la dicha confradía tenía su yglesia con una casa y corrales, y no es ya de ningún effecto para la dicha confradía como a V. Sía le es notorio. Por tanto, pido y suplico a V. Sia mande dar liçençia en forma, usando de su poder ordinario para que la dicha casa se venda o dé a çenso en almoneda pública en el que más diere, para lo qual, etc.

Por tanto, Nos, vista la dicha petiçión, attento que nos consta que la dicha yglesia de la confradía dicha de Sanct Antón está muchos días ha profanada con liçençia de nuestro anteçessores, y que la casa y corrales son de muy poco o ningún efecto, y que vendiéndose o dándolo a çenso será más útil y provechoso a la dicha confradía. Por la presente, damos liçençia para que las dichas casas y corrales se pongan en almoneda pública en la qual anden y se pregonen por spaçio de un mes, y en la persona que más diere por ellos o a luego pagar o a çenso al quitar se le rematten, tomando el dicho mayordomo la seguridad y fianças neçessarias de manera que a la dicha confradía no pueda venir daño ninguno, porque siendo por su culpa, lo pagará de su hazienda y de todo, él pueda hazer qualquier scriptura o scripturas públicas en forma por ante scrivano que para la validaçión y firmeza dellas damos esta nuestra liçençia y facultad. En Cáçeres, a diez y ocho días del mes de março de MDLXXXIII años

Petrus episcopus cauriensis

Por mandado de Su Sia Yllma

Juan Sánchez de Ledesma, secretario”.

Una vez alcanzada la licencia, Valverde dejó la mayordomía. A su sucesor, Pedro González, sastre, le cupo todo el proceso de la almoneda de la antigua ermita con la casa contigua y el corral. Se remató en Juan de Luján por cincuenta y siete reales de renta de censo perpetua, pagadera en los dos plazos habituales y con la obligación de mantenerlas en perfecto estado. Luján las traspasó al escribano Alonso Pacheco y a su mujer Beatriz Gómez, a quienes otorgó carta de venta el mayordomo el 27 de abril de 1584[21] (Foto 2).

 

Foto 2. Ubicación de la ermita de San Antón el Viejo. Foto: Serafín Martín Nieto

 

Con ello, se simplificaban las devociones, antaño tan duplicadas en Cáceres. Así. el 25 de octubre de 1588, Alonso Sánchez Sevillano, mayordomo de la cofradía de San Antón de los Escambriones a la que ya denomina de los Vaqueros, junto con los mayordomos Diego Hernández Cotrina, de la Vera Cruz; Juan Moreno, del Dulce Nombre de Jesús; Juan Martín Pérez, del Santísimo Sacramento; Rodrigo Vara, de Nuestra Señora del Rosario; Francisco Sánchez Mostazo, de San Benito; Francisco Lorenzo, de Santa Catalina; Gonzalo Hernández, de los Mártires; Alonso Gómez Pozo, de Nuestra Señora de la Concepción; Diego Durán, de Nuestra Señora de la Soledad del Monte Calvario; Juan Sánchez Sevillano, de San Andrés; Andrés García, de Nuestra Señora de la Misericordia; Alonso Lorenzo, de San Blas; Juan de Ávila Maldonado, de San Jorge; Pedro González, de Nuestra Señora de la Caridad; Simón Sánchez Ojalvo, de Santa Ana, otorgaron poder a favor de los procuradores de Cáceres y de la audiencia episcopal de Coria, de la metropolitana de Salamanca, de la Corte de Madrid y de Granada para que pudieran comparecer ante el Supremo Consejo y el juez metropolitano del arzobispado de Santiago con residencia en Salamanca y ante el obispo Galarza para presentar alegación contre un auto proveído por el licenciado Francisco Rojo, visitador general del obispado, “en que manda que los mayordomos de las cofradías desta dicha villa no conpren bienes nj rrenta ni otra cosa alguna para las dichas cofradías syn licencia e mandado del obispo deste obispado so ciertas penas como del dicho auto se contiene”[22].

En su testamento, el licenciado Gabriel Gutiérrez de Prado dispuso que en sus casas principales se fundara un hospital con capilla donde hubiera sagrario y un retablo bueno con las imágenes de bulto de San Antón y San Benito. Curiosamente los titulares de las dos ermitas cercanas a su morada[23].

El corregidor don Francisco Ramírez de Haro, caballero de Santiago, “tomó para la obra del dicho hospital y plazuela que se hizo delante de las puertas prinzipales de él dos casas que se derribaron para el dicho efecto, la una de ellas que fue de Francisco Sánchez Bravo, enterrador, en la calle de Juan de la Peña, donde asimismo se edificó el dicho hospital, lindando con la calleja del horno de Rodrigo de Ovando y con otra casa que fue de Alonso Pacheco”, “la qual fue hermita de San Antón”. Ambas se compraron “a los dueños de ellas para las derribar como las derribaron para hornato del dicho hospital y hazer, como se hizo, la dicha plazuela”[24]. En el momento del derribo, el edificio de la ermita servía de cilla de la parroquia de Santa María. La ermita y casa del ermitaño lindaban solo por arriba con las casas del mencionado enterrador.

El 14 de septiembre de 1640, la cofradía solicitó el reconocimiento de ambos censos, que ascendían a 72 reales de renta, ya que, por las ocupaciones de su residencia y brevedad de su partida, no lo hizo el corregidor Ramírez de Haro[25].

La imagen de San Antón, de pequeño tamaño, recibió culto en la cercana ermita de San Lázaro mientras esta permaneció en pie. Después, pasó a la iglesia de Santiago, donde ha recorrido varios altares. Actualmente, se custodia en la sacristía (Foto 3).

Foto 3. Imagen de S. Antón (Foto: Serafín Martín Nieto)

Las rentas que poseía eran las siguientes:

El 9 de junio de 1532, Pedro González Pulido, mayordomo de la cofradía de Santo Toribio, y Francisco Picón, hijo de Macías Picón, mayordomo de la de San Antonio de los Vaqueros dieron a censo a Juan del Quarto y Benita González una casa que ambas cofradías tenían en la calle de los Moros, linde la de los compradores, por 210 maravedís para la de Santo Toribio y 90 para la de San Antón, con las obligaciones de rigor de tener la casa siempre en buen estado[26].

250 maravedís sobre el molino de la Torrecilla, propiedad de Alonso de Paredes Delgadillo.

400 maravedís perpetuos sobre casa en la calle de Pedro de Sande, linde las de Miguel Gutiérrez y las de Teresa Gómez, que el escribano Alonso Pacheco compró a Juan Gutiérrez de Ulloa[27].

80 maravedís sobre el suelo y propiedad del corral de la casa en que vivía Teresa Gómez, viuda de Diego Sánchez Solana, que pagaba su difunto padre Hernando Blanco, en la calle de Sande, linde la que fue de Beatriz de Ulloa, que poseía el arriba citado escribano, y las del tejedor Cristóbal González.

115 maravedís sobre casa con corral en la calle de Roa, por otro nombre de Sande, que el cardador Miguel Gutiérrez heredó de su padre Gutierre Sánchez una casa con corral en la calle de Roma, que también se llama de Pedro de Sande, linde la de Alonso Pacheco escribano y la de Francisco Lorenzo[28].

250 maravedís sobre siete días que en el molino del Garzón poseía María Gutiérrez de Sanabria, viuda de Rodrigo Picón[29].

450 maravedís sobre casa en Barrio Nuevo de la citada viuda, linde las de Cristóbal clérigo y la de la capellanía de los Escobar[30]

335 maravedís perpetuos sobre casa en la calle de Romero que el cardador Benito Martín Miguel heredó de su abuelo, Benito Martín Botero, linde con casa de dicha cofradía y por abajo con la de Antonio Gutiérrez de Sanabria[31].

510 maravedís sobre casa contigua a la ermita, en la calle de Juan de la Peña linde con la calleja del horno de Rodrigo de Ovando, que se derribó para hacer la plazuela[32].

Estos son los únicos nombres de los cofrades que hemos encontrado.

Año Mayordomo Alcaldes Cofrades
1532 Francisco Picón
1582-83 Andrés Martín Macho Hernán Sánchez Juan Macho, Nicolás Rodríguez, Alonso Martín Durán, Francisco de Molina, Benito Martín, Juan Martín Maderuelo, Juan Martín, Tomé García Cabezalbo
1583-84 Alonso Martín Durán Benito Martín y Alonso Martín Nicolás Rodríguez, Francisco de Molina, Francisco Martín Caballero, Alonso García
1588 Alonso Sánchez Sevillano

 

SANTA MARINA

De la cofradía de Santa Marina, “que se sirve en el altar de su advocaçión en la yglesia de San Juan”, los datos son también muy parvos: se limitan a unas escasas noticias encontradas en los protocolos notariales referentes a las dos casas que poseía y a algunas rentas de censos.

En actual plaza de San Juan, paralela a la Corredera, se alzaba una manzana de casas que, por las traseras, daba origen a la estrecha y reducida calle de Ovando, desaparecida en 1902[33]. En ella, la cofradía poseía dos casas colindantes.

La grande, lindaba por abajo con casas de los hijos de Sebastián Jiménez Ballesteros. La cofradía se la había dado a censo perpetuo, el 27 de febrero de 1539 ante Diego González, por 500 maravedís y 2 gallinas anuales al tejedor Alonso González Heredia, quien se la mandó en dote a su hija Isabel Rodríguez para casarla con Juan Valdivieso, hornero que fue del cercano horno de poya. Heredia se reservó su usufructo vitalicio, sin embargo el 10 de mayo de 1572 renunció a él[34]. Hernando de Ovando Becerra compró esta casa junto con las que colindaban con los corrales de sus casas principales. Sin embargo, su hija, doña María de Ovando Becerra la vendió al presbítero Gabriel de Grajos, quien, el 22 de abril de 1597, reconoció a la cofradía de la Soledad como propietaria de dicha carga[35]. Seguramente la venta solo tendría validez mientras viviese la vendedora, como ya hubo hecho su padre Hernando con Isabel González, viuda de Juan Bravo, “posehedora de unas casas que le dio por los días de su vida Hernando de Ovando”. Diego Criado Ojalvo la compró al concurso de acreedores a los bienes de doña Teresa de Perero Ovando, mujer de don Jerónimo de Godoy Ovando. De él, la heredó su hija doña Josefa Gertrudis Flores Tejado, mujer de don Juan Nicolás Pizarro Estopani, quien reconoció el censo el 12 de septiembre de 1725 ante Francisco Martín Pozo Andrade.

Esta casa se alzaba en la calle que iba de la Corredera a la de Gallegos y Postigo, frente a las traseras del horno, y hacía esquina con la calleja que va de esa calle a la iglesia de San Juan y calle Gallegos, colindante con una casa pequeña que poseían don Rodrigo de Ovando Godoy y doña Francisca Espadero y Torres; por la parte de la calle donde se abría la puerta principal, con casa del mayorazgo de Rodrigo y Gutierre de Ovando que poseía don Diego de Ovando Ribera y Córdoba. Pizarro se la vendió a Juan Ramos Berrocal, quien, como nuevo poseedor, reconoció el censo a instancias del mayordomo Pedro Gutiérrez el 6 de agosto de 1750[36].

La pequeña, colindante con la anterior y la de Juan Rodríguez Criado, hacía esquina a la calle de Ovando y la calleja que va de San Juan a la subida del Postigo y a la calle de los Gallegos. La tenían acensuada Andrés Gentil y su mujer Inés Martín, quienes vendieron las mejoras realizadas en ella a su hermano Juan Gentil por tres ducados de oro. Pero el mayordomo Pedro Holguín Cabezón reclamó el derecho de tanteo, cuya escritura se otorgó el 13 de octubre de 1539[37]. Posteriormente, se dedicarían a morada de gente pobre. El licenciado Gonzalo Martínez Espadero ofreció dar a la cofradía por estas casas, “que se suelen dar para en que bivan personas pobres”, otras que él tenía en las cercanías, en la calle de Carniceros, que había comprado a Alonso de Perero, linde las de Rodrigo de Ovando y las del corredor Juan Pérez. Contando con licencia del obispo don Diego de Deza de 11 de enero de 1572, el 1 de mayo, estando reunidos en los poyos a la puerta del Sol de San Juan, efectuaron este trueque que les resultaba muy beneficioso por cuanto la casa de la cofradía tenía una sola planta y estaba situada en una rinconada húmeda, mientras que las del licenciado Espadero tenían dos y se emplazaban en un lugar más saneado y porque, además, les daba cien maravedís de renta perpetua.

“Don Diego de Deça, por la graçia de Dios y de la Sancta Yglesia de Roma, obispo de Coria, del Consexo de la Magestad Real, etc. Vista la petiçión que por Françisco Cotrina Delgado, en su nombre y como mayordomo de la Confradía de Señora Sancta Marina, que se sirve en el altar de su advocaçión en la parrochial yglesia de Señor Sant Juan de la villa de Cáçeres, de nuestra diócesis, nos fue dada diziendo que la dicha confradía tenía una casa en la collaçión de Señor Sant Juan, linderos casa de Alonso Gonçález Heredia y calleja que va de la dicha yglesia a la calle de los Gallegos, que se suele dar para en que bivan pobres; y por estar en unas rrinconadas inmundas y en sitio secreto y húmido, enfermo y ascondida, avían acordado de darla en trueco al liçençiado Spadero, vezino de la dicha villa, por otra que él tenía en la dicha collaçión, en la calle de Carniçeros, linderos casas de Rodrigo de Ovando y de Juan Pérez, conque el liçençiado diese y pagase demás de la dicha su casa a la dicha confradía perpetuamente çien maravedís de rrenta de çenso cada año y le pusiese unas puertas en la pieça baxa y una vigueta y toçones en lugar de otros questavan quebrados. Y con esto el dicho trueco era evidentemente provechoso a la dicha confradía y pobres, y más por estar en muy mejor calle y sitio enxuto, sano y apazible y tener alto, lo qual no tenía la de la dicha confradía, pidiendo mandásemos dar liçençia para ello y aprobar y confirmar el dicho trueco. Y visto ansimismo el pareçer que estando juntos los offiçiales y confrades de la dicha confradía por nuestro mandado, dieron firmado de sus nombres ante notario de como a la dicha confradía era útil y provechoso y a los pobres hazerse el dicho trueco y convenía en la forma de la dicha petición, mandamos dar la presente por el thenor de la qual y por nuestra auctoridad ordinaria en la causa y forma que mejor podemos y a lugar de derecho, damos liçençia a la dicha confradía y confrades della para que lo hagan y efectúen, conforme a la dicha petiçión y en rrazón dello otorguen en favor del dicho lieçençiado Spadero y rreçiban en él de la dicha confradía la scriptura o scripturas que se rrequieran, con las fuerças, vínculos, firmezas, sumissiones, rrenunçiaciones de leyes y obligaçiones que convengan y sean nesçesarias, a que ynterponemos nuestra auctoridad y decreto judiçial, tanto quanto podemos y a lugar de derecho. Dada en Cáçeres a onze días del mes de enero de mill y quinientos y setenta y dos años.

Didacus episcopus. Por mandado del obispo Françisco Sánchez del Arroyo, secretario. Firmado y rubricado” [38].

Poco tiempo la conservó el licenciado Espadero. Ya porque se arruinaran o porque las mandara derribar, en 1573 estaba convertida en un solar que, el 12 de febrero de dicho año, dio a censo perpetuo a Pedro Bravo, “el qual dicho sitio y solar quedó de una casa que la cofradía y cofrades de Santa Marina desta villa me dio en trueco por otra que yo le di en la calle de Carnjçeros, conque yo avía de dar más a la dicha cofradía y cofrades della çien maravedís de rrenta de çenso perpetuo para syenpre jamás, ynpuestos y cargados sobre las casas de Alonso Gonçález Heredia”[39].

La nueva casa de la calle de Carniceros mantendría el uso asistencial como comprobamos a través de la venta otorgada el 8 de agosto de 1583 por parte del cardador Jerónimo Digán, viudo de María Sánchez la Muriela, de la parte de casa que a sus hijos les correspondía de sus abuelos maternos en la calle de Carniceros, linde “con casas de la confradía de Santa Marina desta villa que se da la bivienda por amor de Dios”[40]. Aún lo mantenía en 1599[41].

Además, contaba con estas rentas:

15 maravedís perpetuos sobre casa en la colación de San Juan, linde con los corrales de las casas de Cristóbal de Ovando. El 20 de noviembre de 1540, Antonia González, viuda de Alonso de Escobar, y su yerno Pedro Gutiérrez, marido de María de Escobar, vendieron la casa con esta carga a Diego Alonso y a Juana González[42].

100 maravedís sobre casa en la calle Gallegos, linde las de don Francisco de Perero y las del sastre Diego Jiménez, conforme al trueque realizado por el licenciado Espadero[43].

Año Mayordomo Alcaldes Escribano Cofrades
1539-1540 Pedro de Grajos, escribano Pedro Holguín Cabezón
1571-72[44] Francisco Cotrina Delgado, tintorero Martín Delgado, tintorero Hernando Alonso, clérigo Bartolomé Delgado, tintorero; Juan Mogollón, Miguel González Parrón

 

SAN JULIÁN

Aunque no figura en las ordenanzas fundacionales de la Soledad entre las agregadas, sin embargo, lo cierto es que la de San Julián lo fue a la par que las otras. Fue una cofradía de escasísima vitalidad y que apenas ha dejado rastro.

La única renta que hemos hallado, es la siguiente:

115 maravedís sobre casa en Barrio Nuevo que fue de Hernando de Osma[45].

 

SAN BARTOLOMÉ DEL PIZARRAL

Cáceres, cuenta con uno de los términos municipales más extensos del reino. Para colonizarlo, desde muy pronto, se concedieron tierras a los vecinos. Una de las modalidades fue el heredamiento, que contaba con un pequeño núcleo de población con sus casas, cercados, zahúrdas, tierras de pasto y labor, huertos, etc. El número de particioneros variaba mucho de unos a otros.

El del Pizarral, en los campos del río Salor, no lejos del actual poblado de colonización de Valdesalor, contaba con muy pocos herederos, que, por sucesivas compras ventas[46], quedaron reducidos únicamente a cinco.

Pero no por ser pocos, estaban exentos de discordias y litigios por el aprovechamiento de los pastos comunes. Diego de la Rocha y Francisco de Paredes ganaron ejecutoria en Granada el 11 de diciembre de 1536 para que ningún comunero labrase otras tierras que no fuesen las que la justicia de Cáceres les asignase. En virtud de esta real carta, el 19 de febrero de 1543, ambos requirieron al teniente de corregidor, licenciado Alonso Pérez, por el corregidor don Alonso de Castilla, para que señalara a cada heredero la tierra para labrar. El 19 de enero de 1544, el pregonero Martín Hernández pregonó en la plaza el señalamiento de las tierras, que llevaría a cabo el alguacil de campo Pedro de Obregón el 10 de febrero en el Pizarral[47].

La Guerra de Sucesión retrasó el que trataban entre sí los herederos. Para solucionar el atolladero en que se encontraban, el 12 de diciembre de 1711, don Pedro Alonso Golfín Ulloa, caballero de Alcántara y clérigo de menores, don Juan Durán de la Rocha Carvajal y Roco, don Diego Antonio de Ovando Rol y Castejón, don Martín Francisco de Figueroa Carrillo y don Sancho Flores de Vargas, a fin de evitarse más gastos y costas de pleitos, acordaron dividir en cinco partes iguales el heredamiento, que estaba proindiviso, dando a cada uno la parte contigua a su casa a fin de evitar más litigios por los daños que pudieran hacer los ganados si tuvieran que desplazarse por todo el heredamiento, salvo para ir a abrevar. Para ello, harían venir de Zorita al agrimensor Francisco Hernández Burgueño. Aunque las ordenanzas antiguas prescribían que los herederos debían gozar los pastos con sus propios ganados sin poderlos arrendar a extraños, convinieron que los que no tuvieran animales podrían arrendar su parte a pasto y labor[48], pero siempre sería preferido por el tanto uno de los particioneros frente a los extraños. Este contrato tendría una vigencia de seis años. Luego se atendrían a las ordenanzas antiguas mientras no se sustanciara el pleito pendiente[49].

El 19 de febrero de 1723, el regidor don Gutierre de Solís Ovando y Paredes, capitán de caballos corazas, poseedor del mayorazgo de Diego García de Paredes y del Pizarral, dio poder a procuradores de Cáceres para pleito contra don Diego Antonio de Ovando Castejón, don Juan Durán de la Rocha, don Alonso Antonio Golfín Ulloa, don Martín de Figueroa y don Sancho Flores de Vargas, por haberle despojado de su posesión y expulsado los ganados, so pretexto que eran los únicos herederos[50]. Tal vez reclamaba la parte que Hernán Martín Melón, hijo de Francisco Sánchez Melón, vendió en 16 reales a Francisco de Solís, la cual lindaba con la casa de los Melón[51].

Don Diego Antonio de Ovando era propietario por herencia de sus antepasados Francisco de Ovando el mayorazgo, quien el 10 de septiembre de 1559 había trocado con Álvaro de Aldana Ulloa 11.530 maravedís de renta en el Collado más 12.500 en dinero por el tercio del campillo de los Duranes y en el Pizarral un solar de casas, cercas y corrales y alcacerillo[52]; y Pedro Rol de Ovando y Cerda, alférez mayor, quien, en 1608 había comprado en 450.000 maravedís a don Gonzalo Gómez de Carvajal y a su mujer doña Catalina de Paredes Saavedra, heredera de su tío Martín de Paredes, el asiento, casa, tierras, corrales, alcaceres, zahúrdas y casares del Pizarral en virtud de la cláusula de su testamento por la que facultaba la venta de bienes para comprar renta para un vínculo, por cuanto el asiento del Pizarral era de muy poco provecho y las casas y cercados estabam malparados[53]. Pedro Rol también había comprado en pública almoneda ante el notario Francisco Tello las tierras que en el Pizarral tenía la cofradía de San Bartolomé[54].

Don Sancho Flores lo había heredado de sus ascendientes Pedro Sánchez[55], ovejero, y Bartolomé Sánchez Melón –quien vinculó la posesión. El 22 de junio de 1552, Juan de Ulloa Paredes vendió a Bartolomé Sánchez, hijo de Alonso Sánchez Melón y nieto de Pedro Sánchez ovejero, en 15.000 maravedís unas casas en el heredamiento del Pizarral, con su horno, zahurdas, corraladas, pasto, que había comprado a Bartolomé Rodríguez, incluidas las mejoras que había efectuado[56]. Esta nueva adquisición incrementaba su participación en el heredamiento: El 26 de julio de 1549, su padre le había donado el pasto en el Pizarral que había comprado a su hermano Francisco Sánchez y otro en Seguras y Mogollones que había heredado de su padre Pedro Sánchez[57].

Su descendiente don Juan Flores de Vargas enajenó en 1799 una parte de la propiedad a favor de don Manuel de Arizcún y Orcasitas, marqués de Iturbieta[58]. El referido marqués llevaba muchos años arrendando la dehesa y, como tantos trashumantes, se benefició de las leyes desvinculadoras para hacerse con la propiedad de las tierras en que tradicionalmente pastaban sus ganados[59]. Con anterioridad al marqués, durante muchos albergó la cabaña merina del monasterio riojano de Valbanera[60].

Aunque Bartolomé Sánchez Melón trató de reunir todas las partes que fueron de su antepasado Pedro Sánchez, ovejero, que se habían repartido entre sus herederos y, para ello, no dudara en entablar pleitos contra sus parientes[61], no lo consiguió totalmente. Pues María Sánchez Berrocal, viuda de Pedro Sánchez Melón, curadora de sus hijos, obtuvo licencia judicial para vender en almoneda al mejor postor el asiento del Pizarral que su marido había heredado. Se remató en el licenciado Gabriel de Picida, presbítero, que lo traspasó al licenciado Pedro del Pozo Bustamante, el cual, el 24 de marzo de 1629, reconoció como dueño, por haberlo pagado, a su padre el rico comerciante Pedro González del Pozo[62]. El 19 de noviembre de 1674, el licenciado Juan de Figueroa Carrillo, presbítero, compró esta parte del concurso de acreedores de doña Isabel de Torres y Tapia, viuda de don Alonso del Pozo Bustamante[63].

El 30 de agosto de 1628, Bartolomé Sánchez Melón reclamó por el tanto de 450 ducados, alegando que era de su patrimonio y abolengo, y que se declarase de mayorazgo el asiento con casa y tierras en el Pizarral que sus deudas doña María de Bustamante y doña Juana Melón, hijas de Toribio Sánchez Melón, habían vendido a don Pedro Rol de Ovando y Cerda, caballero de Alcántara, alférez mayor de Cáceres[64]. A pesar de los pleitos en Cáceres y Granada[65], don Pedro Rol se consolidó como uno de los particioneros. Los pleitos, entonces como hoy, se dilataban desmesuradamente, puesto que ya el 25 de febrero de 1614, María García Melón había otorgado poder a procuradores de Granada para el pleito que Rol trataba con Francisco de la Rocha y Bartolomé Sánchez Melón por pretender ser particionero y que le diesen muchas escusas[66] y que sus ganados pastasen en el baldío[67].

Los Durán de la Rocha lo poseían por herencia del mencionado Diego de la Rocha y por las compras por parte de Francisco de la Rocha, en 1605, a Gonzalo Gómez de Carvajal, heredero de Francisco de Villalobos Carvajal[68], y en 1612 al regidor don Pedro de Carvajal Ulloa, caballero de Alcántara, nieto del referido don Gonzalo[69].

El 9 de junio de 1578 Gonzalo Sánchez Gutiérrez, natural de Cáceres y morador en Granada, hijo de Alonso Sánchez y Catalina Gutiérrez de Paniagua vendió al cerero Antonio Pérez tres pastos en Pizarral, Ventosa y Cintado, que había heredado de sus abuelos maternos Diego Paniagua y Catalina Gómez, a razón de 612 maravedís cada uno[70]. El del Pizarral, junto con otros, los heredó su hija Juana González, mujer del escribano Pedro de Pérex, quienes los vendieron el 2 de abril de 1609 a Cristóbal Delgado, hijo de Cristóbal Delgado[71].

Tal vez, sea esta la parte que gozó don Pedro Alonso Golfín Portocarrero[72], no sin antes tener que hacer valer su derecho, pues el licenciado Sancho Flores le había expulsado el ganado del heredamiento y le había embargado un par de bueyes. Ante este hecho, el 4 de noviembre de 1631, solicitó al alcalde mayor un traslado de los testimonios quee Diego Alonso Cáceres, Juan Hernández Franco y Francisco Jiménez Hurraco hubieron depuesto contra el difunto Bartolomé Sánchez Melón[73]. A pesar de las oposiciones de los demás herederos[74], la Chancillería de Granada falló a favor de Golfín, quien el 22 de noviembre de 1639 confirió poder a Pedro Salgado para tomar la posesión del Pizarral conforme al mandamiento del alcalde mayor de Cáceres, el licenciado Francisco de Villarroel, en cumplimiento de la sentencia de Granada que le amparaba con los mismos derechos que a los restantes herederos[75].

Además de a pasto de invierno, las tierras se daban a labor. El 12 de enero de 1772, don Juan de Solís Figueroa y don Juan Flores de Vargas arrendaron, por espacio de nueve años, a los labradores malpartideños Francisco Plata, Juan Cubillana, Miguel Carlos, Julián Manzano y Francisco Julián, las partes que les correspondían, que estaban proindivisas porque no habían podido averiguarse las lindes y mojoneras, desde enero de 1771 en que entraron a roturar 100 fanegas, por el precio de 2.200 reales y un sexto de terralgo anuales; pero la hierba y pasto quedaba a favor de los propietarios para poder venderlas. Ambos tenían casa en el terreno, pero llevaban mucho tiempo arruinadas. Los labradores se obligaron a reedificar en cada una de ellas un pajar[76].

En junio de 1772, Francisco Mata y sus hijos incendiaron las mieses que Juan Bocadulce Pache, José Simón y don José Benito Fernández tenían sembradas en la dehesa del Pizarral al Cuarto del Santo[77].

También se producían contratos entre los herederos. El 25 de octubre de 1613, Francisco de la Rocha dio en arriendo por un año a Bartolomé Sánchez Melón y a su prima María García la Melona, viuda de Lorenzo Jiménez Paniagua, el asiento, casa y tierras y escusas en el Pizarral que había comenzado el día de San Miguel por 6.500 maravedís[78].

En la finca hoy conocida como El Santo, se alzan la capilla mayor y los restos de la ermita visigoda dedicada a San Bartolomé Foto 4.

Foto 4. San Bartolomé del Pizarral. Foto: Serafín Martín Nieto

 

Su cabecera, de sillares en hilada[79], con bóveda de canón de herradura, es rectangular como la de la cercana de Santa Olalla del denominado Pago Ponciano en la Aldihuela. Conforme a la datación fijada por el profesor Cerrillo[80], habría que fijar su construcción en el siglo VII.

 

En lo alto de un promontorio, frente a la ermita, se encuentran las ruinas de una de las casas del heredamiento.

Resulta paradójico que, con la escasez de edificios visigodos en nuestra región, no haya suscitado el interés de la Consejería de Patrimonio para su conservación ni se haya iniciado la excavación del entorno.

Los particioneros de las diferentes dehesas y heredamientos se regían por las ordenanzas para la mejor conservación de los predios. Como en casi todos existía una ermita para el servicio religioso de las personas que vivían en ellos, se constituían a su vez en cofradía, a la que solo podían pertenecer los propietarios. Para contar con congrua para la conservación del edificio y de los objetos litúrgicos necesarios para el culto, se las dotaba con una porción de tierra[81] y cierta cantidad de dinero que se empleaba en rentas de censos que anualmente cubrían las necesidades.

Dentro de la villa, la cofradía celebraba sus cultos en la ermita de Santa María de los Caballeros. Allí se servía ya el 3 de mayo de 1545, cuando el mayordomo y los cofrades, junto con los de las restantes hermandades de la villa, dieron poder a procuradores de diversas instancias para oponerse a las pretensiones del obispo de Coria, don Francisco de Bobadilla y Mendoza, cardenal de la Santa Iglesia, que había convocado sínodo en Cáceres para el 10 de dicho mes, de disolver las cofradías con el fin de aplicar sus rentas a ciertos hospitales. Querían exponer a los concurrentes que las cofradías había obtenido las rentas con su esfuerzo y haciendas, que enterraban a cuantas personas se encomendaban a ella y que si se las despojase de sus bienes, se arruinarían muchas ermitas[82].

Al fundarse la de la Soledad, pasó temporalmente a la parroquial de Santa María. El 12 de noviembre de 1583, Juana de Tovar, viuda del herrador Jerónimo González, vendió “a los confrades y confradía de Señor Sant Bartolomé de Piçarral, que se sirve en la yglesia de Nuestra Señora de esta villa, y al señor Martín de Paredes, vezino della, que está presente, en su monbre y como su mayordomo”, cierta renta de censo que detallaremos más abajo[83]. El obispo Galarza no la anexionó a la nueva archicofradía por el carácter patrimonial que sobre ella gozaban los herederos del Pizarral. Como este documento manifiesta, su mayordomo era justamente uno de los cinco herederos del asiento.

No obstante, en 1602, había vuelto a la ermita de la Soledad, según se afirma en la carta de censo que tomó Nufrio Martín. Pero pronto, se fundió con la de San Bartolomé de los zapateros o del ejido. El 25 de octubre de 1611, la viuda de Francisco Cortés, al reconocer el censo sobre las casas de sus padres, afirmó que la cofradía del Pizarral “de presente está junta y agregada a la confradía de San Bartolomé del exido”[84].

En 1608, el serrano Juan González, vecino de Navamojada, estando enfermo en casa de su amo Bartolomé Sánchez Melón, otorgó testamento por el que fundó un aniversario en la ermita: “Yten. Mando que cada un año perpetuamente me digan en la hermita de señor sant Bartolomé del Piçarral seys misas rezadas por mi ánima, una cada domjngo de los seys domjngos de quaresma a buena ora para que los herederos y rresidentes en aquel heredamiento puedan oyrla como es costunbre y el saçerdorte al tienpo del ofertorio diga y encomjende al pueblo un pater noster y se le dé al saçerdote quatro reales de limosna cada una”. Dejó por patrono al referido Melón[85].

A continuación, relacionamos las rentas de censos que hemos hallado en los protocolos notariales, las cuales pasarían a la ermita del ejido. Su pérdida ocasionaría el declive de la capilla del Pizarral y su ruina, pues si los herederos, como hemos visto, no reparaban sus casas del asiento, menos la iglesia.

100 marevedís de renta de censo sobre la mitad de una casa en la calle de Fuente Nueva que el clérigo Bartolomé Martín legó al cabildo eclesiástico. El 16 de febrero de 1568, el abad Álvaro Paniagua se lavendió por un ducado perpetuo a Alonso Gómez y Leonor Gil, propietarios de la otra mitad proindivisa. Lindaba con las de Alonso Hernández y las de Benito Martín Longanizo[86].

12 de noviembre de 1583. Juana de Tovar, viuda de Jerónimo González, tomó a censo 300 maravedís por el principal de 4.200, que cargó sobre su casa de morada en la Plazuela de la Soledad, linde la de Juan Martín de Tovar y “la calle que va dende la dicha plaçuela a la rrinconada de la calle de Cornudilla” y sobre otros bienes al Calerizo[87].

El 25 de septiembre de 1589, Isabel Alonso, viuda de Francisco Ojalvo, tomó a censo 500 maravedís por el principal de 7.000 sobre casas en la calle de la Soledad, linde las de Jerónimo Ojalvo y las de Jimena González, viuda de Juan Martín, y sobre viña al calerizo[88]. El 1 de julio de 1623, Jerónimo de Solís, a instancias del mayordomo de San Bartolomé de los zapateros, Diego Jiménez Ojalvo, reconoció los 350 maravedís en que habían quedado reducidos[89].

4 de noviembre de 1593. Censo del procurador Francisco Hurraco y su mujer Isabel Gutiérrez, avalados por Baltasar Gómez de Herrera, de 250 maravedís de renta y 3.600 de principal, que impusieron sobre sus casas de vivienda en la calle que va de San Juan a San Antón, linde las de Juan Martín, cocinero del obispo, y las de los hijos de Alonso de Solís[90].

16 de septiembre de 1602. El albañil Nufrio Martín y su mujer Catalina Pérez vendieron a la cofradía de San bartolomé del Pizarral 1.000 maravedís de renta al quitar por 14.000 de principal que señalaron sobre sus casas de morada frente a la ermita de la Soledad, linde las del ovejero Diego Jiménez, las de Miguel Sánchez y la calle que va a los Pilares, que dicen de la Fuente Nueva; y sobre viña y olivar al Calerizo[91].

El 29 de septiembre de 1604, don Francisco de Sotomayor Bravo tomó 500 maravedís por el principal de 7.000 que cargó sobre 22.700 maravedís que tenía de renta de juro sobre las alcabalas de Cáceres[92].

El 23 de abril de 1607, Juan Martín Ojalvo y María Díaz tomaron 500 maravedís por 7.000 de principal que impusieron sobre casa en Fuente Nueva, linde la de Lorenzo Rodríguez Manzano y la calle llamada de Serrano, y el corral con casas de Pedro Hernández Redondillo[93]. Ojalvo compareció el 13 de junio de 1626, ante el vicario licenciado Gonzalo Bocarro Espadero para redimirlo. El 21 de enero de 1628, contando con la aprobación de los oficiales de la cofradía de San Bartolomé del ejido, Nicolás Domínguez, hijo de Alonso Domínguez y Ana Jiménez difuntos, tomó a censo esta cantidad proveniente de la cofradía del Pizarral[94].

El 25 de octubre de 1611, la viuda de Francisco Cortés reconoció 4.000 maravedís de renta de censo sobre casa en Solanas, que fue de sus padres Francisco Parrón e Isabel Martín, que lindaba con las que fueron de Vasco Martín y las de Hernando de Ulloa[95].

Año Mayordomo Alcaldes Escribano Cofrades
1545 Pedro Martín, botero Juan Cervigón, cerrajero Diego de Tovar, Hernán López, Gonzalo Jiménez Solana, Alonso Sánchez carpintero, Juan Durán, Alonso Martín
1583 Martín de Paredes
1589 Juan Solana, tejedor
1593 Alonso García, carretero
1602 Juan Gómez Mateo
1604 Juan Gómez Mateo
1607 Juan Gómez Mateo

 

Queda aún el estudio de la cofradía y hospital de Santa María la Vieja que, por cuestiones de espacio, dejamos para la próxima edición de los Coloquios.

 

 

 

 

 

 

[1] ADÁMEZ DÍAZ, Antonio: Los señoríos de Orellana la Vieja y Orellana de la Sierra. Muñoz Moya, Editores. 2005. Págs. 316-318. Aunque en el título el autor lo data en 1340, en la fecha del testamento figura la era de 1368. Sin duda hay un error en una de las dos: o bien se otorgó en el año de 133 o en 1378 de la era hispana.

[2] Ibid. Pág. 316.

[3] La antiquísima de San Pedro de los Caballeros, mencionada en dicho testamento, fue conocida también como de San Blas y, desde el siglo XVI a la actualidad, como de la Consolación o Candelas; la de San Salvador se denominó de San Benito y, posteriormente, de Nuestra Señora de la Paz.

[4] Archivo Histórico Provincial de Cáceres (A.H.P.Cc.). Protocolos de Pedro González, escribano de Caceres. Caja 3.829.

[5] Ibid. Protocolos de Pedro González. Caja 3.830.

[6] Ibid. Protocolos de Juan Sánchez del Pozo. Caja 4.339. Fols. 121-123. El 4 de noviembre de 1757, el presbítero don Juan Rubio y Molina, mayordomo de las viñas de la Mata y Matillas de San Jerónimo, “en donde se halla su hermita para oír misa”, afirmaba que los dueños de dicho pago, para su conservación y preservación de todo tipo de ganado, lo habían elegido mayordomo, y por ende se encargaba de buscar los guardas que se juramentaban por la justicia de Cáceres, quienes tenían licencia para embargar y prender los animales que causaren daño. Ni los propios dueños podían pastar con sus animales. Contraviniendo las ordenanzas, el poderoso don Matías Jacinto Marín, futuro I marqués de la Isla, poseedor de una viña en el pago, sin hacer caso de las advertencias, introdujo treinta y siete reses vacunas y dos mulos cerriles con la excusa de haber arrendado la pámpana de su viña y la del clérigo don Diego Michel. El mayordomo exigió el cumplimiento de las superiores providencias al corregidor don Francisco de Laraíz y Olaeta, “quien para dilatarlo y complazer en ello al dicho don Mathías mediante su íntima y partticular correspondenzia”, no las peticiones de que mandase expulsar el ganado de Marín o el de cualquier otra persona que lo introdujera. Por ello, al mismo tiempo, otorgaba poder a procuradores de Granada.

[7] ARCHIVO FUNDACIÓN TATIANA PÉREZ DE GUZMÁN EL BUENO. Cáceres. Legajo 32, 8.

[8] ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES (A.M.Cc.). Caja 16/36. Expte 9. El licenciado Vadivia se inclinó por la interpretación de los dueños de las viñas del Prado.

[9] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro López. Caja 3.973.

[10] Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.247.

[11] A.M.Cc. Fondo Perero. Caja 16/48. Expte. 249.

A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro José Cisneros. Caja 3.689. Año 1749.

[12] Ibid. Protocolos de Juan Pérez Escallón. Caja 4.144. Así se constata en el inventario de escrituras del mayorazgo que poseía el indiano Lorenzo de Figueroa que, el 16 de julio de 1659, recibió su sobrina Mariana de Figueroa, mujer del carpintero Manuel Correa.

[13] Ibid. Protocolos de Pedro José Cisneros. Caja 3.689. Fols. 158-159v. El 25 de noviembre de 1749, el clérigo don Pablo de Mayoralgo y Ovando, capellán de la que fundó doña María de Sanabria Picón, reconoció el censo.

[14] Ibid. Id. Caja 3.689. Año 1749.

[15] Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.238. El 4 de febrero de 1586, el clérigo Hernando Gil, administrador de la capellanía de su tío, el también clérigo Jerónimo González, reconoció el censo a petición del mayordomo de la Soledad.

[16] Ibid. Protocolos de Francisco de Medrano. Caja 4.038. El 9 de marzo de 1591, Gonzalo García Pulido, a instancias de Francisco Cervigón, mayordomo de la Soledad, reconoció este censo sobre la casa que había comprado a María Gómez, criada de Borje, linde la de Pedro de Santillán y la del tejedor Martín Pérez.

[17] Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.238. El 28 de enero de 1586, el clérigo Benito Sánchez de Figueroa, a petición del mayordomo de la Soledad, Cristóbal Delgado, reconoció esta carga que pesaba sobre la parte que fue de Diego Hernández Borrella y de su mujer María Rodríguez.

Ibid. Id. Caja 4.259. Fols. 319-320v. Antonio de Orellana vendió la mitad de la acera que había heredado al licenciado Gabriel Gutiérrez de Prado. Por ser de tan pequeña cuantía, contando con licencia del obispo don Pedro de Carvajal, Francisco Sánchez Mostazo, mayordomo de la Soledad, recibió los cuatro mil veinte maravedís de la mitad del principal.

[18] Ibid. Protocolos de Diego Pacheco. Caja 4.113.

[19] Ibid. Protocolos de Alonso de Solís. Caja 4.372.

[20] ARCHIVO DE LA DIÓCESIS DE CORIA-CÁCERES (A.D.C-Cc.). Parroquia de San Mateo de Cáceres (S.Mt.). Caja 5. Doc. 7.

[21] A.H.P.Cc. Protocolos de Alonso de Solís. Caja 4.372.

[22] Ibid. Protocolos de Pedro López. Caja 3.973.

[23] Ibid. Protocolos de Juan Vega el Viejo. Caja 4.428. El 18 de mayo de 1631, se abrió el testamento que dicho licenciado había otorgado cerrado ante Juan Romero el 21 octubre 1612.

[24] Ibid. Protocolos de Pedro José Cisneros. Caja 3.689. El 24 de noviembre de 1749, el patrono de sangre de hospital reconoció ambos censos a favor de la cofradía de la Soledad.

[25] A.D.C-Cc. S.Mt. Caja 5. Doc. 7. Así tuvo lugar el 8 de noviembre de 1640 ante Juan Guerra (A.H.P.Cc. Caja 3.903). El 24 de noviembre de 1749, a petición del mayordomo Pedro Gutiérrez, volvió a reconocerlo el patrono del hospital, don Antonio Alonso Arias de Paredes (A.H.P.Cc. Caja 3.689).

[26] Ibid. Protocolos de Jerónimo Gutiérrez. Caja 3.914.

[27] Ibid. Protocolos de Francisco de Medrano. Caja 4.037. Año 1590. Ambos son reconocimientos a instancias del mayordomo Juan Pérez.

Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.258. En el proceso de redención de los censos de escasa cuantía que había recibido de las cofradías agregadas, 1 de noviembre de 1612, el mayordomo Francisco Sánchez Mostazo otorgó carta de pago de los seis mil maravedís del principal a favor de su hijo don Juan de Paredes Ovando.

[28] Ibid. Id. Caja 4.238. Reconocimientos de 28 de enero de 1586.

[29] Ibid. Id. Reconocimientos de 28 de enero de 1586.

[30] Ibid. Protocolos de Pedro José Cisneros. Caja 3.689. Año 1749.

[31] Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.238. Reconocimiento de 28 de enero de 1586. El 4 de marzo de 1606, ante este mismo escribano (Caja 4.252), Pedro González Maldonado vendió esta casa, que servía de caballeriza, al licenciado Gabriel Gutiérrez de Prado, linde con la casa principal del comprador, y por la parte de arriba con la casa de Alonso Pacheco que servía de granero y cilla del diezmo de Santa María y por las espaldas con corral de la casa del citado Pacheco.

Tras la muerte de Benito Martín, se hizo pleito de acreedores de sus bienes y se graduó a la cofradía de la Soledad en tercer lugar. Para el pago el defensor Damián Blázquez pidió el remate en almoneda de dicha casa y unas viñas, que compró el clérigo Benito Jiménez, quien las traspasó al canónigo de Coria Gaspar de Villagutierre, quien, a su vez se las vendió a Maldonado junto con las viñas en 200 ducados, precio del remate. A instancias del mayordomo Benito Pavón, Maldonado reconoció el censo el 8 de julio de 1605 (Ibid. Protocolos de Francisco de Medrano. Caja 4.040).

[32] A.D.C-Cc. S.Mt. Caja 5. Doc. 7. Ante Juan Vega, el 15 de octubre de 1622, el enterrador Francisco Sánchez Bravo reconoció el censo sobre esta casa que había heredado de sus padres Silvestre Marín y Mencía Alonso y de su tía Ana Bravo Romero.

[33] Sobre la desaparición de esta calle y su edificio más singular, el horno de pan de la Corredera, véase nuestra ponencia “La iglesia de San Juan Bautista de Cáceres. Algunas circunstancias constructivas” in XXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 1994. Págs. 253-256.

[34] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Grajos. Caja 3.934.

[35] Ibid. Protocolos de Juan Maderuelo. Caja 3.999.

[36] Ibid. Protocolos de Pedro José Cisneros. Caja 3.689. Año 1750. Fols. 168-169v.

[37] Ibid. Protocolos de Diego González. Caja 3.821.

 

[38] Ibid. Protocolos de Cristóbal de Cabrera. Caja 3.637. Espadero los cargó sobre sus casas principales frente a la puerta del Sol de San Juan, linde las de la mujer e hijos de Antonio Martínez Gemio y la de la mujer e hijos de Juan Rodríguez Longuete. Espadero les entregó las casas libres del censo que a su favor tenía la cofradía del Rosario.

[39] Ibid. Protocolos de Pedro González. Caja 3.828. El comprador se obligó a pagar 300 maravedís al licenciado Espadero y 100 a la cofradía de Santa Marina.

[40] Ibid. Protocolos de Pedro López. Caja 3.970.

[41] Ibid. Protocolos de Juan Ramos. Caja 4.231. El 4 de noviembre de 1599, Inés Jiménez, hija de Diego Jiménez y de Mencía Alonso, mandó fundar dos aniversarios en Santa María, impuestos sobre unas casas en la colación de San Juan, en la calle que por detrás de la iglesia y casa del licenciado Espadero daban al Postigo, las cuales lindaban con casa del cardador Francisco Silvestre y con casa de la cofradía de Santa Marina “que se da por Dios”.

[42] Ibid. Protocolos de Diego González. Caja 3.821.

[43] Ibid. Protocolos de Francisco de Medrano. Caja 4.037. El 12 de noviembre de 1590, doña Juana de Paredes, poseedora de la casa por herencia de sus padres el licenciado Espadero y doña Estefanía de Paredes, reconoció la carga a favor de la cofradía de la Soledad.

[44] Ibid. Protocolos de Tomé García Cabezalbo. Caja 3.803. El 16 de diciembre de 1571, los oficiales de la cofradía otorgaron poder general a procuradores.

[45] Ibid. Protocolos de Pedro José Cisneros. Caja 3.689. La casa la compró el procurador Gabriel de Porras con este y otros censos el 30 de agosto de 1571 ante Gonzalo Jiménez, los cuales reconoció el capellán de la de María Gutiérrez de Sanabria el 25 de noviembre de 1749.

[46] A.M.Cc. Caja 16/57. Protocolos de Fernando Conde. El 27 de diciembre de 1528, Pedro Martín Florencio vendió a Hernán Clemente dos pastos, uno en el Pizarral y otro en la Aldihuela por 800 maravedís, un borrego y 2 quesos.

[47] A.H.P.Cc. Protocolos de Francisco Borje. Caja 3.561.

[48] Sin embargo, hay constancia documental de que algún heredero arrendaba su parte. El 11 de mayo de 1698, don José Carrillo Montenegro, vecino de Brieva, dio poder al procurador Francisco Vázquez y a Juan Valiente Borregón para defenderlo en el pleito promovido por don Miguel de Figueroa Carrillo para reclamarle el pago de las 47 cabezas de ganado que había entrado de más en el acogimiento que le hizo en el Pizarral de cien carneros (Ibid. Protocolos de Juan Sánchez del Pozo. Caja 4.345).

[49] Ibid. Id. Caja 4.348.

[50] Ibid. Protocolos de Francisco Tiburcio Maderuelo. Caja 3.991. El 20, los particioneros confirieron poder para su defensa.

[51] Ibid. Protocolos de Cristóbal de Cabrera. Caja 3.632. Escritura incompleta, sin fecha, incluida en el legajo de 1568.

[52] Ibid. Protocolos de Diego Pacheco. Caja 4.101.

[53] Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.254.

[54] Ibid. Protocolos de Gabriel Antonio Briceño de Muesas. Caja 3.596. La reseña, aunque sin más datos, figura en el inventario de bienes de don Francisco de Castejón, marqués de Camarena, que se inició el 4 de junio de 1701.

[55] Ibid. Protocolos de Pedro González. Caja 3.830. El 24 de enero de 1579, Pedro García Macotela vendió al clérigo Álvaro Paniagua en un ducado la parte del Pizarral que había heredado de su madre Inés García, hija de Pedro Sánchez.

[56] Ibid. Protocolos de Diego González. Caja 3.793.

[57] Ibid. Protocolos de Diego Pacheco. Caja 4.111.

[58] Ibid. Protocolos de Francisco Rodríguez Andrada. Caja 3.520. El 25 de mayo de 1799, don Juan Flores de Vargas solicitó la enajenación de 200 maravedís de renta de hierba creciente y menguante en la dehesa del prado del heredamiento del Pizarral, que le rentaban anualmente 568 reales y 8 maravedís. Los peritos Diego Vivas y Pedro Martín Rubio, los tasaron en 28.411 reales y 26 maravedís. El 14 de julio, se remataron en 25.500 reales a favor del procurador Getino, quien traspasó la compra a don Vicente Marrón, apoderado del citado marqués. El 17, se depositó todo el importe en la Real Caja de Amortización y, el 29, se otorgó la escritura de venta. El 17 de agosto, Marrón efectuó diligencias para su anotación en los libros de hierbas.

[59] Ibid. Protocolos de Esteban Ramón Sanabria. Caja 4.280. El 28 de marzo de 1774, don P edro Matías Golfín, conde de Torres Arias; don Pedro de Ovando Vargas, administrador de su sobrina doña María Sinforosa Ovando; don Juan Flores de Vargas; don Nicolás Pablo Nacarino, administrador de don Francisco de Paula Durán de la Rocha, vecino de Segovia; don Vicente Marrón, administrador de don Juan de Solís Figueroa, vecino de Brozas, dieron en arriendo el Pizarral al marqués de Iturbieta por seis inviernos a razón de 3.125 reales anuales.

[60] Ibid. Protocolos de Benito Sánchez del Pozo. Caja 4.333. El 3 de noviembre de 1740, don Bartolomé Miguel de Figueroa dio en arriendo los pastos del Pizarral a fray Anselmo Ruiz, administrador de la cabaña del monasterio de Valbanera, en 1.650 reales cada uno de los seis invernaderos del contrato.

Ibid. Protocolos de Diego Nicolás del Pozo. Caja 4.174. El 23 de abril de 1773, don Juan de Flores Vargas y Vicente Marrón, apoderado de don Juan de Solís Figueroa, vecino de Brozas, por el mayorazgo de Juan de Figueroa Carrillo, partícipes en dos quintas partes del Pizarral, dieron en arriendo a Pedro de la Riva, mayoral de la cabaña del monasterio de Valbanera, los pastos por 8 inviernos desde San Miguel al 25 de abril en 4.600 rs anuales.

[61] Ibid. Protocolos de Pedro Salazar. Caja 4.278. El 26 de agosto de 1622, Pedro Sánchez Melón confirió poder a procuradores de Cáceres para el pleito que Bartolomé Sánchez Melón y consortes le tenían puesto por la casa y asiento del Pizarral. El 22 de septiembre, Alonso Bejarano vecino de Plasenzuela, marido de Juana García Melón, hija de los difuntos Alonso Sánchez Melón y Juana García Macotela, se sumó al pleito.

[62] Ibid. Protocolos de Gabriel Antonio Briceño de Muesas y Anaya. Caja 3.611.

[63] Ibid. Protocolos de Pedro Caballero. Caja 3.623.

[64] Ibid. Protocolos de Benito Michel. Caja 4.063.

[65] Ibid. Protocolos de Juan Vega el Viejo. Caja 4.428. El 14 de mayo de 1628, Bartolomé Sánchez Melón Flores, don Francisco Corajo de la Rocha, por sí y por su hermano don Pedro Durán de la Rocha, dieron poder al licenciado don Sancho Flores Melón para proseguir en Granada el pleito que contra ellos trataba don Pedro Rol.

[66] RAE. Diccionario panhispánico de dudas. “derecho que concede un ganadero a sus pastores para que puedan apacentar ganado propio como parte de la retribución”.

[67] A.H.P.Cc. Protocolos de Alejo Michel. Caja 4.060.

[68] Ibid. Protocolos de Juan Vega. Caja 4.437. El 6 de noviembre de 1664, don Pedro Durán de la Rocha Carvajal trocó con don Francisco Cotrina Topete esta parte del heredamiento del Pizarral por 82 maravedís y medio en la dehesa de Caraquinto, linde el prado del Pizarral.

[69] Ibid. Protocolos de Juan Vega. Caja 4.437. El 4 de noviembre de 1664, don Pedro donó a su hermano don Diego Durán de la Rocha Carvajal, porque no tenía bienes, el derecho del Pizarral.

[70] Ibid. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.123.

[71] Ibid. Protocolos de Pedro de Salazar. Caja 4.276.

[72] Ibid. Protocolos de Pedro Ramos. Caja 4.220. En el inventario de bienes de Inventario de bienes del citado don Pedro Golfín de Carvajal, iniciado el 26 de noviembre de 1712, se reseña la donación, fechada el 18 de mayo de 1434, de Juana Fernández a su hijo Álvar Sánchez de Figueroa de varias propiedades, comprendidas las tierras del Pizarral que ella había heredado de su hijo Fernán García.

[73] Ibid. Protocolos de Francisco de Medrano. Caja 4.049. Inserto en el cuaderno de 1630.

[74] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Vega el Viejo. Caja 4.429. El 15 de junio de 1632, el licenciado Sancho Flores Melón, mayordomo del prado, y don Pedro Durán de la Rocha otorgaron poder a procuradores para oponerse a la pretensión de Golfín.

[75] A.H.P.Cc. Protocolos de Benito Vega. Caja 4.393.

[76] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego Nicolás del Pozo. Caja 4.174.

[77] A.H.P.Cc. Protocolos de Francisco Andrada Rodríguez. Caja 3.515. El 18 de marzo de 1773, dieron poder a los procuradores Francisco Andrada Sanabria, Diego Cisneros Flores y Pedro Gómez de Solís para el pleito que habían iniciado.

[78] A.H.P.Cc. Protocolos de Alejo Michel. Caja 4.059.

[79] En la capilla, se pueden observar, reutilizadas, tres estelas romanas que han estudiado los profesores José Salas y Juan Rosco: “Epigrafía latina inédita de Cáceres” in Revista Norba, nº 10. Cáceres 1989-1990. Págs. 80-84.

[80] CERRILLO MARTÍN DE CÁCERES, Enrique: “Las ermitas de Portera y Santa Olalla. Aproximación al estudio de las cabeceras rectangulares del siglo VII” in Zephyrus: Revista de prehistoria y arqueología. Año 1981.

[81] A.H.P.Cc. Protocolos de Cristóbal Durán de Figueroa. Caja 3.775. El 7 de mayo de 1666, don Francisco Antonio de Ovando Rol tomó a censo de la obra pía de los Figueroa 1.837 reales que carga sobre cinco fanegas de tierra junto a la ermita San Bartolomé del Pizarral que antes habían sido del santo.

[82] Ibid. Protocolos de Sancho Giménez. Caja 3.939.

[83] Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.236.

[84] Ibid. Protocolos de Juan Guerra. Caja 3.880.

[85] Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.254

[86] Ibid. Protocolos de Cristóbal de Cabrera. Caja 3.631.

[87] Ibid. Protocolos de Juan Romero. Caja 4.236.

[88] Ibid. Protocolos de Pedro López. Caja 3.974.

[89] Ibid. Protocolos de Antonio García Sillo. Caja 3.816.

[90] Ibid. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.130.

[91] Ibid. Id. Caja 4.132.

[92] Ibid. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.652.

[93] Ibid. Id. Caja 3.653.

[94] Ibid. Protocolos de Francisco Medrano. Caja 4.048.

[95] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Guerra. Caja 3.880.

Dic 172020
 

 

Teodoro Martín Martín ( R.S.G.)

 

Resumen

Esta comunicación trata de aproximarse a la evolución histórica de esta comarca cacereña en la antigua provincia de Extremadura. Lo lleva a cabo profundizando en la realidad social existente a mediados del siglo XVIII, centuria de las reformas ilustradas. Consta de una introducción donde se plantea el tema, seguida de otro capítulo dedicado al catastro del Marqués de la Ensenada y su finalidad recaudatoria. En el tercer apartado se estudia el régimen jurisdiccional existente en los 19 pueblos integrantes de la comarca, para en el cuarto establecer cuáles eran los impuestos que se tributaban a distintos organismos e instituciones y a cuánto ascendía el volumen de aquellas cargas. Les sigue otro de conclusiones y uno más de fuentes y bibliografía. Con este tipo de investigaciones creemos que se puede alcanzar un mayor y mejor nivel de conocimientos sobre la realidad histórica de esta comarca verata.

 

  • Introducción

En este trabajo nos planteamos estudiar cual era la situación jurídico-impositiva en esta comarca de la entonces denominada provincia de Extremadura. Se trata de un territorio geográfico, hoy integrado en la provincia de Cáceres, y constituido por 19 municipios más dos localidades: Valdeíñigo de Tiétar, entidad menor y la Vega de Mesillas, dependiente de Aldeanueva de la Vera. Madoz en su Diccionario decía de esta comarca: “Es un país delicioso y pintoresco por las desigualdades del terreno, la abundancia de aguas y variedad de arboledas y frutos, aunque hay mucho terreno inútil, como es la eminencia de la sierra cubierta de canchales y despeñaderos, y otros pedazos bajos que lo están de arbustos y maleza. El clima es por consiguiente vario, hay sitios con temperatura templada y otros en los que nunca se deshace la nieve” (Madoz, 1849, XV, 671).

“El estudio de una comarca, señala Tuñón de Lara, no es cosa del erudito local, sin mayor relevancia…Una síntesis histórica no es posible sin apoyarse en una previa elaboración monográfica con base documental…Los más cercanos al terruño conocerán mejor su historia, la experiencia local de sus antepasados…Los grandes historiadores franceses partieron de la historia local: G. Lefebvre, L. Febvre, Le Roy Ladurie, entre otros…En historia se va de abajo a arriba, las grandes visiones de conjunto son más ideológicas que científicas” (Tuñón de Lara, 1985, 38 y 39).

La superficie de la Vera en Km2 es de 888, con una población en 2017 de 24.436 habitantes y una densidad de 27,52 h/km2.

Si por algo se caracteriza este espacio es por ser una comarca natural bien definida, con una serie de hitos en su devenir histórico y una escasa estructuración administrativa en el pasado. En la Edad Media la más antigua organización fue la Sexmería de la Vera. Ésta era una entidad o persona jurídica, titular de un conjunto de bienes, constituidos originariamente por los llamados baldíos. Administraba 12 de ellos, ubicados en ocho pueblos: Aldeanueva, Arroyomolinos, Garganta la Olla, Guijo de Santa Bárbara, Jarandilla y Losar con uno, Tejeda con dos y Jaraíz con cuatro (García Montero, 1990, 70-71).

Esta Sexmería, junto con la del Valle, la Transierra y la del Campo Arañuelo se hallaban integradas en una entidad mayor cual era la Comunidad de Villa y Tierra de Plasencia. Esta ciudad, para algún autor, fue la causante del atraso de la Vera, dado el afán por mantener sus privilegios con horca y cuchillo durante siglos (Novoa, 2009, 17 y 18). La citada urbe, a partir de 1213, hizo depender a estas comarcas de su concejo y diócesis. En los primeros tiempos pues nuestro territorio fue un espacio de realengo bajo la jurisdicción de la ciudad del Jerte.

Con el paso del tiempo y so pretexto de aprovechar sus espacios ganaderos, estas laderas meridionales de la Sierra de Tormantos fueron repobladas con gentes llegadas de los territorios cristianos del norte, dado que su población preexistente era escasa. Así se fueron conformando los pequeños núcleos de población, que el obispado placentino autorizaba a constituirse en parroquias, siempre que sus diezmos así lo posibilitaran.

A comienzos del siglo XIV inicia el estamento nobiliar a hacerse presente en el territorio. Aprovechando las luchas de la nobleza contra la Monarquía, ésta se ve obligada a contentar a aquella cediéndole jurisdicciones de realengo. En esta línea se enmarca la donación de Valverde de la Vera y sus aldeas de Madrigal, Talaveruela, Viandar, y Villanueva, a Nuño Pérez de Monroy, notario mayor del Reino, por parte de Sancho IV de Castilla. Su hijo Fernando IV el 21 de abril de 1309 confirmó la donación en calidad de villa. Su castillo, cuya torre aún perdura, se construyó en la centuria citada. Con el tiempo el señorío pasó a la familia de los Zúñiga, como condado de Nieva, y después a los marquesados de Mota y Astorga. Este último título era el que poseía el condado en el siglo XVIII.

Señalar que los Monroy y sus sucesores sólo recibieron el señorío jurisdiccional, nunca la propiedad; ni la directa (utilidades de la tierra) ni la útil (explotación de bienes y obtención de sus productos). “Era pues un señorío jurisdiccional en contraposición al solariego. Era, más parecido a los de Castilla y León que a los del resto de Extremadura, en el sentido de que las rentas mayores le provenían al señor de las alcabalas y tercias (rentas reales enajenadas), más las propias de la jurisdicción. En otras comarcas extremeñas las principales rentas las obtenía el titular jurisdiccional del arrendamiento de sus dehesas” (Novoa, 2009, 257). En 1581 el conde de Nieva compró al Rey Felipe II las alcabalas de estos cinco pueblos.

En idéntico sentido hay que encuadrar la donación que hizo Enrique II el 6 de junio de 1369. Por ella entrega a la familia de los Álvarez de Toledo, señores de Oropesa, las villas de Jarandilla con su pedanía de El Guijo y Tornavacas (Díaz Aceituno- Roso, 2016, 81 y siguientes). De igual forma obtuvo las villas de Pasarón y Torremenga el clan de los Manrique de Lara, señores de Osorno y Galisteo (Sánchez Prieto, 1971). O la población de Garganta la Olla otorgada al marquesado de Villena en el siglo XV (López Ortigo, 1989).

El clero regular, otro sector privilegiado del Antiguo Régimen, también se hace presente en nuestra comarca en la Baja Edad Media. Ya en el siglo XV se fundó el monasterio jerónimo de Yuste en Cuacos y el convento de dominicos de Santa Catalina de Siena en Aldeanueva. Entrada ya la Edad Moderna aparecen otras fundaciones como la de los franciscanos en El Guijo de Santa Bárbara o los agustinos de Jarandilla. Ahora bien, estas incursiones de cenobios religiosos se llevan a cabo sin obtener jurisdicción sobre los pueblos y sus vecinos. Se limitan a constituirse como centros dedicados a la oración y el culto divino, la predicación y el trabajo de sus tierras, que en nuestra comarca no eran demasiadas (Martín Martín, 1978).

Durante la Edad Moderna no surge en la Vera ninguna otra estructura administrativa al margen de la Sexmería ya citada. La comarca era conocida como la Vera del Tiétar o la Vera de Plasencia. Así aparece citada en el mapa de Extremadura de don Tomás López de finales del siglo XVIII. Con el liberalismo se crea una nueva demarcación, si bien de ámbito jurídico, cual fue el partido de Jarandilla, que integraba la mayoría de los núcleos de población en el nivel de la primera instancia judicial. Habría que esperar a 1986 para que se constituyese un órgano nuevo de gestión de servicios: La Mancomunidad Intermunicipal de la Vera, hoy día existente.

Ha habido referencias a nuestra comarca desde tiempos lejanos. Estrabón ya situaba aquí los Campos Elíseos, algo que vuelve a repetir la Enciclopedia Francesa en la centuria del XVIII. La literatura del Siglo de Oro se detuvo en un personaje peculiar La Serrana de la Vera (Lope de Vega y Vélez de Guevara). Ya en la Edad Contemporánea, Alarcón, Unamuno, Baroja o Camilo J. de Cela han sabido, en sus libros de viajes, dejar huellas de la impronta y peculiaridades de esta comarca. La cual puso en el mapa internacional la decisión del Emperador Carlos V de retirarse al Monasterio de San Jerónimo de Yuste en 1556-58.

Así pues, nos encontramos ya en el siglo XVIII con un territorio en manos de la administración y jurisdicción realenga en solo 8 núcleos, los 10 restantes están bajo señorío nobiliar. Ahora bien, la nobleza está ausente del territorio, se limita a cobrar a través de mayordomos o en arriendo sus derechos sobre los vecinos. Estos gozan de escasas propiedades, el grueso de las mismas son terrenos comunales, de propios o baldíos pertenecientes a Plasencia. Con el crecimiento de la población, sobre todo en esta centuria que estudiamos, la población local tiene hambre de tierras para sus ganados. Surge así un permanente conflicto con la ciudad y su sexmo. En esta lucha de los vecinos contra Plasencia los nobles no aparecen, no es su batalla. Los aires reformistas de la Ilustración hicieron necesaria la intervención real. Carlos III mandó repartir entre los vecinos algunas tierras concejiles o de baldíos por provisiones reales de 1766 y 1767. Sean ejemplo de ello los baldíos que se otorgan a los 5 concejos del señorío de Valverde o el de Mesillas concedido a los habitantes de Aldeanueva en 1771 (Martín Martín, 2009, 56).

La ciudad de Plasencia va poco a poco perdiendo hegemonía sobre la comarca y sus prerrogativas son cada día más formales, desvaneciéndose así sus derechos históricos. Los pueblos adquieren poco a poco sus títulos de villazgo. Aunque eso sí, sigue existiendo el procurador general y los sexmos de la Ciudad y su Tierra. Lo que sí irá incrementando la ciudad es su influjo comercial sobre estas y otras comarcas del norte de Cáceres. Ya en el siglo XX se convierte en la capital económica de los valles septentrionales de la provincia y su imagen como motor de desarrollo y centro de servicios no ha hecho más que aumentar con los años.

Las páginas anteriores no han hecho más que pergeñar algunos rasgos históricos de nuestra comarca en el pasado. Ello nos ha servido para enmarcar este trabajo. El mismo no tiene otro objetivo que “fotografiar” el régimen jurisdiccional e impositivo existente en el siglo XVIII. Para ello hemos utilizado, además de la bibliografía pertinente, la fuente documental más idónea para ello: El Catastro del Marqués de la Ensenada. Serán pues estas temáticas las que estructuren los distintos apartados de este estudio que pasamos a desarrollar a continuación.

Señalar por último que las unidades de pago o de medida, utilizadas en las provincias de la Corona de Castilla en el siglo XVIII, tenían las siguientes equivalencias: Un ducado equivalía a 372 maravedís y 1 real a 34 maravedís. Una fanega constaba de 4 cuartillas o 12 celemines, también llamados almudes. 1 celemín contenía 4 cuartillos.

 

  • El Catastro de Ensenada

Esta fue una operación catastral que se inició para las 22 provincias de Castilla en 1749 y concluyó en 1757. No se catastraron los territorios de la Corona de Aragón, ni las Provincias Vascas, Navarra y Canarias. La unidad catastral a todos los efectos fue cualquier ente poblacional: ciudad, villa, aldea o lugar que gozase de jurisdicción propia o constituyese alcabalatorio. El sujeto catastral era toda persona física o jurídica, seglar o eclesiástico, que fuese titular o propietario de bienes inmuebles, rentas, salarios, etc. (Camarero Bullón, 2002).

La operación constaba de:

  1. Respuestas generales o Interrogatorio: Son las contestaciones que un equipo de peritos designados por las autoridades locales dio a las 40 preguntas que se les enviaron. Su objeto era obtener una visión general de la situación jurídica y socioeconómica del pueblo (Martín Galán, 2002, 23).
  2. Libros de seglares y eclesiásticos, una especie de censo de población. Constan los datos poblacionales de todos los vecinos en doble libro, para seglares y para religiosos.
  3. Libros de lo Real, Registro o Raíces de los bienes de todo tipo que poseyeran tanto los civiles como los eclesiásticos. En libros diferentes, con relación y demarcación de cada bien. Fueron el grueso más importante para la configuración de la estructura de la propiedad que se quería averiguar.
  4. Libros de resúmenes, estadísticas y cartografía de zonas.

Los documentos de esta operación hacendística se hallan dispersos por toda la geografía española. El Archivo General de Simancas posee todas las Respuestas Generales y algunos libros resúmenes, estadísticos y cartográficos. Los libros de bienes y población se hallan, los que se han conservado, en su mayoría en los archivos históricos provinciales. Algunos en los municipales o en los parroquiales. Pero las situaciones son distintas según las provincias. En muchas de ellas las lagunas o ausencias son manifiestas.

“El catastro del Marqués de la Ensenada es la fuente más importante para el estudio de la población castellana durante el Antiguo régimen” (Martín Galán, 2002, 34). Son importantes para ver el mapa señorial del Reino los datos que nos proporcionan las respuestas 1, 2, 22 y 28. También las particulares. Sobre la vida municipal se encuentran datos en las preguntas 23 a 27. La fiscalidad eclesiástica se afronta en las preguntas 15 y 16 que se interesan por los diezmos y primicias. Los impuestos de nobles o de la Corona se explicitan en las respuestas 2, 27 y 40.

El Catastro citado tenía por objeto abolir el régimen impositivo existente y sustituirlo por una Única Contribución, que tratase a todos los habitantes según sus propiedades y rentas y no según sus privilegios a la hora de pagar impuestos. Era pues manifiesta la configuración de un sistema fiscal más justo. Los ingresos de la Corona se basaban, aparte de los ingresos procedentes de los virreinatos americanos, en las siguientes cargas:

  1. Rentas Generales: aduanas, almojarifazgo, diezmos del mar…
  2. Rentas Provinciales: alcabalas, cientos, servicios ordinario y extraordinario, millones, derechos de fiel medidor, rentas menores y 7 rentillas.
  3. Rentas Estancadas: Tabaco, naipes, papel sellado o sal. Ésta imprescindible para la conservación de productos, salazones y para el ganado.
  4. Tributaciones Eclesiásticas: Tercias reales, excusado, diezmos novales, décimas extraordinarias, subsidio y bula de cruzada.

El Catastro afectaba sobre todo a las Rentas Provinciales, las más sustanciosas, a las que sustituiría la Única Contribución del proyecto de Ensenada. Para un seguimiento particularizado de la implantación de la Única Contribución en la antigua provincia de Extremadura es interesante ver el libro de Alfonso Otazu titulado: La reforma fiscal de 1749-1779 en Extremadura, citado en la bibliografía final.

Existían también las rentas señoriales, muy disminuidas con el paso del tiempo y de escasa importancia en cuanto a su volumen. Destacaríamos: Los derechos de martiniega, yantar y forero en reconocimiento de señorío; el derecho de administrar justicia, penas de cámara, etc. el derecho de cargos u oficios, escribano, regidor, etc. los derechos del Rey que les hubieran sido cedidos o comprados por el señor; el servicio y montazgo que gravaba las cabezas de ganado.

En cuanto al clero, tanto regular como secular, sus fuentes de ingresos eran dobles: Además de limosnas o tasas por servicios prestados, destacaríamos:

  1. Los beneficios obtenidos de la explotación o arriendo de sus propiedades, más derechos de censos, juros y otras rentas.
  2. El diezmo y las primicias: La masa diezmal se dividía habitualmente en tres montones cada uno de los cuales constituía y era denominado tercia, correspondiendo inicialmente al obispo, al cabildo y al clero local. Cada una de estas tercias se dividía a su vez en terceras partes, que hacían de cada uno de los valores resultantes un noveno. La Iglesia cedió a la Corona las tercias reales, que eran 2/9 de todos los frutos. Ello fue así porque de las tercias concedidas por el Papa a la Corona, ésta más tarde cedió una tercera parte (1/9 de toda la masa decimal) para el mantenimiento de la fábrica de las iglesias, parte conocida como el noveno pontifical. Había varios tipos de diezmos: prediales, personales y mixtos, más los diezmos nuevos. Las primicias se pagaban del trigo, cebada, centeno, avena, mijo, habas, garbanzos y otras semillas; se entregaban generalmente al obispo. Hubo casos, como en el Señorío de Valverde, que se abonaban a los sacristanes de sus 5 pueblos. A la Mitra se entregaba también el llamado Voto de Santiago.

Tanto la Corona como la nobleza o la Iglesia cobraban sus impuestos por regla general, no de forma directa, es decir a través de sus funcionarios, que eran escasos o no tenían. De ahí que recurrieran en su mayoría al arriendo de aquellos a capataces o mayordomos de las respectivas localidades, o bien emplearan el sistema del encabezamiento por vía de repartimiento. Éste era el más utilizado por las autoridades reales. El amillaramiento consistía en el cómputo total del valor de las haciendas de los vecinos en miles de reales y repartiendo los tributos por millar de reales de las respectivas haciendas.

De todos modos durante el Antiguo Régimen el sistema imperante en cuanto a la percepción de impuestos era muy irregular. Encontramos en poblaciones de nuestra comarca cómo rentas de la Corona son cobradas por los señores y en otras poblaciones de forma diferente. Lo mismo sucede con las rentas eclesiásticas, en especial las tercias reales. Todo ello se explica si tenemos en cuenta que nos hallamos en una sociedad de privilegiados, donde el capricho, la merced, el abuso y las injusticias estaban a la orden del día.

 

  • El Régimen Jurisdiccional

Para desarrollar este apartado nos hemos basado sobre todo en las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Éstas comienzan señalando la fecha y el nombre del juez subdelegado de la ciudad de Plasencia y de las autoridades municipales presentes. Lo redacta el escribano del lugar a catastrar. La obtención de las respuestas en nuestra comarca se hace en el año 1753, desde el 8 de febrero hasta el 6 de octubre. Comienza por Gargüera, el último pueblo catastrado fue Cuacos. El orden de las visitas no tiene una explicación geográfica pues salta de Gargüera a Jaraíz para pasar después a Tejeda y Pasarón. Tras visitar los pueblos del señorío de Valverde en el mes de septiembre concluye en el ya citado Cuacos. En ese intervalo de tiempo visitó el resto de los núcleos comarcanos.

Tras el nombre de la población, primera respuesta, en la segunda se inquiere sobre si es de realengo o de señorío; así como los derechos que se perciben y cuanto producen. En estas contestaciones observamos ya como los señores perciben las cargas fiscales del Rey, así como las facultades para nombrar regidores o escribanos en otros casos. O sólo administrar justicia y recibir determinados pechos de vasallaje. Las situaciones son variadas dependiendo de cada pueblo. Ya dijimos que los sitios de realengo eran 8 y los de señorío 10. Pues bien, en la distribución de los impuestos las diferencias se presentan por poblaciones no por señoríos. Esto se desprende de las preguntas 2 y 27.

Garganta la Olla paga al Rey pero también al Marqués de Villena. En Jarandilla todos los impuestos son para el Conde de Oropesa. Pasarón y Torremenga abonan al Duque de Arcos: Alcabalas, tercias, diezmos prediales y menudos; al Monarca: Los cientos antiguos y renovados, el fiel medidor y el servicio ordinario y extraordinario. En Tejeda todo al Rey, nada al Conde de la Roca. Jaraíz, que es de realengo, paga casi todo al Soberano pero el tercero y medio por ciento se abona al Duque del Infantado por privilegio. En Valverde, Talaveruela y Viandar al Rey no se paga nada, todo va a la Marquesa de Astorga. En cambio en las otras dos poblaciones del señorío, Madrigal y Villanueva, a la Corona se abonan los cientos, servicios, millones y fiel medidor; a la Marquesa citada: la alcabala, martiniega, regalías y diezmos.

 

Cuadro I

Población Categoría Jurisdicción Vecinos Anejos Dependencia
Aldeanueva lugar realenga 317 0 Ciudad de Plasencia
Arroyomolinos lugar realenga 121 0 Ciudad de Plasencia
Collado lugar realenga 28 0 Ciudad de Plasencia
Cuacos lugar realenga 262 0 Ciudad de Plasencia
Garganta la Olla villa señorío 489 0 Marqués de Villena
Gargüera lugar realenga 38 0 Ciudad de Plasencia
Jaraíz villa realenga 342 0 Propia
Jarandilla villa señorío 461 1 Conde de Oropesa
Losar villa realenga 357 0 Ciudad de Plasencia
Madrigal lugar señorío 30 0 Marqués de Astorga
Pasarón villa señorío 279 0 Duque de Arcos
Robledillo villa realenga 54 0 Ciudad de Plasencia
Talaveruela lugar señorío 81 0 Marqués de Astorga
Tejeda villa señorío 60 0 Conde de la Roca
Torremenga villa señorío 17 0 Duque de Arcos
Valverde villa señorío 178 0 Marqués de Astorga
Viandar villa señorío 83 0 Marqués de Astorga
Villanueva villa señorío 313 0 Marqués de Astorga

 

El Cuadro número I nos señala el nombre de la población, su categoría como núcleo, el régimen jurisdiccional, los vecinos, núcleos anejos y dependencia administrativa. El total de vecinos era 3.510 que multiplicado por 4 nos da una población de 14.040 habitantes. Sólo Jarandilla tenía un barrio como anexo que era El Guijo de Santa Bárbara. Por categorías hallamos 11 villas, 7 lugares y 1 barrio. Aparte de los ocho núcleos de realengo los señores jurisdiccionales eran: Marqués de Villena en 1, Conde de Oropesa en 1, Conde de la Roca en 1, Duque de Arcos en 2 y el Marquesado de Astorga en 5. Estos datos se han confeccionado sobre lo que nos dicen las respuestas 1, 2 y 21 del Interrogatorio General.

En cuanto a la composición poblacional según sea su categoría social hemos elaborado el siguiente esquema distributivo, Cuadro II, según los datos que nos proporcionan las respuestas 21, 38 y 39. Destacamos la casi total ausencia de población noble, sólo aparecen 6 hidalgos en Aldeanueva (Martín Martín, 2009, 35). Sobresale lo poblados que estaban los 4 monasterios y conventos existentes. El clero secular era el mejor distribuido por localidades, explicable por las funciones pastorales y de cura de almas que le eran propias. Si bien su número 79 era inferior al de regulares 135.

 

Cuadro II

Población Clero secular Clero regular Criados adheridos Nobles
Aldeanueva 4 15 6 6
Arroyomolinos 4 0 0 0
Collado (de otro pueblo) 0 0 0
Cuacos 4 40 0 0
Garganta la Olla 8 0 0 0
Gargüera 1 0 0 0
Jaraíz 21 1 1 0
Jarandilla 8 79 2 0
Losar 6 0 0 0
Madrigal 1 0 0 0
Pasarón 9 0 0 0
Robledillo (el de Losar) 0 0 0
Talaveruela (el de Viandar) 0 0 0
Tejeda 4 0 0 0
Torremenga 1 0 0 0
Valverde 5 0 0 0
Viandar 2 0 0 0
Villanueva 1 0 0 0

 

 

  • La estructura fiscal

En el Antiguo Régimen nuestra comarca se caracterizaba por estar basado su sistema productivo en la agricultura y la ganadería. De ahí que el producto de sus rentas tengan este origen en su mayoría. M.ª Dolores Marcos en su estudio sobre la provincia de Extremadura en el siglo XVIII, refiriéndose a la Vera nos dice que las industrias existentes eran: de lino en Aldeanueva, Cuacos, Garganta, Losar y Valverde. Había curtidos en Cuacos, Jarandilla y Pasarón y loza en Cuacos (Mateos, 1971). Pero estos pequeños talleres tenían una organización gremial, de escaso nivel productivo y para abastecer la demanda local casi exclusivamente.

Por todo ello si queremos conocer el régimen fiscal allí existente debemos concebir éste como procedente de rentas agropecuarias. Y en efecto, así se observa cuando analizamos los tipos impositivos, los sujetos de los mismos y las procedencias de las imposiciones que se establecen.

Comenzaremos por desbrozar el presupuesto de los distintos municipios que integran la comarca en el Cuadro III. Viendo su nivel de gastos e ingresos, y si estos son de origen impositivos. Todo ello en reales de vellón y maravedís.

 

Cuadro III

Población Ingresos Gastos Resultado Arbitrios
Aldeanueva 2.023,22 2.753 déficit 0
Arroyomolinos 350 4.000 déficit 0
Collado 1.100 1.153,2 déficit 0
Cuacos 1.400 1.700 déficit 0
Garganta la Olla 2.974,13 4.616,08 déficit 0
Gargüera 3.265 2.576,29 superávit 0
Jaraíz 4.287,32 Superior a ingresos déficit 0
Jarandilla 1.171,17 5.320,27 déficit 0
Losar 2.220,12 10.432,17 déficit 0
Madrigal 370 700 déficit 0
Pasarón 5.892,23 10.112 déficit 0
Robledillo 1.313 1.683 déficit 0
Talaveruela 113 1.007,1 déficit 0
Tejeda 7.423 6.200 superávit 0
Torremenga 470,33 927,18 déficit 0
Valverde 1.934,33 3.026,2 déficit 0
Viandar 1.509,17 2.751,2 déficit 0
Villanueva 3.000 8.500 déficit 0

 

Hay una serie de rasgos que se desprenden de los datos que nos proporciona la respuesta 23 (ingresos), la 25 (gastos) y la 24 de arbitrios municipales. Entendidos éstos como imposiciones específicas de naturaleza concejil al margen de los de la Corona. Como nota significativa diremos que no hay en ninguno de los 18 pueblos analizados arbitrios o impuestos locales. Todos los ingresos de los ayuntamientos provienen de rendimientos de sus tierras, casas o derechos inherentes a las propias entidades locales. Veamos la procedencia de estos ingresos en algunos de ellos como muestra. En Aldeanueva, de realengo, los caudales municipales provienen de los derechos de medida 1.746,22 reales, del peso del concejo 267 reales, 358 fanegas de pasto para ganados y 3 fanegas de superficie pobladas con 600 robles; en total 2.023 reales y 22 maravedís. En Valverde, de señorío, sus ingresos provienen de 1 molino de aceite, el arriendo de la barca del Tiétar, derechos de peso y carga de productos, renta de la bellota de roble en la dehesa boyal y por penas. En total ingresan 1.934 reales y 33 maravedís.

Otra característica propia de la mayoría de las poblaciones es el déficit de sus cuentas municipales. Salvo Gargüera y Tejeda los demás sufren, en mayor o menor medida, de un desequilibrio crónico, que sin duda condiciona las posibilidades de reformas o prestación de servicios por parte de sus autoridades. Las dos poblaciones citadas tienen superávit pero es debido a que poseen extensas dehesas o ejidos, que arrendados a los ganaderos les otorgan sustanciales ingresos. Los otros 16 núcleos, aunque poseen baldíos y cotos comunales en sus alfoces, o son improductivos o están sometidos, a través del Sexmo de la Vera, al control y beneficio de la ciudad de Plasencia. Es el caso del baldío de las Pájaras en Aldeanueva usufructuado por dicha urbe, para ser empleado en el pago del maestro de primeras letras (Martín Martín, 2009, 57).

¿Cómo resolvían el problema del déficit? En su mayoría recurriendo al repartimiento de las deudas entre los vecinos, para que cada uno, en función de su patrimonio y rentas, aportara lo que faltaba. Así se constata tanto en pueblos de realengo, Aldeanueva, Jaraíz o Robledillo, como en los de señorío, Madrigal o Jarandilla. En éste la Condesa de Oropesa en 1753 aprueba que se realice un repartimiento de 6.000 reales para gastos de la alcaldía mayor de la localidad. Era la única vía ya que se resistían a imponer cargas fijas en forma de sisas o arbitrios, siempre mal percibidos por los vecinos.

A continuación las imposiciones que beneficiaban a la Corona y a la nobleza jurisdiccional las vamos a analizar unidas, dado que unas y otras se hallaban cruzadas o se complementaban. Por ejemplo, si las alcabalas las cobraba el señor, el monarca no las percibía y lo mismo se puede decir de las demás rentas provinciales, tercias o derechos de régimen general. El Cuadro IV así lo expresa.

 

Cuadro IV

Población Total Rentas reales Rentas señoriales
Aldeanueva 26.122,12 26.062,12 50
Arroyomolinos 11.790,27 100% 0
Collado 1.619,6 100% 0
Cuacos 1.000 100% 0
Garganta la Olla 26.475,30 17.935,10 8.540,20
Gargüera 1.677,04 100% 0
Jaraíz 30.913,03 30.608,17 304,20
Jarandilla 10.680 0 100%
Losar 20.876,16 20.523,18 352,32
Madrigal 1.324 714 610
Pasarón 18.502,09 15.557,29 2.944,14
Robledillo 3.294,04 100% 0
Talaveruela 1.010 0 100%
Tejeda 2.710,06 100% 0
Torremenga 1.016 816 200
Valverde 8.080,32 0 100%
Viandar 978,2 0 100%
Villanueva 26.202,12 18.763,18 7.438,28

 

De entrada señalaremos que los pueblos de realengo pagaban las contribuciones a la Hacienda Pública por encabezamiento o mediante arriendo. Es el caso de Aldeanueva, Arroyomolinos, Collado, Cuacos, Gargüera, Jaraíz, Losar, Robledillo y Tejeda. Ésta, aunque aparecía en el capítulo anterior como de señorío del Conde de La Roca, éste no percibía renta alguna. De los citados todas las contribuciones son del Rey, salvo en Aldeanueva, Jaraíz, Losar y Villanueva, pueblos en los que una pequeña partida se entrega al Duque del Infantado, en razón del tercero medio por ciento. Este privilegio no saben los vecinos si fue otorgado por concesión o por compra a la Real Hacienda.

En otros pueblos, como Garganta, Madrigal, Pasarón, Torremenga y Villanueva recibe más impuestos la Corona que el señor. En cambio en Jarandilla, Talaveruela, Valverde y Viandar recibe todas las rentas el señor. Otra singularidad es la de Arroyomolinos pueblo en el que particularmente el Monarca reinante, Fernando VI, rebajó una tercera parte de todos los impuestos, salvo los servicios ordinario y extraordinario, por la epidemia y crisis demográfica que este lugar sufrió en los años 1748-1750 (Melón Jiménez 1989, 333).

El régimen decimal en la diócesis de Plasencia estaba regulado por lo que estipulaban sus constituciones sinodales. Si analizamos las que se aprobaron en el Sínodo convocado por el obispo José Jiménez Samaniego en 1687, se pagaban: Diezmos prediales o terrazgos, personales y mixtos, además de los de yerbas y grandes, más los de arriendo de casas, bodegas, tinajas, molinos, aceñas o tahonas. También existían los llamados nuevos o de la campana de Grazalerma sobre higos, castañas, pollos, etc. Como singularidad se pagaba una cuartilla de granos o 3 celemines para el denominado Voto de Santiago (Martín Martín, 2004, 705 y siguientes).

Para no ir describiendo pueblo a pueblo la distribución y cantidades a que ascendían las rentas decimales, lo que haría muy farragoso este apartado, hemos elegido unas muestras que entendemos son representativas de los 18 núcleos estudiados.

En Garganta la Olla, pueblo de señorío, por lo general se abonaba de cada 10 arrobas una y de cada 15 fanegas de higos una. El destino de las rentas decimales era el que sigue:

El Obispo obtenía 1/5 de todos los diezmos prediales y menudos y las primicias. Además todos los diezmos nuevos en exclusividad. El Cabildo 2 partes de 3/5 de todos los diezmos. El cura párroco de San Lorenzo 1/6 parte de todos ellos. Un beneficio préstamo servidero de la parroquia la mitad de 1/6 parte de aquellos. Otro beneficio simple servidero de la parroquia la mitad de 1/6 parte de ellos. La fábrica de la Catedral de Plasencia 2/3 partes de 1/9 de todos. La fábrica de la Parroquia de San Lorenzo 1/9 parte de todos. Las tercias reales son de la Marquesa de Villena y rentan 2/3 partes de 2/9 de todos.

En Losar, que forma con Robledillo un todo pontifical, es decir, pagan el diezmo conjuntamente las dos poblaciones, y son ambos de realengo, se abonan en total: En especie, 7 fanegas y 8 celemines de trigo y 65 fanegas, 3 celemines y 1 cuartillo de centeno. En dinero, rentan los menudos 458.503 maravedís, los de la castaña 89.743 m. y los nuevos 19.892 maravedís. Y se reparte de la siguiente forma:

La Mitra, es decir el Obispo, recibe por primicias: 6 celemines de trigo, 1 de cebada y 3 fanegas, 10 celemines y 3 cuartillos de centeno. Percibe también los llamados diezmos novales que ascienden a 19.892 m.

El Cabildo de la Catedral en especies: 2 fanegas, 4 celemines y 3 cuartillos de trigo, y 20 fanegas, 5 celemines y 2 cuartillos de centeno. Más 152.835 m. por menudos y 29.914 por el de la castaña.

El Cura rector: 1fanega y 7 celemines de trigo, 13 fanegas, 7 celemines y 3 cuartillos de centeno. Más 101.890 m. de menudos y 19.943 m. de castaña.

Un beneficio simple en la parroquia: 9 celemines y 2 cuartillos de trigo y 6 fanegas, 9 celemines y 3 cuartillos de centeno. Además 50.944 m. de menudos y de la castaña 9.971 m.

La fábrica parroquial del Losar por 1/9 de todos los diezmos le corresponde: 9 celemines y 2 cuartillos de trigo y 6 fanegas, 9 celemines y 3 cuartillos de centeno. Más de menudos 50.944 m. y de castañas 9.971 m.

La fábrica de la Catedral de Plasencia: 6 celemines y 1 cuartillo de trigo y 4 fanegas, 6 celemines y 2 cuartillos de centeno. Además de por menudos 33.963 m. y por la castaña 6.648 m.

A Su Majestad por las tercias reales le corresponden: 1 fanega y 3 cuartillos de trigo, 9 fanegas y 1 cuartillo de centeno. Más por diezmos menudos 67. 927 m. y por la castaña 13.296 m.

Por último el Voto de Santiago ascendía a ½ fanega de trigo y 1 y ½ fanega de centeno.

Las cifras globales de este diezmatorio transformadas en reales ascienden a: Por menudos 13. 485,13 reales, por la castaña 2.639,17 reales y los llamados diezmos nuevos 555,22 reales. Suman todos los diezmos de Losar y Robledillo la cantidad de 16.680,18 reales. Sin incluir los percibidos en especies.

Señalar que el régimen decimal por lo general es el de todo el obispado placentino en cuanto a los receptores de estas rentas. Igualmente en cuanto a las Primicias. Hay no obstante singularidades. Las tercias reales las cobran en Garganta la Olla la Marquesa de Villena, en Jarandilla el Condado de Oropesa, en Pasarón el Duque de Arcos y en los 5 pueblos del señorío de Valverde se abonan a la Marquesa de Astorga. Las primicias, que en su mayoría las percibe la Mitra, es decir el Obispo, en el caso de los 5 pueblos del señorío de Valverde las perciben los sacristanes de sus parroquias. Los diezmos de yerbas y glandes, donde se perciben, las gozan el obispo y el cabildo. Los datos de estas cargas y su distribución las hemos obtenido de las respuestas a las preguntas 15 y 16 del Interrogatorio.

La Real Hacienda, además de las rentas generales, provinciales y las de procedencia eclesiástica, gozaba también de las llamadas estancadas. Se trataba de monopolios sobre el tabaco, los naipes, el papel sellado y la sal, entre otros. En el Cuadro V mostramos las cantidades, si las había, y cuyo fin era aumentar las cuentas del Rey. Los datos se expresan en reales y la sal en fanegas.

 

Cuadro V

Población Utensilio

(reales)

Otras

(reales)

Sal (fanegas) Renta de la sal (reales) Total

(reales)

Aldeanueva 0 0 0 0 0
Arroyomolinos 400 0 77 3.827 4.227
Collado 0 0 0 0 0
Cuacos 0 0 0 0 0
Garganta la Olla 386 86 154 8.139,12 8.611,12
Gargüera 0 0 18 900,18 900,18
Jaraíz 0 212 149 7.967,16 8.179,16
Jarandilla 0 60 0 0 60
Losar 0 52,17 0 0 52,17
Madrigal 0 0 18 972 972
Pasarón 482,19 30 115 6.162,22 6.675,07
Robledillo 0 0 0 0 0
Talaveruela 0 0 0 0 0
Tejeda 0 0 30 1.557 1.557
Torremenga 0 0 0 0 0
Valverde 0 0 0 0 0
Viandar 0 0 0 0 0
Villanueva 240 0 155 8.315,10 8.555,10

 

De las repuestas a la interrogante 40 hemos obtenido los datos anteriores y por ello deducimos que en nuestra comarca son grabados preferentemente la sal y el utensilio. Éste era una carga real que se abonaba a la Corona en sustitución de la obligación que tenían los pueblos de alojar y alimentar a las tropas del Rey en tránsito por la localidad. Se pagaba a la ciudad realenga de Badajoz. Ésta fijaba un cupo que establecía cada año. Unos pueblos lo abonaban y otros no, tanto si eran de señorío civil o de jurisdicción real. Según Artola este impuesto de sustitución del alojamiento de tropas por una contribución anual se creó en 1719 y su reglamentación no apareció hasta 1760 (Artola, 1982, 252).

En la columna de “otras” incluimos determinadas rentas que se obtenían en ciertas poblaciones por la comercialización de la nieve, el aguardiente, el jabón, por penas de cámara y gastos de justicias. No todos los lugares lo abonaban, dependía de su existencia y del reconocimiento de esta carga. Por ejemplo la tasa de nieve se pagaba sólo en Garganta, Jaraíz y Pasarón. En 3 pueblos del señorío de Valverde la renta de la sal se abonaba a la Marquesa de Astorga, no así en Madrigal o Villanueva. Destacar que el cobro de estas rentas se hacía mediante el sistema de encabezamiento entre vecinos.

La pregunta 40 también inquiría saber si el Rey tenía en la población respectiva alguna finca o propiedad, además de las mencionadas rentas. Las respuestas son todas negativas, dado que la Corona en esta época carecía de bienes inmuebles en la Vera.

 

  • A modo de coda

De lo expuesto se deduce el alto nivel de cargas fiscales que los habitantes de la comarca experimentaban. Además de las específicas de la Corona, tenían que abonar las primicias, los distintos tipos de diezmos y el voto de Santiago. Las que se pagaban a los señores jurisdiccionales no eran menores en los casos de Jarandilla, Pasarón, Torremenga y los cinco pueblos dependientes de Valverde. La no existencia de arbitrios municipales hizo que los ayuntamientos mayoritariamente tuvieran déficit crónico.

Tomando como ejemplo la población de Losar de la Vera observamos que la mayor carga fiscal provenía de los impuestos de la Corona, más de 20.900 reales, seguida de las rentas eclesiásticas, que ascendían a más de 16.600 reales, hecha la salvedad de que este pueblo compartía diezmatorio con Robledillo. En cambio, los ingresos municipales apenas superaban los 2. 200 reales. Es decir que un alto volumen de sus excedentes salía de la comarca, bien para la ciudad de Plasencia o para la Hacienda Pública.

Tanto los lugares como las aldeas tendieron a lo largo del Siglo de la Ilustración a tener más rango administrativo, luchando para que el Rey les concediera el título de villazgo. Cosa que era factible si abonaban una alta cuota al monarca y la ciudad de la que dependían no ponía inconvenientes. No sujetos a Plasencia tenían más control de sus bienes comunales, propios y baldíos y les ahorraba los traslados a la ciudad del Jerte, por caminos de herradura, llenos de peligros e inseguridades en aquellos tiempos.

Quizás lo anterior explica la buena aceptación que tuvo la reforma municipal de las Cortes de Cádiz. Se establecía que los ayuntamientos constitucionales se instalaran, libres de cargas y rentas señoriales o eclesiásticas, y bajo el paraguas de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Si a ello se añadía que el nuevo sistema tributario se basara en los niveles de patrimonio y renta, sin exenciones por privilegios, la adhesión a la nueva situación política estaba garantizada.

  • Fuentes y Bibliografía

Como soporte documental básico hemos utilizado el Catastro de Ensenada, en especial las Respuestas Generales de su Interrogatorio, que como es sabido constaba de 40 preguntas. Nos han sido especialmente útiles la 1, 2, 14, 15, 16, 21, 22, 23, 24, 25, 27, 38, 39 y 40. Se hallan estos interrogatorios de los 19 pueblos de la Vera en el legajo 135 del Archivo General de Simancas (Valladolid). Si bien su consulta es factible hoy por internet en el portal PARES del Ministerio de Cultura.

Además hemos empleado la siguiente bibliografía:

Acedo de la Berrueza, Gabriel: Amenidades y florestas de la Vera Alta y Baja de Extremadura. Sevilla 1891.

Aguilar Piñal Francisco: Badajoz 1752. Alcabala del Viento. Tabapress. Madrid 1995.

Amor Morales Ángel: La flora y la vegetación en la Vera. Junta de Extremadura. Mérida 1994.

Artola Gallego Miguel: La Hacienda del Antiguo Régimen. Alianza. Madrid 1982.

Ballesteros Díaz José Antonio: Baldíos y fanegas, dos indeterminaciones en el Catastro de Ensenada. El caso de la Provincia de Extremadura. Revista de Estudios Extremeños tomo LXVII nº III. Badajoz 2011, páginas 1445-1472.

Camarero Bullón M.ª Concepción: El Catastro de Ensenada. Ministerio de Hacienda. Madrid 2002.

Carolina de Santos Canalejo E.: El siglo XV en Plasencia y su tierra. Institución Cultural el Brocense. Cáceres 1981.

Díaz Aceituno G. y Roso M.: Jarandilla de la Vera. Diputación de Cáceres 2016.

García Montero Manuel: La Vera, luces y sombras de una comarca de la Alta Extremadura. Ed. del Autor. Mérida 1989.

García Montero Manuel: La Vera, siempre la Vera. Ed. del autor. Jaraíz 1990.

García Montero Manuel: Robledillo de la Vera. Ed. del autor. Jaraíz 1996.

López Ortigo Florencio: Estudio histórico y cultural de la villa de Garganta la Olla. Ed. del autor. Garganta la Olla 1989.

Llopis Enrique: Guadalupe 1753. Alcabala del Viento. Tabapress. Madrid 1995.

Madoz Pascual: Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar. Madrid 1849.Tomo XV.

Marcos González M.ª Dolores: La España del Antiguo Régimen: Castilla la Nueva y Extremadura. Universidad de Salamanca 1971.

Martín Galán M. M.: Historia del Catastro en España (s. XVIII-XX). A. H. P. de Guadalajara 2002. Páginas 15 y siguientes.

Martín Martín Teodoro: El dominio territorial de los conventos y monasterios de la Vera en vísperas de la desamortización. Alcántara. Cáceres 1978.

Martín Martín Teodoro: El diezmo en la diócesis de Plasencia. Revista de Estudios Extremeños, vol. 60, nº 2. Badajoz 2004. Páginas 705-718.

Martín Martin Teodoro: Aldeanueva de la Vera un pueblo con Historia. Ed. Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera. 2009.

Melón Jiménez Miguel Ángel: Extremadura en el Antiguo Régimen: Economía y sociedad en la Tierra de Cáceres (1700-1814). Editora Regional de Extremadura. Mérida 1989.

Melón Jiménez Miguel Ángel: Oligarquías locales y crisis del Antiguo régimen en Extremadura. En Investigaciones Históricas nº 9. Universidad de Valladolid 1989. Páginas 9-32.

Melón Jiménez Miguel Ángel: Economía eclesiástica en Extremadura a fines del Antiguo Régimen: Rentas de la diócesis de Plasencia. En Obradoiro de Historia Moderna nº 13. Santiago de Compostela 2004. Páginas 127-161.

Merchán Torralbo Luís y Soria Valentín: Jaraíz de la Vera. Ed. La Vera. Jaraíz 1997.

Novoa José Manuel: Vasallos, señores y concejos en la Vera de Plasencia: Historia del señorío de Valverde de la Vera (s. XIII-XVIII). Fundación Academia Europea de Yuste. Cáceres 2009.

Otazu Alfonso: La reforma fiscal de 1749-1779 en Extremadura. Instituto de Estudios Fiscales. Madrid 1978.

Romero Durán Mª Pilar: Badajoz a mediados del siglo XVIII. UNED. Mérida 1989.

Sánchez Prieto J. A.: Estudio de un municipio de la Vera: Pasarón. Pasarón de la Vera 1971.

Timón Timón Francisco: La Vera: pueblos y paisajes. Ed. GD. Móstoles 1997.

Tuñón de Lara Manuel: ¿Por qué la Historia? Salvat. Barcelona 1985.

 

Dic 162020
 

 

Jacinto J. Marabel Matos.

 

Resumen

El año 1810 se presentaba aciago para los intereses de los ejércitos españoles, batidos y reducidos en las inmediaciones de Ocaña el 19 de noviembre de 1809. Los franceses iniciaron la conquista de Andalucía sin oposición y el 1 de febrero entraron en Sevilla, de donde poco antes había salido la Junta Central para buscar refugio en Cádiz. En esta última fue posible organizar la reconquista, establecer unas Cortes y aprobar una Constitución, gracias a que, en última instancia y con el mariscal Victor pisándole los talones, el duque de Alburquerque consiguió poner a salvo al Ejército de Extremadura para reforzar su guarnición. Nuestra región por el contrario quedó a merced de los franceses, que rápidamente pusieron cerco a la plaza de Badajoz y que, con más presteza aún, tuvieron que levantar cuando los batallones del brigadier Rafael Menacho rompieron sus líneas para sumarse a la defensa. Si bien la primera de las acciones ha sido celebrada hasta la saciedad, nada o casi nada se sabe de la segunda, pese a que su importancia no desmerece a nuestro juicio ninguna de las grandes gestas que se escribieron durante la Guerra de la Independencia. De ahí que el objeto del presente trabajo trate de poner de relieve la misma.

 

Estado de la guerra y de las operaciones militares a comienzos del año 1810.

El año 1810 se presentaba aciago para los intereses de los ejércitos españoles, batidos y reducidos en las inmediaciones de Ocaña el 19 de noviembre de 1809. La Junta Suprema Central había puesto todas sus esperanzas en esta batalla después del fracaso de la campaña de Talavera, primera operación conjunta con los aliados británicos y portugueses en el intento de recuperar Madrid, por lo que cursó órdenes para distraer el mayor número de tropas posible de los ejércitos de Castilla y Extremadura con el objeto de agruparlas en la ofensiva que iba a protagonizar el Ejército de La Mancha.

En una estrategia realmente poco meditada, a principios de otoño la Junta Central había conseguido formar la masa de hombres que creía suficiente para asestar el golpe definitivo a los tres Cuerpos del ejército francés que protegían la capital de Reino: un total de cuarenta y cinco mil infantes que, apoyados por cinco mil jinetes, el 23 de octubre de 1809, puso al mando de la persona equivocada. Este no era otro que el inexperto teniente general Juan Carlos Areizaga, cuyos sucesivos nombramientos fueron debidos a la ascendencia del clan Palafox, que “sin hacerse una idea de qué ejército mandaba, ni de conocer a sus mandos divisionarios y del estado mayor” [1], tuvo que ponerse al frente de la mayor fuerza operativa reunida hasta la fecha y marchar al campo de combate en menos de una semana. Y como cabía esperar, la devastación fue completa:

 

“El resultado de la batalla dirigida por el general Areizaga fue desastroso. La desbandada fue tan grande que transcurrieron dos meses antes de que se pudieran reunir 20.000 hombres en Sierra Morena. Murieron entre cuatro y cinco mil hombres. Fueron hechos más de trece mil prisioneros. Cuarenta cañones cayeron en manos enemigas. Las pérdidas de municiones, víveres y pertrechos fueron inmensas. Varias columnas de prisioneros capturados en la batalla fueron conducidos a Francia como si fueran un vil rebaño de reses que con indiferencia se lleva al mercado. Fueron tratados con dureza y muchos de ellos, jóvenes y de constitución débil, murieron de puro cansancio”[2].

 

Aquel inmenso ejército quedó reducido a menos de veinte mil hombres que, una vez recuperados los dispersos, se dedicó a cubrir el paso de Sierra Morena, atrincherado en un frente demasiado extenso, doscientos kilómetros entre Almadén y Villamanrique, para ser defendido con garantías. Así pues, en el mes de enero de 1810 los franceses tenían expedito el camino para invadir Andalucía y reducir la maniobrabilidad de los ejércitos españoles a la periferia. Napoleón, que había derrotado a los austriacos en Wagram el verano anterior, puso sus miras de nuevo en la Península y detrajo treinta mil hombres del Ejército del Rin para terminar de completar la conquista. No era exagerado pensar por tanto que la suerte de España pendía de un hilo, el mismo que en Extremadura parecía haber sido cortado pocos meses antes. Pues en efecto, los británicos, que se habían retirado del teatro de operaciones en agosto para pasar el otoño acampados en las inmediaciones de Badajoz, tratando de recuperarse de una epidemia de fiebre amarilla que asoló sus filas, decidieron cruzar la frontera a finales de diciembre para enrocarse tras el sistema defensivo que habían construido en Torres Vedras, al norte de Lisboa, desguarneciendo la región por completo[3].

El Ejército de Extremadura, aquejado aún de las severas derrotas sufridas el año anterior en Mesa de Ibor, Medellín y Talavera, que habían cercenado notablemente su capacidad operativa, quedó destinado a labores de observación sobre los puentes de Almaraz y del Arzobispo. Su comandante, el capitán general Gregorio García de la Cuesta, había sido cesado por la Junta Central, presionada por las maniobras orquestadas entre los hermanos Wellesley y el embajador plenipotenciario Bartholomew Frere, cuyos escritos, dados a conocer con posterioridad, revelaban las preferencias de los aliados por “el duque de Alburquerque, que no tendría mayor ambición que la de mandar un cuerpo de tropas españolas que solicitase V. tener unido al ejército británico o situado a sus inmediatas órdenes, y dispuesto para cualquier empresa separada que V. juzgase oportuna”[4].

El candidato británico acabaría triunfando finalmente frente al sucesor natural de Cuesta, su segundo en el mando, el teniente general Francisco Ramón de Eguía, después de que este fuera nombrado comandante del Ejército del Centro y marchara al cuartel general de La Carolina llevándose el grueso de las tropas, nada menos que veinte batallones de infantería y siete de caballería[5], los mejores de los que disponía, para dejar en los alrededores de Trujillo tan sólo diez mil hombres bajo el mando interino del mariscal de campo Luis Alejandro Bassecourt[6]. El duque de Alburquerque, un general de caballería cuyo única acción meritoria había consistido en tomar un convoy de avituallamiento el año anterior, asumió el mando de las tropas extremeñas a mediados de octubre y estableció el cuartel general en Deleitosa, prevenido por la Junta Central para realizar una diversión en favor del Ejército del Centro cuando este decidiera su avance hacia Madrid[7]. Sin embargo, las fuerzas muy superiores desplegadas por los franceses en el margen derecho del Tajo le forzaron a mantenerse en esta posición, en la que recibiría los partes de las derrotas de Ocaña y de Alba de Tormes.

En esta última, sucedida el 26 de noviembre, apenas una semana más tarde que el desastre de Ocaña, la caballería del general François Étienne Kellerman, II Duque de Valmy, había sorprendido y arrollado al Ejército de la Izquierda comandado por el teniente general Diego Vicente María de Cañas y Portocarrero, VII duque del Parque, que hubo de buscar refugio en la Sierra de Gata cediendo el control de toda la meseta castellana a los franceses. El 24 de diciembre de 1809, escribió a la Junta Central desde San Martín de Trevejo, justificando que la posición que ocupaba en los límites nuestra región, obligado por:

 

“El movimiento que ha ejecutado el Ejército Británico dejando en descubierto parte de esta Provincia de Extremadura, y poder con mi Ejército ocurrir a las miras que el enemigo intente ejecutar sobre este país, cuya defensa me interesa muy particularmente, y al propio tiempo estar con la mayor atención a las fuerzas que tienen en Castilla, y poder acudir a cualquiera de los dos puntos que intenten invadir, en el día de ayer he ejecutado el movimiento que se manifiesta en la adjunta nota de acantonamientos”[8].

 

De este modo, los restos del Ejército de la Izquierda quedaron guarnicionados en San Martín de Trevejo, donde fue emplazado el cuartel general, con la vanguardia situada entre El Payo, Peñaranda y Navasfrías, la I División en Acebo, la II División en Hervás, la III División entre Perales y Villasbuenas, la V División en Hoyos, la caballería entre Villarubias y Robleda, y la artillería entre Acebo y Hoyos[9]. Sobre ellos, el VI Cuerpo que manda de forma interina el general Jean Gabriel Marchand ocupaba Castilla a la espera de los refuerzos del VIII Cuerpo del general Jean-Andoche Junot, duque de Abrantes, que entraría en España a finales de febrero de 1810 procedente de Bohemia y avanzaría por la cornisa cantábrica hasta situarse en los límites de Galicia. Al otro lado del Tajo, frente a las tropas del duque de Alburquerque, se situaba el II Cuerpo de del mariscal Jean de Dieu Soult, duque de Dalmacia, que cedió pronto el testigo al general Jean Louis Reynier, para sustituir al mariscal Jean Baptiste Jourdan en el mando coordinado de los ejércitos franceses que proyectaban la invasión de Andalucía. En cuanto a esta, la estrategia general preveía tres grandes columnas que debían partir desde el corazón de La Mancha: por la derecha, el I Cuerpo del mariscal Claude-Victor Perrin, duque de Belluno, debía avanzar desde Almadén hasta Santa Eufemia y Belalcázar, mientras el V Cuerpo del mariscal Édouard Mortier, duque de Treviso, reunido en Santa Cruz de Mudela, haría lo propio por el camino real hasta Sevilla, seguido por la izquierda y desde Villanueva de los Infantes por una tercera columna formada por el IV Cuerpo del general Horace-François-Bastien Sebastiani.

En este punto, mediados del mes de enero de 1810, el duque de Alburquerque había dividido sus ya de por sí reducidas tropas entre Trujillo y Don Benito, con objeto de vigilar las posibles avenidas de los enemigos desde los caminos de La Mancha, aunque temiendo quedar copado por los cuerpos franceses que se le aproximaban, en los días sucesivos comenzaría a tomar una serie de controvertidas decisiones que acabarían por dejar desguarnecidas las provincias extremeñas en beneficio de la ciudad de Cádiz.

Algunos autores consideran que dicha decisión resultó crucial para el devenir del conflicto, pues gracias a ella pudo defenderse la plaza, reorganizar el maltrecho ejército español y planear la reconquista, sin dejar de pasar por alto la celebración de las sesiones constituyentes que posibilitaron la ulterior aprobación de un texto constitucional. Sin embargo, con frecuencia se olvida que todos estos logros probablemente no habrían sido posibles con los franceses asentados en Badajoz, dominando Extremadura y cerrando el frente que cercenó la conquista de Portugal, impidiendo que los ejércitos españoles, británicos y portugueses, maniobraran a sus anchas por este vasto territorio, esencial para el conjunto de las operaciones que se desarrollarían durante los meses sucesivos en el suroeste peninsular. Precisamente, una acción que habitualmente suele pasar desapercibida a la mayor parte de los historiadores se convirtió, a nuestro juicio, en la clave de bóveda que permitió mantener el control de Badajoz y Extremadura en manos de los patriotas durante el resto del año. Y su protagonista sin duda fue el brigadier Rafael Menacho y Tutlló.

 

El duque de Alburquerque y el Ejército de Extremadura.

José María Miguel de la Cuerva y de la Cerda, futuro XIV duque de Alburquerque y tres veces Grande de España, nació en Madrid el 27 de diciembre de 1775. En 1803, a la muerte de su padre Miguel de la Cueva y Enríquez de Navarra, capitán general de Aragón y gentil hombre de Cámara con Carlos III y Carlos IV, heredó también los títulos de IX conde de Pelezuela de las Torres, XIV de Ledesma, XIV de Huelma y XVI de Siruela, V marqués de la Mina y XV de Cuellar, XIV señor de los estados de Mombeltrán, Pedro Bernardo y otros, señor de las casas y mayorazgos de la Cueva, Velasco, Guzmán Dávalos, Spínola y Santillán, caballero de Santiago y comendador de la orden en Villona. El 13 de junio de 1799 se casó con Escolástica Gutiérrez de los Ríos y Sarmiento, hija del VI conde de Fernán Núñez, con la que no tuvo hijos. Un par de años antes, el 25 de julio de 1797, había nacido María de los Dolores de la Cueva y Larrosa, hija natural del Duque con Paula Larrosa, mujer soltera de padres ilustres, fallecida tras el parto. Fue reconocida en 1805 sin derecho a suceder, por lo que a la muerte del Duque se inició un intrincado pleito que en 1830 concluyó a favor de Nicolás Osorio y Zayas, hasta entonces XVI marqués de Alcañices, continuando la línea nobiliaria que ha perdurado hasta nuestros días.

Hasta el momento no se ha hallado un retrato fidedigno del duque de Alburquerque, pese a que siempre podemos contar con la elogiosa descripción que, en su acostumbrada inventiva, realizara Adolfo de Castro para su Historia de Cádiz, del que llegó a escribir que:

 

“Nadie contemplaba en su semblante la imagen del terror, sino de la confianza. Parecía que con las plumas de su sombrero, agitadas por su inquietud más que por el viento, llamaba a la victoria. Era el duque pequeño de cuerpo, extraordinariamente blanco, rubios el cabello y bigote; una majestuosa inquietud en su mirada revelaba el ardimiento de su espíritu, y una voluntad inalterable. El alma había retratado su genio en su rostro con unos pinceles y colores que no se permiten a la elocuencia”[10].

 

Como otros nobles de su tiempo, el duque de Alburquerque acarreó una carrera militar temprana y meteórica. El 4 de mayo de 1792 ingresó como capitán agregado en el regimiento de caballería de Dragones de la Reina, con el que participó en la Guerra del Rosellón. El 10 de mayo de 1793 ascendió a teniente coronel y el 13 de enero de 1794 a coronel. El 5 de junio de 1795 fue nombrado brigadier y el 8 de octubre tomó el mando del regimiento de Dragones de Lusitania, aunque finalizado el conflicto quedó un tiempo en Algeciras, donde tuvo relaciones con la mencionada Paula Larrosa, para pasar luego de embajador a Lisboa y más tarde a Madrid, una vez muerto su padre, quedando al cargo de los intereses del título. Pero cuatro años más tarde volvería a incorporarse al Ejército, en esta ocasión como agregado al estado mayor de expedición que, al mando del teniente general Pedro Caro y Sureda, III marqués de la Romana, partió para unirse a las tropas del mariscal Jean-Baptiste Bernadotte, Príncipe de Pontecorvo y futuro rey de Suecia, en la campaña de Pomerania.

Es conocido el periplo de estos hombres, que lograron eludir la vigilancia francesa tras tener noticias del Levantamiento del 2 de mayo, para regresar a España en las embarcaciones dispuestas por el gobierno británico y sumarse a la revuelta en Asturias, en agosto de 1808. En junio, adelantándose a todos ellos y dando muestras de la carencia disciplinaria y carácter independiente que desplegaría en no pocas ocasiones a lo largo del conflicto, condescendiente con los militares de carrera y condicionado quizás por su pertenencia a la grandeza de España, “con una tendencia a intentar justificar y glorificar sus actuaciones al tiempo que una crítica persistente hacia sus superiores”[11], el Duque regresaría a Valencia, asediada por el mariscal Bon Adrien Jeannot de Moncey, duque de Cogegliano, donde una vez conjurado el peligro la Junta Suprema de la Provincia le confíó el mando de la vanguardia de su Ejército.

El 31 de diciembre de 1808 fue nombrado mariscal de campo y se incorporó al Ejército del Centro que mandaba el teniente general Pedro Alcántara Álvarez de Toledo, XIII Duque de Infantado, el cual le ordenó formar una división volante con varios destacamentos de infantería y caballería. Pero cuando aquel cayó en desgracia tras la batalla de Uclés y el mando del Ejército del Centro pasó al teniente general José de Urbina y Urbina, III Conde de Cartaojal, resurgió el carácter autárquico del Duque y comenzó a operar sin esperar órdenes. El 18 de febrero maniobró con su división para sorprender en las inmediaciones de Mora un convoy escoltado por el 20º regimiento de dragones, haciéndose con parte de los bagajes del general Alexander Elisabeth Michel Digeon, pero cuatro días más tarde el IV Cuerpo de Sebastiani le alcanzó en Consuegra, obligándole a retirarse a Ciudad Real. Incomprensiblemente y aunque había desperdiciado el tiempo en una serie de movimientos inanes, el 4 de marzo de 1809 la Junta Central le concedió la Gran Cruz de Carlos III y el ascenso a teniente general, revistiendo al Duque con la legitimidad necesaria para que tratara de convencer al Conde de Cartaojal y uniera sus fuerzas al Ejército de Extremadura, que comenzaba a agruparse en torno a Don Benito para frenar al I Cuerpo del mariscal Victor, por entonces dueño de dos terceras partes de la región. Sin embargo, únicamente consiguió autorización para pasar con su división al ejército que comandaba el capitán general Gregorio García de la Cuesta, pues “molesto con su subordinado, que ya había demostrado, y continuaría haciéndolo, su difícil carácter y su escasa obediencia a otros mandos superiores, el Conde de Cartaojal ordenó al Duque partir a Extremadura con tan solo siete batallones de infantería y un regimiento de caballería”[12].

El Duque se encontró finalmente con Cuesta el 25 de marzo en Villanueva de la Serena, recordándole, sin dejar de perder la ocasión de criticar a su anterior jefe, que habría llegado antes “si el general Conde de Cartaojal me hubiese dejado hacer el movimiento que deseaba, y a que he tratado de persuadirle, por cuantas razones me han presentado las circunstancias”[13]. Sin embargo, el furor guerrero del que se vanagloriaba el Duque debió quedar muy pronto atenuado, puesto que tres días más tarde y teniendo ocasión de demostrarlo, acabaría jugando un papel muy secundario en la batalla de Medellín, formando con la caballería en el ala derecha española, junto a la III División del mariscal de campo Francisco de Paula Gómez de Terán, IV Marqués del Portago, ambas divisiones a su vez bajo el mando directo del teniente general Eguía, en una posición similar a la que desarrollaría posteriormente en la batalla de Talavera, también en el flanco derecho y cubriendo la vanguardia del brigadier José de Zayas.

Aunque hasta el momento del duque de Alburquerque no se había destacado mandado tropas, los aliados británicos comenzaron a verlo como futuro fiel colaborador del proyecto de generalísimo de los ejércitos, al que aspiraban, bajo el mando único del teniente general Arthur Wellesley, por lo que forzaron su promoción ante la Junta Central en detrimento de Cuesta. El 19 de agosto de 1809, en una de las últimas cartas que remitirá al gobierno español antes de ser nombrado Secretario de Estado de Asuntos Exteriores en el gabinete de Spencer Perceval, el aún embajador Richard Wellesley, escribió que:

 

“Innumerables incidentes han hecho ver la imposibilidad de esperar que se forme algún sistema de esfuerzos unidos en los ejércitos aliados, ni ningún grado de acuerdo o cooperación, ni ninguna asistencia de las tropas de España en favor del Ejército británico, si el mando del Ejército español queda en mano del General Cuesta.

 

A estas consideraciones, es mi público deber el posponer todo motivo de delicadeza y sentimiento de pesar para el oficial cuyo nombre he hecho mención. Por lo tanto y sin reserva, suplico a V.E. que haga presente al Supremo Gobierno, que en respuesta a sus preguntas creo necesario declarar que aplaudiré la sabiduría y el espíritu público del Gobierno de España, si procede sin demora a hacer una arreglo para el mando en jefe del Ejército español que pueda dar lugar a una perspectiva más favorable de unión, cordialidad y energía en la continuación de la guerra”[14].

 

Y es que, como el general Cuesta refirió en su Manifiesto, ya por entonces los británicos habían decidido que el mando más proclive a sus intereses era sin duda el que estaba destinado a ejercer el duque de Alburquerque:

 

“Su amigo y corresponsal, el cual, entre otros varios conductos, se valió de este para satisfacer su desmedida ambición. Ningún español creerá que el tal Duque haya podido hacer sombra a la Junta Central por su nacimiento ni por sus riquezas, lo primero porque hay en la nación muchos de igual y mayor clase, y lo segundo porque es el más pobre de todos, y apenas le bastan sus rentas para subsistir con moderación. Mucho menos se creerá que haya podido excitar mis celos por su reputación y popularidad entre las tropas, pues es bien notorio que ni la ha tenido, ni la ha merecido. Su falta de probidad le ha arrastrado en varias ocasiones a denigrar la conducta de sus generales en jefe con noticias y relaciones ajenas de toda la verdad dirigidas a Frere, a fin de labrar su fortuna sobre mi ruina”[15].

 

Pues en efecto, bajo esa pátina entendible de resentimiento, los hechos acabarían por refutar las amargas palabras de Cuesta, aunque por lo pronto y tras la marcha de Eguía con lo más granado del Ejército de Extremadura, los restos de esta tropa, unos diez mil hombres, quedaron a cargo del candidato británico, el duque de Alburquerque. Poco después, tal y como se ha apuntado, el 23 de octubre de 1809 la Junta Central hubo de nombrar apresuradamente comandante en jefe del Ejército del Centro al teniente general Juan Carlos de Areizaga, ya que Eguía renunció al mando en espera de la ansiada Secretaría de Estado y Despacho Universal de Guerra, que ejercería a partir del 1 de febrero de 1810, una vez disuelta la Central en beneficio de la Regencia.

Así pues, destinado Areizaga al frente del Ejército del Centro, el siguiente paso de la Junta Central fue encomendar al duque de Alburquerque la misión de cruzar el Tajo por Puente del Arzobispo, para intentar atraer la atención del I Cuerpo del mariscal Victor desplegado en Talavera, en un maniobra coordinada con las tropas españolas que avanzaban en dirección a Madrid. Pero aunque el Duque operó de este modo en primera instancia, muy pronto, el 25 de octubre de 1809 y tras unas breves escaramuzas, fue obligado por los franceses a repasar de nuevo el Tajo, desde donde asistiría inoperante al despliegue de la campaña, al cabo de la cual y una vez derrotado el Ejército del Centro, el 2 de diciembre de 1809, se replegó definitivamente al cuartel general de Deleitosa a la espera de nuevas órdenes.

Estas, las emitidas por la Junta Central en los días sucesivos, no fueron todo lo precisas que requería la comprometida situación en la que se hallaban los ejércitos españoles. El duque de Alburquerque trató de interpretarlas siempre a su favor, justificando el conjunto de decisiones que derivaron en la evacuación de las tropas que con tanto esfuerzo habían levantado y sufragado los extremeños, con una serie de cartas cruzadas con el entonces Secretario de Estado y Despacho Universal de Guerra, el teniente general Antonio Cornel, transmitiéndole las últimas órdenes efectuadas por la Junta Central antes de su disolución[16], que posteriormente serían adjuntadas al manifiesto que publicó en el exilio de Londres el 20 de noviembre de 1810, tratando de justificar su conducta frente a la Junta de Cádiz[17].

En base a este manifiesto, pueden seguirse de manera sucinta la serie de marchas y contramarchas que protagonizaron las tropas del Ejército de Extremadura, evacuando la región y dejándola expuesta a los franceses, para salvar la plaza de Cádiz, donde finalmente consiguieron entrar a uña de caballo. Este episodio comenzó el 24 de diciembre de 1809, cuando el duque de Alburquerque emitió recibo del oficio registrado en el cuartel general de Don Benito por el que se le informaba que el mariscal Victor se encontraba en Almagro y el mariscal Mortier en Ciudad Real, donde habían reunido más de cincuenta mil infantes dispuestos a invadir Andalucía. De inmediato, la Junta Central le ordenó adelantar parte de los dos mil hombres que tenía acantonados en las inmediaciones de Trujillo hasta Almadén, mientras que el resto deberían quedar vigilando los puentes de Almaraz y Arzobispo, y retroceder en caso de ser necesario para guarnicionar la plaza de Badajoz, “pues apenas tiene cuatrocientos hombres útiles”. De inmediato, el Duque acordó desplazar a La Mancha los batallones de Voluntarios Catalanes y Voluntarios de Madrid que estaban guarnicionados en Trujillo, aunque a los pocos días, el 7 de enero de 1809, acabó evacuando el resto de tropas retrasándolas hasta Mérida, donde ya se hallaban tres batallones de infantería y la mayor parte de la caballería, dejando al descubierto y al albur de las incursiones francesas toda la provincia de Cáceres.

El 13 de enero, Cornel le informó que los enemigos se habían puesto en marcha hacia Despeñaperros, ordenándole realizar un movimiento en espejo para situarse en su flanco derecho. El Duque situó entonces el cuartel general en Campanario y mandó tropas hacia Castuera, para vigilar la posible entrada del enemigo en la región por el camino que venía de Saceruela a Garbayuela y Esparragosa de Lares, mientras destacaba la artillería a Santa Olalla para cubrir el paso de puerto del Culebrín. Pero el 15 de enero comprobó que por el camino de La Mancha tan sólo habían entrado unos pocos escuadrones de caballería, que abrían paso a doscientos infantes, ya que el grueso de las tropas enemigas emplazadas en Almadén, bajaban finalmente en paralelo a los límites de la provincia, por Santa Eufemia y Belalcázar, hacia la localidad de Hinojosa. Las columnas francesas continuaba su marcha imparable hacia Andalucía, barriendo a su paso la división del brigadier Tomás de Zeraín, emplazada al sur de Almadén, que hubo de retirase ante la superioridad numérica del enemigo por el camino de Sevilla, acompañada de la división que el brigadier Francisco Copons había situado a la entrada de Puertollano.

Manteniendo la distancia, el Duque de Alburquerque replegó así mismo sus tropas en paralelo al avance de las enemigas, de tal modo que el 18 de enero situó el cuartel general en Maguilla, advirtiendo que la retirada del brigadier Zeraín había sido aprovechada por los franceses para introducir un cuerpo de caballería entre ambos. Como resultado de este movimiento, las avanzadas de la caballería enemiga le acabaron cortando el paso hacia Azuaga, mientras el grueso de los escuadrones discurrían libremente a su espalda, entre Cabeza del Buey, Castuera, Campanario y Zalamea, amenazando con envolverle. El mariscal Victor, cuya caballería había tomado sin oposición las comarcas de la Siberia y la Serena, comenzó a reunir un fuerte contingente de infantería en Hinojosa, tomando el control de las vías que comunicaban con Andalucía a través de las localidades de Guadalcanal y Cazalla de la Sierra.

El Duque de Alburquerque, al que no le quedaba otro remedio que continuar desplazándose hacia el sur, dudó entonces si los enemigos tomarían uno u otro camino, por lo que escribió a la Junta Central proponiéndole la defensa del cantón de Santa Olalla. A este fin adelantó una división hacia la localidad, a la vez que, tratando de evitar que la caballería francesa cargara sobre su retaguardia, ordenaba al brigadier Rafael Menacho, que había dejado acantonado en Mérida con cuatro batallones, que “marche a Campanario para llamar la atención del enemigo hacia Agudo, no descuidando verse envuelto, y que si llegado el caso ve preciso retirarse, lo haga hacia Badajoz”, operación que mandó apoyar al brigadier Juan Senén de Contreras, manteniendo no obstante abiertas las comunicaciones de enlace con el grueso del ejército de Extremadura. Pero la Central, que estimaba muy arriesgadas estas maniobras, le ordenó por el contrario que los brigadieres Senén de Contreras y Menacho bajaran a reunirse con el resto de fuerzas que marchaban hacia Andalucía.

Sin embargo, haciendo caso omiso a dichas prevenciones, el Duque decidió dejar atrás ambos destacamentos, ocho batallones con algo más de cuatro mil efectivos que quedarían cortados para siempre en Extremadura, sin posibilidad de alcanzar al grueso del Ejército que se replegaba ya a marchas forzadas sobre las estribaciones de la Sierra Norte de Sevilla. De tal modo que el 20 de enero, situado sobre Guadalcanal, reconocía que sus fuerzas apenas alcanzaban los ocho mil infantes y seiscientos jinetes, y que los franceses le triplicaba en número. En este momento el Duque se encuentra en una encrucijada: no puede enfrentarse a un enemigo superior, pero tampoco puede retener demasiado tiempo una eventual posición artillera en el alto del Culebrín, que quizás hubiera garantizado con el atrincheramiento de los cuatro mil hombres que había dejado atrás, por lo que la solución se la ofrece en bandeja el Secretario de Guerra, Antonio Cornel, que el 21 de enero le ordenó marchar en dirección a Córdoba, uniéndose en la sierra con los dispersos que había logrado reunir el brigadier Zeraín, junto con el batallón nº 4 de los Voluntarios de Sevilla y dos compañías de escopeteros que, procedentes de Ayamonte y Marbella, seguían la misma ruta.

Pero ese mismo día la columna del I Cuerpo del mariscal Victor alcanza Montoro y Torre del Campo, las brigadas de los generales Honoré Gazan y Michel Brayer, pertenecientes al V Cuerpo del mariscal Mortier, convergen en Despeñaperros cortando las comunicaciones entre el cuartel general del Ejército del Centro, emplazado en La Carolina, y las órdenes dictadas por el gobierno de la Junta Central situada en Sevilla, y el IV Cuerpo del general Sebastiani desaloja las tropas del brigadier Gaspar Vigodet en Montizón, apoderándose de veinticinco piezas de artillería. El 22 de enero los franceses atraviesan Bailén sin oposición y, mientras el grueso de las fuezas continúan hacia Andújar, una columna toma el camino de Jaén, aprisionando y poniendo en fuga a su paso a la mayor parte de los conscriptos que formaban en las unidades del Ejército del Centro[18].

El 23 de enero el mariscal Victor entraba en Córdoba, mientras el general Sebastiani hacía lo propio en Jaén antes de seguir hacia Granada. Ese mismo día cundió el pánico en Sevilla, por lo que la Junta Central decidió evacuar de madrugada la capital de Andalucía. No obstante, creyendo aún posible su defensa con los restos del ejército de Extremadura, ordenó al duque de Alburquerque, situado en Pedroso de la Sierra, que tomara las tropas de los brigadieres Zeraín y Copons, reunidas en Constantina, y partiera de inmediato a hacer frente a las avanzadas francesas que asomaba ya por la ruta de Córdoba. Sin embargo, la actuación del Duque sería otra bien distinta, porque dirigiéndose en primer lugar a Cantillana, en lo sucesivo trataría de rehuir el combate con los franceses para continuar la marcha hasta la plaza de Cádiz, con objeto poner a buen recaudo los restos del otrora Ejército de Extremadura, ya que, según trató de justificar más tarde:

 

“Conociendo que el enemigo no podía menos de haber ya ocupado Córdoba; y sabiendo que se hallaba la Junta Central en huida, determiné continuar mi movimiento pasando el río Guadalquivir por las barcas del mencionado pueblo; y situando mis tropas en los términos que dejo expuesto en el Manifiesto, me dirigí con un ayudante hasta las cercanías de Écija, donde se hallaban los enemigos, con el objeto de cercionarme de sus fuerzas y movimientos; esto, y la superioridad de aquellas me obligaron a marchar sobre Cádiz para defenderlo, que sola la fortuna, el valor y sacrificios de la caballería pudieron conseguir”[19].

 

Aunque en su Manifiesto, el duque de Alburquerque parece arrogarse la autoría de aquel proyecto, lo cierto es que la idea debió ser autorizada previamente por la Junta de Sevilla en los días posteriores a la disolución de la Central, tal y como refirió Francisco de Saavedra, en el ínterin presidente de aquella:

 

“La Central se acabó de marchar el 23 en la noche y el 24 rompió un furioso motín desde el amanecer. La Junta de Sevilla, a fuerza de exhortaciones y oportunas providencias, logró contener al pueblo, que se tranquilizó sin que hubiese ocurrido desgracia, robo ni desorden de magnitud. Se envió cuanto pudo a Cádiz, se tomaron medidas para la conservación de los restos de tropa que quedaban en varias partes de la Península y se dispuso con mucho arte y sigilo la grande obra de socorrer la Isla de León desguarnecida, con el pequeño ejército del duque de Alburquerque, compuesto de 10.000 hombres, que debía anticiparse a marchas forzadas a los franceses que, según su mismo plan, que cayó en manos de la Junta, se dirigían a toda prisa a ocupar aquella, tal vez única posición, aunque entonces poco conocida. El asunto lo tratamos primero a solas el Duque y yo, después lo confirmó la Junta y él lo ejecutó con una rapidez, una precisión y un espíritu que en algún modo lo constituyeron el salvador de la patria”[20].

 

Como apuntaba Saavedra, la marcha de los miembros de la Junta Central prendió el motín de la mañana del 24 de enero. Ese día, partidarios del intrigante Eugenio Palafox Portocarrero, VII conde de Montijo, y del no menos taimado Francisco de Palafox, hermano del héroe de Zaragoza, sublevaron a los sevillanos y forzaron la liberación de ambos, presos en la Cartuja. La Junta de Sevilla se declaró suprema de la nación, nombrándose como presidente de la misma al propio Saavedra y como vocales al marqués de la Romana y al teniente general Eguía, junto a los mencionados Montijo y Palafox, y comenzó a dictar órdenes, “con facultades amplias para disponer en toda la península lo perteneciente al ramo militar. Al marqués de la Romana se le dio el mando del Ejército que hoy tiene, y al conde de Montijo se le autorizó con plenitud de facultades para reunir y armar gentes en todo el reino”[21].

El duque de Alburquerque debió tomar partido por la Junta de Sevilla, desautorizando la legitimidad que aún ostentaba la Junta Suprema Central. Los miembros de la misma, tuvieron conocimiento de la sublevación el 25 de enero, apenas pudieron recalar en el Puerto de Santa María[22], cuando el plan para guarnicionar Cádiz con las tropas del Ejército de Extremadura ya había sido decidido. Comenzó así una carrera contra reloj que tuvo su inicio el día 26 de enero, cuando entró en Sevilla la caballería del duque de Alburquerque escoltando la artillería que había bajado por la carretera de Santa Olalla y el Ronquillo. El 27 de enero se unieron en Carmona a la infantería, que finalmente había cruzado el Guadalquivir por la barca de Cantillana. El 28 de enero partieron todos juntos hacia Utrera y el 29 de enero alcanzaron Alcantarilla, la misma jornada en la que el mariscal Victor intimaba la rendición de Sevilla, que abrió las puertas al rey José para que desfile con todo su séquito a las cuatro horas del día siguiente[23]. El 30 de enero, el Ejército de Extremadura se sitúa en Cabeza de San Juan, el 31 de enero en Jerez de la Frontera, donde la caballería permanecerá tres días asegurando el repliegue de todas las unidades, el 1 de febrero en el Puerto de Santa María, el 2 de febrero las avanzadas cruzan el puente de Suanzo, sobre la ría de Sancti-Petri, y el 4 de febrero, las tropas completan el repliegue terminando de entrar todas en la Real Isla de León[24].

Era este un ejército exhausto y famélico que, no obstante, fue recibido con aplausos y vítores por el pueblo gaditano:

 

“Entregado casi únicamente a sus vecinos armados. ¡Y qué espectáculo ve Cádiz, Cádiz poseída de gratitud, de compasión! Parte de aquellas tropas llegan sin calzado y con los uniformes en jirones. Un regimiento, destinado a alojarse en el cuartel de la Bomba, no quiere atravesar la ciudad, sino que tomando desde Puerta de Tierra por la muralla, desciende por el puesto de guardia de San Felipe y continúa por la Alameda. Así evitan presentarse por medio de la población en el estado lamentable en que todos vienen. Rendidos al cansancio por las forzadas marchas en senderos poco practicables para acortar camino, vienen a Cádiz muchos rezagados. La languidez cadavérica se ostenta en sus semblantes. Muchas señoras que desde los balcones ven a estos infelices, los llaman a sus puertas y les ofrecen vinos, caldos y otros alimentos: algunas salen a las calles mismas para socorrer a los que rinden a la fatiga y no pueden dar un paso”[25].

 

Pisándole literalmente los talones, el mariscal Victor estableció el cuartel general en el Puerto de Santa María, a donde también llegó el 16 de febrero el rey José Napoleón, para intimar la rendición de la plaza. Ante la negativa, los franceses comenzaron a estrechar el cerco. La defensa corrió a cargo del duque de Alburquerque, que el 2 de marzo había sido nombrado capitán general de Andalucía, así como gobernador político y militar de la plaza. Desde el primer momento, redobló los esfuerzos para fortificar y poner en correcto estado de defensa la misma, exigiendo a la Junta de Cádiz, que gestionaba los almacenes de aprovisionamiento y las aportaciones económicas de los aliados británicos, el cargo de las pagas, equipamientos y uniformes que se les debían a sus tropas. Fue precisamente a raíz de estas exigencias cuando comienzan una serie de desencuentros con la Junta de Cádiz, compuesta mayoritariamente por comerciantes gaditanos y presidida por el teniente general Francisco Javier Venegas, segedano y sobrino del anteriormente citado Francisco de Saavedra, miembro ya por entonces del Consejo de Regencia, que trató de medir en vano para tomar luego una decisión salomónica: el 20 de febrero nombró a Venegas gobernador de Nueva España y el 3 de abril de 1810 al Duque embajador en Londres, donde moriría nueve meses más tarde[26].

Como por lo común suele suceder, las exequias acarrearían un reconocimiento póstumo de su figura, puesto que, pese a que ya el 13 de enero de 1811 el diputado extremeño Manuel Mateo Luján había propuesto a las Cortes que declarasen Benemérito de la Patria a quien, a su juicio “salvó la nación, y si existimos es por él y por su Ejército, y si esta provincia puede decir soy libre, lo debe al Sr. duque de Alburquerque y a su Ejército valeroso”[27], este moriría el 18 de febrero siguiente, a los treinta y siete años de edad, sin llegar a alcanzar tamaño honor. El 18 de agosto de 1811 su cadáver expatriado arribó al puerto de Cádiz a bordo del navío británico HMS Asia, y día 22 de agosto fueron depositados en un sepulcro abierto en la Iglesia del Carmen, próximo al que contenía los restos del almirante Gravina[28]. A partir de aquí se sucedieron los homenajes, singularizando la gesta del Ejército de Extremadura en su marcha hasta Cádiz en la Cruz de Distinción aprobada el 5 de junio de 1815 a propuesta del marqués de Castelar[29], mientras que el agradecimiento particular quedó patentizado en el anverso de la medalla conmemorativa del centenario de la Constitución de 1812, en la que figura una representación ecuestre del duque de Alburquerque. Según el Real Decreto de creación firmado por José Canalejas, esta última condecoración sería otorgada, junto a los miembros de la Familia Real, Príncipes, Embajadores, Diputados y Senadores, a los descendientes directos de los militares más destacados de la Guerra de la Independencia, citando expresamente, además del duque de Alburquerque, a los generales Venegas, Blake, Lacy, Álava y Menacho[30]. Razón de más para ocuparnos de este último.

 

  • La Fuga de Menacho.Finalizada la guerra en los Pirineos, bajó a Extremadura con su batallón en labores de vigilancia de la frontera con Portugal, aunque poco tiempo después tuvieron que embarcar para guarnicionar Mallorca, amenazada en aquel tiempo por la flota británica. En 1801 regresarían a Badajoz para participar en la Guerra de la Naranjas, y al cabo de la misma ingresó en el recién creado batallón de Voluntarios de Campomayor con empleo de sargento mayor, acuartelándose en San Roque de Cádiz hasta junio de 1808, en el que al frente de medio batallón se unió al Ejército de Andalucía que comanda el teniente general Francisco Javier Castaños. Se destacó en la batalla de Bailén, tras la que sería ascendido a coronel efectivo, así como en los combates de Cascante y Tarancón. Después de la batalla de Uclés se incorporó con su unidad al Ejército del Centro y participó con la división del duque de Alburquerque en el ya referido ataque al convoy francés de Mora, el 18 de febrero de 1809, así como en la retirada de Consuegra, sucedida cuatro días más tarde.Como se recordará, el Duque se encontraba en Guadalcanal el 20 de enero, habiendo dejando atrás al brigadier Menacho con instrucciones precisas para dirigirse a Campanario, al objeto de tratar de atraerse las tropas francesas que rodeaban Agudo, a la vez que ordenaba al brigadier Senén de Contreras, situarse más al sur, probablemente sobre Berlanga o Llerena,[34] con los tres batallones a su cargo, uno de Voluntarios de Mérida, otro de Voluntarios de la Serena y el 2º batallón de Voluntarios de la Patria Leales de Fernando VII, manteniendo el enlace con el grueso del Ejército de Extremadura emplazado sobre la Sierra Norte de Sevilla. Las fuerzas que se dejaron atrás sumaban una División, en la orgánica de entonces formada por entre siete y once batallones, distribuida en dos secciones al cargo de los brigadieres Menacho y Senén de Contreras, por lo que, consciente del peligro de perderlas, la Junta Central escribió al duque de Alburquerque ordenándole reagruparlas. Pero era demasiado tarde: la caballería francesa alcanzó Azuaga, irrumpiendo entre ambas y rompiendo las comunicaciones con el grueso del Ejército de Extremadura. El 8 de febrero, la caballería ligera del general André Briche cortó el paso a la sección del brigadier Menacho a la altura de Santa Marta, obligando a los cuatro batallones españoles a girar a su izquierda para tomar el camino de Feria, en cuyas inmediaciones varios destacamentos de dragones les acabarían dando alcance la mañana siguiente. Esta misma jornada, 9 de febrero de 1810, el mariscal Mortier llegaba a Zafra, donde establecería el cuartel general, mientras la infantería continuaba a marchas forzadas hacia Badajoz. De tal modo, que el 10 de febrero, “a las nueve y diez de la mañana[38], los franceses se presentaron ante la capital de Extremadura con intención de completar una línea de circunvalación que debía extenderse desde el Cerro de San Miguel, pasando por el de San Gabriel el Viejo y el de las Mayas, hasta la Picuriña.
  1. No habían encontrado oposición desde que salieron de Sevilla y esperaban no hallarla tampoco al instar la rendición de la plaza, por lo que, antes incluso de asentar los campamentos, resultaron sorprendidos cuando los portillos se abrieron y comenzaron a salir a grupos de paisanos armados, junto a las partidas de escopeteros y tiradores a los que el día 3 de febrero las Junta Suprema de Extremadura había prohibido reunirse con el grueso de las tropas del duque de Alburquerque[39], que se fueron a por ellos, embistiéndoles con furia. Así lo recogió el Diario de Mallorca, en su edición de 12 de abril de 1810, precisando que:
  2. En efecto, a partir del 21 de enero resulta muy difícil precisar los movimientos que realizaron ambas secciones en retaguardia. Según parece, el brigadier Menacho llegó a adelantarse hasta Almadén para contener durante un tiempo la entrada de los franceses, tratando luego de alcanzar Santa Olalla del Cala para reunirse con la retaguardia del Duque[35]. Sin embargo, entre una y otra localidad hay varias jornadas de distancia, por lo que los batallones debieron quedar cercados en las inmediaciones de esta última a finales de enero. Con los franceses cortándoles el paso y amenazando con envolverles, el brigadier Menacho decidió replegar las tropas y marchar en defensa de Badajoz, plaza fronteriza de primer orden, que se encontraba desguarnecida y a merced de los enemigos, que dominaban ya por entonces la mayor parte de la región[36]. Al norte, el día 9 de febrero de 1810, el mariscal Ney había salido de Salamanca con doce mil hombres para dirigirse a Ciudad Rodrigo, la cual pensaba rendir fácilmente. Poco antes, el 2 de febrero y en un movimiento espejo, “el mariscal Mortier sale de Sevilla con cuatro brigadas de infantería y una de caballería en reconocimiento de la plaza de Badajoz, capital de Extremadura y frontera de Portugal”[37].
  3. De nuevo en Extremadura, participó en la batalla de Medellín, tras la que sería ascendido a brigadier, y en el asedio al conventual santiaguista de Mérida, el 16 de mayo de 1809, donde sería herido de gravedad en el muslo izquierdo por un proyectil[33]. A resultas del mismo, guardaría dos meses de reposo y no participaría en la batalla de Talavera, aunque sí en las diversas acciones que tendrían lugar en Puente del Arzobispo, protegiendo el repliegue de las tropas británicas hasta Trujillo. A finales de verano, el brigadier Menacho quedó a cargo de cuatro batallones, el 1º y 2º del regimiento de infantería ligera de Osuna, el 2º batallón de Voluntarios de Sevilla y el batallón de los Voluntarios de Zafra, encomendados a vigilar las posibles avenidas de franceses desde la orilla derecha del Tajo. Sus movimientos se encuadran dentro de la estrategia general trazada por la Junta Central con anterioridad a la batalla de Ocaña, según se ha expuesto, quedando en retaguardia y a expensas de las órdenes que irían llegando del duque de Alburquerque cuando este marchó en paralelo a la columna de tropas francesas que se dirigían a invadir Andalucía.
  4. Rafael Menacho y Tutlló nació en Cádiz el 22 de mayo de 1766. Una completa biografía fue publicada en 1912 por Emilio Cróquer Cabezas[31], por lo que, a título personal y habiéndonos ocupado en numerosos trabajos de su figura[32], baste una breve reseña de su hoja de servicio para recordar la trayectoria militar del personaje. Así, Rafael Menacho ingresó en 1784 como cadete en el regimiento de infantería de línea de Vitoria, con el que, una vez renombrado como Valencia, participó en el Sitio de Ceuta de 1791 en grado de teniente. En octubre de 1793 se incorporó con el tercer batallón al frente oriental de la Guerra del Rosellón, resultando gravemente herido de metralla en el brazo izquierdo cuando cubría la retirada de las tropas en Argeles. Pasó tres meses convaleciente en el hospital habilitado en la fortaleza de San Fernando de Figueras, y una vez recuperado solicitó el empleo de capitán de granaderos en el recién creado batallón de Cazadores Voluntarios de la Corona, al que pasó con grado de teniente coronel. Al frente de esta unidad organizó partidas de somatenes, distinguiéndose particularmente en las batallas de Montesquieu, donde fue herido en la rodilla por un proyectil, y la Muga, en la que rechazó el ataque del enemigo al frente de una columna que comandó personalmente.

“Salieron como leones los paisanos y otras partidas de guerrilla, a recibirlos provocándolos y desafiándolos con voces y otros ademanes, bajaron los franceses, se acercaron los valientes defensores de Badajoz, y se trabó la lid, que duró hasta las oraciones, hora en que se retiraron los enemigos, dejando en el campo muchos muertos, tercerolas, fusiles y caballos: al día siguiente comenzó igual pelea a las ocho de su mañana, y estando en ella se presentó a la guerrilla más avanzada un parlamentario que traía dos pliegos, uno para la Junta, y otro para el Gobernador.

 

Se dio parte de ello a la Junta y al Gobernador, y respondieron este y aquella que no querían oír las patrañas y embustes de los franceses, y mandaron que no se les recibiesen los pliegos, que no se admitiese jamás parlamentario alguno, y que si otra vez volvía a presentarse, se le recibiese a tiros; así se le contestó al parlamentario, oído lo cual se retiró, continuó el fuego, que duró hasta la noche, por haberse también retirado los enemigos con igual pérdida que la del día anterior.

 

En la noche de este día no pudiendo contenerse nuestras valientes guerrillas, y esforzados paisanos, atacaron al enemigo en su propio campamento, y lo hicieron huir vergonzosamente, dejando en él un botín que prueba hasta la evidencia lo precipitado de su fuga, pues entre otros muchos efectos se hallaron sombreros de oficiales, mantillas de caballos, bastones con puño de oro, y una porción de caballerías atadas. Este es el hecho, la verdad, y la resolución de los habitantes de Badajoz, que así se han defendido, y hecho huir a los vencedores de Austerlitz, de Jena y Marengo, y así lo serán siempre que vuelvan, y mientras haya un viviente en esta Plaza[40].

 

En la acción se destacó especialmente el artillero Manuel Fariñas, quien:

 

“Habiendo observado desde su baluarte una columna enemiga a una distancia proporcionada, hizo la puntería con tal acierto y tino, que consiguió desbaratarla, quedando en el campo por despojo del metal asolador de diez a doce enemigos. (Fue ciertamente esta granada que mató siete dragones franceses). Casi igual efecto tuvo otro tiro que disparó en la tarde del mismo día. Estos hechos dignos de transmitirse a la posteridad más remota, entusiasmaron de tal modo a los espectadores, que no satisfechos con celebrar los artilleros con repetidas aclamaciones, los gratificaron en los términos que cada cual podía. El coronel D. Francisco Arena tuvo la generosidad de gratificarlos con cuatrocientos mil reales. Tales son los heroicos sentimientos que animan los corazones de los dignos hijos de la Patria y habitantes de Badajoz”[41].

 

La salida fue todo un éxito y sus participantes acabarían mereciendo el reconocimiento de toda la nación[42], pero los franceses logaron emplazar “un cañón en sitio capaz de internar las balas dentro de la ciudad y aunque logró su intento en muy pocas de las muchas que disparaban, se les obligó en breve a retirarse de aquel punto”[43]. El mariscal Mortier estaba determinado a rendir la plaza y continuó bloqueándola gracias a la superioridad numérica del V Cuerpo. Probablemente, Badajoz no habría resistido mucho tiempo, desguarnecida de su Ejército y con la mayor parte de la región dominada por los franceses, pero un acontecimiento inesperado vendría a cambiar muy pronto la realidad de los hechos, ya que dos noches más tarde, las tropas del brigadier Menacho, que habían rechazado las cargas de caballería francesa en Feria para buscar refugio en las estribaciones de la Sierra de Monsalud, irrumpieron por sorpresa, rompiendo el cerco establecido por el enemigo y entrando a reforzar la guarnición de la plaza.

Aunque no existe un relato fidedigno de aquella hazaña, Adolfo de Castro reconstruyó el episodio sirviéndose de las licencias literarias que le eran propias, para dejar escrito que, el 10 de febrero de 1810 y hallándose rodeado de franceses en Salvaleón, el brigadier Menacho ordenó a tres tamborileros que subieran a otros tantos cerros distantes y encendieran hogueras para confundir al enemigo[44]. Una vez hecho esto, apremió a la infantería para que se dirigiera a marchas forzadas hacia Badajoz y, como relató posteriormente el teniente coronel Cayetano Olarra, comandante del 2º batallón de Voluntarios de Sevilla: “en dos días no comió la división rancho alguno, y en veinte y cinco horas no hizo un alto: quedaron medio reventados y desfallecidos de los tres cuerpos que se componía la división muchos; pero la retirada tan arriesgada y pronta se alabó en los papeles de Badajoz”[45].

Tras romper las líneas francesas la madrugada del 12 de febrero de 1810, las tropas españolas comenzaron a entrar por la puerta de la Trinidad entre las aclamaciones de los vecinos[46]. Fray Laureano Sánchez Magro, prior del convento de los dominicos y testigo privilegiado de los sucesos de la Guerra de la Independencia en la capital de Extremadura, dejó escrito que:

 

“La noche del día cuatro del bloqueo, el valiente general Menacho entró con su división en la ciudad, burlando la vigilancia y esmero del enemigo para hacerla prisionera. Alborozado Badajoz con este refuerzo, se excedió en prodigar a los soldados los más abundantes socorros para reforzarlos de las necesidades padecidas cuatro días que anduvieron errantes por los campos. No hubo corporación ni persona distinguida que no les hiciese alguna expresión y hasta los conventos de religiosas cuidaron de obsequiarlos. Colocados en los sitios oportunos para la defensa de la plaza, eran muchas las mujeres que le proveían de abundante comida y bebida mientras los hombres se empleaban graciosa y esforzadamente en los trabajos de fortificación. El valor y el heroísmo de Badajoz contuvo el progreso de las conquistas del enemigo que, jactancioso, aseguraba su rendición a los ocho días y la ocupación de Lisboa a los quince”[47].

 

El brigadier Menacho, que iba cerrando la columna:

 

“No traspuso las puertas sino después que lo hizo el último carro. Venía a pie con el grupo que cubría la retaguardia. Al cruzar los umbrales de la ciudad se desmayó en brazos del marqués de la Romana. Sólo entonces advirtieron los soldados que de la bota de Menacho se desbordaba la sangre. Había recorrido tres leguas con el muslo izquierdo atravesado por una bala de fusil”[48].

 

La gesta fue recogida en algunos diarios de la época[49] e incluso se compuso una partitura para forte-piano, el “Himno a Badajoz vencedora”, del antiguo inquisidor Francisco José de Mollé, director del Patriota Andaluz y futuro capellán de honor de Fernando VII[50], con pretensiones de que la misma fuera recordada para la posteridad, puesto que sin duda y gracias esta acción el peligro de invasión había sido desterrado. El mariscal Mortier fue forzado a levantar el sitio, no sin antes y como contó la Gazeta de la Regencia, intimar la rendición de Olivenza al día siguiente:

 

“Pero recibieron la contestación que merecían y se retiraron sin intentar cosa alguna a las dos horas, tomando la dirección por Valverde, que es por donde habían ido. Tienen mucha deserción: el día 14 se vieron trece que estaban descalzos y miserables, y raro es el día que no se pasan algunos. Ha llegado hasta Campomayor y Yelves un cuerpo numeroso de tropas inglesas y portuguesas al mano de los generales Hill y Beresford; y quizás de resultas de esto los enemigos, que el 15 se hallaban en Talaverilla, Lobón, Arroyo y Mérida, han hecho movimiento, y dejando una corta guarnición en Mérida, se han situado pro la mayor parte en Zafra, los Santos, Feria y Burguillos”[51].

 

Sin embargo, pese a levantar el cerco de Badajoz, el V Cuerpo del mariscal Mortier no se retiró de las inmediaciones de la plaza hasta bien entrado el mes de marzo, en el que acabaría replegándose al cuartel general de Zafra, desde donde en los días sucesivos hostigaría las posiciones establecidas por Senén de Contreras en Jerez de los Caballeros y Burguillos[52]. A fecha de 15 de febrero, los estados militares franceses reflejaban un total de 11.519 infantes y 5.544 jinetes delante de Badajoz. Poco antes, el 6 de febrero de 1810, el duque del Parque fue nombrado Capitán General de Canarias, por lo que el marqués de la Romana tomó el mando interino del Ejército de la Izquierda en tanto la Regencia confirma finalmente el nombramiento realizado por la Junta de Sevilla[53]. Su primera acción al mando fue la del 19 de febrero en las inmediaciones de Valverde, cuando las tropas españolas sorprendieron a la brigada de dragones del general Charles-Victor Woirgard, al que dieron muerte, pese a que según las fuentes francesas ciento veinte españoles fueron hechos prisioneros, dejando otros tantos muertos sobre el campo de combate[54].

En el mes de marzo de 1810, el Ejército de la Izquierda consiguió reorganizar finalmente las divisiones, con el añadido de las secciones de Menacho y Senén de Contreras procedentes del Ejército de Extremadura, para intentar controlar el vasto territorio que abarcaba desde la Sierra de Francia a la de Aracena y que:

 

“Teniendo por eje de sus operaciones a Badajoz, giraban sobre él para marchar por su frente, o para retroceder, para pasar a la izquierda, o para transportarse a la derecha, conforme lo exigían las circunstancias.

 

Los enemigos que este ejército tenía a su vista, eran los cuerpos de ejércitos franceses 2º y 5º mandados por Reynier y Mortier. El primero tenía su cuartel general en Mérida, y sus operaciones tan pronto eran siguiendo el curso del Guadiana, como en dirección al Tajo, como marchando hacia Andalucía. El segundo tenía su cuartel general al parecer en Sevilla, y sus operaciones se verificaban en el intervalo, en el camino real de Extremadura hasta Badajoz, y en las direcciones de Fregenal y Llerena, unas veces esto dos cuerpos operaban con relación entre sí, otras aisladamente.

 

El objeto del marqués de la Romana en este período fue guarnecer el grupo de plazas que había en la frontera de Portugal, conservar, aumentar y organizar su ejército al abrigo de ellas, formar la derecha del ejército anglolusitano, cubrir la frontera de aquel reino y proporcionarse los víveres necesarios”[55].

 

El territorio extremeño sobrevivió al año 1810 en precario equilibrio, amenazado constantemente por los destacamentos enemigos, gracias a que pudo conservarse la plaza de Badajoz como cuartel general y centro de operaciones del Ejército de la Izquierda. Posiblemente el resultado de la invasión de Portugal habría resultado favorable a los franceses si estos hubieran conseguido dominar la región, rindiendo su capital a mediados de febrero, dejando expedido el suministro de tropas y provisiones desde Sevilla. Y probablemente el destino de España también hubiera sido otro. Los historiadores aseguran que lo fue en el caso de Cádiz, que habría tenido que claudicar ante las tropas del mariscal Victor si el Ejército de Extremadura no hubiera entrado a tiempo para reforzar sus defensas. Sin embargo, pese a que dicha acción continúa siendo celebrada con multitud de trabajos, conferencias y exposiciones, la gesta del brigadier Menacho, que entró asimismo a tiempo para reforzar la plaza de Badajoz, amenazada por las tropas el mariscal Mortier, sigue siendo desconocida incluso para la mayor parte de los especialistas dedicados al estudio de la Guerra de la Independencia.

Esta fue una de las principales razones por las que, en el 210 aniversario de aquel hehco, quisimos rendirle tributo en Salvaleón, localidad desde la que partió la noche del 10 de febrero de 1810 para defender la capital de Extremadura. La iniciativa, que contó rápidamente con el apoyo entusiasta e incondicional de su alcaldesa y del grupo de recreadores de La Albuera, se celebró en presencia del Vicepresidente de la Diputación Provincial y de representantes del estamento militar, en medio de una gran expectación, llegando incluso a fletarse autobuses para el público procedente de Badajoz. Sin duda, su éxito aventura nuevas ediciones en las que poder consolidar este atractivo turístico de primer orden, en cuanto medida efectiva de sostén demográfico y desarrollo rural, con el que ya cuentan otras localidades extremeñas como Casas de Miravete, Romangordo, Miajadas, Arroyomolinos de Montánchez o La Albuera, cuya batalla es Fiesta de Interés Turístico Regional desde el año 2000. Todas ellas, junto a otras que pudieran sumarse en el futuro, deberían constituir el embrión de la Ruta Destino Napoleón en Extremadura, uno de los más exitosos Itinerarios Culturales del Consejo de Europa, galardonados con el Premio Carlos V de la Academia Iberoamericana de Yuste el pasado año, como generador de recursos económicos para las poblaciones que lo acogen. Un deseo que habría que hacer realidad a la mayor brevedad posible.

 

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[1] VELA SANTIAGO, Francisco. Ocaña 1809. Guerreros y Batallas. Editorial Almena. Madrid, 2012; pág. 20.

[2] MORENO ALONSO, Manuel. “Jovellanos y el colapso de la Junta Central en Sevilla”. Minerva Baeticae. Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, nº 40. Sevilla, 2012; pág. 351.

[3] Vid. MARABEL MATOS, JACINTO J. “Fiebre y Sábanas: el otoño de Wellington en Badajoz. I”. XLV Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2017; págs. 283-302; “Fiebre y Sábanas: el otoño de Wellington en Badajoz. II”. XLVI Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2018; págs. 409-425.

[4] GARCÍA DE LA CUESTA, Gregorio. Manifiesto que presenta la Europa el capitán general de los Reales Ejércitos Don Gregorio García de la Cuesta, sobre sus operaciones militares y políticas desde el mes de junio de 1808 hasta el día 12 de agosto de 1809, en que dejó el mando del Ejército de Extremadura. Miguel Domingo. Palma de Mallorca, 1811; pág. 80.

[5] Dichas unidades habían sido integradas en el Ejército de Extremadura para la campaña de Talavera, pasando después al Ejército del Centro bajo el breve mando de Eguía, que el 3 de febrero de 1810 tomaría posesión de la Secretaría de Estado y Despacho Universal de Guerra.

[6] Gazeta de México, de 25 de noviembre de 1809.

[7] GÓMEZ VILLAFRANCA, Román. Extremadura en la Guerra de la Independencia. Memoria Histórica y Colección Diplomática. Uceda Hermanos. Badajoz, 1908; págs. 267 y 268.

[8] Ibídem; págs. 286 y 287.

[9] La IV División del teniente general Nicolás Mahy había quedado cortada al norte, entre Galicia y el Bierzo, mientras que un total de seis batallones quedaron guarnicionados en Ciudad Rodrigo bajo el mando de su gobernador Pedro Quijano, sustituido a finales de año por el brigadier Herrasti. CABANES ESCOFET, Francisco Javier. Explicación del Cuadro Histórico-Cronológico de los movimientos principales y acciones de los Ejércitos en la Península, durante la Guerra de España contra Bonaparte. Viuda e Hijos de Antonio Brusi. Barcelona, 1822; págs. 64 y 65.

 

[10] DE CASTRO Y ROSSI, Adolfo. Historia de Cádiz y su Provincia, desde los remotos tiempos hasta 1814. Imprenta de la Revista Médica. Cádiz, 1858; pág. 695. Probablemente la descripción fuera utilizada por Ramón Rodríguez Barcaza para “La Junta de Cádiz en 1810”, óleo pintado en 1867 que se conserva en el Museo de la ciudad, para la representación idealizada del Duque de Alburquerque, que ocupa el centro de la composición estrechando la mano de uno de los miembros de la Junta.

[11] GUERRERO ACOSTA, José Manuel. “El Duque de Alburquerque y la retirada del Ejército de Extremadura a la Isla de León”. Revista de Historia Militar, nº extra 1. Instituto de Historia y Cultura Militar. Ministerio de Defensa. Madrid, 2011; pág. 20.

[12] LÓPEZ FERNÁNDEZ, José Antonio. La batalla de Medellín 1809. Guerreros y Batallas nº 74. Almena, Madrid, 2011; pág. 32.

[13] SAÑUDO BAYÓN, Juan José. “Campaña y batalla de Medellín, 1809”, en CALERO CARRETERO, José Ángel y GARCÍA MUÑOZ, Tomás (Coord.) Actas de las Jornadas de historia de las Vegas Altas. Medellín-Don Benito, 26 y 27 de marzo de 2009. Sociedad Extremeña de la Historia. Badajoz, 2009; pág. 134.

[14] CANGA ARGÜELLES, José. Documentos pertenecientes a las observaciones sobre la Historia de la Guerra de España que escribieron los señores Clarke, Southey, Londonderry y Napier. Volumen I. Imprenta de Calero. Madrid, 1835; pág. 165.

[15] GARCÍA DE LA CUESTA, G. Manifiesto…, Ob. cit.; págs. 82 y 83.

[16] El 1 de febrero de 1810 la Junta Suprema Central de España e Indias dio paso a un Consejo de Regencia, en el que además del general Castaño, Francisco de Saavedra y Antonio Escaño, formaron parte, al menos sobre el papel, los extremeños Pedro de Quevedo y Quintano y Esteban Fernández de León. Su función no era otra que la de preparar las Cortes Constituyentes que finalmente fueron reunidas en Cádiz en septiembre de ese mismo año, una vez elegidos en julio los representantes de las distintas provincias conforme a la Instrucción de 1 de enero de 1810. La labor de los doce diputados extremeños quedó recogida en GOMEZ VILLAFRANCA, Román. Los Extremeños en las Cortes de Cádiz. Arqueros. Badajoz, 1912.

[17] Vid. DE LA CUEVA Y DE LA CERDA, José María. Manifiesto del Duque de Alburquerque acerca de su conducta con la Junta de Cádiz y arribo del ejército a su cargo a aquella plaza. Imprenta de Juigné. Londres, 1810.

 

[18] LAPÈNE, Édouard. Conquête de L’Andalousie. Campagne de 1810 et 1811 dans le Midi de L’Espagne. Anselin et Pochard. Paris, 1823; pág. 17.

[19]DE LA CUEVA Y DE LA CERDA, J. M. Manifiesto del Duque…, Ob. cit; pág. 70.

[20] GÓMEZ IMAZ, Manuel. Sevilla en 1808. Servicios patrióticos de la Suprema Junta en 1808 y relaciones hasta ahora inéditas de los regimientos creados por ella. Imprenta de Francisco de Paula Díaz- Sevilla, 1908; pág. 257.

[21] CALVO DE ROZAS, Lorenzo. Reglamento que dio al Consejo Interino de Regencia la Suprema Junta Central. Imprenta Real. Cádiz, 1810; pág. 4.

[22] MORENO ALONSO, M. Jovellanos y el colapso…, Ob. cit; pág. 377.

[23] Justo a tiempo para asegurar su defensa, entraron también Cádiz ochocientos escopeteros procedentes de Gibraltar, seguidos de tres batallones ingleses y un regimiento portugués de infantería. LAPÈNE, É. Conquête…, Ob. cit; pag. 18. Según Guerrero Acosta, “los últimos en entrar serían los elementos de caballería de retaguardia, como el regimiento de Calatrava, que mantuvo su último combate contra las tropas francesas en Puerto Real a primera horas de la tarde del mismo día 5, y en la venta del Arrecife”. GUERRERO ACOSTA, J.M. El Duque de Alburquerque…, Ob. cit; pág. 27.

[24] Las unidades del Ejército de Extremadura que entraron en Cádiz estaban compuestas por los regimientos de caballería de Calatrava, Villaviciosa, Voluntarios de España, Cazadores de Sevilla, Perseguidores de Andalucía, Perseguidores de Lusitania, Montaña de Córdoba y Príncipe desmontados; la Vanguardia formada por los batallones Ligero de Campomayor, Ligero de la Reina, Línea de Trujillo, Provincial de Ciudad Rodrigo; I División formada por el 4º batallón de Reales Guardias de España, Imperial de Toledo 1º y 3º Batallón de la Patria; II División formada por el 2º batallón de Voluntarios de Cataluña, 2º batallón de Voluntarios de Sevilla, Leales de Fernando VII, Batallón de estudiantes de Toledo y Provincial de Sigüenza; y III División formada por el 2º Batallón de Reales Guardias de España, Murcia, Irlanda, Voluntarios de Madrid, Guadix, Valencia y Canarias. CABANES ESCOFET, Francisco Javier. Explicación…, Ob. cit; págs. 69 y 70.

[25] DE CASTRO Y ROSSI, Adolfo. Cádiz en la Guerra de la Independencia. Cuadro Histórico. Librería de la Revista Médica. Cádiz, 1862; págs. 50 y 51.

[26] Blanco White, a quien el duque de Alburquerque honró ”con la más íntima amistad desde poco después de su llegada a Londres, comunicándole sus más íntimos sentimientos”, publicó un extracto del manifiesto y de la controversia suscitada con la Junta de Cádiz, asegurando que había sido políticamente asesinado a raíz de las furiosas injurias vertidas por esta. BLANCO WHITE, José María. El Español. Tomo II. Imprenta de Juigné. Londres, 1810; pág. 415.

[27] Diario de las discusiones y actas de las Cortes, de 13 de enero de 1811.

[28] El Redactor General, de 21 de agosto de 1811.

[29] El entonces segundo jefe del Ejército de Extremadura propuso una cruz de distinción, cuyo diseño acompañaba, recordando para la posteridad la acción. “La cruz, conforme al diseño presentado, consiste en cuatro brazos, cada uno de los cuales tiene tres puntas o aspas, esmaltadas en blanco las de los extremos, y la intermedia en azul celeste claro y oscuro por mitad, dividida esta por un filete de oro, y en su remate tiene un globito del mismo metal, menos en la del brazo superior que lleva una corona ovalada de laurel; y todos cuatro rematan en un escudo ovalado en que se representan pintadas en tierra las columnas de Hércules, una porción de mar, una nave en actitud de naufragar, y el horizonte con algunos celajes, y en su reverso se encuentra un ojo en oro mate del que salen varios rayos; leyéndose en el exergo de la cara principal del escudo el lema sobre azul celeste claro Salvó la nave que zozobraba; y en el reverso Al duque de Alburquerque y su ejército; debiendo llevarse en el ojal de la casaca o chaqueta pendiente de cinta blanca con filetes de azul celeste oscuro en sus canto y centro, compuesto cada uno de la séptima parte de su ancho”. Circular del Ministerio de la Guerra nº 221. Colección de las Reales Cédulas, Decretos y Órdenes de su Majestad el Señor Don Fernando VII, desde 4 de mayo de 1814. Imprenta de Esteban, Valencia, 1814; págs. 340-341.

[30] Real Decreto de 16 de julio de 1910. Gazeta de Madrid, de 19 de julio de 1910.

[31] CRÓQUER CABEZAS, Emilio. Noticia genealógica y biográfica del mariscal de campo, ilustre gaditano, defensor de la plaza de Badajoz, Rafael Menacho. Tipografía Comercial. Cádiz, 1912.

[32] Valga por todas la biografía novelada MARABEL MATOS, Jacinto J. Indomables. Historia del general Menacho y el cerco de Badajoz. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 2020.

[33] Vid. MARABEL MATOS, Jacinto J. “El coronel Storm de Grave y el sitio de Mérida de 1809”. XLIII Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2015; págs. 313-334.

[34] El brigadier Juan Senén de Contreras escribió un manifiesto dando cuenta de la mayor parte de las operaciones protagonizadas por las tropas bajo su mando hasta 1810, en el que precisamente se omiten las referidas a los meses de enero y febrero. SENÉN DE CONTRERAS, Juan. Epítome de la historia militar del general Don Juan Senén de Contreras, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos de S.M.C. el Señor Don Fernando VII. Londres, 1810. Por otra parte y dado que la Gazeta de la Regencia de España e Indias se comenzó a publicar el 1 de marzo de 1810 y la Gazeta de Madrid servía a la propaganda del régimen josefino, resulta muy difícil articular las operaciones militares durante este período.

[35] CRÓQUER CABEZAS, E. Noticia Genealógica…, Ob. cit; pág. 13.

[36] La importancia de Badajoz como plaza fuerte de primer orden sería destacada en las Cortes de Cádiz, cuyos diputados reconocieron tan “solo Barcelona, Cádiz, Pamplona, Badajoz y Ceuta como plazas de primer orden; las hay de segundo orden y hay puntos fortificados que se pueden llamar fortalezas genéricamente, y también hay castillos y fuertes a quienes se les da vulgarmente el nombre de plazas, y tienen también sus comandantes con el título de gobernadores”. Diario de Sesiones de las Cortes de Cádiz, de 8 de enero de 1811.

[37] LAPÈNE, É. Conquête…, Ob. cit; pág. 20. Una vez conquistada Andalucía, la estrategia francesa pasaba por barrer el flanco derecho, tomando las dos principales fortificaciones amuralladas de la frontera como antesala de la inminente invasión de Portugal. El 12 de febrero, el mariscal Ney intimó la rendición de Ciudad Rodrigo, pero el gobernador Pérez de Herrasti se opuso a la misma y ordenó una salida que sorprendió a los franceses. Estos, después de castigar a la población con fuego de obuses, abandonaron el cerco al día siguiente debido a la fatal de medios. Volverían el 25 de abril, con un tren de sitio adecuado con el que consiguieron rendirla definitivamente. PÉREZ DE HERRASTI, Andrés. Relación histórica y circunstanciada de los sucesos del sitio de la plaza de Ciudad Rodrigo, en el año 1810. Imprenta de Repullés. Madrid, 1814.

[38] Diario Mercantil de Cádiz, de 27 de febrero de 1810.

[39] GÓMEZ VILLAFRANCA, Román. Extremadura en la Guerra…, Ob.cit; págs. 185 y 186.

[40] Diario de Mallorca, de 12 de abril de 1810.

[41] Diario Mercantil de Cádiz, de 10 de marzo de 1810.

[42] En el Museo del Ejército se conserva una bandera, probablemente perteneciente al batallón de tiradores de Badajoz de la Leal Legión Extremeña, que se formó poco después con la mayor parte de los paisanos que habían participado en la salida. MARABEL MATOS, Jacinto J. John Downie, el Quijote escocés que blandió la espada de Pizarro. XLVIII. Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2019. En la bandera, bajo la Cruz de Borgoña, pendía en cinta dorada un león rampante de oro en campo de azur, rodeado de palmas y delante de un cañón montado con su cureña, sosteniendo en la diestra una espada desnuda y en la izquierda un clipo que rezaba “Al valor”; todo ello coronado de laurel bajo el lema “Badajoz. Año 10”. VV.AA. Catálogo General del Museo de Artillería. Tomo IV. Imprenta de Eduardo Arias. Madrid. 1917; pág. 246

[43] SANCHEZ MAGRO, Laurenao. Sucesos históricos de la capital y pueblos de Extremadura en la Revolución del año 1808. Editora Regional de Extremadura. Mérida, 2013; pág. 91.

[44]En esta situación y “aunque faltaba aliento a la vida y respiración a la esperanza de sus soldados, él supo reanimar su valor con la vehemencia de sus palabras. Parecía que Menacho dictaba y que los soldados escribían sus razones allá dentro del alma. Mandó a tres tamborcillos que subieran solos a otros tantos cerros distantes, apenas empezaba la noche y que encendieran tres hogueras. Creyendo los franceses que a aquella parte se habían trasladado las tropas españolas, acudieron a cercarlas. Menacho desfiló por el flanco izquierdo, y a marchas forzadas se dirigió a Badajoz a la una de la noche”. DE CASTRO y ROSSI, A. Historia de Cádiz… Ob. cit; pág. 744.

[45] El Redactor General, de 29 de octubre de 1812.

[46] CAMBIASO Y VERDES, Nicolás María. Memorias para la biografía de la Isla de Cádiz. Volumen II. Imprenta de León Amarita. Madrid, 1830; págs. 164 y 165.

[47] SÁNCHEZ MAGRO, Laureano. Sucesos históricos… Ob. cit; pág. 91.

[48] BUGUELLA DE TORO, José María. Antología de su obra. Diputación Provincial de Granada. Granada, 1976; pág. 236

[49] Vid. Gazeta de la Regencia, de 23 de marzo de 1810 y Diario de Mallorca, de 13 de abril de 1810.

[50] DE MOLLÉ, Francisco José. Himno a Badajoz Vencedora, el 11 de febrero de 1810. Imprenta de Quintana. Cádiz, 1810. Podía adquirirse en casa de Font y Closas, en la calle de San Francisco de la capital gaditana, al precio de quince reales de vellón, según la Gazeta de la Regencia de 22 de junio de 1810. Si bien pronto hubo de ser devaluada, pues en El Conciso, de 6 de octubre de 1810, se anunciaba ya a tres reales.

[51] Gazeta de la Regencia, de 29 de mayo de 1810.

[52] Después de entrar en Badajoz, el brigadier Senén de Contreras repartió dos mil hombres entre ambas poblaciones, donde convenientemente atrincherado rechazaría los días 14 y 15 de marzo de 1810 las fuerzas francesas. SENÉN DE CONTRERAS, J. Epítome…, Ob.cit; pág. 24.

[53] Nombramiento del Marqués de la Romana como jefe del Ejército de la Izquierda y Capitán General de Castilla La Vieja. Gazeta de la Regencia, de 17 de abril de 1810.

[54] Journal de L’Empire, de 7 de mayo de 1810. La acción tuvo como protagonista a Catalina Martín López de Bustamante, sobrina de El Caracol, que fue recompensada con el grado de alférez de caballería, conllevado además el sueldo, fuero y distintivo correspondiente. GÓMEZ DE VILLAFRANCA, R. Extremadura en la Guerra…, Ob. cit; pág. 21.

[55] CABANES ESCOFET, Francisco Javier. Campaña de Portugal en 1810 y 1811, traducida del francés al castellano y aumentada con varias notas. Imprenta de Collado. Madrid, 1815; pág. 60.

Dic 162020
 

 

 Manuel García Cienfuegos

Cronista Oficial de Montijo y Lobón

 

Resumen

Mayordomos, escribanos, licenciados y visitadores del obispado de Badajoz y de la Orden de Santiago, dejaron, desde 1553 hasta 1792, una fecunda crónica vivida y transmitida por la Cofradía del Santísimo Sacramento en Talavera la Real, Lobón, Montijo y Puebla de la Calzada.

Un largo período que comienza con el párroco de Talavera la Real, Diego Sánchez, autor de obras teatrales. Continua con las enseñanzas del Concilio de Trento, los afanes pastorales del obispo don Juan de Ribera, los impulsos de la Contrarreforma y las características que la nueva corriente del barroco trajo, convirtiéndola en una fiesta total. Aquel tiempo y el convulso siglo XVII fueron testigos de grupos de niños que danzaban, comediantes y músicos que con maestría y gozo interpretaban y alababan en sus diálogos al Santísimo Sacramento. Simbolizando así el contenido de la Bula Transiturus de hoc mundo: “cante la fe, dance la esperanza, salte de gozo la caridad”.

Los cofrades también convinieron honrar su octava y adornar el monumento del Jueves Santo, festividad de tan alta estima, testimoniando su devoción y reverencia. Movidos a virtud acompañaban en el cortejo que bajo ceremonial y rito llevaba la comunión a enfermos e impedidos. En el tramo final del dieciocho, las nuevas corrientes reformadoras trataron de impedir el uso de los excesos de rituales arraigados que acompañaban a la fiesta del Corpus.

La ponencia analiza las representaciones de comedias, danzas y música que con animosidad y disfrute ensalzaban las funciones que organizaban la Cofradía de las Ánimas en Arroyo de San Serván y Ntra. Señora de los Remedios, en la villa de Lobón, el día de su festividad. Danzando delante de su imagen un grupo de niñas, acompañadas por ministriles que participaban también en las comedias que se representaban.

Este estudio saca a la luz varios nombres de comediantes, maestros y músicos con sus instrumentos: órganos, trompetas, arpas, cornetos, chirimías, sacabuches, bajones, cornamusas, flautas, orlos, atabales, tamborinos, panderos y vihuelas. Y con ellos, maestros de obras y canteros que labraron iglesias y capillas. Escultores, entalladores, pintores, doradores y orfebres, entre otros artistas.

 

 

 

Considera el historiador Jacob Burckhardt, en su obra “La cultura del Renacimiento en Italia”, que para conocer la cultura de un pueblo es indispensable el estudio de la fiesta. Y añade el editor Jean Jacquot en su obra “Las Fetês del Renaissace” que “se puede definir la fiesta como una manifestación en la que de forma extraordinaria y por un motivo especial, un pueblo, sociedad o grupo se reafirma en la conciencia de su existencia y en la voluntad de perseverar en su ser”[1].

Las palabras que ofrece la Bula Transiturum de hoc mundum, por la que el Papa Urbano IV instituyó la fiesta del Corpus (1264)[2], animaron al pueblo a cantar y danzar en honor del Señor; a levantar los necesarios escenarios donde la alegoría, la farsa, los autos, la comedia o el bullicioso entremés -toda la parafernalia, en suma, del teatro- tuvieran la más cumplida representación.

 

FARSAS DE DIEGO SÁNCHEZ DE BADAJOZ

Una aldea o lugar cercano a Badajoz, Talavera la Real, que adquirió la independencia de ella el 13/II71640, dejando de ser lugar y pasando a ser villa[3], se honra con ser la patria del dramaturgo Diego Sánchez, quien fuera párroco de su pueblo natal desde 1533 a 1549[4].

De su familia no se sabe nada. No parece que fuera beneficiado de la catedral pacense. De sus estudios sólo hay el testimonio de su grado de Bachiller. Por alguna alusión del cardenal Silíceo, arzobispo de Toledo, se puede deducir que estudió en Salamanca. Su obra con claras relaciones con el teatro salmantino y la obra de los dramaturgos de la época: Bartolomé Torres Naharro, y Vasco Díaz Tanco, apoyan la idea expresada. Su obra, por las relaciones con el portugués Gil Vicente, está bastante influenciada por éste, ya que se prodiga en su léxico con claros lusismos[5].

En 1552 el bachiller Diego Sánchez había muerto, en ese año su sobrino, Juan de Figueroa, escribe al V conde y I duque de Feria, Gomes Suárez de Figueroa y Córdoba para pedir el privilegio de impresión de la Recopilación en Metro del bachiller. La fecha de impresión es en Sevilla en 1554, con el título “Recopilación de farsas y sermones”[6].

Obra compuesta de trece composiciones de carácter distinto, líricas y monólogos, y de veintiocho Farsas[7], con un alto y claro contenido doctrinal que sirve de eslabón para unir el teatro litúrgico medieval (el que se escenificaba en los templos durante las celebraciones litúrgicas de Navidad y Pascua) con el teatro religioso de los autos sacramentales[8]. Precisamente, el doctor en Filología, Eugenio Campanario Larguero, en su obra, “El Teatro de Diego Sánchez de Badajoz y las encrucijadas teológicas del s. XVI: Tradición e innovación doctrinal”, afirma que se trata de un teatro catequístico y doctrinal que se concreta en el movimiento de reforma de la iglesia española. Respondiendo a la encrucijada teológica de la época, en un diálogo fructífero con el erasmismo dominante y una actitud crítica hacia el luteranismo[9].

Destaco, por el asunto que nos ocupa, un invitatorio para cantar los muchachos el día del Corpus en el que aparece semi castellanizado el Venite adoremos, para la rima, y otro cantar para los muchachos, cantar y bailar el mismo día, al tono del chapirón, lo que indica la celebración de procesiones en el día del Corpus Christi[10]. Podemos decir que estamos ante las primeras noticias de la celebración de esta festividad en Talavera la Real. “Dios del cielo en pan se muestra/o que divino manjar/Dios del cielo con amores/que tiene el mundo criado/por salvar los pecadores/ de una virgen encarnado/hombre se nos quiso dar/Dios del cielo/. Circunscrito y bautizado/por mostrar obediencia/y en la cruz crucificado/con humildad y paciencia/para nos justificar/Dios del cielo”[11].

Andaban entonces, en aquellos tiempos, al poco de ser comprada la villa de Montijo por el marqués de Villanueva del Fresno[12], alarifes y canteros, maestros, oficiales, aprendices y peones edificando la tercera fase de construcción de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, dándole a sus muros mayor altura, cambiando la cubierta de madera, y labrando una bóveda al estilo del gótico tardío. Así escribían la crónica los religiosos santiaguistas en su visita del año 1556: “En la dicha yglesia están fechas dos capillas, la mayor de bóveda sobre cruceros de cantería. Y otra capilla, al fin de la dicha yglesia, de la misma manera. El cuerpo de en medio de la dicha yglesia estava descubierto que andaban labrando en ella”[13].

No sólo la iglesia de San Pedro, en ese año, está en obras, también lo está la ermita de la Patrona de Montijo, Ntra. Señora de Barbaño, que así la describen los visitadores: “Es una hermita que tiene una capilla acabada, la techumbre de ella es de madera de pino e caña junta. El cuerpo de ella se va faziendo”[14].

A muy poca distancia en el tiempo, dos años después, el viernes 18/II/1558, la villa de Talavera la Real, llamada entonces Talaveruela, recogía tristemente el último suspiro de la reina doña Leonor de Francia, viniendo de Flandes con el señor don Juan de Austria[15].

A raíz del Concilio de Trento (1545-1563) en el que se elaboró la doctrina eucarística en discusión con la reforma protestante, los padres conciliares manifestaron en su sesión XIII que la presencia de Cristo en la Eucaristía es real, verdadera y substancial; concentrándose así, e intensificándose la religiosidad española, en la creencia y veneración del misterio de la Inmaculada, y en la idea de la Eucaristía y del Corpus Christi, como centros condensadores de toda la piedad del dogma católico[16].

La solemnidad de la fiesta eucarística del Corpus fue la que con más pompa y animación se celebraba en toda España[17]. En Badajoz, la fiesta del Corpus era, en los siglos XVI y XVII, la fiesta más lucida y celebrada de entre las muchas conmemoraciones que se celebraban al cabo del año[18]. Los canónigos pacenses afirmaban en 1637 que “no se conocían en Extremadura otras fiestas como las del Corpus en Badajoz”[19]. El concejo de la ciudad había decretado “sumisión pública de esclavitud al Santísimo Sacramento”[20].

El Concilio de Trento insistió para que la festividad del Corpus Christi se celebrase con grandes procesiones de fe, danzas y representaciones de autos que permitiesen divulgar la interpretación doctrinal de este sacramento. Fue pues el Concilio de Trento y el obispo Juan de Ribera, devotísimo del Santísimo Sacramento, quien “asistía con tanto zelo y fervor a su festividad, que, aunque la halló festejada añadió el modo y culto con que oy se soleniza, no inferior a ninguna de las ciudades de España”[21].

El 27/V/1562, a instancias de Felipe II, el Papa Pío IV firmaba en Roma la bula de nombramiento de obispo de Badajoz en la persona de don Juan de Ribera, joven sevillano, profesor en la Universidad de Salamanca, de la noble estirpe de los Enríquez[22]. Juan, el futuro santo, marcaría la más alta cota espiritual y humana del episcopologio pacense durante los siete escasos años de su pontificado en Badajoz. El obispo dejó muestras de su fervor eucarístico en Badajoz (1562-1569), y en Valencia donde falleció en 1611. Ciudad que conoció su magna fundación del Colegio del Corpus Christi.

El pontificado de don Juan de Ribera constituyó para la ciudad y su Obispado una auténtica bendición de insospechados frutos pastorales, celebrando dos sínodos (1565 y 1568), aplicando con ellos la doctrina del Concilio de Trento[23]. Los Sínodos constituyen una radiografía tanto de la iglesia como de la sociedad en la cual se reflejan los principales acontecimientos de la vida, con el afán de imprimir a las realidades de aquellas comunidades un sentido cristiano. A través de los Sínodos juntamente con el púlpito y los sacramentos se llevaba a efecto un proceso catequético hacia el pueblo.

El obispo Juan de Ribera, con su espíritu sensible, fue amigo, mecenas y cliente del pintor Luis de Morales al que acudió en repetidas veces en demanda de tablas devocionales para su uso particular, sirviéndole en sus años pacenses como “pintor de cámara”. Morales efigió a san Juan de Ribera en tres ocasiones[24].

Luis de Morales protagonizó junto con Estaçio de Bruselas, pintor de origen flamenco, con taller en la ciudad de Llerena un engorroso pleito en la obra de pintura del retablo mayor de la parroquial de Puebla de la Calzada, que finalmente fue adjudicada al maestro Estaçio[25]. Luis Morales y Estaçio de Bruselas, vuelven a coincidir en el retablo mayor de la parroquial de Lobón, aunque ahora el pacense es el autor del programa retablístico, junto con el maestro dorador Francisco de Hermosa, mientras que el maestro bruxelés tasa la obra de pintura, percibiendo del mayordomo de la iglesia de Lobón, Juan González de Bonilla, setecientos cincuenta maravedís[26].

Lástima que ambos retablos, el de Lobón y Puebla, no hayan llegado a nuestros días. Al menos si nos queda en Montijo la sutileza del pincel del “divino” Morales, en el llamado Cristo de la Reja (Cristo con la cruz sobre el hombro) que veneran las religiosas clarisas franciscanas encima del enrejado del coro bajo del convento del Santo Cristo del Pasmo, que identificó el académico Carmelo Solís Rodríguez[27].

 

MÚSICA Y DANZA

Afloran en el año 1564 las primeras noticias sobre las danzas, haciendo cierto el mandato: Cante la fe, dance la esperanza, salte de gozo la caridad. Mediante la visita pastoral que hace a Talavera la Real, el doctor Pedro de Coderos, visitador general del obispado por orden del Obispo de Badajoz, el muy ilustrísimo señor don Juan de Ribera, quien manifiesta que “el gasto que se hiziere con media dozena de niños fueran baylando delante del Ssmo. Sacramento sea pagado entre el mayordomo de la cofradía y el de la fábrica de la iglesia parroquial, no excediendo todo el gasto de diez e syete reales”[28].

En 1587, don Pedro de Velasco, Visitador general del Obispado de Badajoz, en nombre de su obispo, fray Diego Gómez de Lamadrid (1578-1601), informado que el día del Corpus Christi salen seis niñas cantando y danzando delante del Santísimo Sacramento que regocijan la fiesta, para la que gasta la hermandad dieciséis reales, “mandó y dio licencia para que en la dicha fiesta y regozijo se gasten hasta tres ducados de la dcha Hermandad y que les sean passados en quenta”[29]. Dos años después Joan Dalmas, visitador del obispado y arcipreste de La Parra, dice que “dio por descargo tres ducados que gastó el día del Corpus Xpi en la dança”[30].

Estamos pues ante la figura de los conocidos seises que danzan y bailan durante el recorrido de la procesión delante del Santísimo, como acto de adoración ante la Eucaristía, que al tono del chapirón cantaban los versos del Bachiller Diego Sánchez: “Pues a Dios aquí tenemos/ Venite adoremos/ Venite todas naciones/ con bailes y con canciones/ con devotos corazones/ a nuestro Dios jubilemos/ Venite adoremos/Puesto que es gran Señor/Rey eterno emperador/que para nos dar favor/ajuntando los extremos/venite adoremus”[31]

La custodia era llevada en unas andas grandes y doradas, figurando así en el inventario de bienes de la cofradía[32]. Custodia que era adornada con flores por las monjas carmelitas del convento de la Inmaculada Concepción del Carmen “más da por descargo doze reales que dio a las monxas por adereçar la custodia”[33]. Convento que fue fundado por el talaverano Juan del Campo Saavedra, un indiano, oficial del Santo Oficio de la ciudad de Potosí (Colombia), cuya actividad mercantil fue la venta de cuero, añil, cochinilla y tejidos, quien manifestó ese deseo en su testamento otorgado en marzo de 1607. Entre otras cláusulas disponía el comprar las casas para el convento, encargando a Francisco Hernández Nacarino a que llevase con su recua, 36 barras de plata, equivalentes a 21.519 pesos de plata[34] al puerto de San Marcos de Arica (Colombia), y las entregase a Alonso Muñoz, quien se encargaría de cumplir su manda testamentaria.

La procesión del Corpus se veía animada por un grupo de ministriles -precedente de las futuras bandas de música- que tocaban cornetos, chirimías, sacabuches[35], bajones, cornamusas, flautas, orlos, atabales y tamborinos, precedidos por los gremios y cofradías con sus estandartes. A ello se sumaba el estruendo que producían los fuegos de artificio que lanzaban los maestros coheteros.

El mayordomo era un sacerdote y los regidores se situaban delante del Santísimo Sacramento. Portaba el mayordomo una vara con las insignias del Sacramento, revestido con una muceta (esclavina que cubre el pecho y la espalda, y que, abotonada por delante, usan como señal de dignidad ciertos eclesiásticos) de raso colorado forrada en tafetán azul con franjas de oro. Los regidores de la cofradía iban destocados, como hombres que van acompañando a su Dios. Detrás del palio se situaba el concejo de la villa.

Las calles eran engalanadas ante el paso del Santísimo con ramos, toronjil y espadañas[36]. Así libraba el pago por estos conceptos, en 1665, el presbítero y mayordomo de la cofradía, Pedro Portillo, “más se le descargan quarenta y seis reales, de dos carretadas de ramos y dos cargas de toronjil y una de espadaña, para el día del Señor y para el domingo de la infraoctava”[37]. El ornato se extendía también a los balcones de las casas de los que pendían las más bellas y elegantes colgaduras. Los altares jalonaban las calles por donde transcurría la procesión.

La fiesta sacramental del Corpus Christi puede considerarse como una síntesis de las fiestas del Barroco, una fiesta total, pues en ella se aprecian elementos de la música, el teatro, la danza y la liturgia, sin excluir los aspectos lúdicos y la espectacularidad. En ella participaba todo el cuerpo religioso y social del momento, se unían en ella la Iglesia, el poder civil y los gremios, proyectando una imagen ideal de la sociedad como un conjunto armonioso y unitario.

Los regidores de la cofradía del Santísimo Sacramento solían ser representantes de la hidalguía[38] o labradores de los principales de la villa, limitándose con ello a individuos de cierto prestigio social, si bien, fueron una válvula de escape, para aquellos en los que esa misma condición social no les permitió, en algunos casos, el acceso a ocupar cargos en el concejo municipal.

En 1671, con la llegada de Toribio Mateo Gragera, capitán de caballos, natural de Montijo, se incorporó una familia de honrosos antecedentes en linajes de hidalguía. Vivió en la calle de Porras, y fue junto con su mujer, Leonor Martín Gragera, patronos de la capilla de San Juan en la iglesia de San Pedro. Su escudo de armas puede verse en un edificio de la plaza Luis Braille. Tras él fueron llegando a Talavera sus hijos, hermanos y sobrinos. Su nieto, don Toribio Diego Gragera Bérriz, I conde de la Torre del Fresno, fue regidor de la cofradía del Santísimo Sacramento.

La animación, el fervor y el regocijo con el que Talavera celebraba la procesión del Corpus Christi, obligó, en alguna ocasión, a las autoridades eclesiásticas a tomar medidas reguladoras de ciertos desmanes.

Así, el 1/III/1587, el visitador general, don Pedro de Velasco[39] estando de visita pastoral fue informado que en el día del Corpus hay mucho desorden en el que las mujeres del lugar se entrometen y mezclan en la procesión con los hombres, a lo que siguen muchos inconvenientes de los que Nuestro Señor se puede ofender, mandando en virtud de santa obediencia: “a todas e qualesquiera mujeres deste lugar de qualquier estado calidad y condición que sean, que de aquí en adelante no vayan ni se entrometan en las tales processiones entre los hombres, sino que vayan en el lugar donde las demás mugeres van, con apercibimiento que se les haze que lo contrario haziendo serán castigadas con todo rigor”[40].

Al anochecer el alborozo continuaba con música y bailes en las viviendas de los mayordomos y de los gremios que habían acompañado al Santísimo. La capa social más elitista de la época se entregaba al lujo exótico importado de las Indias: las primeras jícaras de chocolate y las delicias que producía el tabaco. La sociedad talaverana estaba muy marcada por un sentimiento religioso, hecho común que se da en las comunidades rurales de la época, desde mediados del siglo XVI hasta comienzos del XVII, Talavera la Real tenía 647 vecinos de los que 150 eran labradores, 30 hortelanos, 350 eran jornaleros, 39 artesanos y 7 arrieros[41].

El servicio espiritual era atendido desde la parroquia de Ntra. Señora de Gracia y, junto a ella, la comunidad de las carmelitas descalzas. La piedad popular se nutría a la vez de seis ermitas: san José, san Pedro mártir, santo Toribio, san Ginés, los Mártires y Ntra. Señora de la Ribera, ésta última situada en la Aldea del Conde[42]. La atención sanitaria se prestaba en un hospital de pobres que regía y administraba la cofradía de la Santa Vera Cruz.

En 1686 esta última cofradía contaba con 721 cofrades[43], y la de Santiago en 1693 tenía 343[44]. Los gremios de barberos, sastres y zapateros, cuidaban del aseo y adorno del altar de san Blas. Las cofradías que tenía Talavera la Real para el período estudiado fueron: Santísimo Sacramento, Vera-Cruz, Ntra. Señora del Rosario, Santo Entierro, Ntra. Señora de la Ribera, San José, Ánimas y Santiago. Aquella sociedad tenía tres objetivos: “casa donde vivir, que sea suya para que nadie le eche de ella; sepultura en que enterrarse, para que nadie inquiete sus huesos hasta el Juicio Final; y cofradía con que honrarse”.

Aún, así, aquellos tiempos se caracterizaron por las tremendas desigualdades sociales. Basta con citar que desde 1645-1744, tras haber estudiado 20.019 partidas bautismales registradas en las parroquias de Montijo, Puebla y Talavera, he localizado 289 neófitos bajo la condición de esclavos, símbolo del poder, prestigio y posición social de sus amos y dueños, que algunos historiadores han considerado como un lujo exótico de la nobleza, militares, eclesiásticos, familiares del Santo Oficio, miembros de la Administración y notables hacendados[45].

Las visitas pastorales se encaminaban también al buen gobierno de la iglesia, así el Obispo don Diego López de la Vega, el 6/IV/1652, mandaba a los curas que no consientan veladas en la iglesia y sus ermitas, ni permitan que de noche queden abiertas por los inconvenientes que se han experimentado y “ansimismo que no belen ni casen en dhas ermitas sin especial mandato ntro o de nuestro Provisor o Visitador, ni casen tampoco a los que no supieran las quatro oraciones”[46].

Esa misma preocupación existe en la villa de Montijo, ya que los visitadores santiaguistas, Luis Ponce de León y el licenciado Villares, ordenan al párroco de San Pedro este mandamiento: “E porque fueron ynformados que muchas noches van a velar a la yglesia muchas personas, ansy ombres como mujeres, y llevan panderos y vihuelas y vailan y cantan en la yglesia, e facen otras deshonestidades, en deservizio de Dios, nuestro Señor. Mandaron que dende en adelante, quedando fuera de las dichas veladas, no lleven panderos ni vihuelas, ny otro género de ynstrumentos y que solamente facer su velada honesta, como conviene que semejante lugar. Y sí con esto no se quisiera fazer, mandaron que el cura y sacristán los eche de la dicha yglesia y cierre las puertas”[47].

 

CUSTODIA

La custodia era de plata, alta y redonda, hasta que el obispo don Diego López de la Vega, en visita pastoral en abril de 1652, manda al mayordomo de la parroquia que “ésta se deshaga y se forme de ella otra en forma de sol con sus rayos”[48]. Un año después, el presbítero Jerónimo Sánchez Doblado paga al platero de la ciudad de Sevilla, Antonio Carrillo de la Torre, “cuatro mil doscientos dieciséis reales del precio de plata y hechura de una custodia que hizo para dicha iglesia”[49].

Obra resuelta con perfección por este orfebre hispalense, aplicando un reiterado modelo de la segunda mitad de la centuria del seiscientos, no contando con muchos referentes análogos en la región si bien, en determinados obradores zafrenses y emeritenses se mantendrá, todavía avanzado el siglo XVIII, el gusto por los nudos arquitectónicos[50]. Esta notable pieza de orfebrería afortunadamente se conserva, saliendo en la procesión del Corpus.

El mismo año de la adquisición de la custodia, la iglesia parroquial hizo otro dispendio económico, ya que labró un sagrario cuya hechura corrió a cargo del maestro carpintero Antonio Morgado[51], vecino de Badajoz, autor del retablo de las reliquias de la catedral pacense, siendo pintado y dorado por el maestro de dicho oficio, Diego Chaves, de la misma vecindad[52].

No tuvo reparo alguno la parroquial talaverana para adquirir la custodia, siguiendo el ejemplo de la más humilde de las comunidades cristianas, expresando en su cuidada artesanía el amor al Santísimo Sacramento[53], aún a pesar de estar inmersos los talaveranos en la guerra con Portugal, confirmando la intencionalidad de la Iglesia que siempre pretendió que las cosas destinadas al culto sagrado fueran en verdad dignas, decorosas y bellas, signos y símbolos de las realidades celestiales. Custodia que avanzaba en la procesión perfumada de incienso.

El tiempo del siglo XVII es considerado en la historiografía como el siglo de los grandes contrastes. Mientras que por un lado es el siglo en el que florecen con más intensidad que en ningún otro de la historia de España las artes y las letras, es también el tiempo de la crisis, de la decadencia y del pesimismo. La crisis se manifestó sobre todo en los aspectos demográficos, económicos y políticos. Pero también se caracteriza el siglo XVII por los graves conflictos bélicos.

Talavera la Real, durante el período de la guerra con Portugal (1640-1668), y una vez realizado el vaciado documental de las series sacramentales de su archivo parroquial, contabiliza 1.837 partidas bautismales y 2.334 defunciones. Los fallecidos están distribuidos en 1.495 adultos y 839 párvulos; del total de fallecidos 366 fueron pobres (15,68%), recibiendo sepultura en la villa talaverana un total de 191 militares (8,18%)[54]. Los años de mayor virulencia fueron 1644 y 1659. Fue en ese último año cuando el maestro alarife, Antón de Laguna, construyó para el templo parroquial 110 sepulturas mayores y 46 menores[55].

El 3/IX/1658 el anotador parroquial inscribe en el libro de difuntos: “vino el rebelde portugués a esta villa con ejército de tres mil infantes y dos mil cavallos, y quemó la mayor parte de esta villa, mató muchos vezinos antes de entrar en ella y se llevó las haziendas y cultivos”[56].

El 26/V/1644, festividad del Corpus Christi, se libra la batalla de Montijo. La refriega comenzó en Los Fresnos, en los aledaños de la charca de Juan de Vera, a la salida de Puebla de la Calzada[57], en la Calzada Romana en dirección a Badajoz. El párroco y mayordomo de la iglesia de Talavera la Real, estimaron que no saliese la procesión por el peligro inminente de que la villa fuese asaltada, situación que reafirma un día después el anotador parroquial, quien diligencia en el libro de difuntos: “Batalla del Montijo, murieron los que siguen y se enterraron en la parroquial de esta villa”[58]. La relación está formada por veintitrés difuntos, pertenecientes a los ejércitos de infantería y caballería de Castilla y de Flandes, con graduaciones de capitán, teniente, alférez, sargento mayor, soldado y un presbítero capellán perteneciente a la caballería del ejército portugués.

 

COLOQUIOS, LOAS Y COMEDIAS

La procesión y los autos sacramentales constituían dos de los aspectos fundamentales de la solemnidad del Corpus. En el año 1601 el mayordomo de la cofradía del Santísimo Sacramento, Juan del Campo, “gasta treinta y seis reales en el coloquio que se hizo el día del Corpus”[59]. Las datas (pagos) de años sucesivos nos hablan de comedias, comediantes, gastos de papel para las loas[60], músicos, trompetas, zapatos, trajes, barbas, túnicas y medias para los comediantes.

Asimismo, figuran gastos en pez, pólvora, azufre y cáñamo para insignias que se colocaban durante las comedias, así como pintar una culebra para las representaciones, “cinco reales que dio por pintar una culebra para la comedia”[61]. La culebra o serpiente representaba la imagen del pecado, conocida popularmente como la tarasca, figuras alegóricas de monstruos y gigantes para simbolizar que Cristo es el vencedor sobre la muerte, el pecado, el mundo y el infierno.

Algunas de estas datas narran la precariedad de los comediantes, así en el año 1667 “Treinta y seis reales que pagó al ciego Cristóbal López por la loa que hizo el día del Señor. Quarenta reales por los mesmos que gastó con los comediantes de el día del Corpus de este año en dos pares de zapatos y dos pares de medias que les compré a dos de ellos que no los tenían para salir a rrepresentar”[62]. Varios nombres de maestros de comedias y músicos aparecen en los pagos: Bartolomé Macías, Francisco Silvestre, Cristóbal López y Francisco Huerta.

Fueron pues, los autos, loas y farsas las que animaron al pueblo a representar, cantar y danzar en honor del Señor, a levantar los necesarios escenarios donde estas piezas teatrales tuvieron la más cumplida representación. Escenario que se situaba en la fachada principal de la iglesia parroquial, “da por descargo veinte y seis reales y medio que pago a Francisco Diaz, albañil y a su hijo por haçer y deshacer el tablado para la comedia del día del Corpus”[63]. Tras la celebración de la misa, la custodia era llevada procesionalmente al exterior del templo, donde permanecía bajo dosel, siguiendo la representación de autos y comedias hasta la hora de la procesión.

En situación similar a Talavera la Real se encuentra la cofradía del Santísimo Sacramento de Puebla de la Calzada, puesto que, en su Libro de Constituciones del año 1579, aprobados por el licenciado Francisco de Montoro, Provisor y Vicario General de la Provincia de León, se ordena: “Que cada año la Dominica Infraoctava Corpus Christi, se haga una procesión general donde se saque el Santísimo Sacramento, con achas encendidas y palio, y encomienden a todos los cofrades, ansí hombres como mujeres que lleven candelas encendidas, para ganar indulgencias y perdones, y vayan por fuera de la iglesia, alrededor de ella haciendo danzas y autos, y toda solemnidad, cada una en su año”[64].

Veinticinco años después de estas noticias, y siguiendo con el archivo parroquial de Puebla de la Calzada, el mayordomo libra el siguiente pago: “Más dio por descargo quarenta reales y medio a Clemente Hernández por auto que hizo la octava del Corpus Christi”[65].

Sucedía esto en 1604, cuando estaban haciéndose los cimientos de la ermita de los Santos Mártires de Puebla de la Calzada, “está començada a haçer y sacados los zimientos y se va prosiguiendo. Los zimientos son de piedra y cal y están llegados algunos materiales para la dicha ovra”[66]. Ermita que acogió en la centuria del dieciocho a la Venerable y Santa Escuela de Cristo y la imagen de la Patrona, Ntra Señora de la Concepción. El templo parroquial de Ntra. Señora de la Encarnación, andaba también en obras, “ziento y dos reales que dio a Gaspar Domínguez, albañil por solar la Iglesia”[67].

La cofradía del Santísimo Sacramento de Puebla de la Calzada llevaba la comunión a los enfermos. Sus constituciones explican el ritual desde la salida de la iglesia hasta la casa del enfermo: “Comienze el cura y clérigo que presentes se hallasen a cantar el tamtum ergo sacramentum y respondiera el órgano el segundo verso. Y desde ahí, irán rezando hasta casa del enfermo[68] y desde allí a la iglesia, salmos, himnos y oraciones, las que al cura les paresciere, comenzando el cura y respondiendo los que acompaña. Y ansí vueltos a la iglesia, sea recibido el sacramento con los órganos, y después de hecha la práctica, el pueblo cante el tamtum ergo como tiene de costumbre”[69].

Referencias bibliográficas sobre el asunto que nos ocupa son tratadas igualmente para ciudades como Jerez de los Caballeros[70] y Zafra. En esta última ciudad, el humanista Pedro de Valencia escribe en 1591 al padre Sigüenza para agradecerle el haberle enviado una comedia de tema sacramental y eucarístico, ya que en Zafra había gustado mucho, al ser representada por jóvenes estudiantes dirigidos por él en la fiesta del Corpus[71].

Fueron aquellos primeros años del siglo XVII, a poco de haber llegado para ejercer la abogacía en Montijo, el historiador emeritense Bernabé Moreno de Vargas, de la que acabó siendo alcalde[72], cuando el obrero mayor del duque de Feria y su hijo, los zafrenses Francisco Montiel y Bartolomé González Montiel, padre e hijo, andaban labrando el soberbio espacio del crucero y capilla mayor de la iglesia de San Pedro. Obra de gran envergadura, en la que aplica una planta de cruz latina, con ábside recto y poco profundo, cúpula sobre pechinas y graníticas pilastras de orden gigante, con fustes acanalados y rigurosa molduración de basas y capiteles, en cuyas bóvedas artesonadas de los laterales del crucero y capilla mayor utiliza la cantería falsa, evocando todo el conjunto al clasicismo serliano[73]. Junto a los Montiel trabajaron como canteros en la ampliación de la iglesia de San Pedro Apóstol: Joan de Salazar, Hernando Alonso, Cristóbal Hernández, Pedro Delgado y Diego Hernández, sus marcas son visibles hoy en las acanaladas columnas[74].

El 26/II/1605, los visitadores santiaguistas Antonio de Figueroa y Juan Martínez Daza dejaban testimonio escrito del edificio parroquial que, la locura de los hombres buenos de la villa, mandaron edificar, junto el apoyo económico del concejo y el conde de Montijo, “y toda la dicha obra que está echa y asta ahora es la más suntuosa que ai en toda esta Provinçia”[75].

Capilla mayor que años más tarde acogió la portentosa maquinaría retablística ejecutada por la valiente mano del maestro, de origen portugués, Francisco Morato, de cuyo taller salieron retablos e imágenes que conservan las iglesias de Lobón, Puebla de la Calzada y La Nava de Santiago[76].

Si bien, la obra de pintura del retablo de San Pedro nos sigue resultando hasta ahora desconocida, a la que algunos investigadores atribuyen al círculo del emeritense Pedro Gutiérrez Bejarano, en la espera de confirmar la tesis en la que nosotros aún seguimos trabajando, acerca del pintor Diego de Escorcha, de presunto origen italiano, que vivió y procreó a su familia en esas fechas en la villa de Montijo.

La corriente crítica contraria a los coloquios, loas, farsas y comedias creció sobremanera en el siglo XVII. Durante el episcopado de don Gabriel Ortiz de Sotomayor (1635-1640), los cronistas relatan cómo el prelado, animado por los celosos guardianes de la moralidad pública, anduvo con mucho cuidado y atención para la solemnidad y celebración del día del Corpus y su octava, pareciéndoles que había muchas cosas dignas de remedio; unas profanas, como las comedias, con unos entremeses ridículos con los que se mezclaban unos bailes indecentes; otras en las que había falta de respeto y veneración al Santísimo, y otras a las que le parecía preciso remediarlas y enmendarlas[77].

Los mandamientos de las Visitas pastorales serán reiterados hasta la saciedad, tipificándose, por último, en las Constituciones Sinodales de Badajoz promulgadas a primeros de febrero de 1671 por el obispo de Badajoz, don Francisco de Roys de Mendoza (1668-1673), que convocó un Sínodo diocesano[78], el cual vino a regular, entre otras materias, los festejos del Corpus Christi: “ni delante del Santísimo Sacramento en las procesiones del Corpus, ni de los santos en las suyas, se representarán más que autos sacramentales, y no otra cosa, aunque sea historial y devota, adornados de sus sainetes, como lo estila la Corte de Su Majestad y sus Reales Chancillerías”[79].

A la clausura de este Sínodo, celebrado en la catedral de Badajoz el 1 de febrero de 1671, asistieron por la villa de Talavera la Real, el párroco Diego Martín Sandoval y el alcalde Juan de Huerta.

Dimanado de aquel Sínodo y en este contexto, el 20 de mayo de 1677 el canónigo de la Santa Iglesia catedral de Badajoz y Visitador general del obispado, Diego de Osuna y Padilla, estando de visita en Talavera la Real, manda que: “por cuanto la renta de la cofradía que está dedicada para el culto Divino, no es justo que se gaste en cosas tocantes a comedias, que más sirven de veras a la gente que de veneración a Dios Sacramentado”, ordenando al Mayordomo “no gaste cosa alguna tocante a dichas comedias y en cuanto a las loas que se dicen el día del Corpus delante del Santísimo Sacramento, permitió a la piedad de los fieles las diga con tal que las vea el cura primero, por si ve en ellas lo que no sea conveniente a la piedad cristiana, y que los que la dicen no vuelvan las espaldas al Santísimo Sacramento, ni se cubran en su presencia”[80].

A partir de esa fecha los gastos de las comedias y las loas desparecen de los libros de cuentas. Para la cercana ciudad de Badajoz, quien influía notablemente en los pueblos de su diócesis, sería 1692 la fecha que marcó el remate del viejo uso de las representaciones bajo el pontificado del obispo don Juan Marín de Rodezno, que gobernó la diócesis de Badajoz desde 1681 a 1706; gran benefactor de la catedral y de la ciudad por las obras que en ella realizó, entre ellas la configuración de la Plaza Alta[81].

Desconozco las obras que se representaron en estas comedias, loas y coloquios, probablemente en más de una ocasión se representarían textos del bachiller y paisano Diego Sánchez, en cuya obra predomina la palabra y la riqueza del vocabulario, la maestría en los diálogos, sirviendo a unos contenidos que representan un intento de educación religiosa con unos valores más morales que dogmáticos, con un sentido de humanismo cristiano llevado a las plazas de pequeñas poblaciones con más eficacia que la de su transmisión por obras eruditas[82].

Las representaciones teatrales en las fiestas del Corpus, la Virgen o los Santos, guardan un cierto hermetismo, ni tan siquiera suele ofertarse en la documentación los títulos de las obras a representar, en las que parece tomar parte activa los artistas locales, a los que solían acompañar con música y canto de maestros y cantores de algunas capillas musicales del entorno. La música fue protagonista durante el tiempo analizado en las funciones religiosas en Montijo de las cofradías de Santa Ana, Ntra. Señora del Rosario, Concepción, Dulce Nombre de Jesús, Santísimo Sacramento y Jesús Nazareno[83]. En Talavera la Real, Santísimo Sacramento, Ntra. Señora del Rosario, Santiago y Ntra. Señora de la Ribera[84]. Unido a la música se encontraba la fiesta: “mil y doscientos reales que se sacaron de limosna de una función de toros que se corrieron en beneficio del Santo”[85]. “Aver pagado los quinientos de ellos del costo del toro y los setenta restantes en el gasto de las personas que fueron por él y por la capea”[86]. Destaco, en este entorno, la procesión del Santo Entierro, Viernes Santo, en el que participaba la Santa Mujer (Verónica) y unos angelitos que le acompañaban: “setenta y dos reales que en dichos días de Quaresma gestó en los zapatos de los Angelitos y Santa Mujer que asistieron en el Viernes Santo y procesión de Resurrección”[87].

 

CULTO Y ACCIÓN CARITATIVA

 

La cofradía talaverana del Santísimo Sacramento se encargaba de la festividad del Corpus Christi, de su octava, y de la cera y adorno del monumento para el Jueves Santo. En la festividad del Jueves Santo el mayordomo repartía la cera propiedad de la cofradía entre los hermanos para que alumbrasen la reserva del Santísimo Sacramento[88]. El día del Corpus y su octava, así como sus vísperas eran celebradas con misas cantadas acompañadas. La cofradía tenía también a su cargo las misas que se decían por los hermanos cofrades difuntos, y a los clérigos que acompañaban a llevar el Viático a los enfermos.

Dentro de un carácter caritativo y social, he localizado tres pagos a lo largo de la documentación consultada. En 1622, el mayordomo Juan de Flores, libra quince reales para ayudar a criar a un niño expósito, “conforme al cumplimiento que había diligenciado el Provisor, el cual mandó se repartiera por las cofradías existentes en la villa”[89]. Los otros dos son librados por el mayordomo Andrés Barrena, en cien ducados y cincuenta mil maravedíes que, por mandato del Visitador del obispado, don Pedro de la Hedilla, se prestaron a la iglesia parroquial y se dieron a Sebastián Salguero, pintor, para la cuenta de dorar el retablo mayor de ella, datas de los años 1614 y 1615[90].

Esta es la última actuación que se realiza sobre el retablo mayor de la parroquia talaverana, cuya ejecución fue contratada en 1588 a los maestros pacenses Antonio de Auñón y Vasco Martín, a quienes se les confió la arquitectura y talla siguiendo la tradición plateresca con algunos apuntes clasicistas propios del último Renacimiento. Mientras que la obra de pintura, dorado y estofado, los comitentes la adjudicaron a Alonso González y Marcos de Trejo[91], que plasmaron su filiación moraliana con algún apunte del clasicismo romanista de la época, aunque no debieron terminar la obra, ya que fue rematada por el pintor Sebastián Salguero en la segunda década del siglo XVII[92].

El retablo es la joya preferente del patrimonio artístico de Talavera la Real, debido a la escasez de ejemplares de esta época en la Baja Extremadura[93]. Muestra diferentes pasajes de la vida de la Virgen María. Está presidido por la imagen de Ntra. Señora de Gracia, titular de la parroquial talaverana, viéndose rematado en su cuerpo superior por un Calvario y un Dios Padre.

 

LAS ÁNIMAS Y NTRA. SRA. DE LOS REMEDIOS EN ARROYO DE SAN SERVÁN Y LOBÓN

Basta con citar como ejemplo los casos de las cercanas localidades de Arroyo de San Serván y Lobón. En la primera la cofradía de las Ánimas, en 1752, en el siglo de las luces, un año antes que los alcaldes ordinarios Alonso Ortiz Malfeito y Juan Salguero, acudiesen ante el Gobernador y Superintendente General de Rentas Reales de la ciudad de Mérida, para confeccionar el Catastro del Marqués de la Ensenada, el mayordomo paga cincuenta reales a Juan de Acosta, maestro de capilla y organista de la iglesia de Santa María de Mérida, por las letras que compuso y cantó en las tres comedias, quien llegó a la villa acompañado de los ministriles, Alonso Avilés, Juan de Luna, Antonio Espinosa y Juan de Contreras[94].

Todo ello más allá de fronteras y límites jurisdiccionales, pues como es conocido, el obispado de Badajoz era muy limitado en superficie, perteneciendo tan sólo Talavera a su jurisdicción eclesiástica, puesto que Arroyo, Lobón, Puebla de la Calzada y Montijo, dependían en lo jurisdiccional al Priorato de San Marcos de León de la Orden de Santiago, hasta que la jurisdicción santiaguista pasara en 1873, mediante la bula Quo Gravius del Papa Pío IX, al obispado de Badajoz.

Me detengo ahora en la antigua Lycón, en Lobón, donde las crónicas nos hablan de un convento de franciscanos observantes, bajo la advocación de Santiago, en el que hubo colegio de Artes, figurando entre sus moradores distinguidos en las letras y las ciencias, fray Juan Blanco, fray Baltasar Pacheco y fray Juan Reyes Ortiz de Thovar, autor de los “Partidos Triunfantes de la Beturia Túrdula”; y cuatro ermitas: San Blas, los Mártires, Santa Brígida y Ntra. Señora de los Remedios.

Antaño, al dejar los muros exteriores de la cabecera del templo parroquial, aparecía en la medianera, los de la capilla y el hospital de Ntra. Señora de los Remedios que acogía a pobres, enfermos, desvalidos, menesterosos y transeúntes: “hay un hospital adonde está la imagen de Ntra. Señora de los Remedios, que es tenida en mucha devoción”[95]; edificándose en sus aledaños el primer cementerio que tuvo Lobón.

Se avenían y se concretaban en la cofradía de Ntra. Señora de los Remedios, dos acciones inseparables: Culto y Caridad. Porque sus hermanos se movían a virtud, celebrando los misterios de la fe con devoción y practicando la piedad cristiana.

En la fiesta de Ntra. Señora de los Remedios se unía devoción y regocijo. Los mayordomos anotan en los libros de fábrica pagos por la compra de arrobas de vino y cohetes para la festividad[96].

Es en 1662 cuando afloran las primeras noticias “Cuatrocientos treinta reales que pago al maestro chirimitero, Pascual Sánchez Pardo, vecino de la ciudad de Mérida, por la fiesta, para él y sus compañeros que hicieron el día de Nuestra Señora”[97].

Una década más tarde una capilla de ministriles se acerca a la villa de Lobón, dirigida por el maestro emeritense Juan de Aiala, para tocar en el día de la festividad, siendo Diego Sánchez del Prado quien cobraba por haber guiado la danza que se hizo en dicho día de la fiesta[98].

Durante 1672 y 1676, los maestros de zapatero Manuel y Domingo González realizan ocho pares de zapatos para las niñas que danzaron en la fiesta de la Virgen[99]. En el último tramo de la centuria del seiscientos, Juan Rodríguez Trejo, Francisco Pérez y Alonso González Tienza, organista, trompeta y arpista, asisten en la víspera, misa y procesión con el canto, música y comedia en la fiesta de Nuestra Señora[100].

Y ya feneciendo el siglo XVII, en 1691, Juan de la Cruz, mayordomo, anota la siguiente data. “Item, treinta reales que dio y pagó a Roque el viejo y compañeros músicos de la Puebla por haber benido a cantar en la comedia que se hizo el día de Nuestra Señora”[101].

En los comienzos del siglo XVIII, en 1702, un año después de la llegada de Felipe V, el primer Borbón que vino a estos reinos; Juan Amador, mayordomo, pagaba al vecino y maestro de la ciudad de Mérida, Pedro Miguel de Hoces, treinta reales por la asistencia de su compañía de músicos en la festividad de la Virgen[102].

En 1713, año en el que se firmó el tratado de Utrech que puso fin a la Guerra de Sucesión, Gonzalo Sánchez Barrena Huertas, Familiar del Santo Oficio y Mayordomo de Ntra. Señora de los Remedios pagaba cien reales de la música que se trajo para la función de Nuestra Señora[103].

En lo referente al patrimonio religioso y cultural de la ermita de Ntra. Señora de los Remedios, he localizado el encargo que recibe Lorenzo Gómez de Arenas, platero de Zafra[104], del mayordomo Martín Conejo, por el que percibe 9.394 maravedís por labrar dos arañas y cuatro pesos que puso en plata[105]. Ese mismo año se pagan 22.304 maravedís a Pedro Martín de la Torre, mercader vecino de Zafra por un vestido para Nuestra Señora[106]. Cuando declinaba el siglo XVII, en 1693, José Fernández de Santa Cruz, mayordomo de la Virgen de los Remedios de Lobón, contrata a tres artífices de Zafra, el centro más activo de la Baja Extremadura durante el último tercio del siglo XVII, Félix de Escobar, pintor; Antonio Vélez[107], ensamblador y Juan Basilio, dorador. El primero realiza cinco pinturas para el retablo de Ntra. Señora. Vélez realiza el retablo y Juan Basilio[108] dora la peana de la imagen de la Virgen y pinta la ermita. Todo ello importó 1.307 reales[109].

El archivo parroquial de Lobón me tenía reservado un último latido sobre la festividad del Corpus, que recompensaba de manera gozosa el tiempo empleado en el quehacer por la investigación histórica, al informar que las primeras noticias del Santísimo Sacramento en la villa comienzan documentalmente en el año 1539, tiempo en los que sus mayordomos y regidores celebraban las festividades del Jueves Santo, Corpus y su Infraoctava[110].

Ante el ocaso documental de Talavera la Real, para este período, sobre la música, las danzas y las comedias, el mayordomo de la sacramental de Lobón, en el final de la centuria del diecisiete, y en el arranque del llamado siglo de las luces, las crónicas narran cómo se festejaba y celebraba el Corpus Christi. El licenciado y mayordomo Pedro Romero, en 1697, libra el pago de “treinta y un reales y diecisiete maravedís que hicieron de costo los cohetes de la fiesta[111]. En 1701 se abonan “treinta y tres reales que costaron los coetes que se gastaron en la festividad del día del Señor, y cincuenta reales que costó la Música para el día del Corpus[112].

La corriente crítica contraria a estas manifestaciones arreciaba con fuerza “Sólo permitimos que, en el día del Corpus, si se hiziere alguna delante del Santísimo Sacramento, cualquier clérigo que supiere tañer, o cantar bien lo puede hazer antes o después de la representación, con tal que esté con su hábito y sobrepelliz, y no cante cosa que sea profana”[113].

Serán las disposiciones de Carlos III en el año 1777, acordes al siglo de las luces, las que ilustran un fervoroso despotismo en contra de estas manifestaciones. Por ellas, y bajo cédula real, concluyen las prácticas menos racionales de la religiosidad popular, que así las bautizó el monarca.

La Real Cédula de Carlos III, el mejor alcalde, pero pésimo sacristán en estos reinos, acabó con costumbres tan arraigadas e inofensivas como los rosarios nocturnos, las comidas de hermandad, el cortejo de figurones, pífanos y atabales, estandartes de gremios y cofradías, menestrales y oficiales de justicia, frailes y clero secular, amén de ministriles ejecutando música para bailes y danzas en las fiestas del Corpus, contra las que la menor fuerza de las disposiciones sinodales no habían podido[114].

En este contexto se inserta una copia parcial de una carta pastoral que conserva el convento del Santo Cristo del Pasmo de Montijo, religiosas clarisas, de don Pedro Vélez de Guevara, Prior santiaguista de San Marcos de León (1768-1771), Vicario perpetuo de Mérida, relativo a corregir abusos en la procesión del Corpus Christi de Montijo, como el arrojar dulces ante el paso del Santísimo Sacramento[115].

No transcurrieron muchos años de estas prohibiciones, cuando un hombre de la Ilustración, el escritor emeritense Juan Pablo Forner, fiscal en la Audiencia de Sevilla, denunciaba que la falta de diversiones y espectáculos adecuados era una fuente de inmoralidad y ocio malsano. Los ilustrados percibían la necesidad de la fiesta, y a la vez se oponían al carácter que hasta entonces había tenido.

Aquellas mentes ilustradas no se percataron de haber acudido al razonamiento de Sancho, quien, en un pasaje de la segunda parte, capítulo XXXIV de El Quijote, viene a decir que “donde hay música no puede haber cosa mala”[116]. La campechana sentencia que Cervantes puso en boca del servicial escudero es un dogma, puesto que “la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”[117]. Rematando el fiel escudero “la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas”[118]. Que sea siempre así.

 

FUENTES DOCUMENTALES

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL (AHP). Visitas Orden Militar de Santiago. Libro 1017 c. MCF. 31 (Año 1605). Libro 1113c. MCF. 41 (Año 1556). Libro 1112c. (Año 1550). 1550. Libro 1246c. (Año 1605)

ARCHIVO PARROQUIA DE TALAVERA LA REAL (APTR). Libro VI de Bautismos, años 1629-1665. Libro I de difuntos. Años 1635-1665. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729. Libro de cuentas de la cofradía de la Santa Vera Cruz. Años 1683-1763. Libro de cuentas de la cofradía del Señor Santiago. Años 1665-1756, fol. 67. Libro de cuentas de la cofradía y ermita del Señor San José. Años 1750-1793. Libro de cuentas de la iglesia parroquial. Años 1648-1678. Libro de cuentas del Santo Entierro de Cristo. Años 1746-1841.

ARCHIVO PARROQUIA PUEBLA DE LA CALZADA (APPC). Libro I de Bautismos, años 1645-1673. Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de Constituciones, año 1579, copiado en 1617.

ARCHIVO PARROQUIA DE LOBON (APL). Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de cuentas, años 1539-1720. Cofradía Ntra. Sra. de los Remedios. Libro de cuentas, años 1655-1733.

ARCHIVO PARROQUIA DE MONTIJO (APM). Libros de cuentas de las Cofradías de Santa Ana (1713-1728), Ntra. Señora del Rosario (1728-1835), Concepción (1753-1834), Dulce Nombre de Jesús (1759-1792), Santísimo Sacramento (1794-1834) y Jesús Nazareno (1760-1841).

 

[1] RAMOS SOSA, R.: “Fiestas sevillanas del s. XVI: Diversiones aristocráticas y regocijos populares”. Revista Laboratorio de Arte 7. 1994. pg.41.

[2] Dada en la ciudad de Orvieto (Italia) el 11/VIII/1264, en la que el Papa encargó a Santo Tomás de Aquino la redacción del oficio divino de ese día en el Breviario Romano.

[3] ARCHIVO PARROQUIA DE TALAVERA LA REAL (APTR). Libro VI de Bautismos, años 1629-1665, fol.143 vto.

[4] Aparece su firma diligenciando las actas bautismales de la iglesia parroquial de Ntra. Señora de Gracia de Talavera la Real hasta 1549.

[5] MUÑOZ CORTÉS, M.: “El teatro bajo extremeño”. Historia de la Baja Extremadura, Tomo II, Badajoz 1986, pg.513.

[6] La impresión fue muy deficiente, por lo que se cree que debió hacerse en un taller de poca categoría. Los ejemplares debieron ser escasos, y ello hizo que no haya aparecido más que un ejemplar, comprado por el bibliófilo Salvat en París poco antes de 1847, hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid. Una reproducción completa de esta obra puede verse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante, en Recurso web http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/recopilacion-en-metro–0/html/.

[7] Entre ellas la que trata del Santísimo Sacramento de la Eucaristía en la cual se declara muchas filiaciones de la Misa, en la que son interlocutores dos pastores, Juan y Pablo, y un fraile.

[8] CAMPANARIO LARGUERO, E.: “El teatro de Diego Sánchez de Badajoz y las encrucijadas teológicas del s. XVI”, Revista Pax et Emerita, núm. 12. Badajoz, 2016, pg.272.

[9] Diego Sánchez en su confluencia teológica fue muy explícito en relación a la pureza de la Virgen María, pues adelantándose al Dogma que se retrasaría varias centurias en llegar, compuso estos versos: “Bendita antes que nacida/para bien de nuestro mal/sin pecado original/solo ella”, alusión que no aceptaban los luteranos. BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES (BVMC). Recopilación en metro, bachiller Diego Sánchez de Badajoz, fol. CXLVIIr.

 

[10] MUÑOZ: El teatro… Op. cit. pg.513

[11] BVMC. Recopilación en metro, bachiller Diego Sánchez de Badajoz, fol. CLr.

[12] Adquirida por 24.615.008 maravedís, comprando años después la villa de Puebla de la Calzada.

[13] ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL (AHP). Visitas Orden Militar de Santiago. Libro 1.113c. MCF. 41.

[14] Ibid.

[15] APTR. Libro I de difuntos. Años 1635-1665. Doña Leonor, hermana del emperador Carlos V, casó primero con Manuel I de Portugal y después con Francisco I de Francia. Su cadáver lo depositaron en Mérida para llevarlo después a El Escorial.

[16] GARCÍA CIENFUEGOS, M.: “Danzas, comedias, coloquios y loas en la fiesta del Corpus Christi de Talavera la Real. Cofradía del Santísimo Sacramento, siglos XVI-XVIII”, Revista Pax et Emerita, núm. 13, Badajoz 2017, pg.240.

[17] DELEITO PIÑUELA, J.: La vida religiosa española bajo el cuarto Felipe. Santos y pecadores. Madrid 1952, pg.168.

[18] MONTERO MONTERO, P.: “Solemnidad del Corpus Christi en Badajoz: devoción, historia y fiestas”. Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Tomo XX, (2012), pg.396.

[19] SOLÍS RODRÍGUEZ, C.: “Armonías en honor del Sacramento”. Eucarística 2000, Badajoz 2000, pg.28

[20] MARCOS ÁLVAREZ, C.: Teatros y vida teatral en Badajoz: 1601-1700. Estudio y documentos. Madrid 1997, pg.93.

[21] SOLANO DE FIGUEROA, j.: Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz. Edición anotada de Francisco Tejada Vizuete, Badajoz 2013, pgs.501-502.

[22] Hijo de don Per Afán Enríquez de Ribera, duque de Alcalá de los Gazules (1509-1571).

[23] El obispo don Juan de Ribera por la diócesis de Badajoz y Ponce de León por la de Plasencia, asistieron al Sínodo Provincial Compostelano celebrado en 1565-1566 en Salamanca, en el que se exhortó a los fieles a que la solemnidad del Corpus Christi la celebraran con devoción interior, y con el aparato y culto exterior, no prohibiéndose aquellas cosas que puedan contribuir a la mayor veneración de este sacramento, bien en luces, en instrumentos músicos o adornos de las calles.

[24] SOLÍS RODRÍGUEZ, C.: Luis de Morales, Badajoz 1999, pg.75.

[25] AHP. Visitas Orden Militar de Santiago. Libro 1.112c. Año 1550.

[26] SOLÍS: Morales… Op. cit. pg.72.

[27] SOLÍS RODRÍGUEZ, C.: “Un inédito Morales en Montijo”. Revista Estudios Extremeños. Volumen 28, núm. 2, 1972, pgs.363-369. También en ARÉVALO SÁNCHEZ, A.: Las clarisas de Montijo. Historia del monasterio Santo Cristo del Pasmo. Cáceres 2007, pg.95.

[28] APTR. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol. 15.

[29] Ibid, fol. 40.

[30] Ibid, fol. 41.

[31] BVMC. Recopilación en metro, bachiller Diego Sánchez de Badajoz, fol. CXLIXv. Fueron coetáneos de Diego Sánchez, los polifonistas Francisco Guerrero (1528-1599), Tomás Luis de Victoria (1548-1611) y Cristóbal Morales (1500-1553). Tomo prestados los versos del primero: “Pan divino, gracioso, sacramento/manjar que da sustento al alma mía”.

[32] Inventario que realiza en 1604, el clérigo mayordomo, don Juan Caballero, ante la visita pastoral que realiza el visitador general del obispado, el canónigo don Fernando de Boan. APTR. Cf. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol. 143 vto.

[33] APTR. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729.

[34] MIRA CABALLOS, E.: Talaveranos en el descubrimiento, conquista y colonización de América. En Recurso web http://estebanmira.weebly.com/uploads/7/9/5/0/7950617/talaveranos.pdf

[35] El primero es un instrumento de viento, hecho de madera, a modo de clarinete, de unos siete decímetros de largo, con diez agujeros y boquilla con lengüeta de caña. El segundo lo es de metal, a modo de trompeta, que se alarga y acorta recogiéndose en sí mismo, para que haga la diferencia de voces que pide la música.

[36] El toronjil tiene flores rosadas o blancas, despide un agradable aroma que recuerda el del limón. Se cultiva en huertos. Con él se prepara el agua de melisa. La espadaña es una planta de metro y medio a dos metros de altura, con las hojas en forma casi de espada, el tallo largo, a manera de junco, con una mazorca cilíndrica al extremo, que después de seca suelta una especie de pelusa o vello blanco, ligero y muy pegajoso. Esta decoración tiene connotaciones con la Fiesta de las Tiendas. Cf. Lev. 23,40.

[37] APTR. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729. En 1665-1666 se pagaron en concepto de carretadas que trajeron Francisco Fragoso y Gonzalo Martín.

[38] Se catalogan como hidalgos o nobles para el período estudiado linajes como: Sandoval, del Campo, Thovar, Ardila, Guerrero, Moriano, Mendoza, Cabero, Roa, Sánchez de Pineda y Gragera.

[39] Regía la diócesis el obispo fray Diego de Lamadrid, que había convocado un Sínodo en 1583 en el que se reguló las salidas procesionales de la festividad del Corpus. Su antecesor, el obispo don Diego de Simancas Bretón, en 1571, había intentado corregir algunos comportamientos irreverentes.

[40] APTR. Libro de cuentas de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol. 40.

[41] FERNÁNDEZ NIEVA, J.: “La sociedad”, Historia de Extremadura, Tomo III, Badajoz, 1985, pgs.596, 603 y 604.

[42] Propiedad del conde Benavente y posteriormente de la casa de Osuna.

[43] APTR. Libro de cuentas de la cofradía de la Santa Vera Cruz. Años 1683-1763.

[44] APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Señor Santiago. Años 1665-1756, fol.67.

[45] GARCÍA CIENFUEGOS, M.: “La esclavitud en las villas de Montijo, Puebla de la Calzada y Talavera la Real durante los Tiempos Modernos (1645-1744)”. Actas V Encuentros de Historia en Montijo. Ayuntamiento de Montijo. Montijo 2003, pgs.53-68.

[46] APTR. Libro de cuentas de la iglesia parroquial. Años 1648-1678, fol. 18.

[47] AHP. Visitas Orden Militar de Santiago. Libro 1.113c. MCF. 41.

[48] APTR. Libro de cuentas de la Iglesia Parroquial. Años 1648-1678, fol. 18. Disponía también la iglesia parroquial de otra custodia de plata cuadrada de pie alto con una caja redonda dentro de la misma que estaba en el Sagrario y un relicario redondo grande en el que quedaba el Sacramento cuando la cuadrada salía a llevar el Viático a los enfermos, tal y como reflejado en el inventario de 1651.

[49] Ibidem, fol. 28 vto.

[50] TEJADA VIZUETE, F.: “Catálogo de obras”, Eucarística 2000. Badajoz 2000, pg.152.

[51] Morgado labró en el año 1646 el retablo de las reliquias que se conserva en la capilla de su mismo nombre en la Catedral Metropolitana de San Juan Bautista de Badajoz, por mandato del obispo fray Ángel Manrique de Cisneros.

[52] APTR. Libro de cuentas de la Iglesia Parroquial. Años 1648-1678, fol. 29 vto.

[53] En 1652 la fábrica parroquial tuvo un alcance de 201.599 maravedíes, al año siguiente en el que se abonó los gastos de la custodia, cerró sus cuentas con un alcance de 106.728 maravedíes.

[54] GARCIA CIENFUEGOS, M.: “Talavera la Real (Badajoz) en la Guerra de Restauración de Portugal (1640-1668), demografía y sociedad”. Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Tomo XXVII, Año 2019, pgs.205-263.

[55] APTR. Libro de la fábrica parroquial. Años 1648-1678, fol.71.

[56] APTR. Libro I de difuntos, 1635-1665, fol. 114 vto.

[57] ARCHIVO PARROQUIA PUEBLA DE LA CALZADA (APPC). Libro I de Bautismos, años 1645-1673, folio sin numeración.

[58] APTR. Libro I de difuntos, 1635-1665, fol. 24 vto.

 

[59] APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol. 67.

[60] “Treinta reales que dio al ciego de Granada por una loa para la comedia”. Cf. APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729, pago que libra en 1673 el mayordomo y presbítero Alonso Doblado.

[61] Ibid, fol.72, pago que realiza en 1676 el mayordomo Andrés Barrena.

[62] Ibid, datas de los años 1667 y 1678, libradas por los mayordomos Juan Martín Campos y Alonso Rey.

[63] APTR. Libro de cuentas de la iglesia parroquial. Años 1648-1678. Era mayordomo el presbítero Jerónimo Sánchez Doblado, año 1654, fol.35 vto. También se utilizaba en la decoración del escenario telas de tafetán (tejido de seda), Ibid, año 1657.

 

[64] APPC. Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de Constituciones, año 1579, copiado en 1617. Capítulo V.

[65] Ibid.

[66] AHP. Visitas Orden Militar de Santiago, Libro 1246c.

[67] La ermita de Santo Toribio (hoy desaparecida) gastaba significativas cantidades en ladrillos, arena, cuartones, clavos, tejas, cal… para obras en su cubierta: “Setenta y dos reales que dio a tres hombres por ocho días que trabajaron en la obra de la hermita”. Cf. AHP. Visitas Orden Militar de Santiago, Libro 1246c.

[68] “Y en allegando a casa del enfermo paren todos unos en una vanda y otros de otra quedándose las mujeres atrás sin que ninguna entre en casa del enfermo”. Cf. APPC. Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de Constituciones, año 1579, copiado en 1617. Capítulo XIII.

[69] Ibid. Capítulo III.

[70] MARTÍNEZ MARTÍNEZ, R.: El libro de Jerez de los Caballeros, Badajoz 1993, pg.209

[71] CROCHE DE ACUÑA, F.: Gremios y cofradías en la villa de Zafra durante los siglos XVII y XVIII. Zafra 1996, pg.193.

[72] MORENO DE VARGAS, B.: Historia de la ciudad de Mérida, Mérida 1981, pg.461.

[73] RUBIO MASA, J.C.: El Mecenazgo Artístico de la Casa Ducal de Feria, Mérida 2001, pgs.289 y 295.

[74] Algunos de estos canteros trabajan en las obras de la ermita de Ntra. Señora de Barbaño. Alonso Sánchez, su mayordomo, libra en la cuenta de 1604 varios pagos por obras en la cubierta, entre otras reformas. Cf. AHP. Visitas Orden Militar de Santiago, Libro 1017 c MCF.31, fol. 183 vto. y siguientes.

[75] Ibid. En este contexto de obras de mejoras, reformas y ampliaciones se inscribe la villa de Lobón, en la capellanía de los indianos, los hermanos Hernando y Miguel Sánchez de Collado, servidera en la iglesia, que estaba entonces labrándose su capilla a expensa de ellos, más tarde instaurada en la advocación de San Juan Bautista.

[76] TEJADA VIZUETE, F.: “La capilla mayor de la Iglesia de San Pedro de Montijo y su retablo, en el contexto artístico bajo-extremeño de la época”. Actas II Jornadas de Historia de Montijo. Montijo 1997, pg.49.

[77] TEJADA VIZUETE, F.: “Manifestaciones folklóricas paralitúrgicas en la Baja Extremadura. Aproximación histórica”. Revista de Estudios Extremeños, Tomo XLIII, núm.3, 1987, pg.703.

[78] Este Sínodo constituyó todo un intento legislativo totalizador de la vida diocesana, con más de tres mil trescientas leyes de la más diversa naturaleza, que abarcan multitud de aspectos de la vida civil y eclesiástica de Badajoz de finales del siglo XVII. Es una obra ingente que supuso el último acontecimiento Sinodal en la diócesis, hasta el celebrado en 1992, y una fuente histórica de primera mano respecto de su época. AMÉZCUA MORILLAS, M.: “Badajoz en el archivo secreto del Vaticano”. Badajoz 1997, pg.91.

[79] MARCOS ÁLVAREZ, F.: “El juego teatral en la festividad del Corpus”. Eucarística 2000, Badajoz 2000, pg.37.

[80] APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1664-1729.

 

[81] GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: “Historia de Badajoz”. Badajoz 1999, pgs.261-263. También en AMEZCUA: Badajoz en el archivo secreto… Op. cit. pg. 107.

[82] MUÑOZ: El teatro bajo… Op. cit. pg.530.

[83] Los libros de cuentas ofrecen los organistas: Francisco Manuel Hernández, Juan Sánchez Redondo y Castor Magro. La cofradía de Jesús Nazareno, en 1762, gastaba treinta y dos reales que pagaba a Blas Moreno, por los cohetes el día de la festividad.

[84] Se han localizado en los libros de cuenta a los organistas Andrés Martín Amador, Francisco Durán, Pedro Martín Crespo y Francisco Gómez Guisado.

[85] APTR. Libro de cuentas de la cofradía y ermita del Señor San José. Años 1750-1793, fol. 18.

[86] APTR. Libro de cuentas de la cofradía de la Santa Vera Cruz, Años 1683-1763.

[87] APTR. Libro de cuentas del Santo Entierro de Cristo. Años 1746-1841. Data del año 1754, siendo mayordomo Silvestre Rodríguez Rivero, fol. 27 vto.

[88] APTR. Libro de cuentas de la cofradía del Santísimo Sacramento. Años 1553-1638, fol.52 vto.

[89] Ibid, fol.113.

[90] Ibid, fol. 94.

[91] El concierto del retablo se protocolizó ante el escribano Pedro Vázquez el 8/VI/1588, entre los artistas mencionados y el regidor del concejo y mayordomo de la parroquial talaverana, Juan Andrés Sevillano. SOLÍS RODRÍGUEZ, C.: “Escultura y Pintura del siglo XVI”, Historia de la Baja Extremadura. Tomo II. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Badajoz 1986, pg.595.

[92] Sebastián Salguero fue un activo maestro. Su hijo, el pintor Gonzalo Sánchez Picaldo, se avecina en Mérida donde contrae matrimonio con Ana Holguín, hija del pintor Pedro Gutiérrez Bejarano, suponemos que entraría en colaboración con el taller de su hermano, Salvador Muñoz, y con el socio de éste, el escultor Francisco Morato. Cf. SOLÍS RODRÍGUEZ, C. y TEJADA VIZUETE, F.: “Escultura y pintura del siglo XVII”, Historia de la Baja Extremadura, Tomo II. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Badajoz 1986, pg.698.

[93] MORENO GARCIA, A.: “Una joya manierista del siglo XVI: el retablo mayor de Talavera la Real”, Revista Pax et Emerita, Núm. 5, Badajoz (2009) pg.372.

[94] TEJADA VIZUETE: “Manifestaciones folklóricas… Op. cit. pg.716.

[95] MORENO.: Historia de la ciudad… Op. cit. pg. 462.

[96] ARCHIVO PARROQUIA DE LOBÓN (APL). Cofradía Ntra. Sra. de los Remedios. Libro de cuentas, años 1655-1733, fols. 16 y 18.

[97] Ibid, fol. 22.

[98] Ibid, año 1669, fol. 39 vto. Año 1672, fol. 48.

[99] Ibid, fols. 48 y 63 vto.

[100] Ibid, fol. 100 vto.

[101] Ibid, fol. 119.

[102] Ibid. fol. 162.

[103] Ibid. fol. 206 vto.

[104] Se trata del platero segedano más activo de la segunda mitad del siglo XVII, con piezas labradas para Burguillos del Cerro, Valencia del Ventoso, Salvatierra de los Barros y Bodonal de la Sierra, entre otros encargos.

[105] APL. Cofradía Ntra. Sra. de los Remedios. Libro de cuentas, años 1655-1733, fol. 62 vto.

[106] Ibid.

[107] Formado en el taller del más notorio arquitecto de la época, el maestro Blas de Escobar, adiestrado en Sevilla, que labró el retablo mayor para la colegiata de Zafra. CLEMENTE FERNÁNDEZ, J.I.: “La vida y obras del arquitecto de retablos de Zafra, Alonso Rodríguez Lucas (1643-1710)”. En XV Cuadernos de Çafra. Estudios sobre la historia de Zafra y el Estado de Feria. Zafra 2019, pg. 122. Antonio Vélez, junto con Felipe Gámez fundaron la Cofradía del Glorioso Patriarca San José en la ciudad de Zafra. Ibid. pg. 141.

[108] Alonso Rodríguez Lucas fue fiador del sevillano Juan Basilio, pintor y dorador en la obra del retablo de San Juan, en la catedral de Badajoz. Cf. CLEMENTE: La vida y obras del arquitecto… Op. cit. pg.133.

[109] APL. Cofradía Ntra. Sra. de los Remedios. Libro de cuentas, años 1655-1733, fol. 135.

[110] APL. Cofradía del Santísimo Sacramento. Libro de cuentas, años 1539-1720.

[111] Ibid, fol. 183 vto.

[112] Ibid, fol. 188 vto.

[113] ROYS Y MENDOZA, F.: Constituciones, Sínodo de Badajoz, año 1671, Biblioteca Digital Hispana, Libro III, Título XVIII, de Parochis, 16-17, pg. 177

[114] DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Carlos III y la España de la Ilustración. Barcelona 1996, pg. 159.

[115] Datos cedidos por el franciscano Alfonso María Muñiz.

[116] CERVANTES M.: Don Quijote de la Mancha. Edición del IV Centenario. Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española. Fundación Caja Madrid. Alfaguara, Madrid 2004, pg.821.

[117] Ibíd. Capítulo XXVIII, primera parte, pg.279.

[118] Ibíd. Capítulo XXXIV, segunda parte, pg.821.

Dic 152020
 

Teodoro A. López López

Los fondos musicales ocupan la sección VII del archivo catedralicio con tres series.

  1. Los libros de facistol de “canto llano” forman una colección de sesenta ejemplares, comienza el año 1498 y termina el 1897. Además existen otros cuatros correspondientes a los años 1818, 1894, 1900 y 1901.
  2. Los libros de de música clásica o de Polifonía, impresos o manuscritos, adquiridos por el cabido o donaciones de particulares.
  3. Las partituras y papeles de obras manuscritas, algunas muy deterioradas por su uso, mala conservación y perdida de tinta.

 

Fuentes y Bibliografía

 

Fuentes Primarias

 

Las Actas Capitulares de Cabildo Pleno. Libros V (1568-1572), XI. (1600-1606), XII (1606-1610), XIII (1610-1616), XV (1621-1627), XVII (1627-1634), XXXIII (1703-1706) y XXXVI (1721-1730).

Los Libros de Cuentas de Fábrica acusan grandes lagunas: del siglo XVI faltan todos los libros sólo se conservan uno, correspondiente a los años 1542-1566; del XVII, faltan todos los libros, si bien existen papeles de los libramientos, a partir del XVIII la serie se guarda en su totalidad[1].

Memoria de los libros, papeles e instrumentos, que esta Santa Iglesia tiene para su uso. Año de 1791. Maestro de capilla Dn. Francisco de Paula Trujillo. Oy 3 de noviembre. Dn. Francisco de Paula Trujillo. Pedro Antonio Cerezo. Rubricados. Leg. 10 nº 289.

Razón de los libros que se hallan en el coro y librería de esta Catedral para rezar y cantar el Oficio Divino: a saber. 25 de octubre de 1791. Pedro Antonio Cerezo y Francisco Antonio Alcántara González. Rubricados. Leg. 10 nº 289.

Inventario de las Obras de música religiosa, propiedad de esta Santa Iglesia Catedral de Badajoz. Año de 1901. D. Francisco Coll y Ball. Organista-maestro de capilla. Leg. 208 nº4087. Leg. 208 nº 4087.

 

Índice de la música para Capilla existente en el archivo de esta S.I.C. de Badajoz el 15 de enero de 1921. Para el Ilmo. Cabildo. No tiene asignatura y se encuentra en las cajas de las partituras.

Catálogo de las obras de Música para Capilla existentes en el archivo de esta S.I.C, Catedral de Badajoz el 1 de Junio de 1925. No tiene asignatura y se encuentra en las cajas de las partituras.

Catálogo de las obras de Música para Capilla existentes en el archivo de esta S.I.C, Catedral de Badajoz el 26 de S de Septiembre de 1943. Leg. 208 nº 4087.

Fondos musicales que se encontraban en los armarios subsidiarios de los dos órganos en la catedral y no se habían clasificados en el archivo general., se clasifican el 19 de enero de 2012.

 

Fuentes secundarias

 

Santiago Kastner, La música en la catedral de Badajoz (años 1520-1603). Anuario Musical. Consejo de Investigaciones Científicas. Instituto Español de Musicología. Volumen XII. Barcelona, 1957.

Ibídem. La música en la catedral de Badajoz (años 1601-1700). Volumen XV. Barcelona, 1960.

Ibídem. La música en la catedral de Badajoz (años 1654-1764). Volumen XVIII. Barcelona, 1965.

Carmelo Solís Rodríguez. De su material inédito. Hacia 1990. Pilar Barrios Manzano. nuestramusica.unex.ex

Carmelo Solís Rodríguez. El Archivo musical de la Catedral de Badajoz. Una Aportación documental. Cuaderno de trabajo nº 1 (Coordinado por Jorge de Persia). Ediciones de la Coria. Fundación Xavier Salas. Enero 1993.

Carmelo Solís Rodríguez y Francisco Tejada Vizuete. Libros corales de la Catedral de Badajoz. Estudio y Catalogación. Separata del volumen IV de las Memorias de la Real Academia de Extremadura de la Letras y las Artes. Trujillo 1998.

Carmelo Solís Rodríguez. Voz “Badajoz” en Diccionario de la Música Española e Iberoamericana. Madrid SGAE y Ministerio de Cultura. Vol. II. Año 2000.

Josefa Montero García. La música en la Catedral. La Catedral de Badajoz 1255-2005. Año 2007.

Teodoro A. López López y Tomás Pérez Marín. Catalogo-Inventario del Archivo catedral de Badajoz. Badajoz 2020 (En prensa).

Teodoro A. López López. Fondos Musicales del Archivo Catedral de Badajoz. Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2020.

 

EVOLUCIÓN DE LA CAPILLA MUSICAL

 

LIBROS DE FACISTOL DE CANTO LLANO

Los cantorales son libros de grandes proporciones, y por su excesivo peso son difíciles de manejar. Algunos han sido reparados, ya que estos libros se utilizaban mucho, y por consecuente sufrieron   daños debido a la continua manipulación.

La colección de los libros enumerados es como sigue:

[1] Carmelo Solís Rodríguez. El Archivo Musical de la Catedral de Badajoz. Una Aproximación documental. Pág. 10 nota nº 2.

Cuadro I

Siglos Núms
XV 51 52 53 54 55
XVI 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 12 18 20 22 23 24 26
30 56
XVII 15 21 25 29 36 49? 50 57 59
XVIIXVIIIUI 11 13 14 16 17 19 25? 27 29? 31 34 35 36? 38 39 40 58
XIX 32 37 41 43 44 45 46 47 48 60

 

Se encuentran los “Propios” diocesanos de S. Sisenando y S. Atón.   nº 23 y 32, Dedicación de la Iglesia Santa Catedral nº 30. Santa Engracia nº 38 y   Beato S, Juan de Ribera nº 45, y los Propios hispanos de Santa Eulalia 5. 48 y San Pedro de Alcántara. El libro nº49 no existe[2].

El canónigo José Rodrigo de la Cerda confeccionó en la última década del siglo XIX. una Tabla con los libros corales que se utilizaba cada día del año. Es un cuadro grande con cristal al anverso y reverso que fue de gran utilidad para el uso de los mismos en las celebraciones del reso de las horas canónicas.

Los libros están encuadernados en piel bruñida de carnero, cabra y becerro, de colores marrón (oscuro y claro), rojo, gris oscuro, negro, etc., unas veces se ha utilizado la piel por la parte de la carne y otras por la parte de pelo. Las tapas son de madera de pino y nogal, y los lomos tienen gruesos nervios. [3]

La mayoría de los libros son manuscritos, aunque también los hay impresos, y la letra de los cantos es una imitación de la escritura romana minúscula, en latín. Algunas de las tintas utilizadas son degradantes. Poseen índice del contenido y las hojas van numeradas.

Nómina de scriptorum: Juan de Peñalosa (1525-1550), Jusepe de Vega   (1632), Isidro González Valiente , escritor y librero (1729, 1731,1732), Andrés Bernáldez, escribano (1756), D. D. Abad, maestro de capilla del s. XVIII, Francisco Maesso, decorador (1714), D. Alonso Montoya para que traigan religiosos para tal oficio. Fr. Pedro Carrera et Lanchares. Madrid “apud Josephum Dobaldo (1805). Venancio Marín (1806), D. Francisco de Paula Trujillo, maestro de capilla (1827), D. José Mª Shardi (1860), Francisco Garay, scriptor y compositor, D. José Rodrigo de la Cerda (1863) y (1872), Antonio González, escritor s. XIX con el anterior.

  1. LIBROS DE POLIFONÍA
    1. S,   XVI

No hay constancia de los libros de “canto de órgano” utilizados en el siglo XVI; aunque por inventarios posteriores nos costa se guardaron obra de Jusquin des Prés (uno muy antiguo), Morales, Palestina (sic) Guerrero, Juan Vázquez, pacense que donó a su catedra la Agenda Defunctorum, (1556).

No obstante, de hacer inventario, se lo entrega al maestro de capilla Luís de Quiñones el 1570. Estos libros tenían que ser custodiados celosamente en la catedral para que se conservasen.

    1. S XVII- INVENTARIOS

2.2.1. Año 1602. El Legado del canónigo Pedro de VERGARA (Guipúzcoa) fue donado al cabildo y Licenciado Alonso Pérez en su nombre fue a su casa a agradecerle dicha donación[4]. Las obras de Lobo (1602) y Francisco Franco (1613) hoy desaparecidas.

Cuadro II

Autores Obras Años Donantes/adquirientes
Morales Libro 1º de Misas 1602 Pedro de VERGARA
Morales Libro 2º de Misas 1602 Pedro de VERGARA
Morales Otro libro de Misas 1602 Pedro de VERGARA
Morales Otro libro de Magnificas 1602 Pedro de VERGARA
Palestina (sic) Libro 1º de Misas 1602 Pedro de VERGARA
Palestina (sic) Libro 2º Misas 1602 Pedro de VERGARA
Palestina (sic) Libro 3º de Misas 1602 Pedro de VERGARA
Morales 5 cuadernos de motetes 1602 Pedro de VERGARA
Morales 5 cuadernitos de lamentaciones 1602 Pedro de VERGARA
Palestina (sic) 6 libros de de Motetes 1602 Pedro de VERGARA
Guerrero 4 cuadernos de motetes 1602 Pedro de VERGARA
Otros 4 cuadernos de motetes de la   de laberinto 1602 Pedro de VERGARA
Clemente no Papa 4 cuadernos de motetes 1602 Pedro de VERGARA
Vitoria Libro de misas 1602 Cabildo- Deán
Alonso Lobo Libro de misas 1602 Pedro Mexía
No se sabe los autores Libros de canto de órgano. 1603 Pedro Mexía
Alonso Lobo Libro de de canto de Misas 1604 Cabildo por el Maestrescuela
Esteban de Brito Himnos para las fiestas 1605 Cabildo por Alonso Pérez
Alonso Lobo Libro de himnos 1606 Cabildo el Maestrescuela
Francisco Franco Misa a Santiago 1613 El autor.

 

      1. S. XVII. Fernández de Córdoba. Año 1609

El lote más importante del siglo XVII fue donado por el Obispo D. Andrés Fernández de Córdoba (1603-1611). El catalogo que conservamos a través de las actas capitulares, 1606-1610[5].

Cuadro III

Autores Obras Años Donante
Palestrina (sic) Himnos de todo el año 1609 Fernández de Córdoba
Juan Aloyso   PrenPrenestini (sic) Libro de Misas 1609 Fernández de Córdoba
Juan Aloyso PrenPrenestini (sic) Libro de Misas 1609 Fernández de Córdoba
Juan Aloyso   PrenPrenestino(sic) Cuatro Cartapacios   de Ofertorios 1609 Fernández de Córdoba
Baltasar Donato Siete cuadernos   de motetes 1609 Fernández de Córdoba
Anónimo Ocho cartapacios de motetes, que tienen   la letanía a Ntra. Sra. 1609 Fernández de Córdoba
Lucas Marençio Seis cartapacios de Madrigales 1609 Fernández de Córdoba
Giovanni María NaniNanino Cinco cuaderno de Madrigales 1609 Fernández de Córdoba
Petro Aloyso PenePrenestino Diez cuadernos de Misas a    cuatro, cinco y seis voces 1609 Fernández de Córdoba
Lucas Marençio Dos cuadernos sueltos de Madrigales 1609 Fernández de Córdoba

 

      1. S, XVII. Polifonía Portuguesa   Años (1608-1631)

Ante la oferta del maestro Esquivel, racionero de Ciudad Rodrigo, la adquiere el Cabildo pacense, que hoy conservamos, como los editados en Amberes. Siguen las adquisiciones de las obras de Garra, Lobo y López de Velasco[6].

Cuadro IV

Autores Obras Años Donantes/adquirientes
Esquivel Primus liber Missarum 1608 Deán-Cabildo
Esquivel Sus Motetes 1608 Deán-Cabildo
Ejemplarde Amberes Motete, Pater pecavi, 1621 Deán-Cabildo
Ejemplarde Amberes Motete , Audivi voce coelo 1621 Deán-Cabildo
Francisco Garra Otro de Misas 1624 Deán-Cabildo
Duarte Lobo Otro de Magnificas 1625 Deán-Cabildo
Sebastián López de Ve VVelasco Libro de Misas, motetes, salmos, magnificas 1629 Deán-Cabildo

 

      1. S. XVII Inventario de 1631

El Maestro de capilla Alfonso Vaz de Acosta (1626-41) recibe este importante inventario el 15 de noviembre del Arcediano Lic. D. Juan Antonio Ximenes de Meneses como sigue[7]:

Cuadro V

Autores Obras
Anónimo Un libro de mano de salmos e Hymnos aforrado en badana.
Lobo de Lisboa Otro libro de Misas
Lobo de Sevilla Otro libro de Misas
Anónimo Otro libro de salmos y otras cosas las maneçuelas al rreves
Vitoria Otro libro pequeño de Misas
Vitoria Otro libro grande de Misas
Vitoria Otro libro grande de magníficas
Palestina (sic) Otro libro de Missas
Palestina (sic) Otro libro de Missas
Palestina (sic) Otro libro de Missas
Palestina (sic) Otro libro de Himnos
Morales Un libro de Magnificas
Morales Otro libro de mano de Missas
Morales Otro libro impreso de Magnificas
Esquivel Dos cuerpos de libro grandes uno   de Missas y otro de Motetes
Maestro Brito Un libro de cosas diversas, escritos de mano
Vitoria Un libro grande de Missa de Requiem,   motetes y Responsorios
Anónimo Un libro de varias cosas, pasos de pasión, una missa y asperges
Palestina (sic) De Misas, impreso
Vitoria Un libro grande de Missas
Jusquín Un libro de música muy antiguo
Anónimo Cuatro cartapacios donde está el Te Deum laudamus y Benedictus y Magnificas y versos del Claustro aforrados en colorido
Vázquez? Un libro pequeño impreso que se dice   Agenda defunctorum
Maestro Velasco Ocho cartapacios de Misas y Psalmos.
Anónimo Otros ocho cartapacios de Misas y lecciones de difuntos
Anónimo Quince cartapacios aforrados en vitela deshermanados
Pinero Ocho cartapacios de psalmos viejos
Palestina (sic) Catorce cuerpos cartapacios de motetes deshermanados
Anónimo Trece cartapacios aferrados en papeles y deshermanados
Anónimo Doce cartapacios de molde uno y oros de mano deshermanados
Marco Antonio Maestro Un cuaderno de lamentaciones
Vitoria Un libro de Magnificas de cuerpo mediano
Morales Otro libro de Misas

 

  1. SIGLO XVIII

La presente centuria es menos prolífera en la adquisición de obras impresas. Pero hemos de señalar la Memoria de libros, papeles que hizo el último maestro de capilla Francisco de Paula Trujillo.

Cuadro VI

Autores Obras Años Adquiriente
Anónimo Liber   Psalmorum et Hymnorum 1730 Cabildo catedral
Anónimo Otro con un juego de Magnificast    los ocho tonos(el 5º de Capblanco) 1730 Cabildo catedral
Miguel de Cañas y Juan Muñoz Antología 1730 Cabildo catedral
Juan Muñoz Emendemus i melius 1730 Cabildo catedral
José de Torres Un libro de   Misas 1793 Cabildo catedral

 

Memoria de los libros, papeles e instrumentos que esta Santa Iglesia Catedral tiene para su uso. Año de 1791. Maestro de Capilla Dn Francisco de Paula Trujillo.

  1. Libros de Polifonía Clásica Antigua

Tomás de Vitoria: 1º de Misas, 2º de Magnificas y Motetes y 3º de Motetes. Alonso Lobo, de Misas y Motetes.  José de Torres, de Misas. Eduardo Lobo, de Misas. Otro en que están los asperges, Pasión etc. Otro de Salmos, Himnos, Salve y Regina Coeli. Esquivel, 1º de Motetes y 2º de Misas. Morales, de Magnificas. Otro de Salmos e Himnos. Otro incompleto que comienza con Incarnatus est y termina Lumen ad revelationem. Otros tres muy antiguos. 4 libretes de Antífonas que se cantan en las procesiones claustrales de 1ª Clase. Te Deum laudamus, Benedictus, 3 lecciones de difuntos que sirven en los Aniversarios, el Benedictus sirven para los entierros, y los dos Responsorios Ne recorderis, y libera me Domine y Vexilla Regis.

  1. Obras manuscritas e impresas

A una o varias voces, con o sin borrador y con instrumentos.

Mas 4 libretes en que se hallan las Antífonas   que se cantan en las procesiones claustrales de 1ª clase, y el Te Deum laudamus, el Benedictus, 3 Lecciones de difuntos que sirven en los Aniversarios, el Benedictus sirven para los entierros, y a los Responsorios Ne recorderis y Libera me, Domine y Vexilla Regis.

Salmos Dixit Dominus y Salmos de D. Francisco Palomino Dixit Dominus, Laetatus sum, Lauda Jerusalem, Lauda Dominum, omnes gentes, Magnificas, credidi y magníficat, todos a 7 voces.

Himnos al Espíritu Santo, S. Trinidad, Ascensión, Santos Reyes, San Juan Bautista, Santa Eulalia, Nuestra Señora Ave Maris Stella, San José, Natividad, Ntra. Sra, Sumens illud Ave, Confesores, San Miguel, Todos los Santos. Dos antífonas de Confesores. Varios Pange lingua al Santísimo,

Salmos Laetatus sum, Lauda Jerusalen, Beatus vir, Confiteor quoniam audisti, Lauda Dominum omnes gentes, versos de láudate, del Pueri Dominum y Nisi Dominus y Benedictus Dominus Deus Israel.

Magnificas, letanía, secuencia, y lecciones de difuntos.

Varios. 6 Misas y la breve y otras, Salmos de completas, Motetes de Navidad y de San Juan, Vexilla Regis, Lamentaciones, versos de miserere, Pasiones, Miserere, Hora de Nona, Oficio de Difuntos, Arias y villancicos.

Instrumentos: Bajones, Bajoncillos, Chirimías, violín, violonchelos, trompas nuevas y clave nuevo. Badajoz y Noviembre 3 de 1791. Fmdo. Francisco de Paula Trujillo , Maestro de Capilla y D. Pedro Antonio Cerezo.

Ante la falta   de algunos papeles de música del Inventario de 1797 de 1 de noviembre firmado por el Maestro es, al acomodarse en Madrid, llevó al Cabildo a comisionar a D. Blas García para recoger las llaves del archivo musical  y papeles para cotejar la entrega, estando presente el primer organista Velilla según costa por las Actas capitulares de 7 de agosto de 1832.

3.  Siglo XIX y XX

Cuadro VII

 

Autor Catálogo Año
Anónimo Capitularium totius anni ad primam
Fernando   Cortés Salterio 1818
Antonio González   Valdenciel Libro del salmista 1894
José Rodrigo de la Cerda Liber Himnorum 1897
José Rodrigo de la Cerda Liber Himnorum 1900
Francisco Coll y Ball Inventario 1901
Rafael Jiménez Rubio Índice 1921
Rafael Jiménez Rubio Catálogo 1925
Rafael Jiménez Rubio Catálogo 1943

 

Índice de obras de autores conformes o no al Motu proprio Tra le sollecitudini de Pío X 22 de noviembre de 1903, S.S. Pío X.

Rafael Jiménez Rubio, organista-maestro de capilla a petición del Ilmo. Cabildo presentó el 15 de enero de 1921, el índice de la música para capilla existente en el Archivo de la S.I.C..

Algunas obras conformes de los autores

Amatucci.   Bartholomeus. Bas. Beuner. Bossi. Botarro. Bouvin. Canestrani. Casimiri. Gilke. Goicoechea. Grazzini. Guzmán. Haller. Menerer. Mitterer. Pagella. Palestrina. Pembaur. Perosi. Pola. Sarracant. Torres. Valdés. Vázquez. Victoria.

Algunas obras no conformes de los autores

Arriola. Azué. Benito. Bordesse. Caballero. Calahorra. Carvallo. Casademont. Aranguren Cherubini. Ciria. Coneone. Domingo.   Donizetti. Eslava. Fondevila . García. Gounod. Greitle. Hernández. Hidalgo. Jimeno. Ledesma. M. H. E. Manent.   Mercé. Machales. Molina. Prado. Puig. Vidal. Valero. Vergés. Trujillo. Sin autor son diez.

 

III. CATÁLOGO DE LAS OBRAS DE MÚSICA PARA CAPILLA EXISTENTES EN EL ARCHIVO DE ESTA S.I.C, CATEDRAL DE BADAJOZ EL 26 DE SEPTIEMBRE DE 1943. Leg 208 nº 4087

“Estas obras, todas manuscritas, están muy deterioradas la tinta. Jmuchas incompletas y en general distan del “Motu proprio”, escrib´çia D. Rafael Jimenez.

Se transcribe este catálogo, elaborado por D. Rafael Jiménez Rubio, organista-maestro de capilla, a partir del original de 1943, Respetando la grafía del documento. [8]

Nomina de autores de las partituras.

Álvarez, J., Aranguren, Azue, Bordesse, Bueno Juan, Carvallo Juan Isidro, Ciria, Antonio, Cortés Fernando, Doyagüe Manuel, Durán Pedro, Eslava Hilarión, Fondevila Mercés, Fuentes, Galupi, Hayden José, Hernández, Hernández Palomino A Pablo, Jaén, Martinchique, Martínez, Moscoso, Muñoz Juan, Pleyel, Quilón, Redón, Redondo Esteban, Ripa Blázquez, Antonio, Rodríguez, Sequera, Trujillo Francisco de Paula, Velilla José, Vivas, Ignacio, Werlin y Sin autor son 62 piezas.

  1. OBRAS MANUSCRITAS E IMPRESAS

Paquete n° 1

  1. Trujillo. Misa a 4, acompto. bajo numerado. 2. Carvallo. Misa a 4 con violines y trompas, faltan dos voces. 3. Sin autor. Misa a 5 con violines y bajón, sólo partitura. 4 Carvallo. Misa a 4 con violines. 5. Trujillo. Misa a 3 con violines, flautas y trompas, solo partitura. 6. Trujillo. Misa a 4 con violines, oboes y trompas, solo partitura. 7. Trujillo. Misa a 3 acompto bajo numerado. 8. Sin autor.. Misa a 3 con algo de orquesta, sin partitura. 9. Sin autor. Misa a 4 y orquesta. 10. Martinchique. Misa a 4 con violines, flautas y trompas, faltan flautas y trompas. 11. Rodríguez. Misa a 6 con orquesta, partitura sin terminar.

Paquete nº 2.

  1. Trujillo Misa a 8 con violines, oboes, trompeta y bajo. 2. Trujillo. Misa a 8 con violines, oboes, trompeta y bajo. 3. Trujillo. Misa a 4 con violines y trompas; hay papeles de flautas y trompas. 4. Trujillo. Misa a 4 con violines y trompas, solo partitura.5. Sin autor.. Misa a 4 con orquesta, falta partitura. 6. Trujillo. Misa a 6 sin partitura y una voz.7. Trujillo. Misa a 4 faltan partituras y muchos papeles. 8. Trujillo, Misa a 5, faltan todas las voces. 9. Trujillo. Misa a 5 con violines, sin partitura. 10. Trujillo. Misa 4. 11. Misa 4 con violines, oboes y trompas, faltan partitura y una voz. 12. Bueno Misa a 5 con violines y trompas, sin partitura. 13. Sin autor. Misa a 4 con violines y trompas solo partitura. (Falta)

Paquete n°3.

  1. Eslava. Invitatorio de Difuntos con orquesta y voces para un solo coro. 2. Trujillo. Misa a 5 con violines, oboes, trompas y figle, sin papeles de trompas. 3. Trujillo. Misa a 4 con violines, clarinetes, trompas y figle. 4. Eslava. Te Deum a 3 con orquesta, para un solo coro. 5. (¿Eslava?). Puer natus est a 4 y orquesta. 6. Trujillo. Misa a 4 con trompas; hay violines flauta y clarinetes. 7. Trujillo. Parce mihi a 4 y orquesta, faltan trompas. 8. Trujillo. Taedet a solo y orquesta. 9. Trujillo. AlIeluia – Tu puer a 5 con violines y trompas, solo partitura. 10. Carvallo. Secuencia del Corpus a 5 con violines y clarinetes. 11. Trujillo. Motete al Santísimo. a 4 con violines y clarinetes 12.Trujillo.O admirable a 3 con violines y clarinetes, faltan trompas. 13. Eslava. Secuencia de Pentecostés a 4 y orquesta, faltan violines

Paquete n° 4 A y B

A.1, Trujillo. Magnificat a 8 con violines y oboes, faltan voces. 2. Trujillo. Magnificat a 5 con violines, oboes y trompas. 3. Trujillo. Magnificat a 8 con violines, oboes y trompas.4. Trujillo. Magnificat a 4 con violines, trompas, sin papeles. orquesta. 5. Trujillo. Magnificat a 4 con oboes y trompas.6. Palomino. Magnificat a 7. 7. Doyagüe. Magnificat a 8 con violines y trompas, faltan algunos papeles, voces. B.8. Quilón. Magnificat a 5 con violines y trompas. 9. Muñoz. Magnificat a 5 con violines solo. 10. Carvallo. Magnificat a 6 con violines. 11. Sin autor. Magnificat a 4, incompleto. 12. Sin autor. Magnificat a 4. 13. Trujillo. Magnificat a 4 con violines. Faltan papeles del tenor. 14. Trujillo. Magnificat a 3 con violines, oboes y trompas, sólo partitura. 13. Aranguren. Magnificat a 4 con flautas y clarinetes. 16. Muñoz. Magnificat a solo y a 6. 17. Sin autor. Magnificat a 4 con oboes. 18. Trujillo. Magnificat a 4. 19. Carvallo. Magnificat a 6 con violines. 20. Carvallo. Himno de San Pedro a 4 con violines. 21. Carvallo. Himno de Santiago a 4 con violines. 22. Trujillo. Himno in resto omnium Sanctorum a 4 con violines y motetes de la festividad. 23. Trujillo. Himno de Reyes a 4 con violines y trompetas. 24. Trujillo. Himno de San Juan Bautista a 4 con violines, oboes y clarinetes. 25. Trujillo. Himno de San Fernando a 4. 26. Trujillo. Himno de San Pedro a 4 con violines. 27. Carvallo. Himno de Espíritu Santo a 4 con flautas. 28. Trujillo. Himno de los Santos Inocentes a 3. 29. Carvallo. Himno de Santa Lucía y Santa Eulalia de Mérida a 4 (del común). 30. Trujillo. Himno de San Atón a 4 con violines. 31. Trujillo. Himno de Corazón de Jesús a 4 con violines. 32. Trujillo. Himno de la Santísima Trinidad a 4 con violines. 33. Muñoz. Himno de S. Joseph a 4 con violines. 34. Muñoz. Himno de San Juan a 5. 35. Sin autor. Himno de Te splendor a 4 con violines. 36. Muñoz. Himno de Reyes a 5. 37. Trujillo. Himno de Natividad a 4 con violines.38. Trujillo. Himno de Natividad a 4 con violines, oboes y trompas. 39. Vivas. Himno de la Ascensión a 4. 40. Carvallo. Seis motetes a 3, incompletos. 41. Carvallo. Himno de Santa Mª Magdalena a 4 con violines. 42. Carvallo. Himno y versos completos a 5 con violines. 43. Trujillo. Himno de Espíritu Santo, compuesto para la beatificación del Obispo Ribera. 44. Trujillo. Gloria, laus a 4. 44.Gloria, laus et honor a 4. 45. Trujillo. O vos omnes a 5 con violines. 46. Trujillo. Christus factus est a 4 con violines. 47. Palomino. Secuencia de Resurrección a 5 con violines. 48. Trujillo. Secuencia de Resurrección a 4 con violines. 49. Muñoz. Benedictus a 4 con violines. 50. Azue. Himno de Completas a 4 con violines. 51. Muñoz. Himno de Completas a 5 con violines. 52. Carvallo. Himno de la Dedicatio Ecclesiae a 5 con violines.53. Carvallo. Himno de San Juan Bautista a 4 con violines y trompas.

Paquete n°5

  1. Velilla. Responsorio 1º de Navidad a 6 con violines. 2. Doyagüe. Responsorio 8º de Navidad a 8 con solo partitura. 3. Trujillo. Responsorio de Kalenda a 8 con violines y trompetas, faltan voces. 4. Velilla. Responsorio de Kalenda a 8 con violines y trompetas. 5. Trujillo. Responsorio de Reyes a 8 con violines, trompas y oboes. 6. Trujillo. Responsorio de Reyes a 6 con violines y trompas. 7. Doyagüe. Responsorio 7º de Navidad a 8 con violines y trompas. 8. Carvallo. Responsorio 7º de Navidad a 3 con violines, violón y fagot. 9. Doyagüe. Responsorio 2º de Navidad a 4 con violines, violón y fagot. 10. Doyagüe. Responsorio 1º de Navidad a 8 con violines ,violón y trompas. 11. Velilla. Responsorio 2º de Navidad a 1 con violines y trompas.12. Velilla. Responsorio 7º de Navidad a 6 con violines y trompas. 13. Trujillo. Villancico de Navidad a 8 con violines y trompas sin 1 voz y 1 violín. 14. Trujillo. Villancico de Navidad a 8 con violines, trompas y oboes. 15. Carvallo. Villancico de Navidad a 5 con violines. 16. Carvallo. Aria para Navidad a 1 con violines y trompa. 17. Carvallo. Villancico de Navidad a 5 con violines. 18. Carvallo. Solo para Navidad con violines, oboes y trompas, sin voces. 19. Carvallo. Aria para Navidad a 1 con violines, flautas y trompas. 20. Carvallo. Aria para Navidad a 1 con violines. 21. Carvallo. Villancico de Navidad a 6 con violines y trompas, solo voces y 1 violín. 22. Carvallo. Villancico de Navidad a 5 con violines y trompas. 23. Trujillo. Aria para Navidad a 1 con violines y oboes, solo partitura. 24. Doyagüe. Responsorio de Kalenda a 2 coros, solo partitura. 25. Carvallo. Responsorio de Kalenda a 8 con violines y flautado. 26. Trujillo. Responsorio Equitatui meo a 8 con violines, clarinetes, oboes y trompas, sin una voz. 27. Sin autor. Responsorio de San Juan Bautista a 8 con violines, clarinetes, oboes y trompas, sin 6 voces. 28. Trujillo. O gran Bautista a 1 con violines. 29. Trujillo. Responsorio de San Juan Bautista a 8 con violines, oboes y trompas. Hay partituras y 6 voces. 30. Sin autor. Motete de San Juan Bautista a 3 con violines y trompas. 31. Trujillo. O pueblo a 1 con violines, trompas y flautas, sólo partitura. 32. Sin autor. Tristes mortales a 1 con violines y trompas, solo partitura. 33.Jaén. Duo de tiples al Santísimo a 2 con violines, flautas y trompas, 34. Sin autor. Contiene unos Kiries a 6, un motete a 3 y un Pange lingua- incompleto. 35. Trujillo. Misit me a 4 con violines y trompas, solo partitura. 36. Trujillo. O sacrum convivium a 4 con violines y trompas, solo partitura. 37. Trujillo. Ego sum panis a 4 con violines y trompas. 38. Sin autor. Motete al Santísimo a 1 con violines. 39. Trujillo. Responsorio 3º de Navidad a 4 con violines. 40. Doyagüe. Responsorio 5º de Navidad a 3 con violines y trompas. 41. Doyagüe. Responsorio 4º de Navidad a 3 con violines y trompas. 42. Doyagüe. Responsorio 7º de Navidad a 3 con violines y trompas. 43. Sin autor. Responsorio de San Juan Bautista a 4 solo un 2º pliego inutilizable..

Paquete n°6

  1. Trujillo. Responsorio 3º de Navidad a 8 con violines, oboes y trompas. 2. Trujillo. Responsorio 4º de Navidad a 4 con trompas. 3. Trujillo. Responsorio 7º de Navidad a 4 con trompas. 4. Sin autor. Responsorio 3º de Navidad no hay más que papeles sueltos. 5. Trujillo. Responsorio 5º de Navidad a 3 con violines, sin partitura. 6. Trujillo. Responsorio 2º de Navidad a 4 con trompas. 7. Trujillo. Responsorio 4º de Navidad a 4 con violines y trompas. 8. Trujillo. Responsorio 1º de Navidad a 8 con violines y trompas. 9. Trujillo. Responsorio 2º de Navidad a 8 con violines, trompas y oboes. 10. Trujillo. Responsorio 1º de Navidad a 8 con violines y trompas. 11. Trujillo. Responsorio 5º de Navidad a 4 con violines y trompa. 12. Trujillo. Responsorio 6º de Navidad a 8 con violines, oboes y trompas, incompleto. 13. Trujillo. Responsorio 3º de Navidad a 4 con violines y trompas. 14. Trujillo. Responsorio 8º de Navidad a 4 con trompas. 15. Trujillo. Responsorio 6º de Navidad a 8 con violines y trompas. 16. Trujillo. Responsorio 5º de Navidad a 3 con violines, oboes y trompas. 17. Trujillo. Responsorio 2º de Navidad a 1 con violines, oboes y dos bajones. 18. Trujillo. Responsorio 2º de Navidad a 4 con violines y trompas. 19. Trujillo. Responsorio 2º de Navidad a 1 con violines y trompas. 20. Trujillo. Responsorio 4º de Navidad a 4 con violines y trompas. 21.Trujillo. Responsorio 6º de Navidad a 4 con violines y trompas. 22. Trujillo. Responsorio 8º de Navidad a 8 con violines, oboes y trompas. 23. Sin autor. Responsorio 7º de Navidad solo hay 3 voces, violines y órgano. 24. Trujillo. Responsorio 8º de Navidad a 4 con violines, clarinetes, trompas y figle. 25. Trujillo. Responsorio 7º de Navidad a 3 con violines y trompas. 26. Trujillo. Responsorio 2º de Navidad a 4 con violines.

Paquete n°7

  1. Carvallo. Villancico al Santísimo a 3 con violines. 2. Carvallo. Villancico al Santísimo a 6 con violines y trompas que faltan trompas. 3. Carvallo. Solo al Santísimo a 1 con violines, oboes y trompas 4. Carvallo. Solo al Santísimo a 1 con violines. 5. Carvallo. Recitado al santísimo a 1 con violines y trompas. 6. Carvallo. Recitado al santísimo a 5 con violines, sin partitura. 7. Galupi. Aria al Santísimo, incompleto. 8. Carvallo. Aria al Santísimo a 1 con violines y oboes. 9. Carvallo. Aria al Santísimo a 1 con violines. 10. Carvallo. Cuatro al Santísimo a 4 con violines. 11. Sin autor. Aria para Navidad a 1 con violines y oboes, sin partitura. ni acompañamiento. 12. Hernández. Clave al Santísimo a 6 con violines, sin partitura ni acompañamiento. 13. Álvarez. Solo al Santísimo a 1 con violines y trompas. 14. Moscoso. Aria al Santísimo a 1 con violines y trompas. 15. Álvarez. Villancico al Santísimo a 5 con violines.16. Sequera. Recitado y Aria al Santísimo a 6 con violines y trompas, sin partitura. y dos voces. 17. Álvarez. Solo al Santísimo a 1 con violines y trompas. 18. Carvallo. Duo al Santísimo a 2 con violines y trompas. 19. Fuentes. Aria al Santísimo a 1 con violines. 20. Carvallo. Recitado y Aria al Santísimo a 3 con violines. 21. Carvallo. Tres al Santísimo a 3 con violines. 22. Sequera. Aria al Santísimo a 1 con violines. 24. Carvallo. Recitado y Aria al Santísimo a 1 con violines y trompas. 25. Carvallo. Aria al Santísimo a 1 con violines y trompas. 26. Carvallo. Villancico al Santísimo a 5 con violines. 27. Moscoso. Aria al Santísimo a 1 con violines y trompas. 28. Carvallo. Recitado y Aria al Santísimo a 1 con violines y oboe. 29. Redondo. Aria al Santísimo a 1 con violines. 30. Carvallo. Cuatro al Santísimo a 4 con violines y trompas. 31. Aria al Santísimo a 1 con violines, oboe y trompas. 32. Sequera. Solo al Santísimo a 1 con violines, y trompas. 33. Hernández. Aria al Santísimo a 1 con violines y oboes, sin partitura. 34. Hernández. Cantada al Santísimo a 1 con violines y trompas, sin la voz. 35. Vivas. Aria al Santísimo a 1 con violines. 36. Carvallo. Cuatro al Santísimo a 4 con violines, trompas y oboe. 37. Ripa. Villancico al Santísimo a 4 con violines. 38. Trujillo. Aria al Santísimo a 1 con violines, trompas y oboe. 39. Trujillo. Aria al Santísimo a 1 con violines, trompas y oboe. 40. Trujillo. Accepit Jesus al Santísimo a 4 con violines y trompas, solo partitura. 41. Trujillo. O admirable al Santísimo a 4 con violines y trompas, solo partitura. 42. Trujillo. O Pueblo al Santísimo a 1 con violines y trompas, solo partitura. 43. Trujillo. Comedetis al Santísimo a 1 con violines y trompas, solo partitura. 44. Trujillo. O admirable al Santísimo a 4 con violines y trompas, solo partitura. 45. Trujillo. O sacrum al Santísimo a 4 con violines y trompas, solo partitura. 46. Durán. Alabado al Santísimo a 8 con violines. 47. Sin autor. O admirabile al Santísimo, sólo hay una voz y dos violines.

Paquete n° 8

  1. Trujillo. Coenantibus a 4 con violines y trompas, partitura. y tres voces. 2. Trujillo. Misit me a 4 con violines y trompas. 3. Palomino. Villancico al Santísimo a 6 con violines, trompas y oboes. 4. Sin autor. Ego sum a 1 con violines. 5. Sin autor. Alabado a 3 (con otros papeles. de motetes). 6. Trujillo. Ego sum a 4 con violines. 7. Trujillo. lmmolabit a 4 con violines y trompas. 8. Trujillo. Ego sum a 4 con violines y trompas. 9. Trujillo. Homo quidam a 4 con violines. 10. Trujillo. Patres vestri a 4 con violines y trompas. 11. Trujillo. Qui manducat a 4 con violines y trompas, solo voces. 12. Sin autor. Ego sum a 4 con violines y oboes, sin partitura. 13. Sin autor. Contiene papeles sueltos inaprovechables. 14. Trujillo. Qui manducat a 4 con violines y trompas. 15. Trujillo. Concedetis a 4 con violines. 16. Trujillo. Homo quidam a 4 con violines. 17. Trujillo. lmmolabit a 4 con violines y trompas. 18. Trujillo. Ego sum a 4. 19. Trujillo. Hoc facite a 4 con violines y trompas. 20. Trujillo. Respexit Elias a 4 con violines. 21. Trujillo. Coenantibus a 4. 22. Trujillo. Coenantibus a 4, con violines y trompas, sin partitura. ni trompas. 23. Trujillo. Accepit Jesus a 4 con violines. 24. Trujillo. Accepit Jesus a 4 con violines. 25. Trujillo. Alabado a 4 con violines. 26. Trujillo. O sacrum a 3 con violines. 27. Sin autor. O quam suavis a 4 con violines y trompas. 28. Trujillo. O salutaris a 4 con papeles de clarinetes y trompas. 29. Trujillo. O salutaris a 4. 30. Trujillo. O sacrum a 4. 31. Trujillo. O admirabile a 4 con violines, sin partitura. una voz y violín 2°. 32. Sin autor. Pange lingua a 4 con violines y trompas. 33. Trujillo. O salutaris a 4 con violines. 34. Trujillo. O sacrum a 3 con violines, clarines y trompas.35. Trujillo. O salutaris a 4 con violines. 36. Trujillo. O sacrum a 4 con violines. 37. Sin autor. Tantum ergo a 4 con violines, sin partitura. ni violín 1°. 38. Trujillo. Ecce panis a 3 con violines. 39. Trujillo. O sacrum a 4 con violines, trompas y oboes, sin partitura. 40. Trujillo. O quam suavis a 4 con violines y trompas, sin partitura. ni trompas. 41. Trujillo. Pange lingua a 4 con violines y trompas, sin tenor y trompas. 42. Trujillo. Pange lingua a 4 con violines y trompas, solo partitura. 43. Trujillo. O quam suavis a 4 con violines y trompas, solo partitura. 44. Trujillo. O quam suavis a 4 con violines. (repetida). 45. Sin autor. O quam suavis a 4 con violines. 46. Trujillo. Sacris solemnis a 4 con violines y oboes. 47. Trujillo. O admirable a 4 con violines. 48. Trujillo. O admirable a 3 con violines. 49. Trujillo. Tantum ergo a 6 con violines. 50. Trujillo. O sacrum a 4, con violines, oboes y trompas, solo partitura. 51. Sin autor. Ecce panis a 3 con violines, solo partitura. 52. Trujillo. O salutaris a 4 con violines y trompas, solo partitura. 53. Werhelin. O salutarias a 1 con violines, clarinetes y bajo.

Paquete n° 9

  1. Trujillo. Misa de Requiem a 4 con violines, oboes y trompas, incompleto. 2. Trujillo. Subvenite a 8 con violines y trompas. 3. Trujillo. Domine. quando veneris a 1 con violines, bajo y trompas. 4. Trujillo. De profundis a 5 con violines. 5. Sin autor. Domine. quando veneris a 8 con violines, trompas, y oboes, sin partitura. 6. Trujillo. Taedet a 4 con violines y trompas. 7. Trujillo. Ne recorderis a 4 con violines, clarines y trompas, sin tres voces. 8. Trujillo. Parce mihi a 5. 9. Sin autor. Parce mihi a 5. 10. Muñoz. Taedet a 1 con violines. 11. Bueno. Taedet a 1 con violines, trompas y oboes. 12. Trujillo. Benedictus a 4. 13. Trujillo. Libera me a 8 con violines, trompas y oboes, sin partitura. 14. Trujillo. lnvitatorio a 8 con violines, trompas y clarinetes, sin partitura. 15. Trujillo. Qui Lazarum a 4 con violines, trompas y flautas, sin partitura. 16. Sin autor. Domine in furore a 6 con violines y oboes, sin partitura. 17. Sin autor. Pecantem a 4   con violines.

Paquete nº 10

  1. Trujillo. Lamentación 2º miércoles a 3 con violines y trompas, incompleto. 2. Trujillo. Lamentación 1º jueves a 4, sin partitura. 3. Trujillo. Lamentación 2º miércoles   con violines y trompas. 4. Trujillo. Lamentación 3º viernes a 2 con clave y trompas. 5. Trujillo. Lamentación 2º viernes a 1 con clave y trompas. 6. Trujillo. Lamentación 1º viernes a 4 con clave. 7. Trujillo. Lamentación. 3º jueves a 1 con clave y trompas. 8. Trujillo. Lamentación 3º jueves a 1 con violines y trompas. 9. Trujillo. Lamentación 3º jueves a 1 con violines y trompas, solo partitura. 10. Trujillo. Lamentación 2º jueves con violines, flautas bajo, solo partitura. 11. Trujillo Lamentación 2º miércoles con clave y trompas, solo partitura.12. Trujillo. Lamentación 3º miércoles a 2, solo partitura.13. Trujillo. Lamentación 1º jueves a 4 solo partitura.14. Trujillo. Lamentación 3º viernes a 2 con violines y trompas, solo partitura. 15. Trujillo. Lamentación 2º viernes a 1 con violines y trompetas. 16. Trujillo. Lamentación 1º viernes a 8. 17. Trujillo. Lamentación 2º miércoles con violines sin partitura, ni voces. 18. Trujillo. Lamentación 1º viernes a 8, solo partitura. 19. Trujillo. Lamentación 2º jueves a 1 con violines y flautas. 20. Trujillo. Lamentación. 2º miércoles a 1 con violines y trompas. 21. Trujillo. Lamentación 2º miércoles jueves a 1 con violines y trompas. 22. Trujillo. Lamentación 3º miércoles a 2 con clave y trompas. 23. Carvallo. Lamentación 1º sábado a 8. 24. Sin autor. Oratio Jeremiae a 1 y a 2 con violines. 25. Carvallo. Lamentación 2º jueves a 2 con violines. 26. Trujillo. Lamentación 3º viernes a 1 con violines y bajones, solo partitura. 27. Trujillo. Lamentación 2º viernes a 1 con violines y trompas, solo partitura.28. Trujillo. Lamentación 2º miércoles a 1 con violines y trompas, solo partitura. 29. Trujillo. Lamentación 2º jueves a 1 con clave y trompas, solo partitura. 30. Sin autor. Lamentación 2º sábado a 1 con violines y trompas

Paquete n° 11

  1. Carvallo. Lamentación. 3º jueves a 1 con violín. 2. Carvallo. Lamentación. 3º miércoles a 1 con dos flautas y dos bajos. 3. Carvallo. Lamentación. 3º jueves a 1 con dos flautas u dos bajos, sin 1 bajo. 4, Fondevila. Lamentación. 1º jueves a 4. 5. Fondevila. Lamentación 1º miércoles. a 4 y orquesta, faltan tres voces. 6. Fondevila. Lamentación 1º jueves a 4 y orquesta, faltan dos voces. 7. Trujillo. Lamentación 2º miércoles a 1 con cuerda y trompas, sin partitura, ni voz. 8. Fondevila. Lamentación 1º miércoles a 4 con violines y clarinetes, falta el 2°. 9. Trujillo. Lamentación 2º jueves a 1 con violines, trompas y bajón. 10. Trujillo Lamentación 2º viernes a 1 con violines trompas, flautas y bajón. 11. Trujillo. Lamentación 2º jueves a 1 con flautas y bajón. 12. Ciria. Lamentación 1º jueves a 1 con flauta y bajón solo partitura. 13 Trujillo. Lamentación 2º miércoles a 1 con violines, clarinetes y trompas, faltan trompas. 14. Trujillo. Lamentación 3º miércoles a 2 con violines, trompas, flauta y bajón. 15. Trujillo. Lamentación 1º jueves a 4 con violines y oboes. 16.Trujillo. Lamentación 3º jueves a 1 con violines, oboes y trompas. 17. Trujillo. Lamentación 2º miércoles a 1 con clave y trompas.18. Trujillo. Lamentación 1 miércoles a 1, falta partitura y voz. 19. Carvallo. Lamentación 2º sábado a 1 con violines y trompas. 20. Carvallo. Lamentación 1º miércoles a 8. 21. Sin autor. Lamentación 1º viernes a 8. 22. Sin autor. Lamentación 2º miércoles a 1 con violines y violón.

Paquete n° 12

  1. Trujillo. Miserere a 4 con violines y bajo. 2. Trujillo. Christus factus a 8 con violines, oboes y trompas, solo partitura. 3. Trujillo. Miserere a 8 con violines, oboes, trompas y fagot, solo partitura. 4. Palomino. Miserere a 7 con violines y trompas. 5. Trujillo. Miserere a 8 con violines y trompas. 6. Trujillo. Miserere a 8 con violines, trompas y oboes. 7. Trujillo. Miserere a 8 con violines, oboes, trompas y fagot. 8. Trujillo. Miserere a 8 con violines y trompas, sin partitura. 9. Trujillo. Miserere a 8 con violines y trompas, sin partitura. 10. Trujillo. Miserere a 8 con orquesta, dos partituras.11. Sin autor. Partitura de Libera me a solo y papeles sueltos de un miserere. 12. Trujillo. Miserere a 8 con clarinetes y trompas. 13. Trujillo. Miserere a 4 con clave, violón, clarinetes y trompas, solo partituras.

Paquete n° 13 A y B

  1. 1. Carvallo. Responsorio 3º de Navidad a 5 con violines y violón, sin partitura. 2. Sin autor. Responsorio 1° de Navidad a 8 con violines y trompas, sin partitura, ni tr 2. 3. Carvallo. Responsorio 1° de Navidad a 1 con violines y trompas. 4. Trujillo. Responsorio 1° de Navidad a 8 con violines, trompas y oboes. 5. Trujillo. Responsorio 1° de Navidad a 3 con violines. 6. Trujillo. Responsorio 6° de Navidad a 8 con violines, oboes y trompas, sin partitura. 7.Trujillo.. Responsorio 1° de Navidad a 4 con violines y trompas. 8. Trujillo. Responsorio 8° de Navidad a 8 con violines, trompas y , oboes. 9. Trujillo. Responsorio 5° de Navidad a 3 con violines y trompas. 10. Carvallo. Responsorio 1° de Navidad a 1 con violines, violón, flauta y bajo. 11. Carvallo. Responsorio 6° de Navidad a 5 con violines, violón bajo. 12. Carvallo. Responsorio 4º de Navidad a 1 con violines, trompas y oboes. 13. Doyague. Responsorio 6º de Navidad a 8 con violines y trompas. 14. Trujillo. Responsorio 6º de Navidad a 8 con violines y trompas. 5. Carvallo. Responsorio 2º de Navidad a 1 con violines, flautas, bajo. B. 16. Trujillo. Responsorio 1º de Navidad a 8 con violines y oboes. B.17. Trujillo. Responsorio 7º de Navidad a 4 con   violines y trompas y clarinetes. 18. Trujillo. Responsorio 7º de Navidad   a 4 con   violines y trompas, sin partitura. 19. Velilla. Responsorio 5° de Navidad a 6 con violines y trompas, sin partitura. 20. Velilla. Responsorio 4° de Navidad a 6 con violines y trompas, sin partitura. 21. Velilla. Responsorio 3° de Navidad a 2 con violines y trompas, sin partitura. 22. Trujillo. Responsorio 4° de Navidad a 4 con violines y trompas. 23. Trujillo. Responsorio 3° de Navidad a 8 con violines y oboes, sin partitura. 24. Trujillo. Responsorio 3° de Navidad a 7 con violines y oboes. 25. Velilla. Responsorio 8° de Navidad a 6 con violines y trompas, sin partitura.26. Trujillo Responsorio 8° de Navidad a 8 con violines y trompas, sin partitura. 27. Trujillo Responsorio 7° de Navidad a 8 con violines y trompas, solo partitura. 28. Trujillo. Responsorio 3° de Navidad a 8 con violines y trompas, sólo partitura. 29. Trujillo. Responsorio 1º y 3º de Navidad a 8 con violines y trompas, sólo partitura. 30. Trujillo. Responsorio 2° de Navidad a 4 con violines y trompa, sólo partitura. 31. Carvallo. Responsorio 7° de Navidad a 2 con violines, oboe y trompas. 32. Trujillo. Responsorio 3º de Navidad a 8 con violines, oboe y trompas. 33. Velilla. Responsorio 6° de Navidad a 6 con violines y trompas, sin partitura.34. Trujillo. Responsorio 1° de Navidad a 4 con trompas. 35. Trujillo. Responsorio 5° de Navidad a 3 con violines y trompas, sólo partitura. 36. Trujillo. Responsorio 7° de Navidad a 4 con violines y trompas, sólo partitura. 37. Trujillo. Responsorio 1° de Navidad a 8 con violines y trompas, sólo partitura. 38. Trujillo. Responsorio 8° de Navidad a 8 con violines y trompas, sólo partitura.

Paquete nº 14  A y B

  1. 1. Trujillo. Credidi propter quod a 5 con violines 2. Trujillo. Dixit Dominus a 4 con violines y trompas. 3. Trujillo. Dixit Dominus a 6 con violines y trompas, falta una voz.4. Trujillo. Lauda Jerusalen a 6 con violines, faltan las voces. 5. Palomino. Beatus vir. a 7. 6. Palomino. Lauda Jerusalen a 7. 7. Palomino. Laetatus sum a 7. 8. Trujillo. Lautate Dominum a 5 con violines. 9.Trujillo. Nisi Dominus a 4 con violines y trompas. 10. Sin autor. Lauda Jerusalen a 6. 11. Sin autor. Dixit Dominus a 6 con violines, oboes y trompas, sin acompto. 12. Sin autor. Dixit Dominus a 6. 13.Trujillo. Beatus vir a 4.con violines y trompas, faltan trompas. 14. Ripa. Beatus vir a 8 con violines y trompas. 15. Sin autor. Beatus vir a 4 con violines. 16. Palomino. Credidi a 7. 17. Trujillo. Laetatus sum a 3 con violines, oboes y trompas. 18.Ripa. Lauda Jerusalem a 6 con violines, sólo partitura. 19.Trujillo. Lauda Jerusalen a 4, solo partitura. 20.Trujillo. Lauda Jerusalen a 3 con violines, oboes y trompas. 21. Doyagüe. Beatus vir a 8 con violines y trompas, sólo partitura. 22.Trujillo. Dixit Dominus a 3 con oboes y trompas, solo partitura. 23.Trujillo.Dixit Dominus a 4, solo partitura. 24. Doyagüe. Dixit Dominus a 8 con violines, oboes y trompas, sólo partitura. 25. Trujillo. Dixit Dominus a 5, solo partitura. 26. Ripa. Dixit Dominus a 8 con violines y trompas, sólo partitura. 27. Trujillo. Dixit Dominus a 8 con violines, oboes y trompas, solo partitura. 28. Sin autor. Dixit Dominus a 6. 29. Trujillo. Laetatus sum a 3 con violines, oboes y trompas, solo partitura. 30. Trujillo. Laudate pueri a 3 con violines y trompas. 31. Laetatus sum a 5 con violín. B. 32.Carvallo Lauda Jerusalen a 5 con violines. 33.Trujillo. Credidi a 3 con violines y trompas, solo partitura. 34. Carvallo. Laudate pueri (versos) con violines y trompas. Solo partitura. 35.Trujillo. Exultabo te a 4. 36.Trujillo.Laudate Dominum a 5 con violines. 37. Muñoz. 2º de Completas a 4 (fabordón). 38. Trujillo. Cum invocarem a 6 con violines. 39. Cum invocarem a 6 con violines. 40. Trujillo. Cum invocarem a 8 con violines y trompas, falta una voz. 41. Palomino. Cum invocarem a 5 con violines y trompas. 42. Muñoz. Cum invocarem a 8. 43. Trujillo. De profundis a 5, sólo partitura. 44.Sin autor. Miserere a 4 con violines y trompas. 45. Sin autor. Miserere a 4 con violines y trompa. 46. Trujillo. Miserere a 4. 47. Carvallo. Miserere (seis versos) con dos flautas. 48. Muñoz. Miserere (versos) a 4. 49. Carvallo. Laudate Dominum a 6 con violines. 50. Sin autor. Beatus vir a 1 con violines. 51. Sin autor. Confitebor a 4. 52. Sin autor. Beatus vir a 5 con violines, faltan los violines.

Paquete nº 15

  1. Trujillo. Beatus vir a 5. 2. Trujillo. Laetatus sum a 5. 3. Trujillo. Laudate pueri a 3 con violines y trompas. 4. Trujillo. Dixit Dominum a 4 con violines, trompas oboes. 5. Trujillo. Credidi a 5 con violines, trompas y oboes.6. Trujillo. Beatus vir a 4 con violines, trompas y clarinetes, falta la trompa. 1 voz y violines.7. Trujillo. Dixit Dominum a 5 con violines, falta 1ª voz y violines. 8. Trujillo. Laetatus sum a 4 con violines, trompas y oboes. 9. Trujillo. Laudate pueri a 3 con violines, clarinetes y trompas.10. Carvallo. Laudate pueri (versos) con violines y trompas, solo partitura. 11. Trujillo. Laudate Dominum a 5 con violines y clarinetes. 12. Trujillo. Laetatus sum a 5 con violines y clarinetes.13. Trujillo. Beati omnes a 3 con violines y trompas. 14. Palomino. Dixit Dominus a 7. 15. Carvallo. Credidi a 5 con violines.16. Doyagüe. Laudate Dominum a 8 con violines y oboe. 17. Trujillo. Beatus vir a 4 con violines, oboe y trompas. 18. Trujillo. Laudate Dominum a 5 con violines, oboe y trompas. 19. Carvallo. Dixit Dominum a 7, bajo. 20. Carvallo. Dixit Dominum a 6 con violines y bajo. 21. Trujillo. Lauda Jerusalen a 4. 22. Trujillo. Laudate Dominum a 5 con violines. 23. Carvallo. Dixi Dominus a 8. 24. Muñoz. Laudate Jerusalem, a 5. 25. Muñoz. Laetatus sum a 5. 26. Muñoz. Dixit Dominus a 5. 27 Sin autor. Laudate Dominum a 4. 28. Sin autor. Dixit Dominus a 4 sin partitura e incompleto. 29. ¿Eslava?. Beatus vir a 4 , orquesta, faltan trompas. 30. Sin autor. Dixit Dominus a 6 con violines y trompas.31. Trujillo. Dixit Dominus a 8 con violines, solo partitura. y 7 papeles de voces.32. Trujillo. Dixit Dominum a 6. 33. Trujillo. Nisi Dominus a 3. con violines, clarinetes y trompas. 34. Trujillo. Beatus vir a 5 con violines. 35. Trujillo. Laudate Jerusalem, a 4 con violines, clarinetes y trompas.

Paquete nº 16

  1. Trujillo. Te Deum a 4 con violines, sin partitura y hay una voz. 2. Trujillo. Te Deum a 8 con violines, clarinetes y trompas. 3. Doyagúe. Te Deum a 4 y 8 con violines. 4. Trujillo. Te Deum a 8 con violines, oboes y trompeta (compuesto para la entrada de Fernando VII). 5. Muñoz. Te Deum a 6 con dos bajoncillos, y un Pange lingua.

Paquete nº 17

1.Trujillo. Nona a 4 con violines. 2. Sin autor. Nona a 4 con violines, faltan dos voces. 3. Trujillo. Nona a 8 con violines, clarinetes y trompas.

Paquete nº 18

  1. Carvallo. Salve Regina a 4 con violines y trompas. 2. Trujillo. Salve Regina a 4 con violines, trompas y oboes. 3. Trujillo. Salve Regina a 8 con violines, oboes, trompas y fagot, sólo partitura. 4. Bordesse. Ave Maris stella, a 3 con orquesta. 5. Carvallo. Ave Maris stella, a 4 con violines, falta una voz. 6. Muñoz. Ave Maris stella, a 6 con violines. 7. Trujillo. Ave Maris stella, a 4 con violines. 8. Trujillo. Stabat Mater a 4 con violines, flautas y trompetas, sólo partitura. 9. Trujillo. Stabat Mater a 5 con violines, flautas y trompetas, sólo partitura. 10. Trujillo. Stabat Mater a 3 con violines y flautas, sólo partitura.     11. Trujillo. Stabat Mater a 4 con violines, flautas y trompetas, sólo partitura.(una estrofa). 12. Carvallo. Rosario a 6 con un violín, oboes y trompetas 13. Sin autor. Rosario a 4, un violín, oboes y trompetas, sin partitura. y una voz. 14. Aydem. Stabat Mater a 4 con violines, oboes y trompetas, sin partitura. y 1 voz. 15. Trujillo. Ave Maris stella, a 4 con violines. 16. Trujillo. Canciones para violines, trompas y bajo. 17. Sin autor. Versos para orquesta. 18. Sin autor. Canciones para orquesta. 19. Trujillo. Canciones para violines, oboes, trompas y bajo. 20. Pleyel. Cuarteto para cuerda. 21. Haiden. Overtura más instrumentos. 22. Haiden. Overtura más instrumentos. 23. Pleyel. Overtura más instrumentos. 24. Haiden. Overtura más instrumentos. 25. Pleyel. Sinfonía más instrumentos. 26. Haiden. Sinfonía para violines, viola, oboes y trompas. 27. Cortes. Sinfonías orquesta.

Paquete nº 19

  1. Trujillo. Motete al Santísimo a 4 con violines, flauta, clarinetes y bajo, sin partitura, y tres voces. 2. Trujillo. Pange lingua a 4 con violines, oboes y trompetas, sin partitura, oboes y trompas. 3. Redón. Tantum ergo a 3 con orquesta, sin partitura. 4. Trujillo. Misit me a 4 con violines, clarinetes y trompetas, sin partitura ni trompas. 5. Trujillo. Secuencia Corpus a 4 con violines, solo hay voces y violines. 6. Trujillo. Aria al Santísimo, a 1 con violines, clarinetes y trompetas, sin violín 1º y trompas. 7. Trujillo. Recitado a 1 con violines, oboes y trompetas, sólo partitura. 8.Trujillo. Recitado al Santísimo a 1 con violines, oboes y trompetas, sólo partitura. 9. Trujillo. Aria de tenor a 4 con violines, oboes y trompetas. 10. Trujillo. Misa grande a 8 orquesta. 11. Trujillo. Misa de Requiem a 4 con orquesta, hay 4 voces de 2º coro. 12. Trujillo. Secuencia de difuntos a 4 con violines. 13. Trujillo. Ne recorderis a 4 con violines, clarinetes, sin partitura, violines ni clarinetes. 14. Trujillo. Parce mihi a 4 con violines, clarinetes, sin partitura. y una voz. 15. Doyagüe. Invitatorio de difuntos a 8 con violines, clarinetes y trompas, sin partitura y violín 1º. 16. Trujillo. Miserere a 4 con violines y trompas, sin partitura. 17. Sin autor. Miserere sin partitura y con voces de otros. 18. Trujillo. Miserere a 6 con violines, oboes y trompas, sin partitura. 19. Trujillo. Christus factus est a 4 con violines. 20. Eslava. Salve a 3 con orquesta, sólo voces y órgano. 21. Martínez. Santo Dios a 3. 22. Arnandas. (dos) «Perdón» a 2. 23. Muñoz. Tu lumen a 4. 24. Sin autor. Te mane a 4. 25. Trujillo. Vexilla Regis a 4, sólo partitura. 26. Sin autor. De las Indias a 1 con violones, sin acompañamiento. 27. Trujillo. Ave María, a 4 con violines, sin partitura. 28. Trujillo. Ave María, a 4 con violines, sin partitura. 29. Sin autor. Miserere a 4 voces solas.
  1. LIBROS DE POLIFONÍA CLASICA ANTIGUA

“Estas obras son elogiadas por el «Motu Propio», que vienen a ser como canto gregoriano de lujo, son para voces solas y la ejecución   será tanto más brillante cuanto más nutridos estén los coros . No hay un solo papel suelto sino que están en grandes libros que el que subscribe encontró   abandonados por el suelo en el año 1921”, escribía D. Rafael Jiménez..

LIBRO DE JUAN ESQUIVEL

(al principio falta una hoja y al final varias)

1, Salva nos, Domine, vigilantes a 3 voces; 2. Peccavi super numerum a 4; 3. ;Surrexit Dominus a 5; 4.Filiae Jerusalem a 4; 5. Tanto tempore a 5; 6. Crux benedicta a 4;         7. Petite (rogativas) a 4; 8. Ascendo a Patrem meum a 5; 9. Repleti sunt omnes a 5; 10. O Seraphim a 6;       11. Ego sum panis a 4;          12.Descendit angelus a 5; 13. Tu est Pastor a 5; 14. Benedicta tu a 4; 15. Laudemus Deum a 4; 16. O beate Jacobe a 5; 17. Loquente Jesu a 5; 18. .Et me vox a 5; 19. Beatus Laurentius a 4; 20. Exultata est a 5; 21. Santa María(Nat.) a 8; 22. Hic Michael a 4; 23. Franciscus pauper a 4; 24. Salve Sante Pater (San Francisco) a 4; 25. O quam gloriosum a 4; 26. Beatum pontificem a 4; 27. Beata Dei genetrix a 4; 28. Salve crux (San Andrés) a 5; 29. Ave María (Concepción) a 5; 30. Virgo .Dei genitrix a 4; 31. Quia vidisti me a 4; 32. Gloria in exclesis a 4. 33. Verbo caro a 4; 34.Tria sunt munera a 5; 35. Milites Christi a 5; 36. O Ildephonse a 4; 37. Sancte Paule a 4; 38. Suscipiens Simeón a 5; 39 Sancti Angeli custodes a 5; 40. Ecce ancilla a 5; 41. Ibant apostoli a 5; 42. Stabunt justi a 4; 43. Qui vult  venire a 4; 44. Istorum est enim a 4; 45. Omnes sancti a 4; 46. Ecce sacerdos a 4; 47. Sacerdos et pontifex a 4; 48 In medio ecclesiae a 5; 49. Similabo a 4; 50. Media nocte a 4; 51.Falax gratia a 4; 52. Domus mea a 4; 53. Sub tuum presidium a 5; 54. In illa die a 4; 55. Veni, Domine a 5; 56.Vox clamantis a 4; 57. Canite tuba a 4; 58. Simile est regnum a 4; 59. Cum turba plurima a 4; 60. Ecce ascendimus a 4; 61. Emendemus in melius a 4; 62. Ductus est Jesus a 4; 63. Asumpsit Jesus a 4; 64. Erat Jesus ejiciens a 4; 65. De quinque panibus a 4; 66.   Dicebat Jesus; 5 67 O vos omnes a 4; 68. Christus factus est a 4; Pater misericordiae; 70. Delicta juventutis a 4;  In paradisum a 6. (a. 1608)

LIBRO DE TOMÁS L. DE VICTORIA

(al principio faltan diez hojas, y al final faltan hojas).

  1. Benedicta sit (deteriorado) a 6 voces; 2. O sacrum convivium (deteriorado) a 6; 3. Tu es Petrus a 6; 4. Vidi speciosam a 6; 5. Quae est ista a 6;   6. Beata Dei genitrix a 6; 7. Ora pro populo a 6; 8. Trahe me post te a 6; 9. Domine Jesu Christe a 6; 10. Ascendens Christus a 5; 11. Ascendit Deus a 5; 12. Cum compleretur a 5; 13. Dum ergo essent a 5; 14. Tantum ergo a 5; 15. Descendit angelus a 5; 16. Ne timeas a 5;   17. O lux est decus a 5; 18.Gaude Maria a 5;   19. Resplenduit facies a 5; 20. Ecce Dominus veniet; 21. Ecce apparabit Dominus a 5; 22. O quan gloriosum a 4; 23. Doctor Bonus a 4; 24. Magi viderunt stellam a 4; 25. O sacrum; 26. Meus impletur a 4; 27. Duo Seraphim a 4; 28. Tres sunt a 4; 29. Estote fortes a 4;30. Iste sanctus a 4; 31. Gaudiunt in coelis a 4; 32. Ecce sacerdos a 4; 33. Hic vir a 4; 34. Veni sponsa Christi a 4; 35. O quam metuendus a 4; 36. Ave María a 8; 37. Lauda Sion a 8; 38. Asumpsit Jesus (incompleto) a 8; (a. 1600)

 

LIBRO DE JUAN ESQUIVEL

(falta la primera hoja y muchas en el interior).

  1. Gloria a Patri a 4; 2.Misa Ave Virgo 5; 3 . Misa Batalla (incompleto) a 6; 4. Misa Ut re mi fa, s.l. a 8; 5. Misa Ductus est Jesus a 4; 6. Misa Gloriose confesor 4; 7. Misa por difunctis a 5 (incompleta); 8. In paradisum a 6. (a. 1608)

LIBRO DE MORALES Y CAPBLANCO

  1. Magnificat del 1º tono a 4; 2. Magnificat del 2º tono a 4; 3. Magnificat del 3º tono a 4; 4.Magnificat 4º tono a 4; 5. C; Magnificat 5º tono a 4; 6. Magnificat 6º tono a 4; 7. Magnificat 7º tono a 4; 8. Magnificat 8º tono a 4; (a.1730)

LIBRO DE ALFONSO LOBO

  1. Misa Beata Dei genitrix a 6 voces; 2. Misa María Magdalena a 6; 3. Misa Prudentes Virgines a 5; 4. Misa Petrus ego pro te rogavi a 4; 5. Misa Simile est regnum a 4; 6. Misa O Rex gloriae a 4; 7. O quam suavis a 6; 8. Quam pulchi sunt a 6; 9. Ave Regina coelorum a 5; 10. Versa est in luctum a 6; 11. Credo quod Redemptor a 4; 12. Vivo ego a 4; 13. Ave María a 8; (a. 1602)

LIBRO DE MUÑOZ Y CAÑAS

  1. Asperges me a 4; 2. Asperges me a 4; 3.Kiries dominicales a 5; 4. Kiries feriales a 4; 5. Et incarnatus a 4; 6. Emendemus in melius a 4; 7. Ductus est Jesus a 4; 8. Sumpsit Jesus Petrum a 4; 9.Erat Jesus ejicicens a 4; 10.Dicebat Jesus a 4; 11.Pater si non potest a 4; 12.Passio secundum Matheum; a 4; 13.Passio secundum Marcum a 4; 14; Passio secundum Lucam a 4; 15; Passio secundum Joannem a 4; 16; Christus factus est a 4; 17. Hodie scietis; 18; Lumen ad revelationem a 4; (a. 1730)

ALONSO DE TORRES

1.Asperge me a 4; 2. Vidi aquam a 4; 3. Missa Gloriosa Virgo Mariae a 4; 4. Missa Nativitas est hodie a 4; 5. Missa Templum in templo a 4; 6. Missa Missus est Gabriel a 4; 7. Missa Asumpta est María a 4; 8; Missa Exergens Maria a 5; 9. Missa Nunc dimitís a 6; 10.Missa Defuntorum a 4; 11. Ne recorderis a 4; 12. Libera me (M. Cañas). (a. 1703)

LIBRO DE HIMNOS Y SALMOS

  1. Laudate Dominum a 4; 2. Laetatus sum a 4; 3. Credidi a 4; 4. In exitu Israel a 4; 5. Domine probasti me a 4; 6. Lauda Jerusalem a 4; 7. Beatus vir a 4; 8. Tu lumen a 4; 9. Crudelis Herodes a 4; 10. Salutis humanae a 4; 11. Veni Creator a 4; 12. Jam sol recedit a 4; 13.Pange lingua a 4; 14. Jesu dulcis memoria a 4; 15. Te Joseph a 4; 16. Vexila Regis a 4; 17. Ut quoeant laxis a 4; 18. Decora lux a 4; 19. Pater superui a 4; 20. Defensor alme Hispa. a 4; 21.Quicunque Christum a 4; 22, Coelestis urbs a 4; 23. Te splendor a 4; 24. Regis supernui a 4; 25. Placare a 4; 6. Creator alme a 4; 27. Exultet orbis a 4; 28. Tristes erant apostoli a 4; 29. Deus tuorum militum a 4; 30. Sanctorum meritis a 4; 31. Iste confesor a 4; 32. Jesu corona virginum a 4; 33. Ave maris stella a 4; 34. Salve a 4; 35. Regina coeli a 4. (a. 1730)

LIBRO DE TOMÁS LUIS DE VITORIA

  1. Asperge me a 4 voces; 2. Vidi aquam a 4; 3. Missa O magnum mysterium a 4; 4. Missa Quarti toni a 4; 5. Missa Trahe me (incompleto) a 5; 6.Missa ascendens Chritus a 5; 7. Missa Vidi speciosam a 4; 8. Missa Salve a 8; 9. Missa por difunctis a 4; 10. Libera me a 4. (a. 1585 y 1592)

LIBRO DE EDUARDO LOBO

  1. Asperge me a 4; 2.Vidi a quam a 4; 3. Missa de Beata Virgine a 4; 4. Missa de Sancta María a 4; 5.Missa Dicebat Jesus a 4; 6.Missa Valde honorandus a 4; 7. Missa Elisabeth Zacariae a 5; 8. Missa Veni, Domine a 6; 9. Missa Cantate Domino a 8; 10. Missa difuntorum a 8; 11. Pater peccavi a 5; 12. Audivi vocem a 6; (a. 1621)

Badajoz, 26 de Septiembre de 1943.        Rafael Jiménez Rubio (rubricado)

Recientemente Miguel Angel Rodríguez, primer contrabajo de la Orquesta de Extremadura transcribió las 6 Sinfonías compuesta por el violista Antonio Cortés (1779), paquete 18, nº 27. Posterior los años 20013 y 2014 fueron interpretadas en el Palacio de Congreso y Gran Teatro de Cáceres la Sinfonia nº 4 en mi bemol Mayor y nº 2 en Re mayor.

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

Lámina 1.- 2ª Sinfonía de Antonio Cortés

Bibliografía

[1] Carmelo Solís Rodríguez. El Archivo Musical de la Catedral de Badajoz. Una Aproximación documental. Pág. 10 nota nº 2.

[2] Carmelo Solís Rodríguez y Francisco Tejada Vizuete. Libros corales de la Catedral de Badajoz. Estudio y Catalogación. Excelente estudio. Trujillo 1998.

[3] María Eugenia Bueno Moliner. El archivo catedralicio de Badajoz: Su estado de conservación. Salamanca 1993. Mecanografiado en Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz, págs. 63-64.

[4] A.C.B. Actas capitulares, 1600-1606. Reproduce esta lista de libros Santiago Kastner en “ La música de la Catedral de Badajoz (1520-1603)” y Carmelo Solis en “El archivo musical de la catedral de Badajoz”.

[5] Ibídem. Carmelo Solís, o.cit. págs. 16-17

Ibídem págs.17-18

[7]

[8] Recoge también las obras conforme y no con el Motu proprio elaborado en año 1921.

Dic 142020
 

(Versión Web, junio 2021)

                                 ANTONIO GONZÁLEZ CORDERO

Resumen

Se exponen de forma resumida los resultados de los análisis de fauna correspondiente a los yacimientos de la Edad del Cobre de la provincia de Cáceres, cuando la domesticación se haya plenamente avanzada y las especies cazadas apenas constituyen ya una pequeña parte de los recursos necesarios para la subsistencia. De la lectura de estos datos se extraen interesantes conclusiones acerca de las relaciones del hombre con el medio y los animales, sobre todo cuando al entablar una serie de paralelos con la fauna representada en el arte rupestre esquemático, se observa por primera vez una fragmentación del ecosistema entre lo que podríamos denominar un espacio domesticado y otro asilvestrado, donde los animales asumen un protagonismo distinto, pues ese reflejo especular que constituye la pintura, nos da a entender como estas relaciones fueron más allá del simple hecho nutricional. Por otra parte, la comparación entre las especies consumidas o cazadas y las representaciones pictóricas, ofrecen la posibilidad de un contrapunto argumental a las cronologías ya de por si relativas del Arte Esquemático.

 

INTRODUCCIÓN

 En los últimos veinte años las excavaciones de asentamientos Neolíticos y de Edad del Cobre en la provincia de Cáceres, aparte de alguna excavación de urgencia motivada por las obras en la construcción de nuevas vías de comunicación, se han limitado prácticamente a tres yacimientos, los Barruecos en Malpartida de Cáceres [1] la Atalaya en Torrequemada y el Alto del Lugar en Torreorgaz [2]. Esto condiciona bastante a la hora de abordar el capítulo relativo al papel que desempeñaron los animales en la economía de los primeros pueblos productores de alimentos, no obstante, y pese a lo poco excavado, los avances en este sentido han sido considerables, pues afortunadamente contamos con un caudal de información precedente [3] a partir del cual poder entender un poco mejor como el hombre aprovechó estos recursos y como la domesticación en concreto, se convirtió en uno de los factores más importantes de la transformación social [4].

Nuestra intención aquí, es confrontar los datos disponibles para ofrecer una lectura actualizada y asequible de las relaciones entre el hombre, la naturaleza y los animales, como partes fundamentales de su subsistencia, utilizando para ello, los análisis de los restos presentes en los registros estratigráficos, para finalmente intentar entablar una serie de paralelos con el arte rupestre esquemático, cuyo reflejo especular, nos da a entender como estas relaciones fueron más allá del simple hecho nutricional.

 

1. ARQUEOZOOLOGÍA DE LOS YACIMIENTOS CALCOLÍTICOS CACEREÑOS.

 El marco general en el que se encuadra el análisis faunístico comprende un total de siete yacimientos cacereños, donde se han obtenido muestras arqueozoológicas válidas. Es una escueta compilación de la cual han sido excluidos dos yacimientos tan significativos como el Conejar [5] o la Canaleja, porque sus restos no proceden de ninguno de los niveles que componen su secuencia estratigráfica, sino de un revuelto provocado en el primero de los casos por el aprovechamiento de la arcilla del interior para la construcción de una cerca de tapial, y en el segundo, por las sucesivas interferencias antrópicas en el yacimiento [6].

De la muestra analizada, hoy podemos decir que, para no perder la relación entre horizontes culturales, el grueso de nuestra investigación se concentrará en un momento Pleno-Final de la Edad del Cobre de la fase definida como III-IV del registro local, a título general, caracterizada por la presencia en los niveles de ocupación de una peculiar cerámica denominada de pastillas repujadas, anterior a la arribada de los especímenes campaniformes, aunque convivirá con ellos en la fase final. En tiempo real, las fechas han sido proporcionadas por el Cerro de la Horca 4215+-100 BP cal BC 2916-2459; Cabrerizas 4060+-85 BP cal BC 2700-2490 y Atalaya con dos fechas, la primera de 4080+-35 BP cal BC 2861-2492 y la segunda de 4120+-35 cal BC 2872-2577, nos situaría en un intervalo de tiempo distribuido a lo largo de la segunda mitad del III milenio a.C.

El uso de las informaciones procedentes de este horizonte tiene como objetivo dar cohesión a nuestros datos, pero ello no obsta para que hagamos uso de la información que pueden aportar secuencias más antiguas de otros yacimientos extremeños, cuando, intentemos abordar el origen y el uso que se hace de una determinada especie o comentar los niveles específicos de los contenidos faunísticos de cada yacimiento, pues la interacción resulta primordial para establecer las líneas evolutivas en el manejo de cada una de las especies.

Para comprender, sin embargo, la incidencia de las categorías taxonómicas en el registro final de los poblados de la Edad el Cobre, hemos procurado trabajar las conclusiones contrastando la información ofrecida por los siguientes yacimientos: Cerro de la Horca (Plasenzuela), Cabrerizas (La Cumbre), Castrejón, Castillejos II (Trujillo), Atalaya (Torrequemada), el Alto del Lugar (Torreorgaz) y Los Barruecos (Malpartida de Cáceres) [7]. La intención es, en el escaso espacio disponible, ofrecer desde la perspectiva económica, las consecuencias que tuvo el uso y explotación de los animales en el modo de vida de las poblaciones humanas de aquella época, circunscribiendo el trabajo a un marco geográfico reducido, capaz de facilitar su operatividad. No obstante, en el capítulo dedicado a este fin en nuestra tesis [8], confrontábamos los datos del registro extremeño con otras ochenta y cinco estaciones peninsulares, cuyo registro artefactual, venía a ser cronológicamente coincidente para proporcionar una apoyatura más sólida, a lo que no dejarán de ser conclusiones provisionales y referente de futuros hallazgos.

1.1.   Cabra (Capra hircus) y oveja (Ovis aries)

 Cabra-oveja, es una pareja de difícil distinción a nivel osteológico, cuya primacia marca la base de la dedicación agropecuaria al constituir el género mejor representado en casi todas las parrillas faunísticas de los yacimientos peninsulares desde el mesolítico. En esas fechas se creía introducido en Europa donde supuestamente no existía el agriotipo de las caracterizó [9], pero el cúmulo de datos recopilados en los últimos años permite suponer que existía una cabra de pequeño tamaño ya desde el paleolítico superior cuya domesticación culminaría en el mesolítico [10]. Esto reforzaría la idea de una mayor antigüedad del componente pastoril sobre el propiamente agrícola, independientemente de su conversión en la cabaña doméstica preferente, como así lo corroboran las estratigrafías neolíticas de la cueva de la Carigüela [11], los Murciélagos, Los Mármoles [12], o La Sarsa [13], donde se observa ya una apreciable distancia entre aquellos y las especies salvajes.

En los Barruecos, el último muestreo realizado a raíz de las excavaciones del 2001 y 2002 en las distintas franjas de ocupación, se ha podido separar la fauna por niveles [14], e igual que en ejemplos anteriores, ofrece ya una reorientación hacia el consumo de ovicápridos con índices variables, pero con un incremento progresivo de su representatividad, traducidas en unos tantos por ciento que oscilan entre el 25% del Neolítico Antiguo, al 50% del Neolítico Medio, 30% del Final y el 23,5% de las fases iniciales del Calcolítico. Esta lectura viene a coincidir con la que ofrecen los demás yacimientos extremeños, cuyo baremo se establecerá en las fases subsiguientes entorno al 21,66%, porcentaje que puede subir aún más de considerar casos particulares de la trascendencia del Cerro de la Horca con un 28,50% en la fase II y un 27,74% en la fase III-IV y como caso intermedio el de la Atalaya con un 26,6%. La media en la Península con respecto a Extremadura es sin embargo más baja, del 13,43%, pero sigue siendo igualmente el número más alto con respecto a todo el espectro arqueofaunístico, que se sitúa siempre en niveles inferiores. No obstante, su identificación en 65 de los 85 yacimientos cotejados a nivel peninsular, habla de la importancia alcanzada, máxime cuando su dispersión cubre algo más de dos tercios del mapa peninsular.

Uno de los problemas que plantea la distinción entre cabra u oveja es el tamaño de las muestras, por lo general recogidas en un estado de fragmentación superior al que experimenta cualquier otro animal tras haberse sometido a un troceado minucioso para su consumo. A pesar de ello, hay unas pautas reconstruibles, por ejemplo, la estructura de la cabaña sacrificada afecta al 40% de entre los 12 y 24 meses, la otra mitad se reserva para aprovechar la lana y la leche [15], mientras a una décima parte, seguramente con vistas a la reproducción, se le da muerte cuando llegan a la edad adulta.

En la geografía ibérica hay lugares donde la incidencia de esta cabaña es mayor, llegando a superar el 46,3% del testado faunístico en Almizaraque [16], el 55% en el Cerro de la Virgen [17] y así en un conjunto de yacimientos normalmente situados en la mitad meridional. En todos esos lugares es posible que la predilección por esta cabaña forme parte de una estrategia adaptativa, quizá en respuesta al continuo proceso de degradación y deforestación que parece desprenderse de los análisis polínicos. Así lo hemos apreciado también en las oscilaciones en la cabaña doméstica de Papa Uvas, especialmente la de ovicápridos, que pasan en la fase I del 32% a 39% en la fase IV [18], aunque la discusión se mantiene en si el grado de alteración del ecosistema es un producto del hombre, o por el contrario se debe a un aumento de la aridez en el sur peninsular.

Hay que recalcar, por último, que la importancia de esta cabaña viene dada por el rápido desarrollo y el ambivalente aprovechamiento que puede hacerse de las mismas, donde si es importante la obtención de carne destinada al consumo, también lo son aquellos productos que se obtienen de ellas, lana, piel, huesos, leche, y los productos derivados de esta última; a ellos cabe añadir otras posibilidades rara vez contempladas, las cuales tienen que ver con la eficaz actuación de esta especie en los espacios amontesados o boscosos, donde su introducción, posibilita el mantenimiento de la pradera castigando al piso arbustivo y la fertilización del terreno como paso previo a la siembra, sin desdeñar tampoco la facilidad y rapidez a las que se presta su desplazamiento y las amplias distancias del territorio que son capaces de cubrir en una jornada. En Extremadura resultaron especialmente útiles, porque entre las especies domésticas, se convirtieron en las mejor adaptadas a los pastos secos, a la vegetación dirilignosa de esta región y a los terrenos de carácter abrupto y montañoso donde se emplazan normalmente los poblados calcolíticos cacereños. Por último, Chapman [19] nos recuerda a propósito de su capacidad reproductiva y a su capacidad de crecimiento entre un 18% y 33% anual, que constituyen la opción más lógica y racional para el mantenimiento de una comunidad.

En cuanto a la discriminación antedicha entre oveja y cabra, la primera identificación clara de oveja tuvo lugar en niveles neolíticos de los Barruecos [20] a través del análisis morfológico de la clavija de los cuernos. Más tarde el mismo elemento anatómico servirá para su nueva detección, esta vez en niveles calcolíticos de la Atalaya de Torrequemada [21]. Esta segregación es interesante, tanto en cuanto se infiere que ya se hacía uso de ambas especies, Ovis aries y Capra hircus, desde épocas muy tempranas, hasta el punto que ocupa un lugar destacado en su explotación por parte del hombre con respecto al resto de los animales, su poca agresividad, tamaño manejable, su carácter gregario, temprana madurez sexual, alta adaptabilidad y elevada tasa reproductiva debieron de influir notablemente en su elección, explicando por otra parte, los altos niveles de representación en los yacimientos, normalmente más de una cuarta parte de los especímenes identificados en los yacimientos cacereños.

1.2.   Cerdo doméstico (Sus domesticus) y jabalí (Sus scrofa).

El ganado porcino constituye otro de los pilares de la alimentación de las comunidades prehistóricas, por esta razón se hará presente desde el Epipaleolítico en Nerja [22], manteniendo estable su representatividad en el Calcolítico a nivel general con un 9,28%, cifra que en Extremadura se duplica, propiciada quizá por las excelentes características del medio para la cría de esta cabaña. El techo se alcanza en Cabrerizas con un 26,08%, lo que supone una cuarta parte de toda la actividad ganadera del sitio, muy lejos no obstante de 45,5 que de promedio alcanza en el yacimiento de Mercador en el Alentejo [23].

Igual que ocurre con los ovicápridos, contamos con suficientes pruebas para pensar que esta especie fue seleccionada para su crianza, entre otras razones por la rapidez de crecimiento, superior a la de cualquier animal doméstico, de manera que en un año o año y medio se convertían en animales aptos para el sacrificio con un óptimo aprovechamiento. Por otro lado, su capacidad reproductiva les permitía aportar un gran número de crías y la alimentación omnívora aprovechar desde los infinitos recursos del medio boscoso, a subproductos agrícolas de poco valor o eliminar parte de la basura orgánica que se generaba en una comunidad.

En Extremadura su consumo aún no tiene un patrón claro de explotación de la cabaña, pues la proporción de edades, siguiendo los dos estudios existentes [24], en la mayoría de los yacimientos presenta un equilibrio entre animales adultos e inmaduros, con un grupo de individuos menores de un año y otro ligeramente mayor de adultos cuyo sacrifico tan solo duplicaría la edad de los anteriores, si acaso en la Atalaya, quizá de forma circunstancial hay una mayor abundancia de suidos sacrificados a temprana edad. Tampoco puede deducirse gran cosa de los estudios biométricos, cuyas mediciones bastan simplemente para confirmar que entran dentro del dominio de variación del cerdo coetáneo peninsular.

El material óseo de los suidos aparece muy fragmentado en los yacimientos extremeños, ya que estas especies han sido objeto de un sistemático consumo alimenticio que les situó en el segundo lugar de la fauna doméstica detrás de los ovicaprinos. Queda pendiente aún una reconstrucción morfológica completa de los ejemplares extremeños a través de los cuales se pueda determinar el tamaño y alzada de los mismos.

Entre las piezas recuperadas resulta muy complicado distinguir cuales pertenecerían a su homónimo silvestre y cuáles a la variedad Sus scrofa-domesticus. No obstante, su presencia es notoria en muchos de los yacimientos excavados, siendo los restos de individuos de edad más avanzada uno de los argumentos a valorar cuando se trata de determinar la presencia del espécimen salvaje.

1.3.   Vacuno doméstico (Bos taurus) o salvaje (Bos primigenius).

La especie doméstica de bóvido es la tercera de las especies sobre las que descansa la subsistencia de las comunidades calcolíticas extremeñas con un 8.04%, una cantidad muy similar al 11,85% de media en los 60 yacimientos calcolíticos estudiados a nivel peninsular. Algo menor es la correspondiente a la especie salvaje, cuyo porcentaje es de 3,98% en los asentamientos del complejo de Plasenzuela, números igualmente próximos a la media peninsular del 3,75%, si bien el cúmulo de yacimientos donde ha sido aislada esta especie, un total de 19 lugares, arroja una cifra significativamente menor que la anterior, aunque hemos considerado interesante, cuando han podido establecerse las diferencias entre ganado doméstico y uro, presentarlas por separado. En el caso de la Atalaya, donde no se ha podido realizar esta discriminación, su porcentaje es muy elevado, de un 23,5%, la cifra más alta de los yacimientos cacereños, de ahí que en el cómputo general la subfamilia Bovinae, adelante cuantitativamente a la de los Equidae.

Estas cantidades son un síntoma de lo avanzado de la domesticación de esta especie en el territorio cacereño, pero contrastan vivamente con las del yacimiento de Fuente de Cantos, donde la presencia del agriotipo salvaje con un 32,95% no sólo es clara, sino de un dominio apabullante con respecto a la especie doméstica, ausente totalmente en los índices. A nuestro entender, resulta ciertamente chocante esta divergencia, puesto que la diferencia no se manifiesta sólo con respecto a los contenidos de los yacimientos cacereños, sino en relación al resto de las estaciones peninsulares. Castaños [25] lo argumenta como un fenómeno propio de la domesticación asíncrono, no generalizado, y diferente según regiones geográficas, pero conocedores del escaso espacio excavado del donde procedía la muestra, estamos a favor de ampliar el área de reconocimiento, pues este fenómeno de concentración de restos del uro salvaje pudo deberse a una acumulación circunstancial, a todas luces insuficiente, para proclamar que el predominio global del bovino en los histogramas de frecuencias porcentuales de Extremadura, vienen producidos por la importancia cuantitativa del yacimiento badajocense [26]. Otra cuestión bien distinta son las cifras de ganado bovino alcanzados en Valencina o Zambujal, cercanos al 50%, pues se trata de especies domésticas, subrayando, la importancia de la cría de terneros y novillos como forma de especialización en dichos yacimientos [27].

Llama la atención el contingente numérico de animales viejos en Cerro de la Horca, con valores similares al Cerro de la Virgen, Valencina de la Concepción, Jovades y Niuet, un asunto en relación a la probable utilización de los ejemplares para el trabajo [28] o su optimización para el aprovechamiento de la carne. Lamentablemente no se ha podido comprobar aún si hay unas directrices en el manejo de este ganado, ni siquiera si los metatarsos con mayores desgastes corresponden a ejemplares de un sexo determinado, por ejemplo, de machos que insinúan su uso como fuerza de tracción, cuya implicación en relación de fuerzas productivas, puede ser determinante a la hora de valorar también los procesos de transformación agraria.

Una última cuestión es la distribución anatómica de restos, escasa en lo que atañe a elementos del tronco procedente de los uros, posiblemente porque el troceado y despiece fue efectuado fuera de los yacimientos y tras ello acarreadas las partes para su consumo. Pruebas de la existencia de esta especie seguirán obteniéndose en el Orientalizante tardío de Medellín 600-500 a.C. [29]) e incluso en época romana, cuando debió de extinguirse completamente en la Península.

 

1.4.   Caballo doméstico (Equus caballus) y caballo salvaje (Equs ferus).

Fueron necesarios los análisis de fauna de Zambujal o Fornea a cargo de Von den Driesch y Boessneck, para desmontar la teoría de Schüle que negaba la existencia entre la fauna postpleistocéncia de caballos salvajes en la Península hasta la etapa campaniforme, fechas en las que según Harrison [30] se produciría una expansión a gran escala incorporándose como animal doméstico. Años después, los hallazgos de équidos en yacimientos Neolíticos y Calcolíticos se han multiplicado hasta el punto de ser reconocidos en 55 de los 92 test de fauna realizados hasta el momento de escribir estas líneas, pasando a ocupar el tercer lugar en orden de importancia con un 9,48% sobre el total de restos, sin que hoy podamos albergar la menor duda de que muchos de ellos fueron captados de la fauna salvaje como una opción dietética más, pues son frecuentes las huellas de cortes y los astillamientos intencionados en los huesos para aprovechar la carne y la médula, aunque es precisamente la ausencia de estas marcas y la escasa fragmentación de sus huesos en la Atalaya [31], lo que despierta sospechas sobre un uso funcional temprano de la especie.

Esta sospecha sin embargo no basta para hablar claramente de domesticación, pues los criterios morfométricos que generalmente se aplican para conocer el estado de las especies resultan muy poco útiles. Pese a ello, hay quienes sitúan la domesticación del caballo a finales del Neolítico, muy cerca de la frontera del V milenio [32], o más concretamente en la transición Neolítico-Calcolítico [33], de ser así, significaría que en la Península se habría producido la domesticación de forma independiente a Europa Central, y aunque recientemente se ha insistido en la segunda mitad del tercer milenio como el periodo factible para que se hubiera producido la domesticación efectiva [34], se ha de reconocer que no hay total seguridad, hasta la Edad del Bronce, cuando su presencia se puede deducir ya de la presencia de arneses y piezas de bocados.

Las cronologías de los yacimientos extremeños excavados y con fauna, han puesto sobre la mesa este problema, donde los patrones de mortandad, el tipo de aprovechamiento y el número de ellos se han convertido en excelentes argumentos indirectos para demostrar, como con respecto a fases anteriores, donde su presencia fue residual, hubo un sustancial cambio de interés del grupo humano, suficiente para reconocer el principio de un proceso de domesticación [35]. Si este razonamiento se admite, Castaños [36] certifica que el estatus de esta especie en el Cerro de la Horca, Cabrerizas, Castrejón, sería el de especie doméstica, al menos en la forma inicial, aunque persiste la duda de si los altos índices registrados, no responderían a condiciones más favorables para esta especie en la región. Al respecto insiste Castaños [37], las muestras de los yacimientos extremeños con valores superiores al 15,71% tienen un interés primordial, tanto por la cronología, como por su abundancia, lo que les convierte en uno de los yacimientos suroccidentales más destacados en este aspecto, tal vez síntoma premonitorio del papel que habrán de tener en la economía de etapas posteriores, sino lo son ya de iniciales especializaciones ganaderas.

1.5.   Perro (Canis familiaris).

Su presencia en yacimientos Calcolíticos extremeños sólo ha sido advertida hasta el momento en Los Barruecos y en la Atalaya, donde con un 0,3 y un 0,7% forma parte del grupo con mínima representación, ligeramente por debajo del 4,74% que ofrecen en conjunto los yacimientos peninsulares. Su aparición es una cuestión ampliamente debatida, por lo que no insistiremos en ello [38], sólo avanzaremos que la presencia de los mismos en determinado contexto, es considerado un síntoma inequívoco de la consolidación de la domesticación.

En los últimos años su presencia ha sido detectada en numerosos yacimientos, muchos de ellos en fosos, silos o sepulcros [39], donde el tratamiento del animal, enterrado entero con bastante frecuencia y a veces junto a restos humanos, se reviste de un especial significado. Ejemplos de este tipo los podemos encontrar en la Gruta de Marizulo en niveles del Neolítico

Inicial y en el sepulcro del Camino del Molino (Murcia), donde los restos de 1300 individuos inhumados, son acompañados por 50 esqueletos completos de perro, datados en la segunda mitad del tercer milenio [40].

Su consumo, aunque hay algunos casos contrastados [41], no fue una práctica corriente, como demuestra el hecho de que en muchos lugares donde fueron recuperados huesos, estos procedían de enterramientos o el estado de los mismos no presentaba huellas de cortes ni abrasiones características de las osamentas cocinadas o despiezadas, hecho sintomático ya de una consideración utilitaria probablemente vinculada a la caza y al pastoreo, tal vez el de cabras y ovejas, pues de los 24 lugares donde hacen acto de presencia estos animales, en 21 se hallan presentes las mismas.

 

1.6.   Ciervo (Cervus elaphus).

La caza mayor persigue básicamente ungulados salvajes, y entre ellos, el ciervo reúne la mayor cantidad de partes, con unas cifras en Extremadura a veces superiores en un 3,93% a la de bóvidos domésticos, y con unas diferencias que podrían ser mayores de no producirse caídas de hasta cinco puntos en el índice porcentual en Los Barruecos, pues incluso entre el complejo de Plasenzuela y Castillejos de Fuente de Cantos los valores se sitúan entre 17,35% y un 17,58%. Otros datos alentadores de la importancia de la caza de este animal son los porcentajes de los referidos asentamientos cacereños, donde nunca bajan del 10,60% y sin embargo se duplica con el 20,68% de las cifras de Castillejos, siendo igualmente altas en la Atalaya, superiores a las de équidos, aunque bastante por debajo de la serie doméstica habitual.

Respecto a la frecuencia de edades de los ejemplares cazados, se constata una predilección por los individuos adultos, cuya distribución ósea, según las distintas partes del esqueleto, es indicativo de que la mayor parte de los animales llegaron enteros al asentamiento [42]. El aprovechamiento es máximo, y si se prefieren los machos adultos, es seguramente porque la cornamenta constituye una excelente materia prima para la fabricación de herramientas.

Hay punzones y mangos fabricados en este material, huellas de trabajo en una ulna y cuernas de desmogue con abrasiones preparatorias, pero no se menosprecian otras partes del esqueleto tales como las falanges y tarsos empleados en el Cerro de la Horca para fabricar idolillos, una elección de manifiesta intencionalidad, seguramente relacionada con las virtudes adjudicadas a este animal.

En algunos lugares como la cueva del Nacimiento, se ha hablado de la semi domesticación de esta especie [43], intentando relacionarlo con el caso del reno del norte y los lapones, pero nada parece indicar que en Extremadura sucediera algo parecido, la disminución de tamaño observada en las especies más occidentales de la Península parece ajustada a un gradiente geográfico y climácico, razón por la cual los ciervos de Extremadura tiene un parecido mayor con los de Zambujal que con los de Levante español [44].

 

1.7.   Lepóridos: conejo (Orictolagus cunniculus) y liebre (Lepus capensis).

Uno de los problemas planteados por esta especie tiene que ver con sus costumbres fosoras, es decir la excavación de madrigueras que pueden haber aportado sin el intermediario humano, una porción de sus restos a los niveles del asentamiento, bien porque se produjo su muerte en el interior de las mismas, o porque fueron consumidos por otros animales como el zorro dentro de su cubil. Pese a este imponderable, la repetida presencia de los mismos en 37 de los 85 yacimientos del análisis peninsular, les garantiza un lugar destacado dentro del abanico de las especies consumidas, aproximándose por primera vez en los taxones extremeños con un 7,44%, a la media del registro peninsular donde alcanzan el 7,37%. Nadie ha aventurado hasta el momento una hipótesis de interceptación del conejo como especie domesticada en los niveles de la Edad del Cobre, porque para eso se necesitaría la recuperación de cráneos en buen estado, al residir en estos las principales diferencias entre ejemplares salvajes y domésticos, una circunstancia poco habitual entre el material arqueozoológico de esta especie, propensa por su liviandad a una pérdida acelerada, si las condiciones del terreno donde se conserva no son las adecuadas. Por esta razón, a cualquier dato relacionado con ellos hay que contemplarlo con unos estrictos márgenes de reserva, por cuanto queda por determinar el porcentaje procedente de la caza, de su domesticación, o si su presencia es ajena a la intervención humana.

En los yacimientos controlados de Extremadura, el conejo presenta una irregular intercepción de ejemplares, con las variaciones de consumo más irregulares entre asentamientos pasando de 2% a un 8% entre las dos Fases calcolíticas del Cerro de la Horca, una varianza entre especies achacable seguramente a las malas condiciones de conservación y al deterioro que sufre una osteología tan frágil en los niveles más antiguos y que pueden asimismo desvirtuar el resultado final sobre el consumo de estos animales.

En los Barruecos se instala con un 15,3% en el tercer lugar de la parrilla de especies que forman el repertorio dietético de los pobladores del sitio, el mayor registro de estas características en la región, sólo comparable con Cerro de la Virgen y Zambujal, donde la importancia que tuvo parece realmente exagerada.

El conejo sigue teniendo una gran importancia económica en la Península Ibérica y en la propia Extremadura, donde a pesar de la recesión del último siglo provocada por enfermedades, continúa siendo abundante, incluida el área de Plasenzuela, donde genera una riqueza anual importante en el capítulo de actividades relacionadas con la caza.

La liebre y en conjunto de animales subsiguientes forman un grupo cuyos índices de representación rara vez superan el 1% en los yacimientos; se limitan por tanto a apariciones mínimas cuya obtención se debe seguramente a una caza de corte oportunista, dando lugar a minúsculos restos susceptibles de ser computados. En Extremadura se hallan en torno al 0,79%, por debajo valor medio peninsular que alcanza el 2,96%. Debe no obstante ser un animal con un nicho de actividad muy amplio, pues en todas las zonas del muestreo siempre se encuentra presente algún espécimen.

1.8.   Corzo (Capreolus capreolus).

Es un importante indicador de formas paisajísticas, al ser el usuario característico de los montes abiertos. Fue menos estimado que el venado, quizá debido a su corto número en comparación con otras especies y a la natural dificultad de su rececho. Prefiere los bosques caducifolios, pero se ha adaptado bien a las masas de la foresta impenetrable del monte mediterráneo, aunque en Extremadura campa muy lejos de los territorios que en el III milenio formaron parte del área natural de su distribución.

Aparece en casi todos los yacimientos extremeños, pero su número nunca ha llegado a superar 1% del total de las especies consumidas, es por tanto una caza ocasional, sorprendente por el bajo interés que despierta, cuando comparada al venado su carne es de similar o superior calidad, si bien sus defensas son menos aprovechables debido al reducido tamaño.

 

1.9.   Cabra montés (Capra Pyrenaica).

 Esta especie, confinada actualmente en nuestra región a las sierras del Sistema Central, en el intervalo de tiempo que aquí contemplamos, debió de proliferar por espacios más amplios y diversos, pues sin abundar excesivamente, se hace presente en la mayor parte de los yacimientos analizados, desde Fuente de Cantos a Los Barruecos. El material de examen es no obstante bastante escaso, quizá porque al igual que sucede con el corzo, su hábitat se ciñe a reductos de gran aspereza, sobre todo si se ha de trasportar la carne, o sencillamente porque al no tener la calidad de la especie doméstica y necesitar de un rececho complicado para su captura, la hace menos apetecible. El índice con el que se presenta en Extremadura es de 0,28% y en la Península de 1,77%, si bien en relación a estos últimos, los yacimientos donde se menciona a esta especie constituyen un 22,22%.

1.10.    Lince (Lynx pardinus).

Ha sido detectado en 12 yacimientos de la Península, emparejando su representatividad a la del zorro con un valor de 0,9% deducible de su presencia en Fuente de Cantos y la Atalaya. Debió de ser cazado por las mismas razones que el anterior, quizá con más asiduidad, al tratarse de un depredador habitual de otras especies cazadas por el hombre.

 

1.11.    Zorro (Vulpes vulpes).

 Sin interés culinario, el zorro fue cazado para obtener su piel y como medio de recortar la competencia en un territorio por otras especies codiciadas para el hombre. En Extremadura está presente en la fase III-IV del Cerro de la Horca y en Castillejos I de Fuente de Cantos.

Alcanza un 0,045% de la representatividad total, en línea con los valores típicos de esta especie en la Península.

 

1.12.    Tejón (Meles meles).

Se encuentra en el Cerro de la Horca y Barruecos con valores del 0,20%, cantidad meramente testimonial. Pesa sobre ellos la sospecha de que algunos de los restos procedan de una deposición por muerte en el interior de la tejoneras o cados. En el resto del país los diez yacimientos donde figura, reducen su representación peninsular al 1,77%.

Este animal, igual que el zorro, el lince, pudieron ser cazados con más frecuencia del expresado en los índices, pero a diferencia de la caza mayor, acarreada hasta el poblado porque interesaba tanto su consumo como la obtención de partes anatómicas para ulteriores elaboraciones, los cuatro últimos, sólo debieron de interesar al cazador principalmente por su piel, tendones o dientes, consecuentemente el despiece y abandono de los restos debía de realizarse en el mismo lugar donde se cobraba la pieza, impidiendo su incorporación de otras partes del esqueleto a los basureros de un asentamiento, de donde habitualmente procede nuestra provisión de huesos predisponiendo a una lectura un tanto sesgada del comportamiento real de consumo de estas especies.

 

1.13.    Otros

Entre los mamíferos podría citarse además al Gato salvaje (Felix silvestris) como resultado de una captación en Fuente de Cantos. Con un 0,02% es una de las especies menos representada en el cómputo cinegético, tan solo por encima del lobo y del oso, ausentes de nuestros recuentos, pese a ser una fauna coetánea.

El resto de la fauna empleada para su consumo tuvo origen también en la pesca y recolección de moluscos de río. Un artículo sobre este tipo de fauna en yacimientos del Campo Arañuelo [45] confirma las noticias que ya tenían acerca del hallazgo de algunos especímenes en el Cerro de la Horca y el Conejar, ampliando en una docena la lista de yacimientos donde se habían conservado las valvas de moluscos recolectados, principalmente de las especies: Unio crassus, Margaritifera auricularia, Potomida littoralis y Unio pictorum, también conocidos como náyades o mejillones de río, cosechados en los fondeaderos de ríos cercanos y trasladados a los asentamientos para ser consumidos, aunque el impacto en la alimentación no debió pasar de un nivel de complementariedad.

La presencia de anzuelos, pesas de redes se convertían por otro lado en firmes testimonios de la pesca de especies, cuya fragilidad osteológica había esquivado su detección [46]. Tan sólo una vértebra de anguila con huellas de fuego en la Canaleja constituía el único indicio real del uso de la pesca como complemento dietético para aquellas poblaciones.

No existen de momento otras pruebas que nos hablen del consumo de roedores, batracios, ofidios u otras especies, y sólo entre las aves tenemos dos testimonios que pueden remitirnos a usos muy diferenciados. En cuanto al primero, un pequeño resto en la Atalaya [47] de un único espécimen de ave no identificada, con huellas de mordeduras probablemente humanas, sea quizá el único indicio de una captación dietética más amplificada de los restos hasta ahora obtenidos nos permiten ver. El segundo quizá tenga que ver, dentro de un orden funcional, con uso de algunos huesos, en concreto el cúbito de un águila, único de los fragmentos de ave recuperado en niveles de la Fase III-IV del Cerro de la Horca. Las características morfológicas y tal vez simbólicas de los huesos de las alas de esta especie, de extraordinaria longitud, rectilíneos, huecos y de sección circular, les han convertido en la materia prima ideal para construir instrumentos de viento a modo de siringas o flautas de pan, con ejemplos tan ilustrativos como los de la Cova de L´Or, un yacimiento del Neolítico Antiguo [48]. El fragmento del Cerro de la Horca también es hueco, pero dado estado de fragmentación resulta muy difícil afirmar que tuviera un empleo similar al del yacimiento de Beniarrés o fuera empleado como un pequeño recipiente para algún tipo de substancia, pues de lo que si estamos seguros es que el intenso patinado que presenta no se corresponde con un simple resto de fauna consumida.

Cuadro nº 1: Composición y porcentajes de los grupos taxonómicos más frecuentes  representados en los yacimientos calcolíticos cacereños.

 

  1. FAUNA DOMÉSTICA.

 En uniforme preliminar referido a la fauna prehistórica extremeña Castaños,[49] señalaba dentro del conjunto de especies identificadas en la región, tres bloques de distinto significado arqueozoológico que nosotros hemos compartimentado en seis dependiendo de la importancia desempeñada por cada uno de ellos.

Por un lado, los animales domésticos o con visos de domesticación: oveja-cabra, cerdo, caballo, vaca; en segundo término los ungulados salvajes objeto de caza: ciervo, uro, jabalí, cabra montés, corzo; y un tercer bloque de contenido diverso caracterizado por cuatro subgrupos: el de lagomorfos (conejo y liebre) aún con porcentajes importantes en la parrilla de yacimientos; el de los carnívoros: tejón, lince, zorro, gato montés, perro, con representación por debajo del 1%; el de las aves y por último el de moluscos con un porcentaje ligeramente superior a últimos. En total 16 referencias a macromamíferos, siendo muy raras las referencias a la avifauna y pequeños vertebrados, de los que apenas existe información.

La suma de los distintos bloques, nos depara unas cifras que son de gran interés para comprender cuales fueron las preferencias dietéticas de aquellos pueblos, orientada en el caso extremeño hacia el consumo de animales domésticos. La banda donde quedan expresados dichos niveles es bastante elocuente, pues todas aparecen instaladas en torno a valores similares, entre los 68,97% de mínimo en Castrejón y el 81,1 de máximo en la Atalaya, con una media porcentual del 75,03%, es decir que casi tres cuartas partes de la aportación cárnica procedía de recursos de fauna controlados. Sorprende la escasa variación existente entre los siete casos analizados, lo que en cierto modo no sólo corrobora la hipótesis de que estamos ante grupos humanos con una economía preferentemente ganadera como sucede en otras áreas peninsulares, sino que existe un comportamiento subyacente de explotación y consumo bastante similar entre todos ellos.

En el examen de las distintas cabañas, ha sido posible identificar además, las especies de cría preferenciales, con una pauta claramente dominante en favor de los ovicápridos con un 25,82%; le siguen en importancia la cabaña porcina que con un 21,16% absorbe casi otra cuarta parte de la producción pecuaria; la bovina con 16,61% y por último la caballar con un 13,33%. Esta dedicación supuestamente tan lineal, lleva aparejada sin embargo ligeras fluctuaciones que pueden encauzarnos hacia la comprensión de formulaciones de organización económica mucho más complejas, como las que pueden deducirse del examen de las áreas de poblamiento sincrónico y relativamente próximo a Plasenzuela.

En dicha zona y en la cercana Torrequemada, los sitios arqueológicos, por ejemplo, coinciden con los resultados enunciados hasta ahora a nivel general, pero a título particular manifiesta una especial preferencia por alguna de las cuatro cabañas domésticas: el Cerro de la Horca y Atalaya ovicápridos, con un índice para la fase III-IV entre el 27,74 % y el 26,6 %, de hasta 14 puntos por encima de los restantes; Castrejón ganado caballar, con un índice del 41,37% superior a cualquiera de las frecuencias extremeñas y una de las más altas de la Península, y por último Cabrerizas, que se aúpa con un 26,37% al primer puesto entre cifras de consumo de ganado porcino. ¿Podría considerarse un atisbo de especialización territorial?, posiblemente, pero en las circunstancias en las que se desarrolla la economía de subsistencia, obligó a cada una de ellas a no descuidar la crianza de las restantes cabañas, pues estas contribuyen a diversificar los recursos y por tanto contribuyen a reforzar la seguridad alimentaria.

 

En relación a la composición porcentual, las preferencias guardan también un orden lógico en relación con la capacidad de mantenimiento de las cabañas, pues dependen del tipo y cantidad de vegetación, de las prácticas agrícolas y en líneas generales de la actuación del hombre sobre el medio, es decir que la situación de las mismas variará en función de las exigencias de cada una de ellas y el espacio donde interactúan. No es lo mismo, por ejemplo, mantener una oveja o una cabra que un caballo, la cantidad de forraje que demanda el tercero limita la cría de estos últimos a gran escala, dejando mayor margen a las primeras que son menos exigentes. Esto como se ha adelantado, simplifica la explicación buscada en varios yacimientos, donde se produce fuerte incremento de ovicápridos, cuando por distintas causas se asiste a un incremento de la aridez. Hay pues una razón de complementariedad y de estrecha dependencia entre el comportamiento del ganado y el medio, cuya relación será determinante en la configuración de ambos.

 

La distribución de la que hemos hablado, sólo está sujeta a una modificación en términos arqueofaunísticos cuando se tiene en cuanta el peso de los huesos, o su traducción en volumen de carne, es entonces cuando se producen modificaciones notables y el caballo o el ganado doméstico bovino se aúpan por encima de ovicápridos y suidos.

 

A un nivel más general, el orden en el que se manifiestan las cabañas repite su actuación en innumerables asentamientos, entablando notables paralelismos el Cerro de la Horca por ejemplo con Monte da Tumba, especialmente la fase Ib, con un predominio de la oveja sobre el cerdo [50], La Peña de los Gitanos de Montefrío, Valencina de la Concepción o Zambujal, todos pertenecientes a la geografía suroccidental, donde se pone de relieve de nuevo la polarización ganadera en torno a cuatro o cinco agriotipos, ovicápridos, suidos, bóvidos y équidos, por delante del ciervo que sigue ocupando una posición de ventaja con respecto al resto de las especies salvajes, a excepción de los leporidae. Frente a este estilo de producción, se encuentra el de las regiones más áridas del sureste, donde, el predominio de los ovicápridos con respecto a otras cabañas y más aún de la fauna salvaje, es abrumador; pese a ello se encuentran parecidos sorprendentes, por ejemplo, con Terrera Ventura [51].

 

Cuadro nº 2: Histograma con valores comparativos entre la fauna doméstica y salvaje de los yacimientos calcolíticos de la provincia de Cáceres.

 

3.   FAUNA SALVAJE.

 En un segundo plano queda la caza, convertida en una aportación complementaria con solo una cuarta parte de la carne consumida, perdiendo paulatinamente importancia a medida que se consolidan las prácticas ganaderas, reflejándose esta tendencia en los cuadros de especies clasificadas en el yacimiento de la Edad del Bronce del Cerro del Castillo en Alange [52].

La nota más característica del recuento efectuado en los yacimientos extremeños, es el elevado índice registrado en el consumo de carne de ciervo, superior incluso al de yacimientos coetáneos del mediodía peninsular y al de alguna especie doméstica como ya se ha comentado. Esta abundancia bastante generalizada en la región, no debe valorarse meramente como una peculiar apetencia gastronómica, sino como la consecuencia de una práctica ecológica y ritual heredada de etapas anteriores. En este sentido, hemos destacado el papel atribuido al animal, cuya predilección no sólo queda patente en el registro arqueozoológico de los yacimientos, sino en las manifestaciones artísticas esquemáticas, donde asumen un claro protagonismo de signo toténico.

La penuria con respecto al anterior de corzo y jabalí, hace que su aportación sea prácticamente anecdótica, tan sólo el uro y su considerable reserva de carne, tentó a los cazadores lo suficiente como para obviar el peligro de su captura, si es que no fueron la consecuencia de batidas selectivas destinadas a proteger los campos de cultivo [53].

Descartamos la idea generalizada acerca de la cual las culturas pastoriles no demuestran inclinación por la caza, cuando prescindiendo de los índices de algunas especies antes mencionadas, esta actividad se puede percibir gracias a la presencia de puntas de flechas, industria que en los yacimientos excavados aventajan o igualan a otras manufacturas del ramo.

La presencia de conejos y liebres siempre resulta problemática, pues pueden tener origen en procesos específicos de tafocenosis o depredación, pero la larga lista de yacimientos y las condiciones de conservación, huellas, roturas y otros signos de manipulación nos han convencido de que una buena parte de los restos son el resultado de capturas realizadas por el hombre. Los índices no otorgan un carácter preferente a los mismos, y mucho menos a la liebre, exiguamente representada en cualquiera de los registros, pero ello no obsta para acreditar el consumo de esta carne como una opción dietética complementaria y muy bien ponderada en épocas de escasez.

De caza selectiva se pueden calificar las capturas de animales que conforman el bloque compuesto principalmente por carnívoros, pues estos son eventuales competidores del cazador y potenciales enemigos del ganado cuyo control fue necesario planificar, procediendo incluso a un exterminio siempre difícil de computar, especialmente en las áreas de pastoreo. La ausencia de restos de un depredador como el lobo en la gran mayoría de los registros de fauna extremeños, quizá hay que tenerla en cuenta en este sentido. Altos índices, de piezas cazadas en una primera fase de Monte da Tumba, puestas en relación con la instalación del poblado [54], pueden ser la prueba más evidente de la realización de campañas de descaste previa a la ocupación de un territorio

 

4.   LA FAUNA EN EL ESPEJO DEL ARTE RUPESTRE.

Es evidente que en el arte rupestre esquemático cacereño existe un conjunto faunístico cualitativamente variado, donde aún resulta muy difícil decidir cuáles son las especies dominantes de ese cortejo, pues más de tres cuartas parte del mismo han reducido la imagen animal a un símbolo donde la especie es indistinguible. Sin embargo, en la parte restante, una observación detallada de todos los conjuntos conocidos, nos lleva a señalar la existencia de un proceso de selección de una serie de animales que podemos emparejar con casi todas las especies identificadas en los yacimientos neolíticos y calcolíticos excavados, aportando más información acerca de la interacción con los seres humanos, sobre todo porque su contenido social y simbólico nos muestra un camino que va más allá de las actividades cotidianas de sus autores.

 

Ovicápridos. Prescindiendo de aquellos zoomorfos por cuya presencia cuernos podríamos atribuir vagamente a alguna otra especie, su retrato aparece en bastantes ocasiones, aunque no son pocas las que arrojan sombras de duda acerca de su reconocimiento. Para tratar de superar este obstáculo, una investigación a cargo de García Arranz [55], planteó una fórmula muy sencilla, basada en la identificación como escenas de pastoreo a aquellas donde la asociación entre hombre-cuadrúpedo era evidente y algún atributo o actitud, pudiera revelar la especie del animal representada como perteneciente a una de los animales característicos de la serie doméstica. Así clasificó a las figuras de los paneles I y II del abrigo de Rosa, donde entre dos antropomorfos y un ramiforme se sitúa una pequeña figura con una aparente cornamenta que no duda en identificar como un cáprido. Como escena de pastoreo interpreta otras en el Cancho de la Burra y si en esa ocasión no arriesga a identificar los animales [56] es por la falta de definición de algunos y porque quizá en una investigación previa, el de mejor fijación, aparecía consignado como un cánido [57]. Nadie repara, y con gran nivel de detalle se aprecia en el calco de J. J. García, en dos apéndices que indefectiblemente distingue a las cabras de otra especie, y que no es otro que dos repliegues de la piel en forma de tubo colgando del cuello denominados en Extremadura mamellas, añadidos con mucha precisión al dibujo del animal. Se trata por tanto y con casi total seguridad de una escena de manifiesta relación con el pastoreo, casi idéntica a otra del Paso de Pablo, donde otro animal sobrepuesto a una figura antropomorfa, ha sido retratado con una cornamenta muy corta, explicitando de nuevo la especie caprina con el añadido de las mamellas colgando del cuello, si es que en este caso no se trata de las barbas de un macho cabrío (Fig. 1)

 

Équidos. Tal vez nunca hallamos dudado en interpretar como équidos las figuras de animales emparejadas que aparecen en las estelas de guerrero de la Edad del Bronce porque su asociación a un carro permite la elipsis de otros rasgos identificativos del animal. Esto por un lado pone de relieve como el lenguaje de lo esquemático seguía aún vigente al final de la Edad del Bronce y por otro, plantea un problema a la hora de reconocer este animal, pues si

su imagen en la pintura rupestre se limita a ese nivel de sencillez, en esas condiciones, por poner un ejemplo, determinados grupos de animales representados en varios abrigos extremeños junto a un antropomorfo y con trazo similar, pudieran ser interpretados como tales.

Indudablemente una escena de equitación, es decir un caballo con el jinete montado, sería mucho más creíble, de ahí que por este medio se intentara demostrar en una ocasión la representación de esta especie, a partir de tres motivos localizados en la comarca de las Villuercas, no sin antes advertir por parte de su investigador [58] que la fuerte esquematización les convertía en casos hipotéticos. Los dos primeros están encajados en reducidísimos paneles de la cueva del Cancho de las Sábanas y el tercero en el profuso panel del Cancho del Reloj, repitiendo un esquema similar de cuadrúpedo con un motivo en T superpuesto. Como escena de domesticación de un équido se interpreta un panel en Sierra de la Corchuela de Monfragüe [59] y otra en Los Barruecos [60], pero igual que en los anteriores, la fuerte abstracción de las figuras en nuestra opinión dificulta la atribución inicial.

Hubo que esperar al descubrimiento del abrigo Florencio en Retamosa [61], para poder especular sobre la presencia de caballos en la pintura, cuando el filtrado de una imagen del mencionado abrigo reveló, la presencia de una figura tratada con ciertas dosis de naturalismo, donde se muestra parte de la grupa, cola, corvejón y muslos de los cuartos traseros de un animal, desgraciadamente la imprimación posterior de gruesas digitaciones, anula prácticamente la posible visión de la parte anterior del tronco y apenas se distingue una sombra dentro de un borrón de color rojo purpureo (Fig.2).

 Bóvidos. La limpieza de un panel de Monfragüe despertó la posibilidad de que una de las figuras, otrora considerada un cérvido o cáprido por su llamativa cornamenta curvada, pudiera tratarse en realidad de un bóvido [62] y quizá una más en el subgrupo V2 del abrigo Florencio [63], pero la instantánea de mayor valor, pues nos informa además de la posibilidad de domesticación de la especie, es la representación de un bóvido en el Paso de Pablo [64], donde aparentemente, un individuo, tal vez una mujer con faldellín y un tocado en la cabeza, sujeta al animal con una cuerda (Fig. 3). Si descartamos por imposible una escena de caza a lazo de un ejemplar de estas características, obviamente se trata de un control del animal por parte del hombre que lo guía, retratando una de las escenas con mayor carga informativa del mapa pictórico de las Villuercas, pues puede llevar implícito el correlato mítico de la domesticación a cargo de una entidad femenina, asumiendo un papel reiterado ya en la pintura levantina [65].

Acerca de la misma, resulta difícil no entablar estrechos paralelos con otra similar descrita por Jordá, aunque las pinturas del abrigo de la Peña del Escrito del Villar del Humo en Cuenca se engloban dentro del Estilo Levantino. En ella un antropomorfo igualmente femenino lleva cogido de una cuerda un ternero que a modo de simulacro se presenta como una ofrenda ante un supuesto dios toro [66]. Otros antropomorfos sujetando por el cuello o el hocico con una cuerda a animales, han sido halladas en el abrigo del Tío Campano [67] y Selva Pascuala, y aunque en ambos casos se trata de caballos, se llegó a la conclusión de que en el primero se trataba de una caza a lazo, y en el segundo, contradiciendo lo que en su día expuso Beltrán [68], de una escena de domesticación, pues la rienda acaba en el hocico del animal [69]. Más claro parecen las reproducciones de El Canjorro de Peñarrubia, cuyo calco ofrecido por Breuil [70] no muestra una figura en esta actitud, sino varias, donde el dominio del hombre sobre el animal va implícito en la docilidad del rocín.

Caza o domesticación en muchas de las pinturas de este tipo, son un dilema aún no resuelto, ni siquiera con la ayuda de los métodos analíticos de estilo-temática que proponen una ruptura total de este tipo de estampas, por otra parte, clásicas del Estilo Levantino y del Esquemático, asignándoles simplemente el calificativo de seminaturalistas o postpaleoliticos [71].

Guardarían, eso sí, cierta concordancia con el sustrato de carácter narrativo, pero en esencia, su encaje pretende ser un paréntesis entre una y otra fase, una especie de cajón de sastre, pues ni el estilo, ni lo que se narra, concuerdan con las respuestas que la arqueología por el momento ha sido capaz de ofrecer, con respecto al tema de la domesticación de bóvidos y équidos en la Península Ibérica. Por esa razón cuando se habla de cronologías para estas pinturas, la frontera de IV milenio a. C., en fechas sin calibrar, parece aún la más adecuada.

Suidos: Sólo existe una pintura en los Ibores descubierta hace pocos años [72] y de factura Epipaleolítica en varios de sus detalles, donde un cazador acosa a un jabalí cuya morfología no entraña ninguna duda. Encontrar sin embargo en la pintura esquemática, imágenes de estos animales, es un desafío a la imaginación, pues no parece haber un estereotipo claro que los identifique. La única imagen aproximada, parte más de una conjetura que de una lectura indiscutible y nos remite a un motivo en el Cancho del Reloj acompañado por otro cuadrúpedo, donde dos trazos paralelos sobre el lomo del primer animal sugieren una escena de caza del mismo acosado por un cánido [73].

Cérvidos: El ciervo ocupa un lugar prominente en las sociedades prehistóricas, respondiendo a una tradición heredada del mundo postwürmiense cuando este animal llego a constituir gran parte de la dieta de muchos pueblos. Por esta razón, alrededor del animal se llegó a construir una mitología cuya expresión más directa la encontramos en el Arte Rupestre esquemático, donde la asociación de imágenes hombre-animal en estereotipadas escenas venatorias, recuerda constantemente una afinidad que trasciende normalmente de hecho económico que comporta la caza y nos introduce en aspectos rituales e incluso iniciáticos de la misma. Es con todo el animal salvaje más representado de repertorio figurativo extremeño, y superior en cuanto a los hallazgos de sus restos en asentamientos a alguna de las especies domésticas, por lo que no debe extrañar la magnitud de sus cifras porcentuales. Independientemente de los valores mencionados, la caza del ciervo y otras especies afines como la del corzo, pudo partir también de la necesidad de aligerar la presión que estos podían ejercer sobre las superficies cultivadas.

En la pintura esquemática es el animal más fácil de distinguir, sobre todos los ciervos machos, frecuentemente representados con la cuerna ramificada con sus adornos de puntas, candiles y corona. Escenas del abrigo II de la Sierra de la Madrastra en Cañamero con una armada de antropomorfos batiendo una manada de ciervos gobernada por un gran macho junto a hembras y varetos es el gran objetivo de los cazadores, expresando con todo rigor las circunstancias que suelen envolver el lance cinegético tantas veces retratado y a veces insinuado simplemente con la presencia de arqueros. Así lo vimos y así lo han percibido otros investigadores [74], con una lectura de mayor detalle solapada en las actitudes de una narración pocas veces repetida en la pintura esquemática de la zona.

Los ciervos son también las representaciones más antiguas de las Villuercas y prescindiendo del grabado paleolítico de la cueva de la Mina [75], por epipaleolíticas dimos la figura de un gran cérvido de carácter naturalista dibujada en color negro e infrapuesto a los motivos esquemáticos del Paso de Pablo [76] y de la misma época, otro gran cérvido en rojo, detectado por primera vez en el calco de Mª C. Rivero [77] oculta tras el panel principal de la cueva del Castillo de Monfragüe, compuesto por una jerarquía de figuras antropomorfas y otro par de figuras de incorporación más tardía, reconocibles por las ramificaciones ahorquilladas de su cornamenta. (Fig. 4)

En Galicia, donde la representación de cérvidos en el arte rupestre es cuantitativamente muy superior a la de cualquier otra especie, son vistos como animales de un fuerte componente simbólico asociado, igual que en otros grupos del arte europeo, a la fecundidad, como animal psicopompo al mundo funerario, e incluso al culto al sol [78]. Esta traducción, era hasta hace poco difícilmente demostrable en nuestra región, hasta la aparición en las Hurdes de paneles e incluso cerámica con imágenes de cérvidos asociadas a imágenes antropomorfas e idoliformes en un contexto mucho más antiguo que el gallego, pues se enmarca dentro de las producciones calcolíticas. Estos descubrimientos darían pábulo a la hipótesis de que el ciervo habría comenzado a tener alguna connotación religiosa, cobrando sentido así otra figura situada bajo un soliforme en el Cancho del Reloj, cuya extensión de la cornamenta se convierte en parte del halo solar [79].

En nuestra opinión, no es tampoco una coincidencia que sean cápridos y cérvidos los animales más representativos, tanto de la fauna doméstica como de la salvaje, cuando los mismos arrastran en sus respectivas parrillas los mayores porcentajes de fauna consumida.

Corzos. Quizá la figura más comprometida con la imagen de un corzo del álbum cacereño se encuentra en representada en el marco pétreo aislado, por encima de una repisa natural en el Cancho de la Burra, donde tuvimos oportunidad de fotografiarla en año 1985. Se trata de un macho con una cuerna mucho más sencilla y corta que la de los ciervos, propias de un ejemplar maduro, con astas en paralelo y tres puntas bien delineadas, visibles con más detalle en la cuerna derecha, además de un cuerpo más fuerte, compacto y ancho en los cuartos delanteros y una cola extremadamente corta de apenas unos centímetros.

Cabras montesas. Su caza debió de formar parte del recuerdo de un tiempo cuando junto al ciervo, con un 39% y un 37% respectivamente, sostenían tres cuartas partes de la representación de animales Estilo Levantino [80]. Ahora esa tendencia se ha invertido, y su índice de frecuentación en los recuentos de los asentamientos es puramente anecdótico, siendo así reflejado en los lienzos pétreos. (Fig. 5)

Indubitablemente distinto y diametralmente diferenciado de las especies domésticas por la longitud y curvatura de su cornamenta, su mejor lectura la tenemos en el abrigo Florencio de Retamosa [81]. El retrato de dos cabras una de perfil y otra en perspectiva torcida, nos ilustran acerca de la forma y el tamaño de sus defensas, donde casi se adivinan los medrones de la cuerna. Otro cáprido con la cola recta y la cornamenta doblada se adivina en otro panel de la misma covacha dibujados con notable minuciosidad. Por último, fuera de este abrigo, en la cueva Bermeja de Serrejón, junto a una figura heliomorfa, creemos ver en un zoomorfo con una gran cuerna bifurcada la imagen de otro de estos animales [82].

Cánidos: la diferencia entre lobo y perro es compleja, aun cuando se produzca una interacción con especies reconocibles como domésticas. La distinción, por ejemplo, entre quién guarda un rebaño o lo ataca, dependerá del interés y la habilidad del artista por reflejar la escena y eso es precisamente lo que nos encontramos en la parte inferior del Paso de Pablo. Se trata de la acción desarrollada en la parte más visible de la mitad inferior del panel, donde se observa una pareja de cánidos con las orejas rectas y el rabo estirado hacia arriba, en una actitud propia de esta especie cuando se muestra activa y confiada. Un tercer cánido precede a una cabra, la cual es reconocible por los cuernos y un rabo muy corto. La ambigüedad de la escena no permite afirmar con rotundidad que se trate de la salvaguarda de un rebaño si se trata de perros, o de un intento apartar del rebaño a un animal si se trata de lobos, pues depende exclusivamente de si el autor de la reproducción de la escena, tuvo realmente en cuenta la etología animal. De haber sido así, para entenderla como un ataque por parte de los segundos, la fidelidad a la acción hubiera requerido representar a la cola de los cánidos recta y horizontal, no curvada hacia arriba como es el caso. Es por tanto una escena subjetiva, pues depende de un único detalle, de cuya formalidad no sabemos si se prescindiría intencionadamente, en cualquier caso, nos sirve para ilustrar la dificultad que ofrecen este tipo de escenas, pues la fidelidad de los detalles hará variar la interpretación de una escena de pastoreo a una de acometida. (Fig. 6)

 La presencia del hombre en escenas con cánidos, a veces puede marcar la diferencia y ejercer de árbitro de una discriminación entre perro o lobo. Hay menos dudas cuando se trata de una escena de caza, donde el perro, por ejemplo, presta una inestimable ayuda en la persecución de las presas salvajes. Éste podría ser el caso de Madrastra II y el de otros muchos lugares fuera de nuestra geografía [83], pero el nivel de concreción artística o desarrollo pictórico prestan siempre dificultad a su reconocimiento y es por lo general el contexto el que asegura su discriminación.

 Nos queda la duda de si dos figuras pintadas en el Risquillo de Paulino [84] son un lobo y su lobezno, dicho así por la diferencia de tamaño, o son un zorro y su cría. El trazo es muy esquemático, pero permite diferenciar del tronco unas largas patas, una espesa cola vertical estirada, un hocico alargado y unas orejas grandes y puntiagudas. Como otro posible cánido con la cola curvada hacia adelante se interpreta una figura de Cueva Chiquita [85].

 

Félidos. El único lugar donde hemos logrado identificar un felino es en la cueva de los Horcones de la sierra de Navezuelas con un nivel de detalle extraordinario [86]. Es la representación de un animal robusto, con el tronco alargado, rematado por una cola muy larga curvada hacia adelante. La cabeza grande con respecto al cuerpo y redondeada, orejas pequeñas, triangulares y hasta un par de vibrisas parecen asomar de su hocico largas, gruesas y caídas. Como motivo pictórico, los gatos no son una de las especies predilectas, pero casi con seguridad su imagen ha sido detectada en el Collado del Guijarral, un abrigo de Segura de la Sierra (Jaén), donde motivos esquemáticos cuentan con el añadido figurativo de siete ejemplares, aunque, sin razones claras se han interpretado como gatos domésticos [87]. (Fig. 7)

 

Úrsidos. Hasta el momento no han aparecido huesos de oso en ninguno de los yacimientos cacereños de la Edad del Cobre, lo cual extraña, pues siendo una especie peligrosa y competidora del ser humano como el lobo, cualquier indicio hubiera bastado para suponer que alguna vez se le dio caza. Su presencia en los mismos territorios donde se desenvolvía el hombre así lo demandaba, pero hasta la fecha el único testimonio, aparte del grabado paleolítico de úrsido en la cueva de la Mina [88], es una pintura localizada en 1987 dentro de la cueva del Cancho Juracao de Navezuelas. Su hallazgo tuvo lugar en las mismas fechas que otro panel situado en el exterior de la cueva, pero solo el último llegó a publicarse [89], porque la divergencia de la primera con respecto a todo lo que conocíamos entonces de la pintura esquemática tradicional en nuestra región, imponía cierta mesura a la hora de pronunciarse acerca del encaje temporal de la misma, que, dicho sea de paso, aún avanzamos como hipótesis.

La pintura la compone un único motivo, aunque sospechamos que la mancha situada en la parte superior derecha hubiera podido formar parte del conjunto. Se ubican sobre un plano rocoso muy irregular, a menos de medio metro del suelo, en el fondo de la cueva, casi en total oscuridad, donde pasa totalmente desapercibida. Su propia morfología también se aparta de lo canónicamente establecido, pues lejos de la síntesis acostumbrada de las imágenes del Arte Esquemático, recorta la silueta del animal marcando desde la cabeza a la cola, la panza y las estilizadas patas. Su autor intentaba con ello ser lo más fiel posible a su naturaleza, aunque vacilante a la hora de concretar más detalles anatómicos. La percepción del perfil así, resalta con una corporeidad inédita, virando hacia un grado de naturalismo poco habitual en los álbumes del arte rupestre cacereño. Su color es rojo vinoso ligeramente desvaído, afortunadamente un tratamiento de la imagen, revela un intento de relleno o al menos un coloreado más denso sobre la cruz del animal, apreciándose, eso sí, una mayor fortaleza en el color del trazo que recorre la silueta, siendo esta una línea regular y gruesa. Los rellenos corporales con tintas planas son muy poco frecuentes, y como tal ha sido destacado recientemente como un rasgo sino insólito nada usual en el arte esquemático típico [90].

Muy interesante la mancha de color rojo intenso que parece salir de su boca, pues son muy raras las pinturas de esta zona que incorporen detalles complementarios de la acción que se pretende reflejar, apreciándose con ello cierta intención narrativa, tal vez, la representación de un animal herido. Hoy sabemos que figuras naturalistas y esquemáticas llegaron a coexistir [91], pero el carácter único de esta figura en su espacio territorial, complica un encuadre temporal llamado a recular en el tiempo y manteniéndonos a la expectativa, a la hora de explicar estos extraños desajustes de estilo y contexto. No cabría en este caso remontarse al sustrato iconográfico epipaleolítico, pues, aunque tiene una base reconocida en la región, los criterios que lo definen [92], solo se ve reflejado en una ínfima parte, tendríamos por tanto que considerar como posible, una realización posterior, tal vez en los momentos previos a la eclosión de las figuras propiamente esquemáticas, o hasta poder sumar más pruebas, especular incluso con el derecho a su excentricidad, mientras tanto cabría asignarle el calificativo de seminaturalista. (Fig. 8)

La imagen del oso no es inédita totalmente en la pintura esquemática extremeña, al menos, si se tiene en cuenta la idoneidad de su representación en una pintura de la sierra de Magacela [93]. No obstante, en la pintura paleolítica y en el arte levantino su representación era igualmente escasa y curiosamente coincidentes con las primeras en su ubicación en fondos de gruta [94]. Desde una perspectiva antropológica y mitológica, su figura ha sido tratada desde diferentes perspectivas resaltando sus dones como animal provisor de la sabiduría, demiurgo, de transcendental importancia en algunas ceremonias y relatos de los pueblos primitivos, donde la occisión o muerte violenta del animal tiene por misión garantizar la salud y la abundancia en el grupo humano [95].

Otros. Podríamos apurar un poco más en contenido de algunas pinturas, pero, aunque estemos hasta cierto punto seguros que se dibujaron peces y lepóridos en el Paso de Pablo y en el Risquillo de Paulino, la proporción con la que también trabajan los autores de las pinturas, rebaja aún más las posibilidades de un reconocimiento fidedigno. Idéntico rasero puede aplicarse a los motivos cruciformes del abrigo de los Vencejos, pues podrían abstraer la imagen de un ave. Con los ofidios ocurre algo parecido, pues con cierta reticencia se les ha querido ver retratados en las líneas sinuosas de la cueva de los Cabritos de Berzocana y en panel nº 17 de Navaluenga en Peraleda de San Román [96] mientras que, al formar parte del conjunto de grafías utilizadas como recurso frecuente en la decoración de los megalitos, no ofrece la menor duda el diseño zizagueante en un ortostato de la Coraja.

 

5.   CONSIDERACIONES FINALES.

 Teniendo presente todos estos datos, podemos proporcionar en apretada síntesis, un resumen de distintas perspectivas que tenemos sobre el comportamiento humano en relación a la fauna de un periodo comprendido entre la aparición en nuestra región de las primeras comunidades productoras de alimentos y su consolidación como sociedades con un nivel de complejidad. La primera consecuencia es la fragmentación del ecosistema entre lo que podríamos denominar un espacio domesticado y otro asilvestrado donde los animales asumen un protagonismo distinto.

El espacio domesticado funciona con arreglo a un régimen económico de estructura mixta, basado en primer lugar, en un sistema de producción agroganadera, apegado aún a las viejas prácticas recolectoras estacionales de caza y pesca, evidentemente complementadas con actividades agrícolas, artesanales y de comercio cuyo desarrollo permitirían reconocer el nivel de desarrollo tecnológico alcanzado. En este sistema los componentes materiales y el control de espacios de óptima calidad, parece dirigido hacia la ganadería, que priorizaría por necesidades adaptativas la cabra y/o la oveja sobre el ganado porcino, caballar u bovino, desde época muy temprana.

Estas especies van a estar presentes desde el Neolítico en la región y variarán el régimen de apetencia de los habitantes de los poblados en función de las características del medio, que a su vez es transformado de una forma armónica para darles cabida. Durante la fase plena de la Edad del Cobre, estas prácticas están consolidadas y se observan escasas variaciones de unos con respecto a otros que pueden ser el origen de especializaciones locales.

La actividad cinegética desde el Neolítico a la Edad del Bronce sufre un descenso paulatino, a medida que crece el grado de complejidad del sistema económico. La persistencia sin embargo de especies cinegéticas en todos los niveles, aconseja interpretarlas como complemento dietético, aunque por las razones ya aducidas, tampoco puede separarse de las prácticas rituales, tal vez como una prueba de las habilidades del cazador, cuyo testimonio aparece implícito en las representaciones del arte rupestre o de operaciones de descaste, impelidas por la necesidad de evitar daños a los cultivos y al ganado, o la simple eliminación de competidores.

En las parrillas de los yacimientos, los porcentajes de especies salvajes contrastan considerablemente. El ciervo es el animal preferido por antonomasia, superado en tan solo una ocasión por los lepóridos en el yacimiento de los Barruecos, lo cual habla también de las intensas transformaciones que estaba sufriendo el ecosistema. Los índices menores del resto de las especies son asimismo el resultado de una caza ocasional de descaste o con intenciones de aprovechamientos menores.

En el dominio silvestre, los testimonios pictóricos son mucho más asimétricos, pues, por una parte, tenemos como el discurso pictórico se hace eco de lo cotidiano a través de escenas cinegéticas y de pastoreo con presencia destacada de cérvidos y cápridos, con cuya representación, se enfatiza la creciente capacidad de los grupos humanos de intervenir sobre la naturaleza utilizando los símbolos de la domesticación y la caza. Este protagonismo se ve respaldado a su vez por los datos de los asentamientos, pues ambos animales en sus respectivos lados de la tabla, lideran los índices de consumo porcentual.

El resto de los animales, sin embargo, tiene una representación mucho menos numerosa pero igualmente amplia con lo que respecta al número de especies, y como no podía ser de otra manera, se harán presentes las que tienen un mayor encaje ambiental. No es de extrañar entonces que cabras montesas, jabalí, gato montés, lobos, zorros u osos, tengan una oportunidad similar de comparecer en los paños rocosos de las serratas cuarcíticas.

El papel de los perros, acoplados al ámbito civilizado, harán su aparición en contextos de caza o pastoreo justificadas por la presencia humana, y la vaca o el caballo, como representantes del espacio domesticado, prestarán allí su imagen de una forma casi testimonial.

La versión estadística dice que se pintan sobre todo especies que se consumen, pero en el nicho ecológico mucho más diverso de las serranías y de los batolitos graníticos, donde se concentran los recursos complementarios para la subsistencia fuera del territorio habitualmente explotado, es inevitable que entren en juego otros detalles para hacer más comprensible su cosmovisión. Allí, el componente ideológico sale del marco de la supervivencia, sirviéndose de relatos pintados como una forma de legitimar el control ejercido sobre esos territorios. Paradójicamente, la adopción de formas de explotación agropecuaria, vino a reforzar el papel simbólico de las especies de fauna salvaje, donde su caza iba más allá de del mero acopio alimentario para convertirse en un acto de prestigio y símbolo de unidad grupal, con toda una serie de cualidades metafóricas que emanan de esa actividad. Recíprocamente y como contrapunto, las escenas donde se reflejan claramente actividades ganaderas, marcarían el límite de lo que fue una economía exclusivamente depredadora y sublimarían el logro de las nuevas metas civilizadoras, donde no olvidemos los antropomorfos, como expresión de la condición humana, son ahora el centro de ese universo.

El bestiario presente en el repertorio iconográfico de las pinturas cacereñas puede por tanto ser muy limitado en él número, pero en lo temático, es mucho más diversificado de lo que cabría esperar, pues no se limita a la plasmación de las figuras económicamente interesantes para al hombre, sino a la propia naturaleza contemporánea del mismo, estas instantáneas refuerzan su valor, cuando las contrastamos con el dato arqueológico preciso de la fauna documentada en los asentamientos, ofreciendo la posibilidad de un contrapunto a las cronologías ya de por si relativas del Arte Esquemático.

NOTAS.

 

[1] Cerrillo, C., E. et al. 2006: Los Barruecos: primeros resultados sobre el poblamiento neolítico de la cuenca extremeña del Tajo, Memorias de Arqueología Extremeña 6. Mérida.

 

[2] Enríquez Navascués, J. J. y García Cabezas M. 2011: Excavaciones arqueológicas en los yacimientos calcolíticos de Torrequemada y Torreorgaz (Cáceres). From the Origins: The Prehistory of the Inner Tagus Region. BAR, 2219. Oxford. Pp. 219-232.

 

[3] Castaños Ugarte, P. 1991: Animales domésticos y salvajes en Extremadura. Origen y evolución. Revista de Estudios Extremeños XLVII, 1. Badajoz. Pp. 9-66; Castaños Ugarte, P. 1992: Estudio Arqueozoológico de la fauna del Cerro de la Horca (Plasenzuela, Cáceres). Archeofauna 1. Pp.127-146. González Cordero, A. 2011: La Edad del Cobre en la Alta Extremadura. Asentamientos y organización del territorio. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura. Tesis Doctoral. Vol. I y II. Cáceres.

 

[4] Otros análisis de fauna se han llevado a cabo sobre otro tipo de yacimientos, siendo un ejemplo, por el nivel de profundidad alcanzado, una serie de aproximaciones zooarqueológicas a la fauna pleistocénica de Maltravieso (Canals, A.; Van der Mader, J.; Sauceda, Mª. I. y Carbonell, E. 2003: El conjunto paleontológico de la cueva de Maltravieso (Cáceres). XI Reunión Nacional de Cuaternario. Oviedo. Pp. 313-320; Rodríguez Hidalgo, A. J.; Muñoz Encinar, L. y Canals i Salomó A. 2008: Una aproximación zooarqueológica al yacimiento de la cueva de Maltravieso. El Mensaje de Maltravieso 50 años después (1956-2006). Memorias del Museo de Cáceres, 8. Cáceres. Pp. 153-163; Muñoz et al., 2008. Op. cit y más recientemente la de la cueva de Santa Ana.

 

[5] Castaños, P. 1991.Op. cit.

 

[6] Cerrillo Cuenca, E. y González Cordero, A. 2007: Cuevas para la eternidad: sepulcros prehistóricos de la provincia de Cáceres. Ataecina, 3. Instituto de Arqueología de Mérida.

 

[7] El yacimiento de Los Barruecos dispone de dos análisis faunísticos, en el más reciente de Arturo Morales prestó a atención a la fauna recogida en los niveles Neolíticos (Morales Muñiz, A. 2006: Los Barruecos (Malpartida de Cáceres): una fauna neolítica a cielo abierto. Los Barruecos: primeros resultados sobre el poblamiento Neolítico de la Cuenca Extremeña del Tajo. Memorias de Arqueología Extremeña, 6. Mérida. Pp. 233-420 y el más antiguo de Pedro Castaños, lo dedicó a la fauna extraída en niveles correspondientes a la Edad del Cobre Castaños, 1991. Op. cit. Pp. 20-22.

 

[8] González, A. 2011. Op. cit, p. 556.

 

[9] Fortea Pérez, J. y Martí Oliver, B. 1984: Consideraciones sobre los inicios del Neolítico en el Mediterráneo español. Zephyrvs XXXVII-XXXVIII. Salamanca. P. 188.

 

[10] Olària Pujoles, C. 2008-2009: Las mujeres y los orígenes de la domesticación. Primeros testimonios de la transformación económica en el arco mediterráneo peninsular del 11000 BP al 7000 BP. Cuadernos de Arte Rupestre, 5. Murcia. P. 46.

 

[11] Rubio, I. 1988: La economía de subsistencia en el Neolítico hispano, (P. López Coord), El Neolítico en España. Madrid. Pp. 379.

 

[12] Gavilán Ceballos, B. 1991: Análisis macroespacial de ocho yacimientos neolíticos en cueva de la subbética cordobesa: una contribución al estudio de la explotación de recursos durante la prehistoria. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada 18. Madrid. P. 48.

 

[13] Asquerino Fernández, Mª. D. 1983: Una aproximación a la paleoeconomía del Neolítico: La cueva del Nacimiento (Pontones, Jaén). Homenaje a Martín Almagro. Madrid. P. 123.

 

[14] Morales, A. 2006. Op. cit. P. 129.

 

[15] Castaños, P. 1992.Op. cit.

 

[16] Martín Morales, C. 1987: El poblado de Almizaraque. Los inicios de la Metalurgia. El origen de la metalurgia en la Península Ibérica I. Oviedo. P. 15.

 

[17] Harrison, R. J. 1984: Beaker cultures of Iberia, France and the west Mediterranean island. L´Age du cuivre civilisations a vases campaniformes. París. P. 134.

 

[18] Martín de la Cruz, J. C. 1994: Avance en la discusión sobre medio ambiente en La Prehistoria. La relación vegetación fauna en el caso de Papauvas (Aljaraque, Huelva). Arqueología en el entorno del Bajo Guadiana.Huelva.P. 203.

 

[19] Chapman, R. 1991: La formación de las sociedades complejas. Barcelona. P. 187.

 

[20]Morales, A.2006. Op. cit. P. 120.

 

[21] Rodríguez y García, 2011. Op. cit. P. 235.

 

[22] Acosta, P. 1963: Estado actual de la prehistoria andaluza: Neolítico y Calcolítico. Habis,14. Sevilla. Pp. 195-105.

 

[23] Moreno Garçía, M. 2010: Estudo Arqueozoológico dos restos faunísticos do povoado Calcolítico do Mercador (Mourão). As comunidades agropastoris na margen esquerda do Guadiana. 2ª metado do IV aos inícios do II milenio AC. (Edic A. Valera). Memorias d´Odiana. 2ª Série. P. 324.

 

[24] Castaños, P. 1991. Op. cit. P. 138 y Rodríguez y García, 2011. Op. cit. P. 236.

 

[25] Castaños Ugarte, P. 1997: Estudio de la fauna del Cerro I de Los Castillejos (Fuente de Cantos, Badajoz). Norba. Revista de Historia, 14. Cáceres. P. 46.

 

[26] Castaños, 1998. Op. cit. P. 65.

 

[27] Pérez Ripoll M. 1999: La explotación ganadera durante el III milenio a. C. en la Península Ibérica. Sagvntum, Extra 2, Valencia. P. 97.

 

[28] Harrison, R. J. y Moreno, G. 1985: El policultivo ganadero o la revolución de los productos secundarios. Trabajos de Prehistoria, 42. Madrid. P. 64.

 

[29] Almagro Gorbea, M. y Martín Bravo, A. Mª. 1994: Medellín 1991, la ladera norte del Cerro del Castillo. Castros y oppida en Extremadura. Complutum Extra 4. Madrid. P. 121.

 

[30] Driesch, V. de A. y Boessneck, J. (1976): Die fauna von Castro do Zambujal. Studien über früe Tierknochenfunde von Iberischen Halbinsel 5. Mainz. Pp. 4-129; Schüle, W. (1969): Archaologie und Biologie. Forschungsberichte 15. Glockenbercher und Hauspferde en J. Boesssneck y Harrison, R. J. 1984. Op. cit. P. 136.

 

[31] Rodríguez y García, 2011. Op. cit. P. 235.

 

[32] Pellicer, M. y Acosta, P. 1982: El Neolítico Antiguo en Andalucía Occidental. Actes du Colloque International de Prehistoire (Montpellier, 1981): Archeologie en Languedoc. Montpellier. Pp. 49-60.

 

[33] Arribas, A. y Molina, F. 1979: El poblado de Los Castillejos en las Peñas de los Gitanos (Montefrío, Granada), Campaña de excavaciones de 1971, El corte, núm. 1. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, Serie Monográfica, 3. Granada. Pp. 152-168.

 

[34] Uerpmann, H. P. 1995: Domestication of the horse -when, where, and why?. Le cheval et les autres équidés: aspects de l’histoire de leur insertion dans les activités humaines, Colloques d’Histoire des Connaissances Zoologiques (Université de Liège). Pp. 15-29; Cardoso, J. L. y Detry, C. 2001-02: Estudo zooarqueologico dos restos de ungulados do   povoado pre-historico de Leceia (Oeiras). Estudos Arqueologicos de Oeiras 10. 131-182.

 

[35] Pérez Ripoll, M. 1987: Evolución de la fauna prehistórica en el Mediterráneo español: Metodología, técnicas de troceado y su interpretación arqueológica. Tesis Doctoral. Universidad de Valencia inédita.

 

[36] Castaños, P. 1992. Op. cit. P. 133.

 

[37] Castaños, P. 1991. Op. cit. P. 34.

 

[38] Driesch, V. de A; Boessneck, J.; Kokabi, H y Schaeffer H. 1985: Osteologische Besonderheiten von Morro de la Mezquitilla (Málaga). Madrider Mitteilungen, 26. Mainz. Pp. 23-65; Altuna, J. 1980: Historia de la domesticación en el País Vasco desde sus orígenes hasta la Romanización. Munibe 32. Vitoria. Pp. 1-163 y Castaño, 1992. Op. cit.

 

[39] Valera, A.; Nunes, T. y Costa, C. 2010: Enterramientos de canídeos no neolítico: a fossa 5 de    Corça 1 (Brinches, Serpa). Apontamientos de Arqueología e Patrimonio, 5. Pp. 12-15.

 

[40] Lomba Maurandi, J., López Martínez, M., Ramos Martínez, F. y Avilés Fernández, A. (2009): El enterramiento múltiple, calcolítico, de Camino del Molino (Caravaca, Murcia). Metodología y primeros resultados de un yacimiento excepcional. Trabajos de Prehistoria. Vol. 66 (2), Madrid. Pp.143- 159.

 

[41] Sanchís A. y Sarrión, I. 2004: Restos de cánidos (Canis familiaris ssp.) en yacimientos valencianos de la Edad de Bronce, Archivo de Prehistoria Levantina Vol. XXV, Valencia. Pp.161-198.

 

[42] Castaños, P. 1992. Op. cit. P. 141.

 

[43] Asquerino, Mª. D. y López, P. 1981: La cueva del Nacimiento (Pontones, yacimiento Neolítico en la Sierra de Segura. Trabajos de Prehistoria, 38. Madrid. P. 144.

 

[44] Driesch et al., 1985. Op. cit. P. 43.

 

[45] González Cordero, A. y Cerrillo Cuenca, E. 2016: Pesca y recolección de molusco en el Campo Arañuelo y Los Ibores durante la prehistoria reciente. XXII Coloquios Histórico Culturales del Campo Arañuelo. Navalmoral de la Mata. Pp. 167-192.

 

[46] González Cordero, A. y Cerrillo Cuenca, E. 2015: Los anzuelos de la cueva de la Canaleja (Romangordo (Cáceres). Arpi, 3, Homenaje a Rodrigo de Balbín Behrmann. Alcalá de Henares. Pp. 56-72.

 

[47] Rodríguez y García, 2011. Op. cit. P. 236.

 

[48] Martí Oliver, B; Arias Gago, A; Martínez, R. y Cabanilles, J. 2001: Los tubos de hueso de la Cova de L´Or en Beniarrés, Alicante). Instrumentos musicales en el Neolítico Antiguo de la Península Ibérica. Trabajos de Prehistoria, 58, 2. Madrid. P. 41.

 

[49] Castaños, P. 1992. Op.cit. 130.

 

[50] Tavares da Silva, C. 1987: Megalitismo do Alentejo occidental e do sul baixo Alentejo (Portugal). El megalitismo en la Peninsula Ibérica. Madrid. Pp. 85-95.

 

[51] Gusi y Jener, F. y Olària y Pujoles, C. 1991: El poblado neoeneolítico de Terrera Ventura (Tabernas, Almería). Excavaciones Arqueológicas de España 160. Madrid. P. 22.

 

[52] Pavón Soldevila, I. 1998: El Cerro de Alange (Badajoz). Intervenciones arqueológicas. Memorias de Arqueología Extremeña 1. Mérida. P. 167.

 

[53] Arribas y Molina, 1979. Op. cit. P. 157.

 

[54] Tavares, C. 1987. Op.cit. P. 80.

 

[55] García Arranz, J. J. 1990a: Los animales en la pintura rupestre esquemática de las Villuercas (Cáceres): testimonio gráfico de un modo de vida prehistórico. Alcántara (tercera época), 20. Cáceres. Pp. 89-110.

 

[56] García, 1990ª. Op. cit. P. 93.

 

[57] Rivero de la Higuera, Mª. C. 1972-73: Nuevas estaciones de pintura rupestre esquemática en Extremadura. Zephyrvs, XXIII-XXIV. Salamanca. P. 305, Fig. 10.

 

[58] García, 1990ª. Op. cit. P. 97.

 

[59] Grande del Brío, R. 1980: Nuevos abrigos con pinturas rupestres en Monfragüe (Sierra de las Corchuelas, Cáceres). Zephyrvs, XXX-XXXI. Salamanca. Pp. 147-152.

 

[60] Alvarado Gonzalo, M. De y González Cordero, A. 1979: Pinturas esquemáticas en Malpartida de Cáceres. Revista Alcántara. 1ª época, nº 195, año XXXV. Cáceres. Pp. 16-22.

 

[61] Pastor González, V. y Pastor Novella, Mª. T. 2014: XLIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo. En:https://www.chdetrujillo.com/wp-content/uploads/2014/Pastor-Gonzalez-Vicente-e-hija.pdf.

 

[62] Collado Giraldo, H. y García Arranz, J. J. (2007): últimas investigaciones en la cueva del Castillo de Monfragüe (Cáceres). Actuaciones de adecuación para las visitas y revisión de sus manifestaciones rupestres. Cuadernos de Arte Rupestre, 4. Murcia. Pp. 313-351.

 

[63] Pastor V. y Pastor Mª. T., 2014. Op. cit. P. 29. Fig. 26

 

[64] González Cordero, A. y Alvarado Gonzalo, M. de 1993: Nuevas pinturas rupestres en Extremadura. Pintura naturalista en el entramado esquemático de las Villuercas (Cáceres). Revista de Arqueología. 143. Madrid. Pp. 18-25.

 

[65] Olària, C., 2008-2009. Op. cit.

 

[66] Jordá Cerdá, F. 1975: La Peña del Escrito (Villar del Humo, Cuenca) y el culto al toro. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, Número 2. Castellón de la Plana. P. 9.

 

[67] Piñón Varela, F. 1982: Las pinturas rupestres de Albarracín (Teruel), Centro de Investigaciones y Museo de Altamira. Monografías núm. 6. Santander. P. 207.

 

[68] Beltrán Martínez A. 1968: Sobre la pintura rupestre levantina de un caballo cazado a lazo del abrigo de Selva Pascuala en Villar del Humo (Cuenca). Miscelánea Lacarra, Zaragoza, P. 81.

 

[69] Ruiz López, J. F. 2009: Cazadores y Presas: simbolismo e interpretación social de las actividades cinegéticas en el arte levantino. Arqueobios. 3. Vol I. diciembre. P. 111.

 

[70] Breuil, H. 1933: Les peintures rupestres schématiques de la Péninsule Ibérique. Vol. III,

Sierra Morena, Lagny.

 

[71] López Payer, M. y Soria Lerma, M. 1991: Análisis estilístico de los conjuntos del Canjorro de Peñarrubia, Doña Clotilde, Abrigo del Tío Campano y Selva Pascuala. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología, Vol. IV. Madrid. P. 235.

 

[72] García Arranz, J. J. 2015: El arte rupestre en el Geoparque Villuercas Ibores Jara (Cáceres). Dossier Curso Guía Ranger del Geoparque Villuercas Ibores Jara, mayo 2015. P. 4.

https://www.academia.edu/12346909/El_arte_rupestre_en_el_Geoparque_Villuerca

 

[73] García, J. J. 1990a. Op. cit. P.105, Fig. X.

 

[74] García Arranz, J. J. (1990b): La pintura rupestre esquemática en la comarca de las Villuercas (Cáceres). Edic. Institución Cultural el Brocense. Cáceres. P. 123.

 

[75] Ripoll López, S. y Collado Giraldo, H. 1996: Una nueva estación paleolítica en Extremadura. Los grabados de la cueva de la Mina de Ibor (Castañar de Ibor (Cáceres. Revista de Estudios Extremeños, LII, 2. Badajoz. Pp. 383-399.

 

[76] González, A. y De Alvarado, M. 1993. Op. cit.

 

[77] Rivero, Mª. C. 1972-73. Op. cit. P. 289.

 

[78] Vázquez Varela, J. M. 1990: Petroglifos de Galicia. Biblioteca divulgativa, Serie Galicia, 3. Santiago de Compostela. P. 104.

 

[79] García, J. J. 1990ª. Op.cit. P. 106 Fig. XI.

 

[80] Ruiz, J. F. 2009. Op. cit. P. 114.

 

[81] Pastor, V. y Pastor, Mª. T. 2014. Op. cit. P. 24 y 29.

 

[82] González Cordero, A. y Quijada González, D. (1991): Los Orígenes del Campo Arañuelo y la Jara cacereña. Su integración en la prehistoria regional. Navalmoral de la Mata. P. 136.

 

[83] Jiménez Lorente, S. y Ayala Juan, Mª. M. 2006: Avance a la representación del canis familiaris en la pintura rupestre postpaleolítica. Cuadernos de Arte Rupestre, 3. Murcia. Pp. 161-184.

 

[84] González Cordero, A. y de Alvarado Gonzalo, M. 1997: Nuevos conjuntos esquemáticos de las Villuercas cacereñas. II Congreso de Arqueología Peninsular. Vol. II. Zamora. P. 25.

 

[85] García Arranz J. J.; Collado, H.; Fernández, M.; Girón, M.; García, Mª I. y Mesa, Mª. J. 2011: La cueva Chiquita o de Álvarez (Cañamero, Cáceres): recientes intervenciones y revisión de sus manifestaciones rupestres. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I. Nueva época. Prehistoria y Arqueología, Tomo 4. Madrid. P. 91

 

[86] Las pinturas de la cueva de los Horcones fueron descubiertas por Jaime Cerezo y José Pedro Cortijo. Al primero debemos además las fotos en gran detalle de este lugar por lo que, en prueba de agradecimiento, queremos dejar constancia en estas páginas

 

[87] Ayala Juan, Mª. M. y Jiménez Lorente, S. (2005): Las pinturas rupestres del Collado del Guijarral (Segura de la Sierra, Jaén). Cuadernos de Arte Rupestre, 2. Murcia. Pp. 212.

 

[88] Ripoll, S. y Collado, H. 1996. Op. cit. P. 386.

 

[89] González, A. y de Alvarado, M. 1997. Op. cit. P. 289.

 

[90] Collado Giraldo H. y García Arranz, J. J. 2010: Reflexiones sobre la fase inicial de arte rupestre esquemático en Extremadura a raíz de las recientes investigaciones. Actas del II Congreso de Arte Rupestre Esquemático en la Península Ibérica. Almería. P. 293.

 

[91] Mas Cornellà, M. 2001: Estructuras iconográficas e identificación de especies (secuencias iniciales y finales del arte postpaleolítico “esquemático). Quaderns de Prehistòria i Arqueologia de Castelló, 22. P. 169.

 

[92] Collado Giraldo, H. y García Arranz, J. J. 2012: La revalorización del arte rupestre de los grupos depredadores postpaleoliticos en la Península Ibérica: el arte rupestre preesquemático. El problema “Levantino” Arte rupestre postpaleolítico en la Península. Ibérica. Budapest. P. 258.

 

[93] Collado Giraldo. H. 1995: Sistematización cronológica de la pintura rupestre esquemática en la provincia de Badajoz: los abrigos de la Sierra de Magacela. Espacio Tiempo y Forma, Serie I, Prehistoria y Arqueología, t. 8. Madrid. P. 154-grupo A. VIII.2. Fig. 12.

 

[94] Leroi-Gourhan, A. 1972: Considerations sur l´organization spatiales des figures animales dans l’art parietal paleolithique. Actas del Symposium Internacional de Arte Prehistórico. Santander. P. 283.

 

[95] Jordán, Montes, J. F. y Molina Gómez, J. A. 2007: Los osos en el arte rupestre postpaleolítico español. ¿Un mito de la resurrección y de la fertilidad? Cuadernos de Arte Rupestre, 4. Murcia. P. 233.

 

[96] González Cordero, A. (2009): De los paisajes sagrados a los espacios simbólicos. El santuario rupestre del valle de Cancho Castillo (Peraleda de San Román). XV Coloquios Histórico Culturales del Campo Arañuelo. Navalmoral de la Mata. Fig. 1.

 

                                                                              ÍNDICE DE FIGURAS

1-Representaciones de cápridos en el Cancho de la Burra en Cañamero (Dcha.) y el Paso de Pablo en Roturas (Izqda.). Fot. Antonio González.

2- Cuartos traseros de un équido representados en el abrigo Florencio (Retamosa). Fot. Filtrada a través de DStretch por V. Pastor y Mª. T. Pastor (2014).

3-Figura femenina sujetando un bóvido con una cuerda. Panel del Paso de Pablo (Roturas). Fot. Antonio González.

4-Cervidos representados en el abrigo de la Madrastra 1 de Cañamero (Dcha.) y Cérvido del Paso de Pablo en Roturas (Izqda). Imagen filtrada para resaltar las figuras en negro. . Fot. Antonio González y E. Cerrillo C.

5-Dos ejemplares de Capra hispánica representados en el abrigo Florencio de Retamosa, Filtrada con DStretch por V. Pastor y Mª. T. Pastor (2014).

6-Tres cánidos representados en la parte inferior del panel de Paso de Pablo (Roturas) junto a un cáprido. Fot. Antonio González.

7-Imagen de un gato montés de la cueva de Los Horcones en Roturas. Fot. de Jaime Cerezo.

 

 

8-Imagen de un úrsido pintado en el interior de la cueva del Cancho Juracao de Roturas. Filtro DStretch y tratamiento posterior de imagen. Fot. Antonio González.

Dic 122020
 

Juan Carlos Fernández Rincón

La poesía de Gabriel y Galán

Cuando muere Gabriel y Galán, los poemas de su autoría eran los más leídos en España. Unamuno, en la primera evocación tras el obituario, dijo acerca de su legado: “No ha pasado Galán por la tierra como callada sombra; deja cantos de consuelo para los pobres soñadores del sueño de la vida. En estos cantos nos queda el alma de su alma. Se la dio su pueblo y a su pueblo vuelve”. El poeta dejó cuatro hijos: Jesús, Juan, Esteban y Mª Purificación, los dos últimos fallecieron de modo prematuro.

La obra poética del autor es conservadora en estructura y temática: durante su realización José María defendió la tradición, la familia, el dogma católico, se aparta así del modernismo que estaba surgiendo, siguiendo con única sensibilidad social, la vida pueblerina. La poesía de Gabriel y Galán desde 1898 se vuelca hacia el paisaje, pueblo y la aldea. La voluntad de acercarle la poesía y su mojadura en el mundo campesino, lo va a poner de relieve con la constitución de fragmentos fáciles de fondo ético-moral:

“Sabrás que me he metido a predicador rural: hago unas coplas que yo llamo sermones, casi todas en verso, que recito y declamo los días festivos desde el balcón del Ayuntamiento. Son una vulgaridad estupenda, pero los que me oyen lloran, ríen, se entusiasman y aprenden verdades morales: los hago más buenos, que es mi propósito; digo a todos que vivan unidos y que renieguen de la política que es una mentita inmensa…” Carta escrita a Mariano Miguel del Val.

El poeta, a veces hace un maravilloso retrato de los humildes labriegos que faenan en vastas dehesas, las preocupaciones e inquietudes de las gentes sencillas, las duras condiciones de vida que soportan, la fortaleza y resignación con que se enfrentan a ellas, los momentos de sana alegría que eclosionan en fiestas públicas y privadas, los castos amoríos entre pastores y zagalas, la ingenuidad y ternura de la infancia, la honda espiritualidad religiosa del pueblo llano, y, en suma, las propias vivencias paterno-conyugales que Gabriel y Galán en su apartado retiro extremeño, configuran un magnífico fresco realista de la España rural de finales del siglo XIX y comienzos de la siguiente centuria, y sobre todo conviene destacar su audacia y eficacia en el intento de dignificar la región y las gentes más miserables del país.

Tuvo una época en el que estuvo sumido en un estado de ánimo que hoy tildaríamos de depresivo -como queda patente en el pseudónimo de «El Solitario», que eligió para suscribir las epístolas enviadas desde Piedrahita, en el que se aferró aún más a su inmovilismo espiritual y estético y se refugió en sus profundas convicciones religiosas, heredadas de su madre y destinadas a convertirse en otra de las principales señas de identidad de su obra (sobre todo, en sus primeras composiciones poéticas). Esta religiosidad sencilla y primaria, al tiempo que fortalecía su innata sensibilidad, le impidió caer en los postulados ideológicos defendidos.

José María no era uno de esos hombres de gran espectáculo que, en cuanto los enfoca el reflector de la fama cuidan del maquillaje y de los gestos y componen la figura para que la posteridad, y aún los contemporáneos, puedan admirarlos en apostura gallarda. Por el contrario le molestaba esa luz excesiva de lo que consideraba vano renombre, y procuraba defenderse de su brillo y de sus rayos, lo mismo que cuando le agobiaba el furioso sol del verano extremeño, arrimándose a la cosas humildes y amigas: el chozo, la ermita, la encina, el fresco sosiego de las vidas oscuras, que eran, además, los elementos y seres que animaban su obra poética. Es, además, un intelectual de sensibilidad muy fina, ya que sufrió esas depresiones de la tristeza y esas inquietudes del desasosiego espiritual, que no dejaron de serlo nunca aunque, por ajustar el tono al disfraz, sustituyese la palabra culta por la frase felicísima y expresiva del «jormiguillo que le jormiguea».

Gabriel y Galán fue uno de los primeros autores que denunció la miseria de la comarca de Las Hurdes a partir de los poemas ‘La jurdana’ y ‘A Su Majestad el Rey’, ambos de 1904. El segundo de ellos tenía por objeto sensibilizar a Alfonso XIII, entonces de visita en Salamanca: «Porque infama la negrura / de la siniestra figura / de hombres que hundidos están / en un sopor de incultura / con fiebre de hambre de pan». Posteriormente el monarca señaló que fue a través de ambas poesías como tomó conciencia del problema de un territorio que aún tardaría en visitar hasta 1922.

Su nacimiento y familia

José María Gabriel y Galán nació el 28 de junio de 1870 en Frades de la Sierra, pequeño pueblo de la provincia de Salamanca que en aquellos tiempos formaba parte de Castilla la Vieja y en la actualidad, Salamanca es una de las nueve provincias que componen la autonomía de Castilla y León (España). Sus padres fueron Narciso Gabriel y Bernarda Galán, y se dedicaban al cultivo de la tierra y la ganadería en terrenos de su propiedad, dos de las producciones típicas del campo charro salmantino. Su economía era la propia de quienes se dedicaban a la labranza y al cuidado de los animales por aquellos años finales del siglo XIX. Su infancia la pasa en su pueblo natal y allí en su escuela aprende las primeras letras. Su madre era gran aficionada a la poesía, e insufló la atracción de sus cinco hijos por la composición lírica.

Su hermana Carlota define así a la familia: «Padre no paraba en casa, con sus ires y venires, y aquel desacarreo que se traía el pobre, que me acuerdo de haberles oído decir a sus amigos, por embromarle, que si dormía con las espuelas puestas…

Cuando llegó, a cada momento, fuimos dejando la casa. Primero, el mayor, Baldomero, de muchas luces el pobre; sacó plaza en abogados del Estado, y lo destinaron a Zamora; luego Enriqueta, que quedó más cerca, en La Maya, a donde se la llevó su marido, que tenía allí una buena labor; más tarde el pobrecito José María, el más revoltoso de todos y el ojito derecho de mi madre, a la que traía en andas y volandas.

 

Como paraba poco en casa, porque desde que terminó los estudios ya no volvimos a tenerle de quieto, cuando caía por aquí era como si entrase el viento por todas las puertas y ventanas; pero un viento que a mi pobre madre la ponía como nueva y hasta le aliviaba la jaqueca que siempre padecía…; la misma jaqueca que me tocó a mí en la herencia, como mejora».

Yo me casé aquí, y aquí he vivido, la única que quedó en el pueblo de los cinco. Finalmente el pequeño Luis, se las buscó por su cuenta e iba y venía de vez en cuando por casa.

Su madre, como ya dijimos aficionada a la poesía escribía recordando a sus hijos:

En tres provincias están

las flores que yo crié;

mientras más dure la vida

con llantos las regaré.

Un clavel tengo en Zamora,

en Piedrahita una dalia,

en Frades dos alelíes

y una azucena en La Maya.

¡Piedrahita de mi vida,

Maya de mi corazón,

Zamora del alma mía,

como llamáis mi atención!

¡Como podré yo vivir

teniendo en Zamora el alma,

en Piedrahita la vida

y el corazón en La Maya!

Estudios y primeros pasos en la poesía .

Pasa su infancia en su villa natal asistiendo a su escuela, y a los quince años se traslada a Salamanca para cursar los tres primeros años de Magisterio en la Escuela Normal, datando de esa época sus primeros versos. A primera hora oye su misa en San Martín entre unas cuantas mujeres que suspiran y rezan, asomando apenas sus arrugadas caritas por el embozo de los negros y afelpados mantones; consume en un santiamén el bebedizo del desayuno, que refuerza con alguna raja de sabrosos embutidos de matanza, renovado en oportunos envíos de la madre previsora; y con sus libros oprimidos bajo el sobaco, envuelto en su capa española de coloradas becas, marcha camino de sus clases.

El cuarto curso (1888-1889) lo realiza en la Escuela Normal Central de Madrid, esa ciudad le va a producir un gran rechazo, la termina tildando en algunas cartas como Modernópolis. Obtenido el título de magisterio se le destina a Guijuelo, a unos 20 km de su ciudad natal (1889-1892) y posteriormente a Piedrahita (Ávila) (1892-1898). Su estado de ánimo es bajo (firma las cartas a sus amigos como El Solitario), definiéndose como un hombre de carácter melancólico, sensible y de profundas convicciones religiosas (recibidas de su madre), que ya se perciben en sus poemas.

A punto estuvo Galán de quedarse, como la mayor parte de sus camaradas de escuela, en el primer tramo de la enseñanza oficial, pues siendo segundón y teniendo ya el primogénito en los estudios de Salamanca, aprendiendo las leyes, se inclinaba el amo Narciso a retener a José María junto así, para que aliviase de los muchos afanes y trabajos que le costaban sus negocios… Y aquí la intervención del maestro, que encariñado con su alumno predilecto, con la gracia con que repetía los poemas y por el empuje que iba tomando su entendimiento, se lo disputó al padre, tirando de él como de cosa propia, hasta que, de tanto alabar las facultades del mozuelo y su feliz disposición para los trabajos de la inteligencia, consiguió que el labrador enterizo quebrase de su propósito, dando, por lo menos, su licencia y sus cuartos para poner a prueba la vocación y las luces que el maestro elogiaba como algo extraordinario.

Su padre, poco dado a bagatelas literarias, acabó por reconocer para sus adentros, que se daba buena maña para coplero, el diantre del chico.  De sus primeras poesías siendo aún muy joven y que denota su religiosidad está dedicada al Nazareno de su pueblo:

Cuando pasa el Nazareno

de su túnica morada,

con la frente ensangrentada,

la mirada de Dios bueno

y la soga al cuello echada,

y el pecado me tortura,

las entrañas se me anegan

en torrentes de amargura,

y las lagrimas me ciegan

y me hiere la ternura.

 

El amor a la vista. Piedrahita.

Seis años en Piedrahita; desde el mes de mayo de 1892, en el que llegó animoso y fortalecido, huyendo como del demonio, de las tentaciones y gruñidos de Guijuelo, hasta que, en noviembre de 1898, se evadió, definitivamente, de la pedagogía y de la escuela hacia campo abierto, donde le esperaban los días fecundos y venturosos. Seis años como seis surcos; tan iguales y monótonos, que apenas si se distingue uno del otro. Entró con mal pie en la frondosa y abundante villa, en cuya plaza pública se levantó cadalso, a los pocos días de su llegada, para que pudiera estremecerse el maestro nuevo ante la vieja y terrible estampa española del ajusticiado en garrote vil.

Aunque algo extraordinario tenía que suceder. Lo presentía cuando escribía a sus amigos enviándoles, con noble envidia, sin mezcla de pesar por el bien ajeno, aquella felicidad conyugal de la que hablaban, y, sobre todo, aquel humano engreírse, sin darse cuenta, porque el amor les pagaba, enviándoles sus angelotes más rollizos… «Cuando veo a mis amigos viviendo y gozando cada uno con lo suyo, siento una envidia tan grande por no poder hacer yo lo propio, que llegan momentos en que estoy a punto de echarme a la calle y, sin respetar estado ni condición, sin nada, decir de un golpe al primer palo con faldas que me encuentre: ¿Usted quiere ser mi novia?

Pues sí señor, ¡el maestro tiene novia!… Para encontrarla no ha sido preciso el atrevimiento escandaloso a que pensaba arriesgarse si llegara el caso. No se ha plantado en la calle, con el sombrero daleado y el aire donjuanesco, para colmar, con una declaración súbita y fogosa, las ocultas ansias de fulanita o menganita, que encendían velas rizadas al San Antonio guapín del Convento de la Monjas para que inflamase el frío corazón del maestrito en favor de la gentil devota.

El amor le esperaba donde él le había citado; no, por cierto en el casino, entre la música y el frívolo bullicio de las reuniones dominicales; ni en la plaza, donde paseaba el señorito a la salida de misa de la doce; ni si quiera en el parque de la Duquesa, donde, después de todo, le hubiera encontrado mejor dispuesto para el tono confidencial y resbaladizo del primer diálogo peligroso… Le esperaba, con la serenidad que él apetecía, rodeado de todo lo que amaba, como una nueva Ceres de sus campos y labores, que embelleciese aún más, con su presencia, la hermosura de los montes y los prados. Y José María se fue acercando a ella, paso a paso, con algún temor que se desvaneciese como un sueño la figura que le aguardaba, sonriente y tranquila, mirando hacia castilla desde el cerro donde se asienta la ermita del Cristu Benditu.

Como intentamos contar en 1893 conoce a Desideria García Gascón “mi vaquerilla” como solía llamarla cariñosamente quién vivió entre los años 1874-1954, ​ella nacida en el seno de un hogar de terratenientes, se casaron y el Poeta va a experimentar un cambio radical en su vida; que se va acentuando a partir de su boda, que se celebró un 26 de enero de 1898 en Plasencia- Cáceres. Allí estaba, junto a él, con su traje de seda y su velo de desposada, la vaquerita querida:

 

Alma blanca, más blanca que el lirio;

frente blanca; más blanca que el cirio

que iluminaba el altar del Señor.

 

De ella llegó a decir el poeta; que era la felicidad soñada, la esposa presentida, la mujer que buscó y el ángel, al cabo, encontrado y de la que todos podemos decir, por nuestra cuenta, que la debemos gratitud y admiración muy hondas porque fueron sus manos suaves las que aliviaron de sus quebrantos al decidido maestrito y disiparon con el blando aleteo de sus honestas caricias las inquietudes que le roían el ánimo, y fue su amor, atrayente y amable, dulce y seguro, fecundo y tranquilizador, el que desvió a su destino triunfal el indeciso rumbo de una vocación, que comenzaba a extraviarse entre las brumas peligrosas.

Consagración del poeta

A partir de ese instante, la vida del joven poeta experimenta un cambio radical; abandona su dedicación de maestro en la escuela de Piedrahita, y se traslada al pueblo cacereño de Guijo de Granadilla, en donde se encarga de la dirección y administración de una gran dehesa extremeña denominada «El Tejar», propiedad del tío de su esposa. Encuentra así, la calma que necesita el espíritu sensible de nuestro poeta: la dedicación al cultivo del campo y del alma. Debido al sosiego que esta nueva ocupación le proporciona, y debido también a su sensibilidad y sus dotes de agudo observador, se dedica a escribir lo que le inspira el nuevo entorno en el que se desenvuelve. Poesías de pura raigambre racial, retratan las vidas de los humildes labriegos que trabajan y habitan en la dehesa; de los pobladores de aquellos pequeños núcleos rurales extremeños; de los amoríos entre los pastorcillos y las jóvenes zagalillas…

En ese pueblo nace su primer hijo (Jesús, 1898), lo cual le inspira para componer la poesía «El Cristu Benditu» con la que inicia sus famosas EXTREMEÑAS en las que el empleo de la lengua vernácula, «el castúo», aroma y vivifica la musa del poeta. En esa poesía refleja el autor la vida es que pasó en su primera juventud y el gran cambio hacia la alegría que experimenta con su nuevo empleo y el nacimiento de su hijo. La observación minuciosa de las gentes pueblerinas de los alrededores, le lleva a decir un día a un amigo: «…las gentucas de las aldeas, al par que cosas buenas, tienen miserias y roñas morales que repugnan al estómago más fuerte, se necesita mucha calidad y mucha paciencia para vivir entre ellas…» En otra ocasión confiesa a un amigo, a través de la correspondencia epistolar: «…yo no tengo más amigos, en sentido estricto de la palabra, que uno de mis criados.

 

El Cristu Benditu

¿Ondi jueron los tiempos aquellos,

que pue que no güelvan,

cuando yo jui presona leía

que jizu comedias

y aleluyas tamién y cantaris

pa cantalos en una vigüela?

 

¿Ondi jueron aquellas cosinas

que llamaban ilusionis y eran

a’specie de airinos

que atontá me tenían la mollera?

 

¿Ondi jueron de aquellos sentires

las delicaezas

que me jizun llorar como un neni,

de gustu y de pena?

¿Ondi jueron aquellos pensaris

que jacían dolel la cabeza

de puro lo jondus

y enreäos que eran?

 

Ajuyó tuito aquello pa siempre,

y ya no me quea

más remedio que dilme jaciendo

a esta vía nueva.

 

¡Ya no güelvin los tiempos de altoncis,

ya no tengo ilusionis de aquellas,

ni jago aleluyas,

ni jago comedias,

ni jago cantaris

pa cantalos en una vigüela!

 

Esta es parte de una de su maravillosa poesía del Cristu Benditu.

“El castúo”, fragancia y conforta la musa del poeta. Gabriel y Galán se inspira del “deje andaluz” de su fascinado maestro Medina para así emprender el componer en este dialecto extremeño. Ese poema fue dado a conocer a Don Miguel de Unamuno, quién era entonces catedrático de Lengua y Literatura Griega de la Universidad de Salamanca, por el hermano del Poeta, Baldomero Gabriel y Galán (1868-1926), quién era abogado del Estado, columnista de prensa y también un destacado aficionado a la poesía. Unamuno considera muy rico el fragmento y, en general, comienza a apreciar la obra de Gabriel y Galán, valorando lo que iba a suponer la defensa y ejemplo del casticismo.

Ya desde que escuchó, en su misa de casamiento, la bella admonición canónica con aquel: «Mirad hermanos, que celebráis el casamiento del matrimonio para la conservación del género humano, porque se instituyó primero para tener sucesión, y que procuréis herederos, tanto de vuestros bienes cuanto de vuestra fe, religión y virtud, Dios os dé pequeños ángeles que alegren vuestra casa, y encanten vuestra vida». El lazo del matrimonio, sin ellos, es rosa de terciopelo sin aroma, amor sin objeto; vida sin estímulos, egoísta vida, sin sacrificios; soledad desconsoladora y triste, sin besos de ángeles cuando la frente se arruga, sin caricias que consuelen cuando la garra del dolor se clava y se desgarra la fibra más delicada del sentir, sin manos que, jugando y sin saberlo, limpien el ingrato sudor del trabajo, que es la levadura amarga del pan que comemos los pobres. Su vida anterior no fue, en lo hondo, sino un aprendizaje de la paternidad.

Nuestro poeta, fue pues, un intelectual de sensibilidad muy fina, ya que sufrió esas depresiones de la tristeza y esas inquietudes del desasosiego espiritual, que no dejaron de serlo aunque, por ajustar el tono de disfraz, sustituye la palabra culta por la frase felicísima y expresiva del «jormiguillo que le jormigue».

Nace el 27 de febrero de 1901, su segundo hijo y en septiembre de ese año, fue convocado por la Universidad de Salamanca, para participar y celebrar en unos Juegos Florales celebrados en el Teatro Bretón de Salamanca, va a ser su consagración como poeta, arranca siendo galardonado con la flor natural por su composición «El ama», que se encontraba inspirado en su madre, por la reciente muerte. El ya Rector de la Universidad de Salamanca; Miguel de Unamuno, desde el año anterior, presidió el jurado junto a otros catedráticos compuesto por; Santiago Sebastián Martínez, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Luis Rodríguez Miguel Catedrático de Lengua y Literatura Española y el escritor Francisco Fernández Villegas Zeda.

José María, luego de desasirse de los admiradores, que le estrujaron en acompañamiento nutridísimo, hasta dejarlo en su hospedaje, y de desprenderse de aquella prenda geométrica que tanto le mortificaba y deslucía, dio en pensar la más bella aventura de su vida… Y sin que nadie lo supiese, sin aguardar al nuevo día, que ya se colgaba con mano impaciente de los flecos de la noche venturosa, montó a caballo, galopando, como un jinete de Durero, escoltado por el recuerdo de la muerte, a lo largo del camino desierto… Llevaba sobre el corazón la flor natural, que acababa de brindarle la fama sonriente y sumisa; y en llegando a Frades se encerró en la capillita del cementerio, para contarle sabe Dios qué cosas a su madrecita, dejando sobre la losa de granito aquel beso de pétalos suaves con el que la gloria mundana quiso desvanecer, sin lograrlo, al virtuoso labrador de Guijo.

Gabriel y Galán intenta e inicia el mantener correspondencia e intercambios con el rector de Salamanca, Miguel de Unamuno. Desde ese momento es notable para la época como ese ambiente ideológico que se encontraba considerablemente polarizado en la Salamanca de 1900 y el enérgico conflicto de Unamuno con quién era el obispo de Salamanca, Tomás Cámara y Castro, llamado el padre Cámara (1885-1904), el mismo estaba decidido a que fuera destituido de la autoridad de la Universidad, generando eso una situación compleja para al poeta acerca de la base de los intentos sucesivos de llegar a instrumentar su obra por parte de ambos.

Una vez consolidada la amistad con D. Miguel de Unamuno, sobre todo a través de cartas, éste le propone que escriba una novela o algo diferente, a lo que el poeta de Guijo se echa las manos a la cabeza » ¡Escribir yo una novela!, exclama con humildad alarmada. Menester será decirle a usted, quien soy, literariamente, para que no vuelva usted a darme sustos como ése. Nada, no; soy ningún… -iba a decir Unamuno, pero fuera muy descarado y de mala forma el elogio-: no soy capaz de escribir una novela, que pudieran llamar mediana, los que entienden. Aunque más tarde si lo intentó escribiendo la primera narración en prosa, bajo el título de El Tío Glorio, que se publicó el 18 de noviembre de 1901 en la hoja literaria de El Adelanto.

Tras ser el gran triunfador en los Juegos Florales de Zaragoza, Sevilla, Lugo y en el exterior, en Buenos Aires. Su fama se acrecienta y en el año 1902, es el lapso en el que publican sus dos primeros volúmenes; “Poesías y Castellanas”, al Ateneo de Madrid fue invitado para dar su primer gran recital poético que como era de esperarse concluyó con un sonoro éxito.​

 

José María Gabriel y Galán visita Cáceres

Hay en las calles cacereñas aires de Navidad. Las populares zambombas de barro rojo, no dejan de sonar, es diciembre de 1902, con temperaturas máximas que no llegan a los 10 grados y la mínima ronda los 0 grados. Es 27 del mes de diciembre y sábado.

Un viajero, entre no muchos, descabalga del tren y pone, por primera vez en su vida, las plantas

sobre tierra de la ciudad de Cáceres. Equipaje corto, porque piensa en una visita corta; nada más que el deseo de conocer personalmente a alguno de los hombres que tanto ha contribuido a extender su fama. En un traqueteante “coche de estación”, tirado por caballos y mulas, el viajero recorre el largo camino que media entre la estación (hoy el barrio conocido como Los Frates) y las primeras calles cacereñas, no mucho mejor pavimentadas entonces que las de su Guijo de Granadilla.

“El poeta Galán” (lo de José María Gabriel y Galán vendría con los años), ha hecho entrada en Cáceres, donde a nadie conoce por sus rasgos físicos y donde nadie puede identificarle personalmente. Pero este “poeta Galán”, que hace poesía con olor a pueblo, y al cual leer –los que saben leer- y repiten de oídas los que no, es “demasiado alguien” para que la capital no se estremezca de emoción con su venida. Se apagan por un momento las zambombas, y los villancicos se hielan.

-¡¡GALÁN está en CÁCERES!!-

Y mientras Cáceres se prepara para rendirle calurosos homenajes, el poeta acompañado, sólo por los recién conocidos, como eran Ibarrola, Grande Baudesson, Hurtado y alguno más, pide que lo primero que quiere es subir a rezarle a la Virgen de la Montaña, en su Santuario.

 

 

Era un día quejumbroso de diciembre ceniciento

Cuando yo subí la cuesta de la mística mansión:

El que aquella cuesta sube con angustias de sediento,

Baja rico de frescuras el ardiente corazón.

 

Era un día de diciembre. La ciudad estaba muerta

Sobre el árido repecho calvo y frío del erial;

La ciudad estaba muda, la ciudad estaba yerta,

Sobre el yermo fustigado por el hábito invernal.

 

Los palacios y las torres de los viejos hombres idos

En el carro de los tiempos de las glorias y el honor

Dormitan indolentes, indolentemente hundidos

De seniles impotencias en el lánguido sopor.

 

Me caían en la frente doloridos pensamientos

De esta trágica y oculta mansa pena de vivir;

Me pesaban en el alma los mortales desalientos

De las pobres almas mudas, fatigadas de sentir.

 

Era un día de amarguras cuando yo subí la cuesta

De la alegre montañuela que veía yo a mis pies

Desde aquella blanca ermita que asentaron en su cresta

Como nido de palomas en pimpollo de ciprés.

 

Horizontes que pusieron en las niñas de mis ojos

La visión de la desnuda muda tierra en que nací;

Tierras verdes de las siembras, tierras blancas de rastrojos,

Tierras grises de barbechos… ¡Patria mía yo te vi!

 

¡Madre mía, madre mía! Cuando aquella tarde brava

Yo subía por la cuesta de tu mítica mansión,

Como el látigo del viento que la cara me cruzaba,

flagelaba el de la pena de mi sensible corazón.

 

¡Madre mía!, me contaron unos buenos caballeros,

Moradores de tu hidalguía y amadísima ciudad,

Que son tuyos sus amores, y son suyos tus veneros,

Copiosísimos y santos de graciosa caridad.

 

Me contaron episodios de la bella historia tuya,

Dulcemente convivida con tu amante pueblo fiel;

Me dijeron que era tuyo; me dijeron que eras suya,

Que te daban bellas flores, que les dabas rica miel.

 

Que el que suba aquella cuesta y en el pecho lleve agravios,

Turbias aguas en los ojos y los hombros dura cruz,

Baja alegre sin la carga, con dulzuras en los labios,

Con amores en el pecho y en los ojos mucha luz.

 

¡Madre mía lo he gozado! Los dulcísimos instantes

Que mis penas me tuvieron de rodillas ante Ti,

Fueron siglos de exquisitas dulcedumbres deleitantes

Que los ríos de tus gracias derramaron sobre mí.

 

Bellísima cacereña,

Hija del sol que te baña:

¡La Virgen de la Montaña

Te guarde niña trigueña!

 

Te habrán dicho los espejos

Que son tus labios muy rojos,

Que son muy negros tus ojos,

Que fuego son tus reflejos.

 

Y yo, que te adoro tanto;

Yo, que te quiero más bella

Que la loca reina aquella

De esta manera te canto:

 

¡Que angelical ermitaña

Tuviera en ti, cacereña

Para su ermita risueña

La Virgen de la Montaña!

 

Sube, preciosa ermitaña

Que algo que no da Natura

Se lo dará a tu hermosura

La Virgen de la Montaña.

 

Y yo que vivo buscando

Bellas cosas de cantar,

Tal visita al recordar,

Suelo decir suspirando:

 

¡Será un cielo aquella sierra

Cuando, levantando el vuelo,

visiten a la del cielo

las vírgenes de la tierra!…

 

Esto escribiría, después, en un poema dedicado a la Patrona de la ciudad cacereña y dedicada a su querido amigo el virtuoso sacerdote D. Germán Fernández

Esta, podría ser la crónica de la primera visita que nuestro poeta más importante realizó a Cáceres, ciudad y en la que, al siguiente día acudió a todos los sitios porque, entre otras cosas, todos quieren verle y oírle. Visitó el Casino de Artesanos, también apareció por el baile de La Concordia, finalizando ese día 28, en el Ayuntamiento, en el que sesenta personalidades cacereñas le tributaron el homenaje oficial.

En la ciudad de Cáceres se le recuerda todos los 6 de enero, con un recital y un concurso de poesías, junto a la estatua instalada en el Paseo de Cánovas de la capital, donde también, no falta nunca Pepe Extremadura cantando «El Embargo», una de sus poesías más reivindicativas y más maravillosa.

 

Su vida en Guijo de Granadilla

De él dijo Luis Chamizo: “Es Galán el creador egregio de una poesía extremeña que, en el cauce limpio de jugosa y pintoresca tabla, arrastra las notas típicas del vivir lugareño en nuestra región. Nuestros campos, costumbres y tipos rurales pasan por el alma delicada de Galán, adquiriendo la gracia luminosa y serena de un corazón que supo amarlos”.

La Zona del Guijo de Granadilla también quiso homenajear a su famoso vecino otorgándole el título de Hijo Adoptivo, que la villa le concedió el 13 de abril de 1903.

De aquella ajetreada vida que no le gustaba y en aquella paz de Guijo se acordó el poeta cuando habló, en verso, a los hombres de su lugar, al recibir ese título que siempre consideró el más honroso de los que se le concedieron. Para celebrarlo acudieron al ya famoso rincón extremeño los hombres sencillos que poblaron aquellas aldeas, y ante todos ellos, que llenaban la plaza, aclamándole con entusiasmo cariñoso, limpio -como el trigo de renta- de niebla y de gusano y de mala semilla, dio salida franca a su contento, sintiéndose invadido de felicidad que él buscaba y tenía por única y verdadera: la que orea y vivifica las almas, porque nace de lo más hondo del corazón, destilada por la bondad y el amor. Aquella fiesta si que le alegró de veras, porque no descubría entre la rústica muchedumbre al crítico ni al doctor que se lucían o se peleaban a su costa.

 

Una fiesta que es más bella

porque en ella no hay pasiones,

ni hay ruines miras de ella,

ni luchas ni divisiones.

Veros reunidos

me causa el mayor placer.

¡ Siempre en paz y siempre unidos

os quisiera a todos ver !

 

Esta poesía, que es más larga la compuso para este acontecimiento, titulada «Solo para mi lugar». Como comentamos anteriormente; Gabriel y Galán a partir de los poemas ‘La jurdana’ y ‘A Su Majestad el Rey’, fue uno de los primeros prosistas que denunció la indigencia de la comarca de Las Hurdes ambos los realizó en el año 1904. Alfonso XIII, estaba de visita en Salamanca y el Poema segundo de ellos tenía por objeto sensibilizarlo:

“Porque infama la negrura,

de la siniestra figura

de hombres que hundidos están

en un sopor de incultura

con fiebre de hambre de pan”.

 

Posteriormente el monarca señaló que fue a través de algunas de sus poesías, fue como tomó conciencia del problema de un territorio que aún tardaría en visitar (1922).

En cuanto a sus ideas políticas cuentan que eran carlistas, -el carlismo es una corriente política española de carácter completamente conservador y legitimista, derivó del absolutismo español y surgió durante la primera mitad del siglo XIX, en franca oposición al liberalismo-, y colabora con la «Buena Prensa», que era la prensa católica, conocida.

La muerte del poeta

Si mal andaba el poeta de salud moral, revuelta y avinagrada por las injusticias y amarguras que contemplaba a su alrededor, no era más boyante la de su organismo físico, entorpecido por trastornos que cada vez se acusaban más agudos y frecuentes… Las que él llamaba «localizaciones reumáticas» en una de sus cartas de 1897, debieron extenderse e intensificarse en la primavera de 1904, por ser ésta la única explicación razonable de aquella inesperada y única maniobra defensiva del ya paciente enfermo, que se decidió a probar las encarecidas virtudes terapéuticas de las termas de Montemayor, aconsejadas por un médico que decía ser amigo, de cuyo balneario debió de regresar antes del 28 de agosto, ya que en esa fecha estuvo presente en el homenaje a su amigo Bejarano.

Quien fuese el culpable, que Dios se lo haya perdonado; por escrito por el mismo Galán llegó a decir que los chorros o los baños de Montemayor le sentaron malamente. Estamos ya en octubre, y en armonía con la melancólica estación, que ya sufre, desnuda y aterida, la bocanada fría de noviembre, el poeta escribe, desganado, en párrafos que se fatigan en el primer punto, como faltos de aliento, detalle significativo en su estilo, que trepaba por las oraciones largas igual que si subiese un alto repecho… «Yo he tomado este año baños en Montemayor -escribe a un amigo-. Tengo algo de gastralgia. Lo atribuyo a disgustos, exceso de trabajo, irregular método de vida, etc.»

Padecía por todo José María, ¡ triste y noble destino de los corazones delicados ! Y como tenía imaginación, que es como tener otro corazón en la mente, sufría por lo presente, por lo pasado y por lo que el temor le anticipaba de lo venidero…

El 29 de diciembre aparece publicado en un periódico salmantino una de sus últimas poesías, no sabemos si previendo su muerte, aunque, yo más bien creo que bromeando sobre ella:

¡ Quiero vivir! A Dios voy

y a Dios no se va muriendo,

se va al Oriente subiendo

por la breve noche de hoy.

De luz y de sombras soy

y quiero darme a las dos.

¡ Quiero dejar de mí en pos

robusta y santa semilla

de esto que tengo de arcilla,

de esto que tengo de Dios.

 

Recordando palabras de San Agustín, podemos embalsamar con ellas, a manera de despedida, el recuerdo del cristiano poeta y hombre esencial, de bondad inagotable y generosa: «Si tierra amas, tierra eres; si cielo amas, cielo eres; y si a Dios amas, Dios eres». Dios eras, José María, lengua de Castilla antes de que te despojases de la envoltura carnal, que fue sayal de penitencia sobre tu alma delicada y pura… Reflejo de Dios en aquel su encendido amor por los humildes, en aquel recrearse con la divina obra y en su afán de defenderla frente a los que la profanan y desdeñan; hasta en sus palabras poéticas, que parecen un regatuelo claro en el que abrevan, como un rebaño de cándidas ovejas, las mansas parábolas evangélicas…

El 31 de diciembre de 1904 al finalizar una jornada supervisando las labores del campo comenzó a encontrarse mal y, transcurrida una semana, el 6 de enero de 1905 falleció probablemente a consecuencia de una apendicitis aguda, aunque hay otras versiones del motivo de su fallecimiento. El profundo arraigo del poeta en la población de su comarca se manifiesta en los testimonios de quienes presenciaron el duelo: «Pobres y ricos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, todos, absolutamente todos, acudieron presurosos a la casa mortuoria para orar ante el cadáver por el eterno descanso de su alma y besar sus pies y manos. Las mujeres llorosas y los hombres entristecidos fueron besando los queridos restos». Ya que el profundo enraízo del poeta en la población y alrededor de su comarca se manifestó en las demostraciones de quienes presenciaron el duelo.

No tenía aún 35 años, no los había cumplido, nuestro joven poeta fallece. Muere, en plena gloria y juventud, era el poeta más leído de España en ese momento. “Era más bueno, sencillo y sincero que sus mismos versos, con serlos éstos mucho…”, afirma Federico de Onís. Ciertamente se apagó un joven prodigio de la narrativa poética española.

En el delirio de su muerte se le oyó recitar versos sueltos de las Coplas de Jorge Manrique.

cómo pasa la vida,

como se viene la muerte

tan callando;

 

Cuando falleció el poeta, según es la tradición en la región, quisieron llevar sus restos para que estuviesen junto a los de su esposa, otras fuentes hablan de que se quisieron llevar su cadáver a la Capilla de la Universidad de Salamanca, pero los mozos de Guijo de Granadilla, cuando se enteraron de ello, montaron una guardia día y noche con sus viejas escopetas para evitar así, que se llevaran los restos de aquel hombre a quien adoraban. Fue enterrado en Guijo de Granadilla.

 

Archivo fotográfico

 

 

 

 

 

 

Del libro Libro de «Gabriel y Galán» de Fernando Iscar Peyra (1886-1958). Fotos 1, 2.1, 2.2, 3, 4, y 5

Archivo de la ciudad de Cáceres. Archivo Marchena. Foto 6.1 y 6.2

Archivo Guijo de Granadilla. Fotos 2.3 y 5

Propiedad particular. Foto 8

Propiedad de la Cofradía Virgen de la Montaña. Foto 7

 

Bibliografía

Libro de «Gabriel y Galán» de Fernando Iscar Peyra (1886-1958). Edición patrocinada por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca.

En las páginas de Internet:

Webmaster: Jesús Herrera Peña. (1870-1905). Biografía de Gabriel y Galán.

Biografía y Poemas del Autor Gabriel y Galán por Doris Peña.

Gabriel y Galán. Estudios Conmemorativos en el Centenario de su muerte. Revista de Estudios de Salamanca Nº 52. Año 2005.

Periódico «El Adelanto de Salamanca. Nº 5549 de fecha 28 de diciembre de 1902.

Revista “El Santuario”. Revista divulgativa de la Real Cofradía de Nuestra Señora la Virgen de la Montaña. Nº 21 de fecha, marzo de 2016

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dic 112020
 

 

Manuel Rubio Andrada

 

Resumen

Durante toda la primavera del año 2019 se hicieron excavaciones en Trujillo en dos lugares distintos que bien pudieron ser “páginas” cercanas con importantes datos de nuestro pasado.

Una de las actuaciones tuvo lugar en las inmediaciones de la antigua iglesia de Sta Clara adosadas a la construcción en su puerta norte. Lo descubierto pertenecía a una necrópolis excavada en la roca que, a veces, mantenían cierto antropomorfismo; temporalmente, en sentido amplio, suelen situarse en época medieval. La excavación termino. No pudimos prestar mucha atención a pesar de lo interesante que nos parecían.

Nos atrajo más la excavación realizada en la finca Solanilla de Bote y de ella nos ocupamos primeramente: mis ocupaciones en otro trabajo no hicieron posible más. Fueron tres las actuaciones en Solanilla y a juzgar por el espacio escavado parecían llevar buenas pretensiones y muy posiblemente apoyadas en un buen presupuesto. Recogimos datos, hicimos fotos…relacionamos y reflexionamos… fruto de todo ello es el trabajo que presentamos en estos XLIX Coloquios.

 

Introducción

No es la primera vez que se han realizado excavaciones arqueológicas en nuestro entorno inmediato, unas con carácter científico y otras no tanto.

Recordemos las primeras. D. Joaquín Rodríguez Ordoñez nos transcribió, en su libro La Vettonia, una narración del periodista Antonio Malo de Molina, en ella contaba la actuación en un dolmen situado en la finca de las Perillas o Asperillas, inmediato a los confines del berrocal trujillano, por la antigua calleja de Madroñera. D. Antonio nos describe como se hacían las cosas en la segunda mitad del s. XIX y cuáles eran los resultados[1].

Tras desmontar el primer dolmen y describir la futura actuación en el segundo, concluye:

Acaso explorando el otro de que se hace mención, hallaríamos igual monumento, puesto que no es el primero encontrado y destruido en aquellas inmediaciones, según manifiestan algunos amigos, y que por no conocer su importancia han sido despreciados, así como habrá sucedido a otras obras de remota o desconocida antigüedad…

Las últimas excavaciones han sido las efectuadas en las inmediaciones de la antigua iglesia de Santa Clara y simultáneas a ellas las efectuadas en la finca de Solanilla de Bote con motivo de ampliar la implantación de paneles solares que en ella ya existían; de estas últimas nos ocupamos en este trabajo. Entre la primera de las Perillas y estas un número de ellas, ni corto ni largo; en las que, en el mejor de los casos, se determinó su “dormición” mediante su nuevo enterrado, parte de la que ahora estudiamos tuvo peor suerte.

La noticia de esta excavación nos llegó oralmente, así como la particularidad de su libre acceso desde la carretera y la ausencia de puertas o cualquier cartel de prohibición así como una falta total de identificación de la empresa excavadora.

Este despoblado a penas ofrecía señales externas y fue una agradable sorpresa para los aficionados que con cierta periodicidad, visitábamos encantados las actuaciónes arqueológicas curioseando aquí y allá.

Este trabajo es el resultado de los apuntes de la mayor parte de lo descubierto en las tres excavaciones practicadas en Solanilla y que yo narraba a mi amigo Vicente para que estuviera al tanto de lo descubierto. Simultáneas y muy próximas, tuvieron lugar en el invierno y primavera del año 2019, hasta el cambio electoral de ese año, periodo en el que se suspendieron con los aparentes resultados que luego se comentarán.

Localización

Se sitúan en la margen izquierda del río Magasca, recién pasada la carretera de La Cumbre; muy cerca del molino del tío Trabuco, hoy casa residencia particular.

Lám 1. Resultado de la actuación nº 1

Descripción

Primera actuación

Su localización geográfica se aproxima al punto determinado por una latitud norte de 39º 25´ 56.09´´ y de longitud oeste 5º 55´´ 17,27´´.

Esta primera zona (Lám 1) es la más cercana al río. Como se puede observar por la fotografía se excavó una considerable extensión de terreno, la mayor parte del mismo sin restos estructurales o de cualquier otro tipo, de resultado estéril.

En el esquinazo NE de la excavación aparecieron los restos de muros, estrechos y realizados con materiales pobres a base de piedra, generalmente pizarras y tierra; no están ausentes trozos de cerámica común romana y tégula, a veces como relleno y ajustes en el muro.

Esta estructura mide 7,50 m de larga y 2,30 m de ancha; se dividió en cuatro compartimentos aparentemente sin unir al muro del este; los laterales comunes están reforzados en la parte baja de cada lado con grandes piedras a fin de darles mayor consistencia ante las mayores presiones en la zona baja.

  

Segunda actuación

Lám 2. Resultado de la actuación nº 2. El ábside y los muros de la cabecera

Es la intervención central (Lám 2). Su localización geográfica se acerca al punto determinado por una latitud norte de 39º 25´ 56.93´´ y de longitud oeste 5º 55´ 49.93´´. En esta ocasión el terreno estudiado se ajusta más adecuadamente a los restos estructurales encontrados.

Presenta restos de un edificio de orientación N – S con humilde ábside situado a mediodía, ligeramente elíptico, mide 2,90 m de eje N-S y 2,75 m el E-W; su forma puede igualmente ser considerada en herradura. Es de angosta entrada, 0,45 m de ancho.

Sus muros están bastante bien hechos con mampostería, de piedra algo seleccionada y barro, de aparejo poco abundante; su ancho es de 0,40 m.

Este se adosa a una estructura muraría inacabada que pertenecía a la nave los cuales apuntan forma rectangular; fue realizada con piedras de buen tamaño y barro; es de mayor ancho que el ábside. A pesar de la búsqueda mediante la excavación, de mayor extensión de los elementos estructurales, no dio resultado así que del edificio solo nos llegaron los restos de los lados inmediatos al ábside y el ángulo este, sin dejar rastro del resto para acotar el aula hacia el norte.

El lado este del muro sur mide 2,40 m; en su extremo este hacia el norte, está la esquina, de ella parten los cortos inicios del lateral este de la nave. El otro lado del muro sur solo mantiene los 2 m centrales. Como venimos mencionando, no se conservan otros vestigios de su trazado, ni en su cimentación. Su apariencia inacabada apunta una rápida interrupción muy posiblemente en su construcción ya que no observamos grandes cantidades de materiales procedente de la cubierta.

Tercera actuación

Lám 3. Actuación nº 3. Vista general desde el este

Se localiza caminando unas centenas de metros desde la segunda excavación hacia el NW; como punto de referencia actual podemos tomar una gran torreta de cuatro apoyos para el traslado de la corriente eléctrica; lo descubierto se encontró inmediato a ella por el noroeste.

El punto geográfico que ocupa se aproxima al determinado por una latitud norte de 39º 25´´ 54.96´´ y de longitud oeste 5º 55´ 48.86´´.

Lám 4. Actuación 3. El gran patio central y las dependencias del oeste.

Lo forman una serie de largos y bajos muros de mampostería, bien construidos a dos caras lisas y con relleno interior de mampuesto. Se trata de los restos de una estructura habitacional compuesta por un gran patio central y adosados a él, en sus lados este y oeste, dos pabellones.

Lám 5. Actuación nº 3. El pabellón del este

De estos, el del este, estaba limitado en la parte interior, la que da al patio, por un muro de 14.7 m de largo, de características semejantes a los descritos; no presenta restos de vanos. En el lado contrario al espacio central, hay al menos cuatro dependencias, de las cuales solamente una de las medianas conserva los restos de los cuatro muros que la definieron, el resto carecía de limitación fiable en el lado este. En esa dependencia, el tabique que da al cercado interior mide 4 m, los laterales cada uno tiene 4.5 m y en el opuesto, estaba bien centrado el vano de la entrada que medía 1 m de ancho.

El resto de las dependencias de este pabellón poco nos permite conjeturar señalando la posibilidad de su comunicación exterior mediante abertura al este semejantes a la descrita y su incomunicación total al patio.

Lám 6. Actuación 3. Pabellón oeste

En las dependencias del pabellón opuesto, el muro externo que da al oeste solamente se extiende 13 m, carece de vanos y en la parte norte su trazado, semidestruído, se vuelve poco definido y más complejo.

Presentaba en su interior tres dependencia, de ellas, la central, es de doble dimensión que sus vecinas (Lám 6). En su centro se encontraba colocada verticalmente una lastra de buen granito, en sentido longitudinal y orientación equinoccial este-oeste; estaba semipulida en su cara sur y simplemente desbastada en el resto. Esta piedra tiene de largo 0.95 m, su ancho ronda los 15 cm e hincada como estaba el 9 del 3 del 2019, su altura sobresalía del terreno 0.32 m.

Presenta dos ancestrales y conocidas formas: la parte superior cóncava, puede insinuarnos que su opuesta la inferior era semejante, lo cual nos lleva con facilidad a intuir una aproximación a la forma de piel de toro curtida y extendida; las laterales convexas pueden apuntar la forma del disco solar es decir helioscopica. Ambas formas son propias de altares orientalizantes del mundo tartésico (Lám 7).

Lám 7. Actuación 3. El hogar-altar con su retablo tauro-heliomorfo

En conjunto puede considerarse un pequeño retablo de un hogar-altar que se extiende hacia el sur.

Este hogar tiene de ancho 0.90 m, algo menor que la piedra, su largo es de 0.97 m y estába elevado del suelo unos 10 cm, su forma pues es un prisma de corta altura. Destaca del resto por su fuerte color rojo tinto oscuro, su tonalidad y textura sugería ser sangre mezclada con arcilla. La excavación mostró los restos de tégula que lo delimitaban y estructuraban evitando su disgregación.

Relaciones

No encontramos conexión para los primeros restos.

En cuanto a los segundos diremos que parecen anteriores a la basílica de Trujillo, como recordarán situada en las proximidades de la puerta de Coria y a la que se atribuye una autoría mozárabe [2]. Sin embargo hay que reconocer que carecemos de otros elementos que puedan argumentar lo dicho con determinación y certeza.

 

Lo que nos ha llegado de la tercera está orientado a los cuatro puntos cardinales, orientación que marca la posición de la piedra retablo que hemos descrito. Tiene partes del lado norte sin restos de edificación; en el lado sur, pese a la ausencia de materiales en algunos metros puede reconstruirse la trayectoria del muro. De todo ello deducimos que se trataba de un gran patio central con habitaciones adosadas en los lados este y oeste según la descripción propuesta.

Aparentemente, por lo que nos ha llegado, el patio central tiene un solo vano de comunicación con la habitación principal del lado oeste -donde está el hogar-. Aunque perdimos las medidas de este, si anotamos ser el doble de grande que sus compañeras.

La presencia de pigmento, de intenso rojo oscuro, en el hogar-altar central, indica como más probable un vertido de sangre; ello nos conduce con pocas dudas a admitir que se sacrificaba con frecuencia y se tenía sumo cuidado de que “la sangre” no se derramara más allá de los límites rectangulares del hogar.

Al estudiar el retablo veremos cómo sus formas, determinadas por líneas, son relacionable con un conjunto de objetos concretos, formados por esas mismas clases de líneas, las cuales por pertenecer a un mundo lineal abstracto, no describen cosas concretas, solamente insinúan referencias a elementos, generalmente con una finalidad determinada, versátil e imprecisa. Su finalidad pues fue la insinuación de determinados contenidos y no la descripción de los mismos.

Ambas formas son elementos que se utilizan en la actualidad, concretamente está presente como motivo ornamental sacro, de insinuante simbolismo sobre los temas que tratamos. Se localiza en la iglesia modernista de de Nuestra Señora del Pilar en Valdemoros, Madrid, la cual es famosa por su elevado simbolismo (Lám 8). Menos visibles pero si rastreables en el icono central de la catedral de la Almudena.

Lám 8. Motivos lineales sacros con la forma de piel de toro y el disco solar que completan la figura de Jesús en la iglesia del Pilar de Valdemorillo, Madrid.

                                                                                                            A

                                                                                                      B

 

 

Lám 9. Altares orientalizantes linealmente relacionables con el retablo de Solanilla de Bote. A. Cancho Roano C. B El Carambolo, Camas, Sevilla

También hemos seleccionado algunos altares, a pesar de ser muy anteriores en el tiempo al que aquí estudiamos, por entrar en ellos las apuntadas semejanzas lineales. Se trata del hallado en el edificio C de Cancho Roano, Zalamea de la Serena (Badajoz)[3] y el de la fase IV del santuario del Carambolo (Sevilla)[4] (Lám 9 A y B).

En el primer caso se trata de la representación de la puesta de Sol en el solsticio de verano, en lo alto de un cerro, es la representación de un paisaje sacro.

Coinciden con ese mismo planteamiento determinados paisajes reales existentes ante la puerta principal de algunos templos fenicio-tartésicos y servían de referencia para determinar la orientación de la construcción de los mismos. Según la religión fenicia tienen relación con la muerte-renacimiento del Sol que ocurría en el solsticio de verano.

En cuanto al ejemplo B se trata de un altar en forma de piel curtida de animal admitida generalmente como piel de toro. La presencia de esta forma es muy amplia y muy variados sus significados; los más frecuentes hacen referencia al culto fenicio-tartesio de Moloch Baal como símbolo del fuego purificador y regenerante.

Situados ante estas cuestiones debemos señalar la adicción del retablo en épocas posteriores al mundo orientalizante indicado y que ya aparece consolidado en época romana. De esa época, la religión mitraíca, por sus contenidos generales, también puede ser un serio aspirante para identificar nuestros restos. No quiere esto decir que los contenidos de época tartésica sean los mismos que los de nuestro altar ni por supuesto los contenidos cristianos que debe tener el de la iglesia de Valdemorillo o la catedral de la Almudena. Como la tercera excavación muestra debieron pervivir las formas y tal vez en parte, fondos de los contenidos sacros.

Nuestro retablo habría conjuntado en un modelo los dos iconos teológicos.

Cronología

Las cerámicas que observamos se pueden dividir en dos grupos:

Uno estaba en unas bolsas pequeñas de plástico situadas en la parte superior del ábside. Observamos que en su mayoría eran fragmentos de recipientes de uso común; con ellas, había al menos un fragmento muy rodado de terra sigillata aparentemente de no buena calidad.

El otro grupo estaba “in situ”, eran fragmentos más gruesos con numerosos restos de tégulas procedentes de diversas destrucciones aunque no en elevado número; otras fueron reutilizadas como material complementario de la construcción mural.

Los materiales cerámicos visible en la primera actuación nos sitúan en época tardorromana. Dadas las pequeñas dimensiones de sus habitáculos debemos suponer una finalidad no humana, muy posiblemente animal; en la fotografía que ofrecemos, tras la más cercana, parece observarse un pequeño pasillo de acceso por el oeste. Quizás podían corresponder a elementos de unas mayores dependencias que se extendieran al sitio contrario al excavado, en ese lugar se observan piedras desmontadas pero los trabajos no prosiguieron y terminaron allí.

La segunda actuación permite mayor acercamiento. Se trata de la cabecera absidiada de un edificio que apunta principalmente por su forma matices religiosos. Su estructura y las escasas dimensiones del vano entre aula -nave- y ábside, nos indica que su acceso estaría restringido a un personaje de anchura muy escasa. Según las dimensiones facilitadas en este trabajo, una vez concluida la nave, esta sería pequeña, destinada a albergar un no elevado número de personas.

Podría tratarse de la interrupción del proceso constructivo de un eremitorio rural aparentemente tardorromano. La presencia de cerámica sigillata en las bolsas situadas en el mismo, pueden indicar una cronología algo anterior o al menos no excesivamente tardía. El fragmento o los fragmentos podrían contribuir a dar mayor antigüedad a estos restos y acercarlos a un cristianismo rural muy primitivo,

La aproximación a la cronología de la tercera excavación presenta una dificultad semejante. Los restos de algunas tégulas como material amortizado en muros e incluso en el hogar del altar, sitúan su existencia en un momento impreciso de época tardorromana.

 

Conclusiones

La relativa proximidad entre la segunda actuación, que apunta ser los restos de una ermita con ábside en herradura, en sentido amplio paleocristiana, y el complejo religioso de la tercera -cuyos fondos religiosos más lejanos nos señalan el mundo fenicio-tartésico-, son aparentemente tan diferentes como sus contenidos, liturgia etc.

A pesar de ello sus practicantes deberían vivir en una cierta armonía, lo cual sería posible si se admite una característica mitraica en los restos de la tercera actuación, fuera seguidor de una o de la otra las dos religiones vivían generalmente un ambiente de comprensión y acercamiento. Vendrían tiempos distintos. …su estado inacabado nos puede sugerir que… tal vez les llegaron.

Por lo particularmente excavado no parece que las unidades estuvieran acompañadas de viviendas u otras estructuras en su entorno; su aislamiento parece apuntar ocasionales visitas religiosas, en parte lúdicas y en parte gastronómicas tipo romería.

Observando otros restos cercanos no alejados de estas épocas , nos devuelven a un paisaje rural, bastante poblado y diferente al actual. Todos esos restos llenan de vida y pobreza las inmediaciones del Turgalium romano de finales del Imperio.

En conjunto, las tres actuaciones son la punta del iceberg de la existencia de numerosos restos en las inmediaciones del río Magasca que se perfilan con bastantes características generales semejantes y como pertenecientes a una época romana tardía. Una de ellas, la tercera actuación no sobrevivió para poder contarlo pues a pesar de ser respetada en el tiempo por todo tipo de invasiones, no sobrevivió a nuestros tormentosos días.

Llegados a este punto cabe seguir preguntándonos. ¿Quién fue el autor de tan torpe eliminación?.

Desde luego su conducta no fue la de un ilustrado, es evidente que la barbaridad asoma repetidamente en esa solución.

Veamos. Las dos primeras actuaciones han tenido suerte y finalmente, como en Sta Clara u otras excavaciones, han seguido el camino general de la dormición por cubrición terrestre; sin embargo no fue así en la tercera, la cual fue totalmente arrasada y todos sus materiales desaparecidos.

La práctica de la cubrición con tierra debió incomodar a alguien de alguna cúpula. Sin duda los contenidos que tan brevemente hemos podido describir, se deben completar con un mayor número de datos que ofrecería la excavación, a nuestro juicio bien llevada, y que el arqueólogo expondría al enumerar los resultados.

Aunque esto parece propio de otro trabajo, prefiero seguir pues tras mis últimos artículos y sin yo buscarlo, me estoy especializando en una arqueología de denuncia.

Llegados a la tercera actuación, lo mostrado por el arqueólogo debió turbar determinada mente, quizás mejor hablar en plural. La posibilidad de vestigios religiosos orientalizantes, de una cronología tan tardía, con unos elementos tan comunes, pobres y simples pueden con facilidad ser vistos como disparate; la representación de la iglesia de Valdemorillo nos demuestra que no lo es.

Así, un día cualquiera de la primavera de 2019, se decretó primero oralmente: ¡Que desaparezcan del mapa!. Pero, ¿cuándo?. Se esperó un momento propicio, adecuado… sin duda el hecho tiene olores delictivos que pueden comprometer…

Primavera de 2019, cambio político de Autonomía y Ayuntamientos. Vacío de poder.

A pesar de no interferir en las solares, nuestro sistema social una vez más ha sido torpe; ha regresado a permitir obrar como en los finales del s. XIX; de una u otra forma, no atinan a saber preservar los restos para futuras inversiones. La actuación número tres ha seguido una política irracional que denominamos “arrasamiento técnico” tal y como nos contó el periodista D. Antonio Malo de Molina al describir hace ya más de cien años, el primer arrasamiento técnico -el deszafre-, palabra asociada a la destrucción del dolmen de las Perillas[5].

 

[1] RODRÍGUEZ ORDOÑEZ, Joaquín (1878): La Vettonia. Monumentos e inscripciones romanas en la antigua Castra Julia. Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid. Conferencia VI. Vol V. núm 11, noviembre. Pág 366 y siguientes.

[2] El permiso de excavación estaba a nombre de José Luis Sánchez Abal quién muy celoso de su trabajo no parece haber dejado huellas del mismo. Los siguientes autores así lo mencionan y se han ocupado de estudiar lo que observaron posteriormente.

ALBA CALZADO, Miguel (2009): Repertorio de Arquitectura Cristiana en Extremadura: Época Tardoantigua y Altomedieval. Anejos AEspA XXIX. Pág 103-106.

FRANCO MORENO, Bruno (2008): De Emerita a Marida. Tesis doctoral. Tomo II. Pág 70. UNED.

 

[3] CELESTINO PÉREZ, Sebastian (1997): Santuarios, centros comerciales y paisajes sacros. Cuaders de prehistoria i arqueología de Castelló, nº 18, p. 374.

CELESTINO PÉREZ, Sebastián (2001): Los santuarios de Cancho Roano. Del indigenismo al orientalismo arquitectónico, pp 29 y 29. en Arquitectura oriental y orientalizante en la Península Ibérica. Coor. Ruiz Matas, Diego y Celestino Pérez, Sebastián.

[4] FERNÁNDEZ FLORES, Álvaro y RODRÍGUEZ AZOGUE, Araceli (2005): El complejo monumental del Carambolo Alto, Camas (Sevilla). Un santuario orientalizante en la paleodesembocadura del Guadalquivir. T. P., 62, nº 1, pág 123.

[5] RUBIO ANDRADA, Manuel y RUBIO MUÑOZ, Francisco Javier (2016): El megalitismo en Trujillo: Las necrópolis de las Perillas –Asperillas- y Cañada, Trujillo (Cáceres). XLV Coloquios Históricos de Extremadura, pp 576. Trujillo.

Dic 102020
 

Alberto Durán Sánchez, Fernando Moreno Domínguez, Ricardo Villegas Moreno y Francisco Pérez Solís.

Resumen

Mediante este trabajo pretendemos dar a conocer un conjunto de 272 morteros mineros, distribuidos en distintos paneles, realizados sobre la superficie de peñas planas que se distribuyen, en su mayoría, adyacentes a la ribera de la Mata (Mata de Alcántara, Cáceres). Las características homogéneas de los mismos, de pequeñas dimensiones, forma ovalada, y que se encuentren en contextos favorables para la minería (depósitos aluviales y veta cuarcítica), sostiene su uso vinculado a la molienda mineral y no vegetal. Asimismo, queremos presentar un singular santuario rupestre protohistórico, con unas características que lo hacen diferente de la mayoría de los altares de origen indoeuropeo. De manera complementaria y añadiendo información al contexto histórico y espacial, mencionaremos otros altares inéditos, en esta ocasión más homogéneos con el resto de los recintos sacros peninsulares.

 

Introducción

Si hablamos del I Milenio a.C. en la Península Ibérica, nuestras informaciones girarán en torno a las noticias que aportaron los historiadores y geógrafos grecolatinos, así como a los resultados de las intervenciones arqueológicas, con método científico, que se han sucedido a partir del siglo XX. Si nos atuviéramos simplemente a las menciones de la antigüedad, los conocimientos que tendríamos serían pocos e imprecisos, expuestos a la interpretación de sus autores, por ello, la Arqueología es fundamental para rellenar los “vacíos” de la Historia.

Existen tres grandes áreas de influencia culturales y parcialmente étnicas que afectaron directamente al desarrollo de las poblaciones de la Península Ibérica, en especial desde el período del Bronce Final, marcando los distintos fenómenos novedosos que tendrían su desarrollo durante la Edad del Hierro. Esas conexiones tendrían un origen atlántico; tierras célticas más allá de los Pirineos; y el influjo mediterráneo. Con dependencia a la cantidad y calidad de esos contactos, las diferentes regiones marcarán sus propias características y contrastes con el resto, creándose áreas de dominios correspondientes a distintas culturas tipo, sin olvidar otras muchas derivadas (Almagro et al., 2009).

En el contexto espacial de la actual Mata de Alcántara (Cáceres), las características del poblamiento en la antigüedad vienen marcadas por el transcurso de la cuenca del río Tajo, así como por otras fronteras naturales que permitieron progresar a los pueblos que habitaron estos territorios. Debemos hacer una mención a su situación como zona articuladora de distintos territorios, tanto meseteños como de la Andalucía Occidental, beneficiándose de los posibles contactos que tuvieran con ambas zonas debido a su posición privilegiada como puente entre ellas. La personalidad de estas poblaciones estuvo estrechamente ligada a los contactos con distintos espacios desde tiempo remotos, afianzándose con el impulso que supuso el mundo mediterráneo presente mediante las rutas comerciales establecidas por las relaciones con fenicios y griegos.

Sin lugar a duda, la protohistoria ha tenido una gran repercusión e interés suscitado en el panorama nacional y el conocimiento de las sociedades prerromanas ha sido objeto de atención por parte de gobiernos autonómicos, así como del público en general, quizás en una búsqueda por entender nuestros propios orígenes, etnicidad y cultura. Mediante este trabajo de investigación pretendemos realizar nuestra aportación al marco general del conocimiento de aquellos pueblos que habitaron el Occidente de la provincia de Cáceres, desde la particularidad que representa la minería y los santuarios rupestres en tiempos protohistóricos.

De esta manera, nuestro objetivo es incidir en dos aspectos destacados para el conocimiento del pasado remoto en el entorno del término municipal de Mata de Alcántara (Fig. 1).

Figura 1. Vista general de localizaciones en el término municipal de Mata de Alcántara (Cáceres)

Por un lado, hablaremos de la espiritualidad, plasmada en piedra mediante santuarios y altares rupestres como el inédito santuario de la Casa del Roble, así como otros altares próximos. El otro aspecto hará referencia a los recursos metalogénicos de la zona, muy presente en las sociedades del final de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro que pisaron estos suelos, sin que necesariamente esto signifique que los explotaran de una manera sumamente organizada. Si destacan dos minerales, realmente atractivos para las cronologías en que nos movemos, serían el oro y estaño, considerando que los morteros sobre peñas planas se utilizarían como un recurso técnico para su obtención (Almagro-Gorbea, 1977: 483-503).

 

Los morteros mineros de Mata de Alcántara

Hablando en términos arqueológicos, la singularidad cobra una explicación plausible cuando se tienen en consideración los contextos históricos y espaciales. La realidad es que no siempre es así y se sigue matizando en exceso la particularidad, algo que afecta directamente a temas como el que pasamos a mostrar, es decir, la explotación (a mayor y menor escala) del metal en tiempos remotos, sin evidencias de registros escritos. Hoy seguimos hallando huellas de esas actividades, pero disponemos de mayores herramientas para intentar ofrecer una interpretación aproximada a cada particularidad. Cuando hablamos del metal y su adquisición en la pre y protohistoria,

 

encontramos carencias de conocimientos en estudios cuantitativos y cualitativos, por ello es necesario abordar la temática desde múltiples registros, con la Arqueología del Paisaje como base en común (Orejas y Sánchez-Palencia, 2014: 319-223).

Para el análisis de la explotación del metal en tiempos anteriores a la presencia romana en la Península Ibérica, hay una necesidad de tener en cuenta los estudios e investigaciones desde una perspectiva diacrónica, particularmente en lugares donde ha existido una continuidad en las actividades desde la prehistoria hasta la presencia romana, incluso posterior. Dada la complejidad de este tipo de informaciones, se hace esencial poner en perspectiva territorial las situaciones particulares, al final, sin elementos que determinen una conclusión absoluta. Mediante el entendimiento del contexto de las distintas realidades grupales que existieron será viable una interpretación, al menos consistente. En última instancia, auxiliarse de manera cuantitativa con evidencias relacionadas con las actividades vinculadas al metal, favorecerá la interpretación cualitativa (Orejas et al., 1999: 263-298).

Partiendo de las premisas mencionadas, y desde el marco geológico extremeño dominado por tres grandes áreas (Zona Centro-Ibérica; Zona de Ossa-Morena; Cuencas del Guadiana y Tajo), tuvieron lugar una serie de procesos de carácter metalogénico, tanto de signo hidrotermal como metamórficos y sedimentarios, motivando que nuestra región disponga de un amplio espectro de mineralizaciones (Sánchez, 2009: 31-33). Mediante la Arqueología es posible seguir el rastro de las distintas actividades relacionadas con la minería, bien si nos referimos a estructuras (instalaciones, escombreras, escoriales…) o si lo hacemos de la huella en el paisaje (hondonada, terrenos baldíos, cauces alterados…).

Es mediante la suma de los elementos tangibles e intangibles que podemos reconstruir las distintas actividades de los grupos humanos que nos precedieron en el tiempo. Con el objetivo de realizar una aportación en este contexto, hemos creído apropiado aportar los resultados de nuestra pequeña investigación sobre los morteros realizados sobre peñas, ubicados en el término municipal de Mata de Alcántara (Cáceres), y que podríamos vincular con la extracción de mineral en tiempos pre y protohistóricos.

Durante el Bronce Final extremeño, a la continuidad cultural y material de épocas anteriores se une una nueva dinámica que impregna al sustrato indígena de nuevas corrientes llegadas desde el Atlántico y el Mediterráneo (Rodríguez y Enríquez, 2001). En consonancia con las ideas de Ignacio Pavón Soldevilla (1999), ciertas tendencias metalúrgicas atlánticas se asentarían en la actual Extremadura en base a las riquezas en oro, estaño y cobre. Otros autores como Ruiz Gálvez (1984), inciden en la importancia que adquieren en este periodo las redes de intercambio, describiéndolo como un auténtico “mercado de mineral suroccidental”.

La ligazón entre las actividades minero-metalúrgicas con la pre y protohistoria extremeña es una dinámica seguida desde los incipientes trabajos que pretendían dar una visión socioeconómica y cultural de la región, siendo complementados con las posteriores investigaciones sobre el poblamiento y los análisis arqueometalúrgicos. Si hiciéramos mención a nuestro trabajo sobre los morteros mineros de Mata de Alcántara (Cáceres), estos quedarían encuadrados dentro del ámbito territorial de las zonas metalogénicas de las Sierras Centrales-Cuenca Media del Tajo, durante el Bronce Final (Florido, 1987:64-79). Desde la perspectiva de Ignacio Pavón Soldevilla (1998):

Aun siendo muy limitado nuestro conocimiento sobre el poblamiento de esa época, en                  su momento señalamos la proximidad de poblados como los del Cofre y Virgen de la     Cabeza            a la zona metalogénica de Valencia de Alcántara-Alburquerque; del Cabezo de            Araya,             Santo Domingo, la Muralla o la Sierra del Aljibe de Aliseda a la de Piedras        Albas-  Garrovillas; o la disposición en la zona          estannífera de Cáceres-Arroyo de la    Luz de             poblados como el del Risco; en la de Albalá-Montánchez, de enclaves como el      Cerro             del Castillo de Montánchez; o de los asentamientos de Alijares y la Navilla en       el área de Almoharín. Las abundantes      estelas y los bronces que rodean dichos         yacimientos permitían suponer una red poblacional más densa aunque en parte            desconocida por la falta de prospecciones sistemáticas.

A medida que los trabajos se han ido tecnificando, los conocimientos han llevado a ampliar el espectro de las actividades mineras en           la Cuenca Media del Tajo, encontrando vinculación no solo con la Ría de Huelva, sino también con la Meseta y el Nordeste. Los centros productivos de materias primas minerales estarían vinculados con talleres manufactureros que, a su vez, serían el destino de los circuitos por donde discurrirían el metal en bruto y el origen de las rutas de los objetos transformados (Gómez y Rovira, 2001: 197-198).

Debemos tener en cuenta importantes trabajos como los realizados sobre el Cerro de San Cristóbal a cargo del grupo PRETAGU, donde se sopesa la imbricación del territorio entre sí y, a su vez, con el Suroeste tartésico (Rodríguez et al., 2014). De la misma manera, Ana M.ª Bravo Martín destaca la relación de la circulación del metal, I Milenio a.C., entre la Alta Extremadura y las zonas de la Beira Interior o el horizonte tartésico (Martín Bravo, 1998, Martín Bravo y Galán 1998). Es habitual leer el papel destacado de las actividades metalogénicas en la protohistoria peninsular, acentuando las cuencas del Tajo y Guadiana como fuente de recursos, además de ser una zona de tránsito no solo con el Sur, sino también conectando el Atlántico con el Mediterráneo por vía terrestre (Celestino (coord.) et al., 2017: 83). De esta manera, no es extraño que la importancia mineral regional fuera manifiesta, de manera habitual, por autores clásicos como Aviero (Ora Maritima) o Pseudo-Scimmo (Orbis Descriptio).

Hablamos de un espacio que estaría viviendo una nueva dinámica en clave socioeconómica, política e ideológica, donde el metal jugaría un papel muy importante permitiendo conectar, en un auténtico “sistema regional”, zonas que hasta hace poco se habían considerado marginales de las grandes redes de intercambio. Es inevitable relacionar los hallazgos de la ribera de Mata de Alcántara con estas realidades. Que no haya referencias documentales a la explotación metalogénica del lugar durante el I Milenio a.C. no enturbia el conocimiento del espacio vinculado al término municipal, acreditado por su alto valor en estaño y oro durante el Bronce Final y la Edad del Hierro (Martín Bravo, 1999; Almagro-Gorbea, 1977).

La presencia de poblamientos catalogados, muchos de ellos mostrando una riqueza en forma metálica no propia de pobladores dedicados al pastoreo y la recolección, son indicios de que nos movemos en territorios con grandes posibilidades de beneficiarse de los recursos minerales. Cabe mencionar poblados al aire libre del Bronce Final como: Cabeza Araya; Pasto Común; Castillejo; La Muralla (en especial). Poblamientos durante la I Edad del Hierro: El Periñuelo; Peñas del Castillejo; El Castillón de Abajo; Los Castillones de Araya; Pasto Común; Los Machones; Holguín; Cerro de Maripelares; Dehesa de Manzano; Lagarteras; La Atalaya; El Espadañal; La Muralla. Poblamiento durante la II Edad del Hierro: Morros de la Novillada; El Castillejo de la Orden (conocido por la aparición de la tabula alcantarensis); El Castillejo de Gutiérrez; Alconétar. Son solo algunos ejemplos de la actividad en el entorno de Mata de Alcántara (Martín Bravo, 1999).

Los morteros asociados a labores metalogénicas han sido descritos en varias publicaciones relacionados directamente con labores de machacado y el molido del mineral (Sánchez-Palencia, et al., 2018: 63-87; Rodríguez et al., 2014; González y Heras, 2009: 881-911). Esteban Márquez Triguero (1987) habla de tres etapas diferenciadas en la tecnología de los utensilios relacionados con la minería antigua: Época primitiva; Época de evolución; y Última etapa. El autor destaca la consecución de cobre y oro, desde la Edad del Bronce hasta presencia romana, mediante técnicas como la de la utilización de cazoletas fijas sobre lastras, es decir, los morteros a los que nosotros hacemos referencia. En el caso de estos, las actividades quedarían vinculadas a cauces y yacimientos próximos a los propios morteros, como destacamos en la ribera de Mata de Alcántara (Márquez, 1987, 83-93).

A lo mencionado, debemos añadir la información de trabajos de prospecciones geológicas realizadas en todo el territorio extremeño, en particular, unos estudios franceses que valoraron la viabilidad de explotar oro por los contornos, encontrando evidencias de su existencia pero no en cantidades rentables en términos macroeconómicos actuales (Claude Dumergue, 1987; Roswag, 1856). La propia mención al rio Tajo como Aurífer Tagus, algo común en la literatura latina del siglo I a.C., evidencia la presencia del mineral de oro por el cauce que moja las tierras de Mata de Alcántara (Fernández, 1971).

Remitiéndonos a toda la información recopilada, y basándonos en los elementos materiales aún presentes, pensamos que la alta concentración de poblamiento en torno a la cuenca de la ribera de la Mata de Alcántara guarda una estrecha vinculación con la capacidad metalogénica de la zona, donde encontramos muestras evidentes de la presencia de minerales como el estaño, oro…sin duda, motivadores de que hoy podamos observar tan rica presencia de carácter arqueológico. A su vez, este territorio no ha sido objeto de los estudios que su potencial merecía, posiblemente a la sombra de otras zonas muy relevantes para la arqueología existentes en la comarca del Tajo-Salor. Por ello, hemos querido mostrar una pincelada de su potencial.

Nuestra investigación ha dado como resultado el hallazgo de cuatro conjuntos principales de morteros mineros. En la finca de Coletos, existe un panel con treinta y dos morteros; en Molino Salero observamos tres paneles que albergaran unos ciento cincuenta y un morteros; en el paraje ribereño Pintor de Vaquito, con dos paneles de unos sesenta y seis morteros; y un poco más alejados de la ribera de la Mata, pero asociados a una gran veta de cuarzo que ubicamos en la Huertina Mora, con veintitrés morteros en dos paneles. En cuanto a los morteros en pequeños grupos o aislados, hemos evidenciado setenta y cinco de ellos, siempre cercanos al citado cauce matiego.

Sus características se muestran de manera homogénea: de pequeñas dimensiones, siempre ovalados, de entre 17 y 30 cm. de longitud máxima, y 1 ó 2 cm. de profundidad. El fondo está muy pulido, con huellas de molienda en posición horizontal (movimiento de vaivén). Se han constatado en las inmediaciones de estos paneles piedras molederas de cuarzo, vinculadas con las propias actividades vinculadas a machacar el mineral, y con base en la amplia bibliografía consultada.

Hemos descartado su uso alimentario doméstico motivados por la información de que disponemos donde se recalca la idea de que ser de pequeño tamaño resulta infructífero para moler cereales, leguminosas o bellotas, y estos tipos de morteros no presentarían ninguna ventaja en la molienda, es más, ralentizarían ese tipo de actividades que requieren de otras herramientas y técnicas, como morteros de mayor tamaño (mínimo 50 cm). No hemos podido constatar la presencia de poblados en las ubicaciones de estos paneles y, además, cuando hemos hallado morteros dentro de los poblados de la zona, estos son mucho más grandes, siendo exentos. Sí hay múltiples evidencias de poblamientos protohistóricos en un contexto territorial algo más amplio, destacando, por encima de todos, el poblado fortificado de La Muralla, que mantuvo una actividad continuada en el tiempo desde el Bronce Final hasta la I Edad del Hierro.

A continuación, pasaremos a describir los distintos conjuntos principales analizados para este artículo: Huertina Mora; Morteros de Coletos; Morteros de Molino Salero; Morteros de Pintor de Vaquito (Fig. 2).

Figura 2. Composición fotográfica con los morteros de las cuatro localizaciones: Huertina Mora; Morteros de Coletos; Morteros de Molino Salero; Morteros Pintor de Vaquito.

 

Huertina Mora (39º 42´ 30.04” N – Longitud 6º 49´ 16.41” W). Sito en el paraje de Mora, en la finca Huertina Mora, dista un kilómetro de la localidad cacereña de Mata de Alcántara. Destaca su proximidad al antiguo camino que unía a las poblaciones de Mata de Alcántara y Villa del Rey, en conexión con el poblado fortificado del Castillejo (Villa del Rey). El conjunto nos ofrece un panel con 23 morteros sobre una lancha de piedra plana, apenas unos centímetros sobre la cobertura vegetal. Se encuentra en una zona llana donde a pocos metros nace el Arroyo de Fuente García, tributario del Arroyo Corredor, con restos arqueológicos (grabados y pinturas rupestres, cazoletas y canales…) en un perímetro de 400 metros. A unos 310 metros hallamos una veta de cuarzo que aflora en la superficie, con una pedrera con restos de escorias a 235 metros de distancia, perfectamente vinculables con el conjunto de morteros. El crisol cerámico hallado en el lugar confirma la utilidad minera de los morteros de Huertina Mora, siendo estos, además, de las mismas características que el resto de los conjuntos que describiremos a continuación.

Morteros de Coletos (39º 43´ 53.59” N – Longitud 6º 47´ 36.67” W). Nos dirigimos al lugar y finca conocido como Coletos para hallar un total de 32 morteros sobre un panel en una lancha de piedra plana conocida como la Lancha o Lastra. Acompañando a este conjunto se encuentra una pileta de forma cuadrada, todo a apenas 38 metros del arroyo Valdelaparra. En un radio de 800 metros encontramos localizaciones tan señaladas como el altar rupestre de la Peña Carnicera, el de Lanchas Altas, o el poblado fortificado de Manchones. En una amortización de materiales romanos, se levanta una casa que mantiene visible en sus muros un lapis pedicinalis y un contrapeso, no muy alejados de un lagar de la misma época que la materia prima de la vivienda. El conjunto se ubica en una zona baja y llana cercana al arroyo, pero a salvo de sus aguas, con un cauce serpenteante y muchos depósitos aluviales naturales. El desgaste por erosión ha pasado factura a este conjunto muy expuesto a las inclemencias climáticas.

Morteros Pintor de Vaquito (39° 44′ 53.81″ N – Longitud 6° 46′ 50.53″ W; 39° 44′ 55.65″ N – Longitud 6° 46′ 49.63″ W). El Pintor de Vaquito se encuentra localizado dentro del término municipal de Alcántara, cercano a una ribera, pero en una posición elevada que a lo largo del tiempo ha sido reutilizada como cantera y zona para trillar, en base a la superficie plana de la enorme lancha en la que se encuentra el conjunto. La presencia de un molino en el tramo de la ribera correspondiente a este conjunto nos marca unas características aluviales muy similares a las encontradas en Molino Salero, un cauce que se nutre con aguas de distintos arroyos y sus sedimentos, lo que incluye los posibles minerales. El conjunto se manifiesta en cinco paneles con 66 morteros claramente definidos. El lugar no es ajeno a múltiples evidencias de carácter arqueológico que reafirman la actividad poblacional de la zona en una época protohistórica, asimismo, se encuentra en un radio de 2 kilómetros respecto al resto de conjuntos.

Morteros de Molino Salero (39º 43´ 52.32” N – 6º 46´ 22.88” W; 39° 43′ 49.67″ N – Longitud 6° 46′ 18.56″ W). El conjunto de morteros de Molino Salero es el que mayor número ha aportado a nuestra investigación con un total de 151 morteros. Se manifiesta en dos partes a ambos márgenes de la ribera de la Mata, con la presencia de dos antiguos molinos que demuestran que la ubicación no es casual y se buscaban los meandros, donde las aguas pierden fuerza, y la acumulación de tierra, fruto de las riadas y aún presentes, con el fin de obtener la materia prima mineral por medio del método de aluvión. Es una técnica que hoy en día no nos es ajena, pensando que es tremendamente eficaz en la zona durante tiempos protohistóricos.

El primer conjunto se encuentra en los terrenos conocidos como la Vizcondesa o Lastrales de la Ratona. En una pequeña elevación respecto a la ribera, no muy lejano al molino conocido como de Salero, una gran lancha divide un total de 111 morteros en cuatro paneles diferenciados (10, 11 21 y 68, y uno que aparece aislado). La segunda zona ofrece la visión de otros 40 morteros en dos paneles de 17 y 23 respectivamente. Conocido el terreno como Perona, se localiza aguas arriba del molino Salero y con restos de otro molino del que solo se conservan entalles bien marcados.

La ubicación de estos morteros en el curso de la ribera de la Mata de Alcántara no es casual, obedece a criterios prácticos garantes de cierto éxito en la búsqueda de piedras pequeñas con incrustaciones de mineral, o bien el propio bateo del oro. Puesto que todos los morteros del cauce están situados en las inmediaciones de los restos de molinos de agua de los siglos XVIII y XIX, estos no obedecen a una mera casualidad, sino que hablamos de franjas donde el cauce circula con cierta docilidad. Los riberos vierten al Tajo con fuertes pendientes, situándose los molinos en los tramos más llanos, remansos, meandros… que favorecen la acumulación de sedimentos. Son observables, a simple vista, los restos de las represas de los molinos completamente colmatadas. De esta manera, es en estos escenarios de evidente sedimentación donde se concentran los morteros, siendo anómalos en la ribera.

A modo de conclusión, justificado por la información recopilada, podemos y debemos descartar el uso alimentario o doméstico de estos morteros: su ubicación no solo es ajena al área de actividades del poblamiento del I Milenio a.C., sino que ni siquiera se encuentran dentro de los mismos. Incidimos en la homogeneidad del tamaño, pequeños, y de su estructura. La cifra de 272 morteros parece indicar lo notorio de las prácticas mineras de la zona, y a pesar de que la cultura material es muy escueta, sí podemos apoyarnos en la amplia bibliografía relacionada con las actividades metalogénicas. Sin poder precisar una cronología muy concreta, los morteros obedecen a unas características que nos llevarían a hablar de elementos protohistóricos (Bronce Final- Edad del Hierro), conjetura articulada sobre los restos de evidencias arqueológicas del espacio, con múltiples poblados fortificados y altares rupestres.

 

Singulares santuarios rupestres

Si nos hiciéramos eco de las palabras de Régis Debray (1994), la humanidad habría transitado por el tiempo en tres tipos de miradas: la mágica, la del arte y la digital. Nosotros queremos incidir en la mirada mágica, aquella que desde la prehistoria pretendía transmitir una idea de transcendencia, sacralidad (Debray, 1994, 19-35). De esta manera aparecen los santuarios, el hipervínculo entre lo terrenal y lo divino, lo espiritual, portales en la naturaleza donde se hacía factible conectar con algo superior, una huella inherente de la presencia humana así como de sus actividades. Es por ello que resulta imposible desligar estos lugares sacros de su contexto.

Si acotáramos la descripción de los santuarios rupestres al contexto peninsular, siendo estos muchos y bastante homogéneos, tendríamos que mencionar características tales como la presencia de escalones, entalles, rebajes, asientos, piletas, desagües, canalillos, plataformas elevadas; igualmente otros elementos que puede aparecer asociados como petroglifos, inscripciones, elementos votivos, etc. No somos ajenos a las dificultades de interpretación que suponen estos lugares sacros, así como lo complejo que resulta discriminarlos respecto de otros elementos antrópicos o naturales. Asimismo, la propia arqueología con carácter científico apenas comenzaba a dar sus primeros pasos en el último cuarto del siglo XX, añadido a la falta de cultura material que presentan estos contextos al margen de la propia roca trabajada.

El cambio de siglo ha representado la tecnificación de la Arqueología, y en el caso de las investigaciones sobre los elementos rupestres, los trabajos han aumentado de manera exponencial otorgándonos una base lo suficientemente sólida como para poder respaldar la mínima interpretación del lugar que aquí pretendemos mostrar, el santuario rupestre Casa del Roble (Mata de Alcántara, Cáceres). Para defender nuestra propuesta, hemos considerado referenciar otros lugares sacros rupestres, apoyados por una buena cantidad de bibliografía y muchas horas de trabajo de campo. Aun así, somos conscientes de que estamos realizando una pequeña aproximación al lugar y que será mediante futuras investigaciones que lo acabaremos de entender de una manera más amplia (características, cronología, relación con el entorno, etc.).

Podemos partir de la base de que un santuario rupestre hace referencia a una estructura en piedra que se encuentra en plena naturaleza y, a pesar de partir de un elemento natural con sus propias formas, matices, podemos observar la acción antrópica sobre la superficie pétrea con una intencionalidad más allá de lo utilitario (Pérez, 2000: 19). La disposición de ciertos elementos de factura artificial puede indicarnos la búsqueda de un sentido simbólico y sacro, una monumentalidad que huye de un propósito pragmático. Estas estructuras son creadas por individuos cognoscentes, vinculando el lugar con otros elementos, creando un entramado paisajístico complejo, nada improvisado o casual.

El santuario rupestre Casa del Roble, al igual que otras estructuras homónimas, se encuentra expuesto a las dificultades de otorgarle una cronología. Si tuviéramos en cuenta solamente la piedra, esta ha podido sufrir modificaciones o añadidos con el tiempo, por ello es importante contextualizarlo con el entorno, poblamientos, altares, y otros elementos que nos ayuden a dar un tratamiento cronológico apropiado. Lo cierto es que hay un patrón común para ubicarlos a partir del Bronce Final, pero al igual que otros elementos del I Milenio a.C., son elementos utilizados durante toda la Edad del Hierro incluso la romanización, con matices epigráficos (Delgado, 2015: 12, 13).

Cuando hablamos de estos complejos pétreos, hay que señalar que forman parte de una sacralidad dentro de un amplio entramado de lugares utilizados con un alto sentido de espiritualidad, donde los distintos cultos conllevaban sus respectivos rituales (Almagro-Gorbea, 2018: 239-242). La peculiaridad estriba en el esfuerzo por monumentalizar un lugar, donde la roca representa un mayor grado de dificultad, por tanto, más sagrado, no escatimando en cuidar los detalles tanto propios de la roca como del emplazamiento y su orientación. En cierta manera, estos enclaves se comunican con nosotros mediante un lenguaje diferente al escrito, su huella es lo que nos permite entender a las sociedades que los crearon, además de otorgarles una cronología aproximada.

Haciéndonos eco de las palabras de María Joao Delgado (2015), los santuarios rupestres de similares características siguen un patrón análogo entre ellos tanto en el lugar que suelen ubicarse, ordenación de los distintos elementos, u orientación hacia algún tipo de componente paisajístico destacado (pasos naturales, montañas, ríos…). Incluso podemos hablar de una alineación teniendo en cuanta los astros, algo cada vez más estudiado hasta el punto de existir una variante de la Arqueología especializada en la temática astronómica. No por ello quiere decir que exista una veneración universal, de hecho, es de sobra acreditada la diversidad de cultos entre los pueblos protohistóricos peninsulares (Delgado, 2015: 7-17).

Además de la evolución de elementos y la relación de los lugares con un espacio concreto, significativo para los pobladores que crearon estos elementos, hay que señalar que en un número elevado de santuarios estudiados estos aparecen vinculados a poblados concretos y en base a la importancia de los mismos. Para aquellos que no se encuentran en el interior del poblamiento, generalmente mantienen una distancia equivalente al campo de acción del propio poblamiento, si este es importante, o un espacio intermedio entre varios, sin son de menor entidad.

Si tenemos en cuenta los estudios de Ana María Martín Bravo (1999), el territorio de influencia de los poblados fortificados del I Milenio a.C., sería de entre 3 y 5 kilómetros a la redonda, según la ubicación de dicho poblamiento. En el caso del santuario Casa del Roble, es significativo que aparezca a una distancia de 3.2 kilómetros de La Muralla, un sobresaliente yacimiento con tres recintos que mantuvo una ocupación desde el Bronce Final hasta la I Edad del Hierro, erigiéndose a 353 metros de altura en la confluencia del Arroyo de Vacas con el río Tajo (Martín, 1999: 207).

Algo habitual en santuarios rupestres es el sentido de contraposición, es decir, la armonía de oposiciones complementarias (Delgado, 2015: 1102). Es un modelo que se puede manifestar teniendo en cuanta las coordenadas geográficas, pero también por el número de elementos en uno u otro lugar, formas, contraste entre lo natural y antrópico, tamaño, visibilidad, geometría… En los enclaves sacros nada es aleatorio, cualquier elemento hace referencia al tipo de culto o ritual para el que eran utilizados, algunos con implicaciones para la ritualización mediante el manejo de líquidos. De una manera general, la complejidad es asimilada como una evolución a las formas primitivas, una diacronía de utilización que mostraría la aparición de elementos epigráficos en una fase coincidente con la romanización.

Para introducir la descripción del santuario rupestre Casa del Roble, hemos creído oportuno hacer referencia a otros lugares sacros que podemos encontrar en el contexto de Mata de Alcántara (Cáceres), término municipal donde hemos desarrollado la investigación de este trabajo. Incluyendo un altar sumamente conocido, el de la Peña Carnicera, cuya magnificencia y contundente nombre no pasa desapercibido, podemos hacer referencia a otros altares inéditos que respaldarían el argumento que esgrimimos acentuando la relevancia de la zona (Fig. 3 y Fig. 4), con un poblamiento intenso que se da en especial durante la protohistoria extremeña.

Figura 3. Imágenes correspondientes a los altares rupestres de Rincones de Pata y Paula.

 Figura 4. Imágenes correspondientes a los altares rupestres de la Peña Carnicera y Huerta del Portugués.

Peña Carnicera (39° 44′ 16.00″ N – 6° 47′ 55.97″ W). Se trata de un altar rupestre enmarcado en un paraje conocido como Los Machones, cercana a un arroyo, sobre una vega, rodeada de lugares con mayor altura que invitan a observar el ritual que se realizara. Sobre una peña de gran tamaño podemos observar la acción antrópica dando forma a la escalinata mediante entalles, desde donde se accede a la zona más alta. En la parte superior de la peña encontramos una plataforma natural, plana, pero también podremos observar marcas de tallaje, destacando la pila central en forma de ojo, anexa a otra pila de menor calado. Huellas de otra época son las dos cruces talladas sobre el altar. Podemos determinar que son de distinta tipología y uso, una muy similar a las empleadas en la zona para señalar los límites jurisdiccionales, tosca, cuatro lados iguales y mayor profundidad. En cuanto a la segunda, hablaríamos de una cruz latina con una función de cristianizar el lugar, sabedores de su carácter sacro pagano.

Altar rupestre de Los Rincones de Pata (39° 43′ 7.95″ N –6° 47′ 23.47″ W). Su ubicación se corresponde con la dehesa de la Giralda, concretamente en la zona conocida como los rincones de pata. En una posición predilecta permite la visualización de un extenso terreno, incluyendo el arroyo de Arropalma y, en especial, la referenciada ribera de la Mata. Se accede a la plataforma superior mediante tres escalones trabajados, presentando piletas naturales y retocadas, así como desagües y canalillos artificiales por las diferentes caras de la peña. Podemos vislumbrar la forma ovalada de la estructura, con una orientación Norte-Sur, desde la perspectiva de los escalones.

Altar de Paula (39° 43′ 36.10″ N – 6° 46′ 46.24″ W). Situado en la zona conocida como Paula, destaca su talla sobre una peña de una considerable altura. Al igual que la Peña Carnicera, se asienta en una vega desde donde puede ser fácilmente observada. A diferencia del resto, este altar tiene una plataforma superior de pequeñas dimensiones cuyo acceso, caracoleando, se realiza mediante unos escalones, entalles (11 en total) y asideros ajustados a la forma de la peña. En la parte superior encontramos una pequeña pileta de forma rectangular.

Huerta del Portugués (39° 45′ 4.90″ N – 6° 47′ 19.04″ W). Altar rupestre que se encuentra en el Carcaboso de Amores (término municipal de Alcántara), el paraje de la Huerta del Portugués, localizado en una zona alta del espigón perteneciente a la desembocadura del arroyo de Valdelaparra en la ribera de la Mata. Cuenta con tres escalones bien trabajados, dando acceso a la parte superior donde se observa una pileta redonda tallada, franqueada por otras dos piletas anexas con la misma talla. La orientación, desde la perspectiva frontal al acceso, es de Oeste-Este. Su estado de conservación es deficiente debido a su utilización como cantera.

Altar del Mirador (39°42’25.41″ N – 6° 47′ 7.52″ W). En la dehesa de la Giralda, cercano al charco de la nave, el Mirador se erige sobre un cerro. Desde el altar es posible observar lugares tan significativos como los arroyos del Corredor y Arropalma, así como la ribera de la Mata. De menor tamaño que los anteriores, y planta alargada, presenta dos accesos. En su parte baja apreciamos un rebaje y dos entalles junto a una pileta redonda conectada a un espacio esférico. Algún entalle más y un desagüe, nos guía a la parte superior de la estructura, cuyo camino se realiza por tres escalones. Su orientación es Nordeste-Sudeste. Destaca el hallazgo de restos materiales de distintas épocas en los alrededores de la peña. El estado de conservación es deficiente, reutilizado como cantera.

Peña Mágica (39° 42′ 33.91″ N – 6° 44′ 4.24″ W). Se encuentra en la finca de Cuenquero, perteneciente al término municipal de Alcántara. Sobresale en el terreno como un posible altar solar, con múltiples evidencias de la presencia humana, aunque la peña en sí no aparezca trabajada. Dividida en tres partes, aparentemente de manera natural, muestra una cavidad central que atraviesa toda la estructura, pudiéndose observar el sol en el atardecer del equinoccio de primavera, para después desaparecer en el horizonte. En cierto modo es un momento de apenas unos minutos que podríamos definir como mágicos. En cuanto a su orientación, es evidente que hablamos de Este-Oeste.

 

Santuario rupestre Casa del Roble (39º 44´ 10.37´´ N – 6º 46´ 6.79´´ W). El santuario se encuentra ubicado en el término municipal de Mata de Alcántara, en una hondonada sin que sea perceptible su posición fuera del contexto más cercano, es decir, creado para una visualización directa. Para su análisis, lo hemos dividido en tres zonas: conjunto principal, lancha del santuario, y banco monumental (Fig. 5).

Fig 5. Dibujo general del santuario rupestre de Casa del Roble (Mata de Alcántara, Cáceres).

Entre sus características aparecen un amplio abanico de elementos característicos de los santuarios rupestres: escalones, entalles, rebajes, asientos, piletas, desagües, canalillos, cazoletas, plataformas elevadas, etc. (Fig. 6). Las particularidades son obvias en sus dos escaleras de acceso, de dispar anchura; las ondulaciones artificiales de los distintos bordes, a lo largo de todo el conjunto; sus distintivos bancos corridos redondeados, requiriendo un esfuerzo extra en relación con los asientos más clásicos de tipo indoeuropeo; sin poder olvidar las cazoletas estándar de fondo pulido, que denotan que estamos ante un enclave especial, posiblemente anterior al propio santuario.

 Figura 6. Piletas en el lado Norte del conjunto principal del santuario rupestre Casa del Roble (Mata de Alcántara, Cáceres).

La estructuración del lugar se presenta con el conjunto principal que adquiere altura progresivamente y por medio de plataformas, cuan zigurat, refleja una monumentalidad atípica. Sus dos accesos nos recuerdan algo común en los recintos sagrados de múltiples cultos, pueblos y civilizaciones, algo que no es ajeno al judaísmo, islam o cristianismo, reflejado en sus sinagogas, mezquitas o iglesias. Hay una evidente intencionalidad de separar a los hombres sagrados del resto, dos caminos diferenciados. En cuanto al acceso, llamemos sagrado, de forma laberíntica te conduce hacia la plataforma más elevada del conjunto principal, a la vez que conecta con el banco monumental, tan peculiar y que aparenta exclusividad.

El paisaje esquivo a las miradas se rompe sobre el lugar, donde toma relevancia una gran lancha de 110 metros de longitud y unos 20 metros de anchura que destaca sobre el resto del espacio, como se aprecia en las fotografías aéreas. Esta gran lancha fija su mirada hacia el centro del altar, la ceremonia, aproximadamente a 8 metros por encima del complejo principal. Por este motivo, podemos pensar que dicha lancha es parte integrante del santuario, concediendo la posibilidad de actuar como graderío o un medio para invocar/conectar con el resto del entorno natural.

Fig 7. Banco monumental del santuario rupestre Casa del Roble (Mata de Alcántara, Cáceres)

Si nos situamos en el centro del altar, hacia el Sureste (110 m. de distancia) existe un banco corrido redondeado de 8 metros de largo, con un lado cóncavo que mira, de nuevo como la gran lancha de piedra, hacia el altar (Fig. 7). Al igual que el resto del santuario, su tallado en la roca, con la misma tipología de bordes redondeados que observamos en el santuario, incluso la tonalidad de la pátina de la roca, parecen indicar que forma parte del conjunto. Elevado a 8 metros por encima del centro del altar, adquiere la categoría de predilecto para la observación del ritual que fuera llevado a cabo. Entre el centro del santuario y el banco, hay presencia de peñas con rebajes y entalladuras.

Al menos en cinco ocasiones se repite una secuencia de elementos que aportan una característica diferenciadora notable que, desconociendo su sentido completo, podemos intuir que requirió mucho trabajo en su ejecución y, por tanto, debió ser importante en el ritual de Casa del Roble. Aparece, junto a un escalón curvo, un asiento redondeado con apoyos para los brazos y lo que apreciamos como entalles. En la parte posterior de los asientos hay acanaladuras, que coinciden con la posición del cuello si la persona sentada estuviera recostada hacia atrás. Los asientos, en su conjunto, tienden a estar inclinados hacia atrás, destacando uno que presenta cuatro vanos que se ajustarían a algún tipo de estructura (postes o sujeciones), dos a la altura del cuello y dos a la altura de los brazos (Fig. 8).

Figura 8. Escaleras y asiento junto a pared en el santuario rupestre Casa del Roble (Mata de Alcántara, Cáceres).

Pero es el juego de líneas curvas de los escalones y asientos lo que da al santuario una monumentalidad y elegancia que creemos que se alejan de los patrones de diseño que se ejecutaron en los altares o santuarios conocidos, asignados al ámbito indoeuropeo (Fig. 9). No es difícil intuir otras influencias, mediterráneas, siguiendo analogías como el santuario de Sicilia, con bancos redondeados y asientos individuales enmarcados por unas volutas, estéticamente similar al santuario rupestre de Casa del Roble (Fig. 10). Las semejanzas parecen repetirse con un altar ubicado en San Vicente de Alcántara (Cáceres), donde la presencia de elementos singulares análogos puede

 

abrir una nueva perspectiva en relación con este tipo de lugares.

En su interpretación destacamos que presenta aspectos que hacen que sea un santuario muy peculiar. Su estructura y cuidados detalles se alejan de las influencias indoeuropeas clásicas que observamos en los altares habituales de la Península Ibérica. A pesar de presentar matices que podrían encuadrarse dentro de una tipología del Hierro II según algunos autores, otros hacen dudar de esa cronología. Este aspecto quedaría reforzado no solo por la múltiple presencia de formas con influencia mediterránea, sino el propio contexto espacial dominado por el que fuera un destacado poblado fortificado

Figura 9. Escaleras y asientos del santuario rupestre Casa del Roble (Mata de Alcántara, Cáceres). Vista desde el sur.

Figura 10. Banco corrido y asientos individuales en el santuario rupestre Casa del Roble (Mata de Alcántara, Cáceres).

protohistórico como es el de La Muralla (3.2 kilómetros de distancia), datado en fechas que sabemos de la existencia de un fluido contacto comercial con el Sur, hilo conductor con el tejido orientalizante.

 

Conclusión

Siendo conscientes de que el Patrimonio Arqueológico representa las huellas de la existencia del hombre, teniendo en cuenta los lugares donde se ha practicado cualquier tipo de actividad humana, sus estructuras, vestigios abandonados de cualquier índole, etc., entendemos su condición de fragilidad y vulnerabilidad ante una posible destrucción. La pérdida de cualquiera de esos vestigios es un daño irreparable, por esa razón la sociedad necesita una concienciación al respecto.

Bien es cierto que existen políticas que implican la protección de este tipo de dominio, de hecho, las podemos observar a distintos niveles (internacional, nacional, regional y local). Pero creemos que no es suficiente, ya que las realidades de los escenarios superan muchas veces a los propios textos, por ello la implicación ciudadana es esencial. Pero ¿cómo puede involucrarse la sociedad en la protección del Patrimonio Arqueológico? Pensamos que la accesibilidad a los conocimientos emanados de los restos y yacimientos es algo fundamental.

Con este trabajo hemos querido ser consecuentes con las necesidades de ir sumando piezas a ese gran puzle que es la Historia, ofreciendo a la sociedad actual un panorama mucho más amplio de los lugares donde habitan, como el término municipal de Mata de Alcántara. De esta manera, y sin poder afirmar con rotundidad la explotación sistemática de minerales en la ribera de la Mata, sí podemos intuir que así fue, a la espera de que investigaciones tecnificadas corroboren esta teoría. De cualquier modo y adicionando los nuevos altares inéditos, ponemos de manifiesto una importante población en periodos protohistóricos viviendo en una zona de riberas escarpadas de escaso o nulo potencial agropecuario, que originó un buen conjunto de monumentos.

El objetivo ha sido una aproximación coherente a los porqués de una importante población en un terreno muy adverso con unas manifestaciones religiosas que aún no entendemos del todo y que este estudio contribuya a seguir profundizando. En estos lugares podemos observar la reminiscencia de lo que fuimos, la señal pétrea de que el mundo fue otra cosa diferente a lo que es, poder y magia, sacralidad… la sensación de volver a nuestros orígenes. Haciéndonos eco de los XLIX Coloquios Históricos de Extremadura, dedicados a la figura de D. José M.ª Gabriel y Galán, esperamos que nuestra aportación despierte el mismo sentimiento que expresara el autor extremeño cuando decía: “Yo no sé qué tieni, qué tieni esta tierra de la Extremaúra, que cuantis que llegan estos emprencipios de la primavera se me poni la sangre encendía que cuasis me quema…”.

 

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Dic 092020
 

Antonio Cantero Muñoz

Resumen

El presente trabajo pretende dar a conocer, datos relativos a las obras de terminación y adorno de la iglesia conventual de Nuestra Señora de la Encarnación de Trujillo, que tuvieron lugar en 1732, sufragadas por el dominico fray Francisco Lasso de la Vega y Córdoba, cuando era obispo de Plasencia. Los documentos aportados, nos permitir conocer como era el edificio religioso, sus obras de arte y ornamentos de primer nivel, que por avatares de la Historia en su mayoría ha desaparecido. También de las fiestas solemnes que tuvieron lugar en Trujillo, dedicadas a su advocación titular.

INTRODUCCIÓN

Don Juan Tena Fernández nos hace saber que en 1732, el dominico fray Francisco Lasso de la Vega y Córdoba, que por entonces era obispo de Plasencia, terminó el claustro del Convento de la Encarnación y su Iglesia, cuidando también de su ornamentación con enseres de gran valor[1]. Este trabajo pretende dar a conocer datos inéditos sobre ese particular, así como por las fiestas que tuvieron lugar para la dedicación del templo.

La fuente primordial de información, es un sermón titulado Breve, y compendiosa noticia de las solemnissimas fiestas con que se dedicó el Magestuoso Templo de Nuestra Señora de la Encarnación de Truxillo, Orden de Predicadores, edificado a expensas de el Ilmo. y Rmo. Señor, el Señor D. Fr. Francisco Lasso de la Vega y Cordova, digníssimo Obispo de Plasencia, de el Consejo de Su Magestad, y su Predicador, Señor de la Villa de Zarayzejo, &c[2]. Contiene la descripción general de como quedó la iglesia, tras las obras sufragadas en gran parte por el obispo de Plasencia, con un inventario detallado de los ornamentos, altares, e imágenes que donó, así como las fiestas celebradas con motivo de su consagración

LA IGLESIA DE LA ENCARNACIÓN HASTA 1732

Fray Alonso Fernández indica que en 1466[3], siendo obispo de Plasencia don Juan de Carvajal, se fundó en Trujillo un cenobio por los hijos de Santo Domingo de Guzmán con el nombre de Santa Catalina de Siena, se trasladó en 1489 a instancia de la nobleza local a la ubicación de la actual Iglesia de la Consolación. Asimismo, se modificó su advocación por el de Nuestra Señora de la Encarnación. El sermón comienza señalando que eran muchos conventos de la Orden de Predicadores, con el nombre de la Virgen María en sus distintas advocaciones, como Atocha, Victoria, Nieva, Peña de Francia. Acto seguido se refiere al de Trujillo, pero señala que en su origen se llamó fue Santa Catalina Mártir, que se modificó “siendo gloriosa causa de esta advocación nueva la hermosa, venerable, y devotísima Imagen de la Reyna de Gracia, que un Señor obispo de Córdoba dio a los Religiosos de esta Casa, passando por la Insigne Ciudad de Truxillo a su Diócesis”. Entiendo que el texto se está refiriendo a quien donó la imagen, a alguien muy relacionado con la Orden de Predicadores, así como por haber sido nombrado titular de la silla de Osio, que se trasladaba a Córdoba, cuyo perfil se ajusta a fray Martín de Córdoba y Mendoza, dominico que fue obispo de Plasencia hasta 1578, al ser designado para ocupar ese cargo[4]. Describe como era, cuya altura era de vara y media[5], a cuya izquierda se encontraba la de San Gabriel[6], que era objeto de intensa devoción por los trujillanos[7]. También que todos los sectores sociales de Trujillo, hicieron lo posible para que hubiera un magnífico templo, pero faltaron los caudales por parte del Ayuntamiento derivado de que la fábrica era muy suntuosa, lo que impidió su terminación[8].

FRAY FRANCISCO LASSO DE LA VEGA Y LA NUEVA FÁBRICA DE LA IGLESIA DE LA ENCARNACIÓN

El dominico Francisco Lasso de la Vega y Córdoba era desde 1721 obispo de Plasencia, pero que residió gran parte de su mandato en Trujillo, con presencia habitual en el Convento de la Encarnación. Puso todo su empeño así como su patrimonio particular, para que se terminará el cenobio y su iglesia, como acredita la escritura de donación que fue otorgada en Trujillo ante el escribano Pedro de Rodas Serrano el 6 de abril de 1729, “estando en las casas de la auitacion del Yltmo y Rmo Sr Dn fr Franco de la Vega y Cordoba, obpo de Plasencia del Consejo de S. M y Sr de la villa de Jaraizexo antte mi el ssno ppco y testigos”, donando a la Virgen de la Encarnación los siguientes bienes que tuviera a su fallecimiento: coches, mulas, guarniciones, paja y cebada[9], que fue aceptada por el prior fray Alonso Bravo. El documento señala que siendo Corregidor de Trujillo don Urbano de Urbano de Ahumada y Guerrero, convenció al obispo para que “se fabricase en Madrid un coche correspondiente a la dignidad episcopal como con efecto se ejecuto en prezio de diez mil Rs”, pero que “themeroso y escrupuloso porque nunca a querido este gasto extraordinario y a el parezer de S Yltma superfluo y a fin de asegurar su conziencia por hallarse con bibos deseos de que se acabe y perfezion la obra costosa de la Yglesia del Combtto de Nuestra Señora de la Encarnazion […] a cuia expensas se está fabricando dicha Yggª por tanto en la mejor via y forma que S Yltma puede y le es deuido otorga por esta scripra que desde luego haze limosna y donazion yrrebocable ynteruivos a la Uirxen Ssma de la Encarnazion del rreferido como de todos los demás qu Su Sª Yltma tubiere en esta ziudad o en otras partes a el tiempo de su fallezimientto y de todas las mulas, guarniziones paxa y zeuada qe se hallare prebenida para ellas con tal calidad y condizn expresa que antte todas cosas se paguen las deudas a los acrehedores de Justizia si los ubiere a los uienes y efectos de Su Sª Yltma pero hauiendo los sufizientes para satisfazerles enteramtte an de quedar dichos coches, mulas, guarniziones, paxa zeuada para dicha Sagrada Ymagen y el Rdo Pe Prior que entonzes fuere de dicho Counetto y su comunidad an de poder uender y uenefiziaando lo rreferido y el caudal que prozediere de ello, se a de emplear prezisamte en la obra de la dicha Yggª y adorno de sus capillas pª el maior culto de Dios nuestro Sr venerazion y debozon a Su Ssma Madre”.

Fray Francisco Lasso de la Vega cuidó mucho de su ornamentación[10], cuyos trabajos duraron tres años y medio[11].Para la terminación de la fábrica de la iglesia conventual y claustro, recurrió al Pedro Romero “el Mozo”, al indicar que texto que “llamó al Maestro Pedro Romero, Artífice muy acreditado de aquella Provincia, y le mando, que siguiendo toda la idea de la planta antigua, continuasse sin dilación la obra”. Era el octavo hijo del maestro de arquitectura Pedro Romero González, que desempeño el cargo de maestro mayor de las fábricas del Arzobispado de Sevilla. Junto con su hermano Félix, trabajó en la Iglesía de Nuestra Señora de la O de Sevilla, dirigiendo también las obras de la del Divino Salvador de Carmona, a la muerte de su indicado hermano en 1709[12], sucediendo a su padre como maestro mayor del duque de Medina Sidonia. Debemos tener presente, que Lasso de la Vega había sido prior del convento de San Pablo de Sevilla, lo que le había permitido conocer los artistas que trabajaban en dicha ciudad, que por entonces era uno de los referentes del Barroco. Veremos a lo largo de la exposición, como recurrió de forma habitual a los afincados en Sevilla, todos de cierto nivel, para la realización de los trabajos que vamos a describir.

El documento que analizamos, contiene una descripción detallada de como quedó la iglesia conventual tras las obras. Actualmente se conserva muy poco de las mismas[13], de ahí la importancia de este texto para que quede constancia de como era originalmente:

            “Corriendo sus hermosas lineas, desde Oriente a Occidente, en ciento y ochenta y quatro pies de largo, medida, que seria disforme, a no aver proporcionado la inteligencia del Architecto la longitud, y latitud, tan ajustadas a las reglas de la simetría, que es toda la grande perfección. La Architectura corresponde en todas sus partes a la belleza del todo: De suerte, que la vista complaciéndose en cada uno de los miembros de este cuerpo bellísimo, halla nuevos deleytes al contemplar la unión admirable, que los enlaza. Desde el pavimiento se van elevando hasta la cornisa las pilastras, que diviendo las Capillas, suben hasta la cornisa, que recibe los arcos de la bóbeda; midiendo con tanta igualdad la distancias, que de ellas resultan otro agradable embeleso de los ojos. La cornisa, que corre todas las lineas, y ángulos del Magestuoso Templo, parece la faxa del Zodiaco, iluminada en vez de signos, con las ventanas, y luneros, que dan tanta claridad como hermosura a toda la Iglesia. Sobre las pilastras descansan los arcos, que van cortando a proporción de las Capillas toda la Bobeda, haziendo una taracea tan agradable, como vistosa la blancura de el yesso, con el color más templado de la piedra. Este bellísimo orden sobresale más con los diversos relieves y hermosas molduras, que adornan los arcos de la Bobeda, ostentando en la uniformidad los sabios desvelos del Artífice, y en la distinción, la bizarría del ingenio, que supo añadir primores a la solidez. Assi corre toda la dilatada capacidad de la nave, hasta el primer arco toral, que forma el Cruzero: Este, aunque conserva la misma Architectura, es mucho más vistoso; porque la proporción de los pilastrones, en que descansan los quatro arcos, la elevación, y ajustado enlace de estos, y el garboso corte de la media naranja, componen un todo que puede servir de exemplar, y de embidia a las Fabricas mas ostentosas.

            Dos ventanas grandes, comunican la luz al gran plano de la Capilla Mayor, con tan bien nivelada distribución, que ni sobra, ni falta, para que se goze el magnífico, espacioso cuerpo de todo el Edificio. El centro de la Capilla Mayor, y donde avria de estar el Altar, si no lo huviesse embarazado mejor idea, ocupan dos espaciosos nichos, que forman dos arcos con sus cornisas y adornos destinados a entierros; y aunque el Ilusstrissimo Señor Lasso pudiera con justo derecho averlos destinado para excelsa familia, o ilustríssima persona, como no busco en este Edificio la vanidad del nombre, sino el obsequio de Religioso humilde, los dexo liberal para la utilidad de el Convento, eligiendo para si una inferior sepultura.

            En medio de este hermoso plano, y en correspondencia perpendicular a la cúpula, o media naranja, se levanta, como maravilla la Escultura, y de la Talla, el Trono de María Santísima de la Encarnación, propiamente como Cielo donde brillan las luzes, y las influencias de tan hermoso Simulacro. Es su fundamento un círculo de piedra de sillería, dividido en seis gradas de piedra, que se van disminuyendo a proporción, y cortan quatro ayrosos semircirculos, dexando el quadro, que sirve de Presbyterio, tan agradable a los ojos, como magestuoso para el culto. Este quadro está rodeado de baluartes, y remates correspondientes a la hermosura de la Fábrica, y proporcionados a la milagrosa idea del Trono, siendo las gradas, o escalones, que le corta, otra circunferencia no poca primorosa de su belleza. El pavimento de este quadro mantiene otro mas pequeño, de que se forman quatro distintas mesas de Altar; y en el espacio, que resulta de las quatro mesas se funda el hermosísimo Retablo. Es la idea un Tabernáculo de quatro frentes, y quatro arcos, tan arreglado todo a las leyes de la simetría, que su correspondencia es uno de aquellos milagros, que acierta pocas vezes el Arte, basas, columnas, y pilastrones se enlazan con singular gallardía, para mantener otra cúpula, o media naranja, cuyas primorosas labores, y dibujos, parece se labraron como en testimonio, de que la gubia, y el cincel no ceden, ni a los rasgos, ni a la delicadeza del buril. En medio de este bello Trono está la hermosísima, y milagrosa Imagen de la Encarnación, cuyo apacible Rostro goza la devoción por todas partes: idea dignísima de sabio zelo, que mandó erigir tan ilustre Solio; porque así como los favores de Maria no tienen límites, se goze también su dulcísimo aspecto por todas partes: y quando se celebra en quatro Altares a un mismo tiempo el inefable, y tremendo Sacrificio de la Missa, reflexione la devoción, quanto debe a la Reyna de Gracia, pues por su medio se comunicó tanto favor a los quatro angulos de la tierra. En el arco, que corresponde al que se llama Altar Mayor, y al lado de la Epístola esta una efigie del Archangel San Gabriel, dando la más feliz Embaxada a su Reyna, tan bello, y tan hermoso, que si las lineas de los hombres pueden acertar a copias de algún modo las perfecciones angélicas, esta vez se logró la correspondencia entre el original, y el retrato. Sobre las quatro frentes de las mesas del Altar, ay quatro Sagrarios, o Tabernáculos pequeños; el principal, sirve para Custodia del Santísimo Sacramento: esta dorado exterior, e interiormente con toda la decencia, que pudo animar la devoción, o adelantar el cariño. Los otros tres guardan diversos Cuerpos de Santos Martyres, que tiñeron amantes, y animosas las cándidas Estolas de su Fe, en la Sacro Santa purpurea Sangre de Jesús. El que corresponde al lado de la Epístola, tiene las preciosas Reliquias de Santa Faustina Virgen, y los Santos Celestino, y Optato; El que le sigue, y mira a la testera del Crucero, ofrece a la veneración, y al respeto de los Fieles, el Cuerpo de San Abundancio. Al lado del Evangelio, están clocadas las insignes Reliquias de San Verecundo, San Columbo, y Santa Perpetua, continuando aun el obsequio del Sol de Justicia, y de su Madre la Aurora de la Gracia. La parte superior del Trono ostenta, sobre las vasas de las columnas, doze candeleros de plata, en quien lo pequeño haze mas admirable lo artificioso. De esta suerte, todo el Tabernáculo es un primor de primores, que estrecha, sin confundirlas, todas las valentías, y destrezas del ingenio, y la execucion.

            La frente espaciosissima de la última pared del Templo, esta adornada con un Retablo de tan primorosa Architectura, tan fútiles labores, y delicadas hojas que apenas puede comprehenderse, como huvo en el pino docilidad para obedecer tan delicados rasgos. En el centro de esta bella máquina es un bien proporcionado ovalo, que estofado, y dorado ricamente sirve de Urna, a la Efigie del Niño Jesús, hechura de Nápoles, y tan perfecta, que a pesar de la vista dudan los ojos si esta animando el bulto, o con espíritu la figura. Es un embeleso santo, que manifiesta a la devoción la incomparable belleza de el Original, pues aunque este excede infinitamente los primores, y desvelos mas valientes de los mortales, si alguna copia es menos distante, o se acerca algo a la incomparable hermosura de su Prototypo, es sin duda esta bellísima Imagen. Coronan el adorno de este bellísimo Retablo tres pinturas, cuya perfección se explica bastamente diziendo, que no solamente se desdizen, sino que igualan la perfeccion admirable de Imagen, y Retablo. La que cae sobre el, ofrece a la ternura, y a los ojos la gloriosa Santa María Magdalena, en aquel éxtasis dulce, o arrebatamiento admirable, quando los Angeles la elevaban desde la Tierra a la Gloria, para que su amante espíritu se recreasse en los Cánticos Celestiales de el Ympyreo. A la mano derecha se ve la segunda Imagen, que es un gran lienzo, que representa el martyrio de la Invicta Virgen Santa Cathalina, aquella hermosa flor, que en los ardores de su ternura, ostentó las llamas de la fineza, entre las fragancias de la sabiduría. Al lado siniestro, que corresponde al de la Epístola, se mira un bello Retrato de Santa Cecilia, aquella insigne Virgen, que con santa destreza supo convertir las delicias de el tálamo nupcial, en candidezes de la Virginidad, ganando el corazón de su Esposo, para conducirle como rendida víctima a los pies de Christo. Estas tres pinturas, y su arreglada colocación, explican quanta prudencia governo sus designio el Ilustrisimo Prelado, Autor de toda esta magnificencia, pues siendo estas tres Vírgenes las Patronas de la Religión, y que desde su Oriente la favorecieron con beneficios singulares, fue discretissima disposición, colocarlas en la principal parte del Tempo, como encomendándolas su defensa y patrocinio.

A los dos arcos torales, que forman la media naranja, corresponden por el lado del Evangelio una puerta de piedra de sillería, que servírá en acabándose el Claustro (que ya esta fabricando la generosa piedad de el Señor Obispo) a la comunicación con la Sacristía: Enfrente de esta, al lado de la Epístola, puso la devoción del Ilustrisimo Señor Lasso, el Altar de Nuestra Señora del Rosario, que se compone de una pintura de dos varas y media de largo, donde se ve, o se admira, pues no cabe distancia entre ver, y admirar tan grande prodigio, una Imagen de la Reyna de la Gracia, tan perfecta, tan hermosa, tan atractiva, tan dulce, que arrebata por los ojos con dulce jurisdicción los ánimos, siendo esta preciosa servidumbre, la mas noble y apetecible libertad. Tiene entre sus virginales brazos a su Santísimo Hijo, a cuyos pies esta el glorioso Santo Domingo, recibiendo de la piadosa ternura de Maria el tesoro riquísimo de su Rosario. Parece, que Maria Santísima, que mientras vivió el Santo Patriarcha en la tierra, se esmeró tanto en favorecerle, y regalarle, quiso comunicar al pincel toda la destreza, y todo el numen de la pintura, para que sacase muy propia, muy devota, y muy parecida al sublime original el retrato de su Capellán, su Siervo, y Esposo Domingo. Hablamos con la seguridad, de que estas cláusulas, lejos de llegar a hyperbole, serán muy débiles, y distantes para todos los que huvieren visto la hermosa Imagen. A esta perla sirve como de concha un marco de talla calada en diversas flores, frutos, hojas y rayos, en que el cincel dio nueva vida al pino, o por mejor dezir le formó en otro ser más ilustre, que el que gozaba, quando fue corona de los montes. Con el mismo primor luze la gradería del Altar, y las cortinas, velo, cenefas, y flores de mano, copian una especie de jardín, en que el arte parece quiere mostrar a la naturaleza, lo que pueden sus desvelos, y alcanza sus emulaciones.

            En la primera Capilla del cuerpo de la Iglesia, empecandoo por la parte superior ay un Retablo, cuya idea, labores, y buena disposición, no solo no desdize del bello todo, que vamos describiendo, pero aun con vanidades de único, pretende merecer más asombros, y más aplausos. Esta dedicada al glorioso Patriarca San Jospeh, Esposo de María; y la Efigie, que le representa, y es obra del grande Artífice Sevillano, en que nuestro siglo resucitó los aciertos de los Phidias, y Lyssipos, apuró quanto su Escultura puede dar de si. En dos nichos, que ocupan las intercolumnios del Retablo, están nuestros Santísimos Patriarcas San Francisco, y Santo Domingo, como inmediatos después de Joseph, a las finezas y favores de la Reyna de la Gracia.

            Tres grandes Heroes de la Iglesia, y lucidisimos esplendores de la Orden de Santo Domingo, honran la segunda Capilla de esta primera vanda. El Retablo muestra, que pueden caber los excessos, donde no ay lugar para las ventajas, pues siendo tan primoroso el primero, que acabamos de describir, se ven tales rasgos en este segundo, que casi se determinan a votar por el la razón y el juyzio. El principal sitio de este abreviado Cielo, ocupa el Glorioso Pontífice San Pio V que aunque inferior en el tiempo a San Jacinto, y San Antonio que están en los nichos de los lados, logró la preferencia, en atención a la Suprema Dignidad de la Tyara. Todas tres hechuras concilia la devoción, entre los agrados de la vista.

            San Vicente Ferrer, rayo triunfante de el Evangelio, Gloria de España, Apostol de Occidente, y assombro de los prodigios, se venera en la tercera Capilla, en otro no menos lucido Trono, que desdeñando el nombre común de Retablo, pretende, y no sin justicia, el de portento. La Efigie del Glorisossissimo Predicador de Jesus, es muy perfecta, y copia de algún modo, en el ademan ayroso aquella Santa, y victoria energía, que coronó con tantos trofeos la gracia, y enriqueció la Iglesia con los despojos del Mahometismo, y a la Synagoga. Acompañan al Bendito Santo los dos Inclytos Martyres San Crispín, y San Crispiniano; y en el Sagrario de este Altar, principales Reliquias de los Cuerpos de estos Santos: porque se junten a honor de Christo, las palmas de la voz, y los trofeos de la caridad.

            La quarta Capilla, cae ya debaxo del magnífico, y capacissimo Coro y esta dedicada a una Imagen de Nuestra Señora, con el terno título del Mayor Dolor, aludiendo al que aquella elevadissima Alma padeció en la muerte de su Santissimo Hijo. Es de perfecta estatura, y en todo semejante (como el mismo Artífice) a la que se venera en el sumptuoso Templo del Colegio Imperial de Madrid, de la esclarecida Compañía de Jesus. La que según el orden de la Iglesia, avia de ser quinta Capilla, se reduxo, por prudentisimos motivos, a un capaz aposento, para que en el se guarden diferentes alhajas del Templo, que en el fueran sin duda embarazo; y al mismo fin se destinó la que corresponde por el lado de la Epístola, cuya Capillas, vamos a delinear, siguiendo el mismo orden, hasta terminar otra vez en el Cruzero.

            La quinta (que también cae debaxo de el Coro) tiene un Retablo pequeño; pero tan primoroso, que la Architectura desafía con el toda la inteligencia, ostantando, y defendiendo, es más difícil empressa, y más noble industria, reducir a la pequeñez tantos primores, que formar milagros en sitio muy capaz. Sirve este compendioso prodigio de Trono a la Imagen de un Santo Crucificado de marfil, con el título de la Buena Muerte, sin que la indocilidad de la materia bastasse a impedir esmeros, y primores de la forma. Aquí hizo Su Ilustrisima una dotación, de que se hace memoria en el instrumento, que está al fin de esta breve descripción.

            La sexta Capilla, es una hermosa y capacissima puerta, que sale a un ángulo del Claustro, y se dispuso con el fin, de que por ella se formen, y hagan las Procesiones, con el desahogo, y orden conveniente. Esta defendida y adornada con un cancel, en que se juntaron la hermosura, y la fortaleza.

            El Angélico Doctor Santo Thomas de Aquino, es, después de nuestro glorioso Patriarcha, el mayor decoro, el más alto lustre, el honor más noble de nuestra Orden Sagrada, y assi en el concurso de tantas insignes memorias de nuestro explendor, no podía faltar la veneración de este espíritu milagroso, en quien la sabiduría, y la santidad disputaron la preferencia, sin que pueda resolverse, qual atributo fue más grande en este Monstruo Sagrado, pues la prudencia más perspicaz, solo halla, a un fatigado todos los discursos para examinar esta duda, una ciencia, que fue honor de la virtud; y una virtud, a quien esmaltan todos los esplendores de la ciencia. El Artífice, que se encomendó del Retablo, que sirve de trono al glorioso Santo Thomas, se hizo cargo de su grande empeño, pero tuvo la fortuna de cumplir tan cabalmente su empressa, que aun siendo tanta la ternura de los que le aman como Maestro, y le veneran como santo, no quedan quexosos sus deseos. La Imagen del Angel glorioso tiene en una mano la pluma, por donde corrieron embueltas en rayos de luz las verdades de nuestra Religión: En otra la Ilgesia, que iluminó con sus escritos, y llenó de auxilios sus exemplos. En el pecho ostenta todo el Sol, como significado, que alli se abreviaron todos los rayos, toos los reflexos, y explendores de virtudes y de ciencias. En este Retablo ay también nicho para otras Imágenes de Santos, que aun no están colocadas, porque como Dios ha ilustrado la Orden de Predicadores, con tantos hijos, que merecen los Altares: se detuvo la devoción como suspensa, no sabiendo a quien dar la primacía.

            La última Capilla de esta vanda, que por sus adornos, y Retablos tiene fundada presumpciones de la primera, luze mucho con el exquisito Retablo; pero más con la perfectíssima Imagen de San Phelipe Neri, obra también del insigne Sevillano. En el semblante de esta efigie se ven los seráficos ardores de aquella caridad ardiente, que hizo tan singularmente ilustre al glorioso Confessor, y aun se perciben los rasgos de aquella sobrenatural prudencia, que sirvió a tantas almas de feliz norte, para seguir los rumbos de la vida eterna. Con razón podemos comparar esta Capilla con el famoso Monte Ethna, pues como el junta llamas, nieves y flores, assi el Retablo, que la adorna, muestra una contradicción amiga en el orden de la gracia, con los incendios de Phelipe, las candidezes, y flores de Rosa, y de Cathalina, que en el teatro de la Santidad, son aquel original, y aquella copia, que aun no se distinguen, quando se comparan.

            Sobre esta hermosa linea de Capilla, corre por la parte superior otra Tribuna, que adornada de balcones dorados, y primorosas pinturas por la parte exterior, no solo hermosean el Templo con las luzes, que le franquean, y recibe por la parte del medio día, sino son my propias para el desahogo de los concursos, y assiencia de las personas de distinción. En la vanda opuesta no huvo capacidad para construir Tribunas; pero suplió el arte la correspondencia, poniendo balcones, y mintiendo el pincel luzes, y cortinas con tal propiedad, que para no engañarse, necessitan los ojos el auxilio de las manos.

NOTAS MÁS RELEVANTES DE LA IGLESIA CONVENTUAL DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACIÓN EN 1732

Capilla Mayor

Se encontraba bajo la cúpula de media naranja, presidido por la imagen descrita de Nuestra Señora de la Encarnación con el Arcángel San Gabriel en su trono, que a su vez lo estaba sobre un retablo de cuatro caras con su propio altar cada una: el principal se destinó al Santísimo Sacramento, el del lado de la Epístola con reliquias de Santa Faustina Virgen y San Celestino y San Optato; el que miraba a la testera del crucero la de San Abundancio; en la nave del Evangelio, las de San Veracundo, San Columbo, y Santa Perpetua. Disponemos de un testimonio harto elocuente que acredita la anterior descripción, en concreto Antonio Ponz cuando visitó en Trujillo esta iglesia[14].

La Virgen del Mayor Dolor

Su capilla estaba debajo del Coro, aportando el sermón un dato muy relevante sobre el autor de su magnífica imagen, al indicar que “es de perfecta estatura, y en todo semejante (como el mismo Artífice) a la que se venera en el sumptuoso Templo del Colegio Imperial de Madrid, de la esclarecida Compañía de Jesús”. Por tanto, se está refiriendo a Pedro de Mena y Medrano[15], dejando sin valor la atribución que hasta ahora se había efectuado a Bartolomé Fernández Jerez[16]. Llegó a Trujillo durante el pontificado de Lasso de la Vega, aunque en principio su destino era El Escurial, donde se recibió en su lugar otra efigie igual que el obispo mandó hacer[17].

Se erigió una cofradía con esa advocación[18], aunque los documentos de su fundación se extraviaron[19]. Las autoridades eclesiásticas concedieron indulgencias a la Virgen del Mayor Dolor:

El Yltmo y Reverendísimo Sor Dn Fr. Francisco Laso de la Vega y Cordova, concedió cuarenta días de indulgencias a los que rezaren un Padre nuestro y Ave Maria, delante de la Ymagen de María Santísima del Mayor Dolor. El Yltmo Sor D. Lorenzo Ygual de Soria, concedió cuarenta días de indulgencias a los que rezaren una Salve delante de la misma Ymagen. El Yltmo Sor D. Antonio Carrillo Mayoral, concedió cuarenta días de Yndulgencias a los que recen una Ave Maria delante de la misma Ymagen. Yten el mismo Sor concedió cuarenta días por cada Ave María de la Corona, rezándola delante de la Ymagen. Visitando esta Yglesia el Yltmo y Reverendísimo Sor D. Fr. Rodrigo Antonio de Orellana, Obispo de Avila, y antes de Tucumán, en veinte y cinco de Agosto de mil ochocientos diez y ocho, concedió por si y otros dos Sres Obispos con quienes estaba convenido pª este efecto, ciento veinte días rezando una Salve delante de la Virgen del Mayor Dolor. Yten el mismo Sor, concedió cuarenta días, rezando un responso por la intención de Su Señoría Ylustrisima en la Capilla del Mayor Dolor. Visitando esta Yglesia en veinte y siete de octubre de mil ochocientos veinte y nuevo el Yltmo. Sor Obispo de Plasencia, D. Cipriano Varela, concedió cuarenta días de indulgencias, rezando una Salve a María Santísima del Mayor Dolor”.

Durante el Trienio Liberal los dominicos fueron exclaustrados entre 1820 a 1821, entonces “D. Félix Spina y mi Sra madre Dª Ysabel López, acudieron por lo tanto al Yltmo Sor Obispo de Plasencia, se dignase que espesada Ymagen fuese trasladada al templo del Combento de Sor San Franco, de donde a sus espensas ofrecieron, como así egecutaron la construcción de capilla y un camarín bastante decente”mariana[20]. Al regreso de los frailes reclamaron la imagen, pero con la desamortización de 1835 fue depositada en el Convento de San Miguel “pero en un sitio que ofrece poco decoro, y sufriendo su mérito artístico grandes pérdidas: y con el fin de ebitarlas, y que la grande devoción que en otros tiempos han tenido los fieles a esta imagen buelba a acrecentarse, me he decidido a que a mis espensas, se construya una nueva Capilla y Camarín en la Yglesia de San Franco por ser la más concurrida, y hallarse en el centro de la población, y trasladar la espresada Ymagen prebio el consentimiento de V”. Por esta razón don Manuel Malo de Molina, solicitó su traslado a la iglesia del extinguido convento de San Francisco, que por entonces se titulaba Iglesia de San Andrés, petición admitida a trámite el 29 de noviembre de 1848 por don Gregorio Ildefonso Cidoncha, en calidad de vicario eclesiástico de Trujillo. Se practicó información testifical, que reflejo la intensa devoción de que era objeto la Virgen del Mayor Dolor. Por Auto de Auto de 7 de diciembre 1848 se autorizó el traslado “sin que sea visto pueda esta providencia perjudicar en lo más mínimo los derechos que pueda tener a dicha ymagen la Comunidad de Religiosos Dominicos de la Encarnación de esta Ciudad”. Por tal razón se produjo fue llevada desde San Miguel, que por entonces se titulaba Iglesia de Santo Domingo[21].

Las monjas dominicas regresaron a San Miguel en 1850[22], recuperando la Virgen del Mayor Dolor. Con carácter previo, solicitaron su devolución el 11 de marzo 1852 al Gobernador Eclesiástico, por estar la sede vacante, petición encabezada por Sor Basilia Díaz Garzón del Santísimo Rosario en calidad de presidenta de la comunidad, suscrita por las demás monjas. Su argumento, que habían vuelto a Trujillo como comunidad, así como que dicha imagen siempre había recibido culto en un templo de la Orden de Predicadores:

«Pudo ser conveniente semejante disposición pr no hallarse en esta la Comunidad exponente y pr la oferta del Sr Malo a sostener y propagar su culto, las circunstancias an variado completamte y en el día no creen las qe suscriben ni justo ni conveniente el qe permanezca la imagen fuera de esta Yglesia. No justo por qe dicha imagen era propiedad de los Religiosos Dominicos del Convento de la Encarnación de esta ciudad, quienes al verificarse su exclaustración la cedieron en pleno dominio a esta Comunidad, qe a sus expensas la traslado, arregló y compuso su retablo, Altar y demás concerniente a su culto, pr consiguiente, sería perjudicar sus derechos y el privarla de una efigie qe es y ha sido siempre de su mayor consuelo toda vez que an vuelto a su convento. Tampoco conveniente, pr qe dado caso qe el Sr Dn Manuel Malo de Molina cumpliese su promesa (lo qe no ha verificado por qe el culto de dicha imagen se costea de limosna como antes) al fin es una persona qe mañana faltan como sus hijos se se obligaran a seguir su devoción, por el contrario una Comunidad nunca muerte, ni se limita a solemnizar el día de su festividad, sino qe su culto es constante, es de todos los días. Hay más Sr Gobernador qe una imagen qe es el embeleso de estos habitantes, carece de limosnas pr qe al saber qe el Sr Malo se ha comprometido a costear su culto se retraen de ofrecer sus ofrendas, y unos pr otros el culto de la Sra se pierde. Por todas estas razones la Comunidad qe subscribe no duda suplicar a VS se digne dar su superior orden pa qe la imagen del Mayor Dolor sea devuelta a esta su Yglesia ya qe la Comunidad ha regresado a su antigua casa, con lo qe ganará de seguro el culto de la Sma imagen y la comunidad en estado contenta y satisfecha, Sor Basilia Díaz Garzón del Santísimo Rosario en calidad de presidenta de la comunidad”.

Pedro Duque Cornejo y la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación

El sermón que estamos analizando, en la descripción que hace de la Capilla de San José, expresa que “la efigie que le representa y es obra del grande artífice Sevillano, en que nuestro siglo resucitó los aciertos de Phidias y Lissipos”, por tanto se está refiriendo a un escultor de Sevilla que vivió durante el Siglo XVIII. De igual forma, cuando se refiere a la Capilla de San Felipe Neri, indica “la última Capilla de esta vanda, que por sus adornos, y Retablos tiene fundada presumpciones de la primera, luze mucho con el exquisito Retablo; pero más con la perfectísima Imagen de San Phelipe Neri, obra también del insigne Sevillano”. Por tanto, al mismo artista que además hacía retablos, y aunque ahora mismo no disponemos de testimonio documental determinante, que acredite que Pedro Duque Cornejo fue el autor de esas imágenes, entiendo que por la referencia temporal que hace el texto, le puede corresponder la autoría de esa imágenes y retablos.

El sepulcro de fray Francisco Lasso de la Vega y Córdoba

Don Juan Tena dice que fue enterrado en la sepultura que le fue construida junto a las gradas del altar mayor, sin encontrar referencias sobre su traslado a Sevilla[23], de los que voy aportar datos inéditos. El entierro fue el día 15 de julio de 1738 en La Encarnación, tras la misa de requiem, a la que asistieron los Cabildos de Capellanes y todas las comunidades religiosas de la ciudad[24]:

Yo Pedro de Rodas Serrano, essno del Rey Nuestro Señor publico del número y Aiuntamiento de esta M. N. Y. M. L. Ciudad de Truxillo por mrd del Rl Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe zertifico y doi fee que oi día de la fha estando en el Combento de Religiosos de Nuestra Señora de la Encarnación del Sagrado Horden de Predicadores de esta dicha Ciudad, zelebrandose ofizio general por los Cauildos Eclesscos y Comunidades de Religiosos de ella, para el entierro del Yllmo y Rmo Sor Dn fr Franco Lasso de la Vega y Cordoua, obispo de Plasenzia, […] después de hauerse cantado missa de requien y prezedido el ofizio de sepultura, estando el cuerpo de su Yllma, vestido de Pontifical, metido en una caja de madera forrada en damasco morado guarnezida y tachonada, se colocó en un sepulcro que su Yllma hauida mandado fabricar para este efecto al pie de las gradas del Altar maior de la Yglesia de dicho Combento para que en el se mantubiesee esta que fueran trasladados los guesos de su Yllma al Rl Combentto de Sn Pablo de la Ciudad de Seuilla que es del mismo horden. Según lo dispuso y hordenó dicho Yllmo Sr por una de las Clausulas del testamento zerrado que otorgó ante mi el dicho essno que fue abierto y publicado por mandado de la Justizia Rl de esta Ciudad, en catorze del presente mes, en que también dispuso fuese dicha sepultura por vía de depósito, en cuia conformidad hauiendose zerrado dicho caja, con su tapa, zerradura y llaue, la reziuio el M. R. P. fr. Fernado Arias Mariano, Lector de Theologia del referido Combento de Nuestra Sra, de la Encarnazion, vicario incapite de el a quien yo el essno, entregue dicha llaue, y la passo a su poder, y se obligó por si y el R. P. Prior y religiosos que por todo tiempo fueren de dicho Combentto a tener el dicho cuerpo de su Yllma en la calidad y deposito interin que llega su traslazion al referido Combentto de Sn Pablo. Y a que le entregaran sin cosa ni embarazo alguno caja y quando que por parte lexitima le sea pedido, todo lo qual pasó en mi presenzia”.

Se publicó el sermón que se predicó en el entierro del obispo dominico[25]. Dicho documento señala que “murió, en fin, nuestro Illmo y V Lasso siendo Prior actual de esta gravissima Casa”. Asimismo, nos hace saber que ponía en la lápida de su sepulcro, cuando expresaba que “mando escribir en la lauda de su sepulchro que pide humildemente a sus Hermanos, y Feligreses, que ruege por su Alma a María Santísima de la Encarnación”.

Con respecto al traslado de su cuerpo a Sevilla hasta ahora no existían datos. Aquí reflejo otro testimonio inédito, que acredita que tuvo lugar el 2 de julio de 1740[26]:

Dezimos los Ynfrascritos fr Honorio Terron, Pressdo en Sagrada Theologia y fr Pedro de Reyna, Lector de Thª del Rl Combto de Sn Pablo de Sevilla del Orden de Predicres y Apoderamos q somos de aquella Comund pª la conduzon del cuerpo de Ylltmo Rmo Sr Dn fr Franco Lasso de la Vega y Cordoua, obispo qe fue de este obispado de Plassª, haber rezeuido del M. R. Pe fr Antonio de Barcia Lector de Thª y Presidente Vicario in capite del Convto de la Encarnazon de esta Ciud de Truxillo de dicho Sagdo Orden en voz y nre de su Comunidad, el dicho cadáver de su Sria Yltma en la misma conformidad que expresa este testimonio para llebarlo y conduzirlo al dicho Real Conbento de Sn Pablo de Sevilla, según y como dicho Sor Yltmo difunto lo dexo dispuesto y ordenado, dando como damos al referido Combento y comunidad de dicho Combento de la Encaranzonpr libre de la obligazon en q estaba constituido y para q conste como tales apoderados, del referido Rl Combento y Comund de Sn Pablo de Sevilla, lo firmamos en esta Ciudde Truxillo en dos días del mes de julio de mill setezos y quarenta ss”.

Asimismo, se publicó el sermón que se predicó ese día[27], que nos hace saber que sus restos fueron depositados junto a Nuestra Señora del Consuelo, en la iglesia del Convento de San Pablo, donde tomó el hábito el 13 de abril de 1678[28]: “que nuestro Ilustrisimo Lasso determinó ante de morir, que su cuerpo se sepultara, y se guardaran sus huessos a las Sacratissimas plantas de Maria Señora nuestra, con el título del Consuelo, de quien fue especialissimo devoto

INVENTARIO DE BIENES DONADOS POR LASSO DE LA VEGA A LA IGLESIA DE LA ENCARNACIÓN

Como hemos dicho, Lasso de la Vega puso mucho empeño en la mejor ornamentación y dotación con enseres de la iglesia conventual, que estuviera a la altura de las obras realizadas. Disponemos del inventario de alhajas que donó el prelado dominico, fechado el 20 de noviembre de 1730, otorgado ante el notario eclesiástico Alonso Gómez de Gironda[29], bajo la condición que ninguna de alhajas, imágenes, u ornamentos, se pudiera vender cambiar ni enajenar, pues en este caso su destino sería el Convento de San Francisco de Trujillo.

Vestidos de Nuestra Señora de la Encarnación

Primeramente, una Cruz de oro, y piedras finas. Item, un vestido entero, con su Manto de medio tisú de oro, color blanco, guarnecido con galon de oro fino. Item, otro vestido de medio tisú de oro, color carmesí. Item, otro vestido de tela blanca, que llaman Magestad. Item, otro vestido, color carmesi, bordado en el tela. Item, dos vestidos de persiana, el uno color celeste, y el otro verde. Item, otro vestido de raso morado, con flores blancas. Item, unas Andas de madera para Nuestra Señora, con sus faldones de damasco blanco, y zenefas de color carmesí. Item, una Mesa, que sirve de Altar portátil, quando esta puesta Nuestra Señora en las Andas, y un Frontal de damasco blanco, y zenefas de carmesí para dicho Altar

Vestidos de los Santos

            Primeramente, seis vestidos, en forma de Avitos, de medio tisú de oro blanco, guarnecidos con galón de oro fino: y sus Capas; y Capillas de ormesí negro, guarnecidas de dicho galón, para Nuestro Padre Santo Domingo, Santo Thomas, San Jacinto; San Vicente, Santa Rosa, y Santa Cathalina. Item, otro Avito de medio tius de oro, de color cenizoso, guarnecido con dicho galón, para nuestra Padre San Francisco. Item, unas Andas grandes de madera, para que en ellas vaya juntos en procession los dos Patriarchas señor Santo Domingo, y San Francisco, con faldones guarnecidos.

Ornamentos

Un Terno de tisú de oro blanco, guarnecida de galón de oro, forrado en tafetán blanco, que se compone de Capa, Casulla, Dalmáticas, siete collares con sus cordones, y borlas de oro, u seda; y las Estolas, y Manípulos, correspondientes: dos paños para los Atriles, donde se cantan las Epístolas, y Evangelios; Frontal, y Paño del Púlpito. Más, otro Terno de medio tisu de oro blanco, guarnecido de galón de oro fino, y forrado en tafetán carmesí, que se compone de Casulla, Dalmáticas, Estolas, y Manípulos correspondientes: siete collares con sus cordones, y borlas de seda, Paño de Cáliz, y Bolsa de Corporales. Un Palio de medio tisú de oro blanco, entrelado de olandilla, y forrado en tafetán carmesí, guarnecido con gaón, y flueque, y alamares, todo en oro. Una Manga para la Cruz, de medio tisú de oro blanco, guarnecida con galón, y lueque de oro. Un Viso, para delante de la perta del Sagrario del Altar Mayor de terciopelo carmesí borado de oro, y planta, con una Custodia en medio, y dos Ángeles a los lados, con los Atributos del Sacrametno, todo también bordado de oro, plata. Item, otro Viso, y dos Cortinas de tela blanca, que llaman Magestad, para los dos Sagrarios. Item, doze Cortinas, o Velos de tafetán alistado doblete de Valencia, para los Altares de Nuestra Señora, y demás Santos de dicha Iglesia. Item, quatro Casullas de damasco blanco, con sus cenefas de color carmesí, guarnecidas de galón de seda, con sus Estolas, y Manípulos. Item, otras quatro Casullas de damasco carmesí, con cenefas blancas, sus Estolas, y Manípulos, guarnecidas del mismo galón. Item, tres Casullas de damasco verde, con sus Estolas, y Manípulos, guarnecidas de el mismo galón. Item, otras tres Casullas de damasco morado, con sus Estolas, y Manípulos, guarnecidas del mismo galón. Item, tres Paños de ombros por tapazes de tafetán doble, bordado en el telar, con guarnición y alamares de seda. Un frontal de persiana blanco, con guarnición de galón de oro fino, para el Altar Mayor. Item, quatro Frontales para dicho Altar Mayor, de damasco, con guarnición de seda, uno de color carmesí otro verde, otro morado, y el otro negro. Iten treze Frontales de damasco blanco, con zenefas de color carmesí, guarnecidos de galón de seda para los demás Altares de dicha Iglesia. Item, diez Bolsas de Corporales, de damasco de todos colores. Item, treze Paños, de tafetán de todos colores, para cubrir el Cáliz. Item doze hijuelas, para cubri las Patenas, y Calizes. Item, treinta y nueve cabritillas encarnadas, para cubrir los treze Altares, tres para cada uno. Item, dos Missales grandes, nuevos y de letra crecida, de la Orden referida de Predicadoes, para que sirvan en las Missas Conventuales de los días de precepto. Item, doze ramos de flores de seda de mano, para adornar los Altares. Item, una Alfombra de varios colores, de nueve varas de largo, y cinco menos cuarta de ancho, para las gradas del presbyterio. Item dos arañas grandes doradas, de ocho luzes cada una. Item, dos Pilas de jaspe encarnado, con sus pies de lo mismo, con embutidos de jaspe negro, ddlaboreadas para el Agua Bendita; y encima de cada una, una Cruz de jaspe negro, con su peana, embutida en jaspe blanco.

Ropa blanca

Primeramente, tres Albas de estopilla de Olan, bordadas, y con encaxes de a tercia de ancho, muy finos de Bruselas. Item, tres Amitos de la misma tela de estopilla de Olan, también bordados, y con encaxes muy finos. Item, unos Corporales con su palia de la misma tela, bordados, y con encaxes muy finos. Item, ocho Albas, las dos de ellas para Clérigos, con encaxes de a quatro dedos de ancho. Item, nueve Amitos con sus encaxes. Item, ocho Corporales con sus palias, con encaxes. Item, cinco Roquetes con sus encaxes. Item, cinquenta Purificadores. Item, ocho Cíngulos de cordón de seda de todos colores, con sus borlas de lo mismo en los remates. Item, veinte y dos Tohallas para los platillos, y vinageras. Item diez y seis manteles para los Altares. Item, trece aras con sus caxas de madera, y cubierta de angeo para los Altares. Item, trece cubiertas de angeo, para cubrir los planos de los trece Altares de la Iglesia, debaxo de los manteles. Item, seis platillos de peltre, y en ellos seis pares de vinageras de vidrio.

Alhajas de plata

Primeramente, un Cáliz, y Patena nueva de plata, dorado por la parte de a dentro, y por la de a fuera, hechura toda de feligrana, digo de relieve. Item, unas vinageras, planto, y campanilla de planta. Item, seis Candeleros grandes de plata. Item, doce pequeños de plata, que están puestos de fijo en la redondez del Trono, donde esta colocada Nuestra Señora de la Encarnación. Item, una Cruz grande con su peana de plata, y en ella un Santisimo Chirsto de plata sobredorada. Item dos Atriles de plata. Item, un Incensiario, cuchara, y naveta de plata. Item una Corona Imperial de plata para el Niño Jesús. Y se advierte, que para el costo y hechura de otro Incensiario, y naveta, caldereta, y guisopo todo de plata, dixo Su Ilustrísima aver contribuido con cinquenta y nueve pesos escudos, assi en plata, como en dinero. Y también se advierte, que aunque en la tercera Capilla del lado derecho de dicha Iglesia, que es la que está enfrente de la puerta que va a salir al Claustro, se halla puesto el Retablo, que en la Iglesia vieja servía para el Altar mayor, para ajustarlo y ponerlo en esta expressada Capilla, por estar, como estaba, nuevo, avia contribuido Su Señoría Ilustrísima con muy cerca de mil reales, assi en madera como en dinero.

FIESTAS DEDICATORIAS CELEBRADAS POR LA TERMINACIÓN DE LA IGLESIA CONVENTUAL

Terminada las obras y adornado el templo, Lasso de la Vega procuró en que tuvieran lugar las solemnes fiestas de dedicación, celebradas durante varios días, que contó con la colaboración del Ayuntamiento y los vecinos, que vamos a describir a continuación.

Sábado 11 de noviembre de 1732

El obispo mandó por edictos, que a las dos de la tarde concurrieran en La Encarnación, el Cabildo de Capellanes, todas las cofradías y congregaciones de Trujillo. También la Corporación Municipal, que quiso estar a la altura del evento, cuidando que se limpiasen las calles, en razón del carácter festivo del evento, mandando “que se previniessen Danzas, Gigantones, y todas las alegrías que se usan el día del Corpus”. Asimismo, los vecinos colaboraron en el adorno externos de sus casas[30].

El cortejo iba encabezado por el guion del Cabildo de Capellanes, las cruces de las parroquias, las insignias de cofradías, seguidos del clero regular. Participaban también las imágenes adornadas con joyas, en concreto San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán ambos en un mismo trono. También la imagen del Niño Jesús, que entiendo que se trata la del Dulce Nombre de Jesús[31], advocación muy vinculada a la Orden de Predicadores. Delante de la Virgen de la Encarnación iba el Cabildo de Capellanes, que era cerrado por el obispo de Plasencia vestido de pontifical, acompañado del Arcediano de Trujillo y otro miembro del Cabildo de la Catedral de Plasencia. También estaba la Corporación Municipal presidida por el alcalde “con toda la pompa que acostubra, de Mazeros, Escrivanos, Alguaciles, y otros Ministros, componiendose de tantas ilustres partes el respetable, y magnífico todo, que fue digna admiración de la Ynclyta Truxillo”.

El trayecto se siguió con las viviendas y edificios engalanados, por toda la calle de la Encarnación hasta dirigirse al Convento de San Miguel, subiendo a la Plaza Mayor, centro de la vida social de Trujillo, donde se oían “en todo el camino aclamaciones, victores, aplausos y otras señales de festiva alegría”. Luego bajo la procesión por el palacio del Marqués de la Conquista hasta el convento de San Francisco, pasó por el “Palacio de su Ilustrissima”, se dirigió otra vez al Convento de la Encarnación, donde “entró en la nueva Iglesia, donde la Música ostentó sus destrezas, y todo el concurso otra armonía más dulce, aunque mas silenciosa, en los suspiros, lagrimas, y afectuosas demostraciones de un contento santo”. A su término, la gente continuó en el templo, muchos de ellos realmente emocionados. Por la noche, se iluminó Trujillo con luminarias y antorchas que coronaban las torres, palacios, iglesias y conventos.

Domingo 12 noviembre 1732

A primera hora de la mañana, concurrieron muchos vecinos a para ver a Nuestra Señora de la Encarnación en su nuevo trono. La dedicación del templo, que estaba adornado de luces y flores, tuvo lugar con misa pontifical oficiada a las diez de la mañana, asistiendo el obispo con el Cabildo de Capellanes, participando la Capilla de Música de Plasencia, estando presente la Corporación Municipal. A las dos de la tarde, comenzaron “las Conclusiones, en alabanza y aplauso del Angélico Doctor Santo Thomas de Aquino” a las que asistieron el obispo con su familia, los prebendados del cabildo catedralicio, clero secular, así como la Corporación Municipal con toda la pompa antes indicada. Entonces don Juan Benito Echevarría, secretario de Cámara, “abrió el campo a la métrica disputa, con la dedicatoria a la Ciudad”. Se expusieron una serie de argumentos por el doctor don Alfonso Tejedor, colegial en el Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá, canónigo magistral y examinador sinodal de Plasencia. Por la noche, toda la ciudad estuvo iluminada de antorchas y luminarias, con música[32].

Lunes 13 de noviembre 1732

A las diez de la mañana, en el templo estaba presente el obispo, la Corporación Municipal, clero regular y secular, al objeto de oficiar misa por cuenta del Cabildo de la Catedral de Plasencia, que lo fue por el Arcediano de Trujillo, participando también el Cabildo de los Capellanes con asistencia de músicos. Acabado el Evangelio, don Alfonso Tejedor subió al púlpito para pronunciar la oración panegírica, continuando luego este oficio religioso. Por la tarde, se representó por vez primera el Auto Sacramental en el Teatro de Comedias, obra de padre maestro fray Tomás Tenllado, prior del convento de San Pablo de Córdoba, actuando como actores “los Estudiantes de nuestro Convento de la Encarnación”, al que asistieron multitud de vecinos. Su título “La mayor obra de amor, de la ciencia, y potestad. El Templo de la Deidad Autosacramental”, cuyo texto íntegro está recogido en el sermón.

Martes 14 de noviembre 1732

Ese día se ofició otra misa por parte del padre maestro fray Joaquín Meléndez, prior del convento de San Vicente de Plasencia, por cortesía de fray Alonso Bravo que lo era de Trujillo. Se pronunció sermón a cargo de fray Manuel José Medrano, predicador general y cronista de la Orden de Predicadores, cuyo texto también está recogido en el sermón. Por la tarde se volvió a representar el Auto Sacramental.

Miércoles 15 de noviembre 1732

A las diez de la mañana llegó el obispo recibido por la Corporación Municipal. Comenzó la misa con presencia de la música para más realce del acto, pronunciándose la correspondiente oración panegírica el padre maestro Tenllado.

Jueves 16 de noviembre 1732

Ese día tuvo lugar una corrida de toros, donde “los Cavalleros Comissarrios, que esmaltaron su nobleza, empleándola en el obsequio de la Reyna de Gracia, quisieron concurrir por su parte a los lucimientos de aclamación tan gloriosa, con una fiesta de Toros…… lograron este día el arte, y el valor de los Españoles, triunfrar de toda la colérica ferocidad de aquellos brutos, cuya ira generosa, ni se detiene en el peligro, sin se apaga con el escarmiento”.

CONCLUSIONES

De lo expuesto, queda acreditado el valor artístico que tenía la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, las imágenes que recibían culto, así como sus ornamentos. La simple lectura de la descripción del templo cuando fue desamortizado el convento en 1835, que acredita la pérdida de enseres durante la Guerra de la Independencia5[33]. La Historia ha sido muy cruel con dicho edificio[34], cuyo deterioro aun no ha terminado, sin tener uso religioso ni tampoco cultural. No tiene sentido que una localidad que tenga tantos edificios de valor histórico y artístico, no se le de uso alguno, construyendo otros nuevos que carecen de ellos, como sería el caso de la nueva sede de la Junta de Cofradías y Hermandades Penitenciales de Trujillo[35].

 

[1]    TENA FERNÁNDEZ, J.: Trujillo Histórico y Monumental, Trujillo 1988, páginas 119-120.

[2]    Mientras no hagamos ninguna cita expresa, me refiero a este documento. Fue publicado por el prior fray Alonso Bravo, que la ofreció al patrocinio del Rmo. P. fray TomÁs de Ripoll, maestro general de la Orden de Predicadores, por medio de fray Cristóbal Miranda, provincial de España.

[3]    FERNÁNDEZ, A.: Historia y Anales de la Ciudad y Obispado de Plasencia. Refieren Vidas de sus obispos y de varones señalados en Santidad Dignidad, Letras y Armas. Fundaciones de sus Conuentos, y de otras obras pías: y servicios importantes hechos a los Reyes. Plasencia 1627, página 139 y ss. «Tiene el Conuento una Sagrada Imagen de Nuestra Señora, que llaman de la Encarnación, que le dio un Obispo de Córdoba muy afecto a esta Sagrada Religión de Predicadores passando a su Obispado. La qual es de singular hermosura, devoción y magestad (que ninguna o pocas en gran parte del Reyno se le auentajan). En su presencia ha obrado el Señor muchos de sus misericordias y milagros, que por la poca diligencia (o por mejor dezir descuido y floxedad) de los Religiosos no se han comprobado y calificado. Concurre la ciudad y gente de la comarca a valerse de la intercession de la Virgen soberana delante de su Imagen Sagrada”.

[4]    GÓMEZ BRAVO, J.: Catálogo de los Obispos de Córdoba y breve noticia histórica de su Iglesia Catedral y Obispado, Córdoba 1778 página 508. Hijo del Conde de Cabra, nace en Córdoba, siendo religioso en el Convento de San Pablo. Asistió al Concilio de Trento, cuando era Obispo de Tortosa. Pasó posteriormente por el Obispado de Plasencia, hasta que fue nombrado para el de Córdoba el año 1578.

[5]    Los autores del libro titulado Historia y Arte del Monasterio de Dominicas de San Miguel y Santa Isabel de Trujillo (siglo XV-XX), indican que “la capilla de Nuestra Señora de la Encarnación, con su imagen procedente de los dominicos y que ahora se conserva en clausura”, sin aportar más datos sobre sus dimensiones, que se pueda cotejar con la indicada en el sermón, ni tampoco foto alguna.

[6]    “Es su estatura como de vara y media; pero tan proporcionada con la simetría de las otras partes, que de ella resulta aquel todo, que no sabe comprehender la vista, aun quando arrebata por los ojos todos los afectos del alma: en su celestial semblante, no solo se compone lo Magestuoso, y lo humilde, sin que lo modesto da más imperio a lo Magestuoso; aun mismo tiempo ostenta la atención a un Libro, y a las Angélicas expresiones de Gabriel; pero de suerte, que da a entender en el mismo fondo de la pureza de la turbación, que a su candidissimo espíritu ocasionó aquella embaxada, y como Dios nos concedió al original para remedio de todos nuestros males, aun assi esta derramando maternales, y piadosas demostraciones. Las manos que ocupa el Libro, parece se formaron arregladas a las de la Esposa, que retrata en los Cantares, y las tiene la Soberana Imagen, como en ademán de estenderlas para repartir felicidades a los hombres: pues aquella acción , que parece las aprisiona a mantener el volumen del Propheta Isaias, las da proporción para dilatarle Mac nuestras finezas. El Archangel Gabriel está al lado siniestro, en el respetuoso ademán de Ministro, Embaxador de tan gran Reyna. Siendo estas reverentes submissiones el explendor más gloriosos de sus luzes: y como la humildad de Maria tocó en este Mysterio Soberano lo más excelso, la rendida, y obsequiosa atención de Gabriel, logró en esta Embaxada la más feliz perfección”.

[7]    “Halló la nobilisima Ciudad de Truxillo la Ara de todas sus fortunas en esta Santa Imagen. Todos acudían a invocar su benigna asistencia, quando se veían afligidos de alguno de tantos males, como combante nuestra mortal vida, y lo que es más todos hallaban prompto, y favorable despacho, y dulce remedio a sus penas. La gratitud de los favorecidos aumentaba ruegos: porque dilatándose la noticia de tantos, y tan continuados prodigios, la felicidad de los unos, llamaban las suplicas de los otros; y assi, el común agradecimiento dio a esta Divina Imagen uniformemente el Título de Patrona de la Ciudad de Truxillo, y de toda su comarca”.

[8]    “con las guerras, epidemias, y otros trabajos, que disminuyeron los caudales comunes, imposibilitó la prosecución del Templo tan ilustre, con no pequeño sentimiento del amor, reverencia y ternura, con que veneran los nobles vecinos de Truxillo a María Santísima de la Encarnación”.

[9]    Archivo Obispado Plasencia. Trujillo. Convento de la Encarnación. Caja 266. Donación fecha por el Ylmo Sr Dn Fr Franco Laso de la Vega y Cordoua, obispo de Plassª en favor de la Sachratisima Ymajen de Nra Sª de la Encarnación q se venera en su convento de Predicadores desta ciud de Truxillo. De los coches y mulas q Su Yllma hubiere en tiempo de su fallecimiento y guarniziones, paja y zeuada

[10]  “le hizieron residir en esta Ciudad asi superior providencia iba dirigiendo por sendas bien ocultas a la razón humana la conclusión, y fin de sumptuoso templo de Maria. Su Ilustrísima, en quien ive tan radicado el amor a la Religión de su Madre, que crece a la altura de el Solio Pontificio, visitaba con frecuencia el Convento de la Encarnación, hazia oracion a su prodigiosa Imagen, dezia Missa en su Altar, y acompañando a todos en la devoción, y ternura de la gloriosa Imagen de Maria Santissima de la Encarnación, se compadecía mucho, viendo aquel prodigioso Simulacro sin la decencia correspondiente a la abundancia de sus favores, y a la ternura de los fieles. Este sentimiento encendió en su corazón los deseos de pferfeccionar la sumptuosa Iglesia”.

[11]  “Assi en tres años y medio, vio el Ilustrussimo Lasso la sumptuosa Iglesia, en estado, de que se dedicasse al Soberano Dueño, a quien se dirigía”.

[12]  FALCÓN T.: Pedro Romero (1638-1711), arquitecto del Barroco sevillano. Laboratorio de Arte, 23-2011. http://institucional.us.es/revistas/arte/23/articulo_11.pdf

[13]  RAMOS RUBIO, J.A.: Vicisitudes históricas del Convento de la Encarnación de Trujillo. Proceso de rehabilitación y adecuación del cenobio dominico a Colegio Preparatorio Militar y Colegio Religioso. http://www.cronistasoficiales.com/wp-content/uploads/2013/11/ARTICULO-SOBRE-EL-CONVENTO-DE-LA-ENCARNACION-Y-COLEGIO-PREPARATORIO-MILITAR.pdf

[14]  PONZ, A.: Viage de España, Tomo VII por D. Joachin Ibarra . Madrid 1772-1794: “La iglesia de dichos PP, la reformó o deformó el nuevo arte churrigeresco, en tiempo del Señor Laso, Obispo de Plasencia, quien desgraciadamente costeó aquel disparatado Tabernáculo, que V vio con tanto enfado en el altar mayor de la Iglesia de la misma orden, en aquella ciudad. Todavía si un arquitecto inteligente tomase por su cuenta el componer esta, podría, a fuerza de pico, dexarla regular. Mucho le irritaría a V el altar mayor colocado baxo la cùpula: si figura es la de una Torre: se dicen en el, o se pueden decir quatro misas a un tiempo, es lo que da golpe a estas gentes del vulgo. Las columnas de sus ángulos con una hojarasca desatinada: y todo é es un conjunto de madera dorada de pies a cabeza sin artificio ni concierto”.

[15]  GILA MEDINA, L: Pedro de Mena. Precisiones y novedades en El Triunfo del Barroco en la escultura andaluza e Hispanoamericana Motril 2018, página 85.

[16]  BARRADO BARQUILLA, J.; MENDEZ HERNÁN, V.; RAMOS RUBIO, J.A: Historia y Arte del Monasterio de Dominicas de San Miguel y Santa Isabel de Trujillo (Siglos XV-XX). Editorial San Esteban 2009.

[17]  Archivo Parroquial de Trujillo. Parroquia de San Martín. 1848. Espediente instruido a instancia del Sor D. Manuel Malo de Molina solicitando se traslade la Ymagen de María Santísima del Mayor Dolor a la Yglesia de San Francisco de esta Ciudad, colocándose en una Capilla y camarín que a sus expensas se ha de construir en citada Yglesia. Año de 1848: “viviendo el Yltmo Reverendisimo Sor Dn Francisco Laso de la Vega y Cordova, Predicador de SM, Dignísimo Obispo de Plasencia y antes de Ceuta, bien hechor universal de todos los pobres de esta Yglesia y Convento, promotor eficaz y debotisimo de su Capilla y Virgen del Mayor Dolor, cuya preciosa Ymagen que con destino a la Villa del Escurial llevó a Trujillo donde vivió su Yltma catorce años hasta su muerte, acaecida en catorce de Julio de mil setecientos treinta y ocho, y se enterró en el sepulcro que está ante las gradas del Presbiterio, bien que años después se trasladaron sus restos al Convento de San Pablo de Sevilla de donde era hijo, no permitió Su Yltma no parase aquí, mandando hacer a su costa otra Ymagen de la misma figura para dicha villa del Escurial, que es la que hoy tiene su Parroquia.” Mientras no haga cita expresa, en esta parte de mi comunicación, me estoy refiriendo a este documento.

[18]  “D. Antonio de la Cruz, Notario público del Obispado de Plasencia, de la Audiencia Eclesiástica de este Partido y Secretario de las Cofradías de Benditas Ánimas, Jesús Nazareno, Sagrado Corazón de Jesús, Santísimo Rosario de esta Ciudad de Trujillo. Certifico y doy fe: que por Dn Fausto Corrales, Cura Ecónomo de la Yglesia Parroquial de San José, del arrabal de Huertas de Animas, me ha exivido un documento cuyo tenor literal es como sigue: Documento: Fray Domingo Mansilla, Maestro en Sagrada Teologia, hijo y morador de este Convento de Encarnación, Orden de Predicadores de la Ciudad de Trujillo. Certifico; y en caso necesario juro in verbo sacerdotis, que la Cofradía de María Santísima del Mayor Dolor, establecida en esta Yglesia y Capilla de su título, está fundada con todas las formalidades necesarias, según derecho y condiciones que previene la Bula de fundación dada por los Reverendísimos Padres Generales de la Orden de los Servitas. Por los años de mil setecientos treinta poco más o menos, se fundó esta Cofradía”.

[19]  “Y aunque se ignora el porque o cuando se estrabiaron los papeles de la fundación, siguió la Cofradía en la buena fe de estar como estaba legítimamente fundada. Encargándome de ella por muerte del R. P. Fray Antonio Lozano y registrando los rincones de la Sacristía, casualmente encontré una licencia impresa para bendecir coronas de los Dolores, dada en San Marcos de Roma, por el Reverendísimo Inghramis Curti, en la que decía: Su Reverendísima que esta Cofradía estaba fundada canónicamente. A pesar de estos gravísimos fundamentos, y a fin de evitar toda duda haciendo constar su legítima fundación por los años de mil ochocientos dos, escribí al Padre General de los Servitas, esponiéndole todo lo que debo dicho, y juntamente el método de esta Cofradía en dar el escapulario, que el Reverendísimo Padre Fr. Felipe de Santo Tomás, vicegerente por ausencia del Padre General que para quitar todo escrúpulo en lo anterior, se fundase de nuevo la Cofradía como se hizo, enviándome para el efecto nueva Bula, que presenté al Yltmo Sor D. Lorenzo Ygual de Soria, Dignísimo Prelado de esta Diócesis, y antes de Pamplona, por cuyo Tribunal se concedió licencia pª la fundación. No se duda jamás de la autenticidad de esta Cofradía, de la que a sido y es Capellán el Padre Prior que es o fuere de este Convento, u otro Padre en comisión suya, como se previene en la última Bula de fundación, y estatutos formados para su gobierno a petición mía: pues aunque por desgracia nuestra sobrevino la inaudita cruelisima, y desoladora borrasca de la violenta invasión de los enemigos de esta Provincia, a fines de diciembre de mil ochocientos ocho, en la que se trastornó todo lo divino y humano, declaro solemnemente que se perdió todo y además se perdieron todos los instrumentos justificativos de la fundación de la Cofradía del Mayor Dolor, con los estatutos que la dirigían: todo lo cual no debe servir de fundamento para dudar en ningún tiempo de su canónica institución- Y para que siempre conste cuanto llevo referido y como Capellán de la Cofradía por comisión del R. P. Maestro Fr. Francisco Gómez, Prior actual de este referido Convento de la Encarnación, Orden de Predicadores de la Ciudad de Trujillo, doy la presente certificación bajo el juramento arriba fecho, en el a dos de abril de mil ochocientos diez y siete. Fray Domingo Mansilla: Maestro y Capellán de la Cofradía”.

[20]  Archivo Parroquial de Trujillo. Parroquia de San Martín. 1848. Expediente traslado imagen del Mayor Dolor

[21]  “Seguidamente yo el Notario hice igual notificación y lectura por la parte que le compete a D. Diego Pizarro Cancho, Presuitero Cura Ecónomo de la Yglesia de Santo Domingo de esta Ciudad, antes Convento de San Miguel”

[22]  BARRADO BARQUILLA, J.; MENDEZ HERNÁN, V.; RAMOS RUBIO, J.A: Historia y Arte del Monasterio de Dominicas de San Miguel y Santa Isabel de Trujillo (Siglos XV-XX). Editorial San Esteban 2009 páginas 82 y siguientes.

[23]  TENA FERNÁNDEZ, J.: Trujillo Histórico y Monumental, Trujillo 1988, páginas 119-120. Este mismo dato lo copia Ramos Rubio, aunque no cita la citada fuente documental. RAMOS RUBIO, J.A.: Vicisitudes históricas del Convento de la Encarnación de Trujillo. Proceso de rehabilitación y adecuación del cenobio dominico a Colegio Preparatorio Militar y Colegio Religioso. http://www.cronistasoficiales.com/wp-content/uploads/2013/11/ARTICULO-SOBRE-EL-CONVENTO-DE-LA-ENCARNACION-Y-COLEGIO-PREPARATORIO-MILITAR.pdf

[24]  Archivo Obispado Plasencia. Trujillo. Convento de la Encarnación. Caja 266. El documento expresa la identidad de los testigos: “todo lo qual paso en mi presenzia, siendo testigos el Dtor Dn Joseph de Rodas y Monrroi, Comisario del Santo Ofizio, Cura Rector de la Yglesia Parroquial de Sor Santiago y Abad del Cabildo Maior de Curas y Benefiziados de esta dicha Ciudad, y los Lizdos Dn Pedro Urban y Dn Pedro Pinto, vezinos de ella y otras muchas personas. Y para que conste, a pedimento del Lizdo Dn Joseph Theodoro de Vergara, abogado de los Rs Consejos, Arcipreste de esta Ciudad, Visitador Genera de este Obispado, uno de los testamentarios de su Yllma, di el presente formado por dicho Rdo P fr Fernando Arias Mariano. Y lo signe en la dicha Ciudad de Truxillo en quinze días del mes de jullio año de mill setezientos y treinta y ocho”.

[25] Mejoras de una buena alma. Conocidas ganancias, que en los grandes empleos de su vida logró el Illmo y Rmo Señor D. Fr Francisco Lasso de la Vega y Cordova, Religioso que fue del Sagrado Orden Predicadores, y Dignísimo Obispo de Ceuta y Plasencia. Sermón que a sus exequias, que se celebraron en el Convento de Nuestra Señora de la Encarnación de la Ciudad de Truxillo, en 24 de julio de este año de 1738. Predicó el M. R. P Presdo Fr Manuel Manrique, Predicador Titular de dicho Convento, cuya gravissima comunidad le saca luz, y le dedica al Excmo Señor Don Luis Manuel Lasso de la Venga, Manrique de Lara, Fernandez de Cordova, Moscoso, y Lemus, Figueroa, y Coalla, Vivero, Infantas, Silva, Toledo, y Solis, Duque del Arco, Conde de Puerto Llano, y Monte Hermoso, Marqués de Mirada de Auta, Señor de Galisteo, de las Villas de Colmenar, Passaron, y Torremanga.

[26]  Archivo Obispado Plasencia. Trujillo. Convento de la Encarnación. Caja 266

[27] Sermón de Honras en la Traslación del Ilustrissimo y Reverendissimo Señor D. Frai Francisco Lasso de la Vega Argote y Cordoba, Obispo de Zeuta y de Plasencia, Hijo del Real Convento de San Pablo de Sevilla, donde se mando trasladar. Predicose en dicho Real Convento el dia 20 de julio del presente año de 1740 por el P. Lector Habitual de Theologia Frai Joseph de Medina, Hijo de dicho Real Convento, El que lo deidca al Excmo. Señor Don Gabriel Ponce de Leon Lancaster y Cardenas, Duque de Aveiro.

[28]  Se trata de la actual Parroquia de Santa María Magdalena. Hoy la lápida se encuentra casi oculta por los bancos donde hoy está la Virgen del Carmen. Nuestra Señora del Consuelo fue titular de una congregación del Rosario, representada por un pequeño cuadro.

[29]  “Su Señoría Ilustrisima assi lo dixo, otorgó, y firmó, y mandó, a mi el presente Notario ponga un tanto a la letra, autorizando este instrumento, e Inventario, en el Libro forrado en pergamino, que para este fin ha mandado hazer Su Señoria Ilustrisima, para que se ponga y se guarde en el Archivo de dicho Convento, y que este original lo guarde, y ponga provocalado entre los papeles y registros de mi Oficio, y fueron presentes por testigos, a lo que dicho es, el Licenciado Don Joseph Theodoro de Vergara, Abogado de los Reales Consejos, Visitador General de este Obispado, el Padre Fray Juan de San Joseph, Religioso lego de el dicho Orden de Predicadores, y Alonso Rubio, vecino de esta Ciudad, e yo el Notario, doy fee, conozco a Su Señoría Ilustrissima, el Obispo, mi Señor, y a dichos Muy Reverendos Padres, que aquí firman. JMJ Fr. Francisco, Obispo de Plasencia. Fr. Alonso Bravo, Prior. Fr. Juan Lozano, Depositario. Fr. Juan Marín, Depositario, ante mi, Alonso Gómez de Gironda”.

[30]  “Estaba a esta sazón, muy abanzado el Imperio del Otoño, pero este día cedió sus jurisdicciones a la Primavera; porque los brocados, tapizes, rasos, tafetanes, y varias colgaduras, en que la seda, y el oro enriquecían el Artificio, formaban un Jardin vistoso, en que la vista se huviera embelesado toda, a no llamarla objeto más noble. También el oido divertio las atenciones de los ojos, porque por toda la Ciudad, resonaba el festivo estruendo de las Campanas, que entre los acentos militares de Tambores, y Clarines, y los y los armoniosos de Obues, Chirimias y Bajoncillos, formaban una melodía animosa, que introduxo en todos los corazones, la devoción y el gozo”.

[31]  “iba el Niño Santísimo como previniendo aplausos, y aclamaciones a su Madre, que fenecía este triunfal aparato, en andas riquisimas, adornadas de luces, y de flores, y debaxo de un Palio de medio tisú, con fluecos, y cordones de oro fino”.

[32]  «La noche de este día tuvo la fortuna de la passada, pues se transformó en día, y día muy hermoso a los lucientes influxos de antorchas y luminarias, que ardiendo en la Plazuela del Convento de la Encarnación, en las ventas de las Celdas, y en su elevada Torre, desterraban con sus reflexos el obstinado imperio de las sombras. El mismo esplendor se veía en los Palacios, Torres, y Casas de la Ciudad, que esta vez se equivocó en Cielo, por lo lucido, y por lo devoto. Los Tambores, Clarines, Obues, Chirimias, qe colocados en diversas distancias, se oían entre los ruidosos estruendos de la pólvora, eran otro agradable, y ducle motivo de la diversión, y la complacencia”.

[33]  Archivo Histórico Provincial de Cáceres. “La Yglesia de una sola nabe magestuosa, sólida de elegante fábrica, mucha capacidad y tiene nuebe Altares con las Ymagenes y ornamentos que se expresan. Altar Mayor: Trono de la Virgen de Nuestra Señora de la Encarnación con corona de oja de lata vestida, con sus cortinas, y diez candeleros de ojalata, y sus ellas correspondientes. Mesa de altar con paño taqui, sacras, Sagrario con un pequeño Crucifijo encima, tres sillas comunes para las misas mayores, y una campanilla de mano. Altar del Rosario: Un tanqui, sacras, Crucifijo de madera pintado, una campanilla, atril, dos candeleros de oja de lata viejos, retablo de talla y en su remate esta pintado el Padre Eterno con su dosel viejo. Altar de San José. La imagen de San José de talla, otra imagen de San Francisco vestido, otra de Santo Domingo también vestida, retablo de madera al natural, paño taqui y sacras. Altar de Santo Tomás: la imagen de Santo Tomás de talla vestida, un Crucifijo varato, el altar es de mamposteria y taqui. Altar de Sn Vicente Ferrer: la imagen de San Vicente vestida, un Crucifijo varato, tagni y sacra. Altar del Mayor Dolor: un Crucifijo de bulto, la imagen de María Santísima compuesta de cristal a la izquierda, cuatro flores alrededor del trono, retablo de talla pintado de dorado, taqui-sacras, atril, dos candeleros de oja de lata, y una campanita de mano. Altar del Cripto: la efigie del Santísimo Cripto de vulto, retablo de talla dorado, taqui-sacras, una rota, atril y frontal. Altar de la Soleda: Este altar, no tiene otra cosa de que hacer mención que el tagni. Altar de Santa Rosa: la imagen de Santa Rosa vestida, otra llamada de Nuestra Señora del Rosario, esta se hallaba colocada en la sacristía, sacras, taqui, dos candeleros de lata, la imagen del Rosario tiene corona de lata. Tiene la Yglesia ocho lámparas de oja lata, nuebe bancos de pino con respaldo y forman coro uajo. Un púlpito con su torna voz dorado. Cuatro sillas petronas con sus rejillas que sirben de confesionarios. Dos fascistores pequeños. Una mesa grande. Doce esteras grandes y pequeñas en edio uso. Tres cortinas sobre la Capilla Mayor, y unas andas para trasportar las Ymagenes. Ropas y ornamentos de la Yglesia de este Conuento. Dos caliz y un copon de plata y un pequeño crucifijo de id. Un armario de guarda ropas y contiene las siguientes: Tres albas con sus amitos y ceñidores de peñasco, un roquete, dos casullas encarnadas con sus juegos de estola, manípulos, bolsa de corporales, y paño de cáliz, dos albas blancas con todo su juego, otra berde, otra morada, otra negra, una palia de ombros que hace a blanco y a encarnado, un terno completo blanco bordado con terciopelo, una capa pluvial negra de terciopelo, otra de damasco, tres pares de vinageras de cristal con sus platos de oja lata, un pomito de ojalata para olios, una cruz de ja lata con su mango, cuatro velas de cuatro onzas cada una, dos más pequeñas, un incensario de metal viejo con su nabeta. En el Coro, hay tres banco grandes con su respaldo, seis pequeños, un órgano con su banqueta”.

[34]  El Periódico de Extremadura 26 de octubre de 2013. https://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/provinciacaceres/ayuntamiento-trujillo-tiene-via-libre-adecentar-consolacion_764860.html Asimismo, Diario Hoy de 3 de abril de 2018 https://www.hoy.es/prov-caceres/asociacion-trabajara-recuperacion-20180403002743-ntvo.html

[35]  https://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/provinciacaceres/junta-cofradias-da-vida-nueva-sede-ubicada-san-lazaro_1019626.htm

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