Oct 011987
 

José Gómez Gómez.

El Estudio-Taller de Restauración de Trujillo hace su acto de presencia en estos Coloquios con la aportación de sus actividades en el pasado Curso 1986-87.

Gracias al Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad, nunca ajeno a la labor que venimos realizado en este Centro Cultural, continuamos abiertos para transmitir los conocimientos y prácticas a quienes con sensibilidad y celo desean imponerse en esta tarea salvadora de nuestro Patrimonio Artístico.

Seguimos atendiendo con la limitación del tiempo los gritos de SOS de tantas obras deterioradas, portadoras de un mensaje y de unos tiempos.

El pasado curso salieron gozosas de colorido y volumen, más de 18 obras y un retablo. Vamos a presentarlas en su estado de deterioro y proceso de restauración. Con ello pretendemos, una vez más, despertar el interés de aquellas personas con sensibilidad a este deterioro del tiempo y del descuido.

El programa de nuestra labor se sintetiza en dos palabras: conservación y restauración.

La conservación no supone ningún añadido externo que modifique la obra de arte, sino un tratamiento para que la anatomía, composición y propiedades de la misma se mantengan en perfecto estado. Esta incluye su desinfección y su consolidación. Así salvamos el mensaje artístico para que posteriormente los más especializados terminen su restauración.

La operación de conservación puede ser realizada por cualquier persona bajo la dirección de un entendido.

La restauración en el sentido de reintegración supone la intervención de personas especializadas, ya que cada obra de arte es un problema distinto. En restauración no se trata de la utilización de métodos con criterios particulares. Si es condenable el robo, y absurda la destrucción de una obra de arte, también lo es su destrucción por una intervención inventada o falsificada.

Cada intervención sobre una obra de arte debe ser fiel, legible, reversible y duradera.

El criterio que mantenemos desde la apertura de este Estudio-Taller es de “conservar sin reintegrar lo museable» y de «reintegrar toda obra dedicada al culto o a la decoración».

Desde 1979 venimos atendiendo los gritos de esculturas, tablas y lienzos diseminados por nuestra región extremeña. Y si bien es una gozada para quienes componemos el grupo del Estudio-Taller atender obras de eminentes artistas, no despreciamos las sencillas y populares obras que nos traen de los pueblos y que son objeto de culto y veneración. Con ello creemos que aportamos y sostenemos esa catequesis plástica, mensaje de fe en nuestras comunidades cristianas.

DIAPOSITIVAS

1.- Detalle de una imagen afectada por xilófagos.

2.- Su tratamiento.

3, 4 y 5- Detalle de la cabeza de un cristo yacente de G. Hernández procedente de Ceclavin. Falta de policromía que hubo que consolidar y completar con madera las partes que faltaban.

6.- Detalle del hombro.

7.- Estucado y dispuesto para proceder a su policromía.

8.- Cabeza de un nazareno con la cruz a cuestas.

9.- Detalle del brazo articulado.

10.- En la espalda se encontró una inscripción fechada y firmada por Sebastián de paz (1634).

11.- Cristo del Perdón de la iglesia de Sta. Maria de Trujillo en el estado en que llego.

12.- Detalle de la cabeza.

13.- En procesión por las calles de Trujillo.

14.- Ntra. Sra. de la «0» de Garrovillas, hubo que quitar repintes. Aquí se ve estucada y dispuesta para policromar.

15.- Detalle.

16.- La misma por la espalda.

16.- Ntra. Sra. de la «0». Obra terminada.

18.- Detalle de limpieza de policromía.

19.- Dorado y estofado terminado de la imagen.

20.- Virgen del Rosario

21.- Detalle de la peana.

22.- Parte atacada por xilófagos.

23 y 24.- Detalle de la misma imagen proceso de quitar repintes.

25.- Virgen de Alta Gracia (Garrovillas) dorado sobre bolarmónico.

26.- Obra terminada.

27.- San Antonio, de propiedad particular, estucado y dispuesto para policromar.

28.- Detalle de una pieza de madera.

29 y 30.- Detalle de limpieza de policromía.

31.- Obra terminada.

32.- Peana barroca con el bolarmónico dispuesto para dorar (Malpartida de Plasencia).

33.- Detalle de una columna de retablo barroco (Casar de Cáceres)

34.- El mismo retablo; completado de dibujo y partes de dorado.

35.- Despegado de un lienzo, encontrado con defecto de reentelado.

36.- Nuevo reentelado.

37.- Limpieza de un lienzo.

38.- Detalle del mismo.

39 y 40.- Tablas de (Torremocha) repintadas y oscurecidas por el tiempo.

41.- Reforzado de las mismas y engatillado para enderezar.

42, 43 y 44.- Detalles de la limpieza

45 y 46.- Tabla terminada.

Oct 011987
 

Antonio Fernández Márquez.

A veces resulta difícil calibrar si los grandes impulsos migratorios tienen sus orígenes en motivos concretos y profundos o, por el contrario, están constituidos por todo un bagaje de espontaneidad y superficialidad. A nadie se le oculta que determinadas causas impulsan al hombre en ciertos momentos históricos más que otras al movimiento. Pero, cuando el cambio va seguido de separaciones familiares y conlleva la toma de contacto con unas costumbres, formas de vida y comportamientos completamente distintos a los que habitualmente ha estado sometido el individuo, existe o debería existir un freno que, por norma general, no se da en la mera movilidad social. El choque frontal entre dos culturas, comportamientos o modos de entender el desarrollo cotidiano siempre ha supuesto la superposición de una sobre otra, degenerando, en multitud de ocasiones, en marginación social, cultural y laboral del grupo humano perteneciente al estrato cultural más deprimido. Cuando estas circunstancias se producen en los fenómenos migratorios podemos deducir fácilmente que el origen de éstos no está exento de factores concretos y profundos, aunque tenga también ciertos componentes superficiales.

Por otro lado, los grandes fenómenos migratorios han tenido una cierta uniformidad durante determinados períodos de tiempo en lo que se refiere a las zonas de emisión y recepción. Esto implica, en gran medida, que la movilidad no obedece únicamente a coyunturas concretas sino que hemos de tener presente también las circunstancias de índole estructural.

En nuestro estudio nos interesa descifrar, ante todo, los motivos del éxodo masivo que, con destino a Europa, se produce en la provincia cacereña a partir de los años sesenta; no obstante, dado que dicho movimiento se inscribe dentro de la corriente migratoria nacional dirigida a los países más desarrollados del continente, nos hemos visto obligados a hacer referencia, aunque tan sólo sea de forma bastante somera, a las causas generales que motivaron la salida de importantes contingentes de españoles hacia el Occidente europeo en los años del «desarrollismo español». Ello nos permitirá apreciar si las causalidades coinciden o, por el contrario, varían y han de ser matizadas dependiendo de la amplitud y características del ámbito espacial en el que se desenvuelven los protagonistas.

I.- CONDICIONANTES DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A EUROPA

En todo proceso migratorio han de tenerse en cuenta no sólo los factores internos del país o zona de emisión. Las circunstancias de las áreas de inmigración posibilitan, a veces, más y mejores argumentos para explicar los motivos de los desplazamientos.

Por tanto, atendiendo a esta dualidad, haremos referencia a los factores externos (propios de los países receptores) e internos (rasgos nacionales más significativos).

Factores externos: situación en los países de inmigración

Prácticamente casi todos los investigadores del tema coinciden, a la hora de barajar las causas que motivan el reclama de población por parte de los países europeos, en afirmar que la más importante fue la necesidad de abundante mano de obra. Esta demanda vino provocada por los desajustes entre el desarrollo económico experimentado y la evolución demográfica. Los países europeos habían entrado ya en un régimen demográfico moderno (con bajas tasas de natalidad y mortalidad) en momentos anteriores a la II Guerra Mundial. Las pérdidas humanas causadas por ésta (concretadas en muertos y no nacidos), junto al mantenimiento de bajos niveles en las tasas de natalidad motivaron una acuciante necesidad de obreros a fin de mantener el ritmo de su crecimiento y expansión económica.

Junto a ello, el progresivo aumento del nivel de vida experimentado por la población llevó a que las generaciones más jóvenes mantuvieran un constante ascenso en la escala laboral, repudiando y dejando sin efectivos las actividades menos estimadas y peor consideradas, que, en definitiva, serán las realizadas por la población inmigrante, que pasa a convertirse de esta forra en la reserva de mano de obra poco cualificada de Europa.

Por tanto, el origen de la inmigración en los países de Europa occidental viene determinado por un triángulo cuyos vértices serían: el problema demográfico, con la ausencia de efectivos poblacionales suficientes en edad de trabajar; el desarrollo económico, materializado en un incremento masivo de puestos de trabajo; y el progreso social de la población, que produjo el abandono de las tareas primarias.

Factores internos: los desequilibrios del desarrollismo español

La emigración a los países europeos industrializados en la década de los sesenta y setenta, se convirtió en la panacea de aquellos trabajadores que carecían de cualificación laboral, dada la existencia de elevados salarios y de un alto nivel de vida. Pero estos factores externos no pueden valernos, por si solos, para explicar el tremendo volumen que alcanzó nuestra emigración en estas décadas.

Es indudable, todos los autores coinciden en apreciarlo, que la coyuntura económico-social que presentaba España al finalizar la década de los cincuenta jugó un papel decisivo en el “extrañamiento” de nuestros compatriotas.

El Plan de Estabilización de 1959 ha sido esgrimido una y otra vez por los autores como una de las causas más importantes de este éxodo[1]. Los efectos o consecuencias más significativas de dicho plan fueron: un importante número de obreros quedaron sin empleo, supresión de horas extraordinarias y de determinadas primas, disminución de la posibilidad de tener dos ocupaciones, …[2].

Otra de las razones más comúnmente aludidas se refiere a la expansión demográfica experimentada por el país. El continuo incremento mantenido en la primera mitad del s. XX se vio reforzado por la política pronatalista del régimen franquista. Ello dará lugar a un exceso de población rural que no es asimilado al completo por la industria nacional durante el período del «desarrollismo». Los stock» de esa población rural se verán incrementados debido a la situación económica y social por la que pasa el campo español al comenzar la década de los sesenta[3]: proceso de mecanización, lamentable año agrícola en 1959, deficitarias cosechas cerealísticas en la España del interior en 1960-1961, escaso aumento del precio del trigo, incremento de los costas de producción, etc. Esta situación del agro español, que en el sur transciende de un marco meramente coyuntural para convertirse en un grave problema estructural, incidió en la notable aportación del sector agrario a la emigración exterior.

Por otro lado, no podemos olvidarnos de la actitud gubernamental, que pasó de contener y restringir las salidas a organizar e impulsar los movimientos (emigración asistida con abono del desplazamiento, contrato previo de trabajo, existencia de seguros sociales, etc.). La emigración se convirtió durante estos años en un capítulo más de la política económica destinada, junto al turismo, a equilibrar la balanza de pagos y ser uno de los puntos de apoyo del desarrollo económico. Esta promoción migratoria allende de nuestras fronteras, además de un evidente interés económico, tenía una intencionalidad social (descongestionar las cifras de parados o subempleo, la emigración es un perfecto mecanismo que sirve a los gobiernos para encubrir el paro) y pretendía dársele, de forma paralela, una misión diplomática basada en el deseo del Estado español de facilitar el camino de la integración del país en Europa. El párrafo siguiente, extraído del Discurso del Ministro de Trabajo Don Licinio de la Fuente ante el Pleno de las Cortes Españolas el 20 de Julio de 1971 es suficientemente significativo de cuanto hemos comentado con anterioridad:

«Los protagonistas de esta nueva emigración son, por supuesto, del mismo temple que los de la emigración americana. Tuvieron que recorrer menos distancia, pero no tuvieron que vencer menos dificultades (…) Hay podemos decir con orgullo que con su trabajo han sabido ganarse un prestigio y un respeto en los ambientes donde trabajan que es la mejor compensación para el gobernante español que los visita y que sólo oye elogios de las autoridades, empresarios y comunidades de aquellos pueblos. España no sólo tiene con ellos una deuda de gratitud por la contribución de su esfuerzo y su ahorra a nuestra desarrollo, sino porque con su conducta, seriedad y su capacidad de trabajo han dado el mentís más rotundo a viejas leyendas y abierto fecundos caminos para el prestigio y la consideración de nuestro pueblo».

Dejando de lado este evidente interés oficial, es indudable que el móvil de la emigración parece responder básicamente a causas de tipo económica, sobre todo si lo analizamos desde el punto de vista personal de sus protagonistas. El I. E. E. llevó a cabo una encuesta buscando las motivaciones de los emigrantes; de las seis respuestas que más alto porcentaje alcanzaron cinco se referían directa o indirectamente a cuestiones económicas: ayudar a la familia, mejorar el salario, ahorrar, por trabajo mal remunerado y adquisición de vivienda[4]. Ahora bien, no podemos olvidar que pueden darse también factores de otro tipo[5].

En cuanto a la cuestión económica cabría hacer alguna matización dependiendo de si lo que se pretende es atajar una situación de pobreza o conseguir una mejora duradera en el nivel de vida. En este sentido, tendríamos que atender a distintas variables, desde el origen laboral y cualificación del emigrante hasta circunstancias familiares, puesto que el fin de la emigración no es el mismo para un jornalero que para un propietario agrícola medio o un obrero industrial urbano especializado.

Determinantes provinciales

Las causas que hasta el momento hemos reseñado pueden hacerse extensibles, en mayor o menor medida, al ámbito espacial de la provincia alto-extremeña. No obstante, es necesario profundizar en aquéllas que, a nuestro juicio, incidieron magnificando el número de salidas.

En principio como cuestión a tener en cuenta a lo largo del desarrollo de los comentarios que vamos a realizar, quisiéramos que las conclusiones de dos de los autores que con mayor acierto han estudiado el fenómeno migratorio estuvieran presentes en todo momento. Así, Díaz Plaja juzga que “la atracción de mana de abra extranjera es un signo inequívoco de prosperidad, del mismo moda que el envío de emigrantes a otros pelees denota precariedad”[6]. Por su parte, el profesor García Barbancho se expresa prácticamente en los mismos términos cuando afirma: “La emigración se produce más por la fuerza de expulsión de ciertas áreas muy densas a muy pobres que por la fuerza de atracción de las grandes núcleos”[7].

Precariedad y/o pobreza son, justamente, los causantes de la diáspora provincial.

La actividad primordial desarrollada por la población activa cacereña se concreta en la práctica agropecuaria. Paradójicamente los planteamientos de la economía agraria provincial no presentaban, en conjunto, una capacidad de desarrollo suficiente como para permitir incorporar a sus tareas una densidad de población creciente, ni aún mantener los índices alcanzados[8]. Así, más del 60% de los individuos que abandonan la provincia, ya sea con destino a Europa o a otras regiones españolas, en el período 1960-65 habían venido dedicándose con anterioridad a actividades ligadas a la agricultura[9].

La emigración provincial cacereña se encuentra en estrecha relación con los problemas que aquejaban al campo. El éxodo rural agrario si bien hay que entroncarlo con el desigual reparto de la- propiedad de la tierra, particularmente en una provincia donde ésta es el recurso más importante, también es oportuno ligarlo a otros aspectos cama los sistemas de explotación y los niveles de producción del suelo.

En cuanto al régimen, de propiedad de la tierra, en líneas generales, pueden distinguirse dos tipos de predios:

  1. Gran propiedad. Constituida por fincas de vastas extensiones donde se consiguen rendimientos que, en multitud de ocasiones, están muy por debajo de sus posibilidades reales.
  2. Pequeña propiedad. Predominante en el norte de la provincia. Si bien los rendimientos que en ella se consiguen pueden considerarse como óptimos, la realidad es que su contribución a la producción final agraria es mínima.

Esta dicotomía incide en el hecho de que un buen número de pequeños propietarios hayan de recurrir a dos figuras características del campo extremeño como, son el arriendo y la aparcería[10], o bien tengan que asalariarse a fin de incrementar sus menguados ingresos. El absentismo de los grandes propietarios se veía favorecido por la presencia de un elevado número de jornaleros. Como bien indica Luisa M. Frutos, el latifundio y la sub-explotación, males endémicos de la agricultura extremeña, implican altas cifras de jornaleros agrícolas con un fuerte paro estacional. Esta situación de subempleo, unida a los bajos salarios que se perciben, precipitará la salida de buena parte de aquéllos, unos, con la esperanza de conseguir una situación más prometedora y otros en un intento por equilibrar sus economías familiares mediante salidas periódicas (emigración estacional).

La concentración de la superficie agrícola en un pequeño número de propietarios, la existencia de vastas extensiones bajo una misma linde, incide de plano en la puesta en práctica de los sistemas extensivos tanto agrícolas como ganaderos. La aplicación de este tipo de aprovechamiento va a desembocar en la falta de rentabilidad tanto de la tierra como de los hombres. Así, en 1971 más de la mitad de la población activa cacereña se dedicaba al sector agrario, pero tan sólo le correspondía el 28% del valor total de la producción provincial. Aún más críticas san las cifras referidas al ejercicio de 1983, año en el que la aportación de este sector se redujo al 14% cuando integraba, todavía, algo más de un tercio de la población activa[11].

Sin duda la descapitalización a que se ve sometido el campo extremeño entronca directamente con esos bajos índices de rentabilidad de la tierra. La agricultura extremeña se caracterizaba, en sus aspectos técnicos, por la pervivencia de un utillaje, si no obsoleto, sí anticuado y arcaico. El uso del arado romano, de la vertedera, de los trillos de pedonal y discos, de los carros de tracción animal, etc., era norma común hasta bien entrados los setenta. En 1967 la Alta Extremadura únicamente contaba con 1 tractor por cada 1.000 Has. de superficie, diez años más tarde la proporción se reduce a algo menos de la mitad, en torno a 419 Has/tractor, pero aún quedaba lejos de la relación existente para el territorio nacional en 1963: 183 Has/tractor. similares proporciones podemos establecer en cuanto a la existencia de otro tipo de maquinaria como pueden ser trilladoras, cosechadoras o abonadoras.

El panorama provincial es desolador, la contribución de la producción agrícola de Cáceres a la producción nacional fue el 2,37% en 1960, el 1,93% en 1967 y el 2% en 1971[12].

En resumen estamos frente a una unidad territorial donde el principal recurso es la tierra, pero donde los desequilibrios y desajustes a nivel de posesión y explotación y las contradicciones entre los verdaderos recursos del suelo y la producción y rendimientos que habitualmente se obtienen marcan, por un lada, la existencia de desigualdades sociales basadas en el principio de la propiedad y, por otro, la precaria situación, en que se mantiene la población agraria. Los datos a que hemos hecho referencia explican por si solos la realidad del campo cacereño, la huida de sus trabajadores y el abandono de la tierra.

A la vista de estos datos, no cabe duda que el éxodo de los extremeños en general, y de los cacereños en particular, no sólo en la emigración a Europa sino también en la dirigida a otras regiones españolas, se debe a la “incapacidad económica” de la región, lo se llegó a llevar a cabo una transformación capaz de canalizar, dentro del ámbito provincial o regional, los excedentes de población que producía el campo como consecuencia de unos sistemas de explotación poco intensivos y de una desequilibrada estructura de la propiedad.

Junto a este desesperanzado panorama del sector primario cabe señalarse una serie de deficiencias estructurales que alcanzan a los sectores industrial y de servicios, así como a aspectos de la vida social y cultural. La escasa presencia industrial en la provincia, reducida a la transformación de algunos productos, con una localización muy restringida y una oferta mínima de empleos; la inexistencia de una adecuada red de comunicaciones que facilite la proyección externa de esos productos y los contactos e intercambios entre los distintos núcleos de la provincia; la debilidad de equipamientos en servicios; la ausencia de espíritu inversor; los reducidos índices de culturización, cuando no de alfabetización o la nula preparación y cualificación de la masa laboral para desempeñar tareas no relacionadas con actividades del sector primario conforman, junto a otros, algunos de los lastimosos aspectos de la realidad provincial.

La provincia cacereña se nos presenta, por tanto, como una zona periférica, bastante deprimida, necesitada de una planificación y explotación más racional de las potencialidades y posibilidades de sus recursos a fin de evitar en lo posible nuevas “sangrías” en sus contingentes poblacionales.


NOTAS:

[1] A este respecto puede consultarse: BARRUTIETA SAEZ, A.: La emigraci6n Españo1a. Col. Suplementos de Cuadernos para el Diálogo; ESTEBANEZ ALVAREZ, J, y PUYDL ANTOLIN, R.: Los movimientos migratorios españoles durante el decenio 1561-70, en: Geographica núm. 2, Abril-Junio 1973, págs. 105-112; GARCIA FERNANDEZ, J.: La emigración exterior de España. Barcelona: Ariel, 1965; SANCHEZ LOPEZ, F.: Emigración española a Europa. 1960-67. Madrid: CONCA, 1969; SERMET, J.; La Nouvelle Emgracion Espagnole, en: Revue Geopranhique des Fyrénées et des Sud-Ouest, Tomo XXXI, Septiembre, 1960.

[2] GARCIA FERNANDEZ, J.: Op. cit., pág. 27.

[3] Véase NAREDO, J. M.: La evolución de la agricultura en España. (Desarrollo capitalista y crisis de las forras de producción tradicionales). Barcelona: Estela, 1971.

[4] CAYETAMO ROSADO, M.: Maletas humanas. (Obreras emigrantes). Badajoz, 1977, págs. 25-26.

[5] Felipe Vázquez Mateo los ha sintetizado bajo la denominación de psico-sociales, Introducción al derecho migratorio. Madrid: I.E.E. Ministerio de Trabajo, 1976, págs. 77-811.

[6] DIAZ PLAJA, G. L.: La condición emigrante. Los trabajadores españoles en Europa. Madrid. Cuadernos para el diálogo, 1974, pág. 16.

[7] BARCIA BARBANCHO, A.: La emigración y la población agraria en España, en: Boletín de Estudios Económicos, Enero-Abril, 1964.

[8] La población extremeña mantuvo durante el período 1900-1950 un ritmo de crecimiento superior al nacional, Véase Estudio económico y social de Extremadura. Población. Madrid: Ministerio de Agricultura, 1969, págs. 2-3.

[9] Estudio económico y…, pág. 36.

[10] Véase FRUTOS MEJIAS, L. A.: Indicativos de subdesarrollo en Extremadura, en: Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano. Cáceres: Diputación Provincial, 1919, pág. 292.

[11] Renta nacional de España y su distribución provincial, Varios años.

[12] ALCAIDE INCHAUSTI, J.: Evolución, socioeconómica de Extremadura, en: Primer Seminario Bravo Murillo. Badajoz.

Oct 011987
 

José Casas Hernández.

Referencia previa

El año pasado, en la convocatoria paralela a la actual, también promovida por este Centro, presenté una comunicación sobre las estimaciones de valor asignables a los bienes que integran nuestro patrimonio arquitectónico de interés histórico y artístico.

En realidad, las observaciones formuladas intentaban señalar la extraordinaria actualidad de los dos grandes temas que se centran en la obra y en los espacios de nuestra Arquitectura pretérita: su Conservación y su Aprovechamiento. En ambos, a nivel internacional y con especial intervención por parte de los países más cultos y desarrollados, se han estudiado los siguientes capítulos:

  1. ARTISTICO
  2. TECNOLOGICO
  3. FUNCIONAL
  4. LEGAL
  5. ECONOMICO

Intenté llamar la atención sobre la oportunidad a mi entender urgente, de intervenir y relacionar con ellos, todo un conjunto de disposiciones legales en fases de elaboración y desarrollo en España.

Insistí especialmente en señalar la singular importancia de los dos últimos capítulos, el legal y el económico, que soportan y hacen posibles por separado y conjuntamente, todas las soluciones a considerar.

Participando y con sustancia extraída de esos dos soportes de lo posible, la ley y el dinero, entiendo convendría plantear un tratamiento fiscal adecuado que complementase las previsiones actuales de subvención y financiación, con exenciones y desgravaciones realmente estimulantes.

Es probable que buena parte de los asistentes a este Encuentro, estuviesen presentes también en la exposición y el coloquio del anterior. Tal vez recuerden que la alusión a la faceta tributaria estaba en el encabezamiento y se interpolaba en el texto con cierto protagonismo.

Actualización

La supervivencia de los bienes que merecen constituir un archivo o nuestra patrimonial de “Arquitectura pretérita” está claro que puede depender fundamentalmente de que convenga conservarlos y de que alternativamente sean susceptibles de un aprovechamiento funcional o económico. El distinguir lo que llamamos “Arquitectura de Interés Histórico-Artístico” supone precisamente el definir o determinar un conjunto de obras que conviene conservar, con independencia de su posible funcionalidad.

Tal vez aquí quepa el enclave de lo “turístico”. Quizá la utilización turística sea en cierto modo una forma de convertir en “aprovechable” lo que conviene conservar, en los casos en que no aparezcan otras vías de nuevo uso.

Que duda cabe que será muy frecuente el caso en que esa conveniencia, por razones históricas o artísticas se superponga y coincida con una capacidad de aprovechamiento rentable. Es el frecuentado capítulo de los bienes calificados que, superando los niveles de conservación y restauración, pasan a integrar los programas y procesos de rehabilitación de la Arquitectura Histórico-Artística.

Planteamientos vigentes.

A nivel internacional, el interés histórico-artístico se inicia generalmente con la presunción de valores específicos y suficientes. A partir de ese punto se tramita lacalificación de la obra, el sitio o el monumento. Se crea así un conjunto cerrado para entrar en el cual solo cuentan razones histórico-artísticas.

En España se ha constituido un campo abierto de actuación independiente del anterior. En él se admiten, sin previa calificación de orden estético o histórico, bienes susceptibles de reparación o reforma, de mejora o de conversión bajo el signo exclusivo de lo económico, es decir, contemplando lo que supone una inversión y una rentabilidad y admitiendo beneficios paralelos de interés social como es la creación de empleo y la reactivación industrial en el sector de la construcción.

Los dos campos admiten una acción política de subvenciones y de protección económica y admiten también, como no, una programación de tipo fiscal con los mismos propósitos.

Dejo para otro momento y lugar, el comentario de las previsiones legales destinadas a los bienes no calificables. Es otra historia. En esta oportunidad corresponde referirse a la legislación que regula la identificación de lo calificable, y a partir de ella la que le subordine beneficios y procedimiento.

Es noticia de actualidad el anuncio de reducción en las deducciones previstas para el impuesto sobre la renta motivadas por adquisición de vivienda. Mis reflexiones van por otro lado. Contemplan la posibilidad de distinguir el caso de adquisición de viviendas procedentes de rehabilitación histórico-artística, y precisamente pensando en un incremento de esas deducciones. Paralelamente pienso en las opciones para arrendamiento y en el tratamiento excepcional en contribución urbana. Otro paralelo importantísimo sería el de la imposición por sucesiones, cuya ley se anuncia como inmediata y en la que al parecer no se ha contemplado en medida suficiente la transferencia de la propiedad en esa Arquitectura que nos ocupa.

Parece importante reconocer las limitadas posibilidades de intervención directa por parte de la Administración y las dificultades de ésta para entrar en un rol de inversión y explotación propio de la expresa privada.

También lo es admitir que los propietarios de bienes afectados por una calificación de interés histórico-artístico lo son de una propiedad limitada en su disponibilidad y por ello también limitada en un rendimiento normal de mercado.

A través de la legislación vigente adecuadamente revisada, y aprovechando las leyes en estudio que se anuncian como de inmediata promulgación, entiendo que cabe programar los siguientes puntos:

  1. Que los propietarios de bienes arquitectónicos de interés histórico artístico calificados oficialmente como tales, se sientan estimulados porque les sea rentable a invertir en obras de conservación y nuevo uso.
  2. Que los propietarios de bienes de posible interés se sientan interesados en solicitar y obtener una calificación contrastada, que conlleve la posibilidad de inversiones rentables compensatorias de la pérdida operativa en el derecho de propiedad.
  3. Que la Administración obtenga un saldo equilibrado y a ser posible positivo, con la resultante de los ingresos tributarios renunciados y de los obtenidos como consecuencia de las actividades promovidas.
  4. Que se traduzcan adecuadamente a lo económico en la cuenta anterior, toda esa serie de partidas vinculadas, a las que cabe dar excepcional importancia y que importan socialmente mas, en muchos casos, que lo dinerario. Me refiero: al incremento de empleo motivado por todas- las obras que se programen; a la adecuada conservación y a las probables mejoras logradas en los bienes afectados; al aumento de la calidad ambiental de los sitios y de los entornos; al desarrollo y mejor rendimiento de las actividades industriales y profesionales paralelas; y a la creación y al desarrollo de estímulos para una concurrencia turística, con sus rendimientos.

Pienso que estamos contemplando un caso claro de segregación entre una propiedad y usufructo, una disponibilidad parcial y condicionada obliga a separar la parte rentable si la hay de la que no lo es, y a establecer bases valorativas distintas de las genéricas utilizadas fiscalmente en inmuebles no calificados.

La contribución territorial exigiría un regreso al concepto auténtico de impuesto de producto, renunciando a bases de valor real tal como se contemplan actualmente con carácter general.

Las bases de valor para la imposición de sucesiones y de transmisiones en la obra arquitectónica de interés histórico-artístico, exigen un estudio individualizado que contemple la participación en la base total de liquidación, de los componentes de real valor transmitido. Habrá que considerar las inversiones en rehabilitación con su renta monetaria y la rentabilidad total final del inmueble, que será distinta naturalmente.

Quedan los muy importantes capítulos de gastos de restauración y conservación. Con las inversiones para nuevo uso, constituyen el campo ideal para incentivos fiscales. No parece necesario puntualizar su adecuación al área impositiva de renta, tanto de personas físicas como jurídicas.

Tal vez porque no haya sido y suficientemente hábil en mi exposición, inevitablemente esquemática, lo enumerado puede aparecer como complejo y difícil. Intentaré resumirlo en dos apartados:

  1. Posibilitar que quienes pueden llevar a efecto lo que a todos conviene, tengan interés auténtico en realizarlo.
  2. Que se defienda con las máximas garantías la mejor conservación de nuestro Patrimonio Arquitectónico sin renunciar a ninguno de los posibles beneficios que puedan derivarse socialmente de ello.

Una referencia a considerar.

«El gobierno de los Estados unidos ha modificado su sistema fiscal a favor de la conservación (del patrimonio inmobiliario). Con ello, ha estimulado las inversiones privadas para sustituir con ellas las subvenciones concedidas con cargo al erario público, ha reducido la burocracia y los costes administrativos, ha creado empleos con un buen coeficiente coste/eficacia, ha contribuido a incentivar las iniciativas privadas en el sector de la vivienda y ha aportado a las realizaciones, espacios útiles en entornos agradables».

Este párrafo es el último de una comunicación suscrita por Wilson G. Martín, Vicepresidente de la Likehome Properties Ltd., en York. La ha publicado recientemente el Consejo de Europa a través de su División para la Conservación del Patrimonio histórico.

El artículo viene titulado como “Los incentivos fiscales en los Estados Unidos” y da testimonio de la gran actualidad que en esa Nación tiene el tema que vine a indicar aquí el año pasado y sobre el cual intento señalar nuevamente los factores de interés, oportunidad y urgencia. ver PDF >>

La brevedad impuesta a esta comunicación no me permite insistir en el singular interés que ofrece esa referencia americana. La evolución de lo legislado desde 1966. Los criterios fiscales desarrollados en ley de 1981. La nueva legislación que entra en vigor este mismo año 1987. El procedimiento para obtener para un edificio la calificación de interés histórico. En general, los resultados macroeconómicos del sistema de incentivos fiscales en aquel país. Todo me parece digno de atención y reflexión.

Me permito reproducir sin comentario otros párrafos:

“Entre 1976 y 1983, 6.300 proyectos correspondiendo a una inversión total de capital privado de 3.400 millones de dólares han dado lugar a la concesión de beneficios fiscales… Otra consecuencia del sistema ha sido la progresión espectacular del número de peticiones para la clasificación de edificios en la categoría de inmuebles históricos… Cuando los beneficios fiscales se han llevado al máximo para los edificios clasificados los promotores ansían obtener su clasificación… Actualmente en los Estados Unidos no existen especialistas en Historia de la Arquitectura sin empleo. Todos trabajan intensamente para los promotores… El Registro Nacional recibe actualmente 24.347 peticiones de calificación por año. En total, el número de los registrados hoy supera los 197.000 edificios, sitios y monumentos”.

Consideración final

Resulta evidente que los parámetros que pueden regir el tema en nuestro caso son totalmente distintos de los que dan soporte a esa fracción de la política fiscal de los Estados Unidos. Tanto las características que identifican y definen a nuestro patrimonio histórico, como nuestra capacidad económica y de empresa, en poco se parecen a las de la gran nación americana.

Pero sí se advierte, y por eso me he permitido la referencia, la necesidad de revisar cuidadosamente toda la filosofía que fija las bases posibles de imposición y de inversión en esos bienes inmobiliarios insustituibles. Dentro de esa compleja pero imprescindible estructura, y como parte importante de la misma, habrá que estudiar cuidadosamente con criterios realistas, los modos y los medios de que nuestro rico patrimonio arquitectónico histórico-artístico se conserve lo mas vivo posible para generaciones futuras.

La renta turística puede ser en muchos casos el medio para hacer posible eso tan necesario. En algunos casos el único medio, el que la movilidad de la sociedad actual ofrece como excepcional oportunidad. Los técnicos, en este caso los arquitectos, no es fácil que tengamos opción decisoria. Nos limitamos a emitir opinión, a veces con apasionamiento, dictaminamos y esperamos.

El año pasado traje a estos Coloquios, una inquietud y una preocupación profesional. Como comprenderéis, lo expuesto no es a título personal. Pertenezco a un colectivo de Arquitectos, al Colegio de la Comunidad Valenciana en cuya Comisión Tecnológica estas inquietudes se comparten y se asumen. El Colegio de Arquitectos de Extremadura, al que pertenecí durante muchos años, ha demostrado en gran medida y en fecha reciente, esa necesaria actividad profesional y el correlativo deseo de servicio. No dudo que la misma preocupación ahora expuesta debe estar entre los compañeros de aquí.

En el próximo mes de octubre se celebra en Sevilla un congreso convocado por la Federación Internacional de Vivienda y Urbanismo (F.I.V.U.). Reproduzco a continuación párrafos del temario oficial para evidenciar la correlación total con lo expuesto:

«¿Cómo pueden las ciudades históricas… como Sevilla, Córdoba, etc., financiar, administrar y modernizar los barrios residenciales en un entramado histórico?

Además, ¿cómo debe concebirse dentro de este contexto la financiación de un programa adecuado a las nuevas viviendas?

¿Ha evolucionado suficientemente el régimen fiscal para permitir en lo referente a la financiación por parte de los poderes público, las transferencias necesarias…?

¿Será posible elaborar un sistema suficientemente flexible para lograr la cooperación entre los poderes públicos y los medios privados?

¿Qué marco legislativo y normativo se considera adecuado para la recuperación de las ciudades históricas?«.

Supongo que tanto Trujillo como Cáceres y otras ciudades extremeñas tienen su puesto en ese conjunto de ciudades históricas que se apunta. Aquí, como en la Comunidad valenciana, entiendo que interesa estar en, y seguir de cerca los trabajos y estudios que se materializan a nivel internacional. El problema es nuestro evidentemente, no solo de «ellos». Debemos estar en la investigación activos y presentes.

Aquí y hoy, en este coloquio consideramos primordialmente el aspecto turístico. A fin de cuentas un fin y un medio, pero las conclusiones que se adopten pueden llegar a nivel adecuado para cooperar en el logro de soluciones. Esperemos que así sea.

Oct 011987
 

Cruces Blázquez Cerrato.

Durante algún tiempo se ha mantenido la tesis de que Lusitania fue la provincia menos romanizada y que se mantuvo en un relativo aislamiento con respecto a las otras provincias hispanas[1]. Sin embargo, ya constaté en el anterior Coloquio la inexactitud de tal idea[2] y los materiales que he reunido ofrecen una nueva visión de la circulación monetaria emeritense, pudiéndose comprobar que tales monedas rebasaron ampliamente el ámbito provincial tanto hacia la Bética como hacia la Tarraconense e incluso fuera del solar hispano.

Y refiriéndonos a estos últimos, de una forma concreta, hay que señalar que la mayoría se han producido en campamentos o en lugares por los que el ejército ha transitado, y, ya que se desconoce la existencia de intercambio comercial con la zona renana que ocasionara la afluencia de denarios acuñados en cecas peninsulares, cabe pensar que este numerario refleja únicamente un aspecto del movimiento militar hacía esta región[3]. Aproximadamente en el año 17 a.C, la Legio I y la V Alaudae marchan hacia el Rhin, y por Tácito[4] sabemos que ésta última en el 14 a. C, estaba acantonada en el Rhin. También abandonan Hispania a fines del s. I a.C, la Legio II Augusta la IX Hispana y en el año 39 d.C, la Legio IV Macedonica se encuentra en el campamento de Mainz; la Legio X Gemina está establecida en Carnunturn en el 62 d.C., aunque luego regresa a la Península. En principio, se puede pensar que cada uno de estos desplazamientos pudo conllevar la dispersión de cierta cantidad de numerario. Si a ello unimos el dato de que casi todas las monedas encontradas en esta área son de plata, es decir denarios y quinarios, pueden ser escasas las dudas respecto a las causas de su desplazamiento.

Hallazgos monetarios

En Vindonissa se han localizado piezas acuñadas en Emérita, Caesaraugusta, Emporiae, Osca, Turiaso y Colonia Patricia; en el campamento de Oberhausen aparecieron monedas de Emérita, Caesaraugusta y Celsa; en Haltern el numerario se compone de monedas procedentes de Emérita, Caesaraugusta y Colonia Patricia, y en Chur se ha hallado un quinario de Emérita Augusta[5]. Si examinamos las cecas se observa un predominio de la Citerior aunque no deja de ser significativo el hecho de que las principales aportaciones correspondan a Emérita Augusta, Caesaraugusta y Colonia Patricia, ciudades en las que el elemento militar tuvo un papel fundamental.

También se ha producido un hallazgo de moneda emeritense en Mailhac (Aude), mas concretamente en el «oppidum» de Cayla[6]. El valle de Aude es un centro de comunicaciones, un nudo de carreteras situado en el paso de los antiguos caminos que unían la región tolosana con las riberas del Mediterráneo. El hallazgo consiste en un quinario de Emérita que pudiera estar en relación con el paso de legiones hispanas hacia la frontera del Rhin. Además, la región de Aude está relativamente cercana a Nimes, donde sabemos que entre los años 18 y 19 a.C. hubo dos grabadores de cuños monetarios venidos de Emérita y Colonia Patricia[7].

Entre denarios romano-republicanos apareció un quinario de Carisius de Emérita en Port-Haliguen-en -Quiberon (Morbihan). Su localización queda muy alejada de la zona que tratamos y probablemente de las motivaciones, pero tampoco podemos buscar una justificación para cada caso concreto[8].

A los hallazgos aislados hay que añadir el tesoro de Santo Stefano Roero, ya recogido por M. H. Crawford[9], quien señala que la moneda o monedas (?) más tardía es de R. Carisius y por tanto de Emérita. Mi documentación no pasa de aquí ya que la publicación original es antigua y no he podido localizarla[10].

También en la región de Moesia, y más exactamente en el tesoro de Strimba, apareció otro denario emeritense entre acuñaciones romano-republicanas. Y en relación con tal hallazgo hay que citar el dato de que en la composición del tesoro de Breaza (dep. de Brasor), también en la antigua Moesia, hay denarios acuñados por Augusto entre los años 25 y 22 y que algunos autores atribuyen a Emérita, Caesaraugusta y Colonia Patricia, aunque otros opinan que proceden de alguna ceca gala.

Respecto a estos hallazgos en el territorio que actualmente corresponde a Rumania, O. Iliescu[11] señala que entre los tesoros monetarios de denarios romano-republicanos de esta región, no faltan casi nunca las emisiones procedentes de Hispania y respecto a la amonedación hispana de comienzos del Imperio, la única representación es la anteriormente citada (cf. tesoros de Strimba y Breaza). Actualmente sabemos que de entre las varias cohortes I Lusitanorum que nos ha transmitido la documentación antigua dos, al menos, pertenecieron al ejército de Moesia[12].

Todas estas monedas, halladas esporádicamente o en tesoros pero siempre de forma aislada, no deben ponerse en relación con el comercio sino con los hombres, y muy particularmente con las tropas romanas. Los militares son los principales protagonistas del movimiento migratorio. Su procedencia lusitana o emeritense queda especificada en las lápidas funerarias. Los testimonios epigráficos de militares lusitanos fuera de Hispania, y que pueden mantener algún tipo de relación con los hallazgos monetarios antes señalados, son los siguientes:

  • En Vindonissa (Suiza): centurión de la Cohors III Hispanorum, originario de Norba. Llama la atención el hecho de que, en vez de pertenecer a las Cohortes Lusitanorum, formara parte de esta cohorte poco conocida. Se fecha por fragmentos de cerámica encontrados de mediados del s. I d.C.[13].
  • En krgentorate (Germania Superior): veterano de la Legio II, procedente de Norba Caesarina. Se fecha en época augústea[14].
  • En Colonia (Germania inferior): soldado de la Legio X Gemina, de la tribu Papiria, originario de Emérita, muerto en la segunda mitad del s. I d.C.[15].
  • En Colonia (Germania Inferior): veterano de la Legio Gemina, de la tribu Papiria, muerto a mediados del s. I d.C.[16].
  • En Novaesium (Germania Inferior): soldado de una cohorte Lusitanos, muerto bajo Tiberio[17].
  • En Novaesium (Germania Inferior): veterano cohorte de Lusitanos que murió en época de Tiberio[18].
  • En Carnuntum (Panonia Superior): soldado de la regio X Gemina, natural de Emérita Augusta, muerto entre los años 63 y58 d.C.[19].

Los guerreros lusitanos contaban con una larga tradición como auxiliares del ejército romano, al que habían prestado incluso sus armas y tácticas. Emérita Augusta, fundada con los veteranos de las legiones V Alaudae y X Gemina, tuvo en un principio un fuerte carácter militar en su organización. Este carácter exclusivamente militar se perdería a lo largo del tiempo con las nuevas generaciones, si bien se transmitiría un espíritu que prueba el hecho de encontrar nuevos soldados procedentes de la ciudad[20]. Tras un primer momento de preponderancia de soldados itálicos, producto de la herencia de las guerras civiles, empezaron a rellenarse los huecos producidos en las filas de las legiones estacionadas con soldados indígenas las colonias hispanas contribuyeron con sus habitantes. No hay que olvidar tampoco la tradición militar: el hijo de soldado frecuentemente elige la milicia como modo de vida; este hecho está comprobado desde la época más antigua del Imperio[21]. Para Hispania basta con citar como ejemplo el caso recordado por Tácito de padre e hijo legionarios[22] y la costumbre evolucionará hasta transformarse en la fuente principal de reclutamiento.

Sin duda, el ejército jugó un papel decisivo en la dispersión de estas monedas y por ello he creído oportuno utilizar el testimonio epigráfico de estos militares que, como elemento móvil, pudieron colaborar en la difusión de las monedas acuñadas en Emérita Augusta fuera del solar hispano.

BIBLIOGRAFÍA:

  • ARIAS, I. A.: “Materiales numismáticos para el estudio de los desplazamientos y viajes de los españoles en la España romana”, en: Cuadernos de Historia de España, núm. 18. Buenos Aires, pp. 22-49.
  • BALIL, A.: “Moneda hispánica en la zona del Rhin-Danubio”, en: Conimbriga, núm. 13, pp. 22-49.
  • BLÁZQUEZ CERRATO, C.: “Contactos en Emérita Augusta con otras ciudades hispanas durante el s. I d.C.”, XV Coloquios Históricos de Extremadura”. (En prensa). 1986.
  • CRAWFORD, M. H.: Roma Republicana Coin Hoards. London, 1969.
  • FABRE, G., y MINJONET, M.: Revue Numismatique, núm. 15 (1953), pp. 130 y ss.
  • FORNI, G.: Il reclutamento della legión da Augusto a Dioclezian. Milano, 1953.
  • GIARD, J. B.: Catalogue des monnaies de l´Empira Romaine. París, 1976, t. I.
  • ILIESCU, O.: “La numismatique et les relatioms hispano-roumaines a travers de les siecles”, en: Numisma, núms. 132-137 (1975), pp. 19-30.
  • MATEU Y LLOPIS, F.: “Hallazgos monetarios 22”, en: Numisma, núm.114 (1972), p. 114.
  • MEYER, E.: “Ein Spanischer Centurio in Vindonissa”, en: Madrider Mitteilungen, núm. 13. Madrid, 1972, pp. 190-195.
  • ROLDÁN HERVÁS, J. M.: “Hispania y el ejército romano. Contribución a la historia social de la España antigua”. Salamanca, 1974.
  • TAFFANEL, O.; y RICHARD, J. C.: “Les monnaies de Mailhac (Aude) 1931-1977” en: Gallia, núm. 37 (1979), pp. 35 y ss.

NOTAS:

[1] I. A. ARIAS, 1952, p. 24.

[2] En la comunicación presentada bajo el título «Contactos de Emérita Augusta con otras ciudades hispanas durante el s. I d.C.».

[3] A. BALIL, 1974, p. 64.

[4] Annali núm. 1, p. 31.

[5] A. BALIL, 1974, p. 67.

[6] O. TAFFANEL et J,.. RICHARD, 1979, p. 35.

[7] J.B. GIARD, 1976, p. 49.

[8] G. FABRE et M. MINJONET, 1953, p. 130; cf. también E. MATEU y LLOPIS, 1972, p. 145.

[9] M. H. CRAWFORD, 1969, Núm. 490.

[10] Notizie degli Scavi, 1914, p. 86.

[11] O. ILIESCU, 1975, pp. 19-30.

[12] J. M. ROLDÁN HERVÁS, 1974, p. 21.

[13] E. MEYER, 1972, pp. 190-195.

[14] J. M. ROLDÁN HERVÁS, 1974, núm. 507, p. 302.

[15] Ídem, núm. 568.

[16] CIL XIII 8283; J. M. ROLDÁN HERVÁS, 1974, núm. 567.

[17] Ídem, núm. 378.

[18] CIL XIII 8560; J. M. ROLDÁN HERVÁS, 1974, núm. 379.

[19] J. M. ROLDÁN HERVÁS, 1974, núm. 563.

[20] Ídem, p. 258.

[21] G. FORNI, 1953, pp. 126 y ss.

[22] TÁCITO, Hist., t. III, p. 25.

Oct 011987
 

Carmen Mateos Caballero y Javier Barrera Martín-Merás.

1. INTRODUCCIÓN

La diócesis de Coria, al igual que la mayoría- de las diócesis de España, pretendía llevar un estricto control de la actuación de sus feligreses, para ello los párrocos se convertían, a través de diversos métodos, en transmisores de información. Los libros de Cumplimiento Pascual, las visitas pastorales, visitas Ad-Liminas, Boletines eclesiásticos, etc. son algunos de los documentos de que se servia la Iglesia para, exponer, criticar y, en muy pocos casos, reflexionar y analizar el comportamiento de los fieles.

Las actitudes propias de la mayoría de la población en lo referente a obligaciones, formas de actuar, y, en general, a la moral existente nos permiten acercarnos a la realidad de una forma concreta, la diócesis de Coria en la segunda mitad del siglo XIX. Intentaremos comprender por qué hay desidia, o al contrario, actividad o preocupación; y por qué una zona se caracteriza por unos sentimientos y otras por otros.

Los deberes de los fieles según las Constituciones Sinodales de Coria en 1897 se concretaban en:

  • Cumplir con todos los preceptos de Dios y los que impone la Iglesia.
  • Instruirse en la doctrina cristiana.
  • Santificar el domingo y días festivos, asistiendo a misa y oyendo la palabra divina.
  • Huir de las reuniones peligrosas.
  • Formar parte de las asociaciones de las parroquias.

Estos deberes y los que cada circunstancia en particular impone se repetían constantemente intentando llevar a los fieles por el camino mejor según cada prelado; camino de piedad y observancia de las reglas de la religión.

En general, los presbíteros exponen en sus informes la situación de la población religiosa atendiendo a estos informes, nos centraremos en los siguientes aspectos:

  • Cumplimiento pascual
  • Diferentes manifestaciones de heterodoxia:
    • Escasa asistencia a misa.
    • Profanación de los días festivos.
    • Mal comportamiento, etc.
  • Actuaciones irregulares:
    • Amancebamiento.
    • Concubinato.
    • Matrimonio civil.
    • Muerte sin sacramento.

Aspectos alejados de los deberes religiosos y por tanto susceptibles de análisis (de ahí el interés de la Iglesia en resaltar lo que no se hace o lo que realizándose se aleja de la doctrina eclesiástica).

2. EL CUMPLIMIENTO PASCUAL

Durante la Cuaresma existían una serie de obligaciones que los cristianos debían cumplir: asistencia a misa dominical, comunión Pascual y confesión general. De estos deberes los párrocos tenían que llevar un estricto control[1].

El análisis de las Matrículas de Cumplimiento Pascual nos aproxima a la actuación de los fieles; éstos presentan las siguientes características:

– Evolución en el nivel de Cumplimiento Pascual: En la década de los cincuenta en casi todas las poblaciones los feligreses cumplen al 100% de sus obligaciones; pasando al 50% e incluso menos a partir de los años siguientes. En 1874, según datos proporcionados por el obispo de la diócesis, don Pedro Núñez Pernia, sólo el 40% de la población obligada al Cumplimiento Pascual cumple con dicho deber (el momento histórico, Sexenio Democrático, influye a la hora de analizar el comportamiento religioso)[2].

En 1897 la situación mejora algo: el 53,035% de los fieles obedece a sus párrocos, frente al 46,961% que no lo hacen. Más de la mitad de la población realiza uno de los deberes de la Iglesia que es considerado como un acto formal no voluntario.

– Comportamientos diferentes según las zonas: De diez arciprestazgos estudiados, la mitad se encuentra por encima del 50% en los niveles de participación (Béjar, Coria, Granadilla, Hurdes, PLasencia), mientras la otra mitad no llega a ese porcentaje (Alcántara, Valencia de Alcántara, Garrovillas, Cáceres, Hoyos), de estas últimas destacan las dos primeras localidades con un bajo índice de participación. La zona sur de la diócesis de Coria es la que presenta un comportamiento más irregular, al contrario del norte (excepto Hoyos) donde se localiza los niveles más altos de cumplimiento.

Existe, por tanto, diferencia con respecto a la actuación de los fieles entre un entorno rural, pequeño y con un bajo número de almas por sacerdotes, y otros donde se carece de esta pastoral directa de los presbíteros, y donde se dan gran variedad de influencias: ej. en Carcaboso con el 65% de cumplimiento frente a Valencia de Alcántara con un 30% en 1890.

– Diferencias entre el hombre y la mujer a la hora del cumplimiento Pascual: Los primeros asisten con menos frecuencia a la iglesia, siendo éste un comportamiento generalizado en la mayoría de la diócesis; a modo de ejemplo podemos destacar el caso de Ceclavín donde en 1887 sólo el 14% de hombres cumplen, mientras que las mujeres lo hacen en un 49%.

Las razones que el clero expone como explicación de la conducta de sus fieles son: pereza, morosidad, razones de trabajo (pastores…), ignorancia de la doctrina de la Iglesia, etc.

También se puede señalar, por nuestra parte, una deficiente labor pastoral del clero, así como un alejamiento progresivo de la población de las prácticas religiosas.

3. DIFERENTES MANIFESTACIONES DE HETERODOXIA

Las críticas a las que se veían sometidos los feligreses de la diócesis extremeña por parte del clero parroquial (caso de las Matrículas de Cumplimiento Pascual) se vuelven a repetir a la hora de las visitas pastorales por parte de la alta jerarquía: obispos.

Estos, a través de los anotadores oficiales describían la actuación de los fieles; por ejemplo don Marcelo Spínola y Maestre, recorre 22 pueblos (en 1885) de los cuales sólo en 5 ocasiones se habla de los fieles como piadosos y cumplidores de los deberes cristianos; el resto de la población recibe una serie de calificativos como indiferencia, frialdad con respecto a la piedad, hostilidad con la religión etc.

El apoyo otorgado a los prelados en sus visitas: ovaciones, cohetes, vivas… así como la asistencia masiva a sus actos constata con algunas descripciones hechas por los párrocos respecto a recibimientos no tan entusiastas, aunque, eso sí, son las excepciones. Así por ejemplo, en Nuñomoral el Obispo es recibido con indiferencia y malos modales, en Cañaveral también tuvo mala acogida llegándose incluso a tirar piedras al cura.

Hacia final de siglo se sigue reiteradamente aludiendo a la falta de piedad de los fieles, entre los aspectos que se criticaban destacan los siguientes:

– Escasa asistencia a misa: En general concurren pocas personas al acto litúrgico (en Torrequemada no van a misa los varones, sólo asisten unas 100 mujeres, en Torremocha suelen asistir las mujeres, pero sólo un tercio de los hombres). Las palabras que a continuación exponemos son bastantes elocuentes: “…la mayoría de los fieles menosprecian los preceptos de la Iglesia. Casi ha venido a parar en costumbre el no hacer caso al precepto de oír misa en determinados días festivos…”[3].

– Profanación de los días festivos: Trabajar los domingos y demás fiestas es constantemente criticado: “Una gran aflicción se adueñó de nuestro ánimo cuando supimos que en la mayoría de los pueblos no se tiene en nada la santificación de las fiesta y el descanso dominical”[4]. A pesar de los intentos de atraerse a los fieles hacia este descanso (predicación, enseñanza en la escuela, etc.) las referencias que a este aspecto se hacen en las visitas pastorales muestra que eran pocos los pueblos que cumplían con este precepto.

Así pues, más de un 50 % de las localidades no santificaban las fiestas. El trabajo en los días festivos era considerado por algún párroco como el responsable del comportamiento de los fieles “… por trabajar dejan de cumplir sus deberes”[5]. Queda claro que los eclesiásticos estaban más preocupados por las repercusiones religiosas del hecho, que por el certero análisis de las causas sociales que lo motivaban.

– Mal comportamiento: Son continuas las alusiones a la falta de pureza, a la excesiva preocupación por las cosas materiales, al desenfreno de las costumbres, etc. Hay varios aspectos que destacan res poeta a las alusiones anteriores: las blasfemias, los concubinatos, excesos en el vino, el robo sacrílego, etc. Todos son recriminados como los causantes de la apatía de la población en cumplir los deberes de la Iglesia así como de la desviación de las prácticas religiosas: en Moraleja, lujuria y usura reinan con desenfreno; en Calzadilla, lujuria, embriaguez y pereza; en la Alberca, embriaguez y blasfemia; en Malpartida, escándalo por embriaguez[6]. Las pastorales de los obispos se hacen eco de la situación en que se vivía. Según los distintos prelados existía un decaimiento general de las costumbres y un embrutecimiento de los hombres hechos que llevaban a cometer pecados diabólicos y a utilizar un lenguaje infernal. Entre todos destaca la blasfemia, considerada como un pecado social.

“El hambre, la guerra y la peste se han producido por la constante reiteración de las blasfemias”[7].

También, desde el poder eclesiástico se criticaba un aspecto muy concreto: el robo sacrílego. Las parroquias de Granadilla, Guijo de Galisteo, Arco, Salorino, son objetos de estos actos, al igual que otras muchas que, según los obispos, muestran el enfriamiento de la fe, la impiedad así como el abandono del precepto divino.

4. ACTUACIONES IRREGULARES

Dentro de este tipo de actuaciones hay dos aspectos que destacan y que presentan diferencias muy sutiles: amancebamiento y concubinato. Al primero se le puede considerar como una unión o relación sexual fuera del matrimonio, al segundo como una unión duradera de un hombre g una mujer con quien no es su conyugue (en sentido de convivencia). Son las dos relaciones ilícitas que podían durar toda una vida creando no pocas familias en la clandestinidad.

– Amancebamiento: Ser amancebado suponía romper con una de las normas más estrictas de la Iglesia Católica: la unión de un hombre debía estar bendecida.

Los párrocos y los obispos se refieren con frecuencia a la existencia de este tipo de unión, viéndola en general, como la causa del incumplimiento pascual así como de otros preceptos de la Iglesia.

Optar por el amancebamiento significa optar por una forma de vida. En la diócesis de Caria hay personas que eligen este tipo de convivencia. No contamos con estadísticas regulares para poder contabilizarlo, pero sí con las críticas que les hacían los miembros de la Iglesia. Casi todos los arciprestazgos (excepto Garrovillas) cuenta entre su población con personas en esta situación irregular: Valverde del Fresno, 24 amancebados en 1882; Mohedas, 16 amancebados para el mismo año; Piedras Albas, 7; Cerezo, 4; etc.

Hay otros lugares en los que existe el amancebamiento pero no se especifica el número: Pinofranqueado, Torrequemada, Cáceres, etc.[8]

Las causas de esta situación no se especifican, salvo en los casos que se hace para no pagar la dispensa al tener parentesco la pareja. Nosotros hemos encontrados las siguientes causas: tibieza y morosidad a la hora de la práctica de la religión, dejadez, o bien el rechazo a una moralidad no asumida.

– Concubinato: El concubinato, en general, contaba con un menor desarrollo que el amancebamiento, aunque no por eso se dejaba de combatir En la diócesis de Coria había una zona que por sus características especiales era más propensa a estas actuaciones, nos referimos a las Hurdes. Así lo expone su obispo: “… los matrimonios se dan sólo entre vecinos y de ahí que casi todos sean impedidos por algún impedimento. Al ser muy pobres y no sacar para pagar las dispensas, deciden vivir en continuo concubinato”[9].

Parece que esta relación extra-conyugal tiene más desarrollo entre personas solteras y de capas sociales bajas. La ilegalidad amorosa se presentaba como algo inmoral por no estar sometido a normas y por tanto prohibido. Pero pese a la prohibición había personas que transgredían la norma. En Lagunilla, seis concubinatos públicos, en Albercas cinco, en Villa del Campo seis[10]. Así pues existen personas que toman la relación ¡licita como forma de vida y de actuación, en un en torno caracterizado sobre todo por la pobreza.

– Matrimonio civil: Tras la aprobación del matrimonio civil, 1870, las voces de los prelados y párrocos no se hicieron esperar. Evitar que se llevara a cabo tan pernicioso mal era su principal objetivo. A pesar de tan buenas intenciones, párrocos de diversos pueblos señalan casos de matrimonio civil: Valdefuentes con 16 uniones, al igual que Villa del Campo, Mohedas, Ahigal, Santiago del Campo y Pinofranqueado.

Las causas de esta opción según los párrocos, es la falta de recursos económicos para pagar la dispensa necesaria al cuarto grado de consanguinidad. La falta de profundización en el tema es evidente.

– Muerte sin sacramento: Había personas, unas por dejadez, otras por convicción que a la hora de la muerte lo hacían sin recibir la extrema unción. En el arciprestazgo de Cáceres 158 personas morían sin haber recibido dicho sacramente en 1898 y 155 al año siguiente. En el de Garrovillas lo hacían 118 personas en 1899, en el de Alcántara 80 y en el de Valencia de alcántara 35[11].

En el noticiario Extremeño de 1894 se encontraba una frase muy significativa en relación con este aspecto: “empiezan a verse hombres que se dejan morir como han vivido, sin más religión que si fuesen irracionales”[12].

5. CONCLUSION

Así pues los fieles de la diócesis de Caria, en relación con las obligaciones religiosas, no daban una respuesta todo lo satisfactorio que cabía esperar. Se describen con demasiada frecuencia actitudes calificadas por la jerarquía de negligentes. Para combatir esto se dieron continuas prohibiciones y mandatos, tratando de amoldar la moral del pueblo extremeño a las normas establecidas por la Iglesia.

En General se siguió manteniendo la diferencia entre, por una parte la religión oficial de la Iglesia, con su asfixiante normativa, y por otra la practica religiosa del pueblo, y en el seno de éste, entre la fe y la vida. Sin embargo, se siguen manteniendo posturas tradicionales, tanto a nivel personal (matrimonios, rezos…) como a nivel colectivo (procesiones, rogativas…).

Para la clerecía las causas del comportamiento estudiado se concretaban en el abandono y en el mantenimiento de malas formas de vida. Junto a estas causas se pueden señalar otros aspectos específicos de la diócesis de Caria que facilitaron el camino hacia cierto abandono religioso: escasez de párrocos y poca actividad por parte de estos, malas condiciones de los templos, trabajos alejados de los centros de residencia, escasez de medios materiales y por último el desarrollo de ciertos hábitos mentales.

Para finalizar señalaremos que sí hay cierta dejadez de cumplir con las obligaciones pero pocas fisuras heréticas o de controversia con la Iglesia Católica. Disidencia moral, pues, pero no teológica ni dogmática.


NOTAS:

[1] A.D.C.S.C.: título XV: de los fieles. Constitución 89 sus deberes en general.

[2] A.S.V.: Visitas Ad-liminas del obispo de Coria don Pedro Núñez Pernia.

[3] Ibídem.

[4] Ibídem.

[5] A.D.C.: Matrícula de Cumplimiento Pascual 1886. Legajo s/c

[6] A.D.C.: Visita Pastoral diocesana y crónica del pontificado, 1885 – 1920 (Visita pastoral 4, 1962) 1885-1886; 1887-1888. Legajo s/c

[7] En Plasencia Casa de Souto reitera la frecuencia de las blasfemias, «Se oye muy frecuentemente blasfemias contra Dios, incluso las pequeñas aldeas y las casas aisladas que hay en el campo».

[8] A.D.C.: Matrículas de Cumplimiento Pascual y Visitas Pastorales, Legajo s/c.

[9] A.S.V.: Visitas Ad-Liminas del obispo de Coria don Pedro Núñez Pernia, 1874.

[10] A.D.C.: Matrículas de Cumplimiento Pascual, 1887, Legajos s/c.

[11] Ibídem.

[12] A.D.C.: Matrículas de Cumplimiento Pascual, 1889. Legajo s/c. Párroco de Montehermoso.

Oct 011987
 

Emilia Arroyo Silvero.

1. METODOLOGÍA E IMPORTANCIA DEL MOTE

“Llena de peligros es la tarea de recoger apodos; pues, si bien es cierto que hay a quien no le importa el mote heredado de sus padres o abuelos y que son muchos los que lo tienen como un blasón y no reparan en ponerlo al frente de su negocio, en sus tarjetas de visitas e incluso en las esquelas de defunción, no lo es menos que abundan también aquellos para quienes el apodo, el mote o el remoquete es el peor ultraje que se les pueda inferir, y el solo hecho de pronunciarlo, y no digamos de escribirlo, justifica la agresión personal contra quien ingenuamente o de propósito se atreve a decirlo o a ponerlo en letras de molde”[1].

Poco es el material que existe sobre el tema, tan sólo unos artículos, de los cuales tres son los que he podido conseguir para su consulta. Si se lee detenidamente la opinión anterior, observamos que estamos ante la realidad; pues, es cierto que a un número de gentes te encuentras que le molesta el mote, mientras que a otros no y lo asumen completamente. A la hora de la recogida del material para este trabajo la gente de este pueblo, por lo general, ha colaborado con agrado y se han ofrecido a contar todo lo que sabían con respecto al tema. La única metodología que se puede emplear para este tipo de trabajo es la encuesta. Unas veces, la encuesta hecha directamente a las personas motejadas; otras veces, la recogida de material lo hacía a través de les encuestas indirectas, debido a que a veces era una persona ajena al motejado el que conocía le historia del origen del mote.

Han colaborado en este trabajo tanto ancianos, como gente de edad media o jóvenes. El total de motes recogidos, en este primer sondeo, ha superado los doscientos, entre los cuales la mayoría son de tradición, sin quitar algunos de nueva creación[2].

El uso de apodos, en muchas ocasiones, se hace necesario si se quiere conocer a quien se nombra.

El mote o apodo puede ejercer las funciones de determinaciones de un apellido y muchas veces, hay confusión entre mote, apellido, nombre o hipocorístico[3]. Esta confusión está ligada a la entonación con que una persona nombra a otra motejada. Así tengo recogidos algunos de estos ejemplos como los siguientes: “Cirilo”, se les llama así a los hombres de una familia desde hace ya dos generaciones. Visto por la mentalidad de la gente del pueblo es un apodo, pero era el nombre del padre del entrevistado. En alguna ocasión, al pedir motes a la gente, incluían el de “El Tulo”; sin embargo, deriva de un hipocorístico del nombre de la esposa de a quien lo dicen, la cual se llamaba Gertrudis y de ella ha pasado al marido y al hijo. Esto es debido a que esta mujer era bien conocida por todos, ya que fue la comadrona del pueblo durante muchos años. Este caso sólo lo he podido registrar en esta ocasión.

Hay que decir, por tanto, que este tipo de ejemplos nos demuestran que las fronteras entre motes, hipocorísticos o apellidos no están delimitadas totalmente. Con respecto al caso anterior, es curioso observar cómo tal denominación he pasado sobre todo el marido y al hijo y no ha arraigado tanto en la hija; esto es debido principalmente a que la hija durante muchos años ha estado fuera del pueblo.

Por último, dentro de estas fronteras, conviene hacer mención a los apellidos que, debido a la entonación con la que se dicen y a la mentalidad de la gente, se toman como motes. Así podemos oír decir del apellido “Machio “ Machia, Machios o Machias, los cuales reciben los morfemas de género y de número y lo mismo sucede con el apellido “Casquero”, el cual recibe también esos morfemas que nos hacen oír “Casquera, Casqueros y Casqueras”.

Los apodos son un hecho de habla, que ya se viene utilizando desde muy antiguo. Por tanto, como prueba de tal hecho, hay que apuntar que raro es el monarca que no ha tenido una denominación de este tipo, y así encontramos: “El Monje”, “ El Cruel”, “El Bravo”, “El Hechicero”, etc.

Este recurso está en constante actividad y uso, con tal motivo volvemos a retomar les palabras de J. R. Fernández Oxea quien afirma:

“No faltará quien diga que la costumbre de poner motes en las gentes es cosa pasada e impropia de personas cultas y de los tiempos que corremos, y aún no podrá argüir que en las grandes ciudades no se conocen ni se emplean los apodos, lo cual no se ajusta a la realidad; pero, aunque así fuese, podríamos decir que en vida de las grandes agrupaciones urbanas se producen polarizaciones de sus habitantes que obedecen a causas diversas, como son la profesión, oficio u empleo, la vecindad en calles o barrios o en cualquier otra forma de agrupamiento o de reunión, en las que, indefectiblemente surge el mote alusivo a cualquier aspecto, defecto o circunstancia del motejado”[4].

A estas opiniones hay que añadir, que en la población que estoy estudiando, de unos cuatro mil habitantes, la costumbre de los apodos está más extendida entre la clase más baja socialmente y son quienes mejor los aceptan. Por el contrario, ocurre, que entre las personas de más elevada posición social, está menos arraigada la utilización de motes, e incluso, conocen muy mal sus motes propios y son quienes más se molestan si los llaman con ellos.

Por tanto, esto nos hace deducir que los apodos son un fenómeno socialmente importante, pues nos ayuda a entender el comportamiento de unos grupos con respecto a otros y nos hacen darnos cuenta de la importancia de estos estudios.

Los apodos no sólo se extienden en una ciudad o en un pueblo donde el ámbito de extensión es amplio, sino que se desarrolla entre grupos, o bien de trabajo o incluso en los cuarteles, donde los quintos para ser conocidos no tardan en ser apodados por sus compañeros o jefes, debido a alguna circunstancia, o al lugar del que procede o a algún rasgo físico.

Los apodos, según Fernández Oxea, “dan una identificación más que el nombre de pila”[5].

Muchos apellidos tienen origen en apodos; estos apodos perdieron vigencia a lo largo de generaciones sucesivas, y así se da el caso de apellidos originados por taras o defectos, como Cojo, Rubio, Moreno, Rojo, Alcalá, Arroyo (derivados de lugares de procedencias) se han convertido en apellidos comunes.

Desde el punto de vista folklórico, uno de los estudios más interesantes de cuántos pueden hacerse es el de los apodos que aplican a los naturales de determinadas localidades, como apunta R. W. Tompson en un artículo en el que señala que: “A través de ellos (los motes) se encuentran noticias curiosas, hechos raros y aún disparatados, que se inventaron para justificar su empleo”[6].

Otra de las causas, por las que surgen los apodos, es la enemistad entre pueblos, pero no es este nuestro caso. Otros, como he señalado antes, nacen con el afán de ridiculizar los defectos que se encuentran entre los habitantes de tal o cual lugar y así, podemos encontrar en Arroyo de San Serván motes como: “El Cojo”, “El Mentirola”, “El Trola”, “Vinagre”, “El Gordito”, “La Rubia” etc. Otros surgen con el propósito de distinguir a los habitantes procedentes de una localidad de los de otra, de este tipo encontramos motes como: “ El habero”, “el Fontané”, “las Zarceñas”, “el Sevillano”, etc., o como distinción de ocupación o modo habitual de vivir de la mayoría de los habitantes del lugar. Algunos ejemplos de esta, los tenemos en: “El Herrero”, “los Esparteros”, “los Esquiladores”, “el Litri” (Electricista), “el Pollero”, etc.

Una vez hechas estas aclaraciones, pasaré a ordenar el material recogido, separándolo por Campos léxicos.

2. APODOS RECOGIDOS Y DISTRIBUIDOS POR CAMPOS LÉXICOS

– Oficio: Dentro de este campo he incluido todos los motes derivados directamente de un oficio; pero también alguna otra palabra, que aunque no sea directamente un oficio deriva de él.

Dentro de los oficios hay algunos que se refieren a la venta de un producto. De ellos he recogido los siguientes: “Aceitero”, “Huevero”, “Pollero”, “Trapero” y “sardinero”…

Un buen porcentaje de apodos son los referidos a un oficio propiamente dicho. En este subgrupo estarían los siguientes ejemplos: “Barbera” (este lo adquirió la familia a la que se lo dicen porque cuando pequeños los cuidó un tío suyo barbero), “Castañera”, “Correo”, “Dulcero”, “Enterrador” (encargado del cementerio), “Escardadora”, “Espartero”, “Esquiladores”, “Estanquera”, “Guardiña”, “Herrero”, “Los del Leda”, “Pescador”, “Picapedrera”, “Piconera”, “Pintor”, “Tratante”, “Vaquero” y “Zapatero”.

Otro subgrupo sería el que se refiere a algún objeto o misión del oficio del que derive. Aquí se incluiría: “Mollete” (un tipo de bollo de pan. Se dice a un panadero) y “Reluce” (muy arraigado. Deriva del oficio de construir objetos de metal, los cuales tenían que quedar relucientes).

Algún mote surge por la comparación de una persona con otra de un oficio y es el caso de “el Barrilero”.

También los hay motivados por una afición, como por ejemplo: “Forrajero (por la afición de robar forraje)”, “Guardahaba” (no se sabe exactamente de dónde viene, pero hay una especie de refrán que dice: eres más torpe que un guardahaba. Este hecho hace pensar que pudo deber se a la poca afición del motejado por la escuela cuando era pequeño), y “Torero”.

Los más nuevos, en cuanto a tiempo de creación son los siguientes: “Barrilero”, “Castañera”, “Correo”, “Churrera”, “Estanquera”, “Guardahaba”, “Mollete”, “Pollero”, “Tratante” y “Los del Leda”. Los demás vienen ya de tradición y han perdurado desde hace varias generaciones. Algunos de estos citados, como nuevos, están en vía de permanecer, como “Tratante”, “Castañera”, o “Churrera”.

De todos los motes recogidos en este apartado sólo son propios de oficio de mujer y son: Churrera y Castañera, el resto admiten femenino o masculino y plural.

– Objetos: Este campo es muy general. En él incluyo objetos que claramente lo son y otros motes que lo parecen.

Motes como: “Parrilla”, “Tarro” y “Tijeras”, son objetos claros, pero nadie sabía la causa que los motivó.

Si nos fijamos en el mote “Boriles”, observamos que viene de Bolindres, que en su formación intervendría el lenguaje infantil y como consecuencia la supresión de algunas letras del objeto el que se refiere. Por tanto, también se podría incluir en otro apartado relacionado con lo infantil.

Entre estos motes tenemos también “Cachorrosca” (surgido por una anilla que había colgada en una chimenea, de la que el motejado pidió un cacho), “Cohete” (motivado por una frase que decía un zapatero, tío del motejado, cuando iban a recoger algunos zapatos arreglados y era la siguiente: ¡Esto vale menos que un cohete!), “Camión” (por tener una mula grande), “Carburo” (no se conoce exactamente su procedencia, pero puede ser por el color oscuro de la piel, ya que los carburos echaban mucho humo oscuro), “Chinita” y “Chena” (el primero surgió que el segundo, debido a le afición de jugar a las chinitas), Taquilla (por pasar una bandeja para recolectar dinero cuando se construyó el campo de fútbol en el pueblo) y “Tocorro” (motivado por el hecho de tirar palitos pequeños a la lumbre, a los cuales denominaba así).

– Campo: He hecho dos subdivisiones. Una referida a plantas, frutos o árboles y otra referida a objetos del campo, que hayan dado origen a algún mote.

En el apartado referido a las plantas, árboles o frutos estarían: “Árbol sin fruto” (debido a su escaso rendimiento en el trabajo y a que es muy alto), “Castaña” (a partir de un cesto de castañas que vertió el abuelo del actual motejado a una mujer que las vendía en la plaza del pueblo), “Frijones” (cuando era pequeño esta persona coincidía en que cuando le preguntaban que iban a comer decía que frijones)[7], “Garbancito” (creo que puede deberse al hecho de resaltar la poca altura de un hombre, en contraposición con garbanzo que es pequeño), “Guinda” (no se conoce el motivo), “La Lirio” (se refiere a un hombre para resaltar su aspecto de afeminado en la adolescencia), “Perejila” (originado del hecho de echarle perejil a un guiso de peces en una importante comida), “Pilistra” (se debe a la afición por la jardinería, ya que es un tipo de maceta), “Repollo” (por el aspecto físico de bajo y regordete) y “Tomate” ( no se conoce tampoco la causa).

Dentro del apartado referido a objetos del campo tenemos: “cavadera” (se aplica a un hombre al que no le gusta el trabajo en el campo), “Collerón”[8] (persona dedicada a hacer este tipo de objetos), “Morral” (no he averiguado el motivo), “Porreta” (se debe a la confusión por no haber entendido “Rosata” al preguntar por una persona que tenía siempre colores en la cara[9]. También existe Porrina), “Biendra” (surgido porque una persona se confundió cuando fue a pedir un Bielda y lo llamó Biendro. Al pasar el mote se le aplicó el femenino) y “Villega” (por decir que una tierra estaba villarosa y alguien lo rectificó diciendo que era villagosa).

Los motes más arraigados de este campo léxico anterior son: Castaña, Guinda, Perejila, Collerón, Porreta y La Lirio perduran desde hace varias generaciones.

– Cocina o Comida: En este apartado tenemos algunos apodos que sirven para señalar algún aspecto físico: “Perola” (cabeza grande) y “Cazo” (forma de la cara). Otro mote es el de “Caramelo”, que se debe al hecho de que siempre los tenía en los bolsillos para darlos a los niños. “Vinagre”, está relacionado con el carácter de la persona. Y, por último, en este apartado ha de incluirse “Jilimoje”, se llama así al picadillo de tomates, y se quedó, como mote, porque a la persona motejada le gustaba tanto que dejaba sin comer el resto de la familia. De estos tan sólo “Caramelo” y “Vinagre” lleven varias generaciones existiendo.

– Vestimenta: Muy reducidos son los motes existentes sobre este aspecto. “Camisón” y “Ropa” irían referidos a la persona que se deja los harapales fuera. Y “Tacones” se llama a una mujer que cuando niña siempre llevaba botas con tacones.

– Moneda o peso: Pocos son también los que encontramos. “Cuarterón”; como antes estaba vigente esta unidad de peso, un señor al ir un día a comprar un litro de aceite se confundid y pidió un cuarterón. “Millón” es otro de los apodos, se le llama al hombre que decía que le faltaba una peseta para el millón. Por último, habría que señalar “Peseta”, comenzaron a llamar así al hombre que iba a ver mucho a un cantante, que venía, al que le decían: Vales más que las pesetas.

– Animales: Es uno de los campos léxicos mis abundantes y en él encontramos los siguientes apodos: “Bicho” (motivado del hecho de que un hombre se encontró un azadón. Cuando lo fue a coger vio que venía otro que podía verlo y para disimular dio un rodeo diciéndole que había un bicho. Ese segundo hombre pasó por el lugar y comprobó el motivo que llevó el primero a dar la vuelta y exclamó: ¡Ay, el del bicho!, a partir de ahí se le quedó como mote). Otras veces los motes de nombres de animales resaltan el carácter de una persona astuta o espabilada. Así, se encuentran los siguientes: “Carpa”, “Pajarito”[10] y “Zorro”; o también el carácter de la persona que se enfada con frecuencia, a quien se suele llamar hedionda. Aquí incluiríamos motes como: “Bobillo” y “Chinche”. A personas pequeñas físicamente se las llama o bien Rata, o bien Mosquito. Tenemos motes, al igual que el primero citado, derivan de un hecho anecdótico, como por ejemplo: “Conejita” (puede referirse a la persona pequeña, pero más bien se refiere a la persona que se casó dos veces y tuvo hijos de los dos matrimonios, a imitación de los conejos), “Corneja” (por la imitación del sonido del animal), “Correcaminos” (a las personas que andan aprisa), “Chicharro” (por tener una voz potente y hablar mucho al igual que el sonido que hacen las cigarras o chicharras), “Chiva” (se debe al hecho de matar un chivo en un peladero[11]; cuando lo más corriente eran los pollos), “Gato” (no sé conoce la causa), “Gatina” (deriva del anterior por trabajar un antepasado, de los actuales motejados, con una persona que ya se apodaba Gato), “Grillo” (por cantar bien), “Guarrino” (por la forma de comer (con la boca abierta), “Hormigo” (no he podido averiguar exactamente la razón, pero puede ser por trabajar mucho, como las hormigas), “Lagarta” (por tomar el sol cuando acababa el trabajo, a imitación de los lagartos), “Leone” (se llama así al hombre que cuando venía algún circo con leones decía: ¡Si yo me entrara ahí ya estarían domados esos bichos!), “Lobo” (por vivir muchos años en un cortijo cerca de la sierra del pueblo), “Matagato” (se debe a ese hecho, como bien señala la palabra), “Patita” (tampoco se conoce la causa), “Pavo” (a la persona que en un cortijo criaba pavos), “Pelícano” (a la persona un poco mentirosa), “Perrete” (a quien le gustaba mucho los perros ) y Rana (a la persona que se dedicaba a cogerlas. También hay otro derivado de tal hecho “La Ranera”, pero no son de familia y “Perdigón” (también a quien cantaba mucho) y “Cucufata” (para la persone pequeña. Es un pájaro.

De estos motes algunos no forman el femenino como: “Bicho”, “Corneja” (aunque la palabra sea femenina se refiere a un hombre), “Chinche”, “Grillo”, “Guarrino”, “Leone”, “Lobo”, “Matagata”, “Pajarito”, “Pavo”, “Perdigón”, “Perrete” y “Zorro”. Otros sólo son para mujer, como: “Liebre” y “Patita”. La mayoría de ellos vienen de tradición. Los creados hace poco tiempo son: “Corneja”, “Correcaminos”, “Chinche”, “Grillo”, “Guarrino”, “Leone”, “Lobo”, “Perrote” y “Zorro” (de este último hay varios motejados los cuales no se son nada).

– Aspecto físico: Es otro de los campos más numerosos y tenemos los siguientes: Para denominar a la persona que se peina mucho y se arregla “Arriscado” y “ Peinado”, pero también “Presu”. Para hacer referencia a algo que físicamente se tiene, existen motes como: “Barba”, “Bigote”, “flequi” y “flequillo”, “Chatos” (hay tres que no se son nada. Se les llama así o porque tienen la nariz así o grande), “Luceras”, “Oreja” (por orejas grandes) y “Peluca”. Cuando se quiere resaltar algún defecto físico o algo característico de la persona se crean los siguientes: “Chiquitín”, “Peque”, “Feo”, “Maceo” (de más y feo), “Gordo” y “Gordito”, “Grande”, “Manco” (al que tiene defecto en la mano), y “Mellizas”, “Morroña” (la persona sucia), “Pelma” (a un cojo), “Pancho” (persona regordeta y bajilla), “Patapalo” (por tener el antepasado une pierna ortopédica), “Picudo” (por la forma de la cabeza), “Ronca” y “Vozarra” (para las personas que tienen la voz ronca y potente respectivamente), Tartalla (persona tartallosa) y Coqui (a la que no hablaba casi nada cuando era pequeña), “Tuerta” (a quien le falta un ojo) y “Minga fría” (es el único apodo referido al sexo. No se conoce la causa, pero, lo más seguro, es que se deba a que es soltero). Hay varios motes que hacen referencia al color del pelo: “Cano” (hay cuatro, pero no se son nada), “Colorara”, “Colorado”, “Negro” (referido al pelo y a la piel), “Moro” (por la misma razón), “Tordo”, “Rubia”. “Remolo”, hace referencia al remolino en el pelo y “El Niño” (al que era el más pequeño de la familia y, cuando era niño su madre lo llamaba así). “Arrallado”, es le persona pecosa.

Una buena parte de motas se refieren a una cualidad de las personas o moral o fisiológica. Encontramos, sobre estos aspectos, los siguientes: “Torreloca” (la persona locaranda, que no se pera a reflexionar), “Abuelo” (al niño que era sabihondo), “Buena” (se refiere a la persona que es completamente distinta al significado de la palabra), “Cantarera”, “Trola” y “Mentirola” (sirven para denominar a la persona mentirosa, pero el último surgió cuando iba a decir la verdad), “Chapu” (es el chapucero en el trabajo), “Hurga” y “Ligero” (para las personas que les gusta hacer las cosas rápidas), “Pena” (a la persona alegre que no tiene penas), “Pelota”, “Piru” (a la persona que le gusta piropear), “Pólvora” (al travieso), “Tirilla” (no se conoce el motivo que lo originó), “Tuno” (persona un poco pícara), “Chulo” y “Traga tierra” (el que le gusta de tener muchas tierras en renta o propias para trabajarlas), y, por último, habría que citar “Kiki” (persona que siempre estaba manchada) y “Carahierro” (no se conoce la causa).

– Lugares: Aquí se incluyen los motes derivados del lugar de procedencia de alguien que se asienta o de alguien que haya trabajado en alguna finca. Tenemos: “Campanario”, “Fontené” (persona de la Fuente del Maestre), “Habero”, “Valenciana”, “Aragón”, “Zarceña” y “Sevillano”, para referirnos a lugar de procedencia y “La de los Araclanes”, “Cubilianero”, “Los del Encina” y “Perales”, relacionados con fincas (el último se refiere a alguien, que al dirigirse a esa finca en una burra, se cayó y se rompió el brazo).

– Motes relacionados con algún personaje conocido: Los más numerosos son los referidos al deporte o a algún actor. Destacan los siguientes: “Breitner” (por ser del Real Madrid, como lo fue él), “Pirri” (por tener, como él, las orejas grandes), “Thachenco” (por ser bajo a diferencia del jugador), “Zunzu” (por marcar un gol parecido a uno que marcó Zunzunegui), “Casares” (por gustarle la política y derivado del nombre de Casares Quiroga), “Colombo” (tomado del policía de la serie de televisión), “Gajarda” (derivado de unas gentes del pueblo vecino con las que trabajó y tenían ese apellido), “Juan el Español” (puesto por su parecido con un personaje de la serie de televisión y par tener en común la calva. Ese personaje lo encarnó F. Delgado), “El Lute” (por sus conocidas travesuras), “Morgan” (porque le gustaba mucho jugar a los pistoleros y hubo quien se llamó así), “El Jáli” (por que tenía un perro que se llamaba con ese nombre), “La Reina” (tomado de la cantante de copla Juanita Reina, por cantar bien), “Rogelia” (por ponerse un pañuelo en la cabeza cuando trabaja para que no le diese el sol y lo adquiere por comparación con doña Rogelia), “Roque” (era un hombre que se llamaba así, y llevaba siempre una capa, igual que la llevaba el motejado cuando era joven), y por último, incluiremos en este apartado dos motes que no están relacionados con un personaje conocido; se trataría de un subgrupo relacionado con las canciones de las que surgen los motes: “Cachito” (siempre cantaba la canción: “Cachito de cielo que Dios me dio…”) y “Pañerito” (surgido de una canción que cantaba cuando iba al campo y que era algo así como:”Pañerito soy y paños vendo…”). Todos ellos son bastante recientes y producto de una moda o momento.

– Motes relacionados con un nombre o apellido: Estos los incluyo como motes porque así los interpretan. Así tenemos: “Ñoña” (proviene de Catalina, pero hace dos generaciones, por lo menos, lo cual hoy hace que se tome como mote), “Cirilo”, “Jeromo” y “Piri” (del apellido Pérez, por no ser capaz una maestra de acordarse de su apellido cuando lo nombraba), “Vergara” (puede ser porque le gusta beber y es el apellido de la firma de brandy Palomino y Vergara).

– Motes surgidos por motivación infantil: Aquí podrían volverse a incluir “Boriles” (ya que surgió por no ser capaz de pronunciar bolindres, cuando pequeño), “Chali” (deriva de no haber sido capaz de decir “Sardi”, reducción de Sardinero, él cual está incluido en el apartado de oficios), Cholo (cuando era niño decía: “Yo voy cholo” en lugar de solo), “Chuino” (viene de chulino) y “Maina” (de madrina). En este apartado tendríamos que hacer también alusión a la persona que se le conoce con el apodo de “Yiyo”, derivado de Angelillo, nombre que no sabía decir su hermana cuando era pequeña. Aunque se tome como mote, lingüísticamente es un hipocorístico. Una vez más se nos demuestran las dificultades que pueden plantearse dentro de le Onomástica.

– Otros apodos: La mayoría de los apodos que incluyo aquí, un poco aislados de lo que veníamos llamando campos léxicos, están en este apartado por el problema que supone clasificarlos, ya que muchas veces no se conocen las causas que los hicieron surgir. Encontramos motes, por tanto, como: “Atarafales”, relacionado con la caza; “Chofer”, persona que cuando sale a otro pueblo lleva él el coche y por eso lo llaman así; “Chavales”, se lo pusieron porque después de la Guerra Civil venían soldados de Madrid, los cuales a los niños los llamaban Chavales y derivado de tales hechos, él lo dijo una vez y dio lugar a que le pusieran mote. Hay dos motes que derivan de una expresión o de un saludo y son: “Micomprende” (por decir, como muletilla, cuando habla: ¿Me comprendes?) y “Buenas-Tardes”.

Motes como: “Zupia”, “Tapina” y “Sargento Pitarra” se relacionan con el mundo de la bebida. El primero y el tercero porque a los motejados les gustaba beber y el segundo porque el padre tenía una bodega y siempre jugaba con las tapas de las garrafas.

Otros motes de difícil clasificación son: “Marrupe”, “Caraba” (este puede deberse a que era una persone muy ocurrente y graciosa, ya que cuando hay una persone así se dice: “¡Eres la caraba!”), “Cagabarriles”, “Porrilla”, “Pingalla”, “Chili”, “Jaramilla”, “Farcona”, “Repijo”, “Cachimba”, “Maca”, “Cachurro”, “Caporra”, “Gajilla”, “Mohino” y “Papú” (por imitación del sonido del tren, ya que la primera vez que viajó en tren lo definió como: “Bicho gran de que hacía papú”), “Varón” (porque eran muchos hombres en la familia) “Bomba” (eran muchos hermanos y los llamaban la cuadrilla el bomba, porque el Bomba era un torero) Cabezarrota (se cayó de una mula y le dieron 17 puntos.

Una vez recogido el material conviene presentar los porcentajes por campos léxicos:

Agrupamientos de motes Número de motes Porcentaje (%)
Oficios 32 13,53
Objetos 12 5,06
Campo 16 7,21
Cocina o comida 5 2,10
Vestimenta 3 1,27
Moneda o peso 3 1,07
Animales 32 13,54
Aspecto físico 45 19,13
Cualidades 18 7,59
Lugares 11 4,68
Relacionados con algún personaje conocido 14 5,90
Relacionados con la canción 2 0,84
Relacionados con nombres o apellidos 5 2,11
Por imitación infantil 6 1,54
Caza 1 0,42
Automovilismo 1 0,42
Derivados de palabras introducidas o expresiones 3 1,27
Bebidas 3 1,27
Sin clasificar 18 7,62
Motes totales 237

E1 cuadro anterior nos refleja con claridad el número de motes que se encuentran distribuidos en los distintos campos léxicos. A través de la clasificación, hemos ido viendo la dificultad que supone hacerle, ya que, incluso, algunos motes por estar relacionados con distintos campos podrían colocarse o en uno o en otro. Así podemos poner como ejemplo “Perejila”, el cual puede situarse o en el campo léxico referente al campo o en el referido a la cocina. Estos hechos nos vienen a demostrar la falta de nitidez que existe aún en el terreno de la Onomástica.

Si observamos atentamente el cuadro, está claro que los apodos más numerosos son los referidos al aspecto físico (19,13%) aproximadamente, seguido del de los animales (13,54%), del de oficios (13,53%) y del relacionado con el campo (7,21%). Como ya he señalado, dentro de los oficios se entrevé una distinción de oficios propios del hombre y de la mujer. Los del hombre se relacionan principalmente con el sector primario (agricultura y ganadería), así encontramos motes como: “Guardahaba”, “Guardiña”, “Vaquero”, y con el sector servicios entre los que estarían: “Huevera”, “Sardinero”, “Pollero”, “Zapatero”, etc. En cuanto a los oficios de la mujer tenemos sólo: “Churrera” y “Castañera”, lo que nos demuestra que es más corriente que le mujer permanezca en la casa. Algunos de los motes de oficio de hombres se aplican a la mujer, pero es porque han pasado a ellas y no porque desempeñen esos oficios.

De los apodos que se limitan a destacar una cualidad, los más generales son los referidos a algo de la cara, como: la nariz, las orejas, el pelo, la barba, o los relacionados con el aspecto de persona gorda o fea.

Del grupo de los animales los más destacables son aquellos que quieren destacar la pequeñez de una persona o su escasa estatura, como: “Mosquita” y “Bate”; o para destacar el carácter fuerte de una persona: “Chinche” o “Bobillo”. Varios son también los motes empleados para señalar a la persona mentirosa: “Trola”, “Cantarera” y “Mentirola”; a la que canta bien: “Perdigón”, “Grillo” y “Chicharra”; o a la muy espabilada: “Carpa” y “Pajarito”.

Es muy rica la diversidad de campos, aunque de algunos sólo se registren un mote, como ocurre en el de la caza, el automovilismo o el sexo. Una gran parte de motes, como hemos venido viendo, vienen de tradición, pero los referidos a aspecto físico son de creación más reciente.

3. RASGOS MORFOSINTÁCTICOS EN LA FORMACIÓN DE APODOS

La mayoría de los apodos referidos a oficio se formen con el sufijo -era, que exprese precisamente oficio, como: “Aceitero” o “Espartero”. Hay uno formado con el sufijo -iña: “Guardiña”, que da un matiz peyorativo a la palabra.

Muchos de los motes admiten tanto el femenino como el masculino y esto es camún a todos los campos léxicos. Así tenemos motes como: “Picapedrera”, “Chiva”, “Cano” etc. El femenino se forma de las siguientes maneras:

  • Sustituyendo el morfema masculino -o por el de femenino -a: Carburo/a, Pelícano/a, En otras ocasiones se añade una -a: Pescador/a, Pintor/a. Un caso tenemos en que el masculino utiliza otra palabra distinta a la que sé utiliza para el femenino: Chena/Chinita.
  • Algunos casos se forman por el cambio de artículo el para masculino y la para femenino. Son bastante abundantes. Podemos encontrar: El Rana/La Rana, El Porrilla/La Porrilla, El Guinda/La Guinda, etc.

Hay casos en los que sólo existe uno de los dos géneros. En masculino encontramos: “Frijones”, “Tomate”, “Vinagre”, “Garbancito”, “Enterrador”, “Tijeras” (es femenina la palabra, pero se utiliza para un masculino). En femenino encontramos: Liebre, Patita, Churrera, etc.

Otro recurso que utiliza la lengua para la formación de motes es la composición y derivación. Dentro del segundo encontramos la utilización de sufijos de diminutivo:-ino, -in, -ito (“Chiquitín”, “Guarrino”, “Gatino”, “Pajarito”). En otras ocasiones es el uso del aumentativo el que contribuye a la formación de ellos: -ete, -ona,-arra(“Perrete”, “Farrona”, “Vozarra”). El diminutivo se emplea con fines afectivos mientras que el aumentativo adopta un matiz peyorativo.

Dentro de la composición encontramos palabras armada por:

  • Verbo más sustantivo: “Guardahaba”, “Picapedrera”.
  • Sustantivo más sustantivo: “Cachorrasca”.
  • Sustantivo más adjetivo: “Pelícano”, “Torreloca”.
  • Sustantivo más verbo: “Cabezarrota”.
  • Pronombre más verbo: “Micomprende”.
  • Utilización de sintagmas: “Minga fría”, “Árbol sin fruto”…
  • Frases hechas: “Buenas-Tardes”.

4. RECURSO FÓNICO

Otro recurso que afecta a la formación de motes es el uso del lenguaje infantil y con él la supresión de grupos consonánticos o silabas:

  • Desaparición del grupo -nd y metátesis de l-r en “Boriles” en vez de Bolindres.
  • Paso de “s” a “ch” en “Cholo” en lugar de Solo y “Chali” por Sardi (en este segundo ejemplo hay también pérdida de r implosiva). En “Chuino” tenemos pérdida de la lateral “l”, en vez de Chulino, y en “Maina” pérdida del grupo -nd de Madrina. Estas pérdidas se deben a la dificultad de pronunciación en la infancia y estaría dentro de lo fónico.

5. RASGOS DEL HABLA EN LO MOTES

Si en el apartado anterior hemos hablado de algunos rasgos del lenguaje infantil, ahora vamos a ver los vulgarismos y rasgos dialectales que en la pronunciación de los motes se detectan. Así, encontramos los siguientes:

  • Pérdida de la “d” fricativa en motes como: “Enterraor” por Enterrador, “Esquilaores” por Esquiladores…
  • Pérdida de “l” y “r” final en: “Morrá” en vez de Morral, “Pintó” lugar de Pintor…
  • Aspiración de la “h” inicial en motes compuestos como: “Guardahaba” y en otros no compuestos como: “Hormigo” (H´ormigo)[12] (Guardah’aba). También hay motes de este tipo que no se aspiran, por ejemplo: Carahierro ni tampoco se aspira la “h” intervocálica en casos como: Cohete.
  • Aspiración de la “s” implosiva en algunos motes como: “Pilistra” (que se dice Pilihtra), y “Mosquita” (Mohquita) [13].

6. FACTORES LÉXICOS QUE INFLUYEN EN LOS MONTES

En algunas ocasiones para la formación del mote se utiliza la abreviatura de las palabras. Se encuentran ejemplos en: “Chapu” en vez de Chapuza, “Zunzu” por Zunzunegui, “Presu” por Presumida etc.

Uno de los fenómenos léxicos utilizados por la lengua para la formación de motes es la Sinonimia y encontramos palabras como: “Trola”, “Mentirola” y “Cantarera” para designar al mentiroso. Otras veces la Antonimia, y en vez de ponerle a una persona baja un mote relacionado con su estatura le ponen “Thachenko”, todo lo contrario para resaltar su forma física. Desde mi punto de vista podría hablarse incluso de Eufemismo en ocasiones como el mote “Liebre”, el cual se le dice a la persona en lugar de llamarla directamente ladrona, pero quizás es el único caso que encontramos.

7. CONCLUSIÓN FINAL

Nos damos cuenta, a través de este trabajo, que el proceso de creación de motes está en continua evolución. Hemos ido viendo los distintos recursos que utiliza la lengua para su creación.

En este trabajo pueden encontrarse la mayoría de los motes existentes en el habla de Arroyo de San Serván y digo mayoría porque seguramente se me ha pasado alguno al recoger al material. De las gentes que no son del pueblo he recogido los que están más arraigados y que se sienten ya como propios del mismo y, en cambio, he dejado por recoger algunos de gente que no viven ya en el pueblo, pero que se recuerdan. Todo esto nos hace observar la importancia que tienen los trabajos sobre Onomástica, como se ha venido demostrando.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

  • CASARES, Julio: Diccionario igeológico de la lengua española. Barcelona: Edit. Gili Gaya, 1979.
  • FERNANDEZ OXEA, J. R.: “Mil y pico de apodos oresanos”, en: R.D.T.P., t. XXVII, 1971, págs. 345-347.
  • LAPESA, R.: Historia de la Lengua española. Madrid: Edit. Gredos, 1984.
  • THOMPSON, J. R. W.: “Ocho apodos en el Alto Aragón, en: R.D.T.P., t. VIII, 1952.

NOTAS:

[1] FERNÁNDEZ OXEA, J. R.: “Mil y pico de apodos oresanos”, EN: R.D.T.P., XXVII, 1971, pág. 345.

[2] Nueva creación se refiere a los apodos que aún no están muy arraigados.

[3] Hipocoriatico, se llama así al nombre abreviado; Ej: Tare, Pili, etc.

[4] FERNÁNDEZ OXEA, J. R.: Art. cit., pág. 346.

[5] Ibídem, pág. 347.

[6] THOMPSON, R. W.: «Ocho apodos en el Alto Aragón «, en: R.D.T.P., t. VIII, 1952, pág. 465.

[7] Frijones, lo que se conoce en otros lugares con el nombre de judías o frijoles.

[8] Collerón, según el diccionario, es in collar de cuero o lona que se pone en las caballerías.

[9] Porreta, según el diccionario, son las hojas de los puerros o ajos, de ahí que lo incluya aquí.

[10] También hay otro mote Pajarito referido a que le gustaban cuando pequeño y jugaban con ellos.

[11] Peladero era el día de los preparativos de una boda antiguamente. Era el día antes y se celebraba en la casa de la novia.

[12] H’, este signo indica que la h es aspirada.

[13] En el caso de la aspiración de la “s” intervocálica, lo señalo con una “h” dentro de paréntesis.

Oct 011987
 

Juan Francisco Arroyo Mateos.

Mucho se ha escrito acerca de Plasencia, pero aún queda más por investigar para saber con más detalles todo aquello que atañe a sus más remotos oxigenes y el modo cómo después, andando el tiempo, se predicó y arraigó en ella la doctrina de Cristo.

No basta leer libros modernos si se quiere profundizar en esta materia. Es necesario, pues, consultar literatura antigua, a veces muy difícil de dar con ella, a no ser en bien surtidas bibliotecas públicas provinciales y nacionales.

Es lo que hemos hecho para escribir estos folios, porque aludidos libros viejos contienen inmensos tesoros de historia, que ya nos sirvieron para investigar sobre Coria pero que ahora los utilizamos a favor de Plasencia; pues ambas ciudades son de alguna manera gemelas en varios aspectos, uno de los cuales es el de que probablemente pasan por ser las más antiguas de la ancestral Vetonia y Lusitania, aunque existan otras poblaciones ciertamente también muy veteranas y de enorme importancia histórica, pero que fueron posteriormente fundadas por los romanos, según ocurrió con Castra Cecilia (Cáceres), Emérita Augusta (Mérida), Castra Julia (Trujillo), Colonia Metillina (Medellín) y varias otras más.

No quiere decir esto que los romanos no hicieran nada después en Coria y Plasencia, ya que las fortificaron, las agrandaron y las mejoraron en muchas cosas, mediante lo que las romanizaron, y por esto pudieran parecer ciudades romanas, si no se tienen en cuenta otros datos históricos.

LOS MÁS REMOTOS O AUTÉNTICOS FUNDADORES DE PLASENCIA

Viene ahora un interrogante. Si no han sido los romanos, ¿quiénes fueron los primeros Pobladores de Plasencia? Y respondemos afirmando que esta suerte les tocó a los Ambracienses, por más que esta palabra resulte rara en la actualidad, ya que se refiere a los antiguos colonizadores procedentes y naturales de l ciudad de Ambracia, que quizás perdure en la parte oriental mediterránea; quienes, junto con otros habitantes de aquellas regiones de Grecia, Mar Egeo, Chipre, Asia Menor, Fenicia y todo el próximo oriente, solían antaño emigrar a Celtiberia (España) en busca de metales y otras riquezas naturales.

Por consiguiente, como lo atestigua el erudito padre benedictino Fray Gregorio de Axrgáiz en su obra “La soledad laureada”, que es en la que nos estamos inspirando y él escribió por los años del mil seiscientos, Plasencia (que previamente llevó el nombre de Ambracia) fue fundada -son palabras textuales- “por los de la Provincia de Epiro, vecina de Grecia, que parte (es decir, comparte) con ella términos, donde (o por donde) fue muy conocida la ciudad de Ambracia. De quien (o de lo cual) hace Memoria Tito Livio (Decad. 4., lib. 8) y Julio César (Lib. 3 de Bello Civile)”. Porque “estos epirotas -dice- viniendo envueltos con los Griegos y (de) otras naciones de la Asia, es cierto, que la dieron principio (fundándola), y luego (le pusieron) el nombre a devoción (u honor para su pueblo natal) de la ciudad de Ambracia (de la que procedían) para tener (así) recuerdo de su patria”. Que es lo que parecidamente ha ocurrido más tarde por cuando el descubrimiento del Nuevo Mundo, procurando los conquistadores poner nombres de ciudades españolas: Trujillo, Mérida, Medellín, etc., a muchas de las que iban fundando en América.

Ignoramos, no obstante, el tiempo que transcurrió desde susodicha primera fundación de Ambracia (o primitiva Plasencia) por los epirotas ambracienses hasta la más tardía invasión de los romanos, en una época todavía anterior a la venida de Cristo.

SANTIAGO EL MAYOR VINO A ESPAÑA

Mas como todo llega, prodújose oportunamente el nacimiento de Jesucristo y con Él la redención de género humano mediante el sacrificio de la cruz en el año 33 de nuestra Era Cristiana, ordenando por entonces enseguida el Señor a los Apóstoles, antes de su Ascensión al Cielo, que fueran a predicar el Evangelio por todo el mundo hasta el fin de la tierra. Ahora bien, con estas palabras de “fin de la tierra” aludíase por aquel tiempo a España. Luego el Salvador quiso y manduque al menos uno de los Apóstoles se acercara, a evangelizar nuestra Patria. Y sabido es por Tradición (y hasta por algunas almas místicas fidedignas, como las Venerables Agreda y Ana Catalina Emmerick) que el afortunado apóstol fue Santiago el Mayor. No sabemos cuánto demoró embarcarse con rumbo hacia nuestra tierra. Si lo hubiera hecho enseguida y tardó unos 3 ó 4 meses en el viaje, bien pudo haber llegado Santiago a España en ese mismo año 33, dudándose si arribó al puerto de Cartagena o de Tarragona. Por otra parte, algunos señalan como año de su muerte o martirio en Jerusalén el 42 y otros el 44. Lo cual quiere decir que Santiago quizás estuvo en nuestra nación unos diez años, aunque también pudo residir en ella sólo unos seis, como sostienen otros. Estaba por entonces España poco poblada y con buenas calzadas romanas, no siendo extraño, segar afirman algunos, que Santiago visitase en plan misionero-evangélico, al estilo de como Cristo evangelizó Palestina no deteniéndose muchos días en cada lugar, todas o casi todas las ciudades principales de nuestra Patria, entre las que sin duda se encontraría Ambracia o Plasencia, cuya devoción al Apóstol es justo que cada día sea mucho mayor.

CIERTAMENTE SANTIAGO EVANGELISTA EVANGELIZÓ PLASENCIA

El padre Argáiz cita a varios autores, cada uno de los cuales designa algunas poblaciones en las que predicó Santiago Apóstol: Toledo, Tarragona, Cartagena, Zaragoza, Sevilla, Valencia, Barcelona, Lugo, Astorga, Palencia, etc.; siendo el historiador Hauberto, conocido como el Hispalense, el que claramente alude a Plasencia, al nombrar a: “… Talavera de la Reina, Buytrago, Coca, Burgos, Murcia, Plasencia, Aguas Santas (en Orense), Bilbao, Tortosa, Gerona, y otras”; concluyendo que estuvo en casi todas las ciudades de España predicando: “Et fere in omnibus caeteris urbibus praedicat”. De donde puede deducirse que probablemente pasó a modo de misionero evangelizador al menos también por aquellas destacadas ciudades que fueron elegidas precisamente por él y sus íntimos colaboradores como poblaciones episcopales cual Coria y Mérida , además de por otras muy señeras y bien comunicadas mediante buenas calzadas romanas como Cáceres con la Ruta de la Plata. Nuestro razonamiento, según se ve, no tiene nada de gratuito, sino que es muy lógico y bien fundado.

EL PRIMER OBISPO DE PLASENCIA FUE SAN EPITACIO

Por cuando Ambracia o Plasencia fue evangelizada por Santiago, ayudole mucho su discípulo San Pedro Bracharense, que es al que encomendó una labor más especial, fundacional y profunda por toda la Lusitania, cosa que se entiende bastante bien leyendo lo que escribió Calydonio, Arzobispo de Braga (Portugal) en la vida de dicho Santo, resumida por Hugo, Obispo de Oporto, en la carta que escribió al otro Arzobispo Bracharense Mauricio. Aludido San Pedro fue el que también predicó y organizó asuntos eclesiásticos en Coria y Mérida y hasta en la ciudad gallega de Tuy, conviniendo saber que por el año 37 de nuestra Era residía por la parte de la Vera o de Plasencia al menos una familia hebrea. Pues bien, un miembro de esta familia, quizás bastante joven, se llamaba Epitacio o Epitheto y era natural de esa misma zona placentina. Asistió, seguramente, a las enseñanzas evangélicas que por entonces se impartían, y de tal modo creyó en Cristo y estuvo dispuesto a ser discípulo suyo, que marchó a Galicia, en donde ultimó tan provechosamente su preparación, que poco después fue elegido para ser el primer Obispo que tuvo la referida población de Tuy, según lo hizo constar históricamente San Atanasio, primer obispo de Zaragoza.

No nos detenemos a contar la labor pastoral que realizó en Tuy, organizando el cabildo y dedicándose a otras atenciones. Lo verdaderamente interesante es saber que un poco más tarde, tal vez en vista de lo muy bien que conocía lo concerniente a Ambracia o Plasencia y su entorno, se le nombró y destinó para que fuera el primer obispo placentino. Ocurrió esto, según parece, hacia el año 40 del siglo I, desempeñando un gran trabajo apostólico al frente de la diócesis placentina por espacio de unes 13 años, ya que murió mártir allá por el año 58, a causa de la persecución anticristiana que ordenó Nerón en todo el Imperio Romano. Es muy digno, pues, que Plasencia recuerde mucho a este su primer obispo y que, rescatándolo del multisecular olvido, lo honorifique todo lo que él merece por ser hasta natural de la perla del Jerte o Ambracia. Escribió su biografía D. Juan Tamayo de Salazar, que resultaría interesantísima leerla ahora en nuestra época.

SEGUNDO OBISPO QUE TUVO PLASENCIA

Cuando San Epitacio fue trasladado a Ambracia o Plasencia, le sucedió en Tuy como Prelado diocesano San Evasio quien, unos 18 años más tarde, también vino para Extremadura, fundadamente hacia el año 58, que es por cuando murió San Epitacio e hizo falta un nuevo obispo placentino, que además dos años después, se hiciera cargo, a la vez, de la diócesis de Coria tras el martirio de San Pío, primer prelado cauriense, que estuvo en activo desde el 37 al 60; año éste 60 en que, al asistir a un Concilio que iba a celebrarse en Peñíscola (Castellón) con otros colegas, allí fue con éstos martirizado por orden del entonces Gobernador levantino Haloro. Ahora bien, referido D. Juan Tamayo dice que San Evasio fue Obispo de Coria, mas compréndase que sólo lo pudo ser a partir del año 60, en que hubo sede vacante. Dedúcese, por consiguiente, que fue antes unos dos años, prelado de sólo Plasencia desde la muerte de San Epitacio; y a continuación Obispo, al mismo tiempo, de Coria y de Plasencia hasta el año 85 (15 años de pontificado), en que fue mártir en la persecución de Domiciano, sucediéndole con las mismas atribuciones caurienses-placentinas el obispo San Jonás, como se desprende de lo que enseguida expondremos.

Y es que el padre Argáiz afirma textualmente que: “El segundo Prelado (de Tuy, en Galicia) fue San Evasio. Gobernó a Tuy algunos años, y siguiendo a su antecesor (San Epitacio) los pasos, fue a predicar a tierras de Plasencia, y parando -en tiempo oportunamente posterior- en una ciudad llamada Casar, a dos leguas de la noble Villa de Cáceres, padeció en ella el martirio. Pónelo el martirologio de la Iglesia de Plasencia en el 1 de Diciembre”. Lo cual invita a reafirmar lo dicho: que, como San Epitacio, Primer obispo de Plasencia, murió unos dos años antes que San Pío, primer obispo de Coria, probablemente San Evasio llegó a esta nuestra región extremeña para suceder, primeramente, a San Epitacio en la sede episcopal placentina, cosa que pudo ser una plena realidad por unos dos años hasta que fue martirizado el aludido San Pío de Coria que es, cuando necesitando otro prelado para la diócesis cauriense, parece que, debido al clima persecutorio que había por la zona de la Vera( pues los historiadores no hablan de nuevos obispos placentinos hasta por el año 32; tras conseguida la paz constantiniana), se optó por que San Evasio se viniera a residir a la Diócesis de Coria, empezando a servir como sufragánea a la Diócesis de Plasencia o Ambracia; motivo por el cual es muy explicable que Plasencia, con gran fundamento en la realidad, lo haya considerado tan como Obispo propio, que hasta lo hiciera figurar, canonizándolo, en su martirologio diocesano, pues según venimos deduciéndolo, verdaderamente fue obispo exclusivo suyo por unos dos años, como sucesor de San Epitacio, y después continuó siéndolo hasta su martirio de una manera sufragánea. Reflexión aparte merece ese detalle de haber sido hecho mártir en Casar de Cáceres, al tiempo que ejercía su ministerio episcopal por esta localidad, que por pertenecer a la diócesis cauriense, esto demuestra que al menos en su última fase de vida era Obispo de Coria. No el primero que tuvo esta Diócesis como han creído muchos, y entre ellos don Juan Tamayo, por eso de no haber consultado lo que han escrito Hauberto y el insigne Cronista Liberato: “Caurienses Episcopum acipierunt tempore praedicationis Sancti Iacobi Apostoli. Primus eorum sedit Pius, anno Domini 37”. Por consiguiente, el segundo obispo de Plasencia parece que fue San Evasio, así como también fu, por los motivos apuntados, el segundo obispo de Coria-Cáceres. Recordemos además que San Evasio sigue figurando como santo mártir el día 1 de diciembre del martirologio universal de la Iglesia, chocando esto con el olvido en que es tenido por caurienses, placentinos y casi todos los extremeños. Restauremos, por tanto, los honores de toda índole que merece este santo, así como también San Pío, obispo protomártir de Coria, y San Epitacio, prelado protomártir de Plasencia.

SÉPASE DISTINGUIR A SAN PÍO DE EXTREMADURA Y A SAN PÍO DE SEVILLA

No queremos pasar adelante sin esclarecer lo que se presta a uno de esos equívocos, que suelen hacer perder toda credibilidad a muchos incomprensivos, de los que suelen negar cualquier cosa cuando no saben explicársela. Hacemos alusión al hecho de haber habido en la primitiva Iglesia de España dos altas personalidades episcopales con el nombre de Pío, como ya, semejantemente, hubo dos santiagos, dos simones y dos judas en el Colegio Apostólico. Mas el Padre Argáiz, al mencionar los obispos que murieron mártires en Peñíscola (Castellón) en el año 60, cuando iban a celebrar un concilio cerca de ella en Cherroneso, de la región valenciana, cita muy distinta y separadamente a ambos Prelados tocayos diciendo:

“Pío Arzobispo de Sevilla; Basilio de Cartagena; Eugenio de Valencia; Agatodoro de Tarragona; Etereo de Barcelona; Capitón de Lugo; Efrén de Astorga; Néstor de Palencia; Arcadio de Juliobriga (Puerto de Santoña); Elpidio de Toledo. Y según Hauberto el Hispalense, Eulidio de Segovia y Pío Obispo de Coria”. Doce en total, que en esa ocasión fueron puestos en prisión por el Gobernador Haloro, y todos martirizados el 4 de Marzo en la consabida persecución decretada por Nerón. No cabe, pues, confusión entre ambos prelados que llevaron el nombre de Pío, quizás por su ascendencia italiana, ya que los romanos que habitaban entonces España procedían muchísimos de Italia, y al convertirse al Cristianismo conservaban sus nombres de origen.

OBISPOS DE PLASENCIA HASTA EL DECRETO DE PAZ CONSTANTINIANA

Continuando ateniéndonos a los datos ofrecidos por el Padre Argáiz, ningún historiador señala obispos para Ambracia o Plasencia que sucedieran a San Epitacio y San Evasio hasta que, llegado el cese de persecuciones anticristianas, habla entonces Surio del Prelado que hubo en Plasencia en el año 325. Se llamaba Fegario y llegó a participar, junto con otros 318 pontífices, en el importante Concilio de Nicea.

Dedúcese que anduvieron bastante mal las cosas en la zona placentina o de la Vera por aquellos primeros albores del Cristianismo, como también lo demuestra el hecho de haber habido, en el año 85, cuarenta y tres cristianos que sufrieron el martirio en Cáparra. Se conocen los nombres de algunos: San Carilipo; Afrodisio; Agapio; Tasebio; Félix y Atanasio. Eran todos personas muy de Iglesia que, en tan primitivos tiempos, inmigrantes o no, se habían agrupado en comunidad e imitaban a los ancestrales monjes del Líbano, que existían desde la época del profeta Elías en el Monte Carmelo, que es por lo que se los apellidaba Carmelitas, pero de esta antiquísima observancia o reglas cenobíticas. Desde la venida de Santiago a España por los años treinta y tres, o poco más tarde, hasta el 85 en que se los martirizó, bien pudieron haber construido un buen monasterio o cenobio, aunque casi todo el otro núcleo de viviendas de Cáparra fueran casas de adobes, muy poco resistentes a las inclemencias meteorológicas y a las incursiones guerreras; motivo o razón por la que hay un no despreciable fundamento lógico para pensar que las actuales ruinas que todavía existen en Cáparra, probablemente son restos de ese aludido monasterio primitivo o cenobio; conclusión ésta que puede ser interesante para la diócesis de Plasencia, y para la historia arqueológica de la provincia de Cáceres y de la región extremeña.

Era, por tanto, poco o nada aconsejable que los obispos sucesores inmediatos de S. Epitacio residieran en la misma Ambracia o antigua Plasencia y, por ello, la mejor solución que se pensaría fue la seguida por San Evasio, en cuanto a ser él y sus sucesores de entonces, prelados residenciales en Coria que simultáneamente tuvieran a su cargo, la diócesis placentina hasta que llegó la era de la Paz constantiniana, siendo fácil, en esta fundada suposición, saber los obispos que tuvo o atendieron Plasencia, a partir de San Epitacio, porque fueron los mismos que hubo en la diócesis cauriense, a saber: San Evasio (+85); San Jonás(+115?); Néstor(+130?); Paladino, oriundo de Francia; Pedro I (132); Filientinó (+139), Narciso (+150); San Próculo (+176); Félix (+202?); Amando (+236); Paulado (+276?); Jacobo o Diego I (+300?); San Leodegario Mártir (+300); y Pedro II (+336). Este seria el último prelado que sólo ya atendió conjuntamente a Coria y Plasencia, puesto que, según queda dicho, Consta que Fegario fue obispo placentino por el año 325; lo cual quiere decir que el referido Pedro II regiría a ambas diócesis por pocos años, ciñéndose oportunamente a dedicar sus atenciones únicamente a la diócesis cauriense, pues es de suponer que Fegario rigió Plasencia desde algunos años antes del 325 en que fue a Nicea.

TOTAL DESTRUCCION DE LA CIUDAD DE AMBRACIA O PRIMITIVA PLASENCIA

Al referido Fegario, le sucedió en la sede episcopal placentina Epitacio II (+352?), quien juntamente con Natal, Arzobispo de Toledo, sufrió el destierro decretado por el Emperador arriano Constancio. Siguióle como prelado Splendonio hasta el año 380. Y poco más tarde, sin decirse que ya hubiera otro nuevo obispo en Ambracia o Plasencia antigua (que quizá, por esto, estuvo atendida sufragáneamente también en esta otra ocasión por un obispo de Coria, es decir, por Marcelo I, que fue prelado por bastante tiempo hacia el año 400) llegó la invasión de los Bárbaros; Vándalos y Alanos, que destruyeron por completo a Ambracia o Plasencia primitiva, pasándose la “buena ventura -dice el Padre Argáiz- a Coria”, pues tanto vino a crecer por esto la diócesis cauriense, que ella sola abarcó durante bastantes años el territorio de ambas demarcaciones eclesiásticas extremeñas.

Naturalmente, con más razón que nunca, no podía tampoco entonces haber obispos residentes en la recién destruida ciudad placentina, siendo los de Coria quienes nuevamente volverían a hacerse cargo de la misma, empezando a regirla, seguramente, el cauriense Leoncio, que ejerció su pontificado hasta el año 432; y al que siguieron estos otros prelados: Edilio, hasta el 443; Pedro IV (+448); Esteban (+477); Juan (+496); Nasón (fallecido en ese mismo año); Flaviano (+503); Edeoto (+536); Noto (+576); Jaquinto o Jacinto (+594); Benito (+600); Pedro V (+603); Elías (+610); Pedro VI; y San Bonifacio (+636) que, por lo menos, asistió en el 633 al IV Concilio de Toledo.

Pero mucho antes sucedió que Neufila, obispo de Tuy, intentó y consiguió, en el año 584, encontrar entre las ruinas de la ciudad placentina y luego llevárselo, el cuerpo o restos de San Epitacio que, como ya se dijo en un principio, fue también el primer obispo que tuvo la referida ciudad de Galicia. Es muy importante que esto lo sepan los placentinos…

HACIA LA RESTAURACION O FUNDACIÓN DE LA NUEVA PLASENCIA.

No sabemos porqué motivos; mas aconteció que por el año 631 se nombró como sucesor de los obispos de Ambracia o antigua Plasencia, según refiere Don Juan Tamayo, a Protasio, que era calificado como “Protasio, Obispo Arcobricense”; con lo cual se hacía alusión a la ciudad de Arcóbriga, que estaba cerca de Laconimurgo que, a su vez distaba poco de Cáparra, pues Florián de Ocampo la situaba a mitad de camino derecho entre las ventas (o dos edificaciones que todavía existían entonces) de Cáparra y Ciudad Rodrigo. Era, pues, natural que, como la ciudad placentina continuaba destruida, sus obispos residieran en otras poblaciones competentes. A Protasio le sucedió el Obispo Riquila, que había sido monje benedictino en el Monasterio de San Julián Agalliense de Toledo. No está claro si la residencia la tuvo en la misma ciudad que su antecesor o en otra más de su gusto. En orden a esto conviene saber que se lo calificaba como “Obispo Obilense” (no Abulense), llegando a decir Luitprando que Obilam significaba entonces Alcántara: “Obilam, Villae haec intelligitur Alcántara”; cosa que no debiera parecer muy rara, si probablemente ya entonces existía en Alcántara el Convento benedictino de San Benito, quizás en su época de mayor esplendor, siendo lógico que D. Riquila, por ser de la orden benedictina, escogiera residir en el mismo.

No vemos reseñado el año de su defunción, pero esto pudo haber ocurrido por el año 650. Tampoco se indican más obispos placentinos al estilo de estos dos mencionados. Posiblemente, por tanto, los obispos de Coria volvieron, desde el mismo Coria, a regir sufragánea ente la diócesis de Ambracia o primitiva Plasencia. Y de esta suposición, pudo empezar a servir conjuntamente a la diócesis placentina el obispo cauriense Juan II, que, entre otras cosas, asistió al Concilio VII de Toledo, del 646, y al VIII de 653; continuando al frente de ambas diócesis, igualmente, los sucesores de éste, a saber: Donato, que asistió a un Concilio de Mérida el año 666; Juliano o Julián, durante cuyo pontificado se celebró en Toledo, en el año 677, un Concilio Nacional, en el que se definieron los limites de las distintas diócesis, asignándosele a Coria de modo ya más formal o legal todo el territorio también de la desaparecida Ambracia o antigua Plasencia, invitando esto a pensar nuevamente que los obispos de Coria eran los que reglan la diócesis placentina. Sucedióle el Obispo Ávila, que vivió por el 688; Bonifacio II, que tomo parte en el toledano Concilio XVI del 693; Juan III; San Bonifacio III, que murió mártir a manos de los sarracenos en Cuacos, cerca de Jarandilla, en la diócesis placentina, quedando por entonces Coria en poder de los moros, pero que no la destruyeron, debido a que se negoció una honesta rendición de la ciudad, de modo que todo continuó de forma bastante normal también en el asunto religioso no cesando, por ejemplo, de haber cabildo catedralicio; Pedro VIII por el año 734; Paulo, hasta el 759; Juan IV, hasta el 776; San Eugenio mártir, muerto por los árabes en ese mismo año 776; Salustio, (aunque el P. Argáiz lo trae con duda), hasta el 800; Lupo, cuyos años de pontificado no es fácil conjeturarlos, porque dice Hauberto que no hubo por entonces obispos en Coria durante unos sesenta años; Diego II, que ocupó la sede episcopal el año 875; Juliano II hasta el 897; Diego III, que asistió a un Concilio que se celebró en Oviedo en el 901; Rodrigo (Rudericus), hasta el 913; Diego IV, por el 943, aunque el P. Argaiz manifiesta no tener esto muy comprobado; Don Íñigo Navarrón, que llegó a ser Obispo después de muchos años de sede vacante debido a la invasión de los árabes, empezando él a ser prelado el año 1142; Don Suero, por el 1168; Don Pedro (Pedro VIII), por el año 1171; y Don Giraldo (+1224), que fue el último obispo cauriense que continuó rigiendo a la par la diócesis placentina, ya que por aquellos años fue restaurada o se fundó por el rey Alfonso VIII la nueva Plasencia muy cerca o por el mismo sitio donde existió, en la Vera, la destruida Ambracia o Plasencia primitiva.

Aquí nos podríamos extender mucho consultando el resumen histórico que, hace siglos, escribió Gil González y la quizás primera o más antigua Historia de Plasencia que, también en tiempos remotos, publicó el muy culto fray Alonso Fernández. Contentémonos con aclarar que: “El primer obispo que pusieron en Plasencia -dice el P. Argaiz- se llamó Don Bricio”, que comenzó desde el año 1180 en adelante (hasta que murió en 1211), concurriendo con Don Giraldo (es decir, mientras el obispo Don Giraldo era Prelado de Coria; pero que a la vez atendía a Plasencia hasta ese año en que de ésta se hizo cargo ya el primer obispo de la nueva Plasencia, Don Bricio).

Las discordancias de fechas que a veces se notan en ciertos autores pueden tener aquí alguna explicación, pues opinamos que cuando ya Plasencia contó con un núcleo urbano de suficiente entidad, fue nombrado para ella prontamente el aludido primer obispo Don Bricio, sin esperarse a tiempos posteriores en los que todo quedara muy ultimado y se procediera a la fundación o inauguración oficial de la nueva ciudad del Jerte, que tuvo lugar cuando: “Su rey fundador Alfonso VIII -según noticia tomada de la prensa- concedió Fuero Fundacional el 8 de marzo de l227”.

PRELADOS QUE INMEDIATAMENTE DESPUÉS TUVO LA NUEVA PLASENCIA

Ya nos hicimos eco de Don Bricio, como primer obispo de Plasencia quien, de inmediato, empezó a tener oportunos sucesores respecto a los que, por la índole de nuestro trabajo, casi sólo nos ceñimos a dar sus nombres. Fueron los siguientes: Don Domingo (de 1212 al 1230); Don Adán Pérez (de 1232 al 1262); Don García (por el 1266); Don Simón; Don Pedro Fernández (que por el 1269 fue verosímilmente Obispo también de Coria); Don Pedro el Segundo (de 1272 hasta el 1283); Don Domingo II (que, el 12 de marzo de 1286, firmó un privilegio de Valpuesta, lo cual indica que hubo este obispo, aunque lo silencia Gil González); Don Juan Alonso (hasta el 1290); Don Diego (hasta el 1295); Don Domingo III (de 1295 a 1336); Don Rodrigo; Don Juan II (por el 1333); Don Benito (1342); Don Andrés (1347); Don Sancho (de 1348 a 1355); Don Nicolás (de 1357 a 1362); Don Fray Juan Guerra (de 1363 a 1379); Don Fray Pedro Rodríguez de Torres, de la Orden de la Merced, que llegó a ser Cardenal, desde 1379 al 1401; Don Vicente Arias de Balboa (de 1404 a 1414); Don Gonzalo de Zúñiga (1416 a 1422); Don Fray Diego Badán o Badarán, de la Orden de San Francisco (1424), que fue promovido a Cartagena; Don Gonzalo de Santa María (de 1428 a1446); Don Juan de Carvajal O.S.B. (1446), que fue Cardenal; Don Rodrigo Dávila (de 1472 a 1506); Don Gutiérrez Álvarez de Toledo (1506); Don Gómez de Toledo Y Solís (1521); Don Bernardino de Carvajal, que obtuvo el Cardenalato (1523); Don Gutiérrez de Vargas y Carvajal (1559); Don Pedro Ponce de León (de 1559 a 1573); Don Fray Martín de Cardona y Mendoza, O.P. (1573 a 1578); Don Francisco Tello de Sandoval (1580); Don Andrés Noroña ( 1586 ); Don Juan Ochoa de Salazar (1594 ); Don Pedro González de Acevedo(1609 ); Don Fray Enrique Manrique, de la Orden de San Agustín (1622); Don Sancho Dávila y Toledo (1626); Don Francisco de Mendoza (1632); Don Cristóbal de Lobera y Torres, que habiendo sido nombrado para Arzobispo de Santiago, falleció en 1637, sin todavía haber tomado posesión de aludida dignidad; Don fray Plácido Pacheco de Ribera, O.S.B. que, previamente, fue obispo en Cádiz (+1639); Don Diego de Arce y Reinoso (1640); Don Juan Coello de Sandoval y Ribera (de 1654 a 1655); Don Francisco Guerra, de la Orden Franciscana, que fue antes Obispo de Cádiz (1656 a 1658); Don Luis Crespi de Valdaura (de 1658 a 1663); Don Fray Alonso de Santo Tomás O.P. (1664); Don Diego Riquelme de Quirós (de 1665 a 1668), que parece fue Presidente de Castilla; y Don Diego Sarmiento Valladares (de 1668 a 1675), obispo que antes había sido de Oviedo e Inquisidor General.

Acabamos de citar los Obispos que, fundadamente, con carácter residencial o sufragáneo, ha tenido Plasencia desde una época que entronca con los Apóstoles, hasta casi concluirse el siglo XVII, necesitándose investigar todavía algo más en archivos y buenas bibliotecas para completar y dar a conocer, en lo posible, un aceptable Episcopologio de la diócesis placentina hasta nuestros días.

SANTORAL DE LA DIOCESIS DE PLASENCIA

Volviendo a inspirarnos en lo que refiere el padre Argáiz, vemos que la diócesis placentina ha tenido muchos santos, por más que la gente los ignore y no les dé ningún culto ni honor, pues están, entre otros, esos obispos mártires que, ora residieran en la misma Ambracia o Plasencia primitiva, como San Epitacio, u ora residiesen en Coria, pero atendiendo sufragáneamente a la Ciudad del Jerte, según lo dedujimos de San Evasio, fueron todos de algún modo placentinos por su vinculación a Plasencia.

Hecha esta necesaria observación, fueron y son santos de la diócesis placentina las siguientes personas:

  • Los obispos San Epitacio; San Evasio; San Jonás; San Próculo; San Leodegario; San Bonifacio I (no mártir?); San Bonifacio III (ciertamente mártir); San Eugenio y San Juan el Magno, abad que fue, por el año 631, del monasterio de San Martín de Carnaceda, cerca de Garganta la Olla, al que el Arzobispo de Mérida Bento, previa autorización del Sumo Pontífice Adriano, lo inscribió (hacia el año 870) en el Catálogo de los Santos del Obispado de Plasencia o del Arzobispado Emeritense.
  • San Carilipo; San Afrodisio; San Agapio; San Eusebio; San Félix; San Atanasio; y varios más hasta un total de 43, que fueron hechos mártires en Cáparra en el año 85 durante la persecución de Domiciano, debiéndoselos denominar: San Carilipo de Cáparrá; San Afrodisio de Cáparra, etc.
  • San Eusebio, y otros nueve compañeros, que fueron martirizados en Medellín, diócesis de Plasencia, en el año 134, de lo cual da cuenta Hauberto y el cronista Juliano.
  • San Teodoro y toda una comunidad de cenobitas o ermitaños que sufrieron el martirio asimismo en Medellín, pero en el año 3o5, durante la persecución de Diocleciano.
  • San Marcos y otros compañeros, que, durante esta otra época de Diocleciano fueron hechos mártires también ahora en Cáparra, en la nueva persecución habida el año 308.
  • San Hermógenes y San Donato que, aunque naturales de Trujillo, o de la diócesis placentina, consumaron su martirio en la 9iudad P7neritense por cuando Santa Eulalia de Mérida, de la que San Donato, sacerdote, fue su maestro, catequista o formador de su fuerte personalidad cristiana. A los que hay que sumar otros veintidós compañeros trujillanos que fueron hechos mártires, igualmente entonces, en referida ciudad extremeña de Mérida.
  • Son, por tanto, muchos más de ochenta los santos de la Diócesis de Plasencia sólo contando los que nosotros hemos podido averiguar y omitiendo referir los de épocas posteriores y recientes.

COLOFÓN

Es una pena que tengamos tan olvidados a estos héroes españoles y extremeños. Dedíquensele santuarios, altares, calles, monumentos públicos, imágenes religiosas y cuadros, días de fiesta, romerías, actos honoríficos o de homenaje social, misas propias y votivas, peculiares rezos litúrgicos que apruebe el Vaticano, novenarios y triduos parroquiales, biografías y libros semejantes, medallas, objetos de recuerdo, estampas, hojas y folletos de divulgación, etc.; porque sin estas y otras cosas que sirvan para honrarlos, festejarlos y recordarlos a menudo, continuarán relegados al más completo olvido en desprestigio a la vez de nuestra región que no puede santamente alardear, como otras, de tener muchos e insignes o grandes santos paisanos.

Oct 011987
 

Juan Francisco Arroyo Mateos.

Según leemos en la obra «Mujeres extremeñas» de don Valeriano Gutiérrez Macías, Santa Rosa de Lima está muy vinculada a Extremadura y en especial a la provincia de Cáceres y Diócesis de Plasencia, porque su padre, don Gaspar de Flores, era natural de Baños de Montemayor, aunque posiblemente esta localidad era entonces también de Coria…

Fue este señor un bravo y viejo sargento que, en el siglo XVI, marchó al Perú, en donde se cubrió de gloria, debido a los más de cien combates que tuvo que sostener contra los indios.

Estaba soltero; pero le llegó la hora de casarse y entonces contrajo matrimonio con la doncella Maria de la Oliva, hija también de españoles, ya que era natural de Carmona, provincia de Sevilla, que hoy día es un importante centro comercial, distinguiéndose antiguamente como ciudad muy vinculada a Roma y posteriormente a los árabes, motivo por el cual posee algunos relevantes monumentos romanos y mudéjares.

Abundando en esto, añadiremos que, según la tradición, la referida Maria de Oliva, madre de Santa Rosa, fue bautizada en la aludida ciudad de Carmona, puesto que hasta lo acredita una lápida de mármol que hay junto a la vitrina de la antigua pila bautismal de la parroquia carmonense de San Pedro, cosa que afirmó y refrendó uno de sus últimos párrocos en una carta-informe escrita el 16 de diciembre de 1972.

Ahondando en este asunto, a muchos les agradará saber cuántos hijos tuvieron los padres de Santa Rosa, y les diremos que Dios les concedió nada menos que once. La santa era de los hermanos la de menor edad. Nació en Lima (Perú), considerada entonces como la Ciudad de los Reyes; pero, ¿en qué fecha?…

Fue exactamente en el día 30 de abril de 1586. Y esto quiere decir que, desde el 30 de abril de 1986 a igual fecha de 1987, año en el que nos encontramos, se ha estado celebrando el IV Centenario de su nacimiento en muchos lugares, menos en nuestra región extremeña por olvido u otros motivos que ignoramos. Mas todavía no es tarde, si se quisiera hacer algo antes de que termine este año 1987.

Añadiremos que Santa Rosa era rubia, vivaracha, de piel suave y rosada. Se le puso en el bautismo el nombre de Isabel, en recuerdo de su abuela materna doña Isabel de Herrera; pero al administrársele el sacramento de la Confirmación, se le cambió por el de Rosa, debido esto a que así la nombraban con gran cariño su padre don Gaspar y una mujer india que tenían como empleada de hogar.

Por consiguiente, en el nombre de Rosa influyó mucho Extremadura, porque su padre, que tanto la motivó, era extremeño. Mas no quedó en sólo llamársela Rosa, sino Rosa de Santa Maria, lo cual no sabemos si se debe a la iniciativa de ella misma o a la del Arzobispo español, entonces de Lima, Santo Toribio de Mongrovejo, que fue quien le administró susodicho sacramento de la Confirmación. Lo último que hemos leído dice que fue ella la que agregó esa denominación «de Santa Maria», quizás por cuando vistió el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo, pues llegó a ser Terciaria Dominica.

Hizo grandes progresos en la vida de oración, penitencia y demás virtudes, queriendo imitar lo más posible Santa Catalina de Siena. Y por ello arribó a tan gran santidad, que Dios la favoreció con insignes dones místicos, como el de impartirle muy provechosas enseñanzas, una de las cuales fue la siguiente dirigida al bien del prójimo:

«Que todos sepan -le dijo el Señor- que la tribulación va seguida de la gracia; que todos se convenzan que sin el peso de la aflicción no se puede llegar a la cima de la gracia; que todos comprendan que la medida de los carismas aumenta en proporción con el incremento de las fatigas (siempre que estas penalidades se sufran -evidentemente- por amar y servir a Dios y al prójimo con fervor y no de una forma laica o no religiosa)”“Guárdense los hombres de pecar – le añadía- y de equivocarse: ésta es la única escala del Paraíso, y sin la cruz – o necesarias molestias que uno debe tomarse para cumplir los divinos mandamientos- no se encuentra el camino para subir al Cielo».

Apenas escuché estas palabras -dice ella-, experimenté un fuerte impulso de ir en medio de las plazas, a gritar muy fuerte a toda persona de cualquier edad, sexo y condición: «Escuchad, pueblos, escuchad todos. Por mandato del Señor, con las mismas palabras de su boca, os exhorto: No podemos alcanzar la gracia, si no soportamos la aflicción; es necesario unir trabajos y fatigas para alcanzar la íntima participación en la naturaleza divina, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta felicidad del espíritu».

El mismo ímpetu me transportaba a predicar la hermosura de la gracia divina; me sentía oprimir por la ansiedad y tenia que llorar y sollozar. Pensaba que mi alma ya no podría contenerse en el del cuerpo, y más bien, rotas sus ataduras, libre y sola y con mayor agilidad, recorrer el mundo, diciendo: «¡Ojalá todos los mortales conocieran el gran valor de la divina gracia, su belleza, su nobleza, su infinito precio, lo inmenso de los tesoros que alberga, cuántas riquezas, gozos y deleites! Sin duda alguna, se entregarían, con suma diligencia, a la búsqueda de las penas y aflicciones (que es necesario afrontar para cumplir los deberes cristianos, y así no pecar y mantenerse en gracia de Dios, con la que se merece la felicidad eterna). Por doquiera en el mundo, antepondrían -las personas de buena voluntad- a las fortunas las molestias, las enfermedades y los padecimientos, incomparable tesoro de la gracia. Tal es la retribución y el fruto final de la paciencia (es decir, logra mantenerse en gracia de Dios y oportunamente alcanzar la vida eterna). Nadie (que tuviera esta fe y esperanza) se quejaría de sus cruces, si conociera cuál es la balanza (de merecer para siempre el Cielo por sólo los breves padecimientos que implica comportarse uno como buen cristiano, que se esfuerza por no pecar en nada, o enseguida ponerse en gracia cuando es vencido por la debilidad humana) con que los hombres han de ser medidos».

Todos estos párrafos dicen mucho en pro del buen espíritu, fervor y gran santidad de Santa Rosa de Lima, que no sin suficientes y poderosísimas razones la Iglesia la nombró celestial Patrona de las Américas.

Murió el día 24 de Agosto de 1617, celebrándose ahora su fiesta litúrgica el día 23 de agosto de cada año. ¡No la olvidemos los extremeños, porque es de nuestra sangre y linaje!

Oct 011987
 

ARROYO MATEOS, Juan Francisco.
«BREVE HISTORIA, EPISCOPOLOGIO Y SANTORAL DE LA DIÓCE­SIS DE PLASENCIA»

El autor de esta investigación viene a decirnos a casi todos: ¡Despertad del sueño! No sabéis lo principal acerca de PIasencia, porque no leéis libros antiguos. Yo que los consulté, fijaos cómo alcancé a saber quiénes fueron sus más remotos fundadores antes de la venida de Cristo; y todos los Obispos que tuvo desde que en ella predicó Santiago Apóstol; y cómo son más de 80 sus Santos diocesanos, que reclaman justos honores y cultos, sacándoselos de tan injustísimo y multisecular olvido.

«SANTA ROSA DE LIMA, GLORIA DE EXTREMADURA»

Es tan poco conocida Santa Rosa de Lima que, en una publicación de Madrid, decíase que su padre fue un portorriqueño. Era, pues, un error his­tórico mayúsculo, y de ahí la importancia de este trabajo breve, pero sustan­cioso, ya que sintetiza todo lo más importante que conviene saberse respecto a referida gran Santa, oriunda de Extremadura.

ARROYO SIL VERO, Emilia
MAS DE DOSCIENTOS APODOS EN EL HABLA DE ARROYO DE SAN SERVAN. «METODOLOGÍA E IMPORTANCIA DEL MOTE»

Dado el interés que van adquiriendo los estudios de Onomástica dentro del campo de los estudios lingüísticos el objetivo de esta comunicación, se centra en el estudio concreto de la mayoría de los apodos existentes en este pueblo extremeño. Hay que tener en cuenta el trabajo que supone la recogida del material, porque si hay quienes aceptan el apodo casi como si fuera el apellido o el nombre, también puede encontrarse algún caso en el que se dé lo contrario.

En este trabajo puede verse: en primer lugar, las motivaciones o bien so­ciológicas, tradicionales, folklóricas e incluso históricas que han dado lugar al nacimiento de los motes. En segundo lugar, se observa una clasificación por campos léxicos de los mismos, como por ejemplo: el campo léxico referido a los oficios, objetos, animales, personajes, etc… Y en tercer y último lugar se pasa a un estudio de los rasgos morfosintácticos que intervienen en la forma­ción de los apodos; así como al estudio de algunos rasgos de habla que pueden encontrarse en la pronunciación de los motes.

BAZAGA IBAÑEZ, Manuel J.
«DATOS PARA UNA PEQUEÑA HISTORIA»

BENITEZ FLORIANO, Santos
«LA HERÁLDICA EN LA ZONA MONUMENTAL DE CÁCERES (I)»

Señalaba el gran cronista rey de armas Vicente de Cadenas y Vicent:
«Cuando una ciencia o un arte despierta interés general y llega incluso a las clases populares, es indudable que tal arte o ciencia tienen una vida propia, in­terés y actualidad. Tal acontece con la heráldica».

La heráldica, a pesar de que sigue estando bastante abandonada, consti­tuye una importante ayuda para todos los estudiosos de la Historia y del Arte.

Y qué mejor estudio heráldico que el de la zona monumental cacereña lle­na de mansiones nobiliarias, cuyos muros están timbrados de preciosos blaso­nes, de incalculable valor artístico; auténticos documentos históricos que nos transportan a una época determinada y nos aluden a un linaje concreto.

Apuntaba Antonio Floriano Cumbreño que Cáceres era la población de España que conservaba una mayor abundancia de escudos heráldicos.

En esta primera parte de nuestro estudio, hemos analizado la evolución de los blasones denominados arquitectónicos, que son los que se encuentran en los edificios, y de éstos tan sólo los exteriores. En trabajos posteriores, pre­tendemos completar la investigación con los que se hallan en los interiores de los edificios, los labrados en sepulcros, laudes, etc.

BLAZQUEZ CERRATO, Cruces
«HALLAZGOS MONETARIOS EMERITENSES FUERA DE HISPANIA»

Aunque muchos autores hayan mantenido la tesis de que Lusitania fue la provincia menos romanizada y que mantuvo un relativo aislamiento con res­pecto a las otras provincias hispanas, hay que rechazar esta idea como ya constaté en el anterior Coloquio, realizado el pasado año.

Con los materiales aportados se puede comprobar fidedignamente que ta­les monedas rebasaron ampliamente el ámbito provincial tanto hacia la Bética como hacia la Tarraconense e incluso fuera de Hispania.

CARRASCO MONTERO, Gregorio
«EL TORO EN LA BIBLIA»

Libros en los que aparece este bello animal. El Toro como signo de riqueza. Por las tierras del Faraón. El Toro causa de Legislación.

El Toro en la Liturgia Vetero-Testamentaria. Su carne materia especial en los sacrificios y en los grandes banquetes. El Toro Divinidad en varios libros. La Vaca Roja.

CASAS HERNÁNDEZ, José
«LOS INCENTIVOS FISCALES EN LA REHABILITACIÓN POSIBLE DE NUESTRA ARQUITECTURA HISTÓRICA»

Esquema de la importancia que puede tener en la rehabilitación de la Ar­quitectura el interés Histórico Artístico, las normativas fiscales y el tratamien­to económico a través de ellas por parte de la Administración.

Referencia concreta a las soluciones vigentes en Estados Unidos de Amé­rica y divulgación a través del Consejo de Europa.

ENCINAS CERRILLO, Francisco
«TRUJILLO EN SONETOS»

Se trata de una recopilación de cuantos fueron publicados en su día en «La Opinión» y que su autor, el Padre Claretiano Máximo González del Valle, me autorizó y animó para su publicación.

«RELACIÓN DE TRUJILLANOS ILUSTRES»

Son personajes que tengo recogidos y con los que he iniciado un dicciona­rio a dar a la luz pública en próximas fechas.

«LA PROVINCIA DE EXTREMADURA Y SUS PARTIDOS JUDI­CIALES EN 1790»

En él se recogen los partidos judiciales que existían en aquella fecha en la geografía extremeña y los pueblos que figuraban adscritos a cada uno de los mismos.

FERNANDEZ MÁRQUEZ, Antonio
«CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN PROVINCIAL A EUROPA DURANTE EL «DESARROLLISMO» ESPAÑOL»

La región extremeña se ha significado a lo largo de la Edad Moderna y Contemporánea por su participación en los grandes movimientos migratorios. El extremeño ha vivido, como pocos, la desagradable experiencia de ver cómo familiares, amigos y convecinos habían de desplazarse hacia otras regiones del mapa peninsular o allende de nuestras fronteras para procurarse su sustento.

Con nuestra comunicación pretendemos poner sobre el tapete cuáles fueron las causas, los condicionantes, que determinaron la salida de impor­tantes contingentes provinciales con destino a los países industrializados de

Europa a partir de 1960.

En nuestro estudio analizamos tanto la coyuntura económica española como la de los países de inmigración, apuntando los factores generales que se conjugaron en la raíz de este fenómeno. Así mismo nos referimos, de forma preeminente, a la situación coyuntural y estructural de los diversos aspectos de la vida cotidiana provincial. El análisis de estos tres marcos (nacional, interna­cional y provincial) permite vislumbrar cómo la corriente migratoria cacereña, aunque sin desvincularse de los condicionamientos nacionales e internaciona­les, tiene sus raíces más profundas en los problemas estructurales que aquejan a la provincia extremeña. Las deficiencias económicas, los males endémicos del agro provincial serán los precipitantes directos del éxodo masivo de nuestros paisanos con dirección a Europa.

FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, Teodoro
«PROCESIONARIO»

En el archivo parroquial de la iglesia trujillana de Santa María, existe un manuscrito inédito, rico en noticias religiosas de los pasados siglos.

Su título es: PROCESIONARIO que observa el Cabildo Mayor…

Está fechado en 1720 y avalado por el Capitular y Beneficiado Propio de la Santa Vera Cruz, D. Antonio García de Zejos.

Contiene las ordenanzas o estatutos que debe cumplir el Cabildo Mayor de Beneficiados y Capellanes de la Ciudad de Trujillo en todas las procesiones ordinarias y extraordinarias que se hacían cada año.

Mas no sólo describe el itinerario procesional, sino las ceremonias, las pa­radas, los rezos y cánticos litúrgicos de cada momento y lugar.

Comprende además muchas notas históricas con motivaciones que complementan y enriquecen el estudio del pasado religioso y humano del la vieja ciudad.

Se organizaban más de 20 desfiles procesionales. Entre los miembros de cada uno existía ferviente emulación que, a veces, originaba fricciones cu­riosas. Nunca llegó la sangre a San Lázaro.

Debió existir otro procesionario viejo desfasado. Este se acordó en asam­blea general el 1 de marzo de 1719, ante el escribano del número Pedro Rodas Serrano. Y aprobado por el Iltrno. Sr. Obispo D. Francisco de Perea y Porras el día 11 del mismo mes y año.

Semejante documento bien merece incorporarse a la FUENTES auténti­cas para la historia de Trujillo.

GARCÍA JIMÉNEZ, María Luisa
«ESTUDIO ETNOGRÁFICO Y LINGÜÍSTICO DEL VESTIDO EN TRU­JILLO»

GARCÍA VIVAS, María Antonia
PAREDES PÉREZ, María Montaña
«LAS TORRES DE LA CIUDAD MONUMENTAL DE CÁCERES. AR­QUITECTURA MILITAR»

El estudio de «Las Torres» en la ciudad cacereña que hemos analizado, es una parte a incluir dentro de las construcciones militares, que tan escasamente se han tratado a lo largo de la Historia del Arte y, debido a la preferencia de los monumentos religiosos por el Patrimonio Nacional, se ha prestado menor atención a su conservación, por ello, gran parte de estas construcciones apare­cen ante nuestros ojos como meras ruinas, lejos del esplendor que gozarían en su tiempo.

Pese a esto, la ciudad de CÁCERES, posee un buen número de torres y otros tipos de arquitectura militar.

¡ASI! Palacios, Casas fuertes. Iglesias y Murallas se elevan, sobresalen, gracias a la presencia de sus altaneras torres.

Tipológicamente se pueden clasificar, a groso modo, en tres categorías, así, mencionaremos las que destacan por su importancia a la hora de la defen­sa, ya sean albarranas o adosadas a los lienzos de la muralla; las palaciegas y de casas fuertes, erigidas por los linajes cacereños, no sólo como exponente de su fortaleza y dominio, sino también para aumentar y asegurar su defensa an­te los bandos enemigos. Capítulo aparte de las anteriores son las de las iglesias cuya función puede ser diversa: defensivas, campanario, vigía…

Si antes hemos definido los tipos, en cuanto a su forma ni qué decir tiene que predominan las cuadradas o rectangulares, aunque hay excepciones a esta regla, destacando en todo el conjunto cacereño, por su originalidad, las re­dondas y octogonales.

GÓMEZ GÓMEZ, José
«EL TALLER-ESCUELA DE RESTAURACIÓN DE TRUJILLO»

El Estudio-Taller de Restauración de Trujillo, presenta por medio de diapositivas, un pequeño resumen del trabajo realizado durante el Curso 86-87 siguiendo el proceso de las distintas técnicas empleadas en imágenes, lien­zos y tablas.

Este Centro cultural continúa abierto para transmitir los conocimientos y prácticas a quienes con sensibilidad y celo desean imponerse en esta tarea sal­vadora de nuestro patrimonio artístico.

GONZÁLEZ RUBIO, Joaquín
«LA CINEGÉTICA EN NUESTRO BERROCAL»

En este estudio se pretende describir a grandes rasgos personas y cosas en sus distintas partes, cualidades o circunstancias, siguiendo el mismo tema que elaboré para los XV Coloquios Históricos de Extremadura, celebrado el año pasado.

Nuestro trabajo está basado en el tramo que comprende desde la carrete­ra de Cáceres a la de Monroy, rico en caza y abundante en lo que denomina­mos «vivares».

HABA QUIROS, Salvadora
RODRIGO LÓPEZ, Victoria
«EL CULTO A LAS AGUAS EN LA ZONA DE TRUJILLO, SIERRAS DE LAS VILLUERCAS Y MONTANCHEZ»

El agua, elemento primario de la vida en todas las sociedades, fue singu­larmente importante para los grupos humanos primitivos, hasta tal punto que llegó a convertirse en objeto religioso muy relacionado con los cultos a la Na­turaleza.

En concreto, fueron motivo de especial veneración ciertas aguas que reunían condiciones peculiares: ubicación en lugares ocultos, características físicas pero sobre todo, aquéllas en las que estuvo presente el poder curativo o salutífero, imaginado o real.

Diversos estudios realizados por nosotros en el presente año nos han per­mitido detectar diversos datos relacionados con estas aguas: la pervivencia hasta nuestros días de un culto conectado a ellas, por parte de la población, su localización concreta ligada a factores geológicos y mineralógicos, plasmación en la toponimia, relación con el culto cristiano y la arqueología, etc.

En la presente comunicación, centramos el tema en las zonas de Trujillo, Montánchez y Logrosán (Partidos Judiciales) donde se observa una cierta concentración de estas fuentes y manantiales, influidos posiblemente por la proximidad de las elevaciones de la Sierra de Montánchez y las Villuercas y por la rica y abundante mineralogía. Las manifestaciones de este culto pode­mos agruparlas en tres: fuentes, manantiales, baños y balnearios.

JIMÉNEZ GARCÍA, Antonio
«URBANO GONZÁLEZ SERRANO (1848-1904). FILOSOFO EXTREME­ÑO. APUNTE BIOGRÁFICO»

Dentro de la filosofía española de todas las épocas fue el krausismo uno de los movimientos más fecundos, si no el que más, y que contribuyó de ma­nera decisiva a la modernización de la cultura en general, y del pensamiento en particular, con la introducción de las corrientes más actuales. Y dentro de ese krausismo el nombre de Urbano González Serrano (nacido en Navalmoral de la Mata en 1848 y muerto en Madrid en 1904) ocupa un lugar destacado, sobre todo en la segunda época que más propiamente habría que denominar «Krau-sopositivismo», apelativo que inventa Adolfo Posada para, precisamente, eti­quetar la filosofía que hace nuestro González Serrano, pionero en muchos campos aunque con especial atención en la sociología y la psicología científica.

La presente comunicación pretende abordar su biografía desde una triple perspectiva: la circunstancia personal, la acitividad académica y docente y su participación en la política desde la militancia republicana.

LOZANO RAMOS, José
«LA PEQUEÑA HISTORIA CALLEJERA DE TRUJILLO, CUMPLE DIEZ AÑOS»

Esta «Pequeña historia callejera de Trujillo», cumple 10 años. Se presen­tó por primera vez en los XI Coloquios Históricos de Extremadura en el año 1987.

Como decía se trata de un diario manuscrito de Trujillo que cuenta las pequeñas cosas de sus habitantes con sus penas, alegrías y chismorreos.

Comencé contando de todo, después empecé a pegar anuncios, pegatinas, etc., y por último prefiero contar lo que no sale en periódicos y que todos sa­bemos, pero que después se olvidan y no queda constancia de ellos.

Son incontables los hechos y noticias, solamente diré que cuenta ya con 12 volúmenes acabados.

«DEL LIBRO «LOS PUEBLOS MAS BELLOS DE ESPAÑA» Y COMO SE CAMBIA LA HISTORIA».

Se trata, ni más ni menos, de analizar el capitulo que corresponde a Trujillo.

Para no cansarles, les comentaré después de un estudio en plan estadístico, del que parece se llevan tanto, que si exceptuamos el tema literario o la manera de escribir del autor, de líneas escritas el 32’50% son fantasía, y sobre afirmaciones históricas el 50% son mentira.

Me llenó de indignación la lectura del libro titulado «Los pueblos más bellos de España», editado por Selecciones del Reader’s Digest, 1.a edición 1981, y escrito lo referente a Extremadura por D. Luis Carandell.

Entre los comentarios que se dicen, les diré dos o tres para que ustedes se den una idea. Que la estatua de Pizarro era destinada a Hernán Cortés, Ruiz de Mendoza ha nacido en Trujillo y que en la Plaza Mayor hay un portal que se llama del Ajo.

No tengo más remedio que contestar a tanta mala información o mala uva, ya que no creo se escriba en tan poco espacio tantos fallos.

Espero y deseo, cuando se escriba un libro o comentario sobre cualquier tema y en especial sobre Historia y que atañen a un colectivo, se diga la verdad con documentación y nos dejemos de leyendas y fantasías.

LUENGO BLAZQUEZ, José
«TRUJILLO, DE LOS CEMPSOS A LOS VETTONES»

Entre los años 900 y 850 a. C. una nueva invasión que tras atravesar los Pirineos, en un lento avance logran llegar a nuestro territorio extremeño, de­salojan a los conios o cinetes de Alentejo, de Algarbe y de la baja Extremadu­ra hispana y a los tartesos los reduce a una estrecha faja, llegan a la orilla de­recha del Betis, donde detienen su avance, logrando también apoderarse de la célebre isla de Cartare, este pueblo invasor son los cempsos, que habrían de dejar una huella importante en nuestra zona.

No podemos asegurar cuándo los cempsos dejaron de ser independientes como pueblo soberano. Hacia el siglo VI a C. cartagineses y tartesios y acaso los componentes de la penúltima invasión indoeuropea los empujaron hacia el SO., Sierra Morena, asentándose en nuestra zona los vettones, que ocuparon las siguientes ciudades: Bletisa, Salmantica, Abela, Mirobriga, Lancia Oppi-dama, Augustobriga (Talavera la Vieja), Alea (Alia), Turgalium (Trujillo) y Lacimurga.

MAESTRE, María Dolores
«TRUJILLO EN ALGUNOS LIBROS DE VIAJES ESCRITOS Y PUBLI­CADOS EN INGLATERRA EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX»

Los Libros de Viajes comenzaron a escribirse y publicarse en Inglaterra a partir del siglo XVI refiriéndose exclusivamente a expediciones por mar y sobre las recién creadas colonias inglesas en ultramar. Es sin embargo, duran­te el s. XVIII cuando los ingleses comienzan a viajar por Asia, África y Euro­pa movidos por un nuevo interés cultural que se materializa en la relación escrita de estos viajes. Pronto descubrirían las bellezas de Italia y de España a la que indefectiblemente unen Portugal, debido a ser Lisboa, generalmente, el puerto de entrada o salida en la Península Ibérica.

La forma de expresión escrita es como «Diario» o como «Guía para viajeros», y el propósito es compartir los conocimientos adquiridos para in­formación de sus contemporáneos. El contenido es siempre descriptivo, de­pendiendo de la cultura e intencionalidad del viaje riqueza o escasez de la descripción. Raramente son fríos o indiferentes ante lo que ven, más bien por el contrario son muy subjetivos y observadores.

TRUJILLO así aparece en sus escritos como una escala obligada en aquel «Camino Real» (hoy N-V) que unía la Corte con Lisboa. Sus comentarios sobre la ciudad, sus calles y palacios muestran una visión auténtica de una rea­lidad olvidada y superada en los 227 años transcurridos.

MARTÍNEZ BARQUILLA, Manuel
Calles que cambiaron su nombre a través de los tiempos. Cruces tujillanas.

Edificios históricos que han perdido su nombre primitivo o han desapare­cido.

MATEOS CABALLERO, Carmen
«BREVE APROXIMACIÓN DEL COMPORTAMIENTO IRREGULAR DE LOS FIELES DE LA DIÓCESIS DE CORIA (1850-1900)»

En la presente comunicación pretendemos un acercamiento a la visión que poseía la Iglesia sobre la actuación de sus fíeles. Son los párrocos quienes se convierten en transmisores de información, presentando, por tanto, una vi­sión unilateral de los hechos, pero no por ello más carente de información.

La escasa asistencia a misa, profanación de los días festivos, amanceba­mientos, muertes sin sacramento… etc., son algunos de los aspectos que estu­diaremos. Nuestro objetivo, así pues, es comprobar si los fieles transgredían las reglas de actuación o si cumplían con sus obligaciones.

MONTERO CURIEL, Pilar
«MEDICINA POPULAR EN MADROÑERA»

La medicina popular a base de sencillos remedios y ensalmos forma parte ya del fólklore español, aunque su vigencia se ha mantenido siempre en las so­ciedades agrícolas, desde tiempos inmemorables. En este campo se insertan los remedios caseros recogidos en Madroñera por encuesta, de los cuales se ofrecen en este trabajo varios testimonios.

Los informantes seleccionados son personas mayores de Madroñera, que todavía ponen en práctica, con mucha frecuencia, estos métodos de curación tan sencillos y complicados a la vez. Su ciencia se apoya sobre la base de una planta, un producto natural determinado y, en los casos más difíciles, sobre un conjuro o un rito de sentido mágico y esotérico.

PALABRAS CLAVE: «medicina popular», «remedios caseros», «plan­tas curativas», «hierbas medicinales», «conjuros», «creencias», «gracia divi­na».

MORA ALISEDA, Julián
«APORTACIONES AL CONOCIMIENTO DE LAS ALTERACIONES SUFRIDAS POR EL ENTORNO NATURAL EXTREMEÑO DURANTE EL SIGLO XVIII. EL CASO DEL TERMINO MUNICIPAL DE D. BENI­TO»

La desertización y la erosión son temas de candente actualidad por los efectos negativos que conllevan estos fenómenos sobre suelo fértil y por ende, sobre la economía extremeña que es esencialmente agropecuaria.

Yo, considero que el problema no es algo reciente, sino que buena parte de sus raíces hay que buscarlas en el pasado, debido en gran manera a las alte­raciones de carácter antrópico provocadas sobre el paisaje vegetal. En este sentido, la presente comunicación pretende corroborar cuanto decimos torilando como ejemplo las actuaciones que se llevaron a efecto sobre el entorno natural del término municipal de Don Benito en el siglo XVIII, actuaciones que sin duda fueron un hecho común a un buen número de términos munici­pales extremeños, sobre todo a los situados en las Vegas del Guadiana.

Las fuentes históricas en las que está basado este estudio son fundamen­talmente el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752; el Viaje a Extrema­dura de Antonio Ponz y la Visita del Magistrado de la Real Audiencia de Extremadura de 1784 y 1791 respectivamente.

MORA ALISEDA, Julián
SUAREZ DE BENEGAS SANZ, José Luis
«FACTORES GEOGRÁFICOS Y ECONÓMICOS QUE INFLUYERON EN LA OCUPACIÓN Y ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO DE LAS VE­GAS ALTAS EN LA ÉPOCA ROMANA. EL CASO DE MENGABRIL»

Las Vegas Altas del Guadiana fueron objeto de un temprano influjo de Roma, que adquirió gran intensidad con la fundación de Medellín por parte de Cedilio Metello en el año 78 a. de C., como campamento de las Guerras Sertorianas, y es por estas fechas cuando toma el rango de «colonia romana». Pero será en época imperial cuando tenga lugar la verdadera romanización, que supone el establecimiento de numerosos asentamientos con el fin de explotar los recursos agrícolas que eran la principal fuente de riqueza de esta zona.

En base a las prospecciones realizadas en el término de Mengabril, poco estudiado hasta la fecha, apuntamos una serie de factores geográficos y eco­nómicos que determinaron en gran medida la ocupación y organización del territorio durante el Alto y Bajo Imperio Romano.

MUÑOZ-TORRERO CABALLERO, Emilio
«UN EJEMPLO DE ARQUITECTURA DE DOS ORDENES MILITARES (EL TEMPLE Y ALCÁNTARA) EN CABEZA DEL BUEY: EL SAN­TUARIO DE BELÉN»

En este trabajo hemos podido comprobar una vez más la importancia que tuvieron las órdenes militares para el desarrollo de nuestra arquitectura. En el Santuario de Belén encontramos por una parte el modelo de arquitectura templaría en una edificación de carácter militar perfectamente conservado, unido a una iglesia barroca, manifestación de la arquitectura alcantarina, que ocupa el lugar de la primitiva iglesia templaria, donde además encontramos los últimos coletazos de la influencia mudejar del barroco andaluz.

MURILLO DE QUIROS, María
«ANTIARQUEOLOGIA EXTREMEÑA»

Ya Floriano Cumbreño publicó la destrucción en el Casar de Cáceres de una piedra móvil, una joya arqueológica que llevaría moviéndose siglos con el tiempo en el lugar que ocupaba, hasta que a un casareño se le ocurrió demo­lerla para extender mejor su parva.

Ahora, recientemente, una de las peñas de Toledillo, en el término de Aldeacentenera, de las que he dado noticia con diapositivas en los Congresos de Estudios Extremeños y publico en mi libro «Historia de unos hallazgos ar­queológicos y algo sobre el Congreso de Estudios Extremeños», precisamente de la que figura en la fotografía de la portada un fragmento, ha sido destroza­da en parte por haber hecho fuego en el centro de dicha peña, desconchándose y saltando algunos de los grabados incisos que tenía.

MURO CASTILLO, Matilde
PÉREZ ZUBIZARRETA SÁNCHEZ, María Teresa
«FOTOGRAFÍAS PARA SIEMPRE»

La colección recogida de fotografías de Trujillo, que llega a los 5.000 ejemplares, ha visto la luz, lógicamente muy reducida, en el libro «LA ME­MORIA QUIETA», en este año de 1987. El resto de la documentación gráfica no resulta menos interesante por no haber sido publicada.

La presente comunicación es la muestra de ese valor intrínseco que la fotografía posee como elemento, ahora fundamental, para estudios antropo­lógicos e históricos, envuelto en ese halo de emotividad y recuerdo vivo que la imagen produce.

NUÑEZ MARTÍN, Ramón
«REFERENCIA HISTÓRICA SOBRE EL MONASTERIO DE LA CON­CEPCIÓN JERONIMA DE TRUJILLO»

Este antiguo convento se encuentra en la Villa, entre la iglesia de Santa María la Mayor y el Castillo. Está situado en la parte más alta de la ciudad, en un lugar sano, silencioso y apacible: tal vez por este motivo algunos se atre­vieron a llamarle: «la cartuja de Trujillo».

Fue fundado por Catalina Álvarez de Altamirano, añadiéndole más tarde las casonas de los Vargas Hinojosas. Consta que ya existía este convento en la segunda mitad del siglo XV y, que, la reina Isabel le asignó la cantidad de 3.000 maravedises anuales. Durante muchos siglos floreció la vida religiosa con la excepción de unos años que con motivo de la invasión francesa tuvieron que abandonar el convento y refugiarse en casas particulares. La comunidad, fuera de este tiempo, ha vivido en el convento hasta el 23 de septiembre de 1965 fecha en que se trasladó al nuevo monasterio de San Carlos sito en la Pla­za Mayor. La causa del traslado fue el mal estado en que se encontraba el viejo edificio y las religiosas no tenían medios para restaurarle.

El Palacio de San Carlos fue cedido por los marqueses de Santa Cruz, primos de la Madre General de las Jerónimas Cristina de Arteaga, por una renta simbólica de 1 peseta anual por setenta y cinco años.

La Casa de Santiago de Barcelona se hizo cargo del antiguo convento, és­ta hizo un gran esfuerzo por restaurarlo aunque tenían pocos medios para tan grande empresa. Comenzó a habitarse con ellos funcionando durante unos años un grupo de vocaciones tardías. Pero, después, por razón de estudios tu­vieron que marchar a Salamanca y Barcelona para asistir a la Universidad. Desde entonces vienen contadísimas veces y como es natural el antiguo con­vento no está suficientemente atendido.

NUÑEZ SECO, Luis
«EXTREMEÑOS EN AMÉRICA»

Comportamiento de algunos de ellos en su relación con los indígenas, situándonos en aquella época y la civilización que entonces existía.

ORTIZ MACIAS, Magdalena
«ALGUNAS MANIFESTACIONES DE PINTURA RUPESTRE ES­QUEMÁTICA EN ARROYO DE SAN SERVAN (BADAJOZ)»

La sierra de San Serván (en el término municipal de Arroyo de San Ser­ván en Badajoz), recoge más de 28 estaciones de pinturas rupestres esquemáti­cas. En esta comunicación presentaremos algunos de los abrigos más signifi­cativos, reflexionando sobre la técnica, el color, la tipología, el significado… etc., de esta muestra arqueológica tan extendida por toda Extremadura.

«REPERCUSIÓN DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA EN LA CIUDAD MONUMENTAL DE CÁCERES»

Trata de dar una visión general de cómo los extremeños que participaron en el Descubrimiento de América, vuelven enriquecidos a su tierra por el oro americano, y lo plasman en sus palacios y casas fuertes que aún perviven en la Ciudad Monumental de Cáceres.

Destacan el Palacio de Godoy, el de Ovando y el de Toledo-Moctezuma y el Palacio Episcopal.

Esta riqueza artística, unida a la de otros muchos nobles, ha contribuido directamente a la elección de Cáceres como Patrimonio de la Humanidad.

PABLOS ABRIL, Juan
«EXTREMADURA SE DESANGRÓ EN LA CONQUISTA DE AMÉRICA Y SOBRE TODO TRÜJILLO»

PALACIOS MARTÍN, Bonifacio
«TRÜJILLO EN LOS PROYECTOS DE LA MONARQUÍA CASTELLA­NA. DE FORTALEZA A GRAN CONCEJO DE REALENGO»

Entre los siglos XII y XIII se lleva a cabo la reconquista de las tierras extremeñas de la cuenca del Tajo. Secundada por otras fuerzas, la monarquía procedió a la ocupación del espacio mediante la redistribución de los núcleos de población, sin respetar siempre la situación anterior, movida por exigencias defensivas y estratégicas principalmente, pero también por circunstancias y presiones de diversa índole.

El resultado fue una reordenación del territorio que adquirió entonces otra fisonomía, distinta en parte a la que obtuvo con la ocupación romana, con unos rasgos que ha conservado prácticamente hasta nuestros días.

La suerte de cada lugar o núcleo de poblamiento antiguo dependió, pues, de todas esas contingencias que llevaron a unos a convertirse en cabeza de im­portantes territorios, como ocurre en los concejos de realengo y a otros a verse reducidos a pequeñas fortalezas e incluso a yacer despoblados en el olvido.

Trujillo, a pesar de su fuerte personalidad histórica, corrió el peligro de deslizarse por senderos secundarios de haberse llevado a cabo el plan de ordenación del territorio concebido por Alfonso VIII. Pero el cambio de circuns­tancias permitieron a Fernando III y Alfonso X, no sin dificultades, rectificarlo y hacer de Trujillo el gran concejo de realengo que luego fue.

PÉREZ DE TUDELA, Enrique
«ALONSO DE TORO. TESTIGO DE EXCEPCIÓN EN EL JUICIO QUE EL FISCAL VILLALOBOS PROMOVIÓ CONTRA HERNANDO PIZARRO POR LA MUERTE QUE DIO AL ADELANTADO DIEGO DE ALMAGRO».

Con este trabajo pretendo presentar un breve resumen de la estructura del juicio que se nos ofrece como un documento de excepcional relevancia para poder comprender la intencionalidad de los hermanos Pizarro.

POLART PLISNIER, Josiane
«DE TRUJILLO SALIERON TANTOS VALIENTES QUE DESLUMBRAN CON EL BRILLO DE SUS HAZAÑAS; FRAY GASPAR DE CARVAJAL Y FRANCISCO DE ORELLANA, CAPELLÁN Y DESCUBRIDOR OLVIDADOS»

Nació Francisco de Orellana en Trujillo, por los años 1511, sus padres fueron: Francisco de Orellana (el Viejo) y Francisca de Torres Orellana (en una petición al Cabildo de Quito dice ser Caballero, hijodalgo de solar conoci­do y persona de honra), desconocido es su retrato como la historia de sus años mozos, no se sabe cuándo marchó a Méjico, ni cómo pasó al Perú con sus pa­rientes los hermanos Pizarros, a quienes ayudó en sus empresas.

A ninguno de los que participaron en aquella desgraciada y tan desacerta­da expedición a las tierras del Dorado y la Canela se les ocurrió dejar informa­ción y pienso que debido a la muerte y falta de heredero del protagonista, na­die reivindicó sus hazañas, sólo Fray Gaspar de Carvajal, fraile de la Orden de Santo Domingo de Guzmán (testigo de vista) y Capellán de la famosa empresa (el descubrimiento del Río de las Amazonas), escribió la relación de aquel viaje, siguiendo la corriente de un rio, el mayor del mundo que atravesaba aquellas inmensas y desconocidas regiones.

PULIDO CORDERO, Mercedes
«EL REGENERADOR EXTREMEÑO. PERIÓDICO CACEREÑO DEL SIGLO XIX»

Hoy día, la utilización del periódico es herramienta indispensable para el estudio de la Historia y desde luego para la suya propia, «El Regenerador extremeño» (1851-1852), periódico cacereño que surgió de la voluntad y de la actividad de Juan Daza Malato, constituye un testimonio inapreciable de las ideas, motivaciones y costumbres del Cáceres decimonónico.

PULIDO CORDERO, Montaña
«APORTACIONES BIBLIOGRÁFICAS SOBRE SORAPÁN DE RIEROS»

En la presente comunicación se enumera la escasa bibliografía que ha caído en mis manos sobre el eminente médico extremeño. No es toda, ni si­quiera casi toda ya que por fuerza e ignorancia es forzoso dejar de citar escri­tores que se ocuparon de Juan Sorapán de Rieros, bien en alguno que otro tra­bajo particular, bien en otros generales más o menos marginalmente.

RAMOS RUBIO, José Antonio
«EL RETABLO DE EL GRECO EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE TALAVERA LA VIEJA DE CÁCERES»

Estudio artístico y vicisitudes por las que pasó el retablo de la iglesia parroquial de Talavera la Vieja, desde su contrato entre «El Greco» y la cofradía de la Virgen del Rosario de Talavera la Vieja, para su fabricación y asentamiento en dicha iglesia, hasta su colocación en el museo toledano de Santa Cruz, después de haber sido puesto en subasta, adquirido por Bellas Ar­tes en 1962, antes de que el pueblo fuese afectado por el embalse de Valdecañas en 1963.

El retablo fue destruido en parte durante la Guerra Civil, sólo se conser­van tres pinturas: «La Coronación de la Virgen», «San Andrés» y «San Pe­dro». Ha sufrido tres restauraciones, si se pueden llamar así, excepto la últi­ma. Las tablas fueron repintadas y estropeadas en 1927, no quedaron muy a gusto y volvieron a hacerlo en 1958. Puestas en venta y adquiridas por Bellas Artes, restauradas más decentemente en 1962. Pero han perdido mucho de lo que fue la pintura original.

RUBIO GARLITO, María Avelina
«INFRAESTRUCTURA SANITARIA E HIGIENE PÚBLICA DE TRUJILLO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX»

Bajo este epígrafe se incluye un estudio sobre la infraestructura sanitaria e higiénica de Trujillo, aspectos muy importantes a la hora de comprender la calidad de vida del hombre trujillano decimonónico.

La disponibilidad de un aparato sanitario (hospitales, médicos… etc.) que garantizase el cuidado de la salud y la existencia de una infraestructura de alcantarillado y servicios públicos que ofreciera unas condiciones higiénicas de vida mínimas, son fundamentales para el desarrollo demográfico de cual­quier comunidad.

Por ello hemos analizado, por una parte, las condiciones sanitarias de Trujillo en el siglo XIX, atendiendo a una serie de aspectos básicos como son:

la creación de la Junta de Sanidad, la labor del personal médico, el funciona­miento de los hospitales y las campañas de vacunación de la población; por otra parte, nos interesa la situación de la higiene pública, haciendo hincapié en la red de alcantarillado, limpieza de fuentes públicas y reglamentación munici­pal sobre mercados y cementerio.

Todo ello redunda en un mejor conocimiento de las condiciones externas que rodeaban la existencia del hombre trujillano en el pasado siglo.

SÁNCHEZ RUBIO, Rocío
«LOS MORISCOS GRANADINOS DEPORTADOS A TRUJILLO Y SU TIERRA (1571-1594)»

En el último cuarto del siglo XVI y como resultado final de la Guerra de las Alpujarras (1568-1570), son deportados los moriscos granadinos hacia las dos Castillas, Andalucía occidental y Extremadura. La deportación significa el fracaso del intento de asimilación y aculturación iniciado a principios de siglo con la conversión forzosa. Esta población marginada será asentada arti­ficialmente y sometida a rigurosos controles y constantes recuentos por parte del Estado, deseoso de lograr una homogeneización social y religiosa de todos sus súbditos.

En la presente comunicación nos centramos en los moriscos granadinos deportados a Trujillo y su tierra en 1570. Abordamos su estudio a través de los diferentes censos a que son sometidos hasta su expulsión en 1610, suprimien­do con ello un problema pendiente que dificultaba tanto la unidad territorial como religiosa.

SANCHO CURTO, Reyes
«CANTO A LAS DOS REGIONES MAS AUSTERAS Y DEPRIMIDAS DE ESPAÑA. ANDALUCÍA Y EXTREMADURA».

Este trabajo tiene por objeto el definir de una manera sentimental, yo diría casi poética, el genio y figura de los andaluces y extremeños. Visto bajo el prisma de un extremeño, nacido y criado en esta brava tierra de Extremadu­ra.

En esta ponencia espero reflejar con toda naturalidad e imparcialidad co­mo es: la orografía, climatología e idiosincrasia de los hombres que pueblan estas dos regiones. Colaborando una vez más en los Coloquios Históricos de Extremadura, que anualmente se celebran o realizan en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Trujillo.

SOLIS RODRÍGUEZ, Carmelo
«CAJAS DE ÓRGANOS EN EXTREMADURA»

En el estudio de los órganos históricos constituyen capitulo importante las cajas con que aparecen revestidos estos instrumentos, ya que ambos aspec­tos ?musical y plástico? conforman una misma entidad influyéndose mu­tuamente. Las cajas muestran además en su estructura y decoración los diver­sos cambios estilísticos operados a lo largo de más de cuatro siglos, desde los modelos gótico-mudéjares a las grandes realizaciones barrocas y neoclásicas, al igual que los retablos coetáneos con los que tienen estrecho parentesco.

Los autores de las cajas de órganos en Extremadura son, en su mayoría, modestos artesanos, hasta hoy inéditos, no obstante algunas excepciones, co­mo el arquitecto Manuel de Larra y Churriguera o el tallista jerezano Juan Ramos de Castro, representante el más cualificado de aquella escuela de artis­tas de la madera de tan singular significación en el panorama retablísticos del XVIII en la Baja Extremadura.

De todos ellos ofrecemos abundante noticiario documental, junto con el catálogo completo de las cajas conservadas, legado importante, si bien de­pauperado, de la mejor historia musical extremeña.

SORIA SÁNCHEZ, Valentín
«INSCRIPCIONES ROMANAS EN EXTREMAURA»

Transcribimos algunas nuevas inscripciones romanas en Extremadura. En Alcuéscar: l.?MACIL / IACF / ANVS / ALXV / HSES / STTL.

2.?PACVULA / SILVANI / FANXXIII / HSESTTL / FRATRE / SCP. En Losar: DMS / STTL. En Herrán (cerca de Santillana): LL / OSVE / ORVM / TIVITE / VIS. En Madrigal de la Vera: V / LVS / EXV. En Salvatierra de Santiago: l.?ORBA / QLSV / CAÁ / VIIIH / ESTTL. 2.?AVSAN / XX-XHS / ESSTTL / VXOR / FC. 3.?IVLATAVR / IFRVFAN / IIIHSSTTL / PC. 4.? CAMILIA / ALLVQUI / FHSE. En Navalmoral: ICALAT / OIFHIC / NIP / ANX. En Logrosán: NACANA / NLASTV / RIFH / IISTS. En Valdefuentes: IVLIAGF / PAVLA / ANLXX / HSESTT / L. En Montánchez: l.?CAECIA / NAEN / F / SERVAE / PMAT / ANLXXX / HSESTT / L. 2.?DONER / VRIVSE / QTITVS / MAXI / MVS / LAVS.

3.?NO / BANVS / VIIS / IOV / M / AS. En Alia: QDOBTER / IFBERC / ALIHSESTTL. En Casas de Don Antonio: IFMA / E / POTES / PIIPP / M. En Brozas: ÑOÑIS / TTV. En Plasenzuela: CVNVS / MEDVENI / IOVIM / V. La nueva estela de Salvatierra de Santiago es parecida a las de Toniñuelo, Hernán Pérez, Riomalo y Robledillo de Gata. Nueva inscripción ibérica en ce­rámica de Medellín: LAEAE. Se ha hallado en Villanueva de la Vera camino de Madrigal una diadema de oro orientalizante. En Ahigal: REINVS / ILI-MARVS / LM. En Segura de León: CIVLIVSCFCA / RVSGNERAGVS / TICESARISFUNDATOR / SECURECOLONIA / EMÉRITA. 2.?PROCVLVS / C / R.

TENA DE VADILLO, María de los Angeles
«CARLOS V EN TRUJILLO»

El jueves 30 de diciembre de 1943, el diario «Hoy» de Badajoz número 3.433, publicaba un artículo de D. JUAN TENA FERNANDEZ sobre la es­tancia del Emperador Carlos V en esta ciudad y todo lo que con este suceso aconteció; no de todos conocido.

VIVAS MORENO, Manuel
«¿INTERVENCIÓN Y/O CONQUISTA?»

El pasado año reflexionamos sobre el fenómeno que bautizamos con la expresión «América inventada». Desde él dirigíamos nuestra vista a la vida extremeña para, en una suerte de deseado impulso, exhortar a la vivencia de lo que es nuestra tierra.

Nos toca ahora reflexionar acerca del sentido concreto de esa «inven­ción»; para ello tenemos que dilucidar si conquista e invención son términos sinónimos y, en segundo lugar, plantearnos el tan traído y llevado problema de la ética de la conquista.

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