Oct 011999
 

Luis Vicente Pelegrí Pedrosa.

En 1646 el imperio español, el mayor que ha existido jamás, comenzaba a desmoronarse ante el mundo. Estaba reciente el desastre de Rocroi, la primera derrota importante sufrida por los hasta entonces invictos tercios españoles, el cese del omnipotente valido, el conde-duque de Olivares, y el fracaso de su programa reformista, el inicio de la guerra con Portugal, cuyas principales consecuencias serían padecidas por los territorios de frontera como Extremadura. En medio de estas circunstancias la Corona tuvo que arbitrar recursos extraordinarios para aliviar su maltrecha Hacienda, que para mantener ejércitos y política imperial exprimía con hombres e impuestos a las provincias castellanas, entre las que se encontraba Extremadura. Además de haberse hecho ordinarias formas hasta entonces excepcionales de impuestos, la Corona recurrió a pedir donativos a los súbditos, para cuya cobranza se realizaron vecindarios localidad a localidad, organizadas por partidos, y que representa uno de los mejores recuentos demográficos de ese momento. La Serena, perteneciente a la Orden de Alcántara, agrupaba entonces 18 villas en el partido de Villanueva, regido por un gobernador.

A pesar de todo, las cifras aceptadas por el vecindario de 1646 en la Serena, son anteriores, puesto que pertenecen en realidad a 1625. Dos años después la Contaduría General hacía balance de la deuda contraída por los vecinos con el ofrecimiento del donativo, señal de que aún no se había llevado a efecto[1]. El vecindario recoge ordenados alfabéticamente por orden de pila todos los vecinos de cada población que ofrecieron un donativo, teóricamente de forma libre y en relación a sus posibilidades, por lo cual pude tomarse como un indicador indirecto de riqueza a modo de catastro. En muchas poblaciones es posible la distinción de los vecinos por estamentos al señalarse con “don” aquellos que podemos presumir fueron hidalgos, y de forma explícita los que fueron clérigos. En algunos casos aparecen referencias a oficios. Por tanto, se trata de una fuente demográfica y fiscal que permite una radiografía, aunque sea básica de la sociedad castellana de mediados del siglo XVII, y, que a juicio de algunos de los principales especialistas de esta época parece bastante fiable y completo[2], no en vano se trata de uno de los recuentos más utilizados para ese momento. En este pequeño estudio nos vamos a ocupar de su valor demográfico, no del fiscal, y sólo para evaluar sus posibilidades en una zona de Extremadura como indicador de la evolución de la población total.

Todo el Partido de Villanueva arroja la cifra 4.612 vecinos incluidos 156 clérigos y 610 viudas, y 49 menores. Sin embargo, las cifras reales, una vez corregido el vecindario, asciende a 4.364 vecinos, incluidos 180 vecinos eclesiásticos, 623 vecinas viudas y 44 vecinos menores. Aplicando un coeficiente 3.7 de conversión de vecinos en habitantes, el más aceptado en Extremadura en los tiempos modernos, obtenemos, una población de 16.146 habitantes para todo el partido. Los grupos sociales que distingue el vecindario representan la siguiente proporción: clérigos, 4%; viudas 14% y menores 1%, y el resto se supone vecinos varones[3]. Entre los clérigos se incluía también a los que sólo tenían las órdenes menores y a los ordenantes, que en Coronada eran cuatro y en Higuera cinco.

VECINDARIO DE 1646 EN LA SERENA

POBLACION VECINOS CLERIGOS VIUDAS MENORES
Benquerencia 33 0 0
Cabeza del Buey 593 40 93 26 menores
Campanario 475 14 46 7 casas de menores
Castuera 333 11 0
Coronada 178 14 39 5
Esparragosa de la Serena 156 10 54
Esparragosa de Lares 386 11 80
Guarda 20 0 4 1
Haba 26 0 0
Higuera 151 13 48
Magacela 59 2 7
Malpartida 110 5 30
Monterrubio 202 7 36
Quintana 333 14 60
Sanctiespíritu 88 0 21
Valle 139 5 0 5 (huérfanos)
Villanueva 559 27 30
Zalamea 523 7 75
TOTAL 4364 180 623 44

Fuente: Archivo General de Simancas. Dirección General de Rentas. Libro 117.

La calificación de vecinos menores probablemente se refiera a los hijos de familia emancipados antes de los veinticinco años, momento que señalaba en esa época la mayoría de edad legal, que habían fundado su propia casa y, seguramente, permanecían solteros. Es significativo que en el vecindario de Cabeza del Buey se hable de “siete casas de menores”. A pesar de todo es difícil precisar el concepto de menor en los vecindarios del periodo moderno[4]. En Esparragosa de la Serena se incluyen a los huérfanos junto a las viudas y en Quintana son los menores los que van sumados con ellas.

El vecindario para el reparto del servicio de millones en 1591, año de su creación, está organizado por comunidades de villa y tierra, pero nos faltan Tierra de Zalamea, con Zalamea, Valle e Higuera; y Tierra de Lares, con Esparragosa de Lares, Sanctiespíritu y Cabeza del Buey. El carácter universal de ambos recuentos favorece la comparación. El impuesto de millones, como impuesto indirecto sobre los principales consumos afectaba a los tres estamentos sin hacer distinción de privilegios, facilitando así la inclusión de casi todos los vecinos, posiblemente incluso de aquellos que por su extrema pobreza no podían satisfacerlo[5]. El donativo de 1646 incluía también a todos los vecinos que sin distinción de privilegios podían acudir en socorro de la Corona con una cantidad pecuniaria, en teoría voluntariamente y a medida de sus posibilidades, como se ha dicho. Por ello estaban incluidos también los nobles, como reflejan los respectivos vecindarios, que encabeza ejemplarmente en Villanueva el gobernador don Gutierre de Meneses, quien ofreció doscientos ducados de donativo, cien de su pecunio y otros cien de su salario en concepto de penas de cámara.

VECINDARIO DE 1591.

POBLACIÓN VECINOS
Aldehuela (Coronada) 294
Benquerencia 230
Campanario 593
Castuera 349
Esparragosa de la Serena 235
La Guarda 81
La Haba 381
Magacela 273
Malpartida 176
Monterrubio 204
Quintana 331
Villanueva de la Serena 965
4112

En la mayoría de las doce poblaciones en las que podemos comparar su evolución se aprecia un notable descenso en 1646. En conjunto se produjo una pérdida de mil vecinos, es decir del veinticinco por ciento, pues en 1591 había 4.112 vecinos y en 1646 tan sólo 3.057. Sólo en Castuera, Monterrubio, y Quintana tuvo lugar un estancamiento. Todas las demás, independientemente de su población total, se vieron afectadas por la crisis demográfica. Villanueva, que en 1591 se encontraba entre las poblaciones que, al menos por su tamaño demográfico, podían considerase casi núcleos urbanos, en 1646 tenía casi la mitad menos de vecinos[6]. Campanario bajó de 593 vecinos a 475, perdiendo así la quinta parte de su población. Pero más grave aun fue la crisis en poblaciones antaño importantes, por constituir los núcleos de poblamiento del territorio tras su Reconquista en el siglo XIII, como Magacela y Benquerencia. Ambas, encastilladas en sus atalayas rocosas, vieron como la crisis demográfica del siglo XVII aumentó su decadencia en beneficio de las poblaciones del llano. Magacela bajó de 273 vecinos en 1591 a sólo 59 en 1646, y Benquerencia de 230 a 33. Es decir, perdieron más del 80% de su población. Más trágico todavía fue el retroceso en la Haba que pasó de ser una población destacada con 381 vecinos a poseer sólo 26.

El retroceso demográfico fue general en Extremadura y en el resto de la Corona de Castilla durante la primera mitad del siglo XVII. Sin embargo, en la provincia extremeña revistió aun mayor virulencia por su situación fronteriza que le condenó a sufrir las devastadoras consecuencias de la Guerra con Portugal, que en el momento estudiado se encontraba en su auge. A ello se unía el ciclo infernal que provocaban las “crisis de mortalidad en la España interior” durante el Antiguo Régimen, como las define Pérez Moreda: además de la guerra en sí, sequía, hambre, epidemias, y como fruto la muerte[7]. Mientras el resto de Castilla se recuperaba a mediados de siglo de la crisis iniciada con la gran “peste atlántica” de 1596-1602, Extremadura no experimentó un retroceso de la mortalidad hasta la década de 1670.

Hubo comarcas extremeñas que sufrieron aun mayor crisis demográfica que la Serena, sobre todo las próximas a la frontera con Portugal. Jerez de los Caballeros y Badajoz perdieron cerca de la mitad de su población, Alcántara un tercio, al igual que Trujillo, a pesar de estar más alejado de la frontera. Cáceres, Almendralejo y Mérida perdieron en torno a la cuarta parte de sus habitantes, como en el partido de Villanueva[8].

En definitiva, el vecindario para el reparto del donativo de 1646, cuyas cifras pertenecen en realidad a 1625, refleja una notable crisis demográfica en el partido de la Serena, respecto al vecindario precedente más inmediato, el de 1591, y hace evidente la consolidación de la decadencia de los focos originales del poblamiento medieval del territorio, como Magacela y Benquerencia, así como la jerarquía de las villas que se mantuvo hasta finales del siglo XVIII, encabezada por Villanueva, Cabeza del Buey y Campanario. Se revela además como el recuento general de mayor valor para estudiar la población de Extremadura, y del conjunto de Castilla a mediados del siglo XVII.


NOTAS:

[1] Archivo General de Simancas. Dirección General de Rentas. Libro 117.

[2] Fernández Vargas, V: La población española en el siglo XVII. Historia de España de Ramón Menéndez Pidal. 1996, vol.XXIII, p.5.

[3] El capítulo de V. Fernández Vargas en la Historia de España de Ramón Menéndez Pidal incluye algunos fallos en las cifras de la Serena del vecindario de 1649 que son las siguientes: Campanario 178 vecinos, Coronada 158 vecinos, Magacela 20 clérigos. No incluye Zalamea. En Higuera señala 12 clérigos. Y en Benquerencia 12 clérigos y 42 viudas y menores. No obstante estas cifras no altera significativamente las cifras finales. Fernández Vargas, cit. p.95 El vecindario no recoge la por entonces aldea de Zaucejo, luego villa de Peraleda del Zaucejo.

[4] Fernández Vargas, cit. p.5.

[5] Rodríguez Cancho, M: El número de los extremeños en los tiempos modernos. Historia de Extremadura, Universitas Editorial, 1985, pp.485-487.

[6] Rodríguez Cancho, M, cit. p.485.

[7] Pérez Moreda, V: Las crisis de mortalidad en la España interior. Madrid, 1980.

[8] Rodríguez Cancho, cit. p.491.

Oct 011999
 

Ángel Paule Rubio.

Sírvanos como nota introductoria situarnos en este marco incomparable de la Villa de Villanueva de la Sierra, recostada en la falda de la Sierra de Dios Padre, por donde deambuleaba aquel gran asceta extremeño, San Pedro de Alcántara.

El interesante origen de este pueblo romano, ha sido y es para mí un tesoro de inquietudes culturales que, cuando puedo, intento transmitirlas a los jóvenes como raíces ancestrales.

En 1184, el papa Lucio III cede este pueblo mediante bula que comienza así: “Quoties annobis14 kalendas abril 1184, año del Señor: Concedo la Villa de Villanueva de la Sierra al Obispo de Coria

D. Arnaldo, como cámara episcopal”. Por esta donación pasó a llamarse Villanueva del Obispo.

En un pergamino del año 1500, aparece ya esta villa con el nombre de Villanueva de la Sierra.

Situándonos en su enmarque biológico, contemplamos milenarios olivares, añosas encinas, robles, abrigos de cerezos, abundante caza mayor y menor, vacas y cabras. Esta era nuestra riqueza.

A principios del siglo XIX, su población ascendía a trescientos cincuenta vecinos y mil novecientas diez y siete almas. Existían asimismo trescientas casas de dos pisos, nueve calles empedradas, trece molinos de aceite y uno de lino. Hoy, el censo de este municipio apenas sobrepasa las novecientas almas.

Intentando ahondar en la historia de la mentalidad del entonces, nos encontramos con un pueblo avanzado y sobre todo sensible a los cambios culturales que se van produciendo. Hoy ha quedado Villanueva un poco paralizada. Parece que el reloj del tiempo, vigilante y velos en el pasado, se hubiera tornado perezoso, como si la cuerda acerada de su esencia se hubiese distendido y las horas, hoy más largas, nos hicieran perder los trenes del desarrollo. Ya sólo nos queda mirar las piedras del pasado, la primigenia ancestral cargada de connotaciones maravillosas del ser de la historia.

Quisiera hacer una loa a la primera fiesta del árbol en Villanueva. Me viene a mientes el Martes de Carnaval del año 1805, cuando el entonces párroco de esta Villa, D. Ramón Vacas Roxo, celebró por ves primera en el mundo la “Fiesta del Arbol”. Cómo lo entendió este pueblo, que por medio de su símbolo representativo, el árbol, exaltó a la Naturaleza. El árbol fue y es el tótem de aquellos pueblos recolectores de frutos. Sin él, el aire sería más turbio, el atardecer más triste, el paisaje menos hermoso. Sombra bienhechora, cuando en tu peregrinar te sientas debajo de él. Sabrosos frutos que aportan a tu organismo sano más salud y, a tu organismo enfermo, el alimento preciso, ideal, alimento que engendra esperanza. Asilo de pájaros de múltiples colores, de cantos melodiosos. Calor en las veladas del invierno, fluidez a tu respiración cansada. Alegría de vivir.

No me he desviado del tema, las estelas, pero he querido plasmar la imagen que contemplo cuando escribo estas líneas; un incendio que azota la Comarca de la Sierra de Gata. Desde el balcón de mi casa veo el humo empañar la atmósfera, las llamas reduciendo a cenizas la tupida vegetación, los animales huyendo. Tantas cosas se fijan en mi retina, cual dantesca tragedia. Quiero, si sirve, y ha de servir para los aquí presentes, que tomen la pluma, la palabra, el gesto, cualquier medio de difusión de los que hoy existen, para explicar las cosas que nos da la Naturaleza a cambio de nada. Sólo espera nuestro cariño.

Muchas gracias.

Que Villanueva tiene origen romano, lo prueban sus estelas propias, no importadas, trozos de tégulas y algún molino romano de mano. Nos interesamos por las estelas.

ESTELA: A

Encontrada en la pared medianera entre la antigua Casa-Cuartel de la Guardia Civil, situada en la Plaza Mayor y la casa de D. Elías Durán.

Se halló al derruirse dicha Casa-Cuartel para su reestructuración. Estaba oculta, junto a otra, debajo de capas de cal y enjalbegados que cubrían la pared.

CRONOLOGIA DEL HALLAZGO: Julio de 1992
DESCRIPCION DE: Ángel Paule Rubio.
MATERIAL: Granito
DIMENSIONES: 115 X 40 cm.
ALTURA DE LAS LETRAS: 6 cm.
PROFUNDIDAD DE LA GRABACION: 1 cm.

TRANSCRIPCION:
(luna) en creciente
IM
F.N
X.X.V.H.S.L.
.LACCVS
.LEGE
VXO. EX.
R. RB-II
AL BIE
.E.C.

La primera línea está incompleta: IM
La segunda línea está incompleta: F.N
En la tercera se lee: 25 (años). H (ic). S (itus). L (evis).
Línea cuarta: Podemos leer FLACCVS
Línea quinta: LEGE, la “E” debería ser “I” y entonces leeríamos LEGI (onis)
Línea sexta: VXO (ri). EX.
Línea séptima: R (.) B (itratu)
Línea octava: AL (binae) (Al) BIE. Esta “E” podría ser “F” y entonces podríamos leer F (ilae)
Línea novena: La “E” podría leerse “F”: .F (aciendum). C (curavit).

INTERPRETACION
De 25 años
Flaco, de la legión… a su esposa por testamento de Albina, hija de Albo. Procuró hacerlo.

CRONOLOGIA: Finales del S. I o comienzos del S.II

ESTELA: B

CRONOLOGIA DEL HALLAZGO: Julio de 1992.
DESCRIPCION DE: Angel Paule Rubio.
MATERIAL: Granito.
DIMENSIONES: 125 X45 cm.
ALTURA DE LAS LETRAS: Las tres primeras líneas son de 6 cm. Las restantes de 7 cm.
Las líneas 1 y 3 tienen una longitud de 37 cm.
La línea 2: 42 cm.
La línea 4: 39 cm.
La línea 5: 40 cm.
La línea 6: 34 cm.
La línea 7 41 cm.
Parte superior: La luna en creciente.

TRANSCRIPCION:
(LUNA). EN CRECIENTE. Una estrella de cuatro puntas y un círculo solar.
TANCINVS
DOVILONIS
CAVRIENS (is)
ANN (orum) XXX H (ic)
S (itvs) E (st) S (it) T (ibi) T (erra) L (evis)
ALTICVS
CENONIS

INTERPRETACION:
Tancino, de Dovilon, cauriense, de 30 años, aquí yace, séate la tierra leve, Altico, hijo de Caenon.

CRONOLOGIA: S. I-II.

En el tomo II del libro “INSCRIPTIONES HISPANIAE LATINAE”, en el capítulo dedicado a CAURIUM con le título “ACCEDUNT CAÑAVERAL, CASILLAS, CAURIUM Y VILLANUEVA DE LA SIERRA” dice así: “n.802: Reperta ante a. 1608 en Villanueva de la Sierra; postea Caurii”, a la izquierda del arco de las escaleras del Palacio”.

Leemos:
Luna
T (ancinvs)
Dovilon. F.
CAURIEN s
ANN XXX
ALTICVS
H.S.E.T.T.L.
CAENONIS. F

Fr. Francisco de Coria, f 47 r. Vv. Nos divisis (inde Florez 14, 52: e Florez 10, Masdeu 6, 337, 1028: Cean p. 409: Constanzo p. 133; Viv 1, 178). Repetiv; act Beral a. 1861 p 396. 1 IANCINUS, 3 CAURIEN traditur, n. 803. Reperta en Villanueva de la Sierra, servata una cum praecedente n. 802

Luna
..ARA..IM.AR.F
AN. XXV
H.S.E.
LEG.EP.I.II. :
VXO.EX.T.AR.
:RBNAE.ALBI.F.
F.C.

“Constanzo p 133. In fine lege VXO ( r ) ex t (estamento) ar ( b (itratv ) Al ) binae Albi f.f.c. Florez: Iam natus erat L Vitellius Manii filius Tancinus quidam cives Hisp (anus) cauriensis, eq (ues) alae veeonum c (ivium) R (omanorum)… ala illa vettonum cum hispanorum Arturanque aliis compluribus in Britania tendebat… Villanueva denique de la Sierra duos, (n. 802- 803) Fr. Franciscus de Coria et Constanzo descripserunt”.

COMENTARIO: Paralelismo entre la estela 802 y la “B”.

Estas dos estelas funerarias, salvo pequeñas omisiones en las estelas recientemente encontradas, como puede observarse, es mínimo. Veamos:

Es de notar en la estela “802” de Inscriptiones Hispaniae Latinae y su igual “B” recientemente hallada, difiere en que la “802” carece en la parte superior de la luna en creciente, de una estrella de cuatro rayos y se un círculo solar, y, en la parte inferior, de la luna y dos estrellas de seis rayos.

En la línea cuarta, la estela “B”, al final, tiene punto y un signo “I-” que pudiera ser la letra “H”, cosa que no acusa la “802”. En la línea quinta la “B” comienza por “S” y en la “802” por “H”.

En la línea séptima la “B” no lleva punto ni “f”, cosa que sí se refleja en la 802.

COMENTARIO: Paralelismo entre la estela “803” y la estela “A”

“803” “A”
LUNA LUNA
..ARA..IM.AR.F IM
ANN XXZ F. N
H.S.E X.X.V.H.S.L
LEG.EP.I.II.: .LACCUS
VXO.EX.T.AR. .LEGE
:RBNAE.ALBI.F VXO.EX.
F.C /R.RB-II
AL BIE
.E.C

De la lectura anterior, se deduce su similitud entre ambas, no olvidando lo siguiente:

  • La primera línea de la estela “803” difiere de la estela “A”, en que ésta carece de “..ARA.. AR.F”. _ _La segunda línea no coincide.
  • La tercera línea de la “A” carece de “ANN” y la “L” podría ser una “E”.
  • La cuarta, quinta, sexta y séptima no coinciden.
  • La “803” carece de la línea octava y novena. Podríamos hacer coincidir la línea novena donde dice: “.E.C” con la línea séptima de la “803” que dice “F.C”, en la que la “E”, podría ser una “F”.

Sus omisiones y cambios hacen pensar, en principio, que se tratan de estelas diferentes, aunque de dudosa y difícil lectura, con máxima probabilidad nos llevaría a pensar en una misma estela.

El Corpus Provincial de Inscripciones Latinas y el de Inscripciones Hispaniae Latinae, nos dicen que estas estelas estaban en Coria, una al lado de otra. Matizan que la “802” estaba ubicada, después del año 1.608, en el arco de la escalera del Palacio Episcopal de Coria.

Visitado e investigado el lugar, no se encontró nada. Todo quedó en el olvido y de su paradero nada se supo. Pasaron muchos años y abandonado su enclave, llegamos a pensar que la marra del constructor, como otros tantos restos arqueológicos habían acabado con ellas. Afortunadamente no fue así.

En la plaza de Villanueva de la Sierra, estaba enclavada la Casa-Cuartel de la Guardia Civil. Se construye un nuevo cuartel, y el inmueble deshabitado se vende a un oriundo de Villanueva y actual vecino de Barcelona.

Como todos los que nos dedicamos a la investigación, sentí la curiosidad de husmear en el interior del inmueble en compañía del encargado de su custodia D. Inocencio Luis. Un análisis minucioso y exhaustivo dio fruto: en una habitación oscura, sin luz y sin uso aparente, en pared medianera con la casa de los Duranes, apreciamos una silueta acorazonada que nos llamó la atención. Levantamos la cal que la cubría y nos hallamos ante un escudo gótico con cinco rosas en sotuer. Estaba cubierto de varias capas de enjalbegado de diferentes colores.

Hice una nueva visita, esta vez solo, encontrando a unos dos metros de distancia y a la misma altura y pared otro escudo con un campo formado por un castillo y un león y, en la parte inferior, o jefe, tres picos en forma de montaña, que ya describiré.

La pared en cuestión fue objeto de un detenido reconocimiento, apreciando una fisura de línea débil y tenue que vislumbraba una puerta gótica.

Años más tarde se derruye el inmueble para reedificarlo. Mi vivienda que está a su lado y, por ello no se me escapa ningún detalle que en la citada obra que en la citada obra pueda ocurrir, con los antecedentes arqueológicos ya descritos. Se derruye el edificio y al lado de la puerta murada, aparecen dos estelas, una a cada lado de la misma, y apoyadas en el suelo sirviendo de jambas.

El nuevo dueño del inmueble, vecino de Barcelona pero con raíces en el pueblo, al ser informado por mí de este hallazgo, me regaló el escudo jironado arriba mencionado según escrito que conservo. Esta donación la trasladé al Ayuntamiento, pensando que él sabría darle la ubicación mas precisa. Hoy forma parte del monolito que conmemora “La Fiesta del Árbol”.

INTERPRETACION:

Pienso que esta fachada debió estar separada del Cuartel por una calle como indico en el dibujo. Cuartel, calle, fachada y casa de Durán forman cuatro entidades distintas.

¿Es factible que la fachada de una casa de la nobleza pueda estar en el interior de un inmueble? ¿No es símbolo de grandeza hermosear las entradas de palacios y residencias hidalgas con grandes puertas, escudos y adornos? ¿Por qué estaban allí nuestras estelas? ¿Cómo se las llevaron y por qué las trajeron? ¿Cuándo? Esta investigación no termina, es el final del comienzo para responder a estos interrogantes. Continuaremos trabajando para dar una respuesta objetiva.

Nuestras estelas estuvieron en Villanueva, no sabemos ni hasta cuando ni donde. Se las llevaron a Coria, desaparecen y vuelven a aparecer en el año 1.982 en el sitio que hemos detallado.

Que hay estelas romanas aquí, es evidente. Hay muchos restos arqueológicos romanos. Villanueva fue un cementerio romano (hoy en estudio).

Aquí termino y pongo al servicio de estos extremeños que forman y formamos la gran familia de “Hijos de los Coloquios Históricos de Trujillo” este óbolo, hasta que un día podamos convertirlo en dracma.

DOCUMENTACIÓN GRÁFICA

img1 img2
Estelas ubicadas en el exterior del edificio, en al plaza de Villanueva de la Sierra.
Estado actual: agosto 1999
803 – B 802 – A
img3 img4
Estado en que las dejé después de quitar la capa de cal que las cubría. Año 1990
img5
Esta es la extructura de la pared medianera encontrada al derruir la casa-cuartel de la Guardia Civil, que la separaba de la casa Durán.
La pared estaba enlucida con cal y una vez retirada aparecieron los elementos del dibujo con esta composición.
img6
Pared fachada, antes cuartel, hoy vivienda particular, plaza. Estado actual
img7 img8
Ubicación de estelas en la pared medianera al reiniciar la obra de reconstrucción del edificio. Julio 1992
img9
Comentario:
nº 1 Calleja.- Hoy inexistente. Por lo que está unida el 2 y 3. Hoy pared medianera. Al derruirse el cuartel, en dicha pared se encontró una puerta gótica, a ambas partes, a la altura del arco, dos escudos, y en la parte inferior, sirviendo de jambas, dos estelas.
Oct 011999
 

Marcelino Moreno Morales.

Adismonteño

Sabía usted que… no es sino una fórmula expositiva, mediante la que se pretende dar a conocer, informar, presentar una serie de hechos, sucesos, anécdotas…, relacionadas con algunos municipios de la Comarca de ADISMONTA, este formato permite la presentación de estos sucesos de una manera dinámica y didáctica, y sobre todo divulgativa, por ello no se profundiza en la investigación de sucesos que se narran, pero en todo momento existen referencias documentales o hechos que permiten corroborar su existencia, teniéndose en cuenta también la opinión e hipótesis de investigadores de reconocido prestigio.

Este tiempo de primavera nos permitirá recorrer los lugares de los que se habla, dejando correr la imaginación y cambiar de época hasta vivir las noticias que a continuación se comentan.

ALCUÉSCAR:

SABÍA USTED QUE…

… según algunas teorías el nombre de Alcuéscar proviene de que fue fundada por musulmanes procedentes de la población de Huescar o Güescar[1], en Granada.

… que la famosa Ermita de Santa Lucía[2], pudo ser “la única Iglesia arriana existente en el mundo”, en palabras de los investigadores Juan Rosco Madruga y Luisa Téllez Jiménez[3].

… que el nombre de la famosa Ermita o Basílica Visigoda de Santa Lucía, sería en realidad San Salvador de los Monasterios. De hecho en el libro de Visitas de la Orden de Santiago de 1498, aparece un lugar denominado como San Salvador de los Monasterios, pues bien, para el investigador Eladio Vázquez Venegas, la actual Ermita de Santa Lucía, era la antigua San Salvador de los Monasterios[4].

ARROYOMOLINOS.

SABÍA USTED QUE…

… en Arroyomolinos tuvo lugar una importante batalla en la Guerra de la Independencia, en la que el General Hill, derrotó al general Girard, teniendo gran repercusión en todo el país dicha batalla[5]. Hasta el punto de que se creó la condecoración de “Cruz de Arroyo Molinos” en 1817.

… la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Consolación carece de puerta de entrada a los pies del templo, a pesar de que si tiene un pequeño pórtico delante de ella, sobre el que se levanta la torre.

… que esta población ha perdido recientemente, en 1986, el apellido con que era conocido anteriormente: Arroyomolinos de Montánchez.

BENQUERENCIA:

SABÍA USTED…

… que en esta población tuvo lugar un milagro allá por 1712, atribuido al Santísimo Cristo del Amparo, según aparece en un óleo que se halla en la Ermita del Santísimo Cristo del Amparo, en el que aparece un pequeño dibujo de una iglesia y la narración del milagro[6].

… que en el término municipal de Benquerencia, y sobre el río Santa María[7] se sitúa una pequeña joya de las construcciones romanas en la zona, un puente todo de sillares, con cuatro ojos, el cual no aparece en los estudios e investigaciones.

… que en esta población se sitúa una ermita, la del Santísimo Cristo del Amparo, que presenta una especial belleza pues todas sus paredes aparecen pintadas al fresco[8].

BOTIJA:

SABÍA USTED QUE…

… en el término municipal de Botija existe una fuente de aguas minero-medicinales, “La Fuente de la Huerta”, actualmente dicha fuente puede visitarse, y sus aguas se utilizan para surtir un abrevadero de ganado, pudiéndose observar junto a ella restos de edificios que se utilizarían a modo de pequeño balneario. Entre las gentes de Botija aún se recuerda cuando iban a bañarse, en bañeras, en sus aguas ferruginosas. De su importancia da fe el hecho de que esta fuente aparece ya citada en el Interrogatorio de la Real Audiencia de 1791[9] o en el conocido como Diccionario de Madoz.[10]. El agua presenta calidad ferruginosa, idónea para ser bebida.[11]

… que existen diversas y curiosas teorías acerca del origen del nombre de Botija. La tradición popular atribuye el origen de este nombre a hecho de ser esta muy buena tierra, arcillosa, para la fabricación de botijos. Sin embargo, Tirso Lozano Rubio[12] refiere que el nombre original no era Botija, sino “Bolija”, por ser estos suelos ricos en Bolo Arménico[13].Sin embargo Eustaquio Sánchez Salor, piensa en este nombre como derivado de los nombres latinos Boutius, Boutia[14]

… que en el lugar conocido como Villasviejas del Tamuja, existe un yacimiento de la Edad del Hierro, posiblemente del pueblo Vetón, se han realizado repetidas y sucesivas excavaciones, que han sacado a la luz restos de murallas, torreones, viviendas, calles…, e incluso monedas con la inscripción Tamusia o Tanusia, lo que ha llevado a identificar este núcleo de población con este nombre, lo cual viene apoyado por que el río Tamuja circunvala este recinto.[15]

PLASENZUELA

SABÍA USTED QUE…

… en el término municipal de Plasenzuela existieron dos núcleos de población ya desaparecidos, llamados Villa de las Casas y el otro Aldea del Guijo[16], de cuya situación se nos da cuenta en 1791[17]:“ Hay dos despoblados cuyos monumentos y paredes de tres o cuatro varas se conservan y por escrituras y tradición estos pueblos consta haberse llamado, el uno Villa de las Casas y el otro Aldea del Guijo, su reedificación pudiera solo ser útil sólo a los transitantes por el Real que de Trujillo sale para Mérida y Badajoz, en el cual está situada esta dicha Villa, y el otro dista medio cuarto de legua, su terreno se disfruta por el Conde de Canilleros, dueño de dicha Dehesa de Guijos y Avilillas en que se hallan”

… que en el término municipal de Plasenzuela existen minas de plomo y plata, cuya explotación ya se llevaba a cabo en época prerromana y romana[18], y que estuvo activa hasta principios de este siglo. Y que la posible contaminación de plomo forma parte de un estudio geológico que se está realizando desde U.S. Geological Survey[19].

… que en el denominado berrocal Plasenzuela existe una muy importante área de yacimientos calcolíticos, hasta el punto de que fueron objeto de investigaciones arqueológicas[20] y estudios complementarios[21].

RUANES.

SABÍA USTED QUE…

…Ruanes es la localidad que en el siglo XVIII contaba con mayor número de nobles entre sus habitantes si nos atenemos a la proporcionalidad de población[22]. Hasta el punto de que en lugar de contar con alcaldes y regidores por los estados noble y general, solamente contaba con alcalde y regidor por el estado noble[23].

… que en este año de 1999, al cumplirse el 250 aniversario del voto que hizo la Villa de Ruanes a San Gregorio[24], éste ha sido renovado.

… que la Iglesia Parroquial de Ruanes, bajo la advocación de la Asunción, es uno de esos raros ejemplos en los que aparecen un estilo artístico original y su réplica de siglos posteriores, en este caso se funden el Gótico y el Neogótico[25].

SALVATIERRA DE SANTIAGO.

SABÍA USTED QUE…

… que en esta población pernoctó el Emperador Carlos I de España y V de Alemania en la noche del 2 al 3 de Marzo de 1526[26]. Aunque no se conoce el lugar exacto donde se alojó, es posible que fuera en un Hospital de Peregrinos de la Orden de Santiago[27], que aún hoy puede contemplarse.

… que la Iglesia Parroquial de esta población presenta una muy rica simbología santiaguista, que va desde la advocación, de Santiago, hasta símbolos variados en calidad y cantidad: Orden Militar de Santiago (sobre todo la Cruz, o de la diócesis de San Marcos de León), Santiago Matamoros y las veneras o conchas de Santiago que hacen referencia a la peregrinación[28].

…que por el casco urbano de Salvatierra discurre un Cordel de Ganados de la Cañada Real Leonesa Occidental, el cual fue muy utilizado durante el siglo XVII[29], por la ganaderos trashumantes, sobre todo del Valle de Cameros, en la Rioja. Actualmente vuelve a ser usado como vía pecuaria por ganados lanares del proyecto 2001, y por algunos, ya muy escasos, rebaños de vacas.

SANTA ANA

SABÍA USTED QUE…

…el primitivo nombre de esta población fue Aldea del Pastor, nombre que cambió por el de Santa Ana en 1640[30], o Aldea del Buen Pastor[31].

…que en el término municipal de Santa Ana existió una población con el nombre de Villarejo, que actualmente es una dehesa[32].

… que en esta villa residió una rama de la familia Pizarro descendiente del gran conquistador Francisco Pizarro[33].

ZARZA DE MONTÁNCHEZ.

SABÍA USTED QUE…

… en el término municipal de Zarza de Montánchez, se halla la considerada como la encina más grande del mundo: “La Terrona” o “Encina Terrrona”.Con una altura de alrededor de 20 m., una edad de entre 700 y 800 años y un diámetro de copa de 26 m. Y perímetro de tronco, a la altura del pecho, de casi 8 m[34].

… se celebra cada 19 de Enero la Fiesta del Pan y el Queso, la cual parece tener su origen en la Reconquista, pues fueron estos los alimentos que ofrecieron a los cristianos cuando entraron en la población tras derrotar a los “infieles”.

… que en esta localidad se celebra un juego tradicional y único, el de las bolas. Se juega sobre una especie de plataforma de cemento, que tiene una inclinación hacia un lado, en el que existe un pequeño hoyo rodeado de un cuadrado, hendido en el cemento, desde la parte más alta se lanzan 8 pequeñas bolas que van a para al hoyo o quedan en la hendidura del cuadrado que le rodea, si el número de bolas que hay en la hendidura o ranura del cuadrado es par gana las apuestas a todos el que ha lanzado las bolas, si el número es impar cada uno de los apostantes gana el doble de lo que apostó, y el que lanza las bolas lo pierde todo. Si todas las bolas van al hoyo, no gana nadie. Es un juego que sólo está permitido entre las fiestas del Cristo (14 de Septiembre) y el primer Domingo de Octubre.


NOTAS:

[1] “Villa fundada en el año 30 por los moros cuando se extendieron por Extremadura; le pusieron el nombre de Alcuéscar porque la habitaron moros de Güescar, lugar de Andalucía que era del Duque de Alba”.

[2] De suma importancia por su valor histórico y artístico. Originalmente fue un edificio visigodo, reformado en los siglos XIV y XV, con tipología gótica.

[3] “En sucesivas publicaciones venimos apuntando la teoría de que lo que descubrimos con Santa Lucía no fue una nueva ermita visigoda, con toda la importancia que ello conllevaría sino que nos encontramos con la única iglesia arriana existente en el mundo”. Así comienza su escrito titulado “El triple ábside de Santa Lucía de Alcuéscar” en Manifestaciones Religiosas en la Lusitania. De Varios Autores. 1986

[4] “Por tanto, para mí está claro, que se trata de un Monasterio, al que le viene mejor su antiguo nombre: San Salvador de los Monasterios que el de Santa Lucía, que es de época reciente”. Eladio Vázquez Venegas, en ¿Santa Lucía o San Salvador de los Monasterios?, Diario HOY, 29-6-1999

[5] Para más información ver: Arroyomolinos. Historia, tradición y costumbres. De Luís Martínez Terrón. 1990.

[6] Literalmente se puede leer:
MILAGRO EFECTUADO POR EL «SANTÍSIMO CRISTO DEL AMPARO»
y que se narra.
«Isidoro Martín Sereno, natural de Benquerencia de Montánchez, estando encima de la capilla mayor de la iglesia quitando unos ladrillos cayó al suelo, con dos ladrillos en las manos, viendo su próxima muerte invocó la protección del «Santísimo Cristo del Amparo» e inmediatamente quedó colgado un cuartón que estaba sobre el tejado, mas a poco se hundió todo y quedó hasta la cintura de escombros, sin daño ni imperfección alguna, todo debido a la fe con que invocó la protección del «Santísimo Cristo del Amparo».
Acaeció este milagro el 4 de Marzo de 1712.

[7] Se ubica junto al camino vecinal que une Benquerencia con el Cruce de Zarza de Montánchez en la antiguamente denominada CC-800. Conserva todos los sillares.

[8] “ Todas las cubiertas aparecen con pinturas al fresco de finales del siglo XVII o comienzos del XVIII,… en la nave central se representan temas de la Pasión de Cristo, sobre fondo arquitectónico, destacando la escena del Ecce Homo;… en la cúpula se presenta a Dios Padre y en la pechinas ángeles portando los instrumentos de la Pasión”. En Salvador Andrés Ordax, Inventario Artístico de Cáceres y Provincia.
Recientemente se han restaurado estás pinturas y presentan un gran colorido y esplendor.

[9] “…asimismo ay una fuente nominada de la Huerta, dista un quarto de legua hacia el poniente de esta villa, esta suministra agua mineral de las acidulas de la clase de las ferrujinosas o marciales y algo sulfurea, su reconocimiento y uso puede ser de mucha utilidad a la medicina, pues esperimenta ser muy aperitiba, diluente y probechosa en toda clase de obstrucciones, esta muy bien preparada y cuidada”

[10] “Al lado oeste y a un cuarto de legua de la villa, hay una fuente de agua mineral muy saludable, habiendo llegado a adquirir tanto nombre por sus buenos efectos, que concurren muchas personas hasta de 20 leguas de distancia, a beberla y llevar para los enfermos, se llama Fuente de la Huerta, por haber una inmediata”.

[11] Ver. Salvadora Haba Quirós y Victoria Rodrigo López: Aguas Medicinales y Tradición en Extremadura. Editorial Regional de Extremadura. Cuadernos Populares. Nº 39.

[12] Ver: Tirso Lozano Rubio. Historia de Montánchez

[13] Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, se trata de una arcilla rojiza, originaria de Armenia, usada en medicina, en pintura y aparejo en el arte de dorar.

[14] Según él existe un nombre como Botilla encontrado en El Pedroso (Cáceres) que parece derivar de manera diminutiva del nombre Botia, y relacionado con algunos tan frecuentes como Boutus o Boutia. Ver: Eustaquio Sánchez Salor, Topónimos derivados de nombres de “possessores” latinos en la Provincia de Cáceres. En Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano.

[15] Ver: Francisca Hernández Hernández y otros: Excavaciones en el Castro de Villasviejas del Tamuja (Botija, Cáceres). Editora Regional de Extremadura. 1989. Y Antonio González Cordero. Carta Arqueológica de la Comarca de Montánchez. Tesina de Licenciatura. Inédita.

[16] Para Pascual Madoz, op. Cit., son Casas del Guijo y Aldea del Guijo.

[17] Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, cuestionario correspondiente a Plasenzuela.

[18] Ver. José María Fernández Corrales. El asentamiento romano en Extremadura y su análisis espacial. Cáceres 1988.

[19] Dirigen la investigación los geólogos Robert. G. Schmidt y Cathy M. Ager, con los que he tenido el placer de trabajar, sobre todo en cuanto a documentación de carácter histórico. En Enero de 1998, el profesor Schmidt, presentó en la Geological Society of Washington, un comunicación titulada: U. S. Geological Survey, Reston: More than thousand coins: the environmental legacy of Roman silver-lead mining at Plasenzuela. Extremadura. Spain.

[20] Ver. González Cordero, Antonio y otros: La secuencia estratigráfica en los yacimientos calcolíticos del área de Plasenzuela. (Caceres). En Extremadura Arqueológica II. 1991

[21] Ver. Pedro María Castaños Ugarte. Estudio arqueozoológico de la fauna del Cerro de la Horca (Plasenzuela, Cáceres). Archeofauna. Octubre 1992. Universidad Autónoma de Madrid.

[22] Santiago Aragón Mateos. La nobleza Extremeña en el Siglo XVIII. Mérida 1990. Pag. 144.

[23] Interrogatorio de la Real Audiencia. 1791.

[24] “Acuerdo hecho sobre el voto que se presenta a San Gregorio.
En la villa de Ruanes en cuatro días del mes de Mayo de mil setecientos y cuarenta y nueve años, sus mercedes los señores D. Diego Joseph de Escobar y Torres, alcalde ordinario de dicha villa por su majestad y estado noble. Juan Tamayo Bote y Juan Rodríguez Figueroa, regidores del concejo de ella por dicho estado, en compañía de (Licenciado) D. Antonio García Pacheco, cura teniente de la parroquia de dicha villa y Juan Ruiz Rerrueda, Procurador Síndico y del común de esta villa.
Estando juntos con ayuntamiento según estilo al son de campaña tañida según lo han y tienen de uso y costumbre de se juntar para tratar y conferir las cosas y negocios tocantes al servicio de Dios Nuestro Señor y de su Majestad que Dios guarde bien de esta República, y vecinos particulares de ella, y pidieron a que en atención a que de tiempo inmemorial a esta parte se ha guardado y tenido por fiesta de guarda el día de San Gregorio de cada un año por voto que se hizo ,según han oído decir a sus mayores y más ancianos, hizo dicha villa con la de Santa Ana, a causa de contratiempos y contagios fortuitos que a la razón hubo de peste y langosta que les acontecía.
Cuyo voto sin embargo de haberle siempre observado, no se ha hallado en los archivos de la dicha iglesia ni de la dicha villa y (ni) se conserva instrumento alguno donde conste haberle hecho el referido voto, y para que en adelante para siempre jamás permanezca y se guarde y tenga por fiesta el dicho DIA DE SAN GREGORIO. Conviene a la buena administración y justicia y servicio de Dios que todos los vecinos de esta dicha villa que la componen comparezcan ante sus mercedes a dar su consentimiento y voto y habiendo comparecido primeramente: Alvarado González Donaire, Juan Rodríguez, Pedro Rodríguez Figueroa, Pedro de Vega, Gonzalo Torrecillas, Fernando Torrecillas, Pedro Díaz de la Rúa, Diego Calero, Diego Vicioso, Juan Cambero Figueroa, El Licenciado don Luís Cabezo, Presbítero, Manuel de Tapia, Home Méndez, D. Diego Méndez de Trejo, Diego del Valle, Juan Valverde, Diego Sanabria, Francisco Tamayo Bote, Juan Delgado de los Hitos, García Valverde, Diego García Holguín Ramiro, Fernando Torrecillas, mayor, Juan Donaire, Alvaro González, Diego Méndez, Jerónimo Méndez de Luvián y Antonio Cambero, todos vecinos de esta dicha villa, juntos y congregados en dicho cabildo con dichas mercedes de Justicia, Cura y Procurador Sindico y por ante mi el infraescrito escribano.
Unánimes y conformes de un acuerdo, voto y parecer dijeron que por su libre y espontánea voluntad, sin fuerza, temor ni miedo, que se guarde y tenga por FIESTA EL DÍA DEL SEÑOR SAN GREGORIO de cada un año para siempre jamás, haciéndole su procesión como es costumbre de ir con ella a la Cruz de Piedra de cantería que llaman de San Gregorio que está sita en lo alto de la Sierra que llaman de Ruanes, y con la obligación de ir en dicha procesión a lo menos asistiendo a ella una persona de cada casa, y en esta conformidad hicieron dicho voto por sí y en nombre de sus herederos y sucesores presente y por venir y suplican a su ilustrísima el Señor Obispo de la Ciudad de Plasencia, y a su discreto y Señor Provisor se sirva confirmar y aprobar este voto que firmaron su mercedes y los que siguieron con dicho Señor Cura, y vecinos que siguieron,…y por lo que ante mí Diego García Holguín, doy fe”.

[25] “Es una edificación de mampostería en la que se funden varias partes de muy diferentes cronologías. La iglesia primitiva debía ser de tipología gótica, del siglo XV, y de ella sólo se conserva la torre…Las últimas obras, que completaron el edificio, se realizaron en 1909, con la erección de una capilla funeraria de la familia Higuero, de grandes dimensiones y estilo Neogótico, sobre el lienzo norte, del mismo momento son las puertas laterales, en arco rebajado, con baquetones y capiteles a los gótico…” En Salvador Andrés Ordax, Inventario artístico de Cáceres y su provincial. Ministerio de Cultura. 1991

[26] Ver Vicente Cárdenas y Vicent. Diario del emperador Carlos V. Itinerarios, permanencias, despachos, sucesos y efemérides relevantes de su vida. Instituto Salazar y Castro. Madrid. 1992

[27] Ver Marcelino Moreno Morales. La Villa de Salvatierra de Santiago. Cáceres 1996.

[28] “… la Cruz de Santiago se halla representada en el techo del baptisterio, en la portada lateral, bajo la barandilla del coro, altar mayor, retablo mayor, púlpito, bancos…Santiago Matamoros presidiendo el retablo mayor… las conchas o veneras…en el púlpito y la bóveda del baptisterio” En Marcelino Moreno Morales. La Villa de Salvatierra de Santiago. Obra citada.

[29] Ver Marcelino Moreno Morales, Un ejemplo de la Trashumancia en el siglo XVII en Extremadura: Salvatierra de Santiago. En XXIII Coloquios Históricos de Extremadura. 1993

[30] “El antiguo nombre de este pueblo fue Aldea del Pastor, lo que ha hecho creer que fue fundado por algún pastor”. En Pascual Madoz, Diccionario Histórico, Geográfico….

[31] “…llamada en su primera fundación la Aldea del Buen Pastor por haver tradicción de que la fundo un pastor de ovejas…” En Tomas López. Estremadura. 1798.

[32] Está demostrada existencia de un asentamiento romano en este lugar. Así mismo existe constancia de que fue núcleo de población, hecho confirmado en el Interrogatorio que realiza la Real Audiencia de Extremadura en 1791 en la población de Santa Ana:
“…Ha tenido noticia que en la Dehesa del Villarejo, distante media legua hubo población, no (se) sabe porqué se perdió”
Estos hechos aparecen corroborados en el Interrogatorio hecho por D. Tomás López y que aparecen en su Libro “Extremadura”, este que nos ocupa es el apartado dedicado a Santa Ana, y aparece firmado en 1785:
“Camino de Trujillo que sale de ésta se hallan unas dehesas llamadas Villarejos, consta haber habido población del mismo nombre, cuyo apellido conserva la casa de Pizarros que existen en esta villa, cuyo primogénito posee la mayor parte de estas dehesas, no se sabe porqué se perdió, se infiere sería población de romanos y la razón es que perdió, se infiere que sería población de romanos y la razón es porque algunos vecinos de ésta se han hallado algunos sepulcros con un vaso de vidrio, una botella de barro fino y otras cosas propias del gentilismo, el año de 83 Francisco, maestre de esta parroquia, descubrió uno de estos en el camino que sale de esta villa para la de Trujillo, el de 87 descubrió otro Domingo Ramos, pastor de ganado de lana, de baldosas de cantería”.
Además, en un catastro de 1752 en Salvatierra de Santiago en el apartado de “forasteros que poseen tierras en el término de esta villa” se hace referencia a Villarejo, textualmente se dice: “Diego Rodríguez, vecino de la Villa de Villarejo”.

[33]. En la localidad existen restos de los que debió ser una casa señorial, conocida por Casa de las Pizarras, en referencia a miembros femeninos de la familia Pizarro, pudiendo observarse en ella varios escudos con las armas de Pizarro. Por otro lado, en los libros de Bautizos de la Iglesia Parroquial existen abundantes muestras de la presencia de la familia Pizarro, apareciendo el apellido Villarejo:
“En la iglesia parroquial de la villa de Santa Ana… el 31 de Diciembre de 1723 bauticé solemnemente…y puse por nombre Juan, hijo legítimo de D. Francisco Pizarro Carvajal y Villarejo y de María Ramos, legalmente casados…”
“En la Iglesia Parroquial de la Villa de Santa Ana… el 7 de Octubre de 1725 bauticé a una niña que se puso por nombre María, hija legítima de Francisco Pizarro Villarejo Sosa y Torres y de María Ramos, legalmente casados, el dicho Francisco Pizarro hijo legítimo de Francisco Pizarro de Carvajal y de Dña. María Villarejo Pan y Agua Sosa torres y Corrales su legítima mujer…”

Es más, también en dichos libros se hace referencia a la relación familiar de la familia Pizarro de este lugar con el Gran Conquistador:
“…Francisco Pizarro Calderón, Capitán y señor de esta Villa, descendiente bastardo del famoso conquistador del Perú D. Francisco Pizarro…”

[34] Ver: Marcelino Moreno Morales. La Encina Terrona. Una muestra de naturaleza monumental en la Comarca de Montánchez y Tamuja. En Senderos. Revista de Turismo de Extremadura. Nº1. Eva Van Den Berg. La Terrona herida por el viento. En National Geographic. Marzo 1998.

Oct 011999
 

Roberto C. Montañés Pereira.

Hacia mediados de 1933 buena parte de los municipios cacereños vivían el apogeo de una espiral de conflictividad social inherente al marco político en curso desde Abril de 1931, la II República. Dos factores determinan semejante estado de cosas: por un lado la democratización en las estructuras de poder como principio doctrinal(constitucional) que caracterizaba al nuevo régimen político dotando de aceleración histórica y significación social a una región que largamente había carecido de ella, cuyos rasgos más notables eran el atraso económico, el arcaísmo social y el inmovilismo político. El advenimiento de la II República, con su multiplicidad de interpretaciones y expectativas generadas suponía una ruptura que en marcos como el extremeño determinaba una experiencia histórica vertiginosa en la que se ensancharon los cauces de participación política y se invirtieron en muchos casos las tradicionales esferas de poder, quebrándose el modelo de servilismo social que había presidido el marco de relaciones humanas hasta entonces merced a la elevación e incipiente protagonismo de agentes sociales otrora postergados que dotaban de dinamismo al tradicional y monocorde marasmo político de estas tierras, por otra parte, el régimen republicano asumía el reto de uno de sus ejes directrices, el llamado «problema social del campo», largamente formulado y apenas abordado por su complejidad y magnitud, que ahora iba a ser atacado con las vacilaciones y ambigüedades que dictaba la coyuntura política y socioeconómica. En Extremadura, el problema agrario estaba destinado a convertirse en el centro de todas las querellas y en el epicentro de una escalada de violencia rural y conflictividad campesina inusitada bajo el amparo legal de un régimen rupturista que oscilaba entre la reforma, la reacción y la contrareacción o revolución.

Dos problemas, entre muchos otros, orbitaban en el devenir de la experiencia republicana en Extremadura: el intenso y estructural paro agrícola estacional forzoso, especialmente doliente en terrazgos de secano, en el que la estacionalidad del ciclo productivo agrario determinaba una abundante pero abaratada mano de obra concentrada en épocas concretas de laboreo. Este desempleo cíclico conducía a la miseria social más alarmante, condenando a la pobreza más extrema a una ingente cantidad de campesinos desposeídos, los jornaleros. El otro problema paralelo e intrínsecamente unido derivaba del régimen de propiedad y el sistema de explotación de la tierra que no había experimentado variaciones en relación con la reforma agraria liberal burguesa, perviviendo las grandes explotaciones fundiarias con alto grado de concentración parcelaria, si bien, se había agudizado la situación social de las clases bajas rurales gracias a la privatización y enajenación de los bienes concejiles de aprovechamiento comunal, que unido a la implantación del orden económico capitalista depauperó a la población campesina y la empobreció irremisiblemente, bajo la complicidad de un régimen político, el de la Restauración, que no ofrecía cauces de participación ni vías de solución, instrumentado y al servicio de los mentores que custodiaban dichas transformaciones. Por estas y otras razones, la República ofrecía un escenario socioeconómico tremendamente sugerente cuya andadura, repleta de contradicciones, perceptibles en la esfera microespacial o local, diseñaron el final truculento y el resultado frustrado de esta realidad histórica.

La escalada reivindicativa y la protesta social asociada a esta experiencia política alcanzó su cenit en 1933, al registrarse una amplia y numerosa tipología de conflictos campesinos: alteraciones del orden, huelgas, desmanes, ataques a la propiedad etc.. debido a la combinación de varios factores como ha recogido Juan García Pérez: aguda depresión económica, intensidad del paro forzoso, apatía y arbitrariedades de los propietarios, decididos a abortar cualquier medida de «utilidad social» de la propiedad, que unido a la desconfianza ante los escasos resultados de la Reforma Agraria y la fuerza y pujanza de las organizaciones obreras cristalizaban en un aumento sin igual de los movimientos sociales de protesta en Extremadura.[1]

La villa cacereña de Ceclavín[2], integrada en el partido judicial de Alcántara y distante unos 80 km de la capital provincial era uno de los numerosos ejemplos de desequilibrio económico y por ende de polarización social en 1933 a las puertas de que expirara la trayectoria de la alianza republicano-socialista de Azaña y poco antes de un estío donde se alcanzaban cotas de subversión rural cuyos actores eran jornaleros y pequeños arrendatarios que aumentaron significativamente sus protestas durante ese año.[3]

Ceclavín había conocido episodios de conmoción social de cierta entidad durante los siglos XVIII y XIX, no en vano, fue uno de los centros más importantes de prácticas contrabandistas con la vecina Portugal. Era un pueblo brioso con un importante contingente poblacional cifrado en 4872 habitantes, dotado de numerosos servicios primarios (sanitarios, asistenciales etc.) y una aceptable actividad industrial y manufacturera[4]. Pero lo más sobresaliente es que contaba con un volumen de jornaleros bastante notable[5], víctimas de una estructura de la propiedad concentrada[6] y del paro forzoso, verdadera lacra social en Ceclavín y fuente de todas las situaciones de tensión social que se registraron, estrechamente ligado al tema de las bases de trabajo.

El 2 de Junio de 1933 aparecía en el Diario Extremadura el siguiente titular «El pueblo de Ceclavín lleva 48 horas en estado de bloqueo por huelguistas revolucionarios», extracto del telegrama enviado a la redacción del rotativo por la Asociación de Propietarios de Ceclavín en el que se solicitaba protección y la intervención de las fuerzas del orden ante los desórdenes que se registraban[7]. El telegrama es fiel reflejo de un conflicto cuyo trasfondo no era otro que la disparidad irreconciliable de intereses entre patronos, obreros y Alcaldía. Los primeros se oponían al alojamiento de obreros y éstos respondieron con la convocatoria de un paro total en la que al parecer hubo amenazas, reflejando una lucha atomizada que hacía difícil la convivencia y que el transcurrir del régimen republicano había contribuido a enquistar. El estado de inquietud fue la tónica durante ese año en Ceclavín, que se inició con un fuerte conflicto en Enero[8] cuyo telón de fondo no era otro que la administración, gestión y aprovechamiento de los bienes de propios en la Dehesa Boyal, la pugna que en este asunto mantenían socialistas y propietarios y cuyo resultado era la estrecha vigilancia del agro ceclavinero por la Guardia Civil ante los desmanes perpetrados por unos obreros subalimentados.[9] En este sentido, el problema de la escasez de subsistencias y productos alimenticios de primera necesidad actuaba de galvanizador último de la protesta social debido a la carestía de trigo, insuficiente para garantizar el abastecimiento de la población y consecuentemente el peligro desestabilizador de la elevación de sus precios ante su especulación por los acaparadores. El Ayuntamiento, decidido a avalar el consumo, inspeccionó los domicilios de los tenedores de trigo para verificar la exigüidad de su existencia amén de otras medidas como la prohibición de exportación del trigo almacenado en la localidad «para armonizar los intereses particulares con el bien general»[10]. Ni siquiera la mediación del Gobernador Civil ante sendas comisiones de patronos y obreros y la aplicación de las primeras medidas de la Reforma Agraria, la realización de uno de sus principios rectores, el asentamiento y la conversión de jornaleros en pequeños labradores pudo disuadir al proletariado rural ceclavinero, dispuesto a revelarse contra los abusos sufridos y manifestar su indignación ante la dependencia y miseria a que el sistema les condenaba, propósito que llevó a efecto el 30 de Marzo cuando la Casa del Pueblo «Frente Único» convocó una huelga de brazos caídos para el 8 de Abril que según el Diario Extremadura podría movilizar a 700 obreros[11]. Los propietarios de la localidad atendiendo a las necesidades del Ayuntamiento efectuaron un préstamo de 10.000 ptas destinado a subvencionar la conversión de los colonos en modestos labradores ante la ausencia de fondos en las arcas municipales, cantidad que se sumaba a las 30.000 ptas consensuadas con el Gobernador Civil en Enero y que a modo de anticipo deberían distribuirse entre los labradores asentados para paliar así la crisis obrera. No es de extrañar pues el malestar y el descontento de los propietarios dispuesto a exigir por sus ayudas un elevado precio político-social al utilizar estos argumentos como moneda de cambio y bascular sobre este eje todo el peso de sus excusas e inhibiciones. La oposición patronal a las medidas municipales era irreconciliable y subió de temperatura cuando varios contribuyentes se negaron a aportar su parte correspondiente del préstamo para solucionar el paro obrero provocando una vez más la intervención del Gobernador Civil, temeroso de que esta actitud desencadenara disturbios y alteraciones del orden, quién invocó a la Ley de Defensa de la República para instar a todos los propietarios al pago de las cantidades estimadas[12]. Para colmo de males, la corporación carecía de recursos económicos con que hacer frente a las eventualidades que la situación exigía y dependía económicamente de los préstamos de los mayores contribuyentes, comprometiendo así su libertad política. Este estado de cosas no solamente vino a crispar la vida política del municipio sino que hacía imposible la buena vecindad debido a un ambiente social enrarecido donde la patronal denunciaba el desorden existente en el pueblo y visible en actos delictivos cometidos con plena impunidad, con la aquiescencia de Alcaldía, Juez y fuerzas del orden, visión parcial y sesgada de una realidad convulsa y vista a través del prisma deformante de la exaltación política y el ánimo excitado, que dejaba traslucir la irreductibilidad efervescente de posiciones de clase enconadas que hacían imposible la vida político-social en Ceclavín. La capacidad de arbitraje del ayuntamiento estaba seriamente mermada por su falta de disponibilidad económica, su morosidad en los pagos en un momento especialmente delicado, en plena crisis generada por el paro forzoso, incapaz de hacer frente a los numerosos gastos de reparación de caminos y limpieza de calles como fórmulas de colocación obrera y por otro lado cuando se efectúan los asentamientos de jornaleros mediante un régimen de préstamos con cantidades que oscilaban entre las 50 y las 125 ptas por persona. En esta situación desesperada no sorprende que se buscara la ayuda de instancias administrativas más elevadas que concedieran fuentes de ingreso y presupuestos extraordinarios para mantener la política de socorro social «dada la miseria de esta pobre gente a quienes se aplica».[13]

Guardias civiles a caballo levantando atestados a cuadrillas enteras de jornaleros empujados por el hambre que talan leña en la dehesa, actividad delictiva de naturaleza social muy extendida, roturaciones espontáneas en fincas privadas, asalto a otras tantas así como a sus majadas y casas de campo, robo de ganado y aceituna, absoluta discordancia entre todos los sectores del espectro social ceclavinero son los trazos de una estampa, la que corresponde a Ceclavín en 1933, extensible a numerosos pueblos de la región. No conviene pues enmascarar unos procesos de honda virulencia pese a las visiones distorsionadoras que responden a intereses concretos, expresadas en situaciones puntuales como la acontecida a la salida del domicilio social de la sociedad obrera «Frente Único» el 26 de abril, donde se registraron incidentes que amenazaron la tranquilidad pública y suscitaron la respuesta del Alcalde en los siguientes términos: «Siendo deber de toda autoridad velar por la tranquilidad pública y que mutuamente se respeten las ideas, al amparo de la Constitución, por ser la verdadera libertad del régimen democrático actual».[14]

El clima no debió apaciguarse porque tan sólo cinco días después volvió a registrarse otra alteración del orden, durante la celebración del día del trabajo, el 1º de Mayo en cuya manifestación obrera se produjeron tumultos[15]. Estamos en la antesala de un estallido que llevaba largo tiempo latente y larvado y que explotaría en los primeros días de Junio tras la convocatoria y posterior celebración de una huelga campesina convocada por los afiliados de la Casa del Pueblo «Frente Único», quienes presentaron un escrito a la Alcaldía el día 30 de Mayo exponiendo los motivos de la manifestación en cuya resolución jugó un papel destacado el Gobernador Civil, a quién se le informó de las peticiones de los jornaleros abogando por la normalización de la situación e instando al dialogo entre todas las partes implicadas, convocando a representantes de los patronos, obreros y Comandante de la Guardia Civil. El conflicto tenía varias razones solapadas, siendo la principal el estado de pobreza extrema agudizado por la escasez de subsistencias y que encontraba su origen en el precio de los jornales, notablemente inferiores en losalojamientos que en las faenas mejor pagadas, las de siega, además de la habitual retracción de los patronos para evitar a toda costa la carga de tener que colocar obligatoriamente a los jornaleros en función del volumen de riqueza disfrutado.[16]

Una vez que reinaba la tranquilidad en el municipio y se calmaron los ánimos tras la huelga campesina, sobre todo a raíz de la intervención de las fuerzas del orden y su presencia disuasoria a partir del envío del contingente de la Guardia Civil ordenado por el Gobernador Civil, se abordaron las posibles soluciones y pudieron discutirse las bases reales de colocación que permitieran afrontar con seguridad la crisis de trabajo durante los meses de Julio, Agosto y Septiembre, es decir, en plena recogida de las cosechas de cereales y evitar así los desmanes.

A este fin obedeció la propuesta de bases que la Corporación municipal formuló el día 10 de Junio a obreros y patronos[17], en la que se estipulaba el reparto de campesinos, arrendatarios y aparceros con superficies inferiores a 10 fanegas entre los propietarios de fincas rústicas que tuvieran una contribución anual que excediese de las 50 pts y cuyos líquidos imponibles sobrepasaran las 500 ptas. En función del patrimonio catastral se asignaba el número de campesinos alojados, si bien la base 5ª preceptuaba la posibilidad que tenían los propietarios para satisfacer la cantidad equivalente a los jornales empleados y evitar así el alojamiento, medida incentivada con el 10% de bonificación habida cuenta de las dificultades de colocación, haciéndose cargo la Alcaldía de los obreros sobrantes además de proceder a la contratación directa de 50 jornaleros para sus obras de mantenimiento y reparación de infraestructuras y obras públicas. En cualquier caso, se permitía la libre disposición de los obreros inscritos en el censo y que figurasen en la bolsa de trabajo creada a tal efecto con las debidas medidas de seguridad para que no fuera burlado el cupo de obreros asignados en función de la riqueza rústica atesorada. Para velar el cumplimiento del acuerdo se procedería a la rectificación quincenal del padrón de obreros a fin de registrar la cuantificación de las altas y las bajas pertinentes. Sin duda, no era una casualidad la estrecha vigilancia a la que se sometía a lo propietarios, no en vano, su negativa constante a este sistema es una de las claves para entender la dimensión real del conflicto social en Ceclavín. Así, desde principios de año desde la administración se quiso conocer de manera estadística el volumen del proletariado rural y sus posibilidades de colocación a partir de la creación de registros, dotando a los obreros de tarjetas de identificación[18] y pidiendo a propietarios y arrendatarios la relación de los obreros que tenían, ya fueran permanentes o eventuales así como de las labores que realizaban[19] ante la inhibición de los mismos.

Precisamente, el intento de aunar esfuerzos para buscar fórmulas y vías de solución ante la magnitud del «problema social» en Ceclavín por parte de la Alcaldía llevó a la creación de la Junta Local de Colocación Obrera y defensa contra el paro, en la que se pretendía integrar a todos los sectores implicados, obreros, propietarios y autoridad municipal y cuya evolución y desarrollo estuvo presidido por la impotencia, la asepsia y la incapacidad. Una muestra de la parálisis y falta de operatividad de la misma fue el reiterado intento por parte de los propietarios para desmantelarla aduciendo que la comisión de colocación obrera debía ubicarse en la cabeza de partido judicial y además su constitución no había sido aprobada por el Ministerio de Trabajo y Previsión.[20]

El reparto era una solución urgente y extraordinaria, indicativo de una aguda depresión económica y reflejo de un panorama social crítico, rechazado por la patronal y odiado por la Administración por lo que supone de reconocimiento tácito de una dependencia vergonzante y de una mendicidad encubierta. Precisamente es este sesgo indigno lo que condujo a su anulación por el Decreto 18 de Julio de 1931, disposición argumentada por la Asociación de Propietarios para exponer su oposición al proyecto de bases mediante su impugnación mientras denunciaba las arbitrariedades y el abuso de poder de la autoridad municipal al hacer recaer sobre ellos las responsabilidades derivadas de la realidad ceclavinera diezmando sus fuentes de ingresos: «acabamos de facilitar, extraídas del Banco de España por no tenerlas disponibles, DIEZ MIL PESETAS al Ayuntamiento, sin perjuicio de haber anticipado anteriormente otras VENTICINCO MIL, de haber llenado varias y repetidas suscripciones, de haber soportado innumerables alojamientos siempre grabosos y antieconómicos y de haber, en fin, puesto al servicio de esa causa, con la frustrada esperanza de pronta terminación, sus disponibilidades y buena voluntad ingrata e innoblemente correspondida con crueles amenazas»[21] además de la ilegalidad de sus medidas al regular un problema cuya competencia no le correspondía. Pero quizás lo más sobresaliente de aquel escrito de impugnación era la caracterización que la patronal agraria hacía de la huelga campesina al tacharla de «revolucionaria», introduciendo un matiz desestabilizador en la práctica política y «criminalizando» las actuaciones obreras, en suma, achacando exclusivamente la conflictividad social a los desmanes y prácticas delictivas de los jornaleros en un claro ejercicio de cerrazón y parcialidad: «(…) la situación de nuestras fincas que en buena lógica tendrán realizadas todas las operaciones que demanda un cultivo razonable y la propia situación de sus poseedores que ven sus rentas totalmente impagadas con el mayor descaro y sin ningún formulismo que exigiera el más liviano pudor, muchas de aquellas invadidas sin garantía, precio ni contrato y otras atropelladas y usurpadas en sus productos sin que nadie las ampare habrá de convertirse fácilmente en la razón de nuestra negativa»[22]. Así lo entendía el Alcalde Aquilino Sánchez García con su furibunda crítica en respuesta al escrito de impugnación. Éste defendía la mediación del Ayuntamiento en este asunto por el deber de garantizar el orden, preocuparse del bien común y velar por el cumplimiento de las peticiones de sus gobernados a la par que criticaba ferozmente la actitud de los propietarios con las siguientes palabras: «No señores propietarios, no se trata de un alojamiento obligatorio, sino que se pretende resolver una crisis de paro forzoso, con muy poco sacrificio por parte de ustedes y sí con gran beneficio para sus propiedades. El proyecto que nos ocupa, en vez de impugnarlo ha debido ser de todos estudiado, habiendo podido llegar por la discusión del mismo a una verdadera concordia, evitando los rozamientos que existen entre las diversas clases sociales, que sin duda alguna, han tenido por origen los egoísmos de siempre y la no reflexión al no entender que el nuevo régimen modifica en un todo las costumbres, adaptándolas a la realidad y no al imperativo que existía, uniendo a todos en lazos de fraternidad y no de servilismo impropio de seres humanos; esa es la razón y por eso están ustedes haciendo imposible la vida social en Ceclavín».[23]

La protesta cursada por la asociación de propietarios de Ceclavín fue desestimada por la Corporación en sesión plenaria celebrada el 22 de Junio de 1933 y se acordó enviar el proyecto de bases de trabajo al Delegado Provincial de Trabajo para que considerase su viabilidad o en todo caso su improcedencia, pero confiados de su aprobación «por ser conveniente y necesario para la resolución del paro forzoso».[24]

Parece aventurado ofrecer conclusiones convincentes pero es obvio que la huelga campesina acaecida en los primeros meses de junio tildada de «revolucionaria» por los propietarios de Ceclavín parece ubicarse en la dinámica de enfrentamientos sociales tan profusos en este momento repartidos por toda la región, si bien dotada de una intensidad impresa desde la propia coyuntura socioeconómica ceclavinera que carece de solidez suficiente para individualizarse, es más probable considerar el fenómeno como un estallido espontáneo del proletariado rural de Ceclavín exteriorizando una difícil y angustiosa situación económica presidida por un problema estructural, el paro forzoso multiplicando sus funestos efectos a partir de su alianza con otras causas coyunturales y paralelas como la falta de subsistencias y el raquitismo de la vida política local.

Estamos ante dos interpretaciones contrapuestas que interaccionan en un marco microespacial, la versión que ofrecen los propietarios, que sienten amenazada su tradicional preponderancia en todas las esferas del medio rural, condenando cualquier intento de transformación como «revolucionario» y por otra parte la visión de la Alcaldía socialista, más receptiva a las demandas de sus vecinos pero igualmente crítica ante las formas y procedimientos de sus elementos exaltados, en cualquier caso en una situación complicada, la de ser autoridad en un medio social falto de concordia y sintonía entre los sectores que conformaban la sociedad ceclavinera, ejemplo elevado de desarticulación y cuna de las luchas económicas y en último extremo de la lucha por los resortes de poder, fraccionado entre poder político(detentado por los socialistas) y los beneficiarios del fáctico poder económico(mayores contribuyentes) perceptible en distintos niveles, ordenes o instancias organizativas: en la esfera social entre jornaleros y propietarios, en el plano político, entre socialistas y republicanos conservadores y en la dimensión societaria entre la Sociedad Obrera «Frente Único» y la Asociación de propietarios de Ceclavín. Las manifestaciones de todos estos órdenes perfilaban un modelo social desigual, convulso y en permanente estado de tensión, proporcionaba un equilibrio inestable de carácter estructural fácilmente quebrantado por coyunturas desfavorables cuyas esclerotizadas vías de solución conducían inexorablemente a la instintiva lucha social.


NOTAS:

[1] Hasta la fecha, el único trabajo realmente serio acerca de los movimientos sociales campesinos durante la II República se debe a Juan García Pérez: Estructura agraria y conflictos campesinos en la provincia de Cáceres durante la II República, Cáceres, 1982.

[2] Este trabajo se ha realizado sobre la base de las informaciones aportadas por la documentación analizada en distintas fuentes: hemerográficas (Diario Católico Extremadura), fuentes primarias(Archivo Municipal de Ceclavín, en adelante AMC) y bibliográfica especializada.

[3] La escasa celeridad en la aplicación de la Ley de Bases para la Reforma Agraria promulgada en Septiembre de 1932, y su escasa efectividad debido al bloqueo y boicot de las clases propietarias y hacendadas determinaron el aumento de la espiral de violencia que alcanzó su momento cumbre a mediados de 1933, punto de inflexión de la revuelta campesina, a partir del cual experimentaría un notable retroceso y desarticulación de sus órganos de expresión y sociabilidad y en suma, su capacidad reivindicativa debido a la promulgación de la Ley de Orden Público de Julio de 1933, la instauración de un gabinete conservador tras las elecciones de Noviembre y las medidas represivas dictadas tras el estallido de la Revolución de Octubre de 1934.

[4] Ceclavín contaba con un número importante de artesanos y comerciantes dedicados a tareas dispares; regentadores de Cafés y tabernas, de gran número en la localidad, diversas tiendas de tejidos al por menor amén de oficios tradicionales de gran notoriedad en el municipio como el de orífice o plateros, de gran raigambre en el pueblo. También es notable la presencia de artesanos funcionales (sastres, zapateros etc.). Como centros manufactureros son destacables la existencia de una fábrica de loza ordinaria, numerosas prensas de husillo y viga. Finalmente cabe mencionar la substantividad de una fábrica hidroeléctrica, Fronteriza del Alagón, que proveía de electricidad al núcleo rural. AMC, Matrícula de contribución industrial y de Comercio. Año 1933, Leg: 155 Expte: 2582.

[5] Resulta difícil cuantificar el peso real del proletariado rural ceclavinero, ya que las fuentes archivísticas no arrojan luz al respecto y tenemos que recurrir al material informativo que se desprende de las reseñas periodísticas sobre el problema social en Ceclavín para trazar un mapa sucinto y somero acerca de la envergadura numérica del movimiento obrero en Ceclavín. En cualquier caso, y contemplando un margen razonable de error (debido a que las estimaciones existentes aluden a la afiliación al sindicato socialista local) podemos cifrar en unos 300 obreros por término medio que en coyunturas especialmente desfavorables podía ascender hasta los 700, como en el momento objeto de estudio.

[6] Según las fuentes catastrales, en Ceclavín 8 fincas ocupaban una extensión de 5983Ha (37,12%), citado por J.García Pérez: Op Cit, p 72.

[7] «Pueblo Ceclavín lleva 48 en estado de bloqueos por huelguistas revolucionarios que impiden todos los servicios de pan y agua, soltando ganados, persiguiendo cruelmente personas honradas por no acudir refuerzos de la benemérita. Guardia Civil impotente para contener ataques, falta de apoyos de autoridades locales que clausurado centro patronal, se temen trágicos sucesos ante personal defensa que salve responsabilidad». Diario Extremadura 2/6/1933, citado por J. García Pérez: op cit, p 366.

[8] «Los socialistas por amos del campo en Ceclavín», titular de prensa aparecido en el Diario Extremadura 12/1/1933 donde se resume la línea editorial del periódico, alineado con las clases propietarias. Ceclavín conoce un significativo conflicto social en Enero debido a las discrepancias que sobre la forma de explotación de los bienes de propios mantienen socialistas y republicanos conservadores durante la época de barbechera.

[9] La crisis obrera registrada en Ceclavín en Enero de 1933 hacía presagiar un horizonte sombrío para aquel año, donde las clásicas medidas de colocación obrera en obras públicas se mostraban insuficientes debido al escaso numerario de la municipalidad que recurría a «vales» ya que carecía de fondos con que pagar los jornales invertidos en la red de caminos vecinales. El estado de necesidad conduce a una práctica delictiva cotidiana y de carácter social cuya manifestación típica es el hurto de frutos o leña, tal y como ha estudiado Fernando Sánchez Marroyo: Delincuencia y derecho de propiedad. Una nueva perspectiva del problema social durante la II República.

[10] Libro de Actas Municipales, 1933 23/2/1933 AMC Leg: 153 Expte: 2562.

[11] «Setecientos obreros anuncian la huelga de brazos caídos en Ceclavín para el día 8 de Abril» en Estado Social de la Provincia. Diario Extremadura 1/4/1933.

[12] Comunicación del Gobierno Civil de la Provincia de Cáceres. AMC Leg: 155 Expte: 2591.

[13] Libro de Actas Municipales, 1933 10/6/1933. AMC Leg: 153 Expte 2562.

[14] Expediente instruido por alteración de orden público 1933 AMC Leg: 155 Expte: 2588.

[15] Durante la manifestación conmemorativa del 1º de Mayo se registraron insultos entre algunos vecinos del tipo «canallas y criminales», con las correspondientes sanciones dictadas por el Juez municipal. Expediente instruido por alteración de orden público. AMC Leg: 155 Expte: 2589.

[16] El jornal de los segadores era de 8 pts frente a los braceros alojados, quienes percibían sueldos que oscilaban entre las 2,25 pts y las 3 pts, según fuera su horario laboral de 6 u 8 horas. Este considerable desequilibrio salarial determinaba que muchos vecinos marcharan a buscar trabajo en la siega a otros municipios.

[17] Propuesta de bases que hace el Ayuntamiento de Ceclavín a obreros y patronos para que de una manera definitiva se solucione la crisis de trabajo durante los meses de Julio, Agosto y Septiembre del año que nos ocupa. AMC Leg: 155 Expte: 2590.

[18] Bando Municipal de la Alcaldía Constitucional de Ceclavín (1931-1933) 20/1/1933. AMC Leg: 148 Expte: 2474.

[19] Bando Municipal de la Alcaldía Constitucional de Ceclavín (1931-1933) 20/4/1933. AMC Leg: 148 Expte: 2474.

[20] Expediente instruido y funcionamiento de la Comisión Inspectora a los fines del Reglamento para ejecución de la Ley de 27 de Noviembre de 1931 relativa a colocación obrera. AMC Leg: 155 Expte: 2586.

[21] Escrito de impugnación elevado por la Asociación de Propietarios de Ceclavín a la Alcaldía expresando su disconformidad con el proyecto de bases de trabajo para solucionar la crisis obrera. AMC Leg: 153 Expte: 2591.

[22] Idem

[23] Correspondencia enviada por la Alcaldía a la Asociación de Propietarios de Ceclavín en respuesta al escrito de impugnación del proyecto de bases de trabajo, 23/6/1933. AMC Leg: 155 Expte: 2590.

[24] Libro de Actas Municipales, 1933. Sesión 22/6/1933 AMC Leg: 153 Expte: 2562.

Oct 011999
 

Juan Luís de la Montaña Conchiña.

Universidad de Extremadura

INTRODUCCIÓN: VIDA COTIDIANA E HISTORIA

La historia de la vida cotidiana no es una novedad ni significa el agotamiento de los paradigmas dominantes dentro de las corrientes historiográficas actuales[1]. Aun considerando ciertas diferencias y visiones de la historia con la historia tradicional desarrollada desde los ámbitos académicos, no supone en absoluto una ruptura de los parámetros por los que se ha regido la producción historiografía medieval hasta el presente, sino un complemento o intento de acercamiento a los aspectos vitales que rodean a la convivencia de las personas, la comunidad, la familia, el individuo, a los humildes escenarios que enmarcaron el desarrollo de la sociedad occidental en la que el objeto fundamental de estudio es el hombre[2]. Esta historia, perfectamente enmarcada en la conocida genéricamente como historia de las mentalidades y cultura material, no deja de ser una historia social en la que está presente una serie de elementos estructurales que tienen de fondo el marco de un modo de producción y de relaciones sociales.

Efectivamente, lo que se ha dado en llamar historia de la vida cotidiana “es una forma de comprender e interpretar la historia a partir de la articulación de unos hechos, actitudes, ideas a través de todos los movimientos del ritmo humano”[3]. De otra forma, lo cotidiano es una realidad histórica que se conforma como un conjunto de actos y actitudes, o lo que es igual, la vida misma que han llamado la “historia desde abajo”. Esta forma de construir la historia no es más que la simple oportunidad de otorgar la palabra a aquellos que nunca la tuvieron en la historia denominada oficialista[4]. Reducir la historia de la vida cotidiana a una simple descripción de determinados fenómenos históricos no sería más que un cúmulo de anécdotas o inventario de diversa importancia, pero todo exento de conexión y de argumento[5].

La cotidianidad dentro de la historia posee varias dimensiones en absoluto excluyentes. De entre ellas podemos destacar la nueva historia local, que es una historia exenta de singularidades y elementos particulares para convertirse en el prototipo de preocupaciones generales –una concepción del todo- en un marco de aplicación más restringido en la que el sujeto principal de observación es la comunidad en una gradación de mayor a menor: región, comarca, ciudad-villa, aldea, comunidad, familia e individuo.

Es desde esta perspectiva desde donde nos vamos a enfocar el ritmo diario de vida y convivencia de una comunidad urbana extremeña en la Edad Media como es Trujillo. El motivo de seleccionar esta villa como punto de observación es doble. Por un lado, hemos de resaltar la atracción que supone para el investigador la intensa y bulliciosa vida que posee Trujillo en los años finales de la Edad Media donde existe un espectro social muy amplio y diversificado; por otro, la posibilidad de contar con un cúmulo de documentación suficientemente densa y completa que nos permita indagar sobre los aspectos más cotidianos de la comunidad. En este trabajo, por tanto, analizaremos aspectos diversos de la comunidad urbana como las bases de organización y convivencia, la marginación y la pobreza así como los conflictos que surgieron en el vivir cotidiano, los espacios públicos y sus usos por contraposición a los espacios privados representados por las viviendas, el gobierno local, las formas de trabajo y economía que dinamizaron el ritmo diario de la vida en una villa de realengo.

1. EL ESPACIO URBANO: ESPACIOS Y EDIFICIOS PÚBLICOS Y PRIVADOS

Dentro de la tipología de espacios intramuros que se adivina dentro de estos marcos urbanos básicamente definidos por la existencia de una muralla que rodea y envuelve el núcleo de la población, podemos distinguir según su naturaleza entre espacios de control público (plazas y mercados así como calles y zonas de reunión vecinal)[6], y espacios privados o comunidad vecinal (vivienda familiar). Los especialistas hablan de un tercer espacio, el eclesiástico, materializado en aquellos lugares bajo el control y jurisdicción eclesiástica (iglesias, conventos, monasterios, hospitales). Ambos criterios, sin excluir el tercero, podrían sintetizarse, desde una perspectiva urbanística, en espacios abiertos y espacios cerrados[7].

En el plano de los espacios privados además de las viviendas familiares, casas-fuertes, palacetes e incluso edificios religiosos, existe una dimensión distinta de esta privacidad donde puede observarse la confluencia de lo público y lo privado: edificios pertenecientes al concejo. Es decir, espacios delimitados donde ambos conceptos se solapan, es el caso, por ejemplo, de tabernas, carnicerías, panaderías, mesones (quizá los más populares) y edificios similares que, formando parte en algunas ocasiones de las viviendas de aquellos que desarrollaban sus oficios, poseían al mismo tiempo una dimensión pública.

1.1. Configuración del espacio urbano

El espacio urbano se conforma como un marco excepcional en el cual se articula un conjunto de vivencias y realidades de signo muy distinto. Este marco urbano al que nos referimos, que es el que se encuentra rodeado de murallas, es en sí mismo un complejo orgánico, vivo, en el que operan fuerzas de muy distinto signo y que mantienen continuo el ritmo de la comunidad[8]. De esta forma, la existencia de murallas es la primera realidad diferenciadora a tener en cuenta ya que permite configurar, delimitar y precisar el espacio netamente urbano conocido en las fuentes con el término villa[9].

En ese sentido, la existencia de un cerco murado y una compleja estructura defensiva no es desde luego un hecho fortuito, al menos para el caso de Trujillo. Si en un primer momento desempeñó una función primordial frente al enemigo musulmán, en la Baja Edad Media la conflictiva situación política castellana fue determinante para su reforzamiento. La muralla de la villa necesitó en no pocas ocasiones de fuertes inversiones que costearan las reparaciones y ampliaciones provocadas tanto por necesidades estratégicas como poblacionales, especialmente las segundas, quizá las más interesantes[10].

1.2. Plazas y espacios públicos

La plaza como lugar de congregación de la comunidad y como espacio de intercambio por excelencia, adquiere en el caso de Trujillo una importancia vital. Mientras que en algunas ciudades castellanas la plaza era un espacio más o prolongación de la calle o calles que se juntan[11], en el caso trujillano, como en otras tantas villas extremeñas: la plaza es el eje articulador en torno al que se organiza la vida de la comunidad. Una realidad que potencia la significación de la plaza como “eje vital” de la villa es la actividad económica que se desarrolla en la misma. En 1465, por privilegio de Enrique IV, la villa gozaba de un mercado franco “por el dia del jueves de cada semana e que todas las personas vezinos de esa çibdad e su tierra e de qualesquier otras partes asi de mis reynos como de fuera dellos christianos e moros e judios e omes e mugeres de cualquier ley, estado o condiçion, preheminençia o dignidad que sean e al dicho mercado vinieren puedan venir e vengan libre e seguramente con todos sus bienes e mercadurias”[12].

Que la plaza se convirtió en el eje en torno al que se articulaba la vida política de la villa no cabe duda alguna. Esta plaza conocida como del arrabal, junto a la iglesia de San Martín, es producto del intenso crecimiento demográfico al que se encuentra sometida la ciudad durante la segunda mitad del siglo XV[13]. En la misma plaza se localizaron las “las casas del concejo e ayuntamiento de la dicha çibdat, que son en la hazera de la plaça della” y otros edificios dependientes de las autoridades locales, como por ejemplo las carnicerías “que son en la hazera de la plaça de la dicha çibdad”, ambas construcciones se presentaban contigüas y sus primeras noticias se remontan a 1418[14]. Muchos documentos refieren con detalle esta realidad especialmente cuando aluden a la localización de las casas que el concejo arrendaba a diversos inquilinos, pero en el caso de Trujillo, que en el siglo XV estaba sufriendo una intensa expansión urbana, esta certidumbre se hacía más patente toda vez que el concejo mostró un gran interés por centralizar en dicho espacio los edificios públicos más importantes como la alhóndiga y la cárcel, junto a otras casas del concejo “para fazer en ellas alhondiga e para poner en ellas el peso del pan e harina de pescado e hierro e otras cosas de que la dicha çibdad tenia mucha nesçesidad”[15]. Trujillo contó además con otras plazas de menor importancia pero que sin duda ejercieron una función similar a la que se convertiría en plaza principal de la villa como “la plaçuela que ha por linderos de la una parte casas de Diego Ferrandez, xabonero, e de la otra parte casas de Alonso Garçia e delante las puertas prinçipales la calle real”[16].

La ubicación del mercado de la villa parece que concretó en la plaçuela y puerta de Santiago[17]. Lo que sí es cierto, es que en el mercado de los jueves se desarrolló una vida económica activa, bulliciosa. Allí confluían comerciantes de la villa y su tierra así como gentes foráneas con todo tipo de productos[18]. A través de actas del concejo y de las ordenanzas sabemos que se comerciaba con telas, una amplia variedad de alimentos (higos, garbanzos, castañas, nueces, avellanas, aceite, miel), y utensilios domésticos (herraduras, mobiliario, cestas, tejas, botijos, jarras, barreñas, tinajas), sometidos a una férrea reglamentación que aseguraba calidad y una estandarización de los precios. Desde nuestra perspectiva, la presencia de moros y judíos muy activos en este sector fue decisiva para el impulso económico definitivo de la villa, a pesar de las limitaciones que con posterioridad a 1480 tuvieron en lo relacionado con prácticas mercantiles.

1.3. La vida en las calles

La calle es el elemento vertebrador de la convivencia comunitaria, es el centro de reuniones y comunicación cuando desemboca en plazas abiertas. La calle es el centro de intercambio de información y de movimiento, es el centro de comunicación y diversión por excelencia de las personas que integran la comunidad y por tanto es un área de marcado ámbito social [19]. En este sentido, Trujillo contaba con una serie de calles perfectamente interconectadas que convergían en las plazas y articulaban la vida de la villa. Todos los negocios de relativa importancia, así como determinadas transacciones, actividades artesanales, y la localización de determinados establecimientos públicos confluían hacia estos espacios.

A finales del siglo XV se conoce un número relativamente amplio de ellas aunque no deja de ser un elemento sintomático el hecho de que, pese a la abundancia de calles más o menos conformadas, no exista un elenco de nombres suficientes que las defina. En la mayoría de los casos, calles y viviendas se confundían, quizá como resultado del crecimiento relativamente desorganizado de los arrabales[20]. Muchas de las arterias donde presuntamente se localiza una parte importante de las casas que el concejo arrienda a diversos inquilinos así como otras vías en las que se ubican viviendas particulares, tienen su salida a la “calle real” o calle principal. Es interesante señalar un detalle que explica esta curiosidad y es que en las ciudades medievales castellanas sometidas a un proceso de expansión urbana, como es el caso de Trujillo en la Baja Edad Media, las calles no detentaban un nombre definido tal y como las conocemos en la actualidad. En el caso de los barrios donde se concentraban los gremios artesanales éstas eran conocidas por el oficio que se desarrollaba en sus talleres. Así, cabe destacar las calles de los Olleros, San Miguel, Pozuelo, Sancti Spiritus, entre otras[21]. Sin embargo, entrado el siglo XVI ya se conocen algunas calles con nombres propios correspondientes a la zona de expansión extramuros tales como: calles de los ballesteros, calle Garciaz y calle Sillería[22].

La vida en las calles era bulliciosa y ajetreada según se deduce de las noticias conservadas en las actas y ordenanzas del concejo. El hecho de regular las múltiples actividades que se desarrollaran en ellas es sintomático[23]. Además de los sonidos y alborotos típicos de los talleres artesanales en pleno funcionamiento, pequeñas tiendas y algún edificio público debía ser el centro donde convergían asiduamente los vecinos. Las ordenanzas detallan algunas cuestiones respecto al desarrollo tranquilo de la vida de todos los días como la higiene y tranquilidad que debían ostentar para beneficio de la comunidad. Considerando esta realidad, es posible pensar que en el ensanchamiento de la ciudad durante la segunda mitad del siglo XV, las calles mejoraran en su aspecto. El empedrado de las mismas debió ser un hecho palpable con el que no sólo se trataba de añadir un toque de comodidad sino de aplicar una serie de medidas higiénicas indispensables para el bienestar comunitario. De esta forma, se penaba el vertido de basuras en las calles y no en los lugares destinados a tal fin: los muladares. Curiosamente, y dada la vivacidad del ritmo cotidiano en algunos casos, se denuncia que la basura no era llevada a los citados muladares sino que se era trasladada por algunos vecinos a otros barrios y calles. Ante esta situación no quedó más remedio que articular una normativa en la que “toda vasura o suziedad se eche en los muladares señalados e amojonados e no en otra parte; e pregonese”[24]. Para que ésta se hiciese efectiva, hacia 1485 la villa contaba hasta con cinco muladares estratégicamente repartidos por puntos concretos[25].

Pero no todos los problemas que generaban el cuidado y limpieza de la calle terminan ahí. Si hay una estampa típicamente medieval es la de ver animales sueltos pululando por calles y barrios. Esta particular situación estimuló la redacción de un cúmulo de normativas que intentaba evitar que animales, como cerdos, fueran sacrificados por vecinos descontentos con la suciedad que éstos iban dejando a su paso. La situación llegó al límite de tener que legislar a favor de proceder al sacrificio (dado el perjuicio que podía infringir en la débil economía familiar la pérdida de estos animales) pero sí evitar el que anduvieran sueltos por las calles. Para controlar éste y otros aspectos los “guardas de las calles” y el corralero procuraban encerrar a estos animales no sin multar a sus propietarios[26]. Del mismo modo, en 1500, una ordenanza nueva advertía a los mesoneros de la ciudad que no debían tener “puercos e gallinas de lo qual los caminantes espeçialmente sus bestias se sygue daño”[27].

1.4. El ámbito privado y la vida doméstica: la casa

La casa formaba parte de ese otro ámbito de convivencia: del ámbito privado por excelencia; y presenta unas formas muy determinadas, aunque en la documentación no se conserven datos sobre las mismas con los detalles deseados. En el ámbito de la vivienda podemos distinguir tres tipos aunque nos centraremos con exclusividad, dado su interés, en el primero:

  1. La vivienda familiar.
  2. La casa señorial, que en el caso trujillano está claramente representado por la casa fuerte.
  3. Edificios de culto, iglesias, ermitas, sinagogas; y edificios religiosos como monasterios, conventos y hospitales para los pobres.

El primer aspecto a reseñar es que la vivienda en el seno de la villa no aparece como un elemento aislado, sino plenamente integrado, es decir, tienden a una agrupación natural que permite un ahorro de espacio, una mejor defensa ante las inclemencias del tiempo y una mayor estabilidad de la vivienda. Las dimensiones así como la estructura de la casa no están explicitadas en las fuentes aunque por diversos datos intuimos tanto un aumento de las dimensiones como de los elementos que la componen[28]. Exceptuando las casas de los colectivos más modestos localizadas en los arrabales de la villa, éstas podían ser de dos pisos y con arcadas, como es el ejemplo de las viviendas que formaban una de las dos carnicerías del concejo sita en la plaza[29]. En un documento de 1498 se describe perfectamente este tipo de vivienda. Todos los datos indican que la parte residencial propiamente dicha se situaba en la parte superior “para fazer en ello casa o valcon o soleador”[30], mientras la carnicería, espacio público por excelencia, se disponía en la planta baja. En el piso inferior se localizaban la cocina, alguna estancia y quizá un espacio para animales y herramientas. Mientras, en el piso superior se disponía la totalidad de las habitaciones[31].

La documentación consultada nos permite afirmar la existencia de espacios adosados a la vivienda, lo que nos permite constatar el aumento del número de dependencias. De esta forma, la casa contaba, además, con un corral, que era el anexo más importante de la vivienda. La presencia del corral, que debemos entender similar a la realidad que conocemos hoy día, está presente incluso en viviendas localizadas en el interior de la villa “un pedaço de corral que yo he e tengo y poseo, que es en los arravales desta dicha çibdad en las espaldas de unas casas mias que yo tengo en la hazera de la plaça e ha por linderos el dicho pedaço de corral casas de vos el dicho conçejo, de la una parte, e de la otra las dichas mis casas, el qual dicho pedaço de corral es segund que los señalaron Juan Regodon e Fernando Davalos, albañires, vezinos desta dicha çibdad”, los ejemplos podrían multiplicarse[32].

La existencia de estos corrales puede señalarnos la pervivencia de una vivienda de relativas dimensiones con abundantes espacios interiores no construidos, es decir, viviendas de relativa extensión donde ya no conviven personas y animales. En ocasiones, a las unidades anteriormente descritas se unían otros compartimentos como establos, donde se albergaría al ganado[33]. Es previsible contar con un aumento de las condiciones de habitabilidad al poseer nuevas construcciones como fogones, pequeños hornos de pan caseros, hogares adosados a las paredes y un progresivo aumento del mobiliario que la presencia en Trujillo de numerosos artesanos no hace más que reafirmar.

En cuanto a los materiales empleados, parece existir una similitud con los utilizados en la realización de viviendas en espacios más septentrionales[34]. El Libro de Daños en el Monte de Trujillo, condensa una serie de noticias sobre la corta de madera (robles) necesaria para la realización de determinadas partes de la vivienda. Según se indica siempre es utilizada para las cubiertas o tejados, y la construcción de puertas, ventanas, portones y quizá otras partes de los interiores de la vivienda. La madera de menor calidad (ramas de encinas y alcornoques) eran empleada para la construcción o cerramientos de pequeños corrales y cercados.

Además de la madera utilizada para diseñar el armazón de la casa, se empleaban materiales mucho más consistentes y duraderos[35]. En las ordenanzas de la villa donde se contiene una “Tasa de cómo han de vender el barro los olleros”, se hace una relación de materiales y precios muy significativa de los productos derivados del mismo empleados en la construcción de viviendas. De esta forma sabemos que muchas viviendas familiares estarían tejadas. Las tejas tenían la medida de lo que “esta señalado en la torre de San Martin”[36]. Del mismo modo, era habitual el uso de ladrillos y adobes, éste último de mayor consistencia y por tanto de mayor uso especialmente para la realización de las estructuras de las viviendas.

2. LA COMUNIDAD, LAS PERSONAS: FORMAS DE ORGANIZACIÓN Y CONVIVENCIA

En las ciudades medievales, las personas no vivían aisladas sino que conformaban pequeñas comunidades perfectamente organizadas en función de unos criterios que podían ser muy variables: desde elementos económicos hasta étnicos y religiosos. Existía un amplio sentido de la solidaridad ya que, a pesar de la aparente organización de la vida municipal, su estabilidad no estaba garantizada por el Estado[37]. La unidad fundamental en torno a la que se articula la comunidad es el barrio y la collación. Estas realidades muy acabadas en la Baja Edad Media podían considerarse como una pequeña aldea gobernada por una fracción de las personas que la integraban elegidas periódicamente. Los fueros extensos contienen datos suficientes para conocer la estructuración de estas unidades comunitarias en el seno de las villas.

En el caso de Trujillo, todos los datos indican que las colaciones (de connotaciones étnico-religiosas) y barrios (entidad socioprofesional) estaban organizados, al menos en lo que se denominaba villa vieja en la que se localizaba básicamente la comunidad cristiana. La presencia de judíos y musulmanes queda reducida a barrios circunscritos al espacio extramuros[38]. Aunque vivían agrupados en aljamas y morerías, sitas en las zonas de expansión de la villa nueva, sí puede constarse la presencia de algunos miembros destacados de ambas comunidades hábiles expertos en oficios de reconocido prestigio, tal es el caso de “Abraham, çirujano”[39].

Una de las realidades mejor acabadas eran las solidaridades gremiales pues constituían elementos de referencia en el modelo de organización de la sociedad medieval. A pesar de su importancia, este asociacionismo básico no estuvo muy presente en Trujillo, como en el resto de villas extremeñas, hasta finales de la Edad Media. El asociacionismo o el gremialismo fue combatido sin descanso por las poderosas oligarquías locales cuyos intereses no giraban tanto en torno al desarrollo de la industria local como de una explotación meramente rentista de la tierra. Sin duda, el desarrollo de gremios o cofradías que defendieran sus derechos hubiera sido un escollo para los intereses de los cavalleros e “omes buenos” de la villa.

Ante esta realidad hasta cierto punto discriminatoria articulada desde las instancias superiores de la localidad controladas por las poderosas oligarquías de caballeros villanos agrupados en linajes, los únicos recursos que les quedaban al común de la población era la práctica de un asociacionismo elemental materializado en hermandades y cofradías que les permitiera una articulación eficaz de sus intereses y un apoyo mutuo en momentos difíciles. Efectivamente, en las ciudades medievales siempre existió en el plano de la comunidad un sentimiento de hermandad ampliamente extendido, aunque haya que destacarse matices de signo religiosos. Este esquema de agrupamiento y ayuda mutua se vertebró desde la calle, pasando por barrios y collaciones. No es de extrañar encontrar las primeras referencias a cofradías con fines piadosos en la villa, al menos desde finales del siglo XV. De estas fechas proceden las noticias de la cofradía de la «pasion, la qual diz que no tiene renta ninguna e que todos los viernes del año se dizen en ella una misa de pasion e que quando sacan el Santo Sacramento para lo levar a los enfermos”[40].

1. Marginación social

En una sociedad dinámica y en constante transformación como es el trujillana de finales del siglo XV, la diferenciación social, es decir, la estratificación interna entre los colectivos pecheros y menos pudientes estaba ya muy presente en el organigrama social[41]. La pobreza e indigencia se cebó sobre los colectivos menos favorecidos. El empobrecimiento de muchas familias ante las constantes subidas de precios, las malas cosechas, la estructura de la propiedad y, en menor medida, las arbitrariedades cometidas desde el gobierno municipal provocaron significativas bolsas de pobreza y miseria raramente recogidas por las fuentes[42].

La pobreza y la mendicidad son lacras que están presentes en Trujillo. Aunque en los documentos y en las propias actas no se encuentran referencias directas sobre esta problemática[43], la existencia y fundación de hospitales delatan esta realidad. La presencia y situación de la más extrema indigencia de algunos habitantes de la villa o de sus alrededores conmovía al concejo, como es el caso de una mujer “muy pobre de las huertas que tiene gota coral, está parida, pide por Dios le manden dar criar la criatura porque con el mal se teme que se peresçera”[44].

Pero el amplio y delicado tema de la marginación social no se reduce a lo que podríamos denominar pobreza material. Existía una pobreza voluntaria y fingida en muchos casos que producía un rechazo tanto por parte de las autoridades locales como de la propia comunidad. En una villa de intenso crecimiento demográfico y actividad económica, se desarrolló una delincuencia menor. En un curioso documento de marzo de 1500, la reina insta al obispo de Plasencia para que ponga fin a una situación ciertamente particular. El documento en cuestión habla de una actitud poco reverente de los clérigos de la villa que, quedando las puertas de las iglesias abiertas por la noche, permitían que rufianes, ladrones y estafadores se refugiaran en su interior, evitando la intervención de la justicia[45]. El concejo, siempre preocupado por el clima de inseguridad que se generaba en la villa, tomó las medidas adecuadas para solventar esta problemática. A este respecto es sintomático observar la redacción de normativas que afectaban a lugares particularmente propicios a la reunión de estos grupos como son los mesones[46]. El vagabundo o maleante que pasara más de tres días en la ciudad estaba expuesto a recibir públicamente cien azotes[47].

Otro tema era el de la prostitución, sinónimo en este caso de marginación social. Ésta estuvo presente en Trujillo en un grado desigual. Si partimos de una realidad y es la importancia económica de la villa, la dinámica comercial y de riqueza que se generaba, así como el paso de gentes provenientes de otras partes del reino a los que se denomina “estrangeros” (pastores de la Mesta, mercaderes, merchaniegos, buhoneros), es factible pensar en que la prostitución como una actividad presente en la vida cotidiana de los trujillanos. Aunque es imposible saber el grado de actividad que alcanzó la misma, ésta se dio y estuvo localizada en puntos muy concretos. Sabemos que grupos de prostitutas proliferaban los mesones de la ciudad, cuestión que provocó no poco altercados públicos[48]. En ocasiones las quejas de los vecinos respondían a las molestias que podrían causarles los ruidos y altercados que se provocaban en algunas de estas casas cercanas a determinados barrios: “algunas personas del barrio de San Miguel diezen que en el meson de Catalina Ramos estan muchas mugeres del partido y a las noches ay alli questiones. Piden que les manden tener una mançebia apartada e no en las calles”[49].

2. Conflictos en el seno de la comunidad

La convivencia entre cristianos, moros y judíos no siempre fue fluida, aunque tampoco se documentan enfrentamientos directos dignos de mención. En determinados momentos surgieron problemas que, denunciados, en ocasiones no encontraron soluciones adecuadas. Es por ello que en las ordenanzas de la villa detectamos una serie de medidas tendentes a solucionar los problemas que provocaban la convivencia a la que estamos aludiendo, aunque siempre con ventaja para los cristianos. Con ello, no se dejaba de detectar una especial calma tensa.

Judíos y musulmanes estaban supeditados a serias limitaciones en el ejercicio de actividades cotidianas como el comercio sólo practicado en momentos muy determinados, ni siquiera les era permitido cubrir necesidades relacionadas con el abastecimiento[50]. A estas injustas medidas se le añadieron otras no menos humillantes anteriores a su expulsión como por ejemplo la prohibición aplicada a los cristianos referente a la compra de carne vendida por judíos o moros, o la compra de pescado los días preceptivos de los cristianos hasta el mediodía, con el fin, seguramente, de evitar los problemas de abastecimiento[51]. El extremo de esta actitud separatista hacia estas minorías, además de su aislamiento en aljamas y morerías donde debían montar sus mercados, llegó con la rigurosa aplicación de los distintivos que iban sobrepuestos sobre los ropajes. Los judíos debían llevar señales “redondas coloradas” y los moros unas lunas[52].

Un cierto clima de tensión se detecta en algunas acciones habituales y que, entres otras cuestiones debieron culminar con la marcha de la ciudad de muchas familias cuando en la documentación de los primeros años del siglo XVI se señala “ya no los ay”, cuando cristianos seglares y eclesiásticos denunciaban a judíos y moros el desarrollo de su trabajo cotidiano en día de domingo, como era el hecho de trabajar en sus huertas y viñas[53]. Situación ciertamente curiosa y contradictoria de la comunidad cristiana cuando una disposición real obligaba a respetar a estos colectivos y sus trabajos diarios pues ya se encontraban recluidos en sus propios barrios[54].

3. El ciclo diario de la vida: el trabajo

El trabajo en la villa de Trujillo se repartía ampliamente por los diversos espacios públicos, plazas centro comercial por excelencia, y calles donde se localizaban los talleres. Ello no resta que actividades meramente agrarias tuvieran lugar en una escala muy reducida en la villa y en sus inmediatos alrededores, como así ocurría.

A este respecto las ordenanzas de la villa nos muestran cumplida información sobre los diversos oficios manuales como caldereros, barberos, albañiles y jubeteros. Podemos destacar las ordenanzas que regulaban la actividad de zapateros, zurradores, curtidores de pieles y herreros, y cuando decimos regulaban nos referimos tanto al desempeño de la propia actividad, como a los materiales empleados, la calidad de los productos resultantes y los precios establecidos por el concejo así como los puntos de venta. En esta realidad los denominados fieles del concejo eran los encargados de hacer cumplir las normativas articuladas al respecto. En una dinámica similar de control de calidad y precios estaban envueltos oficios como el de panadero (ejercido normalmente por mujeres), y carnicero, y en general los relacionados con el sector alimentario, al que se prestaba especial atención. El oficio de carnicero se presenta ampliamente regulado en las ordenanzas quizá, entre otras cuestiones, porque dicho producto estaba sometido a una amplia demanda, dada la significación de la carne en la dieta cristiana[55].

Al margen de los oficios que marcan la cotideanidad de las necesidades de la población, hubo algunos oficios a los que tanto las autoridades locales como la Corona prestaron especial atención dada su importancia en el funcionamiento de la comunidad. Nos referimos a médicos, boticarios, cirujanos y bachilleres. Efectivamente, el ejercicio de tamañas funciones fue especialmente supervisada por los oficiales del concejo como se deduce de un documento de 1489 en el que se habla de la dotación salarial, seis y cuatro mil maravedís anuales, de aquellos que debían ejercer dichos puestos[56]. Asimismo procuraron dotar a la villa de dos profesionales que desempeñen idénticas funciones. Desde otra perspectiva, para asegurar unas condiciones mínimas en la salud de los trujillanos así como la asistencia personalizada de especialistas, el concejo supo desarrollar una política de atracción de artesanos especializados para la satisfacción de estas necesidades. Este grupo está integrado por los que un documento denomina como físicos, cirujanos y boticarios. Estos especialistas que desarrollaron funciones complementarias fueron apreciados en Trujillo de modo que como se indica en junio de 1489[57]: “Otrosi que al fisico e çirujano que fuere elegido e nonbrado por el dicho conçejo, seyendo tal persona que syrva bien e sea abil e sufiçiente para usar de los dichos ofiçios aya de levar e lieve e le ayan de dar e den de salario seis mil maravedis en cada un año; e sy el dicho conçejo viere que cunple al bien e pro comun de la dicha çibdad que aya dos fisicos e çirujanos que les ayan de dar e den a cada uno dellos quatro mil maravedis en cada año”.

4. Los menesteres cotidianos: alimentación, higiene y sanidad.

Entre las necesidades más importantes y que obviamente no se pueden olvidar está la alimentación. En la Edad Media la alimentación no es una necesidad sino un problema cuando no una aventura[58]. En este sentido tenemos que indicar las graves deficiencias que producía en los sistemas de abastecimiento la baja productividad de las cosechas, la extremada dependencia de las variaciones climáticas a lo que tenemos que sumarle las limitaciones técnicas. El hombre medieval, en extrema dependencia de la tierra, siempre se mantuvo embarcado en la cruda realidad que imponía la aparición de malas cosechas y las consiguientes hambrunas[59].

Evidentemente, en un mundo como el medieval en el que la jerarquización de la sociedad y de los comportamientos mentales era tan rígido, el sistema alimentario estaba sujeto a un alto grado de diferenciación. Según se ha señalado la asociación de personas, estrato social y cuadro alimentario es evidente: carne para los ricos, vegetales para los pobres. Aun con todo, la carne fue un producto de un consumo muy elevado entre todos los colectivos sociales que, junto al pan y al vino, constituía la dieta alimenticia urbana por excelencia de buena parte de las ciudades castellanas del siglo XV[60].

Efectivamente, carne, pan y vino eran los alimentos que más presencia tenían en el mercado en sus variantes cualitativas.

  1. En cuanto a la primera, la carne, el carnero y el vacuno eran los más consumidos. La presencia, curiosamente, del cerdo en el mercado es mínima, ello no significa que no se consuma, todo lo contrario. Hay que pensar en que el cerdo era un animal presente en las cabañas familiares y, dado este autoabastecimiento, no hacía necesaria su presencia en las tablas de los carniceros. Además en el mercado podían encontrarse: conejos, liebres y perdices.
  2. El pan era el alimento cotidiano por excelencia, la abundancia de normativas relativas a la guarda del pan de 1485 y 1506 son más que esclarecedoras de esta realidad[61]. Además del trigo, que sería el pan de los ricos, el centeno ocupaba un lugar importante. Del mismo modo se habla de cebada, pero el ser un cereal menos panificable quizá esté más relacionado con el alimento de los animales de corral y las bestias de tiro.
  3. El vino supone un aporte de calorías diarias muy importante. Haciendo una comparativa con otras ciudades castellanas podía consumirse entre 1- 1,5 litros diarios por persona[62].
  4. Curiosamente los alimentos que menos presencia parecen tener en los puestos de los comerciantes son las frutas y hortalizas (peras, ciruelas, espárragos, berenjenas, uvas e higos). Quizá haya que pensar, al igual que con el cerdo, en un autoabastecimiento que las pequeñas huertas en manos de modestas familias podía proporcionar. El pescado también ocupaba un lugar principal, un pescado que, proveniente de los grandes afluentes del Tajo, debía cumplir unas normas de higiene para su venta. El pescado libraba una función alimenticia de primer orden similar a la que desempeñaba desde la vertiente cultural: el pescado era el único alimento permitido a los cristianos los días de precepto[63].Sólo encontramos una referencia relativa al queso.

Con todo, las primeras conclusiones que se nos ocurren es el desequilibrio de la dieta compuesta básicamente por la tríada arriba indicada: carne, pan y vino. Pero si la alimentación era importante, tanto o más lo era el mantener los mercados bien surtidos de los más variados productos. El abastecimiento se convirtió en un problema de primer orden y ello lo observamos con claridad en los primeros años del siglo XVI cuando detectamos los síntomas de lo que parece ser una crisis frumentaria de primer orden, a ello se le añade la necesidad de mantener establecimientos (carnicerías) suficientes que permitiesen el abasto de la ciudad[64]. En este sentido, la preocupación del concejo es obvia y por ello en la citada primera década del siglo XVI se detecta un interés creciente por la adquisición de locales sitos en la plaza mayor donde localizar las carnicerías, y la alhóndiga, previo consentimiento real[65], de la que tenemos noticias en agosto de 1502[66]. Otro problema relacionado con el abastecimiento diario era el de asegurar un mercado repleto de productos y unos precios que, previamente establecidos por el concejo, fueran respetados en la medida de lo posible. No es, por tanto, extraño que en septiembre de 1500 el concejo manifestara la prohibición de vender productos importantes para el consumo diario tales como el trigo o la harina, cebada y centeno, fuera del mercado de la plaza[67]. El abastecimiento de alimentos fue canalizado por el concejo eficazmente, articulando no pocas medidas de la cuales ya se conocen algunas a mediados del siglo XV.

La higiene es otro caballo de batalla del concejo trujillano si tenemos en cuenta los numerosos problemas, epidemias, infecciones y otros males, que su falta acarreaba al conjunto de la comunidad. Además del cuidado de las calles en lo que se refiere a la limpieza y orden, la basura depositada en la calle estaba severamente penada. No es de extrañar que se prestara especial atención a la higiene de espacios públicos muy concretos: las fuentes. Lavar o dar de beber a las bestias en las fuentes o pilas de las Añoras suponía una pena de diez maravedis[68]. Del mismo modo era una práctica habitual lavar las tripas de los animales muertos en las fuentes, costumbre que fue rápida y taxativamente denunciada y prohibida en una ordenanza dictada en junio de 1516[69]. Otro tanto ocurría con los olleros a los que se prohibía cocer sus artículos en horas concretas del día debido al humo molesto que salía de lo hornos, sólo podían hacerlo a partir de las 22 horas y una vez a la semana[70].

La seguridad y el mantenimiento del orden social era otro elemento a tener en cuenta por la institución concejil. Además de las disposiciones que reglamentan las relaciones entre los distintos colectivos que integraban la comunidad, hay que contar con otras medidas tendentes a afianzar esta realidad. No es extraño, por tanto, que llegada la noche, refugio de personas y actividades que en muchas ocasiones se movían fuera de la ley, el concejo mostrara su preocupación y, en enero de 1485, seguramente ante el aumento de los delitos, ordenaba que “ninguno anden despues de tañida la ronda”, del mismo modo era obligatorio ir con una fuente de luz y, por supuesto, desarmado. La pena principal ante el incumplimiento de esta medida de seguridad era la cárcel y si portaban armas seiscientos maravedis[71].

CONCLUSIONES

El acercamiento a la vida cotidiana de la villa de Trujillo a finales del siglo XV nos permite observar los cambios en los que se encontraba inmersa. A pesar de las contradicciones existentes en el seno de los grupos sociales, luchas por el poder y diferenciación social, podemos ver con nitidez las transformaciones a que se ha visto sujeta durante este periodo. Si el paisaje y la vida urbana de Trujillo no quedan perfectamente definidos en los primeros siglos después de la conquista cristiana, no podemos decir lo mismo para finales de la Edad Media cuando todos los datos indican una fuerte revitalización, crecimiento demográfico que provoca la expansión de la villa y desplazamiento de la vida cotidiana fuera de sus muros originales: nacimiento de nuevas calles, ampliación y mejora de ls vivienda familiar, una actividad agroganadera y una intensa y nada despreciable actividad comercial como consecuencia del generoso sector artesanal radicado en la villa y un término productivo. La villa se convierte en el corazón económico de un amplio alfoz.

Trujillo, como otras villas castellanas a finales del siglo XV, se encuentra inmersa en una dinámica de gran vitalidad que a través de un análisis de elementos económicos y sociales enfocados desde un prisma distinto nos permite cotejar. Se puede constatar un crecimiento poblacional considerable que faculta el desarrollo de nuevos espacios y ámbitos de relación social (plazas, calles). Ello lleva consigo la revitalización de las actividades comerciales merced al aprovechamiento de las principales rutas de desplazamiento ganadero que con dirección norte sur tenían a Trujillo como centro nodal. Una villa, por tanto, que albergaba una población en plena ebullición, con sus lados oscuros, como por ejemplo la intensa discriminación que proyectaron sobre las minorías étnico-religiosas allí residentes, pero espléndidamente reflejada en los aspectos más sencillos de la vida de aquellas gentes.


NOTAS:

[1] Es una terminología acuñada por los historiadores franceses hacia 1930 (Cit. Peter Burke: Formas de hacer la historia, Madrid, 1991, pág. 25).

[2] Ese es el objetivo principal del excelente trabajo de Normal J. Pounds: Historia de la cultura material. La vida cotidiana, Barcelona, 1989.

[3] Ignasi Terradas Saborit: “La historia de les estructures i la Historia de la vida. Reflexions sobre les formes de relacionar la Hitòria local y la Història general”,Actas de las III Jornadaes d’Estudis Locals. La vida quotidiana dins la perspectiva historica, Palma de Mallorca, 1985, pág. 13. También se suman a estas corrientes historiadores como Vito Fumagalli: Cuando el cielo se oscurece. La vida en la Edad Media, Madrid, 1988; y Jacques LeGoff: Pensar la historia, Barcelona, 1991.

[4] Eloy Benito Ruano: “La historia de la vida cotidiana en la Historia de la sociedad medieval”, La vida cotidiana en la Edad Media, VIII Semana de Estudios Medievales, Logroño, 1998, pág. 13. A lo que añade “Un sistema funcional que, aunque básicamente idéntico a toda comunidad y a toda época humana, posee suficientes elementos diferenciales para caracterizar e identificar los diversos modos de ser vivida”. Franco Ferrarotti: La historia y lo cotidiano, Barcelona, 1991, pág. 22.

[5] Precisiones realizadas por Juan Carlos Martín Cea: El mundo rural castellano a fines de la Edad Media. El ejemplo de Paredes de Navas en el siglo XV, Valladolid, 1991, pág. 302.

[6] Como por ejemplo alcaceres, huertas y herrenales siempre próximos a la villa, en este caso muchos de éstos localizados en el conocido Berrocal de la villa.

[7] Manuel Fernando Ladero Quesada: “La vivienda: Espacio público y espacio privado en el paisaje urbano medieval”, La vida cotidiana en la Edad Media, VIII Semana de Estudios Medievales, Logroño, 1998, pág. 113.

[8] Ricardo Izquierdo Benito: Un espacio desordenado. Toledo a fines de la Edad Media, Toledo, 1996, pág. 15.

[9] Para entenderse la realidad y función de las murallas dentro del ámbito urbano medieval puede verse el magnífico trabajo de Beatriz Arízaga Bolumburu: El nacimiento de las villas guipuzcoanas en los siglos XIII-XIV. Morfología y funciones, San Sebastián, 1978.

[10] Ricardo Izquierdo Benito: Un espacio desordenado…ob.cit, pág. 17. Véase también Julio Valdeón Baruque: “Reflexiones sobre las murallas medievales de la Castilla medieval”, La ciudad y las murallas, Madrid, 1991, págs. 67-87. Para el caso concreto de Trujillo, Mªde los Ángeles Sánchez Rubio: El concejo de Trujillo y su alfoz en el tránsito de la Edad Media a la Moderna, Badajoz, 1993, págs. 73-78.

[11] Manuel Fernando Ladero Quesada: “La vivienda: Espacio público y espacio privado…”, art.cit, pág. 118.

[12] Mªde los Ángeles Sánchez Rubio: Documentación medieval del Archivo Municipal de Trujillo, Cáceres, 1994, Parte II, doc, 66 (en adelante Archivo Municipal de Trujillo)

[13] Mªde los Ángeles Sánchez Rubio: El concejo de Trujillo…, págs. 79-81.

[14] Archivo municipal de Trujillo, Parte II, doc. 213.

[15] Ibídem, docs. 213 y 226, “e de la otra parte la calleja que va entre las dichas casas e las casas de la carcel e de la casa del concejo de la dicha çibdad, e por delante de las puertas prinçipales la dicha plaça”. La cárcel de la villa es conocida en 1418, fue reconstruida en 1485 y verá ampliados su recinto en 1502 (Mª Ángeles Sánchez Rubio: El concejo de Trujillo …ob.cit, pág. 83).

[16] Archivo municipal de Trujillo, Parte II, doc. 186.

[17] A.M.T., Leg. 2.2, fol. 131r.

[18] A.M.T., Leg. 2.2, fol. 125v. “Que salgan las tyendas a la plaça el jueves”.

[19] María Asenjo González: “El ritmo de la comunidad: vivir en la ciudad. Las artes y los oficios en la Corona de Castilla”, La vida cotidiana en la Edad Media, VIII Semana de Estudios Medievales, Logroño, 1998, pág. 190.

[20] Este tipo de espacio vivo pero desorganizado ha sido puesto de relieve para el caso de la ciudad de Toledo por Ricardo Izquierdo Benito: Un espacio desordenado. Toledo a fines de la Edad Media….ob. cit.; Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 85, “huerta de herederos de Alfonso Ferrandez Crespillo e con alcaçer de herederos de Aly Ferrador e con la calle del rey que sale de los mesones de Santi Spiritus e alinda el dicho solar con solar de Yuçuf de la Plaça e con solar de Ali Botali, moro”.

[21] Idea expuesta por Manuel Fernando Ladero Quesada: “La vivienda: Espacio público y espacio privado…”, art. Cit., pág. 116.

[22] Mª Ángeles Sánchez Rubio: El concejo de Trujillo…ob. cit, pág. 85.

[23] Recordemos que las ordenanzas, pese a su naturaleza coyuntural y atemporal, representan aspectos que regulan la necesidad que genera la vida diaria (M.A. Ladero Quesada y M.A. Galán Parra: “Las ordenanzas locales en la Corona de Castilla como fuente histórica y tema de investigación (siglos XIII al XVIII), Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medeival, nº 1, (1928), págs. 221-243).

[24] A.M.T., Leg. 2.2, fol. 48v.

[25] A.M.T., Leg. 5.1., fols. 107v-108v. Muladar de la Alberca, muladar de los algibes, muladar de la puerta de Santa Cruz, muladar de la puerta de Fernan Ruiz, muladar de San Ándres, muladar de las casas de Gonzalo Paredes, muladar de Santa María.

[26] A.M.T., Leg. 2.2, fol. 104v. “y que el corralero no de los puercos a su dueño sy non con prenda que valga el terçio mas, so pena que los pagara el corralero”.

[27] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 155v.

[28] Iñaki García Camino: “La vivienda medieval: perspectivas de investigación desde la arqueología”, La vida cotidiana en la Edad Media, VIII Semana de Estudios Medievales, Logroño, 1998, pág. 93.

[29] Todavía en el siglo XIX una de las constantes de la vivienda trujillana es que ésta contaba con dos plantas, algunas de tres, y de pocas comodidades (Pascual Madoz: Diccionario geográfico, estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1845-1850, T. XV, pág. 169).

[30] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 183.

[31] Juan Carlos Martín Cea: El mundo rural castellano…ob. cit, pág. 327.

[32] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 146; A.M.T., Leg. 2.2, fol. 128r “mandamos que todos e quealesqier personas que aocstunbran tomar ganados y bestias en sus corrales de los que se trahen a acorralar”. Juan Carlos Marín Cea: El mundo rural castellano…ob. cit., pág. 326. Para espacios castellanos septentrionales, los corrales adosados a las viviendas eran lugares cercados y descubiertos, donde se cuidan los animales domésticos, como los cerdos, pollos y gallinas que tanta importancia tienen en la dieta alimentaria.

[33] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 238, “e de la otra parte el establo de las casas de nos los dichos Juan de Salas e sus fijos, quedando el dicho establo para nos los dichos Juan de Salas e sus fijos”.

[34] A. Sánchez del Barrio: “Las construcciones populares medievales: un ejemplo castellano de comienzos del siglo XIV”, Studia historica, Studia Historia, Hª Medieval, Vol. VII, (1989), 127-156; Mª del Carmen Carlé: La casa en la Edad Media castellana, Cuadernos de Historia de España, Madrid, 1982.

[35] Iñaki García Camino: “La vivienda medieval: perspectivas de…”, art. cit., págs. 93 y 97, señala que el uso de la madera queda reservado a las cubiertas y zonas altas de la vivienda.

[36] A.M.T., Leg. 2.2, fol. 142v.

[37] Juan Cordera Rivera: “Asociacionismo popular: gremios, cofradías, hermandades y hospitales”, La vida cotidiana en la Edad Media, VIII Semana de Estudios Medievales, Logroño, 1998, pág. 391.

[38] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 178, “…a los corrales que dizen de las carnesçerias de los judios”.

[39] A.M.T., leg. 6.8, fol 67; Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 85.

[40] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 227.

[41] Sobre el mundo de la marginación social es una bora de obligada referencia el trabajo de A. Geremek: La piedad y la horca, Madrid, 1989.

[42] Tal es así, que se ha llegado a afirmar la existencia de una población de 859 pobres a mediados del siglo XVI, lo que suponía el 44,9% de los vecinos (Sánchez Rubio: El concejo de Trujillo…ob. cit., pág. 452).

[43] No en pocas ocasiones los concejos se mostraron interesados por omitir y esconder a los ojos de la opinión pública la tremenda lacra que suponía contar con verdaderas legiones de gente empobrecida a la que ocasionalmente se trataba en instituciones benéficas articuladas para tal fin (Julio Valdeón Baruque: “Problemática para un estudio de los pobres y de la pobreza en Castilla a fines de la Edad Media”, A pobreza e a assistencia aos pobres na Peninsula iberica durante a Idade Media, T.II, Lisboa, 1973, págs. 889-918.). En muchos casos instituciones como cofradías religiosas tuvieron entre sus objetivos aspectos triviales en los que no encajaba la ayuda a los pobres (Juan Luis de la Montaña Conchiña: “Pobreza y sociedad en la Extremadura de la Edad Media”, Revista de Extremadura, nº 23, mayo-agosto, (1997), 15-30).

[44] Cit Mª de los Angeles Sánchez Rubio: El concejo de Trujillo…ob. cit, pág. 453.

[45] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 196.

[46] De hecho, se prohibía a los mesoneros que no acogieran a hombre alguno sin oficio reconocido más de tres días seguidos.

[47] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 155v.

[48] “mandaron que las mugeres del partido que no ganen dinero a su oficio en los mesones salvo en las casas que tiene fechas Osuna” (Cit. Mª Ángeles Sánchez Rubio: El concejo de Trujillo…ob. cit., pág. 454).

[49] A.M.T., Leg. 6.8, fols. 175v.

[50] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 38r. Se señala “Otrosy que los judios e moros alguno ni algunos non sean osados de comprar pan ni trigo ni çenteno, ni çevada ni farina en el mercado en qualquier dia de la semana ni fazer en ello preçio ni fabla alguna secreta ni publicamente fasta ser salidas de misas mayores en la yglesia de Sant Martin…”.

[51] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 113r, 119r, 120v.

[52] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 128r.

[53] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 14v-15r “Otrosy que moro ni mora ni sus fijas e fijas nin moços nin moças non vayan a las viñas mietran tovieren frutro en los dyas de Pascua y sus ochavas ni en los domingos y dyas de apostoles ni en los otros dyas que manda guardar la Santa Yglesia, aunque la tal viña sea suya”.

[54] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 130r.

[55] A.M.T., Leg. 2.2, fol. 113r.

[56] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 125.

[57] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 125.

[58] Juan Carlos Martín Cea: El mundo rural castellano…ob.cit., pág. 303.

[59] Es interesante el trabajo de Mª del Carmen Carlé: «Alimentación y abastecimiento», Cuadernos de Historia de España, LXI-LXII, 1977, 246-341. Resulta sugerente e innovador el estudio de Teresa de Castro: La alimentación en las crónicas castellanas de la Baja Edad Media, Granada, 1996.

[60] Yolanda Guerrero Navarrete: “Aproximación cualitativa y cuantitativa a la dieta urbana en el siglo XV”, Estudios de Historia Medieval en Homenaje a Luis Suárez Fernández, Valladolid, 1991, págs. 245-265.

[61] A.M.T., Leg. 2.2, fol. 25r.

[62] De hecho ha varias ordenanzas muy extensas regulando la producción y comercialización de este producto desde 1443 (A.M.T., Leg. 2.2, fols. 116r-116v; y leg. 2.5, fols. 10r-10v.).

[63] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 82r.

[64] Mª de los Ángeles Sánchez Rubio: El concejo de Trujillo…ob.cit., pág. 378. Señala que esta necesidad de asegurar el abastecimiento responde aun deseo intervencionista del concejo en la máxima cantidad de productos para el consumo de la ciudad y la tierra. Aunque no falten motivos para pensar en ello, creemos que las necesidades de la población están por encima de la actitud legalista del concejo. Otra cuestión es que las necesidades de una población en crecimiento y una cada vez mayor demanda estimule el oportunismo del concejo en el control de los sistemas de abastecimiento.

[65] Archivo Municipal de Trujillo, Parte II, doc. 256, “..e proveydas de pan ni de grano para el tienpo de la nesçesidad y entre algunos remedios que para la dicha provisyon se pueden pensar es mandar hazer casas de alhondigas donde syenpre aya trigo sobrado”.

[66] Ibídem, Parte II, doc. 213, “que ellos viesen e tasasen e moderasen las casas de Pero Alonso, escrivano, que son en la hazera de la plaça de la dicha çibdad e el valor dellas para gelas comprar para fazer en ellas alhondiga e para poner en ellas el peso del pan e harina de pescado e hierro e otras cosas de que la dicha çibdad tenia mucha nesçesidad”.

[67] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 42r.

[68] A.M.T., Leg. 2.2., fols. 44v-45r.

[69] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 51v.

[70] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 141r.

[71] A.M.T., Leg. 2.2., fol. 131v.

Oct 011999
 

Esteban Mira Caballos.

Un año más acudimos a estos ya históricos -nada menos que XXVIII- Coloquios Históricos de Extremadura, y de nuevo también queremos traer a este foro la temática del Comendador Mayor de la Orden de Alcántara y primer gobernador de las Indias, frey Nicolás de Ovando.

Un personaje clave para la historia colonial de América y que no sólo no se le ha reconocido hasta ahora su puesto en la Historia sino que incluso todavía en nuestros días sufre los avatares de la ya desfasada Leyenda Negra.

Me vais a permitir que antes de desarrollar mis aportes en torno a su biografía muestre mi disconformidad con lo que recientemente se ha afirmado y representado sobre su figura. El sábado 14 de agosto se representó en la histórica villa de Brozas la obra «la sombra de un frey». El espectáculo mereció la pena. Una puesta en escena fabulosa, con varios escenarios donde se representaron consecutivamente diversos pasajes de la vida del primer gobernador indiano, el extremeño frey Nicolás de Ovando. Los actores, todos ellos lugareños, dieron todo lo que llevaban dentro, y el público mostró un comportamiento ejemplar, siguiendo de forma entusiasta las más de dos horas y media de representación.

Pese a todo, a nuestro juicio, el guión presentaba carencias graves de fundamento que llevaron a una inevitable

tergiversación de la trama histórica. Nicolás de Ovando fue presentado como un paranoico traidor que disfrutó matando indígenas y asesinando a la bella cacica Anacaona.

No nos sorprende en absoluto esta visión, pese a tratarse de una de las páginas más notables de la historia de Extremadura y América. Una línea sesgada de interpretación que entronca con aquella desgraciada frase, tantas veces repetida en Extremadura con motivo de la Conmemoración del 92, que hablaba de la necesidad de «bajar del caballo al conquistador». Nuevamente queremos insistir en que la conquista es un hecho histórico de gran envergadura del que no debemos ni podemos arrepentirnos los españoles ni los extremeños de hoy.

Efectivamente Nicolás de Ovando se vio obligado a entrar en guerra con los indios. Pero no olvidemos que estos -unos 80.000- estaban en pie de guerra contra poco menos de 700 españoles. No olvidemos que en los meses que siguieron a la llegada del gobernador extremeño murieron varios centenares de españoles porque los aborígenes habían destruido todos sus «conucos» o plantaciones, según decían, «por ver si morían todos». Asimismo, no olvidemos que la cacica Anacaona no fue exactamente traicionada por el Comendador Mayor -como se decía en la representación- sino que lo que realmente hizo éste fue adelantarse a ella, al enterarse que urgía una trama para acabar con su vida. Y no olvidemos, por último, que las matanzas llevadas a cabo directa o indirectamente por Ovando en Xaragua e Higüey respondían a una necesidad de someter provincias insurrectas fundamentales para el abastecimiento de Santo Domingo, sin las cuales los españoles hubieran tenido que abandonar la isla.

Nada se dijo en Brozas de la gran obra del Comendador Mayor en la Española: de las fundaciones de hospitales, de la creación de infraestructuras viarias, de la política de poblamiento, de la fundación de ciudades, del desarrollo agropecuario, del desarrollo de la economía minera y del comercio, del fomento de la institución eclesiástica, de la doctrina de los indios, de las normas morales, de la convivencia social, etc.

Incluso, se ignoraron actitudes del viejo gobernador que muestran que, una vez acabada la guerra, tuvo un trato mucho más comprensivo hacia los desdichados aborígenes. En primer lugar, debemos decir que, como ya apuntó Carlos Nouel, Ovando fue el primero que fomentó los matrimonios mixtos entre españoles e indios para lograr una más pronta conversión[1]. En segundo lugar, legalizó un sistema de encomiendas que, al menos en teoría, pretendía acabar con los abusos que los españoles cometían con los indios que tenían en régimen de repartimiento. Incluso, con gran pesar por su parte, se llegó a enfrentar con la Corona para evitar que los absentistas y los cortesanos tuviesen indios de encomienda porque, según afirmó, «sus mayordomos les hacían muy malos tratamientos». Y, en tercer y último lugar, desarrolló una experiencia con ciertos indígenas para ver si eran capaces de vivir en libertad, que fue pionera, ya que es el antecedente más remoto de lo que posteriormente serán las reducciones indígenas[2]. En definitiva, un acto que pretendía ser un homenaje con el que el pueblo de Brozas agasajaba a un personaje muy vinculado a la localidad se convirtió en un nuevo y tergiversado capítulo de la supuesta infamia cometida por España en la Conquista de América.

Después de este preámbulo pasaremos directamente a hablar de algunos aspectos poco conocidos de su vida y de su labor al frente del gobierno indiano.

1.-SUS ORÍGENES FAMILIARES

El apellido Ovando tiene una vieja ascendencia bajomedieval en Cáceres pues, como es de sobra conocido, esta familia se asentó en esta localidad extremeña a mediados del siglo XIV, al parecer procedentes de Galicia[3]. Según el Conde de Canilleros ya por aquel entonces estaban vinculados a la Orden de Alcántara, aunque aún no ostentaban cargos de relevancia[4]. Sin embargo, está claro que fue en estas tierras «de la Extremadura», donde la estirpe adquirió reconocimiento social y desde luego carta de naturaleza.

El apellido pasó al padre de frey Nicolás, el Capitán Diego de Cáceres Ovando, y finalmente, a los hijos de éste, quienes antepusieron el segundo apellido. Por tanto este patronímico lo tomaron los hijos del capitán Diego de Cáceres de su abuela paterna, doña Leonor Alfón de Ovando, continuando con él todos sus descendientes[5].

Aunque a principios del siglo XV los Ovando figuraban entre las familias nobles de Cáceres lo cierto es que desde el punto de vista económico, jamás pertenecieron a las más poderosas de Extremadura. Realmente su gran auge llegó ligado a don Diego de Cáceres Ovando, incondicional defensor de la Reina Isabel en la guerra de Sucesión de Enrique IV. Se dice que la Reina afirmó algunos años con cierto orgullo que teniendo a don Juan de Sande en Plasencia, a don Diego de Cáceres en Cáceres y a don Luis de Chaves en Trujillo, tenía segura en sus manos a toda Extremadura[6].

Al ganar la guerra de sucesión la Reina Isabel premió con prebendas a aquellos nobles que la apoyaron. Queremos decir que aunque los privilegios otorgados al Capitán Diego de Cáceres eran muy conocidos y citados, existían ciertas imprecisiones que se habían ido citando erróneamente por la historiografía. Nosotros hemos revisado el manuscrito original, custodiado en el Archivo General de Simancas, donde aparecen reflejados tales privilegios. Como es bien sabido, se le otorgó el privilegio de construir la torre que luego se llamará de «las cigüeñas» pese a una disposición que databa de 1477 que instaba a «mochar» todas las torres señoriales de Cáceres[7]. Sin embargo no sólo obtuvo compensaciones políticas y honoríficas sino también económicas, como pasamos a comentar en las líneas que vienen a continuación. Exactamente, la Reina concedió por Real Provisión, otorgada en Medina del Campo el catorce de marzo de 1482, 250.000 maravedís a perpetuidad «para él y sus sucesores» sobre las rentas reales de la ciudad de Salamanca[8]. Sin embargo el capitán Diego de Cáceres debió pedir a la Soberana que, para facilitar su cobro, se situasen sobre la entonces villa de Cáceres. Efectivamente por Real Provisión del 26 de enero de 1487 se otorgó la misma cantidad pero, en esta ocasión situada «en las rentas de las nuestras alcabalas, tercias y otras rentas y pechos y derechos a nos pertenecientes de la dicha villa de Cáceres»[9]. Asimismo se establecía que la cuantía la percibiría en tres partes, correspondientes a los tres tercios de cada año. Este privilegio fue confirmado sucesivamente el 5 de junio de 1508 y el 23 de febrero de 1563[10].

En cualquier caso lo que sí es cierto es que el capitán Diego de Cáceres jamás llegó a figurar entre los grandes propietarios de Extremadura. En este sentido sabemos que el valor neto de la fortuna de su primogénito, Diego de Ovando, en 1505, ascendía a la modesta cantidad de 5 millones de maravedís.

Al reconocimiento obtenido por parte de la Reina en agradecimiento a sus servicios se unió el hecho de su matrimonio con doña Isabel Flores que pertenecía a una señera familia de la cercana villa de Brozas y que honoríficamente llegó a desempeñar el cargo de camarera mayor de la Reina Isabel[11].

2.-SU NACIMIENTO EN CÁCERES

En relación al lugar y fecha de nacimiento de frey Nicolás de Ovando debemos advertir que, tras la publicación hace pocos años de un estudio sobre la Casa de Ovando, se han aportado pruebas bastante fundadas sobre sus orígenes que refutan las hipótesis tradicionales. Así, pese a que Eugenio Escobar afirmó a principios de siglo, de acuerdo con el discurso pronunciado en 1892 por Cándido Ruiz Martínez, que constaba su cuna brocense[12] lo cierto es que jamás han existido tales pruebas fehacientes.

El único razonamiento que justificaba su naturaleza brocense se basaba en la suposición de que debió nacer en torno a 1451 cuando su padre, se tiene la certeza que residía junto a su esposa en dicha localidad. Sin embargo, como tendremos ocasión de analizar en las líneas que vienen a continuación, esta hipótesis presenta bastantes interrogantes de difícil respuesta.

Empezaremos diciendo, de acuerdo con José Miguel de Mayoralgo y Lodo, que frey Nicolás de Ovando fue el segundo de los cinco hijos del capitán Diego de Cáceres y no el menor como se había sostenido hasta hace poco[13]. No en vano en todos los documentos oficiales que conocemos se cita siempre a frey Nicolás en segundo lugar tras su hermano Diego, y tras él, a Fernando, a Rodrigo y a María. En este orden figuran por ejemplo en el testamento y fundación de mayorazgo del capitán Diego de Cáceres, fechado en Monleón el 2 de febrero de 1487. En este manuscrito se legaba el mayorazgo al primogénito Diego mientras que en relación a los cuatro hermanos restantes se decía lo siguiente:

«Dejo por mis legítimos herederos al Comendador
de Lares, y a Fernando de Ovando y a Rodrigo de
Ovando y a doña María de Ovando, mis hijos, para
que hayan y hereden todos mis bienes, así dineros
como raíces…»
[14]

Aunque el documento fue dado a conocer por el Conde de Canilleros lo cierto es que no prestó atención al orden en que figuraban los hermanos. Pero la disposición parece concluyente si tenemos en cuenta la importancia que se le otorgaba en estas fechas a la precedencia en el orden de nacimiento. En cualquier caso, la única duda que albergamos es que, habida cuenta que las mujeres siempre figuraban detrás de los hombres, su hermana María fuese mayor, y frey Nicolás fuese el tercero de los hermanos y no el segundo.

En otros instrumentos, procedentes del Archivo de Protocolos de Cáceres y dados a conocer por José Miguel de Mayoralgo, aparecía el mismo orden citado anteriormente, dejando pocas dudas al respecto[15]. Además no debemos olvidar que lo lógico era que el primogénito Diego heredase el mayorazgo y que el segundo hijo varón se introdujese en las altas jerarquías de la Orden de Alcántara donde ya el propio capitán Diego de Cáceres había desempeñado el cargo de alcalde. Por tanto podemos afirmar con toda la solidez que el respaldo documental otorga que frey Nicolás de Ovando no debió ser el hijo menor del Capitán Diego de Cáceres sino el segundo de los hijos varones.

Más controvertida aún es su fecha de nacimiento, pues, mientras que Eugenio Escobar defendía la fecha de 1448[16], el Conde de Canilleros y, siguiendo a este último, Úrsula Lamb, sostuvieron la de 1451[17]. Finalmente José Miguel de Mayoralgo y Lodo sitúa el matrimonio del capitán Diego de Cáceres y la brocense Isabel Flores más tardíamente, retrasando su nacimiento a 1460 o a 1461. Por tanto tenemos ya tres o cuatro fechas posibles que van desde 1448 a 1461, mediando pues entre ambos extremos nada menos que trece años. No obstante y pese a que las pruebas en esta caso no son totalmente concluyentes me inclino a pensar, dada la documentación que manejó Mayoralgo y Lodo y las cartas protocolizadas por frey Nicolás de Ovando, que efectivamente debió nacer en torno a 1460.

En cuanto a su lugar de nacimiento ya hemos mencionado que la tesis tradicional señalaba con injustificada rotundidad su cuna brocense. Concretamente, el primer gran biógrafo del Comendador Mayor, Eugenio Escobar Prieto llegó a decir que «consta que fue Brozas su cuna»[18]

No obstante, aunque seguimos sin tener una fuente primaria que aclare su origen, todos los indicios apuntan a su naturaleza cacereña. En este sentido empezaremos citando a Gonzalo Fernández de Oviedo, que no olvidemos que conoció personalmente al Comendador Mayor cuando era preceptor del Príncipe don Juan, y que afirmó que «fue natural de la ciudad (sic) de Cáceres en Extremadura y de allí era solariego caballero hijosdalgo…»[19]. Además, en un manuscrito de 1798, recientemente publicado se citaba entre los hijos ilustres de la villa de Cáceres a «Don Nicolás de Ovando, Comendador Mayor de Alcántara, Capitán General y Gobernador de la isla Española»[20]. Por otro lado, no cabe duda de los vínculos de frey Nicolás de Ovando con Cáceres, donde protocolizó varios instrumentos notariales y donde se enterraron todos sus hermanos.

A pesar de su más que probable cuna cacereña, sus vínculos con Brozas fueron también notables no sólo por ser la tierra de su familia materna sino porque en esa localidad se situaba, como ya hemos dicho, la sede de la Encomienda Mayor de la Orden de Alcántara. Además tuvo grandes amigos brocenses a quienes prestó todo su apoyo y confianza durante su gobernación en la Española. Entre ellos Francisco de Lizaur un hidalgo indiano, nacido en 1477, que fue secretario y estrecho colaborador del Comendador Mayor hasta su muerte. Lo acompañó a su regreso de las Indias, en 1509 para retornar, tras su fallecimiento, como contador de la isla de San Juan[21].

3.-SU VERTIGINOSA ASCENSIÓN EN LA ORDEN DE ALCÁNTARA

El estudio de la Orden de Alcántara presenta el problema de que la mayor parte de su archivo se perdió durante las guerras napoleónicas. Por este motivo gran parte de su historia debe reconstruirse a través de crónicas, o bien, de fuentes primarias indirectas en las que se alude a la citada institución.

En cualquier caso es bien sabido que fue fundada en el año 1175 bajo el nombre de San Julián del Pereiro. No obstante transcurrieron treinta años hasta que la Orden consiguió su primera posesión en Extremadura, es decir, la aldea de Cadalso en el término de Coria. Entre los siglos XIII y XV se convirtió en una de las más importantes instituciones territoriales de Extremadura.

Frey Nicolás de Ovando entró a formar parte de la jerarquía de la Orden en 1478, cuando debía contar tan sólo con unos 17 o 18 años. Efectivamente en ese año fue nombrado Comendador de Lares de la Orden de Alcántara, sucediendo a Raudona, aunque con la obligación de entregarle mientras viviese la mitad de las rentas[22]. Este cargo lo ocupó hasta 1503 fecha en la que los Reyes Católicos -erigidos en máximos dignatarios de las Ordenes Militares- lo designaron para ocupar la Comendadoría Mayor de la Orden que había quedado vacante.

4.-NOMBRAMIENTO COMO PRECEPTOR DEL PRÍNCIPE D. JUAN

En 1487, año en que falleció su padre el capitán Diego de Cáceres Ovando poseía ya un considerable reconocimiento en Extremadura como gestor eficaz de la Orden de Alcántara. Por ese motivo los Reyes se fijaron en él para que, junto a otros nueve «gentiles hombres, experimentados y virtuosos y de buena sangre», ejerciesen de preceptores del Príncipe don Juan[23]. Entre los elegidos figuraban personas de gran talla intelectual en la época como don Sancho de Castilla, don Pedro Núñez de Guzmán, Juan de Calatayud o Juan Velázquez de Cuéllar «señor de Villaraquerín y después contador mayor de Castilla».

Realmente, como tantos otros períodos de la vida del Comendador Ovando, es muy poco lo que sabemos de esta década en la que se dedicó a la formación del malogrado hijo de los Soberanos Católicos. Parece ser que a este cometido se dedicó de cuerpo y alma hasta poco antes de la desdichada muerte del Príncipe ocurrida, como es de sobra conocido, en Salamanca, el 4 de octubre de 1497[24].

Asimismo desconocemos hasta qué punto fue decisiva en su fulminante ascensión política su labor como educador del heredero de los Reyes Católicos. En cualquier caso está claro que esos años no fueron en balde ya que le sirvieron para demostrar su valía, su rectitud y su prudencia, valores que sin duda debió tener muy en cuenta la Reina Isabel a la hora de entregarle el poder absoluto de las Indias.

5.-SU VIDA EN LOS AÑOS PREVIOS A SU MARCHA A LAS INDIAS

Desde 1496 había vuelto a dedicarse a las tareas de su Orden, en la que desempeñaba el cargo, como ya hemos afirmado, de Comendador de Lares. En ese año le encomendaron los Reyes Católicos una importante misión para que la desarrollase junto a fray Juan Méndez. Más concretamente los Soberanos estaban preparando la anexión a la Corona de la Orden de Alcántara -que ocurrió finalmente en 1501- para lo cual les encomendó una doble tarea: por un lado que recopilasen todos los privilegios y bulas otorgados a la Orden. Y por el otro, que visitasen todos los inmuebles de su jurisdicción, informando detalladamente de su estado. Se trataba de una tarea delicada que podía chocar con los recelos de las altas jerarquías de la institución militar y que la Reina Isabel quiso depositar en una persona de su total confianza como era el hijo de su fiel valedor el Capitán Diego de Cáceres Ovando.

El trabajo encomendado lo debió realizar con total solvencia aunque nuevamente debemos reconocer que desconocemos todos los detalles sobre la vida y actividad del Comendador Mayor en estos años.

Por lo demás la historiografía ha sostenido históricamente que participó directamente en conquista de Granada afirmación que nunca ha sido probada suficientemente. Y lo cierto es que aunque no existen fuentes directas sí que hay documentos históricos en los que se hace referencia. Concretamente en una probanza de hidalguía realizada en 1629 por Pedro Mexía de Ovando se mencionaba entre los méritos alegados la participación de su bisabuelo, frey Nicolás de Ovando, en la guerra de Granada. Aunque sea un documento bastante tardío demuestra que se trata de una hipótesis antigua, sostenida al menos desde el siglo XVII.

Nuestra opinión al respecto es que efectivamente debió participar como se ha afirmado tradicionalmente aunque no personalmente. Es evidente que la labor del Comendador Mayor en esta guerra se debió limitar, como era normal en la época, al envío de ciertas lanzas, de acuerdo con las obligaciones de los Comendadores de las Ordenes Militares.

6.-SU NOMBRAMIENTO COMO GOBERNADOR

Ya hemos comentado que la situación en la Española en 1501 era desastrosa debido fundamentalmente al fracaso de la factoría colombina regida por una familia Colón que mostró una escasa visión política. Pero no era ésta la única crispación ya que el primer intento de la Corona por tomar el control de la Española y encauzar su colonización había fracasado. Efectivamente el pesquisidor Francisco de Bobadilla se mostró incapaz tanto de resolver las complejas relaciones sociales de la isla como de establecer, según llevaba ordenado, una economía del oro próspera. La isla, pues, se encontraba «toda alzada, y perdida y sin ningún provecho», casi al borde de la inanición, utilizando una expresión del padre Las Casas.

Se ha afirmado que el nombramiento de Ovando como gobernador en detrimento del propio Almirante Cristóbal Colón se debió a la intención de la Reina de evitar venganzas y resentimientos entre éste y los españoles que lo habían enviado encadenado a la Península. No obstante es obvio que había motivos de mucho más peso pues la Corona trataba de hacer cumplir la sentencia a los pleitos colombinos, expedida el 28 de diciembre de 1501, en la que se le devolvieron a la familia Colón sus derechos económicos pero no los jurisdiccionales. La Reina Católica necesitaba una persona de su total confianza a quien otorgar estos excepcionales poderes en una coyuntura política realmente difícil. Nadie mejor que un vástago del Capitán Diego de Cáceres que tan fielmente le había servido en los momentos más difíciles de su reinado.

Así las cosas, los Reyes Católicos expidieron su nombramiento como gobernador de las Indias, estando en la ciudad de Granada el 3 de septiembre de 1501[25]. La designación de Ovando debió estar auspiciada por la propia Reina Isabel que, no obstante, debió consultar tal decisión con el gestor de los asuntos indianos, es decir, con el todopoderoso obispo de Badajoz Juan Rodríguez de Fonseca.

El cometido del entonces Comendador de Lares no era otro que el de crear un «nuevo poblamiento» bajo el estricto control de las autoridades reales. Precisamente fue la delicada situación de la isla la que determinó la concesión de tan amplios poderes, pensados, sin duda, para solventar una situación excepcional. El propio Fernando el Católico escribió en una Real Cédula a Diego Colón lo siguiente:

«…Que lo enviamos por gobernador de esa isla, a causa del mal recaudo que vuestro padre se dio en ese cargo que vos ahora tenéis, estaba toda alzada y perdida y sin ningún provecho, y por esto fue necesario darle al Comendador Mayor el cargo absoluto para remediarla porque no había otro remedio ninguno ni había vaso para que pudiese dar ningún orden ni concierto desde acá para las causas susodichas, y también porque no tenía yo noticia ni información ninguna de las cosas de esa isla para poderlas proveer…»[26].

Esta declaración sobre su supuesto poder absoluto queda corroborada con las opiniones de algunos cronistas como Fernández de Oviedo quien afirmó que se le otorgó por dos causas, a saber: primero, por el desconocimiento que la Corona tenía de las Indias y que le impedía tomar decisiones desde Castilla. Y segundo, por la agitada situación política que se vivía en la colonia en los meses previos a su llegada[27]. Por todo ello no nos extraña que el siempre agudo cronista Girolamo Benzoní afirmase que Ovando fue a las Indias «con la autoridad de virrey»[28], es decir, con el cargo de gobernador pero con un poder similar al que unas décadas después tendrán en las Indias los propios virreyes.

A todos estos poderes había que unir el privilegio expreso que se le otorgó -según úrsula Lamb- para que pudiese obedecer las disposiciones reales pero no ejecutarlas si las circunstancias lo desaconsejaban[29]. Desconocemos cuando recibió esa prerrogativa ya que no hemos localizado ningún documento en el que se afirme tal circunstancia, sin embargo el hecho de que lo practicase sin ningún tipo de oposición indica que efectivamente la poseyó. También es cierto que en ocasiones su afán por controlarlo todo de forma absoluta le llevó a exceder sus facultades legales, reteniendo injustamente las cartas que los vecinos de la isla enviaban con destino a las autoridades Peninsulares.

En cualquier caso lo que es evidente es que en esos momentos fue un acierto la decisión de dotar de plenos poderes al gobernador porque evitó eficazmente el desfase que provocaba, primero, la lentitud burocrática, y segundo, el ya mencionado desconocimiento que en la Península se tenía de la realidad americana. No en vano un problema que aquejó a las colonias durante muchas décadas fue que las disposiciones regias sufrían tal retraso que cuando llegaban a las Indias habían desaparecido las circunstancias que hacían recomendable su aplicación.

El documento de nombramiento es muy explícito tanto en los poderes que se le confieren -la gobernación y la justicia- como en la demarcación -las Indias salvo lo concedido previamente a Hojeda y Pinzón- . Asimismo queda perfectamente especificada la duración de su mandato que sería «por todo el tiempo que nuestra merced fuere». A la luz de este documento quedan bien aclarados algunos aspectos que hasta la fecha se habían prestado a controversia.

En primer lugar, aunaba dos poderes fácticos, a saber: el de la gobernación y el de la justicia. Efectivamente, como han afirmado grandes estudiosos como Armas Medina y García Gallo, frey Nicolás de Ovando ejerció durante sus siete años de mandato el cargo de juez de apelación[30]. En este sentido, sabemos que en la Española durante su gobierno hubo dos alcaldes mayores, bajo su estricto control y nombramiento, uno que juzgaba en toda la jurisdicción de Santo Domingo, y otro, que se encargaba conjuntamente de los partidos de Concepción de la Vega, Santiago, San Juan de la Maguana y Puerto Plata. Será frey Nicolás de Ovando el único gobernador que aune estos dos poderes, pues, como es bien sabido, su sucesor en la gobernación, Diego Colón, perdió el poder de la justicia en favor de los tres jueces de apelación que fueron designados: Diego de Villalobos, Juan Ortiz de Matienzo y Lucas Vázquez de Ayllón. Desde entonces la Corona mantendrá un intencionado contrapeso entre los gobernadores y las audiencias que en definitiva sirvieron para frenar los excesos de ambas instituciones.

Sin embargo, sabemos que la sentencia del gobernador en materia judicial no era definitiva y podía ser apelada en última instancia a los órganos pertinentes de la Península. No en vano en 1508 fue el propio frey Nicolás de Ovando quien solicitó un juez de apelación para la isla porque los procesos se apelaban a Castilla, con gran daño para los vecinos. La petición fue denegada por la Corona que, no obstante, tardó pocos años en cambiar de opinión y nombrar a los tres jueces de apelación.

En segundo lugar la demarcación se extendía no sólo a la isla Española sino a toda la América conocida hasta entonces con la única excepción de los territorios concedidos a Alonso de Hojeda y a Vicente Yáñez Pinzón. Pese a que a Ovando se le concedió jurisdicción sobre las «islas y tierra firme», algunos historiadores han afirmado que el término de Tierra Firme tan sólo aludía a la isla Cuba, aspecto con el que no estamos totalmente de acuerdo. Para nosotros la expresión «Tierra Firme» había sido ya utilizada con anterioridad para designar a todos aquellos territorios continentales, independientemente de que se dudase de la insularidad de Cuba y se incluyese dentro de la Tierra Firme. De hecho una de las primeras cosas que hizo a su llegada a la Española fue mandar a Fernand Pérez Mateos, como maestre de la carabela denominada «la Antigua», a la costa de Veragua de donde regreso con 450 quintales de palo brasil. Igualmente envió a la misma zona y con el mismo cometido a Juan Grande, como maestre de otra carabela, misión que cumplió con prontitud pues el veintiséis de septiembre de 1502 partió rumbo a la Península con el brasil conseguido. Pero no acaban aquí los ejemplos, pues, años después no dudo en enviar expediciones de descubrimiento y conquista no sólo a Cuba sino también a Puerto Rico. Asimismo, y para garantizar la exclusividad de su poder, prohibió las armadas esclavistas tanto a las islas Lucayas como a Tierra Firme. Así, pues, creemos que es evidente que la jurisdicción otorgada a Ovando abarcaba todos los territorios conocidos de las Indias, salvo los ya otorgados. Pero, cabría plantearse ¿por qué la Corona entregó los territorios conocidos hasta entonces en tres personas diferentes?. Pues, bien, la respuesta es sencilla la Corona pretendía evitar la concentración de todo el poder en una sola persona que de por si llevaba unas amplísimas garantías. De esta forma consiguió además desvincular definitivamente la conquista y colonización de la Tierra Firme de la isla Española.

Y en tercer lugar, quedaba claro que la duración del cargo se circunscribía a la voluntad real sin más especificación. Por tanto no es cierta la afirmación del padre Las Casas -que han seguido muchos historiadores contemporáneos- que decía que fue nombrado exclusivamente por un período de dos años. Que el 23 de diciembre de 1504 se le expidiese en Toro un traslado de la provisión de 1501[31] no se debía a la prescripción de la primera provisión sino más bien a la confirmación de su continuidad tras la muerte de la Reina Isabel. Y fue precisamente en Castilla donde se insistió en que Ovando continuase en el cargo pese a que éste mismo había pedido su sustitución tras conocer la muerte de la Reina Isabel. Con muy buen criterio se le mantuvo en el cargo, evitando de esta forma las Indias sufrieran ese anormal período histórico que supuso la paralización del sistema administrativo español con el advenimiento al trono de la Reina Juana.

Retomando el hilo de nuestra historia, diremos que lo primero que debía hacer a su llegada era residenciar al pesquisidor don Francisco de Bobadilla en un breve plazo máximo de treinta días y enviarlo junto a la documentación en la misma flota. Y así lo cumplió, pues en el mismo año de 1502 partió la flota, con Bobadilla a bordo, rumbo a Castilla, punto que jamás alcanzaría porque se hundió en un temporal. Debemos destacar que se trata del primer juicio de residencia que se celebró en las Indias y que jamás llegó a Castilla pues se hundió junto al pesquisidor en la flota de 1502. La pérdida de este juicio así como del que se le tomó al propio Ovando al final de su gobierno nos ha privado de una parte notable de información para el análisis de los orígenes de la Colonización.

Por lo demás, las instrucciones de gobierno que se le otorgaron eran sumamente vagas lo cual vuelve a incidir en el ya mencionado desconocimiento que se tenía en Castilla de la realidad americana. No obstante sí que estaban bien especificados los tres objetivos fundamentales de su gobierno: primero, el afianzamiento de la autoridad real, segundo, el saneamiento económico de la isla, y el tercero y último, la evangelización de los indígenas. Los dos primeros preceptos los cumplió con creces hasta el punto que en 1505 ya estaba la isla completamente pacificada, el poblamiento afianzado y la economía del oro en pleno auge. Por contra, no fue capaz de evangelizar a los indios, aunque ya veremos como se trataba de un objetivo imposible, considerando los escasos medios de los que dispuso. Concretamente en su flota de 1502 viajaron apenas un puñado de frailes de la Orden de San Francisco bajo las ordenes de fray Alonso de Espinar, arribando en los años sucesivos algunos más.

El nuevo gobernador consiguió imponer una paz política inédita hasta entonces. No debemos olvidar que junto al poder político absoluto del que gozó al menos hasta 1507 poseía asimismo un notable dominio sobre los recursos al ser el repartidor de indios. Para controlar a los españoles decían los cronistas que premiaba a los que se portaban bien con indios y castigaba a los demás sin ellos.

De esta forma consiguió un objetivo fundamental que era sosegar el estado de ánimo de los españoles que estaban polarizados desde los tiempos de la factoría colombina. La paz social duró precisamente hasta 1507, fecha en la que comenzaron a surgir ligeras disputas auspiciadas desde Castilla por Fonseca y Conchillos. Sin embargo, será tras su marcha en 1509 cuando comience un nuevo período de luchas políticas entre el grupo oficial y el colombinista que mantuvo su virulencia hasta bien avanzada la segunda década del siglo XVI.

Finalmente, tan sólo queremos manifestar nuestro deseo de que estas pocas páginas contribuyan a ubicar a Nicolás de Ovando en el lugar que se merece dentro de la Historia.


NOTAS:

[1] NOUEL, Carlos: Historia eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Primada de América, T. I. Santo Domingo, Editora de Santo Domingo, 1979, p. 24.

[2] Todos estos aspectos pueden verse en mi trabajo «Algunas precisiones en torno al gobierno de frey Nicolás de Ovando en la Española (1502-1509)», Revista de Estudios Extremeños, T. LII, Nº 1. Badajoz, 1996, pp. 81-97.

[3] MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel: «El capitán Diego de Cáceres Ovando, paladín extremeño de los Reyes Católicos», Revista de Estudios Extremeños, T. XXV. Badajoz, 1951, p. 588.

[4] IBIDEM.

[5] LAMB, Úrsula: frey Nicolás de Ovando, gobernador de las Indias (1501-1509). Santo Domingo, Sociedad de Bibliófilos Dominicanos, 1977, p. 8. MAYORALGO Y LODO, José Miguel: «El castillo de la Arguijuela de Abajo», Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, Nº 6. Cáceres, 1995, p. 76.

[6] Citado en RUBIO, fray Vicente O.P.: El pleito Ovando-Tapia refleja el ambiente de Santo Domingo al iniciarse el siglo XVI», diario El Caribe, 8-IX-1990. Santo Domingo, p. 10.

[7] Citado en MAYORALGO Y LODO: El castillo de la Arguijuela de Abajo…Ob. Cit., p. 76.

[8] Privilegios otorgados a Diego de Cáceres Ovando el 26 de enero de 1487. AGS, Escribanía-Rentas-Mercedes 233, N. 42.

[9] IBIDEM.

[10] IBIDEM.

[11] LAMB: Ob. Cit., p. 8.

[12] RUIZ MARTÍNEZ, Cándido: «Gobierno de frey Nicolás de Ovando en la Española». Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid el 8 de mayo de 1892. Madrid, 1892, p. 7. ESCOBAR PRIETO, Eugenio: «Don Nicolás de Ovando», Revista de Extremadura, Nº 3. Cáceres, 1901, p. 262.

[13] Eugenio Escobar y toda la Historiografía posterior afirmaron que el Comendador Mayor era el hijo menor del Capitán Diego de Cáceres. ESCOBAR PRIETO: Ob. Cit., p. 363. Sin embargo José Miguel de Mayoralgo y Lodo ha dejado bien claro que no fue el menor sino el segundo de los hijos. MAYORALGO Y LODO, José Miguel: La Casa de Ovando (estudio histórico-genealógico). Cáceres, Real Academia de Extremadura, 1991, pp. 279-280.

[14] MUÑOZ DE SAN PEDRO: Ob. Cit., p. 634.

[15] MAYORALGO Y LODO: La Casa de Ovando…, pp. 279-280.

[16] ESCOBAR PRIETO: Ob. Cit., p. 262.

[17] MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel: Francisco de Lizaur, hidalgo indiano de principios del siglo XVI. Madrid, Real Academia de la Historia, 1948, p. 33. LAMB: Ob. Cit., p. 12.

[18] ESCOBAR PRIETO, Eugenio: «Don Nicolás de Ovando», Revista de Extremadura, Nº 3. Cáceres, 1901, p. 262.

[19] LAMB, Úrsula: «Una biografía contemporánea y una carta de frey Nicolás de Ovando, gobernador de las Indias», Revista de Estudios Extremeños, T. XXV, Nº 2. Badajoz, 1951, p. 698.

[20] Extremadura, por Lope, año de 1798. Estudio y recopilación de Gonzalo Barrientos Alfageme. Mérida, Asamblea de Extremadura, 1991, p. 113.

[21] Sobre este brocense existe un clásico trabajo ya citado de MUÑOZ DE SAN PEDRO: Francisco de Lizaur….

[22] LAMB: Frey Nicolás de Ovando…, p. 11.

[23] ESCOBAR PRIETO: Ob. Cit., p. 363.

[24] LAMB: frey Nicolás de Ovando…, p. 20.

[25] Su nombramiento y las instrucciones para su gobierno han sido publicadas en reiteradas ocasiones. Un estudio monográfico sobre estos documentos puede verse en CÁRDENAS BENÍTEZ, Pilar: «Las instrucciones de gobierno de frey Nicolás de Ovando», XXII Coloquios de Historia de Extremadura, Trujillo, 1993, pp. 83-91.

[26] Real Cédula a Diego Colón, Burgos, 23 de febrero de 1512. AGI, Indiferente General 418, L. 3, ff. 249v-252.

[27] FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo: Historia general y natural de las Indias. Madrid, Editorial Atlas, 1992, T. II, Lib. XVI, Cap. II..

[28] BENZONÍ, Girolamo: Historia del Nuevo Mundo. Madrid, Alianza Editorial, 1989, p. 102.

[29] LAMB: frey Nicolás de Ovando…, p. 92.

[30] Sobre esta cuestión puede verse: GARCIA GALLO, Alfonso: «Los orígenes de la administración territorial de las Indias», Anuario del Derecho Español, T. XV. Madrid, 1944.

[31] Transcrita en RODRIGUEZ DEMORIZI, Emilio: El pleito Ovando-Tapia. Comienzos de la vida urbana en Santo Domingo. Santo Domingo, 1978, pp. 301-304.

Oct 011999
 

Vicente Méndez Hernán.

Universidad de Extremadura

Introducción

Desde la segunda mitad del siglo XVII y la centuria siguiente, los talleres artísticos afincados en la ciudad de Plasencia experimentan un agotamiento ante la imposición cada vez más importante de talleres foráneos. Sin embargo, las comarcas más ricas de la Diócesis de la que era Sede Episcopal la fundación alfonsina continuaron manteniendo en gran medida obradores propios con los que sufragar la demanda eclesiástica de obras artísticas. Este fue el caso de la villa de Barrado y la prolífica producción retablística que desde su taller acometieron los entalladores, procedentes probablemente del norte[1]Francisco Ventura y su hermano José Manuel de la Incera Velasco, junto a Francisco Antonio, hijo de alguno de los anteriores. El presente trabajo pretende establecer una síntesis biográfica de estos artistas al tiempo que mejorar y completar el importante catálogo de obras que de ellos hoy conocemos, y en virtud de las cuales evolucionaron desde el estilo barroco hasta las sugestivas creaciones del Rococó: los retablos mayores de la parroquia de Navaconcejo (hacia 1730)[2], la ermita de Ntra. Sra. de Sopetrán en Jarandilla (debió ser construido entre 1747/48 y 1749, pues en 1750 ya se menciona como obra concluida)[3], y parroquiales de Barrado (hacia mediados del siglo XVIII)[4], San Miguel de Jaraíz en la Vera (1751-1753)[5] y Jerte (1760-1762)[6] son buena prueba de ello. Dada la importancia de la obra, es nuestro propósito con este trabajo ampliar los datos que actualmente conocemos sobre el retablo mayor de la parroquia de San Miguel, en Jaraíz de la Vera.

1. El retablo mayor de la iglesia parroquial de San Miguel, Jaraíz de la Vera

Análisis descriptivo

La cabecera tripartida de la iglesia advocada por los jaraiceños al ángel psicopompo, acoge en su interior una pieza retablística de excepcional calidad, donde presupuestos como la desestabilización de las estructuras, el logro absoluto de una decoración exuberante o la delirante conjunción matérica de sus elementos integrantes, son muestra fiel de las máximas consecuencias alcanzadas por el barroco, tildado ya con motivos de estirpe rococó como corresponde a los inicios de la década de 1750. En planta y alzado la obra se adapta a los tres lienzos murales de la arquitectura: está organizada en banco, cuerpo único formado por tres calles a las que separan cuatro columnas de fuste liso y profusa decoración adherida, y ático rematado en broche de hojarasca pomposa, ces y formas próximas a las rocallas de entre las que emerge un medallón central con el monograma de María, a quien en definitiva está dedicado el retablo bajo el patronazgo de Ntra. Sra. de los Remedios.

El banco actúa como soporte de los cuatro mensulones sobre los que apean las columnas del cuerpo principal: dispuestos sobre placas recortadas, están formados con elementos vegetales superpuestos y curvados hasta formar el mensulón requerido; en el repertorio decorativo adquieren carta protagonista la venera central, de perfil irregular, y el serafín del remate superior. Los espacios situados en los flancos laterales se cubren con vistosos tableros decorativos: un fondo elaborado con motivos grabados sobre oro, semejante a las celosías de estirpe musulmán, anima las cintas vegetales talladas en relieve; de sus tallos parten hojas, rameados y rosas que sirven de marco para los dos medallones ovales dispuestos en cada uno de los recuadros; en ambos casos se representa al Demonio en escenas diferentes, aunque bajo el mismo aspecto terrorífico que hunde sus raíces en el Alto Medievo y resuelve imaginarlo cubierto de pelo, con cuernos en la frente, alas de murciélago y pies en forma de garras: el broche del Evangelio parece recrear la segunda tentación de Cristo, cuando fue transportado a la terraza del templo de Jerusalén y desafiado a caer en el vacío bajo el presupuesto de que iba a ser recogido por un coro de ángeles[7]; en el costado de la Epístola se efigia a San Miguel apresando al Demonio precipitado en la tierra tras librar feroz batalla contra los ángeles en el cielo[8], una curiosa iconografía si tenemos en cuenta que lo más usual es representarlo clavando la lanza a Satanás. En definitiva, el camino del mal puede ser superado comulgando con el cuerpo de Cristo, cuya Sagrada Forma custodia el tabernáculo situado en el espacio central de este primer nivel: el manifestador original ha sido sustituido por la moderna factura a la que cobija una hornacina de medio punto, con plafón o intradós con casetones decorados a base de motivos florales y clave sobredimensionada con medallón emergente del marasmo vegetal allí desplegado: sobre fondo oscuro está representada en todos dorados una imagen de la Jerusalén Celeste.

El cuerpo del retablo está sustentado por cuatro columnas de basas áticas y capiteles compuestos, conjugadas en orden a lograr el gigantismo en la composición, así como una mayor profusión decorativa a tenor del contraste bícromo entre el negro del fuste y el dorado de los motivos tallados adheridos: son festoneados que penden de las guirnaldas trabadas en las alas plateadas de los serafines, un repertorio donde asimismo adquieren papel relevante las placas adventicias, típicas del Rococó y marco frecuente para disponer las cabecitas angelicales en la retablística hispánica contemporánea. Preside la calle central una pequeña hornacina destinada a albergar la talla medieval de Ntra. Sra. de los Remedios. Se trata de un nicho de planta curva y bóveda de cuarto de esfera, dotado de jugoso repertorio vegetal y cobijado bajo dosel de fingido cortinaje cónico, según forma honorífica peculiar del siglo XVIII, cuya apertura hacen efectiva dos pequeños angelillos; en su cúspide, un medallón con una casa, símbolo de los santos y familiares de Dios[9] congregados en torno a la Madre celestial, situada entre dos árboles tradicionalmente alusivos a María, el pino y el ciprés[10]. La imagen que entroniza este espacio preeminente es una bella escultura de influencia románica fechada en los comedios o segunda mitad del siglo XIII; con motivo de la construcción del retablo le fue añadida una nueva capa polícroma en 1759, según la fecha que aparece escrita en el hombro de la Virgen, responsable de la encarnación a pulimento y los ojos de cristal que hoy presenta[11]. Flanquean esta imagen en las calles laterales las efigies de Santa Lucía y San Blas, ambas del siglo XVII y bastante populares en su confección; fueron añadidas después de 1975[12], y es posible que formaran parte de algún retablo colateral. El modelo de hornacina que cobija estas esculturas resuelve un diseño trapezoidal, remate avenerado y festoneados a modo de marcos. Complementa la decoración un medallón rodeado de ces y rocallas, con motivos calados en tono grisáceo sobre fondo negro; va situado sobre un segmento de círculo soportado sobre estructura de placas recortadas, con un serafín al centro.

El entablamento del retablo sigue el modelo creado en San Esteban de Salamanca, aunque sustituye las ménsulas por pequeñas cabezas de angelitos y reduce el vuelo de la cornisa; pese a ésto, el juego de luces y sombras y dinamismo de sus espacios quebrados continúa inalterable. El rebanco añade motivos de talla, medallones semejantes a los corolarios de las calles laterales y esculturas en poses inestables: los dos ángeles que flanquean el remate de la calle central, o las dos efigies dedicadas en los laterales a la representación simétrica de San Miguel portando la balanza con la que pesa las almas, remiten de nuevo al citado retablo salmantino y enlazan con la estética del Rococó pleno. Complementa la iconografía angélica la representación del princeps militae caelestis, que domina el retablo desde el nicho del ático, rodeado por una efectista ráfaga de nubes y serafines: porta la espada en la derecha y el escudo, con el monograma IHS, en la izquierda; viste peto de coraza militar, yelmo, una faldilla hasta media pierna, abierta por las rodillas, y las botas que recuerdan las de un general romano. Al igual que sus compañeros, fue realizado de forma contemporánea al retablo, y, en general, su hechura no responde a un escultor demasiado virtuoso. La hornacina que lo alberga está flanqueada por dos estípites que soportan un arco trilobulado de arrolladas espiras. Flanquean este espacio dos paneles decorativos formados a base de tallos vegetales arrollados e incurvados. Los espacios lisos sobre los que apoyan se aprovechan para disponer, cual si de verdaderos frisos se tratara, labores grabadas sobre el dorado con la representación de escenas cinegéticas: ciervos, gacelas, cazadores que disparan sus escopetas, etc. Semejante técnica se repite para decorar el intradós del trilobulado con repertorio vegetal.

Historia documental

Escaso debió ser el período transcurrido entre el contrato del retablo mayor de San Miguel y la rúbrica de la requerida escritura de obligación y fianzas que sus maestros, los hermanos José Manuel Francisco Ventura de la Incera Velasco, entalladores vecinos de la villa de Barrado, otorgaron el día 30 de agosto de 1750 a fin de asegurar el precio a cambio del cual se habían comprometido a tallar el retablo[13]: 7.500 reales de vellón, «con materiales legítimos y correspondientes a nuestra costa a vista y satisfacción de maestros peritos en el arte, nombrados uno por parte de la fábrica de dicha yglesia o quien corresponda, y otro por la nuestra y terzero en caso de discordia». La certificación que presentaron ante el escribano placentino Juan Santos Martínez Villanueva sobre el valor de sus bienes y los de sus fiadores y convecinos Ángel y Esteban García, que, «apreciados y minutados componen y montan libres de toda carga o grabamen catorce mil quinientos nobenta y seis reales de vellón», cumplía de sobra las exigencias requeridas en este tipo de empresas.

El inicio de los trabajos está reflejado en los libros de la parroquia a partir de las cuentas de 1751, referentes al período 1749-51[14], por lo que es de imaginar que la factura del retablo comenzaría poco después de que sus maestros firmaran el protocolo con las fianzas. No obstante, el grueso de los descargos tuvo lugar a partir del año siguiente de 1751: desde el 26 de abril de este año hasta el 30 de agosto de 1752, los Incera Velasco otorgaron un total de 25 cartas de pago a tenor de la prosecución de los trabajos[15]. Considerando estos libramientos y otros descargos también referidos a la obra, podemos aproximarnos a las condiciones contractuales. El plazo estipulado para su ejecución fue de dos años a contar desde la fecha de la escritura de fianzas: el retablo se realizó entre 1750 y 1752[16], y pensamos que ya debía estar concluido el 30 de agosto de dicho año 1752, al ser ésta la fecha de la última carta de pago anotada, que, a la postre, es coincidente, 24 meses después, con el momento en el que los tallistas comparecieron ante Juan Santos Martínez Villanueva para certificar el aval. En total, las Cuentas de Fábrica reflejan descargos por valor de 6.293 reales y 26 maravedís[17], es decir, faltan 1.200 reales hasta alcanzar el precio ajustado de 7.500 reales, de lo que inferimos pudieron ser abonados una vez declararan los maestros requeridos para tasar la obra. En dicha cantidad de 7.500 reales estaban incluidos los materiales y, con toda seguridad, la manutención de los maestros durante la estancia en Jaraíz con motivo del asiento y montaje del retablo, pues es de imaginar que la cercanía de Barrado posibilitó su factura en el taller familiar allí instalado: es posible que los 58 reales abonados a Francisco López Custodio[18] correspondan a las noches que losIncera y demás oficiales pasaron en su casa o posada, así como los 239 últimos reales consignados tuvieron como finalidad pagar los débitos que dejaron los tallistas en la carnicería[19], todo más que este último apunte es interesante como nota sociológica, y demuestra el buen cuidado que solían tener los artistas más renombrados con la alimentación que necesitaban para desempeñar los trabajos y obligaciones contraídas.

Tras permanecer 15 años en blanco, dieron comienzo los preparativos necesarios para dorar el retablo mayor dedicado a San Miguel. Entre 1767 y 1768 la iglesia gastó un total de 1.586 reales y 24 maravedís en los materiales complementarios y necesarios para la aplicación de los panes de plata y oro: «la llave de la casilla»donde probablemente se policromó, «pez griega…, leña…, angeo…, ruán, tachuelas y dos madejas de bramante…, una caldera y caldereta que se ha comprado… por ser nezesaria para lo que se ofreze hazer para aparejar y disponer lo nezesario para el dorado del retablo…, baños y pucheros que han sido nezesarios y se han comprado para tener las cosas nezesarias para el dorado del retablo», además del coste por la «hechura de andamio, cortina, madera, clavazón, cola, yeso mate, común, portes y otras menudenzias»[20]. No obstante, las partidas más cuantiosas correspondieron, como es de imaginar, a la adquisición de los panes de plata y oro, procedentes de Madrid. Según las cuentas del día 15 de diciembre de 1768, que dio «el señor bachiller don Alonso Azedo de los efectos que se han ymbertido en dorar el retablo maior de la yglesia de San Miguel desta villa, de donde es cura», la adquisición de los libros con las auríferas y argénteas láminas alcanzó la importante suma de 8.310 reales y 27 maravedís[21]. El coste total de los materiales necesarios para la obra ascendió, pues, a 9.897 reales y 17 maravedís, los cuales desembolsó la fábrica eclesial a partir, sobre todo, de limosnas, de los alcances de los mayordomos que regentaron la iglesia durante los años inmediatamente anteriores a 1768, así como de la venta de algunos animales, ejemplo de lo cual fue el toro de Ntra. Sra. de los Remedios que se vendió a Garganta la Olla.

Esta serie de pagos por los componentes e instrumentos utilizados permite afirmar que el dorado tuvo lugar entre 1767 y 1768; las cuentas tomadas en precitado día 15 de diciembre de 1768 se realizaron con motivo de su conclusión, razón por la cual se pusieron por data los 35 recibos que había ido extendiendo Alonso Recuero, vecino de Serrejón y «dorador que ha dorado el retablo»: le fueron abonados en dicho año de 1768 un total de 7.778 reales y dos maravedís[22], a los que hay que sumar los 2.000 reales que se adeudaban a dicho artista en 1769[23] y aún se están pagando en 1771[24]. En total, recibió Alonso Recuero en torno a los 9.778 reales y dos maravedís. El coste global del dorado se puso en la importantísima cifra de 19.675 reales y 19 maravedís, una de las más elevadas de nuestro obispado[25].

Tras ser inaugurado el retablo, y como suele suceder con obras de empaque tan portentoso, las intervenciones se sucedieron a lo largo de los años 1770-1790: un mal anclaje del Patrono San Miguel propició su caída en 1777; debió precipitarse sobre el marco del altar mayor, que entonces tuvo que ser reparado[26]. Dos años después, en 1779, se pagaron 115 reales por la compostura de dicho Arcángel[27], tal vez al jaraiceño Juan Bautista Yoanoni, como afirma Montero Aparicio[28], pero también es posible que de nuevo solicitara la parroquia los servicios de Alonso Recuero, que vuelve a estar presente en 1782: en este año le fueron abonados 160 reales por dorar el marco del altar mayor (130 reales), quebrado y recompuesto en 1777, y por dos atriles que pintó (30 reales)[29]. Por último, se decidió añadir al conjunto una nueva mesa de altar. Fue ejecutada en 1792 por el tallista Incera, probablemente Francisco, que recibió 300 reales por su trabajo[30]. El dorado de esta nueva pieza se encomendó en 1794 al maestro José Rayo y a los hermanos jaraiceños Gumersindo Emidio Recuero, que recibieron 574 reales[31].

Valoración de la obra en su contexto artístico

El retablo mayor de la parroquia jaraiceña de San Miguel permite comprobar los pasos que van siguiendo los maestros arquitectos José Manuel Francisco Ventura en su evolución estilística, desde un Barroco plenamente conformado (Barrado, Navaconcejo) hasta un Rococó donde no logran desprenderse de la abigarrada decoración barroquista que suelen emplear: los paneles decorativos del banco o los medallones sobre los nichos sirve como ejemplo de lo que decimos, así como los estípites del ático remiten a la complacencia de estos artistas en el empleo de elementos ya retardatarios. Como novedad en su repertorio introducen en San Miguel la columna de fuste liso y decoración adherida, soporte que adquiere pleno realce en la obra en virtud de la bicromía con la que Alonso Recueroconcibió el conjunto. De este artista es necesario destacar la buena labor desarrollada con los panes de oro y plata: frisos grabados con animales en escenas cinegéticas que sitúa en las zonas superiores del retablo, mayor tonalidad en la figura del titular en virtud de los panes de planta empleados, etc.

Bibliografía: J.R. MÉLIDA ALINARI, Catálogo Monumental de España. Provincia de Cáceres (1914-1916) (Madrid, 1924), Tº. II, p. 238; D. MONTERO APARICIO, Arte Religioso en la Vera de Plasencia (Salamanca, 1975), p. 325-327; F.J. GARCÍA MOGOLLÓN, Viaje artístico por los pueblos de la Vera (Cáceres). Catálogo Monumental (Madrid, 1988), pp. 97 y 102; IDEM (Dir. de la Comarca de la Vera), Inventario Artístico de Cáceres y su Provincia. Tº I.Partidos judiciales de Alcántara y Cáceres y Comarca de la Vera de Cáceres (1989) (Madrid, Mº de Cultura, 1990), pp. 334; J. JIMÉNEZ GARCÍA, El retablo mayor de San Miguel, ejemplar único en la Vera, en «Revista de Ferias» (Jaraíz de la Vera, 1988), s/p; M. SÁNCHEZ LÓPEZ, Jaraíz de la Vera. Villa de Realengo, Col. «Cuadernos Populares», nº 45(Mérida, 1991), p. 23; J.V. SERRADILLA MUÑOZ, Jaraíz, ayer y hoy (Jaraíz de la Vera, 1995), p. 101.

Iglesia parroquial de San Miguel, JARAÍZ DE LA VERA
Retablo Mayor. Estilo Barroco-Rococó
2.1. FICHA DOCUMENTAL ARQUITECTURA POLICROMÍA
Financiación Cuentas de Fábrica Cuentas de Fábrica
Autor/es José Manuel Francisco Ventura de la Incera Velasco, arquitectos vecinos de la villa de Barrado Alonso Recuero, dorador vecino de Serrejón
Fianzas 30 de agosto de 1750: Ángel y Esteban García salen por fiadores de los maestros de Barrado
Lugar ejecución En Jaraíz de la Vera
Materiales Panes de oro y plata y demás materiales utilizados en el proceso de dorado
Periodización 1750-1752(Estaba terminado en 1752) 1767-1768
Precio ajustado 7.500 reales
Total cobrado 6.293 reales y 26 maravedís (documentados) 9.778 reales y 2 mrs.
Estado actual Buen estado Buen estado
2.2.DESGLOSE DE GASTOS POLICROMÍA
Materiales diversos 1.586 reales y 24 mrs.
Panes de oro y plata 8.310 reales y 27 mrs.
Total 9.897 reales y 17 mrs. + dorador= 19.675 reales y 19 mrs.
2.3. FICHA TÉCNICA
FORMA FUNCIÓN
Planta Ochavada Situación Altar mayor
N.º de cuerpos Banco / cuero / ático Finalidad Conmemorativa
N.º de calles 3 Iconografía Hagiográfica
Ritmo compositivo B / A / B
Soportes Columnas de fuste liso y decoración adherida
Decoración Vegetalista y motivos de estirpe rococó

3. Apéndice Documental. Documento 1

Retablo Mayor dedicado a San Miguel Arcángel

Archivo Histórico Provincial de Cáceres:

  • Sección Protocolos Notariales. Escribano Juan Santos Martínez Villanueva. Legajo 1678, foliado.

Archivo Parroquial de San Miguel Arcángel, en Jaraíz de la Vera:

  • L.C.F. y V. de 1715 a 1766, foliado en parte.
  • L.C.F. y V. de 1767 a 1814, foliado.

1/ 1750-52/53. Datos relativos al retablo que los hermanos Incera Velasco tenían contratado realizar para el altar mayor de la parroquia jaraiceña de San Miguel.

(I) 1750, 30 de agosto. Escritura de fianzas otorgada por los hermanos José Manuel Francisco Ventura de la Incera Velasco para la ejecución del retablo mayor de la iglesia parroquial de San Miguel, en Jaraíz de la Vera, a cuya ejecución se habían obligado por la cantidad de 7.500 reales de vellón. La escritura fue otorgada ante el escribano del número de la ciudad de Plasencia Juan Santos Villanueva en la villa del Barrado. [AHPCC. Leg. 1678, foliado, fols. 38-39 vtº]

«Sépase por esta pública escritura de obligación y de fianza cómo nosotros Joseph Manuel de la Yncera Velasco, como principal, y Francisco Bentura de la Yncera, que lo soy también, y Ángel y Esteban García, como sus fiadores y principales pagadores, todos vezinos de esta villa del Barrado, juntos y de mancomún… decimos que se nos ha rematado la obra del retablo de la parroquial de San Miguel de Jaraíz en precio de siete mil y quinientos reales vellón con las condiciones de su postura, y una de ellas la de haber de otorgar escritura de obligación y fianza, y respecto de que más cantidad de la referida importa la certificación [que =tachado] de nuestros vienes, poniéndolo en execución la entregamos al presente escribano para que la ynsiera e yncorpore en esta escritura, e yo el escrivano así lo executo que su tenor es el siguiente=

Aquí la certificazión

Cuios vienes según y como van apreciados y minutados componen y montan libres de toda carga o grabamen catorce mil quinientos nobenta y seis reales de vellón que obligamos señaladamente a la seguridad de esta fianza y obligación que vaxo dicha mancomunidad hacemos, y nos obligamos a executar dicho retablo del altar mayor de la referida yglesia de San Miguel de la villa de Jaríz arreglado a las trazas firmadas de don Alonso de Acedo, vicario de la vicaría de dicha villa, que habemos aquí por inserta y con arreglo a las condiciones de la postura de dicha obra que paran en el oficio de don Juan Tornero, notario de dicha vicaría, por los dichos siete mil y quinientos reales vellón de su remate y no más, sin que por razón de quiebras, pérdida ni otro motibo podamos pedir más cantidad, y si lo hiciéremos queremos no ser oydos y repelidos de todo tribunal como quien intenta acción y derecho que no compete, y dicho retablo hemos de executar y acabar a toda ley y con materiales legítimos y correspondientes a nuestra costa a vista y satisfacción de maestros peritos en el arte, nombrados uno por parte de la fábrica de dicha yglesia o quien corresponda, y otro por la nuestra y terzero en caso de discordia, y caso que por dichos maestros fabricado el retablo no se de por bien hecho y acabado le hemos de bolber a hacer hasta que quede según arte y reglas y a satisfacción de dichos maestros con arreglo a dichas condiciones y trazas, y no cumpliendo con todo lo referido y condicionado, cuio thenor habemos por presupuesto, queremos ser executados a lo cumplir y compelidos y apremiados por todo rigor de derecho o que a nuestra costa y de nuestros bienes se execute con dicho arrego el citado retablo sin que sea nezesario hacer execución en los vienes de los principales, si no que se pueda repetir contra qualquiera de nosotros y nuestros vienes, sobre que hacemos de deuda y derecho y fecho ageno nuestro propio savidores del que en este caso nos compete en fueza de dicha mancomunidad. Y dichos bienes son ciertos y seguros, libres de toda carga y por tales los hipotecamos y señalamos expresamente a la seguridad y firmeza de dicha obra de esta escritura, y generalmente obligamos nuestras personas y vienes muebles y rahices…

…y así lo otorgamos ante Juan Santos Martínez Villanueva, escrivano real y del número de Plasencia en esta villa del Barrado, a treinta días del mes de agosto de mil setezientos y cinquenta años, siendo testigos don Faustino de Velvís, cura de la parroquial de esta villa, Juan Herrero de Martín y Francisco Salagado, todos vezinos de ella, y los otorgantes a quines yo el escrivano doy fe conozco firmaron los que saven y por el que dijo no saver lo hizo a su ruego un testigo,

Lizenciado don FaustinoBelvís y Albalá
Joseph Manuel de la Ynzera Velasco
Francisco Bentura de la Ynzera Velasco
Francisco Salgado

Ante my,
Juan Santos Martínez Villanueva».

(II) 1751-52/53. Descargos en virtud de la hechura del retablo mayor parroquial, concertado con los maestros, vecinos de Barrado, José Manuel y Francisco Ventura de la Incera Velasco. [L.C.F. y V. de 1715 a 1766, foliado en parte]

–Cuentas de 1751 (Ref. a 1749-51):

8 de junio de 1751. «Pagado a los retableros»:

«Abónansele quinientos y zinquenta y ocho reales que según sus recivos ha pagado a los maestros que hacen el retablo maior de dicha yglesia de orden de los susodichos a los aserradores de la madera para dicho retablo y a los carreteros della»……………………558 r.
(S.f.)

–Cuentas de 1753 (ref. a 1751-53):

1er Descargo. 2 cartas de pago fechadas en 26-abril-1751 y 28-noviembre-1751: «Abónanse a dicho Ignazio Ziruxano, que da esta quenta, un mil ziento y dos reales y veinte y seis maravedís que pagó y entregó a Joseph Laincera Velasco, maestro en quien se remató el retablo maior de dicha yglesia, a quenta del ymporte de dicho remate. Consta de dos rezibos dados por el suso dicho y Ventura, su hermano, el uno su fecha en esta villa en veinte y seis de abril de zinquenta y uno, de quatrozientos y dos reales y veinte y seis maravedís, y el otro su fecha en novienbre, veinte y ocho del dicho año, del dicho Joseph Lainzera de setezientos reales»[32]……………………1.102 r. y 26 mrs.
(Fol. 199)

2º Descargo. 5 cartas de pago fechadas en Õ(11 y 24-diciembre-1751), (13 y 22-enero-1752) y (s/f):

«Abónanse a dicho maiordomo setezientos reales que pagó a quenta del ymporte del retablo y su remate a los dichos maestros, y consta de zinco rezibos que presentó firmados de dichos maestros, su fecha de uno en onze de dizienbre de zinquenta y uno, otro en veinte y quatro de dicho mes y año, otro en treze de enero de zinquenta y dos, otro en veinte y dos de dicho mes y año, otro de zien reales sin fecha firmado del dicho Ventura. Que entre todos dichos zinco rezibos componen dicha cantidad»………….700 r. (Fols. 199-199 vt.º)

3er Descargo. 6 cartas de pago fechadas en Õ(4 y 19-febrero-1752), (10, 17 y 20-marzo-1752) y (2-abril-1752):

«Abónanse a dicho maiordomo novezientos y sesenta reales que ha pagado a dichos maestros en quenta del ymporte del remate de dicho retablo, lo que acreditó por seis rezibos que presentó firmados de los susos dichos y rubricados del señor cura de dicha yglesia, su fecha en esta villa, el uno en quatro de febrero de zinquenta y dos de zien reales[33], otro en diez y nuebe de dicho mes y año de doszientos y zinquenta reales, otro de cien reales en diez de marzo de dicho año, otro de zien reales en diez y siete de dicho mes y año, otro de doszientos y zinquenta reales en veinte de dicho mes y año, y otro de ziento y sesenta reales en dos de abril de dicho año. Que todos dichos seis recibos componen la dicha cantidad»……………….960 r. (Fol. 199 vt.º)

4º Descargo. 3 cartas de pago fechadas en Õ(8 y 10-mayo-1752) y (2-junio-1752):

«Abónanse a dicho maiordomo un mil treszientos y veinte y dos reales que ha pagado en quenta del ymporte del remate de dicho retablo a dichos maestros, lo que acreditó por tres rezibos firmados de los susos dichos y rubricados del señor cura de dicha yglesia, el uno de doszientos y veinte y dos reales, su fecha en o[ch]o(=roto) de maio de zinquenta y dos, otro de quinientos reales en diez de dicho mes y año, y el otro de seiszientos reales en dos de junio de dicho año. Que dichos tres rezibos conponen dicha cantidad»……………….1.322 r. (Fols. 199 vt.º-200)

5º Descargo. 4 cartas de pago fechadas en Õ(21 y 26-febrero-1752) y (13 y 23-julio de 1752):

«Abónanse a dicho maiordomo setezientos y zinquenta reales que ha pagado a dichos maestros en quenta de lo que han de aver del ymporte de dicho retablo, lo que acredita con quatro recibos firmados de los susos dichos y rubricados del señor cura de dicha yglesia, que el uno ymporta ziento y zinquenta reales, su fecha en veinte y uno del mes de febrero de zinquenta y dos, otro de zien reales, de veinte y seis de dicho mes y año, otro de doszientos reales de treze de julio de dicho año, otro de treszientos reales de veinte y tres de dicho mes y año. Que todos los dichos quatro rezibos conponen la dicha cantidad»………………750 r. (Fol. 200)

6º Descargo. 5 cartas de pago fechadas en Õ(26-julio-1752), (8, 15, 29 y 30-agosto-1752)

«Abónanse a dicho maiordomo quinientos y setenta reales que ha pagado a dichos maestros en quenta de lo que han de perzibir del ymporte del remate de dicho retablo, lo que se acredita por zinco rezibos que presentó firmados de los susos dichos, que el uno es de ziento y treinta reales, su fecha en veinte y seis de julio de zinquenta y dos, otro de doszientos reales en ocho de agosto de dicho año, otro de zien reales en qu[in]ze (=roto) de dicho mes y año , otro de quarenta [reales](=roto) en veinte y nuebe de agosto de dicho año, y otro de zi[en] reales en treinta de dicho mes y año. Que conponen dicha cantidad»………………570 r. (Fols. 200-200 vt.º)

7º Descargo.

«Abónanse a dicho maiordomo zinquenta y ocho reales que lo inportó lo que devían dichos maestros a Francisco López Custodio, vezino de esta villa, según constó de una cierta quenta que presentó y dichos maestros lo abonaron de su quenta»………………..58 r. (Fol. 200 vt.º)

8º Descargo. Carretadas de madera:

«Abónanse a dicho maiordomo treinta y quatro reales que ha pagado a Francisco Pasarón, vezino del lugar de Collado, del ymporte y travajo de dos carretadas de madera que traxo para el retablo y lo pagó por mano de María Hernández, biuda de Fernando Guzmán, vezina desta villa»………………………34 r.(Fol. 200 vt.º)

9º Descargo.

«Abónanse a dicho maiordomo doszientos treinta y nuebe reales que ha pagado a el ofizial o obligado de la carnezería de esta villa, que lo inportó la carne que dichos maestros avían gastado y no abían pagado según consta de su libramiento firmado de los susodichos»………………….239 r. (Fol. 200 vt.º)

2/ 1767-1771. Registo de diferentes pagos por el dorado del retablo mayor, en concepto de materiales y abonos al maestro Alonso Recuero, vecino de Serrejón.

–Cuentas de 1767:

«Asimismo se abonan ziento y veinte y cinco reales y dos maravedís que ha pagado y consta de libramientos y asiento ha ymportado el coste de la llave de la casilla. Pez griega. Leña que ha comprado. Ajos, pan y vino que se ha gastado con las personas que han asistido para ayudar a llevar y poner la madera para el andamio, inclusos quarenta y un reales que costó el aserrar la çilla para él. Que todo compone la cantidad que se abona». (Fol. 13) [Al margen: «Gasto de materiales y otras cosas para el andamio para el dorado del retablo»]

«Higualmente se abona treinta y nueve reales y seis maravedís que constó por asiento y libramientos haver pagado de un poco de angeo que se compró para el retablo, ruán, tachuelas y dos madejas de bramante. Que todo ymportó dicha cantidad». (Fol. 13)

«Yten es data treinta y ocho reales que ha costado una caldera y caldereta que se ha comprado para esta yglesia y ha pagado, que constó de asiento y libramiento por ser nezesaria para lo que se ofreze hazer para aparejar y disponer lo nezesario para el dorado del retablo». (Fol. 13)

«Asimismo, se abonan treinta y siete reales y doze maravedís que ymportan varios gastos y menudenzias que consta de libramientos y asientos haver pagado, que lo han ymportado baños y pucheros que han sido nezesarios y se han comprado para tener las cosas nezesarias para el dorado del retablo (…)». (Fols. 13-13 vt.º)

–Cuentas de 15 de diciembre de 1768:

«Quenta que da el señor bachiller don Alonso Azedo de los efectos que se han ymbertido en dorar el retablo maior de la yglesia de San Miguel desta villa, de donde es cura».

«En la villa de Jaraíz, en quinze días de el mes de diziembre de mil setezientos sesenta y ocho, el señor bachiller don Alonso Azedo, vicario de la dignidad episcopal de esta y su partido y cura rector de la parroquial de San Miguel desta dicha villa, dijo por ante mí el presente notario público [Raimundo Durán Buero] (…) que para que conste de la ymbersión de los caudales que se havían puesto en el archvio y entrado en su poder de dicha yglesia y otros que se han ymbertido en el dorado de el retablo de el altar mayor de la esplicada yglesia, quiere dar quenta de ello para que higualmente en todo tiempo aia la claridad que se requiere, y con efecto la da con asistencia de don Blas Arjona, benefiziado, teniente actual de la referida yglesia y por ante mí dicho notario en vista de su declaración y de los recados conducentes en la forma y manera siguiente (Fol. 19)=

Cargo de los maravedís que han entrado en su poder»

El cargo se nutre sobre todo de los alcances de los mayordomos precedentes y, en menor medida, de la venta de animales, como el toro de Ntra. Sra. de los Remedios que se vendió a Garganta la Olla. Total cargado: 14.708 reales y 9 maravedís. (Fols. 19-21)

«Data»

1.º «Hechura de andamio, cortina, madera, clavazón, cola, yeso mate, común, portes y otras menudenzias». «Primeramente da en data mil trezientos quarenta y siete reales y quatro maravedís que consta por su asiento haver importado la echura del andamio para dorar el retablo, cortinas para las ventanas, madera, clavazón, cola, yeso mate y común, portes y conduzión de madera y otras cosas que han sido nezesarias y lienzos para el retablo, que todo constó e con individualidad por dicho asiento y quenta que se liquidó por mí el notario con asistencia de dicho señor cura, vicario y mayordomo……………………………….1.347 r. y 4 mrs.». (Fol. 21)

2.º «Más pagado de yeso mate, yeso blanco y retazo y 500 panes de plata y su porte». «Asimismo se le abonan ciento y ochenta y siete reales que costaron quatro arrobas de yeso mate, yeso blanco y retazo, quinientos panes de plata y su porte. Que todo ymporta dicha cantidad que se abona por haverse pagado del dinero que le va cargado a dicho señor cura; constó de libramientos y declaración de dichos………187 r.». (Fol. 21 vt.º)

3.º «Pagado por una carta quenta del corresponsal de oro y otras cosas». «Por una carta quenta de la primera receta consta haver pagado al corresponsal de Madrid, de oro plata y materiales, yncluso el cajón de dicha rezeta, quatro mil ziento y zinco reales que se le abonan………………………..4.105 r.». (Fol. 21 vt.º)

4.º «Segunda receta». «Por otra carta quenta de dicho corresponsal consta haver pagado de la segunda receta de oro mil setezientos y catorze reales que se abonan………1.714 r.». (Fol. 21 vt.º)

5.º «3ª [receta]». «Por otra carta quenta de dicho corresponsal consta haver pagado de la terzera receta mil quatrozientos noventa y cinco reales y veinte y siete maravedís que se le abonan…………………………1.495 r. y 27 mrs.». (Fol. 21 vt.º)

6.º «Quarta carta quenta y rezenta». «Por la quarta carta cuenta y húltima rezeta consta haver pagado ochozientos y nueve reales que se abonan, cuias cantidades han sido de oro y algunas otras cosillas, engredientes que han sido nezesarias para el dorado……………………..809 r.».

(Fols. 21 vt.º-22)

7.º «Pagado al dorador». «Consta por treinta y çinco recivos haver pagado a Alonso Recuero, dorador que ha dorado el retablo, siete mil setezientos setenta y ocho reales y dos maravedís a quenta del ymporte de su travajo que se abonan a dicho señor cura………….7.778 r. y 2 mrs.»[34].

(Fol. 22)

[…se incluyen algunos descargos más, aunque no referentes al dorado del retablo]

«(…) consta (…) haverse aplicado para dicha hobra algunos otros maravedís de limosnas que ha rezivido y no se han cargado por no haverlos tenido presente, desde luego por sí dicho señor cura y en nombre de sus herederos de su espontánea voluntad lo zede a dicha yglesia y haze perdón, gracia y donación de todo el referido alcanze (…)». (Fol. 22 vt.º)

–Cuentas de 1769 (Ref. a 1768-69):

«Abónanse dozientos reales que por recivo dado por Alonso Requero, dorador, consta haverle pagado por quenta de los dos mil reales que se le restavan deviendo de su trabajo del dorado del retablo maior desta yglesia, y al presente se le restan mil y ochozientos reales que se le han de pagar por ésta, según consta del papel que tiene dicho dorador». (Fol. 32 vt.º)

«Igualmente se abonaron quatrozientos y veinte reales que por recivo dado por dicho Alonso Requero consta haverle pagado dicho mayordomo por quenta de los dichos dos mil reales que se le restavan deviendo de dicho su travajo del dorado del dicho retablo maior, y es todo lo pagado en quenta de dicha deuda en esta y la partida antesiguiente seiszientos y veinte y un reales que constan del citado recivo que es por maior desta cantidad por hallarse en él inclusa una y otra cantidad y sólo se le restan al presente en dever a el esplicado Alonso por esta yglesia mil tresçientos y ochenta reales». (Fols. 32 vto. y 33)

–Cuentas de 1771 (ref. a 1770-71):

«Asimismo se le abonan ziento veinte y quatro reales y seis maravedís que consta de recivo se le pagaron por quenta del resto que se le devía del dorado del retablo mayor». (Fol. 48 vto.)

3/ 1777/79/82. Compostura del marco del frontal del altar mayor a consecuencia de la caída que sufrió la talla de San Miguel Arcángel, posteriormente aderezada. En 1782 Alonso Recuero se encargó de dorar el frontal antedicho.

–Cuentas de 1777:

«Higualmente se abonan veinte y dos reales que consta pagó por la compostura del marco frontal que se quebró de el altar mayor quando se cayó de él la efigie del patrono San Miguel»[35]. (Fols. 106-106 vto.)

–Cuentas de 1779:

«Yten se abonan ziento y quinze reales que se pagó de la compostura del patrón San Miguel y subirle a su trono»[36]. (Fol. 133)

–Cuentas de 1782:

«Asimismo se le abonan (…) ciento y sesenta reales que pagó a Alonso Recuero por dorar el marco del altar mayor, los 130 reales, y los 30 reales por dos atriles que pintó, que todo es los dichos 160 reales». (Fol. 161)

4/ 1792-94. Talla y dorado de una nueva mesa para el altar mayor.

–Cuentas de 1792. El tallista Yncera, probablemente José Manuel, se encargó de ejecutar dicha mesa.

«Asimismo consta por recivo y libramiento pagó a el tallista Yncera por la mesa que hizo del altar mayor treszientos reales, que con ocho reales y veinte y seis maravedís que ymportó el gasto que se hizo con las personas que la trageron, ymporta todo trezientos ocho reales, veinte y seis maravedís que se le abonan». (Fol. 311 vt.º)

«De un tablón grande pagó catorze reales para la mesa de altar, y a los carpinteros albañiles de hacer la pared para dicha mesa para ponerla consta pagó veinte y seis reales, que todo ymporta quarenta que se abonan». (Fol. 311 vt.º)

–Cuenta de 1794. El dorado de dicha mesa de altar se encomendó al maestro José Rayo y a los hermanos jaraiceños Gumersindo Emidio Recuero.

«(…) y los quinientos setenta y quatro reales que se sacaron de dicho archivo y efectos para pagar a Joseph Rayo, Gumesindo Emidio Requero, hermanos vezinos desta villa, doradores, por los materiales, dorado y su travajo de dorar la mesa del altar mayor como (…) consta de recivos (…)». (Fol. 325)

«A los doradores que doraron la mesa del altar mayor se les dió un refresco, quatro reales que se abonaron». (Fols. 324 vt.º)

[Pies de fotografías:]

Fig. 1. Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Retablo mayor.

Fig. 2. Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Retablo mayor. Detalle del lado del Evangelio.

Fig. 3. Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Retablo mayor. Detalle de la calle central.

Fig. 4. Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Retablo mayor. Detalle del ático: San Miguel Arcángel.

Fig. 6. Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Retablo mayor. Detalle del ático.


NOTAS:

[1] Véase el trabajo de GONZÁLEZ ECHEGARAY, M.Carmen, et alter, Artistas Cántabros de la Edad Moderna (Santander, 1991), p. 348, donde se menciona a Francisco de la Incera y Velasco, residente en 1784 en Barrado, con motivo de los planos y el proyecto que realiza para la Cárcel y Ayuntamiento de Plasencia, datos que en su día publicó CADIÑANOS BARDECI, Inocencio, «La reconstrucción del Ayuntamiento y Cárcel de Plasencia», en Norba-Arte, T.º VI (1985), pp. 159-173. Vid., de este mismo autor, el trabajo titulado «Notas de arquitectura religiosa en Extremadura», en Norba-Arte, T.ºXIV-XV (1994-1995) (Cáceres, 1996), pp. 219-227.

[2] GARCÍA MOGOLLÓN, F.J., «Viaje artístico por los pueblos del Valle del Jerte: Navaconcejo (XVI)», en Diario Extremadura (Cáceres, 27-4-87), p. 25.

[3] Véase, al respecto, nuestro trabajo «El retablo mayor de la ermita de Ntra. Sra. de Sopetrán, en Jarandilla de la Vera (Cáceres)», en Norba-Arte, T.º XVIII-XIX (1998-1999) (Cáceres. 2001), pp. 179-205.

[4] GARCÍA MOGOLLÓN, F.J., Viaje artístico por los pueblos de la Vera (Cáceres). Catálogo Monumental (Madrid, 1988), pp. 33 y 36.

[5] Véase el trabajo de MONTERO APARICIO, Domingo, Arte religioso en la Vera de Plasencia (Salamanca, 1975), pp. 325-327; GARCÍA MOGOLLÓN, F.J., Viaje artístico…, op. cit., pp. 97 y 102; IDEM (Dir. de la Comarca de la Vera), Inventario Artístico de Cáceres y su Provincia. T.ºI. Partidos Judiciales de Alcántara y Cáceres y Comarca de la Vera de Cáceres (Madrid, Ministerio de Cultura, 1990), p. 334.

[6] FLORES DEL MANZANO, Fernando, «Arte religioso en el Valle del Jerte: Las Iglesias de Cabezuela, Jerte, Cabrero y otras aportaciones», en VIII Centeneraio de la Diócesis de Plasencia (1189-1989). Jornadas de Estudios Históricos (Plasencia, 1990), pp. 591-593; GARCÍA MOGOLLÓN, F.J., «Viaje artístico por los pueblos del Valle del Jerte: Jerte (VII)», en Diario Extremadura (Cáceres, 16-11-1986), p. 12.

[7] Cf. Mateo, 4, 5-7. Lucas, 4, 9-11 (en los textos de este Evangelista el episodio referido figura en tercer lugar). No obstante estas fuentes bíblicas, hemos de admitir la particularidad que entraña la representación iconográfica anotada, pues el Demonio parece estar hostigando a Cristo con una rama hojas secas o cuerdas que actúan a modo de látigo.

[8] Cf. Apocalipsis, 12, 7-9.

[9] Cf. Carta a los Efesios, 2, 19.

[10] Cf. Eclesiástico, 24, 13.

[11] Cf. F.J. GARCÍA MOGOLLÓN, Imaginería medieval extremeña. Esculturas de la Virgen María en la Provincia de Cáceres (Cáceres, 1987), p. 116, donde se recoge un minucioso y detallado estudio sobre la imagen. El culto y fervor popular de los jaraiceños a esta imagen, detonante sin duda de su encargo, puede consultarse el artículo de Joaquín JIMÉNEZ GARCÍA, «Imagen de Ntra. Sra. de los Remedios. Su arte y su culto», en Revista de Ferias (Jaraíz de la Vera, 1990), s/p.

[12] La fotografía que publica Montero Aparicio en esta fecha permite apreciar los cambios anotados; en 1975 las hornacinas estaban ocupadas por imágenes de reciente cronología: Cf. D. MONTERO APARICIO, Arte religioso en la Vera…, op. cit., p. 327 y repertorio de láminas, sin numerar.

[13] Cf. A.D. de Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (1-I).

[14] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (1-II, cuentas de 1751).

[15] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (1-II, cuentas de 1753).

[16] Mélida afirma que «el retablo mayor fue construido en 1792». Aunque la fecha es errónea, sin duda obedece a un error de imprenta, el dato no deja de ser interesante, ya que es posible que en su época aún conservara la parroquia la carta original de finiquito: Cf. J.R. MÉLIDA ALINARI, Catálogo Monumental de España. Provincia de Cáceres (1914-1916) (Madrid, 1924), T.º II, p. 238.

[17] Cf. A.D. de Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (1-II).

[18] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (1-II, 7º descargo de las cuentas tomadas en 1753).

[19] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (1-II, 9º descargo de las cuentas tomadas en 1753).

[20] Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (2, cuentas de 1767 y 1768; de los gastos consignados en estas últimas, hacemos referencia al primer descargo transcrito en la data).

[21] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (2, cuentas de 1768, descargos 2º al 6º).

[22] Cf. A.D. de Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (2, cuentas de 1768, 7º descargo).

[23] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (2, cuentas de 1769).

[24] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (2, cuentas de 1771).

[25] Una síntesis sobre la historia documental del retablo recoge la obra de D. MONTERO APARICIO, Arte religioso en la Vera…, op. cit., pp. 325-326.

[26] Cf. A.D. de Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (3, cuentas de 1777).

[27] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (3, cuentas de 1779).

[28] Cf. D. MONTERO APARICIO, Arte religioso en la Vera…, op. cit., p. 327, nota 46.

[29] Cf. A.D. de Jaraíz de la Vera. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (3, cuentas de 1782).

[30] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (4, cuentas de 1792).

[31] Cf. Ibídem. Parroquia de San Miguel. Documento 1 (4, cuentas de 1794).

[32] Este descargo, que transcribimos a partir del documento original, está a su vez desglosado en ibídem, p. 325, nota 42. El resto de descargos que apunta este investigador coincide con lo que el libro refleja, aunque hay ligeras discrepancias en cuanto a ubicación cronológica y destino del dinero.

[33] Interlineado.

[34] Este descargo está citado en la obra de D. MONTERO APARICIO, Arte religioso en la Vera…, op. cit., p. 326, nota 45; para el mismo refiere las cuentas de 1771, aunque en realidad va anotado en las que se tomaron en 1768, de forma prácticamente extraordinaria con motivo del dorado.

[35] Descargo citado en ibídem, p. 327, nota 46.

[36] Asiento citado en ibídem, p. 327, nota 46.

Oct 011999
 

Marcela Martín Jiménez.

En un día soleado de Junio, cuando el calor empieza a dejarse sentir, cuando los jardines se visten de flores, se multiplican los aromas y las mariposas revolotean, llegaba a Casar de Cáceres D. Angel Rodríguez Campos, el nuevo maestro. Seguramente habría muchas opiniones pensando en como sería pero creo que nadie podría suponer que verían desde entonces pasearse por las calles de la localidad a un grecorromano que pareciera un actor de teatro con su túnica y manto ceñidos prestándole majestuosidad y transmitiendo a quien lo veía pasar “su grandeza de espíritu”(Palabras del propio Don Angel).

En principio solo vieron a un señor con aspecto de explorador y esto parece congruente ya que creó una compañía o grupo de Exploradores con sus alumnos, con banda de trompetas y tambores que desfilaban en las fiestas del pueblo y procesiones de la Iglesia. Hacían excursiones al campo en primavera, inculcando a sus alumnos el amor a la naturaleza, hoy tan en auge. Usaban uniforme caqui, pantalón corto y sombrero del mismo color, parecido a los policías de algunos estados americanos.

Don Angel amaba a los niños y los quería como si fuera un padre. A la educación de la niñez él lo llamaba: “mi dulce profesión con el mundo esplendoroso de los niños” Desde luego como maestro cumplió con los amplios deseos de los padres de sus alumnos, porque su forma de enseñarles resultó creadora y los chicos aprendían viendo imágenes que les proyectaba en una pantalla tanto de Religión como de Historia.

Nos dice D. Luis Bello en Viaje a las Escuelas de España, “La escuela era un gran salón. Las crujías formaban grandes arcos ojivados.

Todo el arreglo de la escuela lo había hecho Don Angel. Había traído material, incluso pupitres. Él decoró toda una crujía con su zócalo de yute rematado por ancha greca.

Renovó la enseñanza con su ardiente vocación y saber. Su casa la convirtió en la prolongación de su escuela, a donde acudían los chicos a completar su formación cultural y social. Les prestaba libros. Les enseñaba a cultivar el jardín y creaban un bonito paraíso. Su casa la transformó al estilo griego con varias terrazas. Los muebles los diseñó él dándoles el sello clásico griego.

Podemos resumir lo expuesto diciendo que fue un enamorado de su profesión, la que llevó a límites poco comunes de entrega y servicio. Se preocupó de darle estudios de Magisterio a sus discípulos Nicomedes Martin, Máximo Barrantes y Angel Jiménez, para que su labor no se acabara con él.

Se ganó el afecto y el respeto de todo el pueblo que supo reconocer sus grandes cualidades, su aportación como educador y su gran cultura.

Aunque comienzo esta comunicación diciendo que fue un soleado día de Junio cuando llega Don Angel Rodríguez Campos a Casar de Cáceres por otras informaciones se da el mes de Abril, y, el día, el 23, siendo un día lluvioso y frío, eso sí, del 1913 que en eso están de acuerdo todos los informadores. Si realmente sucedió en día de lluvia, miremos con ojos y sentimientos africanos y le hubiéramos augurado en aquél día, lo mejor a Don Angel. El agua es signo de fertilidad, y así, es realmente como se ha demostrado por la labor que ha hecho y en cuanto a la fecha es lo más lógico el que sea en pleno curso que no acabado éste.

Algo que Don Angel deseó es que el lugar y su entorno donde tuviera que ejercer su magisterio fuera religioso y eso tuvo la fortuna de conseguirlo. Se hizo muy amigo del Párroco, Don Saturnino Martin Moreno y lo visitaba con cierta frecuencia, manteniendo conversaciones en griego, latín y francés, que ambos dominaban. Así discurría el tiempo entregado totalmente a la vida del lugar siendo el toque pintoresco cuando empezó a vestirse de grecorromano, con túnica, manto, sandalias y en la cabeza sujetando su negra melena rizada, una cinta de tela al estilo de una diadema. A veces también usaba redecilla.

Se hablaba de él y era motivo de curiosidad para quien llegaba de fuera, pero la mayoría de las veces no salía de casa para no ser el blanco de todas las miradas. Por ello no aceptaba invitaciones a banquetes, un día si fue a un refresco con motivo de la Comunión de los hijos de un discípulo.

Parece ser que no le gustaba que lo fotografiasen, pero era aficionado a la fotografía y con su cámara si que se hacía fotos. Según un articulo de Don Jaime Tovar Patrón, podría reconstruirse algo de su vida, cuando está en la escuela, en su casa, en el campo ante las encinas o hablando con algún alumno.

En el pueblo nadie le consideró chiflado, sigue diciendo Don Jaime Tovar, ni él toleraba la más mínima burla de su persona, él era afectuoso y educado. Sin embargo Don Juan Ramos A. Afirma que el pueblo al principio dudó. Lo expone así en un artículo en Hombres de Extremadura- Periódico Extremadura.

Siempre me había preguntado el porqué del uso de los colores de sus túnicas y sus mantos, qué criterios había seguido para ello en algo tan importante como era el vestirse de ese modo, extraño para los demás. Sor Mercedes Jiménez Sánchez me lo aclaró cuando me dijo que se guiaba de los colores de los tiempos litúrgicos de la Iglesia, y así mismo lo asevera en su artículo sobre Don Angel, Don Jaime Tovar Patrón.

A Don Angel lo atendía un matrimonio que se llamaban María Sánchez Vivas y Basilio Jiménez Carrero. Fueron naciendo los hijos del matrimonio, José, Pedro, Sofía, Angel, Mercedes y Antonio, que fueron integrándose en la vida cotidiana en la que tomaba parte Don Angel, al que aprendieron a conocer y respetar. Al cuarto de los hijos, Don Angel lo hizo su ahijado y le puso su nombre y llegado el momento le dio la carrera de maestro, antes se la había dado a otros dos alumnos como ya reseñé.

Los años que pasó en Casar de Cáceres fueron fecundos dándole tiempo para tan amplia obra literaria, interesante por lo genuino de su composición, 20 libros de poesía, poemas en latín y en castellano la rica lengua cervantina. Famosos Diálogos Sociales a la Escuela o Memoria de Helénides de Salamina. Nueve libros de poesías latinas con el nombre de las 9 musas etc. “La Oda a España” se publicó en un opúsculo por los años 40.

Dejaba que lo visitaran los hombres pero no las “muñecas pintadas” como llamaba a las mujeres.

En un articulo nos cuenta lo siguiente Fernando, en Ventana a la Ciudad. –El maestro loco del Casar- que a continuación transcribo:

“ En unas jornadas literarias celebradas en Cáceres en Mayo de 1955 como un atractivo más de ellas se invitó al maestro romano del Casar, Don Angel Rodríguez Campos, más conocido en el mundo intelectual como “Helénides de Salamina,” a pronunciar una conferencia entre los más de ochenta intelectuales y escritores de primera fila de aquél entonces que figuraban en las jornadas y entre los que citaré a título de ejemplo a César González Ruano, Ignacio Aldecoa, Juan Antonio Cabezas, Jaime Capmany, Pedro de Lorenzo, Zunzunegui, etc.

Ni que decir tiene que aquella ilustre concurrencia entre la que me encontraba simplemente como aprendiz, se tomo el asunto a pitorreo por aquello de que don Angel vestía siempre de griego clásico y se le podía tomar por un loco. Es más, la noche anterior a la conferencia se especuló sobre todo aquello. El que más y el que menos supuso que era un PAYASO, un maestro de escuela loco cuya manía por vestir como un griego clásico le había trastornado la mente como a D. Quijote y que de su boca no podrían salir mas que sandeces. Todos desconocían su obra; solo se decía que Unamuno se escribió con él en griego, pero nadie pasaba a creer más que en la locura de don Angel, que pidió se le pusiera un coche que le llevara hasta la puerta de la Diputación, donde se celebraría la conferencia, para no lucirse vestido de griego por las calles de Cáceres.

Se celebró la conferencia y las risas que hubo a su entrada se convirtieron en silenciosa atención nada más que abrió la boca; atención que se convirtió en respeto y admiración a los pocos minutos. Explicó el porqué se “había apartado del mundo” vistiendo de griego para realizar su “Panelenio,” la obra de su vida, leyó algunos poemas del mismo y explicó su concepción filosófica del mundo.

Al salir le pregunté a César González ruano, que había sido uno de los más reticentes:

-¿Qué le ha parecido?

– Que los payasos éramos los que escuchábamos porque es un sabio de cuerpo entero al que hay que perdonarle que vista como quiera.”

Casos como este debieron pasarle más pero siempre se imponía la autoridad de su vasto conocimiento y preparación que consiguió con el esfuerzo y tesón en sus estudios. A Don Angel se le ovacionó largamente al acabar de recitar sus poemas de forma magistral rodeado como Sócrates de sus discípulos mejores en escolta emocionante de amor y admiración por el Maestro; nos lo cuenta en otro articulo el Sr. Ramos Aparicio.

En cierta ocasión le pidió el Rector de una Universidad de Madrid que acudiera invitado a dar una conferencia y acompañado de un profesor de Cáceres asistió. Fue vestido de paisano pero llevaba su melena habitual. A su regreso venía contento de haber ido y el profesor que lo acompañaba encantado por la elegancia con que se desenvolvió ante los demás, dejando ver sus muchos conocimientos. Le pidieron que se fuera a Madrid pero él rechazó la invitación prefiriendo seguir en Casar de Cáceres.

Según nos contaba Don Jaime Tovar Patrón en su articulo, Don Angel le había dicho muchas veces que a Homero era imposible superar, pero no así a Virgilio. No sé si soñaría en un trío: griego, latino y castellano, siendo él el aspirante a hacer universal la lengua de Cervantes.

Creo, que el sobrenombre que tomó del marco griego “ Helénides de Salamina,” lo hizo cuando empezó a vestirse de grecorromano, lo que quiere decir desde casi llegó a Casar de Cáceres. Se ambientó en cuanto a casa y en cuanto a su ropa y costumbres con lo que se metió de lleno en su obra y cada día escribía dando rienda suelta a su imaginación y por otro lado al caudal inagotable de su ingenio. Su ropa se la hacía él, alternaba sus trabajos de educador con el de la costura y sus escritos.

Su obra El Panelenio es en pleno siglo XX una obra épica y mitológica, de corte clásico, libro digno de leerse. Puede según dicen compararse a la “Eneida,” “La Odisea” y “Os Lusiades.”

Don Antonio Rodríguez Molino en la Revista “Foco” en el año 1954 decía que El Panelenio era algo imprescindible para conocer la literatura modernista de España y aseguraba también este famoso escritor que se debía editar esta obra para regalo de los buenos paladares literarios, escrito en tercetos tan bellos que pueden figurar al lado de los buenos del Siglo de Oro.

La obra El Panelenio consta de 20 libros con veintiún mil versos en tercetos, que tardó en escribir siete años, un binomio de lo griego como mito y la realidad castellana.

Después de estar el manuscrito de El Panelenio perdido, apareció en la Diputación Provincial y cerca de 40 años después se edita, es el año 1988, y lo realiza la Institución Cultural El Brócense. El libro consta de 665 páginas, lleva un prólogo de Angel Jiménez Sánchez, su discípulo y una introducción e índice onomástico realizado por César Chaparro y Luis Merino. El acuerdo de editarlo lo tomó la Excma. Diputación Provincial el 30-V-1972- en sesión ordinaria. El manuscrito apareció en la caja fuerte de la Diputación según lo atestigua un articulo del Periódico HOY de fecha 10-XII-1985, donde además se dice que fue Don Manuel Veiga, Presidente de la Excma. Diputación Provincial de Cáceres, quien tomó la decisión de editarlo y a petición del propio pueblo representado por el diputado Don Juan Andrés Tovar y el Sr. Alcalde, Don José Cortés Ojalvo. Este último fue alumno de Don Angel Rodríguez Campos, Helénides de Salamina-

Hubo distintos intentos de publicar su obra mientras vivía e incluso después de su muerte.

Lo importante es que al final en 1988, la institución Cultural El Brocense editó la gran obra de Helénides de Salamina, El Panelenio. El autor canta la leyenda de Teucro, héroe Dánao que, tras impresionante odisea, habría alanzado las riberas del Tormes para fundar Salamanca. El poema se recrea en la expresión del binomio mundo griego – mundo hispano, o dicho de otra forma, entre los mitos y la realidad.

Decía en su articulo Don Jaime Tovar Patrón que daba la impresión de que creía en las musas como nosotros en los ángeles. Se conocía a los habitantes del Olimpo, morada de los dioses griegos, con pelos y señales. Las ninfas, deidades de las aguas, bosques o selvas. Las nereidas, las 50 hijas de Nereo y Doris que personifican las olas del mar, destacándose Anfitrite, Tetis y Galatea, y, que estos y otros seres mitológicos le confiaban sus secretos como si siempre hubiera andado con ellos.

Hora es ya de que conozcamos algo de la vida de Don Angel Rodríguez Campos. Nació en Mogarraz (Salamanca) el día 28 de Julio de 1884,como lo atestigua la fotocopia del Acta de Nacimiento que acompaño a esta comunicación. Su familia era gente sencilla. Queda huérfano de padre y posteriormente muere su madre cuando aún era muy niño, unos 7 años; hay quien dice que con algunos más, pero también hay quien afirma que su madre murió una noche mientras dormían juntos en un colchón en el suelo. Hay quien asegura que tenía una hermana que tan indefensa como él pasó a un orfanato hasta tener edad para los estudios. Su hermana entró en un convento de clausura en Salamanca y cuando profesó la destinaron a la provincia de Teruel y murió al poco de estar allí, muy joven. Parece ser que la causa fue el frío que hacía en aquella ciudad.

Hay distintas opiniones sobre los estudios de Don Angel, en cuanto a estos y a los lugares donde los realizó. Se dice que lo llevaron a Salamanca a un convento, el de los PP Paules y otros que a un convento de franciscanos. Lo que sí afirman varios es que aunque estudió para sacerdote no llegó a cantar Misa, según parece si la cantaba tendría que marcharse a misiones y él no quería ser misionero. Estudió griego y latín, los hablaba correctamente. Sus poemas latinos tienen mucho que decir. Tenia profundos conocimientos sobre literatura clásica.

Estudió Magisterio en la Escuela Normal de Salamanca. Ya con su título hace oposiciones y va a Casar de Cáceres. Al mismo tiempo que hacía su Magisterio daba clases de griego en la cátedra de Don Miguel de Unamuno, con quien se carteaba en griego.

Componía versos desde los 14 años, en latín, con gran habilidad, causando asombro a Don Marcelino Menéndez Pelayo, a quien Don Angel hizo una poesía, a su persona y el insigne polígrafo le aconsejó que junto a su trabajo desarrollase esa faceta innata en él. Según parece es quien le aconseja que estudie Magisterio.

El lugar al que tiene que ir como maestro está a unos once kilómetros al Norte de la capital, Cáceres. Se llama Casar de Cáceres y al buen decir de mi padre q.e.p.d., Don Tomás Martin Gil, “es un pueblo laborioso y rico, que pertenece a la Diócesis de Coria y cuyo término municipal es de unas trece mil hectáreas de extensión, abundante en finos pastos que alimentan el ganado lanar. Producto de esta ganadería son los famosísimos quesos de Casar de Cáceres sobre todo su apreciadísima torta, queso bajo, raro y exquisito y que siguiendo la manera norteamericana, no vacilo en calificar como el mejor queso del mundo.

Este pueblo ocupa una hondonada de la llanura, algo ondulada, que ase extiende desde la capital hasta el cauce del Tajo. Sus calles se orientan de Norte a Sur, son anchas y limpias; las casas hechas de mampostería y bóvedas de arista, tienen un zaguán al entrar, a donde dan las puertas de la sala y alcobas con pasillo central que lleva al corral, en el que suelen estar las dependencias para el ganado. En el segundo piso están los graneros, almacenes y la cocina donde se cura la matanza.

En el año 1931 había unas 900 casas de las cuales la mayoría es de dos pisos (49 de tres) y ha censado en 1930, 4.762 habitantes de hecho y 4.941 de derecho. La industria es un par de tenerías, algún taller de zapatería y los telares han desaparecido por completo pero hay una Fábrica de electricidad y harinas, que fue una de las primeras de Extremadura. Según Madoz en la mitad del siglo pasado fue más floreciente la industria con 10 tenerías, 40 talleres obradores de zapatería, 3 lagares de aceite, 3 molinos, 7 telares de paño y 5 de lienzo y 6.025 almas.

La Iglesia se encuentra en la parte central del pueblo como ocurre con la mayoría de los pueblos extremeños. El pueblo florecía alrededor de la Iglesia. Está aislada y la rodea un muro, con tres entradas, es un espacioso atrio, al que llaman los naturales del lugar el arandel, Su orientación es la clásica, de Este a Oeste con su cabecera al Saliente. Si estudiáramos su historia, su arte, podríamos llegar a la conclusión que este pueblo es muy católico, muy ferviente.Cumplía con los deseos de Don Angel cuando llegó a ejercer allí su Magisterio, la faceta primordial del carácter social de ese pueblo es eminentemente religioso.

Don Valeriano Gutiérrez Macías nos recuerda que el último curso que pasó dando clases Don Angel Rodríguez Campos fue el de 1953-54. Así mismo nos da la fecha del 15 de Enero de 1956 como dato muy significativo en que pasó a vivir a casa de su discípulo y ahijado Don Angel Jiménez Sánchez por razones de salud. Desde ese día su casa quedó sumida en el silencio, sus triclinios y escaños romanos no acogerían ya más a tan relevante hombre de letras, una grave enfermedad acababa con su vida el 26 de Agosto del mismo año 1956. Moriría con el consuelo de haber sabido dar una sólida educación a su ahijado que lo había acogido en su casa como si de un padre se tratara. Es digno aquí de resaltar este comportamiento en el discípulo que lo acoge en la enfermedad y en la debilidad y eso solo tiene un nombre –reconocimiento. Analizando todo llego a la conclusión que fue un buen educador.

Adjunto para atestiguar su muerte fotocopias del Acta, Parte y Certificado de defunción en ellos están correctamente señalados todos los datos en cuanto a hora, lugar, a consecuencia de, etc. Que me parece importante que figuren.

Don Valeriano Gutiérrez Macías nos comenta “La muerte de este hombre ejemplar y excepcional causó hondo sentimiento en toda Extremadura, en la provincia de Cáceres y sobre todo en su laboriosa población, a la que estuvo vinculado 43 años.

Don Jaime Tovar Patrón cuenta que al ir a su pueblo natal de visita, se acercó al Cementerio con el fin de visitar el humilde nicho de Don Angel Rodríguez Campos, tenía curiosidad por leer su epitafio, que al parecer él en vida había dicho que quería que figurase solo esta leyenda: HELÉNIDES ESCRIBIÓ EL PANLENIO. Lo cierto es que a la hora de la verdad allí rezaba lo siguiente: D.E.P. DON ANGEL RODRIGUEZ CAMPOS – HELÉNIDES, 26-Agosto –1956.

A su entierro fue el 80% de los vecinos del pueblo ya que todos le apreciaban y querían.

El año pasado al acabar los XXVII Coloquios Históricos de Extremadura, me impuse la tarea de traer a estos XXVIII Coloquios, el recuerdo de Don Angel Rodríguez Campos el Maestro grecorromano de Casar de Cáceres. Creo que influyó el haber presentado en mi comunicación la Vida de mi tío Don Saturnino Martin Moreno, el cura Sabio de Casar de Cáceres. Desde entonces empecé antes de venirme a Colmenar Viejo, Madrid, a preguntar cosas, a recordar otros tiempos lejanos y luego ya solicité datos concretos y me han facilitado toda clase de ayuda por lo que desde aquí doy las más expresivas gracias al mismo tiempo que pido disculpas si no ha quedado a medida del deseo de quienes me ayudaron. Hasta a la Musa y a la Deidad griega en un sencillísimo soneto impetré su ayuda.

Oh Musa, oh Deidad griega
Amiga de Helénides de Salamina
Que le distes el conocimiento y la idea
Inagotable acierto, inacabable mina.

En sus versos describía
Con acierto sin igual
Del mundo griego, la mitología
Y del hispano, la trascendencia, la realidad.

Oh Musa que aún le pagas
Con admiración su esfuerzo
De tantos días de estudio de tan fértil acierto.

No dejes de ayudarme
En tan noble decisión
De traerlo al recuerdo del pueblo que le amó.

Poco podía yo suponer que le fueran a hacer una estatua de bronce a Don Angel y que precisamente en este Junio pasado ya es una realidad en Casar de Cáceres. Decidí hacer este trabajo la última semana de Septiembre 1998.

La idea de hacer una estatua es el reconocimiento público a su labor como maestro y la idea fue bien acogida por los responsables municipales. Para realizar la obra se hizo un concurso público y tras el fallo del mismo se adjudicó a Don Antonio Morán Martin la realización de la Escultura de Helénides de Salamina. El coste de la misma asciende a 3.477.500 pesetas y será financiada totalmente por el Ayuntamiento de la localidad. Será de bronce y aparecerá el maestro vestido de grecorromano sobre una escalinata, en tamaño real. Todos estos datos aparecían en el Periódico Extremadura del día 2 de Octubre de 1998. El autor de la escultura nació en Malpartida de Plasencia pero vivió en Salamanca.

El pasado día 5 de Junio del presente año 1999, Don Manuel Veiga, Presidente de la Asamblea de Extremadura, la Presidenta de la Diputación Provincial, Doña Pilar Merchán y el Alcalde de Casar de Cáceres, Don Juan Andrés Tovar inauguran la estatua que se ubica en el Paseo de Extremadura. Doña Pilar y Don Manuel dirigen unas palabras al numeroso público asistente y el Grupo de Teatro “Perséfone” escenificó unos fragmentos de la obra más conocida de Helénides de Salamina, “El Panelenio.”

Esto es el testimonio del Periódico Extremadura de fecha 6-VI-1999.

EL PANELENIO

Todas las personas que han leído o estudiado esta obra nos dicen y reflejan en sus escritos la importancia de la misma, entra curiosidad y te adentras en su lectura y realmente encuentras belleza, encuentras las invocaciones, plegarias, himnos, discursos, monólogos, profecías. La descripción geográfica, la realiza como base para situar toda la acción, parece que lo que pretendía era unir y hacer algo nuevo de lo heleno y lo salmantino.

Podré ir señalando aquello que más me llame la atención, pero textos sueltos perderán su sentido y no nos dirán gran cosa, salvo la belleza de la composición concreta de un verso determinado, por eso es de difícil estudio. Sin embargo voy a procurar entresacar algunos versos de los X, primeros Libros.

I Libro.

Comienza con una invocación a la diosa. Me han llamado la atención los siguiente versos:

Siguió del ancho mar el derrotero 19

Y a la remota Hesperia huyendo vino, 20

Del Océano límite postrero. 21

Llegó al raudal del Tormes cristalino: 22

Allí alzó el Panelenio y esplendente 23

De la ciudad el ámbito divino. 24

Aquí describe que llega a la remota España del Océano límite postrero. Haciendo un canto del Tormes salmantino al que dice cristalino y alza el Panelenio, Institución Sagrada esplendente, para que sea de la ciudad lo divino, lo que presida, lo que más signifique, lo que guíe a la gente.

Son de gran belleza los siguientes versos de cuando se convierten en piedras:

Este es ya dura sílice, y el peso 946

De su mole le oprime; ése es granito; 947

Aquél, inerte bloque del Marpeso. 948

Uno quiere implorar, lanzar un grito, 949

Y es una estatua con la boca abierta 950

Cuya voz se perdió en el infinito. 951

Otro al ir a escapar encuentra muerta 952

Su fuerza, y amarrado al duro suelo 953

Es frío mármol con la sangre yerta: 954

¿Recordaría aquí el texto bíblico Gn 19, 26, cuando se convierte la mujer de Lot en estatua de sal? De todos modos, al leer los versos parece que se estuvieran viendo las imágenes descritas.

II. Libro.

Comienza con un canto de cisnes, gansos y Escila convertida en blanca garza después de haber estado amarrada en lo alto de una nave.

Marchaban los ganados macilentos 589

Dando tristes quejidos con profundos 590

Estertores e inciertos movimientos. 591

Aquí caían unos moribundos; 592

Otros allá en violentas convulsiones 593

Se desplomaban fétidos e inmundos. 594

Nos explica lo que el calor puede hacer. Como otra inclemencia del tiempo, más de una vez en el calor del verano, vería caer a los animales de los rebaños cuando volvían al redil.

III Libro.

Encuentro de una gran fuerza:

Vive en mí Grecia: electrizado nombro 310

Cualquier objeto suyo aunque escondido 311

Hoy en tristes ruinas y en escombro. 312

Creo que aquí está expresando su admiración y su hondo sentimiento por Grecia, que lo electriza al mismo tiempo que lamenta sus ruinas y escombros.

IV Libro.

Mas los niños allí, desposeídos 448

De sus queridos padres, ya no tienen 449

Quien acalle sus lloros y gemidos 450

A su cuna arrancados aquí vienen 451

En la naciente aurora, y cuando llegan 452

En los mismos umbrales se detienen. 453

Cualquier cosa su llanto entretenía 466

Y aplacaba su voz unos momentos; 467

Luego, recrudecido, más se oía. 468

Y sus senos de fuentes deseadas 472

Se llenan más y más y desfallecen 473

Reclamando esas bocas sonrosadas. 474

Ellos, mientras sus madres enloquecen, 475

Lloran sin fin y en solitario prado 476

Sólo a las duras rocas enternecen. 477

Esto es un rememorar la separación por la muerte de su madre, pero que invierte o se recrea en pensar que ella vive y que el niño que ya no es él, puesto que es un hombre, es el que se ha ido en realidad. Con gran realismo y crudeza nos presenta estos versos.

V Libro.

Llevaba el carro con certera mano, 7

Llenándola de gozo y alegría 8

La venida de su radiante hermano. 9

Me pregunto si será un recuerdo a su hermana la que quedó huérfana con él.

Los versos, desde el 45 al 63 describen lo que se siente cuando uno está enfermo con fiebres, una gran soledad, una gran impotencia para lo cotidiano y después la alegría de la salud.

Y el verso:

Calló el viento, durmiéronse las flores, 943

Es de una extraordinaria ternura.

VI Libro.

De este modo feliz, con esta traza 13

Persuadía a los hombres y a los mozos: 14

El amor de la gloria es añagaza. 15

A los alumnos y a los padres explicaba todo esto. Una de sus preocupaciones era hacerlos hombres de bien.

VII Libro.

Turbóse el cielo: al punto las regiones 178

Del aire se agitaron y movieron; 179

Volaban engrosados nubarrones. 180

Huyó la luz, cayó la noche y pronto 184

Los envolvió espantosa la tormenta 185

Cual no la vio el ostrifero Helesponto. 186

Pues que todos los vientos juntamente 196

Cargaban sin cesar en lucha fiera, 197

Soplando cada vez más fuertemente. 198

No se si por su emplazamiento, Casar de Cáceres registra las tormentas fuertes, sonoras, me daba miedo de pequeña.

VIII Libro.

Toda santa oración que al cielo sube 61

Es acogida allí con sumo agrado: 62

Yo en enviarlas nunca me contuve. 63

A través de estos tres versos se proclama creyente, si se quiere hasta con una cierta timidez.

Después ya habrá otras cosas, y el empeño 124

Será de apaciguar la tierra ibera 125

En torno a un Panelenio que hoy es sueño. 126

Preconiza la presente obra, este escrito, entonces él se verá apaciguado cuando victorioso surja el Panelenio, que en aquellos momentos, mientras escribía para él aún era un sueño.

Mil yeguas retozaban en sus prados 520

Con sus potros que, hermanos de los vientos 521

Subían relinchando a los collados. 522

Es muy bonito en su exposición. Nos muestra la naturaleza, se trasluce como vivía escenas campestres.

El ave vino abajo, y al momento 718

Un hombre pequeñito con soltura 719

Saltó ligero de su extraño asiento 720

No tendría ni un codo de estatura, 721

Y era vivo, resuelto y aún gracioso 722

Hasta en su singular cabalgadura. 723

Estaba algo asustado y sudoroso, 724

Condujéronle al rey: él se hizo el fuerte, 725

Cercado del concurso numeroso. 726

No podemos olvidar el mito que como hemos repetido se da alternando con la realidad, esta escena que describe curiosa y graciosa nos llama la atención, se ve el ingenio del autor a la hora de ir creando su obra.

IX Libro.

Suben los mozos, echan la traviesa, 37

Arrean a los mulos, y adelante; 38

Al lado el perro de cabeza gruesa. 39

Aquí está diciendo algo que ve a diario hacer a los mozos del lugar y el perro al que se refiere, seguro que es el mastín extremeño con su enorme cabeza.

De allí vuelve el rebaño reunido 142

Después que largamente todo el día 143

Del madroño los brotes han mordido. 144

Nunca se queda atrás la tierna cría, 145

Pues las madres felices de memoria, 146

Redoblan sus llamadas a porfía. 147

Como en los anteriores versos esto es lo que ve constantemente lo que tiene a su alrededor.

Abre tus ojos, mira, y bien cercano 322

Tienes el libro que natura extiende 323

Con sus grandiosas páginas a mano. 324

Entra luego en ti mismo, y allí atiende: 325

La voz de ese montón de maravillas 326

Muda contemplación es quien la entiende. 327

Nuca pensé, exclamó el Telamoniada, 340

Que en medio de mastines y perros 341

Del saber se encontrase la morada; 342

Invitaba a sus alumnos a fijarse en el campo, en lo cotidiano, para que aprendieran, era el mejor libro. Es posible que algún alumno lo que le dice Telamoniada se lo contestara también a él.

En los versos desde el 1015 al 1026 vuelve a tratar el tema relacionado con la inclemencia del tiempo, en esta ocasión se refiere al agua, a la lluvia.

X Libro.

No bien nos tuvo el mar, cayó del cielo 163

La negra tempestad, y ciega noche 164

Cubrió las olas con oscuro velo. 165

Vuelve el tema de la tormenta.

Todos ya se contaron por perdidos, 298

Juguete de las olas y del viento, 299

Aquí y allí llevados y traidos. 300

En esta ocasión es el viento, que no podía faltar y más adelante en los versos 538 al 540, el que se desata es el fiero torrente.

Aquí tienen ustedes estos versos, muestras de los 10 primeros libros. Mi juicio sobre ellos es sencillo, aquí está mi pobre aportación. Lo que ahora desearía después de acabado mi trabajo es que pueda servir de ayuda al estar todos los datos reunidos para más fácil consulta. Para mí se cumple la tarea de traerlo al recuerdo de todos.

LOS DATOS LOS OBTENGO DE:

Sor Mercedes y Antonio, hermanos de Don Angel Jiménez Sánchez, el discípulo de Helénides de Salamina.

Don Justino Tovar antiguo alumno de Don Angel, a través de Mª Carmen Campón, hija de Dª Demetria Tovar.

Mis hermanos Teresa y Francisco, me envían fotocopia de la Gran Enciclopedia de Extremadura, tomo 5, página 254.

Mi hermana Consuelo, me envía dos fotocopias de periódicos donde hay noticias del Maestro del Casar de Cáceres, uno es del Hoy de 16-II-1995 y el otro del Extremadura del 2-X-1998.

Mi hermano Luis me envía fotocopia del Periódico Extremadura de 6-VI-1999 – Casar de Cáceres- Los vecinos inmortalizan en una estatua a Helénides de Salamina.

Don Juan Andrés Tovar Mena, Alcalde – Presidente del Ayuntamiento de Casar de Cáceres, el libro: “El Panelenio” – Helénides de Salamina – Institución Cultural “El Brocense” – Excma. Diputación Provincial – Cáceres 1988. Me dice que puedo hablar con Don José Cortés Ojalvo antiguo alumno de Don Angel.

Ánimas del Purgatorio de Casar de Cáceres. –Taller de Etnología. Universidad Popular Helénides de Salamina. 1996.

Pastoreo Tradicional en Casar de Cáceres. Taller de Etnología Año 1998. Universidad Popular Helénides de Salamina.

II Jornadas Intersectoriales y Transfronterizas, sobre el queso de la Comarca de Casar de Cáceres, 23, 24 y 25 de Octubre 1996.

Casar de Cáceres, folletito turístico.

Hablo con Don José Cortés Ojalvo, me cuenta cosas, unas que corroboran lo que sé y otras nuevas interesantes.

Me envía el Taller de Etnología de la Universidad Popular Helénides de Salamina lo siguiente:

  • El Panelenio. Helénides de Salamina. – Institución Cultural El Brocense, Cáceres, 1988.
  • Noticia de la muerte de Helénides de Salamina –Diario Pueblo – 10-III-1961
  • Viajes a las Escuelas de España(Extremadura) –Serie Rescate- E.R. de Ext. –Mérida 1994.-
  • El Panhelenio, de Helénides de Salamina” – César Chaparro y Luis Merino – Revista Alcántara. Institución Cultural “El Brocense.” Excma. Diputación Provincial de Cáceres, Enero 1989 Nº 19 (3ª época).
  • “Ventana a la Ciudad. El maestro loco del Casar.”- Diario Hoy –10-XII-1985.
  • Vida y obra de “Helénides de Salamina,” el maestro “griego” del Casar.- HOY-19-I-1986
  • “Helénides de Salamina” Jaime Tovar Patrón. Apéndice III Hoja del Lunes Burgos 23-IV-73
  • “ La originalidad de un maestro del Casar de Cáceres. Diario Hoy –16-II-1995.
    • “Hombres de Extremadura” Juan Ramos Aparicio. 3 artículos – Extremadura, -Abril 1982.
  • “La Diputación editará la obra de Don Angel, el de las Melenas.” – Hoy. –10-XII-1985
  • La Diputación publicó el último poema épico de la Historia. No tiene fecha, ni nombre.
  • Revista Alcántara – Institución Cultural “El Brocense” – Excma Diputación Provincial Cáceres. Enero Abril de 1990. Nº 19, 3ª época. Autor: Valeriano Gutiérrez Macías.
    • Himno Local de los Exploradores de España de Casar de Cáceres. Su autor el presidente de este Consejo, Don Angel Rodríguez Campos, Helénides de Salamina.
    • Fotocopia del Acta de Nacimiento, en el tomo 12 el nº 27.
    • “ Certificado, Parte e inscripción de defunción.

* MOTIVOS EXTREMEÑOS. Por Tomás Martín Gil.

Oct 011999
 

Teodoro Agustín López López.

Las “Listas episcopales” tuvieron en la primitiva iglesia gran importancia. Así lo testimonia S. Ireneo (140-202), Tertuliano (160-223), Eusebio (265-340), S. Epifanio (315-403) y S. Agustín (354-430). Su objetivo era probar la sucesión apostólica.

Posteriormente, iglesias locales tenían la costumbre de conservar los nombres aunque fueran para continuar su memoria histórica. En nuestro caso, la diócesis de Badajoz desde el s. XVI hasta nuestros días han aparecido una decena de episcopologios, pero estos catálogos forman parte de la Historia eclesiástica de la Ciudad e Iglesia de Badajoz o en publicaciones universales o españolas en sobre el episcopado de la Iglesia Católica, en que se incluyen los obispos de Badajoz No faltan manuscritos del s. XVIII que esperan ver la luz. Nunca salió una obra biográfica de los 82 obispos residenciales.

Nuestro objetivo es triple: por un lado, presentar la docena de catálogos existentes con mayor o menor proliferación de datos biográficos, incluyendo los obispos, auxiliar y coadjutores; y por otro, completar la heráldica episcopal de nuestro episcopologio diocesano recientemente cerrado que termina con el milenio y siglo al ser elevada la diócesis a Arzobispado; finalmente, será nuestra modesta aportación presentar las consagraciones episcopales, que en el último tercio de siglo, a partir del Concilio Vaticano II ha tomado gran interés y no han sido incluido en los trabajos anteriores.

I. EPISCOPOLOGIO DIOCESANO

Los historiadores contemporáneos no han incluido la relación de los obispos pacenses pertenecientes a Beja. No obstante, incluimos la relación en cada uno de los elencos o catálogos por formar parte de la memoria histórica en las etapas, romana y visigoda.

De excepción es el origen mozárabe de la sede episcopal de Badajoz, como caso único en la historia eclesiástica española.

1. MANUSCRITOS

1.1 Anónimo del siglo XVIII

-“Historia de Badajoz desde los tiempos más remotos, con cinco disertaciones eruditas acerca de la antigua Lusitania y Extremadura”[1], cuyo manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional. Vicente Barrantes en el “Aparato bibliográfico para la historia de Extremadura” se lo atribuye a Diego Suárez de Figueroa y lo clasifica como un arsenal importante de noticias biográficas y bibliográficas. Aunque no comparte la paternidad del libro Antonio Rodríguez-Moñino se comprometió a defenderlo y publicarlo, no llevándolo a efecto nunca.

Más que una Historia de Badajoz es un conjunto de monografías sobre puntos interesantes para esclarecer la misma. Tiene un estilo sencillo, ameno e interesante[2]. La lista de obispos llega hasta los tiempos de D. Santiago Palmero Escada (1781) y Frey Alonso de Solís Marroquín y Gragera (1783)

1.2 Catalogación de Obispos, de Ascensio de Morales

-“Informe histórico hecho a S.M. por A. de Morales de la antigüedad y fundación de la ciudad de Badajoz y catálogo de obispos y otras noticias curiosas.

Tiene gran interés para nosotros el catálogo que recoge una interesante biografía de cada uno de los prelados, escrito entre los años 1750- 1754. El manuscrito se conserva en la sección de Códices del Archivo Histórico Nacional, con una extensión de 800 folios[3]. Separa los obispos antiguos con el primerobispo Mártir, continuando con los mozárabes, de los modernos con Fr. Pedro Pérez hasta concluir con Amador Merino Malaguillas.

2. TEXTO IMPRESO

2.1. El “Catálogo” de Rodrigo Dosma

Rodrigo Dosma Delgado, canónigo pacense en su obra “Discursos patrios de la Real Ciudad de Badajoz”, a modo de apéndice introduce lo que sigue: “CATÁLOGO DE LOS OBISPOS, que por antiguas escrituras ha descubierto Rodrigo Dosma, maestro en Teología, haber habido en la ciudad de Badajoz (dicha Pax Augusta,) y en su catedral Iglesia y diócesis”. Año del Señor 1561.

La reimpresión de 1870 hecha por la Comisión de Monumentos Históricos con prólogo de Vicente Barrantes nos presenta tres grupos diferenciados: el primero incluye los antiguos obispos pacenses, que son: Domiciano (año 352), Agripio o Abrigio (530), Palmacio (589), Lauro (597), Modario (634), Teodoredo (646), Adeodato (654), Juan (I) (683) e Isidoro (+848); después a los obispos mozárabes: Julio, “obispo de Bada-liouco” (13-nov. del a. 932), Daniel Mártir, Alletis, Inmunis, Purifico, Lysimatho, Prilula y Daniel II (a 1000) según la lápida encontrada por D. Alvar Pérez Dosma en su casa, que recoge su sobrino Rodrigo aquí; el resto del tiempo no menciona nombres, pero se hace referencia a los privilegios rodados concedidos a esta iglesia y fieles. Concretamente Alfonso VIII al ser coronado el 1173 dio “el privilegio a la iglesia de Badajoz por dó consta durar entonces en esta ciudad cristianos mozárabes y su iglesia y aún quizás con sus prelados obispos, pues siendo los infieles súbditos de los reyes de León, había de conserva a los cristianos entre sí con mejor tratamiento y exención que antes”[4]. Su bisabuelo Sancho y sucesores confirman los privilegios dados a la iglesia de Badajoz antiguamente.

Y finalmente, a Fray Pedro Pérez I (año de 1255), Fray Lorenzo (1269), D. Fernando (1271), Fray Lorenzo II Suárez (1273), D. Gil (1284), Juan II (1286), D. Alonso (1287), D. Gil II (1290), D. Bernabé (1311), Fray Simón (1314), D. Bernabé II (1326), D. Juan III (1326), D. Fernando II (1341), D. Vicente Estevanez (1341); Fray Pedro II Thomas (1350), D. Juan IV (1349), D. Fernando III (1373) , D. Fernando IV (1379), Fray Felipe, de Herrera de Tolosa (1398), Fray Gonzalo (1407), Fray Diego (1410), Fray Juan V Morales (1417), D. Lorenzo III de Figueroa (1445), Fray Pedro III de Silva (1463), D. Gómez Suarez de Figueroa (1483), D. Pedro IV Martínez de Préxamo (1485), D. Bernadino López de Carvajal (1489), D. Juan V de Medina (1492), D. Juan VI Rodríguez de Fonseca, (1497), D. Alonso II Manrique (1499), D. Pedro V Ruiz de la Mota (1519), Fray Bernardo de Mesa (1521), D. Pedro VI Sarmiento (1525), D. Pedro VII González Manso (1526), D. Gerónimo Suárez (1533), D. Francisco de Navarra (1556), D. Cristóbal de Rojas (1562) , D. Juan VII de Ribera (1562), D. Diego II Simancas (1569) y D. Diego III Gómez de Lamadrid (1578). El fallecimiento del autor ocurrió el 9 de agosto de 1599, durante el pontificado de este último, que vive hasta el 15 de agosto de 1601, año, en que, como “póstuma”, se publica la obra.

No compartimos la inclusión como obispos de Badajoz al primer grupo, ya que el deseo de identificar a Badajoz con Pax Augusta y de enlazar con la sucesión apostólica no continuada, quieren suplir los fundamentos históricos. La sede episcopal no puede ser anterior a las invasiones árabes, cuando la ciudadela de “Bathlios” fue fundada en la segunda mitad del siglo IX. Al contrario sostenemos la existencia de dichos obispos “pacenses” como titulares de la “iglesia local” de Beja.

2.2. El teatro eclesiástico de los Obispos, de González Dávila

El cronista del Rey Felipe III, presbítero y racionero de la S. Iglesia Catedral de Salamanca, D. Gil González Dávila recoge el “Theatro de la Ciudad y Santa Iglesia de Badajoz, Vidas de sus Obispos y cosas memorables de su Obispado”, que forma parte de su obra general[5].

Son ocho obispos pacenses anteriores a la invasión sarracena: S. Pedro Mártir?, Domiciano (año 352), Agripio o Abrigio (530), Palmacio (589), Lauro (597), Modario (634), Teodoredo (646), Adeodato (654), Juan I (683), Isidoro (806).

Le suceden los obispos mozárabes: Julio (932) y la relación de los inscritos en la lápida antes aludida. Así se expresa: “La entrada de los moros en España fue causa de cerrar a muchas cosas la puerta, que quedaron sin aviso de lo que pasó por ellas… y algunas otros trataron de dar memoria de la calamidad en que se hallaban las Iglesias de España, y los Reyes Católicos, que defendían con las armas la causa pública de la Fe, no se estendieron en escrivir del particular de cada una, contentándose de darme memoria de los hechos más dignos de admiración, y grandeza”[6].

Referente a los obispos después de la restauración aporta interesantes datos biográficos de cada uno de ellos. En el orden hay algunas novedades respecto a la lista Dosma, a saber, señala un solo Lorenzo, que es Suárez (1269), y a D. Fernando II (1272), y al excluir como apócrifo el primer Fernando la enumeración romana cambia en un número inferior con la relación a la de Dosma. Además entre D. Fernando III (1373) y D. Fernando IV (1379), pone a Fray Alonso II de Vargas, después será obispo de Osma; y además D. Pedro Tenorio como sucesor de Felipe de Herrera (1403); a D. Lorenzo III de Figueroa (1445), le sucede D. Gómez I Suárez de Figueroa, Fray Pedro III de Silva (1445), D. Gómez II Suárez de Figueroa (1483), sucesivamente.

Competa con nuevos nombres: D. Andrés Fernández de Córdoba (1602), D. Juan VIII Beltrán de Guevara (1611), Fray Pedro IX Pedro Ponce de León(1615), quien murió entre su nombramiento y posesión del obispado; D. Cristóbal de Lobera (1615) y D. Pedro Fernández Zorrilla (1617).

2.3. El “Episcopologio” de Juan Solano de Figueroa

El canónigo penitenciario D. Juan Solano de Figueroa y Altamirano en su libro “ Historia Eclesiástica de la ciudad y Obispado de Badajoz” (1664) hoy conservado el manuscrito original en el Archivo catedralicio y copias en la biblioteca del Seminario de S. Atón, en la Biblioteca Nacional y en las particulares de V. Barrantes, del Sr. Duque T Serclaes y de la Comisión Provincial de Monumentos de Badajoz, según recogen el prólogo de la edición llevada a cabo en 1929-35 por el Centro de Estudios Extremeños bajo la anuencia del Administrador Apostólico D. Ramón Pérez Rodríguez, obispo de Sión.

El Dr. Solano acomete los tres frentes usuales.

En cuanto al primero aparece un afán de remontarse a los tiempos apostólicos de este modo: El Obispo Mártir (a. 64?) Aristóbulo (65), Sergio Paulo (76), S. Leónido (283), Esteban (283), S. Verísimo (308), S. Agrinpio (337), Domiciano (352), Sinderico (367), Isidoro (384), S. Poncio Paulino (397), Sinderedo (412), Sertorio (444), Severino (453), Escolano (477), Zeloso (500), S. Agringio o Abrigio (530), Donato (556), Johano, intruso arriano, S. Urso (568), Palmacio (589), Lauro (597), Lucio (627), Modario (630), Teodoredo (646), Juan (647), Adeodato (654), Juan I (683) Benedicto (694), Pedro (706), S. Julián (712), e Isidoro (806). Se observa una gran influencia de los falsos cronicones, cuando las investigaciones históricas estaban tan lejos de los elementos que los estudios modernos de la filología y arqueología.

Y al segundo, introduce alguna novedad, a saber, Julio (a. 932), Angelo, Gramil?, Lysimatho, Prilula (a 1000).

Y al tercero, reafirma la inclusión de Bernardo (1300), admita a Bernabé I y II sólo por el testimonio de Dosma, D. Vicente Estevanez (1341) y ubica a Pedro Tenorio y Alonso Estenanes (1403) después de Felipe de Herrera siguiendo a González Dávila. Omite ocho prelados desde Roco de Campofrío hasta Rodríguez Valderas que rigieron la diócesis entre los años 1627 al 1668. Se desconoce aún los motivos de tal laguna, puesto que el mismo autor convivió con ellos. Una vez publicada la obra, incorpora al manuscrito notas biográficas sobre Francisco Rois y Mendoza; Francisco de Lara; Fray Agustín Antolínez; Juan de Herrero Jaraba (1668 al 1681). También aparece una nota sobre Juan Marín de Rodezno, que debió ser de otro autor.

Se ve pronto la necesidad de salvar esta omisión. Según Antonio del Solar y Taboada en el prólogo de la “ Continuación….” afirma que tiene por autor a D. Juan Flores Barbado, párroco de Santa María del Castillo ( hoy S. Agustín) y de la que había obtenido D. Tirso Lozano copia para su posterior publicación con los anexos propios y publicados en el Volumen IV de la IIª parte: “Suplemento a la Historia Eclesiástica de la ciudad y Obispado de D. Juan Solano de Figueroa y Altamirano por Tirso Lozano Rubio, canónigo lectoral y correspondiente de la Academia de la Historia” (1935).

Mientras que Tirso en una breve introducción del “ Suplemento..” sostiene que este escrito es de los años 1715 y fue copiado del original por D. Juan Flores, que entonces se conservaba en el archivo de la Catedral, para depositarla en el archivo de su parroquia, de donde él la copió para insertarlos en sus anexos.

Hoy ni el original ni la copia se conservan, pero podemos conocer su contenido debido a antecede a las notas de Tirso Lozano, publicadas por el Centro de Estudios Extremeños (1935).

2.4. “Continuación” a la historia eclesiástica de Solano.

El libro carece de portada y por tanto, sin título y sin el nombre del autor. Los estudiosos apuntan los nombres de D. José Hernández, canónigo Magistral (1776), D. Joaquín Cid Carrascal, exprofesor del Seminario de S. Atón (1800) o D. Francisco Mateos Moreno, canónigo. Pero lo principal es la obra que refleja la historia de varios Episcopados, no el nombre. El titulo dado por los responsables de la edición del 1945 es “Historia

Eclesiástica de la Ciudad y Obispado de Badajoz/ Continuación de la escrita por D. Juan Solano de Figueroa/ hecha por un anónimo en el siglo XVIII”.

En él se recoge los seis obispos del s. XVII omitidos por Solano, a saber, Fray Juan Roco de Campofrío (1627), D. Gabriel Ortíz de Sotomayor (1636), Fray José de la Zerda (1640), Fray Ángel Manrique de Cisneros (1645), D. Diego López de la Vega (1649), D. Diego del Castillo y Artiga (1658), D. Gabriel de Esparza (1659), y Fray Jerónimo (Rodríguez de) Valderas (l662).

Salta los cuatro prelados anotados posteriormente por Solano en su manuscrito para historiar a los seis siguientes: D. Juan Marín de Rodezno (1681), D. Alfonso Rozado y Aguado (1706), D. Francisco Valero y Losa (1708), D. Pedro Francisco de Levanto y Vivando (1715), D. Amador Merino Malaguillas (1730) y D. Manuel Pérez Minayo y Zumeda (1755).

Es una obra crítica, en donde se citan fuentes bibliográficas. Además proporciona noticias de interés sobre el siglo XVIII.

2.5. “Catálogo de Obispos” de Diego Suárez de Figueroa

D. Diego había nacido en el último tercio del s. XVII. Era persona influyente en el obispado de Badajoz: Sobre su obispo, Marín de Rodezno, dice: “Puso su sepulcro de mármol, en cuya losa esta este epitafio, el cual tuve la honra que me mandase hacerlo, y lo hizo grabar en vida. Murió año de 1706”.

Presbítero, teólogo consultor del cardenal Borja, capellán de honor, teniente limosnero mayor del Felipe V y latinista escribió la obra “Historia de la Ciudad deBadajoz” extractada de los escritos del Dr. Don Diego Suárez de Figueroa”. Fue publicada desde 1727 a 1732. Reimpresión el año 1916.

Escribe así “Esta serie de los Prelados de la Santa Iglesia de Badajoz, tomada de varios autores de Juan Tamayo Salazar en su “Martirologio Hispano” y de nuestros eruditos Dr. D. Rodrigo Dosma y los demás, desde su tiempo, de varios instrumentos, manuscritos del archivo de su catedral”[7].

2. 6. Notas biográficas de obispos, de Ascensio de Morales

D. Ascensio Morales, ministro de la Audiencia de Sevilla y cronista de la ciudad escribió la obra manuscrita, impresa por la Biblioteca de “Archivo Extremeño” el 1908:

“Crisi histórica de la antigüedad y fundación de Badajoz y lugares de su obispado”

La Comisión provincial de Monumentos de Badajoz posee una copia hecha por un amanuense desconocido del “Informe al rey Fernando VI o crisi histórica de la antigüedad y fundación de Badajoz y lugares de su obispado” (sic) por encargo real.

El texto se puede datar en enero de 1754. Recoge la historia eclesiástica, en la figuran los obispos, comenzando con Domiciano y terminando con Amador Merino Malaguillas, 62 de los clasificados. Los separa en obispos antiguos, que comienza con el Mártir desconocido para acabar con Daniel II, y los modernos principian con Fr. Pedro Pérez, finalizando con Fr. Amador Merino Malaguillas[8].

No encontramos ninguna novedad en cuanto al origen del obispado, ya que siguen la tesis antigua de la fundación de la cuidad al intentar probar que Badajoz era “Pax Augusta”, con su consiguiente obispado. Incluyen 120 obispos, es decir, 47, más que Dogma, varios a más que Solano de Figueroa y 21 más que Suárez de Figueroa[9].

2.7. Los Obispos de Badajoz, de Vivas Tabero.

La publicación de la obra Glorias de Zafra o Recuerdos de mi patria”, del presbítero Manuel Vivas Tabero (1901) presenta unos apuntes de los obispos de Badajoz y su relación con los Abades de Zafra. Sigue la lista tradicional arrancando del s. I. hasta sus días. La novedad consiste en ampliar unas breves notas bibliográficas de los que siguen: 1º Rescinto (98), Teodoro (634); 2º Inmus Paulus y que antecede a Julio y 3º Gabriel Álvarez de Faria (1797), D. Mateo Delgado Moreno (1802), D. Francisco Javier Rodríguez de Obregón (1848), Fray Manuel García Gil (1853), D. Diego Mariano Aguacil Rodríguez (1859), D. Pantaleón Monserrat y Navarro (1862), D. Joaquín Hernández y Herrero (1864) , D. Fernando Ramírez y Vázquez (1865), Fray Francisco Sáenz de Urturi y Crespo (1891) y D. Ramón Torrijos y Gómez (1894)..

2. 8. El “Episcologio pacense” de Tirso Lozano Rubio.

Historia de Badajoz. Apéndices a la Historia del Dr. Mateos por Tirso Lozano Rubio corresp.te de la Real Academia de la Historia.” (1930). Apéndice k.

El Ilustre canónigo lectoral rompe laza con sus colegas historiadores al iniciar el episcopologio de Badajoz en el periodo mozárabe, seguido del periodo cristiano, después de la reconquista. De este modo confecciona cronológicamente una lista de 84 prelados, que hoy la historiografía actual comparte.

El catálogo de obispos señala algún dato puntual, especialmente cronológico, partiendo del periodo mozárabe hasta su tiempo a los nuevos prelados: Fray José Hevía Campomanes (1903), D. Félix Soto Mancera (1904), D. Adolfo Pérez Muñoz (1913), D. Ramón Pérez Rodríguez (1920) y D. José María Alcaraz y Alenda (1930)[10].

2. 9. Heráldica de los Obispos, de Antonio del Solar y del Marqués de Ciadoncha.

La obra “Heráldica Episcopal Pacense” (1944) escrita por José de Rújula y de Ochotorena, marqués de Ciadoncha y Antonio del Solar de Taboada, académicos correspondientes de la Real de la Historia colecciona y reseña los escudos de los obispos de Badajoz.

A la colección de 84 fotografías de los mismos, precede una ficha técnica en la que se data el nombre, año y el contenido de los cuarteles. En los primeros aparece el escudo con armas de devoción y un lema personal, que se ponían sobre el escudo de ilustre cuna, si aquellos lo poseían. No faltaron otros que por su humildad como religioso optaban por las insignias de su familia religiosa.

En el s. XX ya empiezan a aparecer en los escudos episcopales, con los símbolos usuales, las poblaciones de su naturaleza, de la Diócesis que rigen o de las que antes rigieron.

2.10. “Historiografía del “Episcopologio Pacense”, de Camacho Macías.

La ponencia titulada Anotaciones críticas al Episcopologio pacense por Aquilino Camacho Macías, en V Congreso de Estudios Extremeños del 1975, presenta un estudio crítico y concienzudo sobre las fuentes y documentos a la hora de confeccionar la lista, pues la discrepancia del episcopologio pacense entre unos y otros autores es clara.

Defiende el origen mozárabe de iglesia local bajoextremeña e introduce siguiendo a Lambert a Theudecutus ( 904-905?), precediendo a Julio (932) y Daniel (1000).

Confecciona la lista de los obispos pacenses con sentido crítico, de tal manera que ningún estudio serio puede prescindir de este trabajo. Utiliza fuentes bibliográficas, desconocidas por los anteriores. Los folios mecanografiados de las Actas nos aportan cada nombre con su cronología y algún dato biográfico fundamental, no siempre posible. De mayor interés es la reseña bibliográfica útil para el estudio del personaje.

Añade a la lista general a los obispos coadjutores D. Eugenio Beitia Aldazábal (1954) y D. Doroteo Fernández y Fernández (1962), pasando a éste Administrador Apostólico (1966) y obispo titular (1971).

II. EPISCOPOLOGIOS UNIVERSALES Y ESPAÑOLES

2.1 Catálogos generales-romanos

1. Bonifacio Pío Gams, “Series episcoporum Eclesiae catholicae” Publicado en Ratisbona 1873-1886. Contiene los obispos del s. III al XIX, en dos volúmenes. En cuanto a Badajoz recoge el año, día y mes de la elección episcopal, como de su traslado a otra diócesis o muerte. Comienza con Pedro Pérez y termina con Fernando Ramírez y Vázquez[11].

Utiliza las fuentes de Gil González, Juan Tamayo de Salazar, Juan Solano de Figueroa, Nicolás Díaz y Pérez y los datos proporcionados por el secretario de cámara Jorge Braun del año 1678 al 1865.

2. Conrado Eubel O. M. Conv. y continuadores. “Hierarchia catholica Medii Aevi sive Summorum Pontificum, S.R.E. Cardinalium, ecclesiarum antistitum series” en seis volúmenes. Monasterio, Librería Regensbergiana, 1910-1914.

Reviste las mismas características de Gams y hace referencia al mismo en algunas discrepancias. Pero añade la relación de la Bulas pontificias de nombramiento y notas a pie de página con algunos datos biográficos breves[12]. Al ser una obra extensa los obispos pacenses aparecen en cada uno los volúmenes. La obra es una fuente indispensable para cualquier estudio en este campo.

3. A. Lambert. Dictionnaire d’Histoire et de Géographie Ecclésiastiques, de Baader-Baviére, en la voz Badajoz el monje benedictino hace un amplio estudio de la historia de la diócesis y el n. XVI presenta la lista episcopal de gran interés al comenzar por Theudecutus, baiciense sedis episcopus, 904-905 y terminando con D. José Mª Alcaraz y Alenda[13].

2.2. Catálogos Españoles

1. Juan Tamayo Salazar. Martirologyum Hispanum, Lyon 1658. Aparece “Catalogus Episcoporum S.E. Pacensis in Extremadura Hispaniae, in confiniis Lusitaniae”. En números romanos ordinales arranca con Domiciano (347) hasta llegar al LXX con Diego López de la Vega (1649-1658), omitir el periodo mozárabe. Recoge breves datos biográficos de cada uno de ellos, señalando el año final de su pontificado.

2. Enrique Flórez. España Sagrada, Theatro Geographico- histórico de la Iglesia de España. Tomo IV. Sólo aborda el “episcopologio visigodo”, dando una lista de siete obispos, desde Apringio a Juan (años 531 a 593) y el nombre aislado de “Isidoro pacense”, cuyo pontificado mozarábigo fecha hacia el año 754[14].

3. Lamberto De Echevarría. “Episcopologio español contemporáneo” (1868-1985). Salamanca 1986. Sigue la línea iniciada en Francia y apoyado en el Concilio Vaticano II comienza por los obispos coetáneos para continuar su discípulo Guitarte en sus trabajos que a continuación reseñamos. Las genealogías espirituales que aportan son de gran interés.

4. Vidal Guitarte Izquierdo. “Episcopologio Español” (1700-1876) Castellón de la Plana 1992. “Episcopologio español” (1500-1699). Roma. 1994. En ambas obras presenta las consagraciones episcopales.

III OTRAS FUENTES ESCRITAS.

1. EPISCOPOLOGIOS DIOCESANOS. También aquellos otros en otras diócesis en donde figuran sus nombres ya sea porque procedían de ellas o fueron promovidos a otras.

Episcopologio de Valencia (1092-1773), José Teixidor, O.P. (Valencia 1998); Los Obispos de Iria Flavia y Arzobispos de Santiago, Juan José Cebrián Franco (1197); Manuscrito de los Obispos zamoranos, Agustín García Diego, (principio s. XIX); Breve episcopologio cordobés, facilitado por el curial Manuel Moreno Valero y otro más extenso de Gómez Bravo (XX; Prelados Sevillanos, José Antonio Alonso Morgado (1899-1904); Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus obipos, Fr. Toribio Minguella (1999) y Sigüenza: Historia-Arte. Folklore” J.A. Martínez Gómez (s. XX); Historia de la Diócesis de Jaén y sus obispos, Juan Montijano Chica (s. XIX)y Catálogo de los obispos de las iglesias catedrales de Jaén y anales eclesiásticos de este obispado, Martín de Ximena Jurado; Episcopologio de Diócesis de Segorbe-Castellón, Llorens Raya Peregrín (s.XX); Catálogo de los obispos de la iglesia catedral de la Muy Noble y Heroica ciudad de Segorbe y varones eminentes que de ella han salido para obispos, arzobispos, cardenales y vicarios de Jesucristo y Geografía del Reino de Valencia, Carlos Sarthou Carreres; Crónica de los Obispos de Orense, Benito Fernández Alonso (1897); Galicia en los Siglos XIV y XV, José García Oro (1987); Obispos de Caliabria, Episcopologio de Zaragoza, Cronista oficial de la Ciudad ¿???(1959); Obispos mindonienses, Enrique Cal Pardo (2001); los obispos de Almería, José Angel Tapia Garrido (1966); Los primados de Toledo, Diputación (1993); Episcopologio Cauriense, Miguel A. Orti Belmonte, Cáceres, (1958); Aproximación al catálogo de Obispos extremeños, Teodoro Fernández Sánchez (1995); Episcopologio placentino, J. Benavides Checa, Plasencia (1900) y Episcopologio. Los obispos de Plasencia. Sus biografías, Manuel López Sánchez-Mora (1986).

2. ORDENES RELIGIOSAS. Los Generales de la Congregación de S. Benito de Valladolid, Ernesto Zaragoza Pascual, OSB, IV, Abadía de Silos (1982); Acta Ordinis Fratrum Minorum, por mandato del David Fleming, (1903), Crónicas franciscanas de España, dir. Odilo Gómez Parente, OFM (1976) y La provincia franciscana de Santiago. Ocho siglos de historia, Manuel Castro, OFM. (1984) Rev. Cistercium, listado de estudios monográficos sobre personas (s XX) y Rev. Archivo dominicano (varios números).

3. ESTUDIOS MONOGRAFICOS. Vida ejemplar del Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. D. Francisco Valero y Losa, Obispo antes de Badajoz y después Arzobispo de Toledo, Primado de España, Fr. Antonio de los Reyes, O.C. (1792); Vida del Ilustrísimo Sr. D. Fr. Gerónimo Rodríguez de Valderas, obispo de Badajoz y de Jaén, del orden de la Merced, Fr. Agustín de Arqués, O de M. (1768); El Cardenal de Zaragoza FR. Manuel García Gil O.P., obispo de Badajoz y arzobispo de Zaragoza, Vito T. Gómez OP., Valencia (1990); Fr. Juan Roco Campofrío, Archivo Extremeño nº8 y 9 (1908); Godoy, Príncipe de la Paz, -Notas históricas y documentos- el Obispo Álvarez Faria, de Antonio del Solar y José de Rújula y de Ochotonera, M. de Ciadoncha, Badajoz (1944); D. Francisco de Navarra, obispo de Badajoz (1545-1556), sus intervenciones en Trento sobre “la obligación episcopal de residir”, Aquilino Camacho Macias (1968); Los obispos de Badajoz. Don Juan Marín de Rodezno, Prudencio J. Conde, Centro de Estudios Extremeños (1935); y El obispo Pérez Minayo 1755-1779, Antonio del Solar y el Marqués de Ciadoncha, Centro de Estudios Extremeños (1932)

4. LISTAS EPISCOPALES. Apéndice Núm 2. De la Historia de Talavera la Real: villa de la Provincia de Badajoz, de Nicolás Díaz y Pérez (1879); Diccionario Eclesiástico de España, voz Badajoz, Dir. Quintín Aldea, (1964) y Diario regional “Hoy” de enero de 1955.

II. CONSAGRACIONES EPISCOPALES

En los catálogos de obispos estudiados anteriormente difícilmente encontramos su ordenación sacerdotal o consagración episcopal. A partir de 1930 el P. Albert Perbal OMI empezó a interesarse por el número de obispos que procedían de Mons. De Mazenod, su fundador. Siguen en esta línea de investigación sobre el episcopado francés el D. André Chapeau OSB y Fernad Combaluzier CM (196O), como el seglar Jean Montier.

Será el Concilio Vaticano II quien reafirma que es la consagración sacramental la que “une al elegido (para obispos) a los Apóstoles que, por la imposición de las manos, transmitieron a sus colaboradores el don espiritual que ha llegado hasta nosotros por medio de la consagración episcopal”[15]. La potestad episcopal se recibe por el sacramento que sólo puede ser administrar alguien que lo haya recibido previamente. De este modo se insertaban el candidato en el Colegio episcopal, como sucesor de los Apóstoles para apacentar a una iglesia local, al mismo tiempo que se responsabiliza también de la Iglesia Universal de algún modo.

El Sacramento del Orden episcopal se administra siempre, en circunstancias ordinarias, al menos por tres obispos. Pío XII insistió en que todos eran consagrantes[16], aunque uno fuera el principal, lo amplió después el Concilio a todos los obispos presentes.

Sobre el lugar de recibir la consagración hasta época reciente era una capilla de religiosa o un templo que resultaba mas cómodo para el consagrante; aunque el consagrado no tuviera relación alguna con ellas.

Nos limitaremos a recoger sobre las consagraciones episcopales con algunos datos biográficos para identificación de cada uno de los prelados. Cerrando la lista con Mons. Montero Morero, Ultimus Episcopus Pacensis

1. Periodo mozárabe Siglos X-XII.

De Theudecutus (904-905?), Julio (932) y Daniel (1000) carecemos de documentación sobre los datos, que nos ocupan.

2. Siglos bajomedievales. Siglos XIII-XV

Siglo XIII

4º Fray Pedro Pérez (1255-1266) O. Militar de Alcántara ó franciscano, Primus Episcopus Pacensis. Natural de Valverde de Badajoz[17]. Convoca sínodo el 22 marzo 1255. Vaca la sede episcopal el 1 may. 1266[18].

5º Fray Lorenzo (1264-1286) O.M. de Alcántara. Aquilino Camacho no comparte don Solano la fecha de 1269 como final de su pontificado, ni que le suceda un prelado de nombre Fernando y a este otro llamado Lorenzo de Suárez hasta el 1281. Aquel sería un nombre apócrifo y no existieron dos Lorenzos, sino que este reinó 17 años. Esta tesis es compartida con González Dávila. No así el nombre de Fernando que lo introduce Dosma[19] y G. Dávila[20], basados en un privilegio de Gregorio X y Bonifacio VIII.

6º Don Gil Colona (1282-1286). Avala sus pocos datos una carta del Rey Sancho IV, otorgada el 1284, que transcribe Solano.

7º Don Juan (1286-1287). Otra carta del Sancho IV, del 1286, en que interviene este como obispo de Badajoz en calidad de notario mayor de la Reina.

8º Fray Don Alonso (1287). Solano deduce su existencia por un privilegio del citado Rey, del 2 ene. 1287.

9º Don Gil Ruiz (1287-1300). La primera mención se encuentra en el privilegio rodado del 27 marz. 1300, en donde confirma el Rey D. Alfonso lo otorgado por su padre.

Siglo XIV

10º Don Bernardo (1300-1307). El.13 de jun.1300 obispo de Badajoz. Consagrado 12 jul. del mismo año, domingo, en Anagni (Frosisone, Italia) por el cardenal Nicoló Boccasino, obispo de Ostia (después Benedicto XI), que era canónigo de Santiago de Compostela. Hay poca memoria: Una provisión de Fernando IV en octubre de 1300, a favor del alcalde de esta ciudad Esteban Pérez.

11º Fray Simón (1309-1324). Ob. de la Merced. Natural de Coimbra. Preconizado por Clemente V por una bula fechada en Avignon el 15 jul. 1309, tras un bienio en que dos candidatos se disputaban la silla episcopal. Trasladado a Tuy.

12º Don Bernabé (1324-1329). Natural de Coimbra. Canónigo de dicha ciudad, médico de Alfonso XI de Castilla y de la Reina María, infanta de Portugal. Juan XXII le preconiza el 27 jul. 1324. Trasladado a Osma 1329. + 1351 en Osma.

13º Don Juan (de Morales?) (1329-1335). Chantre de Córdoba. Designado por Juan XXII Obispo de Badajoz el 23 oct. 1329. Trasladado a Jaén por Benedicto XII el 19 ene. 1335, en permuta con su sucesor.

14º Don Fernando Ramírez de Agreda (1335-1341). Portugués. Sobrino de Fr. Esteban O.F.M. obispo de Oporto fue primero de Jaén y después en Badajoz.

15º Don Juan (1349-1353). Había sido elegido D. Vicente Estévanez, pero no fue consagrado (1341). Periodo más oscuro de nuestro episcopologio. No obstante, seguimos el orden estudiamos por el Dr. Camacho. Arcediano de Jerez, que fue promovido el 25 may. 1349, cuya noticia última es del 3 oct. 1353.

16º Fray Alonso Fernández de Vargas (1353-1354). O. Er. de S. Agus­tín Preconizado por Inocencio IV y trasladado a Osma el 25 oct. 1354. * de Arz. de Sevilla 27 dic. 1404.

17º Don Juan García Palomeque (1354-1373). El 24 oct. 1354. En Lisboa, domingo, 18 oct. 1355 es consagrado por Juan Alfonso, Obispo de Evora (Portugal) 18 oct. 1355. Celebró sínodo en Olivenza en dic. 1355. Promovido a ob. de Osma el 1373. Murió el 1374.

18º Don Fernando Sánchez (1373-1378). Deán de Badajoz o subdiácono Tesorero de Córdoba. Elegido por el cabildo y posesionado el 11 jun. 1373 según las actas del archivo catedral. + 11 abr. 1378.

19º Don Fernando Suárez de Figueroa (1379-1398). Hablan de él en los años que lo datamos una escritura y una carta del infante D. Fernando de Antequera. Pero Eubel lo identifica con su antecesor. Fue nombrado por Clemente VII.

Siglo XV

20º Fray Gonzalo de Alba (1407-1408) O.P. De nuevo aparece un periodo de confusión, en que Camacho afirma que fueron años de “sede vacante”, dando el nombre de Alonso Estevanez, como electo por el cabildo, y de hecho no se consagró. Solano introduce a Felipe de Herrero que rechaza Solana por considerarlo obispo de “Patti” (Pactensis)[21]. González Dávila introduce a Pedro Tenorio, residente en Roma.

21º Fray Diego de Badán (1409-1415) O.F.M. Natural de Mayorga (León) Preconizado por Benedicto XIII 11 set. 1409. Trasladado a Cartagena 18 dic. 1415. No parece que residiera nunca en Badajoz. + 1426 en Valencia, como obispo de Murcia o Plasencia.

22º Don Juan (1415-1418). Arcediano de Gardón en Oviedo, El. 18 dic. 1415 por Benedicto XIII. Trasladado a León el 16 marz. 1418.

23º Fray Juan de Morales (1418-1443) O.P. El 13 abr. 1418 por Martín V. Celebró sínodo en Barcarrota el 1419.

24º Don Lorenzo Suárez de Figueroa (1444-1461). Preconizado 16 marz. 1444 por Bula de Eugenio IV. Hijo del maestre D. Lorenzo Suárez de Figueroa, tío del primer conde de Feria.

25º Fray Pedro de Silva (1461-1479) O.P. Era obispo de Orense y pasa por bula del 19 oct. 1461, + 20 ene. 1479 y es sepultado en el convento de S. Pedro Mártir de los dominicos de Toledo.

26º Don Juan, Cardenal de Aragón (1479). No lo menciona Solano y Tirso. Fue cardenal diácono en 1477. Eubel sostiene que sólo tuvo la administración de la diócesis, renunciando en el mismo año. Al siguiente año recibe la consagración episcopal. Sólo lo pone Camacho.

27º Don Nicolás Gómez Suárez de Figueroa (1479-1485). promovido 14 may. 1479. Al año siguiente se el concede el obispado de Tuy, pastoreando ambas sedes. + 11 nov. 1485.

28º Don Pedro Ximénes de Préxamo (1486-1489). Deán de Toledo. El. 18 ene. 1486. Ob. de Cáceres 23 ene. 1489. + 1495.

29º Don Bernardino López de Carvajal (1489-1493). Era Obispo de Astorga al ser promovido para Badajoz 23 ene. 1489. Ob. de Cartagena 27 marz. 1493. Ob. de Sigüenza y Plasencia. Murió siendo cardenal.

30º Don Juan Ruiz de Medina (1493-1495). Siendo obispo de Astorga, fue trasladado a Badajoz 27 marz. 1493. Ob. de Cartagena 20 febr. 1495. Murió siendo obispo de Segovia.

31º Don Juan Rodríguez de Fonseca (1495-1499). Natural de Toro. Canónigo y Arcediano de Sevilla. El. 20 feb.1495. No estuvo jamás en Badajoz, al residir habitualmente en Sevilla. En 1499 es promovido a Córdoba, pasando a Palencia (1505) y a Burgos (1515). Fallece 14 mar.1524.

3. Epoca moderna Siglos XVI-XVIII

Siglo XVI

32º Don Alfonso Manrique de Lara (1499-1516). Cardenal de Sevilla y libro 1500 un año antes fue obispo no viene los datos, sí sus consagraciones

33º Don Pedro Ruiz de la Mota. OSB (1516-1520).Nació en Burgos. Abad de Fonea, dióc. de Burgos. El. 22 ag. 1516. Consagrado por Diego Ribera de Toledo, Ob. de Segovia. Ob. de Plasencia 4 jul. 1520. + 1522.

34º Fray Bernardo de Mesa (1521-1524) O.P. Nació en Córdoba. El. 7 jun. 1508 o. Tit. De Trinopolis, aux. en Forli (Italia). Consagrado entre 2 abr. Y 31 may. 1506, en Tongeren (Bélgica) por Libert de Brochen, ob. tit. de Beryte (Beirut), asistido por François Chaillet, ob. Tit. de Chalcedon (Calcedonia) y por Jean Bourgeois, ob. Tit. De Cyrene (Cirene) t. de Cixolci. Ob. tit. De Trinopolis, y auxiliar de Forli (Italia). ob. de Elna-Perpiñan (Principado de Cataluña) 10 sept. 1515. Ob. de Badajoz 20 feb. 1521. + 1524, en Roma.[22]

35º Don Pedro Sarmiento de Villandrando (1524-1525). N. en Ribadeo, dióc. y prov. de Lugo, c. 1478. El. 4 de marzo de 1523, para el obispado de Tuy. Consagrado el 28 de junio, domingo, en Valladolid, monasterio de la Santísima Trinidad por Diego Cabrero. Ob. titular de Patara, asistido por Pedro Ponte, OSST, ob. tit. de Cluense y por Julián, OP. Ob. tit. de Cixolci. Pasó el 26 octubre de 1524 a la sede pacense hasta el 3 de julio de 1525 que ocupó el obispado de Palencia. Arzobispo de Santiago de Compostela 8 de junio de 1534. Cardenal en el 18 de octubre de 1538. + 13 oct.1541, en Lucca (Italia).

36º Don Pedro González Manso (1525-1532). Nació en Canillas de Río Tuerto, dióc. de Calahorra y La Calzada, prov. de Logroño. Deán de Granada. El.31 ag. 1523 obispo de Guadix y Baza. Consagrado el 28 de junio, domingo, en Valladolid, monasterio de la Santísima Trinidad por Diego Cabrero. Ob. tit. de Patara, asistido por Pedro Ponte, OSST, obispo titular de Cluense y Julián, OP. obispo tit. de Cixolci. Obispo de Tuy el 26 oct. 1524. Obispo de Badajoz 3 jul. 1525. Obispo de Osma 13 mar. 1532. + 12 feb.1537, en Osma (Soria).

37º Don Jerónimo Suárez Maldonado (1532-1545). Nació en Sevilla. El. 15 de jul. 1525 obispo de Mondoñedo. El 30 de jul., domingo, en Roma, capilla del consagrante, París de Grassis, ant. obispo de Pesaro (Italia), capellán del Papa le consagra. Obispo de Badajoz 20 de mar. 1532. + 18 sep. 1545.

38º Don Francisco de Navarra y Huelde (1545-1556).Prior del Monasterio de Roncesvalles, dióc. de Pamplona, prov. de Navarro. El. 22 may. 1542. ob. de Ciudad Rodrigo. Fue consagrado el 21 oct. , domingo, en Zaragoza, catedral de La Seo por Hernando de Aragón, Arz. de Zaragoza, asistido por Jaime Martínez Casanat, O. Carm, ob. tit. Aladense, auxiliar en Zaragoza y por Jerónimo del Toro, ob. tit. de Philadelphia (Filadelfia), auxiliar en Lérida. Obispo de Badajoz 15 dic. 1545. Arzobispo de Valencia 4 may. 1556. Asistió a Trento. + 16 de abr. 1563, en Torrente (Valencia).

39º Don Cristóbal de Rojas Sandoval (1556-1562). Nació en Fuenterrabía, dióc. de Pamplona, prov. de Guipúzcoa, 26 jun. 1502. El. 8 oct. 1546 ob. de Oviedo. Jerónimo Loaysa, OP, Primer Arz. de Lima le consagra en España, asistido por Tomás Costa, arcediano y Pedro González, canónigo. Ocupó la sede pacense 4 may. 1556. Ob. de Córdoba 27 may. 1562. Arz. de Sevilla 18 may. 1571. Asistió al Concilio de Trento. + 22 sep. 1580, en Cigales (Valladolid)

40º D. Juan de Ribera (1562-1568). Santo confesor. Nació en Sevilla 20 mar. 1532. Elegido para Obispo de Badajoz 27 may. 1562. Fue consagrado en Sevilla por Pedro Guerrero Mendoza, arz. de Granada. Patriarca de Antioquía 30 abr. 1568. Arz. de Valencia 3 dic. 1568. + 6 ene. 1611, en Valencia. Beatificado 18 set. 1796. Canonizado 12 jun. 1960.

41º Don Diego de Simancas Bretón (1568-1578). Nació en Córdoba. El 15 dic. 1564 para obispo de Ciudad Rodrigo. Consagrado por Hernando de Aragón, arz. de Zaragoza 1 abr. de 1565,en Valladolid, asistido por Pedro Vaguer, Ob. de Alghero (Cerdeña) y por Miguel Maiques, OSA, Arz. Tit. de Tarsus (Tarso), auxiliar de Zaragoza le consagra en Valladolid. Ob. de Badajoz 3 dic. 1568. Ob. de Zamora 13 jun. 1578. + 16 oct. 1583, en Córdoba.

42º Fray Diego Gómez de Lamadrid (1578-1601) O.SS.T. Nació en Potes, dióc. de Burgos, prov. de Santander, en 1529. El. 27 mar. 1577 para Arz. de Lima (Perú). Consagrado en 1577,d. 6 ene. y a. 21 set, en Concepción (Chile), catedral por Antonio de San Miguel (Antonio Avendaño y La Paz) OFM, Ob. de Imperial-Concepción, asistido por Agustín Cisneros, Deán de la Catedral. Ob. de Badajoz 13 jun. 1578. + 15 ag. 1601.

Siglo XVII

43º Don Andrés Fernández de Córdobay Carvajal (1602-1611). Nació en Gualdalcázar, dió. y prov. de Córdoba. Auditor de la Rota Romana. El. 7 oct. 1602. para obispo de Badajoz. En Roma el 20 oct. de 1602 en la Iglesia de Santiago de los Españoles Serafín Olivario. Patriarca de Alejandría, asistido por Guglielmo Bastoni, Ob. de Pavia (Italia) y por Juan Esteban Ferrero. O. Cist. Ob. de Vercelli (Italia). + 1611[23].

44º Don Juan Beltrán de Guevara y Figueroa (1611-1615).Nació en Medina de las Torres dióc. y prov. de Badajoz, en 1540. El dic. 1606 para Arz. de Salerno (Italia). Consagrado el 8 dic. de 1606 por el Card. Ottaviano Paraviccini, en Roma, Iglesia de Santiago de los Españoles. Ob. de Badajoz 28 nov. 1611. Arz. de Santiago de Compostela 12 ene. 1615. +22 may. 1622, en Villapando (Zamora).

45º Don Cristóbal de Lobera (1615-1618). Nació en Plasencia, prov. de Cáceres. El. 6 nov. 1615 para obispo de Badajoz. Consagrado 13 mar Torres 1616, domingo, en Madrid, parroquia de San Andrés por Andrés Pacheco, Ob. de Cuenca. Ob. de Osma 9 jul 1618. Ob. de Pamplona 6 mar. 1623. Ob. de Córdoba 19 feb. 1625 Ob. de Plasencia 2 dic. 1630. Ren. ? + 21 oct.1623, electo Arz. de Santiago de Compostela, en Plasencia (Cáceres).

46º Don Pedro Fernández de Zorrilla (1618-1627).Nació en Huérmeces, dióc. y prov. de Burgos. El. 1615 para Ob. de Jaca. Consagrado en Madrid por Fernando Acevedo, Arz. de Burgos y Presidente de Castilla. Ob. de Mondoñedo, 23 mar. 1616. Ob. de Badajoz 23 jul. 1618. Ob. de Pamplona 14 jun. 1627. + 11 ag. 1637, en Estella (Navarra).

47º Fray Juan Rocco de Campofrio (1627-1632) O.M. de Alcántara. Nació en Alcántara, dióc. de Coria y prov. de Cáceres, el 8 de junio de 1565. El. 17 mar. 1625 Obispo de Zamora. Consagrado en Madrid, colegio de Dª María de Aragón, agustinos, 29 de junio de 1625 por Giulio Sacchetti Ob. de Bertinoro (Italia), Nuncio Apostólico, asistido por Juan Bravo Lagunas, OSA, Ob. de Ungento (Italia) y por Antonio Govea, OSA, Ob. Tit. de Cyrene (Cirene). Ob. de Badajoz 5 jul. 1627. Ob. de Coria 8 mar.1632. + 16 sept. 1635 en Alcántara.

48º Don Gabriel Ortíz de Sotomayor (1635-1640).Nació en Madrid. Dióc. de Toledo, canónigo de Toledo desde 1591. El. 3 de dic. 1635 obispo de Badajoz. Consagrado en Madrid, convento de la Encarnación de las agustinas descalzas, 25 de feb. 1636, lunes, por Antonio Sotomayor, OP. Arz. Tit. De Damascus (Damasco), inquisidor general, asistido por Pedro Fernández Zorrila, Ob. de Pamplona y por Gaspar Prierto Orduaña, O de M, ob. de Elna-Perpiñan (Principado de Cataluña). + 17 abr. 1640 en Toledo.

49º Fray José de la Zerda (1640-1644) O.S.B. Nació en Cuenca. El. 19 nov. 1637. Ob. de Almería. 1638. El 1638 es consagrado en Madrid por Pedro Villagómez Vivanco, Ob. de Arequipa (Perú).+ 22 oct. 1644, en Zafra (Badajoz), enterrado en la colegiata.

50º Fray Angel Manrique de Cisneros (1645-1649) O. Cisterciense. Nació en Burgos, 28 feb. 1577. El. 12 jun. 1645 obispo de Badajoz. Consagrado en la iglesia de Santa Catalina, en Tlaxcala (Mexico) por Juan Palafox Mendoza, ob. Tlaxcala, asistido por Juan Vega, deán y por Alonso de la Cueva Avalos, arcediano. + 28 feb. 1649 en Badajoz.

51º Don Diego López de la Vega (1649-1658). Nació en Tortuera, dióc. de Sigüenza y prov. de Guadalajara, 1591. El 23 ag. 1649 obispo de Badajoz. Consagrado el domingo, 6 mar. 1650, en Madrid por Fernando Andrade Sotomayor. Arz. de Santiago de Compostela. Ob. de Coria 28 ene. 1658. + 5 jun. 1659, en su palacio de Cáceres.

52º Don Diego del Castillo y Artigas (1658).Nació en Tudela, dioc. de Tarazona y prov. de Navarra., 19 ene. 1605. Ord. 24 jun. 1632. El. Ob. de Trujillo (Perú) 9 mar. 1654, no fue consagrado. Consagrado el domingo 3 nov. 1658, en la iglesia de los mercedarios, en Barcelona por Ramón Senmenat Lanuza, Ob. de Barcelona, asistido por Bernardo Cardona, ob. Gerona y por Francisco Crespí de Valldaura OP. Ob. de Vich. Ob de Badajoz 25 feb. 1658. + 22 sept. 1658, en Zafra (Badajoz).

53º Don Gabriel de Esparza Pérez (1659-1662).Nació en Pamplona 24 jun. 1606. El. 27 ene. 1659 Ob. Badajoz. Consagrado 17 ag. 1659 en la iglesia de Santa Catalina de Siena, en Roma por el Cardenal Marcantonio Fraciotti, asistido por Stefano Quaranta, arz. De Amalfi (Nápoles) y por Francisco Suárez. Ob. Tit, de Memphis (Menfi) Ob. de Salamanca 13 mar. 1662. Ob. de Calahorra y la Calzada 2 jun. 1670. + 10 ene. 1686, en Calahorra (Logroño).

54º Fray Jerónimo Rodríguez de Valderas (1662-1668) O. de la Merced. Nació en Ciudad Rodrigo, prov. De Salamanca, bautizado 25 may. 1592. El. 17 abr. 1662. Consagrado en Cartagena de Indias (Colombia) 1662. Por Antonio Sanz Lozano. Ob. de Cartagena de Indias. Ob. de Jaén 9 abr. 1668. + 17 mar. 1671, en Baeza (Jaén).

55º Fray Francisco de Roys de Mendoza (1668-1673) O. Cister­ciense. Nació en Madrid, dióc. de Toledo, 16 mar. 1611. El 14 may. 1668. Ob de Badajoz. Consagrado el domingo 23 sept. 1668, el convento de Santa Ana, en Madrid por el Cardenal Vitelliano Visconti Borromeo, Arz. De tit. de Ephesus (Efeso), Nuncio Apostólico, asistido por Egidio Colonna, Arz. Tit. de Amasea y por Francisco Rojas Borja, Ob. de Ávila. Arz. de Granada 29 may. 1673. + 16 mar. 1677.

56º Don Francisco de Lara (1673-1675). Nació en Quesada, dióc. de Toledo. Prov. de Jaén. El 26 jun. 1673. Ob de Badajoz. Consagrado el 3 de may. 1673 en Cartagena de Indias (Colombia) por Antonio Sanz Lozano, ob. de Cartagena. Arz. De Zaragoza 1 marz. 1675. Sin recibir la bula muere el 23 oct. del mismo año en Badajoz.

57º Fray Agustín Antolinez (1676-1677) O.S.A. Nació en Valladolid. El 19 dic. 1675. Ob de Badajoz. Consagrado el domingo 22 mar. 1676, domingo de Pasión, en el colegio de Doña María de Aragón, agustinos, en Madrid por Diego Sarmiento Valladares, Ob. de Plasencia, Inquisidor General, asistido por Miguel Pérez Cevallos, ob. tit. de Arcadiopolis (Arcadiopoli), aux. De Toledo y por Alonso Aguayo, OSB, ob. tit. de Caesarea (Cesarea) aux. de Ávila. + 17 jul. 1677. (1329)

58º Don Juan Herrero Jaraba (1677-1681). Nació en Guadalupe, dióc. de Toledo, prov. de Cáceres. El. 8 nov. 1677. Ob de Badajoz. Consagrado a. mar. 1678, en la iglesia parroquial de Vallecas, dióc. de Toledo y prov. de Madrid por Miguel Pérez Cevallos, ob. Tit. de Arcadiopolis (Arcadiopoli), aux. en Toledo, asistido por Pedro Orozco, ob. tit. De Temnus (Temno), aux. en Toledo y por Alonso Aguayo, OSB, ob. Tit. De Caesarea (Cesarea) aux. en Ávila. Ob. de Plasencia 17 mar. 1681. + 1681, en Hervás (Cáceres). (1351)

59º Don Juan Marín de Rodezno (1681-1706). Nació en Najera, dióc. de Calahorra y la Calzada y prov. de Logroño. El 28 abr. 1681 Ob de Badajoz. Consagrado 21 sept. 1681, en la capilla episcopal por el Cardenal Luis Manuel Fernández Portocarreño, Arz. de Toledo, asistido por James Lynch. Arz. De Tuam (Irlanda), aux. en Sevilla y por Pedro Salazar Gutiérrez de Toledo, O de M. Ob. de Salamanca. + 12 ene. 1706.

Siglo XVIII

60º Don Francisco Valero y Losa (1708-1715). Nació en Villanueva de la Jara, dióc. y prov. de Cuenca. El. 7 nov. 1664. Ob de Badajoz. Consagrado 1 may. 1708, en Madrid, por Pedro de la Concepción Urteaga, Ob. de Puerto Rico. Arz. de Toledo 18 mar. 1715. + 23 abr. 1720 en la ciudad imperial[24].

61º Don Francisco Pedro de Levanto y Vivando (1715-1729). Nació en Sevilla 2 feb. 1662. El. jun. 1703 Ob. Tit. De Lacedaemonia y auxiliar de Sevilla. Consagrado 8 jul. 1703, domingo, en la capilla del Arzobispado Hispalense por Manuel Arias Porres, OSH, arzobispo de Sevilla, asistido por Francisco Zapata Vera y Morales, Ob. de Zamora por Benito Madueño Ramos. Ob. tit. de Sión, aux. de Toledo. Ob. de Badajoz 8 jul. 1715. + 2 feb. 1729, en Badajoz.

62º Don Amador Merino y Malaguillas (1730-1755). Nació en Sigüenza, prov. de Guadalajara, 28 dic. 1677. El 28 feb. 1730. Ob de Badajoz. Consagrado 21 may. 1730, en la catedral de Salamanca por Manuel Sancho Granado, Ob. de Salamanca, asistido por Jacinto Arana Cuesta, Ob. de Zamora y por Pedro Ayala, OP, Ob. de Avila. + 29 ene. 1755, en Barcarrota (Badajoz).

63º Don Manuel Pérez Minayo y Zumeda (1755-1779). Nació en Urueña, dióc. de Palencia y prov. de Valladolid, 28 dic. 1695. El. 21 jul. 1755. Ob de Badajoz. Consagrado 5 oct. 1755 en Madrid, Monasterio de la Inmaculada Concepción; mercedarias, “Gongoras” por Diego Rojas Contreras, Ob. de Cartagena, asistido por Andrés Núñez Monteagudo ob. Tit. de Mascula, aux. de Toledo y por Agustín González Pisador ob. Tit. de Tricomi, aux. de Toledo. + 28 nov. 1779.

64º Don Santiago Palmero Escada (1781). Nació en Villanueva del Campo, dióc. de León y prov. de Zamora, 10 ene. 1726. El. 11 dic. 1780. Ob de Badajoz. Consagrado 18 feb.1781, en la catedral de Toledo, por el Francisco Antonio Lorenzana Butron Arz. de Toledo, asistido por Felipe Pérez Santa María, ob. tit. de Constantia in Arabia, aux. de Toledo, y por Francisco Mateo Aguiriano Gómez. Ob. Tit. de Thagaste (Tagaste), aux. de Toledo. Ob. de Badajoz may. 1781. + 10 dic.1781 sin hacer la entrada.

65º Frey Alonso de Solís Marroquín y Gragera (1783-1797) O.S. Nació en Miajadas, dióc. de Plasencia y prov. de Cáceres. El. 18 jul. 1757 obispo tit. de Geras (Gera) y ejercía en la jurisdicción de la Orden Santiaguista. Consagrado 24 jul. 1755, en Roma por el Cardenal Joaquín Fernández Portocarrero, asistido por Pietro Stefani Arz. de Naxos (Grecia) y por Innocenzo Gorgoni, arz. de Emesa (Siria) Ob. de Badajoz 17 feb. 1783. + 8 feb. 1797, en Badajoz.

66º Don Gabriel Alvarez de Faria (1797-1802). Nació en Badajoz, 20 ene. 1721. Canónigo, Chantre y Deán de Badajoz, dignidades a la que el Rey le dispensó de los grados académicos[25]. El. 18 dic. 1797. Ob de Badajoz. En la catedral de Badajoz el 6 mar. 1798, fue consagrado por el obispo de Yelves, el auxiliar de Evora y el Abad de Villaviciosa[26]. + 11 abr. 1802.

4. Etapa contemporánea Siglos XIX-XX

Siglo XIX

67º Don Mateo Delegado Moreno (1802-1841). Nació en Oliva, dióc. y prov. de Badajoz, 15 feb. 1754. El. 22 dic. 1800 Arz. tit. de Sebaste 1800. Consagrado 1 feb. 1801, domingo, en Madrid, San Isidro, por el Cardenal Luis María Borbón Vallabriga, Arz. De Toledo, asistido por Atanasio Puyal Poveda, ob. Tit. de Carystus (Caristo), aux. De Toledo y por Francisco La Cuerda, ant. Ob. de Puerto Rico. Ob. de Badajoz 9 ago, 1802. + 16 feb. 1841 en Torres de Miguel Sesmero.

68º Don Francisco Javier Rodríguez de Obregón (1848-1853). Nació en Valladolid 3 dic. 1780. El 17 dic. 1847 Ob. de Badajoz. Consagrado 14 may. 1848, domingo, en Madrid por Giovanni Brunelli, Arz. Tit. de Thessalonica (Tesalónica), Nuncio Apostólico, asistido por Pablo García Abella, CO, ob. de Calahorra y la Calzada, electo arz. de Valencia y por Manuel Joaquín Tarancón Morón, ob. de Córdoba. + 4 ene. 1853.

69º Fray Manuel García Gil (1853-1858) O.P. Nació en San Salvador de Camba, dióc. de Lugo y prov. Pontevedra, 14 may. 1802. Ord. 10 mar. 1827. El 22 dic. 1853 Ob. de Badajoz. Consagrado 23 abr. 1854, domingo, en Lugo, catedral, Miguel García Cuesta, Arz. De Santiago de Compostela, asistido por Santiago Rodríguez Gil, Ob. de Lugo y por Telmo Maceira, Ob. de Mondoñedo. Arz. de Zaragoza, 23 dic. 1858. Card. 2 mar. 1877. + 28 abr. 1881.

70º Don Diego Mariano Aguacil Rodríguez (1859-1861). Nació en Córdoba 29 mar. 1805. Or. 31 mar. 1828. El 23 dic. 1858 Ob. de Badajoz. Consagrado 20 mar. 1859, domingo, en Madrid, capilla Real por Lorenzo Barili, Arz. tit. de Tyana (Tina), Nuncio Apostólico, asistido por Antonio María Claret Clará, CMF, Arz. de Santiago (Cuba) y por Manuel García Gil, Arz. de Zaragoza. 1ª Obispo de Vitoria 23 dic. 1861. Obispo de Cartagena 18 dic. 1876. + 10 ene. 1884, en Murcia.

71º Don Pantaleón Monserrat y Navarro (1862-1863). Nació en Maella, dióc. y prov. de Zaragoza 27 jul. 1807. Ord. 17 sept. 1832. El 7 abr. 1862 Ob. de Badajoz. Consagrado 14 sept. 1862, domingo, en Zaragoza, Basílica de Ntra. Sra. del Pilar, por Manuel García Gil, Arz. de Zaragoza, asistido por Pedro Cirilo Uriz Labairu, Ob. de Pamplona y por Cosme Marrodán Rubio, Ob. de Tarazona. Ob. de Barcelona. 1 oct. 1863. + 21 jul. 1870, en Frascati (Italia).

72º Don Joaquín Hernández y Herrero (1864-1865). Nació en Las Heras, caserío de Alpuente, dióc. de Segorbe y prov. de Valencia, 16 ene. 1808. El 21 dic. 1863. Consagrado 10 abr. 1864, domingo in albis, en Valencia, catedral, por Mariano Benito Barrio Fernández, Arz. de Valencia, asistido por Domingo Canubio Alberto, OP, Ob. de Segorbe y por Francisco Jimenez Muñoz. Ob. de Teruel. Ob. de Segorbe 25 sept. 1865.+ 18 feb. 1868.

73º Don Fernando Ramírez y Vázquez (1865-1890). Nació en Salvatierra de los Barros, dióc. y prov. de Badajoz, 3 dic. 1807. El 25 set. 1865 Ob. de Badajoz. Consagrado 4 feb. 1866, en Zaragoza por Manuel García Gil, Arz. De Zaragoza, asistido por Cosme Marrodán Rubio, Ob. de Tarazona y por Pantaleón Monserrat Navarro, Ob. de Barcelona. + 14 nov. 1890.

74º Fray Francisco Sáenz de Urturi y Crespo (1891-1894) O.F.M. Nació en Arlucea, dióc. de Calahorra, prov. de Álava, 3 ene. 1842. El 1 jun. 1891 Ob. de Badajoz. Consagrado en la catedral de Vitoria el 20 set. 1891l por el Nuncio Apostólico Angelo Di Pietro, arz. Tit. Nazianzius, asistido por Ramón Fernández Piérola López de Luzuriaga, ob. de Vitoria y por Gregorio Mª Aguirre y García, OFM, ob. de Lugo. Arz. de Santiago de Cuba 21 may. 1894. Arz. Tit. de Bostra Boastra de Bosra) 31 may. 1899. En que se retira a su convento. +13 dic. 1903.[27]

75º Don Ramón Torrijos y Gómez (1894-1903). Nació en Cuenca 31 ago. 1841. Ord. 1866. El.25 nov. 1887 ob. de San Cristóbal de la Laguna (Tenerife).Consagrado 19 agost. 1888 en Cuenca, por Ciriaco Mª Sancha y Hervás, Ob. de Madrid, asistido por José Mª Rancés y Villanueva, ob. tit. De Dora, Prior de las Ordenes Militares y Prelado de Ciudad Real. Ob. de Badajoz 21 may. 1894. + 16 ene. 1903, en el palacio episcopal, de Badajoz.

Siglo XX

76º Fray José Hevia Campomanes O.P. (1903-1904). En Pola de Elena, dióc. y prov. de Oviedo 24 marz. 1841. Ord. 21 may. 1864. El. 27 may. 1889 Ob. de Nueva Segovia (Filipinas). Consagrado 13 de abr.1890 en la catedral de Oviedo por el Cardenal Zeferino González y Díaz Tuñon, O.P. ant. Arz. de Sevilla, asistido por Ramón Martínez y Vigil O.P. ob. de Oviedo y Valeriano Menéndez Conde , ob. tit, de Tamassus, aux. del de Toledo. Ob. de Badajoz 25 jun. 1903 + 2 may. 1904 en Higuera de Vargas, donde estaba haciendo la visita Pastoral.

77º Don Félix Soto Mancera (1904-1910). Nació en Zafra, dióc. de Badajoz el 25 feb. 1849. El 14 nov. 1904 Ob. de Badajoz. Consagrado 28 feb. 1905, en la capilla pontificia de S. Miguel (redentoristas) de Madrid por el Nuncio Apostólico Mons. Arístide Renaldini, Arz. de Heraclea asistido por Jaime Cardona Tur, provicario general castrense y Victoriano Guisasola y Menéndez, Ob. de Madrid + 31 ene. 1910, en el palacio episcopal.

78º Don Adolfo Pérez Muñoz (1913-1920). Nació en Soto de Campóo, dióc. de Burgos y prov. de Santander 10 jul. 1864. Or. 18 dic. 1888. El 29 abr.1909 ob. de Islas Canarias. Consagrado 3 oct. 1909, en la iglesia del Sagrado Corazón y S. Francisco de Borja, jesuitas, por Enrique Almaraz y Santos, Arz. de Sevilla, asistido por José Mª Salvador y Barrera, ob. de Madrid y Jaime Cardona Tur, provicario general castrense. Ob. de Badajoz 18 jul. 1913. Ob. de Córdoba 11 jul 1920. + 21 dic. 1945.

79º Don Ramón Pérez Rodríguez (1920-1927). Nació en Mecina-Fondales dióc. y prov. de Granada el 19 marz. 1868. Or. 19 set. 1891. El 31 agost. 1920 Ob. de Badajoz. Consagrado en el colegio español Palacio Altemps, de Roma el 20 nov. 1920 por el Cardenal Rafael Merry del Val y Zulueta, Arz. Tit. de Nicea y secretario de la Congregación del Santo Oficio, asistido por Carlo Pietropaoli Arz. Tit. de Chaleis (Calcide) y Sebastián Leite de Vasconcellos, ob. tit. de Tamiathis (Damiata). En 7 ene. 1929 Ob. tit. de Sión y Vicario general castrense y Administrador apostólico de Badajoz «sede vacante» (1929-1930). Patriarca de la Indias Occidentales el 30 jul. 1930. Ob. de Cádiz y Ceuta 12 abr. 1933, reteniendo el Patriarcado. + 28 ene. 1937 en Cádiz.

80º Don José María Alcaraz y Alenda (1930-1971). Nació en Aspe, dióc. de Orihuela y prov. de Alicante 23 abr. 1877. Or. 21 de jul. 1901. El 13 marz. 1930 Ob. de Badajoz. Consagrado 30 jul. 1930 en la Iglesia de S. Agustín, de Orihuela, por el Nuncio Apostólico de Su Santidad en España, Federico Tedeschini Arz. Tit. de Neupactus (Lepanto) asistido por Francisco Javier de Irastorza Loinaz. Ob. de Orihuela y Leopoldo Eijo y Garay , ob. de Madrid. El 23 de marzo 1966 es administrador con derecho a sucesión D. Doroteo Fernández. +21 jul. 1971 en el palacio episcopal.

81º Don Doroteo Fernández y Fernández (1971-1979). Nació en Huelde, dióc. y prov. de León. 13 marz. 1913. Or. 13 marz. 1937. El 6 marz. 1956 ob. tit. de Castabala y auxiliar de Santander. Consagrado 3 jun. 1956 en la catedral de León por Ildebrando Antoniutti, Arz. tit. de Synnada in Phygia (Sinnada de Frigia), Nuncio Apostólico en España, asistido por José Mª Egino Trecu, ob. de Santander y Luis Armacha Fernández, ob. de León. En Badajoz Ob. coadjutor con derecho a sucesión el 6 feb. 1962 y Administrador Apostólico “sede plena” el 23 marz. 1966. Ob. tit de Badajoz 22 jul 1971. Renunció por motivos de salud 13 ene. 1979. + 11 jul. 1989 en la residencia geriátrica “Botín” de Santander y sepultado en la catedral pacense.

82º Don Antonio Montero Moreno (1980-1994). Nació en Churriana de la Vega, dióc. y prov. de Granada 28 ago. 1928. Ord. 19 may. 1951. El 4 abr. 1969 ob. tit. de Regiana y aux. de Sevilla. Consagrado el 17 may. 1969 en la catedral de Sevilla por el Cardenal José Mª Bueno Monreal, arz. Hispalensis, asistido por Vicente Enrique y Tarancón, Arz. de Toledo y Rafael García y García, arz. de Granada. Ob. de Badajoz 3 may. 1980. Ultimus Episcopus Pacensis. Arz. emeritensis-pacensis el 28 jul. 1994.

10. Obispos no titulares.

1. Fr. Fernando de Vera OSA, obispo titular de Bugía y auxiliar de Badajoz (1615). Nació en Mérida en 1568, territorio de la provincia de la Orden de Santiago. El. 17 febr. 1614. y Consagrado en Madrid, convento de la Princesa Dª Juana (Descalzas Reales) por Antonio Caetani, ob. tit. de Capua (Italia), junto con Pedro González del Castillo, ob. de Calahorra y Diego de Arce, O.F.M. ob. de Cassano (Italia). En 1615 continuó como auxiliar de su tío, D. Juan Beltrán de Guevara, al ser promovido este a la sede compostelana hasta su muerte el 1622.Arzobispo de Santo Domingo el 13 nov.1628 y ob. de Cuzco (Perú) el 16 jul.1629.+ 9 nov.1638.

2. Don Eugenio Beitia Aldazábal. Obispo coadjutor de Badajoz. (1955-1962). Nació en Bilbao 13 jul. 1902. Presbítero el 25 jul.1927. Fue preconizado Obispo titular de Damieta y Coadjutor de Badajoz el 30 de oct. de 1954. Consagrado por el Nuncio de Su Santidad Mons. Antoniutti, asistido por Francisco Javier Lauzarica y Torral, arz. de Oviedo y Casimiro Morcillo González, ob. de Bilbao, en la Basílica de Ntra. Sra. de Begoña de Bilbao el 30 ene. 1955. + 25 dic.1985, en Sopelana (Vizcaya).

3. Don Doroteo Fernández y Fernández. Obispo coadjutor de Badajoz. (1962-1966). Ver el obispo nº 81.

4. Don Jesús Domínguez Gómez. Obispo de Coria-Cáceres es nombrado Administrador Apostólico «sede vacante» de Badajoz, con facultades de obispo residencial el 15 ene. 1979. Nació en Pilas; dic. y pov. de Sevilla, 25 sep. 1931. Ord. 18 dic. 1954. El 16 marz. 1977. Consagrado el 24 abr. en Puebla de Guadalupe, dic. de Toledo, en la Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe, por José María Bueno Monreal, cardenal de Sevilla, asistido por Manuel Llopis Ivorra, ant. obispo de Cáceres y Doroteo Fernández y Fernández, ob. de Badajoz. + 26 oct. 1990 en el palacio episcopal de Cáceres.


NOTAS:

[1] Biblioteca Nacional, Manuscrito sig. 18260 fols. 64-119.

[2] Rodríguez Moñino, Antonio, Biografía inédita de Cristóbal Suárez de Figueroa. R.E.E. ( ) pág 268.

[3] Archivo Histórico Nacional. Sección de códices 1181-B (Códice 834).

[4] Dosma Delgado, Rodrigo ,“ Discursos patrios de la Real Ciudad de Badajoz”, Badajoz 1601, o.c. pág. 124

[5] González Dávila, Gil “Teatro Eclesiástico de las Iglesias Metropolitanas y Catedrales de los reinos de las dos Castillas”, Vol. IV, Madrid 1700.

[6] Ibídem Fol. 16-17.

[7] Ibídem Fol. 111.

[8] Morales, Ascensio, Crisi Histórica de la Ciudad de Badajoz, Badajoz, 1908. págs 65-284.

[9] Rodríguez Moñino, Antonio. Ascensio de Morales, cronista de Badajoz. R.E.E. (1930) pág 131.

[10] Historia/ de la Fundación del/ convento de Religiosas Carmelitas/ de Badajoz/por el Doctor / Francisco Mateos Moreno,/ canónigo de la misma ciudad/ sacada por primera vez a luz/ con una aportación a la / Historia de Badajoz/ por/ Tirso Lozano Rubio/ corresp.te de la Real Academia de la Historia.” (1930). Apéndice k (página 18), págs. 419-427.

[11] Biblioteca Nacional, fondos de Alcalá, sig.cat/614-cat/615. Pág. 11-12

[12] Biblioteca Nacional, sig. Inv/262 MIE, Vol. I al VI, págs 383-384; 231-322; 283-284; 301-302; y 323.

[13] Baader-Baviére, Dictionnaire d¨Histoire et de Géographie Ecclésiastiques, págs 115-117.

[14] Camacho Macias, Aquilino. Anotaciones críticas al Episcopologio pacense. Ponencia en V Congreso de Estudios Extremeños. 1975. Actas. Badajoz, fol.5.

[15] Lumen gentium 21 y Christus Dominus 3.

[16] Const. ap. Episcopales consecrationis 30 nov. 1944; AAS 37 (1945) 131-132.

[17] Anónimo de Badajoz, “Historia de Badajoz desde los tiempos más remotos, con cinco disertaciones eruditas acerca de la antigua Lusitania y Extremadura, fol. 79.

[18] Camacho Macías, o. c. fols. 25-55.

[19] Dosma Delgado, Rodrigo, Discursos Patrios de la Real Ciudad de Badajoz. Reimpresión 1870. Págs 115- 163.

[20] González Dávila, Gil., Theatro Eclesiástico de la Ciudad y Santa Iglesia de Vadajoz. Salamanca. 1617. Págs 14-

[21] Solano de Figueroa y Altamirano, Juan, Historia Eclesiástica de la Ciudad y Obispado de Badajoz. Iª Parte vol .3, 4, y IIª Parte vol 1,2 y 3 Reimpresión 1931. Badajoz.

[22] Guiarte Izquierdo, Vidal. Episcopologio Español 1500-1699. Roma. 1994. Págs. 31,23,25,35,36,38-39,54-55,58-59,73,75-76 y 87-88.

[23] Ibídem págs. 116-117,122,132,133,147,162-163,165,175,179-180,190,195-196,203,213,217-218 y 221.

[24] Guitarte Izquierdo, Vidal. Episcopologio Español (1700-1867). Castellón de la Plana 1992. Págs 27,22-23,48,73,98,75,116,119-120,155,162,167,170,171 y 172.

[25] Antonio del Solar y José de Rújula, Godoy, Príncipe de la Paz, Badajoz (1944), pág 107.

[26] Ante la habitual dificultad del Sr. Archivero capitular, Solís Rodríguez, no corregida por las autoridades pertinentes, no se han completado los nombres de los obispos consagrantes.

[27] De Echevarría, Lamberto. Episcopologio Español Contemporáneo. 1868-1985. Salamanca 1986. Págs 57,54,56,67,71,82,92,118 y 131.

Oct 011999
 

Pablo Iglesias Aunión.

– Introducción –

Cuando nos introducimos en la historia de Extremadura durante el período moderno y lo hacemos desde una perspectiva tan compleja pero tan rica como la de la expresión religiosa, no debemos olvidar que lo que estamos haciendo es diseccionar uno de los tejidos más apasionantes de nuestro pasado.

Quizás el tema del franciscanismo pueda ser un pretexto para adentrarme en este campo. Lo que sí es cierto es que, en la zona de la Baja Extremadura y concretamente en el área de influencia que tuvo el Convento de San Isidro de Loriana, aparecen rasgos, expresiones, comportamientos y actitudes, que movieron durante estos tres siglos a todo un conjunto de actividades que merecen enormemente la pena estudiar. Preciso será pues primero, entender el marco cronológico en que nos desenvolvemos para posteriormente adentrarnos con una mayor exactitud y un mejor detenimiento, el tema escogido.

Porque cierto es que, España seguirá muy lentamente todos los influjos que le van llegando de Europa, en lo religioso ocurrirá algo muy parecido máxime, si tenemos en cuenta el protagonismo español en el siglo XVI, cuando nuestro emperador Carlos V, se alza en la defensa de una unidad europea bajo la bandera del catolicismo[1] frente a las transformaciones que estaba planteando el protestantismo.

La centuria posterior del XVII, tendrá para nosotros una especial significación con la aplicación de las normas tridentinas, desde la exigencia en una mayor formación del clero, la residencia de los obispos en sus lugares de actuación, la formación catequética, la potenciación de la religiosidad popular por medio de la piedad, uno de ellos sería el tema de la pobreza donde el franciscanismo tendrá mucho que decir.

Lo cierto es que, el comienzo de la Edad Moderna, nos ofrece una serie de cambios importantes y transcendentales que se inician ya con la aparición del Nuevo Mundo (sin el ánimo de prefijar unas fechas) y que de esta forma, América se abre como terreno de gran exponente para el mismo tema que trato pero que, los congresos celebrados sobre la presencia franciscana en el Nuevo Mundo, especialmente importante el celebrado en La Rábida (21 al 26 de septiembre de 1987), han marcado la producción historiográfica sobre ello.

Estamos en los años del erasmismo, del humanismo, del luteranismo, de la reforma protestante y del Concilio de Trento, como aspectos que condicionan todo el siglo XVI, la centuria barroca del XVII y que no serán cuestionados hasta el intelectualismo del siglo de las luces con la ilustración del XVIII.

Los Tiempos Modernos han venido pues marcado por elementos esencialmente espirituales, acolmatados de movimientos (para algunos historiadores revoluciones), unas veces apoyadas en causas estrictamente religiosas y otras de carácter político (véanse las comunidades, germanías, Alpujarras, independencia de Portugal, etc.). En todo este panorama, nos hemos encontrado siempre con la actitud por parte del hombre, bien represora, por medio del Estado y de la propia Iglesia, bien de manera conjunta; igualmente un hombre reprimido, que buscó válvulas de escape y que lo encontró en la religión.

Sin embargo, sería enormemente imparcial, si quedara exclusiva esta visión de la Edad Moderna. A pesar de que la gran estructura de los Austrias, hizo de España una corona que a pasos agigantados fue perdiendo el tren de la aculturación, no permitiendo el desarrollo de las ciencias en su plenitud o al menos como estaba ocurriendo en otros lugares de Europa. A pesar de que, existía un índice de libros prohibidos (Códices de la Inquisición) y de que, se prohibió el paso de nuestras fronteras por parte de intelectuales que sin duda hubieran enriquecido nuestras universidades, a pesar de todo ello, hubo algo que escapó al control del estado: el espíritu y la mentalidad del hombre.

Es por lo que resulta imposible comprender estos siglos, si no entendemos el comportamiento mental del hombre desde el plano religioso, desde la espiritualidad que caracterizó a estos siglos. De esta manera uno es capaz de adentrarse en el humanismo del XVI, en las formas retorcidas y en la expresividad brusca y temerosa del XVII y en la fuerza racional del XVIII. En el plano religioso, el franciscanismo tendrá mucho que decir, especialmente en Extremadura y de una manera más parcial, en la zona de la Baja Extremadura.

El espíritu franciscano en la Edad Moderna extremeña: objetivo del trabajo.

Descendiendo al tema en concreto que refleja el presente estudio, la presencia franciscana en la Baja Extremadura por medio del ejemplo que llevaron sobre una amplia zona de ésta los conventuales y ermitas franciscanas levantados en el siglo XVI y sus transformaciones hasta la centuria del XVIII, lo que pretendo es esencialmente estudiar el impacto que provocó esta presencia franciscana en un núcleo geográfico que podemos dividir en dos partes:

1.- Siglos XVI y XVII: centro de actuación el convento de San Isidro de Loriana en la dehesa del mismo nombre y sus repercusiones en La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, Torremayor, Montijo, Puebla de la Calzada y Lobón.

2.- Siglo XVIII-XIX: la fundación del Convento del Santísimo Cristo del Pasmo bajo la rama franciscana femenina de las clarisas y procesos de elección de sacristán-capellán y abadesa.

Teniendo como fuentes primordiales las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada para los años centrales del XVIII, la situación en la que se encuentran los conventos de estas poblaciones.

Además, se añade una segunda fuente, el Censo de Floridablanca, con una situación que se abre a otros lugares tales como, Badajoz, Mérida, Zafra, Llerena, Fuente de Canto y Fuente del Maestre como cotejo general de la zona.

De esta manera, el período que hemos mencionado de Edad Moderna, en la zona dela Baja Extremadura estudiada, nos ofrece una impronta franciscana que resulta de enorme y extraordinaria importancia y sin la que muchos aspectos de nuestra historia no tendrían especial sentido.

Todo ello inserto en una realidad, la extremeña, que nos inicia en la idea de que la territorialidad descrita tiene que esta adscrita a un marco más general, a un ámbito espacial que le da un gran significado. Así, podemos hablar de una sociedad extremeña y de una espiritualidad franciscana.

Respecto a la primera, la sociedad extremeña en los Tiempos Modernos es una realidad bastante compleja por varios motivos. Desde su poblamiento diverso, heterogéneo, hasta su propio tejido que comprende grupos nobiliares, oligarquías locales, campesinado, desheredados de la tierra y pobres de solemnidad (importante en l mundo franciscano).

Precisamente el pilar sobre el que quiero fundamenta este trabajo es sobre el segundo de los aspectos, el religioso. La presencia de una idea de Dios, de la religión y de la fe católica, marcan los siglos de la modernidad. El profesor Julio Fernández Nieva afirma que quien da cohesión a la sociedad civil es la Iglesia.

Luego Extremadura, nos plantea un ámbito desde el Antiguo Régimen en la que, junto a las básicas estructuras económicas y sociales, se añade la especial relevancia de las formas religiosas. A cada momento, a cada siglo le corresponde un tipo de mentalidad y por tal un tipo de comportamiento y de respuesta religiosa, articulada en una economía señorial y una sociedad muy estamentalizada.

La presencia franciscana tiene igualmente su devenir en estos siglos. Los franciscanos, se verán envueltos ya desde el siglo XIV en la historia propia y singular de estas tierras extremeñas. Cuando la modernidad se acerca, toda Extremadura se había convertido en un auténtico telar sobre el que se comenzaban a tejer las edificaciones y las obras franciscanas. Se ha afirmado lo siguiente: “A finales del siglo XV, toda Extremadura se había convertido en una auténtico vivero de los más subidos fervores reformistas…la eterna tentación de la vida eremítica, siempre renovada y siempre superada en las reformas franciscanas.”[2]

Por ello, hablar del franciscanismo en este marco cronológico es hablar de fr. Juan de la Puebla, fr. Francisco del Campo, fr. Francisco de Oropesa, fr. Juan de Guadalupe, y toda una larga lista que irá engordando a lo largo de los años para analizar por parte de quien estudia este tema, las luchas entre observantes y descalzos, la obra de Pedro de Alcántara, las divisiones de las provincias de San Gabriel y San José, en la que no me adentro pues la producción historiográfica es amplia y completa.

No quiero por tal, centrarme en estos núcleos temáticos, que sin duda han generado ya, importantes publicaciones y, dado a la luz, estudios que sirven actualmente de punto de referencia para tales temas.

Sin embargo, el impacto del franciscanismo desde mediados del siglo XVI sobre la actual comarca emeritense, es de un acento elevado si miramos a un núcleo, a un eje que se convierte y transforma en centro de todo ello: el convento de San Isidro de Loriana.

Para su estudio, dentro de lo que podemos denominar como circuito franciscano, reitero la idea inicial de establecer dos ejes cronológicos: el primero de ello para los siglos XVI y XVII. El segundo, para la centuria del XVIII al nacer en la villa de Montijo, población de enorme influencia en la comarca emeritense durante la Edad Moderna, el convento del Santísimo Cristo del Pasmo, dentro de la rama femenina del franciscanismo: las clarisas.

El Convento franciscano de San Isidro de Loriana: su influencia en la Comarca Emeritense.

En primer lugar, hemos de señalar que, a la hora de hablar sobre la comarca emeritense, centro geográficamente esta área en una parte de ella es decir, en lo que hoy equivale a la zona de las Vegas Bajas del Guadiana: Montijo, Puebla de la Calzada, Lobón y Torremayor y, la zona de influencia dentro de la actual Comarca de Lácara: Esparragalejos, Puebla de Obando y La Roca de la Sierra.

Desde aquí, comenzamos a entender el nacimiento del convento franciscano de San Isidro de Loriana en la dehesa de su mismo nombre, cerca de la entonces Villa del Manzanete, actual Roca de la Sierra.

1.- Nace el convento franciscano de San Isidro de Loriana.

El estudio actual sobre el convento de Loriana se asienta sobre importantes y amplios estudios, a pesar de que, la parte final en la vida del convento, la tenemos muy pobremente estudiada y sin embargo, pudiera ser aquí, en el presente estudio para estos Coloquios, el momento de dar a conocer un evolución cronológica e histórica bastante completa.

San Isidro de Loriana es levantado en el año 1551 por fr. Alonso del Manzanete, dentro de la conocida dehesa de Loriana. El apoyo económico de fr. Alonso residió en el caballero Juan Velázquez Dávila, el cual, se ofreció para correr con los gastos de edificación del convento y atención a los religiosos, siempre y cuando, esa edificación fuera realizada en territorio de su propiedad[3].

Lógicamente, la oferta fue aceptada por fr. Alonso, el cual escogió para su construcción, una antigua ermita dedicada a San Isidro, muy próxima a la casa del caballero fautor. Fue una edificación humilde y pequeña: “que no avía en ella más que dos quartos pequeños de tapias, sin Claustro; cuyos altos se dividieron en siete celdas, y lo baxo en Receptorio, cozina, Deporfundis, oficina y Sacristía.”[4]

En el año 1551, quedó inaugurado el mencionado convento que iba a tener en toda la comarca una importancia extraordinaria ya que, la acción de los frailes, será visible en la casi totalidad de pueblos, especialmente en sus predicaciones de las que posteriormente, podremos ver claros ejemplos en diferentes instituciones religiosas. Además, desde este momento e insistiendo en la idea de la influencia, se levantarán otros conventos en la zona: “…se ofreció a hacerle un convento en una ermita que estaba en aquel despoblado, de la advocación de San Isidro, que se cree haber sido antiguamente de los templarios.”[5]

Fray Alonso fue Guardián del convento durante siete años, pasando posteriormente a vivir a Rocamador, Salvatierra y Alconchel, donde moriría en el año 1569. En el convento de Loriana se realizaron los Definitorios Provinciales de 1557 y 1559, siendo elegido Comisario Provincial, San Pedro de Alcántara. Fr. Alonso, ha pasado a la Historia extremeña por ser un hombre virtuoso, que tomó el hábito en el año 1526 en Badajoz. La dedicación a una vida marcada por austeridad, le permitió un Bula Papal de la cual nace la creación del convento de la descalces.

El convento se encuentra situado en la vertiente sur de las estribaciones de la Sierra de San Pedro, en una dehesa que en su momento estuvo poblada y que, a mediados del siglo XVIII, aparece ya como dehesa despoblada de Loriana. Muy cercano a la Roca de la Sierra, situado como ya he indicado en la dehesa que recibe el mismo nombre, en la finca del Vidrio, límite con la del Carnero, aparece hoy aún majestuosos, los restos del que fue este convento.

Esta dehesa que en el siglo XVI, comenzó a concentrar población, estaba adscrita jurisdiccionalmente a La Nava de Santiago. El nombre de Loriana proviene del riachuelo que pasa, el Lorianilla, afluente del río Alcazaba.

Hipólito Ámez Prieto, afirma que, a inicios del siglo XVI, en el año 1605, agravado arquitectónicamente por la humedad, el convento fu remodelado, reedificándose en un lugar mucho más alto y seguro. Nuevas modificaciones conocerá el convento si tenemos en cuenta, que la ubicación geográfica lo sitúa en las proximidades de la frontera con Portugal por lo que, en la centuria siguiente, sufrirá los efectos de la guerra de secesión.

El protector del convento fue el Marqués de Loriana, don Juan Vázquez Dávila, al que fr. Alonso recurrió para que éste, fuera levantado a sus expensas. En un estudio recientemente publicado por Ámez Prieto afirma que, su fábrica era pobre y pequeña, con unos muros de tapial, en cuyo interior, se encontraban siete celdas situadas en la parte alta, mientras que en la baja, aparecían el refectorio, cocina, sacristía y demás dependencias (actualmente son visibles los restos donde se encontraban dichas dependencias).

A partir de 1593, el convento pasó a la Provincia de San Gabriel, extendida por toda Extremadura, lo que trajo como primera consecuencia, una reedificación y reformas en él y que han sido expresadas anteriormente en relación con la humedad y proximidad al río. Entra así el conventual de Loriana, en el mismo circuito de poblaciones pertenecientes a la Orden de Santiago y que sufrieron problemas como edificaciones que aprovecharon (este es el caso de la antigua ermita de San Isidro) y que, por la proximidad a los ríos, tuvieron que ser reedificadas en otros lugares. Además, en el siglo XVII el convento –según han señalado ya algunos especialistas en diferentes estudios- sintió los estragos de la guerra con Portugal, siendo modificados algunas de sus partes por los daños sufridos en ese momento.

Nos situamos ante un edificio realizado en mampostería, ladrillo y sillares, cuya fábrica gira toda ella en torno al claustro central, reducido, muy apropiado en líneas generales con la obra de los descalzos. El mencionado claustro, tiene unos veinticinco metros cuadrados, que se ha levantado como imagen simbólica de las actuales ruinas del conventual. Igualmente destaca el patio, el pozo con su brocal –de forma cuadrada y realizado en cantería- En torno al claustro se organizan y distribuyen todas las demás dependencias: refectorio, coro, sacristía, biblioteca, sacristía, corredores y las doce celdas.

La iglesia del convento, que como el resto del convento, actualmente se encuentra en un estado realmente lamentable e incluso peligroso de ser visitado por su amenaza de derrumbe, es de la misma forma de reducidas dimensiones. Está levantada sobre una sola nave dividida en tres tramos, apareciendo en primer lugar el coro, con la cabecera absidal y toda ella, se encontraba cerrada y abovedada.

Pero si hay una imagen que define e identifica a Loriana desde el punto de vista arquitectónico es sin duda, los cinco grandes contrafuertes, macizos y escalonados que se encuentran en su lado meridional. Es una imagen que estructuralmente nos recuerda a la iglesia parroquial de La Nava de Santiago.

Lo cierto es que, hoy parece un edificio perdido y de grandes problemáticas para su recuperación. Sin embargo, no ya desde una visión artística, sino igualmente histórica, Loriana tuvo un empuje en la comarca de grandes herencias. Su misma evolución poblacional, nos relaciona la vida del monasterio con el de la propia dehesa, en la que debió de surgir un pequeño núcleo poblacional en torno a la vida que generaba la comunidad franciscana.

En el Catastro del Marqués de la Ensenada para mediados del siglo XVIII, se dice de esta dehesa: “En la dehesa villa despoblada de Loriana, a diez días del mes de enero, de mil setecientos y cinquenta y quatro año. El Señor Conde de Benajiar, ministro principal para el establecimiento de la única contribución en este Provincia…”[6]

Los datos demográficos en relación al número de frailes que tuvo el convento de Loriana desde 1587 a 1834, incorporando como datos inéditos a su estudio, son los que precisamente nos proporcionan el catastro de Ensenada y el Censo de Floridablanca y, permiten la realización del siguiente gráfico:

AÑOS NÚMERO DE FRAILES[7]
1587 10
1605 13
1628 16
1645 12
1675 16
1753 33
1821-1834 7

Comunidad de San Isidro de Loriana. Siglos XVI-XIX

graf1Para el año 1753, en la trigésimo novena respuesta del catastro de Ensenada se dice sobre el convento de Loriana: “…que en este término hay un convento de religiosos franciscanos descalzos que se compone su comunidad de catorze sacerdotes, quatro coristas, ocho legos y siete donados.”[8]

2.- La presencia de los franciscanos descalzos en la comarca.-

Sin el ánimo de caer en la repetición, las fuentes parroquiales de los diferentes pueblos de la comarca, recogen en sus diferentes instituciones, la presencia de los frailes franciscanos de Loriana así como, la de otros frailes igualmente franciscanos que, desde el siglo XVI y hasta el siglo XIX, llenan con sus predicaciones y sermones las fiestas, charlas cuaresmales, etc. Igualmente, el convento recogió individuos que fueron frailes naturales de las poblaciones cercanas, como se puede observar en la tabla siguiente.

He tomado como referencia la villa de Montijo, por extensión en cuanto a núcleo poblacional y por instituciones ya que, esta presencia franciscana la reflejo en relación a: iglesia parroquial; hospital de pobres; cofradías y patrona. Todo ello, a lo largo del siglo XVIII y parte del XIX, concretamente entre los años 1716 y 1815. El impacto franciscano es considerable, veamos:

Institución Año Predicador Motivo Pago
Parroquia de San Pedro Apóstol.[9] 1798 Fr. Juan de Rivera. Guardián del Convento de Loriana. Viernes Santo: entierro de Cristo. 60 reales v.
1799 Fr. Juan de Albalá. Descalzo[10] 45 r.v.
1800 Fr. Toribio del Barco. Observante. 45 r.v.
1801 Fr. Manuel del Montijo. Descalzo 45 r.v.
1802 Fr. Agustín Bonajera. Observante. 45 r.v.
1803 Fr. Pedro de Garrovillas. Descalzo. 45 r.v.
1804 Fr. Miguel de los Santos. Observante. 60 r.v.
1805 Fr. Juan de Torrecilla. Descalzo. 60 r.v.
1808 Fr. Fernando Vaca. Observante. 60 r.v.
1810 -13 Fr. Alonso Calvo. Observante 60 r.v.
1814 Fr. Juan Cano. Observante. 80 r.v.
1815 Fr. Toribio de Jesús. Descalzo 320 r.v.
Cofradía de la Vera-Cruz[11] 1723 Fr. Francisco Durán Romero. Observante. Predicación de un fraile la noche del Jueves Santo para los disciplinantes 15 r.v. de limosna
1725 Pedro Sánchez Barrena. Síndico del convento de Loriana.[12] 15 r.v. de limosna.
Ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno 1760 Fr. Francisco de Fermoselle. Descalzo. Sermón día de la festividad de la imagen. 40 r.v.
1761 Pagados al conventual de Loriana 40 r.v.
1762 Fr. Francisco Zeverino 40 r.v.
1763 Pagados al conventual de Loriana 45 r.v.
Nuestra Señora de Barbaño. Patrona 1814 Fr. Francisco Sierra. Descalzo. Día 8 de septiembre. Festividad imagen.

El Convento franciscano del Santísimo Cristo del Pasmo en la Villa de Montijo: antecedentes y evolución. Siglos XVI al XIX

Para tener una visión completa de la presencia franciscana en la villa de Montijo y acceder con total conocimiento a lo que es el convento franciscano de clarisas bajo la advocación del Santísimo Cristo del Pasmo, hemos de trazar la siguiente línea de evolución cronológica:

  1. Beaterio de la Orden Tercera Franciscana: años 1548-1617.
  2. Beaterio de Nuestra Señora de los Remedio: 1617-1699.
  3. Convento del Stmo. Cristo del Pasmo: siglos XVIII-XIX.

1.- Beaterio de la Orden Tercera Franciscana: años 1548-1617.-

Muestra ineludible de la influencia franciscana en la comarca emeritense está en, que a lo largo de todo el siglo XVI, tanto en la rama masculina como en la femenina, nacieron más de una docena de conventos, tanto en ciudades como en villas y aldeas. Las poblaciones conformadas sobre un núcleo demográfico importante, recogieron rápidamente este testimonio. Es el caso de la villa de Lobón, con un convento de franciscanos observantes o la de Montijo, con la presencia de la rama femenina de las clarisas.

Pero en los orígenes del actual convento de clarisas montijano, existe un devenir histórico rico, ameno y crucial para entender lo que ha sido y es, el franciscanismo extremeño.

El origen arranca en el primer beaterio que existió con referencias cronológicas al primer cuarto del siglo XVI, sobre el año 1548. Mujeres que por su condición social no podían ingresar en conventos, imposibilitadas de entregar las dotes o por propios obstáculos familiares, decidían enclaustrarse de manera voluntaria en sus casas tomando en este caso, la regla franciscana. Así, han pasado a engrosar las listas de nombres en nuestros pueblos dentro del capítulo de las beatas. Vistiendo el hábito religioso pero, sin pertenecer a ninguna orden ni comunidad, viven en sus casas un vida de recogimiento y dedicadas a obras de virtud.

Las primeras referencias para Montijo como he indicado anteriormente, nacen a la altura del año 1548, cuando la familia de Beatriz Jiménez decide trasladarse a Elbas, desprendiéndose de una media casa que poseía en la villa montijana. Dado poder a Juan Rodríguez, su padrastro, el 21 de febrero del año 1548, se firma el antedicho poder que es refrendado por el escribano portugués Arias Gomes.[13]

La casa fue comprada por las beatas Isabel Alonso, Catalina Enterey y Juana Gómez, a las que podemos considerar como fundadoras del primer beaterio en Montijo, situado en la calle Badajoz.

Un segundo momento importante es el testamento de Marina Sánchez. Esta mujer, que no vivía en el beaterio ni pertenecía a comunidad alguna, testó una casa a favor de las beatas que daría lugar al segundo de los beaterios, el de Nuestra Señora de los Remedios. Gracias a un libro de mandas testamentarias existente en el Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol, hemos podido recuperar una buena parte del mencionado testamento que ahora, por su importancia, reproduzco en este estudio[14]:

María Sánchez, hija de Diego García. Es de las Monjas de esta Villa.

“Yn dey nomine amén. Sepan quantos esta carta de testamento, última y postrímera voluntad vieren, como yo, Marina Sánchez, hija de Diego García del Miradero, vecina de esta villa.

Estando enferma del cuerpo y sana de la voluntad en toda misma memoria y entendimiento natural a la que Dios Nuestro Señor fue servido darme, creyendo firmemente creo en este misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas y un solo Dios verdadero. Y en todos los demás que tiene y creo y confiesa la Santa Madre Iglesia Romana. Y baxo de esta fe y creencia que tengo confesada, profeso vivir y morir y, si lo que Dios Nuestro Señor no quiere ni permita por persuasión del demonio o demencia grave o en otra manera, ahora en otro cualquier tiempo alguno lo dijere o pensare contra lo que tengo dicho y confesado, quiero que no valga y para que me guíe en las cosas tocantes a este servicio de Dios Nuestro Señor, tomo por abogada a su gloriosa madre, Nuestra Señora a la qual suplico interceda por mi y contra inmolación divina. Hago y ordeno mi testamento y última voluntad en la forma siguiente:

– Cláusula:

Y para que Dios Nuestro Señor sea servido y la salvación de mi alma, quiero y es mi voluntad que después de cumplido y pagado este mi testamento, mandas y legados en el contenidas las dichas tierras que yo tengo a razón de las tierras que hacen veinte fanegas de trigo de sembradura poco más o menos que a por linderos, tierra de Bartolomé Sánchez de Pablos Gutiérrez y otros. Y una casa que es en la qual al presente vivo, que está en esta villa en la calle del Miradero, linde con casas de Alonso Guisado y de los herederos de Sancho García, todo libre de diezmo y tributo. Los cuales lleven y hereden las beatas de esta villa que al presente son unas y estan recogidas en una casa de la calle de Badajoz que son: Inés Dominguez, beata mayor y María de la Cruz y María de los Ángeles. Con todos los demás bienes atrás recibidos y otros que a ser quiera míos, que estén de mis puertas adentro y por míos se hallaron en esta villa y en otras partes.

Porque todo uniéndose, quiero que se asíen y lleven en cargo y fundación que sea declarada y desposeídos sus días de los susodichos y las que en sus días entraren en su compañía y se recogiesen y estuviesen como las susodichas están y como adelante están declarados perpetuamente para siempre jamás.

Así lleven y hereden lo susodicho siendo usufructuarias de ello, no pudiendo vender, ni enajenar la dicha tierra y casa, quedando los demás bienes a su albedrío común, bien goze en utilidad y provecho de su religión, con cargo de que en cada un año, perpetuamente y para siempre jamás, sean obligadas hacer, decir cinco misas rezadas; la una de ellas, el día de Nuestra Señora de Agosto, de cada un año, por el ánima de mi padre, Diego García y otra, en la Natividad de Nuestra Señora de septiembre, por el ánima de mi madre, María Mateos y otra, el día de San Miguel de septiembre, por el ánima de Miguel Pérez, mi hermano y otra, el día de los finados, que es un día después de todos los Santos. Por las Ánimas del Purgatorio. Y otra, el día de Santiago, de cada un año, como dicho quedan por Diego García, mi hermano, que al presente es vivo.

Las quales misas quiero y es mi voluntad las diga Rodrigo Gragera, clérigo atrás referido, durante los días de su vida. Y después de sus días, el capellán, que la madre mayor de las dichas beatas, que es o fuere nombrare principal capellán y se le de e pague al dicho Rodrigo Gragera y, después al dicho capellán arriba referido en limosna en cada un año, diez reales por las dichas cinco misas, que es a dos reales cada una. Las cuales son obligadas las dichas beatas y religiosas a pagar luego como las fueren diciendo de la renta que produciese de la dicha tierra y de la dicha casa.

Y si Dios fuese servido que la dicha casa heredera de beatas, se hiciere clausura y hubiese iglesia y altar, teniendo licencia para decir misa en dichos altares y iglesia, se digan allí, que para eso después de aver avido la dicha iglesia y altar, mando se le de así mismo, la casulla, estola y amiso, y manípulo y alba amarillo de Damasco y otras que da este referido, para que allí se sirva a Nuestro Señor y durante que no lo hubierelo, se le de y se digan dichas misas en la iglesia mayor del Señor San Pedro de esta Villa. Y para que mejor se cumpla lo dicho y cada cosa de ello, es mi voluntad que sea administradora de la dicha fundazión, la dicha Inés Domínguez beata y después, de sus días, subzeda en dicho cargo en María de la Cruz y Menzía de los Ángeles, o qualquiera que fuera, viva.

Y si ambas fueren vivas, lo tenga la más antigua y de allí para sobreiendo en las beatas y religiosas que estubieren recogidas en la dicha casa y en otras se hiciere y no en otras algunas, aunque las dichas fueran de la dicha casa en esta villa.

Y si hubiere clausura sea la que tenga el dicho cargo de administración y administradora de la dicha fundación, la abadesa mayor que fuere nombrada por el prelado para la dicha religión a las cuales y a cada una de ellas ynsolidem, les encargo la conzienzia para que tengan, que se guarden y cumpla los dicho, haziendo dezir las mismas y para las dezir sean obligadas a dar más de la dicha limosna, vino y zera y todo lo demás que sobre y sobrare de las rentas de la dicha casa y tierra con los demás bienes que están ynventariados y por míos se hallaron como dicho queda al tiempo de mi muerte son para las dichas beatas religiosas en la dicha casa, para su administración y vestido a dispensación de la dicha su madre y mayor persona de ellas que es por administrada.

Y que si la dicha casa y iglesia tubiere nescesidad de reparar beneficio alguno, la dicha venta se convierte en ellas y en las cosas que más utilidad y provecho fuese de la dicha religión e albedrío y administrazión como dicho queda de dicha mayor que es de las dichas beatas fuere de manera que todo baya en aumento y no en disminución para que de ello se sirva mejor, más.

Las quales, las dichas misas se entiendan se han de comenzar a dezir después de yo fallecida, en cada un año perpetuamente que para ello, siendo neszesario como mejo ha lugar de derecho de juro de dicha tierra y casa de los demás vienes muebles, hago herederas y nombro y establezco por tales, a las dichas Inés Domínguez y María de la Curz y Menzía de los Ángeles y a las demás, que se acojan en la dicha casa, a las que les llamo por tales personas que representan la dicha religión y quiero que asíen todos los dichos mis bienes y casas, y tierras y otros qualesquiera derechos y acciones que tengo y me pertenecen.

Y para que el dicho Diego García, mi hermano es vivo, le mando en manda la dicha misa y lo desheredo y he por desheredado de todos los mis bienes, ni parte de ellos que quiero que los haia tan solamente el dicho sufragio, al cual pongo perpetuo silencio para que no baia contra lo contenido en esta escriptura ni parte de ella.

Lo cual hago y ordeno en la forma que es dicho para servicio de Dios nuestro Señor, a quien se lo encomiendo en la mejor vía que aia lugar de derecho y le doy poderes al qual convenga a las dichas beatas y religiosas para que después de mis días y aver cumplido este mi testamento para lo cumplir luego que sea fallecida, entren en mi casa y tomen y lleven los bienes suso dichos y los demás que hallaren en la posesión de ellas y de cada tierra por ellas, o por procurador, acudiendo con los bienes que fueren menester para cumplir las dichas mis mandas, a los dichos mis albaceas a los que les encargo las conciencias para que defiendan y amparen a las suso dichas y hagan cumplir lo dicho que es mi voluntad.

Y se guarde y cumpla y llegue a debido recaudo y para que todas las cosas perecen y así se pueden alavar y no aia duda sobre ese mi testamento y las dichas fundación, que digo que si Dios fuese servido que la dicha casa heredera de beatas, se hiciere clausura y hubiese iglesia y altar, teniendo licencia para decir misa en dichos altares y iglesia, se digan allí, que para eso después de aver avido la dicha iglesia y altar, mando se le de así mismo, la casulla, estola y amiso, y manípulo y alba amarillo de Damasco y otras que da este referido, para que allí se sirva a Nuestro Señor y durante que no lo hubierelo, se le de y se digan dichas misas en la iglesia mayor del Señor San Pedro de esta Villa. Y para que mejor se cumpla lo dicho y cada cosa de ello, es mi voluntad que sea administradora de la dicha fundazión, la dicha Inés Domínguez beata y después, de sus días, subzeda en dicho cargo en María de la Cruz y Menzía de los Ángeles, o qualquiera que fuera, viva.

Y si ambas fueren vivas, lo tenga la más antigua y de allí para sobreiendo en las beatas y religiosas que estubieren recogidas en la dicha casa y en otras se hiciere y no en otras algunas, aunque las dichas fueran de la dicha casa en esta villa.

Y si hubiere clausura sea la que tenga el dicho cargo de administración y administradora de la dicha fundación, la abadesa mayor que fuere nombrada por el prelado para la dicha religión.

A las cuales y a cada una de ellas ynsolidem, les encargo la conzienzia para que tengan, que se guarden y cumpla los dicho, haziendo dezir las mismas y para las dezir sean obligadas a dar más de la dicha limosna, vino y zera y todo lo demás que sobre y sobrare de las rentas de la dicha casa y tierra con los demás bienes que están ynventariados y por míos se hallaron como dicho queda al tiempo de mi muerte son para las dichas beatas religiosas en la dicha casa, para su administración y vestido a dispensación de la dicha su madre y maior persona de ellas que es por administrada.

Y que si la dicha casa y iglesia tubiere nescesidad de reparar beneficio alguno, la dicha venta se convierte en ellas y en las cosas que más utilidad.

La aparición de esta mujer dejando todos sus bienes al beaterio supone, un giro importantísimo en este devenir vocacional. Entre los bienes, aparece una casa en las que van a poder vivir las beatas de una manera más holgada y con una transformación económica evidente. El testamento les dejaba igualmente unas tierras que producían veinte fanegas de tierra en sembradura y que aparecían localizadas en el denominado Arroyo del Ciervo. Las cargas por las misas de su alma y el surgimiento de una capellanía que contaba con don Rodrigo Gragera como primer capellán, reportarán beneficios cuantiosos al beaterio. Su administradora, Inés Domínguez, beata mayor.

2.- El nuevo beaterio de Nuestra Señora de los Remedios: 1617-1699.

El traslado del beaterio desde la casa en la calle Badajoz, a la casa dejada por Marina Sánchez en 1583, en la calle Santa Ana, supone desde un principio un crecimiento no sólo en los aspectos espiritual y cuantitativo sino, también en el material.

Prueba de ello es que, en el nuevo beaterio, en el año 1617 se pudo levantar una nueva iglesia, lo que demuestra esa bonanza económica. Obviamente, una obra de estas características conlleva la previsión de que, en las fuentes económicas que sufragaron los gastos de fábrica de la iglesia, entraron las limosnas de los vecinos y el propio conde de Montijo, don Cristóbal Portocarrero y Osorio. Este nuevo edificio se levantó, a expensas de la rehabilitación de la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios.

La comunidad la formaban un total de once personas[15]:

Nombre Cargo
Sor Elvira de San Juan Beata presidenta
María de San Juan
Juana María de San Francisco
María de Santiago
María de San José
Leonor de Jesús
Mariana de la Concepción
Catalina de San Marcos
Isabel de San Agustín
Constanza de San Bernardo

La forma de vida, especialmente estudiada por Navarro del Castillo expone que, vestían de religiosa, con manto y hábito de extremeña como los que usaban las monjas clarisas, de aquí que posteriormente, abrazaran la orden franciscana de Santa Clara. Diariamente rezaban dos horas de oración mental, una de prima y otra después de completas.

De forma diaria, realizaban el rezo del oficio a la Virgen en el coro, al igual que se acostumbraban en otros conventos. Ayunaban en la festividad de todos los Santos hasta Navidad, días de Cuaresma y algún día de la semana de manera voluntaria.

La organización social resultaba interesante, por cuanto, no hemos de olvidar que la entrada en las comunidades religiosas, exigía presentación de lo que conocemos como estatuto o limpieza de sangre, en la que se demostrase estar libre de toda sospecha de tener ascendencia morisca o judía. Una vez dentro, se iniciaban con un noviciado y al final, profesaban tres votos de la Orden Tercera de San Francisco, guardando la clausura de manera voluntaria.

Como he indicado anteriormente, el beaterio debió de crecer en número y en bienes. Sin embargo, documentalmente ha existido un enorme vació, especialmente entre la fecha del testamento de Marina Sánchez y la fecha del erección del convento (1704). Una vez más, el estudio de una parte de las fuentes documentales que se encuentran en el Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo, permiten dar algo de luz a través de los libros de Mandas Testamentarias. Por medio de él, podemos conocer y estudiar los testamentos de algunas de las beatas y de vecinos de la villa que dejaron parte de sus bienes al mencionado beaterio.

El 9 de febrero de 1649, hacía testamento la beata Catalina de San Marcos, la cual expresaba en su encabezamiento: “Catalina de San Marcos, beata recogida en la casa de beatas profesas de la orden de San Francisco y vecina de esta villa…”[16] El testamento continua informándonos de una importante cantidad de dinero que se le entrega al beaterio y que alcanza la cantidad de sesenta ducados: “…para alabar a Nuestra Señora de los Remedios que rezamos en nuestra casa…”[17]. Dicha cantidad se asienta sobre unas cargas de tres misas rezadas durante un año: “…la primera por las ánimas del purgatorio el día de los difuntos. La segunda por mis pariente pobres que no tienen quien rueguen por ellos. Y la otra, por los cautivos que están en tierra de moros y sean christianos.”[18] El dinero debía ser entregado a la madre beata, siendo siempre su beneficio para la comunidad, seguro dentro del sostenimiento de estas asociaciones religiosas.

Otro de los testamentos de gran interés para este estudio es el de la beata María de los Ángeles, realizado el 8 de febrero de 1662. En este caso, la persona encargada de testar, deja una casa a su hermano, el cual no puede en los primeros cuatro años tras la muerte de ésta, más que alquilarla y los beneficios de dicho alquiler han de ser entregados al beaterio de Nuestra Señora. Una vez pasados esos años, queda obligada a decir misa perpetuamente cada un año: “…la una a Nuestra Señora de la Anunciación. La otra el Jueves Santo. La otra el día del señor San Miguel…”[19]

Incluso la funcionalidad del propio beaterio va creciendo. El 10 de julio de 1693, Catalina del Espíritu Santo manda sea enterrada en la casa de beatas, al que ya comenzaba a denominar bajo el término de convento: “Catalina del Espíritu Santo, beata profesa en el convento de Nuestra Señora de los Remedios de esta villa de Montijo…es mi voluntad, sea sepultada en el dicho convento, en la sepultura que les paresciera a mis albaceas…”[20].

Igualmente podemos destacar que, el beaterio se convirtió con el paso del tiempo, en un importante punto de referencia espiritual y material para los vecinos de Montijo. Los testamentos, no sólo se refieren desde las beatas como testamentarias propiamente sino que, los mismo montijanos comienzan a dirigirse a él como lugar de refugio ante la muerte. El 13 de noviembre de 1678, Isabel Sánchez Piedehierro deja al ya denominado convento de betas el beneficio correspondiente a las cargas de una casa en censo que arrojaba la cantidad de treinta ducados, tendiendo ducado y medio de rédito en cada año: “…con la obligación que han de dezir dos misas rezadas, la una el día de Ildelfonso y la otra, el día de la Aszensión, por el alma de Alonso Sánchez, mi hermano.”[21] Igualmente dejó al convento de beatas un “…codizilo y unas escripturas de cien ducados de principio a la cual paga el licenciado Bartolomé Rodríguez Presal, con cargas de que se me han de dezir al año diez misas rezadas perpetuamente.”[22]

3.- El convento bajo la advocación al Santísimo Cristo del Pasmo. Convento de las Clarisas: máxima expresión del franciscanismo en Montijo. Siglos XVIII-XIX.

El actual convento de clausura bajo la advocación del Santísimo Cristo del Pasmo, regentado desde la orden femenina del franciscanismo, las clarisas, es sin duda para la villa de Montijo el máximo exponente de la presencia durante siglos, desde que los primeros frailes franciscanos de Loriana vinieron a este lugar, del mundo franciscano.

No sólo fue levantado en el siglo XVIII este convento sobre el antiguo beaterio de Nuestra Señora de los Remedios. Igualmente Montijo conoció la creación del hospicio de San Antonio pero, quedamos fuera de la órbita de estudio este edificio, tan emblemático por otro lado en la comprensión de la caridad y la asistencia en la comarca montijana junto a los hospitales de pobres y de viandantes.

El convento, más concretamente su erección, fue realizada en marzo del año 1703, entrando prácticamente un año después a funcionar como tal. En todo el proceso de erección, jugó un papel fundamental e importantísimo, el conde de Montijo don Cristóbal Portocarreo y Guzmán, a quien se le puede considerad prácticamente como fautor de todo el proceso de reconocimiento y otorgamiento del título del convento, así como sostenedor económico en sus inicios, pues no en vano fue erigido a sus expensas.

Tuvo don Cristóbal una hija que abrazó la fe franciscana, doña María Portocarrero, quien ingresó en el convento de religiosas de San Francisco de Madrid, tomando el nombre de Sor María Dominga de Jesús[23]. Sabemos que renunció a la dote que le correspondía por herencia, unos veinte mil ducados a favor de su padre el cual, desde un principio deseo fueran para el beaterio montijano y así, pudiera levantarse un convento de clausura. Aquel dinero rentaba al año unos mil ducados que servirían como una de las formas de subsistencia de las monjas.

La primera de las dotaciones por parte del conde consistió en un total de cien fanegas de trigo estipuladas en el año 1699. Dos arrobas de cera anuales y dos reales diarios de aceite, para la iluminación del convento. Igualmente y de manera paralela a la dotación, el conde se preocupó de gestionar a Roma el permiso para poder levantar el mencionado convento, con el deseo de que éste no tuviera más que veintisiete monjas, de las cuales, cuatro podrían ser legas, reservándose él como patrono y el derecho de poder presentar dos sin dote.

El 11 de marzo del año 1703 era concedida la licencia para la erección del convento. De ella se deduce la presencia, el dominio y patronazgo de la nobleza montijana: “Hacía más de cien años que existía en la villa de Montijo un Conservatorio de religiosas, que tiene el título de beatas, las cuales han vivido siempre dando ejemplo conforme a la tercera Orden de Seráfico Padre San Francisco, observando ahora de su voluntad la clausura, y en este estado el fervoroso celo del señor Conde de Montijo había fabricado un convento con su iglesia, no muy grande y de grande capacidad, costoso. Y ricamente alhajado, de tal suerte que no hay otro mayor en toda Extremadura, la cual habrá ahora más de ocho años, la perfeccionó con dota y capital de veintemil ducados, que han de rentar al año mil ducados y otra cosas.”[24]

La licencia además concedía que fuera levantado bajo la advocación del Santísimo Cristo del Pasmo y bajo la rama femenina del franciscanismo, las clarisas:“…bajo la advocación de Nuestro Señor Jesucristo, que vulgarmente se llama del Pasmo y de la jurisdicción del Prior de San Marcos de León, con el establecimiento o estatuto de la verdadera clausura y hacer los votos acostumbrados y profesar la Orden de Santa Clara y todas sus constituciones y reglas y que para tal efecto puedan pasar dos monjes, de las que quisieran de los Conventos de la misma orden o regla de la Provincia de Extremadura…”[25]

Respecto a lo que supone artísticamente algunas de las piezas que actualmente posee el convento, caben destacar en primer lugar, la propia imagen delSantísimo Cristo del Pasmo, traída por el IV Conde de Montijo desde Fuentidueñas en Valladolid. La autoría de esta obra apunta al escultor Juan de Juni, entrando así en las líneas artísticas del Renacimiento bajo los parámetros de la escuela vallisoletana. La talla, de magníficas proporcionas, se encuentra situada en la capilla-oratorio del convento, visible al público pues en ella se oficia diariamente la Eucaristía. (las medidas de la talla son de 1,80 por 1,30 en lo que respecta a la figura. La cruz, 2,10 por 1,50[26]).

La mencionada imagen fue restaurada en 1991 por García Sánchez Herrero y Ángeles Penis Rentero, gracias a la contribución de la Junta de Extremadura y a las gestiones realizadas por las monjas.

Otra de las joyas artísticas que posee el convento de las clarisas de Montijo es, el cuadro de Luis de Morales. Se trata de un Nazareno sobre el que ha recaído un importante estudio realizado por don Carmelo Solís[27]. El motivo de encontrarse en el conventual montijano es, por la donación que realizó en el año 1752 don José de Olías y Zabala, sobrino y heredero de don Miguel de Zabala y Auñón, Superintendente General de Fueros de su Majestad en Extremadura y familia de la entonces madre abadesa.

4.- Algunos aspectos del devenir del convento en el siglo XIX: 1803-1860.

De la misma manera indicar, que esa presencia franciscana de Loriana en la villa de Montijo, a la que he hecho referencia desde los primeros momentos de este trabajo, se demuestra y se prolonga en el mismo y secularizado siglo XIX. Lo muestra un documentado fechado el 1 de mayo del año 1803. Se trata de una solicitud realizada por fr. Toribio de Jesús y Montijo, Guardián del Convento de Loriana, al Ilustrísimo Señor Obispo y Prior del conventual de San Marcos de León, para obtener licencia con la que poder asistir espiritualmente a las monjas:

“Señor ilustrísimo, don Toribio de Jesús y Montijo, el mismo que se expresa en los papeles que incluyo, con todo respeto y sumisión dice a vuestra Señoría Ilustrísima que, en primero de noviembre del año pasado, llegué al Convento de San Isidro de Loriana de Guardián, y siendo la villa de Montijo ya mi patria y uno de los principales pueblos de este Guadiana, me ha sido preciso el visitarle, por una causa que me han suplicado varias veces las Religiosas de dicha villa, que solicitan licencia para confesar, pues algunas lo desean. Suplico a Vuestra Santidad Ilustrísima, haga lo que sea de su agrado, que yo siempre quedaré gustoso y afecto. El Capellán.”[28]

Sin duda, la asistencia espiritual y por tal, la existencia de un capellán para el convento, se constituía en uno de los elementos fundamentales a lo largo de la historia de éste. En el año 1859, hay una solicitud por parte de don Fernando Rodríguez Luengo, presbítero de la villa, solicitando asistencia espiritual para el convento de franciscanas de Montijo. Junto a esta solicitud, también la de un sacristán, pues parece que llevaba varios años el convento sin este tipo de prestación: “Que hace muchos años que la comunidad de religiosas clarisas, intramuros de esta población y de la obediencia de Vuestra Santidad, se hallan sin sacristán, por lo que en las festividades, tienen que valérselas de algún eclesiástico para que asistan a los divinos oficios y además, que en ellas se celebran, sin que hasta el presente hayan formalizado nombramiento por parte del Gobierno Eclesiástico del digno cargo de V.S.”[29]

La respuesta afirmativa conllevó el nombramiento de don Fernando Rodríguez Luengo como capellán-sacristán del conventual de las clarisas, tomando posesión de ello el 1 de Octubre del año 1859 ante el presbítero de la villa don Pedro Reinoso: “En la villa de Montijo a primero de octubre de mil ochocientos cincuenta y nueve años. Habiéndome requerido con un oficio el señor Gobernador Eclesiástico de este Obispado-Priorato, por don Fernando Rodríguez Luengo, presbítero, para dar posesión de la sacristía del convento de religiosas de esta villa. Me dirigí a la iglesia del dicho convento y, entrando por la puerta principal, cogiendo de la mano al dicho don Fernando, le conduje al altar mayor, en cuya grada se arrodilló. Cogió las llaves de la iglesia y abrió y cerró sus puertas.

Igual operación verificó con las puertas de la sacristía y comulgatorio, e hizo otros actos y ceremonias en señal de posesión, que recibió tranquilamente, sin la menor oposición, quedando poseído de memorada sacristía con la solemnidad legal. Siendo las diez de la mañana de hoy, en presencia de don Toribio Bautista Pérez, don Pedro Bautista Guzmán y don Blas Quintana, presbíteros de esta Villa.”[30]

Por último, antes de finalizar el estudio sobre el convento franciscano de Montijo bajo la advocación de Nuestro Señor del Pasmo, quiero resaltar para inicios del siglo XIX, la población de monjas y el nombramiento de superiora según documentación a la que he podido localizar en el Archivo Diocesano del Arzobispado de Mérida Badajoz.

Para los años difíciles de la Guerra de la Independencia, existía un total de catorce monjas en el convento (año 1809, inicios de la mencionada guerra). Éstas se dividían entre las que tenían voto activo y pasivo y las de únicamente voto activo. Entre las primeras encontramos en estas fechas a: Sor Orosia de la Concepción; Sor Juana de San Matheo; Sor Vicenta de San Juan; Sor María de los Dolores; Sor María de San Miguel; Sor Theresa de San Nicolás; Sor María de San Rafael; Sor Maura de Santa María de los Ángeles; Sor Ana de Santa Buena Ventura y Sor Josefa de San Gabriel.

Con voto activo únicamente: Sor María de Santa Clara; Sor María de Santa Ana; Sor María de Santa Isabel y, Sor María de San Onofre.

Dicho listado aparece adjunto a la solicitud de elección de nueva abadesa ante el fallecimiento de Sor Antonia de Santa Teresa, anterior abadesa. En primer lugar aparece la súplica de nueva elección a don Gonzalo Vélez de Guevara, cura de la parroquia de San Pedro Apóstol de Montijo.

El procedimiento era sencillo. Cada una de las monjas procedía a votar: “Recibirán voto de cada una de las religiosas, que estarán en la reja y sitio acostumbrado, sin entrar en la clausura.”[31]Además, para poder optar al cargo de abadesa, se exigía un mínimo de cinco años de profesa: “…los de edad competente y haber vivido loablemente según lo dispuesto por el Santo Concilio…”[32] A continuación la solicitud era aprobada por el párroco, “…siendo conveniente se le haga saber a la madre y señora Sor María de Santa Clara, Vicaria del Convento de Santa Clara de esta villa, se preparen su comunidad para que en el día de mañana, se haga elección de abadesa, haciendo que confiesen y comulguen sus religiosas, y que se celebre misa de Espíritu Santo. Y ansí mismo, entreguen lista de individuas de dicha comunidad, con expresión de las que tengan voto activo y pasivo. Y de las que solamente tengan el voto activo, por la que se arreglen las cédulas que han de servir en dicha elección.”[33]

La expresión de la dignidad hacia la persona elegida, nos pone de relieve la solemnidad y la responsabilidad del cargo electo. Ello aparece en este conjunto documental perfectamente recogido: “Habiendo amonestado sobre ella y obligación de votar por la más digna a las religiosas, a quienes por la cratícula[34]del comulgatorio, por no haberlas en el coro baxo, se fue recibiendo el juramento necesario, conforme a derecho, distribuyéndoles la lista que en zédulas contenían los nombres de las religiosas, que tienen voto pasivo con arreglo a la pregunta que les fue leída y que, aseguraban estar conforme.

Y pasando el escrutinio con asistencia de don Toribio Pérez Barroso, presbítero; don Juan Caballero, clérigo diácono y, don Agustín Gragera, clérigo subdiácono, a quienes su merced nombró por testigos presenciales, se contaron los quince votos recibidos de las religiosas. Y registrado el resultado, haber salido electa canónicamente con once votos la madre y señora Sor Osoria de la Concepción; con tres la señora Sor Vicenta de San Juan y con uno, la señora Sor María de los Dolores.”[35]

El acto finalizaba dando a conocer públicamente a la comunidad de religiosas el resultado y entonando el Te Deum. La persona elegida tomaba posesión: “Sentada en la silla le rindieron todas la obediencia y recibió de su merced, los sellos con que se concluyó tal acto. Notario, don Escobar y Domínguez. Dado a don Gonzalo Vélez de Guevara.”[36]

Los mismos procedimientos quedan recogidos para años posteriores, como son los casos de la elección en 1823 de Sor María de los San Miguel o el de Sor Gabriela de Jesús.

Fuentes Documentales Inéditas:

Archivo Histórico Provincial de Badajoz.

  • Sección: Hacienda. Catastro del Marqués de la Ensenada. Dehesa Despoblada de Loriana. Folio 244. Año: 1754. Mc.: 5.

Archivo Histórico Diocesano. Arzobispado Mérida-Badajoz.

  • Legajo número 810. 1 de mayo de 1803. Convento de San Isidro de Loriana.
  • Nº.: 28701. Legajo número 810. Solicitud, nombramiento y toma de posesión de sacristán y capellán del convento de las Clarisas de Montijo. Años: 1858-1859.
  • Nº.: 20178. Legajo número 509. Proceso de elección de abadesa para el convento de clarisas de Montijo. Año 1809.

Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico.

  • Libro Primero de Mandas Testamentarias. Recopilatorio perteneciente a los siglos XVI al XIX.
  • Cuentas y Fábrica. Libro Primero de la Fábrica Parroquial: 1795-1851.
  • Sección: Cofradías y Hermandades.
    • Libro Primero de Fábrica del Hospital Ermita Nuestro Padre Jesús Nazareno: 1716-1774.
    • Libro Primero de Fábrica de la Cofradía de la Vera-Cruz:1716-1836.
    • Libro de Fábrica de la Hermandad de Nuestra Señora de Barbaño: 1795-1832

Fuentes Bibliográficas utilizadas:

  • Navarro del Castillo, Vicente: Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Mérida, 1974.
  • Ámez Prieto, Hipólito: La provincia de San Gabriel en la descalces franciscana. Comunidad Franciscana de Guadalupe. Madrid, 1999.
  • Solís Rodríguez, CarmeloLuis de Morales. Fundación Caja de Ahorros de Badajoz. Badajoz, 1999.
  • Abad Pérez, Antolín (OFM): La espiritualidad franciscana en Extremadura. Historia de la Baja Extremadura. Tomo II. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Badajoz, 1986. Pág. 348.
  • Santa María, J.: Crónica de la Provincia de San José de los Descalzos de la orden de los menores franciscanos. Madrid: Imprenta Real. 1615-1618. pág.37.
  • Zamora, H.: Los descalzos. Fundaciones extremeñas (1563-1835). San Pedro de Alcántara un hombre universal. Congreso de Guadalupe, 1987. Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Extremadura.
  • Iglesias Aunión, Pablo: Montijo en el siglo XVIII. Una visión según Tomás López. Revista de Feria y Fiestas. Edita: Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Septiembre, 1988.

NOTAS:

[1] No olvidemos los intereses políticos y económicos que igualmente movieron al emperador, pues los príncipes alemanes que abrazaron el protestantismo, supieron rápidamente levantar la voz de la independencia de sus estados.

[2] Abad Pérez, Antolín (OFM): La espiritualidad franciscana en Extremadura. Historia de la Baja Extremadura. Tomo II. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Badajoz, 1986. Pág. 348.

[3] Gómez Prieto, Hipólito: Los descalzos de San Francisco en Extremadura desde fray Juan de Guadalupe hasta fray Pedro de Alcántara. San Pedro de Alcántara, hombre universal. (Guadalupe: Ediciones Guadalupe. Congreso de Guadalupe. Comunidad franciscana de Guadalupe, 1998. p.210).

[4] Ibíd. Nota 3.

[5] Santa María, J.: Crónica de la Provincia de San José de los Descalzos de la orden de los menores franciscanos. Madrid: Imprenta Real. 1615-1618. p.37.

[6] A.H.P. de Badajoz. Sección: Hacienda. Catastro del Marqués de la Ensenada. Dehesa Despoblada de Loriana. Folio 244. Año: 1754. Mc.: 5.

[7] El Censo de Floridablanca, otorga en el año 1787 para la ciudad de Mérida, un total de cuarenta y un frailes, clasificados como franciscanos descalzos entre los que parecen estar incluidos los del conventual de Loriana. No pudiendo ser identificados los que exclusivamente pertenecen a Loriana, he preferido no incluirlos en el mencionado cuadro.

[8] Ibídem. Nota 6.

[9] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Sección: Cuentas y Fábrica. Libro Primero de la Fábrica Parroquial: 1795-1851. Montijo.

[10] Cada vez que aparezca el término descalzo, se refieren a los franciscanos de Loriana. Cuando aparece el término observante, lo hace en relación a los franciscanos venidos desde el conventual de la villa de Lobón.

[11] Las cofradías bajo la advocación de Vera-Cruz, tienen unas enormes reminiscencias franciscanas por lo que, la presencia de estos frailes es una nota característica. Las fuentes utilizadas pertenecen al Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Sección: Cofradías y Hermandades. Libro Primero de Fábrica: 1716-1774. Montijo.

[12] De la misma manera y en otras ocasiones, aparece el pago al Síndico del Convento de Lobón.

[13] Navarro del Castillo, Vicente: Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Mérida, 1974.

[14] El original, se encuentra en el archivo del convento de las clarisas. La negatividad de las clarisas a que pueda ser visitado a los seglares, ha privilegiado su uso. Finalmente, la recuperación del mencionado libro, nos permite conocer con exactitud documental el citado testamento.

[15] Navarro del Castillo, op.cit.

[16] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Sección: Mandas Testamentarias. Testamento de Catalina de San Marcos. 9 de febrero de 1649. Libro Primero Recopilatorio. Montijo.

[17] Ibíd.

[18] Ibíd.

[19]A.P. Fondo Histórico. Testamento de María de los Ángeles. Beata. 8 de febrero de 1662. Libro Primero Recopilatorio. Montijo.

[20] A.P. Fondo Histórico. Testamento de Catalina del Espíritu Santo. Beata profesa. 10 de julio de 1693. Libro Primero Recopilatorio. Montijo.

[21] A.P. Fondo Histórico. Testamento de Isabel Sánchez Piedehierro. Vecina de Montijo. 13 de noviembre de 1678. Libro Primero Recopilatorio. Montijo

[22] Ibíd.

[23] Navarro del Castillo, op.cit.

[24] Navarro del Castillo, op.cit.

[25] Ibíd.

[26] Serrano Pascual, J.: Un Juan de Juni en Montijo. El Cristo del Pasmo, talla de Juan de Juni. Revista de Feria y Fiestas de Montijo. Edita: Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Pág. 71. Montijo, 1996.

[27] Solís Rodríguez, Carmelo: Luis de Morales. Fundación Caja de Badajoz. Págs. 162-163. Badajoz, 1999.

[28] Archivo Diocesano. Arzobispado de Mérida-Badajoz. Legajo número 810. 1 de mayo de 1803. Convento de San Isidro de Loriana.

[29] Archivo Diocesano. Arzobispado de Mérida-Badajoz. Nº.: 28701. Legajo número 810. Solicitud, nombramiento y toma de posesión de sacristán y capellán del convento de las Clarisas de Montijo. Años: 1858-1859.

[30] Ibíd.

[31] Archivo Diocesano. Arzobispado de Mérida-Badajoz. Nº.: 20178. Legajo número 509. Proceso de elección de abadesa para el convento de clarisas de Montijo. Año 1809.

[32] Ibíd.

[33] Ibid.

[34] La cratícula es, una ventana pequeña por donde se da comunión a las monjas.

[35] Ibíd. Nota 31.

[36] Ibíd.

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