Oct 012003
 

José María Arcos Franco.

Licenciado en historia del Arte

Uno de los capítulos apenas aludidos por la historiografía artística extremeña es la repercusión que tuvo en nuestra arquitectura un acontecimiento tan puntual como el terremoto de Lisboa ocurrido en 1755. En este estudio se analizarán algunos casos concretos centrados en lo que fue el antiguo Partido Judicial de la Serena, dentro de la jurisdicción de la Orden de Alcántara, ejemplos no obstante de la incidencia del acontecimiento en la arquitectura de la provincia pacense.

El 1 de noviembre de 1755, día de Todos los Santos, a la hora de la misa, entre las 9-10 de la mañana, se produce este fenómeno de gran extensión, abarcando un área de perceptibilidad que afecta sobre todo al norte de África, España y Portugal, y que se hace sentir en otros puntos del continente europeo, islas atlánticas, incluso en América. Su epicentro se localiza a varios cientos de kilómetros de Lisboa, en el océano Atlántico, entre las Islas Azores y Canarias, concretamente en las costas de Sagres. Pese a ello las mayores repercusiones se sienten en la capital lusa y en el sur del país, mientras que en España, aunque menores, los daños también fueron cuantiosos, con serias repercusiones económicas y humanas ocasionadas tanto por la actividad directa del terremoto como la del maremoto en zonas litorales[1].

El mayor desastre es el ocurrido en Lisboa, con más de 10.000 personas fallecidas y una gran parte de su solar arruinado, destruyendo las dos terceras partes de viviendas, así como un alto porcentaje de los más significativos edificios religiosos y civiles.

Sus consecuencias del mismo modo se hicieron perceptibles en diversos puntos de la mitad sur peninsular, y como resultado de sus efectos, algunos templos sufrieron serios destrozos, especialmente en sus torres, muchas de las cuales debieron ser reconstruidas[2].

Gracias a la iniciativa real de Fernando VI y del Consejo de Castilla de recoger mediante un cuestionario las principales incidencias ocurridas el día del terremoto en las diversas villas y ciudades del país, contamos con una importante información acerca de este tema, aunque tan sólo centrada en el acontecimiento en sí y sus repercusiones, no en las medidas que a continuación son llevadas a cabo[3]. En las respuestas se vislumbran las pérdidas económicas, y entre ellas los daños sufridos por muchos de los edificios representativos de cada municipio.

En lo que coinciden la mayoría de los estudiosos del tema es en la duración del sismo como factor determinante: en las encuestas reales, pese a la dispersión de los datos, se establece como marco medio 7-8 minutos, desarrollado en distintas fases tras breves pausas de segundos[4]. Viviendas, edificios religiosos y civiles sufren de igual forma las consecuencias, si bien hay diferencias de unos lugares a otros respecto al nivel de los daños, siendo algunos pueblos de las provincias andaluzas de Huelva, Cádiz o Sevilla los más perjudicados, hasta el punto de obligar a los vecinos a trasladarse al campo ante la imposibilidad de habitar el municipio.

Según recopila en su obra Martínez Solares, serios quebrantos sufrieron muchos municipios extremeños. En la casi totalidad de informes se verifica como edificios representativos de cada centro, sobre todo catedrales, iglesias parroquiales o conventuales o edificios civiles como casas consistoriales se ven agraviados por las consecuencias del fenómeno, sobre todo debilitando y destruyendo sus cierres y otros elementos concretos como torres y espadañas, cornisas, coronamientos, etc. Las consecuencias resultaron muy distintas, desde centros donde devinieron serios desperfectos hasta aquellos en los que a pesar de sentirse el seísmo de modo similar, los resultados fueron apenas latentes, como se puede apreciar por ejemplo en la ciudad de Cáceres[5].

Entre los más significativos templos extremeños que adolecen menoscabos importantes destacaremos sobre todo la catedral de Coria, mencionada en gran número de informes[6]. Otros puntos de interés afectados, aunque en menor medida, serán Jerez de los Caballeros, donde la casi totalidad de sus templos padecieron ruinas de distinta consideración; en Llerena ocurrió lo mismo, con deterioros en la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Granada y en los diversos conventos de la localidad. De menor significación fueron los daños padecidos en la catedral de Badajoz, donde sin embargo sí se hicieron notar en los conventos de la ciudad. En Mérida las ruinas fueron apenas reseñables, lo mismo que en Zafra, Brozas, Plasencia o Trujillo[7].

En la provincia pacense el terremoto se expresó en algunos de los centros próximos a la frontera portuguesa, aunque su incidencia también se hizo notar en otras zonas del interior, como resulta ser la comarca de la Serena.

Dentro de los territorios bajo la administración de la Orden de Alcántara en Extremadura , la villa de Alcántara padeció serios menoscabos en sus iglesias de Santa María de Almocóbar y conventos de San Benito, religiosas de Nuestra Señora de los Remedios y Colegio de Padres de Clérigos Menores de San Pedro, así como en el convento franciscano de San Bartolomé, Casa Consistorial y un gran número de casas particulares[8].

En el Partido de la Serena el seísmo también se sintió, al igual que en localidades próximas a su jurisdicción, con un grado de intensidad entre V y VI, el más extendido en toda la Península Ibérica. En Don Benito se llegó a cobrar la vida de uno de los vecinos a la salida de la iglesia tras recibir el impacto de una piedra descolgada. En cuanto a las consecuencias materiales, se relaciona como algunas torres y casas han quedado maltratadas (…)[9]. Martín Recio aclara que los principales daños en la iglesia se centraron en la torre, algunas bóvedas, techumbre, coro, etc., menoscabos suficientes para impedir la celebración del culto[10].

En la localidad próxima de Medellín el grado de destrucción fue más marcado pues se produjeron deterioros en todas sus iglesias, conventos y castillo[11]. En otro de los puntos limítrofes con la comarca como es Puebla de Alcocer, las secuelas del suceso se cebaron con el convento de San Francisco, que llegó a alcanzar el estado de ruina en gran parte de su fábrica[12].

Además del terremoto de noviembre, otro distinto se hace sentir de nuevo en la madrugada del 11 de diciembre de ese mismo año, sobre las cuatro de la mañana. Su virulencia no fue tan acusada aunque obligó a los monjes del convento de San Francisco de Villanueva de la Serena a salir del edificio y protegerse en las huertas y campos[13].

  • Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Villanueva de la Serena

Entre los incidentes más graves sufridos en la comarca tendremos que comentar los importantes menoscabos sufridos por la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Villanueva, acontecimiento que parece tuvo gran repercusión en toda la zona.

fig1 fig2

Figs. 1 y 2. Nave y capilla mayor de la iglesia de la Asunción de Villanueva de la Serena

Para el mes de mayo de 1752 estaba contratado con el maestro de Don Benito, Francisco Díaz[14], el desarrollo de una costosa intervención acordada en un principio en 102.946 reales, aunque se incrementaría de modo ostensible a lo largo de los años, influyendo significativamente dentro de la estructura de todo el conjunto. Ignoramos en que consistían, aunque la mención de «obra de nueva iglesia» o «de reedificación» infiere el carácter de la misma[15].

En septiembre de 1753 las cantidades acordadas debieron consumirse, por lo que el Juez del Juzgado de Iglesias firma un auto de libramiento de otros 25.000 reales para la continuación de los trabajos[16]. Éstos siguieron transcurriendo a lo largo de los años, incluso se producen mejoras en el edificio con valor de 34.500 reales[17]. Como vemos las labores seguían un buen curso, a punto de recibir el maestro otorgante las últimas costas.

El 1 de noviembre de 1755, según describe D. Juan Domingo Acedo, entre las 9-10 de la mañana se asiste a un temblor que duró en torno a los 7 minutos, con algunos coletazos posteriores con intervalos como de dos horas. A consecuencia del terremoto algunas de las partes de lo recién construido sucumbió, sobre todo sus bóvedas sufrieron serios desperfectos y se desplomó el antepecho granítico de la torre: «…acabándose de cubrir los tejados de esta Iglesia parroquial que se han reedificado sus bóvedas, y otras cosas de ellas, les causo bastante quiebra (…) Las barandillas de su torre, siendo de piedra graniza muy firme, en la mayor parte cayeron a tierra por los vaivenes violentos que se vio su elevación, reconociéndose haberse cascado o desmentido, de forma que puede recelarse de su seguridad»[18].

Junto al edificio parroquial, muchas de las casas ordinarias padecieron con los vaivenes, lo mismo que la casa de la Gobernación[19].

Apenas se habían entregado las ultimas costas al maestro Francisco Díaz cuando se vuelve a contratar con él la reparación del edificio, intervención valorada en 9.000 reales de vellón, cantidad que debería ser abonada por la Mesa Maestral y Tesoro Ordinario de la Orden mediante las rentas de la vacante de la encomienda de los Diezmos del Septeno como principales beneficiarios de los diezmos de los vecinos de la villa[20].

En el resto del Partido de la misma forma se produjeron agravios, según se deduce del comentario de D. Juan Domingo de Acedo: «Siendo cuanto puedo exponer por lo respectivo a esta villa y que, aunque tengo otras algunas noticias de pueblos de mi Partido y la circunferencia, conforman en el suceso sin diferencia (…)»[21].

  • Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Quintana de la Serena

Hasta el severo golpe del terremoto, cuyas consecuencias supusieron la práctica transformación del edificio, la iglesia primitiva ofrecía una organización de una nave fragmentada en cuatro tramos por medio de tres arcos, con dos entradas de acceso, destacando la principal hacia la plaza mayor de la villa y una torre de cantería de gran fortaleza. El interior del templo estaba cubierto con techumbre de madera, mientras que la capilla mayor lo hacía con bóveda de crucería de tradición gótica.

Antes de la fecha de la convulsión serios problemas asolaban al templo por la escasa fortaleza del arco triunfal, que amenazaba a la propia capilla mayor. Además agregar la antigüedad de las maderas de los techos, que consentían filtraciones notables de agua[22]. Es muy probable que no se tomasen medidas al respecto, o cuando menos no tenemos constancia de ellas en la documentación. Si esto es así, un importante golpe debió asestar en el edificio el terremoto de 1755, como confirmamos al descubrir que quedó prácticamente arruinado[23].

Pronto se emprendieron los trámites para su recuperación, rematándose las obras en el maestro de Montánchez Manuel González en la no despreciable suma de 91.900 reales, cantidad que del mismo modo nos convence de la calidad de las necesidades, así como la duración, pues las labores no se hallan concluidas hasta 1770, ultimadas en parte por los fiadores del maestro ante la ruina de éste[24].

En 1763 se describe el estado de las obras desarrolladas, compromiso asignado a los maestros locales Antonio Alfonso Cabezas y Francisco Vicente Sarmiento, ambos operarios a las órdenes de Manuel González. De estimable valor resulta el informe presentado, sobre todo por que nos describe el plan de la obra, con las principales zonas en las que se está interviniendo. Además muestra su estado y valor apreciado para su conclusión definitiva[2fig35].

Fig.3. Iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción de Quintana. Fachada del mediodía

La torre se había comenzado, aunque todavía faltaban trabajos considerables en la misma, tasados en unos 2.700 reales[26]. Asimismo el coro no estaba ultimado (valorado en 500 reales lo que aún faltaba), los reparos y remates de las bóvedas del cuerpo del templo (800 reales), conclusión de la capilla mayor (900 reales), cascarón de la media naranja (600 reales), sacristía (400 reales), gradas del altar mayor (200 reales), asentar el púlpito (50 reales), solar el interior (400 reales), tejado (650 reales), etc. Todo ello, conjuntamente con los materiales, ascendía a 9.150 reales de vellón, mientras que los materiales y las operaciones de carpintería a un valor de 2.735 reales[27].

  • Iglesia parroquial de San Bartolomé de La Coronada

Basándonos en los propios libramientos de cuentas procedentes del Juzgado de Iglesias y siguiendo la opinión de Dionisio Martín y Bartolomé Díaz, es posible suponer que el terremoto también incidiera en la fábrica parroquial de esta localidad, destruyendo la antigua cubierta de madera del templo y concibiendo la actual solución de sencillos lunetos de la nave[28].

fig4Fig.4. Nave de la iglesia de San Bartolomé de La Coronada

Son cuantiosas y sustanciales las libranzas que se destinan a partir de 1759 para reparos en la iglesia, rematados en 57.500 reales en el mismo maestro Manuel González que trabaja por esas fechas en la iglesia de Quintana. De esta cantidad correspondía pagar a la Mesa Maestral más de 53.000 reales, mientras que a la encomienda de los Diezmos lo restante[29].

Los pagos se resuelven en tres plazos: el primero de ellos en mayo de 1759; el segundo en septiembre de 1760, mientras que el último se produce ya en 1767[30], momento en el que las obras están finiquitadas bajo la dirección de D. Pedro Campos de Orellana, Provisor y Vicario general del Priorato de Magacela. Sin embargo no fueron concluidas por el maestro rematante, sino que posiblemente a causa de su ruina las acabaron sus fiadores. Terminadas ya las obras, la última paga se destinó a la finalización de los trabajos de la iglesia parroquial de Quintana[31].

  • Iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Milagros de Zalamea de la Serena

A lo largo del siglo XVIII el templo va a estar sometido a un gran número de intervenciones comenzadas en el segundo cuarto de la centuria. En 1731 se rematan en el maestro de albañilería Joseph Gutiérrez, vecino de la propia localidad, obras tasadas en 1.900 reales, prorrateados entre la Mesa Mestral y las encomiendas de los Diezmos del Septeno y Zalamea de la Serena, trabajos que al parecer se hallaban finalizados en 1738[32]. Al mismo tiempo las labores de carpintería recaen en el maestro Juan Blázquez, vecino de Villanueva de la Serena, a quien se le pagarían 8.100 reales de vellón, de lo que se deduce tal vez obras en la estructura de la techumbre, finalizadas éstas en 1736[33].

En 1738 son solicitados los maestros de arquitectura Domingo González Soto y Joseph Gutiérrez con el fin de examinar las condiciones del templo y dar valor a posibles reparaciones. El edificio estaba completamente abovedado de ladrillo y las carencias atribuidas aluden a recorrer los tejados, enlosados, gradas de cantería del altar mayor, recomponer el arco toral y sustituir los dos pilares situados en el medio de la iglesia por impedir la correcta contemplación del altar mayor, apreciado todo en 13.800 reales. Para idéntica labor, pero referida a carpintería, comparecen los maestros Diego Suero y Juan Muñoz Marmolejo. El precio de tales medidas se verifica en unos 4.840 reales[34].

Nuevos reparos de albañilería y carpintería se requerirían años después, en 1741. En esta ocasión el encargo de los reparos se encomienda al maestro albañil Domingo González Soto en un precio de 4.300 reales, y al maestro carpintero de Castuera Fabián Fernández Cañedo en 3.300 reales de vellón, finalizados entre julio y noviembre del año siguiente[35].

En este caso no queda vació el dato concreto de la incidencia del terremoto, recogido entre las causas de los desperfectos de la fábrica del templo. Los daños no debieron ser de la consideración de los casos anteriores. Las obras se remataron en el maestro alarife local Francisco Gutiérrez en unos 2.400 reales, prorrateados entre la Mesa Maestral, el Tesoro procedente de la vacante de la encomienda de Zalamea y la encomienda del Septeno[36]. Sin embargo no llegaría a finalizar lo que se le encargó al devenirle la muerte, por lo que le relegó en el encargo Benito Joseph González, quien concluiría las obras[37].

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Como hemos tenido ocasión de comprobar el sismo significó serias incidencias en la arquitectura extremeña, como se ha demostrado en algunos casos del Partido de la Serena, entrañando la rectificación de los planes edilicios que se venían gestando desde el segundo cuarto de la centuria en algunos de estos templos. La respuesta de la Orden de Alcántara, con el monarca como administrador, no se hizo esperar, pues como responsable de aquellos edificios emprende su recuperación inmediata, jugando un papel esencial la Mesa Maestral a través del Juzgado de Iglesias y las encomiendas beneficiarias de los diezmos. En realidad el seísmo conllevó un gasto adicional no esperado para las arcas de la milicia, si bien se produjo en un momento de prosperidad cuyos resultados fueron la inminente reacción, con construcciones que no tardaron en presentar un estado mejor incluso que el mostrado con anterioridad al 1 de noviembre de 1755.


NOTAS:

[1] Teniendo como base una amplia documentación recogida en distintos archivos y bibliotecas, sobre todo el Archivo Histórico Nacional de Madrid y la Real Academia de la Historiaasí como bibliografía sobre los seísmos con repercusiones en la Península a lo largo de siglos, José Manuel MARTÍNEZ SOLARES lleva a cabo un interesante e importante estudio sobre el terremoto de Lisboa, incidiendo en las características del seísmo y sus derivaciones en la Península. VidLos efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755), Dirección General del Instituto Geográfico Nacional, Madrid, 2001.

[2] VALSECA CASTILLO, Ana, De las torres parroquiales de Écija en el siglo XVIII, Col. Arte Hispalense, Sevilla, 1996, p. 17.

[3] Las preguntas que contenía eran las siguientes: ¿Se sintió el terremoto; a qué hora; qué tiempo duró; qué movimientos se observaron en los suelos, paredes, edificios, fuentes y ríos; qué ruinas o perjuicios se han ocasionado en las fábricas; ocurrió otra cosa notable; antes de él, hubo señales que lo anunciasen?

[4] MARTÍNEZ SOLARES, José Manuel, Los efectos…, op, cit., pp. 27-28.

[5] Ibídem, p. 219-220.

[6] Véase el trabajo de MARTÍNEZ VÁZQUEZ, Faustino, El terremoto de Lisboa y la Catedral de Coria, (Vicisitudes del cabildo), 1755-1759, Colección Temas Caurienses, V, Coria, 1999.

[7] Véanse las distintas transcripciones presentadas por MARTÍNEZ SOLARES, José Manuel, Los efectos…, op, cit.

[8] Ibídem, pp. 110-115

[9] Ibídem, pp. 315-316.

[10] MARTÍN RECIO, Delfín, Santiago: una parroquia con historia, Edición del autor, 1998, p. 79- 82 y ss.

[11] MARTÍNEZ SOLARES, José Manuel, Los efectos…, op, cit., pp. 441-442.

[12] Ibídem, p. 533.

[13] Ibídem, p. 678.

[14] Su labor parece ser que fue interesante en esta década, pues por las mismas fechas tenía contratadas obras relevantes en la iglesia de la Granada de Llerena o la construcción de la iglesia de la Magdalena de Castuera, obra rematada en 340.000 reales. Algunas noticias sobre su actividad y vida pueden consultarse en ARCOS FRANCO, José María, «La iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Castuera (Badajoz): Aportaciones documentales en torno a su construcción»,Revista Norba-Arte, XX-XXI, 2000-2001, 227-233.

[15] A.H.N. (OO.MM., Juzgado de Iglesias), legajo 5.999, «Libramientos para la iglesia parroquial de Villanueva de la Serena, 6 de mayo de 1752», s.f.

[16] Ibídem, «Libramientos para la iglesia parroquial de Villanueva de la Serena, 27 de septiembre de 1753», s.f.

[17] Ibídem, «Libramientos para la iglesia parroquial de Villanueva de la Serena, 18 de febrero de 1755», s.f.

[18] MARTÍNEZ SOLARES, José Manuel, Los efectos…, op, cit., p. 677.

[19] Ibídem.

[20] A.H.N. (OO.MM., Juzgado de Iglesias), legajo 5.999«Libramientos para la iglesia parroquial de Villanueva de la Serena, 6 de mayo de 1752, 27 de septiembre de 1753, 18 de septiembre de 1754, 18 de febrero y 12 de septiembre de 1755, 29 de enero y 3 de abril de 1756», s.f.

[21] MARTÍNEZ SOLARES, José Manuel, Los efectos…, op, cit., p. 678.

[22] A.H.N. (OO.MM, Libros Manuscritos), libro 457-C, «Iglesias del Priorato de la Serena, Zalamea y Rollán1742», ff. 116v° y ss.

[23] A.H.N. (OO.MM., Consejo de Alcántara), legajo 4.461, «Descripción de la encomienda de esta villa con título y administrador de frutos concedida por S M al Ilmo. Señor Duque de Arión, 1795», s.f.

[24] A.H.N. OO.MM., Juzgado de Iglesias), legajo 5.999,«Libramientos del Juzgado de Iglesias para la parroquia de Quintana de la Serena, 27 de septiembre, 20 de octubre de 1758, 26 de febrero, 17 de marzo de 1760, 5 de junio de 1764 y 7 de agosto de 1770», s.f.

[25] A.H.N. (OO.MM., Consejo de Alcántara), legajo 4.461, «Certificación con inserción a la letra de la última descripción que de esta encomienda se ejecutó en el año de 1763 por Juan Francisco González Caminos, escribano de su majestad, dada a la parte de Don Joseph de Eslaba, a quien S. M. ha hecho merced de dicha encomienda», s.f.

[26] La torre había sido construida hasta una altura de 20 varas (16,7 mts. aprox.) de las 25 que se habían acordado en las trazas y condiciones con el maestro, y las obras de la capilla mayor tenían una altura de 10 varas (8,35 mts.) de las 12,5 acordadas.

[27] A.H.N. (OO.MM., Consejo de Alcántara), legajo 4.461, «Certificación con inserción a la letra de la última descripción que de esta encomienda se ejecutó en el año de 1763 por Juan Francisco González Caminos, escribano de su majestad, dada a la parte de Don Joseph de Eslaba, a quien S. M. ha hecho merced de dicha encomienda», s.f.

[28] MARTÍN NIETO, Dionisio A. y DÍAZ DÍAZ, Bartolomé, La Coronada: Iglesia y Ermitas de una posesión de la Orden de Alcántara, Cáceres, 2000, p. 113.

[29] A.H.N. (OO.MM. Manuscritos), libro 907-C, s.f. Todas las salidas de las arcas del Juzgado de Iglesias aparecen claramente constatadas con fechas de 10 de mayo de 1759 y 28 de septiembre de 1760.

[30] El 4 de mayo de 1767 se constata la fecha de salida de una última partida desde el Tesoro del Juzgado de Iglesias consistente en 17.825 reales y 10 maravedíes. Ibídem.

[31] A.H.N. (OO.MM., Juzgado de Iglesias), leg. 5.999«Libramientos para la iglesia parroquial de La Coronada, 23 de febrero de 1767», s.f.

[32] Ibídem«Libramientos para la iglesia parroquial de Zalamea de la Serena, 19 de julio de 1731 y 14 de mayo de 1738», s.f.

[33] Ibídem, «Libramientos para la iglesia parroquial de Zalamea de la Serena, 19 de julio de 1731, 23 de agosto de 1735 y 22 de diciembre de 1736», s.f.

[34] A.H.N., (Clero), legajo 920, «Copia de la descripzion de la encomienda de Zalamea y su yglesia parroquial, hecha por el Sor Dn. Francisco Antonio de Castro, Governador del Partido de la Serena, 1737», ff. 164 y ss.

[35] A.H.N. (OO.MM., Juzgado de Iglesias), leg. 5.999«Libramientos para la iglesia parroquial de Zalamea de la Serena, 21 de agosto de 1741, 20 de noviembre de 1741 y 24 de julio de 1742», s.f.

[36] Ibídem«Libramientos para la iglesia parroquial de Zalamea de la Serena, 22 de junio de 1757 y 16 de mayo de 1759», s.f.

[37] Ibídem«Libramientos para la iglesia parroquial de Zalamea de la Serena, 22 de diciembre de 1760», s.f.

Oct 012003
 

Martiria Sánchez López.

INTRODUCCIÓN.

Con motivo de la celebración del cincuenta aniversario de la Coronación de Nª Sª de la Victoria queremos dedicar este trabajo a la “Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Trujillo” por haber mantenido la devoción a la Virgen bajo esta advocación desde la reconquista de la ciudad por los cristianos hasta la actualidad, procurando en cada periodo histórico intensificar su devoción y culto según las peculiaridades de cada época.

En el s. XX, en el año 1953 tuvo lugar un acontecimiento de primer orden en lo referente a esta devoción. Fue la solemne Coronación de la Virgen de la Victoria cuyos actos comenzaron el día 1 de enero del año 1953 al grito de: “¡Trujillo! ¡Trujillo! ¡Trujillo! la Stma. Virgen de la Victoria os convoca en su morada provisional de la iglesia de Santiago para bendecios en el año de su Coronación…”

Después de una serie de actividades religiosas y culturales durante todo el año tuvo lugar el solemne acto de la Coronación como todos sabemos, el 18 de octubre de 1953 en la Plaza Mayor, en el más bello marco histórico artístico de Extremadura, protagonizado por el Nuncio de su Santidad Pío XII el Cardenal Cicognari.

Este año de 2003, la ciudad de Trujillo conmemora este magno acontecimiento por lo que la devoción de este pueblo a su Patrona se traduce en innumerables muestras de fervor y cariño en múltiples actividades, tanto religiosas como culturales. Dentro de estas actividades ha sido un enorme acierto el haber dedicado a la Stma. Virgen de la Victoria en estos XXXII Coloquios Históricos de Extremadura, un concurso histórico científico, lo que demuestra una vez más que los trujillanos llevan en lo más profundo de sus almas el amor y la devoción a Nª Señora, heredada de sus lejanos ancestros y que siguen manteniendo cada vez más viva esta devoción con el transcurrir de los siglos.

La denominación de esta Comunicación se debe a que los musulmanes llamaron a Trujillo “Torgilela” mientras para los romanos era Turgalium, nombre que procede de “Turris Juliae”, llamada así por llevar el nombre de su fundador, Julio Cesar, según el escritor latino Plinio en su libro 4, cap. 22.

Para realizar este trabajo hemos manejado la historio-grafía aportada por mi querido Maestro D. Julio González, eminente investigador Premio Cervantes, a quien debemos la mayor parte de la documentación existente referida a la Reconquista de Castilla, León y Extremadura; entre sus obras consultadas están “El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII “CSIC, Madrid 1960. “Crónica latina de Castilla, 4. Anales Toledanos I. Alfonso IX. Madrid 1944 “Extremadura” Introducción histórica. Madrid 1970

Otras obras historiográficas manejadas han sido las “Historia y Anales de la Ciudad y obispado de Plasencia” Obra interesantísima del s. XVI del historiador placentino Fray Alonso Fernández. También son de gran interés las “Crónicas Trujillanas del s. XVI”. Manuscrito de Tapia de Muñoz San Pedro, M. Cáceres 1952.

Imprescindible para realizar este trabajo ha sido también el “Fuero de Plasencia” otorgado por Alfonso VIII, donde hemos estudiado el tipo de armamento utilizado por las huestes placentinas para la reconquista de Trujillo. Pero especialmente importante a este respecto ha sido la documentación consultada en el Instituto de Armas Antiguas fundado por los Sres. Hoffmeyer en Jaraiz, denominado en la actualidad “Instituto Histórico Hoffmeyer “perteneciente al CSIC. En el se encuentra la documentación más completa sobre Armas del mundo, de tal manera que cualquier investigador que desee hacer un trabajo de investigación sobre cualquier tipo de armamento tiene que visitar necesariamente este archivo.

CONQUISTA Y RECONQUISTA DE EXTREMADURA.

Extremadura fue conquistada por los musulmanes en el año 712 un año después de que Tarif venciera a D. Rodrigo en la batalla de Guadalete. La conquista la llevó a cabo Muza lugarteniente de Tarif, que después de conquistar Sevilla se dirigió hacía el norte siguiendo la calzada romana Vía de la Plata, apoderándose primero de Mérida y después del resto de las tierras extremeñas. Aquí permanecerán durante cinco siglos hasta que a mediados del s. XIII los ejércitos cristianos terminaron con la reconquista de toda la región. En este largo periodo, el solar extremeño va a ser un escenario constante de las luchas entre los reyes cristianos, que hacían sus correrías por las tierras ocupadas por los musulmanes en los periodos de decadencia de estos, llevándose abundante botín; lo mismos hacían las tropas islámicas cuando estas intentaban apoderarse de los territorios de Castilla y León, situados al norte del Sistema Central.

La reconquista de Extremadura se inicia a mediados del s. XII y concluye a mediados el s. XIII. Durante estos cien años de guerra se pueden distinguir tres periodos en los que irán ocupándose paso a paso todo el solar extremeño que había permanecido durante cinco largo siglos bajo el dominio islámico.

El primer periodo comprende la segunda mitad del s. XII, desde el año 1142 hasta el 1200; durante estos años se conquistaran todas las zonas del norte. El periodo siguiente corresponde al primer tercio del s. XIII, desde el año 1200 hasta el 1232; en él se ocupará toda la zona centro incluyendo por tanto la ciudad de Trujillo. El último periodo corresponde a los quince años siguientes, desde el año 1232 hasta el 1248; en esta tercera etapa se incorpora toda la zona meridional hasta Sª Morena con la conquista de Hornachos, Segura, Burguillo, etc.

Sin embargo, la reconquista de las tierras extremeñas no puede entenderse sin tener en cuenta la división de Extremadura entre los reinos de Castilla y León como consecuencia del testamento de rey Alfonso VII. Este monarca llamado también emperador, dividió el reino entre sus dos hijos debido al concepto patrimonial que tenía de la Corona, por lo que dejó a su hijo Fernando II el reino de León y a su hijo Sancho III el reino de Castilla.

Extremadura pues, por este testamento, quedó dividida en dos partes, la oriental y la occidental, siendo la Vía de la Plata la línea de demarcación entre ellas. La zona oriental le correspondió a Castilla y la occidental a León. Los dos reinos se enfrentaran al poderío musulmán y avanzaran independientes hasta que con el rey Fernando III el Santo se unan definitivamente Castilla y León. Este rey es el que terminará la reconquista de Extremadura.

LA PRIMERA RECONQUISTA DE TRUJILLO.

La Turgalium romana, o “Turris Juliae” pasó a ser durante el largo periodo de cinco siglos la Torgiela musulmana, una de las ciudades más importantes del Califato cordobés. Alcanzó su máximo esplendor cuando aparecen los reinos de Tarifas como consecuencia de la desintegración del Califato. Aquí la Nafza se hicieron fuertes, capitaneados por los Beni Faranic. Es pues en el s. X cuando alcanza su máximo apogeo desempeñando un papel defensivo de gran importancia dentro del mundo musulmán. Esto será como consecuencia de su privilegiada situación, en la cima de un monte isla con dominio absoluto sobre la meseta trujillano-cacereña y, además, con la construcción de su imponente Castillo y Alcazaba hacían de ella una fortaleza inexpugnable.

Hay que tener en cuenta que, a partir de esta época, la “razzias” de los cristianos en terreno musulmán era cada vez más constante, llevándose todo lo que encontraban a su paso y después arrasando sus campos. Por eso no es de extrañar que en este periodo reconstruyeran los reyezuelos nafzas la fortaleza, elevando los muros del castillo y de la alcazaba; levantaron robustas torres almenadas y torres albarranas que se comunicaban con la muralla que completaban la defensa. Además en su interior construyeron dos hermosas aljibes para el abastecimiento de agua a la población en el caso de que se vieran cercados.

El primer rey que pisa suelo extremeño fue Alfonso VI, a principios del s. XII. Después de la conquista de Toledo que tuvo lugar en el 1085, aprovechó la desintegración del Califato y penetró en Extremadura, conquistando las tierras más septentrionales y apoderándose de Coria. Pero después de ser vencido por los almoravides en las batallas de Zalaca y Uclés, se perdieron estos territorios, pasando de nuevo al poderío musulmán. No obstante, las crónicas de Alfonso VII aluden a las constantes “razzias” que hacían los cristianos, llegando hasta Cáceres y Trujillo, lo que demuestra ya su debilidad.

Según D. Julio González, los territorios al este de la Calzada, como Montánchez Sta. Cruz, Monfragüe y Trujillo fueron conquistados por los castellanos con ayuda de los leones. Trujillo, asignado a Castilla, fue conquistado por D. Fernando Rodríguez de Castro, después de los intentos del rey portugués Alfonso I de obtener la plaza, cuyo alférez Gerardo Sempavor entró en ella ocupándola efímeramente.

D. Fernando Rodríguez de Castro era conocido como Señor de Trujillo. Después su hijo D. Pedro Fernández de Castro entregó Trujillo al rey Alfonso VIII que había fundado ya Plasencia en 1186; este monarca concedió las rentas de la ciudad y todo su término a la orden de Calatrava. Así lo explica el cronista del s. XVI Fray Alonso Fernández en su libro “Hª y Anales de la ciudad y Obispado de Plasencia” en el capitulo 4ª: “…la Historia de Alcántara, folio 8 refiere que el rey D. Alfonso de Castilla fundador de Plasencia por particular privilegio, año 1195 dio al Maestre del Pereyro D. Gómez Fernández Barriente la villa y Castillo de Trujillo, donde hubo también casa y convento de la orden del Pereyro, que después se llamó Alcántara. “Dice, además que la orden que Pereyro también se llamó orden de Trujillo: “Así por algunas escrituras de la Orden (de Alcántara) se llamó este Fray Gómez Fernández maestre de Trujillo, aunque fue maestre del Pereyro”.

El termino o alfoz de Trujillo era de enorme dimensiones ya que abarcaba desde el río Tajo hasta el Guadiana, lo que suponía una gran dificultad tanto para defenderlo como para repoblarlo. Por este motivo no pudo hacer frente a los nuevos invasores islámicos: los Almohades, que en el 1196 lo conquistaron quedando de nuevo Trujillo bajo el poderío musulmán, hasta su reconquista definitiva en el año 1232.

LA SEGUNDA RECONQUISTA DE TRUJILLO. LA VIRGEN DE LA VICTORIA.

El imperio Almohade fue derrotado por el rey Alfonso VIII en la batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212. Después de esta batalla, el avance cristiano es cada vez más importante, tanto por la zona castellana extremeña como por la zona leonesa. Así el rey de León Alfonso IX conquistó Alcántara Cáceres Montánchez, Badajoz y Mérida.

Alfonso VIII en 1186 había fundado en la aldea de Ambroz junto al valle del río Jerte, la ciudad de Plasencia como enclave político y militar; enclave militar para asegurar el dominio de toda la Transierra y para que sirviera de punto de partida para sucesivas conquistas y luchas contra los musulmanes. Pero también su fundación tiene un carácter político, para contrarrestar el poder tan grande que tenían ya las Ordenes Militares en Extremadura, que mermaban el poder de la Corona, según D. Julio González.

Uno de los primeros objetivos de las huestes placentinas fue apoderarse de las plazas fuertes que defendían el paso del Tajo para después poder conquistar Trujillo.

Durante la época almohade la ciudad intensificó sus sistemas defensivos levantando sus barbacanas y fortificando sus imponentes torres albarranas, haciéndola aun más inaccesible.

Pero las huestes placentinas la conquistaron definitivamente durante el reinado de Fernando III el Santo en 1232.

El éxito de las huestes placentinas estaba basado en tres pilares fundamentales. Uno era el gran ejercitamiento que tenían en la lucha, ya que esta zona estaba situada en el paso por donde tanto los cristianos como los musulmanes hacían sus “razzias”, sometiendo a la población a toda clase de pillaje, teniendo que defenderse y luchar una y otra vez, lo que hizo de ellos hombres curtidos para toda clase de lucha y aventuras.

Además con el Obispo D. Domingo, los soldados placentinos habían intervenido en las compañías que el rey Fernando había llevado a cabo a principio de su reinado por tierras andaluzas donde cercaron y conquistaron Pliego y Loja entre otras fortalezas; así lo comenta el cronista “… revolvieron sobre Pliego, lugar tan fuerte que los moros tenían recogidas en el sus haciendas para mayor seguridad. Con todo, le entraron… pasando a cuchillo a mucho de los que dentro estaban y tomando por prisionero a los demás… Esta resolución valerosa fue advertencia a los moros para que no se pusieran en resistencia…”.

El segundo pilar en que se basó su éxito fue el de la perfección técnica de su armamento, como veremos en el capítulo que hemos dedicando a la armo logia empleada.

La tercera causa del éxito era el espíritu de cruzada que mantuvieron los extremeños, igual que los demás españoles en esta guerra, ya que deseaban a toda costa que la bandera de la media luna dejara de ondear sobre el solar extremeño y sobre todo el solar hispánico. El triunfo del cristianismo sobre el Islam era la gran meta; de aquí su gran fe en que la divina Providencia les acompañaba en la lucha. El mismo rey S. Fernando realizaba sus campañas acompañado por la simbología cristiana, la Cruz junto a la espada y la imagen de la Virgen junto a sus pendones.

Trujillo por su situación y sistemas defensivos, protegida por la imponente muralla, con sus borbacanas, torres albarranas, etc, parecía una ciudad inexpugnable, pero cayo en manos cristianas en 1232. Cuando las huestes placentinas, al mando de su obispo y acompañadas de las Ordenes Militares, llegan a las puertas de la ciudad, aunque tenían suficiente experiencia para asaltarla y apoderarse de la misma, sin embargo la lucha se presentó muy encarnizada ya que los musulmanes no querían perder una de sus ciudades más importantes. Pero la fe de estos soldados en la Providencia divina, invocando la protección de la Virgen, obró el milagro y los cristianos triunfaron arrebatando la ciudad a los moros y gracias a la intervención de la Virgen obtuvieron una resonada Victoria. La Torgiela islámica pasó a convertirse en la Turgalium o Trujillo cristiana el 25 de enero de 1232.

No es de extrañar, que desde este momento, la ciudad de Trujillo nombrara como su Patrona a la Stma. Virgen bajo la advocación de la Victoria, es decir, su patrona será desde ahora y “para siempre jamás” nuestra Señora de la Victoria.

Así nos lo relata el cronista Fray Alonso en el capítulo IX, pag. 62: “Año 1232, día de la conversión de San Pablo en 25 de Enero el Obispo de Plasencia don Domingo, compete de gente de guerra desta ciudad y con los frailes de las Ordenes militares y el maestre del Pereyro, llamado fray don Arias Pérez, que se señaló mucho en la conquista de Mérida y Badajoz, ganaron a Trujillo de los moros, que se habían apoderado della.

A continuación da detalles de las fuentes que él ha utilizado para las anteriores afirmaciones, de esta forma: “Así lo refieren los Anales que tiene la iglesia de Toledo, que son de mucha autoridad, porque según el estilo dellos, se escribían las cosas cuando pasaban. En ellos se hallan las palabras siguientes:

Los Frailes de las Ordenes y el Obispo de Plasencia prisoeron a Truxillo día de la conversión festo Pauli en genero…” Juan de Mariana en el libro 12 Capitulo 16 dice” Anno millesimo duocentísimo trigésimo segundo, etc. A militus sacris, junctis eum Placentino Episcopo viribus, Castra Julia in Vectonibus de Mauris capta ad octavam Kalendarum Februaril” (Año mil doscientos trigésimo segundo… Militares sagrados (Ordenes Militares) junto con el señor Obispo Placentino, Castra Julia (Trujillo) en Vetonia arrebataron a los Moros en la octava Kalenda de Febrero.

El cronista lo explica de la siguiente forma “De suerte que el Obispo de Plasencia los capitaneó y juntando las fuerzas de la ciudad de Plasencia con las de las Ordenes Militares, ganaron de los Moros a Trujillo”.

Muy interesante es el párrafo donde Fray Alonso relata con gran expresividad la protección de la Stma. Virgen al ejercito cristiano para conseguir la victoria sobre los moros y como consecuencia de esto y en agradecimiento a la Madre de Dios, se la construyó una ermita donde se la veneraba con la advocación de Nª Sª de la Victoria: “Ya se refirió el favor que nuestra Señora hizo a los cristianos en esta conquista de Trujillo y que en memoria y hacimiento de gracias, levantaron una ermita de nuestra Señora de la Victoria, y se va a ella en procesión este día”.

Después, habla del milagro que hizo la Virgen para lograr el triunfo sobre los musulmanes, apareciéndose al ejercito cristiano sobre la muralla de la ciudad, también se refiere la inscripción que dejaron los conquistadores en la torre de la muralla aludiendo a este milagro para perpetuar la memoria de tan sorprendente hecho, para que los trujillanos de todos los tiempos lo tuvieran siempre presente en lo más profundo de sus almas como así ha sido; esto se traducirá en la inmensa devoción a su patrona, a esta Virgen de la Victoria, que después de ocho siglos sigue cada vez más vida en el corazón de los hijos de Trujillo, como demuestra el acto de la Coronación del que ahora celebraremos su cincuenta aniversario.

La inscripción, según el cronista estaba en el sitio de la muralla donde se apareció la Virgen y dice lo siguiente: “En la parte de los muros y torre donde se apareció nuestra Señora, haciendo guerra a los moros, están estos versos:

En esta torre Juliana
donde con verdad se muestra
Sacra Virgen soberana
contra la gente pagana
os mostrasteis Madre nuestra

El primer verso que alude a “torre Juliana” se refiere a Trujillo, cuyo nombre proviene de la denominación romana “Turris Juliae” llamada así por llevar el nombre de su fundador Julio Cesar según el escritor latino Plinio en su libro 4, cap. 22; es la famosa Turgalium romana, que pasará a ser cristiana definitivamente en 1232, como hemos ya comentado.

LAS ARMAS UTILIZADAS EN LA RECONQUISTA DE TRUJILLO.

Para el estudio de este capítulo hemos utilizado los textos existentes en el Instituto de Armas de los Srs. Hoffmeyer de Jaraiz referentes a este periodo, como hemos dicho en la introducción.

Así mismo nos ha sido de gran valor documental el “Fuero de Plasencia”, que fue otorgado por el rey Alfonso VIII cuando fundó la ciudad en 1186.

En él se dan una serie de privilegios y franquicias para facilitar la convivencia a los nuevos pobladores, y también las normas necesarias para esta convivencia.

Pero, además, se detallan con precisión todos los elementos esenciales para la lucha, tanto ofensivas como defensivas, de tal manera, que podamos ver a través de los distintos artículos y leyes del Fuero, como si de una película se tratara, toda una hueste en marcha, preparada para el combate contra los musulmanes: caballeros, ballesteros, saeteros, atalayadores… con todo su armamento y con la seguridad de que todos los derechos y deberes de los hombres que intervenían en el combate estaban garantizado por Ley en el Fuero, incluido el botín.

En el Fuero se dan, pues, una serie de normas para que la lucha contra el enemigo fuera lo más eficaz posible y se exige un tipo de armamento apropiado para tal fin. Por el podemos apreciar las armas que se emplearan en las campañas bélicas de la reconquista de Trujillo.

1º. Las armas de los caballeros de infantes.

Para todos los hombres del “fonsado” se dan una serie de normas para que su labor resulte lo más eficaz posible. Así el Fuero establece el tipo de armas que debe usar en la lucha, tanto defensiva como ofensiva, pues de ellas dependerá en gran manera el éxito.

Entre las armas defensivas destacan aquellas que deben protegerles de las armas enemigas, como son los trajes que el caballero debe usar en el combate. Estos trajes han de estar formado por la LORIGA y el “YELMO” o “CAPIELLO” esencialmente, según lo manda el Fuero en el Título 496, Ley V: “Caballero que ena hueste… Loriga con yelmo etcon capiello, aya racionentrega. Lorigón a media ración, yelmo por ssiquarta parte de ración entrega…

La LORIGA era una malla de hierro realizada con anillos entrelazados; tenían mangas largas para proteger los brazos, y cubría todas las partes del cuerpo hasta los pies. Además de la Loriga, se podía utilizar el Lorigón, que era una variedad de la Loriga; era más corto que aquella y estaba formado por escamas de metal; es el precursor de las corazas que comenzaron a utilizarse en el s. XIV y que tanta importancia tendrán en los siglos posteriores especialmente en la época de Carlos V.

EL yelmo era una especie de casco que servía para proteger la cabeza. Los de esta época solían ser cilíndricos, formados por cuatro o cinco placas de hierro reforzados con cintas de metal; eran muy pesados e incómodos, pero imprescindibles para protegerse de las grandes lanzas, espadas, ballestas, etc; son los llamados “yelmos de tonel” según Dª Ada Brunh de Hoffmeyer; estaban forrados y adornados con figuras heráldicas. El CAPIELLO era también otra especie de casco y servía igualmente para proteger la cabeza; podía ser de cuero o de metal, con alas cortas o largas.

Además, el caballero se armaba con Escudo, Lanza y Espada. Así lo manda el Fuero en el Titulo 496: “Caballero que en’na hueste escudo et lanza non levare, et espada, media ración prenda”. Los Escudos eran de diversos tipos, el más corriente era en forma de “U”, pero también los había triangulares y de forma almendrada. Solían ser largos y de madera forrados de cuero, decorados con los blasones del dueño. Existía otro tipo de escudo llamado “Adargas” de influencia morisca que eran menos pesados.

Las LANZAS también eran variadas: unas eran largas, de hierro con un nervio en el centro, parecidas a las Dagas; otras eran cortas y fuertes, en forma de hoja de oliva, con tubos largos o cortos, y con aletas entre la hoja y el tubo.

Pero el arma principal era la ESPADA, de las que existía gran variedad. Las había de ceremonia, utilizadas para armar caballeros, que estaban muy decoradas, las espadas de ceremonia estaban ricamente adornadas principalmente en su empuñadura, con incrustaciones de oro, plata, piedras preciosas. En el tesoro de la Catedral de Sevilla está expuesta la espada de San Fernando, cuya empuñadura es Cristal de roca, ágata y plata, fabricadas entre 1240 y 1250. Había otro tipo de espadas más cortas eran las de ceñir, de las que también existían distintas variedades. Pero aquí el Fuero alude a las de guerra que eran espadas grandes, de gran consistencia, pero sencillas, por tanto de gran eficacia ya que era la que interesaba para la lucha.

La Infantería jugaba también un papel importante en la hueste; el infante tenía que armarse con lanza y Azcona o Porra, como manda el Fuero en el Título 496 “El peón que lanc, a et azcona o porra non levare, non prenda nada…”.

Las BALLESTAS fueron una de las armas de mayor eficacia para el asalto de las ciudades. Los ballesteros son dominados en el Fuero Saeteros y distingue dos tipos: los saeteros de infantería y los saeteros caballeros. Los primeros han de llevar arco o ballesta con dos cuerdas y cien saetas, mientras el saetero caballero llevará las mismas armas excepto el número de saetas que será el doble, doscientas. Así lo estipula el Fuero en el Título 496 “… el saetero o peón que arco o ballesta con dos cuerdas et saetas llevare, prenda media ración por ella… El saetero caballero por esta manera qui arco o ballesta levare con dos cuerdas e doscientas saetas, prenda por ella media ración…”.

Las BALLESTAS también eran variadas, las había de diversos tipos y tamaños. Unas era de “estribera pequeña, para un pie; otra era de “estribera” grande, para dos pies, que necesitaba de un gancho especial en el cinturón del guerrero para tensarlas. Este tipo de ballesta fue la utilizada en la reconquista de Trujillo, que es a la que alude el Fuero.

Otros tipos de ballestas eran las algarradas, las manganas y los trabuquetes. Estos se utilizaban para lanzar piedras unos objetos incendiarios dentro de los muros de las ciudades, funcionaban también con cuerdas o a veces con un contrapeso. Este tipo de ballesta pensamos que no se utilizó en asalto a Trujillo pues el Fuero no dice nada de trabuquetes.

2º. El equipamiento ecuestre.

El caballo era imprescindible y esencial en cualquier campaña bélica de la época, y el éxito de la victoria dependía mucho de las condiciones del animal. Por este motivo, cuando se pone en marcha la hueste o el “fonsado” tenían la obligación de ver las condiciones en que se encontraban los caballos que intervendrían el la lucha, retirando los que no cumplieran los requisitos necesarios para la lucha, como lo expresa el Fuero en el Titulo 498 “… los alcaldes et el juez de cada una población, por buena que escoia caballeros para ataleadores tales que ayan buenos caballos, et si por ventura el juez o los alcaldes algún caballero viere que non oviere buen caballo… saquenle fuera et metan otro en so logar…”

El equipamiento del caballo estaba de acuerdo con la función primordial que desempeñaba en el combate. Por eso tenían que estar muy protegidos. La protección de la cabeza se conseguía con las “Testeras” de cuero bollido; para proteger el resto del cuerpo se le ponían una cobertura larga, que podía ser de tela fuerte o de cuerpo crudo; en algunos casos podía ser de malla de metal como las lorigas, por lo que se las llamaba “lorigas para el caballo”.

Los caballos estaban equipados con los estribos que eran muy simples; también se utilizaban espuelas sencillas, pero grandes, semejantes a las que usaban los moros, de las que conservamos un ejemplar en el Museo Arqueológico de Cáceres según Dª Ada Brunh de Hoffmeyer. Las Sillas de montar eran de distintos tipos dependiendo del gusto de los artesanos; algunas tenían influencia islámica, eran las llamadas cordobesas o andaluzas. El otro tipo más corriente era el llamado “gallego”.

Todas estas armas que están reflejadas en el Fuero de Plasencia sirvieron para cumplir con creces con el fin principal para lo que fue fundada la ciudad. La lucha contra los musulmanes, conquistando con éxito, primero, la inexpugnable ciudad de Trujillo y después colaborando con la corona en la reconquista del resto de Extremadura y de Andalucía.

Por este motivo el Fuero regula minuciosamente la fabricación de armas así como la venta de ellas. Había destacados expertos en este tipo de artesanía; el Fuero habla de los menestrales dedicados a ellas, de los curtidores que trabajaban el cuero para los equipos defensivos, de los ferreros o herreros, forjadores de lanzas, espadas, escudos… etc; también habla de los ballesteros y saeteros como expertos artesanos…

El suministro de armas, su calidad, eficacia y distribución estaban garantizados. Pero además de las armas, el valor de los hombres, el coraje y su ejercitamiento eran las claves esenciales para el éxito en las campañas de los buenos guerreros placentinos y extremeños.

EL ESCUDO DE TRUJILLO Y LA VIRGEN DE LA VICTORIA.

Mucho tuvieron que ver en la elección de las simbologías y blasones del Escudo de Trujillo los primeros repobladores de ella. Estos fueron algunos de los caballeros de las huestes placentinas que conquistaron la ciudad ayudados por la protección de la Virgen. Estos repobladores van a constituir los linajes más importantes de Trujillo a lo largo de su historia, como son los Altamiranos, los Chaves, los Bejaranos, los Añascos, los Orellanas, los Pizarros… etc. A todos ellos se las concedió el privilegio de población, que les daba derecho a desempeñar los cargos del Concejo y además el señorío sobre las tierras de la jurisdicción de la ciudad, con casa solar.

El historiador del s. XVI Fray Alonso, en el Cap. IX de su libro, pag. 63 después de hablar de victoria de los cristianos sobre los moros por intersección de la Stma. Virgen apareciéndose sobre la parte muralla que estaba entre dos torres dice: “Desde este día, tomó Trujillo por armas (Escudo) una nuestra Señora sobre los muros entre dos torres”.

En efecto, todos los escudos que conocemos desde la época medieval has nuestros días nos sorprenden por la magnificencia con que está representada la Virgen de la Victoria entre dos torreones y una parte de la muralla donde se apreció; en todas las representaciones se manifiesta con las características propias de los distintos estilos. Así, en las primeras, la Imagen apunta algunos rasgos goticista, pero dentro del estilo románico tardío, apareciendo siempre con su Hijo. Después en los s. XIV y XV, será el naturalismo propio del gótico el que predomine en todas las representaciones. En el s. XVI aparecerá con la singular belleza del clasicismo renacentista… para ser venerada hasta la actualidad, en que festejamos el cincuenta aniversario de su Coronación, estando presente en todos los eventos sociales, religiosos y culturales de Trujillo, como son estos Coloquios históricos que estamos celebrando.

El Escudo fue confirmado por el mismo rey Fernando III el Santo y desde entonces está presente en todos los monumentos de la Ciudad, tanto civiles como religiosos. Así, le vemos representado en los conventos, como en la portada de S. Francisco y de S. Pedro, en la iglesia de S. Martín, en la portada del Ayuntamiento, en las claves de la bóveda de S. Francisco y del Ayuntamiento viejo. También aparece en edificios privados, como en las portadas de la dehesa de los Caballos y de las Yeguas, o en la casa de los Fieles…

En unos escudos se representa a la Virgen de tres cuartos, en pie y con el Niño Jesús en brazos; en el de S. Francisco se representa de cuerpo entero, con el Niño sostenido por una mano y en la otra lleva un lirio.

Pero donde la Virgen de la Victoria aparece en todo su esplendor y propia de su dignidad, es la Imagen del Castillo, desde donde la Patrona preside dentro de la hornacina de su capilla situado en lo más alto de la muralla, toda la vida de esta “La Muy noble y Muy Leal Ciudad de Trujillo”.

Se trata de una bellísima escultura en piedra realizada por el maestro cantero Diego Duran en 1583, con algunos retoques posteriores realizados por el escultor Juanes de la Fuente. Es de estilo clásico renacentista con reminiscencia del gótico tardío.

Representa a la Virgen en posición de contraposto o adelantando la pierna izquierda lo que le da un cierto movimiento, a su vez sostiene con sus manos a su Hijo, hacia el que inclina su bellísimo rostro; Este bello rostro de la Virgen tiene una expresión de una dulzura sorprendente que cautiva a todo el que la contempla. Las facciones son de gran perfección técnica tanto la de la Virgen como la del Niño, cuya anatomía del cuerpecito desnudo, así como las manos de la Virgen y el plegado dl manto y de la túnica, están magníficamente modelados.

En fin, una bellísima Imagen de la Virgen de la Victoria para una gran ciudad. Trujillo ¡¡Trujillo!!. Un rey Santo, Fernando III, fue tu primer monarca, pero a la vez, la Divina Providencia te concedió una gran reina: la Virgen de la Victoria.

Tus hijos, no solo han sabido consolidar e intensificar su devoción hasta la actualidad, como demuestra la conmemoración del cincuenta aniversario de su Coronación, sino que un día de hace más de cinco siglos decidieron extender su devoción por todo el mundo. Y una pleyade de valientes soldados, capitaneados por uno de tus hijos más ilustres: Francisco Pizarro, salieron de tu solar para realizar junto a otros aguerridos extremeños la gran gesta Americana. De nuevo se volverá a repetir la historia de tu reconquista, la Cruz volverá a ir unida a la espada y la bandera española ondeará, junto al pendón de Trujillo presidido por la Stma. Virgen de la Victoria, por todo el Nuevo Mundo, ya que el espíritu de cruzada que los extremeños y españoles habían mantenidos durante los ocho siglos de Reconquista, luchando contre fieles y herejes, será el mismo espíritu el que invada a estos héroes y una de las claves esenciales de la conquista americana.

Y estos valientes hijos tuyos, junto a otros extremeños, llevaran a América ese espíritu de Cruzada para evangelizar a los nuevos infieles: las poblaciones indígenas. Estos hombres conquistaron para su Emperador Carlos V un enorme continente, pero también lo conquistaran para su Dios, extendiendo en todas las direcciones de su inmenso solar la doctrina cristiana junto al amor de tu querida patrona la Virgen de la Victoria, y llevando su Imagen por todos los lugares donde ponían sus pies cualquier trujillano.

¡¡ Enhorabuena Trujillo!! por haber escrito como pocas ciudades del mundo, estas páginas tan gloriosas de tu historia y de la historia de España, ¡Muchas gracias! a la “MUY NOBLE Y MUY LEAL CIUDAD DE TRUJILLO”.

Oct 012003
 

Óscar Cerro de la Paz.
1. LOS EFECTOS DE LA REVOLUCIÓN GLORIOSA
Cuando en septiembre de 1868 un grupo de generales se alzaron contra la reina Isabel II no pudieron imaginar el alcance, que aquel suceso tendría en el desarrollo de los derechos ciudadanos, ya que con su insubordinación a la monarquía habían creado un escenario propicio para la puesta en funcionamiento de reformas democráticas muy codiciadas por un pueblo deseoso de libertades.

 

… debido a lo extenso de este artículo, se ha procedido a convertirlo en archivo para descargarIcono pdf

Oct 012003
 

José Antonio Sánchez de La Calle y  María del Rosario Leonato González.

1.- Presentación

Desde hace tiempo los autores tienen en mente la realización de una bibliografía placentina estructurada en tres amplios apartados: libros, artículos y revistas escritos por autores naturales de Plasencia o que residieron durante un tiempo considerable en la ciudad; que fueron publicadas por alguna imprenta en la misma; o que el tema tratado en la obra estuviera relacionado en mayor o menor medida con la ciudad del Jerte.

En ese sentido, se ha trabajado en diversas bibliotecas públicas, como la Biblioteca Nacional de Madrid, la “Rodríguez-Moñino” de Cáceres, la de “Santa Ana”, de Almendralejo, la Municipal de Plasencia, el Centro de Documentación de Alcalá de Henares y la de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres. También se han utilizado los fondos de algunos particulares. Con todo ello se ha obtenido hasta el momento en torno a 1.300 libros, 1.400 artículos e innumerables revistas que reúnen las características citadas anteriormente.

La dinámica seguida para fichar los trabajos ha consistido en consignar apellidos y nombre del autor, título de la obra, lugar de edición, fecha y organismo que lo publicó. También se anota el número de páginas, el tamaño y el tema al que pertenece la publicación. Posteriormente se realiza un resumen del contenido del libro, que oscila entre 10 y 20 líneas.

Próximo a terminar el primer volumen, dedicado exclusivamente a los libros fichados, ofrecen en esta ponencia una breve síntesis de lo que será la futuraBibliografía de Plasencia. Para ello, y tras establecer las categorías en las que se clasificarán los numerosos ejemplares, se inserta en cada temática un ejemplo de ficha con todos sus elementos completos.

2.- Catalogación de temas

Se ha creído conveniente clasificar el “corpus” de los libros en veinticuatro temas, cuya relación es la siguiente: Antropología-Sociología, Arte, Bibliografía, Biografía, Ciencia-Biología, Ciencia-Física, Ciencia-Matemáticas, Ciencia-Veterinaria, Deportes, Derecho-Jurídico, Economía, Enciclopedia, Filosofía, Gastronomía, Geografía, Guía, Historia, Lengua-Literatura, Medicina, Música, Pedagogía, Política, Prensa y Religión-Iglesia. A este grupo se le ha añadido otro titulado “Dudosos”, en el que tienen cabida algunas obras que no han podido ser adscritas a ninguno de los temas homogéneos clásicos enumerados anteriormente. Se trata de libros que tocan una temática muy variada.

3.- Ejemplo de cada uno de los temas

3. 1.- Antropología-Sociología:

MARCOS ARÉVALO, JAVIERLa Construcción de la antropología social extremeña (Cronistas, interrogatorios, viajeros, regionalistas y etnógrafos). Madrid, 1995. Editora Regional Extremeña. Universidad de Extremadura, 676 págs., 17 X 224 cms. Los capítulos de que consta la obra giran en torno al discurso preantropológico de los siglos XVI al XVIII, el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura en 1791, los viajeros como antecedentes preetnográficos, las monografías históricas locales, culturales y folklóricas extremeñas, la Revista de Extremadura y Archivo Extremeño, y el proyecto alóctono de la Encuesta del Ateneo de Madrid realizada entre 1901 y 1902. Las noticias sobre Plasencia son numerosas, y están relacionadas con personajes como Domingo Sánchez Loro, Fray Alonso Fernández, Luís de Toro, Vicente Barrantes Moreno, Alejandro Matías Gil, J. F. Arroyo Mateos (y su Breve historia, episcopologio y santoral de la Diócesis de Plasencia), José María Gabriel y Galán, Eduardo García Monge, José Varona y Vargas, Vicente Paredes y Guillén, José Benavide Checa (su obra sobre el Fuero), Tomás López (y su Diccionario Geográfico) y J. M. Barrio Rufo. También se ocupa de los sínodos diocesanos del obispado, la caza, la albeitería, las circunscripciones territoriales en nuestra ciudad y las respuestas al Interrogatorio de 1791. Por último, ofrece información sobre los viajeros que pasaron por Plasencia, el bandolerismo, los periódicos El Extremeño y El Norte de Extremadura, el folklore y las costumbres del siglo XIX. Antropología-Institución.

3. 2.- Arte:

LÓPEZ MARTÍN, JESÚS MANUELLa arquitectura en el Renacimiento placentino. Simbología de las fachadas. Cáceres, 1986. Institución Cultural “El Brocense”, 214 págs., 17 X 24 cms. El autor describe el estilo renacentista y el contexto histórico en el que se desenvuelve en una introducción. El primer capítulo está dedicado a la fachada norte de la catedral placentina, incidiendo en el tratado de Diego de Sagredo y los elementos constructivos, la influencia italiana de la estructura, su iconografía y la iconología. Lo mismo puede decirse de la fachada de la Sacristía y de la meridional o del Enlosado (capítulos segundo y tercero): iconografía, iconología y el espacio arquitectónico. En la segunda parte de la obra se encarga de analizar la fachada del palacio Episcopal, utilizando la misma metodología que en anteriores apartados. Por último, estudia la Casa del Consistorio, profundizando en los aspectos populares y cultos del diseño de la obra. Junto a las fuentes y la bibliografía, el libro contiene un interesante anexo fotográfico de diversas partes de la catedral. Arte-Institución

3. 3.- Bibliografía:

EDITORIAL SÁNCHEZ RODRIGO, S.A., Catálogo de Libros Escolares. Curso 1967-68. Plasencia, 1967. Editorial Sánchez Rodrigo, 16 págs., 15,5 X 21 cms. La Editorial Sánchez Rodrigo, ubicada en la calle Nuño Pérez de Monroy, de Plasencia, fue una de las que más dejó sentir su peso en el ámbito de la pedagogía extremeña. Cada año solía sacar un catálogo para exponer su oferta educativa a los profesionales de la enseñanza y al público en general. En esta ocasión insertan las diferentes ediciones de Rayas, el método para leer y escribir de Ángel Rodríguez Álvarez, el maestro de Serradilla inventor del sistema; el Nuevo Rayas; los Cuadernos de Escritura Escolar; Mirador; Ana y Pepe; Yo, Primeras Lecturas Escolares; Umbral, Primeras Lecturas Escolares; Nosotros, Primer Libro de Lectura Corriente; Rueda de Espejos; Mi Costurero; Mi infancia en tus manos; Yo vivo aquí; Yo soy extremeño; Panoramas; Faro; Enciclopedia Escolar; Formación Cívica y Social; Turismo y Comprensión Internacional; La Palabra de Dios; Hijos Ilustres de España; Enseñanza del Lenguaje; Nociones y Tablas de Aritmética; Mes de Mayo; La Escuela por Dentro; Registro Escolar; Registro de Matrícula; Diccionario Humorístico; y Plasencia.Bibliografía-Pedagogía.

3. 4.- Biografía:

FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, TEODOROEl discutido extremeño Cardenal Carvajal (D. Bernardino López de Carvajal y Sande). Cáceres, 1981. Institución Cultural “El Brocense”, 144 págs., 15 X 21 cms. El autor manifiesta en el prólogo su admiración por el personaje biografiado, del que afirma que fue una víctima del menosprecio, de los muchos prejuicios motivados por su desviación hacia el cisma de Pisa, de la apatía de algunos paisanos y del duro juicio de algunos historiadores puritanos. El Cardenal nació en Plasencia en 1456 en la llamada casa de las Dos Torres y estudió en Salamanca, alcanzando los grados de Licenciado, Doctor en Teología y Rector en la cátedra de “Prima”. Posteriormente marchó a Roma para ampliar estudios jurídicos, colocándose bajo la protección del cardenal Mendoza. Su vasta cultura deslumbró pronto en la corte papal de Sixto IV, siéndole encomendada la Nunciatura Apostólica de España. Llegó a poseer cinco obispados españoles y seis italianos, numerosos beneficios eclesiásticos y el “Gran Patriarcado de Jerusalén”. Destacó asimismo como diplomático ante el Papa y las cortes europeas, recibiendo como reconocimiento el capelo cardenalicio. Su personalidad, basada en la virtud, la firmeza y la integridad moral, no impidieron su lamentable desviación, pero el valor con el que supo arrepentirse de sus fallos humanos le hizo merecedor de su rehabilitación. La obra analiza los orígenes del cardenal hasta su llegada al Obispado de Badajoz, el traslado a Roma y sus actuaciones, las raíces del cisma y su evolución, y el españolismo cardenalicio.Biografía-Institución.

3. 5.- Ciencia-Biología:

G.E.N.D.EX. (GRUPO PARA EL ESTUDIO DE LA NATURALEZA). Vegetales leñosos de Extremadura. Plasencia, 1990, 102 págs., 18 X 23 cms. Obra elaborada por los profesores Inmaculada Blanco Clemente, Jesús de Castro García, Liberto Rodríguez González y Heliodoro Vázquez Merchán, que concede gran relevancia a la clasificación de las distintas especies vegetales extremeñas y, particularmente, a las del Norte de la provincia de Cáceres. Se incluyen unas claves sistemáticas, complementadas con una descripción específica profusamente ilustrada, que permite su correcta identificación. También se describe la flora ornamental, pues su localización, generalmente en el interior de los núcleos urbanos, las hace idóneas para comenzar a familiarizarse con las plantas. La intención de los autores no ha sido realizar una obra exhaustiva, si bien se incluyen 131 géneros y 238 especies, que abarcan la casi totalidad de las categorías leñosas regionales. El plan general incluye el modo de empleo de las claves, la morfología, la ecología (biogeografía, bioclimatología y bosque mediterráneo), la clave general, la descriptiva y las específicas, el glosario, las sugerencias didácticas y los índices. La relación existente con el estudio y nuestra ciudad radica en el hecho de que la mayoría de los ejemplares utilizados fueron recogidos en las inmediaciones de Plasencia. Ciencia-Biología.

3. 6.- Ciencia-Física:

GARCÍA MORA, JOSÉApuntes sobre física y otras materias. Aplicación de los Principios de física y mecánica a la industria y a las artes. Entretenimientos de D. José García Mora, Presbítero, Párroco del Salvador de Plasencia, provincia de Cáceres durante la suspensión del ejercicio de su Ministerio. Plasencia, 1909. Imprenta y Encuadernación de M. Ramos. A lo largo de sus páginas se pueden leer multitud de curiosidades e ideas del autor sobre física. Los temas en los que más se incide durante sus cuarenta y nueve capítulos son la defensa del “horror vacui”, la física recreativa y la vuelta a los clásicos, aunque el desarrollo del texto es desordenado en general. Algunos de los apartados tratan también sobre teología, lenguaje y filosofía. La tesis fundamental de su obra es la resistencia de la naturaleza al vacío, y sorprende que se defienda este presupuesto en 1909, una vez comenzada la revolución de la física con la relatividad y las ideas cuánticas. Es muy posible que la concepción que tenía García Mora hundiera sus raíces en los textos clásicos que debió leer durante su formación, así como en numerosas lecturas anacrónicas. Ciencia-Física.

3. 7.- Ciencia-Matemáticas:

MENDIOLA MUÑOZ DE MORALES, VICENTEApuntes de Matemáticas III. Plasencia, 1980. Editorial Sánchez Rodrigo, 110 págs., 17,5 X 24 cms. V. Mendiola fue catedrático de matemáticas en el Instituto Nacional de Bachillerato “Gabriel y Galán” de Plasencia. En su obra desarrolla diecisiete temas centrados en el producto escalar euclídeo, las razonas trigonométricas de los ángulos, las relaciones entre los elementos de un triángulo, la trigonometría, las ecuaciones, los ángulos de dos rectas, la ecuación de la circunferencia, la elipse, la hipérbola y la parábola, la representación gráfica de los números complejos, las derivadas, las funciones el teorema de Rolle, las integrales y la probabilidad. Ciencia-Matemáticas.

3. 8.- Ciencia-Veterinaria:

CALVO, FERNANDOLibro de Albeitería. En el cual se trata del caballo y mulo y jumento, y de sus miembros y calidades y de todas sus enfermedades, con las causas y señales y remedios de cada una de ellas… Alcalá, 1602, 249 págs., 20 X 25 cms. Fernando Calvo es una de nuestras mayores glorias científicas, no sólo por esta obra, clásica de la albeitería, sino por haber glosado y popularizado la de Francisco de la Reina, que descubrió la circulación de la sangre. El primero de los cuatro apartados en los que se divide el texto se centra en la descripción de los animales, sus características y enfermedades; acompañados de la exposición de las teorías galénicas de los espíritus vitales y las humorísticas de Hipócrates, algunas nociones anatómicas del momento tomadas del italiano Grisone, los modelos quirúrgicos de Guy Cahuliac, y algunas aportaciones de médicos españoles como Luís Mercado y Bartolomé Montaña de Montserrat. El segundo se acompaña de varias recetas donde se exponen las diferentes experiencias realizadas sobre el tema; mientras que el tercero se encarga de describir las propiedades curativas de las plantas y las hierbas, basándose en las teorías botánicas y farmacológicas de Aristóteles, Plinio y Discórides. La última entrega está dedicada a un temario preparado para superar las pruebas del Protoalbeitariato. La obra incluye como colofón una composición poética, “Diálogo del arte de herrar”, en octavas reales. Ciencia-Veterinaria.

3. 9.- Deportes:

GÓMEZ ORANTOS, ANTONIO50 años de baloncesto en Plasencia. Apuntes históricos del baloncesto en Extremadura, 1944-1994. Cáceres, 1996. Edición del autor, el Ayuntamiento de Plasencia y el Club de Baloncesto “Ambroz”, 248 págs., 17 X 23 cms. Prologado por Antonio Martín Oncina, presidente del C.B. “Ambroz”, se compone de diferentes capítulos, el primero de los cuales, titulado “La Prehistoria del baloncesto en Plasencia (1943-1944)”, se corresponde con los primeros tiempos del citado deporte en nuestra ciudad. El segundo abarca el período cronológico comprendido entre 1954 y 1968, y se titula “La Edad Antigua”, incluyéndose dentro del mismo los comienzos y el ascenso a Segunda División. Por su parte, “La Edad Media: regreso a Segunda División”, incluye el período de 1969-1978. Y el siguiente, “La Edad Moderna” (1978-1994), contiene dos partes: la primera se dedica al nacimiento del “Ambroz”, en 1978; y la segunda, al “Baloncesto en Primera División”, a partir de 1994. El quinto capítulo se compone íntegramente de los apuntes históricos del baloncesto en Extremadura; e incluye datos sobre Cáceres, Badajoz, Mérida, Trujillo, Navalmoral de la Mata, Coria, Don Benito, Villanueva de la Serena, Jerez de los Caballeros y Almendralejo. Por fin, se incluye un último apartado sobre el baloncesto femenino. Deportes-Historia.

3. 10.- Derecho-Jurídico:

BARBERO SANTOS, MARINOLa pena de muerte, problema actual. Murcia, 1964. Publicación de la Universidad de Murcia, 39 págs., 17 X 25 cms. El contenido de la obra se nutre de la conferencia pronunciada por el autor el 27 de abril de 1964 en el Paraninfo de la Universidad de Murcia, con motivo de la incorporación al Claustro de Profesores de M. Barbero. La obra analiza los argumentos racionales a favor y en contra de la pena capital, su posible sustitución, y el lugar que ocupa en el Derecho comparado y el español. En las conclusiones se admite que la pena de muerte podría ser abolida desde un punto de vista jurídico y sociológico. Aunque, añade el autor, su prescripción dependería también del poder político, un aspecto que excede la función del jurista. El magistrado placentino finaliza su intervención con una cita de Pietro Ellero en la que afirma “… perezca la sociedad (si fuera posible), pero quede a salvo el hombre”. Derecho.

3. 11.- Economía:

AYUNTAMIENTO DE PLASENCIA. Perspectivas del desarrollo económico de Plasencia y su comarca. Cáceres, 1963. Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Plasencia-IV, 98 págs., 13 x 21 cms. El trabajo contiene varios apartados relacionados con la ciudad y su comarca, destacando en primer lugar las estructuras económicas, con datos sobre la población, el medio natural, la renta comarcal y el nivel de empleo. Los objetivos fijados a medio plazo se ocupan del incremento relativo de la población activa, la creación de puestos de trabajo y la modificación de la estructura productiva para conseguir una economía más equilibrada y aumentar la renta. Entre las medidas para desarrollar los distintos sectores se incluye la actividad agraria y la industrial, el turismo y los servicios. El cuadro general de financiación y los obstáculos a la expansión ocupan, por la extensión de los datos y la importancia estructural, capítulos separados. La obra finaliza con el resumen y las conclusiones. En lo concerniente a la ciudad placentina destaca el cuadro estadístico de la demografía, la relación de industrias, su emplazamiento, y la producción hortícola, tabaquera, frutícola, olivarera, cerera, de miel y muebles. También se ocupa del turismo, haciendo especial hincapié en la labor difusora del Ayuntamiento y los monumentos más visitados: catedrales, palacios, iglesias, portadas, calles, puertas, casas nobiliarias, etc. Además, se expone la capacidad hotelera del momento y los datos de los servicios más utilizados. Economía-Institución.

3. 12.- Enciclopedias:

SÁNCHEZ RODRIGO, LUIS. Enciclopedia escolar. Grado tercero. Plasencia, 1954. Editorial Sánchez Rodrigo, 780 págs., 14 X 20 cms. El propósito y los principios pedagógicos que han guiado los dos primeros tomos de esta Enciclopedia Escolar, ya fueron expuestos en los anteriores volúmenes. A partir del segundo grado se excluyó la asignatura de Doctrina Cristiana, teniendo en cuenta que su texto oficial era, en cada diócesis, el Catecismo designado por la autoridad eclesiástica pertinente. El ciclo de los conocimientos, que fue creciendo paulatinamente, alcanza en este último grado su máxima extensión y profundidad. Todas las materias se presentan ya con un encadenamiento lógico más riguroso porque la edad del alumno reclama una disciplina relacionada con su madurez. Pero el método sigue partiendo de lo intuitivo, de lo concreto, para llevar al niño a la definición, a la regla gramatical o matemática, a la razón del hecho geográfico o histórico, a la ley física o biológica. Enciclopedia-Pedagogía.

3. 13.- Filosofía:

CASTRO FLOREZ, FERNANDO. Elogio de la pereza. Notas para una estética del cansancio. Madrid, 1992. Julio Ollero Editor. Colección Imaginarium, número 4, 160 págs., 14 X 20 cms. ¿Qué hacer cuando se ha borrado toda expectativa de experiencia, cuando se es consciente de que se ha perdido la posibilidad de ver o de refrendar aquello que hemos perdido para el ver? La modernidad es una crisis y un laberinto de lenguajes. Y el problema, según el autor de libro, es que con la desaparición de la temperatura de la realidad, algo de nosotros se pierde para siempre. En el afán por encontrar respuestas, indicadores de salida a ese laberinto de símbolos rotos, F. Castro, dialoga con la obra de diferentes artistas que han caminado por esas coordenadas: Duchamp, Klee, Satie, Mahler, Rilke, Trakl, Mallarmé, Beckett… Este filósofo “posmoderno” placentino, coordinador del Instituto de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Autónoma de Madrid, estudia en la presente obra, como ensayo, la estética del cansancio, con un aire aforístico, en la línea de Nietzsche. Aunque su discurso pueda aparecer en ocasiones magmático y hasta caótico, el autor opina que la pereza, el ocio, el ocaso, la melancolía, el aburrimiento, el crepúsculo… son artísticamente más productivos que el trabajo, el afán y las ocupaciones. Filosofía-Ensayo.

3. 14.- Gastronomía:

GREMIO OFICIAL DE EXPORTADORES DE PIMENTÓN. El pimentón de La Vera en su cocina. Plasencia, 1976. Editorial Sánchez Rodrigo, 15 págs., 10,5 X 15 cms. Minúsculo libro de recetas, elaborado por la Agrupación de Exportadores de Pimentón de la Comarca Verata para promocionar su producto en la zona placentina. Para ello, y tras establecer las clases de pimentón (dulce, agridulce y picante) y ensalzar las cualidades de la especia, desarrollan una serie de recetas para emplear como condimento, como en el puré de lentejas, el potaje de garbanzos, el arroz con bacalao, las patatas a la alavesa, los huevos a la flamenca, los langostinos a la diabla, la merluza en salsa roja, los embutidos, la fritada navarra, las manos de cerdo rebozadas, las albóndigas, la perdiz estofada, el pollo a la chilindrón y la sopa al cuarto de hora. Cocina-Gastronomía.

3. 15.- Geografía:

DOMÍNGUEZ CARRERO, Mª DE LA MONTAÑA. La Plaza Mayor de Plasencia. Salamanca, 1992, Institución Cultural “El Brocense”, 247 págs., 16,8 X 22 cms. A lo largo de sus páginas se realiza un riguroso estudio de la Plaza Mayor, una de las zonas más importantes de la ciudad. La autora analiza el origen, emplazamiento y la situación de Plasencia, de su trama urbana, de la red viaria y sus elementos y de la propia Plaza dentro del núcleo. Otro apartado se centra en la actividad constructiva y la evolución tipológica de los edificios, la fase de reconstrucción y renovación, el efecto desamortizador, el problema de los alquileres, la modernización, los nuevos estilos arquitectónicos, la actividad constructiva finisecular y la dinámica urbana de fines del siglo XIX. También pasa revista a las tipologías monumentales en edificios públicos, como el Ayuntamiento, la casa de las Carnicerías y la casa del Peso de la Harina. Y deja constancia de la ordenación, amueblamiento y modernización en la infraestructura urbana, en el abastecimiento de agua potable, las fuentes públicas, el alcantarillado, el pavimento, el acerado y el alumbrado público. El segundo capítulo gira en torno a la sociedad, y en él tienen cabida la estructura social del siglo XIX, la población, la vivienda, el nivel de ocupación, la estructura de la propiedad y el proceso desamortizador. Luego se incide en la mentalidad urbana, especialmente en la higiene y la salud pública, el ensanche, el proceso de reforma interior, el proyecto de gran vía, y el ramo de policía. El último capítulo está dedicado a las funciones, y en el se desarrolla la economía placentina en el siglo XIX, la importancia del mercado, las ordenanzas, la función lúdica, la Plaza como espacio de relación, la fiesta taurina, las representaciones teatrales, los bailes y los conciertos. El trabajo concluye con un apéndice fotográfico, la bibliografía utilizada y numerosos dibujos de planos, levantamientos, modelos, proyectos y edificios. Geografía-Institución.

3. 16.- Guías:

DÍAZ CORONADO, JOSÉPlasencia, Guía Histórico-Artística-Turística. Plasencia, 1949. Editorial Sánchez Rodrigo, 96 págs., 11 X 16 cms. Una guía estructurada cronológicamente, en la que tras pasar revista a los materiales utilizados para su elaboración, el autor se ocupa de la fundación y los primeros tiempos de la ciudad (siglos XII al XIII). Luego se centra en un capítulo titulado “La historia continúa”, donde se narran los sucesos más destacados en la baja Edad Media placentina, así como los monumentos más señeros (siglos XIII al XIV). En “¿Tradición o leyenda?” se estudia a los judíos y su expulsión; y en el siguiente apartado los conventos, hospitales, iglesias, palacios, ermitas y otros edificios del siglo XV y XVI. En el quinto se describe la Catedral y el Ayuntamiento; mientras que en el sexto, se analizan otros edificios notables, como el palacio Episcopal, las casas del Deán y de los Grijalva, la ermita del Puerto y otros correspondientes a los siglos XVI, XVII y XVIII. En “Cabos sueltos”, se incide en otros temas como la Fortaleza, el Berrocal, el Acueducto de los Arcos de San Antón, los puentes, las cofradías, los hospitales, la cruz Dorada, la casa de la Salud, el órgano de la catedral, la casa de las Infantas, y algunas esculturas destacadas. “Estampas placentinas” aporta datos sobre personajes famosos en la historia de la ciudad, como “El Bezudo”, Luís de Miranda y Micael de Carvajal; y también sobre el mercado, las tradiciones, los patronos y el himno a Plasencia. Por último, en “Siete llamas en el templo”, se analizan los motivos de las numerosas destrucciones, modificaciones arbitrarias y desafortunadas construcciones llevadas a cabo en los últimos tiempos y la necesidad de prevenir el deterioro urbanístico de la ciudad en el futuro. La obra cuenta con treinta y ocho fotografías en blanco y negro, varios dibujos y un plano detallado de la ciudad. Guía-Historia-Arte.

3. 17.- Historia:

BARRIO RUFO, JOSÉ MARÍAApuntes para la Historia General de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Plasencia de Extremadura. Recogidos y coordinados por el presbítero D. José María Barrio, Capellán de la Santa Iglesia Catedral. Plasencia, 1851. Imprenta de Manuel Ramos, 88 págs., 19 X 24 cms. J. M. Barrio era presbítero y capellán de la catedral a mediados del siglo XIX, y un gran amante de la historia, lo que le llevó a plasmar por escrito la crónica de su ciudad, dedicándola al conde de Mirabel. El autor arranca de los primeros pobladores de la zona, defendiendo la teoría de la procedencia griega. Para el establecimiento de la diócesis, ofrece su opinión sobre la existencia de una sede episcopal ya en tiempos de los romanos y los visigodos, lo que justificaría la necesidad de la misma en la Edad Media. Luego se ocupa de los motivos que impulsaron a Alfonso VIII a fundar la ciudad y los enfrentamientos con los musulmanes y los vecinos de Ávila. También describe los pueblos y aldeas que componían originariamente la jurisdicción del alfoz placentino. Y los baluartes defensivos con que dotó el monarca al enclave para su defensa. El apartado dedicado a la religión y al clero ocupa un lugar destacado en el libro, pues ofrece una relación cronológica de obispos, santos y clérigos que brillaron en algún momento. Y lo mismo puede decirse de la realeza y los vecinos de la ciudad, pues consigna los nombres de los reyes, los momentos en que pasaron por ella y los servicios que algunos vecinos de renombre les prestaron. La obra finaliza con la nómina de escritores que nacieron, vivieron o trabajaron en la ciudad del Jerte. Historia.

3. 18.- Lengua y Literatura:

CARVAJAL, MICAEL DETragedia llamada Josefina. Madrid. Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1870, 240 págs., 17 X 21 cms. La edición, preparada por el académico M. Mañete, cuenta con un amplio estudio introductorio sobre la figura del dramaturgo placentino. Definido como un hombre temperamental, inquieto, vagabundo, pendenciero, mal marido y padre e inmensamente pródigo, la figura de este renacentista extremeño fue estudiada también por J. E. Guillet, quien le calificó como un personaje erudito, artista y amante de la vida. Los especialistas no siempre se ponen de acuerdo a la hora de emitir una opinión sobre escritores de la talla de Carvajal. Josefina es una tragedia inspirada en el mundo judío, compuesta con una gran naturalidad y belleza. Aunque fue escrita para ser representada el día del Corpus, tiene más de profana que de religiosa. El protagonista, el casto José, se enfrenta a la provocativa mujer de Putifar, llamada aquí Zenobia. La obra expresa una visión teocéntrica de la historia, al considerar que la mano divina rige de forma determinante el destino de las personas. Literatura

3. 19.- Medicina:

RODRÍGUEZ PEDREIRA, JOSÉEduquemos a las madres. Plasencia, 1959. Imprenta Gabriel y Galán, 101 págs., 17 X 24 cms. Se trata de varios trabajos que fueron publicados en periódicos diseminados entre 1940 y 1959 en la región extremeña, para demostrar las inquietudes, deseos, afanes, esperanzas, cariño y comprensión del autor para todo cuanto se relaciona con el niño y los anhelos que las propias madres ponen en el cuidado de sus hijos. El objetivo de J. Rodríguez (originario de Galicia, aunque pasó prácticamente toda su vida laboral en Plasencia), es extender el cuidado social, moral y cultural de los infantes, para salvarlos de la miseria, la ignorancia y la enfermedad. El contenido de la obra expone el concepto de puericultura, la necesidad de educar a la madre según diversos autores y la importancia de saber aconsejar bien a los niños. También se ocupa de las impresiones del VII Congreso Nacional de Pediatría y la necesidad de revitalizar Plasencia con un Centro Maternal de Urgencias, la Casa de Socorros, la Guardería y el Centro Secundario de Higiene Infantil. Por último, refleja las consecuencias de la mendicidad y la delincuencia infantil, los problemas sanitarios, la dentición, el régimen alimenticio desde los primeros meses hasta los dos años y la cocina del niño; y aporta algunos consejos útiles. Medicina.

3. 20.- Música:

LÓPEZ-CALÓ, JOSÉLa música en la catedral de Plasencia. Trujillo, 1999. Ediciones de La Coria. Fundación Xavier de Salas. Cuadernos de Trabajo, número 3. 220 págs., 16,5 X 24 cms. El autor, prestigioso musicólogo, traza una interesante historia de la música en la catedral placentina utilizando documentos hallados en el archivo catedralicio. La riqueza y el interés de éstos hacen de la obra un instrumento valioso para el estudio de esta disciplina extremeña, que se estructura en cinco capítulos que abarcan los siglos XVI al XIX. En el primero se estudian los inicios musicales del Renacimiento, los maestros de capilla, organistas y mozos de coro, los instrumentos e instrumentistas, las fiestas de Navidad y Corpus, los entremeses, chanzonetes, autos, danzas y representaciones. Del siglo XVII, además de los elementos citados anteriormente, se analiza la música en lengua vulgar, la nueva estética, los ministriles, la música instrumental y las danzas. El siglo XVIII incluye, tras una introducción de tipo cultural, los maestros de capilla, el estilo musical, los órganos, organistas y organeros, los cantores y las fiestas. El cuarto capítulo se ocupa de la música en la primera mitad del siglo XIX, describiendo el estado de la catedral en esa época y añadiendo a los temas ya mencionados los cantores, los sochantres, el coro y la capilla. Por último, se ofrecen noticias sobre la música en la segunda mitad del XIX. La obra se completa con un índice alfabético. Música-Historia.

3. 21.- Pedagogía:

BLANCO HERNÁNDO, QUILIANO. Párvulos. Plasencia, 1957. Editorial Sánchez Rodrigo, 108 págs., 16 X 22 cms. Los primeros meses de vida escolar del niño constituyen un período delicado de adaptación al nuevo ambiente, distinto al familiar. De la libertad “anárquica” del seno familiar, salta el párvulo a la escuela, donde toma contacto con hábitos de orden, disciplina, limpieza, solidaridad, alegría y seriedad. En el ámbito del lenguaje, se le corregirán sus defectos de pronunciación, y se fijará el lenguaje como vehículo afectivo e instrumento de cultura. Por eso el manual que los niños utilizan en estas edades tempranas debe ser atractivo, alegre, colorista… Y eso persigue el presente libro de imágenes y de letras: un instrumento de actividad y observación. También se incluyen varios “juegos” que, para ejercitar la observación y la actividad de los pequeños, hay diseminados a lo largo de las páginas: colorear dibujos, poner título a los que no lo tienen, completar sílabas de una frase, cubrir con trozos de cartulina parte de una imagen dejando visibles los pies y adivinando lo que falta, pegar y recortar trozos de escenas hasta completar el original, juego de prendas, y el conocido “Veo, veo”. El libro contiene multitud de dibujos en color para despertar el interés del niño: objetos, personas, animales, acciones, poesías, aventuras, refranes, enseñanzas, etc. Pedagogía.

3. 22.- Política:

JUNTA DE EXTREMADURA. SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA. Historia electoral de Extremadura (Elecciones Generales, Autonómicas y Municipales, 1977-1986). Badajoz, 1986. Presidencia de la Junta de Extremadura, 512 págs., 21 X 31 cms. La Junta de Extremadura ha elaborado el resumen general de todas las elecciones en la provincia de Cáceres y Badajoz a lo largo de diez años, clasificando los resultados por municipios ordenados alfabéticamente en ambas provincias y exponiendo los detalles por partidos judiciales (generales de 15 de junio de 1977 y del 1 de marzo de 1979, municipales de 3 de abril de 1979, generales de 28 de octubre de 1982, autonómicas y municipales de 8 de mayo de 1983, y generales de 22 de junio de 1986). También incluye los resultados en municipios con más de 3.000 electores; en las 25 localidades de mayor población de ambas provincias; el comportamiento electoral según las tendencias políticas y el tamaño de los municipios de las dos provincias; y el resumen general de todas las elecciones. Plasencia aparece representada en prácticamente todas las reseñas estadísticas relacionadas con los citados comicios, con la población de derecho, número de electores, votos emitidos, votos en blanco, nulos, y los que recibieron cada partido político que se concurrió. Política-Historia-Institución.

3. 23.- Prensa:

PULIDO CORDERO, MERCEDES y NOGALES FLORES, TOMÁS. Publicaciones periódicas extremeñas, 1808-1988. Badajoz, 1989. Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz, 481 págs., 17 X 24 cms. A. Rodríguez de las Heras se encarga de prologar la obra, que también cuenta con una introducción donde se expone el criterio seguido a la hora de clasificar los variados fondos periodísticos. A partir de aquí, se divide en tres grandes apartados, el primero de los cuales, dedicado al catálogo en sí, incluye las publicaciones periódicas entre 1808 y 1988 y la relación de fondos codificados. El segundo trata de los índices onomásticos, los seudónimos, las localidades de edición, la cronología anual y decenal, y los términos usados en el subtítulo. El último se corresponde con una bibliografía específica, otra complementaria y las abreviaturas utilizadas. Las publicaciones placentinas que se citan en la obra son las siguientes: Revista de las Religiosas Amantes de Jesús. Adrenalina. Alma Escolar. Amanecer. Aurora Patriótica de la Alta Extremadura. Avance. Ave de Paso. Boletín de Noticias de la Gaceta Agrícola. Boletín Eclesiástico del Obispado de Plasencia. Boletín Informativo. Boletín Médico Farmacéutico Extremeño. Buscando Corazones. Campo Extremeño. Cáritas Diocesana de Plasencia. Cartas Cantan. Cuaderno Literario Micael de Carvajal. Delirios. Despunte. Educación-Enseñanza. El Ateneo Placentino. El Buscapié. El Cantón Extremeño. El Centinela. El Correo Placentino. El Cruzado Extremeño. El Dardo. El Demócrata. El Diluvio. El Distrito. El Eco de Plasencia. El Eco Extremeño. El Eco Lusitano. El Escudo de la Fe. El Extremeño. El Guasón. El Látigo. El Liberal. El Liberal Extremeño. El Lío. El Mercadillo. El Mosquito. El Nieto de Mayorga. El Norte de Extremadura. El Noticiero. El Recreo Placentino. El Regional. El Relámpago. El Socialista Extremeño. El Tío Lilailas. El Valle y Vera. En Marcha. Ferias y Fiestas de Plasencia. Fomento de Vocaciones Sacerdotales. Guía Oficial de Plasencia. Hoja Dominical de Plasencia. Hurdes. Izquierda Republicana. Juventud Placentina. La Aurora. La Avispa. La Bandera Regional. La Constancia. La Crónica. La Crónica de Plasencia. La Defensa de la Verdad. La Derecha del Tajo. La Gaceta Agrícola. La Luz Verde. La Nueva Unión. La Opinión. La Patria Chica. La Región. La Situación. La Unión. La Voz de Mayorga. La Voz de Plasencia. Las Noticias. Letras. Los Neos Sin Careta. Manos Arriba. Nuevo Rumbo. Ocote. Ortus. Piscator Placeat. Plasencia. Plasencia Artística. Plasencia Ilustrada. Pymecon. El Regional. Retazos. Revista de Estudios Económicos y Empresariales. Revista Día del Seminario. Sementera. Torre Lucía. Tribuna del Gol. Vetonia. Y Victoria. Prensa-Institución

3. 24.- Religión-Iglesia:

GARCÍA PABLOS, LAUREANO. Historia de la Salvación. El Libro de la Familia Cristiana. Tomo II. Salamanca, 1969, 779 págs., 15 X 21,5 cms. Prologado por el obispo de Córdoba, Manuel Fernández-Conde, contiene las homilías pronunciadas por el párroco de San Esteban, desde 1960 a 1965. El autor va exponiendo a lo largo de los capítulos y artículos, precedidos de lecturas bíblicas, la preparación de la salvación a través de la historia de Israel, desde los patriarcas hasta el cautiverio y las dominaciones extranjeras. En las páginas utiliza una exposición clara, abundante y ordenada de las enseñanzas de la Biblia, que representa la gran “Historia de la Salvación”, para que los lectores puedan gustar por sí mismos el gran libro sagrado, uno de los objetivos del Concilio Vaticano II. Los comentarios de L. García a los apartados que desarrolla forman un cuerpo de doctrina, acompañados de agudas observaciones, que llevan al lector a unas conclusiones profundas e interesantes. La estructura se compone de “Los Patriarcas”, “El Caudillo de Israel”, “Los Jueces y Reyes”, “Los Profetas”, “El Cautiverio”, y “Las Dominaciones Extranjeras”. Iglesia-Religión.

3. 25.- De “dudosa” clasificación:

Dentro de este apartado tienen cabida aquellas obras que por su temática heterogénea presentan alguna dificultad para ser clasificadas dentro de los veinticuatro apartados establecidos. Es el caso de Mis pasatiempos. Cuadros de costumbres contemporáneas, de Eduardo García Monge, publicado en Plasencia en 1884 por la Imprenta El Extremeño. Del Mapa Geológico de España. Plasencia, publicado en Madrid en 1971 por el Departamento de Publicaciones del Instituto Geológico y Minero. De Las comunidades de regantes extremeñas, de Francisco Pulido García, publicado en Salamanca en 1989 por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura. O de las Ordenanzas Municipales de Policía Urbana de la Ciudad de Plasencia, editado por el Ayuntamiento en 1849, a través de la. Imprenta de D. M. Ramos. En cada uno de los ejemplos expuestos confluyen varias temáticas. Así, en el caso de la obra de E. García, dominan la tradición, la historia, el folklore y la antropología. En la de F. Pulido, presentan un gran protagonismo la historia, la economía y el derecho. Y en la del Ayuntamiento placentino, se dan cita el mundo del derecho, la administración local, el urbanismo y la geografía urbana.

4.- Conclusión

Creemos que la tarea de realizar una bibliografía placentina constituye una ingente labor, pero teniendo en cuenta la importancia que nuestra ciudad ha jugado desde el punto de vista histórico, cultural y artístico estamos convencidos de que el esfuerzo merece la pena. Por primera vez, los eruditos, investigadores, enamorados de la cultura, bibliófilos y bibliógrafos podrán tener reunidos, fichados, catalogados y resumidos, la mayor parte del material escrito en y para Plasencia por oriundos o foráneos.

Somos conscientes de que el “corpus” trabajado es enorme; pero también de que no están todas las obras que quisiera haber fichado. En algunos casos por no haber tenido noticia de ciertas publicaciones; y en otros por la falta de ejemplares o por ser ediciones antiquísimas. De hecho, consta en nuestro poder una extensa lista donde se relacionan aquellas obras imposibles de localizar por el momento (tanto libros, como artículos y revistas). La existencia de esa relación constituye un auténtico reto para conseguir localizar los volúmenes pendientes de ser manejados y fichados.

Confiamos en que estas páginas sirvan de adelanto o como muestra de lo que constituirá el Patrimonio Bibliográfico de la antigua “Atenas de Extremadura”.

Oct 012003
 

Manuel Jesús Ruiz Moreno.

El objeto de la presente comunicación es dar una explicación al motivo por el que, en el escudo de los Sanabria, existente en la casa del Águila, aparecen como muebles heráldicos las figuras de los lagartos bajo una losa, figuras heráldicas más propias de otro linaje, como veremos a lo largo de las conclusiones de esta investigación.

img1La “casa del Águila” o “la Casona”, como también se la conoce, se sitúa en Trujillo, en su calle Lanchuela, habiendo sido solar de una rama de los Sanabria. Debe su nombre al águila que aparece en la fachada con las armas familiares de uno de sus antiguos propietarios: don Francisco Antonio Norberto Palomino-Becerra de Toledo y Castilla. Bajo este mismo blasón, y encima de la puerta de medio punto, podemos apreciar un escudo en el que se muestran cuatro lagartos bajo una losa con una cadena por orla. A dicho escudo se refiere el señor Palomino Becerra en su testamento, como el de las armas de sus antepasados, haciéndose mención en el mismo, a la existencia de dos distintas representaciones del susodicho escudo: Por un lado, se describe como cuatro lagartos con las cabezas metidas debajo de una losa y dos becerras al lado izquierdo del mismo escudo, afirmándose que debió hallarse en la iglesia de San Martín, parroquia donde quería ser enterrado el testador, caso de no poderlo ser en la capilla de San Diego de Alcalá en la iglesia de San Francisco, y que según el mismo se apreciaba en una sepultura de sus ascendientes, sita en medio de la Capilla Mayor, concretamente dirigiéndonos a ella, en la tercera losa. La otra representación del escudo la ubica en su “Casa grande” en la calle la Lanchuela, conocida también por la del Águila.

El escudo de una de las ramas de los Sanabria, (para algunos de Gutiérrez de Sanabria) establecida en Trujillo, según el Nobiliario de Extremadura era: “En azur, una “S”, coronada de lo mismo, flanqueada por dos leones rampantes y afrontados de su color”; también señala la existencia de otras ramas de los Sanabria que se asentaron en la misma población, cuyo escudo se describe como: “En oro, cuatro lagartos de sinople, contrapasados y en palo, brochante una losa, de plata. Bordura de gules con una cadena de ocho eslabones, de oro”.

img2Por su parte, don Pedro Cordero Alvarado, en su obra Escudos y monumentos de la ciudad de Cáceres, afirma que en esa ciudad también se asentaron otras ramas de los Sanabria, que llevaban en su escudo tres lagartos (Iglesia de San Juan) o cuatro (Iglesia de Santa María).

Investigando en los armoriales y diccionarios nobiliarios de los apellidos españoles, citados en el apartado bibliográfico, no encontramos relación alguna entre las distintas ramas de los Sanabria y el escudo de los lagartos, pero sí encontramos relación entre el apellido Losada y los referidos lagartos bajo la losa, como ejemplos los descritos por Julio de Atienza en su Nobiliario: “En campo de oro, seis lagartos de sinople, puestos en dos palos; bordura de gules, cargada de ocho aspas de oro”, también cita el de otra rama de los Losada: “En campo de gules, una losa de plata, y debajo de ella, dos lagartos de sinople”. Y así sucesivamente, hasta describir diez blasones distintos de esta familia, de los que seis de ellos tienen como mueble heráldico los lagartos, con breves matices cada uno de ellos, en cuanto al número o posición de los mismos sobre la losa. Pero eso sí, sin encontrar relación alguna, entre el linaje de los Sanabria y el motivo de los lagartos.

¿Cuál es la razón que vincula a los Sanabria con el escudo heráldico de los Losada? Nuestra incógnita podemos despejarla acudiendo a los manuscritos de las Crónicas trujillanas del siglo XVI. En ellos se indica que los Sanabria y los Losada estuvieron emparentados de forma tal, que fueron todos uno, incluso, el mismo manuscrito deja entrever que fue don Juan Rodríguez de Sanabria y de Losada quien pudiera ser la cabeza de esta nueva rama. El escudo de los Sanabria -leones con la letra S- ya mencionado, se unió al de los Losada -los lagartos bajo la losa- y fueron ambos utilizados por algunas de estas familias indistintamente.

Esta puede ser la razón por la que uno de sus descendientes, don Francisco Antonio Norberto Palomino-Becerra de Toledo y Castilla, mencionado al inicio de la presente comunicación y propietario que fuera de la casa del Águila, mostrase como armas de sus antepasados Sanabria los lagartos bajo la losa.

Respecto al origen de este escudo de los lagartos, una publicación de 1887 cuyo autor es don Antonio de Trueba, narra algunas leyendas genealógicas de España, entre ellas la de los Losada; cuenta que este escudo proviene de la tierra de Galicia donde antaño había una montaña muy fértil y con muchos recursos para las poblaciones cercanas, pero a la que nadie podía acercarse pues bajo las losas, que abundaban en la misma, se criaban unos lagartos tremendos, de tal peligrosidad que todo el que se aproximaba era muerto por ellos. Tal situación se mantuvo hasta que dos hermanos de aquella comarca se armaron de valor y decidieron acabar con ellos, para lo cual tomaron dos fuertes lanzas, y uno por uno fueron ensartando a cuantos lagartos encontraban, hasta que no dejaron uno con vida. Aquella hazaña llegó a oídos del rey, quien les felicitó, y premió por su bravura concediéndoles la merced que quisieran. Los hermanos pidieron en propiedad la montaña que habían liberado y un escudo de armas que conmemorase su hazaña, a lo que accedió el rey, siendo ésta la razón de ser de los lagartos del escudo de los Losada.

BIBLIOGRAFÍA:

  • ATIENZA DE. Julio: Nobiliario español. 1954
  • CORDERO ALVARADO, Pedro: Trujillo, guía monumental y heráldica. 1996
  • Cáceres, en sus escudos y monumentos.1991
  • GODOY ALCÁNTARA, José: Ensayo histórico, etimológico, filológico sobre los apellidos castellanos. 1987
  • GONZÁLEZ-DORIA, Fernando: Diccionario heráldico y nobiliario. 1994
  • INSTITUTO SALAZAR Y CASTRO: Nobiliario de Extremadura
  • Simbología y diseño de la heráldica gentilicia galaica. 2003
  • MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, F: El libro de la cofradía de Santiago. 1996
  • NUEVA LENTE, Editorial: Enciclopedia de Heráldica y genealogía. 1988
  • RIQUER DE, Martín: Heráldica castellana en tiempos de los reyes católicos. 1986
  • SHNIEPER CAMPOS Y ROSADO MARTÍN: Armorial de apellidos españoles. 1999
  • MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel: Crónicas trujillanas del siglo XVI. 1952
  • TENA FERNÁNDEZ, Juan: Trujillo histórico y monumental. 1968
  • TRUEVA, Antonio de: Leyendas genealógicas I y II, 1887
Oct 012003
 

Rosario Rubio de Orellana.

No hace mucho que hemos empezado a conocer poco menos que la existencia de Doña Francisca Pizarro. Evocamos en estos Coloquios, su figura, cuyo recuerdo expresa, como homenaje el lema que preside.

Vemos que su figura irrumpe en la Plaza Mayor de Trujillo, instalada en el mascarón de proa de ese galeón de piedra llamado Palacio de la Conquista, que llena, completa y remata la Plaza, señorial y popular a la vez, y la convierte en una de las más entrañables y bellas de la geografía universal.

Desde la atalaya privilegiada del balcón de esquina, joya a ella debida, ha contemplado durante siglos, la vida de Trujillo, mejor dicho la de los Trujillanos que pasan o pasean, sin que por otra parte sea fácil saber quienes hacen una cosa u otra, ajenos a una figura de la que tan deudores son. Dio a Trujillo a través de sus iniciativas y apoyos, definitiva monumentalidad, en el más amplio sentido, con la construcción del Palacio, la fundación del Convento de La Merced, y la creación de una institución en favor de los menesterosos de Trujillo, que más tarde se llamaría “Obra Pía de los Hermanos Pizarro”.

La Plaza más que embrujar encanta. Ella la primera encantada en ese retrato familiar de piedra, con su marido y padres que orlan el escudo concedido, junto con el marquesado, por el emperador Carlos V a su padre, quién, por su sencillez, seguiría usando el antiguo de los Pizarro, ahora situado en el centro de aquél nuevo, en abismo, -dicen los heraldistas- , un excusón con las armas antiguas de los Pizarro.

Su efigie, nos recuerda José Antonio del Busto, el mejor biógrafo de Pizarro, “ser la primera de una mestiza que se legara a la posteridad”, condición ésta de la que el Inca Garcilaso se enorgullece y explica, cuando dice que “a los hijos de español y de india o de indio y española, nos llaman mestizos por “dezir” que somos mezclados de ambas “nasciones”; fue impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en Indias y por ser nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me llamo yo a boca llena y me honro con él”.

Esta mujer que avizora la Plaza fue presa codiciada, cual reina de ajedrez, por cuantos se movían en el tablero de la “Conquista”, a veces también “damero maldito”.

Ya en su día hubo que guardarla de los asesinos de su padre, y, se podría decir, también resguardarla siempre de los amigos de aquel; librarla de asechanzas de todo orden, siempre presumiblemente interesadas dada su condición de heredera de inmensas heredades y legitimidades, descendiente de los hijos del Sol, y de un de aquellos dioses nacidos en la lejana Extremadura, factoría de conquistadores.

Había nacido en Jauja, por entonces la capital en 1534, hija de Inés Yupanqui cuyo nombre cristiano de Inés, tomaría al bautizarse. En su lengua se llamó, “Quispe Sisa” nacida en 1517 poco antes del fallecimiento de su padre Huayna Capac y hermana de Ataulpa y Huascar, aquél se la había ofrecido a Pizarro como muestra de buena voluntad y signo de amistad. Y a la que Pizarro siempre llamaría “Pizpita” por la semejanza eufónica de su antiguo nombre Inca con el de un dulce pájaro de su Extremadura remota en el tiempo ya, y en la distancia siempre.

No duró mucho esta unión de Pizarro e Inés, lo que no quiere decir que en su transcurso no se amaran, como pretenden algunos, por el hecho de no haber contraído matrimonio. Aparte de darse en aquél tiempo, bastante usualmente, uniones de hecho, que las circunstancias podían propiciar, parece que más bien se hubiera debido a una consideración política, temerosa de la reacción que pudiera producir en algunas esferas; “por evitar las sospechas que en los émulos de su felicidad podía causar la envidia de verlo casado con la sucesora de aquellos reinos”, que diría el propio Francisco Pizarro y lo que no fue óbice para la legitimación de Doña Francisca que tuvo lugar a los dos años de edad por concesión real.

Desde muy joven -catorce años aún no cumplidos-, edad por otra parte propia en la época, fue cortejada por caballeros muy principales, posiblemente con fines políticos de predominio, dice el cronista; cabría decir, con fines de todo estilo, pensamos, pues era agraciada y la mujer más rica del Perú, es decir doblemente o múltiplemente agraciada. Entre los pretendientes, parece ser que también se encontró su tío Gonzalo Pizarro, quién habría albergado igual deseo, con lo que de haberse realizado Doña Francisca se habría transformado de pupila, – quedó bajo su protección a la muerte de su padre-, en esposa. Tan verosímil supuesto quedaría corroborado al conocerse, por informaciones reservadas, haber despachado Gonzalo emisarios a Roma para pretender del Papa dispensa del impedimento de parentesco que en grado tan próximo tenían.

La posibilidad de este matrimonio alarmaba mucho a la Corona por el temor con que esta contemplaba los sueños de Gonzalo, para ella, “inquietante” Pizarro.

El tiempo demostraría ser efectivamente, en cualquier caso, inquietante para la Corona, por la oposición decidida que adoptó contra las llamadas “Leyes Nuevas” supresoras de las Encomiendas en América y que tras aquél hipotético matrimonio podría haber quedado en condiciones de alzarse con pretensiones independentistas, que más tarde y por si mismo contemplaría Gonzalo en actitud decididamente opositora a aquellas Leyes Nuevas que suprimían las encomiendas y al que al propio tiempo así se lo instaban seguidores suyos, tales como Francisco de Carvajal, su maestre de campo, en el período culminante de la rebelión.

En aquel tiempo Gonzalo Pizarro que tenía treinta años y Doña Francisca como descendiente del Gran Marqués y de la Casa Real Inca hubieran compuesto, una excelente pareja, como temió el Consejo de Indias, para poder intentar coronarse rey del Perú.

Las “Leyes Nuevas” que movilizaron a Gonzalo en el sentido ya conocido de oposición frontal a las mismas, movilizarían a Doña Francisca para calmar el peligroso estado de ánimo que la promulgación y aplicación de aquellas Leyes Nuevas habían suscitado en los damnificados por sus efectos.

Es entonces cuando se produce el desencuentro de tío y sobrina, ya que para cumplir la misión a ella encomendada había de trasladarse a “La ciudad de Los Reyes”(hoy Lima) y cuya proximidad física al Gobernador facilitaría a éste su intentona de alejarla del Perú, y enviarla a España, lo que entrañaba notables riesgos de todo orden, intentona que consiguió frustrar Agustín de Zárate, al tiempo que Gonzalo abandonara definitivamente su destino y tomara partido abierto en contra del Virrey Blasco Nuñez.

La marcha de Doña Francisca a España quedaría pospuesta hasta 1549. Cuando contaba dieciocho años de edad, llegada a España en 1550, su tío Hernando la reclama a Medina de Campo en cuyo Castillo de La Mota se encontraba cumpliendo condena por la muerte de Diego de Almagro, de la que había sido declarado culpable cómodo expediente, que a la Corona le permitiría tenerlo controlado. Contrajeron matrimonio el año 1552, ella con dieciocho años; él tenía cincuenta. Vivieron en el Castillo de La Mota, hasta la liberación de Hernando, nueve años, y libres ya otros diecinueve años más, pasando a vivir a “La Zarza”.

Vivieron, dice el cronista una vida feliz y armónica, lo que es un éxito, en cualquier caso. Máxime cuando no dejaba de ser un matrimonio de conveniencia, acentuado por la notable diferencia de edad entre ambos.

Se habían malogrado los intentos de Gonzalo para matrimoniar con la sobrina, la que en todo caso estaba, al parecer, predestinada a celebrar una boda de igual tono. La fórmula era la misma, cambiaba el consorte, y sobre todo las circunstancias políticas; el Pizarro de aquí estaba a buen recaudo. Un factor que tranquilizaba tanto al Consejo de Indias y a la Corona, tan recelosos de los Pizarro, por su predicamento y poder. Con Hernando mantenía pleitos, que le obligaban a este a distraer grandes sumas de dinero, y a quién por otra parte, ésta le embargaba muchos de sus cuantiosos bienes.

Hernando fue el único hijo legítimo de Gonzalo “El largo”, y de Isabel de Vargas; había nacido en La Zarza, posteriormente rebautizada Conquista, lugar donde se encontraba la residencia familiar, en ruinas, hoy apuntando aún una torre, que usualmente significaba, la condición de ser su propietario señor del lugar.

Al lado de su padre figuró en varias campañas, entre ellas en la de Navarra, tras la cual había sido nombrado capitán de infantería. Según Pedro Pizarro, pariente de los Pizarro y de los que hace una semblanza, dice de Hernando que era “hombre de buen cuerpo, -apuesto entendemos nosotros-, valiente, sabio, muy animoso, aunque hombre pesado a la gineta. Posiblemente esto último, por causa de su propia corpulencia; consta también haber recibido una educación esmerada y ser el más cultivado intelectualmente.

Siempre obedeció a su hermano Francisco de un modo disciplinado y fiel, aunque en alguna ocasión tomara decisiones por su propia cuenta. Tal fue la ejecución de Diego de Almagro, decisión que objetivamente considerada, a pesar de sus funestas consecuencias, – el asesinato de Francisco, al parecer en todo caso, decidido por los almagristas-, puede que evitara ulteriores complicaciones y problemas derivados de la esquinada actitud de Diego de Almagro y sus seguidores para con la política a desarrollar en la Gobernación del Perú. A los efectos de las cuestiones familiares siempre fue conceptuado por todos los hermanos, incluido Francisco, como el jefe de la familia.

Doña Francisca había estado hasta entonces envuelta en la vorágine que fue el mundo de los Pizarro, tanto por ellos mismos, como por los escenarios en los que se movieron, por su entorno, tanto por los leales que le seguían, como por los enemigos que los perseguían, más taimada que gallardamente.

Fallecido Hernando, termina para ella una etapa que resulta ser una primera parte de su vida, densa y azarosa, y es un nuevo matrimonio el que reabre nuevamente su vida, no demasiado sosegada pero no más tumultuosa.

Lo suficiente para que también sea la intensa vida de la corte, adonde se traslado, el lujo que tanto amó, y los pleitos en los que también andaba inmersa su nueva familia política. El marido, don Pedro Arias de Portocarrero, era hijo de los Condes de Puñonrostro, cuya familia profesaba también un gran afecto a “La Merced” y cuya propia vinculación, recordaba a la de los Pizarro y lo que puede que tal tipo de relación no anduviera lejos de las causas que propiciaron tal matrimonio. También, al igual que los Pizarro, se habían relacionado con “La Merced” en Indias.

Posiblemente se diga que ya no era joven en su segundo matrimonio; sí puede decirse que gozaba de una segunda juventud, edad en la que a veces, cuando se contempla la proximidad de su fin, se reavivan los deseos de vivirla. En su caso especialmente, dado que había tenido una existencia en la que siempre habían pesado circunstancias que la condicionaron. El segundo matrimonio, con su consiguiente instalación en la Corte, en una familia cortesana, en la que el padre de su marido alternaba con el Rey, la impulsa a disfrutar intensamente de la libertad que da la ausencia de responsabilidades de Estado, cual las vividas por ella, protagonista involuntaria de un encuentro entre dos mundos, de los de cada uno de ellos ella fue parte.

Disfruto ese tiempo, decimos, de una vida de algún modo apacible y libre del peso de ser la heredera, la síntesis de ambos mundos. Doña Francisca entendió que quienes tantos reconocimientos recibieran, como fue el caso de su familia, estaban obligados a honrarlo y a perpetuar su memoria mediante obras que enmarcaran su recuerdo y agradecimiento y que estuvieran a la altura de la grandeza de la ciudad de Trujillo.

Parafraseando a Tirso de Molina “avant la lettre” podríamos decir que Doña Francisca sería la autora de otra “Trilogía de los Pizarro”, el Palacio, La Merced y la Fundación.

Doña Francisca junto con su marido Don Hernando Pizarro fundan mayorazgo, por el que se dispone la construcción de una Iglesia Colegial que serviría para el culto divino y enterramiento de ellos y sus sucesores, fundación que se realizó, según voluntad real, en dos Cédulas: la primera de 1571 era otorgada a Doña Francisca, por el privilegio de ser la hija y heredera del conquistador del Perú; la segunda, de 27 de mayo de 1577, “seis años de diferencia”, dada por el rey Felipe II, era acordada a Hernando y autorizaba unir su mayorazgo con el de su mujer, disponiendose en aquellos, que si se dieran determinadas circunstancias, las cuales tuvieron lugar, se construiría junto a la Iglesia Colegial, origen de la fundación, un hospital donde se atendiera a los enfermos pobres de la ciudad de Trujillo, y que se nutriría con los fondos de aquellos mayorazgos. Vicisitudes relacionadas con interpretaciones diferentes por parte de algún heredero, causa de largo litigio, dio lugar a qué ninguna de las construcciones fuera realizada, ni constituido el patronato hasta pasado el 1880, como consecuencia de Sentencia dictada el 13 de febrero de 1880 por el Tribunal Supremo, dado que la interpretación de que traía causa este pleito había sido impugnada en su día por quienes les corresponderían ser sus patronos. El patrimonio llegaría muy mermado, tanto por los muchos gastos de pleito tan largo, como por el tiempo transcurrido; también por el criterio legal que se aplicó en dicha Sentencia. Disponía ésta que los bienes desviados en su día por constitución de un nuevo mayorazgo, tocaban y correspondían a la Fundación, no pudiéndose construir sin embargo, ni el templo ni el hospital, dado lo mermado que llegaron los bienes del dicho mayorazgo, que lo hizo imposible. Asimismo los efectos de las leyes desamortizadoras, entendemos, que incidieron de modo negativo en la masa de bienes de los mayorazgos.Habiéndose hecho cargo en su día la persona idónea que como patrono le correspondía regir la Fundación, según los estatutos: él, en entonces, Marqués de La Conquista.

Normalizada ya la existencia de la Fundación y regida por el orden de sucesión establecido, pudo desarrollar funciones hospitalarias, cuando este grado de asistencia era escaso y necesario. Llenada sobradamente, tales necesidades, con los modernos medios de la medicina pública actual la fundación viene atendiendo en la medida de sus posibilidades a otra nuevas, necesidades donde la sociedad no llega o llega de un modo insuficiente.

Doña Francisca fue inspiradora e impulsora de la construcción del Palacio, y al final en una segunda fase de su construcción, fallecido su marido, su ejecutora única y definitiva.

Las obras habían sido paralizadas durante ocho años de 1571 a 1579, por causa de litigio que mantuvieron Hernando y quienes impugnaban su construcción so pretexto de ser excesivo el peso que se cargaría sobre los soportales, litigio que finalizó dándole la razón a doña Francisca, muerto ya don Hernando, continuadora del pleito.

Se trata de un edificio abierto al exterior a través de numerosos vanos que colocados simétricamente dan ritmo a la fachada acentuando su carácter palaciego, especialmente en relación con otras edificaciones similares, cuyo hermetismo y severidad acentúan más su condición de fortaleza que de residencia.

La vida de los Pizarro había transcurrido en una relación constante con la Orden de La Merced; la propia vida de Doña Francisca estaba ligada a ella desde muy temprana edad. Tenía siete años cuando hubo de iniciarse en esta relación que duraría toda su vida. Era ésta la edad que tenía, cuando para ponerla a salvo de las intenciones homicidas de los asesinos de su padre, fue escondida en el propio convento de La Merced en la ciudad de Los Reyes (Lima). Fue la abnegada y valerosa Inés Muñoz, viuda de Martín de Alcántara, el medio hermano de Francisco Pizarro, muerto también en el asalto de los amotinados a la casa de Pizarro, quién la llevaría hasta allí para proteger su vida en peligro.

La Merced estuvo siempre con los Pizarro, los acompañó desde los primeros instantes del descubrimiento del Perú; sus servicios, desde el punto de vista religioso, fueron grandes e incondicionales siempre. Fue la primera orden religiosa que acompañó de un modo decidido a los Pizarro, dándose la circunstancia, signo visible de tal recíproca buena relación con la empresa acometida, como la de los muchos mercedarios, que hubo hijos de conquistadores. Llegó a ser tanta su lealtad hacía esta familia, que la propia orden pudo llegar a tener problemas por causa de algún mercedario que siguió acompañando a Gonzalo, sublevado contra la Corona, con motivo de la promulgación de las llamadas Leyes Nuevas que abolían las encomiendas.

Muestras igualmente de la buena relación fueron también las diversas donaciones que Francisco Pizarro hizo a los mercedarios de Cuzco y de Lima. La propia Doña Francisca tenía su, llamémosle personal ejecutoria en favor de la Orden, y siguiendo la estela de su padre, ya en Quito había donado cuatro solares a La Merced. Se ve que el afecto hacia la Orden continuaba, como queda patente, en su máxima expresión en el documento de la Fundación de La Merced, extendido al efecto en el que doña Francisca, manifiesta, entre otros extremos significativos “que yo la dicha marquesa de Las Charcas, en honor de Dios Nuestro Señor, y a honra de su bendita Madre y por el particular afecto que profeso a esta Orden y la que tuvo el Marqués, Don Francisco Pizarro, que tan devoto fue de esta sagrada religión, llevando consigo a la pacificación y conversión del Perú, religiosos de esta orden, fundando casas en Trujillo, Quito y la Ciudad de Los Reyes (Lima), y en otras partes, a su imitación y para que Nuestra Señora la Sacratísima Virgen sea mi Abogada y de mis descendientes quiero fundar y erigir como tal patrona de esta Obra Pía, que sea de religioso de la dicha Orden, nuestra señora de La Merced, en la dicha Ciudad de Trujillo, diócesis de Plasencia”. Manifiesta también que quiere que dicho Monasterio se intitule “De nuestra Señora de la Piedad”, acaso en recuerdo de dicha advocación peruana en Iglesia mercedaria. Dispone también que se ponga en la puerta del Monasterio de la Merced, las armas del Marqués, Don Francisco Pizarro, su padre.

Años más tarde, pasaría por el convento, del que sería prior, Fray Gabriel Tellez, Tirso de Molina, quién siguió manteniendo el tradicional afecto de La Merced a los Pizarros escribiendo como signo de admiración por la familia, la “Trilogía de los Pizarro” en cuyas respectivas partes los glorifica , y entre cuyos personajes aparece tratado del modo más afectuoso la persona de Doña Francisca.

Su vida familiar puede decirse que fue normal aunque condicionada por su orfandad, una fractura que marca dolorosamente muchas veces la vida de los niños, más o menos paliado según las circunstancias personales o familiares de cada uno de ellos. En el suyo creemos que fue superado por el cariño que le profesaba y la entrega que para con ella tuvo, su siempre protectora Inés Muñoz, viuda del leal Martín de Alcántara, quién murió en defensa de su hermanastro Francisco Pizarro.

También contaba, como no, con el cariño de su madre. Ambas, su madre e Inés Muñoz, se habían desposado de nuevo. Eran sus esposos Francisco de Ampuero, el de su madre, y Antonio Ribera, de Inés Muñoz. Con Inés había pasado a vivir cuando su padre es asesinado; fue su tutor su tío Gonzalo, hasta que paso a vivir con su madre, entregada por la familia Ribera a su padrastro, Francisco de Ampuero, con los que vivió hasta su marcha a España.

Siempre la acompañaron, la leal y entrañable Catalina de La Cueva, y el mayordomo de su padre, Francisco Hurtado de Encina. Con ellos pasó a España y en España quedaron. Fue persona de muy buenos sentimientos, como puede apreciarse en las disposiciones que estableció en su temprano testamento, previo a su venida a España, documentos de los que lo aleatorio y peligroso de aquellos viajes explica lo frecuente y en este caso lo temprano de su iniciación en redactarlos.

Así, entre otras manifestaciones, confesaba haber amado y querido mucho a su tio Gonzalo, tutor suyo a la muerte de su padre, y el gran interés que por ella tuvo siempre.

Igualmente para con su madre, contra lo que se ha querido insinuar, mostraba un profundo sentimiento filial y para la que disponía un generoso legado .

Tomaba también una serie de disposiciones, todas de una generosidad y cariño hacia aquellos beneficiarios de su voluntad, efectuando donaciones y legados que demostraban cariño y generosidad.

Iguales muestras dio en el último testamento que redactó para con su esposo. Facilitó que pudieran ampliarse sus muestras de generosidad, el desprendimiento de su hijo superviviente de los cinco que tuvo en su primer matrimonio, y el que amplia con el beneplácito de éste, las limitaciones legales que para disponer hasta un punto tuviera su madre

Hay constancia de que la felicidad de su matrimonio fue grande. Así lo manifestaba su esposo en Testamento, acto en los que se manifiestan las voluntades y se expresan sinceramente los sentimientos.

Realzaban sus buenas cualidades la esmerada educación que recibió por especial interés de Don Francisco, su padre. Se ha dicho que lo fue de pequeña soberana. El clérigo Cristobal de Molina le enseñaba el clavicordio y un entañedor le enseñaba a danzar.

La vida de Doña Francisca no habría podido ser imaginada por el mayor fabulador del mundo. Su mestizaje era algo más que la mezcla de dos sangres: era la síntesis de dos mundos, de dos culturas esencialmente diferentes y ucrónicas, en las que la primacia de los valores religiosos radicalizarían sus enormes contrastes.

Su primer matrimonio, como decíamos, resultó un matrimonio feliz. Su vida por encima de momentos felices o desgraciados la había hecho protagonista y rehén de la Historia y en cierto modo de la Política. Alguien puede ser poderoso y no ser libre, por mucho que lo parezca, ser símbolo o icono, como se dice ahora, de un momento histórico o heredero de una estirpe instalada en la Historia tiene la servidumbre de toda grandeza. Esta reclama y permite tener un lugar en la Historia, no cabe desaparecer de ella. No hay deserción posible.

Un segundo matrimonio pudo ser ocasión de eludir algunas obligaciones protocolarias, sin evadirse de su condición. Su segundo matrimonio pudo ser un ejercicio de desmemoria, de liberación de aquella enorme losa de historia que se le había venido encima desde sus tiernos años y que bien supo sobrellevar.

Su nueva vida en la Corte, a la que se había trasladado a poco de contraer segundas nupcias, era de intensa vida social y de lujo, con lo que neutralizaría, contrarrestaría, el dificil papel que durante su vida arrostro con sencillez, y más que con dignidad, pensamos que “con grandeza”.

En este ejercicio de desmemoria no fue incluida, no fue olvidada La Merced. Fue en aquél tiempo cuando dispuso de su Fundación. Olvidarla hubiera equivalido a dejar de ser “Pizarro”, algo imposible para quién toda su vida había estado presidida por su condición de Pizarro, de hija de su recordado y bienamado padre, a quién ella honro siempre. Una muestra de tantas, fue la de usar el título de Marqués, Marquesa de Charcas, tan unido a su memoria.

Ha pasado el tiempo, su pátina se encarga de dar relieve o borrar las obras del hombre.

Las de doña Francisca también sufrieron sus embates.

La fundación de su bienamada “Merced” fue desarbolada; naufragó víctima de los huracanes y las tempestades de las Desamortizaciones.

El Palacio, de recia y severa traza y atisbos renacentistas, quedo desnudo de habitantes, nave fantasma y gloriosa varada en la esquina de su historia, protegidas sus cuadernas por ese “anónimo” timonel, por todos conocido, tan cerca de Trujillo y tan cerca de su gente como lo muestra también por su estirpe y mecenazgo. El mestizaje, la síntesis de ambos mundos, ha transcendido de su fachada; se conservan en sus adentros, en su interior. Sus grandes estancias desiertas están ornadas por artesonados de madera y por esgrafiados, representando ambos motivos y símbolos de la iconografía incaica. Parece entre otras cosas, que por aquellas desfilara en su inmovilidad una, a modo de, Santa Compaña del Incario.

También hubo de soportar vendavales La Fundación, pero estos vientos no la hicieron naufragar, pero sí zozobrar y llegar muy disminuida al actual escenario social, con un renovado espíritu y entusiasmo para colaborar, como así lo viene haciendo en la atención y ayuda de necesidades y demandas actuales, dentro siempre de sus medios.

La Fundación recuerda su propio origen, un ir y volver, un encontrarse ambos mundos que contempla también la posibilidad de prestar ayudas a necesidades de allende los mares, de tierras que fueron nuevo solar de los viejos Pizarro de la Reconquista de España y de las que la Corona arteramente los desposeyó.

Sigue pues viva, y con nuevos y mayores brios, la obra más viva de Doña Francisca que junto con su marido fundaran por y para Trujillo, como ella quería; al frente de ella los Pizarro, como también quería, acompañados de algún modo de otro de sus amores “La Merced”, personificada en este caso en el mercedario: Padre Luís Vázquez, estudioso erudito de la figura de Doña Francisca y gran admirador de su persona yde cuyos trabajos sobre la familia Pizarro, le es deudora reconocida esta ponencia.

Entre los estros del Padre Vázquez, todos brillantes, está el de la poesía. Dice en un soneto suyo, que dedica a los hermanos Pizarro de hoy en su libro de Poesía“Alma y Calma de Trujillo”, y que avala cuanto decimos y con ello acabamos:

! Hernando y tus hermanos; el futuro
tiene el verdor de vuestra juventud,
y, si se va dorando de virtud,
adquiere calidades de maduro.

Yo, que no soy profeta, os aseguro
que en vuestras venas late la inquietud
del que aspira alcanzar la plenitud
en el sutil fulgor del claroscuro.

Por lo de pronto juzgo ya un hallazgo
el haber restaurado la Obra Pía
orientada esta vez a la cultura.

El ámbito de todo mecenazgo
va adquiriendo sutil policromía,
y en esa luz lo más noble perdura.¡

Oct 012003
 

Francisco Sanz Fernández (Coordinador), Sara Bosch Ángel García y Rocío García Francisco Prados.
“…Reconocer al monumento es aceptar su naturaleza antigua, y la experiencia que lo determina pertenece a la instancia estética…” Riegl.
El palacio de los marqueses de la Conquista constituye uno de los legados artísticos, históricos y arquitectónicos más relevantes del Conjunto Monumental de Trujillo. Sus muros compendian la esencia del valor, las inquietudes, la fortuna, la ambición, el honor, la fama y el destino del linaje más representativo de la historia de nuestra ciudad y el más universal de cuantos contribuyeron a gestar la historia de la Conquista, la Evangelización y la Colonización del Nuevo Mundo.

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Oct 012003
 

Manuel Rubio Andrada y María Teresa Pérez-Zubizarreta Sánchez.

Agradecemos a las Sras. Martínez Jaraíz las facilidades que nos han dado para realizar este estudio.

GENERALIDADES Y LOCALIZACIÓN

Hace unos 40 años, esta bella herramienta fue encontrada por D. Ezequiel Mayordomo Alvarado empleado en la finca Casacascos quién gentilmente la regaló a las propietarias de la finca en cuya casa de Trujillo se exhibe adecuadamente.

La citada propiedad está situada hacia el W de Trujillo en una zona de contacto entre el batolito granítico y las tierras pizarrosas paleozoicas de la penillanura; de S a N es cruzada suavemente por el río Magasca. Este terreno se presenta con pequeñas colinas muy onduladas que por lo general basculan hacia el cauce del río. Posee una excelente fuente natural de agua en la parte N del palacio. Una pequeña explotación minera, quizás de casiterita, a cielo abierto y de escasa entidad, se localiza en la margen derecha del Magasca e inmediato al mismo, cerca de las lindes de la finca con el Torruco, el mapa geológico no la menciona y como veremos es uno de los lugares de posible hallazgo de la pieza.

Existen varias versiones no coincidentes con el lugar exacto de su hallazgo; primeramente D. Ezequiel nos indicó el cerro de las Esparragueras, frente al molino, en la margen opuesta del río, añadiéndonos que posteriormente habían excavado sin encontrar nada, visitado este lugar solamente apreciamos un pequeño fragmento de pizarra gris oscuro, estrecha, que indudablemente poseía un orificio del que quedaba un cuarto de círculo. Posteriormente me indicó que había confundido el lugar, señalándome otro, un vallecillo de la cercana finca del Torruco inmediato a la antigua mina, lugar situado algo más alejado y al NE, mi nuevo reconocimiento del sitio, mucho más impreciso no añadió nada nuevo. Finalmente una de las propietarias me indicó que el hallazgo había ocurrido en el lecho del río.

En cualquier caso es bastante evidente su hallazgo en la zona N de la finca, en lugar no muy alejado de la casa, en un radio de no más de 2 km.

DESCRIPCIÓN

El hacha tiene de largo 21,6 cm, 7 cm de ancho máximo y 3,7 cm de grueso, es de secciones oval y en forma de trapecio, su talón redondeado nos llegó algo deteriorado; el filo en la base mayor, está perfectamente logrado en ambos lados, no tiene señales de uso. Se realizó en una roca metamórfica –cuarzo común- muy dura de color blanco con numerosas betas que van de los tonos rojizos al pardo oscuro; fragmentos de este tipo de roca, de variados tamaños, con superficies muy irregulares, son relativamente abundantes en toda esta zona (lám I).

hachaLa superficie presenta escasas irregularidades, especialmente grande es un hueco natural tendente a la forma cúbica de 0,80 cm de lado que aparece situado en uno de los laterales. Está perfectamente pulida ofreciendo una cara menos convexa que la otra, hecho que hemos encontrado en otras herramientas semejantes de la comarca aunque logradas en materiales más comunes.

EL ENTORNO ARQUEOLÓGICO

Esta pieza, es al menos de época Calcolítica, y se nos muestra aislada en el medio donde se halló de otros restos de ese periodo o anteriores aunque es también cierto que no se ha prospectado ni siquiera superficialmente las colinas de este terreno. Cerca de la fuente cercana a la parte N del palacio se encuentran grabados de triple recinto. En el palacio hay depositada una inscripción hebrea hallada fuera de su contexto original, concretamente en el canal del principal molino, cerca de la embocadura. Fuera de contexto aparecieron las dos estelas decoradas del SW en la finca del Carneril lindera con Casacascos hacia el SW y depositadas en el Museo Arqueológico Provincial y publicado su estudio por M. Beltrán. En la citada finca hay al menos un pequeño yacimiento romano y en la falda W de la finca del Torruco hay otro yacimiento de la misma época y de extensión parecida aunque aparentemente poco tengan que ver estas reseñas con nuestra pieza.

RELACIONES Y CRONOLOGÍA

En la bibliografía consultada, una treintena de pequeñas memorias de monumentos funerarios megalíticos extremeños, no hemos encontrado herramientas de este material, aunque si de su forma y tamaño. Observamos una azuela mucho más pequeña semejante en todo a ésta posiblemente hallada en la finca de Vallispedros, al S de Torrecilla de la Tiesa, hoy está perdida; ambas son supervivientes de ese mundo dolménico que señala como posibilidad más reciente el Calcolítico pero que lo probable es que sean de épocas anteriores y que, además, por la naturaleza de la roca y su perfecto acabado prometen serias grandezas de sus primitivos poseedores dentro del contexto en el que vivieron. Pero debemos reconocer que se nos resisten a presentar otros datos que los pequeños poblamientos Calcolíticos del SE de nuestro berrocal semejantes en muchos aspectos a los de los batolitos de Plasenzuela y Malpartida de Cáceres, los tres parcialmente estudiados.

Oct 012003
 

Antonio Luís Rol Benito.

Licenciado en Historia

I.- INTRODUCCIÓN

La guerra de Restauración portuguesa ha constituido un foco de atención privilegiado para la historiografía extremeña. Desde que Ángel Rodríguez (1979) y Henry Kamen (1984) publicaran sus famosos trabajos, los estudios sobre este periodo de nuestro pasado no han dejado de aparecer.

Enmarcada dentro de la prolongada y dura decadencia de la Monarquía Hispánica, es ya conocido que este acontecimiento bélico se caracterizó por el protagonismo de las emboscadas y las incursiones de saqueo y castigo, lo cual explica que los efectos que provocó se mantuvieron vigentes hasta finales del siglo XVII, y que se vieron intensificados por varios factores. En primer lugar, la larga duración de la contienda, 28 años continuados de razzias destinadas a robar ganado, quemar cosechas e incluso talar árboles. Sin olvidar, en segundo lugar, que durante todo este tiempo las localidades extremeñas se vieron obligadas a alojar tropas, lo cual suponía un titánico esfuerzo dada la maltrecha situación que padecían desde la famosa crisis finisecular. Y por último, hay que tener en cuenta que la geografía extremeña incluye el discurso de todas las vías de comunicación entre Madrid y Lisboa, factor éste que si en tiempos de paz suponía importantes beneficios en lo comercial, en tiempos de guerra conllevaba la conversión en zona estratégica principal.

Dentro de los estudios relacionados con esta temática, los de demografía son, con diferencia, los más abundantes: toda investigación de demografía histórica en Extremadura debe incluir esta guerra para entender correctamente el comportamiento de la población durante el siglo XVII. Por ello, aunque el conocimiento de esta contienda no sea el objetivo principal de muchas investigaciones, de manera indirecta contribuyen a dar luz sobre lo acaecido durante estos años. Por otra parte, el contar con un número importante de trabajos previos supone, por motivos obvios, una ventaja insoslayable.

El presente trabajo tiene la intención de unirse a este amplio conjunto de estudios demográficos, centrándose en la Sierra de Gata, por ser la única zona que carece de un estudio particular para esta cuestión. En la provincia de Badajoz, se conocen las consecuencias de Zafra (Cortés, 1983), Badajoz (Cortés, 1990), Jerez de los Caballeros (Lorenzana et al., 1985) o Mérida (Rodríguez Grajera, 1991); en la provincia de Cáceres, se cuenta con un estudio que recoge la frontera septentrional íntegramente (Iglesias Mateos, 1990) , además de la obra de Rodríguez Grajera para toda la provincia (1991)[1]. También se está elaborando en estos momentos, por parte de F. García, una tesis que tiene el partido de Brozas como centro de observación. Toda vez que la zona de Alcántara es más difícil de conocer demográficamente debido a la destrucción de los registros de muchas de sus localidades, sólo queda la Sierra de Gata.

Para la elaboración del presente trabajo se ha recurrido a las fuentes parroquiales custodiadas en el Archivo Diocesano Coria-Cáceres. Excelentemente conservadas, las posibilidades y límites que tiene esta fuente son de sobra conocidas. También se han utilizado los apéndices publicados en algunas obras relacionadas con el tema que nos ocupa.

A partir de las citadas fuentes, se pretende conocer la repercusión que la Guerra de Restauración portuguesa tuvo sobre esta zona. Para ello, se han vaciado los años 1620-1688, pretendiendo conocer, en primer lugar, el comportamiento de la natalidad en el periodo citado. También, la nupcialidad, pero los libros de matrimonios ofrecen datos cualitativos de gran interés, especialmente la procedencia de los contrayentes, que nos permite realizar un acercamiento a los movimientos de población de la zona, cuestión de mayor relevancia si cabe dada su condición de fronteriza. Las segundas nupcias, importantes por cuanto ofrecen una salida a la situación de crisis, es otra cuestión aquí recogida. Por último, la mortalidad, de especial importancia dado que una guerra es el centro de este trabajo. Su comportamiento cíclico y el peso de los soldados sobre el total de fallecidos serán problemas que también se tratarán.

Y para proporcionar una visión más completa, se realizará una comparación del comportamiento temporal de las diferentes variables: de la nupcialidad y la natalidad, y de la natalidad y la mortalidad.

II.- ASPECTOS SOCIO-ECONÓMICOS

Parece pertinente empezar el estudio con un acercamiento somero a las condiciones socioeconómicas presentes en la Sierra de Gata en el siglo XVII. Según Rodríguez Grajera (1991), en dicha zona la propiedad de la tierra se encontraba socialmente mejor repartida, lo que suponía ciertas ventajas a la hora de superar situaciones adversas. Como resulta propio de una zona de montaña, las tierras de cultivo no eran muy extensas, lo que explica el predominio del aceite y del vino como productos más extendidos. Tales productos proporcionaban los excedentes necesarios para la provisión de cereales, que se traerían de los campos de Castilla, y en especial de Ciudad Rodrigo. En este sentido, no hay que olvidar la presencia del contrabando hacia Portugal, fenómeno muy extendido por toda la raya, y por su naturaleza muy difícil de conocer en sus aspectos más profundos.

Como parece obvio, lo irregular del territorio sitúa a la Sierra de Gata fuera de las grandes vías de comunicación. Marcelino Cardalliaguet (1999: 114, 116) no recoge ningún camino de importancia que transitara por la zona. No obstante, Melón Jiménez (1989:190) sitúa el trazado de una cañada que venía desde Castilla por Perosín, caminos por los que, como es sabido, no sólo transitaban los ganados trashumantes.

No obstante lo dificultoso de las comunicaciones, la actividad mercantil tenía una presencia que no debe ser obviada. De nuevo Melón Jiménez detecta una feria en Gata, y mercados semanales en esta misma localidad y en San Martín de Trevejo, como ejemplos de intercambios organizados y regulares. De nuevo la presencia de la frontera como elemento dinamizador debe ser destacada.

III.- LA EVOLUCIÓN SEGÚN LOS CENSOS

El conocimiento que de la demografía se busca en este trabajo va a comenzar por un análisis de los datos que se pueden recoger en los censos realizados durante la modernidad[2]. Sin embargo, aquellos que tuvieron lugar en el siglo XVII, o en los momentos más inmediatos son aquellos que más han concentrado nuestra atención, como se puede ver en el cuadro siguiente:

PUEBLO 1591 1612 1631 1646 1712
Acebo 367 400 493 187
Cadalso 190 200 109 150 65
Silleros 546 400 577 300 252
Descargamaría 192 170 72
Eljas 186 120 114 197
Gata 610 400 610 577 282
Hernán Pérez 108 100 70 80 20
Hoyos 464 400 394 102
Perales Puerto 194 100 204 101
Robledillo 197 160 87
S. Martín Trev. 621 600 415 278
Santibáñez A. 108 68 40 22
Torre D. Miguel 331 300 359 257 189
Torrecilla Áng. 78 53 48 30
Valverde Fresno 480 500 473 250 166
Villamiel 350 300 338 186
Villanueva Sierra 192 200 123 140 74
Villasbuenas 193 200 100

Fuente: elaboración propia a partir del apéndice de Blanco Carrasco, 1999: 409 y ss.

En 1591 una notable mayoría de los pueblos alcanza su máximo de población; aun teniendo en cuenta los problemas que presentan los censos anteriores, es posible asegurar sin reparos que en este censo se puede ver la culminación de un periodo positivo para la demografía de la zona, en clara conexión con lo defendido para toda la comunidad y aun para el interior peninsular. Las cifras tienden a mantenerse todavía en 1612: se puede decir que esta zona no se vio fuertemente afectada por la crisis finisecular. No obstante a partir de 1631 es visible cierto descenso, aún no muy fuerte. La caída se aprecia ya en 1646, lo que en principio podría confirmar lo acertado de centrar el estudio en los años de guerra. Sin datos durante toda la segunda mitad del Seiscientos, en 1712, y teniendo en cuenta la tendencia a la baja del vecindario y la todavía inconclusa guerra de Sucesión, las cifras parecen apuntar una importante pérdida de población durante el siglo XVII. De hecho las cifras de población de 1591 no se vuelven a obtener hasta el siglo XVIII: en 1759, 15 poblaciones sobre un total de 17, no han recuperado aún los valores de finales del Quinientos, mostrando así una evolución semejante al resto de la región (Llopis et al., 1990). Tan sólo Eljas y Acebo contradicen esta evolución.

Si tenemos en cuenta las cifras ofrecidas por las seis localidades que tienen presencia en todos los vecindarios (Cadalso, Cilleros, Gata, Hernán Pérez, Torre de Don Miguel y Valverde del Fresno), la pérdida de población es notoria, alcanzando el 44%: de 2265 vecinos en 1591, a 974 en 1712, cifra a la que se ha añadido un 25% siguiendo a J. Nadal (1976). Esta cifra es superior al 36% apuntado por Rodríguez Grajera (1991: 32), y un tanto menores que el 49.8% apuntado por Iglesias Mateos (1990: 67).

IV.- LA NATALIDAD

A partir de ahora, el trabajo se centra en confirmar, matizar o desmentir las conclusiones iniciales aportadas por los vecindarios, empezando por la natalidad. Esta variable demográfica es muy sensible ante cualquier factor que pudiera influir en su evolución, y las posibilidades que ofrece para los estudios de demografía histórica ya han sido puestas de manifiesto (Llopis et al., 1990).

Para el acercamiento a este importante factor demográfico, se ha recurrido a las poblaciones de Acebo, Descargamaría, Torre de Don Miguel[3], San Martín de Trevejo, Eljas y Gata. Las cifras, en las que 1624-1627 es igual a 100, son las siguientes:

INTERVALO ÍNDICE
1620-23 95
1624-27 100
1628-31 91
1632-35 76
1636-39 71
1640-43 87
1644-47 86
1648-51 67
1652-55 75
1656-59 76
1660-63 70
1664-67 68
1668-71 74
1672-75 95
1676-79 92
1680-83 95
1684-87 81

La evolución de la natalidad varía tan sólo en algunos años con respecto a la provincial (Rodríguez Grajera, 1991: 40 y ss.) sin que la zona fronteriza sea una excepción. Se puede observar, en principio, que la Sierra de Gata presentaba valores positivos en las primeras décadas del siglo XVII, alcanzando la natalidad su punto más benigno entre 1624-1627. A partir de la década de los 30 comienza una tendencia a la baja que se acentúa en los años en que tiene lugar la guerra: la natalidad mantiene unos valores especialmente bajos en el periodo 1648-1667, fecha esta última en que se alcanza el valor más negativo. Llama la atención que los índices se mantuvieran relativamente altos durante los ocho primeros años de la guerra, cuestión que se explica por el propio desarrollo de la misma: breves incursiones en territorio enemigo destinadas a debilitar al enemigo. Los efectos, pues, tardaron en llegar casi una década, sin olvidar que la zona no fue escenario de grandes batallas. Sin embargo, la llegada fue virulenta: a principios de la década de los 50 se detecta un periodo recesivo fuerte y prolongado, en conexión con el resto del territorio extremeño.

Tras 1668 se inicia la recuperación, tanto en la sierra como en el resto de la provincia. A diferencia de lo que suele ser normal en el Antiguo Régimen, dicha recuperación no es eufórica: no se consigue igualar el techo de la década de los veinte. De nuevo tenemos que recurrir a las circunstancias bélicas: las incursiones quemaban cosechas, talaban árboles, frutales, etc. Son problemas que no resuelven de inmediato, sino que requieren tiempo. Sin olvidar las especiales circunstancias de un Imperio que se hunde, con problemas fiscales importantes que se dejan sentir en los sectores más débiles. Por último, también hay que recordar que el descenso de la natalidad y de la nupcialidad se traduce, a la larga, en un decrecimiento de la población. Tras la guerra, entran en la edad de acceso al matrimonio aquellas generaciones nacidas durante el conflicto, y tales generaciones son menos numerosas que las anteriores a 1640.

A la lentitud de la recuperación hay que añadir los efectos de una coyuntura agraria negativa: a finales de siglo, se produce una fuerte crisis documentada por Iglesias Mateos. La recuperación no había culminado al llegar la Guerra de Sucesión.

V.- EL MATRIMONIO

Al tratar el comportamiento matrimonial de la sociedad, nos encontramos de nuevo ante una variable demográfica extraordinariamente sensible. Junto a la natalidad, la nupcialidad ayuda a explicar el desarrollo de la población en un tiempo determinado. Las series matrimoniales que se encuentran en los libros parroquiales son las más incompletas de las tres variables. De entre ellas, se han utilizado las series de los siguientes pueblos: Gata, Descargamaría, Torre de Don Miguel y San Martín de Trevejo. Las cifras son las siguientes:

INTERVALO ÍNDICE
1620-23 53
1624-27 100
1628-31 83
1632-35 77
1636-39 67
1640-43 71
1644-47 78
1648-51 81
1652-55 100
1656-59 70
1660-63 68
1664-67 68
1668-71 97
1672-75 82
1676-79 59
1680-83 73
1684-87 67

Los índices, para los cuales 1624-1627 es igual a 100, muestran una evolución parecida a la natalidad. Con un nuevo máximo en la década de los veinte, que confirma lo ya apuntado para la natalidad, la decadencia de la serie comienza a ser clara justo antes de la guerra. Los valores se mantienen bajos y estables durante la década de los cuarenta, algo comprensible en tiempos de guerra. Las cifras muestran un fuerte aumento en el periodo 1648-1655, incremento que puede explicarse mediante tres hipótesis: la llegada de población procedente de zonas con una mayor actividad bélica; un aumento de los matrimonios en segundas nupcias (Iglesias Mateos, 1990: ); o bien una dinámica propia de la zona en cuestión, siempre mediatizada por la guerra. También se baraja la posibilidad de que sean varios de estos factores los que expliquen este comportamiento, que, no obstante, será tratado apartados posteriores.

Después de este breve momento positivo, los índices vuelven a bajar justo hasta el fin de la guerra. En la nupcialidad sí es posible ver un alza de los valores más acentuado tras el fin de la contienda. Esta diferencia respecto al número de bautizados es lógica si atendemos al periodo que transcurre entre la celebración del matrimonio y la venida del primer hijo, que Rodríguez Cancho (1981) sitúa entre 10 y 18 meses, periodo que quizás haya que ampliar dadas las peculiaridades del momento. Así, tras un alza de la nupcialidad, lo lógico sería que la natalidad aumentara con posterioridad. Y esto es lo que ocurre en la década de los veinte, y de una manera más clara, como decíamos, tras la guerra: a un alza de los matrimonios en el periodo 1668-1675, le sigue un aumento de la natalidad en 1672-1683. Pero esto en la década de los 50, pues la natalidad no experimenta crecimiento sensible hasta el fin de la contienda, lo cual prueba una vez más lo delicado del momento.

Por fin, desde mediados de la década de los setenta puede observarse un decrecimiento de los matrimonios, provocado seguramente por las circunstancias ya comentadas: consecuencias de las actividades bélicas a largo plazo, continuas levas, crisis de subsistencia propias de economías de Antiguo Régimen y acceso al matrimonio de la generación nacida durante la guerra.

Me gustaría tratar, siquiera brevemente, la fecundidad a partir de la comparación entre los datos ofrecidos por los libros de bautizados y matrimonios, que, ya se sabe, es sólo un método aproximado. La media de 3.6 hijos por pareja nos permite afirmar que, en este aspecto, la Sierra de Gata sigue las mismas pautas de toda la provincia (Rodríguez Grajera, 1991: 46); además, la cifra coincide con exactitud con la hallada para toda la frontera, pero en un periodo más amplio, dato este que nos lleva a pensar que uno de los efectos más importantes de la guerra fue el control sobre la concepción, sin olvidar que la evolución de la natalidad confirmaría esta aseveración. Por último, tal media no contradice que los vecinos de la sierra tuvieran un mayor número de hijos con respecto a las poblaciones fronterizas, idea defendida por Iglesias Mateos (1991: 129).

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Como ya se ha adelantado, el estudio de las segundas nupcias constituye una preocupación más en este trabajo. Su comportamiento durante las época de crisis, como es el caso, constituye una cuestión de interés en los estudios demográficos, dada la posibilidad de fundar nuevos matrimonios como medida encaminada a paliar lo negativo del momento. Si los contrayentes son ambos viudos, o sólo uno de los dos son asuntos de gran relevancia en este tema. No hay que olvidar, por último, que la fecundidad de los matrimonios celebrados en segundas nupcias es menor, debido a la elevada edad de acceso al matrimonio.

La lectura atenta de los libros de matrimonios de Gata, San Martín de Trevejo, Villamiel y Acebo ofrece los siguientes datos:

HV-M % HV-MV % H-MV % TOTAL % Tot. Mat
1620-24 14 5 6 2 13 5 33 12 266
1635-39 17 8 16 7 15 7 48 22 215
1650-54 21 6 34 10 30 9 85 25 330
1665-69 33 11 16 5 21 7 70 25 282
1680-84 34 14 17 7 12 5 63 26 237
TOTAL 119 9 89 6 91 7 299 22 1330

Fuente: elaboración propia. H: hombre; M: mujer; V: viudo/a. La última columna precisa el total de matrimonios vaciados.

Tratando en primer lugar los resultados globales, llama la atención el porcentaje casi equivalente de matrimonios en segundas nupcias en las tres posibilidades, contradiciendo las cifras encontradas para el total de la frontera, que indican una mayor importancia de los matrimonios en que ambos contrayentes son viudos (Iglesias Mateos, 1991: 133). Esto puede deberse al número reducido de habitantes que poseen los núcleos estudiados, lo cual reduce sensiblemente el mercado matrimonial, es decir, las posibilidades de elección.

En segundo lugar, este tipo de matrimonios presenta unos valores bastante estables en todos los periodos estudiados, con excepción de la primera. La cata de 1620-24 se realiza en unos momentos todavía no excesivamente críticos, sin obviar que las aplicación de las disposiciones tridentinas, que obligaban a ofrecer este tipo de información, pueden no aplicarse con rigurosidad aún. Como consecuencia de esta estabilidad, no puede decirse que los matrimonios en segundas nupcias supongan un freno para la natalidad.

Hay que destacar pues, que los matrimonios en segundas nupcias mantienen unas cifras estables durante todo el periodo estudiado, por lo que su evolución no se ve alterada por la guerra (Rodríguez Grajera, 1991: 48). Como consecuencia, el incremento del número de matrimonios celebrados durante la década de los 50 no se debe a un aumento de este tipo de matrimonios.

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El estudio de los movimientos de población es uno de los temas más interesantes del presente trabajo[4]. El ánimo de conocer los movimientos de población que provoca la guerra, tema siempre actual, junto con la posibilidad de conocer el mercado matrimonial transfronterizo son las razones que explican la inclusión de este apartado en el estudio, para lo que la muestra se ha ampliado con los datos de los libros de matrimonios de Acebo. Antes de pasar directamente a las conclusiones, debe ser precisado que se considera exógamo todo aquel matrimonio en el que al menos uno de los contrayentes no es natural de la localidad en cuestión.

Los resultados presentan varias conclusiones. En primer lugar, es indudable un movimiento en dirección Este, huyendo de la frontera, donde los enfrentamientos eran, obviamente, más intensos. Así se muestra en todas las poblaciones, y especialmente en las catas realizadas durante la guerra.

Pero este movimiento de población no parece el más destacado. En las catas realizadas en las cuatro localidades señaladas se detecta que los movimientos de población son relativamente intensos, pero dentro de la propia sierra, tanto en su vertiente extremeña como en la salmantina, dando la impresión de formar una amplia comunidad de poblaciones que tenían unas costumbres y una forma de vida similares, con fuertes lazos de unión entre ellas. Este movimiento de personas dentro de la comarca serrana supera el 80%.

Si tenemos en cuenta que, a la luz de las cifras aportadas por los censos, las poblaciones estudiadas son de cierta entidad para la zona, podría deducirse que los movimientos que se vienen citando se producen de los núcleos de menor entidad hacia aquellos más grandes que pudieran ofrecer más posibilidades de supervivencia. Y así ocurre. Evidentemente, cuando la distancia aumenta el porcentaje de matrimonios exógamos disminuye; pero el contingente de este tipo de matrimonios más nutrido proviene de aquellas localidades más cercanas: un 40% de los matrimonios así formados procede de los pueblos vecinos más cercanos.

A continuación, deben mencionarse aquellos casos en los que uno o ambos de los contrayentes procede de más allá de la zona por la que se extiende la Sierra de Gata, por muy escasos que sean estos: aproximadamente un 15%. En este porcentaje ha de destacarse el caso de Acebo, que por tener que alojar a un importante contingente militar presenta procedencias tan variadas como Mallorca, Madrid e incluso Flandes.

Dentro de este porcentaje, se observa otro movimiento, más minoritario, que tiene lugar en dirección Norte-Sur. Es de resaltar la afluencia de población desde núcleos situados más al Sur de la Sierra de Gata (Alcántara, Coria o Plasencia), o en la parte Norte, ya en la provincia de Salamanca (Fuente Giraldo o Ciudad Rodrigo) , ocupando aproximadamente un 9% del total de matrimonios exógamos.

Y por último, comentar la significación que tienen los matrimonios en los que al menos uno de los contrayentes era portugués: un 7% sobre el total de matrimonios exógamos localizados, cifra menor de la esperada en una tierra de frontera como la que estamos tratando. Sin duda, la Guerra de Restauración supuso un importante freno para este tipo de matrimonios, que prácticamente desaparece durante su celebración. No es de extrañar, pues, que sean en la primera y última cata cuando más destaca la presencia de estos matrimonios transfronterizos, siguiendo siempre un comportamiento similar al de toda la zona fronteriza.

El siguiente cuadro muestra la significación que este tipo de matrimonios tiene sobre el número total de enlaces:

M. F. % %Total Matr.
1620-24 34 19 12
1635-39 21 12 9
1650-54 42 24 12
1665-69 38 22 13
1680-84 38 22 16
TOTAL 173 13

Fuente: elaboración propia .

Una lectura atenta del cuadro anterior permite observar que el porcentaje de matrimonios foráneos se mantiene relativamente estable, antes y después de la guerra, por lo que al igual que al tratar los matrimonios en segundas nupcias, el acontecimiento bélico no alteró su evolución. A continuación, debe destacarse que el incremento rastreado sobre el total de matrimonios en la década de los cincuenta no se debe tampoco al caso que nos ocupa.

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Varias son las conclusiones a las que se puede llegar en este largo capítulo relativo a los matrimonios. En primer lugar, su evolución responde a las especiales circunstancias que provoca una guerra: evolución normal, con los altibajos propios de una población de Antiguo Régimen, empeorada por las negativas circunstancias por las que es conocido el siglo XVII; descenso durante la contienda, pero no muy fuerte en principio, con un incremento notable en la década de los cincuenta que no se debe ni a los matrimonios exógamos ni a los matrimonios en segundas nupcias, por lo que sólo queda explicar tal comportamiento como la consecuencia de una bajada en la intensidad de los enfrentamientos, lo que provocó que aquellas parejas que no podían casarse aprovecharan este corto periodo para contraer matrimonio. Sin embargo, tal incremento no fue correspondido con un alza posterior de los nacimientos, lo cual es indicativo de las dificultades del momento, así como del control matrimonial sobre las concepciones.

Y después vuelven los índices bajos. Al acabar la guerra el crecimiento sí es fuerte, y sí viene acompañado de una elevación de los bautizos posterior. Sin embargo, este periodo positivo sobrepasa con dificultad la primera mitad de la década, pues los valores vuelven a decrecer entonces, y a mantenerse estables en esta situación negativa: una dura posguerra, los efectos de una irregular situación agrícola, los problemas fiscales de la corona o el acceso al matrimonio de la generación nacida durante la guerra son las razones que ayudan a explicar este comportamiento.

VI.- LA MORTALIDAD

El acercamiento a la información que ofrecen los libros de defunciones completará este trabajo. Para ello, se ha procedido al vaciado de los libros de Acebo, Torre de Don Miguel, Gata, Eljas y San Martín de Trevejo. Los índices que se muestran a continuación están realizados también sobre grupos de cuatro años, y el periodo de 1624-1627 es igual a 100:

INTERVALO ÍNDICE
1620-23 53
1624-27 100
1628-31 83
1632-35 77
1636-39 67
1640-43 71
1644-47 78
1648-51 81
1652-55 100
1656-59 70
1660-63 68
1664-67 68
1668-71 97
1672-75 82
1676-79 59
1680-83 73
1684-87 67

Los índices, para los cuales 1624-1627 es igual a 100, muestran una evolución parecida a la natalidad. Con un nuevo máximo en la década de los veinte, que confirma lo ya apuntado para la natalidad, la decadencia de la serie comienza a ser clara justo antes de la guerra. Los valores se mantienen bajos y estables durante la década de los cuarenta, algo comprensible en tiempos de guerra. Las cifras muestran un fuerte aumento en el periodo 1648-1655, incremento que puede explicarse mediante tres hipótesis: la llegada de población procedente de zonas con una mayor actividad bélica; un aumento de los matrimonios en segundas nupcias (Iglesias Mateos, 1990: ); o bien una dinámica propia de la zona en cuestión, siempre mediatizada por la guerra. También se baraja la posibilidad de que sean varios de estos factores los que expliquen este comportamiento, que, no obstante, será tratado apartados posteriores.

Después de este breve momento positivo, los índices vuelven a bajar justo hasta el fin de la guerra. En la nupcialidad sí es posible ver un alza de los valores más acentuado tras el fin de la contienda. Esta diferencia respecto al número de bautizados es lógica si atendemos al periodo que transcurre entre la celebración del matrimonio y la venida del primer hijo, que Rodríguez Cancho (1981) sitúa entre 10 y 18 meses, periodo que quizás haya que ampliar dadas las peculiaridades del momento. Así, tras un alza de la nupcialidad, lo lógico sería que la natalidad aumentara con posterioridad. Y esto es lo que ocurre en la década de los veinte, y de una manera más clara, como decíamos, tras la guerra: a un alza de los matrimonios en el periodo 1668-1675, le sigue un aumento de la natalidad en 1672-1683. Pero esto en la década de los 50, pues la natalidad no experimenta crecimiento sensible hasta el fin de la contienda, lo cual prueba una vez más lo delicado del momento.

Por fin, desde mediados de la década de los setenta puede observarse un decrecimiento de los matrimonios, provocado seguramente por las circunstancias ya comentadas: consecuencias de las actividades bélicas a largo plazo, continuas levas, crisis de subsistencia propias de economías de Antiguo Régimen y acceso al matrimonio de la generación nacida durante la guerra.

Me gustaría tratar, siquiera brevemente, la fecundidad a partir de la comparación entre los datos ofrecidos por los libros de bautizados y matrimonios, que, ya se sabe, es sólo un método aproximado. La media de 3.6 hijos por pareja nos permite afirmar que, en este aspecto, la Sierra de Gata sigue las mismas pautas de toda la provincia (Rodríguez Grajera, 1991: 46); además, la cifra coincide con exactitud con la hallada para toda la frontera, pero en un periodo más amplio, dato este que nos lleva a pensar que uno de los efectos más importantes de la guerra fue el control sobre la concepción, sin olvidar que la evolución de la natalidad confirmaría esta aseveración. Por último, tal media no contradice que los vecinos de la sierra tuvieran un mayor número de hijos con respecto a las poblaciones fronterizas, idea defendida por Iglesias Mateos (1991: 129).

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Como ya se ha adelantado, el estudio de las segundas nupcias constituye una preocupación más en este trabajo. Su comportamiento durante las época de crisis, como es el caso, constituye una cuestión de interés en los estudios demográficos, dada la posibilidad de fundar nuevos matrimonios como medida encaminada a paliar lo negativo del momento. Si los contrayentes son ambos viudos, o sólo uno de los dos son asuntos de gran relevancia en este tema. No hay que olvidar, por último, que la fecundidad de los matrimonios celebrados en segundas nupcias es menor, debido a la elevada edad de acceso al matrimonio.

La lectura atenta de los libros de matrimonios de Gata, San Martín de Trevejo, Villamiel y Acebo ofrece los siguientes datos:

HV-M % HV-MV % H-MV % TOTAL % Tot. Mat
1620-24 14 5 6 2 13 5 33 12 266
1635-39 17 8 16 7 15 7 48 22 215
1650-54 21 6 34 10 30 9 85 25 330
1665-69 33 11 16 5 21 7 70 25 282
1680-84 34 14 17 7 12 5 63 26 237
TOTAL 119 9 89 6 91 7 299 22 1330

Fuente: elaboración propia. H: hombre; M: mujer; V: viudo/a. La última columna precisa el total de matrimonios vaciados.

Tratando en primer lugar los resultados globales, llama la atención el porcentaje casi equivalente de matrimonios en segundas nupcias en las tres posibilidades, contradiciendo las cifras encontradas para el total de la frontera, que indican una mayor importancia de los matrimonios en que ambos contrayentes son viudos (Iglesias Mateos, 1991: 133). Esto puede deberse al número reducido de habitantes que poseen los núcleos estudiados, lo cual reduce sensiblemente el mercado matrimonial, es decir, las posibilidades de elección.

En segundo lugar, este tipo de matrimonios presenta unos valores bastante estables en todos los periodos estudiados, con excepción de la primera. La cata de 1620-24 se realiza en unos momentos todavía no excesivamente críticos, sin obviar que las aplicación de las disposiciones tridentinas, que obligaban a ofrecer este tipo de información, pueden no aplicarse con rigurosidad aún. Como consecuencia de esta estabilidad, no puede decirse que los matrimonios en segundas nupcias supongan un freno para la natalidad.

Hay que destacar pues, que los matrimonios en segundas nupcias mantienen unas cifras estables durante todo el periodo estudiado, por lo que su evolución no se ve alterada por la guerra (Rodríguez Grajera, 1991: 48). Como consecuencia, el incremento del número de matrimonios celebrados durante la década de los 50 no se debe a un aumento de este tipo de matrimonios.

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El estudio de los movimientos de población es uno de los temas más interesantes del presente trabajo[4]. El ánimo de conocer los movimientos de población que provoca la guerra, tema siempre actual, junto con la posibilidad de conocer el mercado matrimonial transfronterizo son las razones que explican la inclusión de este apartado en el estudio, para lo que la muestra se ha ampliado con los datos de los libros de matrimonios de Acebo. Antes de pasar directamente a las conclusiones, debe ser precisado que se considera exógamo todo aquel matrimonio en el que al menos uno de los contrayentes no es natural de la localidad en cuestión.

Los resultados presentan varias conclusiones. En primer lugar, es indudable un movimiento en dirección Este, huyendo de la frontera, donde los enfrentamientos eran, obviamente, más intensos. Así se muestra en todas las poblaciones, y especialmente en las catas realizadas durante la guerra.

Pero este movimiento de población no parece el más destacado. En las catas realizadas en las cuatro localidades señaladas se detecta que los movimientos de población son relativamente intensos, pero dentro de la propia sierra, tanto en su vertiente extremeña como en la salmantina, dando la impresión de formar una amplia comunidad de poblaciones que tenían unas costumbres y una forma de vida similares, con fuertes lazos de unión entre ellas. Este movimiento de personas dentro de la comarca serrana supera el 80%.

Si tenemos en cuenta que, a la luz de las cifras aportadas por los censos, las poblaciones estudiadas son de cierta entidad para la zona, podría deducirse que los movimientos que se vienen citando se producen de los núcleos de menor entidad hacia aquellos más grandes que pudieran ofrecer más posibilidades de supervivencia. Y así ocurre. Evidentemente, cuando la distancia aumenta el porcentaje de matrimonios exógamos disminuye; pero el contingente de este tipo de matrimonios más nutrido proviene de aquellas localidades más cercanas: un 40% de los matrimonios así formados procede de los pueblos vecinos más cercanos.

A continuación, deben mencionarse aquellos casos en los que uno o ambos de los contrayentes procede de más allá de la zona por la que se extiende la Sierra de Gata, por muy escasos que sean estos: aproximadamente un 15%. En este porcentaje ha de destacarse el caso de Acebo, que por tener que alojar a un importante contingente militar presenta procedencias tan variadas como Mallorca, Madrid e incluso Flandes.

Dentro de este porcentaje, se observa otro movimiento, más minoritario, que tiene lugar en dirección Norte-Sur. Es de resaltar la afluencia de población desde núcleos situados más al Sur de la Sierra de Gata (Alcántara, Coria o Plasencia), o en la parte Norte, ya en la provincia de Salamanca (Fuente Giraldo o Ciudad Rodrigo) , ocupando aproximadamente un 9% del total de matrimonios exógamos.

Y por último, comentar la significación que tienen los matrimonios en los que al menos uno de los contrayentes era portugués: un 7% sobre el total de matrimonios exógamos localizados, cifra menor de la esperada en una tierra de frontera como la que estamos tratando. Sin duda, la Guerra de Restauración supuso un importante freno para este tipo de matrimonios, que prácticamente desaparece durante su celebración. No es de extrañar, pues, que sean en la primera y última cata cuando más destaca la presencia de estos matrimonios transfronterizos, siguiendo siempre un comportamiento similar al de toda la zona fronteriza.

El siguiente cuadro muestra la significación que este tipo de matrimonios tiene sobre el número total de enlaces:

M. F. % %Total Matr.
1620-24 34 19 12
1635-39 21 12 9
1650-54 42 24 12
1665-69 38 22 13
1680-84 38 22 16
TOTAL 173 13

Fuente: elaboración propia .

Una lectura atenta del cuadro anterior permite observar que el porcentaje de matrimonios foráneos se mantiene relativamente estable, antes y después de la guerra, por lo que al igual que al tratar los matrimonios en segundas nupcias, el acontecimiento bélico no alteró su evolución. A continuación, debe destacarse que el incremento rastreado sobre el total de matrimonios en la década de los cincuenta no se debe tampoco al caso que nos ocupa.

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Varias son las conclusiones a las que se puede llegar en este largo capítulo relativo a los matrimonios. En primer lugar, su evolución responde a las especiales circunstancias que provoca una guerra: evolución normal, con los altibajos propios de una población de Antiguo Régimen, empeorada por las negativas circunstancias por las que es conocido el siglo XVII; descenso durante la contienda, pero no muy fuerte en principio, con un incremento notable en la década de los cincuenta que no se debe ni a los matrimonios exógamos ni a los matrimonios en segundas nupcias, por lo que sólo queda explicar tal comportamiento como la consecuencia de una bajada en la intensidad de los enfrentamientos, lo que provocó que aquellas parejas que no podían casarse aprovecharan este corto periodo para contraer matrimonio. Sin embargo, tal incremento no fue correspondido con un alza posterior de los nacimientos, lo cual es indicativo de las dificultades del momento, así como del control matrimonial sobre las concepciones.

Y después vuelven los índices bajos. Al acabar la guerra el crecimiento sí es fuerte, y sí viene acompañado de una elevación de los bautizos posterior. Sin embargo, este periodo positivo sobrepasa con dificultad la primera mitad de la década, pues los valores vuelven a decrecer entonces, y a mantenerse estables en esta situación negativa: una dura posguerra, los efectos de una irregular situación agrícola, los problemas fiscales de la corona o el acceso al matrimonio de la generación nacida durante la guerra son las razones que ayudan a explicar este comportamiento.

VI.- LA MORTALIDAD

El acercamiento a la información que ofrecen los libros de defunciones completará este trabajo. Para ello, se ha procedido al vaciado de los libros de Acebo, Torre de Don Miguel, Gata, Eljas y San Martín de Trevejo. Los índices que se muestran a continuación están realizados también sobre grupos de cuatro años, y el periodo de 1624-1627 es igual a 100:

INTERVALO ÍNDICE
1620-23 0
1624-27 100
1628-31 94
1632-35 131
1636-39 102
1640-43 103
1644-47 109
1648-51 144
1652-55 104
1656-59 82
1660-63 115
1664-67 101
1668-71 84
1672-75 44
1676-79 67
1680-83 100
1684-87 112

El primer periodo no pudo hallarse por las irremediables faltas que presentan los libros parroquiales. Por lo demás, los valores se mantienen por encima de 100 desde 1624 hasta 1668 -fecha esta última bastante significativa-; los valores más altos se alcanzan en 1632-25 y 1648-1651. Dos son las conclusiones principales que se sacan de estas cifras, a saber: la de que la mortalidad venía experimentando altos valores ya antes de que se iniciara la guerra, la cual, por otro lado, vendría a agravar una ya maltrecha situación y a cortar toda esperanza de mejora.

Siguiendo una evolución coherente con lo que se viene defendiendo en apartados anteriores, en la década de los cincuenta parece haber una descenso de los índices que vendría a corroborar una mejora de la situación bélica y económica temporal. Con posterioridad, la mortalidad se mantiene por encima de 100 justo hasta que se termina la guerra, cuando, de nuevo en clara conexión con la natalidad y la nupcialidad, comienza un periodo claramente benigno, pero muy corto. En la década de los ochenta el índice vuelve a superar la barrera de los 100. Una evolución, pues, que corrobora afirmaciones anteriores.

¿Cuáles son los factores que explican la alta mortalidad que tenemos ante nosotros? Las respuestas fueron indicadas ya en 1980 en un trabajo clásico de Pérez Moreda, y sin ánimo de repetición, son las mismas que venimos citando en los capítulos anteriores: la fiscalidad, una mala situación agrícola y económica, etc. Sin embargo, hay varias cuestiones que requieren una respuesta más amplia y detallada.

La primera tiene que ver con la presencia de crisis de mortalidad. El autor de estas líneas coincide con la opinión de Rodríguez Grajera (1989) según la cual las crisis de mortalidad son debidas fundamentalmente a la conjunción de los efectos de crisis agrícolas y enfermedades. En el contexto geográfico que nos ocupa, las peculiaridades económicas derivadas de su carácter serrano atenúan los efectos de los ciclos agrícolas negativos, pero un caserío estrecho y apretado, producto de la falta de espacio, no contribuirían mucho al normal desarrollo de unas condiciones de salubridad mínimas, favoreciendo el desarrollo de enfermedades contagiosas. Sin olvidar las posibilidades de contagio que supone el alojamiento de tropas.

La cronología de las crisis de mortalidad coincide casi exactamente con los periodos ya citados por Rodríguez Grajera. En nuestro periodo de estudio, tales momentos tienen lugar en 1627, 1632-1633, 1646, 1650-1652 y 1662. Con posterioridad, los valores presentan oscilaciones en ocasiones muy fuertes, pero no llegan a adquirir la categoría de crisis[5]. Dichos años presentan claras similitudes con lo sucedido en el resto de la provincia, en la frontera y aun en el interior peninsular; sin embargo. En 1627 se produce una crisis de extensión estrictamente regional. Sin embargo, la detectada a principios de los treinta es, según el autor que venimos citando, la que reviste una mayor gravedad en el siglo XVII, y fue debida a una conjunción de sequías y malas cosechas y la presencia de enfermedades contagiosas. La crisis de 1646 es propia de la zona que estudiamos, y precede a la de principios de los cincuenta; como explicación más probable se presentan las causas anteriores agravadas por las circunstancias ya comentadas que conlleva una guerra que empezaba a hacerse ya larga y muy pesada (alojamientos reiterados, mayor facilidad de contagio debido a la presencia del ejército, etc). En 1550-1552 se repiten las circunstancias apuntadas; pero en 1662 puede haber una mayor influencia de las actividades bélicas desarrolladas en la zona (Moreno Ramos, 1995).

Una segunda cuestión que merece un acercamiento más detallado tiene que ver con el número de soldados que murieron en los 28 años del conflicto, y su significación en las cifras totales. A este respecto, Iglesias Mateos defiende que el número de muertos debido a los enfrentamientos es mayor de lo que se creía: 7% (1990: 175); Rodríguez Grajera, por el contrario, encuentra tan sólo un 2% en Acebo, algo que estaría acorde con el desarrollo del conflicto y con el alejamiento de los principales frentes (1989: 66). Esta última opinión me parece más acertada a la luz de la lectura de los libros de defunciones de San Martín de Trevejo, según los cuales únicamente un 3% de los muertos recogidos se correspondería con soldados. Se es consciente de las posibles deficiencias de los libros parroquiales y del lógico aumento de las cifras conforme nos acercamos a la frontera, cuestiones que no parecen contradecir la posición expresada.

En tercer lugar, me gustaría llamar la atención sobre la evolución de la mortalidad en relación con la natalidad. Parece bastante significativo que la primera variable muestre índices claramente superiores a la segunda durante casi la totalidad del periodo estudiado; sólo en los años inmediatamente posteriores a la guerra se invierte la situación, situación similar a la presentada por Rodríguez Grajera (1991: 50). Este dato es indicativo de la difícil situación a la que venimos haciendo referencia, y alude a una importante pérdida de población durante estos años. Pérdida a la que hay que sumar aquellas personas que decidieron abandonar la sierra.

VII.- CONCLUSIÓN

En un siglo marcado por la decadencia, la evolución demográfica fue claramente negativa. Pero en una zona fronteriza como la Sierra de Gata, la celebración de un conflicto de nada menos que 28 años llama poderosamente la atención; el deseo de conocer sus efectos en la demografía fue el principal ánimo de este trabajo.

Aunque la trayectoria demográfica se había tornado negativa con anterioridad, el inicio de la guerra consolidó tal cambio. Variación que no fue inmediata, sino que tardó casi una década en materializarse, dado el particular desarrollo del conflicto, para después alcanzar las cifras más negativas de todo el periodo estudiado, especialmente en la mortalidad. Con posterioridad, en los años centrales de la década de los cincuenta, tiene lugar un cambio llamativo: la nupcialidad experimenta un sensible crecimiento, y la mortalidad, justo al contrario: únicamente un descenso en la intensidad de las acciones bélicas sirve como explicación. Los movimientos migratorios y las segundas nupcias, que mantienen valores estables, no tuvieron una influencia destacada. Sin embargo, la situación seguía revistiendo una especial gravedad, pues la natalidad no ascendió, como consecuencia de un severo control de las concepciones. Las tres variables volvieron a presentar valores bajos hasta 1668, cuando primero la nupcialidad y la mortalidad, y después la natalidad, iniciaron una breve coyuntura positiva, que no duró más de diez años: desde finales de los setenta los índices vuelven a entrar en una evolución negativa. Como consecuencia de todo lo anterior, la zona sufrió una importante pérdida de población, bien por la elevada mortalidad, bien por las personas que decidieron emigrar hacia otros lugares en busca de mejores condiciones. Las cifras son bastante elocuentes: hasta la segunda mitad del siglo XVIII no se alcanzan los valores de finales del Quinientos.

¿Qué parte de culpa tiene de esta recesión la guerra? El conflicto obligó a los habitantes de la zona a realizar un duro esfuerzo para superar una situación que, no obstante, se había tornado negativa ya desde los primeros decenios del siglo XVII. La guerra, pues, no fue más que un agravante, aunque, eso sí, de primer nivel.

VIII.- BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

  • Blanco Carrasco, J. P., 1999, Demografía, familia y sociedad en la Extremadura Moderna. 1500-1860, Cáceres.
  • Cardalliaguet Quirant, M., 1999, Sociedad y Territorio en la Historia de Extremadura, Cáceres.
  • Cortés Cortés, F., 1983, La población de Zafra en los siglos XVI-XVII. Badajoz.
    • 1990, Una ciudad de frontera. Badajoz en los siglos XVI-XVII. Badajoz.
  • Estébanez Calderón, E., 1955, Fragmentos de la historia dela Infantería Española, en B.A.E., t. 79, Madrid.
  • Iglesias Mateos, J. M., 1990, Frontera y población en la Alta Extremadura del siglo XVII, Cáceres, Memoria de Licenciatura.
  • Kamen, H., 1981, La España de Carlos II, Barcelona.
  • Llopis Agelán, E., et al, 1990, “El movimiento de la población extremeña durante el Antiguo Régimen”, Revista de Historia Económica, 8, 2, 419-464.
  • Lorenzana, F., et al., 1985, “Una valoración del conflicto hispano-portugués de 1640 en la Baja Extremadura: Jerez de los Caballeros”. Actas de las I Jornadas Ibéricas de jóvenes investigadores en ciencias humanas y sociales,. Olivenza, pags. 421-430.
  • Melón Jiménez, M. A., 1989, Extremadura en el Antiguo Régimen. Economía y sociedad en tierras de Cáceres. 1700-1814. Salamanca.
  • Pérez Moreda, V., 1980, Las crisis de mortalidad en la España interior. Siglos XVI-XIX, Madrid.
  • Moreno Ramos, J., 1995, “La Sierra de Gata en la guerra con Portugal (1640-1668). Análisis de dos documentos inéditos”, Alcántara, 1995, 49-76.
  • Rodríguez Cancho, M., 1981, La villa de Cáceres en el siglo XVIII. Demografía y Sociedad, Cáceres.
    • 1993, “Migraciones internas en la Extremadura Moderna”, en Eiras Roel, A. y Rey Castelao, O. (eds.), Las migraciones internas y mediun distance en Europa, 1500-1900, Santiago de Compostela, 321-355.
  • Rodríguez Grajera, A, 1991, Población y estructura agraria de la Alta Extremadura en el siglo XVII, Cáceres.
    • “Las crisis de mortalidad en la Alta Extremadura durante el siglo XVII”, Boletíon de la ADEH, 37-54.
    • 1985, La población de Mérida en el siglo XVII, Badajoz.
  • Rodríguez Sánchez, A., 1979, “Guerra, miseria y corrupción en Extremadura: 1640-1668”, Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano, Cáceres, pags. 605-625.
  • Sánchez Rubio, R. y Fernández Márquez, A., 1985, “La guerra de Restauración portuguesa. Incidencias en un núcleo de frontera: Coria”, Actas de las I Jornadas Ibéricas de Investigadores en ciencias humanas y sociales, Olivenza.

FUENTES:

Archivo Diócesano Coria-Cáceres

  • San Martín de Trevejo, libros 1 y 2 de bautismos, libro 15 de matrimonio, libros 21 y 22 de difuntos.
  • Villamiel, libro 1 de bautizados, libro 13 de matrimonios.
  • Gata, libros 3 y 4 de bautizados, libros 15, 16 y 17 de matrimonios, libros 20 y 21 de defunciones.
  • Acebo, libro 10 de matrimonios, microfilm 256 (matrimonios).
  • Eljas, libros 2, 3 y 4 de bautismos, libros 29 y 30 de defunciones.

GráficoI: NATALIDAD

graf1Gráfico II: NUPCIALIDAD

graf2Gráfico III: MORTALIDAD

graf3Gráfico IV: BAUTISMOS-MATRIMONIOS

graf4Gráfico V: BAUTISMOS-ÓBITOS

graf5


NOTAS:

[1] Estas dos obras son de especial importancia para este trabajo, por aportar el marco de comparación adecuado para los resultados de la investigación, como se verá más adelante.

[2] Realizar aquí un comentario acerca de las posibilidades y limitaciones de los censos utilizados parece reiterativo. Se remite a la obra de Blanco Carrasco (1999) y Rodríguez Grajera (1991)

[3] Las series de Acebo, Descaragamaría y Torre de Don Miguel fueron publicadas por Rodríguez Grajera en 1991.

[4] Para todo este apartado, cfr. Iglesias Mateos, 1991: 136-147.

[5] La metodología utilizada para hallar las crisis de mortalidad se encuentra en Rodríguez Grajera, 1989: 68. Dada las peculiaridades de dicha metodología, el autor no se atreve a afirmar que mediados de los 80 no se produjera una nueva crisis, detectada en los ámbitos que se vienen citando como referencia.

Oct 012003
 

Francisco Rivero.

Cronista oficial de Las Brozas

Tras varios años de celebración por el V Centenario del nombramiento del brocense Nicolás de Ovando como gobernador en Indias, el cronista oficial de la villa de Las Brozas propone la creación el Museo de Ovando en la casa-palacio de los Flores, lugar donde se cree que nació esta figura señera de la historia española, gracias a la cual Extremadura pobló con miles de personas el Nuevo Mundo y cuyas gestas son reconocidas por el pueblo español.

El palacio de los Flores en la villa de Las Brozas ha pasado de ser las Escuelas Nuevas a ser consultorio médico, biblioteca municipal, casa de la cultura, domicilio social de diversas asociaciones broceñas, por lo que ahora se propone que se convierta., tras su restauración, en el Museo Nicolás de Ovando como homenaje a este buen gestor, gracias al cual el imperio español pudo llegar hasta las Américas.

Tras su bellísima fachada de la casa del linaje de los Flores, en la calle Ramón y Cajal. De estilo renacentista, toda ella es de sillería granítica, la piedra de la zona. La enmarcan dos columnas de una sola pieza y un friso con puntas de diamantes. En la parte posterior es digna de destacar la magnífica rejería en balcones y ventanas, cuyo trabajo la villa de Las Brozas es experta en la forja del hierro.

En el museo que se propone crear colaborarían diversas instituciones locales, provinciales, autonómicas, nacionales e internacionales, así como personas privadas. Todos pueden colaborar para llevar a cabo este magno homenaje al extremeño que fue el primer gobernador en América y que hizo que miles y miles de extremeños y españoles realizaran una proeza histórica.

Como sugerencia el nuevo museo tendría ocho salas con los siguientes contenidos que se irán desarrollando a través de esta ponencia:

SALA 1.- Las Brozas en la comarca Tajo-Salor

Centro de Interpretación de la comarca

SALA 2.- La villa de Las Brozas

Monumentos
Hijos ilustres
Fiestas
Gastronomía

SALA 3.- Nicolás de Ovando

Infancia y juventud.
Orden Militar de Alcántara
Su imagen
Su cabeza
Su espada

SALA 4.- Extremadura y España en tiempos de Ovando

Extremadura y su tiempo
España en los tiempos de los Reyes Católicos

SALA 5.- La isla de la Hispaniola

República Dominicana
Haití
Hermanamiento con Santo Domingo.
Los taínos

SALA 6.- La América de Ovando

Cuba
Puerto Rico
Jamaica
Panamá
Tierras y banderas de las repúblicas hermanas

SALA 7.- Ruta turística de Nicolás de Ovando

Cáceres
Las Brozas
Alcántara
Garrovillas de Alconétar
Provincia de Badajoz

SALA 8.- Homenajes a Ovando

Cuadro – retrato
TVE
Diputación de Cáceres
Escolares de Las Brozas
Gran Exposición
Un sello postal

Recorrido Virtual del Museo

SALA I.- La comarca Tajo-Salor

Las Brozas es un pueblo histórico y como tal ha de poner en valor lo que los siglos nos ha dado. Por eso, hemos de conseguir que sus hijos ilustres puedan servir como elementos dinamizadores de la economía a través del turismo cultural en la comarca Tajo Salor, integrada por los pueblos de Malpartida de Cáceres, Arroyo de la Luz, Casar de Cáceres, Garrovillas de Alconétar, Navas del Madroño, Las Brozas, Villa del Rey y Aliseda, creándose en este museo un Centro de Interpretación para comprender de una manera eficaz lo que supone la comarca desde los ámbitos de la geografía, la historia, de la economía y del turismo.

SALA II.- La villa de Las Brozas

Es una población de unos 2.500 habitantes, situada al oeste de la provincia de Cáceres, dedicada a la agricultura y ganadería y con numerosos monumentos, de gran interés para el visitante. Las Brozas es un pueblo histórico y como tal ha de poner en valor lo que los siglos nos han dado. Por eso, hemos de conseguir que sus hijos ilustres puedan servir como elementos dinamizadores de la economía a través del turismo cultural.

En una rápida síntesis, se informa que en la villa se pueden visitar las iglesias de Nuestra Señora de la Asunción, más conocida por la catedralina por sus bellezas artísticas y por sus dimensiones, la de los Santos Mártires, mandada erigir por los Reyes Católicos en 1495; un castillo, sede de la Encomienda Mayor de la orden Militar de Alcántara, conocido en el pueblo con el nombre popular del Palacio. Numerosos palacios y casonas. Tres conventos: El de San Francisco o de Nuestra Señora de la Luz, reconvertido ahora en un magnífico hotel de cuatro estrellas; el de San Pedro o de las Comendadoras de Alcántara, y el de Nuestra Señora del Rosario. Un total de 14 ermitas están desperdigadas por la villa, sus cercanías y en su amplio término municipal, a lo que hay que añadir un balneario de origen romano, donde acuden anualmente cientos de personas mayores a través del IMSERSO.

En esta misma tribuna de los Coloquios Históricos de Extremadura en Trujillo se ha venido hablando, desde hace años, de varios de sus hijos ilustres de Las Brozas: Francisco Sánchez de Las Brozas, el actor Casimiro Ortas y el comendador mayor de la Orden de Alcántara, Nicolás de Ovando, que estos años hace ahora 500, fue nombrado y ejercía su gobernaduría en lo que hoy son dos naciones hermanas: República Dominicana y Haití, además de ordenar la exploración de Cuba y Puerto Rico. No hemos de olvidar que durante su estancia en Santo Domingo se congregaron lo que después serían descubridores, conquistadores, colonizadores, evangelizadores de América, ampliando la idea del imperio español hacia nuevas tierras: Jamaica, Florida, México, Perú…

Las fiestas y la gastronomía de la villa

Las Brozas es un pueblo que ama y gusta de las fiestas. Comienza el año con la de su santo Patrón, San Antón Abad, el 17 de enero, con misa mayor y procesión del santo desde la parroquia hasta su ermita, a hombros de personas con capa española y una o varias carrozas engalanadas donde van los mozos y mozas que después brindarán al santo sus ofrendas a base de productos típicos de Brozas y de la región, para concluir con el típico torcimiento y destorcimiento del cordón a los sones de una canción especial para ese día.

La Feria de Abril (18, 19 y 20) es una de las ferias más importantes de Extremadura, donde se exhiben los animales que los ganaderos desean poner a la venta. Estos últimos años se complementa con actividades varias y con los “caballitos” que ponen los feriantes para diversión de los niños y jóvenes.

San Gregorio tiene su fiesta el 9 de mayo, pero el pueblo la suele celebrar el fin de semana más cercano, con el fin de que haya un mayor número de romeros, que se acerca hasta el balneario donde se ha construido una nueva ermita. La jornada comienza con una misa, seguida del almuerzo campestre y una jornada al aire libre, donde no puede faltar una verbena campera, donde acuden las personas de los pueblos de alrededor.

La Fiesta del Emigrante es de nueva implantación, en homenaje a los que tuvieron que marcharse a otras tierras para ganarse la vida y que ahora retornan unos días de descanso con sus descendientes. Suele celebrarse a mitad de agosto, con actos culturales y deportivos, así como con corridas de toros

Otra fiesta nueva, surgida a finales de los años 80 durante una velada del Festival del Teatro de Alcántara es la Fiesta de la Tenca. La finalidad era dar a conocer este pez que se cría en las charcas arenosas del oeste de la provincia de Cáceres y al mismo tiempo hacer que los “turistas” que se nos acercan y que suelen ser los propios emigrantes permanecieran más tiempo en nuestros pueblos. Por eso se celebra, de manera rotativa en un pueblo de la comarca Tajo-Salor, el último sábado del mes de agosto, con concursos de pesca y gastronómico, donde no puede faltar como elemento básico la tenca. La jornada de completa con visitas turísticas al pueblo donde se celebra ese año, exposiciones típicas de objetos producidos por las empresas de la comarca, pruebas gastronómicas, para concluir con la entrega de la Tenca de Oro a un personaje popular y famoso. La Fiesta de la Tenca celebrada en agosto de 2001 en Las Brozas tuvo como singularidad, al ser declarada por primera vez Fiesta Gastronómica de Interés Turístico.

La última gran fiesta popular de Brozas son los Toros, durante los días 8, 9 y 10 de septiembre, durante los cuales se reúnen las familias a comer y por las tardes hay toros en la plaza al estilo tradicional los toros del “jau” jau”, en el que los mozos corren a los astados en el ruedo donde hay estalanqueras y un uno romano. Para las jóvenes se suelta antes alguna que ora vaquilla, que suele dar algún que otro revolcón. Por las mañanas a las doce, las tradicionales capeas, que son gratis para todo el pueblo. Y por la noche, una gran verbena en la Plaza de Ovando

Y para concluir, brevemente, este apartado de Las Brozas destacar su típica gastronomía, empezando por las tencas, un pez que probó en la comarca el emperador Carlos V en su viaje a Portugal y que el concejo de Trujillo pidió miles ejemplares para repoblar sus charcas, como la de San Lázaro. Otro plato típico es el bobo con coles, que se come a mediodía del día de San Antón. El bobo son las costillas del cerdo embutidas en el estómago del animal y cocido con coles. Los platos se acompañan con el vino de las Viñas de brozas, situadas en las cercanías del balneario. Se cuenta que el emperador llevaba siempre consigo el vino blanco y con cuerpo, un verdadero pitarra, de este pueblo extremeño. Como postre típico destaca el tocino cielo.

SALA III.- Nicolás de Ovando

Cuentan las crónicas tomadas de la Ejecutoria de Nobleza del año 1523, que los Flores brocenses proceden de Hugo Flores, un noble que llegó de Francia y que con un hermano suyo llegó a Alcántara huyendo de no se sabe qué delito cometido. Otros estudiosos, entre ellos don Manuel Flores de Lizaur y Ortiz, indican que la familia Flores procede del reino de León, algo mucho más creíble. Esta casa con la de los Argüello son las mas rancias, preclaras y genuinas de la villa de Las Brozas.

Hugo Flores se casó con Elvira Gutiérrez de Toledo, hermana del gran maestre de la Orden de Alcántara, don Gutiérrez Gómez de Toledo. De estos nacieron Gonzalo Gutiérrez Flores y Diego Flores, éste llegó a ser freyre y comendador de Piedrabuena.

Gonzalo Gutiérrez Flores se casó en Salamanca con Isabel Rodríguez de las Varillas, con la que tuvo sólo un hijo: Rodrigo Flores de las Varillas, abuelo materno de Nicolás de Ovando. Precisamente, el matrimonio de Gonzalo e Isabel están enterrados en la iglesia de Santa María de Las Brozas, concretamente en la que fuera capilla de San Blas y posteriormente del Cristo de la Salud, también conocido como Cristo de Ovando.

Rodrigo Flores de las Varilla se casó con María Esteban Tejado de Paredes y tuvieron a: Alonso Flores, Martín Tejado, Pedro Gutiérrez, Rodrigo Flores, Juana Flores Gutiérrez, Elvira Flores, Catalina Flores e Isabel Flores, quien casó con Diego de Ovando y madre, pues, de Nicolás de Ovando.

Las armas de los Flores son, en campo de azur, cinco flores de lis de oro. La bordura de gules con ocho aspas de oro.

Tras la unión de los Flores con los Gutiérrez (Flores Gutiérrez o Gutiérrez Flores) el escudo de los Gutiérrez es el siguiente: En campo de oro, un castillo de piedra con cinco hojas de higuera, de sinople, pendientes de las almenas. Y así, sumados dan el escudo de los Flores Gutiérrez, cuyo palacio se encuentra en la calle Derecha de Las Brozas.

El apellido Ovando procede de uno de los conquistadores de la ciudad de Cáceres a los árabes. El bisabuelo de Nicolás fue Fernán Gil Mogollón, a quien sucedió Hernán Blázquez Mogollón, padre de Diego de Cáceres Ovando, quien tuvo varios descendientes, entre ellos Nicolás de Ovando.

El padre de Nicolás mandó construir su palacio en lo que hoy es Casa de las Cigüeñas, en la parte más alta de la ciudad cacereña. Se la conoce muy bien por conservar intacta su alta torre, por la estima de los Reyes Católicos hacia Diego de Ovando, quien apoyó en la lucha de la reina Isabel contra Juana la Beltraneja y después en el levantamiento de los nobles cacereños ante la Corona.

El escudo de Ovando

El apellido Ovando es, en campo de plata, una cruz floronada de gules, angulada de cuatro veneras de lo mismo, pero el símbolo personal de Nicolás de Ovando lleva los apellidos de su padre y de su madre: Ovando, Mogollón y Flores, Gutiérrez.

El apellido Ovando, situado en el primer cuartel del blasón, es, en campo de plata, una cruz floronada de gules, angulada de cuatro veneras de lo mismo.

En el segundo cuartel está situado el apellido Flores: De azur, cinco flores de lis puestas en aspa con bordura de gules, cargada con ocho aspas de oro.

En el tercer cuartel el apellido Mogollón. En campo de oro, dos osos pasantes de sable, bordura de gules, cargada con ocho aspas de oro.

Por último, Gutiérrez: En campo de oro, un castillo de piedra cargado con cinco hojas de higuera, dos en el homenaje central y tres en el cuerpo del castillo. Las hojas de higuera son de sinoples.

Para atender a los colores y los que son profanos en la materia de la heráldica, se dirá que la cruz floronada del apellido Ovando es con flores de lis y las cuatro veneras o conchas de peregrino son de color rojo, y el fondo de plata, es decir, de color blanco.

En cuanto al apellido Flores el azur es color azul y las flores de lis en aspa de la Cruz de San Andrés, son de color verde. Las ocho aspas de oro son de color amarillo sobre una bordura de gules (rojo). Al parecer, el rey dio estas aspas en forma de Cruz de San Andrés a los caballeros cristianos que se encontraban presentes en la batalla de Baeza, la que después sería llamada Navas de Tolosa, en el año 1212.

Los colores del apellido Mogollón son en campo de oro (amarillo) dos osos pasantes de sable (negros), con bordura de gules (rojo), cargado con ocho aspas de oro (amarillo).

Por último, el apellido Gutiérrez: En campo de oro (amarillo), un castillo de piedra (color natural del granito), cargado con cinco hojas de higuera de sinople (verde), dos en la parte superior del castillo y tres en la inferior.

Los escudos de Nicolás de Ovando se pueden observar en el exterior de su capilla en el conventual de San Benito de Alcántara, donde hay varios de piedra y varios de alabastro. Encima de su tumba se encuentra otro más de mármol.

Asimismo, en el que fuera palacio de Nicolás de Ovando en la calle de las Damas de Santo Domingo, la capital que él refundara en la orilla izquierda del río Ozama, en la actual República Dominicana, antigua isla de la Hispaniola, hay dos más, también de buena talla.

También debe reflejar esta sala la importancia de la Orden Militar de Alcántara, antes llamada de San Julián del Pereiro, de origen portugués, así como de Las Brozas como encomienda mayor y su castillo mayor, fortaleza que aún se conserva perfectamente. En este apartado se ha de contar la importancia de ser fraile y soldado como elemento de defensa de la fe con la oración y la espada.

Es tanta la importancia que la Orden Militar tuvo para Nicolás de Ovando que con los dineros propios mandó construir la capilla de la epístola en el conventual de San Benito de Alcántara, sede maestral de la asociación religiosa. En dicha capilla están depositados sus restos desde 1991, fecha en que se colocó en ella una placa. Esa jornada hubo una gran fiesta a la que acudieron numerosos miembros de las órdenes militares españolas, trasladando los huesos de Ovando desde la iglesia de Santa María de Almoçovar, actual templo parroquial de Alcántara, hasta la iglesia del templo de San Benito.

Sala IV.- Extremadura y España en tiempos de Ovando

En los tiempos de Ovando, la región se hallaba bajo el dominio de dos órdenes militares – Alcántara y Santiago – y territorios bajo dominio real o de nobles.

La Orden de Alcántara, que es la más nos interesa en esta ponencia, poseía dos partidos: el del propio Alcántara, con 25 encomiendas, incluida la propia sede y la Encomienda Mayor de Las Brozas y el partido de La Serena, situado al sureste de la actual región extremeña, con seis encomiendas: Castilnovo, Villanueva de la Serena, Magacela, Zalamea de la Serena, (Esparragosa de) Lares y Benquerencia.

En 1477, la reina Isabel la Católica jura los fueros de Cáceres ante las puertas de la ciudad. A finales del siglo XV, la ciudad tenía unos 2.000 vecinos, con una mesocracia agrícola y ganadera, cuyo nivel social más elevado eran los caballeros de la villa y que levantaron numerosos palacios, como los Golfines, los Ovando, los Ulloa, los Carvajal…

España en tiempos de los Reyes Católicos

En este tiempo hay grandes cambios en la Península Ibérica. El más importante de todos es la unificación de los reinos de Castilla, Aragón, Granada y Navarra, conformando el primer estado europeo. En 1469 se casa Isabel de Castilla con Fernando de Aragón, los Reyes Católicos

Los nuevos soberanos incorporan a la Corona los maestrazgos de las órdenes militares, hacen disminuir la autonomía municipal, crean la Santa Inquisición, expulsan a los judíos en 1492, conquistan el reino de Granada – donde estuvo Nicolás de Ovando- le nombran ayo del Príncipe heredero don Juan y durante su mandato se descubre América.

Durante el tiempo de Ovando en América se crea la Casa de Contratación en Sevilla; muere Isabel la Católica (25 de noviembre de 1504) y comienzan a gobernar los nuevos reyes Juana y Felipe.

SALA V.- La América de Ovando

Ovando llegó en 1502 a la isla de la Hispaniola, conformada hoy por dos naciones: República Dominicana y Haití. De aquí tiene que surgir un hermanamiento oficial con los pueblos hermanos del más allá del Océano Atlántico, así como conocer al pueblo taíno, que era el aborigen en esta zona de las islas del Mar Caribe a la llegada de Colón y durante la gobernaduría de Ovando. En este tiempo se congregó allí un grupo de hombres que después serían descubridores, conquistadores, colonizadores, evangelizadores de América, ampliando la idea del imperio español hacia nuevas tierras: Cuba, Puerto Rico, Jamaica, Panamá, Florida, México, Perú…

La isla de la Hispaniola estaba dividida, a la llegada de los españoles, en cinco cacicazgos o reinos indígenas: Marine, el noroeste; Aragua, al suroeste; Magua, al nordeste; Buey, al este, y Maguana, en el centro y sur.

Las ciudades fundadas por el gobernador

Durante los siete años que Ovando fue gobernador en América (1502-1509), en la Hispaniola se fundaron numerosas ciudades, unas en Haití y otras en la actual República Dominicana.

En el primer país se crearon: Puerto Real y Santa María de la Vera Paz, ya desaparecidas; Lares de Guaba, la actual Hincha; Salvatierra de la Sabana (Los Cayos),) y Villanueva de Yaquito (la actual ciudad de Jaquel). En República Dominicana fueron: Santo Domingo, Puerto Plata, Asúa de Compostela, Bonas, Buena Ventura. Concepción de la Vega, Coquí, Monte Cristo, Salva león de Buey, San Juan de la Maguana, Santiago de los Caballeros y Santa Cruz de Ica yagua (El Seybo)

Veamos una pequeña ficha de cada una de ellas

HAITÍ

PUERTO REAL (desaparecida)

  • Algunos dicen que en 1578 se fundó la villa de Bahaya, después de que los españoles la abandonáramos la que se denominó Puerto Real y que había sido fundada por el conquistador Rodrigo Mejía de Trillo. En 1725 se fundó la villa francesa de Bahaya, guardándose así el antiguo nombre español. Hoy conserva el nombre de Bajayá.

SANTA MARÍA DE LA VERA PAZ (desaparecida)

  • Fue fundada en 1504, muy cerca de la actual capital haitiana de Puerto Príncipe. Hoy tiene el nombre indígena de Yaguana

LARES DE GUABÁ

  • En el cacicazgo de Marién, Rodrigo Mejía de Trillo fundó Lares de Guabá, cerca de un riachuelo que llevaba ese nombre, en palabras del padre Bartolomé de las Casas. Fue el 15 de noviembre de 1504 cuando el papa Julio II creaba, mediante la Bula “Illius Fulciti praesidio”, en la isla de la Española la sede metropolitana de Yaguate, en la provincia de Jaragua, con dos sedes sufragáneas: La Vega o Maguá y Lares de Guaba. Fue nombrado obispo de esta sede el franciscano García de Padilla.

SALVATIERRA DE LA SABANA (Los Cayos)

  • Está situada cerca del Cabo Tiburón, al sudoeste de la Española. Fue fundada por Diego Velázquez, quien partió de aquí para la conquista de la isla Juana, conocida hoy como la isla de Cuba. Otro de sus principales personajes fue el descubridor del Océano Pacífico, Vasco Núñez de Balboa, quien llegó allí y fue un destacado esgrimidor, tras formar parte de la expedición descubridora del Istmo de Panamá, expedición que fue encabezada por Rodrigo de Bastidas.

VILLANUEVA DE YÁQUIMO (JACMEL)

  • Nicolás de Ovando mandó fundar a su lugarteniente Diego Velázquez la actual ciudad haitiana de Jacten, que antes se llamaba Villanueva de Yáquimo y estaba situada en el lugar y puerto del cacicazgo de Jaragua. Jacmel viene del nombre del coronel Jacamel, quien la refundó el 8 de julio de 1698. Antes tenía otros nombres como Yaquimel, cuyo nombre procedía de Jacques de Malo. Como dato curioso se puede decir que la ciudad fue la primera en estar totalmente electrificada en el Mar Caribe.

REPÚBLICA DOMINICANA

SANTO DOMINGO

  • Fundada por Bartolomé Colón en 1496, pero destrozada por un huracán en 1502 fue refundada en piedra en la orilla derecha del río Ozama por Ovando

PUERTO PLATA

  • Fue fundada en 1505, pero refundada para que pudieran salir y arribar desde allí los buques españoles. Su monumento más importante es el fuerte de San Felipe.

ÁZUA DE COMPOSTELA

  • Ovando en 1504 la fundó con el nombre de Compostela. Diego Velázquez y Hernán Cortés fueron respectivamente administrador y notario de la ciudad. En el año 1508 le fue conferido, por real privilegio, el escudo de armas.

BONAO

  • En la historia de Bonao se cuenta que en el periodo 1502 – 1509, la villa progresó mucho, pues pertenecía al comendador mayor, don Nicolás de Ovando.

LA BUENAVENTURA (Desaparecida)

  • En esta zona de la isla se hacían en tiempo de Ovando dos fundiciones de oro al año, pues sus minas estaban a pleno rendimiento.

CONCEPCIÓN DE LA VEGA

  • La villa de La Vega fue fundada entre los siglos XV y XVI y en ella se estableció el Fuerte de la Concepción, que defendía el sitio de cualquier ataque terrestre.

COTUÍ

  • Fue fundada por Rodrigo Mejía de Trillo en 1505 por orden del gobernador. El nombre de Coquí viene del cacique Coquí, subalterno de Guardones, gran cacique de Maguá, uno de los cinco de la isla. Desde 1952, es la capital de la provincia Sánchez Ramírez, que lleva ese nombre por el brigadier Juan Sánchez Ramírez y que venció a los franceses en 1808 ayudado por los criollos.

MONTE CRISTI

  • En 1506, bajo las órdenes del Comendador Fraile Nicolás de Ovando, se crea la villa de Monte Cristo, habitada por los indios taínos. Para 1533 la villa es remozada con la traída de 60 labradores desde la Madre Patria. Estos emigrantes vinieron con sus familias para dinamizar los planes colonizadores de la metrópoli.

SALVALEÓN DE HIGÜEY

  • Capital de la provincia de Altagracia. Tiene hoy unos 25.000 habitantes. Se fundó en 1505 por Juan de Esquiven. Es el lugar de la Patrona de la isla, Nuestra Señora de Altagracia.

SAN JUAN DE LA MAGUANA

  • La villa de San Juan de la Maguana fue fundada el 24 de Junio de 1504 por el adelantado capitán Diego de Velázquez, por instrucciones del Gobernador de la isla y Comendador de Lares Fraile Nicolás de Ovando.

SANTA CRUZ DE ICAYAGUA (El Seybo)

  • Fue fundada en 1506 por el conquistador de Jamaica, Juan de Esquiven, con el nombre de Santa Cruz de Ica yagua. Se encuentra a 135 kilómetros de la capital.

SANTIAGO DE LOS CABALLEROS

  • En 1504, Ovando manda que se refunde la ciudad más al norte. Se hace, en la zona de Jacagua, por los caballeros de la antigua Isabela, la ciudad que fundara Cristóbal Colón con los restos de la nao Santa María, la primera ciudad occidental en el Nuevo Continente.

SALA VI.- La expansión por América

En esta sala se propone realizar un recorrido por las tierras más cercanas a la isla de la Hispaniola, tierras que se conocieron, colonizaron y conquistaron en los años próximos a la gobernaduría de Ovando, sino mandó él mismo hacerlas reconocer. Tales naciones son: Cuba, Puerto Rico, Jamaica y Panamá, sin olvidarnos de la península de la Florida, donde según la tradición se dice que estaba la Fuente de la Eterna Juventud y que fue conquista por Juan Ponce de León. Para completar la información geográfica e histórica de estas naciones deberían colocarse en unas arquetas tierras y banderas de las repúblicas hermanas, ofrecidas en actos oficiales y protocolarios por los embajadores de esos países en sus respectivas visitas a la tierra que vio nacer a Nicolás de Ovando.

Una visita rápida a estos países con sus hechos más destacados son:

CUBA

  • El hecho más importante en la etapa de Ovando fue el bojeo de Sebastián de Ocampo; es decir la circunnavegación de la isla, pues es tan alargada – más de 1.100 kilómetros- que se consideraba que formaba parte de una tierra continental. Este hecho se produjo en 1508 Y el año siguiente el encomendero Diego Velázquez, que fue fundador de varias ciudades en la Hispaniola, comenzó la conquista de la isla de Cuba, que por entonces recibió el nombre de Juana, en honor de la hija de los Reyes Católicos, y ya reina de Castilla. Las primeras villas fundadas en Cuba fueron: Nuestra Señora de la Asunción; la villa de San Salvador de Bayamo; villa de la Santísima Trinidad; villa de Santiago; villa de Sancti Spíritus; villa de San Cristóbal; villa de Santa María de Puerto Príncipe y San Juan de los Remedios.

PUERTO RICO

  • Juan Ponce de León fue lugarteniente de Ovando. Escuchó de los indios que había mucha abundancia en la isla vecina de Boriquen (Puerto Rico), y pidió permiso para visitarla en 1508, donde descubrió muchos tesoros valiosos. Por su trabajo en ésta expedición fue nombrado Adelantado o Gobernador de Boriquen.

JAMAICA

  • Cristóbal Colón llegó a Jamaica en mayo de 1494, durante su segundo viaje al Nuevo Mundo y fue su hijo, Diego Colón, el gobernador que sustituyó a Ovando, quien la mandó conquistar a Juan de Esquivel en 1509, quien como primer gobernador de Jamaica estableció un astillero en Esquivel (hoy Old Harbour Bay), donde se acomodaron las instalaciones del puerto para la capital de la isla. Actualmente la población se llama Old Harbour Bay pero el puerto conserva el nombre de Port Esquivel.

PANAMÁ

  • En 1501 llegó a las costas de Panamá Rodrigo Galván de la Bastida, acompañado de Juan de la Cosa y Vasco Núñez de Balboa, descubridor del Océano Pacífico. Al año siguiente, Cristóbal Colón arribó a las costas de Veraguas.

SALA VII.- Ruta turística de Nicolás de Ovando

Ya se ha comentado en otro de los Coloquios Históricos de Extremadura una posible ruta turística por la ciudad de Cáceres, Las Brozas, Alcántara y Garrovillas de Alconétar, sin olvidarse la parte sur de Badajoz, donde tenía muchos territorios la Orden de Alcántara y donde se encontraba la Encomienda de Lares (hoy Esparragosa de Lares), así como Zalamea de la Serena, donde se hallaba la corte maestral don Juan de Zúñiga, último maestre de la Orden Militar de Alcántara, y donde Elio Antonio de Nebrija escribió a su amparo parte de la Gramática española. Según la historia otra parte de la gramática la escribió en Las Brozas, por ser residencia de su hijo Marcelo de Nebrija, comendador de la orden alcantarina. Esta noticia la aporta el padre del ilustre gramático Francisco Sánchez “El Brocense”

En este recorrido turístico que se desarrolla, en su tramo corto por la provincia de la Alta Extremadura se puede comenzar por la capital:

CÁCERES

  • Palacio de las Cigüeñas, casona que construyó don Diego de Cáceres Ovando para residencia familiar y que está situada en la parte alta, junto a la iglesia de San Mateo, donde se hallan las tumbas de varios Ovando.
  • En la Plaza de Santa María está el Palacio de Hernando de Ovando, hermano de Nicolás, hoy en manos de los descendientes del Conde Canilleros.
  • Por último el viajero ilustrado puede acercarse al monasterio de San Francisco, junto a la residencia sanitaria de la Seguridad Social “San Pedro de Alcántara” y sede de la Institución Cultural “El Brocense”, dependiente de la Diputación provincial. El templo del monasterio de San Francisco fue ejecutado en buena parte por doña María de Ovando para su enterramiento y el de sus descendientes.

LAS BROZAS

  • Palacio de los Flores, lugar de nacimiento de Nicolás de Ovando, ya descrito a lo largo de esta ponencia y que se convertirá en el palacio museo dedicado a este personajes de la historia española y americana.
  • Encomienda mayor, o castillo de Las Brozas, situado en la parte más alta de la población, con una torre del homenaje del siglo XIV y modificado para actividades guerreras en épocas posteriores, por Juan Bravo, arquitecto mayor de la orden alcantarina. Fue sede de la Encomienda Mayor de la citada Orden.
  • Iglesia de Santa María la Mayor, donde se hallan las tumbas de los Flores, abuelos maternos de Ovando, en lo que hoy es capilla de la Inmaculada Concepción y donde se halla la pila bautismal. Asimismo se encuentra también en la capilla de San Pedro o del sagrario está el mausoleo de Gonzalo Gutiérrez Flores, de la familia de los Flores.
  • En el mismo templo parroquial, al que los brocense le llaman la “catedralita” por sus enormes dimensiones, se halla a los pies el Cristo de Ovando, o Cristo de la Salud, que anteriormente a las modificaciones de la iglesia se encontraba en la capilla de los Flores, también llamada de San Blas.
  • En las cercanías de esta iglesia se halla el Palacio de Francisco de Lizaur, a quien Ovando nombró como su secretario particular.

ALCÁNTARA

  • La Encomienda de Belvís y Navarra, se halla en la margen derecha de la carretera de Las brozas a Alcántara, antes de llegar al vecino pueblo de Villa del Rey, antiguo Aldea del Rey. De esta palaciega construcción sólo quedan los restos de un torreón y restos de sus basamentos en los suelos de la finca.
  • El conventual de San Benito es uno de los nobles edificios de la villa de Alcántara, hoy es, en parte propiedad de la empresa Iberdrola, pudiéndose visitar todos los días con una guía turística, quien enseña también la iglesia, de propiedad municipal y donde en la nave de la epístola se halla la capilla de Ovando ysu tumba, donde se hallan los restos del comendador mayor y gobernador de las Indias

GARROVILLAS DE ALCONÉTAR

  • En este pueblo extremeño es digno de visitar su preciosa y antigua Plaza Mayor, un elemento urbanístico del siglo XV apenas modificado en centurias y donde se halla el palacio de los Condes de Alba y Aliste, dueños de extensos territorios en Extremadura. A unos 9 kilómetros se halla la ermita de Nuestra Señora de Altagracia, de donde los hermanos Trejo, de Plasencia, llevaron en un lienzo la citada imagen hasta la Hispaniola, convirtiéndose desde entonces en Patrona de la isla.

SALA VIII.- Homenajes a Ovando

A lo largo de los últimos años se han venido celebrando diversas actividades dedicadas en honor de Nicolás de Ovando, como las Jornadas Históricas de Las Brozas, organizadas por el cronista oficial de la villa, que este año 2003 tendrán lugar las terceras por épocas navideñas, con la intervención de historiadores locales y nacionales, interesados en la figura ovandina. Las primeras jornadas fueron inauguradas por el entonces presidente de la Asamblea de Extremadura, don Manuel Veiga, en presencia del retrato imaginario de la figura del gobernador, pintado por el artista brocense Germán Díaz, quien también intervino para divulgar la imagen física de nuestro homenajeado, a través de una serie de referencias del padre dominico fray Bartolomé de las Casas y de evidencias ovandinas.

Asimismo el teletexto de Televisión Española dedicó varias semanas a difundir la figura de este personaje, como lo hizo en otra ocasión con la de El Brocense. A su vez, la página Web de la Diputación de Cáceres mantiene todavía una breve biografía de nuestro personaje, cuyo texto comienza así: “Nicolás de Ovandollegó a la isla de la Española el 15 de abril de 1502, por lo que ahora se cumple el V Centenario. ¿Quién fue este personaje de tanta importancia en la corte de los Reyes Católicos?”.

El Ayuntamiento de Las Brozas colocó una placa en el Palacio de los Flores, casa natal de Nicolás de Ovando para dar a conocer el hecho a los cada vez más numerosos visitantes que tiene la villa de Brozas en un recorrido de turismo cultural, al mismo tiempo que mantiene una exposición fotográfica permanente en la Casa de Cultura

A su vez los escolares del pueblo han realizado un concurso literario sobre la vida y obra de este personaje. La Asociación de Amas de Casa “La Encina” mantiene un concurso gastronómico “Nicolás de Ovando”, con ciertas aportaciones de la cocina dominicana

Para un futuro próximo se espera desarrollar las siguientes actividades: hermanamiento de Las Brozas con Santo Domingo, capital de la República Dominicana, una gran exposición en Extremadura para dar a conocer al gran público a Nicolás de Ovando y la difusión de un sello por la Dirección general de Correos, como ya existe uno de Juan Ponce de león por los Estados Unidos de América, son olvidarse de una estatua que ya tiene diseñada el escultor villanovense que erigió la estatua de El Brocense en la plaza “Príncipe de Asturias” de Las Brozas.

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