Oct 092014
 

ANTONIO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
CECILIA MARTÍN PULIDO

Semanas atrás tuvimos ocasión de leer en la prensa local que la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura iba a conceder al Ayuntamiento de Cáceres una subvención por importe de 20.000 euros para acometer diversos trabajos de limpieza y mantenimiento en varios tramos de la muralla. …

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Oct 092014
 

Carlos María NEILA MUÑOZ

El objeto del presente documento es el estudio de las personas fallecidas en la localidad cacereña de Brozas en el tramo de años acotado que discurre desde 1871 a 2012. La información cuantitativa es el paso previo a la explicación social, demográfica e histórica que se escribe con palabras blancas en las páginas negras de un libro que tiene, …

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Jun 112014
 

Marciano Martín Manuel.

 1SinogaValencia

1. PÓRTICO

El proceso de falsificación de la judería de Hervás, como los barrios judíos de Casar de Palomero y Garganta la Olla, y las sinagogas de Alcántara y Valencia de Alcántara[1], esta última reflejada en la fotografía tras su remodelación por la Junta de Extremadura en 2001, cabe definirlo, parafraseando a Eric Hobsbawn y Terence Ranger, como la invención de la tradición judía extremeña. En aras del turismo rural, el Ayuntamiento de Hervás ha interrumpido estrepitosamente en la cadena de la historia, guiado por intereses meramente crematísticos, y ha distorsionado a su libre albedrío los hechos del pasado causando los mismos estragos que un elefante en una cacharrería. Reconstruir el proceso de invención de la historia judía de Hervás es el objetivo primordial de este ensayo escrito expresamente para los Coloquios Históricos de Extremadura que se celebran anualmente en la extremeña ciudad de Trujillo. El texto está inspirado en mis trabajos de investigación que recopilo en el apartado bibliográfico. He desglosado el proceso histórico en dos secciones: la historia judía, según las fuentes de la archivística, y el corpus legendario apócrifo, semillero de la invención.

2. PRIMER TRANCO. LA HISTORIA (DOCUMENTADA) DE LA JUDERÍA

Es tradición que Hervás fue fundada por la Orden Militar del Temple durante la Reconquista cristiana de Alfonso VIII de Castilla a finales del siglo XII. Los caballeros templarios erigieron a escasos metros de la calzada de los romanos una ermita de la que apenas quedan ruinas, bajo la advocación de los mártires San Gervasio y San Protasio. De San Gervasio procede el nombre de Santihervás, que denomina a la ermita, al río y al puente de cantería. A media legua de Santihervás, los cristianos construyeron un recinto fortificado y en su interior la iglesia de Santa María, origen de Hervás, perteneciente a la diócesis de Plasencia. La aldea fue agregada al señorío de Béjar, posiblemente, por la reina doña Violante de Aragón y Hungría a mediados del siglo XIII. Consolidada la repoblación, Hervás desarrolló su estructura urbana a espaldas de la fortaleza y a la vera del río Ambroz, asiento de las barriadas de Arriba y de Abajo, cuya denominación obedece a su orografía. Castellanos y gallegos fueron los primeros colonizadores del lugar.

2. 1. La población judía

En el siglo XIII el judaísmo cacereño se desarrolló en los territorios de realengo y de la orden de Alcántara: Cáceres, Coria, Plasencia, Trujillo, Alcántara y Valencia de Alcántara. Su población era muy reducida. La más numerosa no alcanzaba las 25 familias, según don José Luis Lacave. A finales del siglo XIV las comunidades judías, con motivo de las persecuciones, incendio de sinagogas y destrucción de juderías, se desplazaron desde los centros urbanos de Al–Andalus y Castilla hacia las villas y aldeas extremeñas de la nobleza feudal y las Órdenes Militares. En esta segunda fase, el judaísmo adquirió un acentuado carácter rural. Demediado el ecuador del siglo XV hubo más de cuarenta comunidades judías en la provincia cacereña. Las comarcas del valle del Jerte, la Vera, Campo Arañuelo, Sierra de Gata, Campo de Montánchez, Villuercas, el Salor, etcétera, recibieron focos migratorios judíos. Los niveles demográficos judíos no alcanzaron el 10 por ciento de la población. En este ciclo se estableció en Hervás una población judía.

2. 2. El Rabilero y la sinagoga

El asentamiento de una comunidad judía en una ciudad, villa o lugar de los episcopados extremeños de Plasencia y Coria y la Orden Militar de Alcántara, conllevaba la formación de un barrio en el que los judíos acomodaron la sinagoga, pero no tuvo carácter segregatorio. La judería de Plasencia se hallaba en la Mota, desplazada a la calle Trujillo y Rúa Zapatería tras el apartamiento de Cortes de 1480. Cáceres fijó su judería en el barrio de San Mateo, trasladada al barrio de San Juan en 1478. En Coria se hallaba en la calle del Albaicín, colación de Santa María. En Trujillo formaron la judería apartada de la calle Nueva y la Rinconada en 1480. Y en Béjar (Salamanca) se acomodaron en la calle Parrillas, colación de San Gil.

La comunidad judía de Hervás estaba formada por no más de 45 familias. No tenía el rango de aljama. La aljama se hallaba en Béjar donde los judíos hervasenses satisfacían las derramas fiscales. Predominaron los patronímicos Abenfariz, Calderón, Cohen, Escapa, Hamiz, Mahejar, Orabuena y Salvadiel, entre otros. Se dedicaron al comercio del textil, arrendamiento de impuestos fiscales, préstamo a interés, medicina, etcétera. Los judíos moraron en una calle, conocida en nuestros días con el nombre despectivo de Rabilero, cuya denominación es posterior a la época medieval. La judería no tuvo carácter de gueto, como la Rinconada de Trujillo, la calle Nueva de Cáceres, o Rúa Zapatería de Plasencia durante los años 1478–1492.

Los judíos de Hervás también residieron en calles cristianas, como la Plaza y la Corredera (hoy, Relator González), cuyo comportamiento se manifestó igualmente en las comunidades de Cáceres, Coria, Plasencia, Trujillo y Béjar. Los judíos cacereños y salmantinos compartieron con los cristianos las calles y las plazas durante la política de tolerancia, recluidos en guetos en los momentos de mayor crispación política, de 1412 a 1419 y de 1480 a 1492. En los lugares donde moraban diez familias, como Hervás, era obligatorio disponer de un oratorio, como mandaban las ordenanzas comunales de Castilla de 1432. Hay constancia documental y restos de vestigios patrimoniales de las sinagogas de Alcántara, Arroyomolinos de Montánchez, Coria, Cáceres, Trujillo, Plasencia y Valencia de Alcántara.

2Fiesta sinagogaR

La sinagoga de Hervás, según la tradición oral, se ubica en la casa número 19 de la calle del Rabilero, como se aprecia en la fotografía que ilustra el espectáculo «Ambientación y Dinamización del Mercado» organizado por el comité de la esperpéntica fiesta turística de «Los Conversos» 2013.

2.3. El proceso de asimilación de los cristianos nuevos

Proclamado el edicto de expulsión, la mitad de la población judía de Hervás se exilió. Ante los problemas de acogida que tuvieron en Portugal y el Magreb, algunas familias retornaron y se convirtieron al cristianismo en febrero de 1494. ¿Cómo se desarrolló el proceso de asimilación, el desarraigo de la identidad judía, en el contexto de una mayoría cristiana, muchos de los cuales se manifestaron como fervorosos antisemitas? Los cristianos nuevos de primera generación, aquellos que habían nacido judíos y mudaron su fe al cristianismo sin ninguna convicción religiosa, preservaron en la intimidad del hogar los ritos, ceremonias y costumbres judías. En los autos de fe de 1514 y 1515, el tribunal de la herética pravedad de Llerena condenó a morir quemados en la hoguera a los cristianos nuevos que se mantuvieron firmes en la fe de Moisés. Poco tiempo después comenzó la paulatina asimilación de los cristianos nuevos en las cofradías cristianoviejas sin apenas suscitar conflictos sociales. No existían medidas segregatorias que acentuasen la coloración de la sangre de los cristianos nuevos.

La asimilación de los descendientes de judío en el cristianismo se habría producido satisfactoriamente si el duque de Béjar no hubiese reformado el sistema de gobierno municipal. Hacia 1578, el duque don Francisco II dividió la sociedad local en dos partidos políticos: «mercaderes», o cristianos nuevos, y «labradores», o cristianos viejos, menoscabando las disposiciones legales del reino que únicamente permitían los estados hidalgo y pechero llano. La casa de Béjar repartió los cargos políticos entre los dos partidos cuyos oficios se renovaban al finalizar el año. Los políticos cesantes no podían presentarse a la reelección hasta después de transcurridos cuatro años. Tampoco se admitían parientes dentro del cuarto grado. Una medida racional que debería imitar los políticos españoles que se visten con el traje de luces de la democracia, o se lo ponen por montera.

Asimismo, el duque don Francisco II impuso el estatuto racial de pureza de sangre. ¿En qué consistía? El candidato mercader debía someterse previamente a un examen genealógico ante un tribunal de pureza formado por tres personas. Generalmente, el alcalde, el escribano y un familiar del Santo Oficio. Esta revisión genealógica, esta purgación de la sangre, se aplicaba exclusivamente a los componentes del partido mercader. A los labradores se les suponía exento de la mácula judía. El candidato mercader que había heredado un delito de fe quedaba exonerado del ejercicio de las prebendas políticas.

El estatuto segregacionista acarreó trágicas consecuencias en la sociedad. La exclusión política del cristiano nuevo puso una nota de agravio en las familias mercaderes. El estatuto de sangre rejuveneció la sabia judía, tan denostada por los cristianos viejos. Las hostilidades políticas trascendieron al marco de la vida cofrade y laminaron la asimilación de los cristianos nuevos. Se fundaron cofradías de cristianos viejos que no admitían a cristianos nuevos, como las hermandades xenófobas del Sacramento y San Juan Bautista. En la misma consideración, hubo cofradías de cristianos nuevos que no aceptaron a cristianos viejos, como el Rosario y Nuestra Señora de la Asunción.

El estatuto segregacionista político y cofrade acarreó trágicas consecuencias en la vida de la aldea. Hervás se resquebrajó en dos sociedades enemigas irreconciliables y al más liviano roce estallaba la reyerta en la vía pública, en el Ayuntamiento, en los asientos de la iglesia parroquial, en las procesiones o en las cofradías. Impelidos por los conflictos, las dos comunidades políticas se reagruparon en dos barrios adversos en función de su pasado cultural. Así, en el barrio de Abajo –que hoy se factura como judío en la literatura turística–, se alojaron los cristianos viejos que repudiaban todo lo que estuviese algún vínculo con el judaísmo. Y en el barrio de Arriba se arracimaron los mercaderes cristianos nuevos, en las calles de la Cruz, Corredera, Vedelejos y Centiñera.

Glosaré, a título informativo, que en el siglo XVI los cristianos nuevos de Cáceres vivieron en la judería nueva, o de la Cruz, los de Trujillo, en la Rinconada y calle Nueva, y los de Guadalupe en la calle Nueva. En Béjar existió la Puerta de la Judería, luego, Nueva. En Hervás hubo una calle Nueva y otra de la Cruz, desconozco si es la misma vial. En definitiva, en la Alta Extremadura sucedió lo mismo que en muchos otros lugares de la península. Las juderías segregatorias del medievo se transformaron en el Renacimiento en el barrio de los cristianos nuevos.

La calle de la Cruz era la residencia de los cristianos nuevos en el siglo XVII. Se accedía por la calle Corredera a través del «portal de la virgen», así llamado por la imagen de Nuestra Señora que los cristianos nuevos depositaron en una hornacina sita en el portal que formaban dos balcones corredizos, a modo de pasadizo, demolido por el consistorio en 1855. ¿Recuerdan las autoridades municipales, consumidores de la flor del loto, dónde se hallaba esta calle? Corresponde a la Plazuela de Hernán Cortés.

No voy a extenderme en las insidiosas actitudes racistas de los cristianos viejos del barrio de Abajo, obsesionados con el prurito de la limpieza de sangre, como era tendencia en la sociedad conflictiva del Siglo de Oro. Como muestras del botón resalto la actitud del vicario antisemita don Jerónimo González de Lucio, comisario del Santo Oficio de Béjar, que intimidó a los cristianos nuevos de Hervás con escribir a la Inquisición de Llerena para que les renovasen los sambenitos de sus pasados. O la fabricación por los cristianos viejos xenófobos de un Libro Verde, el tizón de sangre, el lucero mercader, para denunciar a la casa de Béjar y al prelado de Plasencia, que ostentaba el cargo de Inquisidor general del Santo Oficio, el linaje judaico de los mercaderes e impedir la derogación del estatuto de sangre que permitía el acceso de los cristianos nuevos a la administración local. Este complejo capítulo de la historia antisemita de Hervás lo he narrado en mi novela de corte picaresco El Libro Verde, editada por Espuela de Plata, Sevilla 2014.

Afortunadamente para los cristianos nuevos, los tiempos estaban cambiando en el linaje de los Zúñiga. La benefactora duquesa doña Teresa Sarmiento de la Cerda, madre tutora  del duque niño, asesorada por el prelado de Segovia, derogó en 1661 las divisiones políticas y el estatuto racial que tiznaba la sangre del mercader dando curso legal al acceso de los cristianos nuevos en el Ayuntamiento. El descendiente de judío abandonó su condición de marginado político y social. Fray Liciniano Sáez, archivero de la casa de Béjar, glosó la situación política de Hervás a finales del XVIII con esta lacónica pincelada: «Nombra la casa de los señores duques indistintamente de unos y de otros [bandos] porque, aunque no se ha olvidado la denominación de barrios bajo y alto, se tienen todos los vecinos por buenos e iguales, sin haver (sic) más desigualdad que en los caudales, deseo de mandar y codicia en aprovechar y tener autoridad, como sucede en todas partes».

Mientras tanto, a miles de kilómetros de Hervás se produjo el movimiento del iluminismo judío, o la haskalá. Una corriente ideológica judía surgida en Alemania en la segunda mitad del siglo XVIII que se extendió por Polonia y Rusia. El iluminismo promovió el acercamiento de los judíos askenazíes, que hasta entonces habían vivido encerrados en la ortodoxia rabínica de los guetos del Centro y Este Europa, a los demás pueblos y culturas de los países europeos. El iluminismo facilitó el camino de la asimilación judía en la vida social de sus respectivos países de acogida, cuyos frutos recogerían las artes, la música, la ensayística, la narrativa, la pintura, etcétera. En Extremadura otro era el cantar. Después de varios siglos de obsesivo acoso y persecución, los descendientes de judíos se habían asimilado en la sociedad cristiana, como demandaba el programa integrista de la España católica de los Borbones. Los mercaderes se habían despojado del lastre de sus raíces hebreas a la que consideraban un accidente de nacimiento. Nacían, vivían y morían como cristianos, como los campesinos y labradores.

Al contrario de lo que manifestaron los judíos askenazíes asimilados en la cultura europea, de cuya honra judía hacían gala en sus composiciones artísticas, como los cristianos nuevos hervasenses en el Renacimiento, los mercaderes de la Ilustración, preclaros disidentes del mosaísmo, habían borrado la huella que delataba su vínculo cultural con la religión de Jacob. Los mercaderes asimilaron sin ningún remordimiento de conciencia los sacramentos y mandamientos de Dios y de su Iglesia, confesaban y comulgaban por Pascua, casi todas las familias tenían en sus hogares uno o dos sacerdotes, y morían como cristianos. Culminada la integración en la jerarquía política (Ayuntamiento), en el estado religioso (cabildos eclesiásticos, parroquias, conventos, monasterios y ermitas), en la sociedad civil (cofradías) y en la gastronomía (dietética porcina), los mercaderes cristianizaron su sangre judía por vía marital con familias nobiliarias, como los Loaysa, de Trujillo, y los Quiñones, y los Arce y Soto, de León, y se erigieron en la burguesía acomodada del siglo XVIII. Sin embargo, su irreprochable conducta cristiana, su comunión con la moralidad de la doctrina católica, no era suficiente para la sociedad cristianovieja. A la comunidad mercader le faltaba por escalar el último peldaño de la asimilación que le hiciera acreedor del lábaro del cristianismo. Al mercader le quedaba por asimilar los valores sustanciales de la cultura y del pensamiento de la sociedad extremeña del Barroco y de la Ilustración: la conducta antisemita. Los descendientes de judíos, vecinos del barrio de Arriba, profesaron sin ambages la doctrina antisemítica, si cabe, con mayor profesión de fe que los cristianos viejos antisemitas del barrio de Abajo. En las fundaciones de las capellanías de misas, los mercaderes exigieron que los curas capellanes fuesen personas de crédito, limpias «de la mala raza de judío, moro y de los nuevamente convertidos a la santa fe católica». Este, y no otro, eran los frutos inmanentes de la edad conflictiva del barroco. Esta y no otra era realidad histórica de la trágica asimilación judía.

Los mercaderes asimilados contribuyeron a la consolidación de la fe de Cristo en Hervás y en las naciones allende los mares. El canónigo mercader don Francisco Sánchez Zúñiga alcanzó el grado de chantre en la catedral de Plasencia y fundó la Escuela de Cristo en la iglesia parroquial en 1730, hoy, baptisterio. El mercader don Gerónimo Sánchez ocupó el cargo de cura rector de Santa María y de comisario del Santo Oficio, y mandó dorar a sus expensas el retablo del altar mayor que, ironías de la historia, acabaría calcinado por los republicanos anticlericales, anarquistas y socialistas, muchos de los cuales vivían en el barrio de Abajo. Otros sacerdotes mercaderes, y en menor consideración cristianos viejos, dirigieron sus pasos hacia la evangelización cristiana de las Indias Occidentales y las Islas Filipinas, como misioneros predicadores, con la labor de convertir infieles a la fe de Cristo. La redención del descendiente de judío en el dogma católico se había consumado.

La estigmatización judaica del barrio de Arriba se diluyó parcialmente en la memoria popular cristiana. Y digo parcialmente porque en la memoria oral de los vecinos del barrio de Abajo siguió latiendo tenuemente el antisemitismo. Un antisemitismo acicalado con el terciopelo de las palabras transmitido de generación en generación hasta el siglo XX. En mi adolescencia, en los estertores de la Hervás franquista, cada vez que la pandilla de amigo, vecinos del barrio alto, nos adentrábamos en el barrio de Abajo en busca de hermosas doncellas, nos asaltaban las madres guardianas amedrentándonos como si fuéramos el lobo feroz: «¿No estáis “mu” bajero?». Tras consagrarme a la investigación de la historia judía discurrí lo que encerraba la palabra «bajero». En la conciencia social quedó impresa la animadversión hacia todo lo que proyectase la más leve sombra o sospecha de judaísmo. Era notoria la fobia obsesiva, el odio visceral, las actitudes de intolerancia hacia el judío, hacia el judío imaginario, porque hacía quinientos años que no moraba un solo judío en Hervás y en las calles hablábamos del judío como si compartiese las tradiciones, ritos y costumbres locales.

3. SEGUNDO TRANCO. LA FALSIFICACIÓN DE LA JUDERÍA

Tras la asimilación de los mercaderes en el dogma del cristianismo, Hervás cayó en un estado amnésico, como es ley en la historia de todas las culturas y civilizaciones. Víctima del síndrome de Korsakoff, sobrevino el deterioro de la memoria judía y el lugareño perdió la rosa de los vientos. La clase política y los fabuladores del lugar cubrieron las lagunas de la historia con un rosario de invenciones, con el judío imaginario como protagonista estelar. El retrato cruel y grotesco del judío fabulesco, fruto de la incultura popular de la época y del desconocimiento de la Historia, originó en la sociedad xenófoba un corpus extraordinario de fábulas milesias, semillero de la invención de la historia judía, objetivo del segundo tranco.

3. 1. La visión del judío en la historiografía extremeña de finales del XIX

Los libros de los viajeros, manuales de Historia y cronicones religiosos del siglo XVIII desconocían la historia judía. Antonio Ponz, el hervasense Pedro de Aguilar y el italiano Antonio Conca ignoraron en sus textos la existencia de la judería. Señalaron como focos de interés histórico–artístico el convento de los religiosos trinitarios descalzos, la iglesia de Santa María, la enfermería franciscana –hoy, Ayuntamiento–, y la fábrica de tejidos, hoy desaparecida. Tampoco he hallado referencias históricas, tradiciones orales, leyendas hebraicas ni atisbos de invenciones en ninguna de las descripciones históricas y literarias de los cronistas y viajeros del siglo XIX, como Antonio de Laborde, la Sociedad de Literatos, Nicolás Díaz y Pérez, Pablo Riera y Sans y Juan Mariana y Sanz.

El proceso fabulador de la tradición histórico–cultural judía cobró alas en la región extremeña en el último tercio del siglo XIX. En la época comprendida entre «la Gloriosa» y la Primera República (1868–1874), la perspectiva del judío imaginario navegaba en las procelosas aguas del antisemitismo histórico, con el notario Romualdo Martín Santibáñez como comandante del barco, con su opúsculo Historia de la Santa Cruz del Casar de Palomero (1870). Martín Santibáñez se alineó con la literatura apologética antisemita de fray Francisco de Torrejoncillo, Centinela contra judíos, (1673), que daba pábulo a la leyenda que atribuía el apedreamiento por los judíos de Casar de Palomero a la cruz de madera del puerto del Gamo, propagada en la región por los círculos religiosos y sociales desde los primeros tiempos del renacimiento. El notario mantenía vigente la imagen abyecta del judío deicida con la proyección inveterada del odio a los judíos. Sus disparatadas teorías recibieron las felicitaciones de Vicente Barrantes (Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura, I, Madrid 1875) «por la exactitud y riqueza de sus datos y la verdad de sus descripciones, que anulan todas las fábulas difundidas hasta ahora sobre Las Hurdes». En un nuevo alarde de fantasía, Romualdo Martín Santibáñez (Las Jurdes: un mundo desconocido en la provincia de Extremadura (1876), vinculó el asentamiento de las comunidades judías en la comarca de Las Hurdes con los judíos deportados de Jerusalén por el emperador Vespasiano a Mérida, los cuales se refugiaron en la comarca tras el edicto expulsorio de 1492, cuya idea repescará poco después Vicente Paredes.

En las antípodas de la fábula histórico-literaria irradia la ciencia de don Anselmo Arenas López, una isla de lucidez en el maremágnum judeófobo extremeño. Desempeñó la cátedra de Historia en el Instituto de Badajoz, de 1877 a 1892. En libro de texto Curso de Historia de España (1881), el autor se alineó con las ideas progresistas de su tiempo y el revisionismo histórico. Abordó el tema de la expulsión de los judíos como una imposición de la confesionalidad cristiana de los Reyes Católicos, e imputó al Consejo de la Suprema Inquisición el fenecimiento del desarrollo intelectual y creativo en la península. En la misma línea se situaba el chantre de la catedral de Plasencia, el erudito don José Benavides Checa, con su riguroso volumen Prelados placentinos. Notas para sus biografías y para la Historia documental de la Santa Iglesia Catedral y ciudad de Plasencia(1907).

3. 2. La regencia de María Cristian: el gueto, el centinela y el fetor judaico

Durante la regencia de María Cristina (1885–1902), las obras de divulgación histórica y de creación literaria ofrecieron una imagen distorsionada del judío. El romanticismo apenas refrescó los mordaces salones de la encorsetada imagen del judío extremeño. Las Historias locales, ayunas de un consistente soporte científico, vararon en los tópicos del antisemitismo histórico–religioso de Romualdo Martín Santibáñez y el seudocientifismo de Publio Hurtado. Las aventuradas propuestas de Vicente Paredes (Origen del nombre de Extremadura, el de los antiguos y modernos, de sus comarcas, ciudades, villas, pueblos y ríos: situación de sus antiguas poblaciones y caminos, 1886), donde no faltaron los tradicionales resabios antijudaicos, contribuyeron al desarrollo del judío imaginario jurdano, aún cuando la archivística no ofrecía ningún dato veraz sobre la presencia hebrea en la comarca. Refiere Vicente Paredes que los judíos se refugiaron en Las Hurdes tras el edicto expulsorio y ocultaron el tesoro del rey Salomón que se habían traído de Jerusalén. Su tesis encontraría eco en Publio Hurtado (Supersticiones populares, 1902), cuyo autor se hizo eco del mito del judío errante y de la figura del judío usurero, a la vez que justificaba la instauración de un tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en La Puebla y el monasterio de Guadalupe. Sus postulados inspirarían someramente la narrativa teosófica de Mario Roso de Luna analizada en mi ensayo «La teosofía cabalística de Roso de Luna» (Clarín. Revista de Nueva Literatura, año XV, núm. 93, mayo–junio 2011, pp. 3–7).

Hervás no fue una excepción. Imbuido por el espíritu posromántico costumbrista y el movimiento regionalista de ámbito cultural, los noveladores de la historia hendieron la torva reja del arado en la parva de las ficciones y sembraron la historia judía con la herrumbre de las invenciones, que fructificaron como granos de mostaza. El maestro de la escuela unitaria de niños don Agustín Manzano Calzado recogió las primeras fantasías sobre el pasado judío en 1886. De la literatura proverbial espigó el vejamen antijudío: «En Hervás, judíos los más». Un lábaro antisemita que hoy enarbola la población como estandarte de su filojudaísmo turístico.

Asimismo, el maestro de niños esbozó el cliché atávico de un gueto judío segregado de los cristianos: «Desde el castillo parte otra calle que separa el pueblo en dos mitades, nueva y vieja, y a la parte opuesta una plazoleta llamada Cantón de Centiñera, donde es creíble hubiese un centinela, que en unión del que habría en el castillo, estuviesen destinados a impedir el trato de los judíos con los cristianos». El relato del gueto ficticio emanaba del tópico de los judíos y cristianos divididos en dos barrios enemigos enfrentados por odios seculares, aversiones manifiestas y venganzas religiosas. Cobraría nueva forma con la interpolación del centinela apostado en el cantón de la calle Centiñera que vigila, que «ve de lejos», a los judíos, de ahí que la calle inmediata a Centiñera se llame Vedelejos.

El poder de seducción del judío imaginario actuó en la memoria de los viajeros como un eficaz psicotrópico con distintas percepciones. Vicente Paredes transmitió su peculiar mirada judeófoba en 1907: «Estuve en el barrio del Ravilero (sic) y en la calle de la Sinagoga, cuyos nombres indican que pertenecía este barrio a los judíos, el cual es muy interesante para conocer cómo eran las casas que decía el historiador de los RRCC Bernáldes (sic), que olían a judío como ellos, porque sus alimentos sin grasa les daba un olor repugnante que transmitían a sus viviendas». El olor judaico que Vicente Paredes percibió en las casas del Rabilero emparentaba con el fetor iudaicus que el doctor Punch Costello diagnosticó en la orina de Bloom narrado por Joyce en Ulises.

La invención de la tradición judía prosiguió en la España franquista. Hechizado por la imagen romántica de la judería y el mito del centinela, Camilo José Cela pinceló sus peculiares impresiones en el reportaje periodístico «Del tranco del diablo a la judería de Hervás» (1951): «En la ciudad de abajo, más allá de la Puerta del Centinela, los niños de la Judería saltan, igual que núbiles bestezuelas, recortando sus renegridas y panzudas figurillas sobre el severo y nutricio verde del bosque que, quizá por umbrío, llaman Gallego». Elisa Carolina de Santos Canalejo (La historia medieval de Plasencia y su entorno geo–histórico: la sierra de Béjar y la sierra de Gredos, Cáceres 1986, p. 532) confirió veracidad documental a la rocambolesca fábula del centinela y del gueto judío de Vicente Paredes: «Los judíos de Hervás, aldea de Béjar fueron apartados del trato con los cristianos poniendo un centinela en el castillo y otro en la plaza opuesta a él». La lírica descriptiva del fértil imaginario judío ha dejado en mantillas la estética surrealista de Buñuel, Dalí y Tzara.

3. 3. La Extremadura franquista: el apólogo del machón y la conversión de los judíos

Los noveladores de la tradición judía no dieron tregua a las invenciones y ensombrecieron el mirador de la historia con recreaciones fabulescas. Alonso Sánchez mandó labrar una escultura sepulcral yaciente de granito ataviado con su armadura de caballero y con perros alanos a finales del siglo XIV. Su lápida sepulcral, conocida como el Machón, se instaló en el interior de la iglesia de Santa María, trasladada al pretil del puente de la Fuente Chiquita durante las reformas del siglo XVIII o XIX. En la España de la apertura franquista, los artificios literarios de corte judaico impregnaron con su dúctil verbo la efigie yaciente del caballero cristiano. El rapsoda Emilio González de Hervás, en su romance «Canto al amor verdadero»,ubicó la efigie fúnebre del Machón en el pretil del puente como testimonio de la conversión sincera de la comunidad judía en el fielato del dogma del cristianismo. El referente literario se convirtió en la pluma de Miguel Muñoz de San Pedro (Extremadura (la tierra en la que nacían los dioses, Madrid 1961, p. 124) en un hecho histórico veraz: «De algún templo vino este adorno, que el pueblo liga a una vieja leyenda, relacionada con la conversión al cristianismo de la colonia judía».

En Hervás no hay fronteras perceptibles entre Historia y Literatura. El rigor histórico y la literatura turística, la realidad y la ficción, la ciencia y la fantasmagoría, son una misma (in)disciplina. Que en los trabajos de investigación de Elisa Carolina de Santos Canalejo y de Miguel Muñoz de San Pedro se aprecien las interferencias de los excogitadores del pasado judaico, nos ayuda a entender el poder de seducción y la permeabilidad de las invenciones. Hervás, militante activo del bovarismo, incorporó al acervo popular la narrativa literaria del Machón, y lo asimiló en su repertorio como historia verídica, de la cual se hizo eco Juan García Atienza (Guía judía de España, Madrid 1978, p. 174): «Representa un caballero con armadura y el recuerdo del pueblo le atribuye la legendaria conversión en masa de los judíos de la localidad».

3. 4. De cómo el Estado circuncidó el barrio cristiano de Abajo en judería

Ante la importancia que adquirieron las leyendas judeófobas en la nación, y especialmente su barrio judío, debido a la agresiva campaña de promoción en prensa por el Ilustre Ayuntamiento, el consistorio decidió delimitar el marco de la judería para dar acomodo al judío fabuloso. En el estío de 1966, la clase política tomó conciencia del «tesoro histórico–artístico que representa el barrio bajo o barrio judío de esta villa», como empezaron a intitular al barrio de Abajo, y tramitó la declaración oficial como conjunto histórico–artístico en la Real Academia de la Historia, con la siguiente reseña: «Barrio Judío. De época medieval, visitado constantemente por nacionales y extranjeros. Se halla situado en la parta baja del pueblo, a la orilla del río Ambroz. Es curioso y pintoresco por su gran número de casas de dos pisos, la mayoría saledizos en el primero y aleros prolongados en el tejado. Los muros son de adobes o barro sin cocer y entramado con madera de castaño, que parece incorruptible por los siglos que por ella han pasado sin apenas deterioro. El barrio ha sufrido escasas consideraciones; siguen con sus nombres las calles de la Sinagoga, en la que estaba su templo, y la del Rabilero, donde habitó el Rabino». Pese a las incoherencias históricas, el Estado entronizó el barrio labrador de Abajo como judería, en el BOE número 53 de 3 de marzo de 1969. Un nuevo ciclo se abría en la memoria colectiva oral. El Ayuntamiento y los lugareños modificaron la etiqueta de «Barrio de Abajo» por la de «Judería», consolidada en la memoria oral y guías turísticas.

3. 5. La Transición española y la Red de Juderías «Caminos de Sefarad»

3 Relator GonzalezR

Tras el ingreso de Hervás en la Red de Juderías «Caminos de Sefarad» en 1996, la judería imaginaria alcanzó el rango de VIP de la historia del judaísmo español codeándose con las ciudades de Ávila, Córdoba, Gerona, Palma de Mallorca, Segovia, Sevilla, Toledo y Tudela. En lugar de eliminar las fabulaciones antisemitas que tan flaco favor están haciendo a la historia, y de circunscribir el marco de la judería únicamente a la calle del Rabilero, el Ayuntamiento decidió judaizar siete calles del barrio de Arriba incrustando la estrella de David en los rótulos del callejero. De esta manera, la Plaza de la Corredera y las calles Asensio Neila, Vedelejos, Centiñera, Convento, Pizarro y Relator González (como se aprecia en la fotografía), se han agregado al judaísmo turístico.

¿Qué ofrece Hervás como atractivo a sus honorables visitantes, al margen de su judería mitológica, calificada sin rubor por los políticos locales, a rebufo de las promociones comerciales, como la judería (imaginaria) mejor conservada de España? Aparte del mercadillo bufo de «Los Conversos», más próximo al carnaval de Purim que a historia, la Hervás de los «Caminos de Sefarad» nada tiene que envidiar a personajes ilustres de la talla del naguid Ibn Nagrella, del cabalista don Moisés de León, del astrónomo Abraham Zacuto, del poeta y maestro talmúdico don Isaac al–Baliah, del historiador Abraham Ibn Daud, o del viajero Benjamín de Tudela. En la Hervás de los «Caminos de Sefarad» ha nacido una egregia figura que rebasa en sabiduría, esplendor, ciencia, erudición, estudios talmúdicos, pensamiento, mística, filosofía, cartografía, raciocinio, arte e historia, a todos los autores judíos que figuran con bordado de oro en la Enciclopedia Judaica: la judía Maruxa.

3. 6. La Alianza de Civilizaciones y la judía Maruxa

En el lenguaje coloquial de la Hervás de los años 40 del siglo XX, «la maruja» era la onomatopeya del sonido generado por el viento invernal proveniente de Pinajarro. Otros autores prefieren el étimo gallego Maruxa. El fenómeno atmosférico sirvió como decorado narrativo a varios cuentecillos populares editados en la Revista de Ferias y Fiestas de 1951.

En «La leyenda de la Fuente Chiquita», creación literaria de Miguel Álvarez Encina, «la maruja» es la metáfora de la princesa romana Clodia que desciende rumorosa por el cauce del Ambroz. En el cuentecillo de la reina Violante, de José Sánchez Matas, es el sonido producido por el viento invernal en la campana de la chimenea. La Maruxa cobró un giro espectacular en el apólogo «Amor y sangre en la judería» (Leyendas extremeñas, León 1987), de don José Sendín Blázquez, que se inspiró en «Canto al amor verdadero», de Emilio González de Hervás. En la versión de Sendín Blázquez, Julián es un cristiano viejo que moraba en el barrio de Arriba y el rabino Ismael, «hombre soberbio poseído de su cargo e influencia, intransigente, fanático, que sostenía a pulso el poderío de la grandeza de su raza», vivía en el barrio de Abajo. «Maruja o Maruxa» y Julián se comían los ojos de amor. Una noche «los sicarios del rabino» apuñalaron a los enamorados en la Fuente Chiquita y Maruja fue inhumada a la vera del Ambroz. Desde entonces, «en determinados días, sobre todo de invierno, baja desde el Pinajarro un vientecillo fresco, salpicado de lágrimas, que produce un extraño rumor como de alguien que llora. Los lugareños lo llaman “el quejío”, equivalente a grito o suspiro, y dicen que son los suspiros de Julián y de la Maruja que recuerda a toda la villa el incomprensible martirio de la pareja de enamorados».

4 Fuente ChiquitaR

La fantasía de la judía Maruxa cobró nuevo diseño con Carlos Aganzo (Por los caminos de Sefarad, Turesepaña 2007). El romance, presentado como un hecho histórico veraz, se intitulaba «la judía errante», y lo reeditó en Rutas por las juderías de España (El País, Aguilar, Madrid 2008, pp. 142–151), con este formato: «La historia de la Maruxa o de la judía errante forma parte también de las tradiciones más arraigadas en la villa. No faltan vecinos que, en sus paseos nocturnos junto a la fuente Chiquita, afirman haber oído en alguna ocasión el quejido lastimero de aquella joven judía que, enamorada de un galán cristiano, le protegió con su cuerpo y encontró la muerte junto a él cuando su padre mandó a un grupo de sicarios a que acabaran con su vida; enterrada en un lugar secreto junto al río Ambroz, lejos del cementerio, la Maruxa sólo se aparece para prevenir de alguna desgracia». De esta manera, el onomatopéyico viento de «la maruja» ha mudado en el epopeyico lamento de la judía Maruxa; y la Fuente Chiquita (que muestra la fotografía), en la flor y nata del patrimonio cultural, cuya visita está recomendada por la Red de Juderías «Caminos de Sefarad»[2].

La fábula judaica ha explorado nuevos caminos en la ficción teatral. Miguel Murillo ha dado vida al imaginario judío en la tragicomedia La estrella de Hervás, representada en la explanada de las traseras de la calle del Vado, a la vera de la Fuente Chiquita, durante la fiesta de «Los Conversos» de 2008–2012. Maruja, Baruch, Esther, Sara y los cristianos Maricuera, Labán, Gil el condenado y Álvaro han cobrado vida en el escenario de la Fuente Chiquita como emblemas de las raíces judías de Hervás. Las ideologías, como la política, hacen extraños compañeros de cama. Miguel Murillo, imbuido por el espíritu conciliador de la Alianza de Civilizaciones de Rodríguez Zapatero, ha cargado la autoría del crimen judío sobre la conciencia del cristiano viejo Gil el Condenado, rebasando con su sugestiva propuesta teatral la bonhomía del católico conservador don José López Prudencio. En el teatro profano de la Alianza de las Civilizaciones, en el teatro profano de la Fuente Chiquita, es el labrador, el cristiano viejo Gil el Condenado, el que vaga errante por el mundo cargando con la culpa del hermano judío.

3. 7. Los efectos del síndrome de Korsakoff

Con el advenimiento del turismo rural soplan vientos de mudanza en los noveladores de la historia. La martingala de la Sefarad cautiva y reinventada ha iniciado un nuevo ciclo en la Comunidad Autónoma de Extremadura. El antisemitismo histórico ha evolucionado en filojudaísmo turístico. Si en el aciago verano de 1492 los judíos extremeños optaron por el fingimiento de la conversión al cristianismo para eludir el destierro de los Reyes Católicos, en el pórtico del siglo XXI algunos avispados Ayuntamientos extremeños han optado por la reconversión del patrimonio cristiano al judaísmo turístico como espejuelo comercial. En el catálogo del patrimonio judío inventado cabe incluir la carnicería –nunca mejor dicho– de Valencia de Alcántara, consagrada como sinagoga medieval; el Museo de la Inquisición de Garganta la Olla, cuyo artífice se inspiró en un cuadro de Goya; la judería de los Barreros de Casar de Palomero; y la ermita de la Soledad de Alcántara.

5 MoralR

En julio de 2013, la corporación municipal implantó el señuelo de la estrella davídica al rótulo de la Travesía del Moral, Amistad Judeo–Cristiana, y las calles Bodeguilla, Abajo, Cuestecilla, Rabilero, Sinagoga, Calleja de Cofrades y del Moral (véase la fotografía), judaizando el barrio labrador de Abajo.

Mientras ultimaba la ponencia, el imaginario judío, tan hiperactivo en la localidad, ha protagonizado una nueva odisea digna de crónica. La judería del Rabilero quedó finalista en el concurso «Mejor Rincón de España 2013», organizado por la Guía Repsol. En la tarde del jueves 12 de septiembre, en las traseras de la calle del Vado, el programa vespertino de televisión Canal Extremadura hizo tres conexiones en directo con Hervás para captar votos en la región. Los militantes del judaísmo imaginario debieron pensar que el concurso turístico tenía traza de fiesta popular y tuvieron la ocurrencia de exhibir la comparsa de los dos Gigantes y su prole de Cabezudos, que desfilan por las calles en las fiestas de agosto y las patronales del Cristo de la Salud, pidiendo el voto para Hervás. Estos dos Gigantes, dicho sea de paso, esa tarde concreta de septiembre en que los políticos promocionaban la judería, estaban fuera de contexto porque representan a los Reyes Católicos. A los soberanos que expulsaron a los judíos de España en 1492. Quinientos veintidós años después, la comparsa de los Reyes Católicos, víctima del síndrome de Korsakoff, pedía el voto para la judería del Rabilero como «Mejor Rincón de España 2013» de la Guía Repsol, como se aprecia en la fotografía. En fin, todo es posible en este genuino y singular parque de atracciones turístico, en esta cultura del espectáculo judío, a la que no es ajena la Red de Judería «Caminos de Sefarad». Especialmente en estos tiempos en los que los valores de la ética profesional no tienen cabida en la historia y escasea el compromiso social de los historiadores, como ha resaltado don Esteban Mira Caballero en la Lectura inaugural de estos memorables XLII Coloquios Históricos de Extremadura.

6 Reyes catolicos1JPG

4. RECAPITULACIÓN

Hervás tuvo una población judía formada por 45 familias aproximadamente en el siglo XV. La judería y sinagoga estaban en la calle del Rabilero, según la tradición oral. Después de la conversión de los judíos al cristianismo, el duque de Béjar dividió a la sociedad en dos partidos políticos e impuso una ordenanza discriminatoria que entorpeció la asimilación de los cristianos nuevos en la administración local en los siglos XVI y XVII. Como consecuencia de las leyes raciales, Hervás se fragmentó en dos barrios enemigos: el de Arriba, residencia de los descendientes de judíos, y el de Abajo, de los cristianos viejos. Consumada la asimilación de los cristianos nuevos en el cristianismo, sobrevino el olvido del pasado en los siglos XVIII y XIX. La intromisión por el Ayuntamiento de Hervás en la cadena de la historia en el siglo XX, por cuestiones meramente crematísticas, ha desviado el curso natural con el señuelo de una judería turística formada por más de 17 calles, señalizas con la estrella de David para embrujar al viajero de los «Caminos de Sefarad». A este proceso de falsificación de la historia se le puede definir, parafraseando a Eric Hobsbawn y Terence Ranger, como la invención de la tradición judía extremeña.

Hervás, julio–agosto de 2013

Glosa: Esta ponencia fue leída en los Coloquios Históricos de Extremadura, en la ciudad extremeña de Trujillo (Cáceres), el sábado 28 de septiembre de 2013, mientras se celebraba la XIV Jornada Europea de la Cultura Judía.

5. SUMMARY

In the 15th century, approximately 45 Jewish families lived in Hervas. Based on oral history, the Jewish neighborhood and the synagogue were located on the street known as Calle Rabilero. After the Jews converted to Christianity, the Duke of Bejar divided society into two political factions and imposed laws of discrimination which hindered assimilation of the new Christians into the town’s political life in the 16th and 17th centuries. As a consequence of its racial laws, Hervas became two separate feuding neighborhoods: one being known as «el Barrio de Arriba» (the higher–situated part of town), where the descendants of Jews lived, and «el Barrio de Abajo» (the lower–situation part of town), where the old Christian families lived. As the Jews became more integrated into the Christian faith in the 18th and 19th centuries, the Due to economic interests in the 20th century, the City Government of Hervas disrupted the chain of history and changed the natural course of history by designing a Jewish Quarter made up of 17 streets, luringly marked by a Star of David to attract tourists. To paraphrase Eric Hobsbawn and Terence Ranger, this process of falsification of history is, in essence, the invention of the Jewish tradition in Extremadura[3].

6. BIBLIOGRAFÍA

DE HERVÁS, M. [seudónimo de MARTÍN MANUEL, M.],

Los judíos de Hervás, Artesanía El Lagar, Hervás 1997 (agotado).

– «La invención de la tradición: leyendas apócrifas sobre los judíos de Hervás», publicado en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 52, Madrid 1997, pp. 177–203.

– «Documentos sobre los judíos de Plasencia en el Archivo Catedralicio (1411–1492)», Sefarad, 59, 1 y 2, Madrid 1999, pp. 53–76, y 263–307.

Documentos para la Historia de los judíos de Coria y Granadilla. Coria 1999.

Historia de los judíos de Plasencia y su tierra I. De los orígenes a la Inquisición siglos XII–XVII; II. Colección Diplomática (1187–1823), Sevilla 2001.

– «La judería y sinagoga de Coria en la documentación del Archivo Catedralicio: siglos XIV y XV», Sefarad. 61, 1, Madrid 2001, pp. 91–125.

– «La Inquisición en el señorío de Béjar y sus consecuencias, 1514–1515», Revista de Estudios Extremeños, 57, 2, Badajoz 2001, pp. 661–698.

– «Noticias sobre la judería y sinagoga de Béjar (Salamanca)», Sefarad, 63, 2, Madrid 2003, pp. 331–370.

– «Juderías y sinagogas en los obispados de Coria y Plasencia. Estado de la cuestión», Juderías y sinagogas de la Sefarad medieval, en memoria de José Luis Lacave Riaño: XI curso de Cultura hispanojudía y sefardí de la Universidad de Castilla–La Mancha, Ediciones de la Universidad de Castilla–La Mancha, 2003, pp. 459–488.

Judíos y cristianos nuevos en la Historia de Trujillo, Badajoz 2008.

– «Las “sinagogas” de Béjar y de Valencia de Alcántara. Problemas de interpretación», XVII Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí, Toledo 2007. (No tengo constancia de la edición de las actas).

– «Historia de Hervás: sus orígenes», Estudios Bejaranos, XV, núm. 13, Béjar 2009, pp. 37–66.

La invención de la tradición judía de Hervás. Discurso de ingreso en el Centro de Estudios Bejaranos contestado por D. José Muñoz Domínguez, Béjar 2010 (agotado).

La Capa de Elías: la asimilación de los cristianos nuevos de Hervás, I Premio Alconétar de Historias Locales de Extremadura, Editora Regional de Extremadura, Badajoz 2012 (agotado).

Algunos de estos artículos pueden descargarse en mi web: estudiosjudaicos.imaginason.com.

[1] Véanse GALAVÍS BUENO, F. Consideraciones sobre el barrio gótico de Valencia de Alcántara, Badajoz 2010, pp. 379–439; y MIRANDA DÍAZ, B. y MARTÍN NIETO, D. A. El patrimonio artístico de Valencia de Alcántara a través de los documentos (siglos XIII–XIX), Badajoz 2011, pp. 97–107.

[2] www.redjuderias.org/red/upload/imagenes/24ciudadesES.pdf.

[3] Mis agradecimientos a doña Virginia Pugh por la traducción, y a don José Carlos Guerra Librero–Alcaraz por la preparación de las fotografías digitales.

May 092014
 

Serafín Martín Nieto.

I.- LA JUDERÍA NUEVA

 a) El asentamiento en la Plaza de la Feria

Es tradición que fueron los judíos los que, rebasando el ámbito de la antigua judería, se asentaron en la entonces denominada Plaza de la Feria y sus aledaños, primeramente, sin duda, con puestos ambulantes. El Ayuntamiento, deseoso de auspiciar esta función mercantil, promovió la edificación de seis casas-tiendas, en los Portales de Arriba, es decir en los inmediatos al recinto murado, las cuales, a mediados del siglo XV, dio a censo enfitéutico perpetuo a diversos vecinos, tanto hebreos como cristianos.

El 7 de febrero de 1449, la villa de Cáceres acensuó a favor del judío Haim Alvolia unas casas con sus tiendas en la Plaza. El 12 de mayo de dicho año, otras a Abrahán Leví Daraguero y a su mujer Orvillida. Señala Antonio Floriano que donde están las escaleras de subida a la Puerta Nueva se emplazaban las tiendas del referido Daraguero y las del también judío Simuel, hijo de don Sento, casado con Amada[2]. Alvolia, para la seguridad del contrato, hipotecó su casa de la Judería[3], que por entonces se emplazaba dentro de los muros.

El 16 de julio de 1453, ante Rodrigo Alfón, el clérigo Benito Gómez dio a censo a Isaac Amalec, judío, por 420 maravedís de renta anual perpetua, unas casas en la Plaza, en los portales de abajo, a la colación de Santiago[4].

El 20 de agosto de 1459, ante Diego Fernández, el judío David Alvilia, jubetero, posiblemente hijo de Haim Alvolia, vendió en 380 maravedís a Pedro Dávila el derecho que tenía a unas casas acensuadas del Concejo en la Plaza, las cuales lindaban con las de Gonzalo Delgado, también del Concejo, y con la calle que iba por la escalera de la Puerta Nueva[5].

Pero los Alvilia no abandonaron la Plaza, sino que siguieron viviendo en ella en la confluencia de las llamadas Piñuelas Bajas, como se demuestra en la cesión, a cambio de la celebración de un aniversario en la iglesia de Santiago, que en 24 de marzo de 1492, ante Fernando de Sepúlvega, formularan Fernando de Castro y su hermana Isabel de Castro, monja, hijos de Fernando de Castro, a favor del cabildo eclesiástico de 100 maravedís de renta perpetua sobre la casa en la Plaza, a la colación de San Juan, que gozara el judío Alvilia, linde las de los nietos del bachiller Alonso Cano y las de Mosé de Medina[6].

Un miembro de esta familia, Abrahán Alvalia, estaba avecindado en Medellín. Allí, el 16 de mayo de 1468, se obligó a pagar a doña Cecilia Vázquez, mujer del cacereño Cristóbal de Figueroa, 133 maravedís y 4 cornados sobre unas casas y un horno de cocer pan[7].

Vecinos de David Alvelia eran Çaq Nahu y sus hermanos, quienes gozaban la casa por censo perpetuo de 900 maravedís y dos fajas de paño pardo a favor de García González de León y de su mujer Mayor Álvarez. El 27 de septiembre de 1473, ante Fernán Alfón, León y su mujer trocaron 200 de estos 900 maravedís por 130 y un par de gallinas que el cabildo eclesiástico tenía sobre sus casas en la colación de Santiago[8].

El 27 de  julio de 1475, ante Luis González, Naçán Amarillo, judío morador en Cáceres, se obligó a pagar al cabildo eclesiástico y a su abad, Juan Alonso de Guzmán, 160 maravedís y un par de gallinas por sus casas de  morada, sitas a la colación de San Juan, linde las del tundidor García Hernández y las de Tristán del Amarilla y su mujer Leonor de Solís y por delante la calle y Plaza del Rey. Dicha vivienda debía de pertenecer a Álvar Gutiérrez Manivardo, pues Naçán se comprometió a cambio del censo que Manivardo estaba obligado a pagar sobre unas casas pequeñas al sitio del alcázar que se habían incluido en las del capitán Diego de Cáceres[9]. Con anterioridad, Nacán Amarillo había vivido en otras casas, también en la colación de San Juan, propiedad de Juan de Saavedra, hijo de Álvar López de Saavedra, cuyos vecinos eran el recuero Juan Pascual y el carnicero Fernando, por las que pagaba 200 maravedís y una gallina[10].

En esta misma colación, en la confluencia de las Piñuelas con la Plaza, se emplazaba el hogar de Haçan Adaroque y de su mujer Masaltón, que lindaba con los de los también judíos Isabel Navarro y Abrahán Gago. El 2 de mayo de 1479, ante Luis González de Cáceres, el matrimonio vendió sus casas a Diego López de Medellín por el precio de 1.000 maravedís. Acto seguido, Medellín dio a censo a Haçán la séptima parte de dichas casas en 70 maravedís y 2 gallinas[11].

En los portales, a la colación de Santiago, tuvo su morada Mosé Vehe, quien estando avecindado en la villa de Segura, encomienda mayor de Léon, el 4 de diciembre de 1489, ante el escribano Joaquín Rodríguez, la vendió a Juana González de Escobar, mujer que fue de Pedro Alonso Golfín.Lindaba con la de Rodrigo de la Barreda y la de Joaquín Blanco[12].

A algunos judíos debió de costarle mucho trabajo abandonar la Plaza, donde parece que resistieron varios años a pesar de las medidas de aislamiento de 1480.

En 1487, aún vivía en los Portales de Arriba, a la colación de Santiago, Manuel Brudo, a tenor de la escritura de donación a favor del cabildo eclesiástico que el 26 de septiembre de dicho año, otorgara Juan Gutiérrez, por sí y por su hermano el bachiller Diego de Ovando, para cumplir el testamento de su padre Álvar Gutiérrez Manivardo, de 400 maravedís de renta sobre la casa-mesón de Isabel Delgado, que lindaba con casas del herrador Ruy López y la del referido judío Brudo[13]. A dicho Manuel Brudo, en 1472, estando en Ciudad Rodrigo, el cacereño Diego de Sanabria le arrebató un caballo, 6.000 maravedís en dinero y los efectos que llevaba consigo, valorado todo en la cuantiosa suma de 10.000 maravedís. Habiéndole reclamado muchas veces inútilmente la devolución, por último recurrió a los Reyes, quienes, en Medina del Campo, el 18 de octubre de 1480, dictaron provisión para que Sanabria, hombre rico y con parientes muy poderosos en aquella ciudad, le devolviera sus bienes[14].

Otro miembro de esta familia fue Jacob Brudo, al que el mercader toledano Pedro de Toledo reclamaba 80.000 maravedís en virtud de contrato público. Cumplido el plazo, el mercader no había podido cobrar, pues Brudo alegaba que todos los bienes que poseía eran dotales de su mujer. Para poder cobrar, Toledo acudió ante los Reyes, quienes desde Medina del Campo, el 22 de marzo de 1489, comisionaron al corregidor cacereño para que determinara qué bienes pertenecían a Jacob y cuáles a su mujer[15].

El3 de marzo de 1490, ante Juan Holguín, el mercader Abrahán Cohen, hijo de don David Cohen, vendió al tejedor Bartolomé Blázquez Longanizo, por el principal de 1.000 maravedís, unas casas en la Plaza a la colación de Santiago, donde vivía el zapatero Juan del Barco, linde las de Martín espadero y las de Alfón Guzmán barbero y por la espalda la barbacana.  Fue testigo de dicha escritura Fernán Alfón de Molina el mozo, cantero[16]. Abrahán Cohen había pasado a residir a la Judería, según se constata en  la escritura otorgada el 17 de enero de 1493 ante Pedro del Amarilla, por Domingo de Olivas, mayordomo de las freilas de San Pablo, por la que daba a censo al cabrero Fernando Alonso y su mujer Isabel Rodríguez unas casas en la colación de San Juan, linde casas de dicho monasterio, las de Gonzalo Laínez y por las espaldas casas que fueron del judío don Abrahán Cohen[17].

 

b) Casas de los judíos en los aledaños de la Plaza:

Por otra parte, a lo largo del siglo XV, la mayoría de los hebreos se habían ido trasladando a las calles adyacentes a la Plaza, lo que, en la práctica, supuso el abandono paulatino del viejo barrio judío, situado al amparo del alcázar real. La destrucción de este viejo símbolo de poder durante las guerras civiles de los siglos XIV y XV, había hecho perder importancia urbanística a esta zona, convirtiendo el primitivo barrio judío en una zona marginal, aislada del núcleo comercial y político que emergía en la Plaza.

En nuestra habitual consulta de los archivos locales y nacionales, hemos hallado las siguientes referencias al asentamiento de los judíos en el arrabal, en los aledaños de la Plaza.

El 9 de septiembre de 1451, ante Pedro Golfín escribano, Macías Muñoz compró de Alfón García del Rey, a censo perpetuo, en 30 maravedís de renta anual, un solar en la calle de la Ollería (actual Margallo), que lindaba con el camino de la alberca y con solares de Çag Rofos, judío, de Luis García de Villarreal y de Juan Barbero, y la calle que venía del horno de la feria[18].

El 2 de agosto de 1453, ante el escribano Luis Gómez de Cáceres, Lorenzo de Ulloa, hijo de Fernán Pérez de Ulloa, dio a censo enfitéutico a Yuzén Javen padre y a Jae, su mujer, unas casas en la calle del Sahúgo (actual Río Verde), en la colación de Santiago, en 450 maravedís, 2 gallinas y 2 perdices. Dicha casa colindaba con la que, el 6 de enero de 1467, ante Luis González, Teresa Alfón, mujer de Juan Martín Vaquero, vendiera a censo a Luna, judía, mujer de Abrahán, a Caganchas (actual Río Verde)[19].

Con anterioridad al establecimiento de la Judería, en la entonces denominada calle de la Mancebía, pues la actual calle de la Cruz era así denominada por el comercio carnal allí establecido[20], ya vivían en ella diferentes familias judías.

El 25 de abril de 1455, ante Luis González de Cáceres, Inés González, viuda de Álvaro de Sande, curadora de sus hijos Álvaro, Juan y Aldonza de Sande, dio a censo a Diego Rodríguez de Sanabria y a su mujer Juana González unas casas con corral, linde el horno de la Mancebía y casas de Ferrand Álvarez, las del judío Mosé Brinde, las de García de León y las de Andrés Pérez por la renta de 500 maravedís y 4 pares de gallinas. Un siglo después, dicho corral sería agregado al verjel de las casas de Pedro Alonso Holguín, hoy conocidas como Palacio de Camarena[21].

Pero algunos judíos todavía conservaban sus casas en la vieja judería. El 21 de diciembre de 1468, ante Diego Fernández, Sayas Nahu otorgó poder a su hijo Ça Nahu, ambos mercaderes, para vender “la parte e derecho que yo he e tengo e poseo en dos pares de casas, que son dentro de la dicha villa en la Juderja (la Judería Vieja) e de otras que yo tengo en el arraval desta villa a la collaçión de San Johan, çerca del forno de la Mançebía (la que sería Judería Nueva)”. Éstas se alzaban a las espaldas de la Plaza, vecinas a las del herrero judío Hayn y a las de Pedro de Carvajal. Dicho día, ante Alfón Delgado, Ça Nahu las vendió a Pedro Carrillo en 7.800 maravedís horros de  alcabalas[22].

Los Nahu era una familia de posibles. Uno de sus miembros, Abrahán Nahu, el 29 de julio de 1467, compró a Marina Ferrera 400 maravedís de renta de hierba en la heredad de Álvaro de Ulloa y Juana de Ulloa en la dehesa de la Pulgarina[23].

El judío Aben Rico tenía un solar, linde al que Alonso Sánchez, hijo del caballero Sancho Sánchez de Paredes diera a censo en 90 maravedís a Sancho Martín, el 4 de abril de 1456 ante Luis González, para hacer casa de 60 pies de ancho, colindante con alcácer de Alonso Mateos. Paredes donó esta renta a las beatas de San Pablo y a la madre Juana de Dios para que tuvieran cargo de mandarle decir dos misas anuales[24].

El 26 de enero de 1475, ante Diego Fernández, Pedro Carrillo dio a censo al judío Ysaq Colchero, quien llegaría a ser mayordomo de la aljama, unas casas en la calle de Pintores por 360 maravedís y 2 gallinas, las cuales lindaban con las de Pedro Carrillo, las Juan Jiménez, la calleja entre las calles de Pintores y la de la Corte, y por las espaldas las de Jerónimo Sánchez Carrillo, con la obligación levantar el primer año una cámara en el sobrado. El 27 de noviembre de 1476, ante Pedro González, Carrillo trocaría dicho censo con Juan de Sandoval, abad del cabildo eclesiástico, por un día con su noche que el cabildo tenía en el molino de la Dehesilla y 80 maravedís y 1 gallina sobre casas en la colación de Santa María, linde las de Pedro Carrillo y la de la viuda de Alfón Donate. El 13 de febrero de 1490, ante Fernando de Sepúlvega, tras haberlas tenido que abandonar Colchero para reducirse a la Judería Nueva, el abad Fernán Martín se las dio por juro de heredad al zapatero Juan Martín, criado de Juan de Perero, por 400 maravedís[25].

Las casas de Ça Rofos y su mujer Rahel, sitas en la colación de Santiago, salieron a pública subasta por deudas que tenían contraídas con Luis Delgado y Miguel González del Dado. Éste las compró en pública almoneda, pero se las traspasó a aquél  junto con otros 275 maravedís más que tenían de carga. Sin embargo, el 3 de octubre de 1475 ante Luis González, a ruego de algunas personas, se las dio a censo perpetuo a Ça Rofos y a su mujer por 100 maravedís. Las casas lindaban con las de doña Ladina, también judía, y las de la mujer de Luis de Mesa. Un día después, Delgado donaría esta renta perpetua al cabildo eclesiástico por un aniversario de misas anual[26].

Pero ya corrían vientos de segregación. Las cortes de Madrigal de 1476 recordarían las medidas de aislamento adoptadas en anteriores convocatorias. Domínguez Nafría[27], siguiendo a Suárez Fernández, señala los confinamientos ordenados en Sevilla y Soria en 1476 y 1477 respectivamente. Inmediata fue la orden dada al corregidor de Cáceres, Jerónimo de Valdivieso, de impedir la convivencia de judíos y moros con los cristianos y de animarlos a vender las casas que tenían para retirarse a barrios propios.

El 4 de mayo de 1478, ante Luis González de Cáceres, María González, mujer de Fernando Llorente, vendió a Pedro de Carvajal y a su hermana María de Mayoralgo unas casas en la calle de la Judería en 7.000 maravedís. Unos días después, concretamente el 29 de dicho mes y año, ante Nuño González, doña Ruima, mujer de Rabí Raime, traspasó al mencionado Pedro de Carvajal 750 maravedís y 2 gallinas de renta de censo que tenía sobre la repetida propiedad[28].

A causa de la Guerra de Sucesión Castellana, don Fernando y doña Isabel, bajo graves penas, habían mandado “que persona nj personas algunas, nuestros súbditos e naturales de qualquier estado, condiçión, premjnençia e dignidad que fueren, no fuesen osados de se juntar nj se juntasen a la conpañía del adversario de Portugal nj con los otros sus secaçes ni parçiales que en su conpañja en nuestro deserviçio estavan ni de les dar nj diesen consejo, esfuerço, ayuda nj favor”. Empero, doña Rahel, judía residente en Cáceres, “pospuesto todo temor de Dios e nuestro, e con gran pryvaçía e rebellión e menos preçio de las dichas nuestras cartas e mandamientos”, se mudó a Portugal. Por ende, había incurrido entre otras penas, en la de confiscación de sus bienes; y en el caso de que los hubiera vendido antes de ausentarse, “que tal venta nj donaçión no vala”, por cuanto sus Altezas, desde Sevilla, el 10 de junio de 1478, habían hecho merced de ellos al cacereño García de Herrera, “my guarda, por algunos buenos e leales servyçios que nos abedes fecho e fasedes de cada día y en enmjenda de los muchos dapnos e robos que abéys reçebido en vuestra fasyenda del dicho reyno de Portugal”[29]. Informado el rey don Fernando, que se hallaba aún en dicha ciudad andaluza, de que los bienes de doña Rahel los poseían su hijo don Mosé Cohen junto con su padre don Abrahán Cohen y abuelo don Mosé Cohen, el 15 de julio de dicho año de 1478, reiteró su real merced a favor de Herrera[30].

 

c) el establecimiento de la Judería Nueva:

Como hemos expuesto, muchos judíos vivían en las calles aledañas a la Plaza de la Feria, mezclados con los cristianos. Hecho del que tuvieron noticias los Reyes, por lo que, estando en Sevilla, el 26 de agosto de 1478 ordenaron al corregidor Valdivieso que “fasades apartar a todos los judjos e moros que en esa dicha villa bjven e moran dentre los christianos. Que moren e agan sus juderías e morerías apartadas en los lugares donde antiguamente la solían e acostunbravan a thener e, sy no solían thener juderías apartada ni lugar reservado, o en los lugares donde las avja no ay donde estar, que luego buscades lugar convinjente e apartado dentre los christianos donde estén e moren, fasyéndoles dar casas e solares púvlicos”[31].

Pero, verdaderamente, la creación de la nueva judería cacereña se debió a la voluntad real plasmada en el Ordenamiento de Toledo de 1480: “Porque de la continua conversación e byvienda mesclada con los christianos resultan grandes daños e inconvenientes (…) ordenamos e mandamos que todos los judíos e moros de todos e quales quier çibaddes, villas e lugares destos nuestros reynos, quales quier sean, de lo realengo o señoríos o behetrías e órdenes e abadengos, tengan sus juderías e morerías distintas e apartadas sobre sy. E no moren a vueltas con los chtistianos ni ayan barrios con ello”. Al tiempo que  “encomendamos a las aljamas de los dichos judíos e moros que cada uno dellos que pongan en el dicho apartamiento tal diligençia e de tal orden que, dentro del dicho término de los dichos dos años, tengan fechas las dichas casas de su apartamiento e byvan e moren en ellas. E dende en adelante, no tengan sus moradas entre los christianos ni en otra parte fuera de los çircuytos e lugares que les fueren deputados para las dichas judería e morerías”, so pena de perder todos sus bienes.

Y para evitar abusos, “mandamos por la presente a las personas que para la execuçión de lo suso dicho fueren deputadas por nuestras cartas, que conpelan e apremien a los dueños de las tales casas e suelos que asy fueren señalados por ellos para fazer e edificar las dichas synagogas e mesquitas e casas de morada, que las vendan a los dichos judíos e moros por presçios razonables, tasados por dos personas”, una, nombrada por los cristianos; la otra por los judíos. En caso de discordia, se contemplaba el nombramiento de un tercero.

Pero estas garantías no bastaron para frenar la especulación. Los judíos cacereños expusieron a los Reyes que en la Judería habían entrado muchas casas de cristianos, los cuales “vyendo la neçesidad que ellos tenían, disque les alquilaron e arrendaron por grandes quantyas de maravedís de más de lo que valían e solían e acostunbravan alquilar antes que la dicha juderja fuese señalada, de manera que ellos, dis, que no lo pueden sofrir e rreçiben enllo mucho agravjo”, por lo que solicitaban de la gracia real que fuesen nombradas “dos buenas personas puestas por las dichas partes” para que “tasasen e moderasen lo que rasonablemente valiesen e se devían de dar de alquiler por las dichas casas”. El 28 de febrero de 1491, desde Sevilla, don Fernando y doña Isabel comisionaron al corregidor para que resolviera el asunto sin dilación[32].

La nueva Judería se extendió entre las calles de Vando (hoy de Panera), parte de la de la Corte[33], parte de la de las Parras, la actual plazuela de la Isla, y la calle del horno de la Mancebía, que a partir de entonces y durante todo el siglo XVI se denominaría por antonomasia de la Judería. Existe constancia documental, que tendremos ocasión de citar, de que el nuevo barrio judío cacereño se cerró con puertas.

Por entonces, se llamaba también calle de la Corte al tramo, hoy titulado de Paneras, que va desde la propia calle de la Corte a la de la Cruz, incluido asimismo en la Mancebía, según se deduce de una escritura de 25 de junio de 1472, ante Rodrigo Alfón, por la que Juan de Acosta dio a censo a Juan Sánchez, hijo del sastre Antón Sánchez, un pedazo de tierra con corral en la colación de San Juan, linde casa de dicho Acosta, corral del clérigo Galín Gómez Mogollón que tenía acensuadas “onde están las figuras” y por las espaldas casa de la viuda de Ferrand González de Ulloa. Este censo sobre dichas casas, “que son en la calle de la Judería Nueva”, por donación de María de Mayoralgo, viuda de Pedro de Carvajal, el 1 de julio 1482, pasarían a poder del cabildo eclesiástico[34]. Enigmática resulta la alusión a las “figuras”, que, acaso, tendrían algo que ver con el viejo oficio que allí se ejercía.

No parece que el proceso de reasentamiento fuera tan rápido como se preveía en la real orden. En este sentido, hay que entender los arrendamientos y ventas tardíos registrados en la Plaza. Con ello, se confirma la tendencia señalada por Domínguez Nafría de que “tras el acuerdo de las Cortes de 1480, hubo algunas ciudades en las que el aislamiento se retrasó año tras año[35].

En la nueva Judería, se confinó también el judío Vidales, quien, con anterioridad había vivido en la Plaza, en una casa que tenía acensuada de maestre Ferrando, boticario, cuyo contrato no había podido rescindir, no obstante las leyes a su favor, y había tenido que seguir pagando el alquiler sin poderlas habitar porque Ferrando se hallaba ausente de Cáceres. Habiendo retornado el boticario, Vidales acudió a los reyes, quienes, desde Úbeda, el 17 de noviembre de 1489, comisionaron al corregidor para la resolución del asunto[36].

En torno a estas fechas, Isabel García, viuda de García Fernández, dio a censo al judío Abrahán Pache y a su mujer Çepti unas casas en la colación de San Juan. Con posterioridad, Pache vendió a Juan Martín de Mercado una cámara, que incorporó a las de su morada. Por ello, Isabel García le puso pleito ante Lope de la Higuera, teniente de corregidor. Tanto Mercado como Pache negaron que la casa hubiera pertenecido a la viuda, sino a la cofradía de San Mateo, y afirmaron que lo que Abrahán le había vendido era un corral independiente de la casa, en el que Mercado había edificado una habitación baja y otra alta. Como el alcalde Antón Galindo fallara a favor de Isabel García, Mercado apeló ante la Chancillería de Valladolid, que ratificaría la sentencia el 27 de noviembre de 1493.[37]

El 30 de septiembre de 1487, ante Tomás Fernández de Morales, Domingo de Olivas, mayordomo de las freilas de San Pablo, dio por 650 maravedís “a çenso ynfitiosin, e por nonbre de çenso çensal e perpetuamente, para syenpre jamás a vos Mosé Cohen, judío, sastre, fijo de Salomón Cohen, vezino de la dicha villa, que estades presente rresçibiente el dicho çenso por vos e por vuestros herederos e suçesores, unas casas quel dicho monesterio e freylas dél han e tyenen, que son en el arraval de la dicha villa, a la collaçión de Sant Juan, en la Judería, que alindan de la una parte con casas de Fernando tyntorero, e de la otra parte con casas de los fijos de Gonçalo Rodrigues, carpjntero, e delante las puertas de la calle del Rey, e por do mejor parten”[38].

Con el establecimiento de la judería, las casas se revalorizaron, hasta el punto de que se incrementaron sus adquisiciones por parte de la nobleza local. El 8 de abril de 1485, ante Bartolomé Manuel, Juan Martín Portocarrero, carpintero, vendió a censo a Hernando García de Osma unas casas en el arrabal, linde las que fueron de Sancho Holguín y las de Santo Abenjado y don Samuel Cohen, judíos, por 80 maravedís. Posteriormente, Osma daría al judío Moçe Nilgo, sastre, la referida casa, “que dixo estar en la dicha collaçión de Sant Juan, en la Judería Nueva”, por 100 maravedís de renta[39]. Dicho Samuel Cohen, en 28 de marzo de 1480, ante Fernando de Sepúlvega, compraría al clérigo Juan de Mata, como apoderado de su tío Juan González, cura de Aliseda y Malpartida, una viña con su lagar a la Fuente del Rey[40].

El 31 de diciembre año de 1486, ante Pedro de Moreda, Pedro de Sandoval vendió a Teresa de la Rocha, hermana de Gómez de la Rocha, en 6.000 maravedís, “quinjentos maravedís de ynçenso, desta moneda usual que agora corre en Castilla, que seys cornados valen un maravedí, e más un par de gallinas que yo he e tengo en la propriedat e suelo de unas casas que tiene Symuel Arrof (entre líneas ferrero), vezino desta dicha villa, ynçensuadas de mj el dicho Pedro de Sandoval por mjl maravedís e dos pares de gallinas, las quales dichas casas son en la Judería desta dicha villa, que han por linderos, por ambas partes otras casas de mj el dicho Pedro de Sandoval, que tengo ynçensuadas a otros dos judíos, e por delante la cal de la Corte e por las espaldas la cal de Pjntores”[41].

Dicho Pedro de Sandoval, el 8 de abril de 1489, ante Alfón Delgado, vendería al mencionado Gómez de la Rocha, en 4.600 maravedís horros de alcabala, 375 maravedís y 2 gallinas de renta de censo, que “tengo e poseo en una casa en que agora bjve e mora el rrabj, que es en la Judería desta dicha villa, que aljnda con otras casas mjas de una parte e de otra e delante las puertas la calle del rrey e por do mejor parte”[42].

El zapatero judío Ça Barchilón habitaba en la calle que dicen de la Corte, dentro de la Judería, en vecindad con su pariente Jarón Barchilón y la Garrovillana, asimismo judía. El 15 de enero de 1487, ante Bartolomé Manuel, vendió estas casas a censo perpetuo al cabildo y a su abad, Domingo Fernández, capellán de San Mateo, por  800 maravedís[43]. Tres años antes, concretamente el 5 de enero de 1484, acaso por haberse mudado a la judería, ante Alfón Delgado, Ça Barchilón requirió a Per Alfón Holguín por si quería ejercer el derecho de tanteo sobre la casa que él y Jarón Barchilón le tenían acensuadas por cuanto las iba a vender por 100 maravedís de renta y  920 de principal[44].

El3 de agosto de 1488, ante Juan González de Arenas, Diego de Cáceres dio a censo enfitéutico, en 225 maravedís, a Abrahán Abenpadre, zapatero judío, hijo de Donoro, la propiedad de unas casas que tenía a censo Juan Durán, hijo de Gonzalo Durán, “que son el la juderya desta villa”, linde la de los sobrinos de Gonzalo de Cáceres, las de Fernán de Cáceres, su hermano, y las de Alba judía. El 24 de marzo de 1491, ante Fernando de Sepúlvega, Fernán López de Aguirre, con poder de su mujer María Alonso vendió al cabildo eclesiástico esta renta que ella había recibido en dote y casamiento. Por escrituras posteriores, sabemos que las casas en cuestión estaban ubicadas en la calle de la Corte[45].

Abrahán Abenpadre había vivido antes en la misma calle, en una casa de Francisco de Ovando, quien la permutó junto con otra que tenía dada en arriendo al judío Alfandar, hijo del platero Baru, con Diego de Figueroa por mil maravedíes de renta de yerba en el Campillo del Corcobado el 14 de octubre de 1487 ante Tomás de Morales[46].

El escribano Nuño González vivía en unas casas “que son dentroen la judería de la dicha villa, en el arraval e collaçión de Santiago de la dicha villa, en la calle que disen de las Parras”, propiedad de Catalina González, hija de Francisco Bardal y viuda de Juan de Ulloa, la cual el  28 de julio de 1490, ante Juan Holguín, donó al cabildo eclesiástico y a su abad, el clérigo Domingo Fernández, 100 maravedís sobre estas casas por un aniversario de misas en dicha parroquia[47].

El6 de abril  de 1491, ante Fernando de Sepúlvega, Francisco de Ovando, a fin de ser recibido por cofrade, donó al cabildo y a su abad, Domingo Fernández, 133 maravedís y 2 cornados y un par de gallinas de renta de censo sobre unas casas en la Plaza en las que moraba Alonso pellitero, linde las de Bartolomé buchitero y otro par de gallinas sobre las casas que tenía acensuadas Jarón Barchilón, sitas en la Judería, en la calle que “disen de Vando” (al margen concreta “que va esta calle de la calle de Pintores hazia Santa Elena”, es decir, en la actual de Paneras)[48].

Como hemos visto, los judíos que allí vivían desempeñaban diversas profesiones: sastre, curtidores, zapateros, herreros, plateros, etc.

 

Profesiones Nombres
Cereros David Navarro y su hijo Ysta
Sastres Mosé Cohen, Moçe Nilgo
Herreros Samuel Caña, Symuel Arrof, Plavui
Zapateros Ça y Leví Barchilón, Abrahán Abenpadre
Mercaderes Abrahán Cohen, Sayas Nahu y hijo Ça Nahu, Haim Alvolia, Daraguero, Simuel
Físico Rabí Uçé
Abogado Rabí Abrahán Amigo
Platero Baru
Pelaire Yuda Alba, Symuel Cardiel
Jubetero David Alvilia

 

Sabemos que el judío Samuel Cañas ejercía el oficio de herrero gracias a una escritura de fecha 13 de septiembre de 1456, ante Manuel García, por la que María de Burgos, beata de la casa de cerca de la iglesia de Santa María, con licencia de Juana de Santa María, madre de las beatas, le dió a censo, en 80 maravedís, una viña en el ejido cerca de Aguas Vivas[49].

Herrero también fue Plavui, citado en  la carta de donación que, el 5 octubre 1468, ante Fernán Alfón, Álvaro de Ulloa y su mujer Isabel Álvarez hicieron al cabildo eclesiástico de 120 maravedís de renta sobre huerta al Vadillo, linde la de la madre del Maestre (don Gómez de Solís) y huerta de Plavui “ferrador”[50].

Los miembros de la familia de los Barchilón eran zapateros y curtidores. En 10 de junio de 1468, ante Luis González, Leví Barchilón y su mujer Cenha habían comprado a censo perpetuo, por 900 maravedís, del comendador Fernando de la Rocha y de su mujer María Téllez, una tenería colindante por dos partes con la de Pedro Vara y por las espaldas con las peñas del lagar de los Caños[51]. El 23 de enero de 1473, el comendador Fernando de la Rocha traspasó a Alfonso Golfín, hijo de Alfonso Golfín difunto, 45 de los 150 maravedís que le pagaba Barchilón[52].

En 1478, ante Nuño González, Barchilón tomó a censo de Andrés Hernández Cintero una tenería[53].

Pelaires eran Yuda Alba y Symuel Cardiel. Junto con Fernando Picapiedra, acogiéndose al privilegio que favorecía a los habitantes de Cáceres frente a los forasteros, lograron que el alcalde mayor bachiller Gonzalo de Fonseca, siendo corregidor Diego López de Ayala, les diera, por el mismo precio, la lana que Juan de Carmona y sus pastores que invernaban en la dehesa de la Coraja habían vendido a unos vecinos de Trujillo. Abrahán Barchilón, morador en dicha ciudad, apeló el auto ante la Real Chancillería de Valladolid, por cuanto él les había comprado 750 vellones en Abadía, tierra de la villa de Arenas. El 7 de diciembre de 1491, la Chancillería falló a favor del judío trujillano[54].

David Navarro y su hijo Ysta Navarro desempeñaron el oficio de cereros, a quienes, en 26 de marzo de 1479, ante Fernando de Sepúlvega, el bachiller Alfonso Cano, mayordomo de la iglesia de Santa María, dio a censo perpetuo un lagar de labrar cera que la fábrica de dicha iglesia tenía al sitio de las Tenerías. La renta anual que debían satisfacer era de 450 maravedís, pagaderos por mitades el día de la Virgen de agosto y el primero de marzo. Dicho lagar, como tantas otras propiedades de los judíos, lo compraría el regidor Alonso Holguín[55]. Entre las escrituras reseñadas en el inventario de bienes de don Pedro Golfín de Carvajal, figura la venta realizada por Juan Jiménez, en nombre de la iglesia de Santa María, al referido Alonso Holguín, padre del Camarero Sancho de Paredes, de 450 maravedís de censo sobre el lagar de cera de Navarro[56].

Yuçe Rachen, morador en Arroyomolinos, en virtud de poder de doña Catalina de Donaire, y en el de doña Juana, viuda de Juan Fernández Caballero y curadora de su hija doña Isabel, freila, vendió al cacereño Pedro de Carvajal las partes que dichas señoras tenían en la dehesa de Mayoralguillo el 13 de febrero de 1467[57].

Y, evidentemente, también los hubo ocupados en actividades financieras, que tantos agravios les valdrían. Yuçe Çarefay fue arrendador de la renta de la zapatería de Cáceres. Se la subarrendó a Martín Moñino en 99.500 maravedís anuales. Tras la expulsión, le sucedió en el cargo Diego de Ávila, quien quiso cobrar a Moñino 4.000 maravedís más de lo que estaba obligado a pagar conforme al contrato con el judío[58].

Por la época, las rentas de las alcabalas de la ciudad de Trujillo y de la villa de Cáceres estaban bajo la administración de la rica familia judía trujillana de los Abenaex, en concreto de Abrahán Abenaex, quien tenía por “fasedores” a don Çulema Abenaex, don Yuda Abenatabe, don Frayme Barchilón, Abrahán Barchilón, Abrahán Abenaex, Mosé Alfandari y Çagüe Follequenos, quienes informaron a los Reyes de que “tyenen algunos debates con los conçejos e aljamas de la dicha çibdad e villa en algunos repartimientos que se han fecho e fasen”, pues se quejaban de “que les echan e reparten mucha contja de maravedís más de lo que de justa rasón deven pechar” y además les ejecutaban sus bienes por las deudas de los demás. Sus Altezas, para corregir este abuso, ordenaron, el 2 de agosto de 1490 desde Córdoba, a los corregidores de Trujillo y Cáceres que no les cobrara más que a otros judíos de similar riqueza[59]. Este Abrahan Abenaex era hijo de Yuçef Abenaex, recaudor de las rentas reales de la ciudad de Córdoba.

Rabí Abrahán Amigo ejercía de abogado y procurador. En 1478, actuó en defensa de doña Hadobuena en el pleito que mantenía con García de Herrera, por cuanto éste había alcanzado cierta gracia real sobre unas casas en perjuicio de la judía. Rabí Abrahán consiguió una provisión de los reyes, datada en Sevilla el 15 de julio de dicho año, para que Herrera no usara de la merced mientras el Consejo no determinara en el asunto[60].

Sin embargo, Alonso Golfín, procurador general síndico del concejo cacereño, lo denunció porque “ynjusta e no devjdamente, no lo podjendo ni deviendo faser de derecho e contra las leyes e hordenanças de estos nuestros rreynos e señoríos, aboga e procura públicamente en la dicha villa de Cáçeres e en otras partes asy en los pleitos civjles como crimjnales”. Por ello, el 20 de septiembre de 1487, desde Salamanca, los Reyes se lo prohibieron bajo pena de 100.000 maravedís para la guerra de Granada[61].  Pero Abrahán no obedeció. En 1490, volvió a ser delatado, esta vez por Pedro González de Guadalupe, que lo acusaba de que “usa el ofiçio de abogaçía ayudando en muchos pleytos a muchos judíos”. Por ello, don Fernando y doña Isabel, se lo prohibieron desde Sevilla, el 31 de marzo de 1490[62]. El 5 de enero de 1491, desde dicha ciudad, los Reyes reiteraron la interdicción, por cuanto no sólo se había limitado a los pleitos entre los hebreos, sino que “en muchos casos que eran de judjo a christiano y de christiano a judjo”[63]. No obstante, rabí Abrahán, según determinó el bachiller Pedro Díaz de la Torre, procurador fiscal de la Corte, “con poco temor de Djos e en menos preçio de nuestra justjçia e no curando de las penas en la dicha nuestra carta contenidas”, no sólo siguió ejerciendo, sino que trató “de procurar con la justjçia e regidores de la dicha villa de Cáçeres que vos diesen mandamjento para que pudiésedes usar dicho ofiçio de abogaçía, el qual diz que vos os los dichos regidores le distes, no lo podjendo ni deviendo faser”, por lo que les imputaba haber incurrido en las penas establecidas. Por ello, desde Córdoba, el 24 de septiembre de este año de 1491, los Reyes ordenaron que los regidores cacereños fueran requeridos en su cabildo y ayuntamiento ante la presencia de escribano público, Holguín y Abrahán en persona, para que, en el plazo máximo de 20 días, comparecieran ante el Real Consejo, por sí o por procuradores, a excepción de rabí Abrahán, que debía comparecer personalmente, para la determinanación del asunto. Asimismo, mandaba al corregidor que tomara fianzas abonadas al judío para el pago de la pena de 100.000 maravedís y mientras no las diese, “vos prenda el cuerpo”, es decir, lo apresara[64]

Hay un caso documentado de antisemitismo. El cacereño Fernando de Palazuelo, asistido de dos de a caballo, a comienzos de 1476, secuestró a Mosé en el lugar de las Brozas y se lo llevó a la fortaleza de San Pedro, donde lo tuvo preso dos días hasta que le pagó 3.000 maravedís. El judío acudió ante los Reyes para suplicar ser resarcido con los bienes que Palazuelo poseía en Cáceres. Estando sus Altezas en esta villa, el 4 de julio de 1477, mandaron que se hiciera justicia[65].

No siempre la convivencia entre los propios judíos fue buena. Para solucionar sus desavenencias, aunque contaban con sus propios jueces, en última instancias recurrían a los Reyes.  El 29 de septiembre de 1469, estando en Trujillo, Enrique IV, nombró a don Gutierre de Solís alcalde de los moros y judíos de Cáceres. Merced que le ratificarían don Fernando y doña Isabel en 4 de abril de 1475[66].

Yucef Samariego, como marido de Çenha, apeló la sentencia del juez por la que condenaba al destierro a Iza y a Salomón, hijos de Leví, y a Iza y su hemano Abrahán, hijos del Cojo, por cuanto se sentía agraviada por no haberse fijado el tiempo de la condena, tanto más cuanto ya habían sido castigados al destierro por otros delitos anteriores. Desde Jerez de la Frontera,  el 27 de octubre de 1477, los Reyes  emplazaron a los condenados[67].

Don Vidal casó a una hermana suya con Salamón Deça y la dotó con la ingente suma de 150.000 maravedís. Pero una vez casados, Deça pretendió vender toda la hacienda en contra “del pacto e yguala fecho entre marido e muger sobre la bivjenda en el lugar de domiçilio de la muger e de sus parijentes”. Desde Murcia, el 22 de mayo de 1488, los Reyes le prohibieron que sacara a su mujer de Castilla y que se llevara los bienes[68].

Ça Mollio denunció a Abrahán Frenero y a Yuçe Frenero porque habían entrado en su casa y robado varias joyas y preseas. Aunque Mollio había alcanzado carta de los Reyes para que el corregidor de Cáceres le hiciera cumplimiento de justicia, éste no quiso, a pesar de haber sido requeridos varias veces. Por ello, los Reyes, el 11 de mayo de 1491, libraron una nueva carta para que le fuera administrada justicia sin mayor dilación[69].

Pero el asunto no quedó ahí. Los ya citados hermanos Abrahán y Yuçe Frenero y su primo Jayn Frenero, quienes se habían mudado a Arroyo del Puerco, fueron acusados de defraudadores, pues “avyan çerçenado moneda de oro e plata”. Don Fernando y doña Isabel comisionaron al corregidor cacereño para que hiciera pesquisas “por que semejante deljto no quedase syn castygo”. Desde Sevilla, el 29 de abril de 1491, los Reyes ordenaron al corregidor Diego Ruiz de Montalvo que oyera a las partes para determinar[70]. El 11 de mayo de dicho año, sus Altezas mandaron que fuesen interrogados la mujer del judío Osua, por cuanto les había sostenido las candelas para alumbrarlos mientras recortaban los metales preciosos, el hijo de Vara y el tendero Mosé; y que en caso de que resultaran culpables los Frenero, fueran apresados y sus bienes secuestrados. Éstos se defendieron señalando al judio Çamolo (Ça Mollio), morador en Cáceres, de que “con odjo e mal querençia que entre ellos dis que tiene, por les faser daño” los había delatado falsamente[71].

 

d) El momento de la expulsión

A la luz de los datos económicos que ofrece Viñuales Ferreiro sobre los repartimientos, la aljama de Cáceres era una de las más pobladas de Castilla, superior en número a las de Palencia, Burgos, Salamanca, León, Vitoria, Madrid, Talavera de la Reina, etc. Y tras la de Trujillo, la segunda más importante de Extremadura[72].

 

Aljamas 1484 1485 1490 1491
CÁCERES 5.700 5.700 5.500 7.000
Trujillo 7.500 7.500 7.500 7.500
Badajoz 3.000 3.000 2.115 2.710
Plasencia 5.000 5.000 5.000 5.000
Mérida 500 1.000 2.000 2.000
Coria 2.000 2.000 5.000
Jerez de Badajoz 4.000 4.000 5.000 5.000
Béjar y Hervás 6.000 6.000 6.500 6.500
Alcántara 1.000 1.000 2.250 2.250

 

En 1479, la aljama se componía de 130 “judíos casados”, según manifestaron personalmente en  audiencia el 15 de mayo a los Reyes, presentes en Cáceres, en cuyo transcurso se quejaron de que se les repartía una cantidad similar a la de los 2.000 vecinos que componían la villa[73].

Estos datos vienen corroborados por los datos contenidos en los repartos que cupieron a los judíos de los obispados de Plasencia y Coria en 1482, 1485 de los dieciocho mil castellanos de oro, que, “para ayuda a los gastos de la guerra de los moros”, se impusieron a las aljamas del reino; y en 1488, de diez mil castellanos. En 1485, se encargó del cobro a Juan de Quesada; en1488, a Álvaro de Sepúlveda, ambos continos de los reyes, quienes debían recibir “las dichas quontías de castellanos, que asy cabe pagar a cada una de las dichas aljamas, de los judíos más ricos e abonados que ovjere en cada una de las dichas aljamas, los quales ellos cobren después de las dichas aljamas repartiéndolos por todos los judíos de cada una de las dichas aljamas segund que lo han de uso e de costunbre en semejantes repartimientos”[74]. Como las cantidades de 1485 figuran en castellanos, las hemos convertido en maravedís, a razón cada castellano de 495 maravedís.

 

Aljamas 1482, 1485 1488
Plasencia y sus ayudas (Galisteo y Aldeanueva del Camino) 81.722, 5 53.970
Cabezuela y sus ayudas (Jerte) 22.795 10.641
Jaraíz y Cuacos 30.070 21.052
Belvís y sus ayudas (Almaraz, Valdehúncar y Saucedilla) 8.972,5 23.850
Valverde de la Vera 32.495 22.950
Jarandilla y Tornavacas 54.562,5 43.249
Béjar y Hervás 99.910 55.207
Garganta la Olla y Pasarón 12.610
Medellín 72.750 55.768
Trujillo y sus ayudas (Jaraicejo y campo de Montánchez) 181.875 131.532
Aldeanueva y Santa Cruz 12.610                    —
Montemayor 30.070            11.720
Granadilla y su ayuda (Abadía) 30.070            17.320
Coria 19.400            28.951
Gata 10.912,5 4.112
CÁCERES 90.937,5 41.228
Arroyo del Puerco 13.822,5 10.116
Garrovillas 3.788
Alcántara 9.215 11.970
Valencia de Alcántara 9.215 19.362
Alburquerque 28.130 34.268
Villanueva de la Srena 6.518

 

Sin embargo, a pesar de estas aportaciones, con ocasión de las levas de soldados para la última fase de la  conquista de Granada, el concejo cacereño repartió peones, ballesteros y espingarderos entre los judíos. Éstos, amparándose en el privilegio que tenían de los reyes castellanos de suplir las personas por contribuciones en dinero en los encabezamientos de las lanzas, recurrieron a sus Altezas alegando ser “francos y esentos” y “no se le levaban honbres para la guerra”, quienes, desde Córdoba, el 4 de agosto de 1490, ordenaron al corregidor cacereño que cesara en su pretensiones por cuanto los judíos habían pagado 10.000 castellanos cada uno de los años pasados y el doble en el de 1490[75].

Una nueva polémica surgiría con motivo de la asignación a los judíos de 43 de los 300 peones que se repartieron a la villa de Cáceres para la guerra de los moros. Por haberse negado, varios judíos fueron apresados y sus bienes secuestrados. Por lo que apelaron. La villa comisionó a los regidores Juan de Sande Carvajal y Francisco de Aldana para entender en el asunto. Éstos dictaminaron que debían contribuir como todos los pecheros y alegaban que incluso habían contribuido a la Hermandad después de la conquista de Granada. David Cohen, procurador de la aljama, se quejó ante los Reyes, quienes el 18 de enero de 1492, desde Córdoba, proveyeron que de inmediato el corregidor Diego Ruiz de Montalvo los soltara y devolviera sus bienes[76].

Ya en las vísperas de la expulsión, muchos judíos habían abandonado Cáceres debido al aumento de las cargas fiscales. En 1491, los judíos volvieron a quejarse por el hecho de haberles repartido una de las cinco lanzas de la Hermandad asignadas a Cáceres, por cuanto “se les fase grand fatyga, de la qual cabsa, de dos años a esta parte, se han absentado e se absentan de cada dja los judíos e diz que se van a algunos logares de señorjos, diziendo que ellos no pagan nj contribuyen en tanta suma de maravedís como en esta dicha vjlla e diz que desta cabsa ay pocos judíos en esta dicha villa” y los que quedaban “no pueden contribuyr ni pagar segund el poco número de judíos que diz que han quedado de los cabdalosos e ricos, e se han ydo e absentado desta dicha villa e su Tierra”, por lo que solicitan a los Reyes que mandaran “que los dichos judíos que asy se han ydo e absentado, segund dicho es, que sean conpelidos a pagar por los bjenes que dexaron en esta dicha villa e su Tierra en lo que asy les fuere repartido por el dicho repartimiento”[77]. Desde Sevilla, los Reyes mandaron el 15 de marzo de 1491, que los ausentes también contribuyeran al pago de la lanza[78].

A la luz de este documento, no parece muy fiable cifrar, como tradicionalmente se afirma a tenor del documento de 1479, en 130 las familias judías que abandonaron Cáceres.

El 31 de marzo de 1492, los Reyes promulgaron el conocido como edicto de Granada, por el que se les daba de plazo hasta finales de julio para abandonar el Reino. Durante estos cuatro meses, los judíos, bajo la protección real, debían vender sus bienes inmuebles y llevarse su importe, pero sin poder sacar oro ni plata ni las demás cosas prohibidas por ley.

Ya con anterioridad, los hebreos habían comenzado a deshacer de sus propiedades, como lo demuestra una escritura“cuyo título dezía carta de venta para Gonçalo de Cáçeres e Marina Alonso, su muger, vezinos de Cáçeres, contra Jaco Pollo, judío, vezino de Cáçeres, fecha a veynte y quatro días del mes de mayo de mill e quatroçientos y noventa y un años, signado de Pedro de Moreda, escrivano”[79].

Dada la cercanía con la frontera de Portugal, muchos judíos cacereños, arroyanos y de otros lugares de la comarca, aconsejados y favorecidos por algunos caballeros, habían sacado de Castilla oro, plata y monedas. Informado de ello los reyes, desde Santa Fe, el 13 de mayo de 1492, ordenaron a Sancho de Paredes, alcalde de las sacas de Cáceres, que hiciera pesquisas para prender a los culpables y que pusiera cuantos guardas fueran necesarios para impedirlo[80]. A instancias de Diego de Vera, alcalde de las sacas del obispado de Badajoz, los reyes, estantes en Burgos, el 25 de mayo de dicho año de 1492, limitaron la comisión dada a Paredes “entretanto que los dichos judjos salen de nuestros Rejnos e fasta que sean saljdos fuera e no más ni allende”[81].

Pero, a pesar de los guardas, bastantes hebreos, con ayuda de terceras personas, lograron evadir parte de sus riquezas. Por este motivo, en 1496, fue requerido Pedro Maldonado, pesquisidor de los bienes de los judíos en los obispados de Plasencia y Coria, para que informara si Juan de Porras, vecino de Mérida, lugarteniente de las sacas del puerto de Valencia de Alcántara en 1492, por el comendador Diego de Vera, había dejado pasar a Portugal a los judíos expulsos con dinero, joyas de oro y plata y otras cosas vedadas[82].

Para la liquidación “de las haziendas e debdas que quedaron de los judjos al tienpo que fueron desterrados” en los obispados de Plasencia, Coria y el maestrazgo de Alcántara, se comisionó como receptor a Martín Pérez, vecino de Ávila para cobrar las partidas de dinero contenidas en las sentencias pronunciadas por el pesquisidor Pedro Maldonado. Éstas fueron las cuentas que rindió de “los maravedís que tengo rresçibidos en la villa de Cáçeres e su tierra son los syguientes:

Resçebj de su muger de Alonso de Ribera dies rreales en que fue condenada.

Resçebj de Juan de Cáçeres çinco mjll maravedís en que fue condenado, e destos pagué a Djego Lopes de Alvjto el quarto, porque lo ganó de su quinto, cárgase al rreçebtor. Todos çinco mjll.

Resçebj de  Álvaro ocho rreales en que fue condenado.

Resçebj de Juan de Olloa, yerno de Juan Delgadillo, quynientos maravedís en que fue condenado.

Resçebj de Gonçalo de Olloa trezientos e veynte e syete maravedís en que fue condenado.

Resçebj de Gonçalo Gomes de Sayavedra dos mjll e cient maravedís que devja a Benatabe judjo.

Resçebj de Françisco de Sayavedra quynientos e ochenta e tres maravedís que devja a Ronqus judjo.

Resçebj de Djego de Mjngolla mjll maravedís de çiertas cosas que llevó de la synagoga de Cáçeres.

Resçebj de Juan de Paredes seteçientos maravedís que devja a Benatabe.

Resçebj de Juan de Olloa el moço, fijo de Arjas de Olloa quatroçientos e setenta maravedís.

Resçebj de Pedro de Collaços dos mjll maravedís que me djo por Andrés Martjn, ollero, por una portada de pyedra que llevó.

Resçebj que me pagó Pyamont mjll e trezientos maravedís en nonbre de Juan Martjn de Alburquerque para en pago de dos mjll que sa de dar por otra portada.

Resçebj de Pedro armero quatroçientos maravedís para en pago de quynientos maravedís en que fue condenado. Resçebj más los otros çient con que acabé de pagar.

Resçebj de Pyamont CLX que dio por Alonso Tejado.

Resçebj de dicho Piamonte dosjentos maravedís que me djo por Alonso Tejado. Ha de aver el quarto desto el dicho Gerónjmo, quedan para sus Altezas CLXXVI.

Resçebj de Ruy Lopes Pycón veynt rreales por la propjedad de una casa que le vendjó un judjo, do el dicho Ruy Lopes tenja DCC de çenso.

Resçebj que me djo el dicho Angulo por Djego de la Recha tresjentos e veynt e tres maravedís e medjo. Cárgase más al rreçebtor otros seysçientos  e sesenta e seys maravedís e medio.

Resçebj que me djo el dicho Angulo seysçientos maravedís por Lorenço de León”.

 

Algunos judíos, tras haber soportado muchas penalidades, decidieron regresar a Cáceres. Tal fue el caso de Ruy López de Medina, quien, habiéndose expatriado a Túnez, “no sacó ni pasó oro ni plata ni cosa vedada” y estando en Berbería, “alumbrado por graçia del Espíritu Santo, se convirtió a nuestra santa fe católica con su mujer e dos hijos e dejó otros quatro hijos cabtivos que le catyvaron los moros” y se vino a Cáceres tan “desnudo y muy pobre” que los que lo conocía, lo socorrieron con mil maravedís para que pudiera comprar vestidos y una cama de ropa. Sin embargo, Pedro Maldonado, juez de los bienes de los judíos expulsos, había iniciado pesquisas contra él para hacerle pagar. Medina recurrió a los Reyes, quienes, desde Burgos, el 10 de octubre de 1495, mandaron al pesquisidor Pedro Maldonado que se reuniera con el corregidor cacereño, si fuera letrado, y si no con el alcalde mayor, para que determinaran de manera que el converso no recibiera agravio[83].

Otras familias, procedentes de localidades rayanas de Portugal, al amparo del comercio de las lanas, regresarían un siglo más tarde en Cáceres. Tal es el caso de los Núñez Belmonte, uno de cuyos miembros, que serviría de factor en Sevilla, huyó a Holanda para no ser penitenciado por el Santo Oficio.

Hay constancia de otros judíos cacereños establecidos en Londres en la época de Cromwell. Como señala Moïse Bloch, “grâce aux démarches de Carvajal et de Simón de Cacérès, ils purent même acquérir un cimetière spécial pour le membres de leur communauté” en febrero de 1657[84].

El cementerio judío cacereño se ubicaría hacia el final de Fuente Nueva, entre dicha calle y el Camino Llano, a la vera de la Vía de la Plata, no lejos del postigo del viejo barrio judío. A principios del siglo XVII, aún se conservaba su memoria. El 18 de octubre de 1604, el trapero Gonzalo Jiménez vendió a Pedro Gómez Mirueña un alcácer de 4 ó 5 celemines “en el exido desta villa, a do dizen el onsario, por zima de la hermita de sancto Domingo del Camjno Llano”[85]. Dicha ermita se edificó en fechas cercanas a la expulsión de los judíos, gracias a la donación de María Fernández y su hija Inés Fernández, mujer de Juan Cervigón, el 20 de octubre de 1486, de un alcácer para “faser una yglesia en el exido desta dicha villa para la abocaçión” “de señor Santo Domjngo de los predicadores” que “dicha vjlla tjene nuevamente estableçida”[86]. Tal vez, en su construcción se utilizarían las laudes del cercano cementerio.

En Cáceres, hubo otro osario, a Aguas Vivas, igualmente a la vera de la Vía de la Plata, pero éste, seguramente, sería de los musulmanes, por la proximidad a la morería, situada en la calle de los Moros[87].

Varias casas nobles, como los Corbacho, Pizarro, Saavedra, Delgado, Rocha, Cáceres Andrada, Blázquez de Cáceres; e instituciones religiosas, cual el convento de San Pablo y el Cabildo Eclesiástico compraron las casas de la Judería.

Muchas de estas familias continuaron a lo largo del siglo XVI adquiriendo nuevos bienes en la Judería. En 1551, Juan de Saavedra vendió a Pedro de la Rocha y a su mujer Ana de San Román, a censo perpetuo enfitéutico, una casa en la calle de la Cruz, “que alinda de una parte con casa de la muger de Alonso de Triana defunto e de otra parte con la hermjta de la Cruz e por las espaldas con los corrales de Luis de Cáçeres e con casa de Gonçalo Téllez”[88].

En el Inventario de bienes de Juan Pizarro el viejo, figuran una “casa pequeña en la calle de la Judiría” a las espaldas de la Plaza y“un horno en la dicha calle de la Judiría de cozer pan[89]. Se trataba del antiguamente conocido como horno de la Mancebía y que, durante el confinamiento, acaso los judíos se sirvieran de él para elaborar el pan ácimo.

Sin embargo, la calle de la Judería o de la Vera Cruz[90] como se la denominaba indistintamente a lo largo del siglo XVI, siguió teniendo un  cierto carácter marginal[91].

 

II.- LOS HERMANOS LUIS Y JUAN BLÁZQUEZ DE CÁCERES

 

Son los hermanos Luis y Juan de Cáceres, eclesiásticos nobles, quienes construyeron la casa conocida hoy día como Palacio de la Isla, en la que está incluido el solar de la sinagoga nueva.

Hijos de un segundón de la familia de los Mayoralgo, el destino quiso preservarlos de la dura suerte que esperaba a quienes no heredaban los mayorazgos y vinculaciones familiares, gracias a la protección de uno de los personajes más influyente en la Curia Romana, el cardenal don Bernardino de Carvajal,  de cuya familiaridad disfrutaron, sin duda desde la niñez en Cáceres, villa natal de don Luis y seguramente también de don Bernardino. Éste se llevó a ambos hermanos a Roma y los acogió entre su séquito. Tal fue el grado de amistad entre don Luis de Cáceres y don Bernardino, que el cardenal le confiaría un cometido tan importante como personal, cual fue la dotación de una capilla en la catedral de Plasencia para el traslado de los restos mortales de su madre, la cacereña doña Aldonza de Sande[92].

En 1508, la designación del cardenal Carvajal como legado pontificio ante la corte del Maximiliano de Austria, la elevación a la mitra placentina de don Gómez de Toledo Solís, su pariente, los hizo regresar a la tierra.

Apenas transcurridos unos meses desde su toma de posesión como obispo, aprovechando las primeras vacantes, don Gómez benefició a sus deudos nombrando racionero a Juan de Cáceres (el cual figura por primera vez como tal en la sesión del Cabildo celebrada el viernes 27 de abril de 1509) [93] y a don Luis  para el arcedianato de Trujillo, que durante todo el siglo XVI y comienzos del XVII, por sucesivas resignaciones, ostentaría un miembro de los Blázquez de Cáceres Mayoralgo. Don Luis sucedió en dicha dignidad a otro don Bernardino de Carvajal, cuya última asistencia documentada al Cabildo data de 13 de julio de 1509. Don Luis de Cáceres es citado por primera vez en las actas en la sesión del 2 de mayo de 1510, en que, junto con su hermano Juan, participó en la elección de don Francisco de Carvajal, arcediano de Medellín, como mayordomo y visitador de la Iglesia para el año de 1511[94].

Pero, desde que Publio Hurtado en su obra Ayuntamiento y Familias cacerenses, aparecida en el año de 1915 sentenciara acerca de la falta de hidalguía de esta rama de los Blázquez de Cáceres, de la que nos vamos a ocupar someramente, todos los autores que han tratado, directa o indirectamente, de esta familia, han seguido los dicterios de Hurtado sin cuestionárselos, ni contrastar los asertos recibidos, limitándose a repetirlos o, incluso, como en el caso de Antonio Floriano Cumbreño, a difundir nuevas teorías sobre bases en exceso erróneas, acaso por haber bebido de las mismas fuentes oníricas que el propio Hurtado señalara para Nicolás Pérez y Pérez.

El mencionado Floriano, en su Repertorio heráldico de Cáceres[95], mezclando varias generaciones, con total confusión de filiaciones, relata lo siguiente:

Con el final del siglo (XVI) nos acercamos también al final de la trayectoria del blasón de los Blázquez Mayoralgo. Pero antes ocurre un curioso caso de ingerencia genealógica en esta familia, y es la aparición inopinada de una rama denominada de Blázquez de Cáceres Solís, que heráldicamente se inserta en la de Mogollón Blázquez, como aseverando ser descendientes de Nuño Blázquez, hermano del fundador del Mayorazgo de los Mayoralgos”. Hasta aquí ha seguido fielmente a Publio Hurtado, pero en adelante empieza a aportar su propia cosecha de errores: “Esta rama emigró, al parecer, al Mediodía en los comienzos del siglo XV y hace su reaparición en la villa hacia la mitad del XVI. Eran tres hermanos, Juan, Miguel y Luis, dueños de cuantiosísimas riquezas y los dos primeros clérigos. Se sabe muy poco de sus antecedentes familiares; ellos aseguraban provenir de los primitivos Blázquez y se llegó a saber que su padre se llamó Gonzalo Blázquez y nada más. En la villa comenzaron a especular en gran escala. Juan llegó a conseguir, sin reparar en medios por lo que se cuenta, el deanato de la Catedral de Plasencia; acrecentaron el caudal y los dos eclesiásticos, con lo que les correspondía, fundan un mayorazgo que vinculan en el hermano laico, Luis. Extramuros de la villa elevan una casa suntuosa, cuya fachada y corrales timbran con el escudo Mogollón Blázquez, hacen ostentación de nobleza y alegan hidalguía para gozar de las exenciones tributarias de los de tal condición. Al mismo tiempo y en contrapolo de esta exhibición ostentosa, alardean  de despreciar las preocupaciones nobiliarias, colocando en el friso que corre a lo largo de la fachada de su palacio este intencionado lema:

MODERATA DURANS

NOBILITAT ANIMUS NON ACTA PARENTUM

Además en el patio hacen esgrafiar un escudo (el más bello trabajo de esta clase que Cáceres posee) lo encuadran en finísimo ornato renaciente y en el friso, sobre el que figura asentarse entre grutescos y calaveras, trazan la inscripción:

VANITAS VANITATUM ET OMNIA VANITAS

Naturalmente, se comenzó a murmurar enseguida de esta gente que hacía cosas tan extrañas en aquellos tiempos. La nobleza los aisla y el Concejo les niega la pretendida consideración de hidalgos; pero ellos, con tenacidad y con perseverancia, consiguieron triunfar jurídicamente, haciendo que ésta se les reconociera, y acabaron por imponerse en el terreno social, a pesar de todas las tachas que se pusieron a su linaje”.

El cúmulo de errores, confusiones, anacronismos es tal que para aclarar tan embrollado panorama expuesto por Floriano, vamos a comenzar con el establecimiento correcto del linaje de esta rama de los Blázquez de Cáceres.

La Catedral de Plasencia guarda, entre sus legajos, una genealogía de los Mayoralgo de Cáceres, establecida a partir de documentos correspondientes al señorío de Mestajas, en la que “todo lo escrito en este quaderno es sacado por escritos del conde viexo de la Oliva”, la cual “parte de Juan Blázquez de Cázeres, el que se halló en la reconquista de Cázeres”:

Juan Blázquez de Cázeres el Conquistador. Llamávanle ansí por aver sido uno de los que se señalaron en la conquista de Cázeres.”, y coincide con la que tradicionalmente se acepta para esta familia. Pero, al llegar a Luis García de Mayoralgo -hijo de “Diego Blázquez de Cázeres, que se llamó de Maioralgo” y de Ana Pérez- incluye entre los hijos habidos de su matrimonio con Marta Martínez, además de al primogénito Diego de Mayoralgo, al que todos los autores reconocen, a su hijo segundogénito, que nadie incluye, Juan Blázquez de Cáceres, origen de esta hasta ahora discutida rama de los Blázquez:

Luis de Maioralgo casó con Marta Martínez, hixa de Martín Martínez, el leal servidor del Rei don Pedro y tubo por hixos a

Diego de Maioralgo

Juan Blázquez de Cázeres”[96].

Así también lo afirma el presbítero Sancho Blázquez Mayoralgo Altamirano, cuando el 8 de octubre de 1599[97], agregó quince misas más a la obra pía que fundara su tía Isabel González de Mayoralgo, vinculada al mayorazgo de esta rama de los Blázquez, en la capilla del Santo Crucifijo de Santa María la Mayor de Cáceres:

«y porque, como dicho es, la dicha Ysabel Gonçalez de Mayoralgo fue su voluntad de mandar dezir las dichas mysas por su ánjma y de nuestros difuntos; e yo, prosiguiendo tan santa e buena obra y para salvaçión de mj ánjma, otorgo y conozco que junto y anejo a la dicha obra pía e misas de la dicha Ysabel Gonçalez de Mayoralgo e yncorporo otras quynze mjsas rrezadas perpetuamente en cada un año por mj ánjma y de mys padres y cargos que los tres tengamos e por todos los demás difunctos de nuestra casa e linaje, dende Luys Garçía de Mayoralgo, quarto poseedor del dicho mayorazgo, del qual nosotros desçendimos; y Juan Blázquez de Cáçeres, su hijo segundo, marido de Teresa Garçía de Figueroa, ermano segundo de Diego Garçía de Mayorazgo de Torrevelasco, el segundo deste nonbre y eredero del mayoralgo; y Sancho Blázquez, su hijo legítimo, y por Luis Blázquez de Cáçeres su hijo legítimo y don Luys Blázquez de Mayoralgo su hijo y sus mujeres y difuntos y por todos los suçesores dellos para sienpre jamás”.

Ambos documentos arriba citados son suficientemente elocuentes y recogen de modo fidedigno la genealogía de esta discutida rama de los Blázquez, que se separa en fecha relativamente tardía del tronco común de los Mayoralgo al fundar mayorazgo propio, en el primer cuarto del siglo XVI, el muy reverendo don Luis de Cáceres, arcediano de Trujillo, y su hermano el racionero Juan de Cáceres, dignidades de la iglesia placentina, en favor de su hermano menor Sancho Blázquez y sus descendientes.

Por especial privilegio papal, las dignidades del cabildo catedralicio de Plasencia estaban exentos de hacer probanza de sangre. Sin embargo, las personas que las ostentaban pertenecían a las familias más linajudas de Cáceres y Plasencia. Coetáneos de don Luis de Cáceres fueron, entre otros, don Gómez de Jerez, don García López de Carvajal, don Francisco de Carvajal y Sande, don Nufrio de Sande.  Y desde luego, don Luis  y Juan de Cáceres no fueron la excepción ante tanta nobleza de sangre.

Y en Cáceres como en Plasencia fueron siempre reputados por hidalgos notorios de solar conocido, cuya naturaleza estaba en Cáceres. Y como tales, gozaban de los privilegios de los de su clase: exención de impuestos, blasones en sus casas y derecho de asilo, “donde antiguamente solía tener por privilegio que si uno se hiba a retraer a ella, no le sacaban por ser casa noble de caballeros y hijosdalgo notorios, con cadena a la puerta”.

En Cáceres, conservaron el apellido Blázquez; pero en Plasencia, lo cambiaron por el gentilicio de Cáceres,  con que fueron conocidos, aunque a finales del XVI, la rama placentina empezó a recuperar los apellidos familiares de Blázquez, Mayoralgo y hasta el de Ovando.

 

  1. – Luis García de Mayoralgo marido de Marta Martínez. Tuvieron por hijo segundogénito a:

II.- Juan Blázquez: Murió en la gran peste de 1507 y de su existencia existen numerosas citas documentales. Casó con la cacereña Teresa García de Figueroa.

Tuvo, al menos, los siguientes hijos:

  1. don Luis de Cáceres, arcediano de Trujillo en la Santa Iglesia Catedral de Plasencia; a quien consideramos el mayor, por llevar el mismo patronínico que su abuelo, como era usanza en la época[98].
  2. Juan de Cáceres, racionero en la misma sede episcopal.
  3. Sancho Blázquez, en quien recaería el mayorazgo de sus dos hermanos mayores. Casó con la trujillana Isabel Álvarez Altamirano, con sucesión.
  1. Gonzalo Blázquez casado con Isabel González. Con sucesión.
  1. Diego Blázquez de Cáceres, casado con doña Isabel de Ovando, tronco de los Blázquez placentinos. Con sucesión.

Consecuentemente,  las afirmaciones de Hurtado, Cumbreño y las de los demás autores que se han basado en ellos, resultan a todas luces erróneas y deben ser enmendadas.

 

III.- DE SINAGOGA NUEVA A ERMITA DE LA SANTA CRUZ DE JERUSALÉN Y SANTA ELENA

  • La Sinagoga nueva

El ordenamiento de Toledo de 1480, disponía que “e sy en los lugares donde ansy les señalaren no tuvieren los judíos synagogas, e los moros mesquitas, mandamos a las personas que ansy deputáremos para ello, que esso mismo, dentro de los tales çircuytos, les señalen otros tantos e tamaños suelos e casas para que fagan los judíos synagogas, e los moros mesquitas, quanto tovieren en los lugares que dexaren; e que de las synagogas e mesquitas que avían primero, no se aprovechen dende en adelante para aquellos usos. A los quales dichos judíos e moros, por la presente, damos liçençia e facultad para que puedan vender e vendan a quien quisieren las synagogas e mesquitas que dexaren, e derrocarlas e fazer dellas lo que quisieren; e para fazer e edificar otras de nuevo tamañas como de primero tenían”.

Parece que la ejecución de esta medida provocó un altercado entre los judíos cacereños que aún seguían residiendo en la Judería Vieja, en torno a la sinagoga, y aquellos que deseaban el establecimiento de la nueva aljama cerca de la Plaza Mayor. Juan de Carvajal sacó prendas a Symuel, judío por “aver caydo e yncurrido en çiertas penas por rasón de çierta questión que avja pasado entre algunos judíos del aljama de la dicha villa en el synagoga della”. Samuel acudió ante los reyes para que Carvajal le devolviera lo embargado alegando que no tenía jurisdicción por tratarse de un pleito entre judíos que, conforme a los privilegios de los judíos españoles, debía juzgarse conforme a sus leyes. Desde Toledo,  el 10 de junio de 1480, proveyeron que el corregidor cacereño, oídas las partes, resolviera[99].

Establecido, finalmente, el nuevo ghetto en los aledaños de la Plaza Mayor, el solar de la sinagoga vieja fue vendido al noble Alonso Holguín, quien compró diversas casas y alcáceres en la Judería Vieja. Los judíos se llevaron las tejas y maderas para reutilizarla en la que estaban construyendo, que tardaría varios años en ser acabada.

La sinagoga nueva se levantó en unas casas que  Diego de Migolla, según él mismo referiría a los reyes, “tenja en la dicha vjlla çiertas partes de casas que, al tienpo que Nos mandamos faser el apartamiento de los judíos, le açensó el aljama de los judjos desta villa las dichas casas, ansy la parte que tenja como çierta parte que tenja el cabjldo de la yglesia desta dicha villa e otras personas, las quales dis que le davan en cada un año VII O maravedís e çiertos pares de galljnas, poco más o menos, en las dichas casas que ansy dis que la açensuaron fueron para labrar en ellas una synagoga que en ella fisieron”[100].

Pronto se quedó pequeña la sinagoga y tuvieron necesidad de ensancharla con la incorporación de un solar contiguo. El 1 de diciembre de 1483, ante Fernando de Sepúlvega, reunido el cabildo eclesiástico en la iglesia de Santa María, con asistencia de Galín Gómez Mogollón, vicario perpetuo; Álvar Pérez de Osma, arcipreste; Gonzalo Roco, cura de Santa María; Galín Gómez, cura de Santiago; Alfonso de Torres, beneficiado de San Mateo; Pedro González, beneficiado de Santa María; Juan García de Jema, abad; y los clérigos capellanes Juan Alonso Guzmán, Ferrán Holguín, Benito Sánchez, Juan Díaz y Juan Martín confirieron poder a su citado abad para vender “al aljama e judíos de la dicha villa e a su mayordomo en su nonbre un solar que nos el dicho cabildo e clérigos hemos, tenemos e posseemos, ques en la Juderja que agora nuevamente se fiso en el arraval de la dicha villa, en la calle que disen del forno de la Mançebía, que alinda de la una parte con solar en que agora los judíos de la dicha villa se llegan a faser oraçión, e de la otra parte con casas de Álvaro de Saavedra e a las espaldas con casas de la dicha aljama e judíos e delante la puerta la calle pública”, por 220 maravedís de censo perpetuo, pagaderos en las dos consabidas pagas anuales, por San Juan de junio y Navidad.  En virtud de dicho poder, este mismo día, el abad dio a censo el solar a Ysaq Colchero, mayordomo de la aljama y de los judíos[101].

Por lo tanto, la sinagoga ocupó ambas casas. Así lo evidencia la carta de donación suscrita el 12 de septiembre de 1485, ante el escribano Fernando de Sepúlvega, por la cual Pedro Dávila entregó al cabildo eclesiástico y a su abad, Juan Fernández, cura de Aldea del Cano, 50 maravedís y 2 gallinas que tenía de renta de censo “en unas casas que fueron de Diego de Mjgolla, que agora están en la judería de los judíos de la dicha villa, donde tiene fecha parte de la Synagoga”, linde casas de la Quelosa y la  propia sinagoga, a fin de que el cabildo celebrase un aniversario por sus intenciones el día San Juan[102].

Cerca de la sinagoga se hallaba la puerta de la judería. El 18 de diciembre de 1487, ante Juan González de Arenas, María Sánchez la Quelosa, mujer del ovejero Diego Martín, donó al cabildo eclesiástico 50 maravedís y 2 gallinas de los 550 y 2 gallinas que “el aljama de los judíos desta dicha villa me son devjdos et obligados de dar e pagar de çenso en cada un año para syenpre jamás, por un corral de mis casas que es en la Judería Nueva que de mí tiene a çenso por los dichos quinjentos e çinquenta maravedís e un par de galljnas, que aljnda el dicho corral con la puerta de la dicha aljama et con casas de Raby Uçe físyco et con casas de doña Mjra e casas de mj la dicha María Sánchez” por que el cabildo la recibiese a ella y a su difunto hijo Francisco de Quirós por cofrades legos y celebrase por ellos un aniversario en San Juan[103].

Poco tiempo disfrutaron los hebreos de esta sinagoga. Estando liquidando sus bienes antes de partir,  Diego de Migolla les reclamó la renta, como expondría ante los reyes: “al tienpo que los judjos se tovjeron de yr destos Reynos le devjan dosçientos maravedís a vos del dicho çenso, los quales dis que al tienpo que les demandó los dichos maravedís que le devjan dis que le respondjeron que no le podjan satjsfaser, syno que tomase en cuenta de las debdas que le devjan del dicho año lo que avjan labrado e mejorado en ellas segund por nuestras cartas le enbjamos a mandar e le fisjeron graçia e donaçión de lo que oviese labrado e fecho e hedeficado en la dicha synagoga”. Parece que Migolla tomó posesión del edificio. Pero, pronto San Pedro, contador real nombrado para inventariar los bienes que habían dejado los judíos, se la quitó, como se lamentaría el propio afectado, en beneficio de la real hacienda por cuanto “por endusymiento de algunas personas que lo qujeren mal procuraron que le qujtasen la dicha synagoga, el qual dis que le secrestó la dicha sinagoga disjendo pertenesçer a Nos, de manera que él no se pudiese aprovechar della nj de la dicha renta, de que le requirieron muchas veses después le alçase el secresto”. No obstante San Pedro no lo quiso hacer de tal manera que aún retenía la sinagoga y seguía sin pagarle la renta. Por ello, recurrió a los Reyes, quienes, desde Sevilla, el 6 de octubre 1494, dispusieron que si lo expuesto por Migolla era cierto “le dexe ya las dichas sus casas que asy tenja dadas a çenso a los dichos judíos e dedes orden como le sea pagado el dicho çenso que ansy en las dichas casas e synagoga los dichos judíos le devían e heran obligados a dar e lo que se le deve de los años pasados e sy valjere más desto que así él ha de aver, sea puesto en almoneda e lo que más valjiere sea para Nos e lo resçibiere nuestro recabdador de los bienes de los judíos”[104].

Parece que Migolla, para resercirse de la deuda, desmanteló algunos de los elementos del edificio, por lo que fue condenado, pues sabemos que Martín Pérez de Ávila cobró 1.000 maravedís de Diego de Migolla “por çiertas cosas que llevó de la synagoga de Cáçeres”[105].

 

  • La ermita de la Santa Cruz o de la Vera Cruz y de Santa Elena:

 

  1.  

El edificio de la sinagoga,  tras haber sido adquirido por don Luis Blázquez, se convirtió “en la capilla de la Santa Cruz de Jerusalem de esta dicha villa, que hizo e fundó el reberendo señor don Luis de Cáceres, arcediano de Truxillo”.

Tradicionalmente, se afirma que muchas de las sinagogas, al ser convertidas en iglesias, se las consagraba a la Santa Cruz. En este caso concreto, el título de Santa Cruz supuso también un homenaje al cardenal, amigo y protector de los hermanos Luis y Juan de Cáceres y en recuerdo de la basílica romana que tanto frecuentaran.

El 19 de septiembre de 1518, ante el escribano Francisco de Figueroa, siguiendo la costumbre de los demás dueños de tierras en el término de Cáceres, los herederos de las viñas de la Mata, para su defensa y conservación, decidieron fundar una cofradía y redactar las “ordenanzas de los cofrades y herederos de las viñas de la Mata, que dicen de Alonso Holguín. La abocación de la qual, a honra de Dios e servicio suio, instituimos nuebamente una cofradía e la intitulamos, e damos por abocación, y sea su abocación de la Cruz; e donde sea servida, elegimos la capilla e yglesia de la Cruz que está establecida e ordenada e fecha por don Luis de Cáceres, arcediano de Truxillo”[106].  Sobre estas ordenanzas, se siguió pleito ante el escribano Alonso de Trujillo, cuyo motivo no explicita este expediente.

Esta fue, por lo tanto, la primera cofradía dedicada a la Santa Cruz en Cáceres, que precedió, en casi tres años, a la actual de la Vera Cruz, fundada el 3 de mayo de 1521 por el franciscano fray Juan de Illescas. El enorme auge que ésta adquirió, llegó a eclipsar a la establecida por don Luis de Cáceres, la cual en 1548 se encontraba ya agregada a la sacramental de la parroquia de San Juan.

El edificio de la sinagoga se mantuvo en pie durante poco más de un siglo. A comienzos del siglo XVI, sus muros, edificados, sin duda, con pobreza de material para cumplir el perentorio mandato de los Reyes Católicos, se resentían, de tal manera que la reedifición resultaba inevitable.

Gracias a la ayuda económica de su tío, don Diego de Tapia Aldana, clérigo de la orden de Caballería de Santiago, prior del monesterio de San Salvador de la villa de Donas en el Reino de Galicia, don Luis Blázquez de Cáceres Mayoralgo concertó la reforma con Francisco Martín Paniagua, uno de los principales maestros de obras de Cáceres. El indiano Juan Durán de Figueroa, fundador del desaparecido convento de la Concepción, y miembro de esta familia como hijo de Teresa García de Mayoralgo, colaboró en los gastos. También el clérigo Sancho Blázquez Mayoralgo Altamirano, a cuyo cargo correría el cuidado de la obra hasta su fallecimiento el 5 de agosto de 1601.

El 26 de julio de 1598, se protocolizaron las condiciones de la obra, que por su importancia, transcribimos en los apéndices. Al día siguiente, don Diego de Tapia Aldana, en cumplimiento de la carta de obligación por la que se comprometía a “que como se fuere dando dineros al dicho Francisco de Panjagua vaya haziendo la dicha obra, la qual está començada e se va prosiguiendo”, hizo entrega al clérigo Sancho Blázquez Mayoralgo de “seysçientos y doze escudos de oro de valor de a quatroçientos maravedis cada uno en presençia del presente escrivano e testigos desta carta”[107] para concluir esta obra en la que, según declararía, había puesto tanto empeño: “E porque el dicho prior, como prinçipal obligado y dotador para hazer la dicha obra de la dicha yglesia y capilla, pretende y es su voluntad que se haga, porque su prinçipal yntento de venjr a la dicha villa de Cáçeres fue a ello”[108]. Seguidamente, don Diego de Tapia otorgó testamento cerrado, que se abrió pocos días después, el 1 de septiembre, con ocasión de su fallecimiento. En él, rogaba “al señor don Gerónimo Romero, nuestro prior, y los demás señores hermanos nuestros me encomyenden en sus oraçiones y que por quanto yo en la Corte asistiendo más de çinco meses gasté muy gran suma de dineros vinyendo con disinyo de hazer la capilla de la bienaventurada Santa Elena, que es en las casas del mayorazgo de don Luys Blázquez de Mayoralgo, mj sobrino, de la villa de Cáçeres, porque yo tengo dotado y pagado muj gran parte de la obra nueva que se va haziendo, que es muj endereçada para gloria de Dios y su syerba Santa Elena, nuestra abogada, sea su Señoría servido no permjtir se me ponga ynpedimento y ostáculo alguno, antes le suplico que para esta tan buena obra, si algo faltare, me hagan graçia e limosna dello y que miren que la causa de mi muerte, si acaso de la dicha enfermedad presente muriere, a sido causa ynpulsiva al gran amor y grande zelo con que e venjdo a hazer esta obra de mjsiricordia”[109].

En este documento aparece la segunda advocación de la capilla: Santa Elena. Con toda lógica, pues la memoria de la madre del emperador Constatino va unida a la Invención de la Santa Cruz, que ella misma ordenara desenterrar de las ruinas del monte Calvario.

El 25 de agosto de 1598, ya se habían levantado los nuevos cimientos, que medían tres varas y una cuarta de hondo y vara y media de ancho, conforme a la certificación dada ante Martín de Cabrera, a petición de Francisco de Paniagua:

Testimonios de los çimientos de la obra de la yglesia y capilla de la Cruz.

En la villa de Cáçeres, a veynte e çinco días del mes de agosto de myll e quinientos e noventa e ocho años, estando dentro en la yglesia e capilla de la Cruz, questá en las casas prinçipales de don Luis Blázquez de Cáçeres Mayoralgo, en presençia e por ante my Martín de Cabrera, escrivano público del número de la dicha villa, e testigos ynffraescritos, Françisco de Paniagua, maestro de obras, questava presente, vezino  de la dicha villa, dixo que él tiene encargo de hazer la obra de la dicha yglesia y capilla, confforme a la escritura y condiçiones de ella, que se otorgó ante el dicho escrivano, la qual tiene començada y tiene començado a sacar los çimientos de las paredes de la dicha obra, como dellos constava e pareçía. Y porque a  su derecho conviene confforme a las condiçiones de la dicha escritura que se le dé por ffee e testimonio el largo y ancho y hondo y manera que los dichos çimientos, que ansí van començados, tienen; pidió e rrequirió a mj el dicho escrivano se lo diese por ffee e testimonio. Testigos que fueron presentes Estevan Garçía vezino del lugar de Santiago del Canpo, Juan Gonçález, criado que fue de Sancho Blázquez clérigo, trabaxadores; y Alonso Martín, cantero, vezinos y estantes en la dicha villa. E luego yncontinente con una vara ordinaria de medir, se mydió el alto questava sacado para los dichos çimientos hasta lo ffirme y tenían de hondo tres varas y dos terçias de la dicha vara; y el ancho de los dichos çimientos tenía vara e medio, poco más de la dicha vara, y al ffin de los dichos çimientos estava e se vía estar arçilla para más firmeza de los dichos çimientos. De lo qual, yo el dicho escrivano doy fee e testimonio verdadero porque en mj presençia lo vi de mydir, estando presentes los dichos testigos que ansí mysmos lo vieron. E lo ffirmó de su nonbre el dicho Françisco de Paniagua. Testigos los dichos. Pasó ante mi Martín de Cabrera. Françisco de Paniagua (firmado y rubricado). 25 agosto[110].

En este documento figuran los nombres del cantero, Alonso Martín, y el de los obreros, Esteban García y Juan González, que trabajaron en la obra.

El  8 de octubre de 1599, el clérigo Sancho Blázquez de Mayoralgo Altamirano, en cumplimiento de las últimas voluntades de su tía Isabel González de Mayoralgo, fundó una memoria de misas de la que él sería primer patrono y, después, el poseedor del vínculo del arcediano Luis Blázquez de Cáceres, a las que anejó otras 15 más, entre las cuales destacó las en reverencia de San Juan y San Luis Rey de Francia, “porque son nuestros abogados y de nuestros antepasados”, “en cada un año perpetuamente y en la parte y lugar de yglesia o ermjta que señalare el dicho poseedor del dicho mayorazgo de nuestra casa, por tener como tiene dos capillas, una en su entierro en la dicha yglesia de Nuestra Señora y la otra en  sus casas prinçipales de su mayorazgo[111].

El 5 de agosto de 1601, el clérigo Juan Criado solicitó la apertura del testamento que Sancho Blázquez de Mayoralgo, que acaba de fallecer, había otorgado cerrado el 21 de julio de dicho año. En él mandaba “se pague lo que paresçiere yo dever de la obra de la capilla de Señora Santa Elena, questá en las casas prinçipales del mayorazgo de don Juan Blázquez Mayoralgo, mj sobrino, en esta villa de Cáçeres y el alcance que yo deviere, no se entregue a mj eredero, syno que mys testamentarios lo paguen y cunplan en la dicha obra hasta que se acabe y gaste lo que yo deviere y estuviere a mj cargo, conforme a mys papeles y quenta que dello tengo, ques çierto y verdadero; o se entregue al señor Juan Durán de Figueroa para que por su orden y paresçer se gaste en la dicha obra de la dicha capilla, porque lo que se me entregó para hazer la dicha capilla por mj tío don Diego de Tapia Aldana, prior de la villa de San Salvador de Villar de Donas, lo e ydo gastando conforme a mi quenta que en Dios y en mi conçiençia es verdad y çierta. Y lo que paresçiere yo deviere, se gaste y haga de la forma que tengo dicho”[112].

La ermita se construyó conforme a la traza de Francisco Martín Paniagua, autor del desaparecido seminario conciliar de San Pedro edificado a instancias del obispo don Pedro García de Galarza.

Consta de dos naves, separadas por un arco toral de cantería labrada, sostenidas por pilastras adiamantadas. En las claves, figuran los blasones de Mayoralgo y Figueroa.

Se la dotó de tres altares. El central, enmarcado con dovelas y los dos laterales, timbrado con el escudo familiar. En uno de ellos, se rindió culto al apóstol San Juan. Los otros dos, aunque no hemos hallado mención, lógicamente se consagrarían a la Santa Cruz y a Santa Elena, sus titulares.

Tiene dos puertas de acceso, una desde el patio de la casa, consistente en una sencilla portada de cantería; y la puerta principal que da a la calle de la Cruz, enriquecida con dos hileras de cantería, con jambas y dintel labrados en punta de diamante, sobre la que se alza un escudo con una sencilla cruz y sobre ella una cartela con la inscripción siguiente: “Calle de la Cruz”, rematada con el escudo familiar con las armas de  Mayoralgo, Mogollón y Figueroa.

Después, debido a las ausencias de Cáceres de esta familia, vino el abandono, sobre todo, a partir del asentamiento en Arroyo del Puerco de doña María Justa Blázquez de Cáceres, la última en ostentar como primero este apellido, tras su matrimonio con don Matías Jacinto Marín, I marqués de la Isla.

En 1794, el presbítero Simón Benito Boxoyo la clasificó entre las ermitas extinguidas[113].

El 8 de junio de 1805, su hija, Dª María Teresa Marín y Blázquez Mayoralgo, III marquesa de la Isla, solicitó del obispo don Juan Álvarez de Castro la vuelta al culto público de la capilla. El día 12, el prelado comisionó a don Gonzalo María Rincón, su vicario en Cáceres, quien aceptó el encargo el 18, pasando ese mismo día a reconocer el edificio con asistencia del presbítero don Vicente Chaparro, por hallarse la marquesa ausente en su casa de campo. Dicha señora, para la información, presentó por testigos a don Luis Guerra Borregón, de 80 años, quien declaró que, siendo muchacho, oyó misa en la capilla, (lo queconfirma que dejó de tener culto tras la boda de doña María Justa con don Matías Jacinto Marín y su traslado a la villa de Arroyo del Puerco); don Juan Bruno Grande, presbítero, de 68 años, que no alcanzó a conocerla con uso, pero sí oyó a sus mayores que la causa del abandono se debió a la ausencia de la familia. Don Manuel Monmán de Sobrarroca, escribano del ayuntamiento de 76 años, depuso que había oído a muchos vecinos que estuvo en uso y lo mismo certificó don Manuel de Diego Grande, de 50 años.

A tenor de dichas declaraciones y de las noticias que previamente ya tenía, don Gonzalo María Rincón concluyó, el 21 de junio de 1805, que “ninguna duda me queda de que ha sido pública”.

El 26 de dicho mes, desde Coria, el obispo autorizó la bendición, una vez “abilitada y surtida dicha capilla con la debida decencia de todo lo necesario al dibino culto”.

El 25 de noviembre, don Gonzalo María Rincón “en atención de constar a su merced que la señora marquesa de la Ysla, de esta vezindad, tiene ya avilitada, con mucha decencia, la capilla pública, hace saber a la marquesa que otorgue la obligación” de mantenerla en buen estado y bien dotada. Así, lo efectuaría al día siguiente ante el escribano Juan García Borrega. Para la mayor seguridad, hipotecó, de entre “las muchas fincas libres que posee, una casa y cochera que tiene en la calle de Barrio Nuebo de esta villa, señalada con el número treinta y dos”, que valía más de 18.000 reales, y en renta más de 500. Fueron testigos de este acto los presbíteros don Vicente Chaparro, que era el capellán de la casa, don Juan Bruno Grande y don Simón Benito Boxoyo, ya muy anciano y próximo a la muerte. El 27, fue, finalmente, bendecida.

Desde Hoyos, el 14 de diciembre de 1805, el obispo concedió licencia para el uso público de la ermita.

Mas pocos años permanecería abierta al culto. Ante la amenaza de la invasión francesa, la marquesa huyó a Cádiz, donde pasó gran parte de la Guerra de la Independencia en compañía de su hija doña María Justa Ussel y Marín, separada legalmente de su marido don Alonso Montalvo de Ovando. A su hijo don Antonio Montalvo y Ussel, la invasión napoleónica lo sorprendió en Madrid, en el Colegio de Nobles, y no parece que volviera a establecerse en Cáceres, pues murió antes que su madre. Su nieto y heredero, don Ildefonso Montalvo, nunca residiría en Cáceres, antes bien, acogiéndose al real decreto de supresión de los mayorazgos, vendió gran parte de los bienes que a lo largo de los siglos habían reunido sus antepasados los Marín y los Blázquez.

Doña Justa mejoró en tercio y quinto a su hija doña María de los Dolores Quintanilla y a su nieto don Antonio Quintanilla, entre cuyos bienes les cupo la Casa de la Isla. Por muerte de don Antonio, recaería la nuda propiedad en su madre doña María de los Dolores.

Dicha casa solariega, junto con la capilla, bodegas y corrales, fue vendida el 22 de septiembre de 1846, por don Matías Álvarez, procurador del juzgado de 1ª Instancia de Cáceres, con poder habente de don Francisco Javier Quintanilla y de su esposa, la citada doña María de los Dolores, vecinos de Lora del Río, a don Antonio Concha y a don Anacleto Gallardo en 60.000 reales, pagaderos en seis plazos iguales de 10.000, el primero en el acto y los restantes en nueve años consecutivos[114].

Un decenio más tarde, el 5 de enero de 1856, para atender a las obligaciones que gravitaban sobre la disuelta sociedad Concha & CIA, don Antonio Concha, don Anacleto Gallardo y su hijo don Bernardino vendieron la casa, que habitaban, en 82.000 reales, a don Miguel Calaff y a su mujer doña Mariana Segura, con todas sus entradas y salidas, capilla, jardín, pozo, bodegas y demás dependencias, incluida la puerta falsa y la habitación ocupada con la librería de la imprenta[115].

El matrimonio Calaff Segura arrendó las distintas dependencias a diferentes personas, y desde el 1 de septiembre de 1862 hasta el 15 de agosto de 1865, la planta baja al Círculo de Artesanos, según consta en sus libros de contabilidad[116].

Don Fernando Valhondo Calaff, a quien sobrevino la muerte en Madrid durante la Guerra Civil, por su testamento redactado en el Hotel Inglés, legó, entre otros, el usufructo de la casa a su empleado Ramón Criado, contra quien pleiteó el Ayuntamiento de Cáceres, que ganaría la posesión de la casa.

El 10 de abril de 1950 el Ayuntamiento autorizó las obras para la instalación en ella de la Biblioteca Pública de Cáceres. Las obras se ejecutaron conforme al proyecto diseñado por el prestigioso arquitecto municipal don Ángel Pérez Rodríguez, quien, en junio de 1952, certificaba que “queda pendiente la reforma de la parte posterior del conjunto del solar, es decir, lo que era capilla, así como la ampliación necesaria para cubrir todas las necesidades, de manera que el edificio principal se presenta ya adaptado a los fines a que se le ha destinado, quedando a falta de Salón de Actos y Capilla, que se han emplazado en la parte posterior, dando fachada a la calle de Río Verde, proyecto que puede formularse si las posibilidades económicas lo permiten”[117]. Y la ocasión se presentó pronto. Al año siguiente, salía a pública subasta el pliego de condiciones, según el diseño del citado arquitecto don Ángel Pérez:

Art. 2. Distribución general del edificio.

El edificio constará de dos plantas y una entreplanta.

La dictribucion de dichas plantas es la siguiente:

Planta Baja: A la derecha y aprovechando lo que fue antigua capilla se instalará el Salón de Actos, con entrada completamente independiente. A la izquierda se sitúa la habitación para el conserje portero y al fondo se sitúa el acceso a la galería abovedada que unirá este edificio con el recientemente obrado donde está el Archivo y la Biblioteca.

Entreplanta: Se sitúa un despacho para el señor Director y el acceso a la terraza situada encima del porche.

Planta primera: es donde se sitúa la vivienda del Archivero-Director”[118].

 

La capilla sufrió algunas modificaciones, siendo las principales la elevación de una planta para la que fuera vivienda del director de la Biblioteca Pública, con la supresión del campanil, que se ha embutido en la fachada, y el desplazamiento a los pies de la puerta de entrada que da a la calle. En su interior, pemanece el hueco capialzado del antiguo acceso.

Trasladada en 1983 la Biblioteca a su nuevo emplazamiento, la capilla se llenó de estanterías para depósito de los fondos del Archivo Histórico Provincial. Tras la mudanza, a partir de 1992, al Palacio de Moctezuma, estuvo algunos años sin uso.

En la actualidad, tras haber sido restaurado hace pocos años todo el conjunto por la empresa Abreu, según proyecto del arquitecto municipal don José Luis Hernández Álvarez, la capilla se ha convertido en salón de actos y en sala municipal para las celebraciones de los matrimonios civiles y actos culturales.

 

 

                                     APÉNDICES

1.- A. H. P. CC.  Protocolos de Martín de Cabrera, escribano de Cáceres. Caja 3.650. Año 1598.

Escritura de la obra de la yglesia y capilla de la Cruz de don Luys Blázquez de Cáçeres.

Sepan quantos esta escritura de conçierto vieren como yo don Diego de Tapia Aldana, clérigo, prior de Señor San Salvador de Villar de Donas, del Ábito de Señor Santiago, rresidente en la villa de Cáçeres; e yo Sancho Blázquez Mayoralgo, clérigo, vezino de la dicha villa, como su fiador, y ambos a dos juntamente, de mancomund  e a boz de uno y cada uno de nos por sí e por el todo rrenunçiando como espresamente rrenunçiamos las leyes de duobus rreys de bendi estipulandi et conprometendi y el auténtica presente hoc yta de fidejusoribus y el benefiçio de la división y escursión e la epístola del divo Adriano y las leyes dadas y conçedidas a los conrreos e fiadores, y todas las demás a ellas anexas y que hablan en rrazón de la mancomunydad y división, como en ellas se contiene, de una parte. E yo, Françisco de Panyagua, maestro de cantería, vezino de la dicha villa, de la otra, otorgamos y conoçemos e dezimos que por quanto la yglesia e capilla de Señora Santa Elena, que está ynclusa en las casas prinçipales de don Luys Blázquez de Cáçeres Mayoralgo, sobrino de mj el dicho don Diego de Tapia Aldana, e primo de mj el dicho Sancho Blázquez, en la dicha villa de Cáçeres, tiene nesçesidad de rreedificar y rreparar, para lo qual y hazer la dicha obra, estamos conçertados y convenjdos con vos el dicho Françisco Paniagua que la avéys de hazer. Y para ello, ambas partes tenemos fecho la traça e condiçiones de la forma e manera que se a de hazer y cunplir e pagar la dicha obra, firmadas de nuestros nonbres e firmas, de las quales dichas condiçiones hezimos presentaçión ante el presente escrivano e testigos desta carta al tienpo del otorgamiento della, que son del tenor siguiente:

aquí las condiciones

Por tanto, nos, ambas a dos las dichas partes, dezimos e otorgamos que açetamos las dichas condiçiones y cada una dellas, las quales, por lo que a cada uno de nos toca y tocar puede, obligamos nuestras personas y bienes avidos e por aver de las guardar y cunplir y pagar e aver por firmes y valederas, según y como en ella se contienen syn eçetar ny rreservar cosa alguna, las quales vos fueron leydas por el presente escrivano al tienpo del dicho otorgamiento syn faltar cosa alguna, de lo qual yo, el dicho escribano, doy fee (entre renglones: e yo el dicho Françisco de Panjagua rreçibí de los susodichos dozientos ducados en rreales en presençia del presente escrivano y testigos, de lo qual yo el dicho escrivano doy fee). E nos, los dichos don Diego de Tapia Aldana y Sancho Blázquez, clérigos, debaxo de la dicha mancomunydad y rrenunçiaçión de leyes y haziendo como hazemos en este caso de deuda ajena nuestra propia, nos obligamos de cunplir e pagar e mantener las dichas condiçiones según dicho es y cada una dellas. E para ello e para questa escritura e lo en ella contenjdo sea çierto, firme y valederos, nos, anbas a dos las dichas partes por lo que les va y toca, obligamos nuestras personas y bienes avidos e por aver e damos e otorgamos entero poder cunplido a todos e qualesqujera juezes e justiçias que dello puedan y devan conoçer, ansí de la dicha villa de Cáçeres e obispado de Coria, como de las demás partes y lugares destos rreynos y señoríos del Rey, nuestro señor, a la jurisdiçión de los quales y de cada uno dellos espresamente nos sometemos e rrenunçiamos nuestro propio fuero e jurisdiçión, domiçilio; e previlegio y la ley si convenerid de jurisdicione onium judicum ante quyen estas cartas paresçiere y della y de cada una cosa e parte della fuere pedido cunplimiento de justiçia y de derecho y execuçión de lo en ella contenido para que por vía executiva e por las demás fuerças e rrigores de los derechos nos conpelan e apremjen a lo ansí cumplir, según dicho es, con más todas las costas y gastos, daños, yntereses y menoscabos que sobrello se rrecreçieren, como sy fuese sentençia definytiva de juez conpetente pasada en cosa juzgada. E rrenunçiamos todas e quales quyera leyes, fueros e derechos, estatutos e partidas e previlegios e ordenamientos rreales y conçesiones que contra lo dicho en esta escritura nos puedan y devan provechar; e todas ferias y mercados francos quales quyer; e la ley que dize que jeneral rrenunçiaçión de leyes ffecha non vala. En testimonio de lo qual otorgamos esta escritura en la manera que dicho es, por ante Martín de Cabrera, escrivano del Rey, nuestro señor, en todos sus rreynos y señoríos e público del número en la dicha villa de Cáçeres e testigos ynfraescritos. Que fue fecha e otorgada en la dicha villa de Cáçeres, a veynte e sejs días del mes de jullio de mjll e quinientos y noventa y ocho años. Testigos que fueron presentes Françisco de Palaçios y Juan Gonçález, çapatero, y Alonso Martín, cantero, vezinos de la dicha villa. E firmáronlo de su nonbre los dichos otorgantes en el rregistro, a los quales yo el dicho escrivano doy fee que conozco. Está entrerrenglones clérigo, e yo el dicho Françisco de Panjagua rreçibí de los susodichos dozientos ducados en rreales en presençia del presente escrivano y testigos, de lo qual yo el dicho escrivano doy fee  vala y do diz como su fiador vala.

Don Diego de Tapia Aldana, prior de San Salvador de Villar de Donaz, Françisco de Paniagua, Sancho Blázquez Mayoralgo. Ante mj, Martín de Cabrera. (firmado y rubricado).

condiçiones con  que se a de hacer la capilla i cuerpo de iglesia de Señora Santa Elena desta villa de Cáçeres.

-Son las siguientes – la qual a de hazer Françisco de Panjagua maestro de cantería.

1.- Primeramente se proçederá i fabricará la dicha capilla i cuerpo de iglesia conforme a la traça que para ella está dada, sin exceder de ella nada – firmada del señor don Diego de Tapia Aldana, prior de Señor San Salvador de Villar de Donas -que se queda en poder del dicho Françisco de Panjagua y ansimysmo firmada del dicho Françisco de Paniagua.

2.- Iten. Es condiçión que se a de derribar todo lo viejo de la dicha capilla i se an de sacar de nuevo çimientos para la tornar a rredificar. I estos çimientos se ahondarán hasta hallar cosa firme, que se entiende peña o arçilla. I después que estén abiertos los dichos çimientos, se sacarán hasta el suelo de la iglesia de quatro pies i medio de ancho; i dende el suelo de la iglesia, se rrecojerán las paredes en tres pies i medio de grueso. Y por esta orden, subirán hasta en cantidad de treinta i dos pies, que es el duplo que a de tener la capilla de ancho, conforme a la traça que para ello está dada.

3.- Item. Se a de haçer tres huecos con sus altares en esta dicha capilla, conforme está demostrado en la dicha traça, con sus arcos i pies derechos de cantería. El hueco destos será de dos varas de medir cada uno i con su moldurita por los lados i anse de montera, que vengan los trasdoses de ellos en el alto de las formas. Ansimismo a de venir el trasdós del arco torar monteado de condiçión que su trasdós haga forma para la dicha capilla.

4.- Ytem. Se çerrará el casco de la capilla por la ordem i traça que está demostrada en ella, çerrándola por sus hiladas con una çercha y un naybel, como el arte lo demanda, porque haçiéndose así es de mucha fortaleça. Ansimismo, se proseguirá, por la orden dicha, con las paredes de la iglesia, haçiendo sus arcos torazes i sus capillas de un cruçero de rrincón a rrincón de cantería, conforme están en la dicha traça del cuerpo de la iglesia. I los cascos de las dos capillas an de ser de ladrillo encaladas i cortadas de cantería falsa.

5.- Ytem. Se a de haçer la puerta prinçipal de la iglesia de buen  talle i pareçer, que tenga çinco pies de hueco. I ansí mismo, se hará otra puerta para entrar de la iglesia a la casa principal. I las esquinas de la capilla, por la parte de afuera, an de ser de cantería, porque ansí conviene para la dicha obra. Los escudos que se an de poner en esta obra, serán adonde mejor pareçe que convegan. I haçiéndose esta obra con esta traça i condiçiones, quedará fuerte i vistosa i en proporçión acabada.

6.- Házesse esta iglesia conforme a la traça y condiçiones dichas y con estas condiçiones que sienpre se an de yr dando dineros para la obra. Y luego de presente, se dan a Françisco Martin Paniagua dozientos ducados. Y como parezca tenerlos gastados, daré lo demás, de tal manera que siempre tenga dineros para gastar en ella.

7.- Házesse a tassaçión, de tal manera que, después de hecha la dicha iglesia, como dicho es, los señores don Diego de Tapia Aldana, prior de Villar de Donas, del Ábito de Señor Sanctiago, o Juan Durán de Figueroa o Sancho Blázquez de Mayoralgo, clérigo, qualquiera dellos ynsolidum o todos juntos, an de traher de fuera de la villa de Cáçeres dos maestros del arte, de çiençia y conçiençia, los quales, con juramento, tassem la dicha iglesia. Y por lo que ellos tassarem y jurarem, estem los unos y los otros a tenerlo por bueno, firme y valedero, sin contradiçión alguna. Y que, quando estos dos maestros del arte no se concertarem y estuvierem conformes, que por ambas las partes, se nombre un terçero y lo que los dos de los tres hizierem en la tassaçiom y se conformarem, estem los unos y los otros obligados a cumplillo, sim contradiçión ni otra cosa que lo impidam.

8.- Áse de obligar Françisco Martín Paniagua con las firmezas neçesarias a que gastará los dozientos ducados en la obra. Y que, quando por algún acontesçimiento, no los gastare todos o parte dellos, que los bolverá y pagará luego que se tasse lo que tuviere gastado en la obra, por los tassadores susodichos, conforme a lo que dicho es.

9.- Por el contrario, no ay que dezir sino que Françisco Martín Paniagua, por ser maestro del arte,  que haze la dicha iglesia y sabe lo que se gasta y meresçe, que quando no se le dem dineros adelantados, que pare con la obra hasta que se le dem.

10.- Y es condiçión que teniendo dineros adelantados, que se entiende en cantidad de veynte ducados, que no pare con la obra so pena de perder y estar luego obligado a pagar quatro ducados para los pobres de la cárçel. Y esto sin contradiçión ni réplica que lo ympida, a que luego dexede, no incurra en la dicha pena y no çese la obra.

11.-  Ánsele de dar las luzes que convenga, todas altas, de tal manera que, çerradas las puertas, quede la iglesia muy clara y muy alegre.

12.- Ánse de poner tres escudos en la puerta prinçipal, uno con una cruz por çima y unas letras por baxo que digan calle de la Vera Cruz. Y otro ençima del arco toral de la capilla, y el otro en la clave della con las armas de la casa del mayorazgo donde está dicha capilla.

13.-  El campanillero onde suele, a destar alto y bueno de canteria, porque se a de tañer a pino la campana que tiene.

14.- Yten. Es condiçión que todos los materiales y lo demás nesçesario para hazer la dicha obra, lo a de poner y hazer el dicho Françisco de Paniagua a su costa, porque tan solamente se le a de pagar en dinero la dicha obra conforme a las demás condiçiones susodichas.

15.- Yten. Es condiçión que se a de obligar a cunplir las dichas condiçiones con el dicho Françisco de Paniagua y de mancomún e a boz de uno, los dichos don Diego de Tapia Aldana y Sancho Blázquez Mayoralgo, porque el dicho Françisco de Paniagua de una parte y los susodichos de la otra, se an de obligar a lo cunplir y lo firmaron de sus nonbres.

Fecho a veynte y seys de jullio de mill y quinientos y noventa y ocho años.

Don diego de Tapia Aldana, prior de Villar de Donas; Sancho Blázquez Mayoralgo, Françisco de Paniagua  (firmado y rubricado).

 

2.- ARCHIVO DIOCESANO DE CORIA-CÁCERES.  Oratorios.

Expediente formado para volver a poner en uso la capilla pública de la casa de la Marquesa de la Ysla. 1805.

Yllmo Señor.

Dª Antonia Teresa Marín Blázquez y Mayoralgo, marquesa de la Ysla, vezina de la villa de Cáceres, de estado viuda, con el devido respeto hace presente a V.S.Y., que sus ascendientes, como de yllustre y distinguida familia, gozaron, entre otras prerrogativas y Privilegios, el Pontificio de tener una capilla pública, que no sólo servía para su asistencia a los Divinos oficios, sino también para el concurso público, en mayor honrra y gloria de Dios, sino que también hubo y se estableció en la misma una cofradía con la adbocación de la Cruz, qual se acredita del testminio que se acompaña; y cuia capilla, fundada por el Arcediano titular de Truxillo, Dn Luis de Cáceres, subsiste con su campana para combocar a los fieles a los Divinos oficios, en la casa solariega, donde avita la exponente en dicha villa de Cáceres, aunque a la actualidad y ya hace bastante tiempos sin uso, a causa de haverse cesado en él, por ausencia, sin duda, de sus causantes de dicha Población o por motibos que no constan, ni son posibles averiguar. Y como la exponente, para el mejor servicio de Dios y consuelo Espiritual en su estado de viudedad, y para el de sus descendientes, desea poner en uso de nuebo referida capilla.

Suplica reberente a V.S.Y. se sirva librar la correspondiente comisión a su vicario eclesiástico en referida villa, a fin de que, con asistencia de notario que de feé, pase a reconocer referida capilla, poniendo por testimonio su existencia y reciviendo la competente justificación de testigos sobre el relato de esta solicitud. Y que, ebacuada dicha comisión, y remitida con su vista y del testimonio que va mencionado, conceder a la exponente (que protesta adornar y surtir insinuada capilla cumplidamente de todo lo necesario a su servicio y decencia del culto) buelba a darle de nuebo a su Divina Magestad en ella, con la celebrazión de Santo sacrificio de la Misa, en los propios términos que lo executan otros cavalleros de su clase en la misma Población. Y según sea del agrado de V.S.Y., cuya vida pedirá a Dios, por esta gracia, guarde y conserbe muchos años. Cáceres, 8 de junio de 1805

Beso las manos de V.S.Y. , su más afecta servidora

La marquesa de la Ysla

Yllmo. Sr. D. Juan Álbarez (roto)

 

Diligencia

En la villa de Cáceres, en dicho día diez y ocho de junio de mil ochozientos y cinco, el referido Sor vicario, acompañado de mí, el notario, se constituió en la casa de avitazión de la señora Marquesa de la Ysla, de esta vecindad, principal de sus mayorazgos, sita en la calle de Cadena, cuias azesorias corresponden a la de la Cruz, donde se halla la capilla que se cita en el memorial y decretto antezzedente, propia de dicha señora y sus mayorazgos, teniendo entrada por la misma casa, y haviendo pasado a ella se halló que su  puerta principal la tiene por la calle de la Cruz, siendo su portado de piedra de cantería con escudo del mismo por cima de su toza, estampadas en él las armas de los ascendientes de dicha señora Marquesa, iguales a las que están puestas en la referida su casa principal: que en cima de dicho portado tiene su campana colocada un campanario, con su cadena aún pendiente por la parte de adentro de la capilla; que ésta es toda de bóbeda con arcos de cantería de buena fábrica, componiéndose de trece varas de largo y cerca de seis de ancho, con pila para agua bendita a su entrada; con tres huecos para altares, el uno enfrente, y los otros dos, cada uno en las paredes de los costados, existiendo una ymagen de bulto de San Juan, que manifiestan haber tenido uso por tener los sitios de las aras, de forma que aseándola y blanqueándola quedará, poniéndole los demás adornos conduzentes como lo estaríua en lo antiguo. Todo lo qual mandó dicho Sr. Vicario se pusiese por diligencia, que firmó. A que doy fe.

Dr. Rincón       Juan García Borrega (firmado y rubricado)

 

Diligencia de bendición de la capilla.

En la villa de Cáceres, el referido Sr. Dr. Dn Gonzalo María Rincón, vicario, juez eclesiástico de ella y su arciprestazgo, en atenzión de estar otorgada la obligazión prevenida por el decreto de S. S. Y., acompañado de mí, el notario, pasó a la casa de avitazión de la Sra. Dª Antonia Marín, Marquesa de la Ysla, de esta vecindad, y constituido en la capilla que tiene en ella, con puertas a la calle de la Cruz, hallándola bien adornada y con todo los necesario para su uso, practicó y executó su vendición con todas las ceremonias correspondientes según el ritual Romano, dejándola (roto)cientos y en uso para el consuelo espiritual de dicha señora Marquesa de la Ysla, sus sucesores y familia. A cuia diligencia se hallaron presentes Dn Vicente Chaparro, Dn Juan Bruno Grande, presbíteros, y otras personas de distinción, y varios criados de la referida señora. Y para que conste de ello, mandó su merced se pusiese por diligencia, que firmó. De que doy fe. En Cáceres, a veinte y siete de dicho mes de noviembre y año referido.

Dr. Rincón       Ante mí, Juan García Borrega (firmado y rubricado)”.

Nota: Por diversas razones ofrecemos el material fotográfico solamente en el libro.

 

[1] Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación propio y ha sido íntegramente costeado por el autor. La legislación civil y penal protegen al autor y castigan el plagio o fraude cometido por aquéllos que de forma sibilina no citan fuentes de donde extraen la información o a los autores que hayan publicado sobre el tema o asunto en cuestión

[2] FLORIANO CUMBREÑO, Antonio C.: Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres. Tomo I (1217-1504).Cáceres, 1934. Págs. 70-72.

[3] Ibid. Págs. 186-189.

[4] ARCHIVO DIOCESANO DE CORIA-CÁCERES (A. D. C.-Cc.). Parroquia de Santa María de Cáceres. Libro 106 «Libro de órdenes y decretos de la iglesia parroquial de Santa María  de Cáceres. Da principio en el año de 1685 y finaliza en el de 1705».

[5] A. D. C.-Cc.. Parroquia de San Mateo de Cáceres (S. M.). Leg. 18. Cabildo Eclesiástico. Doc. 12.

[6] Ibid. Doc. 121.

[7] ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁCERES (A. H. P. Cc.). Escrituras de Pedro Ramos, escribano de Cáceres. Caja 4.220. Año 1712. Inventario de bienes de don Pedro Golfín de Carvajal.

[8]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18.  Doc. 41.

[9] Ibid. Doc. 47.

[10] Ibid. Doc. 37. El 9 de abril de 1472, ante Fernán Alfón de Cáceres, Juan de Saavedra trocó con el cabildo eclesiástico   su abad, Juan Fernández, este censo por otro de 180 mrs y una gallina que pagaba a dicha congregación por una casa que le tenía acensuada, linde sus casas de morada y las de los hijos de Costanzo González y delante las puertas el cementerio San Juan.

[11] Ibid. Doc. 57. El 2 de julio de 1479, Medellín donó este censo al cabildo eclesiástico para un aniversario en Santa María por su mujer Mayor González.

[12] A. H. P. Cc. Protocolos de Benito Magdaleno, escribano de Cáceres. Caja  4.024. AÑO 1633, julio-septiembre. 8 de agosto. Inventario de bienes de don Diego de Galarza. El 8 de julio de 1610, ante Juan Romero, don Antonio de Toledo Golfín vecino de Cazalla de la Sierra, vendió estas casas a don Diego de Galarza.

[13] A. H. P. Cc. Clero. Caja 21. Expte. 7.

[14] ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS. Registro General Del Sello (RGS). Leg. 148010, 245.

[15] Ibid. 148903, 200.

[16]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18. Doc. 104.

[17] A. H. P. Cc. Clero. Caja 21. Expte. 15.

[18]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18. Doc. 4.

[19] A. H.P. Cc. Protocolos de Juan Sánchez del Pozo, escribano de Cáceres.  Caja 4.347. Año 1703.  11 de enero. Fols.1-16v. Inventario de bienes y escrituras del licenciado Diego Mendo Romero, presbítero, muerto repentinamente y abintestato. El 28 de enero de 1468, ante Antonio Martínez, Teresa Alfón vendió estas casas a Pedro de Carvajal en 5.000 maravedís. El 28 de diciembre de 1492, ante Juan González de Arenas, Juan de Carvajal, en nombre de sus sobrinos Diego de Carvajal y María de Mayoralgo, las dio a censo a Pedro Martín Gazapo y su mujer María González por 200 maravedís y 2 gallinas. Dichos hermanos, se las acensuarían al zapatero Martín Francés y a su mujer Catalina Rodríguez en 450 maravedís, 2 gallinas y 2 perdices, con carga de 400 maravedís a favor del cabildo eclesiástico el 17 de noviembre de 1496, ante Alfón Manuel. El 2 de abril de 1501, ante Pedro de Moreda, por su parte, el clérigo Juan Díaz daría al zapatero Francisco López y a su mujer Leonor Pérez la casa que fue de Martín Francés por dicho precio.

[20]Como tantas invenciones que han tomado carta de naturaleza histórica, generalmente se admite la calle de las Damas como la de los burdeles. En aquella época, como hoy, era una calle muy apartada. Es más lógico que la mancebía se emplazara, en lugar discreto, pero céntrico, como era la actual calle de la Cruz, próxima a la Plaza de la Feria. Hasta hace muy poco, ha funcionado un prostíbulo, la Cueva, en sus inmediaciones, al inicio de la calle Río Verde. Además, la actual calle de la Cruz era conocida en el siglo XV como la calle de la Mancebía, como tendremos ocasión de comprobar a través de varios de los documentos consultados.

[21] El 20 de marzo de 1491, ante Fernando de Sepúlvega,  Juan de Sande el mozo donaría al cabildo 800 maravedís de renta que gozaba, 500 de ellos sobre dicha casa, sita en la Judería, que entonces lindaba con los vergeles de Vasco Porcallo y Luis Delgado, casas que fueron de Luis Delgado, el horno de la Judería y la sinagoga (A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 19. Doc. 2).

[22] Ibid. Leg. 18. Doc. 31.

[23] A. H.P. Cc. Protocolos de Pedro Ramos, escribano de Cáceres.  Caja 4.220. Año 1713.  Inventario de bienes de don Álvaro Baltasar de Ulloa Cravajal y Paredes.

[24] Ibid. Doc. 10.

[25] Ibid.  Leg. 19. Doc. 9.

[26] Ibid.  Leg. 18. Doc. 48.

[27] DOMÍNGUEZ NAFRÍA, Juan Carlos: “Inquisición y cierre de las aljamas en 1480: el caso de Murcia” in Isabel la Católica : homenaje en el V centenario de su muerte. Dykinson, 2005.

[28] A. H.P. Cc. Protocolos de Juan Sánchez del Pozo, escribano de Cáceres.  Caja 4.347. Año 1703.  11 de enero. Fols.11v-12. Inventario del licenciado Diego Mendo Romero, presbítero, ya citado. El el 21 de septiembre de 1537, ante Gutierre de Valverde, Diego de Carvajal, patrono de la capellanía de María de Mayoralgo, y su capellán Jerónimo González dieron a censo enfitéutico dicha casa a Francisco Martín Rico en 515 maravedís y 2 gallinas.

[29] A.G.S. RGS. Leg. 147806, 94.

[30] Ibid. Leg. 147807, 79.

[31] Ibid. Leg. 147808,30

[32] Ibid. Leg. 149102,108

[33]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18. Doc. 113. El 5 de agosto de 1490, ante Juan González de Arenas,  Juan de los Nidos fundó un aniversario en San Juan por su difunta mujer Leonor González, de quien era heredero vitalicio.  Para este fin, donó  al cabildo clesiástico una casa en la Judería, linde el mesón de los hijos y herederos de Juan de Saavedra el Navarro y de los hijos y herederos  de Santos de Figueroa y casa del dicho Juan de los Nidos y la calle de Pintores.

[34] Ibid. Leg. 19. Doc. 7. La donación se otorgó ante Fernando de Sepúlvega. Por escrituras posteriores, sabemos que dicha casa quedó incluida en la principal del mayorazgo del doctor Bernáldez.

[35]Domínguez Nafría… op. cit. Pág. 51.

[36] RGS. Leg. 148911,71

[37] ARCHIVO REAL CHANCILLERÍA DE VALLADOLID, Registro de ejecutorias. Caja 0062.0029.

[38] A. H. P. Cc. Clero. Caja  21. Expte. 8.

[39]ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (A. H. N.). Clero. Legajo 1.402. Inventario de escrituras de la cofradía de San Luis de Cáceres. Año 1610. Aunque figura entre los papeles del convento de San Bartolomé de Alcántara.

[40] A.D. C.-Cc. S. M. Leg. 18.

[41] A. H. P. Cc. Clero. Caja  21. Expte. 8.

[42] Ibid.

[43]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18. Doc. 81.

[44] Ibid. Doc. 70.

[45] Ibid. Leg. 19. Doc. 14.

[46] Ibid. Leg. 18.

[47] Ibid.  Leg. 18. Doc. 112.

[48] Ibid. Leg. 19. Doc. 19.

[49] Ibid.  Leg. 18.  Doc. 11. La viña lindaba con la de Alfón Rodríguez, carpintero, la de Hanco Frontino, la de Antón Sánchez, sastre, la calleja que iba entre las viñas y el camino real. Asistió como testigo Juan Gutiérrez de Pamanes, maestro de enseñar mozos.

El 10 de octubre de 1488, ante Fernando de Sepúlvega, Catalina Ruiz, mujer de Pedro de Yepres, donó al cabildo y a su abad Domingo Fernández estos 80 maravedís perpetuos sobre esta viña que, por entonces,  tenía acensuada Andrés de la Barra para que recibieran por cofrades a María de Burgos y a Catalina de Madrid y rogaran por ellas en la iglesia del monasterio de Santa María de Jesús.

[50] Ibid. Doc. 42.

[51] Ibid. Doc. 27.

[52] Doc. 39.

[53] A. H. N.. Clero. Legajo 1.402. Op. cit.

[54] ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE VALLADOLID. Registro de Ejecutorias. Caja 42,2.

[55] A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 19. Doc. 11. Lindaba con tenería de Alfonso hijo de  Juan Martín, y la de Pedro, yerno de Luis Alfonso, todos zapateros.

El 27 de febrero de 1489, ante Alfón Téllez, el cabildo, reunido en la capilla de Santa María, trocó 7 noches de molienda en el molino del Moralejo por los  450 maravedís, que el regidor Alonso Holguín tenía en el molino de labrar cera de las tenerías , que entonces lindaba con la del zapatero Alfonso Martín y , por las espaldas, la de Pedro Serrano y la calleja que discurría entre las tenerías.

[56] A. H. P. Cc. Escrituras de Pedro Ramos, escribano de Cáceres. Caja 4.220. Año 1712.

[57] Ibid.

[58] RGS. Leg. 149412, 375. Madrid, 23 de diciembre de 1494.

[59] Ibid. 149008, 372.

[60] Ibid. 147806,44

[61]Ibid. 148709,239

[62] Ibid. 149003,249

[63] Ibid. 149101,253

[64]Ibid. 149111,239

[65]Ibid. 147707,84.

[66] A.G.S. RGS. LEG. 147504,388

[67] A.G.S. RGS. LEG. 147710,196

[68] A.G.S. RGS. LEG. 148805,163.

[69] A.G.S. RGS. LEG. 149105, 89.

[70] A.G.S. RGS. LEG. 149104,185.

[71] A.G.S. RGS. LEG. 149105,119.

[72] VINUALES FERREIRO, Gonzalo: “Los repartimientos del “servicio y medio servicio” de los judíos de Castilla en 1484, 1485, 1490 y 1491”. In SefaradN. 62 (2002). C. S. I. C. Págs. 185-206.

[73] FLORIANO CUMBREÑO, Antonio: La villa de Cáceres. Institución Cultural El Brocense. Cáceres, 1987. Pág. 171.

[74] A.G.S. RGS. Legs. 148504,286 y 148801,271.

[75] Ibid. 149008,38.

[76] Ibid. 149201,117.

[77] Ibid. 149103, 550.

[78] Ibid. 149103, 90.

[79] ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES. Expedientes varios del Siglo XVI. En fase de catalogación. Inventario de bienes por muerte del lcdo. Jerónimo de Andrada marido de Dª Ana Muñoz, de fecha 2 septiembre 1562 ante Sancho Jiménez”.

[80] A.G.S. RGS. Leg. 149205,289

[81] Ibid. Leg. 149205,544.

[82] Ibid. Leg. 149608,97.

[83] A.G.S. R.G.S. Leg. 149510,128.

[84] BLOCH, Moïse. Histoire des Juifs. Tome Cinquième. Paris. Librairie Durlacher, 1897. Pág. 173. Trad. “gracias a las gestiones de Carvajal y Simón de Cáceres, pudieron hasta adquirir un cementerio especial para los miembros de su comunidad”.

[85] A. H. P. Cc. Protocolos de Juan Sigler, escribano de Cáceres. Caja 4.368.

[86] A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 5. Expte. 3.

[87] A. H. P. Cc. Protocolos de Diego Pacheco, escribano de Cáceres. Caja 4.100. El 21 de noviembre de 1552, el escribano Pedro de Grajos vendió a Juan Sánchez Mediodía una acera en el ejido “a do dizen los onsarios, la qual hazera se llama la hazera del Tesoro”.

[88] Ibid. Protocolos de Diego González, escribano de Cáceres. Caja 3.836. Año 1551  Cuad. I. Fol. 11. 31 de diciembre.

[89] Ibid. Protocolos de Antonio Gutiérrez, escribano de Cáceres. Caja 3.911. Año 1568, 6 junio.

[90] Ibid. Caja 3.912. Año 1569, s/f. María Delgado, viuda de Diego de Torres y madre de Diego de Torres, entregó a censo a Diego Pérez de Herrera “casas en la collaçión de Santa María en la calle que dizen de la Vera Cruz, que alinda de una parte con casas de los hijos y herederos de Juan Piçarro difunto e de la otra parte  con casas de Juan Carrasco procurador de esta dicha villa e por las espaldas con casas de vos el dicho Diego Pérez de Herrera”.

[91] A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 4. Doc. 18. Como sitio poco apetecible para vivir, cuyos vecinos eran tan sumamente pobre que la mayoría no pagaban los censos, lo define el mayordomo de  la cofradía de San Jorge en una carta de reconocimiento de censo, otorgada el 28 de diciembre de 1734 ante Francisco Martín del Pozo Andrade, a favor del cura de San Mateo, poseedor por trueque que hizo en 1572 con las monjas del convento de San Pablo de 200 maravedís sobre las casas del espadero Sebastián González, linde el horno de Juan Pizarro.

[92] ARCHIVO DE LA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE PLASENCIA (A. S. I. C. P.). Actas Capitulares. Libro nº 5 (1499-1513). Fol. 54v.

[93] Ibid. Fol. 40v.

[94] Ibid. Fols. 53 y v.

[95]  “Repertorio heráldico de Cáceres. Escudos nacionales y locales y de las familias primates”. In Revista de Estudios Extremeños. Año 1950. T. I-II.  Págs. 64-65.

[96]  A. S. I. C. P. Legajo 101. Expte. 19.

[97] A. H. P. CC. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.650. Año 1599.

[98]  SALAZAR Y ACHA, Jaime : Génesis y evolución histórica del apellido e.n España. RAMHG, 1991,

[99] A.G.S. RGS. Leg. 148006,143

[100] A.G.S. R.G.S. Leg. 149410, 310.

[101]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 19. Doc. 12.

[102] Ibid.  Leg. 18. Docs. 74 y 5.

103 Ibid. Doc. 85.

[104] A.G.S. R.G.S. Leg. 149410, 310.

[105] Ibid. C.M.C. 1º. Legajo 962.

[106] A. D. C-Cc. Oratorios. “Expediente formado para volver a poner en uso la capilla pública de la casa de la Marquesa de la Ysla. 1805”.

[107] Que lo fueron Cristóbal de Cabrera, el zapatero Juan González y Pedro García, criado de don Diego de Tapia Aldana.

[108] A. H. P. Cc. Protocolos de Martín de Cabrera, escribano de Cáceres.  Caja  3.650. Año 1598. Carta de pago y recibo.

[109] Ibid. Caja  3.648. Testamentos.

[110] Ibid. Caja  3.650. Año 1598.

[111] Ibid. Caja  3.650. Año 1599.

[112] Ibid. Caja  3.650. Testamentos.

[113] BOXOYO, Simón Benito: Historia de Cáceres y su Patrona. Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de FET y de las JONS. Cáceres, 1952. Pág. 113.

[114] A. H. P. Cc. Protocolos De Pedro Asensio, escribano de Cáceres. Caja 2. 786. Año 1846. El matrimonio, otorgó el poder el 29 de junio de 1846 ante el escribano licenciado Pedro Lopera.

[115] Ibid. Protocolos de Lorenzo Mendoza, escribano de Cáceres. Caja  3.179. Año 1856.

[116]  Ibid. Archivos Privados. Sección Calaff-Valhondo. Libro Nº 24. Fincas propiedad de D. Miguel Calaff y de su esposa Dª Mariana Segura y Puyol. Año 1859.

 

[117] ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES. Obras y Servicios. 130. / 1952. Proyecto de adaptación del Palacio de la Isla de Cáceres para Archivo, Biblioteca y Museo.

[118] Ibid. 227 / 1953. Adaptación del Palacio de la Isla de Cáceres para Archivo y Biblioteca (Salón de Actos y vivienda del Bibliotecario).

 

May 082014
 

 Ángel Paule Rubio.

Pese a que se han publicado miles de libros sobre la Guerra Civil Española, es muy difícil encontrar un relato que satisfaga la verdad de todos. Será , tal vez, que todavía no haya pasado el tiempo histórico para llega al fondo, sin mediar ideologías caducas, conceptos y hasta símbolos mal entendidos y, sobre todo, hoy, se están utilizando hipótesis en contra de un buen entendimiento entre españoles Deberíamos hacer una reflexión para borrar de nuestro espíritu la mezquindad humana, comprender la fugaz temporalidad y lo poco gratificante que es la lucha entre valores e ideologías que, si las despojamos de toda materialidad, nos hace a todos tan iguales, tan hermanos ,tan españoles.

Esta Historia sin fronteras, nos debe servir para comprender el sentido de nuestra presencia en el mundo y volver a esa edad dorada, de contacto con la Naturaleza, ajena a los vicios, viviendo al completo esa edad de inocencia de la que tanto nos habla Séneca.

Nosotros, en nuestra misión de historiador, quisiéramos llegar a que todos pongamos el rigor y la severidad en los juicios éticos , informando y aleccionando para que la Historia cumpla así, su objetivo principal: “Ser maestra de la vida”.

Hemos de añadir, viendo el momento en que vivimos, que los vicios avanzan, mientras decrece la virtud, por lo que sería nuestra primera lección instaurar la paz entre los hombres para atenuar el avance de corrupción a que ha llegado, hoy, nuestra sociedad.

No vamos a hablar de la Guerra Civil Española, ya se ha hablado, largo y tendido

España perdió la guerra

Nuestro tema es otro, tal vez emparentado, pero otro.

Hace un tiempo hallamos un documento entre papeles comidos por la humedad; otros, por la tinta que había perforado el soporte de las letras y se podría leer más a través de sus perforaciones, porque la tinta desaparecida había dejado la huella como si fuese un bajorrelieve de una escultura.

Nosotros no buscábamos ese documento, porque no conocíamos su existencia, ni oro, ni plata, ni joyas, ni nada relacionado con la guerra Civil Española.. Sólo se trataba de recopilar y publicar los legajos de papeles de un archivo, pero los caprichos de la historia que, algunas veces, te halaga con la realidad perdida, pero jugosa e interesante y, casi pudiéramos afirmar, desconocida; otras, la curiosidad buscada, no la encuentras. Los papeles encontrados, fortuitamente, respondían a un episodio más de nuestra Guerra Civil Española Leídos con sumo interés y profundidad, nos lanzamos a la investigación. Le dimos un nombre: “El oro de un pueblo al servicio de una ideología. .No estaban en un contexto preciso ni ordenado, sino simplemente, estaban allí, en desorden y sin mas importancia. Hasta no pudimos averiguar su datación, Parece que el asunto no importaba. Sin fecha, sin nombre de las personas que lo hicieron y recogieron los enseres, ni a que iban destinados. Nada.

Intentamos leerlos y transcribirlos para que pudiesen llegar a los historiadores. De suma importancia para los anales de la Historia.

 1

Primer folio del documento.

  TRANSCRIPCIÓN

Suscripción Oro

Relación de los donantes con determinación de lo donado.

Con este encabezado comienza los siete folios que hemos encontrado. El final parece como si quisiera indicarnos algún folio más. Lo que hay, es lo que hay y a eso nos atenemos. No hay fecha ni al principio ni al final…Fuera de los precitados papeles intentamos llegar a un análisis más profundo Libros y hemerotecas de la II Republica Española. y de la Guerra Civil. Preguntamos a gentes que pudieran darnos alguna información, en fin, todo aquello que necesita un investigador

Hemos intentado conocer las opiniones y sugerencias de personas de los pueblos de la Sierra de Gata, del Valle del Ambroz, de Salamanca y Zamora y nos  dicen que ellos han oído decir a sus padres, que las gentes donaban alhajas, joyas y monedas-oro.

España, dividida por la contiende en dos mitades, de distinta ideología, trataría hacer donaciones a sus simpatizantes. y de coincidentes ideologías.

Una nota en un periódico dice así: Ropa para los defensores de la Republica

“ Las personas que deseen hacer donativos de mantas, colchones, ropa de abrigo u otros efectos para las milicias y fuerzas leales de la República, pueden hacer sus entregas o enviar paquetes al depósito de Intendencia  Militar en la cripta de la Almudena” Octubre 1936.

De aquí se deduce que cada una de las zonas ocupadas por la República y por el Alzamiento Nacional donaron joyas para sus combatientes. Con un mapa de España de aquel momentos nos indica la división de ambas zonas y por ello, más o menos, vislumbramos para quienes iban destinados sus donaciones. Decimos más o menos, porque en ambas partes habría ideologías distintas a la zona ocupada..

Relación de donantes:.

Don Rufino Camisón

Dª Lorenza García Morales Un bastón con empuñadura de oro; un reloj; un par de pendientes.

Baldomero Garzón = Un Alfonso de 25 ptas

Concha Sánchez = Un anillo de Sra.

José Mª Garzón = Un anillo de niño, con sello e iniciales J. G.

Pantaleón Sánchez Una cruz = cuatro pares de pendientes rotos. Una sarta; unos trozos de cadena.

Florián Paramio J. Sus anillos de boda (dos)

Maximina Corchero Otros dos usados y rotos

Vicente Paramio

Antonia Mateos. Un par de pendientes = Un collar; unas sartas de collar: Dos cruces y un anillo roto e incompleto

Pedro Martín y Adela Moriano = Un collar con cruz

Juana Corchero de Santibáñez = Dos pares de pendientes; un anillo.

Lorenzo Paule = Un collar; dos pares de pendientes = Un anillo; tres bolas o pendoletas.

Feliciana Rubio = Dos anillos rotos y uno completo; un par de pendientes

Eusebio Corchero Lajas = Un par de pendientes y un anillo roto

Emiliano S. Barquero =  Un par de pendientes rotos y un anillos

Petra Rubio Domínguez = un collar de cinco sartas = una cruz = un par de pendientes.

Julia Sánchez Galindo = un collar de 23 sartas, un par de argollas =  un par de pendientes incompletos.

Saturnina Corchero Calvo = Un par de pendientes

Marta Hernández = Un par de pendientes

Agustina Martín = Un par de pendientes

Eusebia García = Un par de pendientes rotos y dos sartas de collar

Virgilia Lajas González = un par de pendientes incompletos.

Modesta González M. = una cruz.

Juana Gordo Gutiérrez =  Un collar de 28 sartas.

Ángel Rubio Canillas = Un par de pendientes

Rufino Saúl Gordo = Una cadena = Un anillo = un par de pendientes incompletos = Otro suelto.

D. Rufino Camisón y Señora = Un  par de pendientes (rotos)

Elisa Corchero Iglesias = Dos pares de pendientes = Un collar de 22 sartas.

Primitiva Corchero = Un collar de 60 sartas con cruz.

Honorio Puertas Prieto = Un collar de 39 sartas y un par de pendientes rotos

Ciriaco Simón Valencia y Señora = Un collar de 34 sartas.

Guillermo García Machado = Un par de pendientes ( rotos )

Serafina Lajas Gallego = Un cruz = dos pares de pendientes incompletos = Otro suelto incompleto, siete trozos de pendientes.

Felipe Rubio Matillas = Un par de pendientes incompletos.

Emiliano Barroso = Dos pares de pendientes  incompletos  = Una venera = Una medallita.

Josefa Rodríguez = Dos pares de pendientes incompletos =  Una cruz (Galápago)

Sra de Eleuterio Simón Vicioso = Un par de pendientes incompletos

Jacinto M. Pulido =  Un pendiente suelto

Jacinta Galindo Aguilar = Un par de pendientes = Dos anillos = Una cadena y un alfiler.

Isabel Corchero Mateos = Una cruz

Ascensión Román Corchero = Un par de `pendientes = Un anillo.

Luisa García = Un par de pendientes

Brígida Pulido = Una cadena = Un par de pendientes ( incompletos ).

Bruna Matillas Hez = Un par de pendientes incompletos y cuatro sartas.

Cipriana Román Rodríguez = Una cruz y un anillo.

Cesárea Martín Calzada  = Un par de pendientes

María Corvo Corchero = Una cruz = Un par de pendientes

Inocencia Simón Valencia = Un par de pendientes.

Rufina Moreno Maldonado =  Una pulsera  = Unos gemelos.

Vicenta Domínguez = Un  par de pendientes (rotos)

Consuelo Muñoz = Una cadena de reloj.

Flora Marín = Una cadena = Un par de pendientes = Un anillo

Felix García Pérez = Un par de pendientes = Un ajustador.

Vicenta Ángel Martín = Un collar de 22 sartas = Una cruz.

Margarita Galindo Mateos = 24 sartas collar con cruz = 36 sartas collar con cruz y venera = Dos anillos rotos = Un par de pendientes y otro suelto.

Agripina Corchero C. = Un collar de 24 sartas con cruz y un par de pendientes.

Leonor Corchero C. =Un collar de 31 sartas con venera = Un par de pendientes = Un anillo = otro pendiente suelto

Felicísima Corchero C. = Un collar con cadena = Un anillo = Dos pares pendientes.

Fermina García Machado = Un par de pendientes = Un anillo

Cecilia Tovar Herrero = Un par de argollas (rotas).

Juana MartínPuertas = Un collar de 22 sartas = Un par de pendientes rotos = Una cruz = Una argolla  = seis trozos de sartas y pendientes.

Marciana Domínguez de Puertas = Un  par de pendientes rotos = Otro suelto y cinco sartas de collar.

Jacinto Sánchez = Una moneda de 25 ptas (Alfonso) = Un par de pendientes.

Petra Corchero = Un collar de 25 sartas.

Rufina Moreno Maldonado = Un par de pendientes= Una cruz (galápago)= Un anillo = tres sartas

Felisa Rubio Luis = un alfiler = Una cruz.

María Corchero Rubio = Un par de pendientes

Avelina Sánchez Román = Un collar de 29 sartas.

Margarita Corchero Valencia = Una cruz = Un par de pendientes = Una sarta de collar

.Vicente Lajas = Tres sartas de collar = Un pendiente roto incompleto =  dos anillos de pendientes.

Victoriana Izquierdo = Un par de pendientes (argollas) y un collar de 23 sartas.

Maximina Corchero Rubio = Una cruz (galápago)

Petronila Vicioso Pulido = varios trozos de pendientes y una medalla.

Miguela Martín Martín = Un par de pendientes incompletos

Juliana Elena = Un reloj pulsera = Un par de pendientes = Una cadena con medalla = Una pulsera.

Germán Martín Mateos = Un collar de 40 sartas = Un par de pendientes

Valentín Simón = Tres pares de pendientes incompletos.

Jacinta Martín Pulido = Una cruz = Un collar con cuarenta y nueve sartas y un pendiente roto.

María Bejarano = Una cruz

Candela Martín Corchero = Un par de pendientes. Uno incompleto

Petra Gordo = Un pendiente.

Margarita Corchero Simón = 22 sartas collar =  Un par de pendientes = Trozos de sartas y anillos.

Lázaro Iglesias = Una cruz y unas polcas rotas.

Marcelina Rubio y Emiliano Rubio y Sra = Un collar = Dos pares de pendientes

Ángel Rubio R. Canillas = Un anillo de niño.

Alberta Miró Botejara = Un par de pendientes rotos

Emiliano corchero = tres pares de pendientes.

Agapio Luis = Un par de pendientes = Una cruz esmaltada.

Felisa Sánchez Simón = Dos anillos y un collar.

Antero Rodríguez B. = Un par de pendientes y un anillo

Consuelo Román Corchero = Un par de pendientes = Un anillo = Un gemelo

Maximina Corchero de Paramio = Un collar y un par de pendientes

Margarita Herrero Martín =Una cadena y dos anillos.

Amparo Marín Martín = Un par de pendientes

Elidia Martín Barroso =Un par de pendientes

Teodora Pérez Muñoz.=  Dso (ilegible)) pendientes sueltos.

D. Sebastián Mateos González = Un collar =  Dos cruces = Un par de pendientes.

Rosenda Mateos Hernández = Dos pares de pendientes rotos.

Marcelino Sánchez Galindo = Un collar de 24 sartas.

Felipa Bravo Cerro = Dos pares de pendientes (uno roto)

Por Dios y por la Patria = Un collar de 37 sartas = Una cruz = Un par de pendientes = Una argolla.

Vicenta Sánchez Gordo = Un collar de 33 sartas.

Elías Matías y Señora = Un collar de 20 sartas = Un anillo = Una cruz esmaltada  = Un pendiente.

Teresa Paramio de Luis = Un par de pendientes

Luciana Corchero Camisón = Una pulsera = Un anillo = Un par de pendientes.

Angela Domínguez  = Un par de pendientes = un trozo de cadena.

Ascensión Román Rubio Un par de pendientes = Un anillo.

Vicenta Corchero de Luis = Unos trozos de pendientes

Máxima Luis Corchero = Un collar de 27 sartas y una cruz de…

Juliana Mateos = Un collar y dos pendientes sin pendolón uno.

Modesto González Fabián = Una Librea esterlina = un alfiler con 21 piedras.

Teresa Fernández Pimentel = Una cadena reloj = Un anillo y reloj roto = Un anillo caballero con sello iniciales M. G. = Dos anillos (alianzas) = Un alfiler señora = Un par de pendientes = Una cadena con medalla

Gonzalo García de Casasola y Elena González = Un Reloj (caja) = Un portamonedas = Un par de pendientes = Un anillo = Una alianza = Un par de gemelos caballeros = Una medalla 0 Un anillo de sello de niño = Dos monedas Una Isabelina de 40 reales = y un alfonso de 10 pesetas = Un collar con cruz y un par de pendientes.

.Justiniano Martín = Varios trozos de pendientes rotos

Petra García y García.= Diez sartas de collar con cruz.

Dª Felisa Mateos Sánchez y Dª Arsenia Materos Sánchez = Un collar con colgante = Un par de pendientes = Un par de argollas = Un alfiler

Victor Moriano = Un par de pendientes incompletos.

Cesáreo Domínguez y Señora = Un Carlos III (cuarto de onza) = Un collar con cruz = Dos trozos de anillos

Telesforo Sousa y Sra = Dos monedas de los E.U..( cinco dólares cada una ) = Dos anillos sellados. = Dos ajustadores = Un anillo niño sello = otra (¿cadena?)

José Simón y Sra =  Un collar con cruz de esmalte = Un par de pendientes.

Cristina Román Gómez = Un collar de 20 sartas con cruz

Joaquín Martín Rubio = Un par de pendientes = Un collar de 24 sartas = Un anillo

Segunda Domínguez Galindo = Dos anillos

Agustín Izquierdo = Un par de pendientes incompletos = Un collar de  26 sartas.

Prudencia Galindo Correa = Caja de reloj = Un  par de pendientes = Un anillo

Miguel Matillas Mateos = Un par de pendientes rotos = Una sarta = Otro objeto.

Eduardo Simón Iglesias = Un collar de 48 sartas = Un pendiente suelto.

Felipa Sánchez Galindo = Dos pares de pendientes ( uno roto) = Un collar de 93 sartas con cruz.

Laureano Matillas = Un collar de 28 sartas.

Ascensión Gordo Iglesias = Un collar de 30 sartas = Un par de pendientes

Josefa Barroso = Un par de pendientes rotos = Una cruz y un collar de 33 sartas.

Elena Muñoz Crespo = Un collar de 20 sartas Un par de pendientes.

Eufemia Crespo = Un par de pendientes.

Guadalupe Gómez = Un par de pendientes

José García Mateos y Señora = Un collar de 30 sartas.

Eurosia Rodríguez = Una cruz (galápago)

Gregoria Corchero Iglesias = Una cruz (galápago) Un par de pendientes.

Virgilio Simón gordo = Un collar de 24 sartas

Hilaria Matillas Sánchez = Un collar de 23 sartas = Una cruz.

Eduvigis Gordo = Diez sartas collar.

Tomasa Ángel = Un collar de 28 sartas = Un par de pendientes.

Matías Simón Vicioso = Un par de pendientes = Otro suelto e incompleto = Otro objeto.

Lucía Sánchez Galindo = Un collar de 24 sartas = Un par de pendientes semirrotos

Lucía Camisón Herrero = Un par de pendientes = Un collar de 32 sartas.

Señora de Pío Matillas Mateos = Un par de pendientes = Un pendiente suelto incompleto

Aurora Gordo Román = Un collar de 25 sartas = Un par de pendientes incompletos.

Miguela Clemente Aparicio = Una cruz = Un par de pendientes = Un anillo roto.

 

RESUMEN

Número de donantes: Matrimonios …………………     10

Cabezas de familias                                                 139

Total                                                   ……………….  149

Es de notar el número de mujeres que hacen sus donativos, es de 108; el número de hombres es de 32. Y los que se han acercado a donar sus alhajas en concepto de matrimonio han sido 10.

Ello se presta a una reflexión: ¿será el amor materno hacia sus hijos o el conyugal, o simplemente amigos los que llevó a estas mujeres a donar sus alhajas de uso personal. ¿No sería un sacrificio desprenderse de sus joyas que con tanta ilusión lucirían en las fiestas solemnes o en acontecimientos familiares? Los hombres, en cambio, también aportaron objetos íntimamente unidos a sus profesiones. De esto hablaremos al describir los objetos donados

EL TESORO DE UN PUEBLO AL SERVICIO  DE UNA IDEA.

RELACION DE LOS OBJETOS DONADOS

1.-Bastón con empuñadura de oro.                           1

2.-Relojes de oro                                                       3

3.-Pendientes  Pares                                              157

4.-Alfileres                                                                4

5.-Monedas:    Alfonsina de 25 pts                           3

Isabelinas de 40 reales                       2

Alfonsina de 10 pts                           1

Carlos III de cuarto de onza             1

6.- Anillos                                                                26

anillos alianza de boda                       3

anillos sellados con iniciales             21

7 Cruces. (4 de ellas galápago)                                  9

8.- Sartas                                                                  44

9.- Cadenas                                                               8

10.- Collares                                                            53

11.- Pendolones                                                         4

12.- Argollas                                                            14

13.-Medallas                                                              9

14.-Veneras                                                               3

15 Ajustador                                                             3

16.-Pulsera                                                                 3

17.-Gemelos                                                              3

18.-cadenas de reloj                                                  4

19.-Medallón                                                             2

20.-Libra esterlina                                                     1

21 Polcas                                                                   varias

22.- Monedas de EE. UU.                                        2

23 Monedas dólares de 5 dólares cada una              5

24.- Un portamonedas                                               1

Haciendo un poco de historia, llegamos a este documento sin buscarlo ni esperarlo. Como todo investigador, metido entre los anaqueles de la Historia, busca lee  anota, reflexiona, dejando constancia como si fuera un presente histórico .Unas veces encuentra lo buscado; otras, encuentra lo no buscado, pero pare ellos, importante.

El archivo del Ayuntamiento de Villanueva de la Sierra, según dicen y nosotros observamos fue quemado, o tal vez vendidos a precio de papel, sin más importancia. Por ello faltan épocas de las que nada sabemos. Hemos de notar que vamos al Archivo, tanto eclesiástico, como municipal, cuando nuestros trabajos nos lo permiten a fin de conocer mejor nuestras raíces. Por ello muchas veces encontramos, este es el caso, algo insólito, desconocido.

Este documento compuesto de siete folios a una cara sin fecha, ni lugar donde se escribió y un final que nada dice y se presta a seguir buscando su continuidad, si existiera,.lo único que podemos decir es que lo encontramos en el Ayuntamiento de Villanueva de la Sierra (Cáceres). No está registrado, ni dice quien lo hizo y donde se recogieron estas joyas y su destino final. Para paliar, en la medida que pudiéramos, estas omisiones, tratamos de acudir a otras fuentes.

Después de haber leído una exhaustiva información sobre la Guerra Civil Españolas llegamos a consecuencias.

España en 1936 estaba dividida en dos: República, gobierno legítimamente constituido y Alzamiento Nacional. Cada parte con ideologías distintas, por razones de todos conocidas, comenzó una guerra entre hermanos. Una parte, la República fue ayudada con barcos, aviones y pertrechos de guerra por Rusia y otras naciones La otra parte, el. Alzamiento Nacional, también fue auxiliado por barcos, aviones y material bélico por Alemania e Italia.

La España dividida hubo que pagar las deudas contraídas. El Gobierno de la República, pagó con oro, joyas y otros títulos bancarios sacados del Banco de España y del Museo Arqueológico Nacional, como pagos al contado. La otra parte, se pagaría al acabar la contienda. Pero nos preguntamos, ya que esta es la esencia del documento. ¿La provincia de Cáceres, estaba en el 18 de Julio en  zona adicta al Alzamiento?. Sabemos que el norte de Cáceres, salamanca y Zamora fue zona Nacional, según se desprende de que Franco quería enlazar Sevilla con Cáceres, que eran afines a su ideología. Por ello nos atrevemos a pensar, que este oro fuese destinado a la zona nacional. ¿Para pagar las deudas contraídas por Franco con sus aliados?. ¿Iría destinado para pagar alimentos y vestidos a sus soldados? ¿Dónde se almacenaría todo este arsenal de joyas, que al parecer, por lo obsequiado, multiplicado por los pueblos donantes, sería una fortuna? Preguntas que nos gustaría, primero conocer y después informar..

Hemos intentado recoger información de las gentes de los pueblos de la Sierra de Gata y todos los interrogados, han dado respuestas afirmativas, según sus mayores. Hemos preguntado en los Ayuntamientos, si hay constancia de ello. Respondiendo negativamente.

Lo cierto es que después de leer lo mucho publicado en libros y hemerotecas si han existido esas donaciones.

Hace muchos años, una señora muy mayor, ahora tendría 110 años, si viviese.

me contaba que ella también había donado y todo el pueblo. Añadió que las mozas del pueblo tenían soldados, de los que se sentían madrinas de guerra, con nombres y apellidos y hacían jerséis y ropas para ellos. También mandaban paquetes de comido ¿Cómo? Hemos intentado conocer a través de los apellidos algunas características de las familias que nos han facilitado datos, concluyendo que, todo el pueblo acudió a donar, de acuerdo con lo que tenía, sus alhajas. Hemos descubierto, que hay donaciones tan desprendidas que, formaban parte de su arsenal de ilusiones, de fechas afectivas, de recuerdos inolvidables. Hagamos una mirada y meditemos.

¿No os parece que el pueblo español añoraba vehementemente la terminación de una guerra fratricida? Lucha entre hermanos, padres e hijos, amigos, familias y todas ellas rotas por el fantasma bélico.

Dijimos al principio que no íbamos a hablar de la guerra. No quisiéramos resucitar viejas historias. Pedimos como historiadores un no rotundo a la guerra, que la guerra es una desilusión para los ganadores y para los perdedores.

El pueblo entero es, pues y será considerado a manera de un individuo. Es el sujeto histórico. La vida histórica no es inmutabilidad y monotonía, es, por el contrario, creación y variedad. Para ello necesitamos volver a nuestros principios, a nuestros valores que son eternos y consustanciales con el ser humano. La Historia, “magistra vitae”, lugar común de todos los escritores ha de formar hombres virtuosos y enteros que tengan como denominador común, el deber, la honestidad el trabajo; oponerse al auge de los vicios, cultivar las virtudes y así será posible producir un renacimiento moral, que en estos momentos necesitamos.

Terminamos con la idea central de Lucio Anneo Floro, siglo I que. define así una Guerra Civil.:

“El pueblo armado contra sí mismo para su ruina” Floro

 P 07

Réplica de joyas para paliar los efectos de la guerra en la zona nacional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

May 062014
 

Luis Vicente Clemente Quijada.

Continuación.

Anexo estadístico

Gráfico 1: Evolución del diezmo de cereales en la Serena entre 1504-1507 (fanegas).

 escanear0031

Fuente: AGS, CMC-III, Leg 3359

Gráfico : Evolución del diezmo de cereales en la Tierra de Valencia de Alcántara entre 1504-1507 (fanegas).

escanear0030

Fuente: AGS, CMC-III, Leg 3359

Cuadro I: Evolución de la Extremadura Santiaguista entre 1503 y 1511. Solo se incluyen las poblaciones que aportan datos para las fechas consignadas.

escanear0032

Fuente: Elaborado a partir de Blanco Carrasco, J.P.: Familia, demografía y sociedad, pp409-418

May 052014
 

**Luis Vicente Clemente Quijada.

“Faltavan los recueros que tratavan e las regatonas

que vendían e los traperos e tenderos; que

no ay de quatro partes la una”.

Alcántara, 1509[1]

 

INTRODUCCIÓN

El análisis de las crisis en la Historia ha merecido la atención tanto de historiadores como de economistas[2]. Investigadores relacionados con el ámbito historiográfico o el económico han creado modelos explicativos que han puesto a prueba mediante diferentes ejemplos históricos para obtener conclusiones acerca del funcionamiento de la economía y la sociedad actuales. Tradicionalmente y sobre todo en las obras de investigadores de orientación maltusiana, las crisis agrarias (descensos críticos de la producción agrícola) se vinculaban con las crisis de subsistencia (hambrunas y carestías)[3]. Las caídas de la producción eran responsables directas de las hambrunas, en tanto que generaban el desabastecimiento de la población, que se veía avocada así a las penurias de la malnutrición y al alza de precios generadas por la escasez de bienes. Los estudios recientes, en cambio, han advertido una motivación diferente para los fenómenos críticos de desabastecimiento. En lugar de achacarlos exclusivamente a una caída brusca de la producción agraria, cada vez más, se pone el énfasis en los problemas vinculados a los circuitos de distribución[4]. Desde esta óptica, las crisis de subsistencia se deben antes a fenómenos de fallo de mercado, es decir, a una distribución ineficiente de los recursos que genera dificultades de acceso a los mismos por parte de los consumidores. Esta nueva perspectiva, basada en algunas teorías económicas que se desarrollaron durante los años 90[5], ha supuesto un cierto abandono del estudio de las causas naturales de las crisis agrarias – por otra parte, bastante conocidas –  en busca de las causas sociales de las crisis de subsistencia, lo que ha generado una más adecuada comprensión de los ciclos críticos en las sociedades preindustriales.

Desde luego, en una sociedad de base agraria, como es la Extremadura de finales del medievo, la escasez puede originarse inicialmente por una mala cosecha, pero sus efectos  son amplificados por los distintos agentes económicos que intervienen en la distribución de bienes. De este modo, un fenómeno fundamental para entender la crisis de subsistencia lo constituye el intento de los perceptores de renta por mantener sus niveles de riqueza cuando la caída de la producción es ya evidente. La fijación de precios máximos por parte de los concejos, la especulación con productos básicos por los intermediarios o las políticas desiguales de abastecimiento, agravan las consecuencias de la mala cosecha y son los responsables últimos de las hambrunas y carestías que sacuden a la población en un periodo corto de tiempo.

En este trabajo analizaremos estos procesos a través de la crisis de 1504-1508 en Extremadura. Utilizaremos para ello los datos procedentes de territorios de las órdenes militares por considerarlos, debido a su extensión, una muestra lo suficientemente representativa como para dotar de validez universal a los resultados de nuestro análisis.  La superficie ocupada por la jurisdicción maestral en Extremadura a finales de la Edad Media suponía alrededor del 40% del solar. Los señoríos de Santiago y Alcántara tienen una distribución que abarca Extremadura de norte a Sur. De esta forma, conseguimos que en el análisis estén representadas una parte relevante de las comarcas que integran la región (Sierra de Gata, Baldíos, Penillanura Cacereña, La Serena, Vegas del Guadiana, Tierra de Barros…). No obstante, para dotarlo de mayor rigor recurriremos igualmente a ejemplos de los concejos de Badajoz, Cáceres y Trujillo.

1.    PROBLEMAS EN LA PRODUCCIÓN AGRARIA

1506 fue un mal año agrario. Las fuentes nos hablan de una sequía generalizada por todo el sur de la Corona de Castilla[6]. Los problemas afectaron a la ganadería y agricultura por igual. La situación en Extremadura no fue distinta de la que se daba por las áreas meridionales de la Península.  En los pastos de La Serena, los arrendadores del diezmo de los ganados trashumantes de 1506 solo tuvieron que pagar 15.000 maravedís de los 520.000 por los que se venía arrendando esa renta el año anterior. La entrada que recoge este asiento en los libros de la Contaduría Mayor es elocuente al detallar que se adopta la medida “por la esterilidad del año”[7]. En el Partido de Alcántara, los pastores que alquilaron la dehesa de Pizarroso dejaron a su partida en 1506 una deuda por valor de un tercio del total de la renta, “que son nueveçientos e ochenta e seys mrs, que mandó el rey que no paguen a las salidas y no bolbieron más a esta tierra”[8]. En Valencia de Alcántara, la producción de trigo en 1506 supuso tan solo el 18,7% de la cosechada en 1504 (Cuadro 3). A continuación, veremos por separado los efectos sobre la ganadería y sobre la producción de cereales.

1.1 Los efectos sobre la ganadería

La sequía debió comenzar durante el otoño de 1505, dado que ya durante los primeros meses de 1506 apreciamos algunos síntomas a través de las rentas ganaderas cobradas en Extremadura. En general, es todavía bastante amplio el desconocimiento que tenemos sobre las repercusiones de las crisis agrarias sobre los semovientes. En Andalucía, donde se han realizado algunas aproximaciones para este particular, el análisis de los padrones fiscales de bienes de algunas localidades del Reino se Sevilla demuestra que la crisis de 1507 tuvo una especial incidencia sobre las cabañas de los pecheros. Aparte de aquellos animales que muriesen como consecuencia de la sequía, este sector de la población tuvo que deshacerse de parte de su riqueza ganadera para venderla y/o alimentarse[9]. En Extremadura, al carecer de estas fuentes, no podemos evaluar con precisión las pérdidas. Ahora bien, para aproximarnos a la evolución de la ganadería durante el periodo que analizamos, pueden sernos de utilidad, por ejemplo, las cifras procedentes del medio diezmo de los ganados de La Serena durante los años 1505-1507.

El medio diezmo del ganado se recaudaba en el momento de la partida de la cabaña trashumante a los invernaderos de Castilla, normalmente durante los primeros días de abril. La tasa gravaba con un 10% a los animales que nacían mientras la cabaña pastaba en las dehesas maestrales de La Serena así como al esquileo. El cobro de esta renta había pertenecido a los maestres de la Orden de Alcántara, pero desde el abandono de Juan de Zúñiga en 1503, se había convertido en un derecho de la Corona. Es a partir de entonces cuando empezamos a tener datos sobre el valor de este derecho. Como ocurría con otras rentas, la Corona alquilaba su cobro mediante una subasta unos meses antes y su precio se fijaba en función de las expectativas de los arrendadores. Las expectativas para el medio diezmo correspondiente al año agrícola de 1505-1506 fueron tan bajas que el alquiler de su cobro hizo a cambio de solo el 3% del precio del año anterior así como del valor que alcanzó en 1507 (Cuadro 1).

Cuadro 1: Valores del arrendamiento del medio diezmo en La Serena.

Año 1505 1506 1507
Valor (maravedís) 520.000 15.000 500.000

Fuente: AGS, CMC-III, Leg 3359.

Estos datos vienen a mostrar que la sequía debió causar una importante merma de los ganados trashumantes, que sería similar en las cabañas estantes. Si bien el medio diezmo se recaudaba en base a los animales neonatos y a la lana esquilada, tenemos indicios para precisar que la mortalidad afectó también a los adultos. Así interpretamos la aparición de dehesas sin arrendar en el Partido de Alcántara en los años posteriores a la sequía de 1505-1506. Es el caso de la dehesa de Maymón, de la familia Aponte, cuyo valor en 1506-1507 no aparece consignado en el libro de rentas porque “no ovo quien la arrendase este dicho año”[10]. Será esta pérdida de animales adultos la que afecte a la estructura productiva y haga que los efectos de la sequía se prolonguen durante los años siguientes pese al retorno a la normalidad climática.

1.2 Los efectos sobre la producción cerealista

De cara al común de la población, son los problemas que afectan a la agricultura aquellos que tienen una mayor repercusión sobre la vida cotidiana. En una sociedad donde la base de la economía y la alimentación la constituyen los cereales, la escasez de estos bienes influye decisivamente sobre los niveles de consumo y bienestar. Y la falta de cereales viene motivada, inicialmente, por las consecuencias de un mal año, aunque, como veremos más adelante, no sean estas las causas únicas de la escasez. Por ello, junto a los efectos de la sequía sobre la ganadería, planteamos un análisis de los mismos sobre la producción de los cereales de uso mayoritario, como eran el trigo y la cebada.

Para analizar la producción cerealista, contamos con los datos del diezmo de cereales de La Serena, lo que nos permite contrastarlo con los que ya hemos visto referidos a la ganadería en la misma zona. Las series de la Contaduría Mayor de Cuentas cuantifican este diezmo tan solo a partir de la recaudación de 1504 dado que, como veíamos, hasta 1503 la renta perteneció a Juan de Zúñiga, último maestre de la Orden. A partir de 1507, el diezmo de cereales de La Serena comienza a recaudarse bajo el régimen de arrendamiento, por lo que desde ese año solo conocemos el valor de la puja en la subasta, pero no los valores de la producción. A pesar de estos inconvenientes, contamos con las cifras referidas a lo años de la sequía (1505-1506) y la peste (1507), lo que nos va a permitir un acercamiento preciso a las fluctuaciones acaecidas en esos momentos (cuadro 2).

Cuadro 2: Fanegas recogidas por el arrendador del diezmo de cereales en la Serena

Cereal/Año 1504 1505 1506 1507
Trigo 3946 3090 881 2207
Cebada 2686 2495 269 1290

Fuente: AGS, CMC III, Legajo 3359, s/n

Si asignamos el valor 100 a las cifras de 1504, cuando todavía no hay evidencias de catástrofes climáticas que hagan disminuir los rendimientos, obtenemos que la producción de trigo en 1506 ha descendido un 77,67% respecto a la de 1504. Por su parte, la cosecha de cebada cayó en 1506 un 89,98% respecto a la obtenida en 1504. Desde luego, corremos el riesgo de que estas cifras estén alteradas por diversos intereses, tales como la ocultación de cereal por parte de los productores o los desfalcos por parte del recaudador. Por ello, resulta interesante su contraste con los datos procedentes de otra jurisdicción maestral, como era la tierra de Valencia de Alcántara. En las rentas de Valencia se incluían por entonces las procedentes de la villa así como las de sus aldeas de San Vicente y Santiago. También en ella, debido a la falta de arrendador de la renta, la recaudación estuvo a cargo de un receptor nombrado por la Corona. Este tenía la obligación de consignar en sus libros de cuentas el montante total de las fanegas recogidas, de modo que contamos con datos precisos hasta el año 1507 (Cuadro 3).

Cuadro 3: Fanegas recogidas por el arrendador del diezmo de cereales en Valencia de Alcántara.

Cereal/Año 1504 1505 1506 1507
Trigo 2677 2175 501 525
Cebada 619 573 83 136

Fuente: AGS, CMC III, Legajo 3359, s/n

Si repetimos el mismo procedimiento, consistente en asignar el valor 100 a los datos de 1504, obtenemos un descenso del 81,29% para la producción de trigo y del 86,59 para la de cebada en la Tierra de Valencia de Alcántara. Por tanto, nos situamos ante unas cifras similares procedentes de dos espacios distintos. Esto nos lleva a plantear la validez de los datos que manejamos y nos permite situar el descenso de producción, a partir del cálculo del promedio de ambos territorios, en torno al 78,98% para el trigo y el 89,18% para la cebada durante el año de 1506 en Extremadura. Esto supone que las economías campesinas dispusieron de apenas el 20% del trigo que recolectaban de manera habitual y algo más del 10% de la cebada. Si tenemos en cuenta que los rendimientos estipulados para la Corona de Castilla en estas fechas se sitúan en torno a 1:5 (una fanega sembrada produce 5 fanegas de cosecha)[11], obtenemos que la recolección del año 1506 no basta para sembrar una superficie similar de cara a la siguiente campaña. De esta forma, el efecto coyuntural se incorpora a la estructura productiva y la acaba lastrando durante los años venideros, como de hecho nos muestra la baja producción del año 1506-1507, cuando todavía no se han generalizado los efectos de la peste (gráficos 1 y 2).

2.    LA AMPLIFICACIÓN DE LA CRISIS: ESPECULACIÓN, POLÍTICAS DESIGUALES DE ABASTECIMIENTO E INELASTICIDAD DE LA DEMANDA

Una vez que hemos repasado los problemas en las bases productivas, podemos analizar cómo los mismos se amplifican a partir de algunas medidas adoptadas por los distintos agentes económicos. A priori, es lógico interpretar que las crisis de subsistencia se generan como consecuencia de las crisis agrarias. Sin embargo, estimamos que son los fallos de mercado, es decir, las desigualdades en la distribución y asignación de los recursos, los responsables últimos de que los problemas agrarios se amplifiquen y recaigan sobre los eslabones más débiles de la cadena de consumo, que vienen a coincidir con los sectores económicamente más débiles de la sociedad. Entre las dificultades de acceso a los recursos que supone el fallo de mercado, la más destacada será la escasez generada no ya por la mala cosecha sino por la especulación y las políticas concejiles ineficientes de abastecimiento. Sus consecuencias se ven intensificadas por el problema de la inelasticidad de la demanda de cereales panificables.

2.1 Especulación y políticas desiguales de abastecimiento

Una de las funciones de los concejos medievales era la de gestionar el abastecimiento de alimentos para la población. El concejo no ejercía un control directo sobre carnicerías ni hornos de pan, que eran arrendados y explotados por particulares. Las villas contaban con un mercado semanal y varios mercados especializados a lo largo del año donde cada productor acudía a vender su mercancía. ¿Cuál era entonces el papel del concejo? Las autoridades concejiles se limitaban a regular las condiciones en las que debían realizarse las transacciones (control de pesos y medidas, fijación de normas…). Sin embargo, cuando se producía el desabastecimiento de algún bien, como es el caso de la carestía que analizamos, los concejos intervenían para intentar restablecer el flujo de esos productos. En el caso de los cereales, algunos concejos tenían ya a principios del siglo XVI sus propios pósitos que mitigaban los efectos de las carestías[12]. Cuando estos se vaciaban, los concejos ponían en marcha diversas medidas para abastecer a la población. ¿Pero de dónde procedía el grano? Pues normalmente los concejos buscaban granos en otras jurisdicciones, como ocurrió con Trujillo y Cáceres durante esta carestía. No obstante, había momentos en los que el grano se conseguía de los almacenes de personas que se dedicaban a especular con él o del almacenado en las aldeas dependientes de la villa. Veamos algunos ejemplos.

En Badajoz, en 1507 se había creado un registro donde se contabilizaba el trigo almacenado en las casas de particulares. Las actividades especulativas habían hecho que de nuevo escasease el pan en la ciudad. El informe presentado ante la Cámara de Castilla es elocuente al respecto[13]. En el mercado local no había granos; desde hacía un tiempo, los vecinos “no hallavan pan en la plaça para sus mantenimientos”. El problema no estaba en la escasez, sino en la especulación. Solo así se entiende aquella falta de producto cuando vecinos como Francisco de Tarifa “tenían registradas dos mill quinientas fanegas de pan”. Sin embargo, como recoge el informe, los comerciantes preferían retirar el producto del mercado en un intento de hacer aumentar el precio o desviarlo a otros circuitos: “no querían vender el dicho trigo a veçinos de esta çibdad por lo vender a estrangeros a mayores preçios”. Nos situamos en este caso ante los efectos adversos que acarrea el control de precios por parte de un poder. El establecimiento de un precio máximo que los vendedores pueden recibir por el bien ofertado a menudo genera escasez, en tanto que los mismos se niegan a vender su producto porque son conscientes de que pueden obtener mayores beneficios si lo venden en otros lugares. La siguiente consecuencia es la aparición de un mercado negro donde ese producto se comercia a precios superiores. Los especuladores de Badajoz preferían vender a extranjeros porque el concejo había establecido un precio oficial de 5 reales por fanega (170 maravedís), “que hera justo e razonable preçio”, pero seguía siendo bajo en comparación con los precios alcanzados en Valencia de Alcántara, donde la fanega llegó a costar ese año a 375 maravedís (véase Cuadro 4) o Trujillo, donde alcanzó los 400[14].

De lo apuntado podría deducirse que las políticas intervencionistas solo conseguían agravar la situación. Ahora bien, el informe de Badajoz nos detalla cuáles fueron los pasos siguientes. Una vez que los oficiales concejiles advirtieron que el establecimiento del precio máximo no había sido suficiente para garantizar el acceso al pan, la justicia optó por requisar, previo pago, de 1000 fanegas de las almacenadas por los distintos intermediarios que acaparaban el trigo. Para ello estableció una contribución obligatoria que era proporcional a la cantidad almacenada. Entre los afectados por la medida resulta significativo el caso de Francisco de Tarifa, por lo que nos dice sobre la especulación comercial en la ciudad. En el momento de contribuir en el repartimiento, Francisco se negó a aportar la parte asignada, alegando que el trigo era “del señor rey don Femando e de sus rentas e que él no tiene recudimiento para lo vender”[15]. Francisco de Tarifa intentaba protegerse con el argumento de que él se limitaba a cumplir con su tarea, pero más adelante declaraba sus verdaderas intenciones: “dixo que no quiere resçibir el dinero a çinco reales por la fanega, salvo a siete reales (238 maravedís) por cada una, como dixo que vale en la çibdad”. Su testimonio, aparte de confirmarnos la existencia de un mercado paralelo donde el trigo se vendía por encima del precio oficial, denota la actividad especulativa que estaba llevando a cabo el recaudador de rentas reales. La sentencia del concejo fue fulminante. El alguacil fue enviado a incautarse de las 100 fanegas correspondientes y Francisco de Tarifa acabó en la cárcel “por el poco acatamiento que ha tenido”. El concejo recaudó finalmente todo el trigo que se había propuesto, pero a riesgo de que la fijación de precios máximos potenciase el desabastecimiento. Fue necesario acompañar a la medida de otras más contundentes.

Junto a la incautación de bienes de especuladores, algunas villas y ciudades recurrían a la incautación de la producción cerealista de sus aldeas. Para comprender esta política y sus efectos sobre la población, debemos tener en cuenta la forma en la que se producían las relaciones ente las villas y las aldeas. Las villas disponían de la capacidad legal para desarrollar una organización económica de su territorio en función de los intereses urbanos. Entre otras realidades, estas normativas van a incidir sobre la producción y el comercio[16]. Las aldeas son las grandes perjudicadas por estas políticas a lo largo de la Edad Media. Esta situación, con matices, seguía vigente a principios del siglo XVI. El interés de una villa por controlar los recursos aldeanos en estas fechas podemos observarlo a través de los acontecimientos de Zalamea de la Serena. Hacia 1510, el concejo de Zalamea pretendía usar en igualdad de condiciones los rastrojos de la aldea de La Higuera (Higuera de la Serena), a lo que se había opuesto el concejo aldeano, cuyos representantes fueron arrestados por ello[17]. En Cáceres, en relación con el comercio del vino, el concejo promulgó unas ordenanzas en 1494 para prohibir la importación hasta que se consumiese el de los vecinos. La ordenanza afectaba por igual al vino de los aldeanos del Casar y Pozo Morisco, a quienes también se les prohibía vender en la villa o se les permitía a cambio de una costosa licencia: “que ninguna ni algunas personas (…) no sean osados de meter en esta dicha villa ni en su término vino añejo ni nuevo de fuera parte, ni del Casar, ni de Pozo Morisco”[18]. Se genera así una política económica desigual que favorece a la actividad agraria y comercio de los habitantes de las villas en detrimento de la vida económica de las aldeas[19].

¿Cómo afecta esta política a los habitantes de las aldeas en los momentos de crisis de subsistencia? En Extremadura documentamos algunos casos en los que los concejos de la villa requisan parte del trigo almacenado para el abastecimiento local aldeano. En Trujillo, durante las carestías de 1485, el concejo estableció un reparto entre las aldeas del término[20]. Durante la crisis de subsistencia de 1507, el concejo se abasteció de trigo al menos en Berzocana y Aguijón el año de 1505 y en Logrosán y de nuevo Berzocana en 1506. Aunque resulta difícil precisar la existencia o no de una presión sobre los concejos aldeanos para obligarles a contribuir con las cantidades demandadas, esta situación parece más clara en el repartimiento de 1485[21]. En cualquier caso, podemos documentar el funcionamiento de este mecanismo en Huete (Cuenca). En 1505, los vecinos de sus aldeas escribían a la Cámara de Castilla porque el corregidor y alcalde de la ciudad “toman a los lugares e vezinos de la dicha tierra el pan que tienen para sus mantenimientos”[22]. La política de la ciudad, a tenor del informe, pasaba por garantizar el abastecimiento urbano en detrimento de los intereses aldeanos, por lo que los vecinos pedían “que no lo saquen ni puedan sacar del dicho lugar hasta aver proveydo el pueblo o lugar donde está el tal pan”. De esta forma, el peso de la carestía se hace recaer en mayor medida sobre los habitantes de las aldeas, que se verán atenazados por la escasez debida a la mala cosecha y por las incautaciones de granos efectuadas por las villas. La política desigual de abastecimiento urbano mitigará los efectos de la carestía entre los vecinos de la villa, pero no hará sino aumentar su incidencia sobre las aldeas.

2.2    Inelasticidad de la demanda

El problema de la inelasticidad de la demanda se nos presenta, junto al de la especulación y las políticas desiguales, como un elemento básico para comprender la carestía y la paralela crisis de subsistencia. En condiciones normales y en un mercado no sujeto a intervención oficial, el precio del trigo llegaba a un punto de equilibrio en función de las cantidades ofertadas y las demandadas. El trigo era en estos momentos un bien básico que además presentaba la peculiaridad de que su demanda era prácticamente inelástica. Esto quiere decir que, pese a la escasez y el aumento de su precio, los consumidores necesitaban seguir consumiendo aproximadamente las mismas cantidades de este cereal. La inelasticidad se veía reforzada por la ausencia de bienes sustitutivos durante la carestía, o sea, aquellos que cumpliesen un papel similar al que desempeñaba el trigo en la dieta básica de gran parte de la población. Hemos visto en el apartado 1.2 cómo la caída de la producción afectó incluso en mayor medida a la cebada y sospechamos que los efectos sobre otros cereales panificables, como el centeno, debieron ser similares.

Los vendedores de cereal conocían estos detalles, aunque en su universo mental no manejasen los conceptos que hoy utilizan los economistas. Por eso, en los momentos de escasez, aprovechaban la circunstancia para aumentar el precio de venta, como hacía en Badajoz Francisco de Tarifa. Los intentos de fijar un precio máximo no hicieron sino empeorar la distribución de trigo, de modo que en lugar de garantizar el acceso a los bienes, generaron el desabastecimiento de algunas urbes. Debido a la especulación y a la necesidad de seguir consumiendo, el precio seguía subiendo en el mercado clandestino. Los consumidores no tenían alternativa y se veían obligados a obtener el trigo a cualquier precio. De esta forma, los acaparadores amplificaban los efectos que ya de por sí había generado la crisis agraria. Para hacernos una idea de la magnitud del incremento de precios de los cereales panificables podemos recurrir a la evolución de sus cifras en Valencia de Alcántara.

Cuadro 4: Precio de la fanega de cereal en Valencia de Alcántara.

Cereal/Año 1505* 1506 1507
Trigo 110 280 375
Cebada 60 100 60
Centeno 70 190 70

Fuente: AGS, CMC III, Legajo 3359, s/n *Precios de tasa.

La serie presenta el problema de que los precios consignados para el año 1505 se corresponden con los fijados en la tasa. Sin embargo, en 1507 se ordenó una averiguación del valor real que estaba alcanzando el cereal, sin duda porque los responsables de la Contaduría Mayor de Cuentas eran sabedores de las fluctuaciones que se estaban produciendo y de la existencia de un mercado negro donde los cereales alcanzaban unos precios superiores a los fijados oficialmente. Gracias a esta averiguación conocemos el incremento de hasta un 254,54% del precio del trigo sobre el valor de tasa en 1506, aumento que se disparó hasta alcanzar el 340,90 % en 1507. Sin duda, la inelasticidad del consumo unida a la especulación con la escasa producción va a promover un aumento desmesurado del precio de los cereales. Ambos factores se convertirán en un mecanismo que depauperará al común de la población, asunto del que nos encargaremos en el apartado siguiente.


3.    LOS EFECTOS DE LA CRISIS: CONCENTRACIÓN DE LA RIQUEZA, EMIGRACIÓN Y MUERTE.

Como suele ser habitual en los momentos de crisis, la de 1507 no supuso una quiebra para toda la población extremeña. Algunos grupos salieron beneficiados e incluso fortalecidos de este desajuste. Mediante unas políticas impopulares, habían conseguido aumentar su riqueza. Por el contrario, otros sectores padecieron los efectos de la enfermedad o la depauperación. Sin que esta crisis suponga una transformación definitiva, construirá un peldaño más de la serie de factores que contribuyeron a profundizar las diferencias socioeconómicas desde finales del siglo XV. A continuación, dedicaremos unas líneas al proceso de concentración de riqueza y a los efectos demográficos de la crisis de subsistencia.

3.1 Procesos de concentración de la riqueza

Al igual que hacíamos en el apartado dedicado a la producción agraria, realizaremos el análisis de los procesos de concentración de la riqueza a partir de los datos procedentes de la producción agroganadera y su comercialización. Este recurso ha sido puesto en práctica con interesantes resultados en Andalucía. Allí se ha observado cómo, pese a los efectos negativos de la crisis, la cabaña siguió creciendo en el Reino de Sevilla. No obstante, también se ha comprobado que este crecimiento no fue paralelo  a una mayor distribución de la propiedad ganadera entre la población. Mientras que la población pechera tuvo que deshacerse de parte de su cabaña, las oligarquías locales consiguieron no solo mantenerla, sino incrementarla[23]. En suma, desde la crisis de 1507, el mayor número de cabezas documentado a partir de los diezmos eclesiásticos pertenece a los potentados locales y no ya a los pecheros. En Extremadura no contamos aun con datos fiables sobre la reducción de las cabañas pecheras y la concentración en manos de sectores enriquecidos. Los datos sobre el diezmo de La Serena contabilizan al ganado trashumante fundamentalmente y si bien los efectos coyunturales sobre este debieron ser similares en las cabañas estantes, seguimos sin cifras precisas. Sin embargo, sí podemos plantear una reflexión sobre el fenómeno de concentración a partir del alza de precios del trigo y el incremento de beneficios que supuso para los acaparadores de grano.

Como hemos visto en el informe de Badajoz, el trigo no faltaba pero las dificultades para encontrarlo permitían a los especuladores aumentar sus beneficios. Si los especuladores hubiesen sido unos meros intermediarios, podríamos pensar que el margen de ganancia tendía a mantenerse estable pese al aumento del precio. Así, ante la escasez, los productores exigirían un precio más alto por el cereal. El intermediario, al subir el precio en el mercado, no haría sino compensar el incremento aplicado a su precio inicial. Sin embargo, los casos de especulación que hemos detectado no se adaptan a este esquema. Para ellos, el cereal era recaudado a coste 0. Esto ocurría porque la mayoría de los acaparadores eran en realidad arrendadores de diezmos. Así, recibían siempre y con independencia de las calamidades, un porcentaje del cereal cosechado sin que tuviesen que pagar ningún coste por él. El único gasto asociado a su actividad era el salario de las diversas personas implicadas en la recaudación. Los salarios no se dispararon durante la crisis de 1504-1508, de modo que no supusieron un gasto extra. Dado que conocemos el montante de fanegas recogidas en Valencia de Alcántara durante los años de la crisis (Cuadro 3) y su precio de venta (Cuadro 4), podemos estimar los beneficios brutos obtenidos por el receptor Juan de Barradas durante ese periodo de tiempo (Cuadro 5).

Cuadro 5: Beneficios brutos derivados de la venta de trigo por el receptor de rentas de cereales en Valencia de Alcántara.

Año Cantidad(fs de trigo) Precio (mrs) Beneficio bruto (mrs)
1505 2175 110 239.250
1506 501 280 140.280
1507 525 375 196.875

Fuente: CMC-III, Leg 3359, s/n

¿Cómo afecta este incremento de precios al reparto de la riqueza? En general, podemos afirmar que mediante a distintos mecanismos económicos, el peso de la crisis se hará recaer sobre los consumidores, que tendrán que pagar más por el mismo producto. Por el contrario, los acaparadores de grano conseguirán amortiguar los efectos de la caída de la producción, de modo que el desajuste repercutirá en menor medida sobre sus beneficios. Para ilustrar estas afirmaciones recurriremos, una vez más, al ejemplo del comportamiento del mercado de granos en Valencia de Alcántara a través de la relación entre la recaudación y los beneficios brutos obtenidos por el receptor real Juan De Barradas (Cuadro 6).

Cuadro 6: fluctuaciones de la recaudación y del beneficio bruto del receptor de Valencia de Alcántara

Año Beneficio bruto (mrs) Disminución de la recaudación (%) Disminución del beneficio (%)
1505 239.250
1506 140.280 76,97 41,37
1507 196.875 75,86 17,71

Fuente: elaboración propia a partir de CMC-III,  Legajo 3359, s/n

Como podemos observar, la caída de la producción no supone un descenso directamente proporcional de los beneficios. La tabla muestra cómo durante el año de 1506, cuando la recaudación del diezmo de trigo cae un 76,97%, los beneficios solo descienden un 41,37%. De esta forma, el incremento del precio del trigo en un 254% en la Tierra de Valencia repercutió sobre los consumidores, que se vieron obligados a pagar más, pero amortiguó las pérdidas del especulador. Más significativo si cabe es el análisis de lo ocurrido durante el año 1507. Cuando la recaudación seguía estancada en un 75,86% con respecto a la recogida en 1505, las ganacias del receptor solo eran un 17,71%  inferiores. En otras palabras, los efectos de la caída de la producción fueron menos graves en la economía de Juan De Barradas que en la de los consumidores gracias al aumento del precio durante 1506 y 1507.

A tenor de los datos manejados podemos afirmar que la crisis supuso un mecanismo de empobrecimiento para el consumidor urbano de trigo y para los grupos pecheros más desfavorecidos. Sin embargo, este empobrecimiento no afectó a todos los vecinos por igual. Determinados grupos, mediante la práctica del acaparamiento de bienes básicos favorecida por la inelasticidad de la demanda, consiguieron aumentar sus ganancias. De esta forma, canalizaban hacia sí el gasto extra del consumidor. O lo que es lo mismo: su enriquecimiento era directamente proporcional a la depauperación de sus vecinos.

3.2 Consecuencias demográficas: emigración   y muerte.

Uno de los mejores indicadores de los efectos de la crisis de subsistencia lo constituye la evolución de la población, especialmente los datos referidos a la mortalidad. En este caso, sería interesante analizar las series sacramentales por parroquias, pero los datos para esta etapa no ofrecen una estadística fiable en las diócesis extremeñas, debido a la escasez de libros de difuntos para el primer tercio del siglo XVI. Los datos sobre la pérdida global de población en Extremadura como consecuencia de la crisis de 1507 son todavía parciales debido a la parquedad de las fuentes. Algunos trabajos han ofrecido la cifra de un 20% entre 1503 y 1515[24]. Sin embargo, este porcentaje no es indicativo de los efectos concretos de la crisis, dado que al tratar las cifras comprendidas entre esos dos años, se incluye en ellas la recuperación operada a partir de 1510. Por nuestra parte, planteamos un análisis de la pérdida demográfica operada entre 1503 y 1511. Contamos para ello con los datos de población de algunos lugares de la Extremadura Santiaguista que nos van a permitir establecer una comparativa entre el volumen de población contabilizada en 1503 (previa al inicio de la crisis), la de 1508 (justo después de la peste de 1507) y la de 1511, que nos ofrece el resultado final, justo en el momento de la vuelta a la normalidad en el abastecimiento. Desde luego, estas cantidades deben ser tratadas con cautela debido a que se refieren solo a la población pechera y omiten el monto que suponía la población privilegiada[25]. En cualquier caso, nos sirven siquiera para estimar la tendencia en el comportamiento demográfico durante la crisis. De esta forma, el análisis del conjunto de poblaciones santiaguistas que aportan datos para los tres años referidos (véase anexo), nos arroja la siguiente panorámica:

Cuadro 7: Tasas de crecimiento demográfico en la Extremadura Santiaguista.

Año 1503 1508 1511
Total 13647 11214 10501
Crecimiento (%) -17,82 -23,05

Fuente: ver Cuadro 1 del Anexo Estadístico.

En la tabla se pone de manifiesto que la reducción de la población se sitúa en un 17,82% entre 1503 y 1508, años durante los cuales se vive la carestía de 1506 y la peste de 1507. Sin embargo, resulta significativo que la tasa siga en aumento durante los años posteriores, hasta situarse en una pérdida global del 23,05% de la población en 1511 con respecto a la de 1503. Esto demuestra cómo, en efecto, no son los problemas generados por la mala coyuntura climática los que repercuten sobre la población, sino la serie de trabas en el  acceso a los recursos que se desencadena durante los momentos de escasez. Es por ello que, pese al repunte de la producción en 1508, la población continua disminuyendo hasta 1511.

Si de lo general descendemos a un ejemplo particular, como es el caso de la Tierra de Montánchez, observaremos las tendencias con mayor precisión. La tierra de Montánchez se ajusta a las pautas comunes que hemos visto para la Extremadura santiaguista. Si otorgamos a la población total de 1503 el valor 100, la reducción en el número de vecinos que se ha operado entre esa fecha y el año 1511 es de un 37,48%, una cifra muy superior al  23,05% que obtuvimos en el cómputo global de los territorios extremeños de la Orden de Santiago.

Cuadro 8: Evolución demográfica de la Tierra de Montánchez durante la crisis.

Población 1503 1508 1511
Albalá 89 100 72
Alcuéscar 300 250 156
Almoharín 200 160 121
Arroyomolinos de Mont. 240 144 146
Benquerencia 34 15 15
Casas de don Antonio 95 73 63
Montánchez 135 190 125
Salvatierra de Santiago 180 100 76
Torre de Santa María 90 50 44
Torremocha 220 166 170
Valdefuentes 90 63 70
Valdemorales 30 21 17
Zarza de Montánchez 170 114 96
Totales 1873 1446 1171
Crecimiento (%) 100 -22,79 -37,48

Fuente: elaborado con los datos de Blanco Carrasco, J.P: Familia, demografía y sociedad, pp 413-418

Resulta significativo que pese a la merma generalizada de efectivos humanos en todas las aldeas de la jurisdicción, la villa aumente su población en 55 vecinos, lo que supone un 40, 7% más respecto a la población contabilizada en 1503. A finales de 1507, los visitadores de la villa achacaban su buena marcha demográfica a la mediación de los martires San Sebastián y San Fabián “por cuya intençion la dicha villa fue librada de la dicha pestilençia más que ningun logar de su tierra”[26]. Más allá de los milagros, quizá su evolución guarde relación con las políticas concejiles de abastecimiento. La villa, pese a ser el cuarto núcleo demográfico de la Tierra, poseía la capacidad jurídica de imponer sus políticas sobre las aldeas. Como veíamos en Badajoz y Trujillo así como a través de las protestas de las aldeas de Huete, es posible que en Montánchez se hayan puesto en marcha mecanismos que garantizasen el abastecimiento de sus vecinos a corto plazo. Esto causaría un doble efecto despoblador sobre las aldeas. Por una parte, la vida en la villa suponía una mínima garantía de disponibilidad de productos básicos. Por otra, los vecinos de las aldeas que se avecindaban en ella evitaban unas políticas que hacían recaer sobre ellos el peso del sustento de la villa. De esta forma, Montánchez pudo constituir un polo de atracción sobre los habitantes de la jurisdicción, lo que explicaría el aumento repentino de población en un momento en el que la tendencia generalizada era la merma. Esto demuestra que la emigración constituye uno de los recursos de las poblaciones para paliar los efectos de la crisis. La movilidad, tiene como finalidad huir de una situación de desabastecimiento y de una fiscalidad insostenible.

4.      CONSIDERACIONES FINALES

En la crisis de 1504-1508 en Extremadura encontramos varios componentes relacionados. En primer lugar se produce un descenso de la producción agroganadera, cuyas tasas hemos calculado en un promedio de 77,67% para el trigo y del 89,98% para la cebada en 1506 con respecto a las cifras de 1504. La escasez de cereales panificables y sobre todo la especulación que hemos documentado en Badajoz y Valencia de Alcántara harán que el precio del trigo se dispare hasta cuotas del 254,54% en 1506 y del 340,90% en 1507 sobre el valor oficial de la tasa ordenada por la Corona. Junto a estos indicadores, la población extremeña descenderá un 17,82% tras la peste de 1507, cifra que aumentará hasta un 23,05% en 1511 con respecto a los datos poblacionales de 1503, previos al inicio de los problemas agrarios y de abastecimiento. El descenso de población hasta el año 1511 pone de manifiesto que los problemas coyunturales (peste) tienen un peso menor que los estructurales (crisis de subsistencia) en la evolución de la mortalidad.

El efecto fundamental del desajuste se encuentra, pues, en la crisis de subsistencia. Esta es fundamentalmente una cuestión de economía política. Las políticas desiguales de abastecimiento y las prácticas especulativas son las responsables principales de los fallos de mercado que dificultan el acceso a los bienes básicos. Los concejos pondrán en marcha medidas destinadas a garantizar el abastecimiento de la villa, pero chocarán con los intereses de determinados sectores económicos enriquecidos mediante el acaparamiento de granos. En otras ocasiones, el abastecimiento urbano se hará a costa de la incautación de la producción aldeana. Por tanto, mediante la especulación y las políticas desiguales de abastecimiento, y favorecido además por la inelasticidad de la demanda, el peso de la crisis se transfiere a los consumidores urbanos y al campesinado aldeano, que ven mermar su poder adquisitivo y sus recursos económicos. Estos daños estructurales condicionaran negativamente el desarrollo las economías familiares de la mayoría de la población durante los años siguientes. Así, podemos afirmar que la crisis de subsistencia contribuye al empobrecimiento de los grupos económicamente más débiles. Paralelamente, se produce una transferencia de recursos desde estos sectores hacia aquellos mejor situados en cuanto a niveles previos de riqueza. Por tanto, la crisis supone una profundización de las diferencias socioeconómicas en la Extremadura tardomedieval que se presume irreversible.

 

 

* Trabajo realizado dentro del proyecto “Paisaje agrario y sociedad rural en Extremadura y Andalucía Occidental (siglos XV-XVI)”. Proyecto HAR2010-15238 del Ministerio de Economía y Competitividad.

** Becario del Programa FPU del Ministerio de Educación en la Universidad de Extremadura. Correspondencia: luisvcq@unex.es

[1] AGS, CCA, Pueblos, leg 1 doc 195. Citado en Martín Nieto, Dionisio: “Panorama histórico de Alcántara en el siglo XVI”, en AAVV: Noticias de Alcántara, Tomo II: La villa de Alcántara en tiempos de Pedro Barrantes Maldonado, Cáceres: Diputación Provincial, 2010, p19

[2] Algunos trabaos relevantes para el conocimiento de las crisis bajomedievales en la Corona de Castilla son los de Borrero Fernández, Mercedes: “El mundo rural y la crisis del siglo XIV. Un tema historiográfico en proceso de revisión”. Edad Media. Revista de Historia, 8 (2007), pp. 37-58; Casado Alonso, Hilario: “¿Existió la crisis del siglo XIV? Consideraciones a partir de los datos de la contabilidad de la catedral de Burgos” en Del Val Valdivieso, Maribel y Martínez Sopena, Pascual (dirs): Castilla y el mundo feudal. Homenaje al profesor Julio Valdeón, Valladolid: Junta de Castilla y León, 2009, pp 9-25. Colombo, Octavio: “Entre lo natural y lo social. Las crisis de subsistencia a fines de la Edad Media castellana (Ávila, 1500-1504)”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Hª Medieval, Tomo 25 (2012), pp 173-198. De especial interés para el ámbito peninsular resulta el conjunto de obras reunidas en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere (coors): Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media, Sevilla: Universidad de Sevilla, 2007.

[3]Utilizamos los conceptos de crisis agraria y crisis de subsistencia en el mismo sentido que han sido propuestos por François Menat en “Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media: algunas reflexiones previas” en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere (coors): Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media, p17.

[4]Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere: Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media; Colombo, Octavio: “Entre lo natural y lo social”.

[5] Concretamente, a los trabajos de Sen, Amartya: Poverty and Famines: An Essay on Entitlement and Deprivation, Oxford: University Press, 1999

[6] Véanse para Andalucía los trabajos de Martín Gutiérrez, Emilio: “La crisis de 1503-1507 en  Andalucía. Reflexiones a partir de Jerez de la Frontera” en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere: Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media. pp 277-302 y también el de Carmona Ruiz, María Antonia: “Ganadería y crisis agrarias en Andalucía en la Baja Edad Media” en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere: Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media. pp 245-258.Para el ámbito castellano Oliva Herrer, Hipólito: “Reacciones a la crisis de 1504 en el mundo rural castellano” en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere: Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media. pp 259-276

[7] AGS, CMC-III, Leg 3359.

[8] SNAHT, Ovando, C.1, D. 42.

[9] Carmona Ruiz, María Antonia: “Ganadería y crisis agrarias en Andalucía en la Baja Edad Media”.pp 256-257

[10] SNAHT, Ovando, C.1, D. 42. Cuentas de 1508.

[11] Clemente Ramos, Julián: “Agrosistemas hispanocristianos: el secano (Corona de Castilla, siglos X-XV)”, en De la Iglesia Duarte, José Ignacio (coor): Cristiandad e Islam en la Edad Media Hispana, Actas de la XVIII Semana de Estudios Medievales de Nájera, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos,  2008 p 256.

[12] Hay alhóndigas documentadas en estas fechas en Trujillo (Sánchez Rubio, M.A: El concejo de Trujillo y su alfoz en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna, Cáceres:Universidad de Extremadura, 1993) y Cáceres (García Oliva, María Dolores: Organización económica y social del concejo de Cáceres y su tierra en la baja edad media, Cáceres: Institución Cultural El Brocense, 1991, p181). Sobre los pósitos y alhóndigas que se documentan en Extremadura, véase   Hidalgo Mateos, Antonio: “Los pósitos extremeños en la transición del medievo a la modernidad” en Clemente Ramos, Julián y Montaña Conchiña, Juan Luis (coors): Actas de las I Jornadas de Historia Medieval de Extremadura, Mérida: Editora Regional de Extremadura, pp 147-154.

[13] AGS, CCA, Leg 31, doc 19.

[14] Sánchez Rubio, María de los Ángeles: El concejo de Trujillo, p 398

[15] AGS, CCA, Leg 31, doc 19, 98

[16] Clemente Ramos, Julián: “Ciudad y territorio en la Extremadura medieval (siglo XIII-c. 1550)”, en Beatriz Arizaga Bolumburu y Jesús Angel Solórzano Telechea (coords): La ciudad medieval y su influencia territorial Actas de la XVII Semana de Estudios Medievales de Nájera, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos,  2008, p82

[17] “el alcalde y rregidores [de La Higuera] desacotaron los dichos rastrojos y por ello este testigo y su conpañero, que hera Gaspar de Herrera, tuvieron preso en esta villa a los dichos alcalde y rregidores del dicho lugar” ARCHGR, 2944, 2

[18] GARCIA OLIVA, María Dolores: Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres, (1475-1504), Cáceres: Institución Cultural El Brocense, 1987, p 208,  doc. 121, art 1.

[19] Sobre este modelo y su paulatina ruptura en algunas jurisdicciones extremeñas, véase Clemente Ramos, Julián: “Ciudad y territorio en la Extremadura medieval”, en especial las páginas 104-108.

[20] Sánchez Rubio, María de los Ángeles: El concejo de Trujillo,  p393

[21] Ibídem.

[22] AGS, CCA, Leg 9, doc 217.

[23] Carmona Ruiz, María Antonia: “Ganadería y crisis agrarias en Andalucía”, p 257

[24] “Así, en 1515, en vísperas del gran movimiento de emigración a Indias, la Extremadura santiaguista tenía una población inferior en un 20% a la de antes de la peste” Gerbet, Marie Claude: La nobleza en la Corona de Castilla. Sus estructuras sociales en Extremadura (1454-1516), Cáceres: Institución Cultural El Brocense, 1989, p25.

[25] Blanco Carrasco, José Pablo: Demografía, familia y sociedad en la Extremadura Moderna. 1500-1800. Cáceres: Universidad de Extremadura, 1999, p 32

[26] Citado en Rodríguez Blanco, Daniel: La orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV), Badajoz: Diputación Provincial, 1985, p86.

ANEXO ESTADÍSTICO

Véase artículo propio de este mismo año.

 

May 052014
 

Adrián Elías Negro Cortés.

Universidad de Extremadura

1. Introducción

El propósito de este trabajo es realizar un pequeño análisis de la colección de numismática expuesta al público en el museo arqueológico de Cáceres, situado en la plaza de las Veletas. Es un museo ecléctico en lo relativo a su temática, dispone de tres secciones, la de arqueología, que abarca desde los primeros pobladores a Roma, la sección de etnografía, en la que se pueden observar objetos utilizados hasta hace poco en los que podemos analizar los patrones de comportamiento y de evolución temporal y la sección de bellas artes, en la que podemos admirar obras de arte de diferentes épocas y estilos.

 

La sección que nos va a ocupar aquí es la sección de arqueología, y más en concreto su sala 4. En el centro de la sala 4 podemos contemplar una muestra, bastante escasa por cierto, de las monedas que conserva el museo de Cáceres, que centrarán nuestro estudio. Ocupa un lugar principal en esta sala dedicada a Roma, con vitrinas alrededor cuyo contenido es principalmente de cultura material. Es el único lugar del museo donde podemos ver monedas.

 

La musealización de estas monedas es muy criticable, solo se muestra el anverso o reverso de las monedas, en algunas monedas, que son las que nosotros vamos a comentar, un tosco dibujo nos permite apreciar el anverso y reverso de las monedas. Se dividen en dos vitrinas, una que expone las monedas indígenas, entre las que se incluyen las monedas hispanorromanas y las monedas romanas propiamente dichas.

 

El Museo de Cáceres dispone de muchos más fondos numismáticos, tanto de época hispanorromana como medieval, pero únicamente tiene expuestos fondos correspondientes a la Edad Antigua. Nosotros, para iniciar el estudio, hemos examinado las monedas expuestas al público acuñadas en Hispania, prescindiendo, por razones de espacio, del análisis de las emisiones republicanas realizadas en Roma.

 

2. Catálogo.

 

2.1. La moneda prerromana.

 

Aquí expondremos unos cuantos ejemplos de moneda hispánica, los más característicos y significativos según el museo, pues los ha juzgado merecedores de unos dibujos adjuntos que nos permitan ver anverso y reverso.

 O

 Fig. 1: As con jinete lancero. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Asimilado al as[1]

Cultura: Ilergetes

Ceca: Kelse (Velilla de Ebro, Zaragoza)

Cronología: s. II- s. I a. C.

Peso: 9,4 g (peso estándar)

 

Anverso: Cabeza viril masculina[2], probablemente Apolo, con pelo rizado, a derecha con dos delfines a la derecha de la moneda y a la izquierda, la leyenda CEL que hace referencia a la ceca donde se acuñó, Kelse, latinizado.

 

Reverso: Caballo avanzando hacia la derecha con jinete portando una palma en su mano derecha. Bajo él, en el exergo, la leyenda CASE.

 

Comentario histórico: No podemos precisar exactamente de qué divinidad se trata la cabeza masculina, algunas representaciones del dios fenicio Melquart, aunque también, en el tiempo que nos ocupa, puede asociarse a Apolo, que será más probable.

 

Apolo, a veces, se puede representar con dos delfines, bajo la advocación de Apolo Delfinio, que fue utilizado en el mundo griego para desear una navegación segura, buen augurio y que, en ciudades marítimas, tendría connotaciones talasocráticas. No es el caso, pero podemos asociar el busto que aparece en el anverso fácilmente a Apolo, pues, aunque no se marca muy claramente, parece que tiene el pelo bastante rizado y ni rastro de barba en la cara, dos de los atributos iconográficos más destacados de Apolo. Ello asociado a los delfines nos hace concluir que puede ser Apolo o incluso un Apolo sincretizado con el dios fenicio Melqart, Apolo-Melqart. De nuevo hay que decir que el museo no propone cronología alguna para esta moneda, pero es fácil advertir que dado que la ceca de Kelse sólo emitió moneda entre mediados del siglo II a. C. a mediados del siglo I a. C. es la única cronología posible de la moneda.

 O

 Fig. 2: As con pegaso volando. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Celtíberos

Ceca: Belikiom (¿Zuera?, Zaragoza)

Cronología: s. II a. C.[3]

Peso: 9,4 g (peso estándar)

 

Anverso: Busto de cabeza masculina a derecha, con pelo rizado y con ínfulas. Parece que su cuello está adornado por un collar.

 

Reverso: Pegaso volando hacia la derecha. En el exergo la leyenda BELIKIOM, que hace referencia a la ceca.

 

Comentario histórico: La situación geográfica de Belikiom es aún objeto de debate, aunque la mayoría de los estudiosos se inclinan a situarla en un yacimiento a las afueras de Azuara.

 

Con respecto a los tipos, no podemos precisar claramente a qué divinidad hace referencia el busto situado en el anverso, es simplemente una cabeza viril que, dado que carece de barba, podríamos asociar a Apolo pero de manera poco concluyente. El pegaso es un tipo que se repite bastante.

 

Esta moneda fue acuñada por el pueblo prerromano de los Belos, que ocupó gran parte de la provincia de Zaragoza, dominando otros importantes enclaves como Bilbilis. Su capital era Seikaisa, un oppidum romano en el término de Belmonte de Gracián, en la provincia de Zaragoza. Su principal riqueza era la minería, pues ponen en explotación las importantes minas situadas en la sierra de Moncayo.

 

Como otros muchos pueblos prerromanos, adoptaron la moneda por influencia romana y para poder abonar los impuestos que les exigían desde Roma.

 O

 

Fig. 3: Shekel fenicio con pez. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda

 

Metal: Bronce

Valor: Siclo

Cultura: Fenicia

Ceca: Gades (Cádiz)

Cronología: s. III a. C.[4]

Peso: 8,5 g

 

Anverso: Busto de Melquart a izquierda, con una piel de león cubriendo la cabeza y drapeado, con la clava detrás.

 

Reverso: Atún entre una leyenda en fenicio, que no podemos leer, pero que probablemente referencia a la ceca, Gades.

 

Comentario histórico: El museo no propone cronología alguna para esta moneda, pero nosotros trataremos de darle una cronología, aunque muy amplia. Sabemos que entre finales del siglo IV a. C. y comienzos de siglo III a. C. comienzan las emisiones de moneda en Gades y continúa emitiendo moneda con leyendas en alfabeto fenicio hasta mediados del siglo I a. C., cuando Roma les concede la condición de municipio romano.

 

Sin embargo, lo arcaico del diseño, unido al tipo que se nos presenta aquí nos hacen concretar aún más la cronología, siglo III a. C. El anverso nos muestra inequívocamente a Melquart[5], divinidad fenicia tocada con una piel de león, atributo que en monedas griegas o helenísticas será atribuido a Hércules.

 

En el reverso nos encontramos con un pez, que más concretamente podemos relacionar con un atún debido a que al principal pez que se pescaba, según el método de almadraba, en la bahía gaditana. Es un tipo muy repetido en las acuñaciones gaditanas y hace referencia a lo que era la principal riqueza y medio de vida de los habitantes de la ciudad, la pesca del atún y su conversión en una salsa denominada garum, que gozó de considerable éxito incluso en época romana. El valor probablemente también sea erróneo, pues dudamos de que sea un semis, proponemos que fuera un shekel fenicio.

 O

 Fig. 4: Bronce con jinete lancero. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Vettona

Ceca: Tamusia

Cronología: s. II- s. I a. C.

Peso: 8,8 g

Módulo: 23-24 mm

 

Anverso: Cabeza viril a derecha, sin barba. Delante de la nariz, parece que aparece un delfín.

 

Reverso: Jinete lancero, con lanza sostenida por la mano izquierda montado a caballo que está avanzando hacia la derecha. En el exergo leyenda ilegible en alfabeto ibérico que probablemente hará referencia a la ceca.

 

Comentario histórico: La ceca de Tamusia, perteneciente a la cultura vettona, se sitúa normalmente en el paraje conocido como Villasviejas del Tamusia, perteneciente al término municipal de Botija, en la provincia de Cáceres. Esta ceca emite monedas entre el siglo II a. C. a mediados del siglo I a. C.

 

De todas formas, hay problemas con esta localización. La mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que Tamusia y Tanusia son la misma ceca y la sitúan en Cáceres, basándose en la inmensa cantidad de hallazgos de monedas de Tanusia en el castro cacereño. Sin embargo, hay otros estudiosos que asocian Tanusia a una ciudad en territorio de los belos, en el valle del río Jalón.

 

Con respecto a los motivos, si podemos determinar que la figura informe delante de la nariz del busto es un delfín, podemos volver a asociarlo la divinidad de Apolo Delfinio, aunque es difícil que en un lugar tan alejado del mar se acuñaran monedas con la efigie de este dios.

 

El tipo del jinete lancero, que es repetido hasta la saciedad en la moneda ibérica, en este caso tiene una particularidad y es que es la ceca más suroccidental de la península ibérica en acuñar monedas con este característico tipo. De todas formas, parece que el mito fundacional del asentamiento urbano de Tamusia estaba relacionado alguna manera con el mar, pues en sus emisiones posteriores aparecerán tipos que representan grandes barcazas de guerra, lo cual no está en consonancia con la situación geográfica del yacimiento[6].

 

 

2.2. La moneda altoimperial

 O

 Fig. 5: Bronce con Victoria y estandartes legionarios. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Semis

Cultura: Romana

Ceca: Cartago Nova

Cronología: 27 a.C.-14 d.C.[7] (Augusto)

Peso: 6,26 g

Módulo: 22 mm

 

Anverso: Dos estandartes legionarios rodeados de la leyenda C(aius) AQVINVS MELA II VIR C(olonia) U(rbs) I(ulia) N(ova)

 

Reverso: Una victoria, avanzando hacia la derecha, con la cabeza girada a la derecha, drapeada y sosteniendo una corona y una palma. Alrededor de ella la leyenda P(ublius) BAEBIVS POLLIO II VIR C(olonia) U(rbs) I(ulia) N(ova)

 

Comentario histórico: Esta moneda resulta curiosa porque aparece en la leyenda tanto el anverso como del reverso el nombre de cada uno de los duunviros que estaban ejerciendo el poder en Cartago Nova cuando esta moneda fue acuñada. El tipo del anverso muy probablemente hace referencia a las legiones romanas, y al hecho de que Cartago Nova, como tantas otras ciudades fue un lugar preferente de asentamiento de veteranos de la legión romana. Es una forma de homenajear la valentía de estos legionarios y de hacerles más llevadera su vida en la ciudad.

 

Con respecto al reverso, está claro que la alegoría representada es la de la victoria, habida cuenta de que también es congruente con la población de soldados veteranos que habitaba la ciudad.

 

La investigación de la ceca, en el caso de la ceca de Cartago Nova, reviste grandes problemas, pues como hemos visto, el nombre explícito de la ciudad jamás aparece en moneda alguna y aparecen las siglas, en su lugar, C·V·I·N o C·V·I·N·C.

 O

 Fig. 6: Bronce con tipo de yunta fundacional. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Semis

Cultura: Romana

Ceca: Emérita Augusta

Cronología: 2 a. C. -14 d. C. (segunda mitad Augusto)[8]

Peso: 10,45 g

Módulo: 25-26 mm

 

Anverso: Busto de Augusto a la derecha, laureado y con ínfulas. Leyenda rodeando el busto PERMISSV CAESARIS AVG(ustus) P(ater) P(atriae).

 

Reverso: Dos bueyes que avanzan hacia la derecha, guiados por un augur. Se trata del tipo de la yunta fundacional. Sobre los bueyes la leyenda AVGUSTA y en el exergo la leyenda EMERITA.

 

Comentario histórico: En el anverso encontramos al fundador del imperio romano y primer emperador, Augusto. La leyenda del anverso nos dice que el propio Augusto aprobó la acuñación de esta moneda. Por el busto de Augusto podemos concretar un poco más la cronología de la moneda, dado que se trata de un Augusto que aunque ya pasado la primera etapa de su vida aún no parece muy envejecido, podemos afirmar que la moneda fue acuñada antes del inicio de la era cristiana.

 

El tipo del reverso representa la ceremonia que hacían los romanos con motivo de la fundación de una nueva ciudad, que tiene su origen en la propia Roma y en su fundación. Se trata de un augur que conduce a los bueyes que primero trazarán el pomerium o límites de la ciudad y luego trazarán las dos principales calles que convergerán en el foro, el cardo y el decumanus máximos.

 

El pomerium de la ciudad romana era inviolable, es algo que ya aparece en la leyenda de los fundadores de Roma, Rómulo y Remo, en la que Rómulo, tras haber trazado el pomerium de Roma de la forma que se nos muestra en la moneda tiene que acabar con la vida de su hermano Remo porque éste ha invadido el espacio correspondiente al pomerium de Roma sin permiso. Ello le da una importancia capital a la fundación de las ciudades romanas y por ello son un tipo muy repetido.

 

Era importante también que la moneda exprese que ha sido acuñada con permiso del emperador Augusto. Esto nos indica que la Lusitania era una provincia imperial, esto es, gobernada bajo el mandato directo del emperador, quien designaba directamente a quien debía dirigirla. Eran las provincias más conflictivas, que necesitaban de una mano más dura, mientras que el Senado estaba al cargo de las provincias más tranquilas.

 O

 Fig. 7: Bronce con el tipo de la yunta fundacional. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Romana

Ceca: Caesar Augusta

Cronología: 13 a. C. – 8 a. C.  (reinado de Augusto)[9]

Peso: 9,42 g

Módulo: 28 mm

 

Anverso: Busto de Augusto a izquierda laureado y con ínfulas. En la leyenda podemos leer DIVI F(ili) AVGUSTVS

 

Reverso: Augur guiando una yunta fundacional hacia la izquierda. El augur está vestido con los ropajes propios de los sacerdotes y sostiene un látigo en la mano izquierda con el cual está guiando a los bueyes. Está situado sobre un arado. En la leyenda aparece, rodeando la moneda CAESARAVGVSTA L(ucio) CASSIO G(ayo) VALERIO y en el exergo la leyenda II·VIR (duo)VIR.

 

Comentario histórico: El busto es de Augusto, que se autocalifica como hijo de una divinidad, su padre adoptivo, César. El museo concede, como a todas las monedas de época de Augusto una cronología muy general correspondiente al reinado del propio Augusto (27 a. C. -14 d. C.).

 

En el caso de esta moneda, nosotros podemos concretar un poco más gracias a los nombres de los duunviros. Podemos decir que, aunque desconocemos las fechas concretas en las que estos dos dignatarios detentaron el poder, éstos ejercieron el poder entre el 13 – 8 a. C.[10], con lo cual la moneda que estamos examinando tuvo que ser acuñada en esa fecha.

 

Con respecto al reverso, ya hemos comentado el tipo de la yunta fundacional, se nos indica también la ceca en la que fue acuñada la moneda, Caesaragusta, la actual Zaragoza y se nos da el nombre de los dos duoviri que gobernaban la ciudad en el momento de acuñarse esta moneda.

 

De todas formas, hay que decir que en las acuñaciones de Emerita Augusta y Caesaraugusta son prácticamente las únicas en las que aparece el tipo de la yunta fundacional, dado que son de las pocas ciudades en Hispania que se fundaron mediante este rito. También son motivo de orgullo para las poblaciones las circunstancias de su fundación, de ahí que el tipo de la yunta fundacional sea uno de los más repetidos.

 O

Fig. 8: Bronce con tipo militar. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Semis

Cultura: Romana

Ceca: Itálica

Cronología: 19-23 d. C. (Tiberio)[11]

Peso: 6,47 g

Módulo: 22-25 mm

 

Anverso: Busto de Druso laureado y con ínfulas a derecha. Leyenda DRVSUS CAESAR TI(berio) AVG(usto) F(ilius) rodeando al busto. Traducción “Druso, hijo de Tiberio, césar augusto”.

 

Reverso: Tres estandartes legionarios, los dos de los lados iguales, en el del centro podemos ver el águila legionaria típica del estandarte principal de las legiones (aquila) y debajo el vexilum. Leyenda MUNIC(ipi) ITALIC(a) a ambos lados de los estandartes y bajo ellos PER(petuo) AVG(usto).

 

Comentario histórico: El tipo de los estandartes es muy repetido en monedas del imperio cuyo objetivo era pagar a las legiones. Es de nuevo una especie de homenaje a la infantería del imperio romano que era la base de su expansión. En esta moneda está representado Druso, el hijo de Tiberio y heredero, hasta su temprana muerte en el año 23 d. C.

 

Por ello, podemos concretar un poco más la cronología que se propone en el museo, en todas las monedas se ha identificado al emperador y asignado la cronología simplemente marcando los años de inicio y final del reinado de cada emperador, sin un trabajo de investigación posterior. Realmente, se podría afinar bastante más, pero dado que sabemos que Druso murió en 23 d. C. está claro que esta moneda se acuñó entre el 19 d. C., cuando se le proclamó heredero de Tiberio y el 23 d. C., cuando murió.

 

Es evidente que entre el 14-19 d. C., inicio del reinado de Tiberio, esta moneda no fue emitida, porque Druso aún no era un personaje central de la política romana. Aquí podemos apreciar un claro ejemplo del fin propagandístico de la moneda, uno de los objetivos de esta moneda era anunciar por todo el imperio que Druso era el heredero de Tiberio. Las monedas eran una de las pocas maneras de hacer circular las noticias por el Imperio, de ahí su enorme importancia como elemento propagandístico.

O

Fig. 9: Bronce con tipo de toro estante. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Romana

Ceca: Cascantvm

Cronología: 14-37 d. C  (Tiberio)[12]

Peso: 11,24 g

Módulo: 27-29 mm

 

Anverso: Busto de Tiberio laureado y con ínfulas, a derecha. Leyenda TI(berius) CAESAR DIVI AVG(usto) F(ilius) AVGUSTUS rodeando el busto. Traducción “Tiberio, césar, hijo del divino Augusto”.

 

Reverso: Toro estante orientado hacia la derecha y mirando al frente. Por encima del toro, la leyenda MUNICIP(i) y en el exergo CASCANTVM

 

Comentario histórico: Esta moneda es muy rara, pues la ceca que la emitió, aunque emitió bastantes monedas en época berona, con el nombre de Kaiskata, en época romana sólo emitió dos series de monedas de bronce, y esta moneda pertenece a una de esas series. La ceca estaba situada en la actual población de Cascante, en Navarra. Esto otorga a esta moneda un valor alto para coleccionistas.

 

Pero la muy deficiente conservación de esta moneda, como no podía ser de otra manera en monedas que eran de circulación muy grande, pues la moneda de bronce era la que más circulaba por todo el imperio, le quita valor de cara a una posible subasta. Los tipos, aunque aún distinguibles, está muy borrados y desgastados por el uso.

 

Sabemos que es de época de Tiberio aparte de por la leyenda por el hecho de que se designe a Cascantum (Cascante, Navarra) como municipio, lo cual nos dice que ya llevaba cierto tiempo bajo la égida romana y había demostrado un gran compromiso con los romanos. Así, se les concede la dignidad de municipio romano, cosa relativamente difícil. Por ello, las poblaciones que la obtienen se sienten orgullosas de ello, plasmándolo en sus tipos.

 

Nos preguntamos si la tosquedad del tipo se debe a que realmente la moneda era de fea factura o es un problema de la reproducción que se nos ofrece. De todas maneras, lo desgastado de estas monedas requiere un gran esfuerzo de investigación e interpretación para determinar cuáles serían los tipos de las monedas, pero el problema es que el visitante del museo no va a apreciar ese trabajo, preferirá unas monedas más bonitas, pese a que su importancia histórica sea más escasa, como es el caso de los sólidos de oro que también se exponen en la misma vitrina, que captan una mayor atención de los visitantes.

O

Fig. 10: Bronce con tipo de los herederos del Imperio. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Semis

Cultura: Romana

Ceca: Tarraco

Cronología: 15-19 d. C  (Tiberio)[13]

Peso: 8,19 g

Módulo: 21-24 mm

 

Anverso: Busto de Tiberio laureado a derecha. Rodeándolo, la leyenda TI(berius) CAESAR DIVI AVG(ustus) F(ilius) AVG(usto) PONT(ifex) MAX(imo) IMP(erator). Traducción “Tiberio, divino César, pontífice máximo y emperador, hijo de Augusto”.

 

Reverso: Dos bustos enfrentados, de los dos herederos de Tiberio, Germánico y Druso. Alrededor de ellos, la leyenda CAESARES GERMANICVS DRVSVS y entre los bustos la leyenda C-V-T, de significación desconocida.

 

Comentario histórico: De nuevo podemos ajustar más la cronología de esta moneda con respecto a la que nos propone el museo. Por una parte sabemos que la ceca de Tarraco dejó de emitir monedas en 23 d. C. También sabemos que uno de los herederos de Tiberio que aquí se nos presentan, Germánico, murió en 19 d. C. Por lo tanto, esta moneda debió ser acuñada entre el 14 d. C., cuando se inicia el reinado de Tiberio y el 19 d. C., cuando muere Germánico.

 

Este es un buen ejemplo de cómo las emisiones monetarias sirven como propaganda. El principal objetivo de esta moneda era declarar a Druso y Germánico como herederos de Tiberio y hacérselo saber a todos los habitantes del imperio. Hay que tener en cuenta que las monedas de cobre eran las que más circulaban, por lo que este mensaje iconográfico llegaría a todas las partes del imperio y a la mayoría de sus habitantes. Ello hacía que el mejor soporte para estas declaraciones institucionales fueran las monedas de cobre, pese a su pronto desgaste.

 

En el caso de Germánico, esto estaba revestido de una especial importancia, dado que el escaso carisma de Tiberio le podría restar apoyos, por lo cual, mientras actuaba de coprinceps de Augusto, decide declarar a Germánico como su heredero en 14 d. C., aprovechándose así de la buena fama de él y de su familia.

 O

Fig. 11: Bronce con tipo de jinete lancero. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Romana

Ceca: Bilbilis (Calatayud)

Cronología: 27 a. C. -14 d. C. (Augusto)

Peso: 11,64 g

Módulo: 28 mm

 

Anverso: Busto de Augusto a la derecha, laureado y con ínfulas. Leyenda rodeando el busto DIVI F(ilius) AVGUSTVS.

 

Reverso: Jinete lancero, el caballo está galopando hacia la derecha, con un soldado montándolo, del que no se aprecia gran cosa debido al dibujo, pero suponemos que iría al menos drapeado, si no acorazado. Sostiene una lanza con la mano derecha. En el exergo, leyenda identificativa de la ceca, BILBILIS[14].

 

Comentario histórico: En el anverso aparece el busto de Augusto, que ya hemos visto en bastantes ocasiones. En el reverso, el tipo del jinete lancero es muy destacado en las monedas que se acuñaban en Hispania bajo la responsabilidad de los pueblos indígenas. El tipo del jinete lancero está muy repetido en estas monedas, siendo casi exclusivo en ellas.

 

Con respecto a la ceca, Bilbilis, que corresponde a la actual ciudad de Calatayud, tenemos que decir que si no supiéramos que esta moneda era de bronce, simplemente con echarle un vistazo a la ceca sabríamos que lo es, pues la ceca de Bilbilis únicamente acuñó monedas de cobre pues dado que era un importante centro de producción de acero, pagaba sus impuestos a Roma en especie, en acero elaborado, esto es, con armas.

 

Esta moneda es un homenaje a las acuñaciones realizadas por los pueblos indígenas que convivieron con los romanos. Dado que en el anverso, durante el imperio, siempre salía el busto del emperador correspondiente, esto sólo dejaba al reverso como soporte para la decoración, la rememoración, el homenaje o la propaganda política. En este caso, esta moneda puede ser considerada un homenaje a la valentía de los pueblos que lucharon contra Roma en Hispania.

 O

Fig. 12: Bronce con tipo de jinete lancero. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Romana (Imperio)

Ceca: Osca (Huesca)

Cronología: 27 a. C. -14 d. C. (Augusto)

Peso: 12,36 g[15]

Módulo: 28 mm

 

Anverso: Busto de Augusto a la derecha, laureado y con ínfulas. Leyenda rodeando el busto DIVI F(ilius) AVGUSTVS. Traducción “Augusto, hijo del divino [César]”.

 

Reverso: Jinete lancero, el caballo está galopando hacia la derecha, con un soldado montándolo, drapeado y sosteniendo una lanza con ambas manos con ambas manos. En el exergo, leyenda identificativa de la ceca, OSCA y rodeando la imagen del caballo la leyenda M(arco) QVINCTIO Q(uinto) AELIO II VIR. Bajo el caballo V V.

 

Comentario histórico: De nuevo encontramos en el anverso el tipo del jinete lancero, que como hemos tenido ocasión de analizar en la anterior moneda es deudor de uno de los tipos más representativos de la moneda hispánica, emitida por los pueblos prerromanos. En el reverso encontramos de nuevo el muy repetido busto de Augusto, que ya hemos tenido de oportunidad de analizar repetidas veces en este trabajo, dado que es un busto que se repite continuamente.

 

Con respecto al tipo del jinete, tampoco tenemos mucho más que añadir a lo que hemos venido diciendo hasta el momento. Sin embargo, sí que la leyenda del reverso merece un comentario más detenido. Encontramos el nombre de los duunviros que estaban al cargo del gobierno de la ciudad.

 

Dado que se les califica como duunviros, no podemos por menos que concluir que Osca se trataba de un municipio o colonia romano. Con respecto a la V V que aparece bajo el caballo, la mayoría de los autores lo asocian a la denominación de la ceca, pues se repite continuamente en todas las acuñaciones de la ceca oscense, aunque otra posibilidad puede ser que se refiere a Valeria Victrix, la victoria de la legión Valeria.

 

Dado que Osca no es una ciudad fundada para veteranos (como el ejemplo de Emérita Augusta) sino una ciudad de sustrato celtíbero, es dudoso que la V V haga referencia a una legión, sino que lo más probable es que se trate de marcas de control relacionadas de algún modo con la ceca emisora.

 O

Fig. 13: Famosísima emisión de denarios de plata emeritenses con tipo de las puertas de la ciudad.

 

Metal: Plata

Valor: Denario

Cultura: Romana (Imperio)

Ceca: Emerita Augusta

Cronología: 25 a. C. -23 a. C. (reinado de Augusto)

Peso: 3,9 g (peso estándar)

 

Anverso: Busto de Augusto laureado a derecha. Leyenda AUGUST(o) IMP(erator) CAESAR.

 

Reverso: Puerta de la ciudad, muy decorada, con dos lienzos de muralla enmarcándola. Las torres son cilíndricas y están rematadas por almenas. Leyenda P(ublius) CARISIVS LEG(atus) PROPR(etoris).

 

Comentario histórico: Lo interesante de esta moneda desde luego intentar tratar de precisar la cronología de ella, desdeñando las amplísimas cronologías que nos aporta el museo. En este caso, dado que la figura de Publio Carisio es ampliamente conocida en el universo numismático, y sabemos que estas monedas, exhibiendo el tipo que podemos ver, el de las puertas de la ciudad, fueron acuñadas entre el 25-23 a. C.[16].

 

El tipo hace claramente referencia, dado que tenemos que tener en cuenta que la colonia Emerita Augusta se funda en el 25 a. C. a las numerosas obras que este propretor, Publio Carisio, puso en marcha en la colonia emeritense, obras públicas, como el acueducto de los Milagros, u obras civiles, como el foro provincial. En suma, las obras públicas que la colonia necesitaba para empezar a sentirse tal, y para que, en suma, se tratara de un lugar confortable para vivir.

 

Por ello, para dejar constancia, Publio Carisio decide lanzar esta serie de monedas para que por todas partes se tenga noticia de que Augusta Emérita es un asentamiento urbano en expansión y así tratar de atraer nuevos pobladores a la ciudad, para que así se consolide como un asentamiento urbano importante en la geografía de Hispania.

 

2.4. Conclusiones.

 

Es evidente que el museo de Cáceres no le ha prestado la atención que debería a su colección numismática. No hay ninguna publicación, al contrario en el caso de la epigrafía, que se dedique a analizar de una manera pormenorizada la colección de monedas que este museo atesora. Las cronologías que se aportan, aunque sean únicamente para que el visitante del museo se sitúe cronológicamente, si bien no son incorrectas, no han requerido un análisis muy detenido de las monedas, no se ha invertido demasiado trabajo en ello por parte de los conservadores del museo.

 

Esto es así debido a que las cronologías que se proponen son muy amplias, siendo posible afinarlas bastante con un escaso esfuerzo. Cuando aparece el busto del emperador, si se consigue identificar al emperador simplemente se busca la fecha de inicio y final del reinado del emperador y se proponen como cronología. Sin embargo tras haber localizado la ceca, que es un trabajo bastante más duro, se puede obtener una cronología más afinada fácilmente, estudiando las series de emisiones monetarias de esa ceca se obtiene una cronología mucho más acotada que la que se propone.

 

De hecho, en las monedas ibéricas ni siquiera se propone una cronología ni aproximada ni de ningún otro tipo, simplemente no se pone cronología alguna. Comparada con la musealización de la epigrafía, en la que está claro que se ha invertido mucho más tiempo y esfuerzo, la musealización de la numismática expuesta en el museo arqueológico de Cáceres debe mejorar mucho.

 

La colección expuesta recorre las emisiones monetarias hispánicas, romanas e hispanorromanas desde las primeras emisiones fenicias en torno al siglo III a. C. hasta las emisiones del bajo imperio, de las cuales se nos ofrecen dos ejemplos pero debido a que no se las ha juzgado merecedoras de un dibujo que nos muestre el anverso y el reverso de la moneda a la vez no nos ha sido posible estudiarlas. Las monedas a las que más atención se presta son a las monedas correspondientes a los reinados de Augusto y su sucesor Tiberio, de las que encontramos numerosos ejemplos.

 

No conocemos la estructura exacta de la colección monetaria del museo de Cáceres, pero quizás sería interesante exponer monedas correspondientes a los siglos II y III d. C. y tratar de seleccionar un poco mejor las monedas expuestas, dado que en las monedas que se pueden ver en la actualidad están muy desgastadas por el uso y los tipos no se aprecian bien, salvo en el caso de las monedas del bajo imperio por razones que ya hemos explicado.

 

La solución de los dibujos para poder ver a la vez el anverso y el reverso de las monedas es muy arcaica. Sería interesante adoptar, con una mínima inversión, métodos como el que utiliza la Casa de la Moneda madrileña, con vitrinas en las que las monedas tengan un pie, de manera que puedan sostenerse, se les pone detrás un espejo y así el visitante del museo puede ver tanto el anverso como el reverso a la vez.

 

También sería adecuado, como se realiza en la sección de epigrafía tener cartelería explicativa de las leyendas que aparecen en las monedas, se pueden hacer de la misma manera que se ha hecho toda la cartelería correspondiente a la epigrafía.

 

El problema es que la vitrina en la que se exponen estas monedas en el museo de Cáceres, a pesar de ocupar un lugar central de la sala que les corresponde, no parece haber sido tocada en 30 años, en contraposición a la epigrafía en la que se pueda apreciar que los carteles explicativos son relativamente recientes y a la que se le ha prestado una mayor atención. Es muy significativo que no haya ninguna publicación dedicada a analizar la colección de numismática del museo de Cáceres.

 

La colección de epigrafía si ha sido analizada en una publicación del propio museo que firman los profesores de la Universidad de Extremadura José Salas Martín y Julio Esteban Ortega, que lleva por título “Epigrafía romana y cristiana del Museo de Cáceres”. Sería adecuado realizar una publicación de estas características también de la colección numismática del museo, además de mejorar la musealización de la colección numismática de manera apreciable.

 

Es necesario mejorar la cartelería, mejorar la apreciación que puede tener el visitante de las monedas, un estudio más riguroso y tratar de hacer una mejor selección de las monedas expuestas, para tratar de que la moneda hable por sí misma y no haya que dibujarla al lado para que el visitante pueda apreciar los tipos de la moneda, pues las monedas que se exponen están tan desgastadas que apenas se puede apreciar nada si no es con ayuda de los dibujos. También debería tratar de exponer más ejemplos de la antigua provincia lusitana, como más emisiones de Emérita Augusta o alguna de Pax Iulia (Évora).

 

A pesar de todo, hay que reconocer el esfuerzo del museo cacereño en dar a conocer las acuñaciones monetarias, pues muchos museos arqueológicos provinciales del nivel del cacereño ni siquiera ofrecen exposición numismática.

 

 

Bibliografía

BELTRÁN LLORIS, M. y FATÁS CABEZA, G. Historia de Zaragoza II: César Augusta, ciudad romana, Zaragoza, 1998.

 

CANTERO LLORENTE, C. Iniciación en la numismática del Imperio Romano, Colegio Universitario de Jaén, 1978.

 

CEBRIÁN SÁNCHEZ, M.A. “Emerita Augusta y sus imágenes monetales I” en OMNI, 4 02/2012.

 

COLLANTES PÉREZ-ARDÁ, E. Historia de las cecas de Hispania Antigua, Tarkis, 1997.

 

ESTARÁN TOLOSA, M. J. “La emisión bilingüe de Tamusia” en XIV Congreso nacional de numismática, Madrid 2011 pp. 585-598.

 

GUADÁN, A. M. Numismática íbera e ibero-romana, Madrid, IAE, 1969.

 

GIL FARRÉS, O. Historia de la moneda española Adrados, Madrid, 1976.

 

LLORENS FORCADA, M. M. La ciudad de Cartago Nova: las emisiones romanas, Universidad de Murcia, Murcia, 1994.

 

MARÍN MARTÍNEZ, A. P. “Iconografía sagrada fenicio-púnica en las monedas de Hispania (siglos III -I a. C.)” en “El futuro del pasado” nº2 2011 pp. 579-600.

 

RIPOLLÉS, P.P. Las acuñaciones provinciales romanas de Hispania, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010.

 

SALAS MARTÍN, J. y ESTEBAN ORTEGA, J. “Epigrafía romana y cristiana del Museo de Cáceres” III Memorias del museo de Cáceres, Copegraf, 2003

 

VIVES Y ESCUDERO, A. La moneda hispánica, Madrid, Real Academia de la Historia, 1926.

 

 

[1] COLLANTES PÉREZ-ARDÁ, E. Historia de las cecas de Hispania Antigua, Tarkis, 1997, p. 235

[2] No es posible precisar más ROYO ORTÍN, M.L. “La moneda en el Aragón romano” p. 9 en NUMISMA, 2008

[3] COLLANTES, E. op. cit. p. 89

[4] COLLANTES, E. op. cit. p. 169

[5] MARÍN MARTÍNEZ, A. P. “Iconografía sagrada fenicio-púnica en las monedas de Hispania (siglos III -I a. C.)” p. 586 en “El futuro del pasado” nº2 2011 pp. 579-600

[6] ESTARÁN TOLOSA, M. J. “La emisión bilingüe de Tamusia” XIV Congreso nacional de numismática, Madrid 2011 pp. 585-598 p. 591.

[7] RIPOLLÉS, P.P. Las acuñaciones provinciales romanas de Hispania, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010. p. 127 nº 157b

[8] RIPOLLÉS P.P. op. cit. p. 51 núm. 13

[9] RIPOLLÉS P.P. op. cit. p. 209 núm. 309

[10] BELTRÁN LLORIS, M. y FATÁS CABEZA, G. “Historia de Zaragoza II: César Augusta, ciudad romana”, Zaragoza, 1998 pp 38-39.

[11] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 84 núm. 71.

[12] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 254 núm. 425.

[13] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 163 núm. 232.

[14] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 235 núm. 390.

[15] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 198 núm. 284.

[16] CEBRIÁN SÁNCHEZ, M.A. “Emerita Augusta y sus imágenes monetales I” en OMNI, 4 02/2012  p.38

May 012014
 

Teodoro Martín Martín.

(U. N. E. D.)

aldeanueva-de-la-vera

 

Introducción

La presentación en los XLI Coloquios Históricos de Extremadura, celebrados en Trujillo en 2012, de una comunicación con título cercano al de este estudio,[1] pero referido al siglo XVIII en Jarandilla, me motivó a realizar este trabajo, localizado en Aldeanueva de la Vera. Di curso así a una serie de documentos contextualizados en el siglo XX y que hallé en el Archivo Histórico de Protocolos de Cáceres, sección Real Audiencia de Extremadura. Nunca se valorará adecuadamente la rica información que para la vida social de nuestros pueblos y ciudades contienen los distintos fondos de este centro documental. Sea el Catastro de Ensenada, los protocolos notariales, las secciones de clero, de municipios, de la Audiencia Territorial y otros tribunales inferiores, todos ellos están esperando paciente y calladamente la llegada de los investigadores. Afortunadamente los jóvenes estudiosos de la universidad extremeña y de otros centros universitarios realizan ya sus trabajos accediendo a estas fuentes, sin duda de una gran riqueza informativa, aún sin descubrir.

Centrados en el tema que nos ocupa hemos de apuntar que utilizamos   como fuente principal algunos de los documentos que existen en el precitado archivo. Procedentes de la Audiencia Territorial de Cáceres, consultamos diferentes cajas y libros que a píe de página se citarán, y que aluden a sentencias judiciales orales de tipo penal. Otros documentos estadísticos, tipo anuarios de población de los años de la  Restauración Borbónica (1875-1931), nos han sido así mismo de gran utilidad. También las tradiciones orales mantenidas en el pueblo de referencia nos han sido también útiles en algún caso.

En cuanto a bibliografía he empleado los siguientes libros y trabajos de investigación:

-Avilés Farré Juan: Tendencias del delito en España. Conferencia en el Seminario Duque de Ahumada. Madrid mayo 2002.

-Barrientos Alfageme Gonzalo (Editor): Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura 1791. Asamblea de Extremadura. Mérida 1995.

-Códigos penales españoles de 1822, 1848 y 1870, así como las correspondientes leyes de enjuiciamiento criminal de aquellos años.

-Espadas Burgos Manuel: Un lugar de encuentro de historiadores. España y los Congresos Internacionales de Ciencias Históricas. Edita el Comité Español de Ciencias Históricas. Madrid 2012.

-Foucault Michel: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores. Buenos Aires 2002. En él se hace una crítica del modelo penal ilustrado en Europa. Defiende las tesis minimalistas y critica también la concepción del derecho heredera del marxismo.

-García Montero Manuel: La Vera siempre la Vera (y otras querencias y vivencias). Jaraíz de la Vera 1999.

-Gómez Bravo Gutmaro: Crimen y Castigo. Cárceles, delito y violencia en la España del siglo XIX. Tesis doctoral presentada en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense. Madrid 2004. Sin publicar, he accedido a fotocopia de la misma.

-Gómez Bravo Gutmaro: Cartografías Penales para la España del siglo XIX. En Cuadernos de Historia Contemporánea nº 25. Madrid 2003.

Para un estudio de espacios y tipologías delictivas, bien es cierto que en épocas muy recientes, me han servido como referentes los distintos trabajos de mi colega en la Real Sociedad Geográfica, Felipe Hernando Sanz. Sobre todo su Atlas Criminológico de Madrid (1983-1997). Tesis doctoral inédita. Madrid 1999. También Espacio y Delincuencia. Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid 2001 y Diferentes Tipos de Espacios Delictivos en el Municipio de Madrid. Boletín de la Real Sociedad Geográfica, Madrid 2001-2002. nº 138 páginas 203-215.

-Jutglar Antonio: Ideologías y clases en la España Contemporánea. Volumen II (1874-1931). Ed. Cuadernos para el Diálogo. Madrid 1969.

-Macías Picavea Ricardo: El Problema Nacional (hechos, causas y remedios). Ed. Seminarios y Ediciones. Madrid 1972.

-Martín Martín Teodoro: Aldeanueva de la Vera, un pueblo con historia. Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera, 2009.

-Negro Cortés Adrián Elías: Violencia y crimen. Un estudio de la delincuencia en Jarandilla en el siglo XVIII. Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2012.

-Rodríguez Sánchez Ángel: El poder y la familia. Formas de control y consanguinidad en la Extremadura de los tiempos modernos. En Poder, Familia y Consanguinidad en la España del Antiguo Régimen. Anthropos. Barcelona 1992.

-Tuñón de Lara Manuel: La España del Siglo XX. Librería Española. Paris 1966.

Creemos que esta documentación nos permite hacer frente a los objetivos que nos hemos trazado, que no son otros que los perfilados en los siguientes apartados, dedicados a las características sociológicas de los años diez y veinte del siglo XX y la singularidad de un pueblo de la Vera en esa época. La comparación de tres tipos delictivos utilizados como muestra serán los parámetros que configuren esta comunicación.

 muertosVera

El contexto socio-histórico

 

El periodo histórico en el que vamos a situar los hechos delictivos de este trabajo es el de la Restauración Borbónica de 1875-1931 y más en concreto la España del primer tercio del siglo XX. Una etapa muy desigual en la evolución de nuestro país, caracterizada por un sistema social basado en lo que Vicens Vives llamaba el dominio de la trilogía de: los ferreteros vascos, la burguesía textil catalana y el poder agropecuario y financiero de la meseta y el sur peninsular. Su régimen político lo constituía una monarquía parlamentaria con una base electoral democrática, pero con bastantes limitaciones en el derecho al voto.

Sin duda en este periodo hubo luces y sombras como en toda  coyuntura histórica. A  la crisis del 98 hay que contraponer un cierto desarrollo industrial y urbano, si bien localizado en determinadas regiones. El dinamismo cultural fue  notable a nivel de las élites, Tuñón de Lara caracteriza a esta etapa como la Edad de Plata de la Cultura Española. Y no le falta razón para postular este aserto.

Ahora bien, el punto flaco de la misma lo representaba el agro español, sometido a un régimen de producción escasamente modernizado, donde pervivían juntos los más ofensivos latifundios en el sur con los más míseros minifundios en el norte.

Lo primero que saltaba a la vista era que la población activa agraria ascendía en 1920 todavía al 57% de la población trabajadora. España era un país esencialmente agrícola. Nos detendremos en este sector por cuanto a labradores y campesinos nos vamos a referir en el núcleo de esta ponencia. Las viejas estructuras del campo español no se vieron alteradas apenas en estos años que consideramos. Seguían dominando los bajos salarios, la deficiente productividad del sector y el mal reparto de la tierra, lo cual generaba una contestación social puesta de manifiesto en 1929 por José Díaz de Corral entre otros.

La política económica, tanto de los gobiernos conservadores como de los liberales no habían afrontado de forma técnica ni estructural los seculares y endémicos problemas del agro español. Todo lo cual acrecentó la injusta distribución de la renta nacional y en consecuencia una contestación social que estará en la base de las revueltas campesinas de aquellos años.[2]

Consecuencias de esta estructura productiva era  que “mientras una minoría vivía en la espuma de lo superfluo y de lo lujoso, en la cúspide de una inaguantable feria de vanidades; millones de campesinos-en brutal y estremecedor contraste-no tenían otros horizontes efectivos de realización humana que el de vivir, metidos hasta el cuello, en la más intolerable miseria. Ello explica el auge de las reacciones violentas y desesperadas, de buena parte del campesinado español durante la época de la Restauración…” Y más adelante Jutglar sigue diciendo: “El odio y la desesperación de un campesinado miserable, sujetos a condiciones de vida infrahumanas, ayudan a explicar esta fenomenología de la violencia.”[3]

Como consecuencia de lo dicho en la sociedad campesina de entonces se produce, lo que Macías Picavea llama “un temperamento moral más repentista que sistemático, más que inspirado apasionado, más que dócil independiente, más que trabajador pacienzudo improvisador, genial más que previsor, fatalista más que apto para la asociación, hecho para un individualismo casi irreductible. Todas las cualidades buenas o malas de los españoles se fundan en esos rasgos típicos de su genio; en ellos se encierra así mismo virtualmente toda su historia…”[4] Y más adelante el mismo tratadista continua diciendo: “Es un ímpetu de rebeldía y singularismo lo que arrastra y ha arrastrado siempre a los españoles a pelear furiosamente los unos contra los otros, a aislarse y separarse en pequeñas regiones y aún en diminutas localidades, a armarle la guerra al vecino por un quítame allá esas pajas, a negarse mutua cooperación en los trances difíciles.”[5]

Son pues esos dos factores aquí citados, unas estructuras socioeconómicas arcaicas e injustas y un temperamento moral peculiar, lo que en aquellos tiempos que estamos considerando, generó “esas desesperadas energías para la discordia, que dan a nuestra sociedad e historia constantes perspectivas de Campo de Agramante feroz y ensangrentado.”[6] De todo esto, que desde la perspectiva actual nos parece muy lejano, hablaremos en páginas sucesivas.

 

La Vera y su singularidad sociológica

 

Los rasgos socio-históricos descritos en el apartado anterior tienen una plasmación muy peculiar en la comarca cacereña de la Vera. Aquí persiste la agricultura de bajos rendimientos y escasa rentabilidad, dentro de unas técnicas productivas propias del Antiguo Régimen. Todo ello agravado por un régimen de propiedad muy compartimentado en pequeñas parcelas y una abundante masa de jornaleros sin tierras. Estos en constante incremento en el periodo histórico que nos ocupa. Si a todo lo dicho le sumamos unos índices altísimos de analfabetismo tenemos todos los ingredientes para que el conflicto se manifieste.

Paradójicamente nuestra comarca nunca fue un territorio conflictivo socialmente hablando. La falta de concienciación social y el escaso espíritu de asociación quizás lo expliquen en parte. Entiendo que otro factor desencadenante de lo anterior fue el tradicional aislamiento geográfico de la Vera. En pleno siglo XX Aldeanueva de la Vera se comunicaba con los demás núcleos veratos y con Plasencia solo por senderos de herradura. Hasta 1926 no existió camino carretero y el asfaltado no llegó hasta el año 1958, con ocasión de la restauración del Monasterio de Yuste por el General Franco.

La nuestra pues ha sido una comarca natural históricamente marginada de todos los proyectos de grandes vías de comunicación, tales como  ferrocarriles o rutas de primer orden. La comarcal EX-203 Plasencia Alcorcón es hoy día su verdadera espina dorsal.

Nuestro territorio, con una extensión de 840 kilómetros cuadrados, poblacionalmente hablando tenía en 1920 poco más de 20.000 habitantes. 19 eran las poblaciones que lo integraban. La evolución demográfica concreta de Aldeanueva en estos años fue la siguiente:[7]

Año                              Habitantes

1883                                  1.845

1902                                  1.859

1928                                  2.388

1940                                  3.093

1960                                  4.005

El gran tratadista de nuestra comarca, Manuel García Montero, señalaba lo siguiente en uno de sus múltiples estudios.

“No sé si propiciadas por la fertilidad de su tierra y sus buenas condiciones ambientales, en la Vera se aclimataron siempre bien las más extrañas paradojas. Una de ellas, afortunadamente ya extinguida, era el que, dentro de Extremadura, tuviera una de las más altas rentas por habitantes y, a la vez, una de las más altas tasas de analfabetismo.”[8]

Este factor me parece crucial a la hora de entender nuestra problemática y parte de la conflictividad social existente en nuestro territorio y en Aldeanueva de la Vera en particular. Tienen aún valor las líneas que expresé sobre este tema en mi libro ya citado.

“Lo que me parece aterrador de las cifras anteriores es el número de analfabetos que existían en el año 1900. Que sobre una población de varones cifrada en 903 personas, solo 45 sepan leer, 65 leer y escribir y no lo sepan 828 es algo desolador para estas fechas. Pero es más grave cuando vemos que a las mujeres se las da por iletradas, apenas se las contabiliza, lo cual es un índice de desinterés  por ellas y de que el analfabetismo en este grupo social era superior.

Una pregunta, ¿dónde estaba la escuela? La respuesta es aterradora: dispersa, desconsiderada, con maestros desatendidos y con escasa renovación pedagógica…Más del 90% de la población que no sabían leer ni escribir hace pensar en cómo ha sido nuestro pasado.”[9]

Lo  expuesto con anterioridad nos puede dar idea de la conflictividad existente en nuestra tierra. ¿Cuáles son sus claves? Sin duda un sistema productivo poco modernizado, donde la mano de obra era el sustrato esencial, y un tipo de unidades de producción inadecuadas para los tiempos modernos. Pero a estos argumentos hay que añadir otro fundamental: la falta de instrucción no solo de tipo cultural o académica, también de interés por la innovación, los avances sociales y las nuevas ideas de la contemporaneidad. Todo ello está en la base de las tensiones sociales existentes.

Estas condiciones sociales favorecen sin duda los conflictos, diríamos que los robustecen y agrandan. Ello ya nos lo señalaba para este pueblo el Interrogatorio que lleva a cabo en 1791 la Real Audiencia de Extremadura que decía textualmente. “Son frecuentes los pleitos sobre las elecciones y reinan parcialidades que mutuamente combaten por los oficios, lo cual se expresa en el genio contencioso de los vecinos, que los aniquilan sobre cosas levísimas… En este pueblo hay algunas personas que viven sin temor a la justicia y sirviendo de escándalo público.”[10]

Ahora bien, la conflictividad no solo se manifiesta de forma colectiva, cosa poco probable en nuestra comarca donde escaseaba la idea de asociación. Se expresará sobre todo en violencia individual con una etiología sociocultural. Se objetiva en bienes o personas la agresividad latente, la cual da pié a episodios de crueldad que tendrá su reflejo en la casuística que contempla el código penal. Múltiples serán las caras del delito y la violencia que tiene lugar en nuestros pagos. Casi siempre mostrando sujetos y figuras delictivas complejas y donde lo social está en  el trasfondo de la delincuencia personal o familiar. De todo esto hablaremos en el siguiente apartado.

 

Algunas Muestras de Tipología Criminal

 

El presente capítulo, núcleo fundamental de este trabajo, trata de analizar una serie de tipologías de delito que nos expresan de forma diáfana esa fuerte implicación que tiene la violencia personal y la conflictividad social. Nos basaremos fundamentalmente en tres casos habidos en Aldeanueva de la Vera en torno al año 1920. Dos están documentados en textos judiciales, el tercero es conocido por tradición oral. Todos ellos reflejan lo que postulamos en estas páginas.

Pero antes de abordarlos es conveniente detenerse en los tipos de acciones delictivas posibles, para lo cual seguiremos la ya conocida clasificación establecida por De las Heras Santos.[11] Este los fija en once. De estos nos parecen los más comunes los siguientes: Los habidos contra la vida e integridad de las personas, contra el patrimonio, contra el honor, contra el orden público y contra la moral sexual dominante, en total cinco. Estos son sin duda los que más se prodigan en nuestro espacio geográfico en el primer tercio del siglo XX.

Los tres casos que analizaremos están insertos en uno de estos cinco, sin duda el tipo de delito más común en Aldeanueva en el periodo estudiado, el delito contra la vida e integridad de las personas.

En todas  las épocas históricas este tipo penal es el predominante. Puede manifestarse en forma de peleas “a puño limpio” sin intervención de armas, casi siempre se manifiestan sus consecuencias de forma leve. Pero hay otros con resultados de gravedad e incluso de muerte, donde se emplean armas blancas, instrumentos de labranza o armas de fuego. Con respecto a la división por sexo casi siempre se encuentra el 100% de hombres como cometedores de este delito y solo en algunos casos las víctimas son mujeres.

Veamos pues las tres muestras elegidas para analizar esta tipología de conflictividad, siempre de expresión personal pero cuya etiología es en el fondo social.

 

  1. El caso de T. Martín Gilarte[12]

Se trató de un delito de homicidio cometido presuntamente por el precitado labrador, de 32 años, casado, natural y vecino de Aldeanueva, con instrucción y sin antecedentes penales. Se le imputaba haber dado muerte con violencia a Andrés Muelas Pérez con motivo de una disputa en torno a aguas de riego. El hecho tuvo lugar el día 16 de junio de 1922 en el sitio del Tejar. En el interrogatorio oral que se celebró ante los tres magistrados de la sección penal de la citada Audiencia, el acusado respondió negativamente a una de las cinco preguntas que se le formularon y positivamente a las otras cuatro. Bien asesorado por su defensa el in causado puso de manifiesto que la pelea con un hocino o calabozo fue en legítima defensa. Señaló también que el precitado Andrés no se atuvo a razones y manifestó que seguiría regando “por cojones,” insultando al inculpado y atacándole con un zacho, a la vez que le manifestaba que “si no te mato hoy, te mataré mañana.” Es por ello que, en defensa propia, aquel le dio al fallecido varios golpes en la cabeza, los cuales le produjeron la muerte. Lo sucedido se halla bien explicitado en la parte Resultando de la Sentencia, en la que el fiscal estableció en sus conclusiones que los hechos perseguidos en la causa eran constitutivos de un delito de homicidio definido y castigado en el artículo 419 de Código Penal entonces vigente. La defensa estimó real la existencia del delito así calificado por el fiscal, pero alegó a favor del procesado, como concurrentes en el hecho de autos, la eximente de defensa propia y las circunstancias de arrebato y obcecación.

En su Disposición única el tribunal dicta su veredicto de inculpabilidad, fallando en su sentencia que el procesado debe de ser absuelto del referido delito con declaración de las costas de oficio. Se ordena también que sea puesto en libertad inmediatamente y se alcen los embargos que se hubiesen practicado en los bienes del procesado. El fallo lo firman los tres magistrados presentes: Cayetano Meras, José Ramírez Cárdenas y Vicente Barrena, en Cáceres a 23 de junio de 1923, con el aval del secretario de la Sala José Franchy y Roca. De todo lo anterior se desprende que el reo solo permaneció en prisión preventiva el tiempo que transcurrió entre su inmediata detención tras el suceso y el fallo de la sentencia; es decir un año aproximadamente.

  1. El caso de J. Hernández Griesta[13]

Nos encontramos con otra variedad de la misma tipología de delito contra la vida y la integridad de las personas. Pero en este caso no se produce en razón disputas por aguas, lindes o derechos de paso sobre un bien inmueble. El procesado de 24 años, labrador y vecino de Aldeanueva de la Vera, dicen los Resultandos de la sentencia, asesinó a Elías Paniagua en el casino de la citada villa, propiedad de Lorenzo Vivas. El hecho tuvo lugar el 15 de abril de 1923, por la tarde, celebrándose en el citado local un baile entre mozos de la localidad. Para cometer la acción punible el presunto homicida utilizó un cuchillo. La causa de la reyerta fue la “posesión” en el citado festejo de la novia del fallecido.

Los Considerandos y el Fallo de la sentencia establecen que se condena al justiciable, de 20 años de edad, a cadena temporal, interdicción civil e inhabilitación perpetua. Además se fijó la cantidad de 5.000 pesetas en concepto de indemnización a la familia del fallecido. No hallaron los magistrados en su fallo la existencia de eximentes ni atenuantes que modificaran el sentido de su acuerdo. Por lesiones leves a la novia del asesinado se condenaba al acusado a un mes y un día de arresto mayor y la indemnización de 40 pesetas.

En el caso que nos ocupa el fallo judicial tuvo lugar también al año de que se iniciaran los procedimientos de in causación y la detención del inculpado por la guardia civil. Sorprende la diferente consideración judicial en los dos casos aquí descritos. En el primero la disputa tiene como “razón” la lucha por el agua y los derechos de paso por una propiedad. En el segundo es un arrebato juvenil en el que las cuestiones de honra y orgullo varonil ocasionaron los efectos que el enjuiciamiento describe. Independientemente de la habilidad de las defensas de ambos casos hay que subrayar un “mejor tratamiento” por el tribunal hacia los conflictos que están causados por la actividad económica. Digamos que estos son más explicables, si es que cualquier delito de homicidio puede en algún caso ser aceptado o explicado.

  1. El caso de El Pernales (alias)

Este suceso es conocido en Aldeanueva por tradición oral. Acontecieron los hechos en torno el año 1915  y en él se vio implicado el matrimonio constituido por Jerónimo Martín Valleros y su segunda mujer Carmen García. Cuando estos  se dirigían a caballo desde la citada población a Garganta de la Olla a visitar a unos familiares, fueron interceptados en el camino por el mencionado Pernales, el cual disparó un tiro con una escopeta de caza en la pierna del citado esposo, a consecuencia de lo cual se le tuvo que amputar la pierna.

La causa que motivó el hecho, sin duda claramente delictuoso, fue que el autor del disparo deseaba vengarse por haberle sido incautado un cepo para cazar conejos en una finca propiedad del agredido. Este se había negado a devolverle el instrumento de caza. La pronta desaparición en la comarca del asaltante hizo que no fuera inculpado ni castigado inmediatamente. No obstante años después sería encarcelado por otra acción delictiva cometida cerca de su población de origen que era Torremenga. Sin duda este es otro ejemplo de los muchos delitos que quedan impunes por múltiples circunstancias a ellas anexas, si bien tarde o temprano la justicia ejerce su imperio.

De lo que no cabe duda es que este es otro ejemplo de acciones delictivas contra la vida y la integridad de las personas, en el que la violencia es de tipo personal, parece un asunto entre individuos, y exteriormente sin duda lo es. Sin embargo, ahondando en la etiología del fenómeno, nos encontramos con una exacerbada defensa del legítimo derecho de propiedad y un manifiesto ejemplo de la existencia de hambre y miseria en el contexto rural de aquellos años. Ello no nos puede conducir a disculpar la acción, claramente condenable por la justicia, pero como historiadores podemos interpretar el hecho en su contexto y circunstancias sociales extrayendo el caso de la consideración de un mero acontecimiento punible.

 

A modo de coda

 

Los hechos anteriormente expuestos nos deben servir de ejemplo a los historiadores, máxime si como el que narra estas líneas tiene conexiones familiares con algunos de los implicados, para explicar muchos de los fenómenos delictuosos que acontecen en el devenir histórico. Sobre todo entre las clases menos poderosas de la sociedad. Las concepciones penales de Cesare Beccaria en el siglo XVIII o las de Michel Foucault en el siglo XX, tan diferentes en sus planteamientos teóricos, pueden enfocar los delitos y las faltas en clave jurídica, moral o política. Pero los historiadores debemos profundizar en las causas, los contextos, las circunstancias, no para dictar sentencia, sino para comprender y explicar hechos históricos. Nada más y nada menos este es el cometido profesional que tenemos, en modo alguno condenar a personajes o denostar situaciones pretéritas.

Los tres ejemplos explicitados, localizados en la Vera a principios del siglo XX, nos ponen de manifiesto la existencia de una conflictividad social que se expresa de forma individual, entre personas. Ahora bien la estructura social, las condiciones de trabajo, la vida mísera y la marginación social, el analfabetismo y la desidia cultural están en la base de la mayor parte de las figuras delictivas que hemos expuesto.

Concluyo poniendo de manifiesto la actualidad, que hoy día siguen teniendo para el historiador, de los principios o condiciones esenciales de la ciencia histórica:[14]

  1. La objetividad, como idea reguladora de la investigación de los hechos históricos.
  2. La multicausalidad, como regla de interpretación del encabalgamiento de los hechos históricos.
  3. La libertad intelectual como condición del discurso científico.

 

 

 

 

[1] Negro Cortés Adrian Elías: Violencia y crimen. Un estudio de la delincuencia en Jarandilla en el siglo XVIII. Actas de los Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2012.

[2] Tuñón de Lara Manuel: La España del siglo XX. Librería Española. París 1966 página 148.

[3] Jutglar Antonio: Ideologías y clases en la España Contemporánea. II (1874-1931). Edicusa. Madrid 1969 página 24 y 25.

[4] Macías Picavea Ricardo: El problema nacional. Seminario y Ediciones. Madrid 1972 página 60.

[5] Macías Picavea Ricardo: Ob. Cit. página 61.

[6] Macías Picavea Ricardo: Ob. Cit. página 89.

[7] Martín Martín Teodoro: Aldeanueva de la Vera, un pueblo con historia. Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera 2009 página 37.

[8] García Montero Manuel: La Vera siempre la Vera (y otras querencias y vivencias). Jaraíz de la Vera 1999 páginas 79 y siguientes.

[9] Martín Martín Teodoro: Ob. Cit. páginas 112 y 113. Sobre la evolución de la educación en nuestro pueblo puede verse mi artículo “Aproximación a la Educación en Aldeanueva”. Revista Cultural Pencona. Nº 8. Aldeanueva de la Vera 2012 páginas 18 y 19.

[10] Martín Martín Teodoro: Ob. Cit. páginas 70 y 71.

[11] De las Heras Santos José Luís: La justicia penal de los Austrias en la Corona de Castilla. Publicaciones de la Universidad de Salamanca. 1994 páginas 211 y siguientes. Recogida en la comunicación de A. E. Negro Cortés.

[12] A. H. P. de Cáceres. Fondo Audiencia Territorial de Cáceres. Sentencias judiciales orales. Penal, año 1923. Caja 139, libro 366, sentencia 38.

[13] A. H. P. de Cáceres. Fondo Audiencia Territorial de Cáceres. Sentencias judiciales orales. Penal, año 1924. Caja 141, libro 368 sentencia 87.

[14] Tesis de K.D. Erdmann, recogida por Manuel Espadas Burgos en: Un lugar de encuentro de historiadores: España y los Congresos Internacionales de Ciencias Históricas. Edita el Comité Español de Ciencias Históricas. Madrid 2012 página 75.

Abr 302014
 

Francisco Rivero.

Era el 25 septiembre del Año del Señor de 1513, cuando un extremeño, Vasco Núñez de Balboa descubrió el Mar del Sur, conocido hoy en todo el mundo como Océano Pacífico, el segundo hecho histórico más importante, tras la llegada de los europeos al Nuevo Mundo. El pasado 16 de noviembre de 2012 se abría en Cádiz la Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado, con asistencia, entre otros del actual presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, a quien acompañaba su esposa, Marta Linares, quien visitó el pueblo natal del conquistador y obtuvo de la Diputación Provincial de Badajoz una réplica de la pila bautismal de Vasco Núñez de Balboa, según me indicó Juan Pedro Plaza Carabantes, gerente del Patronato Provincial de Turismo.

 

Había nacido Vasco Núñez de Balboa en Jerez de los Caballeros… Templarios, esa preciosa población del sur de la provincia de Badajoz, que tanta historia muestra y atesora. Sobresale esta villa extremeña, de origen templario, por el perfil de sus cuatro torres Santa María de la Encarnación, San Miguel Arcángel, San Bartolomé y Santa Catalina. Cuenta con un recinto amurallado, con seis puertas, una fortaleza y una alcazaba; más de veinte edificios religiosos, entre conventos, hospitales y ermitas y numerosos palacios y casas señoriales.

 

De jovencito, Vasco Núñez de Balboa fue paje de Pedro Portocarrero, que fuera alcalde de Jerez y consejero de la reina Juana la Loca y del emperador Carlos V, además de Señor de Villanueva del Fresno, cuyo título lo ostenta hoy  una señora que se llama: María del Rosario Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza Fitz-James Stuart y de Silva Falcó y Gurtubay, más conocida como Cayetana, la Duquesa de Alba.

 

Pues bien, Pedro Portocarrero, que vivía en la localidad onubense de Moguer, era además sordo y era conocido como el Sordo Señor de Moguer. Con él, nuestro biografiado, Vasco Núñez de Balboa, que tenía un nombre de pila un tanto raro en la Extremadura de entonces como en la región Galicia de donde eran originaria su familia, aprendió a leer y el manejo de las armas, de tanta importancia en aquellos rudos tiempos.

 

Con 25 años el joven Vasco Núñez de Balboa oyendo las gestas que los paisanos extremeños habían hecho por el Nuevo Mundo, se enrola en la expedición de Rodrigo de Bastidas, que salió en el mes de octubre del año 1500 del puerto de Cádiz, con dos naves, el bergantín “San Antón” y el chinchorro “Santa María de Gracia”.

 

Con Rodrigo de Bastidas estuvo también el geógrafo Juan de la Cosa, quien fue su piloto mayor y que ya participara con Colón en sus dos primeros viajes. Con el tiempo, de la Cosa trabajó en el Puerto de Santa María en el primer mapa del nuevo continente, que se conserva en el Museo Naval de Madrid, junto al actual Ayuntamiento, en Cibeles, incluso da nombre a Venezuela por un antiguo poblado indio, que después daría nombre a todo el país.

 

No tenía malos comienzos nuestro paisano Núñez de Balboa. Bastidas ya  en esa expedición pasó por la denominada Isla Verde, hoy la isla de Granada, una pequeñísima república caribeña, y de allí, tras pasar la Isla de los Gigantes (hoy Aruba)  llega hasta la bahía de Santa Marta, hoy una bellísima ciudad colombiana, al borde del anchísimo río Magdalena, avistándolo el 1 de abril de 1501. Pasa por el golfo de Barú, donde se sitúa la ciudad de Cartagena de Indias, hoy Patrimonio de la Humanidad por su buen cuidado casco antiguo, llegando hasta los golfos de Urabá y Darién, ya en la actual nación de Panamá. Recorren la Isla de Pinos y la costa hasta el Puerto del Escribano, lugar aún desconocido. Este viaje le valdría muchísimo en su experiencia futura como un gran capitán, descubridor y conquistador de la tierra panameña.

 

Pero los barcos de esta expedición estaban carcomidos por la enfermedad de la broma, por lo que Rodrigo de Bastidas decide retornar a la isla de la Hispaniola, hacia Santo Domingo, tras pasar por Santiago (hoy la isla de Jamaica) y la región de Jaragua, situada al oeste de la isla dominicana, hoy en la República de Haití, llegando a la capital con oro, esmeraldas y perlas. Pese a todo, el juez pesquisidor de la isla, Francisco de Bobadilla, le incauta este tesoro y lo encarcela. El mandato de Bobadilla duró desde el 23 de agosto de 1500 hasta el 15 de abril de 1502.

 

En esta expedición de Bastidas, Vasco Núñez de Balboa ganó bastante dinero y se fue a tierras más tranquilas en 1502. Ese año, mi paisano Nicolás de Ovando, nacido en la villa cacereña de Las Brozas se hacía cargo de la Gobernación de las Indias, por orden de los Reyes Católicos. Antes había sido comendador de Lares, el pueblo pacense de Esparragosa de Lares, de la Orden Militar de Alcántara, donde naciera en el siglo XX el cantante Pablo Guerrero, cuyo principal tema fue “Que tiene que llover a cántaros”, canción que con otras muchas suya interpretó en el Olimpia de París.

 

EL MANDATO DE OVANDO

 

Nicolás de Ovando había sido nombrado gobernador de la Hispaniola, Indias y Tierra Firme el 3 de septiembre de 1501, cuando era comendador de Lares, para sustituir a Francisco de Bobadilla, por su mala gestión, quien había mandado prender a Cristóbal Colón y a sus hermanos Diego y Bartoloméy les había mandado a Castilla encadenados e incautados todos sus bienes. Los Reyes Católicos confían en la buena gobernación que Ovando había hecho al frente de la Orden Militar de Alcántara y le piden que reestablezca los bienes y tierras de los Colón y todos sus títulos, con la única intención de mantenerlo alejado de la isla de la Hispaniola.

 

El viaje de Ovando fue el más importante hasta entonces de los que habían salido desde la Península hasta los nuevos territorios, ya que la flota la formaban  32 barcos y más de 2.500 personas. Junto a Nicolás de Ovando se alistaron personas que hoy forman parte de la historia de España, como Bartolomé de las Casa, Francisco Pizarro, Juan Ponce de León, entre otros y doce franciscanos, comenzando la cristianización de los indios taínos. También iba a haber ido en este viaje un primo de Francisco Pizarro, Hernán Cortés, pero un asunto de faldas le retuvo en Sevilla.

 

El trayecto oceánico comenzó el 13 de febrero de 1502 en Sanlúcar de Barrameda y estaba al frente el capitán Antonio Torres, quien ya había estado con Cristóbal Colón en su segundo viaje, El mandato del brocense duró desde el 15 de agosto de 1502 hasta el 9 de julio de 1509, siendo entonces sustituido por Diego Colón, hijo del descubridor, quien fue a la Hispaniola junto a su esposaMaría de Toledo, sobrina del Duque de Alba.

 

Los Reyes pidieron también a Ovando que hiciera retornar al juez pesquisidor a Castilla en la flota de vuelta. Así lo hizo Ovando, pero con tan mala fortuna que la flota de regreso a España fue sorprendida por un fuerte huracán de las Antillas mayores y en el naufragio perdieron la vida Francisco de Bobadilla; el almirante, Antonio Torres, y el piloto Pedro Alonso Niño, así como el cacique taíno Guarionex, jefe de Maguá, (hoy ciudad dominicana de La Vega), que estaba siendo deportado a Castilla, pues había hecho la guerra a los españoles y había sido encarcelado hacía dos años. Sí llegaron a España, entre otros, Juan de la Cosa y Rodrigo de Bastidas, quienes al entregar parte del tesoro que llevaban a la reina Isabel, se volvió a interesar por los temas del Nuevo Mundo.También se salvó la carabela “Aguja”, irónicamente el barco más débil de la escuadra y el que llevaba los bienes de Colón.

 

Este huracán no sólo hundió la flota sino que arrasó la isla de la Hispaniola y la capital, Santo Domingo, aposentada en unos barracones cubiertos con hojas de palmera en la orilla izquierda del río Ozama desde 1496. Ese año de 1502 Ovando ordenó que la ciudad fuera trasladada al margen derecho del Ozama y se construyera al estilo castellano; es decir, a base de piedra. Muchos de sus monumentos, casonas y palacios que aún se conservan en el interior de la ciudad de Santo Domingo son de piedra y está declarada por su antigüedad, ciudad Patrimonio de la Humanidad.

 

FUNDACIÓN DE CIUDADES

 

Hasta 1502, año en que llegó Núñez de Balboa a la Hispaniola, ya se habían fundado un total de ocho ciudades. La primera de ellas fue el Fuerte de Navidad, fundada en lo que hoy es Haití en 1492 y desaparecida, como también desaparecieron tres más: La Isabela, Santo Tomás y La Magdalena, las tres fundadas en 1494 en territorio de la República Dominicana. Al año siguiente, se crearon dos más: Santiago de los Caballeros y Bonao, que subsisten en la actualidad. Y al siguiente, en 1496, Santo Domingo, destruida en el huracán de 1502 y refundada ese año en la margen opuesta del río Ozama, como ya se ha dicho, así como la Fortaleza Ozama, el edificio de Santo Domingo más antiguo de América, con aspecto de castillo medieval, y que se puede visitar como uno de sus atractivos del patrimonio histórico artístico de la ciudad.

 

En 1500 surgió en Venezuela la población de Nuevo Cádiz, también hoy desaparecida y dos años más tarde, también en Tierra Firme (Venezuela), Santa Cruz, de la que no quedan restos.

 

Ese año de 1502 se habían creado en lo que hoy es Dominicana las poblaciones de Puerto Plata y Santa Cruz de Hicayagua, posteriormente Santa Cruz de El Seibo y hoy El Seibo, ciudades que aún persisten en la actualidad.

 

En 1503 hubo cinco fundaciones, dos en Haití (Hincha y Santa María de la Vera Paz, ésta desaparecida) y dos en República Dominicana (San Juan de la Maguana y Salvaleón de Higüey), más una quinta en Panamá, Santa María de Belén, también desaparecida.

 

SALVATIERRA DE LA SABANA

 

En la práctica, el mandato de Ovando no iba más allá de la actual República Dominicana y Haití. Núñez de Balboa se aposentó en el año 1504 en Salvatierra de la Sabana, situada la zona oeste de la isla la Hispaniola, en el actual Haití, junto a Diego Velázquez de Cuéllar, suegro de otro gran conquistador, Hernán Cortés. Esteban Mira Caballos cuentaque el gobernador Ovando iba distribuyendo a sus hombres por las ciudades que iban fundando con el fin de controlar políticamente todos los territorios isleños. Así en Salvatierra de la Sabana, fundada por Diego Velázquez, estuvieron Vasco Núñez de Balboa, Bartolomé Becerra, Pedro Romero, Alonso de Galisteo y Martín de Cáceres, todos ellos miembros de su equipo al que llamaban los antiguos colonos “los garrovillanos” por su influencia ante el jefe.

 

El padre Bartolomé de las Casas, que conoció en persona a Vasco Núñez de Balboa,  le retrata en su libro: “Este Vasco Núñez era uno de los que muchas deudas debía, vecino del postrero pueblo desta isla, al Occidente, llamado Salvatierra de la Sabana, donde tenía indios de repartimiento, natural de Badajoz. Era mancebo de hasta treinta y cinco o pocos más años, bien alto y dispuesto de cuerpo, y buenos miembros y fierezas y gentil gesto de hombre muy entendido y para sufrir mucho trabajo. Este había venido a la Tierra Firme, cuando vino a descubrir y rescatar Bastidas…”

 

Diego Velázquez procedía de una familia noble de la ciudad de Cuéllar. Su familia ya había servido durante generaciones a los reyes de Castilla. Él viajó ya con Colón en su segundo viaje a América y en tiempos de Ovando fue su lugarteniente. Durante el mandato del gobernador Diego Colón, éste le envió a la isla Juana, hoy isla de Cuba, a conquistarla, primero como adelantado y después como gobernador.

 

La población Salvatierra de la Sabana es hoy conocida como la ciudad de les Cayes. Además en 1504 también se crearon en Haití otra población que aún pervive: Fort Liberté, y otras dos en República Dominicana: Ázua de Compostela y Bánica.

 

Velázquez fundó numerosas ciudades por orden de Ovando. En La Hispaniola fueron  las poblaciones de Villanueva de Yáquimo, San Juan de la Maguana, Ázua de Compostela, Salvatierra de la Sabana, Santa María de la Vera Paz y Bánica; y en Cuba, bajo el mandato del siguiente gobernador Diego Colón, las ciudades de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, San Salvador de Bayamo, Santiago de Cuba, Santísima Trinidad, Santa María de Puerto Príncipe, Sancti Spíritus, San Cristóbal de la Habana y San Juan de los Remedios.

 

El nombre de Salvatierra de la Sabana significa tierra salvada de las aguas. Pasados los siglos, sería destrozada por dos grandes huracanes, el primero el 5 de septiembre de 1781 y otro el 16 de septiembre de 1788. Con el tiempo fue la ciudad de Les Cayes (Los Cayos). Esta ciudad era antes de la última revolución haitiana un lugar tranquilo, al suroeste de San Domingo, donde no se daban las grandes tensiones que se producían en la capital o en el norte de la isla.

 

LA CIUDAD DE LES CAYES

 

Hoy es una gran zona turística de la República de Haití, por la diversidad de sus paisajes,  clima templado y la riqueza de su patrimonio histórico artístico y de naturaleza. Comencemos a conocer estas tierras por su naturaleza porque eso ha cambiado poco en los últimos 500 años.

 

Una guía turística nos habla de sus bellezas naturales, destacan sus hermosas playas, como la llamada Jelly, que es la más grande del país, con un precioso banco de  arena blanca, situado entre el mar y la tierra, con agua dulce en sus cercanías, como la tiene la playa de “Pointe”, con dos bellísimas cascadas yun tranquilo y hermoso mar azul.

 

En esta zona del sudeste de Haití se halla el pico más alto de la República, el PicMacaya, de 2.410 metros de altura, donde en una espesa vegetación, con agradable paisajes, habitan raras especies de aves en peligro de extinción y hoy convertido en uno de los dos Parques Nacionales del país, protegido con inversiones de la Unión Europea.

 

LA HISPANOLA EN TIEMPOS DE BALBOA

 

Y vemos qué ocurrió en esta isla en esos nueve años en el que el gobernador Ovando y Balboa convivieron en la isla de la Hispaniola.

 

Ya se ha dicho que durante los primeros años de la gobernación de Ovando, éste repartió a sus hombres por todos los territorios indígenas dela isla. En el año de 1502, elañode su llegada, mandó a Juan  de Esquivel, con 400 hombres a conquistar y a repoblar el cacicazgo de Higüey, donde funda la villa de Santa Cruz de Hicayagua, posteriormente Santa Cruz de El Seibo y hoy El Seibo, en la República Dominicana. También al añosiguiente, Esquivel fundó una fortaleza en Higüey, dentro de ese mismo cacicazgo, y que dos años más tarde se convierte en la ciudad de Salvaleón de Higüey,  colaborando en ello Juan Ponce de León – que este año se conmemora el quinto centenario de su llegada a la península de La Florida- y de Juan de Villarroel.

 

Mientras tanto Ovando ordena a Diego Velázquez, fundar una ciudad en el cacicazgo de la Maguana, quien el 24 de junio crea San Juan de la Maguana, muy cerca de la capital del reino taíno.Ayudaron en esta fundación Alonso de Sotomayor, Juan Pérez, Antonio de Herrera, Alonso Ramos, Jerónimo de Herrera, Juan Pizarro, Diego de Aldana y Alonso de Monroy.

 

La idea del gobernador era ir distribuyendo a sus hombres por la isla, como ya se ha dicho, por eso ahora su plan era conquistar el oeste, lo que hoy forma la nación de Haití. Allí volvió a enviar a su hombre de confianza, Diego Velázquez.

 

Este año de 1503 es importante para los colonos de la isla, entre ellos Balboa, ya que la Reina Isabel forma el 20 de diciembre una Real Provisión por la que da permiso para crear las encomiendas, a través de las cuales los españoles recibían indios para trabajar en sus posesiones, o bien los indios de las tribus caribes apresados en guerras justas contra ellos.

 

Ese mismo año el gobernador Ovando manda dos expediciones al oeste de la isla de la Hispaniola para terminar de pacificarla. La primera al mando de  Rodrigo de Mexía, quien crea La ciudad de Lares de Guabá o Guahabá, recordando el nombre de la extremeña Esparragosa de Lares de donde era comendador. Esta ciudad fue destruida y con el tiempo, en 1704, refundada por inmigrantes canarios se convirtió en la dominicana Nuestra Señora de la Concepción de Hincha. (Hoy es Hincha, en el centro de Haití, de unos 100.000 habitantes).

 

A su vez Diego Velázquez funda Santa María de la Vera Paz, al oeste del lago de Xaragua, hoy renombrado lago Saumatre y al este de la capital del país: Puerto Príncipe. La ciudad fundada por Velázquez desapareció pronto, en 1518. En este cacicazgo fue donde se dio la matanza de Xaragua, donde el gobernador mando hacer una masacre de los indios levantiscos, mientras sus hijos fueron recogidos por los dominicos y enseñados en las artes, las letras castellanas y la religión católica. Entre estos niños estaba el indio  Huarocuya, de tan sólo 7 años, pero que con el tiempo fue un jefe indio llamado Enriquillo, y que hoy da nombre al gran lago dominicano.

 

Toda esta parte de la isla se pacifica, solo quedan algunos indios revolucionarios en la isla de la Gonave, mientras se sigue fundando ciudades. Así Rodrigo Mejía de Trillo fundó en 1504 Puerto Real, y después denominada Bayajá, hoy Fort Liberté al norte de Haití; muy cerca de la frontera con República Dominicana, mientras que Diego Velázquez- el gran fundador- crearía Ázua de Compostela, hoy se quedó sólo con el nombre de Ázua, ciudad que fue derruida pro un terremoto el 16 de octubre de 1751 y que hoy cuenta con 250.000 habitantes.

 

Una curiosidad, al año siguiente comienza a circular en la Hispaniola la moneda el real de a ocho, al que llaman también peso fuerte o peso duro; de ahí que los hispanoamericanos tengan como monedas el peso y nosotros a ciertas monedas le llamábamos el duro: Esta moneda comenzó a circular por el Nuevo Mundo en 1505 hasta el año 1857 que también circulaba en los Estadios Unidos, al que llamaban el dólar español. Fue la moneda más internacional que nunca ha tenido España.

 

También en 1505 se funda por Rodrigo Mejía de Trillo otra ciudad. En esta ocasión es La Buenaventura, en lo que fuera una ciudad indígena de Cotuy, en el centro de la Hispaniola; hoy es la capital del mismo nombre de la provincia dominicana de Sánchez Ramírez. Cotuí es un nombre taíno.

 

Este mismo año se fundó, en una zona taína, Montecristi por Nicolás de Ovando a orillas del río Jacaguay tres décadas más tarde Juan de Bolaños. Crearon esta nueva ciudad unos 60 colonos procedentes de Canarias y la llamaron San Fernando de Montecristi, pero fue destruida a principios del siglo XVII. Hoy cuenta con más de 110.000 habitantes.

 

Ese año hubo un acontecimiento importante para la formación de los hijos de los colonos: Se crea en Santo Domingo la escuela de la Española, el primer colegio de América.

 

En 1507 Ovando mandó concluir a uno de sus comandantes, Cristóbal de Tapia, las obras de la Torre de Ozama, lugar que fue durante cuatro años más la sede de la gobernaduría del Nuevo Mundo, hasta que Diego Colón comenzó a levantar el Palacio de Colón, palacio que aún se conserva. La Fortaleza Ozama pasa a ser hoy uno de los principales monumentos de la ciudad Patrimonio de la Humanidad que es Santo Domingo.

 

Para entonces la población indígena taína había sufrido un importante descenso debido a la gran mortalidad causada por los trabajos que les obligaban los españoles y también por las bacterias que aportaron los colonos y trajeron nuevas enfermedades a una población local que hasta entonces no la tenían. La población pasó de los 500.000 tainos en 1492 a poco más de 60.000 en 1507.

 

En 1508 hubo un nuevo paso para la colonización de otros territorios en Tierra Firme. Así el rey Fernando de Aragón concedió, como regente del Reino de Castilla, dos nuevas gobernaciones a Alonso de Ojeda y a Diego de Nicuesa, que tanta importancia tendría en la vida personal de Vasco Núñez de Balboa.

 

ESCUDOS REALES

 

El 7 de diciembre de 1508, la reina Juana la Loca concede a las quince ciudades ya fundadas en la isla de la Española sus escudos: Diez en lo que es hoy República Dominicana y cinco en Haití. Son estas: Santo Domingo, Concepción de las Vega, que recibe también el título de ciudad; Santiago, Bonao, La Buenaventura, Puerto Plata, San Juan de la Maguana, Compostela de Ázua, Salvaleón de Higüey y Santa Cruz de Icayagu. Las cinco de Haití son; Salvatierra de la Sabana, Puerto Real, Santa María de la Vera Paz, Villanueva de Yáquimo y Lares de Guabá

 

Mientras tanto, el gobernador Ovando mandó fundar en Santo Domingo el primer monasterio de América. Por eso a Santo Domingo la denominan la ciudad primada de América. Se trata del monasterio de San Francisco.

 

Como la isla estaba ya pacificada, Ovando se dedica a explorar los territorios colindantes. Así  ordena al piloto Andrés Morales a que circunnavegue la isla con el fin de reconocerla por completo y realice las cartas náuticas. Lo mismo haría el navegante gallego Sebastián de Ocampo con el cercano territorio de lo que es hoy la isla de Cuba y entonces llamaron isla Juana en honor a la reina. Como es tan larga, no sabían si era isla o tierra firme. Lo hizo con dos barcos y su viaje duró dos años durante 1508 y 1509. De este viaje se ha hecho recientemente un documental firmado por una cineasta cubana.

 

Por otra parte, Juan Ponce de León, teniente de la villa de Salvaleón de Higüey, salió hacia el este para reconocer la isla de Borinquén, hoy Puerto Rico con sólo 60 hombres, Fundó la ciudad de Cáparra, donde aún se conservan los restos de su casa. Fue muy bien recibido por el cacique Agüeybaná, que llegó con él a Santo Domingo para ser recibido por el gobernador Ovando. Al año siguiente, le nombra el primero de mayo gobernador de la isla de San Juan Bautista (Puerto Rico).

 

El 9 de julio de 1509 llega a la isla el nuevo gobernador, Diego Colón, en compañía de sus tíos Bartolomé y Diego y así concluye la gestión de Nicolás de Ovando.

 

LA AGRICULTURA Y GANADERIA EN LA HISPANIOLA

 

Mientras tanto Vasco Núñez de Balboa se dedica a sus tareas agrícolas y ganaderas en la zona oeste de la isla, en Salvatierra de la Sabana, donde es encomendero, donde trabaja con sus indios en lo que conoce, criando ganado vacuno y porcino, recordando sus tiempos de estancia en Extremadura.

 

Lorenzo López y Justo del Rio estudiaron la ganadería vacuna en la isla de la Española durante el siglo XVI. En su estudio, ambos profesores de la Universidad Complutense indican que “la ganadería en la Española tuvo una considerable importancia social y económica desde los primeros momentos de la colonización debido al decrecimiento aurífero, que ya se vio entre los años 1508 y 1510, antes de que se implantase el cultivo del azúcar”.

 

Según el historiador dominicano Frank Moya Pons en su obra “La española en el siglo XVI”, “sólo permanecieron en la isla aquellos que tenían propiedades efectivas: fincas, ganados e indios”. Pero como el caso de nuestro biografiado, Balboa al arruinarse no tenía nada de ello , por lo que tuvo que abandonar la isla de manera precipitada.

 

Cuentan López y del Río que “las décadas de 1510 y 1520, el incremento del vacuno y la despoblación insular fueron dos fenómenos que terminaron con la desaparición del mercado interior y el derrumbe de los precios de la carne. Los precios bajaron a costas tan reducidas que los criadores ya no ganaban ni para pagar a los vaqueros y pastores,quedando los ganados sin guarda y haciéndose monteses”.

 

EL FINAL DE SU ESTANCIA EN LA HISPANIOLA

 

Como soldado, Núñez de Balboa, a las órdenes del gobernador, pacificó la zona de indios y por eso recibió tierras y también indios para trabajar en ellas, pero no debía ser un buen agricultor ni negociante y se endeudó. Cuenta la historia que como extremeño se dedicó a la cría de cerdos, pero debió de salirle mal el negocio,  por lo que a los pocos añostuvo que abandonar el lugar escondido en un barco que salía desde Santo Domingo, como polizón, en un barril, y acompañado por su perro Leoncico, que por entonces era un arma contra los indios. Estamos ya en 1509 cuando huye en el barco del bachiller Martín Fernández de Enciso, y tras acercarse a la zona panameña del Darién funda allí la ciudad de Santa María del Darién y es nombrado alcalde de la misma, pero esa ya es… otra historia antes de su gran descubrimiento en Panamá: La Mar del Sur-

 

MIS EXPERIENCIAS PERSONALES EN PANAMÁ

 

Y algunas experiencias vitales que este viajero ha tenido por esta zona de América han sido ricas y variadas, como entrevistar en Mallorca –donde residí doce años- al general Omar Torrijos, por entonces presidente de Panamá, o realizar una visita a los indios Kuna, el lugar donde murió nuestro paisano, en la actual provincia de San Andrés, a donde me desplacé en una pequeña avioneta desde el aeropuerto de Panamá hasta el pequeño aeródromo de los kuna, situado en el continente y muy cerca de una islita-ciudad. A la vuelta, una gran tormenta tropical amenazaba la pequeñísima avioneta mientras, a medio metro de mí, el fuerte aguacero impactaba sobre el parabrisas de la aeronave haciéndola bambolear. Los indios kuna han sido muy bien estudiados por el catedrático de Antropología de Iberoamérica Tomás Calvo Buezas, natural deTornavacas, de los que ha escrito el libro “Los Kuna”.

 

Otra interesante experiencia fue con los indios Emberá, situados en la zona del Canal, adonde me trasladé un lluvioso día en una barca, que no tenía nada que envidiar a la que use hace unos años para estar con los indios de la zona selvática de Venezuela para ir a conocer el Salto Ángel, la catarata más alta del mundo con 940 metros de caída libre.

 

El día que fui a ver a los emberá, estaba lluvioso, un par de horas bajo un continuo cielo abierto, tanto que toda la jornada se empleó en unas compras de artesanía local, una comida típica debajo de una de las chozas y una buena charla con el chamán de la tribu.

 

Los días selváticos de Panamá concluyeron en el Canal. Tuve la suerte de estar detrás de un barco Panamax, que son aquellos barcos que de gran tonelaje que son capaces de traspasar las esclusas. Su tamaño es tan enorme que fui incapaz de hacerle una fotografía de tan cerca que estaba. No entraba en el ángulo de la máquina de fotos. Sin embargo tuve esa gran experiencia desde lejos, desde las tierras de los emberá.

 

Para terminar, dos apuntes: Miguel de la Quadra Salcedo, con el que uno de mis hijos realizó la Ruta Quetzal por México, va llevar a jóvenes de España y América por Panamá y Jerez de los Caballeros,  lugar donde ha sido restaurada recientemente con dinero de aquel país hermano la pila bautismal donde se cristianó Vasco Núñez de Balboa.

 

Por otra parte, una sugerencia le hice en su día a la presidenta del Hogar Extremeño, Maruja Sánchez, y es que en desagravio de la mala situación en la que se encuentra la estatua de Núñez de Balboa en la Ciudad Universitaria, junto al Museo de América, sería muy interesante que los extremeños le lleváramos una corona de laurel ante el monumento y homenajeemos a uno de los más grandes personajes de la historia de Extremadura, España y América.

 

Y como prueba de mi visita por el Canal  de Panamá y en agradecimiento a su interés, les dejo esta imagen con un buen amigo, Félix Arévalo, secretario general de la Asociación Nacional de Agencias de Viajes, gran prohombre del turismo español, en el barco que nos  llevó por las aguas que navegara nuestro ilustre paisano, el jerezano Vasco Núñez de Balboa.

 

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