Nov 082024
 

 

Dra. Guadalupe Pérez Ortiz

Dña. Sonia López Ortiz

Dr. Francisco González Lozano

Dña. Rocío Pérez Ortiz

 

 

Resumen:

 Son múltiples los estudios que se llevan a cabo gracias a la producción y conservación de documentos dentro en el seno la Iglesia Católica, y son esos mismos documentos los que permiten poder profundizar en el objeto de estudio, el Orden sacerdotal. Dentro de nuestra institución hay que destacar la riqueza de los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz, en los que se custodia la memoria histórica escrita de la Iglesia en la provincia de Badajoz; es a través de esta documentación como se puede elaborar una profunda investigación biográfica, siguiendo la trayectoria del ordenando, desde sus orígenes, su estancia en el seminario, etc.

Son pues archivos como éste el punto central en la historia de las instituciones, convirtiéndose en prioridad con la mirada puesta en el futuro de los mismos.

 

Palabras clave: orden sacerdotal, archivo eclesiástico, diócesis, seminario.

 

  1. Introducción

La compleja estructura institucional que presenta la Iglesia Católica, prácticamente desde sus inicios, la hace ser considerada una de las entidades más significativas en cuanto a la producción y conservación de documentos, los cuales resultan de suma importancia para la confección de múltiples análisis. No sólo hacemos referencia a aspectos puramente eclesiásticos, sino también a otros que nos permiten examinar asuntos de carácter político, económico, educativo, cultural o social.

En base a ello, nos proponemos en el siguiente trabajo exponer, con un ejemplo, la riqueza de uno de ellos: los Archivos Eclesiásticos de Mérida–Badajoz. Nos centraremos en identificar y analizar la documentación que procede de uno de los procesos más importantes para la Iglesia católica, como es el Sacramento del Orden sacerdotal.

En consecuencia, los objetivos que perseguimos quedarían estructurados de la siguiente forma: analizar histórica, institucional y funcionalmente los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz, en especial su fondo diocesano; identificar y examinar documentalmente lo hallado, fijándonos especialmente en los expedientes personales, relacionándolos con otras series documentales ubicadas en el archivo; y, por último, exponer posibles líneas de investigación que pueden tomar como punto de partida la documentación objeto de este estudio.

Por todo ello, se han empleado los siguientes recursos metodológicos: la descripción histórica del sacramento del Orden sacerdotal; el análisis institucional, como estrategia de trabajo esencial para la clasificación y descripción documental; las técnicas archivísticas propiamente dichas, como elemento neurálgico para la identificación documental; y, el análisis histórico del conjunto para establecer una guía de contenidos del fondo analizado.

 

  1. Breve aproximación al sacramento del Orden sacerdotal

El origen del sacramento del Orden sacerdotal de la Iglesia católica está íntimamente vinculado al modo de vida de Jesucristo, a su misión y la institución de la propia Iglesia. Cristo es el sumo sacerdote[1], del cual brotan los signos sacramentales que se han transmitido lo largo de los siglos. Así, el Nuevo Testamento identifica a Jesucristo como sacerdote que se ofrece a si mimo por la salvación del mundo, siendo Cabeza y Pastor de la humanidad.

Los Apóstoles, escogidos por el mismo Cristo en su vida terrena, fueron enviados como pastores al resto del pueblo de Israel para apacentar el rebaño de Dios[2]. En el transcurso de los siguientes años, esos mismos discípulos instituyeron a otros para que siguieran cumpliendo su misión, perpetuando así el mandato de Cristo de instituyendo otros obispos, sacerdotes y diáconos[3]. Ya desde los inicios del cristianismo se puede observar una alta preocupación por la educación de aquellos que habían sido elegidos para ejercer el ministerio sacerdotal; la instrucción moral, litúrgica y disciplinar vertebraban las claves educativas de los candidatos[4]. Aun no siendo igual el proceso formativo de los futuros sacerdotes, sí se constatan varios grados o escalas que vertebraban el ministerio. Fabio, obispo de Antioquía en el año 251, escribía una carta al papa Cornelio detallándole la existencia de obispos, presbíteros, diáconos, subdiáconos, acólitos, exorcistas, lectores y ostiarios[5]. De éstos, cuatro se consideraban órdenes menores por no ser sacramentos, sino condiciones o ministerios previos al sacerdocio pleno (ostiario, lector, exorcista y acólito[6]) y tres superiores (subdiaconado, diaconado y sacerdocio[7]). Con la aparición del monacato de la Edad media, se añade la tonsura, como un ritual que simbolizaba el desprendimiento del mundo y la dedicación exclusiva a Dios.

Tras el Edicto de Milán, en el año 313, se establecen escuelas catequéticas orientadas a formar específicamente a los que serían elegidos como maestros y sacerdotes. En esta misma línea formativa se pronunciarían los concilios de Nicea (325), Constantinopla (381), Éfeso (431) o Calcedonia (451).

Tras la caída del Imperio romano y la exclusividad eclesial en la formación a todos los niveles, emergieron numerosas propuestas para llenar de contenido la específica educación de los candidatos a las sagradas órdenes. Serán, entonces, los concilios los que decidan la uniforme y legítima formación, así como los contenidos que habrían de ser asumidos. Entre estos destaca el II Concilio de Toledo, celebrado el año 627, en el que se detallaba un programa formativo para los futuros sacerdotes: tras recibir la tonsura, habrían de ser instruidos en Sagrada Teología bajo la inspección del obispo, quien habría de preocuparse por la recta voluntad de los candidatos. Tras recibir las órdenes menores, accedería al subdiaconado a la edad de 20 años, y superados los 25 podría recibir, por la imposición de manos del obispo, las sagradas órdenes del presbiterado[8].

Aquellas incipientes escuelas que surgieron para catequizar a todos los cristianos, y de modo particular a los futuros sacerdotes, tomaron un nuevo rumbo en el siglo VIII, emergiendo las llamadas escuelas episcopales. Se establecía una regla de vida en común y un itinerario educativo para asegurar la recta intención de los candidatos. Significativo será el I concilio de Aquisgrán, en el año 816, en el que se indicaba la necesidad de cuidar con el mayor desvelo posible la instrucción de los niños y jóvenes, fomentando la vida espiritual y el conocimiento de la Sagrada Escritura. La extensión de estas escuelas derivó en un aprovechamiento para el fomento de la cultura, no solo para los propios candidatos, sino para el resto de niños con inquietudes. Carlomagno invitaba a los obispos a abrir escuelas donde los niños aprendieran a leer, escribir y conocer las disciplinas eclesiásticas[9].

Un notable impulso académico surgió a partir del siglo XII, a la sombra de las catedrales, donde se mandaba observar la pobreza, el celibato, la vida en la caridad y la formación teológica. En este contexto de saber universal y propagación de la cultura, nacía la universidad como corporación de maestros que cultivaban la Filosofía, las Artes, la Medicina, el Derecho y la Teología. Aquellas escuelas catedralicias no tenían cabida en el ámbito universitario, pues su misión no era solo académica, sino vital, llamada a formar en virtudes junto al conocimiento eclesiástico. Pero de las recién nacidas universidades saldría el “alto clero” que iría destinado a las catedrales para ejercer como canónigos y a los distintos centros de Teología para enseñar posteriormente en los centros formativos de las diócesis.

Para fomentar la educación específica de los clérigos se crearon colegios universitarios y clericales, cuyo fin era la formación en doctrina y virtudes de los candidatos. Ciertamente estos colegios clericales no dieron respuesta contundente a la necesaria formación de los futuros pastores de la Iglesia católica; las razones halladas fueron diversas: secularización, disipación de la vida en común, relajación de las costumbres, falta de motivación… Existieron notables excepciones como el fundado por San Juan de Ribera (colegio del Corpus Christi) que centraron sus esfuerzos en una verdadera y profunda espiritualidad de los clérigos.

La necesidad detectada por los papas en un contexto de ruptura eclesial con el nacimiento del protestantismo, llevó a la institución del Seminario conciliar como respuesta a la formación firme en doctrina, vida y espiritualidad de los candidatos al sacerdocio[10].

Cuatro etapas vertebran el devenir histórico de esta nueva institución eclesial: en la primera destacamos su lenta implementación en las diócesis, especialmente en las españolas, debido a razones de pobreza de las mismas, a los numerosos cambios de los titulares que regían las diócesis o a la falta de interés por los mismos[11]. Con el advenimiento de los Borbones a España, en el siglo XVIII, se produce un salto cualitativo en las directrices de los seminarios conciliares, puesto que se pusieron al servicio de la monarquía y extendieron las ideas y principios de la Corona. La posterior Ilustración fomentaría un clero bien preparado a nivel académico a la par que se dejaba la formación universitaria al Estado, incluida la de los seminarios.

Las relaciones Iglesia-Estado cambiaron notablemente en el siglo XIX; la dimensión secular del Estado reclamaba tomar las riendas de los centros formativos del futuro clero por parte de los obispos. Aparecen así nuevas directrices y líneas educativas para estos centros que habían sido abandonados, durante décadas, y se habían alejado de la finalidad para la que fueron creados.

El Concilio Vaticano II (1962-1965) marcó las actuales directrices de la formación sacerdotal, dedicando parte de su reflexión al ser, quehacer y vivir del presbítero y, por extensión del seminarista[12]. Presbiterorum ordinis y Optatam totius fueron los dos decretos emanados de este universal concilio y que trató específicamente la vida del sacerdote y la formación de los seminaristas. Será Pablo VI quien reconducía los ministerios laicales tras el Concilio Vaticano II. Así desparecían la tonsura y las órdenes menores de ostiario y exorcista, del mismo modo el subdiaconado. En esta nueva normativa permanecerían dos ministerios laicales: lector y acólito[13].

Posteriormente el papa Juan Pablo II promulgó la Exhortación Apostólica postsinodal Pastores dabo vobis sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual. El 8 de diciembre de 2016 se promulgó la última Ratio fundamentalis institutionis sacerdotales, por la que la Iglesia universal organizaba la formación de los candidatos al sacerdocio. Estas directrices fueron adaptadas por la Conferencia episcopal española[14].

Esta síntesis histórica nos muestra la vital importancia que en los veinte siglos de existencia ha mostrado la Iglesia católica hacia sus candidatos a las Sagradas Órdenes. La educación del futuro clero ha ocupado los desvelos de los papas y obispos en su devenir histórico. No es de extrañar la abundantísima documentación existente, así como la generada por las instituciones dedicadas a la formación de los seminaristas. En sus archivos particulares, así como en los diocesanos, podremos encontrar información relevante para numerosas investigaciones que solo pueden extraerse de ellos, pues fueron punto de referencia a nivel educativo durante siglos.

 

  1. Aproximación a los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz: fondo diocesano y expedientes de órdenes sacerdotales

Los Archivos Eclesiásticos de Mérida–Badajoz son los responsables de custodiar la memoria histórica escrita de la Iglesia Católica en la provincia de Badajoz. Se constituyen por cinco grandes fondos: diocesano, capitular, parroquial, Orden de Alcántara y Orden de Santiago, cuya documentación permite la realización de variadas investigaciones de muy diversa índole: genealogía, demografía, sociología, teología, arte, economía, educación, piedad popular, etc.; desde aproximadamente el siglo XIII hasta el siglo XX.

El origen de estos archivos está directamente ligado a la reestructuración del Obispado de Badajoz en el año 1255, a manos de Fray Pedro Pérez, su primer obispo. No obstante, no se produciría su constitución hasta el siglo XVI, con la aprobación de las cláusulas establecidas en el Concilio de Trento, en las que se determina la obligatoriedad de estancia del obispo en la diócesis asignada. Este hecho conlleva a registrar toda la documentación que se produciría como consecuencia de sus funciones y a custodiarla en un único lugar, evitando la dispersión documental que se había producido hasta la fecha.

El cronista pacense Alberto González Rodríguez nos indica que su localización originaria es desconocida, pero hasta donde tenemos constancia sabemos que se ubicaba en el interior del Palacio Episcopal, en el denominado “Almacén del Rey”. Este lugar fue consolidado en 1380 como sede episcopal, tras haber sido donado por el rey Juan I de Castilla a la Iglesia, durante el obispado de don Fernando Suárez de Figueroa (1379-1398)[15]. En esta sede se mantuvo hasta 1705; cuando, durante la Guerra de Sucesión, la explosión de un polvorín en el Palacio Episcopal reduce a cenizas numerosos legajos y daña la estructura del edificio[16]. Ante esta grave situación, el obispo Marín de Rodezno (1681-1706) manda trasladar el archivo a extramuros, alojándose este y el obispado en un nuevo edificio situado en la calle que unía el entonces Campo de San Francisco con el de San Juan, donado por doña Ana Márquez de Negrete al obispo. La información relativa a estos hechos se conserva en un expediente de la época, donde el archivero don Matías Sutil relata los acontecimientos como fiel testigo de ellos[17].

“Licenciado provisor mando q[u]e se esponga por el archivero de esta audiencia el testimonio q[u]e se espide y q[u]e en el presente informe q[u]e así mismo se espide se lleven a firmar los autos para que se haga justicia. Luego lo notifiqué a Matias Sutil.  / (Fol. 38 v.)  En cump[limient]o del auto y teniendo pre[sen]te lo que se pide por d[o]ña Mensía de Arguello y Guzmán viuda de d[o]n Fernando de Ulloa en su pedimento de este día lo que puedo informar es que antes del sitio que padeció en el año de mil set[ezient]os y cinco estava el archivo en el de los papeles de este tribunal en el Palazio de los Il[ustrisi]mos se[ño]res obispos én él castillo de esta ciu[da]d  y por haber caido una bomba en el y quemados y perdidos diferentes legajos dio providencia el Il[ustrisi]mo Se[ño]r obispo d[o]n Juan Marín de Rodezno que / (Fol. 39) entonces lo hera de este obispado se mudase a su palazio obispal que esta junto al Campo de San Fran[cis]co de esta ciu[da]d cuios papeles  fueron aiudados para mi y Antonio Gomez Fabra que entonces hera archivero y haviéndose puesto en orden en este palazio en un quarto bajo de toda custodia y de estado en la misma todo el tiempo que fue dignísima autoridad de este obispado el Il[ustrisi]mo se[ño]r d[o]n  Fran[cis]co Valero y Losa arzobispo que tambien fue de Toledo haviendo en dicho obispado el Il[ustrisi]mo d[o]n  Pedro Franco de Lebanto y a pocos años de estar en este palazio y su obispado mando desocuoar el quarto que estaba hecho archivo y habiéndose mudado todos los papeles a otro quarto y estado sin orden ni composición se llevaron los papeles al quarto alto donde oy permanecen se esperimento que con la humedad / (Fol. 39 v.)  del suelo se hizieron cenizas más de trescientos pleitos antiguos y modernos quedándose pegados y podridos al suelo, de suerte que no se pudo de d[ic]hos pleitos perdidos y podridos sacar de ellos mas que cenizas que se amasavan entre las manos y haviéndose puesto en d[ic]ho quarto alto no se a podido contestar en mas de diez años q[u]e paso con lo referido a aquel orden antiguo que tenian los papeles padeciendo total confusión y por Henero de este año los que havia en este, antiguos y modernos que heran muchos en cantidad se llevaron a dicho archivo con la voluntad de los señores Reyes y Principe e Infantes de España los quales se han puesto en el mismo. B[adajo]z, diziembre veinte y dos de mil sete[zient]tos y veinte y nueve. Juan Mesía Molano”.

 

AEME-BA. Fondo Diocesano. Leg. 16, nº 400

 

De igual modo, el archivo estuvo influido por diversos acontecimientos históricos que sucedieron a lo largo de la historia española. Ejemplo de ello son la Revolución Francesa y la toma de la provincia de Badajoz, producida en los primeros meses del año 1811. Hecho que provocaría importantes pérdidas documentales, debido a los asaltos ocasionados al archivo. En segundo lugar, haremos alusión a la Guerra Civil Española, con la que se produjeron deterioros en la documentación en un intento de salvaguardarla ante los infortunios de la guerra. Asimismo, el archivo sufrió cuatro traslados que influyeron notablemente en la conservación de los expedientes que fueron expuestos a cuatro mudanzas en un breve intervalo de tiempo hasta su ubicación en la Casa del Cordón.

En el año 2006, con el nombramiento como arzobispo de don Santiago García Aracil y su interés de custodiar y difundir el patrimonio documental e histórico, se mandó unificar los fondos catedralicios, diocesanos y de las órdenes militares (Santiago y Alcántara) en una misma entidad, creando así los Archivos Eclesiásticos de Mérida–Badajoz. En el año 2011–2012, se unieron en depósito los fondos parroquiales, quedando constituida la entidad tal y como la conocemos hoy.

En líneas generales podemos decir que los fondos pertenecientes a la Orden de Santiago y la Orden de Alcántara permanecen como fondos cerrados. Fueron concluidos con la desaparición de las órdenes militares en el siglo XIX. Por el contrario, los ya nombrados Fondo Capitular, Diocesano y Parroquial siguen recibiendo documentos. Cada año se produce un proceso de traslado de fondos a estas instalaciones siguiendo un calendario establecido.

Los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz están compuestos en la actualidad por aproximadamente 7000 legajos, de los cuales alrededor de 6000 (unos 3500 pertenecientes al fondo antiguo y unos 2500 al fondo moderno) se encuentran en las instalaciones de la calle Obispo San Juan de Ribera (concentrado el fondo antiguo en el nº 13 de la misma y el moderno en el nº 2), mientras que el resto permanece en las dependencias de la institución.

Al tener como estudio una de las series documentales que conforman los fondos diocesanos, resulta necesario exponer unas líneas generales que contextualicen brevemente dicho fondo.

Tomando como referencia el Diccionario del Patrimonio Cultural de la Iglesia[18], se define archivo diocesano, como el archivo encargado de conservar con orden los documentos y escrituras correspondientes a los asuntos diocesanos.

Los archivos diocesanos custodian la documentación generada por el obispo y su curia en el desarrollo de sus diversas competencias. Su origen se sitúa hacia el siglo XVI, estrechamente ligada a las cláusulas Tridentinas, en las que se dispone la observancia obligatoria de residencia de los obispos en las diócesis asignadas. Hasta dicho momento, la documentación diocesana era ubicada junto al fondo catedralicio, como consecuencia de que el obispo formaba parte del cabildo y de la inexistencia de archivos específicos. Su tardío nacimiento, ya bien entrado el siglo XVI, y las dificultades hasta su consolidación no han impedido que los archivos episcopales se destaquen por su volumen y riqueza documental.

Los fondos diocesanos, como pueden entender, son de suma importancia dentro de los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz tanto por su volumen y cronología, como por sus variados contenidos. Una muestra de esta relevancia es el estudio que estamos presentando.

Se integran de un amplio volumen de expedientes que hasta la fecha están en periodo de inventariado y catalogación. Podemos hablar, a grandes rasgos de más de 2000 cajas archivadoras, por el momento, dado que al ser un fondo vivo va aumentando con las trasferencias documentales que periódicamente establece el calendario de nuestro archivo.

Para su utilización nos ayudamos de un fichero elaborado a principios del siglo XX por el archivero del momento Fernando Castón. Dicho fichero se organiza por poblaciones y dentro de ellas por “secciones”, así podemos encontrar documentación referida a iglesias, conventos, ermitas, expedientes matrimoniales, expedientes de órdenes, capellanías, obras pías, civil, criminal, etc. Este fichero una gran ayuda para el quehacer diario de la entidad pero no nos ofrece una total garantía (muchas fichas se han descolocado de su lugar primitivo, otras han desaparecido), ni un acceso fácil para los investigadores dado que al no estar informatizadas obliga a que la consulta deba hacerse en el archivo.

En la actualidad se está trabajando en un proceso de inventariado y catalogación de dichos fondos. Por el momento se ha revisado toda la documentación y en estos momentos estamos desarrollando tareas de inventariado y catalogación que darán como resultado el inventario y cuadro de clasificación del fondo episcopal.

El cuadro de clasificación marco para este tipo de entidades refleja la complejidad de estas instituciones y las múltiples relaciones que se establecen dentro y fuera de ellas. De este modo, suele quedar constituido en tres secciones: administración, gobierno y justicia, que se subdividen en diversas subsecciones y series documentales.

Los contenidos fundamentales que podemos extraer de este tipo de archivos y que serán base de posibles investigaciones históricas son:

 

  • Cuestiones económicas: las cuestiones de índole económico aparecen debidamente representadas en los cuadros de clasificación de este tipo de archivos por varias secciones y series documentales.

 

  • Encontraremos una rica y abundante documentación para el estudio de los diezmos y primicias. En el contexto cristiano la palabra diezmo se entendía por la décima parte de los frutos que provienen de los campos, prados, viñas árboles y animales (productos, no dinero). Las primicias eran la primera parte de los frutos o ganados que ofrecían los judíos a Dios. El estudio de estos contenidos nos ayudará a entender la significación de un fenómeno extendido en otras épocas y que encuentra en estos archivos un importante respaldo documental.

 

  • En segundo término, aunque no por ello menos importante, en relación con contenidos económicos, son los censos. En líneas generales, podemos decir que dentro de la economía agraria de España las tierras estaban gravadas por una serie de rentas que se llamaban censos. Éstos, pagados en especie, sirvieron de sustento tanto a la monarquía como a la Iglesia. La importancia de los censos para la Iglesia es directamente proporcional al volumen de documentos conservados en sus archivos, dado que la Iglesia, a lo largo de los tiempos, fue beneficiada por muchos de ellos.

 

  • Demográficas: Las cuestiones demográficas encuentran sustento documental en los llamados padrones parroquiales, que en cierto modo pueden ser comparados con listas censales a nivel civil. El interés de estos contenidos no deriva tanto de la parte eclesiástica, sino más bien de su vertiente sociológica y demográfica, dado que el estudio de esta documentación permitirá a los investigadores analizar la distribución poblacional a nivel de iglesias en las diócesis españolas.

 

  • Arte: Los archivos diocesanos se destacan como fuentes documentales para el estudio del arte. El archivo episcopal custodia documentación artística de diversas entidades, especialmente cofradías y hermandades, que al tratarse de entidades menores tenían obligación de presentar al obispado documentación sobre sus bienes patrimoniales y artísticos, la cual era incluida como parte de sus fondos archivísticos.

 

  • Contenidos testimoniales: Los contenidos probatorios o testimoniales que aportan fundamentalmente las dispensas y anulaciones matrimoniales en archivos diocesanos adquieren un valor importante, dado que son exclusivos de este tipo de archivos.

 

Al margen del valor histórico que puedan aportar, condicionados en todo caso por la preservación del honor e intimidad de las personas, estos contenidos son garantía real de la participación de individuos en dichos procesos.

Dentro de este importante fondo es donde se ubican los expedientes de órdenes sacerdotales, en concreto dentro del cuadro de clasificación de estos archivos en el apartado relativo a la secretaría general.

 

 

  1. Documentación sobre órdenes sacerdotales en los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz

A continuación, procederemos a identificar una de las series más representativas y solicitadas del fondo diocesano: los expedientes de órdenes sacerdotales. En un total de 88 cajas, se conservan 3369 expedientes de cada sacerdote que fue ordenado desde los años 1600 a 1980[19]. Estos documentos, de considerable valor histórico, resultan esenciales a la hora de elaborar investigaciones biográficas, pues nos permiten seguir la trayectoria del ordenando desde su estancia en el seminario y evaluar su comportamiento en la localidad donde residía por los informes de conducta elaborados por los curas responsables de la zona; investigaciones genealógicas, por la presencia de la partida bautismal; e investigaciones demográficas, a través de la extrapolación de los datos, para poder ejecutar análisis centrados en el nivel de instrucción religiosa en un determinado período y lugar, entre otros.

Por ende, comenzaremos nuestro análisis identificando, por un lado, el número de cajas– expedientes que podemos encontrar en los depósitos del archivo:

 

Tabla 1. Expedientes de órdenes sacerdotales

EXPEDIENTES DE ÓRDENES SACERDOTALES FECHAS EXTREMAS LOCALIZACIÓN
Caja 1 1600 – 1668 Exp. 1 – 107
Caja 2 1669 – 1679 Exp. 1 – 186
Caja 3 1693 – 1699 Exp. 1 – 84
Caja 4 1680 – 1693 Exp. 1 – 85
Caja 5 1696 – 1708 Exp. 1 – 75
Caja 6 1708 – 1729 Exp. 1 – 28
Caja 7 1731 – 1733 Exp. 1 – 32
Caja 8 1730 Exp. 1 – 36
Caja 9 1730 Exp. 1 – 35
Caja 10 1730 Exp 1 – 25
Caja 11 1730 Exp. 1 – 25
Caja 12 1751 – 1770 Exp. 1 – 75
Caja 13 1771 – 1784 Exp. 1 – 64
Caja 14 1785 – 1788 Exp. 1 – 43
Caja 15 1789 – 1792 Exp. 1 – 56
Caja 16 1793 Exp. 1 – 51
Caja 17 1794 Exp. 1 – 59
Caja 18 1795 Exp. 1 -53
Caja 19 1795 Exp. 1 – 72
Caja 20 1796 – 1799 Exp. 1 – 52
Caja 21 1800 – 1811 Exp. 1 – 73
Caja 22 1812 – 1816 Exp. 1 – 94
Caja 23 1816 – 1818 Exp. 1 – 49
Caja 24 1819 – 1824 Exp. 1 – 86
Caja 25 1824 – 1828 Exp. 1 – 69
Caja 26 1829 – 1830 Exp. 1 – 51
Caja 27 1831 Exp. 1 – 37
Caja 28 1832 – 1833 Exp. 1 – 60
Caja 29 1834 -1839 Exp. 1 – 33
Caja 30 1840 – 1845 Exp. 1 – 27
Caja 31 1841 – 1847 Exp. 1 – 37
Caja 32 1853 – 1854 Exp. 1 – 176
Caja 33 1847 – 1853 Exp. 1 – 54
Caja 34 1855 – 1856 Exp. 1 – 194
Caja 35 1857 – 1858 Exp. 1 – 119
Caja 36 1858 – 1859 Exp. 1 – 17
Caja 37 1860-1862 Exp. 1-21
Caja 38 1860-1862 Exp. 1-9
Caja 39 1863 Exp. 1-35
Caja 40 1863 Exp. 1-2
Caja 41 1864-1865 Exp. 1-18
Caja 42 1866-1867 Exp. 1-101
Caja 43 1868 Exp. 1-2
Caja 44 1869-1871 Exp.1-23
Caja 45 1872-1873 Exp. 1-9
Caja 46 1874-1877 Exp. 1-9
Caja 47 1877 – 1878 Exp. 1 – 18
Caja 48 1879 – 1881 Exp. 1 – 21
Caja 49 1881 – 1882 Exp. 1 – 5
Caja 50 1883 – 1884 Exp. 1 – 4
Caja 51 1884 – 1885 Exp. 1 – 8
Caja 52 1886 – 1888 Exp. 1 – 5
Caja 53 1888 – 1889 Exp. 1 – 8
Caja 54 1890 – 1891 Exp. 1 – 5
Caja 55 1891 Exp. 1 -2
Caja 56 1892 Exp. 1
Caja 57 1892 Exp. 1
Caja 58 1893 Exp. 1
Caja 59 1893 Exp. 1 – 6
Caja 60 1894 Exp. 1 – 36
Caja 61 1895 Exp. 1 -17
Caja 62 1896 Exp. 1 – 42
Caja 63 1897 – 1898 Exp. 1 – 10
Caja 64 1897 – 1899 Exp. 1 – 32
Caja 65 1900 – 1901 Exp. 1 – 61
Caja 66 1902 – 1904 Exp. 1 – 13
Caja 67 1905 Exp. 1 – 5
Caja 68 1906 Exp. 1 – 67
Caja 69 1906 Exp. 1 – 2
Caja 70 1907 Exp. 1 – 7
Caja 71 1907 – 1908 Exp. 1 – 20
Caja 72 1909 – 1911 Exp. 1 – 11
Caja 73 1912 – 1913 Exp. 1 – 7
Caja 74 1915 – 1917 Exp. 1 – 15
Caja 75 1914 Exp. 1 – 4
Caja 76 1918 – 1920 Exp. 1 – 17
Caja 77 1921 – 1922 Exp. 1 – 11
Caja 78 1921 – 1922 Exp. 1 – 8
Caja 79 1923 Exp. 1 – 15
Caja 80 1924 – 1925 Exp. 1 – 26
Caja 81 1926 – 1937 Exp. 1 – 36
Caja 82 1931 – 1942 Exp. 1 – 50
Caja 83 1943 – 1947 Exp. 1 – 29
Caja 84 1948  1949 Exp. 1 – 21
Caja 85 1950 – 1954 Exp. 1 – 26
Caja 86 1954 -1961 Exp. 1 – 33
Caja 87 1960 – 2003 Exp. 1 – 28
Caja 88 1866 – 1902 Libro de órdenes

 

Como podemos apreciar, los expedientes se encuentran debidamente inventariados y clasificados. Además, para mejorar su localización, hemos realizado un instrumento onomástico que permite, tanto al investigador como al archivero, localizar rápidamente a cada uno de los ordenados y vincularlo con otras series documentales como los expedientes de beneficio curados (concurso, oposición, colación, permuta, renuncia, nombramiento, incardinación y excardinación), las congruas, los expedientes de jubilación o las estadísticas del clero, permitiendo completar las diversas investigaciones centradas en el personal eclesiástico.

No obstante, debido a la amplitud que presenta el documento, en el presente estudio centraremos nuestro objetivo en realizar un análisis cronológico y tipográfico, con el fin de analizar el número de sacerdotes que se ordenaban por siglo, así como las diferentes órdenes pertenecientes a otras congregaciones que hemos encontrado en los fondos y que pueden resultar interesantes al investigador. Finalmente, concluiremos el capítulo mostrando un ejemplo de expediente de orden sacerdotal, con el propósito de manifestar la evolución en la carrera profesional del sacerdote (una misma persona podía presentarse a diferentes grados y ascender en su carrera profesional) y las diferentes posibilidades de investigación que permite su estudio.

 

Tabla 2. Número de órdenes sacerdotales por año

Cronología Nº órdenes sacerdotales
1600 – 1699 469
1700 – 1799 824
1800 – 1899 4720
1900 – 1980 1567
2002 – 2003 1
TOTAL 7581

 

Como podemos observar en la tabla, existe una notable diferencia en el número de ordenamientos. Durante el siglo XVI, el número de ordenados no resultaría muy significativo, contando con un total de 469 personas dedicadas al sacerdocio. No obstante, con el transcurso del tiempo, su número aumentaría, siendo considerable el siglo XIX con 4720 órdenes. A pesar de encontrarnos en un período caracterizado por la desamortización (1798 – 1856), las consecuencias producidas por las diversas guerras (guerra de la Independencia, guerras Carlistas, etc.)  y las secuelas procedentes de ellas; el número de sacerdotes es notablemente alto. Esto puede atribuirse a un nivel más alto de religiosidad y devoción entre la población. Durante las centurias analizadas, la fe religiosa desempeñaba un papel central en la vida de los feligreses, lo que fomentaba una mayor inclinación hacia las vocaciones eclesiásticas, contribuyendo al aumento paulatino de las órdenes sacerdotales. Sin embargo, este acontecimiento se reduciría con el paso del tiempo, obteniendo como resultado 1567 ordenaciones durante el siglo XX y, que seguramente ha ido decreciendo paulatinamente durante el siglo XXI.

Tras su contextualización cronológica, procederemos a identificar otras órdenes que custodian los archivos:

 

Tabla 3. Otras órdenes sacerdotales

Orden sacerdotal Fechas extremas Número de expedientes
Congregación de Misioneros del Inmaculado Corazón de María 1926 – 1969 681
Orden de San Francisco 1926 – 1968 84
Orden de Carmelitas 1942 – 1966 27
Orden de Jesuitas 1928 – 1965 5
Orden Hospitalaria San Juan de Dios 1963 – 1969 4
Orden de Dominicos 1964 – 1966 2
TOTAL 803

 

En los fondos diocesanos de los Archivos Eclesiásticos de Mérida – Badajoz podemos encontrar 803 expedientes de diferentes órdenes pertenecientes al siglo XX como la Congregación de Misioneros del Inmaculado Corazón de María (681 sacerdotes), Orden de San Francisco (84) o las Carmelitas (27). A pesar de su escaso número, su estudio nos permite trazar investigaciones sobre las diversas congregaciones que existieron en la archidiócesis y que se encuentran ubicadas y accesibles en los depósitos. Por último analizaremos un expediente de orden sacerdotal. Para ello, hemos elegido a don José Velardos Parejo (1869-1932), antiguo vicario general, administrador del erario diocesano, deán de la Catedral de Badajoz, gobernador eclesiástico en sede vacante y notable profesor en el Seminario San Atón de Badajoz.

Ilustración 1. D. José Velardos Parejo

En los archivos, podemos encontrar cuatro expedientes de órdenes de José Velardos, durante los años 1891, 1892 y 1893. El primero de ellos correspondería con las sagradas órdenes que se produjeron por las témporas de adviento en 1891, donde se presentó al grado de primera tonsura. Seguidamente, en el año 1892, optó durante las sagradas órdenes de témporas de cuaresma al rango de diácono y subdiácono. Y, por último, en el año 1893, durante las témporas de Pentecostés, se ordenó como presbítero. Si analizamos el contenido de los expedientes, todos ellos presentan la partida de bautismo, el certificado de buena conducta del candidato por parte del Seminario y la parroquia a la que pertenecía por su localidad natal, en nuestro caso La Haba; y la solicitud que realiza el interesado al Obispo para poder presentarse a la oposición. Y, para poder ascender de rango, debía presentar la misma documentación. [20]

Ilustración 2. Solicitud de José Velardos Parejo para acceder a las órdenes

Ilustración 3. Certificado de buena conducta del Seminario

 

  1. Líneas de investigación

 

Tras la exposición de la documentación que custodia el fondo diocesano de los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz en relación a las órdenes sacerdotales, es de obligada necesidad esbozar unas breves líneas sobre las posibles investigaciones que se podrían llevar a cabo a partir de su análisis:

 

  • En primer lugar, es factible la realización de estudios biográficos, especialmente interesante serían los de aquellos sacerdotes que tuvieron alguna repercusión en el panorama eclesiástico, pero también político, cultural o educativo.

 

  • Por otro lado, son significativos los “mapas espirituales” que podrían trazarse tomando como punto de partida los datos que nos aportan esta documentación. Su análisis nos permitiría observar épocas que podrían considerarse de mayor espiritualidad y épocas más alejadas de esta máxima. Asimismo, se puede analizar la influencia de la Iglesia católica en la sociedad, debido al número de sacerdotes enviados a las poblaciones.

 

  • Asimismo, la documentación identificada es importante para el estudio del proceso propio de la carrera eclesiástica. Gracias a las series relacionadas, cabe la posibilidad de estudiar al individuo durante todo el recorrido que realiza hasta obtener el cargo eclesiástico. Su análisis, permite conocer el proceso que se efectúa a la hora de la obtención de plazas, interesante para la realización de estudios con enfoques educativos y laborales.

 

  • Y, de manera adyacente, dicha documentación permite estudiar como diferentes procesos civiles, sirvan de ejemplo guerras o disposiciones civiles, influyen de forma directa en el número de hombres que orientaban su vida a la carrera eclesiástica, en definitiva, condicionan el propio devenir de la Iglesia.

 

  1. Conclusiones

 

Finalmente, las conclusiones obtenidas podrían resumirse de la siguiente forma:

 

  • La importancia de los archivos de la Iglesia como responsables de la salvaguarda de un notable patrimonio documental. Y, que como hemos podido demostrar en este estudio y en otros publicados anteriormente, el análisis de sus fondos es fundamental para la elaboración de otros de carácter, biográfico, demográfico y social.

 

  • La importancia de los expedientes de órdenes sacerdotales para la consecución de un mapa espiritual en la baja Extremadura, así como para el trazado de biografías, y genealógicas, que tomen como punto de partida los datos que dicho expedientes aportan.

 

  • Remarcamos la importancia de algunos de estos contenidos, dado su carácter único y testimonial y por ello, la necesidad inminente de que en todos los archivos que componen la Iglesia católica se efectúen sin más dilación tareas de ordenación, inventariado y clasificación de fondos que, no sólo pongan a la luz documentación hasta la fecha inédita, sino que eviten su destrucción, es decir, la lapidación de la historia eclesiástica española.

 

  • En particular, resaltamos la rica documentación custodiada en los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz.

Bibliografía

 

AEME-BA. Fondo diocesano. Leg. 16, nº 400.

 

Asociación de Archiveros de la Iglesia, “Aportación del director del Archivo Diocesano don Eladio Méndez Venegas”. Guía de los Archivos de la Iglesia en España (2000).

CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II: CONSTITUCIONES, DECRETOS, DECLARACIOENS. Madrid: B.A.C. Minor, 1996.

CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA. La formación sacerdotal permanente. Madrid: EDICE, 2004.

CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA. Plan de formación sacerdotal. Normas y orientaciones para la iglesia en España. Formar pastores misioneros. 2019.

DENZINGER, E. Enchiridion Symbolorum definitonium et declarationum de rebus fidei et morum.  Barcelona, 1991.

González Rodríguez, A.Historia de Badajoz. Badajoz: Universitas, 1999.

Iguacen Borau, D. Diccionario del Patrimonio Cultural de la Iglesia. Madrid: Encuentro, 1991.

ORLANDIS ROVIRA, J. Historia de los concilios de la España romana y visigoda. Pamplona: Eunsa, 1986.

PABLO VI. “Ministeria quaedam”, Acta Apostolica Sedis, 3572-3588. 15, agosto 1972.

Pérez Ortiz, G. Documentación conventual en el Archivo Diocesano de Mérida, Badajoz: confección de un sistema de información histórica (localización, análisis documental y gestión automatizada). Badajoz: Universidad de Extremadura. Servicio de Publicaciones, 2006.

Pérez Ortiz, G.; Vivas Moreno, A. “Documentación sobre conventos agustinos en el Archivo Diocesano de Mérida-Badajoz (siglos XVI-XIX)”. Recollectio: annuarium historicum augustinianum, 31-32(2008-2009), pp. 191-227.

SCHILLEBEECKX, E. La misión de la Iglesia. Salamanca: Sígueme, 1971.

VERGARA CIORDIA, J. y RODRÍGUEZ SEDANO, A. “Devenir institucional de la formación sacerdotal hasta el Concilio de Trento”, Revista de Estudios Extremeños, 70 (2014), pp. 511-552.

[1] Heb 4,15-15; 8,1.

[2] Son numerosas las citas bíblicas que sustentan el mandato misionero apostólico y la institución del sacramento del orden sacerdotal: Mt 10,6; Jn 21, 15-17; 1 Cor 5,7. Estos textos muestran la intención del mismo Jesús de que aquellos discípulos continuaran su misión sacerdotal.

[3] Un tratado sistemático sobre el ministerio sacerdotal, su desarrollo histórico y lo concerniente a la dimensión eclesial y pastoral que ejercen podemos encontrarlo en PONCE CUÉLLAR, M. Llamados a servir. Teología del sacerdocio ministerial. Madrid: Herder, 2001.

[4] Cfr. DENZINGER, E. Enchiridion Symbolorum definitonium et declarationum de rebus fidei et morum.  Barcelona, 1991.

[5]Ibíd., 45.

[6] El ostiario era el guardián del templo que, mediante el sonido de la campana, llamaba a los fieles a las celebraciones. El acólito podía portar las luces dentro de la iglesia y presentar el pan y el vino al sacerdote. El exorcista podía imponer las manos sobre los posesos del demonio, así como recitar las oraciones propias del ritual de exorcismo.

[7] El subdiácono podía repartir la Sagrada Comunión entre los fieles. El diácono administraba los sacramentos del Bautismo y Matrimonio. El sacerdocio, que incluía al presbítero y al obispo, podía presidir el resto de los sacramentos de la Iglesia.

[8] Cfr. ORLANDIS ROVIRA, J. Historia de los concilios de la España romana y visigoda. Pamplona: Eunsa, 1986.

[9] Un detallado recorrido histórico de los primeros quince siglos de formación sacerdotal lo encontramos en VERGARA CIORDIA, J. y RODRÍGUEZ SEDANO, A. “Devenir institucional de la formación sacerdotal hasta el Concilio de Trento”, Revista de Estudios Extremeños, 70 (2014), pp. 511-552.

[10] La sesión 23 del Concilio de Trento instituía el seminario conciliar para aquellos niños y jóvenes que, desde temprana edad, manifestaran su inquietud a recibir las sagradas órdenes.

[11] Podemos leer el esbozo histórico de las diferentes etapas en VERGARA CIORDIA, J. y COMELLA GUTIÉRRERZ, B. “El seminario conciliar en las relaciones Iglesia-Estado en España desde Trento al Concilio Vaticano II”,Revista de Estudios Extremeños, 70 (2014), pp. 553-596.

[12] Véase Presbiterorum Ordinis en CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II: CONSTITUCIONES, DECRETOS, DECLARACIOENS. Madrid: B.A.C. Minor, 1996; CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA. La formación sacerdotal permanente. Madrid: EDICE, 2004; SCHILLEBEECKX, E. La misión de la Iglesia. Salamanca: Sígueme, 1971.

[13] Cfr. PABLO VI. “Ministeria quaedam”, Acta Apostolica Sedis, 3572-3588. 15, agosto 1972.

[14] Cfr. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA. Plan de formación sacerdotal. Normas y orientaciones para la iglesia en España. Formar pastores misioneros. 2019.

[15] Cf. González Rodríguez, A.Historia de Badajoz. Badajoz: Universitas, 1999, pp. 189-190.

[16]Cf. Asociación de Archiveros de la Iglesia, “Aportación del director del Archivo Diocesano don Eladio Méndez Venegas”,Guía de los Archivos de la Iglesia en España (2000); Pérez Ortiz, G. Documentación conventual en el Archivo Diocesano de Mérida, Badajoz: confección de un sistema de información histórica (localización, análisis documental y gestión automatizada). Badajoz: Universidad de Extremadura. Servicio de Publicaciones, 2006, pp. 74-75.

[17] Cf. Leg. 16, nº 400 (Fondo Diocesano). Pérez Ortiz, G. y Vivas Moreno, A. “Documentación sobre conventos agustinos en el Archivo Diocesano de Mérida-Badajoz (siglos XVI-XIX)”,Recollectio: annuarium historicum augustinianum, 31-32(2008-2009), pp. 191-227.

[18]Iguacen Borau, D. Diccionario del Patrimonio Cultural de la Iglesia. Madrid: Encuentro, 1991, p. 140.

[19] Contamos con un expediente del año 2002-2003 de D. Francisco Manuel Pacheco Carvello. Al tratarse de un único documento, hemos finalizado la cronología en el año 1980, encontrándose los posteriores en el fondo diocesano intermedio ubicado en los archivos del Obispado de Badajoz.

[20] Podemos encontrar los expedientes de don José Velardos Parejo en el Comp.21.B Cent.1, caja 55 (exp.2), caja 56 (exp.1), caja 57 (exp.1) y caja 59 (exp.4).

Nov 082024
 

Ángel Paule Rubio

 

PROEMIO

El espíritu está en el Cielo, el cuerpo queda en la tierra.

Ángel

Este trabajo que tienes en tus manos, intitulado “LÁPIDA SEPULCRAL DE OLIVEROS”  es para ti. Deseo y quiero que reconozcas en él tres cosas: La primera  que te detengas a pensar, sin adentrarte mucho  en los recovecos de la Historia, cómo hemos tenido que trenzar, hilar y tejer este hecho histórico. La segunda, verás que he procurado aportar buen número de testimonios históricos e hilvanarlos  con mi buen deseo para que te sean más jugosos y fáciles.  El tercer aspecto,  cuando tomé la pluma, con muchas dudas e inquietudes, me ofrecí, te ofrezco, deseo y espero que en su día  algún paisano nuestro, más hábil y capacitado, que no faltará,  siga esta ruta por mí iniciada y supere lo que  me he propuesto hacer. Para él mi gratitud y fructífera cosecha, fascinante de una Historia Extremeña,  llena  de un elixir histórico que, si no fuera por la realidad de los hechos, se diría  un cuento de hadas.

RESUMEN

Quiero relatar  la evolución religiosa  que ha tenido un pueblo a través de un hallazgo inédito, encontrado y no buscado, de una LÁPIDA SEPULCRAL encontrada en la pared interior de la Iglesia de Villanueva de la Sierra (Cáceres). Lápida esculpida con caracteres nobles, punciones y abreviaturas  que, bien estudiadas, podrían definir una época.

La iglesia sufrió muchos cambios en su estructura como templo. En el campo espiritual sufrió los vaivenes de la historia de la religiosidad de cada momento, adaptándose al devenir que las circunstancias les presentaban. Ese trajín  de momentos lo  he querido  plasmar, si mi habilidad me lo permite, en que el pueblo  conozca las razones de los diversos por qué  planteados.

DESARROLLO

Hacia el año 2022, se descubrió, fortuitamente, una piedra sepulcral detrás de la pared, donde hoy se ubica el altar del Sagrado Corazón de Jesús. Si quiero hacer un estudio de las causas  y vicisitudes por las  que esta lápida ha pasado y puede que esté  pasando en este lugar, para ello necesito remover todo aquello que de alguna manera tenga connotaciones con el hecho histórico a través de un estudio exhaustivo en un tiempo y hacerme muchas preguntas a las que debo responder.

1) ¿Cuál fue el origen de esta Iglesia  y  su estilo arquitectónico?

2) La Iglesia que contemplamos, de estilo gótico. Fecha de su construcción.

3) Lápida sepulcral de Francisco Oliveros y de sus padres.

(IMAGEN Nº 1: RECREACION OLIVEROS)

4) Altar de San Francisco en el sitio que ocupaba y su sustitución. ¿Por qué estaba allí?

5)  ¿Por qué se sustituye el altar de San Francisco y se coloca el del Sagrado Corazón de Jesús?

6) ¿Por qué se trasladó la lápida sepulcral del suelo, donde estaba y llevada  al Presbiterio?

7)  Estado actual.

Estas preguntas  y sus repuestas son formuladas y respondidas según un razonamiento lógico, basado en hechos reales y documentos  fiables, considerados como mojones señeros de la Historia.

Al final de mis asertos sacaré mis conclusiones hipotéticas que podrán mejorarse con el tiempo y con posibles restos arqueológicos, si los hubiese, que pudiesen ser testimonios de verdad. Como historiador entiendo que la Historia, como toda ciencia, está en constante evolución.

Respuestas a las preguntas:

  • ORIGEN DE LA IGLESIA:

El Rey Alfonso IX de Castilla dona a la Iglesia de Santa María de Coria al Obispo Don Arnaldo, Aldeanueva (Villanueva) y señala los límites del lugar el 28 de Mayo 1188. Por ello, me hace pensar, que  antes de esta Iglesia, que ahora contemplamos,  hubiese otra con una estructura más sobria y humilde.

“Concede a la Iglesia de Coria perpetuamente Aldeanueva que  está sobre el río Trasga. Con sus términos antiguos y modernos  y todas sus derechuras”

  • EVOLUCIÓN DE LA IGLESIA

Como la  villa  de Villanueva fuese residencia veraniega del Obispo de Coria, donada por el rey  al obispo de Coria en el año 1188, fecha ya precitada, lo que presupone que  tendría su Iglesia. Observando con detención la parte  oeste de la fábrica eclesial, desde los pies,  veremos que el muro  pertenece a dos épocas distintas. Una, primitiva que, a partir desde sus cimientos,  está formada por mampostería  irregular  unida con cal hasta  la altura del rosetón polilobulado gótico. A partir de ahí, el muro se ennoblece con sillares graníticos  de forma  paralelipípeda en perfectas hiladas. Ello nos indica una reconstrucción sobre una pequeña iglesia, que, sin duda, debió ser de  origen románico. La portada occidental de los pies es ojivada  apoyada en  salmeres, parece indicar un  marcado  sabor  a un cambio de estilo. Iglesia   de muy pequeñas proporciones, tanto en longitud como en latitud. En la parte interior de la puerta citada aparecen algunas marcas de cantero  en el muro  de la derecha que  pueden  datarse, según la Gliptografía,  entre los siglos XIII-XIV.  Sobre la misma, ampliada, aparece la gótica, siglo XVI, que en estos momentos contemplamos.

  • CAPELLANÍA DE DON FRANCISCO OLIVEROS.

Don Francisco Oliveros fundó una Capellanía en esta Villa con sus fincas rústicas y urbanas gravadas en  misas,  responsos y otras obras pías, aplicadas, por su alma, todos los años y pagadas  con sus bienes e intereses. Para su cumplimiento el Visitador General del Obispado, en sus libros de visitas a las parroquias, comprobaba y anotaba, cosa que hacia  todos los años, para conocer, si se cumplían,  todas las cosas acordadas. La fecha de fundación, hasta el presente momento, no hemos podido comprobar. Con un marco de referencia de otras capellanías, nos atrevemos  a pensar datarla  a principios del siglo XVII.

El 30 de Agosto de 1808 D. Antonio Oliveros, Canónigo de  la Parroquia de San Isidro de Madrid y  en este momento Secretario de las Cortes de Cádiz 1808-1812, en una misiva al Sr. Obispo que  dice así:

“Habiendo fundado D. Francisco Oliveros una CAPELLANÍA en esta Villa de Villanueva de la Sierra (Cáceres), por la que  ciertos bienes quedan sujetos a la celebración de misas y otras  cargas pías, interesado por su cumplimiento se expresa en estos términos”:

CERTIFICO: Yo el infrascripto Cura Rector de esta Iglesia Parroquial de Villanueva de la Sierra, que he recibido un oficio del Ilmo Sr. Obispo de Coria, que a la letra copiamos:

OFICIO: Señor Cura de Villanueva de la Sierra. A cierto memorial dirigido a S.S. Y el Obispo de Coria, mi señor, por D. Antonio  Oliveros, natural de esa Villa y canónigo de San Isidro de Madrid, ha provehido el decreto siguiente:

DECRETO: Francisco de Oliveros, cumpla por sí las misas que tiene de carga en los días prevenidos por la fundación, dispensándola como dispensamos sólo  la localidad, en consideración a las causas que nos ha representado. Líbrese por Secretaría oficio al  interesado inserción  de este Decreto para su inteligencia y otro igual al cura de Villanueva para que ponga la competente Nota en el libro de Santa Visita, cuidando el capellán de acreditar en ella  el cumplimiento de las misas  en la forma dicha. Lo decreto y firmo S.S.Y.  El Obispo. Señor D. Agustín Carrasco. Secretario. Lo que participo a V. por este oficio, según se me ordena para su inteligencia y cumplimiento y pido a Dios que su vida  dure muchos años. Hoyos y Agosto de 1808.

  1. Agustín Carrasco. Secretario.

  “Concuerda con su original de que certifico, y pongo la correspondiente Nota en la última visita correspondiente expresada Capellanía. Villanueva y Agosto de 1808”

Firmado: Don Ramón Vacas Roxo.

Este interés del Sr D. Antonio Oliveros parece indicar  alguna relación  familiar con el fundador de la  Capellanía. Según la lectura anterior, era D. Ramón Vacas Roxo, párroco de Villanueva de la Sierra, el muy conocido y fundador de la Primera Fiesta del árbol en Villanueva de la Sierra (Cáceres). También fue el portador de los mensajes recibidos de su Obispo el Ilmo. y Rvdo.  D. Juan XII Álvarez de Castro, asesinado por el ejército francés en  su Palacio de Hoyos durante la Guerra de la Independencia. D. Ramón  murió en Villanueva de la Sierra el 22 de julio de 1818, según consta en su acta de enterramiento:

ACTA DE ENTERRAMIENTO: “En  la Villa de Villanueva de la Sierra a 22 dias del mes de Julio de 1818, yo el Sr D. Antonio García Arroyo cura Rector de la Parroquía de Pozuelo de Zarzón con licencia expresa de Fray Joaquín de Descargamaría,  religioso descalzo y teniente de esta Iglesia en la última enfermedad de D. Ramón Vacas Roxo cura rector de esta, hallándose  otro señor cura le di sepultura en la Capilla Mayor en el vano y Bas del mismo con Misa y Oficio Mayor y las exequias de cuerpo presente. No recibió el Viático y penitencia vino a tal condición de no tener capacidad ni conocimiento le administro la Extremaunción le he encomendado el alma y ayuda a bien morir. No testo por lo mismo ni dispuso sufragios por su alma y tienen cuatro hermanos y los herederos no estaban presentes más que una hermana. Esta no quiso ordenarlos sin el consentimiento de los demás y esta se lo quedo dispensar hasta la reunión de todos los interesados o sus apoderados y por verdad lo firmaron”.

Don Joaquín de Descargamaría. Firmado.

Esta acta de enterramiento me obliga a exponer las relaciones del Convento de Ovejuela de Nuestra Señora de los Ángeles con la Parroquia de Villanueva en la persona de un franciscano, llamado Fray Joaquín de Descargamaría. Dicho convento, por razones de su emplazamiento, se le denomina  de Ovejuela, Pinofranqueado o de Descargamaría. Una razón más por la que Villanueva de la Sierra estaba muy vinculada con el citado convento.

El Convento de los Ángeles tuvo, desde su fundación, relaciones espirituales y económicas con  la Parroquia de Villanueva, separadas por unos diez kmts. Este convento fue fundado por San Francisco de Asís en su viaje a Portugal, a su paso por Las Hurdes, donde le sorprendió su bello paisaje. Sintió la necesidad de construir una casa  de la recién nacida  orden franciscana. Su compañero, el canónigo compostelano que le acompañaba,  Clemente Paterna y otros compañeros, poco después, construyeron  el convento. Sería esto hacia principios del S. XIII.

Hacia el S. XVI el franciscano San Pedro de Alcántara habitó una pequeña ermita en Santa Cruz de Paniagua en la falda de la Sierra de Dios Padre de común historia con Villanueva. Ambos pueblos, Villanueva de la Sierra y Santa Cruz, fueron cilleros del Obispo de Coria. Fue nombrado guardián del convento de los Ángeles. La influencia del gran penitente San Pedro en ambas iglesias y su relación con el Convento debió generar un marcado ascetismo y una fértil devoción  hacia la figura de San Francisco de Asís que sugeriría la idea de dedicarle un altar. En el caso referido en Villanueva de la Sierra se ubicaría en  la pared donde hoy contemplamos al Corazón de Jesús. Ya tenemos a San Francisco de Asís entre nuestras  devociones. El Altar debió ser muy humilde.

LA IGLESIA  ES CEMENTERIO

Pasa el tiempo  y la Iglesia se convierte en cementerio.  Los enterramientos en el suelo del templo son muchos. Algunos  de ellos  son conocidos por sus lápidas con leyenda.  El de  Francisco de Oliveros, Fundador de la Capellanía y de su mujer no los conocemos. Antes de que  su lápida fuese puesta en 1664 por testamento  de su hijo ¿Dónde?  La Iglesia a efectos de enterramientos  estuvo dividida en partes: Presbiterio, enterramiento sólo para clérigos. Primer tercio, llamado de los 12 reales que era el pago por sepultura, comprendido entre el Presbiterio   y el altar del Sagrado Corazón de Jesús. Segundo tercio llamado el de los 9 reales, comprendido  entre el anterior y la puerta norte. Tercer tercio,  el de  los 3 reales entre el anterior y la puerta del oeste. En estos tramos se enterraban los difuntos, posiblemente según su economía. Entendemos que  estarían enterrados  en el primer tercio y en el mismo lugar  donde hoy está su lápida.

Había otras partes que hoy contemplamos: El pasillo Central donde  hay varias estelas, con leyenda del difunto y algunos de sus atributos. Otra, a los pies del Altar de la Inmaculada. Otra,  en la  escalera  que va desde la Sacristía al Presbiterio. Otra, en la entrada de la puerta del norte y otra a la que le dedicamos este estudio OLIVEROS,  estaría situado  donde hoy está el altar del Sagrado Corazón de Jesús.

Siguiendo el hilo conductor, si el altar lo hizo Oliveros, hijo, y  fue enterrado   junto con sus padres bajo lápida que lleva su nombre, en el año 1664 ¿cuándo se hizo al altar a San Francisco de Asís?;  por lógica antes del 1664. La lápida vertical y la horizontal se hicieron al mismo tiempo por el Beneficiado y Visitador Francisco de Oliveros  y preparadas para  cuando se produjera su muerte. La Lápida horizontal puesta a los pies del altar, según lectura, al mismo tiempo, pero como murió antes, debió estar enterrado antes de esta fecha. ¿Dónde? En el mismo sitio, pero sin lápida. Puede ser lo más normal.

IMAGEN Nº 2: PLANO EXTERIOR E INTERIOR DE LA IGLESIA DE VILLANUEVA DE LA SIERRA

La Iglesia de hoy gótica, siglo XVI,  pero con algunos pequeños detalles arqueológicos e históricos anteriores, nos indica orígenes  de un románico de transición. Sirvió su interior como  enterramiento, cosa probada por las lápidas sepulcrales  en su suelo, todas con leyenda  del finado y año de su entierro.  Sus fechas están comprendidas entre  el siglo XVI y XVII.  Entre todas ellas estaría la de los padres de Oliveros, ¿dónde? Seguro dentro de la Iglesia. Posiblemente en el mismo sitio donde estuvo y que ahora debería estar. Hoy no lo está.

Yo la he conocido en su primitivo sitio, a los pies del Altar del Sagrado Corazón de Jesús  al menos hasta el año 1960. La conocí así: El Altar del Sagrado Corazón de Jesús  con su mesa eucarística para oficiar la Santa Misa. A los pies del altar estaba una lápida con  dos leones  en los vértices extremos de la lápida, con la siguiente inscripción:

LÁPIDA HORIZONTAL SOBRE EL SUELO. CONOCIDA PERO NO ESTUDIADA

IMAGEN Nº 3: LÁPIDA OLIVEROS

Está esculpida una inscripción formada por una corona circular, donde se ve una calavera y dos huesos de fémur cruzados en su parte inferior. En la corona circular hay unas letras, que de momento, son ilegibles.  En la parte superior  una leyenda que transcribo:

(detalle  para el estudio de sus letras, uso del punzón, adornos finales)

 “AQUÍ YACE/EL LICENCIADO FRANCISCO/ OLIVEROS  CV/A BENEFICIADO / DESTA VI (LLA) PRO / VISOR Y VISYT/ ADO(R) DE E (STE) OVI / (S) PADO Y LOS HV (E)SOS / DE SVS PADR (E) S / FRA(NCIS)CO DE OLIVEROS / Y SV MADRE ISAB / EL GVTI (ER) EZ ALCON

A ambos lados de los vértices exteriores de la lápida había la cabeza de dos leones. Sobre la década del año 1960-1970, el párroco levantó la sepultura, me imagino que allí estarían los huesos de Francisco Oliveros y de Isabel sus padres y de Francisco Oliveros hijo. En la fecha citada, el cura trasladó el lauda sepulcral, que estaba en el suelo al altar mayor o presbiterio, mirando al frente, a la izquierda, donde hoy lo podemos contemplar.

En el año 2022 debido al deterioro del altar del Sagrado Corazón de Jesús el párroco  y los fieles se dieron cuenta del peligro que corría  el citado altar, se comunicaron con  Bellas Artes para  una posible restauración. Personal de Bellas Artes se personaron en el templo y decidieron llevárselo para su  restauración. Aquí viene lo importante. Al desmontarlo se encontraron  adosado a la parte vertical de la pared una estela granítica de dimensiones  y  leyenda que citaré en su momento:

LÁPIDA HORIZONTAL SOBRE EL SUELO. SU ESTUDIO

IMAGEN Nº 4: DETALLE LÁPIDA OLIVEROS

Sufrió desplazamientos. La conocemos, desde siempre, a los pies del altar del Sagrado Corazón de Jesús, al menos, que  recordemos  hasta  la década 1970-980. ¿Por qué la cambiaron de ubicación? Yo, al menos, noté el cambio hacia el 1990. Hoy se ubica en el Presbiterio.

Ficha técnica de esta estela:

ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy bueno. No necesita tratamiento.

DIMENSIONES:

Longitud: 190 cm.

Ancho: 64 cm.

DIMENSIONES DE LAS LETRAS:

Alto: 7 cm.

Ancho: 7 cm.

Distancia  ente líneas:   3´5 cm.

LEYENDA ENCUADRADA: Línea  rehundida  delimitada por sus cuatro lados.

MATERIAL: Piedra de granito muy fino de excelente calidad.

LEYENDA: Inscripciones incisas sobre piedra.

LETRAS: Voladas, embutidas y adosadas.

NEXOS: Aisladas.  Algunas, como veremos, embutidas. No hay signos de puntuación.

ASTILES: Adornados sus extremos con Serifas triangulares, realizadas con punzón triangular.

ABREVIATURAS: Muchas, lo que hace  que el texto sea más difícil de leer.

VALORACIÓN ANTROPOLÓGICA: ¿Sobre restos esqueléticos? No he podido  comprobar si al trasladar la lápida se trasladaron los restos, o  siguen en su lugar de origen.

Lápida  cuya leyenda  está formada por 12 líneas horizontales y  a sus pies  hay dos círculos  que forman una corona  donde hay una leyenda (ilegible). En el centro de los dos círculos formando una corona circular con leyenda, donde podemos ver una calavera  y dos fémures cruzados. El exterior del círculo lleva unos dibujos, roleos, en ambas partes. La leyenda ocupa todo el largo del sillar granítico fino. Está enmarcada dentro de un canalillo fino,  perfectamente definido.

TRANSCRIPCIÓN

1) AQUIYACE/

2) EL LICENCIADO  FRANCISCO/

3) OLIVEROS CVR/

4) AVENEFICIADO/

5) DESTAVILLAPRO /

6) VISORYVIVISIT/

7) ADO(RS)DESTEOVIS/

8) PADOILOSHUES/

9) OSDESUSPADRES/

10)  FRANCISCODEOLIVEROS/

11) ISUMADREISAB/

12) ELGUTIERREZALCON/

AQUÍ YACE EL LICENCIADO FRANCISCO DE OLIVEROS CURA  VENEFICIADO DE ESTA VILLA PROVISOR  Y VISITADOR  DEESTE OVISPADO Y LOS HUESOS DE SUS PADRES FRANCISCODE OLIVEROS  Y DE SU MADRE ISABEL GUTIERREZ ALCON.

Al final del texto  vemos una corona circular donde hay  a su alrededor una leyenda  y en el centro dos huesos de fémur cruzados  y en el vértice superior una calavera. Rodeando la  corona circular unos adornos   formando  “S”

Se hace notar que en el lateral  derecho, casi en  su ángulo se  contempla la cabeza de un león. En su misma posición, en el otro extremo otra cabeza,  del mismo estilo y dimensiones. ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy bueno. No necesita tratamiento.

 

FICHA DE HALLAZGOS. LÁPIDA SOBRE PARED VERTICAL DESCUBRI-MIENTO INÉDITO

ÉPOCA: Año 2022

OBJETO: Lápida Funeraria.

HALLAZGO: Fortuito. No hubo excavación. Su descubrimiento fue debido al desmontar el  altar del Sagrado Corazón de Jesús que la cubría, para su reparación, por Bellas Artes.

LOCALIZACIÓN ACTUAL: Pared vertical de la Iglesia. La misma que tenía. No ha habido ningún  traslado de su ubicación de origen.

ESTADO DE CONSERVACIÓN: Muy bueno. No necesita tratamiento.

DIMENSIONES: Largo de líneas: 165 cm. Ancho: 53 cm. INTERLINEADO: 2 cm

 

ESTUDIO DEL TEXTO.DESARROLLO  DE ABREVIATURAS, TRANSCRIPCIÓN Y ANOMALÍAS

 MAGEN Nº 5: LÁPIDA VERTICAL

Primera línea: TE embutidas. L de altar está volada. AR embutida. “DE” embutida .Las “S” abreviadas. N. y sobre ella “co” volada y  abreviada. “H”. “C”, parece llevar  un signo (ilegible) en su parte  inferior. ”AT” sobrevolada.

Segunda línea: “L” lleva una “L” sobrevolada. “C”  lleva  embutida una “C”.  Sobre ella sobrevuela “DO”. “FAR” ambas embutidas sobre la “F”. “D” lleva embutida una “E”. “L” lleva sobrevolada la “i”. La  “C” lleva embutida la “O”. Hay una  “A” sobrevolada, a continuación (ilegible). “AT” embutidas.

Tercera línea: “L” lleva embutida la   ”O”.   “NT” La “T” está embutida en la “N”. La “CO” la “O” embutida en la C.  La LS”. La “S” está sobrevolada.  La “ALA”  La “L” forma parte dela “A” y la otra “A” está sobrevolada.  La “A” está sobrevolada.  La “DE”. La “E” está embutida  en la “D”.

Cuarta línea: “AP”.  La “P”   está adosada.   La “LL”. La “L” está  embutida en la “L”.  La “NI”. La “I” está adosada y sobrevolada.  La “AEVNDAD” adosadas.  La “ENLVIL”  están adosadas. La “AP adosadas. LA.  “TAE” adosadas.

Quinta línea: La “TE” embutidas. La “DO”, la “O”  volada. La “APL” embutida. La “DE” embutida. La “LO” embutida y sobrevolada. La “HV” sobrevolada.  La “DE”  La “AD” adosada.

TRANSCRIPCIÓN

ESTE ALTAR DEL SEÑOR SAN FRANCISCO HIZOSE A SU COSTA/EL LICENCIADO FRANCISCO DE OLIVEROS CON LICENCIA DEL OBISPADO CON RETABLO/ ENTERO ME HIZO (ILEGIBLE) A LA IGLESIA DE (ILEGIBLE) /CAPILLANIA FUNDADA A PERPETUIDAD EN/ TERRADO A LOS PIES  DE LOS HUESOS DE SUS PADRES 1664

Ficha técnica de esta estela:

Mayúsculas CUADRADAS ROMANAS O LAPIDARIAS. TAMBIEN SE LE DENOMINA  LETRA CAPITAL ROMANA MONUMENTAL. Incisión profunda con  pequeñas  Serifas en las terminaciones de sus letras, como adornos. Se caracteriza  por líneas rectas, ángulos marcados, siendo rematadas las letras en  partes finales  con adornos. Letras de origen romano de escritura continua.  La  ”i” no  lleva tilde hasta el siglo XVI. Esto prueba que está escrita a partir del siglo XVI. Muchos  historiadores la llaman  también  humanística. Letras aisladas, sin nexo.  Curvas suaves, prácticamente circulares. Con abreviaturas. Algún error del  cantero. Encuadrado rectangular con gran perfección e incisión profunda. Mirando el   borde lateral derecha hay una pequeña rotura sin afectar para nada  el texto. En ese mismo ángulo hay un espacio entre la última letra “S” y  la fecha 1664. Esta fecha parece no coincidir con la leyenda, que sería la fecha del enterramiento. Colijo que ese espacio pudo deliberadamente dejarlo para  ser testigo del evento. Veo que la fecha está ligeramente forzada.

 

TRANSCRIPCIÓN

Primera línea: ESTE ALTAR DEL SEÑOR SAN FRANCISCO HIZO A SU COSTA /

Segunda línea: El LICENCIADO FRANCISCO DE OLIVEROS CON LICENCIA DEL OBISPADO CON RETAB/

Tercera línea: LO  ENTERO COMPLETO A LA IGLESIA DE C/

Cuarta línea: APILLANIA FUNDADA (Ilegible) A PERPETUIDAD EN/

Quinta línea: TERRADO A LOS PIES DE OS HUESOS DE SUS PADRES 1664

Serifas: Remates  de las letras  al final de sus astas. Esto índica  alto estatus social.

  • TRANSCRIPCIÓN DE LA LÁPIDA INÉDITA

Respondo a la cuarta pregunta. La transcripción de la Lápida  dice, entre otras cosas de interés “Altar del Señor San Francisco”.  Entiendo sería San Francisco de Asís.

San Francisco de Asís  hizo tres viajes al encuentro  del Islam: el primero a oriente. El segundo en 1213-1214 lo hizo a pie a través de España y Portugal con la intención de embarcarse en Lisboa hacia Marruecos al encuentro del Islam. El tercer viaje  1219-1220 lo llevó a  Egipto y a Damasco  en Siria.

De ellos nos interesamos por  su  segundo viaje. Es el que realizó por caminos, pueblos y ciudades de España y Portugal. Como todas sus andaduras fueron fraternas  basadas en el amor. Si  en un principio pasó en silencio, posteriormente su obra,  santidad y testimonio, se hicieron notorio y fueron avalados  por  la fundación  de  monasterios a su paso hacia su objetivo: el Islam. Desde Compostela a Marruecos siguiendo el camino mozárabe llegó a Ciudad Rodrigo. Desde allí, siguiendo la Calzada de la Dalmacia, que une Ciudad Rodrigo con Coria, hubo de pasar  por Las Hurdes. Por su pasión  hacia la Naturaleza, la belleza del paisaje, el deslizar de las aguas, el silencio, le dijo a su amigo que le acompañaba, apellidado “El cardenal” era así  el título del monje, compañero  de viaje, le dijo: Bueno es el sitio para la espiritualidad  y  surgió  un convento Nuestra Señora de los Ángeles. Cenobio franciscano ubicado en Ovejuela (Pinofranqueado),  después del año 1214. Desde sus comienzos   Villanueva de la Sierra (Cáceres) tuvo  vínculos  espirituales y económicos con la regla de la orden franciscana.  San Pedro de Alcántara, máximo representante de la espiritualidad franciscana, vivió el siglo XVI  en una ermita en la Sierra de Dios Padre, donde  con una pesada cruz a cuesta subió a la cima, cayó al suelo, por su elevado peso,  levantado y ayudado por alas de ángeles. Allí en lo más alto clavó la cruz. Esa cima, bello mirador, de la Sierra de Gata, fue llamada Sierra de la Cruz, hoy Sierra de Dios Padre, donde se  asientan dos pueblos: Santa Cruz de Paniagua y Villanueva de la Sierra  (Cáceres).

En Santa Cruz de las Cebollas, hoy Santa Cruz de Paniagua, se conserva una pequeña ermita, donde San Pedro de Alcántara practicó su misticismo, ayuno y penitencia,  siguiendo la regla franciscana. Desde allí visitaba el  Convento Franciscano  de  Nuestra Señora de los Ángeles. Participó plenamente  en la preparación  espiritual de sus monjes con su ejemplar vida de ayuno, abstinencia  y penitencias. Llegó a tener este convento cincuenta frailes. Allí se preparaban para  cumplir sus misiones y cuando mayores volvían  a su convento para terminar su camino.

Menciono los  conventos de San Marco de Altamira en Casar de Palomero (1514) y el Convento de Nuestra Señora de Montecoeli, en Gata (1400). Sólo para expresar la importancia  del caminar de San Francisco de Asís por tierras extremeñas.  Sirva este apartado para expresar que en nuestra Iglesia, en su día, tuviese un altar bajo la advocación de San Francisco.

San Pedro de Alcántara, modelo de  penitentes y observantes de la regla seráfica, guardián del convento de los Ángeles de Ovejuela,  amigo de Santa Teresa,  admirador del Emperador Carlos V, quien le propuso para ser su confesor, viviendo a nuestro lado,  a diez Kmts. del Convento de los Ángeles,  y a cinco Kmts. de Santa Cruz  donde tenía su ermita, reunía  todas las premisas  para que influyera que Villanueva de la Sierra tuviera su altar de San Francisco de Asís. Como firma de lo mismo el  ya precitado  Beneficiado y Visitador Francisco Oliveros (Hijo) hiciese el Altar  a su costa.

  • ALTAR DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

IMAGEN Nº 6: ALTAR DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Quiero remontarme a la entronización del Sagrado Corazón de Jesús en España. La devoción  es antiquísima, se celebró el 30 de Mayo del año 1919 por el Rey de España Alfonso XIII, erigiendo un monumento en el Cerro de los Ángeles. El Papa Benedicto XV envió un telegrama para ser leído durante la ceremonia, que fue leída por el Rey. Fue un movimiento  de entrega a Jesucristo de nuestras personas y cosas, reconociéndolas recibidas  de la eterna caridad de Dios.

Hasta las más remotas ciudades, pueblos y aldeas llegó el mensaje que lo materializaron en Congregaciones. Las puertas de las casas se adornaron  con placas de 10 x 8 cm con la imagen del Sagrado Corazón  y leyendas variadas: “Reinaré en tu casa”. Lienzos con la sagrada imagen, para enmarcar sobre madera, adornaban las salas de las mansiones. Resumiendo, el Sagrado Corazón de Jesús  fue un  movimiento católico de primera magnitud que llenó de amor la España del Siglo XX. Y,  en particular, los hogares de Villanueva.

No dudo que Villanueva  pensara ubicar un  altar  a tan Alta Majestad. ¿Dónde? Debieron fijarse en al altar de San Francisco donde había dos lápidas sepulcrales ya detalladas. Una sobre la pared vertical que al colocar el  nuevo altar quedaría oculta y la otra horizontal en el suelo lugar de enterramiento, que no  impedía  su colocación.

Así de esta manera permaneció este altar  hasta el año 2022 que, por razones de deterioro, hubo de desmontarse y llevarlo al Taller de Bellas Artes para su reparación. Al desmontarlo surgió la sorpresa, quedando al descubierto la lápida vertical  que nadie en el pueblo conocía y que formaba parte del conjunto del enterramiento de la Familia Oliveros.

Un año después, reparado, vuelve a ocupar el sitio y la lápida sepulcral descrita ha quedado nuevamente detrás del Altar del Sagrado Corazón de Jesús.

  • TRASLADO DE LA LÁPIDA HORZONTAL AL PRESBITERIO

¿Por qué se trasladó la lápida  del suelo hacia el Presbiterio? Siempre la conocí en su sitio con sus dos leones guardando el lecho sepulcral.   En la década 1980-90 reparé su falta  y comprobé que estaba en el lado izquierdo  del presbiterio. Los dos leones ocupan  los dos laterales de  las escaleras que desde la nave principal  acceden al Presbiterio.

  • EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS OCUPA SU TRONO

Hoy el Altar del Sagrado Corazón de Jesús, restaurado, ha vuelto a ocupar su sitio, con lápida vertical tapada por el altar, como antes. La lápida que estaba a los pies hoy está  en el presbiterio y leones ocupan  ambos lados de la  escalera que une  la nave central  con el Presbiterio.

Puedes, mi querido lector, volver a mi Proemio y  te darás cuenta los cambios que ha tenido la lauda sepulcral de Oliveros  y la causa de tantos cambios. Si a través de los años, por circunstancias,  hay que  cambiar al altar del Sagrado Corazón de Jesús,  aparecerá  esta reliquia arqueológica. Para que  los hitos señeros de la Historia no se pierdan aquí está el testimonio de un arqueólogo, hijo de los hijos de esta Villa.

¿Por qué dos prótomos de leones parecen proteger  a los allí enterrados? Los leones están representados  a lo largo de la  Prehistoria y de la Historia, hasta hoy. Su  simbolismo no siempre ha sido el mismo. De todos ellos nos interesan nuestros leones en nuestra iglesia protegiendo o simbolizando fuerza, nobleza  y tal vez sabiduría. Recuerdo  los lienzos de  nuestra Semana Santa, a los que llamábamos “El Monumento”. Mientras adorábamos al Santísimo  podríamos contemplar las pinturas de los cuadros  que  servían de marco al  Sagrario expuesto  Jueves-Viernes Santo. Sus lienzos  ocupaban el frontal de Presbiterio  y en el medio, El Sagrario. En los lienzos  están representados los cuatro evangelistas. San Mateo  por un Ángel, San Marco por un León,  San Juan por un Águila y San Lucas por  un Toro.  Si el que nos interesa es  el León de San Marcos nos dirigimos a la Biblia  y dentro el Apocalipsis  dice “Jesús es llamado el León de Judá”. Por su ¿predicación?

Porque su evangelio comienza con la predicación del Bautista  como voz que clama en el desierto.

Todo esto me hace pensar que el Licenciado Oliveros  vería su labor  eclesiástica reflejada  en  la simbología del león.

LA EUCARISTIA Y EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

Del Sacrificio de Cristo ha surgido la Eucaristía de su corazón traspasado.

Hoy  me encuentro en Villanueva de la Sierra,  es domingo pero no es su día, el Jueves, la iglesia está preparada con tal motivo. Brilla y emociona. El altar del Sagrado Corazón de Jesús, recientemente restaurado, invita  a su atención. Su imagen  se expone   fuera del altar  en un pódium. Se puede contemplar en todas sus dimensiones. Talla de madera,  pintada de colores vivos.

Hombres y mujeres  se acercan al Presbiterio, toman el PALIO  y el sacerdote,  bajo él lleva al Santísimo a recorrer los altares que el pueblo, previamente ha  levantado en las calles. En cada altar  el Santísimo está expuesto unos momentos; unas oraciones y una bendición   con Él cierra el acto para  seguir en procesión hasta otro altar y así hasta volver a la Iglesia. En su recorrido  ha estado  expuesto el Santísimo cuatro veces  en sus  cuatro altares. El camino ha sido alfombrado con pétalos de rosas. El pueblo ha respondido con emoción, respeto,   devoción y amor a tan Alta Majestad. La Imagen del Sagrado Corazón de Jesús espera.

Fósiles de esta Historia,  son las imágenes  de lata  con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, hoy, carcomidas por el óxido, que se encuentran en las puertas de varias casas de madera del pueblo. Las fotografías  nos lo cuentan. No hay muchas por la razón de que las puertas de las casas, antes todas de madera, ahora son de aluminio, más difícil de  adherirla. Hoy hay muchas casas donde esas placas han desaparecido, la mayoría, pero en cambia se  conservan imágenes enmarcadas dentro del interior de las casas colgadas en la habitaciones  más honorables. Concluyo: La devoción está latente.

Anexo fotográfico  recogido,  Hoy  día de Corpus Christi  AÑO 2024.

 

IMÁGENES NÚMEROS 7, 8 Y 9 EJEMPLOS CORRESPONDIENTES A ALTARES JUEVES DE CORPUS

 

BIBLIOGRAFIA

Ramos de Castro, A: Camino de San Francisco

Wikipedia: Pedro de Alcántara.

Revista Las Hurdes: Ruinas  del Convento de los Ángeles.

Jiménez, José Luis: Las Hurdes. Viaje a una Tierra Olvidada.

Simón Camisón, M;  Historia Lírica  de Santa Cruz de Paniagua.

Nov 072024
 

 

José Pastor Villegas, Jesús Francisco Pastor Valle,

Álvaro Píriz Mota, José David Pastor Valle

 

RESUMEN

Tras unas consideraciones generales sobre materiales de carbono, siguen páginas sobre el carbón vegetal, que es un material de carbono prehistórico en general y del pasado y presente en Extremadura, con atención a su fabricación en La Aldea del Obispo (Cáceres). Y también páginas sobre los diamantes sintéticos en general, y sobre su futura fabricación en Trujillo (Cáceres) según proyecto de la empresa Diamond Foundry Europe, SL. Así pues, todo parece indicar que será una realidad al finalizar el primer cuarto del siglo XXI la coincidencia de la fabricación artesanal del carbón vegetal con la fabricación industrial de diamantes sintéticos en Extremadura.

 

  1. INTRODUCCIÓN

Hoy se puede decir que la Química es la ciencia experimental que trata de la composición, estructura, propiedades y transformaciones de la materia en su diversidad, y de los cambios energéticos conexos. Obviamente, es una ciencia muy amplia[1].

Transcurrida casi la cuarta parte del tercer milenio, la Química sigue siendo la “ciencia central” por favorecer los avances en otras áreas científicas y tecnológicas. Es la ciencia que ha que ha permitido los avances logrados en áreas diversas: salud, vivienda, etcétera. Es fundamental en la Ciencia e Ingeniería de Materiales para la producción de materiales destinados a funciones muy específicas.

Material es materia, generalmente sólida, natural o elaborada, que se usa por el ser humano para satisfacer alguna necesidad (alimento, vestido y vivienda) o algún deseo (transporte, comunicación, etcétera). Los primeros materiales fueron el sílex (variedad de cuarzo) y otros de origen animal (piel o hueso) o vegetal (madera). Hoy en día los materiales son numerosos: madera, materiales de carbono, aceros, etcétera.

Desde el comienzo de la civilización, los materiales, junto con la energía, se han utilizado para mejorar el nivel de vida. Se puede escribir la siguiente evolución del conocimiento humano en la consecución de fines prácticos:

 

Técnica → Ciencia → Tecnología

 

La Técnica, anterior a la Ciencia y a la Tecnología, es la aplicación útil de conocimientos humanos, mientras que la Tecnología es la aplicación de conocimientos científicos. Sin técnicas, el ser humano sería inferior al animal.

Los primeros artesanos desarrollaron de una manera empírica su conocimiento de los materiales (primero la cerámica, después el bronce y el hierro), así como las técnicas para fabricarlos. Por ejemplo, tras la conquista del fuego, hace milenios, los seres humanos descubrieron que un trozo de arcilla moldeada en forma de olla podía endurecerse al fuego y que el recipiente, una vez cocido, retenía el líquido y no se deformaba ni siquiera colocándolo sobre brasas. Se había transformado un material inorgánico natural, blando y maleable, en otro duro como una piedra mediante el calor:

 

Tratamiento térmico

Arcilla                                     →                               Cerámica

 

Con el avance del conocimiento, en particular de la Química, se ha sabido que la estructura y propiedades de un material determinan en gran medida, su rendimiento, su comportamiento en la realidad. La estructura, las propiedades y el comportamiento se traban en el proceso de elaboración.

Pues bien, tras unas breves generalidades sobre materiales de carbono, siguen páginas, con una extensión limitada, sobre el carbón vegetal, que es un material prehistórico en general y del presente en Extremadura, con atención a su fabricación actual en La Aldea del Obispo (Cáceres). Y también sobre los diamantes sintéticos, de futura fabricación en Trujillo (Cáceres). En ambos municipios extremeños, relativamente próximos, se conjugan el pasado y el presente de dos materiales de carbono artificiales en Extremadura.

 

  1. GENERALIDADES SOBRE MATERIALES DE CARBONO

Los elementos químicos no metálicos carbono (carbón vegetal y negro de humo) y azufre, y los siete elementos metálicos hierro, cobre, plata, estaño, oro, mercurio y plomo eran conocidos y tenían aplicaciones en el Viejo Mundo desde la Antigüedad[2].

Hoy, el carbono es el sexto elemento químico de la Tabla Periódica, uno de los 92 elementos químicos naturales que compone el planeta Tierra, aproximadamente el 0,1% de la corteza terrestre y, después del oxígeno es el elemento más abundante en masa (18%) en el cuerpo humano.

La capacidad de hibridación de los orbitales atómicos del carbono, generando átomos de carbono de naturaleza sp3, sp2 y sp, le confiere una situación única para la construcción de una amplia variedad de deformas alotrópicas. De ellas, resulta sorprendente que el hecho de que hasta hace aproximadamente cuatro décadas solo dos alótropos fueran conocidos: el diamante y el grafito. Hoy se conocen también los fullerenos (pronunciar fulerenos) y numerosas nanoformas de carbono.

Además de estos aspectos del elemento carbono antes señalados, su contribución al desarrollo de la civilización y, más recientemente a la sociedad del bienestar mediante los nuevos materiales basados en el carbono, ha sido muy importante. Se pueden mencionar desarrollo de fármacos, plásticos, fibras sintéticas, combustibles, etcétera[3].

Los materiales de carbono se componen principalmente del elemento químico carbono. El Comité Internacional para la Caracterización y la Terminología del Carbón publicó 73 definiciones en 1989[4] y la International Union of Pure and Applied Chemistry (IUPAC), que conocemos en español como Unión Internacional de Química Pura y Aplicada, describió un total de 114 términos en la revista Pure and Applied Chemistry en 1995[5].

Desde 1950 hasta la actualidad se ha avanzado mucho en el conocimiento y aplicaciones de los materiales de carbono. El profesor Stach Mrozowski organizó la Primera Conferencia sobre el Carbón, en la Universidad de Buffalo, noviembre de 1953. Once años después se inició la publicación de la revista Carbon, con mencionado profesor como primer editor-jefe. En los años siguientes, surgieron sociedades científicas y tecnológicas en diversos países, como la American Carbon Society de Estados Unidos de América desde 1957; Le Groupe Français d`Etude des Carbones en Francia en 1961; o The British Carbon Group en el Reino Unido desde 1965.

En España, el Grupo Español del Carbón nace en Zaragoza el 9 de octubre de 1990, fruto de la inquietud y entusiasmo de un grupo de personas, empresas e instituciones públicas y privadas vinculadas con la ciencia, tecnología uso y aplicaciones del carbón. A dicho grupo pertenece el primer autor del presente trabajo desde su constitución, participante en la I Reunión del Grupo Español del Carbón celebrada en Zaragoza del 10 al 11 de octubre de 1992 en el Instituto de Carboquímica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y en las siguientes. En 2001, organizó, con el Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal, y presidió el Comité Organizador de la VI Reunión del Grupo Español del Carbón, de carácter internacional, celebrada en Cáceres y Mérida del 23-25 de octubre de 2001.  

Aquí, tratamos en primer lugar, con brevedad, de los alótropos del carbono conocidos hoy: reticulares (diamante y grafito) y moleculares (fullerenos)[6]. Y después del término carbón.  Con el transcurso del tiempo, se ha avanzado en el conocimiento de la composición, estructura, formación, propiedades y aplicaciones de estos materiales de carbono.

A partir de finales del siglo XVIII, se ha conocido que los diamantes naturales son minerales transparentes que se componen de carbono, formados por procesos geológicos a una gran profundidad, a muy altas presiones y temperaturas. Se han descrito diamantes en kimberlita, roca blanda que forma chimeneas volcánicas; la erosión de la kimberlita da lugar a los diamantes encontrados en los sedimentos de algunos ríos[7].

El diamante es la forma alotrópica del elemento carbono en la que cada átomo de carbono de la red, con hibridación sp3, está unido a cuatro átomos próximos por enlace covalente σ; la celdilla cristalina es cúbica (Figura 1). Esta estructura explica sus propiedades físicas, las cuales hacen que sea un material de carbono muy atractivo[8]:

  • Material transparente en la región visible e infrarroja del espectro electromagnético.
  • Material extremadamente duro (el más duro conocido) y con muy baja conductividad eléctrica. Tiene una alta conductividad térmica, lo cual no es usual en un material no metálico, porque las intensas vibraciones de los átomos de carbono se transmiten rápidamente de una zona caliente del cristal a una zona fría.

Concerniente a su comportamiento químico, calentado a 800 ºC arde en oxígeno puro y forma dióxido de carbono.

 

Tratamiento térmico

C(diamante)(s) + O2(g)                      →                    CO2(g)

 

Las aplicaciones del diamante han aumentado en el transcurso del tiempo. Los monocristales relativamente grandes se utilizan como piedras preciosas. Mediante el tallado, se logra la máxima reflexión y refracción desde el interior de la gema terminada. Industrialmente, los diamantes son utilizados para desbastar y cortar otros materiales más blandos.

A finales del siglo XVIII, se demostró también que el grafito, material natural negro brillante, es otra forma alotrópica del elemento carbono. Sus átomos, con una hibridación sp2, están unidos por enlace covalente, constituyendo láminas planas  dispuestos en redes hexagonales, con enlaces π deslocalizados dentro de cada lámina y enlaces por fuerzas de Van der Waals entre las láminas paralelas entre sí. Hay dos secuencias de apilamiento: hexagonal y romboédrico.

La estructura del grafito, bien distinta a la del diamante, explica que sea un sólido con las propiedades siguientes (referencia 8):

  • Conductividad eléctrica relativamente alta en las direcciones cristalinas paralelas a las láminas hexagonales, porque los electrones pueden moverse a lo largo de sus planos.
  • Alta conductividad térmica, bajo coeficiente de dilatación térmica, alta resistencia al choque térmico y fácil mecanización.
  • Alta resistencia y buena estabilidad química a temperaturas elevadas y en atmósferas no oxidantes.
  • Alta adsorción de gases.

El grafito tiene numerosas aplicaciones. Se utiliza en hornos eléctricos, como electrodo para soldadura por arco, en crisoles metalúrgicos, en moldes para aleaciones metálicas y cerámicas, como refractario y aislador a alta temperatura, tobera de cohetes, reactores químicos, contactos eléctricos, resistencias, electrodos para baterías y dispositivos para purificación del aire (referencia 8).

A mediados de la década de 1980, se descubrieron los fullerenos, materiales de carbono formados con relativa facilidad, siendo la vaporización láser del grafito el primer método de obtención. Uno es el fullereno de buckminster, sólido molecular formado por moléculas esféricas de fórmula C60 (60 vértices y 32 caras, de las cuales 12 son pentágonos de átomos de carbono y 20 son hexágonos de átomos de carbono) que conservan la naturaleza deslocalizada del grafito, y tanto su interior como su exterior son un mar de electrones π. Las estructuras cristalinas de los fullerenos altamente simétricas los hacen extremadamente estables y elásticos (referencias 6 y 8).

Siguiendo las recomendaciones de la IUPAC (referencias 4 y 5), el término carbón se aplica a todos los materiales naturales y sintéticos que se componen fundamentalmente de átomos de carbono con una estructura de grafito o, al menos con una organización bidimensional de átomos de carbono. El término cubre la totalidad de los materiales grafíticos y no grafíticos.

Los materiales grafíticos son los materiales que están formados por carbono en la forma de grafito, independientemente de la presencia de defectos estructurales. Son ejemplos los grafitos.

Los materiales no grafitos tienen una estructura bidimensional de átomos de carbono en láminas planas hexagonales, pero sin ningún orden cristalográfico en la tercera dimensión (dirección c) aparte del hecho de que las láminas sean más o menos paralelas. Son ejemplos el carbón vegetal y el carbón activado.

Pues bien, tras las breves generalidades anteriores sobre materiales de carbono, las páginas que siguen, con una extensión limitada, tratan del carbón vegetal, material prehistórico en general y en particular en el pasado y el presente de Extremadura, con atención a su fabricación actual en La Aldea del Obispo. Y también de los diamantes sintéticos, de futura fabricación en Trujillo. En otras palabras, en ambos municipios extremeños, relativamente próximos, se conjugarán el pasado y el presente de dos materiales de carbono artificiales tan diferentes.

Figura 1. Estructura cristalina del diamante. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, imagen de las actividades docente e investigadora, tomada de la referencia 2, pág. 658.

 

  1. CARBÓN VEGETAL, MATERIAL DE CARBONO DEL PASADO EN GENERAL Y EN PARTICULAR EN EXTREMADURA. SU FABRICACIÓN EN LA ACTUALIDAD EN LA ALDEA DEL OBISPO

El carbón vegetal es conocido desde los primeros tiempos de la humanidad. Hay diferentes noticias de su conocimiento y uso muchos milenios a. C.

De acuerdo con la IUPAC (referencias 4 y 5), el carbón vegetal es el carbonizado obtenido de mediante carbonización de la madera y otros materiales naturales orgánicos relacionados, como son los residuos lignocelulósicos. Aunque no todo el carbón vegetal se obtiene a partir de la madera, ésta es la materia prima usual para producirlo.

La carbonización de la biomasa lignocelulósica (madera y otros materiales lignocelulósicos) es el proceso térmico que conduce, a través de una serie de reacciones complejas, concurrentes y consecutivas, a una variedad de productos, los cuales se clasifican ampliamente como gases incondensables, piroleñoso total y carbón vegetal. El material de partida, condiciones del proceso (atmósfera, velocidad de calentamiento, temperatura final y tiempo de calentamiento a la temperatura final) y catálisis, afectan profundamente la secuencia y cinética de las reacciones y últimamente el rendimiento de los productos[9].

 

Tratamiento térmico

Biomasa lignocelulósica (s)                →                    Productos incondensables (g)

+  Piroleñoso total (l) + Carbón vegetal (s)

 

La madera se puede considerar una estructura polimérica de carbohidratos (celulosa y hemicelulosa) y lignina, con pequeñas cantidades de otros compuestos químicos orgánicos y materia mineral[10]. Calentando la madera a temperatura ligeramente por encima de 100 ºC ya se inicia la descomposición térmica; las hemicelulosas se degradan a 200-260 ºC; la celulosa a 240-350 ºC; y la lignina a 280-500 ºC[11]. Estas temperaturas son relativamente bajas, lo cual explica que el carbón vegetal se haya fabricado desde hace milenios para diferentes aplicaciones.

El carbón vegetal posee una composición química muy diferente a la de su precursor (madera u otro material lignocelulósico). Su fracción orgánica se compone de carbono, oxígeno, hidrógeno (elementos mayoritarios), nitrógeno (muy escaso) y azufre (prácticamente inexistente). La composición elemental se completa con numerosos elementos químicos de la fracción inorgánica en proporciones variables. Los contenidos de ambas fracciones dependen de la materia prima que se carboniza y de las condiciones del proceso de carbonización.

La estructura del carbón vegetal, como carbón no grafitizable que es, sigue el modelo de papel arrugado. Ello quiere decir que su estructura químico-orgánica se puede considerar formada por átomos de carbono en moléculas poliaromáticas conectadas, con orientación planar más o menos cambiante, las cuales se apilan y el conjunto es similar a láminas de papel arrugadas o formando anillos heterocíclicos[12]. El carbón vegetal retiene la estructura macromolecular de sus precursores porque no ha pasado por ningún estado fluido durante el proceso de carbonización (referencia 5).

Hasta nuestros días se han desarrollado diferentes sistemas de carbonización, que hemos clasificado en sistemas artesanales (discontinuos), parcialmente artesanales (discontinuos) e industriales (continuos)[13]. Todos ellos tienen el mismo fundamento: la degradación de los carbohidratos y de la lignina de la madera mediante calentamiento; e la materia prima del aire atmosférico mediante una barrera física (tierra, ladrillos, cemento armado o material metálico) para evitar que se incendie durante el proceso[14]. Sin embargo, se diferencian en cómo se realiza el aporte de energía[15]:

  • Carbonización por combustión parcial de la materia prima en los sistemas total o parcialmente artesanales: fosa de tierra, carbonera y hornos discontinuos (hornos de albañilería y hornos metálicos).
  • Carbonización en un reactor cerrado por calefacción externa de un hogar.
  • Carbonización por contacto de gases calientes en los hornos industriales, verticales y horizontales, los cuales resultan de la combustión total o parcial de los gases del proceso.

El carbón vegetal es un producto del pasado y del presente usado como combustible. Se utiliza menos como combustible para calentamiento del hogar y en la preparación de alimentos por haber sido sustituido por otros combustibles (carbón mineral, derivados del petróleo y gas natural) y por la energía eléctrica. En los países desarrollados, desde hace décadas, se usa en la preparación de alimentos en barbacoas, es decir, para calentar planchas o parrillas colocadas directamente sobre el fuego del carbón vegetal, en un ambiente campestre, de jardín, terraza u otro.

El uso del carbón vegetal como reductor metalúrgico es también antiquísima; contribuyó a salir de la Edad de Piedra al aplicarse como reductor metalúrgico, produciéndose con él diversos metales. En la siderurgia, se utilizó primero carbón vegetal y después coque.

Concerniente al pasado remoto de Extremadura, hemos contribuido al mejor conocimiento del yacimiento arqueológico de Los Barruecos (Malpartida de Cáceres, Cáceres). Concluimos que se preparó carbón vegetal por sociedades que habitaron este emplazamiento durante el Neolítico Antiguo en una fosa de tierra pequeña, entre el 5054 y 4825 a.C[16].

Concerniente al pasado inmediato de Extremadura, en otro trabajo[17], hemos hecho un estudio sobre el carbón vegetal extremeño y productos conexos, en los aspectos interrelacionados de fabricación calidad y comercialización. Se inventariaron las empresas extremeñas fabricantes de carbón vegetal, briquetas lignocelulósicas y briquetas de carbón vegetal. Se estudiaron los sistemas de fabricación de los combustibles mencionados. Y se estudió su calidad y comercialización.

Los resultados se dieron a conocer en la VI Reunión del Grupo Español antes mencionada[18]. El número de las empresas extremeñas fabricantes de carbón vegetal resultó ser de 21, las cuales estaban localizadas en zonas donde abundan las quercíneas. Además de la leña de encina y de otras frondosas autóctonas, la madera de eucalipto se utilizaba por su menor precio en comparación con la leña de encina. En la fabricación predominaba el horno discontinuo, y en las dehesas se fabricaba también mediante carboneras. El carbón vegetal fabricado tenía mercado como combustible de uso doméstico en las zonas de fabricación y mercados nacional y europeo. La exportación extremeña media de carbón vegetal entre los años 1996 y 2000 fue del 75% de la exportación española media.

Se encontró que la calidad de los carbones vegetales dependía de los sistemas de fabricación. El carbón vegetal fabricado en horno continuo era el de mejor calidad; su contenido en carbono fijo superaba aproximadamente en un 20% al de carbonera y en menor porcentaje a los carbones fabricados en hornos discontinuos.

Se encontró también que el número de empresas extremeñas fabricantes de briquetas de carbón vegetal es menor que las que fabricaban carbón vegetal. En la fabricación se utilizaban los finos propios y, a veces, se incorporaban finos de carbón vegetal o carbón vegetal ajenos. La calidad de las briquetas es muy variada, dependiendo principalmente de la calidad del carbón vegetal que se aglomera. Las de buena calidad se exportaban a Europa.

Redactando este trabajo (2024), hemos visto carbón vegetal de encina para barbacoa en un supermercado de playa, en bolsas de 2 kg, a un precio de 3,75 € la bolsa.

Pues bien, dicho lo que antecede sobre el carbón vegetal, en La Aldea del Obispo, se ha producido artesanalmente mucho carbón vegetal en el pasado mediante carboneras en la dehesa (Figura 2). En la actualidad, todavía se produce artesanal en la dehesa mediante hornos discontinuos de tipo metálico, realizándose la carga de la madera de encina y la descarga del carbón vegetal con un tractor. se cargan de madera.  En la Figura 3 se muestra un horno discontinuo construido con ladrillos y metal, que recuerda a un horno Missouri.

Hoy, el consumo como combustible en esta localidad se hace también fuera del hogar con carácter de convivencia festiva, como lo indican las numerosas barbacoas que se han construido próximas a un parque (Figura 4).

Figura 2.  Fabricación artesanal de carbón vegetal mediante carbonera en el pasado inmediato. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía realizada el 11.06.2024 de una fotografía expuesta en el Ayuntamiento de La Aldea del Obispo.

Figura 3. Fabricación artesanal de carbón vegetal en La Aldea del Obispo mediante un horno discontinuo construido en el siglo XXI. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía realizada el 11.06.2024.

Figura 4. Barbacoas en un parque de La Aldea del Obispo, en las que se usa carbón vegetal fabricado en el municipio. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía realizada el 11.06.2024.

 

  1. DIAMANTES SINTÉTICOS. FÁBRICA EN TRUJILLO, EN FASE DE EJECUCIÓN

En la Edad contemporánea, ha habido intentos conocidos de fabricar diamantes sintéticos aplicando grandes presiones y temperaturas. En 1954, los laboratorios de la General Electric Company produjeron diamantes muy pequeños, sometiendo carbón a la temperatura de 2 800 ºC y presión de algo más de 100 000 atm[19].

Con posterioridad, se han dado a conocer métodos complejos para fabricar diamantes policristalinos, de tamaños de grano muy pequeño y/o granos relativamente grandes. Los diamantes sintéticos por lo general carecen de las propiedades ópticas de los diamantes naturales, pero las aplicaciones industriales son diversas.

Los métodos Chemical Vapour Deposition (DVC), en español métodos de deposición química de vapor, se basan en la reacción de una mezcla de gases o vapores químicos, para dar un producto sólido, generalmente en forma de recubrimiento sobre un sustrato, aunque es posible obtener un material pulverulento. Es posible depositar una gran variedad de elementos (carbono, silicio, etcétera) y compuestos inorgánicos (óxidos, nitruros, sulfuros, etcétera).

Tales métodos son conocidos desde hace tiempo, pero a partir de la década de 1960, se han desarrollado mucho sobre todo por el desarrollo de la industria microelectrónica, y se utilizan en aplicaciones muy diversas.

En el caso de capas de átomos de carbono con estructura de diamante frecuentemente se utilizan las técnicas de CVD asistidas por plasma, generalmente de alta intensidad. Se utiliza metano (CH4) o algún otro hidrocarburo saturado como fuente de carbono[20].

En la aportación a los Coloquios del año pasado (2023), decíamos que la empresa estadounidense Diamond Foundry Europe, SL, pretendía construir e instalar una fábrica de diamantes sintéticos en el término municipal de Trujillo (Cáceres), asunto posible científica y tecnológicamente[21].

Un día clave para la futura fábrica de diamantes fue el 7 de febrero de 2022. En esa fecha, hubo diversas reuniones técnicas importantes. La información periodística de Javier Sánchez Pablos[22] recoge que en el salón de plenos del Ayuntamiento de Trujillo (Figura 5), hubo encuentros con traducción simultánea entre las 9:00 y las 19:00 horas de ese día. Recogemos aquí:

  • Ubicación de la futura fábrica en terrenos del Polígono Industrial Arroyo Caballo, con la idea de que los movimientos de tierra se iniciaran en julio de ese año y que las obras de edificación comenzaran en octubre siguiente.
  • Previsión de la instalación de los reactores necesarios a partir de 2023.
  • La planta fotovoltaica de 120 MW, podría ubicarse a unos 8 km. No obstante, podría haber una pequeña instalación próxima.
  • Necesidad de apoyos de la Junta de Extremadura, del Ayuntamiento de Trujillo y de todas las instituciones implicadas en la novedosa iniciativa.

El Diario Oficial de Extremadura (DOE) anunció corriendo septiembre de 2022 que sometía a información pública la solicitud de autorización ambiental integrada y el proyecto de una planta de diamantes sintéticos, promovida por mencionada empresa en el término municipal de Trujillo[23].

El proyecto de la empresa Diamond Foundry Europa, SL, presentado el 19 de abril de 2022, se contempla como la creación de una nueva empresa. En sesión plenaria de la Unidad de Proyectos Empresariales de Interés Autonómico celebrada el 1 de diciembre de 2022 se elaboró informe favorable para la obtención de la calificación de Proyecto Empresarial de Interés Autonómico (PREMIA) solicitada por la empresa. El proyecto fue declarado como tal por la Consejería de Economía, Ciencia y Agenda Digital finalizando el año 2022[24].

Los datos siguientes constan en el decreto de declaración referenciado:

  • La creación de la nueva empresa, con una inversión prevista mayor que 700 millones de euros y una creación de empleo mayor que 50 UTA durante el primer año de actividad.
  • Su actividad en el polígono industrial mencionado tendrá como objetivo principal la producción anual de 40 000 obleas de diamante monocristalino de 4 000 000 de quilates.
  • La necesidad de expropiación de terrenos, a cuyo efecto se procede a declarar la utilidad pública o interés social para la ocupación urgente de los bienes afectados por la línea de suministro eléctrico, con origen previsto en la subestación de transformación “Trujillo” y fin en las instalaciones de transformación eléctrica a ejecutar en la fábrica, así como la necesidad de establecimiento o ampliación de las servidumbres de paso para las mismas.

Fuentes municipales especificaron en febrero del año pasado[25] [26], que había comenzado el soterramiento del cableado que pasaba por la superficie del polígono municipal donde iba a comenzar la construcción e instalación de la planta, obra previa para construir los tres edificios y la construcción de la planta fotovoltaica de 120 MW para abastecer la futura fábrica. Ya la empresa, había comprado los casi 84 mil metros cuadrados del terreno industrial por alrededor de 1,7 millones de euros. Y se recordó que la inversión prevista era superior a 700 millones de euros, con la creación de más de 50 empleos durante el primer año de actividad y de 300 en su fase final. El Fondo de Apoyo a la Inversión Industrial Productiva (FALIP), promovido por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, ya había dado el visto bueno en noviembre de 2022 a su financiación con un crédito de 120 millones de euros.

En el acto de colocación de la primera piedra de la fábrica de diamantes, que tuvo lugar el 3 de marzo de 2023 con la asistencia de numerosas autoridades, de los principales promotores del proyecto y de numerosos medios de comunicación[27].

Se informó que la fábrica contará con unos rectores de plasma, a temperaturas mayores que las de la superficie del sol y que han sido patentados por la empresa estadounidense. En esos reactores cristalizará metano en diamante para formar obleas, es decir, unos cuadrados muy finos de diamantes que aumentarán de tamaño. Sacados del horno serán pequeños cuadrados de diamante en bruto.

Y se destacó que la fábrica producirá los primeros diamantes antes del año 2025, resaltando que la “fábrica no solo es importante para Trujillo, Extremadura y España, sino que supone el principio de la transformación del microchip en Europa; los microchips que se fabricarán superarán en conductividad térmica a los de silicio que se utilizan ahora, y podrán usarse en los vehículos eléctricos y otras industrias como la computación e inteligencia artificial y las comunicaciones 5G/6G”.

Como se puede observar en la Figura 6, todo indica que a mediado del año en curso la construcción e instalación de la fábrica de diamantes sintéticos de Diamond Foundry Europa, SL, avanza en el Polígono Industrial Arroyo Caballo.

Figura 5. Salón de plenos del Excmo. Ayuntamiento de Trujillo, donde se celebró la jornada clave del 7 de febrero para la futura fábrica de diamantes sintéticos. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía realizada el 11.06.2024.

Figura 6. Vista general de la construcción e instalación de la fabrica de diamantes sintéticos con una superficie aproximada de parcela de 84 000 m2 en el Polígono Industrial Arroyo Caballo, en el término municipal de Trujillo. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía realizada el 11.06.2024.

 

  1. CONCLUSIONES
  2. El carbón vegetal y el diamante sintético son materiales de carbono conocidos en el pasado remoto y en el pasado inmediato, respectivamente. El carbón vegetal se conoce desde los primeros tiempos de la humanidad, se sigue fabricando hoy y tiene aplicación como combustible de uso doméstico y aplicaciones industriales. Los diamantes sintéticos se consiguieron en la segunda mitad del siglo XX; los laboratorios de la General Electric Company produjeron diamantes muy pequeños en 1954.
  3. El carbón vegetal se ha fabricado mucho y durante mucho tiempo en Extremadura, principalmente a partir de madera de encina, siguiendo métodos discontinuos, principalmente mediante la construcción de carboneras de mayor o menor tamaño en la dehesa. En la actualidad, se sigue fabricando a partir de madera de encina, principalmente mediante hornos discontinuos, parcial o totalmente metálicos, y se envasa para uso principal como combustible doméstico en barbacoas.

Se produjo significativamente a partir de madera de encina en La Aldea del Obispo, municipio próximo a Trujillo (Cáceres), mediante numerosas carboneras en las dehesas. Hoy se sigue carboneando dicha madera mediante algunos hornos discontinuos metálicos, en los cuales la duración de la carbonización es mucho menor.

  1. Los diamantes sintéticos tienen aplicaciones industriales diversas. En la actualidad, se construye una futura fábrica de diamantes sintéticos en el Polígono Industrial Arroyo Caballo, próximo a Trujillo (Cáceres). La fábrica se construye e instala mediante proyecto de la empresa Diamond Foundry Europe, SL, con una inversión prevista superior a 700 millones de euros y una creación de empleo de más de 50 UTA durante el primer año de actividad. Se tiene como objetivo la producción anual de cuarenta mil obleas de diamante monocristalino de 4 millones de quilates. Tales diamantes se producirán mediante un método de deposición química de vapor en reactores de plasma, estando proyectada la fábrica para funcionamiento en tres turnos, durante todos los días del año; el gas metano (CH4) será la fuente de carbono.

 

AGRADECIMIENTO

A don Eladio Redondo Donaire, experto en la fabricación artesanal de carbón vegetal en La Aldea del Obispo, por su amable colaboración durante los días de investigación en junio de 2024.

[1] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, Bicentenario de la independencia de México (1821-2021): Algunos aspectos del desarrollo de la Química del tiempo mexica-hispánico, de la etapa colonial y del inicio nacional, An. Quím., 2023, 119(1), 32-41.

[2] BABOR, Joseph. A., IBARZ AZNÁREZ, José, Química General Moderna (7ª ed., 2ª re.), Barcelona, Marín, 1964, págs. 655, 753, 799, 708.

 

[3] MARTÍN LEÓN, Nazario, Z = 6, carbono, C. El elemento químico más próximo al ser humano, An. Quí., 2019, 115(2), 68.

 

[4] RODRÍGUEZ REINOSO, Francisco, Comité Internacional para la Caracterización y la Terminología del carbón (editorial), Carbon, 1989, 27(2), 305-312.

 

[5] FITZER, E., KÖCHLING, K.H, BOEMHM, H.P., MARSH, H., Recommend terminology for la description of carbons as a solid (Recommendations 1995), Pure&Appl Chem., 1995, 67(3), 473-506.

[6] ROGERS, G. E., Química Inorgánica, Madrid, MacGrawHill, 1995, págs. 454-455, 465-468.

 

[7] ATKINS, P. W., Química General, Barcelona, Omega, 1991, págs. 381-382, 701-703.

 

[8] CALLISTER, W.D., Jr., Introducción a la Ciencia e Ingeniería de los Materiales, vol. 1, Reverté, págs. 408.

 

[9] SHAFIZADESH, F., Pyrolytic reactions and products of biomass, en OVEREND, R.P., MILNE, T.A, MUDGE, L.K. (eds.), Fundamentals of Thermochemical Biomass Conversión, Londres, Elsevier Applied Science Publishers, 1985, pág. 183.

 

[10] WEGNER, T.H., BAKER, A.J., et. al., Wood, en GRAYSON, M., ECKROTH, D. (eds.) Kir-Othmer Encyclopedya of Chemical Technology, vol. 24, Wiley, Nueva York, 1984, págs. 579-611.

 

[11] SJÖSTRÖM, E., Wood chemistry: fundamentals and applicattions. San Diego, Academic Press, 1995.

 

[12] HUTEPAIN, M., OBERLIN, A., Microtexture of non graphitizing carbons and TEM studies of some activated simples, Carbon, 1990, 28, 103-111.

 

[13] PASTOR VILLEGAS, J., PASTOR VALLE, J. F., MENESES RODRÍGUEZ, J. M., GARCÍA GARCÍA, M., Study of comercial wood charcoals for the preparation of carbon adsorbents, J. An., Appl. Pyrolysis, 2006, 76, 103-108.

 

[14] MARCOS MARTIN, F., Biocombustibles solidos de origen vegetal, Madrid, AENOR, 2000, págs. 21-28.

 

[15] BRIANE, D., DUAT, J., Guide technique de la Carbonisation. La fabrication du charbon de bois, Aix -en-Provence (Francia), Édisud, 1985, págs. 59-70.

 

[16] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, GARCÍA GARCÍA, Máximo, Estudio de carbones del yacimiento de los Barruecos, en CERRILLO CUENCA, Enrique (coor.) Los Barruecos Primeros resultados sobre el Poblamiento Neolítico de la Cuenca Extremeña del Tajo, Memoria de Arqueología Extremeña, núm. 6, Badajoz, Artes Gráficas Rejas (Mérida), 2006, págs. 103-110.

 

[17] PASTOR VALLE, Jesús F., Fabricación de materiales carbonosos en Extremadura, calidad y comercialización. Memoria para optar al Título de Ingeniero Industrial, Badajoz, junio, 2000.

 

[18] ELENA ROSELLO, José María, PASTOR VILLEGAS, José, El carbón vegetal en Extremadura, VI Reunión del Grupo Español del Carbón, Cáceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 2001, págs.19-22.

[19] BABOR, Joseph. A., IBARZ AZNÁREZ, José, Química General Moderna (7ª ed., 2ª re.), Barcelona, Marín, 1964, pág. 657.

 

[20] OJEDA, F., MARTI, F.J., ALBELLA, J.M., Preparación de recubrimientos cerámicos mediante técnicas de CVD, Bol. Soc. Esp. Cerám. Vidrio, 1998, 37(6), 447-453.

 

[21] PASTOR VILLEGAS, José, Lección magistral. La Universidad de Extremadura (1973-2023) estudiada por uno de sus primeros alumnos y profesores, en Asociación Coloquios Históricos de Extremadura, LII Coloquios Históricos de Extremadura, 2023, en prensa.

 

[22] SÁNCHEZ PABLOS, Javier, La fábrica de diamantes de Trujillo empezará a construirse en octubre, Hoy. Diario de Extremadura, 2022, martes 08.02.2022, pág. 7.

 

[23] Anuncio de 21 de septiembre de 2022 por el que se someten a información pública la solicitud de autorización ambiental integrada y el estudio de impacto ambiental del proyecto de una planta de producción de diamantes sintéticos, cuya promotora es Diamond Foundry Europe, SL, en el término municipal de Trujillo, Diario Oficial de Extremadura, 2022, 185 (lunes 26/09/2022), págs.46484-46874.

 

[24] Decreto 165/2022, de 30 de diciembre, por el que se declara Proyecto Empresarial de Interés Autonómico al proyecto presentado por la empresa Diamond Foundry Europe, SL, para la construcción de una fábrica de diamantes sintéticos en la localidad de Trujillo (Cáceres), Boletín Oficial de Extremadura, 2023, 6 (martes 10/01/2023), págs.2403-2411.

 

[25] SÁNCHEZ PABLOS, Javier, Comienzan los primeros trabajos de la fábrica de diamantes de Trujillo, Hoy. Diario de Extremadura, 2023, martes 07/02/2023, págs. 5.

 

[26] VINAGRE, Celestino J., La fábrica de diamantes de Trujillo logra otra subvención pública de 81 millones, Hoy. Diario de Extremadura, 2023, sábado, 11/02/2023, págs. 3.

 

[27] RUBIO, Álvaro, y SÁNCHEZ, Javi, La fábrica de Trujillo producirá los primeros diamantes antes del año 2025, Hoy. Diario de Extremadura, 2023, sábado 04/03/2023, págs. 2-3.

Nov 062024
 

 

Rubén Núñez Quesada.

 

  1. INTRODUCCIÓN
  2. EL COMIENZO DEL CULTO A LA VIRGEN MARÍA
  3. LA CORONACIÓN CANÓNICA: INICIO Y SIGNIFICADO
  4. ORIGEN DE LA DEVOCIÓN POR NUESTRA SEÑORA DE LA MONTAÑA DE CÁCERES.
  5. LA CORONACIÓN CANÓNICA DE NUESTRA SEÑORA DE LA VIRGEN DE LA MONTAÑA:
    1. El detonante: Marcial Higuero Cotrina en las Asambleas Parroquiales de 1923. Se constituye la Junta de Coronación.
    2. Libro conmemorativo escrito por P. Fr. Ángel Ortega O.F.M.
    3. La corona.
    4. Las vísperas, el Cardenal Reig y los Juegos Florales.
    5. La Coronación.
    6. Medalla Conmemorativa y otros objetos para el recuerdo.

 

  1. INTRODUCCIÓN

El 12 de octubre de 1924 se llevó a cabo la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Virgen de la Montaña. Al cumplirse 100 años de aquel acontecimiento, haremos un breve recorrido por el evento que tuvo un profundo impacto en una ciudad con una ferviente devoción por su patrona. Repasaremos los actos que se llevaron a cabo en la ciudad intentando reproducir una cronología exacta de todo lo acontecido, las publicaciones que suscitó e incluso las medallas conmemorativas que se vendieron en 1924. Pero antes de llegar a ese día, exploraremos el origen de la advocación, la Cofradía y la devoción a la Virgen de la Montaña, comenzando por cómo se inició el culto a la Virgen María y los objetivos y requisitos necesarios para lograr la Coronación Canónica de una imagen de la Madre de Dios.

 

 

  1. EL COMIENZO DEL CULTO A LA VIRGEN MARÍA.

Es sorprendente que, a pesar de que la Virgen María es una de las figuras más veneradas en el catolicismo, solo hay cuatro momentos en el Nuevo Testamento en los que ella misma se expresa[1]. En los Evangelios de Mateo y Marcos, María no recibe un tratamiento especial en comparación con otros parientes y seguidores de Jesús, siendo parte del grupo que lo acompañaba. Sin embargo, es en el Evangelio de Juan donde María adquiere una relevancia especial, presentándola como la madre de la Iglesia en un pasaje profundamente significativo. En este relato, Jesús, al ver a su madre y al discípulo que tanto quería, dice: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dirige sus palabras al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Desde ese momento, el discípulo la acogió en su casa[2]. La figura de María se convierte así en un puente espiritual entre Jesús y la comunidad de creyentes, destacando su intercesión y cuidado maternal. A través de los evangelios, especialmente el de Juan, María se erige como un símbolo de amor maternal y protección, consolidando su papel como la madre de la Iglesia[3]. La figura de María en los Evangelios es relativamente discreta, aunque desempeña un papel en el ministerio de su hijo y es clave en la Anunciación y en la fundación de la Iglesia de Jerusalén. En el Nuevo Testamento, que consta de 27 libros, solo se menciona a María por su nombre en cuatro de ellos: los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, y el Hecho de los Apóstoles. En otros textos, se le refiere simplemente como «su madre» o «la madre».

No es hasta la segunda mitad del siglo II que la figura de María cobra relevancia con la Doctrina de la Nueva Era de Justino e Ireneo, quienes argumentaban que su obediencia y virginidad reparaban parcialmente los pecados de Eva. En este período, la devoción a María se populariza en Egipto. Esta veneración tiene paralelismos con la diosa egipcia Isis, conocida por su rol protector y maternal, y su estrecha asociación con Osiris y Horus en el panteón egipcio.

Con la llegada de Alejandro Magno en el 332 a.C., la civilización egipcia experimentó una helenización, que también afectó a la religión. Isis se asimiló a deidades griegas como Démeter, y surgió la deidad Serapis, una combinación de Osiris, Apis y elementos griegos. Desde mediados del siglo V a.C., el culto a Isis se extendió por el Mediterráneo, incluyendo Grecia y Roma, donde ganó popularidad entre las clases bajas. Aunque el culto oficial en Roma fluctuó, su influencia se mantuvo viva incluso tras la caída de santuarios bajo Teodosio y la clausura del templo de Filé por Justiniano en el 535 d.C.

En los primeros siglos del cristianismo, se produjo una asimilación de características de deidades paganas para facilitar la aceptación de la nueva religión. Templos dedicados a Isis fueron consagrados a la Virgen María, acentuando esta identificación. Isis, protectora y diosa de la fertilidad, simbolizaba la seguridad y prosperidad, cualidades que fueron transferidas a María. La iconografía de Isis amamantando a Horus se transformó en la representación de María como Galaktotrophoussa, la «Virgen de la Leche», que ha perdurado hasta nuestros días. La absorción de estos atributos ayudó a consolidar la figura de la Virgen María como un símbolo de maternidad y protección en la tradición cristiana.[4]

Las primeras evidencias de la veneración a la madre de Jesús se encuentran en el Protoevangelio y en el papiro con la oración Sub Tuum Praesidium del siglo III d.C., descubierto en Egipto. También se menciona en el ánfora de Basilio a principios del siglo IV d.C. Estos hallazgos sugieren a los investigadores que la veneración mariana comenzó en comunidades cristianas heterodoxas egipcias, cuyas prácticas fueron gradualmente aceptadas por los cristianos proto-ortodoxos a comienzos del siglo IV[5]. Este proceso puede explicar el silencio inicial de los Padres de la Iglesia respecto a la figura de la Virgen. Fue en este siglo cuando la veneración a María se extendió definitivamente por la parte oriental del imperio. A finales del siglo IV, aparecen las primeras evidencias materiales de este culto, como frescos y medallones de vidrio encontrados en las catacumbas romanas, aunque inicialmente la devoción a María se situaba al mismo nivel que la adoración de otros santos y santas.

En el siglo V, poco después del Concilio de Éfeso, el Papa Sixto III construyó la primera iglesia dedicada a la Virgen María en Roma (432-440). Con el tiempo, el culto a la Virgen María pasó de ser una devoción popular a una parte importante de la doctrina oficial de la Iglesia, respaldada por el Vaticano. En el 640, se estableció el 2 de febrero como el día de la Presentación de Jesús en el Templo; durante el pontificado de Teodoro I se celebró la Asunción de la Virgen; en el 650 se instituyó la fiesta de la Anunciación; y entre  el año 660 y el 670 se instauró la Celebración de la Natividad de la Virgen el 8 de septiembre.

Y es durante la Edad Media cuando la devoción a la Virgen María alcanzó un notable apogeo en Occidente. Las prácticas teológicas, iconográficas y de culto, originadas en la cristiandad oriental, se trasladaron con creciente fuerza al mundo occidental. Este fenómeno se vio favorecido por la conversión al cristianismo de diversos pueblos como los latinos, germanos, celtas y eslavos, quienes aportaron sus propias sensibilidades y tradiciones culturales a las expresiones de devoción a la Madre de Dios[6].

En la Edad Media, los teólogos profundizaron en el papel singular de María en el plan de la Redención, estableciendo que debía recibir una veneración superior a la de otros santos y ángeles, conocida como hiperdulía. La devoción popular hacia María se manifestó en numerosas formas de adoración y afecto, que permeaban tanto la vida religiosa como la secular. Esta admiración por María se reflejaba en toda la literatura de la época, desde la popular hasta la erudita, destacando su importancia en la fe cristiana. Esta profunda veneración ha perdurado hasta nuestros días, abarcando tanto los aspectos teológicos como los populares.

  1. LA CORONACIÓN CANÓNICA: INICIO Y SIGNIFICADO

La práctica de las coronaciones canónicas surgió para exaltar la devoción hacia una imagen específica de la Virgen María, ya sea en pintura o escultura, no en reconocimiento a una advocación particular, sino por la tradición y popularidad de una imagen concreta. Esta tradición comenzó en Italia en el siglo XVI, promovida por los Hermanos Capuchinos, quienes fundían joyas obtenidas en sus misiones para crear coronas que honraban a las imágenes locales de la Virgen. Este acto no solo celebraba la fe, sino que también combinaba las riquezas del Nuevo Mundo con las tradiciones europeas, dando lugar a la fundación de la Pía Opera dell’Incoronazione.

En el siglo XVII, la tradición se expandió bajo el impulso del jesuita y cardenal Alejandro Sforza Pallavicini, quien, en su testamento, dejó fondos para coronar las imágenes más veneradas en Roma, marcadas con el escudo de los Sforza. La primera imagen coronada fue La Madonna de la Febre del Vaticano en 1631. A partir de entonces, la gestión de las coronaciones pasó a estar bajo la jurisdicción de la Santa Sede, concentrándose principalmente en Italia hasta finales del siglo XIX. En 1897, la Coronación Canónica fue incluida en el Pontifical Romano, permitiendo que esta distinción pudiera ser concedida a nivel diocesano sin la intercesión directa del Vaticano.

Esta tradición se expandió por toda la Iglesia Católica, estableciendo ciertos criterios básicos para la coronación de una imagen de la Virgen María:

  • Antigüedad: La veneración por la imagen debe tener al menos 100 años.
  • Devoción: La devoción hacia la imagen debe ser constante y demostrada, extendiéndose a lo largo del año y no limitándose a una celebración puntual.
  • Petición: La solicitud de coronación debe ser realizada por una cofradía, hermandad o grupo de ciudadanos. Sin embargo, la petición no garantiza automáticamente su aprobación.

Existen por lo tanto dos tipos de coronaciones en función de quién conceda esta distinción: la diocesana cuando lo hace un Obispo y la pontificia si lo hace directamente la Santa Sede. El día que se elige para el acto de la coronación debe ser un día de solemnidad o festividad importante de la Virgen, y en su defecto, un día festivo que no coincida con las grandes solemnidades del Señor o con días de carácter penitencial.

  1. ORIGEN DE LA DEVOCIÓN POR NUETRA SEÑORA DE LA MONTAÑA DE CÁCERES.

Francisco Paniagua, oriundo de Casas de Millán,  hijo de Francisco Paniagua y María Sánchez[7], nació en el último cuarto del siglo XVI, a finales de este siglo se traslada con su familia a Jaén donde se establecen en la colación de San Ildefonso, en la calle Puerta Nueva, Allí muere parte de la familia por unas pestes sólo quedando en aquella ciudad su hermano Alfonso cuando él decide volver para recorrer la comarca cacereña con una imagen de la Virgen pidiendo limosnas. En 1621 llegó a Cáceres para alojarse con su primo Jerónimo Ximénez y sus hijos. Con un profundo espíritu eremítico, Paniagua encontró en las crestas cuarcíticas de la Sierra de la Mosca el lugar ideal para su retiro, dedicándose a la contemplación y la oración, con el apoyo espiritual de don Sancho de Figueroa Ocano, párroco de la iglesia de Santa María.

Paniagua construyó una cabaña en un abrigo rocoso y colocó en una oquedad la imagen de la Virgen que llevaba consigo. Esta construcción ha sido considerada por algunos como la primera capilla de la Virgen de la Montaña, aunque esta creencia es más una fabulación bien intencionada que un hecho histórico verificado. Entre 1621 y 1626, Paniagua labró la primera capilla en la roca, añadiéndole un cerramiento. Este espacio, conocido hoy como «la cueva», incluye en su fondo las estancias originales que ocupó Paniagua.

El 21 de marzo de 1626, el vicario de la diócesis, don Gonzalo Bocarro de Espadero, junto con músicos y clérigos, visitó la primitiva ermita. Gracias a la intervención de Figueroa y a los permisos del obispo, se comenzaron a celebrar misas de forma puntual, la primera el 25 de marzo de 1626. Posteriormente, el obispo permitió el culto en días de devoción, formalizando las misas en la capilla en 1628.

Francisco Paniagua, con la imagen de la Virgen, recaudaba limosnas en la ciudad, ganando el afecto de la comunidad. El obispo de Coria, don Jerónimo Ruiz de Camargo, y el vicario, don Gonzalo Bocarro, autorizaron el culto a la Virgen de la Montaña. El 25 de enero de 1635, Sancho de Figueroa, impulsado por el creciente fervor, solicitó la fundación de una cofradía y donó «cinco ducados anuales» para este propósito, estableciendo el primer bien de la cofradía. Los regidores también donaron terrenos en la sierra para la ermita, y las ordenanzas de la cofradía fueron aprobadas en agosto de 1635 por el obispo de Coria, fray Juan Roco de Campofrío.

Inicialmente conocida como Virgen de Montserrat, la festividad principal se celebraba el 25 de marzo, aunque podía trasladarse si coincidía con la Semana Santa o si llovía. La cofradía, sostenida mayormente por las clases populares, tenía cargos ocupados por menestrales y artesanos en lugar de nobles.

El 22 de mayo de 1636, Francisco Paniagua falleció en casa de don Sancho de Figueroa y fue enterrado en la ermita. Sus restos fueron trasladados al altar del nuevo edificio en el siglo XVIII. Entre la construcción original y el nuevo edificio, se erigió una segunda capilla para la cual Paniagua solicitó licencias, aunque no vivió para verla completada. Esta capilla sirvió como base para la construcción de la ermita actual.

La talla de la Virgen de la Montaña, encargada entre 1620 y 1626 por Francisco de Paniagua y don Sancho de Figueroa, tiene una autoría desconocida pero presenta características estilísticas similares a la imaginería sevillana del siglo XVI, continuadas por talleres en el siglo XVII. Es una figura de madera de nogal, esculpida y policromada, representada de cuerpo entero sobre peñas que terminan en prismas. La Virgen viste un manto azul que cae desde la cabeza y una túnica ajustada con un cíngulo rojo y dorado, con un cuello rojo oscuro.

 

Imagen 1. Virgen de la Montaña. Imagen en cartón recuerdo de Clodomiro Muñoz Chaves. Colección particular del autor.

En su brazo izquierdo sostiene al Niño Jesús, quien la mira con amor, mientras Ella dirige su mirada hacia los devotos. La imagen se distingue por sus proporciones armoniosas y la calidad de la talla, especialmente en el plegado del manto. La escultura mide 58 centímetros de altura, y el Niño 25 centímetros. Está montada sobre una base cuadrangular de 25 centímetros de lado, con una inscripción en letras capitales del siglo XVII que dice: «NUESTRA SEÑORA DE MONSERRATE». Aunque no es una talla de vestir al uso, siguiendo las modas de la época, se optó por mutilar los peñascos sobre los que se asienta la imagen para acomodar el manto[8].

La devoción a la Virgen de la Montaña creció rápidamente, estableciéndose como intercesora en momentos críticos para la ciudad. La primera procesión rogativa se llevó a cabo en 1642 debido a una sequía, y en 1650, en respuesta a una peste que azotó Cáceres tras devastar gran parte de Andalucía. La Virgen permaneció en la ciudad hasta el 3 de noviembre de ese año. En 1665, durante una epidemia provocada por soldados extranjeros en la guerra de Restauración Portuguesa, la cofradía trasladó a la Virgen a la iglesia de Santa María hasta que remitió la peste. La bajada más conocida, narrada por Boxoyo, ocurrió entre 1762 y 1763 durante la última guerra con Portugal, cuando una epidemia de tifus afectó a la ciudad. El 12 de enero de 1763, la Virgen descendió en procesión a Santa María, lo que contribuyó a la serenidad del pueblo y la erradicación de la epidemia. Estas y otras bajadas reflejan la profunda fe del pueblo cacereño en la Virgen[9]. El crecimiento del culto hizo que la segunda construcción del santuario se volviera insuficiente, lo que llevó a la decisión de construir un nuevo camarín en 1716, culminando en el edificio actual. No obstante, el acceso a la cumbre de la sierra seguía siendo complicado. En 1775 se construyó el viejo camino del Calvario, y en 1896, don Santos Floriano González revivió un proyecto de 1862 del ingeniero Rafael Clemente para construir una carretera desde Fuenteconcejo, pasando por San Marquino, hasta el Santuario de Nuestra Señora de la Virgen de la Montaña. Esta carretera concluía en un templete abierto en forma de capilla, con un graderío para los fieles, construido en 1782 a un coste de 2,275 reales. La mejora en la accesibilidad aumentó aún más la devoción, convirtiendo el santuario en un lugar de visita obligada para figuras ilustres como Alfonso XIII, Miguel de Unamuno y Gabriel y Galán.

La festividad dedicada a la Virgen de la Montaña comenzó el 25 de marzo de 1635, coincidiendo con la festividad de la Encarnación. Las ordenanzas de la cofradía modificadas en 1642 y 1766 mantuvieron la celebración en esa fecha, incluyendo una parte religiosa, un sermón y una comida comunitaria, similares a las actuales. En 1784, por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos aprobado por el papa Pío VI, la fiesta se trasladó al primer domingo de Pascua de Resurrección. En 1832, el obispo de Coria, don Ramón Montero, la movió al cuarto domingo de mayo. En 1860, la cofradía acordó celebrarla el 8 de septiembre. Esta fecha se mantuvo hasta 1906, cuando la Virgen de la Montaña fue nombrada patrona de la ciudad, y la festividad se trasladó al segundo domingo después de Pascua de Resurrección. En 1928 se estableció la tradición de la Bajada de la Virgen una vez al año, fijándose la fiesta en el primer domingo de mayo. Este novenario y romería se convirtieron en uno de los actos festivos más importantes de la ciudad y fueron declarados Fiesta de Interés Turístico Regional en 2018.

  1. LA CORONACIÓN CANÓNICA DE NUESTRA SEÑORA DE LA VIRGEN DE LA MONTAÑA:
    1. El detonante: Marcial Higuero Cotrina en las Asambleas Parroquiales de 1923. Se constituye la Junta de Coronación.

El día 2 de marzo de 1906 el Papa Pío X, ratificó la sentencia por la que se declaraba “Patrona principal de la ciudad de Cáceres” a la Santísima Virgen de la Montaña, bajo el título de “Madre de la Divina Gracia”. Desde entonces, y dada la proliferación en el país de coronaciones a Vírgenes, la idea de solicitar la coronación de la Virgen de la Montaña sobrevolaba entre las ideas de los devotos y cofrades. Este anhelo no cristalizó hasta el desarrollo de las Asambleas Parroquiales celebradas en la ciudad entre el 28 y 31 de diciembre de 1923, cuando el presidente de la Acción Social Católica Diocesana, Marcial Higuero Cotrina,  lanzó la idea de manera oficial, a lo que el Señor Obispo D. Pedro Segura Sáez responde con una carta de la que paso a trascribir algunos fragmentos:

“En las últimas provechosísimas asambleas parroquiales celebradas a fines del año pasado en esta ciudad, se acordó […] gestionar ante la autoridad eclesiástica la Coronación Canónica de la imagen de la Santísima Virgen de la Montaña, patrona de la ciudad de Cáceres […]. Maduradamente pensada esta hermosa iniciativa, hemos creído llegado el momento de poner manos a la obra, confiando en que contribuirá notablemente a la glorificación de Nuestra Señora […]. Este acto constituirá un homenaje diocesano a la Santísima Virgen, tan tiernamente amada por todos.

Cuán admirablemente haya interpretado este proyecto el sentir del pueblo, lo demuestra el hecho de que se están recibiendo constantes donativos, alhajas y ofertas para la corona de oro de la Virgen Santísima de la Montaña. Es especialmente significativo que la mayor parte de estos ofrecimientos no provienen de las clases acomodadas, sino del elemento de la clase media y de la clase obrera y pobre. […]

Para satisfacer este anhelo público y activar en cuanto dependa de nosotros la realización de tan hermosa iniciativa en honor de nuestra amantísima Madre y Patrona, la Santísima Virgen de la Montaña, nombramos en esta fecha la Junta Directiva encargada de llevar a cabo las múltiples y difíciles gestiones imprescindibles para convertir en realidad este hermoso proyecto. […]

Cáceres, treinta y uno de enero de 1924. Obispo de Coria[10]

Se establece por tanto la Junta de coronación que queda presidida por el ilustrísimo señor D. Pedro Segura, obispo de la diócesis de Coria,  y queda formada por las siguientes personas: la Ilma. Sra. Condesa de Trespalacios, Dª Beatriz Higuero, Dª Matilde López-Montenegro, Dª María López-Montenegro, Dª Teodora García, Dª Florencia Martín, Dª María López-Montenegro Carvajal,  Dª Elia Vinuesa,  Dª Soledad García, Dª Ramona García Becerra, el Ilmo. Sr. Conde de Trespalacios, D. Tomás Murillo, D. Germán Manzano,  D. Ramón Jiménez, D. Marcial Higuero, D. Fernando Jiménez, y D. Elías Serradilla.[11]

El 16 de junio de ese 1924, el Sr. Obispo de Coria remite una súplica a Pío XI para que se le concediera la gracia de la Coronación de la Virgen al cumplir los requerimientos exigidos que explicaremos más adelante. El 22 de julio la Santa Sede por mediación del Capítulo de la Basílica Patriarcal de Roma, se accede a la petición, concediéndose la autorización canónica el 30 de septiembre[12].

  1. Libro conmemorativo escrito por P. Fr. Ángel Ortega O.F.M.ç

Uno de los primeros acuerdos tomados por la Junta de Coronación fue encargar al afamado Fr. Ángel Ortega un libro que recogiese la historia de la devoción por la Virgen de la Montaña y su Cofradía. Fray Ángel Ortega López nació el 28 de febrero de 1871 en Huérmeces (Burgos) y falleció el 1 de agosto de 1933 en Sevilla. El «O.F.M.» que se escribe siempre después de su nombre nos da bastante información sobre quién era: en latín Ordo Fratum Minorum, es decir, Orden de los Frailes Menores, o como se conoce de forma popular: Franciscano, Hermanos Menores.

Imagen 2. P.Fr. Ángel Ortega y su Historia documentada del Santuario e imagen de Nuestra Señora de la Montaña. Ejemplar de la colección particular del autor.

Fray Ángel Ortega vivió en el Convento de la Rábida y fue un erudito que publicó numerosas obras parecidas a ésta, como “La Tradición Concepcionista y la Orden Franciscana en Sevilla”, “El Convento de la Rábida, su origen y primeros progresos, desde la fundación hasta el año 1455” o “Historia de la Imagen y Santuario de Nuestra Señora de Loreto en la Provincia y Archidiócesis de Sevilla”, escrito en 1906. Para conmemorar esta celebración de la coronación canónica de la Virgen de la Montaña, escribió: “Historia documentada del Santuario e Imagen de Nuestra Señora de la Montaña, patrona de la ciudad de Cáceres” en ese año de 1924. El impresor fue Luciano Jiménez Merino, ubicado en el Portal Llano 19 de la propia ciudad de Cáceres.

La elección de Fray Ángel no fue algo arbitrario, ya que este franciscano tenía una gran fama por toda su obra escrita, su erudición y su capacidad de comunicación en conferencias. Varias veces estuvo en Cáceres dando conferencias y participando en conmemoraciones y celebraciones. En 1915, en los actos relacionados con el primer centenario de la Orden de los Hermanos de la Preciosa Sangre, ofició misa el 5 de noviembre en su iglesia titular a las 9:30h acompañado de una orquesta[13]. En marzo de 1916 impartió una conferencia en la Iglesia de Santo Domingo. Llama la atención cómo en la prensa se recuerda que “durante las conferencias de la tarde y misa de comunión no se permitirán señoras en la iglesia[14].

Fr. Ángel divide el libro en tres partes:

  • 1ª Parte: Cáceres por la Virgen de la Montaña. Se repasa el inicio de la devoción por la Virgen, habla del origen del santuario, de Paniagua y Sancho de Figueroa, al que llama “Apóstol del Santuario”. Sigue con el origen histórico del santuario y la imagen de la Virgen, así como la construcción de las primeras dos capillas.
  • 2ª Parte: La Virgen de la Montaña por Cáceres. Comienza con una exaltación del amor de la Madre de Jesús por sus hijos, sigue detallando las veces que la Virgen de la Montaña bajó de su Santuario por plagas, epidemias, sequías… y cómo ésta intercedió por los cacereños. Sigue detallando vicisitudes intelectuales en los que el amor de la Virgen estuvo presente para terminar por hablar de los favores que la patrona de la ciudad hace por sus fieles.
  • 3ª Parte: Cáceres por la Virgen de la Montaña y la Virgen de la Montaña por Cáceres. En este apartado se recogen testimonios del sentimiento popular, las fiestas litúrgicas, el devocionario, el cancionero y parte del patrimonio, la “herencia” de la cofradía.

Especialmente útil y significativo resulta el apartado en el que hace un recorrido por las obras que, como ésta, hicieron un repaso por la historia de la Virgen de la Montaña y su Cofradía. Hasta ese momento habían sido tres las obras que tocaban, en exclusiva este tema:

  • Aparición y devoto novenario de Nuestra Señora de la Montaña. D. Eugenio García Honorato.
  • Breve noticia del Origen del Santuario de la milagrosísima imagen, que con el título de la Montaña, se venera extra-muros en la muy noble y leal villa de Cáceres, provincia de Extremadura. Simón Benito Boxoyo.
  • La Virgen de la Montaña. D. Juan Daza Malato.

En su libro, Fr. Ángel Ortega ofrece una semblanza de las publicaciones anteriores, siendo particularmente crítico con la de García Honorato. Entre otras cosas, menciona que la obra de Honorato es «de menos valor histórico, pues demuestra no haber visto ningún documento ni poseer el autor criterio alguno». No ocurre lo mismo con la de Boxoyo, quien en muchos puntos refuta a Eugenio García y a quien incluso llega a denominar «el historiador de la Montaña». Del libro de Daza, Ortega habla mucho menos, solo destacando que hay una parte copiada de la obra de Simón Benito Boxoyo. Es curioso cómo el propio Ángel Ortega define su propia obra: «queda perfectamente fijada la historia de los orígenes del santuario, es una historia clara, concisa, concreta, de los hechos que sucedieron…«[15]. Este libro se estuvo vendiendo durante años, al menos he documentado hasta 1931con el precio de 1 peseta en la imprenta de “El Noticiero”[16].

  1. La corona.

No cabe duda de que uno de los elementos principales en una celebración canónica de coronación es el objeto en sí: la corona. A menudo, simplificamos este término, olvidando que abarca un conjunto de joyas que incluyen otros elementos. En palabras de uno de los responsables de su elaboración, el padre D. Antonio Arce, se describe de la siguiente manera: “Hacemos una corona para colocarla sobre la cabeza de la Virgen; una aureola que la circunda; unos zarcillos que descienden desde la corona y encuadran el óvalo de la cara; un collar para su cuello, un cetro para su mano y una corona para su Santísimo Hijo.”

Imagen 3. Félix Granda y su afamada obra “Talleres de Arte”

Por lo tanto, estamos hablando de una imponente obra de orfebrería realizada en oro y que consta de más de 11,000 piedras preciosas en consonancia con la iconografía que muestra. Nos centraremos en la propia corona, en la que aparece en su centro una cruz de rubíes, en representación de la sangre vertida de Cristo. También se representan, con diamantes, unas azucenas que simbolizan la pureza de la Santísima Virgen, y sobre las flores, el Espíritu Santo en forma de paloma, de la que parten siete llamas con rubíes como una manera de representar sus dones. Tanto en el anverso como en el reverso de la propia corona, podemos leer varios versículos bíblicos:

  • «Veni de Libano sponsa mea, veni de Libano coronaberis» (Ven del Libano esposa mía, ven del Líbano y serás coronada). Perteneciente al capítulo 4, versículo 8 del Cantar de los Cantares que realmente dice: “Conmigo del Líbano, Esposa, conmigo del Líbano te vendrás; y serás coronada desde la cumbre de Amaná, de la cumbre de Sanir y Hermón, de las cuevas de los leones y de los montes de las onzas[17].”
  • Ave María gratia plena, Dominus tecum» (Dios te salve María, llena eres de gracia), interpretación del episodio de la Anunciación recogido en el Evangelio de San Lucas, ya que en éste lo que se dice es: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”, (Lucas 1: 28)
  • Spiritu Sanctus supervinet in te, et virtus Altisimi obumbrabit tibi» (El Espíritu Santo te sobrevino, y la virtud de Dios te llenó) que aparece alrededor de la figura de la paloma y que no pertenece a ningún texto bíblico.

Esta obra de arte surgió como donación y ofrenda de todos los cacereños que entregaron sus joyas y/o dinero para elaborarla desde todas las clases sociales como expresaba el propio obispo en la carta que hemos reproducido más arriba: “Es especialmente significativo que la mayor parte de estos ofrecimientos no provienen de las clases acomodadas, sino del elemento de la clase media y de la clase obrera y pobre.

La corona fue elaborada en los prestigiosos talleres del sacerdote Félix Granda Buylla, situados en el Hotel de las Rosas en el Paseo Izquierdo del Hipódromo de Madrid. Nacido en Pola de Lena el 21 de diciembre de 1868 y fallecido en Madrid el 23 de febrero de 1954, Félix Granda, el mayor de seis hermanos, mostró desde joven un notable talento en dibujo, pintura, escultura y orfebrería. Durante su formación, pasó algunos veranos en Muros de Nalón, donde tuvo la oportunidad de relacionarse con artistas destacados como Joaquín Sorolla y Cecilio Pla. Se ordenó sacerdote en 1881, pero nunca abandonó su vocación artística[18].

Posteriormente, Félix Granda se trasladó de su Asturias natal a Madrid, donde perfeccionó aún más sus habilidades como escultor, pintor y orfebre. Inspirado por el Movimiento de Renovación de la Liturgia en España, decidió reunir a artistas y artesanos en el Hotel de las Rosas para recuperar el esplendor del arte sacro, contrarrestando su industrialización y degradación. Este movimiento se sustentaba en tres pilares: calidad artística, calidad artesanal y un meticuloso cuidado iconográfico. Su libro «Talleres de Arte» consolidó su fama y le permitió fundar un gran taller.

Con el tiempo, la gestión de su taller le alejó de la creación artística directa. Los Talleres de Arte alcanzaron su apogeo en los años 20, coincidiendo con la fabricación de la corona para la Virgen de la Montaña y la de la Virgen de Guadalupe para sus respectivas coronaciones. No obstante, el taller sufrió un declive durante la Guerra Civil, siendo parcialmente destruido. Durante la dictadura, resurgió con la reconstrucción de templos y obras dañadas en las batallas. El padre Granda visitó Cáceres al menos en dos ocasiones: el 10 de octubre de 1925[19], un año después de la coronación, y el 21 de abril de 1927.

  1. Las vísperas, el Cardenal Reig y los Juegos Florales.

El 2 de octubre comenzaron los festejos de la Coronación con una procesión presidida por el Obispo para acompañar a la Santísima Virgen desde su santuario a la iglesia de Santa María y a la que acudieron miles de cacereños y forasteros. Ese mismo día se falló el primer premio de los Juegos Florales, llamado “la flor natural” al poema dedicado a la Virgen por el canónigo magistral de Zamora, D. Francisco Romero[20].

Durante los días 3, 4 y 5, el Palacio Episcopal acogió un Congreso Mariano al que asistió todo el clero de la diócesis. En este congreso, D. José Martín, Músico Mayor del Regimiento Segovia, estrenó la obra «La Virgen de la Montaña«, y el Obispo Segura Sáenz ofreció una disertación sobre la coronación de imágenes de la Virgen. Además, del 6 al 8 de octubre se celebró la Asamblea Social Femenina, centrada en los logros de la Acción Católica de España, con la participación de María Echarri, Victoria Grau y Carmen Cuesta, entre otras. También se realizaron eventos lúdicos, como la exitosa representación de la obra teatral “Echar las Cartas”, que se repuso semanas después.

En las vísperas de la Coronación, la ciudad se decoró de manera especial. La plaza de Santa María y las fachadas del Palacio Episcopal y el Palacio de Mayoralgo se iluminaron con «bombas eléctricas multicolores». El Arco de la Estrella se embelleció con frondoso «follaje» y las casas de la Plaza Mayor lucieron «ricas colgaduras» y una «iluminación espléndida». En el centro de la plaza se montó una plataforma de tres metros de altura para el acto de la coronación, que será detallada más adelante. También se engalanaron las calles General Ezponda, la Plaza de la Concepción, Moret, Alfonso XIII (actual Calle de Pintores) y San Antón. En esta calle, en la parte superior, en la confluencia con la Calle D. Luis de Armiñán (actual avenida de España), se colocó una gran arco homenaje “con follaje” para recibir al Arzobispo de Toledo, que recaló en la ciudad el 10 de octubre de ese 1924[21].

Uno de los mayores honores que recibió la ciudad en la Coronación de la Virgen fue la presencia del Cardenal Reig. Enrique Reig Casanova nació en Valencia en 1858 y falleció en Toledo en 1927 siendo arzobispo de Toledo y primado de España y llegó al sacerdocio al fallecer su esposa por cólera y trabajar durante años como abogado; al enviudar se centra en sus estudios y vocación eclesiásticos y se ordena como sacerdote en 1886. Es curioso que tras su muerte es sucedido en el arzobispado por quien era Obispo de Coria en la fecha de la Coronación y con quien compartió dicha celebración, el Sr. Segura y Sáez.

Imagen 4. Cardenal Reig y el Obispo de Coria, D. Pedro Segura

El Cardenal Reig marcha a Cáceres el 10 de octubre desde Madrid donde se encontraba visitando al contralmirante Magaz con quien “celebró una larga conferencia”[22]. Llegó a Cáceres sobre las 19:00h donde le recibieron los representantes de “todas las sociedades y fuerzas vivas de la población” junto con numerosos vecinos y visitantes. El regimiento de Segovia, con su banda de música, le rindió los pertinentes honores al pisar la estación de trenes. Desde ahí partió la comitiva a la iglesia de Santa María donde  se cantó “Solemne Te Deum”. Al acabar se retira a descansar al Palacio Episcopal donde unas horas después asistiría a un acto en su honor[23].

El patio de la casa del obispo se decoró con abundantes flores alrededor de un gran retrato de la patrona, pintado por Juan Caldera, y las paredes se revistieron con valiosos tapices. En el fondo se colocó un dosel para el cardenal Reig, quien llegó acompañado del obispo de Coria y el coronel Rodríguez Arias, mientras sonaba la Marcha Real y el público aplaudía.

El acto comenzó con unas palabras del obispo, quien agradeció al cardenal su presencia y comentó: «Como verá Vuestra Eminencia, todo es sano esparcimiento. Aquí se habla, se oye, se ríe, se canta y todo lo hacemos en obsequio de nuestra amada Virgen y de Su Eminencia.» Luego, don José Murillo, presidente de la Juventud Católica, habló en nombre de la juventud, a pesar de su sus pocos años y de que generalmente solo los adultos ostentan representación. Concluyó su discurso expresando el deseo de haber reflejado los sentimientos del pueblo de Cáceres «como una alfombra de flores a sus pies«.

A continuación, Miguel Muñoz Higuero leyó unos versos dedicados al cardenal, titulados «La ofrenda de mi tierra«. El acto finalizó con la presentación del auto mariano «La Virgen del Sagrario«, interpretado por las niñas del colegio de Cristo Rey. Este auto, de Calderón de la Barca, está basado en la aparición de la Virgen en Toledo durante la Reconquista. El momento más esperado de la noche fue la interpretación de la obra musical «Romanza de la Montaña«. Aunque no he podido localizar la partitura de esta obra, las crónicas de la época destacan que en el «crescendo final» se simulaba «la entrada de la Virgen coronada en el santuario en medio del regocijo del pueblo«. El autor de la obra fue José Martín Gil, quien estuvo presente en ese momento dirigiéndola. Martín Gil fue nombrado músico mayor en el Regimiento de Infantería Segovia de Cáceres. Desde 1927, perteneció al cuerpo de directores músicos del ejército y poco después fue nombrado director de la Banda de la Academia de Infantería de Madrid. Más tarde, dirigió la Banda de la Policía Armada de Madrid y compuso, entre otras muchas obras, la «Marcha Fúnebre en honor a Publio Hurtado»[24].

El cardenal Reig agradeció el cálido recibimiento con unas palabras emotivas: “Gracias a todos, altos y bajos, por haberme robado el corazón con sus aplausos, provenientes tanto de los menestrales como de los próceres. Mi gratitud es para todos.” En su discurso, comparó la ciudad con su amada Toledo y felicitó a los participantes, destacando especialmente a José Martín, a quien describió como un «excelso compositor» por su habilidad para transformar los sentimientos del pueblo en música para la Virgen.

Reig también reflexionó sobre la peculiaridad de su rol en la coronación, considerando que debería ser el obispo de Coria quien realizara la ceremonia. Sin embargo, aceptó el ofrecimiento al pensar que, al haber sido investido con la púrpura de Cardenal, no había mejor manera de utilizar su cargo que para llevar la corona a Cáceres y rendir homenaje a la Virgen. Al finalizar, dio una bendición a todos los presentes y se retiró a descansar, acompañado nuevamente por la Marcha Real[25].

El 11 de octubre, por la tarde, el cardenal, acompañado del conde de Trespalacios, visitó la Casa Social Católica. Fueron recibidos por el consiliario Pedro Falces y la Junta de la Acción Católica, liderada por el señor Higuero, el impulsor del evento. También estaban presentes miembros de la redacción del periódico Extremadura y los socios sindicados de la Casa Católica.

Durante la visita, el cardenal sorprendió a uno de los redactores del periódico, Giménez Aguirre, al decirle: «Aguirre, le conozco, pues suelo leer sus coplas con frecuencia, especialmente cuando están en primera plana.» A lo que Aguirre respondió: «Desde hoy, monseñor, me aseguraré de que siempre salgan en primera plana para seguir mereciendo este honor.» Después, el cardenal dirigió las siguientes palabras: «De esta colmena social donde todos trabajan deben salir ríos de miel, la más dulce y pura, de la que participará toda la ciudad. Así como en la antigüedad cada señor feudal elevaba su casa dominando toda la villa, así ahora que sea esta especie de casa feudal católica de donde brote solamente el bien, la paz, el trabajo, la actividad que beneficie a todos los vecinos.

La visita continuó por la imprenta del periódico, donde el cardenal siguió recibiendo muestras de cariño y saludó a todo aquel que se le acercaba. Además, se atrevió a dar consejos sobre la labor de la prensa siguiendo los acuerdos de la Asamblea de Toledo. Destacó la importancia de crear prensa juvenil e infantil y trabajar contra la moda de las novelas cortas «tan soeces y perniciosas para los estudiantes.[26]«

El 11 de octubre de 1924, a las 19:00 horas, llegó a Cáceres desde Madrid el representante del Rey, el conde de Moriles, Juan Vitórica Casuso. Fue recibido con honores por autoridades y ciudadanos de la ciudad, y luego acompañado al Palacio de los Golfines de Arriba, residencia del presidente de la Diputación, Gonzalo López de Montenegro. Poco después, el conde de Moriles participó en los Juegos Florales junto al señor Reig.

Estos certámenes poéticos, originados en 1906 cuando la Virgen de la Montaña fue proclamada patrona de la ciudad, contaron con la participación de figuras como el sacerdote Antonio Martínez, Luis Grande Baudessón y José Luis López Martínez (firmado como José Luis López Santana). Los Juegos Florales se organizaron formalmente el 10 de junio de 1923, tras la formación de varios grupos poéticos en los años siguientes, obteniendo La Flor Natural el escritor vallisoletano Lope Mateo Martín con un poema que ensalzaba la belleza de Extremadura[27].

La tarde-noche del 11 de octubre de 1924, se celebraron los Juegos Florales en el Palacio Episcopal. Además de la decoración del día anterior, se instaló un trono para la reina de la fiesta y su corte de amor. Joaquina López-Montenegro y López-Montenegro fue designada reina de esta gala, que se consideró «un digno epílogo del festival mariano». Asistieron al evento el señor Reig, el conde de Moriles, y los gobernadores militar y civil, Rodríguez Arias y García Crespo, quienes entraron al palacio al son de la Marcha Real.

El acto comenzó con la lectura del acta del jurado por parte del vocal de la Junta Calificadora, el señor López Cruz, párroco de la iglesia de Santiago, y el secretario, don Federico Riaño. El primer premio fue otorgado al Magistral de la catedral de Zamora, Francisco Romero, y el segundo premio a don Severo Ramos Almodóvar, joven periodista y escritor. El Magistral Francisco Riaño no asistió al evento, delegando su representación en don Tomás Murillo, quien proclamó a doña Joaquina López de Montenegro como reina de los juegos y presentó a su «Corte de Amor». La reina entró al recinto acompañada por el promotor y principal impulsor de estos juegos, el señor don Diego María Crehuet del Amo.

Con el permiso de la reina y su corte, se dio lectura a los poemas ganadores. Posteriormente, el señor Crehuet pronunció un «magnífico discurso, una magistral composición oratoria, sobria en sus frases, precisa en conceptos, profunda en contenido y perfecta en forma». En su discurso, elogió la belleza de las jóvenes seleccionadas y expresó su afecto por su añorado Cáceres, a pesar de los años de ausencia. El discurso fue tan emotivo que fue interrumpido varias veces por estruendosas ovaciones. Al finalizar, las señoritas fueron retirándose tras besar el anillo de Monseñor Reig, concluyendo la fiesta con la retirada de las autoridades y asistentes para prepararse para el verdadero gran día: la Coronación de la Virgen de la Montaña[28].

He de señalar en este momento, que debido a la falta de espacio, y que ya se han publicado en muchas ocasiones en estos 100 años, no recogemos aquí los poemas seleccionados dada su enorme extensión y su poca aportación a la historia cronológica que estamos haciendo de este acto de Coronación Canónica.

  1. La Coronación

El 12 de octubre se celebró la coronación canónica de Nuestra Señora de la Virgen de la Montaña, siguiendo las normas aprobadas por la Sagrada Congregación de Ritos, que designa a la Virgen como «Reina del Cielo y de la Tierra». El rito incluyó plegarias, himnos y oraciones establecidos por el capítulo cardenalicio de Roma. La ceremonia comenzó en la iglesia de Santa María, con la presencia del Rey y del obispo de Coria. La Eucaristía fue oficiada por el obispo de Badajoz, quien llegó a la ciudad el día anterior pero no asistió a los Juegos Florales. También participaron los canónigos de la Catedral de Coria, y se utilizaron ornamentos blancos conforme al protocolo litúrgico.

En el presbiterio estaban el cardenal Reig, el conde de Moriles, el obispo de Coria, el coronel Rodríguez Arias (gobernador militar), el coronel García Crespo (gobernador civil), el alcalde, el presidente de la Diputación y otros representantes públicos. La iglesia se llenó tanto que se tuvieron que abrir las puertas para que el público pudiera seguir la misa desde el exterior. la calle. Al finalizar la lectura del Evangelio, se pronunció una breve homilía que resaltó las grandezas de la Virgen. Como parte del rito, el cardenal tomó juramento al párroco, el señor Cerradilla, para conservar y proteger la corona de la Virgen, bendiciéndola en ese momento con agua bendita. Tras esta bendición, el notario Juan Zancada leyó el acta de coronación de la Virgen, y el obispo de Coria concluyó con una reflexión sobre la importancia de este acto.

A las 12:30 h del 12 de octubre, tras la Eucaristía, comenzó la procesión que llevó a la Virgen a la Plaza Mayor, la cual estaba abarrotada de ciudadanos y adornada con balcones decorados y alquilados a precios elevados. El balcón del Ayuntamiento estaba decorado con un tapiz de terciopelo rojo con el escudo de la ciudad. En el centro de la plaza se montó un gran trono, custodiado por la Guardia Civil, con dos plataformas: la inferior para las autoridades y la superior para el trono de la Virgen, rodeado de candelabros de oro y maceteros de flores. El acceso a las plataformas se hacía a través de una gran escalinata alfombrada, y el conjunto estaba adornado con guirnaldas, ramajes verdes y escudos de Cáceres.

Mientras en la iglesia de Santa María se celebraba la misa, en la Plaza Mayor se reunieron autoridades y representantes militares, incluyendo al coronel Federico Serra del regimiento Segovia y diversos oficiales de la Guardia Civil. A las 12:00 h, llegaron las tropas que rendirían homenaje a la Virgen: una compañía del regimiento Segovia con bandera y música, y una sección de Infantería de la Guardia Civil, junto con otra sección montada a caballo. Las tropas se posicionaron en la plaza en formación, con la caballería formando una U frente a la Torre de Bujaco (entonces Torre del Reloj).

Imagen 5. Publicada en el trabajo sobre la patrona de Ortí Belmonte

A las 12:30 horas, comenzó la procesión desde la iglesia de Santa María, donde se encontraba la Virgen de la Montaña. La procesión, encabezada por todas las parroquias, la Adoración Nocturna y la Cofradía de la Montaña, presidida por el conde de Tres Palacios, avanzó hacia la Plaza Mayor. Los hermanos de la cofradía llevaban las andas de la Virgen, decoradas con flores, mientras que las señoras de la Junta de Coronación la rodeaban. Detrás de la Virgen marchaban los Caballeros del Santo Sepulcro, seguidos por el alcalde, señor Muñoz y Fernández de Sanz, quien portaba la corona de oro en una bandeja de plata. A ambos lados del alcalde estaban los obispos de Coria y Badajoz, y detrás, el cardenal Reig, en vestiduras pontificales, acompañado por representantes del Cabildo de la Catedral de Coria, todos con capas pluviales y ornamentos blancos, conforme al ritual.

La representación civil en la Plaza Mayor incluyó al conde de Moriles, en uniforme de gala y con la banda de Grande de España, así como al gobernador civil, el gobernador militar, el presidente de la Diputación, varios diputados y el representante de Hacienda, señor Larrá, acompañado por el juez municipal Álvarez Uribarri.

Al llegar a la plaza, la procesión dio una vuelta por delante de la Torre de Bujaco, frente a la caballería de la Guardia Civil, mientras las parroquias se ubicaban en el paseo central. Los alumnos del Seminario Conciliar de Coria y los abanderados de la Adoración Nocturna formaron un pasillo desde la zona baja de la plaza hasta las escalinatas de la plataforma.

La Plaza Mayor estalló en manifestaciones de devoción, con las tropas rindiendo honores al sonido de la Marcha Real, interpretada por las bandas municipal y militar. La Virgen fue colocada en la plataforma superior, mirando hacia el Ayuntamiento, mientras las autoridades se situaron en la inferior. El alcalde ofreció la corona bendecida al cardenal Reig, quien la mostró al público, que respondió con vítores. Primero se coronó al Niño Jesús y luego, con la ayuda del conde de Tres Palacios y el obispo de Coria, se coronó a la Virgen.

Imagen 6. Acto de Coronación

Durante el acto, la Marcha Real y las campanas de todas las iglesias de Cáceres resonaron, siguiendo el ritual de Alejandro Sforza. Emocionado, el cardenal Reig elogió a la Virgen de la Montaña y destacó el acto de coronación, pidiendo bendiciones para el obispo de Coria, las autoridades, el Rey y todos los ciudadanos, así como para los soldados en la guerra del Rif. Concluyó diciendo: «Sed de María, ya que habéis sabido proclamarla vuestra Madre y vuestra Reina». El acto concluyó con un desfile de regreso a la iglesia de Santa María, siguiendo el mismo protocolo, pero a la inversa, acompañando así a la Virgen al templo. En este punto, es necesario mencionar un detalle sobre el atuendo de la Virgen durante la coronación. Según publicaciones actuales, se asegura que la Virgen lució un manto regalado por la reina Isabel II, descrito como de «raso blanco, recubierto totalmente de encaje de fondo de malla e hilo de oro y plata, con aplicaciones de flores bordadas en seda de color«. Sin embargo, las crónicas de la época describen el manto como de fondo verde, bordado con oro y pedrería, y una mantilla rosa sobre la cabeza. Esta discrepancia sugiere que el manto lucido podría haber sido el número 10, donado por Doña Petra Fernández en 1902, aunque no posee pedrería, o el número 14, aunque donado en 1925. No hay pruebas concluyentes para resolver esta discrepancia.[29]

Continuando con los eventos del 12 de octubre, a las 15:30 horas, la procesión salió de la iglesia de Santa María para regresar con la Virgen al santuario con la nueva corona. Aunque encabezada por las autoridades locales, ni el obispo de Badajoz ni el cardenal Reig participaron, esperándola en el santuario. La ruta incluyó la Plaza Mayor, la calle Alfonso XIII (actual calle Pintores), la calle Solana (actual calle Pizarro), Fuente Nueva y la carretera de la Montaña. Al llegar a su ermita, la imagen fue colocada en el camarín mientras se cantaba la Salve. Posteriormente, los asistentes se retiraron para descansar.

A las 20:00 horas, se clausuró el Festival Mariano con la lectura de los accésit de los Juegos Florales, incluyendo los poemas «A la Virgen de la Montaña» de Pedro Ximénez de Castro y «Águila de Blasón» de Miguel Muñoz Herrero. Las señoritas Luisa López de Montenegro, Emilia Perate, Matilde Durán, María del Pilar Grande y Niní Higuero Montenegro interpretaron el poema «Cuando las muñecas vuelven» de Blanco Belmonte. Las hermanas Carmen y Lolita Tres Palacios presentaron el diálogo «Jesús y Teresa», seguido de una jota extremeña. El obispo de Coria repartió medallas de oro y plata con la imagen de la Virgen coronada, concluyendo con el canto de «Virgen de la Montaña».

El 13 de octubre, el cardenal Reig partió en coche hacia Navalmoral, acompañado por el obispo de Coria, para tomar el tren de regreso a Madrid, cerrando así los eventos de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Virgen de la Montaña..

  1. Medalla Conmemorativa y otros objetos para el recuerdo.

Se realizaron grabados con la imagen de la Virgen coronada, específicamente treinta cuadros en seda de color rosa con adornos dorados o plateados, destinados a los canónigos de la Santísima Basílica Vaticana, y uno más elaborado para el Cardenal Arcipreste. Además, se produjeron otros setenta grabados en papel para los clérigos de la misma basílica y una pintura sobre tela para su conservación en el recinto. El libro escrito en conmemoración de esta coronación, junto con otra documentación relevante, fue enviado para ser conservado en los Archivos Vaticanos.

Imagen 7. Anuncios en prensa sobre la venta de la Medalla Conmemorativa y detalles de ésta. Medalla de la colección particular del autor.

Joyerías como «El Cronómetro» o «Pozas» vendieron medallas en materiales nobles y otros más asequibles para todo tipo de bolsillos conmemorando este importante día. La medalla es ovalada con unas medidas de 4cm de alto por 3 de ancho[30]. En la parte frontal vemos a la Virgen de la Montaña con una gran corona y flanqueada por el escudo nacional y el del propio Cáceres a la derecha. En los márgenes, y circundando todo el perímetro, podemos leer:

SANCTA MARÍA DE LA MONTAÑA MATER DEI ORA PRO NOBIS PECCATORIBUS NUNC ET IN HORA MORTIS NOSTRAE

Santa María de la Montaña, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.

En la parte inferior leemos:

CÁCERES  MCMXXIV

Cáceres 1924

La parte de atrás es también muy interesante porque en ella, en el mismo centro, en una cartela y rodeada de una espléndida decoración floral, podemos leer:

PIO XI PON. EPO PETRO SEGURA

REGE ALPHONSO XIII FUIT

IMAGO HAEC SOLLEMNITER

INCORONATA DIE XII OCTOBRIS

Papa PIO XI. Obispo Pedro Segura. Rey Alfonso XIII. Esta imagen fue solemnemente coronada el 12 de octubre

Debajo de la decoración observamos las siglas de quien debió diseñar y tallar el molde para hacer la medalla: A.M. y en los márgenes podemos leer:

FILIA SION TOTA FORMOSA ET SUAVE ES PULCHRA UT LUNA ELECTA UT SOL

La hija de Sion, eres tan hermosa como la luna, elegida como el Sol.

PARADISI PORTAE PER TE NOBIS APERTE SUNT QUAS HODIE GLORIOSA CUM ANGELIS TRIUMPHA

Las puertas del paraíso se nos abren por ti, que hoy triunfas gloriosamente con los ángeles

Imagen 8. Medalla conmemorativa de la coronación. Colección personal del autor.

  

  1. CONCLUSIONES

La Coronación Canónica de la Virgen de la Montaña en Cáceres, realizada el 12 de octubre de 1924, fue un evento destacado en la historia religiosa y cultural de la ciudad. Más que una simple festividad, se convirtió en una manifestación de identidad y devoción colectiva, reflejando la profunda fe de la comunidad hacia su patrona y el contexto histórico y cultural de la época.

La preparación y celebración del evento evidenciaron una meticulosa coordinación y un significativo compromiso de las autoridades eclesiásticas y civiles. Desde actos preliminares, como la procesión del 2 de octubre y la presentación de un poema en los Juegos Florales, hasta la culminación con la coronación, el fervor y la participación comunitaria fueron notables. La incorporación de diversas expresiones culturales y religiosas, incluyendo representaciones teatrales y musicales, enriqueció la celebración y mostró la integración de las artes y la devoción en una expresión cultural conjunta.

El acto de coronación, con la destacada participación de figuras como el Cardenal Reig y la disposición ceremonial en la Plaza Mayor, subrayó la magnitud y solemnidad del evento. La ceremonia, cargada de rica simbología y arraigada en la tradición católica, reforzó la conexión entre la Virgen de la Montaña y la ciudad de Cáceres. La creación de medallas conmemorativas y grabados, y el envío de documentos a los Archivos Vaticanos, destacaron la importancia del evento tanto a nivel local como en el contexto eclesiástico global.

Este evento también mostró cómo la religiosidad y la identidad local se entrelazan para formar un complejo tejido cultural. Las medallas y los grabados, más allá de ser objetos de devoción personal, simbolizan un momento histórico compartido. La detallada iconografía y las inscripciones de las medallas encapsulan el espíritu de la celebración y proporcionan una conexión tangible con el evento.

En resumen, la Coronación Canónica de la Virgen de la Montaña fue un hito que unió a la comunidad en torno a una figura de gran significado espiritual, celebrando tanto la devoción hacia la Virgen como la identidad y el orgullo de Cáceres. Este evento consolidó la posición de la Virgen en el corazón de los habitantes de la ciudad y dejó una herencia cultural y espiritual que perdura en la memoria colectiva y en los símbolos que continúan celebrando este importante capítulo de la historia local.

Rubén Núñez Quesada

[1]  San Lucas (1, 26-38), (1, 46-55), (2, 48) y San Juan (2, 1-5), que hacen referencia a la Anunciación, la visita a la prima Isabel, al pasaje en el que el Jesús niño se pierde en el templo y las Bodas de Caná, respectivamente.

[2] San Juan (19,25-27)

[3] María de los Evangelios. Jean-Paul Michaud. Ed. Verbo Divino. Navarra, 1992.

[4]De Isis a María: Un ejemplo de sincretismo religioso. Evolución iconográfica de la Diosa Madre desde el antiguo Egipto hasta el cristianismo. José Ramón Urios de la Iglesia. TFM. Máster interuniversitario del Mediterráneo Antiguo.

[5] Devoción y culto a la Virgen María: un estado de la cuestión para el caso hispano. José Manuel Aranda Sarvisé. Trabajo de fin de Grado. Universidad de Zaragoza. Curso 2019/2020

[6] Devoción mariana y sociedad medieval actas del simposio [Ciudad Real del 22 al 24 de marzo, 1989]

[7] Francisco Paniagua. Serafín Martín Nieto. Plaza Mayor de Cáceres. Diario Hoy, 6 mayo de 2023

[8] https://patronadecaceres.com/la-imagen.html

[9] Historia del Culto y del Santuario de Nuestra Sra. de la Montaña. Miguel Ángel Ortí Belmonte

[10] Boletín Eclesiástico de Coria; 1º de febrero de 1924.

[11] Historia documentada del Santuario e imagen de Nuestra Señora de la Montaña, patrona de Cáceres. P. Fr: Ángel Ortega, O.F.M.

[12] Historia del Culto y Santuario de Nuestra Señora de la Montaña. Patrona de Cáceres. Miguel A. Ortí Belmonte. Colección de estudios extremeños, sección de historia. 1950

[13] Diario de Cáceres: periódico independiente y de intereses morales y materiales. Año VI, número 1753 (página 2). 4 de noviembre de 1915

[14] La Montaña, diario de la mañana. Año I, número 70 (página 2). 30 de marzo de 1916.

[15] Bibliografía Histórica de la Virgen de la Montaña. Juan Carlos Fernández Rincón. L Coloquios Históricos de Extremadura. Año 2021.

[16] El Noticiero: diario de Cáceres. Año XXVIII, número 8308 (página 3). 29 de enero de 1930.

[17] Cantar de cantares de Salomón. Fray Luis de León. FreeEdition

[18] http://www.fundacionfelixgranda.org/felix-granda-y-buylla/

[19] La Montaña: diario de Cáceres. Año X, nº 2705, página 5. 10 de octubre de 1925

[20] Diario de Valencia. Año XIV, número 4597, página 3. 3 de octubre de 1924

[21] Correo de la Mañana. Año XI, número 3305, página 3. 11 de octubre de 1924

[22] El Liberal. Año XXIII, número 7963, página 3. 11 de octubre de 1924

[23] Correo de la mañana. Año XI, número 3305, página 3. 11 de octubre de 1924.

[24] Don Benito como paradigma de la vida musical en Extremadura. Carmen Colomo Amador. Cuadernos de Bellas Artes 53. Colección música.

[25] La Montaña: diario de Cáceres. Año IX, número 2397, página 5. 11 de octubre de 1924

[26] Extremadura: Diario de la Acción Católica diocesana: Número 473 Extraordinario, página 15. 12 de octubre de 1924

[27] Antología Poética de Cáceres. Miguel Muñoz de San Pedro. Madrid 1668.

[28] La Montaña: diario de Cáceres. Año IX, número 2398 página 8. 13 de octubre de 1924.

[29] La Virgen de la Montaña y sus Mantos. Carlos J. Sellers. Real Cofradía de la Santísima Virgen de la Montaña. EdiSell Publicaciones. 1997

[30] La Montaña: diario de Cáceres. Año IX, número 2401, página 2. 16 de octubre de 1924.

Nov 052024
 

Serafín Martín Nieto

Las cuatro parroquias históricas de la villa de Cáceres contaron en su colación con numerosas ermitas que la piedad de los cacereños levantó desde los remotos tiempos de la Reconquista. Generalmente, la fundación de la cofradía correspondiente solía ser posterior, a veces en siglos, al proceso de edificación de estos edificios.

La modestia de la mayoría de ellas, no se correspondía ni con su antigüedad ni con la relevancia social que, con motivo de las festividades de sus advocaciones, adquirían entre nuestros antepasados, de modo especial cuando se trataban de santos protectores de las cosechas, ganado, epidemias y demás preocupaciones propias de una sociedad eminentemente agrícola y ganadera que, por consecuente, dependía en lo económico de la protección de los cielos.

De la iglesia de Santa María la Mayor, hasta su elevación en 1957 al rango de concatedral en que pasaron a la jurisdicción de Santiago el Mayor, dependían dos ermitas coexistentes dedicadas al evangelista San Marcos.

Desgraciadamente, como de casi todas, tenemos que lamentar la pérdida de sus libros más antiguos, lo que nos impide conocer sus primeros siglos de existencia, la intención de sus fundadores, sus ordenanzas. De la cofradía de San Marcos, sólo se han conservado dos libros de cuentas, que abarcan el período de 1662 a 1807[1]. Los protocolos notariales, las actas capitulares del Consistorio suplen algunas de las lagunas.

Boxoyo, Hurtado y Pulido apenas les dedicaron algo más de una breve referencia. Otros, se han limitado a repetir las afirmaciones consabidas.

I.- LA ERMITA DE SAN MARCOS EL VIEJO

Se alzaba, en la calle denominada oficialmente de Mira al Río, popularmente llamada también de San Roque, por debajo de la Torre de los Pozos, muy cercana a la rivera de Cáceres, en la margen derecha de un ramal, tradicionalmente considerado como Vía Lata o Camino de la Plata, que discurría a sus pies para alcanzar, pasando por delante de la Puerta del Río (hoy conocida como Arco del Cristo), la actual calle de Caleros[2]. De ella arrancaba el antiguo camino que iba a Sierra de Fuentes.

El concejo siempre se preocupó de tenerlo transitable, como evidecian las cuentas de propios del 1523, siendo corregidor don Pedro de Castilla, el mayordomo de Propios Cristóbal Corbacho pagó 11.636 maravedís de lo que se enpedró desde la Puerta del Río hazia la Fuente de Conçejo y en lo que se enpedró por de la capilla de Sant Marcos y en lo de la Fuente de Conçejo[3]. No en vano, hasta la nueva ronda sur, esta calle ha sido una de las vías urbanas más utilizadas por el tráfico rodado.

Sin embargo, este paso resultaba bastante estrecho, debido a su escarpada situación. En 1760, el concejo concedió a Miguel Luengo un terreno para construir su casa en el sitio llamado el Barranco, por debajo del corral de Santa Clara, de donde había empezado a sacar la piedra. Las monjas se opusieron, pues también lo pretendían para ampliar el jardín conventual. Ante ello, Luengo, el 16 de julio, solicitó un solar al comienzo de la calle Caleros, a la subida de Fuente Concejo, que servía de muladar, y licencia para extraer la piedra frente a la ermita de San Marcos el Viejo, con lo que daría más anchura al camino que bajaba al molino de aceite de don Alonso Pablo. Tras el informe del regidor Diego de Tovar Ovando, el día 23 se le concedió con tal de que sacara la piedra del terreno a espaldas del molino y contra el camino que ba a los Pilares, en dos peñascos que esttán contiguos a él, quitándolos y quedándolo más llano y ancho para el paso de coches, carros y carrettas, como también en otra peña que esttá en la callexa que baxa de la ermita de San Marcos el Biexo a la Fuente de Concexo, que quitado este quedará dicha callexa y paso más ancho y hermoso[4].

A sus espaldas, discurría la rivera de Cáceres en cuya ribera se alzaba una serie de edificios preindustriales: los molinos del Cubo Nuevo[5] y el del “Dondonzillo” don Rodrigo de Godoy[6]; tintes[7].

Se trataba de una reliquia histórica: restos romanos habilitados como ermita; la más antigua del amplísimo elenco de ellas que jalonaron la villa y sus alrededores. Es bastante elocuente a este respecto que no sólo se la denominase de San Marcos el Viejo, sino también como la antigualla de Cáçeres, donde se celebró la primera missa[8].

La tradición, transmitida por los autores antiguos y recogida por los libros de la Cofradía, señala que en ella las tropas leonesas del rey Alfonso IX celebraron la primera misa del Cáceres cristiano. Así lo expresa en sus cuentas relativas al periodo que abarca del 25 de abril de 1672 al de 1673, el mayordomo Diego Nevado, al asentar en la data dos cargas de tejas para el arreglo del tejado de esta ermita: adonde se dijo la primera missa quando Cáçeres se ganó de Moros, que avía de ser un santuario grande, y comúnmente le llamamos San Marcos el Viejo. Sin duda, este fue el motivo por el que se consagró a San Marcos, cuya festividad es el 25 de abril, es decir, dos días después de la fecha señalada por casi todos los historiadores como la de la Reconquista, el 23 de abril de 1229[9].

Foto 1. Ermita de San Marcos el viejo

¿Por qué se eligió dicho paraje extramuros para dicha misa de acción de gracias por la toma de la villa y no se cristianizó algún edificio intramuros del Cáceres musulmán como primera iglesia? Una vez más hay que recurrir a la tradición, que ha transmitido que por las galerías que bajaban del alcázar a la rivera penetraron algunos caballeros leoneses para apoderarse de dicho edificio símbolo del poder. Así lo recogió, sin darle el valor de hecho documentado, Simón Benito Boxoyo, quien sí alcanzó a conocer la mina[10].

Especial importancia arqueológica adquirió en el año de 2004 esta parte de la Coraja con la aparición, en el transcurso de la demolición de las casas allí existentes, de un aljibe hispano musulmán frontero al solar donde durante siglos se emplazó la ermita de San Marcos el Viejo, olvidado de la memoria colectiva. No era su primera aparición. El 2 de abril de1603, el concejo comisionó al regidor Diego de Ovando de la Rocha para que haga tapar y çerrar a cal y canto una puertezilla de los aljibes que se a descubierto de la torre de la Mora que sale a San Marcos[11]. Pero muy pronto, el 17 de marzo de 1609, en este ayuntamiento se acordó que se desagüe el algibe que está çerca del umjlladero de Sant Marcos; e desaguado, se çierre e tape la boca, atento que saçerdotes confesores an dado notiçia de que por estar abiertos se an hecho en ellos algunos daños y delitos muy graves[12]. Imagino que los mismos actos sexuales que se cometían en muchas callejas entonces existentes, muy denostadas por el clero.

La mayoría de los arqueólogos convienen en que para la construcción de la primitiva ermita se aprovecharon restos romanos. Mélida, sin desmentir las afirmaciones de Viu de que se trataba de una edícula, proponía una nueva interpretación: pudo tratarse de un monumento funerario, lo que justifica su situación en el camino que bordea las murallas y la Ribera, donde, según la costumbre, debió de estar la nécropoli de Norba[13]. Madoz cita que, en su fachada, existían varias inscripciones ya ilegibles[14].

En lo que sí coinciden todos es en lo reducido de sus dimensiones. Boxoyo afirmaba que medía cosa de tres varas en cuadro[15]. Mélida precisa que el espacio interior tenía 2’40 metros de anchura, y los gruesos muros de piedra, 1’40 metros, espesor más que suficiente para soportar, según él, una bóveda de medio cañón[16]. En los libros de la Cofradía se la denominaba como la ermita pequeña. Estos restos conformaban la nave, rectangular, a la que se agregó un ábside semicircular abovedado. En la época documentada, la nave no conservaba la bóveda romana, sino una techumbre de madera, como era normal en las ermitas cacereñas; y el suelo, de mortero de cal. En su altar se veneraba una imagen de San Marcos, románica o gótica, pues ya Boxoyo, a finales del siglo XVIII, la consideraba como antíquisima[17]. Tal vez fuera la que se encontraba en 1856 en la ermita de las Candelas[18].

En el siglo XVII, la Cofradía la mantenía ya por tradición, pues no consta en los libros conservados que en ella se celebraran cultos. Los mayordomos atendían no sólo a la reparación de los desperfectos que causaba el paso del tiempo, sino también a los imprevistos, como los que el día de San Jerónimo de 1672 a caussa de los ajres encontrados y huracán se produjeron en ambas ermitas. Debió de ser insólito, por su virulencia, pues Bartolomé Sánchez recogió el acontecimiento dándonos una amplia relación, no completa, de los daños provocados[19]. Estos fueron menos cuantiosos en la de San Marcos el Viejo, por hallarse emplazada en un lugar más resguardado, que en la de San Marquino. Dicho imprevisto causó un quebranto en la no muy holgada economía de la cofradía. Para afrontar la reparación de ambos edificios, el 11 de septiembre de 1673, los oficiales acordaron vender un toro, bastante dañino, que tenían en la dehesa de la Cervera[20]. En San Marcos el Viejo, un maestro y un peón consumieron dos días de trabajo, por los que el mayordomo Diego Nevado pagó 680 maravedís[21].

Más profunda fue la restauración que se acometió en 1722. El 18 de noviembre de referido año, por mandato del obispo don Sancho Antonio de Velunza y Corcuera del día 16[22], el mayordomo Diego Custodio se vio compelido a dar las cuentas de las obras, seguramente por no haber solicitado la preceptiva autorización episcopal para las mismas. A ellas se aplicaron los ciento noventa y nueve reales y veinticinco maravedís del alcance del mayordomo anterior y los ciento diez reales que, de limosnas, recogió Lorenza la Javata, mujer que por devoción cuidaba del aseo de esta capilla. Los gastos sobrepasaron con mucho al cargo. Por su mal estado, fueron necesarias veintiocho cargas de cal que importaron 319 reales (a razón de dos reales y medio cada carga), ciento cuarenta y tres cargas de arena a cinco cuartas cada una, dos mil cuatrocientos ladrillos, cal para el blanqueo y once cargas de teja. La obra la dirigió Francisco Encinales[23]. En jornales a los alarifes, se pagaron 207 reales. Las puertas se encargaron al carpintero Alonso Sánchez Luceño, quien cobró 90 reales; el cerrajero, 100 por los herrajes de las puertas y 26 por un farol para alumbrar el santo[24].

Como el importe de los gastos sobrepasó en 432 reales y 9 maravedís a los ingresos, la cofradía dejó adeudando a los maestros de obras 299 reales, para cuya satisfacción se alla dicha cofradía al presente sin caudal alguno, por lo que el obispo Velunza ordenó a Francisco Gutiérrez, mayordomo de la de San Blas, que, de los 1.118 reales y 21 maravedís del alcance de Antonio Bueso, su antecesor, diese en préstamo a la de San Marcos la cantidad que necesitaba, previa consignación del arrendamiento del huerto de su propiedad, cuyos 15 reales anuales de renta percibiría directamente la de San Blas hasta que se resarciera del caudal prestado. Además, para saldar más rápidamente la deuda, el mayordomo de San Marcos se obligaba a entregar 45 reales anuales, procedentes de las limosnas, dentro del plazo de los tres días siguientes a la fiesta[25].

El poder económico de las cofradías era tan precario que cualquier eventualidad dejaba sus arcas exhaustas. Dependía en gran manera de la generosidad de los fieles y por ende de las circunstancias económicas de éstos. Todo ello contrasta con las acusaciones de despilfarro en gastos suntuarios que contra ellas se lanzaron en la España de Carlos III. En Cáceres, su economía sólo les daba para mantenerse dignamente.

La influencia del obispo Velunza se dejó sentir en las cofradías cacereñas, que recobraron nuevo vigor. Por su especial celo, se refundó la de Santo Vito, se creó la de la Paz; mandó renovar ordenanzas. Su atención e interés por las cofradías es comparable a los de los prelados don Pedro García de Galarza y don Manuel Llopis Ivorra.

A partir de esta profunda reedificación hasta la extinción de la cofradía, sólo se registran gastos menudos, de muy escasa consideración. Bajo la mayordomía de Francisco Javier Bravo, se repararon las puertas[26]; unos años después, serían renovadas[27]. Tampoco debió de necesitar mayores trabajos, pues en la visita girada el 8 de abril de 1788, el presbítero licenciado don Francisco Sánchez Nieto, del Gremio de la Universidad de Salamanca, la halló con vastante aseo y limpieza, como igualmente la antigua y primitiva, una y otra [28].

Tal vez, como otras muchas ermitas cacereñas, incluida su homóloga, sufriría los desastres de la Guerra de la Independencia. Quedó abandonada a su suerte tras la extinción de la cofradía en virtud de las leyes desamortizadoras. Ya a mediados del siglo XIX, se había habilitado para morada de gente pobre. Y como mísera vivienda, desfigurada y horadados sus muros para abrir ventanucos, sin que nadie reparara en ella, llegó hasta nuestros días conocida como San Roque, por haber recibido culto allí el santo de Montpellier. Hoy, da nombre a su calle.

Su entorno fue testigo de algunos hechos luctuosos. En 1747, del alboroto y pelea sangrienta entre Martín el Oso y José Bejaranoy su sobrino Joaquín Bejarano[29]. En los años 60 del siglo XX, el derrumbe de unas de las tapias cercanas mató a dos novios que pasaban por allí, suceso que marcó mucho tiempo a los cacereños.

En el Pleno Ordinario del Ayuntamiento, celebrado el 10 de junio de 1964, el concejal don Tiburcio Jiménez Rodríguez expuso la ruinosa situación tanto de la ex-ermita, que denomina de San Roque, que se hallaba sin ventanas ni puerta, como de su arandel, utilizados como lugar de juegos por los niños de la barriada con el consiguiente riesgo[30]. El 27 de noviembre de dicho año, el Pleno acordó la realización de un proyecto de urbanización del Barrio de San Roque[31]. Los días de la ermita ya estaban contados.

Una vez más, como en tantos lamentables casos en esta ciudad Conjunto Histórico, Patrimonio de la Humanidad y demás títulos, se impuso como solución el derribo. Por su aspecto humilde, como señaló Callejo[32], para su demolición ni siquiera se consultó a la Comisión de Monumentos.

Con ella, se perdió un retazo importante de este Cáceres que tan poco se ha ocupado y ocupa de sus edificios más humildes y populares, que caen o bien víctimas del desconocimiento que acerca de ellos tienen quienes conceden las licencias de demolición o bien, más solapadamente, al amparo de supuestas remodelaciones que hacen tabla rasa de cuanto ha perdurado.

II.- LA ERMITA DE SAN MARQUINO

¿Por qué la cofradía levantó una segunda ermita en otro emplazamiento? La falta de libros de la cofradía con anterioridad a 1662 no nos permite averiguar cuándo ni por qué se erigió en otro lugar más elevado una segunda ermita en honor del evangelista.

Foto 2. La ermita de San Marquino en la actualidad. Foto Serafín Martín Nieto.

La causa bien pudo ser lo reducido del perímetro de la primitiva y la imposibilidad de ensancharla por estar constreñida por el camino real y el desnivel de la ribera.

El lugar elegido, también extramuros, se sitúa sobre un altozano en la Sierra[33] (Sierra de la Mosca), al pie de la actual carretera de la Montaña, anteriormente denominado camino del Calvario, desde el que se domina la ciudad y los campos circundantes. A su alrededor, discurría el camino de Valincoso hacia Trujillo[34] y Sierra de Fuentes y el de Fuente Peñas[35], cerca del Cerro de la Butrera. Estaba rodeada de aceras de pan llevar de distintos propietarios. Dicho altozano sería conocido como Cerro de la Fuente de Concejo o de San Marcos.

La nueva ermita se levantaría en el siglo XV. Hay constancia documental de su existencia en el primer cuarto del XVI[36]. De estilo gótico popular, conserva la puerta de acceso, constituida por un arco ojival. El exterior, hasta hace pocos años exento, era de mampostería sin lucir, con ábside semicircular muy similar al de San Blas, que daba a un corralón que alcancé a ver hace muchos años. Dicho ábside, se encuentra hoy día anexionado a las casas particulares que asfixian la ermita. La techumbre era de caña, y siendo mayordomo Alonso Hernández Mangut, el maestro albañil Juan García Rubio cobró 11.160 maravedís por el encañado de toda la ermita[37]. A los pies de la nave, en el lado del evangelio, existe una reducida sacritía.

Delante de la actual puerta de acceso, se alzaba el tradicional portal que, acaso construyera Francisco Martin Paniagua. El 13 de febrero de 1582, el mayordomo Diego Pantoja dio poder a procuradores de Cáceres para el pleito que trataba con este cantero por dicha obra[38]. Lo mandó reparar el mayordomo Lorenzo Martín Pozo Sanguino, entre 1659 y 1662[39]. Siéndolo Juan Antonio Marín (1792-94), se colocó a la entrada un azulejo con la imagen del santo, que importó 8 reales y 24 maravedís. Debió de ser parecido al de la ermita de San Antón, custodiado hoy en el Museo Provincial, o al de la de San Antonio de la Quebrada. No sería muy costoso encargar uno similar.

Adosada, con techo de lata, se alzaba la casa del ermitaño, personaje tan característico de nuestros santuarios. En 1579, lo era Pedro Hernández[40]; en 1618, el aguadero Francisco Hernández[41].

El altar principal está consagrado, como es natural, a San Marcos, cuya imagen, de pequeño tamaño, recibió culto hasta los años 40 del siglo XX, cuando cierto personaje cacereño se la llevó para restaurarla y no volvió nunca más. De pequeño tamaño (de ahí, quizá, la denominación de San Marquino), era revestida de una capa de damasco carmesí para la fiesta. Siendo mayordomo Alonso Bravo (1703-07), el platero Juan Rodríguez labró una diadema de plata que costó la no despreciable cantidad de 108 reales, y el polifacético Mateo Hurones doró la imagen por 300. El dorador Francisco Tallo, hermano de esta cofradía, natural de Córdoba y avecindado en Cáceres, la restauró entre 1755-57.

Foto 3. El nicho del Santo en 1984. Foto Serafín Martín Nieto.

El nicho actual que alberga al santo, debe de ser el original. En su testamento de 1563, Juan Delgadillo de Paredes, a la hermjta del bienaventurado Sant Marchos, mando tres rreales para ayudar a pintar la caxa donde esta su ymajen y a doralla[42].

A finales del siglo XVII, pues el mayordomo Juan Romero Espada adquirió, por 4 reales, un dosel a la cofradía de Santa Lucía para ponerlo en la ermita[43]. No debió de complacerles, pues años más tarde, Matías Vélez Cabezón (1718-19), mandó abrir la hornacina y enmarcarla por sendas pilastras de obra, que se pintaron al año siguiente. Finalmente, Francisco Rodríguez Patrón (1751-53), encargó a Vicente Hidalgo la talla del retablo, que importó 488 reales.

Pero no fue el único altar con que contó, pues a cada lado de la nave existía uno pintado, cuyas advocaciones no son mencionadas en los libros. Por estar desidiosos, el obispo García Alvaro, en el transcurso de la visita de 1751, mandó adecentarlos o demolerlos. Diez años después, al no contar con caudales suficientes, apovechando una de las continuas reformas, fueron derribados.

La pobreza de los materiales del suelo, de mortero de cal, se enmascaraba, conforme a una práctica muy difundida, por medio de esteras.

A lo largo de los siglos, fueron muchas las obras emprendidas para su mantenimiento. 16 de febrero de 1597, otorgaron poder cumplido a Juan Martín, correo de a pie, para que viajase a Sevilla a cobrar de Alonso Martín Trebejo, vecino de Ciudad Rodrigo, los 50 reales libres de gastos que había mandado de limosna el dominico fray Hernando de Hervás, natural de Cáceres y estante en el Perú, para ayuda a reparos de la dicha yglesia y otras cosas nesçesarias y tocantes a ella[44].

Como ya hemos visto, se vieron en la necesidad de vender un toro para reparar los cuantiosos desperfectos causados por el huracán de 1672[45]. En 1764, como amenazasen ruina la nave y la mitad del pórtico, el arriba citado obispo mandó consolidarlos. Los trabajos se ejecutaron, sin dilación, estando concluidos un año después.

Foto 4. La Virgen de la Montaña a su paso por la ermita

La cofradía, una de las tantas menores establecidas en Cáceres, contaba con una renta muy humilde, basada en siete capitales de censos cuyos réditos fijos quedaron obsoletos con el paso de los años y en la escasa renta procedente del arrendamiento de un huerto en la ribera[46]. El grueso de los ingresos provenía de los petitorios, gracias a las indulgencias ganadas[47]. Aprovechando la afluencia de fieles que visitaba a Nuestra Señora de la Soledad durante los trece días que permanecía en el Calvario, desde el Domingo de Pasión al Viernes Santo, y con la intención de suscitar la generosidad de los fieles, se sacaba al santo al camino, con el consiguiente riesgo para la imagen, que por haberse quebrado en el transcurso de uno de estos petitorios, el carpintero Juan Rodríguez tuvo que restaurar entre 1659-62. En previsión de futuras contingencias, el mayordomo Diego Nevado (1674-75) emprendió la obra de una capilla de bóveda frente a la ermita para exponerlo allí durante dichos días. Años después, los conocidos alarifes Benito José y Francisco Sánchez Sevillano la mejoraron, dotándola también de puertas, gracias a la iniciativa del entonces mayordomo Juan Romero Espada (1693-97).

El otro petitorio estaba vinculado a la, desde antiguo, arragaida tradición del toro de San Marcos, de origen discutido, relacionada con la mentalidad y creencias de una sociedad eminentemente agrícola y ganadera que, dependiente de la naturaleza, vivía en consonancia con las estaciones y su calendario festivo.

Los cacereños, siguiendo una práctica piadosa ancestral, recurrían a la mediación de San Marcos para rogar por las buenas cosechas e impetrar las tan necesarias lluvias primaverales y así combatir las cíclicas sequías. El 9 de abril de 1663 se acordó procesionar el santo alrededor de la ermita. Con este motivo se le revistió con una capa de damasco carmesí. Desde 1690, el cura y beneficiados de la parroquia de Santa María lo portaban procesionalmente desde la capilla hasta la iglesia, a la que se llevaba también el toro. La víspera de la fiesta, dos vaqueros designados por el mayordomo lo conducían desde la dehesa donde pastaba, general bajo el cuidado del mayoral del conde de la Enjarada. Cuando no lo tenían, algún noble devoto lo ofrecía generosamente para la ocasión. Recorrían con él las calles hasta la ermita para la celebración de las vísperas, al tiempo que se pedía limosna. Bajo la mayordomía de Alonso Hernández Mangut “Ceceoso” (1680-83), se encargó al notable pintor Francisco Montejo la tablilla de la demanda con la imagen del santo[48].

El ayuntamiento acudía en planta de corporación presidiendo la procesión del evangelista, que salía de Santa María, pasando por las partes acostumbradas, hasta San Mateo. No obstante, en 1694, el vicario foráneo don Cristóbal Velázquez, alterando la costumbre inmemorial, pretendió encabezarla. El Ayuntamiento, para evitar inconvenientes, resolvió no asistir, como había hecho en las procesiones de Semana Santa en que deve asistir la jurisdizión ordinaria y más en esta villa que se hazen de noche, haviendo causado notable alterazión y nota. El 27 de abril, el corregidor, don Antonio del Corral y Paniagua, caballero de Calatrava, inició una información con vistas a pleitear para mantener las prerrogativas. Muy interesante resulta la deposición del escribano Diego del Pozo por la descripción tanto de la tradición que se observaba como de los hechos acecidos dicho año: Al quinto capítulo dijo que el dicho día de San Marcos, veinte y cinco de abril de este año, vio el testigo que en las casas de el correjimiento de esta dicha villa están dicho señor Correjidor, muchos cavalleros rejidores capitulares, que en esta villa lo son las personas nobles ylustres y decoradas, los más de diferentes hórdenes militares, sin que el testigo aia visto que en tyienpo alguno le aían admitido en los oficios de rejidores por esta villa personas que no sean de las calidades referidas. Y ansimismo estavan dicho día en dichas casas de correjimiento los dos escrivanos de aiuntamiento, que así mismo son de las personas decoradas de la república. Y asimismo estavan los dos porteros del dicho aiuntamiento prevenidos para asistir en forma de villa a la procesión y rogativa, que se hiço el dicho día veinte y cinco de abril de este presentte año. Y vio el testigo que de las casas de el dicho correjimiento salieron dichos dos escrivanos de aiuntamiento y fueron acia el palacio episcopal, donde tiene su asistencia dicho vicario; y dentro de breve ratto, bolvieron los dichos dos escrivanos y oio decir el testigo avían ydo con recado de dicha villa a dicho vicario para que no enbaraçase el que asistiesen a dicha procesión. No save el testigo la resolución que tomó por entonces y los referidos se estubieron en dichas casas del correjimiento asta que pasó por la plaça pública de estta villa dicha procesión en que yva presidiendo en la forma que lleva referido dichos vicario, Juan Ojalvo y Pedro Maderuelo. Y tiene por cierto el testigo que el no aver tomado resolución dicha villa de asistir a dicha procesión rogativa fue por no tener enbaraço con dicho vicario ni causar ruido ni escándalo y así lo avido decir el testigo a personas que se allaron presentes, lo qual y de no mantener en la costunbre y posesión que tiene dicha villa en la asistencia en dichas procesiones es en grave daño y perjuicio suio. El vicario acudió con manteo y bonete, acompañado de la misma guisa por su fiscal, el presbítero licenciado Juan Ojalvo, y por el notario Pedro Maderuelo con hábito eclesiástico y sombrero. Al igual que actualmente el día de San Jorge, a estos actos acudían los dos portteros con sus ropas de damasco encarnado y gorras de lo mismo y cada uno su maça con las armas reales.

El origen de tal enfrentamiento, al decir de los testigos, radicaba en la irritación del obispo de Coria, don Juan de Porras y Atienza, por haber perdido, frente al Común de Cáceres, el pleito por la continuación del tribunal eclesiástico de primera instancia. De esta guisa testimoniaron el procurador Juan Digán Muesas, quien había oído decir al vicario que el dicho señor obispo se halla sentido desta villa y sus moradores por el pleito que su síndico procurador le pusso sobre que tubiesse vicario en esta villa con primera ynstancia en lo zivil; Andrés Fernández de Tejada Michel achacaba todo a una orden del señor obispo, motivado de la passión de haver perdido el pleito. Antonio Muriel añadió que el prelado había participado en otras procesiones y nunca, antes de haber perdido el juicio, había intentado ocupar el lugar de la Villa. Lo mismo manifestó don Diego Antonio de Ovando respecto al actual y a sus antecesores Zapata y Luna.

Por Real Provisión de Carlos II, dada el 12-5-1694, se mantuvo a la villa en la prerrogativa de presidir detrás del preste; y el vicario, si quisiere asistir, lo hiciese con el resto de la clerecía, revestido de sobrepelliz y no de manteo. El 31, se comunicó al licenciado don Juan Cantero, arcipreste de Cáceres y vicario en ausencia del titular. El 2 de junio, desde Coria, Velázquez se opuso al cumplimiento alegando que se había obtenido con relación siniestra y en virtud de ynformación suya sin su zitazión ni del fiscal general deste obispado. Por Real Provisión de 19 de dicho mes y año, se ordenó su ejecución sin mayor demora[49].

Estos incidentes protocolarios eran frecuentes en una sociedad tan estamentalizada como la barroca.

En el año de 1705, por las inbasiones del enemigo no se hizo fiesta ni se juntó limosna alguna, como asentó el mayordomo Alonso Bravo (1703-1707) [50]. Sin embargo, la victoria de las tropas de Felipe V en Almansa, daría un nuevo esplendor a la fiesta. El 7 de julio de 1707, en este Ayuntamiento se vio una carta del Rey, nuestro señor, escripta a esta villa sobre la zelebridad de la fiesta del glorioso Evangelista San Marcos, que su thenor es como sigue:

El Rey i Consejo, Justizia, Rexidores, Cavalleros, escuderos, ofiziales y hombres buenos de la villa de Cázeres para eterna memoria y agradezimiento del gran benefizio que hizo Dios a esta Monarquía en el día veinte y zinco de abril de este año, en el qual triunfaron sus armas de las de los enemigos en los campos de Almansa, haviendo logrado esa felizidad de derrotarlos en batalla, he rresuelto se solicite en mi nombre a su Santidad haga fiesta de prezepto el día del glorioso evangelista San Marcos para que se zelebre y guarde perpetuamente en todos mis dominios en hazimiento de grazias y reconozimiento de lo que su ynterzesión pudo disponer la mano poderosa de Dios a que conzediese en su día tan clara prueva de mi justizia y de lo que me ynteresa en la defensa de la religión. Y siendo devido y justo solemnizarla con el maior culto que fuere posible, como asimismo la fiesta de la yglesia para que por motivos tan espeziales sea también expezialmente solemnísimo el día de San Marcos, os lo he querido partizipar para que en esa villa y demás villas y lugares de su jurisdizión se haga prozesión general y solemne al mismo asunto con la fiesta de la yglesia, pues aunque en el mismo día la tiene dispuesta, es muy conforme y correspondiente el obsequio a tan apreziables zircunstanzias como concurren, esperando de vuestro zelo y amor a mi servizio, lo ejecutaréis por vuestra parte con la fuerza que en todas ocasiones la avéis manifestado. De Buen Retiro a veinte y siete de junio de mill setezientos y siete. Yo el Rey. Por mandado del Rey nuestro señor, don Franzisco de Quinconzes[51]. Como hemos visto, ya con anterioridad la Villa participaba.

Caro Baroja afirma que las letanías mayores del día de San Marcos eran la adaptación cristiana de la fiesta romana de las Robigalia, que se celebraban también el 25 de abril, para preservar a los trigos de la roña. El Papa Clemente VIII en un rescripto de finales del XVI al obispo Civitatense ordenó la abolición de la costumbre pagana e idolátrica de toro: abusum quendam in festo sancti Marci Evangelistae, quo die taurus quidam ferocissimus publice ad Missam et processionem a vicinis producitur, Marci nomine, candelam et panem in cornu gestans…. El ilustrado Feijóo reprobaba también el escándalo que se producía en los templos mientras el toro permanecía dentro, pues la gente atendía más al aninal que al sacerdote[52].

En Cáceres, el 19 de abril de 1747, se prohibió la partición del animal en la fiesta: En estte Aiuntamientto se acordó que por los ynconvenienttes que pueda subzeder no vaia el toro que llaman de San Marcos en la prozesión de rogattiva de dicho santto por lo ttocantte a estte presente año y a los demás subzessivos[53].

Sin embargo no se observó inmediatamente dicho mandato, pues hasta las cuentas de 1751-53 aparecen los pagos a los vaqueros. Con la venta del último toro de la cofradía, finalizó en Cáceres esta secular costumbre. Su desaparición se debió a instancias superiores. El 12 de febrero de 1753, el corregidor don Juan Lariz Olaeta recibió de manos de don José Antonio de Yarza, secretario del Rey, la Orden del Consejo, dada en Madrid el día 2, bajo las mayores penas, para “que cessasse enteramente y quitasse de raíz la zeremonia supersticiossa observada de muchos años en los pueblos de Estremadura y en algunos de la Provincia de Salamanca, en los que en la víspera o día de San Marcos, por las cofradías desta adbocación, cura o religiosso y vecinos se saca un toro de la vacada llamándole Marcos y llevándole después a la yglesia en processión y aún a las cassas para lograr mayores limosnas. Comviniendo remediar semejante abusso tan perjudicial a las buenas costumbres, malsonante a la veneración y decencia devida a las yglesias además de resistirlo y estar prevenido por ley del Reino que no entren en ellas vestias algunas. Y como en esta práctica se mezclaban clérigos y religiosos, se comunicaría también al obispo. El 15 se al mayordomo de San Marcos, Francisco Rodríguez Patrón, y el 8 de marzo a Alonso Montero Higuero, diputado[54]. En 1757, se extendió a toda España[55].

En 1770, los regidores cortaron por lo sano y se abstuvieron de acudir a la fiesta, lo que les valió la recriminación, el 28 de abril, del alcalde mayor: con el motivo de no haver asistido esta villa a la prozesión de la letanía de Señor San Marcos en el dicho día veinte y cinco del corriente y que se estrañó y notó la no asistencia para que en lo subzesivo se eviten semejantes escándalos, se acordó asista en todos los que ocurran en adelante, dándose para ello los avisos que se han acostumbrado[56].

Desde 1720, a imitación de otras cofradías, se alquilaba una caballería para transportar el trigo que se pedía por los numerosos molinos de la ribera para amasar las tradicionales roscas de anís. Pocos años después, entre 1725 y 1726, se instituyó el ramo (mesa de ofrendas). Como en el Calvario y en otras ermitas alejadas de la población, había tinajas con agua para refresco de los romeros.

El mayordomo Pedro Garrido (1710-1711) dispuso tres bufetes para poner el Liño yn Cruzis, Nuestra Señora de la Montaña y San Gregorio, colgar la capilla y toda la hermita y otras menudenzias quando uvo la prezissión por la plaga de la langosta que uvo en dicho año.

En 1765, para dar mayor vistosidad a la procesión de letanía, se encargó, para las andas, un arco que se recubría con flores de artesanía traídas de Sevilla. Era la época en que se popularizaron este tipo de adornos que alcanzaron una amplia difusión y que aún hoy pervive en algunos pueblos, especialmente de la Baja Extremadura. La cofradía de la Vera Cruz engalanaba así la cruz para la fiesta del 3 de mayo.

En 1779, la cofradía protestó porque se celebraron en Santa María las vísperas y la fiesta, “pues se condescendió sólo por la gravíssima ocupación con que se hallavan los Sres cura y beneficiados de la dicha yglesia a causa de hallarse en rogativa, por falta de aguas, nuestra Patrona María Santísima de la Montaña, en cuyo supuesto se aseguró por el señor bachiller que en lo sucesivo no se baldrían de este motivo para no hacer la función en la hermita”.

La extracción social de los cofrades era eminentemente popular, no obstante clérigos, nobles e hidalgos también estuvieron representados. Los oficiales nombrados, según norma generalizada en Cáceres, tenían obligación de aceptar los cargos para los que eran elegidos. Su incumplimiento, salvo causa justificada, conllevaba la expulsión. En 1671, Francisco Sánchez Valiente renunció a la reelección como mayordomo de San Marcos, dado que lo era también de la Soledad, por argumentar, con gran acierto, que no podía servir a tantas cofradías. Así lo entendieron sus reelectores, quienes, ante tan sensata excusa, nombraron a Diego Nevado.

Los conflictos bélicos de mediados del siglo XVIII, las contribuciones de guerra, los impuestos y la supresión durante algunos años del acto del Descendimiento y de las visitas nocturnas al Calvario, mermaron notablemente la exigua economía de la cofradía. Sin embargo, parece que esta ermita, a diferencia de las del Espíritu Santo, San Blas, los Mártires o San Bartolomé, no fue habilitada como hospital militar durante la guerra con Portugal.

En 1810, por haber sido utilizada, con toda probabilidad dada su situación privilegiada, como puesto de vigilancia por los franceses, al igual que otras muchas de las cercanías de Cáceres, quedó en completa ruina, sirviendo de cobijo de mendigos y maleantes que se dedicaban a robar en los predios vecinos. Para solucionar este problema de orden público, el 11 de octubre de 1849, el alcalde, informaba al intendente general de Rentas Nacionales que atendiendo a que ningún destino se les da a las hermitas de San Marcos y el Humilladero que se encuentran en las afueras de esta población, he resuelto, consiguiente con que se me ordena por el Sr. Gefe Superior Político de esta provincia, en comunicación del día de ayer, demoler la primera y cerrar el portado que da entrada a la segunda para evitar que en lo subcesivo sea el albergue de los bagamundos que andan rehuyendo la vijilancia de las autoridades[57].

Foto 5. La ermita en ruinas en 1984. Foto Serafín Martín Nieto

En 1851, el Ayuntamiento, dispuso el tapiado de su puerta, o en su defecto, la demolición.

Por suerte, la ermita figuraría entre los bienes devueltos al Clero por el Estado, que la escrituró con los siguientes deslindes: al oriente con el camino que desde Valincoso va a Fuente Concejo, al mediodía con la calzada de la Montaña, al poniente con la villa y ribera de huertas y al norte con las tierras labrantías de los herederos de don Manuel de Ulloa. Para evitar su desaparición, el obispado decidió enajenarla y de este modo conserbar alguna renta en beneficio del culto del santo. En 1851, Francisco Gómez la solicitó para recoger en ella los ganados, pero no se produjo la venta por causa del fallecimiento del obispo don Manuel Anselmo Nafría. El 16 de marzo de 1854, reiteró la petición porque el Ylltre. Ayuntamiento dispuso que acabase de demolerse en razón a que en ella se recogían por la noche varios mendigos y otras personas sospechosas y la pretendió porque al que suscrive le venía bien para establecer en ella la recogida de su ganado bacuno de labor puesto que se encontraba inmendiata a su casa. El 22 de abril, el arcipreste don Pedro Chaves Flores reconocía que sólo conserbaba la bóbeda o media naranja que cubría su altar mayor bajo la qual se refugiaban los mendigos en todas las estaciones del año, que las continuas correrías que hazían estos a los olibares inmediatos recogiendo leña y azeituna produgeron diferentes quejas de sus dueños, en cuya consequencia se dispuso por el Ayuntamiento que se acabase de demoler o que se tapiase la entrada, lo que sucedió por los años de mil ochocientos cinquenta o cinquenta y uno. Don Ignacio Hurtado, administrador de los bienes del Clero en Cáceres y representante de la administración diocesana, se la vendió a censo reservativo por 60 reales anuales de renta por el principal de 2.000 en que fue tasada por el maestro de obras del Ayuntamiento Facundo Rico, con la condición de reparar y mejorar el edificio y demás cláusulas de rigor. El 6 de mayo de 1854, el obispo don Antonio María Sánchez Cid y Carrascal facultó al arcipreste para que resolviera lo oportuno; el día 12, este informó favorablemente la venta, que el 30 de diciembre confirmó el prelado. La escritura se otorgó el 30 de marzo de 1855[58]. Si embargo, como adeudara la renta de más de cuarenta años, la parroquia consiguió la retrocesión en febrero de 1899 ante José Castellano.

Por carta de 28 de diciembre de 1898, el cura don José Roldán informaba a don José Fogués, gobernador del obispado, de que nadie quería los terrenos de San Marquino por más de cincuenta duros, que pretendía invertir en títulos de la deuda para que rentasen los tres duros de la antigua venta para con dichp producto celebrar la fiesta anual en Santa María, donde estaba recogido el santo. Y como ya estaban bastante escarmentados de tanta expropiación, su parecer es que se venda cuanto antes para evitar que el Gobierno se apropie dicho terreno. El 14 de febrero de 1899, le comunicó que acaso haya quien restaure la ermita quedando reducida a la mitad si le dan el campo anejo, al tiempo que reiteraba el temor a que el gobierne se incautase del patinadero circundante, del que algunos particulares han tomado ya terreno de dicho campo anejo y se lo hacen propio por prescripción, como ha sucedido ya con parte de él. El 1 de enero de 1901, le envió un presupuesto de la obra, cuyo montante no especificaba, pero debía de ser cuantioso, pues insistía en la necesidad de enajenar el ejido para invertir su importe en la reedificación del santuario, cuya intención era acometerla en la próxima primavera. El 19 de mayo, comunicó al gobernador que durante treinta días había estado en subasta pública, en la tablilla del Ayuntamiento, la venta del patinadero. Dado que no había quien ofreciera más de 2.000 reales y 3.000, si se incluía la ermita -lo que no podía aceptarse, se la había adjudicado el 14 de enero a un sobrino suyo por 3.000 con la obligación de reedificarla, lo que se está haciendo ya, con su pequeña sacristía y una casita que será de mi dominio particular, que servirá para el que custodie la finca y la ermita a la vez, sirviéndome a mí de gran recreo, por el sitio alegre que ocupa y todo ello me costará lo menos seis mil reales.

El 13 de julio, Roldán le informó de la polémica surgida con el Ayuntamiento acerca del terreno junto a la ermita: la persecución obedece sólo a una venganza, a mi modo de ver, como lo prueba que todo esto nació de la sesión que tuvo el Ayuntamiento después del Corpus, el día 13 de junio, cuando llevaba yo trabajando en la finca dos meses lo menos, sin molestia de nadie y con el beneplácito del mismo Ayuntamiento, como lo prueba la carta-volante que también le remito; cuyo deslinde, según la escritura, incluía lo menos cinco fanegas de tierra cuyo terreno se viene labrando en su mayor parte (porque hay parte lleno de peñas) por el primitivo dueño y yo lo he arrendado por espacio de tres años, sin oposición de nadie. Culpaba de toda la controversia al concejal Santana, que fue el que lo denunció ante el Ayuntamiento, quien junto con el Sr. Regidor, eran los redactores principales de “El Periódico”. El 18, le puso al corriente de su entrevista con el alcalde don Manuel Muro: Acabo de tener una conferencia con el Sr. Alcalde y lo encuentro bien dispuesto: me ha confesado que fue interpelado bruscamente por el Sr. Santana en la sesión del 13 de junio y que no tuvo más remedio que tomar acuerdo de investigación, que el resultado de esta no nos es favorable porque quieren remontarse a la competencia de la autoridad eclesiástica para la venta primitiva de la ermita con el terreno; esto sería muy largo de resolver, pero me ha dicho que él dará largas al asunto, hasta que la cosa se enfríe y luego resolverá de acuerdo conmigo. Le pedía que interpusiera su influencia con los curas de San Juan y de Santiago, amigos de Santana, para que pare toda gestión en contra mía, porque el Sr. Obispo hace la cuestión suya en lo referente a San Marcos, toda vez que lo del Corpus está ya terminado satisfactoriamente[59].

El 12 de junio en el Pleno, expresado señor Presidente espuso también que tenía noticias que en los terrenos que se estaban cercando junto a la ermita de San Marcos en el camino de la Montaña que hoy se reedifica, se comprendía alguno perteneciente a los valdíos de la ciudad y con el objeto de depurar estos hechos, proponía que el Ayuntamiento acuerde se instruya el oportuno espediente en averiguación de la certeza del hecho que deja indicado. El 19, el obispo comunicó al Ayuntamiento que había solicitado del párroco de Santa María información del asunto con el fin de que entre ambas autoridades se restablezcan las buenas relaciones que siempre han existido sintiendo sobre manera que se hayan interrumpido[60].

El 8 de julio, Antonio Montoya, empleado de Obras Públicas, comisionado por el alcalde, emitió un informe en el que detallaba que Roldán había vendido en subasta a su sobrino don Narciso Calvarro Martín por 750 pesetas, como mejor postor, los terrenos de la ermita, sin más exclusión que una entrada o camino de comunicación con la carretera de la Montaña y con la condición de restaurar y rehabilitar para el culto la capilla. Pero se sorprendía de que el cura restituyera a la parroquia las ruinas de la ermita de San Marcos por insolvencia y falta de pago del que las compró y vende, incontinenti, los terrenos donde aquella está enclavada, es decir, que devuelve a la yglesia poco más de un área de terreno y vende más de ciento sesenta como regalías de San Marcos y a pretesto único de restauración para beneficio de su olvidado culto. Reclamaba como pertenecientes a los baldíos y propios de Cáceres los terrenos señalados como patinadero en la escritura ante Mendoza, concluyendo irónicamente y esto refiriéndose como no podía menos de referirse sólo al edificio, es altamente incomprensible de no dar a la modesta ermita de San Marcos, en Cáceres, las colosales proporciones de la Basílica de San Pedro en Roma. El día 11, se solicitaron los servicios como abogado consultor de don Juan Muñoz Chaves, que no aceptó por venir desempeñando dicho cometido don Antonio Quirós. Al día siguiente, argumentando la delicada situación de salud de su padre, don Matías Quirós Beltrán devolvió al Ayuntamiento los documentos referentes a la ermita[61].

El 28 de octubre, el párroco solicitó la licencia del obispo don Ramón Peris Mencheta para la bendeción. El importe de la restauración había ascendido a mil pesetas, cuyo escedo de gasto lo he hecho yo de mi bolsillo particular y dono al santuario. El mismo día el prelado ordenó la información de si contaba la ermita con lo necesario para el culto. El 1 de noviembre, el párroco respondió que se hallaba en condiciones para dar culto a su advocación con el mismo santo o imagen que tuvo hace un siglo, en que fue derruida, faltándole tan sólo el cáliz y ornamentos sacerdotales que suple la parroquia cuando se celebra misa en ella, como la hace con Santa Gertrudis y como se hace y acostumbra en las otras ermitas extramuros de esta población pertenecientes a las demás parroquias. El 2 llegó la autorización y el 4 se restableció al culto[62].

Roldán, al final, como comunicaría el 29 de agosto de 1905 a don Vicente Cosme Navarro, familiar del obispo, acabó por vender la cerca y huertos de San Marcos, garantizándose la iglesia la propiedad de la ermita, atrio frente a la capilla y la calleja de entrada. El comprador, con funciones de ermitaño, se obligó a abrirla y cerrarla todos los días y a cuidar de los enseres del culto. Además, este tenía la intención de hacer allí una casa de tres o cuatro mil duros y poner una imagen de la Virgen del Carmen por su cuenta y él, Roldán, una de San José. Concluyendo el asunto con estas palabras: Creo queda así más garantizada la conservación del santuario que pasando a mis herederos en el día de mañana[63].

El paso de los años y el abandono la abocaron de nuevo al deplorable estado de ruina en que la hemos conocido. A finales de los años 70, los vecinos de la barriada iniciaron gestiones, infructuosas, para rehabilitarla. A instancias de la Asociación de Vecinos de San Marquino, el párroco de Santiago, don Pedro Tovar Domínguez, a cuya jurisdicción pertenece desde 1958, la restauró, dotándola de varias mejoras y recuperándola para el culto, siendo bendecida el 24 de abril de 1994 por el obispo don Ciriaco Benavente Mateos. En ella, se venera una imagen del titular propiedad de la diócesis, que se encontraba en el Museo de Santa María; y el grupo de la Virgen de Fátima con los pastores que don Pedro encargó a Lorenzo Erce, poco después, cuando participó en una peregrinación al santuario portugués organizada por la Comisión Pro Paso Sagrada Cena.

Foto 6. Bendición de la ermita. Foto Serafín Martín Nieto

Por todo ello, no podemos menos que felicitar al obispado, a la parroquia de Santiago, al querido don Pedro (q.e.p.d.), a la Asociación de Vecinos y a los cacereños en general que se han vuelto a interesar por nuestras, hasta hace muy poco olvidadas, ermitas, tan impregnadas de religiosidad y de historia populares cacereñas.

SERAFÍN MARTÍN NIETO

APÉNDICES-

I.- Parroquia de Santa María de Cáceres. Libro nº 81: Libro de aquerdos y quentas de la cofradía del evangelista San Marcos. Se principió en siete días del mes de majo de mill y seiscientos y sesenta y dos años.

18 de agosto de 1673. Inventario de escrituras y alhajas realizado por orden del teniente de visitador lcdo. Francisco Paniagua vicario de Cáceres.

Primeramente una casulla de damasco carmesí raída. Un alva, un amito, estola, manípulo y cíngulo. Yten un cáliz y patena de plata, unos corporales, misal, atril y un candelero de açófar, ara, cruz, un hostiario de p(l)ata y una campanilla. Yten un frontal con sus frontaleras viejo. Yten dos pares de manteles. Yten un arca pequeña con dos llaves con sus nichos que sirve de archivo. Yten una vara y una campanilla para muñir. Yten una çesta en que se echa la çera. Yten dos libros en que se escriben las quentas y acuerdos y en que se escriven los hermanos. Las quales dichas escripturas y alajas mençionados en este ynventario son los que oy , con una capa de damasco carmesí u otra vieja del santo, tiene dicha cofradía y los que tiene en su poder dicho Diego Nevado majordomo della. Y lo firmé, D. Lorenço de Paniagua Melón, rubricado.

Ynventtario de los bienes y alajas que tiene la cofradía de Señor San Marcos.

Fol. 196. En la villa de Cázeres en seis días de el mes de febrero año de mill settezienttos y veintte y dos, en cumplimiento del mandatto del Yllmo Señor Dn Sancho Anttonio de Velunza y Corquera, mi Señor obispo de Coria, del Conssejo de su magestad que está en este libro al folio 118, Mathías Vélez Cabezón, mayordomo actual de la cofradía de señor San Marcos estramuros desta dicha villa, que se ssirve en la yglessia de Nuestra Señora Sancta María, parrochial maior de ella. Francisco Bravo diputtado, Diego Espada, Alonso Sánchez Luzeño y Francisco Liberal alcaldes de dicha cofradía, con assistenzia de el pressente escrivano de ella, se hizo ymbenttario de los bienes y alajas que oy están en sser y son de dicha cofradía en la forma siguientte:

 Primeramentte una cassulla de tafettán doble vieja con estola y manípulo de lo mismo. Un alva de lienzo vieja. Un zíngulo de hilo bueno. Un amitto de bocadillo nuevo. Un missal viejo. Un attril bajo. Ytten otro attril altto. Unas vinageras de pelttre. Ytten un ara. Ytten un cáliz con ssu pattena en una caja de paja forrada en lienzo. Ytten un ttafettán encarnado para el cáliz. (Fol 196v.) Unos corporales con su bolssa de tafettán. Ytten unos mantteles de gussanillo a medio servir. Ytten una diadema de platta. Ytten otra de ojalatta. Ytten una capa de raso nueva para el santto. Ytten ottra de damasco vieja. Ytten ottra de damasco vieja. Ytten ottra de felpa negra labrada buena. Ytten doze rossas de mano. Ytten un fronttal de damasco nuevo. Ytten ottro fronttal de garipolass. Yten una messa grande de pino nueva. Ytten ottra de nogal buena. Ytten un vanco largo de pino bueno. Ytten un arca de pino para la zera y ornamenttos. Ytten una carpetta de paño colorado buena. Ytten dos pares de guindalettas de cáñamo. Ytten un toro de tres años. Ytten la vara del mayordomo. Ytten el hierro para herrar el toro. Ytten la campanilla de muñir. Ytten la campanita con que se toca a santus. Ytten las andas del santo. Los quales dichos bienes y alajas son propias de dicha cofradía y los que oy están . en sser y a (Fol. 197) cargo de dicho mayordomo, de los quales dará quenta y entregará al mayordomo que le subzediere. Y en la forma referida se fenezió dicho ynventtario con protesta que haze que ssi por qualquiera aczidentte vinieren a su poder otros algunos, lo manifestará para que se pongan a continuazión en este ynventtario. Y lo firmó de que doy fee. Mathías Vélez Cebeçón rubricado. Antte mí, Gonzalo Digán Muesass rubricado. Reciví las alajas contthenidas en este ymbenttario como mayordomo de la cofradía. Cázeres y abril treintta de mill settezienttos veintte y dos años. Diego Corchado Guerra rubricado.

E luego ynconttinentti, en cumplimiento del dicho mandatto de dicho Yllmo. Sr. estando pressentte Lorenza la Javatta, perssona que por devozión cuida del asseo de la hermitta de San Marcos el Viejo aneja a la cofradía de Sr. San Marcos y dijo tener en su poder lo siguientte: Primeramentte la colgadura de una cama de tafettán dorado y red buena. Ytten dos pares de mantteles de gussanillo, unos viejos y ottros nuevo. Ytten un fronttal de lamparilla listada que es el que está en el alttar. Ytten una capa de rasso de colores a medio traer. (Fol 197v.) Ytten cientto y diez reales que a junttado de limosna para hazer unas puerttas en la hermita de dicho San Marcos el Viejo. Todos los quales dichos bienes y dinero para en su poder, que pondrá a donde su Yllma, mandare y fuere servido. Cázeres y febrero seis de mill settezienttos y veinte y dos. Y declaro que dichas alajas y dinero no sson perttenezientes a la cofradía por averlas dado y recojido de limosna por diferentes personas devotas. Muesas rubricado.

  1. Oficiales de la cofradía.
Año Mayordomos Alcaldes Diputados Escribanos
1562 Francisco Pérez, agujetero
1573 Hernán Rodríguez
1582 Diego Pantoja
1585 Alonso Martín
1586 Marcos Pérez, pelaire
1591 Alonso López
1597 Nufrio Martín Andrés Muriel y Benito Jiménez Damián Blázquez
1598 Juan Jiménez de Aguilar Francisco de Colmenares y Antonio Laso Ojalvo
1599 Miguel Hernández Simón Sánchez y Francisco Martín el Rico
1600-1602 Antonio Higuero
1603 Juan Jiménez de Aguilar
1606 García Solana
1608 Pedro Hernández
1612-1614 Benito Martín
1617 Diego Pulido
1622 Antonio Laso, Benito Vara
1626 Benito Vara
1630 Diego Picón, molinero
1631 Juan Martín Macotela
1653-1655 Juan Muñoz Pizarro Juan González de León y Benito García de Solís Agustín Gutiérrez del Risco
1655 Juan González de León Diego Portillo y Lorenzo Martín Pozo Sanguino Don Lorenzo Paniagua Melón
1656-1659 Juan González de León
1659 Lorenzo Martín Pozo Sanguino Rodrigo de Colmenares, Francisco Jiménez Peralta
1660 Lorenzo Martín Pozo Sanguino
1661 Lorenzo Martín Pozo Sanguino Diego Portillo y Francisco Jiménez de Peralta
1662 Rodrigo de Colmenares Diego Portillo, Francisco Rodríguez, sombrerero
1663 Rodrigo de Colmenares Francisco de Colmenares, Francisco Sánchez Valiente
1664-1666 Rodrigo de Colmenares
1666 Rodrigo de Colmenares Pedro Martín de la Motilla y Benito Rosado
1667 Rodrigo de Colmenares Pedro Martín de la Motilla y Juan Benito Hierro
1668 Francisco Sánchez Valiente, zapatero Juan Benito Hierro, Sebastián Hernández Pieza de Rey
1669 Francisco Sánchez Valiente, zapatero
1670 Francisco Sánchez Valiente, zapatero Diego Nevado, Lucas González Mogollón
1671 Francisco Sánchez Valiente, zapatero Diego Nevado, Francisco González Fresneda
1668-1671 Francisco Sánchez Valiente, zapatero
1672 Diego Nevado Francisco Sánchez Valiente, Diego Lorenzo, zurrador
1673-1676 Diego Nevado
1677 Diego Nevado Diego Lorenzo, Antonio Rodríguez Congregado
1678 Francisco González Fresneda Diego Lorenzo, Juan Pedro González Diego Nevado
1679 Francisco González Fresneda Alonso Hernández Mangut, Alonso González Albuera, Pedro González Melón Diego Nevado
1680 Alonso Hernández Mangut Ceceoso Pedro González Melón calderero, Rodrigo Alonso Mateos, Alonso Hernández Montero Francisco González Fresneda Alonso Mendo Montejo Ulloa
1681-1685 Alonso Hernández Mangut Ceceoso Francisco González Fresneda Juan Alonso Criado
1685 Alonso Hernández Mangut Ceceoso Juan Caballero, Fernando Batonel y Pedro González Melón Francisco González Fresneda
1686-1688 Alonso Hernández Mangut Ceceoso Francisco González Fresneda
1688-1690 Alonso Montero Alonso Hernández Mangut Ceceoso
1690 Juan Gómez Fernando Batonel, Francisco Paredes, hortelano; Pedro González Melón, Fernando Punete, zapatero Alonso Montero
1691 Juan Gómez Francisco Paredes, Juan Romero, Alonso Montero, Pedro González Melón, Francisco González Punete Alonso Montero
1692 Jacinto Rodríguez de Fresneda Francisco Jiménez Galeano el Pinto, Pedro González Melón Juan Gómez
1693-1697 Juan Romero Espada Jacinto Rodríguez de Fresneda
1697 Francisco de Paredes Antonio González Melón, Antonio Valdés Juan Romero Espada
1698-1701 Alonso Montero Francisco de Paredes
1701 Benito Sanguino Alonso Montero
1702 Benito Sanguino Alonso Montero
1703 Alonso Bravo Marcos laso, Francisco Rañedo, Diego Picón Benito Sanguino
1704-1707 Alonso Bravo Benito Sanguino Gonzalo Digán Muesas
1707 Alonso Grijalva Benito Pozo y Juan Sevillano Alonso Bravo
1708 Fernando Pérez Delgado Alonso Grijalva
1709 Juan Sevillano Antonio Paniagua alcalde viejo Juan Clemente, Francisco Rodríguez Fernando Pérez Delgado
1710 Pedro Garrido Juan Sevillano
1711 Andrés González Pedro Garrido
1711 Alonso Bravo Miguel
1712-1714 Juan Sevillano Alonso Bravo Miguel
1714 Alonso Bravo Miguel Juan Moreno, Matías Vélez Cabezón, Gonzalo Mateos Juan Sevillano
1715 Gonzalo Bravo Gonzalo Mateos, Juan Moreno, Juan Rodríguez Pascual Alonso Bravo Miguel
1716-1718 Matías Vélez Cabezón Gonzalo Bravo
1718 Matías Vélez Cabezón Juan Moreno, Juan Rodríguez Pascual, Gonzalo Mateos Gonzalo Bravo
1719 Matías Vélez Cabezón Alonso Sánchez Luceño, Diego Espada, Francisco Liberal Gonzalo Bravo
1720-1722 Matías Vélez Cabezón Gonzalo Bravo
1722 Diego Custodio Diego Espada, Pedro Raudona José Lindo Matías Vélez Cabezón
1723 Alonso Sánchez Luceño Diego Custodio
1724 Alonso Sánchez Luceño
1725 Alonso Sánchez Luceño José Lindo, Francisco Bolaños, Manuel Durán, Miguel Montero Cristóbal García Maderuelo, procurador
 1726 Juan José Moreno Manuel León, Francisco Bolaños, Juan Rodríguez Pascual Alonso Sánchez Luceño
1727 Manuel Durán Andrada Manuel León, José Lindo, Juan José Moreno Juan José Moreno
1728 Manuel León Juan Leal José Cortés, Juan Solana Manuel Durán Andrada
1729 Juan Molano Manuel León
1730 Juan Molano José Cortés, Juan Solana, Dámaso Pérez Manuel León
1731 Juan Michel Juan Molano
1732 Juan Michel Dámaso Pérez de Lazárraga, Diego Michel Juan Molano
1733 José Cortés Juan Michel
1734 José Cortés Francisco Gazapo, Francisco Bolaños Juan Michel
1735 Diego Michel Mogollón Francisco Bolaños, Diego Martín Durán Gómez José Cortés
1736 Diego Michel Mogollón José Bolaños, Diego Martín Durán José Cortés
1737 Alonso Montero Higuero Pedro Huerta, Alonso Palacios, Simón Nevado

 

Diego Michel Mogollón
1738 Alonso Montero Higuero Juan Acedo y Diego Martín Durán Diego Michel Mogollón
1739 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1740 Francisco Rodríguez Patrón Francisco Solana, Juan Digán, Simón Nevado Alonso Montero Higuero
1741 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1742 Francisco Rodríguez Patrón Francisco Solana, Juan Digán, Benito Fragoso Alonso Montero Higuero
1743 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1744 Francisco Rodríguez Patrón Benito Fragoso, Domingo Lobato, Julián Lobato Alonso Montero Higuero
1745 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1746 Francisco Rodríguez Patrón Francisco Antonio Alonso Montero Higuero
1747 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1748-1752 Francisco Rodríguez Patrón Juan Domínguez Camberos, Pedro Díaz de Sandoval, Agustín Cordero Alonso Montero Higuero
1753 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1754 Francisco Rodríguez Patrón Pedro Díaz de Sandoval, Agustín Cordero Alonso Montero Higuero
1755 Francisco Camberos Francisco Rodríguez Patrón
1756 Francisco Camberos Manuel González, Juan Espada Francisco Rodríguez Patrón
1757-1759 Juan Camberos Calvo Francisco Camberos
1759 Juan Camberos Calvo Agustín Olalla Francisco Camberos
1760 Vicente Villar Francisco Javier Bravo, Nicolás Villar Juan Camberos Calvo
1761 Manuel González Francisco Javier Bravo, Nicolás Villar Vicente Villar Pedro Cortés
1762 Manuel González Francisco Javier Bravo, Nicolás Villar Vicente Villar
1763-1765 Manuel González Manuel Santos, Pedro Martín Rubio Vicente Villar
1765-1767 Lorenzo Díaz de la Lastra Manuel Santos, Pedro Martín Rubio Manuel González
1767 Lorenzo Díaz de la Lastra Manuel González
1768 Lorenzo Díaz de la Lastra Juan Navarro, Antonio Espada Manuel González
1769-1771 Lorenzo Díaz de la Lastra Manuel González
1771 Lorenzo Díaz de la Lastra Juan Navarro, Diego Bravo Nacarino Manuel González
1772 Francisco Javier Bravo Juan Navarro, Diego Bravo Nacarino Lorenzo Díaz de la Lastra
1773 Francisco Javier Bravo Juan Cabezón, José Riego Lorenzo Díaz de la Lastra
1774 Alonso Polo Juan Cabezón, Joaquín Cerda Francisco Javier Bravo
1775 Alonso Polo Juan Cabezón, Joaquín Cerda Francisco Javier Bravo Pedro Joaquín Gómez de Solís
1776-1782 Diego Bravo Nacarino Manuel Santos, Joaquín Cerda Alonso Polo
1782-1785 Pedro Donato Bolaños Agustín López, José Jaco Diego Bravo Nacarino
1785 Juan Muriel Pedro Sevillano Paredes, Bartolomé Hernández Pedro Donato Bolaños
1786-1788 Juan Muriel Pedro Donato Bolaños Manuel José Díaz Guerra
1788 Gabriel Borrella Juan Muriel
1789 Gabriel Borrella Manuel Frutuoso, Bartolomé Hernández Juan Muriel
1790 Juan Antonio Marín García Gabriel Borrella
1791 Juan Antonio Marín García Alonso Borrella, Bartolomé Hernández Gabriel Borrella
1792-1794 Juan Antonio Marín García Gabriel Borrella
1794 Andrés Rueda Nicolás María Díaz Sandoval Juan Antonio Marín García
1795 Andrés Rueda Bernardino Bejarano, Nicolás María Díaz Sandoval Juan Antonio Marín García
1796-1798 Juan Domingo Hernández Bernardino Bejarano, Nicolás María Díaz Sandoval Andrés Rueda
1798 Pedro Guerra Sebastián Pulido Juan Domingo Hernández
1799-1801 Isidoro Hueso Pedro Guerra
1801 Gregorio Pizarro Isidoro Hueso Manuel Sánchez Pérez
1802 José Marta Rubio Diego Pache, Lázaro Castro Gregorio Pizarro
1803 Alonso Bravo menor
1804 Pedro Téllez
1807 Sebastián Barrios

 

III. Censos.

FECHA Y ESCRIBANO CENSATARIOS CAPITAL RENTA BIEN HIPOTECADO
14-7-1573

Pedro de Grajos

Diego de Sanabria e Isabel Álvarez 3.500 mrs. 250 mrs Viña con higueral en Pozo Morisco
4-5-1586

Juan Martínez Sigler

Álvaro Paniagua, clérigo 30.000 mrs. 1.500 mrs. Huerta en Aguas Vivas, viña con lagar en el Casar, sus casas de morada en Zapatería dos casas en la calle del mesón de las Ojalvas (Zapatería Vieja).
18-2-1586

Pedro López

Gonzalo Ojalvo y Teresa García, Diego Hernández Alcoforado y María Gómez 28.000 mrs. 2.000 mrs. Casas en Sancti Spíritus y viña al Calerizo
14-6-1588

Diego de Hinojosa

Benito Corbacho y María Pérez 7.000 mrs. 500 mrs. Viñas en el Casar
3-8-1597

Alejo Michel

Juan Durán y Francisco Durán clérigos 14.000 mrs. 1.000 mrs. Censo contra Rodrigo de Andrada y viña en el Casar
21-6-1599

Alejo Michel

Andrés de Tovar y Catalina Sánchez 5.236 mrs. 374 mrs Casa a la Puerta de Mérida y viña al Calerizo
1-9-1600

Alejo Michel

Teresa Gutiérrez la Alvarada viuda de Alonso Martín Alvarado 154 rs. 11 rs. Censo contra Toribio Hernández Cordero y María González sobre casa en Pedro de Sande
29-7-1601

Alejo Michel

Diego Harto arriero e Isabel Rodríguez 12.000 mrs 857,5 mrs. Casas en Villalobos y alcacer al juego de los bolos
25-7-1606 Francisco Téllez Machado y María de Tovar 12.000 mrs. 857,5 mrs. Casas en Sande
28-4-1608

Alejo Michel

Francisco Hernández Jarón y Catalina Jiménez la Cotrina 10.000 mrs. 500 mrs. Casa en Carniceros
9-8-1613

Pedro de Salazar

Pedro Sánchez Amigo y María González la Montera 20.000 mrs. 1.000 mrs. Casa con corral en Fuente Nueva
25-8-1617

Gabriel A. Briceño de Muesas

Francisco Rodríguez Durán y Leonor Pérez 14.000 mrs. 700 mrs Casas en Gallegos y acera a la Fuente del Rey
28-4-1622

Juan Guerra

Rodrigo Gutiérrez de Andrada y María de Sanabria 14.000 mrs. 1.000 mrs. Lagar en el Casar, tierras al Calerizo, olivar en el Calvario, casas al horno de Corbacho
24-7-1626

Juan Vega el Viejo

Gonzalo Ojalvo y Teresa García 28.000 mrs. 2.000 mrs. Casa en calle del cura Rojo (Moreras)
25-7-1632

Francisco Medrano

Catalina Jiménez viuda de Gaspar Rodríguez 660 rs. 25,15 rs. Olivar en Dehesilla de Abajo
6-2-1654

Gonzalo de Aldana

Juan Lorenzo, zurrador, y Teresa Martín la Jarona 246 rs. 7,04 rs. Casa en Caleros que linda con el Cubillo
18-9-1655

Miguel Jiménez de Valverde

Juan González del Moral y Juana de los Ángeles, de Sierra de Fuentes 600 rs, 30 rs. Distintos bienes en el lugar
15-8-1659

Andrés Briceño

Ldo. Juan Higuero de Sierra 411, 20 rs. 20,19 rs. Casa en Rabo de Gato
22-12-1691

Manuel del Barrio

Juan Romero Espada y Juana González la Valhonda 17.297 mrs. 864 mrs. Casa en Moros con corral y olivo
18-4-1692

Gabriel Briceño

Martín de Colmenares y Juana Pavón Colmenares 600 rs. 120 rs. Olivares al Calerizo
8-5-1707

Francisco Tiburcio Maderuelo

Juan Sevillano, maestro de obras 14.000 mrs. 420 mrs. Casa en Damas en obras
20-5-1730

Benito Sánchez del Pozo

Juan Bohoyo y Micaela Ojalvo 508,25 rs. 91,09 rs. Casa que están fabricando al Arco del Rey
23-11-1734

Francisco Martín del Pozo

Diego Mateos Jaén y Juana la Jaena, del Casar, 411,26 rs. 12,14 rs. Viña en Santa María del Prado y otros predios
5-4-1737

Benito Sánchez del Pozo

José Cordovés e Isabel la Cola, Lorenzo Gómez y Teresa Martín la Sanguina, del Casar 411,26 rs. 12,14 rs. Diferentes bienes en el lugar
11-4-1738

Francisco Martín del Pozo

Alonso Moreno Sanguino y Catalina Martín la Nuña 411,26 rs. 12,14 rs. Diferentes bienes en el Casar
11-12-1738 Benito Sánchez del Pozo Francisco Rodríguezva Grijalva y María Hernández, de Sierra de Fuentes 308 rs. 9,08 rs. Casa junto al horno de la cofradía general de la Concepción

Otra en la Plaza linde las principales de los Aldana

26-9-1768

Pedro Sarmiento

Tomás García e Isabel Concepción la Granada, de Sierra de Fuentes 300 rs. 9 rs. Casa en la Piñuela del lugar
7-8-1779

Diego Nicolás del Pozo

Pablo Royo Mediavilla y Juana la Molana, del Casar 600 rs. 18 rs. Casa en calle del Cura y sobre viña
5-3-1784

Diego Nicolás del Pozo

Alonso Bravo y María la Pallera 411,21 rs. 12 rs. Casa en Fuente Nueva

 

[1] ARCHIVO DE LA DIÓCESIS DE CORIA-CÁCERES (A.D.C.-Cc.). Inventarios. 1800 y siguientes: Ynbentario de las cofradías esistentes en esta capital, formado a la yncautación de los bienes y rentas del clero secular. Año 1842. En este inventario, que en virtud de la ley de 2 de septiembre de 1841, confeccionó el párroco de Santa María, licenciado Bartolomé López y Paredes, entre la relación de los bienes de la cofradía de San Marcos, ya agregada a la parroquia, sólo figuran dos libros de cuentas y acuerdos, los únicos que actualmente custodia el Archivo Diocesano. El extravío de los restantes viene ya de antiguo.

[2] ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁCERES (A.H.P.Cc.) . Protocolos de Gabriel Antonio Briceño de Muesas y Anaya. Caja 3.606. Fol. 164. El 8 de junio de 1616, Juan Sánchez Conejero hipotecó a favor del licenciado Benito Gil de Molina una casa en Caleros lindante con la calleja que va de la dicha calle a la hermita de Sant Marcos el Viejo.

[3] ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES (A.M.Cc.). Expedientes varios del Siglo XVI. Caja 14. Esta era la signatura cuando lo consulté hace unas décadas. Posteriormente, el Archivo ha sido recatalogado.

[4] A.M.Cc. Libro de Actas.1759-1761.

[5] A.H.P.Cc. Protocolos de Francisco de Medrano. Caja 4.038. El 20 de agosto de 1594, Catalina Alonso, viuda de Francisco Hernández Peralta, y su hijo Jerónimo Hernández Peralta arrendaron dicho molino, questá en la rivera desta dicha villa casi junto a la hermita vieja de señor Sant Marcos, propiedad de Pedro Alonso Golfín, don Gonzalo de Ulloa Carvajal, don Álvaro de Aldana y los hijos de don Gonzalo Copete.

[6] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.130. El 22 de agosto de 1595, el molinero Sebastián González y su mujer Catalina González tomaron en arrendamiento dicho molino, al Cuarto de Arriba, por cima de la ermita de San Marcos el Viejo.

[7] A.H.P.Cc. Protocolos de Benito Michel. Caja 4.062. El 2 de enero de 1623, Juan de Santacruz alquiló de Jerónimo de Andrada un tinte y verjel en la ribera, donde dicen San Marcos el Viejo, que lindaba con la Madre del río y con el tinte del licenciado Gabriel Gutiérrez de Prado.

[8] A.D.C.-Cc. Parroquia de Santa María la Mayor de Cáceres (Sta.Mª). Libro nº 81: Libro de aquerdos y quentas de la cofradía del Evangelista San Marcos. Se principió en siete días del mes de majo de mill y seiscientos y sesenta y dos años. Cuentas del mayordomo Diego Nevado de 1673-1674. fols. 26-28v.

[9] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. Fols. 22-24.

[10] BOXOYO, Simón Benito: Historia de Cáceres y su Patrona. Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de F. E. T. y de las J. O. N. S. Cáceres, 1952, pág. 101.

[11] A.M.Cc. Libro de Actas. 1599-1603. Fol. 443.

[12] A.M.Cc. Libro de Actas. 1606-1615. Fol. 239.

[13] MÉLIDA, José Ramón: Catálogo Monumental de la Provincia de Cáceres (1914-1916). Texto I. Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, pág. 68.

[14] MADOZ, Pascual: Diccionario histórico-geográfico de Extremadura. Tomo II. C-F. Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de F. E. T. y de las J. O. N. S. Cáceres, 1955, pág. 68.

[15] BOXOYO: op. cit., pág. 101.

[16] MÉLIDA: op. cit., pág. 68.

[17] BOXOYO: op. cit., pág. 101.

[18] A.D.C.-Cc. Parroquia de San Mateo de Cáceres (S.Mt.). Legajo 2, doc. 18: Inventario de la hermita, sagradas imágenes, ornamentos y otros efectos de las Candelas. Realizado el 22 de febrero de 1856. Figuran en el tercer altar las imágenes de San Ildefonso, un santo cuya advocación desconoce, y San Marcos Evangelista.

[19] SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Bartolomé: Libro de algunos casos dignos de notar que han acaecido desde el año de (16)32 en la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres. Revista de Extremadura. Tomo IV. Año 1902, pág. 532.

[20] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fol. 25. Cabildo de 11 de septiembre de 1673.

[21] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. Cuentas del mayordomo Diego Nevado de 1673 a 1674. fols. 26-28v.

[22] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fol. 121v. Auto para la formazión de la quenta de la obra de la hermita de avajo y aprovazión de la antezedente.

[23] A Francisco Encinales se debe la reedificación de la ermita de la Soledad en 1747, para cuyo encargo hizo valer su derecho preferente sobre el garrovillano Pedro Sánchez Lobato, con quien la cofradía la había concertado, para lo que no dudó, con la intención de hacerse con ella, en mejorar la postura del garrovillano. La obligación de esta obra se escrituró el 9 de diciembre de 1747 ante Pedro José Cisneros (A.H.P.Cc. Caja 3.689. Año 1747. Fols. 147 y v.). Finalmente, a la cofradía de la Soledad le salió bastante más cara que la oferta de Lobato, pues apenas iniciados los trabajos, Encinales solicitó aumento de su precio (A.D.C.-Cc. S.Mt. Legajo 5, doc. 17: Título, gracia y merced hecha por esta villa de un pedazo de terreno a la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad).

Además de poco serio, Encinales debía de tener muy mal carácter, pues el 1 de julio de 1750, el presbítero don Diego Felipe Tostado dio poder a procuradores para la causa que seguía contra Francisco Encinales por averme ynjuriado el susodicho gravemente de palabras yndecorosas a mi estado y zircunstanzias (A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro José Cisneros. Caja 3.689. Año 1750. fols, 123 y v.).

[24] Las cuentas de las cofradías constituyen una fuente indispensable para conocer el valor de los salarios y de los precios.

[25] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fols. 122-125. Quenta que da Diego Custodio, mayordomo actual de la cofradía del Señor San Marcos, del coste que se a echo en este presente año, en la hermita antigua.

[26] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 82. Cofradía de San Marcos. Inventarios, cuentas y otros. 1763-1804. fol. 30. En las cuentas de 1772-1773, está asentado el pago de nueve reales por su arreglo.

[27] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 82. Op. cit. fol. 37. En las cuentas de 1776-1777, el mayordomo Diego Bravo Nacarino se descargó de cincuenta reales de las puertas nuevas y de doce más por los herrajes.

[28] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 82. Op. cit. fol. 57v.

[29] A.H.P.Cc. Protocolos de Benito Sánchez del Pozo. Caja 4.337. El 30 de julio, Alonso Rosado se otorgó en fiador de cárcel segura de Martín, quien había resultado herido.

[30] A.M.Cc. Libro borrador de las actas de las sesiones municipales. 3 de enero a 19 de diciembre de 1964. Signatura 280(48)6957. Borrador de la sesión semanal ordinaria del Pleno del Excelentísimo Ayuntamiento de 10 de junio de 1964.

[31] A.M.Cc. Libro borrador de las actas de las sesiones municipales. 3 de enero a 19 de diciembre de 1964. Signatura 280(48)6957. Borrador de la sesión semanal ordinaria del Pleno del Excelentísimo Ayuntamiento de 27 de noviembre de 1964.

[32] CALLEJO SERRANO, Carlos: La Arqueología de Norba Cesarina in Archivo Español de Arqueología. Vol. 48, año 1968, nºs 117-118, págs. 131-132.

[33] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego González. Caja 3.794. El 16 de marzo de 1553, el pelaire Francisco Sánchez, en nombre de Hernando de Figueroa y de su mujer Juana de Figueroa, vecinos de Talavera de Badajoz, vendió a Juan Pizarro una viña en donde dicen la Sierra por cima de San Marcos.

[34] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego González. Caja 3.794. El 27 de mayo de 1553, Teresa Alonso, mujer de Juan Sánchez, vendió a Pedro Cano una acera de pan llevar en el ejido a Valincoso, linde la de Pedro Corbacho y camino que va de San Marcos a Trugillo.

[35] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego del Pozo. Caja 4.169. Año 1694. Inventario de títulos y papeles pertenecientes al vínculo de D. Miguel de Figueroa Carrillo». El 2 de julio de 1581, ante Alonso Martín Laso, Toribio Gómez y su mujer María González vendieron al tintorero Juan Alonso y su mujer María González la Cordera de una acera en el ejido, linde con el camino que va de la hermita de San Marcos a Sierra de Fuentes y con el camino bereda que va por San Marcos a la fuente de Peñas.

[36] A.H.P.Cc. Protocolos de Benito Sánchez del Pozo. Caja 4.332. Año 1736. En el inventario cofeccionado tras el fallecimiento de don Jorge Francisco de Cáceres y Quiñones, con el número 182, figura la venta, el 19 de diciembre de 1521 ante Francisco Gómez, por parte de Diego Cordero al clérigo Antonio García de Cáceres de una acera de pan llevar a esta parte de San Marcos, linde con el camino de Valhondo.

A.M.Cc. Caja 16/57. Protocolos de Fernando Conde. Año 1530. El 2 de noviembre, Francisco Bardal y Ana Pérez vendieron a Diego de Carvajal el mozo una acera de pan llevar que les mandó el clérigo Juan de Osma sobre la yglesia e hermjta de señor San Marcos, questá en el exido desta villa con çiertos árvoles e azeytunos.

[37] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fols. 54-57v. Cuentas de 1685-1687.

[38] A.H.P.Cc. Protocolos de Tomé García Cabezalbo. Caja 3.807. Año 1582.

[39] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fols. 2v-7v.

[40] A.D.C.-Cc. S.Mt. Libro nº 81: Libro de la hermita y confradía del Espíritu Santo y sus hordenanças. Fol. 12.

[41] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.141. Años 1617-1618. El 19 de julio de 1618, se obligó a pagar a Félix Cotrina once ducados por un jumento negro.

[42] A.H.P.Cc. Protocolos de Cristóbal de Cabrera. Caja 4.417. Testamentos. Otorgado cerrado el 2 de septiembre y abierto dos días después.

[43] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fols. 42v-48. Cuentas de 1693-1697.

[44] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Maderuelo. Caja 3.999. Año 1597. Fols. 14 y v.

[45] A.D.Sta.Mª. Libro nº 81. op. cit. fol. 28. Cuentas del mayordomo Diego Nevado.

Los asientos son los siguientes: 7.840 maravedís en tejas; 1.020, en cañas; 340, en guitas; 272, en latas para la casa del ermitaño; 204, en cal; 1.700 del porte de cincuenta cargas de tejas desde la fábrica a la ermita; 472, del acarreo del agua para las obras; 2.142, al maestro albañil, y 1.482 al peón, por diez días y medio de trabajo. Además empleó 738 maravedís para los cabríos y 136, en clavos, para ambas ermitas.

[46] A.H.P.Cc. Protocolos de Gabriel Antonio Briceño de Muesas y Anaya. Caja 3.601. El 13 de junio de 1707, Diego Criado Ojalvo, curador de los hijos de su hermano Agustín Peña Criado y María Ojalvo, vendió por 881 reales a la cofradía un huerto en las Tenerías lindando con el de doña Leonor de Córdova Carvajal, la Madre del Río y la vereda que de las Tenerías se dirigía a la Fuente de Curtidores.

[47] A.H.P.Cc. Protocolos de Alejo Michel. Caja 4.056. El 2 de julio de 1603, el mayordomo Juan Jiménez de Aguilar dio poder a Francisco de Molina para obtener bulas papales de indulgencias para los hermanos y las personas que visitasen la ermita confesados y colmulgados, desde el sábado a vísperas a todo el Domingo de Lázaro, desde el sábado las vísperas al Domingo de Ramos, desde el Jueves Santo a completas al Viernes Santo, y otro jubileo para las fiestas de San Marcos y San Juan Evangelista.

[48] A.D.Sta.Mª. Libro nº 81. Op. Cit.

[49] A.M.Cc. Clero. Caja 17/13. 1600-1699. Expte. 19.

[50] A.D.Sta.Mª. Libro nº 81. Op. Cit.

[51] A.M.Cc. Libro de Actas. 1706-1709. Fols 163 y v.

[52] CARO BAROJA, Julio: Ritos y mitos equívocos. Ediciones Istmos. Madrid, 1974. El capítulo III está dedicado al toro de San Marcos.

[53] A.M.Cc. Libro de Actas. 1747-1750.

[54] A.M.Cc. Clero. Caja 18/88. 1701-1798. Expte. 52.

[55] Novísima Recopilación de las leyes de España mandadas formar por el Señor Don Carlos IV. Tomo III, libros VI y VII. Facsímil del B.O.E. En orden del Consejo del 24 de Septiembre de 1757 se mandó por punto general que no se permitan vítores, toros, novillos ni otro festejo o demostración pública a nombre de escuela o nación por las calles, ni a personas particulares, ni a Santo Tomás, San Luis Gonzaga, ni con pretexto de devoción ni otro alguno; ciñéndose a los cultos de devoción en la iglesia, y diversión dentro de las puertas de los conventos y colegios; entendiéndose esta providencia también con las Universidades.

[56] A.M.Cc. Libro de Actas. 1767-1770.

[57] A.H.P.Cc. Clero. Caja 11.

[58] A.H.P.Cc. Protocolos de Lorenzo Mendoza. Caja 3.178. Año 1855. Fols 200-206v.

[59] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Sin catalogar. Diversas cartas del párroco don José Roldán a don José Fogués, gobernador del obispado.

[60] A.M.Cc. Libro de Actas.1901.

[61] A.M.Cc. Propios. Año 1901/ 2. Espediente instruido para averiguar si los terrenos cercados en la huerta de San Marcos son valdíos de la ciudad.

[62] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Sin catalogar.

[63] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Sin catalogar.

Nov 042024
 

Luís Miguel Monteiro Martins

Resumen de la comunicación

Esta presentación, si bien no se focaliza directamente en Extremadura, sí se centra, no obstante, en un territorio adyacente: el Alentejo y, en concreto, la ciudad de Elvas. Partiremos de la denuncia presentada por el gobernador de Badajoz a las autoridades portuguesas de esta ciudad sobre una conspiración carlista en ella. Los protagonistas de esta conspiración eran españoles que viajaban entre el territorio de Extremadura y Elvas, dotando a la frontera de una cierta continuidad y unidad territorial; en la Raya transitaran los agentes que defendieron y propagaron las distintas ideas sobre agitación y conflicto que circularon en España durante la breve primera experiencia republicana del país.

A partir del caso concreto del que partimos, pretendemos demonstrar que Portugal no fue ajeno a la agitación y turbulencias que se vivían al otro lado de la frontera durante la Primera Republica española. En Portugal también repercutieron las ideas por las que entonces se luchaba en España, y algunas de sus fuerzas encontraron refugio y sustento en territorio portugués.

Lo expuesto es el resultado del análisis de las comunicaciones cruzadas en su momento entre el Ministerio del Reino, otras oficinas ministeriales y autoridades administrativas locales, en particular, las de los distritos del Alentejo. Además de esta fuente, también utilizaremos la información proporcionada por un agente infiltrado por el presidente del Consejo en un grupo agitador de la política portuguesa de ese momento, lo que refleja la influencia y la connivencia con agentes de la realidad política española.

Luís Martins

Estudiante de doctorado integrado en el Instituto de Historia Contemporánea (IHC) con proyecto financiado por la Fundación para la Ciencia y la Tecnología (2023.01159.BD)

 

Introducción

Considerando la temática de estos coloquios y el hecho que este año están dedicados a Extremadura durante la I República en el 150 aniversario (1874-2024), creemos que nuestra participación está plenamente justificada. Si es verdad que nuestro estudio y la región sobre la cual nuestra ponencia incide de forma más directa no es extremeña, ni siquiera española, también es nuestra convicción que el enfoque que aportamos puede ser innovador y proporcionar una perspectiva diferente a la exploración del tema en cuestión.

En efecto, nos parece interesante conocer la mirada de las autoridades del otro lado de la frontera, en el Alentejo, sobre los movimientos que se produjeron en Extremadura durante la I República española, a partir de sus comunicaciones y posicionamientos.

Esta exposición se inscribe en un proyecto de doctorado, que estoy desarrollando como doctorando integrado en el Instituto de Historia Contemporánea (IHC) y financiado por la por la Fundación para la Ciencia y la Tecnología (2023.01159.BD) en el que buscamos explorar los efectos en Portugal de los movimientos, agitación y turbulencia que estaban ocurriendo en España durante el Sexenio Democrático, tratando de entender sus consecuencias e impacto en el territorio portugués, o quienes fueron sus agentes aquí – en resumen, como circularon y repercutieron en Portugal, las ideas o perspectivas en conflicto en España.

En el estado actual de la investigación, los movimientos que nos parecen ter tenido más impacto o ser percibidos como una amenaza mayor tienen que ver con los afines al carlismo, y la presencia o acción de estas guerrillas en las regiones fronterizas con Portugal, así como su complicidad o connivencia con las fuerzas legitimistas portuguesas. Sin embargo, también encontramos evidencias de como la convulsión republicana en España llevó a Portugal muchos agentes que difundían esa idea y, en particular, el federalismo, que se materializó, en 1873, en la rebelión cantonal, que trajo muchos españoles a las tierras portuguesas, especialmente, tras su derrota.

En términos geográficos, se puede adelantar que los puntos que hemos identificado como clave en el “contagio” apenas mencionado son la frontera norte de Portugal, entre Alto Minho o Trás-os-Montes y la Galicia y Castilla y León; la región de Beira (esencialmente, los distritos de Guarda y Castelo Branco); y la región de la raya entre la Extremadura y el Alentejo.

Una vez que estos coloquios se centran en Extremadura, y, concretamente, en la I República en esta comunidad autónoma, la presentación que proponemos está, naturalmente, delimitada en su marco geográfico y temporal. Sin embargo, considerando el nombre de estos coloquios y la línea temática de lo de este año, hay que detallar el ámbito geográfico y cronológico de nuestra ponencia, señalando que encontramos reflejos de la conturbada realidad política española vivenciada durante todo el período del Sexenio Democrático (y, naturalmente, también durante la I República), a lo largo de toda la raya extremeña, pero, concluimos que esta fue más intensa en la región del Alentejo, concretamente, en la ciudad de Elvas. De hecho, esta “plaza”, fue identificada como el centro de una conspiración entre carlistas y miguelistas mucho tiempo antes de la instauración de la I República en España, en la que estarían, supuestamente, implicados, varios individuos nombrados en diversa correspondencia entre las autoridades administrativas[1]. Así, pues, se vigilaban varios residentes o visitantes de la ciudad, entre los cuales, muchos españoles de Extremadura, lo que, en nuestra opinión, demuestra el impacto de los sucesos y conflictos políticos que tenían lugar, en el territorio alentejano fronterizo.

Debemos hacer una salvedad en cuanto a la limitación temporal de lo trabajo que aquí presentamos, fruto de las fuentes que pudimos consultar hasta ahora. La pesquisa que realizamos no muestra registros de movimientos del tipo que estudiamos, en la región en cuestión, durante el segundo año de la I República española (sobre lo que pasan 150 años, lo que sirve de mote a estos coloquios en 2024). No dudamos de que existieran, entre otras cosas, porque constan en otras latitudes, pero no encontramos evidencia de ellos en esta región rayana en este período.

Por último, pero aún sobre la cuestión de las fuentes, recorremos, esencialmente, a las comunicaciones interministeriales y entre las autoridades administrativas de la geografía estudiada, que se encuentran en el fondo relativo al Ministério do Reino, que incluye las comunicaciones enviadas por el Ministerio del Reino a diversas entidades, como los Gobiernos Civiles u otros departamentos ministeriales y también las comunicaciones que recibió, nombradamente, de las autoridades administrativas distritales. Además de este fondo, también encontramos documentación relevante para el tema que nos proponemos estudiar en el archivo de correspondencia de Fontes Pereira de Melo en la colección Reservados de la Biblioteca Nacional de Portugal.

 

La conspiración carlista en Elvas en 1873

Como hemos visto, encontramos la ciudad de Elvas referenciada como epicentro de una conspiración carlista, activamente ayudada en territorio portugués ya desde 1870, y encontramos mención a la misma como punto de paso o circulación de agentes, supuestamente vinculados a los movimientos que agitaban España desde el inicio del periodo conocido como Sexenio Democrático[2].

La importancia de esta ciudad para el tema parece innegable, lo que se puede deber a varios factores que no pretendemos explorar aquí, pero que, eventualmente, tendrán que ver con su posición geográfica de proximidad con España y con sus dinámicas sociales.

Teniendo esto en cuenta, en 1873, tenemos noticias de una nueva conspiración carlista de la que Elvas sería la base, en una alerta del Gobernador de Badajoz, de lo que partiremos para esta exposición[3].

Aunque no este fechada, la podemos situar entre los finales de mayo o principios de junio de 1873 (ya durante la I República española, por consiguiente) pues que originó la comunicación fechada el 02 de junio de 1873 en la que el MR (Ministerio del Reino) la retransmite al Gobierno Civil de Portalegre, advirtiéndole de que en Elvas «se conspira a favor de las facciones miguelista y carlista»[4]. En esta comunicación, en la cual se reproduce la alerta del Gobernador de Badajoz, se señalan los principales agentes de la dicha conspiración: Rotenfoi, indicado como un oficial carabinero, que había sido expulsado de ese cuerpo por haber disparado sobre uno de sus jefes y que había integrado el bando carlista dirigido por “Ciscano de Extremadura”; Christobal Vaquero, indicado como agente de negocios en Badajoz, antiguo sargento de caballería, con más o menos 40 años, de quien se adelantan sus señales físicos (moreno, barba cerrada, alto y delgado), dándole como morando en una barbería llamada “del español” en la Rua do Padrão; el hijo del General Sabariegos[5], que tan pronto está en Elvas, como en Lisboa u Oporto; y D. Francisco Fernandez Marqueta[6], cuyo nombre verdadero sería Conde de la Torre del Fresno[7], y que espera ser el Comandante General de Extremadura para cuyo papel confía obtener el apoyo de Sabariegos. En esta citada comunicación al Gobierno Civil de Portalegre se pide que todos estos individuos sean presentados al Gobierno Civil de Lisboa, así como los españoles emigrados que vivan en lo distrito.

En vista de esta organización, sabemos por una carta del Gobierno Civil de Portalegre al MR, fechada del 10 de junio de 1873, que estos individuos habían sido citados el día 06 para presentarse en el Gobierno Civil de Lisboa. En consecuencia, el Conde de la Torre del Fresno (D. Francisco Fernández Marqueta) y Hermenegildo Casado (nombre del individuo que había sido identificado como hijo de Sabariegos) salieron de Elvas para la capital, lo que fue presenciado, tanto por el Administrador del Consejo de Elvas como por el jefe de la comisaría de la estación de ferrocarril, siendo estas autoridades también testigos del embarque de Ramon Carrilho en dirección a España.

En la misma nota, con relación a Christobal Vaquero, se dice no ser conocido en Elvas ningún español con el nombre de «Cristovam Vaqueiro», en particular, en la barbería “del español», donde fue encontrado el citado Ramon Carrilho. En cuanto a Rotenfoi, se nos dice, basándose en declaraciones de Hermenegildo Casado, que este salió de Elvas para Monforte para comprar lanas y que será citado para presentarse al Gobierno Civil, en Lisboa, tan pronto como regrese. La misma comunicación nos presenta a un nuevo personaje, D. Manuel Domingos García, un español al que el día 09 se citó para se presentar en el Gobierno Civil de Lisboa porque, ante el Administrador del Consejo de Elvas, se declaró emigrante carlista, diciendo que había formado parte de una guerrilla dirigida por Chiba, dispersa en la provincia de Ciudad Rodrigo.

En consecuencia de estos movimientos, en comunicación de lo MR al Gobierno Civil de Portalegre, fechada de 14 de junio de 1873, se informa de la presentación del Conde de la Torre del Fresno al Gobierno Civil de Lisboa, que acusa recibo de la misma, y le comunica que el conde se aloja en el número 24 de la Rua Nova da Princesa[8], refiriendo también Christobal Vaquero, opinando que era poco probable que no se presentase al Gobierno Civil de Lisboa, ya que iba acompañado de un guardia, adelantando que Hermenegildo Casado todavía no se había presentado a esa autoridad.

El documento utiliza una terminología que consideramos reveladora de la actitud de las autoridades portuguesas frente a la realidad española de la época, concretamente en lo que se refiere a los fines de la vigilancia, recomendando que se la siga ejerciendo «sobre los súbditos españoles emigrantes políticos o sospechosos», no les permitiendo residir «en las poblaciones de la raya», reforzando la orden de internamiento según las «reglas generales», para «evitar conflictos desagradables (…) con el gobierno del reino vecino»[9], dando un ejemplo de lo que no se debe hacer – permitir que los individuos mencionados en esta carta vuelvan a España, contrariamente a lo que ya pasara con el nombrado Ramón Carrilho, pues la intención de estes sujetos es volver a Portugal, para seguir «conspirando contra el orden de las cosas en el país vecino»[10].

En la misma fecha, el MR remitió una comunicación al MAE (Ministerio de los Asuntos Exteriores), dándole a conocer que el Gobierno Civil de Portalegre había ordenado la presentación del Conde de la Torre del Fresno y de Hermenegildo Casado al Gobierno Civil de Lisboa, informando que el primero de estos individuos se presentó allí (confirmando lo que hemos visto anteriormente) con el fin de seguir las mencionadas «reglas generales» – salir de Portugal para la isla de Madeira o un país extranjero distinto de España o Francia – y que el segundo, habiendo engañado a las autoridades, no se había presentado, por lo que se ordenó una vez más su detención y envío a Lisboa, esta vez acompañado de un guardia[11] En esta misma carta, encontramos otra manifestación de lo que mencionamos anteriormente como la actitud de las autoridades portuguesas sobre el asunto en cuestión, ya que el MR presenta las acciones referidas como una forma de demostrar al representante español en la corte «que el gobierno emplea siempre los más activos esfuerzos para impedir que, en las fronteras de Portugal, tengan lugar conspiraciones contra el orden de las cosas (…) en España»[12].

Sin embargo, a pesar de la actitud aparentemente cumplidora del Conde de la Torre del Fresno, es importante destacar lo que se afirma en una comunicación dirigida por el MR al MAE, el 18 de junio de 1873, en la que nos enteramos de que el Conde se queja de los procedimientos de las autoridades, considerando injusta la orden de abandonar el reino, solicitando que sea revocada, porque no había cometido ningún delito que la justificase, ni era sospechoso, y porque el consulado español le había, incluso, otorgado una tarjeta de registro, permitiéndole residir en Portugal. A la vista de estas alegaciones, se pidieron instrucciones al MAE sobre cómo proceder con este español, pues «parece que no debería habérsele expedido dicho documento si se le consideraba conspirador o sospechoso»[13].

Las preocupaciones por la vigilancia eficaz de la raya, la buena vecindad con España y la prevención de posibles “contagios”, ya estaban también presentes en una circular de 11 de junio de 1873, enviada a los Gobiernos Civiles de Portalegre, Castelo Branco, Guarda y Bragança, transmitiendo un llamamiento más de una autoridad extremeña – en esta ocasión, del Gobernador de la Provincia de Cáceres – para impedir la «protección y auxilio de los pueblos de la raya de Portugal en la formación de partidas carlistas» que se estaban organizando en los límites de las provincias de Cáceres y Salamanca, y que ya contaban con «ciento y tantos hombres al frente de los cuales debe figurar un cura portugués», bajo las instrucciones de un alto oficial residente en Portugal, contando los conspiradores con refuerzos que vendrían de allí[14].

Christobal Vaquero, que fue nombrado recientemente, en la citada carta del 14 de junio de 1873 al Gobierno Civil de Portalegre, vuelve a ser objeto de comunicación entre autoridades administrativas, esta vez en una carta del MR al MAE, en 23 de junio, en la que se le identifica como «uno de los súbditos españoles residentes en la ciudad de Elvas que, por sospecha de conspirar a favor de los carlistas, fue recomendado para vigilancia policial». Habiéndose presentado en el Gobierno Civil de Lisboa, como se le había ordenado, para ir a Madeira o a otro país que no fuera España o Francia, impugnó la decisión, alegando que no reunía los requisitos para ser considerado emigrante político, por lo que el MR pidió al MAE aclaraciones al respecto, para que se tomara una decisión sobre su destino[15].

A todos estos individuos mencionados e identificados como figuras relacionadas con la conspiración carlista que se gestaba en Elvas, hay que añadir el nombre del «súbdito español, Domingos da Cruz, emigrante carlista», que el Gobierno Civil de Portalegre ordenó se presentara en Lisboa, también en esta época, pero cuyo nombre no hemos encontrado referenciado en ninguna otra comunicación[16].

Sin embargo, antes de las presencias conspiratorias carlistas en Elvas, señaladas por el Gobernador de Badajoz, encontramos en febrero, en una carta del MR al MAE, la mención de la presencia en Portugal de dos individuos que allí serán nombrados: Christobal Vaquero y Hermenegildo Casado. De hecho, en una carta fechada el 04 de febrero de 1873 (por lo tanto, antes que se instaurara la República en España), se da la orden para que algunos emigrantes carlistas españoles sean intimados a abandonar Portugal, entre ellos estos dos, y se nos da información sobre los personajes: el primero, es natural de Valencia, residente en Badajoz y secretario de la Junta Carlista; el segundo, es natural de Villanueva de la Serena, en la provincia de Badajoz. En esa fecha, ambos aparecen viviendo, junto con otros dos españoles citados, en un hotel, en el número 24 de la Rua dos Fanqueiros, en Lisboa[17].

Tras las referencias a Christobal Vaquero y Hermenegildo Casado, que acabamos de mencionar, debemos destacar el contenido de una circular del MR a todos los gobiernos civiles del país, fechada el 25 de abril de 1873, notable por el modo en que se formulan explícitamente determinados razonamientos o conclusiones, dejando ver el temor al posible “contagio” de la agitación del otro lado de la frontera o a que la situación de conflicto y agitación revolucionaria en España se extendiera a Portugal, afectando a las instituciones del país y a la estabilidad nacional, por lo que «es deber del gobierno y de todos sus agentes preservar al pueblo de cualquier contagio anárquico», pues que «las ideas e intereses que luchan en España pueden querer crear en Portugal elementos que les favorezcan», haciendo «propaganda de doctrinas contrarias a las instituciones y a la dinastía constitucional». Por ello, era deber de las autoridades portuguesas impedir que «cualquier extranjero conspire contra el orden de cosas establecido en el reino vecino», no permitiendo que elementos de las facciones beligerantes en España «se refugien en nuestro territorio para conspirar»[18].

Mientras tanto, también en abril, encontramos la primera referencia a la presencia en Elvas del que sería identificado en junio como uno de los principales agentes de la conspiración carlista en la ciudad: el Conde de la Torre del Fresno. En efecto, en carta fechada el 30 de abril de 1873, el Gobierno Civil de Portalegre informaba al MR de su presencia, advirtiendo que, incluso, había «promovido algunas reuniones»[19] de sus correligionarios, según información del Administrador de aquel municipio, quien opinaba que su estancia en la ciudad «no parecía muy conveniente»[20], aprobándose, al grado ministerial, instrucciones para actuar contra él «siguiendo las órdenes generales (…) en relación con los emigrados carlistas, cualquiera que sea su rango y posición»[21].

Ya sin relación con los individuos nombrados en la comunicación del Gobernador de Badajoz de la que partimos, pero, aún, con la presencia carlista en la ciudad de Elvas, cabe destacar la alerta recibida, por el propio Andrade Corvo[22], del ministro español en la Corte portuguesa, advirtiéndole de la presencia del General Sabariegos en aquella ciudad, lo que motivó la carta de 14 de julio de 1873 al Gobierno Civil de Portalegre. Sin embargo, pocos días después, la autoridad administrativa del distrito, según información del Administrador del Consejo de Elvas, comunica que Sabariegos no se encontraba en la ciudad y que tal vez hubiese sido confundido con D. Antonio Caballero de Rodas[23], que fue a vivir en Portugal, «por temor a ser molestado a consecuencia de los acontecimientos políticos en España»[24].

Pocos días después, interrumpiendo la sucesión de alertas relacionadas específicamente con Elvas, se envió de nuevo una alerta al Gobierno Civil de Portalegre, en carta fechada el 30 de julio de 1873, en la que se llamaba la atención del magistrado sobre el hecho de que el ministro español en Portugal había alertado que, a través de la frontera de Badajoz, se estaba introduciendo material bélico en aquella república «en grandes cargamentos de no menos de 100 armas cada uno», requiriendo el MR una acción activa y cuidadosa por parte de las autoridades locales para que tales actos de contrabando no se repitan, ya que es (…) necesario mantener las mejores relaciones con el gobierno del país vecino»[25].

Alrededor de una semana después, fue el Gobierno Civil de Portalegre el que envió al MR muestras de preocupación por acontecimientos que podían afectar al distrito a su cargo, con origen «a 12 kilómetros de la frontera», en Extremadura. De hecho, el 07 de agosto de 1873, el magistrado informó que el Administrador del Consejo de Elvas había recibido noticias de un español que había estado en Valencia de Alcántara y le dije que «se está organizando allí un alzamiento carlista», esperando la llegada de «una fuerza del mismo partido que cree ser constituida por 300 hombres». Informa también que el principal agente era Fernando Romero, posadero, que «tiene ahora mucho dinero», después de haber vivido anteriormente en extrema pobreza, lo que es de dominio público, y se sospecha haber mandado «confeccionar uniformes en una de las parroquias próximas a la frontera»[26].

Las advertencias sobre movimientos carlistas continuaron ese mes de agosto, no sólo en Elvas, sino en otras zonas próximas a la frontera entre el Alentejo y la Extremadura, en el distrito de Portalegre, como lo demuestra una carta de 21 de agosto de 1873 del MR al Gobierno Civil de este, relativa a una comunicación de 14 de agosto de 1873 del ministro de España en Portugal al gobierno portugués sobre los «trabajos de la facción carlista emprendidos de acuerdo con algunos súbditos portugueses»[27]. En ese informe, se alega que un tal Menezes, de Vila Viçosa, y Calça e Pina, de Sousel, «protegen, ayudan y ocultan al cabecilla Sabariegos, principal agitador carlista, en sus maniobras entre Elvas y Campo Maior y en sus continuas entradas y salidas por la frontera»[28], instando al magistrado al que va dirigido, a que certifique la veracidad de la noticia, que «no parece carecer de fundamento porque (…) un español detenido en Beja declaró (…) que esperaba instrucciones del citado cabecilla que se encontraba en la ciudad de Elvas», donde, como hemos visto, se había señalado su presencia el mes anterior, aunque no se la había confirmado oficialmente.

Tras estas investigaciones, el Gobierno Civil de Portalegre, en carta de 09 de septiembre de 1873, recibió información sobre el asunto del Administrador del Consejo de Sousel, quien señaló que, aunque António de Calça e Pina sea «amigo de (…) Sabariegos», no creía que hubiera «ayudado a sus planes revolucionarios», y que hacía mucho tiempo que no recibía noticias suyas, añadiendo que la prensa había recientemente informado de que Sabariegos había entrado en España por Melgaço[29].

Mientras tanto, a principios de septiembre de 1873, nótese el contenido de la carta fechada el 03 de septiembre de 1873, enviada por el MR a los Gobiernos Civiles limítrofes con Extremadura (Portalegre, Évora, Beja y Castelo Branco), transmitiendo la información que el Gobierno de Badajoz había dado al ministro español en Portugal, según la cual, «en la frontera portuguesa de aquella provincia y de Cáceres se trabaja activamente en el levantamiento de guerrillas carlistas con ayuda de la facción miguelista»[30], instando a que las autoridades administrativas locales, hagan todo lo que sea posible para impedir «en la frontera portuguesa que personas conspiren contra el orden público del país vecino o presten ayuda (…) a la formación de guerrillas»[31]. Teniendo en cuenta el contenido de esta comunicación, creemos conveniente destacar la justificación dada por el MR a dicho llamamiento: «no dar al gobierno del reino vecino el menor pretexto para quejas o recriminaciones basadas en la falta de celo y actividad de las autoridades fronterizas para anular los esfuerzos de los agentes carlistas y miguelistas, que (…) se albergan en territorio portugués para (…) conspirar»[32], traspareciendo también este razonamiento en la carta enviada al MAE el día 05 del mismo mes, en la que se señala la advertencia hecha a los Gobiernos Civiles de los distritos limítrofes con Extremadura, responsabilizándoles de una posible «falta de celo (…) en el desempeño de tan importante servicio, ya que su negligencia y dejadez podrían servir de motivo a quejas y recriminaciones del Gobierno español, que conviene evitar»[33]. A la vista de estas consideraciones y de su formulación, no podemos dejar de encontrar una cierta continuidad con las justificaciones para la vigilancia diligente de la frontera con España y el control de la posible connivencia entre los miguelistas y los carlistas que vimos en las citadas cartas de 14 y 18 de junio del mismo año.

Finalizando la secuencia de comunicaciones sobre la necesidad de vigilar y fortificar la frontera entre el Alentejo y Extremadura, cabe destacar el contenido de una comunicación del Gobierno Civil de Évora al MR, del 06 de septiembre de 1873, sobre la presencia militar en Vila Viçosa (localidad ya mencionada, en relación con la protección supuestamente prestada por uno de sus vecinos a un general carlista), que nos parece reveladora de la posible connivencia miguelista-carlista en la misma población. A propósito del movimiento de fuerzas militares preventivas entre Elvas y Vila Viçosa, la autoridad administrativa del distrito subraya la importancia de que esta última no quede desprotegida, pues «si hay alguna tierra en este distrito donde se pueda temer cualquier intento miguelista en favor de los carlistas, es ciertamente Vila Viçosa»[34].

Aun en ese mismo mes, Elvas vuelve a ser mencionada varias veces en comunicaciones del tipo de las que venimos examinando, lo que pone de relieve la importancia de la ciudad como espejo en Portugal de los disturbios que se vivían al otro lado de la frontera en 1873, en particular en relación con la campaña de la guerra carlista en Extremadura, sirviendo de lugar de residencia o base a diversos agentes de esa facción.

La ciudad fue mencionada de nuevo en una carta del MR al Gobierno Civil de Guarda, el 12 de septiembre de 1873, según la cual un líder carlista (llamado João Rodrigues) se encontraba en casa de un cura en el municipio de Sabugal, reclutando gente para la guerrilla de esa facción, «con otros individuos de Elvas»[35]. Posteriormente, en el 16 del mismo mes, en carta dirigida al Gobierno Civil de Lisboa, se solicitaba a este magistrado información sobre las «costumbres y relaciones» de un cierto João Mestre Rodrigues, que sospechamos ser el mismo João Rodrigues que acabamos de ver referenciado en Sabugal, en primer lugar, porque se decía que João Mestre Rodrigues vivía en Elvas (hasta agosto, cuando se trasladó a Belém), y porque el MR «suponía que él era un agente de los carlistas, encargado de reclutar gente para las guerrillas»[36]. Como ya sabemos, esto era precisamente lo que João Rodrigues estaba haciendo en Sabugal…

El mismo individuo fue también objeto de una comunicación del MR al Ministerio de Hacienda en la misma fecha, en la que se revelaba que el Gobierno Civil de Évora había informado al MR de que «se estaban realizando allí algunos intentos a favor de la causa carlista», nombrando al antiguo residente de Elvas, João Mestre Rodrigues, como uno de sus agentes y se sospechaba que era el autor de telegramas enviados «desde Évora a Lisboa en junio de 1872, concebidos en términos muy sospechosos», bajo el nombre de João. Por esta razón, y dado que él trabajaba como Guardia de Aduanas, se alertó al Ministerio de Hacienda de que este individuo estaba siendo investigado[37].

Al finalizar el primer año del primer experimento republicano español, volvemos a tener noticias de algunos de los personajes mencionados en la nota del Gobernador de Badajoz, con la que iniciamos este breve ensayo. Una comunicación del MR al MAE, fechada del 18 de diciembre de 1873, denuncia la presencia en Lisboa de varios individuos de la Junta Carlista de Extremadura, entre ellos, precisamente, el Conde de la Torre del Fresno y Christobal Vaquero (aquí referido como «un tal Baquero»), contra los cuales el gobierno desea tomar medidas para impedir «conspiraciones en este reino contra el orden de cosas establecido en España»[38]. En esta carta, el MR pedía al ministro español en la Corte un juicio sobre la permanencia o no en Portugal de los individuos allí nombrados, añadiendo que el ministro español anterior al entonces en funciones se había pronunciado favorablemente sobre la autorización de residencia en Portugal del Conde de la Torre del Fresno.

En un otro plan, y utilizando un tipo de fuente radicalmente diferente, seguimos reconociendo a Elvas como un punto clave en las dinámicas relacionadas con la política española durante el periodo en cuestión, siendo muy evidente la importancia de la ciudad portuguesa en las intrigas relacionadas con ella.

Como podemos deducir de la lectura de los manuscritos reservados integrantes de la correspondencia de Fontes Pereira de Melo, el gobierno portugués tenía a su servicio un agente encubierto, llamado F. Manuel Rebello, en el grupo que giraba en torno al Conde de Peniche[39], cuyas comunicaciones o informes nos permiten percibir algunos de los contactos o influencias que estos tenían en relación con las diversas fuerzas que agitaban España. En efecto, según estas comunicaciones, los Penicheiros, que en Portugal contaban con un fuerte apoyo de las fuerzas legitimistas, estaban en activa comunicación y enlace con los carlistas españoles[40], pero también con las fuerzas republicanas activas en ambos lados de la frontera luso-española [41].

Así, en lo que se refiere a los vínculos entre agitadores de la escena política portuguesa – como los Penicheiros – y agentes políticos españoles, muy presentes en la frontera entre Elvas y la Extremadura, encontramos frecuentes alusiones a esta región rayana en las notas del informante que hemos mencionado. De hecho, incluso antes de la instauración de la república en España (pero ya en 1873), nos enteramos de que uno de los agitadores portugueses integrante del grupo mencionado – el Vizconde de Ouguela[42] – posee una finca en Campo Maior, que puso «a disposición de los carlistas, donde estos celebran sus reuniones, porque está en la frontera con España»[43]. Esta frontera vuelve a ser mencionada en las cartas del citado informante a Fontes Pereira de Melo, ya que el Conde de Peniche había enviado un emisario a España para «hacer más seguras algunas armas que estaban en nuestra frontera y traer otras que allí habían llegado recientemente»[44].

Ya instaurada la República en España, el 16 de marzo de 1873, el informante al que seguimos escribía desde Elvas, donde se hospedaba en el hotel donde se había alojado Zorrilla[45], al inicio de su estancia en Elvas, donde estaba, y donde «todavía se encontraban algunos españoles»[46], informando que, en aquella ciudad, Zorrilla «no había sido saludado por ninguna persona decente, a excepción del Gobernador Militar y de Vasconcelos, de quien era huésped» y «por muchos españoles distinguidos»[47]. Pero, tres días después, según relata en carta fechada el 20 de marzo de 1873, fue el propio F. Manuel Rebello quien fue a visitar a Zorrilla, «para ver si averiguaba algo», pues quería informarse sobre su presencia y actividades, presentándosele como «amigo y correligionario político del Marqués de Angeja y del Vizconde de Ouguela»[48].

La última carta de que disponemos, de las escritas en Elvas, está fechada del 22 de marzo de 1873 y nos parece relevante, en primer lugar, porque revela un esfuerzo más de F. Manuel Rebello por descubrir posibles maquinaciones entre ciertos agentes políticos españoles (en este caso, Zorrilla) que estaban en contacto con personajes portugueses. Además, el relato contenido en esta demuestra la estrecha proximidad entre personajes como el citado Zorrilla y figuras como el Vizconde de Ouguela – de hecho, la información procede de un encuentro casual entre el informador y el hijastro de este último, que menciona que iba a Lisboa y «antes de partir pensaba averiguar si Zorrilla quería algo para su padrastro», que se encontraba en prisión en ese momento. En vista de ello, F. Manuel Rebello aprovechó para acompañarle y visitar de nuevo al político español, aguardando después que el hijastro de Ouguela regresara para «enterarse de lo que tiene que decirle a Zorrilla»[49].

 

Conclusión

Las comunicaciones epistolares que aquí hemos mostrado – tanto las de carácter oficial, entre órganos gubernamentales y administrativos, como las de carácter confidencial y “de denuncia», procedentes de un agente encubierto y dirigidas al presidente del Consejo de Ministros – nos permiten concluir que los movimientos que se estaban produciendo en Extremadura durante la Primera República Española no eran, en absoluto, indiferentes a las autoridades portuguesas.

Sin embargo, con base en la documentación consultada, concluimos que la principal preocupación de las autoridades portuguesas, en lo que se refiere al control de las fronteras, era la amenaza carlista.

Esta se manifestaba, en primer lugar, en la mera proximidad a la frontera, con la posibilidad de que el orden público se viera alterado por la entrada de partidas carlistas en Portugal, como vemos en la ya citada carta de 07 de agosto de 1873 del Gobierno Civil de Portalegre al MR; pero, sobre todo, en el temor de que la presencia carlista en el país y la propagación de sus ideas y principios fortalecieran a las fuerzas legitimistas portuguesas y el sentimiento miguelista aún presente en sectores de la sociedad portuguesa, que, además, les proporcionaba apoyo logístico y material.

Creemos que sólo el citado temor puede explicar la atención que las autoridades dedicaron a esta amenaza, en la que se centró la inmensa mayoría de las comunicaciones que consultamos para nuestro trabajo. Naturalmente, encontramos algunas notas sobre la amenaza o el posible «contagio» de otras agitaciones que se estaban produciendo en territorio español al mismo tiempo que la III Guerra Carlista (piénsese en los diferentes movimientos republicanos o cantonales) pero, de hecho, la insumisión en nombre de D. Carlos parecía ser vista por las autoridades portuguesas como la mayor amenaza, centralizando su atención y cautela.

En esta línea, la otra fuente que hemos traído a colación en este breve ensayo, aunque no traduce la voz oficial o «de la autoridad» que utilizamos al consultar las comunicaciones interministeriales y administrativas, confirma lo que venimos diciendo sobre la presencia de la facción carlista dentro de las fronteras portuguesas, en este caso en la raya del Alentejo. Basta recordar lo que le dice el informante que trabaja para el presidente del Consejo sobre el hecho de que el Vizconde de Ouguela ha puesto a disposición de los carlistas españoles su finca en Campo Maior para que allí puedan celebrar sus reuniones.

Nos parece posible concluir que las autoridades veían la presencia carlista y su connivencia con los miguelistas portugueses no sólo como una amenaza para la dinastía reinante en aquel momento, sino también para los principios constitucionales y el propio sistema liberal vigente en el país, lo que años antes había derrotado el miguelismo por la fuerza de las armas. Y si bien es cierto que las autoridades temían la alteración de la tranquilidad y del orden públicos, así como la amenaza a los principios liberales y constitucionales vigentes durante el reinado de D. Luís, tampoco nos parece irrazonable juzgar la lucha contra la «amenaza carlista» como una forma de engrandecimiento de la autoridad que la emprendía, salvando la patria y los valores que acabamos de mencionar. De hecho, este pensamiento queda bien reflejado en las palabras del informante que mencionamos, quien, ante las amenazas que se cernían sobre el país, dijo a Fontes Pereira de Melo: «Cuento con usted, una vez más, para poder salvar a la patria y al Rey»[50].

A esto hay que añadir lo que hemos visto como otra motivación para el control y vigilancia de la frontera, impidiendo la entrada y actuación en Portugal de agentes carlistas españoles, así como el posible apoyo a los mismos o la cooperación con ellos por parte de ciudadanos portugueses – se deseaba evitar recriminaciones o críticas por parte del gobierno español, lo que queda bien reflejado en las formulaciones, por ejemplo, en las ya citadas cartas del MR al Gobierno Civil de Portalegre, de 14 de agosto de 1873, o la enviada por ese Ministerio al de los Asuntos Exteriores el 05 de septiembre del 1873, según las cuales se trataba de «prevenir conflictos con el reino vecino» o «mostrar trabajo» al ministro español en la Corte, no dando a la república española «motivos de queja».

Lo que aquí escribimos pretende documentar el modo en que, no en Extremadura, sino «al otro lado de la frontera extremeña», en el Alentejo, se dejaba sentir la turbulenta dinámica política que configuró el primer experimento republicano español, a partir de un aviso del Gobernador de Badajoz sobre una «conspiración carlista» que se tramaba en la ciudad de Elvas. Esto demuestra plenamente cómo la realidad política de la época daba a la región rayana la naturaleza de una unidad territorial, en cierto modo, continua, que servía de escenario a un constante intercambio de ideas y maquinaciones que los individuos que lo recorrían hacían circular, siempre vigilados por las autoridades de cada lado de la frontera, que estaban unidas en un esfuerzo común.

Por último, también es nuestra intención recuperar la memoria de agentes de estas microhistorias, muchos de ellos olvidados, pero que, con sus acciones, jugaron un papel fundamental en la preparación de actos o en la difusión de ideas que repercutieron en la historia «general» y en lo que quedó registrado como «la Historia de la Primera República en Extremadura». Fueron personas como Hermenegildo Casado, Christobal Vaquero o D. Francisco Fernández Marqueta quienes también la hicieron.

 

Bibliografía y fuentes

Bibliografía:

Doria, L. (2004). Correntes do Radicalismo Oitocentista, O Caso dos Penicheiros (1867-1872). Lisboa: Instituto de Ciências Sociais da Universidade de Lisboa.

Mónica, M. F. (Coord.). (2004). Dicionário Biográfico Parlamentar (1834-1910) (Vol. I e II) Lisboa: Assembleia da República/Instituto de Ciências Sociais da Universidade de Lisboa

 

Fuentes:

PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1

PT/TT/MR/SG-2ªREP-RG/131/25

PT/TT/MR/SG-2ªREP-RG/131/26

PT/TT/MR/SG-2ªREP-RG/131/27

PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/1

PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2

BN/AP/FPM/Cx. 03

[1]Véanse, por ejemplo, las comunicaciones del Ministerio do Reino al Gobierno Civil de Portalegre em 15 de febrero de 1870 o la enviada al Ministerio de los Asuntos Exteriores el 23 de febrero 1870, transmitiendo información sobre la «conspiración que se dice promueven los carlistas y miguelistas, cuyo punto central es la plaza de Elvas». Todo ello, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/1.

[2] Como ejemplo de lo que decimos, véanse referencias en las comunicaciones del Ministerio do Reino al Gobierno Civil de Portalegre o al Ministerio de los Asuntos Exteriores, fechadas, respectivamente, el 20 de agosto de 1869 y el 07 de octubre del 1868, en PT/TT/MR/SG-2ªREP-RG/131/25.

[3] PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1.

[4] Comunicación del Ministerio do Reino al Gobierno Civil de Portalegre, el 02 de junio de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[5] Veterano de las tres guerras carlistas que, en lo que respecta a la nuestra cronología, en el inicio de 1873, era comandante de las operaciones carlistas en la Galicia, y después fue colocado por Carlos VII, à la cabeza de las provincias extremeñas y manchegas, acabando por ser muerto em combate cerca del pueblo de Retamosa, en la provincia de Cáceres. Sobre esta figura, véase https://dbe.rah.es/biografias/5528/vicente-sabariegos-sanchez.

[6] Que, bastante después de este período, fue senador por la provincia de Badajoz, véase https://www.senado.es/web/conocersenado/senadohistoria/senado18341923/senadores/fichasenador/index.html?id1=2919. También debemos consultar https://personajesdebadajoz.blogspot.com/2020/06/francisco-fernandez-marquesta.html. Cabe señalar que encontramos el nombre del Conde de la Torre del Fresno escrito como «Marqueta» o «Marquesta».

[7] Cabe señalar que Francisco Fernández Marqueta no es un nombre falso utilizado por este individuo, como se podría suponer de la lectura de esta carta. Además, de todas las demás comunicaciones consultadas,

en las que él se menciona, se desprende que Francisco Fernández Marqueta es realmente el nombre del Conde de la Torre del Fresno, como se desprende de las otras fuentes consultadas, como las páginas web consultadas, e indicadas adelante, en relación con la nota 49.

[8] Actualmente Rua dos Fanqueiros. Carta del 09 de junio de 1873 del Gobierno Civil de Lisboa al Ministerio del Reino, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1.

[9] Nos llama la atención que varios meses después de la instauración de la República en España, las autoridades portuguesas siguieran refiriéndose a ese país como «el reino vecino»

[10] Todos, de la carta de 14 de junio de 1873 del Ministerio del Reino al Gobierno Civil de Portalegre, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[11] Carta del Ministerio del Reino al Ministerio de Asuntos Exteriores, 14 de junio de 1873, en PT/TT/MR/SG-2ªREP-RG/131/27. La orden de buscar y detener de nuevo a Hermenegildo Casado figura en carta del Ministerio del Reino al Gobierno Civil de Portalegre, de 10 de junio de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[12] Carta del Ministerio del Reino al Ministerio de Asuntos Exteriores, 14 de junio de 1873, en PT/TT/MR/SG-2ªREP-RG/131/27.

[13] Carta del Ministerio del Reino al Ministerio de Asuntos Exteriores, el 18 de junio del 1873, en PT/TT/MR/SG-2ªREP-RG/131/27.

[14] Todo, a partir de la carta del Ministerio del Reino a los Gobiernos Civiles de Bragança, Castelo Branco, Guarda y Portalegre, el 11 de junio de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[15] Carta del Ministerio del Reino al Ministerio de Asuntos Exteriores, 23 de junio de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[16] Carta del Gobierno Civil de Portalegre al Ministerio del Reino, el 19 de junio de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1

[17] Carta del Ministerio del Reino al Ministerio de Asuntos Exteriores, de 04 de febrero de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[18] Todo, cf. la comunicación del Ministerio del Reino a todos los Gobiernos Civiles del continente, el 25 de abril de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[19] Carta del Gobierno Civil de Portalegre al Ministerio del Reino, 30 de abril de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1.

[20] Idem.

[21] Carta del Ministerio del Reino al Gobierno Civil de Portalegre, el 05 de mayo de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[22] En esa época era ministro de Asuntos Exteriores. Véase Mónica, M. F. (Coord.) (2004). Dicionário Biográfico Parlamentar (1834-1910) (Vol. I.) Lisboa; Assembleia da República/Instituto de Ciências Sociais da Universidade de Lisboa, pp. 841-843.

[23] Militar y político español llamado Antonio Caballero Fernández de Rodas, referenciado en https://dbe.rah.es/biografias/26617/antonio-caballero-fernandez-de-rodas.

[24] Carta del Ministerio do Reino al Ministerio de Asuntos Exteriores, el 21 de julio del 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[25] Carta del Ministerio del Reino al Gobierno Civil de Portalegre, de 30 de julio de 1873, en PT/TT/MR/SG-2ªREP-RG/131/27.

[26] Carta del Gobierno Civil de Portalegre al Ministerio del Reino, de 07 de agosto de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1.

[27] Carta del Ministerio del Reino al Gobierno Civil de Portalegre, de 21 de agosto de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[28] Véase copia de la nota de Fernández de Los Ríos al MAE, de 14 de agosto de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1.

[29] Todo, a partir de la carta de la Administración del Consejo de Sousel al Gobierno Civil de Portalegre, de 09 de septiembre de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1

[30] Carta del Ministerio del Reino a los Gobiernos Civiles de Beja, Castelo Branco, Évora y Portalegre, de 03 de septiembre de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[31] Idem.

[32] Idem.

[33] Carta del Ministerio del Reino al Ministerio de Asuntos Exteriores, de 05 septiembre de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[34] Carta del Gobierno Civil de Évora al Ministerio del Reino, de 06 de septiembre de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/1.

[35] Carta del Ministerio del Reino al Gobierno Civil de Guarda, de 12 de septiembre de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[36] Carta del Ministerio del Reino al Gobierno Civil de Lisboa, de 16 de septiembre de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[37] Todo de la carta del Ministerio del Reino al Ministerio de Hacienda, de 16 de septiembre de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[38] Carta del Ministerio del Reino al Ministerio de Asuntos Exteriores, de 18 de diciembre de 1873, en PT/TT/MR/DGAPC-3ªREP1870/3/2.

[39] Figura de la política portuguesa que ocupó diversos cargos públicos (Gobernador Civil, ministro, Par del Reino y diplomático) y fue asumiendo una posición de enérgica oposición al Gobierno, especialmente a partir de 1867. Como destacado líder de la oposición (sobre todo de carácter extraparlamentario), estuvo detrás de la intentona golpista de julio de 1872, que se conoció como «Pavorosa», reuniendo a su alrededor apoyos y figuras vinculadas a los más diversos ámbitos y orientaciones político-ideológicas. Desde 1870, ostentaba también el título de Marqués de Angeja. Véase la entrada que Maria Filomena Mónica le dedica en las páginas 812 a 814 del 3º volumen del Dicionário Biográfico Parlamentar, que ella coordinó, y lo que consta sobre el personaje en Correntes do Radicalismo Oitocentista, O Caso dos Penicheiros (1867-1872), de Luís Doria.

[40] Como ejemplo del entendimiento con esta facción, véase la referencia explícita a las negociaciones con los miguelistas, en la información fechada del 12 de mayo de 1873, BN/AP/FPM/Cx. 03.

[41] Como evidencia de la connivencia entre fuerzas carlistas y republicanas, la mención explícita, en información de F. Manuel Rebello, fechada el 17de febrero de 1873, de «que existían entre republicanos y carlistas, combinaciones para levantar partidos en la frontera», en BN/AP/FPM/Cx. 03.

[42] Terrateniente, filántropo y poseedor de una gran fortuna, habiendo tenido cierto protagonismo en el pensamiento socialista portugués y en el espectro político de las izquierdas de la época. Fue encarcelado por su presunta implicación en el intento de golpe de Estado de julio de 1872, que se conoció como «Pavorosa», cf. Mónica, M. F. (Coord.) (2004). Dicionário Biográfico Parlamentar (1834-1910) (Vol. I.).

Lisboa: Assembleia da República/Instituto de Ciências Sociais da Universidade de Lisboa, pp. 903-904.

[43] Carta de F. Manuel Rebello a Fontes Pereira de Melo, de 10 de enero de 1873, BN/AP/FPM/Cx. 03.

[44] Carta de F. Manuel Rebello a Fontes Pereira de Melo, de 19 de enero de 1873, BN/AP/FPM/Cx. 03. El emisario se llamaría Carlos Soides (aunque no estamos seguros de su apellido) y creemos que la región fronteriza a la que se refiere está en la zona de Elvas, ya que se informa de la huida, en Badajoz, del agente de un policía que le acompañaba.

[45] Una de las principales figuras de la revolución de septiembre de 1868, ocupó cargos ministeriales y la presidencia del gobierno, tanto durante la época del gobierno provisional que siguió a dicha revolución como durante el reinado de Amadeo, tras cuya abdicación se retiró de la vida política. En la época en que aparece aquí, Ruiz Zorrilla, estaba fuera de la vida política, pero aún era Gran Maestre del Gran Oriente de España y dirigente del Partido Radical, lo cual se fue acercando progresivamente a las ideas republicanas, combatiendo el carlismo y la Restauración borbónica. En 1875, Zorrilla fue expulsado de España y se convirtió en un activo conspirador republicano en el exilio. Véase, por ejemplo, https://dbe.rah.es/biografias/5516/manuel-ruiz-zorrilla-y-ruiz-zorrilla.

[46] El Hotel do Garcia, en la Rua de Olivença, 25

[47] Todo a partir de la carta de F. Manuel Rebello a Fontes Pereira de Melo, de 16 de marzo de 1873, BN/AP/FPM/Cx. 03.

[48] Todo a partir de la carta de F. Manuel Rebello a Fontes Pereira de Melo, de 20 de marzo de 1873, BN/AP/FPM/Cx. 03.

[49] Todo a partir de la carta de F. Manuel Rebello a Fontes Pereira de Melo, de 22 de marzo de 1873, BN/AP/FPM/Cx. 03.

[50] Carta de F. Manuel Rebello a Fontes Pereira de Melo, de 17 de febrero de 1873, BN/AP/FPM/Cx. 03.

Nov 032024
 

Francisco Miguel Monago Gallardo

 

Resumen

A través de las respuestas del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791, en este trabajo se pretende llevar a cabo un análisis sobre el partido de La Serena atendiendo principalmente a la dimensión jurisdiccional y política. El objetivo es señalar una serie de claves básicas que permitan, en términos generales, comprender la complejidad de la organización administrativa y los conflictos entre las autoridades locales.

 

Palabras clave: Interrogatorio de la Real Audiencia, La Serena, jurisdicciones, política, poder

 

  1. Introducción.

El Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura es una encuesta de 57 preguntas mandada realizar por Carlos VI en 1790 en todo el territorio enmarcado en la jurisdicción de la Real Audiencia de Extremadura, creada en ese mismo año, que había establecido su sede en Cáceres. Dentro de un contexto ilustrado en el que proliferaron los interrogatorios, el objetivo principal era conocer la realidad extremeña ante la aparición de la nueva institución de justicia, pues para llevar a cabo unas tareas de gobierno óptimas debía saberse en qué situación se hallaba el objeto de gobierno[1]. Por ello, nueve visitadores, uno por cada partido, recorrieron todas las aldeas y villas extremeñas buscando las 57 respuestas de boca de las autoridades municipales, las eclesiásticas (el cura párroco) y algún erudito local; añadiendo también un comentario sobre lo que ellos mismos habían presenciado.

Los resultados de aquel interrogatorio, conservados en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres, constituyen una fuente primaria sumamente jugosa para conocer la Extremadura de fines del siglo XVIII, pues permiten trazar una imagen bastante detallada de la realidad de ese tiempo. Ahora bien, la perspectiva que se refleja no es inocente: al ser los propios implicados en la realidad histórica quienes hablan directamente, sus visiones de la realidad están distorsionadas por los intereses personales. De este modo, no es extraño encontrar lugares donde entran en contradicción las respuestas de autoridades civiles y religiosas, así como de ambas con las advertencias del visitador. Por ello, es preciso no olvidar que el manejo de esta fuente exige de contrastación para poder llevar a cabo una correcta interpretación de los datos contenidos.

El presente trabajo pretende abordar el ámbito político y jurisdiccional del partido de la Serena, visitado por Agustín Cubeles y Roda, con la intención de resaltar algunas de las claves  básicas sobre la complejidad de estos dos aspectos en la Edad Moderna y señalar algunas vías interesantes de estudiar. Se trata, de este modo, de un análisis aproximativo para el cual, debido a la necesidad de crítica de la fuente principal, se ha aportado una bibliografía básica que apoye las interpretaciones llevadas a cabo. Además, también es necesario apuntar que, para facilitar el trabajo de campo, se ha recurrido a la edición del interrogatorio transcrita y publicada por los profesores Miguel Rodríguez Cancho y Gonzalo Barrientos Alfageme, editada por la Asamblea de Extremadura en 1993.

 

  1. Contexto geográfico y socioeconómico del partido de La Serena.

La unidad geográfica sobre la que se va a trabajar, el partido de La Serena, con capital en Villanueva de la Serena, se caracteriza por comprender diecinueve núcleos de población distribuidos en un territorio de dedicación fundamentalmente agraria. Esos diecinueve núcleos, con variedad de situaciones jurisdiccionales, son Cabeza del Buey, Villanueva de la Serena, Castuera, Campanario, Zalamea de la Serena, Quintana, La Haba, Esparragosa de Lares, Monterrubio, La Coronada, Malpartida, Magacela, Higuera, Esparragosa de la Serena, Benquerencia, Santi Espíritus, Valle y Villanueva del Zaucejo (en la Encomienda de la Peraleda, actual Peraleda del Zaucejo), así como La Guarda (aldea de Campanario).

El número total de vecinos del territorio ascendía en 1791 a 8.104 aproximadamente, distribuidos entre núcleos con más de 1.000 habitantes (Villanueva y Cabeza del Buey), algunos que superaban los 700 (Campanario,  Castuera y Zalamea), otros con un tamaño intermedio entre los 500 y 300 habitantes (Quintana, La Haba, Esparragosa de Lares y Monterrubio de la Serena), pequeños -entre 300 y 200 habitantes- (La Coronada, Malpartida, Magacela e Higuera) y muy pequeños -menos de 200 habitantes- (Esparragosa de la Serena, Benquerencia, Santi Espíritus y Valle). Cierran la cola dos núcleos con una población menor a cien habitantes, Villanueva del Zaucejo y La Guarda, ambas aldeas con peculiaridades jurisdiccionales. Hay que puntualizar que el siglo XVIII fue un tiempo de expansión demográfica del que Extremadura no quedó al margen, experimentándose un crecimiento lento pero progresivo en el periodo 1651-1791, con una tasa que Enrique Llopis y Miguel Ángel Melón fijaron en un 0,37% para el conjunto de la región[2]. En el interrogatorio, este aumento demográfico es perceptible en el aumento de la presión sobre las tierras y la escasez de éstas, siendo una sugerencia constante en la mayoría de pueblos -en respuesta a la pregunta 57- la posibilidad de tomar nuevas tierras de grandes dehesas para el ganado local, bienes de propios o fundar nuevas poblaciones. Tan sólo dos de las 19 localidades, Valle y Magacela, no referían directamente esta cuestión.

La vocación principal de estos vecinos era la agraria, siendo característica la baja productividad, la práctica ausencia de actividades manufactureras proto-industriales (salvo por una fábrica textil en Cabeza del Buey y actividades artesanales textiles menores en otros núcleos[3]) y la escasez de intercambios comerciales. Estos últimos prácticamente se limitaban al mercado semanal de Villanueva, el día de San Miguel en Cabeza del Buey, el segundo jueves de marzo en Campanario y la feria de Zalamea. Aunque durante todo el Antiguo Régimen la ganadería (tanto autóctona como foránea lanar, relacionada con el tráfico mesteño) es la base de la economía, hacia la segunda mitad del siglo XVIII la agricultura empieza a ganar terreno, gracias en parte al crecimiento demográfico mencionado[4]. Así, las presiones sobre la tierra antes referidas encubren dos fenómenos asociados a la transformación demográfica: la transformación económica por el auge de la agricultura y, como consecuencia, un conflicto entre ésta y la ganadería trashumante.

La agricultura practicada era de subsistencia, dedicada principalmente al cultivo de trigo, cebada, avena y legumbres, pero con cierta presencia también de la vid y el olivo. Éste último, recuperado en el siglo XVIII tras haber quedado reducido a algunos huertos desde los tiempos altomedievales. No obstante, a pesar de el avance de la agricultura, el paisaje de la Extremadura Moderna se caracterizaba por el predominio de la dehesa, que alcanzaba, de acuerdo con los datos recogidos en el Catastro de Ensenada, el 47,6% del espacio disponible en la región. Además, Esther Solís señala una peculiaridad:

En muchos de los términos municipales de este período, el espacio agrario restante se englobaba dentro de los límites de una o varias dehesas, y aunque es cierto que en algunas poblaciones podían encontrarse “campos abiertos”, la mayoría de las veces se encontraban integrados en las dehesas comunales gracias al sistema de giros[5].

En La Serena era frecuente ese fenómeno debido a que el centro de la comarca estaba ocupado con la Real Dehesa de la Serena. Sobre ésta se explica, en las respuestas dadas por las autoridades de Villanueva de la Serena, que había sido territorio del maestrazgo hasta 1744, cuando se enajenó por partes, pasando a varios compradores cuyos pagos permitieron sufragar las Guerras de Italia. Según datos de Mauro Hernández, algunos de los propietarios más importantes fueron el Marqués de Perales y el monasterio del Escorial[6]. Previamente, en 1735, se había señalado una parte de jurisdicción acumulativa para cada villa. Concretamente, así aparece en las respuestas de Cabeza del Buey: “zentro de este partido, que se compone de cerca de doscientos y cinquenta millares enaxenados a varios poderosos del reino y aprobechados con ganados trasumantes, a escepción del tercio consignado a las villas[7].

Esta situación, no obstante, generó numerosas tensiones, pues las villas de la Real Dehesa consideraban insuficiente el terreno asignado -máxime en un momento de expansión demográfica- y, a la hora de buscar tierras para el cultivo, ganado o fundación de nuevas poblaciones, era hacia ella a donde miraban.

Además, llegados este punto, es necesario plantear unos últimos conflictos unidos a los ya señalados: el primero es la desigualdad en la propiedad de la tierra, especialmente tras la venta de la Real Dehesa, cuando los grandes propietarios desplazaron a los medianos propietarios y trashumantes segovianos y sorianos como arrendadores de la misma[8]. El segundo, por su parte, es la rivalidad entre las propias villas por sus diferenciados recursos, perfectamente ejemplificado en el conflicto entre Villanueva de la Serena y Don Benito (ésta última del partido de Trujillo). La cercanía de ambas implicaba la competencia por los recursos debido a que, mientras Villanueva contaba -y cuenta actualmente, valorando el término municipal actual, heredero directo de las demarcaciones de época moderna- con terreno reducido, el asociado a Don Benito era mucho más amplio y rico en recursos.

En línea con las cuestiones anteriores cabe mencionar que la escasez de espacio, en términos generales, origina un problema social: gentes que, al no tener oportunidad para trabajar, se ven abocadas a la mendicidad y el hurto como forma de vida; lo cual entraba en contradicción con el pensamiento ilustrado propio de las élites del XVIII que inspiraban el mismo interrogatorio. Así, en las respuestas de Villanueva,, precisamente una de las más avanzadas poblaciones de la comarca por ser la capital, se intentó aportar una solución ilustrada y que empieza a poner de manifiesto la necesidad de una reforma agraria:

“pues aunque se expone la dificultad de estar enajenada en trozos a barios particulares poderosos, habiendome informado de que alguno, qual es el Marques de Perales, tiene cerca de cinquenta millares en dos porciones y estremos de ella y a este tenor otros compradores, podria el soberano animarlos u obligarlos a erijir pueblos, bajo las libertades o dominio sobre tributos y diezmos por algunos años, con el gravamen de señalar a los pobladores de pasto y monte proporcionalmente”[9]

Para cerrar este epígrafe se podría determinar que el balance general de la situación socioeconómica del Partido de La Serena es el de un territorio agrario de subsistencia, pobre, de muy escasos servicios, donde la tierra tiene una distribución irracional. Como consecuencia de esto último, los vecinos se ven forzados a vivir en núcleos de población con términos pequeños y de insuficientes recursos, al tiempo que grandes propietarios controlan grandes extensiones por la enajenación de la Real Dehesa de la Serena, que es principalmente dedicada a la ganadería trashumante.

 

  1. La variedad de situaciones jurisdiccionales en La Serena.

Abordar las jurisdicciones y divisiones territoriales en el Antiguo Régimen, a pesar de ser en un tiempo tan avanzado como 1791 y de haberse producido cierta racionalización en la administración territorial, implica sumergirse en un maremágnum de conceptos imprecisos, divisiones incomprensibles a primera vista, formas de organización distintas en función del criterio al que se atienda y poderes territoriales diversos cuyas jurisdicciones respondían circunstancias heredadas de la tradición medieval. Dentro de todo ese caos, la comarca de La Serena -tal vez por tratarse de un espacio relativamente reducido- presenta cierta homogeneidad y paralelismos en las jurisdicciones de sus poblaciones.

 

  1. El primer nivel: La Orden Militar de Alcántara.

Atendiendo a un primer nivel, todos los núcleos de población de la comarca se englobaban en la jurisdicción de la Orden Militar de Alcántara. Para rastrear el origen de este primer nivel jurisdiccional es necesario remontarse a la Reconquista, cuando la comarca fue tomada y sus enclaves repartidos entre las órdenes del Temple (Almorchón, castillo en ruinas hacia 1791 en las cercanías de Cabeza del Buey) y Alcántara (Magacela en 1232, Benquerencia en 1241 y Zalamea en fecha indeterminada anterior a 1240). A esos enclaves originales de la Orden de Alcántara hubieron de sumarse en el siglo XIV los desgajados del Temple, como el área de Cabeza del Buey; y del Concejo de Medellín, como Villanueva de la Serena, que pasaron a los alcantarinos dando uniformidad al territorio[10]. Con la incorporación de todos los maestrazgos de las órdenes militares a la Corona tras los Reyes Católicos, el territorio fue, de acuerdo con la historiografía tradicional, gestionado en la práctica como si de realengo se tratase, a través del Consejo de Órdenes y la Mesa Maestral de Alcántara. Sin embargo, según la opinión de Ángel Rodríguez y Julio Fernández Nieva, no es posible referirse a las órdenes militares como un “recuerdo histórico”, sino que podrían calificarse más bien como “señoríos de la Corona” en la medida en la que se daban muchos de los problemas que era posible encontrar en las tierras de señorío[11]. Además, de acuerdo con el segundo, este cambio implica mucho más que el control de la mesa maestral: para el ámbito regional supone el desplazamiento del poder político hacia el ámbito central, el paso del eje Alcántara-Magacela-Villanueva de la Serena al eje Toledo-Valladolid-Madrid[12]. Por ello, es preciso no relegar a un segundo plano este nivel en la jurisdicción, pues permite clarificar cómo es la relación territorio-poder real. Responde a este poder real, como instrumento de control monárquico, el gobernador que hay en la cabeza del partido, “militar y cavallero cruzado electo por el soberano[13].

 

  1. El segundo nivel: Villas eximidas y dependencia señorial.

En un segundo nivel, hay que hacer una distinción entre una mayoría de villas eximidas y algunas aldeas, pudiendo ser éstas últimas dependientes de las primeras o de comendadores y particulares. Concretamente, son diez las villas eximidas sin aparentemente ninguna particularidad político-jurisdiccional a destacar: Benquerencia, Campanario, Castuera, La Coronada, Esparragosa de la Serena, La Haba, Magacela, Malpartida, Monterrubio y Villanueva de la Serena. A estas doce es necesario añadir Cabeza del Buey, también villa eximida pero sujeta a una relación con la Encomienda de Almorchón; Esparragosa de Lares, villa eximida de la que depende un pequeño barrio separado del núcleo urbano llamado Galizuela – en la que influyen las Encomiendas de Casa Vieja y Galizuela-; Zalamea de la Serena, que responde al interrogatorio como jurisdicción eximida, pero enmarcada en la Encomienda del Infante D. Antonio Pasqual; y las villas de Quintana y Santi Espíritus, técnicamente eximidas pero un una relación fiscal hacia encomiendas homónimas. Frente a las quince anteriores, es posible encontrar dos aldeas, Villanueva del Zaucejo (que es aldea del Comendador de la Peraleda, el marqués de Perales) y La Guarda (aldea de Campanario); así como 2 enclaves (Valle e Higuera) dependientes de un particular de Castuera, D. Rodrigo Morillo Velarde.

La situación de las villas que responden a encomiendas complica el entramado de las jurisdicción doblemente. Por una parte, el encomendero participa de alguna manera en la gobernanza del municipio y, por otro lado, también es perceptor de parte de los diezmos recaudados. Ambos elementos son los que integran la base de la definición de O´Callaghan: “un beneficio que comprendía una unidad territorial cuyas rentas percibía su detentador, el cual gozaba también, algunas veces, jurisdicción legal sobre los habitantes de la región[14].

Atendiendo en primer lugar a la cuestión de la gobernanza, cabe precisar las siguiente situaciones: en Cabeza del Buey, se elige uno de los dos alcaldes por la encomienda; en Esparragosa de Lares, el comendador de Casa Vieja escoge a uno de los dos alcaldes de entre los vecinos que habitan en Galizuela (el otro es de los vecinos del núcleo urbano propiamente dicho); y en Zalamea, de los dos alcaldes ordinarios,

elixe uno sin propuesta el señor comendador de la encomienda de esta villa, que actualmente lo es el Serenisimo Señor Ynfante Don Antonio Pasqual, del estado que tiene por conveniente y el ayuntamiento a el compañero”[15].

Refiriendo, por otro lado, la cuestión del pago del diezmo, la siguiente tabla ilustra los perceptores en cada municipio.

Cuadro 1:Perceptores del diezmo por municipios[16]

Población Mesa Maestral Adm. Real Dehesa de La Serena Encomienda del Septeno Otras jurisdicciones
Benquerencia X X   Algunos santuarios.
Cabeza del Buey   X   Encomienda (de Almorchón?)
Campanario X   X  
Castuera X X    
Coronada, La X X   Párroco y cofradías en sus propiedades.
Esparragosa de Lares       – Encomienda de Casa Vieja.

– En Gallizuela, la Encomienda de Gallizuela

Esparragosa de la S. X   X  
Guarda, La X      
Haba, La X      
Higuera X   X Habas y garbanzos pagan diezmo a Zalamea.
Magacela X X    
Malpartida X X X  
Monterrubio X X    
Quintana     X “la Encomienda desta villa, arrendada hoi por el tesoro” (p. 257)
Santi Espíritus       Encomienda de Santi Espíritus.
Valle de la S. X   X No pagan diezmo habas y garbanzos.
Villanueva de la S. X X    
Villanueva del Zaucejo       Encomienda de la Peraleda.
Zalamea de la S. X   X  

 

En un breve análisis de los perceptores de diezmos, es posible observar cómo, tanto en Cabeza del Buey como en Esparragosa de Lares, se pagan los diezmos de los territorios de la villa a la encomienda que le afecta políticamente. Excepcional es el caso de Zalamea, donde el comendador no tiene esa capacidad fiscal y sus diezmos van a parar, como en otras villas completamente eximidas, a la Mesa Maestral y la encomienda del Septeno (ésta última, circunstancia jurisdiccional que se comentará en adelante). Con ello se ilustra un poder señorial que permanece, a pesar de la primacía real que corresponde a un territorio de orden militar, y que es irregular, pues hay que atender a la circunstancia particular de cada comendador y cada municipio para comprobar las competencias de las que el poder señorial goza.

En relación a esto último, Villanueva del Zaucejo ilustra la fuerza que podía llegar a mantener el poder señorial, en contraste con las anteriores encomiendas que sólo tenían algunas competencias. Frente a las líneas de la historiografía tradicional, que tienden a generalizar el siglo XVIII como culmen del absolutismo monárquico y máxima expresión del poder real, sin desmentir tal afirmación, esta pequeña aldea de apenas ochenta habitantes puede considerarse un ejemplo de la excepción, del despótico gobierno que aún seguía ejerciendo la nobleza en la realidad de a pie del siglo XVIII. Se trata de una aldea de señorío pura, en la que el comendador, el marqués de Perales, no sólo tiene el poder político (nombrando a los dos alcaldes) y el control fiscal del diezmo como se muestra en la tabla, sino que también es propietario de absolutamente todo cuanto hay en la jurisdicción, lo que repercute negativamente sobre los vecinos:

“en la infelicidad de no poder adquirir dominio de propiedad, por que todo el suelo hasta el que ocupan las casas de su habitación es del comendador, sin permitirles propios, ejidos, ni arvitrios, de forma que hasta la circulación de beredas y ordenes superiores y otros gastos indispensables, como salarios de la audiencia de la Mesta, se reparten entre los infelizes vezinos, quienes no hallan en el comendador el menor abrigo mas que consentirles por vecinos por la utilidad que se le sigue en tomar los arrendamientos y todos los diezmos, siendoles preciso repartir aun la limosna y manutención del predicador de quaresma[17].

Además, el poder eclesiástico también recae en el comendador al elegir éste al párroco -aunque, bien es cierto, con la supervisión del Prior de Magacela-. En este sentido, la única dotación de la parroquia es aquello que proporciona el propio comendador, que acaba siendo señalado como responsable último de uno de los mayores problemas del pueblo: la ruina de la Iglesia parroquial.

Regresando sobre la tabla de la recaudación fiscal, hay dos localidades, además de las ya señaladas, en las que se asegura que se pagan diezmos a las encomiendas de esas villas. Se trata de Quintana y Santi Espíritus, dos localidades en las que, si bien parece haber una encomienda con capacidad fiscal, ésta no influye, al menos directamente, sobre la gestión del poder local. Así, en ambos municipios las elecciones se realizan de acuerdo a la Real Definición de la orden de Alcántara, sin mencionarse nada en las correspondientes respuestas acerca de la injerencia política del comendador. Aún más, al contrastar esta información con la Cartografía de la Real Audiencia[18], todas los núcleos antes mencionados donde había encomiendas (Cabeza del Buey, Esparragosa de Lares-Galizuela, Zalamea y Villanueva del Zaucejo-Peraleda) aparecen marcados como tal; pero en Quintana y Santi Espíritus, la primera sí que aparece señalada como encomienda en la orden de Alcántara, pero no así la segunda. La circunstancia de estas dos localidades vuelve a manifestar lo que la encomienda significa para el territorio: una reminiscencia del poder señorial, que no tiene unas competencias definidas sino que varía según el caso -pudiendo intervenir o no en política y fiscalidad-, pero que no se deben dejar de tener en cuenta por la fuerza que seguían manteniendo a fines del XVIII. En palabras de Ángel Rodríguez, refiriéndose a los problemas que se planteaban ya desde la formación de las encomiendas:

Estas administraciones perdidas por el poder real y que benefician temporalmente o perpetuamente a particulares, introducen en la práctica nuevos poderes señoriales en una Extremadura demasiado fragmentada jurisdiccionalmente; en efecto, los poderes de los comendadores significan actuaciones que complican el complejo marco jurisdiccional e institucional extremeño[19].

Por último, hay que referir las circunstancias de la Encomienda del Septeno, que en el Interrogatorio, como se puede ver en la tabla, constituye el tercer mayor perceptor de diezmos de la comarca. Se trata de una jurisdicción que aparece sólo en la recaudación fiscal y, dentro de ésta, sólo del centeno. Si se tienen en cuenta de los términos a los que afecta esta jurisdicción, se observa que originan un territorio sin discontinuidad que parece tener unos límites definidos, pero que no parecen tener ningún otro elemento en común: se incluyen en él villas completamente eximidas, como Campanario, Malpartida o Esparragosa de la Serena; también encomiendas con únicamente capacidad fiscal, como Quintana; encomiendas que tienen competencias en el ámbito político, como Zalamea; o municipios con propietario particular, como Higuera y Valle (que compartían término con Zalamea). El hecho de que esta circunstancia fiscal se superponga tanto a la mesa maestral como otras encomiendas en lo tocante a un único producto lleva a reflexionar sobre su propia naturaleza como encomienda. Así, se trataría de una más bien de una jurisdicción únicamente fiscal de tradición medieval que se mantendría como una reminiscencia de la Encomienda del Diezmos del Septeno, fundada en el siglo XIV con sede en Villanueva -que contradictoriamente no se ve afectada por su jurisdicción en 1791-[20]. Este tipo de jurisdicciones antiguas que salen del marco general hacen aún más complejo el esquema jurisdiccional, mostrando cómo este se basa en una superposición de demarcaciones a lo largo del tiempo que desplazan a las anteriores sin hacerlas desaparecer, quedando como elementos obsoletos e irracionales con algunas competencias residuales.

Esta diversidad de encomiendas constituye, en su conjunto, la pervivencia de una estructura de organización territorial medieval que nació en la Serena desde el momento de la Reconquista, pero que se fue incrementando en número hasta el siglo XIX, cuando se eliminaron tras la invasión francesa. Concretamente, según los datos recogidos por José María Arcos Franco, las encomiendas en el siglo XIII eran cuatro, fundadas en torno a los grandes castillos (Magacela y Benquerencia se incorporaron en el siglo XIV a la Mesa Maestral). Posteriormente, en el siglo XIV se fundaron las de Lares, Almorchón y los Diezmos del Septeno; en el XV las de Portugalesa, Peraleda y Quintana; y en el XVI se desmembraron de Lares cuatro: Santi Espíritus, Galizuela, Esparragosa de Lares y Adelfa[21]. No obstante, los números y referencias a Encomiendas varían de unos autores a otros, no existiendo claridad al respecto del número exacto de encomiendas ni de la demarcación exacta que abarcaban. Esta falta de claridad existía ya en el siglo mismo XVIII, expresando Ángel Rodríguez -en un análisis de los datos aportados por Miguel Rodríguez Cancho sobre la temática de las preguntas realizadas en este interrogatorio- el escaso interés que despertaba en la gente de a pie la cuestión jurisdiccional[22].

No siendo como tal encomiendas, pero sí jurisdicciones privadas de un particular, es posible señalar dos localidades: Higuera y Valle de la Serena. Según se explica en las respuestas de Zalamea, ambas eran aldeas de esta villa que fueron vendidas a D. Juan Morillo Velarde, vecino de Castuera; pasando a su hijo D. Rodrigo tras su fallecimiento. En las respuestas de Higuera, además, se añade la incumplida condición de separar los términos si eran vendidas las aldeas, pues al ser en su origen ambas dependientes de Zalamea, estaban incluidas en su término. En cualquier caso, los poderes locales de Higuera y Valle se encontraban, de acuerdo con las respuestas del interrogatorio, sometidos a la pinza que formaban dos poderes jurisdiccionales: el dueño de la jurisdicción y la villa mayor, algo que si bien no es negado en Zalamea, es matizado: “siendo constante que esta justicia continua regentando jurisdicion hasta sus texas, aunque por tolerancia la rexente aquellos alcaldes pedaneos, prendiendo y actuando en el[23]. De esta forma, la elección de las autoridades municipales en ambos municipios se produce de iure de acuerdo con la Real Definición de la Orden de Alcántara; pero en la práctica corresponde al propietario, en este caso Don Rodrigo. Esto implicaba para los vecinos que cualquier pleito pasara por sus manos y, de acuerdo con las quejas, tuviera que resolverse mediante la visita a su persona, en Castuera:

“la que con manifiesto i notorio agravio de estos vecinos administra por si, pues aunque elije dos alcaldes estos no lo son solo en el nombre, sin que les permita el ejercicio de la xurisdicón, antes vien por el contrario quando le parece cometen la ejecución de sus providencias a vecinos particulares y aun a otras personas del mismo Castuera, en donde tiene puesto el juzgado y precisados estos vecinos a hir a litigar sus derechos, de forma que llega a el estremo de no tener los alcaldes facultad para decretar”[24]

Afectando la jurisdicción ejercida por D. Rodrigo Morillo y Zalamea a la vida diaria del municipio, no ya sólo en lo referente a la administración de justicia sino también a asuntos económicos o sociales -por la falta de división del término-, existe una contradicción fundamental a este efecto, señalada por el propio A. Cubeles: “También es de notar que uno y otro pueblo se intitulan villas, habiéndose bendido como aldeas[25]. Sobre esto, en Zalamea se responde que se desconoce por qué se titulan así en aquel momento, alegando que fueron vendidas en condición de aldea. En suma, el caso de Higuera y Valle pone de manifiesto cómo la complejidad de jurisdicciones producía confusión entre las propias autoridades, proyectándose hacia los vecinos, que eran los verdaderos afectados por esa complejidad.

Finalmente, como balance general del análisis realizado en este epígrafe, se puede afirmar que, aunque en términos de recaudación fiscal sobresalen dos recaudadores ligados indirectamente al poder real (el contador de la mesa maestral y el administrador de la Real Dehesa de la Serena, piezas de una cadena cuyo destino final era la Corona), el poder señorial seguía muy presente en la comarca de la Serena a fines del XVIII en el mantenimiento de restos de jurisdicciones señoriales muy antiguas. Estas jurisdicciones se mantenían en convivencia con nuevas enajenaciones y jurisdicciones privadas, siendo sintomático de cómo a la monarquía, aún en este tiempo, le quedaban territorios y parcelas de poder sobre las que no tenía control. Para el conjunto de Extremadura, donde esta situación de la señorialización era aún más fuerte por haber muchos espacios que no eran territorios de órdenes militares, Ángel Rodríguez comentaba lo siguiente:

“Extremadura es todavía en el siglo XVIII un mosaico de jurisdicciones confusas, de infraestructuras administrativas dominadas por señores, de pervivencias feudales que significan el gran poder señorial y de un poder real muy inferior en cantidad al que ejercen los magnates de la nobleza tradicional y el clero. Los señoríos son muy numerosos, las percepciones de derechos feudales muy frecuentes, el control de vasallos muy importante y la confusión jurisdiccional un verdadero problema”[26]

 

  1. El ejercicio del poder local en La Serena.

El poder en el ámbito local, más allá de las jurisdicciones territoriales antes analizadas, correspondía a una serie de cargos que variaba de un núcleo de población a otro, no dándose para todos los municipios el mismo número ni tampoco la presencia de todas las figuras. Gracias a la información proporcionada en la pregunta número dos del Interrogatorio de la Real Audiencia es posible conocer cómo se producía la elección de cargos en cada enclave visitado, así como el número de los mismos y algunas de sus peculiaridades. Por otro lado, la conformación de élites de poder que monopolizaban esos oficios e incluso tendían a mantenerlos en torno a familias que constituían banderías fue un fenómeno frecuente, que se repite con independencia de las características de la localidad. Para analizar ese fenómeno, es de sumo interés atender al contraste que se produce sobre la cuestión entre las respuestas dadas por las autoridades civiles, el párroco y el resultado señalado por el visitador, A. Cubeles.

 

  1. Los protagonistas del poder local.

Resulta complicado sistematizar todos los oficios de los ayuntamientos de la Serena teniendo en cuenta que en muchos casos no se aporta el número exacto de regidores o se omite la existencia de algunos oficiales. Sin embargo, en términos generales y tomando los datos ofrecidos por aquellas localidades que responden a las preguntas con más información a este respecto, se puede generalizar el siguiente esquema para el poder local: Dos alcaldes ordinarios, dos alcaldes de la Santa Hermandad, un número variable de regidores, de los cuales varios tienen carácter perpetuo, y uno o dos ministros elegidos según la establecido en la Real Definición de la Orden de Alcántara. Además, el procurador síndico personero y diputado del común eran otras figuras elegidas, en este caso, siguiendo “el Real Decreto de su creación” -pues fue una figura surgida de las reformas borbónicas del XVIII-. Por otra parte, con función administrativa, habría que añadir a los abogados y procuradores (con situación muy dispar, dándose localidades donde no hay y otras donde su número es considerablemente elevado), escribanos (en algunos casos del ayuntamiento y en otros tan sólo los aprobados para el territorio de las órdenes), guardas de campo y peones públicos. Este esquema, no obstante, se encuentra sometido a las peculiaridades propias de cada municipio.  Entre las más llamativas de esas peculiaridades se encuentra el caso de la aldea de La Guarda, término de Campanario, donde se elegía únicamente un procurador síndico, un regidor y un alcalde pedáneo, que remitía a los reos a los oficiales de la villa. En Magacela también se elegía únicamente a un alcalde ordinario, en este caso “con arreglo a un capítulo de visitas xenerales en que consta ser ejecutorio este modo de elección[27]. El caso de Quintana es especialmente llamativo, incluso para el propio visitador en la época. Se trata de la omisión de la elección de regidores al haber ya nueve con carácter perpetuo, una particularidad que refleja la idea de contraste y disparidad de situaciones que pueden llegar a encontrarse entre las diferentes poblaciones. Finalmente, Villanueva del Zaucejo -por su situación en la Encomienda de la Peraleda y el control ejercido por el marqués de Perales- tenía tan sólo a dos alcaldes que eran elegidos por el comendador, ninguno de ellos con dotación -lo que ahuyentaba a los vecinos de los cargos-.

Profundizando en el sistema de elección de cargos, el método general consistía en el nombramiento de electores, que solían ser los regidores perpetuos en aquellos municipios donde los había, por mitad de estados (el noble y el común), casados y mayores de cuarenta años. La elección se realizaba también por mitad de estados, siendo propuestas dos personas por la nobleza y otras dos por el tercer estado. Con respecto a este último, es frecuente encontrar la referencia a “hombres buenos”, lo que implica una alusión a la oligarquía, a grupos que se habían constituido como predominantes por su riqueza. A continuación, las cédulas de los candidatos eran introducidas en dos cántaros, el de nobles y el del tercer estado, y extraídas las elegidas por un niño de ocho años. Por su parte, en el caso del síndico personero y los diputados del común, el sistema se basaba en lo acordado por los vecinos en asamblea, haciendo de esos cargos un instrumento de representación popular para defensa de los intereses vecinales[28].

En Villanueva de la Serena,  por su condición de capital del partido, los oficiales del ayuntamiento cambiaban ligeramente. Residía en ella el gobernador, máxima autoridad civil con competencias en pósitos, caballerías, rentas reales y Real Dehesa de la Serena en todo el partido. Se trataba de un cargo de elección directa por el rey, que había de recaer sobre alguien militar y caballero cruzado de Alcántara. Según lo expresado en las respuestas correspondientes de la villa, normalmente surgía como promoción del alcalde mayor. Ésta última figura, elegida a su vez por el Consejo de Órdenes, era la otra gran autoridad de ámbito local que se podía encontrar sólo en la cabeza del partido (para el caso de La Serena)[29]. La forma de elección y el rango de estas dos figuras estaban asociadas al contacto directo que tenían con el monarca, siendo un elemento que trasladaba su poder al municipio.

Haciendo una valoración general de los protagonistas del poder local y teniendo en cuenta las competencias de su mayor exponente, el gobernador, es posible dar cuenta de las limitaciones que estos tienen. Su actividad se reduce a la recaudación, abastos, control de la hacienda municipal y administración de justicia en primera instancia, limitados siempre a responder ante poderes superiores. Además, respecto al gobernador de Villanueva, se declara:

reinante el desinteres y piedad algunas veces suspenso el precioso exito del rigor, ya por sus reducidas facultades a no poder exercitarla sin consulta superior, i ya por falta de abrigo en las mismas superioridades por la que presquiben las leyes en los terminos judiciales que quisiera evitar y finalmente por estos motibos se blandea a los incesantes ruegos de intereses[30].

Estas limitaciones son señaladas por Benjamín González Alonso como el producto de una relación de inversa proporcionalidad entre poder real y poder local: cuando se produce la reafirmación del primero, el segundo entra en decadencia. Esta relación, que desde inicios de la Edad Moderna tiende en términos generales hacia el poder real, aunque con vaivenes en función de la coyuntura histórica, se vio sometida en el siglo XVIII -con las reformas introducidas por los Borbones- a un proceso de centralización. A través del perfeccionamiento de la estructura territorial (reforzamiento de la figura del partido) y otros mecanismos se intentó aferrar más el municipio al control monárquico, al control desde arriba. Por otro lado, la introducción de los síndicos personeros y diputados del común implicaba un proceso de cierta “democratización”, de control desde abajo[31]. Así, el marco de poder de las autoridades locales quedaba encajado en una pinza de control desde arriba y desde abajo. Esto no debe llevar a pensar, no obstante, las competencias que se retienen, algunas tan interesantes y fundamentales como los pósitos o la justicia en primera instancia, que seguiría haciendo los cargos atractivos para las oligarquías locales.

 

  1. Los instrumentos y mecanismos para el poder local.

Es básico para el ejercicio del poder en el municipio conocer, en primer lugar, la existencia de una normativa municipal y, a tal efecto, las respuestas a la pregunta quince permiten conocer la existencia (o inexistencia) de ordenanzas municipales. De acuerdo con Alfonso Rodríguez Grajera, este tipo de texto legal, nacido en la Baja Edad Media de la codificación de la tradición local existente, aún no había llegado a implantarse en algunas localidades. Asimismo, el creciente poder de la Corona en la época moderna hizo que en muchos casos fuera necesaria una adaptación a la normativa general emanada de los poderes superiores. Concretamente, para los territorios de órdenes -como el que ocupa en este caso-, las localidades con ordenanzas municipales debían estar sometidas a las directrices de las Definiciones de la Orden de Alcántara, siendo ésta la norma que regía en aquellas localidades donde no había las municipales. Además, se dan también casos de abandono de las mismas, algo que podría explicarse, según Rodríguez Grajera, con tres motivos principales: la falta de atención a las mismas por fijación en las órdenes reales, la falta de adecuación al tiempo (por la evolución del contexto histórico desde su aprobación) y el deterioro físico o extravío de las mismas[32]. En concreto, para la comarca de La Serena, en catorce pueblos se atiende a la Real Definición de la Orden y tan sólo en cinco de los pueblos señalan haber tenido ordenanzas, aunque en ninguno de ellos rige completamente la vida local. Santi Espíritus, el núcleo de población donde más recientemente fueron fijadas (1720), sigue en cuanto a penas la Real Definición; Campanario y Villanueva de la Serena aluden al extravío como causa del abandono; la antigüedad motivó en Magacela su olvido (se descubrieron de época de Felipe II); y finalmente, en Esparragosa de Lares se señalaba el hecho de que la Real Definición ya actuase como ley municipal sin necesidad de recurrir a las ordenanzas. Así, en la práctica, toda la vida local del partido tenía como base legal el texto de la Real Definición de la Orden de Alcántara.

Un segundo punto de útil análisis para comprender cómo se producía la gobernanza de los municipios es el de los caudales municipales. Los recursos que permitían costear los gastos del municipio, junto con la recaudación del pósito ordinario, venían determinados principalmente por los bienes de propios. De esta forma, el análisis de los mismos, sobre los que se responde en la pregunta doce del Interrogatorio de la Real Audiencia, permite llevar a cabo una radiografía de la capacidad económica del núcleo de población, de los recursos de los que los ayuntamientos disponían. En este sentido, se puede hacer una tabla clasificatoria de las localidades según sus recursos y si eran suficientes para cubrir sus gastos:

Cuadro 2: Recursos de las poblaciones de La Serena[33]

Población Recursos económicos obtenidos anualmente Comentario sobre la relación con los gastos
Benquerencia 12.700 reales Cubren todos los gastos ordinarios y extraordinarios
Cabeza del Buey 36.400 reales Insuficiente para todos los gastos.
Campanario 20.000 reales
Castuera 9.171 reales Insuficiente para todos los gastos.
Coronada, La 9.386 reales
Esparragosa de Lares 8.040 reales
Esparragosa de la S. 5.700 reales Cubren los gastos ordinarios, pero sin sobrante.
Guarda, La 5.500 reales Cubren todos los gastos ordinarios
Haba, La 14.960 reales Cubren todos los gastos ordinarios y extraordinarios.
HIguera 2.000 reales* Cubren los gastos del reglamento, pero apenas alcanza (sin sobrante).
Magacela 15.640 reales
Malpartida 4.900 reales, empeñados a una obra pía por un censo de 78.920 reales: Se le deben 88.000 reales. Insuficiente para cubrir los gastos ordinarios.
Monterrubio 10.500 reales Insuficientes para cubrir los gastos ordinarios
Quintana 12.000 reales

2.400 para la villa/resto para la Inquisición por posesión pretoria

Insuficientes para cubrir los gastos ordinarios.
Santi Espíritus 3.500 reales Insuficientes para cubrir los gastos ordinarios.
Valle de la S. 300 ducados* Insuficientes para cubrir los gastos ordinarios
Villanueva de la S. 22.000 reales Insuficientes para cubrir los gastos ordinarios y extraordinarios.
Villanueva del Zaucejo No hay propios. Los gastos se reparten entre los vecinos, que viven en la miseria.
Zalamea de la S. 19.100 reales Cubren los gastos ordinarios, pero sin sobrante.

* Hay que tener en cuenta los reducidos propios de Higuera y Valle de la Serena por estar incluidas en el término con Zalamea.

Atendiendo a la tabla anterior es posible detectar tan sólo dos localidades en la que todos los gastos ordinarios y extraordinarios se cubren con la recaudación de propios, así como otras cuatro que no aportan datos al respecto, ante lo cual se podría llegar a entender que también se cubían esos gastos. Frente a estos seis núcleos de población, hay otros cuatro donde se cubren los gastos ordinarios, pero sin sobrante para los extraordinarios. Por su parte, las restantes nueve poblaciones consideran insuficientes los recursos de los propios, con situaciones que podrían llegar a calificarse de dramáticas, como la de Malpartida de la Serena. A un lado queda la situación de Villanueva del Zaucejo, que por su condición jurisdiccional, ni siquiera tiene propios. Si bien es cierto que en algunos casos hay irregularidades en la gestión de los recursos económicos -más visibles en algunas localidades que en otras, como Zalamea de la Serena, donde el propio visitador apunta las irregularidades-, por lo general se puede hablar de unos caudales públicos bastante reducidos.

Por último, en lo que respecta a regimiento de milicias, oficiales de bandera, sargentos y militares, si bien por lo general no hay unidades defensivas en la mayoría de las localidades del partido, todas ellas contribuyen con el regimiento de milicias de Trujillo en función de su población. Excepcionalmente, en Campanario hay una partida del Segundo Batallón de Infantería de Cataluña a cargo de un sargento (con el objetivo de la persecución de contrabandistas). Asimismo, referente a dependientes de la Inquisición, tan sólo tienen familiares Cabeza del Buey (uno), Campanario (dos), Castuera (dos), Magacela (uno, sin haber jurado plaza), Malpartida, Villanueva de la Serena (un sacerdote comisario, un familiar y un alguacil mayor) y Zalamea (comisario general y familiar).

Estos datos generales sobre la gobernanza en La Serena permiten conformar una idea global de los cauces a través de los cuales ejercer el poder local. Asimismo, deja la puerta abierta a nuevas líneas de estudio que, de abordarse en trabajos específicos, revelarían datos fundamentales para el conocimiento de las instituciones modernas locales.

 

  1. Dinámicas del control del poder local.

El control de los cargos públicos municipales fue, a lo largo del Antiguo Régimen, progresivamente monopolizado por grupos cerrados y homogéneos de la nobleza local y, posteriormente, de las minorías burguesas -sobre todo en ciudades- que se conformaron como verdaderas oligarquías. En esta línea, las familias integrantes entrelazaban a sus miembros mediante compromisos matrimoniales de tal forma que quedasen reducidos a poco más de dos o tres grupos. Para el caso rural, es preciso apuntar que los labradores adinerados y con mayores recursos también pasaron a formar parte de esas oligarquías; mientras que el resto de capas de la sociedad también quedaba integrado en las redes de poder, en alguno de los grupos, a través de vínculos que bien podrían calificarse de clientelares. Además, según apunta Alfonso Gil Soto, el personaje que ejercía de eje en estas redes vendría dado, para el caso extremeño -donde el mayorazgo y la noción de linaje no estaban tan extendidos-, por el prestigio y riqueza económica del individuo[34]. Por su parte, la tendencia a la enajenación de cargos que se había dado en los siglos precedentes entre estos grupos continuó en el siglo XVIII a pesar de las reformas que se habían introducido por parte del poder central, existiendo una importante compraventa de regidurías, así como su conversión en vitalicias y perpetuas.[35] Estos fenómenos de patrimonialización, aunque más frecuentes en el mundo urbano, fueron también frecuentes en poblaciones rurales, con independencia de su tamaño. Se trató de un proceso decisivo que contribuyó al desarrollo de las redes mencionadas, constituídas como banderías que se enfrentaban por conseguir los cargos públicos o bien se los repartían pacíficamente.

En cuanto al interés por estos cargos, que no llevaban aparejados grandes beneficios económicos, se han dado numerosas hipótesis en diferentes estudios. De esta forma, Miguel Ángel Melón habría señalado el control del pósito, abastos y tierras comunales como motivo para que los cargos municipales resultaran atractivos; Antonio José Sánchez refiere el prestigio acarreado, así como los ingresos extraordinarios obtenidos por la corrupción; Milagros Caricol apunta la distinción social que implicaban y Domínguez Ortiz propuso que también podía verse como una forma de librarse de las levas[36]. Atendiendo a lo anterior, merece destacarse un apunte que el visitador hace al respecto en el resultado de Cabeza del Buey: “Notese bastante inclinacion a obtener la jurisdicion y oficios de aiuntamiento, no por espiritu de venganza como en otros pueblo, pero si con el objeto poco sano de veneficiarse en los repartimientos[37]. Así, se pueden apreciar dos intereses fundamentales en las oligarquías de La Serena: el económico, como es el caso de Cabeza del Buey; y el jurídico, que podría entenderse a raíz del “espíritu de venganza”. Sobre el primero hay que recordar cómo, en la medida que los regidores gestionaban el reparto de tierras comunales, la ostentación de la regiduría permitía favorecer a los partidarios de la bandería en el reparto. Por otro lado, la competencia de los alcaldes ordinarios de aplicar justicia en primera instancia podría favorecer a los adeptos en los pleitos así como perjudicar a los contrarios[38].

Para el análisis de la patrimonialización y las relaciones entre banderías en La Serena, es necesario valorar comparativamente las respuestas dadas principalmente por los párrocos y el resultado del informe del propio visitador, A. Cubeles, pues suele omitirse esta información en las respuestas dadas por las autoridades municipales. En línea con lo anterior, es posible identificar seis poblaciones (31,6% del total) donde las elecciones transcurrían limpiamente en el momento de la visita: Benquerencia, La Haba, Higuera, Malpartida, Villanueva de la Serena y Villanueva del Zaucejo -en ésta última por ser considerado un estorbo el ostentar cargos públicos debido a que no aportaban beneficio alguno-. No obstante, en la mayoría de ellas se menciona que sí hubo rivalidades entre bandos e irregularidades en elecciones pasadas, aunque por diferentes motivos se han eliminado las facciones y se sigue estrictamente la Real Definición de la Orden. En lugares como Villanueva de la Serena, debido a la importante presencia de autoridades, tal vez se podría matizar esta afirmación debido a un comentario que hace el propio visitador con respecto a la costumbre de que el Reverendo Prior tome los primeros puestos en asuntos civiles: “la qual no merece mas aprecio que el de una corruptela mal disimulada[39]. Sin embargo, con los datos que se ofrecen en el interrogatorio no es posible profundizar más en el asunto.

Por otro lado, las poblaciones donde se detectan irregularidades en las elecciones por el influjo de banderías son trece, lo que supone el 68,4% de las poblaciones totales. Además, es posible identificar tres vías de conducta en las banderías que copan los cargos municipales. La primera de ellas responde a aquellos municipios donde dos familias se reparten los cargos de forma pactada. Es el caso de cuatro: Campanario, La Guarda (por el influjo de la villa matriz, Campanario), Castuera y Esparragosa de la Serena. Una segunda vía es la del conflicto abierto y lucha de los bandos por conseguir mayor influencia, siendo esta la que se da en otros cuatro municipios: Esparragosa de Lares, Quintana, Santi Espíritus y Valle de la Serena. Por último, la tercera vía, que bien podría interpretarse como una evolución de la anterior, consistiría en la hegemonía de uno de los bandos o un personaje concreto que maneja a su antojo la población. Esta es la situación que se produce en los cuatro municipios restantes: La Coronada, Magacela, Monterrubio y Zalamea de la Serena. En el caso de Cabeza del Buey no se aporta más información que la relacionada con la corrupción en los repartimientos de tierra, sobre lo que se especifica “y a este fin se imbierte el regimen de la real definición territorial en las elecciones[40]. Ante esto, no es posible analizar exhaustivamente cómo se organizaba su poder local.

Atendiendo primeramente a las localidades donde el poder se reparte pacíficamente, el caso de Esparragosa de la Serena no llama la atención más allá de mencionar que es una localidad afectada por esta práctica. En este sentido, las respuestas de Castuera y Campanario ofrecen una información mucho más reveladora. En Castuera, las familias preponderantes eran los Fernández Daza (conocidos como Simones) y los Cáceres. La influencia de los bandos llegaba incluso a los eclesiásticos de la villa, por ser el párroco, Francisco Cortés Dávalos, del partido de los Cáceres, mencionándose lo siguiente:

ni las repetidas amonestaciones del prior y provisor, ni las probidencias del Supremo Consejo han podido separar de este porte, por cuias proporciones busca el logro de la jurisdicción en sus aficionados, sin dar más pasto espiritual a sus obejas que el mal ejemplo[41].

En Campanario, donde los nombres de las familias son Donoso y Mendoza, el problema de base es el mismo:

El modo de sustentarse en el mando uno y otro sin grabes dispendios ha sido el de abandonar los capítulos de la difinición de Alcántara, que debe rejir las elecciones de alcaldes y rejidores, comprometiéndose entre las dos familias y sus principales sequaces y sacando una en este año el alcalde noble presidente de la junta de propios y la otra el de el estado llano con la presidencia del pósito, cambian uno y otro en el siguiente, y del mismo modo alternan en el procurador síndico y se aiudan con sujestiones para facilitar igual orden en los diputados de abastos y procurador personero. Por estos medios pugnibles se eternizan las baras en quatro o cinco de cada facción, pribando a los demás vecinos onrados de ambos estados de la circulación de empleos onoríficos […]”[42]

El reparto del poder entre los Donoso y los Mendoza se extendía hasta la aldea de La Guarda, donde se especifica que:

Aunque las elecciones se hacen por el concejo, tiene en ellas gracia de elector Don Gaspar de Mendoza, rejidor perpetuo de dicho Campanario y como esta villa tiene sus dos facciones, que se explican en la resultancia de su visita, trascienden en algún modo e influien a los vecinos de esta aldea”[43].

Ante la situación que se llega a vivir, al menos en el caso de Castuera, A. Cubeles propuso la implantación de un alcalde mayor. La respuesta al fraude supone reforzar la ley mediante una autoridad mayor, especialista en leyes para que se haga cumplir:

“exije de xusticia este pueblo por unico remedio a los perjuicios que al común de vecinos induce el despotismo de administración de justicia vinculado en las dos facciones, la indispensable creación de un alcalde maior de letras de providad y buena conducta, que con imparcialidad de verse en la administración de justicia y equitativa y justa distribución y reparto de yervas y tierras, que desaga la desigualdad e injusticia con que de autoridad propia se han arrogado y señalado en el repartimiento”[44]

Para el caso de aquellas localidades donde hay dos bandos en conflicto, Esparragosa de Lares -con los Fernández y los Calderones- o Santi Espíritus -donde el comendador Josef Calderón influye sobre una de las facciones-, pueden servir de ejemplo. En ellos hay que destacar la repetición del apellido Calderón, que si bien no implica una relación de parentesco (o al menos con la información que en este caso sirve de fuente no es posible saberlo), sí que merece ser resaltado como una posible línea de trabajo: el parentesco entre las élites locales de las distintas poblaciones. Además, el caso de Valle de la Serena merece ser señalado por presentar dos facciones en conflicto dentro de un núcleo donde pesa una jurisdicción mayor: la de Rodrigo Morillo y, con anterioridad, Zalamea. Se trata de un caso que ilustra cómo las banderías se forman con independencia del tamaño y la situación jurisdiccional que tenga el municipio, aunque ésta no deja de influir. Sin embargo, Quintana es, tal vez, donde se produce la situación más curiosa. Si ya en el análisis de los oficiales de su ayuntamiento se destacaba la presencia de nueve regidores perpetuos como algo excepcional, la causa de tal particularidad reside precisamente en la lucha entre las dos facciones, representadas por Don Clemente Barquero (presbítero) y Don Diego Barquero (abogado de los Reales Consejos). Además de ser llamativo que las facciones estén representadas por personajes de este perfil -un clérigo y un letrado-, resulta interesante el hecho de que ambos pertenezcan a la misma familia: “sostenida la una por un sacerdote rico llamado Don Clemente Barquero con cuatro rejidores aliados […]; la otra se sostiene por un sobrino carnal de dicho clerigo llamado Don Diego Barquero[45]. En el momento del interrogatorio, la facción de Don Diego se había impuesto sobre la de Don Clemente, que había gobernado despóticamente más de diez años atrás, gracias a un regidor perpetuo más. Con numerosos pleitos en manos de la Chancillería de Granada por los conflictos, Cubeles no deja de mencionar la conformidad general de los vecinos con el control que ejerce Don Diego: “esto le hace justamente odios, pero los ynformes reservados y el de el parrocho que obra a continuación del ynterrogatorio hacen ber que con desbelo defiende los derechos del pueblo[46]. Así, el caso de Quintana permite señalar varias consideraciones que desmienten los tópicos que pueden rodear a estos procesos de control de poder. En primer lugar, las banderías no implican siempre a dos o más familias distintas, sino que pueden producirse en el seno de la misma. Además, la vecindad en general podía llegar a sentir conformidad con aquella que tenía más peso, no siendo necesariamente considerado como negativo la imposición de una facción en el control del ayuntamiento.

Por último, es necesario considerar cuatro casos en los que la corrupción municipal se ejerce en torno a una figura concreta o un único bando encabezado por ella. Siguiendo esta línea es posible encontrar a Luis María Enríquez, de La Coronada; Juan Calderón y su yerno Josef Calderón en Magacela (repitiéndose de nuevo este apellido, sobre el que se hace necesario repetir la advertencia formulada sobre los ya mencionados acerca de un posible parentesco); Francisco Martín de Prado y los Tena en Monterrubio; y los Condes de Torre del Arce en Zalamea. Entre las peculiaridades a resaltar se puede mencionar cómo, en el caso de Magacela (con un único alcalde), Juan Calderón llegó a poner en la alcaldía a un hijo suyo menor de diecisiete años tras retirarse él, en alternancia con un sobrino de la nobleza, cubriendo de esta forma el control asociado a los dos estados. Por su parte, en Monterrubio, Martín de Prado llegó a arrogarse la escribanía, además de aprovecharse de los caudales públicos. En la referencia: “Y segun he llegado ha entender por reservados ynformes es arbitro dicho Prado en los repartimientos de reales y posito, imbiritendolos en sus granjerias y comercios, sin haber quien se atreba a hacerle oposicion”[47] se pone de manifiesto el poder que podían llegar a adquirir estos individuos en la medida en que quedaban sólos en el poder, sin el contrapeso de ninguna otra facción. Finalmente, en Zalamea, la hegemonía está protagonizada por una facción noble que acaba imponiendo su criterio aún por medio de la coerción. Si en el caso de Monterrubio se apuntaba cómo el hecho de no existir contrapeso otorgaba gran poder, aquí se observa uno de los mecanismos para deshacerse de los contrapesos, así como una de las consecuencias del monopolio del poder:

“En la visita se ha notado mui bien el predominio de esta casa, que realmente impide el buen orden y administracion de justicia, a el paso que abriga bergonzosos escandalos y se presta con ligereza a indebidas protecciones de delitos, y por ulimo resentido el Conde del alcalde del estado llano que ha elejido por el governador, del escrivano por ante quien se dio y de los que las han fiado, persigue a todos fulminando causas, intentando prisiones y dirigiendo estudiosos a todos los tribunales, para lo que se vale de la bara del estado noble que oy regenta y con ella continua la maior perturbacion en aquel pueblo, intimidado hasta el grado de no haberse atrebido los concejales a ebaquar con berdad las respuestas generales”[48].

 

  1. Conclusiones.

El Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura es una fuente clave para los estudios sobre Extremadura al final de la Época Moderna en el ámbito económico, demográfico, social, religioso y, como en este trabajo se pone de manifiesto, político. Gracias a las respuestas aportadas sobre esta cuestión es posible trazar el dibujo de la complejidad jurisdiccional del territorio, así como los conflictos entre los distintos niveles de poder atendiendo especialmente a la dimensión que más conecta con los vecinos: la autoridad local.

Entre las conclusiones generales que podrían extraerse hay que destacar, en primer lugar, la dificultad de sistematizar las jurisdicciones territoriales por su variedad y la multiplicidad de situaciones particulares. Este caos era fruto de una administración de herencia medieval que, sin desaparecer completamente, iba quedando subordinada a nuevas divisiones. Los conflictos entre jurisdicciones escondían en su esencia las fricciones entre los distintos niveles de poder, que se disputaban las competencias y la capacidad de imponerse a unos sobre otros. En este sentido, la Corona introdujo mecanismos para ejercer su control, chocando frecuentemente con poderes señoriales que consolidaron la resistencia a la tendencia centralizadora de la monarquía. Sin embargo, también la Corona siguió actuaciones contradictorias (enajenación de la Real Dehesa de la Serena), y no llegó a ejercer el control sobre todo el espacio (siendo claro ejemplo Villanueva del Zaucejo). Los principales afectados de los enfrentamientos y la indefinición jurisdiccional eran los propios vecinos, cuya vida diaria se veía en ocasiones alterada al tener que realizar trámites administrativos en lugares lejanos y renunciando frecuentemente a ellos.

El poder local, no ajeno a las disputas jurisdiccionales, se erigió como gestor directo de la vida municipal. Asociados a él se consolidaron grupos oligárquicos que monopolizaban todos los cargos locales con diferentes fórmulas y se constituían en banderías cuyas redes abarcaban, mediante diversos mecanismos, a todos los vecinos del municipio. Siendo frecuente el enfrentamiento entre distintas facciones, los adeptos a la bandería que obtenía la mayoría de cargos se veía beneficiada económica y políticamente. A pesar de esto, las desigualdades entre las élites oligárquicas y vecinos del común no eran matizadas, dándose entre los últimos una situación de dependencia con respecto a las decisiones adoptadas por los primeros, pudiendo serles perjudiciales como colectivo conjunto con independencia la facción a la que fueran favorables.

Para finalizar este trabajo, es necesario precisar que, debido a su carácter aproximativo, no ha sido posible profundizar en muchas de las cuestiones que se apuntan; sin embargo, se deja la puerta abierta a su ampliación y se señalan algunas de las posibilidades que el análisis del interrogatorio ofrece en el plano político. Asimismo, deja planteada una cuestión que resulta básica: la necesidad de continuar el estudio del poder político-jurisdiccional para explicar las realidades locales y territoriales, la realidad del vecino de a pie. Como dijo Aristóteles, el hombre es un animal político, vive en sociedades organizadas y, para comprender su realidad, es necesario estudiar también sus formas de organización más cercanas.

 

[1] RODRÍGUEZ CANCHO, Miguel, “Interrogatorios del siglo XVIII. Estudio comparativo.”, Norba: Revista de arte, geografía e historia, Núm. 2, 1981, pp. 221-226.

[2] GONZÁLEZ SOLÍS, Esther, Mucho más que la Mesta: rebaños, pastos y economía rural en Extremadura en el siglo XVIII, 2017, p. 56

[3] Por lo general, en muchas localidades se reunían las mujeres llevando a cabo una actividad artesanal menor; sin embargo, en el caso de Cabeza del Buey, se trataba de una actividad protoindustrial a la que se dedican unos 200 vecinos, algunos de ellos como ocupación secundaria al ser también labradores.

[4] PAREJO MORUNO, Francisco Manuel y RANGEL PRECIADO, José Francisco, “La economía extremeña en perspectiva histórica: crecimiento, convergencia y cambio estructural”, en MACORRA CANO, Luis Fernando de la (Coord.), Treinta años de economía y sociedad extremeña, 1983-2013, Diputación Provincial de Badajoz, 2015, p. 15

[5] GONZÁLEZ SOLÍS, E., ibid., pp. 57-58.

[6] HERNÁNDEZ, Mauro, “Derechos comunales sobre pastos de La Serena (Badajoz) en el siglo XVIII”, Comunicación presentada al Congreso de la AHE, Zaragoza, 2001, p. 2

[7] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 77

[8] HERNÁNDEZ, M., ibid., p. 3

[9] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 303

[10] DÍAZ GIL, Fernando, “La Orden de Alcántara y La Serena (1234-1259). La configuración territorial del dominio alcantarino frente a otras instituciones eclesiásticas”, Studia Historica, Historia Medieval, vol. 28, 2010, pp. 210-213

[11]RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Ángel,  “Extremadura: la tierra y los poderes”, en RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Ángel (Coord.), Historia de Extremadura, Tomo III: Los Tiempos Modernos, Badajoz, Universitas Editorial, 1985, p. 462-463

[12] FERNÁNDEZ NIEVA, Julio, “La Orden de Alcántara en la Extremadura Moderna”, Campo abierto: Revista de educación, Núm. 1, 1982, p. 143.

[13] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 292.

[14] ARCOS FRANCO, José María, “Aportaciones a la organización socio-económica del espacio extremeño: la Encomienda Alcantarina de Galizuela”, Revista de estudios extremeños, Vol. 60, Núm. 1, 2004, pp. 183-184.

[15] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 332

[16] Elaboración propia con los datos extraídos de las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura.

[17] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 322

[18] VV. AA., Cartografía de la Real Audiencia de Extremadura, Mérida, Consejería de Cultura y Turismo, 2008.

[19] RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Ángel,  “Extremadura: la tierra y los poderes”, en RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Ángel (Coord.), Historia de Extremadura, Tomo III: Los Tiempos Modernos, Badajoz, Universitas Editorial, 1985.

[20] ARCOS FRANCO, J. M., ibid., pp. 184-185.

[21] ARCOS FRANCO, J. M., ibid., pp. 180-181

[22] RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Á., ibid., p. 474

[23] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 331

[24] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 196

[25] Ibidem, p. 199

[26] RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Á., ibid., p. 474

[27] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 203

[28] Ibidem, p. 47

[29] Ibidem, p. 292-293

[30] Ibidem, p. 318

[31] GONZÁLEZ ALONSO, Benjamín, Sobre el Estado y la administración de la Corona de Castilla en el Antiguo Régimen. Las Comunidades de Castilla y otros estudios., Madrid, Siglo XXI, 1981, p. 203-216.

[32] RODRÍGUEZ GRAJERA, Alfonso, “Las Ordenanzas Locales como fuente para la Historia Ambiental durante el Antiguo Régimen en Extremadura”, Chronica Nova: Revista de Historia Moderna de la Universidad de Granada, Núm. 27, 2000, pp. 170-176.

[33] Elaboración propia con los datos extraídos de las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura.

[34] GIL SOTO, Alfonso, Estrategias políticas y sociales de la oligarquía rural extremeña (siglos XVII y XVIII), Cáceres, Universidad de Extremadura, 2003, pp. 126-128.

[35] GONZÁLEZ ALONSO, B., ibid., p. 207-208.

[36] GIL SOTO, A., ibid., pp. 103-133

[37] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 83.

[38]  GIL SOTO, A., ibid., pp. 103-133

[39] RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G., ibid., p. 320.

[40] Ibidem, p. 83.

[41] Ibidem, p. 118.

[42] Ibidem, p. 98.

[43] Ibidem, p. 171.

[44] Ibidem, p. 115.

[45] Ibidem, p. 264.

[46] Ibidem, p. 264.

[47] Ibidem, p. 247.

[48]Ibidem, p. 343.

Nov 022024
 

 Álvaro Meléndez Teodoro.

 

1.- A MODO DE INTRODUCCIÓN.

El Departamento 5º del cementerio de San Juan, en Badajoz, sigue conociéndose popularmente como el “cementerio civil”, a pesar de que las disposiciones legales, desde 1931 en primer lugar y desde la Ley 49/1978 de 3 de noviembre, mandan que no habrá discriminación alguna por razones de religión ni por cualquier otra.

El origen, y la secular disputa por su gestión, de los cementerios fuera de los espacios religiosos arranca de la Real Cédula de Carlos III de 3 de abril de 1787, disponiendo la construcción de lugares de enterramiento fuera de las iglesias, incluso de cascos urbanos, por cuestiones de saturación y sanidad pública.

Estos nuevos lugares de enterramientos, en Badajoz se instalaría el primero en 1813, y éste del que tratamos en 1839, quedarían bajo titularidad y mantenimiento de los Ayuntamientos y de gestión y organización de la Iglesia Católica, de ahí el nombre que campaba en todos ellos: ”Cementerio católico”. Esta gestión suscitaría, ya desde principios del XIX la cuestión de aquellos difuntos que no profesaran la religión católica y que en general eran enterrados en escombreras o en el campo, alejados de cualquier núcleo poblado.

Toda esta “introducción” daría lugar a una comunicación que excedería el espacio consignado, por lo que nos centraremos en señalar que, el llamado “Cementerio civil” de Badajoz arranca de las terminantes órdenes emanadas del Gobierno del pronunciamiento de 1868, donde se dispone un recinto inmediato, separado con una valla de altura de dos metros y con entrada totalmente independiente.

Una circular del Sr. Gobernador de esta provincia, encaminada a que se dé cumplimiento a la Real Orden de 28 de febrero de 1872, sobre construcción de cementerios civiles, dispone entre otras cosas lo siguiente:

“1º.- En las ciudades, villas y aldeas en donde no se haya dado aún cumplimiento a la Real Orden de 28 de febrero de 1872, los Sres. Alcaldes se pondrán inmediatamente de acuerdo con la Autoridad Eclesiástica y Junta de Sanidad y con asistencia del Arquitecto o maestro Municipal de Obras, pasarán a señalar el sitio y perímetro que ha de ocupar el nuevo Cementerio… (LC, 28 agosto 1877)[1]

La apertura, y ubicación, de estos espacios siempre fue muy contestado por los sectores más rigoristas de la Iglesia:

Crónica general.- El 12 del corriente tuvo lugar en Badajoz el entierro civil de un desgraciado que, habiendo nacido en el seno de la Iglesia, y habiéndose educado en las máximas del catolicismo, renegó un día de la fe que recibiera, separándose de la comunión de los fieles, para seguir no sabemos que otra profesión religiosa , porque eso no lo dicen los cronistas de sus funerales.

Dicen, en cambio, a la afligidísima familia del finado, que la sirva de consuelo el cariñoso respeto que siempre conservarán sus amigos a la memoria del que ya no existe. ¡Triste consuelo! Porque: ¿Cuánto durará la memoria y respeto de esos tan cariñosos amigos? Cuando más lo que ellos mismos vivan, aunque con seguridad no pasarán muchos meses ni aun muchos días, sin que esa memoria se borre como se borra la luz del meteoro que cruza por el firmamento, o la estela que señala el barco en su veloz carrera por la superficie de los mares. (El Oliventino, 25 junio 1882)[2]

De todas estas controversias, siempre dolorosas, damos cuenta en la crónica de las vicisitudes acaecidas con ocasión del entierro de Ceferino Guillén, en 1915.

 

Remitido. A la minoría republicana del Ayuntamiento y a todos los hombres liberales de Badajoz. – Por la apatía, abandono y poca fe en los ideales, los republicanos y socialistas tienen quizás la culpa de lo que viene sucediendo en el cementerio civil de esta población.[3]

Con motivo de reformas y ampliaciones en el Cementerio católico, ha ido variándose un día y otro día la entrada en el civil, hasta el extremo de que con la construcción del nuevo departamento en este último han de verse obligados los que llevan cadáveres al cementerio civil, puesto que no se permite utilizar el antiguo camino, que hoy forma parte de aquel departamento, a transitar por el camino que conduce al referido cementerio civil y junto al cual hay algunas esterqueras y se albergan cerdos…(LRE, 7 noviembre 1914)[4]

¿Quiénes son los que aparecen enterrados en este espacio badajocense? En general todos aquellos librepensadores, republicanos (como anticlericales), masones, suicidas, protestantes, excomulgados, pecadores públicos, duelistas, los que hicieran quemar su cadáver o los que la Iglesia católica consideraba que no habían muerto bajo su fe[5], aunque sobre este tema hay mucho que hablar, y escribir, dadas la numerosas ocasiones en que si son permitidos sepelios de destacados intelectuales, militantes y políticos de claro agnosticismo cuando menos, así como numerosos “arrepentidos” de última hora.

En la actualidad, el antiguo Cementerio civil de Badajoz está plenamente integrado en el Municipal, como Departamento 5º. Se han perdido muchos enterramientos, y aunque desde hace varios años está perfectamente cuidado, no hay apenas enterramientos de los últimos cuarenta años. Hoy es lugar de tránsito y reflexión, como todos los cementerios, y espacio para observar determinadas formas de relaciones sociales de nuestro pasado, en ocasiones faltas de la mínima transigencia y valores sociales.

 

2.- ENTERRAMIENTOS EN NICHOS.

 

Nicho nº 1.- Antonio García Tabora + 5 julio 1886, a los 35 años. En el Libro de Concejalía aparece como propietaria Manuela Prieto Caballero, que lo pagó en cinco años.

De Antonio García Tabora encontramos, en Crónica de Badajoz 18 febrero, 28 marzo y 13 mayo 1886, que colabora en la recaudación de fondos para ayuda de los “emigrados”, apelativo que recibían, por parte de sus correligionarios,[6] todos los participantes en el pronunciamiento republicano del 5 de agosto de 1883, que hubieron de exiliarse de España.

Muy probablemente a su tendencia republicana, por tanto, muy anticlerical en la época, se sumaría el que cometió suicidio para ser enterrado en este cementerio

 

Nicho nº 4.- Antonio González Núñez, +13 marzo 1886.

Director y propietario del “Diario de Badajoz”, siglo XIX.[7]

Reproducimos parte del amplio Editorial que el “Diario de Badajoz” publicó en su fallecimiento y entierro, donde puede apreciarse el conflicto que mantenían determinadas formas de pensar, librepensadoras podríamos decir, con los más acérrimos defensores de la doctrina católica.  La tensa situación de su entierro es muy reveladora:

…A la memoria de nuestro inolvidable amigo Don Antonio González Núñez. – El domingo fue conducido a la morada de los justos el que fue nuestro cariñoso amigo, nuestro inolvidable correligionario, D. Antonio González Núñez.

Desde la fundación de nuestro periódico aceptó el cargo de propietario del mismo, cargo que la ley exigía, y que conservó hasta la fecha en que bajó a la sepultura; nuestros correligionarios y habituales lectores nos dispensarán que tributemos esta página de luto, este último homenaje, que refleje la profunda pena que embarga los corazones de todos los redactores y copropietarios del Diario.

Bien merece la orla negra que lleva nuestro número de hoy el que deja inmarcesible gloria y fama de consorte cariñoso, amantísimo padre, amigo fiel, republicano consecuente, ciudadano modelo de honradez y laboriosidad y defensor incorruptible de nuestra publicación.

Pocos, ninguno conservará un mal recuerdo del llorado amigo; ninguno le habrá visto frecuentar las casas en que se fomentan el juego, la prostitución, o el vicio en general; ninguno le habrá visto vacilar en sus opiniones políticas; ni la vergonzosa dominación conservadora pudo recabar de él que abandonase la propiedad de nuestro Diario, por más que se le hicieron ofrecimientos de condonarle las multas…

…Todas las clases sociales iban representadas en aquella imponente manifestación. La banca, el comercio, la Sociedad Económica, el Instituto, la abogacía, la medicina, la farmacia, las artes y oficios, todos a porfía rivalizaban en deseos de acompañar al difunto, y las clases populares se disputaban el honor de conducir en hombros el féretro, siquiera fuese por un momento…

¡Lamentábamos la irremediable pérdida del amigo, pero sentíamos alegría, inmensa satisfacción al presenciar aquel severo, mudo y significativo cortejo fúnebre! ¡Si alguna prueba hubiéramos necesitado para no desconfiar del porvenir de la humanidad, la habríamos tenido el domingo! El pueblo de Badajoz dio una muestra más de su espíritu levantado, de su nunca desmentida caridad, de su respeto hacia los que ya no existen, de su veneración a la virtud, sobreponiéndose a todo estrecho y mezquino espíritu de secta para honrar la memoria de un ciudadano modelo, y para practicar la verdadera caridad…

…Más ¡ay! Nos engañamos. Echamos de menos una clase social en la que, por lo visto, no caben los sentimientos de paz, ¡de tolerancia y de caridad!  Echamos de menos a los representantes de las religiones positivas, en cuyos corazones, parece que no se anidan los sentimientos humanitarios, ni palpitan los instintos y las obras de misericordia, ¡no caben ni penetran más allá de la lengua y del bolsillo las nociones de perdón y de caridad!

¡La moral universal, la caridad humana dando un mentís a la moral y caridad divina! ¡Que sarcasmo! ¡La moral y la caridad humana más amplias, más generosas que la divina! Que divinidad estrecha y mezquina será la que representan esos seres a quienes llamaba Jesús: ¿sepulcros blanqueados por fuera y por dentro huesos y podredumbre?

…Podrán, a lo sumo, representar al aquel Dios admirablemente descrito por Castelar; Dios cruel injusto y vengativo, que degüella millares de israelitas inocentes por una falta idolátrica de Aarón, y premia injustamente a éste que les ha enseñado y casi impuesto la idolatría; pero jamás representarán al mártir que sucumbió en la cruz, predicando hasta morir las máximas de paz, de caridad, ¡de pobreza y de tolerancia!

…Desconocíamos las creencias religiosas de nuestro malogrado amigo, pero le habíamos oído frecuentísimas veces invocar el nombre de Dios con el fervor de un creyente.

El domingo de Carnaval estuvo alegre y contento en nuestra compañía; el lunes sintióse con un dolor al costado, que al siguiente día degeneró en aguda pulmonía.

Los amigos y doctores en medicina no desconfiaban, empero, de su existencia, pues le habían sacado de varios ataques análogos en diferentes ocasiones. El sábado 13, a las dos de la mañana, le hizo su última visita el médico de cabecera D. Narciso Vázquez, y la enfermedad seguía su curso normal, sin que presagiase el funesto desenlace que se avecinaba. A las cuatro inicióse la gravedad de una manera tan súbita e inesperada, que apenas si las personas que velaban al enfermo tuvieron tiempo de enterarse de la novedad y recoger el último suspiro del paciente. Unos corrieron en busca del médico y otros en busca del párroco. El primero, aunque más diligente, sí llegó al lecho mortuorio, halló un cadáver en lugar de un amigo, al segundo, que no había acudido aún, se le mandó otro aviso participándole el fallecimiento, por evitarle una molestia.

No nos incumbe analizar los modales más o menos finos con que fueran recibidas estas comisiones de atención. Lo que si nos consta es, que se consultó a la parroquia la hora en que debiera darse sepultura al cadáver, y que el párroco ordenó a los comisionados que se hiciesen con el certificado facultativo de la defunción, y el de la autoridad civil competente. Nos consta que personas respetables por su posición y creencias fueron a exhibirlos y obtener la hora del entierro; y que se les contestó con ambigüedades y dilatando la respuesta hasta la noche del sábado. Nos consta que en la citada noche se volvió a solicitar con el mayor respeto el aviso, a fin de tener algunas horas de tiempo para publicar las papeletas de defunción, y poder calmar la justa ansiedad de una desconsolada viuda, a quien las enfermedades de sus tres inocentes niños y de su inolvidable esposo habían sumido en la mayor tristeza y postración, pero que tampoco ahora se tuvo piedad de su desgraciada situación y de su agonía. También se les contestó con evasivas y aplazando la respuesta para el día siguiente; es decir, para momentos antes de trasladar al cementerio los restos mortales del finado. ¡Cuánta misericordia, Señor! ¡Cuánta caridad así en la humilde capilla como en el suntuoso palacio!…

…Estas y muchas más y más serias y graves consideraciones debieron agolparse en tropel en la mente de aquella infeliz mujer, cuando al recibir la noticia de la nueva dilatoria, recordando que quizás el suicida, el ateo, y el que se había negado a recibir toda clase de auxilios espirituales había sido más afortunado, había encontrado una anchísima puerta por donde entrar en la mansión  serena de los muertos, puerta que se cerraba para su virtuoso consorte, cansada de sufrir desaires, que nunca la educación excusó para con una mujer, y muchísimo menos en la situación angustiosísima en que ella se encontraba; sacando fuerzas de flaqueza y ahogando sus sentimientos católicos, hemos oído que contestó: decidles a los que así me torturan, que no necesito ni quiero ya la concesión, que mi esposo se enterrará civilmente…

La respuesta, por parte de “El Avisador de Badajoz”[8], no se hizo esperar:

…Ridículo en sumo grado y jeremíaco hasta lo bufo viene el “interfecto”[9] en el número del martes.

El motivo se lo ofrece la muerte y sepelio de D. Antonio González (q.e.p.d.), verificado este último el domingo por la mañana. Por eso empieza el condenado diciendo: “El domingo fue conducido a la “morada de los justos el que fue…”. De modo que para este alcornoque el cementerio civil es la “morada de los justos”. Pues nada, que te aproveche.

Murió el Sr. González sin haber recibido los auxilios espirituales, gracias a los que intervinieron en el asunto “H. Washington”[10], “H. Mendizábal”[11] y otros hermanos que quisieron con premeditación y alevosía, hacer una manifestación masónico-republicana a expensas de una desgraciada familia, que tuvo el sentimiento de perder a uno de sus miembros.

El párroco, en cumplimiento de su deber, quiso averiguar si el finado era católico, para darle la sepultura eclesiástica que la Iglesia concede a sus hijos, pero los “HH.”[12] Tenían interés en que se hiciera entierro civil y no quisieron esperar el resultado de las investigaciones; o mejor, quisieron prescindir del elemento cristiano, abusando de un modo escandaloso de la situación aflictiva de la viuda, que para nada tomó parte en el asunto; y, en efecto, lo enterraron civilmente, comprometiendo a todo el mundo a que asistiera y engañando a no pocos, según costumbre de la masonería.

La exclusión preconcebida del elemento católico en los últimos momentos del finado, se ve patente por el asedio en que le tuvieron, sin permitir que se llamara al párroco hasta después que había expirado, según confiesa el mismo “condenado Diario”, cuyo propietario era el difunto. Que el médico D. Narciso Vázquez no viera en su última visita, a las dos de la madrugada, el peligro del enfermo, probará en todo caso la perspicacia del doctor que solo acierta a ver que uno se muere cuando lo encuentra cadáver; por lo demás nos consta que otro doctor dijo en aquella misma noche que el enfermo no llegaría a ver el día siguiente.

“Desconocíamos, dice Mandiles, las creencias religiosas de nuestro malogrado amigo”

Desconocías las creencias religiosas de tu propietario y ¿Quieres que las conociera el párroco, del cual estaría algo más lejos que de ti? ¿O pretendes tú que en los cementerios católicos se entierre a toda clase de cadáveres, cualquiera que fuese la religión del difunto? (EAB, 18 marzo 1886)

 

Nicho nº 5.- José Cuellar Tadeo + 14 marzo 1884, a los 53 años. Bárbara Blanco le dedica este recuerdo.

De José Cuéllar Tadeo encontramos, “Crónica de Badajoz” 25 agosto 1883, que formará parte de la Junta de Asociados del Ayuntamiento de Badajoz. La Junta de Asociados era elegida por sorteo entre los contribuyentes de una localidad, con arreglo a la Ley de Ayuntamientos de 1870 y 1877, donde se les atribuían junto a los concejales la capacidad de aprobar presupuestos, contrato de obras y personal y otras cuestiones.

Estas Juntas de Vocales Asociados desaparecerían en 1924 con la aprobación del Estatuto Municipal y otros significativos cambios legales.

José Cuéllar regentaba una casa de comidas en la calle del Obispo, en Badajoz y en 3 de marzo, de ese 1884, fue herido en una reyerta, de resultas de la cual murió.

 

Nicho nº 6.- Carlos Liñán Andueza, pastor evangélico.Durmió en el Señor a los 59 años. He peleado la buena batalla / he acabado la carrera / he guardado la fe / por tanto el Señor me dará / la corona de justicia / como a todos los que aman su venida. 2º TIM 4: 7 y 8” [13]

Nicho nº 8.- Bartolomé Caballer Llorens + 2 febrero 1887.

En el diario badajocense “La Nueva Crónica”, de 28 de noviembre de 1882, que es el nombre que toma Crónica de Badajoz al ser suspendido por la autoridad gubernativa por sus comentarios políticos republicanos, se publica el acta de la reunión, Asamblea general, de los comités republicanos del distrito de Badajoz[14], en la que resultan nombrados candidatos para las elecciones a diputados provinciales Rubén Landa Coronado, Juan Ruiz Mira y Bartolomé Caballer Llorens.

 

Nicho nº 11.- L. I. F. [15]  Aquí yacen Silverio Zamora Pérez, + 22 enero 1916. Su esposa Teresa Becerra Tinoco + 13 octubre 1918 y su hijo Silverito + 30 marzo 1905.

 

Nicho nº 19.- (Escudo de la Masonería) D. E. P. Santos Rivacova y Álvarez. Falleció el 8 de diciembre de 1890, a los 44 años de edad. Los seres queridos nunca mueren, eternamente viven en el corazón de los que los amaron.”

…Ayer fue conducido a la última morada, y civilmente, Don Santos Rivacova, agente de la Compañía M. Z. y A. Sus convicciones religiosas las ha sostenido hasta última hora.

Un numeroso público asistió al entierro, pero hubiera sido infinitamente mayor si se hubiera tenido noticia de su fallecimiento. Pero desgraciadamente dicha noticia se esparcía una hora antes del entierro y fue imposible ya hacer citaciones… (LC, 10 diciembre 1890)

 

Nicho nº 22. – (Escudo de la Masonería) L. I. F. Vicente Martínez Rodríguez, falleció el 3 julio 1923. Recuerdo de sus hijos.

 

Nicho nº 29.- (Escudo de la Masonería) Ceferino Guillén Martínez, ex -maestro asentador de los ferro-carriles MZA y concejal del Excmo. Ayto. de Badajoz, falleció el 26 junio 1915, a los 68 años de edad. Su esposa le dedica este recuerdo.[16]

Una vez más, la polémica, la disputa acerca de su enterramiento se puso de relieve con este significado masón. Es muy aclaratorio, muy detallado, el artículo que reproducimos a continuación. Han pasado cerca de cincuenta años desde que se establece el Cementerio civil y los ánimos, y desánimos, siguen encrespados:

Ceferino Guillén.- La enfermedad que hace tiempo padecía nuestro amigo y correligionario D. Ceferino Guillén, concejal del Excmo. Ayuntamiento de Badajoz, tuvo un triste desenlace en la tarde de ayer. El Sr. Guillén era un entusiasta republicano, y por su excelente carácter estimábanlo cuantas personas le trataban. Fue durante muchos años empleado de los ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante, habiendo obtenido su jubilación hace algún tiempo. Era muy estimado de sus jefes, que hacían justicia a sus notorias aptitudes y al celo con que llenaba las obligaciones que su cargo le imponía. El cumplimiento del deber como tal empleado de la citada compañía ferroviaria, fue siempre para D. Ceferino una cosa sagrada.

El entierro será civil y se verificará a las cinco en punto de la tarde de hoy. El duelo se despedirá en el patio del puente de Palmas. A su esposa, doña Carolina Gutiérrez, y a las demás personas de la familia, damos el más sincero pésame por la desgracia que acaban de sufrir. (LRE, 21 junio 1915, lunes)

 

Lograron realizar su propósito.- En La Región de ayer lunes dijimos que el entierro de D. Ceferino Guillén, concejal del Ayuntamiento y consecuente republicano, sería civil y tendría lugar a las cinco de la tarde (hora señalada por el Alcalde), porque se nos aseguró que había documentos donde constaba que el finado no profesaba la religión católica y porque poco tiempo antes de morir había manifestado, ante su esposa y cuatro testigos (dos mujeres entre ellos) que quería se le enterrara civilmente.

Al Ayuntamiento.- A las doce fuimos al Ayuntamiento, acompañándonos D. Gregorio Hernández, para preguntar si se había cumplido lo que el reglamento de sesiones preceptúa para cuando muere un concejal. Se nos informó que todo estaba hecho ya y que, hasta siguiendo una costumbre no interrumpida, se había dado orden a la banda municipal para que asistiera al entierro.

Al Palacio episcopal.- Desde el Ayuntamiento, y acompañados del referido Sr. Hernández, nos dirigimos al Palacio episcopal, avistándonos con el provisor Sr. Triviño[17]. Este nos indicó que, si existía algún testamento del finado disponiendo que se le enterrase civilmente, se le presentara una copia; le contestamos que no podíamos afirmar que existiese un testamento que contuviera aquella disposición pero que ésta había sido expresada claramente ante cuatro testigos y la esposa del Sr. Guillén, y que además había que tener en cuenta que éste se había casado civilmente. El Sr. Triviño nos expuso entonces que algunos concejales habían estado a verle antes que nosotros, haciendo afirmaciones contrarias a las nuestras sobre la voluntad del Sr. Guillén acerca de su entierro. Contestámosle que nos extrañaba mucho lo que decía, que estimábamos opuesto a la verdad lo que le hubieran contado antes, y que si era preciso se abriese una información de testigos, para examinar a los que poco tiempo antes del fallecimiento habían oído expresar su voluntad al Sr. Guillén.

A la Estación.- Marchamos al barrio de la Estación; la viuda de D. Ceferino. Doña Carolina Gutiérrez, nos entregó una certificación de su partida de casamiento, en la que constaba que éste fue civil y que tuvo lugar en Cabeza del Buey el 19 de abril de 1873, así como que los contrayentes expusieron que no habían celebrado matrimonio religioso. Dicha señora nos declaró que de ninguna manera consentiría que no se cumpliera la voluntad del finado acerca de su enterramiento, que ella nos había expuesto ya pocos minutos después de morir el Sr. Guillén.

Hablamos con los cuatro testigos que oyeron expresar su voluntad a D. Ceferino, poco tiempo antes de fallecer; y otros cuantos nos aseguraron haberle oído hacer en otras ocasiones idénticas manifestaciones sobre su entierro al finado.

Otra visita al Provisor.- Al volver a la capital, después de las dos de la tarde, visitamos al Sr. Triviño en su domicilio, le enseñamos la partida de casamiento, hízonos la indicación de que, con posterioridad al año 73, pudiera haber ocurrido que D. Ceferino y Dª Carolina contrajeran matrimonio canónico, contestándole que la viuda aseguraba que éste no se había realizado y convinimos en que sin demora se redactaría y se le enviaría al provisorato una solicitud para que se abriese la información de testigos.

La solicitud. Otros testigos.- La solicitud fue entregada, por la persona a quien dimos este encargo, a las tres de la tarde, sabiendo nosotros poco después que uno de los testigos designados en el escrito nuestro estaba en el Palacio episcopal con otro de los que, en ocasión anterior al día del fallecimiento, habían oído referir al Sr. Guillén que su entierro habría de ser civil. A las cuatro y media nos dirigimos al Palacio episcopal y allí, uno de los testigos designado por nosotros, Pedro Carretero, nos refirió que no había querido prestar el juramento que se le exigía, presentándole un crucifijo, si bien prometió, como se hace en los tribunales ordinarios, que diría la verdad. Quien había declarado era el testigo que no estuvo en casa de D. Ceferino el día del fallecimiento.

Extrañeza por parte de Carretero. Otros detalles.- Pedro Carretero nos expuso también le había causado extrañeza que en el Provisorato se le hablase de Lerroux, de don Gregorio Hernández, y de otras cosas ajenas al asunto que se trataba. Quisimos convencer a Pedro Carretero de que jurase, para poder declarar, pero se mostró irreductible. Llegó en aquel momento D. Manuel Rodríguez, uno de los testigos designados en la solicitud, y el señor Provisor dijo que le despacharía enseguida; pero advirtiendo que le sería forzoso examinar también a los que habían ido a manifestar lo contrario de lo que se pretendía probar con la información solicitada por nosotros en nombre de la viuda.

Declaración de D. Manuel Rodríguez.- Prestó el Sr. Rodríguez su declaración con todo género de detalles, según nos dijo luego que salió del Palacio episcopal, agregando haber designado un testigo presencial como él, conocido por “el madrileño”. El expresado Sr. Rodríguez añadió: “Me ha sorprendido que al afirmar yo que mi estado es el de casado, se me preguntara el nombre de mi esposa, para estamparlo en la declaración”.

Otra vez a la Estación.- Como el Provisor había indicado su propósito de examinar a los que oficiosamente habían ido a referir una cosa inexacta y era de creer, por lo tanto, que se dilataría la terminación del expediente, marchamos de nuevo al barrio de la Estación, donde se encontraban muchas personas que deseaban asistir al entierro; figurando entre ellas el Jefe de Movimiento de la compañía ferroviaria M. Z. A. y otros empleados de la misma que habían venido de Mérida.

En busca del Provisor. Al Gobierno civil.- Visto que no era posible verificar el entierro, se retiró el coche fúnebre y volvimos a Badajoz, acompañados de ocho o diez amigos y de algunos de los empleados de la compañía que habían venido de Mérida (los cuales conocían las ideas del Sr. Guillén en materia religiosa). No encontrando en el provisorato ni en su casa al Sr. Triviño, fuimos todos al Gobierno civil, y el señor García de los Ríos, nos afirmó que el Provisor había concedido, hacía ya una hora, la autorización para que el entierro fuese civil, habiéndolo comunicado al párroco de la Estación y al administrador del cementerio.

Se aplaza el entierro.- El gobernador expuso la conveniencia de que el entierro se verificara enseguida y nos retiramos; practicáronse gestiones para que aquel acto se realizase inmediatamente, pero como los caballos del coche de la funeraria, que debían conducir el cadáver, habían sido llevados al río para bañarlos, se convino en que el entierro se verificara a las diez de la mañana de hoy y que se enviara desinfectante a la casa mortuoria por el director del Laboratorio[18], quien ofreció hacerlo sin demora. De ello se dio noticia por teléfono a la viuda y, además, uno de los presentes fue, por indicación de D. Narciso Vázquez Torres, al Gobierno civil, para comunicar lo que se había acordado; pero no pudo cumplir su encargo por no encontrarse a la sazón en el gobierno el Sr. García de los Ríos.

El cadáver es sacado de la casa y llevado al cementerio.- A las nueve de la noche se nos presenta uno de los amigos que tenemos en la Estación para manifestarnos que, en virtud de orden del Gobernador, comunicada por un agente de policía o de seguridad, y alegando el estado de descomposición del cadáver, acababa este de ser sacado de la casa mortuoria y conducido a hombros al cementerio civil.

Habían, pues, logrado realizar su propósito, los que tenían interés en que no se verificase, en determinadas condiciones, un acto civil. Los comentarios irán mañana. Hoy nos hemos extendido demasiado. (LRE, 22 junio 1915)

Todavía la polémica continuará unas semanas.

 

Nicho nº 35.- Hier Ruhet sanft Moritz Goldschmidt geb in Frankfurt Main 21 sept 1842, gest. In Badajoz, Spanien 13 febr 1918. In liebe gewindmet von Seinen Trauerden Kindern und enkeln[19] 

 

Nicho (doble) nº 38 y 39.- D. E. P. Familia de F. Suárez y J. Bizarro.

En la documentación de la Concejalía de Cementerios, para el nicho nº 38, hay varias anotaciones: ”El día 14 de abril de 1921 se arrendó este nicho a D. Florencio Villa[20], para el entierro de su hija Celia, calle Donoso Cortés nº 4. El día 30 de enero de 1927, pasaron estos restos a la fosa particular de D. Rubén Landa Coronado, en el Departamento Civil. Desocupado”

“El día 5 de septiembre de 1936, se vendió este nicho a Obdulia Suárez García, para el entierro del adulto D. José Bizarro Gallego. Pagó el primer plazo, 90 pesetas…pagó el 5º plazo de 27’50 pesetas el 16 Diciembre 1939. ES PROPIEDAD: Dª Obdulia Suárez García”

Para el nicho nº 39: La primera anotación es idéntica a la anterior, referida a Florencio Villa. A continuación, dice: “ Nicho nº 39, fila 3ª, Dpto. Civil. El día 12 de abril de 1935 se vendió este nicho a pagar a plazos a Dª Josefa Bizarro Gallego. Yace el adulto D. Francisco Suárez Rodríguez, falleció el 11 de abril de 1935…ES PROPIEDAD: Dª Josefa Bizarro Gallego.

 

3.- ENTERRAMIENTOS EN PANTEONES O TUMBAS EN SUELO.

 

Sepultura nº 1.- En la lápida, en piedra gris se lee: Juan García Chaves. Su esposa e hijos. 12 de Junio de 1882.[21]

Juan García Chaves nació en Cádiz en 1842 y falleció en Badajoz en 1882. Militó en la logia “Pax Augusta” de Badajoz, procedente de las logias “Fraternidad” y “Tolerancia” de Cádiz. Presidente de la Sociedad Constructora de Casas.

…Sección local.- En la tarde del lunes 12 del corriente fue conducido al cementerio municipal el cadáver de nuestro queridísimo amigo D. Juan García Chaves. Badajoz ha perdido uno de sus más apreciados vecinos…

Chaves era el prototipo del caballero pundonoroso, del hombre honrado, y el modelo del buen padre de familia. Deja a su viuda y numerosos hijos un modesto capital, ganado a fuerza de laboriosidad y trabajo.

A sus amigos el imperecedero recuerdo de sus virtudes y de la lealtad y consecuencia, hasta los últimos instantes de su vida, de sus convicciones políticas y de sus creencias religiosas, fundadas en el libre examen.

Chaves militó en el partido republicano (v) desde que tuvo uso de razón y abandonó las prácticas del catolicismo, conservando siempre el culto a Dios y el respeto a las puras doctrinas del cristianismo. Nunca negó sus creencias, ni la duda tuvo cabida en su ánimo esforzado; por eso dispuso que su entierro fuese civil, sin intervención del clero.

Su última voluntad fue cumplida y un numerosísimo cortejo acompañó su cadáver has el cementerio municipal. Más de 700 personas formaban el cortejo, compuesto de todas las clases sociales de Badajoz. Abogados, artesanos, catedráticos, ingenieros, militares, médicos, comerciantes, títulos de Castilla, hombres de todas las categorías sociales y de todos los ramos del saber humano quisieron darle el último adiós.

Llegados al cementerio municipal ante el cadáver descubierto de nuestro compañero Chaves, su íntimo amigo D. Ramón González, pronunció breves y sentidas frases de despedida eterna.

Todos los que rodeábamos el féretro de nuestro querido amigo, sentimos agolparse las lágrimas en nuestros ojos. La tierra cubrió los restos del inolvidable amigo

Chaves nació en Sevilla; cursó las primeras letras en el colegio de San Telmo; vistió el uniforme militar en la Escuela de condestables de Marina; tomó su licencia absoluta e ingresó como Ayudante temporero de ingenieros de caminos, canales y puertos; fue director facultativo de las obras del muelle de atraque en la punta de Baca en Cádiz; pasó al estudio del puerto de Huelva y últimamente tenía contratadas varias obras públicas en nuestra provincia y en la de Cáceres. En Cádiz fue teniente de alcalde, diputado provincial y Vicepresidente de la comisión permanente. En nuestra capital era el director de las clases gratuitas de estudios establecidas en el Liceo de Artesanos y presidente de la Sociedad Constructora de casas para obreros.

En todos los cargos que desempeñó durante su laboriosa vida cumplió como hombre honrado y como recto ciudadano. Era de una esclarecida inteligencia; ha muerto a los 42 años de edad… (LC, 16 junio 1882)

Una carta.- En la creencia de que los lectores de La Nueva Crónica la verán con gusto, insertamos a continuación la que un amigo nuestro ha dirigido a El Látigo[22], periódico de Llerena, hablando de un suceso de que ya hemos dado cuenta en nuestras columnas. Dice Así:

“Señores redactores de El Látigo. Muy queridos amigos: Desde que han dado Vs. a luz su periódico no dejo de pensar en el modo por el cual yo pudiera contribuir a la confección del mismo con algún escrito de oportunidad y digno de figurar en tan sensata publicación

Pretendo disculparme ante mis propios ojos contando mis muchas y continuadas ocupaciones, figurándome que estoy cansado, casi enfermo, con otros mil y mil fútiles pretextos, pero no; a través de ellos veo claramente que mi carencia de recursos periodísticos es el único motivo que detiene mi pluma y me imposibilita para ejecutar mi deseo.

Que esta consideración es ciertísima bien se ve, observando los mil modos por los que en la prensa periódica y otros escritos se trata hoy de política, de religión, de arte, de ciencias, todo con una facilidad que me admira pero que no está a mi alcance.

Y si hoy me atrevo a dirigir a ustedes estas líneas, es porque creo cumplir con un deber sagrado; no quiero que VV. periodistas de la provincia ignoren los hechos de alguna importancia que ocurran en la capital o que hayan de conocerlos por otro conducto que por los verdaderos amigos; y yo que como tales estimo a VV. no quiero cometer esa falta.

El día 11 falleció en esta capital D. Juan García Chaves, que ha vivido varios años entre nosotros dirigiendo las obras públicas que contrataba con el Estado o con la Provincia. Este señor por sus excelentes prendas personales se había captado generales simpatías en el vecindario, el cual se lo ha demostrado muy espontánea y cumplidamente, acompañando al cadáver a su última morada en tanto número y con tanta solemnidad y recogimiento como aquí no se acostumbra. Para Vv. como para los lectores del periódico no tiene esto nada de particular, sin ciertos antecedentes que les daré:

Era el difunto D. Juan hombre de carácter tan enérgico y severo como reflexivo, cualidades que le hacían templado y prudente en tomar sus resoluciones, pero tenaz en la ejecución. Convencido, obraba sin vacilar. En todas las esferas de la vida podía vérsele y admirársele por la igualdad de su conducta.

Propuesto a crearse un porvenir para su familia, trabajaba tan asiduamente que al fin ha sido víctima de continuas e incesantes vigilias, a las que se entregaba gustoso solicitado por aquella idea.

De sentimientos generosos y liberales como pocos, tenía ocupados en los trabajos de multitud de obras que dirigía numerosos braceros, que nunca vieron en él al empresario especulador sino al protector, al padre de los que le rodeaban: no conocía desgracia de familia que no fuera el primero en consolar.

Nadie sabe hasta donde llegó su mano generosa y caritativa: obraba ocultándose y se ruborizaba si alguno se le mostraba agradecido. Así es la caridad.

Sus liberales sentimientos estaban en armonía perfecta con su modo de pensar. Era un consecuente demócrata, respetuoso con todas las opiniones, lo que le valió que sus paisanos le elevaran a los primeros puestos de la administración, cuyos cargos supo ejercer a gusto de los más exigentes y escrupulosos.

Era cristiano Libre-pensador, no estaba afiliado a ninguna secta, ni ejercía culto externo de ninguna especie; tolerante con todas las creencias a nadie, ni aún a su misma familia, pretendía imponer las suyas propias.

Repetidos ataques apopléticos en los centros nerviosos (según decían los médicos) le pusieron a las puertas de la muerte y aún en este apurado trance, en el que conservó íntegras sus facultades intelectuales y afectivas, dio muestras de su entera y enérgica voluntad. Atento a cuanto pasaba a su alrededor se apercibió de que alguien gestionaba (bien indiscretamente, por cierto) por conseguir que abjurara sus “errores” confesándolos a un sacerdote católico, y sin dar muestras de la menor inquietud manifestó que quería hacer testamento, en el cual consignó claramente que no era católico y, por tanto, su enterramiento había de ser puramente civil. Conocido su carácter, era inútil insistir y los que le rodeaban se dispusieron a cumplir fielmente su última voluntad.

A una vida de sinsabores y trabajos sucedía una muerte dolorosa. Apuró hasta la última gota el cáliz de su amargura; no hablaba, manifestaba sus deseos por signos, apenas inteligibles o señalando en un cartel con el dedo las letras con que componía las palabras y las frases; se abatía profundamente si no se le comprendía, pero ni una señal de queja ni de impaciencia; sufría resignado y agradecía las atenciones mirando melancólicamente al bienhechor que apagaba su sed ardiente o le cambiaba de posición.

Fijos constantemente los ojos en los de su adorada esposa “a la que amaba como en sus primeros días de matrimonio”, “que no des padrastro a nuestros hijos” le decía, señalando en el cartel, poco antes de morir. En buena posición a su edad, con una esposa querida, con numerosos hijos y con completo conocimiento de su estado grave, esperaba el fin tranquilo y resignado ¡Qué instantes tan terribles para la conciencia!

Suspendo, que yo también fui su amigo y aún siento pena al recordarlo.

Ante semejantes escenas, entre las agitaciones del dolor y las sombras de la duda me pregunté…y en los misterios del mundo ¿Qué fin llenaría el sufrimiento del justo, el dolor de los inocentes? ¿Por qué sufren las criaturas?

En la capital se ha comentado mucho todo lo concerniente al difunto Chaves; sus antecedentes, sus creencias, su enfermedad, sus frases, su testamento, su resignación, los conflictos que surgirían, se comentaba hasta su acompañamiento para en el caso probable de que falleciera.

Inmenso gentío acompañó al cadáver hasta donde se despedía el duelo, y numerosos amigos llegaron hasta la última morada llevando en el semblante las huellas del dolor que causaba pérdida tan sensible. El acto era imponente y severo, como lo requería la ocasión. No faltaba más que el clero que, para cumplir la última voluntad del difunto, no podía ser invitado.

Era un entierro civil, yo asistía también.

Aunque poco dado a la meditación, el silencio profundo, el recogimiento, la severidad del acto convidaba a la abstracción y yo meditaba. No meditaba como el poeta sobre la soledad de los muertos que, para mí, si los muertos son algo, ni están muertos ni están solos; meditaba sobre la obra eficaz del tiempo: sobre el modo lento pero irresistible con que la humanidad procede en su desenvolvimiento: meditaba sobre las mil maneras por las que se manifiesta el progreso humano.

En otros tiempos, por cierto, no lejanos, hace 20 años, por ejemplo, al entierro de un “protestante”, como decían de D. Juan, de un “judío”, de un “masón”, de un “hereje”, de un cuerpo cuyo espíritu se ha precipitado fatalmente en el infierno a sufrir las infinitas torturas que regala la Iglesia a los no creyentes, a tal entierro decimos, nadie fuera osado asistir, que ipso facto se hacía cómplice de los crímenes del muerto y por ende acreedor a la misma pena.

Hoy la humanidad deja al “judío”, al “hereje” vivir en su conciencia y acompaña al sepulcro al cadáver del caballero, del buen ciudadano, del hijo humilde y cariñoso, del esposo modelo, del padre que, sin ofensa para la humanidad, muere víctima del trabajo de que han de vivir sus hijos.

Y si antes, al abandono y execración del cadáver seguía el abandono de la esposa e hijos del hereje, cuando no se prolongaba la persecución hasta extinguir la raza maldecida, hoy sobre los fríos restos del cadáver, cuando asombrado enmudece el pensamiento y habla el corazón libre de hipócritas reservas, se jura defender a la viuda y a los huérfanos, hasta dar la vida por ellos si es preciso.

En muy breves pero espontáneas y enérgicas frases D. Ramón González, íntimo amigo del finado, pronunció, en nombre de todos, tan solemne juramento.

El cadáver de D. Juan debió estremecerse de placer ante tales protestas de cariño. ¡Quién sabe si habrá día y forma en que pueda mostrar su agradecimiento…

Testigo presencial de estas escenas de ternura, sentí lágrimas entre mis párpados, y aún creo que el solo recuerdo de ellas, nubla mis ojos y me impide proseguir.

Casi avergonzado de mi debilidad salí del cementerio civil, en donde dejamos los restos mortales de D. Juan y entré en el departamento católico allí contiguo.

¡Qué triste condición humana! Buscaba alivio a mi dolor y esquivaba el desagradable choque de la tierra sobre el ataúd y penetré en el lugar donde descansan seres míos queridos, pedazos de mi corazón.

Ante las tumbas que contienen los restos y húmedos ya los ojos ¿Qué habían de hacer más que llorar? Inconscientemente me apartaba de ellos y fui discurriendo casi sin darme cuenta de uno a otro lado leyendo a través del líquido cristal los epitafios de aquellas series superpuestas de escondrijos de restos humanos, pensando ciertamente en todo menos en lo que tenía delante de mí vista.

Aquí un amigo, allá un conocido, luego un anciano, después un niño…al fin y como por sorpresa me apoderé de mi pensamiento y pensé…y sentí… ¡qué sensación tan extraña! sentía placer en medio de tanto dolor.

Con disgusto me arranqué de la Ciudad de los muertos, cuya compañía me era tan grata. A poco me encontré de nuevo entre las bulliciosas gentes que seguían comentando a su sabor el suceso del día.

“No han querido acompañarle los curas…no los han llamado…es que ya van a dejar de asistir curas en los entierros, como sucede en Madrid y en otras partes, aunque sean católicos; puede ser…no puede ser…”lo que yo digo, dijo un patán al grupo que le escuchaba, es que esto además de ser muy serio, es muy barato, y he de encargar a mi familia que me lleven como a ese señor”.

Dispensen que no sea más breve y vean cómo pueden complacer a VV. su afectísimo amigo S. S.[23]   N. V. Badajoz y Junio 16 de 1882” (LC, 26 junio 1882) )[24]

 

Sepultura nº 2.- En el frontal de la tumba se lee la inscripción: Familia Lapuente.

Patricio Lapuente.- Uno menos en las filas de los consecuentes y entusiastas defensores de la República. Modelo de ciudadanos por su laboriosidad y honradez, lo era al mismo tiempo por su constante amor a la libertad y por la fe inquebrantable con que la defendió en aquellos tiempos en que defenderla suponía el sacrificio, no solo de la propia existencia, sino de la de toda una familia.

Antes de la Revolución de Septiembre[25], Patricio Lapuente, era un conspirador perpetuo y un incansable propagandista de la democracia, viéndose con frecuencia en inminentes riesgos, que lejos de amenguar su espíritu, le enardecían para la lucha. Triunfante aquella Revolución, formó parte de la Junta revolucionaria de Badajoz, con el inolvidable Vicente Martínez, y como aquél, no solo en la Junta, sino en el Municipio, del que fueron personalidades salientes, dieron siempre pruebas de su amor al pueblo y de gran moralidad administrativa.

Ha sido muchos años concejal de Badajoz, y siempre se ha distinguido en el Municipio por su modestia y su honradez, que le apartaba en todas ocasiones de aceptar acuerdo alguno que no fuera transparentemente claro. Su nombre no se ha unido jamás a los de cuantos en aquella casa han ido a favorecer intereses particulares. Estuvo siempre al lado de los generales y los defendió con entereza y energía dignas del mayor aplauso.

Hace algunos años que no ejercía cargo público, pero esto no fue obstáculo para verle siempre firme y batallador contra la monarquía. Estaba afiliado al partido centralista, y desde el año 73, en que contribuyó a hacer diputado a D. Nicolás Salmerón y Alonso, no se había separado jamás de la política que este hombre público representa, siendo uno de sus más fieles adeptos.

Ha muerto apartado de sus dos queridísimos hijos, Rafael y Fermín, pero con el consuelo de verse auxiliado por su amantísima esposa y su idolatrada hija hasta el último momento. A todos nos sorprendió su breve y fatal enfermedad, de la que él mismo no se dio cuenta hasta momentos antes de espirar.

Descanse en paz el amigo queridísimo y quiera el cielo conceder resignación bastante a su apreciadísima familia para soportar tan rudo como inesperado golpe. Hoy a las doce se verificará su entierro civil, desde la casa mortuoria, Menacho 39, a puerta Pilar, donde se despedirá el duelo; y rogamos a todos nuestros amigos y correligionarios se sirvan concurrir al acto, rindiendo así el último tributo de cariño a quien era tan acreedor al de todos como Patricio Lapuente.  (LRE, 31 marzo 1894)

El entierro de Lapuente.- No teníamos duda alguna. Sabíamos que este queridísimo amigo y correligionario nuestro contaba con numerosísimas simpatías en todas las clases sociales, de modo que no nos ha sorprendido contemplar en su sepelio una multitud inmensa, ávida de rendir su último tributo de cariño al consecuente, leal y honradísimo ciudadano D. Patricio Lapuente…

…A las doce en punto estaba anunciado el entierro, y a las doce en punto salía de la casa mortuoria el féretro que contenía los restos de nuestro correligionario, conducido por seis amigos cariñosos que, con otros cientos, fueron disputándose durante la carrera, el honor de llevarlos. Conducían las cintas nuestros queridos amigos y correligionarios también, don Pedro Lázaro, D. José Ruiz Manchón, D. Isidoro Osorio, D. Antonio Álvarez, D. Heliodoro Pinna y D. Antonio Sánchez.

Iban presidiendo, en nombre de la familia, D. Florencio Mairal y los señores D. Rubén Landa, D. Antonio Gutiérrez, D. Vicente Martínez y D. Luis Montalbán; seguidos, como hemos dicho antes, no solo de los republicanos todos de Badajoz, sino de infinitos monárquicos, cuya enumeración sería imposible que, respetuosos con todas las ideas, no iban allí a hacer ostentación de las suyas, sino a demostrar el afecto que el difunto les inspiraba. Bastará recordar que vimos entre la multitud a todos los empleados del Cuerpo de Telégrafos libres de servicio, a los empleados del Ayuntamiento y gran número de los de la Diputación provincial y Gobierno civil…

…El duelo se despidió frente a la puerta del Pilar, desfilando ante el ataúd, con el mayor orden, todos los concurrentes, y terminado este acto hubo muchos de los íntimos amigos del difunto que le acompañaron hasta el cementerio civil, donde fue sepultado. Descanse en Paz. (LRE, 1 abril, 1894)

 

Sepultura nº 3.- La lápida, en la actualidad, señala: “José Marín González, falleció el 11 de noviembre de 1980. José Cordovilla Burgos, falleció el 6 de septiembre de 1903. Tomás Cordovilla Burgos, falleció el 14 de octubre de 1915. Josefa García Serrano, falleció el 9 de diciembre de 1919.”

Entierro.- El de nuestro correligionario, D. José Marín González, que tuvo lugar en la tarde de ayer, resultó una imponente manifestación de duelo. El cortejo fúnebre era numerosísimo y en él estaban representadas todas las clases sociales. (LRE, 12 noviembre 1908)

 

Sepultura nº 4.- La sepultura, en mármol blanco, dice en la actualidad: L. I. F. D. Faustino Jaramago Cabalgante. Falleció el 10 de julio de 1916, de 68 años. Recuerdo de los suyos”

Documentación: “Propiedad de los herederos de D. Faustino Jaramago, que está en la sepultura nº 22”.

 

Sepultura nº 5.- En la sepultura se lee:  Rubén Landa y familia.

La documentación oficial solo señala: “Fosa nº 5, Dpto. Civil, de Dn Rubén Landa Coronado”.[26]

Rubén Landa Coronado.- Badajoz 1849-1923. Decano del Colegio de Abogados entre 1890 y 1893. Director del periódico “La Crónica”. Presidente del Partido Democrático Progresista en 1880 y destacado dirigente republicano, hubo de exiliarse tras el fracasado pronunciamiento de 1883, hasta 1886. En 1882 fue secretario de la Sociedad Constructora de Casas que levantó el bloque establecido en la avenida de Ramón y Cajal frente a Puerta Palmas. Falleció en 1923. Miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz desde 22 de junio de 1876. Militó en Logia masónica “Pax Augusta” de 1882 a 1892. Tenía como nombre simbólico Kant.

 

Sepultura nº 6.-[27]  Narciso Vázquez Lemus. Ciudadano ejemplar. Médico eminente. 1847 a 1932.  Letras en relieve sobre mármol blanco; posteriormente se añadió una pequeña lápida en gris: Leopolda Sigüenza Macías + 6-3- 1966 Tus hijos adoptivos no te olvidan. Que fue su segunda esposa.

Médico cirujano, socio fundador de la Academia Provincial de Ciencias Médicas, miembro de la logia masónica “Pax Augusta” con el nombre simbólico Washington; concejal en 1882, dirigió el periódico “El obrero federal” y diputado provincial en 1905. Presidente provincial de la Cruz Roja en 1888. En 1890 asistió, en Cartagena, al ensayo del submarino Peral, llevaba la representación de la prensa de la ciudad. Socio destacado de la Sociedad Económica de Amigos del País. Destacado dirigente republicano en Badajoz, fue procesado en 1883 por su implicación en el pronunciamiento de agosto y, en 1931, fue presidente de la Mesa de edad de las Cortes de la II República. Fue nombrado “Hijo Adoptivo” de Badajoz. Falleció en 1932.

 

Sepultura nº 7.-[28]  En el frontal de la sepultura se lee: A su inolvidable Presidente, D. Isidoro Osorio y Sánchez-Valladares el “Liceo de Artesanos.

Y por debajo: Este terreno fue cedido por el Excmo. Ayuntamiento de esta capital. Todo ello rematado por un bajorrelieve con el rostro de homenajeado. Flanqueado por los símbolos de la abogacía y la enseñanza.

Isidoro Osorio y Sánchez-Valladares.- Presidente del Liceo entre 1874 y 1918. Director del periódico La Crónica y fundador de La Región Extremeña, diario republicano sucesor de La Crónica. A la refundación del Partido Democrático Progresista, republicano, en 1880 fue elegido Secretario del Comité organizador, del que era Presidente Rubén Landa. Fue concejal, y teniente de alcalde, en varias legislaturas entre 1888, donde formaba parte de la Comisión de Ornato, Urbanismo, y 1917, por el partido republicano. Miembro de la logia masónica “Pax Augusta” entre 1884 y 1892, con el nombre simbólico de “Calatrava”,

En 1888, a la fundación del Comité Provincial de Cruz Roja fue elegido Inspector en la Junta que presidía Narciso Vázquez Lemus. Falleció en 1918 y en 1924 fue sepultado, definitivamente en la sepultura que vemos:

Traslado de los restos de don Isidoro Osorio al mausoleo erigido por el Liceo.- A las siete de la tarde de ayer quedó constituida en la puerta del Liceo de Artesanos la comitiva que había de asistir al acto de traslado de los restos del que fue modelo de caballeros, don Isidoro Osorio y Sánchez-Valladares, desde el nicho que provisionalmente ocupaba al severo mausoleo erigido por el Liceo de Artesanos para perpetuar la memoria de su presidente, que tan infatigablemente lo hizo por el bien de la mencionada sociedad.

El mausoleo es una artística obra, de severa belleza, con el retrato del finado en la parte central, y en las laterales una pluma y la representación de la Justicia y de la Verdad y de cuanto representase una causa honrada y noble. En el monumento, obra del señor Almendro, había sido inscrita en relieve la siguiente dedicatoria: <<A su inolvidable presidente, don Isidoro Osorio y Sánchez Valladares, el Liceo de Artesanos>>

Integraron la comitiva el alcalde de la capital, don Antonio del Solar; el presidente del Liceo, don Camilo Márquez; el secretario, don Cleto Díez, y los señores Pedro Gazapo, don Antonio Arqueros, don Narciso Vázquez Torres, don Narciso Vázquez Lemus, don Juan José Zamora en representación de la Asociación de la Prensa; don Juan Álvarez Llorente; inspector municipal señor Rodríguez; don Felisardo Díaz; don Eladio Salinero; don Vicente Moratinos; don Teodoro Ramírez, Sánchez Monje, Córcoles, Vázquez Rando, Rodríguez, Carrasco, Hidalgo, Bernáldez, Asensio, García, Bermejo y don Miguel Ávila.

Después de verificado el traslado de los restos mortales, el Alcalde ofreció tierra al presidente del Liceo y ambos echaron las dos primeras puñadas de tierra en la nueva tumba. No se pronunciaron discursos fúnebres. (CDLM, 11 junio 1924)

Estaba casado con Agustina Rodríguez, que había formado parte, a su creación, de la Junta de Damas de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y era hijo único, según se desprende de la esquela de su madre, Isabel Sánchez-Valladares y Montero, fallecida en 17 de diciembre de 1894, en su domicilio de la calle de Arco Agüero nº 18.

 

Sepultura nº 8.-[29] Panteón de Gregori.  Panteón organizado a modo de tres féretros , en mármol gris labrado artísticamente sobre una plataforma, a la que se accede por unas gradas de granito. En la última se señala: Familia de Antonio Gregori Duarte.  En el lateral de cada uno de los señalados “féretros” se lee: Inocencia Martín-Cuesta Bernabé 1861-1921, a la izquierda.  En el del centro: Catalina Gregori Martín-Cuesta 1902 a 1920. Y en el izquierdo: Antonio Gregori Duarte 1861 a 1933.

 

4.- DEPARTAMENTO 5º. ENTERRAMIENTOS NO LOCALIZADOS.

Sabemos de su inhumación en este espacio por las reseñas de prensa, fundamentalmente, y en ocasiones por documentos familiares o de Libros municipales. Hemos seleccionado algunas para dar idea de las personas, y sus creencias y sentimientos, que se inhumaban aquí. Muy probablemente fueron sepultadas en suelo, como podemos ver en el croquis de este trabajo; aún no hemos localizado el Libro municipal de asientos en Cementerios.

 

Pablo Godos.- Este veterano de la República, que comenzó luchando contra los enemigos de la libertad en el año 33, en que fue declarado quinto por Grajal de Campos de la provincia de León, ha muerto anteayer en nuestra capital, siendo repartidor de ‘La Región Extremeña’ y modelo de republicanos entusiastas.

Sesenta años de honrados servicios por la causa del pueblo le hacen acreedor a la consideración, no solo de sus correligionarios, sino de cuantos estiman que la virtud y la constancia deben premiarse allí donde se encuentren.

Militar bizarro, luchó contra los enemigos de la patria en nuestra primera guerra civil[30], distinguiéndose por su arrojo y valentía en cuantas acciones y combates tomó parte.

Servía a las órdenes del general don Manuel de la Concha el 25 de Junio de 1840, en que tuvo lugar la acción de Pozuelo (Tafalla) y en ella ganó, por su heroico comportamiento, la cruz y el título de Caballero de primera clase de la Orden de Plata de San Fernando.

Este modelo ilustre de soldados de nuestro ejército, ha muerto, como decimos antes, siendo modelo de soldados en el ejército de la República y considerado y respetado por todos los que en él formamos, como uno de sus miembros más distinguidos y más digno de ejemplo.

Descanse en paz el viejo soldado y sirva el recuerdo de su honradez, de su constancia y de su amor a la República, para estímulo de los que sientan impaciencia, apetitos o faltas de fe por la implantación de nuestros ideales. ¡Quién sabe si la desaparición de este soldado y los recuerdos de su noble sangre vertida en aras de la libertad, servirán para sustituirle con una escuadra numerosa de dignos imitadores¡

Su entierro civil, verificado el domingo, se vio concurridísimo por individuos de todas clases sociales, entre las que contaba con numerosas simpatías. (LRE, 17 enero 1893)

 

Carlos Mansilla.- Ayer se celebró el entierro civil de Carlos Mansilla, honrado jornalero que deja en la miseria su mujer y nueve hijos.

El cadáver fue acompañado por gran número de amigos y correligionarios, pronunciándose al despedirse el duelo breves frases por D. Manuel Sardiña[31] y D. Daniel Rubio, quienes encarecieron la necesidad de fomentar actos de este género en bien de la cultura y del interés de todos. (LRE, 24 febrero 1904)

 

Aurora Redondo, párvula.-  Ayer tarde se verificó el entierro civil de la niña Aurora Redondo, hija de nuestro correligionario D. Julio. El duelo se despidió en las afueras de la puerta del Pilar: pero antes de que este se efectuase, el presidente de la Juventud Republicana. D. Manuel Sardiña, pronunció un elocuente discurso encareciendo la importancia y la trascendencia en el orden social, político y religioso de actos como el que acaba de realizarse. (LRE, 28 junio 1904)

 

Antonio González Nevado.- Ayer se verificó el entierro civil de nuestro correligionario Antonio González Nevado. Numerosísimo acompañamiento concurrió hasta las afueras de la puerta del Pilar, donde se despidió el duelo, mostrando la importancia cada vez mayor que entre nosotros van adquiriendo  estos actos civiles en los que los emancipados de todo dogmatismo religioso prefieren un sencillo y fraternal homenaje rendido por sus compañeros como tributo al recuerdo de una vida honrada, en vez de los sufragios elevados por el clero al cielo para impetrar bienandanzas de ultratumba en favor de aquellos que solo creen obtenerlas como gracia. (LRE, 29 diciembre 1904)

 

Entierro.- Ayer[32], a las doce de la mañana, se verificó el entierro civil de nuestro querido amigo y correligionario D. José Aguilera Montoya, el que constituyó una verdadera manifestación de duelo, por la numerosa concurrencia que a él asistió, a pesar de que ninguno de los periódicos locales pudo determinar la hora en que el acto había de celebrarse.

La presidencia del duelo fue encomendada a D. Carlos Groizard, D. Federico Abarrátegui y D. Guillermo Capilla, en representación de la familia; a D. Saturnino Liso, D. Braulio Tamayo y D. José Hernández como profesores del Instituto; a los señores Fernández de Molina, Saavedra y Morales por la Escuela Normal y a D. Luis Bardají como presidente del Ateneo. El duelo en pleno, nuestro respetable jefe provincial del partido Republicano don Rubén Landa, muchos estudiantes y numerosos amigos del Sr. Aguilera, acompañaron al cadáver hasta el cementerio civil, dando así una prueba más del afecto que a todos mereciera el cumplido caballero, el profesor inteligente y el consecuente republicano, que supo luchar hasta la hora de su muerte por ideas que él creyera redentoras para la patria.

Sobre el féretro fue colocado un hermoso pensamiento, en cuyas cintas se leía la siguiente inscripción: “A nuestro respetable profesor, las alumnas de la Normal de Maestras”. Reiteramos a la familia de nuestro amigo la expresión de nuestro sentimiento, y sepan que en esta redacción es grande nuestro dolor por la desgracia que acaban de experimentar. (LRE, 11 noviembre 1909)

 

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

Fot 01. Cementerio de S. Juan, Dpto. 5º, julio 2024

Fot 02. Cementerio, Dpto. 5º, vista general

Fot. 03. Cementerio, Dpto. 5º, Narciso Vázquez

Fot 04. Cementerio, Dpto. 5º, detalle

Fot 05. Cementerio, Dpto. 5º, detalle

Fot 06. Cementerio, Dpto. 5º, vista general

Fot 07. Dep 5, Gregori Duarte, foto Ambrós

 

Bibliografía general.

AYUNTAMIENTO DE BADAJOZ, Concejalía de Cementerios, Libro de entierros, Departamento 5º, antes Civil.

AYUNTAMIENTO DE BADAJOZ, Concejalía de Cementerios, Libro de Fosas particulares.

HEMEROTECA, Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País. de Badajoz. Prensa reseñada en las transcripciones

LÓPEZ CASIMIRO, Francisco, Masonería y republicanismo en la Baja Extremadura, Badajoz, Diputación Provincial, 1991.

NISTAL, Mikel, “Legislación funeraria y cementerial española” en Lurralde: Investigación y espacio nº 19, Instituto Geográfico Vasco (Ingeba), 1996.

PULIDO, Mercedes, “La prensa de Badajoz en el siglo XIX” en Apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz I, Badajoz, Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País, 1999, página 221.

PULIDO, M., y NOGALES, T., Publicaciones periódicas extremeñas, 1808-1988, Badajoz, Diputación Provincial, 1989.

 

[1] La Crónica. Periódico Liberal de Intereses morales y materiales. Año XIV, nº 981. Badajoz 28 de agosto de 1877. Administración, Arco-Agüero 7, a donde se dirigirá la correspondencia. Tomado de la mancheta de este día.

[2] El Oliventino. Revista semanal de conocimientos útiles, de intereses generales y de noticias, Olivenza, año I, nº 26.

[3] Badajoz.

[4] La Región Extremeña. Diario Republicano. Continuador de “La Crónica”, Año LX, nº 12.095. Redacción y Administración: Arco Agüero 18, sábado 7 de noviembre de 1914. Tomado de la mancheta de este día.

[5] Código de Derecho Canónico de 1917.

[6] En esta época de finales del siglo XIX, leeremos mucho en la prensa de Extremadura la expresión ‘correligionario’ referido a compañeros de una opción política, y donde más la encontraremos es en los diarios republicanos, liberales o librepensadores referidos a estas tendencias ideológico/políticas.

[7] Diario de Badajoz, Eco de la Región Extremeña. Periódico político, literario, mercantil, industrial y de anuncios. La correspondencia se dirigirá al fundador, D. Ramón González. Administrador D. Miguel Pimentel y Donaire. Redacción y administración, calle del Granado nº 33, Año V, nº 1056, martes 16 de marzo de 1886. Tomado de la mancheta de este día.

[8] El Avisador de Badajoz. Semanario católico. Se suscribe en la calle Lagares nº 6, donde se dirigirá toda la correspondencia a nombre del Administrador. Época 2, año V, número 190,  jueves 18 de Marzo de 1886. Tomado de la mancheta de este día.

[9] Para “El Avisador”, el “Diario de Badajoz” es el órgano masónico por excelencia, así aparece también en ocasiones denominado: “el interfecto”, “mandiles” o “el condenado”, por alguna sanción administrativa que hubo de sufrir por sus opiniones.

[10] Hermano, Narciso Vázquez Lemus, nombre simbólico en la logia Pax Augusta.

[11] Hermano, Pedro Lázaro Lázaro, nombre simbólico en la logia Pax Augusta.

[12] Hermanos. “El Avisador de Badajoz” siempre se refiere a los masones como hermanos o con el nombre simbólico; de ahí las continuas referencias, h. o Hh… nunca aparece el nombre real.

[13] Segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo.

[14]A esta reunión asisten: Faustino Jaramago, partido republicano progresista de Badajoz; Bartolomé Caballer y Sancho, en nombre del Comité federal; Luis Díaz, Comité federal de La Albuera; José Ramos Pérez del mismo de Talavera la Real; Rodrigo Moreno del de Almendral; Ángel Rubio Medina, del de Valverde de Leganés, Manuel Barriga Soto también por Talavera y Antonio Gil Martínez del Comité federal de la Unión Republicana de Olivenza.

[15] Libertad, Igualdad, Fraternidad.

[16] La fecha de fallecimiento es el día 20 y el nombre de la esposa es, efectivamente, Carolina, aunque esté mal reseñado en el Libro de Concejalía.

[17] Enrique Triviño Forte, profesor del Seminario “San Atón” y Chantre de la S. I. Catedral de Badajoz.

[18] Se entiende que el Laboratorio de Higiene Municipal.

[19] Aquí descansa en paz Moritz Goldschmidt, nacido en Frankfurt del Meno el 21 de septiembre de 1842, fallecido en Badajoz, España el 13 de febrero de 1918. Dedicado con amor  por sus hijos y nietos en duelo...Traducción de Enrique Meléndez Galán.

[20] Florencio Villa Pérez, médico militar, casado con Aida Landa Vaz, por tanto, yerno de Rubén Landa Coronado, Ver Sepultura nº 5, en este trabajo.

[21] En origen las letras parecen ser metálicas, de as que faltan ya muchas.

[22] Periódico literario y político de tendencia liberal, dirigido por Felipe Muriel y editado en Llerena, contenido político y corta vida 1882-1883. Tomado de https://sepuex.unex.es/publicacion/el-latigo-576, consultado el 15 de julio de 2024.

[23] Seguro servidor.

[24] Las iniciales de firma, sin duda, responde a Narciso Vázquez Lemus.

[25] Septiembre de 1868, también llamada La Gloriosa o La Septembrina; daría paso al llamado Sexenio democrático que expulsó a Isabel II del trono y, tras la corta experiencia de Amadeo de Saboya, daría lugar a la proclamación de la I República.

[26] Ver Nicho nº 38, en este trabajo.

[27] No aparece numerada esta sepultura en la documentación consultada en Concejalía de Cementerios, por lo que señalamos este número para su localización, en espera de que aparezca la correcta numeración.

[28] Ídem nota anterior.

[29] Ídem notas anteriores.

[30] También, Primera Guerra Carlista, 1833-1840.

[31] Poe ese tiempo, Presidente de la Juventud Republicana.

[32] Miércoles 10 de noviembre.

Oct 312024
 

 Teodoro Martín Martín

(R. S. G.)

 

Resumen

En este artículo sobre la actividad viajera de don Miguel de Unamuno nos detendremos en su percepción del paisaje extremeño. A través de sus escritos es posible aproximarse a la forma en que ve a nuestra región el rector salmantino, así como la valoración que de la misma lleva a cabo. En escritos en prosa sobre los monasterios jerónimos de Guadalupe y Yuste, la ciudad de Trujillo, la comarca de las Hurdes, su visión de y desde las cumbres de Gredos o su evocación de Mérida. Su obra poética alude a la ciudad de Cáceres, la sierra de Gredos y el pueblo de Hervás, entre otros. Aunque polémica e interpretable en muchos sentidos su visión de Extremadura es sin duda apasionante. Tratamos pues de construir la noción y el peso  que tiene la naturaleza en nuestro autor, apoyándonos en una base documental muy completa de sus escritos como viajero y con una actualizada bibliografía sobre el tema.

 

 1Introducción

1.1Marco general

Nacido en Bilbao en 1864 y fallecido en Salamanca en 1936, don Miguel es una figura esencial en la vida intelectual y política de nuestro país en los tiempos contemporáneos. Cultivó todos los géneros literarios y se conformó como un rebelde inconformista y un contradictorio personaje. Su gran preocupación, el sueño de la inmortalidad, se lo planteó desde un cierto agnosticismo. No es este el lugar para comentar su biografía y obra. Para todo ello remito al lector interesado a los trabajos de Emilio Salcedo (1964), Luciano González Egido (1997) y Collette y Jean Claude Rabaté (2009), referenciados en la bibliografía complementaria.

El tema que deseamos abordar aquí se enmarca más bien en la relación de nuestro personaje con la Naturaleza, su visión del paisaje. Para ello debemos preguntarnos por la noción de paisaje. “Éste determina la psicología de los pueblos” (Juaristi, 10). Para nosotros, se trata de un concepto en el que es preciso integrar dos elementos activos, el sujeto observador (el que visualiza) y el objeto observado (el terreno), del que se destacan fundamentalmente sus cualidades visuales y espaciales. El paisaje es una porción de la superficie, vista como un paraje o sitio peculiar con la necesaria integración del hombre en el tiempo histórico. Nuestro concepto es distinto para el geógrafo, el espacio, para el artista, representación gráfica de aquel, para el escritor literario, que prefiere la descripción del mismo o para el ensayista, que integra sabiamente paisaje y paisanaje.

Los tipos de paisajes varían según las variables desde las que nos acerquemos a ellos. Según los elementos que lo componen hablamos de paisaje natural, urbano, onírico, marino, desértico, costumbrista o etéreo, entre otros. Según el estilo del dibujo nos referimos a un paisaje realista, impresionista o abstracto. Ateniéndonos a la evolución histórica percibiremos muy bien el paisaje medieval, donde los tipos populares, la Iglesia y la Monarquía están presentes. En la Edad Moderna sobresalen los cielos en lo natural y su preocupación estética es por la belleza y la idealidad. El siglo XIX se decantó por las arquitecturas insertas en el medio natural, en su ocaso y en la centuria del XX, es la perspectiva del artista lo que nos hace posible la contemplación de obras impresionistas, surrealistas o futuristas.

Centrados en la percepción del paisaje en Unamuno existen ya trabajos notables. Nos parecen dignos de destacar los siguientes: La tesis doctoral, defendida por J. A. Figueroa López, en la Universidad Complutense de Madrid en 1987 y titulada La incidencia del paisaje en la filosofía de Miguel de Unamuno. En ella alude a tres tipos de paisajes y sensaciones a ellos vinculados. El de Vasconia, de su infancia, lleno de luz y color verde, que se decanta por la ternura, es un paisaje doméstico. En el de Castilla, que le supone el descubrimiento de las contradicciones paisajísticas y la distinción de hombres enraizados en múltiples espacios, lo gris matiza esta etapa; lo ve grave, estoico, teatral. Canarias representa la dureza del aislamiento, el destierro, la angustia por la muerte y la trascendencia; es la lucha contra la nada, lo volcánico.

En 1999 el húngaro Dezsö Csejtei publicó un interesante artículo titulado La Filosofía del paisaje en los ensayos de Unamuno, en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza de Madrid. Era el prólogo a su reciente trabajo, en colaboración con Aniko Juhász, denominado Meditaciones filosóficas sobre el paisaje, editado por la Universidad de Salamanca en 2019. Esta obra aborda, desde sus raíces filosóficas, ontológicas y hermenéuticas a autores alemanes como G. Simmel y su obra Filosofía del paisaje, O. Spengler y su Decadencia de Occidente o Martín Heidegger autor de El ser y la nada. Estos autores lo explican desde lo psicológico, desde la morfología de las culturas y desde la ontología del paisaje respectivamente. Señalan también que el paisaje en Ortega y Gasset o Unamuno presentan aportaciones al mismo nivel que los alemanes. Debemos resaltar así mismo, el interesante artículo de la profesora sevillana Gloria Luque Moya, El paisaje en la antropología de Unamuno, publicado en “Thémata”, Revista de Filosofía, en 2012. En él aborda brevemente la relación del hombre con la naturaleza y el amor inteligente hacia aquella de don Miguel.

De lo expuesto por estos autores y de la lectura de los ensayos y obras de nuestro autor, podemos decir que el paisaje en Unamuno es hijo legítimo de Herder y Renan, Ve en el adusto paisaje castellano ese monoteísmo que está en la base de las contradicciones de su vida. Según éstos el paisaje es quien configura el alma, el carácter de los pueblos. Don Miguel ahorma y postula una España quintaesencia del paisaje. En síntesis se desprende en él una noble y poderosa idea de la España inmortal. Es una cosmovisión de alguna manera romántica. Hay una constante en la percepción de Unamuno, siempre existe un hito, un lugar destacado desde el que contemplar la naturaleza; suele ser una cumbre, desde la que se produce la unidad del sujeto y el objeto paisajístico. “Gredos y la Peña de Francia son las aras del templo que es España” (en Juaristi, 85). Señalar por último que en tiempos de globalización como los que vivimos el paisaje reivindica la defensa de lo local frente a lo universal.

 

1.2Base documental

A parte de la bibliografía sobre Unamuno y el tema que nos ocupa, que referenciamos al final de este artículo, hemos empleado especialmente las siguientes obras de don Miguel.

Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza, editado por Oportet, Madrid 2017. Unamuno, con 25 años, viajó en el verano de 1889 por los mentados países recalando al final en Paris para visitar la exposición universal más la torre Eiffel. El viaje en ferrocarril duró 45 días y le acompañó su tío Claudio.

Paisajes. Editado por los talleres Calón, Salamanca 1902. En la portada lleva una foto de Vicente Gombau. Consta de cinco artículos.

De mi país. Librería Fernando Fe, Madrid 1903. Contiene quince relatos.

Por tierras de Portugal y España. Espasa Calpe, Madrid 1976. La primera edición la hizo Renacimiento en 1911. Consta de veintiséis artículos, de ellos doce sobre tema portugués. Son trabajos de los años 1906 a 1909.

Andanzas y visiones españolas. Espasa Calpe, Madrid 1975. La primera edición es de 1922. Contiene cuarenta artículos e inserta una dedicatoria a algunos compañeros de excursiones como Legendre, Chevalier, Alomar y Cañizo, entre otros. Los ensayos están ordenados cronológicamente y fueron apareciendo en el diario “La Nación” de Buenos Aires y en “El Imparcial” de Madrid.

Paisajes del alma. Alianza, Madrid 1986. La primera edición corrió a cargo del gran estudioso Manuel García Blanco en Salamanca en 1944, en Revista de Occidente. Los ensayos se agrupan por orden cronológico y geográfico. Son treinta y cuatro artículos; en su mayoría, salvo el primero de 1918, son posteriores a 1922; si bien el de Pompeya es de 1892. Vieron la luz en diarios de América o en revistas españolas.

Obras completas. Don Manuel García Blanco hizo una edición con notas para la editorial Afrodisio Aguado, Madrid 1958-64. Son 16 tomos, el primero se dedica a paisajes. Existe una edición posterior en 10 volúmenes a cargo de Ricardo Senabre para la Biblioteca Castro, Madrid 2002. En el volumen VI se hallan los recuerdos y paisajes.

Salvo en la novela Paz en la guerra (1897), don Miguel rehuyó de las descripciones de paisajes y hasta de situarlas en época y lugar determinados, ni darles color temporal o local. Ello obedecía al propósito de otorgar a su narrativa la mayor intensidad y el mayor carácter dramático posible. No obstante hemos tratado, como muestra, de ahondar en obras sustanciales de Unamuno. Como En torno al casticismo de 1895 que consta de cinco artículos, utilizamos la edición  de Jean Claude Rabaté para Cátedra en Madrid 2005 y San Manuel Bueno y Mártir, del año 1930, en la edición que Cátedra hizo en ese año. Esta última obra está considerada como el testamento espiritual de don Miguel.

Sobre el tema que nos proponemos abordar existe ya una bibliografía concreta, más o menos interesante. De ella destacamos los siguientes trabajos: En 1993 se publicó el libro Extremadura, con bellas fotografías de Juan Antonio Fernández, ilustradas con textos de Unamuno, llevaba un breve prólogo de Laín Entralgo, Círculo de Lectores-Incafo, Madrid. Miguel de Unamuno, Viajes por Extremadura, editado por la Institución Cultural El Brocense de Cáceres en 2004. Viajes y paisajes de Unamuno, edición de Jaime Axel  Ruíz Baudrihaye para ediciones Líneas del Horizonte, Madrid 2014, recoge treinta y cuatro artículos de los cuales sólo nueve son inéditos. Estos son de 1905, 1906, 1923, 1931, 1932 y 1936. Miguel de Unamuno. Extremadura. Editorial Casimiro libros, Madrid 2021.Merece ser citada, así mismo, la obra El viaje interior de Miguel de Unamuno, en edición de Miguel Ángel Rivero Gómez, Biblioteca Nueva, Madrid 2021.

El trabajo a mi modo de ver más elaborado y con mayor rigor sobre la Extremadura que visita Unamuno es la obra de Andreu Navarra Ordoño, titulada Piedra y Pasión. Los viajes extremeños de Miguel de Unamuno. Publicado por la Editora Regional de Extremadura, Mérida 2019. Consta de tres partes: Perfiles extremeños, Unamuno en las Hurdes y Unamuno en Mérida. En las mismas aborda la situación cultural de la región, zonas que visita, la incidencia negativa o positiva que tuvieron sus reflexiones sobre el paisaje y el paisanaje extremeños entre sus habitantes o sus élites, a la vez que nos presenta un pormenorizado estado de la cuestión sobre el tema.

 

1.3La Naturaleza en don Miguel

Es posible que Unamuno fuese el primero que introdujera el concepto de memoria cultural (Pièrre Nora) en nuestro país. El lema de Lezama Lima “lo único que crea cultura es el paisaje” está presente ya en los textos del rector de Salamanca. No olvidemos que su gran tema fue la intrahistoria de España, concebida ésta como vida secreta, espiritual y firme, que da sentido a lo inestable, a la historia cambiante y visible. No obstante, hay que resaltar que este concepto en don Miguel no aparece hasta los artículos de 1895. Él mismo nos decía: “El sentimiento de la Naturaleza, el amor inteligente, a la vez que cordial, al campo es uno de los más refinados productos de la civilización y de la cultura. El campesino la ama, pero la ama por instinto, casi animalmente y utilitariamente” (Por tierras de Portugal y España, 182.)

Nuestro filósofo sostiene que lo que hace en sus artículos es reflejar “sus impresiones y sensaciones” (Por tierras. 142). Para él el sentimiento es potencia unificadora, opuesta a la razón y continúa diciendo, “sí, amigo sí, soy y he sido siempre un gran amante de la Naturaleza, en su carácter más verdadero y simple; prefiero cualquier bravío rincón de la montaña a los jardines de Versalles, sin que esto quiera decir que no me gusten los jardines. Sí, en tratándose de naturaleza me gusta toda, lo mismo la salvaje y suelta que la doméstica o enjaulada” (Por tierras. 182). La concepción unamunesca del paisaje-al modo virgiliano-,es el reactivo de la propia emoción que brota al contemplarlo, mejor diríamos al vivirlo, si se recuerda aquella afirmación suya “no sé apreciar la Naturaleza más que por la impresión que en mí produce, formulada ya en 1885” (García Blanco, Paisajes del alma, 8). El jesuita bilbaíno Juan José Lecanda influirá de forma importante en el aprecio de Unamuno por el paisaje castellano.

“Aquellos paisajes que fueron la primera leche de nuestra alma, aquellas montañas, valles o llanuras en que se amamantó nuestro espíritu cuando aún no hablaba, todo eso nos acompaña hasta la muerte, forma como el meollo, el tuétano de los huesos del alma misma” (Andanzas y visiones españolas, 35). Y continúa diciendo, “en el paisaje ocurre lo que en arquitectura: el desnudo es lo último de que se llega a gozar. Hay quien prefiere una colinita verde, llena de arbolitos de jardín, a la imponente masa de uno de los grandes gigantes rocosos de la tierra” (Andanzas, 52). Y añade, “en música acaso se expresa lo más íntimo del paisaje, su sentimiento rítmico. Y hasta el silencio del campo. Pero yo, lector, aunque pueda tener algo de poeta y de loco, de música menos de poco tengo. Y sin embargo…mi sentimiento rítmico, en cierto modo musical, del campo y de las cosas de viso, no me ha cabido siempre en prosa y he tenido alguna vez que verterlo en versos” (Andanzas, 246).

A lo largo de su tiempo vital Unamuno contempla el paisaje desde un componente descriptivo (físico-humano), pero en sus últimos años sus paisajes son meramente simbólicos. Por ejemplo, en San Manuel Bueno y Mártir el lugar-ambiente no es descriptivo, aunque tenga el fondo implícito del León de los Paisajes. El espacio narrativo en este texto es simbólico. Hay una aldea remota situada entre las montañas y el lago. Aldea, montaña y lago representan los tres símbolos de la novela. La aldea de Valverde de Lucerna se identifica en el texto con un grupo selecto de nombres: aldea, villa, pueblo, monasterio y convento. En cambio, el lago se suele usar en combinación con montaña. Son tres tropos usados en el contexto de tres símbolos. Los símbolos dialécticos de montaña (fe) y lago (duda) se desarrollan primero como símil que personifica a don Manuel y luego como metáfora, como sentimiento trágico de la vida (San Manuel Bueno y Mártir, 83 y 84).

Como fiel miembro de la generación del 98 descubre el paisaje castellano. Lo contempla con demora, caminando, meditando, valorando la intuición y el sentimiento, y describe el paisaje siempre con hombres. Otros filósofos y escritores también prestarán atención al paisaje, como Azorín, Baroja. Ortega o J. Plá. Viajar, ver y descubrir han sido siempre medios para reflexionar sobre un país, una sociedad o una civilización. Pero el paisaje unamuniano es lírico y filosófico, es la metáfora de España. El verdadero patriotismo se manifiesta en el amor al paisaje y a la Naturaleza (Viajes y paisajes, 16 y 17). Una sinceridad apasionada unida a una entrega total y generosa se manifiesta en sus textos. Fueron facetas de nuestro personaje mostrarse como hombre dolorido, risueño, cáustico a veces, ilusionado y con “una indudable ansia de comunicación” (Robles, 1991, I, 28)

 

2Unamuno en la región extremeña

La relación del profesor salmantino con nuestras dos provincias tiene mucho de circunstancial, entendido este concepto en el sentido de anecdótico. Su reflexión sobre la intrahistoria de España le lleva por nacencia a su tierra vasca y por profesión a Salamanca y la meseta castellana. Aragón, Baleares, Cataluña, Galicia o Madrid son descritos pero solo en relación con específicas estancias en estos territorios, igual pasa con Extremadura. Su exilio en Canarias nos sirve para contemplar una visión de nuestro personaje más pesimista y dura, donde la angustia por la muerte está muy presente. Extremadura es concebida no como entidad, sólo la concibe dentro de España. A veces cuando la cita parece limitarse a un espacio geográfico sin más. También se ha dicho que “Extremadura es tierra de transición” (Laín Entralgo, 6).

El acercamiento a los monasterios de Guadalupe y Yuste o a la ciudad histórica de Trujillo son análisis concretos de sus periplos extremeños. También la visita a la comarca de las Hurdes. Las cumbres de Gredos, así mismo, le sirve para contemplar las comarcas del norte cacereño. Hay dos artículo de 1933, uno titulado “La Invasión de los bárbaros”, otro “Séneca en Mérida”, pensados ambos durante su estadía en Emérita Augusta, los cuales cierran los contenidos dedicados a nuestra región. Habría que precisar que el paisaje extremeño en Unamuno, al igual que el de otros espacios de España, es siempre de alguna manera un paisaje del alma, de su alma, un paisaje entrañado, sentido, esencializado (prólogo de Bernal Delgado al Viaje por Extremadura, Diputación de Cáceres, 7). Pero eso sí, fiel a su lema de que conocer una cosa es distinguirla de las demás.

Unamuno concibe nuestro paisaje a partir de la yuxtaposición de los elementos que observa en la naturaleza y el que ha dejado la huella humana. Logra así conseguir el Stimmung (Simmel, 18), tonalidad espiritual o estado de ánimo que imprime el espectador a la hora de enfrentarse a la realidad contemplada. Las ruinas de Emérita le indican que en las partes desaparecidas o destruidas de las obras de arte han hecho acto de presencia las fuerzas y las formas de la naturaleza, que crean una nueva unidad. En ella los efectos de la lluvia y el sol, de la vegetación, del calor y del frío, acaban dando a los edificios abandonados un tono de color semejante al del paisaje circundante. Igualmente desde la montaña, nuestro autor ve la vida como una liberación, como un aislamiento, un alejamiento de la pasión vital. En ella la existencia se halla como entretejida y atrapada en algo que es más sereno y estable, más puro y más elevado de lo que jamás podría ser la vida en el llano (Simmel, 56).

 

2.1En dos monasterios jerónimos

Alude a ellos en Por tierras de Portugal y España y en sus Andanzas y visiones españolas. Ambos cenobios los visitó en junio de 1908. A Yuste volvería en marzo de 1920.

2.1.1Guadalupe

Comienza su artículo don Miguel recordando que “la España pintoresca y legendaria sería mucho mejor conocida si tuviésemos mejores caminos y vías de comunicación y si fuésemos más entusiastas y menos comodones” (Por tierras, 98). Señala que llegó al mismo acompañado de dos amigos, entre la extrañeza de las gentes sencillas de aquellas tierras, las cuales sugerían que lo hacían por votos religiosos. El penoso viaje lo realizaron desde Oropesa, pasando por el Puente del Arzobispo. Unas diez horas tardó el coche en conducirles hasta el puerto de San Vicente. De allí, en carro, bajaron a Guadalupe “a través de unas montañas bravías y fragosas”. El corazón se entonaba al contemplar “las vastas verdes soledades tendidas al pie de la sierra” (Por tierras, 98). Y lentas espirales trazaban dos águilas en la garganta de la Peña Amarilla. Alude después a las mil vueltas y revueltas de la carretera, entre frondosidades de árboles hasta llegar al cenobio rodeado de la Puebla.

Para describir la ubicación de la comarca cita al padre Sigüenza y señala. “Entre las dos riberas del Guadiana y el Tajo, ríos conocidos de España, celebrados de los antiguos escritores naturales y extranjeros, se hacen unas montañas fragosas, inhabitables en muchas partes por su aspereza, en otras de mucha frescura y regalo, muchos valles que descienden al profundo, sierras que suben al cielo, llamadas de los comarcanos Villuercas. De una parte y de la otra apacientan los ganados los pastores extremeños, cuando en medio del estío, quedan abrasadas las dehesas, ansí por la parte del Norte, que mira al Tajo, como por la del Mediodía que riega Guadiana” (Por tierras, 98 y 99). Unamuno señala  que el gran escritor jerónimo del siglo XVI se detiene en los orígenes e historia del monasterio, sus eruditos, piadosas lucubraciones y leyendas.

Tras comentar lo poco de admirar que tiene por fuera la fábrica conventual, prosigue. “El pueblo de Guadalupe, que rodea y abraza al monasterio, es uno de esos típicos pueblos serranos llenos de encanto y de frescura. Sus soportales, sus fuentes, sus calles con entrantes y salientes y voladizos balcones de madera, sus casas señoriales, su sello, en fin, de reposadero” (Por tierras, 99). Respecto al cenobio, muy deteriorado, ofrece aún al visitante su magnífica iglesia, con una de las más hermosas verjas de hierro forjado que pueden verse, sus dos claustros, su relicario y su sacristía. Describe cada una de las partes del edificio, ponderando sobre todo la sacristía con las pinturas de Zurbarán. Su contemplación dice “merece todas las penosidades del viaje” (Por tierras, 100). Pero subraya que “es más hermoso aun lo que allí la Naturaleza nos ofrece. Subimos a Mirabel, dependencia del monasterio y bajamos de allí por medio de uno de los más espesos y frondosos bosques que en mi vida he gozado. Jamás vi castaños más gigantes y más tupidos. Y nogales, álamos, alcornoques, robles, quejigos, encinas, fresnos, almendros, alisios junto al regato, y todo ello embalsamado por el olor de perfumadas matas” (Por tierras, 100 y 101).

Y prosigue don Miguel. “Desde lo alto de Mirabel, tendido al pie de la Cruz del Mentidero, contemplaba las líneas de las sierras de los montes de Toledo, como series de bambalinas de un diurno teatro, y a un lado la llamada de Cáceres encendida por el sol. De todas partes afluía paz de vida. Y allí, en aquel repliegue que hacen las montañas, al pie de las inhiestas y desnudas Villuercas, en aquel espeso castañar, ahora en candela, ¡qué bien se descansara, luego de haber merecido el descanso con una vida de combates, esperando a una muerte dulce y natural en el seno de la Naturaleza! Y procuraba hartarme de visión de campo, llenar el alma de su verdura secular, como procura henchirse el pecho de aire el que va a hundirse por algún tiempo en el seno de las aguas. ¡Cuántos cuidados se me lavaron en aquella visión de verdura!” (Por tierras, 101).

Tras volver a hablar de la vida y personajes de los jerónimos que habitaron el lugar hasta la exclaustración, concluye diciendo “he querido dar aquí una impresión de viajero. Emprendí esta peregrinación artística apenas terminé mi curso universitario, buscando unos días de reposo y de baño en naturaleza para volver con renovadas fuerzas” (Por tierras, 101). Por lo señalado y por las múltiples referencias que el texto nos depara estimo que el viaje lo realizó en junio de 1908, continuando después a Yuste. Esto lo confirma al comienzo  de su artículo Camino de Yuste, que inserta en la página 210 de su obra Andanzas y visiones españolas.

2.1.2Yuste

Tras descansar un día en Navalmoral de la Mata, viniendo de Guadalupe, Unamuno se dirige a este recoleto monasterio, sito en el pueblo de Cuacos de la Vera. Recuerda que el mismo tuvo celebridad por el retiro del Emperador Carlos V. Se encuentra situado en un repliegue de las estribaciones de Gredos, en sus faldas, y hasta el rio Tiétar, que corre paralelo a la sierra, se extiende la llamada Vera de Plasencia, “región tan abandonada como hermosa, que me recordaba hace pocos días a mi tierra vascongada por el carácter de su paisaje” (Por tierras, 102).

Tras recordar el origen de este cenobio a comienzos del siglo XV nos dice. “Fuimos a caballo desde Navalmoral, atravesando en barca el rio Tiétar, vivero de fiebres palúdicas. Y pasado el rio empezamos la subida a la Vera, por unas tierras desoladas, de jara y brezo, atravesando una garganta por donde se precipitan las aguas de la sierra” (Por tierras, 102 y 103).Y añade “La Vera es rica en frutales y surte de cerezas a Madrid. El cultivo principal es, sin embargo, el pimiento, un cultivo terrible. A él hay quien atribuye el crecido número de abortos que en Jarandilla se registran” (Por tierras, 103).

Llegados a Cuacos y apeados de sus caballerías emprendieron a pie la subida a Yuste, un lugar consagrado por la Historia. No se ve el convento hasta que no se está en él; nos dice que sintió una cierta desilusión cuando llegó a sus muros. “Nunca debió de ser muy rico, pero hoy, desmantelado y empobrecido (por la desamortización), ofrece pobrísimo aspecto” (Por tierras, 103). Describe también la iglesia, los claustros y visita el palacio del Emperador anexo al edificio conventual. El Claustro de Oropesa en ruinas le causa un melancólico espectáculo, y el mirador del palacio sugiere que le llevaría al Cesar Carlos a meditar recordando sus éxitos y fracasos a lo largo de su dilatado reinado.

“Hoy los caminos para llegar a Yuste son malos, escarpados y pedregosos. Emprendimos la caminata a pie de Cuacos a Jarandilla por un camino que es un tormento para los pies y una delicia para los ojos. Frescura y verdor por todas partes. Corpulentos castaños encandelados y por entre ellos algún torrente que baja saltando y rompiéndose en las rocas de la Sierra. Una naturaleza risueña y amable, tal como suele ofrecerse en estas sierras de la meseta interior de España…Por mi parte prefiero los paisajes serranos de Castilla y Extremadura. Son más serios, más graves, más fragosos, menos de cromo. Están, además, menos profanados por el turismo y por la trivial admiración de los veraneantes” (Por tierras, 104).

Señala más adelante que el paisaje de Jarandilla es una delicia de fresco verdor, y en cuanto a la comarca dice que es hermosísima pero “languidece en triste retraso, por falta de adecuadas vías de comunicación. No puede explotarse ni la riqueza de sus frutos y maderas, ni la de sus paisajes. ¡Y el atraso moral! Los veratos o naturales de la Vera riñen en invierno por vino y en verano por el agua, la de los riegos…El alcohol hace estragos. Y por lo que respecta a las relaciones sexuales, ¡si os contara todo lo que me contaron!…Y todo lo que podría hacerse por remediar tanto mal” Y concluye, “da pena ver región tan hermosa, tan espléndidamente dotada por Dios de suelo y cielo, tan abandonada de los hombres. A pesar de lo cual mejora. La gente no emigra: más bien llegan otros de fuera. Es cosa triste” (Por tierras, 105).

En marzo de 1920, Unamuno vuelve a visitar el citado monasterio de San Jerónimo de Yuste. Lo hace por una ruta distinta y en el artículo Camino de Yuste. En vez de llegar por Navalmoral en esta ocasión lo hace desde Plasencia, ciudad que describe así; “guarda en su recinto un aire espiritual de tiempos imperiales. Era día de carnaval y de concentración de mozos para ir al servicio militar. Las calles y callejas, a las que a trechos se abre el portón de una vieja casona solariega, resonaban de cantos forzados, de una alegría de disfraz. Era la máscara de la alegría, no sin algo de vino. Y la ciudad ceñida en gran parte por sus murallas, con sus redondos torreones, que hoy son miradores al campo, se nos ofreció al sol de un invierno primaveral. Y en la amplia media catedral resonaba el viejo culto. Y aún se acurruca un resto de la primitiva, un cimborrio bizantino, testigo de lo más antiguo de la ciudad” (Andanzas, 211).

Comenta posteriormente a la visita, que salió en coche cruzando el Jerte y emprendiendo la ruta de la Vera, en las soleadas faldas meridionales de la gran sierra de Gredos. Señala que esta comarca ha estado siempre muy apartada de las grandes rutas de España, y últimamente más que en los tiempos de Carlos V. Después hace una serie de consideraciones sobre las vías de comunicación, sosteniendo la tesis de que en la Edad Media, con las peregrinaciones la conectividad entre los pueblos y las gentes de zonas montañosas fue mayor que en su época. Para el romero o peregrino medieval lo vivo era el camino no el destino. Hoy el camino es puro medio, no se convive al viajar. Sólo este aislamiento de la comarca verata puede explicar la leyenda de la Serrana de la Vera, personaje propio de estas fragosidades y tierras marginadas de las grandes rutas de intercambio.

Pasa a comentar después lo que vio en Jaraíz de la Vera, el pueblo mayor de la comarca. “Una villa serrana de unos 4.000 habitantes. Su caserío presenta el aspecto pintoresco de las poblaciones de sierra del interior de España. Las casas de trabazón de madera, con sus aleros voladizos, sus salientes y entrantes, las líneas y contornos que a cada paso rompen el perfil de la calleja, dan la sensación de algo orgánico y no mecánico, de algo que se ha hecho por sí, no que lo haya hecho el hombre. La callejuela se retuerce y no se ve de un extremo a otro. No es un canal de curso recto: es más bien como el cauce de un rio que fuera culebreando. Y se siente la intimidad de las sombras. La vida de la villa discurre también lenta y retirada. Se ha enriquecido bastante en estos años con la venta del pimentón. Hay pocos, muy pocos, poquísimos jornaleros en Jaraíz; los más de los que trabajan el campo o son pequeños propietarios o aparceros” (Andanzas, 212 y 213). Tras esta descripción de tipos y poblamiento elabora unas breves consideraciones sobre el individualismo radical del campesino, que le lleva a aborrecer cualquier tipo de colectivismo. El socialismo y el comunismo nacieron en las ciudades, dice.

El lunes de carnaval salió para Yuste haciéndolo a caballo. Al comienzo del artículo nos dice que su nueva visita al monasterio la hace para meditar la caducidad de la vida y de las estructuras políticas. Recuerda la primera guerra mundial y el fin del imperio de los Habsburgo. Como “devoto peregrino de la Historia” quiere volver a meditar desde la misma terraza en que lo hizo el gran Cesar hispano-germánico sobre lo finito de nuestra existencia.

En el segundo artículo de estas Andanzas titulado En Yuste vuelve a citar a Fray José de Sigüenza, gran historiador de la Orden Jerónima. Tras valorar su obra dice. ”Su lengua y el estilo de su relato casan a maravilla con el paisaje que hoy nos ofrece la comarca de Yuste” (Andanzas, 215). Para hablarnos en esta ocasión del mentado monasterio recurre a los capítulos 37 al 40 de la tercera parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo.
Lo hace porque asume en su totalidad el texto del citado escritor renacentista. “En aquellas fragosidades pedregosas, donde se dan los más dulces frutos, donde el tomillo y la jara aroman a los berruecos, donde parece que el campo es música de armonio monacal y que pasa sobre los pliegues de la sierra, alas al suelo, el canto solemne  y litúrgico de los salmos penitenciales, se respira aire del siglo XVI español. El campo nos habla en la misma lengua grave, reposada y purísima de Sigüenza, Difícil sería encontrar en España un paisaje más castizamente español y español quincenista. Oscuros pensamientos de eternidad parecen brotar de la tierra” (Andanzas, 215).

Luego nos relata cómo dispusieron los aposentos que el Emperador habitaría, según la traza que el mismo había enviado desde Flandes; todo ello muy pobre, como se ve hoy en lo que queda. Con palabras de Sigüenza, Unamuno nos narra cómo era el palacio, su ubicación, las piezas que lo componían y la terraza o colgadizo, del cual dice es lo más hermoso, “en el que el Cesar fundía sus recuerdos de conquistas en la solemne paz sedante de aquel campo que habla de paz y reposo. ¡Sentía llover sobre una laguna! Llovían los recuerdos de gloria y de infamia, de lucha y de paz, de vida y de muerte, sobre el lago del pensamiento de la eternidad quieta” (Andanzas, 217). Relaciona la muerte de Carlos V con el hundimiento del Imperio Austro-Húngaro tras la primera contienda mundial.

Tras la visita al convento bajaron al pueblecito de Cuacos y menciona los conflictos que con el Emperador tuvieron sus vecinos y para ello vuelve a citar a Sigüenza. Por el contrario, Unamuno relata que cuando en su primer viaje estuvo en este pueblo, hizo noche en él y gozó de una sencilla pero muy confortable hospitalidad lugareña. Pese a lo cual la mala fama de Cuacos pervive en la comarca. Y concluye este relato con estas palabras: “Mientras volvíamos de Yuste a caballo, silenciosos todos, iba cayendo el día en la noche y la lluvia nos envolvía y nos aislaba a cada uno de los peregrinos. Cubierto con la capucha de mi impermeable, protegido por las perneras, dejaba a mi caballería que se buscase un sendero” (Andanzas, 218 y 219).

Unamuno vuelve a referirse a Yuste y a Carlos V en su artículo, De Tordesillas a Yuste. Publicado en el diario “Nuevo Mundo” el 18 de agosto de 1922.

 

2.2Hacia Trujillo

El 31 de octubre y los días 1 y 2 de noviembre de 1909, Unamuno emprende unas breves vacaciones huyendo, dice, de Salamanca y anhelando aire del campo libre. Su primera parada fue Béjar, ciudad industrial a la que iba regularmente, una vez al menos cada año. Desde la misma baja a Extremadura un día despejado, con anchos nubarrones y a ratos llovizna fina. Ante sus ojos se abría “la serena extensión de Extremadura, la tierra de las dehesas, de los vastos encinares, de las majadas y de los rodeos” (Por tierras, 174). Bordean Plasencia, la urbe de sus antiguos castillos y en el centro la fábrica de su inconclusa catedral, dejándola en “su secular siesta”, salvo de tiempo en tiempo por las intestinas disensiones de su bélico cabildo.

Siguiendo su camino hacia la patria de Pizarro veían desfilar a su lado solemnes encinares, henchidos de reposo, y de cuando en cuando los alcornoques despojados de su corcho nos mostraban su rojo tronco desnudo, como cuerpos desollados. Alguna vez se levantaba una bandada de perdices, otras les impedía continuar un rebaño de ovejas. Percibe una cierta hostilidad de arrieros, carreteros y trajinantes al auto que les transportaba, lo aborrecían porque les interrumpía la siesta. El camino a Trujillo les hizo cruzar el rio Tajo por el puente del Cardenal, junto a la confluencia con el Tiétar (la edición que utilizo señala por error el Alagón). Hermoso paraje este que contiene hoy el Parque Nacional de Monfragüe, con una abrupta hoz. Entre aquellos peñascos crecen las madroñeras y las jaras que perfuman el ambiente. Llama las Portilleras a lo que hoy denominamos el Salto del Gitano, con sus nidos de buitres. Éstos, dice, se ciernen solemnemente sobre las corrientes de agua y encima se yergue la ermita de Monfragüe, en las ruinas de su vetusto castillo.

“El rio es algo que tiene una fuerte y marcada personalidad, es algo con fisonomía y vida propias. La vena de agua es para los ríos algo así como la conciencia para nosotros, unas veces agitada y espumosa, otras alojada de cieno, turbia y opaca, otras cristalina y clara, rumorosa a trechos. El agua es, en efecto, la conciencia del paisaje, los árboles y las rocas en el agua se ven como en espejo, en el agua se desdoblan, adquieren reflexión de sí. Donde hay agua aparece el paisaje vivo. Y el agua del rio es conciencia viviente, conciencia movediza” (Por tierras, 175).

Después don Miguel sigue reflexionando sobre los ríos, que “simbolizan la vida de un hombre” y cita los versos de Jorge Manrique “nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar/ que es el morir”. Pues los ríos tienen su infancia, su adolescencia, su madurez, su vejez y muerte. Alude al puente de Alcántara “una de las mayores hermosuras que en España pueden verse”. Nos comunica que pasaron la primera noche en una finca de encinas en medio del campo y a la tarde emprendieron la marcha hacia Trujillo.

Dedica dos párrafos a hablar de esta ciudad, cuna de Pizarro, prototipo de aventureros legendarios que desde el fondo de estas sierras y campos, sin saber nada del mar, se lanzaron en busca de El Dorado. Los extremeños, dice, son bravos y extremosos, como lo fueron en las armas Pizarro, en la oratoria Donoso y en la poesía Espronceda. Llega incluso a decir que el paludismo, azote de esta tierra, ha modelado el carácter de estas gentes. Les ha hecho irritables a la vez que apáticos, siendo poco capaces de la acción contenida y lenta. Los veranos son terribles.

“Dimos vista a Trujillo. La masa de sus torres y sus ruinas se recortaba sobre el cielo, entre las lloviznas. Entre esas torres la que hizo levantar Julio Cesar que es la más corriente etimología de Trujillo, Turris Juli. Con un chiquillo cualquiera de cicerone, que topamos al azar en las calles, emprendimos nuestra visita. Trujillo es una ciudad abierta, clara, confortable, regularmente bien urbanizada, apacible y que da una cierta sensación de bienestar de hidalgo campesino. Su plaza ofrece un hermoso punto de vista: casas señoriales, con escudos históricos, y entre ellas la que fundaron los marqueses de la Conquista, descendientes de Pizarro, y las torres de iglesias en derredor” (Por tierras, 177).

Subieron después a visitar la iglesia de Santa María y posteriormente el chiquillo les llevó a las ruinas de un antiguo convento,-debe ser el de franciscanas de la Coria hoy restaurado por Xavier de Salas-. En el claustro ruinoso encontraron a seis hombres acurrucados en el suelo en corro. El chiquillo les dijo que jugaban al cané, un tipo de juego de cartas con apuestas. De la casa natal del Conquistador observaron que no quedaba más que informes ruinas y por chumberas y nopales se dirigieron al casino. “Es lo que hay que ver en estas ciudades y villas extremeñas, es un verdadero hogar colectivo, en el casino es donde se les conoce. El extremeño de los pueblos es, sobre todo casinero; donde concurren los señoritos de estos pueblos, señoritos ociosos” (Por tierras, 178).

“La biblioteca del casino de Trujillo es la típica biblioteca que no se forma para lectores, sino para visitantes, para que no se nos tenga por incultos. Y sobre la mesa lo único que se lee: periódicos diarios y la indispensable “Ilustración Española y Americana”, para ver los santos. En la tal biblioteca no encontramos ni un alma; estaba completamente vacía” (Por tierras, 178). Luego les llevaron a ver el salón de baile y para ello tuvieron que atravesar la sala de juegos que estaba llena, recordando los jugadores del cané en las ruinas del convento de la puerta de Coria.

“El juego es el terrible azote de estos lugares, villas y ciudades de Extremadura: jugar a juegos de azar es la ocupación principal de los hacendados de Trujillo. Y esta pasión del juego, terriblemente absolvente en los extremeños, nos explica en gran parte la epopeya de la conquista…En el juego se busca salir de la monotonía  lógica y rutinaria de la vida, en el juego se busca satisfacer la imaginación. ¿Y por qué en el juego y no en el arte, en la ciencia, o en la política, o en la acción social? Pues por pobreza de imaginación. Es esa pobreza de imaginación, es este materialismo, es el predominio de la vida fisiológica, es su falta de idealidad, es todo eso lo que le lleva al juego. Es, digámoslo con su palabra, retardo en la civilización, cuyos más altos ideales son aquí incomprensibles” (Por tierras, 179 y 180).

“Emprendimos el retorno dejando allí, entre sus dehesas, entregado a la modorra y al juego, a este hermoso pueblo de Trujillo, digno de tener otra alma”, y concluye Unamuno con una interrogante. “¿Cambiará esta hermosa tierra extremeña? ¿Sabrán sus hijos sacudirse el paludismo espiritual, cien veces más dañino que el del cuerpo, esa ciega, loca y embrutecedora pasión por el juego y elevarse a otro nivel de vida?” (Por tierras, 181).

 

2.3La comarca de las Hurdes

En este artículo Unamuno nos comenta que su primer viaje a estos parajes fue en 1896, con el doctor J. B. Bide, con el que estuvo en Las Batuecas. Con posterioridad don Miguel hizo otros viajes a la comarca. El que aquí comentamos lo efectuó  en agosto de 1914. En él tomó conciencia del aislamiento y leyendas que sufría esta comarca del norte de Cáceres. Para documentar al lector les remite a la obra de Bide o de Blanco Belmonte, entre otros. Aún no había concluido Legendre su tesis doctoral sobre las Hurdes. Don Miguel señala que en estas líneas solo pretende anotar las impresiones que le causan como curioso excursionista. El viaje abarcó cinco jornadas.

Comienza su incursión desde Granadilla, con dos compañeros de andanzas, J. Chevalier y M. Legendre. También va con ellos el tío Ignacio de La Alberca. Recuerda a Gabriel y Galán y su temprana muerte, como gran amante de estas tierras; también la histórica población de Granadilla y su recinto amurallado. Su entrada en las Hurdes se produjo por Casar de Palomero, a donde llegaron al anochecer, a la cual la denomina la corte (entrada) sur de la comarca. La otra por el norte es La Alberca. Las dos capitales de esta tierra olvidada son Pinofranqueado y Nuñomoral. “Buen pueblo el Casar, atractivo para quien ama la paz del retiro y el retiro de la paz. Pueblo con dos médicos y con dos fábricas de luz eléctrica, lo que les permite alumbrase casi de balde…Excelente remanso de sosiego, con su fisonomía serrana y sus grandes balcones de madera para tomar el fresco” (Andanzas, 106).

Nos informa que el maestro del pueblo, gran conocedor de la comarca, les informó, les hizo un croquis utilísimo y les escoltó después por el valle del rio Los Ángeles hasta Pinofranqueado. Comenzamos a ver “montañas peladas, vestidas no más que de brezo, helecho y matorrales bajos; montañas de perfiles suaves, redondeadas, que bajan mansamente a bañar sus pies en el agua; pero montañas recias y ásperas, madrigueras de bestias  más que cunas de hombres” (Andanzas, 107). Continua señalando que en su disposición general la comarca forma tres hondos valles casi paralelos: el Esperabán, la Fragosa y el Hurdano, sin contar el citado Los Ángeles. Destaca lo intrincado de los repliegues de toda su traza. “Difícilmente se encontrará otra comarca más a propósito para estudiar geografía viva, dinámica, la acción erosiva de las aguas, la formación de arribes, hoces y encañadas” (Andanzas, 108).

Llegaron a Pinofranqueado, capital de las Hurdes Bajas. Un buen pueblo, dice, sin nada de la ridícula leyenda del salvajismo hurdano. No vieron a hombres ladrando vestidos de pieles, que huyen de la civilización. Pero había que penetrar en la zona profunda, aquella que su compañero Legendre decía era “el honor de España”. Porque grande ha sido el trabajo de los hurdanos para arrancar un misérrimo sustento a una tierra tan ingrata. “Ni los holandeses contra el mar” decía el hispanista francés. El secretario del pueblo de Pinofranqueado, hombre despierto y vivo, era uno de los mejores informantes en lo que respecta a las Hurdes. Les señaló lo mucho que la comarca debe al obispo de Plasencia, Francisco Jarrín, un alma benemérita para estos parajes. (Véase mi artículo sobre la revista Las Hurdes. LIII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo 2023).

Penetrando en el valle del Esperabán, toparon con las primeras alquerías, la Muela y el Robledo y las típicas casas de piedras apiladas, tejados de pizarra, sin más hueco que la puerta de entrada. “Empezaba la visión de la miseria. Ya muy al atardecer llegamos a Las Erías, donde pasamos la primera noche verdaderamente hurdana. Casi todo el pueblo nos rodeó: niños, mozos y viejos, ¡pobres gentes! Hay que oírles quejarse de la triste y dura tierra que les ha cabido en suerte. ¡Pero no abandonan, no! Más bien se apegan a ella, con tanto más trágica querencia cuanto más dura es” (Andanzas, 109 y 110).

Y todo este mudo combate, apunta don Miguel, lo hacen solos, sin ayuda de bestias de carga, llevando a cuestas las piedras de las cercas o del bancal. Rico por no decir riquísimo es el que posee un borrico entero en uno de estos pobres pueblos. Partieron al amanecer de Las Erías trepando a unos altos para llegar a Horcajo. ¡Estupendo panorama! “Allí en lo hondo de la encañada, se apeguñaban los tejados de pizarra de las casucas de Las Erías, bien apretados unos a otros, como un testudo romano. Y todo ello, la alquería, como una roca en pedazos” (Andanzas, 111). En Las Erías en el invierno, dice, el sol no dura más de cinco horas. Pero más arriba en otra alquería, mucho más miserable, allí apenas hay sol. “Sus misérrimos moradores son, en su mayoría, enanos, cretinos y con bocio. ¡Pobres hurdanos! Pero, ¿salvajes? Todo menos salvajes” (Andanzas, 112).

“Una de las cosas que más han llamado mi atención en las Hurdes es la gran cantidad de niños preciosos, sonrosados, de ojillos vivarachos, que he visto. Luego se estropean en aquella terrible lucha por el miserable sustento. Y es curioso ver las grandes diferencias de unos a otros. Junto a hombres entecos, esmirriados, raquíticos, se ven recios mocetones quemados del sol, ágiles y fuertes, y junto a pobres mujerucas, prematuramente decrépitas, encuéntranse muy garridas y guapas mozas” (Andanzas, 113).

Pasaron después a El Gasco, sito en la barranca del rio Fragosa. Es el valle más decrépito de toda la comarca. Encontraron los míseros poblados de Fragosa y Martilandrán, con infernales callejuelas, entre aquellos hombres ceñudos y negros, y al penetrar en uno de los casucos vio la carita “fresca como una rosa y brillante como un lucero” de una niña en medio de aquella zahúrda. Estas gentes hablan castellano y lo hablan muy bien. Y no huyen de los visitantes, prosigue don Miguel. Al contrario, acercanse a ellos para pedirles  cigarrillos y por si cae alguna perrilla que les remedie.

Pasaron luego a Nuñomoral, donde junto a viviendas deplorables, hallaron excelentes casas modernas. Observa un cierto progreso en esta población, que confía se irradie a otras alquerías como La Segur, muy cerca de Casares, capital de las Hurdes Altas. La Segur es una población tan mala como cualquiera del valle de Fragosa. “Me asomé a la vivienda de uno que me dijeron era de los más ricos del pueblo y aquella visión cortaba la respiración. El hurdano es radical y fundamentalmente individualista. Como que por eso brega y pena allí y apenas emigra, y siempre vuelve” (Andanzas, 115). Tras una siesta y un refrigerio en Casares, de nuevo hacia las cumbres para rematar la excursión por las Hurdes Altas. Desde allí contemplaron el fondo de la tercera barranca, la del Hurdano, que se hurta a la vista en el intrincamiento de los montes. Al pie de esos montes se les aparecía el testudo de tejados pizarreños de Rio Malo de Arriba. “Y subían cantares del fondo. Y no la primera vez, pues ya otras, al acercarnos a estos misérrimos pueblecitos, oímos algún cantar humano subir barranca arriba, hacia los cielos” (Andanzas, 116).

Las Hurdes Altas desde Riomalo de Arriba hasta Las Mestas es, en conjunto, lo menos malo de la región hurdana. Unamuno y sus acompañantes hicieron un alto en el Ladrillar, “a tomar huelgo (aliento) y agua. Esa agua como no la hay otra” Y sigue el rector de Salamanca diciendo, “Ved porqué esos pobres heroicos hurdanos se apegan a su tierra: porque es suya. Es suya en propiedad; casi todos son propietarios. Cada  cual tiene lo suyo: cuatro olivos, dos cepas de vid, un huertecillo. Y prefieren malvivir, penar antes que bandearse más a sus anchas teniendo que depender de un amo y pagar una renta. Y luego es suya la tierra porque la han hecho ellos, es su tierra hija” (Andanzas, 117).

Del Ladrillar fueron a hacer noche en Cabezo. Entre éste y Las Mestas, en un repliegue del camino, hallaron ciertos restos o despojos humanos con unos pedazos de periódicos al lado. Dieron vistas después a los cipreses de Las Mestas, pueblecito encantador a la distancia, que ni pintado para un pintor, con sus callejuelas cubiertas de frondosas vides y todo ello engastado entre frescas y verdes arboledas. De allí marcharon “al famosísimo y legendario valle de las Batuecas, donde estuvo el convento carmelitano en un tiempo. El camino es de lo más frondoso que se puede encontrar, después de la desolada aridez de las cuestas hurdanas, pobremente vestidas de brezo, helecho y jara. Las Batuecas, como obra en gran parte de los frailes que poblaron su soledad, como obra de solitarios contemplativos, ofrece una riquísima variedad de especies arbóreas” (Andanzas, 119). Evoca don Miguel el anterior viaje que hizo a este “jardín botánico abandonado” hace diez y seis o dieciocho años.

“De las Batuecas salimos a la Alberca. Y luego a nuestra querida Peña de Francia, a tomar aire, sol y paz en aquella cumbre de silencio y sosiego” (Andanzas, 120). Dieron fin así a este viaje a las Hurdes que repetiría años más tarde.

 

2.4Desde Gredos

Esta montaña fue, después de Salamanca, la mejor metáfora de Unamuno. “En Gredos encuentra el alivio del alma, el panorama grandioso, el silencio cómplice, la exaltación optimista, la perspectiva cenital sobre los problemas humanos y la solidez berroqueña de las ideas y de los significados. Se le convierte en símbolo, en atalaya sentimental y en lección moral metareligiosa. Y sobre todo es su paisaje particular en la metabolización de Castilla. Es sobrio, eterno, denso y altanero (González Egido, 14 y 15).

Fueron numerosas las excursiones que don Miguel realizó a la sierra de Gredos. (Sobre este tema remito a mi artículo, La imagen de Gredos, publicado en el Boletín de la Real Sociedad Geográfica de Madrid en 1997, volumen 133). A principios de julio de 1909 volvió a la cumbre de Castilla con unos amigos, faldeando la brava sierra. Mientras viva, señala, me quedará recuerdo de mi correría por las laderas de esta gran atalaya. Y desde el puerto del Pico dice: “es posible atravesar el paradisiaco valle del Barranco e ir después a Arenas de San Pedro, al pie de los picos de Gredos. Allí es posible contemplar un paisaje musical, pero de música litúrgica, gregoriana, de pocas notas y ellas de órgano” (Por tierras, 124). Se acuerda de la majestad de Gredos y señala “nunca olvidaré una noche en que, durmiendo sobre el santo suelo de mi patria, sobre la tierra misma, en una de las cumbres españolas, me sorprendió antes del alba una tormenta. Viendo ceñir los relámpagos a los picachos de Gredos se me reveló el Dios de mi patria, el Dios de España” (Por tierras, 125).

En agosto de 1911 Unamuno vuelve a Gredos, esta vez en compañía de sus amigos Marcelino Cagigal y Eudoxio de Castro. En el que llama “espinazo de Castilla” acampó dos noches a dos mil quinientos metros de altura y bajo el cielo raso. También ascendió al risco de Almanzor para tentar sus piedras. Allí contempló “el imponente espectáculo del anfiteatro que ciñe a la laguna grande de Gredos, y viendo el Ameal de Pablo levantarse como el ara gigante de Castilla, conviviendo con el pastor de las cimas” (Andanzas, 16). Uno de los mayores encantos que experimentó en aquellas alturas fue carecer de diarios, no recibir cartas. El cuerpo así se limpia y restaura con aire sutil de aquellas cimas, aumentando el número de glóbulos rojos, según le decía un catedrático de Medicina. Y continúa, “el alma también se limpia y se restaura con el silencio en las cumbres” (Andanzas, 18).

“Desde allí arriba, desde los canchales de la cumbre de Gredos, contemplábamos con unos prismáticos los pueblecillos del valle del Tiétar, Madrigal, Villanueva de la Vera,…Unas montañas nos tapan a Yuste, donde fue a morir, hastiado de los hombres, nuestro emperador. No se veía a los hombres en aquellos pequeños hormigueros” (Andanzas, 20). Al bajar de esta excursión a Gredos, en agosto de 1911, Unamuno recurrió al verso para expresar sus emociones. Fruto de ello fue la composición poética titulada En Gredos, que inserta en sus Andanzas y visiones españolas. De la misma insertamos los siguientes versos.

Solo aquí en la montaña,

solo aquí con mi España

-la de mi ensueño-,

cara al rocoso gigantesco Ameal,

aquí mientras doy huelgo a Clavileño,

¡con mi España inmortal!

Y más adelante prosigue con unas estrofas en las que alude a Extremadura:

Del piélago de tierra que entre brumas

tiende a tus pies, aquí, sus parameros,

con leras por espumas,

volaron del Dorado a la conquista

buitres aventureros,

mientras hastiado del perenne embuste

de la gloria, enterraba aquí, a tu vista,

su majestad en Yuste

Carlos Emperador.

Aquel vuelo de buitres fue la historia,

tu pesadilla,

y este entierro imperial fue la victoria

sin mancilla,

la que orea la frente a tu Almanzor.

Concluye esta excelente composición con el verso

…aquí entre vosotros, aquí me siento yo!

(Andanzas, página 261 y siguientes)

“Ningún otro paisaje adquirió mayor sentido patriótico para Unamuno como Gredos… En el poema En Gredos de 1911, encontramos la más lograda expresión de lo que para él significaban estos montes, símbolo de su España Inmortal, y símbolo también de los desvelos que aturdían su alma atormentada” (Rivero, 71). Don Miguel le atribuyó un alto valor simbólico, que sintetiza las dimensiones religiosa y patriótica, llegando así a la clave de la identidad de Castilla y España (Ortega Cantero, 24).

En un breve artículo publicado en “El Bejarano” el 1 de enero de 1915, titulado Hay una Castilla serrana… señala “desde la cumbre de Gredos se ciñe con la mirada los campos extremeños, de donde salieron los conquistadores, aquellos navegantes de tierra, de mirada de águila, que fueron los que por primera vez, desde el Darién, vieron a un lado y al otro los dos más grandes  mares” (en Juaristi, 86).

En agosto de 1923 volvería a Gredos y nos dejó un nuevo testamento lírico que vería la luz en un artículo que publicó “El Liberal” de Madrid y en el que a la riscosa cumbre de Gredos le llama columna dorsal de Castilla.

 

 

2.5Evocación de Mérida

El 28 de junio de 1933 Unamuno envía al diario madrileño “Ahora” un extraño artículo titulado La invasión de los bárbaros. Fue recogido por don Manuel García Blanco en la edición de su volumen Paisajes del alma, sobre la obra periodística de don Miguel en sus últimos años. Para comprender este trabajo es preciso recordar que se le encargó traducir la obra de Séneca Medea, a fin de ser representada en el festival de teatro clásico de Mérida. A tal fin Unamuno viajó a la capital extremeña, asistiendo al estreno de la obra el 18 de junio anterior. Diez días después fue cuando escribió el artículo que mencionamos y que puede verse en las páginas 149 a 152 de la edición que consultamos.

Nuestro autor comienza recordando que se encuentra en torno a las ruinas romanas de Mérida. Menciona su interés por “lo fugitivo, que permanece y dura, se queda lo que pasa”. Señala que fue a la urbe citada desde Salamanca y antes de hacerlo meditó junto al puente romano sobre el Tormes. “Entramos en Extremadura, teatro hoy de extremosidades y de lucha (¿recordaría Castilblanco?), no de clases, sino de cábilas, de lugares, hasta de barrios, de cotarros en todo caso. Cantonalismo y guerra al meteco, al forastero” (Paisajes del alma, 150). Luego cuando remonta a la vertiente del rio Ana, nombre utilizado por los romanos, llega a Mérida con su imponente puente, que no es ruina porque se sigue utilizando, no así el acueducto de los Milagros, hoy inservible.

Este artículo está lleno de referencias a Quevedo, Jorge Manrique, Julio Senador y su Castilla en escombros y Spengler. Alude a la gran obra de este autor alemán y se pregunta ¿No será verdad lo del derrumbe de Occidente? “Contemplando estos campos, teatro de una nueva e incipiente invasión de los bárbaros, recordaba como en aquellos remotos siglos los bárbaros renovaron la vida del espíritu. Los de ahora, hambrientos de pan y de justicia, pero más aún de venganza, cumplen una obra providencial cuya finalidad desconocen y que les llevará tal vez a lo contrario de lo que figuran.  ¡Cualquiera traduce las oscuras intenciones del anarquista conservador que es nuestro campesino, ansioso de rematar al señorito para suplantarle como tal!…Por donde quiera un aliento de invasión bárbara. Barbarie es la acción directa: barbarie es la revolución” (Paisajes del alma, 151).

Y concluye con estos dos párrafos. “Aquella providencial invasión de los bárbaros que arruinaron al Imperio Romano acabó en el campo, en feudalismo; en las ciudades y villas, en gremialismo. ¿Y ésta? Los agüeros a la vista están. Escurrese el Guadiana al pie de las ruinas romanas de Mérida, y queda lo que se escurre, lo que pasa; queda la historia” (Paisajes del alma, 152). No es la primera vez que don Miguel visitó Mérida, en una entrevista que le hicieron en 1933, confesó que a principios del siglo XX estuvo en la urbe dando una conferencia sobre Arte (Navarra Ordoño, 85).

Unamuno firmó otro artículo sobre la ciudad emeritense. Como heredero tardío del romanticismo, también siente fascinación por las ruinas y su permanencia. Así lo expresa en su artículo Séneca en Mérida, en el que dice textualmente, “nada como una ruina robusta da la sensación de permanencia. Que no hay para soñar como las ruinas” (Manuel García Blanco: Obras Completas de don Miguel de Unamuno. Editorial Escelicer, Madrid 1966, volumen I página 697). Sobre algunos monumentos señala: “En el Museo de Mérida-cementerio arqueológico-, nos cabe soñar lo que hubo de haber sido Emérita Augusta”. Y añade “El teatro de Mérida, a cielo abierto de España, ha sido desenterrado, nos habla de un secular pasado de grandeza. Allí pretendí  con mi versión de la tragedia Medea de Séneca, hacer resonar bajo el cielo hispánico de Mérida el cielo mismo de Córdoba” Alude más tarde a la gran interpretación que hizo del personaje  Margarita Xirgú y concluye el artículo, “al salir de Mérida las cigüeñas del acueducto seguían desde las pingorotas de sus ruinas avizorando el campo”. Se publicó en el diario madrileño “Ahora” el 22 de junio de 1933.

 

2.6Otras expresiones unamunianas

Don Miguel visitaría Extremadura en múltiples ocasiones, especialmente la provincia cacereña. De ello tenemos noticias por sus escritos o por relatos indirectos de amigos suyos, los cuales le trataron o la invitaron a visitar Cáceres. “¿Bajó alguna vez Unamuno a Badajoz o no pasó de Mérida? Su desinterés por la mitad sur de la región extremeña es notorio”. (Navarra Ordoño, 44). Este mismo autor nos dice que Unamuno buscaba en nuestra región sobre todo silencio.

Concretamente a la capital provincial viajó el 13 de junio de 1908, con ocasión de la entrega a maestros nacionales de los premios concedidos ese año. No hay que olvidar que en aquellas fechas él era el rector de la Universidad de Salamanca y a su distrito universitario pertenecía el norte de Extremadura. Aprovecharía su estancia para componer un poema titulado Cáceres que se inicia con estos versos:

Y asín pasan las horas,

paso a paso,

al pie de las torres,

donde se alzan, centinelas de modorra,

las cigüeñas

de Cáceres.

Su cielo de fuego

Recorren palomas, aviones, cernícalos,

y la gente

paso a paso

come, bebe, duerme,

se propaga.

Esta composición fue publicada por primera vez en la revista “Papeles de Son Armadans” de Palma de Mallorca en 1966, en un artículo titulado De las andanzas de Unamuno por tierras extremeñas. Un recuerdo poético. El autor fue el catedrático de la universidad salmantina Manuel García Blanco gran estudioso de Unamuno y su obra. También hace referencia al poema Valeriano Gutiérrez Macías en su artículo, Cáceres en la poesía de Unamuno. “Alcántara” 1965. El poema que comentamos constaba de 52 versos. Posteriormente fue comentado y editado por Gerardo García Camino en Unamuno descubre poéticamente Cáceres en 1908. Publicado por la “Revista de Estudios Extremeños” nº 25, I, Badajoz 1969. Se trata de una composición rápida y apresurada, con un ágil y agudo esbozo impresionista, un poco a lo Van Gogh, en el que se nos muestra un paisaje urbano torturado y calcinado por el sol. Varios son los temas, señala García Camino, que en este breve poemita aparecen, sobre un paisaje urbano sumido en el sopor de la siesta de verano: las altas torres, la plazuela de San Mateo en que las piedras se alfombran con yerbas, los palacios en sus calles estrechas, la fuente de Concejo, la subida al santuario de la Montaña y el casino, asunto éste tratado en su artículo sobre Trujillo. Este tema a Unamuno debió de dolerle como expresión social de una vida provinciana sin aspiraciones ni horizontes.

Suelen presentarse en las antologías como de tema extremeño dos poemas de don Miguel que posiblemente compusiera en sus viajes en tren por la provincia de Cáceres. Me refiero a los que llevan por título En el tren  y Renacer durmiendo en el campo. Ambos son de 1910. Se les ubica en el trayecto de Unamuno entre Plasencia y Salamanca, y a decir verdad la descripción se acopla fielmente a la geografía de estos entornos, en los cuales los terrenos adehesados son protagonistas.

“En la poesía, medular en la personalidad literaria de Unamuno, la presencia e importancia del paisaje en relación con el hombre es incontestable” (Bernal Delgado, prólogo al libro Miguel de Unamuno Viajes por Extremadura, Cáceres 2004, página 8). Existe otro trabajo de Juan Pedro Vera Camacho en la “Revista de Estudios Extremeños” nº 23, I, en 1967 y titulado Cincuenta noticias curiosas de Extremadura, en el que el autor nos señala que don Miguel llamó al puerto de Mirabete “el altar de España”, por la belleza del paisaje que desde él podía contemplarse.

En carta de 25 de mayo de 1912, Unamuno agradece, en nombre del filólogo alemán Fritz Krueger, la ayuda que le prestaron los maestros de varios pueblos de Zamora y Cáceres. Ambos de su distrito universitario cuando era rector. Los de las poblaciones cacereñas de Casar de Palomero, Guijo de Coria, Granadilla, Villanueva de la Sierra, Guijo de Galisteo y Piedras Albas, habían ayudado al científico alemán en sus investigaciones sobre las peculiaridades dialectales en el habla de dichos núcleos poblacionales (Robles, 1989, I, 302 y 303).

Don Miguel también se carteó con Mario Roso de Luna (1872-1931), escritor y teósofo extremeño, natural de Logrosan. En la primera misiva el filósofo vasco le agradece el envío, por parte del citado abogado y también astrónomo, de su libro Hacia la agnosis. Por otra carta de Roso a Unamuno de 29 de marzo de 1922, el primero le sugiere que sea valedor de su persona. Estos datos nos los proporciona el profesor Robles en un trabajo titulado Algunas cartas y documentos de Mario Roso de Luna, publicado en la revista “Alcántara” nº 18, Cáceres 1989, páginas 159-200.

De 1930 es un poema dedicado a Hervás, compuesto de 12 versos, y que tiene por nombre el de esta población del valle del Ambrós. Fue publicado el 31 de agosto del referido año y dice así:

 

Hervás con sus castañares

recoletos en la falda

de la sierra que hace espalda

a Castilla; sus telares

reliquia de economía

medieval que el siglo abroga,

y a un rincón la sinagoga

en que la grey se reunía,

que hoy añora la verdura

de España, la que regara

con su lloro-de él no avara-

el zaguán de Extremadura.

(R. Senabre. Vol. V de Obras Completas, página 736 y 737)

Como es sabido en el año 1930 Unamuno vuelve del destierro que le impuso la dictadura de Primo de Ribera. El 1º de junio se va al lago de San Martín de Castañeda, en Sanabria, para ambientarse del paisaje y los elementos simbólicos que embargaran su San Manuel Bueno y Mártir. El 18 de agosto compone su poema, “Salamanca Salamanca/renaciente maravilla, /académica palanca/ de mi visión de Castilla…” Pues bien, su primera obra poética extremeña tras su destierro se la dedica a este bello pueblo de Cáceres, ya que confiesa que el 30 de agosto ha vuelto a visitar Hervás. Una serie de aspectos geográficos, económicos, religiosos y evocadores le sirven para construir un poema bien trabado.

Existe otra carta de Unamuno al pueblo de Moraleja, Cáceres, con una fotografía dedicada y guardada en la Biblioteca Pública de la población. La misma dice: “Vasconia-Bilbao-me dio con su sangre espiritual el hueso del alma, de Castilla-Salamanca-con su habla sobre todo me saldó y arreció el meollotuétano español. Carta de 11 de agosto de 1934” (Robles 1991, II, 325).

En otra colaboración para “Alcántara” nº 92, Cáceres 2021, podemos leer un artículo de Jonás Sánchez Pedrero titulado Don Miguel de Unamuno en Baños de Montemayor. Nos informa que el balneario lo visitó el escritor vasco, en febrero de 1903, agosto de 1910 y septiembre de 1913, entre otras ocasiones. Su estancia puede rastrearse en la correspondencia que tuvo con su amigo Marcelino Cagigal Valdés, profesor de aritmética y geometría en la Escuela de Artes y Oficios de Béjar. Se conservan las misivas de Cagigal a Unamuno, pero no las de éste a su colega. En aquellas aparece una crítica más que velada a Lerroux, que se había hecho cargo de la gerencia del citado establecimiento termal.

 

3Análisis conclusivo

Los textos precedentes son suficientemente expresivos y claros a la hora de entender la percepción del paisaje extremeño por don Miguel. No obstante, añadiremos algunos comentarios y estimaciones que, sin duda, nos ayudarán a hacer más comprensibles sus palabras e ideas. Comenzamos subrayando que en Unamuno se interrelacionan paisaje natural y paisaje humano, hombre y naturaleza están presentes en su cosmovisión filosófica de la realidad geográfica. Además, le interesa tanto la naturaleza brava y salvaje como la domesticada y ordenada. Así mismo, integra un elemento más en el paisaje, que es saludable y benéfico para el cuerpo. A Unamuno le sirve para reponer fuerzas, es un reposo y un “baño de naturaleza” el contacto con el territorio extremeño. Produce paz en el alma, un aspecto esencial en su percepción del entorno. Llega incluso a decir que el paisaje configura el espíritu y el carácter de los pueblos.

El rector salmantino, a lo largo de sus artículos de recuerdos y viajes, nos delimita lúcidamente los aspectos físicos y humanos del paisaje, sobre todo en las dos primeras décadas del siglo XX; para en los años posteriores abordar el valor simbólico de aquel, lo cual se hace presente en la obra San Manuel Bueno y Mártir de 1930. Aquí el paisaje es una metáfora del país y de sus tribulaciones personales.

Unamuno tiene debilidad por las poblaciones que visita, sean pueblos o ciudades, más que por los monumentos o las glorias históricas. También disfruta y goza analizando las sierras fragosas y los repliegues profundos de los montes. El agua y los ríos de Extremadura son la conciencia del paisaje, señala. En nuestro escritor vasco un hito permanente, dentro de la perspectiva de la Geografía de la Percepción, son las cumbres;  éstas son un observatorio privilegiado para contemplar el territorio. Menciona los puertos de Mirabete, San Vicente, Mirabel o la cima del Almanzor, por solo citar algunos. La plaza mayor es un nodo fundamental para “sentir Trujillo y visualizar su significado histórico”. Pero don Miguel no cultiva el descripcionismo minucioso, propio de la estética naturalista, sino más bien el poético, cargado de metáforas, de simbolismo, de expresividad y de evocaciones espirituales (Rivero, 58).

Como buen estudioso, antes de realizar su jornada viajera, trata de documentarse en libros, revistas o periódicos, que le sirvan para instruirse y profundizar en el objeto del itinerario a realizar, fases previas a la reflexión posterior. Las citas de Sigüenza para comprender Guadalupe y Yuste, o las de Jorge Manrique, Quevedo, Bide, Gabriel y Galán, Julio Senador o Spengler son muestras significativas. Los signos de origen literario forman otro estrato de los paisajes unamunianos. Como apunta González Egido, don Miguel descubre en cada paisaje que ve un antecedente escrito, que vivifica y humaniza el espacio contemplado. Siempre hay un libro, un autor, un poema en cada espacio unamuniano. Con esa documentación y sus percepciones es como construye sus recuerdos, que luego se transforman en poesía o ensayos de viajes.

Sus estancias en los dos monasterios jerónimos mencionados le sirven para remembrar las glorias de Zurbarán o Carlos V, pero también respiran un cierto anticlericalismo decimonónico. Éste se acentúa al hablar de los canónigos de Plasencia, ciudad que describe con cierta superficialidad. Más detalles incorpora al hablar de poblaciones pequeñas como la Puebla de Guadalupe, Jaraíz o Trujillo. La segunda visita a Yuste en 1920 le sirve para expresar una cierta melancolía, tras el ocaso de la dinastía de los Habsburgo en la primera guerra mundial. Al atravesar la comarca de la Vera repara en la deficiencia de sus caminos que, subraya, generan atrasos y mitos. Denuncia así mismo su bajo nivel cultural y educativo, a la vez que ensalza y valora la zona y sus riquezas agropecuaria y paisajística. Estas críticas se agudizan en la excursión que realiza en 1914 a las Hurdes. Pero hacia los hurdanos, dada su situación, don Miguel muestra su veta más humana y conmovedora. Un sentimiento de plena humanidad se manifiesta en toda su intensidad en esta comarca.

Resalta, de igual modo, el carácter individualista del campesinado extremeño, enemigo de cualquier tipo de colectivismo, resaltando sus virtudes convivenciales y la acogida a los forasteros. En el lado negativo fija como causas de origen físico en el carácter extremeño: el sol, el paludismo y la pobreza. Y en cuanto a causas morales: la siesta y el vicio del juego. Respecto a este último la estigmatización de una institución como el casino es determinante. Describe con detalles y acritud las partes del referido a Trujillo. El cual, ratifica, es un elemento paralizante de su población. La música es otra faceta presente en el paisaje extremeño, la cual intercala en sus estancias en Yuste, Guadalupe, las Hurdes o desde Gredos.

El simbolismo en el paisaje o desde un determinado espacio, al que aludíamos anteriormente, se pone en evidencia en el artículo La invasión de los bárbaros. Desde las ruinas de la Mérida Romana, en 1933, utiliza el símil de aquel hecho histórico como símbolo de los nuevos invasores de la sociedad liberal, que no son otros que los partidos y sindicatos revolucionarios de  la 2ª República. Emérita Augusta es el pretexto para asimilar y predecir que barbarie y revolución son una misma cosa. Es un ejemplo de crítica social, expresión del último Unamuno, ese hombre disconforme con todo y contra todos, que le lleva a los años más difíciles de 1935 y 1936, en que explosionan las múltiples contradicciones que embargan a su fructífero y contradictorio arco vital. Sin duda la concepción del paisaje de nuestro gran escritor es hija de Herder y el Romanticismo.

Como bien señala Rivero Gómez, “Unamuno dio un impulso renovador a la literatura de viajes a través de la espiritualización de su concepción del paisaje, como ya en su tiempo anotó Azorín. El paisaje en Unamuno se halla impregnado de espiritualidad. Casi no son paisajes, casi no vemos lo que pretende pintar el autor. Vemos el corolario moral, místico muchas veces, que el autor hace, apoyándose en las ciudades, en los bosques, en las montañas” (Rivero, 33). La estructura convencional, meramente descriptiva del viaje pintoresco del romanticismo, se ha transformado, se ha convertido en un auténtico viaje poemático hacia el interior del alma (Díaz Larios, 287).

La comunión espiritual con la naturaleza extremeña, en paralelo a la de otras regiones de España, llevó a Unamuno a alcanzar momentos sublimes. Y es más que seguro que en parte le ayudara a resolver sus conflictos permanentes. Como buen hijo del post romanticismo buscaba la relación armoniosa entre el hombre y la Naturaleza. Algo que ya había anhelado, en el Viejo Estudio Salmantino, el gran maestro Fray Luís de León.

Contrariamente a lo que una lectura superficial de estos textos pueda dar a entender, Unamuno no denigra a Extremadura y a los extremeños. Todo lo contrario, como buen regeneracionista y amante de su patria, se arriesga a denunciar el atraso, los defectos y contradicciones que observa en la región, la cual no concibe fuera de España, sino en una identidad consustancial de ambas. Ello es a nuestro entender un acto de amor, de aprecio, de preocupación por una parte importante del solar patrio. Quien se tome la molestia de consultar viajes de Unamuno a otros espacios hispanos, verá como la crítica a canarios, castellanos, catalanes, gallegos o vascos son parejas a las que dedica a nuestra región. Solo este perfil de análisis nos sirve para penetrar en el pensamiento profundo y las querencias de nuestro autor por la intrahistoria de España, que trataba de analizar. No olvidemos que don Miguel es hijo de la generación del 98 y la crisis que aquella denunció.

Al realizar este trabajo éramos conscientes de que ya existían estudios sobre el tema que  abordábamos. Se habían editado todos o algunos textos aquí comentados, como son los análisis de Juan Antonio Fernández en 1993, Bernal Delgado en 2004, J. A. Ruíz Baudrihaye en 2014 o los de la editorial Casimiro en 2021. El de M. A. Rivero Gómez contiene algunos de estos textos, pero los inserta dentro de todos los viajes unamunianos. El de Navarra Ordoño se centra en nuestra región, pero alude más al ambiente cultural que nuestro rector halla cuando la visita. He tratado pues de extraer de sus recuerdos y viajes lo que considero esencial en su contemplación del paisaje extremeño, siguiendo la tesis de la geografía de la percepción. Con sus salidas a la Naturaleza y su comportamiento vital, como decía hace unos años un buen escritor, “Unamuno fue el hombre más libre que ha dado España” (Trapiello, 53).

Como señalaba en 1913 Azorín, su compañero de generación, “Amamos el paisaje de España…y a la comprensión del paisaje queremos unir la comprensión de la raza y de la historia” (prólogo de Jorge Urrutia en su edición de Castilla, 21).

 

4Bibliografía complementaria

-Manuel Alvar (1966). Unamuno y el paisaje de España. Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Málaga.

-Azorín (2013). Castilla. En edición de Jorge Urrutia. Alianza Madrid.

-Dezsö Csejtei (1999). La filosofía del paisaje en los ensayos de Unamuno. “Boletín de la Institución Libre de Enseñanza” nº 34-35. Madrid, páginas 153-180.

-Dezsö Csejtei  y Aniko Juhász ((2019). Meditaciones filosóficas sobre el paisaje. Publicaciones de la Universidad de Salamanca.

-Díaz Larios, Luís Felipe (1999). Paisaje para el alma y paisaje para los sentidos. Los viajes de Unamuno. En La crisis española de fin de siglo y la generación del 98 de A. Vilanova. Universidad de Barcelona, páginas 279-288.

Extremadura. Miguel de Unamuno (1993). Con prólogo de Pedro Laín Entralgo e ilustraciones de Juan Antonio Fernández. Círculo de Lectores Incafo. Madrid.

-José Antonio Figueroa López (1987). Incidencia del paisaje en la Filosofía de don Miguel de Unamuno. Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid.

-Luciano González Egido (1997). Miguel de Unamuno. Publicaciones de la Junta de Castilla y León. Valladolid.

-Ramón F. Llorens García (1991). Los libros de viaje de Unamuno. Caja de Ahorros Provincial de Alicante.

-Gloria Luque Moya (2012). El paisaje en la antropología de Unamuno. “Thémata, Revista de Filosofía”, nº 46. Sevilla, páginas 171-179.

-K. Lynch (1974). La imagen de la ciudad. Infinito. Buenos Aires.

-Teodoro Martín Martín (1997). La imagen de Gredos. “Boletín de la Real Sociedad Geográfica”, tomo 133. Madrid.

-Teodoro Martín Martín (2023). Las Hurdes. LII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.

-Andreu Navarra Ordoño (2019). Piedras y pasión. Los viajes extremeños de Miguel de Unamuno. Editora Regional de Extremadura. Mérida.

-Nicolás Ortega Cantero (2016). La valoración del paisaje en Unamuno, claves geográficas y dimensiones simbólicas. En “Cuadernos Geográficos” nº 55 (2), páginas 6-27.

-Colette y Jean Claude Rabaté (2009). Miguel de Unamuno. Biografía. Taurus. Madrid.

-Laureano Robles (1989). Algunas cartas y documentos de Mario Roso de Luna. “Alcántara” nº 18, Cáceres 1989, páginas 159-200.

-Laureano Robles (1991). Miguel de Unamuno. Epistolario inédito (1894-1936).  2 volúmenes. Espasa Calpe. Madrid.

-Emilio Salcedo (1964). Vida de don Miguel. Primera edición en Salamanca. Tercera edición en Anthema. Salamanca 1998.

-Georg Simmel (2013). Filosofía del paisaje. Casimiro libros. Madrid.

-Andrés Trapiello (2002). Las armas y las letras. Península. Barcelona.

-Miguel de Unamuno (1958-64). Obras Completas. Edición y notas de Manuel García Blanco. Afrodisio Aguado. 16 tomos. Madrid. En el primero, Paisajes.

-Miguel de Unamuno (1966-71). Obras Completas. Edición de M. García Blanco. Escélicer. 9 volúmenes. Madrid. En el primero, Paisajes.

-Miguel de Unamuno (2002). Obras Completas. Edición a cargo de Ricardo Senabre. Biblioteca Castro. 10 volúmenes. Madrid. En el sexto, Recuerdos y Paisajes.

-Miguel de Unamuno (2001). Madrid. Castilla. Edición de Jon Juaristi. Visor Libros y Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Madrid.

-Miguel de Unamuno (2021). Viaje Interior. Edición de Miguel Ángel Rivero Gómez. Biblioteca Nueva. Madrid.

-Miguel de Unamuno (2023). Epistolario II (1900-1904). Edición de Colette y Jean Claude Rabaté. Ediciones de la Universidad de Salamanca.

-Darío Villanueva (2023). Literatura y Música. En “Excellentia” nº 30. Madrid. Páginas 6-15.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Oct 312024
 

Jacinto J. Marabel

 

  1. La Historia es una ciencia caótica.

 

La teoría del caos sostiene que una ínfima modificación de las condiciones iniciales en sistemas dinámicos generará grandes y complejas diferencias en su comportamiento futuro, imposibilitando la predicción de variables a medio y largo plazo. Su plasmación gráfica es el atractor del Lorenz, descubierto por casualidad en 1963 por el meteorólogo Edward Norton Lorenz tras salir de su despacho para tomar un té y dejar el ordenador realizando cálculos con ecuaciones para predecir el tiempo atmosférico. Al regresar, la pantalla le mostró una figura tridimensional, compuesta por líneas elípticas, semejante a las alas de una mariposa, que nada tenía que ver con lo que andaba buscando.

 

Sin embargo, el análisis posterior de los resultados que mostraba la pantalla planteaba novedosas y sorprendentes respuestas a algunos de los interrogantes enunciados por Laplace y Poincaré en los siglos anteriores, por lo que el paradigma comenzó a tomar forma. Durante la década siguiente, Lorenz se esforzó en difundir sus teorías entre la comunidad científica internacional, que únicamente comenzaron a popularizarse tras la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia de 1972, en la que participó impartiendo una ponencia titulada «Predictibilidad: ¿Puede el aleteo de una mariposa en Brasil generar un tornado en Texas?». Tres más tarde, el científico James York introdujo por primera vez el término «caos» en un estudio que extendía esta rama de la matemática a otras disciplinas como la física, la medicina, la economía e, incluso, las ciencias sociales, y la teoría quedó fijada.

 

Conforme con sus premisas, los acontecimientos históricos no desarrollan un patrón lineal, fijo y constante. Los sucesos no siguen una concatenación racional y predecible, sino que dependen de múltiples circunstancias, coyunturas eventuales e inciertas, imposibles de clasificar o reglar. La Historia, en este sentido, sería una ciencia caótica: si el aleteo de una simple mariposa en la selva amazónica alcanza a formar un tornado en Texas, la acción de un indio iroqués en la cuenca del Ohio puede originar consecuencias impredecibles sobre una pequeña y pacífica población de la Raya extremeña. Por tanto, como veremos a continuación, no sería descabellado afirmar que aquella acción, el casus belli que a juicio de la mayor parte de los historiadores desató la Guerra de los Siete Años entre las potencias europeas, tuvo una serie de efectos y repercusiones inesperadas para los habitantes de Valencia de Alcántara, en el año 1762.

 

  1. España en la Guerra de los Siete Años.

 

La Guerra de los Siete Años tuvo su origen en las discrepancias suscitadas entre Francia y Gran Bretaña durante el proceso de demarcación de fronteras en América del Norte. El precario equilibrio en el que se desenvolvían las relaciones entre ambas potencias quebró tras un incidente aislado en el verano de 1754, y, al igual que la mariposa de Lorenz, en un remoto lugar de ultramar, prendió la mecha que dos años más tarde iba a involucrar a los países europeos en un conflicto armado a lo largo y ancho del planeta.

 

La variable que provocó en esta ocasión el incremento exponencial e imprevisible de los acontecimientos tuvo mucho que ver con la inexperiencia de un joven oficial al servicio de la Corona británica, llamado George Washington. El gobernador de Virginia Robert Diwiddie lo envió al frente de una compañía de milicianos para que explorara las cada vez más frecuentes incursiones francesas en el lago Eire y en la cuenca del Ohio.

 

El 28 de mayo de 1754, después de una serie de enfrentamientos, Washington se atrincheró en una zona boscosa bajo dominio francés, situada entre los ríos Youghiogheny y Monongahela. El capitán Joseph Coulon de Villiers, señor de Jumonville, encargado de vigilar el lugar, se presentó con un pliego de propiedad que mostró al virginiano, exigiéndole que levantara el campamento y regresara tras la línea del frente. Mientras lo leía, Tanaghrisson, jefe de los indios iroqueses que acompañaban a Washington, le abrió el cráneo con su tomahawk. De inmediato, los soldados británicos secundaron la acción abriendo fuego sobre la escolta que acompañaba al capitán Villiers y los franceses tuvieron que batirse en retirada.

 

Las leyes no escritas del Arte de la Guerra protegían a los parlamentarios, pero los indios iroqueses se regían por códigos de honor muy distintos a los europeos. Washington entendió rápidamente que aquel asesinato a sangre fría conllevaba una declaración de guerra y decidió replegarse con sus hombres hasta un reducto situado en retaguardia, llamado Fort Necessity. Allí resistió el asedio francés hasta que, el 4 de julio de 1754, justo veintidós años antes de la Declaración de Independencia, el que estaba llamado a ser el primer presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, entregó las armas. A lo largo del año siguiente, apoyados por sus aliados indígenas, los franceses se apoderaron del valle del Ohio y lograron algunas victorias sobre las milicias de las colonias, mientras la superioridad de la Armada británica le permitió apoderarse de varios mercantes franceses y bloquear el comercio de ultramar.

 

La primera guerra mundial estaba en marcha. Como la mariposa que batía sus alas en la teoría del caso, un hacha iroquesa había prendido la chispa a más de 6.000 kilómetros de allí, en la Vieja Europa, dando lugar a un conflicto que acabó extendiéndose por tres Continentes y a un nuevo paradigma geopolítico, que marcaría las últimas décadas del Antiguo Régimen.

 

  1. La Guerra Fantástica.

 

España no solo permaneció neutral en las primeras fases del conflicto, sino que ensayó una tercera vía geopolítica con los estados no alineados. El gabinete del marqués de la Ensenada buscó la alternativa a los dos bloques hegemónicos siguiendo las indicaciones de Fernando VI, hasta que la caída en desgracia del Secretario de Estado, sustituido por Ricardo Wall y Devereux, y la muerte del rey en 1759, al que sucedió su hermanastro Carlos III, primogénito de Felipe V con su segunda esposa, Isabel de Farnesio, la política española comenzó a inclinarse definitivamente hacia el lado francés.

 

El 15 de agosto de 1761, Pablo Jerónimo de Grimaldi y Étienne-François de Chosieul, ministros plenipotenciarios de ambos países, firmaron en París el Tercer Pacto de Familia, ampliando y completando los dos anteriores. Con su ratificación el 20 de agosto por Luis XV y cinco días más tarde por Carlos III, la diplomacia gala logró que España irrumpiera de manera extemporánea en la Guerra de los Siete Años, en la lúcida expresión del profesor Miguel Ángel Melón, con el «propósito, que no escapaba a muchos y de ahí el recelo que suscitaba, de convertir a la corte madrileña no solamente en aliada, sino en satélite de Francia»[1].

 

Gran Bretaña hizo lo propio con Portugal y los dos países ibéricos se vieron envueltos en un combate ilusorio e irreal, sin apenas muertos, en una Guerra Fantástica, tal y como la calificaría la historiografía lusa[2], relegada a un rincón olvidado en los libros de Historia. Al país vecino se le combatió por mar y tierra. España conquistó la colonia de Sacramento y, después de amagar con un paseo triunfal hasta Lisboa, se contentó con invadir las provincias limítrofes y retirarse sin provocar daños. Por su parte, los portugueses, que mantuvieron en todo momento una actitud defensiva, consiguieron un único logro sobre el territorio español: el asalto y saqueo de la plaza de Valencia de Alcántara.

 

Fue una victoria pírrica, practicada siguiendo las pautas de las incursiones o razias sobre el territorio enemigo, periclitadas ya por entonces en el Arte de la Guerra, que no cumplió los objetivos planeados y tras la que regresaron rápidamente a sus posiciones de base. En realidad, no hubo tiempo para más. El conflicto fue breve. El Tratado de París, firmado el 10 de febrero de 1763, puso fin a la Guerra de los Siete Años y a su derivada Fantástica, estableciendo un nuevo tablero geopolítico al otro lado del Atlántico.

 

Gran Bretaña se erigió en la principal beneficiada, con La Florida española y toda la vasta región que se extendía entre el Misisipi y los Apalaches bajo su dominio, mientras que, en compensación por la contribución militar, los franceses cedieron a los españoles La Luisiana. España y Gran Bretaña se convirtieron de este modo en las dos únicas potencias europeas con intereses territoriales en América, aparcando por el momento sus diferencias y dando por finiquitada la Guerra Fantástica, el conflicto que las había enfrentado sobre el territorio portugués.

 

  1. La legitimación del conflicto y el Ejército de Prevención.

 

Los británicos exigieron conocer los términos del Tercer Pacto de Familia. España se negó y Jorge III firmó el inicio de las hostilidades el 2 de enero de 1762. Carlos III respondió el 17 de enero dictando el Decreto del rompimiento y declaración de guerra a los ingleses[3]. El 13 de mayo, William Pitt, que había llevado a su país a la desastrosa Guerra del Asiento contra España, convenció a los comunes para que participaran en la revancha contra España: «no pretendo que carguemos a Portugal sobre nuestros hombros, sino que más bien plantarla sobre sus piernas y ponerle una espada en la mano» [4], dijo, antes de conseguir la partida de un millón de libras que necesitaba para organizar la ayuda militar británica.

 

Por entonces, los españoles ya daban por hecho que Gran Bretaña mandarían un Cuerpo Expedicionario a Portugal. El 16 de abril, los pliegos de los espías informaban sobre las movilizaciones de cuatro batallones tomados de los regimientos que guarnicionaban Belle Isle, en la bretaña francesa, junto a otros dos procedentes de unidades acuarteladas en Irlanda, un batallón de granaderos, un destacamento de caballería formado por el 16º Regimiento de Dragones Ligeros del coronel John Burgoyne y ocho compañías de artillería al mando del coronel James Pattison[5].

 

Aunque aún no existía, de iure, una proclamación de guerra contra España, el envío de tropas por parte de Gran Bretaña, enemigo ya declarado de aquella, la legitimaba para iniciar las hostilidades en suelo portugués. Comenzaba así una guerra preventiva de consecuencias imprevisibles, para la que nuestro país se había preparado tras el ultimátum que representaba del Tercer Pacto de Familia. En este sentido, el 2 de febrero se había constituido un Ejército de Prevención, mandado organizar «con destino a obrar donde convenga à la defensa del Estado, y Costa de estos Reynos»[6], cuyo mando recayó en el cacereño teniente general Nicolás de Carvajal y Lancáster.

 

La estrategia española preveía seguir las directrices del plan de invasión de Portugal trazado por el brigadier Mateo Cron en los albores de la Guerra de Sucesión de Polonia, cuando Austria, Prusia y Rusia mantuvieron conversaciones para apoyar las aspiraciones del infante Manuel al trono polaco. La retirada definitiva de su candidatura, en favor del elector Federico Augusto de Sajonia, evitó la ejecución del plan en el marco del Primer Pacto de Familia, que paradójicamente se retomabas ahora en desarrollo del Tercero.

 

En líneas generales, el proyecto recogía la invasión del país vecino a través de la comarca de Tras-ó-Montes, cuyas plazas fuertes fronterizas debían ofrecer escasa o nula resistencia al Ejército de Prevención. Conquistada la comarca, se avanzaría hacia Oporto mientras una parte del ejército tomaba Almeida, asegurando las comunicaciones con Castilla a través de Ciudad Rodrigo. Desde aquí podría marcharse luego, siguiendo la orilla derecha del Tajo, hasta Lisboa, tomando las regiones del centro y del Alentejo portugués, antes de tomar la capital del reino y poner fin a la guerra[7].

 

Además de un numeroso ejército, el éxito de las operaciones exigía el conocimiento previo y detallado tanto de la orografía, ríos y vías de comunicación portuguesas, como del sistema de plazas fuertes levantado al otro lado de lado de la frontera. Los mapas habían sido actualizados en 1761 por los ilustrados Pedro Rodríguez de Campomanes y José Cornide de Folgueira, tras recorrerse de arriba abajo el país vecino[8], mientras que el director de ingenieros Pedro Moreau se había encargado de revisar el informe sobre las estructuras defensivas de la Raya realizado por el brigadier Antonio Gaver en 1754[9].

 

En este estado de cosas y expresada la voluntad definitiva de José I de romper las conversaciones, mandando expulsar a los embajadores, el 1 de mayo de 1762 las tropas del Ejército de Prevención abandonaron sus acuartelamientos en los alrededores de Zamora y marcharon hacia el noroeste, formado en tres columnas mandadas por los tenientes generales Lanzós, Cevallos y Funes, respectivamente.

 

El 4 de mayo, la columna de Funes entró en Constantim y siguió hacia Miranda del Duero, que tomó el 9 de mayo, mientras que Lanzós y Cevallos, que el 5 de mayo habían tomado el camino de Carbajales por Alcañices, se dirigieron a sitiar Chaves y Braganza, capital del Alto Duero[10]. La primera cayó el 22 de mayo, abandonada por su guarnición junto a 43 piezas de artillería, provocando la rendición al día siguiente de Torre de Moncorvo y, finalmente, el 13 de mayo, la de Braganza, tras la tibia oposición ejercida por su gobernador, que impidió tomarla dos semanas antes.

 

Obligado por los acontecimientos, José I firmó la declaración de guerra contra España el 18 de mayo[11]. Poco más tarde, el coronel Alejandro O’Reilly McDowell partía de Chaves con la vanguardia, compuesta por el Regimiento de Infantería Ligera de Cataluña, el batallón de los Voluntarios de Aragón y cuatro escuadrones que desbrozaban el camino hacia Vila-Real[12], la capital de Trás-os-Montes, que sería tomada sin problemas el 30 de mayo, completando el dominio español sobre el noroeste de Portugal. Sus habitantes juraron obediencia a Carlos III y O’Reilly siguió adelante, con el objetivo de reconocer el camino hacia Oporto.

 

Una embosca con paisanos armados, que se saldó con dos soldados muertos y cuatro heridos por parte española, y cuarenta y seis muertos, con veintiocho heridos, por la contraria, les hizo desistir de continuar. Los heridos fueron hechos prisioneros y conducidos a Chaves, donde la columna de O’Reilly entró finalmente el 2 de junio, «a las 5 de la tarde, habiendo caminado doce leguas en 24 horas»[13].

 

Aquella escaramuza sorprendió a Carvajal, que no esperaba encontrar resistencia hasta las inmediaciones de Oporto. La mayor parte de los generales temían que se tratase de una avanzadilla de las fuerzas británicas enviadas para defender sus intereses comerciales en Oporto, cuando lo cierto es que estas tropas apenas habían desembarcado aún en Lisboa, por lo que en un Consejo de Guerra decidieron suspender el avance a la espera de los 8.320 efectivos franceses prometidos, que debían apoyar la invasión al mando del Príncipe de Craon Charles Juste de Beauvau. Una guarnición mantendría la plaza adelantada de Chaves, sosteniendo las comunicaciones con el Ejército, mientras el grueso de las tropas basculaba hacia Ciudad Rodrigo para poner cerco a Almeida.

 

  1. La declaración de guerra y el saqueo de Valencia de Alcántara.

 

Los españoles invadieron las regiones de Trás-o-Montes y Alto Duero sin una declaración formal de hostilidades, por lo que la proclamación de guerra de José I, dada a conocer el 23 de mayo, obligaba finalmente a Carlos III a dictar la suya. Esta fue firmada el 11 de junio y, nueve días más tarde, Luis XV se sumó a ella. Los franceses habían maniobrado hábilmente para arrastrarnos a un conflicto que el Tercer Pacto de Familia les obligaba a secundar.

 

La intervención no resultaba baladí, puesto que el objetivo era asegurarse un valioso elemento de intercambio en las negociaciones de paz emprendidas por Gran Bretaña. En estas circunstancias, la ayuda del cuerpo de refuerzo francés se demoró y la marcha del Ejército de Prevención sobre Lisboa quedó comprometida. Carvajal, un militar curtido en los campos de combate de media Europa, alegó una oportuna enfermedad al conocer la noticia y pidió ser relevado.

 

Ricardo Wall lo sustituyó por el teniente general Pedro Pablo Abarca y Bolea, conde de Aranda, de cuarenta y tres años, más político que militar. Aranda salió rápidamente de Varsovia y el 28 de junio ya estaba en Madrid. Por entonces, las fuerzas portuguesas tenían también quien las mandase: se trataba de Wilhelm Friedrich Ernst Schaumburg-Lippe-Bückeburg.

 

El 28 de mayo legó a Londres, procedente de Alemania, porque Jorge III lo había reclamado para que dirigiese al ejército portugués en la Guerra Fantástica[14]. Schaumburg aceptó[15], el monarca le otorgó la calidad de noble británico, le impuso la Orden del Baño, «por haber nacido en Inglaterra» [16], y luego embarcó hacia Lisboa para hacerse cargo de las operaciones. Arribó el 3 de julio de 1762, y siete días más tarde fue nombrado mariscal general de los ejércitos por el rey José I[17].

 

En Portugal se hizo acompañar del duque Adolf Friedrich de Mecklemburg-Strelitz, hermano de la reina Carlota de Gran Bretaña, para que dirigiera el cuerpo de caballería, además de su primo el capitán Ferdinand de Lippe-Biesterfeld como ayuda de campo y del coronel Johann Heinrich Böhm como primer edecán. El resto de su Estado Mayor estaba formado por el brigadier John Crauford, destinado a ejercer de cuartel maestre general, y del teniente general João de Lencastre, duque de Aveiro y gobernador del Alentejo, al que se le encomendó la comandancia de la infantería.

 

El teniente general James O’Hara, que albergaba el deseo de alcanzar el mariscalato tras haber sido enviado al frente del cuerpo expedicionario, dimitió al conocer el nombramiento de Schaumburg y su lugar lo ocupó el teniente general John Campbell. Las tropas británicas estaban ya en Portugal: el 6 de mayo desembarcaron los batallones de infantería procedentes de Irlanda, mientras que el resto lo harían el 16 de julio[18]. La caballería arribó entre medias, el 9 de julio, y estaba compuesta de cuatro compañías del 16º Regimiento de Dragones Ligeros, comandado por el coronel John Burgoyne.

 

Burgoyne, que tuvo un protagonismo esencial en esta historia, pasó a los anales militares como un general mediocre. En enero de 1763 regresó a Gran Bretaña con las tropas que habían participado en la campaña de Portugal para centrarse en su carrera política y, seis años más tarde, fue nombrado gobernador de Fort William, villa situada al noroeste de Escocia.

 

En 1776, tras las revueltas de Boston, el Parlamento le ascendió a teniente general al servicio del gobernador de Massachusetts Thomas Gage. En 1777 tomó el mando de las tropas y dirigió la expedición de 1777 contra las Trece Colonias, conduciendo a sus hombres al desastre de Saratoga, la batalla que decidió a España y Francia a intervenir en la guerra y apoyar al Ejército continental, decantando el conflicto a favor de este. Más de 6.000 soldados fueron hechos prisioneros y Burgoyne tuvo que regresar a Gran Bretaña, donde un consejo de guerra le desposeyó de sus cargos y lo expulsó del ejército. El año anterior había muerto su primera mujer, Charlotte, por lo que Burgoyne, retirado de la vida pública, desposó a la actriz Susan Caufield, con quien tendría cuatro hijos, y se dedicó a escribir obras de teatro. Murió en Preston, el 4 de agosto de 1792 y fue enterrado en el claustro de la Abadía de Westminster.

 

Recordado y vilipendiado por la derrota de Saratoga, el mayor triunfo militar de Burgoyne fue, sin duda, la toma de Valencia de Alcántara. Había desembarcado con su regimiento en el puerto de Lisboa el 19 de julio, para marchar luego a reunirse con los batallones del 83º y 91º Regimientos de Infantería de Línea, acuartelados en las inmediaciones de Abrantes[19].

 

Schaumburg, consciente de las conversaciones a favor del armisticio general iniciadas por Gran Bretaña y Francia, había mandado establecer el Ejército Combinado a la derecha del Tajo, en una línea que iba de Satarém a Castelo Branco, manteniendo el cuartel general en Abrantes, con el objetivo de controlar los escasos avances que se preveían y la unión del ejército español que, eventualmente, pudiera invadir el Alentejo, con el que se disponía a tomar la plaza fuerte de Almeida por entonces[20].

 

Almeida capituló el 27 de agosto y la noticia llegó a la Corte española al día siguiente, donde ,«se celebró con galas y luminarias; y en el mismo se cantó el Te Deum en la Colegiata de S. Idelfonso y en la capilla del Real palacio de esta villa» [21]. Carlos III estaba feliz; aún no sabía que Valencia de Alcántara había sido asaltada y que sus habitantes habían jurado lealtad al rey portugués.

 

En efecto, para resarcirse del arsenal que, a todas luces, iba a perder en Almeida, Schaumburg había enviado una columna a Valencia de Alcántara con la misión de tomar el polvorín y los cañones que, según sus espías, había reunido aquí los españoles para sostener la inmediata invasión del Alentejo[22].

 

Pero los espías se equivocaron: arsenal no existía y los diarios británicos que publicitaron la acción se encargaron de cambiar el relato, asegurando que la operación buscaba apropiarse del gran almacén de boca que los españoles custodiaban en Valencia de Alcántara. Sin embargo, el número de efectivos empleados, así como la falta de carros y bueyes para trasladar los víveres, desmentían también esta versión que, inexplicablemente, ha terminado por prevalecer entre los historiadores[23].

 

Puesto al frente de la misión, Burgoyne salió de Castelo Branco con los jinetes de su regimiento el 23 de julio y esa misma tarde cruzó el Tajo por Vila Velha de Ródão. En la orilla izquierda les esperaban once compañías de granaderos portugueses y seis británicas que, procedentes de Abrantes, custodiaban dos obuses y dos cañones de campaña destinados a bombardear Valencia de Alcántara. El destacamento siguió el camino de Nisa y continuó hasta la freguesía de Alpalhão, que alcanzó a las ocho de la mañana del 25 de julio. Aquí se les unió el coronel Charles Rainsford, ayudante de campo en el Estado Mayor del cuerpo expedicionario y comandante de ingenieros, que había estudiado los caminos y los planos de las fortificaciones enemigas.

 

Schaumburg había ideado su plan a mediados de julio, con el objetivo de tomar Valencia de Alcántara y distraer efectivos del sitio de Almeida. Sin embargo, al tiempo que Burgoyne se reunía con Rainsford, el gobernador de Almeida pedía parlamentar. La rendición de la plaza era inminente, por lo que el Ejército de Prevención se encontraba en disposición de avanzar sobre la orilla derecha del Tajo, comprometiendo la operación y haciendo inútil las prevenciones de Schaumburg.

 

En cualquier caso, Burgoyne, que ignoraba por completo estos acontecimientos, no estaba en disposición de cumplir con la fecha que aquel había fijado el asalto, el 26 de julio. Su columna había tardado dos días en cubrir los 25 kilómetros que separaban Vila Velha de Alpalhão, debido a la dificultad de arrastrar las piezas de artillería entre las escarpadas veredas de la Sierra de San Mamede. Los hombres estaban exhaustos y aún quedaba alcanzar Castelo de Vide, localidad situada a 12 kilómetros de la frontera, desde donde habría de lanzarse el ataque definitivo sobre Valencia de Alcántara.

 

En una difícil decisión, Burgoyne decidió arriesgar: abandonó la artillería y envió a los dragones desmontados en avanzadilla hacia Castelo de Vide, subiendo a los granaderos británicos a lomos de los caballos azabaches. Los portugueses, que estaban igual o más cansados que sus camaradas, tuvieron que continuar a pie, por lo que, mientras que aquellos llegaron a la villa sobre la diez de la noche, estos lo hicieron a las dos de la madrugada y la acción tuvo que ser pospuesta[24].

 

En la localidad se les sumó la guarnición, formada por un centenar soldados, una partida de 58 jinetes y 40 paisanos armados, con lo que Burgoyne marchó hacia Valencia de Alcántara el 26 de julio, a la puesta de sol. Los espías le habían informado que no existían patrullas regulares de vigilancia y que, en todo caso, las descubiertas se realizaban sin alejarse mucho de la plaza. Su guarnición, además, no había establecido piquetes avanzados ni barricadas u obstáculos en los caminos, manteniéndose fija en la plaza de la villa[25].

 

Valencia de Alcántara era defendida por 282 fusileros del batallón de milicias provinciales de Sevilla, que tenía cinco compañías al mando del coronel Nicolás del Campo guarnicionando la plaza[26]. El batallón había entrado en Badajoz el 18 de julio, tras más de un año fuera, de donde salió el 12 de agosto con destino a las guarniciones de San Vicente y Valencia de Alcántara[27].

 

De las comunicaciones entre ambas plazas, así como de las descubiertas y patrullas de observación sobre la Raya, se ocupaba el Regimiento de Dragones de Belgia, que había dejado diez jinetes para apoyar la guarnición de esta última. Burgoyne no lo sabía, pero su comandante, el brigadier Miguel de Irumberri y Balanza, se encontraba muy próximo, sobre el camino de San Vicente, con 19 jinetes y 40 provinciales, realizando maniobras de observación sobre la campiña[28].

 

Burgoyne concentró sus fuerzas en la aldea de Pitaranha, desde donde partieron en dos columnas antes de la medianoche. La primera, compuesta por las once compañías de granaderos lusos al mando del mayor Henry Lawes Lutterell, iba precedida de los 58 jinetes portugueses y 25 dragones ligeros, escoltado en los flancos por la guarnición de Castelo de Vide y los paisanos armados, y tenía como misión rodear la villa por el norte para tomar el puente. El grueso de la caballería, al mando del mayor Hugh Somerville, seguiría a este destacamento para establecer piquetes en los caminos de Alcántara y San Vicente, bloqueando la plaza y atentas a la llegada de auxilios. La segunda columna, formada por las seis compañías de granaderos británicos al mando del mayor William Johnstone Pulteney, continuó hacia el este, con el objetivo de tomar la puerta de San Francisco.

 

Burgoyne, que se puso al frente de esta columna, encontró abandonado el antiguo convento de San Francisco, situado apenas a 4 kilómetros de la villa. Dejó una compañía asegurando la retirada y continuó adelante, preocupado por la tenue línea de luz que comenzaba a aparecer por el horizonte. Con gran contrariedad, advirtió entonces:

 

Que mis guías me habían engañado respecto a la distancia a cubrir. En Pitaranha me aseguraron que dispondría de una hora más de oscuridad, persuadiéndome para no salir antes de la aldea y evitar las patrullas que se retirarían al caer el día. Al contrario de lo que esperaba, comenzaba a amanecer rápidamente y el sol se habría levantado antes de que pudiera poner un pie en la localidad.

Entonces, consideré oportuno abandonar mi primera disposición y mandé avanzar a los Dragones Ligeros, que con una enérgica carga aún podrían sorprender o, en el peor de los casos, bloquear las avenidas principales. Sin embargo, no fue necesario, puesto que el teniente Lewis, al frente de 40 hombres y moderando el galope, consiguió entrar en la villa espada en mano[29].

 

Según la versión española:

 

La centinela de nuestro piquete, quando vio entrar a los enemigos, aviso con el tiro, a fin de abandonar su puesto, y mató a un dragón de la vanguardia de los contrarios. Nuestra gente, aunque sorprendida, procuró unirse; y D. Nicolás del Campo, el coronel del rejimiento de milicias de Sebilla con algunos pocos oficiales, que se le pudieron juntar, defendieron las banderas desde las cinco hasta las nueve de la mañana, que forzaron la puerta los enemigos con tres compañías de granaderos[30].

 

En su informe, Burgoyne afirma por el contrario que los provinciales fueron reducidos, muertos o hechos prisioneros, antes incluso de que pudieran organizarse y hacer uso de las armas, por lo que la plaza de entrada quedó expedita y las calles aledañas ofrecieron muy poca resistencia a los dragones ligeros:

 

Mientras el grueso del regimiento se agrupaba en la plaza, algunos grupos desesperados intentaron un ataque, pero todos perecieron o fueron capturados. Los únicos disparos que nos ofendían procedían de las ventanas, y este comenzó a disminuir cuando llegaron los granaderos. Obligado a no otorgar cuartel a quienes persistían en ello, conseguí que un sacerdote recorriera la villa anunciando que mandaría incendiarla por las cuatro esquinas, a menos que todas las puertas y ventanas fuesen instantáneamente abiertas de par en par. Pero antes de que hubiesen recorrido una sola calle, los habitantes se dieron cuenta de su error, y todo quedó en calma.

Desplegué a los dragones en la campiña para que capturaran a todos los que habían logrado escapar y trajeron a un buen número de hombres y caballos. Una partida compuesta de un sargento y seis dragones se batieron con un teniente y 25 jinetes, los mataron a todos y trajeron sus caballos, junto con gran cantidad de prisioneros que hicieron por el camino.

 

Créame, mi Lord, que esto no es una exageración de su coronel, sino un hecho real. Hice prisionero al mariscal de campo don Michael de Irunibeni y Kalanca (sic), su ayuda de campo, un coronel con su edecán, 2 capitanes, 17 suboficiales y 59 soldados. Se han tomado además tres banderas, junto a gran cantidad de armas y munición, que ha sido destruida[31].

 

Esta última acción de caballería a la que se refiere un tanto exageradamente Burgoyne es en la que estuvo implicado Irumberri, que acudió al auxilio de la plaza cuando «oyó desde el paraje en que estaba, que en el pueblo se disparaban tiros, se restituyó a él aceleradamente con las tropas que tenía y acometió con 19 dragones y 40 milicianos a 60 caballos ingleses, obligándolos a retirarse. Pero habiendo acudido mayor número de enemigos, y herido el referido Brigadier de un balazo, le cogieron prisionero de guerra»[32].

 

En cuanto a estos, las fuentes también difieren: el cronista Hernández de Tolosa aseguraba que después de hacerse con «el arca del Regimiento, que tenía más de 15.000 pesos, ropa y baúles de oficiales, llevándose banderas; y saqueando las casas más principales de la villa», llevaron cautivos al brigadier Miguel de Irrumberri, el coronel Nicolás de Campo, el ayudante mayor Lorenzo de Córdoba, el capitán Adrián Pierra, los tenientes Mateo Argullo, herido, Felipe Valencia y Luis Valderrama, los subtenientes Martín Bolaños y Joaquín Gutiérrez, los sargentos Eustaquio García, Basilio Bentus y Manuel Corchero, y 44 soldados, incluidos dos tambores, sumando un total de 57 hombres[33], mientras que el Mercurio Histórico únicamente menciona a los comandantes, además del capitán Antonio Suazo, muerto en la refriega, elevando por el contrario la cifra de prisioneros a 78 hombres, 54 provinciales y 23 dragones, además de un capitán de las milicias urbanas de Valencia de Alcántara[34].

 

Los británicos, según el parte oficial de bajas, registraron 5 muertos, el teniente Burk, un sargento y 3 soldados, así como 21 heridos, dos sargentos, un tambor y 18 soldados, además de 10 caballos muertos y 2 heridos[35]. La acción no le salió gratis a Burgoyne, que se llevó a varios paisanos como rehenes para asegurarse la asistencia a los heridos que dejaba atrás, además de una contribución por no quemar la ciudad y sus conventos, no encontró los famosos cañones que andaba buscando. Tampoco los almacenes de boca ni el forraje para las monturas que publicarían más tarde las gacetas. Quizás por eso, una columna marchó hacia La Codosera, que fue saqueada esa misma tarde[36].

 

La noticia alcanzó Badajoz, de donde salió inmediatamente un destacamento en busca de la columna de Burgoyne. Aranda, por su parte, interpretó el movimiento sobre Valencia de Alcántara como parte de un plan de Schaumburg para tomar la frontera y el 5 de septiembre, por lo que ordenó adelantar las fuerzas de los mariscales de campo Carlos de la Riva Agüero y Marcos de Mendoza, «para preservar la frontera de Estremadura por la parte de Alcántara de las entradas, que los enemigos amenazan hacer por aquella parte»[37].

 

Luego levantó el campamento de Aldea Nova y marchó a Cerdeira, seguido del Ejército. El 7 de septiembre, las tropas de Riva Agüero conquistaron Salvaterra do Extremo mientras las de Felipe Cagigal tomaban el castillo de Segura. El 15 se unieron al Ejército en Penamacor, donde se hicieron con «9 cañones de bronce, y 13 de hierro de varios calibres; 3 morteros para granadas, 3 petardos, 120 cajones de balas de fusil, 3.500 balas de artillería, otros varios efectos, y muchas municiones y víveres»[38]. Tres días más tarde, las tropas españolas tomaban Castelo Branco, asegurando la frontera, además, con Vila Velha de Rodao y Sarceda, tomadas el 29 de septiembre, y obligando a Schaumburg a replegarse las líneas hasta Abrantes[39].

 

La operación para hacerse con el presunto arsenal de Valencia de Alcántara, además de un fracaso, había provocado que el Ejército de Prevención terminara de tomar la frontera. Los intereses de ultramar evitaron que pudiera marchar hacia Lisboa, como era su principal objetivo. El 13 de agosto, La Habana se rindió a una escuadra británica, y a esta pérdida siguió Manila, que capituló el 24 de septiembre, abandonada prácticamente por su guarnición.

 

La devolución de ambas plazas, introducía una nueva premisa en la composición del armisticio que, siguiendo el ejemplo de Francia, se había prestado a negociar España. Las embajadas de unos y otros consensuaron los preliminares y, el 10 de febrero de 1763, el Tratado de París puso fin a la Guerra de los Siete Años, junto a su derivada ibérica España renunció a pescar en los bancos de Terranova y cedió a Gran Bretaña el comercio del palo de Campeche, junto al territorio de La Florida, que Francia compensó a su vez entregándole La Luisiana.

 

En cuanto a Burgoyne, el 2 de septiembre, el rey José I le hizo entrega de un anillo de diamantes en gratitud por su acción.  Al  Primer Ministro británico, en cambio, no debió parecerle tan magnífica y, en medio de las conversaciones de paz, desaconsejó el ascenso que solicitaba junto al informe en el que relataba el asalto a Valencia de Alcántara[40]. El coronel tendría que buscar el pedestal de la gloria a la que aspiraba en otro lugar. Quizá cerca de aquellos parajes donde el tomahawk de un iroquí había dado inicio a la Primera Guerra Mundial. Nunca se sabe dónde puede batir sus alas la mariposa.

 

  1. Bibliografía.

 

ALMON, John. Anecdotes of the life of the Right Hon. William Pitt, Earl of Chatahm. Vol. I. Longman. Londres, 1810.

 

BARRINGTON DE FONBLANQUE, Edward. Life and Correspondence of The Right Hon. John Burgoyne, General, Statesman, Dramatist. MacMillan. Londres, 1876.

 

HINDE, Robert. The Discipline of the Light-Horse. Owen. Londres, 1778

 

LATINO COELHO, José María. Historia Militar e Política de Portugal, desde os fins do XVIII seculo até 1814. Vol. III. Imprenta Nacional. Lisboa, 1891.

 

MELÓN JIMÉNEZ, Miguel Ángel. España en la Guerra de los Siete Años. La campaña imposible de Portugal y el Ejército de Prevención (1761-1764). Silex. Madrid, 2022.

 

PEREIRA SALES, Ernesto Augusto. O conde de Lippe em Portugal. Minerva. Vila Nova de Famalicão, 1936.

 

HERNÁNDEZ TOLOSA, Leonardo. Libro de Noticias sacado por Don Leonardo Hernández Tolosa, presbítero, vecino de esta ciudad. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo, 1992.

 

 

 

[1] MELÓN JIMÉNEZ, Miguel Ángel. España en la Guerra de los Siete Años. La campaña imposible de Portugal y el Ejército de Prevención (1761-1764). Silex. Madrid, 2022; pág. 48.

[2] PEREIRA SALES, Ernesto Augusto. O conde de Lippe em Portugal. Minerva. Vila Nova de Famalicão, 1936; pág. 47.

[3]Archivo General de Segovia (AGS) Secretaría de Estado de Guerra (SEG), 2.202, 43-3. Citado por MELÓN JIMÉNEZ, M.A. España en la Guerra…, ob. .cit.; pág. 57.

[4] ALMON, John. Anecdotes of the life of the Right Hon. William Pitt, Earl of Chatahm. Vol. I. Longman. Londres, 1810; pág. 312.

[5] Gaceta de Madrid, de 8 de junio de 1762.

[6] Gaceta de Madrid, de 2 de febrero de 1762.

[7] MELÓN JIMÉNEZ, M. A. España en la Guerra…, ob. cit.; págs. 85-86

[8] Cfr. RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES, Pedro. Itinerario Real de Postas de dentro y fuera de España. Imprenta de Antonio Pérez Soto. Madrid, 1761; Noticia geográfica del Reino y caminos de Portugal. Imprenta de Joaquín Ibarra. Madrid, 1762. ABASCAL, Juan Manuel y CEBRIÁN, Rosario. Los viajes de José Cornide por España y Portugal de 1754 a 1801. Real Academia de la Historia. Madrid, 2009.

[9] MELÓN JIMÉNEZ, M.A. España en la Guerra…, ob. cit.; págs. 87- 97.

[10] Gaceta de Madrid, de 11 de mayo de 1762.

[11] Publicado el 23 de mayo siguiente, fue reproducido en el Mercurio Histórico y Político, de julio de 1762; págs. 189-192.

[12] Gaceta de Madrid, de 8 de junio de 1762.

[13] Mercurio Histórico y Político, junio de 1762; pág. 171.

[14] London Magazine, mayo de 1762; pág. 282.

[15] Aunque tanto las fuentes españolas y portuguesas se refieren a él como conde de Lippe, que la tradición asocia, incluso, a las famosas condelipas de Lagos, hemos preferido citarlo aquí como Schaumburg en coherencia con el resto de personajes, mencionados por su primer apellido.

[16] Mercurio Histórico y Político, junio de 1762; pág. 116.

[17] LATINO COELHO, José María. Historia Militar e Política de Portugal, desde os fins do XVIII seculo até 1814. Vol. III. Imprenta Nacional. Lisboa, 1891; pág. 67.

[18] Mercurio Histórico, junio y agosto de 1762; págs. 103 y 294, respectivamente.

[19] Mercurio Histórico, julio de 1762; pág. 188.

[20] BARRINGTON DE FONBLANQUE, Edward. Life and Correspondence of The Right Hon. John Burgoyne, General, Statesman, Dramatist. MacMillan. Londres, 1876; pág. 38.

[21] Mercurio Histórico, agosto de 1762; págs. 396-399.

[22] HINDE, Robert. The Discipline of the Light-Horse. Owen. Londres, 1778; pág. 171.

[23] MELÓN JIMÉNEZ, M.A. España en la Guerra…, ob. cit.: pág. 309.

[24] HINDE, R. The Discipline…, ob. cit.; pág. 173.

[25] Ibid.; pág. 174.

[26] MELÓN JIMÉNEZ, M. A. España en la Guerra…, ob. cit.; pág. 309.

[27] HERNÁNDEZ TOLOSA, Leonardo. Libro de Noticias sacado por Don Leonardo Hernández Tolosa, presbítero, vecino de esta ciudad. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo, 1992; pág. 41.

[28] Mercurio Histórico y Político, septiembre de 1762; pág. 99.

[29] HINDE, R. The Discipline… ob. cit.; pág. 177.

[30] Mercurio Histórico y Político, septiembre de 1762; pág. 99.

[31] HINDE, R. The Discipline… ob. cit.; págs. 178 y 179.

[32] Mercurio Histórico y Político, septiembre de 1762; pág. 99.

[33] Según el mismo, otros 121 soldados, incluidos un coronel y un teniente coronel se habrían dado a la fuga. HERNÁNDEZ TOLOSA, L. Libro de Noticias sacado…, ob. cit.; págs. 46 y 47.

[34] Mercurio Histórico y Político, septiembre de 1762; pág. 99.

[35] HINDE, R. The Discipline… ob. cit.; pág. 169.

[36] HERNÁNDEZ TOLOSA, L. Libro de Noticias sacado…, ob. cit.; pág. 44.

[37] Mercurio Histórico y Político, septiembre de 1762; pág. 100.

[38] Ibid; págs. 101-102.

[39] MELÓN JIMÉNEZ, M. A. España en la Guerra…, ob. cit.; pág. 179-181.

[40] BARRINGTON DE FONBLANQUE, E. Life and Correspondence…, ob. cit.; pág. 44.

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