Oct 012011
 

Fernando Ortiz Martínez.

 

1.  INTRODUCCIÓN

El mariscal de campo don Rafael Menacho murió defendiendo la plaza de Badajoz, cuyo gobierno le había sido encomendado en los turbulentos años de la guerra de la Independencia. El cumplimiento de su deber hasta las últimas consecuencias le hizo acreedor de la gratitud de los pacenses que, aún hoy día, lo consideran como uno de los personajes más destacados de la historia de la ciudad. Un airoso monumento lo recuerda en el baluarte de la muralla donde cayó, el 4 de marzo de 1811. Sus restos reposan en un hermoso mausoleo en el claustro de la catedral y la calle comercial más importante lleva su nombre, como también lo llevaron un teatro, un cuartel y en la actualidad una base militar.

Pero de las circunstancias concretas de su muerte pocos saben algo más que el que fuera abatido por un cañonazo. La plaza estaba sitiada y días después sería ocupada por el enemigo, mientras que la noticia de la muerte de su gobernador militar, que todos vinculaban con la posterior rendición, se extendía por la provincia mezclada con rumores que completaban imaginativamente los detalles de los que se carecían.

Doscientos años después de aquellos hechos, Badajoz ha vuelto a rendir homenaje a sus héroes. Tras las formaciones, desfiles, discursos y conferencias se han seguido escuchando dispares opiniones sobre su muerte.

Pero ahora las circunstancias no son las mismas. A la escasez de información de aquellos días se opone la existencia de importantes documentos fiables en los archivos, aunque no debidamente explotados. Darlos a conocer es la finalidad de este trabajo.

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 Lam. 1. Obelisco levantado en 1893 por las unidades de la guarnición de Badajoz en el Baluarte de Santiago.

2. AMBIENTACIÓN

Tras el espejismo inicial de las primeras acciones bélicas favorables a los españoles en la guerra de la Independencia (primer sitio de Zaragoza, Bailén) y la entrada de Castaños en Madrid se produjo la intervención directa de Napoleón en la Península Ibérica al frente de la Grande Armée, que llevaría a la práctica ocupación de casi todo el territorio continental español.

Los restos del Ejército de Extremadura, uno de los primeros que se enfrentaron al Emperador en la batalla de Gamonal (10 de noviembre de 1808) y después en Somosierra (30 de noviembre), llegaron en su repliegue hasta tierras extremeñas donde trataron de frenar al invasor en la línea del Tajo.

Mientras tanto, el entonces coronel Rafael Menacho, tras haber participado en Bailén a las órdenes de Castaños, se batía al mando de su regimiento de Campo Mayor en la desgraciada batalla de Uclés, (13 de enero de 1809), donde tras la derrota de las armas españolas, se replegó con un batallón a través de la artillería francesa, a la que inutilizó algunos cañones, acción por la que fue felicitado.

2.1.  La guerra en Extremadura a principios de 1811.

Tras más de dos años de guerra, Extremadura ya había sufrido el paso de los ejércitos de uno y otro bando: los franceses, tras su victoria en Medellín (29 de marzo de 1809) y su avance hacia Andalucía, campaban por el norte de Cáceres y hacían incursiones por el sur de la provincia de Badajoz, y los aliados, que también habían colaborado en el agotamiento de sus recursos durante en el avance británico sobre Talavera de la Reina (28 de julio de 1809), mantenían las dos divisiones que el Ejército de Extremadura había dejado para su defensa cuando partió hacia La Mancha para reforzar al Ejército del Centro, una de ellas al mando de Menacho, que había sido ascendido a brigadier por los méritos conseguidos en Medellín.

El año de 1810 había sido de continuos encuentros entre destacamentos de ambos bandos, ninguno de ellos decisivo: Cantalgallo, Fuente de Cantos… Incluso el 11 de febrero el general Mortier se había llegado a presentar ante la plaza de Badajoz, intimando su rendición. Sin fuerzas suficientes para cercarla, tras unos combates en las afueras de la ciudad, se retiró hacia Llerena.

Al finalizar la campaña de 1810, el mariscal Soult […] general en jefe del ejército del sur de España, había recibido la orden de ocupar la alta Extremadura con todas las tropas que tenía disponibles, a fin de realizar una diversión a favor del mariscal Massena […] que mandaba el de Portugal (Lamare, 1821, p.7)

1811 sería, por tanto, el año de la ocupación completa de Extremadura por el ejército francés, y con ella su capital, Badajoz1, vería como un ejército francés de más de 20.000 hombres establecía un asedio en toda regla para obtener el control de esta plaza, imprescindible para asegurar el acceso a Portugal2.

2.2.  Menacho en Badajoz. Nombramiento de comandante militar de la plaza

Menacho, gaditano de nacimiento y formación, conocía Badajoz desde los tiempos de la Guerra de las Naranjas (1801) y posterior campaña de Portugal (1807), y había combatido en la defensa de la provincia desde que se hiciera cargo de la 3.ª División del Ejército de Extremadura en el Puente del Arzobispo y en Mérida3, pero la forma en que los ciudadanos de Badajoz lo conocerían incrementaría su fama de resolutivo y líder en el que se podía confiar, aún en las situaciones más desesperadas:

Habiendo recibido Menacho oficio del Marqués de la Romana para que hiciese por auxiliarlo, pues se hallaba en Badajoz sin guarnición para su defensa, en fuerza de muchos trabajos, días y rodeos, siempre perseguido por mayo- res tropas francesas, consiguió entrar en la plaza a media noche, sin haber perdido un bagaje, saliéndole a recibir el mencionado Marqués […] a tan incómoda hora (Cróquer, 1912, p.13).

Tras esta primera entrada en la ciudad a finales de enero de 1810 le encargaron la defensa de la plaza de Olivenza, y posteriormente participó en acciones en apoyo de la capital de Andalucía hasta quedar cercado y sin víveres en la localidad de Salvatierra de los Barros, el 10 de febrero. Habiendo recibido la orden de regresar en apoyo de Badajoz, que estaba amenazada por el enemigo

Maniobró hábilmente, y el 11 atravesó la línea francesa, que circundaba la plaza, logrando feliz arribo, entrando en ella la madrugada del día 12, entre las aclamaciones del pueblo, reforzando la guarnición con su ya bien acreditada y valiente división. (Cróquer, 1912, p.14)

En menos de quince días había entrado por dos veces en la ciudad mandando las tropas de rescate, y siguió participando en acciones de defensa de la plaza (salida del 27 de abril para desalojar a los franceses de las alturas de San Cristóbal) y de la provincia (Cantalgallo, Jerez, Aracena…), hasta que el Consejo de Regencia lo promovió al empleo de mariscal de campo, asignándole el gobierno militar de la plaza:

El Consejo de Regencia de España e Indias ha nombrado a D. Rafael Menacho por gobernador militar y político de la plaza de Badajoz, y en atención a sus méritos y buenos servicios, le ha concedido el ascenso de mariscal de campo. (ápud Gómez Villafranca, 1908, parte segunda, p.344).

image004Lám. 2. Retrato de Menacho como Mariscal de Campo, obra de Manuel Roca, 1811.

2.3.  Asedio francés.

El ejército francés del mariscal Soult inició los trabajos de sitio de Badajoz el 28 de enero de 1811 tras haber ocupado la vecina plaza de Olivenza donde estableció su cuartel general y sus almacenes.

Pese a lo inadecuado de la época del año en la que las frecuentes lluvias dificultaban los trabajos de asedio, éstos avanzaban a buen ritmo. Para evitarlo Menacho organizó hasta ocho salidas en las que sus tropas trataron de entorpecer los trabajos, inutilizar la artillería y causar el mayor número de bajas al enemigo4.

El ejército de refuerzo mandado por Mendizábal, que con 10.000 hombres y 200 caballos portugueses restableció las comunicaciones con Portugal y proporcionó esperanzas a la población, fue completamente derrotado en una brillante acción por sorpresa de Soult la mañana del 19 de febrero, en que al abrigo de la niebla cruzó los ríos Guadiana y Gévora sorprendiendo a los españoles en una posición que consideraban segura (batalla del Gévora)5.

Perdidas las posibilidades de recibir refuerzos en breve plazo y con el cerco completado, Menacho volvió a rechazar las ofertas de rendición de Soult, continuando con las obras de defensa de la plaza y con las salidas al campo enemigo (aún hizo dos más), y animando a militares y civiles al trabajo conjunto y al sacrificio en defensa de la Patria.

3. MUERTE DEL GENERAL

La tarde del cuatro de marzo de 1811, con ocasión de una exitosa salida de la guarnición contra las obras de zapa francesas en las que trataban de preparar la batería de brecha definitiva, el general Menacho moría al batir la artillería enemiga el baluarte desde el que la dirigía (Baluarte de Santiago).

La situación tuvo que ser confusa en extremo. Las tropas y paisanos arengaban desde los parapetos a los soldados que regresaban victoriosos tras haber inutilizado numerosos cañones y herramientas, causando muchas bajas enemigas y capturado algunos prisioneros:

Conseguido el fin que se deseaba se retiró nuestra bizarra tropa a la estacada, en donde los soldados entraban cargados de despojos del enemigo en tal manera, que muchos apenas podían con los efectos que conducían, presentando varios de ellos palas, picos y azadas que recogieron en las trincheras; algunos cogieron divisas de oficiales, sus espadas, relojes y buenas cantidades de metálico; el encarnizamiento fue cruel y solo consiguieron refugio cinco franceses que condujeron prisioneros6.

Cuando una descarga de artillería batió los terraplenes y la gente se puso a cubierto. En ese momento fue alcanzado el gobernador militar y llevado por sus ayudantes al lugar a cubierto más próximo, donde falleció en pocos minutos.

De allí su cuerpo sería trasladado a la catedral y depositado en la capilla de la Soledad del claustro, donde se mantuvo entre el estupor de los numerosos civiles que se habían refugiado en las naves del templo mientras se decidía el destino final del cuerpo, que sería inhumado en el panteón de canónigos, sin dato alguno en la lápida para evitar posibles profanaciones en el caso de que los franceses ocuparan la ciudad, como así ocurrió días después.

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Lám. 3. Baluarte de Santiago y tramo de cortina de la muralla donde estaban abriendo brecha los franceses en marzo de 1811.

Murió sin testar el cuatro de marzo del mismo, en la muralla, de una bala de cañón. Era marido de D.ª Dolores Calogero, y se sepultó en el panteón del Cabildo Catedral, con asistencia del mismo y del Cabildo Municipal7.

El mando de la guarnición recayó en el brigadier José de Imaz, segundo en el mando de Menacho, que en el momento de la muerte se encontraba en otro de los baluartes próximos (Baluarte de San José), colaborando también en el control de la salida.

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Lám. 4. Cripta de Canónigos de la Catedral de Badajoz donde reposaron los restos de Menacho durante 69 años.

3.1.  Relato tradicional

La confirmación oficial de la muerte del gobernador militar de la plaza sitiada no llegaría al cuartel general del 5º Ejército hasta el día 9 de marzo, con la correspondencia oficial de su sucesor:

Muy gloriosa ha sido esta acción para las armas españolas si a ellas no hubiera seguido la muerte del valeroso, del bizarro, del digno gobernador el Mariscal de Campo don Rafael de Menacho […] el cual poniéndose en uno de los flancos fue atravesado por una bala de cañón y muerto en el mismo momento8.

Pero la tremenda noticia se había extendido ya antes por la región con rapidez, con las inexactitudes y exageraciones propias de los rumores. El general Carlos de España, que estaba actuando de enlace con la Junta Suprema de Extremadura, le dirigió a ésta una carta el día 8, en la que al mencionar la muerte del general Menacho dice:

El Gobernador Menacho perdió la vida, hallándose animando a sus tropas sobre las murallas. Una bala de cañón le quitó la cabeza. (ápud Gómez Villafranca, 1908, parte segunda, p.369)

No se ha encontrado ninguna otra fuente que cite la decapitación de Menacho entre todas las consultadas, tanto contemporáneas a la guerra como poste-iores, pero lo cierto es que entre la población actual de Badajoz se encuentra enraizada esta creencia hasta tal punto que, en la primera edición de la Historia de Badajoz, redactada por el cronista oficial de la ciudad, don Alberto González Rodríguez, en fecha tan cercana como 1999, mientras que en el texto describe “cuando el heroico general Menacho seguía desde el baluarte de Santiago el resultado de una salida que había ordenado contra la batería del Cerro del Viento, una bala de cañón le ocasionó la muerte” (González, 1999, p.329), se acompaña con una ilustración que representa a Menacho de pie sobre el parapeto y una bala de cañón impactando en su cabeza9.

Otros autores han incluido sus particulares versiones, como la nota incluida por Fernando Valdés Fernández en su traducción de las Memorias de Soult: “Una bala de metralla le alcanzó en el pecho durante la defensa de Badajoz y le causó la muerte” (Valdés, 2003, p.64).

Aunque la mayoría de los autores que tratan el sitio de Badajoz, si bien citan el motivo que llevó al gobernador hasta la muralla esa tarde, no entran en detalles de cómo se produjo la muerte exactamente: “El cuatro de marzo, observando desde el muro una salida, en que se causó bastante daño al enemigo, cayó muerto de una bala de cañón” (Conde de Toreno, 1835, p.437)

Por último, otro origen de confusiones para trabajos posteriores resultó la publicación del relato del asedio por parte del jefe de ingenieros del ejército francés, coronel Lamare, que si bien realiza una descripción aceptable, sobre todo teniendo en cuenta que se encontraba al otro lado de las líneas: “El general español Menacho […] fue muerto por una granada momentos después de asomarse al parapeto para observar el efecto de la salida” (Lamare, 1821, p.74), equivoca el día en que esta acción tuvo lugar, situándola el tres de marzo, error que se perpetuaría y difundiría al tomarse como fuente para la realización de una placa conmemorativa colocada en 1864 en el baluarte de Santiago y posteriormente sustituida por otra en 1890 con la siguiente inscripción: “Al insigne general Menacho. Murió por la Patria el 3 de Marzo de 1811, defendiendo a Badajoz. La guarnición de 1864 y la de 1890 le dedican esta Memoria”10.

3.2.  Las fuentes definitivas

Vista la disparidad de versiones sobre un hecho tan concreto se considera inexcusable acudir a las fuentes primarias que relatan esta acción, que en el caso de un militar en activo en el momento de su muerte no puede ser mejor que su hoja de servicios. La de don Rafael de Menacho y Tutló se encuentra en el Archivo General Militar de Segovia y dice lo siguiente:

La cuarta salida que, con la brecha abierta en la plaza, ejecutó el día 4 de marzo de 1811, en la que se clavaron varias piezas al Enemigo y desbaratándole baterías. Estando sobre las murallas, disponiendo y animando sus tropas, fue muerto por una bala de metralla de cañón que le entró por el vientre, habiendo hablado en esta situación como de cinco a siete minutos, profiriendo sentía no poder ser más útil a su Patria11.

Esta hoja de servicios lleva un informe adjunto del coronel Juan de Moya y Morejón, quién durante el sitio de Badajoz era sargento mayor del Regimiento Campomayor y siempre había estado a sus órdenes, que con respecto a la muerte del gobernador dice:

En cuyo sitio fue muerto sobre la muralla por una bala de metralla que le penetró el vacío derecho, en el acto de la salida que hicieron los Granaderos de todos los Cuerpos de la Guarnición para clavar la Artillería y destruir las baterías del Enemigo, el 4 de marzo del expresado año de 181112.

En ambos documentos se detalla que lo que causó la muerte de Menacho fue el impacto con penetración de una bala de metralla en el abdomen, el segundo de ellos concreta la zona lateral derecha de la cavidad abdominal que corresponde con parte del intestino delgado y del colon.

image011Lám. 5. Imagen descriptiva de los proyectiles dispersadores de metralla disparados por los cañones de principios del S.XIX. Uno de estos granos de metralla de 280 grms causó la muerte del general Menacho.

Las balas de metralla, también denominadas en la época como “granos de metralla”, eran bolas de plomo de más de 200 gramos de peso, que se disparaban agrupadas en “saquillos” o botes de hojalata con el efecto de la actual munición rompedora para causar bajas sobre concentraciones de tropas enemigas.

Que la artillería de las tropas francesas dispararan una munición que habitualmente se utilizaba sobre unidades a campo abierto puede explicarse por el hecho de que Menacho se encontraba en el baluarte, junto al parapeto, es decir a la vista del enemigo, y dirigiendo la salida de las tropas propias, para lo que tendría que utilizar banderas o señales que, además de permitir la comunicación con los suyos le convertía en un blanco rentable:

Este Héroe que incesantemente velaba sobre la heroica defensa de esta Plaza, se precipitó al horrible fuego que el enemigo hacía desde Pardaleras con dirección a las baterías de San Josef y Santiago: en la primera dava sus disposiciones el Mariscal de Campo Dn Josef Ymas, y en la 2ª aquel dignísimo xefe, el qual poniéndose en uno de los flancos fue atravesado de una bala de cañón y muerto en el mismo momento13.

En la tarde del 4 de marzo hizo una salida la guarnición de la plaza. Menacho desde los muros mandaba la acción por medio de señales […] corroboraba su constancia debajo de la bandera que tremolaba sobre los muros de Badajoz (Castro, 1858, p.750).

Si las descripciones que aparecen en su hoja de servicios deberían considerarse como la versión oficial de la muerte, se dispone de un documento para contrastarlas de la forma más científica posible con los medios del siglo XIX.

Con la finalidad de trasladar los restos de Menacho desde su anónima tumba en el Panteón de Canónigos de la catedral de Badajoz a un lugar más destacado en el claustro de la misma, el ayuntamiento de la ciudad autorizó su exhumación el 22 de diciembre de 1879, acto que se realizó el 3 de marzo de 1880, víspera del aniversario de su muerte, y del que se levantó acta notarial cuyo texto se incluye íntegro:

Hecha la apertura de la bóveda por el maestro alarife D. Antonio Valentín Núñez, se encontró la armadura de una caja mortuoria y dentro de ella el esqueleto de un hombre; una gorra militar de paño con insignias; una faja militar de seda de color hoy indefinido, por efecto de la acción del tiempo, con borlas; un bastón de mando; una espada; un calzón de punto; restos de una casaca militar, y un par de botas altas, todo lo que acreditaba, según opinión de personas com- petentes, ser un Gefe Militar de la categoría del que se trata. Dicho esqueleto se hallaba en posición de cubito supina con todos sus huesos completos en un estado normal a excepción del húmero derecho que estaba fracturado en su tercio inferior, a unos ocho centímetros de la articulación del codo, siendo la acción casi regular y como si hubiese sido producida por un cuerpo contundente de gran violencia que destruyera toda la masa hosea que se presentara a su paso, resultando de esto un acortamiento de dicho hueso comparado con el opuesto: en el húmero izquierdo había vestigios de una antigua fractura, ya bien consolidada y también a la altura de unos ocho centímetros de la articulación húmero embital, sin que hubiera otra lesión en el resto del esqueleto. Sobre la cara anterior del Sacro se encontró un proyectil de forma esférica, de hierro fundido, análogo a los granos de metralla de mayor volumen. Este proyectil estaba solamente posado y sin adherencia ninguna a dicho hueso, notándose tan solo la impresión que su presencia había producido, por encontrarse allí antes de la putrefacción y acomodarse a su alrededor los detritus, formando estos una cavidad igual al dicho proyectil; deduciéndose que siendo el proyectil mayor que los espacios intercostales, tenía necesariamente que haber practicado alguna costilla si su entrada hubiera sido por el pecho, pues como las costillas están íntegras, hay que suponer que su entrada fue por la pared del vientre, y tal vez después de haber chocado en un cuerpo no muy duro como tierra o madera, pues que no tenía impresión ninguna, pero que le quitó la fuerza necesaria para no atravesar el cuerpo del finado y si solo penetrar en la cavidad del vientre donde por la acción de la gravedad buscó el punto más declive, que fue el sitio donde se le halló. Recogidos los huesos que constituían dicho esqueleto, se encerraron en una caja pequeña de cinc, de figura rectangular y pintada de color verde, con la siguiente inscripción: “Restos del Excelentísimo Señor D. Rafael Menacho14.

De los datos expuestos en el acta resulta probado que la muerte del general se produjo por un grano de metralla de gran volumen que le perforó la pared del vientre, quedando alojado en el mismo, y no por impacto directo de una bala de cañón, que hubiera producido necesariamente fracturas óseas. En el examen de sus restos las únicas fracturas que se localizaron pertenecían a traumatismos en los brazos anteriores a la fecha de su muerte, consecuencia de las numerosas heridas de guerra sufridas por este militar que jamás rehuyó el puesto de mayor riesgo y fatiga.

4. CONSECUENCIAS. ENTREGA DE LA CIUDAD A LOS FRANCESES

La muerte de Menacho supuso el inicio de la pérdida de la ciudad. Hasta sus propios enemigos, en las memorias del asedio, reconocen tanto sus méritos como la influencia que tuvo su pérdida para la caída de la ciudad:

El General español Menacho, dueño de una actividad y terquedad heroicas, que desde el comienzo del asedio se mostraba digno de seguir las huellas de los más célebres gobernadores que la historia recuerda, fue muerto por un impacto de bala de cañón en el momento en que se asomaba a las murallas para evaluar el efecto de la salida.

Su muerte se conoció enseguida y sumergió a la guarnición y los habitantes en el dolor y el espanto. Para los aliados fue vista como la causa principal que aceleró la rendición de la plaza de Badajoz. (Lamare, 1821, p.74)

Y es que su sucesor en el mando, José de Imaz, no tenía ni las aptitudes ni el carácter de Menacho, aunque inicialmente hizo una encendida declaración de intenciones:

Nada omitiré de cuanto sea necesario a cumplir las obligaciones espinosas del empleo, en cuio obsequio hare como mi antecesor todos los sacrificios q.e las circunstancias exixan15. (ápud Gómez Villafranca, 1908, 2ª parte, p.368)

Seis días después, y con una brecha en la cortina de las murallas apenas practicable recibió a un parlamentario del ejército francés que le instó a la rendición, y en lugar de despedirlo como había hecho Menacho incontables veces, sometió su propuesta a una junta de defensa constituida con los jefes de las unidades y servicios de la plaza.

Las circunstancias no habían cambiado demasiado en esa semana. La plaza contaba con suficientes víveres y municiones, se habían iniciado trabajos interiores para continuar la defensa mediante cortaduras y barricadas en calles y plazas, abriendo troneras en los muros… La guarnición era tan suficiente en número como días antes, y los fuegos de su artillería no habían cesado. Se sabía que un ejército británico se acercaba en socorro de la plaza.

Mas aún así, contando con autoridad suficiente para decidir por sí mismo en todo momento lo que estimase lo mejor para la plaza, decidió reunir la junta en la que muchos optaban por la rendición. Imaz, aunque realizó una declaración en tonos heroicos en la que manifestaba su parecer de defender la plaza hasta la muerte, decidió seguir la opinión de la mayoría.

La plaza se rindió a los franceses la tarde del día 10 de marzo tras la firma de una capitulación en la que se rendían honores al valor combativo de los defensores, motivo por el que se les concedía el salir desfilando por la brecha abierta. Salir, salieron a tambor batiente, pero no por la brecha ya que ésta no era practicable.

La conducta de Imaz sería investigada por el Consejo de Regencia, aunque las vicisitudes de la guerra y la necesidad de mandos con suficiente formación para un ejército tantas veces derrotado y reconstituido hicieron que no se tomaran medidas contra él.

5. CONCLUSIÓN

Parece clara la relación entre la muerte del general Menacho y la capitulación pocos días después de la plaza ante el enemigo. Es imposible saber si, de haber seguido con vida, la defensa se hubiera podido prolongar lo suficiente para permitir la llegada del ejército británico de rescate, al mando del general Beresford, cuyas primeras unidades alcanzaron la vecina población portuguesa de Campo Mayor el 25 de marzo, quince días más tarde.

La plaza de Badajoz, que había estado luchando valientemente bajo sus órdenes, que el mismo día en que murió celebraba con alegría las victoriosas salidas y que fue obligada a rendirse16, sufrió casi un año de ocupación francesa y tres asedios más, esta vez por parte de las fuerzas aliadas, que incomprensible e injustificadamente, tras tomarla por asalto el 6 de abril de 1812, la saquearon.

Es lógico, por tanto, que se ensalce la figura de Menacho como ejemplo de virtudes en las que se veían reflejados la tropa y los ciudadanos a los que man- daba y que se honre su memoria, en este caso dando a conocer los detalles existentes sobre su heroica muerte.

image013Lám. 6. Mausoleo de Menacho en el claustro de la Catedral de Badajoz, con guardia de honor del Regimiento Castilla 16 en el Bicentenario de su muerte en combate (4 de marzo de 2011)

6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BALDUQUE, (1908, julio), “Restos del General Menacho”, Revista Archivo Extremeño n.º 6, Badajoz.

CASTRO, Adolfo de (1858), Historia de Cádiz y su provincia desde los remotos tiempos hasta 1814. Cádiz, Imprenta de la Revista Médica.

CRÓQUER CABEZAS, Emilio (1912), Noticia genealógica y biográfica del Mariscal de Campo, ilustre gaditano, defensor de la plaza de Badajoz, Rafael Menacho. Cádiz, Tipografía Comercial.

GÓMEZ VILLAFRANCA, Román (1908), Extremadura en la guerra de la Independencia. Memoria histórica y colección diplomática. Badajoz, Uceda hermanos.

LAMARE, Coronel (1821), Relación de los sitios y defensas de Olivenza, de Badajoz y de Campo-Mayor en 1811 y 1812 por las tropas francesas del ejército del mediodía en España, traducción de Enrique Segura, 1934, Badajoz, La Alianza.

SOLAR Y TABOADA, Antonio del (1911, diciembre), “Don Rafael de Menacho y Tutlló”, Revista Archivo Extremeño n.º 12, Badajoz.

TORENO, Conde de (1835), Historia del levantamiento, guerra y revolución en España. Tomo XIV. Edición de Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, 2008. Madrid, Centro de estudios políticos y constitucionales.

VALDÉS FERNÁNDEZ, Fernando (2003), La guerra de la Independencia en Badajoz. Fuentes francesas. Ia. Memorias. Badajoz, Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz.

7. REFERENCIAS DOCUMENTALES

Hoja de servicios de don Rafael Menacho, Archivo General Militar de Se- govia, sección 1.ª, división 1.ª, legajo M-2637.

Diario del sitio de la plaza de Badajoz desde el día 17 de enero al 7 de marzo, Archivo Histórico Nacional, Diversos-Colecciones, 99, N.2.

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1  Badajoz se había mantenido como sede de la Junta Suprema de Extremadura y cuartel general del Marqués de la Romana hasta su salida en septiembre de 1810 por la proximidad de las tropas francesas.

2  El ejército de Soult se componía de unos 19.000 infantes y 4.000 caballos, 54 piezas, un tren de sitio, convoy de provisiones y auxilios (Toreno, Conde de, 1835, tomo III, p.427)

3   Hoja de servicios de don Rafael Menacho, Archivo General Militar de Segovia, sección 1.ª, división 1.ª, legajo M-2637.

Diario del sitio de la plaza de Badajoz desde el día 17 de enero al 7 de marzo, Archivo Histórico Nacional, Diversos-Colecciones, 99, N.2.

5  Lamare, 1821, p.54.

Diario del sitio de la plaza de Badajoz desde el día 17 de enero al 7 de marzo, Archivo Histórico Nacional, Diversos-Colecciones, 99, N.2.

7  Anotado en el libro 3º de defunciones de la jurisdicción castrense en el folio 22, cara y vuelta, correspondiente a 1811, Archivo de la Catedral de Badajoz, que empieza el 24 de febrero de 1802 y termina el 19 de diciembre de 1864.

8   El cuartel general de Mendizábal, de quien seguía dependiendo militarmente la plaza de Badajoz, se hallaba situado en la ciudad portuguesa de Estremoz, distante 65 kilómetros. A ella remitían, inicialmente Menacho y posteriormente Imaz, cartas conteniendo las copias de varios días del diario de operaciones de la guarnición. Estas cartas se copiaban a su vez y se remitían al ministro de la guerra, José de Heredia. El conjunto de todas ellas componen el documento Diario del Sitio… de las referencias 4 y 6.

9    En la edición de 2010 se ha sustituido esta ilustración por una foto del mausoleo en que está enterrado el general, en el claustro de la catedral de Badajoz.

10  Esta placa de mármol se conserva en la actualidad en el edificio del cuartel general de la Brigada de Infantería Mecanizada “Extremadura” XI, en la base militar “General Menacho” de Bótoa, Badajoz.

11  Hoja de servicios de don Rafael Menacho, Archivo General Militar de Segovia, sección 1.ª, división 1.ª, legajo M-2637.

12  Íbidem.

13  Diario del sitio de la plaza de Badajoz desde el día 17 de enero al 7 de marzo, Archivo Histórico Nacional, Diversos-Colecciones, 99, N.2.

14  Texto del acta de exhumación del artículo “Don Rafael de Menacho y Tutlló”, de Del Solar y Taboada en la Revista Archivo Extremeño n.º 12, Badajoz, diciembre de 1910.

15  Notificación de la muerte de Menacho por D. José de Imaz al Ilmo. Sr. Venerable Deán y Cabildo de la Sta. Iglesia de Badajoz, el 5 de marzo de 1811.

16  “dicen que nuestros soldados pateaban la noche antes y decían que era una picardía, que por qué se había de entregar la plaza, cuando no se estaba en estado de hacerlo”. Carta de Espinosa de los Monteros a la Junta Suprema de Extremadura el 13 de marzo de 1811, (ápud Gómez Villafranca, 1908, 2ª parte, p.373)

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