Dic 042019
 

Martiria Sánchez López.

Cronista Oficial de la Villa de Jaraíz de la Vera.

 

ÍNDICE

A INTRODUCCIÓN

B LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y SUS FACTORES

               B.1. La Energía Eléctrica

               B.2. Las comunicaciones:

                                   B.2.a. Carreteras

                                   B.2.b. El sueño del Ferrocarril

                                   B.2.c. Medios de comunicación modernos

           B.3. Materias Primas y la Revolución Agraria

C LAS INDUSTRIAS Y SUS FÁBRICAS

             C.1. Fábrica de conservas vegetales, “El Monasterio de Yuste”

             C.2. Fábricas de aceite: Almazaras

             C.3. Fábrica de jabón

              C.4. Fábrica de harina

             C.5. Otras industrias

D MERCADOS Y TIENDAS

             D.1. Características Generales

             D.2. Establecimientos comerciales

             D.3. Mercados

E CONCLUSIÓN

A INTRODUCCIÓN

           Hemos demostrado en ponencias anteriores que Jaraíz, durante este periodo histórico, se convierte en uno de los núcleos más importantes de la Alta Extremadura. Esta generación y sus dirigentes ponen las bases de su desarrollo integral.

Recordamos que en otros trabajos ya estudiamos la gestión de estos gobernantes y cómo supieron afrontar las crisis políticas. También hablamos del gran pensador Unamuno, que conoció nuestro pueblo en su camino a Yuste y quedó admirado de esta sociedad, de la que dice, en su libro Por Tierras de España y Portugal: “El Ayuntamiento es pobre, pero los vecinos no lo son, y prestan a este cuanto necesita” Esto lo hemos comprobado en las Actas Municipales, donde consta que prestaron su dinero en varias ocasiones para solucionar los problemas económicos del municipio.

En esta Ponencia vamos a estudiar la Revolución Industrial y sus factores en este periodo, así como también la importancia del Comercio local y de los Mercados.

En el capítulo dedicado a los tipos de Industrias, dejaremos de lado lo referente a la Industria del Pimentón, ya que, por ser la más importante la hemos dedicado una Ponencia en exclusiva en coloquios anteriores.

Para el estudio de este periodo histórico contamos con documentos muy valiosos, como son las Actas Municipales del Archivo Municipal, los documentos de los Archivos de las dos Parroquias, Sta. María y S. Miguel más los del Juzgado de Paz.

B LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y SUS FACTORES

Son varias las causas por las que se desarrollan de una manera tan espectacular una serie de industrias relacionadas, en su mayoría, con los productos agrícolas de la comarca.

Entre los factores más importantes destacamos los siguientes: la instalación de la Energía Eléctrica, el desarrollo de las Comunicaciones y la Revolución Agrícola, cuyos productos, en general, serán las “materias primas” para estas industrias.

Tenemos, por ejemplo, el caso del cultivo del pimiento para la obtención del “Pimentón” del que ya hablamos ampliamente en otra Ponencia. Allí señalamos que se crearon unas veinte fábricas, de las cuales todavía siguen funcionando algunas, como la marca “La Dalia”, que obtuvo medalla de oro en la Exposición Universal de Barcelona de 1.929.

El desarrollo de las comunicaciones fue fundamental para la comercialización y por ello lucharon hasta conseguir carreteras, telégrafos, Correos, el teléfono… No consiguieron el ferrocarril, aunque intentaron sin éxito que pasara una línea por La Vera. Por este motivo, muchos industriales, exportadores de Pimentón trasladan sus fábricas a Plasencia, privando a Jaraíz de esta extraordinaria clase de emprendedores.

A todo esto hay que añadir el carácter del hombre verato, tenaz, trabajador y emprendedor hasta conseguir lo que se propone. Lucharon por la conquista de las nuevas técnicas para modernizar sus antiguas artesanías y para la creación de nuevas industrias, siendo pioneros en alguna de ellas. Citamos como ejemplo, la famosa Fábrica de Conservas Vegetales “Monasterio de Yuste”, única entonces en Extremadura en este periodo histórico.

B.1. LA ENERGÍA ELÉCTRICA

La energía eléctrica cambió por completo las costumbres y la vida rural de los pueblos. Pero, además fue la luz de la Revolución Industrial.

Las antiguas factorías que habían funcionado con la Energía Hidráulica, pasaron a ser las grandes industrias de la zona.

Se fueron abandonando los antiguos Molinos instalados en las márgenes de las “gargantas” que habían funcionado durante siglos con la energía hidráulica. Ahora se comenzarán a construir en torno a los núcleos urbanos diferentes fábricas, con un mejor acceso a la energía eléctrica.

Fue en Losar de La Vera donde se construyó la Central Hidroeléctrica que dará servicio a toda la Comarca. Según los documentos consultados, en Jaraíz se terminaron las necesarias instalaciones en Diciembre del año 1903, y el 28 de ese mes, comenzó su funcionamiento. Así consta en el texto: “La Sociedad Electro-Industrial Antón Martínez Herranz manifiesta que habiéndose terminado el 5 de Diciembre felizmente las pruebas del alumbrado, desde aquella fecha en adelante se dará a este pueblo oficialmente la luz, y estando satisfecho por las pruebas, acordaron declararla oficial”. Pero no solo fue la iluminación con “Luz eléctrica” de calles y plazas del pueblo, que hasta entonces habían sido iluminadas con “farolas de gas” sino que esta Energía fue la base fundamental de la Industrialización.

B.2. LAS COMUNICACIONES

B.2.a. Carreteras

Las comunicaciones eran imprescindibles para la industrialización del pueblo y de la Comarca. Las Carreteras, el Ferrocarril y los nuevos medios de comunicación, teléfono, telégrafo y estafeta de correos, eran cada día más necesarios para la comercialización de los productos obtenidos de las industrias y de la agricultura, ya que su exportación al exterior dependía de estos medios de comunicación.

Al comenzar el siglo XX, era tal el retraso de las Comunicaciones, que aún seguían existiendo los “caminos de herradura” por los que los “Arrieros Forasteros” transportaban las mercancías. El río Tiétar se cruzaba por barcas, pues hasta 1930 no se construyó el puente Cuaterno. Durante el reinado de Alfonso XIII se va a dar un gran paso, con la construcción de carreteras y la instalación del telégrafo, la estafeta de correos y el teléfono.

La carretera de Casatejada. Fue en 1910 cuando se construyó en Jaraíz la primera carretera de tercer orden o “camino vecinal”. Esta unía el pueblo de Casatejada a través de las Barcas de Jaranda en el río Tiétar, cuya jurisdicción pertenecía a Plasencia. Una vez terminada la carretera que unía al pueblo con la estación de Ferrocarril más próxima se solicitó la construcción de un puente en 1919, pero no se consiguió hasta la década de los años 50 del siglo XX.

Durante el reinado de Alfonso XIII, en 1907, el Ministerio de Obras Públicas concedió a Cáceres 2470 Km de carreteras de tercer orden. El Ayuntamiento de Jaraíz solicita entonces una “carretera que les una con Casatejada”. La solicitud fue dirigida al “Sr. Ingeniero de Obras Públicas de Cáceres, a su vez se solicita al alcalde de Casatejada la construcción de la carretera que les separa del río Tiétar”.

El proyecto fue admitido en 1908. El Ingeniero Provincial, al revisar las obras, se percata de la poca consistencia del “Puente de la Carba” por lo que insiste para que el Ayuntamiento solicite la construcción de un Puente Nuevo en el “Sitio del Cerezo”. Lo pudieron conseguir aunque, según los textos, “tuvieron que pagar un 26% en lugar del 25%”.La carretera con su nuevo puente se terminó en 1910.

Tan importante fue esta primera carretera para Jaraíz que se crea ese mismo año una “plaza de caminero” para su cuidado y reparación.

La carretera de La Vera . Muy importante para Jaraíz era la carretera de La Vera, que unía Plasencia con Oropesa, pasando por todos los municipios veratos. Siendo alcalde Don Venancio Trujillo se hacen las gestiones al Ministerio de Obras Públicas y rápidamente comienzan las obras. Pero en 1917 surge un problema ya que los Ayuntamientos de Tejeda y Pasarón no quieren pagar las indemnizaciones. Entonces expuso el Alcalde el problema y D. Ramón Arjona y D. Víctor Jiménez se ofrecieron a pedir créditos para que el Banco de España les concediera el dinero necesario, y que el Ayuntamiento pudiera pagar los intereses, que era 1375 ptas. Así solucionaron el problema y en 1919, la carretera de Jaraíz a Plasencia era una realidad.

La carretera de Navalmoral. Esta no se construyó hasta 1930, después de la visita de Alfonso XIII a la Comarca, ya que se interesó por la construcción del Puente Cuaterno sobre el río Tiétar, como le habían pedido los veratos. Jaraíz tuvo que indemnizar a los veratos afectados por las obras de construcción de la carretera según consta en el Acta Municipal de la época. También consta la construcción de las carreteras de Pasarón y Garganta.

En 1929 se instaló la primera gasolinera en Jaraíz solicitada y concedida a Don Antonio del Rosal y Pico.

B.2.b. EL SUEÑO DEL FERROCARRIL

Durante casi un siglo, los jaraiceños van a luchar para conseguir el paso del Ferrocarril por su pueblo: desde el reinado de Isabel II hasta la II República.

Para convencer y hacer más presión ante las Compañías Ferroviarias para que hicieran realidad este sueño, no dudaron en invertir en ellas el 80% del capital que habían obtenido con la venta de los bienes del Municipio o “Bienes de Propios” con motivo de las leyes de la desamortización. Fue en el reinado de Alfonso XII, a partir de 1876, cuando se intensifican las gestiones para que pasara una línea ferroviaria por La Vera, al pasar el tren por Navalmoral. El Acta Municipal de 19 de Junio de 1880 dice: “Fue aprobada una proposición de ley relativa a la construcción de un ramal de ferrocarril que partiendo del puente de la Bazagona se aproxime a las inmediaciones de la Villa”. Ante esto el Ayuntamiento dará toda clase de facilidades a las Compañías, según consta en el texto: “El Ayuntamiento acuerda no exigir indemnización ninguna a las empresas constructoras por los perjuicios que puedan causar en algunos montes de “Propios” de esta Villa”. Este proyecto fracasó incluso después que se trasladó el Capital de Propios a las “Compañías Ferroviarias Madrid- Cáceres- Portugal” que eran las encargadas de realizar el proyecto.

Al comenzar el reinado de Alfonso XIII, el Estado se planteó la construcción de líneas secundarias para reactivar la economía de las zonas rurales. En 1904 se publica la primera Ley de Ferrocarriles Secundarios y Estratégicos, con un proyecto de 4644 Km. Esta ley fue acogida con gran euforia, ya que se veía en ella la solución a los problemas viarios y económicos de la región.

Una de las líneas que se solicitó fue la que enlazaría Navalmoral con Jarandilla, y otra que uniría Jarandilla con Plasencia, pasando por Jaraíz. Las ilusiones que se pusieron en este proyecto fueron enormes y enseguida se movilizaron para obtener recursos. Así, en 1910 la Corporación Municipal tomó los siguientes acuerdos: “…que se proceda a la enajenación de un solar de Sta. Ana y de la finca llamada Canaleja”. También se recurre a cobrar nuevos impuestos: “…que se carguen 2000 pts. al gremio de líquidos…y 500 pts. al arriendo de los pastos de la dehesa”. No fueron necesarios tantos sacrificios de los vecinos ya que, de nuevo, fracasó el proyecto que tantas ilusiones había despertado.

Pero los jaraiceños seguirán luchando por conseguir el sueño del Ferrocarril y, durante la década de3 los años veinte, volverán a intentarlo de nuevo, ya que cada vez lo veían más necesario debido al desarrollo que estaba adquiriendo la industria pimentonera. Ahora es cuando un grupo de empresarios fundan sus fábricas de pimentón, obteniendo grandes producciones para la exportación. Esto hacía cada vez más imprescindible ese medio de comunicación que les abriera las puertyas del mundo, ya que la única carretera que les unía a la estación de Casatejada, tenía que atravesar el río Tiétar en la Barca de Jaranda, pues el puente no se construyó hasta los años cincuenta.

El 1919 vuelven a surgir dos nuevos proyectos. Uno fue el de la vía “que partiendo de Madrid pasara por San Martín de Valdeiglesias, Arenas de San Pedro, La Vera y Plasencia. El otro era una línea de vía ancha desde Oropesa, Candeleda, Jarandilla y Jaraíz”. Aunque los jaraiceños no estaban de acuerdo en que terminara en Jaraíz aceptaron, al ser tratados por los demás pueblos de “obstruccionistas”. Pero otra vez todos los esfuerzos resultaron inútiles y volverán a intentarlo de nuevo en la época de la Dictadura de Primo de Rivera.

Ahora surgen otros dos proyectos. El primero fue en 1925, cuya línea partiría de la estación del Alberche hasta Malpartida, pasando por La Vera. El otro fue en 1928, después de la visita de Alfonso XIII a Jaraíz. Se trataba del Ferrocarril Madrid-Plasencia, que terminaría en Portugal pasando por La Vera.

Pero el sueño del Ferrocarril nunca llegó a convertirse en realidad, peso a tantos esfuerzos durante generaciones, a través de casi cien años. Las consecuencias fueron desastrosas para la economía jaraiceña, ya que la mayor parte de los grandes exportadores de pimentón, instalaron sus fábricas en Plasencia, privando al pueblo de una generación de empresarios cuyas industrias pimentoneras contribuirán al desarrollo de la Ciudad del Jerte.

B.2.c. MEDIOS DE COMUNICACIÓN MODERNOS

La gran revolución de los medios de comunicación modernos que tuvo lugar a principios del siglo XX, se extendió a todo el país y su implantación en Jaraíz será uno de los objetivos más importantes de las actuaciones de sus gobernantes.

El telégrafo fue el primero de estos medios que se instaló en Jaraíz. Las gestiones se iniciaron en 1913, siendo alcalde D. Máximo Aparicio y concejales D. Antonio López Enciso, D. Justo Sánchez y D. Esteban Sanz entre los doce concejales que formaban la Corporación Municipal.

Este equipo de gobierno intentará la modernización del pueblo y hará lo posible por hacer realidad la implantación de los medios de comunicación modernos.

Para que la solicitud de implantación de Telégrafo se hiciera realidad lo antes posible, exponen una serie de causas referidas principalmente al aislamiento de Jaraíz, según el acta del Archivo municipal, en el que consta lo siguiente: “Teniendo en cuenta la importancia de la población y lo aislada que se encuentra, puesto que dista de la Estación Férrea 23 kilómetros […]debiéramos colocar una estación telegráfica para comunicar con las demás poblaciones en todo tiempo”. Entonces el Ayuntamiento ofreció a la Compañía una serie de ventajas : “ Los auxilios que estamos dispuestos a facilitar para su colocación son: la casa para la oficina, vivienda para el encargado y mobiliario necesario para ello”. (A.M)

Con todos estos ofrecimientos, el Telégrafo se instaló en Jaraíz inmediatamente, siendo una realidad en 1914. Este fue el primero de estos medios que tanto beneficiarán a la economía local.

En 1917 se instaló el servicio de Correos. Hasta ese año, el reparto de correos seguía el sistema tradicional, consistente en la recogida de correspondencia por un “peatón” en la estación ferroviaria de Casatejada. En Septiembre de 1917, los industriales exportadores de pimentón y comerciantes de Jaraíz manifiestan un gran interés por que se instale aquí una Estafeta de Correos, que consideraban imprescindible para sus negocios, aunque suponía un gasto para el Ayuntamiento. La Corporación Municipal lo consideró muy importante y asintió de la siguiente forma: “Es muy justo, por lo que damos nuestra aprobación” (A.M.) Apoyándose en la importancia industrial y comercial de Jaraíz, con ferias anuales y mercados mensuales, aparte de los establecimientos comerciales fijos, el Ayuntamiento acordó por unanimidad solicitar la petición de la Estafeta de Correos basándose en este criterio. Un mes después, en Octubre de ese mismo año, la Estafeta ya era una realidad en Jaraíz. En un primer momento, se ubicó en la calle Pedreros y después se trasladó a la Plaza Mayor.

En esta época, se hacen las gestiones necesarias para la instalación del Teléfono, que se conseguirá unos años después.

B.3. MATERIAS PRIMAS Y LA REVOLUCIÓN AGRARIA

La agricultura tuvo un desarrollo espectacular en este periodo histórico. La causa fundamental fue el paso de la “propiedad de la tierra” a los vecinos con motivo de la Desamortización. Las grandes dehesas de encinas y pastos, comenzaron a ser cultivadas y convertidas en tierras de regadío, por los vecinos.

El producto estrella fue el Pimiento para la obtención del Pimentón, con la instalación de más de 20 fábricas alrededor del casco urbano.

También se da un gran impulso al cultivo del olivo, frutales y hortalizas, que serán las “materias primas” para las nuevas industrias.

A lo largo del siglo XIX se fueron abandonando los cultivos tradicionales, como la seda y el lino, que eran la base de las diferentes artesanías que tanta importancia tuvieron a lo largo de los siglos. Estas tierras de cultivo fueron convertidas en olivares, cuyas aceitunas fueron la base de las grandes “almazaras” que se construyeron alrededor del casco urbano, con instalaciones eléctricas.

Otros linares se convirtieron en huertos donde se cultivaron extraordinarios productos hortofrutícolas, que serán la materia prima para la Fábrica de Conservas Vegetales.

Otro producto muy importante para la comarca fue el cultivo del tabaco, que se inició hacia 1923. El Ministerio de Agricultura, solicitó a los Ayuntamientos de Jaraíz y Jarandilla la posibilidad de realizar las primeras pruebas sobre el cultivo del tabaco en la zona. Las pruebas fueron satisfactorias, por lo que poco a poco se va a ir ampliando su cultivo.

Según los textos consultados, por los años 1930 comienza a construirse el primer “Centro de Fermentación de Tabaco” de la Comarca, en Navalmoral de la Mata, como núcleo estratégico de comunicaciones para la comercialización.

En la segunda mitad del siglo XX, este producto se convertirá en el cultivo “estrella” de la Vera, desplazando en parte al pimiento (sólo en parte y en algunas zonas).Por esta época se construyen en Jaraíz y en Jarandilla los respectivos Centros de Fermentación.

C LAS INDUSTRIAS Y SUS FÁBRICAS

A partir de los años veinte, se van a crear una serie de industrias, cuyas materias primas proceden de los productos agrícolas, principalmente.

Desde entonces se van a ir consiguiendo los factores imprescindibles para la industrialización: la energía hidroeléctrica, el avance de las Comunicaciones para la comercialización de los productos y el desarrollo de la agricultura para la obtención de las Materias Primas necesarias.

Ya comentamos en el trabajo anterior que la principal industria fue la del Pimentón con unas 20 marcas registradas, pero también destacaron otras.

           C.1. FÁBRICA DE CONSERVAS VEGETALES,

                         “EL MONASTERIO DE YUSTE”

La Fábrica de Conservas Vegetales, “El Monasterio de Yuste” fue la primera fábrica de este tipo que se creó en Extremadura. Fue fundada por D. Marcelino Sánchez Tovar y D. Teodoro Sánchez Sánchez en el año 1927, pioneros en este tipo de empresas.

Los productos manufacturados de esta fábrica estaban basados en los obtenidos en la Vera, como el tomate, el pimiento morrón y los frutales: el melocotón, la pera o la ciruela. Todas estas conservas, con la marca registrada “El Monasterio de Yuste”, llevaron el nombre de Jaraíz y de Yuste a todas las regiones de España.

La extraordinaria calidad de estos productos eran debido a la técnica empleada para su fabricación, y a las exquisitas frutas y productos que se cultivaban en la Comarca, tan alabados siempre, a través de la historia por poetas y escritores.

La técnica empleada fue totalmente artesanal, por el método de “asperización” con el pelado a mano y sin ningún aditivo para la conservación. Con esta técnica, el sabor natural de tan extraordinarios frutos no sufría ninguna alteración.

Muy interesante, y también insólito en aquella época, fue la fabricación de Conservas de “piezas de caza” de la comarca, entre las que destacaban el conejo y especialmente las perdices. Estas conservas fueron muy demandadas por las mejores mesas del país, especialmente por los catalanes, dada su calidad y exquisitez.

La fábrica contaba con una planta con maquinaria “punta” para la fabricación de envases de hojalata, cuyos moldes eran de distintos tamaños.

La empresa contaba con un “aserradero de madera”. Tenía una triple función: a) mantener a un número de obreros fijos durante todo el año, b) proporcionar materia prima a los carpinteros de la zona, c) fabricar cajas-envases para las conservas y su facturación.

Esta empresa cerró sus puertas en 1969.

  1. 2. FÁBRICAS DE ACEITE: ALMAZARAS

El olivar y su aceituna ha sido uno de los productos importantes de Jaraíz a través de las distintas épocas. En los documentos consta como uno de los más demandados para la exportación, junto a la castaña, la seda y famosos “lienzos” obtenidos en los linares, hasta finales del siglo XIX.

La obtención del aceite se llevaba a cabo en típicos “lagares” instalados en las márgenes de la Garganta de Pedro Chate. En documentos del siglo XVIII, como “El Interrogatorio de la Audiencia de Cáceres” se citan dos lagares instalados en dicha Garganta, con los nombres de los dueños y los beneficios que percibían anualmente.

Estos “lagares” funcionaban igual que los molinos de harina y pimentón, con la ·energía hidráulica”. Pero a partir de 1903, cuando se instaló en Jaraíz la energía hidroeléctrica, estos “lagares o molinos de aceite” se abandonaron.

Es ahora cuando comienza a construirse la nueva fábrica de aceite o Almazara alrededor del casco urbano, que era donde podían acceder mejor a la energía hidroeléctrica.

Entre las nuevas Almazaras, llamadas también Prensas, destacamos la Prensa del Cerro, propiedad de la familia “Morales”, la llamada Prensa de la Calleja Villa de la familia “Gómez Guillén”. Otra, la del Egido, perteneció luego a los Hijos de Pedro Sánchez. También fue importante la de la familia “Los Zapatas”.

Además de estas Almazaras se fundó una Cooperativa de pequeños productores de aceituna, llamada “Cooperativa Virgen del Salobrar”, que es la única que funciona en la actualidad. Esta Cooperativa ha construido una nueva planta en el Polígono Industrial, con modernas instalaciones y maquinaria. Los resultados han sido muy satisfactorios, ya que produce uno de los mejores aceites de la región.

  1. 3. FÁBRICA DE JABÓN

La fábrica de jabón de Jaraíz fue fundada por los Sres. D. Germán Gómez y D. Carlos Gómez en el año 1920.

La materia prima empleada en esta fábrica para la obtención del jabón fue el “orujo”. El “orujo” es un producto procedente de los residuos de las aceitunas después de ser trituradas y exprimidas en las almazaras para la obtención del aceite.

Este residuo era muy abundante debido al desarrollo que se produjo en esta época en la fabricación de aceite de calidad en las modernas almazaras. El lugar de su ubicación estaba relacionado con la proximidad de las prensas, por la facilidad del transporte de la materia prima. La planta fue construida entre la “prensa del Egido” y la “prensa de los Zapatas”. En la actualidad aún se puede admirar su altísima “chimenea”, testigo de aquella época de industrialización del Jaraíz de los años veinte, y cuyos “humos” se elevaban a tanta altura que no podían contaminar el espacio ambiental de su entorno ni de la población.

Los jabones fabricados en esta planta eran utilizados para la limpieza general, sin ningún aditivo ni perfumes especiales. La comercialización se limitaba a la Comarca y a ciudades de la región, siendo muy demandados por su calidad. Esta industria cerró sus puertas en el año 1960.

C.4. LA FÁBRICA DE HARINA

La fábrica de harina se fundó en 1919. La harina siempre fue la base de la alimentación de la población, por lo que se consideró el producto imprescindible y necesario en la época de la fundación de Jaraíz y las demás aldeas. Cuando en el siglo XIII, Alfonso VIII reconquistó la comarca y comenzaron a fundarse los municipios, una de las primeras leyes que dio en el Fuero de Plasencia, fueron las referentes a la fundación de molinos para la obtención de la harina. En ellas se dan unas normas sobre cómo han de ser sus medidas, la distancia que deben separarlos y el régimen de aguas y canales.

Estos molinos funcionaban con la energía hidráulica, por lo que tenían que instalarse en las márgenes de las gargantas. Aquí, en Jaraíz, se instalaron varios en la garganta de Pedro Chate y en la de Jaranda. Estos molinos estuvieron funcionando durante los distintos periodos históricos hasta principios del siglo XX. Fueron los famosos “molinos harineros”, que en la temporada del pimiento se convertían en “molinos pimentoneros”. Todavía podemos contemplar restos de ellos y algunos convertidos en modernos mesones. Fueron abandonándose poco a poco cuando se instaló la energía hidroeléctrica y se construyó la fábrica de harina en Jaraíz.

Esta fábrica de harina comenzó a funcionar en 1919.El fundador fue D.Tiburcio Enciso Aparicio y se denominó “Fábrica de Harina La Jaraiceña”. Estuvo funcionando hasta la década de los años sesenta en que cerró sus puertas. Durante este largo periodo de existencia la regentaron distintos dueños y pasó por varias remodelaciones e instalaciones de maquinaria moderna. Entre los distintos empresarios a quién perteneció destacamos a la familia de “Los Bergas”.

Estos propietarios, con un sentido empresarial excepcional y una dedicación total y eficaz, lograron unos resultados sorprendentes, convirtiendo esta planta en una de las más importantes de la comarca, tanto en el producto obtenido como en el sistema de comercialización. El capital obtenido fue muy importante y lo invirtieron en la adquisición de tierras de regadío, dejando la fábrica de harina.

En estas tierras de regadíos cultivaron el pimiento, pero principalmente el tabaco, convirtiéndose en unos de los más importantes productores de tabaco, no sólo en La Vera sino también en el Campo Arañuelo, que era donde estaban los principales Centros de Fermentación del Tabaco.

La Fábrica de harina siguió funcionando con distintos empresarios hasta la década de los setenta.

C.5. OTRAS INDUSTRIAS

Además de las industrias citadas que eran de nivel regional o nacional, se crearon otras pequeñas industrias para las demandas de la localidad. Entre ellas destacamos las siguientes.

Fábrica de Gaseosa. Comenzó a funcionar a finales del siglo XIX. Su fundador fue D. Dámaso García, continuando al frente de ella su hijo D. Miguel García Sánchez.

Fábrica de Bombones y Chocolate. Fue fundada por D. Venancio Bote en 1930, con la marca registrada “El Cafelate”

Fábrica de Caramelos y Dulces. Perteneció a D. Manuel Beites, su hijo y sucesor trasladó la empresa a Plasencia, donde tuvo un gran éxito en toda la región.

Vinos, Aguardientes y Licores. Se obtenían de manera tradicional en las bodegas pertenecientes a los vecinos. Solamente se fundó una Fábrica de Aguardiente de calidad, para el consumo local. Su fundador fue D. Julio Hernández.

  1. MERCADOS Y TIENDAS

D.1. CARACTERÍSTICAS GENERALES

Al comenzar el siglo XX, el comercio tanto exterior como local estaba en manos de los que los textos llaman “arrieros forasteros”. Eran comerciantes o “trajinantes” que intercambiaban los productos que traían al pueblo a través de “caminos de herradura” a lomos de sus caballerías. Eran los que compraban el pimentón y los demás productos a los agricultores y se encargaban de venderlo por todo el país. También se encargaban de traer al pueblo productos de primera necesidad que no había. Poco a poco fueron introduciendo los carruajes y diligencias hasta que se construyeron las carreteras y los medios de comunicación modernos. Hasta 1910 no se construyó la primera carretera en Jaraíz, que la uniría con Casatejada, donde estaba la estación del ferrocarril más cercana. El gran inconveniente era que tenían que cruzar el río Tiétar por la Barca de Jaranda.

Fue en el 1919 cuando cambió la situación comercial con la finalización de la carretera de Plasencia a Jaraíz. También por estas fechas se instaló el Telégrafo, la Estafeta de Correos y el tendido del Teléfono, que llegará unos años más tarde.

No obstante, muchos productores y exportadores de pimentón habían trasladado sus fábricas a Plasencia donde el ferrocarril era el medio más seguro para la exportación de este producto, como hemos estudiado ampliamente en el trabajo que expusimos sobre el pimentón.

En cuanto al comercio local, se siguieron potenciando los Mercados Anuales, pero decaen los mensuales y semanales hasta desaparecer en esta época.

La gran novedad fue la creación de establecimientos comerciales fijos dentro del casco urbano, en las principales calles y plazas. Son las llamadas “tiendas”, con sus trastiendas y demás locales para desarrollar este tipo de comercio.

En 1917 RENFE creó en Jaraíz un “Despacho” con una red de transporte propia, que dará un gran impulso a este tipo de comercio local. Con todos sus transportes motorizados, irán desplazando poco a poco a carruajes y diligencias, que seguirán conviviendo durante algunos años.

En estos establecimientos o tiendas se vendían una gran variedad de productos: tejidos, paquetería, confecciones o calzados y también los llamados “Coloniales”: café, azúcar o sal.

Jaraíz se convirtió en un centro comercial de primer orden. Aquí venían a realizar sus compras los vecinos de los pueblos limítrofes: Garganta, Pasarón, Cuacos, Aldeanueva, Collado, Torremenga, Piornal…Estos también traían aquí sus productos para venderlos ya que eran muy apreciados.

D.2. ESTABLECIMIENTOS COMERCIALES 

El primer establecimiento comercial que se fundó en Jaraíz fue en el año 1890, por Don Benito Sánchez-Oro Vaquero. Este era un comerciante ambulante procedente de un municipio de La Mancha, Puebla de Don Fadrique. Aquí se estableció, siendo el fundador de este tipo de comercio fijo, desconocido hasta esa fecha. Le sucedió su hijo Don Marcelino Sánchez Tovar, quien amplió el negocio con nuevos locales y gran variedad de mercancías. En 1900 se fundó el segundo establecimiento de este tipo, por Don Liberato García, quien instaló su comercio en un local de la Plaza Mayor. En 1920 pasó a su sobrino Don Celestino Sánchez Aparicio. Debido a su pronto fallecimiento, fue dirigido por su viuda Doña Adelaida López Ávila, por lo que popularmente era conocido por “el comercio de la viuda”.

Por estas fechas, fue fundado otro establecimiento de este tipo por Don Luis Fernández López, adquirido después por Don Jesús Pérez Roldán. También, en 1910, se creó otro tipo de establecimiento más especializado, “la Ferretería”, fundada por Don Tiburcio Enciso Morales.

Unos años después, en 1912, se fundó el primer estanco en Jaraíz. Hasta esa fecha, el tabaco se vendía en los diferentes comercios del pueblo. El primer “estanquero” que hubo en Jaraíz fue Don Epifanio Trujillo.

D.3. MERCADOS

Durante este período histórico, se dio gran importancia a los mercados anuales, y los mercados mensuales y semanales fueron decayendo hasta su total desaparición. Los alcaldes estaban interesados en que siguieran existiendo, por lo que intentaron potenciarlos. Por este motivo suprimieron el impuesto que debían pagar por el puesto que ocupaban para la venta de sus mercancías en la Plaza Mayor, que era donde se celebraban. A pesar de estas ventajas, desaparecieron en esta época.

Los Mercados Anuales adquirieron mucha importancia, especialmente el que se celebraba a primeros de Diciembre, denominado “Feria de San Andrés”. No sólo lo potenció el Ayuntamiento, sino los comerciantes con sus establecimientos fijos, ya que en esos días de mercado aumentaban mucho sus ventas.

Ahora se fija el día exacto de su celebración, que será el primer domingo de Diciembre. Un mes antes, se sorteaban los puestos que debían ocupar los mercaderes en la Plaza Mayor, por el que pagaban un impuesto. Las mercancías que se vendían eran de todo tipo: desde los famosos “Turrones de la Alberca” pasando por los “Calderos de cobre y demás objetos” de Guadalupe, objetos de guarnicionería, de calzado, mantas, confecciones, juguetería, cacharrería…etc.

La otra faceta de la Feria de San Andrés era la de “Feria ganadera” que se celebraba en el Egido, donde el Ayuntamiento se había preocupado de la construcción de abrevaderos y piletas de agua para los animales que serían objeto de venta. Los ganaderos comerciaban con toda clase de ganado: ovejas, cabras, vacas, caballerías…y muchos vecinos esperaban esta feria para comprar los cerdos para la matanza imprescindible en todas las familias.

También es esa época se creó el mercado de Abril, “La Feria de Abril”, potenciada tanto por el Ayuntamiento como por los comerciantes del pueblo, ya que este tipo de mercados suponían grandes ventajas para sus negocios, por la gran cantidad de personas que acudían a hacer sus compras desde todos los pueblos limítrofes.

Esta Feria tuvo menos vigencia que la de San Andrés, pero en todo lo demás era semejante: el sorteo de los “puestos” para la venta de las mercancías en la Plaza Mayor, el pago del impuesto, los mismos tipos de mercancías…etc.

El mercado ganadero seguía celebrándose en el Egido. Aquí acudían los ganaderos con las distintas especies y los tratantes y comerciantes de ganado con sus caballerías imprescindibles en las labores agrícolas. Los Mercados semanales desaparecieron.

D.4. CONCLUSIÓN

Debemos poner fin aquí a nuestra ponencia, debido a la extensión del tema y a la abundancia de documentos consultados: Archivos municipales y del Juzgado de Paz, archivo de las parroquias de San Miguel y Santa María, entre otros.

Nos quedan por estudiar aspectos muy interesantes, como el urbanismo y el alcantarillado o la construcción de nuevas avenidas. Muy importante fue el aspecto cultural, con la creación de la Banda Municipal de Música, excepcional en aquella época, la creación de la Biblioteca Municipal y un colegio de segunda enseñanza.

También en el aspecto artístico podemos destacar cuatro monumentos construidos en este período de los que ya solo se conserva uno de ellos: el Colegio del Niño Jesús.

Algunos de estos temas serán objeto de estudio en nuestras próximas ponencias.

 

Nov 292019
 

Manuel García Cienfuegos.

Cronista Oficial de Montijo y Lobón.

 

El freinetismo fue una tendencia escolar vanguardista, cuyo propósito era cambiar radicalmente la vida y la concepción de la enseñanza en la escuela. Pretendía que la escuela y la vida misma no fueran dos ámbitos distintos, separados y antagónicos; esto es, lograr que los niños no sintieran la frontera que normalmente viven al entrar en el recinto escolar y dejar la vida ordinaria atrás, tan rica y viva para ellos, como si de dos mundos se tratara[1].

 

1.- CÉLESTIN FREINET (GARS, 1896-VENCE, 1966)

Pedagogo francés, impulsor de métodos de renovación dentro del marco del movimiento llamado la escuela nueva. Es uno de los más importantes innovadores en la educación del siglo XX. La relación con sus alumnos le hace ser consciente de que la escuela no responde a las necesidades educativas de los escolares, como tampoco responde a su concepto sobre lo que es educar en la escuela primaria. A partir de entonces, entra en contacto, primero mediante la lectura de sus trabajos y posteriormente de forma personal, con los distintos pedagogos e ideólogos que, en aquellos momentos, estaban realizando una crítica a la escuela tradicional y pugnaban por una escuela nueva. No sólo se dedicó a recoger información y métodos de sus colegas, sino que participó en el movimiento de renovación pedagógica aportando nuevas ideas y técnicas que se fueron adaptando, a lo largo del siglo XX, a los cambios sociales y educativos.

Célestin Freinet fue uno de los referentes innovadores más importantes de la pedagogía moderna y popular, tanto por sus teorías, radicalmente antiautoritarias y democráticas, como por la aplicación de un amplio abanico de técnicas que le conceden al alumno un grado notable de libertad y protagonismo, permitiéndole adquirir un aprendizaje más sólido, crítico y eficiente. Técnicas que estimulan el tanteo experimental, la libre expresión infantil, la cooperación y la investigación del entorno.

En las aulas de Freinet los niños se organizan en asambleas que sirven para regular la vida del grupo, revisar el trabajo, proponer proyectos y tomar decisiones; en la biblioteca consultan libros, monografías, artículos de prensa y archivos fotográficos; elaborando textos libres que, después de corregirlos colectivamente, los imprimen y forman parte de la revista o periódico escolar que se distribuye entre las familias y se intercambia con alumnos de otros centros. La educación natural preconizada por Célestin Freinet se estructura en torno a la vida y las actividades del niño, poniendo en práctica una serie de técnicas originales, basadas en un conjunto de principios como la motivación, la expresión y la socialización[2].

 

2.- LAS TÉCNICAS DE FREINET

Célestin Freinet concebía la escuela como lugar de renovación social para instaurar una sociedad popular donde ésta tuviera una relación consciente con los otros ámbitos sociales. Sus propuestas nacen de la realidad escolar cotidiana. Sus aportes constituyen el punto de arranque del movimiento pedagógico nucleado en la Federación Internacional de Movimientos de Escuela Moderna[3] que pretenden la renovación educativa por medio de la organización de una comunidad escolar auténticamente humana.

El niño tiende a organizar su primitiva experiencia a tientas, en formas cada vez más ricas, que se convierten naturalmente en experiencias sociales, en las cuales se integra con otros niños, y a dejar de ser puro juego para ser juego-trabajo. Su técnica es conocida como la tipografía de la escuela, produciéndose en las clases varios elementos y técnicas para crear textos, dibujos, correspondencia, ficheros y lo que llama libro de la vida, donde los escolares narraban sus historias y la de la clase. Su función era que los niños se expresaran y se comunicaran de manera espontánea, cambiando así las relaciones entre la escuela y la vida, algo más útil y práctico de manera personal y social. El trabajo colectivo y el método activo también suelen representar su trabajo. En eso radicó su invención: llevar la comunicación y la creatividad a un sitio que, aunque parezca extraño, lo había dejado de lado para enfocarse en la memoria y la repetición.

Las técnicas de Freinet ayudaron a constituir una pedagogía moderna que se ocupaba del aprendizaje de una manera más humana, desde un acercamiento a tientas hacía el conocimiento. Se trata ante todo de la necesidad imperiosa, física y psicológicamente, de salir del aula para ir a buscar la vida en la oferta del rico entorno. Donde se observará el medio natural y humano, del que se llevará a la escuela, primero desde los ecos orales y después los escritos.

Los textos así producidos se corregirán, enriquecerán y constituirán la base de los aprendizajes elementales clásicos que los convierten en un instrumento directo de mejora de la comunicación. El estudio del medio, la imprenta, el diario y la correspondencia escolares se convertirán en los instrumentos primordiales de una revolución pedagógica[4]. Las técnicas de Freinet constituyen un abanico de actividades que estimulan el tanteo experimental, la libre expresión infantil, la cooperación y la investigación del entorno. Están pensados sobre la base funcional de la comunicación.[5].

Las transformaciones que Freinet introdujo en la escuela forman parte del imaginario colectivo de la profesión docente, el ímpetu por crear una escuela centrada en el alumno, es decir en el niño y en los maestros, asentada bajo la enseñanza de pensar y cultivar la motivación y el aprendizaje libre, relegando la función de instruir o enseñar bajo los parámetros de un modo más tradicional. Un elemento importante a destacar, es la ruptura del individualismo tanto en la docencia como en el trabajo del alumnado, proponiendo las bases de un trabajo cooperativo promoviendo la ayuda y la solidaridad entre compañeros. La puesta en práctica de las diversas técnicas de Freinet supone plantearse que la principal finalidad de la escuela debe ser potenciar todas las capacidades del alumno para obtener respuestas dentro de un proceso centrado en su propia investigación y aprendizaje[6].

Freinet liga al niño con la vida, con su medio social, con los problemas que le atañen a él y su entorno. La escuela Freinet es una escuela viva, continuación de la vida familiar, de la vida del pueblo y del medio. La única forma de despojar a la educación de la mística aristocrática en que se encuentra envuelta y de convertirla en una preparación y puesta a punto para la vida proletaria, es ligarla, cada vez más vigorosamente, con la vida, con el pueblo, con sus problemas y realidades[7].

 

3.- LA LLEGADA DEL FREINETISMO A ESPAÑA Y EXTREMADURA

Fueron tres las vías abiertas para la recepción de las técnicas de la Escuela Moderna en España. La primera se abrió en 1926, gracias al maestro Sidonio Pintado Arroyo, del Grupo Escolar Bailén de Madrid. La inquietud y la curiosidad invitaron al maestro a visitar, alrededor de 1925, la escuela de Bar-sur-Loup, Francia, donde Célestin Freinet realizaba los primeros tanteos con la imprenta escolar y daba los primeros pasos para la organización de la Cooperativa de Enseñanza Laica (CEL).

Poco tiempo después se abrió la segunda vía. En agosto de 1927 se celebró en Tours (Francia) el I Congreso de la CEL, coincidiendo con el Congreso Anual de la Fédération de l´Enseignement. A éste asistió Manuel Juan Cluet Santiberi, por aquel entonces maestro de una escuela de Madrid. También lo hizo Célestin Freinet, que intervino como secretario sindical de la región de los Alpes Marítimos. Allí entablaron contacto, quizás casualmente, quizás a instancias del primero.

En esas mismas fechas se abría una nueva vía, ahora en Cataluña, para la recepción de las técnicas de la Escuela Moderna en España. Esta tercera vía encontró un ambiente educativo más favorable que la madrileña, ya que durante la segunda década del s. XX había surgido en Lérida un grupo de maestros, conocidos como grupo Batec, que fue la semilla donde fructificó la Cooperativa española de la Técnica Freinet[8]. La división española del movimiento freinetiano internacional la integraron, al menos, doscientos veinticuatro seguidores, de los que ciento sesenta y ocho fueron maestros de primera enseñanza; tres profesores de Escuela Normal; otro, alumno normalista; dos más, colaboradores desvinculados de la enseñanza o que habían renunciado a ésta; y cuatro, fueron inspectores escolares.

El grueso de freinetistas españoles nació en el medio rural generalmente, en un ambiente socioeconómico deprimido y culturalmente poco estimulante. Se formaron en un tiempo en el que los estudios de magisterio comenzaban su lenta y costosa revitalización y modernización. Las Normales de Barcelona y Lérida fueron las que más peso tuvieron en la formación del grupo freinetiano, seguidas, muy de lejos, de las de Huesca y Madrid. Estas mismas provincias fueron las que, a la postre, albergaron a un mayor número de maestros y escuelas freinetistas: Barcelona a sesenta y dos y Lérida a cuarenta y uno. Seguidas por Huesca, Baleares, Cáceres con once y Badajoz con siete, entre otras[9].

La esposa de Celestín Freinet, Élise, en el libro que recoge el recorrido histórico de la escuela promovida por su marido, se refiere, entre los primeros iniciadores de la misma en España, al maestro José Vargas, de la provincia de Cáceres, junto a otros maestros más conocidos: José de Tapia, Simeón Omeya y Patricio Redondo, vinculados al grupo cátalo-aragonés.

El maestro José Vargas Gómez pudo conocer las enseñanzas de Freinet durante su destino en Burujón (Toledo), cercano a Torrijos y Camerana, con maestros que aplicaban la corriente del freinetismo que se ejercía en Madrid. José Vargas compartió la corriente pedagógica de Freinet con su compañero en Las Hurdes (Caminomorisco-La Huerta), Maximino Cano Gascón. Éste último al ser destinado a Montijo difundió a Freinet en algunos de los maestros que ejercían el magisterio en los grupos escolares Giner de los Ríos y 14 de abril. Montijo fue el principal centro de difusión del resto de experiencias escolares en la región, pues desde él partieron las técnicas de Freinet hacia Calamonte, Puebla del Maestre, Valencia de Alcántara y Arroyo del Puerco (Arroyo de la Luz). En esta última población con el maestro Ricardo Gil-Toresano Cabañero para la última población[10]. Este maestro era hijo del médico afincado en Arroyo, proveniente de Alcántara, Ventura Gil-Toresano Ocaña, y de Sofía Cabañero y Cambronero, una noble que había sido educada en París. Ricardo Gil-Toresano estuvo casado con otra maestra arroyana, Jacoba Franco, vivieron en la calle Germán Petit. Ricardo falleció en 1975[11].

 

4.- LA ENSEÑANZA EN LA II REPÚBLICA

Su llegada supuso la implantación de un sistema político que tuvo en la educación uno de sus pilares fundamentales, tanto por la constatación del abandono en el que estaba, como por la necesidad de plantear en la práctica profundos cambios en un sentido progresista, dentro de un proyecto más amplio de creación de un estado del bienestar, al considerar la educación como un motor de transformación social, partiendo de los movimientos de renovación pedagógica que habían comenzado con la Institución Libre de Enseñanza.

La enseñanza, según señalaba la Constitución, promulgada el 9 de diciembre de 1931, será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana. Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos (art. 48). La nueva Constitución recogía las ilusiones colectivas que suscitó el cambio de régimen político en España. Constaba de 10 títulos, una disposición transitoria y 121 artículos[12], muchos de los cuales, singularmente el 3, 26, 27 y 48, rompían abiertamente con la tradición constitucional española, aún la de tintes más liberales. Tres políticos destacaron en el impulso a la educación: los ministros Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos, que ocuparon la cartera de Instrucción Pública, y Rodolfo Llopis, director general de Primera Enseñanza.

La Constitución de 1931 establecía que el servicio de la cultura era atribución del Estado y se prestaría en instituciones educativas, según un sistema de escuela unificada, es decir, que se planteaba un nuevo sistema educativo y común. Así, una de las prioridades a instancias de la Institución Libre de Enseñanza fue la de proporcionar a la población una enseñanza obligatoria pública que desarrollara el nivel cultural y permitiera al país alcanzar el progreso económico y social del que disfrutaban otras naciones europeas.

A tal fin se proyectó un ambicioso plan quinquenal de construcción de escuelas, hasta 27.000 centros escolares. Las penurias presupuestarias impidieron alcanzar ese objetivo, pero se hizo un verdadero esfuerzo para que hubiera escuelas en todos los rincones del país. Al tiempo que se impulsaban los institutos-escuelas, las colonias escolares de vacaciones y la puesta en marcha de las Misiones Pedagógicas, integradas por voluntarios que llevaban a los pueblos lectura, música, teatro, cine y arte[13].

Había que formar ciudadanos nuevos porque la República, según Marcelino Domingo, heredó una tierra poblada de hombres rotos. La República recibió una inmensa carencia de escuelas y de maestros, un lastre que el sistema educativo español arrastraba desde hacía más de cien años. Las carencias todavía eran más evidentes al considerar la precariedad de los edificios dedicados a escuelas, la situación de la educación de la mujer, la formación del profesorado, la educación de adultos, etc. En 1930 la tasa de analfabetismo en España era del 32,6% a la edad de 7 años[14].

 

5.- LA SITUACIÓN ESCOLAR EN MONTIJO

La propaganda primorriverista, en 1929, a través del “Barógrafo de un lustro: Memoria demostrativa del avance dado por la provincia de Badajoz”, recopilaba, desde 1923 a 1928, lo realizado por la Unión Patriótica, el partido creado desde el poder en 1924. La implantación de la Unión Patriótica tuvo un éxito completo, con un gran número de afiliados que ocupaban buena parte de los cargos políticos, alcaldes, concejales y diputados, controlando los resortes del poder local[15]. Por lo que respecta a Montijo, se informa en el Barógrafo de un lustro, “que el Ayuntamiento ha invertido entre los años 1923-1928: 78.742,82 pesetas en acerados y empedrados; en el matadero, 5.049,45 pesetas, en el cementerio 30.840,78 pesetas; en reforma de la Casa Consistorial 47.123,70 pesetas; en la creación de dos grupos escolares 200.000 pesetas, y subvención para caminos vecinales 21.055,36 pesetas”[16].

Se dice en la Memoria que se habían subastado las obras de un Cuartel para la Guardia Civil, con un presupuesto de 128.680,48 pesetas y de una Plaza de Abastos, en 194.123 pesetas[17]. Para la realización de estos proyectos el Ayuntamiento solicitó del Banco de Crédito Local una operación de préstamo por importe de 570.000 pesetas. Junto con ensanches de vías públicas, adquisiciones, expropiaciones y gastos[18]. Aunque muchas de estas obras no fueron ejecutadas hasta los años centrales de la II República.

Desde el Ayuntamiento, el 23 de mayo de 1931, a poco más de un mes de la proclamación de la República, aprobaba el gasto de 2.721,28 pesetas para medicamentos a pobres de la Beneficencia durante el primer trimestre del año[19]. Estas cifras aducen las dificultades que atravesaba un sector de una población que sobrepasaba diez mil habitantes. Aquellos primeros aires republicanos tuvieron que afrontar el gravísimo problema por el que atravesaba la clase trabajadora. Los jornaleros creían ver en el nuevo régimen político el remedio que solventaría sus problemas ancestrales, especialmente la cuestión agraria[20].

A finales de mayo la Corporación Municipal aurorizaba el pago de “273 pesetas por jornales empleados en la limpieza del campo de los nuevos Grupos Escolares”[21]. El presupuesto municipal aprobado el 24/IX/1929 destinaba de los gastos (383.795,76 pesetas) el 3,92% (15.062 pesetas) a Instrucción Pública. Siendo las mayores partidas para Obras Públicas (27,79%) y Obligaciones Generales (26,68%); apartado en el que incluían las deudas contraídas a corto, medio y largo plazo[22].

En este contexto, en la cercana población de Lobón, las autoridades municipales se habían propuesto acabar con el analfabetismo, obligando la escolarización de los niños. Esta medida tomada resulta clarificadora:“que se publique bando haciendo saber que los niños de uno y otro sexo que no asistan a clase sin causa justificada, sus padres serán multados de una a quince pesetas”[23]. La preocupación por la enseñanza en los adultos la plantearon los concejales montijanos: “que fuera expuesto al público anuncio indicando la apertura de clases de adultos en las Escuelas Nacionales, y que para dichas clases se ordena la instalación del alumbrado necesario”[24].

El problema fundamental con el que se enfrentó la Segunda República fue la insuficiencia del número de escuelas, lo cual ocasionaba que un número importante de niños y adolescentes estuviese sin escolarizar. Las causas de la desescolarización tenían su origen en razones de carácter social y económico[25]. Las escuelas existentes en Montijo no reunían las condiciones necesarias. Eran escuelas unitarias con nula o poca coordinación entre ellas; se localizaban de manera dispersa por el casco urbano en casas alquiladas por el Ayuntamiento a particulares. El Magisterio local estaba formado por doce maestros[26]. Existían también algunas escuelas particulares, especialmente de párvulos, donde sus responsables no tenían titulación oficial.

La República consideraba que el país no sería una auténtica democracia mientras la inmensa mayoría de sus hijos, por falta de escuelas, se vieran condenados a la perpetua ignorancia, encaminados al trabajo en edades muy tempranas. Esta preocupación no quedó en intenciones, sino que, como ya hemos dicho, se acometió un ambicioso plan de construcción de escuelas. Montijo no fue ajeno a estas medidas. Así, la Inspección Provincial de Primera Enseñanza concedió la creación de cuatro escuelas graduadas, dos de cada sexo y una de párvulos[27]. Era alcalde el socialista Juan Brugera Vega. Quedando constituida la Comisión de Instrucción Pública de Primera Enseñanza, formada por Juan Gutiérrez Arias, concejal; Teodomiro Cayetano, médico, Inspector Municipal de Sanidad; Juan José García Martínez de Tejada y Emilia Ruiz Diaz, maestros nacionales; Antonio Cabezas y Rafaela Alba, padres de familias[28]. De inmediato se procedió a edificar un primer grupo escolar en el viejo edificio del Pósito[29], con cuatro escuelas para niños y otras cuatro niñas, al que llamaron Giner de los Ríos, construido por el maestro de obras Pedro González Gragera[30].

Pocos meses después, aparecen noticias de la construcción de un segundo grupo escolar[31], por nombre 14 de abril, también conocido por ‘colegio de las eras’, dotado de ocho escuelas, cuatro para cada sexo, y las casas de los maestros en el patio de recreo. Esta información se refiere al grupo escolar que referenciamos en la relación de obras del Barógrafo de un lustro. Durante el período que duraron las obras los maestros y alumnos tuvieron que utilizar las Escuelas de Jesús, junto a la ermita de su mismo nombre, la planta baja de la Plaza de Abastos y algunas casas que alquiló el Ayuntamiento.

Las carencias en materia educativa eran muchas. El maestro Juan José García Martínez de Tejada, en calidad de secretario de la Comisión de Instrucción Pública de Primera Enseñanza, instaba al Pleno Municipal “para que los alumnos que asisten a las escuelas tengan las mínimas comodidades de trabajo, cifrando el importe del material escolar en 2.492 pesetas”. El concejal, señor Gutiérrez, veía que “la petición era muy justa, pero el Ayuntamiento en virtud de su situación económica le es imposible acceder a esta petición”[32]. A comienzos de 1932 el anteproyecto del presupuesto municipal destinaba 20.271,75 pesetas a Instrucción Pública, el 6,14% del total de los gastos para el ejercicio[33]. Tras el fallecimiento del alcalde Sebastián Gabardino Acevedo[34], accedió a la Alcaldía el también socialista Miguel Merino Rodríguez[35], que apoyará varios proyectos educativos como seguidamente veremos.

El primero de ellos fue, a petición del Consejo Escolar de Enseñanza Primaria, la apertura de una Cantina Escolar para los niños más desfavorecidos, acordando instalarla en la planta baja de la Plaza de Abastos[36]. El respaldo al Magisterio hace que el director del Grupo Escolar Giner de los Ríos, dirija un oficio, en el que afirma el “reconocimiento del Magisterio a la labor realizada por la Corporación sobre la enseñanza.”[37].

 

6.- EL MAESTRO MAXIMINO CANO GASCON DESTINADO A MONTIJO

Nació en 1892 en Huesca. En 1910 obtuvo el título de maestro y enseguida comenzó a ejercer en pequeñas localidades aragonesas. Primero en Maleján, a los pies del Moncayo, y más tarde en la oscense de Ayera. En 1920 editó un librito de poemas y narraciones breves de resonancias modernistas, “El primer amor”. Su portada fue ilustrada por Ramón Acín (Huesca 1888-1936)[38].

Tras la muerte de su padre, Maximino solicitó empleos en poblaciones alejadas de su ciudad natal, por desavenencias familiares, en la que no volvió a residir. De este modo, le llevó a impartir docencia en Campillos (Málaga), Sanlúcar la Mayor (Sevilla), Caravaca de la Cruz (Murcia) y el pueblo turolense de Lechago[39]. En los primeros meses de 1930 su peregrinar hizo escala en un destino que le marcaría de por vida. Pasó a dirigir la escuela de una alquería perdida, llamada La Huerta, junto a Caminomorisco, enclavada en Las Hurdes, una de las comarcas más aisladas y paupérrimas del país.

En ese entorno extremo, al que algunos llamaron el fin del mundo, Maximino Cano inició una aventura educativa que podemos calificar de asombrosa en compañía de José Vargas Gómez, originario del pueblo murciano de Abarán, responsable de la cercana escuela de Caminomorisco. Ambos maestros, con el fin de dotar de humanidad, dar una oportunidad y un porvenir a los niños decidieron poner en práctica un sistema de enseñanza pionero en Europa. Sin dejarse intimidar por las penosas condiciones en las que se vivían sus alumnos, aplicaron en sus colegios las innovadoras teorías del pedagogo Célestin Freinet, basadas en la experimentación, el contacto con la realidad circundante y el trabajo en equipo como instrumentos básicos de educación.

Tras intentar paliar las carencias materiales más acuciantes (se crearon un comedor escolar, aseos y un ropero, y las Misiones Pedagógicas llevaron libros), ambos maestros abandonaron el recitado de lecciones en voz alta, de memoria, por monótonos coros infantiles en favor de actividades más ilustrativas y participativas. Cuando no se daban largos paseos por el campo para estudiar el medio natural, las plantas y los animales, se observaban con atención las labores de los adultos, se organizaban talleres de manualidades, se aplicaba el cálculo a problemas cotidianos o se redactaban textos de tema libre para exponer y debatir en clase. Un objetivo siempre presente fue el de armonizar el cuidado de los materiales, el respeto por los otros y la responsabilidad con una formación lúdica y amena, porque la educación sin alegría es una educación a medias.

José Vargas y Maximino Cano compraron pequeñas imprentas con la que los escolares las manejaron y publicaron sus trabajos en periódicos escolares. En abril de 1933 aparecía el primer número de Ideas y Hechos, en Caminomorisco, y sólo unos días después lo hacía el ejemplar inicial de Niños, Pájaros y Flores, en La Huerta[40]. Los logros y experiencias se pusieron en común con otros colegios y en el extranjero. Se enviaron a centros escolares mexicanos, uruguayos, franceses y belgas plantas disecadas, dibujos, cuentos oídos o inventados, sellos, etc. Los niños escribían en castellano, pero dejaban espacios en blanco donde el maestro traducía el texto al francés. Y el mismo sistema empleaban los franceses y belgas en sus respuestas.

No se sabe con certeza cuál de los dos maestros correspondió la iniciativa de introducir los métodos freinetianos, su trabajo fue de los más tempranos en España. Tal vez el freinetismo llegó a Las Hurdes por otras vías, gracias a contactos y experiencias previas de José Vargas o a través de libros y revistas especializadas[41]. El caso es que desde Las Hurdes se extendió a otras zonas de Extremadura, pues Maximino Cano fue trasladado en septiembre de 1933 a Montijo, una población mayor, en la provincia de Badajoz. Localidad en la que se crearon dos periódicos escolares: Floreal y Alborada. Sus centros educativos se convirtieron en referente para muchos otros. En poco tiempo, casi una treintena de maestros bebieron de ese manantial, cada vez más fecundo[42].

El maestro Maximino Cano formó parte del Real Patronato de las Hurdes[43], creado tras la visita que Alfonso XIII, a petición del doctor Gregorio Marañón, hizo a la comarca en junio de 1922. Tras este viaje se impulsaron medidas con la finalidad de atajar males como las enfermedades endémicas de bocio y el cretinismo, la falta de comunicación al exterior, la educación, etc. El 18 de julio, un mes después de la visita del monarca, se creó el Patronato, “una institución de Beneficencia destinada a remediar la situación material, social y moral en que se encontraba la zona”[44], es decir, un organismo encargado de dirigir y promover el desarrollo de Las Hurdes. En la primera Junta de Consiliarios fue nombrado vicepresidente el obispo de Coria, don Pedro Segura Sáenz[45], al que se le consideró el apóstol de Las Hurdes.

 

7.- EL MONTIJO QUE SE ENCONTRÓ MAXIMINO CANO

Maximino Cano Gascón llegó a Montijo a comienzos de curso a la Graduada núm.1 del Grupo Escolar Giner de los Ríos[46]. Se encontró un pueblo con elevadas cifras de paro, pobreza y hambre. La subida de los precios era una constante. Se reivindicaba una jornada laboral de ocho horas, salarios dignos y subsidio de paro. No faltaban las protestas, manifestaciones y huelgas, en espera de la aplicación de la Reforma Agraria que diera trabajo con el reparto de las tierras. El laicismo creó malestar por las medidas tomadas para regular el toque de campanas, las procesiones, blanquear escudos y blasones, control de las clases de Religión, etc. La llegada de Maximino Cano obedecía a la creación de los dos nuevos grupos escolares, pues la preocupación de las autoridades locales, junto al interés de la República por la educación, estimaban, como ya dijimos, que debía ser uno de los pilares fundamentales que la sociedad necesitaba[47].

Sin embargo, el maestro Cano Gascón no encontró para sí un ambiente favorable. Él mismo lo manifiesta en el expediente de depuración que se le abre: “Mi vida en esta localidad, desde el día que en que tomé posesión, ha estado llena de sufrimientos morales. El hecho de proceder del Real Patronato de Las Hurdes y de haber llegado a Montijo con una carta de presentación para el sr. cura párroco, me creó un ambiente de hostilidad… me decían, que era uno de los maestros del cardenal Segura. Sufrí coacciones, amenazas más o menos veladas; se me hizo saber que varios de los inspectores de primera enseñanza eran socialistas y pertenecientes a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza, y que en la provincia de Badajoz no querían maestros cavernícolas”[48]. En este entorno, el Ayuntamiento pagaba 276 pesetas por 16 arrobas de aceite para la Cantina Escolar[49]. En esa misma sesión el concejal Juan Brugera Vega[50] fue nombrado representante del Ayuntamiento en el Patronato de la Cantina Escolar.

 

8.- EL FREINETISMO EN MONTIJO

Será un maestro, compañero del recién llegado Maximino, el que cambie su destino. Se trata de Juan José García Martínez de Tejada, que llegó a Montijo en 1927 para la escuela núm. 2 de niños. Pertenecía al Partido Socialista, delegado en Montijo de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE-UGT) y secretario del Consejo Escolar. Maximino Cano debió mostrarle a Martínez de Tejada su experiencia pedagógica con la corriente freinetiana, junto con los periódicos escolares propios y ajenos que había intercambiado con otras escuelas en su etapa en Las Hurdes.

La afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento de Maximino Cano, abrieron las puertas de la amistad[51]. Maximino Cano, a partir de entonces, se convirtió en referencia necesaria, como maestro experimentado en la corriente pedagógica de Freinet, pasando a ser considerado; aunque para llevar a efecto su proyecto debía contar con el Ayuntamiento. Fue Juan José García Martínez de Tejada con peso político, cuya voz era tenida en cuenta por las instituciones y por la administración educativa quien hizo posible que la pedagogía de Freinet se impartiera en los grupos escolares montijanos.

Así, la Corporación Municipal estudiaba, a comienzos de diciembre, el presupuesto municipal para 1934, destinaba 34.431,76 pesetas para el capítulo de Instrucción Pública. Días después el Gobierno Municipal acordaba “dotar de una imprenta modesta, pero lo más completa posible, en las más beneficiosas condiciones de economía a cada Grupo Escolar de los existentes en Montijo, quedando autorizado el señor alcalde presidente para practicar las gestiones conducentes al cumplimiento de este acuerdo”; se cita al margen del acta: “Compra de una imprenta”[52]. El freinetismo había llegado a Montijo. “A la Casa Richard Gans, de Madrid, por diversos útiles para las imprentas de los Grupos Escolares, doscientas treinta pesetas. A la Cooperativa Española, por igual concepto, setenta y tres pesetas”[53]. “A Pedro López, por varias piezas auxiliares precisas para el manejo del equipo de Imprenta Freinet, concedido por el Ayuntamiento a los Grupos Escolares, cuarenta pesetas”[54]. “A Artes Gráficas, por diez y siete kilos y medio de letras, cajas y un cliché, para las imprentas de Freinet de los Grupos Escolares, ciento dos pesetas con noventa y cinco céntimos”. “A don Antonio Agudo, por cuatro resmas de papel blanco de ocho kilos resma y una más de colores variados para los grupos escolares, ochenta y cuatro pesetas con cuarenta céntimos”. “A Richard Gans, tipografía de Madrid, por material para los equipos de Freinet de los Grupos Escolares, ciento setenta y nueve pesetas con treinta céntimos”[55].

 

9.- MAESTROS FREINETIANOS. UNA TENDENCIA VANGUARDISTA

Con la nueva experiencia escolar ya en marcha, los maestros participaron en ella con mayor o menor entusiasmo[56]. Los protagonistas de la nueva corriente pedagógica fueron: en el grupo escolar Giner de los Ríos, Maximino Cano Gascón que fue el que propagó las enseñanzas de Freinet de las que hizo partícipe a Juan José García Martínez de Tejada. Ambos fueron los promotores, el primero más que el segundo, de la publicación del periódico escolar Floreal[57].

En el grupo escolar 14 de abril, los maestros más significados fueron Jerónimo Ruiz Lara, maestro con experiencia, y Antonio Márquez Tabares, más joven pero muy entusiasta, al que se le debe gran parte de la expansión de esta corriente pedagógica por algunas escuelas extremeñas. Ellos fueron los responsables de la edición del periódico escolar Alborada. A este grupo hay que añadir al maestro Eduardo Almada Rodríguez, destinado a Montijo en 1935.

¿Qué hacían los niños en las escuelas donde se aplicaban las técnicas de Freinet, en definitiva, cómo era la escuela cotidiana? Por lo general, los maestros se atenían a las directrices generales marcadas para la enseñanza (contenidos, tiempos y modos), es decir, continuaban la marcha ordinaria de la escuela, pero introducían las nuevas técnicas con la finalidad de lograr que la escuela y la vida (la experiencia personal y el aprendizaje) no fueran dos ámbitos extraños.

Se cultivaba el texto libre, composición de los alumnos propiciada por alguna experiencia preparada previamente por el maestro. Era muy habitual organizar pequeñas excursiones campestres o culturales en las que la observación directa ayudaban en los alumnos preguntas o inquietudes que después ellos mismos escribían. Luego se seleccionaban y corregían los textos para imprimirlos después en la imprenta, acaso la técnica nuclear de la escuela, fuente de una cadena de trabajos escolares.

El periódico escolar, compuesto con los textos de los muchachos y elaborado por ellos mismos, era el fruto más logrado y gratificante de la imprenta. Los alumnos, de este modo, dejaban de ser sujetos pasivos para convertirse en emisores activos, creativos y capaces de transmitir sus propias ideas[58].

El intercambio y la correspondencia lanzaban de escuela a escuela el periódico escolar y los trabajos que los niños elaboraban. Ellos mandaban a otras escuelas amigas sus conquistas, recibiendo de ellas el trabajo equivalente de los amigos desconocidos. La red de intercambios fue tan amplia que las escuelas recibían material de todos los rincones de aquella España más incomunicada y atrasada, pero también de Francia, Bélgica, tal vez también de Alemania y de varios países hispanoamericanos. De esta manera se producía una lectura colectiva.

El profesor García Madrid ha recogido el testimonio de un alumno de cuarto grado del maestro freinetiano Juan José García Martínez de Tejada, en el grupo escolar Giner de los Ríos de Montijo: “Una de las cosas que nos enseñó fue la Imprenta Floreal. Se inventó unas barritas de metal en forma de V donde encajábamos las letras para imprimir los escritos. Después sólo nos quedaba humedecerlas en la tinta e imprimirlas en el papel. De esta manera nos comunicábamos con los alumnos de otros pueblos de Cataluña; ellos nos contestaban a nosotros contando sus costumbres. Para enseñar la Gramática usaba un procedimiento que nos divertía, aprendiéndola en poco tiempo: nos enseñaba las oraciones gramaticales en lectura y después hacíamos en el suelo de la clase con tiza todos los círculos que puede tener una oración: nombres propios, verbos, sujetos, adjetivos, etc. Mientras él leía las oraciones, cada uno de nosotros salía de la fila y se colocaba en el círculo correspondiente a la parte de la oración que a ella le había asignado. Este método nos gustaba a todos y aprendíamos pronto.

Otra cosa que hacíamos algunos jueves por la tarde (que no había clase) era salir al campo y trazar en la hierba figuras geométricas y después con una cinta métrica, medíamos la extensión de aquella tierra. Así nos enseñaba algo que aprendíamos pronto. Por último, nos enseñó dibujo; pintábamos a todos los ministros que entraron en el Gobierno después de marcharse Alfonso XIII. Yo hice el retrato de Alcalá Zamora y el de Azaña”[59].

Dejemos que sea Maximino Cano quien nos sorprenda con la enseñanza de la escritura que él quería para los alumnos: “Es un error pretender que los niños comiencen el aprendizaje de la escritura trazando las letras manuscritas corrientes, con sus caídos, perfiles, enlaces, etc. Eso resulta demasiado lento y tan difícil que con frecuencia vemos como a veces, cuando no recuerdan bien el trazado de alguna letra, sobre todo de las mayúsculas, tienden a imitar los caracteres de imprenta. La enseñanza de la escritura, igualmente de la lectura y escritura simultáneas, debe hacerse a base de las letras que ofrezcan la menor dificultad posible; letras sueltas, es decir, sin enlaces; lo esencial es que los niños aprendan a expresar su pensamiento por medio de la escritura en el plazo más breve posible; después ya tendrán tiempo para realizar primores caligráficos. El mejor tipo de letra para la enseñanza de la escritura en los primeros grados será, sin ningún género de duda, aquel cuyos elementos hayan sido reducidos a su más simple exposición, una vez suprimidos los adornos, perfiles y sin más trazos que los indispensables”[60].

 

10.- LOS PERIÓDICOS ESCOLARES FLOREAL Y ALBORADA

Ya dijimos en el capítulo 2 de este estudio que las técnicas de Freinet se avenían en el texto libre, los manuales escolares y periódicos confeccionados por el propio alumno, la técnica de la imprenta, la correspondencia inter escolar y el intercambio de trabajos entre escuelas. Todas estaban orientadas a hacer de la enseñanza algo muy próximo, muy experiencial, muy vivido, muy enraizado en la cultura diaria.

Estamos hablando de un método didáctico que poseía ya los principios fundamentales en los que se apoya la pedagogía moderna: enseñanza centrada en la acción, resolución de tareas y actividades significativas contextualizadas; experimentación, trabajo en equipo, incorporación de las tecnologías a las tareas de clase[61].

A pocos meses de la llegada de Maximino Cano Gascón a Montijo, marzo de 1934, se editaba el periódico escolar Floreal[62], en el grupo escolar Giner de los Ríos, que como hemos señalado tenía en su estructura y composición, afinidad con el periódico hurdano Niños, pájaros y flores. Floreal nacía bajo el lema: Siempre adelante[63].

El periódico se ve ilustrado, separando los temas, por pequeños dibujos hechos por los escolares y otros atribuidos a Maximino y su amigo Rafael González Castell, secretario del Ayuntamiento. Los trabajos de los niños[64] nos acercan al texto libre por ellos creados. Así se manifiesta, entre otros, en “Mi cuartilla”[65] y “Lo que presenciamos en el cine”, narrado por Joaquín Trejo y Pedro Sánchez, alumnos de cuarto grado[66]. En las últimas páginas de Floreal, los alumnos Lorenzo Carretero y José Lavado, de cuarto y tercer grado, dan a conocer varios datos sobre Montijo: población, situación, colegios, vías de comunicación, agricultura, ganadería, cultivos e industria. Informando que “actualmente se está construyendo un puente sobre este río (Guadiana) de 600 m. de largo”[67].

Un mes después del nacimiento de Floreal, aparece en el grupo escolar 14 de abril, el periódico escolar Alborada, conservando el Archivo Municipal de Montijo el cuarto número, publicado en julio de 1934. Número en el que Agustín Pérez Trujillo, Inspector Jefe del Consejo Provincial de Primera Enseñanza de Badajoz, se dirige a los pequeños redactores del periódico: “Magníficas condiciones se reúnen en Montijo para realizar en vosotros esa obra. Unas autoridades inteligentes construyeron esos grupos que son hoy vuestro templo de trabajo, otras no menos inteligentes, acogieron con entusiasmo las sugerencias de vuestros cultos maestros, que querían introducir en sus escuelas los métodos y procedimientos del pedagogo francés C. Freinet y os donaron la imprenta con que editáis vuestro periódico”[68].

En sus artículos, los escolares ofrecen, desde el texto libre, espontaneidad en sus descripciones. Como ejemplo citamos el comentario de las Eras[69], y otros como las “Plantas que nos visten. Mis impresiones en una función de circo. La velada de San Antonio. Los rápalos. Feria de Sevilla. Lo que yo quiero ser”. Terminando con una sección de noticias en la que se informa de la marcha para el siguiente curso escolar de los maestros: Francisca García Rivero, María del Carmen Doncel Moriche, Enrique Castellano Castillo y Amalia Torres Cabezas, destinados a Castuera, Alburquerque, Buen Suceso y Lobón. Así mismo informan que habían recibido del presidente del Montijo F.C., Miguel Gómez, de Manuel Carretero Feria, corresponsal del diario Hoy, un lote de novelas y revistas, y de Emilio Fernández Conde, maestro nacional de Puebla de la Calzada, otro de escogidas obras[70].

Las dos páginas finales de Alborada, están escritas por los directores Emilia Ruiz Diez y Fernando Alvarado Pascasio, en el que decían: “Por mediación de este periodiquito los alumnos van habituándose a hacer el trabajo en grupos o equipos destruyendo en parte el egoísmo personal sin eliminar el individual, que reflejen impresiones intransferibles; pero tenemos ya una ventaja, la sociabilidad que entablan los de un equipo entre sí y las de unos equipos con otros; si a esto se agrega la comunicación de estos alumnos con las de otras regiones y países, el ensayo no nos parece mal, teniendo en cuenta el poco tiempo de prueba. Los resultados hablarán”[71].

 

11.- DIFUSIÓN DEL FREINETISMO DESDE MONTIJO

Las ideas escolares llegadas de Las Hurdes a Montijo, puestas en práctica en unos meses, se extendieron de manera rápida. El protagonismo en este punto fue, en exclusiva, de los hermanos Márquez Tabares, con actuación especialísima de Antonio, el mayor de los tres, precisamente el que tenía destino en Montijo. En Calamonte, la escuela número dos de niños puso en marcha las técnicas Freinet e imprimió el periódico escolar Gérmenes en 1934. El maestro responsable era Ricardo Márquez Tabares, un joven muy inquieto y preocupado por la escuela y la enseñanza. Logró que en mayo de 1934 el Ayuntamiento aprobara, como lo había hecho en Montijo, la compra de una imprenta escolar y del material oportuno para proceder con la innovación docente. Convencido de las nuevas técnicas por su hermano Antonio.

También las técnicas freinetianas llegaron a Puebla del Maestre y a su escuela, siendo Antonio Márquez Tabares quien se encargó de toda la empresa. En mayo de 1935 dejó Montijo. Las razones sorprenden, dado que Puebla del Maestre era entonces un destino menor que el de Montijo[72]. Este maestro nada más llegar al lugar reinició de inmediato la innovación escolar que había experimentado en Montijo, consiguiendo una imprenta, imprimió un periódico y desplegó la actividad escolar. Al menos lo hizo hasta los primeros meses de la guerra civil, durante los cuales dio a unos y a otros una lección de civismo. En Valencia de Alcántara se imprimió el periódico escolar Voluntad. Freinet llegó a esta población cacereña, gracias al maestro Manuel Márquez Tabares, el menor de los hermanos Márquez Tabares. Tal vez en el marco geográfico de la comarca de Alcántara le llegase al maestro Ricardo Gil-Toresano Cabañero, las técnicas de Freinet en su destino de Arroyo del Puerco (hoy Arroyo de la Luz).

Meses antes del comienzo del enfrentamiento bélico de 1936, Maximino Cano, publicó en Montijo, Rayas y Letras, método moderno de lectura y escritura simultánea, prolongación del que había publicado en 1933 en Caminomorisco y del que en 1942 hizo una tercera edición[73].

 

12.- DEPURACIÓN, REPRESIÓN Y FINAL

España se vio envuelta, desde el 18 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939, en una larga, enconada, cruenta y cruel guerra civil que, por su violencia y por sus connotaciones ideológicas y políticas, conmocionó la conciencia del mundo occidental[74]. La primera columna del ejército sublevado con dirección hacia Madrid salió de Sevilla el día 2 de agosto al mando del teniente coronel Asensio. Un día después salió otra a las órdenes del comandante Castejón. El 11 de agosto, la columna finalizó con éxito la ofensiva contra Mérida, día en el que se incorporó al mando de ella, por orden del general Franco, el teniente coronel Yagüe.

Tras la ocupación de Mérida, las tropas africanas se desviaron para tomar Badajoz, la principal ciudad extremeña. Punto esencial para concluir la unificación de las dos secciones y cubrir la totalidad del flanco izquierdo a lo largo del itinerario de las columnas. Sobre las cinco de la mañana del 13 de agosto, procedente de Mérida, llegaban a Lobón los primeros soldados de la llamada Columna Madrid, mandada por Juan Yagüe Blanco, teniente coronel de infantería, militar africanista legionario[75]. Las tropas de Yagüe, formadas por profesionales experimentados en combates en la guerra de África, no encontraron oposición de ningún tipo para llegar al interior del casco urbano de Lobón.

Como su objetivo era llegar a Badajoz lo más rápidamente posible, las tropas no se desviaron hacia las poblaciones de Montijo y Puebla de la Calzada, ordenando a los Ayuntamientos de estas poblaciones que enviasen comisiones con representantes de los partidos políticos garantizándose la entrega de ambos pueblos.

Antes del enfrentamiento de la Guerra Civil los maestros Antonio Márquez Tabares y Jerónimo Ruiz Lara, seguidores de Freinet, dejaron Montijo por otros destinos. Ruiz Lara marchó a Medellín y posteriormente hacia Alcázar de San Juan donde fue ejecutado en noviembre de 1939. Antonio Márquez Tabares cambió destino por Puebla del Maestre, salvando la vida por la lección de civismo que dio en uno y otro bando político, pero la depuración le separó del magisterio, viéndose privado de empleo y sueldo durante unos años. En Montijo los acontecimientos y la locura se precipitaron a partir del 28 de agosto, pues la consigna era no dejar sospechosos en la retaguardia. Los maestros freinetianos Juan José García Martínez de Tejada[76], Eduardo Almada Rodríguez[77] y Ricardo Márquez Tabares[78] fueron asesinados a finales de agosto o a comienzos de septiembre de 1936.

Por último, Maximino Cano Gascón, pieza clave en la difusión del freinetismo en Extremadura. Este hombre bueno y buen profesional de la enseñanza, tuvo mejor suerte, que no menor sufrimiento que sus compañeros freinetianos destinados en Montijo. En los primeros meses de la guerra, estando en Montijo, no fue molestado, pero sí observado con sospechas. A la desgracia personal de ver como moría su joven esposa[79], se sumó, por una denuncia malintencionada, la cárcel y una causa de información de la justicia militar que pudo acabar mal. Se le acuso de sindicalista y espía. Su afición a la radio y a la imprenta fueron las causas. El buen criterio, los testigos y los hechos se sucedieran en noviembre de1937, cuando la virulencia de la tormenta había amainado, le salvaron la vida. Se le acusó de haber pertenecido al Frente Popular y haber sido afiliado a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza. Sufrió prisión durante tres meses en Badajoz y fue suspendido de empleo y sueldo durante un año. Maximino, en julio de 1940 volvió de nuevo a la escuela de Las Hurdes, viudo y con tres hijas pequeñas, teniendo por delante los años durísimos de la postguerra[80].

Maximino Cano Gascón escribió artículos en prensa, poesía, cuentos, novelas y obras de teatro. Fue aficionado a montar aparatos de radio y antenas. Aficionado a la electrónica y la fotografía. Constructor de cometas y papiroflexia. Dibujante y aficionado a la pesca[81]. Persona culta y sociable que en Medina de Rioseco fue jefe de la Oficina de Información y Turismo y encargado de la Biblioteca Municipal.

Los maestros dejaron las enseñanzas de Freinet con el inicio de la guerra civil. Algunos murieron trágicamente y otros fueron depurados, pero no por el freinetismo, al que la represión no identificó ni lo convirtió como causa. Otros autores afirman que los maestros que defendía métodos innovadores fueron apartados de la docencia bajo la acusación de propagandistas y “desafectos al régimen”, considerados peligrosos por divulgar ideas contrarias al Movimiento[82].

Aquella pedagogía vanguardista fue desechada con la Ley de la Reforma de la Segunda Enseñanza de 1938, donde la educación dejó de ser laica, basándose en un firme fundamento religioso, patriótico y humanístico[83].

 

13.- FUENTES DOCUMENTALES

Archivo Municipal de Montijo. Registro Actas Sesiones, Tomos IV al XIV. Años 1928-1936. Periódico Escolar Alborada, núm. IV, julio 1934. Archivo Municipal de Lobón. Legajo 87, Carpeta 1. Sesión 25/VI/1932. Registro Civil de Montijo. Libro VL de Defunciones (1937-1940)

 

14.- BIBLIOGRAFÍA

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VALENCIA INFANTE, E.: Las teorías de Freinet en la escuela. Trabajo fin de grado. Facultad de Educación. Universidad Camilo José Cela. Madrid 2014.

 

 

 

 

 

 

[1] Así define esta corriente pedagógica el profesor Antonio García Madrid, que es quien ha estudiado hasta ahora con mayor profundidad la vida y trayectoria profesional de los maestros José Vargas Gómez y Maximino Cano Gascón, que trajeron las técnicas de Freinet a Extremadura.

[2] Para la biografía de Célestin Freinet se han consultado las obras: LEGRAND, L.: Célestin Freinet (1896-1966). Perspectivas. Revista trimestral de educación comparada. Oficina Internacional de Educación, UNESCO, Vol. XXIII, núm. 1-2, año 1993. SOLA, B.: Célestin Freinet: La cooperativa de enseñanza laica. En encuentro profesional de Educación y Arte, www.educacion.deacmusac.es BIOGRAFÍAS Y VIDA. La enciclopedia biográfica en línea, https://www.biografiasyvidas.com COCA BLANCO, M.P.: Enseñar historia según Freinet. Trabajo fin de grado. Facultad de Humanidades. Universidad Carlos III de Madrid, 2016.

[3] La historia del movimiento de la Escuela Moderna es, ante todo y merced al profundo instinto cooperativo de Célestin Freinet, su iniciador y principal impulsor.

 

 

[4] LEGRAND: Célestin Freinet… Ob. cit. HISTORIA BIOGRAFÍA. Biografía de Célestin Freinet https://historia-biografia.com/celestine-freinet/ CHOURIO MUÑOZ, J.A. y SEGUNDO MELEÁN, R.: Pensamientos e ideas pedagógicas de Célestin Freinet. Universidad Rafael Belloso Chacín (Chile), núm. 4, año III, 2008.

[5] VALENCIA INFANTE, E.: Las teorías de Freinet en la escuela. Trabajo fin de grado. Facultad de Educación. Universidad Camilo José Cela. Madrid 2014

[6] SANTAELLA RODRÍGUEZ, E. MARTÍNEZ HEREDIA, N.: La pedagogía Freinet como alternativa al método tradicional de la Enseñanza de las Ciencias. Profesorado, revista de currículum y formación del profesorado. Vol. 21, núm. 4, 2017, p. 374. El profesor García Madrid explica que “las técnicas de Freinet son herederas de la Ilustración y de la Escuela Nueva, que se aplicaban ya, pero lo genuino en Freinet es aplicarlas como un bloque, con una finalidad y una función dentro de la enseñanza, sobre todo, primaria”. Conf. Los herederos del pedagogo francés Célestin Freinet. Universidad Pontificia de Salamanca.

[7] PALACIOS, J.: La cuestión escolar. Barcelona 1984.

[8] HERNÁNDEZ HUERTA, J.L. HERNÁNDEZ DÍAZ, J.M.: Freinet en España (1926-1939). Revista Historia y Educación. Volumen 16, número 36, 2012, pp. 14-18.

[9] Ibidem. pp. 31-32. Asimismo, en este contexto, pueden consultarse los trabajos de HERNÁNDEZ HUERTA, J.L. y SÁNCHEZ BLANCO, L.: La influencia de Celestín Freinet en España durante la década de 1930. Fuentes, bibliografía, líneas de investigación. Papeles Salmantinos de Educación núm. 13. 2009. También de estos autores: Ideas, materiales y prácticas Freinet en España durante la II República. Universidad de Santiago de Compostela. Innovación Educativa núm. 23. 2013.

[10] GARCÍA MADRID, A.: Los maestros freinetianos de las Hurdes durante la II República. Noticias documentadas. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Revista de Educación núm. 340, año 2006. También del mismo autor: Freinet en Las Hurdes durante la Segunda República. Los maestros José Vargas Gómez y Maximino Cano Gascón. Mérida 2008. El primer freinetismo en Extremadura: Maestros, Escuelas y Periódicos (1932-1936). Foro de Educación, núm. 11, 2009.

[11] Agradezco la cesión de estos datos a Francisco Javier García Carrero, doctor en Historia y Cronista Oficial de Arroyo de la Luz.

[12] FERRARY, A.: La Segunda República. El bienio 1931-1933. Historia contemporánea de España (s. XX), Barcelona 2000. p. 488.

[13] ARES, A.: Maximino Cano Gascón, un maestro freinitiano en el Bierzo. Revista del Instituto de Estudios Bercianos. Núm. 40, 2017, p. 117.

[14] GABRIEL FERNÁNDEZ, N.: Alfabetización y escolarización en España (1887-1950). Revista de Educación. Madrid 1997, p. 220.

[15] AYALA VICENTE, F.: Orígenes del Movimiento Obrero en Extremadura. Revista de Estudios Extremeños. LVIII- I. Badajoz 2002. p. 176.

[16] BARÓGRAFO DE UN LUSTRO. Madrid 1929. pp. 263-264. La página 265 se ve ilustrada con una fotografía del Grupo Escolar situado en las Eras, más tarde llamado “14 de abril”.

[17] Ambos fueron redactados por el arquitecto Fernando Echeverria y construidos por Joaquín Izquierdo González.

[18] ARCHIVO MUNICIPAL DE MONTIJO (AMM). Registro Actas de Sesiones (1928-1930) Tomo IV. Sesión 23/II/1929, fol. 20.

[19] AMM. Registro Actas de Sesiones (1930-1931). Tomo V. Sesión 23/V/1931, fol. 30

[20] Se censaban en Montijo más de un millar de obreros en paro forzoso. Cf. AMM. Registro Actas de Sesiones (1931). Tomo VI. Sesión 5/VIII/1931. Fol. 10 vto.

[21] AMM. Sesión 30/V/1931, fol. 32 vto.

[22] AMM. Registro Actas de Sesiones (1928-1930). Tomo IV. Fol. 37 vto.

[23] ARCHIVO MUNICIPAL DE LOBON (AML). Legajo 87, Capeta 1. Sesión 25/VI/1932.

[24] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931-1932) Tomo VII. Sesión 24/X/1931. Fol. 37 vto.

[25] PÉREZ GALÁN, M.: La enseñanza en la Segunda República. Revista de Educación. La educación en España en el siglo XX. Número extraordinario. 2000, p. 324.

[26] GARCÍA MADRID, A.: Un ejército de maestros. Experiencias de las técnicas de Freinet en Castilla y Extremadura (1932-1936). Salamanca 2009. p. 194.

[27] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931). Tomo VI. Sesión 1/VIII/1931. Fol. 8. El paso del modelo de escuela unitaria a escuela graduada es uno de los más significativos de nuestra historia de la educación ya que implica no sólo un importante cambio de mentalidad en los métodos de trabajo de los maestros, sino también nuevos espacios y nuevos materiales didácticos.

[28] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931-1932) Tomo VII. Sesión 14/XI/1931. Fol. 44 vto.

[29] Construido en 1789, de una sola planta, en un lugar alto, sano y saludable. Pascual Madoz en 1846 describe que por su obra y capacidad es uno de los mejores edificios de la población.

[30] Las obras se liquidaron el 7/XI/1932, según acuerdo del Pleno Municipal, por importe de 42.713,23 pesetas. AMM. Registro Actas de Sesiones (1932). Tomo IX. Fol. 36 vto. Con posterioridad se aprobaron obras de instalación eléctrica, escaleras y servicios.

[31] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931-1932). Tomo VII. Sesión 29/II/1932. Fol. 24.

[32] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931). Tomo VI. Sesión 5/XII/1931. Fol. 50 vto.

[33] AMM. Registro Actas de Sesiones (1931-1932). Tomo VII. Sesión 16/I/1932. Fol. 14 vto. Cantidades similares fueron invertidas en el presupuesto para 1933.

[34] Nombrado el 15/XI/1932, falleció el 4/I/1933, seguidor del socialista Largo Caballero.

[35] AMM. Registro Actas de Sesiones (1932-1933). Tomo X. Sesión 18/I/1933. Fol. 16. Para saber más sobre este alcalde puede consultarse la obra de MOLANO GRAGERA, J.C.: Miguel Merino Rodríguez. Dirigente obrero y alcalde Montijo (1893-1936). Badajoz 2002.

[36] AMM. Registro Actas de Sesiones (1932-1933). Tomo X. Sesión 20/III/1933. Fol. 34.

[37] AMM. Registro Actas de Sesiones (1932-1933). Tomo X. Sesión 29/V/1933, Fol. 56. Eran directores del colegio Pablo Sánchez Fernández y su mujer Manuela Montes Sánchez.

[38] Ramón Acín fue un humanista nacido a finales del siglo XIX. Con una extensa cultura y gran capacidad para destilar los nuevos conceptos estéticos que removieron los primeros años del siglo XX, desarrollando una particular forma de ver el arte. Cf. Fundación Acín https://fundacionacin.org/ con quien Maximino Cano coincidió en Las Hurdes en el rodaje de la película “Tierra sin pan” de Luis Buñel, que Acín patrocinó. Crudo testimonio social que escandalizó a espectadores y atizó conciencias. Acín fue profesor de dibujo de la Escuela Normal de Huesca.

[39] MARTÍN SORIANO, A.: Maximino Cano Gascón: un maestro freinetiano en Lechago. Cuadernos del Baile de San Roque, núm. 29, 2016. Centro de Estudios del Jiloca.

[40] En su portada figuran dos pajaritas que rememoran al “Monumento a las Pajaritas”, de su paisano Ramón Acín, erigido en 1929 en el parque de los niños, en un lateral del parque Miguel Servet de la ciudad de Huesca.

[41] Referenciadas en el apartado: La llegada del freinetismo a España y Extremadura. Entre los primeros promotores de Freinet en España figura Jesús Sanz Poch, que dio a conocer las teorías en la Escuela Normal de Lérida. Allí coincidió con Herminio Almendros quien las divulgó por los pueblos de la provincia de Huesca. En la capital oscense, Almendros intimó con Ramón Acín, cuyas hijas, recibieron clases de acuerdo a los postulados freinetianos. Quizás Maximino Cano conoció a Freinet por su paisano Ramón Acín.

[42] RUIZ PEREZ, J.F.: Aragonautas. Aragoneses olvidados. Náufragos de la historia. Zaragoza 2017.

[43] Su escuela pertenecía a la Factoría de los Ángeles de Caminomorisco, institución benéfica en cuyo edificio se acogía el centro de salud, la escuela, estafeta de Correos y el cuartel de la Guardia Civil. Maximino Cano mostró su conciencia social en una comarca llena de miseria.

[44] DOMÍNGUEZ, J.P.: Real Patronato de las Hurdes (1922-1931): Una institución de beneficencia al servicio de las Hurdes. Revista de Estudios Extremeños. Vol. LXIII, núm. 1. Badajoz 2007. p. 101.

[45] Fue arzobispo de Burgos, Toledo y Sevilla. Nombrado cardenal por el Papa Pío XI.

[46] A finales de septiembre también llegaba a Montijo, Rafael González Castell (1885-1965), un hombre culto; abogado, escritor, poeta, caricaturista, dramaturgo, humorista, crítico de arte y teatro, para hacerse cargo de la Secretaría del Ayuntamiento. Mantuvo una saludable amistad con Maximino Cano. González Castell colaboró en los periódicos escolares “Floreal” y “Alborada”.

[47] El índice de analfabetismo en Montijo era del 60%. MOLANO: Miguel Merino… Ob. cit. p. 227.

[48] GARCÍA: Un ejército de maestros… Ob. cit. p. 178.

[49] AMM. Registro Actas de Sesiones (1933-1934). Tomo XI. Sesión 30 de octubre de 1933, folio 12 vto.

[50] Fue alcalde de Montijo desde el 16/IV/1931 hasta el 24/X/1932. Formó parte de la candidatura socialista para las elecciones a diputados a Cortes por la provincia de Badajoz. Elecciones que se celebraron el 19/XI/1933, siendo el séptimo de catorce candidatos, encabezados por Margarita Nelken.

[51] Cano Gascón, en el afán de acercarse a los que no le miraban bien, se afilió a la Agrupación Socialista y al sindicato de los Trabajadores de la Enseñanza. En su expediente de depuración reconoció haber pertenecido tres meses al Partido Socialista, alegando que luego se dio de baja. También dejó la Federación de Trabajadores de la Enseñanza al ser incompatible con la Asociación Nacional del Magisterio a la que pertenecía.

[52] AMM. Registro Actas Sesiones (1933-1934). Tomo XI. Sesiones 4 y 23/XII/1933.

[53] Ibid. Sesión 10/II/1934.

[54] Ibid. Sesión 24/II/1934.

[55] AMM. Registro Actas Sesiones (1934). Tomo XII. Sesiones 24 de marzo, 19 de mayo y 7 de julio, folios 3 vto., 17 y 29 vto.

[56] En los periódicos “Floreal” y “Alborada”, colaboraron también los maestros: Enrique Castellano Castillo, Francisca García Rivero, Amalia Torres Cabezas, Emilia Ruíz Diaz, Fernando Alvarado Pascasio, Pablo Sánchez Fernández, Manuela Montes Sánchez y Agustín Pérez Trujillo. Éste último Inspector Jefe y presidente del Consejo Provincial de Primera Enseñanza de Badajoz.

[57] Con esquema similar al periódico escolar hurdano “Niños, pájaros y flores”.

[58] ARES: Maximino Cano… Ob. cit. p. 118.

[59] GARCÍA: Un ejército de maestros… Ob. cit. p. 194.

[60] Ibid. p. 257. Maximino Cano proponía la llamada letra “Futura”, al considerar que sus elementos son rectas, circunferencias y arcos sencillos. Los niños aprenden a trazarla en muy pocos días.

[61] ARES: Maximino Cano… Ob. cit. p. 119

[62] Nombre tomado de la revista que Ramón Acín, paisano de Maximino, había fundado en 1919 con otros compañeros de la Agrupación Libre de Huesca, según señala la profesora Álida Ares, filóloga, lingüista, traductora y doctora en Didáctica de la Lengua y la Literatura.

[63] Joaquina Sánchez, alumna de tercer grado, decía sobre el nombre del periódico: “¿Qué os parece queridas amiguitas, del nombre de nuestro periódico? A mí, me resulta muy simpático; Floreal, me recuerda un ramillete de flores con sus variados colores y con sus ricos perfumes. ¿No os agradan las flores? Procuremos todas cuidar las plantas y no hacerles daño”.

[64] En su presentación los niños se dirigían a sus compañeros de las escuelas de España y de las Repúblicas hispano-americanas, diciendo: “Gracias a la generosidad del Ayuntamiento de esta villa que nos ha regalado un equipo de imprenta Freinet podemos ponernos en comunicación y establecer lazos de amistad y camaradería, al propio tiempo que dar a conocer nuestras costumbres, juegos e impresiones a todos los niños que hablan la inmortal lengua de Cervantes… Si no tenéis periódico desearíamos que vuestro Ayuntamiento os donara pronto el equipo de imprenta para que comencéis su publicación”. Floreal se reproduce en la obra citada del profesor García Madrid, pp. 262-279.

[65] Antonio Galea Ramírez, alumno de segundo grado escribe: “En el pueblo de Montijo hay muchos obreros que piden trabajo para las atenciones de su casa y dar de comer a sus hijos que pasan necesidades por falta de alimento”.

[66] Basado en la película “Trader Horn” que fue nominada al Óscar en 1932 como mejor película. Filmada en África muestra las aventuras con safaris, animales y caníbales de la selva africana, que emocionaros a los narradores de Floreal.

[67] Se trata del Puente de Lobón, llamado también de Los Suspiros por el tiempo que tardaron en construirlo. Vino a unir las poblaciones de las dos orillas del Guadiana, pues antes de su construcción el río se cruzaba en barca.

[68] AMM. Periódico escolar Alborada, Núm. IV, julio 1934, p. 2

[69] Ibid. p. 11. Lo escribe Bartolomé García Delgado, alumno de primer grado. “Por la ventana de mi clase se ven las eras, con montones de trigo, cebada, habas, garbanzos, avena, estos cereales los traen en carros, los extienden, las mulas los pisotean, después lo trillan y lo aventan para recoger el grano limpio. Este año hay buena cosecha”.

[70] Ibid. pp. 29 y 30. Este maestro fue el padre de don Manuel Fernández Conde y García del Rebollar (1909-1970). Nombrado obispo de Córdoba (1959-1970) por el Papa Juan XXIII.

[71] Ibid. p. 32.

[72] Márquez Tabares pudo ser atraído, tras la construcción de su moderna escuela, por Manuel Durán Rodríguez, ilustre personalidad que ocupó importantes cargos en Argentina, siendo condecorado por ello. Fue un mecenas para Puebla del Maestre, construyendo en 1930 el Grupo Escolar (hoy C.P. Río Viar), con seis escuelas y capacidad para 400 alumnos. En 1931 sólo había dos maestros en el centro.

 

[73] ARES: Maximino Cano Gascón… Ob. cit. pp. 120-121.

[74] FUSI, J.P. y PALAFOX, J.: España: 1808-1996. El desafío de la Modernidad. Madrid 1998, p. 268.

[75] ESPINOSA MAESTRE, F.: La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz. Madrid 2003, p. 57.

[76] Fusilado en Montijo el 7 de septiembre de 1936. Cf. ESPINOSA: La columna… Ob. cit. p.401.Tenía 32 años, casado con Rosa Álvarez y con dos hijos, Julio César y Rafael. Era natural de San Cristóbal de Vega (Segovia). Su padre, Teógenes García Olmedo fue alcalde de Simancas (Valladolid).

[77] Fusilado el 5 de septiembre de 1936 en Villanueva del Fresno, su pueblo natal, del que fue alcalde, tenía 42 años. Fue detenido en Montijo. Estaba casado y tenía dos hijas, Su hermano fue Rodrigo Almada Rodríguez, diputado socialista por Badajoz en las elecciones generales de 1931. Catedrático de Matemáticas en Badajoz, Cuenca y Alicante. ESPINOSA: La columna… Ob. cit. p. 425.

[78] Hermano de los maestros Antonio y Manuel Márquez Tabares. De 29 años, maestro en Calamonte, fue asesinado en los cerros de Lobón. ESPINOSA: La columna… Ob. cit. p. 387.

[79] Sotera Martín Sánchez, natural de Caminomorisco (Cáceres), bastante más joven que el maestro que le llevaba veinte años. Falleció el 31/III/1939 a causa de una fimia pulmonar. El matrimonio tuvo cinco hijos: Aurora, Maximino, Esperanza, Matilde y Teresa. Vivieron en la calle Cardenal Portocarrero. Cf. REGISTRO CIVIL DE MONTIJO. Tomo VL de Defunciones (1937-1940). Fol. 137 vto. Acta núm. 274. Fallecieron también sus hijos Teresa y Maximino.

[80] En 1946, Maximino Cano llegaba a la escuela de Miranda (Asturias). En 1948 estaba en la Figaredo (Asturias), hasta 1952, siendo trasladado a la escuela leonesa de Villadepalos, en el Bierzo. Pasando los dos últimos años de su magisterio en Medina de Rioseco (Valladolid), donde se jubiló en 1958, tras más de cuarenta años de servicio. Falleció en Ponferrada en 1973. Cf. GARCÍA: Freinet en Las Hurdes… Ob. cit. pp. 225, 226, 320 y 321.

[81] Su amigo Rafael González Castell, secretario del Ayuntamiento de Montijo, le hizo una caricatura pescando, a la que tituló: “Un maestro que no sabe lo que se pesca”.

[82] ARES: Maximino Cano Gascón… Ob. cit. p. 122.

[83] BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO, 23 de septiembre de 1938. Artículo preliminar, primero.

Nov 272019
 

Luis Vicente Pelegrí Pedrosa. Provisional.

1497. En la Roma del Renacimiento, un grupo de jóvenes españoles malvive con trabajos sicarios de “ventura de enemigos”. Su líder es Diego García de Paredes, el “Sansón Extremeño”.Como soldados de fortuna, en la guardia vaticana, combaten a las órdenes del capitán general de los ejércitos pontificios: César Borgia. Participan en las luchas de los condotieri, hasta que se enrolan en la expedición española a Nápoles del Gran Capitán. Destacan por méritos propios en la segunda guerra italiana. Dos de ellos ascienden a coronel y tres a capitán de infantería. Años después, todos, menos uno, mueren en los campos de batalla o cerca del frente. Hasta aquí, parece la trama de una novela de acción pero no, es realidad histórica. Salvo un riojano, Zamudio, y un vasco, Urbina, todos eran extremeños: además del placentino Villalba, los trujillanos hermanos Paredes y con ellos Vargas y Pizarro[1].

            Toda la historiografía, clásica y actual, da por hecho que el Pizarro que mencionan las crónicas, en ese escenario italiano, es el padre del conquistador del Perú[2]. ¿Hay motivos para dudarlo? Pensamos que sí. A la luz de un nuevo enfoque y de la revisión a fondo del estado de la cuestión y de las fuentes, argumentamos otra teoría diferente. Pocos conquistadores de América contaban con experiencia militar previa ni podían considerarse profesionales de las armas. Guerras para forjarse no les faltaron, como las campañas de Italia del Gran Capitán. Primero. Vamos a estudiar el lenguaje militar de las crónicas en las que aparece “Pizarro” y todas las acciones bélicas en las que participa, para comprobar si se trata de una persona o de dos Una vez conocido el rango y función del personaje, contrastamos los datos biográficos fidedignos de padre e hijo que nos permiten identificar quién de ellos combate en la segunda guerra italiana (1500-1504). Hasta ahora, sólo sabíamos que Francisco Pizarro abandonó Trujillo, a fines de la década de 1490 y que se encontraba en las Indias en 1510, como vamos a tratar. ¿Dónde estuvo mientras? Del Busto llamó a esa época de juventud los «años perdidos»[3] porque no había huella documental sobre ellos. Con esta trabajo intentamos arrojar luz sobre esa incógnita.

 

            Utilizamos como fuente principal para este estudio las Crónicas del Gran Capitán, en la edición, de 1908, de Antonio Rodríguez Villa[4]. Esta magnífica compilación recoge principalmente cuatro obras, cuyas fechas de edición más aceptadas son la que se recogen en el cuadro 1, además de otras dos, una breve pero completa y un fragmento de otra[5]. En segundo lugar recurrimos a contrastar la información de esas fuentes con la Historia escrita por Jerónimo Zurita[6]. En tercer lugar, como complemento, en el apartado de fuentes historiogáficas clásicas que no crónicas, hemos analizado la biografía de Tamayo de Vargas sobre García de Paredes[7].

 

Cuadro 1. Estructura de las Crónicas del Gran Capitán,

de A. Rodríguez Villa

Crónica y fecha de edición

Folios

Batallas Quincuagenas. (1555)

65-78

Crónica general o impresa 1554 (1584)

79-332

Beve Suma (García de Paredes, 1533 (1586)

333-337

Crónica manuscrita 1552

338-548

La vida de Gonzalo (Jovio, 1550)

549-632

Breve parte las hazaña (Pulgar, 1527)

633-668

Fuente. A.Rodríguez Villa. Elaboración propia[8].

            Detallando más los contenidos del cuadro 1, hay que advertir que las dos obras máximas de la compilación son Las dos conquistas del reino de Nápoles. Editada en Zaragoza en 1554[9]. Con varias ediciones consecutivas, Rodríguez Villa utiliza la edición de 1584;   y otra crónica del mismo nombre manuscrita y que no llegó a imprimirse, confeccionada hacia 1552. que para el compilador es aún más verídica e interesante que la anterior.[10] Los autores siguen siendo anónimos a pesar de que se han apuntado varias teorías. A la primera la denomina Crónica general o impresa y a la segunda Crónica manuscrita. Esa denominación seguimos en este trabajo[11].

 

            La obra completa que hace honor a su encabezamiento, Breve suma de la vida y hechos de Diego García de Paredes, la cual el mismo escribió y dejó firmada de su nombre, como al fin de ella parece.[12], se incluye, con ese mismo título, dentro de la publicación original de la Crónica impresa, como un único cuerpo editorial. El fragmento que recoge Rodríguez Villa corresponde a los contenidos de la vida del Gran Capitán de la obra de Gonzalo Fernández de Oviedo, Batallas y quincuagenas de la nobleza de España[13]. En forma de diálogo. Editado en 1555. Por otra parte, las otras dos ediciones de época que compila Rodríguez Villa son la Vida y Crónica de Gonzalo Fernández de Córdoba. Florencia, 1550. Obra de Paulo Jovio, obispo de Nochera; y la Breve Parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitán, de Hernán Pérez del Pulgar, publicada en Sevilla, en 1527.

 

            ¿Cuántos Pizarro distintos mencionan las fuentes? Sin entrar ahora en una análisis exhaustivo, podemos afirmar, como ya hemos mencionado, que toda la historiografía da por hecho que el Pizarro de la segunda guerra de Italia es el padre del conquistador, o a lo sumo que su hijo bastardo pudo acompañarle, con lo cual se le reconoce a este último, implícitamente, edad para participar en esa contienda. El propio Canilleros confunde, a lo largo de su biografía sobre García de Paredes, a los Pizarro que citan las crónicas, incluso sale del paso afirmando que son ambiguas y que éstas mismas fuentes aluden unas veces a Gonzalo Pizarro y a Alvaro Pizarro, al que, sin embargo de ser menos citado, reconoce mayor protagonismo en las guerras de Italia.[14]

 

            Las fuentes aluden a tres Pizarros: a) Pedro Pizarro, b) coronel Pizarro y c) Pizarro. El primero aparece sólo una vez, en la expedición a Manfredonia, en febrero de 1503, [15]Pero no hay ninguna mención más. Pudo existir un Pedro Pizarro y no tuvo ninguna participación destacada más o se trata de un error[16]. Esta opción es la más probable, pues el párrafo y el contexto es similar a otras referencias en las cuales aparecen Pizarro y sus compañeros de armas[17].

 

            El Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Aguilar y de Córdoba, que muy bien conosció en lo que             aquellos movimientos habían de parar, determinó de socorrer al capitán Pedro de Paz con gente. Y con ésto ordenó a don Diego de Mendoza que fuese a Manfredonia, al cual dio cien            hombres de armas y a Diego García de        Paredes, y a Pedro Navarro; y a Pedro Pizarro (sic.)

 

            Por su parte, dos veces aparece destacado, en la segunda guerra italiana, el coronel Pizarro: en el duelo de doce contra doce, octubre-noviembre de 1502 y en el combate del puente de Mola, el segundo día de la batalla de Garellano, 29 de diciembre de 1503. El primer testimonio lo Recoge la Breve Suma y el segundo las Quincuagenas, ambas fuentes recopiladas por A. Rodríguez Villa, como se ha dicho:

 

            El combate de doce contra doce, que podemos llamar también de los cinco coroneles, por los que participan en él, se encuadra en los ejercicios de adistramiento y distracción que promueve el Gran Capitán durante el encierro de Barletta[18]. En la Breve Suma, lo describe el coronel García de Paredes, en primera pesona

 

            Cumplida la tregua, hubo concierto entre los dos campos, con mandado de los Reyes, que            combatiesen, doce por doce, al efecto, de nuestra parte fueron el coronel Villalba, el coronel      Andana, el coronel Pizarro, el             coronel Santa Cruz, el capitán Juan de Haro, el capitán Juan de       Gomado, el capitán Alvarado, dos capitanes de        gente de armas y los demás eran italianos y yo.         Quiso Dios mostrar su justicia.          

           

            El coronel[19] Alvaro Pizarro destaca en la batalla del puente de Mola, en el momento que la caballería francesa, al mando del temido Pedro Bayardo, entra en las filas de los lansquenetes alemanes que manda el Gran Capitán y éste los arenga para recomponer la formación. Explica el narrador que:

 

 

                Los españoles más habían menester freno que espuelas, e porque con ellos andaban don Diego de             Mendoza, don Fernan Pérez de Andrada, el coronel Diego García de Paredes, el conde Pedro     Navarro, el coronel Villalba, e el coronel Pizarro, e otros muchos y estremados capitanes, e   quiso el Gran Capitán hacer ese favor a los alemanes que serían hasta dos mil los que había a           sueldo, muy buenos.

               

            El tercero, Pizarro es el que ocupa la mayoría de las citas. Aparece siempre sin nombre de pila, como Pizarro, a secas, o capitán Pizarro. Con este rango se menciona desde el sitio y asalto de Cefalonia, en noviembre de 1503, como veremos [20] Vamos a estudiar su carrera militar, inseparable del resto de sus compañeros que formaban lo que podemos llamar la «Compañía Paredes», por el liderazgo del «Sansón extremeño», el mayor de todos ellos.

 

UN GRUPO DE JÓVENES ESPAÑOLES EN LA CORTE DE LOS BORGIA

 

            Las dos primeras guerras de Italia sumaron un continuo durante una década, desde 1494. Fue la pugna entre España y Francia por la posesión directa del reino de Nápoles y por la hegemonía en el tablero político de los Estados italianos. Nuestros personajes, ya presentados, no llegaron a tiempo de incorporarse a la primera campaña, del Gran Capitán, cuyo momento cumbre ya había pasado, pero sí con tiempo de participar en la segunda guerra italiana que no tardaría en organizarse, poco después de acabar la anterior.[21] Podemos resumir sus fechas biográficas y procedencias en el siguiente cuadro.

 

 

Cuadro. 2 BIOGRAFÍA DE LA «COMPAÑÍA PAREDES»

 

Nacimiento

Muerte

García de Paredes

Trujillo, 1468

Bolonia, 1533

Cristóbal Villalba

Plasencia, 1475

Estella, 1516

Cristóbal Zamudio

Valdezcaray (Rioja)

Rávena, 1512

Juan de Urbina

Urbina, (Álava)

Hispelo, 1530

Francisco Pizarro

Trujillo 1478/1483

Lima, 1541

¿Gonzalo Pizarro?

Trujillo 1446/1458

Pamplona, 1522

 

            Los siete compañeros iniciales eran los García de Paredes: Diego y su hermano bastardo, Álvaro, Juan de Urbina, Juan de Vargas, Cristóbal Villalba, Cristóbal Zamudio y Pizarro. En la primera compañía que forman, en la primera guerra de la Romaña, no aparece Juan de Vargas; y en la segunda guerra italiana dejan de aparecer mencionados en las crónicas tanto Juan de Urbina como Álvaro García de Paredes. Todos cumplen un perfil social similar. Eran hidalgos o vinculados a familias hidalgas, legítimos o bastardos, o segundones de la nobleza media; de escasa fortuna como para vivir de rentas de un mayorazgo sustancioso y que recurren a la carrera de las armas. Alvaro Paredes, hermano bastardo[22]. Los estudios detallados y comparados de estas biografías aportarán, posiblemente, más información sobre Pizarro en Italia.

 

            ¿Cuándo llegó Pizarro a Roma? ¿Con quién y por qué allí? ¿tenía algún contacto previo?. La propias fuentes, en especial la Breve Suma nos desvelan parte de estas interrogantes[23].

 

                En el mismo año llegué a Roma, con gran necesidad, yo y mi hermano Alvaro        de Paredes. En la         cual ciudad no hallamos quien nos diese de comer. Y estando pensando como se podría salir de           tal        fatiga, acordamos de asentar por alabarderos en la guarda del Papa, queriendo más poner los       cuerpos a servidumbre que darnos a conocer al cardenal de Santa Cruz que era nuestro primo. Pues     pasando algunos meses en esta vida, con otros españoles, amigos nuestros, cuyos nombres son           Juan de Urbina, Juan de Vargas, Pizarro, Zamudio y Villalba.

 

            A ocho de marzo de dicho se vieron mis compañeros y yo más necesitados que solíamos y           andábamos tan alcanzados con el poco partido, que era forzado ir de noche a buscar ventura de          enemigos, y lo que se             ganaba, íbamos a vender a Nápoles, y así teníamos también mozas ganando           el vestido[24]. Pareciéndome mal esta vida determiné de me dar a conocer al cardenal de Santa Cruz,      por salir de tal caso.

 

 

                Por tanto, gracias a los extremeños, el grupo tenía un contacto previo poderoso, su paisano y familiar de los Paredes, Bernardino Carvajal, cardenal de Santa Cruz, importante dignatario en la Corte del Papa Alejandro VI, el español Rodrigo Borgia. Pertenecía a la casa Carvajal de Plasencia[25] Posiblemente, hay que sumar entre esos mentores al trujillano, coronel Alvaro Pizarro de Loaysa y Paredes, si logramos demostrar que se hallaba ya en Italia desde la primera guerra del Gran Capitán y del que vamos a tratar mas adelante[26]. Es evidente que los vículos de paisanaje y parentesco, como en todos los movimienos migratorios modernos, fueron dos atractivos para que este grupo de jóvenes se instalara en la Roma de los Borgia, cuando el poder aragonés-español estaba en su cénit en la corte ponficia y en Nápoles.

 

            Podemos afirmar que los dos Paredes, Diego y su hermano bastardo, Álvaro, estaban en Roma, a principios de 1497[27], por el contexto de los hechos de armas en los que participan (Ver Apéndice I)[28]. Allí se encontraron a Pizarro y los demás e ingresaron todos en la guardia pontificia a la par que se ganaban la vida con pendencias y duelos callejeros [29]. Desde luego, este modo de vida aventurero y peligroso es más propio de un grupo de jóvenes en los arranques de su formación militar, no de un supuesto coronel maduro y consagrado como se supone que era por entonces Gonzalo Pizarro[30]. Según las fechas de nacimiento más probables de Francisco Pizarro, situadas entre 1478 y 1483[31], cuando llegó a Roma tenía alrededor de 16 años. Era el más joven de los compañeros. Con esa edad se podría enrolar en un ejército aunque lo más usual era a partir de los 18[32]. Además, entonces, sin partidas de bautismo en mano, mucha gente podía acreditar, por su aspecto, una edad superior a la que tenía. De hecho, Pizarro era de una estatura elevada para la época, tal y como refieren las crónicas y demuestran los estudios antropológicos.[33]

 

HECHOS DE ARMAS Y CARRERA MILITAR DE PIZARRO Y DE LA COMPAÑIA PAREDES

                Dos momentos presenta la trayectoria militar de Pizarro y de la compañía Paredes en las contiendas italianas. El primero en las guerras pontificias contra las plazas rebeldes de la región de la Romaña, al norte de Roma y en el centro de Italia, con un paréntesis de combate en las guerras entre los condottieri y señores de la región. El segundo momento tiene lugar en las regiones del centro sur de Italia formaban el reino de Nápoles. Los primeros ascensos de Pizarro con la compañía García de Paredes los recoge éste mismo en dos pasajes de su autobiografía[34].

 

            Y, no pasando abril, se rebeló Montefrascón, y otra tierra que confinaba con tierras de Próspero   Colonna, para             lo cual se hicieron seys banderas, cuatro de infantería y dos de caballo; y allí me   dieron la primera compañía que tuve. Fue mi alférez Juan de Urbina, y mi hermano    sargente, y Pizarro y Villalba y Zamudio, cabos de escuadra. Fue general de esta gente,            un        sobrino del Papa. (…) De allí fuimos al campo de Próspero Colonna y el Gran Capitán me         recibió muy bien y el Próspero me llevó consigo y me dio una compañía de             caballos y       dos de arcabuceros. Fui su coronel.

 

            García de Paredes, por tanto, consigue el rango de capitán en febrero de 1497, cuando obtiene el mando de su primera compañía, y el de coronel, en la primavera de 1500, al servicio del ejército del condotiieri Próspero Colonna, junto a quien sería un líder destacado de las últimas etapas de la segunda guerra italiana del Gran Capitán. Como se comprueba por las citas, la primera asignación de puestos que hace García de Paredes en su primera compañía está, orientada por el parentesco y paisanaje. El segundo al mando, como alférez, es su hermano; el tercero, Urbina. En este último caso, seguramente por experiencia, ya que no era ni familiar ni paisano. Esa circunstancia es otro argumento para desechar que el Pizarro mencionado sea Gonzalo Pizarro. Se supone tendría más edad y experiencia, además de cercanía de paisanaje y parentesco con García de Paredes. Todas las condiciones para ser el segundo en el mando que, evidentemente, no fue. Además de la incoherencia que supondría que fuera García de Paredes, más joven e inexperto, el capitán de la compañía y no él[35]. Se trataría de un caso insólito de degradación, sólo explicable para un perseguido o proscrito que no es el caso. Todo ello, sólo aplicando los usos y costumbres de la organización y jerarquía militar y social del momento, es una razón para descartar que el Pizarro de las crónicas sea Gonzalo Pizarro.

 

            La segunda guerra italiana se desarrolla en tres áreas geográficas y cuatro momentos principales, que sirven pare enmarcar las citas y las operaciones militares. En primer lugar, la ocupación y posesión del territorio asignado a España en Nápoles por el Tratado de Granada con Francia, de 1500, con la reducción de las plazas rebeldes, de julio de 1501 a junio de 1502. Se trata del territorio sur y costero de Calabria, Basilicata y Puglia y las poblaciones del reino de Nápoles hasta la zona norte de la Basilicata y de la Puglia, la región de la Capitanata, que hizo entrar en liza a los dos ejércitos ocupantes, el español y el francés, a partir de julio de 1502 por la indefinición de límites. En segundo lugar, en este último escenario y con Barletta, como cuartel general del Gran Capitán, la segunda fase de guerra defensiva o de resistencia y de hostigamiento y desgaste que dura nueve meses, hasta la batalla y primera gran victoria de Ceriñola y que ocupa la mayoría de escaramuzas y choques con los franceses, en los que aparece mencionado Pizarro. En tercer lugar, y ya con la Campania como escenario principal, se desarrolla a partir de la primavera de 1503, y  durante todo el segundo semestre de ese año, la guerra de posiciones en las montañas y en los pantanos de la región fuvial del Garellano. Por último, y en cuarto lugar, tras la segunda gran victoria en la batalla de Garellano y la toma de Gaeta, con la ocupación de Nápoles, sólo quedaba pacificar los señoríos rebeldes, otra vez al sur de Calabria y en torno al Golfo de Otranto.

 

                Como se puede apreciar en el cuadro 3, las acciones bélicas de Pizarro, en solitario, o junto a la compañía Paredes, son un compendio de la segunda guerra italiana del Gran Capitán, por su destacada participación[36]. Su exposición, en orden cronológico, permite reconstruir un verdadero relato de aventuras. La realidad histórica documentada supera a la ficción[37], a la par que permite situar la trayectoria de Pizarro, mes a mes, y en algunos casos con precisión de semanas y días, en el escenario geográfico y en el contexto político y militar del Sur de Italia, de 1501 a 1504, con el antecedente del desalojo de los turcos de la isla de Cefalonia, en el mar Adriático. Nos ocupamos sólo de las citas directas a Pizarro. Su actuación fue mucho más amplia, ya que fue ligada siempre al papel de primera fila de García de Paredes. En la mayoría de acciones y escenarios en los que se le menciona, estaría también Pizarro, salvo cuando éste recibe destinos específicos que le separan de su coronel (Ver Apéndice I).

 

Cuadro 3. CITAS DE PIZARRO EN LAS CRÓNICAS DEL GRAN CAPITÁN. ESCENARIOS Y ACCIONES

Folio

Crónica y capítulo

Lugar y hechos

Fecha

62

Crónica

Armada de venida

Junio, 1500

64

Crónica

Cefalonia. Protegiendo artillería

Noviembre, 1500

66

Crónica, XI

Cefalonia. Guardia en «sueño del Gran Capitán»

Diciembre, 1500

101

Crónica, XXXV

Manfredonia. Sitio y toma (Pedro Pizarro)

23 febrero-4 marzo, 1502

107 y 108

Crónica, XLI

Nochera. Salida a cubrir retirada

Marzo, 1502

137

Crónica, LXIII

Canosa . Correr la tierra. Cubrir retirada

Enero, 1503

141

Crónica, LXVII

Canosa. Destacado en combate

Enero, 1503

152

Crónica, LXXII

Ruvo. Asedio y toma

23 febrero 1503

159 y 160

Crónica, LXXVI

Ceriñola. Batalla. Ala izquierda de cuerpo central y en vanguardia de contraataque

27 y 28 abril, 1503

191

Crónica, XCV

Gaeta. En vanguardia de asedio proyectado

6   agosto, 1503

192

Crónica, XCVI

Gaeta. En retaguardia y cubierta de retirada

7 agosto, 1503

193

Crónica, XCVII

Gaeta. Celada victoriosa en viñas

Agosto, 1503

205 y 206

Crónica, CI

Rocaseca. Salida a cubrir retirada y rechazo de avanzada

Ocubre, 1503

211 y 212

Crónica, CV y CVI

Garellano. Guardia y defensa del vado español

Noviembre, 1503

219

Crónica, CIX

Garellano. En pontón y vanguardia de ataque

Diciembre, 1503

225

Crónica, CXII

Toma de Arpino. Ducado de Sora

Febrero, 1504

232

Crónica, CXX

Rosano. Expedición

Mayo, 1504

233

Crónica, CXX

Terranova de Tarsia. Partida de expedición

Mayo, 1504

236

Crónica, CXXIII

Rosano. Sitio y toma

Junio-julio,1504

239 y 240

Crónica, CXXVI

Rosano. Sitio y toma de grutas

Julio, 1504

255

Breve Suma

Roma. Llegada

Noviembre, 1496

255

Breve Suma

Montefiascon. Sitio y toma

Abril, 1497

257

Breve Suma

Desafío 12 contra 12   (coronel Pizarro)

Octubre-noviembre, 1502

313

Crónica M, XV

Cefalonia. Vanguardia de asalto a castillo de San Jorge

24 diciembre, 1500

343

Crónica M, XXV

Barletta. Segunda escaramuza en las viñas

27 agosto1502

351

Crónica M,

Ruvo. Sitio y toma

23   febrero, 1503

365

Crónica M, XII

Ceriñola. Expedición. Consejo de guerra

27 abril, 1503

369

Crónica M, XVII

Ceriñola. Batalla

28 abril, 1503

396

Crónica M, XV

Rocaseca. Asedio y toma

8 octubre, 1503

455

Crónica M, III

Entrada en Burgos

Octubre, 1507

510

Historia

Segunda escaramuza en las viñas

Agosto, 1502

XLVI

Quincuagenas

Puente de Mola, combate (coronel Pizarro)

29-30 diciembre, 1503

Fuente. Crónicas, A. Rodríguez Villar, ob., cit., Elaboración propia. Abreviaturas. Crónica M., Crónica manuscrita.

 

            La Crónica general o impresa embarca a la compañía Paredes con el Gran Capitán en Málaga, en junio de 1500. Canilleros demostró qu no era factible porque ese viaje es coetáneo a las aventuras bélicas de éstos en Italia, y no es imaginable que retornasen a España para volver otra vez[38]. Ni ostentaban en esa fecha los rangos militares que le adjudica el cronista. Se trata de una imagen ideal para resaltar su futuro brillo en la segunda guerra italiana.

 

            Y, por esta razón, envió otra segunda vez al Gran Capitán Gonzalo Fernández de Aguilar, con una            muy buena armada de gente y artillería y sesenta velas o más (…) y metió en ella siete mil infantes y    trescientos hombres de armas, y más de trescientos caballos ligeros; toda esta gente con buenos             capitanes, adonde venían don Diego de Mendoza por capitán de gente de armas, el cual mereció por       sus hechos ser conde de Melito, una buena villa que es de Calabria. Iba asimismo el Prior de Mecina,            por capitán de gente de armas. Iban por capitanes de infantería, el capitán Pizarro y el capitán    Villalba, y el capitán Zamudio y el capitán Diego García de Paredes, con otros muchos y muy    buenos capitanes.

 

            Isla de Cefalonia, Navidad de 1500: preparación, junto a los aliados venecianos, del asedio al castillo de San Jorge, defendido por los jenízaros turcos:

 

            Asentada que fue la artillería, los dos capitanes, veneciano y español, comenzaron a dar asiento 5en        las dos estancias de su gente . Y el Gran Capitán dio a su gente aposento en la forma siguiente:      delante            de la puerta que sale a la isla, en el llano de un montecico adonde estaba la artillería a tiro         de piedra de la villa, hizo el Gran Capitán hacer muchos reparos, en los cuales, para seguridad de la   artillería puso al capitán Pizarro y al capitán Villalba con seiscientos infantes, y treinta y cinco     pasos más atrás, a la mano izquierda de aquella        estancia, contra la villa, estaba asentada toda la   artillería, junto a la cual el Gan Capitán  puso sus tiendas y gentes.

La Crónica manuscrita detalla el asalto y toma del castillo:

De don García de Paredes no se puede decir lo que hizo aquel día. Hicieron cosas muy     señaladas en             aquella batalla el coronel Villalba[39], que después alcanzó nombre de valeroso soldado, y Pizarro y Carlos de Paz y su primo Pedro de Paz. Duró grande espacio la pelea. El Gran            Capitán, sin consultar con la razón a aquella hora, andaba con los turcos envuelto” (…)    “Pudéese creer,           según yo oí      decir, a            Diego García de Paredes, que su persona del Gran Capitán fue aquella hora         causa para       que los turcos perdiesen todo el ánimo que tenían”.

 

            En la etapa de nueve meses de encierro y acantonamiento en Barletta, de julio de 1502 a abril de 1503, el Gran Capitán, ante la superioridad de efectivos y de medios franceses, emprende, para ganar tiempo y como maniobra de distracción, una guerra defensiva y de hostigamiento. Son frecuentres las incursiones y correrías en territorio enemigo, con numerosas escaramuzas. Pizarro combate en las más señaladas: Nochera; primera y segunda escaramuza en las viñas de Canosa y Ceriñola; defensa de Barletta. En Nochera, cuenta Pizarro con dos menciones en la crónica impresa:

            Capitantes franceses, todos tres, se juntaron en un lugar de las provincias de Basilicata y Capitanata,        que llaman Troya, para ir contra otra villa de aquellas provincias que llaman Nochera, a donde            don      Diego de Mendoza, don Íñigo López de Ayala y el capitán Pizarro, estaban aposentados con          ciento y cincuenta hombres de armas y trescientos infantes,(…) Y, ya en esto, don Diego de        Mendoza había sido avisado de la emboscada de los franceses, por lo cual luego se movió del             lugar    con presteza a donde estaba y arremetió contra los corredores franceses(…) En esa priesa (sic) el            capitán Pizarro, como vido los caballos españoles venir todos de caída a se meter en Nochera, salíó      con sus infantes y dio de recio en los franceses, los cuales, como vieron el socorro que les venía a los      caballos españoles, dejáronlos de seguir y, con muy buena   orden, se comenzaron a retraer camino de Troya, de dónde habían salido, y los españoles, con algún daño que en aquel día          recibieron, se volvieron a Nochera.

 

 

            La misma Crónica relata en el capítulo LXIII. «De como, por mandado del Gran Capitán, Francisco Sánchez, despensero mayor, y el capitán Pizarro, salieron de Barletta a correr a Canosa y la Chirinola[40], y lo que les acaesció».

 

            En este tiempo que, según dicho es, estos capitanes estaban invernando en aquellas tierras del       Calabrés, en             aquel mes de Enero, en el año sobredicho de mil y quinientos y cuatro años, (sic)[41] el        Gran Capitán que, no sólo            por dañar a los franceses, cuanto por la necesidad que tenían de      hambre en Barleta, envió a Francsico Sánchez,     despensero mayor, y al capitán Pizarro, con cien     hombres de armas y cien caballos ligeros y cuatrocientos infantes para que corriesen a quella     tierra de Canosa y de la Chirinola y trajesen algún ganado para provisión de la gente.

 

            El episodio de la segunda escaramuza en las viñas, y la avanzada del duque de Nemours, capitán general francés, sobre Barletta, lo recogen la Crónica manuscrita y la Historia de Paulo Jovio:

 

            Algunos capitanes (franceses) bravoseando y denostando de palabra a los españoles, cuando por mandado del Gran Capitán salió de Barletta don Diego de Mendoza, hombre de grande ánimo y             valor, y con él los capitanes que se siguen: Villalba, Espes, Pizarro, Zárate, Escalada y Coello y            otros algunos; y alcanzaron que iban muy cerca a los franceses, y acometiéronlos con la caballería       española en retaguardia, y comenzaron a pelear valerosísimamente. El orden que llevaban fue que    dos escuadras de infanteria diesen por los lados y éstos rociaban con su arcabucería.

 

           

                El sitio y asalto de Ruvo, en febrero de 1503, se encuentra recogido en la Crónica manuscrita y en la Crónica Impresa, respectivamente, por ese orden. La primera se ocupa de la salida de la expedición del cuartel general de Barletta y la segunda de la toma de la ciudad:

 

            Sabido por los del Gran Capitán, que los de Ruvo estaban descuidados, partió un día, en   anocheciendo. Iban con él el duque de Termoli, el Próspero Colona y sus hermanos Fabricio y Marco   Antonio, don Diego de Mendoza, el coronel Villalba que fue en las guerras hombre de gran        esfuerzo, Zamudio, Pizarro, Escalada, Espés, mosén Peñalosa, el comendador Mendoza,   Pedro de Paz y su primo Carlos de Paz y otros muchos capitanes, llevando tres mil infantes y hasta    seiscientos de a caballo. Llevaba Diego de Vera once piezas de artillería. Pues, con esta             ordenanza y    designio partió de Barletta a puesta de sol; anduvo toda la noche y amaneció sobre Ruvo, sin ser             sentido, porque los generales de Francia estaban muy cerca y no les socorriesen.

 

            Muy grandes fueron las cosas que en este combate de Rubo hizo la persona del Gran Capitán, y   dignas de memoria las que toda su gente y capitanes hicieron, donde fue el capitán don Diego de      Mendoza, Diego García de Paredes, el prior de Mecina, el capitán Pedro de Paz Escalada, el coronel    Villalba, el duque de Termes, el capitán Pizarro y los dos fuertes Colona, Próspero y Fabricio          Colona

           

                                            

            La presencia de Pizarro en la batalla de Ceriñola está documentada en tres de sus principales momentos: a) consejo de guerra previo; b) posición en el orden de batalla; c) ataque masivo de la infantería. Pizarro se halló presente en el consejo de guerra que, a fectos de consulta, convocó el Gran Capitán en su campamento, el jueves 26 de abril de 1503, la noche antes de la batalla de Ceriñol junto con con García de Paredes, Villalba y otros muchos capitanes. Todos aconsejaban el ataque directo y frontal a los franceses. El Gran Capitán prefirió la espera, fortificándose tras la empalizada y el foso que le dio la victoria.

 

            Y llegó a su fuerte ese día por la noche y mandó luego llamar a consejo a todos los señores y        capitanes, y a los del consejo de guerra, para que diesen sus pareceres sobre lo que otro día se debía       hacer. Los que allí se hallaron eran los siguientes: el duque de Termoly, Fabricio Colona y sus dos           hermanos menores, el Próspero y Marco Antonio, el conde de San Severino, el conde de Nochito,      Héctor Fieramosca, don Pedro de Cicura, prior de Mecina; don García de Paredes, coronel; el    coronel Villalba, don Diego de Mendoza, Pedro de Paz, su primo, Carlos de Paz, Luis de Herrera,          Pedro Navarro, Pizarro, Espés y otros muchos capitanes. Los del consejo de guerra eran: mosén Malferite, mosén Hoces y mosén Claver, Iñigo López de Ayala

 

            Orden de batalla y disposición previa de las fuerzas españolas. La descripción de la Crónica Impresa es la siguiente:

 

            Finalmente, puso la gente enorden para esperar los franceses que bien cerca de allí venían            encubiertos con las cañaveras y gamones, de tal manera que no se parecían, y hizo de su infantería un            batallón y púsolos en una viña a la parte de la Barleta; de los otros infantes españoles hizo otros dos       escuadrones, el uno de ellos puso al capitán Pizarro y a Zamudio, y al coronel Villalba y al capitán       Escalada y al capitán Cuello con otros capitanes. Y puso este otro escuadrón a la parte de la        Chirinola, y en el otro escuadrón puso a Diego García de Paredes y a Pedro Navarro, y púsolos en   otra viña junto a la artillería, la cual contra aquella parte por donde los franceses venían.

 

            También sobre este momento previo, narra, por su parte, la Cronica manuscrita:

 

            De la otra parte, el Gran Capitán hizo seis escuadrones en derecha frente contra los enemigos. A los             cuernos fueron dos escuadrones de caballos y uno detrás de los tudescos, junto al cual iban la      infantería española, para que, si necesidad hubiesen, pudiesen arremeter. Adelante, con estos            infantes iban Villalba, Pizarro, Coello, Espés, Mandó asimismo que don Diego de Mendoza y      Fabrizio Colona fuesen con los otros caballos de fuera, los cuales detuviesen a los enemigos        escaramuzando. A esta            hora se juntaban los campos. A esta sazón se levantó muy grande oscuridad          de polvo y del humo de artillería, que del todo quitó a los franceses la vista y se fue aquella      niebla mayor con el humo de la artillería.

 

            Segunda fase de la batalla, ataque masivo de la infantería española, tras batir los arcabuceros a la caballería pesada francesa y caer algunos de sus principales jefes, incluido el duque de Nemours. Escribe el autor de la Crónica impresa:

 

            Y toda la otra gente de aquel escuadrón de Diego García de Paredes, que serían mil y quinientos             hombres, saltó luego fuera de las viñas, y juntándose con la otra parte de gente que primero había            salido, siguieron la victoria por aquella parte. Y de tal manera los siguieron que la gente de armas             francesa, que por se salvar de los españoles, a gran prisa huía, rompiendo por un costado su propia       infantería, que ya combatía por la otra parte con el escuadrón de la infantería española, adonde estaba            el capitán Pizarro y el coronel Villalba y el capitán Zamudio, los cuales con los franceses y lo franceses con ellos peleando los desbaratron

 

            En el teatro de operaciones del cerco de Gaeta, cuenta Pizarro con dos detallados pasajes:

 

                        Pues dice la crónica que el Gran Capitán, aquel día que se había de dar la batalla a la ciudad,        por la parte del monte, que era lo más fuerte, hizo meter toda su gente en armas, así a los unos como      a los otros, hora y media antes que fuese de día y lo más secretamente que ser pudo la hizo llegar      junto al muro y mandó que Diego García de Paredes y don Diego de Mendoza y Zamudio y             Pizarro y otros capitanes, con dos mil soldados, diesen la primera batalla y junto con esto ordenó      hasta mil hombres que así por la parte de la marcha al burgo, como por otras partes al monte,        hiciesen muchas arremetidas y acometimientos, de manera que los franceses que estaban dentro de la     ciudad en la defensa del muro, siendo tantos en número como los españoles, después se repartiesen             por partes diversas a defender el muro y no cargasen todos por aquella parte donde el Gran Capitán         tenía pensado dar la batalla.

 

            Otro día siguiente, como el Gran Capitán hubo acordado de tirar el artillería fuera de aquel burgo,            mandó caminar la vía de Castellón todo el ejército, en que tomando él la avanguardia encomendó            la rezaga del campo a García de Paredes y Pedro Navarro y al capitán Pizarro y al coronel       Villalba con hasta mil quinientos españoles. Estos capitanes con aquella gente       se estuvieron quedos   en sus estancias hasta que toda la gente de la avanguardia con el artillería era ya salida del         burgo o arrabal según nuestro romance.

 

            En los escenarios posteriores al momento de levantar el Gran Capitán el cerco sobre Gaeta, por la llegada de socorros a los sitiados, la Crónica Impresa pone a Pizarro en primera línea de las acciones en Rocaseca:

 

                Finalmente, en el último de octubre del sobre dicho año de mil y quinientos y tres años, el          marqués de Mántua se movió de la torre de Campo Latro juntamente con monsieur de Alegre y            vinieron con su ejército a Roca Seca, adonde, como arriba dijimos, estaban el capitán Zamudio y el   capitán Pizarro y el coronel Villalba y el capitán Escalada con su gente. (…)El cual como fuese cerca             de Roca Seca, envió delante un trompeta a requerir a los españoles que en todas maneras y sin    tardanza alguna se seliesen de Roca Seca y dejasen aquella villa libre y             desembargada, donde no que             ellos tuviesen por muy cierto y averiguado que con más daño suyo del             que pensaban se les sacaría    de su poder, ejecutando en ellos todo el rigor que se pudiese ejecutar. Habían de esta sazón salido         de Roca Seca el capitán Zamudio y el capitán Pizarro con alguna gente por reconocer a los f            ranceses, que bien sabían que venían contra ellos sobre aquella villa.

 

            En la guerra de trincheras y posiciones en los pantanos y marismas de la región fluvial del Garellano, de octubre a diciembre de 1503, previos a la decisiva batalla de ese nombre, los días 28 y 29 de diciembre, la Crónica impresa narra:

 

            Y hecho esto, el Gran Capitán, viendo cómo los franceses querían echar en el río la puente, ordenó          de no poner guardia en la ribera del río, por cuya defensión y seguridad del Gran Capitán mandó           hacer una trinchera, para que los españoles que estuviesen de guardia en aquel paso estuviesen             cubiertos sin que recibiesen algún daño de la artillería francesa que desde la ribera les tiraba. Depués de ésto, un día, siendo de guardia, en el paso de la ribera, el coronel Villalba y el capitán Zamudio       y el capitán Pizarro y los otros españoles, como los vieron venir, salieron a ellos con cuarenta   hombres y pelearon un gran rato con ellos

 

            Pero los franceses, viendo venir a todo el ejército español sobre sí, lo mejor que pudieron, se        comenzaron a retirar a su campo, no se atreviendo a esperar a los españoles que eran muchos más sin     comparación que ellos y no se         pudieran sustentar en la guardia de aquel bastión que habían ganado.          De los primeros que socorrieron fueron Diego García de Paredes y el capitán Zamudio y el            capitán Pizarro y el coronel Villalba con mil qunientos hombres.

 

            Tras la victoria de Garellano quedaban por reducir los señoríos rebeldes a la causa española. Esa misión ocupó de enero a agosto de 1504. Pizarro destacó en el sometimiento de Sora y de Rosano. Del primer territorio explica la Crónica Impresa:

 

            Contado ha la historia, como el Gran Capitán, Gonzalo Hernández, después que recibió la ciudad de        Gaeta y hubo de ella echado a los franceses y, dado su cuerpo alguno días de descanso que envió a        los más capitanes del ejército con gente en conquista de muchas villas y lugares del reino de Nápoles      que se tenían por Francia y que entre esteos capitanes envió a Diego García de Paredes con dos mil          infantes y con doscientos caballos ligeros contra una villa que dicen Sora, cabeza del ducado que     así se nombra al ducado de Sora. Pues dice ahora la historia que Diego García de Paredes, con esta      orden del Gran Capitán se partió de Gaeta a diez días andados del mes de febrero del año de mil y          quinientos y cuatro, y andando por sus jornadas allegó a una villa del ducado de Sora que se dice     Arpino, la cual villa tomó por fuerza de armas; y dejando allí aposentada una parte de su gente con el             capitán Pizarro y otros capitanes, él pasó a otro lugar que dicen Casa Oliver.

 

            La última campaña, de mediados de mayo a principios de agosto de 1504, para someter el principado de Rosano, que mantenía la fidelidad a Francia y se negaban a incorporarse al reino napoiltano de Fernando el Católico, se recoge en la Crónica impresa, en el Capítulo CXX “De cómo el Gran Capitán envió a Diego García de Paredes y al capitán Pizarro para que se juntasen con Gómez de Solis, que estaba en Garellano, y fuesen contra el Príncipe de Rosano y contra el Barón de Marzano que se habían hecho fuertes en Rosano, y de lo que ende sucedió”. Sobre la partida y preparación de la misión:

 

            Siendo en la devoción del Rey Católico, casi todo el reino de Nápoles, y no quedando cosa que no          le reconociese por señor, según es dicho, empero había algunos que antes reconocían al francés que a          él, y para esto el Gran Capitán contra el Príncipe de Rosano, que mantenía juntamente con el Barón         de Marzano y otros señores y baronses de aquella provincia el nombre de Francia, y haciendo grande      junte de gentes salían de Rosano a correr todas las villas y lugares de aquella provincia que se tenían por España hasta llegar a Curillano, donde estaba en frontera con alguna gene el comendador Gómez       de Solís, envió a Diego García de Paredes y al capitán Pizarro, para que se juntasen con el     comendador Gómez de Solís, que a la sazón estaba en Curillano y tenía consigo 100 caballos ligeros           y otros tantos hombres de armas, y que todos juntos fuesen contra Rosano, adonde el Príncipe con      todos los principales señores y caballeros de aquella provincia se habían hecho fuertes

 

                A cerca de la toma de posiciones para el sitio y toma de la ciudad de Rosano, el capítulo

CXXIII » De como el ejército español se levantó de aquel lugar de la marina y se vino a poner junto a Rosano y como el coronel Villalba hizo una cabalgada del ganado de la ciudad».

 

            Como Diego García de Paredes allegó al campo de los españoles bien instruído del estado de la    ciudad de Rosano, habiendo a los capitanes, sus compañeros, avisado, luego otro día en la mañana se          levantaron de aquel lugar donde hasta entonces habían estado aposentados y vinieron a poner cerco     más junto a la ciudad. Los cuales, como llegaron a Rosano, para tenerla en mayor estrecho por todas   partes, hiceron dos partes de su ejército: en la una quedó el comendador Gómez de Solís y el capitán   Pizarro y se pusieron junto a una iglesia que llaman San Andrés. En la otra parte quedó Diego García de Paredes y el coronel Villalba junto a la iglesia de que llaman San Francisco, adonde            ambos los aposentos en cuatro meses que estuvieron sobre Rosano nunca dejaron de hacer todo el             daño que pudieron en la ciudad

 

            Y sobre las operaciones finales de la campaña, el capítulo CXXVI de la Crónica impresa explica “De como el capitán Pizarro y el coronel Villalba se juntaron y fueron a tomar unas grutas que estaban fuera de Rosano, adonde eran veinte hombres de guarda, y lo que ende hicieron”

 

            Estando las cosas de la ciudad de Rosano en este estado, el capitán Pizarro que estraba en compañía             comendador Gómez de Solís y el coronel Villalba y Diego García de Paredes ordenaron ambos a          dos, es a saber, Pizarro y Villalba, de ir a tomar unas grutas que son fuera de la ciudad, a donde los del príncipe hacían             guardia. Los capitanes españoles, tomando de sus compañías hasta cien      hombres. Un   día, en medio del día,             en la siesta, salieron de su campo y fueron a dar sobre         aquella guardia de las grutas, a donde estaban veinte hombres de guarda.

 

            (…) Pues, ordenado esto por los de Rosano y puesto por obra, salió, como dicho es de aquella      emboscada             al alba del día, conforme a lo concertado y envió la tercera parte de su gente a los             españoles que hacían la guardia hacia aquella parte que sería haste veinte hombres, y como aquellos       del príncipe eran más de ochenta hombres,         aunque los españoles pelearon como leones, a la      postre fueron por los de Rosano rotos y se empezaron a retirar. En esto, al ruido, acudieron los españolesque estaban con el capitán Pizarro en las grutas, en socorro de los suyos, quedando en     guardia de las grutas el coronel Villalba y con hasta cincuenta soldados; y como Pizarro vio     maltratar la guardia de los españoles, socorrióles con tanto ánimo y presteza

 

 

            Del análisis de todas las citas anteriores podemos extraer las siguientes conclusiones:

 

1-Pizarro combatió, junto a García de Paredes, y otros dos compañeros, Zamudio y Villalba, en las principales batallas y acciones de la segunda guerra italiana, además de ser protagonista de episodios concretos en los que destacó y por ello es mencionado en las crónicas.

2-García de Paredes recibe órdenes directas del Gran Capitán; y Pizarro de García de Paredes, su coronel, como integrante de su bandera en la que es capitán; si bien éste mismo también las recibe del propio Gran Capitán.

3-En las acciones en las que combate junto a Villalaba, aparece más como un igual que como un subordinado, a pesar de ostentar éste el grado de coronel desde febrero de 1503.

4-El triplete, Zamudio, Pizarro, Villalba, actúa casi siempre juntosy bajo las órdenes de García de Paredes. Es difícil encontrar en las fuentes referencias a los tres por separado.

5-El número de hombres que manda Pizarro en las operaciones de mayor envergadura, se sitúan generalmente entre 200 y 300, los que correspondían a una compañía, con un capitán por jefe.[42]

           

            Pizarro siempre participa en misiones arriesgadas en primera línea de combate y recibe encargos de responsabilidad, como, a) cabalgadas para correr la tierra en busca de ganados y abastos que robar en territorio enemigo; b) descubiertas de reconocimiento y hostigamiento del enemigo que derivan en frecuentes escaramuzas o rencuentros, más aun en la etapa de guerra de posiciones y desgaste del encierro en Barletta, de julio de 1502 a abril de 1503; c) sitios, asedios y asaltos y operaciones propias de comandos de guerrilla. Y en las dos batallas principales, Ceriñola y Garellano se encuentra en ambos casos, junto a su coronel, García de Paredes y sus compañeros en el cuerpo central de tropas que inicia el ataque. En cualquier caso, son acciones de combate propias de un capitán experimentado pero joven, con fuerza física y sicológica, que se juega la vida casi a diario, más que de un posible coronel, ya maduro, incluso mayor para la esperanza de vida de aquellos tiempos y más con el desgaste de la vida militar[43]. En 1504, cuando acaba la segunda guerra italiana, Francisco Pizarro, se encontraba en la primera mitad de la veintena de años, de 21 a 26 años. Su padre Gonzalo Pizarro, tendría por entonces, como mínimo 46 años, o se acercaría a los 60, si consideramos las fechas de nacimiento más antiguas, propuestas para éste.[44] Las aventuras bélicas y vitales en las que se desenvuelve el Pizarro de las crónicas son más propias para el joven Francisco Pizarro que para el maduro Gonzalo Pizarro.

 

            Los ascensos y grados militares de Pizarro se pueden resumir en dos fechas : a) Enero de 1497, cabo de escuadra en la primera compañía de Paredes en el ejército pontificio, con el cual entra en combate en el asalto de Montefiascone, a fines de abril de ese mismo año; b) Noviembre de 1500, capitán en el ejército español del Gran Capitán. Hace toda la guerra con ese grado. Esta trayectoria se puede valorar en relación a sus compañeros. García de Paredes, como hemos visto, asciende desde capitán en 1497, en 1501, cuando forma y recluta sus primera bandera y se incorpora al ejército del Gran Capitán, ya tenía nombraniento de coronel de ejército pontificio.

Villalba, por su parte, asciende más rápido que Pizarro. En el ejército pontificio ambos son cabos de escuadra y, en Cefalonia, en el ejército español, los dos son capitanes[45]. Sin embargo, en Ruvo, en febrero de 1503, el primero ya es coronel. Los dos progresan dentro del Ejército del Gran Capitán, en el que se integran a partir de la bandera que García de Paredes reclutó en junio de 1501[46] Los méritos de guerra de ambos son similares, hasta entonces.

 

            Por tanto, dentro de las costumbres de ascenso de la época, después de la edad y la experiencia, que no es el caso, sólo se explica por el posibe mayor estatus social de Villalba o por su mayor cercanía de parentesco o afinidad con Paredes, ya que no por paisanaje, pues Pizarro está más cercano a él, al ser trujillano y Villalba placentino. De hecho, éste ejerce de lugarteniente de García de Paredes cuando es herido de gravedad en la acción de repeler la salida del cerco que hicieron los italianos de Rosano, de forma masiva, contra los españoles, en julio de 1504. Todo ello en la última etapa de la segunda guerra italiana, cuando sólo quedaban algunos señoríos rebeldes por someter a la obediencia de España[47].

 

            Zamudio, por su parte, es mencionado de forma explícita como capitán, por primera vez, en el asalto a Roca Guillerma, en el otoño de 1503[48]. Sin embargo, seguramente ya lo fuera en su primera aparición en la Crónica Impresa, en la batalla de Ceriñola[49]. Igual que Pizarro, aparece varias veces en las crónicas sólo por su apellido, cuando ya era capitán . Todos pertenecen al arma de infantería. Si bien, como coronel y capitanes se desplazan a caballo, siempre, salvo excepciones, de acciones de asalto que mandan tropas a pie[50].

 

 

 

 

EL FIN DE UN TÓPICO Y DE LA AVENTURA ITALIANA A LA EMPRESA INDIANA

 

            ¿De dónde viene el tópico historiográfico de la presencia de Gonzalo Pizarro en las Guerras de Italia con el Gran Capitán?. En las fuentes de primera mano, desde luego, no hay pruebas. Es posible que pudiera participar en la primera campaña del Gran Capitán. Tampoco tenemos evidencias firmes para negarlo, como sí las tenemos para la segunda guerra. El tópico procede de testimonios, muchos de ellos cuestionados incluso en la su época, en memoriales, o recopilaciones de pleitos y sentencias, entre ramas familiares de los Pizarro que aspiraban a la posesión de los mayorazgos de Gonzalo Pizarro y sus hijos[51]. Tiene su origen también en la gran obra de propaganda en apoyo de la consecución del marquesado de la Conquista, Varones ilustres del Nuevo Mundo. de Fernando Pizarro y Orellana, publicado en Madrid en 1639[52]. Y pasa el tópico a la historiografía clásica gracias J.M Quintana, Vida de Gonzálo Fernández de Córdoba, llamado el Gran Capitán, publicado en París en 1827.

 

            Existen dos pruebas irrefutables que se han venido pasando por alto por toda la historiografía. Hay evidencias en las fuentes directas de que Gonzalo Pizarro se encontraba en Trujillo en 1502 y en 1503, coincidiendo con Ceriñola, Garellano y las principales batallas de la segunda guerra italiana del Gran Capitán. Ladero Quesada[53] estudia un alarde, o recuento de caballeros reclutables para la guerra y defensa del reino, del primer año citado, donde, según él aparecen «en Trujillo, el futuro dominador del Perú, Francisco Pizarro, desposado, que vive con Gonzalo Pizarro, el Romano»[54]. Mira Caballos explica que se trata de él, pero que el Francisco referido no es el conquistador del Perú.[55] Por otro lado, Canilleros demuestra que Gonzalo Pizarro se está casando en Trujillo, con Isabel de Vargas, el 29 de julio de 1503.[56]

 

            ¿Hasta cuándo permaneció Pizarro en Italia? ¿Cuándo y con qué motivante concreto partió hacia América? Sabemos que Diego Gacía de Paredes embarcó en Nápoles, rumbo a España, el 20 de agosto de 1504. ¿Volvió Pizarro con él?. En una nómina de unas cuantas decenas de mandos españoles, destacados en la segunda campaña italiana del Gran Capitán, redactada hacia 1506, se menciona que «El capitán Pizarro ha servido con cargo de gente desde el viaje de La Chafalonia -Cefalonia- fasta agora, e ha seydo herido muchas veces»[57]. El caso es que no tenemos referencia documental de que continuase allí. Sí la tenemos de su compañero, el capitán Zamudio en 1507[58]. Según la Crónica manuscrita, la bandera de García de Paredes, con Pizarro, Villalba y Zamudio, hizo entrada triunfal en Burgos, en octubre de ese mismo año, acompañando al Gran Capitán[59]. Sin embargo, no sabemos si se trata de una imagen idealizada, para recoger en un mismo episodio y mención a los mandos militares más destacados de la segunda guerra italiana, al modo, ya visto, de la lista de embarcados en el viaje de ida a Nápoles del Gran Capitán, de junio de 1500. No obstante, podemos darle a la cita un márgen de crédito, como se verá más adelante.

 

            Si fuera así, tendríamos una posible fecha máxima para la presencia de Francisco Pizarro en España, 1507, antes de emprender su aventura americana. Descartadas las armadas colonizadoras de 1502 y 1504, de Ovando y de Cristóbal Colón respectivamente, como medio de llegar a América para Pizarro, como argumenta Mira Caballos[60], es evidente que tuvo que ser después de esas fechas. De hecho, no tenemos evidencias ciertas de su presencia en América antes de 1509. En febrero de 1510 sale de Santo Domingo, como capitán con la expedición de Alonso de Ojeda, a explorar y tomar posesión de la gobernación que éste obtuvo en Urabá. Todas las circunstancias y su hilo temporal encajan para que le diera tiempo de acabar su aventura italiana antes de emprender la indiana.

 

            Podemos plantear una hipótesis que estamos desarrollando en otro trabajo. Diego de Nicuesa y, Juan de la Cosa, en nombre de Alonso de Ojeda, capitularon en Burgos, el 9 de junio 1508, para poblar sus respectivas gobernaciones de Veragua y Urabá respectivamente. Meses antes, como hemos visto, las crónicas relatan la posible entrada de Francisco Pizarro en esa ciudad con el cortejo triunfal del Gran Capitán: ¿fue una ocasión de contacto con la posibilidad real de acudir a la aventura americana, con una empresa ya en marcha?. No deja de ser una conjetura viable.

 

            Podemos asentar varias conclusiones básicas de este estudio que forma parte de un proyecto de investigación más amplio. Los resultados obtenidos, fruto del análisis de las crónicas de la época, dan validez a la Real Cédula de 22 de diciembre de 1537 que reconoce los servicios, de Francisco Pizarro, «Así en nuestros reinos como en Italia y otras partes de nuestras Indias».[61] El único Pizarro que no necesita presentación ni nombre de pila, por ser de sobra conocido por el gran público en las fechas de publicación de la Crónica impresa y de la Crónica manuscrita, a partir de 1554, es el conquistador del Perú. En las guerras de Italia, en especial en la segunda campaña del Gran Capitán, se formó en la guerra de escaramuzas y reencuentros, tan útil en la guerra indiana. Francisco Pizarro pudo salir hacia América a partir de (1504-1509). Con muchas posibilidades de partir en la armadas colonizadoras de ese último año de Nicuesa-Ojeda que pudieron ser los motivadores de su aventura indiana, o en la de Diego Colón; o de partir en cualquier de los navíos sueltos de ese año o el anterior. En el peor de los casos, admitiendo alguna reserva de duda, lo innegable es que el Pizarro que mencionan las crónicas no es Gonzalo Pizarro. Esta afirmación equivale a desmentir tópicos muy arraigados sobre la biografía del padre del conquistador y, en cierto modo, a desmitificar su figura y, por complemento, a redimensionar la de su hijo[62]

 

 

 

 

 

 

 

 

APÉNDICE I. GARCÍA DE PAREDES Y PIZARRO EN ITALIA. (1497-1504)

ETAPAS MILITARES

GESTAS DE GARCÍA DE PAREDES

GUERRA Y POLÍTICA

1-EJÉRCITO PONTIFICIO (noviembre 1496-noviembre 1499)

Roma. Otoño, 1496. Ingresan en guardia vaticana, alabarderos

Juego de la barra.

Fines 1496

Comienza conquista vaticana de plazas rebeldes de la Romaña

Primera Compañía

26 enero, 1497

Paredes, capitán

Pizarro, cabo escuadra

Bracciano. Juan Borja, levanta el cerco

Soriano. Derrota. 25 enero 1497

Romaña. Primera campaña.

Enero-junio, 1497.

Escalada del baluarte

Sitio de Ostia por el Gran Capitán.

Febrero-marzo. Toma, 9 marzo, 1497

Entrada triunfal en Roma. 15 marzo, 1497

Escalada de las almenas

Toma de Montefiascone. Fines abril, 1497

Roma. Junio 1497-octubre 1499

 

Juan Borgia, asesinado. 16 junio, 1497

Romaña. Segunda campaña.

Noviembre-diciembre, 1499

Destaca en toma de Imola y Forli.

Campaña de César Borgia en la Romaña.

Emboscada por soldados de Urbino.

Duelo con capitán Celare Romano. Cese en mando

2-EJÉRCITOS DE LOS CONDOTTIERI (Enero-agosto, 1500)

Ejército del duque de Urbino

Enero-febrero. 1500

Río Metauro o Foglia. Vadeo. Derrotan al ejército Pontificio

Guerra entre Urbino y el Vaticano

Ejército de Próspero Colonna

Marzo-fines de agosto, 1500

Paredes asciende a coronel

Duelo con capitán Palomino. Castell Gandolfo. 3 julio, 1500

Guerra entre los Orsini y los Colonna

3-EJERCITO ESPAÑOL Y SEGUNDA GUERRA ITALIANA (agosto 1500-agosto 1504)

3.1-CAMPAÑA DE CEFALONIA (agosto 1500-enero 1501)

Mesina. Se incorporan al ejército del Gran Capitán. Agosto/septiembre, 1500

 

 

 

 

Bula de Cruzada, Alejandro VI.

1 junio, 1500.

Expedición naval del Gran Capitán.Málaga-Mesina. (5 junio -18 julio/1 agosto, 1500)

Salida hacia Cefalonia, 27 septiembre 1500.

Un mes en la isla de Zante. 27 de octubre se incorpora escuadra veneciana.

Cefalonia.

Noviembre-diciembre 1500

Elevado a la muralla con garfios. Combate en solitario 3 días.

Cefalonia. Sitio y asalto. Castillo de San Jorge (8 noviembre-24 de diciembre, 1500)

Regreso de la flota española, de Cefalonia a Siracusa. (7-22 enero, 1501)

3.2-PARÉNTESIS PONTIFICIO (febrero-junio 1501)

Romaña. Tercera campaña. Febrero-abril, 1501

Toma de Fosara, febrero

Sitio de Faenza.

(7 marzo-25 abril, 1501)

 

Roma. Mayo-junio, 1501. Guardia vaticana.

   

3.3-CAMPAÑA DE NÁPOLES (junio 1501-agosto 1504)

Unión definitiva al Gran Capitán, con permiso de César Borgia, junio, 1501

Bandera Paredes: 800 hombres.

Expedición naval de Ostia a Milazzo. (Sicilia) (5 naves) (24 junio-12 julio, 1501)

Se unen a ejército español en Nicastro.

3.3.1-SOMETIMIENTO DE ZONA ESPAÑOLA. (JULIO 1501-JUNIO 1502)

 

Deshace salida italiana para levantar el sitio

Cosenza. Resistencia de la fortaleza.

Sitio y entrega. Fines julio, 1501

 

ExpedicIón naval de Tropea-Tarento

(31 agosto-16 septiembre, 1501)

Sitio y entrega de Tarento

(16 septiembre, 1501-30 enero, 1502)

Manda 2.000 infantes con Pizarro y Pedro Navarro. Apresa bergantín francés

Expedición naval Tarento-Manfredonia a reforzar el sitio. (23 febrero-1 marzo, 1502)

Manfredonia. Sitito y entrega. 4 marzo, 1502

 

Pizarro. Salida de cubierta de retirada

Nochera. Marzo, 1502.

 

Ischitella-Mont Sant Angelo. Atella. Guarnición, Marzo-junio1502

Tregua. Entrevistas Nemours-Capitán.

(4 abril-22 junio, 1502). Estrategia dilatoria.

3.3.2-GUERRA DE RESISTENCIA Y DESGASTE. ACANTONAMIENTO EN BARLETTA.

(10 julio, 1502-27 abril, 1503)

Ceriñola. GuarniciónPrimera escaramuza en las viñas. Principios julio, 1502.

Promueve el socorro de Canosa, defensa del sitio francé, 16 de julio, y toma

Barletta. Cuartel general. Puestos de línea avanzada, perdidos, Andria, Canosa, Ceriñola: julio, 1502.

Ceriñola. Segunda escaramuza en las viñas. 27 agosto, 1502

Celada y derrota a retaguardia francesa.

Reto de batalla de Nemoursante Barletta, rechazado. Frente estable

Desafíos y duelos.

Septiembre-diciembre, 1502

 

Sofoca un motín en cuartel general

Barletta. Descontento de la trop a.

Septiembre, 1502.

Principal destacado

Desafío de Trani. 27 septiembre, 1502

Combate con maza

Desafío 12 contra 12, (los cinco coroneles)

Ganador sin combatir

Desafío frustado con Foment.Diciembre, 1502

Incursiones y escaramuzas

(Diciembre, 1502-marzo, 1503)

Ocupa Vieste antes que los franceses (en Rodi)

Expedición naval de socorro por Manfredonia a San Juan Redondo. No llega a tiempo.

 

Escaramuza. Rechaza avanzada.

Desembarco francés en Vieste

Celada victoriosa en puente del río Ofanto. Rechazo de avanzada sobre Barletta.

Canosa, a correr el campo por ganado y desafío no aceptado a Nemours. 19 diciembre, 1502. Gran Capitán. Pizarro.

Villalba.

Celada victoriosa en grutas de Trani

Grutas de Trani. 19 enero 1503. Avanzada de hostigamiento. Participa el Gran Capitán.

 

Otranto. Victoria naval 16 febrero, 1503

Castellaneta. Ayuda española a rebelión local

Ruvo. Asedio y toma. 23 febrero, 1503. Pizarro, Zamudio y Villalba

Escaramuza en viñas. Asalto a la torre.

Bisceglie. Expedición a correr la tierra: sarmientos para caballerías. 13 marzo, 1503

3.3.3-CERIÑOLA. CONQUISTA DE NÁPOLES Y ENTORNO. (abril-junio, 1503)

 

En vanguardia, sector central con infantería: Paredes, ala izquierda. Pizarro, ala derecha.

Recibe primer embate, inicia contraataque

Ceriñola, 27 abril, 1503: marcha; 28 de abril. Batalla

 

Entrada triunfal y guarnición en Nápoles. (16 mayo-18 junio, 1503). Retirada y acantonamiento francés en Gaeta

Reduce a la guarnición

Canosa. Toma, 29 abril, 1503

Aplacado por García de Paredes.

Motín y saqueo de Melfi. 1-6 mayo, 1503

Lidera la misión con 1.500 infantes y 300 jinetes ligeros.

Misión para tomar San Germán, antes de que Pedro Médicis la entregue a Francia. Entrega de la ciudad. Asalto del Castillo.

Pedro Médicis se refugia en Motecasino

 

Toma de Castell Nuovo y Castell dell Ovo.

12 junio, 1503

Paredes se une en Pontecorvo.

Marcha del Gran Capitán de Nápoles a San Germán (18-24 junio, 1503).

Lidera misión. 500 infantes. Asalto final y rendición

Misión para tomar Roca Guillerma, desde Pontecorvo. 26 junio, 1503. Entra Gran Capitán, pero nueva entrega a los franceses.

3.3.4-GARELLANO. GUERRA DE POSICIONES (julio-diciembre, 1503/enero, 1504)

3.3.5-SUMISIÓN DE SEÑORÍOS REBELDES. SORA Y ROSANO. (febrero-agosto 1504)

Fuente, Canilleros, García de Paredes, ob., cit., Elaboración propia.

Notas

[1] Muñoz de San Pedro, Miguel -conde de Canilleros-: Diego García de Paredes. Madrid, Espasa Calpe, 1946, p.93. A partir de ahora lo nombramos por su forma más conocida, como Canilleros. Este autor presenta la lista. El lugar de nacimiento de Villalba y de Urbina lo determinamos por sus biografías respectivas. Para ambos: Vid. Galbete.V.: «Vida y andanzas del Coronel Cristóbal de Villalba«, Príncipe de Viana, 25, 1946, pp. 695-734.- Cano Montero, J.V.: Vida y leyenda del Coronel Cristóbal Villalba.Plasencia, 2007.

[2] Sin entrar ahora, a fondo, en el debate historiográfico. Mira Caballos, en su reciente biografía, en la nota 96 del tercer capítulo cita los autores que sostienen, sin más, que Francisco Pizarro pudo participar en la primera guerra de Italia, (1494-1498) .Este mismo autor afirma que «bien pudo haber participado en la segunda, entre junio de 1500 y principios de 1502, antes de embarcarse en la cuarta expedición del almirante Cristóbal Colón» y que «la presencia de Francisco Pizarro no ha podido ser verificada documentalmente, aunque tampoco la podemos descartar». Si bien, acepta que el padre sí se encontró en aquella segunda guerra. En cualquier caso, Gonzalo Pizarro pudo estar en la primera, nada lo desmiente de momento pero, en nuestra opinión, que fundamenta todo este trabajo, es demostrable que no combatió en la segunda campaña italiana del Gran Capitán. Cfr. Mira Caballos,E.: Francisco Pizarro. Una nueva visión de la conquista del Perú. Barcelona, Crítica, 2018, pp.76 y 318; pp. 71-72

[3] Busto Duthurburu, J.A.: El marqués gobernador. Madrid, Rialp, 1965.

 

[4] Rodríguez Villa, A. (ed.): Crónicas del Gran Capitán. Madrid, Bailly Bailliére e hijos, 1908.

[5] La primera parte de la obra se dedica a la introducción y a la valoración histórica de las fuentes así como a una compilación de cartas del Gran Capitán, recibiendo o dando órdenes, como gobernador y virrey de Nápoles principalmente. Por ello, al citar cada esta obra a lo largo del texto, por la numeración de las páginas se puede determinar a que tipo de crónica o fuente original se refiere. En las citas contrastamos, cuando es posible, las dos principales: la Crónica impresa o general y la Crónica manuscrita. Las organizamos por episodios bélicos, en los cuales Pizarro es protagonista de primera fila. Primero presentamos el cuadro de citas con sus referencias, con ello evitamos multiplicar las notas a pie de página; segundo, mostramos en el Apéndice una tabla con el resumen de hechos bélicos que les sirven de contexto, para no tener que redundar en éste aspecto.

[6] Zurita, Jerónimo.: Historia del rey Don Fernando el Católico. De las empresas, y ligas de Italia, 1580. (Zaragoza, 1989-1996), 6 vols. Usamos la edición electrónica, José Javier Iso (coord) y otros.

[7] Tamayo de Vargas, Tomás.: Diego García de Paredes. Relación breve de su tiempo. Madrid, 1621.

[8] La primera fecha es aproximada de confección y la segunda la de primera publicación.

[9] Vid. Vázquez Bravo, H.; Pallarés Jiménez, M. A. y Sanz Fuentes, Mª. J. (en prensa):“La conquista del reino de Nápoles”, primera crónica de los hechos del Gran Capitán. Edición y estudio.

[10] El manuscrito de Francisco de Herrera, datado en Montilla, en 1669, titulado Historia de las proezas y hazañas del Gran Capitán Don Gonzalo Fernández de Córdoba, es, en realidad, una posible versión más de la Crónica manuscrita. Hemos utilizado el manuscrito digitalizado en la Biblioteca Virtual de Andalucía

[11] Vid. Introducción de A. Rodríguez Villa, ob., cit., pp. I-XVII

[12] Los estudios más recientes confirman que se trata de una autobiografía del mismo García de Paredes si bien el manuscrito recibió leves añadidos finales. Vid. Sánchez Jiménez, A. y Sánchez Jiménez, M.:, La suma de la cosas que acontecieron a Diego García de Paredes y de lo que hizo. apuntes de su autoría Revista de Estudios Extremeños, Vol. 60, nº 1, Badajoz, 2004, pp.231-242

[13] Está recogida dentro de la compilación de Cartas del Gran Capitán con la cual completa su edición. edición de fuentes antiguas. Rodríguez Villa, ob., cit., p. LXVI, Carta 77.Vid. Fernández de Oviedo, G.: Batallas y Quincuagenas. Madrid, Real Academia de la Historia, 2000

[14]  Canilleros, García de Paredes, ob., cit., pp.92 y 153.

[15]  Esta referencia es igual tanto en la Crónica General como en la Manuscrita. Rodríguez Villa, ob. cit., p.101

[16] Hay un cronista homónimo de la Conquista, pero habría que profundizar mucho antes de forzar cualquier identificación.

[17] Según Álvarez Ossorio en el cortejo de la entrada triunfal del Gran Capitán en Burgos, del que se tratará, participa un tal Luis Pizarro que no aparece en las crónicas estudiadas. Cfr. Álvarez-Ossorio, Alvariño, A.: «Razón de linaje y lesa majestad. El Gran Capitán, Venecia y la Corte de Fernando el Católico (1507-1509)». De la unión de coronas al Imperio de Carlos V, vol.III, Madrid, 1999, p.40. Citado por Mira Caballos, ob., cit., p.72.

[18]  En este duelo destacan, por tanto, dos coroneles extremeños, otro que por el apellido puede serlo: coronel Andana, o Aldana, y el capitán Alvarado que igualmente también pudiera serlo. Rodríguez Villa, ob., cit., p.57.

[19] En esa época el rango de coronel era un cargo más funcional que orgánico, ya que no existía propiamente en la plantilla militar del momento, ni en la posterior de los Tercios que tiene aquí su arranque organizativo. Se puede definir como un capitán de capitanes, que comanda varias compañía. Para el análisis de la terminología y entender el contexto militar de la época son de obligada consulta las siguientes obras: Lanuza Cano: El ejército en tiempos de los Reyes Católicos. Madrid, Federico Domenech, 1953.- Quatrefages, R.: La Revolución Militar Moderna. El Crisol Español. Madrid, Ministerio de Defensa, 1996.-Martínez Ruiz, E.: Los soldados del rey. Los ejércitos de la Monarquía Hispánica (1480-1700). Madrid, Editorial Actas, 2008.- Ladero Quesada, M.A.: Ejércitos y armadas de los Reyes Católicos. Nápoles y El Rosellón (1494-1504). Madrid, Real Academia de la Historia, 2010

 

[20]  Las dos crónicas recopiladas por A.Rodríguez Villa recogen 37 referencias al apellido Pizarro, 34 de ellas corresponden al mismo: Pizarro a secas o capitán Pizarro. (Ver Cuadro 3). Es uno de los mandos más repetidos. En el mismo nivel de referencias se encuentra Villalba y por detrás de ambos, Zamudio. Por supuesto ,García de Paredes es nombrado muchas más veces. La Crónica impresa es la fuente que más referencias ofrece.

[21] Para la biografía e innovaciones militares del Gran Capitán, resultan imprescindibles: Martín Gómez, A. L.: El Gran Capitán. Las campañas del Duque de Terranova y Santángelo. Madrid, Almena, 2000.- Ruiz-Domènec, J. E.: El Gran Capitán: retrato de una época. Barcelona, Península, 2002.- Jiménez Estrella, A.: “Don Gonzalo de Córdoba: el genio militar y el arte de la guerra al servicio de los Reyes Católicos”, Chronica Nova, 30, 2003-2004, pp. 191-211.-Martínez Láinez, F. y J. Mª Sánchez de Toca: El Gran Capitán: Gonzalo Fernández de Córdoba. Madrid, EDAF, 2008.

 

 

[22] Canilleros cita a Urbina en la campaña de Nápoles, pero las crónicas no lo mencionan. No tenemos más referencias sobre Para este autor, Vargas que es trujillano, sin aportar más información. No hay que olvidar que lo lleva un linaje trujillano emparentado con los Pizarro, como se verá. Canilleros, García de Paredes, ob., cit., pp. 93 y.15

 

[23] Rodríguez Villa, ob., cit., p.255

[24] Se refiere el documento a duelos a muerte que daban derecho al vencedor a apropiarse de la espada y la capa del vencido, muy cotizadas. Canilleros, García de Paredes, ob., cit., p.91

[25] Sin ningún fundamento, Canilleros hace llegar a los dos hermanos Paredes, con su escudero Tapia a Nápoles, en vez de a Roma Este mimo autor deduce que salen de Trujillo a fines del verano de 1496, tras fallecer la madre de Diego García de Paredes . Ibídem, pp.89-93

[26] Alvaro Pizarro, trujillano, estaba casado con Giovanna Todeschini Piccolomini de Aragón que había fallecido hacia 1501. Esto indica que antes de esa fecha ya residía en Italia. Por tanto, pudo ser uno de los motivadores de la presencia de sus paisanos allí. Es posible que participase también en la primera guerra y campaña italiana del Gran Capitán. Este matrimonio inicia la línea genealógica de los Pizarro de Aragón de Trujillo, señores de San Juan de Piedras Albas.Vid. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Vol. 5, años 1998-1999, p.191,

[27] Los testigos de la probanza de Pizarro de 1529, cuando volvió a Trujillo a reclutar voluntarios para la conquista de Perú, avalan que salió de su ciudad natal por los años finales de la década de 1490, por el tiempo que hacía que no le veían. Porras Barrenechea, R.: «Información sobre el linaje de Francisco Pizarro, hecha en Trujillo de Extremadura en 1529». Revista de Estudios Extremeños, vol. VI, 3-4. Badajoz, 1950, pp.331-393.

[28] Canilleros deduce que salieron de Trujillo en el otoño, o fines del verano, de 1496. si bien la Breve Suma confunde la fecha, con 1507. Cfr. Canilleros, García de Paredes, ob., cit., pp.. 91-93 y 255.

[29] Tamayo sostiene, sin más, que Pizarro y los demás ya se encontraban en la Guardia del Papa. Canilleros asume este argumento, al afirmar que Gonzalo Pizarro, a quién identifica con el Pizarro de las crónicas, que ya estaba en Roma cuando llegó Paredes. Canilleros, García de Paredes, ob.cit p.81

[30] Nacido entre 1446-1458, según los datos más fiables, si bien la última fecha es la más probable. Mira Caballos, ob., cit., p.313.

[31] Mira Caballos, ob., cit, pp.64-65. Los análisis de ADN de sus restos sitúan su nacimiento en el último año de esa horquilla. Los testimonios personales del conquistador basculan más hacia el principio y el centro de la misma.

[32] Su hemano Hernando fue nombrado capitán de infantería con 17/18 años. Además en los ejércitos ingresaban también adolescentes, casi niños aún, como tambores, pífanos y otras tareas auxiliares. Nombramiento de Hernando Pizarro como capitán de Infantería. 27 de julio de 1521. AGI. Patronato, legajo 90 A, número 1, ramo 1.

[33] Greenwich Centeno, E.R.: Francisco Pizarro. De Trujillo de Extremadura la ciudad de los Reyes. Lima, Fundación Obra Pía de los Pizarro, 2008, p.75. Según los análisis de los huesos de Pizarro, hallados en la catedral de Lima, tendría una estatura de en torno a 1,72 a 1,73, elevada para la media española de la época. Y como alto lo describen los cronistas que se ocupan de su aspecto.

[34] Rodríguez Villa, ob., cit., p.255 y 257. Sin embargo, el Privilegio de armas, lo menciona como coronel con el ejército pontificio, con siete banderas -compañías- a sus órdenes. Citado por Canilleros, García de Paredes, ob., cit.,p.98.

[35] Estudios recientes. Ruiz Moreno, J.: «Las espadas de dos manos de Diego García de Paredes, el Sansón extremeño». Actas de los Coloquios Históricos de Extremadura, 2011 (versión electrónica) y Diego García de Paredes. 1468-1533. Las campañas de el «Sansón» extremeño. Almena, 2017.

[36] Sin embargo, sobre la batalla de Garellano, la segunda más importante de esta guerra, el 28 y 29 de diciembre de 1503, las menciones directas a Pizarro se refieren al teatro de operaciones previo y posterior, como se va a ver.

[37] Cuando no hacemos referencia a la fuente se trata de la Crónica impresa o general, y si no a las demás ya referidas en el Cuadro 3.

[38] Canilleros, García de Paredes, ob., cit., p.121

[39] La crónica manuscrita ya menciona a Villalba como coronel en Cefalonia, en diciembre de 1500, pero el resto de citas, contenidas en la crónica impresa, no lo refieren como tal hasta el asalto de Ruvo, en febrero de 1503.

[40] Ceriñola

[41]  La fecha de la crónica es inexacta. Por el contexto, la acción se sitúa en diciembre de 1502 o enero de 1503.

[42] Esta cifra resulta de dividir el número total de hombres de cada operación entre los mandos que participan, cuando está incluido Pizarro en ella.

[43]  Si bien, tanto el propio Francisco Pizarro, como el mismo García de Paredes, cuando mueren, se encuentran activos y en vida de combate, a pesar de su avanzada edad. Pero son precisamente ejemplos especiales.

[44]  Mira Caballos, Francisco Pizarro, pp.63-65. Incluso en los fondos archivísticos digitalizados del Archivo General y Real de Navarra, -Fondo Rena- donde encuentra este autor menciones a Gonzalo Pizarro en la Guerra de Navarra, se deduce que su participación es más de retaguardia y de dministración que de vanguardia, como pretendemos demostrar en otro estudio próximo. En ninguno de esos documentos, al final de sus días y de su carrera militar, aparece nunca como coronel. Cfr. Mira Caballos, E.: «Documentos inéditos sobre Gonzalo Pizarro, padre del conquistador del Perú». Actas de los XXXIX Coloquios de Historia de Extremadura, Trujillo, 2012.

[45]  Crónica General, ob., cit., págs. 64 y 152. No aparecen mencionados entre los capitanes de la bandera que reclutó García de Paredes, según la Información instruida en Nápoles sobre los servicios prestados por el coronel Diego García de Paredes, hecha el día 14 de julio de 1507. Citado por Canilleros, Diego García de Paredes. Canilleros, Diego García de Paredes., ob., cit., p.145.

[46]  Ver Cuadro 1.

[47]  Canilleros, García de Paredes, ob., cit., pp.254-255.

[48] Rodríguez Villa, ob., cit., p.195

[49] Ibídem, p.159.

[50]  Los cuerpos y armas que aparecen constantemente en la crónicas son infantaría, caballería pesada o «gente de armas» y caballería ligera. Dentro de la infantería se engloban el conjunto de funciones del ejértico, incluidas la de ingenieros minadores, zapadores y pontoneros que destacan respectivamente en los asedios y asaltos o en las operaciones previas a la batalla de Garellano. Pizarro manda una compañía de infantería española, ya que la infantería alemana o italiana se encuentra bajo mandos de sus propias nacionalidades, y éstos a las órdenes directas del Gran Capitán o del lugarteniente español en quien éste delegue.

[51] Memorial ajustado hecho con citación de las partes.Madrid, 17 de octubre, 1748. Archivo de la Fundación Obra Pía de los Pizarro. En otro trabajo que estamos realizando, sobre la formación militar del clan Pizarro y de los conquistadores en general, desmontamos varios de estos tópicos, incluida la referencia que ese memorial hace de la presencia de Gonzalo Pizarro en Italia a partir de un testimonio concreto. Cfr. Mira Caballos, ob., cit., p.316.

[52] Este aspecto y sus motivantes lo hemos tratado en Pelegrí Pedrosa, L.V.: «La compra de la Zarza por Juan Hernando Pizarro«, XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2005.- «La sucesión de Hernando Pizarro y el Marquesado de la Conquista (1578-1629): ba ases de la oligarquía indiana en Extremadura» Actas de Congreso la Tierra de Trujillo en el Renacimiento (1500-1600). Trujillo, 2006.

[53] Ladero Quesada, M.A.: «La caballería y la población de Extremadura, según los alardes de 1502» Norba, Revista de Historia. vol.17, Cáceres, 2004.p.179.

[54] El término «desposado» introduce dudas. No hay constancia alguna de que Francisco Pizarro vivera en ningún momento con su supuesto padre. Ni siquiera hay evidencia de contacto ni relación alguna a lo largo de su vida.

[55] Mira lo explica alegando que ese Francisco es un primo de Gonzalo Pizarro. Vid. Mira Caballos, ob., cit., pp.68-315.

[56] Canilleros publica el acta matrimonial. Previamente, el 24 de mayo de ese mismo añor, quedaron absueltos de la pena de excomunión que les acarreó haber celebrado antes el matrimonio sin pedir dispensa por consanguinidad, que obtuvieron ese día, por su cercanía de parentesco. Es decir, tuvieron que repetir la celebración del sacramento. Vid. Canilleros.; «Doña Isabel de Vargas, esposa del padre del conquistador del Perú». Revista de Indias. nº 45, Madrid,1951, p.27.

[57] Canellas recoge, del Archivo de la Corona de Aragón, una «Nómina de españoles e italianos que sirvieron a Fernando III, el Católico, en la Guerra de Italia, de 1501 a 1506» y que comienza: «Jhesus. Los que señaladamente han servido al rey nuestro señor en la guerra deste su reyno con el grand capitán son estos». Vid. Canellas López, A.: «Documentación napolitana en Zaragoza relativa a la evolución de tierras confiscadas a napolitanos angevinos, pactada en el Tratado de Blois (20-X-1505)» . Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1982, pp.61-342. En la entrada numerada como 14 aparece Pizarro. Ibídem, p.321.

 

[58] Cartas del Gran Capitán. 16 de mayo de 1507. Ordena a Cristóbal Zamudio que entregue la plaza de Vieste a mosén de Hozes. Rodríguez Villa, ob., cit., p. XLVIII

[59] Ibídem, pp.454-455.

[60] Mira Caballos interpreta que Pizarro llegó a Santo Domingo en 1504, pero no con Cristóbal Colón, sino junto a Alonso de Ojeda, que venía preso de su gobernación de Coquibacoa, . De ahí vendría la confianza en él y que se enrolase en Santo Domingo en su expedición a Urabá, en febrero de 1510. Vid. Mira Caballos, ob., cit., pp.79-81. Pero sigue sin explicarse ni, cómo ni cuándo, ni por qué motivación concreta pasó Pizarro a América desde España ni quien tuvo allí de contacto.

 

[61] Porras Barrenechea, R.: Pizarro, Lima, 1978, p.107

[62] En el estudio, ya referido, que estamos realizando sobre los antecedentes militares de los conquistadores, nos ocupamos de los tópicos historiográficos de Gonzalo Pizarro y de las llamativas circunstancias sociales de su tardío matrimonio y de su numerosa prole, habida una vez quedó viudo, entre otros temas.

Nov 222019
 

 

Teodoro Martín Martín

 

Resumen

 

En la presente comunicación se pretende hacer un balance de la obra que, a cerca de Extremadura o sobre personajes extremeños, ha desarrollado a lo largo de sus más 140 años esta Sociedad Científica. Consta de una introducción donde se alude a extremeños fundadores de la institución, como don José Moreno Nieto y otros personajes vinculados con la misma. En los cuatro apartados siguientes se citan artículos o colaboraciones sobre temas de nuestra región comprendidos dentro de: La Prehistoria, la Etnología, la Historia, la Geografía o la Geología. Otros temas como la comarca del Campo Arañuelo, las Vegas del Guadiana o los baños de Montemayor también están presentes. Hay un apartado dedicado a las excursiones que la Real Sociedad ha llevado a cabo en nuestras dos provincias y noticias singulares aparecidas en su centenario Boletín. Un breve apartado denominado A Modo de Coda cierra este trabajo.

 

  • Introducción

 

Un grupo de científicos españoles asistieron al II Congreso Internacional de Ciencias Geográficas celebrado en París en agosto del año 1875.[1] Algunos de ellos, entre los que se encontraban Francisco Coello, Ibáñez de Ibero, Federico Botella, Francisco de Paula Arrillaga, Joaquín Maldonado Macanaz, J. Gómez de Arteche, y Juan Vilanova, entre otros, decidieron fundar al año siguiente la Sociedad Geográfica en Madrid, que a partir de 1901 se denominará Real Sociedad Geográfica.

Se trata de la más antigua institución española dedicada al estudio del espacio y su problemática (J. Vilá Valentí: Origen y significado de la Sociedad Geográfica de Madrid. Boletín R. S. G. 1977, Tomo CXIII, página 237). Siempre ha sido y aún lo es hoy día una asociación de interés público de carácter interdisciplinar. En ella han tenido cabida geógrafos, historiadores, militares, economistas, geólogos, políticos y toda una pléyade de profesionales que enriquecieron el acerbo científico de la sociedad española en la Edad Contemporánea.

Lo anterior explica que hombres como Fermín Caballero, A. Cánovas del Castillo, Práxedes Mateo Sagasta, Joaquín Costa, Segismundo Moret, Eduardo Hernández Pacheco, Gregorio Marañón, el general Aranda, Manuel Terán, J. M. Casas Torres y un largo etcétera hayan sido socios de la entidad, miembros de su junta directiva e incluso presidentes de la misma.

Como socio fundador y oriundo de Extremadura cabría mencionar al erudito José Moreno Nieto (Siruela, Badajoz 1825-Madrid 1882). Este jurisconsulto, arabista y político extremeño, que llegaría a ser catedrático y académico de la Real Academia de la Historia, vivía en 1876 en Madrid, exactamente en el número 26 de la calle San Marcos. No fue el único miembro de la entidad en estos primeros años oriundo de nuestra región. También lo fueron: En Badajoz, Carlos Berdugo brigadier de ingenieros, Manuel Cervera ingeniero jefe de caminos, José Clares director de telégrafos, Luís Díaz de la Cruz propietario, Juan de Quiroga Espinosa coronel en el Parque de Ingenieros y Fernando Ramírez Vázquez obispo de Badajoz. En Cáceres lo fueron; los ingenieros de caminos Alejandro Millán Sociats y Guillermo Petit. Como vemos un amplio abanico de élites de nuestra sociedad se mostraron interesados en los más variados campos del saber geográfico.

La mentada Sociedad ha expresado su vida asociativa, inquietudes, afanes y vicisitudes en su publicación ya centenaria, que lo es el Boletín, fundado también en 1876 y hoy día vivo. El último número aparecido corresponde al año 2018, volumen CLIII. La revista tuvo desde sus orígenes una fuerte preocupación por el estudio científico de zonas mundiales de interés colonial y de problemáticas a escala internacional. Pero no por ello dejó de interesarse en cuestiones regionales españolas y Extremadura puede ser un ejemplo de ello.

En las siguientes líneas nos detendremos en aquellos temas que directamente afectaron o se relacionan con nuestras dos provincias. Pretendemos con ello ver la sensibilidad regional existente en dicho Boletín y qué facetas han destacado, que ya adelanto, han sido preferentemente las dedicadas a la Historia y a la Geografía, con más presencia de Cáceres que de Badajoz.

 

  1. Prehistoria y Etnología

 

Los primeros artículos referidos a nuestra región y aparecidos en el Boletín fueron dedicados a estas materias. El presbítero de la parroquia del Buen Retiro de Madrid, Joaquín Rodríguez, dictó varias conferencias, que luego serían publicadas, en la Sociedad con el título de Vettonia. Se refería a la zona ocupada por los vetones en la Antigüedad y que geográficamente iba desde Salamanca al norte hasta el Guadiana al sur. Al final de las mismas incorporaba un mapa de Vettonia. Las tres primeras fueron genéricas pero la cuarta y la quinta se referían a la fundación, monumentos e inscripciones de la antigua Castra Julia (Trujillo).[2]

Unos años después, Salvador Torres Aguilar (matemático), hacía una semblanza a la muerte del socio fundador extremeño ya citado. Se titulaba Elogio de José Moreno Nieto y examen de sus trabajos geográficos. Hacía mención a sus investigaciones sobre vías romanas en Extremadura, historiadores y geógrafos árabes y la situación de Santa Cruz de Mar Pequeña. En el artículo incorporaba un croquis de parte del territorio extremeño en el que ubicaba vías y mansiones romanas. Era el primer aporte cartográfico de nuestra región que aparecía en el citado órgano de la Sociedad.[3]

Las Hurdes fue también un tema de interés para los científicos de finales del siglo XIX preocupados, como buenos positivistas, de las relaciones entre Naturaleza y Biología, desde la óptica etnológica. Así vemos aparecer el primer artículo de nuestro bibliófilo Vicente Barrantes (Badajoz 1829-Madrid 1898), titulado Las Jurdes y sus leyendas, resultado de la conferencia que dictó el 1º de julio de 1890.[4]

Al mismo respondió al año siguiente con otra colaboración el doctor en Medicina residente en Madrid, J. B. Bide y titulada Las Batuecas y las Jurdes, en la que incorporaba láminas sobre las sierras de las Hurdes, Peña de Francia, Valle de las Batuecas, de la Fragosa, Cambrocinos, etc. Estas ilustraciones dan idea del terreno y sus asperezas y de los tipos del país y sus costumbres. Incorporaba así mismo un mapa tanto de Las Batuecas como de las Hurdes. En el año 1890 el conde de Saint Saud y Bide realizaron tres viajes a las Hurdes para hacer un mapa del territorio. Dividen la comarca en Jurdes Altas y Bajas. Sobre todo ello se impartió una conferencia en la Sociedad Geográfica en enero de 1892. En ella denunciaron las difíciles y precarias condiciones de vida de los hurdanos.[5] El libro que los autores citados elaboraron tras su experiencia viajera se dividía en dos partes, después de una introducción sobre las dificultades del viaje. La primera de Geografía: Orografía, Hidrografía, Pueblos y Vías de Comunicación. La segunda de Etnografía, dedicada exclusivamente a datos y características etnográficas de la comarca.

No debieron agradar a don Vicente Barrantes los postulados de los dos anteriores personajes, ya que pronto respondería con otra colaboración titulada Nota final sobre las Jurdes, en la que trata sobre el libro y el artículo del doctor Bide. En él opta por el término Jurdes frente al de Hurdes y nos habla, bien que someramente, sobre la historia de la zona.[6] Coincide con el doctor Bide en que “los jurdanos son de nuestra misma raza, y su degeneración, por consiguiente, hija del medio en que viven, no de diferencias típicas esenciales”. (Página 139)

Termina su artículo señalando que: “El nombre de Jurdes aparece más y más justificado, y a par el anabaptismo de sus moradores, en la racional creencia de que eran godos y moros caídos en montón desde aquellos picachos, como el naufragio arroja a la playa cadáveres y moribundos, o más bien como en trance de montería por selva oscura, lebreles y jabalíes cegados de contrario instinto al son del cuerno de caza, juntos se emboscan, juntos se extravían y tal vez unos tras otros se despeñan”. (Página 149)

 

 

  1. De Historia

 

El primer artículo sobre esta materia que aparece en el Boletín fue obra de uno de los padres de la Sociedad, don Francisco Coello. Se tituló: Vías romanas entre Toledo y Mérida. Como buen cartógrafo incorpora un mapa a escala 1/200.000 sobre estas calzadas en la Antigüedad. Esta colaboración también aparecería en el mismo año en el Boletín de la Real Academia de la Historia.[7] Como un apéndice del Boletín de la Sociedad, en 1895 Manuel Foronda y Aguilera publicó su obra Estancias y Viajes de Carlos V desde el día de su nacimiento hasta el de su muerte.[8]

El Boletín da noticia, aunque no las publican, de varias conferencias que se dictaron en 1913 sobre Vasco Núñez de Balboa y el descubrimiento del Mar del Sur, en la Real Sociedad. Fueron impartidas por Ricardo Beltrán y Róspide, Manuel Saralegui, Ángel Altolaguirre, Joaquín Ruíz Jiménez y otros conferenciantes.[9]

Ya bien entrado el siglo XX el teniente coronel de Artillería Gaspar Salcedo Ortega publicó un interesante artículo sobre: La Mesopotamia Extremeña y los conquistadores. En él sostenía que la zona entre el Tajo y el Guadiana era la forjadora de la mayoría de los conquistadores extremeños. Porque, según el autor, esta dura tierra hacía posible la recia y dura conquista.[10]

Desde 1990 es vocal de la junta directiva de la Real Sociedad Teodoro Martín Martín. El cual publicó un artículo titulado: Conflicto y Desamortización en la Vera: Un modelo de referencia. En el mismo trataba de aproximarse a lo que fue la desamortización civil en esta comarca cacereña, con la expropiación y ventas de los bienes baldíos y comunales de los pueblos. También analizaba la constitución de las Sociedades de Propietarios que, en régimen de proindiviso, adquirieron aquellos bienes en las subastas públicas. Aludía así mismo a las consecuencias sociales y económicas a que este proceso dio lugar. Añadía tres mapas.[11] El mismo autor publicaría años más tarde otra colaboración nominada: Un Aula de Geografía en el Madrid de Carlos IV.

El dominio territorial del Monasterio de Yuste fue el tema que abordó en 2002 el citado autor. Intentaba en el mismo realizar un detenido recuento de la riqueza en bienes inmuebles (dehesas, cortinas, huertas, casas, lagares, etc.) que poseían estos monjes de San Jerónimo antes de la desamortización También sus rentas y privilegios. El catastro de Ensenada y los protocolos notariales fueron las principales fuentes documentales empleadas.[12]

Otro autor extremeño, el emeritense José Antonio Ballesteros Díaz, publicó un artículo muy bien estructurado sobre: El uso de la tierra en el término de Mérida en el siglo XVIII. Contando también con la rica fuente documental que es el catastro de Ensenada, trata de analizar los sistemas de cultivos, producciones y rendimientos del campo emeritense en el siglo de la Ilustración; incorporaba un buen número de cuadros y tablas estadísticas.[13]

De tema histórico pero referido a la dimensión internacional de la Geografía Española puede citarse el último artículo del profesor extremeño Teodoro Martín Martín. Se titula: Un pasado que reivindicar. España en los congresos internacionales de Geografía. Se publicó en dos partes.[14]El él se hace una relación detallada por temas y autores de la aportación que han hecho los geógrafos hispanos a las reuniones celebradas en el extranjero. Desde el Congreso de Amberes de 1871 hasta el que tuvo lugar en Colonia en 2012. En el año 2018 aparecería como libro con la misma titulación y en la Editorial Académica Española.

 

  1. De Geología y Geografía

 

Sobre estas temáticas, el geólogo don Eduardo Hernández Pacheco (Madrid 1872-Alcuéscar, Cáceres 1965), también paleontólogo y arqueólogo, publicó un interesante artículo titulado: Los Cinco Principales Ríos de España y sus terrazas fluviales. Aunque no alude al Tajo y al Guadiana, sí hace referencia al paisaje de rañas tan característico de nuestra región.[15]Fue presidente de la Comisión de Terrazas Pliocenas y Pleistocenas en los Congresos de la Unión Geográfica Internacional (U. G. I.) celebrados en El Cairo (1925), Cambridge (1928), París (1931) y Varsovia (1934). Su hijo Francisco presentó al Congreso Internacional de Lisboa en 1949, una relevante aportación titulada: Las rañas de las Sierras Centrales de Extremadura.[16] 

El geólogo castellonense Vicente Sos Baynats, que tantos años pasó en nuestra región desplazado tras la guerra civil, llegó a encariñarse con nuestra tierra. Durante muchos años alternó su actividad profesional con la recogida de muestras geológicas, las cuales iba coleccionando. El 23 de marzo de 1988 dictó una conferencia en la Real Sociedad sobre: La riqueza minera de Extremadura y su proyección en Tartessos. Se publicó en nuestro Boletín ilustrada con figuras y mapas alusivos al texto.[17] 

Rosa Cañada Torrecilla, que leyó su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid con el título: El clima en Extremadura, también colaboró en las páginas del Boletín. Su primer artículo fue: El régimen medio anual de precipitaciones en Cáceres. Se trata de un estudio basado en los datos que le proporcionó el Observatorio de Cáceres en el periodo 1908-1970. Lo acompañaba de gráficos y estadísticas complementarias. En el segundo: Las heladas en Extremadura, analiza la incidencia que en el desarrollo de la actividad vegetal tienen los fenómenos climáticos. Inserta once mapas, estadísticas y cuadros con datos relevantes.[18]

Sobre tema agrario Eduardo Abela publicó una colaboración titulada: Situación actual de la agricultura y cultivo de tabaco en España. La temática podría hacer suponer que haría referencia nuestra región, pero para las fechas en que se escribió apenas aportábamos algo a la producción tabaquera nacional. El trabajo es un informe favorable a su cultivo, después que se hubiera dictado la ley de libertad de cultivos en los años finales del siglo XIX.[19]

Coincidiendo con los años de la construcción y desarrollo del Plan Badajoz, Adela Gil Crespo, gran geógrafa y miembro de la junta directiva, publicó un artículo pionero titulado: Transformación de un paisaje (Colonización de las Vegas del Guadiana). Se trata de un buen estudio elaborado tras la lectura de la ponencia de Francisco Hernández Pacheco en el Congreso de Ciencias de Coímbra, titulado: Características geográficas y geológicas de las Vegas del Guadiana. La autora también visitaría la zona personalmente. Se trata de un sugestivo trabajo inserto dentro de lo que se ha llamado Geografía Regional y notablemente documentado. Incluye mapas del territorio, una amplia bibliografía y más de 32 fotografías de época. Fue un artículo precursor de los trabajos que sobre esa zona realizaría nuestro paisano Cipriano Juárez Sánchez Rubio, profesor de la Universidad de Alicante.[20]

El conjunto de la Sierra de Gredos también ha sido tratado en esta publicación. En 1907 se recogen varios artículos aparecidos antes en el Diario de Ávila. En ellos se abordaba el estudio de conjunto del macizo, los itinerarios posibles, el circo y una propuesta de excursión a la laguna.[21] Con el título de: La imagen de Gredos, Teodoro Martín Martín trató de llevar a cabo un estudio sobre la percepción de este bloque montañoso a lo largo de la Historia. Lo realiza en varios capítulos nominados: Gredos hasta la Ilustración, de Aznar a Alfonso XIII, Unamuno en Gredos y Gredos en la Literatura del siglo XX: prosa, poesía, libros de viaje y naturaleza; más unas reflexiones finales a modo de coda.[22]

Justo Corchón García, inspector de educación durante muchos años en la provincia de Cáceres y gran amante de nuestra región, llevó a cabo su tesis doctoral sobre El Campo Arañuelo, leída en la Universidad Complutense de Madrid. También es autor de la Bibliografía Geográfica Extremeña, publicada por la Diputación de Badajoz en 1955 y de la Encuesta de Geografía Regional Extremeña, editada por la Diputación de Cáceres. Pues bien en el Boletín, publicó en 1984 un artículo sobre: El Valle de Plasencia, el cual se lo dedicó al maestro de Piornal Máximo Cruz Rebosa y al vecino de Cabezuela del Valle David Herrero Alonso. Se trataba de un estudio sobre el valle del Jerte, en el que se analizaba el medio físico, poblamiento, población, modos de vida, régimen de propiedad, servicios comerciales, más una bibliografía selecta, nueve fotografías y estadística de los pueblos que lo integran.[23]

 

  1. Otros Tema

 

A lo largo de más de cien años de vida de la Real Sociedad Geográfica ha habido otras colaboraciones de algunos de sus miembros en las que han abordado temas extremeños. Sin querer ser exhaustivos voy a mencionar diversos trabajos sobre asuntos referidos a nuestra región por parte de tres miembros activos de la mencionada Sociedad Geográfica, integrantes todos ellos de su junta directiva en tiempos pretéritos.

Don Justo Corchón García, del que ya he citado anteriormente algunas de sus obras, colaboró con diversos artículos en los diarios Extremadura de Cáceres, Hoy de Badajoz y en la Revista Alcántara de la Diputación cacereña. Tiene también estos cuatro artículos:

Conoce tu patria: Guión 4: Cáceres. En Revista Enseñanza Media nº 4. Año 1947.

Relaciones Topográficas referentes a Extremadura. En Estudios Geográficos nº 35. Año 1949.

Inscripciones cacereñas inéditas. Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo CXXXVII. Año 1955.

Geografía médica del Campo Arañuelo y su influjo sobre la población. Estudios Geográficos nº 28. Año 1961.

Adela Gil Crespo antes de dar a la luz su artículo sobre el Plan Badajoz de 1960, publicó el año 1959 en: Actes du Collogue International organicé par la Faculté des Lettres de L’Université de Nancy un trabajo titulado: Colonización y transformación de un paisaje agrario: Las Vegas del Guadiana.

El doctor don Juan Manuel López de Azcona, ingeniero de minas, hidrogeólogo y especializado en análisis espectro-químicos, fue Vicepresidente 1º de la Real Sociedad Geográfica hasta su muerte en febrero de 1995. En 1975 la Real Academia de Farmacia le encargó llevar a cabo una interesante colaboración en la monografía que se elaboraba sobre el Balneario de Baños de Montemayor en Cáceres. Se tituló “Consideraciones sobre el manantial minero-medicinal de Caldas de Montemayor”.

En la misma, tras aludir a la situación geográfica del establecimiento, presenta una muy notable introducción histórica que se remonta a la epigrafía romana. La tercera parte la dedicada a la Geología, y nos dice que: “los manantiales de Baños, brotan de un gran batolito granítico, que alcanza por su parte NE la capital de Ávila, con su magnífico aspecto de grandes bolos debido a su estructura, y por el SO la frontera de Portugal”. Le siguen apartados dedicados a la red fluvial, el macizo granítico, las formaciones sedimentarias y la tectónica. En cuarto lugar habla del Establecimiento Balneario a través de las memorias de los médicos que lo han dirigido y de los visitantes ilustres que lo frecuentaron. En el apartado quinto se detiene en el Estudio Analítico de las aguas: determinaciones físico-químicas, radioactividad, gases disueltos, composición química, y concentración iónica.

Concluye con el siguiente comentario que inserto: “Una primera indicación de la variación del origen de las aguas, de los dos manantiales, ambos cercanos y de características análogas, tienen temperaturas diferentes y lo mismo ocurre con los contenidos de los diversos cationes. La primera impresión obtenida es de una mezcla de las aguas de procedencia profunda, dentro del propio granito, con aguas superiores y por tanto, de menor temperatura. Sería interesante a la vista de los análisis, la realización de una obra de mejora del captado, para lograr mayor caudal, mineralización y termalidad”.

  1. Excursiones y noticias de Extremadura

 

El excursionismo, sin duda un método lúdico y a la vez didáctico para aproximarse al paisaje, ya fue defendido y fomentado a fines del siglo XIX por la Institución Libre de Enseñanza y la Sociedad Geográfica. Sobre todo gracias a la labor de Rafael Torres Campos que trabajaría para ambas instituciones. Las salidas al campo eran el método más eficaz para comprender la Geografía y las problemáticas que el hombre ejerce sobre la naturaleza. Las primeras actividades en este campo siempre tuvieron como objetivos la provincia de Madrid y aledañas. Con especial interés por la Sierra del Guadarrama. Las razones eran obvias. Los transportes y red de alojamientos no favorecían las excursiones prolongadas. Por ello visitas a Extremadura y que recoja el Boletín no las he hallado hasta la segunda mitad del siglo XX. En la primera mitad de la centuria las razones antes mencionadas y los conflictos político-militares tampoco lo favorecieron.

En 1975 se llevó a cabo una excursión científica al Valle del Jerte y la Vera, conducida por el ya mentado Justo Corchón. Los días 23 y 24 de abril de 1988 el también citado Vicente Sos nos llevó a Trujillo y Mérida, donde visitamos la Colección, luego Museo de Ciencias Geológicas, por él reunida, y por supuesto el Museo Nacional de Arte Romano. Don Manuel Muriel Hernández, que trabajó para Iberdrola en la provincia de Cáceres durante muchos años, dirigió la excursión de los días 1 y 2 de junio de 1996 al complejo hidrográfico del río Tajo, sito en Alcántara, población que también visitamos antes de hacerlo a la capital provincial. Un año después, y por iniciativa de Iberdrola, se visitó el complejo de la Central Nuclear de Almaraz y el Parque Nacional de Monfragüe, ubicados en la provincia de Cáceres. Después de recorrer las distintas dependencias de estos espacios, asistidos por los técnicos de la empresa eléctrica, nos trasladamos a Trujillo y Guadalupe. En esta localidad se pernoctó para, al día siguiente, contemplar la riqueza arquitectónica y pictórica que encierra el célebre cenobio, regentado por la orden jerónima hasta la desamortización y hoy cuidado por los franciscanos. Nos referimos al Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe. Esta excursión se celebró el 14 y 15 de junio de 1997 y fue coordinada por el doctor don Manuel Muriel Hernández. Los miembros de del la junta directiva, Antonio Zárate y Teodoro Martín planificaron y explicaron la salida a Plasencia y la comarca de la Vera, donde se visitó el Monasterio de Yuste, Garganta la Olla y Cuacos. En esta población se nos mostró una típica fábrica de pimentón de la Vera. Tuvo lugar a finales de octubre y comienzos de noviembre de 2002.[24]

Desde los primeros años de existencia del Boletín comienzan a aparecer noticias o referencias de nuestra región. Sean una muestra las siguientes. El 23 de mayo de 1882 se comunica que se ha presentado a la sanción de la Corona la ley que ordenaba la construcción del ferrocarril de Mérida a Sevilla por Zafra. En 1885 aparece como nuevo suscriptor del Boletín D. J. Cazalet, vecino de Don Benito, Badajoz. En 1931 la Real Sociedad elabora dos informes: Uno para que no sea aceptado el cambio de nombre de Higuera de Llerena por el de María Cristina. En el otro muestran los inconvenientes para que Villanueva de la Serena pase a denominarse La Serena. Hay una nota informativa dando cuenta de la inauguración el 21 de junio de 1991 del Museo de Geología de Extremadura en Mérida. Fue el colofón a los trabajos de recolección de materiales geológicos llevados a cabo por Vicente Sos, desde que en 1939 fuera expulsado de su cátedra de bachillerato, y fruto de 27 años de trabajos en nuestra región, donde desarrolló una labor realmente encomiable. La nota fue redactada por la también geógrafa Adela Gil Crespo.[25]

 

  1. A modo de coda

 

No solo en el Boletín se han registrado temas extremeños de Geografía o Historia. También en los volúmenes que contienen las Aportaciones de la Geografía Española a los Congresos de la Unión Geográfica Internacional (U. G. I.), y que se editan desde 1960, han aparecidos trabajos de tema extremeño o de autores de nuestra Comunidad Autónoma. Pueden ser ejemplos los siguientes:

Para el Congreso de Londres de 1964 José María de Peralta y Sosa aportó el titulado: Aspectos urbanos del Plan Badajoz. Al Congreso de Tokio de 1980, Isabel Bodega Fernández llevó: Análisis de la estructura espacial del comercio en Extremadura. Al de Pekín del año 2016 Víctor Jiménez Barrado envió la comunicación: Urbanización de la campiña en áreas rurales por el turismo. Las segundas residencias en la Comarca de La Vera. El también autor extremeño Teodoro Martín prepara, para el Congreso de Estambul en 2020 una ponencia titulada: Visiones Hispánicas de Estambul.

Como se puede comprobar en las páginas precedentes no son muchas las referencias a nuestra región en la vida más que centenaria de la Real Sociedad. Ello puede entenderse si partimos de que los objetivos de la mentada asociación se decantaron por la expansión colonial, los debates en torno a la Ciencia Geográfica y sus planteamientos metodológicos, más los grandes temas y problemas de nuestra nación en su dimensión geográfica. Las cuestiones concretas de espacios regionales, si bien se han abordado, han tenido menos interés en el pasado. Esta tendencia es posible que evolucione cara al futuro. La constitución de un Departamento de Geografía en la Universidad de Extremadura puede ser un acicate en esa dirección.

Figura1.Escudo de la Real Sociedad Geográfica

Figura 2. Boletín de la Real Sociedad Geográfica del año 2017

Figura 3. Mapa Físico de Extremadura

Figura 4. División Administrativa de Extremadura en el siglo XVIII

Notas

[1] Sobre la participación española en los congresos internacionales de la U.G. I. véase mi obra: Un pasado que reivindicar. España en los Congresos Internacionales de Geografía. E. A. E. 2018.

[2] Boletín de la Sociedad Geográfica. Tomo V (1878), páginas 5,145, 229 y 363 y Tomo VII (1879) página 192. En adelante citaremos por B. S. G. A partir de 1901 B. R. S. G.

[3] B. S. G. Tomo XII (1882), páginas 476-494.

[4] B. S. G. Tomo XXX (1891), páginas 241-314.

[5] B. S. G. Tomo XXXII (1892), páginas 257-365. Láminas y mapas a partir de la página 258.

[6] B. S. g. Tomo XXXV (1893), páginas 134-149.

[7] B. S. G. Tomo XXVII (1889), páginas 7-46.

[8] B. S. G. Tomo XXXVII (1895), anexo de 47 páginas.

[9] B. R. S. G. Tomo LV (1913).

[10] B. R. S. G. Tomo XCIV (1958), páginas 289-308.

[11] B. R. s. G. Tomo CXXVI-CXXVII (1990-1991), páginas 175-188.

[12] B. R. S. G. Tomo CXXXIX-CXL (2003-2004), páginas 99-118.

[13] B. R. S. G. Tomo CXLIII (2007), páginas 61-88.

[14] B. R. S. G. Tomo CLI (2016), páginas 149-180 y Tomo CLII (2017), páginas 283-346.

[15] B. R. S. G. Tomo LXVIII (1928), páginas 216-246.

[16] Martín Martín Teodoro. (2017): Un pasado que reivindicar, página 51.

[17] B. R. S. G. Tomo CXXIV-CXXV (1988-1989), páginas 87-104.

[18] B. R. S. G. Tomo CXIX (1983), páginas 33-46; y Tomo CXXIII (1987), páginas 47-68.

[19] B. S. G. Tomo XXII (1887), páginas 53-66.

[20] B. R. s. G. Tomo XCVI (1960), 171-256.

[21] B. R. S. G. Tomo XLIX (1907), páginas 266-296.

[22] B. R. S. G. Tomo CXXXIII (1997), páginas 93-114.

[23] B. R. S. G. Tomo CXX (1984), páginas 43-62.

[24] Pueden verse los boletines Tomos CXI (1975), CXXIV-CXXV (1988-1989), CXXXIII (1997) y CXXXIX-CXL (2003-2004).

[25] B. S. G. Tomos XII (1882) y XIX (1885). B. R. S. G. Tomos LXXI (1931) y CXXVI-CXXVII (1990-1991).

Nov 182019
 

Oscar Raúl Donaire Bravo. Provisional.

Entre la documentación que custodia el Archivo Histórico Municipal de Trujillo existe un documento que llama la atención por su tipología. Entre la documentación relativa a la administración municipal durante siglos, nos encontramos una partitura que lleva por título Himno trujillano. Una obra orquestal compuesta en 1920 por Jacinto Cabrera Orellana para aportar musicalidad a un poema de Gregorio Rubio, el Goro. Sin embargo, no ha llegado a la actualidad ninguna noticia acerca de para qué se compuso o por qué no se ha mantenido en la tradición popular.

Para ello se hará una retrospectiva de las fiestas patronales, especialmente las que tuvieron lugar en el año 1920, y conocer, así, con qué intencionalidad se compuso. También se incidirá en la propia partitura y en los autores, para poder profundizar en ella. De esta manera, podremos adentrarnos en varios aspectos de la historia de Trujillo poco tratados, como son la tradición popular, sus festejos o la intrahistoria de nuestros antepasados hace un siglo en un ambiente de celebración.

Introducción

La documentación que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Trujillo, fieles testigos y, no solo de gran importancia para la historia local, sino, también, para la universal por la repercusión que tuvo la ciudad siglos atrás. Aquí podemos encontrar una ingente cantidad de legajos de diversas temáticas y con un sinfín de posibles temas de estudio, muchos de ellos inéditos para los investigadores y estudiosos; un rico patrimonio documental de cuyo valor no somos conscientes.

Entre esta histórica documentación nos encontramos uno que por sus características llama la atención; en la tercera carpeta del legajo 1.350, lejos de contener información correspondiente a la administración municipal, encontramos una partitura que lleva por título Himno trujillano. Una obra compuesta en 1920 por Jacinto Cabrera Orellana para acompañar musicalmente la letra aportada por Gregorio Rubio Mariño.

A pesar de su existencia, no ha habido una continuidad en la tradición trujillana que permitiera conocerlo en la actualidad, por lo que los objetivos que se pretenden alcanzar con este pequeño estudio son conocer la intención de componer este himno, por qué no ha llegado hasta la actualidad en la costumbre popular y hacer un breve análisis formal de la pieza para dar a conocer este patrimonio documental y musical con el que cuenta la ciudad de Trujillo.

Las fuentes empleadas para su realización, a pesar de su escasez por la concreción de la investigación, han sido la obra de Juan Tena Fernández Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo, publicada en 1930, que nos ofrece una investigación y crónica de la historia y las fiestas de la Virgen de la Victoria tan solo diez años después de la composición del Himno. Trujillo en las poesías y coplas de “Goro”, un compendio de la obra de uno de los autores del himno, realizado por María José Casares García.

La prensa histórica también nos ofrece una información relevante para poder conocer el contexto en el que se gestó esta obra musical. Las noticias más relevantes y próximas fueron publicadas, como es lógico, en el periódico local La Opinión, siendo la fuente primaria que más información ha aportado.

Este pequeño estudio se plantea como un trabajo de investigación, que pretende abordarlo desde un enfoque global de todo lo relacionado con la pieza. Por ello, empezaremos haciendo una retrospectiva sobre el origen de las fiestas patronales y cómo ha sido la devoción a la Virgen de la Victoria, en modo particular a las de 1920 por ser el año en el que se compuso el Himno. Seguidamente, nos centraremos en la propia pieza, tanto conocer a los autores, como un breve análisis formal para conocerlo y estudiarlo mejor.

Las fiestas en honor a la Virgen de la Victoria

La historia de la ciudad de Trujillo ha estado, desde la reconquista de la localidad por parte de Fernando III y el Obispo de Plasencia, estrechamente vinculada con la devoción a la Virgen bajo diferentes advocaciones, como la Asunción, “la Coronada, de la Cañada, de Loreto, de la Antigua, de la Piedad, del Estudio, de la Guía o hasta la Concepción”[1], sin olvidarlos de la reciente devoción al Perpetuo Socorro o, actualmente, la Victoria; tal fue esta vinculación que el sello con el que el Concejo trujillano validaba sus documentos portaría la Virgen con el Niño, muralla y torres, pasando, posteriormente, a ser las armas de la Ciudad[2].

Los primeros testimonios que nos han llegado de los festejos patronales datan de 1499 cuando el Concejo manda librar seis toros para que se corran en la solemnidad de la Asunción en honor de la Virgen. Los más excepcionales fueron las fiestas de 1519 por hacerlas coincidir con la celebración por la elección de Carlos I como Emperador del Sacro Imperio. Estas fiestas contaron con trompetas, atabales y ministriles, buscados para la ocasión en Béjar, Toledo u otros puntos del reino, se corrieron seis toros, limpieza de las piedras de la Plaza, una procesión con los pendones de los oficiales en la que los negros y negras fueran danzando, al igual que los jóvenes bien aderezados provenientes de Herguijuela, Calzada, Garciaz, Santa Cruz, Puerto de Santa Cruz, Ibahernando y la Cumbre con tamboriles, gaitas, panderos y sonajas[3].

Tal fue la magnificencia de estas fiestas que en libro de actas se escribió que “en Toledo se entere de lo que han hecho para estas fiestas y quién pagó las libreas[4], etc.”[5], haciendo un claro alarde del poder que tenía la Ciudad y su fidelidad al recién nombrado Emperador, capaz de competir con otros municipios como la ciudad imperial.

Sin embargo, de los actos religiosos no nos han llegado noticias anteriores a 1530, cuando se realizó una procesión “por la salud de Sus Majestades y por la de la Ciudad”[6]. Esta procesión iría desde la iglesia de Santa María al arco del Triunfo y, tras cantar el himno Ave Maris Stella, se regresaba a dicha iglesia para la misa de la Asunción[7]. Un año después, en 1531fue finalizada la construcción de la capilla en la alcazaba donde se colocó una escultura de la Virgen de la Victoria; a este lugar empezaron a acudir los trujillanos como así lo atestigua el voto que hizo la ciudad hacia 1547 para celebrar y honrarla solemnemente como patrona cada 15 de agosto, aunque esto no quiere decir que con anterioridad no se rindiera culto a esta advocación[8]. Los actos religiosos consistían en la celebración de “vísperas solemnes, misa diaconada con sermón en la iglesia de Santa María, procesión a la capilla del castillo, a la que había de asistir el pueblo con el concejo en forma de ciudad, llevando su pendón y una imagen de la Virgen alumbrada con las velas que el ayuntamiento daba”[9].

La tradición se mantuvo sin grandes alteraciones hasta el siglo XIX. Guerras, crisis, desamortizaciones, cambio de dinastía y de la forma política del Estado o la revolución liberal fueron algunos de los acontecimientos que acaecieron en tan convulso siglo. Estas corrientes progresistas difundieron un ambiente de rechazo contra todo aquello que recordara al Antiguo Régimen, en el que se incluiría a la Iglesia. En una sociedad cada vez más secularizada fue decayendo en el olvido la tradición de celebrar las fiestas patronales.

En 1870, tras diez años sin ningún tipo de celebración, don Francisco Reglado y don José Iglesias, párroco y sacristán de San Martín respectivamente, intentaron recuperar la fiesta en honor de la Virgen de la Victoria, cubriendo los gastos con sus propios bienes. Este último tendrá un papel fundamental para la recuperación de la devoción y su celebración como fiestas patronales[10]. Estas fueron únicamente religiosas y contaron con una sencilla novena y la celebración de la fiesta de Todos los Santos en la iglesia de San Martín. Debido a la carencia de una imagen para el culto, se utilizó durante siete años una perteneciente a Julia Ríos, hasta que el párroco de Santiago, don Pedro Trancón, adquirió una en 1877, la cual se conserva actualmente en dicha parroquia[11].

Siendo alcalde don Miguel Núñez Castilla se dio un gran impulso a las fiestas patronales en 1881, otorgándolas un carácter más cívico e institucional. Estos actos comenzaron con una solemne novena el 21 de octubre, para la que el párroco de San Martín, don Francisco Reglado, escribió las oraciones de la novena que aún hoy se rezan[12]. El 29 de octubre cuando a las seis de la tarde apareció en la fachada del antiguo Ayuntamiento un lienzo donde se representan las armas de la ciudad en el que aparece un castillo de gules, surmontada la Virgen de la Victoria sobre una nube. Este lienzo fue pintado por el artista local Antonio Picazo y cuando el Ayuntamiento se trasladó en 1888 a las dependencias actuales se empezó a colocar en el arco central del mercado. También se instalaron dos transparentes que representaban la ciencia y el arte en la fachada del casino conocido como Círculo Fomento de las Artes. Tanto el lienzo como los transparentes se encontraban profusamente iluminados, al igual que todos los balcones. Se encendieron cuatro fogatas para iluminar la plaza y la torre del reloj de San Martín se encontraba iluminada[13], contrastando con la obsoleta iluminación de las calles

trujillanas[14].

Ilustración número 1. Lienzo con la Virgen de la Victoria en el escudo de la ciudad, de Antonio Picazo. Colección particular

Tras el descubrimiento del lienzo, salió de San Martín un rosario procesional alrededor de la Plaza, presidido por la Corporación y acompañado por la orquesta municipal. Una vez que finalizó el rezo, se cantó una salve ante la pintura de Antonio Picazo. Dicha Salve fue compuesta por la letra del profesor don Joaquín Cuadrado Retamosa y la música por el sacristán don José Iglesias, llegando la tradición de cantarla, delante de la Virgen de la Victoria la noche anterior de la fiesta, hasta nuestros días. Este lienzo se siguió colocando en las Casas Consistoriales hasta que se trasladó al actual Palacio Municipal en 1888, poniéndolo desde entonces en la puerta central del mercado[15]. A las siete resplandeció en el campanario de San Martín una bengala y la orquesta interpretó unas obras para amenizar el baile popular bajo cohetes y pirotecnias[16].

El día siguiente, a las 9 de la mañana, partió desde el Ayuntamiento una procesión cívica hacia la iglesia de San Martín encabezada por los maceros -vestidos con dalmáticas con el escudo de la ciudad bordado en oro y seda-, seguido de la Corporación, Guardia Civil, gremios y otras personalidades con sus respectivos estandartes. Una vez dentro, se celebró una función religiosa presidida por don Agustín Solís Fernández y sus ministros, en la que el arcipreste de Trujillo, don Francisco Navarro, pronunció unas palabras de satisfacción por cómo se iban celebrando estos festejos. Finalizados los actos religiosos, la procesión regresó a las Casas Consistoriales acompañado por himnos interpretados por la orquesta para servir un vino de honor en el salón de sesiones, actual Sala de Vistas del juzgado trujillano.[17]

Más populares fueron la cucaña en la plaza para los jóvenes, la distribución de poemas dedicados a la virgen escritos también por don Joaquín Cuadrado, la comida servida en el Hospital y en la cárcel de partido a los más desfavorecidos, la corrida de un toro de cuerda y por la noche se celebró un baile en el Círculo Fomento de las Artes.[18]

Las fiestas patronales se continuaron celebrando sin grandes cambios hasta 1892. En adelante, sufrieron una decadencia de las que quedaron la celebración de novena, rosario cantado la víspera de la fiesta, y misa solemne con sermón ante la imagen que compró don Pedro Tarancón, por lo que era necesario trasladarla desde la iglesia de Santiago a la de San Martín. Se siguió utilizando esta hasta que doña María Juana Durán Rey donó en 1904, cumpliendo la última voluntad de su marido don José Díaz Pulido, un nuevo retablo a la iglesia de San Martín; la hornacina central albergaba una talla de la Virgen de la Victoria, obra del escultor José Romero Tena,[19]; otra más pequeña fue colocada en la capilla de los Santos Mártires para procesionar durante las fiestas patronales[20]. Sin embargo, la que recibía la devoción popular era la imagen granítica de la capilla del castillo, tal y como lo recuerda en Las dos imágenes el poeta Goro:

“Mucho más bonita y grande la de la Parroquia, la que lleva el culto de sus grandes fiestas y solemnidades. Pero es la chiquitita, la de rosto grave, la esculpida en piedra, nacida sin duda, para ser más nuestra en los berrocales. (…) Cuando un trujillano rezando la Salve pide que la alivie de alguna congoja, es hacia el Castillo donde da el mensaje. Lo dice su himno, que todos se saben, y cuando lo cantan miran hacia arriba buscándola en medio de aquellos sillares”.[21]

Los festejos profanos siguieron teniendo el rosario y el canto de la Salve, las novilladas con toros de la condesa viuda de Trespalacios y un baile en el Casino. Sin embargo, las hogueras y el toro enmaromado dejaron de celebrarse en 1906, dando paso a un espectáculo de pirotecnia de Torrijo, confeccionado por Fermín Martín, en la víspera de la fiesta. Otro acontecimiento destacable fue la inauguración del salón de sesiones del Ayuntamiento durante las fiestas patronales de 1908.[22]

 

Las fiestas patronales de 1920

No sería hasta 1920 cuando se vuelva a recuperaran el esplendor de las fiestas pasadas. Fue por iniciativa del párroco don Antonio Orozco Campomanes, para “festejar nuevamente las fiestas de la Patrona de Trujillo con el entusiasmo tradicional”[23]; la inauguración de unas fiestas “para resurgir el espíritu devoto de su Patrona”[24]. Estos esfuerzos se fueron gestando desde principios del 1919. En las celebraciones de este año, de no haber sido por la insistencia de varias devotas, no se hubiera celebrado ni el rosario procesional, el canto de la Salve, ni la iluminación el santuario del castillo. Por lo demás, la fiesta principal se celebró en San Martín con la asistencia de la Corporación y autoridades municipales, posteriormente se celebró en el Ayuntamiento un ágape, una procesión por la tarde y bailes en el Casino y los salones de Trujillo al anochecer[25].

Esto cristalizó en 1920 en la Asociación Trujillana de Nuestra Patrona la Virgen de la Victoria para “acrecentar los cultos religiosos y actos cívicos en honor de la Patrona que se celebran anualmente en esta Ciudad”[26] y el cuidado de la capilla del Castillo que se encontraba en malas condiciones[27]. Además, se crearon diferentes comisiones para organizar a todas las personas, Corporación municipal, asociaciones, autoridades militares y religiosas, cofradía del Cristo de la Salud y la Virgen de la Victoria, etc. De esta manera, se pretendía “conmemorar, con la solemnidad y esplendor que corresponde a un pueblo culto y cristiano, las fiestas de nuestra Virgen predilecta”[28].

Las fiestas contaron con una cantidad de acontecimientos. Empezaron con un “solemne novenario -del 22 al 30 de octubre- a las seis de la tarde, en la parroquia de San Martín, con exposición mayor, rosario, sermón, motete, reserva y plegaria”. La víspera de la Fiesta se repartió limosna a los pobres, y tras la novena se realizó “el tradicional rosario, cantándose el Himno a la Virgen -frente al mercado de abastos- por el coro de niños del Colegio de Padres Agustinos y el de la Capilla de San Martín, acompañados por la Banda de música del Regimiento Infantería Segovia. A las ocho de la noche se iluminó la Plaza Mayor a la veneciana, elevación de globos grotescos, cohetes, bengalas, etc. Verbena popular en la misma Plaza, con asistencia de la referida Banda de música y orquesta de bandurrias y guitarras” [29]. La Plaza se decoró para los grandes festejos que se iban a celebrar. Además de la iluminación a la veneciana, los vecinos alumbraron sus balcones y se instalaron arcos de follaje y colgaduras[30].

Para el 31, día de la fiesta, se programó “una diana por la Banda del Regimiento Segovia, recorriendo las principales calles. Procesión cívica, que salió del Palacio Municipal y se dirigió a la parroquia de San Martín con autoridades eclesiásticas y militares, gremios y asociaciones y Banda militar -todos ellos con sus banderas o estandartes-. Se celebró la fiesta solemne a gran orquesta en dicha parroquia. A continuación, cucaña, elevación de globos, juegos japoneses y concierto por la banda militar en la Plaza”. Por la tarde, tras completas y reservas en San Martín, se hizo una “procesión con la imagen de la Virgen y asistencia de la Banda, Corporación, Gremios y Sociedades. (…) A las siete de la noche una Gran Velada Literario-Musical y concierto de la misma Banda”.[31]

Esta velada literaria serviría para que se presentasen, según indica la Comisión de festejos cívicos en la festividad de la Virgen de la Victoria, “discursos sobre historia, crónicas, efemérides, poesías líricas y épicas; odas, himnos, romances, poemas, leyendas. Y, en fin, toda obra o composición literaria en prosa o verso, cuyo asunto tienda única y exclusivamente a expresar los sentimientos religiosos respecto a la Virgen de la Victoria y a ensalzar las tradiciones trujillanas”[32], probablemente para que las fiestas patronales adquirieran un carácter más culto como ya mencionaba con anterioridad.

Contó con 18 actuaciones repartidas en dos actos entre las que se encontraban discursos, poemas, poesías, canciones o crónicas, interpretadas por los vecinos más populares de Trujillo, como Joaquín Ramos Sanguino, Clodoaldo Naranjo o Gregorio Rubio Mariño. Además, la Banda de música, acompañada por la Banda de cornetas y tambores de guerra del Regimiento de Segovia, interpretaron las piezas musicales presentadas, diferentes sinfonías, pasodobles, u otras obras para orquesta[33].

Sin lugar a duda, estas fiestas patronales debieron tener una buena acogida por los trujillanos, quedando en el recuerdo por los testimonios que nos han llegado. El mismo párroco, don Antonio Orozco Campomanes, se mostraba orgulloso y emocionado en el semanario La Opinión del resultado que había tenido la iniciativa que él fomentó, presagiando “un surgir, una regeneración de mi querido Trujillo, una fe inquebrantable en la Virgen de la Victoria, una devoción que jamás volverá a debilitarse”[34], o las palabras de Juan Tena que calificó de “extraordinario a estos festejos, siendo en este año los más lucidos que hemos conocido”[35].

A partir de este momento irán surgiendo diferentes iniciativas: la Asociación Trujillana Virgen de la Victoria pasó a ser la actual Hermandad, pero habría que señalar, especialmente, las que inician los jóvenes de la Ciudad, como el rezo del rosario y la Salve cada sábado por los niños de las escuelas nacionales y los colegios, o la de un grupo de jóvenes para cantar la Salve en la capilla la víspera de la fiesta[36]. Estos serían los que arraigaron la tradición para que la devoción a la Virgen de la Victoria como Patrona de Trujillo no volviera a caer en el olvido.

Himno trujillano

Este Himno trujillano (véase anexo), según consta en el primer folio de su partitura, fue compuesto por José Cabrera Orellana para acompañar la letra de Gregorio Rubio Mariño para coro, dos violines primeros, dos segundos, flauta, clarinete, piano y contrabajo. Fue “dedicado por ambos trujillanos a su venerada y excelsa Patrona la Virgen de la Victoria, en los festejos que, en su honor, han de verificarse al finalizar el corriente mes de octubre de 1920”[37].

Gregorio Rubio Mariño. Trujillo 30/05/1893 – Trujillo 30/06/1965. Más conocido como “Goro”, nació en Trujillo y ejerció como redactor del periódico La Opinión, con un carácter local, y como redactor para el ABC. Uno de los grandes personajes del siglo pasado, en sus poesías y coplas refleja la sociedad en la que vivió, pero, si por algo es conocido, es por poner letra a varias canciones que aún hoy se cantan en la fiesta del Chíviri.

Tabla 1. Árbol genealógico de Jacinto Cabrera Orellana. Elaboración propia. (Abrir con el botón derecho en una ventana nueva, para ver la imagen ampliada). 

Sin embargo, no es tan conocido el músico Jacinto Cabrera Orellana. Trujillo 22/01/1875 – Cáceres 05/06/1923. Hijo de don Joaquín Cabrera y Melgarejo, vizconde de la Torre de Albarragena, nieto del X marqués de la Conquista[39] y sobrino de la condesa de la Encina. Pertenecía a la aristocracia extremeña, situación que le ayudó a tener fama durante su carrera musical en las fiestas sociales de Cáceres y Madrid. Fundador de la Sociedad Artístico-Musical en 1903, origen de lo que será el Orfeón Cacereño, y director de la Banda Municipal de Cáceres, recibió ovaciones desde su niñez[40], ganando el premio Hurtado en 1915[41]. Entre sus composiciones destacan piezas breves, como valses, serenatas, pasodobles, etc. Llegó a interpretar varias de sus composiciones en los teatros Lara y de la Comedia de Madrid.[42] Los lazos familiares vienen representados en el cuadro siguiente, permitiendo tener una visión más general del personaje.

Sabiendo de la fama y prestigio que tenían los compositores cabría preguntar por qué no se ha mantenido en la tradición oral este Himno. Por la correspondencia entre ellos podemos conocer que fue Gregorio Rubio quien le pidió colaboración para que pusiera música a su poema Himno trujillano[43]. El señor Cabrera, tras adaptar la letra a los pentagramas que estaba escribiendo, envió la obra, terminada el 2 de octubre del 1920, a la Comisión que organizaba la Velada Literario-Musical, siendo el propio compositor quien dirigió la orquesta durante este certamen[44]. No obstante, probablemente, por las peculiaridades que presenta la partitura y la existencia del Himno-Salve desde el año 1881, no fuera necesario otro himno, por lo que habría sido interpretada una sola vez, durante la Velada, hace casi un siglo.

Análisis formal

A continuación, se presenta un pequeño análisis formal del Himno trujillano del Sr. Cabrera para poder profundizar un poco más en él. Este himno compuesto en honor de la Virgen de la Victoria, patrona de la ciudad de Trujillo, consta tanto de la partitura como las particelle de cada instrumento. Esta pieza está en clave de Sol con un compás de cuatro por cuatro cuya armadura tiene un solo bemol, por lo tanto comienza en una tonalidad de Fa M. Tiene una composición escrita para música orquestal con dos violines primeros, flauta travesera y clarinete en Sib, que empiezan en el primer compás; por otra parte, el piano, los violines segundos y el contrabajo lo hacen en el segundo. Está acompañado por un coro, la voz principal del himno. La obra está polarizada en dos grandes secciones que en adelante llamaremos sección A y sección B.

La sección A, de carácter marcial, comienza con la tonalidad de Fa M, como explicaba con antelación, con una introducción instrumental de 4 compases en compás de 4 por 4. Terminada la introducción entra la voz, cantando una frase de 8 compases divisible en dos semifrases de 4 compases cada una. La segunda semifrase es parcialmente parecida a la primera, siendo los dos primeros compases iguales a los dos primeros de la primera semifrase y cambiando los dos últimos para cerrar la frase musical. Esta primera frase del himno, que, como ya hemos dicho se encuentra en Fa M, comienza en tónica y termina en dominante. Tras esta frase vienen 4 compases, que, a modo de pequeña conclusión, cierran el tema terminando de nuevo en la tónica del tono, Fa M.

Los siguientes 6 compases son un puente que nos llevará a la sección B de la obra. En estos 6 compases el compás y la figuración cambian. Pasamos del 4/4 inicial a un 2/4 en el compás. La figura que predomina es el tresillo de corcheas, para anticipar el 6/8 de la siguiente sección. Al final de este puente nos situamos en el segundo grado de Fa M, es decir un acorde de Sol m, acorde que toma para llevarnos a la siguiente sección que estará en Do m. Aquí el compositor toma el de Sol m como si fuera la dominante de Do m para modular, solo que sin alterar la sensible, por lo que el paso armónico de una tonalidad a otra resulta abrupto e inestable, puesto que Sol m, que, al no ser la dominante de Do m, no tiene la fuerza tonal del Sol M para llevarnos a la nueva tonalidad de Do m en la sección B.

Tras este puente llegamos a la sección B del himno, sección que comienza en la tonalidad de Do m y en compás de 6/8. Lo primero que encontramos es una pequeña introducción instrumental de dos compases, el primero en la tónica y el segundo en la dominante de la nueva tonalidad. Tras estos compases entra el coro cantando una frase de 16 compases, que, al igual que el caso anterior, puede dividirse en dos semifrases, esta vez de 8 compases cada una. En esta frase se reproduce el mismo sistema que en la frase de la sección A, las dos semifrases son idénticas, a excepción de los últimos compases de la segunda semifrase. Esta frase termina en Mib M, relativo mayor de Do m. Los siguientes 6 compases, que se desarrollan en Mib M, nos sirven de puente para llegar a los últimos compases del himno, que cierran la composición a modo de coda.

Esta coda, que dura 8 compases, toma motivos melódicos de la frase de la sección B. La coda continúa en Mi M, el relativo mayor de la tonalidad en la que empieza la sección, hasta el final de la obra, dándole así un final mas brillante y potente que el que podría tener en un modo menor.

Por último, como elementos contrastantes entre una sección y otra del himno, podemos encontrar, como hemos descrito mas arriba, las tonalidades y los modos en los que están escritas las secciones, el compás y el cambio de carácter entre una y otra, siendo la primera parte mucho mas militar y rítmica que la segunda, que tiene un mayor desarrollo melódico y un carácter mas lírico. A parte de estos elementos ya mencionados, podemos destacar el tratamiento de las voces entre una sección y la otra. En la primera sección el coro canta a unísono la mayor parte de su intervención, reforzando el carácter marcial de esta parte, aunque en pequeños momentos cante a dos voces. Por el contrario, en la sección B, el coro canta a dos voces durante toda su intervención, llegando incluso a utilizar una tercera voz en la coda para terminar el himno de una forma mas brillante.

La letra cantada por el coro es la siguiente:

 

                                                        Trujillano he nacido

                                                        Trujillo es un vergel,

                                                        estoy muy orgulloso

                                                        de haber nacido en él.

                                                        Mi tierra la bendigo

                                                        y digo sin pasión

                                                       que es mi pueblo es más noble

                                                       de toda la nación.

                                                       La Virgen de Victoria

                                                       su bendición le da

                                                       pues es Santa Patrona

                                                       de tan noble ciudad.

                                                       Entre dos muros de piedra,

                                                      cubiertos de musgo y hiedra

                                                      su albergue está, cantémosla.

                                                      Virgen santa del amor

                                                      que nos miras desde allí,

                                                      como se quiere a una madre

                                                      lo mismo te quiero a ti.

                                                      Puesta en ti tengo mi fe,

                                                     y en la fe mi salvación

                                                    a tu imagen bendecida

                                                    la tengo esculpida en el corazón.

                                                   ¡Virgen mía! ¡Madre mía!

                                                   cuando miro a tu castillo

                                                  me parece mi Trujillo

                                                  la más hermosa mansión,

                                                 porque mi pueblo y tu imagen

                                                 es mi mayor ilusión.

 

Conclusión

Tras haber llevado a cabo esta pequeña investigación podemos responder a esos interrogantes que nos planteábamos al principio. Este Himno trujillano fue compuesto para la Velada Literario-Musical que se celebró en 1920, cuando se recuperó definitivamente la devoción a la Virgen de la Victoria y se intentó dar a las fiestas patronales un matiz más culto. En cuanto a la continuidad en la tradición oral, se podría suponer que tras casi cuarenta años cantando el Himno-Salve de don José Iglesias y don Joaquín Cuadrado, estaría ya establecida la relación tanto con la Virgen como con las fiestas, por lo que no sería necesario modificar esta tradición arraigada en los trujillanos.

Por último, el principal objetivo que era la difusión de este patrimonio documental y cultural contribuirá al estudio de la historia de la música en la región, entendiéndolo como una forma de expresión de un tiempo y unas circunstancias concretas, y enriquecerá la tradición popular al adentrarnos en varios aspectos de la historia de Trujillo, como son la tradición popular, sus festejos o la intrahistoria de nuestros antepasados hace un siglo. De esta forma, no solamente estaremos ayudando a dar a conocer nuestro pasado, sino que, además, se pretende proteger tanto el patrimonio como las tradiciones, que ejercen un papel fundamental para la unión entre las personas y revalorizar los lazos de unión con vecinos y foráneos. Las posibles dudas, interrogantes o curiosidades podrán servir para abrir la investigación a estudiosos que les interesen estos aspectos, ya que han sido poco tratados hasta el presente, permitiendo un ámbito investigador fructífero.

Anexo – Partitura del Himno Trujillano

AHMT Leg. 1350. 1920. Himno trujillano. Letra de Gregorio Rubio Mariño y música de Jacinto Cabrera Orellana. Fol.: 1-7

Fuentes y bibliografía

Fuentes archivísticas

AHMT Leg. 26. 1545-1550. Voto de la Ciudad de Trujillo a la Virgen de la Victoria. Libro de acuerdos. Fol.: 276 v.

AHMT Leg. 48. 1881. Libro de acuerdos de 1881

AHMT Leg. 1350. 1920. Himno trujillano. Letra de Gregorio Rubio Mariño y música de Jacinto Cabrera Orellana. Fol.: 1-18

Registro Civil de Trujillo. Nacimientos. Fol.: 1211

Bibliografía

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[1] Naranjo Alonso, C.; Trujillo, sus hijos y monumentos. Espasa-Calpe, 1983

[2] Cordero Alvarado, P.; Trujillo (Guía monumental y heráldica). Cáceres: Instituto de Estudios Heráldicos y Genealógicos de Extremadura, 1996, p. 25.

[3] Tena Fernández, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, pp. 111-113.

[4] Según el Diccionario de Autoridades que se redacta en la primera mitad del s. XVIII, “librea” se podría definir como “el vestuario uniforme que los Reyes, Grandes, Títulos y Caballeros dan respectivamente a sus Guardias, Pages, y a los criados de escalera abaxo, el qual debe ser de los colores de las armas de quien le da. Suelese hacer bordada, o guarnecida con franjas de varias labores”. Diccionario de Autoridades (1734) [En <http://web.frl.es/DA.html> (consultado el 13 de agosto de 2019)].

[5] Tena Fernández, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, p. 112.

[6] TENA FERNÁNDEZ, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, p. 113

[7] TENA FERNÁNDEZ, J.; Trujillo histórico y monumental. Alicante: Artes gráficas, 1967, p. 542.

[8] {h. 276 v.} {1}Este d<ic>ho día los d<ic>hos s<e>ñores acorda<ro>n e manda<ro>n q<ue> por p<ar>es<cer> {2} de la cibdad se <e>scriba al s<e>ñor Pattriarca, pr<es>ydente, faciendo {3} la relaçión de la neçesydad q<ue> constriñó a esta cibdad para facer {4} el voto q<ue> fizo a n<ues>tra Señora de la Victoria e lo mucho que paresce {5} q<ue> a aprovechado, suplicando a su señoría aya por bien de {6} mandar q<ue> se dé facultad a esta cibdad p<ar>a q<ue> d<e> los propios {7}d<e>lla se aya de cu<m>plir e ef<ec>tuar el d<ic>ho voto. AHMT Leg. 26. 1545-1550. Transcripción paleográfica del voto de la Ciudad de Trujillo a la Virgen de la Victoria. Libro de acuerdos. Fol.: 276 v.

[9] Tena Fernández, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, pp. 113-115

[10] RAMOS RUBIO, J. A.; Trujillo costumbrista (1870-1970). Cáceres: Hermandad de la Virgen de la Victoria, 1993, p. 11.

[11] Ramos Rubio, J. A.; Las fiestas patronales de 1870 y 1881. s.f., p. 1

[12] RAMOS RUBIO, J. A.; Trujillo costumbrista (1870-1970). Cáceres: Hermandad de la Virgen de la Victoria, 1993, p. 11.

[13] TENA FERNÁNDEZ, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, pp. 126-128

[14] RAMOS RUBIO, J. A.; Trujillo costumbrista (1870-1970). Cáceres: Hermandad de la Virgen de la Victoria, 1993, p. 11

[15] Este lienzo se continuó colocando en el arco central del mercado para cantarle el tradicional Himno-Salve hasta que se construyó la plaza de abastos.

[16] TENA FERNÁNDEZ, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, pp. 127-132

[17] TENA FERNÁNDEZ, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, pp. 128-131

[18] TENA FERNÁNDEZ, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, pp. 131-132

[19] Ramos Rubio, J. A.; La iglesia parroquial de San Martín de Tours de Trujillo. Trujillo: 2018, pp. 92-96

[20] TENA FERNÁNDEZ, J.; Trujillo histórico y monumental. Alicante: Artes gráficas, 1967, pp. 304-317

[21] Casares García, M. J.; Trujillo en las poesías y coplas de “Goro”. Cáceres: 1996, pp. 20-21

[22] RAMOS RUBIO, J. A.; Trujillo costumbrista (1870-1970). Cáceres: Hermandad de la Virgen de la Victoria, 1993, pp. 36-38.

[23] 1919. Las fiestas de la Patrona. La Opinión. 23 de octubre de 1919, p. 2

[24] Naranjo Alonso, C.; La devoción de Trujillo a su Patrona. Impresiones de un Extraño. La Opinión. 11 de noviembre de 1920, p. 2

[25] 1919. Las fiestas de la Patrona. La Opinión. 30 de octubre de 1919, p. 2

[26] Artículo 1º de los estatutos de la Asociación Trujillana de Nuestra Patrona la Virgen de la Victoria de 1920. En: CANTERO MUÑOZ, A.; “Estatutos de la asociación trujillana Virgen de la Victoria (1920) y del patronato de su ermita”, XXXII Coloquios históricos de Extremadura. Trujillo: 2003, p. 2

[27] Clodoaldo Naranjo definió el estado en el estaba cuando la vio por primera vez en 1910 como “un destartalado nicho en viejo y agrietado torreón, (…) entre paredes desnudas de otro ornato que no fuera un ridículo enjalbegado de chillones colores y lámpara mugrienta y mortecina. No pude reprimir en mis adentros la penosa y desagradable impresión que me causaba el espectáculo que presenciaba”. En: Naranjo Alonso, C.; La devoción de Trujillo a su Patrona. Impresiones de un Extraño. La Opinión. 11 de noviembre de 1920, pp. 1-2

[28] 1919. Las fiestas de la Patrona. La Opinión. 23 de octubre de 1919, p. 2

[29] 1920. Fiestas de la Virgen de la Victoria, Patrona de Trujillo, en 1920. Programa de festejos cívico-religiosos organizados por la Comisiones populares nombradas con tal fin. 1920. La Opinión. 21 de octubre de 1920, p. 2

[30]1920. Las fiestas de la Patrona. La Opinión. 4 de noviembre de 1920, p. 1

[31] 1920. Programa de festejos. La Opinión. 21 de octubre de 1920, p. 2

[32] 1920. Para festejar a nuestra Patrona. La Opinión. 30 de septiembre de 1920, pp. 1-2

[33] 1920. Las fiestas de la Patrona. La Opinión. 28 de octubre de 1920, pp. 2-3. Las obras presentadas se fueron publicando con periodicidad en los semanales siguientes de La Opinión.

[34]Orozco Campomanes, A.; Las fiestas de la Patrona. La Opinión. 11 de noviembre de 1920, p. 1

[35] TENA FERNÁNDEZ, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, p. 133

[36] TENA FERNÁNDEZ, J.; Historia documentada de Santa María de la Victoria, patrona de Trujillo. Serradilla: Editorial Sánchez Rodrigo, 1930, p. 134

[37] AHMT Leg. 1350. 1920. Himno trujillano. Letra de Gregorio Rubio Mariño y música de Jacinto Cabrera Orellana. Fol.: 1

[38] CASARES GARCÍA, M. J.; Trujillo en las poesías y coplas de “Goro”. Cáceres: 1996, p. 7

[39] Registro Civil de Trujillo. Nacimientos. Fol.: 1211

[40] Cabrera Orellana. La correspondencia de España. 26 de abril de 1909, p. 1

[41] CASARES RODICIO, E. (Dir.); Diccionario de la música española e hispanoamericana. Madrid: Sociedad General de Autores y Editores, 1999, p. 845

[42] HURTADO URRUTIA, M.; Jacinto Cabrera Orellana (1875-1923). Hoy. 30 de junio de 1996, p. 9

[43] CASARES GARCÍA, M. J.; Trujillo en las poesías y coplas de “Goro”. Cáceres: 1996, pp. 22-24

[44] Rubio Mariño, G.; Carta abierta al Sr. D. Jacinto Cabrera y Orellana. La Opinión. 6 de octubre de 1920, p. 2

Nov 152019
 

 

José Antonio Ramos Rubio.

1.- CRISTO DE LA EXPIRACIÓN (ERMITA DE LA ARGUIJUELA DE ABAJO)

 

En la ermita de Nuestra Señora de Gracia, en la finca de la «Arguijuela de Abajo», en el lado de la Epístola, se rinde culto a la imagen del Cristo de la Expiración, obra de finales del siglo XIV. Concretamente, presidiendo un retablo barroco, sin dorar, con los símbolos de la Pasión en cartelas. Es un Crucificado de madera policromada (bajo la advocación del Cristo de la Expiración) de finales del siglo XIV, con una tipología rígida y popular, de tamaño mayor al natural, en torno a los 2 m. El 7 de abril de 1992 se fundó una cofradía penitencial que procesiona el Viernes Santo por la mañana al Crucificado, con la aprobación canónica del Excelentísimo y Rvmo. Sr. Obispo don Ciriaco Benavente Mateos, Obispo de Coria-Cáceres. Cofradía dirigida por el entonces presidente de la casa regional de Andalucía don Jesús Brazales, que con motivo de una romería realizada en el recinto del castillo de la Arguijuela de Abajo y a instancia de don Ramón Jordán de Urries y Martínez de Galinsoga, «Vizconde de Rodas», propietario del castillo de la ermita, se giró visita esta última, con el propósito de en años venideros hacer la romería y dar culto a un imagen de un crucificado existente. Esta imagen es propiedad del Vizconde de Rodas, cedida a la Cofradía para su culto y uso procesional.

Es de destacar que el obispo don Juan José García Álvaro (1750-1783) concedió cuarenta días de indulgencia a aquellos fieles que rezasen ante las imágenes de la Virgen de Gracia y del Crucificado, según reza en una cartela que está en el lado del Evangelio: “El Ymº. Sp. D. JVAN JPH GARCIA ALVARO OBPO DE CORIA CONCEDIÓ 40 DIAS DE YNDVLGENCIA QVIEN REZARE VNA SALVE DELANTE D ESTA SSMA YMAGEN D. Nª. Sª. D GRACIA ROGANDO A DIOS POR LA EXTon D. Nra Sta Fee”. Y, en otra cartela: “El Ymº. Sp. D. JVAN JPH GARCIA ALVARO OBPO DE CORIA CONCEDIÓ 40 DIAS DE YNDVLGENCIA. REZANDO VN CREDO DELANTE DEL SSmo CHRISTO DE LA ESPIRACION. ROGANDO A DIOS POR LA EXALTAon D. Nra Sta FEE”[1].

Es una impactante imagen que se sostiene en tres clavos, los brazos del Cristo prácticamente son horizontales. Tiene la boca abierta, arcos superciliares elevados, nariz aguileña, fuerte entrecejo y frente estrecha. Barba larga abierta en dos picos, tiene negra cabellera, corona de espinas, la cabeza ligeramente ladeada hacia su derecha, el cabello o formando buclees entrelazados, cae por los hombros. El estudio anatómico es de gran calidad, resaltando los músculos y las venas. Por encima de la cruz del Crucificado rezan en una cartela las letras: “JESUS NAZARENUS REX IUDEORUM”. Como es notorio, la cruz ocupa el primer lugar entre las imágenes sagrada, ya que es el símbolo del misterio pascual. Por ella se representa la pasión de Cristo y su triunfo sobre la muerte, al tiempo que se anuncia su segunda venida, ya gloriosa.

Destacan los músculos del cuello en tensión y una expresiva cabeza, levemente flexionada hacia su hombro derecho, con un rostro de expresión patética, ojos abultados; boca de labios carnosos, entreabierta, en la que se distinguen los siguientes; barba partida con suaves rizos en las puntas y la cabellera desciende hasta los hombros. Sobre la corona trenzada de espinos original, se le ha puesto otra recientemente. Es un Cristo vivo en actitud expirante, no presenta la llaga en el costado, pues aún no ha sido atravesado por la lanza de Longino, según el texto bíblico[2]. El torso está resuelto y modelado correctamente, con un volumen torácico proporcionado, destaca la infección en las caderas y la depresión en la cintura alejándolo del rígido esquema troncocónico que era frecuente en crucificados de períodos anteriores.

Esta imagen pertenece a la Ilustre Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Expiración y Ntra. Sra. de Gracia y Esperanza, procesiona el Viernes Santo, con su salida desde la iglesia de San Mateo a las 11:30 horas.

Fue restaurado en el año 1997 por doña María Antonia González Luceño, licenciada en Bellas Artes. En primer lugar se realizó una limpieza en superficie con brochas suaves para eliminar las manchas. Esta limpieza dejó ver que en ambos brazos en el muslo izquierdo se había perdido por completo la película pictórica, que dando soporte al descubierto. Se eliminó el relleno de las grietas, que se encontraban sueltos para poder ser consolidados, esta tarea se realizó por impregnación a base de pincel para el interior de las grietas y por inyección en todos y cada uno de los orificios de salida de los xilófagos. Se rellenaron los orificios y las grietas con resina y se añadieron injertos con maderas. Se colocaron en la corona de espinas nuevas hechas con bambú, aprovechando los agujeros que habían dejado los originales. Todas las zonas: orificios, grietas, cabellos, dedos, fueron estucados a la manera tradicional con sulfato cálcico y con cola animal, y también la cara posterior de los brazos y de muslo izquierdo, que de esta manera preparadas recibieron la reintegración de la policromía que se hizo con técnicas acuosas, tempera y acuarela. La reintegración final se realizó con pigmento al barniz.

 

2.- EL CRISTO NEGRO (IGLESIA DE SANTA MARÍA LA MAYOR)

Ya no estamos ante el Crucificado mayestático y sereno del románico que recibe impasible al suplicio de la Cruz, sino ante una representación dramática del Crucificado que tiende a conmover al creyente. Es obra de la segunda mitad del siglo XIV.

Es una imagen de Cristo doloroso que durante el período gótico pretende acercarse más a la representación de la condición humana de Jesús mediante innovaciones iconográficas sustanciales con respecto al período románico. Los pies se fijan a la cruz con un solo clavo en posición bastante forzada, en aspa, que conlleva la protección en diagonal de la pierna derecha sobre la izquierda. La cabeza parece totalmente desplomada hacia su derecha; es ya un Cristo inerte, muerto (ojos cerrados y boca abierta). Jesús presenta una expresión patética, tiene los dedos crispados, otro ejemplo más del naturalismo del gótico.

Destaca la nudosa cruz original de gajos, expresión del lignum vitae (literalmente, madera de la cruz,  reliquia del cristianismo que se refiere al madero usado por los romanos para crucificar a Jesús). La cruz de gajos es frecuente en los siglos del gótico, como símbolo del árbol de la salvación. Esta imagen fue restaurada a finales del siglo XVII por el estofador Mateo Hurones. Esta talla se encontraba en el desaparecido convento de Santa María de Jesús, hoy sede de la diputación Provincial de Cáceres.

La muy Solemne, Venerable y Pontificia Cofradía Hermandad Penitencial del Santo Crucifijo de Santa María de Jesús (Cristo Negro) es una cofradía fundada en 1490 y refundada en 1986 cuya sede está en la iglesia de Santa María, en Cáceres. Sus estatutos establecen que el paso nunca puede salir de los límites de la muralla histórica, por lo que la cruz de guía es el elemento representativo de la Cofradía cuando se efectúa la procesión Magna. En esta procesión exige un obligado voto de silencio y la cofradía posee un límite de hermanos de entre 50 y 59 cofrades[3], que procesionan con una túnica negra de monjes benedictinos y con la cara tapada. Esta imagen procesiona en Semana Santa el Miércoles de Pasión, sale a las 12 de la noche de la iglesia de Santa María la Mayor.

 

3.-CRISTO DEL HUMILLADERO (ERMITA DEL ESPIRITU SANTO)

Esta imagen medieval se encuentra en la parroquia del Espíritu Santo, fue traída aquí desde su ermita, del Humilladero (Cáceres), de ahí su nombre. Preside el ábside, es obra de finales del siglo XV. Se nos representa muerto, con gran expresividad siguiendo el esquema iconográfico habitual en este tipo de piezas. Presentando tórax plano y brazos extendidos por encima de la horizontal. El “perizonium” está anudado en la cadera izquierda y forma abundantes pliegues, mientras que los pies se cruzan sujetos a la cruz con un solo clavo. Es un crucifijo de gran calidad estética, el canon es alargado, de anatomía muy estilizada, el artista anónimo trabajó con precisión en los detalles anatómicos, sobre todo en el rostro, brazos y piernas. La cabeza está tratada con especial minuciosidad. Lleva corona de espinas directamente tallada, de la que brotan de las heridas borbotones de sangre, tiene los ojos cerrados y la boca entreabierta, se pueden percibir los dientes. De las heridas de las rodillas y de las manos brota sangre, contribuyendo a reforzar el dramatismo de la imagen. En la actualidad recorre las calles de Cáceres en los días de la Semana Santa bajo el estandarte de la “Pontificia y Real Cofradía del Espíritu Santo y del Stmo. Cristo del Humilladero y Stma. Virgen María Corredentora”.

Como hemos indicado, esta imagen presidía desde muy antiguo la ermita del Humilladero, propiedad de la Cofradía de la Vera Cruz, derruida en 1900 para construir una fábrica de harinas. Estando en su primitiva ubicación recibió una Bula Pontificia por la que se ganaban mil quinientos días de indulgencia por cada Misa que en su altar se dijese, mandase decir o se oyese en los días de la Cruz, Resurrección, San Francisco, San Juan y Espíritu Santo. Fue restaurado en varias ocasiones: por Francisco Mendo Montejo en 1674 y por Francisco Antonio Tallo en 1753, por ejemplo.

 

La ermita del Humilladero de donde procede esta imagen del Crucificado, estaba situada junto al Puente de San Francisco. Ya existía a mediados del siglo XVI cuando se encarga la realización de una capilla en la citada ermita al cantero Hernán López Paniagua, siguiendo las trazas del cantero Pedro Gómez[4]. Hernán López perteneció a una ilustre familia de canteros que trabajaron en la mayor parte de las obras de construcción y reforma de la iglesia de Santiago. La ermita del Humilladero era propiedad de la Cofradía de la Vera Cruz, y durante muchos años partió de ella la procesión de Sangre del Jueves Santo de la Vera Cruz[5].

Tenía dos altares, el más importante el del Cristo del Humilladero, donde por oír misa determinados días, se ganaban 1500 Indulgencias, y el otro era el altar de una Virgen[6]. El 3 de mayo de 1900 el cura párroco de San Mateo, con autorización episcopal, vendió la ermita a un industrial local, destinada a fábrica de harina, la cual permaneció hasta el año 1986 en que fue derribada y construidas en el mismo espacio unas viviendas.

En los inicios del siglo XX la imagen del Crucificado fue trasladada a la iglesia del Espíritu Santo, situándose en un altar en el lado del Evangelio, donde recibió culto hasta que se trasladó al altar mayor a finales del segundo tercio de dicha centuria (como consecuencia de la retirada del retablo del templo), donde se encuentra actualmente.

Cuando se refundó la Cofradía en 1950 fue conocido con el nombre de Santísimo Cristo de la Buena Muerte o Santísimo Cristo del Espíritu Santo. Durante siglos nuestra Cofradía rindió culto al Cristo del Espíritu Santo, un Crucificado del siglo XVII que fue llevado a la iglesia de San Mateo tras la guerra de la Independencia, donde corona el retablo, el cual terminó denominándose Cristo de la Buena Muerte. Conocido el error en la advocación, la Cofradía volvió a denominar Cristo del Humilladero a su titular gótico.

En 1970 dejó de procesionar debido a su delicado estado de conservación, y fue sustituido por otro Crucificado, de factura moderna, que actualmente es conocido como Santísimo Cristo de la Preciosa Sangre. Restaurado por Gracia Sánchez-Herrero Rosado, Ángeles Penis Rentero y Fátima Gibello Bravo, salió de nuevo a las calles de Cáceres en la Semana Santa de 1990. Foro Restauraciones intervino en la restauración en la imagen en 1998 y en 2007.

 

En 1950, al amparo del auge que por entonces habían adquirido los desfiles pasionistas en Cáceres, surgió una nueva cofradía, la del Santo Cristo del Humilladero, que, desde un principio quiso recoger la herencia de esta vieja hermandad cacereña cuya historia, sucintamente, acabamos de relatar. La auspició el párroco de San Mateo don Santiago Gaspar Gil, gran entusiasta de la Semana Santa, al que se debe el reflotamiento de las viejas cofradías de Jesús Nazareno y la Vera Cruz, así como la incorporación de nuevos pasos a los desfiles procesionales. 1 de marzo de 1963, Montenegro solicitaba que la procesión realizada en la mañana del Viernes Santo del año anterior, se trasladara a la madruga con la finalidad de que los obreros, que era la mayoría de los hermanos de carga, pudieran descansar todo el Viernes Santo. Estudiada la propuesta por la Comisión de Cultos al exterior de la Comisión Pro Semana Santa, se resolvió que recorriera las calles de la feligresía, fijando su horario entre las 23:30 horas del Jueves Santo y la 1:30 de la madrugada del Viernes Santo. El 11 de marzo, Monseñor Llopis Iborra aprobó la inclusión de esta procesión en los desfiles penitenciales de la ciudad de Cáceres[7].

 

4.- CRISTO DE LAS INDULGENCIAS (IGLESIA DE SAN JUAN)

La construcción de la iglesia de San Juan data de la segunda mitad del siglo XIV. Publico Hurtado denomina a este templo con el título de San Juan de los Ovejeros, por tener su sede allí una cofradía gremial que agrupaba a los ovejeros y que a partir de mediados del siglo XV permitió el ingreso de los labradores[8].

Preside el ábside una lignaria imagen del Crucificado, que tiene unas notas propias del siglo XV. El cuerpo de Cristo está bastante derecho, ladeando ligeramente la parte alta del cuerpo y dejando caer levemente la cabeza hacia su derecha. Es importante destacar que la humanización de Cristo en la cruz, sufriente, produce una transformación radical en la iconografía. El Cristo vivo y triunfante del románico pasa ser representado sin vida, vencido por la muerte, con un cuerpo suspendido en pronunciada flexión, con el torso ondulado y la cabeza inclinada bruscamente sobre el hombro derecho. Esta pronunciada ondulación del cuerpo de Cristo se generaliza en occidente a partir de los inicios del siglo XII, definiéndose el crucifijo como «Christus patiens», es decir, la imagen de Cristo en la cruz que como hombre padece y sufre, procedente esencialmente de una sensibilidad mística cuyos antecedentes los encontramos en San Anselmo de Canterbury, que en su obra Monologion había presentado ya algunos argumentos sobre la demostración de la existencia de Dios, acompañando a otras reflexiones de carácter marcadamente teológico. La demostración que nos ofrece en el Proslogion fue motivada, según sus propias palabras, por la petición de sus compañeros benedictinos de reunir en un solo argumento la fuerza probatoria que los argumentos presentados en el Monologion ofrecían en conjunto. Con esta prueba, conocida como «argumento ontológico», San Anselmo pretendió no sólo satisfacer dicha petición sino también dotar al creyente de una razón sólida que le confirme indudablemente en su fe.

Volviendo a la imagen del Crucificado. El rostro acusa el gesto de dolor, presentándonos un Cristo muerto, con los ojos cerrados y la boca abierta. La barba es corta, partida en el centro; el cabello, es largo, marcando mechones. La cabeza está ceñida por una corona de espinas.

El naturalismo del gótico se caracteriza también en la exagerada marcación de las costillas. La ley de gravedad de todo el cuerpo se manifiesta en la tensión de los brazos, que lo soportan elevándose los brazos por encima de los hombros, las manos se cierran en torno al clavo. Destacamos también la leve flexión de las rodillas. Se cubre con un perizoma caído que deja al descubierto los inicios de la ingle, ceñido a los muslos y cruzado al centro; además, anudado y con caída a su cadera izquierda con abundantes pliegues, características de un paño mojado. Las piernas reciben un tratamiento minucioso, los pies sujetos por un único clavo, destacando la rotación centrípeta de los pies.

Consideramos que debe de tratarse del Cristo del Pardo, que tuvo su capilla en esta iglesia[9]. Esta imagen se trajo a Cáceres en el año 1661, procedente de Salamanca. En Cáceres recibió el nombre de Cristo del Perdón y, más tarde, se le conocía como Cristo de la Buena Muerte[10].

 

5.-SAN JORGE Y EL DRAGÓN (DIPUTACIÓN PROVINCIAL, PALACIO DE CARVAJAL)

Esta imagen ostenta el patronazgo de Cáceres desde la Edad Media, concretamente desde la Reconquista, al coincidir ésta con su festividad. De una venerable leyenda se nutre la celebración de la Fiesta de San Jorge, con la que se conmemora la conquista de la ciudad por las tropas cristianas en la víspera del 23 de abril, festividad de este santo, de 1229. La leyenda alude al amor entre un capitán cristiano de las tropas del rey Alfonso IX de León que asediaban la ciudad y la bella y bondadosa hija del kaid agareno que gobernaba la ciudad fortificada, siendo así que, gracias a los favores de la joven mora y a la ruta de túneles que utilizaba el capitán para sus encuentros amorosos, llegó éste a conocer un subterráneo que atravesaba las murallas de Cáceres. La víspera del 23 de abril lo utilizó junto con otros soldados para franquear la fortaleza y sorprender a sus defensores, concentrados como estaban en repeler un simulacro de asalto cristiano a la puerta del Socorro.

Cáceres fue recuperada para la cristiandad esa noche, en la víspera de San Jorge, considerado como máximo protector de los ejércitos cristianos. Alfonso IX de León dotó de fueros a la ciudad y estableció que se celebrase la fiesta de San Jorge con la quema de hogueras por parte de los vecinos, simulando así los asentamientos de sus tropas. La fundación de la Cofradía de San Jorge data de 1548.

 

Esta obra que representa a San Jorge de pie peleando con el dragón, está relacionada con los modelos góticos franceses[11], con una expresividad emotiva, menos hierática que en imágenes de períodos anteriores. Se nos ofrece San Jorge con reposada postura y bellas facciones. Es una obra de finales del siglo XV.

 

 

6.-SANTA ANA CON LA VIRGEN NIÑA (AYUNTAMIENTO)

Imagen de bulto redondo en madera policromada. Representa a San Ana con la Virgen María Niña. Es obra tardomedieval del primer decenio del siglo XVI.

Se encuentra en las dependencias del Ayuntamiento de Cáceres. Fue adquirida en Portugal (Posada de Elvas) por el entonces alcalde don Alfonso Díaz de Bustamante en el año 1965, en la cantidad de 16.000 pesetas. Fue restaurada en el año 1996[12].

El tema medieval de Santa Ana Triple se mantiene en la iconografía en los primeros años del siglo XVI, hasta su desaparición definitiva en el Concilio de Trento.

El tema iconográfico conocido como Santa Ana Triple está formado por Santa Ana, la Virgen y el Niño, aunque la historia de Santa Ana no procede de los Evangelios Canónicos, sino de los Apócrifos, como ocurre con gran parte de la vida de la Virgen María y de la infancia de Jesús; sin embargo, son relatos muy difundidos pues resultaban muy gratos a la devoción popular; en la medida en que la figura de Santa Ana se va desligando de la de su esposo San Joaquín, irá apareciendo la de Santa Ana Triple. La creencia en la pureza de María, ajena incluso el pecado original, condujo a la idea de su génesis virginal que sin ser oficial en la Iglesia fue compartida por teólogos y fieles, celebrándose desde el siglo VIII en las iglesias orientales una fiesta alusiva a su Concepción Inmaculada. Tales conmemoraciones nacidas del fervor de los creyentes, pasarán al occidente cristiano por Nápoles y Sicilia, centros de evidente influencia bizantina. Con anterioridad a la cristalización de la tipología apocalíptica de la Inmaculada, el razonamiento se llevará a la plástica mediante la representación del grupo compuesto por Santa Ana triple, figuras que suelen presentar una composición escalonada que permite paralelamente la lectura sería lógica en relación con algunos poemas de finales del gótico que citan a Santa Ana como tallo ubérrimo o árbol salutífero del que salen ramas cargadas con frutos.

Por tanto, el culto a Santa Ana tiene origen oriental y se extiende por occidente en la época de las cruzadas; su fiesta se introduce en el calendario litúrgico en el año 1425. Y, fue a partir del siglo XIV, cuando el tema comienza a representarse en la escultura, aunque su eclosión se produce a finales del siglo XV y a principios del siguiente, destacando la producción de los talleres castellanos.

A finales de la Edad Media, una corriente espiritual propugnaba la implicación afectiva y cercana del fiel devoto en las vidas de Jesús y de su Madre, que tuvo una gran repercusión en el repertorio iconográfico. Santa Ana Triple viene a ser como una representación esquematizada del árbol genealógico de Jesucristo, del Árbol de Jessé y una variante de la Sagrada Familia.

Santa Ana, con la mirada fija al frente y gesto sereno, reflejando una apacible ancianidad muy matizada, se nos ofrece con toca blanca, propio de las santas casadas, cubierta con un manto azul decorado con ricas orlas doradas, estofados vegetales y florales, se encuentra sentada en un sitial de bajo respaldo, sostiene sobre la rodilla izquierda a la Virgen, a la que abraza con la mano izquierda por detrás, ésta de tamaño mucho más pequeño y ataviada con ropajes ampulosos y rubios cabellos trenzados, señalando así su juventud con respecto a la Madre y vestida con túnica rosada y manto azul, que le cuelga también, con amplios pliegues. El Niño Jesús, sentado en el regazo de su madre, se vuelve para coger el fruto que le ofrece Santa Ana. Aparece desnudo solamente cubierto levemente una parte con el manto de su Madre. Las tonalidades en manos y rostros muestran un tono rosáceo que se intensifica visiblemente en las mejillas y en los labios, dándole así un toque de realismo y naturalidad tan característico de la época renacentista a la que pertenece.

El personaje más importante del conjunto escultórico es la Santa, de ahí su estatura superior, y sustituye a María en el papel de intercesora y a la acción de ofrecer un fruto al Niño. El fruto en la simbología religiosa significa el amor de Cristo encarnado por la humanidad. La intercesión, en este caso, se ejerce por una vía muy cercana al sentimiento popular, fundamentado en razones afectivas. La relación de la Virgen con su hijo Jesús y con su madre Santa Ana constituye una alusión iconográfica a la Inmaculada Concepción, en la época en la que el pueblo creyente se encargó de propagar y defender.

El grupo se organiza de una manera vertical, situándose Santa Ana en el eje central ocupando el vértice de esta composición triangular. Frente a otras representaciones en que la Virgen está sentada al lado de Santa Ana. La composición está cuidadosamente representada en un sutil juego de triángulos, donde el fruto y las miradas de los personajes obligan al espectador a establecer un movimiento y a dar fuerza a la significación. Las actitudes de los personajes representados son algo estereotipadas pero muy elegantes, el artista anónimo maneja el airoso juego ondeante del manto de Santa Ana. Es de destacar la hermosa policromía del siglo XVI que contribuye a acentuar la impresión de solemnidad, con abundantes dorados y rajados para crear los estofados y adornos de las orlas y del manto de Santa Ana, así como los encarnados de los rostros. La cabeza de Santa Ana está tratada con especial dedicación: una dulce melancolía invade su rostro, modelado con suaves superficies. La posición de la mano derecha entregando el fruto al niño, enfatiza la elegancia del ligero movimiento de la figura.

En la restauración llevada a cabo recientemente al ser imposible rescatar la rica policromía del primer tercio del siglo XVI, se ha optado por una decoración renacentista abundante en dorados, finos dibujos vegetales y grutescos, como los que aparecen pintados decorando la orla del manto de Santa Ana, unidos al uso sobre panes de “corlas” para aportar matices áureos, no deja lugar a dudas, remitiendo al siglo XVI.

 

7.- VIRGEN DE LA MISERICORDIA (AYUNTAMIENTO)

Se nos representa la Virgen de pie, vestida con un ampuloso manto azul dorado, como refugio de religiosos y cofrades, cobijando bajo su manto a grupos de fieles situados a ambos lados. Las figuras de la base visten atuendos ricos, en actitud orante. Es una obra de gran calidad artística. Obra de finales del siglo XV. Fue adquirida por el Ayuntamiento en 1969, en la tienda de antigüedades de Madrid de don Luis Carabe, por un importe de 4.500 pesetas[13].

 

8.- NUESTRA SEÑORA DE GRACIA (ERMITA DE LA ARGUIJUELA DE ABAJO)

A 9 km de la capital cacereña, por la carretera de Mérida, está el castillo de las Arguijuelas de Abajo y próxima a la edificación castrense se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Gracia a quien pertenece y a la jurisdicción de la parroquia de San Mateo. Según el cronista cacereño Floriano Cumbreño, en dicho lugar en el año 1278 se estableció la primera dehesa Boyal, surgiendo un núcleo poblacional[14].

En el año 1482 los Reyes Católicos conceden Facultad Real para que Francisco de Ovando “El Viejo” pueda instituir un mayorazgo, destacando sus propiedades en la Arguijuela[15]. Este era hermano del capitán Diego de Cáceres Ovando e hijos ambos de Hernán Blázquez y Leonor Alfón de Ovando[16]. En el año 1498 Francisco de Ovando deja en su testamento información sobre su mayorazgo destacando entre otras la casa que posee en la Arguijuela[17]. La finca posee cuadras, fragua, tinado, otras dependencias agrícolas y un magnífico castillo que aunque tiene su origen en el siglo XV se llevaron a cabo distintos añadidos y reformas en los siglos siguientes, según los estudios realizados por el profesor Navareño Mateos[18]. Se trataron recinto amurallado con torres de protección, dotado de matacanes, garitas, troneras y saeteras. En el siglo XVI se construyó un patio interior con galerías porticadas, destacando una galería de tradición gótica mientras que las otras dos muestran la elegancia y los detalles constructivos del Renacimiento. En distintos lugares se exhiben los blasones del linaje fundador, los Ovando-Mogollón.

La ermita de Nuestra Señora de Gracia es una construcción de mampostería y sillarejo, en la cual se celebró culto, según tenemos documentación, desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII[19]. Concretamente en la Visita de la Real Audiencia de Extremadura se la cita como dependiente de la parroquia de Aldea del Cano[20]. La información que tenemos sobre la misma se remonta a finales del siglo XV, pues consta que el propio Francisco de Ovando “El Viejo”, constructor del castillo, había dado a la cofradía de Nuestra Señora de Gracia cierta contribución[21]. En el Archivo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de Cáceres, se encuentra una Escritura de Censo, de 1547, perteneciente a la antigua Cofradía de Nuestra Señora de Gracia[22].

Además, el Académico Mayoralgo y Lodo confirma la existencia de la ermita en el interesante estudio que realiza, afirmando que en el año 1549 su propietario Francisco de Ovando Mayoralgo mandó fabricar una campana para la ermita, al parecer, fundiendo otras dos más pequeñas que había en la capilla, encargándose de la obra del maestro campanero Juan de la Bárcena, vecino de Güemes (Cantabria)[23]. La ermita es obra gótica de finales del siglo XV, como denotan los arcos fajones apuntados y la decoración artística gótica en los tres tramos de la nave.

En el lado del Evangelio se conserva un retablo barroco de madera sin policromar, de un cuerpo como hornacina central, estípites a los lados y decoración a base de cartelas, ángeles, tallos y telas. En el presbiterio se conserva un retablo barroco policromado de un cuerpo y ático; el cuerpo está dividido en tres calles por columnas salomónicas con racimos; en el banco, una inscripción indica la fecha de realización: 1669, y los mecenas que le encargaron: “EN 12 DE DICIEMBRE DE 1669 AÑOS MANDO EN SU TESTAMENTO HACER ESTE RETABLO DOÑA MARIA JAZINTO DE CARVAGAL PRIMERA MVGER DEL MARQVES DE CAMARENA CON EL ROTVLO QVE ESTA EN LA PEANA. IZOSE EN VIDA DE DOÑA MAGDALENA JVANA DE SOLIS I OVANDO SEGVNDA MVGER DE DICHO SEÑOR A LOS 5 AÑOS DE VIVDEZ I SE FINALIZO DE DORAR AÑO DE 1705”[24]. En la hornacina central se situaría una escultura de la Virgen con el Niño, en madera policromada, de finales del siglo XIV (en la actualidad preside la hornacina una imagen de cerámica de la Virgen del Rocío, ya que la Hermandad que hay en Cáceres tiene su sede en esta ermita). La citada imagen gótica de Nuestra Señora con el Niño fue estudiada en profundidad por el profesor García Mogollón[25]. Responde al tipo iconográfico de la “Odegetria” bizantina, la Virgen es portadora y conductora de su Hijo durante la infancia, variedad iconográfica que destaca en el siglo XIV, con la intención de humanizar el tema para hacerlo más comprensible al pueblo. Se nos ofrece vestida con túnica de color jacinto y el dorado de las ces y manto azul oscuro y zapatos de punta redondeada, mientras que el Niño que se dispone casi en el centro de la composición con una actitud rígida, lleva túnica talar marrón con estofado y tiene los pies desnudos. Porta el libro de la sabiduría divina y del mensaje evangélico en la mano izquierda y bendice con la derecha. Nuestra Señora de Gracia, tenía su sede en la ermita junto al Castillo de la Arguijuela de Abajo. En los años 80, dado que estaba muy deteriorada, fue restaurada en el taller de don Raimundo Cruz Solís, Taller de Restauraciones Artísticas Diocesano en Madrid. La cara estaba bastante perdida. Normalmente, la imagen se encuentra en la casa de don Ramón Jordán, Vizconde de Roda, en la ciudad de Cáceres, concretamente en la calle de los Condes, número 1. Se lleva a la Arguijuela de Abajo cuando se celebra algún acto. En la Iglesia de San Mateo tenía su altar, junto a los Ovando, donde ahora está la imagen de la Virgen de la Victoria patrona de Trujillo.

Nuestra Señora de Gracia, tenía su sede en la ermita junto al Castillo de la Arguijuela de Abajo. Los años 80, dado que estaba muy deteriorada, fue restaurada en el taller de don Raimundo Cruz Solís, Taller de Restauraciones Artísticas Diocesano en Madrid. La cara estaba bastante perdida. Normalmente, la imagen se encuentra en la casa de don Ramón Jordán, Vizconde de Roda, en la ciudad de Cáceres, concretamente en la calle de los condes número uno. Se lleva a la Arguijuela de Abajo cuando se celebra algún acto. En la Iglesia de San Mateo tenía su altar, junto a los Ovando.

 

9.- VIRGEN (IGLESIA DE SANTA MARIA LA MAYOR)

Esta imagen mariana de finales del siglo XV, realizada en una pieza de madera dorada y policromada, advierte una ejecución notable, en la que incluso se aprecia la influencia flamenca. María se nos ofrece de pie, en actitud orante, a modo de intensa elegancia cortesana, consiguiendo el artista anónimo una refinada elegancia, marcada por la disposición de las manos de largos y finos dedos y por el ritmo de los pliegues del manto, profundos y rígidos que caen en descenso oblicuo dibujando curvaturas y quebrándose hasta los pies de la Virgen.

La Virgen tiene un rostro ovalado, cejas arqueadas y blandas facciones, con una expresión un tanto ausente. Los cabellos, peinados con raya al medio caen ondulantes enmarcando la cara de la Virgen. La minuciosidad flamenca y el gusto por los detalles se revela esencialmente en la indumentaria, la policromía y el dorado son magníficos simulando ricos brocados. Además, también encontramos el gusto flamenco en el tipo de escote cuadrado que luce la Virgen y que deja ver la camisa que abierta en pico acentúa el cuello. El manto se resuelve con abundantes pliegues de textura rígida.

 

10,.- VIRGEN DE LA ESCLARECIDA (IGLESIA DE SANTIAGO)

Los alrededores de la capital cacereña conserva muchos lugares de encanto, algunos de los cuales han sido restaurados y convertidos en lugares de descanso, baste citar los edificios castrenses de Arguijuelas de Abajo y Arguijuelas de Arriba construidos entre los siglos XV-XVI.

Pero, nos encontramos igualmente con otros edificios en estado ruinoso, tal es el caso de una aldea bajomedieval situada entre Valdesalor y Torreorgaz, en el paraje o finca de Zamarrilla, donde nos encontramos con la casa palaciega de Ovando-Ulloa, conocida con el nombre de casa de los Muñoces, la capilla o ermita de Ntra. Sra. de la Esclarecida, el castillo de la Torrecilla de Lagartera, un complejo arquitectónico de iglesia, palacio, casa-fuerte, escudos, pajares, cuadras, tinados y otras edificaciones robustas dejadas “de la mano de Dios” y que están en peligro de desaparecer. Nicolás de Ovando, en testamento firmado en el año 1564 cita «las casas de campo tierras y asiento y pastos que yo tengo en el heredamiento de Zamarrillas”[26], fundando mayorazgo en favor de su sobrino Hernando de Ovando Ulloa que pasa a ser 1.º señor de Zamarrillas[27]) .Sobre todo, la casa-fuerte que es la fábrica arquitectónica que en peor estado se encuentra. Es una construcción castrense de mampostería con sillares en las esquinas, obra de la segunda mitad del siglo XV y con posteriores añadidos en los siglos siguientes. Se conservan parte de los muros y el arranque de la torre del Homenaje, habiendo desaparecido los escudos y esgrafiados cuyos restos se aprecian en algunos lugares del edificio.

Hemos de tener en cuenta que en los siglos XIII y XIV surgieron numerosos caseríos por la repoblación de las tierras cacereñas, por su aprovechamiento agroganadero y por la necesidad de protegerlas de las incursiones de los rebaños mesteños que bajaban del Reino de León. Comenzaron a formarse los adehesamientos –dehesas–, trazados por mandatarios de Alfonso X el Sabio, donde surgieron estos pequeños núcleos. Pero la peste, la crisis demográfica del XIV, el aislamiento y otros factores hicieron desaparecer muchas aldeas: Alpotreque, Puebla de Castellanos, Casas del Ciego, Malgarrida, Borrico, Pardo y Borriquillo. Sin embargo, el antiguo arrabal de Zamarillas perdura y aún mantiene su porte nobiliario en medio de Los Llanos, como un mirador excepcional y privilegiado.

Enclavado en las cercanías del río Salor, en plena llanura trujillano-cacereña, el antiguo arrabal de Zamarrillas, cercano a Torreorgaz –como ya hemos indicado-, fue destruido y deshabitado a comienzos del siglo XIX, quedando aún en pie vestigios de algunas de sus casas menos humildes, reconvertidas otras como cuadras o almacenes, como es el caso de la antigua parroquia del lugar (al fondo de la imagen superior), enclavada junto al camino que, partiendo por debajo del acueducto que surge de la presa de Valdesalor, llega a estas tierras.

En el estudio de este antiguo arrabal, hoy despoblado, es importante unificar el conjunto de edificaciones que aún se conservan en la zona con el proceso histórico. Tras ser reconquistada en 1229 Cáceres, y ser dotada la por entonces villa con un amplísimo término municipal[28], se dispusieron sus terrenos, desde las vegas de los ríos Tamuja y Almonte al Norte, hasta las estribaciones de las Sierras de San Pedro al Sur, más para la ganadería que para la agricultura, salpicando las reses y cabezas de ganado de los nuevos habitantes, repobladores y colonos, así como nobles de Castilla que ocuparon esta comarca, los pastos y encinares propios del bosque mediterráneo que cubre la región y que bordeaban el núcleo urbano, adaptándolos en dehesas donde conjugar y combinar la explotación ganadera con la conservación del ecosistema, o eliminando por el contrario la presencia arbórea en terrenos más llanos en pro de la abundancia de fáciles pastos. El término de Cáceres era muy extenso, y se hacía necesaria la

creación de estos poblados, seguramente aprovechando en ocasiones antiguos asentamientos romanos y árabes[29].

 

Ante la gran extensión del término municipal cacereño y la gran distancia que podía llegar a separar fincas y cotos con la propia urbe, se vio bien por el Concejo la fundación no sólo de aldeas en los alrededores pertenecientes a su jurisdicción pero con gobierno propio, sino también de arrabales y pedanías dependientes de la villa, así como cortijos y casas de campo que funcionaran como auténticos centros de aprovechamiento agroganadero, donde pudieran agruparse las viviendas de pastores, agricultores, braceros, jornaleros e incluso de terratenientes, todos ellos a manera de colonos a los que se les cedían porciones de terreno para su rendimiento, y así no sólo poblar, vivir y residir cerca de los centros de trabajo y lugares de explotación agroganadera, para comodidad suya y mejor administración de los mismos, sino además como eficaz medida de protección de las reses y los terrenos frente a futuras incursiones de los musulmanes del sur, cada vez menos probables pero posibles mientras Al-Ándalus siguiera existiendo, pero también de los campos frente a las ganaderías que, venidas desde tierras castellanas en su búsqueda anual de sustento, pudieran expoliar los pastos. Fundadas principalmente en la Baja Edad Media, permitía la existencia de estas aldeas y alquerías la presencia continua de población por los contornos, con especial intensidad en la zona meridional del término municipal y cercanía a las vías que comunicaban la villa con Medellín, Mérida y Badajoz, respectivamente. Mientras que algunos cortijos apenas se componían de una quinta señorial rodeada de las viviendas necesarias para sus empleados y servidores, más los inmuebles propios para la explotación ganadera y quehaceres diarios, las aldeas y algunos arrabales sin embargo llegaron a alcanzar los varios centenares de vecinos, contando entre sus calles e inmuebles destinados a viviendas y centros de trabajo también con parroquia y cementerio propio, complementándose la trama urbana y permitiendo una mayor independencia de la villa en sí[30].

 

El trascurrir de los años y el devenir de los hechos históricos conllevó tras la aparición y auge de aldeas y arrabales la consolidación de la gran parte de las primeras, convertidas hoy en día en pueblos independizados de la ciudad con el paso de los años y aumento de la población, tales como Malpartida de Cáceres, Aliseda, Aldea del Cano, Torrequemada, Sierra de Fuentes o Casar de Cáceres. Sin embargo y contrariamente las alquerías, arrabales y pedanías, a excepción del Zángano, sufrieron la paulatina marcha de sus pobladores y desaparición de sus inmuebles y términos urbanos, contando actualmente la ciudad de Cáceres con sólo tres pedanías, Valdesalor, Rincón de Ballesteros y Estación de Arroyo-Malpartida,

El origen histórico de las dehesas y su objeto en la tierra de Cáceres están bien recogidos en los escritos de Ulloa[31]; como ejemplo citaremos el que nos ofrece Daniel Berjano[32] sobre el «Repartimiento de tierras en Alguixuela», que hizieron á los de Cáceres los omes del Rey don Alfonso el Sabio, nombrados para ello, Era de 1316 años (1278) y en el que se dice que el Rey mandó que se diesen a los de Cáceres defesas en que pudiesen traer sus bueyes é sus ganados. También se refiere el Cronista don Antonio Floriano a este episodio describiendo los linderos de esta dehesa, que eran: «partiendo con don Gonzalo y sus heredamientos (¿Zamarrillas?) (sic.), a la cumbre que parte con la Zafra (que es dehesa de Concejo), a partir con los de Aldea de Pedro Cervero (La Cervera); de allí a la Alçaza, descendiendo hasta el Salor, y el Salor arriba a buscar el mojón primero»[33].

Uno de estos arrabales despoblados fue la Heredad de Zamarrillas, enclavada en plena llanura trujillano-cacereña, cerca de la localidad de Torreorgaz, que llegó a contar con 14 vecinos a principios del siglo XVII [34] que en su mayoría trabajaron para los Ovando, linaje cacereño que logró hacerse con la mayor parte de los terrenos que componían la heredad y que contó con castillo y casa fuerte en el lugar. El conjunto de la construcción es de mampostería con sillarejo y sillares en las esquinas. Como ya hemos explicado anteriormente, en la zona más elevada se alza un torreón de base cuadrada, en cuyo interior se aprecian los restos de la escalera y algunos esgrafiados en muy mal estado de conservación. Habitado hasta hace unas décadas y perteneciente a los Sanabria[35], en la que puede apreciarse sobre el portal un escudo esgrafiado mal conservado con las armas de Ovando-Ulloa. En el lateral que mira al Norte existe un blasón de granito bajo un alfiz datable en el siglo XVI con armas de Ovando, Ulloa, Mogollón y Carvajal que da fe, como después veremos, de las familias dominantes en estas tierras. Otra casa, de la que solo se conservan los muros exteriores presenta en su fachada lateral un esgrafiado apenas visible con el escudo de los Paredes[36].

Existió una iglesia bajo la advocación de la Virgen de la Esclarecida, donde se veneraba la imagen mariana que actualmente se encuentra en la iglesia parroquial de Santiago de Cáceres, , presidiendo el retablo de las Benditas Ánimas del Purgatorio, junto a la entrada a la sacristía de mencionado templo. Se trata de una imagen gótica de la Virgen con el Niño, tallada en madera; muestra a Santa María no sólo como Madre de Dios o representación artística como Teothokos, sino además en su versión como Odegetria bizantina o aquella que presenta al mundo el verdadero camino en la figura del Niño Jesús al que porta en su brazo izquierdo. Éste porta una paloma, representación del Espíritu Santo[37] o de la paz, en clara referencia a la vida, paz y Trinidad que encarna el Niño Dios o pudiera representar el alma del pecador, que escapa al lazo de los cazadores que lo persiguen y halla cobijo en brazos de Dios[38]. Muestra la Virgen de la Esclarecida diversas mutilaciones, roturas y deterioro general con claro reflejo en el rostro de María y en la figura del Niño Jesús, sufridas posiblemente y en gran parte por el vandalismo causado por las tropas napoleónicas que supuestamente destruyeron la iglesia de la que era titular, así como por el paso de los años, el desgaste de su naturaleza de madera y el olvido y abandono que desde su mudanza a la ciudad ha venido padeciendo.

La imagen de la Virgen y el Niño fue tallada rompiendo con el hieratismo románico y presentando el nuevo naturalismo que surge con los ideales de la Baja Edad Media, reflejado no sólo en la humanidad y ternura que exhala María, sino en otros diversos detalles tales como los pliegues de manto y túnica, o la presentación adelantada del pie derecho de la Virgen, que viste túnica de color jacinto con escote cuadrado y manto voluminoso de color verde-púrpura estofado donde aún pueden percibirse elementos vegetales, como personaje de la realeza. Es una obra de la segunda mitad del siglo XV.

Volviendo al lugar de Zamarrillas, en el inventario que a comienzos del siglo XVIII, y tras la Guerra de Sucesión Española, realizó el obispo don Luis de Salcedo y Azcona sobre los bienes artísticos de la Diócesis de Coria[39], figuraba aún el templo de la Heredad de Zamarrillas en pleno uso, describiéndose el interior del monumento y relacionando las obras de arte allí guardadas, entre las que figuraba la talla de Nuestra Señora de la Esclarecida ocupando uno de los altares laterales, no ocurre así en la descripción dada sobre el enclave en 1909 por Alfredo Villegas[40], habiéndose convertido el templo en cuadra o cobertizo, por los decretos sobre desamortización que durante la primera mitad del siglo XIX sacó a la venta un grandísimo número de propiedades, terrenos y bienes eclesiásticos, tanto en uso como fuera de culto. Así es como llega a día de hoy, con transformación de su estructura inicial en pro de acoplar el edificio a sus labores y uso ganadero, pero conservando aún su ábside pentagonal realizado con fábrica de sillarejo regular del siglo XIV. El templo, en su día, se estructuraba en una nave cubierta con tres tramos de bóveda de aristas, conservándose ahora solamente los arranques y la cabecera, donde aún pueden apreciarse cuatro trompas de ladrillo sobre la que se asentaba una cúpula de media naranja. Se conservan igualmente vestigios de su atrio, levantado a los pies del templo, contando con una arquería de cinco columnas y cuatro arcos escarzanos junto a los que se abre la portada que posiblemente comunicaba el templo con el camposanto del lugar.

 

11.- VIRGEN CON LIBRO (FUNDACIÓN «MERCEDES CALLES»)

En el museo de la Fundación «Mercedes Calles» se encuentra esta lignaria imagen de la Virgen con libro. Doña Mercedes Calles Martín-Pedrilla (Cáceres 1915- Madrid 2001) creó la fundación que lleva su nombre y el de su esposo, don Carlos Ballestero Sierra. Fue el apego del matrimonio a su ciudad natal el que permitió la creación de esta entidad sin ánimo de lucro, dedicada a promover la cultura y el arte entre los cacereños.

La cabeza se ciñe con una corona arcaizante, mayestática de reina, de tosca labra y adornada con unos florones. El rostro es realizado, la expresión es ingenua, excesivamente arquetípico, con un esquema ovalado de rasgos finos y poco pronunciados. La melena cae por detrás de la cabeza. Le falta la mano derecha con la que posiblemente adoptaba una postura bendiciendo y con la izquierda sostiene un libro. Se apoya sobre una peana pequeña. El plegado de las culturas crea ritmos asimétricos, sobre todo la forma de disponer el manto, que crea plegados sencillos, apenas deja ver los zapatos de punta redondeada. La policromía es propia de comienzos del siglo XVI, por el predominio de los dorados. Esta imagen pudo formar parte de un grupo de la Anunciación, en la que la Virgen estuviera en actitud de salutación con la mano derecha abierta y con la izquierda portando el libro de las profecías de Isaías: «Sabed que una Virgen concebir a y parirá un hijo y su nombre será Emmanuel» (7-14). Libro que simbolizaba las profecías que se cumplieron en la Virgen y en Jesús.

 

12.- CRUCIFICADO (Museo Provincial de Cáceres)

En el Museo Provincial de Cáceres se dispone esta bella talla, ejemplar algo arcaizante que ofrece el esquema iconográfico habitual en este tipo de piezas. Ofrece una imagen de Cristo, muerto y sujeto a la cruz con tres clavos, propia del estilo gótico. La cabeza se inclina apaciblemente sobre el hombro y la anatomía es suave y delicada. Esta forma de representar a Cristo en la cruz, despierta sentimientos tiernos hacia el Salvador que se ha ofrecido sacrificio. Presentando tórax plano y brazos extendidos por encima de la horizontal. El «perizonium» esta anudado la cadera derecha y forma abundantes pliegues, mientras que los pies se cruzan sujetos a la cruz con un sólo clavo. El plegado busca sobre todo los efectos plásticos con escasos y marcados pliegues de composición diagonal. Es, claramente, una obra de los inicios del siglo XV.

Notas

[1] En el Fondo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de la ciudad de Cáceres, en la Caja 41 Carpeta n° 17 se encuentra una Escritura de Censo, de 1547, perteneciente a la antigua Cofradía de Nuestra Señora de Gracia.

[2] Según el texto apócrifo, una forma del nombre Longinos también aparece en una miniatura en los Evangelios ilustrados por Rábula en 586 d. C. (actualmente en la Biblioteca Laurenciana, en Florencia).

En la ilustración, el nombre Longinos está escrito en griego sobre la cabeza del soldado que perfora el costado de Cristo. Ésta es una de las primeras referencias del nombre, si es que no es una inscripción hecha posteriormente.

La tradición cristiana. Se le identifica como Cayo Casio Longinos («Gaius Cassius Longinus», en latín), con lo que quien atravesara a Jesús con una lanza se llamaría igual que uno de los principales asesinos de Julio César, y con esto no se hace más que debilitar la teoría de que el soldado que atravesase a Jesús se llamara así. La lanza se menciona sólo en el Evangelio de Juan (19,33-34) y no aparece en ninguno de los evangelios sinópticos

[3] CORRALES GAITAN, A: Historia y curiosidades de la Santa Hermandad del Cristo Negro de Cáceres. Imp. Morgado. Cáceres, 1994.

[4] Hernán López Paniagua, cantero, vecino de Cáceres, otorga ante Antonio Gutiérrez el 8 de agosto de 1556 “Hernán López Paniagua como prencipal obligado e yo Alº González, tintorero, como su fiador, vos de Cáceres, otorgan que por quanto los ermanos e cofrades de la Cofradía de la Cruz de los Disciplinantes quieren hazer una capilla e obra en el umylladero que los dhos cofrades tienen entre esta villa y el monesterio del señor san Franco extramuros della ques onde la dha Cofradía se sirven la qual dha capilla e obra se a de hazer conforme de la manera questá en una traça debuxada en un papel e firmada de Pero Gómez, cantero,..”. PULIDO Y PULIDO, T: Datos para la Historia Artística Cacereña. Cáceres, 1980, p. 187. En Apéndice Documental.

[5] Simón Benito Boxoyo nos refiere que “existían dos altares; en el principal un Crucifijo de escultura, y en otro una imagen de nuestra Señora de estatura natural, de antiquísima y desarreglada escultura”. BENITO BOXOYO, op. cit., p. 106.

[6] “…..Que para hazer esta obra tengo que abrir unos cimientos en las espaldas del dho umylladero que cae hazia la parte de la rribera desta villa los quales cimientos an de penetrar e que penetren hasta lo firme y buen fundamento de donde se erigirá la pared en forma rredonda por la parte de fuera en cuadrado por la parte de dentro y esta pared ha de ser tan gruesa como se ha de entender en la traça y subirá ansi hasta la sobre haz de la tierra tanto que centre un talud en la obra questá hecha el presente se muestra y en quanto a lo de fuera de allí para arriba sea de rrecoger un talud que diga con el otro por la parte de dentro desta obra e hazer un encaxamiento para donde esté el altar e rretablo si lo oviere o la ymagen de nra señora que ahora está y esto ha de ser de buena piedra de cantería de buen grano”. PULIDO Y PULIDO, T: Datos para la Historia Artística Cacereña, op. cit, doc. cit., p. 560.

[7] MARTÍN NIETO, S: “La ermita cacereña del Espíritu Santo, 2ª parte”. Actas de los Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo 2010.

[8] LOZANO BARTOLOZZI, M. M: El desarrollo urbanístico de Cáceres (siglos XVI-XIX). Cáceres, 1980, p. 145. Archivo parroquial de San Juan de Cáceres, Cofradía de San Juan de los Ovejeros, cuentas, asientos de hermanos, acuerdos y otros, 1443-1702.

[9] El único investigador que menciona esta imagen es el profesor Martín Nieto. Vid. MARTÍN NIETO, S: “La iglesia de San Juan Bautista de Cáceres, algunas circunstancias constructivas” en su trabajo publicado en Actas de los Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo.

[10] SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, B: “Casos dignos de notar que han acaecido desde el año de 1632 en la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres”. Revista de Extremadura, tomo IV, 1902, p. 507.

[11] PIZARRO GÓMEZ, F. J y TERRÓN REYNOLDS, M. T: Catálogo de los fondos pictóricos y escultóricos de la Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, 1989, p. 273.

[12] BAZÁN DE HUERTA, M y otros: Patrimonio Artístico del Ayuntamiento de Cáceres. Cáceres, 1996, p. 140.

[13] BAZÁN DE HUERTA, op. cit., pp. 126 y 127.

[14] FLORIANO CUMBREÑO, A: La Villa de Cáceres. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1987, p. 101.

[15] MAYORALGO Y LODO, J.M: La Casa de Ovando. Real Academia de Extremadura. Cáceres, 1991, p. 400.

[16] HURTADO, P: Castillos, torres y casas fuertes de la provincia de Cáceres. Cáceres, 1927, p. 255.

[17] GARCIA OLIVA, M. D: Organización económica y social de concejo de Cáceres y su tierra en la Baja Edad Media. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1990, p. 263.

[18] NAVAREÑO MATEOS, A: “El castillo de las Arguijuelas de Abajo”. Revista Norba, IV. Cáceres, 1983, pp. 76 y 77; NAVAREÑO MATEOS, A: Arquitectura residencial en las dehesas de la tierra de Cáceres. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1999, pp. 101-109. MOGOLLON CANO-CORTES, P: Castillos de Cáceres. Lancia, León, 1992, p. 16.

[19] Interesante el estudio de investigación realizado por don Serafín Martín Nieto. “El retablo de San Vicente del convento de Santo Domingo y el de la ermita de Nuestra Señora de Gracia, frutos del mecenazgo de doña Magdalena Juana de Solís Ovando, Marquesa viuda de Camarena”. Actas de los XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Badajoz, 2005, pp. 378-396. Aportaciones documentales de mediados del siglo XVI. Archivo Diocesano de Cáceres, leg. 4, doc. 17 y Archivo Provincial de Cáceres, Protocolos de Pedro de Grajos, caja 3923.

[20] MARTINEZ QUESADA, J: Extremadura en el siglo XVIII (según las visitas giradas por la Real Audiencia de Extremadura en 1790). Tomo I. Partido de Cáceres. Barcelona, 1965, p. 73.

[21] PULIDO, op. cit., p. 427; Cit. NAVAREÑO MATEOS, Arquitectura residencial en las dehesas de la tierra de Cáceres, op. cit., p. 108.

[22] Archivo Parroquial de la Iglesia de San Mateo de la ciudad de Cáceres, en la Caja 41 Carpeta n° 17.

[23] MAYORALGO Y LODO, J.M: La Casa de Ovando, op. cit., p. 410. Contrato de 1549 en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres ante Pedro Grajos.

[24] En su testamento fechado el 12 de diciembre de 1669, doña María Jacinto de Carvajal, primera mujer del marqués de Camarena y Señor de la Arguijuela de Abajo don Pedro Francisco de Ovando, mandó “se haga un rretablo de madera, que se entiende un hueco, adonde se ponga Nuestra Señora de Grazia, y que en la peana se ponga un rrótulo que diga: este rretablo dio María indigna esclava de la Virgen”. Protocolos de Juan Fernández Zayas, caja 3784, 1669-1679, fols. 208-211 vº. Pero, sería finalmente su segunda esposa, doña Magdalena Juana de Solís la que donó un retablo al convento de predicadores convento de Santo Domingo) y también el retablo de la ermita de la Virgen de Gracia. El prof. Martín Nieto en su trabajo de investigación nos ofrece el documento completo localizado en Protocolos Notariales, caja 4194. Escritura inserta al comienzo de los protocolos del escribano Francisco Martín Pozo Andrade del año 1737. Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

[25] GARCIA MOGOLLON, F. J: Imaginería medieval extremeña. Esculturas de la Virgen María en la Provincia de Cáceres. Cáceres, 1987, p. 40.

[26] NAVAREÑO MATEOS, Arquitectura residencial…, op. cit., págs. 68 y 223, que cita Archivo Condes de Canilleros, Casa de Hernando de Ovando, Legajo 1, n.º 16.

[27] MAYORALGO LODO, J. M: La casa de Ovando. Estudio histórico-genealógico. Real Academia de Extremadura, Cáceres, 1991. En esta obra podemos seguir hasta el siglo XIX todos los personajes que ostentaron el título de señores de Zamarrillas. Al morir sin descendencia D.ª Leonor de Ovando y Vera, el señorío pasó a herederos de apellido Mayoralgo.

[28] Como relata Floriano al describir las lindes de la tierra de Trujillo con la

de Cáceres en esta época: «uno y otro cerraban por esta parte el circuito cacerense dejándolo

circunscrito a lo que habrían de ser sus términos históricos hasta la secesión de las aldeas (Sierra de

Fuentes, Torre de Orgaz, Torrequemada, Torremocha y Zamarrillas)» FLORIANO CUMBREÑO,A: Estudios de Historia de Cáceres, tomo II, Oviedo, 1959, pág. 164.

[29] ZULUETA ARTALOYTIA, J. A.: La tierra de Cáceres. Estudio geográfico. Madrid, C.S.I.C., 1977, pág. 80.

[30] Agradecimiento a don Samuel Rodríguez Carrero por su inestimable ayuda y colaboración.

[31] P. ULLOA GOLFIN: Fueros y Privilegios de Cáceres. Sin lugar/ni fecha. Cit. CALLEJO CARBAJO, A: “Un enclave cacereño olvidado: el arrabal de Zamarrillas”. Revista Alcántara. Número 53-54. Mayo-diciembre, Cáceres. 2001.

[32] D. Berjano Escobar, pasaje tomado de su introducción al Libro de Yerbas de Alfredo Villegas de 1909. VILLEGAS, A: Nuevo Libro de Yerbas de Cáceres, Cáceres, 1909.

[33] FLORIANO CUMBREÑO, A: Cáceres ante la Historia. El problema medieval de lapropiedad de la tierra, Badajoz, 1949. Reedición: La Villa de Cáceres, I. C. El Brocense, Cáceres, 1987, pág. 119.

[34] En el del año 1608 figuraban 14 vecinos de Zamarrillas. RODRIGUEZ SANCHEZ, A: Cáceres: Población y comportamientos demográficos en el siglo XVI, Cáceres, 1977, pág. 60.

[35] NAVAREÑO MATEOS, op. cit., p. 187.

[36] Interesante el estudio realizado por CALLEJO CARBAJO, A: “Un enclave cacereño olvidado: el arrabal de Zamarrillas”, op. cit.

[37] Si vemos en la paloma el símbolo del Espíritu Santo, apareciendo ésta como tal y según el Evangelio de San Mateo sobre Jesús una vez bautizado el mismo por su primo San Juan Bautista en las aguas del río Jordán (San Mateo, Capítulo 3, Versículo 16). Incluso también, símbolo de la vida según las escrituras apócrifas, concretamente en base al milagro recogido en el Evangelio de la infancia de Santo Tomás y que ejercitó el Niño Jesús al moldear varios pájaros de barro y, tras dar una palmada sobre ellos, dotarles de vida.

[38] Versículo de los Salmos: “Escapó nuestra alma como avecilla del lazo del cazador; rompióse el lazo y fuimos librados” (Salmos 124-7). Estudiada por el prof. GARCIA MOGOLLON, F. J.: Imaginería medieval extremeña, Cáceres, 1987, p. 51.

[39] Hemos de tener también en cuenta que en la visita de la Real Audiencia de 1791 se señala que la casa fuerte y el templo están arruinados. Sección Real Audiencia, caja 643, expediente 18, fol. 1 vº. Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

[40] VILLEGAS, A: Nuevo Libro de Yerbas de Cáceres, op. cit.

Nov 132019
 

Jacinto J. Marabel Matos.

Doctor en Derecho. Comisión Jurídica de Extremadura.

RESUMEN. John Downie fue un escocés que, tras quedar arruinado en el negocio de ultramar, probó fortuna en el ejército británico y aún después en el español. Durante la Guerra de la Independencia consiguió que las Cortes de Cádiz le nombrasen coronel de una unidad ligera, que llamó la Leal Legión Extremeña y vistió a su costa como los antiguos tercios. Tan insólita uniformidad causó admiración de propios y extraños, aunque quizás no tanto como que aquel aventurero escocés blandiese en todo momento la legendaria espada del conquistador Francisco Pizarro, donada expresamente por la marquesa consorte de La Conquista. Downie nunca devolvió el arma a la familia, por lo que después de muerto se perdió su rastro hasta que finalmente apareció registrada en la Real Armería, que desde entonces detenta la posesión de la misma. Como quiera que la historia ya es conocida, la pretensión de esta comunicación no es otra que la de poner orden y rectificar algunas inexactitudes detectadas en trabajos anteriores, así como recordar el periplo que vincula a Downie y la Leal Legión de Extremadura con la espada del conquistador Francisco Pizarro, desde sus orígenes hasta nuestros días.

 

  1. Introducción.

A mediados de 1811 Extremadura era un terreno devastado y hostil. Desde primeros de año se había convertido en un inmenso campo de combate, el teatro de operaciones en el que cuatro naciones libraban la fase más encarnizada de la Guerra de la Independencia. Decenas de regimientos portugueses, ingleses, franceses y españoles recorrían los caminos arrastrando los multicolores, heterogéneos y raídos uniformes que, pese a todo, identificaban a las unidades conforme a ordenanza. Los habitantes de las comarcas se habituaron a ellos y podían distinguir a uno u otro regimiento a distancia, hasta que un extraño destacamento apareció en medio de todos ellos reclamando un protagonismo que, a partir de entonces, vendría precedido de una insólita vestimenta.

Y es que, como un espejismo en medio de la sofocante campiña extremeña, aquellos soldados parecían haber trasmutado de repente en los imbatibles tercios de Flandes. Portaban picas y espadas, y vestían sombreros de ala ancha, jubones de cuero sin mangas, camisas con cuello a la valona, pantalones anchos acuchillados y botas de caña alta dobladas a la altura de las rodillas. En tres años de conflicto, el capitán Moley Sherer, del 34º regimiento de infantería de línea británico, había tenido ocasión de sorprenderse demasiado a menudo con las exóticas costumbres que deparaban las salvajes tierras del suroeste peninsular, aunque sin duda nunca nada tan extravagante como la visión que ofrecían aquellos hombres

“Que podían haber dignamente figurado en una comedia sobre Pizarro o en una exhibición circense en el Anfiteatro de Mr. Astley, pero que en los toscos vivacs que compartíamos resultaban absurdos y anacrónicos. Y pese a que nos igualaban en estrechez e indigencia, no pudimos evitar reinos de aquellos pobres diablos, que con sus quiméricos uniformes acabaron expuestos a la misma violenta tormenta de agua que extinguía nuestros fuegos y empapaba el terrero, abriéndose paso a través de las tiendas y calándonos hasta el tuétano”[1].

El destacamento que resultaba blanco de las chanzas de los aliados se hacía llamar la Leal Legión Extremeña, y en el poco tiempo que llevaban combatiendo y habían demostrado sobradamente su valor en sendas acciones libradas cerca de las localidades de Don Benito y Usagre. Estaba liderado por un coronel escocés, un aventurero, que después de combatir a los españoles en el Caribe, se había convertido en un acérrimo defensor de la causa patriótica, y de tal modo acabó identificado con el antiguo carácter caballeresco de las novelas del Siglo de Oro, que Pío Baroja lo retrató como un nuevo Don Quijote y Benito Pérez Galdós se sirvió de su figura para recrear uno de los personajes más pintorescos de sus Episodios Nacionales[2], mostrándolo ambos blandiendo siempre una fantástica y legendaria arma: la espada del conquistador Francisco Pizarro, que hizo célebre a John Downie durante la Guerra de la Independencia española.

La atrayente personalidad de Downie, que ha llegado hasta nuestros días en calidad de mito literario cargado de una pátina servil con el absolutismo donde resulta difícil discernir la realidad de la ficción, lo convirtió muy pronto en un personaje legendario aún entre sus propios contemporáneos. Descripciones de liberales nada sospechosos de servilismo como la que hizo el diputado por la provincia de Extremadura Francisco Fernández Golfín, quien en la Sesión de las Cortes Constituyentes del 9 de marzo de 1811, respondía a las interpelaciones de sus compañeros:

“Yo lo he visto, señor, más de una vez acompañar a nuestras guerrillas y dar una onza de oro de gratificación al soldado que más se excedía en valor; yo le he visto en una sola tarde repartir entre los soldados más de treinta onzas de oro, y últimamente, me hallé en la mesa de Lord Wellington, cuando diciéndole este en elogio a su adhesión a nuestra causa que hasta en la camisa era español, le contestó; y aún más adentro, Mirlord”[3].

En el mismo sentido, tampoco cabe dudar de los sinceros elogios que le dedicó el inclasificable Félix Mejía, editor del Zurriago, periódico de cabecera del liberalismo exaltado, exiliado en 1823 en Filadelfia y autor de una despiadada sátira a los afines del tradicionalismo realista bajo el seudónimo de Carlos Le Brun, que no deja en mal lugar a Downie en sus Retratos Políticos, cuando recuerda que:

“Levantó la legión Extremeña en la Guerra de la Independencia; y, a la verdad, manifestó en ella entusiasmo y valor por la cusa que defendía. Se hizo célebre en la entrada de Sevilla, que sostenían los franceses, arrojando a los españoles del puente, cuando aquellos lo tenían ya prisionero, la espada de Pizarro, para salvarla, como la salvó. Su valor peca algo en temeridad, y su carácter es caballeresco; no parece sino que es hijo de Cervantes, como el Quijote. En aquel tiempo se le notó constantemente un amor decidido a la libertad; aunque cuando llegó ya el Rey, de vuelta de Francia, se advirtió que iba declinando al absolutismo, que dice alguna más consonancia con su caballería andante y con su negocio”[4].

Y en similares términos, aunque años más tarde, Enrique Rodríguez-Solís dirá de él que:

“Fue un escocés muy amable de España, hombre de probado valor, de corazón excelente y muy dado a las empresas de caballería y a las costumbres antiguas. Había creado en Extremadura una legión para combatir a los franceses a la que puso por nombre Legión de Leales Extremeños, que vistió a la española antigua, con jubón, calzas, ropilla y boneta de colores encarnado y blanco, y capa encarnada, dándole por armas lanzas con banderines blancos y encarnados, espada y pistola a los de caballería y lanza y espada a los infantes”[5].

Porque Downie, en efecto, levantó a su costa un singular destacamento con el que pensaba recrear no tanto las legendarias hazañas de la Marca Hispánica como la Historia de Extremadura y el espíritu indomable de los conquistadores extremeños, cuyo carácter le fascinaba. De ahí que, además del nombre, buscara reclutar a sus hombres entre aquellas gentes apelado al imaginario común de los Pizarros, Corteses y Orellanas a través de proclamas, arengas y coplillas, como aquella que decía:

 

“CANCIÓN PATRIÓTICA.

Venid Extremeños

De España Blasón

Ya alzó su Bandera

La Ilustre Legión.

 

Corred a la gloria

Tomad los aceros,

Volad, oh Guerreros

De ilustre Solar.

 

Mirad la Victoria

Con lauros lucientes

Las militares frentes

Feliz coronar.

 

Venid Extremeños

De España Blasón

Ya alzó su Bandera

La Ilustre Legión

 

Mirad de su tumba

Cual ya se levantan,

Y al Vándalo espantan

Pizarro y Cortés.

 

¿No veis cual derrumba

Su lanza gloriosa

La tropa orgullosa

Del loco Francés?”[6]

Como cabe comprender, en el piélago de mitologías propias que dio de sí aquel conflicto, la personalidad de John Downie llegó a crear escuela. Surgieron por toda España múltiples imitadores de la original imagen que se había creado para combatir al francés, entre los que el quizás más célebre y reconocido fue Manuel Jiménez Guazo, diputado en Cortes que con anterioridad había sido nombrado oficial por la Junta Central para que levantase a su costa una partida en la serranía de Ronda, que recorrió siguiendo el ejemplo del comandante de la Legión Extremeña, vistiendo a la antigua, usando tizona y luciendo una gran cruz en el pecho. Como además lucía descomunales mostachos, su figura llamó la atención del pueblo gaditano, que le tomó por loco dedicándole alguna que otra lucida chirigota[7].

Para entonces, el escocés errante era conocido por todos como Juan Downie, porque, como él mismo decía, hasta más adentro de la camisa se sentía español. Una personalidad tan acuciante suscitó desde bien temprano el interés de todos, convirtiéndose como hemos visto en fuente de inspiración de literatos y en modelo a seguir para muchos, pero en realidad ¿quién era Downie? ¿Por qué se le puso al frente de un destacamento español uniformado de manera tan anacrónica? Y, sobre todo ¿cómo llegó a sus manos la espada de Pizarro que según la tradición acabó llevando hasta el mismísimo Paris? En los siguientes párrafos trataremos de arrojar alguna luz sobre estos y otros interrogantes.

2. John Downie.

No existe una biografía rigurosa de John Downie[8]. Los trabajos que de manera directa o circunstancial se alude a su figura están plagados de fantasías y errores, faltos de todo fundamento documental o bibliográfico. Por nuestra parte, dado que el objeto del presente se centra en resolver las anteriores cuestiones, hemos creído conveniente reducir los elementos biográficos al papel desarrollado por Downie durante la Guerra de la Independencia Española. En este sentido, casi toda la información está entresacada del expediente que se conserva en el Archivo General Militar de Segovia (AGMS)[9], contrastada en puntuales ocasiones con los datos vertidos en la temprana hagiografía publicada en el número extraordinario de The Royal Militar Chronicle de julio de 1813.

En base a este último damos por cierto que John Downie nació en la parroquia de Kippen, una villa del condado de Stirling, en Escocia, el 28 de diciembre de 1777. Su padre fue Benjamin Downie (1723-1794) y su madre Margaret Forrester (1745-1833). Haciendo gala de la fantasía que lo caracteriza, el historiador William Napier llegó a afirmar que era descendiente directo de Ducan Forrester de Arngibbon, el todo poderoso canciller de Jacobo IV, así como de una rama de la casa de los Maxwells of Brediland, finalmente venida a menos y establecida en Renfrewshire, donde el padre de Downie habría regentado unos almacenes destinados al comercio de ultramar[10]. Nada de esto fue documentado, como por otra parte era habitual en Napier, por lo que a través de fuentes más fiables se puede acreditar que tuvo tres hermanos: dos de ellos murieron a temprana edad, Andrew (1782-1799) y Benjamin (1786-1806), mientras que el mayor, Charles (1775-1843), que como luego veremos le acompañó en la aventura española, llegó a sobrevivirle un par de décadas y tuvo un protagonismo destacado en el paradero y depósito actual de la espada de Pizarro.

Precisamente sería el primogénito el que, tras la muerte del padre, se haría cargo del negocio familiar, basado fundamentalmente en la exportación de lana de oveja merina. El segundón de la familia tuvo que emplearse muy joven por tanto al servicio de una compañía de Glasgow que comerciaba con la Isla de Trinidad, a la que surtía el monopolio británico después de que estos se hubieran hecho casi de barato con la posesión de la misma en 1797. Fue de este modo como el veinteañero John Downie comenzó a amasar una fortuna con las transacciones que fluían del comercio de ultramar, hasta que uno de los convoyes que hacía la carrera del Caribe naufragó dejándole en bancarrota. Para entonces, el joven se había cuidado de cultivar los contactos con las autoridades de la colonia: fundamentalmente con el gobernador Thomas Picton, más conocido por el sobrenombre de The Monster por el dictatorial régimen de torturas implementado en la isla, el cual le llevaría a ser procesado en Gran Bretaña algo más tarde, así como con el general Francisco Miranda, al que le uniría una profunda amistad y con el que acabaría carteándose con regularidad hasta su muerte.

Francisco Miranda era hijo de un rico comerciante canario establecido en Caracas. Ingresó en el ejército español y participó en la Guerra de la Independencia norteamericana, valiéndole su intervención en el Sitio de Pensacola (1781) el ascenso a teniente coronel. Después de esto, abrazó la causa de la emancipación de las colonias y viajó a la Francia Revolucionaria en busca de apoyos. Allí fue nombrado comandante en jefe de las tropas que pusieron cerco a la ciudad realista de Valmy (1792), y luego ascendido a general para acabar comandando el Ejército del Norte que luchó en los Países Bajos, con el que rindió Amberes y Roermond. No obstante y aunque regresó a Paris como un general respetable y laureado, poco más tarde, durante la época del Terror, se buscó la animadversión de Robespierre y fue perseguido y encarcelado. Posteriormente y una vez librado de la guillotina, emprendió un proselitismo muy activo a favor de la independencia de Venezuela. Viajó a Estados Unidos, donde recabó el apoyo político del Congreso, y a Gran Bretaña, donde el gobierno de William Pitt el Joven le fue muy favorable, siempre comprometido a aportar las armas y hombres que fueran necesarias para socavar el poderío comercial de España en las colonias.

La oportunidad se le presentó a Miranda después de la batalla de Trafalgar, ya que aquel desastre había dejado la escuadra española tan mermada de buques de guerra que a nuestra Armada le era imposible acudir a todos los puntos amenazados por los británicos. Éstos acordaron la distracción sobre Venezuela que pretendía Miranda porque en realidad servía a planes más ambiciosos enmascarando el verdadero ataque que, dirigido por el coronel William Carr Beresford, pretendía tomar Buenos Aires por mar a finales de junio de 1806. Pero a principios de febrero, el general Miranda se adelantó al plan coordinado con sus aliados y fracasó en el intento de tomar el puerto de Ocumare con el frágil apoyo de tres goletas. Los españoles rechazaron sin dificultad la aproximación y la causa independentista tuvo que jugárselo todo en un segundo intento, con el comprensible recelo de quienes hasta entonces le habían mostrado un apoyo incondicional. Su principal valedor, William Pitt el Joven, había muerto a finales de enero, y el nuevo Primer Ministro William Wyndham Grenville pertenecía al partido opositor, cuya ala más extrema se mostraba contraria a la intervención militar en las colonias. Por esta razón, no fue sino después de arduas negociaciones y hasta finales de primavera cuando finalmente el gobernador de Trinidad pudo facilitar a Miranda los buques comprometidos para la invasión, en los que hubo que embarcar no obstante milicianos escasamente entrenados para este tipo de operaciones anfibias.

John Downie, que al instante percibió la oportunidad de superar la quiebra comercial e iniciar una brillante carrera castrense, se ofreció para organizar un batallón de voluntarios al que llamó Loyal Trinidad Light Infantry. Logró reunir unos trescientos hombres y el 9 de julio de 1806 el general Miranda le nombró coronel de la unidad, que comandaría auxiliado por los capitanes James Rankin y Robert McCullovgh, junto a los tenientes Alexander Smith y Joseph Feryra[11]. Así fue como el 3 de agosto siguiente un raquítico destacamento desembarcó frente a las costas de Coro y logró tomar el abandonado fortín de la plaza ante la indiferencia de la población, que no secundó el levantamiento. Miranda hubo de levar anclas diez días más tarde a la espera de una nueva oportunidad que nunca se produjo, pues aunque a finales de 1807 regresó a Londres con su fiel Downie para convencer al Gobierno sobre la necesidad de un nuevo plan coordinado, el interés geoestratégico de Gran Bretaña había basculado ya por entonces hacia la Península Ibérica.

En efecto, aunque tras el fracaso de la ocupación de Buenos Aires los británicos iniciaron los preparativos para una nueva expedición, liderada esta vez por el arribista general Arthur Wellesley, la invasión francesa de Portugal en noviembre de 1807, con el consiguiente bloqueo comercial de sus puertos, indujo al Gobierno a intervenir en la Península. John Downie se unió a la expedición en calidad de ayudante del Comisario General John Dalrymple, en labores de intendencia, y el 1 de agosto 1808 desembarcó en la bahía de Mondego, junto a los otros treinta mil soldados que apenas unos días antes iban a ser destinados a tomar las colonias españolas de ultramar.

Los británicos derrotaron al ejército del general Junot en Roliça el 17 de agosto y en Vimeiro el 21 siguiente, tras lo que ocuparon Lisboa para poner fin a ocupación francesa de Portugal en apenas un mes. Aunque poco después, las generosas cláusulas ofrecidas por los generales Dalrymple, Burrard y Wellesley en el posterior Convenio de Sintra, provocaron que fueran llamados a dar explicaciones a Londres, donde se les abrió un consejo de guerra, cediendo al general John More, el cuarto en la cadena de mando, la dirección de todas las tropas expedicionarias. En una cuestionada decisión, el general Moore, que tenía órdenes estrictas de concentrar las fuerzas en la frontera con España para el caso de tener que apoyar las operaciones que se preveían en la mitad norte tras la llegada del propio Napoleón, cruzó la frontera hasta Salamanca en una penosa marcha en la que iría sembrando de cadáveres el camino, a la par que su reputación. Rodeados de ejércitos franceses, finalmente las columnas británicas consiguieron embarcar en La Coruña, pagando un alto precio con la muerte de cientos de soldados, además de la de su comandante, alcanzado por un proyectil de artillería en las inmediaciones de Elviña, el 16 de enero de 1809.

John Downie consiguió sobrevivir al desastre y regresó una vez más a Gran Bretaña, donde el 16 de marzo se casó con Mary Shaw en la parroquia de Forrest. Pocos días tuvo para disfrutar de aquel matrimonio, puesto que casi de inmediato se sumó a la nueva expedición que, liderada en esta ocasión por el general Wellesley, consiguió arribar el 1 de abril frente a las costas de Portugal. Downie acompañó de nuevo al ejército británico en labores de intendencia en la toma de Oporto y en la persecución del Cuerpo del mariscal Soult, que logró salvar la mayor parte de su ejército cruzando a Galicia por Montalegre el 18 de mayo, poniendo fin a la segunda incursión francesa sobre el país vecino.

Una vez libre Portugal de la dominación napoleónica, Downie solicitó el 16 de junio de 1809 la adscripción como oficial de enlace con el capitán general Gregorio García de la Cuesta, comandante del Ejército de Extremadura, al que los británicos habían comprometido su ayuda en una insólita operación coordinada contra varios cuerpos franceses[12], pero la misma no fue aceptada. Su labor era muy apreciada por Wesllesley, que ya por entonces se dirigía con un fuerte destacamento a presentar batalla a los franceses en Talavera y necesitaba de su experiencia la gestión de suministros. Dicha labor le fue especialmente reconocida tras la accidentada retirada que sufrieron las tropas británicas hasta Jaraicejo y Trujillo, recomendándole así mismo ante el gobierno británico por la captura de un oficial francés que facilitó una información esencial en el transcurso de la mencionada batalla[13].

Después de Talavera, el general Wellesley emprendió con su ejército una larga y penosa marcha que le llevó a atravesar los angostos desfiladeros de la Sierra de Guadalupe, dejando un reguero de enfermos y muertos por el camino, hasta que el 11 de agosto pudo alcanzar finamente Jaraicejo, donde estableció provisionalmente su cuartel general mientras mandaba abastecer las tropas en los almacenes de Trujillo. Y en el buen fin de esta empresa, detallada en una comunicación que presentamos en los XLV Coloquios Históricos de Extremadura[14], el comisario Downie tuvo una intervención esencial, desplegando su experiencia en labores de intendencia e ingeniándoselas para surtir un ingente número de efectivos, en su mayor parte exhaustos y famélicos.

La tuvo así mismo después, cuando el 21 de agosto los británicos levantaron los campamentos y emprendieron la marcha que, vía Medellín y Mérida, les condujo a asentarse en las inmediaciones de Badajoz a partir del 3 de septiembre de 1809: el 1º regimiento de la King German Legion lo hizo en Valverde, los tres regimientos de la brigada del general Cameron en Lobón, los del teniente general Cole en Olivenza, los cuatro batallones del general Von Löw en Talavera; los cuatro del general Tilson en Montijo; los tres del brigadier Stewart en Puebla de la Calzada y los del brigadier Craufurd en Campomayor; mientras los Coldstream del teniente general Sherbrooke y dos batallones del coronel Kemmis, junto a los oficiales de los cuerpos de ingenieros y artilleros guarnicionaron en Badajoz. Dos terceras partes del ejército británico quedaron acantonadas en las inmediaciones de la capital de Extremadura durante el otoño de 1809 y Downie tuvo que recorrer la provincia inventariando recursos, aprendiendo español a marchas forzadas y tendiendo puentes entre las poblaciones del entorno fronterizo.

En Badajoz fijó su residencia el general Wellesley, donde firmó por primera vez con el apelativo con el que pasaría a la Historia: Lord Wellington[15]. La ciudad acogió durante este tiempo un aluvión de gentes procedentes de todos los puntos de Extremadura y las familias más ilustres de la región buscaron refugio entre sus muros, compartiendo tertulias y banquetes con los generales, jefes y oficiales del ejército británicos. Estos hicieron de la ciudad su cómoda residencia mientras miles de sus compatriotas enfermaban de fiebre amarilla en los acantonamientos cercanos y cientos de ellos morían, para ser después enterrados sin mayores ceremonias ni miramientos en fosas comunes, bajo los glacis de los vecinos baluartes de Elvas[16]. Probablemente en una de las galas ofrecidas por Lord Wellington en el antiguo palacio del conde de la Torre del Fresno, John Downie entabló amistad con don Jacinto de Orellana Pizarro y Contreras, VIII marqués de la Conquista, así como con su consorte, doña Bárbara de la Plata y Quintana Padilla, condesa de Campo Rey. Según marca la tradición, a esta última arrancó la promesa de donarle la espada de Francisco Pizarro que desde hacía más de trescientos años atesoraba la familia de su esposo.

 

  1. La Leal Legión Extremeña.

 

Por entonces Downie había comenzado a barajar la idea de organizar y comandar una columna o cuerpo volante, una unidad ligera que, siguiendo las pautas de las partidas guerrilleras, se moviese con cierta libertad jerárquica al modo en el que lo venía haciendo hasta entonces el cuerpo del general Ballesteros sobre la Sierra de Aracena. No obstante la idoneidad operativa de este tipo de unidades para las características de la guerra que se preveía en los próximos meses, el modelo inmediato del proyecto era más bien la Leal Legión Lusitana que, promovida por los respectivos embajadores Rodrigo de Sousa Coutinho y Robert Stewart, había fructificado un año antes, con excelentes resultados en combate, en forma de tres batallones de tiradores portugueses dirigidos por el coronel Robert Thomas Wilson. Downie había tenido oportunidad de asistir a la acción de la Leal Legión Lusitana el 12 de mayo anterior en Brozas, haciendo frente a la vanguardia del I Cuerpo del mariscal Victor, en la defensa del puente de Alcántara dos días más tarde, y, probablemente en el combate de Baños de Montemayor, librado el 12 de agosto de 1809, donde los portugueses cubrieron el paso de una columna británica tras la desastrosa retirada de la batalla de Talavera.

De este modo, cuando el Día de Todos los Santos de 1809 el comandante en jefe de los aliados volvió grupas antes de adentrarse en Portugal para espetar a los badajocenses que no les debía nada[17], John Downie se mantuvo entre ellos. El 29 de enero de 1810 redactó un informe en el que se brindaba a levantar a su costa una unidad de al menos tres mil hombres, entre tiradores, caballería ligera, artillería volante y zapadores, que habría de llevar el nombre de Leal Legión de Extremadura y quedar integrada en el Ejército español que por entonces comandaba el marqués de La Romana[18].

El proyecto fue acogido con entusiasmo y aprobado apenas dos días más tarde por la Junta Suprema de Extremadura, que propuso a Francisco Fernández Golfín como brigadier del cuerpo, encomendándole rápidamente labores de reclutamiento[19]. En una carta dirigida al general Miranda, Downie daba cuenta de la favorable acogida de su iniciativa, para la que “se presentaron más voluntarios que los 3.000 y la mayor parte de los oficiales son de las familias más ilustres de la Provincia”[20]. Pero muy pronto, tan ilusionante proyecto se vio superado por la realidad: Lord Wellington no era partidario de aprobar la adscripción del coronel Downie en el ejército español y el 26 de marzo emitió un informe solicitando la ratificación, en todo caso, del gobierno británico[21], así que Downie se tuvo que conformar por el momento con liderar partidas de paisanos, con las que llegaría a destacar en diversas acciones libradas en las inmediaciones de la plaza. Una de estas fue la ocurrida el 21 de junio frente a los muros de Badajoz, cuando varios cuerpos franceses fueron avistados sobre las alturas de Santa Engracia y salió comandando las guerrillas. Y aunque fue herido y perdió cuatro hombres, consiguió hacer dieciséis bajas al enemigo[22].

El 22 de julio siguiente la Regencia aprobó proféticamente la creación de “un cuerpo provincial, que irá a donde quiera que se le destine, tal vez hasta Paris”[23]. El prospecto del plan de la Leal Legión de Extremadura contemplaba dos mil ciento cuarenta hombres de infantería ligera, repartidos en cuatro batallones de seiscientas plazas, compuestos a su vez de seis compañías de cien hombres o diez de sesenta. Preveía también otras trescientas plazas de caballería para tres escuadrones, compuestos cada uno de dos compañías de cincuenta caballos, además de otros cincuenta para cuatro compañías de artillería de campaña con dos piezas, junto a cien zapadores sin fusiles ni cartucheras, cuyo principal objeto era construir minas, cavar trincheras y abrir caminos a base de pico y azada. El decreto de creación establecía además que “en la clase de oficiales entren los nobles de la Provincia que se hallen sirviendo en los Ejércitos y quieran pasar a la Legión, e igualmente aquellos soldados o sargentos que acrediten ser beneméritos”, por lo que se propuso en primera instancia para dirigir cada uno de las cuatro batallones de infantería al brigadier Quintín de Mendoza, al teniente coronel del Regimiento de Guardias Valonas Fernando Moscoso, y a los capitanes del Regimiento Provincial de Trujillo Francisco y Joaquín Ladrón de Guevara, mientras que la dirección de los tres escuadrones de caballería recayó en el capitán de los Húsares de Extremadura Francisco Villalobos[24].

A finales de mes, Downie viajó a Londres para recabar la aprobación del gobierno británico, sin la cual Lord Wellington no estaba dispuesto a ceder la adscripción al ejército de Extremadura, consiguiendo además que su hermano Charles financiase el proyecto con “sesenta mil duros”[25] que en su mayor parte fueron empleados en la compra de vestuario. De todo ello dio cuenta al marqués de la Romana y a la Junta Suprema de Extremadura, en una serie de cartas que escribió el 26 de septiembre, el 1 de octubre y el 17 de noviembre de 1810, informándoles en esta última que en pocos días se pondría finalmente de camino para España[26].

Y así fue. El 24 de noviembre subió a bordo del Abercombie y zarpó del puerto de Plymouth con los despachos que le exigía Lord Wellington, al que encontró el 8 de diciembre en el cuartel general de Cartaxo[27]. Con Downie viajaron en esta ocasión dos sobrinos, John y Benjamin, que más tarde serían nombrados tenientes de caballería por la Regencia, con los que el 30 de diciembre desfiló por Badajoz junto a una compañía de hombres vestidos todos “a la española antigua”[28], causando la admiración y aplauso de todos los vecinos.

Aún hoy continúa abierto el debate sobre las causas que indujeron a Downie a la excentricidad de vestir a aquellos hombres con “sombrero de plumas, como los de los alguaciles de las plazas de toros”, en palabras de Benito Pérez Galdós. Sabemos que la idea de armar a la caballería con lanzas se la ofreció el propio general Miranda, con el que se continuaba carteando[29], aunque el propio Downie era un experto en el manejo de este arma, de la que llegó a recopilar al poco tiempo una serie de grabados[30], pero esa visión romántica de la guerra no deja de ser demasiado reduccionista y no ampara en ningún caso las razones que promovieron el éxito de tan singular proyecto. Obviamente, estas debieron de ser múltiples y hay quien defiende que fue un gesto hacia las élites conservadoras que le apoyaban, muchas de las cuales pensaban que había que retomar las tradiciones patrias y huir de todo lo afrancesado, origen de la decadencia política que amenazaba España y asolaba Europa, como las modas que marcaban los uniformes de los regimientos contemporáneos. Una explicación más prosaica la ofrece el historiador Charles Esdaile, para quien Downie buscaba por el contrario el reconocimiento militar que le había sido negado en la tentativa frustrada de tomar Venezuela, así como cierto estatus de libertador caudillista, y por esta razón acabó presentándose ante los extremeños como el condotiero dispuesto a liberarles de la dominación francesa[31].

Siguiendo esta lógica, Downie necesitaba arrogarse de alguno de los símbolos que antaño hicieron invencibles y legendarios a los conquistadores extremeños[32]. Fundamentalmente Pizarro, que destacaba por encima de otros en el imaginario de Downie gracias quizás a la adaptación que hizo en 1796 Richard Brinsley Sheridan de la obra de August von Kotzenbue, “Die Spanier in Peru oder Rollas Tod”, que, acogida con enorme entusiasmo en los teatros de Londres, logró ser especialmente popular entre los oficiales del ejército Británico. Y qué mejor símbolo que detentar la espada del conquistador extremeño para llegar a ser reconocido en España con el título de caudillo libertador al que aspiraba desde hacía tiempo. En este sentido, buscó vincular la Leal Legión Extremeña a un pasado mitológico, como prueba el lema elegido personalmente para la unidad: “In ferrum pro Libertate ruimus”[33], rememorando los inmortales versos de Virgilio en los que los descendientes de Eneas corrieron a las armas para expulsar a Tarquino y recobrar la libertad republicana.

Y aunque Downie, como luego veremos, estaba muy alejado de los valores republicanos y era un acérrimo defensor del absolutismo más reaccionario, por el momento consiguió entrar en Badajoz nimbado del aura mística de los conquistadores, propalando entre sus habitantes el mayor de los entusiasmos. El 1 de enero de 1811 hizo publicar una proclama en la que les invita a sumarse a la cruzada en los siguientes términos:

“El Supremo Consejo de Regencia de España e Indias ha aceptado benignamente la formación que le he propuesto de la Leal Legión Extremeña, nombrándome su coronel comandante. Inglés por naturaleza y español por afecto, me enajena el placer de verme contado entre los valientes que defienden su libertad y su independencia contra los tiranos de Europa. Testigo soy, valerosos extremeños, de vuestro patriotismo, de vuestros esfuerzos, y me lisonjeo de que hallaré en vosotros soldados invencibles que venguen los agravios de su Religión, de su Patria y de su adorado Fernando. Alistaos, pues, para vengarlos en las banderas de la Leal Legión Extremeña. A su sombra os guiarán por las sendas del honor al campo de la victoria”[34].

La movilización sin embargo debió de ser escasa, no tanto por la disposición de los extremeños, indomables aún en los extremos más arriesgados de la guerra, sino porque la ausencia del general Mendizábal, que había cruzado a Portugal en busca de las divisiones españolas ante el inminente avance del ejército francés sobre Badajoz, impedía adoptar los acuerdos de reclutamiento para integrar a los hombres en el Ejército de Extremadura. Además, la mayor parte del vestuario y los cuarenta mil fusiles comprados en Gran Bretaña habían quedado bloqueados en el puerto de Lisboa por falta de carros, así que el 23 de enero de 1811 Downie decidió partir en su busca y escribió al marqués de La Romana para que ordenara a Mendizábal la cesión de quinientos caballos, además de ochocientos hombres de infantería y otros doscientos de caballería, que necesitaba con urgencia para organizar una “base proporcional a todo el cuerpo que ha de formarse y que diese su aprobación para mandarlo al condado de Niebla, a La Mancha y otros puntos[35].

Desconocía por entonces que el marqués de La Romana había muerto en Cartaxo el 6 de enero, y que Mendizábal le sustituía como comandante interino del Quinto Ejército entretanto el general Castaños tomaba el mando. La plaza de Badajoz había sido cercada por los franceses, que aniquilaron a las divisiones españolas en Santa Engracia el 19 de febrero siguiente, por lo que la petición de Downie cayó en saco roto y éste no pudo formar más que una partida con algunos pocos fieles. El 22 de febrero se unió a las guerrillas de Antonio Caracol, Isidoro Mir y Mariano Rocarfort, con los que organizó una columna volante con la que lograron rescatar al brigadier de ingenieros José Fale, además de otros muchos oficiales y soldados que, habiendo sido hechos prisioneros en la batalla de Santa Engracia, eran conducidos a Córdoba[36].

En compañía de los mismos guerrilleros, el 7 de marzo batió una columna francesa en las inmediaciones de Don Benito[37]. No consta que participara en la batalla de La Albuera, probablemente porque durante este tiempo Downie estuvo ocupado en recorrer Extremadura recogiendo dispersos y capturando desertores, con los que, aunque no llegó a alcanzar ni de lejos los tres mil hombres que en un primer momento se preveían, a mediados de junio consiguió formar un abigarrado cuerpo, que atavió como pudo a la espera de las órdenes del capitán general Francisco Javier Castaños. De este modo, el 14 de junio entró en Elvas procedente de Ceclavín con dos batallones de infantería y un escuadrón de caballería, que aprovisionó debidamente durante cinco días para después continuar la marcha hacia el condado de Niebla, donde le esperaban los generales Blake y Ballesteros, junto a la vanguardia del conde de Penne Villemur, en la que finalmente quedó adscrita la Leal Legión Extremeña[38].

El 12 de agosto quedó finalmente reorganizado el Quinto Ejército sobre los restos del anteriormente llamado Ejército de Extremadura y aún después de la Izquierda. Sobre esta fecha y tomando como base el cuartel general emplazado en Alcántara, la I División, a las órdenes del general Copons se mantuvo de guarnición en la Isla de León, mientras la II División pasó a cargo del recientemente nombrado mariscal de campo Pablo Morillo para ser destinada de inmediato a la Sierra Norte de Sevilla. La III División, que continuaba al mando del también mariscal de campo Carlos de España, se mantuvo de momento acampada en los alrededores de Alcántara, aunque presta a cruzar el Tajo para acudir a cualquier punto en el que se demandara su presencia. La División de Vanguardia del conde de Penne, enfermo en Cádiz, guarnicionó también entre Trujillo y Cáceres comandada de manera interina por el brigadier Joaquín de Montemayor, mientras que el coronel Doura asumió la comandancia de los tiradores de Leal Legión Extremeña, que formaron una brigada junto a los provinciales de Trujillo, Plasencia y Cazadores de Mérida, con el compromiso de armarlos y vestirlos de su bolsillo[39]. Aunque Downie vistió a algunos de sus hombres a la antigua usanza, la mayor parte de los uniformes comprometidos aún no habían sido entregados, pese a que ya por entonces, el 24 de agosto de 1811, constaban cartas de Charles Downie afirmando haber enviado más de quinientos[40]. Lo cierto es que a fecha de 26 de diciembre aún no habían sido entregados, aunque sí gran parte del armamento que desde finales del año anterior se encontraba retenido en Aldeagallega por falta de carros que los transportasen[41].

Aunque por encima de aquellas armas, sin duda la pieza más valiosa que recibió Downie, destinada a amalgamar voluntades y convertirse en seña de identidad de la Leal Legión Extremeña, así como de su coronel comandante, sería la espada de Francisco Pizarro, el invicto conquistador del Perú.

 

  1. La espada de Pizarro.

 

El 3 de agosto de 1811 la marquesa consorte de la Conquista hizo entrega de la espada al coronel Downie por mediación de su primo Lorenzo María de Bolaños y Guzmán, que se encontraba por entonces en la villa de Brozas. Ere este un objeto de incalculable valor histórico y sentimental que había permanecido más de trescientos años atesorado por la familia de su marido, y que se ponía ahora conscientemente en manos de aquel aventurero escocés para que la manejara “en beneficio de la independencia de España”[42].

La pieza, registrada con el nº 1759 en el depósito de la Real Armería, fue descrita del siguiente modo en el catálogo que publicó Marchesi en 1849:

“Espada de Francisco Pizarro. Guarnición de gavilanes curvos en dirección opuesta; una puente y pequeños gavilanes; todo lo dicho y el plomo está damasquinado de oro; puño cubierto de hilo de plata. Hoja angosta, con la m.43, del largo de 1 vara, 2 pulgadas y 6 líneas”[43].

No obstante, existe una descripción más detallada en el catálogo editado por el conde de Valencia de Don Juan nueve años más tarde, para quien:

“La hoja es rígida, de cuatro mesas y grueso recazo, escotado por ambos cantos. En el plano de dicho recazo lleva estampado por una parte el nombre del espadero Mateo y por la otra el monograma de Jesucristo. Largo 0,830: ancho 0,027. Guarnición de acero pavonado, ricamente decorada con hojas y grecas de ataujía de oro, algo desgastadas las del pomo, que es circular de dos fachadas”[44].

 

Ninguno de los catálogos incluía grabados que apoyasen las descripciones, no obstante Marchesi derivaba las suyas a las láminas realizadas por Gaspar Sensi para el trabajo sobre la Real Armería coordinado por Achille Jubinal en 1838[45]. Sin duda, de la difusión de estas obras se sirvió Graciano Mendilaharzu para recrear con fidelidad la espada en su famosa “Muerte de Pizarro” (1886), que se conserva en el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina[46]. Las ilustraciones muestran una forma idéntica también con la que puede observarse en el retrato más conocido de Downie realizado por un contemporáneo, donde aparece vestido a la antigua usanza con la mano siniestra apoyada en la celebérrima espada. El escocés tuvo ocasión de blandirla al poco tiempo de recibirla de manos de la marquesa de la Conquista, en el combate librado el 28 de agosto de 1811 en Arroyo del Puerco, actual Arroyo de la Luz, donde los españoles hicieron ochenta y tres bajas al enemigo, y aún al día siguiente en las inmediaciones de Torremocha, cuando la caballería del conde de Penne persiguió a la francesa, y a punto estuvieron de capturar al general Foy, comandante de la I División del Sexto Cuerpo del Ejército francés[47].

Por su contribución en la batalla, la Regencia ascendió a tenientes del escuadrón de caballería de la Leal Legión Extremeña a Benjamin Downie y John Downie Brizo[48], aprobando así mismo la reorganización de la unidad en cuatro batallones de infantería ligera, denominados respectivamente batallón nº1 de Badajoz, nº 2 de Mérida, nº 3 de Trujillo y nº 4 de Plasencia[49]. La realidad se encargó de rebajar al poco tiempo tan generosas estimaciones y el cuerpo de infantería de la Leal Legión Extremeña se vio reducido tan sólo al primer batallón que, conocido como tiradores o volteadores, en asimilación del término voltigeurs, empleado para las compañías de hostigadores de los regimientos de línea franceses, tuvo como comandante a José Díaz Bascones y como sargento mayor a Rodrigo Bermúdez[50]. Para suplir las carencias de efectivos, a este batallón se le sumó el del Provincial de Trujillo y el de los voluntarios de Mérida, además de una compañía ligera, poniéndolos todos bajo el mando del coronel Downie para sumar una fuerza, a 1 de octubre de 1811, de ciento dos oficiales y mil cincuenta y cuatro hombres[51]. Esta es la tropa con la que destacará en la exitosa acción de Arroyomolinos de Montánchez, que tuvo lugar el 28 de octubre de ese mismo año, cuando británicos y españoles sorprendieron a la división del general Girad, haciéndoles más de mil cuatrocientos prisioneros, entre otros el ilustre duque de Prosper Louis Aremberg, sobrino del Emperador.

Después de esto, las fuerzas de la Leal Legión Extremeña quedaron disgregadas. El batallón de tiradores de Badajoz continuó adscrito a la vanguardia del conde de Penne, mientras que la caballería, reducida a dos escuadrones, quedó en depósito en la Isla de León[52]. Al frente de los primeros continuó el coronel Downie, que cinco días más tarde de la acción de Espartinas, el 5 de abril de 1812, en la que “hizo huir a punta de bayoneta a mil quinientos enemigos que portaban cuatro cañones y dos obuses”[53], fue ascendido a brigadier. Aunque sin duda el episodio más conocido de su bravura fue sin duda el ocurrido 27 de agosto de 1812 en las inmediaciones de Sevilla.

Ese día, la división del mariscal de campo Juan de la Cruz Mourgeon, en el que acabaron integrados los tiradores de Badajoz, auxiliado por seis compañías del segundo batallón de los Royal Food Guards, tomó Castilleja de la Cuesta amenazando Sevilla, principal bastión francés en Andalucía desde principios de febrero de 1810. El brigadier Downie ordenó avanzar a sus hombres, reunidos en un puente de barcas tendido sobre el Guadalquivir, bloqueada la orilla opuesta por las tropas del mariscal Soult que cubrían la retirada del resto del contingente por la carretera de Córdoba. Pero los franceses estaban bien atrincherados y disponían de una pieza de artillería que dificultaba el avance, por lo que después de dos embestidas infructuosas Downie decidió dar ejemplo y abrirse hueco entre las líneas enemigas blandiendo la espada de Pizarro.

Y así fue como, sin encomendarse a Dios ni al diablo, picó espuelas para arrojarse sobre el enemigo, que estuvo a punto de superar cuando el filo de una bayoneta casi le arranca un ojo, antes de caer derribado del caballo. Aturdido, antes de que los franceses lo cogieran cautivo, encontró fuerzas para arrojar la espada hacia sus líneas y evitar que estos se hicieran con ella. Enardecidos, los tiradores de Badajoz cargaron a la bayoneta eliminando cualquier resistencia enemiga, luego tomaron la orilla opuesta y aún después la ciudad entera en busca de su caudillo. Pero no fue sino hasta horas más tarde, cuando un piquete de reconocimiento pudo encontrarlos, gravemente herido a la altura de Marchena, donde los franceses lo habían abandonado bajo palabra de honor de no servir en lo sucesivo en ejército regular alguno[54].

A los pocos días Downie regresó a Gran Bretaña para curarse de las heridas y reencontrase con su mujer. En su casa de Renfrewshire recibió a las más ilustres familias de Escocia, que le obsequiaron con una hermosa espada, además de honrarle con las llaves de la ciudad de Glasgow, ceremonialmente entregadas por el magistrado jefe del consistorio. En Gran Bretaña fue recibido también como un héroe por los exiliados realistas que preparaban el inminente regreso de Fernando VII, como el conde de Fernán Núñez, embajador español en Londres, que en el transcurso del homenaje con el que se le agasajó el 14 de diciembre de 1812, “le presentó al rey como un buen patriota y este lo distinguió con muestras de particular estimación”[55].

No mucho después regresó a España con su hermano mayor. El 24 de diciembre de 1812 la Regencia aprobó la creación de dos escuadrones de caballería ligera denominados de la Legión Extremeña y nombró a Charles Downie capitán de uno de ellos[56]. Así fue como el cabeza de familia acabó integrado también en el ejército español, del que acabó licenciándose el 4 de junio de 1843 con grado de coronel del regimiento de caballería de La Albuera.

El 16 de julio de 1813 le fue concedida la cruz de la Orden de Carlos III, que según los testigos que presenciaron la ceremonia se le impuso a la manera caballeresca, con la propia espada de Pizarro de la que nunca se separaba[57]. De esta época es el grabado en el que William Nicholls le retrata con la marca oscura en la mejilla derecha que le dejó la bayoneta francesa, portando sobre el pecho la reciente condecoración, mientras recrea a sus pies la acción sobre el puente de barcas por la que le fue concedida[58]. El rey le nombró alcaide de los Reales Alcázares, donde fijó su residencia a partir de entonces y donde muchos historiadores le achacan injustamente el blanqueo de los salones, así como la policromía con la que de manera extravagante, añaden, estropeó ya para siempre los estucos mudéjares del palacio, pese a que consta acreditado que tal cosa ocurrió al menos una década antes[59].

Tras la batalla de San Marcial, Lord Wellington reclamó expresamente a su antiguo colaborador y Downie se puso de nuevo al frente de la Leal Legión Extremeña, que tuvo el privilegio de ser una de las escogidas unidades españolas que en febrero de 1814 invadió Francia. Estos derrotaron al ejército de Soult en Orthez, Bayona y Toulouse, consumando el augurio lanzado por la Regencia cuando en el decreto de creación los figuró en “el mismísimo Paris”, como debió representarse así mismo Downie por momentos, cruzando los Pirineos con la espada de Pizarro[60].

Con el regreso de Fernando VII al trono de España, el 27 de julio de 1815 fue nombrado mariscal de campo y confirmado en su puesto de alcaide de los Reales Alcázares y Atarazanas, cargo que conllevaba también representación, voz y voto en el cabildo sevillano. Y aunque algo después, el 10 de septiembre de 1822, el gobierno liberal le retiró todos los honores, Downie continuó residiendo en el Palacio, recluido en una de las salas del patio de banderas, mientras hacía propaganda en favor del absolutismo[61]. La noche del 10 de junio de 1823, estando el rey preso en los Reales Alcázares por mandato de las Cortes, que se habían reunido de urgencia para declararlo loco e impedirlo para el trono, urdió una trama con otros oficiales para trasladarlo a Madrid, donde los Cien Mil Hijos de San Luis habían impuesto una regencia realista que trabajaba por su regreso, pero la conspiración fue descubierta por el Ministro de la Guerra y los conjurados hechos prisioneros. Acusado de alta traición, Downie acabó en el penal de La Carraca, en Cádiz, precisamente el mismo lugar en el que 1816 había fallecido, también prisionero, su íntimo amigo el general Francisco Miranda[62].

A finales de octubre, una vez abominado Fernando VII de sus obligaciones constitucionales, Downie fue liberado. El 5 de octubre de 1823 es restituido en la dirección del Alcázar[63] y poco después recibe la Cruz de San Fernando. A partir de entonces sería considerado un héroe por los tradicionalistas fernandinos, por lo que pudo vivir rodeado de lujos y excesos, sin preocuparse de las deudas, que serían muchas, hasta su muerte, ocurrida el 5 de junio de 1826. Al parecer, fue tal el montante de las obligaciones pecuniarias que legó a sus herederos, que su hermano Charles, al que había nombrado albacea, tuvo que entregar al Real Patrimonio la espada de Pizarro en compensación por las deudas en el desempeño del cargo de alcaide de los Reales Alcázares[64].

De este modo, el 2 de noviembre de 1826 la espada fue depositada en la Real Armería y quedó catalogada sin mayor anotación[65], por lo que, andando el tiempo, nadie pudo dar certeza del origen o propiedad de la misma. Los conservadores escribieron al descendiente del marqués de la Conquista, del que a través del conde de Toreno constaba que la había cedido a Downie [66], tratando de averiguar el estado legal en el que encajaba la pieza y, siempre según Marchesi, don Jacinto de Orellana y Pizarro, legítimo sucesor en el título de nobleza, respondió que:

“Ignoró hasta muchos años después todos estos antecedentes. Cuando los supo y quiso gestionar como su padre, Downie había muerto y la espada de Pizarro se hallaba en la Armería sin saber cómo ni porqué. Ahora nos resta decir que este arma interesante vino a la Armería por mandato de Fernando VII en 1826, año en que Downie murió en Sevilla. El actual marqués de la Conquista nos ha manifestado que aunque pudiera reclamar la alhaja que le pertenece, la cede y la ve con gusto en el magnífico depósito en que se halla. Proceder este que debieran imitar muchos grandes personajes, poseedores de antiguallas venerables, que por último término van a parar por venta o por hurto a los gabinetes y armerías extranjeras”[67].

Dicha anotación no consta en el catálogo de 1861, ni aún en los posteriores. Tampoco en las cuidadas obras que Leonard Williams en 1871 y Albert Calvert en 1907 dedicaron a la colección de la Real Armería, donde se incluyen sendas imágenes de la famosa espada de Pizarro[68]. Pese a ello, la adscripción al Real Patrimonio fue dada por hecho[69], convirtiéndose en una de las piezas más destacadas de la colección, de tal modo que, en las contadas ocasiones en las que ha salido de la institución para dar realce a actos oficiales, acabó cobrándose el protagonismo de los mismos.

Tal caso ocurrió por ejemplo en septiembre 1881, cuando fue cedida para ser expuesta en el IV Congreso Internacional de Americanistas que se celebró en Madrid[70]. La espada de Pizarro se convirtió en la pieza principal de la llamada “exposición de antigüedades americanas” que fue organizada en torno a las galerías de sendos patios del entonces ministerio de Ultramar, hoy Cuartel General de la Armada, dispuesta en el centro del dedicado a Juan Sebastián Elcano para poder ser admirada dentro de un magnífico armario de caoba y cristal[71]. Y también en 1930, cuando el 29 de mayo fue portada junto a las espadas de los Reyes Católicos y de Hernán Cortés por oficiales de Artillería, Infantería, Caballería y Marina, en el último acto de homenaje a los descubridores y conquistadores de América con motivo de la Exposición Iberoamericana inaugurada el año anterior en Sevilla[72].

Y el jueves 26 de junio de 1941 la espada de Pizarro regresó a Trujillo, de donde había salido ciento treinta años antes, para dar lustre al IV Centenario de la muerte de Francisco Pizarro. El acto fue portada del diario ABC, de 27 de junio de 1941, que se ocupó de detallar en dos páginas interiores los pormenores del mismo, así como el diario HOY, que le dedicó igualmente un generoso espacio en la edición de aquella fecha. Otros periódicos de tirada nacional se ocuparon también de glosar el acto, e incluso parece ser que, en ausencia aún de NO-DO, la cadena Fox grabó un documental cinematográfico para su noticiario Movietone News que lamentablemente nos ha sido imposible encontrar[73].

En cualquier caso, gracias a todas estas crónicas sabemos que aquel día la ciudad amaneció engalanada en todas sus calles, con multitud de banderas nacionales, gallardetes y arcos de triunfo dando lustre a la festividad. La plaza y sus edificios principales se adornaron con una rica colección de tapices traídos del Palacio de Oriente, calculándose en más de doce mil personas los asistentes que acudieron de todas partes de la región para presenciar los actos. El principal, presidido por Manuel Halcón, canciller del Consejo de la Hispanidad, en representación de la jefatura de Estado, tuvo como protagonista a la espada de Pizarro. Esta había sido colocada en el vestíbulo del Ayuntamiento, sobre una mesa cubierta con un paño de hombros del siglo XVI, descansando sobre un rico cojín de Damasco y escoltada por dos agregados militares de la representación diplomática peruana. En la gran escalinata central, el canciller de la Hispanidad, bajo acta, hizo entrega pública de la espada del conquistador al ministro plenipotenciario del Perú, para que la portase durante la procesión cívica que se dirigió luego a la iglesia de San Martín, en donde fue depositada junto al altar mayor mientras se celebraba un Te Deum. Después, una vez terminada la ceremonia, el diplomático devolvió el arma al representante del Estado español, que esa misma tarde regresó a Madrid[74].

Desde entonces, la espada se conserva en la Real Armería, a cuyo Patronato corresponde el dominio de la pieza por prescripción adquisitiva o usucapión, una apariencia de posesión ininterrumpida que, como hemos visto, detenta desde hace casi doscientos años la institución[75]. Aunque el apunte no es baladí, no deja de ser tan sólo uno de los puntos que habrá de barajarse para eventuales requerimientos y en cualquier caso se encuentra alejado de la pretensión de este trabajo que, como se expuso con anterioridad, no es otra que la de poner en orden una serie de inexactitudes que veníamos advirtiendo respecto a la espada de Pizarro, la figura de Downie y la Leal Legión Extremeña. Humildemente, esperamos haber arrojado alguna luz sobre ello.

 

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[1] SHERER, Moley. Recollections of the Peninsula. Longman, Londres, 1827; págs. 229-230. Para una aproximación a los espectáculos celebrados el Anfiteatro del empresario circense John Phillip Astley. MARABEL MATOS, Jacinto J. “Provecho y espectáculos de la ciudad tomada”. Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Almendralejo, 2017; págs. 315- 343.

[2] Vid. BAROJA, Pío. “Downie, el quijotesco”. Vitrina pintoresca. Espasa- Calpe. Madrid, 1935. págs. 93-100. PÉREZ GALDÓS, Benito. Episodios Nacionales. Primera Serie. Gerona y Cádiz. Espasa Calpe, Madrid. 2008, págs. 209-211.

[3] VVAA. Diario de las discusiones y actas de las Cortes. Tomo III. Imprenta Real, Cádiz, 1811; pág. 308.

[4] LE BRUN, Carlos. Retratos Políticos de la Revolución en España. Le Brun. Filadelfia, 1826; pág. 264.

[5] RODRÍGUEZ-SOLÍS. Enrique. Los guerrilleros de 1808: historia popular de la Guerra de la Independencia. Tomo I. Enciclopedia Democrática, Barcelona, 1895; pág. 430.

[6] La canción continuaba apelando a los sentimientos patrióticos de los extremeños: “Venid Extremeños/ De España Blasón/ Ya alzó su Bandera/ La Ilustre Legión/ En pos de su sombra/ Corred sin tardanza/ Y en vez de la lanza/ Tomad el fusil/ Ya el Galo se asombra/ De ver tal denuedo/ Ya tiembla de nuevo/ Su mano servil/ Venid Extremeños/ De España Blasón/ Ya alzó su Bandera/ La Ilustre Legión/ Será Extremadura/ Por vos cual la roca/ Que inmóvil provoca/ La furia del mar/ Será sepultura/ Do caiga sin vida/ La gente atrevida/ Que os quiso burlar/ Venid Extremeños/ De España Blasó/ Ya alzó su Bandera/ La Ilustre Legión/ Venid Extremeños/ Libremos a España/ Venzamos la saña/ Del fiero opresor/ Seamos los Dueños/ Del rayo en la Guerra/ Y pasmo en la tierra/ Y al Galo pavor/ Venid Extremeños/ De España Blasón/ Ya alzó su Bandera/ La Ilustre Legión.” VVAA. Archivo del general Miranda. Tomo XXIII. Editorial Lex. La Habana, 1950; págs. 461-463.

[7] Entre otras, la legada por el redactor del Diario Mercantil de Cádiz Pabló Jericó, que decía así: “Al verle tan terrible chafarote/ Orden de la Cruzada en el costado,/ Y cual dragón, descomunal bigote/ Todo el mundo lo hubiera comparado/ Al inmortal manchego D. Quijote/ Pero ¡cuánto se hubiera equivocado!/ Porque el Quijote tuvo gran talento/ Y el mortal de que hablo es un jumento.” GOMEZ IMAZ, Manuel. Los periódicos durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Revista de Archivos y Museos. Madrid, 1910; pág. 113.

[8] Sin perjuicio del incompleto ANÓNIMO. Biografía del mariscal de campo de los ejércitos españoles Juan Downie. Imprenta de Infantería de Marina. Madrid, 1887.

[9] AGMS, D-1177. Expediente Juan Downie.

[10] GRANT, James. The Scottish Soldiers of Fortune: Their Adventures and Achievements in the Armies of Europe. Routledge and Sons, Londres, 1889; pág. 138.

 

[11] VV.AA. Archivo del General Miranda. Negociaciones (1806-1807). Tomo XVIII. Editorial Lex. La Habana, 1950; pág. 82.

[12] IGLESIAS ROGERS, Graciela. British Liberators in the Age of Napoleon. Bloomsbury. Londres, 2013; pág. 36.

[13] Downie continuó en labores de intendencia y exploración bajo las órdenes de Lord Wellington, constando el agradecimiento expreso de este tras la batalla de Talavera, según VV.AA. The Royal Military Chronicle of the British Officers. Volumen VI. Cardon, Londres 1813; pág. 173.

[14] MARABEL MATOS, Jacinto J. “Fiebre y sábanas: el otoño de Wellington en Badajoz (I)” XLV Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2017; págs. 283-302.

[15] El 16 de septiembre de 1809, doce días después de haber sido nombrado vizconde como reconocimiento a su participación en la batalla de Talavera, escribió una carta dirigida al embajador británico en Lisboa John Villiers, en la que reconocía, en efecto, que “esta es la primera vez que firmo con mi nuevo nombre”. GURWOOD, John. The Services of Field Marshal the Duke of Wellington. Volumen V. Murray, Londres, 1836; p. 156.

[16] MARABEL MATOS, Jacinto J. “Fiebre y sábanas: el otoño de Wellington en Badajoz (II)” XLVI Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2018; págs. 409–425.

[17] Vid. Oficio dirigido por Lord Wellington a la Junta Suprema de Extremadura, de 7 de diciembre de 1809, publicado en la Gazeta de la Regencia, de 14 de diciembre de 1809.

[18] GÓMEZ VILLAFRANCA, Román. Extremadura en la Guerra de la Independencia. Memoria Histórica y Colección Diplomática. Uceda Hermanos, Badajoz, 1908; págs. 205-206.

[19] Encomienda que sin embargo quedó en suspenso al poco tiempo, puesto que en marzo Golfín fue agregado al estado mayor del general Ballesteros y aún poco después, el 23 de julio de 1810, fue elegido diputado para representar a Extremadura en las Cortes Generales y Extraordinarias que habrían de reunirse en la Isla de León, en Cádiz. FERNÁNDEZ-DAZA ÁLVAREZ, Carmen. “La actividad parlamentaria de Francisco Fernández Golfín en las Cortes de Cádiz”. V Encuentros Comarcales Vegas Altas, La Serena y La Siberia. SISEVA, Badajoz, 2012; pág. 73-74.

[20]VVAA. Archivo... Tomo XXIII, op.cit; pág. 457.

[21] Posteriormente, cuando el gobierno británico, además de aprobar la adscripción, facilitó cuarenta mil rifles Baker para armar al Ejército español, escribiría furioso al general Beresford haciéndolo saber que estaba totalmente en desacuerdo con tal decisión. GURWOOD, John. Selections from the Dispatches and General Orders of Field Marschal the Duke of Wellington. Murray, London, 1842. P. 428.

[22] Gazeta de la Regencia de España e Indias, de 6 de julio de 1810.

[23] GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura…, op.cit; pág. 316.

[24] Ibid; pág. 206.

[25] Ibid; pág. 392.

[26] AHN, Diversos-Colecciones, 110, N.33. Correspondencia de diferentes comisionados ingleses relativa a operaciones de guerra; págs.. 48-54.

[27] VV.AA. The Royal…; pág. 180.

[28] Gazeta de la Regencia de España e Indias, de 17 de enero de 1811.

[29] VVAA. Archivo... Tomo XXIII, op.cit; pág. 456.

[30] DOWNIE, John. Colección de láminas de ataque y defensa del arma de la lanza. Madrid, 1814.

[31] ESDAILE, Charles. “Guerrilleros, bandidos, aventureros y comisarios: la historia de Juan Downie.” Alcores. Revista de Historia Contemporánea, nº 5. Fundación Fermín Carnero, León, 2008; pág. 117.

[32] Una mitología así mismo compartida por el resto de ejércitos combatientes, como atestiguaba la Gazeta de Lisboa en su edición de 24 de junio de 1811.

[33] VV.AA. The Royal…, ob.cit; pág. 181.

[34] Diario de Mallorca, de 11 de febrero de 1811.

[35] AHN, Diversos-Colecciones, 137, N.30. El coronel Juan Downie pide al marqués de La Romana recursos para organizar una Legión.

[36] GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura…, ob.cit; pág. 238.

[37] Ibíd., ob.cit; págs. 366-367.

[38] Gaceta de la Regencia de España e Indias, de 25 de junio de 1811.

[39] Vid. El Conciso, de 28 de agosto de 1811 y El Sensato, de 29 siguiente.

[40] AHN, Diversos-Colecciones, 137, N.46. Correspondencia de varios comisionados del 5º Ejército sobre la dificultad de recibir vestuarios que debía remitir desde Londres el comisionado Downie.

[41] GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura…, ob.cit; pág. 277.

[42] Downie acusó recibo de la espada mediante carta dirigida al propio Lorenzo de Bolaños y Guzmán, el 13 de agosto siguiente, según Diario de Mallorca, de 4 de julio de 1812.

[43] MARCHESI, José María. Catálogo de la Real Armería. Aguado, Madrid, 1849; pág. 98. La misma versión fue mandada editar un lustro más tarde por FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, Joaquín. Catálogo de la Real Armería. Aguado. Madrid, 1854.

[44] En nota a pie de página anota el autor, Mateo Duarte, fue maestro espadero en Valencia en el año1543. CROOKE Y NAVARRO, Juan Bautista. Catálogo Histórico-descriptivo de la Real Armería de Madrid. Hauser y Menet, Madrid, 1858; pág. 216.

[45] JUBINAL, Achile. La Armería Real de Madrid ou collection des principales pieces du Musée d’Artillerie de Madrid. Tomo I. Morel, Paris.1838.

[46] La fidelidad a la pieza que debió ser empuñada por Francisco Pizarro es exacta en esta obra, frente a las recreaciones realizadas en 1877, apenas nueve años antes, por Manuel Ramírez Ibáñez en la “Muerte de Pizarro” que se conserva en el Museo del Prado y Ramón Muñiz en “Pizarro herido de muerte” del Museo de Bellas Artes de Lima.

[47] Diario de Mallorca, de 15 de octubre de 1811.

[48] Gazeta Extraordinaria de la Regencia de España e Indias, de 14 de octubre de 1811.

[49] VV.AA. The Royal…, ob.cit; pág. 176.

[50] VV.AA. Estado Militar de España. Viuda de Gómez. Cádiz, 1812; pág. 83.

[51] CABANES, Francisco Javier. Explicación del Cuadro Histórico-cronológico de los movimientos y principales acción de los ejércitos beligerantes en la Península, durante la Guerra de España contra Bonaparte. Viuda de Bruse, Barcelona, 1822; pág. 124.

[52] Ibíd; págs. 148 y 186.

[53] Gazeta de México, de 1 de octubre de 1812. En el combate destacó además el sargento mayor de la unidad, Rodrigo Bermúdez, mientras que los tiradores fueron distinguidos con la laureada de San Fernando, que lucieron a partir de entonces en los banderines de la unidad y en las espadas de los oficiales. VV.AA. The Royal…, ob.cit; pág. 177.

[54] GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura…, ob.cit; pág. 422. Vid, también entre otros, Gaceta de Sevilla, de 2 de septiembre de 1812, La Abeja Española, de 13 de septiembre de 1812 y Diario Mercantil de Cádiz, 14 de octubre de 1812.

[55] MORENO ALONSO, Manuel. La Guerra del Inglés (1808-1814). La Historia como campo de batalla. Silex. Madrid, 2018; pág. 1027.

[56] AHN, Consejos, L.3279, N.179. Traslado de la Resolución del Consejo de Regencia por la que se crean dos escuadrones de caballería ligera denominados de la Legión Extremeña.

[57] Redactor General, de 19 de julio de 1813. Seis años más tarde, Charles Downie recibiría la misma condecoración.

[58] VV.AA. The Royal…, ob.cit; pág. 170. La Biblioteca Nacional conserva una copia posterior del mismo grabado realizada por Nunes de Carvalho. Vid. BNE IBR/883/1.

[59] En su Sevilla Pintoresca el historiador Juan Colón y Colón cita una certificación expedida en 1805, antes incluso de la invasión francesa de España, en la que en el transcurso de las obras de restauración que se llevaron a cabo aquel año, se ordena el blanqueamientos de diversas salas de los Reales Alcázares. COLÓN Y COLÓN, Juan. Sevilla Pintoresca, o descripción de sus más célebres monumentos artísticos. Álvarez, Sevilla, 1844; pág. 76.

[60] Francis Seymour Larpent, abogado general adscrito al estado mayor de Wellington en 1812 dejó escrito que Downie le mostró la espada de Pizarro cuando los ejércitos aliados se disponían a cruzar los Pirineos. LARPENT, Francis Seymour. The private journal of F. Seymour Larpent. Volumen II. Bentley, Londres, 1853; pág. 123.

[61] Al poco de llegar el rey a Sevilla, escribió numerosas proclamas que repartió en octavillas entre jefes y oficiales afines al absolutismo guarnicionados en la ciudad, con títulos tales como Un leal Zaragozano, después de la entrada de los franceses en Zaragoza; Los madrileños a los Sevillanos, a la entrada de los aliados en Madrid; o Un sevillano matritense a sus compatriotas.

[62] Desde allí escribió un manifiesto que en el que se justificaba. DOWNIE, John. Manifiesto a los españoles y compañeros de armas, del mariscal de campo de los Reales Ejércitos Sir Juan Downie. Hidalgo, Sevilla, 1823.

[63] Archivo Histórico de los Reales Alcázares de Sevilla. Administración personal, caja 95, expediente 7.

[64] CROOKE Y NAVARRO, J.B. Catálogo…, op.cit; pág. 217.

[65]BNE, R/63250/6. Documentos relativos a la vida y acciones de John Downie.

[66] QUEIPO DEL LLANO Y RUIZ DE SARABIA, José María. Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución en España. Tomo IV. Imprenta de Martín Alegría, Madrid, 1848; pág. 92.

[67] MARCHESI, J. M. Catálogo…, op.cit; pág. 100. Consta la misma anotación en la edición mandada imprimir por Fernández de Córdoba, pero esta desaparece definitivamente en la de 1861.

[68] WILLIAMS, Leonard. The arts and crafts of older Spain. Volumen I. Foulis, Londres, 1871; págs. 258-259. CALVERT, Albert Frederick. Spanish arms and armour, being a historical and descriptive account of the Royal Armoury of Madrid. Lane, Londres, 1907; pág. 190.

[69] A partir de entonces, las noticias acerca de la espada de Pizarro fueron naturalizando que Downie realizó en vida una donación a favor de la Real Armería que, como hemos visto nunca se produjo. A título de ejemplo, vid. El Isleño, de 26 de enero de 1889 o El Heraldo de Madrid, de 2 de agosto de 1928.

[70] VVAA. Lista de los objetos que comprende la Exposición Americanista. Romero, Madrid, 1881; pág. 143.

[71] La Época, de 28 de agosto y 25 de septiembre de 1881, La Correspondencia de España, de 23 y 25 de septiembre de 1881, La Mañana, de 25 de septiembre de 1881, El Demócrata, La Discusión y El Globo, de 26 de septiembre de 1881, La Discusión, de 26 de septiembre de 1881, La Lealtad, de 28 de septiembre.

[72] La Libertad, de 31 de mayo de 1930, La Unión Ilustrada, de 8 de junio de 1930.

[73] Entre otros, en las ediciones vespertinas del Heraldo de Zamora y Pensamiento Alavés, de 26 de junio de 1941, así como en los diarios Azul: órgano de Falange Española y de las JONS, El Adelanto, Diario de Burgos, Labor, e Imperio, de 27 de junio de 19141. En cuanto a las referencias al documental de la cadena Fox, estas fueron recogidas en el HOY, de 26 de julio de 1959.

[74] Pocos días más tarde la Obra Nacional de Artesanía elaboró en un taller de Toledo una réplica de la espada, que fue entregada al Ayuntamiento de Trujillo. Vid. Imperio, de 29 de junio de 1941.

[75] A título de ejemplo, resulta sumamente instructiva la Sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo Civil, Sección 1ª, 4974/2016, de 16 de noviembre, en relación con la prescripción adquisitiva extraordinaria detentada sobre la Tizona, una de las famosas espadas del Cid, legada en calidad de depósito por uno de sus legítimos propietarios al Museo del Ejército en 1944.

Nov 082019
 

                                                                    

Vicente Montojo Montojo.

Real Academia Alfonso X el Sabio.

 

Resumen.

El recorrido de este texto es el seguimiento de las relaciones entre Francisco Pizarro, conquistador del Perú, y otros extremeños de Trujillo y poblaciones próximas que le acompañaron o le siguieron, o que lo hicieron con Hernán Cortes, así como con otros de comarcas relativamente cercanas aunque de otros territorios, como Talavera de la Reina y Toledo. Entre los de Trujillo y su tierra los Vargas Carvajal o Carvajal Vargas, que dieron varios militares y oficiales regios, como Diego de Vargas Carvajal, hijo del famoso Doctor Lorenzo Galíndez Carvajal, ambos primeros correos mayores de Indias y entre cuyos descendientes surgió el primer conde de Castillejo, título sobre una chacra o hacienda de Lima, o Juan de Vargas Carvajal, primer señor del Puerto (Cáceres) y uno de cuyos descendientes se tituló conde del Puerto. De Talavera de la Reina fueron los Meneses Toledo y Meneses Manrique, con un gobernador de Venezuela y presidente del Consejo de Indias; y de Toledo fueron los Hurtado Chaves, apellidos del conde de Cartago, título de Indias.

Esta enumeración nobiliaria es hilo conductor del tratamiento de instituciones y actividades de los virreinatos de Indias, en especial del de Perú, que atrajeron además a arquitectos, escultores y pintores, buscadores de minas e inventores de sus técnicas nuevas, en que se ha intentado conjugar la síntesis bibliográfica con las aportaciones archivísticas, en especial de los fondos del Archivo Histórico de la Nobleza, sobre todo del de Frías y concretamente de la documentación del condado de Oropesa, pues su ámbito se extendió por Extremadura (Monroy) y su buena gente a Perú (virrey Toledo).

 

  1. Introducción

El punto de partida de este texto es considerar a los Pizarro de Trujillo[1] y Perú y accidentalmente a algunas otras familias de su entorno desde la perspectiva de un archivero. Éste gestiona archivos y/o fondos documentales para su puesta en servicio y difusión desde su propia metodología, la archivística, es decir, identifica los productores de fondos documentales y la articulación de series y otras divisiones o agrupaciones de documentos, con una proyección descriptiva y divulgativa. Los Pizarro, como los Orellana, los Vargas o los Chaves dejaron numerosos testimonios documentales en diversos fondos y archivos, entre ellos el de Frías[2] del Archivo Histórico de la Nobleza[3] (Toledo).

La conquista y colonización de las Indias Occidentales o América sufrieron desde casi el principio las dificultades de las divisiones y conflictos entre los conquistadores, como las de Hernán Cortés con Velázquez y los oficiales reales de México[4], o las de Francisco Pizarro con los almagristas[5].

A pesar de que los mencionados conquistadores buscaron la alianza de tribus indias para luchar contra las dominantes aztecas e incas, no dejaron de actuar violentamente contra unas y otras y aunque llevaron a frailes mendicantes (dominicos, franciscanos) para evangelizar a los indios, no por ello dejaron de sobrecargarles con encomiendas e impuestos, de lo que derivaron críticas (Bartolomé de las Casas, Bernal Díaz del Castillo)[6] y defensas (Toribio de Motolinía)[7] de religiosos.

Los conquistadores procedieron en gran parte de Extremadura y cuando llegaron a las Antillas (1492-1500), dejaron unos territorios recién pacificados, tras las guerras de Granada y de Sucesión de Castilla, la de los Reyes Católicos, con gran violencia, como en las épocas anteriores de Juan II y Enrique IV, en que prosperaron Gutierre de Sotomayor, maestre de Alcántara[8], o sus yernos Luís de Chaves el viejo, cabeza de los Altamirano de Trujillo, y Lorenzo Suárez de Figueroa I conde de Feria. Los Chaves y Orellana de Trujillo compartieron poder con los Bejaranos entre ellos los Carvajal y Vargas, y los Añasco, entre ellos los Pizarro (Hernando Pizarro hermano de Francisco fue Vargas de segundo)[9] y los Carvajal: “Los Carvajal de Extremadura se mostraron ambiguos en la guerra civil del principio del reinado de los Reyes Católicos, en tanto en cuanto, encuadrados mayoritariamente en el bando de los Bejarano, se hallaban opuestos al bando de los Altamirano, cuya cabeza, Luís de Chaves, en 1475 levantó Trujillo a favor de los reyes […] en una época en la que el arcediano ejercía más tareas de tipo militar que eclesiástico, durante la guerra civil entre los partidarios de Isabel y de Juana la Beltraneja, en la que los Carvajal se alinearon junto a la Reina Católica” (contradicción evidente)[10]. Sometidos por ser partidarios de Juana la Beltraneja y no de Isabel I[11], o no, algunos de ellos participaron en la Guerra de Granada: un tal Juan de Vargas fue en 1485 a ella[12].

Desde el siglo XV o antes hubo muchos descendientes ilegítimos y legítimos de tales familias y por lo tanto muchos desheredados (no precisamente los mayorazgos originarios del I marqués de Espinardo[13]) y faltos de haberes, entre quienes se contaron muchos de los que emigraron a Indias, buscando fortuna y merced. Hubo mujeres importantes, pues aportaron su sangre en el nacimiento de sus criaturas y a veces su entereza durante su viudedad.

Entre ellas se contaron la madre del doctor Lorenzo Galíndez de Carvajal (1472-1528?), correo mayor de Indias (1514-1527), un personaje nuevo en la corte de Fernando V el Católico, como Lope Conchillos, secretario de Fernando el Católico de 1503 a 1516 (de Indias, escribano mayor de minas de Indias y secretario de Órdenes Militares), pero defenestrado por Cisneros por su corrupción en el acaparamiento y manejo de indios[14], o su patrocinado (y del secretario Hernando de Zafra) Francisco de los Cobos[15], secretario de Estado y consejero de Carlos I de España desde 1517 hasta su muerte en 1547. Le sucedió en la corte su sobrino Juan Vázquez de Molina (1510?-1570), secretario del rey, de la emperatriz Isabel, de Guerra y de Estado, Guerra y Cámara, marido de María Pacheco (hermana del señor de Cerralbo) y hermano de Diego de los Cobos, arcediano de Coria y obispo de Jaén, y a Molina a su vez su sobrino Juan Vázquez de Salazar (1530-1597), secretario del rey, Guerra y Cámara de Castilla, y a aquel Luís Vázquez de Molina y Salazar, secretario de Estado y de Cámara de Castilla (1594-1606), pero muy pronto envueltos en el ascendiente del 3er duque de Alba y del príncipe de Éboli sobre Felipe II.

Esta serie de secretarios no es anodina pues tanto Conchillos, como Cobos y Juan Vázquez de Molina mostraron un gran interés por conseguir o controlar minas, fueran de alumbres o de otro tipo: Cobos entre las de alumbres de Cartagena[16] y Juan Vázquez de Molina en el valle de Liébana, Talavera, Laredo, León, y en diversos lugares de los obispados de Pamplona, Calahorra, Bayona, arzobispado de Granada y abadía de Baza, entre otros[17], a diferencia de Francisco de Eraso, que desplazó a Vázquez de Molina (quien le había protegido anteriormente) en 1559 y se interesó más en señoríos (Mohernando), encomiendas (Moratalaz) y dehesas (Santillana), aunque Eraso fue destituido por corrupción (1566)[18]. Su interés por dehesas es comparable al de los principales trujillanos, como veremos, o en señoríos por el secretario Alonso de Idiaquez (de Valoria y Cuartango)[19], como el de Hernando y Francisca Pizarro y sus descendientes o el de Vargas Carvajal en los señoríos del Puerto y la chacra de Castillejo.

El doctor Galíndez de Carvajal fue hijo del canónigo de Plasencia Diego González de Carvajal, quien fundó un vínculo para sus descendientes, y biznieto de un señor de Orellana la Nueva. Su oficio de correo mayor[20] lo heredó su hijo Diego de Vargas Carvajal Dávila (1502-1562), quien compró el señorío de El Puerto en 1559, al mismo tiempo que Diego Pizarro de Hinojosa y don Juan de Vargas Carvajal el oidor de la Real Chancillería de Valladolid (hermano del obispo placentino don Gutierre de Vargas Carvajal, hijos del tesorero general Francisco de Vargas), y se trasladó a Perú como comisario regio de encomiendas perpetuas (1561) o repartimiento perpetuo[21], heredándole en 1562 sus hijos Juan de Carvajal Vargas y Sotomayor, señor del Puerto (1562-1570)[22] -el señorío se extendió por este territorio[23]-, y Diego Juan de Vargas-Carvajal Sotomayor, correo mayor (1562-1593) en Perú, donde vivieron sus descendientes.

Con los Carvajal Vargas, correos mayores de Indias, estuvieron emparentados los Chaves de Trujillo, como Martín de Chaves, morador de Herguijuela (Trujillo)[24], hijo ilegítimo de Alonso de Sotomayor y Francisca Valverde, de quien heredó un mayorazgo que incluía la viña de Aceituno, y quizá mantuvo un pleito con Cristóbal Pizarro, de Trujillo, sobre construcción de casa torre en Alcollarín y ocupación de tierras concejiles[25]. En la Sierra de Hergüijuela tuvo precisamente una viña Francisco de Pizarro y Pizarro, nieto del conquistador.

La mención a Cristóbal Pizarro de Trujillo, de donde fue natural el conquistador de Perú[26], nos introduce en el parentesco que hubo igualmente entre Pizarros y Vargas de Trujillo, como muestra la figura de Juan Pizarro de Vargas y Aragón, que fue regidor de Trujillo en 1649, en que fue apoderado por el Concejo de Trujillo para cerrar la compra del voto en Cortes para Extremadura, que se consiguió en 1651 (seguía de regidor en 1660), junto con Juan de Torres Garnica (y antes lo había sido Fernando Pizarro Orellana, alférez mayor de Trujillo y consejero de Castilla, en 1648, el año de la epidemia de peste, a 1652), en unión con otras ciudades extremeñas cabeceras de partido: Alcántara, Mérida, Badajoz, Cáceres, Jerez de los Caballeros, Llerena y Plasencia[27].

Los contactos entre personalidades talaveranas y extremeñas no fueron raros, pues estaban relativamente cercanas. El chapitel de la Torre del Reloj de la Iglesia de San Martín de Trujillo fue recubierto de cerámica talaverana. En tiempos de Enrique IV, Diego de Carvajal, regidor y vecino de Talavera, casado con Elvira de Toledo (hija de Pedro Suárez de Toledo), fue comisionado para juzgar en un pleito de Fernando de Monroy, señor de Belvís, Deleitosa y Fresnedoso (Cáceres)[28], que formaron parte del condado de Oropesa por lo que en el fondo Frías del Archivo Histórico de la Nobleza (AHN) hay numerosa documentación, y Beatriz de Monroy, sucesora de Fernando, casó en 1535 con Fernando Álvarez de Toledo y Figueroa, 3er conde de Oropesa, hijo de María de Figueroa y Toledo, primogénita del 2º conde de Feria[29].

No muy lejanos de parentesco estuvieron los Meneses Manrique de Talavera de la Reina[30]: entre ellos el maestre de campo Juan de Meneses, caballero de Santiago (+ 1659), y su hijo Lorenzo de Meneses Padilla, marqués de Marianela, que lucharon en Venezuela, cuyo título pasó a su sobrina Leonor de Meneses Manrique, pero también otros Meneses que emparentaron con familias de Trujillo, como la Carvajal Vargas. “Gutierre de Meneses, regidor de Talavera, sucedió en el mayorazgo de su padre [Bernardino de Meneses], y casó en Trujillo con doña Juana de Montalvo, natural de Medina del Campo, hija de Lope Alfonso de Montalvo, caballero de Santiago, y de Dª Teresa de Meneses, hija de Juan de Meneses, vecino de Talavera, y de Dª Ximena de Orellana. Lope Alonso fue hijo 5º de Álvaro de Lugo, señor de Villalva y Fuencastín y de Dª Juana Gutiérrez de Montalvo”. El padre de Gutierre: “A quien dejó 3.000 ducados de renta en Talavera y el patronato de la capilla mayor de San Agustín de Arenas. Casó con su prima hermana Dª Gracia de Ulloa Gudiel y Gaitán, natural de Toro, hija de Gutierre Gudiel Gaitán y de Dª Gracia de Carvajal y Vargas (estaban casados en 1502). Este Bernardino fundó mayorazgo de las dehesas de Tejadillos y Hinojoso en 5 de marzo de 1542. Dª Gracia Gudiel Gaitán, su mujer, testó en Talavera 10.9.1571”. Su hijo Bernardino: “patrón de San Agustín de Arenas y señor del mayorazgo de su padre. Corregidor de Murcia. Casó con Dª Ángela Gaitán de Ayala, hija de Francisco Gudiel Gaitán de Mendoza, señor de La Olma en Talavera, y de Dª Elvira de Ayala, natural de Talavera. Fue a la conquista de Orán por capitán de la gente de Talavera y Puente del Arzobispo, y allí ganó a los moros dos banderas que están en su capilla de Santa Ana en la Iglesia de Nuestra Señora de Prado de Talavera”. El primer ascendiente fue “D. Juan de Meneses, Obispo de Zamora, … tuvo antes de ser clérigo en Francisca de la Peña, mujer noble, a (Bernardino de Meneses I)”[31]. Los principales Meneses Manrique fueron Hernán de Meneses y sus descendientes, sobre todo Cosme de Meneses y sus sucesores primogénitos Meneses Manrique, caballeros de la Orden de Alcántara, quienes tuvieron sepultura en la capilla de San Jerónimo del Convento de Santa Catalina de Talavera de la Reina, y en propiedad algunas dehesas y un mayorazgo que pasó a los condes de Pie de Concha. Pero hubo además unos Meneses de Toledo: Francisco de Céspedes y Elvira de Toledo fundaron un mayorazgo a favor de Fernando Álvarez de Meneses, su hijo mayor, regidor de Talavera, quien lo transmitió a Francisco de Meneses II; fueron hijos de aquéllos: Pedro Suárez de Meneses (casa de Cifuentes), Juan de Meneses, Elvira de Meneses y Teresa de Meneses[32].

Por lo tanto relacionados con ellos estuvieron los Meneses Padilla (Cosme de Meneses Padilla y sus descendientes) de Talavera de la Reina, de quienes procedieron otros repobladores, y relacionados con éstos (Francisco Carvajal Meneses) estuvieron los Vargas Carvajal de Trujillo. Por otra parte tanto en Talavera de la Reina como en Navamoral de la Mata se constata la presencia de labradores apellidados Aceituno, lo que puede indicar que hubiera matrimonios entre vecinos de ambas villas.

Con Hernán Cortés fueron además a México algunos primos lejanos y colaboradores, como Francisco de las Casas, de Trujillo, que le llevó de España el nombramiento de gobernador de Nueva España, y Cortés le nombró alcalde mayor de México en 1524 y justicia mayor, gobernador y capitán general interino de Nueva España en 1526, pero hubo además pleitos. Entre sus detractores estuvo Bernardino Vázquez de Tapia, de Oropesa.

Hacia 1540 fue a México Alonso de Villaseca Gutiérrez el rico, natural de Arcicóllar (Toledo), propietario de minas, que hizo diversas fundaciones benéficas en México (Colegio de San Pedro y San Pablo, de jesuitas; el Hospital Real y el del Marqués, las Recogidas y los pobres) y Arcicóllar. Fue hijo de Andrés de Villaseca y Teresa Gutiérrez de Toranzó, ambos de Toledo. Su hermano Pedro de Villaseca recibió diversos bienes de su hermano, con los que fundó el mayorazgo de Arcicóllar y la Capilla de la Anunciación de la iglesia de Arcicóllar, en 1574[33]. Algo parecido hizo Francisco de Toledo, virrey del Perú, hermano del conde de Oropesa, que envió mucho dinero en barras de plata a Oropesa para dos capellanías y otras fundaciones[34], producido en Potosí y Huancavelica (en ésta también azogue)[35].

Otros repobladores incluso cartageneros, hallándose sin descendencia decidieron heredar a sus parientes de España: Así Matías Saura y Ginés Saura, hijos de Francisco Saura y Dª Beatriz Celdrán, bisabuelos de José Saura, vecino de Cartagena de Levante, morador de Pozo Estrecho, hijo de Francisco Saura y nieto de Francisco Saura, quien apoderó a D. Juan Borda Ilolauzpea, comerciante y vecino de Cádiz; o D. Jaime Martínez Oyos, presbítero, y sus hermanos José, Francisco Fulgencio, Antonio, Isabel, María, Joaquina y Josefa, vecinos de Blanca (Murcia), sobrinos de D. José Martínez Oyos, fallecido en Materala (Méjico), que apoderaron a Juan de la Riba Agüero, en Méjico; o tuvieron que distribuirla sus parientes de España: Agustín Ramos, comisario ordenador de Marina, con su hermano Isidro López Ramos, guardalmacén general de La Habana, en relación a D. Francisco Tenesa Prieto, médico en La Habana, con poderes de Pedro Collado Tenesa, de Guadix, y Juana Ginobarte Tenesa, en Granada[36].

  1. Dificultades en el siglo XVII

Entre los Vargas Carvajal de Lima estuvo Diego Atanasio de Carvajal Vargas y Altamirano I conde de Castillejo (1683), uno de los primeros títulos peruanos. Tuvieron relación con Juan de Vargas y Chaves o Juan Maraver (existió fray Agustín Maraver provincial agustina en Lima[37]) y Chaves, oriundo de Jerez de los Caballeros (Mérida, 1539-¿), que casó con Francisca de Sotomayor y Valenzuela en Puebla de Alcocer, padres de Antonio de Vargas y Chaves (Belalcázar, 22.10.1589-tto. 4.5.1630), a su vez casado con Catalina de Valenzuela y Sotomayor (n. Puebla de Alcocer), padres de Álvaro de Vargas Zúñiga, caballero de Alcántara (Puebla de Alcocer, 10.10.1622-/1656)[38], marido de Isabel de Monroy Estupiñán y Forero de Monzón, relacionados con Francisco de Vargas Camargo y su hija Inés de Vargas Trejo, que casó con el famoso Rodrigo Calderón, criatura del valido el duque de Lerma[39].

A lo largo del siglo XVI fueron sacerdotes y religiosos o frailes a América, como los conocidos como doce apóstoles de México o Nueva España franciscanos que salieron de Belvís de Monroy (1524), entre ellos fray Toribio de Benavente o Motolinía, procedente de la custodia de San Gabriel en Extremadura, que incluyó al convento de Trujillo[40], o algunos se ordenaron allí. Así de Andalucía fueron 5, entre ellos Francisco de Herrera, antiguo capitán al servicio del rey, admitido en la Compañía de Jesús en Perú y autor de un poema sobre mártires ingleses, virreinato en el que la evangelización no comenzó hasta 1551[41]. De Trujillo salieron algunos franciscanos[42]. Ahora bien, la acción misionera se confundió desde el principio con la colonizadora o colonial.

Pero a principios del siglo XVII tanto la acción misionera del clero secular y regular de la América hispánica, como la de España, habían perdido fuerza en comparación a la de antes, por razón de la concentración del clero mencionado en las ciudades y su mayor dedicación a su sostenimiento económico. El Dr. Fernando de Godoy, canónigo y subcolector apostólico de la Catedral de Murcia y subdelegado de la cruzada, apoderó al marqués de Montesclaros, virrey y capitán general de Perú, para cobrar de los obispados de Lima, Cuzco, Guariconga, Arequipa, La Paz, Charcas, Cochabamba, Santiago del Estero, Paraguay, Tucumán y Quito el dinero que fuese repartido entre el clero por haberlo gastado en la corte romana durante 6 años de los pontificados de Clemente VIII y Paulo V para revocar una constitución del Concilio Limense aprobada por Sixto V, por la que el clero no podía hacer tratos ni contratos por sí ni intermediarios, a instancia de los embajadores de España marqués de Villena, duque de Sesa y otros príncipes de Italia[43]. Y debido también a la administración de propiedades[44], quizá por razón de la recesión económica, pues dijo Storrs: “no es de extrañar que el aparente derrumbe de los ingresos provenientes de Indias desde 1600 y en particular después de 1660, parezcan un hecho decisivo. Por un lado se extraía menos plata de las minas del Perú y la Nueva España (México), en parte como consecuencia de que faltaba tanto mano de obra, como el azogue necesario para procesar el mineral”[45]. A finales del siglo hubo tales dificultades para defender los dominios españoles de Francia y los bucaneros y corsarios, que los gobiernos españoles dirigidos por el duque de Medinaceli (1679-1685) y el conde de Oropesa (1685-1691) vendieron algunos títulos nobiliarios a criollos en Lima, como los de conde de Castillejo al limeño Diego de Carvajal Vargas y Altamirano, correo mayor de Indias, y conde de Cartago a José Hurtado de Chaves y Enríquez de Mendoza (1686), de Cajamarca, hijo de Baltasar Hurtado del Águila, oriundo de Toledo.

Entre el alto clero, como los obispos, se introdujeron españoles como Francisco Verdín de Molina, natural de Murcia, obispo de Guadalajara de Jalisco (México) entre 1666 y 1675 (descendía de un comerciante milanés que se instaló en Alicante, Cartagena y Murcia[46]), e incluso manchegos y extremeños, como algunos franciscanos y sacerdotes seculares de Alcázar de San Juan: Cristóbal de Arenal, Juan de Aguilera, Diego de Torres Rubio, agustino, o Pedro Rodríguez, laico[47].

Por esta complejidad dejo a un lado la acción puramente política y me centro de una forma breve en una serie de aspectos, sobre todo socio-institucionales, en los que esta acción fue más importante: la cultura, la organización estatal, la política indígena, la economía, la influencia de la Iglesia y por último del arte.

A los misioneros, para compararlo con la doctrina verdadera, no les resultó tan difícil evangelizar como crear de nuevo una conciencia religiosa en las regiones habitadas por gentes muy primitivas[48], a diferencia de los cristianos nuevos de origen judío y musulmán en España, muy poco dispuestos, que fueron expulsados en 1492 los primeros, en 1502 los mudéjares (musulmanes que vivían entre cristianos) y en 1609-1614 los moriscos (musulmanes convertidos al cristianismo). En México Hernán Cortés dio el nombre de Pueblo-Morisco a una de las poblaciones conquistadas[49], quizá por asociación de ideas.

En los primeros tiempos de las conquistas todos los territorios sufrieron dificultades, como las rebeliones de mudéjares de Murcia (1264-1266)[50], Granada (1500-1501)[51], Valencia (1524-1525) y las Alpujarras (1568-1570), y lo mismo en América; o las epidemias de 1250, 1489, 1507, 1525 y 1558.

Pudiera decirse que, en general, los prelados no condenaron las costumbres ni las fiestas si no eran incompatibles en lo más mínimo con la moral cristiana (salvo Belluga en el reino de Murcia en lo que se refiere al vestir y bailes). No modificaron su liturgia ni su rito, pero adaptaron las costumbres del culto a las aficiones indígenas. Los indios asistieron a las ceremonias lentas del paganismo; pues bien, los misioneros dieron amplitud a las suyas para que las asimilaran[52].

Esta mezcla de intolerancia hacia lo fundamental y de comprensión en aceptar prácticas que no revestían peligro para la fe contribuyó al éxito de la propagación del cristianismo e hizo que se naturalizara en los espíritus de los habitantes de España y América como en terreno propio. Un éxito fue el recurso al niño indígena por los jesuitas en las reducciones guaraníes[53] (precisamente un niño Jesús grande figuró en el inventario de bienes de Francisca Pizarro a la muerte de Hernando[54]), o el culto eucarístico y pasionista en España.

Una excepción fue sin embargo la de los araucanos de Chile, que ofrecieron mucha resistencia a la conquista española. En el avance conquistador y repoblador sobre Chile participaron algunos Vargas Carvajal oriundos de Trujillo (Extremadura España) que se instalaron en Concepción.

  1. Idioma

La primera dificultad con que tropezaron los españoles en Murcia, Andalucía y América fue la ignorancia del idioma que hablaban mudéjares (moriscos desde 1502) e indios. Al principio se entendieron por señas. Se impuso aprender el habla del país o hacer que los nativos aprendieran el castellano. El último fue el procedimiento que surgió: se requirió comunicarse fuera como fuera y así mientras los castellanos repetían con algún trabajo las expresiones de los indígenas, los moriscos e indios captaban las palabras de los castellanos. Así, de esta manera, empezó la comunicación. Pronto los que aprendieron más rápidamente el castellano se convirtieron en intérpretes suyos, instituyeron representaciones y halagaron el gusto de los nativos entre moriscos e indios y conquistadores.

Mientras que se trató de relaciones de comercio o de dominio, el sistema de intérpretes resultó viable, pero en lo que se relacionó con misioneros y su evangelización fue más complicada. Al principio predicaron por señas, pero dio poco resultado, otro procedimiento menos primitivo fue que el misionero escribió un sermón y lo tradujo un intérprete, lo repitió sonido a sonido sin entender de él una sola palabra.

Ante los resultados sólo quedaron a los misioneros dos caminos: enseñar a los moriscos e indígenas el castellano o aprender el idioma en que mejor o con menor esfuerzo pudieran hacerse entender de los habitantes de las regiones donde cada misionero fue a predicar. Enseñar el castellano no fue posible sin aprender a hablar antes como en la tierra, por lo tanto la necesidad empujó a los evangelizadores a emprender tan laboriosa tarea. Los jesuitas fueron predicadores políglotas[55], como franciscanos, dominicos, agustinos, etc.

Con unos esfuerzos inimaginables aprendieron las lenguas indígenas, lo que les facilitó los estudios de tipo histórico: se apoyaron en signos o jeroglíficos cuando los había o en tradiciones orales, pudieron ahondar en el pasado y entonces se escribió con precisión la historia de aquellos pueblos.

Coincidió con el descubrimiento de América la edición del Arte de la Lengua Castellana de Nebrija, primera gramática de habla vulgar, que fue precursora de las innumerables gramáticas que los misioneros redactaron en los lugares a donde fueron para aprender los idiomas indios y enseñarlos a los demás evangelizadores. Entre estos trabajos hay que destacar a Andrés de Olmos, que hizo la 1ª gramática mexicana: se conservan varios manuscritos, uno de ellos en la Biblioteca Nacional. Poco después se extendió la imprenta.

Si Nebrija no hubiera hecho la gramática castellana, es decir un arte en lengua vulgar, los misioneros no hubieran concebido la posibilidad de aplicar el sistema de la gramática latina a los idiomas de América, pero después de la obra de Nebrija resultó fácil llegar a la idea de someter a leyes las lenguas de América. Si fue posible aplicar las reglas de la gramática latina al castellano, también lo fue hacer lo mismo con las lenguas indígenas.

Hacia 1550 pareció al rey llegado el momento de que se emprendiera. Desde el principio de sus observaciones en torno a las costumbres religiosas y a las creencias de moriscos e indios, los misioneros y escritores por los cuales nos han llegado la mayor parte de las noticias que conocemos hallaron o creyeron hallar una serie de sorprendentes coincidencias entre ciertos ritos y opiniones indígenas y las creencias y sacramentos de su propia doctrina, de modo que, aun cuando la versión india fuese en todo tosca, el paralelismo no fue difícil de establecer. Fue entonces cuando se extendieron las procesiones penitenciales en España y América.

Hubo coincidencias en la propia doctrina, de modo que aun cuando la versión india fuese en todo más sistemática la enseñanza de nuestro idioma, de modo que tanto provinciales franciscanos como dominicos y agustinos recibieron orden el 7.7.1550 de procurar enseñarlo, no porque fuese un medio eficaz de hispanización, sino en bien de la evange1ización, porque la espiritualidad cristiana se expresó mejor en lengua de Castilla. Fue ésta una manifestación más del catolicismo castellano, característico de la facción castellana de la Corte[56].

Esta situación se reprodujo en 1596 en una minuta de real cédula enviada a Felipe II por el Consejo de Indias, en la que se consideró gran estorbo para instruir, adoctrinar y enseñar a moriscos e indios, e incluso para sus buenas costumbres y vida política, el hecho de que conservaran su propia lengua, pero el rey no la firmó: pensó que mejor que obligar a los indígenas era poner maestros de lengua castellana para los que quisieran aprenderla. Posteriormente nuevas cédulas reales insistieron en la necesidad de la expansión del castellano, pero se siguió con el sistema antiguo.

Desde el principio de sus observaciones en torno a las costumbres religiosas y a las creencias de indios o moriscos, los misioneros y escritores por los que nos han llegado la mayor parte de las noticias que conocemos, como Toribio de Motolinía, hallaron o creyeron hallar una serie de sorprendentes coincidencias entre ciertos ritos y opiniones indígenas y las creencias y sacramentos de la fe cristiana, pero con características y atributos semejantes[57], principalmente:

– Recuerdo de un ser creador conocido con nombres diversos

– Inmortalidad de las almas

– Ceremonia parecida al bautismo: al niño recién nacido se le echaba agua en la cabeza para lavarle

– Una ceremonia muy parecida a la confesión y comunión

Los misioneros favorecieron la fusión entre las dos religiones para hacer más fácil la penetración del cristianismo. Los libros de misión muestran que en esta época el cristianismo se confundió con la mitología mexicana: el Espíritu Santo se identificó con el águila sagrada de los aztecas. Los misioneros no solo toleraron, incluso favorecieron hasta cierto punto esta mezcla de ideas, por la cual el culto cristiano se introdujo más fácilmente entre los indígenas. Les persuadieron de que el evangelio en tiempos muy antiguos había sido predicado en América. Tal vez por esta circunstancia abandonaron fácilmente sus ritos antiguos, pero no lo hicieron tanto los moriscos.

La técnica de destruir aquello que los conquistadores consideraron fue neta en el XVII: eran muchos los indígenas que hablaron y leyeron castellano.

  1. La escritura

Los moriscos escribían castellano (se prohibió el árabe en 1526, de aquí la rebelión de los valencianos), pero los indios usaron jeroglíficos y fue fácil que aprendieran el alfabeto de los españoles. Tras aprender a escribir, los conquistadores intentaron verter las palabras indias al alfabeto, pero tropezaron con graves dificultades, pues normalmente sobraron o faltaron letras. La labor de adaptación de la escritura al sonido se hizo independiente y lentamente en cada una de las lenguas por quienes colaboraron en la formación de los vocabularios. Una vez adaptado el alfabeto a los vocabularios indios, el aprendizaje del alfabeto latino por los indígenas fue rápido por parte de un sector respetable de la población[58].

  1. La enseñanza

5.1. La enseñanza primaria

Fue muy importante debido a que fue más fácil enseñar a los niños la nueva que no la contaminada por preocupaciones anteriores de tipo religioso. Hacia 1600 en muchas poblaciones había maestro y bachiller de gramática residente en ciudad o villa. En cada pueblo se enseñó a leer, escribir y gramática a algunos muchachos, los más hábiles que para ello hallaron los mayordomos y procuradores, más uno en la iglesia, sin contar los hijos de los caciques o principales, que fueron entregados a los frailes y los que voluntariamente quisieron aprender. Una vez instruidos tuvieron a su cargo la enseñanza de los otros, haciéndoles entender mejor lo que se les enseñó. Pero clérigos y frailes escasearon en La Española (Santo Domingo) y se ocuparon en menesteres de eficacia más inmediata que les impedían dedicarse a la lenta y fundamental tarea de enseñar a leer y escribir. Se pensó en el sistema de que los encomenderos que tuviesen como mínimo 50 indios fueran obligados a enseñar a leer y escribir a uno de ellos, el más hábil y éste enseñara a los demás.

Otro sistema fue hacer maestros a los propios indios, pero no allí en su tierra, donde por falta de medios no podían formarse con la rapidez requerida, sino en España. Los frailes dominicos podían traer quince indios para que siempre los hubiera en Sevilla, educándolos en su casa, y una vez de regreso, ellos serían los que enseñaran a los naturales[59].

Esta situación se dio en Cartagena de Levante, donde había berberiscos (norteafricanos) y moriscos (descendientes de mudéjares andaluces) y además protestantes de paso por el puerto, por lo que el concejo o cabildo promocionó procesiones eucarísticas y buenos predicadores y maestros.

5.2. La formación de adultos

Se hizo en colegios en sistema de internado riguroso, privando a los colegiales de comunicación con sus familias para que el contacto con los suyos no mermara la eficacia de su enseñanza. Los más importantes fueron el Seminario de San Fulgencio en Murcia y escuelas de dominicos, como la de Cartagena de Levante, o el Colegio de San Francisco de México, el de Santa Cruz de Tlatelolco, el de San Juan de Letrán, dedicado especialmente a la enseñanza de los hijos de caciques, y el de Tiripitío. Los resultados fueron buenos: los alumnos con el tiempo sirvieron de intérpretes en las audiencias y desempeñaron mejor que otros oficios de jueces y gobernadores, pero principal servicio fue el de servir posteriormente como maestros de otras generaciones. De los reinos de Murcia y Granada algunos jóvenes fueron a estudiar a las universidades de Alcalá y Salamanca.

  1. Iglesia y misiones

6.1 Iglesia y corona. El patrimonio regio

La conquista de los reinos de Murcia (1243-1248), Granada (1482-1492) y América (1492-1638) la efectuó la corona y no obedeció a una iniciativa eclesiástica, pero el cometido misional, señalado por el pontífice romano a los reyes, fue considerado como el título que legitimó la toma de posesión de América e implicó una importante participación de la Iglesia española, muy dependiente de la corona, debido a la aspiración regia de ejercer el patronato sobre las iglesias de los reinos de Granada e Indias, que consiguieron con diversas bulas y culminó con la de 28.6.1508 de Julio II que estableció el patronato universal español en América. Fernando el Católico sentó las bases para una iglesia nacional en el reino de Granada y América. Carlos I intervino de manera más directa en la organización de la iglesia americana. El Consejo de Indias que fundó (1524) se convirtió en la máxima autoridad estatal para los asuntos eclesiásticos, como el de Castilla fundado en 1385, y a él se debió la iniciativa de fundar iglesias metropolitanas. Los obispados allí constituidos dependieron al principio del Arzobispado de Sevilla, pero fue muy ineficaz debido a la distancia y se elevaron a arzobispados los obispados de México, Santo Domingo y Lima.

Carlos I introdujo en 1538 el pase regio, según el cual los decretos pontificios referidos a la iglesia americana, sólo serían dados a conocer luego de un examen de su contenido por la corona. Si el contenido suscitaba reparos se devolvían los edictos al romano pontífice con el ruego de que los anulara o modificara fundándose en una mayor o mejor información.

Felipe II quiso centralizar la organización eclesiástica mediante un cargo superpuesto a las diócesis y dependiente de su persona y planeó crear un patriarcado americano, que no consiguió debido a la oposición papal, temerosa de una posible emancipación de la iglesia americana.

Para fundamentar jurídicamente la autoridad efectiva que los reyes españoles ejercían en los dominios cada vez más amplios de la vida eclesiástica, no bastó con hacerla derivar del patronato y desarrollaron para ello la teoría del vicariato real por la que lo mismo que Cristo invistió al papa jefe de la iglesia romana como vicario, también el rey de España fue vicario de Cristo por designación papal. Tal teoría se desarrolló extraordinariamente con los Borbones, debido a su regalismo monárquico: dio lugar a una nueva teoría por la que el poder real derivaba directamente de Dios y era quien se lo confería directamente al titular de la autoridad regia. Dios encomendó a los reyes españoles la misión de conquistar sus reinos y convertir a sus habitantes al cristianismo. No existía aquí subordinación alguna al papado. Francisco Pizarro recibió por méritos título de marqués y su biznieto Juan Hernando el de marqués de la Conquista (1631)[60].

Al patronato real incumbió proveer cargos en los reinos de Granada y América. Para la presentación de obispos y arzobispos el Consejo de Indias dio al rey una lista de propuestas, quien escogió a la persona más adecuada y solicitó al pontífice que la designara. Antes de la designación se instó al prelado a que fuera a América con una carta de presentación dada por el rey para el cabildo catedralicio y después llegaba la designación papal.

La corona obtuvo también un amplio control de las órdenes monásticas, tan importantes para la misión evangelizadora. Los priores de las órdenes comunicaron a virreyes, audiencias y gobernadores las necesidades de nuevos frailes para la labor misionera. Las autoridades se obligaron a informar al Consejo de Indias o al de Castilla sobre este punto.

La corona veló con mirada atenta por la doctrina y disciplina eclesiástica. Para fijar normas sobre la enseñanza y predicación del evangelio entre los naturales y regularizar la atención espiritual a los españoles los obispos convocaron concilios provinciales. El primer concilio sudamericano se reunió en 1551 en Lima y el primero mexicano en 1555 en la capital. Las decisiones de estos concilios americanos entraron en vigor inmediatamente después de su publicación, pero Felipe II ordenó que antes de su publicación fueran examinadas por el Consejo de Indias o el de Castilla.

6.2 Las órdenes religiosas

La corona cargó con el cometido de misionar entre los infieles y no se esperó que un movimiento laico prestara eficaz ayuda en la predicación del evangelio. La Iglesia dio las fuerzas para la expansión del cristianismo. Los primeros en ir fueron los franciscanos reformados u observantes. En un principio centraron sus fuerzas en la obra misional emprendida en México, pero después se extendieron a todas las comarcas del dilatado imperio español[61]. En Trujillo (España) hubo primero un convento franciscano de observantes, componente de la Custodia de San Gabriel, y otro de franciscanos descalzos, desde 1603, el de la Concepción, que encargó a Antonio de Paz, escultor de Salamanca, una imagen de la Inmaculada, del estilo de Gregorio Fernández[62].

Los dominicos llegaron un decenio y medio después que los franciscanos. Fueron estos frailes los que casi de manera exclusiva acompañaron en calidad de capellanes a los conquistadores de Colombia y difundieron el cristianismo allí, después pasaron a Perú, Chile y Tucumán. Más adelante, los agustinos fueron a misionar a México, Perú, Colombia y Filipinas.

Los mercedarios misionaron principalmente en Guatemala, Perú, Tucumán, Bolivia y Chile. Hacia 1550 arribaron los jesuitas, aunque no con demasiado éxito al principio.

6.3 La Inquisición en América

Después del descubrimiento de América y de su conquista, los Reyes Católicos se preocuparon de que una vez atraídos los indios a la fe de Cristo no se contaminaran de las herejías existentes o reincidieran en sus antiguos ritos. Para ello, y con el mismo fin que en España, se llevó a América el tribunal de la Inquisición.

Al principio, la institución como tal, con sus ministros, no se instaló allí, y en ese período el cuidado de la pureza de la fe quedó en manos de los obispos, por orden del cardenal Cisneros (1517).

Más tarde, en 1519, Carlos I expidió una real cédula a favor del obispo de Puerto Rico y del dominico fray Pedro de Córdoba para que actuasen como inquisidores y procediesen contra los judaizantes, blasfemos e idólatras. Fue entonces cuando surgió el movimiento comunero que afectó al reino de Murcia además de a otros de Castilla, hasta su derrota en la batalla de Villalar (1521), o en la Corona de Aragón las Germanías, sofocadas en 1522-1523, cuyo fin dio lugar a la creación de más consejos.

Felipe II fundó en 1570-1571 los tribunales de Perú y México, asesorado por el inquisidor general Diego de Espinosa. En 1610, el arzobispo de Toledo Bernardo de Rojas consiguió la creación de un tercer tribunal en Cartagena de Indias.

Los tres tribunales fueron puestos, junto con sus componentes, bajo la protección de oficiales reales, aunque éstos no entendieron en sus asuntos y sus apelaciones se llevaron al Consejo de la Inquisición. Los oficiales de las audiencias pudieron actuar en número de tres como consultores del Santo Oficio y se encargaron de ejecutar las sentencias.

Las funciones de la Inquisición tuvieron su auge en los momentos de peligro luterano y judaizante, pero en el XVIII habían decaído grandemente.

Junto a su labor propia de inquirir en causas civiles y criminales, idénticas a las de España, tuvo otras de moralizar y mejorar las costumbres de la sociedad; en este sentido se encargó de las causas de clérigos solicitantes, bígamos y hechiceros.

El tribunal de la Inquisición tuvo libertad para enjuiciar a cualquier individuo y ningún otro organismo pudo intervenir en sus decisiones. Únicamente careció de poder en las causas civiles en que se vieron envueltos sus familiares y, aún en estos casos, puso todos los fueros que obraban a su favor en acción.

Por su labor de moralización se ganó la enemistad de una gran parte de la sociedad; por sus reservas económicas y el amparo que desplegó en los negocios de sus miembros chocó con los organismos estatales.

Los reyes convocaron dos veces una concordia para ajustar diferencias: una por Felipe III en 1610, que no surtió efecto debido a que los intereses andaban muy mezclados con los cargos, y otra por Felipe IV en 1633.

  1. El arte español e hispánico en los reinos de Murcia, Granada y América

7.1. Arquitectura

Los tipos arquitectónicos fueron transplantados todos desde España, incluso desde Trujillo[63], pero se produjo una regresión hacia modelos ya fuera de moda[64], como el proyecto gótico de Egas para la Catedral de Granada, sobre el que se impuso el renacentista de Diego de Siloé[65], o el renacentista de la Puerta de la Platería o Cadenas y Capilla de Junterones de la Catedral de Murcia, de los Florentino[66]. Las catedrales edificadas respondieron casi todas a un modelo español, ahora bien donde se notó más esta influencia fue en las típicas fachadas retablos de la arquitectura española, como las de Murcia (Puerta de las Cadenas e Imafronte). Sus antecedentes y similares españoles más notables fueron San Gregorio y San Pablo de Valladolid, San Esteban de Salamanca, San Miguel de los Reyes en Valencia y la fachada de la Catedral de Santiago de Compostela. En este contexto los balcones de esquina trujillanos muestran una evolución del Gótico al Renacimiento que se extendió entre 1500 y 1630[67]. En Trujillo española Sancho de Cabrera y Francisco García, maestros canteros, construyeron la Torre Nueva de la Iglesia de Santa María (en la que tuvo una capilla Juan de Vargas), a imitación de la Torre Dorada del Alcázar de Madrid que proyectó Juan Bautista de Toledo, arquitecto y escultor que trabajó mucho en Madrid y Toledo, cuyos tipos se aplicaron en los virreinatos de América[68].

7.2. Pintura

Al inicio de los virreinatos (1530-1550) se dio una intervención indígena en los atrios abiertos de las iglesias mediante ofrendas de tejidos, labores artísticas y ornatos de flores; más tarde Cristóbal Gómez de Saravia aprendió pintura en Sevilla con Francisco Ramos para practicarla en Lima (1574)[69]. En 1600-1666 se extendió por España e Hispanoamérica la influencia de Velázquez y Zurbarán, gracias a los envíos de obras de los maestros sevillanos y de sus talleres, que ejercieron un gran ascendiente sobre muchos pintores. Desde 1650 a 1750 una serie de maestros tuvieron vínculos con las escuelas sevillana y granadina (Murillo). Las influencias las personificaron los pintores más importantes de Quito y de Bogotá: Miguel de Santiago y Gregorio Vázquez de Arce y Ceballos[70].

7.3. Escultura

Surgió pronto un escultor indígena noble: Francisco Tito Yupanqui, autor de la imagen de la Virgen de Copacabana (Arequipa, 1583), cuyo apellido Yupanqui tuvo la compañera de Pizarro.

Hubo un gran comercio de obras peninsulares, principalmente de Sevilla, cuyos artistas más influyentes fueron Juan Bautista Vázquez el viejo y Juan Martínez Montañés y alguno de cuyos discípulos se instaló en Lima como Martín Alonso de Mesa, relacionado con Andrés Ocampo, entre 1599 y 1602[71].

Desde 1550 se impuso un consumo devocional específico, con motivo del aumento de procesiones penitenciales, de imágenes del niño Jesús (propios de las hermandades del Dulce Nombre de Jesús de Sevilla y Murcia), crucificados (Crucificado de la sala de profundis de Santa Inés de Sevilla[72], Cristo de los Cálices o de Clemencia de Sevilla, o el Cristo de la Expiración, Cristo de la Salud de Murcia, Cristo de Mena o de la Buena muerte en Málaga), imágenes de Jesús atado a la columna, como el de la Iglesia de Santa Ana de Triana, Sevilla[73], del Ecce Homo (como el de Martín Alonso de Mesa para la Iglesia de la Vera Cruz de Lima, 1625) y Nazarenos (Jesús del Gran Poder, de Juan de Mesa, 1621; Nazareno de Jesús, de Murcia, anónimo, ca. 1600; Cristo de las Tres Caídas, atribuido a Marcos Cabrera –un Nazareno- en Sevilla), o yacentes de Diego de Ayala en Murcia o de Martín Alonso de Mesa para la Soledad en Arica.

Las propias órdenes mendicantes difundieron sus devociones, como los franciscanos la Purísima Concepción, san Francisco de Asís, san Buenaventura y san Antonio de Padua; los dominicos la Virgen del Rosario o de la Victoria, en recuerdo de la batalla de Lepanto, santo Domingo de Guzmán y santo Tomás de Aquino; los agustinos la Virgen de Gracia o la de la Correa, san Agustín y san Nicolás de Tolentino; los franciscanos descalzos o alcantarinos san Pedro de Alcántara, san Pascual Bailón y el beato Andrés Invernón; los carmelitas descalzos la Virgen del Carmen, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz; los jesuitas san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier; los mercedarios la Virgen de la Merced, san Pedro Nolasco; los trinitarios san Juan de Mata, pero experimentaron asimismo banderías entre españoles y criollos por los cargos de gobierno[74]. Además, los gremios u oficios artesanos y artistas promovieron las suyas: el Ángel custodio (albañiles), san Crispín (zapateros), san Eloy (plateros), san José (carpinteros), san Lucas (pintores), santa Cecilia (músicos), santa Bárbara (artilleros), santa Lucía (sastres)…

En 1623-1666 los seguidores de Montañés impusieron una nueva estética del realismo en toda España e Hispanoamérica, quedaron pocos artistas al margen de tal corriente. Las importaciones de obras sevillanas de Montañés o de su círculo (Juan de Mesa, Francisco de Villegas, Francisco de Ovando) fueron especialmente numerosas en Lima[75], como las de Luís Ortiz de Vargas[76].

No obstante, hubo paralelismos, coincidencias e influjos entre Sevilla, Córdoba, Granada, Murcia y Lima. Por ejemplo, en todas ellas hubo tendencias parecidas por los orígenes de las demandas, que dieron lugar a abundantes imágenes de Jesús Crucificado, Jesús atado a la columna, la Soledad, el Ecce Homo o Jesús coronado de espinas, o en el sepulcro. En Sevilla se dio la influencia del escultor bretón Roque Balduque[77] y en Cartagena un maestro británico desconocido[78].

  1. La política indígena y colonial sobre la sociedad y las actividades económicas de las Indias

Los conquistadores españoles adoptaron con los indios una postura similar a la que se dio con los mudéjares, musulmanes y moriscos, quienes residieron en barrios separados o conservaron sus creencias y costumbres (hasta 1502, u ocultamente hasta 1609-1614 en que fueron expulsados los moriscos), aunque pagando a reyes y señores tributos. Por el contrario, desalojaron de su lugar de residencia, apresaron y vendieron como esclavos a los moros que resistieron.

Colón envió esclavos antillanos a España, pero los Reyes Católicos prohibieron este tráfico debido a que la esclavitud era un obstáculo para la evangelización, considerando sólo lícito esclavizar a los infieles hechos prisioneros en guerra justa. El problema fue saber lo que era guerra justa. Una comisión de teólogos y letrados redactó un requerimiento, que consistió en un escrito que se leyó a los indios por medio de un intérprete, al comienzo de una empresa de conquista. Este escrito contuvo algunas explicaciones sobre la creación del mundo y la formación del hombre y proclamó la donación hecha por el papa de todas las islas y tierras firmes del mar océano a los reyes de España. Finalizó con una exhortación formal a los aborígenes a que se sometieran a su nuevo señor y adoptasen el cristianismo, pero si no prestaban oído a este requerimiento se les amenazó con guerrear contra ellos.

Los colonizadores no lo cumplieron y encontraron excusas para guerrear y esclavizar tanto en España como en América. Carlos I prohibió la esclavitud de los indios, pero ante las presiones de los colonizadores y conquistadores, debido a problemas económicos, la permitió, pero en 1541 se prohibió a los españoles en América la compra de esclavos indios, con lo cual la trata quedó limitada desde el punto de vista legal. Por último, una ley de 21 de mayo de 1542 proclamó que en lo sucesivo nadie, ni siquiera en una guerra justa, podría esclavizar a los indios ni adquirirlos.

En paralelo a la esclavitud e incluso después de su abolición, existió otra forma de trabajo no libre. Este sistema consistía en que cada español podía disponer de un número determinado de indios para la realización de trabajos, a cambio de un salario adecuado y alimentos, en régimen de encomienda, como la de Huaylas de Francisco Pizarro (+ 1541) en Perú, para la que su hermano Gonzalo Pizarro nombró administrador a Francisco de Robles en 1543. Huaylas fue el lugar de origen de Inés, la conviviente de Francisco Pizarro y hermana del inca Atahualpa (luego le buscó un marido, como hizo el arcediano de Plasencia Diego de Carvajal con la moza de venta de la zona de Logrosán -Cáceres, Tierra de Trujillo- con la que procreó a Lorenzo Galíndez de Carvajal[79], el famoso doctor y cronista), que Pizarro cedió a su hija[80]. Entre los eclesiásticos se inició una acción en contra, considerándolo como un abuso, lo que hizo que Fernando el Católico convocara en 1512 una junta de letrados y teólogos en Burgos que adoptó estas determinaciones: Los indios eran libres aunque el rey podía ordenarles trabajar pero tal trabajo no podía impedir la instrucción de la fe y debía ser de provecho para los indios (Leyes de Burgos de 1512).

La explotación de los indios no cesó, lo que provocó un movimiento a favor de un trato justo, encabezado por el dominico Bartolomé de las Casas, que logró ganar al gobernador cardenal Cisneros para el proyecto de ordenar sobre nuevas bases la política indígena de España. Cisneros encomendó la ejecución de sus reformas a tres jerónimos y designó a Las Casas, al reconocer su celo y experiencia, procurador de los indios: le encargó que asesorara a los jerónimos en cuanto a libertad y buen trato de los aborígenes. La reforma no llegó a ejecutarse pues los jerónimos se vieron presionados por los colonos antillanos, que no querían perder sus repartimientos. Las Casas siguió con su política y por medio de sus partidarios en la corte presionó a Carlos I, que mandó no realizar ni tolerar repartimientos de indios. De esta postura fue partidario el Consejo de Indias, pero el conflicto de intereses fue tan grande que aceptó en 1532 la propuesta de su presidente de repartir a los indios como fuerza de trabajo y ceder a los conquistadores y otros vecinos distinguidos los tributos indígenas de una circunscripción determinada (en 1534) que correspondían al rey. A cambio el encomendero debía proteger a los indios de su circunscripción tributaria y velar por su cuidado espiritual. No se le otorgó la jurisdicción u otro derecho de soberanía sobre los indios de su encomienda (RP 26.5.1536 de nueva forma de encomienda).

En el XVIII el repartimiento descendió mucho y en 1720 Felipe V lo abolió. Además existió el trabajo libre de indios a jornal. Al principio se pensó que fuera así, pero como los indios con trabajar un tiempo determinado tenían para pagar sus impuestos y cubrir sus necesidades, el reclutamiento voluntario se hizo difícil por lo que se impuso a la fuerza. Sin embargo, en 1772 el marino y científico Antonio de Ulloa informó “sobre la naturaleza del indio, al que califica negativamente por su inmadurez, ociosidad, alcoholismo e ineptitud; lo que provocó voces contrarias, venidas casi siempre de los jesuitas expulsos de Hispanoamérica, desde sus lugares de exilio, razonando lo contrario”[81].

  1. Economía

9.1 Actividades mineras

La exp1otación de las riquezas de los reinos de Granada, Murcia y América fue en 1os primeros tiempos de la conquista lo que más atrajo a los españoles, junto con tierras, que requirieron de personal administrador, como mayordomo y criados[82]. Primero interesó el oro, la plata, pero su extracción fue difícil: se lavó el metal existente en las arenas de los ríos, o caña de azúcar y alumbre, sosa y barrilla en Granada y Murcia, no en el territorio de Trujillo aunque sí en el Valle de Alcudia y aledaños[83], pero pronto se encontraron oro, plata y plomo, de los que tuvieron minas los Pizarro en Perú[84]. Donde afloraron vetas se descubrió el resto o se abrieron socavones subterráneos, o excavaron pozos verticales. Se fundaron compañías mercantiles para negocios mineros y mercantiles[85] y el virrey Toledo organizó la mita[86].

Los españoles introdujeron algunos progresos técnicos: Sustituyeron utensilios de madera dura y cornamentas de ciervos utilizados por los indígenas, por instrumentos de hierro, como picos, alzaprimas, cuñas y almádenas. En las minas sustituyeron molinos de mano por molinos de manga accionados por fuerza hidráulica (Potosí), o en Murcia y Granada por molinos de viento. Separaron el metal de la ganga: introdujeron aleación por la que se extrajo mineral con mercurio o azogue y se separó de la amalgama por destilación del azogue. Se sacó cobre que se usó para calderas aplicadas para ingenios de azúcar y alumbre y minas.

En los Alumbres de Mazarrón se explotó alumbre rojo y después almagra[87], como en Rodalquilar de Almería[88] y en Cartagena alumbres blancos (1525), donde además se obtuvo plomo; en Cuba se descubrieron (1530) yacimientos de cobre y Carlos I dio licencia para su explotación a Tetzel, natural de Nüremberg (1534), con convenio por el que se aseguró en exclusiva el derecho a fundir cobre en Cuba. Tetzel fundó la sociedad minera y metalúrgica de Santiago de Cuba que puso en marcha el cobre isleño con mineros y metalúrgicos alemanes. Se extrajo cobre en diversas zonas de América, pero la producción fue exigua. En Murcia y Granada se introdujeron compañías genovesas.

La explotación de minas mayores requirió capitales, lo que dio lugar a un sistema de aparcería en que un financiero llamado aviador prestó capital en hipoteca y un empresario minero dispuso terreno metalífero y el trabajo. Surgieron bancos privados que dieron créditos a mineros. La plata se entregó al banco, que la pagó al precio legal y obtuvo pingues beneficios al venderlo a la Casa de la Moneda.

Desde 1680 hubo crisis en las minas de Potosí y Huancavelica (Perú) y el gobierno español tendió a combatir el retraso técnico en minería. Se contrataron mineralogistas y metalúrgicos bien formados en Alemania, capataces y maestros experimentados, distribuidos entre México, Colombia y Perú. Las comisiones introdujeron amalgama en toneles, técnica separadora más rápida de la plata de la ganga sin requerir mucho mercurio y el descubrimiento del platino[89]. Los especialistas chocaron con los mineros locales, recelosos de nuevas técnicas, por lo que fracasó, como en el caso de Antonio de Ulloa en Huancavelica (1758-1764). El gobierno español erigió para mejor formación técnica de los mineros el cuerpo de minería en México (1576), que reglamentó la minería[90] y extendió a Guatemala, Colombia y Perú.

Otra riqueza fueron las perlas cerca de islas y costas antillanas. Primero se adquirieron por trueque, pero en 1515 se fundaron asentamientos en Nueva Cádiz (Cubagua). Indios y esclavos negros bucearon atados a una soga para sacarlas con tal peligro que se prohibió el empleo de indios libres, pero no de indios esclavos y negros. Isla Margarita sustituyó en importancia a Cubagua, como la costa continental de Venezuela, en la que destacaron las salinas de Araya[91], que atrajeron a holandeses. Felipe II publicó en 1591 un reglamento para la explotación de pesquerías.

9.2 Agricultura y ganadería

9.2.1 Agricultura

Al buscarse primero oro, especias, colorantes y productos exóticos para regresar con las riquezas adquiridas, faltó entonces acicate para fundar colonias agrícolas, pero el abastecimiento obligó a trabajar la tierra a los emigrantes y se formaron haciendas, pósitos de labradores y mestas de ganaderos.

Entre las heredades limeñas estuvo la Chacra de Castillejo, de Diego de Vargas-Carvajal y Altamirano, I conde de Castillejo. Se introdujeron cereales y hortalizas en tierras colonizadas y plantaron frutales y maíz, destruyeron el bosque que dio equilibrio ecológico y se produjo salinización desde el terremoto de 1687, por lo que se sustituyó cereal por alfalfa, en que trabajaron indios yanaconas repartidos por el virrey Toledo y esclavos negros proporcionados por asentistas de Portobelo[92]. Aclimatar plantas útiles presentó dificultades pues el trigo no se adaptó a los suelos húmedos tropicales. Su cultivo no siempre tuvo éxito, pero produjo buenas cosechas en el valle del Guadalentín y México, que se convirtieron en zonas de cereales, o el vino en algunas huertas y secanos, pues el precio del importado era alto. Zonas vinícolas fueron Baja Andalucía, Canarias, Perú y Chile. Se expandió desde éste hasta Perú y Ecuador, pero sus bajos precios provocaron restricciones de su cultivo.

El aceite de oliva se difundió poco en México pero mucho en los reinos de Granada y Perú. Se consumían aceitunas como fruta, pues los españoles consumieron grasas animales al faltar aceite en los inicios.

El arroz se aclimató en las zonas húmedas y cálidas (Calasparra y Archena en el reino murciano), como hortalizas y cítricos. Los primeros colonizadores explotaron caña de azúcar en el reino de Granada e Indias y produjo buenas cosechas que abastecieron al mercado europeo y propio, por lo que los reyes españoles lo favorecieron. Cultivaron algodón que crecía silvestre en América, al que en 1750 el rey concedió franquicias aduaneras a su importación, destinado a manufacturas catalanas de tejidos.

9.2.2 Ganadería

Con igual rapidez que las plantas se introdujeron animales domésticos: caballos, vacas, ovejas, cerdos, cabras, asnos, perros, gatos, aves de corral y otros, diversificaron la fauna. Se trashumó a través de cañadas y hubo ganado estante. Creció tanto que bajaron los precios de ganado y carne, alimento básico, cuyo precio era 30 veces menor en América. Se produjo lucha entre labradores y ganaderos al extender la trashumancia.

Por iniciativa del cabildo de la ciudad de México Carlos I ordenó en 1537 instituir la Mesta, que no llegó a convertirse en un poder político como en España, pero ejerció una gran influencia en la vida económica. La cría de seda tuvo enorme importancia en Murcia, Granada y México.

9.2.3 Industria

Los emigrantes instalados en los reinos de Murcia, Granada y América se inclinaron poco por la industria, pero algunos se emplearon en jabonerías, pesquerías, salitrerías, minas alumbreras, salinas, tenerías de cueros o corambre, explotaciones de sosa, barrilla, pólvora, azufre y textiles.

Las ciudades y villas no fueron en sentido económico industriales sino de consumidores en las que muchos vivían de sus sueldos y señores y encomenderos gastaron los tributos de sus vasallos e indios, asentados cerca. Muchos vecinos se dedicaron a agricultura y ganadería, de forma que en buena medida eran poblaciones de labradores, pero fue necesaria una actividad artesanal para obtener objetos de la demanda cotidiana, que proveyeron diversos oficios artesanales organizados en gremios, con sus ordenanzas y autoridades que fueron aprobadas por los municipios.

El interés del rey fue grande en actividades de artífices y plateros, pues labrar oro y plata interesó a los españoles, a quienes se reservó, aunque se admitió a indios, negros, mestizos y mulatos de auxiliares.

Los pintores, escultores, tallistas y doradores trabajaron en ornamentar iglesias y casas patricias, reservado a españoles como el prensado de paños y la herrería, ésta muy solicitada por el gran número de caballos y mulas. El curtido de corambre exigió numerosa mano de obra y no gozó de estima entre españoles, por lo que ordenanzas gremiales permitieron que se examinaran negros e indios.

Los oficios menores que exigían un severo esfuerzo físico como albañilería y carpintería, fueron dejados a cargo de individuos moriscos, negros y mestizos.

La elaboración artesanal de textiles fue importante. España no pudo abastecer ella sola de tejidos a la creciente población americana, a la que se prohibió no vestir. Los gobiernos toleraron manufacturas locales (por ejemplo en la encomienda de Huaylas de Francisca Pizarro, 1557[93]) en la medida en que complementaron el abasto por centros textiles españoles (Segovia, Cuenca, Córdoba, Mallorca), pero no consiguieron impedir las importaciones europeas.

Las manufacturas pañeras requirieron licencia del rey o virrey. En 1590-1600 la fabricación de paños creció en México y compitió con los paños de la metrópoli, por lo que Felipe II ordenó al virrey que dispusiera lo necesario para que esa fabricación de paños no creciera más. La producción textil colonial prosperó poco y se sometió a súbitas oscilaciones. El gobierno ordenó cerrar los obrajes, pero permitió su suspensión a cambio de ciertas sumas de dinero. Facilidades comerciales metropolitanas y creciente contrabando suscitaron en América tal oferta de textiles europeos que no hubo colocación posible de la producción local. Al interrumpir las importaciones europeas revivieron las manufacturas coloniales. Las guerras entre España e Inglaterra en el siglo XVIII y las luchas napoleónicas provocaron en América gran escasez de textiles y otros bienes importados y estimuló a los americanos a aumentar su propia producción y enriquecerse con los favorables precios de las mercancías.

Una gran industria del periodo colonial fue la construcción naval. Los astilleros de Panamá y Nicaragua dispusieron de excelentes bosques maderables próximos al mar y alcanzaron gran importancia en el Pacífico, pero tuvo la dificultad de que clavos y otras piezas de hierro hubo que llevarlas de Europa[94].

Lám 1. Escultura del siglo XV de representación de una procesión eucarística. Exposición Cisneros, Catedral de Toledo, 2017-2018. Fotografía Vicente Montojo Montojo. 

 

Notas

[1] SÁNCHEZ RUBIO, Mª Ángeles: El Concejo de Trujillo y su alfoz en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna. Badajoz, Universidad de Extremadura, 1993.

[2] LAFUENTE URIÉN, Aranzazu: “Los archivos nobiliarios”, en Estudios sobre señorío y feudalismo, Zaragoza, 2000, pp. 27-75. GÓMEZ VOZMEDIANO, Miguel Fernando: “El Archivo Histórico de la Nobleza”, Boletín de la ANABAD, 67/1, 2017, pp. 15-32. Se puede señalar la serie Cuentas de Oropesa, es decir, de los condes de Oropesa, que acumularon los señoríos extremeños de Monroy, Jarandilla, etc.

[3] V. http://www.culturaydeporte.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/archivos/nhn/presentacion.html [Idem]

[4] MARTÍNEZ, José Luís: Hernán Cortés. Madrid, Fondo Cultura Económica (FCE), 1992, pp. 528 y 540.

[5] LAVALLÉ, Bernard: Francisco Pizarro y la conquista del Imperio Inca. Madrid, Espasa, 2005.

[6] LAS CASAS, Bartolomé de: Historia de las Indias. 3 v., México, FCE, 1951, 2ª ed. DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, ed. Miguel León Portilla, Madrid, Historia 16, 1984.

[7] MOTOLINÍA, Fr. Toribio: Historia de los indios de la Nueva España. Madrid, Clásicos Castalia, 1985.

[8] AYALA MARTÍNEZ, Carlos: “Gutierre de Sotomayor”. Diccionario Biográfico Español (DBe), Madrid, RAH, 2018: http://dbe.rah.es/biografias/33613/gutierre-de-sotomayor [Consultado el 23.6.2019].

[9] RUBIO MUÑOZ, Francisco Javier: “Los manuscritos sobre los linajes de Trujillo del siglo XVI. Algunas consideraciones sobre los Tapia Paredes”. Revista de Estudios Extremeños, 73/1, 2017, pp. 443-468.

[10] CUART MONER, Baltasar: “La sombra del arcediano. El linaje oscuro de don Lorenzo Galíndez de Carvajal”. Studia Histórica (Historia Moderna) 15, 1996, pp. 135-178, cfr. nota 29 y p. 168.

[11] RODRÍGUEZ CASILLAS, Carlos J.: “Más allá del Duero: La Guerra de Sucesión en Extremadura (1475-1477)”. Medievalismo, 27, 2017, pp. 285-301, cfr. 291 y 295.

[12] FERNÁNDEZ-DAZA ALVEAR, Carmen: “La participación de Trujillo en la Guerra de Granada”. En la España medieval, 8, 1986, pp. 343-360. ÍDEM, “Los linajes trujillanos y cargos concejiles en el siglo XV”. La Ciudad Hispánica durante los siglos XIII al XVI, Madrid, Universidad Complutense, 1985, II, pp. 419-32.

[13] HERNÁNDEZ FRANCO, Juan/RODRÍGUEZ PÉREZ, Raimundo A.: “Bastardía, aristocracia y órdenes militares en la Castilla Moderna: el linaje Fajardo”. Hispania Revista Española de Historia, 69/232, 2009, pp.331-62.

[14] BALTAR RODRÍGUEZ, Juan Francisco: “José Lope de Conchillos y Quintana”. DBe, Madrid, RAH, 2018.

[15] PÉREZ MARCOS, Regina M.: “Francisco de los Cobos”; TARIFA FERNÁNDEZ, Adela: “Juan Vázquez de Molina (1510?-1570)” y “Juan Vázquez de Salazar (1530-1597)”. DBe, Madrid, RAH, 2018.

[16] FRANCO SILVA, Alfonso: El alumbre del reino de Murcia: una historia de ambición, intrigas, riqueza y poder. Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1996.

[17] CAZABÁN LAGUNA, A.: “Los poderosos mineros D. Francisco de los Cobos y D. Juan Vázquez de Molina”. Don Lope de Sosa, 32, 1915, pp. 252-253.

[18] DE CARLOS MORALES, Carlos J.: “El poder de los secretarios reales: Francisco de Eraso”. La Corte de Felipe II, Madrid, Alianza Editorial, 1994, pp. 107-148.

[19] MORA AFÁN, Juan Carlos: “Alonso Idiáquez y Yurramendi (1497-1547)”. DBe, Madrid, RAH, 2018.

[20] PUERTO BARRIOS, Nicolás: “Breve historia del correo marítimo en España, V. Fin de la familia de Carvajal como correos mayores de Indias(1514-1768)”. Antena de telecomunicación, 176, 2009, pp. 40-3.

[21] SÁNCHEZ RUBIO, M.Á. y R.: “Desde la hoja del monte hasta la piedra del río… El señorío frustrado de Don Gutierre de Vargas Carvajal en la tierra de Trujillo”. XXXV Coloquios Históricos de Extremadura (CHE desde ahora), Trujillo, C.I.T. Trujillo, 2006, pp. 639-678. DÍAZ DEL CASTILLO, B.: op.cit. p. 53.

[22] CUART MONER, Baltasar: op.cit.

[23] SÁNCHEZ RUBIO, Mª Ángeles y Rocío: Señorialización en la Tierra de Trujillo a mediados del siglo XVI. “Para vos e para vuestros herederos” (Madroñera, El Puerto, Torrecillas, Plasenzuela, La Cumbre y Marta). Navalmoral de la Mata, Extremeña de Comunicación y Producciones, 2007.

[24] MORERI, Louis: El gran diccionario histórico Miscelánea curiosa de Historia Sagrada. París, 1753, p. 48.

[25] Archivo General de Simancas (AGS), Consejo Real de Castilla (CRC), 83,11, 1514-1515, v.: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/678317.

[26] PELEGRÍ PEDROSA, Luís Vicente: “Las rentas del heredero: D. Francisco de Pizarro y Pizarro”. CHE, Trujillo, 2002: https://chdetrujillo.com/las-rentas-del-heredero-don-francisco-pizarro-y-pizarro/

[27] LORENZANA DE LA PUENTE, Felipe: La representación política en el Antiguo Régimen. Las Cortes de Castilla, 1655-1834. Tesis doctoral, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2010, pp. 246-249, 256-259 y 262. NARANJO ALONSO, C.: Trujillo. Sus hijos y monumentos (1923). Madrid, 1983.

[28] SUÁREZ ÁLVAREZ, Mª Jesús: La villa de Talavera de la Reina y su tierra en la Edad Media (1369-1505). Oviedo, Universidad de Oviedo, 1983, pp. 89-90. CUESTA NIETO, José Antonio: “Una familia con mayorazgo. Los Carvajal de Talavera de la Reina”. Tiempos modernos, 27/2, 2013, 32 p. FRANCO SILVA, Alfonso: “La implantación de señoríos laicos en tierras de Toledo durante el siglo XV. El ejemplo de Gálvez”. I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha. V. 6, t. 1. Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, pp. 68 y 73.

[29] RUBIO MASA, Juan Carlos: El mecenazgo artístico de la Casa Ducal de Feria. Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2001. GÓMEZ-MENOR FUENTES, José Carlos: “Los Loaysas de Talavera de la Reina”. Anales Toledanos, 26, 1989, pp. 353-379.

[30] CUESTA NIETO, José Antonio: “Fr. García de Loaísa: mayorazgo, familia y linaje”. Historia y Genealogía, 4, 2014, pp. 287-304. VILAR Y PASCUAL, Luís/VILAR PSAYLA, Juan José: Diccionario histórico genealógico y heráldico de las familias ilustres de la monarquía española, 4, Madrid, 1839, pp. 238-243: https://archive.org/stream/diccionariohist04psaygoog/diccionariohist04psaygoog_djvu.txt .

[31] Tabla Genealógica de la familia de Meneses, condes de Foncalada, Real Academia de la Historia, Salazar, 9/306, f. 11v.

[32] Partición de bienes de ella en 1487: Real Academia de la Historia, Salazar, 9/291, fs. 225-8, 1511.

[33] AREAL TORRES-MURCIANO, Patricia: “Villaseca, Alonso de, el Rico. Arcicóllar (Toledo), 1500-México, 1580. Minero, benefactor”. http://dbe.rah.es/biografias/22372/alonso-de-villaseca. AHNob, S.+, en organización.

[34] AHNob, Frías, serie Cuentas de Oropesa, caja 1.727, documento 2, certificado en El Callao, 8.4.1578.

[35] SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión de reformar. Antonio de Ulloa marino y científico, 1716-1795. Cádiz, Universidad de Cádiz, 1999, p. 191.

[36] Archivo Histórico Provincial de Murcia (AHPM), Notariado (Not.) 6.144/26, Cartagena, 8.1.1773; 9.367/9, Blanca, 7.2.1790; y 6.144/14.6.1774.

[37] RAMOS SOSA, Rafael: “Martín Alonso de Mesa, escultor y ensamblador (Sevilla c.1573-Lima 1626)”, Anales del Museo de América, 8, 2000, pp. 45-63, v. 51.

[38] RAH: http://bibliotecadigital.rah.es/dgbrah/i18n/consulta/registro.cmd?id=53073 [Cons. 27.7.2019].

[39] LÓPEZ DE HARO, Alonso: Nobiliario genealógico de los reyes y títulos españoles. Luís Sánchez, 1622, p. 419. GÁNDARA, Felipe de la: Descripción, origen … de la casa … de Calderón de la Barca. 1661, p. 22. “Genealogía Fernández Heredia”, pp. 71-79.

[40] IRABURU, José María: Hechos de los apóstoles de América. Pamplona, Gratis Date, 2003, 3ª ed., p. 558. MOTOLINÍA, Fr. Toribio de: op.cit., p. 13.

[41] MEDINA, Francisco de Borja de: “Jesuitas en la Armada contra Inglaterra (1588). Notas para un centenario”. Archivium Historicum Societatis Iesu, 58, 1988, pp. 3-42, v. 37.

[42] MALDONADO ESCRIBANO, José: “Palacios, cortijos y casas de campo en las dehesas de Trujillo (Cáceres) desde el siglo XV al XIX”. CHE. Trujillo, 2005: https://chdetrujillo.com/palacios-cortijos-y-casas-de-campo-en-las-dehesas-de-trujillo-caceres-desde-el-siglo-xv-al-xix/

[43] AHPM, Not. 1.735/806-9, Murcia, 9.4.1612.

[44] MORA MÉRIDA, José Luís: “La Iglesia”, en Historia General de España y América, t. 11-1, Madrid, Ediciones Rialp, 1989, 2ª ed., pp. 295-325, cfr. 295.

[45] STORRS, Christopher: La resistencia de la Monarquía Hispánica 1665-1700. Madrid, Actas, 2013, p. 232.

[46] CANDEL CRESPO, Francisco: “Don Francisco Verdín de Molina (Un obispo murciano en el México virreinal)”. Murgetana Revista de la Real Academia Alfonso X el Sabio, 36, 1970, pp. 37-60.

[47] SÁNCHEZ RUIZ, José Fernando/ATIENZA SANTIAGO, Francisco José: “La conquista de América. Alcazareños en el nuevo mundo durante la Edad Moderna”. España en el exterior: historia y archivos. Guadalajara, Asociación de Amigos del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, 2013, pp. 299-321.

[48] DÍAZ SERRANO, Ana: “Repúblicas perfectas para el rey católico. Los franciscanos y el modelo político de la Monarquía Hispánica en la Nueva España durante el siglo XVI”. PARDO MOLERO, Juan Francisco/LOMAS CORTÉS, Manuel coords.: Oficiales reales (Los ministros de la Monarquía Católica, siglos XVI-XVII). Valencia, Universitat de Valencia, 2012, pp. 109-136.

[49] DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal: op.cit., p. 530.

[50] TORRES FONTES, Juan: “Los mudéjares murcianos en la Edad Media”. Actas del III Simposio Internacional de mudejarismo. Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1984, pp. 55-66.

[51] MOGOLÓN CANO–CORTÉS, Pilar: “Corpus de techumbres mudéjares en Extremadura”. Norba, 3, 1982, pp. 33-48.

[52] CENTENERO DE ARCE, Domingo: “Una Monarquía de lazos débiles? Circulación y experiencia como formas de construcción de la Monarquía Católica”. PARDO MOLERO, Juan Francisco/LOMAS CORTÉS, Manuel coords.: Oficiales reales (Los ministros de la Monarquía Católica, siglos XVI-XVII). Valencia, Universitat de Valencia, 2012, pp. 137-162.

[53] LILIANA DÍAZ, Sandra: “El niño indígena como agente de evangelización en las reducciones jesuíticas de guaraníes”. III Congreso de Americanistas 1999. Buenos Aires, Sociedad Argentina de Americanistas, 2000, pp. 85-102.

[54] SANZ FERNÁNDEZ, Francisco: “Nuevos aportes documentales sobre el palacio de los marqueses de la Conquista en Trujillo”, Norba, 27, 2007, pp. 55-74, cfr. 59.

[55] VAN METEREN, Emmanuel: Histoire des Pays Bas… ou Recueil des guerres et choses memorables advenues tant és dits Pays, qu’és Pays voysins, depuis l’an 1315 iusques à l’an 1612. La Haya, 1618, fº 387.

[56] MARTÍNEZ MILLÁN, José: “La crisis del partido castellano y la transformación de la Monarquía Hispana en el cambio del reinado de Felipe II a Felipe III”. Cuadernos de Historia Moderna, ano 2, 2003, pp. 11-38.

[57] PASCUAL CHENEL, Álvaro: “Discurso político, identidad religiosa y cambio dinástico”, Vestigios de un mismo mundo, 12, 2018, pp. 83-116, v. 106.

[58] FOLGADO GARCÍA, Jesús R.: “Las lenguas romances y la evangelización granadina. La aportación de Hernando de Talavera y la liturgia en arábigo de Pedro de Acalá”. Espacio, Tiempo y Forma (serie 3 Hª Medieval), 27, 2014, pp. 229-238.

[59] THANCK DE ESTRADA, Dorothy: “La enseñanza de la lectura y la escritura en la Nueva España”. Historia de la lectura en México, México, El Colegio de México, 1988, pp. 49-93.

[60] ver http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/49109

[61] HERAS, Julián: “Las doctrinas franciscanas en el Perú colonial”. Actas del III Congreso Internacional Los franciscanos en el Nuevo mundo (siglo XVII). Madrid, Deimos, 1991, pp. 693-723.

[62] GARCÍA MOGOLLÓN, Florencio Javier: “Una Inmaculada del escultor salmantino Antonio de Paz en Trujillo (Cáceres)”. Norba, XIV-XV, 1994-1995, pp. 313-319. TENA FERNÁNDEZ, Juan: Trujillo artístico y monumental. Alicante, 1967.

[63] SOLÍS RODRÍGUEZ, Carmelo: “El arquitecto trujillano Sancho de Cabrera, 1500?-1574”. V Congreso de Estudios extremeños, Badajoz, Instituto Pedro de Valencia, 1975, pp. 137-172. SOLÍS RODRÍGUEZ, Carmelo: “Artistas trujillanos en América (ss. XVI y XVII)”, Norba, V, Cáceres, 1984, pp. 117-140.

[64] GISBERT, Teresa: “El arte y la arquitectura de la Orden franciscana en el virreinato del Perú (Perú y Bolivia)”. MORALES, F.: Franciscan presence in the Americas. Potomac, MD, 1983, pp. 421-452.

[65] LÓPEZ GUZMÁN, Rafael J.: “La Catedral de Granada”, Andalucía en la historia, 31, 2011, pp. 86-91.

[66] LOS REYES, Antonio de: “La Catedral de Murcia. Edificación. Siglos XIV-XVIII”, Murgetana, 136, 2017, pp. 37-56.

[67] SANZ FERNÁNDEZ, Francisco: Modelos, intercambios y recepción artística: de las rutas marítimas a la navegación en red. Palma de Mallorca, Universitat de Balears, 2008, pp. 480-2.

[68] SANZ FERNÁNDEZ, Francisco: “’Que sea a imitación de la torre principal de las Casas Reales de Madrid’. La torre Nueva de la Iglesia de Santa María La Mayor de Trujillo”, Liño, 17, 2011, pp. 39-51, 40.

[69] RAMOS SOSA, Rafael: “Reflexiones y noticias sobre escultores y ensambladores indígenas en Bolivia y Perú en los siglos XVI y XVII”, Barroco andino, 2003, pp. 245-256.

[70] STASTNY, Francisco: Estudios de arte colonial. 1, Lima, Museo de Arte Colonial, 2013. RAMOS SOSA, Rafael: “Un pintor sevillano en Lima Bernardo Pérez Chacón”. Laboratorio de Arte, 17, 2004, pp. 471-473.

[71] RAMOS SOSA, Rafael: “Martín Alonso de…”, op.cit., p. 46. ÍDEM, “Una escultura de Martín Alonso de Mesa, el San Juan Evangelista de la Catedral de Lima (1623) y otras noticias”, Histórica, XXVII-1, 2003, pp. 181-206.

[72] RAMOS SOSA, Rafael: “El crucificado de Francisco de Ocampo en Santa Inés”. Laboratorio de Arte, 22, 2010, pp. 493-499.

[73] RODA PEÑA, José: “Imágenes de devoción en la parroquia de Santa Ana”. Santa Ana de Triana. Sevilla, Fundación Cajasol, 2016, pp. 427-461, cfr. 457.

[74] LAVALLÉ, Bernard: Las promesas ambiguas. Criollismo colonial en los Andes. Lima, 1993, pp.183-5. RAMOS SOSA, Rafael: “El Crucificado de la Sangre: obra de Martín Alonso de Mesa en Lima”, Laboratorio de Arte, 29, 2017, pp. 811-8, v. 814.

[75] RAMOS SOSA, Rafael: “Un crucificado de Ignacio de Ries en Potosí”. Laboratorio de Arte, 27, 2015, pp. 605-610.

[76] RAMOS SOSA, Rafael: “Luís Ortiz de Vargas en Lima. Revisión y aportación documental 1619-1627”. Laboratorio de Arte, 25, 2013, pp. 877-885.

[77] GÓMEZ PIÑOL, Emilio: “Las atribuciones en el estudio de la escultura: nuevas propuestas y reflexiones sobre obras de la escuela sevillana de los siglos XVI y XVII”. Nuevas perspectivas críticas sobre historia de la escultura sevillana. Sevilla, Museo de Bellas Artes de Sevilla, 2007, pp. 15-43.

[78] MONTOJO MONTOJO, Vicente: “La escribanía municipal de Cartagena (1573-1578). Nueva perspectiva sobre un retablo inglés y comercio”, Cartagena Histórica, 29, 2009, pp. 44-49.

[79] CUART MONER, Baltasar: op.cit., p. 168. TORRES FONTES, Juan: Estudio sobre la Crónica de Enrique IV del Doctor Galíndez de Carvajal. Madrid, CSIC, 1946.

[80] ZULOAGA RADA, Marina: “Las encomiendas y el poder local en Huaylas: las guarangas en la construcción del sistema colonial”. Diálogo Andino, 37, 2011, pp. 67-86.

[81] SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco de: op.cit., p. 262.

[82] VARÓN GABAI, Rafael: La ilusión del poder. Lima, Instituto Francés de Estudios Andinos, 1996, pp. 271-315.

[83] GÓMEZ VOZMEDIANO, Miguel Fernando: “La minería en el Valle de Alcudia y sus aledaños en el Antiguo Régimen (1250-1860)”, Campo de Calatrava Revista de Estudios de Puertollano y comarca, 2, 2000, pp. 77-190. Trata de la extracción de algo de plomo –como se hizo en Cartagena de Levante.

[84] SANZ FERNÁNDEZ, Francisco: “Nuevos aportes…”, op.cit., p. 57.

[85] ROSTWOROWSKI DE DÍEZ CANSECO, María: Doña Francisca Pizarro. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1980. ÍDEM: Ensayos de historia andina: élites, etnias, recursos. T. 1. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2005.

[86] MOLINA MARTÍNEZ, Miguel: Antonio de Ulloa en Huancavelica, 1758-1764. Granada, Universidad de Granada, 1995.

[87] GUILLÉN RIQUELME, Mariano C.: Un siglo en la historia de Mazarrón. De la fundación de las Casas de los Alumbres a la concesión del privilegio de villazgo (1462-1572). Murcia, Ayuntamiento de Mazarrón, 2001. En los obrajes de la encomienda de Huylas y Lima se utilizó bermellón.

[88] MUÑOZ BUENDÍA, Antonio: “Los alumbres de Rodalquilar (Almería)”. Los señoríos en la Andalucía Moderna. El Marquesado de los Vélez. ANDUJAR CASTILLO, F./DÍAZ LÓPEZ, J.P. coords. Almería, Instituto de Estudios Almerienses/Universidad de Almería, pp. 463-490.

[89] ARAGÓN DE LA CRUZ, Francisco: “España y América en el descubrimiento y metalurgia del platino. Siglo XVIII”. Ciencia, técnica y Estado en la España Ilustrada. Madrid, Sociedad Española de Historia de las Ciencias, 1990, pp. 407-420. SOLANO PÉREZ-LILA, F.: op.cit., pp. 129-132 y 186.

[90] SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco de: op.cit., pp. 184-203.

[90] El Cuerpo de Minería inauguró en 1792 una escuela especializada de mineralogía. Su influencia se reflejó en el aumento de la extracción de oro y plata en México.

[91] GASPARINI, Graciano: “El Castillo de Araya”, en Puertos y fortificaciones en América y Filipinas. Madrid, Ministerio de Fomento, 1985, pp. 349-350.

[92] VEGAS DE CÁCERES, Iliana: Economía rural y estructura social en las haciendas de Lima durante el siglo XVIII. Lima, Pontificia Universidad Católica de Perú, 1996, pp. 69, 100. Castillejo producía 1.784 fanegas.

[93] VARÓN GABAI, R.: op.cit., n. 25.

[94] RAMOS GÓMEZ, L.J.: El viaje a América (1735-1745) de los tenientes de navío Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Vol. 2, Madrid, CSIC, 1985, pp. 157-214.

Escultura del siglo XV de representación de una procesión eucarística. Exposición Cisneros, Catedral de Toledo, 2017-2018. Fotografía Vicente Montojo Montojo. 

Nov 062019
 

Martín Almagro-Gorbea.

Real Academia de la Historia.

Lección inaugural.

Resumen

Esta comunicación analiza las relaciones entre el Museo del Prado, nuestra más insigne pinacoteca, símbolo del Patrimonio Cultural de España que cumple ahora 200 años de existencia, con la Muy Noble, Muy Leal, Insigne y Muy Heroica Ciudad de Trujillo, la antigua Turgalium prerromana, una de las más importantes poblaciones de Extremadura, símbolo de nuestra cultura y de nuestra historia más que milenaria.

Esta relación la simboliza Don Xavier de Salas Bosch, Director del Museo del Prado. Se analiza su figura como gran admirador y evergeta de Trujillo, desde que se enamoró de esta ciudad, al visitarla junto a su mujer, Carmen Ortueta, en 1967. Este encuentro suscitó una poderosa atracción por Trujillo, entonces decadente, y Xavier de Salas puso su prestigio social como brillante Director del Museo del Prado, su refinada capacidad intelectual y su larga experiencia profesional para revitalizar esta ciudad y difundir su excepcional Patrimonio Histórico y Artístico como cuna de conquistadores y símbolo de la Historia de Extremadura, de España y de Iberoamérica.

En esta línea se analiza la fundación en 1971 de la Asociación de Amigos de Trujillo, de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes en 1979 y, finalmente, en 1981, de la Fundación Xavier de Salas en el Convento de La Coria, en el barrio antiguo de la ciudad, cuyas numerosas actividades dan una necesaria dimensión internacional a Trujillo, pues los objetivos iniciales de protección e impulso del Patrimonio Histórico-Artístico, que fueron la base de su desarrollo turístico en el siglo XX, se han ampliado a nuevos horizontes, como actividades emprendedoras, cooperación al desarrollo, defensa del medio ambiente y del paisaje y fomento de jóvenes investigadores y de actividades artísticas y culturales, para que Trujillo sea un centro cultural de excelencia a nivel internacional que potencie su desarrollo en el siglo XXI.

En resumen, este análisis permite comprender el importante papel histórico de Xavier de Salas en el desarrollo de Trujillo en los últimos 50 años, cuya ejemplaridad ha cristalizado en la Fundación Xavier de Salas, que debe proseguir esta línea pionera en el siglo XXI.

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Fig 1. Excmo. Sr. Don Xavier de Salas y Bosch (1907-1968).

Este breve ensayo está dedicado a analizar y recordar la relación existente entre el Museo del Prado, nuestra más insigne pinacoteca y verdadero símbolo del Patrimonio Cultural de España, cuyo bicentenario se celebra este año (1819-2019), y esta Muy Noble, Muy Leal, Insigne y Muy Heroica Ciudad de Trujillo, la antigua Turgalium prerromana, una de las más importantes poblaciones de Extremadura y también símbolo vivo de nuestra cultura y de nuestra historia más que milenaria.

Esta relación entre el Museo del Prado y la Ciudad de Trujillo puede parecer paradójica, pero estos XLVIII Coloquios Históricos de Extremadura se han dedicado con gran acierto a la figura de Don Xavier de Salas Bosch (fig. 1), que fue Director del Museo del Prado y una figura sobresaliente en la historia de Trujillo del último tercio del siglo XX. Es para mí un honor tratar de una personalidad tan singular, a la que conocí cuando era joven como estudiante y por la amistad entre nuestras familias, aunque, en este caso, no sea siempre fácil transmitir a la gente de nuestros días lo que representa una figura como Xavier de Salas y su obra, pues no han vivido de cerca los esfuerzos, que en algunos aspectos se pueden considerar titánicos, para crear la Fundación Xavier de Salas, en tantos sentidos modélica y que tanto honra y prestigia a Trujillo y a toda Extremadura, institución a la que testimonio mi profunda admiración por la eficaz labor en estas tierras que desarrolla en los cada día más complejos campos de la cultura.

 

Don Xavier de Salas y Bosch nació en Barcelona en 1907[1], en una familia amante del Arte y del Coleccionismo, afición de príncipes y de humanistas desde el Renacimiento. De este ambiente procede su humanismo y el gusto refinado que siempre le caracterizó, así como su interés por las antigüedades y el Arte, que cultivó con gran altura de miras, como otros miembros de su familia, entre los que destaca Don Pablo Bosch[2], que reunió una de las grandes colecciones españolas de cuadros, monedas y medallas a inicios del siglo XX, que generosamente legó al Museo del Prado en 1915[3].

Xavier de Salas estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, en la que se licenció en 1929. Después se trasladó a Madrid, donde se doctoró en 1930 con una tesis sobre Notas sobre algunas crónicas del siglo XV, dirigida por Antonio de la Torre[4], al mismo tiempo que se licenciaba en Derecho en la Universidad de Salamanca. Sin embargo, su sólida formación histórica y artística se forjó en el ámbito familiar y se consolidó con visitas de estudio a museos y con su interés por las obras de arte que poseían coleccionistas y anticuarios, así como en numerosas lecturas, otro de sus hábitos preferidos. Pensionado por la Junta de Ampliación de Ampliación de Estudios[5], durante los años 1933 y 1934 estuvo en Viena con el Prof. Julius V. Schlosser (Viena, 1866-1938)[6], un gran especialista en el Renacimiento que le inculcó su interés por la bibliografía artística, y después en Berlín, entonces capital de los estudios de Historia del Arte, donde trabajó con el Prof. Albert E. Brinckmann (1881-1958)[7] en el Kunsthistorische Institut, mientras mantenía relaciones con sus maestros y colegas franceses y con los mejores historiadores del arte de la Barcelona de aquellos años, como José Gudiol Ricart (Vich, 1904-Barcelona, 1985)[8], el gran especialista en Arte Medieval de Cataluña, fundador del Museo Diocesano de Vich, que era amigo de la familia, o el gran arquitecto del modernismo catalán e historiador del arte, José Puig y Cadafalch (1867-1956 )[9].

Trasladado a Madrid, completó su formación con el gran historiador del Arte Español, Elías Tormo (1869-1957)[10], del que se consideraba discípulo, con quien inicia la carrera docente y sus primeras publicaciones, en el círculo de los historiadores del arte de Madrid, entre los que se incluía Manuel Gómez Moreno[11], otra gran figura de aquella brillante generación.

En 1931 inicia su carrera docente como Profesor de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona, donde en 1945 obtiene la cátedra. Sin embargo, al año siguiente, en 1946, en los peores años de la postguerra mundial, se traslada a Gran Bretaña como Delegado de la Junta de Relaciones Culturales en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y como Agregado Honorario de la Embajada de España en Londres (1947) y después como Agregado Cultural (1954-1963). Junto a estos cargos, desempeñó el de Director del Instituto de España en Londres, donde llevó a cabo una gran labor de difusión de la cultura y del arte español, que es el precedente del actual Instituto Cervantes. Su eficaz labor en esos años la reconocía todo el mundo, tanto en España como en Inglaterra y así lo evidencia, muchos años después, el obituario que publicó a su muerte el periódico The Times (7.6.1982).

En 1961 regresó a España al ser nombrado Subdirector del Museo del Prado, cuando lo dirigía Francisco Javier Sánchez Cantón (1891-1971)[12] y, poco después, en 1963, obtuvo una Cátedra de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, que desempeño hasta su jubilación en 1977. Yo fui alumno suyo por esos años en la antigua Facultad de Filosofía y Letras y recuerdo algunos detalles, como su habla siempre parsimoniosa y su fino sentido del humor, que tanto recordaban el de un dandy inglés y que destacaba en aquella facultad de la “generación del 68”. También recuerdo su especial sensibilidad y gran intuición artística para entender una obra de arte, al margen de los secos datos eruditos. Dos hechos, que definen su personalidad artística, han quedado desde entonces impresos en mi memoria. Uno es su interés personal para adquirir el precioso Cristo muerto de Antonello de Mesina (c. 1430-1479), una joya del Prado de gran calidad artística y de no menos importancia histórica, pues posteriormente se ha confirmado que perteneció al VII Duque de Lemos, que fue Virrey de Nápoles entre 1610 y 1616[13], por lo que llenaba un vacío en nuestra gran pinacoteca, que yo entonces como estudiante visitaba con asiduidad. Otra, es su identificación como Epimeteo y Pandora de dos pequeñas esculturas manieristas del Museo del Prado atribuidas al Greco[14], piezas de atractiva belleza, que él supo valorar como especialista de las relaciones del Greco con Miguel Ángel, tema al que dedicó en 1967 su Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando[15], que fue contestado por Francisco Javier Sánchez Cantón.

Junto a la docencia universitaria, dedicó gran interés a los Museos. Fue Comisario-Director del Museo de Cataluña y Secretario de la Junta de Museos de Barcelona. Después fue Secretario y Presidente del Comité Español del ICOM (Consejo Internacional de Museos) y Presidente del Comité de Exposiciones del ICOM y de su Comité Consultivo, lo que le permitió llevar a cabo numerosas exposiciones en España y el extranjero. Fue igualmente miembro del Comité Internacional de Historia del Arte (CIHA), del que llegó a ser Presidente en 1973, y participaba habitualmente en los congresos nacionales e internacionales de Historia del Arte. En 1970 sustituyó a Francisco Javier Sánchez Cantón como Director del Museo del Prado, donde impulsó la investigación[16], logró incorporar importantes adquisiciones y organizó exposiciones, hasta que alcanzó su jubilación en 1978, tras la que fue nombrado Director Honorario y Presidente del Real Patronato, creado en 1980. Además, su condición de políglota, pues junto al catalán y castellano familiares, hablaba francés, inglés, alemán e italiano, le permitió ser siempre un conferenciante dedicado a difundir por el mundo el Arte Español.

En sus investigaciones en la Historia del Arte Español, destacan sus trabajos sobre el gran escultor renacentista Damián Forment[17] y sobre el Greco y Goya, al que dedicó más de 50 artículos, pero publicó estudios desde el Renacimiento y el Barroco al Arte Moderno, por ejemplo, sobre Rosales y Fortuny, y también de Arte Contemporáneo, además de sentir especial interés por la Museología, dada su gran experiencia en ese campo. Igualmente, hay que hacer una referencia especial a su labor erudita de valorar la literatura artística histórica, como evidencia su edición de la Biografía Pictórica Valentina del Doctor Marcos Antonio de Orellana, obra escrita en 1799 que permanecía inédita[18], e, igualmente, se interesó por las ideas sobre Historia del Arte que mantenían en su correspondencia y en sus obras figuras como Gracián, Jovellanos, Azara, Goya, Ceán Bermúdez, etc. Dirigió la Revista Arte Español de 1966 a 1969 y es autor de más de 250 publicaciones de Historia del Arte y de Historia, así como de numerosas recensiones bibliográficas publicadas en las mejores revistas especializadas[19], en especial de Inglaterra, donde difundió con gran altura del Arte Español

Fue miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona (1943), con una interesante visión sobre el Bosco en la literatura española[20], de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia (1941), de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, de Sevilla (1947), de la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge, de Barcelona (1965), de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1967), cuyo discurso de ingreso contestó Javer Sánchez Cantón. También era miembro de numerosas corporaciones académicas extranjeras, como Honorary fillow del Institut of Linguist de Londres (1963), miembro de The Hispanic Society de New York (1965), Académico Honorario de la Royal Academy de Londres, Membre associé de l’Academie Royale Flamende de Bélgica (1970), Vicepresidente de la Anglo-Spanisch Society de Londres (1977), Honorary Member of the Society of Dilettanti, de Londres (1977), etc. A lo largo de su vida recibió numerosas distinciones y condecoraciones, como la de Comendador y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, Comendador de la Orden del Mérito Civil, fue Gran Oficial de la Orden de la Estrella Polar de Suecia, Honorary Commander of the Order of British Empire, Officier dans l’Ordre des Arts et des Letres de Francia, Comendateur de l’ordre de Léopold II de Bélgica, la Gran Cruz de la Verdienstorder de la República Federal Alemana, etc.

Esta breve visión de la vida y la obra de Don Xavier de Salas no se comprende sin la fortuna que tuvo de contar con una mujer excepcional y de gran personalidad, Dña. Carmen Ortueta de Salas (1912-2012)[21], entregada con gran altura de miras y gran eficacia al mundo de la cultura. Dinámica, trabajadora, de ideas audaces, incansable para alcanzar sus objetivos y con gran capacidad de gestión.

Carmen Ortueta nació en 1912 en Cabezón de la Sal, en la Cantabria meridional, que da hacia la Meseta. Estudió en Madrid Historia en la Universidad Central, una universidad que contaba con figuras como Claudio Sánchez Albornoz, Elías Tormo, José Ortega y Gasset, Hugo Obermaier y toda una pléyade de personalidades que hoy día se echan a faltar en nuestras universidades. Formó parte de los más de 200 profesores y alumnos del inolvidable Crucero por el Mediterráneo de 1933[22] y trabajó en la sección de Estudios Medievales bajo la dirección de Claudio Sánchez Albornoz en el Centro de Estudios Históricos[23], hechos que revelan su sólida formación.

Tras su boda con Xavier de Salas, vivió con él 17 años en Londres y siempre le acompañó e impulsó sus iniciativas académicas y culturales. En particular, ha sido el espíritu de su enraizamiento en Trujillo y de la creación de la Fundación Xavier de Salas en el Convento de la Coria, siempre con el objetivo de que esta ciudad se revitalizara y alcanzase el prestigio internacional que merecía.

En este sentido, quiero recordar algunas frases de su magnífico discurso de ingreso en la Real Academia de Extremadura, en el que demuestra conocer el valor que tiene la tradición histórica, como buena conocedora del mundo[24]:

El valor de la Defensa del Patrimonio es algo que nos concierne a quienes amamos Extremadura de una manera muy especial, en la medida en que desde esta región en gran parte se llevó a cabo la empresa americana española. Esta, más que una gesta militar de conquista y dominio, debe considerarse y valorarse como una de las más formidables empresas culturales que Europa ha emprendido, pues es nuestra cultura la que, una vez llevada a cabo la conquista, ha permanecido y ha sido reinterpretada en tantos pueblos hispánicos.

Podemos desde aquí mirar con orgullo a la civilización que nuestros antepasados, muchos de ellos extremeños, hicieron posible y no debemos olvidar que el Patrimonio Histórico-Artístico tan bien representado en esta ciudad es lo que nos queda de aquellos hombres excepcionales y de aquellos tiempos remotos. Los mismos países americanos han sido los primeros en reconocer esta vinculación entre España y América.

 

Al mismo tiempo, sus experiencias le llevan a plantear soluciones entonces futuristas, pero que todavía no ha asimilado de la forma debida nuestra adormecida sociedad:

La Protección del Patrimonio Artístico se presenta como un problema social puesto que concierne a todos…[25] Es importante que la intervención de los ciudadanos consista en algo más que reclamar y exigir del Estado…, pues muy importante es para la Defensa del Patrimonio la intervención del particular y la propiedad privada que ello implica.

Es importante insistir en que a la larga la conservación de un determinado edificio, una vez realizada su restauración, depende en gran medida de que adquiera una función real. La experiencia ha demostrado que un edificio no utilizado está más expuesto al deterioro y en última instancia a la ruina, que un edificio que cumple una tarea en la vida social.

Ciertamente, hay determinados edificios, como iglesias, palacios, castillos, conventos y monasterios que difícilmente pueden permitir otras actividades que las de una institución. Pero no está dicho en ninguna parte que esa institución forzosamente tenga que ser una Institución Estatal.[26]

 

Tras la muerte de su marido, Carmen Ortueta mantuvo su impulso a estas iniciativas durante más de 20 años como Directora de la Fundación Xavier de Salas, además de haber sido cofundadora, Secretaria General y Presidenta (1987-1992) de Hispania Nostra y representante de España en Europa Nostra del Consejo de Europa, Miembro de la Junta Directiva del ICOMOS, del Consejo del Patrimonio Cultural Mundial, y académica numeraria y Tesorera de la Real Academia de Extremadura desde su ingreso en 1982 en esta institución.

En su larga y eficaz vida recibió numerosas distinciones, pues era “una mujer con fuerza y convicción”, en palabras de Alberto Casero. Fue Medalla de Oro de las Bellas Artes, «por su incansable labor en pro de la cultura» en la Fundación Xavier de Salas, la primera otorgada a una personalidad relacionada con la conservación del Patrimonio Histórico-Artístico, y también recibió la medalla de Europa Nostra, distinción que esta institución concede a defensores de la cultura en Europa.

 

El enraizamiento en Trujillo

En la vida de éxito, académico y social, en España y en el extranjero, de Xavier de Salas destaca y hasta puede sorprender la atracción que sintió por Extremadura[27], de la que participaba toda su familia. Ese amor por estas tierras, entonces en una dura situación, le llevó a desarrollar una intensa actividad, como él mismo contaba y como corroboran sus obras, facta, non verba:

Nada personal ni familiar nos ligaba a Extremadura cuando hace unos doce años (1967), mi mujer y yo llegamos a ella. Nadie hubiera podido predecir los resultados de aquella Semana Santa de Pascualete, y de aquellas visitas a Trujillo, en días grises y lloviznantes. No podíamos imaginar que de aquella visita surgiera, -como el amor se da, súbitamente, como dicen, por un flechazo- nuestro asentamiento en Trujillo[28]. Trujillo él veía como plaza fuerte de la Corona de Castilla, erguida en la frontera frente a los reinos musulmanes y al de Portugal, cuyo castillo todavía en pie, domina la dilatada llanura mostrando su fortaleza y la de la villa murada que se asienta a sus pies. Trujillo, que quedó estrechamente ligado por sus hijos a la Historia de América[29].

 

No quiero racionalizar esos sentimientos por Trujillo y Extremadura, que casi parecen una expansión lírica, pero que en realidad reflejan cómo su fina sensibilidad artística cultivada desde su niñez y su humanismo le permitieron descubrir el tesoro que era esta ciudad, entonces todavía abandonada y decadente, que casi parecía condenada hacia su ruina en la grave crisis demográfica, económica y social de la época, aunque la labor de Xavier de Salas y de Carmen Ortueta contribuyeron a paliar, suerte que no han tenido otras poblaciones de lo que hoy se denomina la España despoblada.

Luis Díaz del Corral recordaba en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cómo “quienes conocíamos los gustos del matrimonio Salas tan íntimamente unido también por lo que se refiere a la amistad, nos preguntábamos cómo podía haberse entusiasmado durante los últimos tiempos con una ciudad ruda como Trujillo, en medio de un paisaje tan agreste. Tenían además que superar obstáculos y remoras naturales en una población de mentalidad tan tradicional, como la extremeña; pero los logros del amoroso tesón puesto en la empresa se evidenciaban… Las iglesias, los palacios, las casas, las calles de Trujillo eran distintas de las que habíamos visto en viajes anteriores. El arreglo, la pulcritud, el embellecimiento se detentaba por doquier…”

Fig 2. Ruinas del convento de la Coria

La inteligencia y la finura de espíritu había logrado revitalizar la joya que es Trujillo para la Historia y la Cultura mundial. Era un verdadero triunfo del espíritu sobre las circunstancias. Don Xavier de Salas y Doña Carmen Ortueta se afincaron en Trujillo. El afán que les debió mover no podía ser disfrutar de la ciudad, entonces no tan agradable como ahora, sino intentar recuperar todos sus valores, para sus habitantes y para todo el mundo. Al servicio de esta idea pusieron su inteligencia y su finura de espíritu, su amplia formación y su experiencia de mundo, pero también sus relaciones sociales y sus medios económicos, a los que añadían las subvenciones que, con su esfuerzo, supieron obtener de la Administración y de fundaciones internacionales, como la Kress Foundation y la Word Monument Found de Estados Unidos y otras del programa Interreg II de la Unión Europea en colaboración con Hispania Nostra.

Fig 3. Claustro del convento de la Coria, antes y después de su restauración

Para entender lo que puede considerarse como un auténtico milagro, parece oportuno recoger las palabras del Marqués de Sieteiglesias en su discurso de contestación a Dña. Carmen Ortueta de Salas en su de ingreso a la Real Academia de Extremadura, en el que señala los “tres actos trascendentales para la cultura extremeña en los cuales tuvo Xavier de Salas una enorme participación”[30]:

  • La creación de la Asociación de Amigos de Trujillo
  • La fundación de la Real Academia de Extremadura
  • La institución de la Fundación Xavier de Salas en el Convento de La Coria

 

La Asociación Amigos de Trujillo, de la que D. Xavier fue Vicepresidente y Dña. Carmen Secretaria, la fundaron con un selecto grupo de amigos para impulsar la conservación del importante patrimonio monumental de la ciudad, entonces en grave peligro[31].

La idea le surgió al visitar por primera vez Trujillo invitados por los Condes de Romanones, Don Luis de Figueroa y Doña Aline Griffith, a su finca Pascualete en la Semana Santa de 1969[32]. Don Xavier recordaba que “al recorrer la Villa conducidos por la Condesa, hasta tal punto nos contagió su entusiasmo, que en ese mismo paseo decidimos afincarnos y vivir aquí. Aquella misma noche, en la sobremesa, surgió la idea de la Asociación«[33]. Era el principio de su larga y fecunda aventura vital en Trujillo.

Los estatutos aprobados en 1971 buscaban atraer a las personas que desearan evitar el estado de ruina en que había caído una parte importante de la ciudad. El Artículo 1 indica que su finalidad era estimular el interés por la ciudad de Trujillo y propagando su rango artístico e histórico y conseguir el apoyo material y moral para conservar y restaurar el conjunto arquitectónico de la ciudad[34].

En esta línea de actuación, el matrimonio Salas adquirió en 1969 las ruinas del Convento de San Francisco el Real de la Puerta de Coria, fundado en el siglo XV, e iniciaron su restauración y puesta en valor[35], que se convirtió en la gran empresa de su vida. Pero a través de la Asociación también se impulsó la instalación del Parador Nacional de Trujillo y se salvaron más de 10 casas solariegas y otros diversos edificios de la ciudad.

En esta empresa, el aspecto esencial fue relanzar la imagen de Trujillo al exterior como un gran objetivo turístico, capaz de atraer congresos y alcanzar renombre internacional. El objetivo se ha cumplido. Como señala Mª del Mar Lozano Bartolozzi[36], “influyó en ello la mentalidad de un hombre muy refinado social e intelectualmente como era Xavier de Salas”, que, además, tenía una amplia experiencia del mundo. La misión quedó cumplida, aunque la revalorización de Trujillo, que ya se ha logrado, tiene todavía un aspecto esencial que corre un grave riesgo: su paisaje singular, como señalaba Don Xavier: “Los ‘Amigos de Trujillo’ fuimos inicialmente un grupo de personas caídas bajo eI encanto de esta ciudad de áspera grandeza que es Trujillo, como también bajo el encanto de esta dilatada llanura que podemos atisbar desde cualquier punto de esta ciudad, encaramada sobre ella[37], por lo que se pueden parafrasear las palabras de Miguel de Oriol, cuando señala que hay que salvar “Su silueta característica que aparece recortada en la altura contra el cielo, desde cualquier punto que uno se acerque”…[38]

 

La Academia de Extremadura de las Letras y las Artes

Xavier de Salas también fue uno de los fundadores e impulsores de la Real Academia de Extremadura. Después de numerosas iniciativas que no alcanzaron el objetivo, el 29 de diciembre de 1979, Xavier de Salas y su mujer, Carmen Ortueta, reunieron en su domicilio de Trujillo a diversas personalidades extremeñas interesadas en la idea, entre ellos Antonio Vargas-Zúñiga, Académico Numerario de la RAH y Antonio Hernández Gil, Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación[39]. Esa reunión permitió materializar una antigua aspiración, defendida desde 1948 y repetidamente reclamada en los Congresos de Estudios Extremeños.

Antonio Vargas-Zúñiga y Montero de Espinosa, Académico Numerario de la Real Academia de la Historia; Antonio Hernández Gil, Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación; Xavier de Salas y Bosch, Académico Numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; Manuel Terrón Albarrán, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia por Badajoz, y Antonio Rubio Rojas, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia por Cáceres, firmaron el Acta de Fundación de la Academia[40] e integraron la comisión gestora en presencia de los Presidentes de las Diputaciones Provinciales de Badajoz y de Cáceres y de los Presidentes de las Instituciones «Pedro de Valencia» y «El Brocense», además de contar con la adhesión explícita de Luis Ramallo García, Presidente de la Junta Regional Preautonómica de Extremadura.

La denominación propuesta fue de Academia de Extremadura de las Letras y las Artes con un ámbito territorial que comprendía toda la región y con su sede “en Trujillo, Ciudad Monumental que resume el acervo de cuantos valores históricos y artísticos que encierra la región extremeña y que aglutina su vocación hacia los pueblos de América, a los que la Academia, pulsando el hondo sentir de Extremadura, dedicará singular atención”, como expresa el Acta de Fundación, firmada “en la Ciudad de Trujillo, el día veintinueve de diciembre de 1979”. En la primera junta pública y solemne, celebrada en diciembre de 1980, Don Xavier de Salas leyó su discurso de ingreso sobre Las artes en Extremadura y la misión de la Academia[41].

Hubo otras muchas iniciativas de Xavier de Salas para impulsar Trujillo como una ciudad excepcional en el rico Patrimonio Histórico-Artístico de España. Para ello invitaba a sus amplias relaciones sociales y organizaba reuniones y congresos. Don Xavier participó activamente en los Congresos de Estudios Extremeños y como Presidente del comité Español de Historia del Arte organizó en Trujillo el I Congreso Nacional de Historia del Arte en 1977[42], que reunió a los principales especialistas en esta ciudad, para dar a conocer a todos su patrimonio.

Otra importante iniciativa suya en Extremadura fue la organización del Premio Cáceres para artistas plásticos, patrocinado por la Diputación Provincial, pues, además, a sus amplios conocimientos de la Historia del Arte, unía un profundo interés por el Arte Contemporáneo y las vanguardias.

 

La Fundación Xavier de Salas en el Convento de La Coria

La tercera de las grandes iniciativas en pro de Trujillo y de Extremadura es la Fundación Xavier de Salas, en el Convento trujillano de La Coria[43].

A fin de dar continuidad hacia el futuro al impulso dado, con gran altura de miras, a la Ciudad de Trujillo y a todo lo que ésta simboliza y para contribuir al desarrollo cultural y social de Extremadura e Iberoamérica, Xavier de Salas y su mujer, Carmen Ortueta, quisieron hacer una aportación permanente a la ciudad que estuviera a la altura de su significación histórica. Con este objetivo y basándose en su amplia experiencia, surgió en 1981 la idea de crear una fundación y ubicar su sede en el Convento de La Coria, en el barrio antiguo de la ciudad: la Fundación Xavier de Salas.

No es necesario recordar aquí que el llamado Convento de la Coria es un excepcional edificio de Trujillo[44]. El antiguo convento de clarisas de San Francisco el Real, conocido popularmente como La Coria por estar cerca de la puerta de Coria, fue fundado en la segunda mitad del siglo XV, aunque su patio y su iglesia gótica se erigen a inicios del siglo XVI. Tras sucesivas reformas, que refleja su compleja planta, se mantuvo hasta su decadencia en el siglo XVIII y su devastación en la ocupación francesa, pero quedó definitivamente abandonado tras la Desamortización en 1836, que expulsó a las religiosas del edificio.

El convento, al quedar abandonado, sufrió una progresiva ruina y era una viva imagen de la monumental degradación de esta bella la ciudad (fig. 2), cuando Xavier de Salas y Carmen Ortueta, con su fina intuición y su visión de futuro, lo adquirieron en 1969, en un acto que entonces pudiera considerarse quijotesco[45]. Tras un lento y costoso proceso de restauración[46], culminado en 1981, un año antes de fallecer Don Xavier, el edificio, ya recuperado y que parecía renacido (fig. 3,A-B), fue donado para sede de la Fundación Xavier de Salas[47]. En el noble edificio de La Coria pasó a desarrollar la Fundación sus múltiples actividades, a la vez que se daba vida a un gran monumento, que, de otro modo, estaría abocado inexorablemente a la ruina. Esta forma de actuar resulta muy poco frecuente en España, frente a lo que ocurre en los países de nuestro entorno, donde la sociedad civil toma la iniciativa, sin depender siempre de las instancias políticas. En una palabra, fue una idea genial y una empresa ejemplar.

La Fundación Xavier de Salas es la culminación de la intensa actividad desarrollada en Trujillo desde 1969 por la fina sensibilidad e intuición del matrimonio Xavier de Salas y Carmen Ortueta, como describe su hijo y continuador, el Prof. Jaime de Salas Ortueta: “Puso al servicio de las obras de restauración tanto su conocimiento de la historia del arte como su aquilatada sensibilidad… A ello puede añadir su propio interés por los jardines y la agricultura y su amor por la artesanía y antigüedades[48].

A la Fundación dedicó Xavier de Salas los últimos años de su vida, siempre junto a su esposa y con el asentimiento de toda la familia. Gracias a ella su impagable labor ha sido continuada por su admirable esposa, Doña Carmen Ortueta y, actualmente, por su hijo, Don Jaime de Salas Ortueta.

Después de más de treinta años, la Fundación prosigue hoy su trabajo. Sus objetivos iniciales de protección e impulso del Patrimonio Histórico-Artístico se han ampliado a nuevos horizontes: la actividad emprendedora, la cooperación al desarrollo, la defensa del medio ambiente y del paisaje, la potenciación de nuevos investigadores, el fomento de actividades artísticas y culturales y la investigación histórica, antropológica y musical para que Trujillo sea un centro cultural de excelencia a nivel internacional. Todos esos programas se coordinan y desarrollan desde el Convento de La Coria, cuya Fundación, además, pone sus instalaciones y estructura a disposición de instituciones, fundaciones, asociaciones, empresas y grupos particulares que quieran realizar actividades académicas, culturales y sociales.

Fig 4. I Coloquios Históricos de Extremadura, celebrado en la Fundación Xavier de Salas en 1984

Antes de finalizar este ensayo, parece oportuno hacer tres breves comentarios. Uno, es reconocer las múltiples actividades que, año tras año, realiza la Fundación Xavier de Salas, entre las que hay que destacar la colaboración desde 1984 a 2019 con estos Coloquios Históricos de Extremadura (fig. 4) y con otras instituciones, como la Universidad de Charleston, desde 1996, que ha permitido una creciente confraternización entre los estudiantes americanos y las familias que los acogen en Trujillo, además de llevar a cabo numerosas actividades rutinarias, entra las que se puede hacer referencia a las realizadas en el pasado año 2018, actividades que prosiguen en este año 2019, para lo que basta examinar la página web[49].

El segundo comentario es, más bien, una llamada de atención sobre el papel de revulsivo cultural de la actividad que desarrolla la Fundación Xavier de Salas. Trujillo, -y toda Extremadura-, se considera que es la tierra de los conquistadores. Pero muchas veces se olvida que también ha sido cuna y sede de importantes figuras intelectuales. Este desarrollo cultural explica la trascendencia que ha tenido en la Historia la colonización hispana en América. Basta recordar cómo los españoles llevaron allí importantes avances de su época, como hospitales (1503)[50], imprentas (1524)[51], música de órgano (1530)[52], acuñación de moneda (1535)[53], que pasó a ser la primera moneda de circulación universal[54], universidades (1538)[55], bibliotecas públicas, como la Biblioteca Palafoxina (1646)[56], academias, como la Real Academia de las Bellas Artes de San Carlos, en México (1781)[57], la primera expedición para vacunar a la población (1804)[58], etc., sin olvidar la organización municipal y jurídica, la introducción de una nueva economía y de animales domésticos que aportaban proteínas y fuerza de trabajo[59], expediciones científicas[60] y arqueológicas[61], etc., innovaciones esenciales en el mundo actual que llegaron a la América Hispana antes que a muchas ciudades europeas contemporáneas y, por supuesto, antes que a Estados Unidos. Esta experiencia debe animar a que, una vez que prácticamente se ha salvado el casco histórico y se ha revitalizado la ciudad con el turismo, se debe proseguir en la misma línea, pues hay que proseguir en la apuesta hacia el futuro, para que Trujillo vuelva a ser una ciudad capaz de desarrollar nuevas ideas, como las que se fomentan desde la Fundación, con el objetivo de seguir aportando al mundo global, gracias al impulso del conocimiento y de la inteligencia basados en una formación de excelencia.

Y el último comentario es un acto de justicia, acorde con la conocido sentencia latina suum quique tribuere. No se puede terminar este breve análisis sin agradecer, en nombre de nuestra sociedad, de nuestra cultura y de nuestras instituciones, la labor eficaz y entrañable de la Fundación Xavier de Salas en esta Ciudad de Trujillo, agradecimiento tanto mayor al haber sido concebida al servicio de la sociedad, como evidencian los hechos.

Somos ciudadanos del siglo XXI y debemos reconocer la ejemplaridad de esta empresa, tan útil para Trujillo y para todos, surgida de un ciudadano particular. Por ello, debe ser elogiada, agradecida, premiada y apoyada y debemos expresar nuestra admiración por esta obra, que ha cristalizado en la Fundación Xavier de Salas.

Como conclusión de todo lo visto, el Director del Museo del Prado, Xavier de Salas, debe ser considerado una gran personalidad en la historia de Trujillo del siglo XX. De refinado espíritu y gran sentido de servicio a la sociedad, puso sus elevadas ideas y su visión de futuro al servicio de la Cultura y del Patrimonio de esta noble ciudad de Trujillo, y, a través de ella, de Extremadura, de España, de Iberoamérica y de todo nuestro actual mundo global. Por ello esta merecida Laudatio es un homenaje personal, pero que hay que considerar colectivo, a su ejemplar labor. En el mismo sentido, hay que expresar nuestros mejores augurios a la Fundación Xavier de Salas y, al mismo tiempo, tener presente que el mejor homenaje de todos a la memoria de su fundador debe ser colaborar e impulsar ese legado, para que sea cada vez más útil a Trujillo, a las queridas tierras de Extremadura y al mundo americano a ellas unidas en nuestro mundo global. Como reza otra conocida frase latina, Vivat, crescat, floreat.

 

Notas

[1] S. Andrés Ordax, “Xavier de Salas y la Historia del Arte”, Memorias de la Real Academia de Extremadura, I, 1983, p. 107-127; M. Águeda Aguilar, ed., Estudios. Xavier de Salas. Cáceres. Universidad de Extremadura, 2010; AA. VV., Xavier de Salas. Forma y sensibilidad (Kalías. Revista de Arte. IVAM. Centre Julio González), Valencia, 1997; Mª P. García Sepúlveda, “Salas y Bosch, Xavier de”, Diccionario Biográfico Español, 45, Madrid, 2013, p. 165; “Salas Bosch, Xavier de”, Enciclopedia del Museo del Prado, https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/salas-bosch-xavier-de/7cb64ecf-2926-49c7-9d80-338bcea6735e (consultado 2019.9.25).
[2]Bosch y Barrau, Pablo”, Enciclopedia del Museo del Prado, 1, Madrid, 2006, p. 236, 537 s.
[3] Catálogo provisional de las obras de arte legadas al Museo del Prado por D. Pablo Bosch, Madrid, 1916.
[4] “Antonio de la Torre y del Cerro”, Gran enciclopedia catalana, Barcelona https://www.enciclopedia.cat/EC-GEC-0066620.xml (consultado 2019.9.25).

[5] J. M. Sánchez Ron, ed., 1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas 80 años después, Madrid, CSIC., 1988; E. Caballero Garrido, ed., La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas: historia de sus centros y protagonistas (1907-1939), Madrid, Siglo XXI, 2010.

[6] E. H. Gombrich «Obituary of Julius von Schlosser», Burlington Magazine, 74, 1939, p. 98; M. Haja, «Schlosser Julius Alwin von», Österreichisches Biographisches Lexikon 1815–1950, 10, Vienna, 1994, p. 218.

[7] H. Ladendorf y H. Brinckmann, eds., Prof. Dr. Dr. h. c. A. E. Brinckmann. Verzeichnis der Schriften. Köln, 1961; S. Arend, “Albert Erich Brinckmann (1881–1958)”, Kunstgeschichte an den Universitäten im Nationalsozialismus (Kunst und Politik,  5), Göttingen, 2003, p. 123–142.

[8] G. Bazin, Histoire de l’histoire de l’art. De Vasari à nos jours, Paris, 1986 p. 443; “José Gudiol Ricart”, Archivo Español de Arte 58, 1985, p. 466-467; A. López-Yarto, “Los autores del Catálogo Monumental de España”, El Catálogo Monumental de España (1900-1961). Investigación, restauración y difusión, Madrid, 2012, p. 45.

[9] E. Jardí, Puig i Cadafalch. Arquitecte, polític i historiador de l’art, Barcelona, Editorial Ariel, 1975; J. Bassegoda, “Puig y Cadafalch, José”, Diccionario Biográfico Español, 42, Madrid, 2013, p. 410-414.

[10] M. Cabañas Bravo, “Elías Tormo y Monzó”, El laboratorio de España. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1907-1939, Madrid, 2007, p. 566-367; Mª del M. del Pozo Andrés, “Tormo y Monzó, Elías”, Diccionario Biográfico Español, 48, Madrid, 2013, p. 77-79.

[11] E. Gómez Moreno, Manuel Gómez Moreno Martínez, Madrid, 1995; M. Almagro-Gorbea, “Manuel Gómez Moreno y Martínez (1935-1956), El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1999, p. 156-158.

[12] E. Lafuente Ferrari, “Don Francisco Javier Sánchez Cantón, in memoriam”, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 33, 1971, p. 5-22; J. M. Pita Andrade, “Sánchez Cantón, Francisco Javier”, Enciclopedia del Museo del Prado, Madrid.

[13] M. Sáez González, “Sobre la procedencia del Cristo muerto de Antonello da Messina”, Boletín del Museo del Prado, 27, 2009, p. 26-32.

[14] X. de salas, «Sobre las pequeñas estatuas de Pandora y Epimeteo, por El Greco», Archivo Español de Arte, 37, 1964, p. 75-76; R. Copel, Museo del Prado. Catálogo de la escultura de época moderna (siglos XVI-XVIII), Madrid, 1998, p. 62-63; L. Ruiz Gómez, Catálogo razonado de El Greco en el Museo del Prado, Madrid, 2007, p. 224-231; L. Ruiz, El Greco. Guía de sala, Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2011, p. 54.

[15] X de Salas, Miguel Ángel y El Greco (Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), Madrid, 1967.

[16] X. de Salas, “Museo e investigación”, Arte Español, 2, 1968-1969, p. 128-137.

[17] X. de Salas, “Damià Forment i el monestir de Poblet”, Estudis Universitaris Catalans, XIII, 1928, p. 454-455; Id., “Escultores renacientes en el Levante español«, Anales y Boletín de los Museos de Arte de Barcelona, I,1, p. 79-92, I,2, p. 35-87 y I,3, p. 93-118, 1941-1943.

[18] X. de Salas, ed., Marcos Antonio de Orellana, Biografía pictórica valentina o Vida de los pintores, arquitectos y grabadores valencianos (Fuentes Literarias para la Historia del Arte Español), Madrid, 1930 (reed. Valencia, 1967).

[19] Véase S. Andrés Ordax, 1983, p. 114-127 y “Bibliografía de Xavier de Salas”, en Águeda Aguilar, ed., 2010, p. 491-509.

[20] X. de SalasEl Bosco en la literatura española, Barcelona, 1943.

[21] M. Gracia Rivas, “In memoriam Carmen Ortueta de Salas”, Ars et sapientia. Revista de la Asociación de Amigos de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, 38, 2012, pp. 27-31; J. A. Ramos Rubio, “Carmen Ortueta de Salas”, Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, 20, 2012, pp. 7-10.

[22] F. Gracia Alonso, J. M. Fullola Pericot, El sueño de una generación. El crucero universitario por el Mediterráneo de 1933, Barcelona, 2006.

[23] J. Mª López Sánchez, Las Ciencias Sociales en la Edad de Plata española. El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936 (Tesis Doctoral de la Universidad Complutense de Madrid), Madrid, 2003; id., Heterodoxos españoles. El Centro de Estudios Históricos. 1910-1936, Madrid, 2006; F. Abad, “El Centro de Estudios Históricos de la Junta para Ampliación de Estudios (1907-1938)”, Cauce, 30, 2007, p. 7-39.

[24] C. Ortueta de Salas, La Protección del Patrimonio Histórico en Extremadura, Discurso de la Académica Electa Excma. Sra. D.ª Carmen Ortueta de Salas… y contestación del Excmo. Sr. D. Antonio de Vargas Zúñiga y Montero de Espinosa, Marqués de Sieteiglesias, Trujillo, Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, 1983 (1985).

[25] C. Ortueta de salas, 1985, p. 12.

[26] C. Ortueta de salas, 1985, p. 15-16.

[27] Mª del Mar Lozano Bertolocci, “Don Xavier de Salas y Trujillo, la huella de una aquilatada sensibilidad”, en Águeda Aguilar, ed., 2010, p. 17-37.

[28] X. de Salas, “Las artes en Extremadura y la misión de la Academia”, Memoria de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, I, 1983, p. 1983, p. 48.

[29] X. de Salas, 1983, p. 54.

[30] A. Vargas Zúñiga y Montero de Espinosa, “Contestación del Excmo. Sr. Antonio de Vargas Zúñiga y Montero de Espinosa, Marqués de Sieteiglesias”, en C. Ortueta de Salas, 1985, p. 43.

[31] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, “Don Xavier de Salas y Trujillo. La huella de una aquilatada sensibilidad”, en M. Águeda Vilar, ed., Xavier de Salas, Estudios, p. 18-27.

[32] A. Griffith (Condesa de Romanones), La Historia de Pascualete, Madrid, 1964.

[33] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 18.

[34] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 19.

[35] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 21.

[36] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 27.

[37] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 25.

[38] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 25.

[39] s.a., “La Real Academia de Extremadura de las Letras y Las Artes. Antecedentes”, Memoria de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, I, 1983, p. 1983, p. 13-27.

[40] Ibidem, p. 15-17.

[41] Memoria de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, I, 1983, p. 31-45.

[42] Primer Congreso Español de Historia del Arte. Trujillo, 10-12 de junio de 1977, Editorial Atrio, Granada, 1977.

[43] M. del M. Lozano Bartolozzi, 2010, p. 27-32.

[44] S. Andrés Ordax y F. J. Pizarro Gómez, El patrimonio artístico de Trujillo (Extremadura), Trujillo, 1987, p. 81 s.; J. L. Díaz, “Convento de La Coria en Trujillo”, https://arteenruinas.com/convento-la-coria-trujillo/ (consultado 25.9.2019).

[45] Mi experiencia personal me permite recordar cómo mi padre, Martín Almagro Basch, también actuó de forma que puede considerarse quijotesca y hasta cierto punto visionaria cuando compró en Albarracín una casa hidalga, prácticamente en ruinas, que vendían para sacar de ella sus maderas y sus vigas antes de dejar que se cayera. Gracias a ello hoy sigue siendo una de las más características casas hidalgas de esa ciudad, entonces condenada a la decadencia, como ya había pasado con otros edificios, arruinados y hundidos. En aquellos años se subía el agua para la obra en burros desde el río, a 60 m de profundidad, y casi no había comida para quien llegaba, pues era una economía cerrada de autoconsumo. Sin embargo, sin aquellos esfuerzos en duras circunstancias, es difícil asegurar que hoy pudieran disfrutar Albarracín y de Trujillo tantas gentes como actualmente visitan y gozan estas ciudades.

[46] http://www.fundacionxavierdesalas.com/es/HISTORIA/ (consultado 2019.8.3); https://www.google.com/search?q=restauraci%C3%B3n+del+Convento+de+La+Coria&safe=active&rlz=1C2CAFB_enES704ES704&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwi5592LhufjAhWR3eAKHS25CMwQ_AUIESgB&cshid=1564847213235214&biw=2048&bih=941 (consultado 2019.8.3)

[47] La Fundación está reconocida en el Registro de Fundaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte como institución benéfico-docente de carácter privado y con personalidad jurídica propia y está inscrita en el Registro de Organizaciones no Gubernamentales de Desarrollo de Extremadura y es miembro de la Asociación Extremeña de Fundaciones y de la Asociación Española de Fundaciones.

[48] Mª del M. Lozano Bertolocci, “Don Xavier de Salas y Trujillo, la huella de una aquilatada sensibilidad”, en M. Águeda Aguilar, ed., Estudios. Xavier de Salas. Cáceres, Universidad de Extremadura, 2010, p. 29.

[49] 1. Grupo de estudios de etnología americana. 2. Conversaciones académicas hispano-alemanas. 3. Colaboración con la universidad de Extremadura. programa economía, empresa y futuro. 4. Programa de cooperación para el desarrollo de la artesanía iberoamericana (COIBART). 5. Programa de medio ambiente. 6. Seminario permanente sobre paisaje y territorio. 7. Promúsica (Festival de Música Ciudad de Trujillo). 8. Colaboración con el Charleston College. 9. Colaboración con el Ayuntamiento de Trujillo. 10. Revista digital de difusión de recursos y actividades culturales. 11. La Coria: lugar de encuentro cultural en Trujillo. 12. Ediciones “La Coria” y publicaciones relativas a las actividades desarrolladas. 13. Museo didáctico. 14. Biblioteca (http://www.fundacionxavierdesalas.com/es/PORTADA/; consultado 25.9.2019).

[50] J. J. Muñoz Delgado, El primer hospital de América y otros relatos médicos, Bogotá, 1995; F. Aguirre Medrano, Historia de los hospitales coloniales de Hispanoamérica, México, 1999.

[51] J. T. Medina y Zabala, Historia de la imprenta en los antiguos dominios españoles de América y Oceanía, 1-2, Santiago de Chile, 1958; Mª del P. Cuesta Domingo, “Imprenta, bibliotecas y universidades en la América del siglo XVI”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., Itinerario de Hernán Cortés (catálogo de exposición), Madrid, 2015, p. 313-321.

[52] J. A. Guzmán Bravo, “Los primeros órganos tubulares en México”, Anuario Musical, 70, 2015, p. 43-62.

[53] J. Torres, “La implantación de la moneda en América”, Revista de Filología Románica, 11-12, 1994-1995, p. 115-130; G. Anes y G. Céspedes del Castillo, Las casas de moneda en los reinos de Indias, I-II, Madrid, 1996-1997; A. Canto, “La primera moneda de circulación global”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2015, p. 303-305

[54] G. Céspedes del Castillo, “El real de a ocho, la primera moneda universal”, XIII Congreso Internacional de Numismática. Madrid, 2003, Madrid, 2005, p. 1751-1760; A. Canto, “La primera moneda de circulación global”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2015, p. 303-305; C. Martínez Shaw, “México y el comercio mundial, entre Atlántico y Pacífico”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2015, p. 295-301.

[55] M. de Solía y Haro, La primera universidad de América. Orígenes de la antigua Real y Pontificia Universidad de México, México, 1940; Mª del P. Cuesta Domingo, 2015.

[56]  P. A. Palou, Breve noticia histórica de la Biblioteca Palafoxiana y de su fundador Juan de Palafox y Mendoza y los colegios de S. Juan, S. Pedro y S. Pantaleón, México, Secretaría de Cultura, 2002; Mª del P. Cuesta Domingo, 2015.

[57] Estatutos de la Real Academia de San Carlos de Nueva España, México, 1785; La Academia de San Carlos de la Nueva España. La Academia de 1792 a 1810, México, Secretaría de Educación Pública, 1976; E. Fuentes Rojas, La Academia de San Carlos y los Constructores del Neoclasicismo, México, 2002; E. Báez Macías, “La Real Academia de las Bellas Artes de San Carlos de la Nueva España”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2005, p. 339-341.

[58] A. E. Fernández, La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Doscientos años de lucha contra la viruela, Madrid, 2004.

[59] J. L. de Rojas, “Una nueva economía”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2015, p. 283-285.

[60] F. J. Puerto Sarmiento, “Estudios y expediciones científicas”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2005, p. 329-337.

[61] J. Alcina, Arqueólogos y Anticuarios. Historia antigua de la arqueología en la América española, Barcelona, 1995; J. Maier, “Expediciones en el siglo XVIII a las ruinas de Palenque, la Pompeya americana”, en M. Almagro-Gorbea y C. Esteras, eds., 2005, p. 341-347.

 

Oct 302019
 

Provisional.

Antonio Cantero Muñoz.

Resumen.

            Se pretende analizar como fue la realidad cotidiana del movimiento cofrade en Trujillo en la segunda mitad de Siglo XIX, articulado a través de las Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y la de Nuestra Señora de la Soledad. Se analiza los estatutos de la Cofradía de la Soledad, así como las relaciones entre ambas entidades, cuya regla general era la mutua colaboración, aunque a veces surgían conflictos. Por último, se pondrá en valor un aspecto poco conocido de la Semana Santa de Trujillo, como son las representaciones de la Pasión y presencia de figuras bíblicas en los desfiles procesionales.

INTRODUCCIÓN

            El movimiento cofrade en Trujillo durante la segunda mitad del Siglo XIX[1], se articula en torno a la Cofradía de Jesús Nazareno, con reglas aprobadas por el obispado el 1 de noviembre de 1845, así como Nuestra Señora de la Soledad el 17 de abril de 1847.

            Sin embargo, su estatuto jurídico adolecía de un grave defecto, que era el que no lo estuviera por la autoridad civil, conforme a la normativa dictada durante el reinado de Carlos III y años posteriores, lo que significada que no eran personas jurídicas legalmente constituidas con plenitud de derechos. Lo dicho, queda reflejado en oficio remitido el 27 de enero 1849 desde el Gobierno Civil al Vicario Eclesiástico de Trujillo[2]. La autoridad eclesiástica formuló, el mismo alegato que a lo largo de la historia se ha hecho sobre este particular, que se utilizaba al no poder acreditar tener reglas aprobadas por autoridad civil[3]: que con la invasión napoleónica dicha documentación desapareció con lo que no se podría acreditar la sanción real de las cofradías[4].

LA COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESUS NAZARENO

            Durante la segunda mitad Siglo XIX era la cofradía más importante de Trujillo, realizando estación de penitencia el Miércoles Santo, con sede en la Iglesia de San Lorenzo o Ermita de Jesús[5].

            La documentación conservada en el Archivo Parroquial de Trujillo[6], aporta una rica información sobre su devenir histórico en la segunda mitad del siglo XIX. Se puede afirmar sin ningún género de dudas, que sería un periodo histórico de estabilidad sin ningún sobresalto a destacar, caracterizado por disfrutar la hermandad de vitalidad y pujanza[7].

            Las actas reflejan total normalidad en el cumplimiento de sus estatutos, en cuanto a nombramiento de cargos directivos y gestión económica de la cofradía, cuyos recursos provenían en exclusiva de las limosnas que se recogían, en razón del arraigo de la devoción al Nazareno, en todos los sectores sociales de Trujillo.

            Vamos a aportar por razón de espacio, solo algunos datos que consideramos más relevantes. Aunque los estatutos solo distinguían entre los hermanos de luz y los de paso, del examen de las actas aparece la figura del hermano honorífico, que correspondía a personas a quienes se les reconocía los servicios que le habían prestado. Como botón de muestra, sería el caso del vicario eclesiástico y hermano de luz don Gregorio Ildefonso Cidoncha, conforme recoge la junta de 2 febrero 1849[8], donde manifiesto el clérigo que en razón de “sus muchas y perentorias ocupaciones de que constantemente se ve rodeado, no le es posible asistir a las juntas y demás cargos que ocurren a la Cofradía, y por lo tanto suplicaba a los Sres concurrentes, se le conceptuase solo como hermano adonoren, sin perjuicio de que como Juez Ecco contribuiría a todo cuanto este a su alcance al esplendor y brillo de la Cofradía”.

            Debido a que la Cofradía de la Piedad, desde el 7 de enero de 1848, estaba agregada a la del Nazareno, existen varios acuerdos sobre esta imagen mariana. Así, la junta de 27 de enero de 1850, acordó celebrar en su honor misa solemne y procesión el domingo más próximo al 15 de agosto y procesión[9]. La de 9 de abril de 1876 que “atendiendo a los beneficios que produce a la Cofradía de Ntro Padre Jesús la agregación de la de Ntra Sra de la Piedad, se acordó que en obsequio y culto de la Virgen, se haga una fiesta el Domingo siguiente al día de la Asunción de Ntra Sera, que es el quince de Agosto”.

            El 12 agosto 1877, por unanimidad que se hiciera la función a la Piedad en la forma siguiente: “Que el Domingo próximo diez y nueve del corriente se tubiese una fiesta con su misa cantada con diáconos, y sermón a las nueve de la mañana, y por la tarde a las seis procesión, dando la vuelta al Paseo rezando antes el Santísimo Rosario, y después se cantase el Magnificat”.

            Un papel que siempre han jugado las cofradías, ha sido el de actuar de mutuas de protección social, sobre todo en momentos históricos en los que el auxilio a los más necesitados no estaba a cargo de la Administración Pública como ocurre en la actualidad. Los estatutos de 1848 en sus artículos 11 y 12, así como del 15 al 18 regulaba el tema de las misas ofrecidas por el alma de los cofrades difuntos.

            Sin embargo el acta de 14 de septiembre de 1881 nos hace saber que en atención a los pocos recursos que por entonces contaba la hermanda “por las vicisitudes de los tiempos”, al no poder cumplir las cargas de los hermanos fallecidos en los términos de los citados artículos, se dispuso que se celebre un novenario de misas en beneficio de todos los hermanos difuntos, con misa de Réquiem el último día, avisando a todos los cofrades para que concurran a dicho acto.

            En la junta de 18 de febrero 1883, se propuso que ya que se decían en San Lorenzo oficios de difuntos a los hermanos que fallecían, comprar un paño negro con las iniciales de la cofradía, que ponerlo sobre una mesa cubierta con cuatro velas.

            Un aspecto que siempre ha cuidado esta cofradía, ha sido la conservación de su patrimonio. En la junta de 14 de septiembre de 1876, se hizo presente que el estandarte negro se hallaba en mal estado, como las dos cruces de lata, y otra de los bordones, se acordó hacer nuevas cruces y comprar tela para el estandarte que se haría nuevo. Adquirir tela para poner unas cortinas en los altares colaterales para cubrir las imágenes, evitando de esta forma “que el polvo las perjudique”. En vista de la poca luz que tenía la Sacristía, se acordó realizar algunas obras[10].

            La de 14 de octubre de 1876, por Antonio Palacios se hizo presente que existían en la cofradía algunos efectos que habían pertenecido al Convento de la Encarnación, que los tenía en su poder, entre los que se encontraban faroles que usaba el Huerto y el Santo Sepulcro, queriendo dejar constancia para evitar problemas[11].

            En la junta de 20 noviembre 1881, se hicieron propuestas para conservar el patrimonio cofrade[12]. En la de 14 de septiembre 1882, se decidió hacer tres banquillos para poner las imágenes el Miércoles Santo y cuando sea necesario. Más relevante fue la del 18 de marzo de 1883, con los siguientes acuerdos: Adquirir un vestido nuevo a San Juan, pedir a doña Paz Orellana, se hiciera cargo de su abono, aprovechando la ocasión para darle las gracias por el vestido nuevo que regaló a Nuestra Señora de la Soledad. Que se retocase el rostro de Nuestra Señora de la Soledad. Recorrer los tejados de toda la ermita y sacristía, haciendo una chimenea en la habitación pequeña que habita el santero.

            La de 14 de octubre de 1883, acordó comprar seis sillas para tenerlas en la sacristía para servicio de los sacerdotes y de los hermanos. También, comprar media docena de escobas para el aseo de la iglesia y componer una lámpara

            El 27 febrero 1884 tuvo lugar una junta extraordinaria conforme al art. 22 de los estatutos, se propuso hacer un cancel para la puerta de la iglesia, para evitar que el ruido procedente de la calle molestara a la hora de celebrar cultos[13]. También, adquirir una cabeza nueva para la imagen de San Juan por hallarse muy deteriorada la que tenía, así como unos brazos. Sobre esta cuestión, en la junta de 6 de abril de 1884, por unanimidad se decidió entregar a doña Paz Orellana “la efigie antigua de San Juan o sea la cabeza y los brazos, ya que se han traído otros nuevos en atención a los beneficios que esta Sra esta haciendo a la cofradía[14].

            Por último, aportaré datos sobre los cambios en las calles por donde discurría el trayecto procesional. Partimos del acordado el 16 de abril de 1848[15]: Calle de la Encarnación, Calle Nueva, Calle San Miguel, Calle de Sograga, Calle de Sillería, alrededor de la Plaza, Calle de Herreros hasta San Francisco, en cuya iglesia terminará “omitiendo la entrada de Ymagenes en las Yglesias de San Miguel y de San Martín con el fin de que no se diuida la procesión”.

            Por distintas circunstancias se procedió en algunas ocasiones a modificarlo. Así, la junta general de 25 de marzo de 1877, se acordó “el orden de ella y la carrera que ha de llebar en este año que será Calle de la Encarnación, Calle nueva, Calle de San Miguel, Calle de Sofraga, Calle de Silleria, alrededor de la Plaza, Calle de Tiendas, Calle de Cuatro Esquinas, Calle de Herreros, Calle de San Francisco y Calle Pardos, a ingresar en su Yglesia donde concluirá la procesión”.

            Pero no perduró mucho, pues la del 14 abril 1878, donde estuvo presente el alcalde de la Soledad, determinó que la procesión “ha de llebar la carrera del año anterior, escepto que no subirá por la calle Nueva, y si seguira por la de la Merced a la calle de Tintoreros hasta San Miguel, Sofraga, Sillería, al rededor de la Plaza, Calle de la Carniceria, de Herreros, San Francisco, Padros a ingresar en su Yglesia donde concluirá la Procesión”.

            Por fin, en la celebrada el Domingo de Ramos 6 de abril de 1879, decidió que la procesión del Miércoles Santo fuese por la carrera antigua, puesto que había desaparecido los obstáculos que motivaron su variación en los dos años anteriores, lo que parece referirse a obras en esas calles.

La Ermita de Jesús a finales del siglo XIX

            Para finalizar aporto descripción de la Ermita de Jesús a finales del Siglo XIX, que refleja de alguna forma el buen estado en que por entonces se encontraba la cofradía del Nazareno, realizado por Pedro Trancón, párroco de Santiago el 2 enero 1893[16]:

            “Yglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno- Esta espaciosa Capilla situada frente al Paseo del Mercadillo, era la Yglesia del antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Caridad, se haya a cargo de la cofradía establecida en ella desde fecha muy remota, con el título de Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas. Tenía dos capellanías fundadas en ella, para que los sacerdotes que la sirvieran tubieran el cargo y tenían de la asistencia de los enfermos, prestándoles los ausilios espirituales que necesitasen. Con las leyes de desamortización toda la parte del edificio que constituían las salas de los enfermos y demás dependencias de este asilo de caridad se enegenó quedando solo para el culto público la Yglesia y Sacristía.

            Las efigies que en ella se veneran los siguientes: En el Altar Mayor Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas, de vestir y estatura natural; al lado del Evangelio, la Virgen también de vestir de los Dolores; a la de la Epístola San Juan Evangelista; en el altar de la parte del Evangelio están las efigies del Señor Orando en el Huerto, Amarrado a la Columna y el Ecce Homo, de vestir esta y la primera y de talla la segunda. En el altar del lado de la Epístola, las efigies de Sta María Magdalena y la Verónica. En un altar nuevo frente a la puerta de entrada, desde hace cuatro años se venera la efigie de Nuestra Señora de la Piedad, nueva y de estatura natural. Ropas: Los manteles correspondientes a los altares con alva, amito y cingulo vastante usados. Una casulla que hace a color blanco bastante usado y una capa morada de mucho uso. Candeleros de metal y de lata, doce de escaso valor.

            En las Constituciones de la Cofradía aprovadas por la Autoridad Eclesiástica (de este Obispado) se consigna el culto que se tiene inbitando al Señor con toda regularidad sin que haya faltado ningún año del modo sigte: Todos los siete Miércoles de Cuaresma, a hora competente que generalmente son a las cuatro de la tarde, se reza el Santo Rosario, Plática o Sermón, sobre uno de los puntos principales de la Pasión del Señor, empezando el Miércoles de Ceniza, con el asunto de la Oración en el Huerto, y terminando el Miércoles Santo con la Cruz a Cuestas, saliendo en seguida la solemne procesión, llevando en ellas todas las efigies que se han citado, viniendo esta costumbre de tiempo inmemorial. El Jueves Santo por la noche se predica el Sermón de la Pasión del Señor, y generalmente se hace en la Yglesia de S. Francisco por ser la más espaciosa para contener la multitud de fieles que acuden a estas solemnidades de Semana Santa, muy acreditadas en los pueblos colindantes, asistiendo de ellos una gran parte de fieles.Para sufragar los gastos que ocasionan estos piadosos cultos, los hermanos que componen esta cofradía hacen sus petitorios en los días que por costumbre antiguamente tiene establecida.

LA COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

            Era continuadora de la fundada en el Convento de la Encarnación, cuya existencia está acreditada el 12 de octubre 1565, en razón de Bula de Gregorio XIII que concedía indulgencias espirituales a sus hermanos, dato que aparece en los antecedentes de sus estatutos[17]. Realizaba estación de penitencia el Viernes Santo con la Soledad y Santo Sepulcro. Tras la Desamortización de 1835 se trasladó a la Ermita de Jesús, estando en San Francisco a partir de 1846.

Funciones religiosas

            Promover el culto y devoción a María Santísima en el acto de su Soledad y excitar a los fieles a solemnizar la memoria de Jesucristo en tiempo de Cuaresma y Semana Santa, como refleja el art. 1, al decir que se promovería el culto a esa advocación mariana, según los recursos de que disponga. A tal fin, el Viernes Santo tendría lugar el Sermón de las Siete Palabras, Descendimiento y de Soledad. A su término, “la procesión llamada del Entierro de Cristo que se verificará el Viernes de la Semana Santa con la solemnidad posible y previo los consentimientos necesarios”[18]. Además, el art. 4 establecía que debía asistir “en Corporación a todas las funciones y fiestas que se costeen por la Cofradía y a las que por Autoridad eclesiástica y civil fuere invitada”.

            El art. 6 establecía la obligación todos los cofrades, de ayudar en Semana Santa a los oficiales, en disponer y preparar lo necesario para el culto con las fiestas y procesiones, obedeciendo siempre y respetando sus disposiciones para evitar discordias.

            El art 8 señala, la obligación de tener fiesta solemne con el carácter de Minerva, el día veinte y dos de julio, en que se celebra la festividad de la Magdalena. Asistirían todos los hermanos, con invitación a los del Nazareno para que concurran con insignias y estandartes. El art. 9 indica que dicha función y demás que concurran, se celebrarán y oficiarán por el cura de San Francisco, o donde se halla establecida. El art. 10 señala la obligación de asistir a todas las procesiones generales con insignias y estandartes; y a la fiesta del santo patrono de la Iglesia donde se halle, como también el Jueves Santo al Monumento al Santísimo.

Funciones asistenciales

            Son muy importantes, por cuanto durante el siglo XIX estamos en un periodo en que el estado no se hace cargo de las misma, actuando las cofradías y hermandades como mutuas de protección social en el tema de entierros, cuestión que era aprovechada para aumentar el número de cofrades[19]. El art. 11, dispuso que debe asistir con todas las insignias a los entierros, honras y funerales de los hermanos de luz y de paso[20]. La presencia de la cofradía y misas en caso de cofrades del Nazareno, o personas que muriesen en casa de algún cofrade, se regulan en artículos 12 al 14[21].

            El art. 16 acuerda celebrar al comienzo de cada año misa solemne con con Diáconos el día del Dulce Nombre de Jesús, advocación muy vinculada a la de la Soledad[22]:

            “que se celebrar la Dominica Segunda Epifanía, la que se aplicará por los hermanos vivos y difuntos de esta Cofradía, y por los de Nuestro Padre Jesús, con obligación de asistir a este acto ambas Cofradías con sus insignias y estandartes, según que así del mismo modo lo hará, pero en distinto día, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús”.

Gestión económica de la cofradía

            Como el resto de las cofradías de Trujillo, los distintos procesos desamortizadores hicieron que perdiera su rico patrimonio[23]. Los únicos recursos provenían de las limosnas, y conforme señala el artículo 17, así se cumplían con las cargas piadosas reseñadas.

Organización de la Cofradía de la Soledad y sus órganos de gobierno

            El art. 8 fijaba cuales eran las juntas generales obligatorias, que tendrían lugar en la sacristía de San Francisco: Domingo de Ramos, para tratar funciones de Semana Santa; Domingo de Pascua de Resurrección para la elección de oficiales; la del primer domingo de mayo, cuyo objeto era la de rendir cuentas, a la que solo deben asistir los hermanos que desempeñen oficios; otras juntas extraordinarias “si la necesidad y bien de la cofradía lo exigiese”.

Los cofrades

            Al igual que el Nazareno, distinguía entre hermanos de luz y de paso, disfrutando los primeros de más derechos, siendo los segundos personas de condición social más humilde, que por tal motivo pagaban menos para formar parte de la entidad[24]. Se facilitaba la entrada de hijos de los cofrades, por lo que en el art. 21 se establecía que el hijo mayor de cualquiera hermano difunto, podrá obtener la entrada pagando solo media entrada; y en el caso de renuncia, pasará a cualquiera de sus hermanos.

            El art. 22 establecía como causa de no admisión quien observe malas conductas: “y si alguno se hallare dominado de algún vicio o pasión vergonzosa, será denunciado ante el Alcalde de la Cofradía para que le reprenda y amoneste, según el orden de la corrección fraterna, y sino se enmendase amonestado que fuere, lo hará presente a los demás oficiales para que con intervención de la Autoridad que competa se le despida y excluya de la cofradía”.

Organización y cargos

            El art. 27 disponía que cada año el Domingo de Pascua de Resurrección, se celebraría junta general de los hermanos luz para proceder a la elección de los siguientes cargos, que nunca podrán recaer en quienes hubieran sido oficiales del Nazareno, aunque sean cofrades de la Soledad: alcalde, diputado primero y segundo, mayordomo del arca, mayordomo de iglesia, secretario y hermano mayor. La votación sería secreta, en caso de empate decide el alcalde.

            Las atribuciones del alcalde, en calidad de máxima autoridad las refleja el art. 29, pudiendo ser suspendido o cesado, en caso de faltar a alguna sus competencias en junta que celebrarían los oficiales. Era el representante legal, facultado para imponer sanciones a los cofrades[25]. Asimismo, nombrar en unión con el alcalde del Nazareno, los hermanos de paso que han de llevar las imágenes y dirigir la procesión del Viernes Santo, cuidando de las buenas relaciones entre ambas cofradías[26].

            El art. 30 se refiere a los oficiales o diputados, debiendo el primer diputado llevar el estandarte en las procesiones generales, entierros y demás fiestas que ocurran. Ambos, deben ayudar al alcalde y hermano mayor, a disponer lo conveniente para las funciones que se hagan y sustituirles en su defecto.

            El art. 31 se centra en la gestión económica, a cargo del mayordomo del arca[27], quien debía “guardar con sumo cuidado y responder de los bienes, limosnas y demás intereses que para el culto de la cofradía se le entreguen sin que pueda distraerlas para otro uso”. Para tal fin, debían llevar un libro de ingresos y gastos. Además, debía guiar el estandarte en la procesión del Viernes Santo.          El art. 32 señala que era competencia del mayordomo de iglesia, el cuidar los ornamentos, efectos destinados al culto y cera, así como mantener en buen estado la capilla[28].

            El art. 33 se refería al Hermano Mayor, que era el ayudante del alcalde y su sustituto “en los cargos que para el mejor régimen y ostentacion de sus fiestas se le encomienden”. Siembre debía ser hermano de luz, “de los más celosos para la conserbacion y aumento del culto de la Cofradía”. Podía votar en las juntas, rigiendo el paso del Santo Sepulcro.

            El art. 34 se refería al Secretario, a quien correspondía regir la Magdalena en la procesión del Viernes Santo. Estaba a su cargo, cuidar del archivo y documentación de la cofradía[29]. A ta fin debía formar cada año inventario de bienes, y de todo tipo de documentos[30]. Además, le correspondía lo siguiente: hacer saber a los cofrades de sus obligaciones; asistir a las juntas extendiendo las actas y acuerdos; avistar al alcalde y oficiales de las fiestas a celebrar; distribuir las papeletas de sitio a los hermanos de paso; distribuir horas hermanos de luz para vela al Santísimo.

Aprobación de los estatutos

            Fueron aprobados por los cofrades el 30 de abril 1847. El 15 diciembre 1847 don Manuel Tiburcio Díaz, en calidad de gobernador eclesiástico del obispado de Plasencia, por delegación de don Cipriano Varela, acordó su aprobación con alguna salvedad importante, como la relativa a los Sermones de las Siete Palabras y Descendimiento: “salvos siempre los derechos parroquiales y prohiviendo pr ahora y hasta nueva disposición en contrario los dos sermones de las Siete Palabras y Descendimiento de que habla el artículo segundo de las Constituciones”.

            Una de las razones que explica que se prohibieran el Sermón de las Siete Palabras y Descendimiento, eran las irreverencias y desacatos que se tenían lugar durante su celebración, como refleja el oficio remitido por el Vicario Gregorio Ildefonso Cidoncha al Ayuntamiento de Trujillo[31]:

            “Habiéndose prohibido en años anteriores el Sermón de las Siete Palabras, qe se predicaba en la Ygª de S. Franco de esta Ciudad por los desacatos e irreverencias qe durante el se cometían en el Templo y deseoso el Sr. Gobernador de complacer a los cofrades de la Soledad qe no ha cesado de suplicar les conceda de nuevo su permiso pª qe se predique el Sermón indicado, Su Sria esta pronto a permitirlo spre que la Autoridad Civil salga garante no solo del orden sino de la devoción y reverencia q los fieles deben obserbar en el Sto Templo.

            Al efecto e encarga esplore la voluntad de VS y si se halla dispuesta a corregir los escándalos qe dieron margen a la prohibición de dicho Sermón, ya evitando qe las personas de uno y otro sexo estén confundidas y mezcladas unas con otras, ya poniendo de trecho en techo personas qe vigilen por el orden y compostura, ya en fin tomando todas las precauciones q le sugiera su prudencia y cele religioso, no ponga obice a los deseos de espresados cofrades. Sirvase VS manifestarme su modo de pensar pª según el dar mi resolución a los cofrades con tiempo suficiente para q puedan preparar lo necesario al efecto”.

            Existe un testimonio documental fechado en 1855, que nos describe de forma sintética cual era el estado de la cofradía en esa fecha, en cuanto a sede canónica, número de hermanos, funciones religiosas, situación económica[32]:

            “Nombre o advocación de la Parroquia: San Andrés. Nombre de la Congregación: Cofradía de Ntra Sra de la Soledad. Fecha de la R. Cédula en qe fueron aprobados e insertos los estatutos: La fha de la Rl Cédula se perdió en la Guerra de la Yndependencia por la perdida que tuvieron todos los archivos se perdió la Rl Zedula. Pero esta cofradía conserva varias credenciales de su antigüedad que los tribunales reconocieron, entre ellos uno de su Santidad Gregorio XIII concediendo ydulgecias a los que se alistaran a dicha Cofradía, que se incorporó a la de Roma el año 1588 siendo Papa Sixto V. Numero total de componentes e individuos q en el día cuenta cada congregación: ciento quince. Advertencias: Esta cofradía no posee bienes algunos pr haber sido vendidos. Tiene a su cargo la procesión del Sto Sepulcro todos los Viernes Stos, así como también tiene a sus expensas a los Reos se muerte cuando se hallan en capilla pr no haber congregación de Caridad, siendo también a su cargo hacer algunos sufragios por los hermanos que fallezcan

            Con respecto a su sede canónica, debemos hacer una importante precisión. Tras los distintos procesos desamortizadores (supresión conventos durante la Guerra de la Independencia, la desamortización del Trienio Liberal, y la de 1835), la cofradía prácticamente desaparece, se queda sin imágenes a las que rendir culto ni enseres, con solo dos hermanos, siendo acogida por la Cofradía del Nazareno en su ermita[33]. En 1846 se traslado a San Francisco, que a mediados del Siglo XIX, aparece designada como Parroquia de San Andrés.

RELACIONES ENTRE LAS COFRADÍAS DE JESUS NAZARENO CON NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

            Teniendo en cuenta que durante el Siglo XIX, la Semana Santa de Trujillo se articulaba sobre estas cofradías, es lógico pensar que sus relaciones eran amplias, constantes en el tiempo, así como de colaboración, aunque también tuvieran conflictos. El marco jurídico que las regulaba, era la Concordia suscrita entre ambas hermandades. Ya conocemos una primera de 27 de noviembre 1844, que fue aprobada por la autoridad diocesana con ciertos reparos el 14 de diciembre 1844. Otra de 5 de febrero 1848 más relevante, pues su contenido se incorporó a las reglas de ambas cofradías, cuyo contenido ya ha sido objeto de nuestro estudio[34].

            Una cuestión que abordamos en mi comunicación en los XLVII Coloquios de Extremadura, es que frente a la afirmación de Ramos Rubio que a partir de la Concordia de 5 de febrero 1848 se habían unido ambas cofradías[35], aunque desde mi punto de vista, su objeto era la organización de las procesiones de Semana Santa, así como de sus principales actos de culto, de común acuerdo pero siendo dos hermandades distintas, con sus propias normas y órganos de gobierno[36],

            Aporto un dato que despeja todo género de dudas sobre este particular. En concreto, el art. 27 de los estatutos de la Cofradía de la Soledad, cuando se refiere a la elección de los miembros de la junta de gobierno, y señala que “dichos oficios no podrán recaer en los que tubieren desempeñando cargos en la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, aunque sean hermanos de esta de la Soledad”.

            Carece de toda lógica y sentido, que si la del Nazareno y la Soledad eran una sola cofradía, se impidiera por este motivo ser miembro de la junta de gobierno de la Soledad, al que desempeñaba esa responsabilidad en la del Nazareno, pues siendo una sola entidad no habría intereses contrapuestos, aportando además el valor de la experiencia.

            Con el transcurso del tiempo, se vio la necesidad de revisar el marcó jurídico que regulaba sus relaciones, que como hemos dicho se basaba en la Concordia de 7 de febrero de 1848, en razón de varias circunstancias, cuestión abordada por junta de oficiales de ambas, de 4 de noviembre de 1880[37]:

            “Que creía que la Concordia celebrada entre las dos Cofradías, causaba perjuicios a ambas y disgustos a los cofrades, y en su virtud que debía deshacerse, sino en todo, en la parte que afecta a los intereses de las dos, cuyos perjuicios son originados por la asistencia mutua que marca el párrafo 9º de la Concordia, y por cuya causa ni los hermanos de Jesús querran hacerse hermanos de la Soledad, ni estos de la de Jesús, puesto que sin pagar nada (en perjuicio de ambas cofradías) tienen obligación de darles asistencia.

            Que visto que en las funciones de Semana Santa hay altercados por los hermanos de una y otra cofradía en la conducción de las Ymagenes, produciendo esto disgustos y una desacato al Culto Divino, cree conveniente para evitarlos, que cada Cofradía nombre sus hermanos para la conducción de las Ymagenes en los días que a cada una corresponda.

            Que para hacer el petitorio en la Semana Santa, se elijan días distintos, sin que haya motivo para interrumpirse en las limosnas de los fieles, quedando las dos cofradías en la buen armonia en que han estado siempre se servirse mutuamente con las Ymagenes y todos los efectos que cada una tenga, y ayudarse en las funciones si se exigieren mutua cooperación.

            Con todo lo anteriormente expresado, así como el de que queda suprimida la obligación de asistirse a la defunción de unos a otros en las distintas cofradías, quedaron conformes todos los concurrentes”.

            Ambas cofradías pusieron término a dicho pacto. Asimismo se acordó, que para hacer la demanda de limosnas se eligieran días distintos, los de la Soledad del Domingo a Miércoles de la Semana de Pasión, los de Jesús el Domingo de Ramos y el Miércoles Santo, volviéndolo hacer la Soledad el Viernes Santo. Lo anterior dio lugar a que en la junta del Nazareno de 2 de abril de 1882, se acordó la correspondiente modificación de los estatutos, remitiendo comunicación al obispado, que mostró su conformidad el 2 de noviembre de 1882[38]. Expresamente dejó claro que eran dos cofradías distintas e independientes, sin ningún vínculo como el que suponía la Concordia al señalar: “quedando cada una de ellas independiente de la otra, y solo sometida a sus propios reglamentos y Junta Directiva”.

LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

            Las relaciones entre ambas cofradías, también iban a estar determinadas por la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Ramos Rubio nos dice que fue trasladada al Convento de las Jerónimas el 7 de mayo de 1846. El 9 de abril de 1879 desde el obispado se acordó que fuera al Convento de San Pedro, donde se mantuvo, a pesar de la petición formulada por la Soledad el 15 de mayo de 1886, que fue denegada por el obispado el 31 de mayo de 1886[39].

            Vamos aportas nuevos testimonios sobre la citada imagen mariana. El primer dato que aportamos, es el relativo al templo de procedencia de la imagen, que aunque su advocación fuera Nuestra Señora de la Soledad, en ningún caso se trataba de la que era titular de la cofradía del mismo título fundada en el Convento de la Encarnación. Disponemos de varios testimonios que así lo acreditan. En primer lugar el 13 de abril de 1846 la Cofradía de la Soledad, remitió escrito a Plasencia formulando dos solicitudes[40]:

1º Traslado de la cofradía desde la Ermita de Jesús a la Iglesia de San Francisco, en razón de que solo podía pedir limosnas el Martes y Viernes Santo.

2º Entrega de la imagen de la Soledad que estaba en las Jerónimas, y señala que provenía del Convento de la Merced: “se nos entregue la Ymagen de la Soledad q tenían los Religiosos de la Merced y hoy se halla en la Yglesia del Convento de Monjas de Sn Geronimo de esta ciudad pª ponerla en la Capilla qe se nos destine u puedan hacerle los cultos cual se merecen, ps la Cofradía no tiene esta Efigie, y seria mas trabajoso el pedirla a la de N P J así ps”.

            El obispado contestó el 7 de mayo de 1846 en la persona de don Manuel Tiburcio Diaz, que encomendó al vicario de Trujillo, el arreglo de las dos cuestiones “según le dicte la prudencia atendidas las circunstancias”. El vicario resolvió el 16 de mayo de 1846, acordando el traslado de la cofradía y la imagen de la Soledad a San Francisco, pero con respecto a la efigie con carácter provisional, sin que ello supusiera perjudicar el derecho de propiedad a quien legítimamente corresponda:

            “el arreglo y decisión de los dos particulares qe obran en la exposición qe esa Cofradía le dirigió en 13 de abril próxio sobre sobre traslación de la misma a la Yglesia del Suprimido Convento de San Francº de esta Ciudad, y petición de la imagen de la Soledad qe perteneció a los Religiosos Mercedarios y se halla en la actualidad en el Convento de las Religiosas Geronimas de la Concepción, prometiendome qe de uno de otro se ha de seguir mayor fervor y devoción en los herms y qe todo cederá en honra y gloria de Dios y de Su Sa y afligida Madre, he creído conveniente usando de las facultades qe me han sido delegadas no solo permitir la traslación y establecimto de esa Cofradía qe tiene el honor de presidir a la citada Yglesia de San Francisco, sino concederles la Ymagen espresada qe podrán desde luego conducir con la mayor pompa y veneración y colocarla en dicha Yglesia y tomarla como Patrona a qe se dirigirá todo su culto sin qe sea visto por esta determinación provisional perjudicar jamás en lo mas mínimo el derecho de patronato de dicha Cofradía ni el de propiedad sobre referida Ymagen a quienes legitimte corresponda”.

            Asimismo a la espalda de la sagrada imagen consta la siguiente inscripción[41]: “Esta efigie perteneció al suprimido convento de la Merced de esta ciudad de Trujillo. La renovó en el año 1875 don Francisco Ruiz de la Hermosa a expensas de algunos devotos”.

            El 19 de septiembre de 1874 la Junta Directiva de la Soledad, acordó que en razón del mal estado en que se encontraba la Iglesia de San Francisco y la capilla donde recibía culto, fuera trasladada hasta efectuar las reparaciones oportunas al Convento de San Pedro[42]:

            “se comunicó y acordó que en atención al mal estado en que se encuentra la Yglesia de S. Franco y capilla donde se halla colocada la Ymagen de Ntra Sra y Madre de la Soledad, la cual esta muy deteriorada, en que esta sea trasladada a la Yglesia del Convento de Religiosas de San Pedro de esta Ciudad, con el fin de que dichas Sras cuiden de colocarla en una capilla o sitio más a propósito para la conservación de referida Ymagen y evitar su completa destrucción, conservando la Cofradía en su poder las ropas, muebles y demás efectos que sirven para su culto y funciones y el uso qe han venido haciendo de referida Ymagen, el cual será entregada a dichos cofrades siempre qe la necesiten para la celebración de las funciones establecidas en las Constituciones de la Cofradía, u otras que entre año procuren hacer su honra y gloria de la Santísima Madre tanto al presente como en los tiempos sucesivos, ya sea en la Yglesia de S. Franco donde la Cofradía está establecida o el cualquier otro templo, si en este no fuese posible, por el estado ruinoso en que viene cayendo”.

            El 7 de abril de 1877 Francisco Navarro, en calidad de arcipreste de Trujillo, remitió oficio al párroco de San Francisco, (en el documento lo designa como San Andrés), haciendo saber que, habiendo cesado la causa que motivó el traslado de la Soledad de las Jerónimas a San Francisco, usando de las facultades concedidas por el Gobernador eclesiástico el 7 de mayo de 1846, acordó que la imagen mariana fuera devuelta tras finalizar el Sermón de la Soledad al Convento de San Pedro, “donde quedará establecida hasta nuevo acuerdo de la autoridad competente[43]. Esta decisión también se trasladó a la Cofradía de la Soledad[44]. También el arcipreste Francisco Navarro hizo saber a la Soledad que el párroco de San Francisco reclamó al obispo contra la decisión anterior, que fue desestimada. Por ello “se ha oficiado a las religiosas de Sn Pedro para que conserven la imagen, la asistan con cuidado y esmero procurando su culto, y la cedan a la Cofradía previo el permiso del Arcipreste, para las funciones ordinarias y extraordinarias que aquella celebre debolviendola desde luego al expresado convento”.

            El último intento de la Cofradía de la Soledad, de que la imagen que con esa advocación se encontraba en el Convento de San Pedro volviera a San Francisco, tuvo lugar en 1886. Se remitió solicitud firmada por Sebastián Lumbreras al obispado a tal fin, la cual reitera que se trasladó a San Pedro en 1874 por el mal estado de San Francisco, así como para “celebrar una rogativa para que su Divina Magestad nos librase de la sequia que en aquella época atemorizaba la población”.

            La cofradía tras expresar que, “reconocemos el derecho que SSY tiene sobre referida Ymagen”, pedía que todas las imágenes que se encontraban en San Pedro volvieran a San Francisco. Lo anterior fue hecho saber a la abadesa de San Pedro, con la indicación que las imágenes estaban a su disposición para cuando quisiera celebrar culto, pero expreso “que nada tenia que decir con respecto al Señor del Sepulcro, San Juan y Magdalena, que antes habían indicado la conveniencia de que fuera trasladadas a otra parte, pero no así con respecto a Nuestra Madre de la Soledad”

            El 15 de mayo de 1886 contestó el obispo, acordando la permanencia de la Soledad en San Pedro en los siguientes términos:

            “que hemos venido en determinar que la imagen referida continue en la Iglesia del Convento de San Pedro al cuidado y custodia de las religiosas. Los cofrades podrán usar de ella en la procesión del Viernes Santo y otras funciones particulares, previo siempre el permiso del Sr Arcipreste que deberán exhibir a las religiosas cada vez que haya de salir la imagen. Sin esta licencia no podrán las religiosas permitir que salga de su Yglesia y siempre que obtenido el permiso la saque en procesión, deber será de los cofrades volverla a la referida Yglesia sin dilaciones ni pretestos”.

LAS REPRESENTACIONES DE LA PASIÓN Y LA PRESENCIA DE FIGURAS BÍBLICAS EN LOS DESFILES PROCESIONALES

            Las representaciones de la Pasión, tiene por objeto hacer más asequibles los dogmas de la religión, facilitando su enseñanza pues su contenido se comunicaba mejor, con el lenguaje hablado y montajes escénicos que tenían lugar. Durante el Barroco, alcanzaron gran auge los sermones y representaciones de escenas de la Pasión, en los que además de varias imágenes penitenciales, participaban figuras bíblicas y los pregoneros o «resaores» o pasionarios, que narraban la escena que se estaba interpretando[45]. Vamos aportar datos, algunos inéditos, que acreditan su presencia en la Semana Santa de Trujillo.

Cofradía de Jesús Nazareno

            Desde antaño hacía representaciones de la Pasión[46], en concreto las tres caídas del Nazareno, cuyo momento central era el encuentro del Nazareno con la Verónica, que tenía lugar en el edificio conocido como Casa de la Cadena[47]. Durante la segunda mitad del siglo XIX, continuó esa tradición. Así, en las juntas que tenía lugar todos los años el Domingo de Ramos, para preparar la procesión del Miércoles Santo, así como designar los hermanos de paso y quienes los regían, se reseña a quién le correspondía esa responsabilidad “para hacer los pasos”.

            Disponemos de otro testimonio documental hasta ahora inédito, que acredita la continuación de esta tradición. Se trata la edición del periódico La Opinión de 31 de marzo de 1926 que describe como era la Semana Santa en Trujillo en la década de los años 70 del siglo XIX[48]:

                “Miércoles Santo. A las cinco de la tarde de ese día se organizaba la procesión de los Pasos, que salía del Santuario de Jesús y terminaba en San Francisco. En la Plaza Mayor tenia lugar la ceremonia de enjugar la Verónica el rostro de Jesús. A este fin, en la Casa de la Cadena se tenía preparada, por los Hermanos Imagen de la Verónica, quienes al aproximarse la procesión a la escalera estrecha, única que inmediatamente por la plaza da acceso a la parte superior de la de abastos, la bajaban a paso acelerado hasta la de Nuestro Padre Jesús, que paraba algunos metros antes de referida escalera. Era desplegado el velo que en sus manos llevaba la Verónica al acercarle a la cara de Jesús, y ante la fiel muchedumbre aparecía impreso el rostro del Salvador. Retirada la imagen para formar en la procesión, el Nazareno volvía la cabeza a todas partes, como buscando agradecido a la santa mujer compasiva, entre tanto que un sonido lánguido y prolongado de clarinete o corneta, juntamente con lo emocionante de la escena, ponía una nota de dolor y emoción honda entre los fieles. Antes, en la plaza, se habían presentado las tres caídas de Jesús”.

            Pero las representaciones de la Pasión no terminaban ese día. El Jueves Santo tras el Sermón de la Pasión, que tenía lugar en San Francisco con la imagen del Nazareno y comenzaba a las 8 de la tarde, desde el coro se anunciaba la sentencia a muerte dictada por Pilatos contra Jesús, simulando desde el crucero la aceptación por el Eterno Padre de la muerte de Jesucristo por la salvación del género humano[49]:

            “Jueves Santo: Además de los oficios propios de este día, a las ocho de la noche se predicaba en San Francisco el Sermón de la Pasión. Al terminar la oración sagrada, desde el coro se anunciaba la sentencia a muerte dictada por Pilatos contra Jesús, y desde el crucero de la Iglesia se simulaba la aceptación por el Eterno Padre de la muerte de Jesucristo por la salvación del género humano”.

Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad

            En su momento, acredite la presencia de figuras bíblicas en el cortejo de la procesión del Entierro de Cristo, que eran las de José de Arimatea y Nicodemo[50]. Hoy aporto un documentó inédito, que acredita la continuación de esta tradición, de 21 de febrero de 1856, que describe como iba organizado el cortejo y las figuras bíblicas que participaban, en concreto la Verónica, María de Salomé, María de Cleofás y María Magdalena, las Doce Sibilas y los Arcángeles [51]:

            “La Lucida Milicia Nacional de Caballería abrirá paso para contener el numeroso concurso que es consiguiente se agolpe a ver esta Religiosa Función. A esta escolta seguirán cuatro niños lujosamte vestidos, figurando una de las Tribus más conocidas en el Viejo Testamento, regidos aquellos por dos hermanos de dicha Cofradía. Detrás de este pequeño Coro, se presentará la Cruz de Ntro Redentor, regida por uno de los Cofrades más antiguos, subsiguiendola un Coro de Nazarenos, representados por niños de tierna edad. A este Coro seguirán todas las Cofradías, y después el Coro de las Doce Sivilas, figuradas por otras tantas Jobenes vestidas también con toda propiedad, llevando sus atributos, nombres y profecías.

            De esperar es, que el Paso del Santo Sepulcro, que sigue será presidido por el Sr Comandante de la Milicia Nacional, acompañado de todos los Sres oficiales del mismo cuerpo, y de los demás que se hallen en esta Ciudad. Este paso será escoltado por una pequeña fuerza vestida a la Romana, acompañada de la que tenga a bien disponer el Sr Comandante de la Milicia Nacional. Cuatro niñas igualmte vestidas figurando a la mujer Verónica y las Tres Marías, seguir con sus atributos, y después el paso de S. Juan Evangelista, regido también por uno de nuestros Hermanos.      A este paso seguirá el Coro de Arcángeles, representados por niños llevando los correspondtes distintivos por donde son mas conocidos y sus inscripciones a saber. S. Miguel con el escudo y espada Quis sicut Dei (Quien como Dios). S Gabriel con el ramo de azucenas Fortitudo Dei (fortaleza de Dios). S Rafael con el Pez Medicina Dei (Medicina de Dios). El Ángel de la Guardia con un niño de la mano. S. Uriel Ygnis Dei. S. Sealtiel Oratio Dei”.

            El artículo de La Opinión antes citado[52] también refleja lo dicho, haciendo saber que estaban presentes las figuras bíblicas y su participación, mientras se predicaba el Sermón de las Siete Palabras, con el montaje de luz y sonido propios de la época, para hacerlos más impactantes:

            “Viernes Santo. Los hermanos de las demás Cofradías, terminados los oficios de este día, se dedicaban a preparar para el Sermón de las Siete Palabras. Un amplio velo de luto, que parte desde la parte posterior de la rotonda de San Francisco y es el mismo que hoy se usa aunque colocado de modo diverso, cubría todo el retablo y altar mayor. En el Presbiterio se construía un monte con dos carros de leña, piedras etcetera; en la parte superior se colocaba un Crucifijo de tamaño natural; en la parte posterior siete velas encendidas. A los lados del Crucifijo estaban niñas vestidas de Ángeles, que el pueblo llamaba las Marías y las Sibilas. A las doce en punto comenzaba el Sermón. Terminada la predicación de cada palabra, una de las Marías apagaba una vela. Durante las pláticas, estas mismas Marías iban y venían, con paso mesurado y muy reverentes, desde los lados del monte hasta la Cruz, adorando al Salvador. Al terminarse la predicación, a las tres de la tarde, se simulaba la conmoción de la Naturaleza con la muerte de Cristo, por medio de ruidos y luces que semejaban truenos, relámpagos, agitando el ramaje del monte etc. Sonaban entonces tres golpes en un barrilete, y a continuación tres campanadas en la torre, comenzando a dar sesenta, pausadas y lúgubres, la campana grande de Santa María la Mayor. En los años en que no había Descendimiento, terminadas estas escenas religiosas, los Hermanos preparaban el Santo Sepulcro y demás imágenes para la procesión del Santo Entierro, que se tenía al atardecer y salía de San Francisco y terminaba en la misma Iglesia con el Sermón de la Soledad, que al regreso era predicado.

            El siguiente sermón que se predicaba era el Descendimiento, pero debemos tener presente que aunque estaba recogido en los estatutos en el art. 2, el obispo de Plasencia cuando los aprobó el 15 de diciembre de 1847, lo hizo “salvos siempre los derechos parroquiales y prohiviendo pr ahora y hasta nueva disposición en contrario los dos sermones de las Siete Palabras y Descendimiento de que habla el artículo segundo de las Constituciones”.

            Una de las causas que explica la negativa de la autoridad diocesana al Sermón del Descendimiento, derivan de las irreverencias y mala conducta que tenía lugar durante el mismo, dando lugar a incidentes. Así se refleja en oficio remitido por el párroco Ildefonso Cidoncha al Alcalde de Trujillo, de 6 de marzo de 1850[53]:

            “Habiéndose prohibido en años anteriores el Sermón de las Siete Palabras, qe se predicaba en la Ygª de S. Franco de esta Ciudad por los desacatos e irreverencias qe durante el se cometían en el Templo y deseoso el Sr. Gobernador de complacer a los cofrades de la Soledad qe no ha cesado de suplicar les conceda de nuevo su permiso pª qe se predique el Sermón indicado Su Sria esta pronto a permitirlo spre que la Autoridad Civil salga garante no solo del orden sino de la devoción y reverencia q los fieles deben obserbar en el Sto Templo

Al efecto e encarga esplore la voluntad de VS y si se halla dispuesta a corregir los escándalos qe dieron margen a la prohibición de dicho Sermón, ya evitando qe las personas de uno y otro sexo estén confundidas y mezcladas unas con otras, ya poniendo de trecho en techo personas qe vigilen por el orden y compostura, ya en fin tomando todas las precauciones q le sugiera su prudencia y cele religioso, no ponga obice a los deseos de espresados cofrades. Sirvase VS manifestarme su modo de pensar pª según el dar mi resolución a los cofrades con tiempo suficiente para q puedan preparar lo necesario al efecto”.

            Este mal proceder continuó a lo largo de la segunda mitad del Siglo XIX, por lo que el obispado determinó que su celebración tendría lugar cada 7 años, previa autorización desde Plasencia, conforme nos hace saber periódico La Opinión[54]

            “El Descendimiento.- Cada siete años se tenía la conmovedora y piadosa ceremonia del Descendimiento. Este acto religioso revestía extraordinaria solemnidad, y para proceder a él y darle mayor realce, se obtenía del Obispo de la Diócesis un Decreto, autorizándole. Tenía lugar a las cuatro de la tarde con asistencia de todo el clero revestido de ornamentos sagrados. Un sacerdote, subido en una escalera y ayudado por otro u otros dos, descolgaba la imagen Santa. Otro sacerdote, ya terminado el Descendimiento, con voz dolorida clamaba: “Varones Santos, presentadle a su Madre”, lo cual hecho repetía: “Presentadle ahora al pueblo, varones Santos” y terminaban llevándole al Santo Sepulcro. Lo demás continuaba como en años anteriores.”.

            Pero la Semana Santa continuaba el Sábado Santo, celebrando la Resurrección, que servía de preámbulo a lo que hoy conocemos como Domingo del “Chiviri”[55]:

            “Sábado Santo.- Como nota especial de este día, cuya liturgia se celebraba con grande solemnidad, solamente apuntamos que sobre las nueve de la mañana, las campanas de Santa María la Mayor tocaban a Gloria, echándose entonces a vuelto la de todas las iglesias de la ciudad, cuyos oficios ya habían terminado. Salvas y cohetes, cantos de gozo y niños vestidos de pastores ponían una nota final de júbilo cristiano a las escenas de estos días santos. En la plaza mayor se vendían los corderos que se habían de sacrificar en las romerías del siguiente domingo y Pascuas; la caridad cristiana se acordada de los pobres y de las Comunidades Religiosas regalándoses recentales y la vida tornaba a su curso de trabajo honrado y de costumbres cristianas, fortalecidas en los días de la Semana Mayor. Al terminar estas notas, añadiremos que la Iglesia, obrando muy sabia y prudentemente, tuvo que suprimir gran parte de este aparato religioso, porque según los espíritus fuertes resultaba ridículo en los tiempos que corremos, pero siendo la verdadera causa que a ello la ha movido la ignorancia religiosa, unida como consecuencia lógica y necesaria a la depravación de costumbres”.

            Por último, dejar constancia que La Opinión también nos hace saber de las cofradías que por entonces existían[56]. Sobre los cultos cuaresmales y el Domingo de Ramos nos dice lo siguiente:

            “Cultos Cuaresmales.-Hasta el año 1872, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús organizaba una serie de sermones doctrinales, que se predicaban en Jesús todos los Miércoles de Cuaresma, comenzando el Miércoles de Ceniza. Desde la fecha dicha, o sea desde 1872, se suprimió el Sermón del Miércoles de Ceniza, porque fue este el primer año en que, ya en tiempo santo, hubo las tradicionales capeas, que anteriormente tenían unicamente los tres primeros días de Carnaval. En la memoria de todo está que no ha muchos años esta predicación fue suprimida para todos los demás Miércoles. Por lo demás, la Cuaresma continuaba con el Miserere los Viernes en San Francisco; y el vespertino, que era una función con Completas cantadas por el Cabildo de sacerdotes y sermón en San Martín todos los Domingos por la tarde.

            Domingo de Ramos.- En este día, a más de las solemnidades propias de la liturgia, que se tenían en las Iglesias, se distribuían las túnicas, coronas y cruces a un buen número de niños, los cuales, vestidos con este edificante hábito, recorrían con los hermanos de Nuestro Padre Jesús los barrios de la ciudad, postulando para sufragar los gastos necesarios del culto. Estos niños continuaban su postulacion en los siguientes días hasta el Jueves o Viernes Santo y asistían a las procesiones, marchando ante las veneradas imágenes”.

 

[1]    Aunque en algunas veces aparezca mencionada la Cofradía de la Vera Cruz, del examen de los documentos conservados en distintos archivos relativos a cofradías penitenciales, se deduce que en la práctica no tenía actividad.

[2]    Archivo Iglesia San Martín. Gobierno Civil 1849: Sin contradecir ni poner en duda la antigüedad y títulos en que apoyan su existencia las cofradías de esta ciudad, todavía me queda la obligación de inquirir de una manera autentica, si esa misma esistencia se halla conformidad por la Sanción Real, según lo dispuestos en las LL 6ª Titº 2º Libro 1º en la 12 Tito 12 libro 1º de la Novísima Recopilación, y en posteriores soberanas resoluciones relativas a esta materia. Por que si bien consideradas estas asociaciones religiosas, con respecto a las gracias espirituales que les dispensaron los Sumos Pontífices y los Diocesanos respectivos, pertenece su régimen y dirección a la Autoridad Ecca miradas como reuniones públicas dependen exclusivamente de la autoridad administrativa que hasta intervención debe tener en la formación de sus reglamentos. Con sugeccion a estos principios reconocidos y sancionados por la legislación vigente, se ha de servir V remitirme una nota que demuestre nominalmente quien es en cada Cofradia respectiba el Gefe reconocido como Presidente, Hermano Mayor, Decano para reclamar de los mismos los datos y documentos que me son necesarios e indispensables a justificar y reconocer la esistencia legal de las espresadas asociaciones.

[3]    CANTERO MUÑOZ, A: La Cofradía de Jesús Nazareno de Trujillo 1820-1848. En Actas XLVII Coloquios Históricos de Extremadura. https://chdetrujillo.com/la-cofradia-de-jesus-nazareno-de-trujillo-1820-1848/

[4]    CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006, página 192 y siguientes. Refleja el proceso legal seguido con todas las cofradías de la localidad, por no ajustarse sus reglas a las normas dictadas en su día por el Conde de Aranda.

[5]    Conforme a sus estatuto, aprobados por don Cipriano Varela, celebraba reuniones en la Sacristía de la Iglesia de San Lorenzo, en los términos establecidos en el artículo 21 de sus estatutos: 14 de septiembre elección del hermano mayor y oficiales; 14 de octubre el mayordomo del arca daba cuentas generales para su aprobación; Domingo de Ramos, organización de la procesión del Miércoles Santo; la que tenía lugar el primer día de la Pascua de Resurrección. El artículo 22 establecía, que además de las indicadas, habría junta general “cuando hayan de tratarse y acordarse cosas de consideración y grauedad”.

[6]    Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. En ente apartado todas las citas se refiere a la indicada documentación, salvo que se cite de forma expresa otra.

[7]    El único periodo que se encuentra al margen de lo indicado, es el comprendido entre el 24 de octubre de 1867 hasta el 14 de febrero 1876, del que no se conservan actas: se corresponde con el Sexenio Revolucionario, que va desde la Revolución de septiembre de1868 hasta la restauración de la Monarquía en la persona de Alfonso XII a finales de 1874.

[8]    Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. La Junta General que tuvo lugar el 1 de abril de 1849, que era Domingo de Ramos, acordó que en razón de “la mucha debocion que ha tenido y tiene a la Ymagen de Nuestro Padre Jesús, el Pro D. José Vivar, como asimismo también la tubo su difunto padre D. Joaquín, y las limosnas que este ha dado por espacio de muchos años para sostener el culto de espresada Ymagen cuyo ejemplo ha seguido referido D. José; esta Cofradía por lo tanto acuerda se le inscriba de hermano de luz adonoren con obcion de todas las gracias que a los demás corresponde, cuyo obsequio no se duda será admitido por el espresado D. José”. Del mismo modo y por el trabajo que ha hecho don Manuel Moreno “en pintar los retablos de la Yglesia, que ha dejado en beneficio de la Cofradía más valor que lo estipulado por la entrada de un hermano de luz, y habiendo ofrecido espresado Moreno que cualquiera cosa era en pequeño, se ofrezca hacer en la Yglesia perteneciente a su oficio, lo ejecutaran gratis, se le inscribirá también de hermano adonoren atendida su generosidad y desprendimiento”.

[9]    Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884 “Con el fin de dar culto a la Ymagen de Nuestra Sra de la Piedad que se venera en la Yglesia de Ntro Padre Jesús, cuya Cofradía esta agregada a la de este, se acuerda que desde el presente año en el Domingo próximo al Quince de Agosto se celebre fiesta solemne dedicada a dicha Ymagen de Ntra de la Piedad, y procesión por la tarde al derredor del Mercadillo con espresada Ymagen, y después ofertorio como antiguamente se verificaba”.

[10]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. “el rajar la ventana por su parte superior, poniéndole para defensivo y seguridad de la Yglesia una reja de hierro clavada en su marco con cristales y puertas, quitar el marco y puertas que daba al que fue su corral y tapar la portada. También se acordó quitar el marco y puerta que daba entrada a la Sacristía antiguamente, y en su portada hacer un vertedor para aguas sucias, en virtud de pasar un alvanal por vajo de dicha portada y no tener corral para dicho objeto”.

[11]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884 “de los cuales tiene dicho hermano entregado recibo haciéndose cargo de ellos, y enterados los demás hermanos de la proposición acuerdan: que se haga constar en acta de este día para si alguna vez fuesen reclamados dichos efectos por quien corresponda, no se le perjudique ni tampoco a su familia, que se le de certificación de este acuerdo por existir espresados efectos como son : Los cuatro faroles que sirben para Ntro Sr del Huerto y Santo Sepulcro; cuatro candelabros granes de metal; dos vestiduras completas con sus casullas, alba para decir misa y un misal grande, no recordando si recibió algo más”.

[12]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. Diego Carrasco expuso que la túnica del Señor del Huerto, se hallaba bastante deteriorada, acordando hacerle una nueva; Liborio Corrales, hizo presente era muy conveniente que la cofradía tuviera suyos, dos hacheros para cuando tuviese de asistir a alguna fiesta, entierro, honras para no tener necesidad de pedirlos prestados, aprobando dicha decisión; también se acordó que para cuando llegase la Cuaresma se blanquease la Ermita de Jesús, pues hacia bastante tiempo que no se hacia.

[13]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884“a fin de evitar que las voces de las personas que pasan por la calle interrumpan la devocion de las que esta en la Yglesia en actos religiosos por no tener mas que una mampara muy rota y deteriorada, siendo el cancel de mucha necesidad, y enterados los demás hermanos, oficiales, acuerdan que se haga lo más pronto posible”.

[14]  RAMOS RUBIO J.A.: Historia de la Semana Santa en Trujillo Cáceres 1993 página 55

[15]  Archivo Iglesia Parroquial Santa María. Libro de Acuerdos y Concordias Cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno 1846-1884

[16]  Archivo Parroquial de San Martín. Inventario Iglesia de Jesús Nazareno 1893.

[17]  Archivo Parroquial de San Martin. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. En mi libro La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna Badajoz 2006, en el apéndice documental, páginas 203-206, también Además de la citada bula, se recogen otros documentos pontificios: 2 de febrero de 1567, 26 de abril de 1579, 1 de julio de 1579. En 1808, quienes formaban parte de su junta de gobierno, acordaron su traducción al castellano, trabajo que fue realizado por el Prior de la Encarnación fray Francisco Gómez. Además, la cofradía estaba hermanada con la de igual advocación existente en Roma en 1588, siendo Papa Sixto V. Este particular aparece en art. 24 de los estatutos. “En razón a que los destrozos de las guerras se han estrabiado las bulas autenticas que según tradición y stractos antiguos que se conserban aun, tenía esta Ylustre Cofradía por las que los Santos Padres concendía las mas copiosas indulgencias a sus cofrades, y la incorporación de la misma a la de San Juan de Letrán de Roma, se procurara por todos los medios posibles, el que se implores a Su Santidad la ratificación de todas ellas”. Este dato aparece reflejado en el art. 24 de los estatutos.

[18]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. El art. 5 indicaba que todos los cofrades “tenían obligación de presentarse sin escusa el Domingo de Ramos y nombrar de entre uno de ellos de que en comisión pidan el permiso a las Autoridades Eclesiástica y Civil, para hacer la procesión, como también la anuencia del Sr Cura o encargad que es o fuere de la Iglesia de San Francisco para que señale la hora en que se ha de verificar, siendo cargo de los mismos convidar al Clero, Autoridades y Corporaciones que en la ciudad hubiere”.

[19]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad Art. 15. “Por cuanto esta Cofradía debe ser el egemplo de amor, piedad y deboción a la Santísima Virgen de la Soledad, para edificación de los fieles; a fin de estimular el aumento de sus cofrades, se impone la obligación de celebrar en la Yglesia donde se halle instalada una misa de requiem por cada hermano que falleciere, y si llegase a tener fondos, mandará celebrar además diez misas rezadas a cada hermano de luz y cinco por los de paso”.

[20]  A los hermanos de luz se les acompañará con dichas insignias, un terno de hachas y dos velas; y a los de paso con medio terno de hachas y dos velas; prestando igual asistencia cuando reciban la comunión por modo de viático

[21]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. En caso de morir alguna persona o pariente en la casa de algún hermano de luz, conforme al art. 12, debía avisar al mayordomo de iglesia para que le asista con las insignias y medio terno de hachas. El art. 13 establece que a la muerte de los hermanos de luz del Nazareno, asistirán a su entierro y funerales, las insignias y estandartes con seis hachas y dos velas. Si fuera hermano de paso se le asistirá con las mismas insignias y cuatro hachas. Si falleciere alguna persona o pariente en la casa de algún hermano de luz, asistirán a su entierro y funeral las mismas insignias, estandarte y cuatro hachas. Este particular en razón de la concordia entre ambas hermandades, siempre que el Nazareno actuase de forma recíproca. El art. 14 señala que si quedase viuda en segundas nupcias la mujer de algún hermano, no tendrá ninguna asistencia sino paga media entrada.

[22]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006, páginas 91 a 96.

[23]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006, páginas 237-238.

[24]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad.. El art. 19 señala que para ser admitido como hermano de luz pagará dos libras de cera y sesenta y seis reales, mitad en el acto de la entrada, y la otra mitas en el término de seis meses, y su nombre y apellido sera inscrito en el libro de cofrades de esta clase, con expresión del día mes y año en que sea admitido. El art. 20 dispone que los hermanos de paso, solo pagaban dos libras de cera, anotándose en la misma forma que los hermanos de luz. Asimismo, disponía que si el hermano de paso hubiere servido como tal en esta Cofradía por espacio de siete años, pasará a serlo de luz satisfaciendo solo media entrada.

[25]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Art. 29 Convocar y presidir las Juntas ordinarias y extraordinarias de la Cofradía. Presidir la Corporación cuando asista a alguna fiesta, debiendo todos los cofrades, tanto de luz como de paso prestarle obediencia en todo lo concerniente al gobierno de la entidad, así como el culto de las imágenes. Celar la conducta de los hermanos, pudiendo amonestarles conforme al art. 22, y en caso de pertinencia ponerlo en conocimiento de los oficiales, en junta que se celebrará para la resolución conveniente. Imponer y exigir las multas a los desobedientes, desde una a tres libras de cera, según la gravedad de la falta.

[26]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Art. 29 “para que se verifique con el mayor orden y método que conduzca, a fin de agradar al Señor y escitar la deboción de los fieles, llebando en ella la Cruz o bordon delante de la Ymagen de Nuestra Señora”. Celar en todo cuanto convenga al culto y solemnidad de las fiestas que tanto esta cofradía por si, como en unión de la de Nuestro Padre Jesús se celebren, procurando haya paz y buena armonía entre los cofrades de una y otra, y se guarde el decoro y compostura. Encomendar las fiestas y Sermones que la Cofradía disponga, en particular con asistencia e intervención eclesiástico encargado de San Francisco.

[27]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Art. 31: “Arrendar los bienes inmuebles de la cofradía con intervención del Alcalde y Secretario, y pagar los gastos de culto y fiestas que se celebren. Recoger las limosnas en Semana Santa: cobrar los derechos de asistencias a entierros; entradas de hermanos, y todos los intereses y rentas que por cualquier concepto correspondan o puedan corresponder a la Cofradía. Dar cuenta puntual y circunstanciada de su Mayordomía el día primero de mayo de cada año, a los oficiales a quienes compete su examen y aprobación”.

[28]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Art. 32: “En el mismo día en que el Mayordomo del Arca de sus cuentas, las dará en el gasto de cera pesándose las que entregue a su subcesor para que pueda graduarse el gasto del año. Guardar y cuida con todo esmero los ornamentos, ropas, cera y demás efectos destinados al culto de Nuestra Madre la Soledad y demás Ymagenes que corresponden a la Cofradía. Cuidar de la limpieza y aseo de estos y sus vestiduras y adornos; como también del altar, y Capillas. Tanto de la cera como demás efectos, formará dos inventarios de los que uno se entregará al secretario, y otro conserbara en su poder para que se le haga cargo en el día en que cese en su destino”.

[29]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Para el funcionamiento la cofradía debía existir la siguiente documentación, que estaba bajo su responsabilidad. Art. 23 La Cofradía debe tener para su buen gobierno y puntual observancia de estas Constituciones y reglamento los libros siguientes: 1º El de admisión de Cofrades de luz, en que deben obrar por cabeza estas Constituciones. 2º El de admisión de Cofrades de paso. 3º El libro en donde se copien las cuentas que rindan los mayordomos, y el inventario de los bienes y efectos que tenga la Cofradía, archivándose las cuentas originales con su aprobación final. 4º El de actas, acuerdos y concordias que la Cofradía celebre.

[30]  Archivo Parroquial de San Martín. Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. “Ygualmente, se hara de los libros, con espresion del objeto a que esten destinados, como también de todos los papeles sueltos y escrituras que correspondan a la Cofradía, dando recibo de todos a la entrada de ejercer su oficio, y entregarlos al que le subceda, para cuya custodia se pondrán en un arca con dos llaves, delas que una estará en poder de este, y la otra en el del Alcalde.”.

[31]  Archivo Municipal de Trujillo. Correspondencia. Siglo XIX.

[32]  Archivo Parroquial de San Martín. Parroquia de San Andrés. Estado de las Archicofradías, cofradías, hermandades y demás congregaciones piadosas que hauiendo sido establecidas con arreglo a las leyes y disposiciones vigentes existen hoy en esta Parroquia en cumplimto de lo que previene la Circular del Ylmo Sr Obispo de esta Diócesis de 23 de enero de 1855

[33]  Archivo Parroquial de San Martín. Parroquia de San Andrés. Petición de la Cofradía de la Soledad a la del Nazareno: “En la Ciudad de Trujillo a diez de Abril de mil ochoctos quarenta. Estando juntos y congregados como lo es de costumbre en la Capilla de Jesús Nazareno los hermanos únicos qe hay de Nra Sra de la Soledad y Uendita Madalena Bizente Carrasco y Felipe Pinto de Rubio por hermano a José Andrade, casado con Vizenta Robles, quedando sujeto a nro Alcalde de dicha cofª, y para que conste lo señalamos como es de costumbre en el mismo día y año”.

[34]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Cofradía de Jesús Nazareno 1820-1848. En Actas de XLVII Coloquios Históricos de Extremadura. También lo pueden consultar en https://chdetrujillo.com/la-cofradia-de-jesus-nazareno-de-trujillo-1820-1848/ . En la presente comunicación también reflejo los artículos que regulaban esa relación.

[35]  CILLAN CILLAN F y RAMOS RUBIO J.A.: El Procesionario de Trujillo. Badajoz 2010 página 236: “El día 5 de enero de 1848 se unen las Cofradías de Jesús y la Soledad, que se habían reorganizado aun con mayor fuerza que antes de que fueran extinguidas con la Desamortización”. A continuación, cita como fuentes documentales el acta de 28 de marzo de 1847 y la de 5 de febrero de 1848

[36]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Cofradía de Jesús Nazareno 1820-1848. En Actas de XLVII Coloquios Históricos de Extremadura. También lo pueden consultar en https://chdetrujillo.com/la-cofradia-de-jesus-nazareno-de-trujillo-1820-1848/

[37]  Archivo Parroquial Santa María de Trujillo. Libro de Acuerdos y Concordias de la Cofradía Ntro Padre Jesús Nazareno 1846-1884. Junta 4 noviembre 1880.

[38]  Archivo Parroquial San Martín. Reforma Estatutos Nazareno 1882. Información de algunos artículos de las Constituciones de la Cofradía de Ntro P Jesús Nazareno y esticion de la Concordia que tenía con la de la Soledad. “Hemos venido en declarar 1º Que desde esta fecha cesa la concordia celebrada entre las dos cofradías en el año 1844, quedando cada una de ellas independiente de la otra, y solo sometida a sus propios reglamentos y Junta Directiva. Ninguna pues, podrá invocar en lo sucesivo el referido convenio pª exigir de los hermanos de la otra el cumplimiento de las obligaciones qe en el estaban introducidas por la Juzga Directiva de la Cofradía de Jesús Nazareno en los artículos de sus constituciones, expresados en la nota que en adjunta a su exposición declarando derogada y sin vigor los antiguos a que se referían en la arte que son alterados por esas modificaciones. Comuniquese esta nuestra resolución a los presidentes de las Hermandades de Jesús Nazareno y de la Soledad de Trujillo, a fin de qe dando cuenta de ella en la próxima sesión que celebre la Junta Directiva de cada una de ellas, puedan constar en actas y llevarse a efecto

[39]  RAMOS RUBIO, J.A.: Historia de la Semana Santa en Trujillo. Cáceres 1993 páginas 65 y 66. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudios sobre los conventos de la T.O.R. F de Trujillo, Cáceres 1992, página 85. CILLAN CILLAN, F. y RAMOS RUBIO, J.A.:El Procesionario de Trujillo Badajoz 2010 páginas 239y 240.

[40]  Archivo Parroquial de San Martín. Parroquia de San Andrés. Expediente para al instalación de la Cofradía de la Soledad en la Yglesia de Sn Franco y cesión del uso de la Efigie de la Señora de la Soledad propia de los religiosos de la Merced.

[41]  Tengo que agradecer a la Cofradía de Jesús Nazareno de Trujillo el haber facilitado la foto donde aparece.

[42]  Archivo Parroquial San Martín. Parroquia de San Andrés. Cofradía Soledad 1874.

[43]  Archivo Parroquial San Martín. Parroquia de San Andrés. Soledad 1877

[44]  Archivo Parroquial San Martín. Parroquia de San Andrés. Soledad 1877: “Usando de las facultades que me concede el Sr Gobernador Ecco de la Diócesis en Decreto de 7 de mayo de 1846 y en conformidad con las que se reserbo el párroco de Sta María al conceder el traslado provisional de la imagen de Ntra Sra de la Soledad que hoy se venera en Sn Pedro el Real de esta Ciudad, del convento de Sn Geronimo a la iglesia de Sn Francisco, he venido en disponer que el Viernes Santo próximo, terminado el Sermón de la Soledad , sea trasladada expresada imagen a la iglesia del Convento de expresado San Pedro, donde quedara definitivamente colocada hasta nuevo acuerdo de la autoridad competente”.

[45]  LABARGA GARCIA, F.: Actas del V Congreso Nacional de Cofradías bajo la advocación de Jesús Nazareno. Camino del Calvario: rito, ceremonia y devoción. Cofradías de Jesús Nazareno y figuras bíblicas. Córdoba 2016

[46]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006 página 155.

[47]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006 página s 155-156 El transcurso de la procesión por las calles era anunciado por una trompeta, se detenía por primera vez a la puerta del convento de San Francisco, cuya comunidad rendía honores. Cuando llegaba a la Plaza Mayor se aportaba la Verónica, para encontrarse con el Nazareno en el momento que se hallaba en la casas que fueron de don Alonso de Herrera, (conocido como Casa de la Cadena), donde tenía lugar la segunda humillación, acercándole el paño para limpiar el rostro por tres veces, volviendo la cabeza del Nazareno a los penitentes que le seguían, al tener su efigie un mecanismo para poderlo hacer, realizándose esta representación desde 1629. La última caída tenía lugar en las puertas del convento de la Encarnación, donde también era recibido por los dominicos.

[48]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años.

[49]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión. 31 marzo 1926. El artículo se refiere literalmente a Autos Sacramentales, cuando en realidad debe decir autos sacros, pues la penitencia no es un sacramento.

[50]  CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna. Badajoz 2006 página 113. En el inventario de bienes de la Cofradía de la Soledad, incluía “dos bandas, una colorada y otra pjica de tafetan de los dos caballeros Nicudemus y Arimatea

[51]  Archivo Municipal de Trujillo. Correspondencia. Siglo XIX. Este documento aparece a la luz pública gracias al trabajo de Francisco Moreno Mandado. Manifiesto que presenta la Ylustre Cofradía de Ntra Sra de la Soledad de esta Ciudad de las funciones religiosas qe va a hacer en el Viernes Santo próximo en la Yglesia de S. Franco, donde se halla constituida aquella: En el dicho día y hora de la doce de la mañana serán predicadas las Siete Palabras que pronunció Ntro Redentor en su Agonía por D. José Pulido Cura de Huerta de Animas, estando el Templo magníficamente adornado, y ocupado con Centinelas de la Benemérita Milicia Nacional para guardar el orden debido. En el mismo día y a la hora de las 5 de su tarde saldará la Procesión del Santo Entierro de Ntro Sr Jesucristo vajo el orden sigte

[52]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años.

[53]  Archivo Municipal de Trujillo. Correspondencia. Siglo XIX

[54]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años.

[55]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años

[56]  Archivo Municipal de Trujillo. La Opinión 31 marzo 1926. La Semana Santa en Trujillo no hace cincuenta años: Cofradías erigidas en las Iglesias de San Francisco y Jesús: “Por los tiempos a que nos referimos existían, entre otras, en San Francisco, las Cofradías de la Soledad y del Dulce Nombre de Jesús; la de la Santa Cruz y del Corazón de Jesús. La de la Piedad y Nuestro Padre Jesús estaban en la Iglesia de este nombre. En 27 de febrero de 1918, por Decreto del Obispado de Plasencia, se fundieron la de la Soledad y la de Nuestro Padre Jesús y Piedad en una sola, con el titulo de Santo Sepulcro y Soledad, que es la hoy existente en San Francisco.

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