Oct 012004
 

José Maldonado Escribano.

El complejo residencial y productivo denominado Los Valverdes, constituido por una gran casona y otros edificios menores en torno a un patio principal, así como distintas dependencias destinadas a la explotación agropecuaria de dicha finca se encuentra situado a unos 8 kilómetros hacia el Este de Villanueva de la Serena (Badajoz)[1].

fig1Fig. 1. Finca Los Valverdes en Villanueva de la Serena (Badajoz)

El lugar es sumamente ameno, en las proximidades del río Zújar y desde el que se domina gran amplitud de terreno, al igual que otras muchas casas de campo que conocemos. En este sentido, se cumplen los preceptos de algunos tratadistas antiguos como Andrea Palladio o los romanos Vitrubio y Columela en cuanto a la ubicación de tales construcciones.

De forma general, los edificios construidos en el campo para el ocio y descanso de sus dueños han sufrido una interesante evolución a lo largo de la historia[2]. En un principio, los orígenes de los posteriores cortijos podemos situarlos en las villae romanas relacionadas con sistemas agrarios para la explotación de terrenos[3]. Posteriormente, en la Edad Media estos inmuebles adquirieron un aspecto fortificado, desarrollándose el carácter defensivo debido al contexto sociopolítico del momento[4]. Ya en el Renacimiento la situación cambia bastante y las casas de campo adquieren un aspecto auténticamente residencial, acondicionándose bastante para la vida cómoda y placentera en el locus amoenus[5], situación que no cambiará demasiado en los siguientes siglos, a pesar de que las construcciones se irán adaptando a los estilos artísticos del momento. Así sucede en la casona de Los Valverdes que ahora estudiamos, en la que se aprecian los elementos propios de la época a la que pertenece, esta es, el primer cuarto del siglo XX.

Por otro lado, antes de analizar el complejo que ahora centra nuestra atención, señalaremos algunas ideas relacionadas con la ocupación del campo de Villanueva de la Serena, el desarrollo productivo de sus dehesas, así como otros edificios destacados que se sitúan en las fincas de su demarcación municipal.

La presencia de los primeros pobladores en este término queda testimoniada gracias a los hallazgos de un asentamiento celta en el paraje denominado «Los Ranchos», a orillas del Guadiana. De época romana se conocen restos arqueológicos encontrados en la confluencia del anterior río con su afluente Zújar y que están vinculados a las fundaciones de Porticulus y Vesci[6]. Por su parte, Ortiz de Thovar en 1779 señala el origen como creación de los túrdulos, quienes se habrían situado en la zona conocida con el nombre de la Bóveda[7] y que tendremos ocasión de comentar más adelante.

Más tarde, en el siglo X, se construyó la fortaleza de Mojafar con el objetivo de controlar la defensa del territorio cercano al Guadiana y que en 1232 fue tomada por la Orden de Alcántara debido a la intervención del Maestre Don Arias Pérez[8]. En cuanto a la ubicación del castillo de Castilnovo sobre la antigua Mojafar existen diversas opiniones[9].

En el siglo XIV fue donada al Maestre de dicha Orden Don Gonzalo Pérez Gallego por el rey Fernando IV para su repoblación, bajo el nombre de Aldeanueva[10].

Adquiere la categoría de Villa en 1423 y a comienzos del siglo XVI se instala en ella la sede del Priorato de Magacela[11], constituyéndose en tales fechas como cabeza de partido. Durante la etapa renacentista se levantó uno de los edificios civiles más significativos actualmente conservados, este es, el Ayuntamiento o Casa de Concejo. Otro inmueble con destacada relevancia histórica en Villanueva es la Casa de la Tercia ya que, entre otras cosas, en ella se celebraron más de cuarenta Juntas Generales del Concejo de la Mesta.

Además de los ejemplos urbanos ya señalados se pueden ver en la ciudad bastantes casonas solariegas fechadas entre los siglos XVI y XIX en las que destacan algunos blasones de linajes históricos. En este sentido sabemos de la existencia a mediados del XIX del llamado por Francisco de Coello y Quesada «Palacio del Marqués de Perales» dentro del recinto urbano[12]. De este inmueble queda aún el impresionante escudo de dicho título nobiliario, semejante a otros diseminados por las distintas casas de campo que pertenecieron a Perales.

Es en 1856 cuando le es otorgada la categoría de ciudad según Real Decreto de Isabel II. Desde finales del siglo XIX, Villanueva de la Serena experimenta un crecimiento importante que continuará hasta las primeras décadas del XX. Muestra de ello son la llamada Casa de los Bolos situada frente al Parque o Plaza de la Constitución, construida por el maestro de obras villanovense Don Juan Santos Sánchez siguiendo estilos historicistas y de gran calidad, o la cercana Casa-Museo de los González-Haba, de la misma época que Los Valverdes.

fig2Fig. 2. Plano de Villanueva de la Serena por Francisco de Coello

En cuanto a las dehesas y fincas de esta localidad, sabemos que en 1791 poseía en calidad de propios «la Dehesa Boyal, la del Pozuelo y los Valdios de Coto y Mansugales«[13].

En la del Pozuelo se dice en tales fechas que hubo población en épocas antiguas, «la cual es regular se despovlase por haver crecido el numero de vecinos de esta, resultando la imposivilidad de mantenerse una (se refiere a Villanueva) y otra povlacion, y por lo mismo no comviene volverla a povlar»[14].

Otro despoblado, en este caso citado como tal por Pascual Madoz y al que ya hemos aludido, es el de la Bóveda. A mediados del siglo XIX lo describe de la siguiente forma:

«Despoblado, en la provincia de Badajoz, partido judicial y término de Villanueva de la Serena. Situado en las demarcaciones de la dehesa del mismo nombre, entre los ríos Guadiana y Zújar, que hacen allí su confluencia, en la cual se forma la sierra llamada también Bóveda. Se han hallado en este sitio lápidas con inscripciones latinas, y no hace muchos años que se descubrió una urna de bronce, un ídolo de lo mismo, y aparecen alguna vez pozos y norias, que indica haber sido alguna vez lugar habitado.»[15]

Además se dice de él que es un sitio sumamente ameno, variado y agradable, y que se encuentran en él varias huertas con sus casas[16]. En 1924 perteneció a la Marquesa de Castelar, Doña María de la Concepción Fernández Durán y Caballero[17].

Siguiendo con las distintas dehesas de Villanueva, debido a la falta de tierras que los vecinos tienen a finales del siglo XVIII, se producen varias quejas para que les sean ampliadas sus posesiones en el Quintillo y Valverde, millares propios del Marqués de Perales[18], así como que se les conceda una parte de la Encomienda de Castilnovo, cuyo propietario «el Serenisimo Señor Ynfante Don Antonio Pascual, que como comendador la posehee, la tiene arrendada a la Cartuja del Paular de Segovia que la disfruta con su cabaña»[19].

Además de las peticiones anteriores, solicitan permiso para poder coger leña de los montes denominados Mata, Matilla y Jarilla, que eran del Condado de Medellín[20]. Solamente apuntar que en la actualidad existe un buen cortijo en la finca de la Jarilla de Arriba (término de Don Benito, Badajoz), que fue construido durante las primeras décadas del siglo XX por la familia Nogales, con una bonita residencia y gran capilla.

fig3Fig. 3. Cortijo de La Jarilla de Arriba (término de Don Benito, Badajoz)

Pero sin duda, además de la casona de Los Valverdes, el otro ejemplo destacado referido a arquitectura residencial situada en los campos de Villanueva de la Serena es el Castillo de Castilnovo o de la Encomienda[21]. Está situado a unos 7 kilómetros al Norte del núcleo poblacional, en un pequeño cerro en las inmediaciones del río Guadiana. Se trata de una construcción en la que sobresalen las funciones relacionadas con lo militar y la defensa, que se mezclan con las residenciales y representativas. Pero por lo que nos importa en estos momentos, también es utilizado para el control de una finca y su explotación agropecuaria. A pesar de que esta última dedicación se desarrolló en menor medida a lo largo de los siglos pasados, actualmente sirve como casa de labor fortificada.

fig4Fig. 4. Castillo de Castilnovo

Según el cronista Torres y Tapia, Castilnovo es realizado después de que la Orden de Alcántara penetrase en la comarca de La Serena en 1232, una vez que Don Arias Pérez controla el castillo musulmán de Mojafar[22]. Al respecto, el profesor Navareño afirma que en el primer tercio del siglo XIV el nuevo castillo debía estar construido, considerándolo una obra enteramente cristiana.

Durante la etapa medieval debió realizarse el núcleo más destacado, constituido básicamente por un cuerpo principal flanqueado por una torre prismática y otra de planta circular, quedando en el interior de un recinto amurallado.

fig5Fig. 5. Castillo de Castilnovo

En los siglos XV y XVI la fortaleza fue ampliada hacia el sur con un nuevo espacio a modo de patio de armas en cuyos flancos serán construidas algunas dependencias domésticas y pecuarias, como las caballerizas, incrementando de esta forma las condiciones residenciales del complejo. A partir de entonces hasta el siglo XVIII se registrarán reformas y añadidos con la finalidad de mejorar la comodidad interior, así como encaminadas a la explotación de la finca que le pertenece.

fig6Fig. 6. Planta del Castillo de Castilnovo, según D. Antonio Navareño Mateos

A mediados del siglo XIX, dice Madoz que «sirve de casa de recreo al administrador y guardas de la dehesa» que estaba compuesta «de 9 millares de tierra, 5 poblados de encina de la mejor calidad y sus yerbas abundantísimas y de clase superior, particularmente para ganado vacuno y yeguar». También nos informa de que esta encomienda fue enajenada como bienes nacionales en 1823, perteneciendo posteriormente a la Condesa de Cartagena[23]. Bajo este mismo título continúan en la década de los años veinte del siglo pasado algunas de las parcelas del polígono catastral en que esta ubicado, ostentándolo en tales fechas Don Aníbal Morillo Pérez. A pesar de ello, la dueña del castillo en 1924 era Doña María de la Concepción Santa Cruz[24].

En torno a ese mismo año debió levantarse la casona que ahora estudiamos, Los Valverdes, situada en una finca que ha sido dedicada durante muchos años al cuidado de reses bravas.

fig7Fig. 7. Panorámica de Los Valverdes

Remontándonos a finales del siglo XVIII, como ya sabemos, la dehesa denominada Valverde pertenecía, junto con la cercana Quintillo, al Marqués de Perales que las compró durante el proceso de enajenación de la Real Dehesa de la Serena comenzado en 1744[25]. Tal y como ha sido señalado anteriormente, los vecinos de Villanueva elevan una queja ante la Real Audiencia en 1791 para que les sean ampliados sus bienes de propios y se les permita participar de éstas, que en aquellos años se encontraban «adjudicadas a la villa de la Hava para ymbernadero de sus ganados lanares por tercera parte»[26]. Alegan que a aquellos vecinos les «puede compensar el Marqués con otra posesión de las muchas de que es dueño en la Real Dehesa de la Serena»[27].

fig8Fig. 8. «Caserío de Perales» (nº 33), donde actualmente se encuentra la casona de Los Valverdes.
(Servicio Geográfico del Ejército. Cartoteca Histórica. Provincia de Badajoz. Planos parciales, nº 111)

A pesar de que en el Interrogatorio no se señala ninguna construcción en estos terrenos[28], cinco años después, esto es, en 1796 sabemos de la existencia de una «Casa de tierras de labor» perteneciente al Marqués de Perales situada en el ángulo que forma el arroyo del Molar con el río Zújar[29], en el mismo lugar en que actualmente se sitúa la Casa de los Valverdes. De esta manera, aunque no conocemos el edificio a que puede referirse la cartografía de finales del siglo XVIII, podemos afirmar el control de esta dehesa desde el mismo en aquella fecha.

fig9Fig. 9. Casona de Los Valverdes

En 1924 ya aparece el edificio actual, denominado entonces «Casarón», bajo la propiedad de Don Buenaventura Fernández Durán y Caballero, Marqués de Perales[30]. Asimismo participaba de la mayor parte de la finca Don Juan Cuesta Fernández, su administrador, quien al poco tiempo debió adquirirla por completo y hacerse dueño de la casa[31].

fig10Fig. 10. Planta general de Los Valverdes

La vivienda tiene una planta rectangular casi simétrica y un alzado en dos pisos. Estudiamos la parte baja y principal ya que la superior no está habitada. Se organiza gracias a un amplio pasillo central que sirve asimismo de recibidor y que comunica la puerta de entrada abierta a un jardín delantero con otra trasera por la que se accede al patio principal. En esta zona del centro de la casa hay objetos de arte mueble de estilo neorrenacentista así como distinguimos las letras iniciales del propietario Don Juan Cuesta grabadas en los cristales de las puertas.

fig11Fig. 11. Los Valverdes. Planta de la casa

Desde la zona central de la casa salen otros dos largos pasillos que cruzan a derecha e izquierda el edificio, de tal forma que ambos ejes de comunicación permiten el acceso a todas las dependencias, organizándose de manera muy regular los espacios internos.

A la izquierda según se entra quedan la mayoría de los dormitorios, así como algún cuarto de baño, todos ellos con ventanas al exterior. La primera estancia, de reducidas dimensiones, se convirtió en un oratorio privado donde se guardan imágenes de bulto redondo en escayola de la Inmaculada Concepción, San Juan el Bautista con el Cordero o el Sagrado Corazón de Jesús. Igualmente se conserva un cuadro referido a este último tema.

fig12Fig. 12. Los Valverdes. Oratorio privado interior

fig13Fig. 13. Los Valverdes. Chimenea de uno de los salones

También hacia la derecha encontramos algunos dormitorios, aunque en menor medida. En esta parte sobresalen los dos salones que abren sus ventanas a la fachada principal y se comunican entre sí. El primero de ellos está amueblado con piezas de la época y en él destaca la chimenea en madera con espejo superior donde está tallada una inicial que identificamos con el Marqués de Perales.

En el otro salón hay muebles de semejante índole, así como la chimenea, que aprovecha la misma salida al exterior que la anterior y está realizada en mármol. Al final del pasillo se sitúa una cocina bien equipada, a la que también se tiene acceso desde el patio.

fig14Fig. 14. Los Valverdes. Interior de uno de los salones

Al exterior presenta una fachada principal organizada simétricamente en la que se abre una portada de granito donde se grabaron las iniciales «J C». Su entrada se realiza mediante una hermosa escalera y sobre ella está situado un panel de azulejería donde aparece el nombre con el que es conocida la casa. A ambos lados de la puerta hay sendos bancos que nos recuerdan indudablemente, en cuanto a su disposición, a los que hemos podido ver en el Caserío de Perales de La Coronada[32]o en la Casa Grande del Bercial de Monterrubio de la Serena[33], ejemplos de finales del siglo XVIII que pertenecieron al mismo marqués.

fig15Fig. 15. Los Valverdes. Entrada principal

Todo el edificio residencial está sobreelevado del suelo mediante la construcción de una plataforma o plinto que, además de darle más fuerza a los cimientos, sirve para aislarlo de la humedad. Muchos vanos de sección rectangular se abren a lo largo de las cuatro fachadas. Mientras que los que la planta superior son en su mayoría decorativos ya que se encuentran tapiados, presentan todos ellos buena rejería realizada siguiendo un repertorio propio de la zona. Al igual que sabemos que algunos albañiles del pueblo de La Coronada trabajaron en este edificio, bien pudieran haber sido realizados en el mismo los ejemplos de forja a que nos estamos refiriendo.

La parte más alta de la casa queda recorrida por un sencillo alero sobresaliente sobre el que se alza una balaustrada, que es semejante a la de algunos edificios urbanos construidos en la misma época, así como otros situados en el campo entre los que recordamos la «Villa Candela» en el recinto de la Jarilla de Arriba que hemos citado con anterioridad.

Los colores con que ha sido pintado todo él así como su diseño nos lleva a compararlo con los cortijos del más puro estilo sevillano.

fig16Fig. 16. Los Valverdes. Patio principal

En la parte trasera de la casa se localiza el patio principal, al que se accede desde la aquélla bajando una escalera semejante a la de la entrada principal. En uno de sus flancos se sitúa una pequeña vivienda para el guarda. A continuación del mismo hay otro en torno al cual se organizan las dependencias dedicadas a la labor, como encerraderos, almacenes o graneros.

fig17Fig. 17. Los Valverdes. Palomar

A pocos metros del complejo se construyó un palomar se planta poligonal a modo de torre coronada y que supone uno de los ejemplos más atractivos que conocemos. Cerca también, aunque algo más alejado, hay una pequeño tentadero para realizar capeas.

Como conclusión solamente recordar el buen estado de conservación en que se encuentra este inmueble debido principalmente a su continuo uso y al correcto mantenimiento que de él hacen sus dueños actuales. En este sentido, el complejo de Los Valverdes podría servir de ejemplo para otros muchos localizados en la dehesa extremeña.


NOTAS:

[1] Actualmente trabajamos en la realización de la tesis doctoral titulada Arquitectura residencial en las dehesas de Extremadura, dirigida por el profesor Dr. D. Antonio Navareño Mateos, donde pretendemos poner de relieve la importancia de este patrimonio histórico-artístico, bastante desconocido hasta ahora en nuestra comunidad.

[2] Para el extenso término municipal de Cáceres, vid. NAVAREÑO MATEOS, A.: Arquitectura residencial en las dehesas de la tierra de Cáceres (Castillos, palacios y casas de campo). Institución Cultural «El Brocense», Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, 1999.

[3] Vid. CERRILLO MARTÍN DE CÁCERES, E.: «Etnoarqueología de la vida rural (De las villas romanas a los cortijos actuales)», Antropología cultural en Extremadura (Primeras Jornadas de Cultura Popular). Asamblea de Extremadura, Mérida (Badajoz), 1989, pp. 541-555; FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C.:Villas romanas en España. Ministerio de Cultura, Madrid, 1982.

[4] Para la provincia de Cáceres puede verse: HURTADO, P.: Castillos, torres y casas fuertes en la provincia de Cáceres. Cáceres, 1912; un ejemplo puntual se analiza en NAVAREÑO MATEOS, A.: «El castillo de las Arquijuelas de Abajo», Revista Norba, IV (1983), pp. 73-89.

[5] Vid. LOZANO BARTOLOZZI, Mª M. y NAVAREÑO MATEOS, A.: «Casas de campo y de recreo en la Extremadura del Renacimiento», El Bosque y las Villas de Recreo en el Renacimiento. Jornadas para su defensa y Conservación, Béjar, 1994, pp. 183-196; MALDONADO ESCRIBANO, J. y NAVAREÑO MATEOS, A.: «El Palacio Viejo de Trujillo. Mentalidad renacentista en una casa de campo». Actas del Congreso Trujillo. Renacimiento y Alto Barroco. 1500-1600, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, Trujillo 2003.

[6] Tales ejemplos quedan testimoniados a comienzos del siglo XX en: TORRES CABRERA, M. de: Páginas de Extremadura. Villanueva de la Serena, 1900.
Sobre este y otros temas de Villanueva puede verse: CHAMORRO TAMUREJO, M.: Villanueva y la Tierra de la Serena. Historia de una comarca escrita tras el curso del Río Zújar. Villanueva de la Serena (Badajoz), 1997; MUÑOZ GALLARDO, J.A.: Apuntes para la historia de Villanueva de la Serena y de sus hijos ilustres. Villanueva de la Serena, 1936.

[7] REYES ORTIZ DE TOVAR, J. M.: Partidos triunfantes de la Beturia Túrdula (1779), Edición realizada desde el manuscrito original por Ediciones Guadalupe, 1998. Voz «Villa de Villanueva de la Serena«, p. 106:
«La primera fundación de este pueblo Villa o Pueblo de la Bobeda, fue por los túrdulos andaluces por los años de 315 antes de Cristo nuestro Señor, al sitio que hoy llaman la Serrezuela o la Bobeda llamándola Vesci quod favencia, media legua a levante. Destruyéronla por ser poco sana, no quedando allí más que una ermita con la advocación de la Magdalena. (…) Hallóse en la población de la Bobeda una piedra de cantería sepulcral con el epígrafe siguiente: P.Talius. Q.F. Pap. Leg. X.H.S.E.S.T.T.L.Que dice: Publio Talio hijo de Quinto Papirio de la legión décima, está aquí enterrado, séate la tierra liviana.»

[8] TORRES Y TAPIA, Frey Alonso de: Crónica de la Orden de Alcántara (2 tomos). Edición Facsímil de la Princeps de 1763, Asamblea de Extremadura, Mérida, 1999. Tomo I, f. 252.

[9] Esta discusión queda analizada, así como también se recogen las opiniones más relevantes, en: NAVAREÑO MATEOS, A.: Arquitectura militar de la Orden de Alcántara en Extremadura. Editora Regional de Extremadura, Mérida (Badajoz)1987p. 308.

[10] TORRES Y TAPIA: Opus cit., Tomo I, ff. 466-468.

[11] Vid. NARANJO ALONSO, C.: «El Priorato de Magacela. Memorias de una dignidad de la insigne Orden de Caballería de Alcántara», Revista de Estudios Extremeños, Diputación Provincial, Badajoz, 1947, nº 3-4, pp 379-475, y 1948. nº 1-2, pp. 17-47.
El Palacio Prioral de Magacela en Villanueva está bien analizado en: MARTÍN NIETO, D. Á. y DÍAZ DÍAZ, B.: Los priores de Magacela de la Orden de Alcántara (La mal llamada sexta dignidad de la Orden). Diputación de Badajoz, Badajoz, 2002, pp. 114-123.

[12] COELLO, F.: Atlas de España y sus posesiones de ultramar. Cuarta Hoja de Suplemento dedicada a León y Extremadura. Plano de Villanueva de la Serena.

[13] Archivo Histórico Provincial de Cáceres (A. H. P. C.). Sección Real Audiencia de Extremadura, Visita a Villanueva de la Serena (1791), Respuesta nº 12.

[14] Ibidem, Respuesta nº 52.

[15] MADOZ, P.: Diccionario Geográfico – histórico – estadístico de España y sus posesiones de Ultramar . Madrid, 1845. Puede verse la edición para Extremadura: Diccionario histórico – geográfico de Extremadura. Cáceres, 1955 (4 tomos)., Tomo I, voz «Bóveda (Despoblado de)«, pp. 362-363.

[16] Ibidem, Tomo IV, voz «Villanueva de la Serena (Villa de)«, pp. 275-277:

«(…) Cerca de la villa y de la confluencia del río Sújar con Guadiana, se halla el despoblado que llaman la bóveda, que tiene vestigios de población romana, en el cual se ha descubierto una urna de bronce, un idolillo, un aldabón dorado y otras antigüedades. Es sitio sumamente ameno, variado y agradable, y se encuentran también varias huertas con sus casas (…)»

[17] Archivo Municipal de Villanueva de la Serena (A. M. V.) Libro de la propiedad del término de Villanueva realizado para el Servicio de Avance Catastral del Ministerio de Hacienda (1924). Polígono nº 54.

[18] A. H. P. C. Sección Real Audiencia de Extremadura, Visita a Villanueva de la Serena (1791)Informe del Prior de Magacela, Manuel Feliciano.

[19] Ibidem, Respuesta nº 43.

[20] IbidemInforme del Prior de Magacela, Manuel Feliciano.

[21] Esta construcción ha sido ya analizada con profundidad, especialmente en los trabajos del profesor D. Antonio Navareño Mateos. A continuación señalamos las obras más relevantes que de él se han ocupado: MÉLIDA, J. R., Catálogo Monumental de España. Provincia de Badajoz. Madrid, 1925. Tomo II, pp. 209-211; CORRALIZA, J.V.: «Castilnovo. Descripción y Bibliografía» en Revista del Centro de Estudios Extremeños, Badajoz, mayo-junio 1935, pp. 191-203; NAVAREÑO MATEOS, A.: Arquitectura militar…, Opus cit., pp. 308-317; NAVAREÑO MATEOS, A.: Castillos y fortalezas en Extremadura. Diario HOY de Extremadura, 1998, pp. 90-92; COOPER, E.: Castillos señoriales de Castilla en la Corona de Castilla. Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, Salamanca, 1991. Vol.1.2., p. 489.

[22] TORRES Y TAPIA: Opus cit., Tomo I, f. 252.

[23] MADOZ, P.: Opus cit., Tomo II, voz «Castelnovo (Dehesa-encomienda de)«, pp. 232-233.

[24] A. M. V. Libro de la propiedad del término de Villanueva realizado para el Servicio de Avance Catastral del Ministerio de Hacienda (1924). Polígono nº 55.

[25] Sobre este tema, vid. SÁNCHEZ MARROYO, F.: «La formación de un grupo de poder local: la oligarquía agraria de La Serena a mediados del siglo XIX». Comunicaciones presentadas en el I Encuentro de Investigación Comarcal (Los Montes, La Serena y Vegas Altas), Don Benito (Badajoz), 1989; SERRANO GONZÁLEZ DE MURILLO, J.L.: «Origen, desarrollo y extinción de los derechos comunales de las 18 villas sobre la Real Dehesa de la Serena (Aportación al estudio de la estructura de la propiedad rústica en una comarca extremeña)». Revista Alcántara, Institución Cultural «El Brocense», Diputación de Cáceres, nº 18 (Septiembre-Diciembre 1989), pp. 201-226 y nº 19 (Enero-Abril 1990), pp. 71-98.

[26] A. H. P. C. Sección Real Audiencia. Visita a Villanueva de la Serena (1791). Informe del Prior de Magacela, Manuel Feliciano.

[27] IbidemInforme del provisor y vicario del Priorato de Magacela, Licenciado Juan Antonio Cortes y Mora.
Además de estas posesiones, el Marqués de Perales era dueño en la jurisdicción de Villanueva de un molino de agua sobre el río Guadiana «para veneficiar la cosecha de su aceite, en los olivos que han injerido en los azebuches que hallo en los millares que compro a Su majestad en la dicha Real Dehesa de la Serena» (Ibidem, Respuesta nº 40)

[28] Ibidem, Respuesta nº 51. «Que (no) hay cortijos o casas de campo, ni castillos, pues solo en la desmemvrada Encomienda de Castelnovo se alla una casa fuerte que vulgarmente se denomina Castillo.»

[29] Servicio Geográfico del Ejército. Cartoteca histórica. Provincia de Badajoz. Planos Parciales. Nº 111: «Plano general de la Real Dehesa de Serena, jurisdicción y territorio del Orden Militar de Alcántara, en que se comprenden varias Encomiendas del mismo orden, diferentes propiedades de Particulares y otras de Reales privilegios en virtud de suprema enagenación, como asimismo los propios y terceras partes adjudicadas al lavoreo y pastos de cada una de las 18 villas y 2 Aldeas de su total población, concluido en Villanueva, su capital, en 24 de Marzo del año de 1796, por Soto».

[30] A. M. V. Libro de la propiedad del término de Villanueva realizado para el Servicio de Avance Catastral del Ministerio de Hacienda (1924). Polígono nº 48.

[31] De la misma forma, éste también se hizo de importantes terrenos en el término de Esparragosa de Lares en «Los Terrines», donde se localizan destacadas casas de labor como la de Siete Toriles o La Sevillana. Igualmente tenemos conocimiento de que en La Coronada adquirió otras fincas entre las recordamos «La Higuera».

[32] Vid. MALDONADO ESCRIBANO, J.: «Un ejemplo de arquitectura señorial en la dehesa extremeña: el cortijo del Marqués de Perales», comunicación presentada en el I Congreso Ibérico de Casas Solariegas, Vigo-Ponte de Lima, 2002.

[33] Vid. MALDONADO ESCRIBANO, J.: «Cortijos y casas de campo en la Real Dehesa del Bercial (Monterrubio de la Serena, Badajoz)», comunicación presentada en los XXXII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo (Cáceres), 2003.

Oct 012004
 

Pablo Iglesias Aunión.

ESQUEMA GENERAL

  1. Introducción: La Orden Militar de Santiago en el proceso de reconquista y repoblación.
  2. La Orden Militar de Santiago y el Papel de los Reyes Católicos.
  3. Hacienda y Economía: Las Rentas y la Mesa Maestral.
    • Relación de pueblos que configuran la Tabla de la Encomienda de Mérida.
  4. Comendadores y Encomiendas. Los casos de las Villas Enajenadas de Lobón y Montijo.
    • La encomienda de Lobón: 1460-1556.
      • Comendadores de la villa de Lobón entre los años de 1460 y 1515.
      • La fortaleza, casa bastimento y provisiones de la encomienda de Lobón.
    • La encomienda de Montijo: 1460-1556.
      • Los comendadores en la villa de Montijo: 1460-1550.
      • Casa bastimento, rentas y provisiones: 1494-1550.
      • Representación gráfica de las tazmías en las dos encomiendas.
  5. Conclusión final.
  6. Fuentes inéditas.
  7. Fuentes bibliográficas.

I. INTRODUCCIÓN: La Orden Militar de Santiago en el proceso de Reconquista y Repoblación

La Orden Militar de Santiago jugó un papel primordial y de primera mano en el proceso de repoblación de lo que actualmente denominamos como Comarca Emeritense. Un papel que se transformó a lo largo de los siglos en función del desarrollo histórico del amplio proceso conocido como Reconquista (iniciado en el siglo VIII y finalizado en el siglo XV) y que llevó inserto el fenómeno de la Repoblación.

Más aún, la política que jugarán los Reyes Católicos será crucial para la vida de la orden santiaguista ya que de ellos, dependió esencialmente el darles un nuevo sentido a una institución que podía parecer no tener funcionalidad una vez que terminaba la mencionada reconquista con la toma de Granada en el año 1492.

Cuando el rey Alfonso IX tomó la ciudad de Mérida definitivamente de las manos musulmanas a finales del año 1230, se comenzaba a diseñar todo el programa repoblador de la zona entregándola el rey a la Orden de Santiago. No se trató de dar salida a un impulso sin sentido por parte del monarca sino que, respondía a una política ya pactada anteriormente entre abuelos y padres del rey en el castillo de Atalaya y formada por el Arzobispo don Bernardo.

Se entregaba un amplio término en el que irían naciendo pueblos, aldeas y villas que adquirirían una extraordinaria importancia dentro de la comarca emeritense. La Orden, a cambio de la cesión de estos territorios se comprometía a su defensa percibiendo por ello el arzobispo un total de dos mil quinientos áureos. El acuerdo quedó recogido el 12 de abril del año 1231 dentro de una concordia de la Orden de Santiago que estuvo representada por el maestre don Pedro González y el Arzobispo.

En el mencionado contrato que se firmó en la ciudad de Mérida en presencia de los reyes Fernando III «el Santo» y doña Berenguela (junto a sus hijos), se establecía una validez de cuatro años pasados los cuales, o se revocaba o se renovaba, lo que quedó reafirmado en el año 1234, con la incorporación en esta ocasión además de una bula del papa Inocencio IV firmada en la ciudad de Lyón en el año 1245.

Todo este proceso que podemos denominar burocrático, nos interesa desde el momento en que aparecerán recogidos los nombres de las tierras y poblaciones que están afectadas bajo la protección de la orden santiaguista y que indudablemente nos conducirán al núcleo de nuestro estudio. Tierras que fueron abandonadas por los antiguos moradores musulmanes y que se convertirán en lugares propicios que atraía a una población ávida de trabajarlas por su fertilidad y la seguridad –a pesar de la proximidad a Al-Andalus- que les proporciona la Orden de Santiago.

Así aparece la encomienda emeritense formada por Mérida, Aceuchal, Aljucén, Almendralejo, Alguijuela (posteriormente Torremayor), Arroyo de San Serván, Calamonte, Carmonita, Carrascalejo, Cordobilla de Lácara, Don Álvaro, Esparragalejo, Fuente del Maestre, La Garrovilla, La Nava de Santiago, Lobón que será enajenada, es decir, separa por medio de venta al igual que Montijo; Puebla de la Calzada, Los Santos de Maimona y Mirandilla.

Indudablemente hasta llegar a esta configuración espacial definitiva nos tenemos que mover dentro de una cronología que abarca los años centrales del siglo XIII y los finales del siglo XV donde además se dará una cuestión de enorme importancia puesto que, al llegar la década final de la Centuria del Cuatrocientos, la Reconquista pondrá su punto y final con lo cual el papel de la orden santiaguista tendrá indudablemente que cambiar pues, pervivió administrativa y jurídicamente hasta bien entrado el siglo XVI y eclesiásticamente hasta el siglo XIX.

Con la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos en el año 1492 y la llegada del final de la Reconquista, la Orden Militar de Santiago dará progresivamente un giro en su política de actuación sobre los territorios que le habían sido encomendados en el siglo XIII. No cabe ya hablar de una defensa de territorios puesto que no existe teóricamente peligro que pueda acechar a estas tierras. Las condiciones que quedaron establecidas en el documento fechado el 17 de julio del año 1235, por el cual el arzobispo de Santiago Bernardo II y el maestre de la orden don Pedro González Mango, así como en su nombre el Comendador Mayor de León,don Rodrigo Ennecio, por el que se establece bajo fuero el sistema de acogimiento tanto de territorios como de moradores, se convierte desde este mismo momento en uno de los documentos de especial importancia para entender el posterior giro que dará la presencia santiaguista en estas tierras.

Dicho fuero conocido como Fuero de Mérida, establecía que las tierras quedaban concedidas a los habitantes de Mérida y pobladores de su término, incluyendo los futuros moradores para el aprovechamiento, utilidades y repoblación de éstas. Igualmente se iba regulando la estructura económica sobre la que se asentaría posteriormente los diferentes requerimientos en esta materia. Quedaban los mencionados moradores exentos del pago del portazgo[1] facilitándose así el tráfico de mercancías lo que relacionó desde los primeros momentos a los diferentes núcleos y sobre los que se asentarán las futuras aportaciones a la Mesa Maestral.

Las tierras fueron de la misma manera reguladas en su reparto quedando la tercera parte para el Arzobispo, la Orden de Santiago y el futuro Obispo de Mérida. Las otras dos terceras partes, para los habitantes de Mérida pero teniendo que quedar en reserva una tercera destinada a todos aquellos que quisieran asentarse en las mencionadas tierras. De la misma manera, los montes eran repartidos: la mitad para el Arzobispo y los fraires de la orden. La otra mitad para los moradores de la ciudad y los habitantes de su término. Pero no todo eran otorgamientos y derechos pues los vecinos debían de pagar el tributo de la martiniega[2]que posteriormente se convirtió en una renta pagada al rey por uso de territorios de realengo, llegando a subsistir hasta el siglo XIX. Junto a la martiniega, el Fuero de Mérida establecía el pago de los diezmos[3].

Un capítulo importante se configura en torno a todo lo que se refiere el nombramiento de los cargos municipales, que además y gracias a las fuentes santiaguistas, pueden ser estudiadas en la reconstrucción de la historia local de estas localidades emeritenses. Cargos que recaían según el Fuero de Cáceres en los hombres buenos de las villas. Bajo el amparo de estos fueros y de todo un conjunto de privilegios, comenzaron a llegar a la comarca emeritense pobladores fundamentalmente de Galicia y León que, protegidos por la Orden irán configurando el tejido poblacional de los distintos núcleos anteriormente mencionados. Entre los años 1235 y 1327 tenemos configurado un amplio marco geográfico de poblaciones, muchas de ellas pequeñas aldeas que darán lugar a lo que se conoce como Encomienda de Mérida y donde poblaciones como Montijo, Lobón, Torremayor, Puebla de la Calzada, Esparragalejo y La Garrovilla darán buenas aportaciones al estudio que ahora presento.

II. La Orden Militar de Santiago y el papel de los Reyes Católicos

Una vez que finaliza todo el proceso repoblador con su conjunto de leyes que dimanan de la regulación de ese complejo proceso de asentamiento, ya en los albores de la última década del siglo XIV, los años siguientes que ocupan la práctica totalidad de la centuria del siglo XV, vamos a asistir a un interesante cambio en la función de la Orden Militar de Santiago.

Ahora, como ya he anunciado anteriormente, una vez que ha terminado la reconquista y nos encontramos con una población perfectamente asentada sobre núcleos reales, la idea de una presencia santiaguista con el objetivo de defender este territorio de las amenazas sarracenas ha terminado. No tenía sentido pensar que la Orden estaba para defender los territorios que le habían sido entregados. Los objetivos debían ser distintos y comenzaron a girar en torno a finalidades de carácter jurídico y administrativo y por ello, los Maestres, los propios Consejos dieron un paso hacia delante que hará que los pueblos, villas y aldeas alcance un esplendor y un desarrollo que podemos estudiarlo documentalmente por medio de los conocidos Libros de Visita de la Orden de Santiago.

Sin este nuevo sentido sería difícil comprender el que núcleos como Montijo, Puebla de la Calzada, Alguijuela, Esparragalejos, Carmonita, Cordobilla o La Nava de Santiago aparecen ya a finales del siglo XV y principios del XVI como poblaciones enteras y de derecho. A partir de este cambio, pertenecer a la Orden de Santiago suponía adquirir el carácter de encomienda y de manera automática pasar a manos de un comendador, caballero de la propia orden el cual defendería los interese económicos, civiles, religiosos y en general sociales de la citada encomienda.

Desde la Regla de la Orden, conjunto de artículos y normas a las que estaban sujetos todos los que formaban parte de ella, quedaban administradas y reguladas el funcionamiento de los núcleos poblacionales si bien, dejaba una cierta autonomía a los alcaldes, regidores y concejos de las villas, en cuyos asuntos nunca podría entrometerse la orden santiaguista siempre que los primeros cumplieran con las reglas establecidas dentro de la propia Orden. Era, dar una cierta autonomía dentro de una normativa que había quedado preestablecida sin contar con ellos[4].

Y con el cambio de objetivos, con las miras puestas en la administración propiamente de las tierras encomendadas comenzaron las disputas internas por hacerse con el maestrazgo[5]. A la muerte del maestre don Alonso de Cárdenas en el año 1493, se produce la incorporación del Maestrazgo de Santiago a la Corona en la persona del Rey. La medida es una consecuencia lógica desde unos reyes autoritarios donde el control de las órdenes fue necesario por un lado, por el deseo de los Reyes Católicos de someter a la nobleza y atendiendo a uno de los programas diseñados por Isabel y Fernando en cuanto al control social que eliminara así el fuerte poder medieval de los nobles (otra cosa es que lo lograran). Junto a ello, el Maestrazgo producía unas sustanciosas rentas a través de la Mesa Maestral muy necesarias para el patrimonio real.

Estamos ante una política en unos años en los que los reyes dirigen sobre todo la organización de una estructurada orden santiaguista. El control de los comendadores y de los bienes de las encomiendas, se alzan interesante y núcleo esencial de este trabajo de investigación. Más aún, con la llegada al poder los Austrias y la base política apoyada en el imperialismo, cuando el Emperador necesitó de recursos económicos para poder sufragar sus grandes gastos en las guerras y frentes abiertos en Europa, los concejos y villas de las órdenes y en concreto de la de Santiago, fueron enajenadas y vendidas a la propia nobleza para obtener el dinero necesario o que ayudara en parte, a sufragar dichos gastos.

Nada ha de extrañarnos en cuanto a la acción directa de los monarcas Católicos en todo ello puesto que nos adentramos en un proceso conocido como creación delEstado Moderno lo que suponía la existencia de un sentido de comunidad que abarcase el país entero, en un único territorio y bajo una única autoridad. El principal objetivo de los Reyes Católico era el de consolidación de la autoridad real y ello se dirigió especialmente en dos sentidos sobre las dos fuerzas que podrían disputarle dicha autoridad: la nobleza y las ciudades. Fernando e Isabel procuraron administrar una justicia personal que limitara los privilegios y que afianzara su autoridad. Aquí radica la destrucción por ejemplo de muchos castillos, la intervención directa en guerras privadas y disputas como las que se estaban causando en el interior de las órdenes militares (muchas desparecieron), de tal manera que, a finales del siglo XV, la nobleza había pasado a ser servidora de la monarquía aunque obviamente continuaron con su posición social privilegiada y sus enormes propiedades: se convierten en dirigentes de la Orden.

En torno al año 1474 la situación se había convertido en insostenible y bastante inestable dentro de las dispuestas por hacerse con la dirección de la Orden de Santiago. A la muerte en este año de Juan Pacheco la intervención real en los cargos dirigentes de la orden eran tan claros que, los propios Reyes Católicos ofrecieron el cargo a su hijo Diego López Pacheco. En todo el proceso interviene una personalidad que tiene figura y renombre propio dentro de la Orden de Santiago y vinculado directamente con la zona que estudiamos. Se trata de don Diego de Alvarado nombrado maestre de la Provincia de León siendo comendador de Lobón.

En los procesos internos de disputas y enfrentamientos por hacerse con el maestrazgo, los Reyes Católicos mostraron en todo momento un interés y una participación bastante directa. Sin querer entrar en minuciosidades de todo este proceso que se desarrolló entre los años 1474 y 1477[6]. Lo que si es digno de reseñar para los fines del presente estudio es que, en el antedicho proceso -complejo- de disputas y enfrentamientos, terminó siendo nombrado como Maestre Alonso de Cárdenas que servirá a los intereses reales. Llegaba así la Orden de Santiago a los años finales de su vida independiente, procediéndose a un saneamiento interno que llegó a afectar incluso al Capítulo General.

El proceso total de incorporación llegó en julio del año 1493 a la muerte de Alonso de Cárdenas pasando el maestrazgo a la Corona en la persona del Rey. Lógica desde ese autoritarismo real del que he hablado anteriormente. El control de las órdenes era necesario por parte de los reyes al aplicar esa política de sometimiento de la nobleza y además, el maestrazgo produce unas sustanciosas rentas por medio de su Mesa Maestral, las cuales eran muy necesarias para el patrimonio real. Los monarcas aluden como principales motivaciones de ese control el que los maestres no administraban como debían y no hacían la guerra a los infieles como debían, causando grandes escándalos y disensiones entre los reinos[7].

La política de los Reyes en los años posteriores se dirige sobre todo a la organización estructurada de la Orden hasta el punto, que ordenaron en la Corte la creación de un Consejo formado por hombres letrados que intervinieran en todas las causas civiles de las tierras de las órdenes. Es el conocido Consejo de las Órdenes, que actuará como intermediario entre el poder real y los súbditos. Podemos brevemente recoger las modificaciones que todo ello supuso para la vida de la orden santiaguista y para la zona que se estudia:

  • Posible aparición del cargo de Gobernador de la Provincia de León de la Orden por medio del cual, se ejercía un mayor control de la vida y la administración de los comendadores, atendiendo a que cumplieran con los estatutos.
  • A partir del año 1501 se empiezan a dar cuentas de las medias anatas, pagos en caso de la muerte del comendador, siendo la mitad de la renta de la encomienda por dos años.
  • Obligación a los curas a asentar en los libros los bautizos y muertes.
  • Extremo cuidado en las usurpaciones que se realizaban sobre la Mesa Maestral, patrimonio exclusivo de los Reyes Católicos.
  • Los comendadores se hacen absentistas es decir, van a la corte real, o simplemente se quedan allí.

En definitiva, la Orden de Santiago pasa a ser un solar particular de uso privado de la Monarquía. Las rentas de la Mesa Maestral de la que vamos a tener la oportunidad de estudiar detenidamente para el caso de la encomienda emeritense, desaparecen de los libros de visitas a partir del año 1503 en relación a sus aportaciones con ésta, pues desde ese momento, serán recogidas por agentes reales o los propios visitadores harán función de ello como meros previsores de que en nombre de sus Altezas, las mencionadas rentas se controlan con las finalidades adecuadas. La Orden de Santiago se constituía como un bien demasiado precioso y de ello da debida cuenta la Mesa Maestral a través del ejemplo tomado en la encomienda emeritense.

III. HACIENDA Y ECONOMÍA: las rentas y la Mesa Maestral

Indudablemente nos adentramos en uno de los terrenos más complejos y para algunos momentos más difíciles de organizar en la vida de la orden santiaguista. Partiendo de que hay que hacer una distinción entre economía referida a todas aquellas actividades que se desarrollan dentro del territorio santiaguista y hacienda, por cuando hablamos presión fiscal ejercida sobre la mencionadas actividades. Por ello, quedan unidos en este capítulo bajo el mismo epígrafe la expresión de «hacienda y economía», consciente de que economía y hacienda pueden ser aspectos tan unidos como diferentes.

Las actividades económicas que se presentan en los núcleos estudiados para la orden de Santiago aparecen mejor estructuradas para todo el territorio de la Orden y en concreto para el caso de la Encomienda de Mérida -a partir de ahora me ceñiré a la encomienda emeritense- puesto que se nos abren una serie de ramos preestablecidos: ganadería, agricultura, comercio, industria o artesanía. La parte fiscal sin embargo presenta una mayor complejidad puesto que en ningún momento podemos olvidar que la Orden de Santiago es un organismo señorial que a lo largo de su amplia historia, fue acumulando todo un complejo conjunto de privilegios fiscales sobre su dominio, llegando a dominar prácticamente la mayor parte de la función hacendística en sus señoríos. Pero la Corona no renunció en ningún momento a sus derechos, permaneciendo en vigor el derecho real sobre las alcabalas[8]y servicios de Cortes.

La Hacienda sobre estos señoríos que configuran los territorios de la Orden Militar aparece bifurcada entre los recursos propios de las encomiendas, lo que es una auténtica fragosidad de bienes y derechos y la Mesa Maestral, cuyos principios organizativos señala Rodríguez Blanco[9], se organizaron en el siglo XIII.

Una tercera aportación desde el punto de vista de la economía y la hacienda va a residir en la aportación de las propias villas y lugares sujetos a la jurisdicción y gobierno de la orden santiaguista. Finalmente no podemos olvidar algo que desde el plano administrativo, jurídico y político ya hemos señalado, el que a partir del año 1493 la Orden de Santiago se incorporó a la administración de la Corona de Castilla lo que explica como ya ha sido ampliamente estudiado que, los ingresos provenientes de la Orden pasasen a formar parte del apartado de rentas extraordinarias de la corona castellana.

En base a todo lo anterior, el presente trabajo se centra esencialmente en los libros de visitas a partir de 1494 y hasta los años centrales del siglo XVI, 1550-1553, pues a partir de estas fechas (las visitas continúan hasta el siglo XVII) se producirá un importante proceso de desmembración y venta de tierras y bines de la Orden. En la primera relación de las mencionadas aportaciones, la Mesa Maestral de la Encomienda de Mérida la configuran los siguientes lugares: Don Álvaro, La Garrovilla, Esparragalejo de Mérida, Elguijuela (actual Torremayor), Calamonte, Valverde, San Pedro, Trujillanos, Mirandilla, Arroyo, Puebla de la Calzada, Cordobilla, Lobón, Montijo y Almendralejo, todos ellos conjuntamente con la ciudad de Mérida.

En relación a la lista de pueblos, se ha elaborado una tabla individual correspondiente a cada uno de los mencionados lugares donde aparece la tasación realizada por los tesoreros de esos mismos lugares, tesoreros que generalmente eran nombrados por el Concejo. Junto al nombre de los tesoreros y el año de la tasación, las aportaciones respectivas en concepto de trigo, cebada y centeno, teniendo en cuenta que las cantidades que aportan en dinero, ganados y otras cosas menudas aparecen en la Mesa Maestral de la Encomienda de Mérida. Al mencionado reparto se le denominaba tazmía.

Existen localidades que aparecen en blanco lo cual quiere decir, que bien no aportan nada por ser lugares muy pequeños en los que ni siquiera existen tesoreros que tasen e informan o bien que por condiciones puramente geográficas como son los casos de Puebla de la Cazada, Cordobilla o Montijo a los que no se pudo acceder en el año 1494 por una crecida del río Guadiana[10].

LUGAR: Don Álvaro de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros[11]: Juan Serrano. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 389 fanegas y 4 celemines.
  • Cebada: 358 fanegas.
  • Centeno: 34 fanegas.

LUGAR: Garrovilla de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Juan Serrano. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 370 fanegas.
  • Cebada: —
  • Centeno: 218 fanegas y 3 celemines.

LUGAR: Esparragalejo de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: — . Aportación a la Mesa Maestral:

No fue visitada en persona y vinieron a dar razón de ella afirmando que los diezmos correspondientes a este lugar no están por que no existe tesorero y por tal, no se ha realizado tazmía correspondiente.

LUGAR: Elguijuela. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Francisco Sánchez y Juan Blásquez. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 394 fanegas y 1 celemín.
  • Cebada: 
  • Centeno: 86 fanegas y 3 celemines.

LUGAR: Calamonte de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesorero: Alonso Fernández Quinteros. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 986 fanegas y 1 celemín.
  • Cebada: 529 fanegas y 6 celemines.
  • Centeno: 41 fanegas y 7 celemines.

LUGAR: San Pedro de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Alonso Gutiérrez y Andrés de Arévalo. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 449 fanegas y 1 celemín.
  • Cebada: 153 fanegas y 10 celemines.
  • Centeno: 2 fanegas y 2 celemines.

LUGAR: Trujillanos. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Pero Martín y Alonso Martín. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 300 fanegas.
  • Cebada: 70 fanegas.
  • Centeno: — .

LUGAR: Mirandilla de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Diego Martín y Pero Sánchez. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 331 fanegas y 8 celemines.
  • Cebada: 246 fanegas y 11 celemines.
  • Centeno: 16 fanegas y 9 celemines.

LUGAR: Arroyo de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: — Aportación a la Mesa Maestral: en este lugar no existen rentas con las que poder contribuir.

LUGAR: Puebla de la Calzada y Cordobilla de Mérida Año de la visita: 1494. Aparece la información de la imposibilidad de pasar a causa de una crecida del río Guadiana y añaden: «…los lugares son pequeños e nunca jamás fueron visitados por nuestros visitadores pasados.»[12].

LUGAR: Lobón. Año de la visita: 1494. Tesoreros: en este lugar la Mesa Maestral no tiene otras rentas que aquellas que le son propias a la encomienda. Las únicas referencias a las que hacen mención son las siguientes:

  • Al «pedido» pagan en cada año, 800 maravedíes.
  • Por la escribanía, el valor entre los años 1489 y 1493 es de 3.200 maravedíes. En el año de 1494 valió, 5.000 maravedíes.

LUGAR: Montijo. Año de la visita: 1494. Informan: los alcaldes y regidores de la villa los cuales exponen que no tienen información de las cosas y rentas tocantes a la encomienda. Lo único que pueden expresar es que tiene de renta al año 1.000 maravedíes del «pedido».

LUGAR: Almendralejo. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Diego Fernández y Salvador Esteban. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 780 fanegas.
  • Cebada: 750 fanegas.
  • Centeno: —
  • Diezmo de vino: es propiedad del Comendador.
  • Escribanía: arrendada por varios años a Fernán Sancho por valor de 13.000 maravedíes en un año.
  • Renta del Jabón: 8.000 maravedíes en un año.
  • Pedido: 1.300 maravedíes.

LUGAR: Ciudad de Mérida. Año de la visita: 1494. Es Comendador don Álvaro Pacheco el cual en el momento de la visita no se encuentra en la ciudad. Da la información su mayordomo en la forma siguiente:

  • Portazgo: 70.000 maravedíes. Se incluye el portazgo de la ciudad y de todas las tierras de su encomienda.
  • Castillería[13]85.000 maravedíes.
  • Dehesa del Prado de Lácara: 40.000 maravedíes.
  • Cuartos y huertas: 38.000 maravedíes.
  • Aldeas de abajo, La Puebla y Arroyo que son de la comarca de la ciudad de Mérida: 70.000 maravedíes.
  • Diezmos de las moliendas: 6.000 maravedíes.
  • Huerta de «laborado»[14]: 700 maravedíes.
  • Poyas del alcalde: 15.000 maravedíes.
  • Los aguaderos: 2.400 maravedíes.
  • Diezmo de los moros: 2.400 maravedíes.
  • Valor en dinero de la dicha encomienda: 310.400 maravedíes.
  • Valor en dinero por los diezmos: 1.850 fanegas de toda clase.

IV. COMENDADORES Y ENCOMIENDAS: «Los casos de la villas enajenadas de Lobón y Montijo.»

Una de las figuras sin duda más destacadas dentro del funcionamiento administrativo, político e incluso social dentro de la Orden de Santiago es la del comendador. Caballeros que tenían a su cargo una encomienda, un conjunto de bienes que les habían sido cedidos por la propia Orden de por vida y que les permitía su mantenimiento pero igualmente, poder servir desde el punto de vista militar y en todas aquellas tareas más principales.

El paso de la encomienda por herencia aparece reconocida en el año 1483 ya que, debido al desastre de Ajarquía[15], se dieron grandes pérdidas de varones que condujo, antes que dotar las encomiendas a los freyres de convento, hacerlo con los hijos. Así será el caso por ejemplo de las encomiendas de Lobón y Montijocuando Diego de Alvarado cedió sus derechos a favor de García y Juan, sus hijos y que constituyen el núcleo temático del presente estudio. Los ejemplos de estas encomiendas resaltan claros y fabulosos para la comprensión del funcionamiento de estas instituciones claves dentro de la comarca emeritense de la Orden de Santiago.

El periodo cronológico comprendido para éstas abarca desde los años finales del siglo XV (1490-1499) hasta el primer tercio del siglo XVI para Lobón y mediados de esta misma Centuria para Montijo.

LA ENCOMIENDA DE LOBÓN: 1460-1556.

A) Comendadores de la villa de Lobón entre los años de 1460 y 1515.

«Es comendador de la dicha villa de Lobón, Juan de Alvarado. Fue visitada su persona en la forma acostumbrada e fallose esta persona, bien habilitado en todo lo que toca a la Orden…»[16]

Exhaustiva era la comprobación que realizaban los visitadores de la Orden de Santiago. Con la normativa marcada por la Regla casi «en la mano», los visitadores examinaban literalmente al comendador sobre su función con respecto a los servicios que debía prestar a la orden a saber: instruido en la Regla General de la Orden; en todas las cosas tocantes a ser buen cristiano; provisiones sobre la encomienda; estado, conservación y administración de los edificios que conllevaba anexo la dicha encomienda como casa de morada, fortaleza, casa bastimentos y rentas. Igualmente debía de dar en un periodo anual respuesta de todo lo relacionado con el pago y abono de los diferentes impuestos a los que se obligaba la encomienda tanto con la Orden como la Corona.

El primer comendador que tuvo Lobón fue don Diego de Alvarado el cual llevaba desde el año 1460 acumuladas las encomiendas de esta villa y la de Montijo. Don Diego, siguió el procedimiento arriba indicado de renunciar a ellas y de dotar las encomiendas a sus hijos y de esta forma, para la villa de Lobón dejó como titular a Juan de Alvarado y para la de Montijo, de la que nos ocuparemos posteriormente, a García de Alvarado.

Juan de Alvarado debió obtener la encomienda de Lobón en torno a los años de 1480-1482 y fue titular de ella hasta el año 1511 en el que lo sucede Gonzalo Ruiz de la Vega no sin problemas y dificultades que se estudiarán a continuación.

La llegada a la encomienda de don Juan de Alvarado aparece ya descrito en las primeras actas de los libros de Visita de la Orden de Santiago. En el año 1494, los visitadores preguntan al antedicho comendador de quién y por quién tenía carta de poder que le otorgaba la encomienda.

El comendador especifica que la tomó por mano de Alonso Esquimel comendador de Castilleja de la Cuesta y que cuenta con todos los documentos necesarios que le acreditan sobre la mencionada encomienda.

Así, en los encuentros con éstos se le preguntaba por las cosas tocantes a ser caballero digno y presto al servicio de la orden y de los Reyes; la formación en la Regla y en las cosas referidas a las normativas de la mencionada orden; el ser caballero cristiano y cumplir con las obligaciones devocionales correspondientes:

«E si tenía las lanzas con las que ha de servir a la Orden. E dixo que estaba presto para servir con su persona e con ellas a sus Altezas e a la Orden cada que vez que fuésele mandado.»[17]

La posesión de la encomienda, fortaleza y casa de bastimentos le fueron ratificadas al dicho Juan de Alvarado según expresó en el año de la visita de 1498 de manos de don Luis Manríquez, visitador, por mandato a través de «pleito y homenaje de vuestras Altezas». El titulo de comendador conlleva igualmente la provisión y el derecho sobre todas las rentas, bienes y disposiciones en nombre de la Orden y para el servicio de los reyes.

La sucesión de Juan de Alvarado por Gonzalo Ruiz de la Vega trajo problemas que han quedado latentes en las resultas de provisión que aparecen recogidas por los visitadores al exigir a los comendadores las cartas de provisión de la misma. Más aún cuando la Regla de la Orden de Santiago exigía la presencia y permanencia del comendador al menos unos meses determinados del año en la villa cabeza de la encomienda. Cuando en el año 1511 los visitadores realizan la obligada «visita» a la villa de Lobón, se encuentran con que el nuevo comendador Gonzalo Ruiz de la Vega no reside en la casa fortaleza y lo hace en la corte real, quedando primero como mayordomo y luego como alcaide a vecinos de villa.

El primero de estos administradores en nombre del comendador fue Miguel Cunilledos en el año 1511, el cual presentó legítimamente sus acreditaciones por nombramiento expreso de los Reyes y es éste, quien procede a entregar como era costumbre, las llaves de la fortaleza para la correspondiente visita. Sin embargo, la propia Orden exige ahora la ratificación de esta provisión a los alcaldes ordinarios de la villa (Miguel Sánchez de Rueda), el cura de ésta (Pedro González) y otros vecinos de la localidad. La situación se repite en las visitas de los años 1514 y 1515:

«El comendador de la encomienda de la dicha villa es Gonzalo Ruis de la Vega, el cual no pudo visitarse su persona por estar residiendo en la corte. Hallose por alcaide en nombre del mencionado Gonzalo Ruis de la Vega, Miguel Cunillero, el cual, después de haber entregado las llaves a los dichos visitadores en nombre de vuestras altezas e de la dicha orden, presentó pleito e homenaje en la forma según va presentado en las formas legales que se están visitando.»[18]

En esta ocasión, la Orden expresa claramente un interés porque este alcalde muestre si el proceso de sucesión en la encomienda se ha seguido según lo establecido y si la vacante había sido ocupada con los maravedíes que ella vale. Ahora, el alcaide es Juan Vaquero el cual mostró una carta firmada por el rey Fernando dirigida al los freires de la ciudad de Mérida mediante la cual la encomienda de Lobón pasa a manos del mencionado Gonzalo Ruiz:

«…Y por mi autoridad, como administrador sus dicho, podáis haser al dicho Ruiz de la Vega provisión, colación de la dicha encomienda de Lobón como de todos sus anexos e pertenecencias, para que la haga y la tenga e sea comendador de ella, siendo esta mi voluntad.»[19]

B) La Fortaleza, casa bastimento y provisiones de la encomienda de Lobón.

La Casa Fortaleza de la Encomienda de Lobón es una de las edificaciones más interesante de estudiar de toda la comarca emeritense, especialmente porque tenía en su exterior una pequeña fosa que la aislaba y protegía, accediéndose a ella por medio de un pequeño puente de madera cubierto de tierra.

De los posibles orígenes de la existente en tiempos del comendador don Diego de Alvarado y donde en esos momentos se levanta la casa fortaleza santiaguista, se habla de una de época árabe que se identifica con la de Lobón y que aparece mencionada por el cronista El-Idrisi en el siglo XII. El bastión, parece tener unos orígenes árabes, construido primero en adobe y posteriormente reedificado en piedra por los cristianos.

En el año de la visita, 1494, la casa contenía en un interior una primera línea o barrera de tapia, que se encontraba ya derribada y sin puertas, lo que muestra los restos de una antigua fábrica sobre la que se construyó la mencionada fortaleza. En el interior y una vez traspasada esta tapiada, ya en el patio, se encontraba en la zona de la derecha un aljibe junto con una escalera de piedra que daba acceso a la torre de la fortaleza:

«Subieron por la dicha escalera e fallaron en la puerta de la torre al comendador Juan de Alvarado, el cual, les dio las llaves de la dicha torre e los poderes en ella.»[20]

Pero es indudablemente la descripción de la visita del año 1498 la que arroja más luz de la importancia que tuvo la mencionada fortaleza cuando el comendador afirma que contó con una serie de aposentos en torno a la torre donde los moradores de las villas de Lobón y lugares próximos tenían la posibilidad de refugiarse. Estos aposentos fueron mandado hacer por el comendador Diego de Alvarado especialmente cuando se dieron las guerras entre Castilla y Portugal por se esta una zona próxima a la frontera:

«En el tiempo de las guerras pasadas entre Castilla y Portugal, el dicho Diego de Alvarado, comendador que fue, mandó façer alrededor de la dicha torre algunos aposentos para gente y barreras y baluartes a su costa. Fizo de tierra minuda y desde que se juró las paces, como no se sostuvo, cayose.»[21]

Las mencionadas guerras a las que se refiere son las que se desarrollaron con motivo de la sucesión al trono castellano y que se precipitaron a partir de 1469 tras la guerra civil abierta con la muerte de Enrique IV de Castilla entre los partidarios de Isabel, su hermana y la hija de éste, Juana –llamada la Beltraneja- que contó con el apoyo del rey de Portugal y que finalizaron en 1479 con la firma de la paz de Alcaçobas.

Continuando con la descripción de la fortaleza de la encomienda, en la primera de las salas de la torre se encontraban los escudos de armas tanto de la familia perteneciente a Diego de Alvarado como de la orden, en la que aparecían esculpidos dos figuras a caballo, la una representaba al apóstol Santiago y la otra a un caballero que aparecía hincado de rodillas delante de él, tendiendo sujeto al caballo por las riendas.

La torre y casa de la encomienda fue mandada a construir por Diego Alvarado y era la torre de plantas con materiales de buena calidad, utilizándose la piedra, la madera y la teja. Uno de los mandamientos dado desde las primeras visitas fue, la edificación en lo alto de la torre de unas almenas que aparecerán ya realizadas en el año 1500. Al lado de la torre, en la parte que da al río Guadiana, existían otras dos salas con sus cubiertas, chimenea y silos teniendo acceso directo desde la misma torre.

A la altura de los años de 1511 y 1515, los visitadores mandan realizar obras y remodelaciones de la fortaleza y torre para su conservación: un portal en la puerta de entrada a la torre; la sustitución de los restos de tapia, posiblemente lo que quedaba de la primitiva fortificación y una escalera nueva. Las obras aparecen bastante retrasadas por no haber en la villa albañil indicando los visitadores que estas obras han de estar realizadas para el año 1516 bajo pena de veinte ducados para la redención de cautivos.

En la casa de la fortaleza aparecieron una decena de paveses[22] pertenecientes al dicho comendador y junto a todo ello, aparecen descritas las provisiones de la fortaleza desde el punto de vista militar lo cual le servía tanto para la defensa de la encomienda como para el servicio a la orden y a la corona. En el año 1494 aparece la relación de las provisiones que durante todas las visitas prácticamente no cambia:

  • Nueve espingardas[23], cuatro propiedad del comendador[24] y las otras cinco emprestadas.
  • Siete ballestas de sierra grandes y pequeñas.
  • Unas cabalgaduras propiedad del comendador.
  • Dos cerbatanas.
  • Nueve armas de cubierta igualmente propiedad del comendador.
  • Un cajón con media arroba de pólvora.

Tenía una casa bastimento de vino propiedad de la encomienda y situada al lado de la torre. En buen estado y muy bien reparada, la casa contenía treinta y cuatro tinajas dedicadas a la uva y un lagar realizado en albañilería «…que tiene dentro todo su aparejo de husillo[25] y piedra y tableros.» En el año 1515 aparece una descripción completa de esta casa bastimento de la cual se dice que posee ya un lagar con su pilón, dividida la casa en dos cámaras, una que daba hacia la puerta y otra al costado.

Entre los años 1494 y 1515, las rentas de esta encomienda pueden encuadrase de la siguiente forma en un estudio comparativo que nos permite tener una idea amplia y bastante completa de lo que las encomiendas aportaban a la Orden:

Año 1494:

  • 270 fanegas de trigo correspondiente a los diezmos y primicias.
  • 570 fanegas y una cuartilla de cebada.
  • Renta de la Dehesa que esta encomienda posee y que está arrendada, 28.000 maravedíes.
  • Valen los diezmos menudos[26] en los que entran ganado, barca y portazgo un total de 27.000 maravedíes.
  • La renta de pollos: 2.000 maravedíes.
  • El diezmo del vino 180 arrobas y las primicias[27] de lo mismo: 41 arrobas.

Años 1507-1508:

  • Renta de la Dehesa de esta encomienda: 1.200 maravedíes.
  • De hierba, portazgo, horno e minucias: 34.000 maravedíes.
  • De trigo y cebada: 1.000 fanegas.
  • De vino: 300 arrobas.

Año 1514-1515:

  • Rentó la Dehesa que está junto a la Dehesa de esta villa en un año: 30.000 maravedíes.
  • Por el portazgo, barca, diezmo de molinos, de bueyes, de ovejas, de porcino, huertos, colmenas y otros usos viejos y nuevos, sus rentas son para la ermita de los Mártires.
  • Martiniega, derechos y primicias de pan y vino, en relación a todos los que son anexos a esta encomienda y que están arrendadas, no tienen relación con la Mesa Maestral a excepción de las primicias, las demás, pertenecen a la villa de Lobón.

Decir finalmente con respecto a la encomienda de Lobón, que nos encontramos ante una villa que sin duda pujó y tuvo una enorme presencia dentro del partido de Mérida y de la propia orden de Santiago, pujanza que fue perdiendo progresivamente a favor de Montijo que se alzó rápidamente como eje y núcleo de la comarca y como cabeza de una encomienda que había recaído en ella. Basta decir que, hemos hablado de una localidad que llegó a tener en torno a 1515: una iglesia parroquial bajo la advocación de Santa María; una ermita levantada a favor de Santa Brígida; dos hospitales, considerados por los visitadores de la orden como excepcionales en la comarca. Uno de ellos estuvo bajo la orden franciscana a partir de mediados del siglo XVI y era de la advocación de Santiago; varias cofradías entre las que destacó la de los Santos Mártires. Finalmente, la encomienda de Lobón estaría en manos de la Orden de Santiago hasta que en los años iniciales del reinado de Felipe II, fuera vendida a doña Elvira de Figueroa, condesa de Puebla del Maestre, integrándose después en la casa de Medinacelli siguiendo una política ya iniciada por el Emperador Carlos V de desmembrar de las órdenes militares partes de sus posesiones para poder obtener cuantiosas ganancias con las que poder financiar especialmente sus políticas exteriores y sus deudas en la hacienda.

Fue precisamente a partir de este momento cuando esta población logra un relativo desarrollo económico que permitió la remodelación y construcción de los principales edificios como la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, Casas Consistoriales, ermita de Ntra. Sra. De los Remedios, la de los Mártires y la de San Blas.

LA ENCOMIENDA DE MONTIJO: 1460-1556.

A) Los comendadores en la villa de Montijo: 1460-1550.

A pesar de la proximidad geográfica entre Lobón y Montijo (a penas ocho kilómetros) y la división natural por el río Guadiana que no dejó de causar más de un problema a los visitadores de la Orden a la hora de pasar a la villa montijana para visitarla[28], hablar de la encomienda, comendadores y aportaciones de Montijo a la Mesa Maestral es introducirnos en una realidad prácticamente nueva en relación a todo lo anterior.

Pronto se convertiría Montijo en cabeza de encomienda y pronto mostró Montijo su pujanza entre los años finales del siglo XV e inicios del XVI. Una de las muestras de este alza, no es ya sólo el propio empuje demográfico[29] pues, en todo momento contó la villa a través de sus censos, con una población que superaba con creces al resto de las localidades comarcales. También por su poder eclesiástico y civil pues ya en la primera mitad del siglo XVI tenía dos templos, el de San Isidro, primero y primitivo templo parroquial hasta 1490; el de San Pedro Apóstol; un hospital de pobres; la ermita de los Santos Mártires; la ermita y fábrica de Nuestra Señora de Barbaño y algunas cofradías entre las que destacaba la siempre presente Vera-Cruz; además de una casa de beatas de la Orden Tercera Franciscana. Además de poseer casa de morada para el comendador, casa bastimento e incluso en este aspecto, aparece documentado con anterioridad a Lobón los comendadores que la villa tuvo.

Sabemos que el primer comendador documentado que tuvo Montijo fue Juan Chacón al que le sucedió Fernando de Arce. La historia común de las dos encomiendas se inicia precisamente con el sucesor de don Fernando de Arce, Diego de Alvarado al que como hemos indicado, en torno al año 1467 se le encomienda también Lobón.

Antes de proceder a lo que es el desarrollo histórico y económico de la encomienda de Montijo a partir de la sucesión de Diego de Alvarado, es importante que aparezcan aquí reseñada, las afirmaciones que Aurora Ruiz Mateos[30] realiza sobre la primera casa encomienda en Montijo. Dice que las características principales que tuvo esta primera casa fue, la de tener una torre que el mismo Diego de Alvarado mandó a destruir junto con la casa para poder marchar a vivir a la casa de Lobón, especialmente por mejor situación y ubicación geográfica de ésta.

No hay provisiones militares especificadas en las visitas más que las aportaciones propias de éste y la de los caballeros de cuantía al igual que no procederé a la descripción de la casa de morada para la encomienda de Montijo al ser estudio ya publicado. Centraré mi atención en el aspecto económico y en la descripción de la casa bastimento y lagar.

Sabemos de la renuncia de Diego de Alvarado a favor de sus hijos para las encomiendas de Lobón y Montijo. En la visita del año 1498 aparece perfectamente documentando el año en que García de Alvarado sucede a su padre. Los visitadores preguntan al dicho comendador cuándo tomó el hábito santiaguista y cuando fue proveído de dicha encomienda:

«Mostró una provisión del Maestre don Alonso de Cárdenas, dada en quince días del mes de febrero del año setenta y siete. Firmada e sellada con su sello, refrendada de Fernando González, su secretario y remitida al comendador Alonso de Badajoz, juntamente con Alonso Fernández, cura de Cabeza, freire de la Orden…E mostró una presentación del dicho Maestre, refrendada de Juan Collado, su secretario, sellada con su sello, dados en primero de enero del año ochenta y nueve. Fue preguntado quien le proveio de la dicha encomienda, e mostró una provisión dada por don Alonso de Cárdenas, firmada con su nombre y sellada con su sello, refrendada por el dicho Juan Collado, dada en Valencia de las Torres a siete días del mes de enero del año ochenta y nueve.»[31]

Luego García de Alvarado se hace con la encomienda montijana en el año 1489 para continuar siéndolo el año 1515 y morir en 1530, sustituyéndole don Pedro Pimentel:

«Fue visitada la encomienda de la dicha villa, de la cual es comendador la persona de García de Alvarado, el cual se halló en la dicha villa, el cual obedeció el poder de vuestras Altezas e se halló que reside en la dicha encomienda.»[32]

La Regla de la Orden de Santiago obligaba al comendador a residir cuatro meses en su encomienda. Con el dinero procedente de la vacante entre la muerte de un comendador y el nombramiento del otro, comenzó a construirse la nueva casa encomienda que aparecerá descrita en las actas de la orden santiaguista por primera vez en el año 1550. Precisamente de esta visita conocemos que Pedro Pimentel lo fue hasta 1548, año en el que le sucede Jacques de Arbés Gentilhombre de la casa de Carlos V. Con él se procederá a la desmembración y venta de la villa entre los años 1549-1551.

El funcionamiento y control sobre los comendadores distaba en estos momentos mucho de lo que había sido su regular funcionamiento. No residían ya en la casa encomienda y así lo expresa García Rueda depositario de la dicha encomienda por ausencia del propio comendador. Los mismo visitadores dan sabido cuenta de estas ausencias tras la información recibida por el alcalde de ella:

«Súpose del alcalde de esta villa, que es comendador de la dicha villa Jacques de Arves, e que había dos años que es comendador de ella(1548). E ovo información, que no ha venido a la dicha villa desde que es comendador. Súpose ansí mismo por información, que en todo tiempo que don Pedro Pimentel, comendador de la dicha villa, nunca vino, ni residió tiempo alguno.»[33]

Si los años finales del siglo XV suponen un cambio importante dentro del procedimiento y funcionalidad de la Orden de Santiago al recaer el control de ésta en la Corona ahora, uniendo esta información con la que he dado sobre Lobón, donde viene ocurriendo algo parecido -recordemos el comendador que lo es en 1515 Gonzalo Ruiz de la Vega tampoco residía en la encomienda de Lobón- se demuestra que la Orden pierde el control efectivo sobre muchas de sus encomiendas en un claro preámbulo de la desmembración que se producirán y donde la propia encomienda de Montijo, Lobón y la comarca emeritense en general sufrirán fuertes desmembraciones. De esta forma:

  • Los marqueses de Villanueva del Fresno, don Pedro Portocarrero solicitan en 1548 la compra de la villa de Montijo que se realiza definitivamente entre los años 1550 y 1551.
  • A mediados del siglo XVI Felipe II vendió la villa a doña Elvira de Figueroa, Iª Señora de Lobón, integrándose después en la casa de Medinacelli.
  • Doña María Enríquez, marquesa de Villanueva del Fresno, en 1575 solicita la compra de Puebla de la Calzada, la cual quedó definitivamente incorporada a sus bienes en el año 1581.
  • Don Juan de Vera y Zúñiga, conde de La Roca, solicita adquisición de La Alguijuela (Torremayor) en el año 1626.

Del interés de la Corona, tanto durante el reinado de Carlos I como de su hijo Felipe II deriva sin duda el análisis que a continuación realizamos y da en buena medida explicación del por qué del interés de la Corona desde los mismo Reyes Católicos, no ya solo en controlar la Orden de Santiago sino ahora, debido a su productividad, vender propiedades de ésta para poder sufragar los gastos que ocasiones la pesada maquinaria de sus políticas reales.

B) Casa bastimento, rentas y provisiones de la encomienda de Montijo: 1494-1550

Al inicio del presente estudio cuando se procedía a dar la relación de la tabla de pueblos y sus aportaciones a la Mesa Maestral, hacía referencia a que tanto las villas de Lobón como la de Montijo, aportaban en sus respectivos libros las provisiones y producciones de las encomiendas a la mencionada Mesa Maestra.

Para en año 1498, siendo Martín Dado cobrador de las rentas de la encomienda montijana da la información siguiente sobre ellas:

  • 27.000 maravedíes de arriendo del diezmo de los menudos del año 1494.
  • 12.000 maravedíes de arriendo de la hierba de la encomienda.
  • 1.000 fanegas de trigo, 300 de cebada, en diezmos y primicias.
  • 300 arrobas de vino.
  • 16.000 maravedíes de diezmos, ganados, huertas, martiniega y portazgo.
  • 11.000 maravedíes de renta de la hierba que tiene esta encomienda en la Dehesa de Setisfocha, la cual está en el término de Badajoz.
  • 2.000 maravedíes de renta de hierba que tiene esta encomienda en la Dehesa de El Fresno, termino de Badajoz.
  • Ciertas cantidades que no especifica de unas tierras de pan en El Barreal, junto al Ejido de la dicha villa. No dan la cantidad porque el cobrador de rentas de la encomienda afirma que las cobra directamente el comendador.

En este año de 1498 aparece ya la descripción de la casa de bastimento de esta encomienda. Poseía un lagar de albañilería con pilón y diecinueve tinajas grandes de madera para desgranar la uva. La casa bastimento tenía adosada a las espaldas un pedazo de tierra que rentaba al año hasta cuatro fanegas en los años de sembradura. Los visitadores mandaron estuvieran adquiridas para la próxima visita nueve tinajas nuevas, con su husillo, piedras y tableros e incluso que se hicieran una serie de obras de remodelación. Fueron precisamente por estos mandamientos por los que se ordenó derribar la pared central que tenía la casa y agrandar la sala, por donde se ha podido averiguar que la casa bastimento estaba pegada a la iglesia parroquial de San Isidro.

Junto a la tierra mencionada, poseía igualmente la casa bastimento tres silos para «encerrar el pan», con una capacidad de 1.000 fanegas.

Para los años de 1503-1508 las rentas de la encomienda montijana han crecido considerablemente:

  • 10.000 maravedíes de renta por diez vacas que posee en la Dehesa de Setisfocha, término de Badajoz.
  • 2.000 maravedíes de renta de la hierba en la dehesa de El Fresno.
  • 27.000 maravedíes de renta de hierba en la dehesa Las Meninas.
  • 1.300 fanegas de trigo correspondientes al diezmo del año 1507.
  • 250 fanegas de cebada.
  • 300 arrobas de vino.
  • Las rentas de una huerta que posee arrendada Pedro González, linderos con tierras de Esteban Gallego.
  • Arrendamiento de un pedazo de tierra que tiene ahora convertido en huerta García de Porras.

Continuaban las obras sobre la casa bastimento en un intento por parte de los visitadores de ampliar dicho espacio. En el año 1508 mandan abrir una ventana encima de la puerta de entrada a la casa por donde poder introducir la uva para desgranarla. Aún no había finalizado las obras de rompimiento de la pared central de la sala:

«E que en el cuerpo que está a la mano izquierda de la entrada, se rompa la pared, que está entre el dicho cuerpo y el cuerpo por donde está el lagar. Que se le hiciesen dos arcos de ladrillo para que el un cuerpo y el otro fuesen uno.»[34]

Las mencionadas obras se amplían: la adquisición de doscientos vasos; la ubicación de una viga sobre la pila del lagar, la realización de unos arcos de ladrillo y el mencionado rompimiento de la pared «…e que todo lo suso dicho se fisiese fasta el día de la Trinidad del año 1509, so pena de veinte ducados para redención de caubtivos.»[35] Sin embargo la información de la visita del año 1511 informa que estas obras no han sido realizadas por lo que los mandamientos volvieron a cobrar efectividad y se recurrió ahora a la información correspondiente del por qué no se realizaban las obras.

En el año 1511, es el mayordomo de la encomienda González Sánchez quien da la información respectiva a las rentas de ésta:

  • Cuatro fanegas de tierra en sembradura que produce el pedazo de tierra que tiene adosada la casa bastimento.
  • Diez fanegas de sembradura de la huerta que posee Pedro González con sus treinta gallinas, linderos con tierras de Francisco Gallego, a los cuales les fue exigido presentar carta de arrendamiento.
  • 1.000 maravedíes de las setenta vacas de hierba en la dehesa Setisfocha, término de la ciudad de Badajoz.
  • 2.000 maravedíes de la renta de la hierba en la dehesa El Fresno.
  • 45.000 maravedíes de la renta de minucias del pasado año, 1510.
  • 1.300 fanegas de trigo.
  • 176 fanegas de cebada.
  • 2 fanegas de centeno.
  • 700 arrobas de vino.
  • Una viña de tierra que posee arrendada García de Alvarado con cuatro pares de gallinas al cual por no haber presentado en otros años rentas a la encomienda, le fue exigido carta de censo, mostrándola con la firma de Diego de Torremocha, comendador de la Cámara de Privilegios de Mérida, fechada el 24 de octubre del año 1510.
  • Dos pedazos de tierra de pan llevar en término de esta villa, linderos con tierras de Cristóbal Martín una y la otra, en Valdelobos.

Volviendo una vez más a la obras de la casa bastimento, los visitadores muestran ahora en el año 1511 un interés especial al ver que no se han realizado. Ellos mismo proceden a la tasación y averiguan el valor de lo que cuesta realizarlas, ascendiendo éstas a 3.500 maravedíes, mandando realizarlas en el tiempo de un año.

En la visita del año 1515 las rentas de la encomienda son las siguientes:

  • 15.000 maravedíes de renta por la dehesa de Setisfocha.
  • 2.000 maravedíes de renta por la dehesa El Fresno.
  • 32.000 maravedíes de renta por las minucias del año 1514.
  • 1.412 fanegas de trigo.
  • 300 fanegas de cebada.
  • 142 arrobas de vino.

Como censos anexos a la encomienda: 34 maravedíes de la huerta arrendada a Pedro González; Dos pedazos de tierra de pan llevar en término de esta villa, linderos con tierras de Cristóbal Martín una y la otra en Valdelobos.

La información que se da en la visita del año 1550 adquiere como ya he dicho una valía importante puesto que en la siguiente visita del año 1556, ya no aparece información sobre la encomienda al haberse realizado ya la venta a los marqueses de Villanueva del Fresno. En este año, dan la información Alonso Dean, alcaide nombrado por el comendador Jacques de Arbés y las cuentas de la encomienda las lleva Miguel Paez y Gaspar de Rueda La no presencia del comendador exigió a los visitadores santiaguistas cartas de conformidad de que realmente estas personas habían sido nombradas para tales cargos:

«Que el alcance que le fue fecha, dicha cuenta la dio e pago al dicho Miguel Paez en el dicho nombre, del cual tiene carta de pago, en las espaldas de ella, provisión de vuestras Altezas. De los cual todo hizo. Paresció haber recibido del dicho Gaspar de Rueda de la dicha medianata de la renta de los dos años de 1545 y 1546, cuatroncientas e cincuenta mil y, quinientas e diez y nueve maravedíes, de los cuales se hizo cargo el dicho Gaspar de Rueda por el dicho Miguel Paez, e por el licenciado Maldonado, alcalde mayor que a la sazón es en la ciudad de Mérida.»[36]

Ahora sí aparecen hechas las obras que se venían demandando. Gaspar Rueda presentó recibos de las cantidades de dinero que había gastado en ellas, junto a lo pagado al tesorero de la Orden. Para el presente año de 1550 fueron presentadas las últimas de las cuentas y rentas de la encomienda montijana cuando ésta se encontraba ya en pleno proceso de venta:

  • Los diezmos del pan, ganado, vino, hornos de la dicha villa pertenecen al comendador ya que en este año, dichas rentas se encuentra ya cerradas (recordemos el proceso de venta).
  • 25.000 maravedíes de renta de veinte vacas en la dehesa de Setisfocha.
  • 15 ducados de renta de quince vacas en la dehesa El Fresno.
  • 27.000 maravedíes que vale el diezmo de menudo que son todos los diezmos más el de molino, martiniega, lana y vino.
  • 12.000 maravedíes de renta de los hornos.
  • 28.000 maravedíes de la renta de dos pedazos de tierra propiedad de esta encomienda.
  • 1.850 fanegas de trigo de diezmo del año.
  • 840 fanegas de cebada de diezmo.
  • Más la producción de los cuatro silos que tiene de pan junto a la casa bastimento de vino.

En todo este proceso de rentas y aportaciones a la Mesa Maestral, no podemos olvidar los pagos que el comendador realizaba tanto al conventual de Uclés como a la propia corona. Quizás, una visión definitiva de la importancia que tenía desde el punto de vista económico todo el proceso de aportación que hemos venido describiendo y estudiando podamos verlo de una manera definitiva y global en el siguiente gráfico comparativo entre Montijo y Lobón:

Tazmías encomienda de Montijo desde 1498 a 1550 en maravedíes

graf1Tazmías encomienda de Montijo desde 1498 a 1550 en fanegas

graf2Tazmías encomienda de Montijo desde 1498 a 1550 en arrobas de vino[37]

graf3Cuando procedemos a la lectura de todo el conjunto documental sobre la desmembración y venta de la encomienda y villa de Montijo a los señores marqueses de Villanueva del Fresno, es cuando nos podemos hacer una idea real y definitiva del poder económico en bienes que llegaron a tener las encomiendas y por ende la Orden de Santiago. Insisto que indudablemente fueron muy sustanciosas las cantidades económicas que la los primeros Austrias sacaron de su venta. Para el caso de Montijo[38], que nos puede bastar para hacernos una idea de todo lo anteriormente mencionado, su venta ascendió a un total de 24.175.900 maravedíes, aproximadamente unos 65.000 ducados, a los que les fueron añadidos el valor de la casa y fortaleza que se convertiría en casa de los condes, casa bastimento y silo que se convertirían en casa granero de éstos y cortinales, lo cual todo ascendió a 24.615 maravdíes.

La escritura de venta recoge finalmente un juro de obediencia que hace que desde este último año de 1550, la villa quedara definitivamente separa de la Orden:

«…eximo y aparto a la dicha villa y sus términos y jurisdicción de cualesquier jurisdicción que en ella aya tenido y tenga dicho gobernador o corregidor de la ciudad de Mérida y otra cualquier justicias de ella, con aquellos alcaldes ordinarios y concejo de la dicha villa del Montijo.»[39]

V. CONCLUSIÓN FINAL

Bienes, provisiones, edificaciones y rentas generadas por la Orden Militar de Santiago fueron consideradas desde el último cuarto del siglo XV como una sustanciosa y suculenta aportación para la Hacienda Real. Primero por unos Reyes Católicos que ávidamente comprendieron y entendieron el momento en que debían de hacerse con el control de la dicha Orden al finalizar la reconquista y donde además, se sabía perfectamente que la reacción de la Orden iba a ser de total obediencia especialmente porque su sentido militar se perdía y con ello el objetivo primordial que le venía dando significado.

Estas poblaciones nacieron como núcleos y se desarrollaron en sus diversas formas y atendiendo a sus propias necesidades gracias indudablemente a la presencia de la orden santiaguistas. La comarca emeritense tiene ejemplos de todo esto y la casi totalidad de aldeas, pueblos y villas, conocieron desde el siglo XIII al XV su nacimiento y desarrollo. Es cierto que, aquellas que fueron vendidas por Carlos I y su hijo Felipe II cayendo en manos de la nobleza, alcanzaron cierto auge y despegue respecto a las formas de vida, maneras económicas y relaciones sociales pero, a la manera y administración santiaguista se le deben capítulos importantes de su historia.

Incluso desde la perspectiva metodológica y dentro del terreno de la investigación, los Libros de Visita de la Orden suponen un aporte documental de extraordinaria belleza e importancia para el conocimiento histórico. Gracias a ellos, podemos conocer los edificios existentes en las localidades, alcaldes, regidores, comendadores, composición social e incluso de las minorías (las actas de las visitas recogen la existencia de los llamados «convertidos» o conversos y de su instrucción en la fe católica), rentas y fábricas de todo lo existente en las villas.

El presente estudio no pretende sino poder conocer la importancia que estos lugares tuvieron para la orden santiaguista y la propia corona desde el punto de vista económico y como todo comenzó por la acción de unos monarcas, Isabel y Fernando que se empeñaron en la construcción de un mundo nuevo, una sociedad diferente y una España distinta a la que había venido siendo en la época medieval. No es desde aquí, de este estudio ni tampoco ahora, cuando saquemos las valoraciones oportunas a este respecto. Será en el conjunto de investigaciones históricas que se realizarán sobre la política de estos monarcas, la que nos permitirá conocer si todo ello se consiguió o no.

VI. FUENTES INÉDITAS

  • Archivo Nacional de Simancas.
    • Sección: Mercedes y Privilegios. Legajo 364-24. Venta de Montijo a los marqueses de Villanueva del Fresno.
  • Archivo Histórico Nacional de Madrid y Archivo Histórico Provincial de Badajoz.
    • Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Partido de Mérida. Priorato de San Marcos de Lobón. Encomiendas de Lobón y Montijo.
      • Año 1494. Libro número: 1101c. MCF: 33.
      • Año 1498. Libro número: 1103c. MCF: 34.
      • Año 1500. Libro número: 1104c. MCF: 35.
      • Años 1507-1508. Libro número: 1107c. MCF: 36.
      • Año 1511. Libro número: 1108c. MCF: 37.
      • Año 1515. Libro número: 1109c. MCF: 38.
      • Año 1549-1551. Libro número: 1112c. MCF: 41.
      • Año 1556. Libro número: 1113c. MCF: 41.

VII. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

  • Pino García del, José Luis: Extremadura en las luchas políticas del siglo XV. Colección Historia. Servicio de Publicaciones de la Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1991.
  • Rodríguez Blanco, Daniel: La Orden Militar de Santiago en Extremadura (siglos XIV-XV). Colección Historia. Servicio de Publicaciones de la Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1985.
  • Navarro del Castillo, Vicente: Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Mérida, 1974.
  • Ruiz Mateo, Aurora: La Orden Militar de Santiago en Montijo: la casa encomienda. Actas Coloquios sobre la Historia de Montijo. Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Montijo, 1987. Pág. 35.
  • Iglesias Aunión, Pablo: Historia de la comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos. Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz y Adecóm Lácara. Badajoz, 2001. 2º Edición.

NOTAS:

[1] El portazgo se trataba de un impuesto consiste en el pago que daba derecho al paso por un determinado camino.

[2] La martiniega consistía en un tributo muy generalizado en la Edad Media en los reinos de Castilla y León por el cual, en concepto de vasallaje se pagaba anualmente, concretamente el día 11 de noviembre, festividad de San Martín, en razón de los conceptos de reconocimiento del dominio ajeno y del disfrute de un predio.

[3] Entendida como el pago a la Iglesia de una décima parte de todo lo relativo a los frutos y ganados.

[4] Este proceso aparece desarrollado en la obra de Pablo Iglesias Aunión: Historia de la Comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos. Edita: Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz y Adecóm-Lacára . 2ª Edición. Badajoz, 2001. Págs. 37-39.

[5] Pino García del, José Luis: Extremadura en las luchas políticas del siglo XV. Colección Historia Departamento de Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1992

[6] Rodríguez Blanco, Daniel: La Orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV). Colección Historia. Servicio de Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1985.

[7] Ibídem. Página, 52.

[8] Alcabala: tributo del tanto por ciento del precio que se pagaba al fisco por parte del vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta. Existía variedades que nos hacen hablar por ejemplo del tributo que pagaba el forastero por los géneros que vendía, entonces era conocida como alcabala del viento.

[9] Ibíd.. nota 6.

[10] Todos los datos que aparecen en relación a los lugares y en función a las aportaciones y tazmías que realizan a la Mesa Maestral están tomadas de la siguiente fuente: Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de Visita correspondiente al año 1494. Libro número, 1101 c. Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Microfilm número 33.

[11] Generalmente los tesoreros eran nombrados por el concejo. Se supone que si los lugares eran demasiados pequeños, la propia Orden se encargaba de realizar la tasación.

[12] A.H.N. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de Visita número 1101 C. Mesa Maestral.

[13] La Castillería era un derecho que se pagaba por pasar por un territorio que poseía castillo.

[14] Se refiere a una huerta de labor.

[15] A mediados del siglo XV, se produjo una reacción importante de los musulmanes de la provincia de Málaga que alcanzó su momento más álgido en el llamado «desastre de la Ajarquía», cuando en 1483 las tropas de El Zagal, gobernador de Málaga, infringieron una seria derrota al ejército cristiano. Al año siguiente comenzó la ofensiva definitiva sobre la provincia.

[16] A.H.N. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de Visita número 1101 C. Villa de Lobón, año 1494. Sección: Comendadores.

[17] Ibíd.

[18] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Lobón. Libro de Visitas de los años 1514-1515. Número :1109-C.

[19] Ibidem. Nota 16.

[20] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Lobón. Libro de Visitas del año 1494. Número :1101.

[21] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Lobón. Libro de Visitas del año 1498. Número :1103.

[22] Los paveses son escudos ovalados.

[23] La espingarda tiene una doble acepción militar. Bien puede hacer referencia a un antiguo cañón de artillería largo, mayor que el falconete y menor que la pieza de batir o, que en este caso es lo más probable, a una escopeta de chispa muy larga.

[24] Especifico lo de «propiedad del comendador» porque en la composición social estamentalizada en la que nos encontramos, aparecían los llamados caballeros de cuantía, los cuales poseían caballo, armadura y armas que en muchas ocasiones eran depositadas en la fortaleza o casa del comendador para mejor servicio a éste.

[25] Husillo: tornillo de madera o de hierro que sirve para el movimiento de presas y otras máquinas.

[26] Los menudos son diezmos de los frutos menores, como hortalizas, frutas, miel, cera y otros semejantes que se arrendaban y recaudaban con el nombre de rentas menudas.

[27] Las primicias consistían en la prestación de frutos y ganados que además del diezmo se le daban a la Iglesia.

[28] El primer año de la visita no pudieron acceder a las poblaciones de Puebla, Montijo y Torremayor a causa de las crecidas del mencionado río.

[29] Se consolidó como la población más grande en cuanto a número de vecinos. En 1494 contaba con 212, que pasaron a 300 en 151 y 501 en 1556. Es nota del autor.

[30] Ruiz Mateo, Aurora: La Orden Militar de Santiago en Montijo: la casa encomienda. Actas Coloquios sobre la Historia de Montijo. Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Montijo, 1987. Pág. 35

[31] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Montijo. Libro de Visitas del año 1498. Número :1103.

[32] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago.Villa de Lobón. Libro de Visitas del años 1514-1515. Número :1109 c.

[33] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Villa de Montijo. Libro de Visitas del año 1549-1550. Número :1113 c.

[34] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Montijo. Libro de Visitas del años 1507-1508. Número :1107 c.

[35] Ibíd.

[36] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Montijo. Libro de Visitas del años 1549-1551. Número :1112 c.

[37] Para el año 1550 no aparece producción de vino porque está tasado e incorporado en maravedíes en la cuenta correspondiente.

[38] Todo el proceso de desmembración y la carta de venta se encuentra recogida en el Archivo Histórico Nacional de Simancas. Sección: Mercedes y Privilegios. Legajo 364-24. Venta de Montijo a los marqueses de Villanueva del Fresno.

[39] Iglesias Aunión, Pablo: Historia de la comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos. Edita: Excma. Diputación Provincial de Badajoz.- Adecóm Lácara. 2ª Edición. Badajoz, 2001. Págs. 173-177.

Oct 012004
 

Eloy Hernández Paz.

DE LA TRINCHERA AL PILAR

(Poesía original e inédita y primera poesía que escribió Juan García, siendo cabo de la 2ª Compañía del Batallón 178 del Regimiento de Infantería Argel 27 de Cáceres, dedicada a sus hermanos.) (29 de diciembre de 1937).

Os voy a contar, hermanos,
la alegría que recibí
el veintisiete en la noche,
cuando al acostarme me fui.
A las ocho a mi sargento,
de esta forma empecé a hablar:
¡Oh, quién tuviera la dicha
de visitar el Pilar,
para rogarle a la Virgen
me libre de todo mal
de las balas enemigas
y del demonio infernal.

Mi sargento, complaciente,
al alférez fue a pedir
que me diera su permiso,
para a Zaragoza ir.

Mi sargento, regresó,
muy contento a la chavola
diciéndome que me marchara,
día después a cualquier hora.

Amaneció el día siguiente,
para mí tan deseado,
descendí del parapeto
con velocidad de un rayo.

Llegué al sitio destinado,
Donde hacía un frío que helaba;
mas mi corazón sentía
un calor que abrasaba.

Era el calor que sentía
dentro de mi corazón,
porque iba a ver a la Virgen,
alma y centro de Aragón,
a orar a la Pilarica
por España, mi nación,
por todos los que luchamos
por la Santa Religión.

Llegamos a Zaragoza
y preguntando a un señor
a dónde estaba el Pilar
enseguida me enseñó.

Me dirigí presuroso
allá, al templo del Pilar
y me encontré a tanta gente
que casi no podía entrar

Como pude me “colé”
dentro de aquel santo templo
donde vi a la Pilarica
baturra de cuerpo entero.

Me hinqué de rodillas ya
y después de haber rezado
pasé a besar el Pilar
de besos de amor gastado.
Y después de efectuar,
tan santas y buenas obras
las bombas estuve viendo
que tiraron hordas rojas.

Colgadas en la pared
allí están para el recuerdo
con los agujeros todos
que ella, al caer hicieron

Después de haber recorrido
el templo, de arriba abajo,
salí para regresar,
otra vez a mi trabajo.

Llegado a la posición,
todos a una me decían:
“¿Qué tal fue en Zaragoza,
compañerito García?”
Y yo contento y alegre
de verás a todos le dije
“si pasáis por Zaragoza,
no os vayáis sin ver a Virgen,
que es la vista más preciosa
y la de verse más digna,
el visitar el Pilar
y ver a la Pilarica.”

Aquí tenéis, hermanos,
con alegre corazón;
porque estoy en las trincheras
de este Frente de Aragón,
dispuesto a ofrecer mi vida
por defender la Nación,
a la hermosa Pilarica
y a la Santa Religión.

Termino aquí mi viaje
a la Virgen del Pilar,
si otra vez me dan permiso,
yo me volvería a marchar
en el sector de Medicina
soy cabo de Infantería,
son mi nombre y apellidos,
estos: Juan García García.

JUSTIFICACIÓN DEL TRABAJO

Cuando el pasado año tuve la oportunidad de asistir a los XXXII Coloquios Históricos de Extremadura, sin igual encuentro con la Historia de esta tierra que me vio nacer y a la cual profeso un cariño especial, y que cada vez que de ella salgo no dejo de hablar de sus grandezas, me decidí más seriamente a participar en los mismos, opción que llevaba años atrás madurando y también, aderezada por el sabio consejo tanto de mi familia, como de una persona a la cual yo le profeso un cariño especial, que me conoce desde mi más tierna infancia, participante de estos coloquios desde 1994 y que desde hace ya cuatro me lleva animando a participar en ellos. Obvio su nombre porque sé de su sencillez pero también sé que sabe que me refiero a él.

Tras tomar tal decisión llegó el momento de madurar el tema por tratar en los mismos, siempre teniendo en cuenta los límites establecidos en ellos y siendo consciente ante todo de mis límites personales. Por ello, y gracias al siempre sapiente consejo de mi madre, decidí ilustrarme, y a la postre, ilustrar a todos los presentes sobre este personaje, del cual yo ya tenía conocimiento por mi condición de cofrade ya que en el año 1989 fue publicada en la Guía Oficial de la Semana Santa Cacereña, la que yo considero una de las más hermosas poesías que se han podido crear para la Semana Santa en general, y para el Santo Crucifijo de Santa María de Jesús (Cristo Negro), protagonista de la misma, en particular. A parte, en casa de mi abuela (gran amante ésta de la Historia de la ciudad de Cáceres, quizás sea de ella de quien haya heredado yo mi afición por la Historia en general, y de Cáceres en particular), había caído en mis manos uno de los títulos publicados de este autor, Juan García, titulado “Claveles de mi tierra” en su primera edición, y que el autor le dedicó en su día.

Por ello, una vez decidido el tema, hubo de ponerse manos a la obra a trabajar en él, y gracias de nuevo a esa aportación generosa de mi madre, me puse en contacto con la viuda e hijas de Juan García y así, el Jueves Santo de 2004, antes de los Divinos Oficios, tuve la suerte de mantener una larga y extensa charla, muy enriquecedora, la cual disfruté como si un niño fuera y en la que pudimos compartir datos y experiencias del autor, quedando la familia muy agradecida por haberme acordado de este personaje que, a pesar de perdurar en la memoria popular del pueblo cacereño, la Historia de la tierra no le había hecho el justo y merecido reconocimiento. Además, han sido múltiples las llamadas de teléfono de Cáceres a Segovia para comentar diversos aspectos de Juan, para así poder llevar a cabo este trabajo.

VIDA DE JUAN GARCÍA GARCÍA

Ciertamente, de Juan García cabe decir en primer lugar que su vida fue genial y fascinante, como la de los grandes artistas. Gran amante de Cáceres en particular y de Extremadura en general, de la Ciudad Monumental de Cáceres y de su historia, creyente practicante, y fue gran devoto de la Virgen de la Montaña.

Juan García nace en Ahigal (Cáceres), el 8 de marzo de 1918 en una familia humilde y sencilla, pues no en vano sus padres eran labradores.

Ahigal, el pueblo que le vio nacer es un municipio de la Alta Extremadura, que se halla situado en el centro de la llanura que se extiende por la Sierra de Villar de Plasencia y Béjar por el noreste; Casar de Palomero por el norte; la Sierra de Dios Padre por el noroeste y Plasencia por el sur. Perteneciente a la Comarca del Valle del Ambroz en su parte suroeste, se encuentra bañado por las aguas del Arroyo “El Palomero”, disponiendo de una presa que regula el curso del mismo, denominada presa de “Las Cumbres”, situada hacia el norte, aproximadamente a dos kilómetros del pueblo. Otros ríos que recorren este pueblo son el río Alagón (afluente del río Tajo), atravesando Ahigal de este a oeste.

Es tierra de abundantes olivares, constituyendo estos su principal fuente de riqueza. Otra de las fuentes de riqueza es su mercado de ganado, pues uno de los más importantes.

A los cuatro años de edad acude a la Escuela Nacional de Enseñanza, y a los diecisiete, ingresa en la Academia Guardiola, en la que se formaría para el ejercicio de la profesión de correos. Poco tiempo después de haber ingresado en la Academia, estalla la Contienda Civil, acudiendo a la misma como Cabo del Regimiento Argel núm. 27 de Cáceres, combatiendo en diferentes frentes, tales como Belchite, Somosierra, Teruel y Guadalajara, y visitando otros tantos lugares como Écija, Granada, Zaragoza, Alfaro, Logroño y El Ferrol del Caudillo, dónde se libra la “Batalla del Ebro”.

Perteneció al Cuerpo de Mutilados de Guerra; fue nombrado Sargento Honorífico y en su poder tiene nueve medallas de honor.

El doce de enero de 1938 cae herido, debido a que una bala enemiga le alcanza el muslo izquierdo y por ello ha de ingresar en hospitales de diferentes ciudades del país, tales como Zaragoza, Bilbao y Santander.

Una vez dado de alta, regresa al frente, y una vez allí, acontece la muerte de un paisano del pueblo (el hijo del zapatero), cuyos nombres y apellidos eran los mismos que los suyos, y al llegar la noticia al pueblo creen que el que ha fallecido es Juan García, el poeta, y por ello preparan los funerales en su honor, dado que había sido durante muchos años monaguillo en la localidad. Finalmente, escribe desde Miajadas, para informar que realmente, quien había fallecido era el hijo del zapatero.

Contrajo matrimonio con una garrovillana, Doña Carmen Domínguez Mayoral, y con la cual tuvo dos hijas: Remedios y María del Carmen, siendo Remedios continuadora de la tradición poética familiar, teniendo escritas un buen número de poesías, una de ellas de homenaje a su padre, titulada: “Al cantor de Extremadura”:

A este respecto, cabe contar un dato anecdótico, y es que estando Remedios estudiando aún en el colegio, la maestra mandó a todos los niños de su aula que escribieran una poesía. Por entonces, Juan ya era un poeta con cierto renombre; ella no dijo nada en casa y la escribió a hurtadillas para que no pensara la maestra que había sido su padre quien le había escrito la poesía. Llegó el día en que tenía que presentarla y era el poema de tal calidad que la maestra llamó a Juan para indicarle que la próxima vez no le hiciera las poesías a la niña pero Juan como no sabía nada, aseguró bien a la profesora que él no había escrito nada.

En el año 1949 consigue su primer premio poético en Cáceres con la poesía “El hogar cristiano extremeño”. Así mismo, obtiene otros reconocimientos, como el premio “Gabriel y Galán” de poesía extremeña, en 1973, así como en el mismo año obtiene el accésit del “Premio Hispanidad” en Guadalupe. Es reconocido como “Poeta de Honor en la Fiesta de los Enamorados de Extremadura” el 26 de febrero de 1989 (nombramiento otorgado por el FICEX, en Badajoz) y del momento en que fue reconocido como poeta enamorado de Extremadura, él no tenía información, pero las circunstancias de la vida le llevaron a encontrarse con otro gran amigo, quien le informó de una reunión en la que se llevaría a cabo el nombramiento del poeta enamorado de Extremadura. Una vez allí cada uno de ellos leyó un poema, recitando Juan el llamado “Para hablar de Extremadura”, poesía que figura de prólogo de la zarzuela “Boda Típica Extremeña” que fue estrenada en el Gran Teatro de Cáceres el 17 de mayo de 1956, representada en varios teatros de la provincia y que posteriormente fue llevada al cine.

Le entusiasmaba la obrade José María Gabriel y Galán, y especialmente su poesía titulada «El Embargo”; cada vez que la tenía que recitar le causaba una gran emoción. Así mismo, mantiene contactos con resaltados investigadores de la ciudad, tales como Antonio Rubio Rojas, cronista oficial de Cáceres en la actualidad, Luis Álvarez Lencero, Valeriano Gutiérrez Macías (mayordomo que fuera de la Cofradía del Santísimo Cristo de las Batallas), Padre José Luis Cotallo, el cual se halla ahora mismo en proceso de beatificación, y a quien, a su llegada a la ciudad de Guadalupe en peregrinación en 1947, le escribe una poesía en conmemoración de aquel, sin lugar a dudas, emocionante momento para el Padre. Así mismo, también mantiene contactos con Jacinto Benavente, Premio Nobel de Literatura en 1922, elogiando su obra titulada “Los Beneficios del teléfono”, publicada en 1953 la primera edición y reeditada en 1983.

Como ya he apuntado anteriormente, sentía un gran entusiasmo hacia José María Gabriel y Galán, y a tal extremo llega, que fue, junto con otros poetas del momento, precursor de una tradición muy entrañable que hoy día continúa, pero actualizada y aumentada: el 6 de enero, Día de la Epifanía del Señor se juntaban unos cuantos poetas para rendir homenaje a este salmantino de nacimiento pero cacereño de adopción (como tantos otros artistas e investigadores) en el día en que se celebra el aniversario de su óbito. Hoy día esta tradición se mantiene, y participan tanto poetas relevantes de la ciudad, así como otros no tan relevantes. Igualmente, para tal fecha se convoca un premio de poesía para escolares, organizado por la Obra Social de Caja Duero.

En el año 1982, con motivo de la visita de Su Santidad Juan Pablo II a España, se creó por parte de un grupo de poetas de la región un álbum de poesías de Extremadura, que le entregaron a Su Santidad en recuerdo de su visita a nuestra querida tierra. Así, Juan García también participó en este álbum, escribiendo la poesía “¡Venid Santo Padre!” y otra dedicada a la Virgen de la Montaña.

Era un enamorado de su trabajo de cartero y de la poesía, y siempre decía que nació poeta y cartero se hizo después. Tanto es así, que en una entrevista concedida a un diario de tirada local, afirmaba que no le importaba quedarse una noche entera sin dormir escribiendo poesía y al día siguiente acudir a su jornada laboral como si nada.

Amaba su trabajo de cartero, porque estaba constantemente en contacto con la gente. Además, en los años en que tuvo que ejercer su profesión, en la post-guerra, dado el elevado nivel de analfabetismo que había en la sociedad, le tocaba leer muchas veces las cartas a las personas a las que se las entregaba, puesto que estos no sabían leer ni escribir, y así, y dada su notable humanidad y solidaridad, cuando daba buenas noticias, llegaba contento e ilusionado a su casa, mientras que si las noticias que daba eran malas, llegaba triste y desazonado, sintiendo el dolor que sentirían las personas a las que les ha llevado las misivas.

Además de tener una notable humanidad, era una persona muy solidaria, participante en todas las causas de este tipo en las que era reclamado. Así, en el año 1954, cuando son iniciadas las obras del nuevo Seminario Mayor (que es el que actualmente conocemos), el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo D. Manuel Llopis Ivorra, le solicitó su ayuda para la obtención de fondos económicos para sufragar las obras de construcción del mismo. Su aportación fue la de escribir poemas para posteriormente ser leídos en recitales con los cuales obtener los fondos necesarios.

El 8 de diciembre de 1995, Festividad de la Inmaculada Concepción, recibe un homenaje de la gente de su pueblo, Ahigal, en el cual fue nombrado Mayordomo de las fiestas del Santísimo Cristo de los Milagros, realizándose entre los actos previstos en el programa un panegírico de recuerdo en su honor. En tal homenaje, sería descubierta una calle con su nombre.

Poco tiempo después, el 12 de enero de 1996, Juan García García fallecería en San Rafael (Segovia), lugar al que los avatares de la vida le llevarían tras toda una vida en su querida Extremadura. Tal era el cariño que sentía por esta tierra, que siempre dijo que quería ser enterrado al momento de su muerte en su Extremadura natal, y de hecho en tal momento hubo un grupo de personas dispuestos a traer el cadáver de Juan García desde San Rafael hasta Cáceres y así cumplir con una de sus más profundas voluntades, pero finalmente no pudo llevarse a cabo.

Las reacciones en Cáceres no tardaron en producirse y así, en el año 1997 el Excelentísimo Ayuntamiento de Cáceres le concedería una calle a Juan en la Barriada de Aldea Moret.

Por otra parte, en su pueblo natal, desde el año 1980 se viene celebrando un certamen poético de nivel nacional, titulado “Certamen Poético Nacional Exaltación al olivo” ; a su muerte, fue creado un 3º premio de este certamen, Premio “Poeta Juan García” y cuya dotación es de 90 € y trofeo alegórico, actualmente

OBRA DE JUAN GARCÍA GARCÍA

Nos encontramos ante un prolífico poeta, gran conocedor de Extremadura: en sus poemas habla siempre de gentes sencillas, de hechos históricos relevantes en su pueblo natal, Cáceres o en determinados lugares de Extremadura. Así, a este respecto encontramos la obra titulada “Los beneficios del teléfono”, escrita en 1953 y que trata los bienes y perjuicios del teléfono a su llegada a Ahigal, (al respecto de los costes económicos que supuso su implantación) llegando el 4 de abril de 1926, siendo alcalde-presidente del Ayuntamiento D. Vicente Moreno Rubio. A tal acuerdo se llegó en consenso de los alcaldes y secretarios de varios municipios: Oliva de Plasencia, Mohedas de Granadilla, Casar de Palomero y Ahigal.

En su obra, también se denotaba su devoción a la Santísima Virgen de la Montaña, patrona del pueblo cacereño. Sobre este tema, fue iniciador de la tradición del día de la Romería de la Virgen de la Montaña, el día de la madre, que consistía en reunirse un grupo de poetas en el “El Hoyo” para recitar versos en honor de Nuestra Excelsa Patrona; hoy día esta tradición se mantiene por parte de los hermanos de la cofradía de la Patrona.

También era un gran amante de la Semana Santa Cacereña, pues no en vano tiene escritos poemas en honor de Nuestro Padre Jesús Nazareno, del Cristo Negro, a la Virgen de la Esperanza, etc. Además, era compositor y cantaor de saetas: las componía en pocos minutos: al ver llegar desde su balcón el paso correspondiente, se metía en su casa, escribía la saeta y posteriormente la interpretaba ante los pasos.

Publicaba sus creaciones en los diarios de tirada local: El Periódico Extremadura y Diario HOY, y además, en la Hoja Parroquial de San Mateo y también en la Revista Alcántara y la Revista “La Valija”, revista decana del cuerpo de Correos. Aunque las escribía durante todo el año, sus fechas preferidas eran las coincidentes con las fiestas primaverales cacereñas: Semana Santa y Ferias.

Fue muy elogiada su obra escrita, así como su forma de recitar, y a tal extremo llegó que en unos actos celebrados en el Salón de Actos de la Caja de Ahorros de Cáceres en los que participó, en la calle Clavellinas, hubo un Catedrático de la Universidad de Salamanca que estuvo allí presente y al escucharle recitar, le calificó como uno de los mejores rapsodas que había escuchado en su vida.

Por otra parte, también su obra recibió muchas críticas, así una de ellas, durante una representación teatral de la misma en un colegio (en concreto, “Los Beneficios del Teléfono”) le llevaron a una sala de espera y hubo allí un matrimonio criticando al autor de la obra, sin saber que lo tenían delante, esgrimiendo argumentos tales como que él era un simple cartero y que su mujer era maestra, y por ello, las composiciones las llevaba a cabo la esposa. Presumían incautamente ellos sin saber que tenían delante al autor de la obra. Finalmente él les dijo que su mujer no era maestra y que el autor de la obra representada en ese momento era quien les hablaba.

Tiene un gran número de composiciones literarias muchas de ellas publicadas en la obra recopilatoria de todas ellas “Claveles de mi tierra. Poemas Castellanos y Extremeños, ya en su segunda edición (1994), siendo publicada la primera en 1975. En ella se contienen buena parte de sus trabajos, difiriendo la primera edición con respecto a la segunda en diecisiete poemas, conteniendo versos de todos los tipos: históricos, sobre fiestas y tradiciones y otros tantos escritos en habla castúo.

De entre sus obras, cabe destacar las siguientes, que son las que han sido reeditadas:

Los Beneficios del Teléfono:

Es una obra de teatro escrita toda ella en habla castúo, y la misma es una obra de teatro, desarrollada en tres actos, en la que participan tres personajes: Nicodemes, Ceto y Fernando. Se publicó en 1953, en su primera edición y con posterioridad en 1983.

La obra transcurre en Ahigal y trata sobre que Nicodemes y Ceto se muestran reticentes a la decisión del Ayuntamiento del pueblo de instalar el teléfono en la localidad, dado que ello les obligaba a tener que pagar un impuesto, y les parecía un gasto inútil, dado que con el tradicional sistema del correo, por dos reales, llegaba bien la información y les era más económico para comunicarse.

Pero la vida, a Nicodemes le depararía una infeliz sorpresa que les llevaría a ambos a comprender la necesidad del teléfono:

Por teléfono, de boca de su hermano, Nicodemes se entera del mal estado de salud de su madre y le pedía que se trasladase con urgencia a Trujillo. En principio pensaba que era una broma del bonachón de su hermano, pero posteriormente, descubre que no es así.

Finalmente, la madre fallece y Nicodemes a su vuelta a Ahigal, comenta con Ceto “Los beneficios del teléfono”, dado que si no hubiera habido teléfono se hubiera enterado tarde de la muerte de su madre y no hubiera podido estar junto a ella en los últimos y trágicos momentos.

De esta obra cabe resaltar la buena relación de amistad existente entre Nicodemes y Ceto, siento de tal grado, que Ceto, para el momento de desplazarse Nicodemes hasta Trujillo al entierro de su madre, le pone a su disposición chófer y vehículo de su propiedad.

Esta obra fue representada en varios teatros de la provincia y de la región.

Boda Típica Extremeña:

Esta obra fue escrita en el año 1956, con motivo de la celebración del 50º Aniversario de Fundación de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres. Fue D. León Leal Ramos, director de la Caja de Ahorros, y D. Luis Ordóñez Claro, el que fuera Alcalde de Cáceres y en esos momentos, Director Adjunto de la Caja de Ahorros, quienes le hicieron el encargo de escribir tal obra a D. Juan.

Fue llevada al teatro, siendo presentada en el Gran Teatro de Cáceres el 17 de marzo de 1956, dentro del programa de actos de tan importante efemérides de la entidad cajista cacereña. Para tal obra, contó la composición poética con la música de Doña Angelita Capdevielle y los arreglos musicales del Maestro Don Santiago Berzosa, compositor de música de nuestra ciudad, a quien se le deben grandes piezas.

Dada la importancia de la misma, obtenida en la provincia de Cáceres y de Badajoz, y del cariño que profesaba un cineasta, decidió llevarla al cine, bajo el título de “La Ruta de los Borregos”.

La acción discurre en un pueblo de la provincia de Cáceres, a principios del siglo XX, siendo los personajes de la misma los novios, padres y padrino, diversos mozos y mozas, así como el señor cura, el médico y amigos e invitados.

Versa sobre los preparativos y posterior celebración de la boda, poniendo de manifiesto los diferentes ritos de este tipo de eventos. Durante la representación de la obra, los personajes visten trajes típicos propios de la región y de la provincia de Cáceres en particular.

La obra se encuentra escrita en verso en su totalidad y a modo de prólogo de la misma, se encuentra la poesía titulada “Para hablar de Extremadura”, con la que Juan García obtuvo el premio de poeta enamorado de Extremadura en el año 1989. Composición que cada vez que la recitaba le imprimía una gran fuerza en la recitación, así como le producía una importante emoción.

Entre otras, son también obras de Juan García las tituladas:

  1. Un cristiano labrador y el seminario mayor: fue la que con anterioridad se indicó que escribió por encargo de Excmo. y Rvdmo. Señor Prelado de la Diócesis de Coria-Cáceres, D. Manuel Llopis Ivorra, con motivo de la construcción del edificio del nuevo seminario. Se representó en el Gran Teatro y al término de la misma se vendió la edición completa entre los asistentes a la representación. De esta representación teatral cabe decir que en ella participó como actor D. Juan, ya que también era una de sus múltiples facetas, no tan conocida como la de poeta, pues no en vano realizó múltiples obras de teatro, ataviado con diferentes disfraces que su hermano le proporcionaba y también cantaba de la misma manera, disfrazado, de forma tal que los espectadores de aquellas obras y actos no le reconocían hasta que su hermano le quitaba la peluca y demás atavíos que le ponía. De esto cabe decir que era muy vergonzoso, y que le daba bastante pudor salir a escena.
  2. Reflexiones y consejos, de la cual se agotaron tres ediciones
  3. La llamada de Cristo: trabajo basada en la religiosidad popular, en la cual es relevante la figura de Cristo y Nuestra Madre.

Ya para cerrar, me resta decir de Juan García, que fue una persona muy conocedora de la historia de su región, así como un amante de la misma, pues no en vano las composiciones poéticas que ha realizado, no se pueden hacer desde otro lugar, más que desde un profundo y sincero cariño hacia esta tierra que le ha visto nacer, y que, tristemente no le vio fallecer, pero que aún fuera de ella la ha llevado en su corazón por bandera.

Como cierre querría incluir una última poesía, publicada en el libro “Claveles de mi tierra”, y es la titulada “El poeta Juan García no se ha muerto todavía”porque Juan García no ha muerto todavía del recuerdo de ese Cáceres (y su pueblo Ahigal en particular), en que nació el 8 de marzo de 1918:

No señores, no me he muerto;
gracias a Dios, estoy vivo,
y de nuevo os escribo
para que veais que es cierto.
Muchas cartas recibí
de mis queridos lectores
así rindiéndome honores
que no sé si merecí
Orgulloso sí que estoy
de vuestro comportamiento
y de nuevo lanzo al viento
mis poemas desde hoy.

Pues, nadie puede decir
que el poeta de “el Ahigal”,
a D. Fulano de Tal
debe el saber escribir;
porque el Don de la poesía
no es del Marqués ni es del Conde,
Dios sabe dónde lo esconde.
para salir en su día.

Lo mismo puede nacer
de un Marqués o un General
de quien no tenga un real
y esté casi sin comer.
Y es que Dios en este caso,
no admite las influencias
pues bien sé, por experiencia,
que, al que El quiere, va al Párnaso.
También sé que esta mi vida
está pendiente de un hilo;
no obstante, vivo tranquilo,
hasta llegar mi partida.

Pues aquí decirse cabe,
de que, “al fin de la jornada,
aquel que se salva, sabe,
y el que no, no sabe nada”.
Los que mis libros compréis
una sola cosa os pido;
que cuando haya fallecido,
una oración me recéis
y me doy por bien servido.

PARA HABLAR DE EXTREMADURA

Para hablar de Extremadura
con propiedad hace falta
conocer todos sus pueblos
y sus virtudes cristianas.
Quien no ha visto a Extremadura
en su interior, no vio nada
sólo ha visto a un pueblo austero,
recio, seco y sin jactancia.

Sólo vio a una Extremadura
que no tenía importancia
por no poder ostentar
con orgullo, grandes fábricas.

Sólo vio a una Extremadura
con una pobre “comarca”(Las Hurdes)
que, por eso, por ser mísera
¡fue tan traída y llevada!

Sólo vio a una Extremadura
como región olvidada
a la que daban de lado
como vieja y arruinada.

Para ver a Extremadura
para poder admirarla,
hay que recorrer sus pueblos
y llevar abierta el alma,
para recibir en ella
típicas costumbres sanas
que, en el orden del espíritu
no hay quien pueda valorarlas.
Para ver a Extremadura
y, así poder apreciarla
hay que oírla en sus canciones,
hay que escucharla en su fabla
y así poder comprender
el gran tesoro que guarda
esta vieja Extremadura
castiza, noble y bizarra
que, un día, supo en América,
¡¡ganar tierra, honor y fama!!

AL CANTOR DE EXTREMADURA (Remedios García)

Con tan sólo dieciséis años
llegó a la ciudad cacereña
para ser oficial de correos
esta persona estupenda
que sin pasar mucho tiempo
grandes amigos tuviera,
porque con alguien que hablase,
una vez siquiera,
ya era un buen amigo
y si un favor le pidiera
se lo hacía con cariño
aunque no lo conociera.
Pero la Guerra tronchó
a este hombre sus ideas
y cuando de ella volvió
de cartero ejerciera;
con qué ilusión a diario
recogía su cartera
llevando las alegrías,
las alegrías y las penas
pues al leerles las cartas
a alguno que no supiera
dándole buenas noticias
a casa alegre volviera
pero si acaso eran malas
en su cara la tristeza
se le notaba de lejos
aunque Juan no lo quisiera,
ya que su gran corazón
jamás conocía fronteras.
Como marido ejemplar,
y a su dulce compañera
muchos versos dedicó
porque de verdad es buena
y a su lado fue feliz
hasta el día en que muriera.
Nunca sabría elogiar
a mi padre cómo era,
pues para mí, el mejor,
que ha existido en esta Tierra
con una calidad humana
que no iguala cualquiera,
porque fue un santo varón
desde los pies a la cabeza.
Qué poesías más hermosas
las que tú siempre escribieras
y como broche final
esas buenas moralejas,
dando excelentes consejos
a todo el que las leyera.
Cómo sentía a su tierra
hasta dentro, hasta la médula
cantando al pueblo de Ahigal
donde vio la luz primera,
y a Cáceres Monumental
que con la guía cacereña
todos aquellos turistas
de palmo a palmo lo supieran
cómo eran los palacios
torres y sus casas solariegas,
porque este gran poeta
a todas las conociera.
Y a su hermosa Extremadura
le cantaba con gran fuerza
que los mismos castellanos
lo escuchaban con fijeza
cuando Juan solía hablarles
de sus tierras extremeñas.
Yo quisiera terminar
con uno de sus poemas
para rendirle homenaje
a esta persona tan buena
que pasó por este mundo
haciendo el bien por doquiera
y pedirle que interceda
allá en las altas esferas
por todos los que quedamos
con gran dolor y tristeza.
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

Para ver a Extremadura
y, así poder apreciarla
hay que oírla en sus canciones,
hay que escucharla en su fabla
y así poder comprender
el gran tesoro que guarda
esta vieja Extremadura
castiza, noble y bizarra
que, un día, supo en América,
¡¡ganar tierra, honor y fama!!

En Cáceres, septiembre de 2004

BIBLIOGRAFÍA:

  • Los beneficios del teléfono. Juan García García. 2º Edición. 1983. Cáceres
  • Boda típica extremeña. Juan García García. 2º Edición. 1989. Cáceres
  • Claveles de mi tierra. Poemas castellanos y extremeños. Juan García García. 2º Edición. 1994. Cáceres.
  • Galería de alcaldes e hijos ilustres de Cáceres. Alonso J. Corrales Gaitán. 1999. Cáceres. Excmo. Ayuntamiento de Cáceres.

PERIÓDICOS Y REVISTAS

  • HOY. Diario de Extremadura. Edición Cáceres. Abril de 1973
  • El Periódico Extremadura. Octubre de 1994
  • HOY. Diario de Extremadura. Edición Cáceres. Diciembre de 1995
  • Hoja Parroquial de la Parroquia de San Mateo de Cáceres. Marzo de 1996.
  • Ahigal. Revista Cultural. Número 1. Año 2000

DOCUMENTACIÓN FOTOGRÁFICA

hernandez_1hernandez_2
hernandez_3

Fotografías números: 1 a 3
Diversos recitales dados por Juan García tanto en Cáceres como fuera de Cáceres.

hernandez_4Fotografía número 4
Uno de los recitales frente a la estatua de Gabriel y Galán un 6 de enero.

hernandez_5Fotografía número 5
Guadalupe. 11 de octubre de 1973. Recitando la poesía titulada “De Guadalupe al Cielo”, poesía premiada con un accésit de 5000 pesetas.
Recitada ante el Prior del Monasterio, autoridades y un numeroso público que llenaba uno de los hermosos salones del monasterio.

hernandez_6Fotografía número 6
Recital pronunciado en Malpartida de Cáceres, el 23 de abril de 1987.

hernandez_7Fotografía número 7
Juegos Florales en que participó en el Gran Teatro, en 1974 en honor de Nuestra Señora de la Montaña, Patrona de Cáceres, en el cual obtuvo una Mención Honorífica.

Oct 012004
 

Félix Gutiérrez Rabat.

INTRODUCCIÓN

Para hablar de arquitectura de interior, antes tenemos que hablar de los modos de vida que en la casa se llevaban, la misma tenía una doble función, vividera y laboral. Se tenía que dar cobijo a la familia, a los animales, a los aperos de labor y al almacenaje del grano, es decir, la convivencia era mutua y todo esto sin pensar en normas higiénicas y de salud. El burro, el mulo y el caballo eran los encargados de hacer la vida más llevadera, ejercían tareas de tiro para la preparación de la tierra y acarreo de la cosecha. El cerdo, apreciado por su rentabilidad, ya que con la matanza se conseguían productos de consumo inmediato, a corto, medio y largo plazo, obteniéndose parte del avío necesario para la continuidad de la prole.

MATERIALES

Tratándose de muros interiores lo normal en la planta baja es la utilización de mampostería, siendo de casi un metro de espesor, ya que tenían que aguantar todo el peso de la casa.

A medida que ascendemos los muros se estrechan, ganan altura y aligeran peso, para ello empleaban el adobe y el ladrillo. La casa, al ser individualizada las cargas se ejercían sobre las paredes linderas y maestra central, de esta manera se evitaba más de un conflicto vecinal. Además con la utilización de la roca madre, el granito, los cantos, la pizarra, la madera, la cal y la arena construían las llamadas viviendas bioclimáticas (tan de moda hoy) todos ellos materiales nobles y naturales. Muros gruesos y ventanas pequeñas evitaban la entrada de calor y frío, mantenían la temperatura ideal en cada estación, y lo más importante, dejaban respirar a la vivienda.

BÓVEDAS Y TECHUMBRES

El espacio que queda entre los muros es cubierto por la bóveda, para ello el zaguán, la sala y la alcoba se cubrían de arista, produciéndose ésta por el cruce perpendicular de dos de cañón. La de cañón, es originada por el desplazamiento de un arco de medio punto a lo largo de un eje longitudinal, ésta era empleada en cuadras. Para el pasillo, la escalera y la bodega la de medio cañón. Estos tipos de bóvedas eran utilizadas en la planta baja, correspondiendo la parte delantera al cuerpo de casa y la trasera a la ganadera.

La planta alta se cubría con entramado de chilla, cañizo o jara, de esta manera la techumbre estaba inclinada, y podía ser a una o dos aguas, perteneciendo el paño delantero a la cocina y cuartos y el trasero a las trojes y el pajar.

SOLADOS

Suelos de peña madre para el zaguán, el pasillo y la bodega, en este caso se le hacían unas estrías, de esta manera evitaban caídas a los animales y a los moradores. Lajas de pizarra para la cocina, lanchas de granito para las escaleras y zaguán, ladrillo para arcadas, bóvedas y cuartos, cal y arena para alcobas y excepcionalmente baldosas para salas. Empedrado de guijarros o cantos rodados para el pasillo, el corral y la cuadra.

CIERRES

Para el cerramiento de estancias se utilizaban puertas de madera, de una o dos hojas dependiendo del hueco a cubrir, de cuarterones, con celosía, con respiradero, lisas o mixtas. Todas disponían de cerradura de llave o cerrojo.

DECORACIÓN Y FUNCIONALIDAD

Para el embellecimiento de estancias se utilizaba la cal blanca, la morena y diferentes tonalidades azuladas, ocres y amarillas y como remate un pequeño encintado de color.

Para la decoración de zaguanes, pasillos y escaleras se utilizaba un zócalo, bien liso, geométrico o esgrafiado. El esgrafiado se realiza en su mayor parte sobre enfoscado de falsa cantería. Se decora con formas geométricas, florales, animales, militares o mezclados entre si.

Las cantareras de un cuerpo o de dos pueden ser exentas o embutidas en la pared. Las alacenas, los vasares y la cornisa constituían verdaderos elementos funcionales.

DISTRIBUCIÓN

El interior es muy simple, se hacía de acuerdo al espacio disponible y a las necesidades que se tenía en ese momento, de esta manera variaba el número de estancias tanto para la vida familiar como para la actividad laboral.

La distribución más común se hacía en dos alturas. La planta baja se destinaba al aposento familiar, recogida de animales y aperos, la segunda, utilizada para el desarrollo diario culinario, de reunión y almacenamiento de productos agrícolas.

ESTANCIAS

Haremos un recorrido por las diferentes estancias de la casa, así como su uso y ubicación.

Nada más traspasar el umbral nos encontramos con el zaguán, por lo general de forma cuadrilonga. En las paredes se hacían algunos huecos donde se colocaban los cántaros y tinajas para almacenar el agua, a otros huecos se les colocaba a veces unas cristaleras y servían de alacenas, bien para guardar enseres o loza decorativa, estas podían ser de uno, dos y hasta tres cuerpos. En ocasiones cuando la casa no disponía de pozo se colocaba el llamado “baño”, el cual hacía de deposito de agua para la limpieza. El mobiliario era escaso, alguna silla, una mesa y poco más, ya que era una dependencia de paso, hoy son verdaderos espacios museísticos.

Como pieza de dormir, tenemos la alcoba o cuarto, situado en el interior y sin ventilación a la exterior, tan sólo la luz y aire que recibe de la calle a través del zaguán. La cama, la mesilla, el baúl dispuesto sobre unas burrillas para evitar la humedad, la cómoda, el perchero y alguna imagen religiosa era el mobiliario utilizado.

Como lugar de estar o “respeto” por ser destinada a recibir las visitas y en ocasiones como dormitorio, tenemos la sala, casi siempre con ventana al exterior. Los muebles se limitaban a una camilla, sillas, cómoda, espejo y algún retrato familiar.

La sala y alcoba tenía una doble función, la de recibidor y dormitorio. Se comunicaban entre si, la sala da paso a la alcoba, éstas se separan por una cortina y en ocasiones se disponían dos alcobas gemelas o pareadas.

El pasillo recorre el espacio entre el zaguán y el corral, además hace de comunicador entre los moradores y la actividad laboral.

La bodega, que siendo anexo de la cocina no se sitúa junta a ella, está ubicada en la planta baja, normalmente la encontramos en el pasillo y sin ventilación exterior. En su interior se guardaba la chacina, el aceite, el vino y otros alimentos que tenían que estar en lugar fresco y seco, sobre todo en verano.

Para la obtención de aceite algunas casas tenían lagareta, de forma cuadrada, alargada o redondeada y dispuesta sobre la roca madre o de obra. Tenía una leve inclinación para evacuar mejor el producto, su localización era cercana al corral.

El corral no puede faltar como elemento imprescindible en una sociedad rural, ya que sus moradores serían poseedores de animales de labor y de sustento. Las medidas del mismo varia según el espacio, ya que albergaba la cuadra, zahúrda, pajar, pozo, portales y podía o no tener “puerta falsa”, en el caso de tenerla las bestias no tenían que entrar a través del zaguán. El corral además cumplía la función de servicio sanitario.

La cuadra podía estar dentro del “cuerpo de casa” o en el corral. La entrada a la misma se hace desde la casa a través del zaguán y el pasillo o a través de la puerta falsa. Alargada y no muy ancha, con pesebres embutidos en el muro, en este caso son de obra con arco de medio punto, y los exentos de madera, todos se disponen en hilera y cada uno de ellos lleva una argolla para atar a las bestias.

El agua necesaria para los quehaceres diarios de limpieza y abastecimiento animal procedía del pozo, elemento necesario pero no imprescindible, ya que muchas casas no disponían del mismo. Se localizaba en el corral o en el zaguán, procediendo el líquido preciado de manantiales o de lluvia, más conocido como de “canalones”.

En unos de los laterales del corral se disponía la zahúrda o “zajurda”de proporciones pequeñas, dividida en dos partes, una tapada para resguardo y otra descubierta, se colocaba una pila donde se le echaba agua y el pienso a los cerdos.

Durante el invierno los animales se alimentaban con la paja obtenida en la cosecha, la misma se almacenaba en el pajar, a él se accedía por unas escaleras desde el corral.

Elemento indispensable son las escaleras, todas siguen unos esquemas muy parecidos, pues se trata de comunicar las plantas entre si, tanto de subida como de bajada. Cada propietario las ejecutaba a su gusto y comodidad, se disponían a un lado de la entrada o enfrente para no quitar espacio a la casa, siempre adosada a la pared maestra central o maestras linderas, normalmente en forma de una letra L. En el llamado arco se aprovechaba para alguna alacena y en la caja para leñero de la cocina.

De uso polivalente estaba la cocina-hogar, de proporción similar al zaguán ya que se sitúa justo encina de éste, es el centro de reunión donde transcurre la mayor parte de la vida cotidiana del núcleo familiar, destinada a la manipulación, preparación y consumición de alimentos. Disponía de una gran chimenea de campana, la misma al ser grande albergaba a toda la familia, evacuaba los humos y servía de secadero de ciertas piezas de la matanza. El mobiliario era escaso, pero suficiente, cantareras, banquetas, una mesa y espeteras donde se colocaban los cacharros y enseres necesarios. Aprovechando la bóveda de la escalera se practicaba una alacena para guardar algunos productos alimenticios.

Los llamados cuartos situados al lado de la cocina, éstos tenían la función de dormitorios, salas o de desahogo, normalmente con ventilación al exterior.

Las trojes, lugar amplio y dividido en varias porciones con separación de unas “paredillas” y divididas entre si, en las mismas se almacenaba la cebada, el trigo, el centeno y las legumbres obtenidas en la cosecha.

REHABILITACIÓN

Los movimientos del campo a la ciudad, el progresivo abandono de usos y costumbres ha influido en la arquitectura popular, que ha sufrido y está resistiendo una importante renovación arquitectónica, llevadas a cabo por los “nuevos moradores”. Por un lado, los que tienen una nueva mentalidad urbana, bien porque han tenido contacto directo con ella o por influencia, y es aquí, donde entra el fenómeno de que lo moderno está por encina de lo tradicional. Con este progreso quieren dejar atrás los vestigios que le recordaban situaciones duras y de indeseado retorno.

Por otro lado, los que añoran el pasado, que partiendo de una construcción primitiva, quieren modernizar y adecuar a las nuevas necesidades familiares y del entorno, dejando de un lado los modos de vida tradicional y cambiar lo menos posible la estructura principal de la vivienda.

BIBLIOGRAFÍA

  • Escuela Taller de Turismo y Medio Ambiente. Patronato Pedro de Ibarra. Diputación de Cáceres. Apuntes de Arquitectura Popular. 1991 y 1992.
  • Tural Sociedad Cooperativa. Apuntes de Arquitectura Popular. 1993.
  • Gran Enciclopedia Extremeña. Ediciones Extremeñas S.A. Madrid. 1989.
  • Inventario del Patrimonio Artístico de España. Cáceres y su Provincia.
  • Guillermo Fatás y Gonzalo M. Borrás. Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática. Alianza Editorial S.A. Madrid 1991.
  • Rubio Masa, J.C. Arquitectura Popular Extremeña. Editorial Regional de Extremadura. Junta de Extremadura. 1985.

DISTRIBUCIÓN DE LA CASA POPULAR: CROQUIS

img1BOVEDA DE ARISTA: CROQUIS

img2

CATÁLOGO FOTOGRÁFICO

BÓVEDAS Y TECHUMBRES
img3Arista img4Arista
img5Arista
img6Cañizo img7Chilla
LOS SUELOS
img8Lanchas img9Guijarros Granitimg10o
img11Pizarra img12Ladrillo img13Baldosas
LA DECORACIÓN
img14Esgrafiado 1 img15Esgrafiado 2
FUNCIONALIDAD
img16Vasar-Cantarera img17Poyo-Tinajero img18Cantarera
LAS PUERTAS
img19Dormitorio img20Bodega img21Despensa
img22Alacena img23Pasillo img24Cuadra
EL ZAGUÁN
img25Zaguán 1 img26Zaguán 2 img27Zaguán 3
img28Zaguán 4 img29Zaguán 5 img30Zaguán 6
EL DORMITORIO
img31Dormitorio 1 img32Dormitorio 2 img33Detalle cabecero
img34Lavabo img35Perchero img36Baúl y burrillas
SALA Y ALCOBA
img37Cómoda y espejo img38Retrato img39Sala y alcobas gemelas
EL PASILLO
img40Pasillo 1 img41Pasillo 2
LA CUADRA
img42Pesebrera img43Pesebre corrido
EL POZO
img44Exento img45Adosado
LA PUERTA FALSA EL PAJAR
img46 img47 img48
LAS ESCALERAS
img49Subida img50Bajada
LA COCINA
img51Campana img52Hogar
img53Espetera y locero img54Alacena
LAS TROJES
img55Trojes 1 img56Trojes 2 img57Trojes 3
Oct 012004
 

 Manuel Bazaga Ibáñez.

 Contemplando que en Europa y en determinadas zonas de España aparecen líneas férreas  que van proporcionando un medio cómodo y rápido para trasladar personas y mercancías, se piensa que también nosotros, región apartada y  de escasos medios económicos, en aquel entonces, podíamos considerar el agregarnos a regiones que ayudaran a desarrollar nuestros recursos económicos, ya que al  sumarnos al auge que están tomando las construcciones de vías férreas, nos pondríamos en igualdad, o casi, con el Norte, Este y Centro, al alcance de la mano, donde cada día van apareciendo industrias, y líneas férreas que podían trasladar personas de unos a otros lejanos lugares, imposibles sin la realización de este medio de comunicación, por ello se considera que  nuestra zona,  también podría beneficiarse con este medio de transporte y sacarla del aislamiento, que hasta ahora se viene padeciendo, ya que se nos consideraba como zona pobre y atrasada.

       

En nuestra Comarca, carente de vías regulares de transportes, aislada desde años atrás, sólo disponíamos de pocas carreteras y malos caminos, que imposibilitaban o hacían difícil, que en ciertas épocas del año pudiésemos salir de nuestra región y quedásemos casi aislados y sin  poder sacar al mercado nuestros ganados y productos agrícolas, o recibir los necesarios para  nuestras explotaciones. Por todo ello, se intenta, varias veces, hacer realidad, lo que en otras regiones ya habían realizado, la construcción de una línea férrea. A ello se dedicaron muchos esfuerzos y gestiones, sin ser capaces de llegar a soluciones que resolvieran  el problema.

 

Se formaron Gestoras en las cabeceras de Comarcas y se invitó a las personas de relieve municipal o Comarcal para que se integrasen en éstas, para que uniendo fuerzas y voluntades, se tratara de solucionar la cuestión. Las  Gestoras se formalizaron en Trujillo y empezaron sus trabajos a finales del siglo XIX.

 

No fue nada fácil reunir voluntades e intentar que otras poblaciones además de Trujillo, Cáceres y Plasencia se implicaran en este tema. Aunque se estaba conforme y era unánime el sentir, podían más los poderes políticos o económicos que superar las discrepancias. Siempre fueron superiores los intereses particulares, a los de la Comunidad.

 

Con buena voluntad y muchos sacrificios se reúnen personajes y Alcaldes en las cabeceras de Comarca, para tratar el tema, personas que querían lo mejor, y todos nombrados por los Municipios para tal fin.

 

Desde un principio no fueron capaces de ponerse de acuerdo, aunque se reconocía la necesidad de hacer realidad lo que se tenía entre manos. Las subvenciones del Estado, la aportación económica de los Ayuntamientos o de los propios particulares, nunca fueron capaces de unir voluntades.

 

Reuniones y más reuniones, proyectos que nunca encontraron un apoyo decidido ni del Estado, que con miras políticas sólo apoyó a los de su misma ideología, ni de particulares entusiasmados con el proyecto.

 

Empezaron bien los Ayuntamientos que querían implicarse en el tema, ayudando tanto económica, como políticamente a las líneas férreas que pasasen por nuestra zona.

 

En los años finales del siglo XIX, se construyó la línea férrea del TAJO, llamada así por su proximidad a este río. Para la construcción, algunos Ayuntamientos aportaron cantidades a las que la Constructora, que habían creado Obligaciones, documentos representativos de las entregas, que pagaban por éstas un 6% de interés y daban un plazo máximo de 75 años para reintegrar sus importes. Llegado el momento en que la Compañía terminó su obra antes de transcurrir el plazo para el vencimiento de las Obligaciones, ofrece a las personas que aportaron sus capitales dos opciones: traspasar sus Obligaciones a otra Compañía, que realizaría la línea Madrid- Cáceres- Portugal y se subrogaría en las mismas condiciones anteriores o la segunda opción era  entregar los  capitales en efectivo.

 

La mayoría de los Ayuntamientos están dispuestos a invertir sus capitales en  la nueva Compañía, constructora de la línea antes mencionada, pensando razonadamente entonces que no sería difícil la construcción de ramales o derivaciones que beneficiase a los pueblos cercanos, y sus capitales serían mucho más rentables con la explotación de la línea, más cuando también se aprovecharían de las facilidades que  encontrarían para el desplazamiento de personas o productos de sus tierras, teniendo el ferrocarril mucho más cerca. Otros por el contrario quieren recibir sus aportaciones en efectivo, que entregarían en la Caja de Bienes de Propios, donde percibían el 2%, de interés, con la ventaja de poder disponer de ellos, siempre  con la aprobación del Estado, y los destinasen a beneficiar o solucionar necesidades de sus Municipios. (Algunos carecían de Escuela, mal abastecimiento de agua o con calles intransitables).

 

Los deseosos del ferrocarril empiezan por crear Comisiones Gestoras   en las que se trataría de defender una u otra alternativa, tema para los que habían de aportarse  soluciones. Se discute y se formalizan en algunos casos los trayectos que habrían de construirse y las aportaciones  dinerarias que debían realizarse por los pueblos, más la posibilidad de obtener ayudas del Estado, empezando las discrepancias, que nunca llegaron a superarse.

 

Trujillo y algunos otros Ayuntamientos ven interesante y  propicio el destinar sus Capitales a la Construcción del ferrocarril siempre que  asegurasen su paso  por sus terrenos. Por el contrario hubo Ayuntamientos que defendían que no pasasen por sus propiedades, pensando egoístamente que les perjudicaría, sin recibir por ello compensación económica.

 

De todo esto la Prensa de aquel entonces empieza a tomar partido por una u otra solución, defendiendo o atacando al Ferrocarril, según sus ideales o los futuros económicos de sus dirigentes.

 

Uno de los temas de discusión que se presenta en principio, sería la construcción o no de la línea férrea PLASENCIA- ASTORGA. Unos decían  que los pueblos del Norte o cercanos a Plasencia, serían los beneficiados con esta línea.  El tema fue acogido con calor en las páginas de los periódicos de la época.

 

En el año 1880 ,“EL EXTREMEÑO”, periódico de Cáceres, dice que Plasencia y Trujillo, deben ser las promotoras haciendo lo  necesario para conseguir la adjudicación de tal línea, pues si bien, en principio, sólo afectaría a la Comarca del Norte de Plasencia, ofrecían la posibilidad de su prolongación hasta Béjar y Salamanca y más tarde, siempre existiría la probabilidad de construir ramales de vía para la Zona al Sur y por ello no debían retirar, si no entregar sus capitales.  Otros periódicos reiteran que sólo se beneficiarían las zonas de Plasencia y Norte de la Provincia de Cáceres, puesto que la línea sería Plasencia- Astorga, y por ello nada se ofrecía a las otras zonas de la Provincia, haciendo vacilar a los que en principio,  habían decidido integrarse con los que pensaron ayudar a este ferrocarril.

 

Se trata una y otra vez de la línea férrea PLASENCIA- ASTORGA, de sus pro y de sus contras. Pasa el tiempo y no se llega a una solución y con ello se va demorando el proyecto. A partir de 1881 todos o casi todos los periódicos  tratan del tema: Atacándolo o defendiéndole.

 

Al tratarse de  la construcción de la línea PLASENCIA- ASTORGA, como primeriza de todas las que estaban proyectadas construir, se dice  que más tarde se podría prolongar a Béjar, Salamanca y a la zona de Cáceres, Trujillo y Logrosán.

La “IZQUIERDA DINASTICA” y “EL ECO DE CÁCERES”, defienden en sus páginas esta idea. Otros por el contrario, se oponen a la construcción de una línea que no pasara por Trujillo, cabeza de comarca, y  la construcción de una línea secundaria de 46 kilómetros, que saliendo de Cáceres, siguiera  más tarde, con una prolongación de 50 kilómetros hasta Logrosán, aprovechándose para beneficiar el traslado de los minerales explotados en este término municipal. Más tarde, la Comisión Estatal defiende este trazado Cáceres- Trujillo- Logrosán.

 

A partir de 1881 empiezan a tomar carta, como se ha dicho, todos los periódicos regionales, opinando en uno u otro sentido:

 

 En 1881, en “EL EXTREMEÑO” se vuelve a tratar el tema, así como en “EL PROGRESO”, “LA CORRESPONDENCIA ILUSTRADA” y otros.

 

 En “EL ECO DE CACERES”, mayo de 1883, se cita la reunión que se celebró el  23 de abril, y se decía que si la línea PLASENCIA- ASTORGA, no pasaba por Trujillo se beneficiaría solamente a los pueblos situados en el Norte de la Provincia y más a los  Municipios del Norte de Plasencia, dejando nuestra zona abandonada. Tema ya discutido.

 

En la reunión del 6 de enero de 1882, se habló del ferrocarril de CASATEJADA- MÉRIDA, con ramal a Logrosán. En el mismo sentido se pronunciaba el periódico “IZQUIERDA DINASTICA” de 14 de septiembre  de 1883 recogiendo la opinión de los  partidarios de la línea PLASENCIA- Astorga, que la rebatieron  57 representantes de los pueblos que acudieron a la cita, los demás abogaban por el paso de la misma.

                                                                             

Por la Zona Trujillana, “LA IZQUIERDA DINASTICA” y “EL AVISADOR MUNICIPAL” de Cáceres, llegan a publicar los planos del ferrocarril que pasaría por Trujillo, donde mucho más tarde se llegó a colocar una 1ª piedra el 28 de Enero de 1912, aprovechando los planos que se habían redactado anteriormente. Del ramal a Logrosán se hicieron explanaciones para colocar los raíles, estaciones de servicios, puentes e incluso un magnífico acueducto, todos estos proyectos  quedaron sin continuidad y así siguen.

 

Se discutieron además de la línea Plasencia-Astorga otras como: MÉRIDA-CASATEJADA, MÉRIDA- NAVALMORAL DE LA MATA, TRUJILLO-LOGROSÁN- CÁCERES.

 

De todos estos proyectos pocos o ninguno se hicieron realidad, más cuando empiezan a surgir dificultades financieras, no porque no se dispusiese de los fondos necesarios, puesto que los Ayuntamientos tenían los fondos depositados en las Cajas de Depósitos, sobre todo los que habían optado por  la amortización de la  Obligaciones  de la constructora de la línea del TAJO, ya que  otros quisieron colocarlos en la Compañía Madrid, Cáceres, Portugal, pues seguían percibiendo los intereses contratados con la anterior empresa.

 

De estas constructoras participaban como Consejeros personas influyentes que no querían en forma alguna desprenderse del importante montante dinerario que manejaban a su voluntad, obligando en muchos casos a los Ayuntamientos, con el poder político que podían ejercer sobre ellos, para que actuasen según su criterio.

 

En Trujillo en 1904, se había formado otra de las Comisiones que aparecen, con la buena voluntad de hacer realidad alguna de las líneas que pudieran pasar por Trujillo.

 

El 6 de septiembre de 1904, a propuesta del Alcalde de Trujillo, se convoca a  18 personalidades de la Ciudad, para tratar de formar una nueva Comisión Gestora para la construcción de un ferrocarril, con el trazado NAVALMORAL- CÁCERES, pasando por Trujillo, con un ramal a Logrosán.

 

En esta reunión se acuerda convocar nuevamente a los Ayuntamientos de la zona. Reunidos 41 Representantes de los Municipios de Cáceres, Trujillo, Navalmoral y Montánchez, de los  que salen elegidos 11 delegados para formar la nueva Gestora, en la que se adoptarían lo trámites y gestiones a realizar para conseguir una línea férrea que pasase por las localidades antes mencionadas. En estas reuniones se acuerdan que los Municipios señalen las cantidades que estarían dispuestos a consignar para construir la línea, tratando también, que como resultas de las gestiones realizadas por anteriores gestoras en 1891, podría formalizarse la construcción de la vía férrea Cáceres- Trujillo- Logrosán, ya que en el expediente incoado en este año, se exigía por Orden Ministerial de febrero del mismo año, que se contestase si se aceptaba o no el Pliego de Condiciones, que regularía la concesión de ayudas por el Gobierno. Como quiera que aquella Gestora se disolvió por especiales y complejas causas, se aprueba renunciar a lo allí dispuesto y  empezar de nuevo.

 

Se siguen celebrando reuniones con los Representantes de los Pueblos, el 18 de septiembre, se da a conocer a los de Trujillo, Cáceres, Montánchez, Logrosán, Herguijuela y Ruanes, las nuevas gestiones para tratar el mismo tema: Ferrocarril Secundario, con arreglo al proyecto  formado por el Ingeniero Jefe D. Alfredo Mateos. En esta reunión se toma el acuerdo de solicitar a los propietarios la cesión gratuita de los terrenos por donde pasase el ferrocarril y a que cooperasen con generosas ayudas para construirla, ya que ellos serían los primeros en  beneficiarse al pasar por sus tierras. 

 

Los Ayuntamientos estaban dispuestos a conceder de ayuda el 10% del presupuesto municipal, aunque cada uno con arreglo a sus  posibilidades económicas y  acogiéndose también  a la subvención Estatal.

 

En otra reunión, días más tarde, se comunica a los reunidos que la Comisión Central del Plan de Ferrocarriles aprobó y propuso al Gobierno la construcción de la línea férrea secundaria del ferrocarril que saliendo de Cáceres recorriera 46 kilómetros hasta Trujillo y de aquí otros 50 kilómetros hasta Logrosán. Esta línea ya se había tratado, pero de nuevo no se llegó a un acuerdo y  la subvención estatal fue anulada.

 

En este estado se encuentra la nueva Comisión Gestora, que no renuncia a llevar a cabo la construcción. Buscando soluciones se recibe ofrecimiento de un Sindicato Portugués, formado por Ingenieros y Constructores, respaldado por un Grupo Financiero residente en París y Berlín, que revisaría los  planos ofreciéndose para construir la línea. Con su ofrecimiento para la construcción, también estaban dispuestos, si la Gestora daba su conformidad, a financiar la construcción, siempre que la Gestora influyera para la concesión de la obra a su favor, por parte del Estado y facilitara la adjudicación, incluyendo en su propuesta que también serían  favorables a la prolongación de la línea hasta Logrosan, ya que ellos tenían  alguna relación con la explotación de las Minas de Logrosán.

 

Naturalmente los representantes reunidos contestan que carecen de facultades para adjudicar las obras y por ello, tampoco para optar por uno u otro postor, ya que el Estado tenía que sacar a subasta las obras y adjudicarlas a la mejor oferta, al menos en teoría.

 

Siguen las gestiones durante algún tiempo, pero  la Comisión Gestora  se da cuenta que sin la intervención oficial no es posible acceder a las propuestas de ningún  Grupo Financiero, más cuando perciben que no está la Comisión legalmente constituida, y por ello sin fuerzas para la adjudicación, y para obtener la ayuda Estatal.

 

Estos inconvenientes enfriaron los ánimos de los que llevaban tanto tiempo trabajando por la consecución del ferrocarril, y allí quedaron archivadas todas las actas de las muchas reuniones celebradas y los buenos deseos fueron evaporándose, más cuando van apareciendo otros medios de transporte, tanto de personas como de mercancías.    

 

La Comisión  Gestora sigue recibiendo propuestas y contra-propuestas: “LA IZQUIERDA DINÁSTICA” representante de la Provincia, es  partidaria de la construcción de la vía PLASENCIA- ASTORGA, con la idea de prolongarla con la de Mérida, y así hacerla pasar por Trujillo.

 

En Trujillo ya se había constituido la Gestora, como se ha dicho, pero en algún Periódico se dice: “Trujillo dificulta la construcción de la línea Plasencia-Astorga”, sin que fuera cierto, pues consta que defendió tal trazado, aunque también se proyectara construir más líneas, complementarias  a otras posibilidades o recorridos.

 

Al empezar los trabajos de la Gestora Trujillana, no se quiere dejar apartado a nadie interesado y pide que se cite a los representantes de 36 pueblos de la Comarca, que acuden para que se les escuche y se actúe de acuerdo con la mayoría, pues se quería contar con todos los posibles beneficiados, si como se esperaba se construía la línea CÁCERES- TRUJILLO- LOGROSÁN.

 

El 18 de septiembre de 1891, la Junta Gestora Trujillana formada anteriormente, recibe la comunicación del Ministro de Obras Públicas, resultado de anteriores gestiones, y  donde se especificaban los trámites a seguir para obtener la concesión del ferrocarril Cáceres-Trujillo, con ramal a Montánchez y Logrosán, otro de los ramales posibles, y que no llegó a concertarse, ya que la anterior Gestora había desaparecido por razones no muy claras y complejas, y habría que  empezar de nuevo las gestiones.

 

En  esta sesión de 18 de septiembre de 1891 se les explica a los asistentes, representantes de los Municipios de Trujillo, Cáceres, Montánchez, Logrosán, Herguijuela, y Ruanes, las cantidades que tendrían que aportar para la construcción de una línea, que podía afectarlos, y que sería el 10% del importe total de las obras, a repartir según las posibilidades de cada Ayuntamiento, según los planos y proyectos presentados por el  Ingeniero Sr. Alfredo Mateos.

 

En esta misma reunión se comunica a los presentes que se acaba de recibir otra comunicación por la que la Comisión Central de Ferrocarriles aprobó, y propone al Gobierno la construcción de una línea férrea secundaria de 46 kilómetros, que saldría de Cáceres hacia Trujillo, vía que se prolongaría 50 kilómetros desde esta población hasta Logrosán.

 

Más tarde, al hacerse pública esta comunicación, siguen las ofertas, pero siempre fueron rechazadas por una causa u otra. Algunos pretendieron nuevamente que la Gestora adjudicase directamente las obras ofreciendo a cambio mejoras que no fueron nunca aceptadas puesto que las obras debían salir a pública subasta para su  adjudicación, pues era obvio que según lo legislado habría de hacerse en Madrid, con los Representantes y Organismos del Estado, pues la Gestora no tenía facultades para tal compromiso. El Grupo financiero quiere implicar  también a las explotaciones mineras de Logrosán como término de trayecto para que abogue en su adjudicación, resaltando el beneficio que reportaría tanto a Logrosán como a su Comarca el funcionamiento de esta vía. Por lo que también se les hace saber que para la Gestora es difícil hacer tal recomendación, cuando esto no está dentro de sus atribuciones.

 

Con el ofrecimiento que hacen las constructoras a las Gestoras, se dan cuenta, que jurídicamente no están legalmente constituidas estas Gestoras, por la forma anormal de su creación, quedando por tanto inhabilitadas para realizar ningún compromiso.

 

Unas cosas y otras, más las dificultades  que se presentan con la anteriores Comisiones Gestoras, anulan todo lo realizado y hay que empezar de nuevo formando Gestora conforme a Ley, y por ello presentan su dimisión todos los miembros de la constituida anteriormente.

 

Los periódicos de estos años, se inclinan por uno u otro fin, todos  o casi todos están conforme en que se haga la línea férrea, pero incordiando sobre el destino de los capitales, trazado de líneas y posible beneficios. En 2 de septiembre de 1883, “EL EXTREMEÑO” de Plasencia defiende la construcción de la línea PLASENCIA- ASTORGA, con posible prolongación hasta Trujillo. La “IZQUIERDA DINÁSTICA” el 14 de Septiembre de 1883, también se adhiere a la construcción de la Línea Transversal, así llamada. El 6 de Enero de 1884 los 57 pueblos antes citados y que tienen representantes en las reuniones que se realizan, también son  partidarios de invertir sus fondos en la realización de las obras que estimaban eran necesarias y ventajosas para todos, destinando  de sus Bienes  Propios lo necesario para llevar acabo a la construcción del ferrocarril.

 

En Diciembre de 1883 “EL EXTREMEÑO”, “LA CORRESPONDENCIA ILUSTRADA”, “EL ECO DE CÁCERES” y “LA IZQUIERDA DINÁSTICA” comentan los argumentos antes detallados, pues estimaban que la explotación de las líneas, unos sí otros no, que no sería económicamente viable, pues no rentaría su  explotación lo suficiente para compensar las inversiones y asegurar su continuidad.

 

En 1888 una Comisión Gestora, de las muchas que se formaron, en un nuevo intento, comunica a los pueblos de la Comarca, la posible construcción de la línea Zafra a Huelva, con prolongación a Vigo, que podría pasar por la Comarca. También  empieza a realizarse la línea ZAFRA- VILLANUEVA- TALAVERA y se dirige a los pueblos del partido judicial  de Logrosán, Montánchez  y Trujillo, para animarles a la consecución de un ramal.

 

Todas las gestiones fueron infructuosas  y aunque algunas señales quedaron: explanaciones, puentes, edificios para estaciones, etc. como se ha dicho, evidenciando las señales de que algunas obras se empezaron, otras no llegaron a iniciarse, pero ninguna llegó a buen fin.

 

En todos los intentos, además de la cuestión económica, principal y esencial, hubo otras razones: políticas, egoístas, ya que todos querían, o por lo menos muchos, que el ferrocarril pasara por la puerta de su casa, no llegando a considerar que lo mejor para todos no era lo bueno para otros.

 

En Trujillo no se deja de considerar las ventajas que este medio de transporte proporcionaría pasara o no por su zona cercana, ya que aliviarían con mucho,  las dificultades         que venían sufriendo para poder trasladar sus ganados o mercancías a otras regiones o recibirlas de aquellas y lo mismo con las personas, que debían trasladarse a otras regiones, necesidades mal servidas por escasa líneas de autobuses y por ello no cejan en el empeño, resaltando de nuevo su deseo de tener algún enlace con el ferrocarril, como se probó cuando se coloca una primera piedra, en la cercanía de Trujillo, que se celebró con toda pompa.

 

El 18 de septiembre del 1904 en Trujillo, vuelve a constituirse otra Gestora, estaban los planos y condiciones en el Ayuntamiento, y se pensaba con razón tener mucho adelantado para conseguir el paso del ferrocarril por nuestra zona. Pero como otras varias veces no cuajaron los deseos de ver realizados lo que había preocupado y ocupado una y otra vez.

 

En septiembre de 1908, y para evitar lo sucedido anteriormente fue constituida la Sociedad Colectiva Cortés, Guillén y Cano, formalizándose por escritura Notarial, para acomodar la Gestora a la legalidad, intentando lo que otras veces no fue posible, hacer realidad, una línea férrea que pasara por nuestra Comarca. Pero a pesar de tener efectuados los cálculos de construcción, conservación y explotación, de una de las líneas férreas que pudiera   recorrer toda la Comarca y zonas de Cáceres, Trujillo, Logrosán, Montánchez, y Navalmoral, que podrían  ser  puntos de arranque para otras.

 

En Trujillo la  última Gestora que se  formalizó, donde acudieron representantes de toda la Comarca,  y que  en principio se llegó a contar con aportaciones del pueblo trujillano al ofrecer cantidades para los primeros gastos de la línea, pronto se cansó al  no ver una rápida solución, llegando a tener que reclamar repetidas veces las pequeñas cuotas dinerarias que se habían comprometido a dar para que la Comisión Gestora empezara funcionar. Hubo días que por la mañana hubo reunión y por la tarde reunión, sin que llegase al acuerdo unánime que se necesitaba.

                          

 Uno de los proyectos que se hicieron  conocer fueron:

 

               La construcción de la línea Cáceres-Trujillo………..  2.093.200 Ptas.

               Gastos de explotación …………………………………………    174.750  “

               Ingresos aproximados …………………………………………..  485.500  “

 

Fueron contratados los servicios de la Compañía Anónima y Sociedad de Tracción Eléctrica de Madrid para los primeros trabajos.

 

Esta Gestora estaba bajo la Presidencia de D.Vicente Martínez Malo y el trazado enlazaría los pueblos de Cáceres, Trujillo y Logrosán.

 

Todas estas Gestoras y alguna otra de más corta duración fueron la que pusieron todos sus esfuerzos y buenas voluntades para que se pudiera contar con un ferrocarril que pasara por Trujillo, pero sólo quedará el recuerdo de las personas que defendieron estas mejoras para sus pueblos, ya que los nuevos medios de transportes han solucionado casi todos los problemas que soportaba nuestra Región y Comarcas.

 

Tampoco pudo hacerse realidad este proyecto en 1913 cuando se hacen gestiones  nuevamente para construir la línea CÁCERES- TRUJILLO- LOGROSÁN. A pesar de que se tenían los planos y proyectos de Cáceres a Logrosán y como se ha dicho construidas algunos trozos de explanaciones para colocar los raíles, y también los edificios de varias de estaciones, puentes y acueductos. Ya se ha dicho que incluso  en Trujillo se colocó la primera piedra el 28 de enero de 1912 y sobre lo proyectado, se inició la colocación de algunos servicios y obras que a la postre quedaron sin utilidad.

   

Esta última Gestora empezó a trabajar en Septiembre de 1904, por iniciativa y Presidencia de D. José Maria Grande con la Representación de 41 Alcaldes de las Comarcas de Cáceres, Trujillo y Navalmoral de la Mata ,llegando el 6 de septiembre del año citado donde se detallan  por el Sr.Grande, en extensa exposición las gestiones que habrían de realizarse para llevar a cabo la construcción de la vía férrea NAVALMORAL DE LA MATA- CÁCERES, pasando por Trujillo, con un ramal a Logrosán. Varias veces vuelven y se reúnen, mañana y tarde los representantes de los pueblos de Trujillo, Cáceres y Montánchez. Aunque se llegó a comunicar a los reunidos que la Comisión Central del Plan de Ferrocarriles, proponen que se realice la línea, pero como otras veces se  ha dicho nunca se logró, por una o varias razones, y  todo quedó en el recuerdo de los trujillanos que hicieron lo posible y lo imposible, por sacar adelante el proyecto por el que tanto trabajaron. Trujillo se quedó sin ferrocarril y así seguimos.

 

 

 

 

 

 

Manuel Bazaga Ibáñez.

Oct 012004
 

Felicísimo García Barriga.

Licenciado en Historia Moderna*

1.- INTRODUCCIÓN

Para T. R. Malthus la mortalidad era uno de los dos reguladores esenciales de la dinámica demográfica[1]; a partir de la realidad contrastada de que mientras la población crece en una progresión geométrica (multiplicándose) los recursos alimentarios lo hacen en una progresión aritmética (sumándose), Malthus dedujo que el crecimiento demográfico no puede ser indefinido, por cuanto debe alcanzar un límite a partir del cual se produce un desequilibrio entre la población existente y los recursos necesarios para su supervivencia; la mortalidad actúa, así, como un freno positivo al crecimiento demográfico, eliminando esa población «sobrante» y restaurando el equilibrio perdido.

A pesar de sus evidentes deficiencias, el modelo maltusiano ha servido desde su creación para poner de manifiesto dos aspectos que constituyen el argumento básico de toda investigación histórica sobre la mortalidad, la mortalidad «general» o «normal, que es la que se produce de manera habitual en el seno de una población, y la mortalidad «catastrófica», es decir, las crisis de mortalidad.. En esta comunicación intentaremos definir los fundamentos de la mortalidad normal, complementando su estudio con el análisis de la mortalidad infantil, que sin duda representa uno de los elementos más importantes del crecimiento de la población y del proceso de transición demográfica. En cuanto al análisis de las crisis de mortalidad, la falta de espacio nos obliga a no incluirla, a pesar de su extraordinaria importancia.

Toda esta labor se centrará en un espacio muy preciso, la zona situada al oeste de la ciudad de Cáceres, y más concretamente los pueblos de Casar de Cáceres, Malpartida de Cáceres, Arroyo de la Luz, Navas del Madroño y Brozas; en cuanto a la ubicación temporal, hemos optado por centrar nuestro estudio en los años comprendidos entre 1800 y 1860, durante los cuales se producen las últimas grandes crisis de mortalidad de la historia extremeña (si exceptuamos la gripe de 1918), y cuyos datos podrán compararse con los de otras zonas extremeñas y españolas en los que parece anunciarse el inicio de la transición demográfica.

2.- TASAS GENERALES Y ESPERANZA DE VIDA.

El análisis de la mortalidad durante el ciclo demográfico antiguo demuestra, según M. W. Flinn, que la inestabilidad a corto plazo era endémica y estaba sometida a fuerzas exógenas, considerando que las principales características del comportamiento de la mortalidad eran unas dramáticas fluctuaciones a corto plazo, baja esperanza de vida, alta mortalidad infantil y una importante incidencia endémica y epidémica de las enfermedades infecciosas, comunes a toda la Europa de Antiguo Régimen[2].

Por tanto, en este primer punto trataremos de identificar y analizar los elementos característicos de la mortalidad ordinaria, es decir, de aquella en la cual no está presente una crisis de sobremortalidad que altere los resultados obtenidos; dichos elementos son la tasa bruta de mortalidad (TBM), la esperanza de vida al nacer y los diversos componentes de la mortalidad infantil.

a) Tasas brutas de mortalidad.

Las muchas investigaciones realizadas en las últimas décadas parecen demostrar que, a largo plazo, la tasa bruta de mortalidad correspondiente a poblaciones insertas en el ciclo demográfico antiguo estuvo la mayoría de las ocasiones muy poco por debajo de la tasa bruta de natalidad, de lo que se deriva un crecimiento natural ciertamente escaso. Ocasionalmente, y sobre todo en una escala local, esta pequeña ventaja de la natalidad podía quedar anulada recortándose más aún la distancia entre las dos tasas o invirtiendo incluso sus posiciones.

Las dificultades que el cálculo de la tasa bruta de mortalidad implica para las poblaciones de la Edad Moderna prácticamente desaparecen en el siglo XIX, gracias sobre todo a la mejora notable de la calidad de los registros de los difuntos (que ya son mucho más que los antiguos libros de colecturía), tanto en la desaparición del subregistro de párvulos como con la inserción de datos cualitativos tan interesantes como la edad de defunción o la causa de ésta. Al mismo tiempo, el perfeccionamiento de los métodos de recuento y censo de la población hacen que los diversos censos existentes para esta centuria sean bastante más fiables, salvo excepciones, que los realizados en los siglos precedentes.

La siguiente tabla expresa las tasas brutas de mortalidad obtenidas mediante estos cálculos, junto con otras conseguidas en otros espacios regionales y peninsulares.

Tabla I: Tasas brutas de mortalidad. Siglo XIX (en tantos por mil)

AÑO Casar Arroyo Malpartida Navas Brozas Extremadura Cantabria España
1791 39,44 42,34 33,42 43,8 41,19 40,00 31,00 38,00
1813 44,38 38,13 32,42 59,02 39,83
1818 43,50 44,10 33,21 45,04 40,00 21,00
1829 50,04 47,34 36,27 48,66 42,50 36,00
1857 50,11 37,66 43,31 43,43
1860 55,21 50,18 41,05 47,14 46,13 38,00 26,00 27,00

Media móvil de 25 años centrada en el año del recuento, excepto 1857 y 1860 (media anual de los 25 años anteriores). Fuente: censos, registros parroquiales y elaboración propia. LANZA GARCÍA, R: La población y el crecimiento económico de Cantabria en el Antiguo Régimen, Madrid, 1991, p. 127. PÉREZ MOREDA, V.: Las crisis de mortalidad en la España interior. Siglos XVI-XIX. Madrid, 1980., p. 134; BLANCO CARRASCO, J. P. :Demografía, familia y sociedad en la Extremadura Moderna: 1500-1860. Cáceres, 1999.

Numerosas investigaciones han confirmado que las tasas brutas de mortalidad oscilaban en las poblaciones previas a la transición demográfica entre el 35 y el 45‰, con escasos cambios a corto y medio plazo. En el caso español, estos valores parecen ser comunes a todo el territorio hasta, aproximadamente, la segunda mitad del siglo XVIII, cuando el descenso que se observa en ciertas zonas conforma dos modelos: uno de «baja presión», característico de los territorios valencianos, catalanes y vascos[3], y otro de «alta presión», predominante en tierras del interior y Galicia[4]. Extremadura se situaría en este segundo grupo, con tasas en torno al 35‰ entre 1600 y 1700 y un descenso leve entre mediados del siglo XVIII y mediados del  siglo XIX[5].

Sin embargo, y como vemos en la tabla precedente, las tasas de los cinco pueblos analizados se sitúan siempre por encima de las medias regionales y nacionales, lo que determina una mayor precariedad y exigüidad del crecimiento demográfico, salvo coyunturas ciertamente excepcionales; el único dato discordante es el de Malpartida de Cáceres, que muestra tasas de mortalidad más propias de otros territorios, lo que se manifiesta, además, en altísimos crecimientos vegetativos (de más del 1% anual).

Estos datos, por tanto, caracterizan a la tasa bruta de mortalidad de los pueblos del oeste cacereño por sus fuertes oscilaciones entre períodos, que determinan, junto a la evolución de la natalidad, bien momentos de importante crecimiento vegetativo bien etapas de escaso avance o incluso de retroceso. En el primer caso nos encontramos, por un lado, con el período comprendido entre el final de la guerra de Independencia y el comienzo de una secuencia crítica a partir de 1830, y por otro, con un período un poco más prolongado pero de menor crecimiento, ubicado entre 1833 y 1855; en el extremo opuesto están varios momentos: la primera década del siglo, que supone para las poblaciones analizadas una crisis de intensidad comparable a los peores momentos del siglo XVII, gracias a una conjunción de problemas de subsistencias y de enfermedades epidémicas; la década de 1830, en la que 1831 y 1833-34 se erigen como años de crecimiento vegetativo negativo por las epidemias de sarampión, viruela y cólera que se viven en ellos; y por último el quinquenio 1855-1858, en el que de nuevo el cólera aparece como factor determinante del aumento de la mortalidad catastrófica.

Por supuesto, la evolución de esta variable en los diversos pueblos muestra variaciones, en algunos casos significativas. Así, los pueblos más pequeños, como el caso ya mencionado de Malpartida o Navas del Madroño, muestran crecimientos mayores y más prolongados en el tiempo, lo que parece indicar una dinámica demográfica y económica más saludable, que permite la rápida recuperación tras los momentos críticos. En el otro lado de la balanza nos encontramos a las grandes villas, sobre todo a Brozas y Casar, que muestran claros síntomas de agotamiento, relacionado posiblemente con una estructura de la propiedad muy desigual que está mostrando sus limitaciones para sostener a grandes contingentes de población y, consiguientemente, elevados porcentajes de crecimiento natural durante períodos prolongados de tiempo.

b) Estimaciones de la esperanza de vida al nacer.

La tasa bruta de mortalidad puede variar dependiendo de la distribución de la población por edades. Por ello, un indicador más preciso de esa mortalidad general es el de la esperanza de vida al nacer, que se puede definir como el número medio de años de vida de una persona tomada en el nacimiento[6].

La mayoría de los demógrafos e historiadores están de acuerdo en que durante la etapa preindustrial la esperanza de vida al nacer no cambió sustancialmente, y se situó casi siempre entre los 25 y los 35 años, como límites más probables[7]. La elaboración de este índice es, sin embargo, bastante dificultosa para épocas lejanas en las que los registros de defunciones no solían recoger la edad de la muerte, tanto de niños como de adultos. En nuestro caso, la omisión del registro de dichas edades al fallecimiento durante parte del período estudiado ha limitado la elaboración de este índice a partir de la década de 1830, optando por el empleo de tablas de mortalidad completas[8], que nos han permitido obtener los siguientes resultados.

Tabla II: esperanza de vida al nacer, 1ª mitad siglo XIX

Pueblos e0*
Casar 22,34
Arroyo 29,36
Malpartida 18,43
Navas 29,8
Brozas 26,5

Fuente: registros parroquiales y elaboración propia.

Los valores de  e0 obtenidos son similares a las cifras alcanzadas en otras localidades extremeñas por las mismas fechas[9]. Por supuesto, las oscilaciones eran inevitables; es significativo de nuevo el caso de Malpartida de Cáceres, que en esta ocasión se debe a que la tabla de mortalidad sólo se ha podido elaborar con datos comprendidos entre 1854 y 1860, caracterizados por una fuerte crisis de mortalidad que altera los datos de manera sustancial. El resto de las esperanzas de vida obtenidas confirman, en todo caso, la inexistencia de un modelo claro para toda España[10] ni, por supuesto, para Extremadura; por el contrario, parece que las diferencias entre las distintas localidades fue la tónica predominante, aunque siempre quedando insertas dentro del ya referido modelo de alta presión demográfica predominante en algunas zonas de la Europa anterior a la Revolución Industrial[11].

3.- LA MORTALIDAD INFANTIL.

Una gran cantidad de investigaciones aparecidas en los últimos años no ha hecho más que reafirmar la importancia cuantitativa y cualitativa de la mortalidad infantil en el pasado. Su predominio dentro del total de difuntos convirtió a esta variable en un factor clave para el crecimiento o el descenso de la población. Como afirma Pérez Moreda, una reducción de la mortalidad infantil y juvenil de sólo el 20% podía conseguir la duplicación del crecimiento vegetativo[12].

Los ya comentados problemas que el estudio de la mortalidad infantil comporta, por la omisión en el registro de la edad exacta en el momento de la muerte, impiden un análisis exacto de esta variable hasta bien entrado el siglo XIX. Ello hace que hasta esa fecha sólo podamos hacer referencia a la mortalidad de párvulos, es decir, el grupo de edad comprendido entre los 0 y los 7 años, con lo que estamos integrando dentro del cálculo de este indicador diferentes edades que muestran grandes diferencias en su comportamiento con respecto a la muerte, con los peligros que ello conlleva.

La importancia de la mortalidad de párvulos queda puesta de manifiesto al comprobar que en todos los pueblos analizados los párvulos superaban sobradamente el 55% del total de fallecidos considerado como promedio tanto en Extremadura como en el resto del interior peninsular[13]. En algunas décadas se alcanzan incluso porcentajes superiores al 70%, como sucede en Navas en los períodos 1821-1830 y 1831-1840, mostrando además la tendencia al alza que otros autores habían identificado anteriormente, y estando muy por encima de los valores alcanzados en otros territorios peninsulares incluso en épocas anteriores[14].

Todavía es más expresivo el cálculo de la mortalidad infantil (1q0), tramo de edad que padecía una mortalidad muy alta, posiblemente de un cuarto o un tercio, en las poblaciones pretransicionales sometidas a una alta presión demográfica, aunque se ha demostrado que el tramo inmediatamente posterior (4q1), padece una mortandad aún mayor[15]. Al igual que el cálculo de la esperanza de vida al nacer, hemos empleado las tablas de mortalidad completas de las que hablamos en dicho apartado.

Tabla III: tasas de mortalidad infantil y juvenil. Siglo XIX.

Zona Período 1q(‰) 4q1 (‰)
Brozas 1838-1860 275,17 374,51
Navas 1843-1860 278,65 371,69
Malpartida 1854-1860 386,39 417,14
Arroyo 1834-1860 280,88 325,96
Casar 1838-1860 376,78 370,02
Extremadura XIX (1ª mitad) 326 352
Levante y Cataluña XIX (1ª mitad) 161 187
Villacastín (Segovia) 1830-1839 254 333
Cuenca 1842-1862 228 233

Fuente: REHER, D. S., Town and country, op. cit., p. 111; PÉREZ MOREDA, V., op. cit., p. 155; BLANCO CARRASCO, J. P., op. cit., p. 160; libros parroquiales y elaboración propia.

En todos los casos, salvo en el de Casar de Cáceres, la mortalidad de los grupos de edad de 1 a 4 años es superior a la mortalidad infantil propiamente dicha; en cuanto a ésta, salvo en Casar y Malpartida (en este caso por las razones expuestas anteriormente) los valores son inferiores a los de una muestra regional para el mismo período de tiempo, compensando de sobra el efecto negativo de las tasas de 1 a 4 años y posibilitando esperanzas de vida similares a las regionales, como hemos visto más arriba. En todo caso, estas elevadas tasas de mortalidad infantil inscriben a la población analizada dentro del modelo general predominante en la Europa meridional hasta las postrimerías del siglo XIX, caracterizado por una alta mortalidad infantil y juvenil; en España, esta tendencia es clara en el interior y sur peninsular, mientras que las zonas cantábrica y levantina, más desarrolladas económicamente y en un indudable proceso de crecimiento demográfico, muestran unas relativamente bajas tasas de  mortalidad infantil. Además, el hecho de que la mortalidad en el grupo de 1 a 4 años sea más elevada que en el grupo de 0 a 1 indica que las probabilidades de supervivencia más allá de la infancia eran bastante más bajas de lo que podría suponerse habiéndose utilizado solamente la tasa 1q0. En los pueblos objetos de nuestra muestra alcanzaban el primer cumpleaños el 70% de los niños, el quinto apenas el 45%, el 42% el décimo y el 40% el decimoquinto, porcentajes parecidos a las de otras localidades del interior peninsular[16].

Para profundizar en este análisis, puede resultar interesante analizar los componentes de la mortalidad infantil; para ello, es necesario recoger las defunciones de los niños menores de un año en las que se anote la edad, en días o en meses, en que se produce cada muerte. En estos aspectos, hemos utilizado la clasificación ideada por Bourgeois-Pichat, basada en la conceptualización de una mortalidad endógena, que se produce en los primeros días de vida (concretamente, en la primera semana) y que es debida a accidentes del parto, condiciones obstétricas generales o, simplemente, a malformaciones o debilidad congénita del recién nacido. La mortalidad acaecida durante el resto del primer año de vida es la mortalidad exógena, en el seno de la cual las defunciones infantiles están ligadas a factores exteriores relacionados con el medio social, económico y sanitario, tanto por infecciones como por falta de cuidados higiénicos y alimenticios[17].

Tabla IV: distribución interna de la mortalidad infantil (0q1) por mil nacidos

Lugar Período Endógena Exógena Total
Casar 1838-1860 17,09 359,69 376,78
Navas 1843-1860 20,55 258,11 278,65
Malpartida 1854-1860 29,45 356,94 386,39
Arroyo 1834-1860 27,2 253,68 280,88
BROZAS 1838-1860 46,24 228,93 275,17
Hervás 1801-1810 130 152 282
Hurdes 1838-1860 71 220 291
Otero de Herreros (Segovia) 1780-1816 153 164 317
Villacastín (Segovia) 1820-1850 66 208 274

Fuente: BLANCO CARRASCO, J. P.: Estructura demográfica y social de una leyenda extremeña. Las Hurdes en el Antiguo Régimen, Cáceres, 1994; PÉREZ MOREDA, V., op. cit., p. 150; Libros de Difuntos de Brozas y elaboración propia.

En un plano nacional, Pérez Moreda insistió en la importancia cualitativa y cuantitativa de la mortalidad endógena, que oscilaría entre la quinta y la tercera parte de los fallecimientos totales ocurridos en este lapso de tiempo en condiciones demográficas de Antiguo Régimen. Si hacemos caso a lo expresado por J. Leguina, la responsabilidad de las malas condiciones higiénico-sanitarias en las elevadas tasas de mortalidad infantil de los pueblos objeto de nuestro estudio parece fuera de toda duda, ya que ni siquiera en Brozas, la villa con mayor mortalidad endógena, se alcanzan los porcentajes anteriormente mencionados aunque, desde luego, no podemos descartar en modo alguno la posibilidad de un subregistro de los niños fallecidos en su primera semana de vida que desvirtúe los datos obtenidos. Si utilizamos la mortalidad neonatal, es decir, la acaecida en el primer mes de vida, los resultados son muy similares: en Brozas se eleva al 76‰, mientras que la tasa más baja corresponde a Navas con sólo un 52‰, de nuevo muy inferiores a otros resultados obtenidos para el interior peninsular[18]; parece fuera de toda duda la pervivencia hasta finales del siglo XIX de condiciones sanitarias, médicas e higiénicas muy negativas para la infancia y, como consecuencia de ello, para la población extremeña analizada en este trabajo.

4.- LAS CAUSAS Y LOS TIEMPOS DE LA MUERTE.

a)Morbilidad ordinaria y causas de mortalidad: en el ciclo demográfico antiguo, el papel de la mortalidad se ha planteado frecuentemente a través del equilibrio entre la población y los recursos disponibles para su mantenimiento, un vínculo, pues, puramente económico, que asume que las posibilidades de supervivencia dependían de que las necesidades mínimas de subsistencia fueran cubiertas[19].

A pesar de la aparente claridad de este modelo explicativo, las relaciones entre la mortalidad y la economía poseen un grado de complejidad que supera la mera dependencia respecto al grado de alimentación y nutrición[20]: si la malnutrición hace aumentar considerablemente el riesgo de infección y con ello la mortalidad, desconocemos el punto de inflexión que separa una alimentación suficiente de la malnutrición; por otro lado, tampoco existe acuerdo en cuanto a la relación existente entre la aparición, duración y efectos nocivos de las enfermedades y los niveles de nutrición.

Una nueva duda que se despierta sobre la relación directa entre mortalidad y nivel económico es el hecho de que las costumbres y hábitos alimenticios, el clima y los medios utilizados para adaptarse a las condiciones del medio ambiente, los cambios de densidad y movilidad de la población y las relaciones que se establecen entre los agentes patógenos y sus huéspedes al margen de la acción del hombre, todos ellos no estrictamente económicos, poseen notable influjo sobre los niveles de nutrición y el poder profiláctico que alarga la distancia entre los agentes transmisores y los hombres, y que por lo tanto pueden hacer desaparecer o disminuir considerablemente los efectos de una enfermedad.

En otros casos, la enfermedad se desarrollaría sin tener en cuenta no sólo las condiciones económicas generales, sino también la capacidad de resistencia de la población susceptible de ser afectada. Su presencia y eliminación pueden no depender de acciones administrativas ni técnicas, sino de cambios en la virulencia del organismo responsable del contagio, de la inmunidad adquirida y del nivel de higiene y predisposición al contagio.

El estudio de las causas de muerte en el pasado se puede realizar a través de las expresiones diagnósticas que se recogen en las actas de defunción, en nuestro caso en las partidas de defunción anotadas por los párrocos en los libros de difuntos. De ello se derivará un problema de enorme gravedad para abordar este análisis de manera científica y rigurosa, y es que hasta las postrimerías del siglo XIX, la anotación de esas causas de muerte se caracteriza por la  imprecisión, la confusión y, en bastantes ocasiones, el error manifiesto por parte del anotador, que en la inmensa mayoría de las ocasiones desconoce la terminología médica adecuada. Así, a medida que retrocedemos en el tiempo, se hace más frecuente la presencia de unas cuantas enfermedades, de carácter además muy difuso, como «calenturas» o  «dolor», que resultan de muy difícil clasificación hace pensar en la poca fiabilidad de las fuentes anteriores a la segunda mitad del siglo XIX. Aun así, su clasificación por grandes grupos nos va a permitir establecer un panorama bastante esclarecedor de las condiciones de la morbilidad en las localidades objeto de nuestro análisis, ciertamente con variaciones temporales de un pueblo a otro.

La morbilidad ordinaria suele enmarcarse en el seno de tres factores fundamentales, relacionados con el desarrollo de las enfermedades infecciosas: medio ambiente, alimentación e inmunidad; en nuestro caso, y dada la escasez y dificultad de las fuentes relacionadas con el segundo aspecto mencionado, hemos optado por centrarnos en medio ambiente e inmunidad, utilizando para ello la información que nos proporcionan los archivos municipales. Lamentablemente, para realizar este trabajo sólo hemos podido disponer de la documentación municipal de los archivos de Brozas y Arroyo de la Luz

Las condiciones ambientales, y especialmente el clima, resultaban una condición central en la teoría médica para explicar la influencia y letalidad de las enfermedades, y será una constante en las convicciones científicas sobre las enfermedades durante casi todo el Antiguo Régimen. Incluso después del fin de la teoría de los miasmas entre los investigadores, la creencia popular seguía uniendo clima, medio ambiente y enfermedad.

En el caso de Brozas, existen diversas valoraciones de la situación de la villa y de su influjo en las enfermedades que afectaban a sus habitantes. Pascual Madoz en su diccionario nos dice: «Situada en la cúspide de un cerro de 100 varas de elevación; sin otras alturas que la dominen; bien ventiladas; de clima templado y sano, y sus enfermedades comunes son las intermitentes«[21].

La alusión a los vientos reinantes, el calor y la humedad como componentes de la incidencia de la enfermedad entre una población es una constante en todas las referencias conservadas. La teoría al respecto estaba perfectamente establecida desde la antigüedad; así, en su Tratado de la conservación de la salud de los pueblos y consideraciones sobre los terremotos, Benito Bails señalaba, siguiendo a Aristóteles, que «…el sitio más adecuado será el que estuviere expuesto al oriente, donde haya aguas vivas y corrientes, al cual se pueda llegar por muchas partes a un tiempo, a fin de que puedan entrar embarcaciones y carruajes, así en verano como en invierno; que no sea ni húmedo por extremo ni árido como las peñas; que lo ventilen antes los vientos fríos, quales son los de levante y norte, que no los de sur y poniente, que suelen ser húmedos y calientes«[22].

En este sentido es muy interesante esta información realizada, también en Brozas, para explicar las «razones» climáticas de la epidemia de cólera de 1855, finalizada recientemente:

«Los vientos que reinaron durante la epidemia fueron el Sur con más permanencia y algunos días el Norte y el Nordeste. Dichos vientos produjeron frecuentes lluvias y otras veces nubarrones o simples oclages (sic). Por lo general el viento del Sur traía ventiscón y lluvia, aumentándose con este accidente la epidemia, y disminuyendo luego que el viento soplaba del Norte o del Nordeste, cesando generalmente con estos vientos las precitadas lluvias»[23].

Asimismo, la existencia de charcas muy cercanas a los núcleos urbanos, algo presente en todos los pueblos que estamos analizando, preocupaba especialmente a los vecinos; las condiciones climáticas que soporta Extremadura durante buena parte del año, junto con la necesidad de mantener lagunas en las dehesas y ejidos vecinos como abrevadero del ganado, facilitaban la presencia de fiebres palúdicas en la mayoría de la región, convirtiéndose con ello en uno de los componentes principales de la morbilidad. Aun cuando se conocían los efectos perniciosos que la presencia de aguas estancadas tenía sobre la salud de una población, la teoría miasmática vigente hasta el siglo XIX era errónea; como ejemplo significativo destaca el informe elaborado en 1801, coincidiendo con una mortandad veraniega de tencas en la charca, por el médico titular de Brozas, d. Judas Navarro, acerca de los peligros derivados de la laguna, en el que se decía:

«Los miasmas que producen la calentura, son las que por la acción del calor se levantan de los pantanos, lagunas o charcas, o de territorios húmedos. en estos últimos tiempos e ha hecho un gran número de observaciones sobre esta materia, de modo que no se puede dudar que estos miasmas son generalmente la causa de las calenturas, especialmente de las intermitentes y remitentes… La conformidad del clima, de la estación y del suelo en las diferentes comarcas donde reinan las calenturas intermitentes y la semejanza de estas enfermedades, aunque engendradas en regiones diferentes, concurren a probar que dimanan de una causa común, que es el miasma de los pantanos, lagunas o charcas. Las sustancias vegetales de las lagunas se pudren, cuando por falta de renovación de agua y calores continuadas se ha reducido el agua a mui poca cantidad; perecen los peces porque el agua adquiere impureza y qualidad contraria. Puesta en este estado el agua, vegetales y los peces muertos, pueden formar el miasma, que comunicado a la atmósfera produzca una epidemia»[24].

Una vez vistas las condiciones medioambientales que podían determinar la morbilidad y mortalidad, intentaremos, sobre la base de las informaciones proporcionadas por los párrocos de nuestros pueblos desde principios del siglo XIX, establecer  las principales causas de muerte de sus habitantes. Para ello, hemos optado por usar la clasificación que T. McKeown elaboró hace unos años atendiendo a la naturaleza causal de las enfermedades; se diferencian así entre las causas infecciosas y no infecciosas, y divide las primeras según la  naturaleza de la transmisión entre las que lo son por el aire, agua y alimentos o por microorganismos. La virtud de esta clasificación reside en introducir una agrupación de las enfermedades que tiene mucho que ver con las condiciones socioeconómicas, higiénico-sanitarias y alimentarias de los colectivos analizados, consiguiendo además reducir a porcentajes muy bajos los casos sin identificar. Para elaborar esta clasificación hemos utilizado la modificación del trabajo de McKeown presentada recientemente por un equipo dirigido por J. Bernabeu Mestre[25]; además, para identificar las causas de muerte propuestas por dicho equipo investigador con las expresiones diagnósticas reflejadas en las anotaciones parroquiales, hemos empleado el clásico manual de diagnóstico de Gregorio Marañón[26].

Los resultados obtenidos están expresados cronológica y espacialmente en la siguiente tabla:

Tabla V: Causa de muerte por grupos generales, 1800-1860

CAUSAS DE MUERTE CASAR ARROYO MALPARTIDA NAVAS BROZAS
1805
-1821
1829
-1861*
1801
-1809
1855
-1858
1851
-1860
1841
-1860
infecciosas 64,7 44,3 50,4 60,3 68,0 50,7
transmitidas por agua y alimentos 2,0 9,8 4,7 25,0 24,6 9,0
transmitidas por aire 12,5 16,2 14,6 9,0 19,6 12,1
transmitidas por vectores 9,5 8,4 4,7 1,8 4,3 1,1
otras infecciosas 40,7 9,9 26,4 24,5 19,5 28,5
no infecciosas 32,3 52,6 46,5 38,5 31,5 47,6
carenciales 0,1 0,2 0,4 2,3 0,3 3,0
metabólicas 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,1
endocrinas e intoxicaciones 0,0 0,0 0,3 0,3 0,0 0,05
procesos cerebro-vasculares 0,1 0,2 0,3 0,5 0,0 0,4
sistema nervioso 8,1 18,0 3,7 13,0 4,0 3,3
sistema circulatorio 5,4 14,4 12,3 5,5 6,6 18,1
aparato respiratorio 2,7 5,2 3,0 0,8 1,8 9,0
aparato digestivo 3,5 3,9 7,7 2,7 15,5 6,6
sistema genitourinario 0,7 0,6 0,3 0,0 0,0 0,2
piel, tejidos y locomotor 0,1 0,0 0,2 0,3 0,1 0,0
parto, posparto y embarazo 1,2 3,3 1,8 1,0 0,9 1,3
vicios de conformación 6,6 0,8 5,7 7,7 0,8 3,7
cáncer y tumores 1,4 1,8 4,7 1,3 0,9 0,5
por causas exteriores 1,4 4,2 0,4 0,7 0,4 0,5
vejez 1,0 0,0 5,7 2,4 0,2 0,8
mal definidas 3,0 3,1 3,1 1,2 0,5 1,7

Fuente: Libros de Difuntos de Casar, Arroyo, Malpartida, Navas y Brozas, y elaboración propia.
*Datos referidos exclusivamente a mortalidad de adultos.

En la zona de Extremadura analizada, al igual que en el resto de la región, de España y de Europa hasta bien entrado el siglo XX, las enfermedades infecto-contagiosas, tanto endémicas como epidémicas, fueron las principales responsables de la morbilidad y la mortalidad[27]. Sólo en el Casar entre 1829 y 1860 aparece el grupo de enfermedades no infecciosas como predominante, y ello debido a la ausencia de datos sobre la mortalidad de párvulos. Dentro de este grupo, distinguimos entre las enfermedades a partir de la vía de transmisión; así, predominan las transmitidas por agua y alimentos, siendo las diarreas, colitis y enterocolitis las causas de muerte más habituales, sobre todo entre los niños; por tanto, enfermedades que hoy en día no pasan de ser molestias fácilmente curables, en el siglo XIX se convertían en letales debido a la deshidratación y a la escasa salubridad del agua y los alimentos consumidos.  La importancia de este grupo se acrecienta por la inclusión en él del cólera, que tuvo especial incidencia en la época y pueblos analizados.

Gráfico I: subtipos de enfermedades infecciosas, 1800-1860

img1Fuente: Libros de difuntos y elaboración propia.

En cuanto a las transmitidas por el aire, destacan dos grandes grupos: por un lado, las enfermedades propias de la infancia, como anginas, paperas, escarlatina, difteria (llamada en la documentación «garrotillo») y, sobre todo, la viruela y el sarampión, enfermedades ambas que en determinados años pasaban de ser endémicas a convertirse en auténticas epidemias que diezmaban la población infantil[28]. El otro gran grupo es el de las bronquitis, neumonías, bronconeumonías y tuberculosis, de mayor incidencia entre la población adulta. Con respecto a las transmitidas por vectores (es decir, por un organismo vivo animal o microbiano), ocupa un papel dominante el tifus, anotado bajo esta denominación, como «tabardillo» o como » fiebres intermitentes»; ello se debe a que el vector de transmisión de esta enfermedad es el piojo, por lo que en una época en la que las condiciones higiénicas eran muy precarias, la proliferación de este parásito era algo habitual, mostrando además repuntes en épocas de mayor miseria y escasez. Por último, el resto de enfermedades infecciosas agrupa a una larga serie de fiebres y calenturas que se resisten a una clasificación precisa y al resto de enfermedades relacionadas con el aparato digestivo, respiratorio o nerviosos, destacando entre ellas los casos de muerte por fenómenos relacionados con la dentición; al coincidir generalmente el abandono de la lactancia con la aparición de los dientes en el niño, las enfermedades infecciosas o directamente relacionadas con procesos gastroenteríticos ocupan un lugar determinante[29]. Así, de un total de 2150 muertes por esas otras enfermedades infecciosas, 477, el 22,18%, lo son por dentición.

Con respecto a las enfermedades no infecciosas, abarcan un amplio espectro de fenómenos. Encontramos, por un lado, las enfermedades cardiovasculares; las apoplejías e hidropesías son las anotaciones más frecuentes, correspondientes casi con toda seguridad a ataques cerebrales (hemorragias, embolias, trombosis), en el primer caso, y a insuficiencias cardiacas, que provocan la retención de líquidos o hidropesía, en el segundo. Tienen también gran peso las enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio, destacando sobre todo el «dolor de costado», relacionado con insuficiencias respiratorias de muy variadas causas; en cuanto a las enfermedades del aparato digestivo, destacan las hernias, gastritis y úlceras de estómago. Aparecen también con frecuencia las causas de muerte relacionadas con el sistema nervioso, mencionadas como «epilepsia» o «histeria», y que se corresponden casi siempre con episodios de convulsiones relacionados con otras patologías que no conocemos, pero que sin duda no tienen nada que ver con el significado actual de dichas denominaciones. Para finalizar con este análisis, haremos referencia a las patologías relacionadas con el parto y los primeros días de vida; en el primer caso, bajo la denominación de «sobreparto» deben contenerse  las hemorragias del alumbramiento y posparto y a las fiebres puerperales, con un total de 190 muertes. En cuanto al segundo grupo, el de las causas calificadas como vicios de conformación, reúne una gran variedad de anotaciones como «por no ser de tiempo», «por no poder mamar» o «por nacer antes de tiempo», que, con un total de 429 defunciones (casi un 5% del total de fallecimientos anotados), están indicando la tremenda pobreza que afectaba a muchas familias y que se manifestaba en último extremo en la escasez de alimentos tanto del niño como, esencialmente, de la madre, con lo cual se reducían las posibilidades de supervivencia del recién nacido[30].

b)Los tiempos de la muerte y el «ciclo vital anual»: el interés que puede tener el análisis de la distribución mensual de las defunciones se deriva de su importancia para comprobar un posible comportamiento diferencial de los años críticos con respecto a los de mortalidad «normal». Dado que en esta comunicación no podremos dedicarnos a la mortalidad crítica, nos limitaremos a elaborar un pequeño panorama de esta variable en el tiempo y espacio elegidos para ello.

En primer lugar, debemos diferenciar claramente entre la mortalidad adulta y la de párvulos, y ello como consecuencia de las diferencias en la casuística de los fallecimientos que hemos visto en el apartado anterior. En el caso de la mortalidad adulta, la tendencia general de todo el período estudiado es un máximo  estival y, sobre todo, otoñal, resultado que cabría esperar en poblaciones del sur de Europa como son las de nuestro campo de trabajo; así, en Casar diciembre registra el máximo de defunciones con el 11,36%, mientras que en Brozas, Navas y Malpartida es octubre con el 9,6, el 12,9 y el 10,5%, respectivamente, y en Arroyo septiembre con el 10,7. Los mínimos se registran en febrero y marzo, mientras que los meses de julio y agosto pueden ser considerados como períodos de transición entre los porcentajes relativamente bajos de primavera y principios de verano y la elevación del otoño; en invierno es observable un máximo secundario en enero o febrero, según los pueblos[31].

Gráfico II: distribución mensual de defunciones de párvulos, 1800-1860

img2Fuente: libros de difuntos y elaboración propia.

La mortalidad infantil o, en nuestro caso, de párvulos, sigue un comportamiento similar, aunque más agudizado, mostrando además una importante punta en julio. El gráfico muestra una clara división del año en dos partes perfectamente diferenciadas: entre enero y mayo, los porcentajes oscilan entre el 5,5 y el 7,5%, en todos los casos inferiores a los porcentajes de la mortalidad adulta en esas mismas fechas; a partir de junio se produce una rápida elevación de esos porcentajes hasta alcanzar, en todos los pueblos analizados salvo en Brozas, el máximo en los meses de julio y agosto. En septiembre se produce un descenso que, también de forma general, se interrumpe en octubre, donde se produce un máximo secundario, que en Brozas es absoluto. Esta distribución hace que entre los meses de junio y octubre se concentren casi el 60% de las defunciones de niños menores de 7 años. Por tanto, la amplitud de la fluctuación anual de la mortalidad infantil y juvenil es notablemente mayor que la que se registra entre la mortalidad de las edades adultas.

Para explicar esta estacionalidad de la muerte podemos encontrar dos razones fundamentales. En períodos normales, tanto para la mortalidad adulta como para la de párvulos, el exceso de defunciones estivales y otoñales se explica por la gran incidencia en el pasado de las enfermedades del aparato digestivo en la época de más calor y también en los meses transicionales entre unas estaciones y otras, sobre todo entre el verano y el otoño[32]. De hecho, si consideramos la mortalidad general, dichas estaciones concentran más del 50% del total de defunciones. A esta explicación debemos añadir otra más, ya que en la evolución mensual de lo que llamamos mortalidad general o habitual influye decisivamente algunos momentos de elevada mortalidad catastrófica que, sobre todo en el caso de ciertas crisis epidémicas, tenían una fuerte estacionalidad estival y otoñal.

c) La lucha contra la muerte: prevención y sanidad públicas: el último aspecto que trataremos en este breve trabajo será el de la prevención y de los métodos empleados para poner coto a la enfermedad en el Antiguo Régimen desde los gobiernos municipales. Si bien es cierto que los sistemas de aislamiento comunitarios e individuales eran conocidos en la mayoría de Europa en el siglo XVI, no existió una verdadera política sanitaria estatal hasta finales de la primera mitad del siglo XIX. En el caso extremeño, la creación de Juntas de Sanidad es relativamente tardía, aunque en algunos núcleos como Coria o Brozas, su existencia se remonta a finales del siglo XVIII y principios del XIX[33]. Su constitución, realizada generalmente cuando llegaba a la localidad la noticia de un brote epidémico, tenía como finalidad la toma de medidas para evitar el contagio. La primera Junta de Sanidad aparece así en Brozas en 1763 cuando la aparición entre el ejército estacionado en la villa para la guerra contra Portugal de enfermedades infecciosas y una epidemia de tabardillo (tifus) recomienda la constitución de una Junta de Sanidad para evitar la extensión de dicha epidemia entre los habitantes del pueblo.

El medio de control más eficaz para controlar la extensión de las enfermedades infecciosas, las más extendidas y la principal causa de muerte de los extremeños del Antiguo Régimen, era el aislamiento. Para evitar el contagio, los concejos imponían duros controles de seguridad en torno a los núcleos de población que consistían sobre todo en la prohibición de entrada para los viajeros procedentes de núcleos afectados y de salida de las poblaciones sin un permiso expreso. Así, La Junta de Sanidad constituida en Brozas en 1800 obedeciendo las órdenes reales para evitar la llegada de la fiebre amarilla desde Andalucía, prohibía la entrada en el pueblo «…a ninguna persona que venga de Cádiz, Sevilla y demás pueblos de la Andalucía en que se haia propagado el contajio «, y obligaba a todos los forasteros a presentar un pasaporte donde constase  «…el pueblo de donde viene y dónde ha permanecido desde los primeros días del mes de agosto próximo«[34]. Parecidas medidas se toman en 1803 ante la noticia del estallido de una epidemia en Málaga[35], y en 1819, ante la llegada de noticias referentes a un brote de fiebre amarilla en San Fernando (Cádiz), se acordó que «…se cierren las entradas y salidas de la población, quedando solamente las precisas e indispensables para la comunicación«[36].  En Arroyo de la Luz, y ya en una fecha tan tardía como 1854, la amenaza de la llegada del cólera obligaba al ayuntamiento a establecer guardas en las entradas de la población para impedir el paso a personas sin el obligatorio pasaporte y a suspender la feria que había de celebrarse a mediados de septiembre «…no pudiendo ser muy combeniente la gran concurrencia de gentes que vienen a ella…«[37].

Los aspectos higiénicos, aun cuando aparecen entre las medidas ordenadas, no tienen un objetivo preventivo, sino que se promueven cuando el foco epidémico está ya localizado, posiblemente por falta de medios para aplicar esas directrices en períodos de «calma» epidémica. No obstante, los concejos emitían diversas órdenes relativas a la higiene pública, generalmente coincidentes con los meses veraniegos; en Brozas, un acuerdo del concejo en agosto de 1812 ordena que se limpien los estercoleros que se hallen dentro de la villa y se establezcan sitios «…adonde los vecinos echen dichos estiércoles y vasuras y no buelvan a hacer muladares dentro de esta villa«[38]. Igualmente, la Junta de Sanidad de Arroyo ordenaba en 1832 retirar todas las esterqueras inmediatas a la población, ampliando las medidas a la limpieza de las calles tres veces al día, la conservación de los pozos y fuentes públicas, la prohibición a los cerdos de andar por las calles y el encalado obligatorio de las casas[39]. Por último, la llegada de noticias sobre la epidemia de cólera en 1855 obligó a la Junta de Sanidad de Brozas a emitir varias disposiciones, que además de las anteriormente citadas se extendían a recomendaciones como «…el aseo interior de las casas, su ventilación oportuna, y que no se aglomerasen muchas personas a dormir en un mismo aposento«[40].

Dentro de estas medidas de protección tenía importancia fundamental el enterramiento de los cadáveres. Desde la Edad Media se practicaba la inhumación de los cadáveres en los recintos sagrados, con los problemas higiénicos que se derivaban, agudizados además por el crecimiento de la población a partir del siglo XVIII y, consecuentemente, del número de muertos. Así, a pesar de que existían pequeños cementerios en torno a las iglesias, las creencias religiosas redujeron su función a la de albergar a aquellos difuntos que no se podían costear una tumba en la iglesia.

El problema pronto se hizo patente entre las autoridades que, imbuidas del espíritu ilustrado, consiguieron la promulgación de la Real Cédula de 3 de abril de 1787 en la que se ordenaba la construcción de nuevos cementerios fuera de los pueblos[41]. El incumplimiento será, sin embargo, la nota habitual con respecto a estas órdenes, que tendrán que ser recordadas en 1804, esta vez con aceptación debido a la crisis de mortalidad que estaba empezando a manifestarse ese año. Así, en Arroyo de la Luz se creaba el cementerio en el antiguo castillo de los condes de Benavente, ya en desuso, como se recoge en una anotación al margen del libro de difuntos[42]. Sin embargo, las resistencias populares a estas medidas sanitarias de carácter oficial eran todavía muy fuertes; en el propio Arroyo, pocas semanas después de comenzar a funcionar el nuevo cementerio, la población pidió que se volviera a la antigua costumbre de enterramiento en los templos, como así se hizo[43]. El problema, sin embargo, era evidente, como quedó patente en 1805, cuando eran tanto los pobres que fallecían que, al ser enterrados en el atrio de la iglesia, se temía que resultase en un foco de infección para la población; por ello, el ayuntamiento arroyano acordó «…que se sepulten todos los pobres que bayan muriendo en las hermitas que tiene esta villa extramuros de ella, que por haver bastante distancia de las casas no se teme mala consequencia…»[44]. Los cementerios no serán una realidad en toda Extremadura coincidiendo con otra epidemia, en este caso la de cólera de la década de 1830.

Las costumbres y tradiciones estaban, sin embargo, muy arraigadas. Una nueva mentalidad científica, basada en el uso de la razón para combatir al gran enemigo de la humanidad en los tiempos pasados y presentes, la enfermedad, había aparecido y se estaba extendiendo entre los individuos más cultos de la sociedad, pero todavía tardaría muchos años en implantarse entre la población, que seguirá aferrada a sus «métodos». Como ejemplo puede servir la reacción del ayuntamiento de Arroyo de la Luz ante la epidemia de cólera de 1855; en su acuerdo del 16 de septiembre de ese año, el concejo decidía que «…para animar en cierto modo a estos vecinos en la presente calamidad que nos rodea por efecto de la imbasión del cólera en esta villa, se traiga en rogatibas a la yglesia parroquial al santo san Sebastián, mediante a ser éste el de más devoción de estos habitantes…». Pocas cosas, en definitiva, habían cambiado, y todavía tardarían mucho en hacerlo en  una región como la extremeña, que se estaba acercando sin saberlo hacia una nueva etapa desde todos los puntos de vista, incluido el demográfico.

5.-FUENTES

  • Archivo Histórico Diocesano de Coria-Cáceres:
    Libros de Difuntos y Párvulos de Brozas, Arroyo de la Luz, Casar de Cáceres, Malpartida de Cáceres y Navas del Madroño.
  • Archivo Parroquial de Santa María de la Asunción (Arroyo de la Luz):
    Párvulos, libros 4-8.
  • Archivo Municipal de Arroyo de la Luz:
    Libros de Actas Capitulares (siglo XIX), Libros de Actas de la Junta de Sanidad (1832).
  • Archivo Histórico Provincial de Cáceres:
    Archivo Municipal de Brozas, libros de actas capitulares (s. XIX), caja 53 (Juntas de Sanidad).

NOTAS:

* Esta comunicación ha sido realizada gracias a una beca de Formación de Personal Investigador cofinanciada por la Junta de Extremadura y el Fondo Social Europeo.

[1] MALTHUS, T. R.: Ensayo sobre el principio de la población, México D. F., 1986.

[2] FLINN, M. W.: The European demographic system.1500-1820, Brighton, 1981, p. 47.

[3] En Guipúzcoa, la tasa desciende del 36 por 1000 en 1587 al 24 por 1000 en 1787; asimismo, en Cantabria se pasa del 32 por 1000 en 1752 al 21 por 1000 en 1822: PIQUERO ZARÁUZ, S.: Demografía guipuzcoana en el Antiguo Régimen, Bilbao, 1991, p. 175; LANZA GARCÍA, R., op. cit., p. 127.

[4] Así lo corroboran el 38‰ de Navarra en 1786, el 41‰ de Talavera de la Reina en 1787 o el escaso descenso del obispado de Cuenca, que pasa del 37 al 32‰ entre 1753 y 1860: MIKELARENA PEÑA, F., Demografía y familia en la Navarra tradicional, Pamplona, 1991, p. 193; REHER, D. S., Town and country in pre-industrial Spain. Cuenca, 1550-1870, Cambridge, 1990, p. 64; Familia, población y sociedad en la provincia de Cuenca, 1700-1970, Madrid, 1988, p. 91; PÉREZ MOREDA, V., op. cit., p. 134.

[5] BLANCO CARRASCO, J. P., op. cit., p. 157.

[6] LEGUINA, J., Fundamentos de demografía, Madrid, 1981, p. 158.

[7] SAUVY, A.: Los límites de la vida humana, Barcelona, 1964, p. 30.

[8] LIVI-BACCI, M: Introducción a la demografía, Barcelona, 1993, pp. 107-137.

[9] Coria entre 1816 y 1825 presenta una esperanza de vida al nacer de 28,4 años y entre 1850 y 1860 de 28,8; la comarca de las Hurdes presenta entre 1838 y 1860 26,6 años. Por último, en Don Benito, se pasa de 29,3 años entre 1786 y 1800 a 30,1 entre 1838 y 1860: BLANCO CARRASCO, J. P., op. cit., pp. 166-167.

[10] En el caso español, Massimo Livi-Bacci calculó en 1968 una esperanza de vida al nacer oscilante entre los 26,8 y los 28,9 años entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, la esperanza de vida al nacer en Otero de Herreros, en Segovia, osciló a lo largo del siglo XIX entre los 25 y los 30 años, y en Iznájar (Córdoba), la esperanza de vida no sobrepasa los 28 años hasta principios del siglo XX:  LIVI-BACCI, M.: «Fertility and nuptiality changes in Spain from the late 18th to the early 20th century», Population Studies, XXII, 1968, 1, pp. 83-102; PÉREZ-MOREDA, V., op. cit., p. 141; RAMÍREZ GÁMIZ, F.:Comportamientos demográficos diferenciales en el pasado. Aplicación del método de reconstrucción de familias a la población de Iznájar. Granada, 2001, p. 290.

[11] Queremos dejar claro que estas esperanzas de vida al nacer no significan que la gran mayoría de la población sólo viviera poco más de 27 años en la Extremadura del siglo XIX; simplemente, las altísimas tasas de mortalidad infantil hacen que la estimación de los años que una generación puede vivir desde el momento del nacimiento sea muy baja, y una vez superada la casi infranqueable barrera de la infancia, la vida media de un extremeño de esa época podía alcanzar perfectamente los 50 o 55 años.

[12] PÉREZ MOREDA, V., op. cit., p. 146.

[13] PÉREZ MOREDA, V., op. cit., pp. 162-165.

[14] Un 39% en Guipúzcoa o un 47% en Cantabria, datos todos ellos para 1700-1750: PIQUERO ZARAUZ, S.: Demografía guipuzcoana en el Antiguo Régimen, Bilbao, 1991; LANZA GARCÍA, R., op. cit..

[15] Por ejemplo, en Cuenca en el primer cuarto del siglo XIX, la tasa de mortalidad en el grupo de edad 1-4 era del 240‰, frente al 235‰ del grupo 0-1: REHER, D. S., Town and countryop. cit., p. 112.

[16] Por ejemplo, en Cuenca entre 1842 y 1848, y para las mismas edades, la distribución es del 77,2%, el 58,7%, el 56% y el 54,5%, y en Villacastín (Segovia), entre 1820 y 1829, del 73,1%, 47,1%, 42,5% y 40,1%: REHER, D. S., op. cit., p. 112.

[17] La mortalidad exógena es el mejor índice de la sanidad de una población determinada en un momento preciso, ya que puede considerarse como la producida por la «impotencia» o imprevisibilidad, mientras que la exógena lo sería por la «negligencia», entendida como negligencia social: LEGUINA, J., op. cit., pp. 176 y ss.

[18] Así, en Otero de Herreros la mortalidad neonatal llega al 170 por mil, mientras que el dato más bajo obtenido en el mismo trabajo ha sido el de Longares, con el 79 por mil: PÉREZ MOREDA, V., op. cit., p. 154.

[19] Nosotros mismos, en la introducción a este trabajo, hemos hecho referencia a las teorías de Malthus y su pervivencia dentro de las teorías demográficas actuales.

[20] LIVI-BACCI, M., Introducción a la…, op. cit., p. 293.

[21] MADOZ, P., Diccionario geográfico, estadístico e histórico de España y sus posesiones de ultramar, Valladolid, 1846-1850, tomo 3.

[22] Biblioteca Pública de Cáceres, Manuscritos y antiguos: Tratado de la conservación de la salud de los pueblos y consideraciones sobre los terremotos, por Antonio Ribeiro Sánchez (Trad. de Benito Bails), 1731, signatura A/634, p. 66.

[23] A. H. P. de Cáceres, sec. Municipal de Brozas, caja 53 (sanidad): «Borrador de la respuesta al Interrogatorio inserto en la Circular nº 226 del Boletín oficial de 17 de octubre de 1855 sobre los efectos de la epidemia de cólera en los pueblos de la provincia«.

[24] A. H. P. de Cc. sec. Municipal de Brozas, Libros de Actas Capitulares, nº 91 (1801).

[25] BERNABEU MESTRE, J., RAMIRO FARIÑAS, D., SANZ GIMENO, A. y ROBLES GONZÁLEZ, E.: «El análisis histórico de la mortalidad por causas. Problemas y soluciones», en Revista de Demografía Histórica, XXI, I, 2003, pp. 167-192.

[26] MARAÑÓN, G.: Manual de diagnóstico etiológico, Madrid, 1961 (11ª edición).

[27] En este sentido, podemos hacer algunas comparaciones; así, en las Hurdes las enfermedades infecciosas causaban el 30% de las muertes entre 1814 y 1849, seguidas del 23% causado por las pulmonares, un 3,4% de afecciones ginecológicas y relacionadas con el parto y un 2,8% de enfermedades de carácter neurológico (BLANCO CARRASCO, J. P., op. cit., p. 192). En la parroquia cacereña de San Mateo, el 37% de las muertes entre 1838 y 1840 correspondía a enfermedades infecciosas, el 20% a enfermedades respiratorias y un porcentaje análogo a enfermedades de tipo circulatorio (GARCÍA OLIVA, Mª D.: 1800-1870: Demografía y comportamientos en la colación cacereña de San Mateo, Cáceres, Memoria de Licenciatura, 1978, p. 89); fuera de Extremadura, Cuenca registra, entre 1830 y 1870, un 27,6% de defunciones causadas por enfermedades infecciosas, un 18,2% de desórdenes nerviosos, un 15,6% causado por problemas respiratorios y un 11,4% por desarreglos digestivos, mientras que en Segovia entre 1807 y 1856 las mismas causas de muerte registran porcentajes del 41,9%, 7,1%, 27,1% y 7,4% (REHER, D. S., Town and country…, op. cit., p. 117).

[28] Así, sobre un total de 672 muertes anotadas a causa de esas enfermedades relacionadas con la infancia, 230 son de sarampión y 212 de viruela, casi dos tercios del total.

[29] BLANCO CARRASCO, J. P., SÁNCHEZ RUBIO, R. y TESTÓN NÚÑEZ, I.: «El abandono de niños en la Extremadura moderna. Las regulaciones demográficas y sociales» en Norba. Revista de Historia, 16, 1996-2003, pp. 491-492.

[30] BLANCO CARRASCO et alium, op. cit., p. 490.

[31] Estos datos se ajustan a la tendencia general mostrada en varias localidades extremeñas y españolas. En Cáceres, durante el siglo XVIII, los valores máximos se concentran en invierno, aunque desde el inicio del otoño se advierte el progreso de la curva de mortalidad (RODRÍGUEZ CANCHO, M., op. cit., p. 250). En siete localidades del interior peninsular estudiadas por V. Pérez Moreda, la mortalidad adulta alcanza, durante los siglos XVIII y XIX, su máximo en la transición entre el verano y el otoño (PÉREZ MOREDA, V., op. cit., p. 210); por último, en Cuenca el máximo de defunciones adultas se alcanza, entre 1560 y 1870, en agosto y septiembre, con pequeños repuntes invernales (REHER, D. S., op. cit., pp. 115-116).

[32] En general, un niño tiene más posibilidades de fallecer durante los meses de verano y otoño, casi siempre por las malas condiciones del agua y la transmisión de enfermedades recurrentes en esa época del año. BLANCO CARRASCO et al., op. cit., p. 492.

[33] BLANCO CARRASCO, J. P., op. cit., p. 195.

[34] A. H. P. de Cáceres, sec. Municipal de Brozas, caja 53 (Junta de Sanidad), acuerdo del 16 de octubre de 1800.

[35] A. H. P. de Cáceres, sec. Municipal de Brozas, caja 53 (Junta de Sanidad), acuerdo del 2 de noviembre de 1803.

[36] A. H. P. de Cáceres, sec. Municipal de Brozas, caja 53 (Junta de Sanidad), acuerdo del 3 de octubre de 1819.

[37] Archivo Municipal de Arroyo de la Luz (en adelante A. M. A.), sec. Libros de actas capitulares, libro 252 (1854), acuerdo del 3 de septiembre.

[38] A. H. P. de Cc., sec. Municipal de Brozas, Libros de Actas capitulares, libro 100 (1812), acuerdo del 8 de agosto.

[39] A. M. A., sec. Sanidad, Juntas Municipales de Sanidad, 1819-1960, Junta de Sanidad de 1832.

[40] A. H. P. de Cáceres, sec. Municipal de Brozas, caja 53 (sanidad), Borrador de la respuesta al Interrogatorio inserto en la Circular nº 226 del Boletín oficial de 17 de octubre de 1855 sobre los efectos de la epidemia de cólera en los pueblos de la provincia.

[41] PÉREZ MOREDA, V., op. cit., pp. 426.427.

[42] «Dicho Bejarano fue el primero que se enterró en el castillo por orden superior de las Cortes comunicada al juez político de Badajoz y estendida por el dicho a al provincia, siendo juezes en esta Sebastián Carrero y don Alonso Núñez«: Archivo Histórico Diocesano de Coria-Cáceres, Arroyo de la Luz (parroquia de Santa María), libro 77 (difuntos), folio 243. Correspondiendo a las mismas órdenes, se crearon cementerios en Hervás en 1804 y en Navalmoral de la Mata en 1809: PÉREZ MOREDA, V., op. cit., p. 429.

[43] «(Al margen) Fue el primero que se enterró en la yglesia porque lo pidió el pueblo«: Archivo Histórico Diocesano de Coria-Cáceres, Arroyo de la Luz (parroquia de Santa María), libro 77 (difuntos), folio 247.

[44] A. M. A., sec. Libros de actas capitulares, libro 201 (1805), acuerdo del 14 de febrero.

Oct 012004
 

José Luis Barrio Moya.

Institución de Estudios Complutenses.

El día 1de julio de 1805 contraían matrimonio en Madrid segun orden de nuestra Santa Madre Yglesia, Don Pedro Marcelino Blanco y Doña Lucía de la Flor, enlace que se celebró en secreto por justas causas que lo motivaron, y que ignoramos cuales fueron.

Don Pedro Marcelino Blanco era natural de la localidad riojana de Lumbreras de Cameros  obispado de Calahorra, siendo hijo de Don Francisco Blanco y de Doña Manuela Torre, ambos igualmente nacidos en aquella villa. En Madrid el caballero riojano trabajaba como corredor del numero de cambios, juros y seguros. Por lo que respecta a Doña Lucía de la Flor nació la ciudad de Badajoz, en el seno del matrimonio formado por Don Pedro de la Flor y Doña Teresa Pérez Feijó.

A causa de la premura de aquel enlace los contrayentes tardaron casi un año en realizar  el inventario de los bienes que cada uno aportó a la unión. De esta manera el 6 de marzo de 1805, Don Pedro Marcelino Blanco declaraba ante el escribano madrileño Ignacio de Salaya los bienes que llevó a su matrimonio, puesto que por haberse celebrado en secreto no se hizo el competente capital de los vienes muebles, alhajas, creditos y dineros que a el otorgante pertenece como suyo propio y para que conste en todo tiempo lo que es y su valor, quiere hacer capital de ellos en forma [1]. Todas las pertenencias del caballero riojano fueron tasadas por personas inteligentes a satisfacion de ambas partes, pero cuyos nombres no se mencionan en el documento.

Don Pedro Marcelino Blanco aportó a su matrimonio con la dama extremeña toda una serie de ropas de casa, tales como sábanas, colchones, colchas, toallas, cortinas, manteles, servilletas, etc, diversos muebles, entre ellos dos estantes para libros, una sillería de damasco y una papelera de nogal; una pequeña pero curiosa biblioteca y un cuadro de la Inmaculada Concepción, sin autor  asignado, etc. Singular importancia tenían los objetos de plata: salvillas, saleros, cubiertos, cucharones, espuelas y varios ricos relojes. Amén de todo ello se registraban también el ajuar de cozina, espetera y demas concerniente. Sin embargo la parte más destacada de los bienes de Don Pedro Marcelino Blanco estaba en la gran cantidad de dinero que le adeudaban diferentes personas , a lo que había que añadir la cantidad de 266.707 reales de vellón en vales reales, dinero, pesos fuertes y oro nuevo. La tasación se realizó de la siguiente manera:

“- Primeramente una manteleria adamascada con trece servilletas nuevas, 600 rs.- otra mas regular con doce servilletas compañeras, 500 rs..- dos piezas de mantel nuevas con doce varas y media, 137 rs y 17 mrs.- una tabla de mantel de quatro varas y media de largo y dos y media de ancho, nueva, 160 rs.- seis toallas nuevas, 72 rs.- doce savanas grandes de matrimonio , 1080 rs.- una colcha confitillo con fleco, 260 rs.- otra de cotonia grande ynglesa guarnecida, 340 rs.- otra de gusanillo para catre, 100 rs.- dos mudas de ropa blanca nuevas, 1500  rs.- veinte y quatro varas y media olanda en pieza, 720 rs.- una pieza casero frances con veinte varas, 300 rs.- un estante para libros con puertecillas de cristal, 500 rs.- un arco de nogal, 300 rs.- un estante de pino para libros con puertas y mesa correspondiente con dos cajones para el despacho, 200 rs.- un armario de pino grande, 200 rs.- una papelera de nogal con tres cajones, 500 rs.- una silleria de damasco carmesi con diez taburetes y un canape correspondiente, 1260 rs.- ocho cortinas de damasco carmesi con sesenta y ocho varas, 1632 rs.- un tremor, un quadro de Nuestra Señora de la Concepcion, una cama grande de matrimonio y otras chicas, todo en 1900 rs.- cinco cortinas de coton con veinte varas, 200 rs.- quatro colchones grandes y ocho  chicos, 1400 rs.- una salvilla de plata que pesa treinta y ocho onzas, siete ochavas, 777 rs.- dos saleros de plata, 215 rs.- diez y seis cubiertos y dos cucharones, siete cuchillos , pesa todo ciento quinze onzas y una ochava de plata, 2302 rs.- un par de espuelas de plata , 140 rs.- una cruz de plata sobre dorada, 60 rs.- dos rosarios de oro y una cadena de lo mismo, 1439 rs y 8 mrs.- una repeticion de oro esmaltada y piedras, 1500 rs.- otra de lo mismo de Gregson, 1200 rs.- un relox de oro con esmalte azul, 500 rs.- otro de lo mismo chico, liso, 500 rs.- tres docenas de platos pedernal, finos, 150 rs.- por el ajuar de cozina, espetera y demas concerniente, 700 rs.”

LIBROS

La biblioteca que Don Pedro Marcelino Blanco poseía en el momento de su matrimonio constaba tan sólo de nueve títulos que que en total sumaban noventa y cuatro tomos. La temática era esencialmente religiosa con las obras de fray Luis de Granada, seguramente las impresas en Madrid por Antonio Sancha y publicadas, en 18 tomos, entre 1786 y 1789; el Año Cristiano, del jesuíta francés Juan Croisset (1656-1738), la Biblia Sagrada, traducción de la Vulgata de San Jerónimo hecha por el escolapio fray Felipe Scio, el Catecísmo, del teólogo galo Francisco Amado Pouget, etc. Como obras profanas se registran la Historia de España, del jesuíta toledano Juan de Mariana y el Compendio de Buffón, traducido por Pedro Estala.

– veinte y dos tomos del año christiano de Croiset en pasta (Juan CROISSET.- Año cristiano traducida del francés por el padre fray Juan Francisco Isla, Salamanca 1753-1773), 396 rs.
– diez y nueve tomos de la Biblia Sagrada por el padre Scio (fray Felipe SCIO.- La Biblia Vulgata latina traducida al español y anotada conforma al sentido de los Santos Padres, Valencia 1790-1793), 342 rs[2].
– diez y nueve tomos de fray Luis de Granada (fray Luis de GRANADA.- Obras, 18 tomos, Madrid 1786-1789), 228 rs.
– siete dichos Historia del hombre, 140 rs.
– quatro dichos del Evangelio en triunfo, 80 rs.
– quatro dichos Catecismo de Pouget (Francisco Amando POUGET.- Instrucciones generales en forma de catecísmo traducidas por Antonio ESCARTÍN, Madrid , 4 tomos, 1784), 64 rs[3].
– tres del padre Santander (Miguel de SANTANDER.- Obras, Madrid 1805), 60 rs[4].
– diez tomos Historia generald e España por Mariana (Juan de MARIANA.- Historia general de España, Valencia 1785-1796), 260 rs.
– quince tomos Compendio de Bufon por Estala (Jorge Luis LECLERC, conde de BUFFÖN.- Compendio de Historia Natural arreglado a la clasificación de Linneo por Renato R. Contel y traducido por Pedro ESTALA, Madrid 1802-1811), 150 rs[5].

Tras el inventario de su biblioteca, el caballero riojano declaró como bienes suyos las cantidades que le adeudaban diferentes personas y que fueron las siguientes:

“- veinte y ocho mil quatrocientos y cinquenta reales y diez maravedis en un recivo echo a favor del dicho Don Pedro a cargo de Don Antonio Palacios a pagar a fin de diciembre proximo.
– otro de mil quinientos reales a cargo de Don Manuel Payo Ordas. 1500 rs.
– otro de tres mil ochocientos reales al de Don Antonio Viladomat, 3800 rs.
– por otro de seiscientos reales a cargo de Don Antonio Villanueva, 600 rs.
– por otros dos a cargo de Don Manuel de Aragon de ocho mil veinte y quatro reales, 8024 rs.
– por otro de seis mil setecientos reales de Josef Vidal, 6700 rs.
– otro de Valentin Trigueros de doscientos quarenta reales, 240 rs.
– ydem dos mil quinientos quarenta y un reales que deve Don Yldefonso Fernandez por resto de cuenta, 2541 rs.
– ydem cinco mil y cinquenta y un reales qua tamvien deve Don Manuel Moreno, 5151 rs.”

Además de todo ello Don Pedro Marcelino Blanco aportó doscientos sesenta y seis mil setecientos siete reales en vales reales, dinero, pesos fuertes y oro nuevo”, 266.707 reales.
Una vez concluido el inventario de los bienes de Don Pedro Marcelino Blanco, Doña Lucía de la Flor hacía lo propio con los suyos para ayuda a sustentar las cargas del matrimonio  y que incluían muebles, ropas, utensilios de cocina, algunos muebles y una pequeña pero selecta serie de joyas y objetos de plata que más tarde analizaremos. La declaración de la dama extremeña se realizó también ante el escribano madrileño Ignacio de Salaya.

“- Primeramante doce taburetes y un canape de quatro asientos, color carmesi, 1660 rs.- ocho taburetes caña, 800 rs.- un sofa color caña con su colchon y cuvierta, 1000 rs.- catorce cortinas caña carmesi, 3920 rs.- dos rinconeras pintadas para el gavinete, 1000 rs.- una papelera de nogal y un estante, 380 rs.- una mesita de juego, 60 rs.- un sofa para el despacho, sillas y otras frioleras, 680 rs.- dos rinconeras para comestibles, mesas, braseros y otros efectos, 920 rs.- varios efectos de cozina, vidriado, loza, cobres, cristal y otras frioleras, 1958 rs.- ocho colchones, camas y otros, 1410 rs.- la ropa de su uso, nuevas y usadas, ropas de cama y otras nuevas y velas, 7700 rs.”.

JOYAS Y PLATA

“- dos anillos de oro con veinte diamantes brillantes, vale segun la fe del contraste, 5674 rs.
– una cadena de oro pequeña segun la fe del contraste, 88 rs.
– otra echura de la China tambien segun la fe del contraste, 500 rs.
– otra dicha de Portugal delgada segun tasa del contraste, 142 rs.
– otra trecillo tejido segun la tasa, 142 rs y 17 mrs.
– un rosario de treinta diezes de oro segun su fe, 141 rs y 5 mrs.
– otro de aljofar segun la fe del contraste, 180 rs.
– un cigarrero de oro segun la tasa del contraste, 1117 rs.
– una sortija de oro con treinta y tres diamantes segun su fe, 1150 rs.
– otra sortija plata con siete diamantes segun su tasa, 740 rs.
– una palangana de plata nueva, de peso de treinta y siete onzas, 1002 rs.
– una salvilla con treinta y seis onzas, 903 rs.
– un cucharon con treinta y seis onzas, 237 rs y medio.
– una docena de cubiertos de plata que pesan ochenta y quatro onzas, 1848 rs.
– seis cucharitas de plata para cafe, 60 rs.
– dos candeleros de plata con treinta y quatro onzas y media, 966 rs.
– un relox de repeticion de oro guarnecido de perlas, 3000 rs”.

Todas las joyas y objetos de plata que Doña Lucía de la Flor llevó a su matrimonio alcanzaron un precio, según la tasación hecha por un anónimo contraste, de 17990 reales y 22 maravedis, cantidad bastante elevada para la época, sacudida por agobiantes acontecimientos bélicos que incidieron de manera determinante en la economía española del momento, como las desastrosas guerras contra Inglaterra en 1797 y 1801 y 1804 y 1805, a las que nos empujó la errática política de Carlos IV y Manuel Godoy en su alianza con Francia, y que culimaron con la derrota y destrucción de la escuadra hispana en la batalla de Trafalgar, acaecida el 21 de octubre de 1805.

A la vista de las breves descripciones que se hacen de las alhajas de Doña Lucía de la Flor en el inventario de sus bienes, podemos suponer que todas ellas se inscriben en las nuevas tendencias que desde fines del siglo XVIII se van a manifestar en el arte de la joyería en toda Europa. Las joyas tradicionales, herencia de los siglos XVI y XVII, más atentas a la riqueza de los materiales que a la finura de su manufactura, van a ir desapareciendo poco a poco para dejar paso a otras más novedosas que se van a ver influidas por los descubrimientos de Pompeya u Herculano, lo que infiltra en la sociedad europea y española modelos derivados de la antigüedad romana, materiales arqueológicos que se pretenden copiar directamente, sin atender en un primer momento, a la experiencia renacentísta[6].

De entre las joyas de la dama extremeña queremos destacar los dos anillos de oro  con veinte diamantes, tasados ambos en 5674 reales y el reloj de repetición de oro guarnecido de perlas, que lo fue en 3000 reales. Pieza cuanto menos curiosa fue el cigarrero de oro, valorado en 1117 reales.

Una vez que Don Pedro Marcelino Blanco y Doña Lucía de la Flor hicieron el inventario de sus bienes, ambos esposos otorgaron la correspondente carta de pago y recibo de dote en favor de cada uno de ellos por haberlos recibido y pasados a su poder.


NOTAS:

[1] Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 21004, folº. 220-223.

[2] Felipe Scio, descendiente de una antigua familia griega de la isla de Scio, establecida en España desde principios del siglo XVIII, nació en La Granja de San Ildefonso (Segovia) en 1738 y murió en Valencia en 1796. Muy joven ingresó en las Escuelas Pías de San José de Calasanz, ordenándose sacerdote en 1761. Estudió griego, latín y hebreo, lenguas que llegó a dominar a la perfección. Protegido por el infante Don Luis de Borbón, gozó de la confianza de Carlos III. Fue preceptor de la infanta Carlota Joaquina, a quien acompañó a Portugal. Viajó por Italia y Austria y Carlos IV le nombró, en 1793, profesor de religión del infante Don Fernando, el futuro Fernando VII. En 1795 fue promovido para el obispado de Segovia, del que no pudo posesionarse por su muerte en Valencia un año más tarde. La obra sobre la que se cimenta la fama del padre Scio es la traducción completa que hizo al español de la Vulgata de San Jerónimo.

[3] Francisco Amado Pouget fue un célebre teólogo francés nacido en Montpellier en 1666 y falleció en París en 1723. Gran organizador, colaboró de manera decisiva en la reforma litúrgica de la diócesis parisina. Su obra más famosa es el Catecísmo llamado de Montpellier, publicado en París en 1702 y que fue adoptado en toda Francia.

[4] Miguel de Santander nació en Santander en 1744 y murió en la localidad cántabra de Santa Cruz de Iguña en 1831. En 1764 ingresó en la orden capuchina en Alcalá de Henares. Hombre de grandes dotes oratorias, estaba abierto a las más vanguardístas influencias europeas, sobre  todo las francesas. En 1803 fue nombrado obispo auxiliar de Zaragoza, ciudad en la que le sorprendió la invasión napoleónica, decidiéndose a colaborar con José Bonaparte. El rey intruso le confió cargos de responsabiliad, como el de gobernador general de las iglesias de Aragón. Tras la derrota de los ejércitos napolénicos, Miguel de Santander, acusado de afrancesado, tuvo que emigrar a Francia, regresando a España en 1820 gracias a la amnistía decretada por Fernando VII. Las obras de Miguel de Santaner se publicaron en Madrid, en doce tomos, entre 1805 y 1814. Don Pedro Marcelino Blanco tenía tres volúmenes de aquellas, los aparecidos en 1805.

[5] Este obra se publicó en Madrid entre 1802 y 1811, en veintidos tomos. Don Pedro Marcelino Blanco sólo contaba con los volúmenes aparecidos hasta 1805, año en que hizo el inventario de sus bienes.

[6] Letizia Arbeteta.- La joyería española de Felipe II a Alfonso XIII. Catálogo de la Exposición, Madrid, edit. Nerea, 1998, págs. 63-64.

Oct 012004
 

Carmen Fernández-Daza Alvear.

I.- DOÑA ISABEL, INFANTA, PRINCESA Y REINA

II.- LA GUERRA CIVIL (1474-1479)

III.- SU REINADO (1474-1479). SU OBRA EN TRUJILLO.

  1. Administración territorial
    1. Pacificación de la tierra en Trujillo
    2. Administración Local
      • Las Ordenanzas
      • El Corregidor
      • La elección de cargos
  2. La participación del concejo de Trujillo en las instituciones de la monarquía castellana
    1. La Hacienda
    2. La Hermandad
    3. El Ejército
  3. La expulsión de los judíos. Inquisición
  4. Su labor en el clero trujillano

IV.- MUERTE DE LA REINA (1504)

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INTRODUCCIÓN

Es un honor para mí estar hoy en los Coloquios de Trujillo, no sólo por estar en esta ciudad tan cargada de Historia, donde su castillo, palacios, casas, iglesias nos hablan de un pasado que no quiere desaparecer, ni perderse en el olvido de las mentes sino penetrar con fuerza en nuestra Contemporaneidad.

También para poder conmemorar modestamente al V Centenario de la muerte de una reina, Isabel la Católica, de una importancia tan trascendental en el pasado histórico español, por haber conseguido la unidad de España -por mucho que algunos hoy les pese- las bases del estado moderno y por haber descubierto un nuevo mundo.

Esta reina no siempre bien entendida, este año se le está rindiendo un justo homenaje con las distintas exposiciones en Madrigal, Ávila, Granada… y en ciclos de conferencias, coloquios… y ¡como no¡ en estos coloquios trujillanos.

Por todo ello mi agradecimiento a todos los organizadores y benefactores de estos coloquios.

También es justo que hablemos de la Reina aquí en Trujillo, porque ella amó profundamente a Trujillo, como amó a sus ciudades castellanas; nos lo demostró con hechos y en el interés por poseerla en el periodo de la revolución nobiliaria, le hizo viajar en persona hasta Trujillo y donde permaneció varios meses hasta conseguirla para la Corona.

Me atrevería a decir que fue la Reina que mayor tiempo pasó en esta ciudad y cuando llegó la paz, ordenó, administró, legisló, hizo justicia para conseguir el cambio trascendental del Siglo XV: el paso de una ciudad medieval a una ciudad renacentista.

Pero veamos como el destino quiso que sin haber nacido para reinar los acontecimientos de la Historia de Castilla le llevaron de ser una infanta a princesa de Asturias y finalmente a reina.

I.- DOÑA ISABEL, INFANTA, PRINCESA Y REINA

Datos biográficos:

Un día de Jueves Santos, preconizando su espiritualidad, el 22 de abril de 1451 nació la infanta Isabel en la villa abulense de Madrigal, apodada “de las altas torres”.

En el palacio de su padre hoy Monasterio de Nuestra Señora de Gracia.

Sus padres fueron Juan II rey de Castilla (1406-1454) y su segunda mujer Isabel de Portugal.

El nacimiento fue motivo de gran alegría en su casa, prueba de ello es la comunicación que el Rey hace de la noticia a la ciudad de Segovia.

Fago vos saber que, por la gracia de nuestro Señor, este jueves próximo pasado la Reyna doña Isabel, muy cara y muy amada muger, encaesçio de un Infante, lo qual vos fago saber porque dedes muchas gracias a Dios, así por la deliberación de la dicha Reyna, mi muger, como por el nacimiento de la dicha Infante[1].

Hasta los dos años de edad ocupa el primer lugar de la línea sucesoria después de su hermanastro Enrique. Se ve relegada en 1453 al nacer su hermano Alfonso. Es desplazada aún más como heredera cuando en 1462 nace doña Juana, la hija de Enrique IV.

La situación política de Castilla, cuando nació la infanta Isabel estaba muy complicada: se produjo el desplazamiento de don Álvaro de Luna, el triunfo de la coalición nobiliaria contra la tiranía del condestable, la pérdida de la privanza y del favor real y su ejecución en 1453.

Esta niña rubia de tez y ojos claros pronto quedó huérfana de padre, cuando apenas contaba tres años.

Su infancia transcurrió en Arévalo, villa del corazón de Castilla donde su madre la Reina se trasladó al poco tiempo de enviudar.

Allí fue creciendo entre juegos con su hermano Alfonso, dos años menor que ella, al mismo tiempo iba recibiendo una esmerada educación que poco a poco pasó de la dirección materna a otros educadores, debido a que su madre fue volviéndose loca. Enfermedad congénita en la familia que hizo mucho sufrir a la Reina Isabel.

Educada en un ambiente hondamente cristiano, con una marcada tendencia hacia lo espiritual. Tenía facultad de altar portátil, con permiso, para celebrar el culto cristiano en casa. Dedicaba largas horas a la oración y devociones personales: san Miguel, san Juan, santo Domingo, san Francisco… Según apreciamos en su testamento[2] y por supuesto a la Virgen María, en distintas advocaciones, entre ellas la Virgen de Guadalupe cuyo monasterio visitó hasta 17 veces[3].

Educada también en virtudes, en la resistencia a los sentimientos, austeridad, rectitud moral. Mucho tuvieron que ver Gonzalo Chacón, Santa Beatriz de Silva, Lope de Barrientos, obispo de Cuenca y Gonzalo de Illescas, prior de Guadalupe[4].

Instruida también en una gran cultura, aprendía al mismo tiempo castellano, queportugués, más tarde latín. Aficionada a la lectura como demuestra su biblioteca[5].

Todo este bagaje formativo impulsó posteriormente la gran obra cultural y artística que corresponde a su reinado[6].

No se sabe con exactitud en que fecha fue llevada a la Corte de Enrique IV, su hermanastro rey de Castilla, con certeza antes de 1462, pues fue entonces cuando actuó de madrina[7] de su sobrina doña Juana, hija de su segunda mujer doña Juana de Portugal y su hermano el Rey.

Posteriormente un sector de la Corte pensaba que su verdadero padre era don Beltrán de la Cueva. Paternidad que no se pudo demostrar pero que ocasionó muchos altercados en Castilla, desembocando en una guerra civil.

Los infantes Isabel y Alfonso fueron separados de su madre violentamente porque cobraban protagonismo en la escena castellana y podían ser centro de atención de posibles ligas nobiliarias. En Aranda, lugar donde estaba la Corte fueron tratados con rigor mientras se observaba el ascenso de don Beltrán de la Cueva, mayordomo de palacio, nombrado conde de Ledesma y al que se hacían promesas de rentas y cargos.

Al final del verano de 1464, la alta nobleza castellana estaba muy molesta con el favoritismo hacia este personaje y con el gobierno del rey.

En Burgos hubo una reunión de los más representativos de las dos Castillas: el almirante don Fadrique, don Rodrigo Pimentel, conde de Benavente, García de Toledo, conde de Alba, Enrique Enríquez, conde de Alba de Liste, Rodrigo de Manrique, conde de Paredes, Diego de Stúñiga, conde de Miranda, Álvaro de Stúñiga, conde de Plasencia, el maestre de Alcántara, además de don Juan Pacheco, marqués de Villena, representación del clero el arzobispo de Toledo, Sevilla, Burgos, a los que se las había añadido el cabildo municipal y catedralicio burgalés, lo cual parecía a la opinión política como la voz del país entero que se oponía al mal gobierno del monarca Enrique IV. Se le acusaba al Rey de tiranía, pero bien es verdad que la nobleza estaba deseosa de señoríos, cargos y rentas.

Las quejas se concretan en un documento (28 Septiembre, 1464) conocido como “Manifiesto de quejas y agravios[8]. Se acusaba al Rey de estar dominado por don Beltrán de la Cueva y se proponían liberarlo, de proteger a los infieles -la guardia mora del rey era una prueba de ello- con menosprecio de la Iglesia Católica, quebrantamiento de la justicia y se declaraba que la princesa doña Juana no era hija del Rey sino de don Beltrán de la Cueva.

El Rey tuvo que tomar una postura ante semejante amenaza, no fue la guerra a pesar de la opinión de sus consejeros sino la negociación.

La infanta Isabel, entonces vio como su hermano Alfonso abandonaba Aranda para convertirse en el heredero al trono para la Liga Nobiliaria.

En las negociaciones el Rey accedía a las exigencias de los nobles, pero ponía una sola condición que el infante se casase con la niña Juana.

Lo más importante era que aceptaba la ilegitimidad de la princesa, o por lo menos que la opinión pública era tan fuerte que la ponía por dudosa y prefería llegar a un acuerdo antes que a la lucha armada..

La entrega inmediata del infante Alfonso no supuso la pacificación, una vez más el rey Enrique IV, se vio engañado por sus enemigos y empujado a la lucha.

La infanta Isabel tuvo que salir de Aranda llevada a la corte de la Reina, al alcázar de Segovia que ofrecía mayor seguridad frente a un ataque de la Liga[9].

El 10 de marzo de 1465 los nobles hicieron una proclama fechada en Plasencia donde acusaban al rey de incumplimiento. Equivalía a una declaración de guerra.

La contienda civil comenzó con un acto simbólico celebrado en Ávila el 5 de junio de 1465, llamada “La Farsa de Ávila”.

Los nobles habían alzado un tablado fuera de las murallas de Ávila, donde habían colocado un muñeco con todos los atributos regios: corona, cetro y espada. Declarando así su rebeldía, los personajes más destacados de la Liga le fueron despojando de sus atributos.

El primero en entrar en el juego fue el arzobispo de Toledo: don Alonso Carrillo, que arrebató al muñeco la corona, después el marqués de Villena le arrancó el cetro, el conde de Plasencia la espada y finalmente otros nobles; en grupo echaron por el sueloel muñeco pisoteándolo con saña.

La rebelión se alzaba abiertamente contra Enrique IV y proclamaba un nuevo rey el Infante que se convertía en Alfonso XII y en cuanto a nuestra protagonista va cobrando importancia, La Liga exigía que no estuviera recluida en la Corte de la reina Doña Juana, que pudiera vivir libremente en Arévalo, junto a su madre la reina viuda.

Es curioso como tanto el Rey como su hermano Alfonso le hacen mercedes.

Enrique IV le donó la villa de Casariegos del Monte y un juro en la ciudad de Trujillo por valor de 390.000 mrs. Esta es la primera relación que tiene Isabel con la ciudad de Trujillo cuando apenas era una adolescente y seguramente también con Luis de Chaves, pues le escribió una carta, luego ya tenía relación él o al menos con sus consejeros. En esa carta le pide que los maravedíes sean repartidos entre los mejores lugares y rentas de la ciudad y su tierra “de manera que yo pueda ser bien pagada, dándole a este criado mío todo el favor e ayuda que menester oviere[10]”.

Por tanto desde la juventud de doña Isabel aparece este personaje como criado de la infanta y defensor de sus intereses.

Por su parte su hermano Alfonso le entregó la Medina del Campo importante núcleo comercial de la baja edad media castellana de la que tomó posesión el 14 de mayo de 1468.

A partir de este momento se le obligó a vivir en la Corte como una medida preventiva contra la oligarquía nobiliaria revolucionaria. Vivió en Segovia, en palacio, con suficientes rentas, incluso con un trato de ternura por parte de su hermano como se desprende de alguna carta[11].

En 1467 la ciudad cayó en manos de la Liga nobiliaria, la reina doña Juana pudo refugiarse en el alcázar pero no pudo llevarse con ella a Isabel.

Isabel sale de la custodia del Rey y se refugia en Arévalo, donde se encuentra a su hermano, y muchos recuerdos de su infancia.

Celebran el catorce cumpleaños de su hermano Alfonso (17-XII-1467). Pasan unos meses felices, es cuando le hace donación de la villa de Medina[12].

Un año después el destino, quiso que cuando se dirigían a Ávila para protegerse de su hermanastro Enrique IV que parecía haber resurgido, Alfonso enfermará no se sabe bien el origen, quizás unas aguas contaminadas, peste… el 5 de julio de 1468 murió[13].

El rey Enrique IV se lamenta por su hermano y por morir tan joven pero al mismo tiempo ve el momento de pacificar el reino.

La infanta Isabel se encuentra con un nuevo reto a los 17 años, seguir la guerra o negociar. Al final adopta la segunda actitud.

La postura de Enrique IV es más difícil de comprender porque suponía el reconocimiento de la ilegitimidad de su hija Juana.

Según Luis Suarez[14] gran número de los nobles que se mantenían en su obediencia se inclinaban por restablecer la paz a cualquier precio, además viendo el desordenado vivir de la reina (era amante de Pedro de Castilla y estaba embarazada) consideraba inconveniente seguir defendiendo su causa.

Se reunieron en Guisando (Septiembre de 1468) donde se acordó entre otros asuntos con el fin de pacificar los reinos que doña Isabel, era la heredera, se le otorgaba para el sostenimiento de su casa: el principado de Asturias, rentas en Ávila, Huete, etc… y se comprometía a casarse con quien el Rey acordase[15].

Según, Tarsicio de Azcona[16], el Rey tomó esta decisión para subsanar un error precedente, al nombrar heredero al príncipe Alfonso, pensó que casándolo con su hija doña Juana se superarían las dificultades “con este antecedente sucumbió ante los nobles y consintió en admitir la sucesión de Isabel como solución para la paz de sus reinos, confiando en la quimera de futuros matrimonios para reparar cualquier injusticia”.

Para doña Isabel el problema no revistió tanta agudeza, admitido el nombramiento de Alfonso como príncipe, era correcto que la sucesión quedase vinculada a la misma rama. Esta idea permaneció ya para siempre en su corazón.

Un asunto muy delicado y de gran interés político sería el matrimonio de la princesa. Existían distintos pretendientes: el rey Alfonso V de Portugal, pretendiente preferido para ella por su hermano; el duque de Guyena, hermano de Luis XI, el duque de York, Ricardo de Gloucester.

El rey de Aragón Juan II, vio el gran interés que tendría concertar un matrimonio de su hijo el príncipe Fernando con la princesa castellana. El matrimonio fue meticulosamente preparado por el Rey y por su súbdito Pierre de Peralta.

No podemos meternos en el ánimo de Isabel, en sus dudas y horas inciertas. Con toda seguridad desconocía la fisonomía humana y moral de Fernando. Sólo podemos decir que tenía ya dos hijos naturales: Alfonso yJuana.

El caso es que doña Isabel escuchando a sus consejeros se decidió por Fernando y le escribió una carta a su primo segundo, pues eran primos segundos, aceptando la propuesta, concertada por oportunismo político[17]. Sin duda una gran decisión en su vida.

Firmaron las Capitulaciones Matrimoniales el 7 de mayo de 1469, en las cuales se comprometían a obedecer a Enrique IV.

La boda se celebró entre los días 18 y 19 de octubre de 1469, en Valladolid.

El sacramento y contrato se llevó a cabo en una estancia de la casa de Juan Vivero. Necesitaron una bula de dispensa porque eran parientes, primos segundos. Se falsificó una por obispo Arias Dávila (4 de Enero de 1469) y posteriormente se consiguió la verdadera por Sixto IV el 1 de diciembre de 1471[18].

Pocos días después del matrimonio comunicaron la noticia a Enrique IV, poniéndose bajo su mandato.

Sin embargo la contrariedad de Enrique IV por el matrimonio de doña Isabel con el rey de Sicilia hizo que se tambalearan los pilares de la sucesión castellana.

Doña Isabel pasó de princesa heredera a nuevamente infanta. El nuevo matrimonio quedó relegado en la fortaleza de Valladolid.

En Valdelozoya (1470), el Rey desheredó a su hermanastra por haberse casado sin su consentimiento, rehusando el matrimonio con Alfonso V rey de Portugal que era propuesto por él y volvió hacer heredera a su hija doña Juana que tenía entonces seis años.

En los años siguientes ambas partes se afanaban en buscar salida a sus proyectos.

Enrique IV busca un marido para su hija doña Juana. Isabel y Fernando conspiraban con sus fieles, mermados en número, pero no desanimados ni desasistidos desde el reino de Aragón. Como dice el historiador Tarsicio de Azcona: “ambos bandos, buscan nobles, forjan lanzas, listan villas[19].

Los acontecimientos precipitan la Historia,el Rey muere el 12 de diciembre de 1474 en el alcázar de Madrid y es enterrado en el Monasterio de Guadalupe.

Al día siguiente Isabel se proclamó reina de Castilla en Segovia. Esta postura sentó muy mal albando contrario, el de la princesa doña Juana y su madre la reina doña Juana, calificarán aquella proclamación como un golpe de fuerza y de Estado.

El rey murió sin hacer testamento, lo cual complicó aún más el problema .Según Tarsicio de Azcona[20] porque era incapaz de solucionar el “nudo gordiano” de la sucesión que el mismo había formado durante los últimos diez años.

Parece que Enrique IV pudo manifestar su última voluntad y nombrar a doña Juana heredera y sucesora, pero no existen documentos, se citan, pero hoy están desaparecidos[21].

Por otro lado Isabel se aferraba a lo acordado en Guisando 1468, allí fue nombrada legítima heredera y estaba decidida a defender esta idea y por ella pasó enseguida a la acción.

II.- LA GUERRA CIVIL (1474-1479)

El nombramiento de Isabel como reina no fue aceptada por todo el reino le apoyaron la meseta norte, las provincias vascas, pero en otras zonas del reino.

Como Galicia, Andalucía, Extremadura existía un ambiente de anarquía fomentada por la nobleza.

En general, la alta nobleza apoyada a la princesa doña Juana porque encarnaba un concepto de monarquía donde este estamento privilegiado parecía tener mayor protagonismo, mientras que Isabel era apoyada por las ciudades y la baja nobleza provinciana, que no sentían temor ante una institución monárquica centralizada y autoritaria[22].

La ciudad de Trujillo vivió con gran protagonismo esta contienda civil.

Fue codiciada tanto por nobles como por la reina Isabel. Sus muros sufrieron las desavenencias de ambos grupos.

El bando de doña Juana estaba capitaneado por el marqués de Villena, don Diego López Pacheco, señor de Trujillo, Quería casarla con Alfonso V, rey de Portugal, presentándole a este monarca la posibilidad de ampliar sus territorios proclamándose también rey de Castilla. Para ello le proponía la ayuda de los nobles si accedía.

Además el marqués garantizaba la entrega de Plasencia, Trujillo, incluso Cáceres, porqué pensaba que se rendiría.

En el bando de Isabel apoyado por la corona de Aragón, acudieron los Mendoza, Enríquez, Fernández Velasco,Pimentel…

Algunas ciudades como Toledo… y entre ellas Trujillo, plaza importante en la contienda por su proximidad fronteriza, capitaneada por Luis de Chaves, que ya tenía del tiempo de Enrique IV, una estrecha relación con Isabel. Era el miembro más destacado dentro del linaje de los Altamirano, el de mayor influencia en el concejo. Este personaje llevó a cabo un papel muy importante en los sucesos que acaecieron en la guerra civil. Junto a el sus parientes los Monroy, especialmente Alonso Monroy, nombrado maestre de Alcántara en 1473, quien buscaba consolidar su cargo frente al otro pretendiente al maestrazgo Juan de Zúñiga, hijo del conde de Plasencia.

Por tanto en Trujillo vemos una clara dualidad. El señor desde 1474 de Trujillo era el marqués de Villena, pero murió ese mismo año como el Rey, lo heredó su hijo don Diego López Pacheco, que siguió la misma táctica que su padre apoyó a doña Juana.

Por otro lado la población, no querían tener una dominación señorial y seguían con los Chaves y Monroy a la reina Isabel.

Los acontecimientos fueron los siguientes: don Diego López Pacheco eligió Trujillo para llevar a princesa doña Juana porque su castillo parecía ofrecer buenas conclusiones de defensa y por su cercanía con Portugal reino que le apoyaba[23].

Allí quiso que se celebrara el matrimonio entre Alfonso V, rey de Portugal y doña Juana de Castilla de trece años; así se desprende del “Manifiesto” que ella envió el 30 de mayo de 1475.

Acordaron e asentaron con él [Alfonso V] que casase e celebrase desposorio e matrimonio comigo, y para ello viniese e entrase en estos dichos mis Reynos por Rey e señor dellos, como mi legitimo esposo e marido. E estando yo en la ciudad de Trogillo so la salvaguarda del dicho marqués de Villena, el dicho Rey, mi señor, envió su embaxador e procurador con poder bastante para se desposar e se desposó comigo en legítima e debida forma. E después, estando yo en la cibdad de Plasençia, a veinte e nueve días del mes de mayo desde año de la data desta mi carta, el dicho Rey, mi señor, llegó a la dicha çibdad e por su persona se desposó e dio las manos pública y solepnemente, e juró e fiso voto solepne de nunca me sacar fuera destos mis Reynos, nin su señoría salir fuera dellos fasta mediante la graçia de dios los allanar e pacificar[24].

Isabel y Fernando se pusieron en contacto con su seguidor Luis de Chaves para que reuniera a todos los que pudiera de su parte, para oponerse a los planes de sus adversarios; Luis de Chaves en esta ocasión no debió ver muy favorable actuar porqué sus enemigos estaban muy reforzados, tenían un alcaide muy valiente, llamado Pedro de Baeza a cuyo cargo dejaron a doña Juana. Los reyes enviaron a este alcaide unos parientes ofreciéndoles dinero y un condado pero lo rechazó.

Puede ser estemotivo, la oposición de los trujillanos lo que hizo que el marqués de Villena, no viera segura la plaza de Trujillo y decidió llevarse a doña Juana a Plasencia, lugar perteneciente a la familia Stúñiga perteneciente a su bando.

Doña Juana esperó a su tío y esposo en Plasencia, en la “Casa de las Argollas” ratificaron el contrato matrimonial, recibiendo luego la bendición de la Iglesia en la catedral[25].No se han conservado las Capitulaciones Matrimoniales porque a ninguno de los dos reinos le ha interesado su existencia.

No vamos a entrar a describir toda esta contienda civil que se internacionalizó con Portugal y Francia, sólo trataremos los avances más decisivos y lo relacionado con Trujillo.

Los ciudadanos en Trujillo se enfrentaban en un duro combate donde murió el Capitán Ternero, que dirigía la hueste de la alta nobleza y acabó con el repliegue de las gentes del marqués en la fortaleza, mientras que Luis de Chaves dominaba la ciudad[26].

Los monarcas, primero el rey don Fernando desde Zamora y después la reina doña Isabel desde Tordesillas felicitan y agradecen a Luis de Chaves la valerosa empresa llevada en su nombre[27].

En noviembre de 1475 los Reyes liberan a la población del pleito homenaje hecho a don Diego López Pacheco, marqués de Villena y el compromiso de tener por Rey, la misma persona que el tuviera[28].

El año de 1476 es un año muy activo en esta contienda y decisivo para el bando de los Reyes Católicos.

Se luchó en varios frentes, Burgos, Zamora, y se consiguió el 1 de marzo la batalla de Toro, a favor de la reina Isabel, que supuso un giro en la balanza.

Trujillo, fue una de las plazas donde la resistencia fue mayor y los combates más encarnizadas.

De parte de la reina, Fernando Monroy, señor de Belvis, mientras Luis de Chaves no estuvo presente en la ciudad, capitaneaba a todos los partidarios de doña Isabel, que hizo un llamamiento general a todos sus seguidores, prometiendo a cambio un perdón general para todos aquellos que fueron ayudar a tomar la fortaleza de Trujillo[29].

Se libraron encarnecidos combates contra el alcaide Pedro Baeza y seguidores del marqués de Villena, entremezclados con problemas internos de la ciudad como las distintas posturas por el candidato a maestre de Alcántara, enfrentamiento entre los distintos linajes de la ciudad.

Los del marqués de Villena desde la fortaleza atacaban a los que estaban con Chaves, quienes en alguna ocasión respondían defendiéndose desde la iglesia de San Martín causando daños valorados en una gran cantidad de maravedíes (100.000).

La iglesia quedó bastante destrozada. En una ocasión de un tiro vieron derrocar el crucifijo y una parte de la iglesia, según testigos presenciales[30].

“La crónica narra crudamente así los hechos: `Perecieron muchos criados de Luis de Chaves, corrió la sangre por las calles de Trujillo y su casa quedó en parte hundida con la lluvia de piedras lanzadas desde lo alto del castillo por los trabucos, morían de sed los caballos por la imposibilidad de salir a la aguada, únicamente podían calmarla los sitiados con vino y seguramente no hubieran resistido más tiempo sin el ardid del clavero que hizo cambiar el aprieto de sus amigos en desastre de los contrarios…[31].

Efectivamente Luis de Chaves, llamó a sus parientes para que le socorrieran, se dio la circunstancia que Alonso Monroy volvió antes de lo previsto para invernar en Montánchez, cuando se enteró de la noticia marchó hacia Trujillo con 300 caballos para socorrerle.

Alonso de Palencia narra de un modo novelesco, la entrada de estos caballeros en la ciudad, salieron algunos con una escala y abrieron una puerta por la noche y los cogieron por sorpresa, causando muchas muertes y apoderándose de sus caballos y enseres, 300 fueron hechos prisioneros y los restantes se refugiaron en el castillo.

Fue una victoria definitiva de la ciudad y el rey Fernando se congratuló de ella y envió a Juan de Robles con 200 caballos.

A pesar de todo, como hemos señalado antes, las bajas debieron ser numerosas, entre ellas dos hijos de Luis de Chaves murieron en el combate, llamados Nuño y Martín. El rey escribió a su amigo para darle el pésame, el 27 de diciembre de 1476[32].

La ciudad estaba tomada, el marqués de Villena desde septiembre de 1476, había firmado la sumisión a los Reyes Católicos, quedaba por tomar y negociar la fortaleza, algo que parecía un objetivo fácil después de dominar la ciudad se convirtió en una pesadilla para la reina.

El siguiente paso según lo convenido con el marqués de Villena sería que la entrega de la fortaleza a Gonzalo de Ávila, Señor de Villatoro que la tendría durante un tiempo.

La propia reina Isabel vino a Extremadura para conseguir esta entrega, primero desde Guadalupe pedía a Pedro de Baeza alcaide que la entregara, quien a pesar de prometerle mercedes y rentas se destinaba negativamente, contestando que sería la última cosa que haría en esta vida.

La proximidad con Portugal, hacía que la Reina tomara precauciones para que no recibiera ayuda, y se perdiera nuevamente la ciudad.

La situación se complicó tanto que hizo que la reina Isabel se personara en Trujillo desde el 15 de mayo de 1477, aún así Pedro Baeza se negaba y exigía la presencia física de su señor el marqués de Villena, después de una larga negociación y muchos días, la reina hizo una última amenaza o entregaba la fortaleza o era desterrado de sus reinos.

Tras una larga y apasionada discusión pudo el marqués de Villena conseguir que entregara la fortaleza, abrió las puertas y entró la Reina, era el 24 de junio de 1477.

Debieron ser unos días muy intensos los vividos por la Reina en Trujillo, no solo por el enfrentamiento vivido con los seguidores del marqués de Villena sino con los trujillanos ,a los que solicitan ayuda y estos a su vez les piden remedios a sus necesidades

Los monarcas como fue costumbre a lo largo del guerra civil premiaron a sus seguidores.

Es mas perdonaron a los que lucharon contra ellos, eso fue lo primero que hicieron dar un perdón general al alcaide y los que con el estaban.

A otros les hicieron promesas o concesiones en plena guerra para atraerlos a su bando por ejemplo a la poderosísima familia Zúñiga, a los Monroy . A su servidor Luis de Chaves, que había puesto a su servicio sus hijos, criados y haciendale reconocen y premian sus servicios. Según la tradición trujillana, recogida por don Clodoaldo Naranjo y don Juan Tena, los reyes vivieron en su alcázar, mientras estuvieron en Trujillo.

Circunstancia que aprovechó para pedirles dos días antes de la toma de la fortaleza que le reconocieran el mayorazgo que le había concebido Enrique IV y añadir 30.000 mrs. de juro de heredad y 20 excusados francos[33].

Como solicitaron ayuda a todos sus seguidores, premian no solo a los cabecillas sino algunos trujillanos y habitantes de los contornos como a Diego Pizarro, Diego de Hinojosa, los hijos de Fernando Monroy, etc.

Paso inmediato fue pacificar la región ordenando el derribo de castillos desde donde se cometían fechorías. Entre ellos el de Madrigalejo de Juan de Vargas, la Herguijuela y Palacio de Luis de Chaves, Orellana de Altamirano…[34] Nada sabemos de las torres de la ciudad, pues los documentos silencian lo ocurrido, quizás solo le quitaron las almenas pero respetaron la alturay fueron mantenidas como agradecimiento por su fidelidad durante toda la contienda

En el año 1478 aún no se le había entregado las compensaciones prometidas por la fortaleza del marqués de Villena, por lo que se da durante todo el año un tiro y afloja, entre esta casa nobiliaria y la monarquía por este castillo.

Los Reyes se esforzaban en no perderlo porque la guerra civil continuaba y era un punto básico en Extremadura ya que otras villas extremeñas como Mérida, Medellín, estaban muy desabastecidas. Las gentes de guerra venidas de Ávila, Salamanca, Toro, llegaban a Guadalupe y de allí pasaban a Trujillo, donde se organizaba la defensa de Extremadura.

Por ello los Reyes se personaron nuevamente en enero de 1479 en Trujillo, seguramente en la casa de Luis de Chaves, casa-fortaleza junto a la Puerta de Santiago. Con su familia y corte. (La reina con su hijo Juan de pocos meses, heredero muy deseado y embarazada de la princesa doña Juana).

Curiosamente fue en la ciudad de Trujillo, donde el rey don Fernando se enteró de la noticia de la muerte de su padre el rey Juan II de Aragón, acaecida el 19 de enero, celebrándose en la iglesia de Santa María solemnes funerales con la presencia de los más destacados personajes de su corte como nos describe don Clodoaldo Naranjo[35].

Así se convirtieron en reyes de la Corona de Aragón y la unieron definitivamente a la de Castilla.

Era tan importante rematar la guerra castellana desde esta plaza defensiva que la Reina permaneció un larguísimo periodo en Trujillo, desde enero hasta el 30 de septiembre de 1479 con escapadas a Cáceres, Miajadas, Guadalupe y Alcántara[36].

Tras la batalla de La Albuera, 24 de febrero, negoció la paz desde Trujillo que se firmó en el Tratado de Alcaçovas firmado el 4 de septiembre y confirmado en Trujillo el 27 del mismo mes[37].

Suponía el fin de la guerra, la confirmación de doña Isabel como reina de Castilla. doña Juana “La Beltraneja” anunciaba a sus pretensiones al trono así como Alfonso I de Portugal.

Doña Isabel impuso unas condiciones muy duras a su sobrina, no saldría nunca del Convento de Clarisas de Coimbra (Portugal) donde había profesado, nunca le darían el título de reina, princesa o infanta de Castilla[38].

III.- SU REINADO (1474-1504). SU OBRA EN TRUJILLO

Los últimos cinco años para la reina doña Isabel tuvieron matices de gesta épica, se vivía en un clima de guerra y poco tiempo quedaba entre combate y combate, viaje de un lugar a otro para administrar su reino, por ello es después de 1479, del Tratado de Alcaçovas, cuando llega la paz y el sosiego para emprender otras tareas: la creación del Estado moderno con todo su aparato burocrático y administrativo que conlleva, la unidad territorial con la conquista de Granada, la unidad religiosa conla expulsión de los judíos, el descubrimiento de un nuevo continente.

1. Administración territorial

a. Pacificación de la tierra de Trujillo:

El primer paso dado por los Reyes fue incorporar a la Corona la ciudad de Trujillo, en noviembre de 1475, hecho que se realizó en plena guerra civil frente a los intereses del marqués de Villena (López Pacheco) o conde de Plasencia (Zúñiga)[39].

Sólo lo volverán a donar al príncipe don Juan, como heredero de la Corona en 1496 .Una postura loable fue conceder un perdón general a los que habían luchado contra[40] ellos, supieron hábilmente centralizar el poder pero contestando a la alta nobleza con señoríos, rentas…, como ocurre con la familia Zúñiga.

Como hemos visto también premiaron a los hidalgos trujillanos que le apoyaron, entre ellos destacamos a Luis de Chaves.

Aclaran los límites territoriales de Trujillo y sus vecinos Monasterio de Guadalupe[41] y Montanchez[42].

Dentro de la administración local, en Trujillo se actualizan las Ordenanzas normas que rigen la vida ciudadana, se conservan las que se consideran en vigor y se modernizan otras[43].

Se sistematiza dentro del municipio la figura del corregidor[44], como un funcionario real destinado al concejo, como supervisor de la vida concejil. Es la pérdida de la libertad frente al control de la monarquía.

En un funcionario, en muchos casos licenciado que no ha nacido en Trujillo para poder ser más objetivo.

Se le asigna un sueldo para darle más estabilidad al cargo 5.000 mrs., sin duda debió ser mayor.

– Regularon las elecciones y pacificaron las discordias[45]. Los cargos mayores se repartieron entre los tres linajes Altamirano, Bejarano, Añasco: Cuatro Regidores eran Altamiranos, dos eran Bejarano y dos Añasco. Las dos fieldades eran repartidas en los dos años que duraban: el primer año reinó un fiel Altamirano y el segundo año se lo repartirán por mitad un Bejarano y un Añasco.

Existían problemas en el seno de los linajes por los cargos concejiles que se patentiza en la documentación del Siglo XV; el problema no fue en cuanto al número y su repartición que aparece una tradición aceptada como acabamos de exponer, sino en quien recaerían estos cargos dentro de cada linaje.

El interés por los cargos ocasionó enfrentamientos en este siglo porque los Reyes proveyeron en 1487 que los cargos fueron retribuidos con un salario de 4.000 mrs. Anuales. Además las tareas extraordinarias estaban bien remuneradas, pero sobre todo conllevaban otros beneficios como la posibilidad de privatizar o usufructuar bienes comunales, la inmunidad, el poder beneficiar a los criados y allegados con los cargos menores y dominan por medio de ellos el Concejo Municipal. Estas últimas razones fueron las que motivaron a miembros de los Altamirano, Bejarano y Añasco a querer desempeñar cargos.

Hasta la regulación hecha por los Reyes Católicos, los parientes mayores de cada linaje repartían los cargos que les correspondían a su antojo de forma aleatoria entre sus amigos, criados o allegados… Este modo de actuar fomentaba las discordias, enfrentamientos y peleas dentro del seno del linaje.

El Concejo de Trujillo recibió elde marzo de 1491, una carta de los Reyes Católicos donde se regula el sistema que tendría que utilizar en adelante. Consiste en el método de la insaculación. Es decir en la elección tendrían que estar presente el corregidor, los alcaldes y el escribano. Los electores e echarán a suerte entre los antiguos regidores, los que salieran elegidos serían los electores de los regidores y fieles próximos, repartidos entre los linajes según el número que era tradición.

Conocidos estos nombres tendrían que ir a Santa María a jurar que actuarán honestamente sin ser coaccionados, una vez que repartidos los cargos, tendrían que jurarlo.

La disposición tuvo posturas a favor y en contra. En 1496, el príncipe don Juan -a quién los Reyes Católicos entregaron la unidad- aprueba un cambio según el cual existirían dos fieles Altamirano, que ejercieron el cargo, uno de ellos cada año con el fiel que correspondiera de los Bejarano o Añasco[46].

b. Administración local:

·Las Ordenanzas:

A través de las ordenanzas se regulan las actividades agrícolas, ganaderas, comerciales, artesanales, por eso podemos ahora entrar a pormenorizar en estas particularidades; solo queremos apuntar que una de las funciones fundamentales del corregidor, es decir el funcionamiento regio, era hacer cumplir toda esta normativa que provenía o tenía el visto bueno de la Corona.

2.-La participación del Concejo de Trujillo en las instituciones de la monarquía castellana

Para conseguir sus objetivos de un estado centralizado y autoritario tuvieron que reformar las instituciones castellanas existentes.

No abordamos este aspecto porque preclaros historiadores como Miguel Ángel Ladero Quesada, José Manuel Nieto Soria, Luis Suárez Fernández, etc. han escrito importantes páginas sobre estos temas.

Fijémonos especialmente en los aspectos que se centran en Trujillo.

En primer lugar

· la Hacienda:

Para conseguir una monarquía autoritaria necesitaban una fiscalidad acorde con los nuevos tiempos, capaz de proporcionar los recursos que en cada momento necesitase la Corona.

En el estudio que hemos hecho sobre las rentas que se cobraban en Trujillo y su tierra, en su evolución cuantitativa observamos que hasta el reinado de los Reyes Católicos existe una gran inestabilidad, no existen documentos o no se cobraban.

Hay que destacar que desde 1469 hasta 1476, años de desórdenes, guerra civil cerca de la ciudad, no se ha conservado documentación sobre la alcabala, impuesto más importante que se cobraba en la ciudad.

Una vez tomada la ciudad por los Reyes Católicos, en 1477 reaparecen las rentas con valores inferiores a un millón de mrs. Comienza a reponerse en la década de los 80 hasta llegar a superar los dos millones en 1485, cifra que se mantiene hasta final de siglo[47].

De las cifras registradas sobre las alcabalas de cada año, sabemos que no en su totalidad llegaban a las arcas de los monarcas.

Tanto las alcabalas como las tercias que se arrendaban conjuntamente tenían unos gastos que cubrir antes que llegar a su destino.

Dentro del gasto ordinario estaba también el situado, eran cantidades que la Corona tenía indicadas en merced o juro a particulares o congregaciones.

Los Reyes Católicos adeudan estas cantidades en 1480 haciendo recortes, pudo ser debido a su espíritu nuevo de centralizar en la institución monárquica todos los recursos del poder o por su nueva relación con estos personajes después de la guerra civil.

De los dieciocho beneficiados, condesa de Medellín, Clavero de Alcántara, Luis de Chaves, Francisco de Hinojosa, Sancho de Águila, Pedro Baeza.., etc. A todos se les recorta las cantidades recibidas, donde se hace más patente en la Condesa de Medellín que pasó de cobrar 240.000 mrs. a 30.000 mrs[48].

Esto no quiere decir que no existieran beneficiados en Trujillo a partir de esa fecha siguieron existiendo como nos lo confirma un documento de 1495, los herederos de los anteriores y algunos personajes nuevos[49].

Las tercias en la ciudad correspondían la mayor parte a partir de 1477, así como otras poblaciones al Monasterio de Guadalupe, a cambio de dar 100 fanegas de trigo a las Beatas de San Clemente de Plasencia y a cambio de ciertas misas, entre ellas una solemne el 1 de marzo en conmemoración por la victoria que el rey don Fernando obtuvo sobre los portugueses, en la batalla de Toro[50].

En 1479 recibe también 30.000 mrs. de las tierras que poseía el señor Rodrigo de Maldonado de Talavera -fue el personaje encargado de negociar la paz de Alcaçovas- a cambio de que el Cenobio se comprometiera hacer una solemne fiesta con misa y procesión para celebrar el día de la Concepción de la Virgen[51].

· La Hermandad:

Esta institución formada por los Reyes Católicos en 1476 como un cuerpo armado permanente que cuidará del mantenimiento del orden público, fue una institución supralocal integrada por villas y ciudades. Su ámbito cubría la defensa con las armas de campos y caminos.

Su sede central estaba en Toledo; el reino estaba dividido en provincias. Una de ellas fue la de Trujillo comprendía gran parte de Extremadura incluyendo todas las ciudades y villas realengas, nobiliarias y de la Orden de Alcántara, quedando excluida las de la Orden de Santiago[52].

Queremos resaltar que es la primera vez que aparecen todas estas poblaciones de la Comunidad extremeña unidas bajo una misma ciudad y formando una provincia. Y más significativo es apreciar que la primera capital de Extremadura fuera Trujillo. Luegola Reina resaltó esta ciudad sobre las demás.

· El Ejército:

La ciudad de Trujillo tiene un fuerte carácter defensivo y militar desde su origen, símbolo de ello es su espectacular alcázar, protagonista de muchos enfrentamientos medievales.

La Corona después de la guerra civil controla la organización militar desde tres aspectos.

– Sostenimiento del alcázar tanto el edificio, como las armas y víveres.

El alcázar sufrió un largo asedio en la guerra civil, por ello sus muros tuvieron que ser separados en distintas ocasiones.

Se costeaban o bien a expensas de los propios de la ciudad o de la cantidad o de la cantidad de 150.000 mrs. de la tenencia de la fortaleza, cifra que se hace constante en este periodo, siendo una de las fortalezas que más dinero recibía del reino de Castilla[53].

– Nombramiento del alcaide, hombre de confianza regia, podemos considerarlo como un funcionario real, era la máxima autoridad militar en la población.

– Petición de milicias concejiles para llevar a cabo la Guerra de Granada. Todavía para este período el ejército no era permanente sino que se formaban las huestes en los momentos de necesidad por medio de llamamientos de la Corona.

Todos los reinos del concejo de realengo tenían obligaciones militares respecto a su señor el rey a exención del clero, frailes y judíos.

Cada vecino prestaba el servicio según la condición social. Los miembros de los linajes Altamirano, Bejarano y Añasco eran los caballeros.

Para serlo era preciso tener casa abierta en la ciudad o representación, mantener un caballo y las armas propias a él, declararlo ante el concejo y acudir a sus alardes y servir con la guerra al rey personalmente.

Los vecinos con menos posibilidades económicas prestaban el servicio a pie, podían ser espingarderos, ballesteros, lanceros; todos deberían ir previstos de casquete escudo, puñal y espada, además de su arma específica, la espingarda, la ballesta o la lanza. Este armamento debía ser mantenido por cada uno y el concejo velaba por ello mediante alardes o revisiones periódicas.

Sabemos que Trujillo participó con la reina Isabel en la Guerra e Granada en las campañas de los años 1483, 1485, 1486, 1487, 1488, 1489, 1491 y en 1492 participó con dinero[54].

En la Campaña de 1483, la guerra está en sus comienzos y las necesidades de la reina son maravedíes para el mantenimiento y defensa de Alhama.

La provincia de Trujillo se le asignaron una gran cantidad 500.000 mrs. que le fue muy difícil conseguir. Le dieron hasta tres plazos a cumplir a finales de 1487.

– La campaña de 1485:

Fue un año que se consiguieron importantes logros. Se hicieron dos campañas en las dos colaboró Trujillo. La primera en primavera en la que se tomó Benamaquex,Coin, Cartama, Campanillas, Churriana, la conquista fundamental fue Ronda y su serranía.

Los monarcas pidieron 250 peones y la asistencia de hidalgos. Conocemos el reparto por lugares y sus nombres.

El resultado como hemos dicho fue fructífero, los Reyes notificaron el mismo día de la conquista al Concejo de Trujillo con gran júbilo, la toma de Ronda[55].

En la campaña de septiembre, se envió una carta de apercibimiento a Trujillo, se piden 1.200 peones y 100 lanceros, esta tropa estuvo preparada el 25 de agosto.

Tendría que ir pagada por treinta días, a costa del concejo, pero no dolía tener dinero efectivo porque se pidió un préstamo de 200.000 mrs. durante un año al Monasterio de Guadalupe.

– La Campaña de 1486:

Contribuyeron con gentes: 8 espingarderos, 150 ballesteros, 38 lanceros, 22 con azadones y palos, además de 442.000 mrs.

Se tomó Loja, Illora, Moelín y Montefrío.

– La Campaña de 1487:

Fue una de las más largas y provechosas de la guerra.

Se necesitaron gran cantidad de hombres y provisiones.

Se hicieron dos llamamientos a Trujillo; uno en diciembre pidiendo 90 espingarderos, 587 ballesteros, 243 lanceros.

Para ese mismo año hay un segundo llamamiento urgente porqué el objetivo que era Málaga.

En esta campaña murió el trujillano Francisco de Chaves, hijo y heredero del mayorazgo de Luis de Chaves[56].

– La Campaña de 1488 y 1489:

Se proyectó sobre el levante granadino, igualmente cooperó Trujillo.

– La Campaña de 1492:

Sabemos que Trujillo prestó 700.000 mrs.

Se ha conservado un importante documento, que los Reyes enviaron a Trujillo: la comunicación de la toma de Granada[57].

Se cumplió así uno de los grandes objetivos de la reina, terminar la Reconquista.

De este gran logro hace partícipe a la ciudad de Trujillo, y le agradece la colaboración prestada.

3.- La expulsión de los judíos. Inquisición:

Conseguida la unificación territorial de Granada en 1492, se logró la unificación religiosa; una de las medidas más polémica de su reinado.

No vamos a entrar en debate histórico de lo oportuno o inoportuno de la medida pues ya se ocupan de ello, importantes historiadores.

Sin embargo podemos afirmar que la medida era deseada por la población trujillana que tuvo un sentimiento antisemita que afloraba cada cierto tiempo, por ejemplo en Semana Santa.

La primera postura de los monarcas fue proteccionista hacia esta colectividad, posteriormente hubo un cambio brusco de actitud hasta llegar a la orden de destierro el 31 de marzo de 1492.

Los judíos de Trujillo abandonaron sus casas situadas en La Rinconada, barrio cercano a la plaza, apartado de los cristianos donde se habían situado.

Transportaron algunos de los bienes permitidos y a veces no permitidos, como por ejemplo el mayordomo de la sinagoga se llevó algunos tesorosde este templo[58].

Se intentaron cobrar sus deudas y se dieron otro fin a sus edificios públicos como la sinagoga[59] y el cementerio[60].

– También hay ejemplo de la actuación de la Inquisición ante conversos en Trujillo conocemos el juicio que sufrió Gonzalo Pérez Jarada[61], arrendador de rentas.

4.- Su labor en el clero trujillano:

La reina Isabel llevó a cabo una reforma del clero, conciente de la decadencia espiritual y corrupción que se hallaba.

Trató de mejorarlo por razones profundas de elevación espiritual, pero también por el poder de su patronazgo, consideraba que era un estamento de gran peso dentro del reino castellano y dejarlo actuar a su libre albedrío, hubiera sido una temeridad y no contribuiría a su concepto de Estado moderno, donde todos los núcleos de poder deben estar centralizados.

La reforma fue en cuanto a su espiritualidad, estudio que no existe todavía para Trujillo, pero también fue una reforma material: mejora de edificios, concesión de rentas para su mantenimiento, y creación de nuevos conventos.

Como fue el caso del Convento de la Encarnación que se fundó extramuros pero en tiempo de la Reina se trajo más cerca del núcleo de la ciudad y mandó que fuera favorecido. Su patrono fue Luis de Chaves[62].

El Convento de San Francisco estaba en sus inicios a finales del Siglo XV. Fruto sin duda, de la importante reforma llevada a cabo por los monarcas dentro de esta orden[63].

Entre los femeninos fueron favorecidos El Convento de San Francisco de la Puerta de Coria, uno de los primeros beaterios, aunque ya se le habían donado rentas en reinados anteriores, se aumenta por la reina en 6.000 mrs. en las alcabalas de la carnicería[64].

El Convento de Santa Clara y beaterio de Santa María, también fue favorecido en las alcabalas. Este último aprovechó en 1477 la estancia de la reina en Trujillo para pedirle mercedes, la reina le concedió 3.000 mrs. en las alcabalas delas carnicerías a cambio de que rogaran por el alma de su padre, por la de su esposo y por la suya cuando muriera[65].

El Convento de Santa Isabel, surge a finales de siglo, en este caso la Reina donó unos locales situados cerca de la plaza, la antigua sinagoga, después de la expulsión de los judíos en 1492[66].

IV.- LA MUERTE DE LA REINA (1504)

En el ánimo de la reina Isabel el año de 1504 pesaban muchas penas familiares porque, ella fue una enérgica reina pero también fue una madre.

Además de la demencia de su madre, había padecido la muerte del príncipe Juan, único hijo varón, heredero del trono; la muerte de su hija Isabel, cuyo matrimonio con el rey de Portugal podría haber realizado el señero de la unificación de Portugal.

La muerte de su heredero Miguel en Granada, en julio de 1500.

La enajenación de su hija doña Juana por su marido el archiduque Felipe, el comportamiento de éste en la Corte de Bruselas deprimió enormemente a la reina.

Un cuerpo tan debilitado y con el ánimo tan deprimido hizo que la Reina soportara mal unas fiebres que le acaecieron en el verano de 1504, con el agravante que también vio caer entorno al Rey.

Cierto es que el Rey superó la enfermedad, pero por prescripción facultativa tuvo que ser separado de la Reina. Este aislamiento le entristeció aún más y le hizo pensar que se le ocultaba algo peor. El mal se agravó, entrado el mes de octubre, la reina hizo testamento porque veía llegado su fin.

Del testamento fechado el 12 de octubre de 1504 y su codicilo (23 de noviembre) bien estudiado por Tarsicio de Azcona, queremos destacar algunos puntos[67].

Su testamento es un documento muy bien elaborado, seguramente obra de varios días donde organiza la sucesión del trono, política interior, exterior. Nos llama la atención la espiritualidad y la sencillez con que quiere ser sepultada.

Ella que poseía diecinueve reinos, era condesa de Barcelona, Señora de Vizcaya y Molina, duquesa de Arenas y Neopatria, Condesa de Rosellón y Cerdeña, Marquesa de Oristán y Goceano, pedía ser enterrada con el hábito de san Francisco, uno de sus santos admirados, en una losa lisa, quería unas exequias sin grandes ceremonias, ni lutos, ni entoldaduras, pedía simplemente… que ardieran unas hachas mientras se oficiaba la ceremonia religiosa[68].

La muerte le sorprendió el 26 de noviembre de 1504, en presencia del Rey, en su ciudad castellana de Medina del Campo.

El mismo día 26, el rey Fernando escribió una carta a Trujillo comunicándole la muerte de la Reina, y por su testamento se convierte en “administrador y gobernador de Castilla, León y Granada, en nombre de su hija doña Juana, por ello manda que se hagan las exequias que corresponden a una reina, posteriormente “alcen pendones” por doña Juana y en nombre de ella el corregidor Juan de Reyes tenga la jurisdicción por medio de los oficiales.

Este documento es uno de los más interesantes y bello que posee este archivo. Leamos como se lamenta y consuela a los trujillanos:

Concejo, justicia, regidores… de la ciudad de Trujillo oy día de la fecha desta ha plazido a Nuestro Señor llevar para sy a la serenísima reina doña Isabel, mi muy cara y amada muger y aunque su muerte es para mi el mayor trabajo que en esta vida me podía venir. E por una parte el dolor della por lo que en perderla perdí yo y perdieron todos estos, Reyna, me atraviesa las entrañas, por otro viendo que ella murió tan santa y católicamente como biuyó de que es de esperar que nuestro señor la tiene en su gloria que para ella es mejor y más perpetuo reyno quel que aca tenya. Pues a Nuestro Señor así le plugo es razón e conformarnos con su voluntad y darle gracias por todo lo que haze. Y porque la dicha serenísima Reyna que santa gloria aya en su testamento dexó ordenado que yo touyese la administración y governación de estos dichos reinos y señorío de Castilla y León, de Granada por la serenysima reyna Doña Juana nuestra muy cara y amada hija… [69]

La muerte de la reina provoca un fuerte dolor en Rey que manifiesta claramente en su testamento[70].

– “El fallecimiento de la qual sabe Nuestro Señor quanto lastimó nuestro coraçon y el sentimiento entrañable que dello ovimos…”.

La razon era el amor que le profesaba “y amava e alava[ba]´ tanto nuestra vida, salud e honrra que nos obligaba a querer e amarla sobre todas las cosas deste mundo”.

Su muerte fue llorada en su familia, en su corte y en sus reinos.

Años más tarde el 23 de Enero de 1516 quiso la Providencia que también en esta tierra de Trujillo, concretamente en Madrigalejo, falleciera su esposo cuando se dirigía al Monasterio de Guadalupe[71].

Conmemoraremos por tanto ahora el V Centenario de la muerte de esta gran Reina porque ella durante su reinado, encumbró a Trujillo como una gran ciudad dentro de su reino castellano.


NOTAS:

[1] AZCONA, Tarsicio. Isabel la Católica. Vida y Reinado. Madrid, Esfera de los libros, 2002. Pág. 59.

[2] Ibidem. Pág. 586.

[3]ÁLVAREZ, Arturo. “Guadalupe. Paraíso de la Reina Católica” en Isabel la Católica. Reina de Castilla. Barcelona, Lunwerg, 2002. Pág. 362.

[4] SUÁREZ, Luis. Isabel I, Reina. Madrid, ABC, 2003. Págs. 14 y ss. De la relación en su infancia con Gonzalo de Illescas, prior de Guadalupe data su especial vinculación con la Orden Jerónima y, en particular, con el Monasterio de Guadalupe que aparece asociado a importantes acontecimientos de su reinado.

[5] La biblioteca se custodiaba en la Capilla Real de Granada posteriormente por orden del rey Felipe II fueron trasladados a el Monasterio de El Escorial.

[6] NAVASCUES, Pedro. Isabel La Católica. Reina de Castilla. Barcelona, Lunwerg, 2002. Es una excelente obra donde gráficamente se puede ver gran parte de su obra artística. Para ideas generales ver Miguel A. LADERO. La España de los Reyes Católicos. Madrid, Alianza, 2003. Págs. 364 y ss.

[7] AZCONA, Tarsicio. Ob. cit. Pág. 80.

[8] Ibidem. Pág. 90.

[9] FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel. Isabel la Católica. Madrid, Espasa-Calpe, 2003. Pág. 78.

[10] Ibidem. Pág. 79.

[11] AZCONA, Tarsicio. Ob. cit. pág. 105-106.

[12] FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M. Ob. Cit. Pág. 84.

[13] Ibidem.

[14] SUÁREZ, Luis. Ob. cit. pág. 45.

[15] Ibidem. Pág. 49.

[16] AZCONA, Tarsicio. Ob. cit. pág. 114.

[17] Ibidem. Pág. 118.

[18] Ibidem.

[19] Ibidem. Pág. 125.

[20] Ibidem. Pág. 143.

[21] Ibidem. Pág. 144.

[22] Sobre la Guerra Civil ver José Luis del PINO. Extremadura en las luchas políticas del Siglo XV, Badajoz, Diputación Provincial de Badajoz, 1991. Luis SUÁREZ FERNÁNDEZ. La España de los Reyes Católicos, Tomo XVII. Volumen I en Historia de España. Madrid, Espasa Calpe, 1978.

[23] FERNÁNDEZ-DAZA ALVEAR, Carmen. La ciudad de Trujillo y su tierra en la baja edad media. 1.ª ed. Madrid, Universidad Complutense, 1991. 2.ª ed. Badajoz. Junta de Extremadura, 1993. Seguiremos nuestro estudio para centrar la guerra civil en Trujillo. Págs. 118 y ss.

[24] AZCONA, T. Ob. cit. pág. 158.

[25] Ibidem. Pág. 159 y Carmen FERNÁNDEZ-DAZA ALVEAR. Ob. Cit. Pág. 122.

[26] TORRES y TAPIA, Alonso. Crónica de la Orden de Alcántara. Madrid, Gabriel Ramírez, 1763. Tomo II. Pág. 437.

[27] FERNÁNDEZ, Fray Alonso. Historia y Anales de la ciudad de Plasencia. 1.ª ed. Madrid, 1627. 2.ª ed. Cáceres, 1952, pág. 216.

[28] ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS. Registro General del Sello. 9 de noviembre, 1475, fol. 732.

[29] Ibidem. Escribanía Mayor de Rentas, leg. 19.

[30] Ibidem. Cámara Castilla. Pueblos, leg. 20.

[31] PALENCIA, Alonso. Crónica de Enrique IV, por D. A. PAZ Y MELIÁ, Tomo IV, Tomo IV, Madrid, 1908, pág. 145.

[32] DUQUE DE ESTRADA, Juan. Discurso sobre el origen y definición de la nobleza. B. N. Mss., n.º 12620 = Z89. Siglo XVII y Fray Alonso FERNÁNDEZ, ob. cit., pág. 218.

[33] Archivo General de Simancas/ Mercedes y Privilegios, leg. 53, n.º 58.

[34] Archivo General de Simancas/ Registro General de Simancas, 17 de agosto de 1477.

[35] NARANJO, Clodoaldo. Ob. cit. pág. 169.

[36] RUMEU DE ARMAS A. Itinerario de los Reyes Católicos 1474-1516. Madrid, C.S.I.C., 1974 yTumbo de los Reyes Católicos del Concejo de Sevilla, dirigida por R. Carande y J.de M. Carriazo. Tomo II, Sevilla, 1968.

[37] AZCONA, T. Ob. cit., pág. 362.

[38] Ibidem, pág. 200. M. ÁLVAREZ F. Ob. cit., pág. 193.

[39] Archivo General de Simancas/ Registro General de Simancas, 9 de noviembre de 1475, fol. 732.

[40] Archivo General de Simancas/ Patronato Real, n.º 1525. Caja 59, n.º 12. Archivo Municipal de Trujillo, leg. 6.6.

[41] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 4.10 y leg. 3.1, fols. 235v-237v; 237-241v.

[42] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 6.1 y 3.1.

[43] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 8. Carmen FERNÁNDEZ-DAZA. La ciudad de Trujilloob. cit., págs. 310-311.

[44] FERNÁNDEZ-DAZA, C. Ob. cit., pág. 325.

[45] Ibidem, pág. 317.

[46] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 5.15, fol. 20v-22r y leg. 3.1., fols. 26r-27r.

[47] FERNÁNDEZ-DAZA, C. Ob. cit. pág. 371.

[48] Ibidem, pág. 375.

[49] Archivo General de Simancas/ Contanduría Mayor de Cuentas, leg. 49.

[50] Archivo General de Simancas/ Mercedes y Privilegios, leg. 20, n.º 33.

[51] Archivo Histórico Nacional. Clero, Pergamino 408/16.

[52] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 3, fol. 88. Actas del Concejo 1498.

[53] Archivo General de Simancas/ Escribanía Mayor de Rentas, leg. 36, fol. 68 (v). Ver M.ª Concepción QUINTANILLA RASO. “La tenencia de fortalezas en Castilla durante la baja Edad Media” En la España Medieval. V. Volumen II, Madrid, Universidad Complutense, 1986, págs. 866, 868 y ss.

[54] FERNÁNDEZ-DAZA ALVEAR, C. “La participación de Trujillo en la Guerra de Granada” En la España Medieval. V, Madrid, 1986, págs. 343-360.

[55] Archivo General de Simancas, leg. 2. Actas Concejiles, 1485-7, fol. 101 (v).

[56] Archivo General de Simancas/ Registro General de Simancas, julio 1487, n.º 2713, fol. 7 y abril 1492, fol. 9.

[57] Archivo General de Simancas, leg. 6, n.º 10. Fechada en Granada a 2 de enero de 1492 y también en leg. 11, pág. 37.

[58] Archivo General de Simancas/ Registro General de Simancas. Octubre 1492, fol. 32.

[59] LACAVE, José Luis. “Sinagogas y juderías extremeñas”. Sefarad. Año XL, fascículo 2, 1980, págs. 215-234.

[60] Archivo General de Simancas/ Registro General de Simancas. Noviembre 1492, fol. 20.

[61] FERNÁNDEZ-DAZA, Carmen. La tierra de Trujillo…, ob. cit. pág. 200.

[62] FERNÁNDEZ, Fray Alonso. Historia de la ciudad y obispado de Plasencia, Cáceres, 1952, pág. 208.

[63] Idem, págs. 266, 270.

[64] Archivo General de Simancas. Contaduría Mayor de Cuentas, leg. 49.

[65] Ibidem.

[66] Archivo General de Simancas/ Registro General de Simancas, agosto 1492, fol. 15 y noviembre de 1492, fol. 19.

[67] AZCONA, T. Ob. cit., págs. 584 y ss.

[68] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 53, n.º 4.

[69] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 54, n.º 3.

[70] FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M. Ob. cit., pág.451. C. FERNÁNDEZ-DAZA. La ciudad de Trujillo…Ob cit. pág 137. Nota 180

[71] Archivo Municipal de Trujillo. Libro de Acuerdos, 26-01-1516.

Oct 012004
 

Fernando Díaz Esteban.

Por su relación con Extremadura y con los Reyes Católicos me ha parecido que encajaría bien en estos XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura dedicados a Isabel la Católica algunas referencias a Don Isaac Abrabanel[1],que comenzó se extensa obra literaria en Extremadura y parte de cuya familia vivía aquí en el momento de la Expulsión.

1- Vida en Portugal.

La familia Abrabanel[2] (conocida también como Abarbanel, Abravanel, Abravaniel y Brauanel) está documentada desde el siglo XIII en Sevilla, durante el XV en Lisboa y a partir de 1492 se dispersó por Italia, el Imperio Turco y Norte de África; en los siglos XVI y XVII están en Venecia, Ferrara,, Ámsterdam, Londres, Polonia, sur de Rusia y América.

Del primero del que tenemos noticias es Judah Abrabanel de Córdoba, tesorero y recaudador de Sancho IV y Fernando IV de Castilla; su descendiente Samuel Abrabanel fue tesorero real de Andalucía en 1388 y poco antes de las persecuciones de 1391se convirtió al cristianismo en Sevilla y tomó el nombre de Juan Sánchez de Sevilla. Poco después de 1397 se marchó a Portugal y allí volvió al judaísmo retomando su familia el apellido Abrabanel. El rey de Portugal Juan I acogía a falsos conversos de Castilla porque traían riquezas y energía económica al reino y Samuel aprovechó esa oportunidad. Judah Abrabanel, hijo de Samuel, sirvió de financiero del infante D. Fernando de Portugal y del Duque de Braganza[3].

Isaac Abrabanel, uno de los hijos de Judah, nació en Lisboa en 1437; creció en un ambiente de riquezas y recibió una excelente educación renacentista, consistente en estudio del latín y de los escritores clásicos romanos, además de los Padres de la Iglesia y de los escolásticos medievales. Aprendió castellano y también hebreo, lengua en la que escribirá todas sus obras, de modo que era fluente en portugués, castellano, latín y hebreo. Su primera obra, Las Formas de los Elementos la escribió a los 20 años (1457) impregnada de espíritu aristotélico, no religioso, pues por entonces estaba interesado sobre todo en la filosofía. Sin embargo, acabó volviéndose fervoroso judío con tendencias místicas. Como era costumbre, se casó muy joven y tuvo dos hijas y un hijo, Judah Abrabanel, médico en el Nápoles del Gran Capitán y que se haría famoso como escritor platónico con el nombre de León Hebreo, autor de los Diálogos de Amor, que fueron pronto traducidos a las lenguas de la Europa renacentista[4].

Isaac tuvo que dejar sus aficiones literarias y ocuparse de los negocios, por la vejez de su padre. Él mismo, casi al final de su vida, en 1507, recuerda esos años en una carta a Rabí Saúl Cohen de Candia[5]:

«… Y tú sabes, sabio de arcanos, que esos comentarios y los ensayos todos los hice después de que salí de la tierra de mi nacimiento, pues ciertamente antes de esto, todos los días que estuve en las cortes de los reyes y sus desplazamientos, ocupado en su servicio, no tenía descanso para ver ni conocer un libro, y consumía en vanidad mis días y mis años, con prisas para hacerme con riqueza y honor…..»[6].

En sus escritos suele incluir algunos comentarios autobiográficos, en los cuales se percibe una cierta nostalgia de sus tiempos en Portugal y España.

Entre 1472 y 1475 entra a formar parte de la corte del rey Alfonso V de Portugal. Cuando muere Alfonso V y le sucede en el trono portugués Juan II (1481-1495), la tirantez entre la nobleza y el rey desemboca en un conjura de los nobles contra el rey que salpica a Isaac Abrabanel, quien en 1482/1483 tiene que huir de Portugal acusado de participar en la conjura de los nobles, dirigida por el Duque de Braganza y el Conde de Viseu[7].

La huida de Portugal se debe a la situación política que se había ido produciendo en Portugal muchos años antes de nacer el propio Isaac. Desde los tiempos de Juan I se había ido formando un intenso ambiente antijudío entre el pueblo, la clase media y el clero, atemperado por la protección que el rey y los nobles concedían a los judíos. Los reyes, sin embargo, tenían a veces que ceder para apoyarse en el pueblo frente a la actitud levantisca de la nobleza, especialmente Don Duarte (1433-1438), sucesor de Juan I, y el infante Don Pedro, nombrado regente durante la minoridad de Alfonso V. Ya rey, Alfonso V tiene que enfrentarse en 1449 a la revuelta antijudía de Lisboa, que reprime severamente. El Conde de Barcelos, bastardo de Juan I, a quien el Regente Pedro había nombrado Duque de Braganza en 1442 encabezaba a la nobleza enfrentada al rey, pero luego supo atraerse la confianza de Alfonso V. Tuvo a su servicio a Don Judah, el padre de Isaac, continuando así la vinculación de la familia Abrabanel con la nobleza portuguesa. Es natural, por tanto, que cuando los nobles se amotinan contra el nuevo rey Juan II, Isaac fuera sospechoso de darles apoyo. Don Isaac Abrabanel siempre mantuvo que él era inocente[8].

En la Introducción al Comentario a Josué dice que la conjura de los nobles era falsa y que el Duque de Braganza era inocente:

«Y se conspiró contra ellos, diciendo [el Rey]: Sois reos de muerte, porque habéis conspirado contra mí todos vosotros, para entregarme a mí y a mi país en mano de los reyes de Sefarad«[9].

2- Estancia en Extremadura.

Don Isaac Abrabanel buscó refugio en España, en un lugar próximo a la frontera, pudiendo reunir a su familia y parte de su riqueza. El sitio elegido fue Segura de la Orden[10] [de los Templarios], llamado después Segura de León, por haber pasado a la Orden de Santiago de la Encomienda Mayor de León; en el siglo XVI entra en la provincia de la Orden de Santiago de León, pues Extremadura estaba dividida en dos provincias, la de Trujillo y la de la Orden de Santiago de León. FranciscoCantera rectifica algunas afirmaciones de Netanyahu, mostrando que Segura tenía una importante población judía ya en 1474, acrecentada con las expulsiones de Andalucía en 1483, hasta el punto que en 1485 pasó de pagar 200 castellanos de impuesto de guerra a 260. Isaac entraría en la actual provincia de Badajoz por el Alemtejo. En 1484 su sobrino y yerno José Abrabanel se asentó en Plasencia.

Refugiado en Segura, decidió dedicarse a la devoción y a escribir en hebreo un Comentario a los Profetas, que en el canon hebreo comprende también a los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes (Profetas Primeros), considerados en el canon cristiano como «históricos». Cuando ya había terminado el comentario a los tres primeros y estaba terminando el cuarto (Reyes), fue llamado al servicio de los Reyes Católicos. Netanyahu[11] cree que no estuvo siempre en Segura, sino que también visitó Plasencia para tratar con la comunidad judía de allí, más numerosa e importante que la de Segura. Desde Extremadura escribió al rey de Portugal abogando por su inocencia, hecho que recoge en su Comentario a Josué: «desde el lugar donde me escondí, en el día de los hechos«[12].

3- Con los Reyes Católicos.

En 1484 estuvo en Alcalá de Henares y en 1491 en Guadalajara. Fue contador de los Duques del Infantado y hacendista al servicio de su hermano el Cardenal Mendoza, y esta relación con «el tercer rey de España», como llamaban al Cardenal, le debió de servir para acercarse a la Corte, como opina Cantera. Abraham Senior [o Seneor], judío financiero de los Reyes, le había propuesto como arrendador de rentas públicas. Ambos contribuyeron económicamente a la guerra de Granada, especialmente en la campaña de 1491 y 1492 con grandes préstamos a los Reyes Católicos. En la Introducción al Comentario a Reyes reconoce su suerte:

«Y me concedió Dios gracia … a los ojos de los príncipes que se sientan al frente del reino ………. y estuve próximo a ellos muchos días y me ocupé en su servicio ocho años, con riqueza y con honor que se les hace, y viviendo con ellos me afiancé en sus cortes y sus castillos«,

descripción de su ascenso cortesano acompañado de influencia entre los judíos, que repite en el Sacrificio de Pascua, como Netanyahu[13] aduce:

«y me afiancé el honor de reyes y príncipes del país«,

pasando a convertirse en persona influyente entre los demás judíos:

«fui la cabeza de todo mi pueblo, y se calmó [la ira de Dios] como lluvia para mí; después de mis palabras no cambiaban [lo que había aconsejado]».

En 1492 intentó junto con otros judíos influyentes que se revocase el Edicto de Expulsión; como cuenta en el Comentario a Reyes;las gestiones se harían con Fernando el Católico:

«llamé a mis amigos, que ven el rostro del rey, para pedirles por mi pueblo, y los nobles se concertaron para hablar al rey con toda energía para que retirase los documentos de la ira y de la cólera y los pensamientos que había pensado contra los judíos para aniquilarlos«.

La audiencia con Fernando no sirvió para nada:

«y como víbora sorda cerró su oído, no me respondió nada«.

Se supone que la reina Isabel abrigaba la secreta esperanza de que se hiciera cristiano, pero Isaac decidió seguir siendo judío y marcharse. Los Reyes, que le debían grandes cantidades, le concedieron el privilegio (31 Mayo 1492) de que sacara consigo mil ducados de oro, más otras piezas de oro y plata. No se está seguro si salió el 31 de Julio o en los primeros días de Agosto. Parte de su familia estaba en Plasencia, y se reuniría con él en Valencia para embarcar. En el Comentario a Reyes describe la salida de la multitud de los judíos:

«Y marcharon sin fuerza, «trescientos mil estandartes del pueblo dijo», yo entre ellos, desde joven a anciano, niños y mujeres, en un día, desde todas las ciudades del reino. Y yo también elegí su camino, el camino del barco, «en el corazón del mar»; y yo en medio del destierro vine [a Nápoles] con toda mi casa«[14].

Yosef ha Kohen en el Valle del Llanto dice que estaban preparados 60 barcos que salieron el 3 de Agosto del litoral de Cartagena. Isaac se embarcó en Valencia para Nápoles, donde encontró favorable acogida. Había comenzado un Comentario a la Guía de Perplejos de Maimónides, con el que estaba muchas veces en desacuerdo, pero no tuvo tiempo de terminarlo, lo que hará ya fuera de España[15].

4- Después de 1492.

El rey de Nápoles Ferrante I le nombró su financiero, cargo en el que le mantuvo su hijo Alfonso II cuando Ferrante murió en 1494. Allí pudo terminar elComentario al libro de los Reyes que había comenzado en Segura. Pero en ese mismo año de 1494 los franceses invadieron el reino de Nápoles, su casa fue saqueada y su numerosa biblioteca, que había logrado traer de España, destruida. En la citada carta a Rabí Saúl recuerda el hecho y que había comenzado La Justicia de los Mundos:

» … cuando vinieron los franceses por primera vez expoliaron mi casa y se perdieron mis libros y aquel libro que estaba en cuadernos fue roto o se lo llevaron y no lo he vuelto a ver hasta ahora …»

Marchó a Mesina con Alfonso II que murió allí en 1495. Se trasladó entonces a Corfú, donde en el verano de 1495 comenzó el Comentario a Isaías. Cuando los franceses abandonaron Nápoles, volvió allí y se estableció en Monopoli (Apulia). En su libro Fuentes de la Salvación dice que lo escribió allí. Como es habitual en él y en los escritores judíos, usa frases bíblicas para indicar fechas, deducidas por la suma de los valores numéricos de las letras hebreas, y tiene un recuerdo para su tierra natal en Sefarad:

«[De este libro,] Su inicio y su terminación ha sido en la ciudad de Monopoli, de la región de Apulia, que es del reino de Nápoles, mi descanso y mi refugio cuando todas las fuerzas de las angustias y los males de la Expulsión General me expulsaron al juntarse en la tierra de nuestro nacimiento y herencia de nuestros antepasados, en la tierra de Sefarad, se lanzaron contra ella, sobre mi cuello el hacha …. Y fue ese día el Primerodel mes de Tebat, «la corona de su Dios sobre su cabeza», del milenio sexto. Y alabanza para el Alabado en las poblaciones, al Altísimo, el que nos arma de valor para esta guerra, la guerra de la Torah, porque descubre el secreto, ha dado la sabiduría a los sabios y luz a los que conocen la inteligencia».

Termina Isaac con una serie de piadosas invocaciones y bendiciones a Dios.

Este libro de Fuentes de la Salvación se imprimió en 1551, ya muerto Isaac, y el editor Baruk Uzziel Hesqueto escribe un extenso prólogo con alabanzas muy literarias al autor y al libro, del que dice que traerá aguas vivas del jardín del Edén al sediento pueblo judío. El Editor escribió también una biografía de Isaac: Estas son las genealogías de Isaac el Autor y sus fuentes, los días de los años de su vida y sus escritos y cuanta elevación y traslados y penuria [padeció], Ab [padre] Ram [alto] engendró a Isaac» [juego de palabras alusivo a Abraham]. Después de este titulillo, el Editor expone cómo en sus residencias y exilios Isaac estuvo siempre al lado de los reyes y de los grandes del país. Y cita a Rabí Yishaq ibn Gayyāt[16], quien afirmaba que había en España dos familias descendientes de la Casa del Rey David: una los Ibn Daud de Lucena; la otra, los Abrabanel que se asentaron en Sevilla. Vinieron a España tras la destrucción del Primer Templo de Jerusalem, como el propio Isaac dice en su Comentario a Zacarías. Nacido en Lisboa, Isaac «creció con bienestar y el conocimiento y el temor de Dios»; tras alabar la buena conducta de Alfonso V de Portugal para los judíos, tras la muerte del rey, el biógrafo dice de su sucesor, Juan II:

«cambió su corazón al odio a todos los campos de su padre y los que amaban su nombre, y conspiró para matarlos, levantando contra ellos calumnias, diciendo que habían urdido una conjura contra él para entregarle a él y a su país en mano de los reyes de Sefarad[17]; también contra él [contra Isaac] se encolerizó………. y envió el rey a por él, «que no te quedes [donde estás y vengas]» …… y ya había puesto el pie en el camino, sin saber el peligro de su vida; de no ser por la piedad de Dios hubiera sido su fin. Y estando de camino, en la posada, vino un confidente secretamente y le dijo: no te acerques [a la corte del rey] rápidamente, porque tiempo malo es, salva tu vida, porque muchas calumnias ha dejado caer el rey contra tí ……. Y en oyendo estas palabras, para salvarse de la muerte salió solo en medio de la noche y las tinieblas, y levantó su pie día y noche sin descansar hasta que en la entrada de la segunda noche llegó a la frontera del reino de Castilla, en el país de residencia de sus tatarabuelos, y también porque amaneciendo la luz, los correos jinetes de corceles salieron volando con las órdenes del rey diciendo que lo cogieran vivo o muerto. Dios iluminó su camino y no supieron su lugar. Y vio el rey Don Juan que no lo podía tener y requisó todo lo que tenía [Isaac] de bienes muebles e inmuebles, tesoros de reyes, plata y oro, hasta que no le quedó resto.

Allí [en Segura] plantó su tienda, en el reino de Castilla, y como el sueño del que «pasea por el Edén al viento de la mañana»[18], tomó residencia para vivir. Y dio de comer a hombres sabios, conocedores de los haberim [talmudistas] atentos a su voz. Y sembró Isaac en aquella tierra, como los estudiosos, el estudio acerca de los libros de Dios. Y compuso[19] aquel año el Comentario de los tres libros de los Profetas Posteriores; el Comentario del libro de Josué fue hecho desde los diez días del mes de Hesvan al 26 de él; el Comentario del libro de Jueces, desde el día primero del mes de Kislew hasta el 25 de él; el Comentario del libro de Samuel desde el día primero del mes de Tabet hasta el 13 de Adar, día del Ayuno de Ester, todos ellosen el año 245 del cómputo [judío, es decir,1485] ….. Y cuando se había puesto a comenzar elComentario del libro de Reyes fue llamado para ir a la corte privada, ante Don Fernando[20], rey de Sefarad, y Dios le concedió su gracia a los ojos del rey y de la reina y de los príncipes que estaban con él; lo tomó a su servicio y así estuvo ocupado ocho años, hasta el año de «de fuera Israel nos reunirá», pues [Isaac] tenía cincuenta y cincoaños, es el año del Edicto, de la Expulsión. Y hubo gran espanto [entre los judíos]: la angustia en renegados y religiosos se dio, pues en tres meses no quedaría capítulo[21] [de la Biblia] en ninguna de las ciudades de su reino, ningún hombre con nombre de Israel quedaría, sino inclinaban sus cabezas a las putas aguas[22] [del bautismo] y se quedaban en el país y lo negociaban. Y todo esto lo hizo [el rey] para ofrecer sacrificio de gracias a su Dios porque había puesto en su mano el reino de Granada[23]. Y también porque este santo autor [Isaac] buscó el bien de su pueblo y se postró ante él [ante el rey] para conseguir su gracia, diciendo: la salvación del rey no es conveniente si con el Edicto la verdad de los decretos [que firma] fuera mentira y la mentira permaneciera en su diestra para acusarlo que no comenzó su camino[24]. Y oyó el pueblo [judío] esta cosa mala y se lamentaban y decían cada uno a su hermano: cantemos [oraciones] primero y marchemos en nombre de Yahweh nuestro Dios. Y marcharon, sin fuerza, trescientos mil pies[25], como la mitad de los que salieron de Egipto, y se encontraron con muchos males y angustias; y con ellos hizo Dios juicios a todos sus malos juicios, hasta quequedaron poco de muchos. Y él [Isaac, marchó] en medio del Destierro camino del barco, «en el corazón del mar»[26], fue con toda su casa a la celebrada ciudad de Nápoles el año en que los habitantes estaban bajo el gobierno del rey Ferrando, rey justo, piadoso y clemente. Le hizo venir el rey a sus aposentos y encontró gracia y buen juicio a sus ojos y lo recibió en el número de [los que son mirados con] buena cara…»

Ya fuera de España, en 1496 terminó el Comentario al Deuteronomio y el Comentario a la Haggadah de Pascua, y al libro del Talmud titulado «Abot» (Padres) Herencia de los padres, sobre doctrina moral.

El Editor biógrafo de 1551 continúa:

«Y el que quiera saber el asunto existencia, mire el Comentario al libro de Reyes, en su Introducción, que la hizo en Nápoles, en el año que es el año de los emigrados, y se terminó la tarde de Ros ha-Sanah [año nuevo judío] de este año, que era su segundo destierro[27]. Y he resumido en mi lenguaje.

De allí el Pastor, la Piedra[28] de Israel, que le contempla desde su Santa Morada con mirada de mejorar el alivio de Dios a él y a sus bienes, insistió en el país casa por casa, y hasta los sabios, le dio nombradía entre los grandes y pidió habitar con ellos. Se juntó la cólera del rey de Francia, Carlos, que fue en son de guerra contra el reino de Nápoles y antes de que llegaran murió el rey Ferrando y se proclamò rey a su hijo Don Alfonso en su lugar. Y a mitad del año conquistó el rey Carlos su reino. Y huyó ante él a Mesina e Isaac fue con el rey donde iba siempre. Y a toda su casa [la de Isaac] saquearon y despreciaron, y a todos sus libros, y sus preciosos tesoros desaparecieron por completo con la confusión. Y él quedó solo con el rey, hasta que el rey enfermó de la enfermedad de la que murió, y «se deshizo el paquete»[29].

Y marchó el príncipe, el Autor, solo, vagando de un lado a otro por el país. Y se lo llevó el vientode los que iban a Corfú, y como un viajero extendió [su tienda] para alojarse. Comenzó allí el Comentario del libro de Isaías el año de «su canto y gracia». Ciertamente se había parado el trabajo de este Comentario porque otros ensayos le vinieron a la mente. Pues allí, en la Isla de Corfu le hizo encontrar Yahweh, su Dios, y le puso delante lo que había hecho del Comentario de laRepetición de la Torah[30] que había hecho estando en Lisboa, que habían despedazado de la escuela cuando huyó del rey Don Juan, y no la había vuelto a ver hasta aquel día. Y se alegró con su obra como el que encuentra un gran botín. Y la aumentó porque era poco lo que tenía delante cuando marchó desde allí a la ciudad de Nápoles ….. y terminó el libro ……….. que es el Comentario al libro del Deuteronomio el veinte del mes de Sebat del año «cantaron cielos». Y aquel año, en la tarde de Pascua compuso Fiesta de Pascua. Y el 11 de Tammuz de aquel año fue terminado el ensayo Herencia de los Padres [o Antepasados], que compuso dedicado al príncipe Don Samuel, su hijo pequeño, de bendita memoria[31]. Y el príncipe Don Judah[32], de bendita memoria, su hijo mayor, se fue a BZYNWWH después de la invasión y saqueo de Nápoles y se distinguió en el ejercicio de la Medicina. Y Judah excedía a su hermanoy …….. la obra que hizo en lengua no hebrea y llamó Dialoghi de Amore …..»

En 1503 Isaac se asienta en Venecia y allí interviene en las negociaciones del Senado veneciano con Portugal sobre el comercio de las especies.

En 1504 publica su Comentario a Jeremías; en 1505 el Comentario a los Profetas Menores, Génesis y Éxodo; y después los Comentarios a Levítico y Números.

De 1507 es la citada carta a Rabí Saúl ha-Cohen de Gandía, donde le da cuenta de todos los libros que ha escrito y los que está escribiendo.

En 1508 muere en Venecia, pero fue enterrado en Padua. Durante la segunda invasión francesa de 1509 el cementerio de Padua fue destruido, de modo que se desconoce donde estuvo el lugar de su tumba.

5- El escritor hebreo

Desde su estancia en Extremadura, donde empieza a escribir, hasta el final de su vida, en Venecia, Isaac Abarbanel, a pesar de los vaivenes de su vida, no para de escribir, además de sus actividades económicas y de servicios a los reyes.

Su estilo es prolijo y repetitivo. En sus Comentarios a los libros de la Biblia adopta para cada capítulo un esquema consistente en una Introducción con las dificultades que contiene, un Resumen de su contenido y una larga Disquisición para resolver las dificultades expuestas. En su contenido se muestra contrario a las interpretaciones racionalistas y la alegoría filosófica, destacando sobre todo el contenido moral. Aprovecha su experiencia política para comparar la sociedad bíblica con la de su tiempo, aunque a veces comete anacronismos. Utiliza a los exegetas cristianos cuando le conviene, aunque disiente de sus interpretaciones cristológicas. Pone al principio del Comentario a los Profetas una Introducción general muy extensa. Distingue los Comentarios de otras composiciones suyas, que pudiéramos llamar Ensayos sobre aspectos particulares. Cree que las dificultades de los judíos en su tiempo anuncian la venida del Mesías, que calcula que será en 1505. Como ese año no vino, intentó arreglar sus cálculos.

En la citada carta a Rabí Saúl Kohen de Candía,Isaac hace recuento de sus obras para responder a una pregunta que le había hecho:[33]

«Una petición pequeña me has pedido, el darte a conocer la relación de los libros que he compuesto hasta ahora, y me da vergüenza y también me abochorna al traer sus títulos a mis labios, porque pocos son y todo el trabajo es despreciable y derramado, ….., pero hacer tu voluntad, señor mío, deseo y así haré con todo lo que me has mandado.

Primero en señalar y anterior en grado ¿no es acaso el Comentario a la Torah, que es mucho trabajo, más raro que las perlas, y tiene doce manos de papel?, todos mis pensamientos y mis conocimientos están en él».

El Comentario al Libro de Josué, y el Comentario al Libro de Jueces, y el Comentario al Libro de Samuel, todos ellos en una colección como de cinco manos de papel.

El Comentario al Libro de Reyes, en una colección bella y agradable en sus pensamientos, y su tamaño como la otra. El Comentario al Libro de Isaías, y elComentario a Jeremías, en una colección, y es como de seis manos. El Comentario a Ezequiel y a los Doce [profetas menores], en una colección, y es como de seis manos. Éstos son los «Comentarios».

Y de los «Ensayos»[34], está el libro Fuentes de Salvación, que está en el Comentario a Daniely no hay valor para su belleza a mis ojos. Y el libro Anunciador de Salvación, con un comentario obligado sobre la interpretación literal de todas las profecías que vienen en toda las Sagradas Escrituras que no se pueden explicar ni por el Segundo Templo ni de forma espiritual, sino por la redención futura[35]. Y el libro Las Victorias de su Mesías, con comentario de todas las sentencias que vienen en la Guemará[36] y en el Midrás que vienen sobre el Mesías y la Redención, y son raros en su interpretación y se salen de la comparación.

Y tres de estos ensayos tienen como ocho manos de papel y he llamado a toda esta colección Torre de Salvación.

El ensayo Corona de los Ancianos es pequeño.

Tres de los ensayos que se imprimieron en Constantinopla ciertamente están con vosotros, y son Principio de la Fe, Sacrificio de Pascua, Herencia de los Padres [o Antepasados].

Nuevos Cielos lo hice para compeler al conocimiento de la novación [creación ex nihilo] del Mundo por causa de los cuerpos celestes y de sus estrellas, y allí explico el principio del cap. 19, segunda parte, del MorehGuía de Perplejos de Maimónides]que es de gran importancia la contemplación.

El libro Obras de Dios, con la novedad del Mundo y respuesta irrefutable sobre todas las pretensiones que hizo Aristóteles y sus discípulos posteriores sobre su anterioridad [eternidad], y allí explico pensamientos preciosos hasta más no poder en el libro Moreh, que no los saborearon los comentaristas.

El libro La Justicia de los Mundos, que comencé a componer estando en Nápoles y que ahora he vuelto a hacerlo [en Venecia] de forma más amplia y completa con tres ensayos, e hice el ensayo primero de él en la justicia de este mundo y sus justicias y derecho ……, y el ensayo segundo que será el de la justicia del mundo de las almas y el Paraíso y Gehenna, y así el tratado tercero, que será de la justicia del mundo de la resurrección y el Día del Juicio; no lo he hecho hasta ahora porque me he ocupado en el Comentario de la Torah. Y también he comenzado a hacer un ensayo que he llamado La Banda de los Profetas, que es de los temas de la profecía, sus clases y tipos, y la profecía ……. según lo que decreta el Moreh y la explicación rectificada. Y con el autor del Moreh discuto mucho en esta explicación. Y hoy sabes que estando en Sefarad comencé a componer sobre la profecía el libro Visión de Sadday y con las angustias de la Expulsión salió de mí [lo perdí] y no lo he visto más, así que he decidido hacer en su lugar Banda de Profetas, porque me ha parecido que todos los comentadores de la Torah no conocían sus caminos y no bajaban a sus intenciones ni en uno de los pasajes de la profecía. Y en mi opinión, este ensayo es lámpara de Dios para iluminar a los expertos de la Torah y los amadores de la sabiduría en nuestro pueblo, pero estos dos ensayos no he terminado todavía, y si Dios pone la oportunidad en mis manos, los terminaré, y si acaso le pareciera bien a sus ojos, se hará.

Como desapareció aquella riqueza en mal asunto [con la Expulsión] y se salió la gloria fuera de Israel, y después de estar trasladado y vagando de la tierra de los reyes a otro pueblo, gasté el dinero; entonces busqué el libro de Dios, según se dice de los faltos de compañía ……

Con las anteriores citas del propio Isaac y el relato de su editor y biógrafo ocasional podemos imaginarnos el sentir que acongojaría a alguien que había vivido en la opulencia, en la intimidad de los reyes y grandes de la corte (en la de los Reyes Católicos ocho años), y que tiene que huir sucesivamente de Portugal, de España y de Nápoles para terminar en Venecia. Es uno de los personajes interesantes que componen lo que podríamos llamar, robándole el título a Luys Santa Marina, el «Retablo de la Reina Isabel».


NOTAS:

[1] Fue agente financiero privado de la Reina: Yitzhak Baer, Historia de los Judíos en la España Cristiana, Traducción del Hebreo [con interesantes notas del traductor] por José Luis Lacave, Madrid, Altalena, 1981, t. II, p. 581-582. La forma «Brauanel» fue identificada por Francisco Cantera «Don Isaac Brauanel» enSalo W. Baron Jubilee Volume, Jerusalem, 1975, p. 237-250.

[2] Véase las Enciclopedias, como la Jewish Encyclopaedia, oel Dictionaire d´Histoire et Geographie Eclesiastique, Paris, 1912, etc., y las Historias de los Judios de España y Portugal: María José Pimenta Ferro Tavares, Los Judíos en Portugal, Madrid, Mapfre, 1992, p. 102 da un árbol genealógico más completo que los habituales, basado en documentos portugueses; José Amador de los Ríos, Estudios Históricos, Políticos y Literarios sobre los Judíos de España,Madrid, 1848, p. 462, y Historia Social, Política y Religiosa de los Judíos de España y Portugal, Madrid, 1876, t. III.

[3] Los Abrabanel, como otros judíos portugueses, poseían y explotaban fincas rústicas, además de actividades comerciales de importación-exportación de mercancías y el arrendamiento de la cobranza de las rentas reales. Cfr. M. J. Pimenta Ferro Tavares, op. cit., p. 83 y 86-87; documenta también que el boato y la riqueza de los judíos, entre ellos los Abrabanel, llegan a ser citados en el Cancioneiro Geral de García de Resende: » … mayores ocho señores/ ….. / el quinto Abrauanel / …. / Y cuidan que es perdimiento / cuando cuidan que por ciento / treinta es muy poco ganar».

[4] Al castellano tuvo tres traducciones, la primera de un judío: Guedella Yahia, Los Dialogos de Amor de Maestre Leon Abarbanel Medico y Filosofo Excelente de Nuevo Tradvzidos en lengua castellana, Venecia, 1568; MicerCarlos Montesa, Philographia Vniversal de todo el Mvndo, de los Dialogos de Leon Hebreo, Zaragoza, 1584; Gacilasso Inga de la Vega, La Tradvzion del Indio de los Tres Dialogos de Amor de Leon Hebreo, Madrid, 1590. Sobre la lengua original ¿castellano, portugués, italiano, hebreo? no hay unanimidad. Nacido en Portugal, vivió en España, donde se casó y tuvo dos hijos, uno de ellos enviado secretamente a Portugal en 1492, donde fue descubierto y por orden del rey fue raptado y educado como cristiano, pérdida llorada amargamente en unos versos suyos. Vid. Baer, op. cit., p. 649-650.

[5] Véase el pasaje íntegro al final de este artículo.

[6] Hay una versión francesa de F. Nau en el citado Dictionnaire d´Histoire …, artículo Abrabanel.

[7] Hay opiniones diversas sobre si realmente participó o no en la conjura, por su vinculación económica con algunos nobles.

[8] Benjamín Netanyahu, Don Isaac Abravanel, Stateman and Philosophe, Philadelphia, JSA, 5732-1972, da un claro y sucinto desarrollo de los hechos.

[9] Pasaje citado por Netanyahu, op. cit. p. 273 n. 86. Aunque «Sefarad» incluye en la tradición judía a toda la península ibérica, aquí se emplea como sinónimo de Castilla.

[10] ןידרואהליד הרוגיש Sygwrh dylah ´wrdyn. En la crítica bibliográfica al libro de Netanyahu, Francisco Cantera, «Don Isaac Abravanel estadista y filósofo» ,Sefarad, XXX (1970) 53-59 identifica Segura de la Orden con la actual Segura de León, en la provincia de Badajoz; perteneció a la Orden de los Templarios, pasada luego a la Orden de Santiago, Encomienda Mayor de León, de ahí su actual nombre de Segura de León; no pertenecía al distrito de Plasencia. En un nomenclátor manuscrito del siglo XVI conservado en la Real Biblioteca de Palacio con las provincias, distritos, ciudades, y aldeas, para Extremadura se distingue entre la provincia de Trujillo y la de la Orden de Santiago de León. El pasaje lo publico en las Actas de un Congreso celebrado en Trujillo por la Academia de Extremadura, actualmente en prensa.

[11] Op. cit. p. 23, 273-4, 278-9, 282, 287.

[12] Ibidem, p. 273, opina que la carta al rey de Portugal abogando por su inocencia no la escribiría desde Segura para no revelar su escondite.

[13] Op. cit. p. 40.

[14] Netanyahu, op. cit.,p. 282. Sobre las cifras y si el 9 del mes judío de Ab fue el último día, y el que salieran todos juntos, lo niega Baer, op. cit. p. 790-93, y además acusa a Isaac Abrabanel de crear una leyenda sobre el asunto. Amador de los Ríos, Historia de los Judíos de España y Portugal, da en español el relato completo, p. 319-320 nota (1).

[15] Por una parte, Isaac admiraba a Maimónides, y por la otra estaba en desacuerdo con su doctrina. Cfr. Alvin Jay Reines, Maimonides and Abravanel on Prophecy, Cincinnati, HUCA Press, 1970.

[16] Nació en Lucena en 1038, donde murió en 1089. Además de poeta sinagogal, fue presidente de la prestigiosa Academia rabínica de Lucena, heredera de la de Córdoba.

[17] Baruk Uzziel Hesqueto, el Editor biógrafo, se ajusta aquí, como en casi todo lo que dice, a los datos autobiográficos que Isaac Abrabanel va dejando en sus libros.

[18] Referencia al Génesis, donde se cuenta que en el Jardín del Edén Dios salía a pasear con el fresco de la mañana.

[19] Al final damos la lista de sus composiciones que da el mismo Isaac. El Editor, Baruk Uzziel Hesqueto, utiliza las noticias que da Isaac en las Introducciones y en los Colofones de sus libros.

[20] El amigo y probable introductor de Isaac en la corte, Abraham Senior, tenía al parecer mayor relación con Fernando el Católico que con Isabel. En general, los escritores italianos y los judíos de Italia apenas hablan de la reina Isabel, pues eran los reyes de Aragón los que desde la Edad Media tenían mayor relación con el Mediterráneo.

[21] Es decir, quien leyera la Biblia en hebreo, como se hace en el servicio religioso de la sinagoga.

[22] No olvidemos que el autor es judío, y aunque escribe medio siglo después de la Expulsión, estaba todavía vivo el recuerdo de aquellos años. Es comprensible el desahogo literario.

[23] Como he puesto de manifiesto en varias ocasiones, los escritores sefardíes hacen siempre hincapié en que no fueron expulsados por traidores, sino por motivos puramente religiosos.

[24] Expresión confusa que parece dar a entender que Isaac argumentó que la retirada del Edicto de Expulsión no le desacreditaría ante sus súbditos por cambiar de parecer.

[25] La cifra de 300.000 es exagerada, cfr. n. 14. Aunque en portugués «cuatro pies de caballo» es un caballo, no parece que aquí haya que contar 150.000.

[26] Idiotismo hebreo por «altamar». ¿Alusión a que eran barcos grandes?.

[27] El primero fue su huida de Portugal.

[28] La frase tradicional es «Roca de Israel», en el sentido de defensa.

[29] Expresión hebrea por «se deshizo el compromiso».

[30] La «Repetición de la Torah» o Misneh Torah es una gran compilación del Derecho Judío hecha por Maimónides, que incluye también consideraciones filosóficas sobre lo que debe creer un judío.

[31] Cuando el biógrafo está escribiendo en 1551, ya había muerto Samuel (Lisboa 1473-Ferrara 1547).

[32] Judah Abrabanel (León Hebreo) nació en Lisboa, en 1460 y murió en Italia en 1535.

[33] Texto recogido por el editor W. Heidenheim de su Šamayim Hadašim en Rodelheim, 1828, e impreso al final. Edición facsímil en R. Isaac Abravanel.Philosophic TextsSefer Shamayim Hadashim, Jerusalem, 1966.

[34] El «Comentario» a los libros bíblicos (perús, interpretación) es así distinguido del hibbur , «composición, obra», que hemos traducido por «ensayo» y que podemos considerar como monografías sobre un tema concreto referente a los tiempos mesiánicos y al carácter de la Profecía.

[35] Es decir, no se refieren a que el Segundo Templo sería destruido por los romanos, ni tienen carácter de norma de conducta, sino que se refieren a los futuros tiempos mesiánicos. Se opone así a la interpretación de los cristianos.

[36] La «Gemara´» es la parte en arameo del Talmud, y el «Midras», investigación, es la colección de los dichos de los rabinos referentes a versículos bíblicos sueltos.

Oct 012004
 

Lectura inaugural por Fernando Díaz Esteban.

Al acercarnos a la figura de la reina Isabel la Católica, no podemos olvidar que también fue mujer. Tuvo numerosos pretendientes al matrimonio. Pero sin esperar el permiso de su hermanastro el rey Enrique IV ni las dispensas papales por parentesco, se casó (1469) con quien quiso, con su primo Fernando de Aragón, que llegó disfrazado a la boda, celebrada con los ingredientes de una novela de aventuras. Probablemente acabarían enamorados, pues Luys Santa Marina[1] recuerda una anécdota de cuando estaban haciendo juntos un viaje en el cual Isabel no estaba muy de acuerdo. Ya en marcha, al pasar por un camino en cuyos bordes abundaban las malvas, Isabel le dijo: «Si las flores del camino os hablaran, ¿qué os dirían?». Fernando entendió la alusión y volvieron atrás. Santa Marina apostilla la anécdota con una antigua frase castellana: todavía les duraba el pan de bodas. Aunque Fernando había dejado dos hijas bastardas en Aragón y luego tuvo tres bastardos más, cosa habitual en la época, el matrimonio no se resintió.

Fue madre fecunda, cuatro niñas y un niño, a los que buscó buenos casamientos. La primogénita, Isabel, casó primero con Alfonso, heredero de Portugal en 1495; viuda a los pocos meses, volvió a casar con su cuñado Manuel I el Afortunado de Portugal en 1497, pero un año después ella murió de parto; el recién nacido, Miguel, hubiera heredado los reinos de Portugal, Castilla y Aragón, pero el niño murió en 1500. La segunda, Juana, se casó en 1496 con Felipe el Hermoso, por el que enloqueció y tuvo a Carlos V y a Fernando I, ambos sucesivos Emperadores del Sacro Romano Imperio. La tercera, María, se casó en 1500 con el viudo de su hermana Isabel, Manuel I de Portugal, con el que tuvo diez hijos, entre ellos Juan III de Portugal e Isabel, que sería la mujer de Carlos V. La cuarta, Catalina, se casó con Eduardo, heredero de Inglaterra, en 1501, enviudó y se casó en 1509 con su cuñado, Eduardo VIII, del que tuvo a María Tudor, reina de Inglaterra.

Su único hijo varón, Juan, se casó en 1497 con Margarita, hermana de Felipe el Hermoso; el excesivo entusiasmo matrimonial del príncipe le llevó a la tumba, dejando a Margarita embarazada de una niña que nació muerta, por lo que en 1502 se nombró heredera de Castilla a Juana; su padre, Fernando, siguió como rey de Aragón. Su nieto Carlos V heredaría las dos coronas.

Su vida, por tanto, no estuvo exenta de tristezas familiares, entre las que hay que incluir la demencia senil de su madre, Isabel de Portugal, mujer culta y hermosa que había cuidado de la educación literaria, musical y religiosa de su hija, a la que inculcó el espíritu de defensa de sus derechos regios.

A juzgar por los retratos, Isabel era una rubiaca que sin ser fea, tampoco era una belleza deslumbrante. Pero es evidente que su personalidad subyugaba.

Su ambición política, en unos tiempos de tumultos y sublevaciones, se vio cumplida por las circunstancias. La muerte de su hermano menor, Alfonso, sublevado contra su hermanastro el rey Enrique IV, del que se hizo un simulacro de destronamiento, la dejó como heredera de la corona de Castilla y enfrentada a su sobrina Juana la Beltraneja, que de haber sido hija real de Enrique IV hubiera sido la heredera legítima. En 1474 Isabel es proclamada reina de Castilla y la Beltraneja marchó a Portugal, de donde era su madre.

La casa real de los Trastámara, inaugurada por el bastardo y fraticida (mató a su hermanastro Pedro I) Enrique II el de las mercedes, produjo unos reyes calamitosos, incapaces de terminar la Reconquista, prolongando un siglo más la invasión y ocupación musulmana de España. Pero Isabel, junto con Fernando, la llevó a feliz término cuando se izó el pendón de Castilla en Granada el 2 de Enero de 1492. Y el ímpetu conquistador se continuó con el descubrimiento y colonización de América, para la que Isabel inspiró las Leyes de Indias, protectoras de los indígenas, a los cuales no se les podía hacer esclavos.

Las persecuciones y coacciones contra los judíos en tiempos anteriores, especialmente con los alborotos de 1391, habían producido, y seguían produciendo, muchas conversiones que no eran sinceras. Para distinguir el converso sincero del falso aceptó el establecimiento en 1478 de la Inquisición eclesiástica, que siempre tuvo también un algo de instrumento político, por lo que los reyes la mantuvieron más tiempo del razonable, hasta mediados del siglo XIX. La Inquisición de Castilla pasó después a Aragón y a Portugal.

Conseguida la unidad territorial quiso que fuera seguida por la unidad religiosa y apoyó la idea de Fernando de la expulsión de todos los judíos de Castilla y Aragón, lo que se hizo pocos meses después, en marzo, de la conquista de Granada, dándoles la elección de quedarse como cristianos o salir como judíos. Los esfuerzos de algunos judíos de la corte, como Don Isaac Abrabanel, que habían prestado grandes sumas de dinero para la guerra de Granada, rogando que el Edicto de Expulsión no se llevara a efecto fueron inútiles.

La época de Isabel la Católica es también la época del Renacimiento. Este movimiento cultural pasó de Italia a toda Europa, con un ansia de singularidad individual y de conocer lo que habían escrito los autores de la antigüedad grecorromana y aplicarlo a los tiempos presentes. También es un momento en que las mujeres inician una participación activa en el mundo de la cultura. Isabel ayudó a este movimiento y en la Casa de la Reina reunió a mujeres cultas, que leían y escribían en latín, y tenían, además, un carácter decidido. Fue alumna aprovechada de Beatriz Galindo la Latina, hasta el punto que se acuñó el dicho «juega el rey, todos somos tahúres; estudia la reina, todos somos estudiantes». En la novela sentimental, un género literario nuevo, Diego de San Pedro publica en 1491 en Burgos su Tractado de Amores de Arnalte a Lucenda, que dedica a las Damas de la reina «haviendo gana de algund pasatiempo darvos», y hace al mismo tiempo un elogio poético de Isabel. Como la poesía es extensa, 20 décimas, solamente leeré algunos versos, en los que se la retrata con carácter afable y firme a la vez, defensora del común frente a los poderosos nobles; de vida virtuosa y temerosa de Dios, e incluso se la llama hermosa, sin olvidar un recuerdo a los tormentosos tiempos precedentes de la nobleza levantisca, que Isabel aquietó. Leo los versos en el delicioso castellano del autor:

Es nuestra reyna real // en su España assí temida // que del bueno y comunal, // de todos en general // es amada y es temida; // es placiente a los agenos, // es atajo de entreualos [intervalos], // es amparo de los menos, // es gozo para los buenos, // es pena para los malos. /// Es reyna que nunca yerra, // es freno del desigual, // es gloria para la tierra, // es la paz de nuestra guerra, // es el bien de nuestro mal; //……… mas quísola Dios fazer // por darnos a conocer // quién es Él, pues fizo a ella. //// ………//// Es de los vicios agena, // es de virtudes escala, // con gran cordura condena, // nunca yerra cosa buena, // nunca haze cosa mala; //teme a Dios y su sentencia, // aborresce la malicia, // abráçase con [a la] prudencia, // perdona con la clemencia, // castiga con la justicia. /// …… .gana con la voluntad, // conserua con la verdad, //gouierna con la razón. //// ……. non la engañan los que engañan, // aborresce los groseros, // desama los lisonjeros, // no escucha los que zizañan. //// Pues ¿quién osara tocar // en su grande hermosura? // ……. .//// Mas avnque lo diga mal, // digo que son las hermosas // ante su cara real, // qual es el pobre metal // con ricas piedras preciosas; // ……… ///// ……… //// Pues ¿quién podrá recontar, // por más que sepa dezir, // la gracia de su mirar, // el primor de su hablar, // la gala de su vestir?; // ……. //// ……… /// /Si non viniera pujante // a meternos en compás, // quánto daño estaua estante, // quánto mal yba adelante, // quánto bien quedaba atrás; // quánta voluntad dañada // en Castilla era venida, // quánta injusticia mostrada, // quánta zizaña senbrada, // quánta discordia nascida. // Nunca haze desconcierto, // en todo y por todo acierta, // sigue a Dios , que es lo más cierto, // ……. // siempre quiere lo que Él quiere. //// ……..

Hay ahora una campaña para elevar Isabel a los altares. Un poco difícil parece la cosa, pero a los ojos de su contemporáneo Diego de San Pedro, como acabamos de ver, no habría duda ninguna.


NOTAS:

[1] Luys Santa Marina, Retablo de Reina Isabel, Barcelona, 1940.

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